Chapter 1: Confrontaciones
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El día estaba fresco, como muchos anteriores que indicaban la rápida culminación del verano, y eso también significaba el inicio de las clases a la vuelta de la esquina. El recuerdo de lo ocurrido en la sexta edición de los Juegos Extremos parecía lejano, o, al menos, eso era lo que Bradley Cremanata III quería creer.
Desde la ventana de su dormitorio en el campus, observaba cómo todos parecían estar pasándola bien. Reían, paseaban, comían, hacían actividades al aire libre... Y entre toda esa gente, a varios metros de distancia, lograron distinguir a los miembros de la fraternidad a la que alguna vez perteneció. Conversaba después de lo que parecía haber sido un buen entrenamiento.
Era irónico. Él había sido el rey de ese grupo: el mejor patinador, un tipo modelo, estudiante ejemplar. Lo mejor de lo mejor. Y ahora... Bueno, no es que fuera un don nadie. Seguía siendo brillante en los estudios, popular y deseable. Pero lo ocurrido en los Juegos provocó que todos lo condenaran sin apelación. Nada volvió a ser igual. Podrían halagarlo, asistir a sus fiestas, incluso buscar su compañía... pero siempre con esa mancha en su historial social. Siempre sería el tramposo de los Juegos Extremos.
Y ese solo era la parte "buena". Durante las primeras semanas posteriores al evento, sufrió un aislamiento social espantoso, sin precedentes para alguien como él. Ignorado, señalado, blanco de rumores y susurros a sus espaldas. Todo eso fue demasiado, y en cierta forma, aún lo era. Pero de a poco intentaba volver a ser él mismo. O eso quería pensar. O fingir.
Creía merecerlo. Sabía que no debía haber hecho lo que hizo. Nunca fue su intención lastimar a nadie, al menos no a ese grado. Nunca a Tanque. Nunca a...
Qué estúpido había sido.
Si. Lo merecía. Merecía todas las consecuencias. La expulsión, el rechazo, el desprecio. Tal vez no supo manejar la presión de su padre con la universidad, ese hombre siempre encima de él, queriendo que fuera más, que fuera perfecto, sin un atisbo de error. Y él cumplió. Siempre cumple. Se aferraba a la idea de que era por su propio bien.
Con el tiempo entendió que no se trataba de él. No era un padre preocupado por su hijo, sino Bradley Cremanata II buscando crear una copia mejorada de sí mismo: sin defectos, sin debilidades, capaz de alcanzar todo lo que él no logró. Como si a Bradley realmente le interesara.
Recordó con amargura el día en que su padre lo encontró practicando con su skate, a los 17 años. Le rompió la tabla en pedazos y la arrojó a la basura, gritándole que ningún Cremanata se rebajaría a practicar ese deporte para vagos. Fue la primera —y última— vez que Bradley se atrevió a desafiarlo.
“Es mi pasión”, le dijo con rabia. “Puedes destruir mil tablas, pero siempre voy a encontrar una forma de seguir patinando.”
El castigo que vino después le recordó por qué nunca debía levantarle la voz a su padre.
Se estremeció al recordar esa noche. Sintió un nudo en el estómago, y presionó su patín con más fuerza, como si al hacerlo pudiera borrar el pasado.
Y no fue la derrota en los Juegos lo que enfureció a su padre, sino las trampas y engaños que lo dejaron expuestos. Que mancharon el apellido. Que atentaron contra el legado. ¿Preocuparse por si estaba bien? ¿Por si se había lastimado? Jamás. Pero sí tuvo tiempo de gritarle que todo era culpa de "ese maldito deporte".
Volvió la mirada a la ventana. Los Gamma ya se habían ido. Miró su reloj: 5:24 pm Si se apuraba, podría practicar un poco antes de que anocheciera. Ahora que sus excompañeros ya no estaban, el parque estaría más tranquilo. No es que les tuviera miedo —sabía que lo ignoraban, igual que todos—, pero prefería evitar el rechazo directo... o peor aún, la indiferencia.
Tomó su casco, salió con un profundo suspiro, y se dirigió hacia el parque de patinaje.
Llegó en unos minutos. El lugar estaba casi vacío, salvo por unas pocas personas desconocidas, aunque seguramente lo reconocían a él. Podía sentirlo en sus miradas, en sus susurros apenas disimulados. Decidió ignorarlos. Se dirigió a una de las rampas, se deslizó sin muchos trucos y subió de un salto a uno de los barandales.
Entonces la escuchó.
Una risa. Esa risa.
La reconocería en cualquier lugar. A un kilómetro de distancia, entre una multitud de millones.
Max Goof.
Lo vio entrar al parque junto a sus dos amigos, con esa confianza irritante y esa sonrisa brillante que lo desquiciaba. Tan brillante que lo distrajo... y cayó. Perdió el equilibrio, se deslizó por el barandal y golpeó el suelo con fuerza. Maldición. Debió traer sus rodilleras.
El golpe alertó al trío, que se acercó creyendo que se trataba de algún chico del campus. No esperaba encontrar a Bradley Cremanata III tirado en el suelo. Max tardó en reconocerlo; si se hubiera levantado con la gracia de siempre, quizás no habría ido a ayudar... o quizás sí. Pero Bradley se veía diferente.
—Oye, Brad, ¿Qué sucede? —preguntó Bobby con burla—. ¿El rey cae de su trono y ni siquiera puede cruzar un simple barandal?
Bradley fulminó con la mirada a los dos idiotas detrás de Max, pero fue a él a quien sostuvo la mirada. Y entonces lo vio. No había burlado. No había desprecio.
Había algo peor: lástima.
Se puso de pie con rapidez. No permitiría que alguien tan inferior lo mirara hacia abajo.
—Te aconsejo, novato —dijo con altivez, ignorando a Bobby—, que, si vas a soltar esa escandalosa risa tuya en público, al menos te hagas responsable por los accidentes que provoca tan irritante distracción.
Esperaba incomodarlo, avergonzarlo por su peculiar risa. Pero era Max Goof.
—Mi risa te distrae, Brad?
Odiaba que lo llamara así. Lo detestaba. Pero lo odiaba aún más viniendo de él. Y lo sabía. Max lo sabía muy bien. Porque se acercaba con cada palabra, con esa actitud "amenazante" tan suya.
—Número uno: ¡no te atrevas a decirme así! —gruñó Bradley.
Max se acercó más.
—Y número dos... Otro paso. Estaba a menos de medio metro.
—Tú...
—Yo ¿qué? —Max lo miraba con esa maldita sonrisa torcida, imperfecta y extraña. Tan suya.
—No me he reído —dijo finalmente, con voz suave.
No estaba coqueteando. Claro que no. Eso sería absurdo. Solo intentaba ser casual, desafiante. Y al parecer estaba funcionando, porque Bradley no encontraba qué decir.
—Me importa poco si te ríes o no, novato. Solo no estorbes en mis entrenamientos.
—Ni siquiera estaba estorbando —interrumpió PJ—. Que por negligencia opresora de tu dudoso buen juicio terminaras con las consecuencias predilectas de tu falta de protección, actitud deplorable, por cierto, para un autoproclamado rey de esta actividad deportiva, no se relaciona directamente con Max, pero es ridícula la forma en la que indirectamente arden por pasiones compartidas, y no atléticamente hablando.
—¿Qué? —dijeron Bobby y Max al unísono. Aunque ya estaban acostumbrados, no podía seguirle el ritmo.
Bradley, por su parte, sí entendió. O creyó entender.
—¡Solo quítense de mi camino! —bramó, sonrojado, tomando su skate y alejándose con grandes, elegantes zancadas.
—PJ, ¿Qué le dijiste? —río Bobby.
—Qué importa, hermano. Al menos hizo que se fuera.
Pero Max no lo dejó ir del todo. No en su mente.
No después de verlo así. Su presencia se le quedó pegada, como una canción que odias, pero no puedes dejar de tararear. Y eso lo irritaba más que la confrontación tenida.
Chapter 2: 𝑈𝑛𝑎 𝑔𝑢𝑖𝑡𝑎𝑟𝑟𝑎
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En vez de seguir en otra parte del parque con su práctica, Bradley fue a uno de los rincones más solitarios del lugar. Esos sitios que nadie conoce salvo aquellos lo suficientemente solos como para buscarlos; vacíos, espeluznantes para algunos, bellamente pacíficos para otros. Él prefería estar allí. Ya estaba harto del encierro en su dormitorio y volver no era una opción, ya que eso significaba pasar por donde probablemente Goof y los demás aún estaban.
Trató de no pensar en lo ocurrido. Esa había sido la interacción más grande que habían tenido desde el final de los Juegos Extremos. Y no era porque Max lo ignorara por resentimiento... en realidad, era todo lo contrario. Había visto los nada sutiles intentos de acercamiento: bromas, provocaciones infantiles, retos en skateboard. Bradley optó por alejarse, lo cual no fue difícil, ya que los estudiantes de segundo y cuarto año no compartían muchas clases... casi ninguna, de hecho. Mucho menos de carreras tan distintas. Y como el lugar donde coincidían más era en el parque de patinaje, empezó a practicar menos.
Por semanas, tomó nota mental de los días y horas en que Max practicaba, evitándolo como la peste y saliendo solo cuando sabía que ya no estaba. Pero ese día, en su intento de evitar también a los Gammas, se le pasó por alto. Y ahora estaba allí, en una esquina alejada del parque, autorrecriminándose por las estupideces que dijo por culpa de Goof.
Un sonido entre los arbustos cercanos llamó su atención.
No se movió. La curiosidad lo mantuvo en su sitio, aunque la idea de que fuera una broma o que alguien lo estuviera observando en ese rincón tan solitario del parque le hizo pensar que lo mejor sería levantarse y volver. Pero su cuerpo no reaccionó de inmediato. No tuvo que pensar mucho más, ya que de entre las hojas y ramas cayó sentada una señora, de espaldas al chico. La sorpresa hizo que Bradley retrocediera un poco.
—Ah, por el amor de... —murmuró ella, luchando contra el arbusto para sacar algo que estaba claramente atorado—. ¡Devuélveme mi tabla!
Tras un fuerte tirón, el objeto salió: un skate de color rojo ladrillo, con figuras extrañas, pintadas a mano, en un tono marrón.
Bradley aclaró la garganta para hacerse notar, lo cual solo resultó en una corta mirada de la mujer, que seguía concentrada en revisar si su preciado objeto estaba bien.
—¡Oh! Emm... Hola, cariño —dijo con soltura—. Lamento si estoy interrumpiendo, pero el universo al parecer me ha destinado un día no muy tranquilo —suspiró, mientras continuaba con la inspección del skate.
Bradley la analizó de arriba abajo. Cabello miel, rizado, abundante, pero esponjoso y desordenado, quizá por todas las ramas, hojas y —¿eran bayas? — que traía encima. Se limpió un poco la camiseta blanca que llevaba, sin mucho éxito; seguía cubierta de barro. Ni hablar de los jeans acampanados, rotos en algunas partes... ¿Qué le había pasado a esa mujer?
El hecho de que estuviera allí, invadiendo su espacio y actuando como si no supiera quién era, lo irritaba. Tal vez no lo conocía. Si sabía algo de eventos importantes del skate, tendría que conocerlo. Pero si no lo hacía, debía vivir debajo de una roca. Aunque eso también podía tener un lado positivo: no conocería lo que pasó en los últimos Juegos. A fin de cuentas, le daba igual si lo conocía o no. Ya no le quedaban comentarios nuevos por escuchar sobre aquello.
Se aclaró la garganta de nuevo para recordarle que seguía ahí:
—Bradley, señora. Bradley Cremanata III. —Ella lo miró con asombro, dejando de prestar atención al skate—. Posiblemente me conozca si sabe algo de los eventos nacionales de este deporte —señaló la tabla.
Ella lo observó con intensidad, como si intentara adivinar de cuál de sus vidas pasadas lo conocía, repasando su rostro y su alma.
—Bueno... yo no estoy al tanto de muchos eventos —balbuceó—. Soy más... independiente.
—Ajá —respondió él, incómodo por lo fija que era su mirada.
—Santo cielo... Cremanata.
—Sí, señora, soy yo. Y déjeme decirle que observarme de esa manera es ciertamente maleducado.
Ella apartó la mirada, avergonzada.
—Es que yo... No importa. Lo lamento. El universo trabaja en formas mágicas y misteriosas —declaró.
—Sí, eso creo... —Bradley quiso irse en ese momento. Por la apariencia de la mujer, era obvio que era de ese tipo de personas espirituales totalmente irritantes. Esperaba que lo siguiente no fuera un sermón sobre el destino, los chakras y cosas así—. ¿Entonces, usted me conoce o no?
—Por supuesto que sí. El muchacho de los Juegos Extremos —Bradley deseó que lo tragara la tierra—. Déjame decirte que armaste un verdadero espectáculo, querido.
—Estoy consciente de ello, pero nadie entenderá mis razones —espetó, a la defensiva.
—No necesitas que la gente entienda tus razones, Bradley —le habló con un deje de lástima que no le gustó—. Necesitas demostrar que estás arrepentido.
El chico chasqueó la lengua.
—Como si fuera fácil.
—Nunca dije que fuera fácil —respondió, poniéndose de pie—. Dije que era necesario.
Puso su skate en el suelo, se posicionó y dijo:
—Un gusto, querido.
Sin más, se deslizó lejos, dejando a Bradley con las palabras en la boca. Al desaparecer de su campo de visión, se dio cuenta de que nunca supo el nombre de aquella mujer.
Unos días después, ya acercándose el final del verano, el clima anunciaba que las clases estaban a la vuelta de la esquina. Para muchos, eso significaba la llegada del evento social más esperado del año: la fiesta de fin de verano. Para otros, era la cuenta regresiva para entregar informes y trabajos antes del inicio de semestre. Bradley estaba en este segundo grupo.
Apenas había podido terminar sus tareas; tenía un proyecto para el Taller de Diseño que debía entregar esa semana, y pasaba las noches enteras entre planos, renders y el modelo a escala que debía entregar iniciando el semestre. Tenía los dedos llenos de cortaduras y restos de pegamento. No había dormido más de tres horas seguidas en días, tenía demasiado que estudiar para el inicio de clases. O eso pensaba él, explotando su mente y cuerpo por mantener su posición académica. Después de todo, era lo que le quedaba.
Sin encontrar solución, decidió salir a caminar. Qué importaba si eran las cuatro de la mañana y las calles estaban desiertas. No le importaba nada. La falta de sueño y la frustración bastaban como motor. Así que salió del dormitorio sin rumbo fijo, solo caminó. Para su sorpresa, eso le ayudaba poco. Mentalmente repasaba lo que debía hacer: terminar dos informes para puntos extra, culminar dos lecturas vacacionales, llevar todos los libros a la biblioteca y soportar la cara de reprobación de la señora Marpole; además, buscar recuperar su estatus social en la universidad y organizar la mejor fiesta de fin de verano para ser nuevamente apreciado por los Gammas.
Bueno, esa última parte era un extra. Pero sí, quería ser aceptado de nuevo en la fraternidad. Quería recuperar su amistad con Tanque, aunque su padre hubiera dejado claro que no debía volver a ese camino. En realidad, su padre se alegró de pensar que su hijo había dejado el skate. Estaba equivocado. Bradley pensaba seguir usándolo. Y, le gustara a su padre o no, intentaría volver a los Gammas.
Llegó a una plaza. Y digo "llegó" porque se detuvo ahí, en lugar de simplemente seguir caminando por un lugar que nunca frecuentaba. Pero —siempre hay un pero— esta vez era un sonido. Eso lo atrajo a la plaza. Era una guitarra. No muy melodiosa, como un novato luchando por tocar su primera pieza. Y no era cualquier novato. Era él.
Se acercó a una banca, manteniendo una distancia prudente.
—Tocas horrible.
Max levantó la vista, pero no se detuvo.
—Hey, Brad. Tomando en cuenta que normalmente ni siquiera me dirigirías la palabra, que me digas eso ya es un logro.
—No sabía que mi atención significaba tanto para ti como para intentar tocar la guitarra —Max disimuló una risa nasal—. Pero me temo que no lo haces muy bien.
—Al menos no soy horrible.
—Yo diría que sí, novato.
—Si soy tan malo, ¿por qué sigues escuchándome tocar?
Bradley quedó en blanco. Era la segunda vez en sus últimos encuentros que Max lograba dejarlo así. Goof lo miró con una sonrisa de suficiencia.
El rostro de Cremanata era un poema para Max. Era increíble cómo pasaba de la estupefacción al enojo y al asco al mismo tiempo.
—Bueno, ya puedes irte, Brad —dijo, volviendo a su melodía. Sabía que aún sonaba mal, había estado horas tratando de afinar sin éxito.
Sin aviso, el instrumento fue arrebatado de sus manos.
—¿Qué estás—?
—Por Dios, Goof. Si vas a estar estropeando el silencio de la noche y el sueño de los demás, al menos haz que esta cosa infernal suene mejor.
Se sentó a su lado sin pedir permiso y empezó a mover clavijas. Antes de que Max pudiera reaccionar, asustado de que fuera una trampa para romper su guitarra, Bradley ya pasaba los dedos por las cuerdas. Sonó un hermoso acorde. Hubo un momento de silencio. Repitió una parte de la música que antes tocaba Max, pero ahora era hermosa y fluida.
La escena lo desconcertó. Bradley Cremanata III, en plena madrugada, estaba sentado junto a él, Max Goof, el novato que arruinó su puesto como rey de los Juegos Extremos, tocando una guitarra, iluminado por la luna creciente. Y con una expresión suave en su rostro, una que Max nunca había visto. Una que... le pareció linda.
Cabe aclarar que la mujer es un personaje original y posiblemente sea claro quién es 👀
Probablemente subiré una pequeña playlist a Spotify inspirado en este fanfic ✨<br />
También lo pueden encontrar en Wattpad con las canciones de cada capítulo que voy subiendo (se siente raro ser yo, esta vez, la que escribe y no la que lee) 🤸🏾<br />
Gracias por el pequeño recibimiento! 💗
Chapter 3: ¿𝐸𝑠𝑡𝑎́𝑠 𝑏𝑖𝑒𝑛?
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No. No, no, no. Cremanata era un cretino. Un tramposo. No podía parecerle... lindo. Ni siquiera su expresión. ¡Eso no tenía sentido!
Es cierto que tenía facciones propias de un adinerado como él, un cabello que era imposible que fuera así de manera natural —ni por el color ni por su forma. Él podía jurar que era teñido. Y debía usar una buena cantidad de productos caros para que brillara así, tan sedoso.
También tenía ojos de un azul electrizante; seguramente muchas habían suspirado por ellos, sería lo más lógico. Pero ahora esos ojos estaban ojerosos, se veían agotados, sin esa perspicacia demandante que usualmente tenían. Se fijaba en los acordes que tocaba: sus manos se movían con delicadeza, como quien tiene años de práctica, casi sin esfuerzo. Y al volver a su rostro, notó que sus labios se curvaban ligeramente en una sonrisa cansada, apenas abierta, como si cantara entre dientes o mencionara el acorde a continuación, pero mantenía la forma de una sonrisa.
¿Por qué es que había empezado a contemplarlo?
La mirada fue percibida por el otro. Sus ojos se encontraron; y el rubor de vergüenza creció en Brad. La guitarra se detuvo.
¿¡Qué mierda estaba haciendo!? ¿En la madrugada? ¿Tocando guitarra con Goof?
¡Qué estupidez es esta!
—No te detengas por mí, Brad —rio—. Yo no estoy aquí.
El chico dejó salir una pequeña risa nasal.
—Ojalá fuera tan sencillo ignorarte...
—¿Qué dijiste?
El rubor en sus mejillas se intensificó. Trágame tierra.
—¡NADA! Toma tu estúpido instrumento —la pobre guitarra fue apartada bruscamente, con torpeza.
—Oh, wow. Está bien —reía, y eso ponía a Bradley más nervioso.
—Sí, como sea. Da igual, de todos modos, ni siquiera tengo por qué estar aquí.
—Pero lo estás. ¿Por qué?
—Eso es algo que, a ti, novato, no te incumbe ni debería interesarte. Y aunque sí lo hace —lo cual no te culparía por admitir— no es algo que te diré.
Silencio. Después de su dramática frase, solo hubo silencio.
Buscó la mirada de Max tras haberla evadido al devolverle la guitarra; y lo encontró mirándolo de una forma extraña. No con lástima, como antes, sino más bien analizándolo a través de lo que decía.
—¿Estás bien, Bradley?
—¿Qué?
La pregunta sonó tan irreal para él.
—Que si estás bien —repitió el muchacho—. Oye, sé que no somos los mejores amigos, pero tú te ves...
—Sí, Goof, tú y yo no somos amigos. Ni de cerca —trató de volver a su tono petulante—, así que no tienes por qué preguntar. Muchas gracias.
—No tienes que hacer eso, lo sabes, ¿no?
Brad enarcó ligeramente una ceja, esperando la explicación de eso.
—No tienes que ser un estúpido patán. Aquí no hay nadie más. No tienes que probarle a alguien que nos detestamos.
—¡Ja! De hecho, novato, nos detestamos. Y esto... —señaló a los dos y a la guitarra— Esto no significa nada. Es más, no tendría por qué estar pasando.
—Habla por ti. En lo personal, no te detesto mucho.
—Por sorprendente que sea, lo sé. No eres muy sutil.
—Tú tampoco lo eres.
—Claro que sí...
Max lo miró divertido.
—O sea, lo que quise decir— es muy obvio que yo—
La extraña risa del novato inundó la conversación y arrasó con las palabras y excusas que Brad pudo haber inventado torpemente entre balbuceos. Quiso reír ante la invitación tan contagiosa, pero su orgullo le decía que estaba siendo humillado.
—Qué divertido, Goof —su mirada desafiante trataba de ocultar su rubor—. Sin tus amigos, solo y desprotegido en medio de la noche en el campus, tienes la osadía de burlarte. Poco inteligente.
—Oh, Bradley... —se limpió las lágrimas que aparecieron por tanto reír—. Imagino que piensas que tienes ventaja...
Podría ser. Le ganaría en una pelea, puesto que no tenía a sus insoportables amigos ni ninguna otra persona que lo defendiera.
—...pero no lo has aprovechado aún. Lo que indica que sigo teniendo razón.
El chico se levantó para irse. Su orgullo y la vergüenza por exteriorizar sentimientos le gritaban que escapara de esa situación. Pero Max le cortó el paso rápido.
—¡Hey, hey! Lo lamento. Brad —se negaba a moverse, por más que Cremanata lo esquivara—. Sé... Sé que a lo mejor soy la última persona con la que quieres hablar. Y no tengo ningún derecho de... de entrometerme en tu vida. Pero créeme que trataría de entenderte si quisieras hablar.
Quedó en blanco.
—No. No, Goof. Tú no entiendes.
—Pruébame.
—Novato... —Exhaló—. Déjame en paz. No tienes idea de lo que es la presión social. Tú solo estás por ahí caminando libre con tus dos... ugh...
—¿Amigos?
—Como sea.
—Bradley, no puedes hablar en serio —hubo un pequeño silencio—. Escucha, no me cuentes. No estás obligado. Pero no creas que no sé lo que se siente. Todos tenemos problemas.
Le mostró su brillante sonrisa, de dientes algo torcidos —aunque Bradley no creía que viniera al caso— y se alejó caminando tranquilo.
Cremanata se encontró a sí mismo en medio de la noche, manteniendo la mirada en la silueta lejana de ese moreno hasta que ya no hubo rastro de él. Como si nunca hubiera estado allí.
Oh, pero sí lo había estado. Se notaba en el rubor de sus mejillas.
Capítulo corto pero con mucha tensión 💘 jakjakjakja
Gracias por el apoyo y los lindos comentarios, los quiero 💋
vampieregirl on Chapter 1 Fri 30 May 2025 08:43PM UTC
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Abi_05 on Chapter 1 Fri 30 May 2025 09:20PM UTC
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0range_And_Poetry on Chapter 1 Sun 01 Jun 2025 02:11AM UTC
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Abi_05 on Chapter 1 Sun 01 Jun 2025 02:14AM UTC
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Gioolep on Chapter 1 Thu 05 Jun 2025 05:00AM UTC
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Abi_05 on Chapter 1 Thu 05 Jun 2025 12:09PM UTC
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0range_And_Poetry on Chapter 2 Sun 01 Jun 2025 02:19AM UTC
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Catanimes127 (Guest) on Chapter 2 Tue 03 Jun 2025 01:08PM UTC
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