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¡Batea la voltereta!

Summary:

Quizás hacer que un grupo de gimnastas, cada uno con menos conocimientos que el anterior sobre baseball, juegue baseball, no sea la mejor idea...

Pero es divertido, así que, ¿Por qué no?

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Chapter 1: Oye, es raro tener diferentes grupos de amigos, ¿Sabes? Ninguno se conoce entre sí, y cuando se conocen, bueno... ¿Sabes?

Chapter Text

 


 

¿Conocen ese extraño sentimiento de incomodidad que ocurre cuando juntas a dos amigos tuyos, que no se conocen entre sí? Ya sabes, gente que jamás se hubiera conocido de no ser por ti, y que entre ellos tienen poco, o nada, en común. Haciendo así toda la situación poco incómoda a la hora de convivir juntos.

Bueno, Futaba nunca tuvo que lidiar con ese tipo de experiencia.

 

Principalmente porque nunca se mantuvo cerca del mismo grupo de amigos.

 

Cuando hizo sus amigos en el grupo de natación era tan solo un infante, ese tipo de amigos que raras veces se mantiene a una edad mayor, y nunca los volvió a ver en primaria. Por lo cual, en la fiebre de conocer a nuevas personas en una escuela, se olvidó de ellos antes de si quiera terminar la primera semana de clases. ¿Su equipo de futbol en primaria? Tiene vagos recuerdos de ellos. No lo malentiendan, son buenos recuerdos, pero al no ser demasiado bueno -Por no decir que era muy malo- en el deporte no logró congeniar bien con la mayoría. Y, al llegar a secundaria y cambiar de club, pues... No los encontró más allá de saludos casuales por los pasillos.

Su equipo de beisbol era un poco diferente a sus anteriores equipos. Ya era un adolescente más consciente de su vida, y de lo que hacía con ella. Quizás no supiera en realidad que era lo que quería hacer, pero el saber que no tenía el más mínimo, pequeño e insignificante interés en el deporte del club, le hizo mucho más fácil sobrellevar la decepción de no ser elegido para batear, ser cátcher, pitcher o alguna de las bases. Eran suficientes en el equipo para cubrir todos los puestos. ¿Él? Actuaba más como un asistente, a veces remplazando a algún miembro si se lesionaba o faltaba, pero más allá de eso no era alguien de verdadera importancia para el equipo.

En términos generales, su equipo de baseball estaba destinado a ser como el resto de sus equipos. Ya sabían que él no era bueno y preferían mantenerlo en la banca, y él estaba bien con eso. Ya daba por hecho que, al ingresar a una preparatoria, no volvería a verlos y, de nuevo, cambiaría de club. Por lo que no se preocupó demasiado por formar lazos significativos con ningún miembro del equipo.

Con excepción de uno de ellos: El pitcher del equipo.

De todos era el que más se esforzaba en el deporte, incluso los animaba a todos a dar lo mejor de sí para llegar algún día a las nacionales, o algo por el estilo. De haber tenido un mejor equipo, de seguro hubiera llegado lejos, pero lastimosamente no fue el caso. Pero eso nunca lo detuvo y siempre daba todo de sí. Ren Abe, un chico apasionado y radiante, que incluso llegó a tener fe en que él podría llegar a hacer algo por el equipo.

Por supuesto, el autor cuenta toda esta chachara inventada con un propósito. Y es para contar ese momento incómodo en que él, Shotaro Futaba, ya sea por casualidad afortunada o desafortunada, se reencontró con el dichoso Ren Abe en la preparatoria Ao. Los caminos de la vida no son lo que Futaba esperaba, no son lo que él quería...

 

Era un día como cualquier otro, quizás sacado de una escena cliché de cualquier anime de romance, solo que sin el romance. Él iba saliendo de su salón de clases con algo de prisa para así almorzar en el salón del club junto a los chicos, y ya iba con algo de retraso al profesor empeñarse en dar hasta el último minuto de clases.

Por supuesto, chocó con una persona tan solo dar dos pasos fuera del salón. Y, por supuesto, esa persona era el pitcher del equipo que, si era sincero, ya había olvidado. Pero ese no fue el momento incómodo, para nada, de hecho, fue bastante agradable reencontrarse con él de entre el resto de integrantes. Charlaron un poco sobre cómo les iba en su vida, como habían pasado su tiempo de vacaciones y sus motivos para entrar a esa preparatoria. Abe había leído muy buenas críticas sobre el equipo de baseball, y ahora estaba más que dispuesto a llevar a su equipo al interescolar. Todo normal.

Se tornó incomodo cuando pasó de ser un saludo casual a: — ‘Espera, ¿Gimnasia rítmica masculina? ¿Eso siquiera existe?’ – Y luego a – ‘Bueno, el equipo suele ser bastante disperso a la hora de almorzar, y no tengo nada mejor que hacer...’

Y todo el contexto nos lleva al presente, un presente donde estaba la mitad del equipo reunido en el salón del club para almorzar, incluyendo al pitcher.

 ‘Entonces, ¿Ustedes hacen esas cosas con aros y barras y... Cosas?’

— ‘Eso es gimnasia artística, nosotros en realidad-’

 ‘Pero sí podrían, ¿No? ¿O no es su ámbito? Algo como lazos y cintas... Sería eso más sencillo que las pelotas y aros, ¿No?’

 ‘Oye, de hecho, sería genial usar cintas...’

 ‘Onagawa, estoy tratando de explicar algo aquí’.

Tsukidate estaba dando lo mejor de sí para tratar de explicar lo que hacían, aunque la curiosidad de Abe era demasiada como para no soltar pregunta tras pregunta incluso antes de que termine la explicación. Si el vicecapitán estaba molesto por las constantes interrupciones, era demasiado amable como para expresarlo. Afortunadamente no pasó demasiado tiempo antes de que el resto llegase al salón, incluyendo a la asistente que, luego de lidiar con dos preguntas del pitcher, decidió mejor mostrarle fotos y videos sobre las prácticas y las antiguas presentaciones del equipo.

Fue una buena forma de tener al curioso pitcher callado mientras terminaban sus almuerzos y hablaban de forma más tranquila. De vez en cuando Shichigahama, orgulloso de sí mismo y de todo el equipo, se acercaba a Abe para explicar algunos tecnicismos sobre la gimnasia rítmica; luego Onagawa se llevaría al capitán por el cuello a otro lado del salón, permitiendo así que Tsukidate pueda explicar lo mismo dicho por el capitán, solo que de forma más apropiada y no con sonidos asociados a cada movimiento.

Dejando de lado la incomodidad que sintió al inicio al no saber cómo presentar a Abe al equipo y viceversa, fue un rato bastante agradable. Además, no siempre se veía a los superiores presumir con tanta pasión lo que hacían. Así que ahora, Misato, Watari y él, estaban en segundo plano mientras los superiores se entretenían con Abe, Kurikoma esperando sentada junto a ellos que le devolvieran la tableta mientras almorzaba su bento.

 ‘¿Si saben que está en otro club, no?’ – Misato susurró con la ceja levantada, guardando en su mochila el empaque de su almuerzo. El comentario quizás haya intentado ser un chiste -Conociendo a Misato, era muy probable que no-, pero la forma en que los tres chicos de tercer año se maravillaban a la hora de explicar la disciplina al beisbolista parecía casi como un intento de convencerlo de unirse al club.

Él rio por lo bajo, centrando su atención en terminar su almuerzo. Watari como mucho hizo un sonido apreciativo para indicar que había escuchado, pero se mantuvo en silencio, sin apartar la vista del pitcher. Era extraño ver al peliverde tan silencioso y receloso de Abe, quizás imaginando todo como una de sus películas de yakuza: una escena donde un infiltrado aparece para robar información, o lo que sea, y luego hacer caer al grupo. Lo más seguro es que esté listo para atacar en cualquier momento, por lo que sería bueno tenerle un ojo encima antes de que haga algo digno de expulsión.

Más allá de la charla en la que se enfrascaron, no hay nada destacable, pasando el tiempo de descanso en una tranquila paz, solo con la integración de alguien nuevo. Este evento podría pasar debajo de la alfombra, sin pena ni gloria, y dejarse como un evento casual que no se repetiría.

Hasta que Shichigahama decidió abrir la boca, sugiriendo que podría acompañarlos a una práctica para mostrarle mejor como era todo. Ahora las palabras de Misato cobraban un poco mas de sentido.

Pero lo peor del asunto fue que Abe, en realidad, aceptó.

Con la condición de que, en algún momento libre, el club de gimnasia rítmica masculina se una al equipo de baseball para un partido tranquilo solo por la convivencia.

 

Y bueno, teniendo en cuenta el título del fic, ya imaginarás por donde va todo...