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Español
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Published:
2025-04-27
Updated:
2025-08-19
Words:
144,491
Chapters:
19/?
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106
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95
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1,539

El Tesoro de Piltover

Summary:

El genoma Lycan fue el salvador de la humanidad en sus inicios. La sociedad ha avanzado, no necesita refugiarse en los instintos más salvajes cuando Piltover quiere avanzar hacia el progreso y la buena apariencia.

Las especies evolucionan, cambiando impulsadas por las diferentes circunstancias en las que se desarrolla su vida, es la “lucha por la supervivencia”...

Hay sueños mucho mayores que requieren peores sacrificios.

Existe un fenómeno. 2 mentes llegaron a la misma conclusión. Esas mismas mentes harán lo que sea por hacer su teoría una realidad. Jayce Talis y Viktor harán lo necesario por alcanzar su sueño y sus metas…

“No queremos desperdiciar tu potencial y perder oportunidades por un fallo biológico de tu genética. Después de todo te veo como una promesa, serás el Tesoro de Piltover”.

Notes:

La historia está escrita en español, pero pueden poner traducir en los tres puntos en la ventana de arriba y comentar en español o inglés sin problemas (#delulu). Igualmente, en un futuro traeré la historia en inglés, sólo necesito tiempo ;-;

La historia será actualizada semanalmente. Aún no termino de determinar la cantidad de capítulos, pero no espero sobrepasar los 30. Cualquier duda o comentario, estaré encantado de responder. ¡Muchas gracias por darle una oportunidad a mi historia!

Chapter Text

Las apariencias tienen costos.

Las apariencias lo pueden significar todo.

Las apariencias tienen estándares.

A veces muy grandes. A veces eran mínimos. Aunque siempre contienen una significancia que puede perdurar más allá de los propios estatus quo a los que las sociedades se alinean para eximir como sus reglas. Como parte de las normativas procedurales a las cuales los habitantes se deben atener para poder ser socialmente correctos, sensatos y que, simplemente, encajen en la enorme máquina en movimiento y evolución constante. Las modas, los avances, cada invento son eventos de inflexión que fundamentan los cimientos de cada región. Piltover siempre ha tenido como parte de su mantra comprender cuán importante esto resulta.

Juega mucho más allá de la carta de presentación. Simboliza un control, un Estado perfectamente regido y estabilidad. Bases sólidas para permitir que el orden y el progreso sean una realidad. Una sociedad bien estructurada significa ciudadanos bien estructurados, al final. Así que el sensual juego de las apariencias es mucho más influyente de lo que cualquier forastero puede comprender. 

Cada vestimenta, cada peinado, cada mínimo detalle de cada integrante Piltovano estaba estructurado, planeado como la premeditación quirúrgica más exacta posible para poder establecer un rol adecuado. La buena organización permite el buen progreso de cada avance. Cada engranaje debe de tener una razón de ser. Debe tener el significado de lo que su apariencia dictamina. Porque, aunque los poetas malditos lloren por el romance de la belleza del alma, no había forma de evitar que las primeras impresiones tengan un significado. Influyen más de lo que se puede evitar.

Jayce Talis lo aprendió a la mala.

La evolución es una ley natural inflexible. Una realidad que converge mucho más allá de la simple explicación física. La intervención humana no ha sido la única influencia directa que se fusiona con este fenómeno. Varias características y ancestros biológicos han sido unificados hasta lo que el humano es en la actualidad. La adaptación y la ferocidad pueden ser conceptos ajenos, que deberían ser separados por el bien de la correcta ciencia; sin embargo, la misma sigue insistiendo que la maravilla del humano proviene de lo más profundo y desconocido por la ciencia.

La evolución dictaminó la ley de selección natural. El humano la convirtió en la ley de selección sintética. Las cosas seguían siendo un poco arcaicas, empero. Porque estaba el fenómeno biológico del género secundario como parte de un factor de supervivencia adherido a los genes humanos por las preservación. 

A través de estudios y vestigios de tantos científicos y pensadores, poco a poco se fue maquinando la comprensión de esta manifestación tan curiosa. El humano pasó por un punto bajo, donde su preservación estaba encadenada a la precaria situación climática y ambiental. La necesidad de supervivencia lo llevó a adoptar comportamientos de los seres mamíferos cercanos donde el sentido de éxito se concluya como la posibilidad de supervivencia. Con ello, los ancestros descubrieron sus raíces genéticas unificadas con familias lycanas.

Alfas, líderes naturales con sentido de supervivencia y cacería en pos de la manutención de su manada. 

Omegas, administradores del hogar y principal fuente de reproducción para la preservación de la manada.

Betas, trabajadores y órgano fundamental de la mano de obra, perduración y avance de la manada sin la necesidad de doblegarse a los instintos primarios de los dos anteriores géneros secundarios.

La historia y los registros científicos explaya mucho más allá de las sencillas definiciones. Se refiere a un proceso de evolución que ha tomado más de 4 milenios para poder llegar a la conservación actual. Procesos complicados, eventos disruptivos que forjan un antes y un después de la especie, nuevas estructuraciones sociales, establecimiento del poder y el gobierno, la creación misma de la sociedad como un órgano y no como un simple grupo cercano. Cada uno de esos procesos tiene la influencia suficiente para hacer que la naturaleza humana y sus genes lycanos peleen de forma constante.

Hasta que el género secundario se volvió una molestia en vez de una vertiente más del humano.

Después de tantas batallas, tantos cambios, tantos procesos, la preservación de la raza humana dejó de ser una necesidad y se convirtió en un problema de sobrepoblación. A pesar de la creación de nuevos empleos, nueva tecnología, mejora en la calidad de vida, el humano empezó a ver tan animal su género secundario que decidió intervenir de forma artificial y dar un corte certero.

Dado que el LUCA estaba directamente conectado a la familia Lycana, el humano sabía que su género secundario era imposible de suprimir o erradicar, el desarrollo de un control fue la forma ortodoxa de controlar las masas. De esa forma, podrán no tener dominio en destruir el género secundario, pero sí manipularlo para crear una mayoría.

El género Beta era perfecto para ello. No dependía de los sentidos animales y apelaba más a la razón del primer género. Eran buena fuerza humana y mano de obra. Fértiles pero en tasas moderadas. Mejor control de las masas. No tener que lidiar con las necesidades que los Alfas y Omegas requieren. 

En Piltover, ser Beta era celebrado y reconocido. Incluso se tenía la tonta creencia pagana de que era la fuerza humana renunciando a su género secundario por preferir lo correcto: el progreso. El mundo estaba evolucionando, también debían hacerlo los humanos. Un Beta era un buen presagio y aumentaba los apoyos de los propios programas gubernamentales para que la interferencia humana siga haciendo efecto en la evolución.

Programas de reproducción de castas ya sea por renta de vientre, uso de ovulación sintética o alguna citación premeditada por alguna dependencia, Piltover tenía el mejor programa de reproducción de Betas. Todo, con el objetivo de ir erradicando poco a poco los otros dos géneros secundarios hasta que la propia evolución comprenda la necesidad del humano de que su género secundario, considerado el mediador, se convierta en el líder de la autonomía y no depender más de los juegos de las feromonas y cortejos que lideran a peleas absurdas.

Aunque las características físicas seguían siendo demasiado presentes, tales como las orejas lobunas o las colas, la parte instintiva estaba teniendo un mejor control racional. Algo que indicaba un buen camino para la ciudad dorada. La búsqueda inquebrantable de la perfección estaba completamente regida por el juego de las apariencias. Poder demostrar cómo la razón humana era capaz de suprimir el desaire de un desliz genético inevitable como lo son órganos vestigiales o, en este caso, el género secundario, resultaba una buena carta de presentación que abría muchas más puertas en la escalinata de la sociedad.

Por supuesto, Jayce tenía que jugar muy bien ese juego.

La vida, por otro lado, tenía sus propios planes.

”Omega” dijo la doctora de cabecera de la familia Kiramman.

Era un día soleado de mayo. El cielo estaba despejado, brillante de un precioso azul cobalto. El ruido típico de las maquinarias y la industrialización era un ambiente funesto que se resquebraja con la reverberación de la amortiguación que se provocaba con las gruesas paredes blancas del gran consultorio que, de repente, se sintió demasiado pequeño. Cómo si sus muros comenzaran a contraerse sobre el joven chico. Aunque el aire era limpio no podía evitar sentirse sofocado y enfermo.

El tic tac del enorme reloj de circuito abierto y lindos engranajes parecía dictaminar una ruidosa sentencia. 

Jayce sintió cómo la sangre se drena de su sistema, una ligera taquicardia le siguió en el aumento de su presión y su vista se volvió borrosa. Su respiración se cortó y sintió pesadez en su nariz. El tiempo se ralentizó y perdió noción total de su entorno. Los colores, los olores, los ruidos, las sensaciones, los sabores se volvieron tan lejanos. Como si hubiera abandonado su cuerpo. El diagnóstico seguía mermando una huella profunda en su psique. Lo suficientemente profunda como para desconectarse y preguntarse por qué decidió usar manga larga si ese día estaba haciendo tanto calor. 

Instintivamente, llevó su mano derecha a su muñeca izquierda y acarició la gema azul en la pulsera de cuero café desgastado.

El género secundario aparecía con un punto álgido de la pubertad. Era completamente parte del desarrollo biológico. A parte de las manifestaciones comunes de la activación de receptores hormonales, el detestable acné, y cambios de humor, todos estos rasgos eran un simple previo a la manifestación del género secundario. Preparaba los cuerpos para adquirir las características de su casta lycana. Era un proceso largo donde los jóvenes tenían que ir a chequeos trimestrales para ver los cambios en sus receptores y los procesos evolutivos de sus cuerpos. La integración del género secundario era todo un enigma carismático de la biología que jugaba con muchas ponencias de los propios pensamientos racionales. Muchos de los fundamentos que podrían ser simplemente rápidos de comprender se doblegan ante esta presentación. Cosa que podía volverse confusa para el individuo si no contaba con la educación adecuada. Piltover tenía muy presente aquello, especialmente cuando tenían en la vista el cambio artificial de las jerarquías. Que aún existan Alfas y Omegas no era al azar, la ciudad del progreso tenía que estar calculando todo eso. Por eso, comprender la biología detrás del genoma Lycan era todo un arte que los más grandes científicos aspiraban. Traducidos a lo que ahora Jayce estaba viviendo.

Primera fase: Estudios de sangre. Estos permitían conocer todo lo que compone la fisiología del individuo a través de un exhaustivo examen a todos los antecedentes genéticos, las influencias y determinar el gen dominante de la ramificación biológica. Todo, con el objetivo de determinar la casta de la manera más óptima y racional posible. Aunque siempre puede existir el falso positivo.

Era a mitad del proceso en que se podía determinar el género secundario de manera contundente. Cosa que sólo respalda cuán efectiva era la prueba de examen del genoma Lycan. Así, cada joven piltovano se veía obligado a tomar la educación sexual necesaria según su casta. Todo por el bien del progreso, por supuesto. 

Aunque ser Beta era el ideal, los Alfas y Omegas siguen estando muy presentes en la sociedad. Y seguían teniendo un papel fundamental. Piltover sabe que un simple experimento con chícharos se ha convertido en el mejor campo de reproducción por la búsqueda de la perfección. El progreso tiene una fuerte vinculación con ese alcance ideal platónico. Era por ello que había un control receloso en los programas de reproducción, porque en los anales de las falsas portadas existe la miseria pura que esconde oscuros secretos.

Por fuera, Piltover se encarga de ser la utopía Beta. Incitando a la normalización de parejas con Betas donde sea el Beta el gen dominante. Claro que no ha sido aún un programa tan exitoso como se desearía dado que las necesidades de los alfas y los omegas eran muy específicas, así que tenían que hacer un frente efectivo para poder equilibrar las tazas fértiles.

Hay una oscuridad que contrasta con el almirante fulgor de la gran ciudad dorada. Porque, al final, la apariencia lo es todo.

Ahora estaba ahí Jayce Talis. Ahora Omega. Escuchando, a sus quince años de edad, cómo su segundo género estaba condenando todos sus sueños e ideales.

Si Piltover se bautizaba como la ciudad perfecta del progreso, la investigación y la ciencia, era también el pilar de los prejuicios y la condenación a todo lo que no encaja con el status. Lo que puede ser una situación única es un error, lo que se repetía era una anomalía. Ahora Jayce sentía cómo su segundo género estaba borrando los pequeños cimientos de sus sueños.

No tenía sentido. Su madre era beta. Su padre fue un Alfa. ¿Cómo era posible que él saliera Omega?

”El gen del género secundario es generacional. Al igual que todo tu banco genético” explicó la doctora mientras le pasaba una carpeta con los resultados de sus análisis de sangre y niveles hormonales.

Ahí estaba impreso. Jayce Talis. Masculino. Fecha de nacimiento: 7 de julio. Quince años. Altura un metro con ochenta centímetros. Peso de ochenta kilos. Sin alergias conocidas. Enfermedades degenerativas: N/A. Antecedentes genéticos para enfermedades: N/A. Sub raza lycana Labrador. Resultados de test hormonal para determinación de género secundario.

Beta: Negativo.

Alfa: Negativo.

Omega: Positivo.

A grandes rasgos era lo que alcanzaba a ver en los papeles. Por supuesto, todo su historial clínico estaba plasmado en papel beige y tinta negra. Desglosando todo lo que Jayce declaraba como inverosímil para él en ese momento. Estaban los porcentajes genéticos, un montón de diagramas que explicaban cómo su sangre estaba compuesta, determinando todo su árbol genético. Aunque todo lo que le importaba era el resultado inicial.

Salió positivo como Omega.

Jayce alza los ojos hacia la doctora. Sus lentes ovalados le parecían muy feos y grandes. Además de que sus orejas anaranjadas eran paradas, así que no combinaban con su persona en general. Se veía afilada y peligrosa.

”Es probable que uno de tus abuelos haya sido Omega y fue su gen el dominante en tu rango genético”. Explicó con una voz algo robótica mientras entrelazaba sus dedos.

Comenzaba a arrepentirse de ir con otro doctor antes de que Thobias Kiramman le diera su opinión médica. Pensaba que sería menos vergonzoso. Estaba resultando en todo lo contrario, empero.

Jayce volvió a bajar los ojos a los resultados de sus exámenes.

”La herencia genética es un campo vasto” siguió hablando la doctora, ignorando el torbellino de emociones que Jayce estaba desatando en su interior “. Según tus resultados, tu abuelo paternal era un omega con un ligero gen recesivo que lo volvía excepcionalmente dominante. Heredaste su género secundario directamente. Todo indica que tendrás una maduración bastante óptima en lo referido a tus ovarios y útero. Aunque tu cromosoma XY te sigue definiendo como masculino, es algo completamente ajeno al desarrollo de tu segundo género”.

Jayce sintió una mano cálida y fría al mismo tiempo. Era la mano de su madre. Pequeña en comparación con la suya. Delgada y con ligeras manchas de la edad y los traumas que ambos comparten. Alza su mirada, algo enojado. Frunció el ceño y apretó los labios en un puchero. Los ojos de la beta estaban temblando ligeramente, escondiendo y dejando fluir tantos sentimientos al mismo tiempo que Jayce apenas era capaz de soportar la carga que eso le conlleva.

No puede evitar sentir frustración con su resultado. Saberse Omega era la peor noticia que un aspirante a científico como él, en Piltover sobretodo, resultaba en la condena definitiva hacia los programas de reubicación y control reproductivo. Piltover no tenía compasión con los Omegas. No hay registro alguno de científico, ingeniero o licenciado alguno con ese segundo género. Ni siquiera cuando los Alfas y Omegas eran el género secundario dominante.

Ximena, su madre, apretó sus dedos metálicos (un regalo y prototipo que Jayce hizo para ella) sobre los suyos. Su delgado y huesudo pulgar acarició su dorso de un lado a otro. Era un rasgo que heredó de ella. 

Aunque quería entenderlo, Jayce sentía enojo puro contra ella por haberle escondido la verdad de los géneros secundarios de sus abuelos. Era imposible que ella no supiera que el padre de su padre fue un Omega con gen dominante que perfectamente puede heredar. Si Jayce tiene hijos no se verán afectados como Omegas; pero ese era el problema.

Él es la primera generación. A él le tocó ese juego de la ruleta y obtener ese gen. Ser el siguiente Omega a partir de esta mezcla genética.

”¿Cuáles son los programas de injertos beta?” Habló otra voz en el consultorio.

Cassandra Kiramman era una miembro influyente del consejo de Piltover. Una beta con ojos agudos y pose imponente que también era la patrocinadora de Jayce desde hace un año después de descubrirlo en una feria de innovaciones. Donde encontró una joven promesa volátil y tan optimista que fue suficiente para que ella decidiera entrar al programa de tutoría y acoger a Jayce para abrir oportunidades académicas a su mente brillante.

Claro que para ella Jayce es una inversión hacia el futuro, por lo que el resultado de su presentación preliminar de su segundo género era de suma importancia. Tenía que reconocer que el resultado le sorprendió demasiado. La complexión de Jayce estaba diseñada para ser fuerte y grande. De hecho, estaba completamente fuera de los cuadros determinantes de un Omega. Aunque se manifestaba hasta la mitad de la pubertad, las características físicas estaban también pre programadas dado que es parte de la cadena cromosómica el genoma Lycan. Así como este era el que hacía que los humanos sigan teniendo colas y orejas peludas, eran también la influencia de varios rasgos fisiológicos y físicos. Jayce tenía más la constitución de un Alfa, o un Beta con gen dominante.

Que eso último hubiera sido lo ideal para la consejera Kiramman.

Ella fue la primera en insistir en los exámenes de sangre para la mejor lectura de su genoma Lycan. Quería que Jayce tuviera algo mejor que acceso a los simples exámenes gratuitos de los programas de salud de Piltover. Que, aunque sobresalientes, seguían siendo un poco incompletos a la vista crítica de Cassandra. Ella necesitaba que Jayce estuviera perfectamente diagnosticado y estudiado. Eso comenta la seguridad del futuro. Así que se encargó de pagar todos los estudios con sus mejores médicos bajo el contrato de confidencialidad donde el acuerdo era una ligera amenaza con el hundimiento de la carrera y la baja de las cédulas de práctica de sus labores médicas si salía alguna información a la luz.

Era por eso, que todo lo que se hable en ese consultorio se quedaría en ese consultorio. Sólo la doctora, Ximena, Cassandra y Jayce sabrán lo que sería el porvenir del joven presentado como Omega.

”Los programas de injertos Beta siguen estando en una fase inicial demasiado prematura. No es aconsejable si quiere preservar el bienestar de Jayce. Es posible que aún falten varios años para que se tenga una respuesta hacia la posibilidad de modificar sintéticamente el genoma Lycan y restablecer la estructura genética para cambiar el género secundario” dijo la doctora con un suspiro condescendiente.

Jayce, por su lado, estaba pasmado que Cassandra estaba interesada en buscar una forma de suprimir su género secundario. Por un momento pensó que tal vez él era lo suficientemente valioso como para encrucijarse con una práctica tan arriesgada como cambiar su género secundario.

”Seré pragmática” sentenció Cassandra mientras cruzaba su larga pierna debajo de su falda oscura y entrelazaba sus dedos sobre su rodilla. Completamente derecha y con la barbilla alzada. Exudando una presencia poderosa y autoritaria. Sus orejas de galgo se movieron ligeramente. “Jayce es una pieza importante de inversión en la que veo potencial no sólo económico sino progresista. Ya estoy poniendo una buena suma de dinero en su futuro, su género secundario derrumba toda hipérbole de su capacidad”.

Aunque podría sonar como una defensora, Jayce se sintió algo sorprendido que Cassandra hablara como si él no estuviera presente. Eso le hizo entender que no tendrá voz ni voto en lo que la matriarca Kiramman determine como la mejor salida de esta situación. Su cola se enroscó ansiosa y sus orejas ya caídas también se sumieron instintivamente.

”Comprendo lo que dice, señora Kiramman…” Las orejas de la doctora se movieron inquietas. “Pero los estudios indican que Jayce tiene gen dominante Omega, esconder su casta con supresores es como tapar el sol con un dedo”.

”Si hace mucho sol, no lo tapes con un dedo, construye un techo” resopló con molestia la matriarca. “. No puede ser posible que estemos en la búsqueda de la estabilización social con la casta Beta como la determinante y no haya nada más que supresores de olor para erradicar la problemática. Puedo ver sus movimientos, doctora Cherie; por favor, no olvide que seguimos siendo cegados por estos pequeños impulsos instintivos y apesta usted a miedo”.

La doctora se encogió de hombros. Hasta entre betas había inferencias en sus sistemas hormonales. Algo más allá del poder jerárquico, estaba la impotencia hormonal con un juego de caza. La primera razón por la cual el genoma Lycan había sido el determinante de la supervivencia de la raza humana para enfrentarse a las dificultades de los tiempos pasados en los anales de la Historia. Cassandra era una mujer matriarca de un linaje impecable, una prueba viviente de cómo todo es una estrategia calculada, cada palabra es premeditada. Era claro que su presencia acapara todo el espacio de la estancia.

Un suspiro se escuchó segundos después y la doctora abrió el cajón con llave de su pulcro escritorio de caoba y resina acrílica. Una fina pieza que incluía acabados chapados en oro y tallados florales en los costados de muy buen gusto. Jayce prefirió ver un grabado de un narciso en vez de las dos betas a su lado derecho. La mano de Ximena nunca lo soltó, sino que afianzó su fuerza. A pesar del torbellino de sentimientos que lo están sofocando, agradece tener la mano de su madre manteniéndolo en la tierra. Siguió mirando la flor fijamente.

Un narciso solitario significaba malos presagios.

”Hay un programa conocido como el condicionamiento del beta artificial” explicó la doctora Cherie mientras enseñaba un folder grande con un gran número de papeles. “. Resulta efectivo en un noventa y cinco por ciento de los casos registrados, que no son pocos; pero sólo ha sido probado en sujetos de casta Alfa. Aunque las conclusiones han alegado que es igual de efectivo con castas Omega así que es éticamente correcto registrar al sujeto para comenzar el tratamiento”.

”¿En qué consiste el tratamiento?” Preguntó Cassandra mientras tomaba el estudio y comenzaba a hojearlo con un ojo crítico y certero. Sus orejas, sin embargo, seguían escuchando en dirección a la doctora Cherie.

”Es un tratamiento de acondicionamiento para programar el subconsciente del sujeto de casta alfa u omega para inhibir las necesidades de su género secundario y poderles hacer adoptar los comportamientos de un Beta. Se somete a tratamientos pesados de drogas supresoras de hormonas que ayuda a restringir la manifestación fisiológica de la segunda casta designada”.

La doctora señaló una serie de gráficos del propio estudio de sangre de Jayce, donde sus lecturas de estrógeno están simultáneamente vinculadas con el genoma Lycan con un concentrado potencial que infiere en su segunda casta, no en su fisionomía principal.

Jayce imaginaba que era como si dos como él estuvieran viviendo en el mismo recipiente. Uno es el interior, su naciente lado Omega; y el otro es su lado masculino, su apariencia grande y fuerte. Activamente ignoró el cuadro debajo del gráfico que la delgada uña de la doctora señaló.

”Se reubican los porcentajes de producción de hormonas según las necesidades y se continúa con un fuerte tratamiento de supresores de olor. En sincronía, el sujeto es expuesto a la educación de la casta beta, para poder suprimir los impulsos de su verdadero género secundario y programarlo psicológica y neurológicamente para que acepte de forma orgánica los tratamientos sin el mayor estrago posible”.

”¿Qué efectos tiene sobre el desarrollo fisiológico?” Preguntó Cassandra con un nuevo matiz de interés.

Jayce sólo podía pensar en cómo le sorprendía que lo que fue un experimento con ratones para encontrar queso en un laberinto ahora se había convertido en un programa de lavado de cerebro para renunciar a la casta imperfecta y poder encajar en la apariencia íntegra de Piltover.

Honestamente, no sabía si quería someterse a ese proceso. Aunque sabe que ser un Beta lo significa todo en Piltover y las próximas generaciones, hay una pequeña pero insistente voz en su interior que le gritaba por proteger quien es.

Sentía que renunciaría a quien es en verdad.

Aunque aún no sabe quién es él, en realidad.

Probablemente sólo es el miedo de someterse a fuertes procedimientos médicos. Cómo si no tuviera problemas ya tratando de salir adelante después de años de terapia y odio a las citas médicas. Semanas enfermo, aferrado a su moribunda madre. Las imágenes pasaron rápidamente por su cabeza. Con una fuerza catódica casi asesina, como simples flashes estridentes de muchos colores. El frío asesino, cortando su cara, resquebrajando sus labios, impidiendo saber que tenía huesos rotos, comenzando a tener males. Entonces, el cielo era azul y la silueta de ese hombre se aleja lentamente. Dejando esa simple pieza de cristal azul en su mano enguantada.

”El procedimiento sólo se puede comenzar cuando el sujeto alcanza la madurez física a los veinte años en el caso hipotético de un Omega. Para permitir que su cuerpo haya asimilado correctamente los cambios y evitar que la alteración hormonal provoque una atrofiación en su útero y tener algún tipo de cáncer” explicó la doctora con cierta seriedad especial, temiendo que Cassandra quiera adelantar el comienzo del tratamiento “. Previo a eso, se utilizan supresores de olor fuertes, parches anticonceptivos con un fuerte concentrado de esteroides para evitar afectaciones en los niveles físicos. Esto último sólo en cuerpos médicamente sanos, porque comprometerá su sistema inmune durante los periodos de administración. Además de que, en vez de comenzar directamente con la educación Omega que a Jayce le corresponde, se reubicaría en la de la casta Beta”.

”Y cuando cumpla los veinte años se sometería a los tratamientos hormonales, ¿hasta qué punto se vuelve algo de largo plazo?” Preguntó Cassandra, temiendo que haya un truco debajo de esta propuesta tan atractiva.

La doctora, por lo menos, tuvo la decencia de verse avergonzada por tener que soltar todo lo contraproducente que resulta el programa de condicionamiento Beta. Ximena Talis, por su lado, estaba temblando mientras lágrimas calientes caían de sus brillantes ojos. Completamente indignada con lo que escuchaba. Porque por lo que más temía era por el bienestar de su hijo. No sólo su salud física, no sólo por el bienestar de su género secundario, sino porque su hijo es lo único que le queda.

¿Qué clase de madre sería si no antepone la felicidad de su hijo?

Jayce no ha hablado desde esa mañana en que le agradeció por el café caliente de olla recién hecho.

“La verdad es que nunca podrá vivir plenamente como Beta. El cuerpo requiere de cosas específicas según cada género secundario. Aunque se intente condicionar, el subconsciente sigue siendo simbiótico a las necesidades del genoma Lycan. No puede renunciar completamente a lo que es, y tampoco es médicamente ético hacerlo. Para que el programa siga siendo efectivo, se debe interrumpir el tratamiento y permitir que el cuerpo tenga sus ciclos normales. En el caso de Jayce serían los periodos de celo, anidación y monitoreo de sus periodos menstruales. Estos sirven tanto para que su cuerpo no se vuelva inmune al condicionamiento como para evitar que enferme por la misma supresión de su casta Omega”. Explicó la doctora viendo sus manos en vez de los ojos críticos de Cassandra.

”¿Cada cuánto tendría que hacerlo?” Sentenció la matriarca de los Kiramman.

”Al inicio del programa, cada bimestre. Cuando llegue el inicio del proceso hormonal, según sean sus resultados, de dos a tres veces al año” respondió la doctora Cherie con una resuelta satisfacción médica “. Yo recomendaría que aunque se suspendan los esteroides, no suspendan la programación condicionante psicológica. Podría afectar la percepción del sujeto”.

”¿Y qué hay de la autonomía de mi hijo?” Preguntó Ximena después de haber tenido suficiente.

El consultorio se sumió en un grave y pesado silencio. Lo único que rompía con el inexorable mutismo, era el tic tac del reloj y los sollozos de la mujer con el lunar en la mejilla. Pequeños mechones caían sobre su frente, obstruyendo la perfección de su peinado y la temblorina que le estaba llevando más allá de sus manos hasta volverla vulnerable.

Jayce, por puro instinto, levantó la vista por segunda vez a ella, soltó las manos de su madre y la atrajo en un confortable y fuerte abrazo. Protegiendo su pequeño cuerpo de los miedos que la estaban aquejando. Apretó sus brazos como siempre hace cuando la abraza y hundió su nariz en el cuello de lazo y tela delicada de Ximena. 

Su madre sintió impotencia. Jayce siempre intenta ser más fuerte de lo que es. Desde que escaparon de las frías montañas, se volvió tan protector con ella. Como si intentase absorber sus dolores para que sea él quien los cargue y no la mujer. Ahora, cuando él tenía todo el derecho de quejarse, de llorar si lo necesita, de protestar con ese programa, prefirió abrazarla y llenarla de consuelo.

Un ligero aroma dulzón se estableció detrás su paladar. Nunca lo había notado. Era ligero, muy ligero, pero reconfortante.

”Ximena, por favor, no hagas este tipo de escenas” dictaminó Cassandra con la suficiente seriedad tajante como para hacer que la nombrada se separe del abrazo y la mire a los ojos sorprendida “. Esto ya no se remite a deseos banales, se trata del futuro de tu hijo, el futuro de mi inversión. Doctora, deme los papeles de registro. Quiero que Jayce comience el programa de condicionamiento lo antes posible”.

”¡Cassandra, estás hablando de mi hijo! No puedes tomar esta decisión así, ¿qué hay de lo que él piensa?, ¿qué pasa si yo no quiero consentir esto?”

La matriarca Kiramman bufó exhausta del sentimentalismo de Ximena. Comenzaba a ver que el físico lo sacó Jayce de ella, pero esperaba que no lo sentimental. Era demasiado blanda. Tanto, que le sorprendía cómo es que era capaz de poder correr un negocio mediano como la fabricación de herramientas. Apretó con algo de fuerza con su pulgar e índice el puente de su nariz y cerró los ojos. Ver los ojos grandes de Ximena, con sus orejas caídas de labrador y la cola enroscada era demasiado patético para ella.

”Yo soy la tutora y patrocinadora de Jayce. Tú firmaste un contrato cediéndome tu consentimiento en las decisiones de Jayce cuando puse mi interés en esta inversión. Eso incluía en decisiones de estos calibres. Tengo más derecho en el futuro de Jayce que tú. Además, ¿no quieres arruinar un futuro para una mente tan brillante o sí?”

Había un subtexto en la maldad de su buena intensión que la volvía en un rival digno. Dejaba en claro por qué era una concejala allegada a los más altos rangos del consejo. Su presencia no apelaba por la compasión cuando todo movimiento no es más que parte de una estrategia por el progreso.

Qué remedio.

”Pues, no…, pero-“ tembló Ximena.

Cassandra levantó su mano y la silenció instantáneamente: “Eso es todo lo que quiero escuchar de ti por hoy, Ximena. Doctora, los papeles”.

La mujer detrás del escritorio asintió y llamó por un intercomunicador a su secretaria para que trajera el papeleo correspondiente. Mientras, le entregó a Cassandra un contrato de muestra para que fuera leyendo las cláusulas del programa y estuviera consiente de que, a pesar de que está confirmado que se puede hacer en Omega, Jayce sería el primer caso. Cassandra tomó la decisión que sería mejor tener un control mucho más cauteloso con este detalle. No pretende que esto se vuelva en un caso de estudio conocido. Todo lo contrario, buscaría que incluso todo registro, nota y mínimo papel sobre el proceso de Jayce esté bajo llave en su caja fuerte.

No puede arruinar su inversión. Si no puede jugar contra la maldita naturaleza que ha jugado una mala treta con su prospecto de mente sobresaliente, tiene que hacer lo que mejor se le da. Un juego de política, porque si las apariencias son lo que más importa en Piltover, utilizaría lo que se cree como una ventaja, una fortaleza, un arma de doble filo y doblegar los estatutos. Haría funcionar las leyes del humano como son: según su caso, estaba haciendo lo correcto. Estaba permitiendo y haciendo todo lo posible para que una joven promesa pueda seguir estudiando y teniendo acceso a su lujosa beca.

No puede ser algo malo cuando hay mucho por delante. Estaba viendo por el futuro de Piltover, por el futuro de  su reputación con Zaun con un proyecto naciente que su familia tiene en mente para cuidar su puesto en el consejo y la aprobación de la ciudad minera. Hacer este tipo de movimientos tiene todo un proceso de sacrificios inéditos por el bien común. Así es como juega la sociedad y Cassandra está acostumbrada a ganar siempre.

Sin excepciones.

No habrá nada ni nadie que opaque la oportunidad de una buena inversión. Porque todo lo que está invirtiendo está pronosticado para duplicarse, triplicarse, cuadruplicarse a largo plazo.

”Me gustaría que mi abogado haga un contrato de confidencialidad” habló Cassandra con una resuelta decisión “. No quiero que más de cinco personas sepan de esto que haremos. Estará a cargo del procedimiento, doctora Cherie, no me falle o me veré en la penosa necesidad de jugar mal con usted. ¿Entiende lo que le estoy diciendo, verdad?”

”Comprendo su preocupación, señora Kiramman, y estoy consciente; pero soy una científica antes que doctora, este proceso me parece bastante educativo. Si el precio a pagar es mi silencio, cuente con ello” sonrió la doctora con una sonrisa tranquila.

Jayce sentía que se ahogaba.

Entonces, cuando Cassandra tuvo los papeles del registro para el programa de condicionamiento Beta, era como ver un demonio sentenciando su apertura al paraíso. ¿No era eso irónico?

Nunca le preguntaron si estaba de acuerdo. Es menor de edad, de todos modos, no tiene decisión sobre su cuerpo. De eso se encarga su tutora. No su madre. Nadie más.

”¿Comprendes por qué hago lo que hago, Jayce?” Preguntó Cassandra con una sonrisa y mirando al chico por primera vez en toda la consulta. Jayce no contestó “. Que te sirva de lección uno de política, aprende a jugar con las cartas de tu oponente. No queremos desperdiciar tu potencial y perder oportunidades por un fallo biológico de tu genética. Después de todo te veo como una promesa, serás el Tesoro de Piltover”.

El sonido de la pluma deslizándose mientras se pinta la firma de Cassandra Kiramman cediendo su consentimiento para que Jayce entre al programa de condicionamiento fue lo último que escuchó ese consultorio por ese día soleado.

 

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

 

Boceto del capítulo, todos los dibujos que vean en el fanfic son de mi autoría :) Por eso lo feo xd

 

Chapter 2: II

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Las apariencias son superficiales.

Casi un caso perdido.

Eran una capa matificada de grandes contrastes tan exagerados. Generalizados para poder distraer al objetivo de caer en cuenta de las horribles realidades. Un cebo efectivo, creativo y sumamente influyente como para poder convertirse en un todo cuando la misma sociedad impone su necesidad. Poder encajar de manera correcta y sin tener que sufrir por algún tipo de desplante que arruine todo lo que el comportamiento social indica. La portada perfecta que debe mantenerse sellada al frente y evitar que el verdadero contenido sea desentrañado. Piltover era una enorme cáscara finamente pintada y ornamentada hasta el cansancio para que siempre se quede como lo que es.

La sociedad de la superficie.

Para esconder sus profundas desigualdades. Para maquillar sus prejuicios como la necesidad del progreso. Para deslumbrar a las naciones vecinas con alegorías perfectamente orquestadas. Brillantes matices, blancos puros y repujados de oro en cada esquina, complementando la rica arquitectura en fachadas con estilos biológicos y orgánicos que permiten contar la historia de la Historia a través de la magnánima puesta en escena que lee el lema "Orden y Progreso". Piltover era una apariencia.

Piltover esconde muchas cosas. Tal vez por el bien común, tal vez es simple miedo. Pueden ser muchos factores; pero al final influyen en su necesidad de la protección de la imagen. Para fingir ser más fuerte de lo que en realidad es. Para que el camuflaje sea suficiente para distraer a los depredadores de allá afuera. Para erguirse como una sociedad fuerte y competente hacia los inversionistas e ir creciendo gloriosamente, como un punto de partida y de gran inspiración. Por ello, debían de tener un control óptimo de muchos factores. Cada mínimo detalle debe de ser vigilado, sondeado y trabajado hasta los límites que rozan la locura del extremismo. Sólo así se puede ser perfecto ante la apariencia.

Sus costumbres, sus tradiciones, su Historia lindamente maquillada, su gente, su infraestructura, su propuesta como ciudad del progreso, su movimiento pro betas como la casta dominante, su gran afluencia económica con grandes oportunidades de importación, exportación y, sobre todo, de innovación. Eran cada uno de esos factores los que ayudarían a evolucionar de lo mejor hacia lo excepcional. Piltover era una ciudad comprometida con todo lo necesario para ser la ciudad que dé la definición a la palabra perfección.

Simplemente Zaun era su talón de Aquiles.

Era una historia demasiado larga, tediosa y algo confusa después de que cada registro fuera contradictorio al anterior. Zaun es la ciudad hermana de Piltover. Oprimida, maltratada y explotada hasta en el fin de cada uno de sus recursos y orillar a sus habitantes a la locura máxima de su desesperación. Cuando la enfermedad, la pobreza y la necesidad era tal que ya no había forma de contenerlo, toda bomba de tiempo llega a su implosión. Zaun es una amenaza latente; pero también era la necesidad de Piltover. Una simbiosis parasitaria que chupa poco a poco cada gramo de vitalidad de sus minas, recursos y muelles. No ha explotado, porque Piltover no se lo va a permitir.

Después de que la ciudad subterránea hiciera un intento de golpe de Estado, para poder crear su propia nación y obtener la independencia del gobierno Piltovano, hubo un largo proceso de cambio. La batalla no se consumó, Zaun no es independiente; era una simple amalgama del Capitolio del progreso. Una ciudad tan rebelde y caótica que no tenía oportunidad de sobrevivir sin la política con la que se bautiza su ciudad hermana. Perdieron tanto, y siguen perdiendo. Cuando menos se dieron cuenta, sabía Zaun que no podía vivir sin depender de la palabra de Piltover, porque ya le había quitado todo. Tóxicamente, era una necesidad de la ciudad con la otra.

Esa pequeña mancha que determina lo que es perfecto y lo que no, Zaun era la imperfección de Piltover. Un lugar que tenía el mínimo control político, liderada por Vander, el Sabueso de Zaun. Un sistema minárquico que Piltover decidió ignorar cuando supo que, a pesar de seguir siendo de su propiedad la ciudad subterránea, no aceptaría mayor interferencia de la ciudad del progreso de la necesaria. Era un plan perfecto cuando entendieron las ventajas sobre las desventajas.

Al no tener control en Zaun, tampoco tenían control en sus ciudadanos. Por consecuencia, no tenían control de las castas.

Antes y después del golpe de Estado, Zaun estaba plagado sin un censo correcto que pueda dar datos exactos de los porcentajes de las castas. Piltover no podía definir cuántos Betas hay, porque, al final, esa sería su mayor mortificación. De tal forma que decidieron jugar con algo tan sencillo como grotesco para atraer a la presa a la boca del lobo directamente. Se ofrecieron becas de buen importe para toda familia que poseyera un beta. Si era un Beta de gen dominante, se iría directamente a Piltover con la oportunidad de becas académicas y apoyos sustanciales para las familias. Con ello, pudieron tener un mínimo control con las castas. Los registros comenzaron a llenarse y el control sobre las castas comenzó a ser una ligera realidad. La necesidad de dinero por las precarias condiciones infraestructurales, económicas, sociales y ambientales incitaron a que los mismos zaunitas buscaran una forma de subsistir más allá del vago sistema económico que rige a la ciudad minera.

Piltover volvió a ser una especie de inversionista de la ciudad para mantener un control con lazo invisible.

Con ello, Piltover programó de forma discreta a Zaun para que cuiden ellos mismos los controles de las castas. No sólo de obtención de Betas, sino también un control de natalidad y poder nivelar el gran desbalance que existe de una ciudad a otra. Zaun gana 4 a 1 de ciudadanos, detalle que no podía salir a la luz del conocimiento. Eso tenía sus términos y condiciones, como todo; pero cuando vieron que el dinero comenzaba a fluir, también el ligero equilibrio de los géneros secundarios y un control natal mucho mejor organizado. Permitiendo que les hiciera creer que estaban bajo su autonomía pero siguiendo aún las órdenes de la ciudad del progreso. Permitiendo que la simbiosis se convierta en algo comensalista a la vista, aunque aún parasitario en el interior.

Ese era el trato político a la par. Mientras Piltover siguiera cumpliendo con las becas y los accesos a los sistemas de salud de castas, hará que no se inmiscuya más en la reprimida ciudad y sus propios temas políticos. Permitiendo que más secretos se sigan cocinando a fuego lento, pero tan perfectamente escondido como para hacerlo parecer imposible. Porque la búsqueda de la independencia seguía siendo un armisticio palpable para poder hacer algo por las otras precarias situaciones en las que las calidades de vida empeoraban conforme se viviera más profundo en Zaun.

Viktor desde antes de su concepción fue testigo y rata de laboratorio de los efectos de la contaminación de Zaun.

Su madre, una beta enfermiza, y su padre, un Alfa de gen dominante con un duro trabajo en las minas, dieron a luz a Viktor. Con muchas complicaciones médicas que orillaron a su madre a entrar a una pequeña campaña anticonceptiva para no tener más hijos después de saber que su pequeño Vitya tendría demasiadas dificultades físicas a lo largo de su, posiblemente, corta vida. Tanto por el bien de su familia como de ella misma que casi murió en la cesárea a la que fue sometida para tener a un hijo prematuro y con problemas respiratorios. Viktor se tendría que enfrentar a un boleto de puras pérdidas en la lotería de genética.

Problemas como pulmones prematuros, indicios de asma, y lecturas para desarrollo de neumonitis química. Lesión espinal que antes de los tres años le provocó escoliosis idiopática y tuvo que usar bastón. Una ligera atrofia muscular de su muslo derecho junto con desgaste óseo hacían que su pierna doliera lo suficiente como para que caminar fuera un suplicio. Viktor sentía que, en vez de vivir, tenía que sobrevivir. Su padre trabajaba en las minas, así que siempre estuvo expuesto a químicos y gases lo suficientemente nocivos como para influenciar en el mal estado de sus pulmones provocando que su neumonitis fuera casi tan dolorosa como la presión de la desviación de su columna o su pierna maltrecha.

Fue duro sobrevivir, pero Viktor fue terco para seguir adelante.

Estaba enfermo, no tenía el dinero suficiente para atender correctamente sus males, vivía en las zonas más pobres y contaminadas de Zaun. No tenía muchas ventajas para sobrevivir. Aun así, venció su baja esperanza de vida y pudo llegar a la pubertad para enfrentarse a otro reto más en su propia biología.

Su registro en el examen de sangre de su segundo género lo decía claramente.

Viktor. Masculino. Fecha de nacimiento: 29 de diciembre. Quince años. Altura de un metro con setenta y dos centímetros. Peso de cincuenta y siete kilos. Alergias a medicamentos aspirina y sulfas. Enfermedades degenerativas: N/A. Antecedentes genéticos para enfermedades: N/A. Sub raza lycana mixta. Gen dominante: Setenta por ciento lobo gris. Resultados de test hormonal para determinación de género secundario.

Beta: Negativo.

Alfa: Positivo.

Omega: Negativo.

Su registro tenía algunos detalles más, pero no era tan extenso ni importante cuando sus padres supieron que no tendrían acceso a los apoyos económicos de castas que Piltover ofrecía. Viktor en ese entonces, no comprendía por qué les sorprendía a sus padres que él resultase un alfa. Aunque era débil de salud, su género secundario era todo un tema aparte, una subrama de su biología que se desarrollaba de forma independiente antes de volverse parte de él. Su padre era un Alfa de gen dominante, y Viktor, por lo poco que ha podido leer de los libros robados de la academia que había en Zaun, comprendía que este era el resultado más obvio a obtener.

Era genética básica, al final.

Su madre era una beta enfermiza, la propia evolución y las cadenas biológicas determinaron que sería lo mejor para Viktor para sobrevivir a todo lo que estaba por venir. Él no estaba molesto con su diagnóstico, era predecible. Aunque comprendía la molestia de sus padres de no haber tenido un hijo Beta cuando eso le podría haber dado un mejor acceso a medicamentos y tratamientos médicos para sus atrofias musculares, débil sistema inmune y la escoliosis que requiere una cirugía que ciertamente no era accesible. Un apoyo que sus padres pudieron haber tenido para subsistir mejor. Para tener tres comidas al día en vez de una. Para tener sustento en los fríos inviernos y gozo en los calurosos veranos. Nada de eso será posible porque él no es un beta y su madre se operó para no tener más hijos.

Después de haber tenido sus resultados, los doctores dieron de baja a Viktor del programa inicial y sólo fue reubicado a la clínica alfa de Zaun. A diferencia de las cuatro clínicas Beta, con la última tecnología y transporte a Piltover en caso de necesidad de mejores equipamientos médicos, la única clínica Alfa de Zaun era pequeña, pero al menos estaba limpia y bien surtida. Mucho mejor que la clínica Omega, para variar.

Le tomó a Viktor cuatro años después de presentarse como alfa saber por qué es que la clínica Alfa, aunque modesta, estaba bien equipada. Los Alfas aún eran necesarios para Piltover. Los niveles hormonales estaban vinculados con la producción de adrenalina en su casta. Lo que los volvía excepcionalmente fuertes y duraderos para los trabajos más pesados. Además de que influían positivamente en la fertilidad con Betas con los nuevos programas de reproducción que fueron apareciendo.

Debido a su complexión y enfermedades, Viktor nunca encajó en la imagen idónea de un Alfa. Si no fuera por su imponente voz de mando y otras características físicas, como orejas grandes y colmillos pronunciados, hubiera pasado felizmente como un beta. Su aroma no era fuerte de manera natural y tenía un gran control de sus impulsos. Cuidaba su medicación y tenía una mente demasiado sobresaliente para ser opacado por Zaun y su falta de oportunidades.

Eso fue lo que lo llevó a querer ir a la gran academia de Piltover. De ser un niño que leía todos los libros posibles a estudiar en un sistema educativo completo era un sueño que ningún Alfa u Omega zaunita podría aspirar. Más Viktor es terco desde su nacimiento. Siempre tuvo la necesidad de ayudar y proteger. De hacer algo a pesar de sus restricciones físicas. Viktor comprendió después que eso se vinculaba a sus instintos Alfas; pero a que también ha vivido por tantas cosas en Zaun para comprender por qué las dos ciudades estaban en un punto de inflexión político cada vez más delicado. Eran simples oportunidades, si se lo preguntaban.

Así que con ayuda de sus padres, un pasado un poco turbulento, una buena carta de presentación como apariencia y un uniforme robado, Viktor se abrió espacio en la academia de Piltover.

Hasta que el decano Heimerdinger, también líder del consejo de Piltover, fue mucho más agudo que todos los demás y se dio cuenta de que Viktor, en realidad, no era parte del cuerpo académico y que no era un Beta. Aunque el hombre de cabello castaño y lunares en el rostro jamás quiso esconder su casta. Había, aunque pocos, estudiantes alfas y él no era ciertamente una amenaza física.

Heimerdinger, por otro lado, no es humano.

Y Viktor es alguien con convicciones poco convencionales a las Piltovanas.

Encontraba absurda la idea que tiene Piltover de erradicar las otras dos castas diferentes a la Beta. Era imposible si la propia naturaleza la sigue necesitando. Por el amor de Janna. Seguían teniendo orejas y colas peludas, Viktor encontraba una antítesis demasiado justificada en la situación. Algo que sólo ha provocado más problemas que traído beneficios. Él mismo lo vio el día en que supo que era alfa y su madre lloró porque depositaba su confianza en que sería un beta y podría tener acceso a los sistemas de salud y apoyos económicos.

No se le fue permitido. Todo porque resultó alfa y eso no le importaba a Piltover en su sociedad más allá de la mano de obra.

"Aunque te comprendo". Le dijo Heimendinger esa tarde que lo encontró en su despacho intentando robar unos libros de física cuántica y temas arcanos.

Lo encontró justo en el momento en que pudo abrir con un sistema de palancas y llaves de su caja fuerte. Heimendinger elogió su artilugio e incluso le ayudó a levantarse porque la rodilla le falló.

En vez de llamar a seguridad o echarlo, Heimerdinger lo saludó y le invitó una taza de té. Discretamente, Viktor puso más crema y azúcar de lo que era socialmente correcto y tenía que reconocer que el sabor a caramelo del té que escogió era especialmente rico y abundante. Eso no lo distrajo lo suficiente para levantar más su oreja puntiaguda y detener el movimiento feliz de su cola cuando la explosión de sabores inundó su boca y estómago hambriento. Agudizó sus sentidos.

"¿Me comprende...?" Siguió la línea con su marcado acento y una mueca confundida.

"Sí" siguió Heimerdinger completamente ajeno y exhorto en el sabor de pétalos y nuez de macadamia de su infusión ". Tal vez como yordle no lo empatizo ya que no es un sesgo de supervivencia que tenga; pero puedo ver que a ti no te molesta esconder tu casta. Eres un alfa".

"No le veo mucho sentido" murmuró con molestia Viktor ". Sigue siendo parte del común ancestro genético que nos marca como raza, una parte inherente de nuestros sentidos de supervivencia que influye directamente en el progreso y la búsqueda de respuestas: por el bienestar".

"Eso es un pensamiento noble y un poco crédulo, hijo" suspiró el yordle y dio un sorbo delicado a su té. Balanceó sus patitas unos instantes y miró con sus grandes ojos al chico ladrón "; pero veo la buena intensión de tus palabras. Además, te conozco, una mente como la tuya es difícil de opacar por debajo de las castas y apariencias. Tienes iniciativa, ¿te parece una propuesta?"

Viktor alzó una ceja y dejó de lado la exquisita bebida. Consideró entrar en otra ocasión a la oficina del decano por más libros y llevarse unos cuantos sobre de ese sabor. Sabría muy bien con la leche dulce. Puso atención a los ojos del Yordle. Había reconocimiento y algo secreto, algo que no podía discernir. Como un esclarecimiento. Una revelación a los secretos más profundos del universo.

El Yordle tomó el silencio del alfa como una apertura de conversación y después de otro sorbo a su té, extendió una carta definitiva. Tanto literal como metafóricamente.

"¿Qué tal suena el puesto de asistente? Mi asistente. Tendrás acceso a los laboratorios y demás cuartos de experimentación para que abras tu programa de investigación. Bajo mi supervisión, claro, y que puedas explotar de mejor manera tu potencial. Un chico de primer grado con capacidad de un posgrado de octavo nivel, no creo que sea correcto que se desperdicie tu potencial".

Viktor sintió un nudo en la garganta cuando entendió que Heimendinger vio algo más en él. Vio su potencial. Vio que era capaz de muchas cosas, que estaba dispuesto a trabajar y entregar su vida a la ciencia si eso significa ayudar a los demás. Algo que desde muy pequeño ha tenido presente desde que la vida misma le puso demasiadas trabas con sus enfermedades y discapacidad. Quería hacer un cambio, quería ser recordado por haber influenciado en un cambio.

Ayudar a Zaun. Ayudar a las castas. Influenciar en el futuro. Ser parte del progreso.

Alguien vio ese potencial en él. No había burla, no había burla en sus ojos, el yordle estaba completamente escueto y expectante a su respuesta. Había un brillo de esperanza. Tal vez el hecho de que Heimerdinger no tenía casta lycana le ayuda a ser imparcial con su decisión. No había aromas ni feromonas de por medio para afectar su raciocinio. No había prejuicios. Y era una propuesta demasiado atractiva como para ignorarla.

Era la oportunidad que necesitaba.

"Aprecio su interés en mí, decano. Estaré encantado de tomar el puesto" asintió Viktor con una ligera reverencia y su mano derecha sobre su pecho.

"¡Oh, si esas no son buenas noticias, no sé lo que son!" Exclamó el decano con los bracitos estirados a los costados de su gran y peluda cabeza ". Hay mucho qué hacer, entonces, jovencito. Papeleo, un cambio de dormitorio, nuevos registros. Anda, anda. Ve de una vez a control escolar con esta carta y mañana te espero aquí para explicarte tus nuevas responsabilidades".

Viktor sonrió ligeramente de lado al ver la efusividad del Yordle. Tomó su bastón viejo de madera y se apoyó en él para poder levantarse y tomar la hoja de papel que el decano escribió con rapidez y elegante caligrafía después de haber puesto su firma y sello. Agradeció por el té y antes de que pudiera irse, escuchó a Heimerdinger llamarlo nuevamente.

"Ah, y Viktor, muchacho" habló de forma cómplice con su taza cerca de los labios y un brillo juguetón ". La próxima vez que robes un uniforme, procura revisar que sea el correcto, esa bufanda vino ya no se usa. Es la azul marino con borde plateado. Nos vemos mañana".

Viktor sintió cómo su cola se detenía y sus mejillas se llenaban de color por la vergüenza. Si llegó a dudar de la fiabilidad de que ese Yordle sea el decano y líder del consejo, se retractó en ese instante. Eran esos detalles los que demostraban por qué era él quien estaba a cargo.

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Viktor tenía veinte años cuando se convirtió en asistente del decano. Cambió a un uniforme correcto y su dormitorio se movió de ala a una más cercana de las aulas, con mejores tuberías y espacios más amplios. Además de haber sido puesta en el primer piso, a diferencia del viejo cuarto en lo alto de un edificio que utilizó como refugio ya que, en realidad, él no estaba matriculado en la Academia. Heimerdinger era mucho más observador que cualquiera, y, por supuesto, eso lo sabía. Por eso le dio esa carta.

Se convirtió oficialmente en un alumno de la academia. Le dio un trabajo para empezar a solventarse de manera más ética. Le dio apertura a un campo de investigación y acceso a tecnología en información para enriquecer su trabajo de investigación. El trabajo con el que esperaba cambiar todo paradigma científico con enfoques mucho más realistas y sostenibles.

Aplicar magia en la ciencia.

Durante los siguientes ocho años, pudo concentrar sus esfuerzos y descubrimientos a una pregunta de hipótesis tan sencilla como profunda: ¿Cómo se puede traducir el lenguaje mágico a lenguaje científico y darle aplicaciones prácticas? Su sueño de ayudar estaba encontrando un motivo. La forma en que llegan las oportunidades varía mucho y Viktor comprendió que él no sería patrocinado directamente por una familia adinerada, no ganó algún concurso de innovadores distinguidos, no tiene contactos ni algún atajo para poder tener acceso a este tipo de trabajo.

Fue su terquedad, un uniforme robado y la simple fe que el decano puso en él. No es que Heimerdinger fuera una figura paterna o algún tipo de socio, era un científico que vio viabilidad en otro científico. Le dio una oportunidad porque vio algo en él. Viktor no dudó en tomarla y hacer uso correcta de la misma.

Así que le dio balance a sus estudios protocolarios de la academia, se graduó con honores y siguió trabajando en las tardes como asistente de Heimerdinger. Aprendiendo sobre los procesos de la comitiva científica, sobre los procesos burocráticos de varios esquemas políticos del consejo y se empapó de toda la información necesaria sobre el sistema socio cultural de Piltover acerca de las castas del género secundario.

Quería demostrar que la evolución es posible permitiendo que se sigan preservando las castas. Sólo debía encontrar un punto medio. El extremismo de Piltover por provocar la mutación artificial del beta como gen dominante estaba causando ciertos estragos en el mismo desarrollo social.

Quería mejorar los sistemas de salud de Zaun. Así que se pegó a Heimerdinger cuando había reuniones con los líderes de las comitivas en base a los sistemas de salud. Escuchó a los químicos sobre los procesos e innovaciones alcanzadas para mejorar el desarrollo de la casta beta. Incluso escuchó de un novedoso programa de condicionamiento beta para sujetos alfa.

Suprimir la naturaleza del segundo género para poder encajar en sociedad y propiciar a la nueva evolcuión era estúpido para Viktor. El genoma Lycan sigue estando decodificado dentro del sistema humano, no pueden ignorar ese detalle tan importante, ¿cierto? La reestructuración cromosómica era posible, Viktor lo sabía y no era su tema focal de investigación; pero no deshace lo que nace con uno.

Aun así, guardó toda información posible con tal de poder hacer uso de la misma en la aplicación de sus ecuaciones, prototipos y planos que justificaban su hipótesis con un muy amplio marco teórico. Con todo ello, lo complementó con la escasa información de la magia arcana.

Hasta que se topó con el problema de la lectura rúnica.

Viktor no imaginó que tendría que reconstruir un lenguaje arcaico completo para poder encontrar el balance de las incógnitas de sus ecuaciones. Sin embargo, nada más que eso parecía ser la respuesta hacia la justificación relativa de la incógnita. Una vez tuviera la respuesta, estaba seguro que sería mucho más sencillo de aplicar en sistemas orgánicos sin afectar el sistema genético, sino que trabaje en sincronía.

Sería el precursor de La Ley de Viktor de relatividad orgánica arcana. El nombre sonaba muy bien.

Podrá hacer un cambio, haría del mundo un mejor lugar.

Que le tomara ocho años de su vida y siguiera atorado con la primera fase de su descubrimiento era mortificante.

Tener veintiocho años no era malo; era el apogeo de la juventud para los que gozaban de buena salud. No para Viktor. Que, aunque sabe su diagnóstico, no hay forma de curarlo. Sigue sin haber una forma de operarlo de la columna sin que la anestesia lo mate por su debilitado sistema respiratorio y larga lista de alergias o que su pierna entre en paro por su mala circulación y desarrollo muscular. Aunque tenía medicamentos funcionales y estaba relativamente bien, sabe que el tiempo no espera por nadie. Sus pulmones tarde o temprano colapsarán.

Sin embargo, no estaba lo suficientemente desesperado para tener un colega de investigación, ¿verdad?

¿Verdad?

"¿Cómo dice?" Preguntó Viktor con una mueca incómoda, té en mano y cola rígida.

Heimerdinger, tan vivaz y despreocupado como suele ser, dio una gran inhalación a su té de pétalos de cerezo con durazno y miel de abeja "Así es, hijo. Es un fenómeno estadísticamente posible, pero es bajo el porcentaje. ¡Mejor aún, sucedió en el mismo lugar!"

Un fenómeno, tiene que ser una broma. Pensó Viktor con disgusto.

Aparentemente, él no era pionero en la idea de la aplicación de la magia en el lenguaje científico.

"No puede ser verdad" objetó Viktor con indiferencia mentirosa mientras jugaba con la cuchara que mezclaba la crema dulce en su té ". Se debe tratar de un plagio".

"Eso es lo que me sorprende. Es imposible que lo haya sido. El registro de los trabajos teóricos de principios de lenguaje arcano en aplicación científica es del mismo día con una diferencia de tres horas. Dos alumnos de mi academia con la misma mente brillante, con la misma idea, ¡publicando las mismas conclusiones! ¿No es alucinante?"

Viktor culpa personalmente su pierna coja que le dolió ese día y se atrasó en llevar al registro del comité científico su tesis. Perdió por tres horas.

"Pensé que no disfrutaba de mi afición por los temas arcanos..."

"Oh, no, no. Detesto la idea de la creación de magia. Del pensamiento no racional hacia incógnitas que no tienen resultados racionales como justificación de magia, eso es tonto. La propuesta de ustedes es la reconstrucción de principios aún más antiguos que la alquimia para aplicarla en sistemas modernos. La innovación de retomar algo que puede ser traducido a lenguaje científico es completamente válido. Y ustedes dos publicaron la misma idea pero en diferentes aplicaciones. Tú en temas orgánicos y sistemas de salud, y este chico lo hizo en infraestructura y calidad social. Se complementan".

El hecho de que ya no trataba el tema en singular, sino en plural, estaba molestando a Viktor al punto de sentir un ligero tic debajo de su ojo derecho. La tensión espásmica de su párpado fue difícil de controlar. No sabía quién era el sujeto, pero ya lo estaba detestando lo suficiente como para querer encontrarlo y gritarle con su voz de mando que se retracte de su investigación aunque teóricamente él era el plagiador al haber publicado tres horas después su tesis. Era imposible. Estaba viendo cómo sí era posible, empero.

"¿Y quiere que trabajemos en conjunto?" Preguntó Viktor con un matiz incómodo que no pudo reprimir.

No sabe trabajar en equipo. Siempre ha estado solo. Siempre.

"Así es. Sus propuestas se complementan dado que tienen los mismos resultados. Así que esta alianza podría permitirles el desarrollo de esta tecnología que, por ahora, es sólo teoría".

Viktor no se sentía tan ilusionado como Heimerdinger. Ni un poquito. El sueño de la tecnología arcana era su sueño.

"Incluso este chico lo llamó Hextech, ¿no te parece novedoso?"

Vale, me ganó en el nombre. Ese está mejor. Pensó Viktor sabiendo que estaba soltando feromonas de molestia. Por suerte para él, el decano no tiene genoma Lycan, así que no puede oler su frustración.

La bilis recorre su garganta de manera amarga. Que comenzara en sus encías por la necesidad de enseñar sus colmillos y gruñir fue detestable para él. Viktor era mejor que eso. Aunque abraza con orgullo su casta, sabe que dejarse llevar por sus instintos no era saludable. Especialmente cuando es algo tan delicado como el trabajo de su vida. Era un golpe directo a su orgullo. La posibilidad de que sea olvidado y que no tenga verdadero impacto en la historia, era apabullante para Viktor. Quiere marcar una diferencia. Quiere demostrar que tiene el valor más allá de una casta segregada por la ciudad del progreso y explotada por la ciudad minera. Quiere demostrar que puede hacer del mundo, un mejor lugar.

Quiere... quiere curarse.

Egoístamente sabe que, al final, lo primero que quiere hacer, es vivir. Quiere vencer la enfermedad. Quiere demostrar que no es un eslabón débil.

Era doloroso para su orgullo, quería negarse y gritar de frustración. Sentía envidia al darse cuenta de que no era tan inteligente como creyó. Que no era único. Que es posible que este otro sujeto pueda superarlo. Tal vez no intelectualmente, pero estaba seguro de que no se trataba de un lisiado y enfermo crónico como él. No es como que sea el epítome de la salud. Era tan molesto.

No eres especial. Pensó Viktor con una mueca en forma de puchero. No eres tan especial para cambiar al mundo.

Ahí estaba la propuesta. Era verdad que sólo bajo la autorización de Heimerdinger es que podía hacer sus trabajos. Si no quería terminar en juicio frente al consejo y pudrirse en Stillwater o peor aún, ejecutado, tenía que hacer práctica diligente de su cédula. No porque Heimerdinger sea más inteligente, es porque es sabio. Sabe detectar buenas justificaciones y tiene una percepción mucho más crítica del mundo. Su vasto conocimiento no se remite a cuántas ecuaciones puede resolver, sino a la misma experiencia de haber vivido más que todos. Ventajas de ser inmortal, tal vez.

Si Heimerdinger quiere que exista esta alianza, es por una razón. Por el bien de la ciencia y evitar conflictos intelectuales. Viktor sabe lo que habría hecho si se hubiera dado cuenta solo de que había otro científico con su misma propuesta. Zaun le había enseñado a refinar sus instintos alfa y a veces la frustración lidera la adrenalina que corre a torrentes por su sangre lycana.

Sintió posesión por su trabajo. Debía protegerlo. Que así sea.

Su instinto alfa se lo dijo, sólo debe saber jugar sus cartas y dominar el juego para tomar el control de la alianza y proteger su investigación.

Aunque se se quedará con el nombre Hextech.

"¿Y cómo se llama este científico?" Preguntó Viktor rendido.

El sabor del té ya estaba tibio y lo dulce sabía amargo en su lengua ceniza.

"Oh, me emociona que cedas a esta propuesta, muchacho" respondió Heimerdinger comiendo una suave galleta de avena con mermelada de albaricoque ". De hecho, está en proceso de trámite de su cédula, fue esa misma tesis lo que le dio pase a su título. Ganó el año pasado el concurso de jóvenes innovadores y tiene registros de nivel intelectual de posgrado de octavo nivel como tú".

"Todo un chico dorado" dijo Viktor con sarcasmo por la vanagloración de este sujeto. Rodó los ojos y miró al decano ". No se desvíe, profesor, su nombre, por favor".

"Oh, es verdad, lo siento, muchacho" agitó su manita de su lado a otro ". Se llama Jayce. Jayce Talis. Todo un chico promesa, patrocinado por la casa Kiramman. Cassandra es una de mis más allegadas concejales, así que entiendo por qué su decisión de invertir en una mente tan brillante pero también terca".

Eso último lo dijo en un susurro, como esperando que sea un secreto entre él y Viktor. Por su lado, no estaba seguro de haber escuchado de ese sujeto. Apenas sale del laboratorio o de la oficina, demasiado absorto en su investigación. Además, si Heimerdinger dice que apenas está en trámite de su título, debe de ser al menos cuatro años menor que él. Viktor sólo daba clases particulares a estudiantes de posgrado, eso era lo más cercano que tiene de contacto con el cuerpo estudiantil de la academia después de que él se tituló.

Sin embargo, conoce a Cassandra. En más de un ocasión venía al despacho de Heimerdinger para tratar varios temas del consejo. Ella no le agradaba. Era una beta con gen dominante, por supuesto que choca con su alfa. Además de que tiene una extraña fijación en el sistema de desarrollo de drogas para estimular la mutación a raza beta en nacimientos, control de castas y una gran afluencia en el programa de condicionamiento beta artificial. Se notaba que, al igual que Viktor, estaba orgullosa de su casta.

Donde difieren es que Viktor quiere preservar la naturaleza lycana, mientras que Cassandra quiere imponer la casta beta sobre el genoma Lycan.

Procuró tratar lo menos con ella y evitar alguna disputa. Después de todo, ella es parte del consejo, jerárquicamente ella estaba muy por encima de él. Ser un asistente y científico no era tan glamoroso cuando la política estaba tomando tanta fuerza en la moda Piltovana.

Reconoce que la familia Kiramman es influyente y es la única familia de Piltover que quiso apoyar en el desarrollo de tuberías de filtración y un sistema de drenaje mejorado para Zaun. Aunque ese proyecto se quedó en el olvido, así que Viktor infiere que fue un movimiento hipócrita para mantener una buena imagen de presentación y tal vez hubo un tema de lavado de dinero por ahí. No le interesaba. No es como que en Zaun no haya una gran red de crimen organizado.

Supone con molestia que este sujeto, Jayce Talis, será un chico mimado y completamente cegado por ideas falsamente progresistas. Viktor no duda de que sea posible que sí se trate de un plagio de su trabajo y este chico sólo tenga un golpe de suerte. Los concursos de jóvenes innovadores se han vuelto tan frívolos en los últimos tiempos que no duda que este sujeto ganó porque hizo una máquina para hacer café con la cantidad correcta de cafeína y puede tostar al mismo tiempo el pan. No puede ser tan impresionante. Sólo un suertudo patrocinado por una de las familias más influyentes de Piltover.

"¿Y cuándo tendré la oportunidad de conocerlo?" Preguntó Viktor con una nueva resolución.

Haría añicos el orgullo pomposo de la vanidad de ese piltovano.

"Oh, con las cartas sobre la mesa y que he terminado mi té, ahora mismo, muchacho" dijo Heimerdinger mientras saltaba de la silla que le quedaba demasiado alta ". Andando".

Perfecto. Viktor sonrió sin alegría verdadera. Tomó su bastón, se impulsó y siguió a su mentor.

Acabaría con Jayce Talis.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Notes:

19/05/25: Olvidé incrustar los bocetos de cada capítulo que he estado haciendo, perdonar por lo feo; pero son hechos con cariño <3

Chapter 3: III

Chapter Text

Revisó por tercera vez su apariencia.

Ni siquiera recuerda por qué está nervioso.

Sentía los nervios consumir su cuerpo. Ligeros cosquilleos a través de su cuerpo que convergen en un ligero temblor en la punta de sus dedos. Un escalofrío justificado, quiere pensar. Tenía miedo de que su parche inhibidor de aroma fuera a fallarle en cualquier momento. Volvió a arreglar el cuello de su camisa del uniforme de la academia. Revisó cada mínimo detalle. La pulcritud de su presentación lo era todo. Buena apariencia lo es todo. Tiene que tener bajo control cada detalle en él. Fue educado para hacerlo. Para denotar lo mejor de su persona y esconder lo peor. Su defecto ante la perspectiva social. Sólo así podrá seguir adelante, podrá tener la oportunidad de abrirse camino en el camino científico. Hacer un cambio.

Necesitaba cuidar su apariencia si quería preservar una buena tapadera contra el mundo. Desde zapatos limpios hasta un cabello bien peinado. Buscando esconder su verdadera naturaleza. Para evitar que sepan quién es en verdad. Se miró al espejo con los labios apretados y la respiración lenta, buscando tranquilizarse. No había nada de raro; sin embargo, todo podía salir mal sin premeditar. No podía evitar imaginar que alguien se daría cuenta. Su cola oscura y peluda estaba rígida de tensión y sus orejas se encrespaban de ansiedad.

Porque no puede permitir que su aroma sea detectado. Teme que el tratamiento de hormonas no funcione como lo ha estado haciendo desde que comenzó con el programa de condicionamiento beta artificial. Siempre tiene ese miedo desde que tiene quince años. Desde el día en que supo que su casta era Omega y se cerrarían todas las puertas de su futuro si no fuera por la interferencia de la matriarca Cassandra Kiramman y su determinación por este tratamiento. Ha sido una constante de ansiedad tan extenuante que casi puede volverse loco en la menor provocación. Vivir con la paranoia de que alguien se dé cuenta de su mayor secreto era demasiado como para poder vivir normalmente.

No sólo arruinará sus sueños, arruinará las expectativas que tienen sobre él. La joven promesa que es. Rompe el espectáculo y todo se iría abajo por algún descuido. No, no puede permitirlo.

Desde ese día en la consulta, su destino tuvo que forjarse en una rutina perfecta para sus hábitos. Simplemente para acostumbrarse a los cambios y la doble educación de castas que tendría que recibir. Todo con el objetivo de poder ser una buena ilusión de un prototipo ideal de beta. Esa era la meta a alcanzar. A pesar de que nunca sería beta, tenía que hacer creer a todo el mundo que sí lo es. Que es la genética con la que nació. No un Omega. Las casta más señalada y tergiversada del genoma Lycan. La casta que dejó de verse como la administradora en los tiempos primitivos y se convirtió en un problema para el avance de la evolución. Jayce sentía que se rompía cada día un poco más. Porque estaba entrando y cayendo cada vez más profundo en la mentira. Hasta que el vacío estaba comenzando a consumir su sanidad. La paranoia lo persigue y le gana. Estaba aterrado de que en algún momento se caiga el teatro. Que todo se derrumbe y no le dejen seguir adelante por ser quien es. Por eso debía asegurarse de no mostrar debilidad.

La debilidad es de los Omegas.

Es un Beta. Temple, con convicción autónoma que no depende de las hormonas ni de los instintos. Que permite que su primera genética sea la decisiva en todas sus acciones. Es la epítome de la evolución. Ese es él. Jayce Talis, el chico de oro, la promesa del mañana. La mejor inversión de la casa Kiramman desde hace ocho años.

Aunque..., no detestaba ser Omega. Detestaba el hecho de tener que esconderlo porque prefiere anteponer sus sueños. Porque quiere hacer realidad sus ilusiones. Demostrar la viabilidad de sus investigaciones. Hacer todo lo necesario para cumplir con lo que la casa Kiramman ha depositado en confianza y dinero para su educación y trabajo a través del tiempo. Hacerlo valer. Era por eso que aprendió una rutina perfecta. Esconder quien es porque es lo mejor. Estudió todo lo necesario según Piltover y su propia genética primaria le ayudó a disfrazar su verdadera naturaleza.

No era la imagen estereotípica de un Omega. Usó eso a su favor.

Su cuerpo aceptó de manera óptima los parches inhibidores de aromas. Los tratamientos con esteroides ayudó a desarrollar una pubertad más alineada a una casta intermedia y definió su cuerpo. Su propia constitución estaba completamente fuera de un Omega común. Lo sabe bien. No tiene manos delicadas, las tiene callosas y grandes. No tiene voz delicada, pero tampoco era imponente como la de un alfa. Le crece vello por los tratamientos, pero no en todo el cuerpo, simplemente su cuerpo estaba revuelto entre la miseria de un beta falso y el dolor de un omega oprimido. Prefería rasurarlo completamente. Era grande, muy grande, y el trabajo en la forja no sólo lo volvió fuerte, sino demasiado construido con la gran definición de sus músculos. En conjunto con el control de sus hormonas, suprimió muchas cosas de su cuerpo.

Cada mañana debe de tomar cerca de siete pastillas. A las ocho horas el refuerzo hormonal. En la noche de nuevo siete pastillas. Cambio de parches cada doce horas. Sesión hormonal y fuerte cócteles de medicamentos cada quince días desde que cumplió veinte años para suprimir sus celos e instintos Omega. Sin embargo, era imposible esconder por completo su naturaleza Omega.

Sus caninos eran más pronunciados que los de un beta. Así que tenía que decir que era por ascendencia alfa. Su glándula de olor era redonda y suave, siempre debía usar cuello alto, no importa cuánto calor hacía. Sus celos eran pesados y dolorosos. Cassandra fue muy estricta en el control de los mismos. Había ordenado una habitación provisional en su mansión para que él pudiera pasar los tres días de celo con un monitoreo donde no se pierda de vista el condicionamiento beta. Por lo que tenía prohibido anidar o ceder a los impulsos de su casta. Si su instinto lo sobrepasaba, tenía que ser sedado con un fuerte cóctel hormonal y de analgésicos; incluso, a veces era amarrado. Tres días febriles demasiado intensos y molestos que detestaba cada vez que llegaban.

Todo por su bien, claro. Jayce se convencía que era mejor así. Si se permitía ceder a sus instintos Omegas, todo el avance que ha tenido se iría a la basura y podría enfrentarse a terribles consecuencias puesto que ya ha engañado a medio mundo y su futuro en la ciencia depende duramente de ello. Una vez se le permitió ser un Omega y fue demasiado influyente en su tratamiento. Lo había arruinado una vez y le costó muy caro.

Su madre le permitió tener un celo normal a los dieciocho años. Le dejó escoger cobijas, almohadas y algunas chucherías para anidar en su habitación en la casa Talis. Recuerda el peluche de lobo que no pudo evitar escoger. Ella le aseguró que sería bueno para desestresar su cuerpo de los fuertes tratamientos beta a los que es sometido. Un respiro de algo nuevo cuando siempre debió vivirlo. Incluso alejarlo de la educación adoctrinada de casta beta que recibe. Adiós a las interminables horas extra con la doctora Cherie y su adiestramiento condicionante en su cerebro para engañarse como beta. Ser libre por una vez por ser prisionero de sus verdaderos instintos. Ximena le permitió conseguir todo lo que quisiera para un nido.

Jayce estaba tan estresado en ese tiempo, temiendo arruinar su solicitud de entrada a la academia que afectó directamente con los cambios hormonales tanto fisiológicos como terapéuticos. Eso lo llevó a estar continuamente enfermo debido a los tratamientos con esteroides, cualquier desliz lo llevaba estar eternamente enfermo de gripe. La ansiedad no es algo que pueda manejar completamente y sus nuevas responsabilidades, sus sueños a punto de comenzar a germinar, tener que someterse a tantos tratamientos, lo estaban llevando a un límite irreconocible. Jayce no supo en ese momento que su madre le escondió a Cassandra su plan. Que cambió los registros de su periodo en celo para evitar el monitoreo por la doctora Cherie. Todo, con el fin de que sacara a relucir su verdadera segunda casta. Ximena pensó que sería bueno que cuando llegase la semana en que debía suspender el tratamiento también sería bueno no pensar en el programa. Lo dejó ser Omega. Jayce descubrió que le gustaba anidar.

Todos los días recuerda el primer y único nido que pudo hacer. Lujoso de almohadas mullidas y frescas que empapó con su dulce aroma. Su madre le dijo que olía muy dulce y agradable. Ella instintivamente buscaba el mimo de su hijo al tener ese poder en sus feromonas de tranquilizar a las otras castas. Jayce disfrutó de tener a su madre en su nido en sus momentos de lucidez dado que no podía tener a nadie más. No podía jugar con tanto fuego como para permitirle tener un alfa que lo cuide o cualquier tipo de pareja. Los instintos de Jayce reconocían a Ximena como su manada, por eso ella podía entrar a su nido. Fue mimado y la mimó. Ahí ella le confesó que él tiene un aroma dulce natural. Que le recordaba al azúcar caramelizada o la leche con miel. Dulce, cálido y muy hogareño. A diferencia del amargo olor a medicamento que siempre tiene por todos los cócteles a los que se ve siempre obligado a tomar. Él también detestaba ese aroma estéril y amargo.

Recuerda la apariencia de su nido. Las sábanas fueron cálidas y las enrolló con elegancia para formar una media luna sobre el colchón de su cama. Abrió el espacio, haciendo ese pequeño muro donde podría recostarse viendo hacia la puerta para protegerse del peligro que no habría cuando estaba en su hogar. Incluso armó un soporte para hacer un pequeño dosel con sábanas más delgadas y transpirables. Lujoso y a la vez muy modesto. Las ventanas se dejaron cerradas, pero Jayce hizo un filtro de aire para que fluyera viento fresco y limpio y que no se sofoquen sus feromonas. No contó con que se atrofiaría uno de los ductos y la concentración se quedó en su cuarto. Su cueva, su nido, todo se apestó de su aroma natural y su celo se intensificó.

Disfrutó del lujo y la decadencia que le proporcionaba un nido propio. La calidez que le dio una prenda de su madre empapada de su aroma para protegerse de la soledad y recordar al omega en su interior que no estaba solo mientras dormía entre cada eliminatoria. Que era libre de ser quien era por tres días completos. Donde permitió que la fiebre lo consuma y se dejó llevar por sus instintos. Aunque seguían siendo dolorosos, permitirse el lujo de cuidarse naturalmente fue muy esclarecedor. Tal vez no tenía un alfa que le ayude a suprimir completamente sus deseos, y probablemente nunca lo tendrá; pero poder ceder a su omega fue liberador. Disfrutó de ronronear cándido y satisfecho cuando alcanzaba el clímax y podía hundir la cara en la montaña de almohadas. Insatisfecho, pero mucho más relajado que los celos amarrado y drogado. Su cola se meneaba felizmente de un lado a otro y dejó salir todos sus aromas mientras abrazaba a su madre en la lucidez.

Aún recuerda lo que sucedió después. Su Omega se sintió demasiado cómodo de estar libre que fue demasiado complicado hacerlo salir del estado efervescente en el que se sumergió. Estaba molesto cuando Cassandra entró a su habitación junto con la doctora Cherie. Gruñó y enseñó los colmillos. Completamente indignado de tener personas que no eran de su manada impregnando sus aromas no deseados en su nido. La mirada de Cassandra era penetrante y totalmente indignada por la debilidad de Jayce ante su predilección por ceder a los impulsos de su casta. Como si todo el trabajo en el programa de condicionamiento de beta artificial hubiera sido en vano. Jayce casi ataca a Cassandra hasta que ella sacó un arma de dardos tranquilizantes.

"Jayce, harás esto por las buenas o me veré en la obligación de hacerlo por las malas" amenazó Cassandra mientras seguía invadiendo más el terreno del nido del omega.

Sus ojos eran fríos, su cola estaba rígida y podía ver el ligero temblor en su garganta con las ganas de gruñirle de regreso. Tratar de imponerse sobre él. En su nido. Jayce no podía controlar su omega interior y estaba completamente furioso. Debía proteger su nido a como dé lugar. No puede permitir que siguieran imponiéndose en lo que es suyo.

Al ver que no se alejaban de su refugio, volvió a gruñir, su cola se encrespó y podía sentir la comezón de sus encías cuando sus colmillos crecieron. El pudor de su primera biología no pudo ser suficiente como para generarle la vergüenza de saberse desnudo, empapado en su sudor y con feromonas impregnando el lugar. El filtro, al haber fallado, provocó que se drogara con sus propias feromonas. A las que su cuerpo no está acostumbrado.

Se puso a la defensiva y cuando la doctora Cherie, más por curiosidad que por ingenuidad, tomó el peluche de lobo que tenía ahí, vio todo en rojo. Se quiso abalanzar cobre ella. Rugió, una voz gutural y molesta salió de lo más profundo de su voz. Sus colmillos brillaron y se lanzó contra la intrusa de su territorio. Su madre llegó corriendo, despeinada y llorosa, a sacar a la doctora de su vista cuando logró agarrarla del brazo, lista para jalarla al suelo y destruirla. Cassandra se interpuso y le disparó a Jayce.

El fuerte sedante lo durmió casi al instante y cayó al suelo, su cabeza se golpeó en el soporte del dosel que construyó y la sangre manchó la madera. Después de eso, sólo recuerda despertar en una camilla del consultorio privado de la casa Kiramman. Tenía una cortada en la ceja derecha y la cabeza le explotaba de dolor. Tenía una bolsa de tratamiento beta artificial diluido en suero para restablecer los niveles de su programación biológica artificial. Sus colmillos se retrajeron, pero se quedaron un poco más pronunciados de lo que eran en realidad. Estaba con las muñecas y tobillos atados en correas de cuero anchas a los barrotes de acero de la camilla. Podía olerlo: el perfume dulce y caramelizado de su segundo género había desaparecido. Sólo estaba el aroma estéril de hospital, alcohol y el odioso aroma amargo y fuerte del medicamento. Algo yodado y parecido al hierro. No como la sangre, pero sí detestable.

Estaba conectado a dos máquinas. A un monitor de sus signos vitales. 55 latidos por minuto. Estaba bajo, probablemente por los sedantes. Y la otra máquina era un lector de niveles hormonales. Había dos gráficos: uno determinaba el objetivo a alcanzar en niveles y el otro era su estado actual. Ya faltaba poco para restablecer sus porcentajes. Esa máquina la conocía bien. Siempre estaba conectada a ella cuando iba a sus sesiones de pre hormonales. La doctora Cherie le explicó que servía para poder monitorear cuánto proporcionar artificialmente para poder hacerlo pasar por beta.

"Ya estás despierto" dijo Cassandra con voz fría y calculadora mientras se abría espacio en la habitación.

Jayce debió estar tan ensimismado en la máquina de nivel hormonal que no escuchó la llegada de su tutora. Tampoco es como que pusiera mucha atención, seguía muy drogado. Sentía cosquilleos fríos en las puntas de sus dedos. Estaba mareado y su boca seca lloraba por agua. Ver a Cassandra tan fuerte e imponente fue algo amenazante. Especialmente porque sabe que lo que hizo estuvo mal.

"¿Dónde está mi madre?" Preguntó Jayce con voz ronca.

"No tiene permitido verte. No después del error que cometió al haberte permitido tener un celo así. Retrocediste mucho en el progreso de tu programa" regañó Cassandra con voz lacónica ". También tú fuiste muy crédulo al pensar que esto no afectaría en el desarrollo de tu programa. Pudiste caer en un coma por la sobreestimulación de tus feromonas. No puedes permitir que tu lado... omega... haga este tipo de estragos. Fue muy impertinente de su parte".

"Quería saber lo que se siente..." Susurró Jayce con honestidad.

Eso no doblegó a Cassandra, sólo la hizo suspirar de molestia por no haber sido más calculadora con la tempestad a la que se enfrentaba al no haber contemplado la posibilidad de Jayce de querer ceder a su baja biología. No lo imaginó posible porque era un chico inteligente, una mente sobresaliente, que estaba enfocado en sus trabajos de investigación, en ser un innovador y dar orgullo a las expectativas que la familia Kiramman tiene sobre él.

"No debes ceder a esos impulsos, Jayce. Eres un hombre de ciencias y me gustaría que también seas un político. Tienes la madera de serlo" dijo Cassandra con sensatez ". Para que lo logres, debes recordar lo que se debe sacrificar. En tu caso es renunciar a tu lado Omega, sólo así podrás cumplir con todas las expectativas".

Jayce comprende el peso de esas palabras. Sabe que Cassandra tiene razón, y mucha. Aunque le duela, no puede sentirse molesto con la mujer cuando ella está tomándose todas estas molestias con él. Si él hubiera nacido Beta, todo hubiera sido más sencillo. En ese momento, odió ser Omega. Odió haber disfrutado tanto serlo. Odió haberse dejado seducir por sus instintos y reducirse a un estado primal que lo volvió violento y estúpido. Tenía que ser mejor que eso.

Entonces, si sabe que debe ser Beta, ¿por qué no podía aceptar renunciar por completo a su lado Omega?

"Tiene razón, señora Kiramman" declaró Jayce con un suspiro mientras veía sus manos ". Le pido una disculpa, no volverá a pasar".

"No, no lo harás" suspiró la matriarca mientras tomaba asiento en una silla cercana y se sentaba con la espalda recta, brazos cruzados, orejas levantadas y una pierna sobre la otra ". Aún así, serás transferido de manera definitiva a mi residencia".

"¿Y mi madre?" Preguntó con miedo.

"Tendrás permitido seguir viéndola y ayudarle en su negocio; pero a partir de ahora, yo me encargaré personalmente de tu residencia. Sólo así podremos asegurar que se cumpla al pie de la letra tu programa. Especialmente ahora que se autorizó una nueva droga hormonal. Dentro de dos años, cuando comiences con las terapias hormonales, ese medicamento ya habrá estado más experimentado, así que me gustaría también verlo en primera persona".

Jayce asintió, sin tener otra opción. Sólo podía pensar en lo mucho que le gustaría ser abrazado por su madre. Que alguien lo sostenga y nunca lo suelte. Lo solo que se siente esta vida que ha decidido. Él quiere ser un científico, quiere su título de ingeniero científico, quiere ser alguien en la vida. Piltover sólo acepta a los Betas, él decidió jugar con esa condición.

"Agradezco su preocupación, señora Kiramman" dijo como una sentencia ". Prometo no defraudarle".

Cassandra suspiró.

"Más vale que así sea".

Siempre que está nervioso, Jayce recuerda ese día. La familia Kiramman estaba depositando demasiado en él. ¿Cómo es que fue tan egoísta para ceder a la idea de ser Omega? Que tenga que pausar su tratamiento no es para dejarse ir por los instintos, es para poder equilibrar su cuerpo y evitar que rechace las drogas. Cada vez son más fuertes. Desde que entró en las sesiones de hormonas, ahora sólo debe tener dos celos al año. Estaba suprimido su Omega. Nunca ha fallado en su presentación como Beta. Todo mundo piensa que tiene la mejor propuesta de lo que se anhela como la raza perfecta de Piltover. Era una pena y dolor que nunca podrá aullar. Su Omega estaba dormido dentro de él.

Nadie se dará cuenta. Se recuerda mientras se veía al espejo.

La cicatriz en su ceja derecha se lo recuerda constantemente. Un error en el camino de la perfección. Era un recordatorio que vería todos los días, aunque no quiera, de que cometió un error. De que era débil. Muy en el fondo sabe que no es fuerte. Que es tan patético y falso como un arlequín atado a cuerdas de plata. Que prefiere encajar. Que sigue anhelando ceder a esos impulsos. Que es algo que puede burbujear como una bomba de tiempo que desea mejor ignorar. No quiere imaginarse volver a ceder. Era probable que no haya punto de retorno.

Puede que deje de responder a los medicamentos. Puede que no pueda esconder más que es un Omega. Puede entrar en coma por los choques hormonales. No quiere saber qué le puede pasar si vuelve a fallar.

Hasta ahora, los medicamentos no han fallado. No lo harán ahora.

Sólo está nervioso porque hoy conocería al otro científico que el decano Heimerdinger le ha dicho que tuvo el mismo trabajo de investigación. Era aún un trago amargo que no había terminado de digerir. Estaba confundido. Sabe que es una probabilidad, que ya han habido registros de científicos con el mismo trabajo de investigación en diferentes partes de Runaterra publicados al mismo tiempo. Ahora incluso fue en el mismo lugar, el mismo día, aunque nunca escuchó hablar de este otro hombre que ha logrado llegar a la misma conclusión que él. Por lo que la idea de un plagio es posible. Tal vez tuvo una distracción y esta persona lo aprovechó para hacer su versión de la investigación sobre la magia, la ciencia y la tecnología.

Era una posibilidad que le asustaba. Porque de haberse tratado de un espía, era posible que pueda saber mucho más de lo que en realidad debería tener permitido. Temía que alguno de sus secretos reluzcan donde no deben. Era algo exagerado, pero Jayce no puede confiar. No puede evitar imaginarse que este hombre no sólo robó su trabajo; sino que también descubrió su verdadera naturaleza. Que podría ser amenazado con ello. Ceder los derechos de su trabajo a cambio de mantener su secreto a salvo. Era un poco agonizante.

Era el trabajo de su vida a cambio del secreto de su vida.

Era aterrador. Dolía en su orgullo. Porque también existe la posibilidad de que, de verdad, fue una simple coincidencia estadística. Que, de alguna forma, sus mentes tuvieron la misma idea, investigaron lo mismo, llegaron a las mismas conclusiones; lo único diferente que tienen es en las propuestas de aplicación. Fuera de ello, era el mismo trabajo a palabras de Heimerdinger. El decano le ofreció una alianza con este otro científico para que se pudiera hacer un interesante trabajo. Poder converger sus mentes y lograr la siguiente fase: la lectura rúnica a través de un lenguaje matemático. Jayce estaba frustrado porque sabe que sí ocupa ayuda. Se atoró en algunas ecuaciones teóricas que le permitirían descifrar las distribuciones ecuánimes de las runas. Se sentía tonto, lleva toda su vida estudiando este tema y se atoró después de una propuesta.

Heimerdinger le ofreció una apertura de trabajo de investigación. Lo que significaba que ya no tendría que hacer experimentos ilegales, de los cuales prefería no hablar. Sólo Caitlyn, su única y mejor amiga, la tienda de Benzo, y otra compañía que no pudo evitar, pueden saber de sus fallidos prototipos. Acceso a documentos restringidos. Acceso a mejor maquinaria y lineamientos de seguridad que le ayudarían a por fin explicar su teoría en algo práctico. Sólo necesita saber responder las ecuaciones teóricas y podría hacer funcionar el primer prototipo de condensador. Un trabajo de investigación fuera de dirigibles modernos, sistemas de puentes más resistentes o nuevos modelos de tuberías para Piltover. Esta era la única oportunidad de obtener un patrocinio fuera de los Kiramman.

Porque Hextech no es el sueño de Cassandra Kiramman. Era su sueño.

Sueño que, al parecer, comparte con otro científico.

La puerta sonó y se abrió sin que Jayce pudiera responder. Se levantó del sillón pegado a la pared y su alta figura tapó el sol del naciente atardecer. Por la puerta, de metal aleado con urum y repujados orgánicos, entró el decano Heimerdinger. Jayce a veces se preguntaba cómo se sentirá pasar sus manos por el pelaje amarillo de su cabeza.

"Oh, aquí estás, Jayce" habló con su jovial acento a pesar de ser un Yordle de trescientos años.

Detrás de él estaba un hombre. Alto y delgado. Su postura desgarbada se inclinaba hacia la izquierda, donde un bastón sostiene su peso. Había un desnivel en sus hombros, probablemente era un problema de columna, observó Jayce. Eso no le quitaba su magnética apariencia, sino todo lo contrario. La palidez de su piel contrastaba ricamente con la camisa oscura del uniforme de la academia. Una pequeña cintura moldeaba su pantalón, además de que era magnética la forma en que sus manos eran muy grandes. Su rostro anguloso era un equilibrio entre la delicadeza y lo brusco. Barbilla pequeña, pómulos afilados, labios en forma de arco y nariz grande, dos lunares sobresalen. Uno encima de su labio izquierdo, otro debajo de su ojo derecho. Cejas puntiagudas que encierran unos ojos color ámbar caramelizado que no esconden para nada su molestia. Sus orejas son puntiagudas y grandes, de pelaje mixto y lacio. Color miel y gris se funden hasta la punta blanca. Su cola era igual, grande y peluda, de lobo, sin duda. Su cabello es castaño y ondulado. Jayce sintió la necesidad de pasar sus dedos por el mismo. Hasta que su nariz percibió el peligro.

Era un Alfa.

Podía olerlo perfectamente, no estaba usando ningún tipo de bloqueadores. Jayce frunció el ceño sin poder evitarlo. Si bien no era extraño que hubiera Alfas en la academia, estaban obligados a utilizar bloqueadores de aromas. Sólo uno podía saber que trataba con uno cuando veía sus caninos o que usen su voz de comando. Fuera de ello, Jayce sabe que este hombre, este Alfa, rompía muchos paradigmas.

Se sintió intimidado.

Su aroma era terroso en primera instancia; pero había un matiz denso y rico que se impregnaba bajo su paladar como la remembranza de un buen café con leche. Era bajo su aroma, casi débil, no como los comunes que ha detectado en otros alfas de la alta sociedad. Era ameno, casi tentador si no fuera por los parches inhibidores y las drogas corriendo en su sistema que le ayuda a mantener el control y no ceder a las tentaciones de su segundo género. Este sujeto no esconde su casta. Jayce sintió los nervios tensar su cola.

"Bueno, bueno, no sean tímidos" dijo Heimerdinger completamente ajeno a los juicios silenciosos de ambos hombres ". Jayce, te presento a mi asistente y la otra mente brillante detrás de la teoría de lenguaje rúnico. Muchacho, te presento a Jayce Talis".

Jayce sintió recomponer la postura cuando escuchó la diatriba y dio un par de pasos al frente. De cerca, los ojos del hombre eran mucho más impresionantes. Su forma almendrada y grandes pupilas eran brillantes contra el sol que atacaba la oficina. Se veían casi amarillos.

Extendió su mano "Un gusto conocerte".

El Alfa miró su mano y un segundo después la estrechó con la suya. No era tan grande como la suya propia, y era suave, sin callos porque no trabaja en la forja. Sus dedos largos, empero, eran fuertes y podía ver el movimiento de los metacarpianos como si fuera el sistema de un piano de cola. Había otro lunar en su dorso, y vislumbró dos más en la yema de su pulgar. Tan pronto llegó el apretón, se fue.

"El gusto es mío, Talis. No todos los días tengo la oportunidad de encontrarme con mentes de su calibre" exclamó el Alfa con un marcado acento.

Zaunita. Pensó Jayce con sorpresa y curiosidad.

"Ahh, ahora me siento un poco avergonzado. No he tenido la oportunidad de leer tu trabajo" dijo Jayce mientras rascaba su mejilla izquierda y desviaba la mirada al suelo ". Que tengas una buena opinión sobre mí es honorífico".

"Me temo que tampoco he leído su trabajo" negó el Alfa con un tono irónico, mientras caminaba por el lugar y se quedó mirando el escritorio de Jayce. Justo donde estaba su diario. Lo volteó a ver ". Sin embargo, si el profesor tiene esta iniciativa y buena opinión de su trabajo, puedo remitirme a la expectación".

Qué propio es para hablar. Pensó Jayce algo sorprendido.

El Alfa, por su lado, seguía mirando alrededor del pequeño taller. Era un lugar designado que Cassandra Kiramman abogó para sus trabajos de investigación en la academia. No era nada lujoso; pero tenía todo lo necesario. Dos muros completos de pizarrón, llenos de anotaciones, ecuaciones y diagramas. Papeles pegados alrededor de ideas y notas complementarias que Jayce procura anotar siempre que lleguen a su cabeza. Una mesa grande y resistente que armó él mismo con una aleación de polímero carbonatado y urum para recubrir la madera y volverlo tanto repelente de electricidad, como estable para poder trabajar con varios campos magnéticos y eléctricos. Herramientas esparcidas, circuitos a medio construir. Maquetas de prototipos a varias escalas de los dirigibles que hizo para los Kiramman. Incluso admiró el gran ventanal con terraza que daba vista hacia la ciudad.

Su cabello parecía tener un halo dorado a su alrededor mientras el sol a su espalda oscurecía su silueta y hacía que sus ojos terminaran refulgiendo como oro líquido. Jayce reconocía que se trataba de un hombre guapo pero muy aterrador. Su olor a Alfa tampoco era buen augurio.

Esto era peligroso, porque debe fingir que no le afecta. Que no le intimida. Él es un Beta.

"Bueno, bueno, mis muchachos" habló Heimerdinger, recordándole a Jayce que el decano también estaba ahí. El Alfa tenía una presencia magnética que le hizo olvidar que atrapa completamente su atención ". Me temo que debo retirarme, tengo junta con el consejo. Temas con Zaun y eso. Quiero que se conozcan, y mañana en la mañana los quiero en mi oficina para ver los términos de esta alianza y comenzar el trabajo de investigación".

El yordle, siendo aún ajeno al claro elefante de la habitación (o tal vez muy consciente del mismo como para disfrutar de hacerlos sufrir con una mayor incomodidad), agitó su manita y Jayce lo vio caminar son sus pasitos saltarines a la salida. Cerró la puerta fuertemente. Jayce se sintió como una presa condenada. Como un ratón encerrado en un laberinto con una gran serpiente.

Suspiró y vio que el Alfa tenía una mueca de molestia en su rostro.

"Me gustaría ser franco" dijo con su acento ". Esta coincidencia representa un fenómeno poco probable, así que si siento sospecha por la veracidad de tu trabajo me parece completamente justificado".

Jayce suspiró "¿Y tú crees que no estoy en lo mismo?"

El Alfa se encogió de hombros "Ah, no. La verdad no. Conozco a los de tu tipo".

Ah, ahora ya no le habla de usted.

"¿Mi tipo?, ¿y cuál es mi tipo, disculpa?" Jayce sintió la molestia crecer con cada palabra saliendo de su boca.

"Betas estereotípicos de las expectativas de Piltover. Un mimado patrocinado por una familia influyente para hacer un mal uso de los recursos en frívolas creaciones que no proponen más cambios que estándares alzados de vidas poco asequibles".

Al menos el Alfa parecía no detectar nada fuera de lo común. Piensa que es un Beta. Eso era bueno. Supone. Estaba molesto con su vanidad.

"¿Me acabas de llamar frívolo? ¡Ni siquiera has leído mi trabajo!" Exclamó Jayce con molestia.

"No, pero veo tu firma en todos lados. Gritando tu necesidad de ser notado. Un poco egocéntrico, ¿no lo crees?"

Sintió sus mejillas arder de vergüenza. No podía evitar firmar. Le ayudaba a cerrar el torrente de palabrerías. Era porque tenía miedo de que alguien robe su trabajo y lo haga pasar por suyo. ¿Y que tiene que le guste su nombre? Su mamá se lo puso. Más la forma en que lo dijo el Alfa, con socarronería y un gesto irónico, le indicaba que lo hacía para molestarlo. Para demostrar que su pasión por la ciencia era una falsa apariencia de vanidad piltovana. Que no era capaz de seguir el ritmo de la conversación.

"¿Viniste sólo para burlarte de mí?" Preguntó con molestia. Tratando de suprimir sus ganas de pelear.

Puede ser mejor, el Alfa quiere provocarlo. Que se quede con la ganas.

"Sí... no..." el hombre iba a decir algo más, estaba seguro, pero algo en su pizarra debió llamar su atención como para callarlo.

Caminó con una cojera un poco forzada. Debía dolerle la pierna. Aún así, se acercó al inicio de la ecuación teórica que ha mantenido a Jayce con dolor de cabeza por semanas. El alfa puso su dedo pulgar e índice debajo de su puntiaguda barbilla. Pensó y golpeó con su mismo índice sobre sus labios. Un tic de pensamiento. Jayce no pudo evitar encontrarlo entrañable. Era un manierismo bastante peculiar, algo completamente inherente en su primera biología. Sentía que fue hasta ese momento que vio un poco del verdadero hombre que tiene a su lado.

Hombre que agarró el pedazo de gis sobre el borde dorado, borró con su pulgar unos detalles y propuso una nueva variable determinante en el límite negativo. Jayce hizo un puchero y se acercó para ver mejor lo que hacía el Alfa. Que pudiera percibir de más cerca su aroma almizclado y varonil era completamente a parte.

"Interesante. Una ecuación teórica" susurró el Alfa ". Estás proponiendo una apertura de variables dentro de un rango supersimétrico para traducir el lenguaje rúnico al matemático".

Al menos sabe de lo que habla. Jayce se sintió algo intimidado que este Alfa, porque con un poco de observación, entendió lo que estaba tratando de descifrar. No cualquiera puede entender un octavo de su tema de investigación. Aún recuerda cómo Caitlyn se atrevió a preguntar por su tesis y diez segundos después le pidió que jamás lo vuelva a hacer. Aparentemente era muy confuso. Ni siquiera sus compañeros de la academia o de estudios de posgrado entendían su proyecto. Los profesores y eruditos tampoco eran capaces de ayudarle, argumentando que su tema era tan abstracto que no había lenguaje matemático que pudiera hacerlo realidad.

"La magia es un escalón del pensamiento universal, ligado con la naturaleza de la raza maga" suspiró Jayce ". Sin embargo, el tema arcano tiene una conexión física a través de una proyección hexadimensional. Si determino cuáles dígitos del sistema matemático universal puede traducir el lenguaje rúnico, me permitirá determinar parámetros conductores".

"Parece que te estás adelantando, entonces" determinó el Alfa con interés mientras reescribía la tabla del sistema hexadecimal ". Ya lo quieres traducir en variables de partículas supersimétricas así que contrapones una teoría sobre otra. Por eso no encuentras tus variables, porque chocan tus ideas; pero, si muevo esta variable, rescatamos esta ecuación y determino el límite... tengo... una apertura paralela".

El Alfa dibujó una línea recta debajo de la respuesta de la primera ecuación teórica. Jayce miró con ojos brillantes la nueva propuesta de la problemática. Cambiaba mucho de rumbo su paradigma, pero Jayce encontraba la viabilidad de determinar la distancia de las paralelas cuerdas dimensionales. Si logra encontrar el punto de equilibrio, aunque nunca se encontrarán y no pretende que lo hagan, puede determinar el equivalente y comenzar a traducir las runas.

"Esto... tiene mucho potencial" dijo el Alfa con una mueca sorprendida.

"Creía que era el único lunático que pensaba que podía haber un lenguaje matemático para temas arcanos" rio Jayce con una sonrisa ladeada, dejando ver un poco de sus caninos.

Su cola se movió emocionada.

"Bueno, supongo que pasé la prueba y puedo entrar a tu club de lunáticos" dijo el Alfa con una mueca de suficiencia.

"¿Qué te hizo cambiar de opinión?" Preguntó Jayce con auténtica curiosidad.

"La posibilidad de hacer un cambio. Siempre he creído que, para hacer del mundo un mejor lugar, no debes pedir permiso. Debes saber buscar las respuestas" dijo con un nuevo y hermoso brillo en sus ojos ". Esto es el inicio de algo muy grande. Quiero ser parte de esto".

"Ni siquiera sé tu nombre" rio Jayce con las mejillas rojas.

El calor en su pecho era ameno. Revitalizantes. Estaba emocionado. Odiaba que su cola lo delatara.

Esos ojos de caramelo lo miraron con honestidad "Es Viktor".

Jayce sonrió y sostuvo el huesudo hombro del alfa, sin poder evitarlo.

"Entonces, ahora será nuestro sueño".

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 4: IV

Chapter Text

Odia la apariencia de Jayce Talis.

Odiaba que representa todo lo que se anhela en Piltover.

Había un problema de antítesis que lo volvía un problema mucho más denso que cualquier ecuación a la que ahora se tiene que enfrentar. Odiaba que fuera alto, demasiado alto. El maldito Beta debe medir casi los dos metros. Odiaba que fuera grande y fuerte. La camisa del uniforme no es capaz de esconder su musculatura. Presentía que a propósito escogía una talla más pequeña. Odiaba sus ojos brillantes y su cola inquieta cada vez que recibe un elogio. Le parecía falso. Aunque sabe que no puede fingir las reacciones de su cola, Viktor odiaba lo adorable que le parece. Jayce era todo un enigma para su pensamiento racional. Con la suficiente problemática para sentir curiosidad.

A pesar de ser todo lo que se busca en un Beta, también tenía lo que se espera de un Alfa. Un espécimen que evolucionó en algo mucho más funesto.

A pesar de ser Beta, Jayce tenía una agudeza mayor en sus sentidos de se segundo género. Probablemente tenía algún gen Alfa recesivo o su porcentaje en el genoma Lycan estaba mezclado lo suficiente para darle algunos rasgos fuera de lo común de un Beta y más afines al cazador de los tres géneros secundarios. Demostrando que el espectro puede ser bastante amplio. Incluso estaba fuera de un Beta de gen dominante. Para los ojos crédulos y poco perspicaces, no era algo que se note a simple vista.

Viktor no es alguien común. Era un científico. Así que la observación era un tema de suma importancia para su línea de trabajo. Denotar cada uno de los detalles de su entorno le permite tener un mejor esquema. Amplía la gama de matices para que cada una de las incógnitas encuentre una variable proporcional en el tapiz inconexo del universo. Todo tiene una razón de ser y para ser. Así que Viktor tiene la convicción de que si se era lo suficientemente perspicaz, cada mínimo detalle resalta las imperfecciones.

Lo que él buscará es arreglar esas imperfecciones. Ese es el propósito circunstancial de la ciencia. No en el espectro de la vanidad, sino en el mejoramiento de los propios organismo para amalgamar los reinos. Estaba seguro de que existe una posibilidad donde la tecnología sea tan necesaria para el humano. Para empezar a determinarlo, se debe ser observador.

Jayce Talis resulta un problema bastante interesante.

Por eso le molesta. Porque no encuentra variables patronales. No encuentra algún conjunto de datos que vuelva aquello en un patrón. Todo se convierte en anomalía en la forma de actuar de su nuevo compañero de laboratorio. No porque sea impredecible, sino porque es tan predecible que intenta buscar una nueva salida. Deja a Viktor desarmado y le llena de impaciencia no tener el control para poder trabajar en equipo. Jayce es todo un organismo independiente, como él. Ambos están acostumbrados a trabajar en solitario, a ser tomados por demasiado inteligentes que nadie puede seguir su ritmo. Ahora estaban uno a uno, a la par.

Viktor quería entender qué esconde Jayce Talis. Porque esconde algo, de eso no hay duda. Hay ciertas microexpresiones, manierismos y actos en su forma de ser que denotaban una mentira. Algo que no estaba en la superficie, estaba muy, muy, por debajo de cada capa de matiz que compone a Jayce Talis. Estaba seguro de que era un secreto. No estaba seguro de cómo tomarse aquello. No era como si él mismo sintiera una confianza plena en el Piltovano. No es más que una representación de todo lo que detesta. Un hombre con todas las pintas de la alta sociedad, mimado, que no comprende de verdad la problemática social porque ha estado cegado por un privilegio que no lo culpa de gozar. Es la lotería de la vida, Jayce ganó un lugar privilegiado, eso era todo.

Así que estaba en una encrucijada. Porque hay detalles especiales en Jayce que no le dejan procesar los pensamientos en paz: el primero y más llamativo era que tenía un olor a medicamento impregnado en su cuerpo. No cualquier aroma, uno que le recuerda a la levadura y el complejo B. La base química de lo que sea que ingiera el hombre tenía un fuerte aroma de azufre y a cereales. Era algo incómodo incluso para la nariz débil Alfa de Viktor. Porque su casta lycana reconoce que ese aroma no es nativo de Jayce, era un adherido. Había días en que olía más fuerte que otros, otras veces no huele a nada. Un hombre que parece el epítome de la salud y la buena condición física puede tomar vitaminas, está de acuerdo; pero que sean tan fuertes como para que deje una estela de aroma sulfuroso le parecía un poco extraño.

Otra cosa que le parecía fuera de lugar era el mismo instinto del olfato de Jayce. Lo ha visto, su nariz busca aromas nuevos dentro del radar. Siempre busca los matices cambiantes y le da una buena orientación. Sin embargo, no parecía demostrar algún comportamiento depredador; determinaba el aroma para saber cómo proteger su lugar. Como si determinara qué es de su territorio y qué es una invasión. Viktor nunca había visto un Beta capaz de hacer eso. Dado que el genoma Lycan Beta estaba más ligado al trabajo, no a la protección. Jayce saborea los aromas, era capaz de determinar cada detalle del aire, incluso antes que él. Una vez pudo descubrir una pequeña fuga de gas de un mechero a varios metros de distancia. Recuerda a Jayce saliendo corriendo por el pasillo por el que caminaban y se desviaba a los pasillos estudiantiles a un laboratorio de práctica básica de química inorgánica. Todo para apagar un mechero.

Era un protector. No un depredador. No un administrador. No un trabajador. Era algo ciertamente interesante. Se salía de todo esquema pragmático sobre las castas. Porque luego fingía como que nada ocurría, le sonreía, con esa odiosa y hermosa sonrisa suya, y seguía como si nada hubiera pasado. Si Viktor miraba más de lo necesario esa bonita separación de sus dientes, era un secreto que se llevaría hasta que muera.

Por último, estaba el horario de Jayce. Tenía muchas responsabilidades. No es que a Viktor le importe lo que haga con su tiempo libre. Jayce era independiente de hacer lo que quiera cuando esté fuera del taller. Sólo que a veces salía mucho al tema de conversación sobre las lecciones de ciencias políticas con la matriarca Cassandra Kiramman. ¿Jayce tenía inclinación por esos estudios? Viktor encontraba eso como un inconveniente. No por la parte sociológica, sino porque ambas ramas absorben mucho tiempo. El sistema político y social de Piltover tenía un rebuscado trasfondo que no podía ser estudiado por ocio.

Sus vertientes, su propia estructura inorgánica se volvía en un punto focal de varios temas y vertientes para llegar a la conclusión de cómo se compone. El proceso del Consejo, la dictaminación de leyes, la promulgación de programas, el sistema de repartición de bienes, el propio sistema capitalista que estaba íntimamente ligado a la importancia que la ciudad le da a la innovación tecnológica. Era mucho como para que Jayce no se tenga que enfrascar más de lo que dice que hace. Era imposible si quiere lograr tener la preparación necesaria para lo que sea que la matriarca Kiramman requiere de él. Por otro lado, estaba su proyecto en conjunto. Lo que Viktor no duda que Jayce en verdad anhela.

Por el momento se encuentran en una fase muy delicada del trabajo de investigación. Migrar de la teoría a lo práctico por un puente igualmente teórico era demasiado comprometedor. Estaban jugando con unos niveles de abstracción que, de no ser tratados correctamente, terminarán por descartar su trabajo por indeterminación. Tienen que buscar demostrar con un prototipo experimental que su teoría no estaba pendiendo de un hilo delgado.

Aunque le moleste, Viktor sabe que no puede resolver solo las ecuaciones teóricas para la traducción del lenguaje rúnico sin Jayce. El despistado Beta tenía una agudeza con su transcripción que sabe que no podrá nadie más igualar lo que él es capaz. Tal vez no tenga un gran fuerte en la física teórica y los temas complejos de la relatividad; pero su perspicacia para la aplicación en física cuántica, de partículas y molecular era envidiable. Dado que su trabajo de traducción rúnica requería aplicación de muchas ramas de física y ciencia exactas, debían entregar más de su cien por ciento de sus capacidades. Que Jayce deba pausar sus avances porque cada martes y jueves debe atender a la casa Kiramman le frustraba.

Es porque le parecía frívolo, no porque le gustaba la compañía de Jayce. Que quede claro.

"Esta variable es indeterminada, V, sólo debemos encontrar a qué tabla corresponde, pero no cuadra" habló Jayce con polvo de tiza en su mejilla recién afeitada.

Llevaban cerca de dos meses trabajando juntos. La propuesta de Heimerdinger es que presenten un condensador Hextech funcional y él les permitirá una reunión con el consejo y abogar para abrir el fondo inversionista para el desarrollo de Hextech en mayores escalas según las propuestas que puedan presentar con viables de un rango de ochenta por ciento de efectividad. Sólo así se les concederá un mejor laboratorio, material y un flujo monetario que no sólo solventará la investigación, gozarían de un sueldo por investigar.

El problema con el que ambos se encuentran es que necesitan desarrollar una distribución equitativa de cuatro ecuaciones teóricas por cada una de las runas. El problema es que son cinco runas y el sistema hexadecimal tiene base 16, se rompía la viabilidad de supersimetría. Jayce había propuesto sintetizar dos runas como una misma. Era viable en el sentido de facilitar los procesos. Sólo deben encontrar las que más afinidad tengan, porque saben que así sus ecuaciones serían iguales. Dejaría cuatro categorías y cada una tendrá sus ecuaciones equivalentes para traducir el lenguaje rúnico a uno matemático.

El problema es que seguían sin encontrar las runas afines para aplicar sus mismas ecuaciones.

La rutina se basaba en llegar cada mañana antes de que comenzara incluso el horario escolar. Jayce pondría a calentar el café, la taza roja es de Viktor, la azul es de Jayce. Beberían el combustible de cafeína con una charla ligera, lograría hacer reír a Jayce con un pésimo chiste, y retomarían lo que dejaron pausado el día anterior. Entonces, pasarían horas y horas tratando de encontrar respuesta a cada una de las categorías. Para lograrlo, tenían que retomar todos los estudios arcanos y comprender la aplicación de sus funciones. Viktor determinó que si comprendían el principio físico de las habilidades de las runas, podrían encontrar su equivalente en la proyección del plano de dieciséis dimensiones y buscar su paralelo con el lenguaje científico. Así encuentran su ecuación y sólo tratan de encontrar a cuál dígito o incógnita pertenece en el sistema hexadecimal y así tener su ecuación teórica. Eran horas y horas de trabajo. Sólo se detenían cuando el estómago de uno de ellos ruge. Ahí es cuando Jayce insistía en hacer que Viktor se estire para ayudar a la postura de su columna y los calambres de su pierna.

Detesta que sea tan atento. No está acostumbrado a que alguien sea así con él. Sus padres no podían ponerle tanta atención cuando su padre tenía jornadas de hasta quince horas si estaba en los primeros niveles de las minas. Si le tocaba bajar, se iba por un mes entero pero esa paga les daba de comer dos, o hasta tres, veces al día. Su madre se enfermaba seguido, Viktor aprendió a ser independiente desde joven y su sentido Alfa se agudizó por la soledad, no por el instinto de tener una manada. Así que su lobo interior estaba siempre un poco a la defensiva. Aunque reconoce que los ejercicios ayudan a destensar los nudos de su cuerpo. Además de que siempre le insistía en tomar el refrigerio en la terraza del taller. El primer día fue en el suelo. Al día siguiente, Jayce puso una pequeña mesa cafetera, dos sillas y un banco cirquero con una almohada para que Viktor pudiera alzar su pierna. Además de que siempre traía de comer.

En ese momento, Viktor talló sus ojos. Le ardían y le dolía la espalda. Suspiró densamente y miró hacia la pizarra donde Jayce estaba trabajando. Estaba tratando de determinar la primera ecuación con resultado de valor incógnita. El plano se sintetizó a cuatro direcciones como si fueran puntos de fuga. Jayce dibujó un par de puntos en unas coordenadas en base al mismo sistema y según la composición supersimétrica de la habilidad de las runas. Viktor miró mejor e inclinó la cabeza hacia la derecha.

"¿Cuáles variables de función aplicaste?" Preguntó Viktor viendo sus apuntes.

El escritorio era un desastre. Había tazas de café acumuladas. Manchas de cafeína, tinta y probablemente salsa del pollo en salsa rosé que Jayce le trajo el día anterior. Había estado muy bueno; pero no se lo dirá.

"A, C y E" respondió Jayce lanzando al aire el gis y atrapándolo ". Que equivalen a los planos diez, doce y catorce".

Viktor murmuró resuelto: "No, Jayce. Están mal ubicados, te faltó el cero en el sistema".

Jayce miró su tabla y poco a poco su rostro se fue tiñendo de rojo. Había sido un error muy pequeño. Viktor suprimió el ronroneo que quiso salir de su garganta por lo adorable que le pareció cómo Jayce se encogió de hombros y su cola se enroscó, buscando hacerse más pequeño. Incluso sus orejas caídas se hicieron más bajas. Rápidamente borró las coordenadas de sus planos y se suplantaron por el número once, trece y quince.

"Oh, sí... Eso tiene más sentido" reconoció Jayce mientras reescribía toda la ecuación.

Viktor frunció el ceño cuando Jayce fue respondiendo el problema "Ahí, mira. Paralelismo en coordenadas limitantes de función a conductividad. Equivalen a la runa de determinación".

"Al igual que la runa de precisión..." Jayce sonrió y su cola se meneó felizmente. Sus ojos brillaban a pesar de tener ligeras ojeras debajo de ellos. Su sonrisa era grande, dejando ver ese espacio en los frontales y sus largos caninos.

Hoy era viernes. Hoy Jayce no se iría de pronto. Muy, muy, en el fondo, Viktor podía escuchar la voz que le gritaba que hoy tendría para sí mismo a su compañero de laboratorio. Hoy podrían quedarse hasta tarde encontrando respuestas para sacar adelante su trabajo. El tiempo es de ellos y de nadie más. Tuvo que reprimir con fuerza ese sentimiento posesivo que estaba desarrollando sobre Jayce. Comprende que es parte de su naturaleza introvertida. Pocos amigos, pocas interacciones sociales; tener una constante y tan afín como la del Beta - que en ese momento mueve su cola enérgicamente- era claro que Viktor establecería cierto dominio. Muy en el fondo, temía quedarse solo de nuevo.

Por eso odiaba a Jayce Talis.

"Parece que encontraste las runas afines" sonrió Viktor con los ojos caídos anotado el descubrimiento en su propio diario.

"Las encontramos. Si no fuera por lo observador que eres, jamás lo habría visto" reconoció humildemente ", pero-"

Entonces, su estómago rugió.

Viktor fingió ignorar que el ruido fue lo suficientemente fuerte como para que reverbera por todo el taller como una cacofonía retumbante. Sabe que fue suyo, porque Jayce detuvo el meneo de su cola y sus ojos cambiaron de brillo. Era mejor fingir demencia, para que no le dé tanta importancia ahora que estaban en un momento de tanta inspiración científica. El resultado de Jayce le dio varias ideas para responder las siguientes ecuaciones. Sabe que sus avances son monumentales, porque problemas matemáticos teóricos como los que tienen en frente tardan hasta años en resolverse, y ellos ya tienen diez ecuaciones resueltas. Faltaban seis y este puente resuelto les daba varias pistas para encontrar las incógnitas faltantes.

Su estómago volvió a rugir. Pudo sentir cómo sus intestinos se retorcían y un hueco gritaba por algo de alimento. Hizo una mueca apretando los labios, aún ignorando activamente a Jayce.

Ahora que lo pensaba, fue ese pollo en salsa rosé lo último que comió. El café, aunque buen estimulante de energía, también provocaba mucha hambre y acidez en el estómago. Además, sólo ha dormido tres horas en las últimas cuarenta y ocho horas. En las noches sigue haciendo su trabajo como asistente del decano. Era su poco sustento económico aunque se la vivía en la academia.

Se acercaba el día del progreso en Piltover y había muchos detalles que afinar para que la celebración sea perfecta. Heimerdinger le dejaba mucho papeleo en las noches para ayudarle a clasificarlo y refinar algunos escritos para las juntas con el consejo. No era un trabajo esencialmente complicado, pero sí tedioso. Especialmente con el extraño sistema de Heimerdinger. Viktor no era afín a las ciencias políticas, pero comprendía bien la sociología escondida junto con los estudios económicos y de leyes que requieren. Así que trataba de darle un punto imparcial y mejorar la presentación para el decano. Su trabajo como asistente es amenizar toda la carga de trabajo de Heimerdinger. Ya mucho beneficio le daba permitiéndole que pasara todo su día en su proyecto de Hextech antes de sus responsabilidades como asistente.

Su estómago seguía haciendo ruidos por el más mínimo movimiento que hacía.

Estaba hambriento. La academia lo volvió un poco hedonista con la comida. No porque la desperdicie, sino porque ahora podía comer tanto como quisiera. Siempre que tuviera hambre, podía ir al comedor y agarrar un refrigerio o una comida completa. Años sobreviviendo en Zaun, teniendo apenas lo suficiente para comer, su enfermedad que le quitaba el apetito, Viktor no se sentía merecedor de tanto goce. Sentía que estaba mal tener hambre cuando hace un día que comió. Que no debería ceder a la oportunidad de comer, por más poco que sea. No se percibe como alguien que coma mucho, aun así. ¿Por qué ahora estaba empezando a ceder tanto?

Sabe que no es sano. Es sólo que... estaba acostumbrado a sobrevivir de esa forma.

Parecía que Jayce no pensaba igual que él.

Notó cómo su compañero de taller iba a la esquina contraria del lugar, donde estaba la mesa con la cafetera y una pequeña alacena con comida. De ahí sacó una bolsa de papel Kraft que tenía ligeras manchas de aceite de lo que sea que contenga. Caminó hasta estar al lado de Viktor y tomó asiento en la otra silla disponible. Movió los papeles y dejó espacio en la mesa para poner encima la bolsa misteriosa. Por un par de segundos, ninguno hizo movimiento alguno. Aunque denso, el silencio era agradable.

Viktor sabe mejor que no debía preguntar. Jayce era un poco encimoso con el tema de su alimentación. Era en lo único en lo que le podía recriminar, ambos tenían pésimos hábitos en lo demás. Así que soltó un ligero suspiro con las fosas nasales dilatadas y tomó la bolsa. Era un poco más pesada de lo que imaginó que sería. Al abrirla, había al menos una docena de bolas de masa frita recubiertas con azúcar y un glaseado semi transparente. Eran dorados y se veían los suficientemente decadentes para hacer agua la boca.

No pudo evitar en tomar uno de los dulces y verlo a la luz del entrante atardecer. Pronto sería la hora del té en Piltover. Entres tres de sus dedos cabía el confite. Se veía mucho más delicioso a la luz natural que entraba por el gran ventanal del taller. Lo llevó a su boca y olió. Era dulce, frito y mantecoso. Su cola se movió exaltada y mordió el postre. La masa era densa y suave, llena de sabor a mantequilla con un rebuscado regusto de levadura y el glaseado lo hacía tan dulce sin llegar a ser empalagoso. Estaban deliciosos.

Miró con sorpresa el dulce mientras masticaba con delicadeza, cuidando cada uno de los sabores que construía la experiencia. Nunca había comido algo así, pero descubrió que le agradaban. Al levantar los ojos, se encontró con la mirada de Jayce completamente creída. Había una mueca de una sonrisa ladina que dejaba en claro cuán victorioso se sentía por la reacción que tuvo tan positiva por el dulce. No pudo evitar hacer una mueca y rodar los ojos a un costado. Aún así, se comió la otra mitad del panecillo de un sólo bocado.

Tomó otro e ignoró la mueca divertida de Jayce. Detestaba que supiera que sentía debilidad por las cosas dulces. El azúcar era barata de producir y, aunque dañino, ayudaba a matar el hambre cuando incluso el agua era un bien lujoso en Zaun.

"'Gracias, Jayce, estaba hambriento'" imitó Jayce con un terrible intento de acento suyo ". Bueno, de nada. Sabía que te gustarían las panzas".

Viktor se detuvo a mitad del tercer panecillo a medio comer y miró a su compañero de investigación con una mueca de duda. Conoce la respostería Piltovana, era aún un lujo muy caro que no se puede dar aún; pero conoce su proceso y sabe que tienen nombres mucho más refinados, rozando en lo ostentoso. Y dudaba que Jayce supiera sobre la comida tradicional de Zaun. Cosa de la que se habría dado cuenta Viktor. Esto era un postre de lejos.

Jayce no era de Piltover.

"¿Panzas?" Preguntó Viktor sin dejar de comer los postres. Si Jayce no iba a agarrar, era su problema. Él se los dio, así que se los comería todos si así lo quisiera.

También estaba ese instinto de comer todo lo que se le ofrece aunque tontamente ya no debe de tener miedo por saber si comerá el día de mañana. Un alimento era muy apreciado y debía ser respetuoso con el sustento. No sólo por su significancia Zaunita, sino porque su segundo género lo percibía como un tipo de ofrenda de paz. Su lobo interior tenía impulsos más fuertes que los perros, estaba más orientado a los sentidos de supervivencia. Así que había ciertos comportamientos que, aunque intentaba nivelar, no podía controlar completamente. Trabajaban en su inconsciente.

"Así se le llamamos a los sobrantes de algunos panes de repostería" dijo Jayce con ese tic de rascar su mejilla ". Ayer preparé en la noche con mi madre algunos postres para una junta de inversionistas que ella tuvo el día de hoy. Siempre dice que debe comenzar uno a conquistar a través del estómago".

"¿Así que me estás intentando conquistar?" Preguntó Viktor con burla.

Disfrutaba ver cuando Jayce se quedaba sin palabras, su piel canela se teñía de un rico color rojo y su cola se enroscaba. La forma en que buscaba hacerse más pequeño hundiendo los hombros y cómo sus ojos se desvían a todas partes, totalmente ansioso, era un pasatiempo interesante para Viktor. Porque desencajaba con el prospecto que se debe de tener en un hombre como Jayce. Un hombre grande, fuerte, una promesa joven y brillante para la ciudad del progreso.

Desde el instante en que lo conoció, algo dentro de sí le dijo que a partir de ese momento estaría aprendiendo mucho de Jayce. Después de todo, estaban ahora en una alianza estratégica para llevar a cabo un importante trabajo de investigación. Poco a poco, como si lo hubiera desbloqueado, empezó a saber de manera involuntaria sobre Jayce. Cómo era el chico dorado de la academia. Cómo es que tenía una fama considerable dentro del grupo estudiantil, una importante influencia y era bastante vanagloriado. Era el Tesoro de Piltover.

Sin embargo, Viktor ahora veía un hombre vivaz, sabelotodo y un poco cabeza dura. Fácil de avergonzar y con un corazón demasiado cálido a pesar de que Viktor suele ser un poco arisco con él. Jayce tenía sus momentos, claro; pero también ha demostrado ser tan educado por gusto propio. Como si... como si de verdad disfrutara de la compañía de Viktor.

"N-no, sólo te contaba lo que ella dice" se defendió Jayce con los brazos cruzados y las orejas caídas ". Sobró masa y pensé que sería un desperdicio tirarlos. Eso es todo".

"¿Y que algunos tengan relleno de mermelada es también una coincidencia o..." Dejó Viktor la pregunta al aire con una ligera sonrisa al aire.

Lleva cerca de cinco 'panzas' y tres de ellas tenían un relleno de una rica mermelada de moras ácidas con un toque rico de manzana. Era deliciosa la mezcla. Nunca se la imaginó, fresca y tan llena de sabor.

Jayce sólo resopló. Viktor había ganado esa ronda. Las mejillas rojas de Jayce seguían ardiendo. Por un momento, se imaginó qué tan abajo llegó ese sonrojo, cómo pintaría la piel bronceada y tonificada del hombre del progreso. Detestó un poco más a su compañero por ser tan atractivo. No era justo.

"Están extraordinarias" reconoció Viktor comiendo un sexto panecillo. A pesar de ser de un buen tamaño, seguía teniendo suficiente hambre como para deducir que será capaz de terminarse la bolsa en ese rato ". El equilibrio que tiene el dulce con la levadura no es opacado por el sabor de la mermelada. Aunque tiene un color rosa muy particular".

"Sí, la frambuesa y el puré de manzana tiene ese resultado" suspiró Jayce mientras sobaba su rostro con una mano y se encorvaba sobre sus rodillas ". Pero equilibra bien la acidez con el dulce de la manzana".

Viktor tuvo una revelación en ese momento. Equilibrio de puntos opuestos. Claro. Terminó de tragar el octavo panecillo que, gracias a Janna, era otro con relleno de esa deliciosa mermelada, y se levantó con ayuda de su bastón. Caminó lo más rápido que pudo, ignorando el ligero calambre que le siguió por todo su muslo derecho después de tantas horas sentado. Había algo mucho más importante y estaba en los dieciséis planos que tienen dibujados en la muralla de pizarra. Despegó algunas notas y tomó un pedazo de tiza blanca.

Comenzó a hacer las nuevas anotaciones y retomando los planos de convergencia en los que podían encontrar las runas con el balance matemático a través de los símbolos hexadecimales. Las ecuaciones correctas que han descubierto no han sido más que un esfuerzo redoblado porque no habían entendido el principio básico para comprenderlas. Pudieron haber terminado hace mucho estas ecuaciones teóricas si hubieran puesto un poco más de atención al minúsculo detalle que compone una ecuación.

El equilibrio.

"Todo este tiempo era esa la respuesta" dijo Viktor con su marcado acento y su cola inquieta sin dejar de escribir ". El balance es cuando se superponen los planos opuestos en el diagrama. Ahí están sus balances y las coordenadas nos permiten remitir su incógnita hexadecimal. A partir de ahí-"

"Podemos encontrar ecuaciones teóricas con puntos paralelos doblados en en los planos. Como una hoja de papel doblada sobre sí misma" complementó Jayce al mismo tiempo que caminaba hacia el costado derecho de Viktor ". Esto también nos puede ayudar a refutar las ecuaciones y encontrar el doble de variables para las aplicaciones de las runas en el lenguaje matemático. ¡Viktor, eso es brillante!"

"Bueno, hay que darle las gracias a tu madre por darte la idea de que me conquistes con panzas" se burló Viktor mientras terminaba de escribir la última incógnita.

Jayce soltó una ligera carcajada, entendiendo que lo que dijo era más por querer molestar que por querer comenzar algo. De todas formas, Jayce no podría fijarse en un alfa enfermizo. Así que estaba bien. Si posesivamente podía mantenerlo como su colega, incluso su amigo, Viktor suponía que eso debería aplacar los deseos de su alfa inquieto y algo hambriento de compañía. Tenía genética de lobo gris en su mayoría, claro que le gustaría tener una manada. No era de raza solitaria, su género principal y su vida en Zaun le obligó a serlo.

"A este paso podremos resolver todas las ecuaciones teóricas y comenzar a programar el prototipo de condensador hex" declaró Jayce mientras escribía unas notas complementarias en el nuevo descubrimiento de Viktor.

El sonido de la tiza escribiendo sobre la pizarra era reconfortante. Viktor no pudo evitar soltar un poco de su aroma al sentirse seguro y relajado en compañía de su colega. Detestaba que sentía cuánto puede confiar en este hombre. Que no era un mimado Piltovano hueco y sin idea de lo que hace. Se trataba de un hombre con convicciones, grandes sueños pero escalas entendibles. Alguien que sabe los límites de su trabajo, pero que también quiere encontrar las variables para llegar mucho más lejos. Un hombre que era inteligente y su mente era demasiado sobresaliente. Viktor puede sentir que no sólo su género secundario aceptó la compañía de este beta; sino que Viktor mismo, encontraba muy encantador este hombre.

Detestaba que fuera así. Detestaba darse cuenta de que tendría que aprender a suprimir estos sentimientos. Por el bien de su proyecto. Porque había un bien mayor y era lograr llevar a cabo que el Hextech sea una realidad. Era un poco desalentador. Sin embargo, estaba bien.

Porque esa tarde de viernes, Jayce tenía toda su atención en el proyecto. En él.

"He visto los planos, son sobresalientes" dijo Viktor mientras comenzaba a responder una ecuación para determinar incógnita A, una de las que Jayce había descubierto hace unos instantes ". Sólo que debemos tener en cuenta de que no contamos con el patrocinio del profesor o de la academia para construir el prototipo".

"Ah, es verdad... Puedo usar del dinero de la beca que tengo con mi patrocinio de la casa Kiramman" propuso Jayce ". Hace unos meses les dí un gran contrato con un tema de exportaciones por un nuevo dirigible que diseñé y obtuve una buena remuneración".

"¿Fue de tu creación?" Preguntó Viktor mirando el perfil de Jayce ". Lo vi, muy sensata tu propuesta de polímeros y fibra de carbono en su construcción. Más ligeros y rápidos"

La cola de Jayce se agitó contenta al escuchar el buen comentario de Viktor.

"Aunque sería mejor pasar desapercibidos..." musitó Viktor pensando en dónde conseguir materiales más baratos. Además de que Piltover era demasiado chismoso para su propio bien.

Podrían ir...

"Podemos ir a Zaun" dijo Jayce con un encogimiento de hombros ". Conozco alguien que nos puede conseguir los materiales mucho más baratos que en todo Piltover y que... puede que me haya ayudado a guardar unos cristales azules".

"¿Ya tienes contigo cristales?" Preguntó Viktor sin poder esconder su sorpresa.

"Hice unas expediciones en Shurima hace tres años. Donde hubo un derrumbe en unas excavaciones. Ahí encontraron esos cristales. Se veían inestables y dado que sigo bajo la tutela de los Kiramman, no podía tenerlos conmigo. Podría haber causado un accidente. Así que hice un trato con uno de los allegados a Vander, el sabueso de Zaun, para tener un lugar donde esconder los cristales hasta que tuviera la respuesta de cómo usarlos... Ahora la tenemos".

"¿Y es confiable?" Preguntó con ironía Viktor.

"Hasta ahora, con la cuota de oro que le doy al mes, sí" suspiró Jayce ". Gran parte del dinero que hago en la forja de mi familia lo destino a esa garantía".

Viktor guardó más de esos detalles para analizarlos después. Había una gran emoción recorriendo su cuerpo de sólo pensar que Jayce ya tenía para ellos una forma de obtener todos los materiales necesarios para su experimento. Era tan irreal cuán lejos estaban llegando y cuánto más pueden hacer.

"Entonces, más vale que te agrade la idea de estar en vela esta noche. Me gustaría ir a Zaun cuanto antes" dijo Viktor con determinación.

"Estamos en el mismo canal, pareja" sonrió brillantemente Jayce.

Viktor detestaba a Jayce Talis por haber comenzado a robar su corazón.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Dibujo feo del capítulo. Basta, amo demasiado a Jayce y dibujarlo feo lo siento ofensivo ;-;

Chapter Text

La mañana tiene una apariencia febril.

Era cálida; pero a la vez tan fría. Solitaria y la cacofonía lejana lo estaba apresando fuertemente. Sofocando la sensación de la falta de esperanza. Hasta ahogarlo, sin dejarlo respirar, con miedo y con duda.

Era una mañana con apariencia engañosa.

Jayce gimió exhausto en la cama del dormitorio que tiene en la residencia de los Kiramman. Sus ojos seguían cerrados, el sopor estaba ganándole en el juego de la rutina y su cuerpo se sentía como plomo en agua. Era una mañana más, como todas las demás; pero a la vez, no lo era. Podía escuchar el monitor de lector de balances hormonales a su costado derecho. Cuidando cada detalle del porcentaje de cada hormona que debe estar en su cuerpo. Buscando hacer la perfección artificial que debe obtener. Podía imaginar cómo las drogas se estaban asentando en su sangre hasta terminar de fusionarse con todo su sistema y volverse parte de él. Parchando las imperfecciones que suponen su realidad. Buscando retener sus sueños en un pilar alto, causándole cansancios interminables, dolores de cabeza y mareos cada vez que se somete a esas fuertes terapias hormonales desde que cumplió veinte años. Ese lector de niveles hormonales ha estado por mucho más tiempo junto a él.

Vigilando como un cuervo en la espera de su caída y carroñar su carne.

Las pesadas persianas oscurecían todo el lugar, haciendo que la pantalla brillara de una forma casi espeluznante. El marco dorado del aparato tenía aspecto cromado, como el alquitrán debajo de la luna blanca. Sentía su boca pastosa y estaba lleno de lagañas que impedían que abriera completamente los ojos. Su cuerpo pesaba demasiado como para entender que estaba exhausto. Ayer la terapia hormonal fue mucho para él. Había un ligero entumecimiento en sus extremidades, el delicado hormigueo recorriendo cada esquina como hormigas de azúcar; y el fuerte aroma a medicamentos hacía un contraste amargo para su paladar cenizo. Son demasiadas cosas para procesar.

Había destellos del día anterior. De cómo tuvo que suspender su productiva mañana de ecuaciones teóricas, risas intermitentes, terminar la estructura de su condensador y un avance en el desarrollo del trabajo de su vida, para poder asistir a su obligada sesión de terapia hormonal. Cada mes, sin falta, cada quince de cada luna, tenía que estar por horas en esa silla. Los fuertes aromas de las drogas que siempre están supurando por todos lados. Sulfuro y yodo, con un regusto amargo que le recordaba a que este era su lugar. Una prisión que extrae lo incorrecto de él y lo hace parecer en lo perfecto. Haciéndolo apto para Piltover. Se ha vuelto tan arraigado como un reloj natural, impulsado por la misma programación de su cabeza. Esforzándose por hacerle creer ser quien debe ser. Sin tener elección. No si quiere que sus sueños alcancen los horizontes más lejanos. Seis interminables horas.

Seis horas en compañía de las molestas pero importantes preguntas de la Doctora Cherie para asegurarse del proceso de su tratamiento. Comienza siempre igual, con tres pinchazos al inicio, cóctel de hormonas y monitoreo, tres inyecciones al final. Una extracción de sangre para estudios que lo dejaban adormilado de por medio. Sin falta. En vez de tener su celo, un ciclo normal que se reduce a tres días de reorganización hormonal y simple estándar de los instintos, tiene que encerrarse por al menos seis horas para que los tratamientos hagan efecto. A veces amarrado y con una mordaza si alguno de los compuestos le provocaba alguna convulsión involuntaria. El sudor, la saliva y las lágrimas corren silenciosamente por sus poros mientras soporta todo el proceso. Siempre recordándose que es por un bien mayor.

Siempre esperando que alguien vaya y lo rescate de la interminable pena.

Quedaría exhausto y adolorido. Eran medicamentos pesados, especialmente por las altas dosis que requiere para dominar la fuerza de su omega y su propia fisionomía. Ser un hombre corpulento y alto era un gran contra para el genoma Omega, al parecer. La doctora Cherie siempre le recordaba que era la viva imagen de la salida del estándar. No como un halago, sino con una curiosidad científica rozando lo poco ortodoxo. Ansiosa de poder poner sus manos sobre su fenómeno y absorber todo lo posible para aprender sobre su caso único. Era un Omega completamente fuera de lo común.

Jayce, como científico, no puede culpar a la mujer. Comprende que el estupor lidera a muchos y desconocidos lugares; pero la pasión por el descubrimiento es la herramienta mortal que lidera el éxito o puede estampar a uno contra el fracaso. Él es un caso singular, que se tiene intencionado como para nunca ser visto. Un juguete para el estupor de la curiosidad. Una anomalía de la naturaleza y los estándares esperados por una rígida sociedad que busca el orden y el progreso. Para la doctora Cherie, él es un estudio que la puede llevar muy lejos haciéndolo pasar como una teoría, aplicarlo en otro sujeto de prueba y hacerse un camino en el lujoso campo de la ciencia sobre el genoma Lycan. Un atractivo grande en una ciudad que busca mutar y manipular cuales dioses lo que la propia naturaleza ha impuesto en su raza para sobrevivir. Jayce sabe que él es ese accidente que puede ser fácilmente olvidado en el camino del progreso. Él lo sabe como científico.

No era más que un simple conejillo de Indias. Del que se esperan perfectos resultados. Del que se tienen las más altas expectativas. Porque a los ojos de la sociedad, era un Beta ejemplar. Aunque a veces Jayce se sentía como un payaso que tenía que sonreír hasta que el show se termine. Cuando él deje de ser servible para los demás.

Por eso el Hextech lo era todo para él.

Era su sueño. No la expectativa de la alta sociedad. No un tratamiento de beta artificial que lo asfixia. No era una fantasía volátil de una mente terca e incansable. Era todo a lo que se puede aferrar como netamente suyo. Que puede sostener en sus manos y por lo que pelearía con uñas y dientes para mantenerlo a flote. Para que no sea olvidado.

Un estudio al que le ha dedicado su vida entera, que puede sentir como parte de su sistema. Tan orgánico como el simple proceso de respiración. Corriendo por sus venas cuando la emoción y la satisfacción recorren cada centímetro de su cuerpo al obtener el más mínimo avance de sus incógnitas. Porque no depende de expectativas ni de apariencias. Era libre cuando se esconde y trabaja en el Hextech. Para poder liberar lo que verdaderamente corre por su mente y sentir que estaba haciendo el cambio que él desea hacer. Con el cual podrá hacer el bien, ayudar a quienes lo necesitan. Dar paso a libertad y comprendiendo que es sólo un puente de la evolución pero quiere que sea lo suficientemente grande como para que haga una mella en la historia.

Tal vez para demostrar su valor. Tal vez es más egoísta de lo que imagina. No está seguro de la verdadera intención. Sólo sabe que su sueño es porque quiere dar esa sensación de seguridad que ese mago le dio cuando más lo necesitó. Cuando estuvo a punto de morir junto a su madre. El calor, ese abrazo, la caricia en su mejilla y la promesa en forma de cristal de gota azul eran el combustible que ha liberado un gran incendio en la pasión de Jayce para lograr esto que ahora estaba comenzando a tener forma.

Lo que ahora era un sueño compartido.

Por alguna razón, no le molestaba tanto como imaginó en un inicio.

Jayce suspiró mirando, por fin, el infinito del finito techo blanco con Marcos romanos de color azul marino y detalles ornamentados de oro. Era una habitación preciosa. Muy elegante y llena de una riqueza que se sentía terriblemente mal debajo de sus manos. Nunca pidió esto. Un cuarto tan grande que lo hace sentir pequeño. Era frío por los filtros de campana que estaban instalados para poder refinar los procesos hormonales que dejan en vestigios sus medicamentos. Un escritorio intacto donde sus libros de política y contratos a estudiar seguían esperando por su atención. Un ropero demasiado grande. Una pequeña sala que nunca ha usado. Un baño propio que era todo un lujo, con bañera y dos lavabos. Era demasiado para él. Era solitario y escueto.

No había noche que no extrañase su pequeña pero acogedora habitación en su antiguo hogar. Junto a su madre. La única manada que su omega ha reconocido, porque ha sido la única persona que lo ha visto y lo aceptó. Un cuarto lleno de planos, dibujos, ecuaciones y arte sobre la magia. Un pequeño pedazo de cielo que le permitió forjar los primeros cimientos de su verdadero sueño.

Ese refugio que tiene prohibido volver a tener. No están permitidos los errores. De ninguna parte. Debe ser perfecto. Es el Beta perfecto. Debe estar a la altura de las expectativas y dar gusto a los demás.

Se levantó con rutina bien practicada. Sobó su rostro e hizo una mueca incómoda por la barba incipiente que estaba creciéndole demasiado rápido. El hecho de estar tan enfrascado en su trabajo con Viktor, junto con las potentes sesiones de terapia hormonal, hizo que el vello creciera más rápido. Tendría que afeitarse y probablemente retocar su corte de cabello prolijo. Había una apariencia que mantener. Y, aunque ese era el día en que iría con Viktor a Zaun por los cristales, sabía que levantaría más sorpresas para los Kiramman si no cuidaba su apariencia que no hacerlo en su lugar. Mezclarse en Zaun tenía muchos matices; algo que aprendió a la mala junto a Caitlyn.

Tronó su cuello y desconectó los nodos de su cuello con una mueca. Después de hacer sus necesidades, abrió el lavabo y el agua fría corrió en un purificado y rico chorro. Junto en sus dos manos y mojó su rostro. Limpió las lagañas, lágrimas secas y sobó la piel con sus callosas manos. Trataba de mantener el control, no sucumbir a la temible ansiedad que estaba comenzado a rascar detrás de su nuca. Recordándole que estaba por cometer, probablemente, una tontería. Porque sabe que estaba por comprometer muchas más mentiras de las que sabe sobrellevar.

Viktor, al igual que todo el mundo, piensa que él es un Beta. Que no es afectado de la misma forma que los otros dos géneros secundarios. Los Betas tienen aroma, sí, pero no dependen de ellos para dominar sus instintos. Es tenue y más interpretado como el almizcle natural. Incluso es considerado tan escueto y poco atractivo que no tenía importancia. Los Betas no tienen celos, sus ciclos son más simbióticos a su primer género. No buscan anidar. No buscan imponer y dominar. No buscan proteger. Son independientes y no son afectados de la misma forma que los Alfas y Omegas.

Por eso, a pesar de ser esa época del año, Jayce no podrá pausar su tratamiento. Porque debe dar la apariencia de ser un beta. Él no necesita esconderse por tres días para saciar sus instintos. Él está bien, él no es falso. No es… quien dice ser. Su celo estaba en su mayor apogeo. Podía sentir el escalofrío recorrer su columna y ver el ligero sudor en su frente. Todas las inhibiciones suprimidas por el cóctel mortal de medicamentos superando los deseos arraigados en su propio sistema, sin dejarlo madurar. Simplemente deseando que se pudra para que duela menos y no tenga que pensar y preocuparse tanto.

Se suponía que ayer no debía haber asistido a la terapia hormonal; sino que debía haberse preparado para suspender su medicación para dejar salir su Omega. Dejarse llevar por su genoma Lycan y reorganizar su cuerpo. Porque puede ser posible que luego deje de tener el efecto correcto en su sistema. Sin embargo, era también el día de hoy en que quedó en ir a Zaun por los cristales mágicos. Viktor estaba emocionado de ir a la ciudad subterránea y conseguir el material faltante. Jayce no tuvo el corazón de negárselo. No podía perder el tiempo.

No tuvo elección cuando era más sencillo salir por la tangente que crear excusas sobre su ausencia. Odiaba esconder tantas cosas a Viktor.

Viktor. Con sus peludas orejas paradas que desea acariciar. Con su larga cola lobuna que se menea cuando come algo dulce. Con sus profundos y ricos ojos de miel que parecen ver más allá de la dimensión terrenal. Con sus grandes colmillos entre su imperfecta dentadura. Con su delicioso acento marcado y tan contrastante que llena de variedad su irónica forma de hablar. Con sus manierismos nerviosos y pensativos como lo eran jugar con su cabello, jugar con lápices con una destreza impresionante. Oh, cómo le enloquecía ver sus manos tan grandes y delgadas. La forma en que sus metacarpianos se marcaban contra su pálida piel como la perfecta máquina que es para realizar cada mínima acción le parecía casi indecoroso presenciar sin la admiración merecida. Viktor, un alfa que no usa bloqueadores de aroma. Viktor, la primera persona con la que ha interactuado por un tiempo tan prolongado sin el consentimiento de Cassandra Kiramman. Viktor, el único hombre que ha creído en su trabajo porque él tuvo la misma idea. Viktor, el primer amigo que ha podido tener por su cuenta y del que ha comenzado a sentir algo más… Jayce se sentía tan terrible por esconderle la verdad. En especial a él.

Sin embargo, reconoce con dolor que entre menos se sepa de su verdadera condición, era mejor a la larga. De todas formas, no es como que pueda tener algo más con Viktor. Al menos, soñar era gratuito.

Por eso, Jayce cambió los registros de sus ciclos y terapias. Dado que después de su incidente a los dieciocho, mostró tener un comportamiento íntegro y perfecto, bajó un poco las defensas de su tutora y la doctora. Por lo que logró hacer que se reduzca la seguridad alrededor de sus registros y que sea él mismo que lleve la bitácora. Su calendario estaba perfectamente organizado, marcando horarios de medicación y días de terapias. También tenía vigilados sus celos y ciclos menstruales. Porque desde hace cuatro años sólo debe dejar salir su omega dos veces al año. Justamente se cruzaba la misma fecha con su escapada a Zaun. Así que intercambió las sesiones hormonales y el cóctel de drogas suprimió su celo como había premeditado. Tomó suficientes analgésicos para bajar su dolor pero no como para noquearlo.

Después de volver de Zaun y terminar el prototipo, seguiría con su tratamiento normal. Hasta el siguiente mes dejaría salir su Omega y simplemente diría que tuvo un atraso en sus síntomas. Tenía de excusa que cambiaron uno de los betabloqueadores por una nueva dosis con un compuesto rico en enzimas proteicas para ayudarle en su reorganización muscular. Últimamente había estado ganando mucho músculo por su trabajo nocturno en la forja y la doctora Cherie recetó este cambio. Jayce sabía cuándo su Omega interior quería salir, así que por eso lo suprimió y tendría su celo “normal” en la siguiente rutina.

La tapadera perfecta. Porque el detalle de que puede saber cuándo será el celo donde su omega debe de salir era un detalle que no les ha dicho a su doctor ni a Cassandra. Piensan que él escogió dos fechas del año al azar, todo estaba bien orquestado. Rezaba que su cuerpo le siga el ritmo y haga lo que pide.

Después de afeitar su rostro, refinar sus cejas y rapar la parte posterior de su cabello para retocar el aspecto prolijo y limpio, tomó una rápida ducha. Lavó sus dientes y se puso un parche inhibidor de aroma en su inflamada glándula de unión en el espacio entre la curva de su cuello y hombro. También inyectó un ligero potenciador compuesto con hormonas neutralizantes para bajar los síntomas de celo y que ayude a los bloqueadores a prohibirle a su segundo género jugarle una mala pasada. Podía sentir el medicamento jugar en su alterado sistema. Tomó las ropas oscuras que tenía escondidas en un tablón falso del ropero y se arregló en silencio. No se peinó el cabello y algunos mechones cayeron por su frente. Tomó el pastillero de la mesita junto a su cama recién tendida y con un trago de agua pasó las drogas necesarias. Agarró su bolso marrón y salió de la habitación.

Estaría bien. Nadie se dará cuenta. No lo han hecho antes, no lo harán ahora. Es un precio a pagar por el progreso. Puede con esto.

Cuando salió al jardín, vio a Caitlyn con ropas oscuras parecidas a las suyas. Se acercó sintiendo el comienzo de una sonrisa jalar su labios, golpeó la nuca a la vista por su coleta de la chica y pronto se arrepintió cuando ella reaccionó como un relámpago y agarró su muñeca para doblarla antinaturalmente. Jayce jadeó de dolor.

”Ay, ay, ay, ¿por qué?” Se quejó Jayce sobando la zona adolorida.

”Para ser una masa de músculos, eres un llorón” se rio Caitlyn con una mueca sabia “. ¿Por qué tardaste tanto?”

Ah, te diré. Me noqueó un nuevo set de drogas hormonales, porque no soy Beta. Pensó Jayce con una mueca que fingía falsa indignación.

”Ja, ja, perdona, no me basta con un sueño reparador para ser bonito” se rio Jayce esquivando el ligero empujón de Caitlyn “. Vamos, vamos, Viktor ya debe estar esperándonos”.

Caitlyn, siempre sensata y pragmática, rodó los ojos y sonrió. Tomó liderazgo del camino y salieron por la puerta trasera del ala de servicio de la gran finca Kiramman. Su coleta azul oscuro se balancea con elegancia y los colores oscuros hacían que su piel se viera más pálida, sus ojos azules tenían la misma tonalidad del cielo. Sus orejas de galgo arqueadas tenían un degradado gris que brillaba bajo el sol y su cola era un poco más larga de lo esperado en su Subraza. Caminaron por un pasillo adoquinado hasta salir por un callejón y poder ir ruta abajo hacia el tranvía.

Hoy la señora Kiramman tenía junta en el consejo desde temprano y la casa era tan grande que era fácil pasar desapercibido cuando se conocía los movimientos tan bien como lo hacían Jayce y Caitlyn.

Llegaron a la estación y apenas lograron abordar el siguiente vagón en movimiento. Jayce miró a su hermana. Caitlyn era todo un espécimen de admiración. Una Beta de gen dominante como su madre. El estándar perfecto de Piltover. Una chica con la que ha convivido desde que fue apadrinado por los Kiramman. Que de convertirse en una carga a la que se vio obligado a darle clases particulares, se volvió en una de sus personitas más queridas. Aunque su Omega no la aceptaba como su manada porque le recuerda a Cassandra, su primer género la adora como la hermana que nunca supo que siempre quiso tener. Cuatro años* de diferencia no impidió que su amistad fuera real.

Aunque Jayce podía sentirlo. Su amistad con Caitlyn era muy diferente a la que estaba germinando con Viktor. Era algo que le fue impuesto, que se obligó a aceptar y poco a poco fue queriendo a Caitlyn como la hermanita entusiasta, caprichosa y decidida que ella sólo puede ser. El tiempo le permitió comprender que era un buen consuelo saber que ella estaría para él, a pesar de que a ella también le esconde la verdad. Cassandra fue inflexible, nadie más que cinco personas saben la verdad de su condición. Debía cumplir con ello. Además de que le sorprende cómo su tutora ha podido esconder algo tan grande en su propia casa, frente a las narices de su familia. Era mejor no jugar con la vana suerte.

No sabe cómo reaccionará Caitlyn sobre la verdad, aunque es alguien sensata y no duda de que lo ama como él la ama; sigue siendo una Kiramman. Ella fue educada como una Beta, porque naturalmente lo es. Su madre le enseñó a estar orgullosa de su genética y activamente buscaba alejarse de los temas del segundo género. La gente de Piltover no quería depender de su genoma Lycan.

Aunque sea su amiga, Jayce no puede confiar en ella. En nadie, en realidad.

”Estás muy pensativo” dijo Caitlyn con una mirada que decía más palabras que las expresadas “. ¿Sabes que me puedes contar cualquier cosa, verdad?”

”Sí, sólo recordaba la primera vez que fuimos a Zaun” evadió el tema.

”Ugh, el mejor peor cumpleaños de todos” exclamó Caitlyn rodando los ojos y con un acento muy distintivo “. Tal vez haber ido tan bien vestidos no fue nuestra mejor movida”.

”Oye, fue tu idea de aventura rebelde por tus dieciséis años. No lo planeamos muy bien, en realidad. Por suerte fue con los niños de Vander con quienes nos encontramos y no algo peor” suspiró Jayce mientras se cruzaba de brazos “... Aunque ellos también fueron quienes nos robaron”.

”Oh, ¡sí! Te dejaron sin botones, tuviste que amarrar tu pantalón con un lazo” rio Caitlyn “. Vi se robó mi monedero y ese collar que aún me pregunto cómo lo hizo”.

”¿Sigues creyendo que eso fue lo único que se robó de ti ese día?” Preguntó con malicia Jayce como contraataque del recuerdo de que medio Zaun vio sus calzoncillos por culpa de un grupo de adolescentes inquietos.

Recibió un ligero golpe en la frente de parte de un afilado dedo. Jayce rio y alejó la mano de su amiga con los ojos brillantes. Aunque intentaba dejar un aura de solemnidad, molestia e indiferencia, Jayce la conocía mejor. Podía notar el ligero rubor en la punta de sus pómulos y cómo sus orejas se contraían desapercibidamente para el ojo poco observador. Era auténtica con él, muy en el fondo sentía que no se merecía ese tipo de tratos al ser una mentira andante. Sin embargo, agradece que la tiene. Por un instante, todo estuvo bien. Con el viento frío y limpio de Piltover refrescando su ligero malestar. Podrá suprimir su celo, pero no dejaba de sentirse incómodo.

Por eso, era más divertido distraer a Caitlyn con otros temas. Para que no indague más en las anomalías en su persona.

Siempre que se abordaba el tema de Violet, Caitlyn perdía sus defensas y quedaba algo dócil. Jayce se preguntaba cuánto tiempo más durarían bailando alrededor su hermana y la chica de Lanes. No piensa que sea algo malo, después de todo, quiere que ambas sean felices. Una beta dominante y una alfa común era una buena combinación genética aunque ambas sean hembras y pueden tener descendencia entre ellas. Había mucho más allá para desentrañar.

”Como sea” se excusó Caitlyn mientras el tranvía se detenía en su estación deseada. Ambos caminaron fuera, completamente ignorados a pesar de sus vestimentas asimétricas “. ¿Me puedes explicar por qué han pasado tres meses y es hasta ahora que conoceré a Viktor?”

”Porque dejaste en claro que no volverías a mi taller en la academia después del accidente con la espuma de elefante” se rio Jayce ante el recuerdo de Caitlyn inundando el taller con su sistema de apagado de incendios para dirigibles “, y Viktor siempre está ahí. Es la primera vez que, de hecho, nos vemos fuera de la academia”.

Era emocionante pensar en ese detalle. Después de haber desentrañado el misterio para las ecuaciones teóricas, les tomó otro mes terminar el prototipo del condensador Hextech. Caitlyn estuvo yendo por “misteriosas razones” seguido a los barrios subterráneos, así que Jayce le pidió el favor de traerle el material de la tienda de Benzo. Si no hubiera sido porque se acercaba el día del Progreso de Piltover y Cassandra lo estaba estresando un poco más de lo necesario con algunas lecciones políticas, él mismo hubiera ido por su material. Caitlyn no entiende su sueño, pero lo apoya. Podía confiar en ella y tuvo los metales y cableados necesarios para comenzar con la estructura.

Se desveló más de lo necesario trabajando en la forja para terminar de crear los moldes del condensador. Jugó con varias aleaciones conductoras, después de todo, la magia es un tipo de energía. Cuando comprendió con Viktor que ésta se leía de la misma forma de la energía eléctrica y cinética, sólo tuvo que encontrar la composición correcta para tener la suficiente conducción de voltaje sin que se sobrecargue o incendie por algún error de configuración. Se manipula con las ruedas rúnicas, donde cada octavo de vuelta equivale a una incógnita equivalente de las ecuaciones teóricas al lenguaje físico.

“Si todo es como nuestros cálculos indican, sólo deberíamos-“ dijo Viktor con su mano debajo del mentón dos días atrás.

”Tronarlo” dijo Jayce como complemento de la oración.

Viktor rio y sus ojos brillaron “Sí, tronarlo”.

Jayce tenía fe de que su arduo trabajo podría dar el inicio del Hextech. No como un parteaguas, sino como un todo para el avance más grande la historia de Piltover. La significancia que este experimento iba más allá de sus ensoñaciones. Era la marca que diferencia entre posibilidad y realidad. Estaba tan cerca y tan lejos al mismo tiempo que una pequeña desesperación rozaba su mente junto a la ansiedad. Tenía que acabar con esto cuanto antes. Todas las aplicaciones que le darán al proyecto cuando las inversiones lleguen era un objetivo demasiado atractivo. Ya no dependería de los Kiramman, dependerá del éxito de su trabajo junto a Viktor.

Algo dentro de él se agitó cuando pensó de esa forma.

”Ugh, tienes esa cara de nuevo” se burló Caitlyn con malicia falsa.

”¿Qué cara?” Preguntó con una mueca divertida.

”De enamorado. Comienzo a creer que algo debes de sentir por Viktor”.

”¿Como tú lo haces cuando piensas en Vi?” Preguntó con maldad.

El golpe en el brazo lo valió. Caitlyn no era muy violenta, no sin sentido, pero Jayce supone que ha adquirido algunos manierismos de cierta chica que sí es más violenta y que también responde con golpes cuando se queda indefensa y sin palabras. Era agradable la sensación de falsa libertad que se daba cuando escapaba de las expectativas de Piltover. De toda la presión a la que se ve sometido por el bien del progreso. A veces, fingir ser beta le recordaba que era mucho mejor. Podía tener estos accesos, estas oportunidades. Haberse quedado como Omega lo hubiera obligado a renunciar al Hextech, a las amistades que ha hecho. Se hubiera tenido que quedar en el mercado de cortejo ya obsoleto, por no decir inexistente, de Piltover. Sabiendo que nadie habría querido un fenómeno como él como pareja.

Fingir ser Beta era mucho mejor. Por más que envidie la realidad. Para Piltover, no depender del segundo género lo era todo.

”Jayce” la voz de acento marcado de Viktor llamó su atención.

Su aroma amargo y dulce almizclado voló como una ligera estela hacia él. Dándole una agria bienvenida. Era más tentador que antes. Recorrió con fuerza su torrente sanguíneo y sintió una ligera salivación en sus glándulas. El porte tranquilo e inclinado de Viktor sobre su bastón denotaba una confianza y presencia que debilitaba sus rodillas. Jayce sintió miedo, de repente. Sabiendo que, aunque bien controlado, nunca ha estado en presencia de un alfa que no usa supresores. Peor aún, en Zaun no se tiene la misma cultura que en Piltover.

Zaun se enorgullece de su gen Lycan.

Había sido un idiota. Jayce sabe perfectamente que tanto como hay probabilidades de que nada malo salga, puesto que está bien medicado y lleva consigo tres jeringas supresoras, esto era un ambiente no controlado. No puede predecir su entorno y los instintos de los géneros secundarios de los civiles de Zaun estaban mucho más agudizados que los oprimidos Piltovanos. Había una ligera posibilidad de que Viktor o alguien de Zaun se diera cuenta de que era un farsante. Peor aún, que sepan que era un Omega en celo. Sin apareamiento, sin vínculo, virgen… Este no fue su movimiento más inteligente.

Estoy jodido. Pensó Jayce mientras forzaba una sonrisa para acercarse a Viktor.

Tuvo que reprimir su necesidad táctil. Le sentaba tan fácil abrazar a Viktor. Que, aunque arisco, siempre se lo permitía. Muy en el fondo, Jayce egoístamente pensaba que era el único al que le permitía esa cercanía. Quería más. Ardían sus dedos por pasarlos a través del rebelde cabello avellana y preguntándose si sus dos manos podrían rodear su pequeña cintura. Poder enterrar su nariz en su glándula del cuello y embriagarse de su rico y tenue aroma. No era penetrante, era tan… perfecto para él. Jayce se asustó de las nuevas conclusiones a las que estaba llegando.

Era aterrador.

”Tú debes ser Viktor” rompió la tensión Caitlyn con los brazos cruzados y una mirada analítica “. Un gusto, soy Caitlyn Kiramman”.

”El placer es mío, señorita Kiramman” saludó con una ligera inclinación. Jayce notó que estaba con su lenguaje propio, tentando el terreno “. Jayce me ha llegado a platicar sobre usted, agradezco su apoyo en la proporción de materiales”.

”Muy propio para un alfa sin supresores, mucho más educado que muchos patanes que he conocido” dijo Caitlyn con resolución “. Llámame Cait”.

Los alfas y omegas debían traer parches supresores en Piltover. Era una norma social. Considerada de falta de respeto y ambrosía no cumplirla. No era ilegal, pero tampoco aceptado. Viktor estaba usando una camisa abierta. Su largo y pálido cuello era níveo en contraste con la densa tela oscura con decorados vino. Los lunares brillaban como estrellas para Jayce, teniendo que morder su mejillas hasta que su canino perforó la piel y la sangre lo controló. La glándula de Viktor estaba ligeramente a la vista. Su aroma se volvía cada vez más embriagador.

”Agradezco su comprensión” aduló Viktor mientras caminaba con ellos hacia la salida del puente del progreso “. Debo admitir que su pragmatismo es refrescante, Cait”.

Caminaron hasta que la gran masa de nubes grises comenzó a desdibujar el firmamento azul del cielo.

Era irónico cómo era un simple puente lo que diferenciaba a las ciudades hermanas. Que las separa y une al mismo tiempo. Había pocos ejecutores ese día. Aun así, Caitlyn usó el emblema de su familia para dejarlos pasar sin mayor preguntas. Podrán ir vestidos como Zaunitas, pero a todas luces parecían Piltovanos. Atravesaron la calzada y Jayce caminó un poco más lento para ir a la par de Viktor. Caitlyn iba delante de ellos, parecía estar buscando a alguien.

Hasta que una silueta en capucha se entrometió. Al revelar su identidad, una rebelde cabellera rosada, rapada de un lado, y ojos vivaces saludaron con una sonrisa de medio lado. Un par de orejas mestizas, con clara dominación de pastor belga y setter irlandés, y cola igual de peluda. Jayce sonrió al reconocer a Violet. Con su actitud relajada, aunque su gesto se veía un poco demacrado.

Esa era la regla de Zaun. Si se diagnosticaba como alfa, se iba a trabajar a las minas. Violet se veía más cercana de la edad de Jayce, aunque sabe que es de la misma edad que Caitlyn. Era un poco desalentador; pero la tranquilidad bonachona y casi bravucona de Violet le parecía refrescante. Siempre sentía que podía ser un poco más simple cuando se trata de ella. Además, le tranquilizó que su fuerte aroma dulzón y ácido, como frutos rojos y almizcle natural de tierra fresca, no le afectó como esperó. Era embriagador, sí; pero no sintió el mismo tirón de miedo que en un inicio.

Si ella y Viktor no han notado nada, todo iba bien hasta ahora.

”Se tardaron” se quejó con la manos en sus bolsillos.

”Perdona, debí traer el bastón con flamas. Me da la ilusión de que voy más rápido” se quejó Viktor antes de que nadie pudiera hablar.

Jayce miró con sorpresa a su amigo. El comentario agudo no es raro en su personalidad, sólo que se diferenció mucho de su trato a Caitlyn. Se debió sentir más cómodo de estar con una Zaunita. Un alfa como él. Tal vez un instinto dentro de sus genomas les ayudaba a congeniar mejor con los de su misma estirpe. Jayce se tragó el gruñido de celos que quiso gorgotear de su pecho.

”¿Eres el amigo nerd del niño bonito?” Preguntó Violet sin ofenderse “. Ese acento me suena, ¿de qué distrito eres?”

”Compañero de investigación. Y soy de la cordillera de los extremos sur de las fisuras” respondió con tranquilidad.

Violet silbó largo y tendido “Te tocó muy jodido. Y mira que me quejo de Lanes”.

Aunque era agrio su comentario, Jayce sabe cuánto quiere su hogar Violet. Era naturalmente dominante y la efervescencia del dominio de los territorios le quedaba muy bien. Era fuerte, demasiado fuerte, y siempre ha sido muy cálida. La forma en que cuida de su familia era enternecedor para Jayce. Por eso ella le gustaba para Caitlyn. Le ofrecía una calidez nueva que sabe que su hermana merece.

”Violet, pero Vi es para todos mis amigos” se presentó la chica pelirrosa con un asentimiento de cabeza.

”Viktor” respondió mientras retomaban su camino hacia los elevadores de Zaun.

”¿Trajeron mascarillas, verdad?” Preguntó Violet mientras abría paso hacia la entrada de Zaun y esquivaban un grupo de borrachos casi inconscientes en la calle.

”Sí” respondió Jayce con duda, apretando la correa de su bolso “. ¿Hubo otro accidente?”

“Y uno muy jodido, niño bonito” respondió Violet mientras abría unas compuertas con fuerza bruta y les daba paso al elevador. Sus chirridos oxidados y tambaleantes ya eran conocidos para Jayce, pero seguían siendo tenebrosos “. Hubo una explosión en las minas, se derrumbó la nueva entrada de la caverna y la fuga de gas se extendió por casi todo el maldito país. ¿Ventajas? No trabajaré por casi tres meses en las minas y hubo indemnización. ¿Desventajas? Me enfermé como la mierda y estuve en cama varias semanas, por suerte estuve en la superficie. Murieron muchos allá abajo. Si no hubiera sido por cupcake, estaría aún en mi camita o muerta en la esquina del bar de Vander”.

Jayce instintivamente volteó a ver a Caitlyn. Sabe que ella es cupcake. Violet siempre le ha dicho que le recuerda a los pastelillos que ella le regaló el día que se conocieron.

Por otro lado, le intrigó cómo es que últimamente han habido tantos accidentes en las minas. Jayce sabía por las experiencias contadas de Violet, que también le ha parecido extraño. Zaun no era el estándar de seguridad para sus trabajadores, pero no era incompetente. Obtener minerales y sustratos era uno de sus mayores fuertes. La minería y la herrería tenían gran influencia y Piltover era dependiente de este trabajo. Tal vez deba investigar con Cassandra qué era lo que estaba pasando. Algo le decía que había algo más oscuro en la problemática.

Violet se puso su máscara de gas dando a entender que los demás también debían hacerlo. Jayce sacó tres máscaras de gas igual de discretas como la de su amiga Zaunita. Caitlyn se puso la suya y ajustó el filtro un poco menos denso. A pesar de ser subraza galgo, su olfato no estaba tan desarrollado. Sin embargo, Jayce le acercó la máscara de gas con un filtro de agua a Viktor. Quien lo miró con curiosidad.

”Te ayudará a mantenerte hidratado” explicó Jayce con una ligera sonrisa “. Conecté el humidificador a través de la membrana del filtro. Te permitirá respirar, pero también no forzará a tus pulmones ni que se contaminen”.

Viktor a veces tenía ataques de tos. Jayce sabía que el tema de la salud era delicado con su compañero de laboratorio; pero eso no le quitaba importancia. Pasó dos noches enteras terminando ese pequeño agregado a la máscara pensando específicamente que a Viktor le hará bien no sólo filtrar el gris de Zaun, sino mantener un ambiente artificial en su mascarilla durante su estancia. El brillo en esos magnéticos ojos color miel fue analítico, pero también agradecido.

”Gracias, Jayce” dijo mientras se ponía la máscara.

Jayce no se contuvo. Se acercó y terminó de conectar el humidificador. Un pequeño click y el sonido de sublimado contrastó con el ligero brillo blanco del sistema. Era cíclico, lo que ayudaba a que no tuviera que cambiar el cartucho de agua porque el propio filtro de luz UV y ozono ayudaba a reciclar el agua.

“Muy ingenioso” dijo Viktor con la voz amortiguada y agradecido por el aire puro artificial.

No pudo evitar que su cola se menee alegremente por el elogio. Le gustaba cuando Viktor le daba cumplidos. Calaban profundamente en él. Se puso su máscara de igual forma y tomaron rumbo a Lanes, hacia la tienda de Benzo.

Jayce no quería ser grosero, pero se sintió agradecido del accidente de las fisuras. Había poca gente al exterior en lo que se limpiaba solo el aire. Era mucho más complicado cuando no hay sistemas de filtración óptimos y la contaminación era tan profunda como la noche misma. A pesar de ser medio día, aquí era oscuro y lúgubre. Las luces verdes y amarillas, sin embargo, eran llamativas. Sobresalen como ojos de entre los gases. Le ayudaba a sentir un poco de tranquilidad de que nadie indagará más y el aroma de los gases contaminados terminaban por parchar su mezcla como beta.

Los aires verdes y fúnebres absorbieron sus cuerpos como unas fauces hacia la inevitable agonía que la difícil vida en Zaun representa. Caminaron por las calles llenas de baches, grietas y meados. Gases se expulsaban de entre la fastuosa arquitectura asimétrica y ostentosa de Zaun. El expresionismo estaba calado fuertemente en sus puntiagudos ángulos y lindas curvas con acabados mucho más detallados de lo esperado. La tienda de Benzo era tan igual y diferente a los demás edificios. Los cristales colgando de cuerdas y la ventana circular con repujados de cobre dejaban salir una ligera luz anaranjada.

Entraron y el gran hombre bonachón cambió de un gesto agudo a una ligera sonrisa. Sus grandes orejas de san bernardo y lentes pequeños lo volvían afable y tan peligroso al mismo tiempo. El lugar estaba lleno de libros, armas, joyas y materiales. Jayce apretó las manos en las correas de su bolso. Esperando que los humildes pero bien intencionados filtros de campana que instaló hace un año ayuden a los gases.

”Ah, ¡miren lo que la marea trajo a mí!” Se burló Benzo “. Vi me comentó de su visita, no esperaba ver dos rostros conocidos y uno nuevo. Jayce, hijo, es bueno verte”.

”Igualmente, Benzo” dijo mientras se retiraba la mascarilla “. Vine por mi maletín”.

”Ah, extrañaré el oro” se lamentó Benzo con un gran suspiro “. Pero creo que es lo mejor. Ya no puedo mantener a Ekko ni Powder lejos por tanto tiempo de tus cosas mágicas”.

La puerta principal se abrió de nuevo “Ah, ya llegaron”.

Vander, el sabueso de Zaun, era el líder simbólico de la ciudad. Un alfa imponente, que hacía que Jayce se sintiera tan pequeño a su lado. Mirada sórdida, orejas grandes que eran más de lobo rojo; pero su apodo no era en vano. Si alguien tenía un buen olfato, era Vander. Jayce no pudo evitar sentirse un poco preocupado.

”¿Sucede algo, Vander?” Preguntó Benzo mientras guardaba sus herramientas.

”Ejecutores” respondió Vander “. No es la sheriff Grayson. Es un convoy que viene a investigar el accidente de las fisuras. Vi, me gustaría que vengas”.

A pesar de ser una sugerencia, Violet asintió. Era una ligera demanda de parte de un líder, no de un padre. Jayce supuso que el accidente estaba ligado con algo que Viktor una vez mencionó sobre que el decano Heimerdinger ha estado teniendo muchas reuniones con el consejo sobre unos temas de Zaun. Aunque la temporalidad no conecta del todo, eso lo hace ver más sospechoso. Por supuesto, si algo ha aprendido de las lecciones de ciencias políticas, es que no puede dejar ir ningún detalle.

“El accidente fue provocado” dijo Jayce pensando en voz alta “. Vienen a buscar un culpable, ¿no es así?”

Vander suspiró con un asentimiento “Eres listillo. El problema es que ni de nuestro lado ni de Piltover saben a quién señalar. Vamos, Vi. Ya deben estar por llegar. Benzo, cuida de los muchachos en lo que el área se limpia”.

”¿Puedo ir con ustedes?” Preguntó Caitlyn con un brillo determinado “. Como espía, no me verán… Sólo…, quiero saber qué esconde la academia enforcer”.

Si había algo que Jayce conoce bien de su hermana, es su pasión por la justicia. Especialmente cuando hay un misterio de por medio. Sabiendo que hay algo más, ella irá por toda la información y construiría su caso. Jayce estaba intrigado también. Porque parecían demasiadas casualidades.

Notó que Vander buscó la opinión de Violet. Ella le asintió con una ligera sonrisa. La forma en que respetaba las decisiones de su manada era muy admirable para Jayce. Ese vínculo de confianza y resiliencia que se tienen le parecía tan envidiable. Porque sabe que es un conjunto de las dos biologías trabajando entre sí para reforzar los vínculos. Algo que distaba mucho de la filosofía de Piltover y su afán de suprimir el genoma Lycan de la ecuación.

Las dos chicas siguieron a Vander cuando asintió con un ligero gruñido que dejó ver sus largos caninos. Había olfateado el lugar. Antes de salir miró a su alrededor. Jayce notó que Viktor se interpuso entre él y la vista aguda de Vander.

“¿Ocurre algo, Vander?” Preguntó Benzo mientras terminaba de guardar las cosas claramente ilegales.

”Creí… creí percibir un aroma diferente…” Explicó sin estar muy seguro.

”Deben ser los gases de las fisuras” se encogió de hombros Benzo.

”Sí, debe ser eso… Jayce, si puedes, toma ya lo que sea por lo que viniste y salgan de la ciudad cuanto antes. Haré que Vi acompañe a tu amiga de regreso”.

Sin esperar una respuesta, el imponente alfa se retiró de ahí. Jayce sabía que estaba perdido. Vander pudo percibir algo de su aroma. No había duda de ello. Tenía que controlar la ansiedad y el terror que comienza a carcomerlo. Los sentimientos afectan mucho a sus hormonas. Así que cuando Benzo abrió la puerta trasera para dejarle entrar por el maletín, le pidió a Viktor que le espere y vigile por si venían los ejecutores. Benzo, por suerte, lo dejó solo para ir a guardar otra mercancía que no debería tener pero claro que tiene.

Aprovechó y abrió el cofre donde estaba el maletín cerrado al vacío para proteger las piedras azules. Jayce, antes de tomar su tesoro, abrió su bolso y sacó dos jeringas de betabloqueadores con una fuerte dosis de inhibidores de aroma. Inyectó con fuerza en su muslo sin hacer mueca alguna y drenar el líquido transparente en su sistema. No lo pensó más e inyectó otra dosis. Sólo para estar seguros. Cambió su parche bloqueador y esperó unos segundos para que el vértigo de las dosis se equilibrara con su febril cuerpo. Se sentía mareado, la cabeza le estallaba y sabe que su piel debe estar más cálida de lo correcto. Escondió las jeringas después de romper las agujas, y tomó el maletín.

Justo en ese momento, Viktor entró al cuartito. Antes de que pudiera Jayce decir algo, su compañero de laboratorio lo tomó de su mano libre y lo jaló detrás de una persiana pesada que estaba al final del pasillo. Completamente oscuro, angosto y sofocante. Jayce se agitó al sentir dos dedos contra sus labios. Le pidieron silencio e instintivamente agudizó su olfato. Habían entrado personas con fuertes parches de bloqueadores. Pasos amortiguados y murmullos que Benzo debe estar tratando. Eran ejecutores. Alfas. Su corazón se aceleró.

En la cercanía, el aroma de Viktor era más fuerte. Le hacía pensar en un delicioso café con leche. Un almizclado con el sudor natural y sus feromonas libres, con un encanto profundo que calaba en lo más prohibido de la psique de Jayce. Que gritaba con todas sus fuerzas para inclinarse a Viktor y esconder su rostro en la curva expuesta de su cuello. La ansiedad era demasiado fuerte. Porque así como puede sentir la cercanía de Viktor, él puede sentir la suya. Si detectó su ligera fiebre, la ignoró o la atribuyó al fuerte calor del pequeño escondite donde estaban. Había muchos materiales y basura que encerraba la temperatura hasta subirla como para sentirse incómodo. Incluso Viktor, con la mala circulación que seguramente tiene, se sentía tibio.

Esperaron unos minutos. Hasta que Jayce percibió que los aromas se alejaban más y más. Sea lo que sea que Benzo les dijo debió ser suficiente para lograr que no entraran a buscar. Tal vez porque no estaban en busca de contrabando, están buscando un culpable para el accidente de la mina. Viktor frente a él también se tranquilizó, hasta ahora dándose cuenta de que apenas es que despegó los dedos de sus labios.

”Vamos” Dijo Viktor con un susurro que no merecía ser tan seductor para las orejas de Jayce “. Benzo pidió que escapemos por la puerta trasera y vayamos hacia el muro de los drenajes. Ahí hay unas escaleras para subir y regresar a Piltover. Tenemos que terminar ese condensador”.

”Tu pierna, Viktor…” no pudo evitar pelear.

”Está bien, nada que un par de analgésicos no ayuden después” rezongó mientras salía de detrás de la persiana y se ponía la mascara de gas.

Mientras no sea algún tipo de opioide… Pensó Jayce a la par de que caminaba detrás de su compañero y se ponía también la máscara de gas.

Se aseguraron de que no hubiera moros a la costa y se adhirieron a las grandes sombras de Zaun. Buscando los lares más oscuros y menos transitados. Viktor, a pesar de su cojera, iba tan rápido como podía. Con una agilidad que dejaba en claro que conocía los callejones muy bien. Jayce confió ciegamente en él. Sabía que estaría bien con él. Eso no quitaba la tensión. Había ejecutores por todos lados. Si atrapaban a Jayce con el material ilegal, no tendría excusa alguna e iría preso.

Así que cada vez que escuchaba las armas y las botas rondar, no podía evitar sentirse en la mira. La ansiedad de que sería encontrado, de que todo terminaría y se arruinaría. Miró por sobre su hombro y notó que un ejecutor se quedó mirando en su dirección. Fingió que no vio y siguió caminando hacia donde Viktor lo guiaba.

No cabe duda, los vieron.

”Tenemos que darnos prisa, V” dijo Jayce a través de los estruendos de maquinaria de Zaun “. Creo que nos vieron”.

”No está lejos. Vamos” a pesar de su estoicismo, Jayce notó cómo la cola de Viktor se erizaba.

Caminaron cuesta abajo y serpentearon varias calles hasta encontrar un pequeño acueducto que los guió camino arriba hacia una serie de derrumbes y escombros. Viktor nunca se quejó de su pierna y usó su bastón como un apoyo para escalar hasta que casi resbaló. Jayce lo tomó del brazo y estabilizó su paso. Un brazo alrededor de su compañero y el otro en su maletín. Caminaron con el miedo en la garganta, cuando por fin llegaron a los depósitos de los drenajes y vio algo que llamó su atención.

El proyecto estancado de los filtros estaba patrocinado por los Kiramman. Su emblema fue una revelación para Jayce. La fecha es reciente.

Algo no estaba bien.

Aun así, dejó de lado el inicio de esos pensamientos y ayudó a Viktor a subir las escaleras. Viejas y oxidadas, eran aun así lo suficientemente resistentes para poder soportar el peso de los dos mientras subían por la estructura. Jayce llevaba el bastón y el maletín en su mano y se impulsaba con la otra. Vigilando cada tanto, sin darse cuenta de que un botón del emblema de su familia que estaba mal cocido en la correa, que ha estado apretando todo el día, cayó.

Sintió un ligero alivio al ver la entrada lateral que daba paso a Piltover. Con un fuerte empujón, Jayce abrió el camino y pronto los pies de ambos tocaron la tierra limpia de Piltover. Cuando levantó la mirada, Jayce notó que había una ruta alterna que llevaría rápido a los dos hacia la academia. Viktor debió pensar lo mismo, porque le arrebató si bastón de las manos y tomó la ventaja hacia esa dirección.

Ambos se acordaron de que seguían con las mascarillas de gas hasta que se encerraron en la seguridad del taller de Jayce en la academia. Ambos suspiraron, dándose cuenta de que la adrenalina seguía corriendo por su cuerpo. Sabiendo que algo no seguía estando bien.

Sin embargo, la emoción de tener todos los materiales listos no hizo más que impulsar a los dos científicos a hacer lo que han estado deseando hacer por tanto tiempo. Jayce se acercó a la mesa donde estaba el condensador listo para ser programado y probado. Viktor se tomó un momento más, recuperando el aire y sobando ligeramente el muslo derecho. Aún así, antes de que Jayce pudiera hacer algo, vio a su compañero de laboratorio caminar hacia los apuntes de las pizarras. También sacó las pinzas y otras herramientas que requerían.

Jayce abrió el maletín y un ligero vapor emergió dramáticamente. Sobre unos soportes dorados en forma de pinza había una serie de piedras fisuradas y brillantes de un azul zafiro demasiado atractivo. A Jayce le gustaba mucho ese color. Le recordaba la seguridad que ese mago le proporcionó cuando pensó que todo se terminó. El azul no era triste, no era melancólico para él. Era esperanzador y querido. Como un abrazo fuerte y una caricia en la mejilla.

Viktor, por su lado, revisó los cálculos y terminó de calibrar el condensador.

“Bueno, es hora de tronarlo” se burló Viktor mientras cerraba fuertemente el diario.

”¿Estás seguro de lo que estás haciendo?” Preguntó con una mueca irónica.

Viktor estiró los labios y se encogió de hombros, negando con falta de culpa. Era muy descarado, le agradaba la autenticidad de su sarcasmo. Una forma de protegerse pero también de su persona. Cada detalle que conocía de él, por minúsculo que sea, era demasiado preciado para el soñador corazón de Jayce. Anhelando conocer más, poder alcanzar más de lo que es Viktor. Se siente seguro a su lado, era un sentimiento demasiado atronador.

Configuró el mecanismo de la lectura de runas, tomó una de las piedras con las pinzas y abrió las pinzas del núcleo del condensador. Era tarde en la noche cuando Jayce notó que estaba trabajando en la penumbra del taller. Como delincuentes fortuitos.

“¿Muchachos, están ahí?” Era la voz de Heimerdinger “. Por favor, abran, Tengo aquí un grupo de ejecutores que aseguran haberlos visto en Lanes. Tengo un botón con su emblema que ellos me dieron, joven Talis”.

Jayce buscó a Viktor, notando cómo usaba una llave con un candado para cerrar la puerta con otro soporte de seguridad.

”Ocupado” dijo Viktor y luego se dirigió a él “. Será mejor que acciones eso. Sin presiones”.

Jayce tomó una gran inhalación y cerró los ojos mientras suspiraba. Siempre hacía eso cuando estaba nervioso. Le ayudaba a borrar las preocupaciones y conectar correctamente con su entorno actual. Posó los dedos sobre las ranuras y decodificó el lector de runas para establecer los parámetros físicos y crear un pequeño conjunto energético. Al prenderlo, sintió la corriente pulsar al ritmo de los golpes de los ejecutores y los murmullos lejanos de Heimerdinger diciendo que tendrán que derrumbar la puerta. Todo se volvió nublado para Jayce. Sólo estaba el condensador y la mano de Viktor sobre la suya.

Su aroma delicado y amargo. Su piel suave y ligeramente reseca. Su aliento lejano. Era Viktor y la energía de la magia lo único que lo rodeaba. Accionó las ranuras. Desbloqueó la llave. Los brazos exteriores giraron al sentido de las manecillas del reloj y las interiores al sentido contrario. Hasta que la velocidad las volvió un círculo que atrapó la energía del cristal y el fulgor azulado comenzó a emerger con más y más fuerza.

Jayce y Viktor se alejaron del condensador cuando hizo un ruido de una turbina fuera de control. Rayos emergieron que terminaron siendo atrapados por los metales conductores para redirigirlos en el campo que se estaba creando sobre el cristal. Como un remolino incandescente que estaba convirtiendo la magia en una energía capaz de doblegar las partículas de los sistemas. Las ranuras se llenaron de un azul casi blanquecino y la forma en que se complementa con la bruma de la oscuridad lo hacía cada vez aún más magnífico. Ruidos desalentadores salieron con un pequeño humo blanco y el núcleo se hizo más grande. Atrayendo el viento con una fuerza que lo hacía parecer la implosión de una supernova en miniatura. Una reacción exo calórica levitó papeles y sobrecalienta el dispositivo. El brillo aumentó y Jayce sintió que algo cortaba su mejilla. Sangre corrió de su mejilla y flotó al momento en que el núcleo se contrajo en la nada.

Luego, explotó.

Un fuerte impacto llegó y después todo se volvió sencillamente delicado. Los gases azules dejaron un rastro alegre y casi etéreo para manifestar la belleza del campo antigravitacional que creó el condensador. Jayce y Viktor flotaron a través de las vetas brillantes y hermosos hilos de magia convergen en el núcleo central con una magnificencia que supera todas las expectativas de Jayce. Rio emocionado. Libros, papeles, el bastón roto de Viktor y la llave de seguridad también flotaban.

La puerta se abrió. Heimerdinger, seguido de dos ejecutores y una mujer de ropa blanca que lo precedieron.

“Oh, por…” El jefe del consejo se quedó sin palabras ante la obra del trabajo de sus dos científicos estrella “Esto es…”

”Magia en lenguaje científico” rio Jayce.

Jayce estaba extasiado y miró al otro lado del núcleo. Viktor también flotaba con una gran sonrisa de oreja a oreja. Sus ojos estaban llenos de un brillo que quería seguir viendo. Se veía tranquilo, sin dolor, tan… Feliz. Jayce supo muchas cosas y a la vez no. Pero estaba seguro de una de ellas.

”¿Era este el proyecto del que me comentó, profesor?” Preguntó la mujer.

”Sí, estoy más que sorprendido. Pero están en problemas, ¿pueden bajar aquí, jovencitos?”

“No creo estar muy seguro de cómo hacerlo, señor” dijo Viktor con ironía.

Jayce soltó una ligera carcajada. Era esto. Eso era para lo que ha llegado tan lejos. Por fin era una realidad. Todo gracias al otro hombre que flotaba con él con la misma esperanza. Tomó un pequeño engranaje que se soltó del sistema del condensador y lo movió hacia el núcleo. La magia lo atrapó y lo transportó hacia donde estaba Viktor. Su compañero le sonrió y agarró el engranaje. Jayce sintió su corazón latir con fuerza, comprendiendo su nuevo sueño.

Quiere ver siempre feliz a Viktor.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

*: Jayce y Caitlyn se llevan, en realidad, un aproximado de siete años de diferencia. Se redujo a cuatro por el tipo de temporalidad que tendrá la historia.

Dibujo de la semana, ahhh.

Chapter 6: VI

Notes:

Actualización, ya hay un dibujo en cada capítulo. Por si quieren checarlos. Muchas gracias por leer <3

Chapter Text

La apariencia de la jeringa aparentaba ser inocente.

Puede que lo sea, puede que no lo sea.

Era tan dual como el más delicioso de los dilemas.

Contra la luz ominosa de la madrugada en penumbra que apenas lograba entrar por los ventanales barricados del taller, se veía casi escueta y estéril. Su cristal opaco y graduado con delicadeza, su mango de oro tenía un delicado acabado sencillo y suave entre sus dedos. La aguja estaba ausente, pero se veía la base, estaba rota. Tan pequeña y tan significativa para su curiosidad, Viktor sentía una intriga casi asfixiante alrededor de la pequeña cosa. Como si escondiera algo más. ¿Será porque no ha dormido bien en las últimas semanas? Era probable, su mente estaba trabajando tan rápido que sentía que ahora no era capaz de seguirle la corriente. Como si lo estuviera dejando atrás, solo y sin salida porque todas las respuestas también se las ha llevado consigo. La sensación era tan abrumadora cuando recapacitó de cuántas cosas han sucedido en los últimos meses.

Sin embargo, Viktor nunca ha sido alguien que pueda tomar las cosas a la ligera. Cada detalle tiene una razón de ser. Una intención. La física explica sencillamente que toda acción corresponde a una reacción. Por lo que las casualidades y las causalidades eran simples variables matemáticas para su pragmática mente. Nada pasa sin una razón. Nada existe sin tener una intención. Esa jeringa con la aguja rota rompía todo esquema común de su día a día. Porque nunca antes las había visto. Porque no tienen sentido cuando su taller no está enfocado, aún, en perspectivas orgánicas y biológicas. No era un consultorio. No era suya.

Sin embargo, apareció en su taller después del glorioso éxito del condensador Hextech.

El color azul sigue rememorando una calidez tan fría y agradable como lo era la brisa fresca y pura que a veces sus demacrados pulmones necesitan. La ligereza con la que flotó a través del campo del alcance del condensador hasta volverse completamente estable con el significado de un descubrimiento que, por más pequeño que sea, era el paso correcto que requerían para seguir adelante. La sensación de libertad jugando con sus cabellos y la inevitable sonrisa que se escapó de sus labios por la euforia de haberlo logrado.

Luego estaba Jayce Talis.

También sonriendo. Dejando ver esa separación de sus dientes como un puente perfecto hacia una belleza asimétrica que era demasiado devastadora como para poder ser verdadera. La forma en que sus mejillas se levantaron con ligeros ojuelos en sus definidos pómulos como un canal tímido y coqueto que conectaban a los ojos más impactantes que jamás imaginó presenciar. Grandes y brillantes con una ingenuidad que Viktor tuvo miedo de cuán fidedigna resultase. La ligereza de la levitación era incapaz de hacer flotar la pesadez de plomo que se instaló en su corazón cuando comprendió que estaba comenzando a sentir algo por su compañero de investigación.

Tenía, tiene, que anteponer sus ideales, sus ideas, el futuro que tiene planeado alrededor de su trabajo. Sabe que si compromete su alianza con Jayce todo se puede ir abajo. Lo comprende de manera irónica: si quiere hacer funcionar el tema de lo arcano, tiene que tener un dual. La forma en que simétricamente los puntos paralelos de sus incógnitas se encuentran demuestran cuán gratificante pueden ser las antítesis. La importancia de la obtención de logros en el proyecto se remite a la importancia que él mismo le dé.

Viktor está dispuesto a darlo todo. A renunciar a todo lo necesario para que se logren sus objetivos y llegar a su verdadera respuesta: una cura para su enfermedad.

Sólo así podrá ayudar a los demás. Tiene bien definidos sus objetivos, unos banales sentimientos no pueden equipararse a los años de añoranza, trabajo y terquedad dura para llegar hasta donde estaba ahora mismo. Le molestaba con cuánta frecuencia últimamente se tiene que recordar ese mantra. Tener que reponer en su programación que lo importante del Hextech es que sea una realidad tangible. Que aún hay mucho trabajo por hacer si quería llegar hasta el punto idóneo donde la magia pueda tener contacto con cuerpos a base de carbono. Estaban en una etapa tan naciente y delicada que, con cualquier mínimo fallo, pueden cerrar las oportunidades.

No puede permitirlo. No importa cuánto su alfa interior aúlle por la necesidad de marcar algo de territorio alrededor de Jayce. Es un Beta, no entendería sus necesidades. La picazón que le recorre por las extremidades siendo su sangre hirviendo ante la necedad de tomar a Jayce y someterlo bajo sus aromas. De abrazarlo con fuerza y pedirle que no lo suelte. Aunque no pueda tener su marca de unión, convertirlo de alguna manera en su manada hacía que su subraza lycana moviera la cola figurativa y literalmente. Era lo suficientemente molesto como para hacer que Viktor tuviera que poner un poco más de distancia entre él y Jayce con tal de evitarse vergüenzas.

Tiene prioridades. Su investigación es la prioridad nata. Su salud es prioridad. Su necesidad de ser alguien en el mundo es lo que quiere. Tiene que ser su única prioridad.

Por eso, Viktor no comprendía por qué le llamaba tanto la atención la misteriosa jeringa que descubrió un par de días después del incidente en el taller que desencadenó el Hextech. Algo que debería abarcar sus necesidades y pensamientos en su totalidad es compartido por un instrumento tan inocente que se vuelve culpable.

La encontró por casualidad cuando un pedazo de tiza se le resbaló después de estar pensando y pensando en refinar unas ecuaciones para estabilizar el intercambio fluctual del condensador para abarcar un radio mayor con una corriente cerrada. Gruñó con molestia, y con ayuda de su bastón, se agachó debajo de la mesa y ahí estaba la jeringa. Casi escondida por una saliente del suelo que debió ser un desperfecto causado por la implosión del condensador. Apenas brillando debajo de una ligera capa de polvo.

Tenía una ligera fisura por el impacto que provocó la evaporación del agua que pudo haber contenido, dejando escapar en gases el compuesto que pudo haber tenido. Viktor por supuesto que la analizó en uno de los laboratorios clínicos de la Academia cuando todo mundo dormía. Sólo encontró enzimas proteicas y unos estimulantes. Probablemente un energético o un multivitamínico. No estaba muy seguro de cuál respuesta le podría satisfacer mejor; sea cual sea, lo que realmente quería conocer era el origen de la jeringa.

Quién la dejó caer en el taller. Esa era su incógnita principal. Cada vez que veía el cristal brillar contra la luz sentía un magnetismo silencioso. Como el canto de Janna a través de los vientos, llevándolo a mareas más tranquilas. No estaba seguro si era por el misterio científico que esconde detrás o porque su mente inquieta quiere mejor enfocarse en otras cosa que no sea Jayce Talis.

No en Jayce Talis con su hermosa y sincera sonrisa. No en Jayce Talis que lo trata con tanta amabilidad y remembranza que se vuelve entrañable. No en Jayce Talis que lo desarma con una mente tan aguda y perspicaz. No en Jayce Talis con su maravilloso y abstracto proceso de pensamiento que lo lleva a respuestas mucho más completas de lo que su pragmática mente a veces limita. No en Jayce Talis con su simple presencia que llena de una posesión cálida y amable el más íntimo interior de Viktor.

¿Por qué lo más prohibido se vuelve tan tentador como para acaparar la totalidad de los sentidos?

La puerta del taller se abrió, de repente. Viktor salió de su ensoñación con un par de parpadeos y la silueta brumosa de Jayce casi le hizo soltar un gemido de fastidio. Escondió la jeringa rápidamente dentro de su bolso y sacó una llave de corrientes por si se levantaba una sospecha. Aún era temprano y seguía estando oscuro, faltaba al menos una hora para que el sol comenzara a salir y molestar a todos con su cálida luz. Faltaba mucho para que el día comenzara de verdad. Aún así, Jayce se veía tan tranquilo y agradable que era como si él fuera el sol mismo.

Uno tan agradable y hermoso que se sentía despiadado por quererlo para él solo.

La ironía de trabajar con el hombre que le hacía sentir así y al mismo tiempo anhelarlo con tanta fuerza era casi insoportable. Le llenaba de bilis la boca del estómago. Porque quería pedirle un abrazo, esconderse en su cuello y buscar su aroma beta. Permitir que su alfa lo reconozca y lo marque como su manada. Aunque también sabe que su alfa se podrá decepcionar al detectar el aroma a medicamento que suele despedir Jayce. Porque no es nativo de él, si lo sabe bien.

”Sigo sin entender porqué me sorprende encontrarte aquí tan temprano” rio levemente Jayce mientras cerraba la puerta del taller y levantaba una gran bolsa de papel “. Te traje pastel”.

El estómago de Viktor sonó en su contra antes de poder procesar una mejor respuesta. Soltó un improperio entre dientes y suspiró con resignación. El aroma indicaba que el pan estaba tibio. Una estela de canela y dulce le siguió de una explosión de sabores que no podía reconocer del todo pero que hicieron agua su boca ante la imaginación de algo esponjoso, sabroso y decadente. Resguardó en lo más profundo de sus pensamientos la fugaz fantasía de poder saborear algo más que ese pastel y mejor al hombre que lo sostenía. Culpó personalmente a su lobo interior. Su celo estaba cerca, de todas formas.

“¿Continúas siguiendo los consejos de tu madre para conquistar mi estómago?” Bromeó Viktor, adorando en secreto el sonrojo involuntario en su compañero.

Era mejor crear el más ligero de los ambientes. Sin presiones que desencadenen silencios prolongados. Sin querer que Jayce se aleje. Eso rompería su corazón.

”Ella es una mujer muy sabia y sabe que no comes bien” Jayce decidió ignorar activamente la broma, sin dejar de sonreír con dulzura, mientras dejaba sus cosas sobre la mesa a lado de la cafetera.

Viktor rodó los ojos. Jayce era suave cuando se trataba de su madre, aunque podía sentir cierta añoranza y dolor en el matiz variado del gran colectivo que es la mente de Jayce. Era como un libro abierto y al mismo tiempo el más complicado enigma paradójico del pensamiento. Más cuando habla de su madre. Parecía como si la extrañara a pesar de recién haber estado con ella.

No conoce a la mujer, no en persona; pero por todo lo que ha escuchado de ella, Viktor a veces sentía que Ximena Talis estaba con ellos cuando Jayce sacaba lo que sea que haya cocinado en su compañía.

Se acercó cojeando con su bastón y sabía que no debía sorprenderse, pero su corazón siempre se inquieta cada vez con la atención que su compañero de laboratorio le da en varios detalles. Como lo era el simple hecho de haber deducido que preferiría una buena taza de leche dulce en vez de un café para el pastel era devastador para su solitario corazón. La forma en que este pequeño gesto le recordaba que ya no estaba solo era casi demasiado como la implosión de las estrellas dentro de la compleja constelación de sus sentimientos.

Jayce, con su grandes y callosas manos, manejó con gran delicadeza y adiestramiento sus movimientos. Calentó en la tetera eléctrica agua simple y leche. Jayce le enseñó a apreciar y ponerle agua al brebaje. Sacó el bote con té de vainilla y canela, junto con la telita del filtro. Puso dos cucharaditas y agregó estrella de anís. Cerró con un nudo delicado y en una gran taza roja puso miel en polvo y azúcar morena. Jayce sabe que el cuerpo de Viktor está acostumbrado a absorber energía rápida como lo era el azúcar con mayor ímpetu que un piltovano promedio. Comprendió que su cuerpo gasta demasiadas calorías con su simple y enfermiza existencia, haciendo que el cansancio sea demasiado repetitivo. Así que se ensañó para aprender a hacer la mejor leche dulce de todas. Siempre le dice que es algo que se merece, al mismo tiempo que le regala la más linda de las sonrisas con la separación de sus dientes.

Viktor se sorprende cuán vulnerable puede llegar a sentirse porque su corazón se acelera con ligera taquicardia, fuera de la que llega a presentar, las manos le sudan, sus neurotransmisores se vuelven locos y los instintos de su segundo género salen a flor de piel. Picando por toda la envidia que siente por toda la vida que no puede tener al lado de Jayce. Detestando que el hombre sea atento y un buen amigo. Como el simple hecho de haber aprendido a hacer leche dulce perfecta.

La tetera silbó a tiempo para detener el naciente nudo en su garganta al darse cuenta de cuánto sus sentimientos lo quieren ahogar. Del dolor en sus dedos por querer estirarse y cerrar la pequeña distancia que lo separa de Jayce. Pedirle que lo sostenga y sostenerlo a él. Parpadeó con fuerza y culpará el insomnio de las nacientes lágrimas en sus ojos. No puede permitir que esto siguiera así.

Tiene prioridades, principios, metas por alcanzar. El amor no entra en la ecuación.

Jayce, ajeno al revoltijo de sentimientos que es su compañero, vierte el humeante líquido después de poner el saco de té. Poco a poco el blanco se fue opacando por los polvos de miel, azúcar y la infusión del té hasta tomar una ligera tonalidad café. El aroma fue sutil, cálido y tan rico como una caricia que se convierte en un apabullado abrazo. Su compañero de laboratorio, dejando que se fusione la bebida, sacó el contenedor con un extraño pastel de tres capas coloridas. Una verde, una amarilla y una rosa. Eran unidas por un poco de nata y se desmoronaban con el ligero movimiento. Viktor, aún con su mal olfato, pudo detectar motas de limón, piña y fresa en la combinación lechosa y masuda del postre. Jayce sirvió una gran porción en un platito que no combinaba con su taza y se lo acercó con un tenedor.

Viktor colgó su bastón sobre el antebrazo izquierdo y lo probó, encontrándose con una combinación curiosa. No era exactamente empalagoso, lo que lo volvía adictivo en la forma en que las glándulas de su mandíbula se dilataban con un agradable calambre. Las notas de sabores a frutas eran bien contrastadas con la dulce nata de arroz y leche condensada. La masa era una sensación arenosa y las boronas un poco húmedas sin volverse pastosas, con un ligero regusto de maíz. Algo muy poco común en Piltover que se decanta más por sabores agrios y ahumados. Rico y sencillo, permitiendo que cada capa se luzca por separado y que en conjunto sea inolvidable. Murmuró moviendo de un lado a otro la cabeza.

”Quiero suponer que te gustó” rio Jayce mientras le quitaba el plato y le pasaba su taza con leche dulce “. Creo que es un buen plato para despedirnos de este taller”.

Hoy era un día importante, es verdad. A pesar de que ya se acercaba el día del Progreso, Heimerdinger no perdió de vista los movimientos pertinentes en cuanto a su trato con ellos. El proyecto de Hextech tendrá luz verde y comenzarán con un presupuesto de la academia de los fondos de innovación para presentar el prototipo de un proyecto al consejo y conseguir el favor de los patrocinios y permitir que el crecimiento sea una realidad. No podrían alcanzar a presentar nada para el día del Progreso de este año, y probablemente en los próximos; pero el trabajo debajo de la mesa comenzaba a cocinarse con una lentitud palpable que le recuerda que se estaba haciendo realidad su sueño compartido. Era hoy el día en que les darían las llaves de su nuevo laboratorio.

Pequeños pasos provocan grandes cambios.

Aún con las circunstancias y el incidente que le recordó a Viktor cómo de sedosa es la corrupción, había que seguir adelante. Fue un torbellino para el lapso temporal y claro que su crimen in fraganti tuvo consecuencias un poco viscerales. Especialmente con el pequeño aplazo en lo que los papeleos mancharon los antecedentes de Jayce; pero los suyos quedaron intactos. Sólo porque a Heimerdinger no le conviene tener un asistente con antecedentes penales que incluyen robo y contrabando de materiales ilegales. Él no fue a parar en la cárcel como Jayce, porque no había pruebas de que él hubiera hecho el artefacto o que haya sido quien fue por los materiales. El botón encontrado era de Jayce, él fue invisible.

Claro que Jayce tampoco estuvo mucho tiempo en la cárcel. Sólo una noche hasta que la casa Kiramman intercedió por él. A Viktor le picaba la curiosidad sobre la cercanía que Jayce comparte con sus patrocinadores. Cassandra Kiramman hacía mucho más que lo que Viktor ha llegado a presenciar de lo que los patrocinadores pueden hacer. Fue la tutora legal de Jayce, por eso ella fue capaz de sacarlo de la celda de la comisaría. Ella tiene control total sobre él. Viktor aún no está seguro de qué tan graves fueron las consecuencias para Jayce en la influencia de su patrocinio; pero al menos no fue a juicio. Porque todo fue arreglado detrás del escenario. Habían salido muy bien de la mala circunstancia.

Además de que el consejo estaba más interesado en arreglar el desperfecto del accidente de la mina antes del día del progreso que encarcelar un par de científicos que prometen ser la clave del verdadero éxito de Piltover. Viktor no descarta que aunque Hextech es un sueño, todo tiene sus limitaciones; así como sus ambiciones pueden ser peligrosas.

Ellos tarde o temprano tendrán que ceder a lo que sus manipuladores inversionistas decidan si quieren seguir teniendo el patrocinio para seguir evolucionando. No importa cuán bella suene su teoría, el dinero tiene un dueño y eso mueve los hilos hacia donde quieren que aterrice. Viktor quiere mentalizarse que no puede dejar solo a Jayce cuando llegue ese momento. Hay muchos desencadenantes que pueden perturbar los cimientos de su trabajo. El dinero no crece de los árboles, los sueños tienen precios. Y la forma en que se llega a obtenerlos es donde había que poner la mejor de las perspectivas.

Tiene que saber manejarse para lograr hacer que patrocinen el Hextech cuando lleguen a la etapa de interacción en organismo vivos. Sólo así podrá encontrar su cura. Sólo así podría liderar el camino de todos los cambios que quiere hacer.

Viktor da un largo sorbo a su leche dulce. Tan exquisita y espesa por los polvos como sólo Jayce sabe prepararla. Empalagosa y casi masticable, con su aroma relajando tanto por fuera como por dentro; haciéndole pensar en un abrazo cándido y franco. Pensó en la fuerte realidad que ahora los rodea: Hextech depende de ambiciones externas. Debe buscar la manera de seguir resguardándolo de forma interna. Hacer un listado de lo que debe considerar. El accidente provocado de la mina en Zaun es uno de varios en los últimos meses, fue provocado. Jayce parecía interesado en estos temas por las clases de ciencias políticas que recibía. Forjar un proyecto viable para desarrollar Hextech en aplicaciones reales. Su próximo celo interfiriendo en sus planes. La misteriosa jeringa vacía en su bolsillo. Sus inexplicables sentimientos por Jayce Talis.

Viktor es pragmático, y le gusta hacer listas.

”Estás muy pensativo, V” dijo Jayce acercando su rostro al espacio personal de su compañero de laboratorio sin volverlo contraproducente “, ¿seguro que estás bien?”

Por un instante, pero no por primera vez, se preguntó a qué olería Jayce. Aún cuando los Betas son más nivelados, no dejan de ser Lycan, siguen teniendo aromas. Por un instante, pero no por primera vez, imaginó un aroma fuerte y fresco en Jayce. Por un instante, pero no por primera vez, descartó esa idea, porque, por alguna razón, no puede asociar esos aromas típicos de Betas en Jayce. Él debe de tener su propio aroma, no al de sulfuro y complejo B apestando como hospital.

”Dime, Jayce” evadió la pregunta con indiferencia bien practicada “, nunca te lo he preguntado pero, ¿por qué tienes el sueño del Hextech?”.

Era una pregunta genuina. Muy genuina. Porque Jayce suele divagar mucho con su pasión por la magia en lenguaje científico. Demostrando que hay un cariño que va más allá de la simple alegría por un reto inigualable como el que ahora tienen. Siempre escucha cómo la magia podrá hacer tanto por el futuro, por el progreso; pero nunca ha escuchado por qué quiere hacer todo lo que quiere hacer.

Jayce se quedó en silencio unos instantes; pero no incómodo, sólo sorprendido por la forma en que meneó la cabeza, sopesando sus opciones. Como si cada palabra estaba siendo saboreada y catalogada con un criterio puntual antes de soltar la verborrea.

En un inicio, Viktor habría esperado que Jayce dijera que le gustaban los retos. Que quiere hacer de Piltover una nación competente contra todo lo que enfrenta hacia Runaterra. Tal vez que su razón para hacer todo este esfuerzo, arriesgando su vida de por medio, sea simplemente hacer cosas con mejor tecnología. Que sus ayudas irían hacia cosas superficiales como tostadoras mágicas o secadoras instantáneas.

En un inicio, Viktor habría esperado cualquier cosa. En un inicio, pero ahora no esperó que Jayce dijera lo que dijo con sus ojos brillantes y la sonrisa más hermosa que jamás presenció.

”Cuando era pequeño, quedé atrapado en una tormenta de nieve” susurró Jayce mientras obligaba a sus manos hacerse un café para él mismo “. Éramos sólo mi madre, yo, y kilómetros y kilómetros de tundra estéril. Estábamos emigrando, buscando una nueva oportunidad después de la muerte de mi padre… La tormenta provocó un derrumbe y caímos de los rumbos hasta perdernos. No recuerdo mucho de qué pasó, pero recuerdo la sensación. El frío picando mis huesos, el sudor cortando mi frente, mis ojos viendo blanco y más blanco, hasta que mi madre no pudo más por la deshidratación y el dolor. Me acuerdo que grité por ayuda y la abracé. Gritaba por ayuda, pero sólo pensaba que pronto yo moriría”.

Jayce suspiró con su sonrisa rota. Viktor sintió las ganas de tomar su mano y acariciar el dorso. Honestamente, no se imaginó escuchar algo así de parte de un Piltovano; pero esa era la cuestión. Jayce no era originario de Piltover. Sea de donde haya sido, tampoco debió ser amigable con él y su madre como para haberlos obligado a escapar a climas tan extremos con la posibilidad de morir o de encontrar una nueva oportunidad.

Sin embargo, se remitió a beber de su leche dulce y ver el hermoso perfil de Jayce comenzarse a iluminar con los atisbos del amanecer. El sol, pálido y delicado, colorea raudales a través de las tablas que utilizaron como barricada temporal. Virutas de polvo flotaban con calma en el espacio como un baile silencioso. Los ojos brillantes de lágrimas contenidas de Jayce se veían de un color verdoso. Heterocromía central, pensó Viktor con fascinación.

”Entonces, un mago apareció. Salvó a mi madre y a mí. Recuerdo su fuerte abrazo y la protección que sentí en ese momento. La magia nos rodeó y desperté en un campo de flores… Sentí el calor de la primavera por primera vez. Nos había teletransportado, V. Nos salvó, la magia nos había salvado”.

Viktor suponía que había más trasfondo en esa historia; pero también suponía que Jayce aún resguardaría esos detalles para él mismo. No sabe con cuánta gente ha compartido ese recuerdo, pero estaba claro que significaba un punto de inflexión en Jayce de manera tan significativa como para convertirlo en el centro de su existir.

”Quiero llevar esa sensación de protección a la gente. Hacer que la magia ayude a tantos como nos ayudó a mi madre y a mí” suspiró Jayce después de dar otro sorbo a su café amargo y ahora tibio “. Es un poco tonto, ¿no lo crees?”.

”Ingenuo, tal vez; pero no es tonto” respondió Viktor con franqueza “. ‘El consuelo más profundo reside en la comprensión’* o algo así decía un libro, y creo que es circunstancial aquello que nos define como lo que somos. Si la magia te salvó, pudiste haberlo dejado como un recuerdo o usarlo para un provecho; pero decidiste que quieres dar al mundo esa protección que tú sentiste… ¿Sabes que no será tan hermoso como lo dices?”

”Lo sé, no soy tan crédulo, V” suspiró Jayce jugueteando con su propio pedazo de pastel, parecía que perdió el apetito “. Sé que todo dependerá de los inversionistas y me asusta perder el rumbo de mis objetivos con el porvenir”.

”¿Qué crees que te ayudaría a no perderte?” Preguntó con franqueza.

Su corazón latió fuertemente. El hormigueo que le recorrió el cuerpo era casi ensordecedor como el retumbar que llenaba de sangre sus orejas. Su cola se frenó y controló los impulsos de soltar feromonas posesivas.

”¿Honestamente?” Viktor asintió ante la duda de Jayce “. Creo que lo que me ayudaría es saber que no me dejarás solo en esto”.

Viktor odiaba la forma en que sus sentimientos jugaron en su contra. Deseando con todas sus fuerzas poder ceder a esos impulsos y declarar en ese momento que le encantaría cortejar a Jayce. Que quiere hacer una manada con él. Que sea su compañero de laboratorio y de todo lo demás. Cuán egoísta se sentía por querer reclamar a este hombre de oro, una promesa para una ciudad que sabe que no se lo merece. Que si no lo cuida, será corrompido y comido vivo. La sentencia se juega el destino entre anteponer sus propios objetivos y ahora en cumplir esa petición de Jayce.

Nunca abandonarlo.

Viktor sabe que no puede cumplirle eso. Por muchas razones.

”Somos compañeros de laboratorio, y compartimos el sueño de Hextech, es lo menos que podría hacer” dijo, en cambio.

No quiere decepcionarlo.

Pero sabe que, tarde o temprano, lo terminará haciendo.

A Viktor no le queda mucho tiempo.

.

.

.

Zaun de noche no era tan diferente a como es de día en cuanto a su ambientación. Las luces neón siguen siendo igual de radioactivas a como las recuerda. La densa capa de contaminación y que es literalmente una ciudad hundida volvía la penumbra en una manta peligrosa que resguarda en sus fauces un peligro demasiado peor. Destellos de verde, rosas y amarillos se volvían púas que protegen personas más peligrosas. Una nación resquebrajada, necesitada de ayuda. El resentimiento era tan palpable como el temible gris esperando a atacar.

Era una ciudad en constante movimiento. La gente estaba en las calles, sobreviviendo, peleando y disfrutando de los mayores placeres del hedonismo con sabores exóticos y ciertamente ilegales. Era como caminar en una cuerda floja, si cae de un lado es un destino cruel y final; si cae del otro se encuentra con un paraíso mundano y decadente. Viktor conocía los dos lados con muy buena memoria. Ahora esperaba poder caer del lado hedonista.

Su celo se anticipó.

Sentía el calor recorrer como riachuelos en su sangre. La sensación febril de la sed por poder encajar sus caninos en alguna piel suave se volvía cada vez más incómoda. Sus piernas tiemblan y el dolor en su entrepierna era bastante latente. Viktor sabe que, dada su extraña biología, sus celos son una ruleta de la fortuna. A veces muy fuertes como para volverse loco, a veces demasiado leves como para ignorarlos. Viktor, un zaunita que deja salir a flote su segundo género, comprende cuán ligados están los sentimientos a su genoma Lycan.

A diferencia de Piltover, Zaun juega mucho con los beneficios del genoma Lycan. Aún se practican las viejas costumbres de cortejo y de apareamiento. Los aromas, las manadas y las castas juegan un papel importante en la construcción de su inestable sociedad. A pesar de los programas de beneficios para betas de Piltover, Zaun es una ciudad nacida de clanes Alfas y Omegas. Por lo que siguen siendo una mayoría que, culturalmente, difícilmente podrían deshacer tras milenios de tradición. Piltover nació de manera artificial, por eso decidió que la raza Beta predomine, porque es un beneficio para sus ideales; Zaun, por su lado, necesita sobrevivir.

Los alfas y omegas juegan un papel importante en ese proceso. Tanto evolutiva como sistemáticamente. Aunque Viktor era considerado un alfa débil físicamente por su herencia genética en su primer género y sus enfermedades, tenía ciertas características que lo volvían dominante en muchas situaciones. Su introspección no tenía nada que ver con su aura analítica. La táctica era un punto a su favor.

Era lo que usaría para poder encontrar un compañero para su celo.

Llegó hasta el burdel de Babette. Era el único prostíbulo del que Viktor sabía que había recámaras para celos. Eran un poco más caras de lo común; pero Viktor necesitaba desahogar su frustración y las claras ganas que tiene su alfa por querer regresar a Piltover y buscar a Jayce. Eso sería tétrico y vergonzoso hasta para él. No quedaba de otra que recurrir a estas alternativas que Zaun tiene y que Piltover encuentra tan desagradable.

La doble moralidad le parece divertida. Porque su puritanismo a veces permite esconder secretos peores que los mayores sadismos jamás imaginados. Viktor conoce tantos trapos sucios a lo largo de sus años trabajando como asistente del líder del consejo de Piltover. Una ciudad que brilla bajo la ley del progreso pero que es tan retrógrada en sus prácticas con el genoma Lycan.

”Hola, cielo” saludó una mujer con gran escote y cabello morado “. Pasa, pasa. Se ve que estás exhausto”.

Viktor la miró a través del recibidor. Había un mostrador de caoba viejo; pero bien mantenido. Las luces de los candelabros eran amarillas y cálidas, permitiendo que el contraste con los orbes rojos dieran una tonalidad rosada y ciertamente insinuante. El olor del incienso era de jazmín y algo más terroso, que apenas puede esconder un aroma de humedad y algo más desagradable.

”Quiero un cuarto para celo” declaró Viktor sin rodeos.

”Bueno, lindura, eso tiene un costo y-“ Viktor dejó un pequeño saco con monedas sobre la mesa.

”Puedo con ello, pero, por favor, apresura el protocolo” dijo con molestia. Su celo estaba comenzando a ganarle.

La mujer, tomando el saco con una sonrisa, aceptó y lo guió hacia las fauces más profundas del burdel. Viktor no solía recurrir a lugares como este. Sus citas eran en bares de Piltover; pero en ese momento, todo lo que quería hacer era olvidarse de esa ciudad. De quien vive ahí. Del beta por el que está comenzando a desarrollar peligrosos sentimientos.

Su celo lo comenzó a consumir poco a poco hasta volver brumoso el siguiente lapso de tiempo. Dejándose perder en el placer vacío de las próximas veinticuatro horas. Recuerda un cuerpo agradable y fuerte, de piel trigueña, pero que sus ojos oscuros lo mantuvieron alerta. Era un beta bastante receptivo y que se preparó lo suficiente para poder recibir su miembro. Los anillos para nudos ayudaron a que Viktor no sintiera frustración por no poder criar a su compañero. No es que los betas no puedan soportar un nudo, se puede con la preparación correcta. Algo que requiere paciencia y que Viktor no tenía en medio del calor en el punto culmen de su celo.

Sin embargo, cuando el prostituto sonrió y no vio una separación de dientes, no comprendió por qué no sintió alivio. Sólo motivó su furia y la filtró a través de la lujuria en una fuerza desconocida en él. Renovado vigor para poseer, morder y saciar sus más primales hambres. Su cerebro se nubló y permitió que su alfa interior corrompa todo su ser hasta dilatar sus pupilas y guiarse únicamente por sus sentidos e instintos.

Deseando en lo más profundo de su ser que fuera Jayce quien estaba debajo de él y no un desconocido que, por alguna razón, pudo soportar sus eliminatorias bastante bien.

Fue cuando Viktor, despertando a la madrugada del día siguiente, con un beta dormido, y que se vistió para irse de ahí, que lo vio.

Detrás de un diván en el fondo de la habitación, un destello brilló. Cegado por la curiosidad y el explicable sentimiento de insatisfacción, se agachó con ayuda de su bastón y tomó el objeto.

Una jeringa de cristal con la aguja rota.

CONTINUARÁ

*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*

Perdón por las faltas de Ortografía.

*: Frase de Richard Dawkins, biólogo evolutivo.

Chapter 7: VII

Chapter Text

Las apariencias son complicadas.

Como los sueños febriles. Sensaciones inconexas y superfluas que van más allá de la misma comprensión. Un anhelo de vanidad por una chispa de aceptación. Un sacrificio por la perfilación y ensamblaje perfecto dentro de la máquina que forma a la sociedad.

El sentido desdibujado que podía ayudarle a comprender la extraña ocurrencia de cada evento desde hace unos meses le parecía demasiado difícil de terminar de procesar. Si miraba hacia atrás, y trataba de comprenderlo, sentía que todo había avanzado demasiado rápido. Jayce sabe que, si mira hacia atrás, el tiempo parece que ha desaparecido en un simple parpadeo de ojos, como si lo dejara atrás. Era un poco aterrador. Era tan relativo como la arena mojada escapando de los dedos aún estando cerrados. Incluso le dolía la cabeza de sólo intentar comprobar que todo lo que ha ocurrido no es un sueño o una alucinación causada por las tediosas terapias hormonales a las que es sometido. Porque sabe que hay mucho por descomprimir para entender qué es necesario y con qué está llenando de más su vaso.

Había cometido un error. Había cometido muchos errores.

Suspiró mientras tallaba su rostro. Hoy era un día especialmente caluroso y tener que siempre usar manga y cuello largo era, probablemente, de las cosas que más le molestan de su programa condicionamiento de beta artificial. Sentía el sudor haciendo pegajosa su piel con una estela fría como una incómoda caricia cuando la tela delgada se separaba. La tensión en sus músculos, la sangre corriendo caliente por sus torrentes, la adrenalina usurpando un lugar en su cerebro, sus pulmones sangrando por aire tras la larga carrera, había tenido que soltar el arma que llevaba consigo en orden de poder reacomodar sus sentimientos.

Esa mañana, Caitlyn le obligó a salir de cacería con ella.

Mientras ella disfrutaba del clima con ropa más ligera y el gozo de tener un don hereditario para la buena puntería, la actividad resultaba bastante enriquecedora. Hasta terepéutica. Jayce sabe bien que desde pequeña, su querida Caitlyn gozaba de la soledad que el crujir de la hojas bajos sus pies y los largos páramos de naturaleza le permiten sacar a relucir un poco más se segundo género. Algo que podría bien haberse convertido en una actividad íntima, como lo era escribir un diario, Caitlyn determinó que era mejor si lo hace en compañía de Jayce.

Pensaba que, al ser un beta de gen dominante, encontraría bastante fructífera la caería en manada. Algo bastante revelador si Cassandra Kiramman se daba cuenta de los pensamientos de su hija por adoptar la pasión de la puntería por medio de las influencias ancestrales que su genoma Lycan deja tatuado en sus sentidos. La agilidad, rapidez, astucia y puntería de Caitlyn eran temerarias, como dejar salir un verdadero elemento al campo abierto y convertirse en el punto culmen de los enlaces. Desde pequeña siempre ha sido así. Libre.

Algo que Jayce no era.

Había aprendido a cazar y sobrevivir a la circunstancias precarias porque Caitlyn quería enseñarle algo a cambio. Jayce fue su tutor en todas las ciencias naturales y exactas, dándole un apoyo inigualable para la culminación de sus estudios con una comprensión encima del promedio. Instintivamente, Caitlyn quería demostrar que ella era del mismo nivel, que podía contribuir a la sociedad de ella y Jayce. La cacería, la lucha y la estrategia se convirtieron en su tributo para pagarle a su casi hermano. Con los años, Jayce había afinado bien sus pobres talentos, pero jamás se podría comparar a Caitlyn.

Honestamente, detestaba la cacería. Sin embargo, aprecia que era lo que lo une a Caitlyn.

Se le daba bien lo que tuviera que ver con el ingenio y la creatividad, encontrando mucho más gratificante hacer trampillas y mapas de las zonas para reconocer el ambiente en vez de directamente agudizar su ojo y disparar. Le gustaba catalogar las hierbas y le gustaba encontrar lugares llanos y seguros para descansar y tomar un poco de sol en raudales a través de las frondosas copas de las arboledas lujosas y tan vastas que había en los aledaños. Siempre el clima es agradable y el aire limpio ayuda a despejar su mente. Trataba de encontrarle lo positivo. La falsa idea de que era libre un instante, sin tener que complacer a otros. Sin tener que recordarse que debe actuar como un beta, sino siguiendo lo que Caitlyn hace. Donde podría correr libre, refrescar sus pulmones y permitir que su Lycan interior satisfaga ese picor de hacer algo más; aunque no sea suficiente. Caitlyn creía que podía ayudar en todo eso. Sin saber que, por más que lo intente, sería inútil. Jayce no puede permitirse fallar. Todo era falso.

No ahora. No nunca. Estaba llegando muy lejos.

Hoy en la tarde tiene su presentación ante el consejo de Piltover, donde la propuesta de abrir el departamento de desarrollo de Hextech es lo más importante. La sola idea de que el trabajo de Viktor y de él tenga la oportunidad de llegar tan lejos era un buen augurio. Todo indicaba que estaba cimentando un futuro brillante para lo que su sueño más preciado siempre ha anhelado. Para poder ayudar a las personas y darles magia.

Era por eso que debía esconderse. Aunque le preocupaba un poco que su celo no llegó cuando debía haberlo hecho. Fue completamente inhibido por el constante abuso de las drogas supresoras que ha estado gozando en los últimos meses. La paranoia estaba creciendo a pasos gigantes, comenzando a alcanzar un estado crítico. Jayce, asustado, decidió falsificar los registros de sus celos y mostrar que todo había estado en orden. Movió las dosificaciones para nivelar los flujos y hacer creer a la doctora que sí suspendió el tratamiento cuando estaba estipulado y niveló su cuerpo. Por suerte, los lectores hormonales sólo sirven para programar un objetivo, por lo que las lecturas se registraban cuando se obtenían y Jayce llevaba esos resultados.

Por otro lado, sus ciclos menstruales estaban bien, por ahora; pero había un ligero malestar constante que parecía factible ignorar. Probablemente un efecto psicosomático por estar pensando de más las consecuencias que estas acciones le pueden provocar. El dolor de cabeza se puede atribuir a muchos factores: estrés, falta de sueño, mala alimentación, cambios de hábitos; no tenía que ser exclusivamente de que ha estado tomando supresores de más.

Sólo que… estaba preocupado. Su cuerpo reacciona con el aroma de Viktor. Su cuerpo anhela el alfa en Viktor. No estaba en sus planes un tonto enamoramiento. Porque no sólo su segundo género estaba sintiendo ese anhelo, Jayce ha aprendido a catalogar sus sentimientos en orden de poder controlarlos y actuar según se le ha impuesto. Reconoce perfectamente que lo que Viktor le ha traído a su vida es una anomalía. Algo completamente fuera de su alcance: tan hermoso como peligroso.

Algo que no se puede permitir.

Principalmente, porque sentía que era indigno de desear a alguien como Viktor. Alguien que ha sido sincero e íntegro con él. Jayce no podía evitar sentir esa culpabilidad de que le está escondiendo algo tan sustancial como la verdad de su segundo género. Viktor jamás se ha expresado mal de los Omegas; pero en Piltover ese subgénero ya era lo suficientemente segregado y discriminado como para estar fuera de los círculos de su compañero. No hay Omegas en la Academia. Están completamente prohibidos. Los alfas apenas son tolerados y con muchas limitantes; pero saben que la conexión que comparten con los omegas los vuelven volátiles.

Era mejor no destruir la artificialidad de una sociedad perfecta por permitir que los más profundos instintos vuelvan a tomar ventaja. El azar de la vida prefirió que Piltover se decantara con el subgénero que apoyaba la búsqueda de la evolución. Los alfas ayudan al desarrollo de betas más fuertes. Su complexión física no sólo exterior, sino sus influencias en la parte hormonal y neurológica resultaba atractiva para ir forjando generación tras generación el espécimen perfecto de la humanidad.

Los omegas son una mancha para Piltover. Segregados y seccionados en casas de baja alcurnia. Ni siquiera son denotados como prospectos de matrimonios exitosos. Ya no se practicaba el cortejo o los matrimonios omegas. Son ideas retrógradas contra la filosofía de Piltover. Eran… un error. Un desperfecto del progreso y la evolución. Aunque Viktor no sea prejuicioso, Jayce no lo culparía si encuentra decepcionante que él sea un Omega de gen dominante. No debe sentirse obligado por quererlo de vuelta.

Con los años, Jayce aprendió a sentirse avergonzado de su segundo género.

Entonces, de repente, una ligera estela de olor de almizcle que le rememora a un jugo ácido y floral llegó a sus sentidos. Era Caitlyn. Su aroma pinta en su mente la imagen del gran árbol de Jacaranda de la mansión Kiramman. Un símbolo de prosperidad y gran linaje como lo es su familia. Jayce inclinó la cabeza y puso su mejilla contra la palma derecha. Sonrió con malicia.

”Puedo olerte, Sprout” suspiró Jayce al notar que la mujer aún no hacía acto de aparición.

El ligero murmullo del movimiento de un arbusto acusó la presencia de su amiga. Segundos después, Caitlyn apareció con su rifle café y ropa de cacería. Llevaba una playera de tirantes blanca que claramente no era suya por lo corta que le quedaba, un pantalón ancho y botas llenas de barro. Su cabello recogido en una coleta dejaba ver su largo cuello con un collar de correa café y una piedra jade. Sin la protuberancia delatora de una glándula de vinculación que los Alfas y Omegas comparten. Una beta perfecta. Sus orejas de galgo se agitaron al compás de su cola y apretó ligeramente su arma antes de volver a poner el seguro y colgarla sobre su hombro.

”Detesto tu súper olfato” suspiró Caitlyn mientras se acercaba y sentaba junto a Jayce “. Le quita todo lo divertido”.

Jayce sabe que debería inhibir más ese detalle súper desarrollado de su biología; pero su sentido le ganaba al intercambio de información neuronal antes de que pueda hacer algo al respecto. Actuaba antes de que pudiera detener su gran bocata. La doctora Cherie siempre demostraba un interés bastante peculiar por sus glándulas desarrolladas y cómo, a pesar de los medicamentos y el condicionamiento, se mantenían inocuas. Cassandra lo encontraba defectuoso en su tapadera de Beta. Su madre decía que era maravilloso.

Caitlyn siempre dice que era un talento fuera de lo común y decidió ayudarle a desarrollarlo. Lo alentaba. Lo había vuelto bueno en la cacería gracias a ello. Cassandra y la doctora Cherie querían que no abusara de ese detalle porque estaba claramente ligado a su segundo género. Decidió consentir a Caitlyn, en su lugar.

”Sólo te gusta cuando te conviene” dijo con media sonrisa “. El tuyo no es muy bueno”.

Lo cual era un poco inquietante con el hecho de que ella fue capaz de detectar a Viktor como un alfa aquel día en Zaun. Le hizo creer por un instante que también se daría cuenta de su mentira; pero también lo atribuyó a que Viktor, al igual que la gran mayoría de los zaunitas, no usan bloqueadores de olor. Por más tenue que sea, su glándula a la vista y su aroma lo delataba si se pone la suficiente atención.

”Y mi madre se alegra de que sea así” suspiró Caitlyn con una risa ahogada “. ‘Un Beta de buena casa, buena educación y buena presentación lo usa como un arma de amenaza, Caitlyn, no como parte de su vida cotidiana’, siempre me dice eso; pero eso es porque ella tiene buen olfato, yo no. Como mi padre”.

Jayce se preguntaba de qué parte de su familia heredó el olfato. Probablemente del lado de su padre. Había heredado casi todo de su abuelo, según las lecturas de sus estudios. Lo que dijo Caitlyn le recordaba ese día en que supo que era un Omega y Cassandra amenazó a la doctora Cherie para ceder a sus demandas con la excusa de que podía olerla.

Jayce no sabía muy bien cómo identificar los sentimientos de las personas a través de los olores. Su educación Beta le enseñaba a comprender la estructura del contrato social de los olores; no le enseña a comprender su influencia en el desarrollo mismo.

Cuando sintió la cabeza de Caitlyn contra su hombro, él se acomodó mejor. Permitiendo que el ángulo no sea tan alto y su hermana suspiró cómoda cuando encontró el punto donde su ancho hombro era una almohada decente. El cielo brillaba de azul y las frondosas copas de los árboles eran tenues relámpagos verdes y hadas amarillas que refulgen con una magia casi etérea. El aire era fresco y limpio, con el sonido de la nada siendo amortiguado por el cantar del viento, los animales y dos corazones con sentimientos encontrados. Era demasiado tranquilo.

”Me gustaría quedarme así para siempre” dijo Caitlyn con aire soñador.

”¿Y dejar atrás tus sueños de ser sheriff?” Preguntó Jayce con media sonrisa, dejando ver sus afilados caninos. “. Te gusta mucho la ciudad”.

”Bien, tienes un punto” resopló mientras pellizcaba la costilla de Jayce “. Es sólo que… me parece raro el contrato social de Piltover por suprimir los instintos Lycan. Nos serían de mucha ayuda en nuestra formación enforcer. La agilidad, la detección de aromas, el propio instinto de supervivencia… Lo hacen ver como algo tan… malo…”

Caitlyn estaba obsesionada por comprender sobre el segundo género. Un rasgo rebelde dado que Cassandra era restrictiva. Jayce sabe que se volvió más una necesidad que una fascinación para Caitlyn desde que conoció a Violet y su familia en Zaun. Donde la cultura del segundo género es abrazada como parte de su desarrollo.

Puede que Piltover tenga control sobre la natalidad de las castas; pero era lo suficientemente ingenua su política para dejar que Zaun se siga rigiendo con sus propias reglas. Pensó Jayce hasta que levantó un poco la mirada, lleno de realización.

”A todo esto, ¿qué fue lo que has descubierto de tu gran conspiración?”

Jayce sabe perfectamente que si había alguien interesado en el caso de los accidentes de las minas, la extrañeza de este año con el día del progreso y su volátil organización, y los constantes vaivenes políticos con Zaun, era Caitlyn. Aunque lo encontraba enigmático, Jayce tiene prioridad en su sueño compartido con Viktor con el Hextech. No podía inmiscuir más cosas en su vida. No cuando tiene tanto que sostener ahora que ha agregado las ciencias políticas por orden de la matriarca de los Kiramman.

Después del accidente en el taller y todos los cambios que ha tenido para el desarrollo de su trabajo de investigación, Jayce ha visto mucho menos a Caitlyn. Sin embargo, no duda que ella misma ha usado ese tiempo para seguir reforzando su formación como enforcer y como pasatiempo poder comprender el extraño enredo que hay detrás del juego que es comprender los accidentes de las minas.

Jayce no puede evitar pensar en los sistemas de filtración obstruidos y mal funcionantes de Zaun que están bajo el nombre de los Kiramman.

“El accidente fue provocado por alguien que conoce bien la topografía de las minas y la misma lectura tóxica de Zaun” explicó Caitlyn con una seriedad admirable “. No es coincidencia que los accidentes hayan ocurrido dentro de un rango de tres meses durante la transición de la primavera al verano. Los climas cálidos encierran los gases tóxicos dada la propia naturaleza húmeda de Zaun. Eso provocó que la concentración del gris y otras tormentas tóxicas se propagaran de la forma en que lo han hecho. Quien sea que provocó esto no es por estar en contra de Zaun, sino para llamar la atención de su gente y que la redirija a Piltover. Al consejo, específicamente”.

”¿Crees que sea por las medidas poco efectivas de su armisticio?” Preguntó Jayce mientras recogía una flor silvestre y la giraba entre sus callosos dedos.

“Tú sabes más de eso que yo, ¿no te bastaba con ser científico loco y ahora también político estirado?” Preguntó Caitlyn con ingenio.

Jayce sonrió de lado, sabiendo perfectamente que no era por gusto. Que está bajo el juramento de preservar su identidad y devolver el favor a los Kiramman por guardar su secreto como Omega al seguir adelante con su patrocinio. Era terriblemente visto por la sociedad Piltovana ver una casa de alto rango patrocinar a alguien del segundo género más detestado. La ruina social puede golpear fuerte en la influencia política cuando se degrada. Si se descubre que Cassandra Kiramman protegió un omega por hacerlo pasar como beta y meterlo en tantos asuntos que no le conciernen, puede ser un golpe duro en la aprobación. Contrato social, al final. Jayce debe complacer a todos, debe ser agradecido. Debe aceptar lo que se le pone al frente.

Si Cassandra quiere que estudie las ciencias políticas y la estructura sociológica de Piltover, él lo hará sin rechistar. No está en posición de oponerse.

”Un único título me parecía muy fácil” mintió con maestría “, y puede que ahora nos ayude. Por lo que sé, Piltover ya no tiene buenos tratos con Zaun”.

Puede qué nunca los haya tenido, sí era sincero.

”Pero yo no vi que Vander rechace las negociaciones. De hecho, ese día que los convoyes de ejecutores aparecieron, aunque no cedió, permitió abrir un diálogo. Dejó en claro que nadie de los suyos provocó el accidente”.

”Vander no es el gobernante de Zaun, Sprout. No hay como tal un líder. Y eso sectoriza la ciudad por completo, hay problemas con el crimen organizado que son una amenaza para el consejo”.

”¿Quieren romper el armisticio?” Preguntó Caitlyn con renovada curiosidad.

Jayce agarró más flores silvestres y armó un pequeño ramo: “Es probable. Aunque creo que es más una llamada de atención para retomar la política detrás de la necesidad de poder y dinero. Aparentemente, es una droga lo que mueve este juego… Los accidentes de la mina pueden ser simples llamados de atención. Como prender fuego en la noche y ser encontrado”.

”Oh…, pero, ¿por qué hacerle daño a Zaun si es lo que quieren liberar?”

”Mi mamá dice que no se vive si no se muere un poco. Si no se demuestra por qué Zaun debe unificarse y levantarse contra Piltover, no son rivales con la organización que aquí hay, aunque eso sea clavar su propia tumba” reflexionó Jayce mientras terminaba su pequeño ramo y lo enredó entre la oreja caída de Caitlyn y su cabello azulado “. Siguen faltando muchas piezas en tu caso, Sprout”.

”Si consiguiera información de esa droga y la organización, encontraré al culpable de los accidentes” reflexionó Caitlyn mientras se dejaba mimar por su hermano. Abrazó el brazo de Jayce y suspiró “; pero aún no entiendo qué política quiere hacer”.

”No creo que sea algo bueno” fue sincero Jayce mientras olisqueaba el cabello de su hermana.

”Este calor ya me está derritiendo el cerebro” rio Caitlyn mientras se levantaba y ponía los brazos en jaras “. ¿Cómo le haces para siempre usar cuello y manga larga? Me da calor de sólo verte”.

Jayce también moría por arrancarse la playera; pero nadie puede ver sus parches inhibidores.

”¿Por eso traes puesta una camiseta de Vi?” Preguntó Jayce con ojos conspiradores.

Caitlyn le dedicó una mirada escrutadora; pero el sonrojo que tiñó su pálida piel era demasiado revelador como para poder fingir demencia. Jayce disfrutaba mucho molestarla con sus irremediables sentimientos por la chica zaunita. Conoce de prácticamente toda la vida a la Kiramman como para poder reconocer cada una de sus microexpresiones. La forma en que sus pupilas se dilatan y se endereza un poco más cuando Violet es mencionada son señales demasiado claras para Jayce.

Aunque sabe que no sería una relación bien vista, Jayce sentía que haría lo que sea para que Cassandra termine cediendo. No son ilegales las relaciones entre piltovanos y zaunitas. No son comunes, empero. Los prejuicios eran demasiados entre la pomposidad de la estructura social artificial y tan utópica que Piltover tiene por sí misma. Eso no quita que es posible y Jayce entiende la influencia social que puede tener demostrar que, al final, seguían siendo parte del mismo común ancestro. Jayce sabe que será mejor aceptado a que se siga permitiendo la reproducción de Omegas.

“Bueno, será mejor que volvamos” suspiró Caitlyn desconsolada.

”Puedo oler una madriguera de conejos, ¿no quieres hacer una trampilla antes?” Preguntó Jayce sabiendo que ella estaba actuando de esa forma para conseguir un poco más de tiempo en el campo.

La sonrisa brillante de esos ojos azules se lo confirmaron. Jayce sentía mucha pena de que su omega interior, sin embargo, siga queriendo gruñirle. Aunque la cultura beta piltovana quería rechazar la idea de las manadas, volviéndose un poco más individualista en el desarrollo para poder entregar su trabajo a la sociedad, Jayce deseaba que su omega la aceptara como su manada. Era un detalle sólo para él. Su única manada era su madre.

El hecho de que desee que Viktor sea parte de su manada era algo que se guardaría sólo para él. Firmado por Jayce Talis.

”Sí, me convenciste” rio Caitlyn mientras miraba a Jayce “. Demuéstrale a Viktor lo buen proveedor que eres”.

Jayce se sonrojó y su ceño se frunció. La risa de Caitlyn fue leña para su fuego. Que su mente se remueva imaginando dando y recibiendo de Viktor era empalagosa, tan anhelada y tan lejana que era doloroso. Había elegido fingir ser un beta. No tiene derecho a amar y ser amado.

Aunque ser amado por Viktor sea un sueño, ese estaba prohibido de cumplir.

”Jayce… si tú pudieras hacer lo que quieras” comenzó Caitlyn de repente “, ¿seguirías haciendo lo que estás haciendo o cambiarías algo?”

”Bueno, a veces pienso que debí quedarme como herrero y encargarme de la fábrica Talis” respondió Jayce mientras caminaban hacia el Páramo más abierto.

”No creo que quieras desperdiciar tu potencial por construir martillos toda tu vida” contrapuso con una mueca irónica.

”Oye, somos los mejores en el mercado; pero… una vida tranquila no suena mal…” Jayce no pudo evitar imaginar una vida donde pudiera estar con Viktor, aunque fuera una fantasía tonta y romántica. Una vida donde no le debe nada a nadie más que a sí mismo “, ¿Y tú?, ¿qué cambiarías, Cait?”

”En este momento, nada” sonrió con algo de dolor “. Si me dejas imaginar…, me gustaría una vida donde no tuviera que suprimir tanto mi Lycan”.

Jayce también deseaba eso. Lo deseaba muchísimo.

.

.

.

Jayce caminaba de un lado a otro. La ansiedad puede llegar de muchas maneras y sabe que sus tics y manías eran demasiado físicas. Hoy estaba especialmente activo. Eso sólo le provocaba más ansiedad. Trataba de recordar cada palabra que debe decir, el orden y con qué volumen e intensidad debe decirlas. Debe ser un discurso y una presentación perfectas. Cada detalle debe estar en su lugar, su sueño estaba en juego. Así que lo mejor que puede hacer es darle el respeto que requiere. Está a punto de poner en el ojo del huracán el Hextech. A un grado donde sabe que debe de cuidar de no perder de vista sus objetivos.

Puede sentir la mirada de Viktor en su nuca. El color miel era tan fuerte y denso a través del sol de la media tarde. Su porte, desgarbado e inclinado dada su escoliosis, no quitaba una imponencia bastante consistente. Viktor podría ser delgado y enfermizo a primera vista, pero cuando necesitaba demostrar su presencia, tenía un magnetismo natural. Un aire de líder nato que claramente no quería sacar a relucir. Si eso no lo hacía más atractivo, Jayce no sabía lo que era.

”Estás sobre pensando” suspiró Viktor mientras usaba su bastón para impulsarse y caminar hasta Jayce.

Quien se detuvo y suspiró mientras tapaba su rostro con las manos “Perdona, sólo pienso en lo que puede pasar”.

”Ahora sólo estás siendo paranoico” gruñó Viktor dejando salir un nuevo aroma que Jayce nunca había detectado. Ni siquiera ese día en el almacén de la tienda de Benzo.

Jayce podía saborear cada nota distintiva de este nuevo aroma. No era el amargo picor del almizcle fuerte y galante que siempre lo rodea. Tenue y tan atrayente cuanto más lo saboreaba. Tampoco era el notablemente denso y seductor aroma que Viktor tiene cuando va a ser su celo. Oh, cómo Jayce sufrió esos días teniendo esa tentación en la punta de sus narices y haciéndole tener que ir seguido al baño a cambiar sus parches e inyectándose más y más betabloqueadores y otros cócteles variopintos de inhibidores. No. Este aroma era nuevo, era ligero en el sentido que podía percibir un matiz casi dulzón y terroso. Que le hizo imaginar una cabaña en la paz del silencio en medio del bosque. Rodeado de parajes preciosos y el cariño de una taza de café azucarado. No comprendía cómo Viktor podía hacer eso.

”No funciona muy bien en betas, pero se nota que tienes un gen dominante por tu buen olfato” explicó Viktor mientras tomaba la mano de Jayce “. Los alfas somos capaces de soltar hormonas calmantes. No tan efectivas como la de los Omegas, pero algo es algo. Ven”.

Instintivamente, Jayce se alejó cuando notó que Viktor quiso levantar la manga de su uniforme. Donde su glándula estaba parchada. Se le rompió el corazón cuando su compañero debió interpretar como rechazo el contacto. Él sintió el mismo dolor. Claro que deseaba intercambiar aromas con Viktor, todo lo que quiera darle Jayce lo deseaba. No pudo soportar ver el rechazo de sus ojos. En desesperación, Jayce dejó caer su frente contra el hombro de Viktor. Donde puede embriagarse de su aroma, pero que Viktor no podrá detectar por todas las drogas que lleva encima. Era penetrante y tan denso que casi podía saborearlos entre sus caninos. Su cola se agitó contenta.

La cultura Lycan de Zaun era tan diferente a la de Piltover. Viktor sabe vivir en sincronía con su segundo género para fusionarse en lo que debe de ser, un solo ente. Piltover intenta separarlos y denigrar los instintos bajos reproductivos y salvajes que su lado Lycano es capaz de lograr. Jayce ha sido educado como un Beta. No sabe cómo funcionan en la práctica los juegos de los aromas. No importa cuánto haya leído, la información tergiversada de Piltover no se compara a la magia que efectúa Viktor en él para tranquilizarlo. Aunque finja que no le afecta como explicó que sucedería.

Viktor no era quien suele empezar los contacto físicos entre ellos. Incluso no suele corresponder los abrazos de Jayce o sus toques en el hombro y espalda. Jayce no pudo evitar sentirse nervioso y tan querido en ese momento.

”¿Qué te asusta?” Preguntó Viktor con genuina curiosidad. Pasó su mano debajo de su axila y lo abrazó ligeramente.

”Olvidar algún detalle que desvalide nuestro trabajo” confesó Jayce con la voz amortiguada en el hombro de Viktor. Olía como una cosa hermosa sinfín.

”No te diré que todo saldrá bien, yo también estoy asustado” Jayce lo miró frunciendo el ceño con confusión “. No me mires así, somos un fenómeno estadístico poco probable pero no imposible. Tanto tú como yo soñamos Hextech y estamos por entrar en un pozo de lobos, literal y figurativamente. Sólo recuerda encantar a todos con tu presencia de niño bonito y que esto es nuestro sueño”.

”¿Lo prometes?” Preguntó Jayce con falta de aire.

La cercanía de Viktor era fría por su mala circulación, pero creaba esa reacción exotérmica cuando estaba en contacto con él de una forma tan deliciosa que Jayce sólo puede asimilar como el rocío de las mañanas más frescas y deliciosas en los campos de flores donde la nieve y el miedo dejaron de existir.

”Estamos juntos en esto” aseguró Viktor con un brillo sin igual en sus ojos.

Jayce sonrió y se alejó, sabiendo que si seguía así, habría sido capaz de hacer una tontería como besarlo. Sus labios hormigueaban con la necesidad de ceder ante su sueño. Porque lo que no se puede permitir es que Viktor lo ame; pero sabe que su corazón está haciendo lo que quiera y estaba cayendo muy fuerte. Cuánto anhelaba abrazarlo correctamente y pedirle que nunca lo suelte.

Unos segundos después, una mujer delgada y de piel canela apareció. Llevaba un prolijo atuendo burdeos y su cabello recogido en dos ondas castañas, una en cada costado de su cabeza. Sus orejas lycanas eran peludas y oscuras, al igual que su cola. Usaba cuello alto y su gesto estoico denotaba profesionalidad.

”¿Joven Talis, Joven Viktor?” Saludó con un acento cuidadosamente perfeccionado “. Por favor, si pueden acompañarme. El consejo les espera”.

La sala del consejo era grande y casi vacía. Una gran mesa en forma de engranaje partido a la mitad abría un espacio de media luna debajo de la luz de la magnífica cúpula recubierta de repujados de oro con motivos industriales. Las paredes altas eran sostenidas por columnas robustas y capiteles romanos con más ornamentas. Todo era puntiagudo y afilado, la luz blanca del atardecer difuminaba sombras de rombos por el suelo de mármol y oro oscuro. Cada curva del engranaje resguarda una silla que representa a cada miembro del consejo. Siete representantes de las casas mercantiles más poderosas e influyentes de Piltover. Y al medio estaba el condensador que Viktor y él terminaron de perfeccionar para hacer su presentación.

Había muchos aromas, pero, después del de Viktor, Jayce podía percibir un perfume de un almizcle natural de ámbar y algo azucarado parecido a la miel y fermentado como buen licor.

Heimerdinger estaba en el centro. A parte de él, Irius Bolbok eran los únicos que no eran de especie humana, por lo que no tenían rasgos Lycan. Los demás miembros tenían sus orejas paradas y listas para escuchar. Miradas críticas y que no pierden de vista ningún mínimo movimiento que Jayce en compañía de Viktor dieron.

Se pararon en donde la rondona de la mesa comenzaba. Lo suficientemente lejos como para seguir respetando la diferencia jerárquica en la que se encuentran; pero lo suficientemente cerca para hacerse escuchar.

”Mis muchachos, bienvenidos” saludó Heimerdinger mientras arreglaba un par de papeles y se ponía unos pequeños lentes circulares de lectura.

Jayce no pudo evitar pensar en lo adorable de los lentes, debían ser del tamaño de la mitad de su mano. Los demás miembros también estaban revisando una carpeta. Probablemente los antecedentes que envió para poder empapar un poco del contexto de su reunión. Puede que el único con la capacidad intelectual para comprender la ciencia detrás de Hextech sea Heimerdinger; pero esta moción era una cuestión económica y social. Los demás concejales deben tener conocimiento en las ramas sociológicas necesarias.

¿Por qué uno de ellos está jugando con un rompecabezas de niños? Pensó Jayce con un poco de pánico. Esperaba que fuera simplemente un antiestrés y no que no sepa que sólo debe voltear en paralelo las dos ruedas exteriores para resolverlo.

”Buenas tardes, honorables miembros del consejo” saludó Jayce tomando la iniciativa “. Agradecemos el tiempo que dedican en su apretada agenda para poder hacer apertura a nuestra requisición”.

Cassandra sonrió ligeramente. Jayce esperaba haberla enorgullecido con sus modales y uso del lenguaje protocolario correctamente.

“Consejala Medarda, por favor” inquirió Heimerdinger hacia su derecha.

Una hermosa mujer morena de orejas oscuras con un detalle miel y oro decorado con un par de pendientes largos y vestiduras blancas inmaculadas se levantó. Era alta y delgada, su cabello estaba prolijamente recogido en rastas cuidadosamente hechas con anillos anchos en un moño hacia arriba con un fleco circular que cae del lado derecho de un exquisito rostro. Ojos maquillados con un realce a su brillo escrutador, pecas de oro en compañía del delineado rectangular en sus párpados inferiores. Nariz curva y ancha, labios seductores y brillantes. Jayce se sintió intimidado por ella.

”Gracias, Consejal Heimerdinger” asintió y miró hacia la dirección de Jayce y Viktor “. Se abre la sesión, el concejal Heimerdinger trabajará como mediador de la discusión, la concejal Kiramman como vocal junto conmigo presente, la concejala Medarda. De secretario tenemos a mi asistente Elora. Una vez iniciada la sesión no se permiten interrupciones, todo lo que digan será registrado y puede ser utilizado como expediente en futuras ocasiones. ¿Están de acuerdo con ello?”

No había elección.

Ambos científicos levantaron la mano izquierda a la altura del corazón ”Aceptamos”.

”Bien” se sentó nuevamente la concejala Medarda “. Cedo la palabra al concejal Heimerdinger”.

”Se lo agradezco, concejala Medarda” Jayce sentía que se comenzaba a marear por tantos títulos protocolarios “. Presento a mis dos estudiantes estrella de la Academia. Los únicos con registros de títulos de posgrado de octavo nivel y trabajos de investigación sobresalientes. Ellos tienen algo que presentarnos, en conjunto. Viktor, Jayce, por favor, háblenle al consejo del Hextech”.

Jayce cerró los ojos un par de segundos, reuniendo toda la confianza que sentía que ya no sentía. Que era sólo la pasión y la fuerza lo que lo estaba motivando a seguir. Sintiendo la maravillosa presencia de Viktor a su lado, reconociendo de una nueva manera que no estaba solo. Viktor no lo va a dejar, él tampoco puede hacerlo.

”Se lo agradezco, concejal Heimerdinger. Nuestro trabajo de investigación es una apertura que queremos presentar para abrir un departamento de investigación de Hextech” comenzó Jayce con renovada confianza que contagió a Viktor pues dio un paso al frente.

”Estamos en fases iniciales pero prometedoras de un descubrimiento científico que no sólo puede revolucionar la ciencia sino los tabúes de la antítesis que la magia resulta contra nuestros estudios humanos” explicó Viktor con su agradable acento.

”¿Magia con ciencia?, ¿no es algo refutable?” Replicó el concejal Bolbok con su voz cibernética llena de renuencia.

”En teoría lo sería, concejal Bolbok” prosiguió Jayce mientras se acercaba al prototipo “. Sin embargo, nuestra investigación pudo encontrar el paralelismo del lenguaje mágico de las runas a una traducción matemática teórica que da apertura a que sean interpretadas en la realidad por una serie de decodificaciones del sistema hexadecimal. Estos nos permitió poder redirigir el poder de la magia en un sistema energético autosustentable”.

”¿Y qué quieren lograr abriendo el departamento de investigación de este Hextech suyo?” Preguntó la concejala Shoola con sus orejas lampiñas levantadas y decoradas de oro. Los engranajes de su ostentoso collar hacían un ruido incómodo en el eco de la cámara del consejo.

”Más allá de eso, y perdone que me interponga, concejala Shoola” interrumpió el concejal Salo con una mueca prejuiciosa “, ¿qué quieren de nosotros para este departamento y qué ganamos a cambio?”

Las orejas del concejal Salo le recordaban a Jayce a las orejas de la doctora Cherie. Anaranjadas y con un ligero degradado blanco, peludas y levantadas. Su mirada era aguda, demasiado escrutadora para poder discernir si estaba interesado o sólo buscaba el más mínimo desliz para retractarse en su presentación. Para humillarlos. El concejal Hoskel a su lado seguía jugando con el rompecabezas para niños. Definitivamente no sabía cómo resolverlo.

“Como primera fase, crear fuentes de energía e implementarlo en el comercio” habló Jayce “. Lo que tenemos aquí es un condensador de jaula Hextech. Permítanos hacer una demostración de lo que esta tecnología promete”.

Viktor se acercó a la mesa donde estaba el prototipo. El cristal brillaba tenuemente y con una práctica perfectamente agudizada, comenzó a activar el sistema con los cálculos correctos y el acomodo de las runas que requieren para que el portal sea estable dentro de los parámetros necesarios. La cámara brilló de un azul incadensecente y precioso. El portal se manifestó dentro de una pequeña esfera flotante sobre las garras doradas de la máquina. Los rehiletes de magia se sentían fríos y las bolitas brillaban de blanco hasta estabilizarse dentro de lo razonable. Viktor activó las runas y el sonido de las centrifugadoras del prototipo fue un poco más brusco.

Se encendió un portal con runas decorando a su alrededor. Jayce tomó una pequeña pelota, codificó la dirección y aventó el sujeto hacia la esfera brillante. La pelota fue absorbida y en un instante apareció sobre el escritorio de Cassandra. Completa y sin ningún tipo de malformación o desperfecto. Los concejales vieron la demostración con gran recelo pero también sorpresa.

Jayce vio cómo Viktor sonrió ligeramente. Orgulloso de lo que su trabajo ha podido lograr. Su corazón se calentó al ver también estos resultados tan prometedores.

”Es intrigante” reconoció Cassandra viendo la pelota y compartiéndola con los demás miembros del consejo.

”Nuestra propuesta es hacer que Hextech llegue al alcance de la sociedad como una herramienta de necesidad básica” explicó Jayce mientras volvían a apagar el condensador de jaula “. Nuestro primer proyecto es la teletransportación y el desarrollo de los Hexgates. Portales de importación y exportación de Piltover. Nuestros dirigibles son notables, pero imaginen la agilización de tiempo con esta tecnología lo que se traduce como mayor apertura de alcance comercial y reducción en gastos de activos”.

”¿Y es por eso que quiere nuestra participación, joven Talis?” Preguntó la concejala Medarda con lo que Jayce interpretó un ligero ronroneo y la cabeza ladeada, dejando ver su glándula olfativa.

Ella era una alfa. Un escalofrío recorrió su columna. Era ella la del aroma de azúcar.

”La academia nos permitió un laboratorio y abrir el departamento; pero los fondos no son suficientes para los proyectos que requieren Hextech” intervino Viktor de forma lacónica, el sonido de su bastón hizo eco en la cámara en silencio “. Agradecemos el apoyo de la academia por nuestro trabajo, pero reconocemos la importancia de la participación de su órgano para poder ampliar los alcances de Hextech, concejala Medarda”.

”No cabe duda de que es por eso que el concejal Heimerdinger te eligió como su asistente, joven Viktor” intervino Cassandra Kiramman “, pero me gustaría escuchar de la boca del Joven Talis por qué nos beneficia nuestra participación”.

Jayce sabe que Cassandra no era abiertamente enemiga de los zaunitas, pero sí de las segundas casta. Viktor estaba demostrando abiertamente que es un alfa, uno de la ciudad subterránea. La hipocresía que sentía prevalecer porque en el consejo tienen de co directora a un alfa era un poco llamativo; pero Jayce sabe que lo que Cassandra hace es mantener lo que es de Piltover en Piltover. No importa que Viktor sea también el pionero de esta tecnología.

Tragándose el coraje, Jayce dio un paso al frente con las manos detrás de su espalda “Estamos pronosticando que sus inversiones serán multiplicadas en un lapso de tiempo menor a un año una vez instauradas y puestas en funcionamiento los Hexgates con un aumento de al menos el diez por ciento en ganancias”.

”Es una propuesta económica llamativa” habló por primera vez el concejal Hoskel, con sus orejas peludas y grandes caídas hacia atrás “, pero un poco vanidoso un pronóstico de esa forma. ¿Cuál es el rango de alcance de esta puerta?”

”Queremos lograr potenciarla para que llegue a toda Runaterra y abrir espacios para pláticas económicas y una apertura política para Piltover hacia las demás naciones” exclamó Jayce escogiendo cuidadosamente sus palabras.

”¿Y un Zaunita está dispuesto a hacer todo eso por Piltover?” Preguntó el concejal Salo con las manos entrelazadas.

”Quiero hacer un cambio” respondió Viktor de forma audaz “. Hextech es el siguiente paso de la evolución”.

Eso llamó la atención de todos los miembros del consejo. Jayce estaba impresionado con cómo Viktor también tenía un conocimiento muy profundo de cómo actuar en el consejo. Probablemente por todos sus años trabajando como asistente, no duda de que ha estado presente en sesiones como esta. Él está muy por encima de él, lo hizo sentir seguro. Aprendiendo de la observación y deliberación científica para poder esconder sus razones reales y darle una verdad a medias al consejo que bien aprecia.

”Sólo que hay una yuxtaposición a su propuesta” intervino la concejala Medarda “. Para que esto sea algo factible, requieren de la aceptación del pueblo. La magia no es muy bien vista por la sociedad piltovana enfocada en las ciencias y el progreso”.

Jayce notó que había un ligero acento extraño en la mujer. Además de que la forma en que hablaba de forma tan impersonal de Piltover era importante. No denotaba ese nacionalismo casi enfermizo que la sociedad siente por su ciudad dorada. Ella no era de aquí.

”Me alegra que lo mencione, concejala Medarda” dijo la concejala Kiramman retomando las riendas de la discusión “. Piltover no está listo para que la magia sea un cambio a su sistemático uso de combustibles fósiles y transporte actual. Lo que propongo es que se abran paso en la sociedad y enseñen la positividad de esta tecnología”.

”¿Qué propone, concejala Kiramman?” Preguntó el concejal Heimerdinger con interés genuino en sus ojitos brillantes.

”Una campaña” dijo de forma sensata “. Que los chicos sigan su sustento con el apoyo de la academia y el apoyo que el joven Talis recibe de parte de mi casa para que desarrollen este proyecto a una escala mediana y lo presenten en el concurso de innovadores distinguidos del siguiente año. El jurado es un órgano de eruditos fuera de nuestra jurisdicción, sin influencias más allá de su conocimiento. Si ese grupo les da el primer lugar, les da una imagen esperanzadora y forjará la suficiente aceptación social para que el proyecto se vaya a la escala que ustedes requieren”.

”Lo encuentro factible” secundó la concejala Shoola “. Supongo que también se requiere de una campaña posterior para cuando Hextech se instaure”.

”Me gusta cómo piensa a grandes escalas, concejala Shoola” siguió la concejala Kiramman mientras miraba hacia los demás miembros de la mesa “. La política requiere de la sociedad, para ganársela es decorar las propuestas con la alevosía de los carnavales. La hipérbole recae en la factibilidad de lo susceptible que es el individuo. Ganemos al público y abrimos con fuerza y estabilidad hacia todo runaterra”.

”Y el joven Talis es una buena propuesta” inquirió la concejala Medarda “. Es un beta de gen dominante, la presentación perfecta del ciudadano piltovano, y posee el conocimiento necesario de este trabajo para poder demostrar su veracidad. Una cara sólida sustentada en el lema del orden y progreso que la ciudad defiende”.

”¡Oh, suena maravilloso!” Exclamó el concejal Heimerdinger “, ¿les agrada la propuesta, muchachos?”

Jayce se sentía en ese extraño limbo cuando terminaba las sesiones hormonales en la clínica. Con un montón de algodón en la boca, las extremidades tan pesadas como el plomo y la dignidad perdida. La indignación que sentía por ser rebajado a la propuesta de imagen de su propio trabajo de investigación era casi tan denigrante como el recordatorio que deliberadamente estaban ignorando a Viktor por el prejuicio de ser un alfa y de Zaun.

¿Era esto lo que tenía que hacer para volver realidad su sueño? Sonaba tan sencillo, renunciar a lo que es él no es una novedad. ¿Por qué dolía tanto ahora? Se sentía como un mono de circo. Si no cedía, se terminaba todo. Si lo hace, no defraudará a Viktor ni a sus sueños.

¿Qué tan difícil puede ser?

Miró a Viktor, él le devolvía una mirada analítica. Presentía que pensaba lo mismo. Sin embargo, Jayce ha leído incontables veces el trabajo de Viktor y su necesidad de llegar a sistemas orgánicos con el Hextech. Porque quiere curarse. No puede ser egoísta. No es su sueño, es de ambos. Son ese fenómeno único, no puede defraudarlo.

”Aceptamos” sentenció Jayce con las manos a los costados.

”Bien” dijo la concejala Medarda “. Sometemos a votación para aprobación del plan de desarrollo hacia el Hextech”.

Los siete concejales se levantaron mientras la cúpula se cerraba y las luces se encendían de forma cenital sobre cada uno de ellos. Jayce se sintió condenado, como si estuviera en un juicio donde estaba defendiendo la magia como ciencia y todo salía mal.

De repente, sintió el meñique de Viktor en su mano. Instintivamente Jayce tomó su mano completamente.

”El voto es unánime” declaró el concejal Heimerdinger “. Queda aprobada la moción y tienen un lapso de tiempo de un año hasta el siguiente concurso de innovadores distinguidos para obtener la aprobación social y abrir una gala de inversiones a un departamento de Hextech completo y el desarrollo del proyecto de los Hexgates. Joven Talis, Joven Viktor, el consejo aprueba su petición y la academia y la casa Kiramman destinará fondos suficientes para su proyecto en escala mediana baja para su prototipo. Se levanta la sesión”.

Las luces volvieron a la normalidad y los concejales se levantaron de sus asientos. Viktor se alejó de él y extrañó el dulce tacto de su piel contra los callos de la suya.

Entonces, Mel Medarda se acercó a él ”No cabe duda que eres un caballo oscuro, joven Talis. Todo apunta a que serás el Tesoro de Piltover”.

”Agradezco su buena fe puesta en nuestro proyecto, concejala Medarda”.

”Por favor, llámame Mel” dijo sonriendo delicadamente “. Estoy emocionada por su trabajo, sé que será de gran ayuda”.

Jayce imaginó que en otra vida, ella le habría parecido deslumbrante, tan atrayente como una polilla al fuego. Intoxicante y deliciosa, como la más decadente de las frutas. Era hermosa, sin duda alguna. Su tono, la peripecia de sus movimientos, cada mínimo detalle exudaba una estrategia seductora. Si no fuera su aroma y su glándula, su simple presencia deja en claro que era un alfa de gen dominante. Probablemente puro.

Sin embargo, en ese momento, ella le aterraba. Buscó a Viktor con su mirada.

Pero no lo encontró.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 8: VIII

Chapter Text

La apariencia de un año es inverosímil.

La cantidad de sucesos se sienten como una simple caricia de anécdota.

Viktor miraba hacia atrás y veía que todo era difuso; pero a la vez muy esclarecedor. Tal vez muy rápido a pesar de haberse sentido como el año más largo y sustancial de toda su vida. Porque sólo está recordando todo lo que lo ha llevado hasta ese punto actual. Un año lleno de cosas que simplemente van más allá de su comprensión y racionalidad científica. Se sentía un poco extraño si rememoraba todo lo que había ocurrido y agregar el hecho de que, definitivamente, había desarrollado fuertes sentimientos por Jayce Talis. No era sencillo cuando se había prometido resguardar y desechar esa posibilidad por el bien de su amistad y del desarrollo del Hextech. Estaba muy decepcionado consigo mismo.

Su alfa estaba determinado a buscar al beta de Jayce. Había un sentimiento extraño. Aunque Viktor comprende y agradece que su segundo género no lo haya dejado morir dada su mala salud. Su alfa lo ha salvado de muchas ocasiones cuando el peligro era inminente. Sus instintos eran más afinados que el de los Piltovanos, que están educados para suprimir los instintos e ir evolucionando generación con generación hacia una sociedad donde el genoma Lycan no sea más que parte de los anales de la historia de la ciudad del Progreso. Por el lado de Zaun, el genoma Lycan era para sobrevivir. Lo poco que su padre le pudo llegar a enseñar fue para saber usar a su favor los sentidos agudizados de un Alfa. Aunque no tiene buen olfato, sus caninos y sus shocks de adrenalina eran todo un cuento aparte. Su oído era mucho más agudo. Sin embargo, ese sentimiento que remueve la entraña cuando Jayce está cerca era complejo. Sabe que es su alfa llamando y pidiéndole ir hacia la caída libre de los sentimientos. A juntarse en manada aunque no se puedan vincular. Quiere dejarse abrazar por su aroma cuando lo encuentre, la belleza de una utópica imaginación donde Jayce lo tomará y nunca lo soltará.

No lo permitiría. Tiene motivos más grandes. No puede haber razón más importante que sus objetivos, sus sueños. Lograr curarse y ser alguien que deje huella, que haga historia. La ciencia es su llamado con el universo, ¿no es eso lo más importante? Siempre ha estado solo. Siempre se ha sentido solo. Todo lo que comprende son consecuencias por buscar entablar una relación con quien se ha convertido en su mejor amigo, y resulta en catástrofe. Viktor no quiere dejarse ir por simples ideas románticas de la tragedia que se interpone entre el amor y la parcialidad por el bien de su progreso. No. En verdad había hecho un estudio de campo exhaustivo. Su conclusión era casi irrefutable: era imposible tener una relación con Jayce Talis si no quería sacrificar el bien de su trabajo de investigación.

Era un poco desalentador; pero Viktor trataba de mantener el objetivo: es un alfa débil, un hombre enfermizo, su esperanza de vida no era arrulladora. Hacer una manada era la peor de las ideas, su segundo género no podrá soportar cuando el anhelo de más se choque con la cruel realidad del contrato social. Piltover era una ciudad escrutadora y peligrosamente condescendiente con quienes menos las tienen de ganar. Viktor era ese arquetipo de especie fallida. No había nada en él rescatable, nada llamativo o que bien vale la pena de preservar en su linaje. Incluso era mejor si él era el último de su cadena.

Jayce, por el contrario, era deslumbrante. Viktor suele pensar en el sol cuando Jayce sonríe. La forma en que puede atraer a la gente con una presencia tan galante pero no acaparadora. Sobrecoge en cada esquina con su profesionalidad para nadar entre los mares de gente. Su capacidad de oratoria iba mejorando con el tiempo hasta tener una facilidad de la palabra casi peligrosa. Jayce aprendía día con día. A Viktor le dolía saber que con cada día que Jayce brillaba un poco más, él se estaba marchitando un poco más. Detestaba que eso era lo que más lo enamoraba del beta. Esa calidez incomprensible que no sabe reconocer ni definir. Un escalofrío alentador y un abrazo fantasmal que siente que no se merece. Sentir que estaba cayendo más y más en una fisura oscura y retorcida, sin la posibilidad de encontrar ese brillante candor que representa Jayce para su monótona vida.

Cada sonrisa compartida por cada descubrimiento de lectura rúnica a través del sistema hexadecimal, o porque Jayce simplemente parecía feliz de verlo. Cada noche en vela en la que Viktor cedía y amanecía con una manta sin aroma perceptible pero tan cálida que sólo puede provenir de la misma mano benevolente que le tendría lista una taza de leche dulce o un buen café cargado con cada salida del sol. Cada engranaje encajó según sus planos compartidos, construyendo en equipo una maquinaria única y perfeccionada con sus ojos críticos. Cada momento de frustración cuando las sesiones de prueba y error resultaban en un desastroso fin explosivo o sucio. Cada vez que Jayce tocaba su hombro, sobando su pulgar de arriba hacia abajo con un cariño que Viktor pedía a gritos mudos que no se lo dé. Porque sentía que sólo así podría continuar con la indiferencia de sus emociones.

Las emociones son permanentes.

Eran las circunstancias las que los transforman en sentimientos.

Miró a través de los grandes ventanales el rico amanecer que estaba asomándose a través de raudales diagonales. El verano de Piltover siempre era acogedor. Ni tan caluroso, ni tan húmedo. Su clima agradable y su aire fresco era una antítesis demasiado grosera contra Zaun. Viktor recuerda los días oscuros, húmedos y sofocantes de verano. A veces tenía que andar sólo en ropa interior en su casa debido a lo calurosa que se ponía por los tejados de lámina; y no era suficiente debido al aire contaminado encerrado por los lares. Ahora tenía su propio dormitorio, muy pronto se mudaría a un apartamento formal, podía gozar de buen clima y el glamour que conlleva las festividades del Día del Progreso.

Hoy se celebra el aniversario número 195° de la fundación de la gloriosa ciudad dorada. A diferencia del año pasado, que fue decepcionante para los estándares del consejo debido a la ligeras disputas políticas y los constantes accidentes en la minas de Zaun, esta vez se había planeado con una antelación bastante precisa. Viktor, aunque ahora era empleado de la Academia con su menguante departamento de Hextech, seguía apoyando en algunos detalles al decano Heimerdinger. Tal vez más por costumbre que por gusto. Así que al clasificar tantos contratos y arreglos para las grandes festividades, todo apuntaba a que sería un día del Progreso sin igual. No era por menos, estaban en la cuenta regresiva de que se llegue a su Bicentenario. El Consejo estaba ciertamente comprometido en dar esa apariencia de opulencia. Esencialmente porque, de ser que el comité de eruditos les dé el primer lugar en el gran concurso de inventores innovadores, Piltover buscará abrir muchas comitivas y canales de inversión para Hextech.

A mayor sea la inversión, mayor será el alcance. Viktor aún no sabe qué puede ser peor: un multimillonario frívolo que sólo quiera hacer pomposidades sin oportunidad de ir más allá del elitismo o que Hextech llegue hacia el interés de la milicia y quiera poner el suficiente dinero para que los hilos se muevan por aguas oscuras. Viktor sabe que las dos cosas pueden pasar, no es que no lo haya imaginado; pero por eso debe entregarse completamente a la integridad del proyecto y trabajo de investigación que tiene en conjunto con Jayce Talis. Para protegerlo y él mismo manipular a los inversores hacia donde él quiere que vaya su dinero para Hextech.

Tenían que ganar el concurso sea como sea. No pude permitir que nada salga mal.

”A este paso, vas a quemar tus retinas antes que esa placa, V” Pronunció la voz de Jayce en medio de la penumbra con un tono de advertencia.

Volteó a verlo y se dio cuenta de que estaba jugando con un circuito descarto y un soldador de bajo rango, sin gafas. Agitó la cabeza, dándose cuenta de lo tonto de su actuar. Miró como la madrugada le daba un color hipnótico en los ojos de Jayce, el pelaje de sus orejas y cola parecía agua bajo la luz de la luna. Liso y brillante. Era tan magnífico como inalcanzable.

“Una disculpa” susurró con la voz rasposa y el aliento de madrugada sabiéndole pastoso en el paladar “, trasnoché terminando los ajustes y terminé antes de tiempo”.

”Pero no regresaste” dedujo con ironía su amigo y una sonrisa que podía sentir, aunque Viktor no volteó a mirarlo.

”Pero no regresé” asintió con un poco de amargura.

No comprendía por qué su alfa se alborota como si estuviera frente un potencial compañero. Jayce no tiene más olor que el del azufre de las vitaminas que debe tomar. Su presencia, empero, era tan reconfortante como un lindo amanecer. Donde la luz calienta un poco la piel, el frescor del rocío moja su cara en medio de un gran campo de flores. Como el lugar al que dice Jayce que el mago lo llevó para salvarlo.

”Te haré leche dulce” sugirió Jayce mientras se acercaba a la mesa de coffee break que instalaron en una esquina segura del laboratorio.

No estaba aprobada por la academia por la falta de salubridad del asunto, pero Jayce y Viktor sabían que si no lo hacían, eran capaces de delirar sin algo de alimento y la cafeína corriendo por sus venas ante su preferencia por lo ermitaño.

Además, ¿cómo podría negarse a que Jayce le prepare leche dulce? Viktor detestaba que su amigo lo hiciera de una forma tan deliciosa que ya no le sabe bien la que su propia madre le enseñó y preparó en su niñez. Las ventajas de tener más especias, tal vez. Viktor supone que a su madre le habría encantado esta receta mejorada… A ella le habría encantado Jayce.

Una taza humeante se posó frente a su visión llena de lagañas. Grande, roja y desportillada junto al aza. El aroma de la estrella de anís, azúcar morena, miel y té de caramelo (robado de la oficina del decano Heimerdinger) era como un abrazo. Aunque la grande y callosa mano sobre su cabello fue mucho más agradable. Jayce era ávido para empezar el contacto; pero se aleja de él cuando Viktor pretende iniciarlo. Nunca olvidaría que rechazó impregnarle su aroma.

Quería creer que era debido a la educación de Jayce con respecto a los segundos géneros que tuvo. En Piltover estaba terriblemente visto el usar los sentidos lycanos más allá de lo que el contrato social permite. Los cortejos, el sistema de manadas, los propios roles de los alfas, betas y omegas estaban lo suficientemente tergiversados como para no poder vislumbrar nunca más algo de coherencia. Mucho menos el compartimiento de aromas, Viktor ha visto que los piltovanos lo consideran de muy poco buen gusto, por no decir indecoroso. Piltover tiene ideales para los betas. Jayce es la imagen perfecta del espécimen que quieren crear. Claro que tener encima el aroma de un alfa, aunque de gen dominante, con aspecto escuálido y aroma poco atractivo no estaba siendo parte de sus planes.

Viktor sofocó la decepción del rechazo. Pensando que mal interpretó los actos de Jayce. Él era bondadoso por naturaleza. Sabiendo que era mejor conformarse con esto y no alentar a sus sentimientos. Por el bien de sí mismo. Incluso por encima del bien de su amistad, estaba el bien de la alianza científica y Hextech.

”Por suerte para ti, te traje algo para que comas y no vayas con el estómago vacío al concurso” dijo Jayce mientras sacaba un recipiente de cristal que destapó y un cálido aroma rico y picante llenó sus sentidos.

Aunque hubiera preferido algo dulce, sabe que Jayce no le permitía una fuente de energía fácil en tan altas dosis en la mañana. No por la ingesta calórica; sino porque literalmente tendría un subidón de energía y después un bajón en su presión y no tiene ganas de vomitar en un día tan importante como hoy. Lo que había en el recipiente era una especie de lasaña pero con unas capas de masa de maíz que Jayce hace con su madre. Salsa verde cremosa, pollo deshebrado, verduras y mucho queso gratinado corona la lujosa porción decadente y humeante.

Tomó el tenedor que le tendió su compañero y partió una cucharada decente y socialmente aceptable. Sopló ligeramente y comió. La explosión de sabores agrios y cremosos se fusionaron de forma impactante con el jugoso pollo y el regusto especial de la masa que tenía el ligero toque de sal bastante agradable. La crema agria y el queso se derritieron en su boca sin opacar el sabor principal de la salsa. No pudo evitar soltar un suspiro satisfactorio ante el delirante sabor de la comida casera que Jayce y su madre prepararon. Ha sido un año completo y ha probado un sinfín de platillos tan interesantes como deliciosos; pero este se había vuelto uno de sus favoritos. Había un regusto hogareño que le parecía invaluable.

Cada recuerdo con Jayce era invaluable para el corazón impropio de Viktor.

”¿Entra entre tus favoritos o puedo mejorar?” Jayce siempre le pregunta eso cuando le trae un nuevo platillo.

”Es bastante aceptable, casi soberbio” respondió con sarcasmo que le sacó una ligera carcajada.

”Lo tomo como un cumplido” aceptó Jayce sin dejar de ver a Viktor comer.

Fue un silencio agradable. Jayce se preparó un café amargo sin nada más que la pureza de los granos molidos con un rico aroma de notas de caramelo tostado, denso y sabroso. Jayce siempre toma ese café, sin falta. Durante varios minutos, mientras Viktor devoraba el desayuno antes de que se enfríe, bebiendo entre medias de la leche dulce. Jayce tomando en sorbos reservados, típica educación pija Piltovana, mientras veía los últimos escritos de sus notas finales del hexgate.

“¿Terminaste de calibrar la toma de corriente?” Preguntó Jayce con sorpresa “, creí que seguía haciendo corto si no dejábamos el parámetro actual”.

”Mencionaste que un mejor flujo de energía permite un mejor panorama de ahorro del recurso” explicó Viktor después del último bocado, estaba lleno y contento “. Si cambiábamos el cobre con un recubrimiento de un metal más denso podría acaparar mejor la energía sin la pérdida que estábamos teniendo. Se aprovecha mejor el recurso y lo vuelve un circuito completamente cerrado. ¡Pum, fisura energética sellada!”

Jayce rio ligeramente “Es bastante impresionante cómo puedes encontrar respuestas en cosas que digo”.

”Tú llegas a hacer lo mismo, no me llenes de tantos lirios, aunque me los merezco” respondió con una ligera sonrisa detrás del penúltimo sorbo de leche dulce “. Todo tiene que salir perfecto hoy”.

”Pienso lo mismo” respondió Jayce mientras cerraba el recipiente y recogía la mesa. La cola de Viktor se movió involuntariamente, incluso su Alfa se emocionaba cuando descubre cosas afines a su amigo “¿Dormiste algo, siquiera?”

”Lo suficiente que los nervios me permitieron” suspiró Viktor mientras se levantaba con ayuda de su bastón.

Una mueca tiró de su rostro cuando el inconfundible calambre de su músculo atrofiado tiró densamente por todo el muslo. Agudo y sofocante, apretando como una liga hasta cortar la circulación y tensando la extremidad casi volviéndolo inmóvil. Forzó a su tobillo a moverse para que la sangre circule e ignorar el calambre. Debía tomar sus medicamentos. Fue hasta su bolso de cuero y sacó el pastillero, tomó los analgésicos y las demás drogas que sólo mantienen bajo control su enfermedad; pero que no lo pueden curar. Estaba tan acostumbrado al ritual matutino de su medicación que se pasaba las pequeñas píldoras sin agua. La última iba debajo de su lengua con un sabor demasiado dulce y amargo que dormía su lengua por algunos minutos.

Entonces, vio dos cosas más brillantes de su mochila. Un regalo y un sujeto de observación. Un pequeño sobre y una bolsa plástica. Un presente y dos jeringas rotas. Tomó el sobre y guardó su pastillero. En menos de ocho horas debía tomar la siguiente dosis. El efecto tardaría al menos quince minutos de hacer efecto, así que tendría que soportar el dolor en la pierna y la espalda como toda su vida lo ha hecho.

Jayce estaba revisando la nueva calibración del generador de energía. Siempre lo dejaba en paz cuando tomaba su medicina. Le daba privacidad, Viktor no sabe si por educación o como si… Jayce detestara ver a Viktor tomar medicamentos. Su cola se movía esporádicamente y sus orejas se bajaron un poco en señal de concentración.

Se acercó, el clic de su bastón hizo un eco reverberante. Cuando inclinó la mirada sobre lo que hacía Jayce, notó que estaba terminando de programar los nuevos parámetros. El generador encendió un foco azul en positivo y dieciséis 0 se dibujaron en la pequeña pantalla al lado de las palancas de seguridad. Estaba todo listo.

Hoy apuntaba que sería un buen día, con buen clima, con buenos augurios. No puede dejar ver a nadie el miedo que le quiere consumir por todas las responsabilidades que se cierne ahora sobre él. Mira hacia un costado, donde la base principal de su condensador Hextech estaba descansando. Luego mira nuevamente a Jayce, quien le devuelve la mirada con los labios cerrados, sin dejarle ver la hermosa separación de sus dientes. Era abrumador cuánto deseaba besarlo y acariciar esas grandes orejas de su subraza Lycan labrador. Cómo duele tener que suprimir todos esos sentimientos que golpean como la fisión de átomos.

A su lado estaba el proyecto más importante de sus vidas hasta ahora. Algo que marca un antes y un después en el trabajo de sus existencias. Eso es lo que debe importar. Habían trabajado muy duro para obtenerlo, para lograr sus cometidos. Por alguna razón, todo lo que quería ver era a Jayce. No el proyecto más grande de su carrera hasta ahora.

Para poder llevar los Hexgates a nuevas escalas tenían que calibrar el propio sistema interno de navegación. Algo que había sido un dolor de cabeza mucho mayor del que esperaba. La misma traducción de las runas no podía dar todas las respuestas, claro está. Fue el primer escalón del conocimiento en temas tan convexos como la física y la magia hasta fusionarse en lo que ahora era algo totalmente alcanzable. Tenían que saber manejar los niveles del alcance de los propios cristales y las reacciones cinéticas, sus propios alborotos atómicos, que tienen por el mismo movimiento. Curiosamente, el aumento de las oscilaciones permitió que la propia estructura molecular de los cristales desglose cada componente y que fuera tan sencillo como escoger qué runa debe entrar en contacto a través del lenguaje matemático y convertirlo en energía en pequeñas escalas. Para estructuras más grandes debían encontrar sus paralelos en un plano cuadruplicado, llevar a la potencia según la escala y multiplicar con una simple regla de tres. Las mismas reacciones naturales dieron las pistas para comprender cómo utilizar los cristales de manera óptima y aprovechando su potencial en su totalidad.

La armadura era imponente. De casi dos metros de altura y un diámetro de un metro con veinte. Era un semicírculo en la base, la puerta con forma hexagonal estaba postrada sobre cuatro garras doradas con en forma de gancho curvo que aterriza bien la propia anatomía. El panel de control estaba en el costado derecho, donde los generadores eran grandes en forma de cubos. Dos contenedores con cristales hex estaban esperando a ser liberados. Era una maquinaria majestuosa que construyó junto a Jayce. Cada pieza, cada engranaje.

Jayce había diseñado y forjado las piezas del condensador. No sólo en papel, sino que fue capaz de llevarlo a la realidad. Algo sustancialmente beneficioso y sorprendente para Viktor cuando supo que el propio Jayce había hecho las primeras piezas del primer condensador; que tenía y sabía cómo llevar a cabo este gran proyecto. A pesar de que la propia física fue mejorada por Viktor encontrando un diseño mucho más compacto, pero a la vez potente para poder conducir las cantidades de energía que requerían en los parámetros del trabajo escrito que postularon para calificar en el concurso, Jayce tenía una visión casi romántico en los diseños. Había una incorregible pasión por la forja en Jayce. Algo que va más allá de su legado ancestral. Su familia era de herreros, de hombres y mujeres fuertes entregados a las llamaradas y el golpe del metal. Eso explicaba la complexión de su compañero de investigación. Un estándar completamente fuera de los normalizados. De lo idealizado. Él era mucho más, aunque nunca le permitiera acompañarlo al taller.

Viktor suponía que era un momento íntimo, solitario, y que Jayce necesitaba para estar solo. Así que se lo permitía, le daba tiempo a él de hacer sus propias cosas. De todas formas, los experimentos químicos y físicos de muestras los hacían juntos, Jayce se encargaba de hacer las piezas en su soledad. Su conocimiento en herrería les permitió condensar aleaciones estables y conductoras bajo estándares óptimos para que la propia energía de los cristales se mantenga dentro del portal. Sin embargo, la misma composición orgánica y asimétrica de los cristales hex los terminaba volviendo aún algo inestables. Sus fisuras provocan explosiones peligrosas y casi asesinas si no era controlado de manera correcta. Jayce había comentado que tendrían que buscar pronto una forma de estabilizar los cristales. Viktor propuso encontrar una forma de reconstruir su composición química y metabolizarlas a través de algún contenedor condensado y resistente.

Algo que no pueden costearse aún y del que por ahora no cuentan tiempo.

Aún estaban en proceso de encontrar una forma de estabilizar los cristales, y saber reproducirlos entre sí; pero las esferas amorfas que ahora alimentarían la nueva Hexgate eran lo suficientemente prometedoras para que no exploten en la gran sala donde se llevaría a cabo el concurso. Tanto que han hecho y aún no estaban a mitad del camino del gran universo de esta ciencia, de esta magia. La infinidad de posibilidades inspiraban a Viktor a buscar hasta la última ecuación y hacer lo que necesita: equilibrarla. Encontrar la última variable y darle un sentido a todo. Estaba decidido y sabe que este año había sido la razón de muchos cambios. Ahora ha llegado el momento culmen, cumplir con su parte del trato con el Consejo.

Por otra parte… estaba la misteriosa jeringa con la punta rota. Esperando enterrada en su bolso. En su mano, en cambio, estaba el sobre blanco. Lo puso sobre la base del hexgate, frente a Jayce.

”¿Qué es esto?” Preguntó Jayce con la cola agitándose y cogiendo el sobre.

Viktor movió los labios en una mueca y agitó la cabeza de un lado a otro: “Ah, bueno, tómalo como un amuleto de buena suerte. Un regalo, si quieres”.

Jayce abrió con una devoción y cuidado el sobre; como si fuera un antiguo papiro rescatado de una expedición de alguna civilización perdida y no un simple papel texturizado que tomó del escritorio de la recepción de la academia cuando la mujer beta se agachó a recoger un lapicero que él mismo tiró.

Ahí estaba el primer objeto que se teletransportó con el descubrimiento del Hextech. Un pequeño engranaje de dieciséis puntas de no más de cinco centímetros de diámetro, en perfecto estado, pulido y con una ligera abolladura en uno de sus dientes.

Para Piltover no significaba nada, era un simple presente. Para Zaun era una propuesta. Viktor, egoístamente, llenó de su aroma el engranaje y se lo dio a Jayce. Aunque sabe que pronto el olor se irá, por un instante, el metal se aferró a su perfume natural para darle tranquilidad y cuidado a su amigo, a pesar de que sea posible que apenas y lo detecte. Jayce es un Beta de gen dominante, después de todo. Era un regalo más típico entre alfas y omegas. Algo que no pudo evitar. Necesitaba oler a Jayce con su almizcle natural. Para recordarle que él estaba con Jayce. Para darle compañía.

Porque desde que Jayce llegó a su vida, dejó de sentirse solo.

”Es el engranaje de esa noche” sonrió Jayce mientras lo guardaba en el bolsillo en su pecho, en la izquierda, y miró a Viktor con una sonrisa llena de dientes y un brillo dilatado, su cola estaba eufórica “, qué sentimental”.

”No sé cocinar, fue lo primero que se me ocurrió” restó importancia Viktor.

Jayce se levantó, extendiendo un poco los brazos, invitando a un abrazo. Un abrazo completo siempre era después de tener permiso. Viktor se dejó hacer, egoístamente guardando todo ese afecto para soñar con lo que podría ser si no hubiera tantos contras. Era un poco decepcionante no detectar olor alguno en Jayce más que el regusto sulfuroso de medicamento. Sin embargo, su calidez era suficiente para arrasar con su palpitante corazón, acalambrando sus dedos con el gozo de saber que, de alguna forma, era dueño de este tipo de abrazos.

”Gracias, V” susurró Jayce con gusto.

”Vamos a ganar ese concurso, Jayce” sonrió ligeramente, deseando poder oler algo.

Su corazón adoraba y odiaba tanto cómo lo estaba lanzando al cielo sin saber si alguien lo atrapará. Aún así, esa mañana, como muchas otras, cuando el sol sale, el brillo llena de calidez sus cuerpos. Llenos de trabajo, llenos de sueños, llenos de sentimientos densos que están por hacer la mayor de las reacciones. Viktor apretó la quijada, tragándose el nudo de su garganta. Suprimiendo el impulso de tomar a Jayce por la nuca y, simplemente, atreverse a besarlo.

”Juntos, Viktor” sonrió Jayce.

No importa cuánto dolor cause, Viktor sabe que buscaría por más del cariño de Jayce. Aunque después decida alejarlo por el bien de ambos. Hasta volverlo un ciclo vicioso. Del que, francamente, no se quiere alejar.

Un engranaje se guardó en un corazón y una jeringa rota en unos pensamientos.

.

.

.

Ganar el concurso fue tan abrumador como predecible.

Había sido un año especialmente competitivo. Habían propuestas innovadoras realmente atractivas. Nuevas aleaciones en materiales que tienen un aprovechamiento y rendimiento mejor. Nuevas herramientas didácticas y propuestas de esquemas educativos ciertamente prometedores. Incluso había un par de concursantes de Zaun ahí. Que Jayce reconoció en cuanto llegaron al auditorio donde era el concurso y fue atacado por uno de ellos.

Después de dejar en su estación la base del hexgate, Jayce bajó con ayuda de otros estudiantes fornidos la plataforma con ayuda de unas tarimas sobre unos carritos de elevador. Viktor llevaba, en un carrito a parte, los generadores y el maletín con los cristales hex. Su zona era abierta y, gracias a la financiación Kiramman con la que Jayce cuenta, pudieron obtener el espacio necesario para hacer la demostración de las posibilidades que la máquina es capaz. No era muy ostentoso como otros palcos con guirnaldas, banderas y carteles llamativos. Era incluso un poco austero, pero la belleza misma del hexgate, con sus colores azules y dorados, acabados con temáticas biológicas y geométricas, era lo suficientemente llamativo para atraer al público ordinario y extraordinario. Jayce estaba de espaldas cuando una chica de cabello azul y orejas grises se lanzó sobre su espalda.

”¡Jayce!” Gritó con alegría mientras abrazaba fuertemente el cuello del hombre “. Fat Hands me dijo que estarías aquí con tu amigo”.

”¡Powder, me asfixias!” Se quejó Jayce con una sonrisa que le quitaba seriedad al acto. La chica se bajó y se dejó abrazar de frente “. Y yo no sabía que ustedes estarían aquí”.

”Fue un poco extraño, pero el día del progreso del año pasado nos dio la entrada al concurso” mencionó otra voz. Un chico de cabellos blancos acomodados en rastas frontales, maquillaje facial y overol lleno de pintura neón se acercó igualmente.

Viktor alzó una ceja y se acercó silenciosamente a la extraña plática. Sabe que Jayce había entablado buenas relaciones, incluso amistad, con el grupo variopinto de Zaun. Llegó a ver a Violet en más de una ocasión en compañía de Caitlyn. Incluso acompañó a Jayce al bar The Last Drop cuando eran invitados. Jayce se había ganado la fidelidad de la manada de Vander; pero nunca había visto a esta chica y chico.

Por otro lado, estaba el hecho de la razón por la cual dos zaunitas estaba concursando en algo tan elitista como esta competición en el día del progreso. Y fue porque lo único llamativo, y que se quedó tras bambalinas, fue que llegó una carta encriptada al Consejo. Eso quería decir que habían espías dentro de las paredes de la Academia. Que los accidentes en las minas habían sido algo mucho peor.

Jayce una vez le contó que Caitlyn estaba muy interesada en descubrir el misterio y que decidió ayudarle en lo que pudiera. Viktor, algo posesivo, no estaba muy contento con la idea de que su amigo se metiera en peligros con claramente una amenaza de crimen organizado; pero comprende cuánta ayuda pudo dar: Cassandra lo estaba inmiscuyendo cada vez más en temas políticos, educándolo bien en los matices del Consejo. Debe estar aprendiendo bastante bien, así que Viktor complementó algunas cosas para Caitlyn de lo que él mismo pudo ver cuando archivaba los papeles del decano Heimerdinger. Fue así como se dio cuenta de la carta e hizo una copia. Escribiendo rápidamente, buscando que no lo atraparan.

El Consejo estaba preocupado por la apariencia que pueden dar cuando hay una amenaza naciente de una guerra. Era tensa la cuerda, aún no se ha declarado nada formal. Puede que tarde tiempo en declararse algo, pero era mejor mantener la perspectiva. El Consejo debe cuidar cada paso que dé. Negociar con estas cosas era caminar sobre hielo delgado y frágil.

La carta decía muchas cosas, pero poca información se ha podido extraer. Caitlyn tiene la copia que hizo Viktor resguardada con mano de acero, probablemente habiéndola leído más de mil veces ya. La cantidad de información sigue siendo la misma: una amenaza que augura la ruptura del armisticio entre Zaun y Piltover.

Sea la organización que sea que esté levantándose en Zaun tendrá que derrocar la fidelidad de su gente a Vander y envenenarlos con el nacionalismo psicótico de grandes proporciones para reunir la gente suficiente. Sin embargo, estaban haciendo algo, creando algo, con una seguridad que indica que ya debe estar en vigencia, entre las calles como para tener esa osadía. La telaraña se estaba armando lenta pero magistralmente.

Jayce se lo dijo: era posiblemente una droga. Viktor no duda que eso sea posible. Especialmente cuando la jeringa que robó de ese burdel un año atrás se lo confirmó. Tenía vestigios de un compuesto de aminoácidos y enzimas proteicas parecidas a la de la primera jeringa. Un tipo de estimulante del que no se puede encontrar suficiente información debido a su fácil oxidación al estar en contacto con el aire. La ruptura de las agujas permitían ese escape.

”Es un poco decepcionante que la condición para que pudiéramos entrar fue que ambos debíamos ser betas” dijo el chico de cabello blanco y tez morena “. Fue una puta suerte que así fuera”.

”Parece que ni siquiera una amenaza de guerra pueda ayudar a disolver los prejuicios pilties…, sin ofender, Jayce-boo” suspiró Powder sin dejar de abrazar al más alto.

”Me alegro que fueran ustedes quienes entraran, su potencial es mucho para que lo dejen ahí adentro…, sin ofender, Pow-pow” sonrió Jayce acariciando el hombro de la chica para darle a entender que la hora del abrazo terminó y se ponía al lado de Viktor “. Les presento a Viktor, mi compañero de investigación”.

Powder abrazó al chico de cabello blanco por los hombros y alzó su pálida mano levantando dos dedos sobre la frente de su compañero y agitándolos con una gran sonrisa.

”Y nosotros somos el dúo de locos de Zaun que les pateará el trasero en este concurso” respondió ella “. Powder y Ekko, ¡un aplauso, señores!”

Viktor sonrió delicadamente ante la efusividad de los dos jóvenes. Eran mucho menores que Violet y Caitlyn. Que pudieran llegar tan lejos como estar en el concurso de más alto nivel de Piltover era ciertamente sobresaliente.

Por otro lado, el consejo por querer aplacar un poco la amenaza de la carta había hecho este extraño movimiento. Fue un poco más abierto con la entrada de zaunitas a programas de educación más avanzados y mejoras en las clínicas de segundos géneros en la ciudad minera. Principalmente la Alfa. Incluso se está planeando abrir una nueva clínica alfa para mejor apoyo médico a trabajadores de las minas. No era mucho, pero era un tanteo al agua. Tanto para apaciguar las amenazas de esa carta como para ver las reacciones del pueblo piltovano. No es que la carta haya sido escrita para martirizar o hacer ver a Zaun como un lugar mejor que Piltover, Viktor sabe que es algo peor.

Sin embargo, si Piltover empieza a proteger Zaunitas, aunque sean puros betas y algunos Alfas, y esa organización se levanta en armas y hacen daño a su propia gente, pueden tener el efecto contrario que están buscando. Un movimiento extraño, tal vez controversial, pero necesario.

“Un gusto, Powder, Ekko” saludó Viktor con una ligera reverencia que Powder imitó cómicamente “. Aunque lamento que seremos nosotros quienes arrasen con sus retaguardias esta noche”.

Powder rio escandalosamente, su cola teñida se agitó con regocijo y sus orejas con destellos neón temblaron con su risa: “¡Oh, ya me agradas! Que nuestro duelo de patear traseros sea legendario”.

El chico sonrió de medio lado, sus orejas blancas eran levantadas y muy peludas ”Bueno, fue un gusto. Nos vemos en el podio”.

Jayce agitó ligeramente la mano mientras sonreía y luego miraba a Viktor con una brillo en sus ojos que los hacía parecer casi amarillos, con un detalle verde primaveral que hace refulgir la separación de sus dientes con una magnificencia etérea. Cuando Jayce sonríe de esa forma, se ve muy atractivo. No era justo para el tonto corazón de Viktor.

”Apenas me doy cuenta que es la primera vez que los ves a ellos dos” dijo sencillamente mientras los dos volvían a sus estación “. Se parecen a nosotros: se la viven en su laboratorio. Son mentes maravillosas, tienen buenas ideas… Me alegra de alguna forma que les den una oportunidad. Si no fuera porque nuestro trabajo es algo incomparable, no cabría duda de que ellos podrían ganarnos fácilmente”.

”La humildad y el egocentrismo que combinaste en lo que acabas de decir me asombra demasiado. Déjame revisar que no hayas firmado alguna parte del Hexgate” respondió Viktor de forma sarcástica.

”Ja, ja… No podrás encontrarla a tiempo”.

Viktor sonrió. Sabiendo que Jayce podría haber firmado el Hexgate en alguna parte; pero Viktor había firmado a Jayce con el engranaje con su aroma resguardado en el bolsillo del abrigo de su mejor amigo.

Así que fue casi poético cuando nombraron Hextech como la innovación del aniversario número 195° del día del progreso. Tal vez sí hacía sido un amuleto de la suerte, fue que su trabajo apantalló a todo el jurado cuando la magia se convirtió en energía funcional y pudieron transportar cosas. Incluso humanos. Jayce se postuló como voluntario y fue teletransportado del portal al otro lado del auditorio en un segundo. La presentación, la ciencia detrás de ello, el color y la funcionalidad, cada mínimo detalle y parámetro fue calificado por el mayor comité erudito de Piltover. El único órgano administrativo ajeno a las influencias del Consejo.

Si ellos ganaban era por mérito propio. Viktor sintió muy satisfactoria la victoria. Y más cuando Jayce lo abrazó con fuerza hasta levantarlo unos centímetros del suelo. El comité los felicitó personalmente y les dieron el ridículo trofeo de primer lugar con motivos mecánicos y orgánicos compuestos en una torre de tres bases de al menos un metro de altura y una placa grabando los nombres de ambos. Primer lugar del 195° concurso aniversario del día del progreso de grandes innovadores. Jayce Talis -beta- y Viktor -alfa- y su proyecto “Hextech”. Era brillante con un acabado espejo muy llamativo. El grabado era nítido y de un muy agradable texturizado.

Viktor y Jayce dejaron el trofeo en el suelo y posaron frente al Hexgate. Ambos sonrieron para la foto y Jayce lo abrazó por el cuello, ambos rieron naturalmente. Viktor la guardaría con todo su corazón.

También se tomaron una foto con Ekko y Powder. Quienes ganaron el segundo lugar con su sistema anti gravitacional que aprovechaba compuestos bioorgánicos como combustible. Era una propuesta innovadora y bastante atractiva. Viktor comprendía la admiración en los ojos de Jayce por ese dúo. Tenía un gran potencial en la ciencia y la innovación.

Posaron junto a sus invenciones. Powder abrazó por el cuello a Ekko y Jayce para colgarse de ambos, cosa que no salió muy bien por la diferencia de altura de uno y otro, haciendo que el más alto cayera. Viktor estaba junto a Jayce aguantando la risa en cuanto sonó el disparo. Todos decidieron dejarla así.

También posaron en fotos con el comité de eruditos, con el consejo de Piltover. Viktor y Jayce aguantaron la risa al ver que el trofeo era incluso un poco más grande que Heimerdinger. Viktor notó que la concejala Mel Medarda escogió estar justamente al lado de Jayce, incluso anteponiéndose a Cassandra Kiramman, quien debía estar en ese lugar. La mujer matriarca Kiramman no tuvo más remedio que posar junto a Viktor. Al menos cuando tuvieron la foto únicamente con la familia Kiramman, Cassandra se puso junto a Jayce con un brazo posesivo y un porte orgulloso. Caitlyn también se veía radiante por la victoria que habían obtenido los jóvenes científicos. Tobías, por su lado, era mucho más bonachón y dulce, pero fue una agradable adición a la fotografía.

Viktor nunca imaginó el vértigo de emociones que significaba ganar algo como esto con un trabajo que se convirtió en el sueño de su vida. Junto al hombre más brillante en todos los sentidos que ha conocido. Un hombre que estaba tan loco como él para atreverse a ver las matemáticas donde nadie más se ha atrevido. Sentir la euforia de ganar, de que no vieran un alfa escuálido y zaunita, sino que vieron el potencial de su ingenio. Vieron su trabajo y lo admiraron.

Junto a Jayce, se sintió un millón de veces mejor. Sus ojos brillaron de verde dorado contra el sol del atardecer. Un caleidoscopio magistral de colores que derribaron un poco más las barreras menguantes de Viktor, asustado por no saber qué siente Jayce por él. Por saber que, sea como sea, quiere estar junto a él.

Se lo había prometido.

Entonces, llegó la gala de aniversario del Día del Progreso. Heimerdinger daría el discurso, hablarían con inversionistas que estén interesados en Hextech, comerían canapés que bien podrían ser deliciosos o un completo bodrio, beber champagne de la más alta calidad o algún cóctel de autor de la velada. Había música en vivo, un espectáculo de fuegos artificiales. Toda la extravagancia típica de eventos como estos.

La sala era grande y llena de una arquitectura rica y llena de intrincados detalles que pueden escaparse por cualquier ojo. Los vitrales eran angulosos, llenos de oleajes agradables y delicados, con bordes de esmeralda y oro que refulgen hacia la ilusión esmerilada de los cristales como que era el mar en la noche. La fachada evolucionista y biológica se complementa perfectamente con el colonialismo típico Piltovano, lleno de mosaicos que se suman a patrones diversos de la historia y fundación de la ciudad. Leyendas y mitos convertidos en odas pintadas con la construcción geométrica perfecta. Los candelabros estaban recubiertos de cristales preciosos con acabados de gotas en varios colores brillantes y relucientes con la agradable luz amarilla que los hace bailar como los hilos del tiempo. Rosados, rojos, amarillos, verdes y azules convergen en un remolino universal de estrellas sobre los mosaicos científicos del suelo que mantienen composiciones de ondas doradas perfectas y planos cuidadosamente dibujados sobre la propuesta misma de la creación de tan bella sala.

Había cuatro ventanales principales en forma de pica al centro, con una distribución en ángulos de cuarenta y cinco grados, conformados por grandes puertas dobles y sedosas cortinas con soberbias telas y lujosos hilajes de oro y plata. La noche brilla en medio de la nada. La banda está sobre un escenario en forma de concha de mar con ornamentas de yeso y piedra caliza que asemejan a mareas combinadas con fósiles marinos de la propia historia. El bar estaba en el extremo opuesto abierto y con una gran variedad de beberajes. Los meseros iban con bandejas llenas de licor, agua y comida para los invitados en un deslizamiento fútil. La mesa de bocadillos para el propio servicio estaba a un costado, seducido bajo luces brillantes y una majestuosa escultura de hielo con el escudo de la ciudad: un engranaje y una llave simplificados.

Viktor había sido invitado en ocasiones anteriores a fiestas como cuando era asistente del decano. Nunca aceptó venir a ninguna. No le veía mucho propósito dado que nadie lo tomaría en serio: un alfa zaunita, enfermizo y asistente, sería tratado peor que un fantasma o mueble. Como si no necesitara un espacio, volumen y masa en el universo.

Alisó el corsé que estaba utilizando. El traje fue tanto aportación de Heimerdinger como de la propia Cassandra Kiramman. Querían que tanto él como Jayce se vieran directamente presentables para la velada y encajar. Las apariencias lo son todo para Piltover. Así que le realizaron un funesto traje de tres piezas que constaba de un pantalón a medida de corte recto que se abullona sobre las botas lustradas y con chapa de plata como casquillo en la parte de la punta. Un chaleco corsé con un acabado de intrincados tejidos de apariencia marina: ondas circulares de hilos aguamarina y detalles diversos con colores similares. Las varillas, sorprendentemente, le daban el soporte necesario para enderezar su espalda y suprimir un poco más el dolor. La camisa color perla era densa y de rica tela de satín, con mangas abullonadas que hacen una caída de gota y se cierran con gemelos de piedras cristalinas azules brillantes como los cristales hex. No llevaba corbata, y la cintura estaba más ajustada por el intrincado nudo del corsé discretamente amarrado de tal forma que no se viera indecente al estar expuesto. Sentía que era demasiado. Incluso peinó su cola y orejas para la ocasión.

”¡Viktor!” La voz de Jayce lo emocionó.

Vestía parecido a él. Un pantalón más ajustado y botas encima de sus rodillas, amarradas ricamente sobre la mitad de sus fuertes muslos con correas igual de oscuras. Un corsé dorado con corte V de varillas blancas que separan las secciones decoradas con tejidos de hilos rojos con acabados más geométricos y similares a lecturas de calor. Muy puntual, pensó Viktor. Sintió que hacía más calor ahora que lo vio. Su cintura se veía más pequeña que de costumbre. Su anchos y fuertes hombros son aprisionados con una camisa de un rojo apagado y una bufanda de tela blanca que combina muy bien con el pequeño emblema de la familia Talis que sella el moño. Su cabello bien peinado y su cola efusiva era un contraste muy familiar que le dio suficiente seguridad. Y que también le hizo mucho daño a sus fantasías.

Se veía tan peligroso y tan… delicioso.

”Bien, al menos sé que no soy el único que no puede respirar por esta cosa” suspiró dramáticamente Viktor dando un paso al frente con su bastón.

Niveló a Jayce y se adentraron a la sala de la gala. Mel Merdada, vestida de un blanco puro y sangrando oro, los divisó y se acercó con el galante resonar de sus altos tacones de aguja casi invisibles. Llevaba en su mano un champagne de chardonnay en una copa flauta con bordes dorados y acabados delicados de flores, incluso una rosa negra brilla dentro del exuberante vaso. Su sonrisa era medida, ni muy grande ni muy discreta. Sus ojos finamente maquillados tantean el terreno. Viktor puede olerla. Debe estar usando un supresor muy bajo. Incluso deja a la vista se glándula limpia de unión. Era una alfa muy atractiva. En otro tipo de sociedad, incluso codiciada. Aquí era respetada por su linaje y procedencia, pero Viktor sabe que no se termina de aceptar el hecho de que hay un Alfa en el consejo.

Detrás de ella viene su asistente, Elora, mucho más modesta y callada.

”Pero si son los jóvenes del momento, los ganadores del concurso” sonrió y alzó su copa “, reitero mis felicitaciones por su victoria. Muy bien merecida”.

”Se lo agradecemos, concejala Medarda” respondió Jayce con naturalidad casi adorable.

”Oh, Talis, trátame de tú” posó su mano sobre el brazo de Jayce unos segundos antes de apretar ligeramente y alejarse. Era muy buena la mujer en las apariencias de la pomposidad que Viktor sintió náuseas “. Estoy interesada en ser inversionista de sus proyectos. Me encantaría un trato un poco más… familiar”.

”Agradecemos su interés, concejala Medarda” intervino Viktor para imponer su presencia “, pero no creo que sea propio un favoritismo tan obvio. No queremos poner celosos a los inversionistas hasta que vean nuestros resultados”.

Viktor también puede jugar este juego. Mel sonrió un poco más, dejando ver el atisbo de sus medianos caninos que lamió con su lengua y dio un paso atrás. Sorbió su copa y Viktor juró ver que hinchó el pecho en señal de amenaza. Jayce, por su lado, mantuvo una mirada serena. Perfectamente actuada como Cassandra Kiramman debió instruirle.

”Muy considerado de su parte, Viktor” respondió Mel Medarda “. Bueno, creo que los dejo sumergirse en este pozo, mucha suerte, caballeros… Viktor, Jayce…”

La mujer tocó una vez más el brazo de Jayce con delicadeza. Ese tipo de actos lo ha visto antes en otros alfas antes. Estaba buscando imponerse. Era una pena que los Piltovanos ya no estén educados en el arte del cortejo y la batalla lycana; además del hecho de que Jayce es un beta, poco le puede importar las imponencias de olor.

Jayce soltó un suspiro silencioso: “Bueno…, ¿listo para vender nuestras almas?”

”Mejor aún, Jayce, hagamos que ellos nos den las suyas” sentenció con un brillo audaz.

Su compañero frunció el ceño pero soltó una ligera sonrisa. Nada parecido a las carcajadas ruidosas que le ha podido sacar en el pasado. La máscara de Jayce era impoluta. Incluso Viktor cree que él solo podría manejarse mejor que acompañado. Caminaron juntos, tomaron una copa y se dispersaron.

En algún momento, se separaron completamente.

.

.

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Viktor estaba casi dormido sobre el barandal de la pequeña terraza donde fue a parar. La copa de champagne estaba a medio beber. Era probablemente la cuarta o quinta de la noche. Debía reconocer que el sabor ligeramente dulce fue una debilidad para él. Tenía un regusto de manzana roja y las perlas subían ligeramente con la densa espuma bien cuidada. La copa brilla contra las luces del enorme edificio. Casi no hay estrellas en el firmamento, de hecho, había nubes. Probablemente llueva en la madrugada.

Si hace bien sus cálculos, tres casas mercantiles están interesadas en la inversión de los Hexgates. Heimerdinger lo ayudó a presentarse en algunas ocasiones y eso ayudó en la confianza reticente de los piltovanos de la alta alcurnia. Incluso se vieron interesados en entablar una conversación con él. Uno de ellos incluso coqueteó con él. Viktor lo guardó para después. No puede pensar en nada más que en Jayce.

Jayce debe haber conseguido algo más. Lo vio moverse como un pez dentro del agua tranquila. Brillando bajo las luces acuosas de los cristales. Sus dientes separados como perlas y sus ojos como esmeraldas. Parecía que un halo lo rodeaba y su natural presencia encandilaba a cualquiera. Como un tesoro desconocido pero muy anhelado. Hablaba con elocuencia. Cassandra Kiramman lo presentaba con orgullo. Incluso llevó del brazo a la concejala Medarda por la pista de manera perfectamente orquestada. Nada escandaloso, con una separación estratégica. Imponiéndose de una manera seductora. Viktor no pudo con eso.

Estar celoso no era bueno en ningún sentido. Dolía más de lo que imaginó.

Ya era casi medianoche. El discurso estaba por comenzar. Las luces ya se estaban atenuando y la gente se estaba reuniendo hacia el escenario con el gran podio. Viktor sabe que debe asistir. Es sólo que el silencio, la brisa, la quietud, era mucho más ameno de lo que imaginó que sería.

”Aquí estás” dijo Jayce con voz queda, como si temiera romper el momento.

Viktor miró a su derecha. Jayce llevaba un platillo en su mano. Estaba lleno de pasteles finos y ricos. Lo puso sobre el ancho barandal de piedra y metal. Claro que lo trajo para Viktor. Había pastel de chocolate con un rico glaseado de espejo amargo y decadente, coronado con fresas jugosas y bañadas en almíbar. Una discreta selección de canapés con distintas mermeladas saladas de cebolla caramelizada, ajo y pimientos. Había un carpaccio de pan con queso crema especiado y una tira de trucha bañada en salsas negras y jugo de limón. También un pastelillo dulce de aspecto angelical: blanco con glaseado de frutas y un profiterol relleno de dulce crema pastelera con uvas verdes sobre una duna de crema batida.

“No se si ya comiste, pero te traje algo” dijo Jayce con la cola caída. Adorable.

Viktor tomó la fresa sobre el pastel y la comió. El jarabe cristalizado crujió debajo de sus caninos y el jugo ácido de la fresa fue un contraste muy bien recibido. Refrescante y dulzón, estimulando su tensa mandíbula debido a los corajes anteriores de estar celando al maravilloso hombre que le trajo comida. Que dejó la sala por buscarlo y quedarse con él.

”¿Cómo te fue?” Preguntó Viktor después de saborear la fruta.

”Ah, supongo que bien. Cuatro líderes de empresas de importación de materias primas y exportación de telas están interesados. También unos accionistas de la empresa de dirigibles” resumió Jayce sin mucho entusiasmo “. Honestamente, estos eventos son más divertidos cuando te los cuentan”.

”¿No te estás divirtiendo?” Preguntó Viktor con ironía mientras le acercaba la uva a Jayce.

Él simplemente la comió de su mano. Viktor suprimió los pensamientos más oscuros pero apetecibles de su mente.

”Nunca me han gustado” suspiró después de tragar “. Muchas expectativas, mucha vanidad escondida de falsas pláticas y procesos sociales demasiado intrínsecos para ser considerados normales… Y la comida no es muy buena, preferiría estar en casa de mi madre comiendo sobras que esto”.

”¿Ella no debería estar aquí?” Preguntó Viktor dándose cuenta de que en realidad, la madre de Jayce no estuvo ni siquiera presente en el concurso de hoy.

Jayce suspiró con melancolía y recargó las manos sobre el barandal. Sus orejas cayeron más de lo normal y su cola dejó de moverse. Por un instante, Viktor imaginó que lo olió poniéndose triste.

“Cassandra Kiramman le prohibió su asistencia, tienen diferentes ideas” explicó superficialmente sin verlo a la cara, pero pudo escuchar el nudo en su garganta “. La fui a ver después del concurso, está muy orgullosa de nosotros…”

Viktor no habló. Sabe que hay un matiz escondido en el tema de la madre de Jayce; era algo complicado. No estaba seguro de por qué, pero la mención de Cassandra fue casi sangrante. Había un ligero matiz de rencor en la falsa indiferencia resignada.

Sin embargo, detesta ver así de vulnerable a su amigo. Viktor puso su mano sobre la de Jayce y entrelazaron sus dedos. Sabe que la unión entre ellos no era normal; pero si el mañana no llegase, Viktor sabe que es ahí donde debe estar. Sintiendo el calor de Jayce. Aunque sin aroma, era cálido, como un beso del sol. Tan tierno y tan peligroso al mismo tiempo. Jayce era el sol para Viktor. Su pulgar acarició el dorso reseco y bronceado de Jayce. Sus callos estaban descuidados y mal curados. Había unas nuevas cicatrices dentro los pliegues que brillaban.

”La extraño mucho a veces” susurró Jayce volteando su mano para enredarla mejor a la contraria “… Viktor…, ¿tú confías en mí?”

Él lo miró con duda ”Claro, ¿por qué no lo haría?”

Ambos pulgares se acariciaron.

”Si… si yo… si yo no fuera quien soy… ¿estarías decepcionado?”

Había una vulnerabilidad que le rompió el corazón. Un sentimiento que Viktor no puede reconocer bien; pero que comprende que hay demasiado peso para Jayce como para hacer esa extraña pregunta. Estaba asustado, temiendo perderlo. Viktor no puede comprender lo extraño que Jayce estaba actuando; sin embargo, de alguna forma, sigue siendo su Jayce. Un hombre curioso, ambivalente y emocional. Con una pasión por el mundo y sus misterios. Que desea ayudar a los otros. Sin duda, Mel Medarda tenía razón cuando le dijo que era un tesoro.

Era el tesoro más preciado para Viktor.

Decidió enredar su cola con la de Jayce. Miró su perfil, las cejas caídas y su renuencia a verlo marcaban un contraste casi doloroso. Viktor quería romper esa barrera, llegar hasta el fondo y abrazar esa vulnerabilidad. Comprender cómo puede haber tanta melancolía en algo que no existe. Porque no duda de su respuesta.

”No creo que me hayas mentido, Jayce” dice con su acento un poco marcado por la furia “. Nunca me decepcionarías…”

Sabe que debería decir más cosas, que quiere derrochar sus sentimientos. Tiene que decírselo. No puede, todo lo detiene. Decirle tanto, pero de repente los fuegos artificiales tronaron con fuerza entre vítores y una lluvia de colores los bañó. Jayce brillaba con lágrimas reprimidas. ¿Cómo podía ser tan hermoso con un rostro tan desolado? Tan hermoso entre los matices dorados, rojos y azules que destellan sobre los firmamentos oscuros. En un festival tan precioso como ruidoso, todo se volvió borroso. Sólo era Jayce y nadie más. No necesitaba nada más.

Quien lo jaló de su mano entrelazada y Viktor chocó contra su pecho. Un beso sobre su lunar lo tocó como el fuego más querido de todos. Los labios de Jayce, ligeramente mojados.

Por un instante, percibió un aroma único. Probablemente lo imaginó; pero creyó haber olido un valle bañado por el sol, un cariñoso recuerdo falso de dulce y nata, un ayer convertido en mañana de miel y leche dulce. Tan precioso como perfecto. Cayó rendido a esas imágenes y las extrañó en el segundo en que Jayce se separó. Apretó una vez más su mano y la soltó. El frío fue doloroso y confuso.

”Lo lamento…” susurró Jayce entre el ruido de los fuegos artificiales “. Yo… no debí…”

Sigue, vuélvelo a hacer. Pensó Viktor con sus dedos tocando la zona donde fue besado. Su mejilla arde.

”Jayce…”

”Buenas noches, Viktor” se despidió Jayce en el umbral de la puerta.

Desapareció entre la gente y el baile. Dejó solo a Viktor. Debajo de una lluvia de fuegos artificiales, música amortiguada, su corazón en la boca, sus sentimientos llorando de sus ojos, su alfa aullando por su pareja, en una romántica terraza. Sólo con una copa a medio beber y un plato lleno de delicias. Con la imaginación del aroma más hermoso de todos.

Arrepentido por no haber hecho algo más.

No lo hará mañana.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 9: IX

Notes:

¿Ya 9 capítulos? Muchas gracias por llegar hasta aquí. A la historia le falta un largo camino por recorrer, pero a partir de aquí la historia tomará un aire un poco más oscuro, mi amiga que me ayuda dándome su opinión antes de publicar me lo dijo xD
Por favor, se actualizaron las etiquetas y se estarán agregando con cada nuevo capítulo: Aquí hay un intento de abuso sexual y sí, es a Jayce. Tomen su discreción. No llega al final, pero afecta al personaje, obviamente. Espero que aún le den una oportunidad y muchas gracias por leer <3

Chapter Text

La apariencia del amor es aterradora.

Jayce no puede evitar pensar en cuán contraproducentes son los sentimientos. Estaba casi frustrado mientras se inyectaba una dosis de sus inhibidores. La corriente líquida era intrusiva en todo su torrente como la odiosa adicción que estaba desarrollando. No por la necesidad de sentir esa pesada sensación en su cuerpo de las drogas haciendo su efecto, sino la falsa sensación de protección que le proporciona. Ahora más que nunca lo necesita si quiere sobrevivir con su mentira. Hay tantas expectativas que verse al espejo era casi doloroso de ver. No puede fallarle a los nuevos inversionistas, no puede fallarle al consejo, a la concejala Medarda, al decano Heimerdinger, no puede fallarle a su tutora cuando ha puesto tan adentro las manos en el fuego por su mentira, no puede fallarle a su madre, a sus amigos en Zaun, a Caitlyn… Mucho menos puede fallarle a Viktor.

Hoy tenía sesión hormonal y sólo sentía frustración por todo lo que últimamente ha sucedido. Sabe que fue su culpa, que actuó por impulso. Por estar deseando sentir por una vez lo que él quería, no lo que se esperaba de él. Imaginando que su vida sí le pertenece. Un mundo utópico donde no habría problema con que él fuera un Omega. Donde podría haberse atrevido a más. Gruñó cuando la inyección corrió por sus venas. Habían cambiado nuevamente su medicación y ahora eran un poco más fuertes a petición de Cassandra Kiramman. Ardía como agua hirviendo, casi como un ácido corroyendo sus venas hasta renivelar sus hormonas. Inhibiendo sus instintos. Tenía que controlar cada uno de los detalles ahora que todo estaba saliendo a la luz con el Hextech.

Cassandra era sensata y estaba furiosa con él. Había estado empujando muy lejos sus límites con su relación con un alfa que no usa parches de olor. Viktor era una pieza crucial para Hextech, empero. Así que la matriarca de los Kiramman, sabiendo que el zaunita es un protegido de Heimerdinger y parte invaluable de esta nueva oportunidad tecnológica y económica, decidió ceder a la petición de Jayce para seguir trabajando con él cuanto necesite y quiera. Con la condición de agudizar sus medicaciones. Teniendo en cuenta que el aroma de Viktor, por más tenue que sea, puede ser un desencadenante del subconsciente de Jayce. Cassandra ve todo como una inversión, un movimiento político y económico que permite no sólo remarcar la imponencia de su apellido como un favorito del pueblo, sino como un negociante inteligente contra los tratados internacionales.

Jayce no quería vanagloriarse, no quería alzar más las expectativas de lo que puede ser; pero reconoce que Cassandra no tendría muchas cosas hoy día si no fuera por su inteligente decisión de apadrinar a un chico de cámara media baja con grandes ideales de cambiar el mundo. Aún recuerda esa pequeña feria de nuevas mentes en la que participó con su prototipo de prótesis mecánicas con un sistema de comunicación neuronal qué hizo en honor a su madre. Algo que comenzó haciendo con mucho amor para ella, que había perdido sus dedos, se convirtió en la puerta hacia mejores oportunidades.

Por eso no puede fallarle. A nadie. Todos esperan tanto de él… Jayce comenzaba a sentirse cansado. Se sentía falso, y tan desesperado por no poder hacer más.

Salió de su habitación. Era una mañana un poco calurosa. Con los inminentes nervios que las sesiones hormonales siempre le producen se volvía peor. Temiendo que incluso la doctora Cherie se dé cuenta de que en el último año y medio no ha dejado salir su Omega para recomponer su sistema. Algunas veces porque no tuvo elección, y cuando le dio la oportunidad su cuerpo simplemente rechazó la idea de que su genoma Lycan pueda salir a la luz. Se encerró en su habitación, preocupándose por lo que eso pueda significar. Quería creer que era porque últimamente estaban siendo más fuertes las dosis, porque él mismo está abusando de las medicinas para suprimir sus propios deseos. Especialmente cuando se trata de Viktor. Todo se calmaría. Eso espera.

Hasta ahora no ha percibido cambios significativos. Si acaso un poco más de crecimiento de vello corporal y masa muscular que pudo definir en la forja. Sus glándulas olfativas no han cambiado, sus caninos siguen del mismo tamaño, su aroma sigue siendo suprimido. A vista de todos, es un Beta perfecto. Con complexión que un alfa podría envidiar, las hormonas de un gen trabajador y progresista, y la mente brillante para un gran futuro. No había nada diferente en él fisiológicamente. Ni siquiera sus ciclos menstruales fueron manipulados.

Por eso Jayce no quería creer que fuese algo malo que ya no esté teniendo el impulso de desencadenar su celo. Probablemente se alteraron las fechas y con el estrés por el trabajo y sus iniciaciones en la política no le permiten ser más agudo con su cuerpo y reconocer cuándo su celo debe de salir. Simplemente ha mentido en sus registros y la doctora Cherie piensa que todo está bien. Que el tratamiento es todo un éxito a pesar de ser el primer sujeto de prueba Omega en el que se está poniendo en práctica el programa.

Llegó al consultorio de la doctora Cherie. Su recepcionista era una mujer cercana a la edad de su madre. Agradable y siempre le ofrecía un refrigerio. No necesitaba fingir su sonrisa con ella. Mientras esperaba en la pequeña sala que había ahí, que tenía tres sillones de dos plazas cada uno, una mesa en el centro con los periódicos recientes. Algunas plantas de interior decoraban las paredes blancas con marcos cromados de un acabado tornasol discreto. Dos grandes ventanas dejaban entrar un poco de aire fresco. Jayce miró la foto que le hicieron a él y Viktor con el comité de eruditos en el concurso del día de progreso en primera plana.

El fantasma del beso llegó como un cosquilleo en sus labios. La cercanía de Viktor, su aroma, sus ojos de oro fundido que brillaron con destellos amarillos, rojos y azules. Era como ver nuevas constelaciones convergiendo hacia nuevos astros para descubrir. Su piel pálida, iridiscente contra la luna y las luces de aceite. Ese precioso traje que confeccionaron a su medida. Su cabello estaba revuelto y sedoso. Cada facción de sus pómulos enmarcando algo místico, casi glorioso. Sus orejas puntiagudas y su larga cola agitándose.

Jayce sentía la frustración de estar condenadamente enamorado. No era difícil entender cuáles eran sus sentimientos. Lo complicado era saber cómo vivir con ellos. Con el anhelo de ser correspondido. Con las fantasías de tomar entre sus brazos a Viktor y esperar que él le devuelva los sentimientos con la misma intensidad. Que sus castas, que su apariencia, que sus expectativas, que su propio sueño de cambiar el mundo, no se interpongan en algo tan precioso como lo podría ser un amor correspondido.

Algo que le han dejado muy en claro que no tiene permitido aspirar.

“Ah, Jayce, tan puntual como siempre” dijo la doctora Cherie con una extraña sonrisa.

Él se levantó con un poco de pesadez y la siguió hacia el cuarto al lado de su oficina de chequeos. Ahí estaba la gran silla con el lector hormonal y dos bolsas de cócteles de medicamento para la supresión de sus instintos lycanos. Su cola se erizó y sus orejas se hicieron abajo por el terror de que, después de esto, el dolor sería muy pesado y tendría que fingir que todo está bien.

Hay mucho que hacer por los Hexgates y convertir todo el Hextech en una realidad.

“Siéntate y descubre tu brazo izquierdo, por favor” pidió la doctora mientras se acercaba a un lavabo para desinfectar sus manos y ponerse un par de guantes blancos.

La sala era pequeña y un poco claustrofóbica debido a su bajo techo. En el centro estaba la silla donde Jayce, después de retirarse la camisa blanca y quedar expuesto del torso para arriba, se recostó y puso un pie sobre otro. Jugó con la piedra azul en su brazalete de cuero. Había una silla a su lado donde la doctora le hacía su chequeo. El gran lector de balance hormonal estaba insertado por dos soportes en el suelo. Al lado derecho estaba la mesa con instrumentos para la doctora. Tres jeringas esperaban con sus activadores. Unos gabinetes y un par de cuadros de fotos de plantas, un bote de desechos biológicos de color rojo y uno normal era todo lo que había en la pequeña habitación. No tenía ventanas así que la luz era completamente artificial sobre sus cabezas.

”Leí tus registros” mencionó la doctora mientras revisaba las jeringas y las acercaba junto a Jayce “. ¿Cómo te has sentido con el nuevo inhibidor?, ¿algún efecto secundario?, ¿dolor, cansancio, algún cambio físico visible?”

”Un poco de cansancio” mintió Jayce con voz perfectamente actuada “, pero supongo que influye todo el trabajo que ahora he tenido”.

”Oh, sí, lo leí, tu victoria fue la comidilla de todo Piltover. Muchas felicidades a ti y tu colega” pronunció con un poco de bilis la doctora Cherie.

Había algo extraño en todo esto. La mujer estaba actuando mucho más extraño que de costumbre; Jayce incluso sospechó que ella ya sabía de sus mentiras. Sólo buscando la pregunta correcta para hacerle soltar toda la sopa. Lo mejor era seguir actuando con la misma naturalidad con la que lo ha hecho todos esos años desde que comenzó el tratamiento de condicionamiento de Beta artificial.

Ella puso una gasa con alcohol sobre el fuerte brazo de Jayce. Sus delgadas manos sostuvieron su músculo y procedió a suministrar cada uno de los activadores. Dos eran incoloros, uno de un color morado profundo, un betabloqueador y vitaminas. A estas alturas, debería estar acostumbrado a las agujas, pero la sensación punzante siempre era un recordatorio de sus mentiras. Sin embargo, el tacto de la mujer se quedó más tiempo del cotidiano. Delineando un poco cada detalle a su alcance. Si no fuera por la pesadez instantánea que dejaba su brazo casi inservible, Jayce lo habría retirado con un poco de brusquedad. Las orejas de la doctora estaban erguidas y su cola inquieta.

Aún así, el tratamiento continuó de la misma forma que siempre. Después de los activadores, se tomó una muestra de sangre de su dedo y se activó el lector de balance hormonal. La pantalla pestañeó y la doctora puso los parámetros de esa tarde. Por ahora serían tres dolorosas horas de medicación donde el hambre se volvería un poco insistente y no podría tomar nada hasta después de la sesión. Jayce nunca se acostumbraba a la sensación de debilidad que le provocaba; pero bien puede valer la pena.

Todo lo que le han enseñado sobre los Omegas ha sido… poco más que desgarrador. La dependencia de un vínculo, su necesidad de una manada y del intercambio de olores. Cosas que le han enseñado para interpretar como incorrectas, pero que no puede evitar anhelar. Probablemente porque una vez lo vivió y lo disfrutó. Porque su Omega tomó control e hizo todo lo que sus instintos dictaminaron. Determinó una manada, anidó e intercambió aromas. Las bases principales de un Omega de gen dominante como él. Que le enseñaron a detestar porque eso estaba mal ante la sociedad de Piltover.

El tiempo comenzó a desdibujarse bajo el extraño trance de cansancio y mareos. El fuerte olor de la medicina, lo hacía sentir peor de lo que nunca ha estado. Con ganas de gritar, de alejarse del abismo, casi como si prefiriera morir antes que seguir con la enfermiza antítesis que tortura sus sueños. O elige lo que se le ha impuesto, cumpliendo con las expectativas de los demás, o cede a los deseos más profundos de su genoma del segundo género y lo pierde todo. En Piltover no hay lugar para los Omegas.

El sulfuroso perfume de la medicina con las altas dosis hormonales comenzó a reconfigurar su cuerpo. Buscando un balance entre su primera biología y las jugarretas de su segundo género. Ayuda a desaparecer sus aromas y la secreción de feromonas de cualquier índole, permite reducir el tamaño de sus glándulas olfativas, impide el crecimiento de los caninos, incluso le han ofrecido un tratamiento anticonceptivo para fomentar una mejor inhibición de sus funciones secundarias. Debido a que ha tenido un ciclo bastante regular, no le ha sido impuesto. De alguna forma… le consuela saber que eso aún lo puede proteger.

Ser un sujeto de pruebas era bastante extenuante.

Para cuando comenzó la tercera hora de la sesión, la doctora Cherie sacó una tabla con papeles. Todo ese tiempo de silencio fue interrumpido por su sedosa voz que contenía un extraño amalgama de empalagoso misterio.

”Jayce, por favor, ayúdame a responder estas preguntas” inició de manera protocolaria, era el examen de rutina “. ¿Has sentido algún tipo de cambio físico fuera de lo común?”

”No” Mentira.

”¿Tienes o siente algún impulso de anidación? Tu ciclo, según los registros, está cerca”.

”No” Mentira.

”Tengo entendido por la matriarca Kiramman que estás en constante presencia de un alfa que no usa bloqueadores, ¿ha usado su voz de comando contigo o algún comportamiento que influya en tus instintos?”

”No” Verdad.

”¿Su aroma ha afectado en tus pensamientos o comportamiento?”

”No” Mentira.

”¿Tus ciclos menstruales siguen siendo cada veintiocho días con sólo tres días de sangrado medio?”

”Sí” Verdad. Por ahora.

”¿Sientes dolor en tus glándulas cuando administras los nuevos betabloqueadores?”

”No” Mentira.

”¿Algún cambio en tus sentidos sobresalientes?”

”No” Verdad.

La doctora Cherie sonrió mientras terminaba de escribir: “Muy bien. Honestamente, había extrañado estar en presencia de tus sesiones hormonales. Es agradable ver cómo interfiere las drogas en tu sistema”.

Jayce no estaba feliz con ello. Cassandra pidió que la doctora Cherie volviera a estar presente en sus sesiones hormonales después de aquella reunión con el Consejo donde se determinó mucho de lo que ahora estaban siendo importantes cambios y aperturas para Hextech. Le ha costado demasiado mentir sobre sus ciclos y tener que dosificar sus medicamentos de tal forma que pueda abusar de ellos cuando sus celos se interpongan, aún cuando estos ya no se estaban manifestando correctamente.

”Ahora me gustaría saber algo más” inició la doctora Cherie dejando de lado la tabla de registro. Sospechoso. “. Creo que la señora Kiramman ha dejado muy de lado un ámbito que requiere mejor observación”.

”¿Y cuál sería ese ámbito, doctora?” No pudo evitar preguntar con una ceja alzada. Honestamente, a Cassandra no se le escapa nada. Era por eso que le costaba mucho mentir sobre su mentira.

”Tu apetito sexual” respondió con ojos brillantes “. Los lectores hormonales han indicado un especial aumento de testosterona, que activa tu hipotálamo y amígdala, lo que conduce a la excitación… Es completamente normal, Jayce, no te tienes que sentir avergonzado por eso. Creo que omitir estos temas fue nuestro error”.

Jayce sabe quien era el causante de eso. No le avergonzaba sentir atracción sexual. En el pasado algunas chicas y chicos le llamaron la atención. Nunca pudo hacer nada, lo tenía prohibido. Su cuerpo desnudo lo delataría en ese mismo instante. Porque si alguien se daba cuenta de su mentira, nadie sabe si se puede contar con su silencio. Su reputación estaría arruinada. Ahora que está en presencia de un alfa que huele demasiado bien, tiene acento encantador, manos grandes y ojos que derriten el sol, bueno…, a Jayce se le puede permitir fantasear, ¿verdad?

Se sentía sucio al intentar hacerlo. Por la dignidad de Viktor. ¿Cómo un patético beta falso podría hacer eso? La frustración sexual estaba creciendo a pasos gigantes.

“Dado que no puedes hacer mucho por tu apetito sexual, ¿has recurrido a la maturbación?”.

Por supuesto que lo ha hecho, siempre terminaba frustrado por el poco éxtasis que le provoca sólo estimular su pene cuando necesitaba más y su condicionamiento Beta le hace sentir avergonzado de siquiera considerarlo. Su pene no funciona como el de un beta normal. Aunque se erecta con la excitación, no produce semen, sólo un líquido blancuzco salino, y su clímax no es el punto clave para llevarlo a la satisfacción. Sentía que necesitaba más. Era frustrante al grado en que prefería no hacerlo, lo ponía del mismo mal humor que de hacerlo.

”Un par de veces” confesó Jayce suspirando mientras veía que la última bolsa de medicamento estaba por fin vacía. Sólo tres inyecciones más y sería libre.

”Me siento un poco apenada de que no puedas hacer algo más por ello” suspiró mientras iba por las tres inyecciones bloqueadoras. Volvió a sentarse y repitió el mismo proceso del inicio de la sesión.

”¿Afecta en el tratamiento?” Preguntó con genuina preocupación.

A pesar de todos los bloqueadores y demás drogas, dado que el programa es para suplir genomas alfas, no se ha desarrollado algo como tal para esconder el detalle máximo que lo destapaba como Omega: la lubricación natural de su parte trasera. Su gen dominante, aunado a la falta de un medicamento para ello, era demasiado insidioso como para no permitir que todo lo que tome impida que se lubrique de forma natural. Claro que no lo hace en las mismas cantidades que debería un Omega de su tipo, pero se sigue mojando cuando se excita. Esa conversación la tuvo de forma incómoda a los quince años y Cassandra prefirió prohibirle cualquier encuentro sexual.

¿Estaba frustrado? Demasiado.

No puede dejar que sepa hasta que haya una droga que suprima por completo ese detalle. El programa está pensado para suprimir genomas alfa, sólo hay medicamentos para evitar el desarrollo de los nudos. No hay nada que evite que Jayce se moje, sólo que reduzca la cantidad.

”En realidad, un poco” dijo la doctora Cherie mientras meneaba la cabeza de un lado a otro “. Si no nivelamos la testosterona, puede afectar el comportamiento de los nuevos betabloqueadores con enzimas proteicas que te estamos administrando. Sigues ganando mucho músculo y no podemos descompensar tu cuerpo, eso puede desencadenar algún celo en shock”.

”¿Qué es eso?” Preguntó Jayce mientras abría y cerraba la mano en puño para permitir que se disipe la sensación de hormigueo por los últimos pinchazos.

”Cuando un Omega está en estado de inanición, peligro o descompensación en su salud, entra en un tipo de celo que es un shock hormonal. Es una parálisis dolorosa y afectaría en tu sistema a tal grado que provoca que termine por rechazar todo tipo de bloqueador o medicamento. No podrás esconder jamás que eres Omega si entras en un celo de shock, por mucho o poco que este dure”.

”¿Y qué podría hacer para evitarlo?” Jayce sintió un escalofrío cuando la mano de la doctora Cherie rodeó su muñeca con fuerza.

Estaba en desventaja. Las sesiones hormonales lo dejaban débil y adormilado; pero no era tonto. Esto no era un toque profesional, era algo mundano y ciertamente poco ético. Aprovechado de que no puede defenderse. Porque no tiene la fuerza en esos momentos, porque no tiene permiso de hacerle daño si no quiere pagar las consecuencias. El pánico lo abrazó con fuerza asfixiante y volvió más intrusiva la habitación.

“Hay dos formas de ayudar a nivelar la testosterona en tu sistema” susurró con anhelo “. Podemos administrarte unas drogas psicoterapéuticas para suprimir el impulso o… puedes permitirte saciar un poco el apetito sexual para recomponer tu sistema y ayudar a un mejor desarrollo de tu tratamiento”.

La doctora estaba prácticamente encima de él. Su otra mano recorrió su amplio pecho. No sintió nada más que repulsión. La mujer lo conoce desde que era un joven de quince años. Había cierta perversión que no podía evitar concentrar en lo claramente incorrecto que era todo esto. Por supuesto que existen secretos así en todo Piltover. La alta sociedad es siempre buena escondiendo detrás de las cortinas los peores pecados.

Sinceramente, no es que no haya pensado en buscar una forma de tener eso. La picazón era incómoda; pero no esperaba que su propia doctora se le insinuara. Además, en ese momento, estaba tan cansado que dudaba que la excitación fuera el primero de sus problemas. Se sentía usado, tonto y patético. Honestamente, lo que corre por sus venas no es más que droga bloqueadora. Su libido estaba descontrolado, totalmente frustrado al punto que esto, aunque emocionante, no le resultaba nada agradable.

Ella se acercó a su oreja y susurró ”Por supuesto, será nuestro secreto, Jayce… Te ayudaré a suprimir estos impulsos, y tú seguirás siendo el beta artificial perfecto…”

”Yo, yo no creo que…-“ La voz de Jayce, adormilada y dudosa, fue suprimida cuando ahogó un jadeo al sentir la delgada mano de la doctora sobre su pantalón.

Cherie sobó con su palma el bulto dormido de arriba hacia abajo: “No sientas vergüenza, Jayce… es algo que necesitas, y nadie puede saber tu secreto… Te estoy ayudando, ¿no es así? Lo que me importa es tu bienestar… Además, eres tan guapo que es un desperdicio…”

El aliento caliente contra su fría y sudorosa piel era venenoso. Ella se sentó en su muslo izquierdo. Era delgada y pequeña, aunque casi cualquiera se veía pequeño junto a Jayce. Su cola anaranjada se agitó de un lado a otro. Movió sus caderas y lamió la mejilla de Jayce.

”No necesitas un alfa, Jayce… Además, no son más que impulsivos… Cuando menos te des cuenta, sólo se aprovechará de ti… Se dará cuenta de tu secreto y lo arruinará… Él lo arruinará”.

¿Él?, ¿se refería a Viktor?

La mujer exudaba un olor almizclado claramente de excitación. Jayce podía percibir cada matiz del perfume que en ese momento lo estaba asfixiando. La forma en que se mueve hace que sus ojos se hayan dilatado. Como si él fuera un premio en el que ha anhelado tanto tiempo poner sus manos sobre su cuello. Destilaba un aroma fuerte y algo amargo que quemó detrás de su garganta. Siseando con deseo incorregible en su oreja.

No. No lo quería.

En un fuerte impulso de repulsión y miedo, tomó a la doctora por los hombros y la alejó. Una mueca de dolor pintó sus rasgos ante el vértigo que lo golpeó. Empujó a la doctora y se levantó, ignorando las bordes negros de desfallecimiento que rodean su visión. La doctora lo mira con sorpresa en sus rasgos, probablemente sorprendida de que se pudiera mover aún con el medicamento jugando en su contra. Jayce tomó su camisa y se vistió tan rápido como pudo.

No miró a la doctora Cherie en ningún instante. Avergonzado, con un sudor frío en la cara, sintiéndose tan…mal consigo mismo. Incluso culpable.

Sólo salió de ahí tan rápido como sus piernas le permitieron. Dando un portazo e ignorando a la amable recepcionista. Aguantando la vergüenza en un nudo en la garganta y ojos llorosos, se abrazó a sí mismo. Se supone que el consultorio es un lugar seguro para él, porque ahí se sabe su secreto y será guardado. ¿Se había burlado de él la doctora? Un patético beta falso que no es capaz de decidir nada, porque todo lo que hace con su genoma Lycan es errado. Él es el error andante… se sentía como un fenómeno. Estaba solo, se sentía tan solo… Se había ganado esto, ¿no es así? Él no merecía ser amado, porque es un mentiroso. No merece nada de afecto, no puede anhelar un alfa, a Viktor, porque prefiere cumplir sus egoístas deseos. Prefiere darle tanto al mundo…, ¿por qué no recibe nada a cambio?

Porque no se lo merece. Porque no es digno de nada. Es una mentira andante. Un desperdicio que añora más de lo que puede tomar. Ligeras lágrimas corrieron de sus ojos ante la frustración. Pidiendo perdón al azar en su mente.

Sólo quería ver a su madre… su única manada.

.

.

.

¿Era patético que el laboratorio se sintiera en ese momento como su único lugar seguro? Jayce comenzaba a creer que así era. Había perdido también su hogar.

Después del incidente en el consultorio, Jayce le pidió al carruaje que lo llevara a casa de su madre. No imaginó que Cassandra Kiramman estuviera ahí. Infectando con su aroma el refugio al que se quería ir a esconder. Incluso su madre estaba callada y con la mirada baja. La medicación era tan fuerte que ni siquiera le pasó por la cabeza gruñir; pero estaba furioso de ver que su madre no hizo nada por proteger la casa del aroma de los Kiramman.

Su madre no lo miró mientras Cassandra estuvo presente en un inicio. Siempre había una fuerte tensión entre ambas desde que Ximena dejó en claro su oposición ante el programa de condicionamiento al que su hijo fue sometido. Cassandra suele llamarla una crédula romántica que no comprende por qué era mejor así. Que su instinto maternal sigue arraigado a sus orígenes del norte de Runaterra. Jayce recordaba muy poco de su lugar de origen. Sin embargo, él se crió en Piltover; y para Piltover era necesario este sacrificio. Jayce se sintió traicionado. No obtuvo ningún abrazo, él se lo tuvo que dar, no podía contarle a nadie lo que le ocurrió.

Igualmente, ¿quién le va a creer? Su madre tiene cosas más importantes que hacer que consolar a su lloroso hijo. Cassandra había ido con la intención de reducir las visitas madre-hijo. La prioridad del condicionamiento de Jayce era lo más importante para seguir adelante con Hextech.

”Lo mejor será reducir las visitas a menos de dos por mes” dictaminó Cassandra dando un sorbo a su té.

Jayce seguía débil por el medicamento como para discutir. Temblando ligeramente por recordar lo que la doctora estuvo a punto de hacerle. En ese momento se sentía tan patético. No estaba seguro, pero se sentía demasiado asustado. Cassandra estaba fúrica por alguna razón ese día.

“Ahora que Hextech se va a convertir en una prioridad y todo el consejo, no sólo mi casa, y varios inversionistas están interesados en su proyecto, estarás dedicado cien por ciento en ello” explicó con mirada crítica “. Tus escapismos aquí con Ximena, aunque deplorables, no son sino más que decepcionantes a mi criterio”.

Jayce apenas levantó la mirada, con los labios resecos y con ganas de vomitar.

”No me remito a la negligencia, por eso permitiré las visitas, pero vengo con intención de negociar, Ximena” soltó Cassandra mientras acercaba una carpeta a la matriarca Talis.

Ella la tomó con su mano izquierda, donde sus elegantes y mejoradas prótesis acariciaron el curpiel de la elegante carpeta. Abrió el broche de plata y sacó una serie de papeles.

”¿Quieres comprar la forja Talis?” Preguntó Ximena con voz temblorosa.

”Sí. Dado que ya no puedo influir mucho en una tutela porque Jayce es un hombre mayor de edad, es una carta que me gustaría quemar” explicó de forma estoica “. Si nos ponemos exigentes, la casa Talis me debe mucho dinero por el tratamiento de Jayce y todo el apoyo que le he permitido a lo largo de los años, así como la solventación de sus estudios académicos. Las acciones de su negocio no son suficientes para cubrir una quinta parte de lo que concierne. Si me cedes los derechos de la forja, yo retiro los estados crediticios que tienes en la hipoteca, no creas que no lo supe”.

Jayce miró a su madre preocupado, ¿había hipotecado la forja? La máxima fuente de ingresos de su casa era ese taller. ¿Por qué estaban endeudados más allá de su tutela con los Kiramman?

”Me imagino por la cara de Jayce que desconocía tu burdo intento de pagar por su tutela en el pasado” suspiró Cassandra “. Es una pena que ahora sea tan inútil, y los años no son generosos con los intereses. Fue en vano y ahora tienes muchas deudas, Ximena”.

”¿Por qué haces esto, Cassandra?” Preguntó ella con la voz llorosa y lágrimas corriendo de sus ojos.

Jayce, de forma instintiva de toda la vida, se levantó y la fue a acunar en un fuerte abrazo. Ximena sostuvo con un gran temblor su antebrazo. Aún cuando Jayce sentía en ese momento repulsión del contacto físico, siempre antepondría el bienestar de su madre. Ella intentó en un pasado comprar su tutela y recuperar sus derechos como madre sobre Jayce. Todo fue en vano, había sido un movimiento estúpido contra la propia riqueza Kiramman. La casa Talis era de segunda categoría, casi rozando la tercera. No podía compararse con el dominio que su tutora tiene. Estaba furioso. Así no es como quería que su madre lo cuidara.

Están por perder lo único que define a los Talis.

”Porque quiero ayudarte con ese pésimo movimiento económico” respondió con brazos cruzados “. Ahora que Jayce entrará a la imagen pública se debe resguardar la apariencia de su familia. Es simple política”.

”¿Y qué harás con la forja?” Preguntó sorbiendo el moco.

“Pasará a ser un taller enfocado en Hextech” explicó con una sonrisa casi imperceptible “. Lo que requiera de mejoras Jayce para acondicionar la forja para el desarrollo de los proyectos de Hextech serán dados por las inversiones. Yo me encargaré personalmente de distribuirlos. Te estoy salvando de la ruina económica, el desprestigio social no será más que un fantasma”.

Eso explicaba por qué su madre no pudo ir a la gala el día del Progreso. No estaba en la posición de hacerlo. Ella depende tanto como él de los Kiramman. Ahora no había escapatoria si quieren resguardar el apellido Talis. No pudo evitar abrazar un poco más fuerte a su madre.

”¿Y qué será de…-?” Ximena fue interrumpida.

“¿De tu negocio, de tu apellido?” Preguntó con sarcasmo “, Ximena, no has hecho más que malos movimientos administrativos. La fábrica de martillos Talis no tiene oportunidad de seguir adelante. Su nombre sólo quedará sobreviviendo porque la imagen que el consejo está planeando para Jayce queda con ello”.

”Cassandra, por favor” habló Jayce con toda las fuerzas que apenas pudo reunir “, ve al grano”.

La mujer sonrió: “Te estás volviendo muy perspicaz, Jayce. Eso me alegra. Está bien, seré directa: al solventar la deuda hipotecaria, se borrará de los registros de los Talis todo este desastre. Sin embargo, la forja pasa a mi nombre y de Hextech. Lo que se genere es decisión de Jayce, pero siguen debiéndome a mí”.

”¿Por qué se trataría de mí?”

”Tu imagen es imprescindible para este punto. Aunque no debes olvidar que todo lo has logrado gracias a mis intervenciones en tu tratamiento”.

”¿Piensas que te voy a traicionar?” Preguntó Jayce con despecho.

”Es una garantía, Jayce” sentenció Cassandra “. Un simple recordatorio de que si tu casa cae, puede caer nuestro pequeño circo. Adiós a tus sueños, ¿te imaginas que se den cuenta del secreto? Eres un tesoro para Piltover, Jayce, no puedes arruinarlo”.

Él no se sentía como un tesoro. Se sentía peor que basura. Un títere incluso era más alegre.

”Está bien” suspiró Ximena con dolor, separándose del abrazo de Jayce “. Será como tú dices”.

”Primer movimiento inteligente de tu parte, Ximena” golpeó Cassandra con guante de seda y condescendencia.

Jayce revisó aun así los papeles que debía firmar su madre. Aún con el mareo, el dolor y el trauma, sabía que debía proteger a su madre. Así que revisó cláusula por cláusula, ganándose un elogio de aprobación de Casaandra. La política requiere ese ojo analítico, lo estaba entrenando para ser como tal, aún cuando lo detestaba con todas sus fuerzas. Lo que comenzó siendo un día terrible sólo fue empeorando.

El contrato estaba limpio. Jayce tenía derecho a hacer lo que quiera con las acciones que gane Hextech en base a la forja. Dado que es empresa de Viktor y él, siguen teniendo el mayor porcentaje y decisiones en base a ellos. La forja pasa a estar bajo el nombre Hextech al mismo nivel que Kiramman. Era más que suficiente para proteger a su madre y él mismo cuidarla.

Eso estaba bien. Le dolía la traición de su madre por haber hecho movimientos como los que hizo. Sin embargo, siempre la amará más que nada. La protegería de todo. Eso era parte de su sueño. Ella es su familia, su manada. Debe ver por su bienestar antes que nada.

A cambio de ese movimiento, el contrato decretó que las visitas estaban condicionadas y Ximena sigue teniendo prohibido asistir a la finca Kiramman. Si Jayce quiere que su madre esté bien, debe ceder al capricho de Cassandra. Al final, todo este movimiento fue para evitar que Jayce vea con tanta regularidad, más ahora que nunca, a su manada y resguardar su condicionamiento. No hay medicamento que rompa el vínculo que un Omega hace con su manada. Sólo el alejamiento natural. Su lugar seguro dejó de serlo.

Jayce vomitó esa noche, tuvo fiebre y pesadillas. Estaba demasiado cansado. No puede fallar.

Por eso, parecía que el laboratorio era el único lugar que Kiramman no puede poner sus manos encima. Está bajo el nombre de Heimerdinger y la academia. Era su santuario. Donde no importa nada más que su intelecto y la compañía de Viktor.

Viktor y nadie más.

”Estás algo distraído” dijo Viktor sin dejar de escribir ecuaciones químicas en el pizarrón.

Ese día comenzarían con desarrollar una forma en volver más estables los cristales azules. Habían dejado en claro a sus inversionistas que si quieren que se lleve a cabo los Hexgates, deben encontrar una forma en que los cristales no se vuelvan peligrosas bombas. Esto ayudaría al ahorro de recursos y mejor aprovechamiento de energía. Viktor teorizaba que incluso podrán reproducir en un entorno controlado las gemas una vez se tenga el poder de manejarlas de forma segura.

“Disculpa” suspiró Jayce viendo con un suspiro enamorado el perfil de su amigo “, no he dormido muy bien”.

A pesar de la incomodidad que podría existir por el incidente aquella noche en la gala, Viktor lo hizo mucho más ameno. Actuó con naturalidad, como si nada hubiera ocurrido. Jayce se sintió aliviado y adolorido al mismo tiempo. Pensando que Viktor prefiere dejarlo así para no herir sus sentimientos. Porque no lo quiere de la misma forma y malinterpretó sus actos por ser un hambriento de cariño. No es que idealice a Viktor, sino que era su humanidad, sus valores, sus imperfecciones lo que lo hacen adorar cada centímetro de él. Su esencia sarcástica, su agrio sentido del humor, su gusto por lo dulce y disgusto por lo picante, su hermoso aroma, su ingenio, su mente tan brillante… Jayce había aprendido a amar cada detalle de Viktor en secreto.

Le dolió por eso que actuara como si nada. Y por el bien de su mentira, por el bien del proyecto Hextech, es que se sintió aliviado. Una alianza y una amistad es todo lo que se necesita. No tiene derecho a pedir nada más.

”¿Y puedo saber por qué?” Preguntó Viktor volteándolo a ver.

Él también tenía ojeras más prolongadas. Tampoco debe de haber dormido bien. Jayce lo había percibido, el aroma de Viktor estaba un poco más fuerte que de costumbre. Probablemente se estaba acercando su celo. Viktor le enseñó a detectarlo, Jayce tuvo que suprimir el anhelo de querer ayudarlo. Tuvo que reprimir el sentimiento de celos al imaginar a Viktor buscando satisfacción en otro lado.

”No importa, sólo tuve una mala noche” desvió el tema mientras revisaba los apuntes “… Oye, ¿has considerado la reacción química de los cristales cuando los transfieras a la amalgama coloidal?”

”... Ganas esta vez, pero no te escaparás… Ahora. La composición interna de los cristales tiene una fuerte concentración de hidrógeno” reflexionó Viktor con su dedo índice sobre sus labios “, por supuesto que consideré su inestabilidad si entra en contacto con oxidantes. La propia estimulación de su composición es una bomba andante, pero…”

”¿No se te ha ocurrido una forma de transportarlo?” Preguntó con media sonrisa.

”Soy el genio el noventa por ciento de la veces en nuestra alianza, dame un respiro” sonrió Viktor de vuelta, reconociendo sin reconocer que no, no había pensado en cómo hacer el experimento.

“Lo eres sólo cuando mezclas nuestras ideas y…” Los ojos de Jayce brillaron con resolución “. Hay que licuarlo”.

Viktor lo miró con sospecha, una mueca irónica que le sentaba de maravilla: “¿Licuarlo?”

Jayce, por su lado, asintió y caminó hasta estar al lado de su compañero y tomar un pedazo de tiza blanca. Borró la gran H escrita en el centro de la composición química de los cristales Hex, y lo cambió por un LH2. Su letra era más garigoleada a comparación de la de molde de Viktor. Se veían raras juntas, pero le gustaba. El laboratorio era ese lugar que le recuerda que estaba aquí porque es su mente quien habla. Porque Viktor no busca nada más que lo que él puede dar: sus aportes y sus ideas hacia la ciencia.

Era su rincón preferido en el mundo. Sólo de Viktor y de él.

”Si congelamos a temperatura criogénica el hidrógeno pasa de estado gaseoso a líquido, y se vuelve más denso y compacto” explicó terminando de cambiar unas notas en las ecuaciones químicas con su nueva idea “, lo que permite que sea transportado de manera más segura”.

”Y dado que queremos transportar la esencia mágica de los cristales a un sistema no newtoniano, la resistencia es válida sin comprometer la composición de ninguna de las partes” comprende Viktor asintiendo con brillo en sus ojos “, permitirá el almacenamiento de la energía”.

”Su densidad energética volumétrica permitirá que sea aprovechado mejor el recurso y-“

”Generar un sistema autosustentable de energía para las baterías de los Hexgates” dijeron al mismo tiempo.

Viktor miró a Jayce. Él no pudo evitar una ligera carcajada mientras su cola se agitaba con euforia en su espalda. Siempre le sorprende la facilidad con la que se puede entender con Viktor. Hasta el punto de poder pensar en sincronía una vez la lluvia de ideas los abrazaba en un ambiente lleno de creatividad y perspicacia científica fuera de toda razón común. Jayce está seguro de que no hay ser en Runaterra con el cual pueda hacer lo mismo. No desea que exista, tampoco.

Ya sea en esta vida o en otras mil millones de posibilidades, Jayce siente que podría escoger a Viktor en todas esas probabilidades.

Comenzaron a reescribir las ecuaciones y a idear una serie de pruebas para generar el material idóneo para transportar la esencia de los cristales a un ambiente seguro. Sabían que había muchos contras de la idea, había que convencer destinar gran parte de la primera ronda de inversiones hacia el desarrollo del entorno seguro de los cristales Hex; pero una vez lo logren, no había nada que les impida seguir con el desarrollo de los Hexgates y los próximos proyectos.

Herramientas, mejor infraestructura, sistema de drenaje y filtración de gases tóxicos, combustibles, y llegar a las propuestas de Viktor hacia la aplicación en sistemas de salud. Encontrar una forma de ayudar a su enfermedad, curar sus males. Jayce se sentía entusiasmado, imaginando el día en que puedan descubrir todo eso y ayudar a tanta gente como sea posible. Hacer la huella que marque un antes y un después en la historia. Dedicar su vida a lo que se prometió a hacer cuando ese mago le salvó la vida a su madre y él: ayudar a quien más lo necesite. Brindar esa sensación de protección que él sintió cuando todo parecía perdido.

Sólo eso podría lograrlo con Viktor.

”Supongo que tengo que cederte un porcentaje mayor en la inteligencia que compartimos” suspiró Viktor viéndolo con esa pericia en sus ojos dorados.

”¿Ah, sí?, ¿me gané ese honor?” Se burló Jayce con el corazón latiendo a mil por segundo.

Tenía tantas ganas de volver a tomar su mano y entrelazarlas nuevamente. Volver a invadir su espacio y absorber tanto como pueda de su aroma. Embriagarse con su presencia de una manera tan única. Volver a besarlo e imaginar que Viktor le corresponde. No importaría nada más, porque en esa idealización no tiene que esconderle la verdad. Viktor lo amaría como es él, sin importar su segundo género, sin importar nada más porque no hay nada que proteger. Serían sólo de ellos dos.

”Claro, ¿un once por ciento te parece justo? Porque lo estoy sintiendo muy generoso” se burló Viktor alzando la barbilla con altivez demasiado encantadora.

Jayce rio y se acercó instintivamente, buscando ese aroma que lo hace sentir protegido, pequeño pero querido. El almizcle natural de un dulzor amargo como un buen café molido, con motas de caramelo y crema. Con destellos profundos y ahumados que le rememoran a un postre decadente y una chimenea cálida. Tan abrumador como delicado, justamente lo necesario para hacerlo rendirse. Para hacerle sentir en la punta de la lengua las ganas de decirle la verdad. Y que Viktor sea la sexta persona en saber su verdad; pero la primera a la que él eligió para saberlo.

Entonces, la puerta se abrió y los pasitos saltarines del decano Heimerdinger resonaron junto con una caminata liviana y tímida. Ambos hombres levantaron la mirada y se encontraron con una chica de grandes lentes cuadrados y un peinado estirado que acomodaba sus rizos castaños en un moño alto que, a pensamiento de Jayce, poco le favorecía. Sus orejas eran de pelo razo mestizo y cola de mediano tamaño. No tenía olor notorio a primera instancia y no se veía parche alguno, porque no hay glándula olfativa a la vista. Era una beta común.

”Buen día, mis muchachos” saludó Heimerdinger “. Me alegro saber que siempre son tan madrugadores y los encuentro aquí y trabajando…, ¿es eso la propuesta de transporte de la energía hex? Muy prometedor”.

La chica carraspeó ligeramente con un sonrojo en su bronceada piel. Apretó con fuerza el pisapapeles contra su pecho y Heimerdinger dio un pequeño respingo.

”Oh, mis modales” agitó sus manitas con despreocupación “. Les presento a la señorita Sky Young. Una científica con título de postgrado de nivel cinco, muy notorio, ¿verdad? Ella fue elegida de entre varios candidatos para ser su asistente de laboratorio”.

”¿Asistente de laboratorio?” Preguntó Jayce con genuina curiosidad.

”Sí, sí. Su trabajo está por escalar nuevas tecnologías y mayores alcances, un asistente les permitirá un mejor orden en el laboratorio” explicó Heimerdinger con sabiduría “. La señorita Sky posee el intelecto suficiente para poder seguir su ritmo y aportar de manera positiva en la organización de su laboratorio”.

Sky soltó una ligera risa: “Es todo un honor trabajar con ustedes… Señor Viktor, debo admitir que soy muy adepta de su teoría Hextech en aplicaciones en sistemas orgánicos”.

”Por favor, señorita Young, sólo Viktor está bien” sonrió el alfa.

Jayce se sintió tan lejos de la habitación en ese momento. No había que ser muy inteligentes para notar el brillo en la chica al ver hacia Viktor. Había más que admiración, cierto encanto devoto que no se compara con nada más allá de un anhelo que comparten tontamente.

Sin embargo, ella podría tener más oportunidad. No tiene que mentir sobre quién es.

”Bueno, bueno” excusó Heimerdinger “. Los dejo trabajando. Les recuerdo que en dos semanas deben presentar el prototipo funcional de la reproducción de esencia de cristales Hex. Chop, chop, mis muchachos. Hay mucho por hacer”.

El Yordle se alejó del laboratorio con toda la ignorancia del denso ambiente que se estaba cimentando. Jayce decidió ser optimista. No es bueno dejarse llevar por fantasías y celos irracionales. No son cosas que vayan a suceder. Además, el trabajo es suyo y de Viktor. No tiene que sentirse amenazado. ¿Verdad?

¿Verdad?

”Bueno, Sky” dijo Jayce con jovialidad “, ¿cuál es tu área de especialidad?”

”Oh, obtuve mi título en biología marina y sistemas renovables en ecosistemas acuáticos” explicó con menos entusiasmo “. Espero poder ser de ayuda en su trabajo. Es muy prometedor”.

”Demuestra que así será por su elocuencia, señorita Young” dijo Viktor “. Es bueno ver a una compatriota zaunita con una mente brillante aprovechando su potencial”.

Sky sonrió con un ligero rubor en sus mejillas y la cola meneándose llena de entusiasmo. Viktor, sin embargo, volvió a su trabajo en la pizarra sin prestar más atención a su alrededor. Y Jayce…

Jayce sintió que le acababan de quitar su último lugar seguro.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 10: X

Notes:

Termina el acto I de la historia <3
¡Muchas gracias por llegar hasta aquí!

Chapter Text

Las apariencias son complicadas.

Viktor comprende que Piltover tiene un gusto terrible por mantener una apariencia impoluta. Un sistema de defensa poco ortodoxo que lleva a cualquiera a hacer lo inimaginable para poder encajar. Para poder ser parte del sistema social y pertenecer sin ser discriminado. Él sabe que nunca va a ser parte de ese contrato social. Aunque lo intente, estaba lejos de encajar. Además de que tenía muchas cosas antes de las cuales preocuparse del qué dirán los de las altas sociedades. Sus sueños están avanzando y Hextech se está llevando a cabo de maravilla. Estaba labrando su camino a pesar de las contradicciones sociales, imponiendo sus ideales antes de sus apariencias. Tratando de demostrar que su vida tiene una razón válida de ser. Que su existencia es divina y valorada. Así como las cosas así como comienzan a empatar, también se estaban complicando y no puede ignorar muchos detalles.

Miró las dos jeringas vacías. Cada una marcada por unas cintas distintivas con las fechas en que las encontró. Sin restos vestigiales de las sustancias que contenían. Simples esqueletos obsoletos que sólo provocan demasiados obstáculos. Más de lo que necesita. Aunque la conclusión de lo poco que pudo analizar lanzaban composiciones similares, no lo eran. Los niveles proteicos y las propias cadenas químicas arrojaban composiciones distintas pero con el mismo objetivo: eran estimulantes. Probablemente la nueva droga que se ha estado distribuyendo en Zaun y que probablemente comenzaría a ser un verdadero problema para Piltover.

Si resulta que esas dos jeringas contenían lo mismo, eso quiere decir que no importa cuánto intente la ciudad de oro por impedir la tragedia, ya hay una cadena de distribución dentro de sus telones. Una fuga que poco a poco irá contaminando a las dos ciudades por igual. El dominio comenzará a absorber todo el territorio hasta el punto en que se decida por decantar a una guerra o ceder a la extraña sustancia.

Viktor sabe que también, de alguna forma egoísta, ha decidido no contarle nada a Jayce sobre las jeringas y su descubrimiento. Había algo encantador en su propia investigación del caso. Claro que sabe cuánto puede ayudar el consejo de Piltover, pero ¿a qué? Viktor fue asistente del director del mismo órgano máximo de poder y gobierno de la ciudad, conoce cómo funciona la corrupción elegante de los propios sistemas. Estaba seguro de que podrían incluso estar tentados a aliarse con la organización criminal de esta droga y amenazar al propio Zaun y otras partes de Runaterra. El poder, al final, es demasiado tentador como para ignorar.

El tiempo estaba avanzando y ahora que habían aprobado su nuevo sistema de almacenamiento de la energía Hextech, la planeación y elaboración de los Hexgates ya no eran simples cuentos. Después de casi un año de haber ganado el concurso del día del progreso, sabe que el tiempo no espera por nada ni nadie. Hextech se estaba fortaleciendo y se estaba volviendo una realidad. No sólo a puerta cerradas, también hacia los ojos de Piltover como un órgano completo, como un pueblo. La imagen de Jayce, como el Hombre del Progreso, había sido una clave fundamental para conseguir la aceptación, para acercase a los ciudadanos y aclimatarlos a la llegada de la magia hecha ciencia. Así como también terminó siendo para Jayce como ponerse un blanco en la frente para cualquier tipo de comentario, señalización y enemigo.

Aunque Viktor sabe que él mismo se aprovechó, de alguna forma, de la idea del Consejo de presentar únicamente a un beta perfecto como la imagen del Hextech. No a los dos como sus creadores. Y eso no quitaba la cuestión intrínseca de que había hecho algo mal. Jayce es la imagen del orden y el progreso. Todo lo que anhelaba la ciudad de oro para demostrar cómo el gen Lycan ya no supone una necesidad, sino una molestia. Entonces, Viktor decidió jugar con eso, porque él no quería lidiar con la política ni los medios sociales. Era demasiada la publicidad como para no sentirse ofuscado. No era su fuerte. La sociedad Piltovana no querrá escuchar a un alfa zaunita con un débil sistema inmunológico y una pierna chueca; Viktor no estaba interesado en la sociedad Piltovana, igualmente. Están a mano. Profundamente, siente cierta repulsión por su hipocresía social. Hay algo escondido que va más allá de su comprensión. Algo oscuro que Viktor no está seguro si querrá saberlo. Por la forma en que vanaglorian la opresión misma que le han hecho a los segundos géneros. La evolución no debería ser así. A él le impidieron tener mejores accesos a sistemas de salud por ser Alfa. Apenas y tuvo medicamentos suficientes para salir de la ciudad subterránea en una pieza.

¿Por qué tenía que darle tanto a una ciudad que está bien?, ¿por qué el progreso está tan ligado a la sustentabilidad de una ciudad? Por más que le doliera, Viktor sabe que Piltover era la única ciudad que le habría permitido construir algo como los Hexgates. Tienen el avance social y cultural necesario para ello. Los recursos, la infraestructura, los propios ideales, eran la cuna perfecta de la innovación. Por más elitista que sea. Zaun no era un lugar idílico para ese sueño.

La respuesta recae en la nueva distribución de esa misteriosa droga. Zaun trataba de levantarse de entre las cenizas y sangre que se ha derramado por el intento de independencia. ¿Cómo podría una ciudad minárquica lograr algo tan estructurado como tácticas de guerra? Viktor lo sabe mejor: era simple y puro crimen organizado. Jayce incluso se lo mencionó una vez después de haber hablado con Caitlyn e investigar en el Consejo: hay una organización detrás de todo esto. Dar con la cabeza de esa organización era lo que ahora estaba en juego. Para poder controlar las masas es bueno comenzar por abeja reina; aunque eso no significa que sea absoluto. Los vestigios de la violencia, de la guerra, seguirán adelante.

Viktor estaba preocupado que Hextech termine comprometido con estas amenazas. No es en vano si es algo tan innovador y lo suficientemente amenazante como para demostrar que Piltover estaba preparada para poder contrarrestar esta guerra que esa misteriosa droga tiene para dar. Tratar con esos temas no debería ser de su interés, pero todo lo que impide avanzar con su propios planes para Hextech era de su interés. Viktor no puede permitir interrumpir los avances cuando su objetivo de sistemas médicos y Hextech es lo único que necesita para poder curarse. Él no tiene mucho tiempo.

Por ahora está bien, pero eso no es para siempre. El dolor crónico en su pierna, en su espalda, en su pecho por sus malditos pulmones eran recordatorios de que él está roto. Que no tiene mucho para dar y por eso debe darse prisa. Tontamente estaba decidido a vivir. A ver con sus propios ojos los logros que ha obtenido con su trabajo. No puede permitírselo cuando vive en una ciudad que se encargará de enterrarlo en una fosa común y abandonarlo sin nombre alguno. Porque no pertenece a ninguna casa, es un simple zaunita con aires de grandeza, ¿no? Será olvidado, él lo sabe.

“Viktor, oh, aquí estás. Mira, te traje esto, es un té” habló la voz de Sky con dulzura y tranquilidad, tratando de esconder el ligero temblor de la emoción.

No había nadie más en el laboratorio.

Viktor rápidamente guardó las jeringas en un cajón en su escritorio y volteó a la puerta del laboratorio. Era cerca del atardecer. Ya debió ser la hora del té en Piltover. Jayce no ha regresado de su reunión con Cassandra Kiramman y unos inversionistas de los Hexgates. Se suponía que él debió asistir igualmente, pero fingió demasiado dolor en su pierna y se aprovechó que Jayce, el dulce Jayce, antepondrá su bienestar antes de obligarle a ir a esas interminables reuniones donde la negociación se basa en golpear con la mejor condescendencia posible. Jayce estaba aprendiendo de una de las mujeres más poderosas de Piltover, él sabe apañárselas solo.

Por su lado, Sky era una compañía constante en el laboratorio. La chica era un poco crédula y algo lamebotas, pero no demerita su inteligencia. Tenía un intelecto sobresaliente y era entusiasta para aprender. En otra vida, Viktor la habría encontrado como una posible pupila para enseñarle todo lo posible. Sky tiene mucho potencial, era audaz y bastante perspicaz. Incluso le ayudó a determinar unas ecuaciones fundamentales para cuando estaba trabajando en la composición coloidal de los estabilizadores.

“Gracias, señorita Young” agradeció cuando tuvo la taza en frente “, ¿usted ya tomó algo?”

”Vengo de almorzar y supuse correctamente que no has tomado nada” sonrió con un brillo fantástico en sus juveniles ojos.

Con un sentimiento que Viktor reconoce pero no corresponde.

”Es muy amable que se tome la molestia” respondió después de darle un sorbo al té de frutos cítricos. Quiso hacer una mueca por lo amargo del sabor.

Era de fuerte aroma, el sabor de la toronja y la estrella de anís se superpone a los demás matices, haciendo que el regusto amargo no esté completamente balanceado a pesar de estar fusionado con hojas de stevia fresca para darle dulzor. Viktor hubiera preferido miel y limón para amenizar el cítrico y realzar los sabores menos presentes como el de la naranja y la yerba buena.

”Sabes que no eres ninguna molestia para mí”.

Las delicadas palabras de Sky le hicieron dejar atrás la incomodidad del sabor del té y sentir un amargor más fuerte al saber que, de alguna forma, no podía escapar de lo que sea que se haya formado en ese momento. No estaba seguro de si estaba preparado para ello. Tenía tantas cosas por decir y al mismo tiempo tanto por callar. No está seguro de si lo que salga de su boca será adecuado.

En otra vida, tal vez le hubiera devuelto el afecto. Sky no escondía su enamoramiento. Era un poco sorprendente su insistencia, la fantasía que debe residir en ella para esperar que, algún día, alguna vez, él pueda sentirse de la misma forma. Tal vez imaginando que siendo paciente, buena y balanceada, podría obtener esa oportunidad. ¿No era eso cruel? Viktor no quería darle alas a las fantasías románticas. Él sabe cuánto duele hacer eso, permitirse soñar porque era lo único gratuito que los sentimientos pueden dar. Él lo sabe bien. Lamentablemente, él estaba enamorado de Jayce Talis.

No del naciente Hombre del Progreso. No del chico de oro de la Academia. No del Tesoro de Piltover. Está enamorado de Jayce Talis, el científico al que le gusta el café oscuro con un toque de azúcar y canela. El hombre que tiene la sonrisa más hermosa del universo. El amigo que le ha demostrado tanto apoyo y cariño que a veces se le forma un nudo en la garganta de solo recordarlo. Del hombre que probablemente le esconde algo.

”Si… si yo… si yo no fuera quien soy… ¿estarías decepcionado?”

Esa noche en la gala, ¿estaba mal que Viktor se aferrara a ella como el inicio de una posibilidad? De sentir que era lo suficientemente especial para Jayce como para ser tan vulnerable y tan valiente al mismo tiempo. De estar tan cerca de romper las barreras por completo y tomar cada centímetro de Jayce. Quería ser dueño de esos significados, deseaba poder darle todo lo que necesita; aunque se siente tan asustado de golpearse con la realidad y darse cuenta de que no, él no es suficiente. No cuando Jayce es todo lo esperado por la sociedad, ¿por qué tendría que cargar con la pena de un enfermo terminal, con dolor crónico y mal humor? Por más utópico que sea el amor, tarde o temprano, el humano se cansará de una pareja que no sea independiente. Que no sea sana, que sólo lo haga ir más lento en el camino.

Que no le permita progresar.

”Estás muy pensativo, ¿problemas con alguna ecuación?” Preguntó Sky con ese movimiento que indicaba que ella quería sentarse junto a él.

Nunca suele invitarla, pero esta vez hizo la excepción. Extendió la mano y ella rápidamente se sentó en la silla de Jayce. Casi tuvo el impulso de gruñir y hacerle entender que puede sentarse a su lado, pero no en la silla de su compañero. Apretó la mandíbula, sintiendo sus caninos forcejar en sus encías con un poco de dolor. Los betas no tienen por qué entender la posesividad de los alfas a menos que sean el objeto de su interés. Suele ser más fuerte en un vínculo Alfa-Omega; pero sabe que no se demerita en betas. Después de todo, su padre fue un alfa de gen dominante y siempre fue protector y posesivo con su madre, una beta. A pesar de que ella no entendía muy bien la intensidad del alfa, ella lo amaba.

En ese momento, Viktor comprendió la posesividad y el amor incondicional que su padre tenía por su madre y por él. No era de palabras de afecto ni de abrazos asfixiantes. Era de actos de protección, de señales de cariño, intercambios de aroma. Estaba protegiendo su manada. Viktor comprendió en ese instante que su alfa quería a Jayce como parte de su manada .

Viktor sabe que estaba mal, pero es posesivo con Jayce. Lo quiere todo para él. Cada instante, cada detalle, cada sonrisa, la deseaba él. Como una droga, algo que le hace daño pero que anhela con todas sus fuerzas. Para crear la falsa intención de que podrían ser algo más. De que sí está leyendo correctamente entre líneas y Jayce lo quiere también. La mente estaba muy lejos de cualquier dimensión consciente, sobrepasando sus límites y determinando por medio de matemáticas cuáles son sus límites y sus posibilidades. Haciendo que su amor sea demasiado como para suprimir con sencillez todo lo que quiere hacer con lo que siente. Es un poco decepcionante. Pensó Viktor.

”No, nada de eso, señorita Young, simple fatiga” excusó Viktor con un suspiro bien practicado “. ¿Me veo tan mal?”.

Se arrepintió en el instante en que terminó de hacer la pregunta y ver que Sky se sonrojó.

”No, para mí… nunca te ves mal” suspiró en un ligero susurro.

Viktor miró a Sky. Era encantadora a su manera. Sus orejas peludas pero poco ágiles y sus caninos poco definidos eran índice de lo bien determinado que está su gen beta. Sus ojos eran lindos, y Viktor estaba maravillado por su inteligencia. Ciertamente tenía mucha capacidad si podía seguirle el hilo a científicos como Jayce y él; aunque Sky activamente prefiere casi no tratar con Jayce. Eso era… un poco llamativo; pero jamás le había puesto mucha atención. Notó que en ese momento desvía la mirada y el sonrojo aún no se disipa de sus pecosas mejillas.

”Señorita Young…” Viktor no se sentía esencialmente incómodo, pero estaba preocupado de importunar a la pobre chica teniendo que rechazar de una vez por todas sus vanos intentos.

“Olvídalo, no debí ser tan impertinente…” negó Sky con una ligera sonrisa que hacía arcos sus ojos cerrados, su cola estaba enroscada “. Creo que me dejé llevar, no me tomes en serio”.

”Tomo en serio sus sentimientos” confesó Viktor con una ligera inclinación en su cabeza “. Por eso, yo-“.

Sky sin embargo, tomó su mano, delicadamente. Sintió después un apretón sudoroso que pedía silenciosamente por tiempo. Viktor miró a la figura de Sky. Se veía vulnerable y más pequeña que de costumbre. Le hizo sentir responsable, un poco culpable porque, por más que buscaba dentro de su ser, no había nada más que respeto, admiración y cariño platónico por esta chica beta. Es una buena mujer, de gran intelecto, simplemente…

”Por favor, aún no lo digas…” susurró Sky con dolor en su sonrisa forzada “. Lo sé…, no soy él…, pero aún no estoy lista para escucharte decirme que no”.

Viktor miró sorprendido a su asistente de laboratorio. Era mucho más resiliente de lo que pudo esperar. Estaba francamente sorprendido que ella tuviera la certeza de que él no la corresponde, aunque no pueda evitar su cariño, y que ella también note cuánto anhela alguien más. La dicotomía que se parte en la necesidad humana era ambivalente y tan esclarecedor para Viktor. Sky sabe que él no corresponde sus sentimientos, pero aún quiere vivir en la ilusión que un ‘no’ podrá romper en ese mismo instante. La dicotomía de no decir el nombre de la discordia, pero reconocerlo. No debe preguntar a quién se refiere. Sólo hay un ‘él’ al que ama, que desea con todas sus fuerzas. Era un poco vergonzoso sentirse así de expuesto.

Ya no estaba seguro de para quién era el apretón reconfortante. Sky es inteligente y esto se lo estaba demostrando. Viktor se sentía un desastre. Ahora sus mejillas ardían y había un ligero nudo en su garganta. De alguna forma, era liberador que alguien lo dijera al viento. Que alguien más supiera cuán enamorado está de Jayce Talis.

Aunque esa persona no sea Jayce Talis.

”Se lo agradezco, señorita Young” habló con un nudo en la garganta. No se había dado cuenta de lo vulnerable que en realidad se siente con sus sentimientos.

Era solitario, un poco abrumador y muy hermoso. Nunca esperó enamorarse, nunca esperó conocer a alguien como Jayce. Sus expectativas lo mantenían en la realidad. Estaba en la encrucijada que le pedía salir corriendo e irrumpir en la sala del Consejo y confesar sus sentimientos a Jayce. Aprovechar sus últimos años viviendo para él mismo y no para marcar la historia, simplemente disfrutando de lo que le dé la vida y sentirse querido de vuelta por Jayce. Porque está seguro de eso: qué afortunado es aquel que es amado por Jayce. Tenía mucho amor para dar y Viktor no quería sólo un poco, quería tanto como fuera posible.

Por otro lado, estaba la razón. Su propia mente contrarresta a su frágil corazón. Que le recuerda que era mejor aguantarse todo lo que siente. Su trabajo está en juego, sus avances y sus primeras metas dependen de la concentración y el alma que entregue. Nada le asegura que Jayce le corresponda, nada le asegura de que todo estará bien. No es fantasía, la realidad era medible, comprobable, netamente matemática. No haría una tontería, no va a comprometer todo lo que ha trabajado. Casi dos años al lado de Jayce le han ayudado a suprimir lo que siente. Puede seguir adelante.

”Cuando quieras, Viktor. Estaré encantada de ser tu amiga” dijo con dulzura “. Y si me lo preguntas” hizo un ademán para acercarse porque lo que estaba por decir era más secreto de lo que ya era su íntimo acercamiento. Viktor se inclinó hacia ella “, yo creo que-“

La puerta del laboratorio se abrió de repente.

Viktor levantó la mirada y sintió sus mejillas arder un poco más al ver a Jayce Talis. La luz del atardecer oscurecía su silueta de una magnífica forma, permitiendo que un halo dorado se regocije perfectamente como un aire celestial, casi etéreo. La reflexión de la luz formaba un fulgor de oro que hacía de los ojos de Jayce unas gemas verdosas como piedras preciosas por las cuales cae rendido. Llevaba un impecable traje de tres piezas, cuello alto y bufanda de satín de color rojo intenso. Botas altas y el pantalón ceñido se flexiona con sus fuertes músculos. Su cabello estaba perfectamente peinado y, aun así, un mechón caía por su frente. Su cola y orejas se ven casi azuladas y suaves. Todo en él era hermoso.

Viktor veía tan hermoso y real a Jayce.

”¿Interrumpo algo?” Preguntó con media sonrisa en sus labios, pero sus ojos estaban serios y su cola rígida. No estaba contento.

Sky se alejó y se levantó rápidamente ”Oh, señor Talis, mis disculpas. Viktor estaba, es decir, yo…-“

”Estaba revisando mi temperatura, no me estaba sintiendo especialmente bien” interfirió Viktor con naturalidad.

”Oh, Viktor, debiste decirme antes de que me fuera a esa reunión. Podemos llevarte a la enfermería y-“ Jayce cambió su semblante de seriedad a preocupación tan rápido que Viktor incluso se sorprendió de cuánto influye en este hombre.

Levantó la mano al interrumpirlo: “Está bien, fue sólo la insolación. Esta primavera está siendo especialmente calurosa. La fatiga jugó en mi contra. Estoy bien, Jayce”.

Sin embargo, sabe que Jayce no le ha creído. Su cola sigue rígida y sus pasos estaban perfectamente planificados. Incluso se quedó a varios pasos de distancia. Viktor tenía ganas de girar los ojos, levantarse y jalar contra su pecho a Jayce. Podía ver por el ligero temblor de sus dedos, la rigidez de sus anchos hombros, la tensión en su mandíbula y el puchero en sus encantadores labios que no le ha creído. Para nada. Viktor reconoce que no fue su mejor mentira.

”¿Podrías darnos un momento a solas, Sky?” Pidió Jayce de forma directa sin dejar de ver a Viktor.

Sky tomó una serie de papeles y su diario. El sonrojo ya había desaparecido de sus mejillas, pero seguía una ligera aprensión en el ambiente. La comodidad estaba matizada de diferentes colores y aromas. Viktor podía prescindir ligeramente del matiz sulfuroso y amargo de los medicamentos o vitaminas que Jayce ingiere. Hoy olía especialmente fuerte, había un ligero matiz de alcohol y antiséptico que antes no había notado.

Cuando miró mejor a su compañero de laboratorio, notó que había maquillaje en su rostro. Lo podía notar porque aún con eso, no podía esconder las ligeras ojeras debajo de sus ojos. Fuera de eso, no se veía muy diferente a cómo lo ha visto crecer estos dos últimos años. Fuerte, con el cuerpo de un guerrero y cintura pequeña. Alto e imponente. Si no fuera por esos aromas, el maquillaje y el ligero sudor en su frente, Viktor no sospecharía que algo le pasa a Jayce.

”Con permiso, señor Talis” se despidió Sky con una ligera inclinación respetuosa y casi robótica.

”Te agradezco, Sky” respondió sin mirarle en ningún instante. Seguía viendo a Viktor.

Cuando la puerta del laboratorio se abrió y volvió a cerrar, Viktor no sintió que el ambiente cambiase. Tampoco es que haya empeorado. Sólo seguía siendo tortuoso, un poco asfixiante y el aroma de medicamentos era mucho peor ahora que el regusto de sal marina y dulzor tropical de Sky se disipó tan pronto como llegó. Jayce caminó y tomó su silla, la hizo para atrás y se sentó. Estiró la mano y el áspero dorso se presionó contra su frente.

Algo estaba mal. Viktor ni siquiera pudo caer en el espiral de sentimientos que significaba la cercanía de Jayce. De enredarse con las ganas de dejar caer su cabeza y chocar sus labios con los de su amigo. Su falta de aroma, el fuerte perfume de azufre, sus ojos algo dilatados, el sudor en su frente con un ligero sonrojo persistente eran demasiado para un observador como Viktor. Él mismo sabe que está bien, sólo con el dolor en su pierna y espalda; pero nada diferente a lo de siempre.

Jayce, sin embargo, sí parecía tener una ligera fiebre. Viktor se alejó, como si el tacto de los fríos dedos de Jayce le hubieran hecho daño. Jayce, por su lado, era un abanico de emociones. Siempre era tan abierto con él, lo sabe. Viktor tiene influencia sobre Jayce de una manera que era tentadora de abusar. Que sabe que no puede tocar sin arruinarlo todo y manipularlo para que Jayce haga lo que él quiere.

La ganas de enredar sus dedos en su cabello y abrazarlo eran tan fuertes como las ganas de hacerlo rogar por algo prohibido y sensual. Escondido en los anales de un trasfondo que lo hace sentir enfermizo. Lo ama demasiado que su preocupación puede superar cada mal pensamiento.

”No parece que tengas fiebre” susurró Jayce con dolor en sus ojos “. ¿Cómo está tu pierna?”

”Mejor, tomé unos analgésicos” mintió Viktor, recordando que esa fue la excusa que dio para no ir a la reunión “. La falta de alimento debió afectarme… Sin embargo, tú eres el que parece enfermo”.

Era ese el momento en que Jayce buscaría su mano o dejaría caer su cabeza contra su hombro, deseando consuelo. Donde Viktor aprovecharía esa vulnerabilidad para aplacar los deseos de su alfa interior de sentirse querido por su compañero beta. Si su llamado era tan fuerte, no se habría imaginado cómo sería que Jayce fuera…

”Debe ser el calor” dijo Jayce después de unos segundos, desviando la mirada y jugando con la correa de cuero de su muñeca izquierda.

Aun así, el atuendo de Jayce estaba impecable. Con todo y bufanda bien acomodada en su cuello, mangas sin retirar, chaleco puesto y atado, botas cerradas. Casi como una coraza perfecta. Jayce siempre estaba cubierto de tela. Incluso en los días más calurosos en el laboratorio. Donde incluso Viktor tenía que remangarse la camisa, Jayce no hacía nada de eso.

Lo había notado, era sólo que no había pensado que fuera muy importante. Hasta ahora. Jayce nunca se quita el abrigo, mucho menos el cuello alto. Sin importar qué.

”¿Por qué no te quitas la bufanda?” Preguntó Viktor con naturalidad.

No esperaba que Jayce lo viera con súplica. Inhaló profundo y exhaló con cierta resignación. Como si sus palabras dolieran.

“Los inversionistas están de acuerdo en ceder un cinco por ciento más de la inversión inicial” cambió de tema Jayce con una naturalidad tan forzada que le hizo a Viktor levantar una ceja “. Con la condición de reducir los tiempos de producción”.

”¿A cuánto tiempo?” Preguntó Viktor buscando la mirada de Jayce.

”Proyectando cinco años a partir de hoy” suspiró Jayce aún con la mirada perdida en el escritorio “. Entre medias…, podemos ir comenzando nuevos proyectos, y avanzar hasta tus temas de sistemas médicos”.

”Es un poco ambicioso” reconoció Viktor con el picor en la punta de sus dedos para tomar entre sus manos el rostro de Jayce. Estaba tan cerca y se sentía tan lejos de él “, pero sabes que cualquier aceleración es beneficiosa. ¿Qué quieren los inversionistas?”

”Les pedí que…, que nos permitieran una holgura” confesó Jayce con un tono ahogado “. Para poder trabajar en propuestas nuestras”.

Eso no se lo esperaba.

”¿Y qué les aseguraste a cambio?” Preguntó Viktor con una ceja alzada.

Los inversionistas tienen un propósito, saber que el dinero que ponen en el proyecto tenga un beneficio y una ganancia remunerada. Por eso el proyecto de los Hexgates estaba siendo tan rentable. Era lo suficientemente funcional tanto económica como políticamente. Abría las puertas de Piltover hacia Runaterra de una nueva forma nunca antes vista. Incluso las regiones donde la magia es nativa se vio en pro del proyecto para permitir asistencias y entradas de rutas comerciales. Los Hexgates tienen más allá de un uso de exportación e importación: era la piedra angular para poner a Piltover como una nación de la cual se debe reconocer tanto por su influencia como por su potencial. La máxima representación del progreso.

Les tomó dos años en perfeccionar sus planos, procesos de pruebas y error, incansables noches de desvelo junto a Jayce para poder presentar y tener el visto bueno para obtener todo el patrocinio económico que ahora reciben. Gozar de un sueldo bastante lujoso, prestaciones y todo el equipo necesario para llevar a cabo sus experimentos no son un regalo, era un esfuerzo que debe ser remunerado. Deben dar resultados, deben darle lo que quieren a los inversionistas. Jayce se estaba esforzando para jugar con sus ideales y poder imponer lo que ellos mismos desean a través de las negociaciones. Estaba metiendo las manos en el barro en pro de Hextech. Está tratando de lograr un equilibrio político donde el flujo económico no sea recortado y ellos mismos puedan hacer con Hextech lo que quieran hacer. Tenían que ceder para que ellos cedan.

Como con los planos de los Hexgates. Fueron firmados y presentados únicamente de Jayce Talis -beta-, no por gusto, sino por condición. Fue la carta de presentación del Hombre del Progreso que ahora era una especie de celebridad en Piltover. Una índole que existe desde la primera reunión que tuvieron con el Consejo. Aún cuando Jayce intentó argumentar para que Viktor también apareciera en el plano, porque era una creación tan suya como del otro.

No le hicieron caso. Los planos sólo mencionan a Jayce Talis -beta-. Porque la apariencia les importa mucho.

”Beneficio político y apertura parlamentaria con Zaun”. Declaró Jayce con pragmatismo.

”¿Qué hiciste qué?” Viktor sabía que su voz alfa se había salido de control.

Sólo que no esperaba que Jayce prometiera algo tan riesgoso e imposible como charlas con Zaun. Menos con una concejala de su lado, Cassandra Kiramman. Estaba seguro que, sobre todo esa mujer, no estaría de acuerdo con un movimiento así. Sin embargo, aquí estaba la respuesta y la conclusión. Estaba sucediendo lo que aún no quería aceptar: Hextech se convertiría en una carta política. Cuán fácil sería la autonomía si Jayce y él hubieran nacido en una cuna privilegiada y volver todo privado; sin embargo, siempre terminarían dependiendo del gobierno por la influencia que quieren causar con su tecnología.

La pierna izquierda de Jayce se tambaleó con ansiedad y puso su frente contra sus dedos de la mano derecha, escondiendo sus ojos y encorvando su postura: ”La situación con Zaun está saliéndose de control. Hubo manifestaciones y paros en las rutas mineras. Vi me contó que incluso han habido enfrentamientos y quema de infraestructura por los accidentes mineros del año antepasado. Volvieron a suceder y una orden de movimiento policial llevó a un enfrentamiento armado”.

Viktor miró con el ceño fruncido a Jayce, ciertamente molesto porque la violencia sólo induce a más violencia. Porque no entiende qué tiene que ver esto con su movimiento con las negociaciones con los inversionistas. Sabe que su amigo es tan idealista como él, que desearían que todo fuera más sencillo con base en los recientes actos. Sin embargo, cuando la contingencia se vuelve volátil y las partes requieren de imposición, el poder puede ser ganado por fuerza o por estrategia. Quien sea que está causando este problema, estaba jugando con esas dos cartas al mismo tiempo.

”No salió muy bien eso” suspiró Jayce mientras desviaba la mirada al costado. Viendo las notas de las últimas ecuaciones en las que han estado trabajando “. Murieron cerca de treinta ejecutores. A manos de un solo individuo”.

”¿Cómo logró eso?” Preguntó Viktor con ligera consternación.

Claro que escuchó de los últimos enfrentamientos que han habido en Zaun. Las tomas y cuán peligroso se estaba volviendo el puente debido a las propias redes criminales que se estaban amotinando entre sí. Lo que no se sabe es quién es quien lidera realmente todo eso.

”Shimmer” respondió Jayce “. Es la misteriosa droga que Cait ha estado investigando. Y era un poco obvio cuando desencriptó una parte de la carta de la que conseguiste copia. ‘La lucha por la supervivencia es incandescente cuando la guerra aguarda. Bendito el que se ilumine por la tortura llamada ley de selección artificial’. O algo así decía la carta, es el Shimmer. Un sujeto, dopado con esa cosa, jodió la barricada de contingencia y mató a treinta ejecutores armados”.

Viktor suspiró comprendiendo por qué el problema está escalando. Sea lo que sea que busca esta organización no era una insurgencia cualquiera. No era parlamento y mucho menos una lucha humanista. Era ira pura y cruda, llena de una sed de venganza que estaba liderando a terribles mañanas. Buscando demostrar cuán poderoso es Zaun contra Piltover. Un digno rival, una lucha de dominio. Tan irónico como entendible, al final, seguían remitiendo a los instintos lycanos de demostrar el poder. Algo a lo que Piltover no sabría responder.

”¿Y comprometiste Hextech para ayudar a Zaun y qué, qué vas a lograr con eso?” Cuestionó Viktor tratando de desentrañar el plan de Jayce.

Quien, por su lado, seguía viéndose enfermizo. Ahora más que nunca, Viktor notaba que Jayce debe estar agotado. Jugando al títere de los inversionistas cuando se presenta como el Hombre del Progreso, peleando a puertas cerradas por defender los ideales de su investigación y buscando una manera de permitir seguir teniendo el dinero para seguir adelante. Hextech aún depende de las inversiones. De que tenga aceptación y Jayce debe estar considerando todo eso como para hacer algo como lo que decidió hacer. Sin embargo, Viktor estaba furioso porque Jayce no habló antes con él para decidir hacer algo como lo que hizo.

Convertir Hextech en un puente político.

”Obtener un equilibrio. Seguir manteniendo gente leal a Vander en Zaun a través de la apertura de herramientas e infraestructura Hextech, acercar la magia con ciencia como hemos querido, ayudando a gente que lo necesita” respondió crédulo “. A cambio, necesitamos dinero, Viktor, y lo sabes. Les prometí a los inversionistas seguridad con Zaun”.

A los inversionistas no les interesa Zaun. Viktor lo sabe mejor que nadie cuando él tuvo que luchar por hacerse un lugar en esta sociedad de apariencias. Siempre mirando hacia arriba y buscando un escape para encontrar la realidad de sus sueños. Está seguro de que buscan algo más, Jayce no puede ser tan tonto para pensar que todo podría resumirse de esa manera.

”Eso no les dará ningún beneficio económico” argumentó Viktor sin comprender del todo.

Los ojos de Jayce, desenfocados, lo miraron por primera vez. Había una decisión ciertamente aguda. No estaba el chico soñador o el científico que le pertenece al mundo. Era un político insurgente, naciendo de la necesidad de proteger Hextech, su sueño, de protegerlo a él…

Viktor sintió vergüenza por la imponencia. No necesitaban protegerlo. No necesita comprometer de esta forma su trabajo. Era también invención suya. Jayce no tenía permiso de decidir cosas así sin su permiso.

“No quieren dinero, Viktor, quieren poder” sentenció Jayce con una frialdad atípica de él.

El ambiente se intensificó, Viktor no pudo someterlo un instante más, un gruñido salió detrás de su garganta, reverberando con una fuerza inquebrantable. Sus caninos ardieron y sus aromas explotaron con la molestia creciente. La respiración de Jayce perdió el ritmo calmado, sus ojos se dilataron. Tal vez como Beta no entiende su comportamiento, pero su olfato era único, claro que notó el cambio de los aires.

”¿Vas a permitir que Hextech se convierta en una moneda de cambio política?” Preguntó Viktor mientras se levantaba con fuerza de su asiento. Completamente indignado.

Se sentía excluido. Incluso traicionado.

”Estoy buscando hacer el cambio que queremos hacer. Si podemos ayudar a Zaun, ¿no estamos haciendo bien? Tal vez la forma en que lo estamos presentando no sea la más ética, pero podemos hacer un cambio” se defendió Jayce con ojos brillantes y desenfocados “. Es el primer paso para acercar el Hextech a la gente, para poder llegar a tus propias propuestas”.

Ahí estaba el científico crédulo. Viktor detestaba que Jayce era tan ignorante por anteponer esos ideales y disfrazarlos con la política. Las ganas de hacer un cambio… Jayce hizo lo que él mismo le dijo: si quiere hacer del mundo un mejor lugar, no pidas permiso. Jayce jugó sus cartas con tal de mantener Hextech en un línea de apoyo a pesar de la idea política de volverlo un negocio.

¿No era eso tan tonto como hermoso? Viktor respiró por la boca y dejó ver sus caninos. Aún molesto, sin poder volver a reprimir su voz de comando. Su alfa estaba agitado, sentía cómo el aire se sofocaba. Porque así como quería pelear por algo -no sabe qué-, también quiere marcar al beta frente a él.

Jayce siempre quiere ayudar.

”¿Por qué lo haces?” Preguntó con voz gutural.

”¿Ha-hacer qué, V?” La voz de Jayce estaba entrecortada, probablemente ignorante del desbalance hormonal que Viktor estaba experimentando en ese momento.

”¿Por qué tú quieres ayudar a Zaun? No eres de ahí, no tienes necesidades, no es necesario simpatizar con ellos, no les importas” Exigió mientras caminaba con dolor de un lado a otro, hablando por sobre su hombro “. No me respondas por los inversionistas o por el consejo, respóndeme por tus convicciones”.

Hubo un instante de silencio. Viktor sentía su corazón acelerado, retumbando con fuerza y bombeando la sangre hacia su cerebro. Su cola está erizada y sus orejas inquietas. Sus encías estaban salivando y sus caninos creciendo sin permiso.

Jayce habló en un susurro sincero: “Porque es tu hogar, Viktor. Porque es el hogar de mentes brillantes como las de Powder y Ekko. Porque Vander, Benzo y Vi son mis amigos… ¿Es egoísta que quiera ayudar porque a ellos… los quiero demasiado?”

Viktor comprendió en ese momento cuán grande es el corazón de Jayce. Sintió celos, anhelando ser una parte más grande, más significativa, de eso por un instante, la parte más importante. Recordándole lo que ya sabía: qué fortuna era ser amado por Jayce Talis.

La respuesta era cruda y tan sincera que Viktor tuvo que detenerse. Tratando de comprender cómo es que este hombre frente a él acababa de hacer una estrategia política tan peligrosa como sustanciosa con tal de obtener el bien de sus acciones. Quiere hacer un cambio y poco a poco, cuando los humos de su alfa iracundo bajaron, comprendió la razón de todo. Estaba buscando mantener aprobación. Hacer que Zaun también quiera el Hextech antes de que caiga en la seducción que esta nueva droga llamada Shimmer puede prometer.

Indirectamente, Shimmer y Hextech son fuerzas contradictorias y tan similares. Tratando de enmarcar dos ciudades que dependen de dos cosas distintas: el progreso y la supervivencia. Jayce estaba buscando que Hextech sea algo que brinde ayuda y protección.

Es lo que siempre ha querido. Él se lo confesó.

”Todos somos egoístas, Jayce” suspiró Viktor después de unos minutos de silencio mirando al suelo y luego hacia su mejor amigo “. No importa cuánto intentemos decir de lo desinteresados que podemos fingir actuar por la ciencia, siempre hay un deseo egoísta detrás de eso…”.

El mismo es egoísta. Hextech es tanto para el mundo como para encontrar una cura y demostrar que puede contra toda estadística. Demostrar que tiene valía. ¿Cómo es que su deseo se vuelve mejor cuando Jayce quiere directamente proteger a los que ama? Su egoísmo es para proteger a los demás. Su propio egoísmo es para protegerse a sí mismo.

¿Por qué Jayce sería peor?

”Lamento no haberlo hablado antes contigo” confesó Jayce intentando hacerse más pequeño, se veía vulnerable.

Parecía que quería decir algo más, pero no lo hizo. Viktor se sentía responsable por la forma en que Jayce trataba de esconderse. Siempre encogía los hombros cuando se sentía amenazado. Suspiró con arrepentimiento y se acercó hasta estar frente a Jayce nuevamente. Puso su mano sobre su hombro. No se retiró, sino que una gran mano callosa y áspera lo sostuvo para que no se alejara.

”Más vale pedir perdón que permiso, ¿no es así?” Se burló Viktor con una ligera sonrisa.

Eso se ganó una sonrisa de parte de Jayce, dejando ver ligeramente la separación de sus dientes. Sus ojos aguantando las lágrimas era una imagen que a Viktor le sabía agridulce. Era demasiado pero a la vez era suficiente.

“Estamos en esto juntos, creo que fue terrible que haya hecho esto sin haberlo hablado contigo” suspiró Jayce de forma vulnerable acariciando con su pulgar el dorso de su mano.

”Ah, tiene cierta coherencia lo que harás. Además, queremos ayudar, tu propuesta sigue siendo bastante filantrópica a pesar de las circunstancias” admitió Viktor con reconocimiento “. Incluso lo considero sorprendente cómo manipulaste los hilos para tener a tu favor a los inversionistas”.

”… Hay otra cosa que me gustaría pedirte” susurró Jayce.

Lo que sea, pensó Viktor, es imposible que te diga que no.

”Quiero que me acompañes a Zaun” pidió Jayce.

”¿A Zaun?, ¿para qué necesitas ir?” Había muchas respuestas, pero algo le decía a Viktor que lo que Jayce quería hacer iba más allá de la comprensión inicial o racional.

”A los sistemas de drenaje. Caitlyn quiere investigar sobre el Shimmer y creo que no hay mente más brillante que la tuya para ayudarle a comprender la ciencia del lugar”.

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.

.

Cerca de dos semanas después, Viktor estaba bajando nuevamente a la ciudad de Zaun en compañía de Vander, Violet, Caitlyn y Jayce. No era como que le moleste venir a la ciudad minera, ni mucho menos. Sólo que la circunstancia le disgustaba un poco. Había mucho trabajo por hacer como para jugar a los detectives ante la problemática de los accidentes de las minas. Detalle que no pasa desapercibido para Viktor. Las minas estaban muy lejos de los sistemas de drenaje y filtración obsoletos que había en los perímetros occidentales de la gran ciudad.

Hacia el fondo de un desnivel, estaban instalados grandes ductos y sistemas de tuberías para distribución de desechos tanto de Piltover como de Zaun. Los drenajes estaban basados en planos de acueductos subterráneos para la dirección de aguas de distintos consumos.

El gran manantial era opacado por la constante contaminación a la que se ha expuesto el ecosistema. Viktor no recuerda que alguna vez el lugar haya sido esencialmente seguro o higiénico. Las aguas estancadas resguardan una sepa de bacterias y el aroma era especialmente desagradable. En días calurosos como ese, Viktor imagina que los aromas deben llegar incluso a algún par de kilómetros radiales en la zona. Era un banco de enfermedades que se deshace de la basura de dos ciudades sin un sistema de correcta distribución o incluso limpieza.

Cerca de la zona estaba el muro que Jayce y él escalaron cuando escaparon del convoy de ejecutores. Caminando a la luz del día, Viktor notó que el lugar era mucho más grande de lo que recuerda. Los túneles estaban erosionados y sin mantenimiento adecuado. Había grafitis de mal gusto en varios colores. La fosa era rodeada por los conductos en forma de arcos para transportar agua y los túneles para soltar los desechos de aguas negras. Se rodea como una especie de coliseo en dos direcciones, Viktor puede escuchar el agua correr hacia la distribución de Piltover.

Cuando se acercó al pie de la estructura entendió por qué había cierto misterio detrás de todo.

En una gran placa oxidada y olvidad estaba grabado con letras aún legibles ‘Sistema de acueductos y drenajes. Familia Kiramman’. El logo de las llaves cruzadas apenas se distinguía. Viktor encontró un poco irónico el asunto, sin embargo, aún no terminaba de liar qué estaba tramando Caitlyn con venir a ver el sistema abandonado por su familia con todo lo que tiene que ver con los problemas actuales.

Violet silbó largo y tendido con las manos dentro de los bolsillos de su chamarra: “¿Cuántas obras abandonadas tiene tu familia en Zaun, cupcake?”

Caitlyn apretó su mandíbula: “Dos. La otra es el sistema obstruido de filtración de aire”.

”¿Esa mierda de chatarra?” Se burló la chica Zaunita mientras pateaba una roca al estanque de agua “. Esa cosa nunca funcionó desde su inaguración”.

Jayce alzó una ceja, ciertamente intrigado: “¿Ni siquiera hicieron alguna demostración o prueba?”

”Sólo promesas vacías de que merecíamos respirar” se burló Violet, seguido de un ligero zape de parte de Vander.

Un ruido metálico resonó con fuerza y segundos después una descarga de desechos cayó por el túnel central. Viktor apenas hizo una ligera mueca de desagrado. Las aguas turbias se revolvieron con una nube vaporosa de toxinas. Tomó la máscara que Jayce hizo para él y la puso en su boca y nariz. Activó el sistema de depuración y, aunque estaban lejos de la descarga, la evaporación y exhalación de gases se estaban encerrando con el intenso calor lo suficientemente fuerte como para sentir un poco de la contaminación. Los demás también se pusieron sus propias máscaras.

Detrás de uno de los túneles, junto a la orilla del gran estanque, había una entrada erosionada. Vander vio que la propia oxidación salina de las aguas turbias habían manchado los metales y los volvió boronosos. Sin embargo, no fue esencialmente por eso que no le costó abrir la puerta, sino porque alguien más ya debió haberla forzado en el pasado: el pestillo era funcional, no hubo necesidad de golpearlo.

Era la central de control del acueducto. El grupo entró, avanzando por un angosto, húmedo y oscuro pasillo hasta llegar a una trifurcación. Había más sistemas de drenaje subterráneos. El olor de humedad era fuerte y había hongos fluorescentes en algunas zonas. Vander aplaudió dos veces y el color azulado les dio un poco más de luz. Había orificios en las partes superiores por las cuales la luz del día entraba en raudales. La cabina de control estaba en el costado derecho, recubierta de moho y cristales rotos. Los acueductos formaban una media luna en el centro del lugar en tres niveles. Las aguas no corren. Sólo hay ligeros goteos y algunas estalagmitas casi encontrándose con estalactitas.

Tres túneles centrales conglomeran el escenario.

“¿Y bien?” Preguntó Violet después de girar sobre su eje “, ¿cuál es el siguiente movimiento?”

”Según la carta de amenaza, ‘donde el horizonte no nace, yace la muerte drenada de una promesa fallida del tesoro ancestral’” recita Caitlyn con convicción “. En Zaun sólo existen dos obras de apoyo de Piltover abandonadas”.

”Las que no tengan que ver con las clínicas de castas o segundos géneros, con comercio o con ocio” comprendió Jayce viendo hacia los túneles abandonados “. La familia Kiramman tiene una de las presencias más antiguas de toda la historia de Piltover”.

”¿Por qué realizó estas obras tu familia, Caitlyn?” Preguntó Viktor mientras caminaba con cuidado y apoyando su bastón en donde el suelo fuera duro.

Cuando trabajaba como asistente de Heimerdinger, Viktor recuerda todos los archivos que tuvo que resguardar de las obras públicas. Todas las casas representantes del consejo tienen una presencia en la ciudad subterránea como una especie de llave de protección. Si alimentas a un moribundo, debe estar en deuda contigo. Sea cual sea la obra, es un apoyo político para mantener suprimidas a las masas. Había burdeles a nombre del Concejal Salo, fábricas de materias primas a nombre de los Concejales Hoskel y Bolbok. El sistema de clínicas beta tiene como principal inversionista a la Concejal Shoola. Se desconoce qué obra está bajo el nombre del decano Heimerdinger, incluso se cree que no ha hecho nada por Zaun. Los sistemas de drenaje, acueductos y filtración de aire eran de la matriarca Kiramman. La única miembro que no tiene una obra a su nombre para Zaun, a conocimiento público, era la concejal Medarda. Quizá porque ella era la miembro más reciente. Las obras requieren de bastantes años de planificación y decisión. Son cuestiones independientes que luego se adjudican por el bien de la apariencia. No sabe cuál es la intención de Mel Medarda, nunca había tratado muy poco con ella hasta ahora con Hextech y Jayce de por medio.

No es para el gobierno, es para seguir obteniendo poder. Viktor ahora comprendía un poco por qué Jayce jugó esa carta con los inversionistas al dar Hextech por Zaun. No hay nada más atractivo que el poder. Aunque sea por protección de patrimonio.

Su pregunta era sincera, quería saber qué razón tenía la familia Kiramman para decidir hacer algo como esto y abandonarlo a su suerte tan trágicamente. Había mucho potencial en las estructuras, su ingeniería era sobresaliente y, sin embargo, estaba tan descuidado y obsoleto que era vergonzoso.

”Tendrán sus razones” respondió Caitlyn con ligera molestia “. Separémonos y busquemos por los túneles”.

“¿Qué buscamos exactamente?” Preguntó Vander con los brazos cruzados.

Viktor notó que había una rigidez especial en él. Vander era un caballo oscuro para su desconcierto. Probablemente molesto con la situación, con el juego que estaba entrando hacia el papel de Zaun o algo mucho más profundo. Con un ojo siempre sobre Jayce. Lo vigilaba.

”Alguna pista sobre el Shimmer” declaró la aspirante a Sheriff con seriedad “. La carta no tiene otro propósito que hacerle saber al consejo que ya hay una amenaza viva. No declara la guerra, sólo se está presentando, augurando lo que serán capaces de hacer por… lo que sea que quieran lograr. Quiero saber en qué se conecta este lugar con ellos y entender su propósito”.

Todos asintieron. Viktor entiende que es un tema un poco más duro para Caitlyn que para los demás. Después de todo, se trata de su familia. Quiere comprender si aún hay inocencia en la situación y que todo ha sido una telaraña de malos entendidos. A pesar de eso, Viktor admiraba su parcialidad. Busca pistas, no culpables. No todavía.

Así que se separaron. Vander tomó el túnel izquierdo, Violet y Caitlyn el central y Jayce y él el túnel de la derecha. No eran tan profundos como Viktor imaginó en un inicio. Eran un poco más bajos, Jayce se tuvo que agachar ligeramente para poder atravesar. La lámpara fluorescente brillaba con fuerza en la mano contraria con la que Viktor sostiene su bastón.

Entonces, Jayce tropezó en un desnivel y su pie se atoró en una ligera fisura del suelo. Viktor volteó y se acercó rápidamente a su compañero de laboratorio. Parecía que no fue tan grave, sólo que debió atorarse en un charco fangoso. Esa mancha no se iría nunca.

“Mierda” siseó Jayce con asco.

”Déjame ayudarte” dijo Viktor con tranquilidad.

”Está bien, vete adelantando. Iré en un segundo” Jayce negó con facilidad.

Viktor quería insistir, pero había algo en aquellas cavernas que no le daban buena espina. Mientras más rápido puedan irse, mejor. Sólo se adelantaría un par de metros, el eco era suficiente y es una línea recta, no perdería de vista a Jayce. Asintió y caminó con un poco de dificultad tras ponerse de pie nuevamente, sus rodillas tronaron y sintió un tirón en su muslo derecho. A pesar de haber tomado analgésicos esa mañana, el dolor punzante y agudo era molesto. Cada día peor.

Se acercó a un costado en el fondo del túnel. Era mucho más angosto y pequeño el lugar. Un lugar de desechos. Ni siquiera Jayce podría pasar, apenas él cupo. Se deslizó ignorando el dolor de su pierna y espalda, pasando cada extremidad por debajo de una barricada de madera inflada y olorosa. Ahí había un pequeño cuarto sucio. Alumbró bien la zona y encontró equipo de laboratorio.

Vasos de precipitado, un mechero obsoleto por la humedad, algunas herramientas, un microscopio roto sobre una mesa robusta de madera. Había telas roídas y una jaula rota. El rastro de sangre seguía pintado en el suelo mohoso con un fuerte aroma a descomposición. Viktor no quería imaginarse lo que aquí había sucedido, pero era claro que fue todo menos ético. Pudo ver restos de ropa roída y un pedazo óseo lleno de mucosidad. Sacó unos guantes y lo guardó en una bolsa plástica. No había papeles o documentos que le indiquen alguna presencia reciente.

Hasta que caminó al fondo de la pequeña habitación y encontró una jeringa con la punta rota.

Sin embargo, aún tenía algo de sustancia. Muy poco, de color morado brillante. Viktor la tomó rápidamente, y escuchó la voz de Jayce.

”¿Viktor, estás ahí?” Preguntó con preocupación.

”Sí, voy en seguida” respondió sin dejar de ver la hipnótica luz exudada por la sustancia.

”¿Encontraste algo?”

Viktor se tomó unos segundos y guardó la jeringa en otra bolsa hermética.

”No”.

Y regresó hacia su compañero de laboratorio.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 11: XI

Notes:

Hola, hola.

Agregaré las etiquetas pertinentes, pero me gustaría dejar aquí la advertencia de contenido: Escena de vómito innecesariamente explícita, abuso de medicación y malestar en general, negligencia médica, mareos, mención de heridas de grado mayor en infantes, mención de pérdida de miembros del cuerpo. En general, Jayce no lo pasa muy bien en este capítulo.

A pesar de ello, espero que lo disfruten, ya mero llegamos al celo de Jayce ;)

Chapter Text

La apariencia es de carne y fantasía.

Mirándose al espejo, Jayce no estaba seguro de qué más encontraría en su reflejo. Era lo de siempre. Sus mismos ojos, su mismo cabello, su misma cicatriz en la ceja, las mismas orejas peludas y oscuras. Ni siquiera después de tres años desde que comenzó a trabajar en Hextech él no ha cambiado mucho. A la vista de los demás, de la sociedad, él sigue siendo el mismo beta promesa con gran potencial y ahora un Hombre del Progreso. Nada puede haber cambiado, porque nada tiene que cambiar. Todo está bajo control, ¿verdad? Porque el teatro no es más que la realidad; a nadie le debe importar que todo se está desplomando para Jayce Talis.

En ese momento, se sentía tan solo. Tan desolado, tratando de comprender cuál era la verdadera valía de su existencia. Por qué sentía que todo se desmoronaba cuando más luchaba por su sueño. Teniendo que ceder hasta la última gota de su energía y poder cumplir con todas las expectativas. Hacer lo que se espera que haga. Desde su nueva incursión en la política, su imagen pública para promocionar Hextech, ayudar a Caitlyn con su investigación y cubrirla para no meterla en más problemas de los necesarios, hasta hacer realidad lo que quiere lograr con Hextech en conjunto con Viktor.

Empezaba a sentir muy lejana esa línea en el horizonte. Como si estuviera por desaparecer y perder toda importancia. Su cuerpo estaba en el límite, puede comenzar a sentir las consecuencias de sus actos. La negligencia cometida en contra de su voluntad bajo su propia consciencia. Le había mentido a todos, incluso a sí mismo.

Jayce apretó la mandíbula, sintiendo sus ojos aguarse y arder con una línea de lágrimas. Sentía toda la gravedad de sus actos. El dolor incontenible en sus articulaciones, la cabeza pulsando fuertemente con una jaqueca qué ha durado semanas, el cansancio desmesurado, la soledad con la que tiene que luchar por esto. Por la luz de ser el Tesoro de Piltover y cumplir con las expectativas. Siempre se trata de cumplir con las expectativas.

No se sentía digno de llorar. No sentía que lo mereciera. Sin embargo, viéndolo a la distancia, él mismo se había ganado lo que estaba ocurriendo. Había negociado su sueño más grande y querido como una moneda de cambio política. Viktor tenía razón, siempre tenía razón, había comprometido su proyecto por mejor financiación. Era su culpa, ¿no es así? Siempre que su impaciencia, su terquedad y su obstinación guían su conciencia, las consecuencias resultan fatales. Aun así, las lágrimas corrieron por sus mejillas. Jayce soltó un sollozo desesperado.

Sentía que estaba llegando al límite. Estaba cansado de sentirse de esa forma, estar esperando a que termine el día para esconderse en su habitación y poder llorar en paz. Permitiendo purgar todas las penas que le llenan el alma y reponerse; para al día siguiente fingir que todo está bien. Saber que por sus mentiras se estaba quedando solo, que no tiene a nadie a quien decirle lo mal que estaba. Porque es así como lo escogió. Odiaba sentirse solo, haber permitido que escogieran este camino. Todo, porque ser un beta era mejor aceptado en la sociedad Piltovana. Su error biológico tiene más peso que su propio ser.

Puede sentir a su omega, magullado y débil, llorando en su interior. Pidiendo que vaya corriendo con su madre, su manada, y se esconda del mundo entero. Lamer sus heridas y que alguien lo sostenga por una vez. Olvidarse de sus apariencias y vivir libremente. Sin medicamentos, sin ataduras, sin política, sin guerra, sin problemas. Sólo… Sólo quería sentir un poco de paz. Romper y cortar las ataduras del arlequín de corte que era. Deslindarse de la imagen del Hombre del Progreso -beta-; y sólo ser Jayce Talis -omega-.

Sin embargo, lo que hizo fue tomar otra jeringa de medicamentos y aumentar la dosis. El líquido transparente e inocuo era turbulento bajo el ligero temblor de su mano. Ya no funcionaba la cantidad que debería administrar. No era suficiente. Él mismo pudo notar que su aroma natural no se esconde completamente. Sus caninos volvieron a arder por la intención de volver a crecer, sus celos estaban fuera de control y era mejor suprimirlos. Sus ciclos menstruales también se volvieron irregulares y dolorosos. Sus glándulas de unión estaban irritadas y con ligera inflamación. Jayce no hizo nada por detenerlo, empero.

Al aumentar las dosis, los instintos Omegas volvían a dormirse. Una serie de antiinflamatorios ayudaban con el dolor en los dientes, abdomen y bajaba la hinchazón de sus glándulas. A las cuales comenzó a cambiar con más regularidad sus parches para resguardar el malestar. Tomó cada ocho horas los supresores en vez de cada doce. Aumentó las cantidades de multivitamínicos y multiminerales en sus bebidas para poder compensar los principios de anemia por la falta de apetito que estaba teniendo. Sabe que estaba llevando al límite su cuerpo. Lo estaba empujando hasta que ya no quede rastro de dignidad. Se pone parches contra la fiebre debajo de sus cuellos altos y en su abdomen. Estaba buscando todas las formas posibles de mantener viva su mentira.

No ha tenido un celo liberado en más de tres años. Ni siquiera siente los síntomas de un calor correctamente. Ya no lo puede diferenciar del dolor. Sus síntomas eran del defecto de estar sobre dosificando su cuerpo con tantas drogas. Un extraño estado de dependencia y rechazo a la sensación de estar en ese limbo que el tratamiento de acondicionamiento artificial de beta lo sumerge. No se detuvo, no quiere ayudarse así. Por el contrario, decidió aumentar las dosis de sus betabloqueadores y ansía con desesperación su terapia hormonal para nivelar ligeramente su cuerpo; a pesar de estar en presencia de la doctora Cherie. A quien tuvo que amenazar para evitar otro… incidente.

Ahora estaba solo en su baño.

Clavó la inyección y se dispuso a dosificar la droga con la sensación pesada como melaza por su sangre. Gimió quedamente y se sentó sobre la tapa del baño para no desfallecer por la fuerte corriente que estaba apagando su sistema. Retiró la jeringa y se dispuso a administrar otras dos con una practicada maestría. Rompía las agujas, las desechaba en el bote color rojo a su lado. Hasta que cometió su crimen fatal. Abrió y cerró lentamente su puño izquierdo, ayudando a la circulación. Pasaron pocos minutos, sus oídos se sintieron inflamados, tragó con fuerza. Cerró los ojos con incomodidad, desesperado por la mala sensación que estaba escalando por su columna. Inhaló con dolor y, de repente, todo se volvió borroso.

Su cabeza dolió con el mareo que comenzó a nublar su visión de una forma como si estuviera tratando de salir del sopor del sueño. Su estómago rugió y sintió sus glándulas salivar abundante y cálidamente. La respiración le falló y se hincó tan rápido como pudo con su brazo izquierdo inservible. Un agujero se formó en su garganta. Levantó la tapa del inodoro tan rápido que la estampó con un ruido sordo. La baba se acumuló en su boca y su garganta se dilató al sentir la primera arcada socavar su cordura. Tosió con fuerza y expulsa la primera ronda de bilis y desechos.

El penetrante aroma semi amargo del vómito dilató sus fosas nasales mientras sentía el fuerte ardor de la espesa y caliente textura recorriendo su lengua hasta salir como manguera por su boca. Tosió y gimió con asco, su cuerpo tembló asustado. Era un sabor fuerte, seco y lleno de una sensación amarga quemando su garganta. La comida, el medicamento sulfuroso y el ácido de su estómago eran una mezcla dulzona como el miedo susurrado entre las cuatro paredes. Era repugnante y sólo le hacía sentirse más enfermo. Otra arcada llegó casi sin dejarle respirar, por lo que al expulsar el desperdicio se ahogó y sintió cómo el vómito subía por su tráquea hasta salir por su nariz en una vaporosa exhalación junto con más ácido amarillo chillón. La saliva escurría junto con el espesor del desecho de sus brillantes labios.

Lágrimas se acumularon en la línea de agua de sus ojos y corrieron calientes por sus mejillas. Sintió el frío sudor y la soledad abrazando pesadamente su espalda. Sollozó despavorido cuando sintió cómo volvía a subir una regurgitada. Jayce tembló y el sudor corrió por su febril frente. Un ataque de arcadas y tos volvió a correr por su garganta y sólo pudo escupir bilis, saliva y los últimos restos de comida que había pocamente ingerido. El moco escurría transparente y un hilo delgado de sangre lo acompañó, su garganta se debió desgarrar ligeramente por las fuertes descargas. Su cuerpo estaba tembloroso y el sabor del vómito era casi tan irritante como su aroma sublimando contra su piel. Era picante y dulce, Jayce temía que si no fuera porque había escupido todo lo que tenía, volvería a regurgitar ante tan desagradable sensación. Respiró hondo. Se sentó sobre sus cuclillas y chocó su espalda contra el muro contrario al inodoro.

Restos de vómito escurren por el costado de la cerámica, incluso había manchado el suelo blanco impoluto. Jayce pasó su mano derecha por su rostro, limpió su boca con el dorso. Su cuerpo sudaba frío y escalofríos recorren su espalda. No se sentía mejor. Seguía mareado y con malestar. Estaba exhausto, era la tercera vez en el mes que tenía que devolver el estómago. Probablemente su presión volvió a subir por la fuerte interferencia de medicamentos. Sin embargo, sólo de esta forma ha podido controlar su omega interior. Estar expuesto a sus amigos de Zaun y a Viktor, que no usan supresores, tan constantemente le estaba comenzando a afectar más de lo que imaginó.

Parecía que no importa lo que haga, sentía sus instintos Omega volver sin tener la necesidad de entrar en una eliminatoria de calor. Podía escuchar las voces en su cabeza gritando para que se rinda.

Volvió a sentir la necesidad de anidar. Algo que había suprimido bien con el condicionamiento artificial, había regresado con una intensidad un poco inquietante. Volvió a sentir los instintos de aullar y de intercambiar aromas. Sus encías dolían demasiado por sus colmillos atrofiados. Podía sentir el núcleo interior de su omega queriendo volver a despertar completamente furioso por tantos años de represión y medicación. Era como si estuviera desatando una guerra dentro de su ser, donde lo neurológico y lo fisiológico estaban uniéndose para hacerle la vida imposible y defender su segundo género que ha estado escondiendo por tanto tiempo.

Estaba fallando su medicación. Lo sabe, pero niega a rendirse. Estaba muy lejos del inicio. Ya no puede echarse para atrás. Tiene que ser un beta, ¡tiene que ser un beta perfecto!

Pero lo único que llegaba a su mente en ese instante era la imagen de Viktor.

Jayce sollozó y abrazó sus rodillas, tratándose de hacerse lo más pequeño posible. Como si así el mundo no viniera tras de él, el tiempo por fin se detendría y lo esperaría. Escondiendo su cabeza en el hueco de sus brazos y tratando de ahuyentar los miedos por medio de lágrimas calientes que mojaron sus mejillas sin rasurar. Una tras otra fueron resbalando todas sus penas. Todo lo que había en su cabeza era la gente que ama y que sabe que él les ha fallado. Todo lo que quiere es que Viktor llegase y le dé un abrazo; pero eso no va a ocurrir. Su mente no era capaz de pensar en nada más que las fantasías más estúpidas que su necesitado corazón anhela.

Nadie vendrá a él. Estaba solo.

Abrazó con fuerza y sus brazos temblaron mientras sus hombros se sacudieron cuando los sollozos ya no pudieron ser reprimidos. Dejó que su voz se filtrara entre sus dientes apretados con la desesperación de llorar hasta que el cansancio lo sobrepase. Esperaba que se detuviera en algún momento, pero eso no estaba ocurriendo. Así que decidió no obligarse a detener el llanto, sino a dejarlo salir todo. Total, era el único consuelo que se merecía. Sabe que fue su error, que cometió la tontería de aumentar las dosis que se le recetaron, que por miedo decidió volverse dependiente de los supresores e inhibidores.

Era sólo que… estaba desesperado. Era patético el sentimiento, deseaba acabar con todo. Que la línea de su vida sea interrumpida. Poder descansar de toda la bruma que estaba llenando más y más el vacío de su existencia. Sentía que perdía el rumbo, la razón de su existencia. Que el cuarto a su alrededor se derrumbe en miles de millones de pedazos hasta que lo aplaste, que lo aniquile y termine con el triste vestigio que es. Dejar de sentir la pesadez. Dejar de sentir su pulso acelerado debajo de sus pies. Dejar que su cuerpo sea apachurrado por los anales de las expectativas. Quería simplemente desaparecer.

Deseaba recuperar la sensación de seguridad que le dio aquel mago en el final de la tundra. Jayce alcanzó el zafiro del cristal en su muñeca y lo acarició. Tratando de rememorar ese momento. La forma en que la enorme y elegante figura oscura emergió sobre él. Jayce abrazó con fuerza el cuerpo inconsciente de su madre, tratando de protegerla. Su pequeña mente, su gen secundario aún no despierto pero preparado, siempre se dispuso a proteger. No importaba él, sino los que ama. Jayce haría lo que sea por las personas que ama.

Recuerda haber escondido su rostro después de pedirle misericordia a ese extraño mago. Recuerda sus gritos infantiles pidiendo para que no lastime a su madre, sino que la salve, que la ayuden si él tenía que quedarse atrás. Entonces, el mago se agachó a su altura y puso su gran mano sobre su cabecita. Jayce alzó la mirada, no podía diferenciar sus rasgos, pero era extrañamente reconfortante. Sollozó cansado, con dolor y entonces, el mago lo rescató. A su madre y a él.

Jayce puede ver detrás de sus ojos, en los flashes de sus recuerdos, cómo el color azul predominó sobre el blanco asesino de la tormenta de nieve. Una serie de runas se manifestaron en la mano del mago, permitiendo que la magia fluyera a través de sus dedos hasta que el hechizo se hilo con una serie de pentagramas rúnicos circulares. Los portales se erigieron con forma de cúpula y los abrazó cálidamente. El mago agitó su bastón y la energía corrió al compás de sus movimientos. Jayce había abrazado con más fuerza el cuerpo de su madre y quedó inconsciente.

Había despertado en un campo de flores. Donde el sol era cálido y besó su piel con el exquisito rocío en sus mejillas. Poco a poco el hielo se fue derritiendo de sus ropitas. El mago se había agachado nuevamente a su altura, sosteniéndose su bastón en su mano izquierda. Sin dejar ver su rostro por la oscuridad de su capucha. Apenas alcanzó a ver un rastro de cabello color cacao. Jayce se levantó y se sentó sobre sus talones, hizo una mueca de dolor. Su tobillo izquierdo estaba herido. Su costado derecho también estaba magullado y ahora que el frío se había ido, también la congelación en sus heridas.

Su madre estaba dormida a un lado. Sin dos dedos en su mano izquierda. Sin restos de hielo en su cuerpo. Su cola enroscada y su rostro escondido, completamente plácida de la suavidad de la hierba debajo de su cuerpo. Probablemente tan herida como Jayce.

El mago volvió a manifestar una serie de runas y los hilajes de color azul flotaron entre sus dedos marcados. Como auroras boreales, entre un manto estelar que refulge por los cosmos, como arena brillante que se reúne en la memoria de las estrellas, atravesando el aire y recorriendo los cuerpos moribundos. Jayce sintió cómo la magia acomodó su pie esguinzado y arregló sus costillas rotas. Miró que también entraba en el cuerpo de su madre, la luz fue un fulgor blanco con destellos azules dejando entrever sus órganos y huesos en un parpadeo. Hasta que ambos fueron curados.

La pequeña cola de Jayce se agitó y miró hacia el mago. No recuerda ver cola y orejas, debe haberlas escondido en sus ropajes. Sin embargo, alzó su mano y Jayce junto sus pequeñas manitas enguantadas hacia el frente. La runa brilló contra la luz del sol, besando sus bordes desportillados y hermosos. La atrapó y sintió su garganta cerrarse y ojos arder ante la sensación de protección que todo ese tiempo lo rodeó con tanto cariño y delicadeza.

Jayce, impulsivo como sólo él puede ser, se aventó a los brazos del mago y lo abrazó fuertemente. Restregó su rostro contra sus ropas de aroma viejo y casi imperceptible; pero que para Jayce en ese momento significaron todo el universo. Era cálido, delgado y fuerte. Dos brazos lo rodearon de vuelta y el abrazo se completó con un cuidado que Jayce atesoraría por siempre. Como un recuerdo inquebrantable para aferrarse a sus ideales, a sus sueños, a lo que verdaderamente quiere darle al mundo.

Magia.

”Gracias” había susurrando Jayce con lágrimas corriendo por sus ojos.

El mago no respondió; pero tampoco lo soltó de inmediato. Le permitió que el abrazo durara todo lo que su miedo necesitase hasta que su madre murmuró al volver al estado de consciencia. Jayce, aunque algo adormilado, no dudó en separarse del mago y correr al cuerpo de su madre para corroborar que de verdad ella estaba sana y salva. Ella lo abrazó con lagrimas en sus ojos y rezando una alegría casi histérica cuando se dio cuenta de que ambos vivían.

Jayce quiso presentarle al mago a su madre; sin embargo, cuando volteó ya no había nadie. Si no fuera por la runa azul, el fantasma de un abrazo y la salud recuperada en su cuerpo, habría pensado que se trató de un extraño y vívido sueño. Aunque Jayce lo sabía mejor.

Todo había sido real.

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.

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Jayce veía cómo Viktor terminaba de preparar su presentación para las herramientas de apoyo Hextech que habían estado diseñando los últimos meses. Detrás de ellos estaba una mesa con sus diseños a escala de los prototipos. La construcción de los Hexgates estaba yendo de maravilla y pronto Jayce y Viktor comenzarán con la instalación de los sistemas de baterías de las cámaras arcanas en las bases de la gran torre. Tuvieron que dejar de lado la investigación del Shimmer. De todas formas, no habían encontrado mucho en las cámaras de los acueductos de Zaun, así que Jayce supone que tuvieron mal la pista de la carta encriptada. Por el lado del consejo, tampoco parecían especialmente preocupados por la amenaza, así que lo más seguro es que fue un tiro de suerte y el mismo problema interno debilitó la red de crimen como para poder seguir adelante.

Claro que Jayce no quería demeritar con tal facilidad las posibilidades. Porque así como de sencillo llegó, así de sencillo parece que desapareció. Cuando puede que no sea así. Lamentablemente, con la falta de pistas el camino parece haber desaparecido frente a ellos. Jayce vio cómo Caitlyn parecía desconsolada. Su omega interior podrá rechazarla, pero Jayce ama a esa chica como si fuera su hermana; así que le rompió el corazón no poder ayudarle en algo más. De todas formas, la dualidad moral de que era posible alguna conexión con la familia Kiramman desalentaba por igual.

Jayce estaba seguro de que encontrarían algo esa las grutas. Algo se lo decía; pero Viktor le aseguró que no había nada más que más y más piedra mojada. Vander, Violet y Caitlyn corrieron con la misma suerte. Parecía que el caso se detendría por el momento.

De todas formas, Jayce sabe que tiene cosas más importantes en las cuales enfocarse: Hextech estaba en una posición comprometedora. Si quería recibir el apoyo económico tenía que hacer lo necesario para conseguirlo. Cassandra le había enseñado a jugar con las garantías como estrategias políticas. No era de su agrado, las ciencias políticas no son de su agrado. Detestaba la burocracia en la que la creatividad científica se convierte. Sólo que así es como funcionan los subsidios. Si quiere avanzar, necesita quienes los respalde. Si quiere que sus sueños con los posibles alcances de Hextech sean reales, debe aprender a jugar las reglas de la política.

”Un centavo por tus pensamientos” murmuró Viktor mientras jugaba con un rizo de su cabello y seguía analizando el plano de su invención. Su cola se movía ligeramente y sus orejas estaban erguidas.

”Dos centavos por los tuyos” respondió Jayce con una ligera sonrisa de lado. Sintió su propia cola ponerse rígida, pero sus orejas se levantaron.

A pesar de que Viktor había comprendido las acciones que tomó, Jayce sigue sintiendo una ligera tensión en el aire. Viktor no estaba siendo el mismo en su integridad. Una molestia intrínseca que había causado por tomar una decisión sin consultarlo con su compañero de laboratorio. Jayce no podía evitar sobrepensar cuánto había hecho mal y cuánto justificaba lo que hizo.

Aún puede recordar cómo aquella vez su tono de voz había cambiado. Nunca lo había escuchado con esa reverberación gutural detrás de la garganta, como un gruñido aplastado entre sus cuerdas vocales, una especie de segunda voz haciendo eco a su verborrea. Jayce había entrado en pánico. Fue surreal y tan palpable como la realidad misma. Sus piernas se habían sentido débiles, su cabeza dio un vuelco y su núcleo omega había pulsado. Nunca había escuchado un alfa usar su voz de comando. En Piltover estaba terriblemente visto ese tipo de comportamientos. La doctora Cherie siempre le preguntaba si Viktor, u algún otro alfa, alguna vez había usado su voz de comando en él. No le había dado mandatos, pero pudo comprender cierta influencia.

Se sintió débil, casi vulnerable frente a Viktor. De una manera aterradora, como si todas sus facultades y autonomía perdieran sentido. La necesidad de rendirse y enseñar el cuello fueron abrasadoras. Necesitaba demostrar que es bueno para Viktor. Que no estará decepcionado con él. Porque no es un beta, era un omega anhelando su compañero alfa. Sus sentimientos platónicos y sus instintos lycanos era la parte más difícil de sobrellevar en su mentira. Quería dejar todo atrás, sólo soltar sus sentimientos. El cosquilleo en la punta de sus dedos era un vicio que duele en lo más profundo. Ver los ojos de Viktor y estar seguro de que no habrá decepción de saber su verdad. Sino qué encontraría la misma determinación que hace de sus irises miel derretida sobre oro puro lo más hermoso en todo el cosmos. Había querido rendirse con tantas fuerzas. Sólo Viktor puede desarmarlo de esa forma.

No había persona a la que más le doliera esconder su verdad. A la que más desea contarle y pedirle ayuda. A la que más teme que le dé la espalda y se vaya. Porque tiene todo el derecho de hacerlo, Jayce mismo era una vil mentira. Toda su existencia era un vil castillo de papel y cenizas en el agua.

”Yo pregunté primero” insistió Viktor mientras dejaba sus papeles de lado y miraba a Jayce. Le sonrió ligeramente de lado apenas perceptible.

Dame tus sonrisas. Pensó Jayce con anhelo. Dame todo de ti para ya no sentirme más así.

Su corazón se estrujó.

Se veía pálido. Las ojeras estaban más pronunciadas y sus pómulos más afilados. No es que se vea mal, porque Jayce jamás encontraría fealdad en Viktor; pero puede denotar el cansancio y la enfermedad mermando en su sistema. Poco a poco estaba consumiéndolo. Era la realidad. Era aterrador. Viktor se estaba convirtiendo en lo más importante para Jayce, así que trataba de ignorar con todas sus fuerzas la idea de la muerte que grita en los cráteres de la parte más profunda de su mente. Aún faltaba para eso, ¿verdad? Aún tienen tiempo de trabajar juntos y de hacer el cambio que desean. Aún tiene tiempo de estar a su lado, de darle todo lo posible. Ahogó el fugaz miedo que lo atacó.

Jayce se dio cuenta en ese momento que haría cualquier cosa por Viktor. No necesitó de grandes atentados, ni de grandes disrupciones, o de grandes influencias para darse cuenta de ello. Todo lo que necesitó fue el pequeño espacio que los separa, el cuerpo de Viktor remarcado por la penumbra del medio día a través de la luz nublada de aquel día de otoño y su temple mirada de oro para saberlo. No necesitaba comprender más, Jayce se dio cuenta que le dolería el corazón de saberse rechazado por Viktor. Era una fiebre que le derrite, que lo sucumbe con fuerza.

Jayce no se sentía como alguien fuerte.

Jugando con el fuego de sus malas decisiones, Jayce suspiró y se recostó en el hombro de Viktor. A pesar de ser tan delgado, era fuerte. Eso lo volvía reconfortante. Un ligero calor y su aroma en toda su extensión eran un oasis peligroso para él. Se sentía protegido, que alguien podía rodearlo con sus brazos y no tendrá que pensar en nada más. Puede confiar en Viktor para rendirse un instante. Porque su rico perfume, amargo y afrutado, que le hace pensar en un café azucarado, era tan profundo como el recuerdo anhelante de aquella vez en que salvaron su vida. Cerró sus ojos e inhaló densamente su aroma. Cómo le gustaría restregar su rostro contra el delgado cuello de Viktor. Donde su glándula de unión secreta su aceite natural.

”Sólo…” un nudo se ahogó en la garganta de Jayce “, pienso, creo. Me emociona presentar nuestros proyectos, pero…”

”Pero…” instó Viktor a que continúe mientras acerca el banquillo donde se sienta hacia él.

”Siento que sigues enojado por lo que hice” susurró Jayce con un dejo de culpa realista.

No importa si fue ayer, si fue hace meses, Jayce sabe que sus decisiones influyen en Viktor. Así como las decisiones de Viktor influyen en él. Son un fenómeno estadístico. Ambos llegaron a la misma conclusión en su trabajo de investigación, están conectados de alguna forma. Jayce no quería mantener ningún tipo de aspereza. Así que, aunque le gustara sabe que esa conversación no ha terminado.

Sorprendentemente, Viktor suspiró largo y tendido: “No creo que estemos en posición de sobreanalizar lo que hagamos en base a las inversiones. Tomaste la decisión y ahora tenemos un mejor aflujo económico. Además, tienes razón, podemos ayudar a quienes lo necesitan con esta libertad. Está reunión es la prueba de ello”.

De otro modo, Jayce sabe que todo lo que hicieran sería por la apariencia de Piltover. Jayce reconoce que no sabe cómo fue Zaun; pero tiene gente querida ahí. Lo que ha escuchado, lo que ha visto, Viktor mismo era el ejemplo máximo de cómo la ciudad subterránea estaba siendo consumida en sus propias necesidades y anhelo de independencia. Reconoce que no todo es miel sobre hojuelas, que no todos en Zaun son buenos; pero tampoco lo son en Piltover. El espectro del bien y el mal es una ecuación indeterminada. Su matemática se remite a toda la probabilidad de lo que es considerado ético según todos los estatutos. Jayce quiere creer que estaba haciendo lo correcto.

”Me alivia un poco escucharlo” dijo Jayce cerrando los ojos, no del todo convencido.

Viktor llevó su mano a la de Jayce y la tomó como aquella noche en la gala cuando ganaron el concurso del día del Progreso. Entrelazaron sus dedos. Jayce podía escuchar su corazón latir en sus oídos. El tumulto de sentimientos convergen en una explosión cósmica que atraviesa todo tipo de dimensiones hasta ir más allá de una comprensión física. Iba más allá de todo información que podría ser ponderada a través de un proceso matemático. Su lenguaje encriptado, más complejo que las runas, construyendo silenciosamente un santuario para el hogar en su corazón.

”Está bien, Jayce” dijo Viktor con calidez “. Lo resolveremos. Como científicos, no debe haber ecuaciones que no podamos resolver”.

Después de todo, las matemáticas no fueron creadas más que para descubrir cada misterio de la vida. Sin embargo, ¿cómo podría resolver este amor?

Jayce deseaba sentir siempre esa seguridad de la calidez de Viktor. Cada suspiro, cada caricia de su pulgar sobre su piel, cada movimiento, cada palabra, poder compartirlo con Viktor.

Levantó la mirada y sus ojos chocaron con los de Viktor. Qué fácil sería dejar inclinarse y rozar sus labios con los de su compañero. Cuánto anhelaba poder sentir su piel y enloquecer con su sabor. Enredar sus dedos en ese cabello castaño, temblar ante la belleza de lo desconocido y poder dejarse consumir por sus deseos. Sólo por un instante…

En ese momento, no se había dado cuenta de que el medicamento ya no estaba haciendo el mismo efecto. Sólo alcanzó a escuchar a Viktor inhalar fuertemente y ver sus pupilas dilatarse ligeramente.

Aún así, el sonido de la puerta abriéndose hizo que Jayce se separara de Viktor. Por la puerta entró el profesor Heimerdinger en compañía de su mascota. La pequeña pelusa blanca corrió emocionada por todo el espacio hasta recorrer las piernas de Viktor y Jayce. El poro soltó ronroneos extasiados y siguió su recorrido hasta volver donde el Yordle estaba.

“Ah, mis muchachos, disculpen la demora” saludó Heimerdinger ajeno a la nube de feromonas y sentimientos que se encerró en el laboratorio “. La concejala Medarda había insistido en una reunión para ver temas comerciales en Noxus y me absorbió más de lo previsto. ¿Qué tienen sus extraordinarias mentes para mí el día de hoy?”

El Yordle tomó asiento en la silla de Jayce cuando éste se levantó y volteó el mueble hacia una pequeña mesa de prototipos escondidos debajo de franelas de manta beige. Jayce nunca pudo saber de dónde podía sacar esa energía jovial, era como si nunca tuviera un interruptor de apagado. Envidiable y a la vez un poco molesto. Aún así, se acomodó al lado de Viktor en la mesa predispuesta con sus propuestas de proyectos.

”Y por eso agradecemos que nos dedique un poco de su preciado tiempo, profesor” aduló Jayce usando las técnicas que Cassandra le instruyó. Al ver el movimiento alegre del Yordle, supo que dio en el clavo “. Estamos seguros que lo que vamos a enseñarle será de su completo interés”.

Viktor se acercó con el traqueteo de su bastón haciendo un fuerte eco en el silencio del laboratorio. No había maquinaria encendida ese día, sólo sus mentes trabajando a miles de kilómetros por hora para maquilar sus ideas y plasmar en sus palabras la viabilidad de sus posibilidades. El alfa revela dos pequeñas pero bien detalladas maquetas a escala 1:10 de lo que parecía ser un par de guanteletes y una garra biónica con punta de tres puntas.

“Ahora que contamos con el subsidio necesario para desarrollar proyectos con mayor impacto social” comenzó Viktor con una mirada determinada “, decidimos enfocar la posibilidad en la que Hextech pueda mejorar y simplificar los trabajos en las minas de Zaun”.

”¿Zaun?” Preguntó Heimerdinger con una mueca de ceja azada y consternación “. ¿Por qué Zaun?”.

”Bueno, los Hexgates están previstos como una ayuda y progreso para Piltover” argumentó Jayce anteponiéndose a Viktor en un acto defensivo y protector “. Zaun es una ciudad que depende de obras gubernamentales para su desarrollo social y Piltover depende de su mano de obra en las minas para materias primas. Si podemos apoyar y mejorar la seguridad de sus trabajadores, condiciones más dignas de trabajo, estamos también proyectando un buen desarrollo económico para Piltover”.

”Así que la propuesta está basada en el proyecto de investigación de Jayce en la aplicación de Hextech en infraestructura y maquinaria” continuó Viktor un poco a la defensiva.

Heimerdinger no se veía esencialmente contento con las palabras, Jayce podía notarlo. Sin embargo, si había un miembro del consejo de Piltover con mayor imparcialidad y mejor vena científica, era, sin duda, su director. Heimerdinger está guiado por la ciencia y las posibilidades de lo que una buena investigación puede proporcionar. Claro que su status no puede remediar ciertos prejuicios, pero Jayce quiere jugar todas sus cartas. Esperando que la misma ingeniería de sus inventos pueda disuadir al decano para apoyarles con el visto bueno de su trabajo.

No importa cuánto dinero están recibiendo, si no tienen una firma de un concejal del órgano político de Piltover, no verán un sólo pedazo de oro.

”Bueno, ciertamente no es lo que imaginé que me presentarían hoy” dijo el decano con ojos críticos “, pero la ciencia siempre es apasionante. Por favor, mis muchachos, continúen”.

La cola de Jayce se agitó con alegría ”Creo que no le decepcionaremos. Queremos aprovechar los cristales como fuente de energía ahora que hemos formulado una amalgama que sabe distribuir mejor su composición química. Basándonos en la licuificación del Hidrógeno en la esencia arcana y poder reconstruir la fórmula dentro de una esfera sintetizada, estamos no sólo creando una medida de seguridad sino también de mejor aprovechamiento de sus propiedades”.

Jayce le entregó un par de gafas de protección al Yordle. Quien exclamó emocionado de ver un poco de ciencia práctica. Se las puso mientras Jayce recibía un martillo Talis de parte de Viktor. Destapó una pequeña cámara criogénica donde descansaba un cristal hex. La esfera perfecta dejaba ver la bruma azulada contenida en un estado de gas licuado que se balancea densamente por todo el polímero conductor. Brillaba con elegancia y Heimerdinger se puso un poco nervioso cuando Jayce le dio vuelta al martillo.

No pudo decir nada, Jayce levantó el brazo y golpeó con toda sus fuerzas el cristal. Lo que provocó una onda fría energética de luz azul expandirse con una neblina sublimada que soltó algunos hilajes mágicos en la implosión. Heimerdinger abrazó su poro con fuerza, escondiendo su rostro detrás de su pelaje cuando la fuerza congelante de la energía impactó con una maravilla nunca antes vista. La luz volvió a bajar y el decano alzó la mirada para encontrar la esfera perfectamente intacta. Todo en el laboratorio estaba igualmente resguardado. Si no fuera por los copos de magia lloviendo, no lo podría creer.

Su mascota saltó con un aullido de emoción, el decano asintió comprendiendo que esto era un avance sustancial. No sólo para los Hexgates, sino para la propia estabilidad de los cristales en sus aplicaciones. No sólo estaban trabajando en la traducción de lenguajes arcanos a lenguaje matemático, estaban buscando por todos los medios convertir la tecnología en un uso maravilloso. Sin embargo, el decano sabe que aún hay un poco de ingenuidad en ellos.

”Implementando medidas de seguridad y mecanismos automáticos, queremos desarrollar herramientas para aumentar la productividad y salvaguardar la vida de los mineros en su trabajo” explicó Viktor con emoción “. Estos prototipos están destinados a desarrollarse con distintas aplicaciones y versatilidad en su uso. A partir de su maquinación con Hextech y materiales resistentes, fomentar en mejorar la dignidad de las minas en Zaun”.

Heimerdinger se quitó las gafas y frunció el ceño: ”Es resaltable su trabajo, muchachos. De verdad, y me gusta su filantropía. No hay nada más maravilloso cuando la mente de un científico le pertenece al mundo en tiempos de paz… Es sólo que, no me parece del todo seguro delegar Hextech a obreros”.

Jayce hizo una mueca de disgusto y desconcierto.

”¿Disculpe?” Preguntó Viktor con una mueca que no dejaba duda de su molestia “. No…, no lo entiendo, señor. Le acabamos de enseñar la seguridad de las gemas para evitar accidentes”.

”¡Y eso es maravilloso! Sin embargo, no sabemos las intenciones de todas las personas. En cómo convertirán sus herramientas en algo que no es su propósito” suspiró el decano con un aire sabio pero prejuicioso “. No me gustaría que comprometan Hextech de una manera tan burda”.

”El propósito de Hextech es ayudar a las personas, a quienes más lo necesitan” exaltó Viktor soltando aquella voz gutural. Jayce sintió un pánico recorrerlo.

Viktor dejó que su aroma se volviera agrio y denso. Estaba llenando toda la habitación con una imponencia impresionante. Haciéndose ver más grande que todos los demás con la demostración de su poder en la rectitud de sus ideales. A punto de ponerse en guardia por salvaguardar la integridad de su proyecto, completamente indignado por los prejuicios. Jayce sintió un escalofrío recorrer su espalda.

”Está emocionado de que estemos realizando los Hexgates y que serán una realidad en unos cuantos años, pero ahora que queremos llevar la tecnología a zonas vulnerables esto es peligroso” argumentó Viktor “, ¿por qué es así, profesor? Dígame”.

El comando fue soltado con un gruñido ligero que casi hace caer a Jayce de rodillas. Su mente dio vueltas y sintió un hoyo en el estómago. Viktor suele ser temple, pero comprende la molestia en ese momento. Heimerdinger suele olvidar que Viktor es de Zaun. Que nadie mejor que él ha visto la necesidad, la carencia y la supervivencia que se requiere para salir adelante en la ciudad subterránea.

”Es cuestión de seguridad, muchacho” argumentó el Yordle sin poder detectar la voz cambiante del alfa o su desplante de feromonas “. Hextech aún es muy frágil, necesita mucho desarrollo para llegar a las manos de la gente”.

”¿Los Hexgates para qué son? Para el transporte, manejado por gente” explicó Viktor.

”Y dirigido por el Consejo, controlado de forma permanente. Tenemos una garantía de control para evitar que sea usado de forma incorrecta” explicó el decano con condescendencia “… Entiendo la iniciativa y saben que apoyo su proyecto por las bases tan sólidas que le están dando, pero si no le dan el tiempo suficiente de desarrollo…”

”¿Qué pasaría?” Demandó saber Viktor con un gesto cansado y roto.

Jayce sabe por qué se ve así, su sueño de entrar a temas de sistemas de salud se estaba volviendo a alejar. La posibilidad de encontrar una cura volvía a ser algo fuera de su alcance.

Sin embargo, aún cuando Jayce se antepuso a Viktor y estaba listo para también argumentar por su proyecto y la condición que se tiene para desarrollarlo, Heimerdinger habló:

”Confío en que saben tomar sus decisiones, mis muchachos. Es su creación, después de todo… Por favor, acepten mis condiciones para que yo acepte su proyecto”.

Viktor no dejaba de soltar feromonas, Jayce sintió que todo dejaba de escucharse. Como si lo hubieran sumergido en agua helada, todo se volvió difuso. Empezó a sentir cómo un malestar recorre su sistema en ligeras caricias que se convirtieron en escalofríos. Sus torrentes se dilataron y la presión subió. Volvió a sentir ganas de vomitar.

”¿Cuáles serían esas condiciones?” Preguntó Viktor con aire rendido.

Aun así, el aroma seguía rondando por el laboratorio. No había ductos de filtración, ventana o puerta abierta que permita que la corriente de aire se lleve la fuerza de su ira, Jayce sentía cada vez más pesada su cabeza, su lengua estaba pastosa debajo de su paladar. No estaba bien. Algo no estaba bien.

”Hagan el modelo real con un sistema de control absoluto. Demuestren la veracidad de su seguridad y si es comprobado… yo mismo firmaré su permiso de reproducción para abrir el programa social” explicó el Yordle con inteligencia “. Si no es así, determinaré el tiempo de desarrollo que le haga falta para que sea aprobado, ¿entendido?”.

”… Me parece razonable” suspiró Viktor “, ¿Jayce?”

Jayce no era capaz de hablar, su vista estaba nublándose y las palabras pesaban en sus dientes. Las encías le ardieron en una terrible comezón y su cabeza pulsó con un fuerte dolor. Su cuerpo se estremeció y apenas podía escuchar la conversación frente a él. Así que cuando sintió una mano en su hombro y alzó la mirada, los ojos dorados de Viktor no escondieron su preocupación.

”Muchacho, Jayce, ¿qué te ocurre?” Preguntó Heimerdinger mientras se acercaba a él también.

Las náuseas estaban subiendo. Tenía que irse de ahí. Lo notó. Viktor inhaló profundamente y él mismo pudo detectar las notas de su aroma Omega. Notas de almizcle acaramelado. No, eso no puede estar pasando. Había tomado sus medicamentos correctamente en la mañana. Se había sentido bien desde el incidente en su baño. Sus lecturas hormonales estaban niveladas en las últimas impresiones. Tenía parches en sus glándulas, se había inyectado los supresores en dosis normales para nivelar su sistema.

¿Qué estaba pasando?

Viktor volvió a inhalar ”Jayce…”

”Yo, discúlpenme, debí comer algo que me cayó mal” suspiró Jayce “. Tengo que irme”.

”Sí, sí” aceptó Heimerdinger con un gesto que lo hacía parecer que no comprende la situación “. Debe ser por eso. Lo bueno es que no tienes que lidiar con esos problemas de alfas u Omegas, anda, anda”.

Jayce sintió terror. Tenía que irse de ahí cuanto antes. Caminó un par de pasos atrás y chocó con la mesa donde reposaban las maquetas a escala. Cayó de bruces y golpeó su espalda con el borde de una de las patas de la mesa. Un chirrido agudo retumbó con fuerza y la maqueta de la garra cayó. Una de sus garras se rompió y también los guanteletes estaban derrumbados. El cristal azul estaba intacto.

”Oh, Jayce, será mejor que vayas al doctor” dijo el decano.

Tenía que inyectarse la jeringa de supresores que estaba en su bolso. Tenía que cambiarse el parche de su cuello. Jayce sabe que eso que siente no es sudor.

Estaba segregando aceite. Su aroma.

Viktor volvió a acercarse. Jayce se levantó tan rápido como pudo. Tomó su abrigo y su bolso. Protegiéndose con ellos, dejando ver que no quería que siguieran acercándose. La bruma de las feromonas de Viktor no podrán esconder para siempre su aroma Omega. Viktor ya pudo detectar algo, de eso estaba seguro. Sintió lágrimas acumularse en sus ojos, una vergüenza terrible sumándose al miedo de derrumbar su mentira. Que todo se termine por su culpa. Por un instante, tuvo miedo de que Viktor lo mirara con desprecio en vez de la dulzura de su preocupación. No se lo perdonaría.

Salió corriendo sin mirar atrás.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 12: XII

Notes:

Mi gente, este capítulo se sale de esquema de narración desde perspcetiva de Jayce o Viktor. Agregué las etiquetas correspondientes, pero dejo sus adveterncias; por favor, leer con discreción:
Narración explícita de violencia y tortura. Descripción de extirpación y heridas de gravedad. Sangre y gore. Personaje obligado a drogarse y torturado psicológicamente. Muerte de personaje menor.
Hoy celebro el cumple de todos los Jayce, para ahorrarme los fallos (ya lo soy), así que habrá capítulo doble :)
¡Muchas gracias por todo su apoyo!

Chapter Text

La apariencia de la vieja fábrica era oscura y húmeda.

Como un monstruo dormido y latente. Que es recubierto con la peor inmundicia y depravación. Hacia las fauces de las profundidades de Zaun donde toda esperanza parece perder significado. Donde el cielo no es capaz de tocar con su luz. Donde el suelo sigue siendo tóxico y peligroso, con gases letales que pudren los pulmones de sus mártires civiles. Donde las peores escorias se multiplican como plagas infecciosas, preparadas para ir acaparando todo territorio. Ahí es donde las maquinaciones más perversas se alzan bajo la mano sangrienta y las traiciones afiladas. Eran barrios peligrosos que rodean la isla desierta de lamento y que va drenando cada mínima gota de esperanza. Donde la rectitud se deforma ante las ventajas y conocer las salidas hacia la posibilidad de sobrevivir y saber negociar.

Esos son los verdaderos barrios bajos. Donde los gritos no son escuchados, no importa cuánta clemencia se ruegue o se rece. Los dioses, Janna misma, han dado la vuelta e ignorado la vista del lamento y el dolor que esos infiernos en la tierra emergen.

El eco del un quejido de un hombre resonó por todas las raídas paredes. Tres golpes sordos le siguieron con astucia. Uno, dos, tres. Crujientes, impactantes y secos. Sus jadeos de dolor son fuertes y el escupitajo reverbera un eco lamentable. Cadenas oxidadas colgaban por todo el techo de las viejas estructuras que apenas eran capaces de sostener la superficie olvidada por todos los dioses. Las paredes de hormigón y metal crujen contra las fisuras de su descomposición. Inclinándose hacia un lado, apenas soportando los pesos de las peores catástrofes. Se alza con figuras diagonales, punzantes y bastante afiladas. La bruma oscura era casi tan siniestra como las sombras que se alzan con una magistral imponencia que anuncian la muerte en un suspiro y un disparo. Goteras dejan caer residuos fríos y malolientes por el piso de cemento y piedra. Las ventanas dejan pasar una fluorescente luz verdosa que sublima contra los vapores calientes de residuos casi tan peligrosos como los sujetos emergentes. El aroma de agua estancada, desechos y genoma Lycan estaba mezclado entre sí libremente; era todo lo que se percibe en el encierro.

Otro puño encaja la quijada del hombre atado con cuerdas y cadenas sobre una robusta y vieja silla de metal y madera. La sangre sale a chorros que se disparan por la fuerza de los impactos. El caliente líquido carmesí, espeso e infectado de droga, coagula en el suelo con burbujas sulfurosas que apestaban contra los residuos. Ligeras motas de líquido verde refulge entre la oscuridad. Su cuerpo estaba magullado. Apenas era capaz de ver por un ojo, el otro fue extirpado con un salvajismo cruel.

Colgaba densamente de su mejilla, donde los nervios y cartílagos tiemblan con más sangre llorando, el sudor frío recorre un brillo en su cenicienta piel. Su nariz chueca en una posición antinatural estaba inflamada, soltaba silbidos con su pesada respiración. Sus dos manos estaban encajadas con un par de grandes clavos hacia la madera de los reposabrazos de la silla. Sus dedos tiemblan fríos, con un color azulado mortífero y enfermizo. Sus uñas mugrientas se aferran y roen el material buscando el consuelo que nunca llegará ante el inmenso dolor. Era caliente y poderoso, sintiendo cómo la sangre seguía corriendo como una cascada. Sus pies estaban completamente rotos, le habían quitado las pesadas botas y dejaron caer un par de mazos sobre los delgados huesos.

Habían pulverizado sus extremidades hasta convertirlo en una pulpa hedionda de carne y hueso. La sangre se acumula y comienza a crear coágulos debajo de su inflamada piel casi transparente y llena de marcas que la droga podría provocar. El hombre estaba consciente, sin embargo. Obligado a mantener su único ojo abierto, y la conciencia trabajando. Le echaron un cubetazo de aguas negras frías. El líquido sucio caló profundamente en sus heridas como un aguardiente denso que lo hizo convulsionarse de dolor absoluto. Desesperado por buscar alejarse, grita con la garganta desgarrada de tantos lamentos no escuchados. Tose después de haber tragado la inmunda sustancia, escupiendo la poca saliva que le queda. Los fuertes sabores calan como una fuerza que ya no es capaz de mantener.

Las tres siluetas que se alzan sobre la víctima son imponentes. Tan grandes como una montaña. Inamovibles y con un aroma fuertemente denso donde sus feromonas alfa predominan con un hincapié casi desesperado, tratando de marcar su territorio. El humo de tabaco flota sobre sus cabezas y una cuarta silueta se acerca con pasos de tacón. Era un andar elegante y preciso. Tan dramático como poderoso, avisando la llegada de un hombre delgado y alto que usa gabardina color vino. El hombre en la silla sintió su corazón acelerarse y que las lágrimas se acumularan al mismo tiempo en que no puede soportarlo más y la orina sale empapando sus raídos pantalones hasta caer cálidamente sobre el suelo en chapoteo contra las aguas negras.

El hombre con el puro en la mano se alza elegantemente. Su postura regia era magistral, haciéndose ver más grande a pesar de que sus guarros eran hombres y una mujer de grandes proporciones. Vestía pulcramente con un traje ajustado, chaleco galardonado y gabardina con el cuello en alto. Su cabello cenizo peinado hacia atrás dejaba ver todo su rostro despejado. Viejo, pero más en apariencia llena de cansancio, ira y frustración. Su nariz picuda como la de un cuervo separa un par de pómulos pronunciados y unos ojos aterradores. Uno era azul cristalino, el otro… era como ver al demonio en persona. Completamente infectado, la piel estaba carcomida en surcos desagradables donde ronchas y cicatrices rosadas labran un camino como garras por la mejilla y atravesando su cuenca.

Donde su ojo se manifiesta con esclerótica completamente negra, un ligero halo de color naranja emerge, no precisa si puede o no puede ver. No restaba su fuerza y su notoriedad. No ayudaba el hecho de que era un alfa de gen dominante. Sus orejas alzadas de pelaje gris con motas negras y pelirrojas eran grandes y la del lado izquierdo estaba un poco lampiña, producto de la infección. Su cola, de lobo mestizo, era grande y peluda, estaba completamente quieta. Metió una mano en su abrigo y volvió a calar del tabaco de su puro robusto.

Dejó salir feromonas de imponencia. Donde su almizcle era tan fuerte como para marear y desorbitar al alfa moribundo en la silla completamente torturado. Incluso los alfas que le seguían tuvieron que desviar un poco la nariz para no recibir el golpe directo de fuertes aromas que rebuscan un recuerdo de cenizas y tierra abandonada.

El silencio era apenas reprimido por las goteras a los alrededores. El aroma de la orina del torturado no podía sobreponerse a la presencia tan magnífica del alfa que más temía encontrarse después de los recientes accidentes. Prefería seguir siendo maltratado hasta la muerte, no estaba seguro de que pudiera superar algún juego mental que el jefe de todos los criminales más terribles de Zaun tenga preparado para él ahora que todo se ha terminado.

Estaba condenado y la figura de ese hombre era la presencia misma de la muerte. La parca se manifestó con un delgado hilo de luz verde que hace que el aro dorado de ese ojo maldito sea como la entrada directa al infierno. Las nubes de humo tabaquero que alzan como exhalaciones de una bestia cargando un rugido visceral detrás de la garganta, aguardando por explotar.

”Buenas noches, caballero” saludó el hombre con una roñosa voz llena de asperezas por los malos aires de Zaun.

El hombre tragó la bilis y el coágulo de sangre que se acumuló en su boca. El fuerte sabor del moco y la sangre fueron suficientes para casi provocarle una arcada tras haberse sometido a grandes docenas de golpes y perder sus manos y sus pies de forma absoluta. El dolor es ensordecedor, pero era imposible ignorar al alfa frente a él.

”Silco” nombró el hombre al demonio.

Una ligera sonrisa dejó ver sus dientes chuecos. Sin embargo, estaba más que claro que no estaba contento de estar en ese lugar. La forma en que su cola estaba rígida, que sus feromonas buscaban imponerse y ganar con tal naturalidad estaba más allá de la comprensión del torturado. Sin embargo, él sabe que Silco se había ganado el respeto, o miedo, de todos estos hombres y estaba construyendo un imperio a costa de muchos sacrificios.

Puede que haya querido independizar en un inicio a Zaun; pero el poder es delicioso. Mucho más cuando las cartas de la ronda están a favor del más decidido a ganar.

El hombre hizo un gesto ligero a la mujer alfa a su lado. Ella era alta y morena, con una musculatura sobresaliente y bien definida. Su cabello castaño era corto en una melena con media coleta amarrada. Sus orejas caídas y mezcladas eran de color igual. Ella vestía una capa grande y gruesa que escondía su cola canina. Ella asiente al entender la instrucción y se acerca hasta el hombre, esquivando el desastre del suelo, y toma entre sus fuertes dedos la quijada del torturado. Aprieta con una fuerza sobrenatural que le hizo gemir de dolor. Sintiendo cómo presionaban sus mejillas de tal forma que la fuerza se ejerce en menor área y el dolor cala profundamente. Su ojo extirpado colgaba mansamente como un péndulo. La saliva se escapa de sus labios mientras sentía el miedo corriendo por todo su sistema. Sintió su cola lycana contraerse por instinto.

Estaba en su juicio final.

”Creo que sabes por qué te trajimos aquí, ¿verdad?” Preguntó Silco mientras daba otra profunda calada a su puro robusto y caminaba lejos del aroma desagradable.

Hizo una mueca de asco al notar que algo de las aguas negras y la orina se había esparcido lo suficiente para manchar un poco la suela de la punta de sus zapatos de charol con casquillo dorado.

”Tardaste en encontrarme” se burló con su poca dignidad sobrante, jadeando cuando la mujer apretó con más fuerza su agarre “. Creí que darías conmigo antes, pero te costó meses”.

El hombre detuvo su caminar de león enjaulado. Miró a su costado izquierdo, el ojo de canica naranja brilló con un dejo espeluznante que advirtió su creciente furia e ironía. Segundos después del pesado silencio, Silco soltó una fuerte carcajada hacia el cielo. Tan fuerte que el eco rebotó por toda la vieja fábrica. El hombre en la silla no sintió sino más pánico al darse cuenta de cuánta desventaja tiene en la situación. No sólo física, sino contextualmente. Estaba seguro de que podría negociar, buscar una especie de clemencia; pero tal vez estaba mucho peor de lo que imaginó.

”Oh, vaya, no tenía idea de tu buen sentido del humor” se burló Silco con buena intención actuada. Dio otra profunda calada y exhaló un aro profundo “. ¿Qué te hizo pensar que te perdí de vista después de tu puto fallo, eh?, ¿qué te hizo pensar que no tendría consecuencias tu maldito error?”

La mujer que sostenía la mandíbula del hombre en la silla volvió a apretar con más fuerza mientras gruñía densamente. Haciendo que feromonas de su genoma Lycan alfa intentasen imponer y hacer sucumbir al moribundo debajo de él. Éste sólo gimió de dolor.

“Sevika” llamó Silco con condescendencia “. Por favor, deja que nuestro invitado tome su tiempo para hablar”.

La mujer desvió la mirada ante la amenaza debajo de la mesa. Conociendo bien a Silco, aunque ella no lo hace, sabe que esto iba mucho más allá de cualquier interrogatorio. Era una sentencia sin retorno. Aquí no saldría con vida ese hombre; pero se mantendrá despierto hasta que Silco obtenga toda la información que necesite; hasta poder saciar lo que sea que tenga por cubrir. Si había algo que Sevika estaba aprendiendo al trabajar para Silco es que no había mayor impulso para el poder, incluso mayor que el dinero y el renombre, que la información. Tener bajo la mano cada detalle de cualquier situación podría convertirlo en el dominante de cada partida.

Este hombre tiene algo que Silco necesita.

”¿Cuál fallo?” Preguntó el hombre con ignorancia mal fingida y delirando a través del turbulento dolor.

O puede que realmente no comprenda en qué se estaba metiendo. Silco, sin embargo, no se dejó llevar por la primera impresión de sumisión. Ya ha esperado suficiente como para seguir postergando todo lo que ha estado construyendo. El ojo izquierdo brilló como un fantasma esperando despertar el fin de los tiempos. Se volvió a acercar con pasos metódicos.

”Oh, tal vez haber usado de conejillo de indias a uno de tus burros para inyectarle uno de los lotes prohibidos y causar un puto enfrentamiento” explicó Silco con tranquilidad “. Uno donde murieron treinta ejecutores a costa de sólo ese idiota”.

Había sido todo un revuelo. Hubo una manifestación de paro en las rutas mineras de Zaun por parte de los mismos trabajadores obreros de ahí. Tratando de exigir que Vander, el sabueso de Zaun, pueda conseguir alguna información o respuesta hacia los extraños accidentes que últimamente habían estado sucediendo. Uno especialmente letal en la zona cercana de las nuevas fisuras donde se encontró minerales y metales pesados, que cobró la vida de cientos de alfas, convocó a los mineros a manifestarse para detener las producciones hasta garantizar seguridad y respuestas.

El lugar estaba lleno, pancartas y quema de vehículos, mientras se armaban con sus herramientas y algunas armas claramente ilegales con la exigencia de saber quién estaba causando esos accidentes. Nunca fue una manifestación pacífica, fue implacable. Silco había planeado cada paso meticulosamente para llegar a ese extremo y llamar directamente la atención de la ciudad de arriba y que comprendieran que la amenaza de la carta encriptada no era en vano.

”¿Bueno, que no piensas hablar?” Silco preguntó ahora con desesperación, dándole una señal a Sevika para que golpee al hombre en la silla.

Fue un impacto tan contundente y duro que la quijada crujió ligeramente, su ojo colgante salió volando y rebotó sobre la lejanía de la vieja cámara de almacenamiento en la que se encuentran. El hombre lloró de dolor.

Había un poder naciendo para arrasar con Zaun. Un llamado visceral que no piensa tener compasión con ninguna de las partes. Silco tiene bien definidos sus ideales, sus objetivos están marcados por años de furia, de ira líquida como lava que no piensa tener compasión por nada ni nadie. Por eso, cada parte de su plan debe ser perfectamente ejecutado.

Las fábricas de Shimmer están por entrar en operación; pero con el maldito accidente que causó uno de sus dealers, el tonto que ahora llora por piedad en aquella silla, tiene que saber las consecuencias. Hacer un recuento de daños y poder acomodar su plan para volver a hacerlo tan firme y perfecto.

”¿No te alegra eso?” Preguntó con la voz debilitada por la pérdida de sangre y el ángulo antinatural en el que se encuentra su quijada.

”¡No cuando llamas la atención de esa manera!” Silco miró con furia al apretar con fuerza su puro “. ¿Quién te dio el maldito permiso de administrar una dosis como esa cuando dije que no lo hicieran?, ¿intentabas retarme, demostrar algo, qué, exactamente? Porque en lo que a mí me concierne, es que sólo demostraste ser un maldito puto imbécil”.

”Los malditos pilties estaban armados” se excusó el hombre.

”Y los mineros también” explicó Silco sin entender cómo podía ser tan incompetente el bastardo en la silla “. Les di una indicación, provean de armas a los manifestantes. ¿En qué momento dije que dopes a un idiota con Shimmer no filtrado?”

Lo que sucedió en ese ataque había sido brutal. Un hombre que creció cuatro veces de su tamaño y que parecía más un Lycan puro que un humano evolucionado, con los ojos desorbitados y las fauces dejando ver grandes y afilados colmillos, salió disparado de entre la multitud cuando los oficiales estaban intentando reprimir la manifestación con violencia brutal. De manera implacable, ignorando las balas que poco le hacían daño, se lanzó al ataque, con sus propias garras y caninos, destazando y degollando uno a uno de los ejecutores que se atrevieron a enfrentarse a la bestia. También mató a algunos de los mineros que estaban cerca. La matanza fue completamente sanguinaria. Los charcos de sangre caliente mancharon por días la ruta tapada de las minas como un recordatorio de que algo aguarda.

Zaun, por supuesto, estaba en una efervescencia dicotómica. Para detener a la bestia, Silco tuvo que enviar a varios de sus hombres y liderar al hombre dopado en Shimmer hacia un lugar apartado y dosificar el contraste de la droga. No existe una cura para un lote sin filtrar, pero sí algo que lo aminoró en estado de euforia Alfa que estaba desesperado para atacar. Un ingrediente basado en aminoácidos bloqueadores. Al final, lo degollaron con una sierra industrial. Claro que Silco sabía quién era el causante de este problema.

”Si no supieras que cometiste un error, no te habrías escondido como la lacra que eres” explicó Silco guardando su puro apagado a medio fumar “, pero lo sabes muy bien. Eso no debió ocurrir de esa forma. Ahora los de arriba buscan una respuesta de aquí abajo. Los accidentes ya pronto tendrán un rostro y eso no puede ocurrir, ¿verdad?”.

Sacó una jeringa con un líquido verdoso. El hombre intentó escapar de la tortura; pero ya todo era en vano.

”Silco, por favor, te lo suplico, ¡fue un accidente!” Lloró con fuerza con el único ojo que le quedaba.

Sevika lo volvió a inmovilizar del rostro. Para que viera cómo Silco inyecta la aguja en su muslo izquierdo. El líquido entró por sus venas y un terrible dolor lo atacó. Podía sentir el ácido del veneno recorriendo la carne hasta volverla tan caliente que quería despegarse la piel, arrancarse pieza por pieza para poder terminar con ese horror. Humo vaporoso corrió de las heridas coaguladas. Burbujas se inflaron y dejaron soltar un hedor sulfuroso y pútrido que denotaba cómo estaba acabando con la vida del hombre lentamente. Se trataba de una especie de potenciador a la dosis de Shimmer que le obligaron a administrarse cuando lo atraparon. Era doloroso, asesino pero también lo mantenía en euforia al activar su núcleo alfa de supervivencia.

“No fue un accidente, porque te escapaste como un cobarde” explicó seriamente “. Te fuiste y pensaste que podrías deslindarte de la organización cuando sabes que no es así como funciona. Hay que saber pagar consecuencias, así que dime, ¿por qué lo hiciste?”

Silco miró a otro de sus secuaces y un nueva jeringa con ese mismo líquido verde brilló contra el ojo empapado en lágrimas del alfa moribundo.

”Creí que no funcionaría, ¿bien?” Confesó mientras sentía que volvía a mojar sus pantalones “. Nunca nos dejaste ver la mercancía, mucho menos tocarla, pensé que era alguna clase de placebo y… ¡está bien, está bien, baja esa aguja! Te lo juro, lo hice simplemente porque pensé que no funcionaría”.

”Sí, no eres precisamente muy inteligente, ya lo dejaste claro... Sé que escapaste a las costas, entre los muelles de Piltover, donde creo que están construyendo algo. Esa chica obrera es linda, es una pena que no pueda ayudarte y que no regreses hoy a casa... Dime, ¿qué aprendiste de ahí?” Exigió Silco sabiendo que estaba rompiendo poco a poco a este hombre.

”¿Cómo… Agh, yo-“ el hombre se veía resueltamente sorprendido “. Por favor, no le hagas daño”.

Su súplica hizo sonreír a Silco con un entusiasmo que denotaba cómo estaba acabando con cada una de sus barreras. Sólo un empujón más y podría obtener todo lo que necesita. Silco sospecha que hay algo que le falta. Piltover estaba esencialmente silencioso, pero no de la forma ignorante que suele presentar cuando no se trata del genoma Lycan. Sino como si estuviera esperando algo más para justificar sus próximos actos.

Lo que quiere saber es qué es exactamente. Descubrir quién lo estará buscando. Quién quiere darle cara al Shimmer. Silco sabe que conseguir información de la ciudad de la superficie, especialmente dentro del órgano inepto del consejo, era valioso. Por eso, tenía que asegurarse de que fuera real. Un paso en falso y todo se puede acabar.

Shimmer se está formulando para anteponerse ante algo que Piltover sabe pero no encuentra amenazante: hay más alfas que betas y omegas en la ciudad de Zaun. El Shimmer es una droga para volver a activar los vestigios genéticos del genoma Lycan, para producir un shock fuerte de adrenalina que se potencia con la misma droga para volver al individuo fuerte e imparable.

Silco quería forjar un imperio con esta creación. Retomando los beneficios del genoma Lycan y luego mover los hilos hasta hacer que Piltover tenga tanto miedo de su propio Estado y tenga que soltar las riendas. A menos que quieran una guerra, claro.

”Ow, el perro está enamorado” se burló Silco “. Bien, tenemos un trato, habla todo lo que sabes y la dejaremos fuera de esto… Ella es una omega, ¿verdad? Puedo oler tu desesperación entre el desastre que eres”.

Porque pueden existir muchas combinaciones de uniones entre los lycanos, pero no habría nada más fuerte que la unión de un alfa y un omega. Silco reconoce ese aroma, porque un Omega vale mucho más de lo que Piltover pueda imaginar.

Son los vinculantes de manadas. Su dominio puede liberar fuerzas desconocidas en los alfas. Silco quiere emprender el Shimmer alrededor de eso y poder impulsar una fuerza imparable pero bien controlada. Ahora que Piltover está dubitativa del armisticio, sabe que el tiempo se reduce.

”Están construyendo algo” confesó con un hilo de voz lleno de martirio, cansado de pelear algo que estaba perdido para su destino “. Una especie de tecnología nueva, hasta tienen una mascota y toda la mierda. En los muelles construirán una especie de torre con teletransportadores”.

”Por favor, sigue, me tienes intrigado” jugó Silco dejando la jeringa y sacando una daga de su gabardina “. Tenías mi interés…, pero ahora tienes mi atención”.

El hombre tembló cuando el filo del arma brilló contra la penumbra verde de la vieja fábrica: “No sé mucho, ¡de verdad! Sólo sé que los Pilties están emocionados con esta nueva tecnología del hombre del progreso”.

”¿Hombre del Progreso?... Qué nombre tan patético” se rio Silco sin perder de vista su objetivo.

”¡Así lo llaman!” Exclamó cuando sintió la punta de la navaja juguetear contra su pecho “. Es el sujeto que creó esa mierda, algo como tecnología con magia o eso entendí. Los teletransportadores son sólo el inicio, escuché que el sujeto tiene una iniciativa para herramientas e infraestructura para Zaun”.

Silco alzó la ceja, completamente incrédulo. No existe Piltie alguno que haya conocido que sea mínimamente decente con los de la ciudad subterránea. Eran prejuiciosos y prefieren hacer oído sordo y ojo ciego a ver que la realidad es que su egoísmo está matando una nación. Una nación que se está matando a sí misma en su caos. Esto no era más que el inicio del fin, Silco sabe que no puede haber buenas intenciones detrás. No puede imaginarlo.

“¿Cómo supiste eso?” Preguntó Silco alejándose unos pasos atrás.

El hombre respiró hondo cuando la amenaza de la muerte directa se fue: “… Sólo lo sé”.

”Inténtalo otra vez” dijo Silco con gesto gélido, al mismo tiempo que lanzaba la navaja con fuerza.

El sujeto gimió sorprendido al sentir la cuchilla atravesar su esternón con una facilidad que casi lo enloquece. Tembló al sentir cómo sus órganos comienzan a colapsar con todo el dolor encima. Su vista comenzaba a nublarse y detestaba cómo la droga no le dejaba morir de una vez por todas.

”… Ya te dije lo que querías saber, no necesitas saber de qué boca lo escuché” lloró el hombre sin escapatoria.

”Oh, claro que necesito saberlo” argumentó con sabiduría “. ¿Quién me asegura que no estás mintiendo?”

”Vander está implicado” confesó el hombre al borde de la muerte “. Escuché que habló de esto con su gente cuando volví a Zaun. Al parecer aceptará un trato con Piltover a través de ese cabrón Piltie por esa tecnología”.

Silco inhaló con fuerza al escuchar el nombre de Vander. Una cosa era sobre lo inevitable de su presencia por su posición en Zaun, otra era escuchar directamente su nombre de una voz ajena. Un dolor recorrió su cuerpo casi tan fuerte como el que en su ojo siempre aqueja. La furia burbujeó con fuerza debajo de su piel. Vander era un cobarde a ojos de Silco. Que prefirió someterse a tratos con los ejecutores por una falsa idea de paz, que liberar a Zaun de la opresión y los sistemas milimétricos de castas. Algo no termina de cuadrar.

¿Por qué el consejo aceptaría un proyecto que pueda poner en ventaja a Zaun y ayudarle en su calidad de vida? Claramente hay un cabo suelto. Silco hará lo que sea por saber qué era eso.

”Dicen que todo es perdonado en la muerte” recita Silco con ambigüedad y falsa decepción “. Es una suerte que tu vida me parezca tan patética que prefiera hacer esto que no conceder dicho perdón. Salúdame a Renata de mi parte en el infierno”.

El hombre lo miró con terror al escuchar el nombre de su pareja, pero antes de que pudiera decir, llorar o gritar algo, una bala atravesó su cráneo. El disparó fue preciso y contundente. El cuerpo del alfa se desplomó hacia atrás en la silla y sus hombros cayeron. Su último aliento de vida chorreó con la sangre infectada de droga de cada una de sus heridas. Completamente deformado, un perdedor en la ruleta rusa de Silco.

Quien volvió a asegurar su arma y la guardó en su gabardina. Por supuesto que un accidente como el que ocurrió fue a causa de un imbécil jugando con lo que no se le permitió. Silco sabe que eso no debió suceder. No cuando es hasta ahora que el Shimmer por fin entrará en distribución masiva después de todo el trabajo que hizo para construir el imperio. Ya tiene los canales de distribución por medio de los negocios de los Chembarons, ya tiene la mercancía, ya tiene el renombre, ya tiene el miedo de los demás.

Silco estaba construyendo milimétricamente cada parte de la red para poder acorralar a Piltover y dominar a Zaun. Sabe que la nación de la ciudad minera está condenada. Los ideales de libertad e independencia no son más que eso: una utopía tan lejana que lo mejor es saber adaptarse a lo que existe, a lo que se puede hacer. Silco fue un soñador en algún punto del camino, en compañía de Vander, y tuvo que estrellarse con la realidad para darse cuenta de que la paz para Zaun no es una opción.

Requiere de control, de uno donde pueda abrirse paso hacia la ciudad que los oprimió y luego presentarse como una potencia hacia Runaterra. Zaun está tan infectado por la delincuencia, desigualdad y opresión que no había un punto de retorno sin tener que depender de alguna otra nación para poder reconstruirse. Silco sabe que los chembarons no cederán la mano para reorganizar la estructura política de Zaun -que es inexistente- y remitir a que se tenga una mejor distribución de los bienes. Así que lo mejor es controlarlos y dirigirlos como a él mejor le convenga.

Sólo con el Shimmer puede hacerlo. Sin embargo, sea lo que sea esta tecnología que esté haciendo ese dichoso Hombre del Progreso, sí es una amenaza en sus planes.

Silco suspiró y chasqueó los dedos. Los dos hombres alfa se pusieron en marcha y se llevaron el cadáver. Sevika se acercó al lado del alfa y líder de la organización. Ella miró con estoicismo el desastre en el ambiente, esperando por una nueva indicación. Sólo caminó al lado del hombre hasta salir del viejo y abandonado almacén y dirigirse a la oficina principal varios pisos arriba.

Sin embargo, cuando salieron, se encontraron con un hombre gigantesco. De apariencia tosca y dura. Su cabello mohicano y lo que se podía ver de su barba entablan un gesto estoico y muy duro. Vestía una armadura que constaba de un peto dorado, telas rojas y muñequeras de cuero cafés. Sus orejas lycanas eran levantadas y algo pequeñas, de pelaje corto y su cola de igual manera no era extremadamente llamativa.

”Silco” habló con voz profunda de comando, era un alfa “. Pedimos que nos conceda una audiencia”.

A pesar de ser una petición, el tono y la mirada del oficial ciertamente dejaba en claro que todo era simple fanfarronería. Le estaba dando una indicación, su voz lo dejaba muy en claro. Sin embargo, ni Silco ni Sevika se vieron especialmente afectados, pero sí un poco amenazados. Era un alfa desconocido en su territorio.

”¿Tú y quién más?” Preguntó Silco sin inmutarse de la presencia o voz amenazante del Capitán noxiano. Alzó la mirada, porque sabe que su altura no es muy amenazante como la de este sujeto. Por suerte, siempre tenía otras formas de imponerse.

Pudo sentir la presencia de Sevika en su espalda, completamente alerta de todo lo que estaba ocurriendo alrededor. Tampoco debe estar muy contenta del extraño desplante; pero ella es leal a sus ideales. Por el momento, ella protegerá a Silco hasta cumplir con los objetivos.

”La comandante general Ambessa Medarda” dijo simplemente y dio un cuarto de vuelta, esperando que lideren el camino.

Silco se encogió de hombros y se dispuso a observar con detenimiento cada detalle de su alrededor. Notó que había un dispositivo debajo de la mandíbula del hombre. Probablemente algo que le permita limpiar la contaminación de su sistema junto la mascarilla. Zaun no es especialmente amable con sus visitantes. Puede que haya vivido muchas cosas, pero Silco está seguro que este desconocido nunca se ha enfrentado a estos grados de contaminación.

Subió las escaleras hacia su oficina. Sevika pasó a su lado y la miró con una indicación muda pero que dejaba muy en claro que tenía que ponerse en marcha y contrarrestar la amenaza. No saben exactamente a lo que se enfrentan, pero este lugar era su territorio, usaría eso en su ventaja para poder reponer el poder que esa tal Ambessa está deshabilitando. Sevika asintió y siguió de largo cuando notó que el hombre dejaba de verlos un instante.

Al llegar a su oficina se encontró con una mujer alta y fuerte. Sus orejas lycanas eran de color oscuro con canas en las puntas, levantadas y afiladas. Su aroma era un almizcle fuerte y denso que le hizo pensar a Silco en la pulpa de ceniza y sangre coagulada. Un aroma parecido al suyo. Eso no le agradó. Tenía una mirada fría y demasiado decidida, rodeada de cicatrices de guerra y supervivencia. Una mirada que le dejaba en claro a Silco que esta mujer ha visto lo peor de la guerra…; y eso la vuelve sabia. Eso la hace peligrosa. Su postura, ataviada de una armadura un poco más galardonada que la del hombre dejaba ver sus fuertes brazos también con marcas de supervivencia. Su cola lycana era igual de peluda que la piel de animal que usa de hombrera derecha. Su cabello canoso está arreglado en una trenza firme y usaba una máscara de gas dorada.

Su altura hacía ver la gran oficina un poco más pequeña. Silco sabe que la habitación no es especialmente austera, así que reconoce con sorpresa que aquella mujer no puede ser de Zaun, ni de Piltover. Tiene el cuerpo y la mirada de la guerra.

Debe ser de Noxus.

”Quiero suponer que usted es Ambessa” saludó Silco con precaución “. Por favor, puede quitarse aquí la máscara. El lugar está limpio”.

No estaba aterrado, pero sabe que un paso en falso puede derribarlo todo. Sea lo que sea que esta mujer quiera, Silco debe jugarlo mejor para obtener la ventaja. No está en la mejor posición cuando desconoce las intenciones del rival. Algo que le ha enseñado liderar a los Chembarons es eso mismo: controlar las decisiones de sus contrapartes porque decidió conocer sus intenciones. Eso lo vuelve en su favor.

Caminó ignorando al hombre de mohicano y sentándose en su gran silla de cuero y terciopelo. Sintió que fue una buena decisión no haberse maquillado ese día la cicatriz de su ojo. No había nada mejor que dejar ver el monstruo en el que se convirtió para que el trauma se convirtiera en un arma obsesiva. Para dejar en claro que no se lleva con juegos sus negociaciones. Él también ha visto lo peor de la furia, el odio y la lucha. Vivió en las peores miserias conocidas, infectándose, muriendo y sobreviviendo entre la jungla de alquimia que era Zaun. Conoce muy bien lo que es perder, nada lo puede contraponer cuando está decidido a recuperar una gloria. Zaun está perdida, su misión era reconstruir algo nuevo cuando todo quede completamente pulverizado.

Escuchó que la mujer se retiraba la máscara y su gesto seguía serio pero con una mueca que dejaba en claro que algo le gustó de la presencia de Silco. Era temeraria y sus pesados pasos retumbaban bajo el tenue crujido de la madera inflamada. Rechinó la silla de metal y sostuvo su gran peso. Ella se recargó sobre el escritorio con un brillo hambriento en sus pupilas dilatadas. Sea lo que haya sido, lo usaría en su favor.

”¿Puedo saber la razón de esta reunión? Perdone la improvisación, no tengo té para invitarle” sonrió Silco con agudeza. Tanteando el terreno y viendo por cual lado tiene que jugar.

Son las distintas caras de la diplomacia.

Ambessa sonrió de igual forma: “No tomo té”.

Silco sacó una botella verde con una tapa de cera rojiza sellando el contenido que resulta ser un buen licor de Zaun. Un whiskey complicado y caro de conseguir que se comercializa muy bien en los bajos mercados de contrabando hacia las costas. La lujosa calidad líquida de un color ambarino fue servido en un par de vasos de cristal. Sin hielo. Completamente seco. Silco deslizó el vaso frente a Ambessa.

Ella sonrió de lado, pero no tomó trago alguno. Interesante, pensó Silco. Está mujer toma muy en serio sus prioridades. Cualquier hedonismo que pueda perturbar la vista del objetivo no es más que un obstáculo frívolo del trabajo de la negociación. Silco estaba intrigado. Aceptó que el primero que tome un trago sin haber brindado es que habrá caído en la ansiedad de la desventaja. Un brindis significaría una victoria unánime.

”¿Y qué la trae por aquí, Ambessa Medarda?” Silco ignoró activamente su título.

Podrá ser muy poderosa en Noxus, pero hasta ahora, Silco ha notado que viene desarmada. Por lo que lo más seguro es que busca pasar desapercibida. Como si nunca hubiera estado aquí. Viene a hacer negocios ilegales. Su título, entonces, no importa en ese momento. Está incluso por debajo de Silco, él es dueño de todo ese lugar. Todo sujeto que rodee el área le debe lealtad.

Una jeringa de ácido y una de Shimmer aguardan en su cajón escondido debajo de uno falso.

”No fue fácil dar contigo, Silco” suspiró Ambessa con reconocimiento “; pero sabes que la información se puede comprar con un poco de persuasión”.

”¿Quién te trajo a mí?” Preguntó Silco con sospecha.

Claro que es extraño que alguien de Noxus, y nadie menos que la matriarca de un linaje tan poderoso como los Medarda sepa de su existencia puede significar dos cosas: su tapadera se esfumó o ella también está buscando hacer caer algo. Silco debe sopesar su baraja para poner las cartas correctas en la mesa. Lo primero, es saber cómo Ambessa dio con su organización.

Los problemas de Zaun siguen siendo internos. Silco sabe que después de esta reunión tendrá que tener un ojo sobre Ambessa Medarda. No retar a la suerte porque la muerte ahora se siente muy cercana. Había algo en la presencia de esa mujer que le dejaba en claro que ella tiene poder. Mucho poder. No sólo en su genoma Lycan, en su jerarquía en la tierra de la guerra como lo es Noxus, o en el hecho de que su tamaño supera a todo su ejército sin Shimmer; sino porque ella debe de tener información…, información que debe de venir de arriba.

Las decoraciones doradas, los gestos, los manierismos. Silco lo notó, entonces. Tiene una espía en el consejo de Piltover. Silco conoce sus miembros y hay una que es muy reciente y demasiado rica.

”¿Cuánto importa ese detalle en nuestra conversación?” Preguntó Ambessa con frialdad.

”Porque parece que vienes influenciada de la ciudad de allá arriba. No me agradan mucho los de ahí, especialmente los miembros del consejo” regodeó Silco orgulloso al notar un ligero movimiento en las orejas de lobo negro.

Ambessa nunca cambió su gesto. Perfectamente estoico. La mujer sabe controlar sus sentimientos, porque no se va a doblegar ante nada ni nadie. Silco puede jugar con ese juego, es observador. Ese ligero movimiento en sus orejas lycanas le dejó en claro perfectamente que a quien tenga de espía en el consejo es especial para la mujer general. La información, empero, puede resultar más valiosa de lo que podría imaginar.

”Un poco prejuiciosa tu visión, ¿no lo crees?” Preguntó Ambessa con el mismo tono del inicio.

”Más bien lo llamo precaución. No se sabe hoy en día si uno es el zorro o el lobo” explicó Silco con sabiduría “. Puedes tener la astucia del mundo, pero sin la fuerza de un lobo, quedas descuidado. Puedes tener la mayor de las fuerzas, pero no saber utilizarla te vuelve una masa olvidable… Dime, Ambessa, ¿eres tú el lobo o el zorro?”

Aquí no había presa.

Ambessa levantó las manos con un suspiro sorprendido ”La diplomacia no es mi punto fuerte, soy una mujer de guerra. La violencia puede liderar a más violencia si no es suprimida correctamente. El humano siempre ha buscado una excusa para tener una guerra, está tan arraigado en nuestro sistema como lo es la supervivencia, ¿no es así?”

”Ahora hablamos el mismo idioma” reconoció Silco antes de que Ambessa pueda sobreponerse a él “. Está vez te permitiré que omitas de quién supiste sobre mí, pero creo que si quieres negociar debes poner tus cartas sobre la mesa”.

La mujer general de Noxus bajó ligeramente la mirada mientras se reclinaba sobre la silla de metal. Su rechinido fue reconfortante mientras sopesaba sus palabras. Aún puede recordar su reciente plática con su hija, Mel Medarda. No había salido como esperaba. Claro que no esperaba una cálida bienvenida o alguna buena noticia inmediata, pero ella necesitaba resultados. Necesitaba saber que podría haber una forma en que logre mover sus influencias para hacer lo que necesita.

Armamento.

No había nada mejor para Ambessa que saberse prevenir. Hay una guerra cercana y sabe que la diplomacia no será una opción. No porque la deteste, reconoce sus ventajas. El parlamento es un estilo de pelea, agudo y complejo. Ambessa sabe que no se le da tan bien como a su hija. Ella tenía una peripecia maravillosa pero fácilmente ambivalente. Si quiere recuperar la fuerza política para poder recomponer el mal estado de Noxus, debe doblegar a su pueblo. Las rebeliones se estaban saliendo de control y Ambessa necesita algo mucho más poderoso para lograr recomponer su Estado.

Piltover es la cuna de la ciencia y la innovación, una ciudad desesperada por la aceptación contra las otras naciones de Runaterra. Si había un lugar que estaba tan angustiada por demostrar su valía hacia los demás naciones de Runaterra era Piltover. Con su moda evolucionista, ideas de separación de castas y apariencia de pureza, esta ciudad era tan manipulable como su pobre ética. Era una ciudad bañada de oro bajo problemas que Ambessa encontró sobresalientes. Está a punto de desatar una guerra porque no ha sabido manejar su política. Porque estaba abusando de un poder artificial.

Se lo dijo su hija aquel día en su oficina. No se veía contenta de tener a su madre presente. Mucho menos cuando Ambessa se atrevió a tocar a Elora. Siempre fue celosa de ella aunque nunca la reclamó. Lo que demostraba muy bien el punto de Ambessa hacia la debilidad de su hija: es buena navegando en la política pero mala para tomar decisiones hacia actos contundentes. Era débil y Ambessa ama a su familia como para haberla malcriado y mantenerla lejos de los males que ella misma tuvo que vivir. Mel era un diamante en bruto que Ambessa sabe que debe ser resquebrajado para poder obtener lo que de verdad vale la pena: su valía en la cadena alimenticia.

Por eso la envió a Piltover. Para que tome una decisión. O ayuda a su nación y a su madre, o lo pierde todo. El dinero sigue siendo el patrocinio de Noxus; aunque Mel se supo mover en los años en que ha estado en Piltover para hacer las inversiones correctas y amasar su propia fortuna, seguía estando en números rojos con su nación natal. La falta de nacionalismo y su pragmatismo la convertían en una estratega imparcial. Lo que le ayudaba a moldear las necesidades. Ambessa estaba en conflicto, empero.

”¿Armamento?” Le preguntó Mel mientras tomaba la mano de Elora y la alejaba de su madre.

”Para tenerla sin marca, eres muy posesiva con ella, hija” Ambessa alzó los brazos y se burló del gruñido alfa que soltó su descendiente “. No me distraigo, no me distraigo…, sólo lo comentaba… Recuerda por qué te envié aquí, a Piltover”.

”Lo hago” suspiró Mel “… La cuestión es que la idea de armamento no es atractiva para sus pensamientos científicos… Menos para Hextech”.

”¿Hextech?” Preguntó Ambessa interesada. Su hija no dijo eso sin querer, lo sabe perfectamente.

Fue a propósito.

Mel susurró un par de cosas a Elora y la dejó ir. Ambessa notó que su hija estiraba la mano un segundo antes de volver a dirigirse a ella. Estaba tratando de poner distancia con la mujer. Ambessa no estaba muy impresionada. Ambas eran débiles por los omegas de rico aroma. Notó que ella caminaba hacia su escritorio, donde una maqueta de Piltover se alzaba con unas zonas marcadas en las costas y centros. Algo se debía estar construyendo en esa área.

”Es una nueva tecnología” empezó Mel con una mirada seria “. Algo que revoluciona más allá de todo lo conocido… Canalizan magia para uso humano”.

Al escuchar la magia, Ambessa frunció el ceño. Sentía emoción recorrer su cuerpo ante el cosquilleo del llamado que eso produjo en ella. La magia… era algo poderoso. Algo con lo que no se debería jugar sin tener conocimiento de las consecuencias de sus actos. Algo seductor por todas las posibilidades. La oportunidad de poder hacerse con esa tecnología dejaba con emoción a Ambessa. Era algo que claramente la pondría en ventaja contra las rebeliones. Sería una guerra sencilla y Noxus se podría rendir para volver a instaurar el imperio.

Se acercó hacia donde su hija sacó algo de su cajón. Una piedra azulada llena de grietas que brillaba tenuemente. Algo que también notó Ambessa fue una especie de documento de una carta encriptada, una jeringa con la aguja rota y la zona de otra ciudad vecina marcada. Ambessa reconoce las piezas de un mapa estratégico, Piltover está teniendo problemas con Zaun, su ciudad simbiótica parasitaria.

”Si me lo dices es porque necesitas un consejo” reconoció Ambessa al tomar la piedra que su hija le extendió.

”Lamentablemente, lo necesito” dijo fríamente, Mel siempre era directa con Ambessa “. Piltover no podrá avanzar si no acaba con el ácaro que es la ciudad subterránea. Las inversiones están siendo muy sustanciosas hacia esta tecnología, pero si no…”

”Pero si no controlan esa ciudad, todo el teatro se vendrá abajo” terminó Ambessa reconociendo la situación. Mel estaba desesperada porque ninguna de las partes quiere diplomacia.

“Quieren ayudarlos.” Dijo Mel sin entusiasmo.

Ambessa alzó la ceja, en verdad sorprendida. Piltover no quiere ceder su privilegio, no es conocido por su filantropía. Zaun es una bomba a punto de explotar. Hextech es la moneda de cambio intermediaria. Claro, a menos que…

”No estarían preocupados si no fuera porque esa ciudad tiene algo con qué amenazarlos” reflexionó Ambessa jugando con la piedra moribunda.

”Una red de narcotráfico” dijo Mel “. Una misteriosa organización que creó Shimmer. Piltover no está preparada para una guerra con el crimen organizado”.

Ambessa sonrió. Mel estaba reconociendo la debilidad porque se deslinda de la nación, no porque se preocupe necesariamente por ella. Sin embargo, había algo en ella que dejaba en claro que necesitaba ganar esta ponencia. Necesitaba saber manejar esta situación. Sea la razón que sea que tenga su hija no es algo que se pueda pasar de largo. Tampoco le beneficia a Ambessa.

Le interesaba Hextech.

”¿Quién inventó esta cosa?” Preguntó Ambessa levantando la piedra azulina.

”Un par de científicos. Un Piltovano y un Zaunita. Beta y alfa” dijo Mel con una ceja levantada “. Jayce Talis y Viktor”.

”Ahí está tu respuesta, hija” suspiró Ambessa un poco condescendiente “. Una alianza de ese calibre debe ser destruida. Acabar con su unión y separarlos por sus propios intereses. Todo ser humano es y tiene deseos egoístas. Somos orgullosos por naturaleza. Cuando se debilite, simple, accede con el que sea más manipulable y logra el objetivo. Tienes el dinero, la inteligencia y la apariencia”.

”Pero, ¿armamento?” Insistió Mel sin estar convencida “. No creo que las armas sean una solución absoluta”.

”Por como están las cosas, ya están en la guerra, hija. No me habrías pedido un consejo si no fuera así. Si no tienen con qué contrarrestar lo que sea que los amenace, es mejor que olviden esa tecnología, entonces” explicó Ambessa con una mirada fría “. Tienes una misión, Mel…”.

Ella asintió, reconociendo que no estaban en la mejor posición. Piltover se puede ver muy afectada si no hace lo correcto con los recursos. Mel siempre intentaba mantener imparcialidad entre la diplomacia y la guerra. Sabe que cuando ninguna de las dos partes cede, era mejor dominar el tablero. Por más que lo intente negar, estaban llegando a esos extremos.

Ambessa levantó la mirada y vio nuevamente a Silco. El hombre sacó un puro robusto a medio fumar y un encendedor de gasolina recargable. Le dio calor al aro exterior y luego al centro entre tres caladas profundas hasta que una gran nube de humo hizo que su ojo infectado brille como un demonio saliendo de la cavernas del infierno.

“Negociar” declaró Ambessa “. Quiero negociar… Y obtener Hextech”.

”Así que ese es el nombre de esa cosa” reconoció Silco mientras veía que Sevika regresaba por un costado.

Ambessa y su guardaespaldas estaban rodeados. No hay esquina, pared o punto ciego descuidado por su gente. La mujer podrá estar curtida en la guerra, pero un millón de balas son imposibles de ignorar.

”¿Por qué lo quieres?” Preguntó Silco a Ambessa.

El silencioso juego comenzó a tomar forma. Amorfa, extraña y peligrosa.

”Mi nación está teniendo algunos problemas, un nuevo armamento me ayudará” explicó ambigua mente, hundiendo los hombros y sonriendo de lado “. Yo sé que necesitas apoyo para mejorar tus rutas de distribución y yo necesito que hagan armamento… Lo que propongo es una alianza”.

Ambessa sacó la piedra moribunda y se la lanzó a Silco. Quien la atrapó y la miró con sorpresa. La mujer estaba más que preparada para negociar. Pero nada le asegura su lealtad. El jugar con la manipulación para la creación de armamento no era de su mayor agradó. Él también sabe las consecuencias de cada acto qué se da sin premeditar.

”¿Forzosamente tiene que ser Hextech?” Preguntó Silco sin dejar de admirar la piedra resquebrajada.

”¿Por qué?” Ambessa levantó una ceja confundida.

”Singed, echa un vistazo” Silco dijo.

De la puerta entró un hombre alto y delgado. Tenía orejas y cola lycana lampiñas con manchas oscuras alrededor. Una de sus orejas estaba cortada y herida. Sus largas extremidades se estiran entre viejas ropas y un rostro espeluznante. Era calvo, ojos hundidos y escondía la mitad inferior de su rostro debajo de una tela oscura llena de manchas y ligeramente húmeda. Se acercó a Silco y tomó la piedra. La admiró por varios segundos. Ambessa entrecerró los ojos con incomodidad.

Ese hombre era todavía un misterio peor que Silco.

”Hay potencial aquí” dijo con su voz rasposa y tenebrosa “. Pero el Shimmer puede hacerle frente sencillamente”.

”Creí que tu droga era un simple estupefaciente” reconoció Ambessa “... ¿Qué hace exactamente?”

”Convierte el genoma Lycan en un arma” explicó Singed sin muchos detalles “. No hay nada más poderoso que un alfa en estado de supervivencia y potenciado para ser el soldado perfecto. Usted mejor que nadie comprende que la pasión de un soldado no equipara el fuego”.

Ambessa cambió de planes. Estos sujetos eran más peligrosos de lo que dejaban ver. Estaba caminando por hielo muy delgado.

Ella suspiró: ”¿Qué quieren?”

”Volvemos a hablar mi idioma” sonrió Silco al saber que volvió a ganar el territorio. Ambessa no sabe realmente del ambiente en el que se está metiendo “. Empecemos por algo sencillo, dime los nombres de esos creadores del Hextech y empezaremos a negociar”.

”Jayce Talis y Viktor” dijo Ambessa fácilmente “. ¿Los quieren? Se los puedo conseguir”.

”Oh, no, no, eso es muy sencillo, sospechoso y rápido” explicó Silco mientras extendía la mano a Singed para que le devuelva la piedra. No lo dejaría a solas con algo tan prometedor cuando su carta de manipulación para este hombre es su hija no muerta y muerta al mismo tiempo que tiene bajo amenaza.

Singed lo miró de reojo, sabiendo que eso era cierto. Que Silco compró su lealtad al tener secuestrada a su hija. Sólo la deja ir a ver cuando tiene avances en su experimentación a cambio de lotes mejorados de Shimmer. La droga era el resultado. Lo que le gustaba a Silco. El proceso y el avance era lo que necesitaba Singed para evolucionar. Adoraba el proceso y era interesante lo que ahora se estaba suscitando. Estaba seguro de que podría negociar algo con Ambessa. La mujer no quería dejarlo ver, pero su cola lycana delataba que estaba un poco desesperada.

”¿Entonces?” Preguntó Ambessa interesada.

”Recuerda, Ambessa, ¿eres el zorro o el lobo?” Silco expulsó una nube de humo y alzó su copa con licor “. Por mi parte, prefiero ser el cazador que aguarda después de haber puesto su trampilla para disparar a los dos”.

Ambessa sonrió y alzó su copa. El cristal chocó en un brindis. Aunque no fue algo unánime. Sin embargo, ni uno ni otro sabe quién está verdaderamente en desventaja. Una alianza tácita puede funcionar. Silco se encargará de obtener lo que necesita de Ambessa y asegurarse de que no se meta en los asuntos que tiene planeados para Zaun. Que ella haga lo que quiera con su nación, él tiene problemas con su negocio que debe afinar.

Zaun sería su ciudad y Piltover caerá.

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.

.

Mientras, en la lejanía, existe un lugar donde un árbol pudo crecer en medio de la toxicidad de Zaun. Grande y robusto. Su gran tronco se enreda con funestas ramas tan grandes como para sostener bases y departamentos construidos con metal y desperdicios. Luces coloridas decoran como lluvias de diamantes los follajes verdes, ricos y preciosos que se alzan con majestuosidad hacia los altos firmamentos. El aire no era completamente limpio, pero el árbol se encargaba de contrarrestar lo que la contaminación y el peligro puede hacer con los más desprevenidos de la ciudad minera.

Era la guarida de los Firelights.

Jayce miró hacia arriba. Siempre se sentía tan minúsculo cuando llegaba al pie de la fortaleza que Ekko y Powder habían hecho para hacer de Zaun un lugar un poco mejor. Porque ni Piltover ni la ciudad minera misma estaba interesada en ayudar de verdad. Siempre se lo dejó en claro Ekko a Jayce. Porque no sólo se necesitaba sobrevivir para que la esperanza nazca, se necesita una luz para que quieran vivir.

Niños corrían por las calles, felices, despreocupados de toda situación peligrosa. Jayce miró con ternura cómo se unían y sus ojos brillan de inocencia sin ser contaminada por todos los males que suceden allá afuera. Sin embargo, había algo más profundo en su cuerpo enfermo.

No se ha sentido bien en los últimos meses. Tres años han pasado desde que conoció a Viktor, pero ahora su situación es crítica. Volvieron a pelearse por problemas con…, bueno, trató de llevarlo a pelear por lo que sea porque sabe que no puede decirle la verdad. El consejo estaba negando muchas negociaciones por falta de explicaciones, y porque Viktor sospecha de Jayce. Sabe que algo le pasa. Jayce no está preparado para que sepa la verdad. No cuando la construcción de los Hexgates iba tan avanzada. No cuando hay una naciente guerra contra bandas de crimen y distribución de drogas. Donde hay un misterio que allana la estabilidad de todo lo que conoce. No cuando está tan enamorado de Viktor que sabe que si lo ve en ese instante, se rendirá y dirá toda la verdad. No cuando necesita escapar y buscar ayuda.

De hecho, por eso estaba en la guarida de los Firelights. Vio a Scar, un chirean de grandes orejas rosadas y personalidad agresiva. En un principio, no quería a Jayce en el lugar, por su ciudadanía Piltovana, es un hombre muy territorial. Jayce tuvo que ganarse su favor con dulces para su hija. La niña adora a Jayce y eso hizo que Scar lo acepte a regañadientes. Así que no hizo nada por detenerlo pero tampoco saludó a Jayce que subió hacia donde sabe que Ekko puede encontrarse.

Era un techado en una de las ramas más altas. Donde una gran mesa llena de herramientas y prototipos que se esparcen como el desastre colorido que era el joven inventor. Desde que lo conoció, Jayce supo que era un chico demasiado ambicioso, perspicaz y listo. Estaba orgulloso de ver que, a pesar de las circunstancias, estaba buscando una forma de hacer cosas por la gente que le importa. Si había alguien que podía enseñarle sobre la verdadera filantropía, es Ekko. Jayce sabe que quiere hacer el bien, ayudar a las personas; pero reconoce que tal vez está un poco cegado por la misma apariencia de Piltover.

Vander se lo dijo cuando fue esa tarde a The Last Drop, si necesita tomar una nueva perspectiva para recuperar su camino, era el refugio de los Firelights. Vander siempre le ha dado buenos consejos y ha sido protector con él. Jayce sabe que si lo que dice tiene un significado, es porque debe reconocer el proceso para llegar a su conclusión. Hubiera querido quedarse con el sabueso de Zaun, con su aroma de almizcle cálido que le hace pensar en sándalo, tabaco y petricor. Su omega siempre se sintió seguro en su compañía, como un guía cuando estaba perdido. Por eso, si le decía que debía ir y pedir ayuda a Ekko, lo haría.

”Jayce, es bueno verte” dijo el joven beta mientras salía detrás de una cortina en el fondo de la habitación.

”Hola, niño” saludó de regreso con media sonrisa “, ¿y Powder? Es raro verlos separados”.

”Fue por unos materiales para reparar una de las aerotablas del equipo” respondió con sencillez “. Las correcciones que nos diste para el sistema antigravitacional nos ayudaron a mejorar la cadencia, como habías mencionado. Así que estamos restaurando todos los modelos compatibles”.

Jayce admiraba la inteligencia de Ekko y Powder. Eran el claro ejemplo de que, en tiempos de paz, un científico debería pertenecer al mundo. Eran buenos chicos que no han pasado por buenos momentos; pero tampoco se han dejado ir por el espiral de la decadencia. Especialmente Powder.

Ignoró el dolor en su vientre y rogó para que nadie note su malestar. Esperaba que sus parches y supresores ayudasen a contrarrestar su aroma y sentido Omega. Hoy se sentía especialmente inquieto. Quería ir de regreso con Viktor y arreglar las cosas. Necesitaba verlo desesperadamente. No estaba mejorando, pero tampoco empeorando. Jayce decide que prefiere vivir con el dolor antes de que alguien se dé cuenta de su malestar. Especialmente Viktor.

”¿Y, a qué se debe tu visita?” Preguntó Ekko con las manos sobre la cadera. Sus orejas blancas levantadas y listas para escuchar.

”Necesito tu ayuda con esto” sacó una jeringa llena de Shimmer que Vander le consiguió.

”Mierda, esto no puede ser bueno” silbó Ekko.

”No…, y creo que se pondrá peor” respondió Jayce.

Su omega gruñó desesperado.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 13: XIII

Notes:

Aquí comienza el celo de Jayce, veamos cómo se desarrolla ;)

Chapter Text

La apariencia del árbol se desvanecía.

Jayce podía sentir cómo su garganta se contraía y suspira por necesidad. Había una sensación extraña que no sabía si catalogar como agradable o como incómoda. Como una bruma entre la vida y la muerte. Algo estaba calando profundamente dentro de su cuerpo. Era su omega inquieto. Desesperado por arreglar algo que sabe que no puede hacer. Que está incómodo por haberlo separado de los cabos sueltos, haberlo obligado a escapar como un cobarde. Sabiendo que sus instintos están pidiendo por algo mucho más profundo. Que lo está lastimando activamente, se está lastimando a sí mismo, casi masoquistamente. Como si disfrutara de hacer lo que hace. Aunque Jayce no lo soporta.

El dolor era demasiado fuerte. Las sensaciones se están poniendo a flor de piel, casi desatando algo que no sabe si será capaz de detener. Quería volver con Viktor. Era tan fuerte el sentimiento que quería llorar. Cuán patético tenía que ser como para querer soltar lágrimas por su mejor amigo. No importa cuán extraordinario le resulte cada detalle de Viktor, el cómo sus sentimientos se habían instalado a largo plazo hasta volverse en algo inefable. Jayce sabe que es gratuito soñar; pero tal vez se había dejado ir demasiado lejos. Había caído tan profundo por su amor.

Por eso, su género omega está furioso. Si pudiera separarse de Jayce , sabe que le habría mordido ya el cuello hasta asesinarlo. Especialmente por alejarlo de su alfa. Jayce sintió un escalofrío recorrerlo cuando el pensamiento lo invadió. Se sentía terrible por la excesiva posesividad que estaba naciendo en su interior por alguien que no le debe corresponder sus sentimientos. No se lo merece. No cuando había cometido errores, cuando prefirió proteger su identidad y fingió ser quien no es. Hasta el punto en que era tan doloroso como un puñal atravesando su esternón, el nudo en su garganta era denso e imposible de tragar. La dicotomía de cuánto desea proteger su identidad y cuánto desea salir corriendo, buscar a Viktor y decirle toda la verdad era más fuerte que él mismo. Aquello que es verdad y lo que lo desilusiona es vislumbrado por tantas expectativas.

Siempre son las apariencias, las expectativas. Jayce quiso anteponer todo eso. Quiso anteponer su sueño compartido. Porque son parte de un fenómeno inigualable con Viktor, ambos tienen el mismo propósito: desean cambiar el mundo. Quieren ayudar a las personas. Por eso nació Hextech. No puede perder la vista de ese horizonte. No cuando había tanto en juego por culpa de sus decisiones y las exigencias de las partes externas. Jayce quería que Viktor llegue lejos y el mundo vea cuán brillante es él. La estrella más lejana pero también la más preciosa de todas. Jayce siente, de todo corazón, la necesidad de hacer lo que sea para que Viktor pueda continuar con Hextech, para que vea que es digno de él.

No importa cuánto se esfuerce. No importa cuánto haga, sus propias mentiras evitarán que avance. Su corazón no es de acero. No pudo evitar sentir lo que siente. Viktor le había enseñado muchas maneras de encontrar la belleza en los más mínimos detalles. El engranaje que resguarda colgado de una cadena debajo de su camisa era la prueba viva de ello. Viktor era demasiado hermoso para él. Jayce sabe que no se lo merece, por eso lo alejó. Por eso buscó pelear de lo que sea, hacer la situación incómoda y que Viktor poco a poco sea quien marque los límites. Porque Jayce no es capaz de hacerlo. No puede evitar abrazarlo, no puede evitar buscarlo. Anhelar por su atención, sentir que había una razón más allá de su investigación para estar juntos. De alguna forma, romántica tal vez, la vida los puso juntos. Porque deben de estar juntos. No podía evitar sentir siempre en la punta de la lengua la necesidad de decirle toda la verdad y que Viktor lo tome y reclame.

Aún puede recordar su discusión con Viktor que lo hizo escapar de Piltover para refugiarse en lo profundo de la ciudad subterránea más temprano ese día. Ni siquiera quiso ir con su madre, su manada. Quería estar lejos y pensar en otra cosa. En algo que le ayude a ignorar lo solo que se siente. Él había causado esto. Era su culpa, al final, ¿no es así? Las decisiones tienen consecuencias. Sean agradables o no, son influencias en los actos venideros. Estás son sus consecuencias. Jayce abusó de las dosis de sus medicamentos porque pensó que era su omega el que estaba hablando. No fue así. Siempre fue él, Jayce Talis. Eran sus sentimientos manifestándose. Buscando una salida. Su omega era la conclusión de sus anhelos. Cuando se acercaba Viktor, su sistema se aceleraba, le daba fiebre, se sentía consumir. Deseaba un sólo beso, como una droga. Era tan doloroso, anhelando ver sus ojos fundidos de oro ante el más precioso sol. Era su omega reconociendo esas sensaciones y tratando de liberarse. Era Jayce Talis irremediablemente enamorado.

No tiene a nadie a quien contarle esto que le sucede. Nadie más allá de aparentemente cinco personas que saben que él es Omega. Nadie más, nadie menos. Ninguna de esas cinco personas pueden saber que había llevado al límite su cuerpo.

Especialmente ahora que encontró al alfa al que desea vincularse.

Si funciona su medicamento o no, Jayce no puede saberlo con certeza. No desde el incidente en el laboratorio después de la desastrosa presentación al decano Heimerdinger. Viktor estaba sospechando algo, le había preguntado directamente qué tomaba. Ni siquiera fue una insinuación o sobre algún aroma menos escueto. Viktor lo encaró con furia bien suprimida. No sabía si había preocupación o pura frustración en sus ojos. Jayce se sintió débil ante el aroma dominante alfa al que ya estaba acostumbrado en menor cantidad. El aroma del almizcle amargo y con notas de caramelo del que estaba completamente enamorado. Verse enfrentado y casi dominado por el mismo fue aterrador. Jayce había estado cerca varias veces de enseñar su cuello; pero ahora estaba con la cuestión de que Viktor quería descubrirlo.

Quería saber si estaba enfermo, claro. No directamente estaba asociando su malestar con su genoma Lycan. Sólo que Jayce sí se sentía enfermo por haber nacido Omega y tener que esconderlo. Tener que fingir todo en su vida y llegar a tales extremos para poder seguir adelante. Para dar con la imagen beneficiada de Piltover. Porque siguió indicaciones y cumple con las expectativas. Está acostumbrado a evadir esas ponencias, a tergiversar toda la realidad con tal de que alejen la atención de ese detalle en él. Viktor había caído en la misma mentira que todos los demás: es el beta perfecto. Por eso le había preguntado qué era lo consume.

Lo puso en la mesa del laboratorio. Una jeringa muy vieja y rota; pero la reconocía perfectamente. Era una de las jeringas que se utilizó aquella vez en Zaun. De todos los lugares a los que llegó a parar fue en las hermosas manos de Viktor. No se lo insinuó. Sus ojos vacíos de cariño lo sentenciaron.

”¿Qué es lo que tomas?” Le preguntó Viktor con el ceño fruncido esa mañana.

Jayce estaba demasiado cansado esa mañana, sentía que su mirada estaba tan pesada para poder apartarla; pero eso fue suficiente shock para ponerlo en alerta. La jeringa reposó de manera inocente contra la luz del amanecer en el gran laboratorio. Todo era un desastre: planos por todas partes, pizarras llenas de ecuaciones y diagramas del trabajo que estaban realizando. No sólo estaba la construcción de los Hexgates. Aunque sea el proyecto más grande hasta ahora, había muchas cosas y plazos a cumplir. Jayce y Viktor tenían un buen equipo de laboratoristas e ingenieros de buen nivel de posgrado que les estaban ayudando según sus propias investigaciones a los desarrollos; pero lo más pesado, los descubrimientos, siguen siendo cosa de Viktor y Jayce.

Por eso la jeringa llamaba tanto la atención. Discrepa de todo lo que hay alrededor. Jayce tomó la pequeña cosa entre sus manos, sintiendo un temblor recorrer su columna y agitar su cola lycana. Imágenes de aquel día en Zaun llegaron rápidamente a su mente, casi tan dolorosas como un golpe en el dedo pequeño del pie. Jayce se tomó el tiempo necesario para pensar en su respuesta. Viktor no se veía nada contento. Sus orejas erizadas sobre él, su cola rígida y el ligero gorgoteo detrás de su garganta. Su alfa estaba furioso. Podía oler un poco más su perfume que de costumbre.

”Yo tomo algunos multivitamínicos” explicó Jayce “. La hipotermia que sufrí de pequeño en ese accidente afectó mi sistema inmunológico a largo plazo. Es para evitar que me enferme”.

Era una mentira que había tenido preparada desde hace tiempo. Jayce había estado tan paranoico desde que decidieron que debía inducir su cuerpo al tratamiento de condicionamiento de besta artificial. Se había encargado de maquinar cada posible situación y pregunta para tener la mentira y excusa perfecta. Tomando en cuenta todo para que la coherencia no se caiga. Especialmente para personas con Viktor, tan intuitivas y con gran perspicacia; o como Vander en Zaun, que era demasiado sabio y afín a su género secundario. Por eso le sorprendió ver a Viktor fruncir el ceño y cruzarse de brazos.

”Inténtalo otra vez, Jayce. Está vez, sin mentirme” Viktor alzó la barbilla con molestia. Su cabello estaba cada vez más largo. No lo había cortado en tres años. Caían en caireles desordenados y tan hermosos.

Jayce apretó la mandíbula con fuerza. Podía sentir sus caninos haciendo una presión especialmente dolorosa en la mordida. Trató de controlar cada minúsculo detalle que delate su ansiedad. No movió las piernas, no tapó su rostro, no infló el pecho. Estaba en una encrucijada sin retorno. Estaba condenado. Claro que Viktor debió buscar alguna muestra, lo que sea, para saber qué contenía la jeringa vacía. Sea donde sea que la haya encontrado, no cabe duda que debió preocuparle o causarle curiosidad en todo caso. Su querido Viktor siempre buscará las respuestas más acertadas para todo.

”Si es por lo de la otra vez en la presentación con el profesor o Heimerdinger” comenzó Jayce tratando de sonar tranquilo “, de verdad, Viktor, no fue nada malo. Sólo me cayó pesada la comida y los nervios de ese día”.

La tensión había regresado a ellos después de que Jayce escapara del laboratorio. No fue por días al laboratorio y se encerró en su habitación en la mansión Kiramman sin tener la intención de ver a nadie. Sabía que eso podía aumentar las sospechas; pero en ese momento todo lo que quería hacer Jayce era alejarse del mundo entero. No tener que rendir cuentas a nadie, lamerse las heridas solo y tratar de controlarse. Fueron días tormentosos donde sólo se levantaba a consumir sus medicamentos, y pasar horas dormido sin tener materiales de anidación más allá de la sábana y almohada de su cama.

No permitió que Caitlyn entrara a verlo. Nunca le ha dejado entrar a su habitación. Incluso se atrevió a retar a Cassandra para pedirle un poco de tiempo. La había convencido que no era nada más que un simple bloqueo creativo en sus proyectos, una necesidad vanidosa. Se aseguró en dejarle lecturas hormonales cada mañana para que le permita recurrir a la autocompasión y esconderse hasta considerar propio volver a la realidad. Volver al laboratorio fue tan incómodo como imaginó. Viktor lo saludó con el ceño tranquilo, casi indiferente.

Su actuación de naturalidad fue más dolorosa que algún enfado. Porque el que Viktor se enojara con él, y que se lo demuestre, dejaría en claro que siente algo por Jayce. Algo que vale la pena expresar. Su mentira escaló y escaló hasta que Viktor simplemente se rompió. Jayce sabe que estaba en el borde, donde todo estaba por sentado y la sentencia concretada. Él había provocado todo esto, aun así. La sensación de soledad fue mucho más fuerte que nunca. Sintiendo que no tenía valor mayor. Que sus mentiras son todo lo que tiene. No tiene nada más, no puede ser nada para Viktor cuando lo había molestado transgrediendo su amistad. Jayce adora con todo su corazón su amistad con Viktor, era una de las pocas cosas reales que tiene.

Probablemente la que más amaba en todo el universo. Porque Viktor era tan hermoso a sus ojos.

”¿Por qué insistes en mentirme, Jayce?” Preguntó Viktor con furia en lágrimas suprimidas en sus ojos.

Oh, eso rompía el corazón de Jayce. Una presión en su pecho sofocó su respiración. Estaba pasmado. Agradecía estar sentado, porque no se sentía con la fuerza de poder levantarse. No quería, de verdad no quería mentirle a Viktor. Su trabajo, sus sentimientos eran reales. Demasiado que incluso sobrepasan el propio cuerpo de Jayce. Ver la vulnerabilidad de Viktor fue tan contundente como un cuchillo atravesando su pecho y desgarrando cada capa de carne y fantasía que le queda restante. A la luz del crepúsculo, la figura de Viktor se manifestaba tan etérea que Jayce sentía que era un ser celestial. De otro universo. Con un halo de oro circundando su gracia con una estela cálida de volutas de polvo revoloteando como runas alrededor.

”Yo no…” Jayce tartamudeó, completamente desolado “. Yo no insisto, Viktor”.

Intentó alejarse pero Viktor tomó su mano y su sistema entró en cortocircuito. La mano de Viktor, grande y suave, entrelazó sus dedos con los suyos. Había un ligero temblor que dejaba en claro el universal dolor que debe provocarle a Viktor ser tratado de esta forma. La culpa sólo aumentó en Jayce; por intentar protegerse a sí mismo, le estaba haciendo daño a la persona que ama. Siempre por su culpa las personas que ama salen heridas. Su madre, sus amigos en Zaun, ahora Viktor.

Devolvió el apretón y sólo así se dio cuenta de que Viktor estaba en su espacio personal. Su aroma era denso. Donde las notas de amarga furia y resignación convergen con la maravillosa galaxia de matices amargos y dulzones que suponen su almizcle. Tan embriagante que podía sentir un gorgoteo en la parte trasera de su garganta. Anhela ronronear para llamar la atención del alfa sobre él. Para que vea que está disponible y que lo anhela como su compañero. La otra mano se puso en su mejilla, el pulgar de Viktor acarició con una dulzura tan dolorosa que los ojos de Jayce picaron de lágrimas reprimidas. Un nudo en su garganta se formó con un peso como plomo en el agua. No era digno.

No era digno de ningún tipo de compasión.

No merece la felicidad. No cuando hacía tanto daño por su egoísmo.

No era un beta orgulloso. Era un omega roto y solo.

No merece amor. No cuando Viktor siempre fue honesto con él.

”Por favor, Jayce” susurró Viktor con paciencia “. Me preguntaste si confiaba en ti, siempre lo he hecho… Confío en tu inteligencia, en tu sueño de Hextech, en tus decisiones… Por favor, confía en mí y dime qué sucede… Qué tienes…”

¿No era eso irónico y doloroso? Jayce sintió sus ojos ceder a las lágrimas y un ligero sollozo escapó de sus labios apretados. El tacto delicado de Viktor era tan amoroso y eso dolía. Porque Jayce comprendió que le pidió muchas cosas a un alma tan buena como Viktor. Le pidió que no lo deje solo y se encargó de alejarlo con sus mentiras. Le pidió confianza pero Jayce no es sincero con su identidad. Esperaba que no se decepcionara de él y estaba logrando exactamente lo contrario. Había llegado a su límite y estos eran los resultados de sus errores. Seguir hilando mentiras y no poder encontrar una salida.

”No tengo nada, sólo es el estrés” peleó Jayce de forma obstinada.

Intentando empujar más allá de los límites a sus mentiras.

El ligero rugido de Viktor lo dejaba en claro “¿Por qué tienes permiso de preocuparte por mí y yo no puedo hacerlo por ti? Si nuestra amistad no te importa, hazlo por la integridad de Hextech”.

”Viktor, por supuesto que me importa nuestra amistad” es todo lo que más adoro, pensó Jayce después.

Sin embargo, su amigo soltó un gruñido con una reverberación gutural que dejaba en claro que estaba por dejar salir su voz alfa. Jayce sintió pavor. Era débil a las voces de comando, como cualquier omega. Si Viktor lo obligaba a hablar en este estado tan vulnerable, sabe que será capaz de dejar ir todo. Su medicación, su condicionamiento psicológico, la inversión de Cassandra Kiramman, todo, se iría al caño.

Su amigo se alejó, la estela de su tacto dejó una sensación tan cálida que el frío contiguo fue aterrador.

”No, no te importa” murmuró con furia “, no hay afecto que nos una, al parecer. Porque no eres capaz de renunciar a lo que sea que importe más y me digas qué tienes, si hay alguna forma en que pueda ayudarte…, y eso es porque no confías en mí”.

”Viktor, no digas eso…”

”Entonces, ¿qué es, Jayce?” Exigió Viktor con furia absoluta “. Si Hextech es lo único que nos puede unir, que así sea… Pero ya no me pidas que confíe en ti como mi amigo…”.

Jayce sintió su corazón romperse. Se abrazó a sí mismo, instintivamente. Tratando de encontrar consuelo. Su omega se removió. Se sintió rechazado por el alfa que desea, puede sentirlo. Algo estaba afectando todo su sistema. Todo se estaba terminando cuando ni siquiera pudo comenzar.

”Nunca pedí nada de esto…” susurró con molestia Jayce y se levantó “. Sé que te he exigido demasiado, Viktor; pero, créeme, no puedo decírtelo. No me pidas que te lo diga”.

”Por una vez, no seas cobarde” rugió Viktor sin compasión “. Deja de lamer tus heridas y dímelo a la cara. No te refugies en la autocompasión. Créeme, no funciona, lo intenté una vez pero nada de eso curó mi cuerpo… Si algo te pasa, Jayce, dímelo. Ahora”.

”… No” murmuró Jayce con los ojos empapados de lágrimas.

Viktor no cambió su semblante, no parecía sorprendido de su rebeldía. Viktor piensa que es un beta al que sus hormonas no le afectan. Para Viktor no era más que un Piltovano cobarde. Alguien que, a pesar de todo el daño que ha provocado, sigue buscando ayudar.

”… Ya veo…” dijo Viktor con los ojos brillosos “. Eres como todos los demás betas privilegiados. Un hipócrita tan focalizado en tus prioridades que nunca fui lo suficientemente importante para que confíes en mí”.

Jayce no mordió su lengua, pasmado y dolorido, refutó: ”Y tú ahora estás actuando como un alfa orgulloso porque tu voz de comando no funcionó conmigo”.

”Oh, no empieces a-…” Viktor se detuvo con sorpresa “… Espera un minuto… ¿Có-cómo supiste que usé mi voz de comando?”.

Mierda. Pensó Jayce con la cara pálida.

Los betas de gen dominante no suelen percibir los instintos de los alfas. Cosas como las voces de comando no se escuchan diferentes a una voz subida de tono. No pueden percibir las reverberaciones guturales detrás de las cacofonías. Sólo los Omegas y los alfas pueden detectar algo tan arraigado como eso.

Se tenía que ir de ahí. Jayce sintió su pecho subir y bajar erráticamente con la respiración entrecortada. Casi desesperado. No esperó a nada ni nadie y salió corriendo del laboratorio. Agarró vuelo y atravesó con fuerza los pasillos. Sin voltear atrás. Sin saber si Viktor le gritó para detenerlo, si intentó seguirlo.

Jayce sólo salió corriendo. Completamente asustado. Era lo mejor que podía hacer, lo que siempre hace: huir. Aceleró el paso hasta que el plano a su alrededor no fueron más que líneas disruptivas de color que pasaban volando por su periferia. Se tenía que ir de ahí, de Piltover. Lo único que llegó a su mente fue ir a Zaun. Tan lejos como sea posible de la presión que comenzó a consumirlo. Todo se había derrumbado.

No puede seguir con toda esta farsa. Cada mentira, cada responsabilidad llegan a él en forma de recuerdos. La voz de la doctora Cherie viéndolo como un sujeto de pruebas. La voz de Cassandra Kiramman sentenciando su futuro y esperando todo lo perfecto en alguien roto como él. La voz de los inversionistas, presionando a ceder y a hacer más. La voz de los concejales juzgando su trabajo y su uso con los fondos de Hextech. La voz de su madre, lejana porque no puede verla. La voz de Caitlyn que le pide ir de caza. La voz de Violet para que lo acompañe a beber. La voz de Powder y Ekko para que los ayude con sus proyectos. La voz de Vander para que lo acompañe a pasear. La voz de Viktor pidiéndole que también confíe en él…

Todo había sido suficiente.

”Jayce, amigo, ¿de verdad estás bien?” La voz de Ekko lo devolvió a la realidad.

Agitó ligeramente su cabeza y miró al frente. El chico en overol tenía un gesto que no dejaba duda que estaba preocupado. Cierto. Jayce había ido con Ekko para poder hablar del Shimmer. Para alejar su mente de la pelea con Viktor. Era algo que tenía que hacer, que ayudaría y que estaba lejos de Hextech. Cuán cobarde se siente por querer disfrazarlo como eso cuando todo se había ido en picada. El malestar físico sólo refleja su estado mental. No se siente bien.

”Sí, lo siento” suspiró y sonrió con los labios apretados “. Han sido días algo pesados”.

No era una mentira del todo.

”Bien…” Ekko no lucía del todo convencido, pero tampoco parecía interesado en indagar más allá de lo necesario “. ¿Qué quieres saber de esto?”

”Trabajas con compuestos orgánicos, me gustaría que me ayudes a comprender qué componente hace que el Shimmer se vuelva adictivo” .

Ekko jugó con la jeringa entre sus dedos. Lo llevó al área donde una serie de microscopios y maquinaria algo rudimentaria. Mucha de ella Jayce la había conseguido cuando en la academia iban a desecharla. Ahora le servía a mentes como Ekko y Powder. Los habían hecho completamente suyos. Tenían decoraciones con colores fluorescentes rosas y azules. La serie de luces y la madera daban un ambiente casi fantástico en medio de la ciencia misma.

”Tendríamos que descomponer la sustancia” explicó Ekko mientras tomaba un par de guantes plásticos y un cristal peltre.

”Sí, me gustaría que me ayudaras a encontrar el compuesto principal del estimulante” explicó Jayce mientras veía a Ekko trabajar con bastante práctica “. Si logramos comprender cuál es el detonante, también saber hacia donde dirigirse”.

”¿Cómo funciona eso?” Preguntó Ekko con genuino interés.

Acomodó el cristal en la bandeja del microscopio y lo encendió. Comenzó a acomodar la altura y distancia para poder comenzar a ver la composición principal de la droga. Sabe que Ekko y Powder han estado comenzando rondas de vigilancia por Zaun para ayudar a personas que se estaban volviendo demasiado adictas a la droga. El Shimmer no sólo estaba afectando de forma violenta sino de la forma en que las personas más vulnerables, sobre todo los niños, pagaban esas consecuencias. Zaun es un lugar turbulento, peligroso, pero acciones como las de los Firelights, sus amigos en The Last Drop, Viktor, son lo que le recuerdan a Jayce por qué quería ayudar a esta ciudad. Porque aún tiene un brillo que vale la pena por el cual luchar.

”Tengo la teoría de que si logramos comprender la composición de cada variante de Shimmer que circula por las calles, sabremos a qué público y con qué objetivo se dirige” explica Jayce jugando con una pipeta “. Así, es ir buscando los canales de distribución y reconstruir el mapa según esos resultados. Eso nos ayudará a llegar hasta el origen de la distribución”.

Ekko miró con sorpresa Jayce “Honestamente, no suena mal… Pero demasiado como la novia de Vi”.

Jayce rio un poco “Esa es por la parte de la gente, mi lado científico se muere de curiosidad por comprender cómo funciona la droga. Quiero saber por qué el Shimmer está formulado de esa forma”.

”Eso suena más como tú” rio Ekko mientras tomaba unas imágenes de la primera visualización del Shimmer “. ¿Cuántas variantes de Shimmer hay?”

”Hasta ahora, sé de cuatro variantes” explicó Jayce recordando lo que en The Last Drop ha podido conseguir de información “. Vander consiguió esa jeringa de Huck. Lo tuvo que detener antes de caer en un coma por sobredosis”.

Ekko silbó largo “Sí, esto es una mierda”.

El joven beta asintió. Jayce conoce al chico. Lo ha visto crecer. Él y Powder eran capaces de hacer muchas cosas y la fascinación herbolaria que tiene Ekko podría ser la respuesta que necesita para comprender mejor el por qué del Shimmer. Saber sus ingredientes es inverosímil si no tiene idea de cómo es que serán utilizados. Ekko y Powder han sido capaces de hacer combustibles a partir de desechos. Comprender la química en componentes tan complejos no debería ser un tema nuevo para ellos. A diferencia de Jayce, quien no temía admitir cuando estaba en desventaja intelectual. Prefería quedarse callado y aprender en base a lo que escucha y le rodea. Algunos podrían pensar que es manipulativo, pero Jayce lo considera como adaptabilidad. Estaba aprendiendo de su entorno para saber actuar en consecuencia.

La distribución de Shimmer era mucho más complicada de lo que imaginó en un inicio. La forma de dispersión se basaba en lugares alternados y con personas específicas. Casi todo sin rostro memorable. Ese era su encanto. Porque se estaba convirtiendo en una amenaza latente y por el momento se encarga de infectar a Zaun. Sin embargo, Jayce no duda de que el plan es llegar hasta Piltover y convertirlo en una advertencia directa. Algo imposible de ignorar porque afecta la apariencia de la ciudad.

Sea quien sea que esté detrás de todo esto, conoce bien la importancia que Piltover le da a las expectativas. Ni siquiera Hextech será suficiente contra el Shimmer cuando llegue a ese punto. Porque el Shimmer está comenzando a estar entre flujo de gente, está afectando ya a los más vulnerables. Hextech está siendo tan controlado por las inversiones y el Consejo que sigue siendo algo demasiado lejano para la mano de uso común. Jayce sentía que debía darse prisa con el apoyo de infraestructura para dar esa apertura y defenderse.

Si lograban hacer entrar las herramientas Hextech e implementar todos sus conocimientos en apoyos reales a Zaun, podrán retomar ventaja en la balanza. Tal vez no qué la gente crea en Piltover, Jayce no quiere eso cuando esa misma ciudad le ha dado la espalda a su genoma Omega. Sin embargo, espera que Hextech les dé esperanza a la gente, les dé la motivación para salir adelante y progresar en serio.

Jayce sabe que prometió un parlamento con la ciudad, pero los inversores, cegados por la idea de poder, no tienen idea de hasta cuándo podrán tener esa apertura. En eso tiene ventaja y poder seguir protegiendo la identidad intelectual de su proyecto. Tanto por Viktor como por él mismo.

Ceder el nombre de algo tan importante no entraba en discusión. Por ahora, Jayce y Viktor siguen siendo dueños absolutos de Hextech. Había logrado inversiones a partir de convenios y subcontrataciones para poder obtener el capital sin perder los derechos de la propiedad. Jayce no duda que, tarde o temprano, uno de esos inversores tendrá algo que necesiten tanto, pero a cambio tendrán que ceder y dar un porcentaje de Hextech.

Cassandra le había enseñado todo eso. Sin embargo, una cosa era la teoría y otra la práctica. Era mucho más complicado de lo que imaginó. Jayce estaba luchando tanto como sea posible para que Hextech siga siendo sólo de Viktor y de él. Noches y días enteros de discusiones, calculaciones y negociaciones para poder obtener el dinero suficiente para desarrollar cada uno de sus proyectos, cada uno de sus prototipos y planos, cada piedra qué labra su sueño. Jayce estaba desesperado, pero motivado a resguardar Hextech a como dé lugar. Soportando tratos despectivos por casa de segunda cámara. Aguantando propuestas ineptas y tergiversadas del uso de su tecnología. Tratando de ceder y cumplir con las expectativas. Seguirá haciéndolo, no importa qué.

Es un sueño que nadie más podrá comprender como ellos lo hacen. Sólo Viktor y él lo pueden llevar tan lejos como las posibilidades sean risibles.

De repente, un pequeño cuerpo chocó contra su torso, sacándolo de sus pensamientos. Miró hacia abajo y una sonrisa se formó en su rostro. Se trataba de la pequeña Isha. Una niña cachorro que Powder rescató en el ataque de la minería donde aquella bestia mató a treinta ejecutores. Sus grandes ojos anaranjados lo miraron con una gran sonrisa de labios apretados. Su cabello castaño alborotado, su oreja derecha levantada y la izquierda caída Lycan eran una absoluta delicia, su cola esponjosa, y su casco de minero que le quedaba demasiado grande siempre hacían que un extraño instinto maternal naciera en Jayce. Adoraba mimar a la niña desde que llegó a la manada de Vander.

Así que no pudo evitar quitarle el casco para acariciar su cabeza. Isha sonrió complacida.

”Oye, ese abrazo debía ser mío” la voz de Powder llamó la atención de los dos hombres presentes.

Ella entró por un costado. Con una caja llena de suministros y materiales de segunda mano. Sus orejas se agitaron con alegría mientras dejaba su pesada carga sobre la gran mesa de madera. Se acercó a Ekko y le dio un suave beso en la mejilla. El chico sonrió rodando los ojos y la jaló de la mano para darle un beso fugaz en los labios. Tan contundente como amoroso. Eran una pareja bastante curiosa pero adorable.

Miró hacia la pequeña niña. Había ganado un poco de peso y color en su piel. Powder la encontró detrás de un contenedor, en medio del disturbio. Ella había estado sobrevolando con la tabla antigravitacional y esquivó los balazos que volaban mientras la bestia rugía cuando la encontró. La pequeña infante estaba abrazando un cadáver de quien debió ser su madre. La mujer no estaba en la manifestación, fue una víctima inocente de los acontecimientos. Sin embargo, también fue una adicta, por lo que vio Powder en las venas violetas en la mujer omega Lycan muerta.

Powder no dudó y ayudó a la niña. La llevó al refugio en el árbol de los Firelights y de manera inconsciente, Powder la estaba uniendo a la manada. Como Caitlyn hizo con Jayce. La cuidó y curó, tratando de darle un hogar. La niña tenía fuertes traumatismos y laceraciones en la garganta que explicaban su falta de voz. Le habían extirpado las cuerdas. Sólo era capaz de comunicarse son silbidos y gruñidos de su aún dormido segundo género. Ekko le estaba enseñando lenguaje de señas para ampliar sus posibilidades.

Cuando Jayce la conoció, en una de sus visitas a The Last Drop, la niña encontró algo en él que la hizo aceptarlo. Jayce también pudo sentirlo. Se sintió débil por Isha en el instante en que la conoció. Era un extraño llamado maternal que su demacrado omega estaba exigiendo. Todo el tema de su medicación atrofiada y su abuso de las mismas drogas también llevaba a que lo que un omega siente se intensifique. Porque los medicamentos no están pensados para Omegas, sino para alfas. Jayce leyó un poco y comprendió que estaba entrando en una edad de bonanza fértil. Su omega estaría sintiendo nostalgia por una manada propia. Cachorros sin aroma de omega marcándolos eran llamativos para los omegas de gen dominante como él.

Tenía que controlarse. Aún así, no pudo retenerlo, quería sentir esa protección cuando la da. Así que cargó a Isha. Siempre que lo veía, ella pedía estar en sus brazos. La manada de Vander no tiene un omega. Violet y él son alfas, aunque marcan con su aroma, no era tan duradero. Powder, Ekko y Benzo son betas, su aroma es tan mínimo. No marca, sólo existe. Caitlyn lo intentaba marcar de manera inconsciente al darle de su ropa y era inútil. A las pocas horas perdía su olor. Los supresores y parches anularon el aroma de Jayce, pero el instinto de un cachorro no falla. Busca un Omega para protegerse.

Algo de eso debe encontrar Isha en él como para que lo busque con tanta vehemencia. Porque lo abrazaba con fuerza y se escondía en su pecho en busca de algo por horas y horas. Lo que sea, pero la relajaba. Jayce la cargó fácilmente y la dejó estar. Isha escondió su rostro en su pecho. Restregó su piel contra su ropa y su cola lycana se agitó. Jayce pudo sentir algo reverberar en su pecho.

En ese instante, todo se rompió.

Ignoró el vértigo que le atacó. De repente, todo el lugar se volvió mucho más caluroso, más pequeño. Podía sentir los torrentes dentro de su sistema dilatarse y hervir bajo la sensación amarga de un malestar. Jayce apretó un poco su agarre en la pequeña cachorro. Estaba sintiendo cómo las náuseas estaban regresando, un malestar que no podía comparar con nada que haya sentido antes. Su garganta se contrajo, sintiéndola seca y su visión comenzaba a nublarse. Todos los aromas se intensificaron a niveles desconocidos. Algo que iba más allá de lo imaginado. Algo que no es normal.

Esto no estaba bien.

Podía ver el aroma. Literalmente. Como un aura alrededor de sus amigos. Donde transmutaban como la energía de algo que nunca antes vio en un plano intangible azulado, rodeado de bordes blancos delicados. La esencia de Ekko era de color verde, estaba aumentando en densidad mientras se alejaba del microscopio. Por otro lado, la de Powder, de color rosado, era revoltoso e inconsistente. El de Isha era de color anaranjado, intentado mezclarse con él. Jayce sentía algo rasguñar su interior. Rogando por salir. La forma en que todo perdía la materia y color era tan extraña como un sueño febril.

”¿Jayce?” Llamó Ekko con preocupación “. Olvídalo, amigo, no estás bien”.

”Oh, por-” exclamó Powder con consternación “. Tu boca está sangrando”.

Jayce jadeó asustado y se dio cuenta de que el aroma y sabor ferroso de la sangre no era parte de su imaginación. Bajó a Isha, alejándose como si su toque quemara como el fuego de la forja, dando algunos pasos hacia atrás. Pasó los dedos de su mano derecha y tembló al ver el líquido carmesí correr con saliva entre algo, no puede ver como tal sus dedos o todo, en general. El dolor y la comezón atacaron de repente, como un rayo. Gimió bajo, al sentir un calambre a través de sus encías. Un dolor punzante demasiado fuerte para ignorar. Se concentraba donde estaban sus caninos, afectando toda su mandíbula al punto en que tuvo que abrir la boca por estar apretando con tanta fuerza.

Al menos ese dolor le ayudó a salir de ese extraño plano nebuloso. Su vista volvió a la normalidad.

La sangre corrió de su boca y chorreó por su barbilla. Los aromas se sintieron mucho más potentes ahora que podía saborearlos. Cada mínimo detalle de los almizcles, Jayce podía reconocerlos con una soltura aterradora. Podía saber lo que sienten. Un aullido doloroso salió del fondo de su garganta. No era su voz, Jayce estaba seguro de que esa no era su voz.

Su pecho se infló y las palpitaciones aumentaron. El dolor en su cabeza fue tan fuerte que perdió el equilibrio y cayó de bruces al suelo. Su vista estaba desenfocada. Los sonidos se volvieron demasiado fuertes, cada deslizamiento, cada respiración, cada murmullo es capaz de escucharlos como si lo hubieran puesto junto a las fuentes del sonido. Eran demasiadas voces como para poder controlarse. Estaban asentando el malestar en lo más profundo de su ser.

Llegó una sensación que hacía mucho que no recordaba sentir. Que tiene prohibido sentir.

”Jayce, calma” escuchó a Powder hablarle con algo de desconcierto “. ¿Qué tienes, qué es lo que sientes?”

Se sentía en peligro. Necesitaba un alfa. Necesitaba un nido. Estaba por entrar en celo. Sin embargo, había algo que estaba yendo mucho más lejos de lo que puede imaginar. El dolor en la parte baja de su cuerpo era atronador. Como si apretaran hasta querer romperlo en miles de pedazos. Sentía como si sus huesos estuvieran encajándose en sus músculos. Una sensación de vacío lo llenó. Sollozó asustado. Su género primario había perdido el control y su omega tomó el mando. Podía sentir cómo todos sus sentidos se agudizan y perdía el control de sus capacidades. Lágrimas corrieron de sus ojos, la fiebre aumentó con fuerza.

Aquel extraño plano nebuloso volvió a aparecer.

”Ekko, ¿sabes qué está pasando?” Alcanzó a discernir la voz de Powder preguntar.

”No…, no tengo ni idea” Ekko tomó la esencia Isha y la alejó de Jayce.

Un gruñido salió de sus dientes apretados. Dejando ver la desagradable imagen de sus caninos creciendo entre un mar de baba y sangre. Su labio se estiró y el ruido gutural demostró la molestia de sentir que alejaban un cachorro desprotegido de él. Jayce podía cuidarla, tenía que protegerla. Su manada estará bien una vez la marque.

”Wow, no sabía que los betas pueden gruñir así” murmuró Ekko con cautela.

”Es porque no pueden hacerlo…” dijo Powder con voz temblorosa.

El plano volvió a la normalidad y vio a Ekko protegiendo a Isha. Un dolor se asentó en su pecho al pensar que lo consideran peligroso para la cachorro. Powder, por su lado, tenía una expresión complicada. No estaba seguro por su apariencia, pero su aroma le indicaba que se sentía preocupada. Eso era mucho peor. No cabía duda de que todo su gran teatro había caído.

Powder miró a Jayce con resolución. Ella se acercó lentamente. Con los brazos extendidos, dejando en claro que ella no le haría daño. Jayce inhaló profundamente, podía sentir un almizcle mucho más allá de su aroma beta que le hace recordar una fusión de frutos del bosque y metal. Encima de ello, estaba un aroma de tabaco y petricor, fuerte y picante. Es el aroma de un alfa. Jayce gimió necesitado. Cuando Powder estuvo cerca de él, Jayce sollozó y gruñó. La tomó en un abrazo y la olisqueó, con la necedad de protegerla.

Su aroma se desató. Podía sentir el aceite supurar de su inflamada glándula a través de su parche. La necesidad de vincular a la beta en su manada fue poderosa. Jayce lloró y enterró su nariz en el cabello azulado de Powder, sosteniéndola en un fuerte abrazo. Sus gruñidos y temblores bajaron un instante. Sin embargo, Jayce necesitaba más.

”Alfa…” lloró en voz baja.

”¿Necesitas un alfa?” Preguntó Powder, no con represalias, sino con paciencia.

Jayce lloró y asintió. Sentía la fiebre aumentar por todo su cuerpo. Alfa, necesitaba a Viktor.

”Powder, ¿sabes lo que le pasa?” Preguntó Ekko consternado.

”No estoy segura, pero Jayce no está seguro aquí… Llama a Scar y pídele que nos ayude a llevarlo con Vander” fue lo que dijo Powder con ojos decididos “. Creo que él sabrá cómo ayudarlo”.

Ekko asintió y salió corriendo del laboratorio. Isha, en cambio, se acercó a Powder y Jayce. Habían caído de rodillas ante la falta de fuerzas en Jayce para mantenerse erguido. El dolor y el vacío eran demasiado fuertes como para soportarlos solo. Al ver a la pequeña cachorro, le abrió espacio en el abrazo y se dispuso a llenarla con su aroma. Isha se acurrucó con entusiasmo al sentir la presencias libre de un Omega que la puede proteger. Se dejó ir por esa fugaz satisfacción y cerró los ojos, gorgoteando para las betas.

Cuando menos se dio cuenta, Jayce fue separado de Powder e Isha, haciendo que suelte un gruñido y aullido de molestia. Scar, completamente ajeno a los efectos lycans, lo miró con desconcierto. Jayce se retorcía en sus brazos, necesitaba escapar de ahí, le enseñó los caninos ensangretados. Ese aroma no era bienvenido para su omega.

”¿Por qué huele como una pastelería?” Preguntó Scar con desconcierto, tratando de mantener retenido a Jayce.

No estaba siendo un trabajo sencillo cuando a un Omega lo han alejado de su manda potencial. Jayce estaba gruñendo y arañando los brazos y cualquier pedazo de piel de alcanzara en su rango de Scar.

”Es lo que vamos a averiguar” dijo Powder mientras se ponía al lado de Jayce para que pueda olerla aún. Eso lo tranquilizó un poco y se dejó cargar.

Así, Jayce fue llevado lejos de ahí. No sabe cuánto tiempo pasó, pero de repente, el aroma a petricor y tabaco llenó sus fosas nasales. La fuente de ese aroma estaba ahí, cerca de sus dedos temblorosos y la punta sangrante de su lengua. Gimió desesperado y se separó del pecho de Scar para mirar la frente y buscar la fuente de ese aroma alfa. Vander estaba ahí, en la puerta trasera de The Last Drop. Con su gran altura y dejando salir a propósito su aroma. Para que pueda apreciarlo y reclamarlo. Jayce quiere sumergir se en él. Saborear cada mota de ese perfume. Lo llamó y pidió por sus brazos. Su omega inquieto no podía dejarle tener fuerzas y menos algo de autonomía.

Sin embargo, Vander no lo rechazó. Lo tomó en sus grandes y fuertes brazos. Jayce gimió extasiado y escondió sus rostro en el fuerte cuello del alfa, dejando salir su aroma con entusiasmo al estar en la fuente de un almizcle así. Tan penetrante y embriagador. Llenando de escalofríos su cuerpo con una delicia inigualable. Marcando como suyo, se restregó y sollozó en busca de más contacto. Sintió cómo Vander lo apretaba fuertemente en sus brazos. Con una sensación de protección y comprensión que iba más allá de su imaginación limitada en ese instante.

Pero no era suficiente. No era Viktor.

”Tenemos que llevarlo lejos de aquí, hay muchos alfas cerca” dijo Vander con su voz de comando. Jayce sollozó contra su piel.

”¿Sabes lo que le pasa?” Escuchó preguntar a Powder.

Un ligero gruñido tronó en lo profundo del pecho de Vander. Jayce sollozó por culpa del dolor de vacío en su bajo vientre.

”Ve por Vi, necesito que me ayude a cubrir el área hasta que baje la preliminar de Jayce y llevarlo a un lugar seguro, pero no la dejes entrar” indicó Vander “. Su celo está por desatarse”.

Jayce sentía el dolor del vacío aumentar al grado de sentir cómo su consciencia poco a poco se desvanece.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 14: XIV

Chapter Text

La apariencia de la habitación era difusa.

Su cuerpo se sentía terriblemente pesado y el calor era abrumador. Su boca se sentía pastosa. Todo eso le recordó cuán vivo está. En un lugar pequeño y desconocido. Puede percibir sus detalles entre la penumbra de ir recobrando la conciencia. Parpadea varias veces, su cuerpo pesaba como plomo en agua. Sus ojos se volvían a cerrar en el intenso cansancio. Era un juego de tira y afloja que no podía permitir su mente definir concretamente. Era… aterrador. Ahora más que nunca se sentía solo, ¿es que sería posible sentirse aún peor de lo que lo hacía en ese instante?

No quería saber la respuesta.

Un ardor en el cuello fue lo que lo despertó por completo.

Jayce no estaba seguro de dónde estaba. No podía recordar con mucha premura qué era lo que había pasado. En un momento estaba hablando con Ekko para poder conseguir la composición del shimmer, luego llegó la pequeña Isha, pidiendo los brazos de Jayce. Después, todo fue un espiral hacia abajo de un terror funesto que lo llevó a reconocer nuevas sensaciones tan apremiantes como el mismo infierno. Las siluetas de los aromas, que iban más allá de un plano físico, reservado para las mismas esencias de cada individuo, brillando con su propia tonalidad. Podía ver los aromas, los podía sentir, escuchar, saborear... No estaba seguro de cómo funcionaba aquello, nunca había experimentado algo como eso. Ni siquiera estaba seguro de que hubiera sido real. La sensación onírica había jugado cruelmente con su confusa cabeza. Lo había desconectado de su realidad, lo había dejado tan solo, tan indefenso. Podía recordar destellos de su gruñido, la violencia que lo recorrió cuando lo alejaron de Isha, una cachorro sin omega, y de la fuente de aroma alfa en Powder. Jayce abrió los ojos nítidamente a través del dolor.

Sólo podía sentir su piel pegajosa por el sudor vestigial en todo su cuerpo, un fuerte dolor en la cadera lo acechaba y había lagañas impidiendo que su vista fuera clara. Su boca sabía a restos de sangre y ceniza. La sensación pastosa era mucho más desagradable que las veces en que sus medicamentos lo noquearon. Le tomó varios minutos recobrar la suficiente consciencia para darse cuenta de que no estaba en ningún lugar conocido.

Que no tenía ganas de doparse.

Era un cuarto pequeño y angosto. Sus paredes inclinadas hacia arriba indican una especie de ático. La madera rechina bajo cada reverberación del exterior como un barco en medio de la marea tranquila. Las tuberías oxidadas e irregulares sobre su cabeza tiemblan con su inestable posición, cantando ligeramente en repercusiones agudas. Jayce se encontraba sobre un pequeño catre, entre sábanas rugosas pero limpias. La almohada estaba llena de grumos pero era mullida. No era suficiente, pero no pudo evitar restregar su rostro contra el ligero consuelo que le daba esa pequeña cama. Su cola lycana se agitó crispada y podía percibir todo mucho más fuerte que antes. Un escalofrío lo recorrió y se acurrucó. Tratando de hacerse lo más pequeño posible. Para que la sobreestimulación no lo contamine. Para que no lo alcance. Porque no sabe qué hacer con todo esto. Un sentimiento de culpa y tristeza lo llenó de adentro hacia afuera.

Había una puerta y al lado había una pequeña ventana por donde una luz verdosa entraba casi de manera fantasmal. Jayce se dio cuenta de que seguía en Zaun, entonces. Toda la construcción y el brillo de la luz lo indican; pero era el aroma lo que lo delataba completamente. Podía aspirar libremente los aromas a su alrededor. Era su aroma combinado con la humedad y el encierro de aquella habitación. Jayce gimió asustado al recordar por qué estaba sintiendo lo que sentía. La desesperación comenzó a llenar su cuerpo, la tensa cuerda de la normalidad estaba por ceder y reventar a través de cada aspiración errática.

Estaba entrando en celo; pero no uno cualquiera. Jayce estaba asustado. No es capaz de comprender qué es lo que le estaba pasando. Por qué era capaz de ver más allá de la realidad simple. Los aromas estaban por todas partes. El espacio había adquirido poco a poco un tono azulado como la hoja de un plano. Las líneas blancas delimitan lo que está alrededor y una ligera estela de color aguamarina se arremolina en la manta. Era él. Era su omega interior manifestándose. Jayce se sentía tan aturdido que era incapaz de comprender cómo sus sentidos estaban entrando en sincronía con su genoma Lycan liberado.

El dolor seguía ahí.

Inhaló profundamente y una ligera luz de color gris estaba al final de la habitación. Un perfume de almizcle natural de tabaco y preticor. Jayce aspiró por más de ese aroma, cerrando los ojos y permitiendo que su Omega pueda dibujar los patrones de la realidad con la comprensión de sus sentidos siendo los que toman el control de su persona. Había una sensación calmante cuando se permitió perseguir esa estela. Tratando de aferrarse a esa sensación de seguridad, como cuando era un niño en medio de la nieve, perdiendo toda esperanza. Apretó las sábanas debajo de sus puños con todas sus fuerzas. Tembló desesperado.

No era suficiente. Puede sentir cómo el calor rasguña debajo de su vientre. La pegajosa sensación entre sus piernas no era sudor común y corriente. Era la mancha de su grasa, dilatando su entrada para preparar su cuerpo que se estaba adaptando para lo que su mente aún no es capaz de digerir. La comezón de sus encías, aunque ya se había reducido, seguía haciendo acto de presencia. Puede sentir el trinar de su garganta por tantos de los aullidos reprimidos. Todo, absolutamente todo estaba dirigiendo su realidad hacia un fondo sin protección. Jayce no sabe qué hacer en ese momento. No está seguro de que sea prudente salir de aquella habitación y buscar su medicamento y a la doctora Cherie para que lo ayuden a detener la angustia. No tiene ganas de hacerlo, no quiere hacerlo.

Sin embargo, reconocer que no quería irse de donde estaba acostado era apabullante. Donde por fin se podía hacer tan pequeño como lo necesitas es algo que no recordaba así de poderoso. Alejándose del mundo exterior, pero no era un nido. No estaba cerca de serlo, aunque era mejor que nada. Porque estaba manchándolo con su aroma, creando un ciclo de consuelo bastante agradable. Sintió sus ojos adormecerse. Podía alcanzar el sueño y recuperar el acto de presencia con una fuerza sobresaliente. Sus ojos apenas se vislumbran entre sus pestañas. Hundió su nariz a la almohada, tratando de conseguir el consuelo desesperado que lo comienza a asesinar lentamente. Parpadeó con fuerza, esperando que la presencia fantasmal de aquellos planos interdimensionales le den algún tipo de pista. La que sea. Con tal de poder encontrar un consuelo a las inmensas ganas que tiene de ceder en la autocompasión. Caminando sobre las ligeras líneas de lo prohibido y lo más anhelado.

Gruñidos ligeros escapan de entre sus dientes. Jayce no puede evitarlo, no quiere controlar lo único que parece evitar volverlo loco. La comezón se redujo ligeramente y saborear los aromas no lo hicieron salivar como habría imaginado que le haría hacer, aunque sí estimulaba sus demás sentidos para estar alerta. Así que supuso que estaba en una especie de puente antes de que lo peor está por llegar. Por el momento, se supone que debe estar a salvo. Jayce no ve ni escucha nada que le diga lo contrario. No sabe si una vez baje y se elimine su celo todo volverá a la normalidad o si esta era la manifestación del shock de celo.

La doctora Cherie se lo dijo, una vez entrado en ese tipo de celo, no importa cuán fuerte o cuán ligero sea, no habrá manera humana de regresar el tiempo atrás. No habrá nada que lo vuelva a esconder como beta. Todo mundo tendrá que saber la verdad: Jayce Talis es un omega de gen dominante. Siempre lo ha sido y siempre lo será.

Era decepcionante pensarlo de esa forma. Todo se había terminado. Jayce no pudo evitar sentir las lágrimas crecer en la comisura de sus ojos. Imaginar que Piltover no tendrá piedad con él. No tiene el dinero ni los recursos para poder hacerle frente a Cassandra Kiramman. No tendrá a nadie después de esto y será llevado a juicio por su mentira. Lo condenarán y el exilio sería el menor de sus problemas. La idea de alejarse de sus amigos, de Caitlyn, de Violet, de Ekko, de Powder, de la pequeña Isha, de Benzo, de Vander, de Viktor o de su madre era tan aterrador como preferir la muerte.

Jayce sintió las lágrimas correr por sus ojos. A tal grado que el miedo se convirtió en una masa brumosa sobre la onda de color azul de su propio aroma. El terror lo corrompió y la soledad se manifestó. Necesita un alfa desesperadamente.

Entonces, el aroma de tabaco y petricor se volvió a manifestar. Con más fuerza y el rechinar de la madera crujiendo debajo de fuertes y pesadas pisadas le indicó que alguien se estaba acercando a su improvisado nido. Jayce se hincó y terminó en cuatro patas, con la cola erizada y los caninos al aire. Preparándose para la batalla y defender su territorio. Un gruñido denso y grave hizo temblar su pecho cuando la puerta se abrió. No estaba seguro de lo que estaba al otro lado, pero Jayce dejaría que su omega determine si era seguro o no.

Era lo único que le quedaba en ese momento.

No había tiempo para pensar en el futuro, estaba en un problema monumental en ese momento. No le quedaba de otra que dejar que su Omega se hiciera cargo de él. Que busque la satisfacción y su aroma salga expedido de él. Que lo pueda salvar por más que llame por una piedad de la que no se siente digno. Su cerebro se parece a un montón de algodón haciendo presión en la parte frontal de su cabeza. No podía detenerlo. Estaba marcando fuertes oleajes en el plano. Anticipando la lucha que no sabe si puede ganar. Estaba cayendo en el abismo de una locura de la que es ignorante, atisbando el final de lo que nunca comenzó.

Hasta que la gran figura de Vander se manifestó como un aura cándida de una tonalidad gris tan melancólica como preciosa. Su aroma se hizo más y más fuerte, permitiéndose con su boca abierta saborearlo hasta el último detalle. El sudor, las feromonas dominantes que lo adormecieron y lo volvieron dócil. Era como un eco de una niñez protegida contra el manto de una madre. Poco a poco, recuperó la vista del plano normal y su sentido se afinó mejor con su primer género hasta ver bien el cuerpo de Vander como lo recuerda.

Tan alto y fuerte como una montaña. Sus ojos pequeños escrutando cada detalle con una máscara de tranquilidad que sólo los robustos años de vida le pueden dar. Traía entre sus grandes y callosas manos una palangana llena de agua fresca y un par de toallas oscuras. No se acercó rápidamente a Jayce, sino que dejó salir su aroma. Jayce gimió emocionado, bajando la guardia. Dando bienvenida a ese perfume en su territorio con cariño. Un trinido reverberante se manifestó como un retumbar cándido detrás de su garganta. Su cola se agitó y meneó la cabeza para disipar todo obstáculo del agradable aroma que se combina bien con el suyo.

”¿Estás conmigo, chico?” Preguntó el alfa sin usar su voz de comando y aún en el mismo lugar junto a la puerta.

”Vander…” susurró Jayce con conciencia. Su voz grave y paternal lo devolvió a la realidad mejor que un golpe fuerte o un cubetazo de agua.

Sus fuertes y pesadas pisadas hicieron crujir la vieja madera debajo de él. Jayce se sentó contra el muro que hace contraesquina al pequeño catre donde se encuentra. Es en ese momento en que se da cuenta de que no lleva puesta camisa o suéter alguno. Jayce entró en pánico por la costumbre, sabiendo que pueden ver sus parches. Se tapó el cuello y sintió una protuberancia inflamada, no una tela. Sus glándulas están a la vista. Y dolían con el mínimo roce.

”Tranquilo, cachorro” tranquilizó Vander con voz cándida tomando asiento al otro extremo del catre.

No era mucha distancia, pero el gesto ayudó a Jayce a tranquilizarse un poco. El alfa estaba respetando su espacio, ganándose su lugar en el improvisado nido. Es un omega entrando en un celo, un celo de verdad después de casi diez años desde la única vez en que lo hizo a los dieciocho. No sabe qué hacer, aunque confía en Vander, no estaba seguro de si quería pasar su celo con él… Jayce no estaba seguro de qué debía hacer en ese momento.

“Tu preliminar te dejó empapado de sudor” explicó Vander como si pudiera leer la mente inconexa de Jayce “. La fiebre te noqueó, por suerte te trajeron a tiempo antes de que un alfa te hubiera hecho algo…”

Vander habló con una paciencia vacía de juicio o molestia, pero sí con una llamada de atención intrigante. Preocupación. Su aroma seguía siendo predominantemente cálido, como el llamado de un faro a un barco perdido. Jayce se acercó instintivamente a él. Vander volteó la mirada y levantó su brazo, aceptando su presencia. Jayce se acercó hasta pegar su nariz a la tela del antebrazo del alfa e ir subiendo. El aroma era embriagante para su inexperta nariz. Llenándolo de una calidez difícil de describir. Sus ojos revoloteaban e intentó acercarse más. Quería más, así que lo tomó. Se montó al regazo de Vander, inhalando y restregando aromas. Su boca se llenó de saliva y su mente casi se volvía a nublar de no ser porque el mismo Vander lo detuvo de ese pecaminoso remolino. Sus dos grandes manos en sus brazos fueron un ancla a todos los pensamientos que caen en su cerebro. Se miraron a los ojos.

Los ojos de Vander eran tranquilizantes. Un escalofrío recorrió la espalda de Jayce, con un sentimiento completamente nuevo. Como si estuviera reconociendo de alguna forma a Vander como parte de él. Su aroma se sentía protector, se sentía afín al suyo de la misma forma en que comparten ideales. Jayce estaba intrigado y repleto de dudas. Sea lo que tenga el perfume natural de Vander, le había ayudado a recobrar la conciencia y tener poder sobre su razón. Se sentía agradecido en lo más profundo de su asustado ser.

”Es peligroso andar en tus preliminares si no estás vinculado así como tú los has hecho por las calles, chico” explicó Vander mientras abría un poco más de espacio entre él y Jayce. Mojó una toalla y limpió el sudor seco de la frente del omega.

Un escalofrío lo recorrió, su piel estaba comenzando a subir poco a poco de temperatura.

”Yo… Yo…” susurró Jayce asustado, su pecho dolía “… No…”

”Shh, está bien, cachorro” sonrió Vander con una sabiduría “. Soy lo suficientemente viejo para haber visto muchas cosas. Aunque ver un Omega actuando tan bien como beta fue nuevo”.

Jayce alzó la mirada con el ceño fruncido. Vander le devolvió la mirada con una mueca que era difícil de definir. Como si entendiera y al mismo tiempo no lo hiciera el por qué el falso beta hizo lo que hizo. El miedo se apoderó de Jayce. No tenía que recibir mayor explicación, lo entendió: Vander, en algún punto, se dio cuenta de que él es un omega. No sabe cuándo, no sabe cómo. No dijo nada nunca al respecto, pero lo sabía. Las dudas, los recuerdos, las probabilidades, el miedo, el pánico lo llenaron como una ola atravesando la arena de sus pensamientos. Su pecho se oprimió de dolor, perdiendo de vista cualquier objetivo. Su respiración se cortó y el pavor recorrió su cuerpo con escalofríos drenando sus fuerzas.

No puede ver. No puede respirar. Todo vuelve a teñirse de un intangible color, las líneas blancas de las siluetas y las manifestaciones de los aromas como acuarelas de colores no eran agradables. La nube de miedo lo abraza como yagas de color negro, raspando, cayendo, llamándolo mentiroso, patético, falso…

La gran mano de Vander lo tomó del rostro y lo llevó hacia su cuerpo. Fue un abrazo abrupto, pero la presión ayudó a Jayce a recuperar el rumbo del camino. Apretó los ojos, concentrándose en el perfume natural del alfa debajo de él. Se aferró a la tela de su ropa, llenando de lágrimas y saliva su hombro cuando la presión fue liberada con su llanto. Lloró con todos los sentimientos filtrándose después de tantos años soportando la mentira. Todo se terminó. Los sentimientos estaban a flor de piel, Jayce no podía controlarse. Su madre, quería ver a su madre…

Necesita reunir a su manada. Jayce se concentró en la fuerza con la que es sostenido, logrando poco a poco recuperar la compostura y el poder sobre su omega y sincronizarlo a su primer género. Las palabras de Vander que susurraba con paciencia contra su oreja fueron un eco que persiguió, para no sentirse perdido. Hasta llegar y poder volver a ver el plano real de su realidad. Jayce se restregó contra el cuello de Vander, expandiendo su perfume con la fuerza de una bomba. Empapó todo el cuerpo con su llamado omega. Un ronroneo salió sin previo aviso de su garganta.

Después de un tiempo, Jayce desconoce si fue un par de minutos u horas, se alejó de Vander. Limpió su nariz. Con un poco de fuerza, empujó lejos los rastros de lágrimas. Sus respiración se tranquilizó. Sin embargo, su mente estaba llena de dudas. Nunca se había sentido así, no sabía lo que le estaba pasando, por qué le dolía tanto su glándula de unión, por qué no puede controlar su aroma, por qué estaba viendo ese extraño plano donde los aromas son la clave de dirección, por qué Vander sabe que él es un omega.

Aun así, Vander primero terminó de limpiar a Jayce. Seguía sentado y Jayce se bajó de su regazo en paralelo. Sus piernas seguían tocándose, el calor emanado del alfa lo tranquilizaba. Jayce estaba hambriento de contacto, puede sentir la terrible necesidad de tocar y ser tocado. Sentirse protegido y proteger a los demás. Se sentía seguro en su presencia. Eso llamó la atención de Jayce.

”Perdona si te molesto con mi pregunta” comenzó Jayce con la voz ronca, permitiendo que le sigan limpiando la piel “, pero, ¿por qué no me has atacado? Digo, estoy entrando en celo y sabes que soy un omega”.

Vander suspiró: ”Eso es porque me vinculaste en tu manada como miembro, no como tu compañero. Si no lo hubieras hecho, probablemente tendría que haberme encerrado lejos de ti”.

”¿Vinculado?” Preguntó Jayce con genuina curiosidad.

”No sé muy bien cómo lo manejan en Piltover, pero por tu rostro parece que no sabes nada sobre tu segundo género y que actuar como beta fue por elección y no inconsciente”.

Jayce bajó la mirada, avergonzado. El programa de condicionamiento de beta artificial se había encargado de mantenerlo tan lejos de toda información sobre el genoma Lycan que decidió rendirse. Las psicoterapias de condicionamiento habían sido extenuantes, tratando de configurar su mente para tragarse el cuento de ser un beta. Los betas no tienen celos, no forman manadas, no se vinculan, no expiden aromas, no los ven, no se cortejan. Son simples trabajadores de la antigua jerarquía, el género menos codependiente de los instintos de supervivencia, los que apelan a la razón. Los perfectos seres de Piltover.

”Más bien, como una imposición…” susurró Jayce con resignación.

Jayce no es nada de eso. No se siente como beta, mucho menos como un Omega.

No sabe lo que es.

”¿Cuándo fue la última vez que dejaste fluir un celo?” Preguntó Vander con preocupación.

No pudo evitar sonrojarse.

”Hace diez años” respondió Jayce recordando su primer y último nido.

Vander posó la palma de su mano sobre la mejilla de Jayce y se miraron a los ojos ”¿Qué te hicieron, cachorro?”

Su voz era gutural, potente y tan sedosa como un rico y amargo chocolate. Jayce se restregó contra la piel del alfa de gen dominante. Era donde su glándula de olor dejaba salir ese perfume de petricor que le calentó el alma. No era suficiente, pero comenzaba a comprender ligeramente. El olor de Vander era compatible con el suyo.

”Quería cumplir mis sueños” fue lo único que se le ocurrió a Jayce decir con monotonía “. No son muy bien recibidos en Piltover los Omegas… No quiero ser una decepción…”

No sabe ser un Omega, no sabé qué era una preliminar, no sabe por qué su cuerpo está tan adolorido. No entiende cómo es que Vander no estaba sobre él abusando de un omega indefenso. Eso es lo que debería pasar, ¿no es así? Ya no hay parches inhibidores y sabe que su medicamento dejó de funcionar después de que los aromas desencadenaran su estado actual. El ardor en su cuello se lo recuerda con insistencia.

”Debemos llevarte a tu nido cuanto antes” revisó Vander el cuello de Jayce “, tu glándula está envenenada”.

Gimió de dolor. “¿Qué me está pasando, a qué te refieres con que te vinculé?” Se quejó Jayce.

Es un hombre de ciencia, necesita respuestas, algo práctico para comprender su situación. Era lo mejor a lo que se podía aferrar. Tener la información necesaria para saber con qué trabajar. Necesitaba sobrevivir y el dolor que estaba arañando debajo de la superficie era un llamado constante hacia algo mucho peor. No está seguro de lo que vendrá después; pero en este momento comprender mejor lo que estaba por ocurrir, puede ser la clave para encontrar una salida.

”Estás entrando en celo, cachorro; pero tu glándula está tan irritada por lo que sea esa mierda que te ponías para inhibir tus olores que debes dejar renivelar tu cuerpo” explicó Vander “. Lo mejor que puedes hacer es estar en tu nido para pasar tu celo, pero por lo que veo, es que lo tendrás que hacer con un alfa”.

Su apariencia, las expectativas, su mentira, todo lo que ha hecho se rompe. Jayce estaba asustado de pensar en cómo sería señalado.

”¿Por qué?” Preguntó Jayce asustado.

”He visto omegas con glándulas así de enfermas como la tuya, cuando no pasan el celo con un compañero entran en un celo de shock y muchos mueren en el intento” habló Vander con una seriedad que tranquilizó el corazón acelerado de Jayce “. Eres un omega de gen dominante, lo mejor que puedes hacer es pasar tu celo con un compañero alfa para que no entres en shock”.

Jayce bajo la mirada. Celo de shock. Eso ya lo había escuchado. La doctora Cherie lo mencionó aquella espeluznante tarde. Donde perdió tantas cosas. Donde más se sintió solo. Sólo que en ese momento, él no se sentía del todo solo. Vander está con él para protegerlo. Su madre está en su hogar, donde puede hacer un nido. Viktor…

¿Viktor será capaz de perdonarlo por haber mentido y sostenerlo en ese momento?

Ha cometido muchos errores, Jayce sabe que seguirá cometiéndolos. Sin embargo en todo lo que puede pensar en ese momento es que debía buscar una forma de protegerse. Algo que le ayude a superar este dolor y no entrar en shock. Porque eso lo recuerda bien, una vez que haya superado ese episodio, él no podrá volver a esconder que es un omega. Si es que sobrevive. Le quitarán todo lo que ha hecho con sus manos, con su mente. A Piltover no le importará que haya sido una de las mentes pioneras de Hextech, un ingeniero con grandes propuestas, una mente para el mundo, un Omega no figura en su sociedad perfecta. No importa cuánto se esfuerce, cuánto intente demostrar de lo que es capaz, de cuánto quiere cambiar el mundo, en Piltover le darán la espalda porque es un omega.

Un omega poco común.

”¿Desde cuándo supiste que soy omega?” Preguntó Jayce.

Vander pasó una mano por el cabello despeinado de Jayce, revisando sus reflejos y su presencia. Un ronroneo salió de su garganta. El aroma de Vander ahora está con él. El dolor en su cuello era peor que cualquier quemadura que se haya hecho en la forja, empero.

”Desde que te conocí, chico” sonrió ligeramente, casi invisible en su frondosa barba “. Tu comportamiento,… estira el cuello, así, muy bien…, y mi nariz es muy vieja, cachorro. Debajo de toda esa mierda que tomabas, pude percibirlo. Más cuando estabas en celo… Esa vez, en la tienda de Benzo, esperé que lo que dije te asustara lo suficiente para hacerte escapar cuanto antes”.

Jayce puede recordarlo. Hace tres años. Cuando fue con Viktor y Caitlyn a Zaun por los cristales hex. El miedo que le recorrió por el pánico de estar obligado a esconder su celo. La primera vez en que abusó de su medicación y lo sometió a un espiral de tira y tira más profundo hasta que se volvió paranoico. Donde abusar de hasta siete dosis se volvió una normalidad. Para mantener la apariencia, para seguir con su sueño, para no caer rendido más de lo que ya está por Viktor.

Viktor…, quería a Viktor. Quería verlo. Quiere sentirlo. Necesita olerlo. Anhela saborearlo. Esperaba escucharlo…

”Siempre me protegiste…” susurró Jayce con reconocimiento.

”Es el mismo instinto que tú tienes” reconoció Vander mientras restregaba aceite de la glándula de su muñeca izquierda en el lado contrario de la del cuello de Jayce “. Querer cuidar de los tuyos, eso te convierte en un omega extraordinario, chico. Y no sólo por tu mente, sino por el corazón que quiere proteger y ayudar a los demás. Eres más de lo que te permites ver, cachorro. Sea la razón que haya visto tu Lycan interior, me siento honrado de que me encuentres afín para ser parte de tu manada”.

Entonces, Jayce lo entendió. Había marcado a Vander como parte de su manada en medio de su sentido de peligro. Cuando perdió la noción de sus sentidos y su omega estaba entrando en un ligero shock, el aroma de Vander lo resguardó. Reconoció la misma intención que sus instintos tienen. Sollozó agradecido.

Una manada. Tiene una manada. Jayce entendió que era algo que iba más allá de la vinculación de aromas, era de su familia reunida. De cada amistad y relación que ha forjado cuando permitió que otros vieran su verdadero ser. Donde no esperaron expectativas de Jayce Talis -beta-, sino que abrazaron su mente, su corazón, sus buenas intenciones como parte de él. Eso siempre fue auténtico. Jayce sabe que en eso nunca mintió.

Siempre querrá proteger a los que más ama. Incluso si tiene que morir por ello, no puede evitar amar con todas sus fuerzas. Porque eso es algo de Jayce Talis, es su cosa. Algo que ni su genoma ni nada le puede quitar. Ama a su madre con sus platillos cálidos. Ama a Powder con sus ocurrencias. Ama a Ekko con su ingenio. Ama a Isha con su inocencia. Ama a Violet con su fanfarronería. Ama a Caitlyn con su insistencia de enseñarle a cazar. Ama a Vander con su sentido de protección. Ama a Viktor con todas sus fuerzas habidas y por haber.

”Oh, ven aquí, cachorro” sonrió Vander con ternura.

Jayce entendió que tenía lágrimas corriendo de sus ojos. Aunque estaba cansado de ellas, éstas parecían no tener fin. Seguía purgando todas las penas. Dejando salir todo lo que las expectativas le han provocado. Jayce sabe que puede que sus problemas no sean peores que los de otros; pero en ese instante, quería ser egoísta. Quería ser mimado, sentir que pertenece a un lugar sin importar lo que se espera de él. Se aferró al abrazo de Vander, sus manos temblando en el puño de tela al que se aferra. Encogiéndose tanto, hasta ser tan pequeño como fuera posible.

Los brazos de Vander lo sostuvieron. Lo arrulló con cariño, susurrando palabras de cariño y protección. Diciéndole que estaba bien, que deje salir todo lo que sienta. Aunque no se sintió mejor, porque la enfermedad de la siguiente ola de preliminar estaba escalando dentro de él, sabe que estaba listo para seguir adelante.

Sea lo que tenga que venir, Jayce lo afrontaría de frente.

”¿Adónde te puedo llevar?” Susurró Vander la pregunta con una intimidad cálida y un ligero beso en su sien.

Jayce no lo dudó. Al único lugar que perdió pero esperaba recuperar es adonde quería ir.

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A pesar de tener escondido el rostro en el hueco entre el cuello y pecho de Vander, Jyce era capaz de ver a través de los aromas. Después de que Vander verificara que Jayce estaba entrando en una nueva ola preliminar de su celo, supo que tenían que irse pronto de Zaun. La fiebre se sentía diferente a la que comúnmente ha conocido. Era más como un golpe de insolación. Su piel ardía y estaba empapado de sudor. El dolor de cabeza, los calambres y las articulaciones atrofiadas eran como cuando llegaba su periodo. Lo que lo volvía diferente era la sensación de vacío e insatisfacción que estaba creciendo en él. El oscuro y profundo deseo de ser poseído.

No estaba muy seguro de qué es lo que quería su cuerpo; pero sus instintos, aunque algo torpes, estaban haciendo todo lo posible para guiarlo hacia el camino que debe seguir. Jayce confía en su omega interior. En que hará lo necesario para protegerse y salir adelante.

Por eso, se había permitido ser cargado por Vander, de forma consciente. No porque estaba inducido entre su celo preliminar, sino porque su manada estaba buscando protegerlo. No era un acto de hacerlo ver delicado o frágil, sino porque ven sus necesidades. Porque comprende que sin él, Jayce no podrá llegar a Piltover sano y salvo. Fue cubierto con la gran chamarra de Vander y llevado por las calles oscuras de Piltover.

Le susurró los atajos que conocía de memoria para escapar de los espías de Cassandra Kiramman que tiene sobre él y alejarse del ojo público. Tenía que reconocer que el hecho de que Caitlyn le haya enseñado este tipo de sigilo y atención le ayudaron cuando sabía que era vigilado. Cassandra era estricta con sus reuniones con Ximena. Así que estudió los patrones, horarios y comportamientos de sus espías para poder evadirlos en el momento preciso e ir con su madre.

Vander, a pesar de ser un tipo grande, más grande que Jayce, era sigiloso y ágil. Aún con un omega de casi dos metros de altura en sus brazos, nunca flaqueó. Siempre lo mantuvo contra su cuerpo, con un cariño irrefutable. Jayce lo agradecería, sus piernas ardían y sabe que si intentaba levantarse, volvería a caer como le sucedió en esa habitación al intentar caminar solo. Así que confió plenamente en él para que lo pueda llevar hasta la casa Talis.

A través de lo que Vander le dijo que era el plano Lycan, donde el aroma es la clave para poder comprender enormemente su entorno, Jayce percibió cada matiz y cambio. Incluso pudo encontrar un par de alfas a la distancia, disfrazados de betas. Cada veta de olor, cada mínimo detalle construyendo a cada individuo de una manera muy particular. Jayce era capaz de verlo todo. Era abrumador en el mejor de los casos. No sabe controlarlo, sabe que no puede hacerlo bien. Sin embargo, ahora entendía por qué tenía tan buena nariz.

”Yo también puedo verlo” le había dicho Vander cuando notó que Jayce intentaba alejarse de ese plano “. No todos los alfas y omegas pueden hacerlo. Sólo los de gen dominante con una nariz tan aguda como la tuya o la mía. Por eso supe que eras omega”.

Jayce comprendió que no sabe nada del genoma Lycan. Que esconde una ciencia mucho más profunda de lo que podría imaginar.. Era aterrador, porque Piltover no está preparada para algo así. No sabe si la ciudad es consciente de ese plano o lo han erradicado como todo lo que han podido del genoma Lycan. Y Zaun vive de su afinidad con el genoma Lycan. De no ser por su celo entrante, Jayce se habría ido al laboratorio a investigar.

Sin embargo, está demasiado abrumado como para considerar eso.

Aunque lo sabe mejor, el laboratorio significaba Viktor.

¿Podrán llamarlo? Jayce no quiere otro compañero. Nunca escogería a nadie más.

”Mijo…” la voz de su madre lo sacó de su ensoñación. A través de las visiones de ese extraño plano, Jayce recuperó la compostura y aulló ligeramente.

Nunca había aullado. Fue natural, ronco y desafinado. Estaba llamando por su manada. El aroma de su madre llegó más fuerte que nunca. El almizcle de comida que jamás se despega de ella y un matiz floral. Siempre olía fresco y tan agradable. Como sólo ella puede ser. Era el aroma de su hogar. El aroma que más lo amó toda su vida. En ese momento, ya no era un hombre de veintiocho años, era de nuevo el niño de ocho años que pedía cuentos para dormir.

Asomó sus ojos y ver el cuerpo de su madre fue desgarrador. Se veía pálida. Con su cabello desordenado en vez de su prolijo arreglo habitual. Las ojeras debajo de sus ojos hacían ver más pronunciadas sus arrugas. Su ropa estaba desacomodada, pero aún con todo, Jayce siempre pensó, piensa y pensará que se trata de la mujer más hermosa de todas. La mujer que siempre ha hecho todo por cuidarlo y protegerlo. Que lo sacó de un destino incierto cuando emigraron a las propiedades Talis en Piltover, aunque eso pudiera significar la muerte en las montañas. La que siempre vio por él y que quería que antepusiera su bienestar. Quien cree en su sueño porque es suyo. Tal vez no comparta el mismo ideal, pero no habría mejor madre en ese momento para Jayce.

La que luchó por su custodia. La que le prepara chocolate caliente. La que canta desafinado pero con mucho entusiasmo. Es ella, sintió un nudo en la garganta al verla. Lamentando cuánto ha perdido por fingir ser un beta; pero ella sigue aquí.

Esperándolo al pie de la puerta de entrada.

”Oh, mi-” la voz de Ximena estaba preocupada y aliviada “. Entren, entren, por favor”.

Vander avanzó con Jayce en sus brazos. La calidez de su hogar lo abrazó ligeramente. La luz amarilla le recordaba a las fiestas de invierno. Los cuadros llenos de fotos. Jayce miró con atención, Ximena había coleccionado recortes de periódicos donde él salía. Desde su primer patrocinio con los Kiramman hasta sus anuncios como Hombre del Progreso. Entre ello, estaba su título de la academia, una foto de él cuando era pequeño junto a su padre, y otra foto que nunca imaginó ver ahí.

La foto que se tomó con Viktor cuando ganaron el gran concurso de jóvenes innovadores el día del progreso. Frente al hexgate, con una gran sonrisa y abrazados. ¿Cómo es que la tenía?

”¿Quién es usted?... Jayce, ¿qué le pasa?” Preguntó Ximena con consternación sin dirección, y lágrimas cayendo de sus mejillas.

Jayce aulló por ella. No. Él no soporta saber que ella sufre. Ya le ha hecho mucho daño por haber decidido ser un beta. No quiere verla llorar, no quiere ser la causa de su llanto. Vander lo apretó contra su cuerpo para tranquilizarlo.

La fiebre estaba aumentando, pero el aroma de sus madre lo tranquilizó.

Nada le preparó para lo que siguió.

”Jayce” la voz y aroma de Viktor estaban aquí.

Gimió con un sollozo atorado.

”Viktor”.

Un par de gruñidos se interpusieron, Vander lo pegó más de lo necesario contra su cuerpo. Estaba gruñéndole a Viktor. Lo estaba viendo como una amenaza para Jayce. Él jadeó adolorido e incómodo. Quería ir a Viktor, necesita que lo marque, que le perdone por haber sido tan mal amigo y tener que abusar más pidiéndole que lo sostenga y lo quiera. Quería a Viktor como su compañero.

”Súbalo a su habitación” interfirió Ximena con tono demandante “. No quiero que sus egos de alfa dañen más a mi niño”.

Todo se quedó en silencio por un tiempo.

Aunque renuente, Vander siguió a Ximena. Jayce se asomó ligeramente, apenas viendo una estela del aroma de Viktor. Lo seguía, lo estaba buscando. Su omega lloró dentro de él. Lo alejaban de su alfa, de su amigo, de su querido Viktor.

Sin embargo, Jayce recobró bien sus sentidos cuando fue depositado en su vieja cama. Impresionado de que su propio aroma estaba aún presente. También estaba el de su madre. Ahora estará el de Vander. Vander lo miró a los ojos, hincado a su altura, con un gesto de disculpa. Se retiró la muñequera de su mano izquierda y la dejó en su cama. Esperado para que acepte su ofrenda para su nido. Jayce la tomó y sonrió. Volvió a llevar su nariz al cuello de Vander y agitó la cola con entusiasmo. Sólo lo suficiente para tranquilizarlo.

”Vendré pronto, cachorro” susurró Vander dejando un beso en la mejilla sudorosa de Jayce “. Iré a preparar a ese muchacho para que suba contigo a cuidarte. Déjate cuidar, esa es la clave para que sobrevivas. Cuando te aclimates, vendré entre preliminares para que nuestro vínculo se refuerce, ¿te gustaría eso?”

”Sí, por favor” susurró Jayce más tranquilo “. Sólo una cosa… Yo…, ¿vinculé a Powder o a Isha?”

”Es probable” suspiró Vander “, ¿quieres que las traiga también?”

”No, no creo estar listo para tantos miembros en una manada” dijo Jayce con dolor. Claro que quería una manada más grande.

Pero debe mantener un perfil bajo. Tampoco sabe si ellas quieran ser parte de la manada de Jayce. Aunque Vander ahora estaba vinculado a la suya, él sigue siendo jefe de la suya y no sabe si Powder e Isha quieran romper ese vínculo. No por cuestión de aromas, sino porque son familia. No las obligaría, tampoco.

Aun así, el alfa asintió con comprensión llena de sabiduría.

Vander se levantó y se fue. Jayce, entonces, vio mejor su habitación y el aliento se atoró en su garganta. Su madre reconstruyó el dosel de su cama. Las persianas estaban dobladas y protegidas con un un elegante moño. Las almohadas, sábanas y el peluche de lobo seguían ahí. Su nido seguía vivo.

”No es como tú lo armaste, pero hice lo mejor que pude” habló la voz de su mamá al pie del nido.

”Es más de lo que podría pedir” reconoció Jayce con lágrimas en los ojos.

Ximena se acercó con cuidado, pero cuando Jayce abrió sus brazos, ella se fue a refugiar en ellos. Jayce ronroneó lleno de felicidad al saber que puede volver con su manada. Llenó de su aroma y calor al cuerpo de su madre. Permitió que el perfume natural de ella lo reconforte como lo hacía de pequeño. La había extrañado tanto.

”Hueles muy dulce, mi niño” susurró Ximena con la voz temblorosa.

”Te extrañe, má” lloró Jayce “. Perdóname, por favor, perdóname”.

”Oh, mi bebé” lloró Ximena también mientras se separaban un poco y sostuvo entre sus manos el rostro de su hijo “, ¿por qué te disculpas?”

”Por fallar, por mentir, por todo…” Jayce sentía la mente yendo a miles de revoluciones por segundo. Sólo soltando lo que venía a su cabeza “. Siento que perdí mucho tiempo lejos de ti, porque quiero cumplir mi sueño. Siento que hayas tenido que hipotecar la forja, siento que no haya sido tan agradecido por todo el esfuerzo que has hecho por mí… Eres mi manada, mi familia y no te protegí”.

”Oh, Jayce, mi niño precioso” sollozó Ximena llenando de besos la frente y mejillas mojadas de Jayce “. No hay madre más orgullosa en Runaterra que yo de su hijo. Tal vez no lo hayas visto, pero me agradeces cuando me enseñas cada uno de tus logros, cuando me envías flores cada semana, cuando cocinas conmigo, cuando te graduaste de la academia, cuando me abrazas, cuando logras un escalón más en tus sueños, cuando veo cada mañana los dedos que has hecho para mí. El agradecimiento más significativo está en las acciones hechas con el corazón, ¿o es que no tuvieron corazón tus acciones?”

Jayce lloró como un niño adolorido. Como cuando estaba asustado de la oscuridad y su mamá era la heroína que lo alejaba de sus pesadillas. Como cuando su primer experimento no funcionó y le preparó galletas con leche. Había vuelto a ser ese niño. Ese niño que admiraba a esta mujer por su fuerza, por su dedicación, por su pasión.

“Claro que las tienen, mijo” susurró Ximena por él con una sonrisa “. Perdóname tú a mí, por no haberte protegido mejor”.

”No, no es tu culpa, jamás lo será” negó Jayce sorbiendo la nariz “. Yo decidí esto, yo quise entrar a ese programa de beta artificial”.

”No, Jayce, no lo hiciste” contradijo con seriedad “. Eras un niño, que me abrazó cuando yo debí hacerlo. Quien me defendió cuando yo debí hacerlo… Mírate, ahora estás sufriendo. Tu celo se desatará y tu glándula se ve envenenada”.

”¿Qué tanto sabes?” Preguntó Jayce con sorpresa de reconocer sus síntomas.

”Leí todos los libros posibles” sonrió Ximena “. Traté de hacer todo lo posible para que no cayeras en el condicionamiento por completo. Cada invitación, cada reunión, cada momento, sólo quería que fueras auténtico, mi niño… Estarás bien, mamá está contigo. Este nido lo protegí porque, egoístamente, quería proteger este recuerdo tuyo. Quería que tuvieras un hogar al cual volver”.

Cada vez más, cosas comenzaban a cobrar sentido para Jayce. Entendiendo por qué su omega nunca se fue. Ximena lo protegió.

”Mi hogar es donde estés tú, mamá” lloró Jayce.

La abrazó con fuerza. Sintiendo que un peso se iba de sus hombros. Estaba en su hogar, donde pertenece. Donde no hay expectativas ni objetivos por cumplir. Donde su madre lo cuidará, donde él la puede cuidar. Jayce sentía que no podía doler más esto. Esperaba que no doliera más.

”¿Quieres que Viktor suba?” Preguntó Ximena varios minutos después.

”E-eh y-yo…” las mejillas de Jayce ardieron más de lo que ya era imposible.

Ximena sonrió: “No debes preocuparte. Ese jovencito te quiere mucho, mi niño… Está bien, shh, shhh, ya, ya, ven aquí, mi pequeño Jayce… Mamá está aquí”.

Siempre estás aquí, quiero que siempre estés aquí. Pensó Jayce con melancolía.

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Jayce se acurrucó entre las cobijas de su nido. Tendrá que reacomodar todo a su gusto, pero en esencia seguía siendo el mismo espacio seguro de hace diez años. La puerta se volvió a abrir y en la penumbra de la noche, con la luz lejana de la sala de abajo, la silueta de Viktor se dibujó con elegancia.

Miles de sentimientos lo abrumaron. Se levantó del ovillo en el que se había convertido y las sábanas dejaron ver sus glándulas. Ya no había más mentiras con Viktor.

Esperó un chiste, un regaño, una reclamación, nunca esperó escuchar el repiqueteo del bastón de Viktor hasta llegar a su nido. Nunca esperó que en silencio y paciencia, se inclinara y chocara su frente contra la suya. Su aroma lo arrulló con un amor intenso. Jayce abrió los ojos con sorpresa. Se sostuvo con cariño a su ropa. Lágrimas se acumularon en sus ojos.

¿Cómo es que era digno de tanto cariño?

Egoístamente quería que durase para siempre.

”Estoy aquí, moje malé sluníčko*” susurró con dulzura y paciencia “. Te tengo”.

”Viktor…” susurró Jayce con deseo y dolor.

Él besó su mejilla, cerca de sus labios ”Será bueno que hablemos antes de que empiece tu celo. Y sí así lo quieres, te cuidaré, ¿está bien?”

Jayce asintió, susurrando su afirmativa con cariño inmenso. Viendo a Viktor con todo el amor posible. Estaba a salvo, Viktor no lo odiaba. Jayce no imaginaba poder enamorarse más fuerte, pero aquí estaba, rendido y adorando tanto a Viktor. Besó ligeramente, apenas un roce, sus labios. Viktor sonrió, en sus ojos dorados había lágrimas reprimidas. Sus frentes seguían unidas.

Le dolería tanto que lo separen de él.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 15: XV

Notes:

En el siguiente capítulo nos ganamos el sextech, sólo puro sentimentalismo y un poco de trama en medio ;)

¡Muchas gracias por todo el apoyo que ha recibido el fanfic! Si mis cálculos no fallan, estamos a la mitad o tantito más de la mitad de la historia. Estoy decidido a terminarla, muchas gracias por todo nuevamente <3

Chapter Text

La apariencia del laboratorio se volvió aterradora.

Viktor miró la dirección en la que Jayce salió corriendo. Un torrente de miles y millones de pensamientos lo petrificaron y, por primera vez, se quedó sin palabras. Verdaderamente, sólo el nombre de Jayce salió de sus labios. Ni muy fuerte, ni muy bajo, simplemente era el último aliento que lo abandonó antes de que todo se desmorone en miles de millones de constelaciones. Hacia un horizonte de sucesos. Estaba a punto de caer en el borde imaginario donde el agujero negro de sus errores lo tragaría completo. Como una estrella implosionando a miles de años luz, sin que nadie más se dé cuenta de su acto final.

¿Por qué los sentimientos son tan pasajeros y, aun así, tan permanentes? Viktor estaba seguro de que nunca había sentido tanto como en ese momento. Su pecho se oprimió con dolor. Un dolor sordo y nuevo. No el que su menguante respiración y su débil salud provocaba. Era el dolor de su Alfa sollozando por una reacción. Porque había mucho para desenredar. Aunque Jayce ya se había ido corriendo, con miedo. Lo pudo notar, estaba aterrado. El bucle incesable de los últimos acontecimientos se repitieron como ecos reverberantes alrededor de su cabeza, hasta hostigar lo suficiente como para acabar con su temple. Viktor apretó con fuerza el puño en su bastón. Su pierna dolió.

Tantos pensamientos recorrieron con fuerza su cabeza. Todos recordándole que había cometido un error y que estaba perdiendo el tiempo al no moverse. Sólo lo llamó. Sólo le supo como hiel el nombre de Jayce en su lengua, como ceniza amargando su paladar y provocando que la bilis sea más deseosa que su patético intento de héroe. Casi en vano. Su corazón se estrujó con fuerza al recordar la mirada de terror en los hermosos ojos de Jayce. Como si hubiera destruido lo más preciado que posee. Había derribado las barreras que quería atravesar. Jamás imaginó que sería tan doloroso. Que no sería gratificante. Porque la vida no es una patética historia romántica. Las variables no juegan de otra manera que con la hipérbole de la ironía. La causalidad de cada suceso está intrínsecamente relacionada con cada estado consciente, con cada decisión, con cada futuro indeterminado. Obligó a Jayce y lo orilló hasta hacerle confesar algo secreto. Lo empujó hasta el límite y no lo impidió.

Algo que Viktor no tiene permiso de ver. Como si hubiera descubierto el mayor de todos los pecados habidos y por haber. Su temblor y ese aroma dulzón que le acompañaba, disfrazados debajo del amargo perfume de azufre de medicamentos fueron un detonante que lo plantó al suelo. Algo estaba mal. Sus manos temblaron bajo el sudor frío. Quería apretar un botón y regresar el tiempo atrás. Se habían dicho cosas hirientes, había lastimado, ante todo, a su mejor amigo.

La soledad volvió a acariciar el tobillo de Viktor al reconocer cuán vacío y grande es el laboratorio mientras se sumerge en la autocompasión. Buscando lamer sus heridas y tratar de justificar sus actos. Jayce le había mentido, había tomado decisiones a sus espaldas; pero también fue el amigo que lo ha hecho reír, que llegó a la misma cósmica conclusión de su trabajo de investigación, que lo alimenta y cuida de su salud no con compasión, sino con cariño. Que lo protege.

No había forma que el cariño que veía en los ojos de Jayce fuera mentira. Que su preocupación, su entusiasmo, su presencia fuese una mentira. Jayce era el sol para Viktor. Orbita a su alrededor, no por necesidad, sino porque fue interceptado y se convirtió en parte de su sistema. Viktor necesita de esa calidez como necesita respirar. Dolía tanto estar enamorado y haberlo dejado ir. Haber preferido pelear antes que confesar. Porque hay muchos contras como para hacerlo.

Viktor también le ha mentido a Jayce, le ha escondido y tomado decisiones sin su consentimiento. ¿Cómo puede exigir confianza cuando él mismo no la ha tenido? Había dado por hecho que Jayce era un hombre perfecto que no necesitaba nada más. Que sólo tiene que preocuparse por perseguir su sueño de ayudar a los demás con magia convertida en ciencia. No le falta nada. Había crecido sin precarias condiciones. Sin tener que luchar por respirar. Sin tener que pensar si podrá comer un día más. Porque él no está muriendo. Viktor había asumido mal y se dio cuenta de que, tal vez, no conoce realmente a Jayce Talis.

Que un Zaunita no es muy diferente de un Piltovano cuando se trata de prejuicios. No todos los Piltovanos eran personas estiradas, enajenadas en su burbuja de elitismo. No todos los Zaunitas son mártires de la causa que los vuelve en buenas personas. El espectro era tan vasto y Viktor comprendió que estaba muy lejos de Jayce. No todos los omegas son sumisos. No todos los alfas son luchadores. No todos los betas son lo que parecen ser.

Tenía que alcanzarlo. Antes de que sea muy tarde.

Viktor sabe que si lo deja ir, es probable que ya nada vuelva ser de la misma forma. Tiene dos opciones: fingir que nada pasó y mantener todo en un trato profesional por el bienestar de Hextech. Perder un amigo. O…, salir de su burbuja de ahogo y buscar las respuestas correctas, entonces, con toda la seguridad, hablar y poner las cartas en la mesa. Ser honesto y demostrarle a Jayce que es digno de su confianza. Dejar de lado sus miedos porque quiere vivir. Vivir de verdad.

Para él, existir será Hextech, Jayce le dio luz a su vida. Le dio ganas de vivir. Porque quiere reírse con él todos los días. Porque quiere comer en su compañía. Quisiera formar una manada con él. Aullar de alegría por su compañero. Hacer de Hextech un cambio para la vida de los demás, juntos. Dolía tanto que quería llorar por comprender cuán lejos van sus sentimientos.

Ya no eran pasajeros, la felicidad y la tristeza se fusionan en la melancolía de lo inexistente. El anhelo de un amor fue la determinación que Viktor necesitó.

Dio un cuarto de vuelta, con el dolor de un calambre en su muslo derecho, y caminó hacia la salida del laboratorio. El sol de la media mañana era agradable a través de los tragaluz de cristales esmerilados por el largo pasillo de la Academia. Viktor caminó tan rápido como pudo. Puso su mano derecha sobre su muslo, apretando ligeramente el músculo contraído para amortiguar el impacto de sus pasos acelerados. No le importó el dolor. Podía sentir un ligero shock de adrenalina queriendo inyectar su cuerpo de energía renovada. Tiene que buscar a su compañero.

Jayce no es un beta. Viktor puede comprenderlo ahora y se siente tonto por no haberlo notado mejor.

Su increíble olfato, sus caninos pronunciados, su aprehensión por el intercambio de aromas, su odio por los procedimientos médicos, por las jeringas, su aparente indiferencia hacia los sistemas beneficiarios por el segundo género. Todo eso fueron las claves para comprenderlo. Jayce fingió ser un beta porque Piltover sólo apoyaría una mente tan extraordinaria como la suya juzgando su segundo género. Viktor comenzó a preguntarse cuán cruel es verdaderamente el sistema de castas de Piltover.

Hasta qué extremo llegó Jayce para poder hacerse un camino y aferrarse con uñas y dientes a su sueño. Probablemente tanto o más que Viktor.

Viktor sonrió con ironía al pensar en lo compatibles que son los dos. Jayce y él harían lo que sea por ver sus sueños de investigación en una realidad.

”¡Viktor!” La voz de Sky desvió su oreja peluda y miró hacia la izquierda.

La chica corrió hacia él con su diario contra el pecho y sus lentes sobre su cabello recogido. Al llegar a su lado tomó un largo respiro antes de recuperar el aliento. Ella lo miró con un poco de consternación.

”Señorita Young” saludó tratando de menguar su tono para no dejar saber su molestia por haber sido interrumpido.

”Qué bueno que te encuentro, necesito el boceto del reporte de estado de investigación de sus proyectos de herramientas Hextech” dijo con un poco de nerviosismo.

”¿No teníamos plazo hasta la siguiente semana?” Preguntó Viktor un poco impaciente. No tenía tiempo para esto.

”El consejo quiere un mejor panorama de la investigación que le darán para justificar su propuesta de herramientas. La concejal Medarda está interesada en entrar como inversionista principal en este proyecto”.

Aunque doliera física y mentalmente, Viktor se detuvo.

El alfa frunció el ceño. Mel Medarda se había mantenido más al margen de lo que pensó que haría en un inicio. Aunque es probablemente la persona más rica de Piltover, no entró a la primera ronda de inversión de los Hexgates. Se mantuvo en un puesto de asesor de relaciones públicas, formando una alianza con Cassandra Kiramman para el desarrollo de la campaña de Hextech con Jayce como el Hombre del Progreso. Está más interesada en la estrategia que en el fin.

Según de lo que recuerda que Jayce le ha informado, Mel Medarda es más una analista que una jugadora. Sus inversiones son meticulosamente gestionadas y con las condiciones muy claras. Su dinero no está destinado a ser multiplicado, sino a ponerla en ventaja sobre los demás en las decisiones del proyecto. Viktor reconoce que, como política, la mujer era bastante inteligente. No le interesa el dinero, le interesa el poder que su propia riqueza le puede dar.

Sin embargo, el que ahora quiera ser parte activa de este proyecto hacía que Viktor sienta ligera preocupación. Jayce y Viktor tenían planeado destinar la inversión extra de los Hexgates para la importación de los materiales y, dado que las forjas Talis están a nombre de Hextech, poder reducir los costos de construcción. Jayce había conseguido ese extra jugando con el humo político para darles a los inversionistas una idea que no tiene fecha ni sustento. Mel Medarda quiere entrar justamente a la inversión del proyecto de herramientas, algo que ni el propio decano Heimerdinger se ve entusiasmado y es de quien buscan aprobación. No estuvo interesada en una apertura política con Zaun.

Probablemente porque sabe que eso es imposible. No hay un líder como tal de la ciudad subterránea. A quien buscan sigue muy metido entre las sombras.

Pero Viktor tiene cosas más importantes que atender en ese momento. Al diablo con la política.

”¿Qué te pidieron, exactamente?” Preguntó Viktor retomando su camino.

Sky le siguió de cerca: “Una propuesta y proyección de resultados. La concejal parece muy interesada en conocer las aplicaciones del proyecto para saber en qué parte del sistema ahondará con su inversión”.

”¿Notaste algo diferente, Sky?” Preguntó Viktor.

No se lo preguntó a la señorita Young, su asistente de laboratorio. Se lo preguntó a Sky, su amiga. La chica que supo aceptar su rechazo y que le ha abierto los brazos con una dulzura y resiliencia bastante sobresaliente. Sky se había convertido en una agradable compañía. Después de darle el tiempo y la distancia necesaria para que procese el duelo del rechazo, ella misma lo buscó y fundamentó su relación hacia una sólida amistad. Por eso se lo pregunta de manera tan cercana, porque no quiere saber verborrea política, quiere la opinión de su amiga para resolver esto lo más pronto posible.

Tiene que encontrar a Jayce.

”¿Honestamente?” Preguntó Sky con un susurro comprensivo “. Sí, pero no logro descifrar exactamente qué traman con esto. En la última ronda de inversión, la concejal también declinó la oferta. Sin embargo, tampoco es crédula. Le pidió a alguien más hacérmelo saber”.

”¿Quién?” Viktor se detuvo un instante a ver los ojos de Sky.

”Su asistente, Elora” respondió con una mueca “. Lo suficientemente cercana como para hacerlo ver real y también tan impersonal como para distraernos de algo… Es sólo que aún no sé qué”.

”Eso nos da algo de tiempo… Necesito tu ayuda, Sky. Ve al laboratorio y toma las notas del archivo cuarenta y siete” explicó Viktor con voz seria y mirada decidida “. Están las etapas tempranas del proyecto, no ahonda ni da mucha información, pero tiene la teoría necesaria y la proyección qué hizo Jayce de ganancia. Creo que…, creo que nos ausentaremos unos días”.

”¿Está todo bien?, ¿dónde está Jayce?” Preguntó Sky preocupada.

”Algo me dice que no, no realmente… ¿Puedo contar con usted, señorita Young?”

El cambio de tono y honorario con el que se remitió a ella pareció ser señal suficiente para hacerle entender que esto iba tanto como una petición de un amigo como una orden de su superior. Sólo en ella puede confiar para aplacar las aguas y darle una merma lo suficiente amplia. No está seguro de qué, pero sabe que necesita ese tiempo.

Sky asintió y no lo retuvo más. Viktor siguió adelante con una sola dirección en mente y el recuerdo de la mirada asustada de Jayce al saber ser descubierto.

Iría a buscar a su Omega.

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Encontrar la casa Talis no fue exactamente complicado, Viktor sólo aprendió a ser buen oyente y un mejor observador. Juntar todas las piezas del rompecabezas gigantesco que Jayce le entregó y llegar hasta la fachada que ahora se levanta imponente frente a él. Era el primer y último lugar como opción que tenía para ir a buscar a Jayce. Sabe cuán significativo es, el tema de su madre era un caballo oscuro del que Viktor no puede tentar las aguas. No sin tocar algún nervio especialmente doloroso. Sin embargo, aquí estaba ahora. Sobó su pierna derecha, haciendo una presión fuerte sobre el músculo, y subió los escalones de la entrada.

Era una construcción mediana y muy agradable. Los capiteles corintios sostienen baldosas de ladrillo y cantera con un acabado mediterráneo bastante agradable. Los bordes puntiagudos se suavizan con las enredaderas de flora fresca y bien cuidada. La pintura brilla con insinuación de buen mantenimiento de la casa. Viktor notó un sistema de goteo que llamó su atención. La cerca de madera y repujados dorados con acabados rectos contrastaba bien con la misma presencia etérea de la casa. Había una mesa con dos sillas de hierro pintado en el costado izquierdo del jardín. Una casa de pájaro con techo rojo y entrada con forma de corazón. Unas campanas sostenidas por cadenas y yute. Macetas dentro de cestas de mimbre. Alta, de tres pisos, llena de ventanas relucientes y persianas azules.

Todos los detalles que Jayce alguna vez contó de la casa de su madre estaban ahí. No puede haberse confundido de hogar. Cada decoración que Jayce ha mencionado se ha agregado con el tiempo. Las macetas que su madre puso. Las campanas que Jayce hizo de pequeño para ahuyentar a los monstruos en la noche. La casa de los pájaros está perfectamente cuidada. Estaba en la calle que vagamente mencionó Jayce, a unas cuadras de la avenida que lleva hacia la fábrica Talis. Viktor no quiere sentirse como un acosador por haber inferido el hogar de la madre de Jayce por cosas que sólo le ha contado esporádicamente. Es sólo que… Viktor sabe que no habría otra forma de dar con esta casa.

Oficialmente, en todos los registros de Jayce, se sabe que reside en la mansión Kiramman. Sus contactos de emergencia son Cassandra Kiramman y una tal Mary Cherie. Antes, Viktor pensó que Jayce no se mudaría a un apartamento propio (como él mismo hizo) por pura comodidad. Ahora comienza a sospechar que no fue una elección, sino una especie de obligación de quedarse en esa residencia. Todo comenzaba a tener y perder mucho sentido. La mentira de Jayce iba mucho más allá de su condición o de su segundo género, sino de las consecuencias mismas en torno a la sociedad de Piltover.

La frivolidad de la apariencia tiene costos mucho más grandes de lo que nunca imaginó.

Tocó el timbre. Esperó con las dos manos sobre su bastón. Aferrándose tan fuerte como la piedra a él. Su cabello estaba muy largo y sin agarrar, así que cae en rebeldes mechones sobre sus hombros chuecos. No quiere imaginar la desastrosa imagen de sus orejas y cola lobuna. Era un día cálido de verano, pronto será el cumpleaños de Jayce. Su mente estaba llena de estática, un ruido blanco menguaba entre su bruma. La garganta se le cerró y su boca se secó cuando la puerta con vitrales esmerilados se abrió y una mujer lo miró.

Ahora Viktor sabe de quién sacó esa mirada de curiosidad brillante y tan hermosa. Era una mujer delgada y algo baja. Su ropa impoluta constaba de una falda larga, saco con mangas abullonadas, y un peinado recatado de un moño bajo. El mismo mechón rebelde que Jayce tiene, lo tiene ella. Sus orejas de labrador con pelo corto oscuro y cola larga se agitó con aprehensión. Era una beta, dejando ver su cuello sin glándula de vinculación. Sus ojos sabios y cansados estaban caídos, un rostro anguloso y había un lunar en su mejilla. Le faltaban dos dedos en su mano izquierda que fueron sustituidos con una fina hechura robótica. La prótesis brillaba de dorado y repujados nítidamente hechos entre las conexiones de los nudillos.

”Oh, tú debes ser Viktor” dijo con voz rasposa. Como si no la hubiera usado en mucho tiempo “. Te ves justo como él te describe y las fotos. ¿Qué puedo hacer por ti, hijo?”

”Buen día” Viktor se quiso golpear la cara al sentirse nervioso, sus mejillas ardieron “. Eh, sí, disculpe-, señora Talis”.

Ella rio con los ojos entrecerrados: “Jayce me dice que no sueles quedarte sin palabras”.

”Una disculpa… Me hubiese gustado que nuestro primer encuentro fuera en mejores condiciones” Viktor prefirió ser honesto “. Es sólo que, bueno, este es el único lugar que me llegó a la cabeza”.

”¿Para qué?”

”Para encontrar a Jayce…”

Viktor se sintió sorprendido, y a la vez no, al notar como un abanico de emociones surcan los ojos de Ximena Talis. Era tan expresiva. Justo como Jayce. Si aspiraba fuerte, podía notar un ligero perfume dulzón, como el que comenzó a asimilar con su Jayce. Ahora se estaba amargando, porque dejaba en claro que no, ahí no estaba a quien estaba buscando. Viktor debía saberlo mejor. Su pelea había sido fuerte, no podía ir a cualquier lugar, ni siquiera al que más adora.

Aunque, Viktor lo notó bien, la preocupación de Ximena Talis tenía un trasfondo que se escapaba de su comprensión. Casi había una especie de alivio del que no podía dejar escapar un poco de terror. Muchas cosas estaban comenzando a salir a la luz. Cosas que activamente estuvo ignorando y no hizo más que alimentar el fuego de una terrible catástrofe. Viktor sabe que como científico, está hambriento de encontrar las respuestas. Ahora, más que nunca, las necesita.

”Pues no está aquí, pero, a pesar de todo, conozco a mi hijo” suspiró Ximena con un dolor en los ojos imposible de ignorar “, cuando se enoja busca distraerse… ¿Quieres entrar? Ya casi es la hora del té”.

”Pero, Jayce…”

”No me conoces, pero Jayce me ha contado mucho de ti. Sea lo que sea que los haya hecho pelear, podrán superarlo. Por ahora, dale un poco de tiempo. A ti también te vendrá bien algo en los huesos”.

Ximena Talis se hizo a un lado, para dejarlo pasar. Viktor no estaba más que asombrado por la perspicacia de la mujer. Sus mejillas seguían ardiendo. Pensar que Jayce lo aprecia lo suficiente para ser un tema recurrente con su madre calentaba su corazón más de lo que puede aceptar. Además, su misma presencia le recordaba a su propia madre. No pudo evitar sentirse muy bienvenido. Muy querido.

”¿Cómo sabe que no nos pasó algo peor?” Preguntó con sinceridad Viktor entrando al recibidor.

Las paredes estaban llenas de recortes de periódicos y diplomas con el nombre de Jayce Talis. Había fotos familiares y en solitario. Aunque le llamó la atención que en el centro había una foto que nunca podrá olvidar. El día del gran concurso de jóvenes innovadores por el 195° aniversario del día del Progreso. Concurso que Viktor recuerda que Ximena Talis no presenció; pero que Jayce fue a contarle. Ximena estaba orgullosa de su hijo, de Jayce, por cada una de las facetas de su vida. Sin importar qué.

En contraste, la casa era cálida, con paredes de color oscuro pero remarcados de blanco para equilibrar la energía. Los muebles eran robustos y elegantes. Había una gran chimenea en la sala principal y un comedor de cristal. Las ricas cortinas se sostienen con moños de encaje y las plantas de interior, aunque pocas, llenaban de más vida el lugar. Ximena Talis sí que sabe mantener un cálido hogar.

”No estás desesperado…, más bien, te veo… preocupado” dijo Ximena mientras extendía la mano a Viktor para apretarla levemente y llevarlo a la sala.

Su tacto era terso y cálido. Viktor sintió un ligero nudo formarse en su garganta. No pudo evitar volver a pensar en su propia madre. Se dejó llevar por Ximena. Caminó a su lado, a su paso, tranquilamente, sin juzgarlo. Sonrió ligeramente al sentirse tan bienvenido en pequeños actos.

Lo sentó en el gran sillón individual. Junto a una ventana con cortinas de gasa blanca llena de entretejidos de plata. Viktor sentía que no debería sentarse justamente en este sillón; pero no quería contradecir a la mujer.

”Si hubiera pasado algo peor, no habrías venido a mí… Cassandra ya lo habría cubierto” el tono de Ximena era conspirador “. Jayce es muy orgulloso, como lo era su padre, así que fue a buscar distraer su mente. Además, no creo que sepas ya qué le dirías en este momento, ¿o sí?”.

Su cercanía era adorable. Viktor sonrió con una mueca.

”No, no lo habría sabido…” suspiró.

Tiene el presentimiento de que se habría quedado congelado. Probablemente si le hubiera gritado que se fuera, que estaba demente por haber encontrado su casa, que estaba actuando como un alfa presuntuoso, le creería. Viktor no lo habría cuestionado, en parte, todo eso era verdad.

”¿Qué te gustaría, té chai con caramelo o de vainilla con miel?” Preguntó Ximena mientras se dirigía a la cocina junto al comedor “… Te veo rostro de que el caramelo te agradará mucho más. Espérame un minuto, cariño”.

Definitivamente, Jayce había obtenido la dulzura de su madre. Viktor miró al frente. Había más fotos. Una de Ximena Talis, mucho más joven, con un bebé en brazos. Ambos bien abrigados y en lo que parece una especie de cabaña robusta y cálida. No era una construcción Piltovana, era del norte. Había otra foto de un hombre con grandes patillas, sonrisa ladina y un niño con sonrisa nerviosa y un martillo en manos. La separación de los dientes y su cabello oscuro le dejaron en claro que era Jayce. Con su familia. Su padre había muerto, se lo dijo, y esa fue una de las razones por las cuales emigraron a Piltover.

El sonido de la porcelana lo sacó de su ensoñación. Viktor se levantó para ayudar a Ximena, pero ella frunció el ceño. Alejó la bandeja, como si el tacto de Viktor quemara, dejando en claro que no quiere su ayuda. Es su invitado. Viktor alzó las manos a la altura del pecho, un poco consternado y sorprendido por la habilidad de la mujer de moverse con un juego de té completo sin hacerlo temblar. La vajilla era preciosa, de un color blanco con bordes rojos y dorados, cucharas de plata con repujados florales y servilletas de tela en armonía. Trajo una tetera humeante y rejillas llenas de té. Puso una en una taza y el agua caliente dejó salir un agradable aroma de caramelo y el amargo regusto del té negro, Ximena agregó crema y el color oscuro se volvió de una agradable café claro. También trajo dos pedazos de tarta. La pasta hojaldre es una gruesa base para la compota de frutas con mermelada y nueces de apariencia decadente, encima tenía lo que parecía boronas de galletitas de azúcar y canela con una bondadosa cantidad de jarabe de caramelo.

Ximena le acercó el té con un bote lleno de azúcar morena y el plato con tarta. Ella se preparó su propia taza y se sentó en el sillón de tres plazas frente a la chimenea. A lado de él, pero no pegados. Invitándolo, pero regalando el suficiente espacio para sentirse cómodo, cálido y bienvenido.

”Creo que una buena taza de té es lo que necesitamos” suspiró con la espalda recta y el meñique levantado mientras revolvía su taza “. Algo me dice que no tendremos una conversación muy agradable”.

Aunque prefiere la leche dulce por sobre cualquier bebida, incluso el café, en ese momento no había nada mejor que el aroma de la infusión que le preparó la mujer. Agregó dos cucharaditas de azúcar y se acercó igualmente la taza a los labios. Tanto tiempo en Piltover y siendo asistente de unos de sus más extravagantes ciudadanos que resulta ser un amante del té, tenía los moldes suficientes para seguir el protocolo de la hora del té. Un momento frívolo que dejaba en claro cuán buena era la calidad de vida de la ciudad, incluso en las cámaras de clase media. Aunque tiene que admitir que llegó a disfrutarlo bastante cuando Jayce le obligaba a tomar el té en su compañía.

Nunca lo había notado, pero Jayce se esforzaba mucho cuando se trataba de alimentarlo. Lo estaba proveyendo, lo estaba cuidando, lo estaba buscando. No es un instinto arraigado en los betas, no de la forma en que Jayce procuraba darle todo a Viktor, como un administrador recompensando a un cazador por su buen trabajo. En Zaun era un acto común de cortejo. Alimentar a la pareja deseada. Viktor nunca lo imaginó como un acto de flirteo; y posiblemente es más instintivo que activo consciente. Jayce no fue educado de esa forma en lo relacionado al segundo género Lycan.

Fue educado para fingir que no es un Omega.

”De verdad me habría gustado que fueran otras circunstancias” se disculpó Viktor con la mirada hacia la mujer “, pero necesito respuestas… Algo le pasa a Jayce y me preocupa no poder ayudarlo”.

Ximena bajó la taza después de un delicado sorbo: ”… Tarde o temprano te habrías dado cuenta… Jayce siempre me dice lo inteligente que eres, cariño… Así que lamento que tengas que ponerte en esta posición… Dime, ¿por qué quieres ayudar a mi hijo?”

Había algo en esa pregunta que detuvo el flujo de pensamiento de Viktor. No era una especie de prueba escondida ni mucho menos, era la simple necesidad de una madre por proteger a su hijo. La necesidad de una mujer que ha sufrido en silencio por mucho tiempo. Como si después de muchos años, alguien la volteó a ver porque la necesitan a ella. Rompió un poco más el corazón de Viktor. De sólo imaginar todo lo que ha sucedido, sentía que estaba irrumpiendo en algo sagrado, en algo peligroso, de lo que no debería estar enterado nunca.

Sin embargo, sabe que estaba ya muy metido en esto. Y no se arrepiente de ello. Después de todo, es por Jayce. El hombre que lo miró con la misma esperanza, que lo ha cuidado en sus días más grises, que aceptó cada término y condición con tal de acercarse a su sueño. Aún puede recordar el primer día que lo vio, el sentimiento de desprecio que había habitado por su orgullo científico. Que poco a poco Jayce fue convirtiendo en un inquebrantable amor. La ternura que siempre le entregó, en compañía de sonrisas y su cola agitándose por todo el laboratorio. Su excentrismo combinaba con el suyo. Su maravillosa mente, que iba más allá de los límites, siempre buscando respuestas como la de él. Su sonrisa de dientes separado, con hoyuelos y labios apretados. El puchero que hace cuando aprieta la mandíbula de frustración. Su sarcasmo y humor era afín al suyo. Su preocupación por su estado. Jayce siempre lo cuidaba física y mentalmente. Buscó adecuar el laboratorio para su pierna, arreglaba continuamente su ortesis y estaba diseñando una nueva, esa máscara de gas humidificadora para protegerlo en Zaun, su constante insistencia de alimentarlo balanceadamente. Viktor no había estado mejor en años, pero la enfermedad imperaba.

Viktor ya no se sentía solo al lado de Jayce. Porque no necesita a nadie más.

Si no fuera por Jayce, probablemente habría cavado ya su propia tumba. Jayce seguía siendo el sol de Viktor. La presencia cálida que dio por sentado. ¿Qué dio de vuelta Viktor por todo lo que Jayce le dio? Excusas para dejarlo solo en reuniones, mala actitud cuando su pierna más duele (y Jayce, aun así, no se rendía con él), promesas sin cumplir.

”No lo he demostrado correctamente, y quiero redimir ese hecho…” suspiró Viktor apretando la taza y el pequeño plato “. Jayce merece algo mejor, pero si puede aceptar a un alfa enfermo terminal, lo haré mejor”.

”Oh, cariño…” Ximena dejó su taza en la mesita de enfrente y puso su mano sobre el antebrazo de Viktor “, que más quisiera que así fuera… Pero es más complicado”.

”¿Por qué? No entiendo qué está pasando” Viktor sintió su voz romperse.

”Nunca pedí nada de esto… Sé que te he exigido demasiado, Viktor; pero, créeme, no puedo decírtelo. No me pidas que te lo diga”.

Las palabras de Jayce, su mirada adolorida, las lágrimas reprimiendo el llanto en sus bellos ojos, el temblor en su cuerpo, la necesidad de comprensión que Viktor le negó. Jayce le pidió su compañía, porque ya no quería sentirse solo, esas no eran muchas exigencias, era simplemente el deseo infantil de alguien que se ha sentido muy solo.

Y que Viktor tampoco cumplió.

”No soy yo quien deba decirte todo…” Ximena desvió la mirada, con la bebida y la comida olvidada “, pero sé que nadie más lo hará. Sobretodo Jayce… Dime, querido… ¿Cuál fue la razón por la que pelearon?”

Ximena quería saber si tenía la razón para decirle la verdad, Viktor comprende que había un tema demasiado profundo como para ser dado a la ligera. Tal vez estaba listo para oírlo, tal vez no lo estaba. La verdad, es que nunca lo estaría.

”Encontré hace unos años una jeringa” comenzó Viktor con resignación “. No encontré mucho en ella, pero algo me decía que no debía tirarla. Cuando supimos del shimmer, pensé que era una jeringa con esa droga, pero las composiciones eran distintas. Después, Jayce comenzó a actuar extraño, estaba enfermo todo el tiempo y en esa reunión con el decano Heimerdinger pude oler algo distinto… Tal vez no fui muy discreto y llegué a la conclusión de que esa jeringa era de él, porque siempre huele a azufre; pero algo estaba cambiando. Peleamos, por nuestra amistad, por las mentiras, por Hextech y lo llamé beta pretencioso… Él me señaló que estaba usando mi voz de comando como un alfa presumido”.

”Oh, mi…” La mirada de Ximena lo decía todo. No estaba imaginándolo y ella lo sabe.

”Los betas no pueden escuchar la voz de comando… Jayce se fue del laboratorio y no lo seguí. No supe qué hacer y fue por eso que llegué hasta aquí” suspiró Viktor rendido jugando con su cabello “. Me siento mal por lo que dije, pero ahora estoy preocupado… Jayce…”

”Aceptó un tratamiento”.

Viktor frunció el ceño y miró a Ximena por una explicación. Necesitaba respuestas, quería respuestas. Todo lo que sea necesario para ayudar a Jayce. Esperaba que lo que contó fuera suficiente detonante para mancharse las manos. Siente que está llegando lejos, vale la pena caer en ese tipo de problemas, con tal de poder estar junto a Jayce. Quiere hacer más, quiere demostrar que puede redimir sus fallos y que ambos pueden reunir las piezas rotas para arreglar todo el desastre que puede drenarlos.

Notó que, por su lado, Ximena tenía una fusión entre preocupación y liberación en su ceño. Como si por fin pudiera hablar de una mentira que estaba absorbiendo su vida lentamente, que le ha quitado algo que Viktor desconoce pero imagina. Jayce siempre suena tan nostálgico cuando habla de su madre.

”Cuando llegamos a Piltover, fue la magia la que nos salvó” narró Ximena mientras se abrazaba a sí misma “. Yo no supe muy bien qué pasó, pero recuerdo a mi querido Jayce decirme que un mago fue quien nos salvó. Después de la muerte de su padre, pensé que sería buena idea venir a la propiedad que tenemos en Piltover, para empezar de nuevo. Jayce siempre demostró mucho ingenio y supuse que aquí podría dejar volar todo lo que su mente esconde… Nunca imaginé que tendría tantas trabas”.

Ximena suspiró hondo, tratando de sofocar sus lágrimas. Como si después de mil y una noches tiene la libertad de soltar todo lo que ha estado mal y todo lo que ha acabado con algo que Viktor es ignorante. No importa cuán de piedra uno intente ser, pensó Viktor con resiliencia, siempre hay algo que nos destruye. En ese momento, Ximena Talis se veía muy pequeña.

“Dejamos todo atrás para comenzar aquí” siguió narrando Ximena con un hilo de voz a punto de ceder “. Aquí había tantos obstáculos, nuestra cámara de segunda categoría, no ser nativos, la fábrica de herramientas, pero nada de eso detuvo a Jayce para inventar cosas. Siempre me decía que cambiaría el mundo dándole magia… Si no hubiera sido porque Cassandra Kiramman lo vio en una feria de inventores, Jayce no estaría donde está ahora, contigo”.

”¿Por qué?” Preguntó tontamente Viktor.

”Ser un omega en Piltover no es más que una maldición” rompió en llanto la mujer, abrazándose e inclinándose hacia adelante, tratando de protegerse del recuerdo “. Cuando fue diagnosticado, Cassandra decidió someterlo a un programa de prueba para hacerlo pasar como beta. Cambiaron sus registros, sus análisis, su vestimenta, sus comportamientos, todo lo que indicara que él es un omega. Porque Cassandra vio el potencial de mi hijo como una inversión. Si no lo hubiera hecho… Jayce no habría podido estudiar”.

Viktor comenzaba a comprender todo. La información corrió como un fuerte torrente de huracán contra su sistema. Se sintió, de repente, demasiado débil como para moverse. Los sollozos de Ximena, aunque desgarradores, no eran lo suficientemente poderosos como para movilizarlo. Todo en lo que podía pensar era en que Jayce había renunciado a su genoma Lycan porque lo vieron como una inversión, una fuente de poder y ganancia. Los diagnósticos son a temprana edad, Jayce no debía tener más allá de quince años cuando su genoma se presentó.

Los Omegas son la escoria de Piltover. Viktor, pensándolo bien, no recuerda haber visto muchos en la ciudad del Progreso. Y donde los llegaba a ver era en cámaras de baja categoría, sin trabajo y vistos como una carga para la familia que los tiene. No son esposas trofeo, no son siquiera muebles de exhibición, en PIltover no eran nada de lo que sentirse orgulloso. Era cruel imaginar que algo tan irreparable como la lotería de la evolución pueda ser la causa de la infelicidad de muchos.

Aun así, Jayce no tenía el camino libre. Todo lo que debió hacer para poder cumplir sus sueños, para cumplir con las expectativas impuestas. ¿Qué tan auténtico es Jayce, en realidad? Viktor sentía un dolor fuerte en el pecho porque. No se interesó en buscar más respuestas. No estaba siendo mejor que los demás.

Porque sabe que la pasión de Jayce es real. Que la misma sociedad intente apagar una chispa como la suya era tan cruel.

”¿En qué consiste el tratamiento?” Preguntó Viktor con la voz rasposa.

Se sentía mal por tener que hacer que Ximena tenga que recordar todo esto, pero necesita, quiere, saberlo todo. Porque quiere ayudar a su Jayce.

”Es un programa de condicionamiento” Viktor sintió repulsión al escucharlo “. Programaron tanto el cuerpo como la mente de Jayce para aceptar la creencia de ser un beta. Fuerte dosis de betabloqueadores, inhibidores inyectados, centenares de medicamentos, esteroides, sesión de terapia hormonal, supresión de sus celos. Al principio era bimestral que tenía sólo un ciclo de calor que podía dejar fluir. Claro que lo que hacían era amarrarlo a camas de pruebas y dejarlo sufrir mientras su cuerpo se nivelaba… Así que una vez, cuando cumplió dieciocho años, le permití tener un ciclo de celo normal… Cassandra prohibió que lo volviera a ver. Lo sacó de mi casa y no he cometido más que error tras error…”

Ximena lloró largo y tendido. Pasó sus manos por su cabello, despeinándolo en el trayecto. Las lágrimas corrían y mojaron la tela de su falda. Caían con una soltura casi espeluznante. Como si nunca antes hubiese podido hacerlo. Había tanto dolor y arrepentimiento que Viktor tuvo que reaccionar y levantarse.

Se acercó al lado de Ximena Talis y se sentó a su lado, ofreciendo sus brazos. El abrazo fue revelador también para Viktor. Ximena estaba delgada, había una fragilidad debajo de la tela fina de su ropa que la volvía más vulnerable que su propia tristeza. Podía sentir cómo mojaba sus ropas, y cuán poco le importó. Sostuvo con fuerza a la mujer, apresándola entre sus brazos, acariciando con su pulgar donde alcanzaba su tacto. Viktor sintió pura impotencia.

Comprender por qué Cassandra hizo lo que hizo. Le dio una oportunidad a Jayce. Eso no quitaba que los sacrificios que tuvo que hacer eran mucho más caros que la felicidad de un falso libre albedrío. El estándar de beta de Piltover no era más que un sujeto de pruebas de laboratorio. Viktor comprendió por qué Jayce siempre volteaba la mirada cuando Viktor tomaba medicamentos, por qué odiaba escuchar temas de consultas y sistemas médicos. Porque él vivía preso de una mentira que tenía que mantener con uñas y dientes.

Porque no podía confiar en cualquiera y que todo por lo que había trabajado se viniera abajo. Viktor comprendía ahora que, aunque Jayce confiaba en él para otras cosas, estaba entrenado y con el cerebro programado para proteger a toda costa la mentira de su segundo género. Porque muchas cosas dependen de ello, no sólo la apertura de Jayce para tener oportunidades, sino proteger la imagen de su patrocinadora, la casa Kiramman.

Cassandra tiene amarrado a Jayce a una cadena y sabe que hará lo que sea que le pida. Por eso la educación política, por eso su preferencia, por eso su búsqueda de aprobación, por eso lo acompañaba a todos lados, estaba cuidando su tesoro. Estaba cuidando el tesoro de Piltover.

Si es que era posible, Viktor sentía su corazón doler más.

Abrazó todo el tiempo del universo que necesitaba Ximena. Ella también estaba cansada. La alejaron de la única familia que le quedaba. De su propio hijo. Le quitaron su crianza, su compañía, su felicidad con tal de cuidar las apariencias. Ximena debió sentirse muy sola y cada visita de Jayce debía ser un consuelo y una apuñalada a su existencia. Era tan injusto. Los sacrificios son necesarios, Viktor cometió muchos para llegar a donde estaba, era sólo en ese momento que ahora veía los que Jayce hizo para también lograrlo. Comprendiendo que cada individuo está librando su propia guerra.

”Intenté recuperar su custodia, pagar el tratamiento, recuperar a mi hijo” lloró contra el hombro de Viktor “, pero no importa qué, Cassandra siempre estaría en la ventaja… No quiero odiarla, porque ella le dio todo lo que yo no podría haberle dado a mi hijo… pero sólo recordar cómo me lo arrebató… Verlo enfermizo, siempre cansado, triste, mintiendo a todos… ¡Oh, Viktor! Perdóname que me tengas que ver así”

”Está bien, lamento yo haberle obligado a contarme todo esto” suspiró Viktor con la misma comprensión “… Nunca imaginé que sería algo así…”

”Son tantas mentiras, Viktor” replicó Ximena con sabiduría adolorida “. Tantas cosas a tomar en cuenta y cuidar por la apariencia. Jayce vive ansioso, lo vi al punto del colapso… Así que leí todo lo que encontré sobre omegas. Hice lo que su abuelo habría querido para él”.

”¿Su abuelo?” Preguntó Viktor con curiosidad.

”Era el omega y líder de nuestra manada, allá en el norte” sollozó con una mirada perdida, separándose de Viktor y tratando de peinar su ya destruido cabello “. Busqué la manera de que su omega siguiera presente, porque era lo que protegía a Jayce cuando más estresado se ponía. Pero creo que eso afectó en su tratamiento”.

Todas las piezas por fin encajaron. El increíble olfato de Jayce, su afinidad por la protección hacia terceros, sus caninos grandes, siempre usando cuello y manga larga. Era un omega poco común. Un omega de gen dominante. Esconder su condición implicaba más sacrificios. Viktor ahora entendía que todo este tiempo, su aroma y presencia alfa, que no escondía con nada, estaba afectando el omega en Jayce. Designación que Ximena buscó proteger cuando lo visitaba, desarrollándolo a su manera.

Era posible que, por todos esos factores, la medicación y tratamiento de Jayce tuviera algún punto de quiebre. Debió comenzar a fallar porque sólo suprime, Viktor no conoce medicamento permanente; aunque no duda que hayan usado a Jayce como sujeto experimental. Porque hubo instantes en que se veía directamente enfermo. Hasta que llegó a este extremo en que vivía estresado, ansioso y lleno de desesperación. Por eso ha podido olerlo ya, su aroma dulzón y rico. Estaba llegando a un punto de inflección y que obligará a detener.

Si su madre estaba tan triste y tan desconsolada es porque este secreto sobrepasa cualquier comprensión de todos los involucrados. Era posible que su querido Jayce no quisiera hablar de esto. Y si lo hacen, le pedirá que lo olvide, que finja que nunca pasó. Porque hay mucho en juego, no sólo con su casa patrocinadora, sino con Hextech. Viktor tampoco querría perder la parte fundamental del proyecto por culpa de su genoma Lycan. No permitiría que le arrebaten el sueño a su amigo por algo tan intrascendente como lo era el segundo género.

”Por favor, disculpa este berrinche” suspiró Ximena con una sonrisa llena de dolor “, y me gustaría saber que puedo contar con tu apoyo”.

Viktor puede leer entre líneas, debe mantener el secreto enterrado. Por el bien de todos.

”Puede contar conmigo, quiero cuidar a Jayce” dijo después de unos segundos de deliberación.

”¿También comprendes que no hay mucha posibilidad de que puedas estar con él…, verdad?”

Eso rompió completamente a Viktor. Ahora que veía todo el panorama, puede considerar que era así. No hay posibilidad alguna para estar con Jayce. Porque, como él también lo ha hecho, tiene que anteponer sus objetivos, sus expectativas. Jayce debe sentirse solo, porque nadie puede saber su secreto. Porque no puede pasar con nadie un momento tan íntimo e importante para los omegas como lo era su celo. Jayce está siendo obligado a actuar como un beta perfecto. Un beta perfecto que no querrá a un alfa enfermizo.

¿Qué hay del omega asustado, empero?

”Me imagino…” susurró Viktor con el sabor amargo del rechazo en la lengua.

”Pero son amigos, ¿verdad?” Preguntó Ximena tomando una mano de Viktor entres las suyas “. Creo que lo que necesitan ambos es saber que se tienen el uno al otro, que siempre estuvieron aquí, para consolar las caras tristes y seguir adelante. Es claro que Jayce sabe que tú descubriste su secreto, hazlo hablar, te necesita… Yo fui muy cobarde al no hacer más por él, al hacer que él me protegiera en vez de hacerlo al revés. Ahora necesita un igual, no dudo que te ama… Nunca lo vi tan feliz y tan anhelante por nadie”.

Jayce era tanto para Viktor. Un camino, un consuelo, un destino y su esperanza. Pintaba las nubes blancas de un cielo azulado, para decorarlo con el fulgor de oro líquido que cada prado añora en las mañanas. Era ese campo donde descansar cuando todo terminara. Jayce fue un tumulto de emociones para las que no estaba listo para enfrentar. Un torbellino lleno de altos y bajos. Su corazón se estrujo con una fuerza al punto de ebullición. Su sangre burbujea debajo de sus torrentes, su alfa quería aullar con el conocimiento bien arraigado.

Siempre estuvo ahí.

En toda posibilidad, en toda matemática, en toda ecuación por descubrir, Jayce era esa respuesta que necesitaba.

Estaba condenado.

”Yo… Yo también lo amo”.

Decirlo al aire fue tan liberador como doloroso.

.

.

.

Era entrada la noche cuando la puerta principal sonó. Viktor se quedó con Ximena toda la tarde. Sentía que no podía dejarla sola y era esta casa el único lugar al que podría llegar Jayce si quiere evitar problemas directos con Cassandra. Si no llegaba esa noche aquí, no tendría de otra que ir al día siguiente a la mansión Kiramman. O esperar en el laboratorio, no tenía que entrar en pánico. Además, Ximena había quedado muy vulnerable después de aquella conversación, Viktor se sentía de la misma forma al reconocer con su propia voz algo que tal vez nunca podrá ser correspondido. Porque tienen que anteponer muchas cosas antes, el poder del amor no son más que cuentos fantásticos que enmascaran las realidades mucho más amargas y dolorosas.

Ximena Talis era una madre acogedora. Lo invitó a cenar y le dejó ayudarle con la limpieza de la cocina. Comprendía el desdén de Viktor por no sentirse útil, y fue muy agradable poder hablar con ella. Por fin conocerla. Jayce siempre hablaba maravillas de ella, ahora tenía la oportunidad de confirmar que todo era más que verdad. Fue un bálsamo para su inquietud, lo tranquilizó. Ayudó a calmar sus pensamientos, clasificar las palabras y practicar mentalmente qué debería abordar con Jayce cuando lo vuelva a ver. Buscaría arreglar las cosas.

Aunque tenga que ser rechazado, Viktor quiere ser su amigo. Comprendió por qué Sky fue como fue con él en su momento. Cómo prefiere tener una amistad antes que perderlo todo por la persona querida. Necesitará tiempo y afrontará que Jayce tomó este camino. Uno donde no puede tener un compañero, porque hay miles de millones de ojos sobre él, esperando a encontrar su secreto. Sin embargo, eso no era excusa para que se sienta solo. Viktor disfrutaría ser ese amigo. En el que puede confiar.

Era tarde en la noche, Viktor debería retirarse a su departamento, pero no pudo negarse a una taza de chocolate caliente con bombones que preparó Ximena después de la cena. La noche era cálida, así que no había necesidad de prender la chimenea, pero las luces eran lo suficientemente agradables para dar ese toque hogareño. Ximena le prestó un álbum de fotos. Todas eran de Jayce después de llegar a Piltover. Las únicas que conservaba de su tierra de origen eran las que estaban sobre la chimenea que había visto antes. Ciertamente fue un borrón y cuenta nueva para ellos tras aquella tormenta de nieve que casi los mata.

No pudo evitar la curiosidad. Las orejas de Jayce siempre fueron grandes, y ver sus ojos infantiles le hicieron sonreír al imaginar la escena que evocó esa foto. Con dientes faltantes, sonriendo a un pastel de cumpleaños. En su laboratorio improvisado en la sala. Con su primer prototipo de prótesis de canal neuronal. En sus primeros años de juventud, creciendo y creciendo. Poco a poco, notó Viktor, la luz de Jayce se veía diferente. Fingido, como una máscara perfecta.

Fue en ese momento cuando la puerta sonó. Ximena frunció el ceño, dejando su propia taza atrás.

”No pueden ser los espías…” susurró la mujer mientras se levantaba de su asiento. “Oh, no, cariño, no te levantes, yo iré”.

Viktor sintió un mal presentimiento. La mujer desapareció por el umbral de la sala y fue al recibidor. Las paredes amortiguaron el sonido, pero el aroma de un alfa lo puso en alerta. Tomó su bastón y salió hacia el recibidor.

Nada lo preparó para lo siguiente.

”Jayce” dijo Viktor con consternación.

Jayce, su Jayce, aulló con dolor. Estaba en brazos de Vander, el líder alfa de Zaun. Jayce olía fuertemente, ni siquiera su mal olfato puede pasar desapercibido el hecho de que estaba en celo. En celo y en brazos de un alfa que no es él. Un gruñido salió de su garganta.

”Viktor” llamó Jayce por su nombre adolorido.

Enseñó los dientes cuando Vander pegó más a su cuerpo a Jayce. Era un acto de protección, más que de posesión; pero el cerebro de Viktor estaba entrando en alerta también. Su alfa nunca se equivocó, fue él mismo quien no quiso verlo. Desde un inicio había elegido a Jayce como su compañero, verlo en brazos de otro alfa era una amenaza absoluta. Lo estaban marcando con un aroma que no es el suyo.

No importa qué, aunque clara la desventaja, Viktor sabe que su instinto alfa era demasiado orgulloso. El gruñido que Vander soltó indicó que estaba dispuesto a pelear igualmente. Que así sea, Viktor no piensa en la desventaja, sólo piensa en que debe recuperar a su omega y llevarlo a un lugar seguro. Estaba entrando en otra preliminar, su celo pronto se desataría. Tiene que alejarlo de cualquiera que le pueda hacer daño. Tiene que protegerlo, tiene que proveerlo, tiene que mimarlo, tiene que demostrar que es digno de entrar en su territorio. Los omegas de gen dominante son muy selectivos. Tiene que demostrar ser digno de él.

”Súbalo a su habitación” interrumpió Ximena con gesto enojado, interponiéndose entre Viktor y Vander con Jayce en brazos “. No quiero que sus egos de alfa dañen más a mi niño”.

Viktor sintió vergüenza al darse cuenta de que estaba actuando con una fanfarronería fuera de lo común. Estaba dispuesto a armar un escándalo para pelear contra un alfa que le triplicaba en fuerza y dobla en tamaño. No tenía oportunidad pero estaba dispuesto a hacer lo necesario.

Cuando Vander desapareció con Jayce por las escaleras, bajó los hombros. Había estado tenso desde que llegó. Su respiración era errática, tratando de tomar cada nota de dulce aroma omega. Era tentador, demasiado hermoso para dejarlo ir. Sus piernas y brazos hormiguearon con impaciencia. Su cola se agitó y su pecho ronroneó, preparando sus aullidos de lamento. Su alfa estaba furioso, pero Viktor es mejor. Puede tener autocontrol.

Por todo lo que ha comprendido, Jayce sólo ha pasado un celo común y lo hizo sin un compañero.

”Me disculpo” dijo Viktor retirando la mirada con pena hacia Ximena “, fue impertinente de mi parte”.

Ximena suspiró y pasó una mano por su cara, el mismo manierismo de su hijo: ”Esto no puede ser bueno… Jayce nunca, nunca… nunca lo he visto así…”

”Huele a que entrará pronto en celo” suspiró Viktor “. Lo mejor es que me vaya, señora Talis”.

Viktor siente que no será capaz de soportar esa tentación. No puede imponer nada a Jayce. No puede obligarle a darle algo tan preciado como su espacio en su celo. No conocen bien sus aromas, no han vinculado afectos, no se han cortejado, no han visto compatibilidad. Viktor no atacará esa vulnerabilidad de Jayce, especialmente porque no debe comprender lo que estaba pasando. Su mente está programada para ser como un beta. Un beta no tiene celos, no aúlla como lo hizo. No quiere abandonarlo, pero no cree que Jayce lo quiera en algo tan preciado como un nido. No sabe si querrá una prenda perfumada, o intercambiar aromas aunque sea.

Es posible que Jayce no lo quiera como su compañero. Pero, oh, cómo desearía serlo.

”Es que… no sé cómo ayudarlo. No sé si deba llamar a Cassandra o si debamos esconderlo” Ximena jugó con sus manos sudorosas.

Entonces, Vander apareció con pasos pesados. Viktor frunció el ceño, puede oler a Jayce en él. Habían intercambiado aromas. Un gruñido bajo se alzó entre sus labios sin poder reprimir los celos que corroen su cuerpo al pensar que este alfa se ha aprovechado de la vulnerabilidad de su amigo. ¿Cómo se atrevía a presumir a sus anchas que tiene el perfume de Jayce con ese orgullo?, ¿acaso había venido sólo para echarlo de ahí y reclamar su propiedad?

Jayce no es de nadie de aquí, horriblemente le pertenece a Piltover. Viktor enseñó los dientes con furia.

”Tranquilo, muchacho” alzó las manos Vander “. Él quiere que tú seas su compañero de celo”.

Oh.

Oh.

Viktor bajó un poco la guardia, pero su cola seguía rígida y su mirada siguió cada movimiento de Vander. El alfa tomó la decisión de mantenerse alejado. Ximena se interpuso, bendita sea.

”Gracias por traerlo…, ¿no tiene otra opción, verdad?” Preguntó Ximena con el conocimiento que tenía.

”Sea la mierda que haya tomado, lo envenenó. Si no pasa un celo normal y con un compañero, podría entrar en shock” suspiró Vander con manos ansiosas “. Me vinculó por accidente cuando lo ayudé en su primera preliminar, pero no es suficiente que intercambie aromas. Tiene que liberar un celo con un compañero y quiere que sea este chico”.

”¿Cuántas preliminares ha tenido?” Cuestionó Viktor recordando los ciclos con los omegas con los que ha estado en el pasado.

Es posible que, por el tiempo reprimido, el envenenamiento y la necesidad de reestabilizar su propio sistema, Jayce tenga un celo prolongado. Tenía que estar consciente de todo y prepararse correctamente.

Vander lo reconoció: “Vaya con él, está consciente y le vendría bien ver a su manada” se dirigió a Ximena y esperó a que se fuera. Luego vio a Viktor “. Está es la tercera preliminar, es posible que en la siguiente comience el celo… Seré franco, nunca he visto uno tan mal y he vivido mucho… ¿Has estado con omegas en celo antes?”

Viktor asintió.

”Entonces ya sabes a lo que te metes, muchacho. Lo que no sé es si será necesario que te vincules marcándolo” suspiró el hombre mientras rascaba su barba “. ¿Puedo confiar en que lo cuidarás bien, verdad? Si ha mentido por tanto tiempo que es un beta y pensó en ti para que seas su compañero es por una razón”.

Esas palabras le hicieron comprender por qué Jayce lo vinculó a su manada. Vander es un protector nato, como él. Viktor no habría tenido oportunidad contra este prospecto y, sin embargo, Jayce lo eligió a él. Pensó en él. Lo quiere a él.

Viktor asintió nuevamente.

Como si fuera un llamado, Ximena bajó nuevamente. Tenía los ojos aún más hinchados, pero estaba tranquila. Su sonrisa era sincera, eso tranquilizó a Viktor. Ximena es especial para Jayce y su omega la tiene como su manada. Había un sentimiento instintivo dentro de él que le recuerda que ahora también debería ver por ella cuando se una como compañero de Jayce. Esperaba que no tuviera que recurrir a la mordida. Jayce no estaba listo para algo tan trascendental como eso. No habría punto de retorno y su mentira no podrá ser cubierta sin daños colaterales.

Tiene que cuidar de su omega, sí; pero también de su amigo Jayce Talis.

”Me iré” se despidió Vander “. Me dejó venir entre oleadas para reforzar el vínculo, espero que no le moleste mi presencia”.

Ximena negó “Para nada, se lo agradezco. Si es lo que necesita, está bien. Procure venir en horarios ciegos en números impar, es cuando los espías hacen cambio de turno”.

La casa estaba vigilada.

Vander sintió y se dirigió a la puerta. Ximena regresó con Viktor al recibirlo, junto a la escaleras. Sabe que una vez que suba, él no bajará en un tiempo. Miró a la mujer a los ojos con mucha convicción.

“¿Qué necesitan?” Preguntó con preocupación.

”Consígale suficiente agua y comida alta en proteína y carbohidratos” enumeró Viktor “. Tal vez más almohadas y sábanas si es que formará un nido en la habitación. Cubierta de colchón para omegas. Toallas y una palangana, yo lo estaré limpiando”

Ximena tomó la mano de Viktor y la apretó con una sonrisa de agradecimiento.

”¿Y tú, cariño?, ¿qué necesitas?” Preguntó con dulzura.

”… Cinta kinesiológica y mis medicamentos” confesó Viktor con un ligero rubor “. Una vez Jayce entre en celo su aroma me hará entrar en shocks de adrenalina para poder cuidarlo, pero mi pierna no es de acero aunque lleve todo esto encima”.

La mujer rio por lo bajo: “Iré a conseguirles todo eso, ¿puedo ir a tu hogar para buscarlo? Mientras, ve con él y volveré en la mañana a verlos, ¿te funciona?”

”Sí, se lo agradezco”.

”A ti, querido. Gracias por comprender”.

El corazón de Viktor latió con fuerza. Puede que sí tenga la oportunidad de estar con Jayce, pero no de la forma en que más lo anhela.

.

.

.

El torbellino seguía golpeando con fuerza, ahora Viktor estaba en el nido de Jayce. Lo dejó acostarse contra la cabecera, debajo de las cortinas del dosel improvisado. El perfume natural de Jayce estaba comenzando a imperar sobre el aroma de encerrado de la habitación. Era pequeña y cálida. No pediría nada más en el mundo que tan perfecto escenario. El cuerpo de Jayce lo abraza y su rostro se escondió en su pecho. Los dedos de Viktor recorrieron los mechones de tinta que parece su cabello, rascó sus orejas para ver esa traviesa cola menearse con dulzura.

Jayce puso una almohada larga debajo de la pierna mala de Viktor, y otras dos en su espalda para reclinarlo sin que su columna se queje. Aún con todo, seguía siendo tan atento con él. Viktor besó una, dos, tres veces la cabeza de su querido amigo. Sentía el nudo en su garganta, ganas de preguntar tantas cosas; pero le daría el tiempo que necesite.

En ese momento, su compañero quería intercambiar aromas. Jayce levantó la mirada y se acercó hasta estar a escasos centímetros del rostro de Viktor. Sus ojos aún no estaban dilatados, pero el sonrojo en sus mejillas indicaban que muy pronto todo se desataría. Probablemente quiera quitarse ya la ropa, el calor se volvería mil veces peor.

”Será mejor prepararte” susurró Viktor con ternura, pasando sus dedos por las mejillas del otro.

”¿Puedo besarte?” Preguntó con necesidad “. Por favor”.

Viktor se acercó y le dio el jalón que Jayce necesitó para besarlo. Sus labios se unieron, por fin. Un escalofrío paradisiaco lo recorrió con premura. Los labios de Jayce estaban cálidos y algo resecos, mojados por el sudor y la saliva. Tan dulces y queridos, como una caricia celestial contra los suyos. Devolvió el beso y disfrutó de cada pequeño movimiento hasta ir profundizando poco a poco.

Jayce gimió en su boca y abrió los labios. Su lengua recorría la suya, con delicadeza que intimaba en la curiosidad. Poco a poco, raspando la textura áspera en una fricción rica y electrizante. Jayce cayó rendido contra él, permitiendo que tome todo lo que quiera de él. Viktor aspiró profundamente por las sensaciones poniendo su piel de gallina. Ansiaba más, necesitaba más. Enredó su lengua con la de Jayce, buscando estimular, hasta que entró en su cavidad. Lamió el paladar con un sencillo masaje que hizo temblar al omega sobre él.

Susurraba su nombre. Viktor, Viktor, Viktor, con un amor demasiado infinito como para permitirle perder los estribos. Separarse fue casi pecaminoso. Viktor juntó su frente con la de Jayce, el símbolo de unión tu cercanía de Zaun. Jayce era suyo, siempre lo fue. Y él era completa y absolutamente de Jayce.

”Vamos a quitarte la ropa, ¿quieres que me quite la mía?” Viktor sonrió ante el asentimiento entusiasta de su compañero “. Bien, aquí vamos”.

Jayce ronroneó cuando rascó sus orejas en la parte de atrás. Su estremecimiento dejaba en claro cuán receptivo era. La sensibilidad de un cuerpo hambriento de contacto era algo tan elegante como llamativo. No quería perderlo de vista, Viktor admiró cada mínima expresión de Jayce mientras le quitaba la ropa. Prenda por prenda hasta dejar ver su cuerpo, sus glándulas, todo de él, a la vista.

Su ropa interior ya estaba ligeramente húmeda. Sus preliminares estaban siendo más y más fuertes. No sabe cómo los medicamentos pudieron haberlo afectado. Tal vez debió pedir lubricante, es probable que Jayce ya no se moje como un omega normal. Por el momento, sólo lo dejaría perfumarlo.

Lo mejor era intercambiar aromas, permitir que el omega de Jayce se acostumbre a su presencia por completo para poder asegurar su bienestar. Su glándula estaba irritada al rojo vivo. Sin embargo, su cuerpo era majestuoso. La horas en la forja, su propia genética, lo había construido en músculos flexibles y magros, marcados con una cantidad justa de grasa. Hombros anchos pero cuello delgado, clavícula marcada y unos pectorales firme y anchos. Sus brazos eran impresionantes y su pequeña cintura un pecado absoluto. Viktor imaginaba posible poder las rodear con sus manos como Jayce podría con la suya. Sus piernas largas y muslos gruesos irradiaba un calor incondicional. Todo en Jayce era precioso.

”Tú también” susurró Jayce con insistencia mientras postraba a horcajadas sus piernas a los costados de Viktor.

Le quitó la camisa y acarició su piel. Buscando sus lunares, Viktor sonrió. Porque no se sintió pequeño ni feo debajo de Jayce. Todo lo contrario, se sintió muy querido y protegido. La sonrisa llena de adoración, de comprensión, de reconocimiento era todo lo que necesitaba para saber que estaban en las mismas rutas.

Jayce le quitó la ortesis con cuidado. Cada bisagra dio un clic silencioso y la puso con cuidado al lado de la cama, cerca de Viktor, dentro del nido. Porque reconoce que es parte de su alfa. Jayce estaba reconociendo como su compañero a Viktor.

Lo besó en la mejilla, en el cuello, inhalando profundamente su perfume natural. Rozó sus caninos por su piel y le quitó los pantalones. Jayce lo admiró con soltura, con tanta devoción que era imposible esconder sus sentimientos. El brillo en sus ojos, sus dedos presionando con anhelo, su aroma llenando la habitación, su cola agitándose. Todo sobrepasó a Viktor.

”Te amo” soltó Viktor sin poder reprimir un segundo más todo lo que su corazón guardaba.

Jayce sonrió con dolor: “Yo también te amo, Viktor…, y mucho”.

Volvieron a besarse. Por el momento, era todo lo que necesitaba y quería Jayce. Viktor se lo daría. Todo. Absolutamente todo. El mañana es incierto y aún había muchos cabos por atar; pero en ese momento, no había nada más que Viktor anhele que el sabor de Jayce en su boca. Sentir su calor aplastando densamente su cuerpo, reconociéndose como compañeros.

No quería que lo alejaran de él.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 16: XVI

Notes:

Es el destino que en mi cumpleaños lleguemos a lo más esperado jajaja

¡Es hora de ganarnos completamente nuestra clasificación! El capítulo es enteramente sobre el celo de Jayce, ve a la primera separación de los 3 puntos para leer un poco de la trama y quieres saltarte este contenido. En el siguiente capítulo volvemos a la programación normal. Que es posible que tarde un poco más (publicaré entre martes y miércoles de la siguiente semana) debido a que saldré fuera.

¡Muchas gracias por leer!

Chapter Text

La apariencia de Jayce era celestial.

Como si se tratara de la encarnación misma del sol. Cándido, lejano y tan brillante. Etéreo como tan alcanzable.

La ligera luz del amanecer le va tan bien como la del atardecer. Viktor jamás desestimó cuán atractivo es Jayce.

Sin embargo, había algo en ese momento que Viktor sentía que solamente él podía ver.

Su cuerpo se acurruca contra el suyo del lado izquierdo. Es cálido y denso, como un peso debajo del agua. Su nariz respira y sublima su aliento contra la piel de su cuello, siendo un recordatorio de cómo lo más ordinario se convierte en extraordinario. Su piel estaba caliente y sudorosa. Cada músculo de su cuerpo se contrae, flexible. Presumiendo una figura magnífica. Su brazo se aferraba a su torso con cierta fuerza para sentirse seguro, pero permitiendo la movilidad necesaria. El ligero gorgoteo de su ronroneo es una melodía constante que reverbera detrás de sus orejas como un agradable y hambriento zumbido. Su rostro imperfectamente perfecto se deforma con su mejilla abultada reposando sobre su piel. La sombra de una barba se asoma tan deliciosamente que Viktor podía sentir el cosquilleo de las ansias por querer tomarlo todo.

Estaba ahí, junto a él, sobre él, con una presencia impresionante y, a la vez, tan desalentadora. De tan solo pensar todo lo que ha hecho Jayce, todo lo que ha sacrificado hasta llevarlo a estos puntos, sentía su estómago encogerse.

Viktor sabe que no faltaba mucho para que Jayce se despierte perdido completamente en celo. Puede escuchar su constante ronroneo y cómo su perfume natural estaba haciéndose más y más dulce, tan tentador, para atraer a su pareja. Una reacción biológica instintiva que denotaba su casta y que buscaba tener el éxito suficiente para poder satisfacer sus necesidades y continuar con la cadena de la evolución. Aunque los humanos eran de las pocas criaturas que buscaba el coito como punto de placer, Viktor sabe que el compartir el celo es algo mucho más íntimo y cercano. Los omegas buscaban llamar a la pareja adecuada. Jayce estaba dejando fluir todo su perfume para poder embriagar a su alfa.

Como si lo necesitara, pensó Viktor con ternura, sonriendo y acariciando los alborotados cabellos de Jayce. No había nadie más que quisiera, no habrá nadie a quien desease como desea al omega que lo abraza con cariño. Que lo había besado toda la noche hasta que no pudo más. Era un poco atemorizante pensar en todos los contras de esta situación.

Viktor no es tonto. Sabe que después de todo, según como se desarrolle el celo de Jayce, no se volverán las cosas más sencillas. Eso fue lo que lo mantuvo en vela casi toda la noche. Eso, y que su instinto alfa estaba alerta a cada movimiento y queja de su omega. Jayce no conoce bien su casta designada, es probable que no comprenda de muchas de las cosas que están por ocurrirle. Así que apenas dormitó, necesitando velar por la comodidad de su pareja. Estaban en un nido poco acondicionado, la glándula de vinculación de Jayce estaba infectada, con preliminares demasiado prolongadas y el tiempo y el contexto no están de su lado.

Cassandra Kiramman hará preguntas. Los buscarán. Tienen trabajo por hacer, los Hexgates están en plena construcción y varios proyectos están por arrancar. Claro que notarán su ausencia. Especialmente la del Hombre del Progreso. Jayce es una imagen pública. Una que Viktor también orilló a exponerse como la necedad de él mismo de alejarse de las relaciones públicas. Porque se quiso quedar entre las cortinas, esperando que su compañero se encargue de toda la letanía que la política y los negocios conllevan. Imaginar el estrés al que Jayce debió someterse para mantener su apariencia, ahora consciente de que también escondía ser un omega, Viktor simplemente se sentía tan indigno de ser el compañero de Jayce.

Sin embargo, lo eligió a él.

Sea como sea, Jayce lo quería a él.

Un ‘Té amo’ puede tener muchos significados, millones de posibilidades, trillones de probabilidades, un infinito finito de paradojas, y, aun así, seguía siendo muy poderoso. Ese ‘Te amo’ de Jayce fue mucho más poderoso que el día en que Viktor descubrió su teoría en torno a la magia y la ciencia. Como una colisión, un cataclismo, la ebullición máxima de la energía cinética permitiendo el paso de la evolución hacia algo mucho más profundo y complejo como para darle palabras por definición.

Viktor se sentía asustado por tener que despedirse de esa sensación. Tener que comprender que tal vez sea algo de una sola ocasión. Aferrarse a la miseria había sido algo de su día a día; pero ahora estaba aterrado que tenga que ser así con el hombre que había aprendido a amar a través de los años.

El alfa sentía que necesitaba muchos años más para seguir refinando la teoría del todo que su amor significa. Poder comprender cada patrón y teorema que la ecuación del amor tiene por darle. ¿Por qué la vida tenía que ser más pragmática e injusta? Por un instante, aunque no el primero, Viktor deseó que la realidad fuera otra. Una donde no decidiera anteponer sus sueños, donde no estuviera enfermo, donde Jayce no tuviera que depender tanto de las apariencias y ser sólo ellos dos.

Ellos dos contra todas las posibilidades.

De pronto, sintió a Jayce acomodándose en su costado. Apretó los párpados e inmediatamente supo que no faltaba mucho para que se despertara. Jayce tiene el sueño pesado, notó Viktor con cariño. Confió en que estaría con él, y cumplirá su promesa. Así que le pareció entrañable la forma en que buscaba hacerse más pequeño, restregando su áspera mejilla contra su esternón como si Viktor fuera la almohada más suave de todas y no un esquelético alfa terminal.

Viktor acercó su nariz al cabello de su pareja. Disfrutó del aroma almizclado que el celo presentaba en su pareja. Le quedaba muy bien. Como una algorítmica de caramelo, denso y arenoso en el paladar. Notas de un sudor saludable con un rebuscado fulgor de especies que le hacían pensar en una vida tranquila en una cabaña al lado de la naturaleza. Su glándula de vinculación, aunque enfermiza, supuraba aceite natural en un llamado tácito para marcarlo. Viktor reconsideró pedirle a Ximena Talis que consiguiera un collar de Omega.

Eran unas horribles correas de cuero que se amarran en la nuca y pasa dos mangas por los brazos con un recubrimiento de cuero flexible y lo suficientemente duro para no romperse ante la insistencia de un alfa. Daba la ilusión de la piel suave y apetitosa sin las consecuencias de un vínculo no deseado. El problema es que la glándula de Jayce estaba tan irritada e hinchada, por años de medicación y supresión, que la fricción y el calor del cuero podría herirlo gravemente.

Entonces, Viktor sintió una serie de besos en su cuello. Lo suficientemente vívidos como para sacarlo de sus ensoñaciones y mirar a Jayce. Quien tenía enterrado su rostro contra la piel pálida de su compañero. Aspiraba y saboreaba todo lo que su aroma natural tiene para ofrecer. Como buscando una especie de consuelo que debía estar necesitando. Su instinto lo estaba protegiendo y liderando hacia donde necesita. Un beso aquí y allá, hasta llegar a la mandíbula de su compañero. Su cola se agitaba excitada, alejando poco a poco la pereza de recién despertar.

”Alguien amaneció contento” se burló el alfa con un susurro cálido.

”Viktor…” Suspiró Jayce con un sonrojo en las mejillas.

Había algo que iba más allá de la necesidad, del propio instinto, que lo volvía tan íntimo como delicado. Estaban sobre un hielo muy fino que puede romper y caer en el pozo de una condena sin retorno. El aroma de Jayce le daba algo en lo qué creer, con un matiz demasiado empalagoso que hacía agua su boca y ardía en sus caninos ansiosos por perforar esa piel perfecta.

Viktor decidió ser hedonista y sumergirse en ese sabor tanto como se le permita.

Sus labios volvieron a encontrarse con las mismas chispas de la noche anterior. Caliente, rico y embriagante. Viktor podía sentir la presión en su bajo vientre con la emoción cociendo a fuego lento algo delicioso. La lengua de Jayce, ahora más valiente, se introdujo en su boca, iniciando un masaje agradable que erizó los vellos de su piel. La saliva se filtra entre los pequeños jadeos que salen de la garganta de Jayce. Tan necesitado y tan adorable. Añorando por más contacto, hasta fundirse en una masa que no distinga a ninguno de los dos.

Viktor instó a Jayce para que se subiera a horcajadas sobre su cuerpo. Su calor era demasiado embriagador para su mala circulación. Aún siendo temprano en la mañana y con la mente soporosa de sueño, Jayce cuidó de no lastimar la pierna derecha de Viktor. Sino que acarició con un ligero masaje mientras terminaba ligeramente sentado sobre su vientre. El susurro de la tela era caótica para los sentidos aumentados del alfa. Tan ruidosa como el silencio que sus mojados besos pueden provocar.

Necesitaba aclimatar tanto como sea posible a Jayce antes de irse de lleno a una rutina completa. No sólo porque Jayce no tiene experiencia, sino porque Viktor quiere hacerlo tan significativo como sea posible. Derramar sus sentimientos y poner el alma sobre la mesa. Darle el permiso a Jayce de hacer lo que quiera con él, porque se lo daría. Sin dudarlo un solo instante.

Vaya imagen, pensó Viktor con el aliento cortado y un hilo de saliva manchando su pecho.

Disfrutar la imagen desnuda de Jayce iba más allá de la lujuria. La manera en que sus músculos se flexionan a su voluntad, desvelando esa erótica línea V entre sus caderas como un llamado hacia lo más pecaminoso era un gozo absoluto. Viktor pasó sus manos por los gruesos muslos de su omega, disfrutando como nadie la forma en que cada toque sobre la piel caliente de su pareja lo erizaba y provocaba ligeros temblores saltarines. Sus dedos se hundían densamente a través de la dermis como riachuelos deslumbrantes, reconociendo cada centímetro de su cuerpo. No tardó mucho para que se volvieran a besar.

No cree posible tener suficiente de ese sabor, de la forma en que Jayce parecía necesitar más y más de ello. Puede sentir el nacimiento del sudor y el fuerte aroma que los temblores espasmódicos que su cuerpo soltaba sobre él. Incitándolo a que lo tome. Viktor arremetió con un poco de más salvajismo. Inconsciente, movió sus caderas mientras arrastra sus uñas dejando líneas blanquecinas sobre el dorado tostado de Jayce. Su lengua devoró, chupó y absorbió todo lo posible, tomando entre sus labios el músculo de su compañero y follándolo ligeramente.

El gemido de Jayce fue, sino, pecaminoso. Las manos de su omega se posan entre sus mejillas, buscando una firmeza, anhelando por más de esas cosquillas que corroe por toda su columna.

El alfa sentía que nunca podría cansarse de este sabor, de la sensación de los dientes de Jayce chocando contra los suyos en un hambre voraz. Donde su saliva es sorbida con un morbo inocente que dejaba su mente llena de algodón. Estaba muy perdido. Besando tanto como fuera posible, lamiendo y comiendo de esos labios con los que ha soñado por tanto tiempo.

El calor fue subiendo literalmente. Viktor podía sentir el sudor propio naciendo en su cuerpo, disfrutando de la fricción que piel con piel otorga. Sus palmas llegaron al redondo trasero de Jayce y sujetó cuánta carne pudo alcanzar. El gorgoteo entusiasmado que obtuvo de respuesta fue toda invitación necesaria para separar la carne en un morboso masaje mientras sumergía sus uñas en marcas de medias lunas sonrientes. Tan magro y firme, como una fruta perfectamente madura.

Sin embargo, el sonido del chapoteo de su entrada fue celestial. Viktor gimió al escuchar un ligero goteo que se esconde entre las sábanas y besos que comparten. Imaginar que Jayce es capaz de mojarse, porque está anhelando la crianza, entusiasmaba más de lo que puede admitir. Su propio miembro estaba erectándose sin la necesidad de mayor estímulo que el propio peso de Jayce sobre su piel y sus sonidos resonando en sus oídos.

Un apretón singular hizo que Jayce apriete los ojos con un exquisito sonrojo alrededor de su pecho y orejas, separando sus labios del desordenado beso y esconda su rostro en el cuello de Viktor. Gimiendo quedamente, aspirando y lamiendo el aceite de la glándula del alfa. Al ser un omega dominante, era posible que Jayce también busque dejar su mordida en su compañero. Buscaba reciprocidad, un igual capaz de seguir su ritmo.

Viktor esperaba estar listo para hacerlo.

Acercó un índice entre las nalgas de su compañero y maseajeó con un tanteo ligeramente inocente hasta que por fin, por fin, llegó cerca de su entrada que palpita con ansias dolorosas. La grasa de su mancha comenzó a supurar con mayor éxtasis. Jayce gimió en su cuello.

”Más, Viktor…” lloró el omega con un movimiento descuidado de caderas.

La cola peluda de Lycan se agita con el ritmo que imponen sus caderas por la búsqueda de mayor fricción. Viktor sentía cómo la sangre seguía irguiendo su propio miembro de sólo imaginar que estaba provocando todo esto en Jayce. Aún así, necesitaba más, quería más.

”Dime, Jayce, concéntrate” pidió dulcemente con un susurro ronco “. Usa tus palabras, cariño”.

El omega gimió angustiado. El sonido se distorsionó con un ligero timbre bajo que estaba haciendo un llamado nuevo. Jayce estaba dejando salir su voz lycana, tratando de despertar el deseo en el alfa. Era el instinto y los deseos de Jayce colisionando en una oscuridad desconocida. El pobre debe estar tan confundido de estar sintiendo tantas cosas por primera vez de manera pura y tener que meterse de lleno con un compañero.

La lengua de Jayce lamió y dejó saliva correr por la piel blanquecina de Viktor. Sus caderas se volvieron a agitar y Viktor podía sentir el calor sublimado de la mancha de Jayce comenzado a chorrear. Aún no era suficiente, pero era buena señal que sus receptores estaban funcionando correctamente.

Por eso, Viktor quería la respuesta vocal de Jayce. Saber que aún es capaz de responder a través de la bruma que su celo puede provocar. Llegará un punto en que su omega dominará completamente su mente. Antes de ello, Viktor tiene que escuchar de Jayce que está listo, que quiere y desea esto. El celo es importante para los omegas, y Viktor tomará en serio lo que sea que tenga que ver con su omega.

”Duele…” susurró Jayce con un gemido cuando Viktor volvió a masajear su trasero con un poco más de fuerza “… Yo no… ahhh, Viktor, Viktor”.

Su balbuceo era adorable, pero Viktor también puede imaginar cuánto debe estar necesitando Jayce. Sus feromonas estaban golpeando como un jarabe de caramelo que estimularon sus caninos en un llamado impulsivo. Viktor gruñó detrás de su garganta, dejando besos y ligeros chupetones por la clavícula de su compañero. Ignoró activamente la glándula inflamada, pero se deleitó con los aceite que hicieron poner sus ojos en blanco con un tembloroso parpadeo. Jayce sabía tan delicioso.

Su dedo, por fin, se atrevió a jugar con el círculo de músculo pulsante. Estaba mojado, pronto se pondría empapado. Jayce gimió agudo y todo su cuerpo se agitó con emoción. Como un torbellino. Su pene se puso completamente erecto y el líquido secretado de la punta con una viscosidad sana era un plus en su biología. Manchó su vientre y el de Viktor con un rastro lujurioso que se unió a la saliva que se escapó de su preciosa boca. Sus ojos comenzaban a desenfocarse y podía ver que la pupila comenzaba a dilatarse.

”Vamos, cariño” instó Viktor mientras seguía con sus caricias.

Jayce se agitó contra el miembro erecto de Viktor con una caricia tonta y sin experiencia. Completamente liderado por la ansiedad del instinto. Gimió dolorosamente. Dejó caer su frente contra la de Viktor y pasó sus manos por el largo cabello del alfa, alborotándolo contra su paso. Se miraron a los ojos y Viktor presentía que no había imagen más erótica que la que tenía enfrente.

”Te quiero a ti” dijo con un chispazo de lucidez y convicción “. Te quiero dentro de mí, llenándome, comiéndome. Toma todo lo que quieras de mí, te lo daré… alfa”.

Esas eran palabras peligrosas, pero se trataba del llamado. Oh, el llamado de su casta lycana hizo que Viktor enseñara los caninos con un gruñido meramente lycano. Su instinto reconociendo que este omega, este precioso y perfecto omega, se entrega a él, se somete y permitirá cuidarlo en su momento de mayor vulnerabilidad.

”Bien hecho, omega” susurró Viktor con el hambre animal dilatando sus ojos.

Exigió otro beso. Todo era sus lenguas restregándose una con la otra en un áspero chasquido. Tan desordenado que Viktor ignoró el desastre de baba que mojó todo su esternón. Bajó, lamiendo todo a su paso, mordiendo esos apetitosos labios y succionando la piel hasta dejar marcas rojizas con fuerza absoluta. Jayce es suyo, quiere que sea suyo, se está entregando a él. Viktor lo tomaría con toda la voracidad del universo.

El elogio había impulsado a Jayce a ser más pegajoso de lo que ya estaba siendo. Podía sentir sus ásperas y grandes manos por todo su cuerpo. Trazando líneas de fuego invisibles que se tatúan debajo de la dérmicas como una marca absoluta de posesividad. Como un llamado que dictaminaba que este omega lo requería completamente para él solo. La idea de compañerismo sonaba demasiado deliciosa que Viktor sólo podía rendirse ante ese instinto y dejarse guiar por el máximo placer. Marcar lo que la naturaleza le ha regalado.

Su dedo se metió en la entrada mojada de Jayce y el omega soltó un jadeo sorprendido.

”Viktor…” susurró con algo de temor. Su respiración se agitó.

”Te tengo, Jayce” susurró sobre su pezón derecho, pero lo miró a los ojos “, ¿confías en mí?”

Algo debió ver Jayce en sus ojos porque la tensión en sus hombros desapareció y sus ojos castaña brillaron una dulzura imposible de ignorar. Asintió y susurró un ‘sí’ demasiado hermoso como para ser falso. Como si Viktor hubiera bajado las estrellas para él. Como si Viktor fuera a quien debe venerar a pesar de estar encima de él. La vena sumisa sobrevive en lo profundo de Jayce con tal ímpetu que era imposible no sentirse atraído por ese vacío. Viktor haría lo que sea por Jayce. Su aroma desencadenó la fuerza necesaria para estar a la altura de las necesidades de su compañero. Podía sentir la adrenalina comenzando a generar el shock necesario para soportar el celo de su necesitado omega.

Su dedo se hundió en la entrada uterina de su omega. El líquido chapoteó con un juguetón éxtasis. Viktor dio ligeras embestidas en la entrada, con un masaje circular que hizo que Jayce agite las caderas con emoción. Más lubricante natural fue expulsado; tan obsceno, mojando la mano de Viktor. Siguió estimulando con fuerza no intrusiva, mientras permitía que los ruidos de Jayce le digan dónde debe dirigir su atención. Su lengua, por otro lado, jugueteó con su pezón y mordió ligeramente. La protuberancia se puso rígida al instante. Las caderas de Jayce iban de adelante hacia atrás con un ritmo entrecortado, anhelando más. Así que Viktor penetró con más ímpetu, tanto como la posición le permitió y golpeó ese manojo de nervios que hizo que Jayce eche la cabeza hacia atrás.

Y aulló.

Un aullido limpio y extenso salió de la garganta de Jayce. Viktor gruñó con emoción, orgulloso de estar provocando tal placer en su omega. Así que introdujo un segundo dedo. La entrada de Jayce cedió fácilmente y más grasa salió expulsada con el sonido mojado característico. Cálido, corre por su piel y moja su abdomen. Buscó un ligero ritmo hasta que las yemas de sus dedos presionaron ese punto crítico dentro de Jayce que lo hacía gemir con tanta fuerza. Agitó sus caderas y empujó su abdomen hacia delante mientras ponía las manos a los costados de los muslos de Viktor para hacer un soporte mientras se presenta perfectamente para su alfa.

Viktor se moría de ganas por sumergir su boca en aquella deliciosa entrada.

El sonrojo pinta de un color rosado el pecho sudoroso de Jayce. Su miembro, duro y supurando líquido blanquecino que sube y baja a hacer mapas grandes del desastre en el cuerpo de Viktor. Marcándolo con su aroma tan dulce y embriagante. Admiró cómo el instinto de Jayce domina poco a poco sus ojos hasta que queda un ligero halo castaña que le indicaba a Viktor que su celo apenas estaba comenzando y aún su género primario estaba presente. La cola de Jayce se agita con emoción y dejó ver sus caninos al sacar la lengua entre jadeos y gemidos.

Por lo que decidió no hacer sufrir más las necesidades de su compañero y tomó con su mano contraria su pene. Jayce aulló con emoción y volvió a buscar contacto en el ritmo de sus caderas. Viktor estiró los dedos y masajeó con ligeros golpecitos contra la carne cálida y mojada. Jayce gimió extasiado, al mismo tiempo que apretaba su entrada con fuerza y perdía el control de su movilidad. Viktor respondió con un tercer dedo abriéndose paso a la fuerza en lo profundo de su cérvix mientras que dejaba el pulgar y el meñique únicamente en la entrada para emular un ligero nudo.

Es probable que Jayce ya anhele un nudo, pero Viktor sabe que tiene que aclimatarlo antes de hacerlo con el suyo. Podrá ser delgado, pero su gen de alfa dominante no lo hacía esencialmente promedio.

”Viktor, Vik-, ¡ahh, tan bueno, ahhh!” Sollozó Jayce.

Dos lágrimas corrieron de sus ojos en cuanto Viktor comenzó a masturbarle al mismo tiempo. Toda la sobreestimulación encabalgaron al omega hacia la cúspide de la excitación. Viktor presionó los tres dedos tan fuerte como pudo contra ese manojo de nervios y la recompensa fue el estruendoso grito de Jayce al tiempo en su cuerpo se somete el temblor de un orgasmo bien intencionado. Lo que permitió que el alfa aprovechara y el vaivén en el pene de Jayce, completamente empapado y lleno de líquido, se resbale hasta que la tensión marcó sus abdominales en una contracción hermosa y la eyaculación fuera inminente.

”¡Viktor! A-ahhh” lloró Jayce “. Duele…”

Se volvió a encoger sobre Viktor y escondió su rostro en el cuello del alfa. Quien hizo una mueca por el ángulo extraño en el que quedó su mano apresada por la entrada necesitada de su omega.

”Está bien, cariño” consoló Viktor con paciencia “. Lo hiciste muy bien, gracias por decírmelo”.

Jayce debía estarse acostumbrando a ese tipo de orgasmos. Si el condicionamiento de beta lo estaba orillando a renunciar a todo tipo de placer o consuelo carnal como lo eran los celos con compañeros, todo debía resultarle abrumador. Viktor aún puede recordar su primer celo. El dolor, los miedos, el éxtasis y la necesidad de marcar eran abrumadoras para su primer género que intenta comprender su lado animal.

Su omega debe estar atravesando por todo eso mientras intenta sobrevivir al envenenamiento hormonal en su glándula.

Lo ayudó a acostarse de lado izquierdo y sacó sus dedos de la entrada del omega. Jayce gimió bajo con un movimiento de caderas instintivo. Manchas de su lubricación habían llegado a las sábanas y dejaron completamente manchado a Viktor con su pene rojizo y aún erecto.

Detalle que no pasó por alto para Jayce. Que, con los ojos entrecerrados y la boca entreabierta, se abrazó a su alfa. Llenó de besos cansados y perezosos el cuello de Viktor. Había una necesidad debajo de la bruma que entorpecía sus movimientos. Completamente perdido pero deseoso.

”Está bien, Jayce” susurró Viktor.

”Pero, tú aún no…” Apenas fue capaz de hilar esas palabras.

Aún no está completamente en tierra. Es adorable. Pensó Viktor con una sonrisa enamorada.

”Está bien, shhh, está bien” arrulló el alfa mientras obligaba densamente a Jayce a acostarse boca arriba “. Déjame cuidarte por ahora y cuando te sientas listo, tomarás mi nudo, ¿te gustaría eso?”

Su gemido gutural fue encantador.

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Ximena había cumplido con su palabra. A los pies de la puerta del dormitorio había una cesta llena de los suministros que le pidió. Había tenido la confianza de darle su dirección y llaves para que consiguiera su medicación. Había sido apresurado, pero no había acto o muestra para no confiar en la mujer. Después de todo, ella también confió completamente en Viktor para hacerse cargo de su único hijo en una situación tan vulnerable como lo era su celo cuando había escondido de él y todo el mundo que es un omega y no un beta.

Todo estaba ahí. Los dos juegos de sábanas con un ligero aroma que percibió como el de Ximena reposan a un costado. Dos palanganas con agua fresca, botellas con agua potable, comida digerible como cereales, frutos secos, carne encurtida y algunos dulces; fácil de guardar sin que apeste el cuarto. Toallas, cinta muscular, tijeras, un kit de primeros auxilios, y cantimplora con una bolsa con hierbas diluyendo su infusión.

Era un té anticonceptivo. Podía oler las hierbas fuertemente. Ximena lo había pensado mejor que él. Tendría que agradecerle correctamente después.

Aunque existía una ansia en lo más profundo de su ser, sabe que lo último que querrá Jayce son más problemas. Un embarazo no era más que eso frente a las circunstancias.

Con una fuerte cojera, llevó todo dentro en tres viajes. Había suficiente para sobrevivir al menos una semana sin que Jayce tuviera que salir por algo más de lo estrictamente necesario. Entre cada pico de calor estarían las preliminares donde Ximena tendrá que venir para vincular su aroma al de Jayce y poder reabastecerlo de suministros. Era posible que Vander aparezca y, aunque le moleste, tendrá que dejarlo entrar dado que fue vinculado a la manada como Viktor. Jayce necesita de su manada para poder sobrevivir.

Los celos de un omega eran más que una rutina coital. Se trataba de un ritual lleno de significado y relacionado con la manada que el omega elige. Se reduce a confiar en sus más allegados, esperando que sean cuidados como ellos cuidan en sus mejores momentos. Cada individuo inmiscuido en un celo tiene un papel fundamental. El intercambio de aromas era algo mucho más que una marca, era un lazo intrínseco que forja la fuerza de las manadas.

Jayce estaba mirándolo desde la cama cuando la puerta se volvió a cerrar. Viktor miró de reojo cómo su compañero lo seguía con la mirada fija. Era un poco abrumador ser el centro de atención de alguien tan atractivo. Sin embargo, y a final de cuentas, seguía tratándose de su mejor amigo. Así que era cálido de igual manera. Era una mirada curiosa, llena de cariño y tanto agradecimiento y dolor. Una mirada que quería hacer muchas cosas y que al mismo tiempo respetaba la autonomía del alfa.

Viktor le pasó la cantimplora con el té anticonceptivo. Jayce lo tomó sin dudar y dio un sorbo. Hizo una ligera mueca, probablemente por sentir algo de líquido después de haber sido tan vocal hace un momento. Las ventanas estaban cerradas y tendrían que mantenerse así porque había espías cuidando la casa. Jayce tomó el recipiente entre sus dos manos y encogió sus hombros con total inocencia. Viktor no entendía cómo era capaz un hombre tan grande verse así de pequeño y vulnerable.

”Tómate todo el té” pidió Viktor con cariño “. Es un anticonceptivo”.

Jayce volvió a dar otro sorbo, más grande, y una gota escurre por la comisura de sus hinchados labios. Aunque su miembro ya se estaba volviendo a desinflamar, esa imagen había encendido algo dentro de Viktor. Curioso por descubrir lo que le puede gustar a su compañero.

Después de unos minutos, Jayce habló: ”Lamento que tengas que hacer esto…”

”¿Por qué te disculpas?” Preguntó Viktor con la cabeza inclinada a la derecha “. No estás obligándome a nada”.

”Te mentí, Viktor… Le miento a todo el mundo” Jayce desvió la mirada y un sonrojo delató que la preliminar pronto terminaría “. No debería sentirme tan feliz como me siento al saber que, aun así, me aceptaste y me quieres… No he hecho más que herir a los que más amo”

Su aroma se oxidó ligeramente y eso puso en alerta a Viktor. Su alfa estaba vinculado ya a este omega con el fuerte intercambio de aromas. Son una manada y Viktor tiene que ver por su compañero aún cuando aún no se han marcado mutuamente. Se acercó tan rápido como la rigidez de su pierna le permitió y tomó el rostro de Jayce entre sus manos. Esos ojos brillaron de un verde opaco demasiado precioso como para volver a enamorarse.

”Hey, está bien” Viktor sentía nervios burbujear dentro de su pecho, soltando todo lo que llegaba a su cabeza “. Sólo dime que esto fue en lo único en lo que me has mentido. Que nuestra amistad no fue en vano, nuestra alianza y nuestro sueño con Hextech sigue siendo algo real”.

”Claro que lo es” dijo Jayce sin dudar, lleno de convicción y con un adorable movimiento de su cola sobre el colchón. Sus manos cubrieron las de Viktor en una caricia venerable “. No te imaginas cuánto me pesaba esconderte esto, me costaba suprimir mi omega… No entendía que te había elegido como mi…”

Se detuvo, nervioso. Viktor no necesitaba escucharlo para comprenderlo. A veces era la falta de palabras lo que más impactaba.

”Si te ayuda a nivelar la cursilería de la confesión” Viktor sonrió al escuchar una ligera sonrisa de parte de Jayce “, sin importar lo que fueras, alfa, beta u omega, mi alfa te habría elegido a ti desde hace mucho tiempo”.

Dos lágrimas corrieron de los ojos de Jayce. Siempre era más sentimental que él. Viktor entiende que es algo inherente a su primer género, un elemento que construye a la persona que es Jayce Talis. El hombre soñador que quiere llevar la magia a la gente y ayudarla como ésta lo ayudó en su momento más vulnerable. Viktor no tenía dudas más. Cada mirada prolongada, cada anhelo oprimido en su pecho, cada gesto, cada palabra, cada victoria, cada derrota era su corazón construyendo un amor demasiado fuerte de ignorar.

Y era correspondido tal vez con la misma, o más, fuerza.

”Sí fuiste más cursi” rio entre lágrimas Jayce “… Te amo, Viktor”.

Viktor quería inclinarse y juntar sus frentes, pero el dolor matutino que exige sus medicamentos era demasiado real como para ignorarlo. La mueca que pintó su rostro debió ser señal para Jayce también.

“Oh, claro, lo siento. Déjame ayudarte” susurró con cariño y claridad.

Se levantó y Viktor sintió algo cálido en la intimidad de la confianza que ambos sentían de estar desnudos uno frente al otro. La confianza es difícil de construir y tan sencilla de romper, que este delgado hielo formando la protección de su refugio era demasiado preciado como para ignorarlo.

Estaba muy enamorado.

Jayce besó una, dos, tres veces la sien de Viktor con una mano sobre su mejilla contraria y remarcó su aroma sobre él. Después se acercó a los suministros y tomó el pastillero de Viktor. Le acercó el medicamento segundos después de que el alfa se sentó al borde del nido. Lo obligó a tragar con un poco de agua y Viktor contuvo la respiración cuando Jayce se hincó frente a él, entre sus piernas, con cinta, tijeras y ungüento desinflamatorio.

”Me has estado cuidando tanto, déjame hacer esto por ti” pidió con su cola agitándose.

Era algo más que un instinto de un omega sirviendo a su alfa compañero. Era Jayce siendo la bondad encarnada. Tan agradecido y tan considerado. Buscando justificar sus mimos aunque no tenga que hacerlo. Viktor estaría encantado de cuidarlo una y un trillón de veces si puede verlo sonreír una vez más. La mirada brillante y dilatada en sus ojos, centelleando como luciérnagas sobre una laguna de sentimientos desbordados entre vestigios de lágrimas y su ligera sonrisa temblorosa era una recompensa más que grata.

Viktor asintió y estiró su rígida pierna. Se podía ver la zona afectada de su muslo por la atrofia genética que tenía. No era exactamente atractivo, pero la reverencia en el tacto de Jayce no fue mortificante, sino agradable. Estaba conociéndolo, marcándolo y amándolo. Untó la crema entre sus dedos y masajeó de forma circular en el centro, Viktor siseó con un jadeo. El entumecimiento provocó un ligero calambre. Podía ver su músculo contraerse debajo de su pálida piel. Tenía las venas visibles y era un poco más delgada que la izquierda. Al igual que todo su cuerpo, estaba moteada de lunares aquí y allá. Jayce besó algunos mientras sobaba con delicadeza y la fuerza suficiente.

Era tan dulce.

El ungüento tuvo un efecto casi inmediato y penetró con un rico aroma de hierbas a través de la nube de feromonas omega que estaban liderando al alfa a buscar más contacto. Jayce deshizo los nudos hacia abajo y la piel se puso ligeramente roja. Viktor suspiró agradablemente con la rica sensación caliente que fue tranquilizando el dolor. Jayce tomó la cinta muscular y midió el largo al muslo de Viktor, hizo un corte en el medio para hacer una V y la acomodó en el costado exterior para generar la firmeza necesaria.

”Para siempre evadir la mirada cuando me medico y cuido, sabes qué hacer” sonrió Viktor acariciando el cabello alborotado de Jayce.

Rascó detrás de sus orejas y rio ligeramente al ver esa inquieta cola agitarse con emoción. Le parecía injusto que fuera tan adorable con sus grandes ojos que dejaban ver sus sentimientos tan nítidamente. Se sintió tan estúpido en ese momento. Jayce siempre lo miró así, con un brillo de amor. Siempre estuvo ahí y se negó a verlo.

”No quita que te conozco desde hace tres años” susurra con cariño “, sería una grosería que no supiera hacerlo”.

”Y, sin embargo, yo no conozco tu medicación” dijo Viktor más como una broma que una queja.

Jayce se abrazó alrededor de la cadera de Viktor y escondió su rostro en su abdomen. En respuesta, acarició con su pulgar con todo el afecto.

”Y me gustaría que aún no lo vieras” susurró con miedo “… No es exactamente agradable”.

”Estoy aquí, Jayce” respondió con comprensión “. Y estaré también el día en que te sientas listo”.

”¿Y si ese día nunca llega?” Preguntó mientras apretaba un poco más su abrazo y miraba a los ojos al alfa “… Yo, la gente, Cassandra… No veo que llegue ese día en que sea libre, Viktor. Y no quiero hacerte sentir miserable porque no puedo ser sincero”.

”Entonces seguiré aquí” respondió estoico e inexorable “. Junto al hombre del progreso cumpliendo nuestro sueño de Hextech. Detrás de las cortinas, amando a Jayce Talis, el omega que eligió a un alfa enfermizo por sobre todos. Estaré aquí el tiempo que pueda”.

”Viktor” susurró Jayce mientras se enderezaba hacia arriba.

El alfa sabe que ambos estaban condenados. Que puede que sea más doloroso que hermoso estar juntos; pero quería ser egoísta. Había aprendido a no sentirse solo en su compañía. Así que quería ser ese mismo apoyo para Jayce el tiempo que pueda. Nunca se sabe. Ahora fue Jayce quien estuvo en el limbo de la muerte. La vida es una ruleta. Viktor, en ese momento, sin la necesidad de mayor impacto, sabe que debe darse prisa.

No quiere morir pronto.

Juntó su frente a la de Jayce y sonrió: “Está bien, moje malé sluníčko…”

”Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo tanto” susurró Jayce mientras se alejaba y tapaba su rostro “. Perdona, no puedo dejar de decirlo…”

Viktor destapó la cara de Jayce y sintió su corazón romperse ligeramente. Rozó sus labios contra los del contrario, la corriente que los persiguió fue exhalada con un vapor de pura dulzura. Lo sostuvo con toda la delicadeza y contundencia posible. Imaginando que, a través de la teoría de cuerdas, existe una realidad donde ambos son felices sin tener que esconderse de todo el cruel mundo.

”Entonces, no dejes de hacerlo” sentenció Viktor con toda sinceridad “. Siempre estaré ahí para responderte que yo también te amo”.

Fue un beso agridulce.

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Viktor guió a Jayce entre cada pico de calor para ir experimentando con lo que le puede gustar y lo que no le gusta a su omega. Algo que encontró un poco obvio pero también interesante era que Jayce tenía una fijación oral. Así que ser despertado con su miembro siendo engullido por su omega practicante fue un poco shockeante pero lo suficientemente fuerte para ponerlo en alerta. El choque de aromas impactó con fuerza contra el núcleo lycano de Viktor y sintió el shock de adrenalina correr por su cuerpo.

Jayce estaba entre sus piernas, su pecho contra el colchón y de rodillas. Su cola se agita hermosamente atrás. El sonrojo le daba un aire seductor que simplemente lo hizo jadear. El sonido mojado de su lengua sorbiendo la saliva combinada con su líquido preseminal en una caricia que había estado aprendiendo en estos dos días de celo se estaban volviendo cada vez más mortales.

Jayce era rápido aprendiendo.

Su lengua se aplana contra la textura venosa y caliente del pene del alfa, disfrutando de su sabor con una reverencia creyente y devoción absoluta. Su mano derecha presiona la base de su nudo desinflado, estimulando la vena con un rico masaje circular que empuja hacia arriba para hacer que la sangre fluya correctamente hasta erguir por completo su pene. Más líquido preseminal mancha de blanco junto con la saliva que deja caer en un espeso hilo. Jayce engulló la punta y chupó con vehemencia.

”Ahhh, Jayce, muy bien” gimió Viktor con los ojos blancos en éxtasis.

Su mano agarró el sedoso cabello oscuro y apretó ligeramente. A Jayce le gustaba un poco de rudeza pero no la brutalidad. Le gustan los elogios, sentirse guiado, no obligado. Es un amante caprichoso que espera ser correspondido con los mismos cuidados. Le gusta ser besado. Es débil en su cuello, pecho y muslos. Adora ser visto y mirar a su compañero. Le gusta lamer. Viktor fue bañado por la lengua inquieta de Jayce. Le gusta usar su boca. Le gusta ser comido y vaya que Viktor disfrutaba tener ese hermoso cuerpo sentado sobre su cara. La noche anterior había sido especialmente recreativa. Aún puede escuchar los aullidos y gemidos anhelantes de Jayce.

Aunque aún no se lo ha pedido y ha tenido que recurrir a varias alternativas no muy satisfactorias, Viktor espera que a Jayce le guste ser llenado.

Sentía que estaba llegando al límite con todos los shocks de adrenalina y su alfa quería someter a su omega para marcarlo y llenarlo. Un gruñido gutural se escapó de lo profundo de su garganta. Enseñó los colmillos y el gemido ahogado de Jayce le indicó que estaban por buen camino.

Chupó y metió la mitad de su miembro a su boca en un ángulo recto, cuidando su reflejo nauseabundo. La saliva corría brillante entre la penumbra del amanecer. Jayce siempre se ponía cachondo en las mañanas. Movía las caderas con entusiasmo, al ritmo de su comida. Masturbó y tragó cada gota que supuraba la punta del pene de Viktor con tanta pasión que era impresionante.

Se separó ligeramente con un hilo obsceno juntando su labio inferior hinchado y la punta roma rojiza, casi morada, pegando su mejilla con un anhelo demasiado erótico. Masturbó su pene y sus ojos brillaron.

”Alfa…” susurró Jayce con sus pupilas dilatándose con los aromas impregnando su piel sudorosa “… Te quiero dentro, por favor, críame”.

Y algo que Viktor disfrutaba mucho era darle lo que quiera a Jayce. Nunca imaginó tener una tendencia servicial, solía ser un poco más caprichoso; pero era débil ante los ojos brillantes de Jayce. Junto con esas palabras, un ladrido puramente lycano salió de sus labios.

”Acuéstate, omega” indicó con emoción.

Jayce gimió con entusiasmo mientras se separaba de su pene y cambiaban de posición. El omega le pasó una almohada para tener un soporte extra en su rodilla derecha. Puede que en ese momento no sienta dolor, pero cuando el shock de adrenalina baje estaría condenado si no se cuidaba. Guiado únicamente por su instinto, gruñó con emoción mientras hundía su nariz en el cuello de su pareja, saboreando su perfume natural. Lamió y mordisqueó a su omega.

Era tan vocal y Viktor ignoró activamente que Ximena y Vander estaban en el piso de abajo. En ese momento, todo lo que importaba era cuidar a su pareja. Darle lo que quiere, cuidarlo como lo ha estado haciendo. La glándula, sin marcar y ya un poco más saludable, era el indicativo de a qué altura del camino van y que estaba funcionando. Jayce estaba mejorando y estaba comprendiendo sus instintos y sus necesidades. Viktor besó los labios de su amante con hambruna.

Sus lenguas se mezclaron con el sabor de Viktor imperando entre el deseoso intercambio. Sus manos recorren el cuerpo anhelante de su omega. Rasguña ligeramente, marcando líneas blancas con una posesividad recíproca. Jayce lo abraza por su cuello, acercándolo hasta que sus pieles se fusionaron. Sus besos fueron desordenados, el eco mojado de sus sonidos y el chapoteo entre las piernas de Jayce era una melodía absorbente. Viktor tomó entre sus dientes el labio inflamado de su compañero y devoró su lengua en ligeras embestidas, sorbiendo sin cuidado.

”Alfa, más, ahhh, Viktor” susurró Jayce con los ojos entornados y las pupilas agrandándose.

Su omega estaba alcanzando su máximo esplendor. Era sencillamente encantador para los instintos de Viktor, sintiendo que su miembro se erguía más de lo usual. Un temblor recorre su columna con emoción de sentir las cálidas paredes mojadas y angostas que lo llaman con un aroma demasiado embriagante que hizo que sus caninos se manifestaran más largos de lo usual.

Mordió el lado contrario del cuello de Jayce, perforando la carne y rugiendo cuando el sabor de la sangre embriagó su sistema.

”¡Sí, ah, sí, Viktor!” Gimió Jayce con los ojos cerrados “. Es tan bueno, ah, ah”.

Lamió la herida y hundió sus uñas en los costados del magnífico cuerpo. Sentía que no era suficiente, quería estar en todas partes al mismo tiempo. Comer cada trozo de carne, zambullirse en la calidez de sus piernas y ser devorado por esa pasión. Un ladrido volvió a salir de entre sus dientes y abrió las piernas del omega.

La vista era sencillamente perfecta. Su entrada estaba rebosante y dilatada en espasmos llorosos. La grasa de su lubricación natural corre transparente entre la carne dorada con un brillo esplendoroso. Estaba completamente empapado y segregaba su fuerte aroma que lo hizo jadear de éxtasis. Su miembro estaba erecto, golpeando su abdomen, manchado de su líquido blanquecino. Su cola se agita inquieta debajo de su peso. Tiembla ligeramente, con un vaivén entrecortado que lo llama y exige por atención.

Viktor levantó la parte inferior de Jayce en un momento de fuerza sobrenatural innata de su gen de alfa, pasando sus piernas sobre sus hombros. Abrió con sus manos sus redondas nalgas y sumergió su boca en el exquisito sauna que aguardaba por él. Dobló el cuerpo de Jayce hacia adelante y él gimió con emoción al sentir la lengua de Viktor comer su grasa y escupir en su entrada.

Un dedo se unió y comenzó a embestir con un poco de dureza. Su lengua se abrió paso y fue recibida por la calidez de las entrañas de Jayce. Más líquido salió segregado como una cascada, chorreando por la espalda levantada del omega. Quien aferraba sus manos a las sábanas con fuerza, dejando que sus gemidos expulsen todo el placer que lo llenaba hasta más allá del borde. Cada gemido y sollozo era un indicativo de Viktor para ir más profundo y comer tanto como sea posible.

El segundo dedo se unió con relativa facilidad, abriendo la base para que la lengua de Viktor embistiera con total libertad. La saliva caía a borbotones, estimulado por la necesidad que su alfa siente por comer todo lo que su omega le dé. Sorbió las grasa entre sus labios y la volvió a escupir en una masa acuosa que hacía a Jayce gemir y expulsar más lubricación natural, un ligero chorro más denso indicó que había alcanzado un orgasmo.

El temblor en su cuerpo y sus ojos apenas abiertos era algo demasiado hermoso para ser justos. Viktor alejó la boca y siguió dilatando la entrada de Jayce con sus dedos, disfrutando de torturar ese manojo de nervios sobre la pared cervical que sólo estimulaba con mayor fuerza los instintos del omega. Su entrada se dilata y se amolda perfectamente a la forma de los dedos del alfa, al compás de sus movimientos por encontrar un poco más de satisfacción.

”Mírate, tan sumiso, omega” susurró con posesividad y adoración “. ¿Tomarás bien mi nudo, amor? Me dejarás llenarte hasta el borde y no dejarás salir una sola gota, ¿verdad?”

Jayce gimió entusiasmado por las palabras prometedoras del alfa. Más grasa salió de su entrada y apretó sus músculos con un jadeo incompleto. Necesita más y sólo Viktor apretó con fuerza contra sus paredes, empezando un ritmo un poco más rápido. Sin darle más tiempo de refracción al omega en celo.

”Dime, Jayce” susurró Viktor mientras se acercaba al rostro contrario, haciendo que su cuerpo se doble en una flexibilidad impresionante “. Dime que te gustaría que te críe con mi semilla y te llene hasta el borde, que quieres que abulte tu vientre con mi semilla caliente hasta que no quepa una sola gota más, así que la beberás y tomarás todo lo que te dé… Dime que serás un buen chico para mí”.

Jayce jadeaba con nubes de vapor sublimado y sudor corriendo por sus sienes. Lágrimas se acumularon en sus lagrimales cuando Viktor empujó más profundo en esa posición. Sus alientos se entremezclan con ligeros rastros de la mancha de Jayce alrededor de la barbilla del alfa. Sus ojos brillaron de dorado profundo y sintió todo el placer recorrer su sistema como una olla haciendo ebullición.

”Sí, ahh, seré bueno, alfa” gimió entre aullidos quedos que se atoraban en su garganta doblada “. Críame y lléname, por favor”.

Viktor adoraba cuando Jayce obedecía a la indicación tácita de usar sus palabras. Soltó sus piernas y las pasó alrededor de sus caderas con la regla intrínseca de aferrarse a él. Un beso voraz los hizo gemir a ambos y el alfa acomodó su miembro entre las nalgas del omega. Posó su mano derecha sobre la carne palpitante y morada de su pene, permitiendo que la mezcla de su saliva y mancha de Jayce se entrelaza con el líquido preseminal que mojaba su miembro. Rozó la punta contra la entrada que se abría en emoción de ser llenada.

La punta se atoró unos instantes y la sacó. Jayce gimió insatisfecho. Movió sus caderas hacia abajo, anhelando más de esa emoción. Sus gruñidos demandantes resultaban tan excitantes. Viktor ladró con emoción y volvió a sumergir sus caninos en la carne dorada. Succionó y dejó moretones que se cortan a través de la piel.

”Márcame tú también” susurró Viktor mientras seguía jugando con su entrada. Jayce gimió.

Dejó ver sus caninos y Viktor quiso lamerlos. Eran brillantes, derechos y tan afilados. Hechos para atacar. De no haber sido reprimido, Jayce sería un muy buen cazador y protector. Su ascendencia omega era resaltable, demasiado impresionante. Acercó el lado contrario de su cuello donde está su glándula y aulló cuando las mordidas comenzaron a perforarlo.

El dolor es agudo, profundo y local. Después de todo, no era la zona idónea para que unos caninos ataquen. Con corrientes atacando su sistema en una emoción que iba más allá del hedonismo. La confabulación de los instintos de sus segundo género fusionados a los sentimientos de su primer género hacían que fuera mucho más impresionante. Viktor podía sentir el aroma de Jayce debajo de su piel. Estaba volviéndose loco con gusto mientras es marcado con besos, lametones y marcas de dientes que lo hacen sangrar ligeramente. Jayce gime sobre su piel, con reverberaciones que los hace aullar a ambos.

Entonces, su pene entra de lleno en la cálida entrada de Jayce. Gime extasiado con el calor abrasador y mojado que lo apresa con fuerza inflamada. Puede sentir las paredes amoldadas a la forma de su miembro que se dirige lentamente a través de la longitud. Viktor recorrió con sus manos las caderas de Jayce, marcas de sus dedos dejando huella. Su vientre se abultó perfectamente cuando llegó a la base de su nudo medio inflado. Jayce echa la cabeza hacia atrás, gimiendo el nombre de Viktor con un amor incontenible.

Era simplemente precioso.

Las sensaciones atraviesan todo el sistema de Viktor con renovada energía. El shock de adrenalina vuelve a golpearlo con fuerza, en sincronía con las necesidades de su omega. Era llamativo cómo podía retomar fuerzas que no son típicas de él a través de los neurotransmisores que imponían fuerza en su cuerpo. El dolor desapareció de todo su cuerpo y la respiración es continua. Listo para poder satisfacer y proteger a su compañero que lo había vinculado. Puede comer ese perfume con la lengua de fuerza y sus ojos fijos en la vista de su amor retorciéndose por más.

”Ahhh, Viktor” gimió con emoción “. Mu-muévete, por favor… Quiero más”

¿Quién era Viktor para negarse a una petición tan hermosa? Sus caderas se movieron antes de que su cerebro mande la señal. Un gorgoteo rugió de su garganta con el placer sucumbiendo a sus necesidades y el ritmo comenzó primero con su miembro casi afuera y empujando en lo más profundo. Jayce gritó emocionado y un par de lágrimas cayeron de sus mejillas. Los dedos de sus pies se agarrotan sobre las nalgas de Viktor y la carne de sus paredes aprisiona con más fuerza.

Poco a poco, comenzó a embestir con un ritmo constante, perfeccionando la profundidad y fuerza que satisfacía a su compañero. Aferró sus manos a las caderas de jayce y lo impulsó contra su pelvis. Haciendo que los impactos sean más fuertes. Jayce levantó las caderas y se dejó llevar con el placer más abrumador de todos. El chapoteo era mojado y tan excitante para la vista del alfa.

Disfrutaba ver cada detalle de ese magnífico cuerpo sumido por él. Los músculo contrayéndose y su vientre abultado con la forma de su pene golpeando sus paredes. Podía ver su punta hacer una ligera protuberancia al compás de sus embestidas que iban más allá de la fuerza y velocidad, era la presión perfecta que golpea el manojo de nervios que hizo que la entrada de Jayce chorree. Su pene, intacto, eyacula y se acalambra en un estiramiento tembloroso que mancha su pecho y vientre con más líquido de lo habitual.

Una mancha, incluso, habían llegado a su cuello.

Viktor se acercó y lamió todo. Comió de él y aumentó la fuerza de sus embestidas. Haciendo que Jayce alce las piernas y eso provocó que su entrada se apretara con más fuerza alrededor del grueso miembro. La presión, el calor y la humedad se combinan con los aromas y ruidos de la habitación hasta una cúspide de perfecta sincronía.

”Vi-Viktor, ahhhh” jadea Jayce con la mirada perdida “. Tu nudo, quiero tu nudo”.

”Ya mero, Jayce” respondió con dificultad el contrario “. Sólo un poco más”.

Aumentó tanto como pudo y golpeó con fuerza la base del cuello uterino de Jayce. Podía sentir la punta de su pene protestar mientras se sumerge entre la abertura que debe ser llenada. Lo absorbe y atrapa en instantes, provocando que el ritmo se vuelva errático y algo torpe. Su nudo comienza a inflamarse y siente la necesidad de marcar y reclamar al omega debajo de él. Jayce gime su nombre, solloza por más, grita y aúlla con ímpetu. Era electrificante sentir su piel erizarse con la dulce voz de su pareja sumergiéndose en el mayor de los placeres.

Entonces, sintió el calambre en su bajo vientre. Un aullido salió de su garganta y perforó con todas sus fuerzas al mismo tiempo en que su nudo termina de inflarse dentro de Jayce, anudándose correctamente. Su semen sale disparado. Tan caliente y abrumador que ambos gimen llenos de emoción. Viktor se abraza al torso de Jayce y él le corresponde. Muerden del lado contrario a donde está la glándula de marca. Aún conscientes de las consecuencias y engañando sus cuerpos para dejar salir sus feromonas y devorar de la sangre estimulada.

Su eyaculación siguió por algunos segundos más. Viktor podía sentir a su alfa dentro de él orgulloso por haber impregnado correctamente a su pareja. La viscosidad del segundo orgasmo de Jayce en ese rato, junto con su semilla era una mezcla caliente y excitante que dejaba salir todo lo que sus feromona desean dominar.

”Tan bueno…” susurró Jayce con algo que iba más allá de la satisfacción “. Te sientes tan bien…”

”También tú” susurró de vuelta Viktor besando la piel llena de moretones “. Eres muy cálido, muy bueno, Jayce”.

Aunque disfrutaba llamarlo omega, Jayce respondía mejor a su nombre. Y Viktor adora decirlo.

Jayce lo ayudó a acomodarse de lado. Sus piernas entrelazadas y sus frentes unidas. El calor fue bajando poco a poco y la siguiente preliminar de Jayce durará más ahora que la necesidad del omega ha sido cubierta correctamente. Viktor estaba orgulloso de haberse podido controlar hasta que su compañero estuviera listo para ese momento. Someterlo podía haber perjudicado la experiencia y la propia infección. La tranquilidad y la sonrisa en su rostro indicaba que había hecho los correcto y que esta era una recompensa que los llevó a más de la mitad del camino.

Jayce necesitaría al menos el resto de la semana para recuperar su estado sano. Viktor era un científico, a final de cuentas, y estaba intrigado por todos los efectos de la unión de compañero lycanos y la respuesta a infecciones. Literalmente su encuentro estaba sanando a Jayce y sanó a Viktor por un instante. No hubo dolor, no hubo dificultades. Pudo amar correctamente a Jayce. Sin pensar en las consecuencias, sin tener que detenerse.

”Te amo” susurró Jayce con un beso perezoso sobre sus labios.

”Yo también” sonrió Viktor y lo besó correctamente.

Quería ser así de digno para él hoy y siempre.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

 

Chapter 17: XVII

Chapter Text

La apariencia de la mañana era diferente a las demás.

A la vez, era como cualquier otra. Lejos de la fantasía. Lejos de la calidez que lo rodeó con tanto cariño. Lejos de la protección que no sabía que anhelaba. Cómo le dolía no poder detener el tiempo. Cómo le lastima no poder tener las cosas más sencillas.

Sus ojos se abrieron cuando la luz del sol a través de las cortinas apenas era capaz de colarse. Su reloj biológico sabe cuándo es hora de comenzar con la rutina. Sin interrupciones. Jayce fue recuperando poco a poco la consciencia y escuchó el monitor de niveles hormonales detectando sus lecturas. El techo seguía siendo el mismo que había visto por tantos años. El mismo aroma estoico de limpiador, lejía y ligero azufre. La misma rutina había vuelto a la normalidad. Ya llevaba tiempo habiendo vuelto, pero seguía siendo tan pesada como la primera noche lejos de ese placer. Fue desalentador tener que volver a la realidad y que ese espantoso pitido lo vuelva acompañar en vez de los ligeros ronquidos de Viktor debajo de sus orejas. Que la habitación sea tan grande que él se siente tan pequeño era demasiado sofocante.

Estar lejos de su manada y de su nido con tal de mantener las apariencias tiene sus consecuencias. Estar alejado de todo lo más perfecto que vivió era la condena que prefirió porque así es como funciona. Porque el esquema del contrato social dictamina quién vive y quién muere por medio de las castas. Porque su realidad dictamina esto. Porque no puede ser más sencillo que mentir.

Tenía las manos muy metidas en el fuego como para poder salir de ello con facilidad. Los sueños ilusorios y los recuerdos melancólicos son lo único a lo que se puede aferrar para seguir adelante. Para poder continuar con su vida… Aún quiere insistir en encontrarle un sentido, un propósito y poder darle de lleno a eso. ¿Sus sueños valían todo eso? Esperaba que mucho más, porque Jayce ya no podía verlo. Aún así, era doloroso volver a la realidad cuando había vuelto a probar la delicia de ser y sentirse libre por una vez.

Jayce miró el techo de la mansión Kiramman; pero sus pensamientos se aferran al recuerdo de su celo. A la sensación de calidez y protección que los brazos de su manada le proporcionaron, lo que sus instintos mismos hicieron por salvarle la vida. A la hermosa vista del perfil de Viktor durmiendo a su lado, aguardando por él. Porque piensa que lo merece. Había sido tan cariñoso, tan atento, Jayce nunca imaginó sentirse así de amado.

Eso era más de lo que Jayce siente que se merece. Aún cuando habían casi seis meses de ese incidente, se niega a olvidarlo. Quería aferrarse a cada pizca de cariño, de calor y de amor que lo llenó con tanto entusiasmo. El tiempo era demasiado extraño, pensaba Jayce mientras consideraba cómo de repente se sintió estático y después se escapó de entre sus dedos como agua cristalina.

Después de haber aplacado su celo, su glándula volvió a verse sana y su cuerpo respondió agradablemente. Los dolores que lo perseguían se esfumaron con el delirio y el proceso de desintoxicación fue prácticamente la mejor salida que jamás imaginó. Fue como si nada le hubiera pasado. Tuvo su periodo correctamente unos días después y duró lo que tenía que durar con un sangrado mesurado; además de que se reguló. Sus caninos dejaron de doler, la jaqueca pasó a ser una inexistencia, las energías volvieron a su cuerpo sanamente.

Era un poco desalentador tener que seguir medicándose. Jayce sabe que no tiene salida. Está era su realidad. Aunque Viktor lo escuchó y decidió apoyarlo, seguía siendo vergonzoso para Jayce tener que seguir con ese camino impuesto. Su omega quería ser marcado y ser compañero de Viktor. Las mordidas alrededor de su glándula habían sido tan agradables como desalentadoras cuando se vio al espejo. Había querido pertenecer a alguien y que alguien le pertenezca. Porque lo había decidido, no porque se esperaba algo de ellos. Viktor lo respetó y aceptó ayudarlo. Tomarlo por un instante y también devolverlo a Piltover. Hextech es un sueño en común y saben que no hay espacio para hedonismos como formar un vínculo alfa-omega.

Hay muchas cosas en juego. ¿Por qué tendría que anteponer sus deseos egoístas de una manada y ser un omega libremente?, cuando había que cumplir con estándares, superar las expectativas, cumplir con cada jugada que se le impone como partida de ajedrez. Las tensiones aumentan con cada centavo invertido en sus empresas.

Tuvo suerte de que su mentira con Cassandra hubiera funcionado. Haberle hecho creer que fue a Zaun para conseguir información para el desarrollo de sus proyectos y tener la palabra de Viktor a su favor disuadió a la jerarca de la familia Kiramman. Le entregó lecturas hormonales después, todas con resultados favorables y aceptó ser revisado por la doctora Cherie. Todo salió limpio. Su manada se encargó de limpiar todo después de su celo. Los espías no vieron llegar a Vander ni a Viktor, gracias a Janna, siempre piensa Jayce con alivio. Ximena había aprendido a evadirlos como si fuera un agradable juego de canasta.

Tuvo suerte de que su cuerpo de verdad se niveló y pudo seguir con su mentira con naturalidad. Tuvo suerte de tener gente que lo quiere a pesar de todo. A pesar del desastre que siente que está causando por culpa de su orgullo necesitando justificar que él tiene valor. Que su mente merece ser recordada y cumplir con sus sueños de llevar la magia al mundo entero. Si tan sólo Piltover no tuviera tantos problemas con las castas secundarias, Jayce imagina que su vida habría sido un poco mejor.

Se miró al espejo y comenzó su rutina diaria. Hoy tenía una junta con el consejo. Pronto se haría una presentación de los prototipos de herramientas Hextech. Tenía que conseguir una quinta parte del voto a favor para aprobar las rondas de inversión y apertura como empresa lucrativa. A Jayce no se le pasan los detalles extraños de la circunstancia. Mientras lavaba su cara y preparaba su piel para afeitar la barba incipiente, reflexionó en todo lo que ha sucedido desde el incidente de su celo desatado.

La Consejera Mel Medarda entró a la segunda ronda de inversión de los Hexgates y ganó en la subasta de porcentajes en las cadenas de distribución. Ella siempre fue más pragmática, disfrutando de las relaciones públicas. Organizar veladas, galas y fiestas con toda la estrategia necesaria para obtener sus beneficios con guante de seda era su emblema. Ahora, ella era la mayor afluencia económica de Hextech, una inversionista estratégica, incluso. Le preocupaba a Jayce que todo haya sido preparado para tener el campo desierto cuando no quede de otra. Eso se determinaba en la reunión de hoy.

El Shimmer se había salido de control. Zaun estaba en un caos de guerrillas contra las redes criminales. Jayce no comprendía cómo es que el consejo era tan ajeno a esta problemática. No le interesaba si no lo quieren ver por la humanidad, pero que al menos lo vieran por las afecciones que representan a la mano de obra, algún deseo egoísta que los hiciera voltear la cabeza. Zaun es la entrada principal de materia prima y mano de obra barata para Piltover. Jayce intenta no verlo por el lado de la gente, para poder comprender lo que el consejo quiere; pero sigue sin encontrar algo decente. No podían ser tan superficiales. Incluso conociendo a Cassandra Kiramman por tantos años, no puede encontrar una explicación racional.

Ahora más que nunca, quiere una respuesta a la incógnita que rodea a la familia Kiramman y sus proyectos fallidos de drenajes y sistemas de filtración de gases en Zaun. Era doloroso para Jayce saber que aunque él es una mentira viviente, no es capaz de soportar la picazón de saber que hay cosas mucho más escabrosas escondidas debajo de la mesa.

A la única conclusión que está llegando es: que el Consejo sabe que Piltover tiene una desventaja contra Zaun uno a cuatro. Lo que deben estar propagando es hacer que Zaun se destruya a sí mismo para poder tomar lo que les guste de las cenizas y hacer algo más grande. Jayce no es ajeno a la violencia innecesaria que los enforcer ejercen contra los ciudadanos de Zaun. Así como las fosas comunes de la ciudad minera se estaban llenando de cadáveres por sobredosis de droga, también morían hombres y mujeres por los enfrentamientos a manos de la fuerza policial. Los accidentes de las minas son sólo la punta del iceberg. Sus consecuencias eran mucho peores. La guerra interna se estaba volviendo peor cada vez. Hubo movilizaciones e incluso barricadas en el puente que une a las ciudades con brigadas de vigilancia.

Algo que ni siquiera Jayce puede nombrar, el Consejo está buscando una respuesta antes de hacer ruido. Lamentablemente, sabe que Hextech es la respuesta a ello. Será la carta de paz o el arma sobre la mesa que demuestre que no hay retorno.

Jayce no puede creer que el consejo sea tan crédulo. Si algo le ha enseñado sus vivencias en Zaun, y su propia educación en política, lo que sus amigos le cuentan, y lo que escucha a través de las paredes, es que se necesita más que una red de drogas para completar un plan así de ambicioso. La rebelión ya no es una opción, mucho menos la independencia. Era el inicio de una conquista. Lo que sea que esté provocando la mente maestra de la red de narcotráfico no es más que un espejo de humo para distraer al Consejo. Una pantalla de fantasía hacia Piltover para distraer a la ciudad; y que, cuando no pueda levantarse, es porque ya han perdido una guerra en la que no quisieron meterse por orgullo.

Las cartas encriptadas, los accidentes en las minas, las altas concentraciones de contaminación, el proyecto fallido de la familia Kiramman con Zaun. Todo eso no ha sido más que tropiezos impuestos para llenar de ira a la ciudad. Por eso, no atacan lo que a Piltover más le duele: el tema de las castas.

No de manera directa, al menos. Jayce no sabrá quién está detrás de todo esto; pero reconoce que cada movimiento fue planeado con las consecuencias proyectadas a grandes escalas. Cuando se amenace el orgullo de Piltover, es porque ya no habrá vuelta atrás.

Terminó de enjuagarse su rostro mientras suspiraba largamente. Lavó sus dientes y pensó en la soledad que lo inundaba. Imaginar que esta fuera una mañana cálida en el departamento de Viktor, habiendo despertado juntos entre apuntes y bocetos de nuevas ideas era demasiado tentador. Estar llenos de tanto cariño y amor. Jayce sonrió sin que la alegría llegase a sus ojos. Era demasiado desalentador insistir en querer eso abiertamente. No puede evitar imaginarse escenarios mucho más agradables que los que tiene frente al reflejo. Miró la dosis en la jeringa. Sólo tomaría una, como le corresponde. Las pastillas esperan en su mesa de noche y un día largo por delante.

Jayce salió del baño y terminó de arreglarse. Su puso el parche inhibidor, acallando a su omega molesto. A pesar de que se había salvado de un shock de celo, sus instintos omegas estaban mucho más arraigados. Su nariz seguía siendo tan intensa como siempre. Saber que era capaz de ver a través de los aromas fue un poco aterrador, tener que suprimir ese detalle de Cassandra y la doctora Cherie, fue un martirio. Tenía que ser más cuidadoso. Se sentía más susceptible; pero los años le habían enseñado a fingir que todo eso no le afectaba. Sabe poner la mejor cara y sonreír hasta conseguir lo que necesita para avanzar en el camino. Porque para casi todo el mundo, él es un beta perfecto. Es el Hombre del Progreso y un tesoro para Piltover.

Sin embargo, antes eran cinco personas las que sabían que es un omega. Ahora son siete personas. Partes de una manada, de su manada. Tiene una manada a la cual proteger y eso era un poco abrumador para Jayce. Antes sólo era su madre, ahora también debe tomar en cuenta a Vander y Viktor en su vida.

Vander fue más sencillo de sobrellevar. Simplemente intercambiaban aromas una vez al mes para que su glándula no se inflamara. El alfa dominante era cuidadoso y muy cariñoso con él, completamente comprensivo con la situación. Fue agradable sentirse pequeño y tan bien recibido. La fuerza y el hecho de que Vander tenía que ver por su propia manada permitía que Jayce no fuera tan dependiente de su presencia en los límites de su omega interior. Con sólo intercambiar aromas con una prenda era más que suficiente. Su omega interior cercioraba que una parte de su manada está a salvo y dejaba a Jayce seguir adelante. Lo que ayudaba a nivelar esa especie de doble vida. Cassandra no quiere que el mundo sepa que es omega, especialmente porque ella está ligada a eso, Jayce no puede permitir que ella sepa que una cosa para lograr eso es que debe ser un omega de vez en cuando.

Su madre, por consiguiente, sí fue un poco más impactante. Con ella comparte un vínculo mucho más fuerte. No se trataba de la familia encontrada, sino de todo lo que han compartido y vivido. Cuando volvió a vivir su celo y disfrutó de tener el mimo de su madre entra las preliminares fue un caos para su mente condicionada y la necesidad de su omega para recalcar la importancia de proteger a su manada. Ella, aun así, fue fuerte para él. Fue ahora ella quien lo sostuvo y lo abrazó con fuerza. Protegiéndolo de todo y todos. Podía aplacar sus instintos de protección con sus visitas quincenales. Jayce decidió mantener esa apariencia. Especialmente porque los espías de Cassandra pudieron haberlo descubierto.

Al final, estaba Viktor. La situación fue más difícil con él. Su omega lo había elegido como su compañero. Vander le explicó que eso iba más allá de lo que fue vincular a manadas por medio de su aroma. Como fue con Powder e Isha. Al no haber reclamado nuevamente a la beta y el cachorro como parte de su familia, el vínculo se rompió y no tuvo la necesidad de exigir nuevamente su presencia entre sus preliminares del celo. Sin embargo, Viktor había sido un alfa sin inhibidores con el que ha estado compartiendo espacio por tiempo prolongado. Aún cuando su mente condicionada no estaba consciente de ese resultado, su cuerpo y núcleo lycano habían elegido a Viktor como su compañero. Sus aromas se complementan y sus cuerpos son bastante afines.

Eso era un detalle que su tratamiento jamás consideró. Después de todo, está pensado para funcionar con alfas, no con Omegas. La necesidad vinculante que tiene su género lycano era un caballo oscuro sin control. Y el de Jayce en particular estaba muy entusiasmado de tener un compañero como el alfa de Viktor.

Jayce aún se sonroja al recordar cuán afines llegaron a ser. Jamás imaginó que sería posible ese tipo de actos hasta que Viktor le enseñó que el placer y éxtasis se llevan bien con la unión y el amor. Así que le dolía más no poder ser su compañero y marcar sus glándulas. Es un omega de gen dominante, después de todo. Su vena posesiva es un poco más insistente que la de los omegas comunes. Ahora, su pareja era también de gen dominante. Era simple biología. Una necesidad intrínseca que no pueden saciar porque nada, ni nadie, puede saber la verdadera naturaleza de Jayce. Piltover les daría la espalda en ese mismo instante. No importa cuánto avance y progreso proponga su trabajo en Hextech. No hay lugar para los Omegas en la academia, mucho menos en los campos de investigación y el escándalo que se propagará por saber que estuvo involucrado con temas políticos y relaciones públicas. La crisis de la apariencia le importa más a Piltover que la misma inminente guerra que se acerca.

”Ahí estás” la voz de Caitlyn lo sacó de sus pensamientos.

Jayce se dio cuenta de que había estado preparándose en piloto automático, porque ahora se encontraba en el jardín del gran árbol de jacaranda de la finca Kiramman. El espacio abierto tenía una expansió llena de color y vida que surca con el agradable aire del invierno. Pronto será el cumpleaños de Viktor. Pensó Jayce cuando una corriente de viento golpeó.

Detestaba el frío por obvias razones; pero tenía que reconocer que el paisaje muerto del jardín, bañado de ligeras capas de nieve, ramas oscuras y flores congeladas hacía parecer que el tiempo se detuvo. Esperando por Jayce. Manteniendo a salvo su secreto de incluso su mejor amiga. Jayce sonrió con dolor en el pecho y se hizo a un lado en la banca. Caitlyn no tardó en sentarse y pegarse a su costado. Recostó su cabeza y suspiró.

Llevaba puesto su uniforme de enforcer de patrulla. Más fanfarronería que practicidad. La falda debe molestarle con el frío.

”Deberías ponerte mallas” sugirió Jayce al tiempo que abrazaba por los hombros a la chica beta y frota a ligeramente para hacerla entrar en calor.

”Las olvidé” rio Caitlyn sinceramente.

Había cierta incomodidad desde el incidente de su celo. Por supuesto, no le dijo nada a Caitlyn. Cassandra misma esconde estos actos de su hija, era una órden muda que Jayce debe hacer lo mismo. Actuar como un buen hermano, un beta adecuado era su determinación. El hecho de que ella huele como Cassandra y que su omega ahora estaba un poco más afín a su persona hizo que su rechazo fuera más fuerte. Le costaba hacer entender a sus instintos que Caitlyn no es Cassandra.

Ella no le hará daño. Ella quiere ser parte de una manada. Sin embargo, su omega se rehúsa a vincularlo. Era desastroso.

”¿Así que siempre sí aceptaste el puesto de patrulla, señorita enforcer?” se burló Jayce con un suspiro.

”Es la única forma en que puedo estar en las oficinas principales de la comisaría” respondió Caitlyn con un brillo conspirador “. Y también es así como alguien sin una madre dentro del Consejo de Piltover comienza, no quiero ninguna ventaja”.

Caitlyn siempre era muy orgullosa, quería demostrar su valía. Cassandra estaba dispuesta a darle todo lo que desee, Jayce lo ha visto de primera mano viviendo bajo el mismo techo. Siempre dispuesta a cumplir los sueños que Caitlyn apenas mencione. Jayce no quiere ser un poco paranoico; pero sospechaba que como él ya fue el sujeto de prueba de Cassandra para hacer y manipular a su antojo, ahora tiene la libertad de mimar a su hija. La discordancia es que ella quiere esforzarse, porque Jayce siempre le enseñó ese valor.

Él sabe que, si no hubiera sido porque encontró este contacto, no habría llegado tan lejos y se habría quedado como un ciudadano de categoría baja por su ascendencia lycana omega.

”No quiero ser grosero” murmuró Jayce con media sonrisa “, pero no creo que hayas estado buscándome sólo para contarme de tu lujoso puesto de enforcer. ¿O es que adoras mi enigmática personalidad?”

Caitly le dio un ligero golpe: “No, claro que disfruto estar contigo y sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad?”

Jayce miró los ojos serios de su mejor amiga. Claro que ella fue la única que no le creyó sobre su mentira después de su desaparición por una semana tras su celo. Aunque no insiste en saber lo que se esconde en la circunstancia, debió sentir la traición de tener que esconderle algo cuando había llegado tan lejos. Jayce no duda que su amiga estará más que dolorida cuando sepa que él ha mentido todo este tiempo. Si es que alguna vez se llega a saber la verdad.

Una pequeña parte de Jayce, su núcleo omega, lo desea con mucho anhelo.

”Claro que lo hago, Cait” suspiró Jayce mientras escondía su nariz en el cabello liso de la beta “, pero estoy bien. En serio… En cambio tú, puedo oler tu nerviosismo”.

”Ahora que ya puedes diferenciar los aromas, es más molesto que antes” se quejó Caitlyn sin malicia verdadera al mismo tiempo en que se separaba de su amigo y lo miraba a los ojos “. Pero encontré unas pistas…, ¿cómo va Ekko con su investigación?”

Jayce hizo una mueca incómoda. Ekko no ha tenido tanta suerte en poder descomponer la composición de las cuatro variantes de Shimmer existentes. Una de color rosado brillante, una de color morado ultravioleta, una naranja fluorescente y una de color verde radioactivo. Algo tan bien formulado como esa droga le indicaba que era un plan formulado por varios años. La persona culpable de esto se debe encontrar a varios pasos de ventaja de ellos. No importa cuánto intenten correr, Jayce sospecha que quien esté haciendo todo esto ya está listo para ir aún más veloz.

”Sigue intentando descomponer la sustancia y volverla a formular para no perder nada de la integridad de las cadenas químicas” cuando Jayce vio la mueca molesta de Caitlyn, rio ligeramente “. Pudo saber cada ingrediente de las sustancias, pero no hemos logrado volverlo a hacer para comprender el ciclo de la sustancia”.

”Entiendo, aunque será bueno darse un poco de prisa en eso, encontré tres rutas de distribución” suspiró Caitlyn “. Son principalmente vendidos a sujetos alfa. Dos de las cadenas están cerca de las minas, especialmente en las fisuras”.

”Un contrapeso a la problemática de los accidentes” comprendió Jayce a lo que se dirige su amiga “. Si no reciben ayuda de nadie para sobrevivir, deben buscar una manera ellos mismos”.

Caitlyn asintió: ”Eso nos deja en claro que quien provocó los accidentes en las minas y esta droga es la misma persona y tiene control de los terratenientes de Zaun para poder moverse tan a sus anchas”.

El falso beta asintió mientras baja la mirada y acomodaba sus codos sobre sus rodillas. El viento volvió a soplar agudo y afilado. A pesar de ser invierno, Jayce al menos podía justificar de mejor manera los cuellos y mangas largas. Miró a su mejor amiga. Su perfil era serio y decidido. Caitlyn estaba realmente comprometida con el caso. No por la justicia, está seguro de ello, sino porque también su familia estaba manchándose las manos poco a poco. Porque siempre dudó de la integridad de la academia enforcer. Y había algo cociéndose lentamente que incluía esas dos facetas. Cuando revisó los registros de la construcción de los acueductos y los sistema de filtración, hubo un documento de la propia academia enforcer que demeritaba la seguridad del suelo para realizar una construcción funcional.

Jayce logró conseguir los planos de la construcción. Estaban perfectamente diseñados y estaban destinados a ser funcionales. No comprendía por qué la fuerza enforcer clausuró su uso y Cassandra Kiramman no hizo nada al respecto.

”Posiblemente sea también quien tenga tratos con la fuerza policial, Sprout” susurró Jayce con una mueca de disculpa “. Y que tenga que ver con lo que sea que hayan hecho a la obras de tu familia”.

”A mi madre no le interesó pelear por ello” dijo Caitlyn en un hilo delgado y frágil de voz “. Prefirió hacerse de la vista gorda e invertir en sistemas de condicionamientos de beta artificiales. Encontré las facturas en la tesorería del banco”.

La respiración de Jayce se cortó. ¿Había sido su culpa que esas construcciones no hayan sido defendidas como debe de ser y pasen a manos de la corrupción? El terror que corroyó su cuerpo fue suficiente para hacerlo inhalar tan fuerte como fuera posible. Intentó hacer una mueca de confusión, haciéndose como que no conoce nada sobre ese término. Caitlyn, por suerte, se tragó su silencio como eso.

”Las facturas de la obra se remiten hasta el último año de construcción. No hay contratos de mantenimiento, seguridad y mucho menos de funcionamiento” explicó Caitlyn mientras miraba al horizonte “. Y coincide con las facturas de inversión en esos extraños sistemas de salubridad justo con un plazo de medio año de diferencia”.

Jayce sopesó la situación. Si las temporalidades coinciden como cree, se trataba de los tiempos antes en que Cassandra aprobó las drogas nuevas en el tratamiento de Jayce. Un frío estremecimiento recorrió su espalda y sus manos se tensaron, su cola se puso rígida y agachó las orejas. Tenía que desviar el tema antes de que Caitlyn sospeche de que no está interesado en preguntar de qué iba ese sistema de betas. Jayce lo conoce de primera mano, es el conejillo de indias de ese experimento cruel.

”¿Y por eso hicieron fraude con el papeleo de uso de las construcciones?” Preguntó con seriedad. Tanto por interés como por desesperación.

”Sí, la comisaría hizo en alguna parte un trato con quien sea que tenga el control del shimmer para declarar en abandono y peligro esas zonas para hacer de las suyas probablemente una fábrica clandestina” dijo Caitlyn seriamente “. Aprovecharon el abandono de la obra para declararlo inservible y apoderarse de la zona. No estábamos mal cuando fuimos a buscar ahí, la carta sí nos enviaba a ese lugar”.

La verdadera pregunta sería, entonces, ¿por qué?

”Pero, no encontramos nada… Ni ahí ni en los sistemas filtración” Jayce se sintió un poco tonto al recordarle que fueron a una excavación en vano.

Caitlyn había estado frustrada desde ese viaje al acueducto e insistió en investigar los sistemas de filtración de aire. Tampoco encontró nada. Todo estaba limpio. Si en realidad estaba en lo correcto, el lugar no era como tal una pista, sino una especie de memoria. Jayce comenzaba a creer que no están persiguiendo a nadie, ellos están siendo perseguidos. La forma en que encierra las pistas y los llega a dejar contra un muro en ese laberinto demuestra cuánto había preparado cada movimiento de sus negocios.

No sólo está controlando a Zaun, tiene bajo su poder obras abandonadas de uno de los órganos más importantes del consejo de Piltover y tratos clandestinos con la policía de la ciudad del progreso. Jayce abrió los ojos cuando comenzó a comprender las pistas.

El Shimmer está destinado principalmente a alfas. Los accidentes causados en las minas. Las confrontaciones con las fuerzas policiacas. El asesinato a sangre fría a varios de ellos. Los tratos clandestinos con enforcer por terrenos despejados. Los fraudes a obras públicas que provienen, justamente, del miembro del consejo más interesado en los sistemas de salud del segundo género de las dos ciudades. El control a los terratenientes de Zaun. La distribución de la droga y armamento en el mercado negro en aumento.

Jayce lo entendió.

Se levantó y caminó de un lado a otro mientras restregaba su rostro con una mano. Suspiró frustrado.

”Sea quien sea que está causando esto no quiere la guerra” dijo Jayce viendo a los ojos a Caitlyn “. No habrá nada contra lo que luchar cuando haya desvelado su cara”.

Su amiga frunció el ceño y sus orejas se levantaron rígidas: “¿Busca liberar a Zaun?”

Jayce negó: “Para ese sujeto, Zaun no tiene salvación. Quiere acabar con las dos ciudades…”

”Tiene sentido” señaló Caitlyn con el lugar e índice sosteniendo su mentón “. Los enfrentamientos aumentaron en las zonas costeras por los nuevos cargamentos de Shimmer. Se están movilizando hacia la costa noroeste”.

Donde están construyendo la torre de los Hexgates.

”… Mierda” presionó Jayce su rostro contra sus manos y tembló “. Hay una rata sucia en el consejo”.

Caitlyn frunció el ceño “¿Por qué dices eso?”

La duda era justificable. Jayce tardó más segundos de lo esperado en levantar la mirada. Sin embargo, estaba tratando de controlarse. Buscando la mejor respuesta sin que lo haga parecer un paranoico con la integridad de su proyecto de vida. Hextech había estado manchándose sin que él se diera cuenta. Si pudiera completar el rompecabezas del shimmer, puede que llega a comprender muchos de los actos; pero nada lo llevará al causante de todo esto.

Ahora, por el lado del consejo, Jayce supone lo que supone porque no hay necesidad de llevar Shimmer a esas zonas. Ahí imperan los betas, no los alfas. Si la droga está formulada especialmente para el género lycano del depredador es por una razón. Llevarlo donde los constructores son en su mayoría Piltovanos de cámaras bajas y Zaunitas betas privilegiados por el sistema de castas no tiene nada de justificación más que una cosa.

Están rodeando la zona.

Jayce suspiró y volvió a sentarse junto a Caitlyn ”Esto apesta…”.

”Demasiado…” suspiró Caitlyn al comprender que Jayce aún no está listo para responder.

El silencio volvió a abrazar el paraje friolento. El cielo estaba despejado y había pocas nubes. A la lejanía, las zonas más privilegiadas de Piltover rebosaban una elegancia opulenta que se desdibuja con la lejanía del horizonte. Completamente lejos del caos y la toxicidad de la ciudad subterránea. Jayce apretó la mandíbula. Está zona no conoce ni quiere ver la muerte, la enfermedad e ignoran cómo el crímen organizado está asesinando poco a poco a las dos ciudades. La corrupción no era tan lejana. Incluso Vander tiene tratos con enforcers, con la sheriff Grayson para ser específicos, para evadir algunos de los saqueos habituales.

El fin justifica los medios. La ciudad que no es fortificada debe tener un ejército formidable. Jayce no puede imaginar que el líder de todo esto esté solo. La cuestión recae en cuáles son los objetivos de cada individuo. Lo que sea que quieran lograr, están contaminando hasta la última gota de cada Estado para poder sobreponerse a cualquier estatuto. La diplomacia no será elección y las apariencias caerán porque se tendría que pelear con lo más primitivo del ser humano. Este sujeto está buscando terminar con la apariencia perfecta de Piltover y destruir lo que casi doscientos años de progreso han forjado.

Y quien esté ayudando al autor intelectual de esta perdición, conoce muy de cerca el arte de la guerra. Conoce las características y las necesidades de un gobernante cuando necesita fortalecer a su gente y crear los soldados perfectos.

”Ah, extraño los días en que comía los pastelillos que prepara tu mamá” susurra Caitlyn con nostalgia.

Cuando todo estaba bien. Cuando ambos eran estudiantes que no tenían que preocuparse más allá de sus deberes y prácticas extracurriculares en el caso de Caitlyn. En el caso de Jayce era preocuparse por su tratamiento y proteger a su mecenas con la casa Kiramman. Si mira hacia atrás, sí, eso parece mucho más fácil que lo que ahora tiene de frente.

¿No se supone que Hextech es un milagro científico?

”Deberías acompañarme a beber el té con ella la próxima vez que vaya” susurró Jayce divertido “. Ella te adora”.

”Sí, debería hacerlo. Si tan sólo no te la pasaras en el laboratorio o en donde sea que mi madre te pida estar y me avisaras, lo haría”.

”Puedo pedirle a Viktor que te avise, él también va seguido con ella”.

”Espera, ¿qué?”

Oh.

Oh.

Jayce puede sentir cómo lentamente su rostro se sonroja. Sus orejas incluso se aprietan contra su cráneo. Su cola se puso rígida y apretó los labios en un puchero que no puede esconder su vergüenza. Lo dejaba expuesto, empero. Puede sentir la mirada inquisitiva de Caitlyn. Si esta era una venganza divina por todas las bromas que le hacía en torno a ella y su relación clandestina con Violet, se lo buscó.

”¿Hay algo que no me has contado, Jayce?” Preguntó con los brazos cruzados.

Muchas cosas. No por gusto. Pensó Jayce fugazmente.

”Ah, mira la hora, debo irme. Tengo junta con el consejo y-“

”Jayce”.

Jayce se niega a mirar la sonrisa de Caitlyn. Puede escucharla. Ella estaba disfrutando de esto. Es una chica muy inteligente. Claro que debe estar juntando los hilos. Él no deja que cualquiera se acerque a su madre. Es por su instinto omega que preserva a su manada; pero la excusa era que simplemente no tiene muchos amigos a los cuales presentarle. Mentira no es; pero aún.

”No me hagas sacarte la información por las malas” le susurró con sorna “, ¿por qué Viktor podría avisarme?”

”¿Porque somos muy buenos amigos y se la presenté?” Jayce sonrió tembloroso. La mirada de Caitlyn sólo lo hizo sonrojarse más. No sabía excusarse y era bueno mintiendo.

Caitlyn rodó los ojos y sonrió de lado ”Te dejaré salirte con la tuya, por esta ocasión”.

Jayce se alejó del jardín. Con el corazón acelerado y su omega interior furioso. Por supuesto que podía oler la decepción de Caitlyn al no recibir la verdad. Ella ha sido su mejor amiga por tanto tiempo. Su confidente y su piedra angular aún cuando ella no sabe de su condición. De alguna forma, ella siempre supo decirle lo correcto para obtener las fuerzas necesarias para seguir adelante.

Le dolía demasiado mentirle, especialmente a ella.

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Jayce y Viktor se encontraban esperando para entrar a la sala del consejo. La tarde se había vuelto un poco lúgubre. Las nubes comenzaron a arremolinarse a media tarde y dejaron todo oscuro para antes de la hora del té. El aspecto de la sala se había vuelto opresivo. Las paredes estaban sin vida, con varillas de oro opaco que se veía verdoso contra el rebote de la luz de los suelos de mármol y repujados. Los ventanales dejaban entrar una luz amarillenta, tirando a blanco demasiado tenue y podían escuchar las nubes crujir y ligeros relámpagos brillar. No nevaría esa noche, llovería. El aire se sentía ligeramente húmedo y puede percibir ya algunas gotas de agua empapar los suelos.

”¿Crees que sea buena idea?” Preguntó Viktor.

Lo miró y su respiración se cortó. No podía evitar enamorarse más y más de él. Su cabello seguía creciendo y ahora lo tenía acomodado en una media coleta que le dejó peinarle antes de venir a la reunión, a pesar de su falta de talento. Sin embargo, sus ojeras estaban más pronunciadas y tenía un ligero picor en su aroma. Estaba estresado, sudoroso a pesar del frío y se veía cansado. No eran sólo indicios de su próximo celo, sino que la enfermedad se agravaba en estos tiempos. Jayce siempre cuida la calefacción en el laboratorio y se asegura de tener compresas calientes y mantas para cuidar de Viktor. Así ha sido desde un inicio y así sería siempre que pueda. No importa qué.

Esperaba que Viktor le pidiera compartir su celo con él. Ya lo hizo en una ocasión anterior. El segundo género de Viktor era muy regular y sus celos trimestrales eran puntuales. Aunque no podía cuidarlo íntegramente como un omega a su compañero, Jayce se había esforzado por mimar correctamente a su pareja. Jayce quería cuidar de Viktor tanto como se lo permitiera.

”¿Qué cosa?” Preguntó Jayce en un susurro.

Se acercó a él y sus costados se pegaron. Detrás de ellos, sus colas se enredaron. Jayce adoraba la posesividad de Viktor y siempre buscaba imponer su aroma en él aunque no pudiera por los parches inhibidores y su cóctel de supresores.

”Permitir que la concejala Medarda entre como principal inversionista de Hextech” dijo Viktor con convicción.

Jayce sopesó la situación. Viktor no suele ser adepto a venir a este tipo de reuniones. Normalmente era él quien se encargaba de todo esto en compañía de Cassandra Kiramman. En un inicio creyó que era porque Viktor no se sentía con la habilidad de llevar a cabo este tipo de negociaciones; pero su presencia en la gala de hace cuatro años le recuerda que sí que es capaz. Llegó a la conclusión de que Viktor debe tener sus razones. Igualmente ellos y el consejo habían llegado a la conclusión que la imagen pública de Hextech sería Jayce Talis, el beta perfecto.

Ver su rostro en carteles, panfletos, espectaculares, promocionales y tanta propaganda era demasiado a veces. Sin embargo, la aceptación y emoción de la llegada de Hextech a la ciudadanía Piltovana estaba teniendo los resultados deseados.

”Creo que será bueno escuchar sus razones” reflexionó Jayce “. Lo que no es bueno es tener tantas manos metidas en el nombre de Hextech. Un inversionista de su calibre nos permite muchas holguras”.

”El problema radica en que no sabemos qué quiere de Hextech” soltó Viktor con desdén.

Jayce sonrió sin alegría de lado y asintió, dándole la razón a su compañero. Besó la mejilla de su alfa y duró más tiempo del platónicamente necesario. Inhaló su aroma y su cola se agitó entre la de Viktor.

”Tú celo se acerca, amor…” susurró Jayce con dulzura “, ¿seguro te sientes bien para entrar ahí?”

”Si pudiera oler tu aroma, no, no estaría bien” respondió Viktor mientras jugaba con su bastón entre sus largos dedos “. Y falta bastante para mi preliminar, estaré bien”.

”Entonces me alegro de que hagamos esto juntos” sonrió con un poco de dolor.

Viktor no se lo recrimina. Había dicho que comprendía por qué estaba haciendo lo que hace. Incluso lo ha estado ayudando. Sigue los ciclos de Jayce y estaba pendiente de su medicación en cuanto a horarios se refiere. Jayce, en retorno, había prometido no abusar de sus dosis. Están en una alianza, en una relación, deben hacerlo funcionar como mejor puedan a pesar de las circunstancias. Ya han caído más allá del fondo.

Es sólo que, a Jayce le partía el corazón no poder ser el omega que Viktor se merece. Que no pueden andar públicamente. Así que haría todo lo que tenga en su alcance para demostrarle qué, a pesar de que le pide muchas cosas a Viktor, está dispuesto a lo que sea por él fuera de su mentira.

¿Eso lo volvía egoísta?

”Pero…” dudó un poco Viktor antes de mirar con sus dorados ojos a Jayce “, no me molestaría tener a mi pareja conmigo en cuanto llegue mi calor”.

Jayce sonrió con amor sincero y besó los labios de Viktor. Fue correspondido aunque no duró mucho. Juntó sus frentes, ahora sabiendo que era un símbolo de intimidad de Zaun, y suspiró con convicción.

”Nada me gustaría más”.

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Después de la pomposa presentación protocolaria del consejo, Jayce y Viktor tomaron asiento en dos sillas al pie de la gran mesa del consejo. El consejero Hoskel estaba jugando aún con el mismo juguete para niños. Jayce no comprendía cómo es que han pasado los años y el sujeto seguía sin poder comprender que debe mover el sistema en paralelo y ya. El concejal Bolbok era inescrutable. La concejal Shoola los miraba con cierta lejanía, pero mejor apertura. De quien nunca logra obtener algo positivo era del concejal Salo, seguía mirándolos con el mismo desprecio de hace cuatro años. La concejal Kiramman tenía ojos de acero, Jayce le devolvió la mirada para apaciguarla. La concejal Medarda brillaba de elegancia y su fuerte aroma natural estaba más presente que nunca, no estaba usando supresores y el ligero gorgoteo a su lado le indicó que Viktor también lo notó.

Ajeno a toda la tensión en la cuestión del género lycano, estaba el concejal Heimerdinger con una apacible sonrisa y una taza de té caliente a su lado.

”Mis muchachos, me alegra verlos” saludó con su habitual tono bonachón “. Leí el último reporte del status del proyecto de los Hexgates. Me impresionó los resultados obtenidos con el sistema de emergencia que implementaron. Muy bien pensado. Tener cubierto toda posibilidad demuestra su atención al detalle y eso es muy optimista para la ciencia”.

Eso y que no nos quedó de otra cuando se derritió una de las baterías. Pensó Jayce con un poco de vergüenza.

”Sin embargo, y perdone que le robe la palabra, concejal Heimerdinger” intervino la concejala Medarda con sus ojos brillantes y orejas erguidas “, pero lamentablemente la índole de esta reunión es un poco apremiante”.

”¿Podría ser más específica, concejal Medarda?” Preguntó la concejala Kiramman con una ceja levantada.

La mirada de duda le dejaba en claro a Jayce que los demás tampoco estaban muy seguros del ligero desvío de la reunión. Se supone que se haría una apertura de ronda de inversiones en los proyectos actuales de Hextech. La segunda ronda de inversión de los Hexgates marcaba los primeros contratos de rutas de distribución, se tenía planeado que sólo lo más alto de la jerarquía de Piltover tendría posibilidad de participar en la valuación.

Actualmente Hextech tiene un pronóstico de valuación equivalente a media ciudad de Piltover. La proyección de ganancias estaba apostando por lo alto. Ser dueño de una ruta de distribución era un sueño dorado para cualquier inversionista.

”Me disculpo por el abrupto cambio de dirección” dijo la concejala Medarda con una mirada distante y llena de profesionalismo que puso los pelos de punta a Jayce “, pero la discusión debe tomar rumbo sobre la problemática que compete con la ciudad subterránea y la distribución de Shimmer”.

”Eso no es un tema a debatir frente a ellos, concejal Medarda” objetó la concejala Shoola con una ceja levantada.

Elora, la siempre fiel asistente de Mel Medarda, estaba en una esquina, escribiendo tan rápido como pueda. La luz que entraba por las ventanas era verdosa y fría. El lugar se veía demasiado lúgubre a como Jayce lo recuerda. La presencia de Viktor a su lado era todo lo que necesitaba para mantenerse cuerdo.

Sin embargo, que se mencione el tema del Shimmer encendió las alarmas de Jayce. Sabe que no se trata de una coincidencia.

”Piltover está en crisis” sentenció Mel Medarda con estoicismo “, la distribución de esta droga ha llegado a la construcción de los Hexgates. No sólo la sustancia, también la violencia. Murieron casi cincuenta miembros de nuestra sociedad, veinte de ellos civiles inocentes por un enfrentamiento armado que se escapa de nuestra armería”.

Jayce podía sentir su respiración cortarse. Imaginarse toda esa muerte y cerca de la construcción de lo que pretende ser el futuro de la ciudad era un paralelismo enfermizo.

Cuando la concejala Medarda dijo eso, Elora se levantó de su asiento y acercó una caja hacia Jayce. Viktor levantó la vista del suelo. Era una caja hermética, con esquineros de oro y el símbolo de una rosa negra sobre la tapa. Al abrirla, una bomba reposa entre terciopelo y amenaza dormida. Sus manos temblaron. Sus labios se separaron ligeramente y sacó el arma. Pudo ver por la periferia que los demás miembros del consejo no esperaban este incidente. Ya estaban nerviosos. Jayce estaba intrigado. No duda que Viktor también.

Le pasó la bomba y lo dejó examinarla. Era de la forma de una granada normal. Tenía una tapa hexagonal donde resguarda una cámara de activación. Un tubo de combustible verdoso y una serie de sistema de activación se interconectan para propagar la bestialidad que puede provocar. Jayce no puede saber, claro, el alcance de daño del arma. Sin embargo, no duda que hay algo terrible en la fina hechura de la amenaza. No tenía ninguna marca distintiva. Era completamente oscura y los tornillos de aleaciones antioxidantes. Ninguna firma, ninguna abolladura. El arma estaba nueva, intacta e inocua.

Frunció el ceño, pero antes de que pudiera preguntar, Viktor habló con sorpresa:

”Esto tiene Hextech” dijo con cólera bien suprimida.

Miró al frente, con furia y Jayce sintió terror recorrer su cuerpo. Trató de pensar en todas las ocasiones en que pudo haber sufrido una traición. No era tan tonto como para llevar información confidencial como para duplicar Hextech fuera de su laboratorio. La única forma en que se pudo lograr esto es que hubo, o hay, un ladrón dentro de la academia y ha vendido algo que, en la manos equivocadas, se puede convertir en la perdición de Runaterra.

”¿Cómo es eso posible?” Preguntó el concejal Heimerdinger habiendo perdido su usual alegría.

”La ingeniería es impresionante” dijo Viktor mientras seguía desarmando el arma “. Condensaron la composición química de un cristal Hex y la reacomodaron con un catalizador orgánico…”.

Jayce se acercó y lo miró mejor. Ya ha visto ese color verde antes. Es Shimmer. Claro que tenía que ser Shimmer.

De repente, un silbido sonó a su lado. Viktor había desmantelado la cámara de seguridad del sistema físico externo y la bomba se activó. Jayce tembló con terror cuando Viktor comenzó a buscar por todo el cuerpo de la bomba una respuesta para detenerla. El silbido comenzó a aumentar el ruido y un ligero gas verdoso salió de una fisura que cedió a la exageración de presión. Los concejales se levantaron de sus lugares, alarmados. Jayce sacó las llaves del laboratorio, donde tenía una navaja multiusos, cuando vio que Viktor encontró una tapa debajo de la cúpula frontal del arma. Y se la pasó.

Había un cableado de alimentación. Viktor sacó dos. Uno debe conducir el Shimmer, el otro la misma energía Hextech. Viktor cortó el cable azul de la parte superior y la bomba se apagó. Eso le dejó claro a Jayce que el Hextech es el catalizador, el Shimmer es la materia principal del explosivo. Esa cosa pudo matar a miles en el lugar equivocado. Pudo matarlos de no ser por el rápido pensamiento de Viktor.

”Zaun nos ha declarado la guerra” dijo la concejal Mel Medarda con seriedad “. Si no actuamos en consecuencia, esto será la ruina de Piltover”.

”¿Y quiere que hagamos armas?” Preguntó Jayce con un gesto de desprecio al comprender la directriz de Mel Medarda.

Ella no dio rodeos, había sido directa porque sabe que no hay nada mejor que crear un poco de temor. Era mejor manejarse por ese pensamiento. Jayce ahora comprende por qué la concejal quería entrar como inversionista. Todo cobró sentido con esa bomba desactivada en la mano de su pareja.

“Debemos estar preparados”.

Mel Medarda quiere controlar los proyectos para hacer armas.

”¡Absolutamente no! ¡Esa no es la razón por la cual creamos Hextech!” Rugió Viktor con su voz de comando levantándose lleno de furia de su asiento.

Sin embargo, la concejala apenas los miró antes de ignorarlo con los ojos: “No me gusta repetirme, pero parece que debo hacerlo con usted, Viktor. Debemos estar preparados. Sea quien sea que haya creado esto ha logrado sobrepasar el trabajo de Piltover y tiene la intención ofensiva de romper el armisticio. No se trata de ética, sino de responsabilidad con la gente”.

”¿Cómo consiguió esto?” Preguntó Jayce mirando con desprecio a la concejal noxiana.

”¿Disculpa?”

”¿De dónde obtuvo una bomba nueva y en perfecto estado?” Volvió a preguntar sin pelos en la lengua.

”En el enfrentamiento. Fue confiscada después de la retirada, encontrada en un contenedor de las afueras del movimiento armado” explicó de forma superficial y miró a los demás miembros del consejo, especialmente s Heimerdinger “. Comprendo su aprehensión por la problemática, pero nos estamos enfrentando a un fuego que no somos capaces de contener. Están diseñando armas por encima de las nuestras. Asesinando a inocentes con la droga y terminando con nuestro cuerpo de seguridad como si fueran la peste. ¿Quieren renunciar al progreso o resguardar el futuro de la ciudad?”

Jayce frunció el ceño. Mel Medarda es de pocas palabras. Pero esas pocas palabras son inteligentes y sumamente calculadas. Seguía siéndolo. No los llenó de ideas nacionalistas, fue directa a la problemática. Esa bomba es sólo el inicio de lo que pueden hacer ahora que han robado Hextech. Lo harán mucho peor, están aguardando para acabar con las dos ciudades.

”Pero Hextech no está destinado a la violencia” argumentó Viktor.

”Exacto” apoyó Heimerdinger con nerviosismo “. Responder con violencia no nos llevará a ningún lado sino a la perdición”.

”Su hedonismo es lo que no le permite ver la hipérbole de la violencia, concejal Heimerdinger” dijo Mel Medarda con fuerza disfraza de un guante de seda.

Jayce podía escuchar cómo acababa de decirle cobarde entre dientes.

”Sin embargo, comparto que el salvajismo no es la mejor apuesta de la circunstancia” Mel cerró los ojos unos instantes antes de levantarse “. Por eso quiero proponer abrir un octavo asiento en la cámara del consejo para únicamente temas de Hextech y su regulación. Así mantenemos la cabeza objetiva pero preparada para las amenazas que Zaun ya están dispersando… Y creo que Jayce Talis es adecuado para el puesto”.

Sintió su alma desaparecer y la necesidad de salir corriendo. Quería huir y esconderse en su nido. Ser protegido por su manada y hacer como que nada de eso era real. No podía ser que ya había llegado a ese punto. Hextech se estaba convirtiendo en un tam político, literalmente en un puesto del Consejo de Piltover. La guerra ha sido declarada, que no haya aún edificios en ruinas no indica que no haya ya caídos. Todos esos inocentes y no tan inocentes están pagando con sangre y cenizas lo que años de supresión, dolor y desigualdad ha desatado. Piltover tiene mucho que pagar, pero como órgano jurisdiccional, su gente, sus ancianos, sus niños, cada beta, cada omega y cada alfa inocente no tiene que ser parte de este dolor.

Ha llegado a ese punto, al parecer. Jayce no estaba emocionado de adentrarse de esa forma a la política. No se siente listo para eso, no está interesado. Él no quiere esto. No es para lo que ha trabajado. Sólo quería darle magia al mundo, ¿por qué tendría que hacer la muerte en forma de armas para demostrarlo? No, su mente debe pertenecerle al mundo.

”Yo soy científico, no un político” dijo Jayce con convicción.

”Jayce, entiendo tu renuencia, pero es imperante comprender esto” Mel lo miró con ojos cautivadores y soltó su voz de comando “; en tiempos de paz, le perteneces al mundo entero, en tiempos de guerra debes pertenecer a tu nación”.

”Apoyo la moción” dijo Cassandra Kiramman “. La situación ya no puede seguir siendo ignorada. Mucho menos con la pronta llegada de los Hexgates y el avance de la ciudad. Una guerra a mayor escala puede ser prevenida si sabemos actuar con consecuencia a esta invitación. Tener un consejal con el conocimiento pertinente en Hextech puede intermediar tanto por Piltover como predecir la amenaza en Zaun”.

”No creo que posea la preparación adecuada para ser parte de algo así” instó Jayce parándose y poniendo las manos detrás de su espalda.

Viktor se puso a su lado, en un instinto protector. Había perdido el voto en esto. El tema político no le pertenece a ninguno de ellos. Ahora nuevamente habían perdido. El director Heimerdinger ni siquiera los miró. Jayce sabe que el yordle va a perder en la votación. Es inminente la decisión. Ya hay muertos civiles. No quieren que escale a peores.

Hextech puede tanto salvar vidas como arrebatarlas.

Aún hay interrogantes, pero la convicción en los semblantes de los demás miembros del consejo ha dejado de manos atadas a Jayce y Viktor. Mel Medarda tendrá el voto mayoritario para ser la inversionista principal de Hextech y meter mano en el diseño armamentista. Eso era lo que quería y había ganado. Creó temor y respeto. Si Viktor y Jayce se niegan, no sólo pagarán terribles consecuencias, los harán cargar con la culpa de la inerte que ellos no causaron. Que ellos no quieren causar.

Hextech es el Tesoro de Piltover.

”Lo sometemos a votación” declaró Mel Medarda con frialdad que no dejaba ver tranquilidad. Jayce sospechó más de ella “. Tanto el tema de mi entrada como inversionista de Hextech como la apertura de discusión para promulgar un octavo asiento para la casa Talis y que sea parte del Consejo de Piltover”.

Cuando seis luces se encendieron, menos la de Heimerdinger, Jayce lloró en la oscuridad. Apretando fuertemente su mano entrelazada a la de Viktor. Ambos estaban impotentes, perdiendo el control de las bases de su sueño más amado. La muerte y la guerra se los ha arrebatado. Jayce quería encontrar al causante del Shimmer y acabar con él. Pero eso no lo haría mejor que todo esto.

Sólo lo haría en un monstruo más.

Aún nada estaba decidido, pero todo estaba sentenciado.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 18: XVII

Chapter Text

La apariencia de Zaun era lúgubre en febrero.

Siempre en medio del frío hostil, los gases atascados y las nubes turbulentas, la ciudad se veía mucho más grande de lo que puede ser. Las calles se vuelven más peligrosas, el hambre impera, la muerte huele a ceniza y combustible quemado. La necesidad se vuelve demasiado poderosa como para poder ignorarla. En tiempos de escasez es cuando los instintos tienen que salir a proteger el cuerpo y el alma de todas las fechorías que la misma jerarquía ha estipulado y distribuido tan injustamente. De poder salir adelante por todos y cada uno de los individuos, sean inocentes o no, Zaun no tiene piedad por nadie. Viktor vivió esa situación de primera mano. Casi lo mató en más de una ocasión, y ahora estaba aquí.

Caminó con dolor en la cadera. Su pierna molestaba demasiado ese día. Era un dolor punzante y que tensaba su músculo atrofiado con una presión casi sofocante. Podía sentir el temblor de su agarrotado miembro al dar cada uno de los pasos. Como si su talón pisara un cristal y el malestar lo carcome lenta y paulatinamente. No importaba cuántos medicamentos tomara, cuántos remedios caseros intente, cuánto Jayce y él intenten mejorar su ortesis, el dolor siempre sigue ahí, creciendo día con día. Hoy fue uno de esos día complicados, dolorosos, casi asesinos para Viktor. Aún así, decidió que era el único día para poder hacer lo que estaba por hacer.

Destapó un pequeño frasco con sus antiinflamatorios y tomó dos pastillas. Las tragó como dulces y guardó nuevamente la droga en su bolso. Miró el metal pulido y reluciente de la mejora en la ortesis. Jayce había tenido la idea de hacer una mejor presión en la rodilla para evitar que se canse mucho estando parado. Cuando el frío subía, también lo hace el malestar. Viktor tiene mucho con lo qué lidiar como para permitir que la pierna se vuelva en uno de sus principales obstáculos. Tenía que admitir que el trabajo era bastante bueno. Sonrió con ligereza. Un poco con amor y un poco con dolor.

A pesar de todo, a pesar de las circunstancias, a pesar de sus propios problemas, Jayce buscó el tiempo para trabajar en ayudarle a mejorar su calidad de vida. Diseñó, dibujó y midió todas y cada una de las partes de la nueva férula. Con una atención soberbia hasta el más mínimo detalle. Balanceando entre el arte mismo de la estética con la practicidad. Estaba construida de forma discreta pero con el soporte necesario. Viktor no quería usar la ortesis porque significaba reconocer que su cuerpo estaba avanzando hacia el inevitable final, pero cuando simplemente ya no pudo sostenerse sin que las lágrimas salieran de sus ojos y cayera seco contra el suelo, aceptó su ayuda.

Dejó que midiera y probara distintos materiales. Hicieron prototipos y cada uno de los bocetos siempre tenía detalles cursis que hacían sonreír a Viktor. Jayce dibujaba su cabello en el cuerpo del plano. A veces estaban sus lunares. Otras veces, sus pómulos marcados. Eso le recordaba cuánto le importa a Jayce. Le recordaba cada vez que veía esos dibujos que todo lo hace con un amor inmenso que puede sentir plenamente. Que le recuerda que su hipótesis está comprobada: no había ser más afortunado que aquel que es amado por Jayce Talis.

Ahora, con los colores rojos y dorados de la casa Talis bordeando discretamente sobre sus pantalones de pana estaban las cuatro bandas principales que sostienen y ejercen presión en la pierna. El sistema de movilidad de la rodilla lo protege tanto como le da el soporte que ya no podía su desgastado hueso. Con dos ruedas a cada costado que simulan el mismo movimiento de la rótula. Combinando perfectamente con la bufanda que Ximena Talis le había regalado en las fiestas de diciembre. Saber que Jayce estaba buscando cualquier forma de marcarlo con su nombre porque no puede hacerlo con su aroma era encantador. Jayce tenía esa vena posesiva que su genoma lycano impulsa con mayor fuerza que cualquier otro.

Jayce era un caballo oscuro. Aún con todo. Su compañero siempre buscaba la forma de darle todo de sí y esconderle todo de él mismo. No le permite ver su medicación, pero se dedicó de llenó a crear una férula para su pareja alfa moribundo. Lo cuida, sencillamente Jayce parecía entregado a cuidarlo, a proveer y a demostrar cuán valioso es. Lo que debería haberlo molestado, Viktor aprendió a ser independiente desde que era muy joven.

Sin embargo, imaginar una vida sin Jayce a su lado sonaba demasiado aterradora a esas alturas del juego. Apretó la correa de su bolso, viendo hacia la imponencia de la entrada de Zaun. La máscara de gas, con sistema de humidificación que Jayce le hizo tanto tiempo atrás, cuelga de su pecho. No han habido accidentes en las minas, pero nada puede deshacer el terrible mal de la toxicidad de la ciudad que provocaba aún con cada día que transcurre. Caminó tan natural como pudo y se acercó hacia los elevadores públicos.

Casi no había gente. El frío era imperante y la delincuencia estaba peor que nunca. Por lo que pudo escuchar es que todo terrateniente que no ceda a la red principal del shimmer tenía demasiados problemas para poder proteger sus territorios. El orgullo es poderoso, Viktor sabe que Zaun es una ciudad fracturada, sin mucha salvación cuando su población misma no puede ceder y prefiere morir de pie antes que perder el mínimo renombre que puede obtener. Cada migaja de miedo, cada aliento de opresión es algo preciado para los habitantes más ricos de Zaun. Sus negocios no eran agradables. Viktor trabajó en unos cuantos a su temprana juventud antes de emprender su viaje a Piltover e infiltrarse en la Academia.

Fue desalentador. Viktor llegó a creer que nunca podría salir de las fábricas y las largas jornadas de catorce horas. Fue suerte la que tuvo, fue su obstinación y su dedicación lo que lo sacó de Zaun. Aunque sabe que hay mucha gente inocente, Viktor no podía evitar guardar un ligero rencor a sus raíces. No son sólo los Piltovanos lo que son orgullosos como para no ceder. Zaun tenía tantos problemas de organización y distribución que así como algunos gozan de una buena vida, muchos no alcanzan la mejor esperanza de vida.

Quiere ayudar a ese grupo. Viktor está empeñado en hacer funcionar Hextech para aquellos que de verdad lo necesitan. Para los que perdieron la esperanza como él llegó a perderla cuando el hambre era todo lo que sentía, el dolor se adhería a su cuerpo y las esperanzas de ser alguien más en la vida se quemaban en millones de cenizas al viento.

Se puso su máscara y repitió esos pensamientos una y otra vez. Todo lo que hace, es por un bien mayor. Porque es lo correcto. Está buscando el bien de las dos ciudades y todos aquellos que lo necesitan. Ignoró el dolor en su pecho ante el recordatorio de que, en el fondo, estaba siendo un egoísta y un mentiroso.

Jayce no debe saber nada de esto. No lo sabrá.

El peso de su investigación clandestina sobre el shimmer que no compartió, ni con Caitlyn ni mucho menos con Jayce o nadie más, se estaba convirtiendo en algo más opresivo que el mismo gas letal que los malos sistemas de filtración de Zaun no pueden limpiar. El peso de las jeringas rotas, descartando ya la que perteneció a Jayce, eran un recordatorio de su objetivo. Su diario era el más pesado de todo. Cada anotación, cada diagrama, cada ecuación, cada aporte estaba destinado a buscar y formar el sentido necesario a su inestabilidad. Todo tiene una justificación, Viktor quiere creer que lo que hace es lo mejor. El peso de la bomba desmantelada era el último clavo en su ataúd.

Así que al adentrarse más y más en las profundidades de Zaun, prefirió no pensar en el rostro de su pareja. En la confianza que Jayce le deposita ciegamente. Ignoró las voces que le imploraron para regresar y decir la verdad. Buscar una solución en compañía de los demás. No. No puede hacer eso cuando Hextech estaba tan comprometido y Jayce se había vuelto el ojo del huracán para la opinión pública. Viktor es un fantasma. No importa para Zaun, mucho menos para Piltover. No estaban en tiempos de paz, por más que deteste las palabras de la concejal Mel Medarda, era cierto.

No estaban dirigidos hacia un buen pronóstico. Mucho menos puede aspirar a la utopía de un bien mayor. Por eso, era mejor que entre menos gente sepa de su investigación, mejor saldría. Lo que en un inicio fue posiblemente un impulsivo deseo egoísta era ahora el punto de inflexión del que su relación y su obra penden del infortunio.

Si aún quiere lograr sus objetivos y proteger a su manada, tiene que saber actuar con cautela. El peso de su diario y el arma eran condenas silenciosas que se arrastran con su pesado andar por las malolientes calles húmedas y discordantes de los barrios bajos. Una que otra prostituta esperaba sobre la acera. Todas tenían un tatuaje en el cuello, posiblemente pertenecen a una terrateniente. Viktor las ignoró. Sintió sus orejas pegarse sobre su cráneo y aumentó un poco el paso. No estaba lejos, estaba seguro de ello.

“Maldición” susurró con incomodidad cuando su pie derecho cedió ante la presión ahogada del gas mortífero del barrio.

Estaba cerca, tenía que estar cerca. Los recuerdos de una infancia tumultuosa, decisiones amorales y sueños anhelantes lo rebobinan a esos ayeres. Su cuerpo, su mente, su genoma alfa lo están llevando a lo más profundo. Donde ya no se puede aspirar por luz o por libertad. Donde se debe esconder el único lunático capaz de hacer una tecnología como el Shimmer.

Después de haberse quedado con la jeringa en las fauces de los acueductos abandonados de los Kiramman, Viktor no perdió el tiempo y descompuso el mínimo rastro de líquido. Las mismas enzimas proteicas estaban ahí. Lo que no era capaz de hacer era reconstruir la cadena química. Estaba encadenada de una manera magistral para no ser reproducida. Sin embargo, la simetría, el trabajo, cada minucioso detalle era imposible de no admirar. Era una ingeniería pensada en la revolución, inspirada en la misma evolución.

Viktor sólo conoce una mente tan magistral y retorcida capaz de algo tan magnífico como letal. Según las mismas rutas de distribución, Viktor infería que las fábricas deben estar en una localización paralela. La simetría perfecta de la dualidad. Zonas difíciles de interceptar y con el espacio necesario para lo que ahora deben necesitar para producir lo que deben estar produciendo. Las fábricas abandonadas sonaban un buen inicio. ¿Debería tener miedo porque ahí también se reúnen las pandillas y carteles más peligrosos conocidos y desconocidos? Sí, pero Viktor ha llegado a la conclusión de que no tiene el mejor sentido de autoconservación.

Más ahora porque quiere proteger a su única familia. Su vinculante de manada. Su compañero y mejor amigo.

No puede fallar cuando tiene tanto en juego, el tiempo ahora se estaba poniendo en su contra y quiere ganarle. Necesita ganarle. Los objetivos siguen siendo los mismos, los fines son los que se deforman. Viktor quiere mantenerse tan recto como sea posible, pero sabe que en este juego no queda de otra más que usar cada una de sus cartas para hacerse un espacio en el tablero. Cuando sus pies pisaron sobre la acera mojada con un ligero chasquido y el color verdoso lo bañó por completo, supo que ya no había vuelta atrás.

“¡Hey, tú!” Una voz grave y rasposa llamó su atención hacia la izquierda.

Era un hombre alfa con orejas caídas raídas y llenas de perforaciones. Su cola tenía la punta decolorada y su complexión estaba llena de tatuajes sin sentido. Su mirada indicaba un estado de narcóticos a simple vista. Pupilas dilatadas y las carótidas tenían una irritación rojiza combinada con la influencia del Shimmer haciendo brillar sus venas. Su piel enfermiza también lo dejaba ver. Viktor se irguió como mejor pudo.

”No quiero comenzar un enfrentamiento” dijo Viktor con la voz un poco apagada aún con la máscara puesta “. Tengo el presentimiento de que un conocido mío reside aquí y me gustaría dialogar con él”.

”¿Te crees mejor por hablar como un maldito piltie, cabrón?” Se burló el alfa cruzándose de brazos con bravuconería “. Tu acento te delata. ¿Quién dijo que puedes pasar?”

Viktor resistió el impulso de rodar los ojos por la falta de imaginación de los matones. Se notaba que este sujeto golpeaba antes de hablar. Inhaló profundo y el sistema de lubricación de la máscara de gas que Jayce le construyó le dio una bocanada fresca que relajó sus pulmones menguantes.

“¿No piensas hablar, eh?” Se rio el alfa mientras empujaba a Viktor por el hombro izquierdo y tronó sus nudillos “. Te quedaste muy pronto sin tus palabras presumidas, tal vez también te deje sin otras cosas”.

”Y tú no sabes ponerte en guardia” se burló Viktor.

Antes de que pudiera hacer algo, Viktor actuó con rapidez. Alzó su bastón y golpeó la garganta del sujeto, justamente en la zona descubierta de la mitad de sus clavículas, hundiendo su faringe con la zona de menor presión de su bastón. Los ojos de alfa se abrieron con sorpresa y cayó hacia atrás. Viktor aprovechó la diferencia de altura y apuntó a la sien izquierda. Golpeó sin parpadear. El crujido fue contundente y el peso muerto del hombre noqueado resonó con fuerza sobre el charco de aguas negras y tóxicos que pintan todas las zonas. El pecho de Viktor subía y bajaba rápido.

Casi puede sentir el comienzo de un ligero shock de adrenalina en su genoma Lycan queriendo salir a protegerlo. Sin embargo, sabe que es mejor no dejarse llevar por sus instintos. Llamar la atención para peleas era patético y sabe que, aunque tiene buenos picos de adrenalina, era mejor no meterse en problemas. El tipo noqueado en el suelo ya era uno. No tiene que volverse en un objetivo, no cabe duda de que debe haber más por ahí, y tuvo suerte de que este o era muy estúpido para no venir armado o de verdad era de lenta respuesta. Viktor detesta las peleas, son pura violencia innecesaria.

Igualmente se aseguró de que no hubiera nadie cercano y se agachó para ver el estado en que dejó a su contrincante. Había una ligera herida en su piel. La sangre, tan escandalosa como es, fluía densamente por la tez ceniza. Se veía mal. Los coágulos burbujeaban en el suelo con un ligero vapor de olor sulfuroso y la ligera tinción violeta que se refleja contra las luces indican cuán intoxicada se encontraba. Era el shimmer más común: un alucinógeno con gran atractivo anestésico. La droga se vendía mejor en alfas obreros y prostitutos para el aguante de las jornadas. Era, por así decirlo, las más recreativa de todas su variantes.

También notó el tatuaje en el cuello del sujeto. Ese era diferente a todos los demás que tenía. Era el único de un color diferente al negro. Era de color rojo. Viktor no se considera un detective ni mucho menos, pero es un buen observador. Claramente ese tatuaje es la marca de una pandilla criminal de la zona. Estaba en problemas. Si alguno de sus aliados daba con él y ven el desastre provocado, no cabe duda de que sería asesinado en el instante. Sintió las irremediables ganas de gruñir molesto.

”Hasta ahora, todo va muy bien, eh” susurró Viktor con sarcasmo.

Por eso odiaba la violencia.

Se levantó, pero cuando estaba dispuesto a seguir su camino, el reflejo de un destello de luz llamó su atención. Viktor hizo una mueca de dolor al sentir su rodilla rechistar de los movimientos bruscos, pero aun así se acercó. Era un frasco de cristal con Shimmer rosado y brillante. La sustancia viscosa burbujea como un denso jarabe. La ligera fluorescencia natural de su naturaleza era casi hipnótica. Viktor decidió tomarlo. Siempre era agradable tener muestras para comprenderlas. Además encontraba algo muy curioso.

El shimmer estaba específicamente pensado para el consumo de alfas.

Caminó hacia un costado y agilizó el paso cuando escuchó unas voces en la lejanía. Encontró un pasillo oscuro hacia un callejón de basura. El olor a aguas estancadas, vómito y desperdicios era densamente fuerte. Lo suficiente como para esconder su aroma alfa entre los muros mohosos de piedra y hormigón. Se dirigió al fondo, escogiendo las zonas más oscuras y usó el frasco con Shimmer para alumbrar donde pisaba. Hasta llegar a una bifurcación donde la malla estaba cortada en la parte inferior. El alambrado de púas y botellas de cristal roto en la periferia era nuevo. Fue puesto hace poco. Le indicaba a Viktor que sí hay movimiento en estas zonas y una pequeña urgencia de seguridad. No muy efectiva, pero existente.

Ante él se levanta la gran fábrica abandonada de maquinaria y materia prima de Zaun. Lo que una vez fue uno de los mayores productores de piezas de exportación ya no es más que cimientos rotos de viejos letargos olvidados. Ni siquiera a Viktor en su niñez le tocó verla en funcionamiento. Su madre, empero, trabajó ahí. Fue donde conoció a su padre en un intercambio de materiales. Ahora no era más que un cascarón fúnebre de muros de concreto y mástiles oxidados. Las ventanas estaban reforzadas y había guardias en cuatro puntos a la vista. Viktor consideró buscar una entrada secreta; pero duda que pueda correr con tanta suerte.

Entonces, vio una silueta alta y desgarbada caminar demasiado llamativa como para que Viktor pueda olvidarlo. Náuseas atravesaron su garganta con una molestia dolorosa. Con una pañoleta sobre la mitad inferior de su rostro, calvo completamente y lleno de vendajes, era casi irreconocible para un desconocido. Viktor no es un desconocido. Su corazón se aceleró con fuerza y le costó más de lo que imaginó tener fuerza para adentrarse. Sin embargo, no tiene mucho tiempo. Así que se deslizó tan rápido como pudo en el hueco inferior de la malla rota y caminó hacia la puerta.

”Profesor” lo llamó y se quitó la máscara.

Inhalar el gas tóxico fue mucho más doloroso de lo que permitió dejar ver. Era agonizante y tan irritante como la muerte misma. Calando profundamente en sus menguantes pulmones. Corroyendo su sistema completo con una sensación caliente y demasiado abrasadora como para no hacer una ligera mueca. Puede sentir cómo se contamina una vez más. Sin embargo, Viktor sabe que sólo tiene esta oportunidad. Porque cuando Singed volteó a verlo, también alzó la mano hacia los guardias a los costados de la puerta para detener el intento de seguridad.

Su mirada no dejaba comprender sentimiento o emoción alguna. Completamente estoico y paciente. Meditando cada uno de los detalles que Viktor tiene por ofrecer. Lo analiza como analiza a cualquier fenómeno extraordinario que hay en el universo. Un sujeto de observación que planea diseccionar hasta el último detalle y comprender su estructura y sus motivos dentro de la naturaleza misma. Esa era la mirada de Singed. La que siempre le dirigió. Incluso cuando más solo se sintió.

”Debo admitir que, de alguna forma, me alegra saber que fuiste tú el primero en dar con nosotros de allá arriba” dijo el científico con la voz amortiguada y sin parpadear “. Por favor, entra”.

Era el permiso tácito que necesitaba. Caminó hasta estar a su nivel. Seguía siendo tan alto como lo recuerda. Su delgadez enfermiza no se compara con las heridas irritadas en su piel. Una serie de quemaduras debido a la constante exposición de ácidos y químicos peligrosos en la parte más peligrosa de la ciudad minera. Siempre buscando una mejoría en la mutación. Buscando interceder en la evolución. Si había alguien tan obsesionado con el genoma Lycan como Piltover misma, era el doctor Corin Reveck.

Caminaron por los grandes pasillos abandonados. Luces intermitentes destellan por las zonas y se puede escuchar maquinaria y gente trabajando en la lejanía. La fábrica parece abandonada por fuera, pero estaba en completa función por dentro. Como un monstruo camuflado entre la maleza antes de atacar. Viktor fue conducido por el beta hacia las fauces profundas de aquel infierno. Bajaron por un destartalado elevador que rechinó con un eco reverberante hacia las profundidades. Los cables temblaron con la fuerza, el movimiento fue constante y algo tumultuoso. Viktor sintió ligeras náuseas.

El aroma de sulfuros, ácidos y combustibles imperaban con una adherencia especialmente molesta en contraste con el propio aroma de las aguas negras y nacimiento de moho en las humedades del mal mantenimiento que ha tenido el lugar. Cámaras con grandes maquinarias contrastan con un brillo vanidoso entre las lúgubres paredes. Se enaltecen ante la maravilla de la producción en masa de las variantes de Shimmer en cada una de sus habitaciones. El gas era agrio y Viktor podía sentir el nacimiento de la irritación en su nariz. Consideró volver a ponerse la máscara de gas. Sin embargo, sabe cómo funciona el negocio en Zaun.

No pueden verte más vulnerable de lo que eres. Si quiere obtener información de Singed, debe ceder a las necesidades más básicas e imponerse como un igual. Aún a pesar de que ha tenido tantos años que no se exponía tan peligrosamente a la contaminación eólica de Zaun.

El elevador se detuvo en el sótano del edificio con un eco contundente y levantando una ligera nube de polvo. La reja se abre y Singed la empuja con un poco de brusquedad para dar mejor espacio para ambos y salir del pequeño compartimiento. Caminó tres pasos adelante y dirigió a Viktor hasta el fondo del pasillo. Las luces fluorescentes apenas dan un poco de filtro sobre el mojado piso de hormigón. Sus zapatos hacen un eco chasqueante contra cada avance que da. Su bastón hace el contraste del ritmo. Siente el dolor de la presión y el calor sofocante que la mala ventilación del lugar pueden provocar. Su cadera se queja sordamente y Viktor ignora toda molestia.

Ya había llegado muy lejos, no puede echarse para atrás. La ganancia de la libertad sabe a pura miseria cuanto más se estrecha el pasillo y las dos compuertas con reja de acero se abren ante de sus ojos. Viktor mira pasmado el laboratorio.

Era tan parecido y tan distinto al mismo tiempo a su laboratorio allá en la Academia. Se trataba de un espacio abierto y grande. Los techos iban más allá de los tres metros. Con un sistema de filtración de campanas. En zonas estratégicas y grandes conductos retumbando ante el movimiento de los pisos de arriba. La roca y hormigón sostienen con fuerza aguerrida toda la construcción en un laberíntico manifiesto perfectamente calculado. Las mesas eran anchas y llenas de anotaciones, equipo químico y demás instrumental necesario para las experimentaciones competentes en el lugar. Había pizarras llenas de anotaciones y ecuaciones magníficas. Un muro completo lleno de una exhaustiva investigación del genoma Lycan y sus afecciones en las reacciones biológicas y evolutivas en el sujeto. Las cadenas de la adrenalina se enmarañan con los descubrimientos de los efectos que tiene el Shimmer en la autoconservación de los alfas.

Un gran tanque de acrílico grueso y reforzado le da luz a todo el escenario con una malicia casi aterradora. De la misma altura del techo, era un cilindro de al menos diez metros de diámetro con una base de metal reforzado con remaches gruesos y un sistema de filtración de cuatro nodos. Las cámaras de luz ultravioleta retumban junto con los tanques de anticongelante que permiten el funcionamiento cíclico de la máquina. La sustancia burbujea dentro con una ebullición tranquila. Era un verde tan brillante que Viktor hizo una ligera mueca por la incandescencia que provocaba contra la oscuridad de la cueva.

Sin embargo, lo que más llamó su atención era el cadáver conservado de un cuerpo degollado. Era grande y robusto. Unos tubos de sistemas criogénicos mantenían fresco el sujeto que se tambalea ligeramente entre las gruesas cadenas. Tenía todo tipo de tubos para extraer muestras y administrar cualquier preservativo qué mantenga la química de la manera más orgánica posible. Viktor se detuvo y miró la imagen con sorpresa casi enfermiza.

Quiso buscar, entonces, donde tiene el Hextech. Tiene que estar aquí.

”Ah, siempre hay que reconocer la belleza de los fallos” dijo el doctor Singed mientras se ponía a su lado “. No pintaba en las probabilidades, pero su mutación es digna de estudiar. Todo fenómeno lo merece, ¿no crees?”

Viktor pensó en su respuesta. Este debe ser el sujeto dopado en Shimmer corrupto que mató a tanta gente en un enfrentamiento en los paros de las minas hace unos años. Las características lycanas combinadas con el bípedo humano se convergen en una mutación tan monstruosa que se alza con magnificencia sobre él. Bajó la mirada y luego miró a Singed.

”’Perdóname, Janna creadora, por interceder en tu obra, pero sólo es para comprenderla’” recitó Viktor el lema de la biología que tantos libros ha dedicado antes de desentrañar todos los descubrimientos habidos y por haber “. Es simple estupor por la búsqueda del conocimiento”.

”Palabras interesantes provenientes de un científico” una tercera voz se unió.

El sujeto estaba sentado en una silla en el fondo y se manifestó con elegancia dramática. Viktor frunció el seño. Nunca había visto al hombre pero estaba intrigado por la mirada de su ojo infectado. Las ronchas sulfurosas se veían casi sangrientas en contraste con la luminiscencia verdosa del ambiente. Como si hoy fuera un día especialmente malo para la enfermedad. Viktor sabe bien de eso. Puede notar la herida carcomiendo todo el costado izquierdo del hombre. Las heridas labradas se adhieren con fuerza en cicatrices profundas y llagas dolorosas llenas de líquido. Su esclerótica negra tenía un ligero contraste como el petróleo y el iris de halo naranja lo miraba fijamente. Su mirada era mucho más escrutadora que la de Singed.

Debe ser quien lidera todo esto. Quien estaba provocando todos estos problemas. Un alfa de gen dominante, nada menos. Viktor se enderezó como mejor pudo y esperó por otra diatriba. Ni siquiera Singed ha interferido. Le debe tener un profundo respeto al hombre; o un terrible resentimiento convertido en temor.

”Singed, no me comentaste de tu visita inesperada” dijo el alfa con condescendencia falsa mientras hacía girar una jeringa de Shimmer rosado.

”Es un viejo alumno mío” lo presentó el doctor con seriedad, sin calidez ni protección, simple fanfarronería.

Si por estudiante te refieres a asistente de tus crímenes biológicos… Pensó Viktor con desagrado de sus ayeres cuando era tan joven y deseoso de tener más conocimiento.

Aún puede recordar cuando tenía once años. Los libros de la biblioteca pública ya no eran suficientes para él. Encontrar en manos de Singed su barco de cuerda fue un cambio disruptivo en Viktor. Había tenido acceso a información y educación sin igual, sí; pero también vio el espectro moral yéndose hacia lo más perturbador. Rio murió completamente destrozada y Viktor aún siente un poco de dolor al recordar al animal gorgoteando de dolor y cómo Singed lo vio como un simple experimento fallido.

La indiferencia era necesaria, le quería enseñar. Viktor no podía, se aferraba mucho a lo poco que tiene.

”Ah, bienvenido, entonces” dijo el espeluznante alfa sin calidez mientras se levantaba y dejaba ver que traía un arma consigo “. Sin embargo, detesto darle vuelta a los asuntos, tú no estás de visita turística”.

Viktor infló el pecho “Ciertamente, no. Aprecio su pragmatismo”.

Sacó el frasco de Shimmer que robó del hombre que dejó noqueado a los pies del barrio. Lo extendió y se lo entregó al jefe criminal. El ligero golpe del cristal hizo un en eco agonizante al silencio que precedió. Viktor esperó pacientemente por una respuesta o algo parecido. Las cejas del jefe criminal se levantaron con sorpresa y su cola lycana se tensó duramente. Viktor siguió cada uno de sus movimientos.

”Interesante moneda de cambio” reconoció sigilosamente y miró a los ojos a Viktor “. Reconozco tu tenacidad, muchacho. Tenías mi interés, pero ahora tienes mi atención”.

”Simple curiosidad científica” excusó Viktor caminando por la periferia y grabando en su mente toda la información de las pizarras “. No todos los días te encuentras con una droga como el Shimmer, ¿no es así?”

”Y no todos los días me encuentro con curiosos que pueden mantener la boca de Singed cerrada” contraatacó el alfa caminando en paralelo “. Dime, ¿tienes algo que aportar o sólo vienes a lamer nuestros pies?”

Viktor suprimió el impulso de girar los ojos con la vanidad del hombre. Ciertamente es una coraza, algo está escondiendo y está estudiándolo. No cualquiera puede llegar hasta este laboratorio, claro está. Viktor mismo sabe que corrió con suerte y el precio que está pagando en la contaminación paulatina en sus pulmones con los gases más tóxicos de todos. Mientras más profundo bajes en Zaun, más mortífero se vuelve.

”La curiosidad científica lidera a muchas vertientes, algunas más éticas que otras” reconoció Viktor “, pero no cualquier puede compartir una visión más auténtica que aquel que ha visto el infierno mismo”.

”Veo que sigues disfrutando de la bioética” suspiró Singed haciendo acto de imponencia a pesar de ser el único beta en la habitación “. Y creo que comprendes la maravilla de la intersección sintética en el plan evolutivo natural”.

”Aprecio la astucia humana por sobrevivir y evolucionar, ¿no es eso lo que el genoma Lycan lideró en primera instancia?” Preguntó alegóricamente.

Notó que había algo moviéndose dentro del tanque. Mutaciones, tal vez. Sus ojos ardieron por la constante exposición. La contaminación aquí era muy fuerte.

”Lideró hacia la supervivencia, la ley de la selección del más fuerte” corrigió el alfa deteniéndose y mirando por sobre su hombro a Viktor “. No es más que un potenciador para lograr los objetivos… Tu acento te delata, eres de las fisuras. Así que debes comprender cuánto mal y corrupción existe”.

Viktor decidió seguir jugando a ser el indefenso, eso le estaba dando la información. Así que sacó de su bolso sus anotaciones y se las entregó a Singed para que viera lo que estuvo estudiando. Era algo atroz, Viktor lo sabe, pero parece que sólo estos dos sujetos pueden darle la respuesta.

Una posible combinación de Shimmer y Hextech en sistemas de salud.

”Comprendo que la naturaleza caótica de Zaun es retadora” dijo Viktor con sinceridad.

”Zaun es un enfermo terminal” reflexionó el jefe criminal jugando con los dos frascos de cristal “, cada uno de sus órganos está colapsando hasta que ya no quede nada. No hay cura sin la intervención científica. Creo firmemente en que la insistencia humana puede hacer grandes maravillas”.

El alfa de ojo mortífero volvió a caminar. Viktor miró de reojo que Singed seguía viendo sus escritos. Sus ojos no decía nada, no puede saber si estaba impresionado o si lo delatará por saber de Hextech y Shimmer. La única ventaja que tiene en ese momento es el anonimato. Depende del mínimo respeto que aún Singed le puede tener para sobrevivir a esta contienda. Sólo con eso es que podrá encontrar las respuestas que necesita. Ganarse un poco de respeto del sujeto con el ojo infectado era primordial contra la situación. Así que se mantuvo erguido y estoico.

”¿Qué tiene ahí tu chico, Singed?” Preguntó seriamente.

”Nada interesante…, Silco” dijo deliberadamente. Viktor no reaccionó por el bien de la actuación “. Sólo ideas aleatorias de la composición del Shimmer. Sorprendente que encuentre su cadena química principal, pero nada destacable”.

”Así que tenemos un genio por aquí” se burló Silco con una mirada aguda “. Es lo más impresionado que he escuchado a Singed en mucho tiempo, así que debes tener algo que nadie más… Siempre tengo vacantes, si te interesa”.

Viktor entendió toda la puesta en escena de la trampa, entonces. Silco está abriendo deliberadamente las puertas porque no sabe qué tanto sabe Viktor. Realmente sabe poco, pero era mejor hacerle creer que sabe más de lo necesario desde una inexperiencia que denota ignorancia. Lo volverá débil ante los ojos de Silco, sí, pero también manipulable. Era una buena apariencia para salir ileso de la situación.

Este hombre es peligroso.

”Singed, tienes media hora para sacar al chico y volver” sentenció Silco mientras encaraba a Viktor y le daba el frasco de Shimmer lleno “. No me hagas esperar más que eso”.

Viktor miró la variante de la droga. Su rosado era más pálido que la versión estupefaciente que había visto antes. Esta formulación era nueva. La jeringa vibraba encima de su palma con una cadencia seductora. No dejó de ver la droga hasta que Silco se fue de ahí y cayó en cuenta de un detalle importante.

Él sabe el nombre de Silco, pero él no sabe el nombre de Viktor.

No sabe cuán ventajoso sea eso. No cree que sea deliberado. Viktor está seguro que había algo peor en ello. Dándose cuenta de que estaba más contaminado de lo que pudo imaginar. Estaba condenado.

”Tus cálculos son asertivos” dijo Singed con seriedad mientras le devolvía sus escritos a Viktor “. Es el sujeto lo que aún falla, pero es correcta la combinación rúnica”.

”Así que sí eres tú el causante de esto” dijo Viktor sacando la bomba desmantelada.

Singed no respondió, pero tampoco se vio afectado. Claro que no lo haría. El hombre tiene objetivos claros y su alianza con Silco se debe basar en eso mismo. En dar y ceder. Por lo que sabe Viktor, es probable que Silco sea mucho peor de lo que imagina como para tener la lealtad y el trabajo de Singed tan a su merced. Sin embargo, debe haber provocado un dolor profundo en él como para seguir tracionándolo en algunas cosas. Singed no es su aliado, sólo busca la mejor apuesta en su experimentación.

”No hay precio para el progreso, Viktor” dijo con sabiduría “, sino una serie de ecuaciones hiladas, una tras otra, para converger en la máxima de las respuestas… Si hay algo de lo que no tenemos duda, ¿qué es, Viktor?”

”La muerte…” reconoció Viktor.

Memento mori, sí” suspiró Singed “. Nuestros cuerpos no son más que recipientes de energía que se transmitirán a través de las dimensiones; pero nuestras obras plasman los legados… Ese es el progreso, la evolución y el trabajo que se enseña generación tras generación… El fin justifica los medios, porque en tiempos de guerra, pertenecemos a la nación que servimos”.

De pronto, el ambiente era demasiado opresivo. Sentía que el laboratorio era mucho más pequeño de lo que es. Una fuga de gas intermitente exhaló con fuerza. El aroma de sulfuro y benceno fue inmediato. Eso fue premeditado. El laboratorio está siendo envenenado.

Viktor frunció el ceño “No te imaginé un nacionalista”.

”Oh, y no lo soy. Sólo trabajo hacia el mejor postor” se sinceró Singed “. Así como tú quieres retar la ley de la naturaleza y vencer el Memento mori, Viktor. Esa muestra de Shimmer te ayudará”.

Miró la jeringa con la sustancia y su ritmo cardíaco aumentó al sentir la opresión del calor y los aromas intoxicados. Esto no estaba bien. Había cometido un error. No debería haber sido tan crédulo como para creer que podría hacer esto solo.

”Hace maravillas con los shocks de adrenalina de los alfas” explicó con frialdad que esconde un tumulto de sentimientos “… Estoy seguro de que le hallarás un buen uso, Viktor… No dudo que nos volveremos a encontrar”.

La tentación era incipiente. Puede sentir sus dedos hormigueando por la necesidad de satisfacer su curiosidad. Simplemente administrarse la maldita droga y ver de lo que es capaz. Él lo ha vivido cuando está con Jayce y puede sentir su aroma omega. Su omega es capaz de provocar shocks de adrenalina tan fantásticos como adictivos. Viktor tenía fuerzas, respiraba bien y se sentía tan vivo. Su cuerpo no impedía nada en él. Su cuerpo no era inservible. Viktor asintió y se lo llevó. Con un shock de adrenalina era capaz de todo. Tener algo que potencie ese poder a largo plazo no era más que una invitación del fruto prohibido.

Eso sonó como una sentencia.

.

.

.

”¿Viktor?”

Honestamente, Viktor no esperaba escuchar la voz de Jayce cuando llegó a su departamento. Era de madrugada. La noche era densa y sin estrellas. Las nubes crujen afuera y ya estaba empezando a llover cuando abrió la puerta. Sería una noche fría. Escuchar a su pareja recibirlo con duda no fue mejor. El corazón de Viktor se aceleró y pensó en una serie de mentiras que tendrá que decirle. Jayce no puede saber que estuvo en las fauces del causante de todos los problemas de Piltover y Zaun. El peso de la bomba desmantelada, las jeringas vacías, sus diario y la muestra nueva de shimmer son más pesadas que nunca.

Caminó con dolor hacia la sala de su pequeño hogar. Jayce estaba ahí, envuelto en una manta azul con el fondo rojo. Se veía tan pequeño e indefenso. Solo en su sala, esperando por él. Habiéndolo buscado. La culpa fue amarga contra su pecho.

”¿Cómo entraste aquí?” Preguntó Viktor con sorpresa. Jayce no tiene llaves de su departamento, no las aceptó cuando se las ofreció.

”… Forcé la entrada como me enseñaste” susurró con vergüenza.

”Soy una mala influencia para ti, hombre del progreso” se burló Viktor mientras se retiraba su abrigo y bolso para dejarlo en el recibidor.

Lo más lejos posible de su pareja.

Jayce extendió los brazos cuando Viktor se acercó y lo acurrucó en su regazo. Sólo ahí, en la seguridad de los fuertes brazos de Jayce, se dio cuenta de que no estaba usando parches inhibidores. Su aroma omega estaba suelto. Viktor se acurrucó en el cuello de Jayce y aspiró densamente el rico perfume dulzón que apenas se superpone contra los medicamentos de Jayce. Debió haberse quitado desde hace horas los parches para que su aroma pueda estar así de presente. Probablemente queriendo perfumar la casa de Viktor. ¿No era eso encantador?

Besó el pequeño rastro de piel que se veía sobre el cuello largo y sonrió contra el escalofrío que recorrió el cuerpo de su compañero. Era receptivo y adorable cómo Jayce siempre se presenta tan pragmático y tenaz, y resultaba una cosita adorable en la habitación. Algo que era totalmente suyo. ¿No era eso doloroso?

Sintió cómo Jayce le ayudaba a estirar sus piernas y lo acomoda en una montaña de mullidas almohadas. Viktor suspira tranquilo con los mimos de su mejor amigo. Le retiró con cuidado la nueva ortesis. Tenía que reconocer que había soportado mejor el dolor de estar tanto tiempo parado, pero todo tenía un límite. Su maldito cuerpo era débil sin shocks de adrenalina. No importa cuánto lo medique. Por lo que se dejó mimar. Jayce hacía esto con amor, le gustaba hacerlo, ¿quién era Viktor para negárselo?

No importa cuán solo había aprendido a estar, con Jayce no se siente solo.

Jayce acomodó la cobija a su alrededor y fue a preparar algo a la cocina del costado paralelo del sillón de Viktor. Su departamento estaba lleno de libros, prototipos descartados, recuerdos e investigaciones. Era su ordenado desorden. Su refugio. Viktor encontró encantador tener a Jayce ahí. Tan cálido y confiado usando sus cosas como si fueran suyas también. Le encantaría que así fuera. Imaginar que Jayce se vinculaba a él por medio de la mordida y aparearse por completo. Que puedan despertar juntos cada mañana, entre hojas de cálculos, platos sucios y mucho amor.

Soy un egoísta, pensó Viktor con un nudo en la garganta.

Haría lo que fuera por cambiar el mundo. Por Jayce haría eso, sea como sea.

Minutos después, Jayce volvió con una taza con leche dulce recién hecha y su medicación. Viktor sonrió al ver cuán bien lo conoce su pareja. Decidió tomar como persona normal las drogas y el sorbo de la leche dulce fue tan revitalizante como la mano de Jayce acariciando su cabello y pasando un largo mechón detrás de su oreja. Era tan doméstico que dolía tanto que quería llorar.

“Lo bueno es que ya estás aquí” susurró Jayce con cariño lastimero.

”¿No quieres saber dónde estuve?” Preguntó Viktor sin dejar de mirar la taza sobre su regazo.

”Muero de curiosidad, pero si no me lo quieres decir, está bien” suspiró Jayce mientras frotaba sus manos contra su rostro. Podía ver su mandíbula tensarse con la penumbra de la ligera luz de la lámpara a su lado.

Jayce había estado aquí por mucho tiempo. Viktor notó libros fuera de su lugar inicial. Debió estarlo esperando ya que no le dijo nada de su desaparición. Ayer se habían despedido con un beso del laboratorio, en la mañana Jayce debió estar confundido y solo. Sin respuestas, sin comprender. Aún así, decidió darle su espacio.

”Pero no lo haces ¿porque…?” Jugueteó Viktor.

”Porque yo también te escondo cosas, no sería justo de mi parte” suspiró Jayce viéndolo con sus grandes ojos cristalizados “. Viktor-“

”Te amo, Jayce”.

Eso no era una mentira. Viktor sabe que lo que ha dicho es la única verdad que existe a su alrededor. Estaba condenando todo. Ya no había espacio para una esperanza romántica de una vida mejor. No importa si Viktor logra vencer la muerte, él estaba condenándolo todo por su necesidad de dejar una huella. Así tenga que sacrificar lo más preciado que tiene en ese momento. Por eso, dirá tantas veces como sea necesario esa verdad. Para aferrarse a ella antes de que sea demasiado tarde. Antes de que Jayce deje de creerle.

Le partirá el corazón cuando ese día llegue; pero lo hará. De eso no hay duda.

Entonces, sintió las grandes manos de Jayce sobre las suyas en la taza. Su pecho dolió con fuerza y la irritación de su nariz volvió. Frunció el ceño y miró al frente cuando el ataque de tos llegó. Pudo sentir la terrible comezón ahogar y secar su tráquea con fuerza descomunal. Una presión poderosa ofusca la entrada y salida de aire normal, hasta que el dolor se volvió caótico. Se inclinó sobre sí mismo y la descarga de tos fue tan dolorosa en una repetición de cuatro exhalaciones y poca respiración.

”¡Viktor!” Lloró Jayce

Su visión se volvió borrosa. Sintió que le quitaban la cálida taza de sus manos y, en un acto de reflejo, tapó su boca. La tos volvió a atacar son una serie de dolorosas repeticiones hasta que el malestar inflamó su escapada sin poder permitirle decir o hacer algo. El ardor recorre con fuerza su pecho y su nariz se siente cálida de repente. La saliva, flema y sangre manchan su piel al sentir cómo la tos volvía con más fuerza que nunca. Aspira tontamente por la boca y las lágrimas salen corriendo de sus ojos. Su pecho se sentía tenso y sus extremidades temblaban.

No sabe cuánto tiempo pasó. Sólo sintió a Jayce acomodar su postura para que el aire recupere su curso natural y evitarle una lesión en la columna. Aspiró con fuerza. La presión poco a poco fue desapareciendo y las lágrimas seguía haciendo imposible enfocar su vista; pero Jayce estaba ahí con él. Sosteniéndolo con suavidad y denotando la preocupación en su aroma. La culpa lo carcomió.

”Oh, Viktor, estás sangrando” susurró Jayce con dolor.

Lo vio sacar un pañuelo de tela de su bolsillo y limpiarlo. Viktor quiso llorar, olía a Jayce. Olía tanto a Jayce. Estaba condenado. Estaba arruinado, y aun así quería estar tan cerca como sea posible de su compañero. Había llegado tan lejos, ya no podía esconderle que la enfermedad estaba comenzando a matarlo lentamente. Que ya no hay vuelta atrás. Siempre estuvo ahí, pero Viktor quiso ignorarlo. Se había sentido tan libre, tan vivo cuando conoció Jayce. Que llegó a pensar que era todo lo que necesitaba para sobrevivir y sentir que todo tenía un propósito.

Ese momento no se sentía tan doloroso como debería sentirse. Porque Jayce lo sostiene con amor y comprensión. Puede ver el dolor pero también la determinación en el brillo tumultuoso de sus preciosos ojos. Debería sentirse avergonzado de ser visto tan vulnerable; pero Jayce fue vulnerable con él cuando su mentira se cayó. ¿Quién era él para exigir confianza y sinceridad?

”Lo siento, debe ser una jaqueca” mintió torpemente con una sonrisa lastimada.

”Idiota” susuró Jayce y lo tomó en un fuerte abrazo.

Viktor se escondió en su calor y cedió a todos sus sentimientos. No contuvo el llanto y las lágrimas corrieron libremente por sus mejillas hasta mojar la ropa de Jayce. Estaba asustado, estaba aterrado de ver la verdad avisando el conteo regresivo de su vida. Todo estaba llegando el punto culmen. Todo se unifica. Viktor sólo puede pensar en que usará el Shimmer para salvarse. Hará ese maldito experimento y buscará la manera de vivir. Porque es un egoísta que no quiere irse tan pronto. No cuando tiene a Jayce.

”Encontraremos una solución” susurró Jayce con calma en su tono tembloroso.

”Te amo, Jayce” volvió a repetir Viktor su única verdad.

El abrazo se hizo un poco más fuerte.

”Yo también te amo, Viktor” Jayce besó su cabello.

Era tan agridulce saberlo.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Chapter 19: XIX

Chapter Text

La apariencia de una mentira es ambivalente.

Como lo es el espectro de la ética.

Igual que el juicio de la decisión.

Si bien, Jayce sabe que no tiene cabida a justificar sus actos, las mentiras a veces construyen los puentes más robustos de todos. No está orgulloso de ello. No quiere recordar todo lo que ha sacrificado, todo el daño que ha causado por el capricho más denso que ha sido el querer estudiar, querer ser alguien en la sociedad, obtener un lugar en la ciudad del progreso. No hay espacio para los omegas en Piltover. No hay espacio para él. Sólo para el hombre del Progreso. El beta perfecto. El que será el próximo concejal de la mesa gubernamental de Piltover. Todo estaba a punto de explotar y la cuerda ha cedido. Jayce sabe que ha llegado al límite.

Hay muchas decisiones por tomar y Jayce siente que ninguna de ellas le pertenece. Como si sólo existiera para sonreír como arlequín de corte, esperando a actuar cuando alcen la mano. Sin tener más remedio. Estaba nervioso. Puede sentir sus extremidades frías. No podía concebir cómo hace un año y medio su problema primordial era tratar de esconder que es un Omega en una sociedad tan cuadrada como en la que vive y tener que abusar de su medicación. Ahora, estaba pendiendo de un hilo y Hextech se hará de total conocimiento público.

No era así como lo imaginó. No era así como lo deseó. Son simples variables que se escaparon de su razón. Ahora, dentro de seis meses se cumplirán cinco años de plazo. Los Hexgates se inaugurarán en el bicentenario de la fundación de Piltover, así como Jayce será nombrado oficialmente como el octavo miembro del consejo de Piltover. Uno centrado en la logística y apertura de la tecnología Hextech para combatir la amenaza que ahora representa la red criminal en Zaun. Los Chembarons ya no eran más que terratenientes en la ciudad subterránea, sino un problema social y de terrible tasa de criminalidad. La cantidad de enfrentamientos, atracos, emboscadas y órdenes de cateo terminaban en terribles sucesos con la muerte susurrando en los aires. Era cruelmente inevitable y el derramamiento de sangre se volvía cada vez más hostil.

Caitlyn le aseguró que la red de corrupción en la comisaría ya no era secreto a voces. Eran tratos directos con los jefes de las distribuciones de la droga para dominar cada zona según se requiera en el magno plan del líder de la organización. La sentencia era sencilla: ceder o morir. El precio del silencio y su indiferencia enfureció a Jayce. Ver a tanta gente inocente teniendo que pagar por el egoísmo de cada una de las partes era demasiado. Las cosas se volvían cada vez más comunes con cada segundo que transcurre. El tráfico de armas y droga incluso entre los más pequeños era desgarrador. La Paz ya no existe, ya no puede tapar el sol con un dedo.

Cassandra lo dijo una vez: Si no puedes tapar el sol con un dedo, debes construir un techo.

Jayce quería construir ese techo. Si no le daban una elección, real, sobre su futuro, tenía que encontrar la manera de dar con el mejor movimiento del tablero. No es que se sienta especialmente orgulloso de sus acciones, pero estaba determinado que si no encontraba una mejor salida, tendría que labrar una él mismo. Si el mismo Consejo ha determinado que debe ser uno de sus miembros, Jayce encontrará cada una de las debilidades de cada cabeza y buscar ensartar sus propuestas a través de ese talón de Aquiles. El poder tiene muchas variantes, no sabe cuán venenoso puede ser, pero Jayce quiere hacer algo antes de que la misma avaricia pueda ganarle.

Por eso miró los papeles que descansan sobre la mesa de su escritorio en el laboratorio. Era una mañana fría. Demasiado. Incluso con ese tiempo y ver cómo es que todo estaba pasando demasiado rápido si lo piensa en retrospectiva, era un poco abrumador. Incluso veía con una ligera nostalgia cuando sus problemas eran internos. No tenía que ver por los demás. No necesitaba buscar opciones, variables, olvidarse de lo que más le apasiona para navegar entre el mar de negocios que las inversiones, la política y la amenaza de violencia significan.

Propuesta de promulgación e instauración de órgano gubernamental en la nación de Zaun como medio de sufragio. Jayce Talis.

El título de su investigación incluso se sentía un poco indecente. Él no es político. Lo que de verdad le apasiona aguarda detrás de él. La creación de tecnología, de promover el progreso a través del descubrimiento de cada uno de los misterios del más grande espectáculo en la Tierra. Debería estar haciendo los últimos ajustes a su prototipo; pero, en cambio, seguía viendo los papeles con el sistema que ha estado maquinando en su cabeza desde el día en que la concejal Medarda estipuló que él debía ser parte del Consejo de Piltover.

La mujer era un misterio demasiado complejo para pasar por alto. Jayce no ignora que ella pasó desapercibida por mucho tiempo, casi intransigente. Ahora, ella era dueña del mayor porcentaje de las inversiones de los proyectos de Hextech. Ganó la última ronda de subasta de inversión para la última cadena de distribución de materias primas con los Hexgates. Ella era una estratega, estaba trabajando sus cartas de una manera que a Jayce aún se le escapa de las manos.

No importa cuánto Cassandra Kiramman le haya enseñado, sabe que no es suficiente cuando él ha dedicado, y quiere seguir haciéndolo, su vida entera a la investigación de la traducción del lenguaje rúnico mágico en científico matemático. Eso lo pone en desventaja con lo que sea que Mel Medarda tiene planeado.

Claro que eso ha hecho que se gane el respeto de todos los miembros del Consejo. Al grado en que la dirección del decano Heimerdinger penda de un hilo. No estaba en buenos términos con la apariencia de un pensamiento retrógrado en una nación que se jacta del orden y el progreso. Después de todo, las apariencias lo siguen siendo todo. Heimerdinger, aunque sigue estando a cargo del Consejo, ya no está siendo escuchado de la misma forma que hace un par de años.

Aunque, claro, sigue habiendo un detalle por el cual sigue el Yordle a cargo, por lo cual Jayce aún le tiene tanto respeto, y era su visión científica. Cecil B. Heimerdinger tiene una profunda pasión por la investigación. Aceptó los resultados de Viktor y Jayce hace casi siete años atrás. Tendrán sus choques, pero Jayce ha aprendido que el tiempo es el fluctuante del conocimiento empírico. El tiempo permite la experiencia, aún tiene mucho por ver. Eso no quita que su espíritu sea insistente.

Es el miedo lo que lo impulsa.

Entonces, el aroma de un almizcle amargo y dulzón llegó a sus fosas nasales. Las notas de metal caliente y el ozono que irradia Hextech también lo acompañó como una estela casi palpable.

“Oye, me ganaste” la voz de Viktor lo sacó de su ensoñación.

Jayce sonrió de lado. Miró a su costado. A la puerta del laboratorio estaba su pareja. Viktor se veía más pequeño que de costumbre. Un vuelco en su corazón dolió profundo en su pecho. Casi sofocando su respiración. Es el miedo acariciando su núcleo, recordándole que no está siendo suficiente. No importa cómo, no puede esconderse de esa pena. No puede soportarlo porque es un recordatorio de cuán frágil es la línea misma de la vida. Aún así, sea como sea, Viktor seguía siendo el descubrimiento más hermoso de todos.

Aún cuando ahora tenía que usar una muleta, su cara estaba más pálida y ojerosa y su postura más encorvada, Viktor seguía siendo aquello que toma cualquier luz y le da vida a todo verso imaginado para Jayce. Como una especie de refugio, donde siempre estuvo, donde quiere construir ese fin conquistado. Su corazón se sigue acelerando cada vez que lo ve, que lo huele, que se acuerda de la maravilla de ser que es su pareja. Casi se sentía como en un sueño. Todo sueño, suele empeorar, empero.

”No sabía que era una carrera” dijo Jayce con una sonrisa sincera.

”Sí, no me quieres ver correr” bromeó Viktor con ligereza a pesar de la resequedad que puede percibir en su garganta.

No estaba mejorando. Su enfermedad, de pronto, se estaba volviendo mucho más invasiva. Jayce ha visto y ha acompañado a Viktor devotamente. Cuando más se le recuerda que el tiempo no apremia, es cuando ve cómo se desliza lejos de entre sus dedos y no está avanzando como quisiera en Hextech. Las fases son complicadas y si no lograban la autorización el día de hoy con los prototipos de Hextech aplicados en infraestructura, nunca podrán rozar siquiera la tentación de ver los sistemas de salud que Viktor mismo investigó en un inicio.

Sabe que la magia, así como da, quita; no es absoluta, es energía. Simple y llana energía canalizada en distintos usos. Era descubrir en cómo mejor aprovecharla lo que la volvía tan volátil. Como una balanza. Nunca se puede estar tan inclinado de ninguno de los lados sin afectar la ecuación.

”Te perdería de vista” siguió la broma Jayce mientras se acercaba a su pareja.

Su cola se agitó con emoción mientras percibía más de cerca el perfume natural de su alfa. Se regodeó y deseó poder ronronear con mayor libertad. Sólo que había condicionamientos más arraigados que otros. No importa que su experimento de programa de beta artificial no estaba destinado en omegas, seguía teniendo efectos. La sociedad lo veía como tal. Sin embargo, en el laboratorio, sólo eran Viktor y él. Siempre han sido Viktor y él. Nadie más.

Viktor era mucho más afectivo de lo que imaginó que sería. Era reservado, claro. Sin embargo, en su relación formal, aunque secreta, era tan dulce que Jayce se sentía derretir. Era agradable recibir ese contacto cuando se había retenido tanto. Siendo las condiciones en las que tuvo que seguir adelante desde su presentación, tener a Viktor de esta forma con él era, sin duda, bastante liberador. Recibir un beso en la mejilla, el calor de su cuerpo -por más ligero que sea-, Jayce necesitaba eso para no volverse loco. Para poder soportar todo lo que se está poniendo en juego.

”Pero sé que me esperarías” susurró Viktor con un deje de nostalgia.

Al mirarse a los ojos, el sentimiento hundió el estómago de Jayce. Trataba de no pensar en el futuro de esa forma. Es inevitable. Viktor no ha estado mejor en el último año. Sus ataques de tos se volvían más continuos y lo acompañaban las heridas, su dificultad para respirar y las adversidades físicas de su columna chueca y pierna atrofiada eran ingredientes de malos augurios. No importa cuánto intente esperar que los estudios cambien, los resultados siguen avanzando en la degeneración del tejido pulmonar en su compañero.

La sentencia era la misma de siempre: un diagnóstico idiopático.

”Siempre” susurró Jayce de vuelta, cerrando ligeramente los ojos al sentir los labios de Viktor sobre los suyos.

El beso fue tranquilo, con un pequeño sentimiento de nostalgia. El amor era verdadero, pero no podía borrar por completo esa pena que vive en la promesa más anhelante de todas. Jayce se dejó derretir por el shock electrizante que la caricia le propicia. Sintiendo la emoción recorrer por su vientre, como un tacto cándido que lo llevaba a desear más, más y más. Suspiró e inhaló profundamente al mismo tiempo que atraía a Viktor por el agarre sobre su cintura. Era tan pequeña pero fuerte. Un recordatorio de la maravilla que es el equilibrio entre la fortaleza y la delicadeza. Viktor lo besó de vuelta con la misma insistencia. Con su lengua delineando su labio interior, succionando la carne y devorando cada pequeño ruido que se le escapa.

Estaba demasiado enamorado.

Al separarse, sus frentes se encontraron. El soporte era cálido. Jayce podía sentir su cola agitarse. Absorbió tanto como pudo del rico aroma natural y sin restricciones de Viktor. Tan delicioso que hacía agua su boca. Hundió un poco más su nariz. Profundamente. Anhelando quedarse ahí para siempre. Sintiendo las manos de Viktor rodearlo con el mismo afecto y hacerlo sentir protegido. Sin embargo, aún siendo temprano en la mañana, la puerta del laboratorio volvió a abrirse.

”¡Buenos días, mis muchachos!” Habló la voz alegre de Heimerdinger con su paso saltarín y su mascota siguiéndolo de cerca.

”Profesor” saludó Jayce separándose de su compañero con ligereza. Sin ser brusco o necesariamente rudo.

La sutileza es la mejor arma para las apariencias. Esforzarse por demostrar algo hacia los demás puede ser contraproducente. Cassandra Kiramman lo había entrenado muy bien para todos esos detalles.

”Me alegro que sí esté con nosotros el día de hoy” continuó el falso beta.

Heimerdinger suspiró y asintió con la cabeza: “Comprendo la circunstancia, no estamos en los mejores tiempos. Su presentación de esta mañana me emociona y alegra el día antes de tener que pasar todo el día de hoy con el consejo”.

”¿Tiene que ver con las distribuciones de Shimmer?” Preguntó Viktor casualmente mientras le invitaba una taza de té al decano.

Heimerdinger estaba en una situación comprometedora. Casi asfixiante. Mel Medarda estaba apuntando a ser la nueva directora del Consejo. Eso no es novedad ni un secreto a voces. Jayce escuchó de Cassandra que si el decano no tomaba cartas en el asunto de las amenazas de Chembarons en Zaun, perdería toda credibilidad y aceptación. Además de que sus inversiones la estaban volviendo económicamente más capaz que cualquiera de los miembros del Consejo. No sólo la votación de las cabezas del consejo lo echarán, sino la misma aceptación de la ciudadanía.

”Sí, es mucho más complicado de lo que imaginamos” suspiró el Yordle mientras tomaba asiento en la silla de Jayce y aceptaba la taza de té “. Volvió a llegar una carta encriptada. Ya con esta son cinco cartas”.

”… Una por cada año desde la primera” susurró Jayce con sorpresa “. Es intrigante”.

”Y que lo digas, muchacho” dijo Heimerdinger con resignación “. Dado que ya estás dentro del gabinete del consejo, te debió llegar la notificación de esa situación. No serás partícipe de la reunión de hoy, pero ya deben estarte incluyendo en los asuntos… Especialmente por la razón de tu adición al Consejo”.

Jayce frunció el ceño mientras iba hacia la mesa donde estaban los prototipos finalizados de sus herramientas Hextech. Su cola se sentía rígida y sus orejas se pegaron a su cráneo. Un escalofrío lo recorrió. Viktor a su lado también lo miró de reojo. Podía sentir más fuerte su presencia a su lado que cualquier otra cosa en el laboratorio.

No ha recibido carta alguna o documento nuevo en el laboratorio. Jayce lo sabría, ha estado aquí desde muy temprano. Buscaba escapar de la mansión Kiramman. La tensión por la incertidumbre de Cassandra y su necesidad de saber cada cosa de Jayce era asfixiante. El laboratorio y la forja sirven para trabajar tranquilamente. Había estado sentado, buscando la fórmula política correcta para poder presentar su propuesta legislativa. Nunca llegó mensajero o empleado alguno para darle alguna notificación. Ni siquiera Sky, hoy era su día libre.

Decidió no decir nada.

”Pero en este momento estamos en el laboratorio, ¿por qué no mejor intrigarlo con nuestra presentación?” Cambió Jayce de tema con una ligera sonrisa

El Yordle sonrió con los ojos en forma de arco: “¡Oh, no saben cuánto me entusiasma saber de sus descubrimientos! Es esperanzadora su filantropía. ¡Muéstrenme!”

”En ese caso, es un honor hacerle saber que hemos trabajado arduamente en nuestra propuestas de herramientas Hextech” comenzó Viktor con su denso acento haciendo más dramática cada palabra con su sencilla presencia.

Sobre la mesa se alzaba una garra mecánica de tres secciones, recubierta de metal brillante y flexible. La punta de la garra era de tres cuñas simulativas de dedos. Completamente articulados con la punta afilada como un pico de minería. El metal era una aleación con platino y acero jónico. Puesto en una base rectangular y angosta donde reposaba todo el sistema mecánico.

A su lado había un par de grandes guanteletes. De un llamativo color azul y detalles dorados. Construidos cuidadosamente con cada falange articulada. El tamaño era bastante descomunal, pero había una esencia misma que los volvía amigables por su acabado cuadrado en cada punta de sus dedos. El centro del dorso tenía un canal de activación dormido.

Eran las creaciones de Viktor y Jayce.

”Tomamos en cuenta sus condiciones” siguió hablando Viktor con tranquilidad mientras se acomodaba un guantelete de cuero con los dedos descubiertos. Cada uno estaba compuesto con una membrana delgada pero resistente que se reúnen en su mismo centro superior. Donde el alfa acomodó una gema hex “, y decidimos trabajar a la par de descubrir un mejor sistema de protección en el código rúnico de sus aplicaciones”.

”El objetivo de las herramientas es ayudar a facilitar a los mineros en su labor” continuó Jayce con emoción imposible de esconder “. Nuestro principio es aprovechar la energía mágica transformada en un razonamiento científico. Nuestro deber es también salvaguardar la integridad de su usuario dándoles una mejor aplicación. Así que desarrollamos un sistema de bloqueo de emergencia”.

Viktor puso la gema en el centro y su luz azul recorrió bellamente el sistema. La garra se activó con un suave zumbido tronando como un ligero gorgoteo. El dedo pulgar representa la garra noreste, los dedos índice y medio la garra central y el dedo anular y meñique eran la garra suroeste. Heimerdinger aceptó los lentes protectores que Jayce le acercó mientras veía con maravilla cómo la maquinaria finamente construida se movía con total elegancia magnética entre la penumbra del laboratorio.

”Esta es la garra Hextech” nombró Viktor con mucho orgullo y una ligera sonrisa “. Ideada con un código rúnico basado en la transportación de energía termo calórica comprimida y sintetizada a través de un rayo de anti protones que tiene la capacidad de trabajar con materiales pesados y de gran densidad… Cuidado, profesor”.

Viktor alzó la mano y la garra obedeció en un tiempo de respuesta sorprendente. La gema hex brilló con fuerza contado la combinación de runas en el guantelete en la mano del alfa que activó su rayo. Un poderoso láser de color blanco con una bruma azul fue lanzado en línea. Virutas de magia fulgen contra el increíble impacto de una piedra junto al decano de tal manera que volvió aún más oscura la habitación con su gran potencia. Aun así, era perfectamente controlado por Viktor.

La densa pieza de piedra y metal fue un lienzo y Viktor hizo un dibujo bastante simple pero con un pulso sobresaliente de Heimerdinger. La línea de láser siempre fue definida, ni muy alta ni muy baja, sin ningún tipo de cadencia.

”Las falanges mecánicas están ideadas para apoyar al usuario en un radio de hasta un metro y medio y el rayo para la aceleración en la penetración del material. El rayo está ideado para próximas investigaciones en aplicaciones de propulsión y sistemas médicos” explicó Viktor mientras terminaba de hacer el dibujo.

El rayo se apagó en un parpadeo. El poro del decano aulló feliz por todo el laboratorio y se fue a esconder a los pies de Jayce.

”Interesante” aduló Heimerdinger “, ¿cómo sintetizaste el rayo sin liberar energía gamma?”

”Dentro del sistema de acelerador de partículas hay un lector rúnico que permite canalizar la selección misma de los protones a través de un campo electromagnético calculado con nuestro trabajo de ecuaciones teóricas” habló Viktor completamente cómodo en su área. Jayce no pudo evitar sonreír enamorado “. Encuentra la combinación de runas y lo convierte en un sistema hexadecimal en aplicación electromagnética. Permite que las runas controlen el mismo rayo haciéndolo más poderoso pero, sobre todo, seguro para su uso común”.

Viktor volvió a activar el rayo. La luz azul de la gema cristalina tenía una bruma blanquecina. La garra soltó sonidos gorgoteantes y continuó, demostrando su hechura perfecta. La línea volvió a atacar con la tensión según los movimientos de la mano de Viktor. La forma en que seguía cada una de sus indicaciones era producto de un arduo trabajo. Jayce estaba orgulloso de ver que el sistema neurocentral que habían ideado para la lectura nerviosa del sujeto estaba funcionando de maravilla. La mirada del decaído Heimerdinger se lo dejaba muy en claro.

La piedra fue cortada con un tajo parecido y medido. Heimerdinger dio un respingo. El rayo volvió a desaparecer. Viktor fue apagando poco a poco la garra y las cuñas se cerraron como un capullo. Desactivó la gema del centro de su guantelete.

“Muy impresionante, mi muchacho” dijo Heimerdinger sin dejar por completo su criterio al aire. Jayce lo notó, está siendo cuidadoso “. ¿Y tú, muchacho?, ¿qué tienes para enseñarme?”

Jayce carraspeó ligeramente. Casi había olvidado que él también tenía un prototipo para enseñar. Un muy ligero sonrojo de vergüenza manchó sus mejillas doradas. No podía evitar pensar en lo atractivo que le parecía Viktor usando la garra. La forma elegante y decidida que lo define. Estaba en su naturaleza esa fiereza y exactitud. Trató de no pensar mucho en ello.

“Bueno, ciertamente mi prototipo no es tan impresionante” rio ligeramente Jayce con su chiste auto despectivo “. Me basé en las herramientas actuales de los mineros de Zaun. Estos son los guanteletes Atlas”.

Jayce acostó el guante derecho y acomodó su puño dentro para activarlo automáticamente en cuanto el sistema interior de sensores detectan el peso de cinco falanges en los dedos del guante, y se encendió. El guante brilló con un resoplido delicado pero llamativo. La corriente de Hextech recorrió como un rayo a través de las ligeras aberturas de acrílico polimérico que conduce la energía de manera llamativa con un color intenso. El propio guante se acomodó hasta tomar una dimensión proporcional a las capacidades del puño de Jayce. Los canales alrededor del dorso donde Hextech está brillando levantaron un sistema de ventilación con un vapor agradable y humidificador.

”Desarrollé un sistema de detección dimensional con un código rúnico que equilibra la presión, tamaño y fuerza del usuario en un aumento a la décima potencia” explicó Jayce al mismo tiempo que el prototipo se adecuaba a su mano “. El sistema retráctil de las falanges está hecho con una fibra de carbono que lo vuelve tan resistente como flexible sin afectar su uso en distintas medidas”.

El guante brilló con elegancia mientras Jayce se acercaba a una enorme piedra con materias primas de las mismas minas de Zaun.Tenía casi la mitad del tamaño de Jayce, amorfa y llena de protuberancias afiladas. Los minerales brillaron con la luz de Hextech. Con facilidad de movimiento, tomó la piedra y el guantelete soltó una ligera presión, acomodando sus dedos como una poderosa garra.

”El sistema rúnico amortigua el peso dentro del propio centro de gravedad del guantelete” siguió hablando Jayce y levantó la piedra con relativa facilidad, apretó y la rompió en cuestión de segundos “. Eso evita cualquier tipo de lesión en el usuario. Los nudillos tienen el área ideal de presión para golpear sin afección al material y picar la piedra sin afectar la estructura primordial de la zona”.

”¿Y cómo evitas el sobrecalentamiento?” Preguntó de forma válida Heimerdinger con ligera intriga y desconcierto.

Jayce hizo un ligero movimiento de muñeca y el Guantelete soltó una presión con un agradable sonido metálico. Las tapas de ventilación se levantaron, dejando ver con elegancia el sistema de refrigeración líquido. El brillo azul de Hextech acaparaba toda la atención. La forma en que cada detalle se volvía a acomodar de forma intuitiva según los movimientos de Jayce denotaban la atención a cada uno de los detalles para su uso.

”Sistema de refrigeración líquido cíclico. Libera un vapor humidificador no dañino para el usuario y restablece el sistema de respuesta de los guanteletes en una milésima de tiempo que el promedio propulsado con combustible fósil no es capaz dé” explicó Jayce con facilidad y orgullo.

Se había inspirado en la mascarilla de gas que le había hecho a Viktor mucho tiempo atrás. Una sonrisa de orgullo se escapó de su rostro con el tierno recuerdo.

“Y la mejor parte” agregó Jayce “, es que son cómodamente portátiles”.

Antes de que Heimerdinger se opusiera por el obvio tamaño brumoso de los guantes, Jayce retiró el que traía puesto y presionó el centro del mismo. El Hextech volvió a brillar con fuerza y toda la energía contrajo los metales como si de doblar papel se tratase. Las falanges fueron las primeras en desaparecer, después el antebrazo se retrajo como una persiana hasta que se reúne al centro y queda compactado en un cilindro del radio inicial del guantelete y con una altura mínima de cinco centímetros sobre la mesa. Cuatro filas de vapor soltaron la compresión y la luz azul se apagó.

Los silencios se pueden interpretar de muchas maneras. El que siguió al espectáculo en el laboratorio tenía un sinfín de matices. Jayce estaba seguro de que podría cortar la tensión pasando su dedo por el aire. El peso de la respiración entrecortada atrapada en su pecho era casi tan asfixiante como una soga en el cuello. El decano Heimerdinger, que siempre lo ha conocido por su vivacidad y presencia bonachona, no ha dicho nada. Su gesto se esconde detrás de sus lentes protectores y el espeso bigote. Era un escudo, estaba sopesando su veredicto.

Jayce se paró derecho junto a Viktor. Ambos estaban esperando por algunas palabras. Aunque le doliera, Jayce ya sospechaba que ese silencio no son buenos augurios para todo el esfuerzo que han puesto en estos dos prototipos detrás de ellos. Casi puede sentir el amargo sabor del rechazo de su trabajo. No quiere, se quiere aferrar de que han demostrado lo contrario. Que Hextech tiene una viabilidad verdadera y puede ser incluida en el uso común. Después de todo, esa es la razón por la cual ha soñado desde niño: ayudar a quienes más lo necesitan. A quienes más han gritado por auxilio pero nadie llegó. Ahora, el silencioso baile se cierne como una bruma nebulosa y desastrosa.

Por lo que, cuando Jayce estaba a punto de decir algo, preguntar por una opinión, el decano Heimerdinger se levantó de su asiento y saltó al suelo. Se retiró los lentes protectores con sus pequeñas manos temblorosas. Sus ojos estaban caídos, con un brillo ausente que provocó un vuelco en el corazón de Jayce. Pudo escuchar la mano de Viktor apretar su muleta fuertemente. Podía oler la fuerza desorbitada de las feromonas de su compañero. También lo estaba presintiendo. Aún así, ninguno habló hasta que el propio Heimerdinger encontró los lexos necesarios.

Los miró desde su corta altura con un cúmulo de sentimientos difíciles de explicar. Jayce no estaba seguro de si era pena, decepción, miedo, ambivalencia y estaba escondiendo orgullo, molestia o tristeza. La esencia lúgubre de aquella mañana fría de invierno no daba mucho a la imaginación.

”Es maravilloso, mis muchachos” Heimerdinger habló, pero su voz perdió su jovialidad habitual “. De hecho, es muy sobresaliente. Sabía que ustedes no me pueden decepcionar. Aquí está la prueba, pero no puedo aprobar el proyecto”.

Un denso silencio siguió a esas palabras. Ni Jayce ni Viktor fueron capaces de decir algo. Jayce podía sentir la decepción y la furia creciendo dentro de él contra Heimerdinger. Era algo más allá de una cuestión de orgullo. Se trataba de un trabajo que es el parteaguas de algo mucho más grande. Que tengan que ser rechazados de esa forma, simplemente, dolía.

”¿Por qué?” Jayce se sorprendió de ser él mismo quien escupió la pregunta de forma brusca.

Levantó la mirada del suelo y encaró al Yordle. Se interpuso instintivamente frente a Viktor. No estaba seguro de si estaba algo arraigado en él o en su genoma Lycan, sólo sabe que tenía la urgencia de pelear por la ponencia. Quería comprenderlo. Quería saber por qué tenía que pasar esto. Por qué Heimerdinger lo hacía sonar como que ya no hay espacio para la esperanza.

”Jayce, muchacho, comprendan que ceder tecnología como Hextech en las manos equivocadas provocará daños imperdonables” explicó el Yordle con un tono casi suplicante “. Su trabajo es extraordinario, un gran paso progresista, pero le falta tiempo de investigación. No podemos delegarlo tan fácilmente sin haber corroborado la hipótesis”.

”¿Cuánto tiempo?” Preguntó Viktor con el ceño fruncido.

El decano se vio sorprendido de escuchar la voz rota de quien fue su asistente: ”… Al menos diez años”.

Eso era… mucho tiempo. Jayce sintió cómo el alma se filtraba por sus pies lejos de él. Un frío escalofrío lo recorrió con fuerza y supo que así es como la peor de las decepciones se manifiesta. Como una sensación desastrosa y casi imperdonable. Apretó sus manos en los puños. Los guantes de cuero de su uniforme crujieron con la presión ejercida. Sin embargo, lo que dijo Viktor después fue mucho más doloroso.

”Yo no tengo diez años más” dijo con estoicismo mientras daba un paso adelante y miraba a los ojos al Yordle.

”No digas eso, Viktor muchacho, verás que diez años pasan en un parpadeo; y-” intentó argumentar Heimerdinger desde su ignorancia inmortal.

”No, no me queda ese tiempo. No tengo diez años para trabajar, profesor” rugió entre dientes apretados.

Intentó avanzar hacia el decano, pero Jayce lo detuvo. Sus ojos le ardían por las lágrimas contenidas. Parpadeó rápidamente. Tenía que ser más fuerte que esto. Tenía que ser el equilibrio entre el decano y su alfa. Aunque es un poco parcial, muy parcial, en realidad. Sostuvo el brazo libre de Viktor para impedirle avanzar más en su furia.

”¿Qué le falta?, ¿qué necesitamos demostrar para que autorice el proyecto?” Preguntó Viktor con desesperación.

”Desconocemos el tiempo de vida de los cristales, desconocemos los límites de la energía arcana. Hextech es una porción muy pequeña de lo que la magia es capaz de hacer y lo que conocen de su creación aún es muy limitado” explicó Heimerdinger con paciencia y algo parecido a la compasión “. No podemos llevarla a gente común sin saber sus límites y extremos. Esto que me presentan es un gran avance, de verdad; pero no está listo para ser reproducido en masa”.

”¿Y por qué las armas sí están autorizadas?” Preguntó Viktor con furia “. Si no mal recuerdo ya están en puerta las primeras rondas de inversiones para que hagamos los planos de armamento Hextech. Armas, Profesor. Quieren que rompamos el código ético de nuestra visión por las ganas de imponerse”.

Heimerdinger se vio avergonzado. Casi reconociendo la hipocresía en la situación. Sin embargo, Jayce había aprendido hace tiempo que así es como funciona la política. A partir de la doble cara de la demostración más inconexa de todas. Él mismo es un hipócrita en ese caso. Teniendo que fingir ser un beta. Porque eso es por el bien de la sociedad. Porque es lo que les conviene. Heimerdinger es un ser sabio, pero Jayce estaba encontrado sus prejuicios demasiado sesgados.

Aún así, parecía que estaba listo para contradecir aquello.

”La propuesta de la Concejala Medarda está regulada y por el momento es simple teoría” intentó explicar el Yordle “. No estoy de acuerdo en nada, pero mi voto estuvo en desventaja”.

”¿Regulada por quién?” Preguntó Jayce con disgusto, cansado de los rodeos a la circunstancia “, ¿por el Consejo donde también participo yo?, ¿es esa la diferencia? Que las armas las tendrán manos Piltovanas, entonces ya es correcto. ¡No hay mucha diferencia, sólo un prejuicio!”

”Ellos ya tienen armas, Jayce” dijo Heimerdinger con sentencia absoluta y sus ojos gélidos “. Ellos ya han creado armería con Hextech. Por eso la propuesta fue aprobada, pero este proyecto no. No sabemos el uso que los de la ciudad subterránea le puedan dar a sus herramientas”.

Jayce podía sentir la bilis recorriendo su garganta. Decir que se siente decepcionado del profesor era poco. En ese momento, todo lo que podía pensar era en la errónea visión que comprendía. Que su status lo ha alejado de la realidad y que parece que su visión de la guerra está tergiversada. Que no importa cuánto alabe la tecnología para el bienestar del progreso. Sólo le interesa si es para su ciudad. No negará que en algunas cosas tiene razón, pero Jayce lo detestaba en ese momento.

No conoce el límite de Hextech. Son como las pilas. Si son sobreexplotadas, el ácido de litio se escurre fuera y queda inservible. Hextech tiene que tener ese límite y sabe ni Viktor ni él han llegado a descubrir lo que traspasar esa barrera pueda provocar. Aún con eso, las armas ya estaban aprobadas y se espera que a finales de ese mes se presenten los primeros planos.

”Pero armas en manos de oficiales corruptos es completamente sensato” peleó Viktor con furia en su voz de comando “. Y por si lo ha olvidado, profesor, yo soy de la ciudad subterránea”.

Al menos Heimerdinger tuvo la decencia de verse avergonzado por tener que escuchar ese recordatorio. Que Viktor fue su asistente, a quien más le confió en los años pasados y nunca le dio una razón para desconfiar. Sin embargo, ahora que él y Jayce tienen la intención de ayudar a quienes más lo necesitan, faltaba mucho por descubrir. Puede que sea verdad, pero Jayce se rehúsa a dejarlo de esa manera.

El profesor escribió la negativa en el escrito del proyecto y el rechazo fue contundente. Todo en un silencio catastrófico. Como si sus mentes hubieran caído en coma. El aroma denso de la molestia de Viktor era poderoso. Estaba frustrado y adolorido. Si había un miembro del consejo al que Viktor le tiene respeto, era Heimerdinger. Jayce lo sabe, él también le guarda un profundo respeto.

Que se fuera sin decirles nada, sin disculparse, sin pedirles tiempo o algo, lo que sea, fue bastante decepcionante.

Jayce se acercó hacia Viktor y tocó su brazo. Él se alejó con un manotazo. Sabía que no estaba molesto con él, más eso no quitó el hecho de que su omega se sintió rechazado y expulsado. Como si él no fuera suficiente para protegerlo. No es suficiente consuelo. No tiene lo que necesita para su pareja. Porque tiene que mentir. Porque es un hipócrita como todos los demás piltovanos.

”V…” Susurró Jayce con comprensión y un nudo en la garganta.

El recuerdo de que Viktor no tiene diez años más para trabajar era demasiado atronador. Porque puede sonar lejano, pero no lo sería. No saben cuánto tiempo le queda en verdad. Sus pulmones son una bomba de tiempo, clasificándose sin cura y sin tener la fortaleza de soportar un trasplante.

”Quiero…, quiero estar solo, Jayce” dijo con un susurro ahogado “. Te pido disculpas”.

”¿Por qué?” Preguntó con verdadera confusión.

”No creo que sea capaz de diseñar un arma” suspiró viendo perdidamente los prototipos abandonados sobre la mesa “, pero no me enojaré contigo si logras hacerlas. Harás más de lo que yo soy fuerte”.

Jayce no creía que eso lo pudiera volver más fuerte. Admiraba eso de Viktor, su fuerte convicción. Él no estaba seguro de si podría hacerlo o no. Ha hecho algunos bosquejos, pero nunca los profundiza. Le provocaba náuseas imaginar el daño que Hextech puede causar. La granada desarmada que Mel Medarda les dio era un recordatorio de la dicotomía tortuosa de la realidad. Así como Hextech podía hacer maravillas, era destructivo.

”No creo que sea fuerte…” susurró Jayce con realización “… Me iré a la forja, ¿te veo después?”.

”Sí, sí…” suspiró Viktor mirando por primera vez a los ojos a Jayce en todo ese rato “. ¿Vienes a mi departamento?”

Jayce sonrió con un ligero rubor en las mejillas: “Claro, cocinaré”.

Viktor sonrió y fue él quien se acercó para darle un suave y largo beso en su mejilla. Fue agridulce, pero realizador. Jayce agradecía que no tuvieron que pelear por esto. No era culpa de ninguno de los dos que su proyecto fracase. Que no importa cuánto se hayan esforzado uno o el otro para llegar lejos, al final, es la firma de un consejal lo que permite que se vuelva válida la propuesta. Y habían determinado que querían la de Heimerdinger para proteger el proyecto de las herramientas. Porque confían en su juicio; si decía que hacía falta tiempo es por algo. Eso no quita la decepción y el coraje que les provocó.

Al menos, Jayce sabe que sigue contando con su compañero.

”Eso me encantaría, Inima mea*” susurró Viktor contra su mejilla.

.

.

.

La forja estaba apagada.

La luz de la penumbra de la serie de ventanas en el techo era apenas un vislumbre suficiente. La enorme fragua en forma de campana era el alma principal de la construcción. Grandes soportes de metal diagonales elevan los grandes techos con los filtros y se enervan como gusanos sigilosos y poderosos. El fuego es cálido y casi menguante. Su color anaranjado es mucho más influyente de lo que normalmente es. Delineando como siluetas sin rostro todas las demás herramientas. El gran y pesado yunque construye un monte de creación y trabajo duro. Los dos guantes Atlas brillan contra el fulgor.

Paredes repletas de herramientas y distintos martillos decoran las mesas de trabajo a cada costado. Los sistemas de enfriamiento son colgados en densos soportes con grandes y gruesas cadenas. La gran prensa hidráulica se esconde detrás de todo, en lo profundo del costado izquierdo. El fuelle estaba en paralelo con una serie de engranajes para aumentar la potencia del sistema de poleas que accionan su poder. Toda estructura, forma y herramienta aullaba la necesidad de una fuerza impresionante para su manejo.

Jayce recuerda vagamente su infancia en el norte. En la cordillera del sur en Freljord. Era un pueblo rudo y bastante brusco. Su familia había estado en el negocio de la herrería por muchas generaciones. Un orgullo total en los Talis. Estaba en su sangre, siempre le dice su madre. Su sangre es la de un herrero, pero su mente la de un científico. No sabe si su familia estaría orgullosa del camino que eligió. Teniendo que esconder su naturaleza y decantando su talento por la ingeniería. Probablemente sería una decepción. Especialmente para su abuelo paterno.

Un omega de gen dominante y vinculante de una gran manada en su pueblo. Sin embargo, no había fuerza suficiente que pudiera rescatarlos de los ataques de pueblos invasores y ladrones. Su padre ayudó a que Ximena y él escaparan de la masacre. Los llevó lejos con dos mochilas y la fe de que puedan sobrevivir a la lucha de la naturaleza. Si no hubiera sido por el mago, Jayce sabe que habrían muerto en medio de la tierra de nadie. Si no fuera porque la familia Talis tenía la fábrica de martillos en Piltover, no habrían tenido adónde ir.

La forja es todo el legado que le queda de su pasado. Lo que lo conecta a lo que fue en un inicio. Lo que tal vez estuvo destinado a ser. Cambió el rumbo y siguió sus sueños a la mínima muestra de opciones. Aceptó ser mecenas de la familia Kiramman y ahora está aquí. Con un prototipo que fue rechazado, pero que había construido en las fauces infernales de la piedra y la combustión de su forja. Este taller principal que Cassandra compró era exclusiva y únicamente para Hextech. Para Jayce. Para asegurar su lealtad.

Miró los guanteletes. Un sentimiento de dolor lo recorrió. Había planeado hacer algo, lo que sea. Por eso había prendido el fuego; pero sólo se quedó admirando su propia creación. Los planos, los dibujos isométricos, cada uno de los apuntes que conjuntó con los moldes armados y fundidos por sus propias manos para crear su prototipo y algunas partes del de Viktor no eran más que la muestra de tiempo en vano.

Las armas ya están autorizadas. Están esperando por sus planos, por alguna señal de que acatarán como deben ser las respuestas. O se verán en terribles problemas en las negociaciones. Los han acorralado contra la pared. Les deben al consejo, a los inversores, a Piltover mismo todo lo que han logrado hacer. Los Hexgates que están por terminarse de construir, las herramientas, los impulsos en los sistemas gravitacionales, cámaras de energía renovable. Todo tiene un costo. Aún no ha sido todo puesto en movimiento, sólo unos cuantos proyectos ya estaban regresando las inversiones. Los Hexgates son la esperanza de redimirlos.

”Si pudiéramos devolver la inversión y cerrarla…” Susurró Jayce a la nada.

Imaginaba que esa sería una buena opción. Podría evitarse mayores problemas con los empresarios. Negarse a una nueva ronda de inversión. Así, al menos, sólo quedaría el consejo como su problema central. Mel Medarda, Cassandra Kiramman, Shoola, Hoskel, Salo, Bolbok, Cecil B. Heimerdinger serán sus únicos verdugos.

Una condena silenciosa, pero al menos mantendría manos inquietas fuera de la ecuación de Hextech. El amargo sabor de la furia de Viktor, aunque no fuera dirigida hacia él, no quitaba el clavo perforando en lo más profundo de su corazón. Era un sentimiento primal, que lo hacía parecer vulnerable. Estaba confundido, sin saber qué dirección tomar, hacia dónde dirigir su atención. Los guanteletes se burlan de él silenciosamente. Como si supieran perfectamente lo que está haciendo. Cómo se niega a hacer más, porque ya no sabe cuál es el camino correcto. Cuál es la elección que ahora debe tomar.

Entonces, una serie de murmullos y estruendos ahogados detrás de las grandes y pesadas puertas de metal reforzado fueron suficientes para sacar a Jayce de su ensimismamiento. De repente, el golpe provocó un poderoso eco que reverberó con una magnífica fuerza, haciendo temblar ligeramente la estructura del gran marco del suelo al techo. La lámina crujió en un llanto apenas perceptible. Una silueta oscurecida por la lejanía se manifiesta con una ligera nube de polvo y una línea de luz verde brillante.

Jayce se enderezó con un sistema primario de defensa. No es bueno peleando, sólo lo necesario que Caitlyn le ha enseñado; pero esperaba que fuerza lo suficiente si no es capaz de escapar. El taller es grande, pero no laberíntico. Era obvio que fue encontrado como la única fuente de vida contra la fragua rugiendo de calor resplandeciente.

Así que ver a Violet llegar con la respiración entrecortada y heridas en su rostro fue una sorpresa demasiado desastrosa. Caminaba con algo de cansancio, y su ropa estaba completamente sucia de polvo, hollín y rastros de sangre fresca. Su cabello, ahora un poco más largo pero aún rapado de un lado, estaba revuelto y sus ojos estaban inyectados en la adrenalina que su shock alfa le debió provocar. Jayce agradeció no haber trabajado en ese momento. Estaba completamente cubierto con su ropa, recién medicado y sin sudor abundante que pudiera delatarlo. No es que no confíe en Violet, es que aún no puede decir la verdad a sus amigos. Tal vez nunca pueda hacerlo sin que haya consecuencias terribles.

Aun así, se acercó a la chica y la ayudó a recuperar el equilibrio. La tabla antigravitacional que llevaba en su mano cayó con un fuerte sonido sordo. Rebotó ligeramente y la luz de su fuente de energía biorgánica se apagó lentamente. La sostuvo con cuidado y la llevó a sentarse a un banco cercano. El fuego delineaba sus heridas. Tenía un golpe fuerte en la cien. La sangre coagulada manchaba de negro junto con la tierra y mugre que se le pegó. Su nariz también tenía las dos fosas sucias de carmín, moretones en sus brazos con un ligero color verde que pronto se pondrán negros. Su respiración era pesada y apretó los dientes con un gemido amortiguado cuando se sentó.

”Mierda, eso dolió” se rio sin gracia la mujer alfa. Sus orejas se agitaron.

Jayce fue por un paño limpio y lo mojó. Miró con consternación la ironía que siempre cargaba la mujer. Como si eso ayudara a bajar el estrés. Era un poco irónico, y está seguro de que no es la primera opción para Violet para buscarlo y que sean quien atienda sus heridas. Especialmente por la distancia. Le preocupaba que supiera que estaba aquí en ese momento. Tenía demasiadas dudas, probablemente poco tiempo para saber qué estaba pasando. Violet olía a grasa, sudor y algo primitivo. No estaba seguro de poder identificarlo, porque iba más allá de lo que él conoce. Era un aroma ácido, combinado con… ozono. Ese…, ese aroma sí lo conoce.

Así huelen las gemas hex.

”Te ves como la mierda” se burló Jayce para tratar de mantener el aire tranquilo y mientras limpiaba la sangre y la mugre de su piel.

“Una disculpa, pretty boy” dijo Violet con un quejido denso al sentir la tela húmeda sobre su piel al rojo vivo. Suspiró y se recostó contra la mesa de trabajo “. No tengo el cutis perfecto”.

”… ¿Qué pasó?” Preguntó Jayce sin tener ganas de seguir bromeando.

Supone que Violet tampoco porque su gesto se vuelve serio en el mismo instante en que le hace la pregunta. El momento era denso, casi asfixiante y Jayce puede sentir la premura ahogarse en su garganta con muchas más preguntas de las que tiene en mente. Con la fuerza suprimida en lo más profundo de su núcleo. Su omega se estaba agitando en su interior. No era muy agradable la premonición que estaba fermentando el desconcierto en su cuerpo.

”Se está poniendo cada vez peor, pretty boy” suspiró Violet echando la cabeza hacia atrás y gimiendo de incomodidad “. Hay demasiados problemas con el Shimmer”.

”¿Un ataque en las minas?” Preguntó Jayce con realización.

”Una fábrica, golden boy” abrió un ojo y lo vio con una sonrisa irónica “. Hay una fábrica donde son niños los que trabajan. Los explotan y hubo una amenaza de fugas de ácidos o una mierda así. Intentamos entrar ahí. Pero la cosa se complicó”.

”¿Intentaron?” Preguntó Jayce con un nudo ahogado.

No le agradaba esa afirmación. Sabe que Violet ayuda en varias ocasiones a los Firelights en los atracos y desintegraciones de las distribuciones de Shimmer. Jayce los llegó a ayudar con actualizaciones en sus herramientas y ayudando a Ekko a mejorar la fórmula del combustible de sus aerotablas. Aunque comprende que es por un bien mayor; no duda de que ellos ya deben haber creado series de armas para poder contrarrestar la amenaza.

”Ekko, Powder y Vander” suspiró Violet mientras se separaba de Jayce y se levantaba “. Si no tuviéramos problemas, no habría venido aquí; pero es la placa madre o un carajo así. No entendí muy bien al little boy. Algo de tu tecnología y que necesitaba que lo ayudes a desactivar la cámara. Y tienen a Vander”.

Un aire frío recorrió a Jayce. Vander… Vander estaba en peligro. Él es parte de su manada. Ekko, Powder, son inocentes y siempre intentan ayudar y llegar lejos. El peligro activó algo primal en él que no estaba seguro de querer nombrar. Se levantó en un parpadeo con fuerza. No había tiempo que perder. Cada segundo, cada minuto, era tiempo que no podrá recuperar. Si sabe que él pudo hacer algo para ayudarlos y no lo hace, no podría perdonárselo.

”Vamos” suspiró Jayce con el ceño fruncido.

Violet sonrió de lado: “Es bueno que no te dé miedo ensuciarte las manos. Vamos, entonces, pretty boy. Te alcanzo en un segundo”.

Jayce salió de la forja con la presión subiendo de nivel. Podía sentir la adrenalina recorriendo con todo lo que podía en su sistema. Estaba cegado con el terror de no poder hacer algo al respecto. Salió corriendo de ahí, sin darse cuenta de que Violet se levantó y miró los guanteletes. Ella los reconoció con ojos brillantes.

Ella le había ayudado a Jayce a diseñarlos. A encontrar las partes principales que debería tener en cuenta para hacer de su diseño algo totalmente funcional y que de verdad haga un cambio. Eran lindos. La chica alfa, con renovada energía, sintiendo un próximo shock de adrenalina recorrer su cuerpo se tentó. Estaba segura de que a Jayce no le agradaría que los tomara sin su permiso; pero… simplemente no podría ignorarlo. Hizo una mueca y asintió. Encontró atractivo el botón y al presionarlo, los guanteletes se retrajeron rápidamente. Hasta quedar en dos cilindros mucho más compactos y funcionales.

No lo pensó, simplemente los agarró y levantó su aeronave, escondiendo los guanteletes entre su abrigo y una cuerda.

Es por un bien mayor.

CONTINUARÁ
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Perdón por las faltas de Ortografía.

*Traducción a ’Mi corazón’ en Rumano.