Chapter 1: Prólogo
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PRÓLOGO
No existe la oscuridad si no hay luz.
No existe el mal si no hay bondad.
No existe la vida si no hay decisiones.
Su vida es existente gracias a las elecciones que se han tomado.
MADRE
La última voluntad de su madre fue escuchada, pero los aurores no evitaron reírse antes de arrojarla a su celda; fría y triste como el nombre que había elegido para su hija. «¡Lo que digas, loca desquiciada! ¡Haremos que tú hija te odie aún más!» Le decían a Jade Lestrange entre risas llenas de furia, ya que aquella mujer de larga y rizada melena había cometido atrocidades, y haber parido a una bebé en pleno Azkaban era la menor de ellas.
La mujer sonrió fríamente. Había ocultado su embarazo de manera increíble, a tal punto de llegar al noveno mes sin pista alguna, hasta que sus desgarradores gritos retumbaron en toda prisión, alterando aún más a los prisioneros que tenía como vecinos. Los dementores no evitaron acercarse a ella, queriendo alimentarse de aquél dolor gratis que Jade gritaba sin piedad.
Rasgaba las paredes con las largas uñas, mordía una bola de tela que tenía por cobija, y sus lágrimas salían de sus ojos sin parar, pidiendo que aquél dolor se detuviera. Era realmente impresionante como había logrado soportar casi siete horas de contracciones, caminando de aquí allá en la pequeña celda, intentando quedar aún más loca de lo que ya estaba. «Todo sea por la profecía... Todo sea por la profecía» Intentaba repetirse después de que se le pasaba una contracción, pero llegó el punto en que estas pasaban cada cinco minutos, y los gritos eran cada vez más constantes, alarmando a varios aurores de la prisión de Azkaban.
Los dementores se acercaban cada vez más, haciendo aquél dolor más agobiante. La asfixiaba de una forma tan extraña, que sentía que se volvía parte de ella misma. De repente, por fin había ocurrido, y un llanto volvió a escucharse, pero este era diferente, era el de un bebé recién nacido. Jade agachó la mirada y tomó entre sus brazos a la criatura que lloraba, sin importarle lo tan cerca que se encontraban los dementores, ya que el pedir ayuda jamás le había pasado por la cabeza.
Era muy extraño; ninguna de las criaturas se había acercado a intentar besar a alguna de las dos, solo se quedaron ahí, pareciendo admirar a la criatura que lloraba en los brazos de aquella mujer, como si se tratara de uno más de ellos. Jade miraba a su hija, no con admiración o amor, como se supone que debería ser, sino con satisfacción y deseo.
—Eres perfecta... —susurró viéndola sin siquiera acercarla a su pecho, como si de un trofeo se tratase —. El señor tenebroso estará encantado, seré su mayor orgullo, y tú su arma perfecta... Solo esperaré aquí a que me saque, te encontraremos y nos ayudarás a hacer este asqueroso mundo un lugar mejor... Haremos desaparecer esos estúpidos y repugnantes Muggles y sangres sucias... —susurró a la bebé con una voz lunática, con unos enormes ojos brillantes de maldad.
Uno de los dementores que se encontraba más cerca, sacó lo que parecía ser una mano por debajo de la túnica negra. Acercó su pegajosa y huesuda mano, tocó el desnudo y sucio pecho de la bebé y esta cesó su llanto, miró a su madre (o eso pareció ser), y Jade pudo ver unos ojos grises, tan oscuros como las capuchas de los dementores. Estaban destinados a ser igual de enormes a los de su progenitora.
Unas pisadas desesperadas se escucharon, y un patronus en forma de rana se abrió paso, ahuyentando a los dementores que habían rodeado a la mujer y a su bebé. Detrás del patronus se acercaron unos Aurores con varitas en mano, listos para atacar si era necesario, pero se llevaron la enorme sorpresa de ver a Jade con una bebé en brazos, que aún se encontraba conectada a ella por el cordón umbilical. Una de las Aurores se cubrió la boca, sin creer lo que veía.
PADRE
Su padre era capaz de matar a cualquiera que se le atravesara en el camino, pero no por amor, sino por sed de aceptación. Rabastan Lestrange había logrado recuperar a su hija, y la cuidaba como si fuera un cristal muy valioso, uno que estaba por regalar a un mago que tenía intenciones espantosas que hacer con aquella criatura. Rabastan estaba tan orgulloso de sí mismo, había derrotado a Aurores en el ministerio de magia, que era donde había escuchado llegar a su hija.
—¡Exacto! Nadie de nosotros sabíamos que estaba embarazada —escuchó a una de los aurores al otro lado de la pared. Se encontraba camuflado por una poción multijugos, algo bastante común entre los mortifagos —. Cuando llegaron ya tenía a la criatura en sus manos, dicen que fue una escena en realidad espantosa, y su última voluntad antes de que se la quitasen fue que conservara el nombre que le eligió.
—¿Y lo hicieron? —se escuchó la voz de un hombre.
—Aún no, ¡Pero dijeron que si lo harían! ¡Y que bárbaros en hacerle caso, es un nombre demasiado horrible! —sentenció.
—Bueno, mejor que Lemetendia, si lo es, apuesto.
—Oh, Cállate...
La marca tenebrosa en su brazo empezó a arder, pero no se iría con las manos vacías, debía entregarla. Finalmente escuchó que su hija se encontraba en el departamento de Aurores, justo a dónde se dirigían aquellos dos. Los siguió sigilosamente con un encantamiento desilusionador, cuidando no chocar con alguna persona, o llamar la atención. Al llegar pudo distinguir a la bebé profundamente dormida en lo que parecía ser una cuna improvisada con miles de ropas. Ya se encontraba limpia y vestida, mucho mejor aspecto que del que salió de Azkaban.
La tal Lemetendia cargó a la bebé en brazos cuando esta empezó a llorar, no tardó en tenderle una mamila preparada.
—¿Qué harán con ella? —preguntó su compañero, viendo la escena.
—Lo más probable es que la dejen en un orfanato, pero es muy triste y preocupante, tiene apenas días de nacida —se le entre cortó la voz.
—Y, ¿Cuál era el nombre que decías? —volvió a preguntar el Auror.
—Misery Nox —dijo volviendo a dejar a la bebé en la cuna de trapos —. Ya diciéndolo muchas veces no suena tan horrible. Solo yo sé que es el nombre que eligió, me lo dijo antes de irme de su celda.
—¿Y por qué le hiciste caso? ¡Es una mortifaga! —intentaba comprender —. ¡Ha hecho cosas horribles!
—¡Lo sé! —alzó ligeramente la voz y la volvió a bajar cuando Misery Nox se removió —. Pero... Es su madre, fue lo que ella quiso... No pude evitarlo, ya la registré con ese nombre…
—¿Que-has-hecho-qué? —exclamó de repente el hombre, vio como su compañera le extendía un acta de nacimiento con solo el nombre y año rellenados — Por Merlín, Leme, no era tu responsabilidad hacer esto...
—¡Es su madre, Lazter!
—¡Y es una mortifaga! Con eso es suficiente para que no tenga derecho alguno sobre ella.
Rabastan Lestrange solo estaba quieto, escuchando detenidamente la conversación, pero no le quedaba más tiempo para más charlas, así que sacó y empuñó su varita. Nadie se esperaba aquél ataque, ya que cuando otros Aurores regresaron a su área de trabajo, encontraron los cadáveres de Lemetendia Edwards y Lazter Matthews junto a la cuna improvisada que ahora se encontraba vacía al igual que los ojos de ambas personas.
El rostro de Lord Voldemort estaba lleno de satisfacción y sed de poder al ver llegar a Rabastan Lestrange con su propia hija en brazos y directamente entregársela como si de una ofrenda se tratase. La tomó y la analizó con aquellos ojos que atormentaban a muchos, tenía la victoria asegurada, pero solo le faltaba algo; que la menor pudiera hablar, un simple texto y todo quedaría sellado, hacer Horocruxes era algo seguro, pero que Misery Nox leyera un simple texto sellaba su contrato como una persona inmortal.
M.N.
No tardó en mandar a todos quienes fueran necesarios en criar a la bebé, solo le urgía que aprendiera a hablar. ¿Qué pasaba con su madre? ¡Eso era lo de menos! ¡Ya tenía el arma de su más grande éxito! Todo era felicidad, hasta que llegó a los oídos del señor Tenebroso; una profecía. Misery Nox había cumplido apenas el año, y el aura oscura de los Lestrange y los Malfoy la criaban, intentando convertirla en una más de ellos, pero una extraña energía dentro de ella se negaba.
«Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida...
El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el séptimo mes...»
Una profecía incompleta llegó a sus oídos, por unos instantes sintió la amenaza de Misery Nox, pero tontamente recordó que ella era nacida de un mes más distante, así que optó por alguien más, alguien que ese mismo año, el día de cumpleaños número dos de Misery Nox, se volvería muy famoso en contra de su voluntad. «Están en el valle de Godric, amo. Están escondidos en una casa en el valle de Godric». Aquellas palabras fueron suficientes para que el nombre de Misery Nox fuera olvidado tan rápido como la muerte de los Potter en esa noche de Halloween.
Su nacimiento fue un misterio tan grande como el de cómo llegó a aquél orfanato de Norwood, con solo una nota, sobre su nombre. Solo dos nombres, sin apellidos, solo Misery Nox. Una pequeña de tan solo dos años ahora rondando en un nuevo hogar, lleno de niños extraños para ella, inconsciente de lo que estaba pasando, asustando a muchos con aquellos oscuros y grises ojos, con una calidez que empezaba a surgir de ella, sin darse cuenta que gracias a ella, alguien más era infeliz.
Una profecía contra otra, peleando por cuál era la razón de ser de otra. Pero la que nombraba a Misery Nox no eran solo palabras, también traía consigo otra, una que definitivamente hacía el arma aún más perfecta, dos contra una.
Misery Nox estaba destinada por no solo una profecía, sino dos, y sería obligada a completarla, y la muerte era una opción muy sencilla, pero el destino no la dejó hacerlo. Ahora solo era cuestión de tiempo, y de eso había bastante. Misery Nox ya sabía leer, y eso bastaba y sobraba, solo faltaba una cosa; terminar con lo que se había comenzado, terminar con aquél que fue señalado como su igual, pero esta vez no lo haría solo.
Dos profecías la respaldaban, y no podrá detenerlo, por más corazón que tenga, su alma está atada, su futuro está escrito y sus acciones más horripilantes, más horribles que el asesinato mismo serán recordadas por todos, y sus consecuencias serán aprendidas sobre ella.
«Feliz cumpleaños Misery Nox, y gracias por hacer de su infancia la peor de todas»
Chapter 2: 1. Efecto mariposa
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Capítulo 1
Efecto mariposa
Cuando uno es pequeño, suele recordar las cosas de formas diferentes, a veces más alegres, más sencillas o más espectaculares, pero ese día para Misery Nox era un recuerdo muy borroso. Se encontraba en la ventana de su habitación compartida, tenía apenas cinco años, pero al parecer; la cantidad de días que tenía de vida, era el número exacto de dudas que tenía en mente para una edad tan corta.
La vida en el orfanato Norwood no era tan mala como solía contar a sus compañeros de clase, la alimentaban, bañaban y vestían, nada más que podía pedir. Ella les regresaba el favor con buenas calificaciones y buena conducta, y se agradecía bastante. Muchas de las noches se preguntaba cómo es que estaba ahí, y por qué nadie quería adoptarla, eso y muchas más cosas rondaban en su pequeña gran cabeza.
La conducta de aquella niña era impresionante, muchos decían que era como una fotografía, ya que si le decían «quédate ahí », se podía quedar todo el día si era necesario, no fue hasta que llegó el día que estaba esperando desde que tenía memoria; una pareja de aspecto demasiado extraño llegó de visita, dando varias vueltas por el lugar, viendo y platicando con varios niños y niñas, cargando y jugueteando con bebés, hasta que llegó el turno de Misery Nox.
Llevaba puesto un pomposo vestido color vino, y su muy rizado cabello recogido por una media coleta, decorado con un enorme moño negro, cómo era día de visitas, tenían que portar sus mejores ropas, y en este caso, ese era el de Misery Nox. Se encontraba leyendo un libro con una portada llena de dibujos y palabras muy básicas, se notaba que aún estaba aprendiendo a leer. La pareja algo joven se acercó a ella, con precaución de no asustarla.
—Hola —saludó primero el hombre, agachándose a la altura de la pequeña—. Soy Brian, ella es Rose, ¿Cómo te llamas tú?
Su voz sonaba lenta y perfectamente articulada, que hasta los sordos entenderían perfectamente cada palabra a kilómetros de ahí. Misery Nox alzó la mirada, quemando con ella a la pareja ligeramente, ya que tenía unos extraños y enormes ojos grises, en un tono peculiarmente oscuro y repleto de secretos que ni ella misma sabía.
—Me llamo Misery Nox —respondió con mucha alegría, cosa que su nombre para nada reflejaba.
La pareja se voltearon a ver, reflejando algo de precaución y escalofríos, algo de lo que nunca se percató Misery Nox. Ella mostraba las mejores de las sonrisas, a pesar de que le faltaban unos dientes, y en esos huecos se asomaban sus dientes permanentes. Los adultos se volvieron de nuevo a ella.
—¿Sabes lo que significa tu nombre? —preguntó ahora la mujer llamada Rose, de estatura baja y una ligera complexión robusta. Parecía ser una persona que hablaba antes de pensar, ya que su pareja volteó a verla al formular esa pregunta.
—No, y no me gusta mucho, pero dicen que mis papás verdaderos me lo pusieron, y es lo que me queda de ellos, y estoy dispuesta a aceptarlo —respondió aún con aquel brillo en su voz. La respuesta dejó pensando ligeramente a los adultos, era una niña pequeña con la suficiente madurez mental para aprender y tragar aquello.
—Oh... Eso es... Lindo —dijo la mujer, intentando recuperar la postura.
—Dime, ¿qué te gustaría ser de grande? —le preguntó más animado el hombre llamado Brian, intentando olvidar lo anterior.
La cara de Misery Nox se iluminó ligeramente más, como si hubiese estado esperando escuchar aquello desde hace mucho rato, mostrando una vez más los huecos entre sus dientes.
—Me gustaría ser cantante, domadora de leones y una paloma bailarina —soltó con un brillo en sus oscuros y grises ojos.
Ambos adultos soltaron unas risitas, enterneciéndose con la actitud de la infanta, más Rose, que parecía tener una postura más recta que su (por lo que parece ser) esposo, pero resultó ser la más blanda de los dos. Más preguntas fueron formuladas por la pareja de adultos, como si fuera una especie de prueba secreta, de la cual Misery Nox llevaba todas bien, y parecían no querer desaparecer de ahí, así que aquella vez no fue la unica visita que hicieron, fueron muchísimas más, hasta que por fin las sospechas de Misery Nox se hicieron realidad: finalmente la adoptaron.
No pudo evitar llorar en los brazos de su cuidadora que le había enseñado a leer y escribir. Para que llegara el gran momento tuvo que pasar Misery Nox por grandes charlas y preguntas ocultas, esta vez por parte de la gente del orfanato para ver si la pareja era apta para adoptarla, y mientras estos tenían que pasar por muchas más preguntas, y sobre todo mucho papeleo, para cuando por fin fuera el día en que Misery Nox pudiera ir con su nueva familia. Para ese momento ella ya había cumplido los siete años, una muy larga espera fue la que tuvo que pasar, pero finalmente pudo salir de aquel lugar con alguien a quien podía llamar mamá y papá.
Resultaba ser que Brian y Rose nunca pudieron concebir un hijo como habían deseado desde el día de su boda. Así que después de muchas platicas, terapia y acuerdos, tomaron la decisión de adoptar uno, y Misery Nox era perfecta. Al llegar a su nuevo hogar, no podía creerlo; tenía su propio cuarto y baño, demasiado espacio para ella sola. Jamás cuestionó porqué la habían elegido a ella, ya que con tal de tener una familia era capaz de aceptar todo.
◦•●◉✿◉●•◦
Pasó una semana y Misery Nox no lograba adaptarse del todo, ya que tenía que cursar en otro colegio, y el recorrido era bastante diferente. Brian (ahora padre) tenía que dejarla en el colegio por la mañana, y Rose (ahora madre) tenía que ir por ella en la tarde. Su padre trabajaba en reparaciones en varias partes de Londres, mientras que su madre se dedicaba a escribir notas en el periódico sobre cosas que Misery Nox no lograba entender, tal vez eran cosas de adultos.
Un día se encontraban cenando después de un largo día lunes, afuera la lluvia sonaba ligeramente, soltando un aroma a tierra mojada, cosa que Misery Nox adoraba. Cenaban una ensalada de papa, mientras que la menor leía en voz alta sus ejercicios que le habían dejado de tarea.
—El... Niño... Juega... Con la... Petola...
—Pelota, cariño —corrigió su madre —, pe-lo-ta.
—El niño juega con... La... Pelota... —volvió a repasar.
Algo que les importaba demasiado a sus padres era la educación, siempre con modales, y si vas a pelear, que sera con el debido respeto, y si te llegan a soltar un puñetazo, devuélvelo (consejo de Brian). Los estudios eran algo con lo cual Misery Nox se ganaba sus recompensas, era bastante inteligente, los estudios que le daban eran de gran calidad, y ella lo aprovechaba al máximo, ya fueran cursos, clases de ciencias, matemáticas, artes, musica, repostería, o lo que sea.
—Muy bien, ¿Te dejaron algo más? —preguntó su madre.
—No, solo fue eso. Este colegio es muy diferente —empezó Misery Nox mientras guardaba sus cuadernos y libros en su mochila que se encontraba en la silla vacía —. Aunque no me molesta...
—¿Los niños te dicen algo respecto de tu nombre? —preguntó esta vez su padre, era evidente que ambos se preocupaban por su nombre que se negaba a cambiar.
—No, parece que les doy miedo o algo así, pero no me molesta —dijo mientras se metía un bocado —. No he hecho amifos...
—Mastica y traga antes de hablar, Nox —regañó su madre. Misery Nox se ruborizó, asintió y tragó.
La soledad era una gran amiga para Misery Nox, no le molestaba. Muchas de las veces le agradaba el silencio que esta llevaba consigo. Durante el orfanato llegó a convivir con muchos niños y niñas, unos se iban y otros se quedaban, así que estaba acostumbrada al cambio de entorno amistoso, quedándose algunas veces sola hasta que encontrara a alguien con quién hacer click. En el colegio llegaba escuchar por ahí como llegaban a hacer bromas o malos comentarios sobre su peculiar nombre, pero era algo normal para ella, desafortunadamente. No se acercaban a ella porque su aspecto sombrío podía ser motivo de miedo, a pesar de su brillante sonrisa, sus oscuros ojos reflejaban muy poco lo que su carácter quería decir realmente.
Misery Nox notaba que sus padres solían discutir mucho, pero no de mala manera, sino que buscaban como decirle algo a alguien, hasta que un día se sentaron frente a ella, con un porte serio, creía que estaba en problemas.
—Nox... —empezó Rose—. Queremos platicarte sobre... Algo.
—¿Hice algo? —torció la boca, la pequeña.
—No, no, nada de eso, cariño, solo...
—Es un secreto, uno muy grande, que no se lo puedes contar a nadie, nadie —dijo Brian, agachándose a la altura de Misery Nox—. ¿Prometes que no se lo dirás a nadie?
Misery Nox asintió frenéticamente, le encantaban los secretos, pero no por el echo de que lo sean, sino porque sabia que estaban confiando en ella.
—Por el ojo izquierdo —se jaló ligeramente el párpado inferior con su dedo índice.
—¿Perfecto? —dijo con algo de duda Rose.
—Mira, mamá y papá son personas muy diferentes, pueden hacer cosas que otras personas no pueden —empezó Brian —, cosas muy... Mágicas.
—¿Enserio? —abrió mucho sus enormes ojos, ambos asintieron.
—Si, no te podemos mostrar mucho, pero tienes que guardar el secreto, ¿Vale? —volvió a asentir con energía.
Misery Nox jamás se imaginó que sus padres fueran magos, que la magia era real y que podía presenciarlo todos los días frente a ella, creía que eran cosas que solo pasaban en la tele. Le entristeció el hecho de que ella no hubiese nacido con tal don, pero que sus padres lo tuvieran, hacía ver su familia más perfecta de lo que ya era. Pasaron los meses, y el ambiente se empezó a desenvolver, parecía ser que desde un principio Brian y Rose habían adaptado todo de una forma no mágica para tener la aprobación del orfanato en adoptar a Misery Nox. Las tazas de té se llenaban solas, el reloj te gritaba la hora y sus padres empezaron a vestir diferente para ir a trabajar, como unos auténticos magos. Pero intentaban ser prudentes, Misery Nox seguía siendo una muggle (una persona sin magia), y ella no se podía dar el gusto de hacer magia por doquier como ellos dos, así que ella aprendía de su vida diaria como muggle por las mañanas, pero por las tardes aprendía sobre magia e historia por las tardes
Misery Nox no tardó en conocer a su familia por parte de su padre, ya que era la más cercana, ya que por parte de su madre vivían muy lejos del país, así que era algo difícil poder visitarlos con Misery Nox siendo menor de edad. Por fin había cumplido diez años (ya que se celebraba el día que estaba registrada en el orfanato), que fue un quince de noviembre. Gracias a esa fecha, ella iba un año atrasado del que debería ir en el colegio, así que apenas estaba en su penúltimo año.
Su padre estaba hablando en el teléfono que se encontraba pegado en la pared de la sala, parecía algo preocupado, pero al final dió un puñetazo al aire con felicidad.
—Si mamá... No, no hay problema, así se divierte... Si, llevaremos un cambio de ropa esta vez... Está bien, le diré que esta vez no lea eso en voz alta... De acuerdo, nos vemos ahí, gracias mamá, te quiero.
—¿Dijo que sí? —dijo emocionada su esposa, y el otro asintió.
Misery Nox se encontraba en su habitación, guardando la ropa de dormir en su mochila, iría a casa de su abuela, ya que sus padres tenían una cena con amigos suyos, pero como regresarían muy tarde, se quedaría a dormir ahí mismo. Bajó a la sala a esperar a sus padres mientras seguía leyendo un libro aparentemente de terror. Era muy extraño ver una niña de apenas diez años leyendo algo así de grotesco, pero aquello le ayudó a superar su miedo al monstruo que se encontraba en su armario cada vez que se metía el sol, ya que descubrió que los monstruos son escritos por personas talentosas, y los monstruos reales como los que se enfrentan mamá y papá son creados por gente mala, y en su casa no había gente mala.
No le disgustaba ir a la casa de su abuela, pero su casa que en un momento debió estar infestada de niños, fueron reemplazados por gatos y mitad gatos, así que prefería encerrarse en su cuarto a leer el centenar de libros que tenía por terminar, y no ver una vez más el álbum de fotografías de sus gatos feos.
Sus padres se despidieron de su hija en casa de su abuela, y se marcharon.
—Sube, ya está tu habitación, te hablaré cuando esté la cena, ¿vale? —le dijo su abuela mientras se adentraba a la cocina haciendo un ruido suave con sus zapatos de cuadros escoceses. Misery Nox hizo caso y subió a encerrarse y apoderarse del cuerpo de Jack Torrance.
Lo que leía no hacía justicia a su aspecto, pero no podía evitar leer sobre aquello, las novelas de terror y algo de misterio la volvían adicta. En su momento sus padres intentaron inculcarla con libros más educativos y acorde a su edad, pero Misery Nox se dejaba llevar por lo grotesco y terrorífico. Algo de lo que se hicieron cargo sus padres (Brian, para ser más exactos) fue decirle que subrayara una palabra que no entendiera, sea buena o mala, y ellos le explicarían como era debido. En ese momento el gato más viejo de la casa se encontraba con ella, ya que, al ser tan mayor, era menos juguetón, así que relajaba a Misery Nox con sus simples ronroneos.
El ruido que venía del piso de abajo desconcentró a la pelinegra, fue como si hubiesen tirado un enorme saco de papas, así que cerró el libro con fuerza y enfado, ya que se encontraba en una parte donde las cosas se volvían más emocionantes. Bajó con las zapatillas deportivas puestas, ya que, al tener tantos gatos, era fácil que el pelo de estos se le pegaran en los calcetines. Al bajar, vio a un niño escuálido, con un alborotado cabello azabache y anteojos, que vestía ropa tres veces su talla más grande. Misery Nox abrió mucho los ojos, ya que esté de encontraba en el suelo, probablemente se tropezó con uno de los gatos. Sus instintos se encendieron en ese momento, esperaba que todos los libros que ha leído le sirvieran de algo en ese momento.
—¿Vienes a robar? —preguntó acercándose al mueble más cercano que llevaba encima una figura muy pesada de una foca en una piedra.
—¡No, Nox! —saltó su abuela, saliendo de la cocina — Él es Harry, también cuidaré de él hoy.
Misery Nox quitó la mano de la figura, y se puso a analizar rápidamente a aquel chico que había palidecido unos tonos con tal acusación, hasta que un foco en su mente se encendió.
—Creo que te conozco —lo miró con curiosidad —. ¿Eres el primo de ese niño feo y gordo del colegio, no? Una vez intentó robarme un lápiz para metérselo en la nariz y ponerlo de nuevo en mi lugar, pero solo lo miré y bastó para que no lo hiciera, creo que se orinó encima.
No respondió.
—Vaya, eres de pocas palabras, me agradas.
◦•●◉✿◉●•◦
Misery Nox era muy rara en cuestión de formar lazos amistosos; parece ser algo intimidante por la forma que su mirada quemaba a los demás, pero escucharla hablar y hablar, parecía ser que las cosas se transforman y su mirada cambiarba a una llena de bondad. Desde ese día, Misery Nox se propuso a ser amiga de ese tal Harry, iban en el mismo colegio, así que sería mucho más fácil. Para Harry era muy extraño que alguien como Misery Nox se fijara en él para entablar una amistad, y mucho más raro aun sabiendo que esta con una sola mirada intimidaba a su primo, eso le animaba y ayudaba bastante.
—La última vez la abuela Figgy cuidó de alguien más —mencionó Misery Nox a la hora del desayuno —, es casi de mí misma edad, y vamos al mismo colegio. Es muy agradable, no hablaba mucho, pero le haré hablar.
—¿En serio? Es muy bueno que hagas amistades, Nox —dijo su padre tachando unos papeles que había sobre la mesa mientras bebía su café que nunca faltaba por las mañanas —. ¿Y cómo se llama?
—Su nombre es Harry Potter, es mucho más agradable que... —no siguió con su frase, ya que su padre había expulsado el café caliente por la nariz, y empezó a toser fuertemente, haciendo que Misery Nox le diera golpes en la espalda —. ¿Qué pasó? ¿Tan malo te quedó esa cosa?
Era muy evidente que la nueva sorpresa de Misery Nox hiciera reaccionar así a su padre, ¡Y apostaba que sería la misma reacción de su madre cuando se lo contara! La menor no tenía idea de la historia que llevaba Harry por detrás, y él mucho menos. Por alguna razón sus padres omitieron el hecho de contárselo a su hija, de quién se trataba Harry Potter y por qué era tan famoso en el mundo mágico, pero algo tan impresionante como esa era la historia que Misery Nox llevaba por detrás, con el pequeño gran detalle de que se trataba de una que nadie conocía.
Cada que vez que los Dursley (tíos de Harry) dejaban a cargo a Harry, su abuela llamaba a los padres de Misery Nox para que fuese a jugar con él, ya que era mucho más fácil que ella lo entretuviera que su abuela misma, y así como llamaba, Misery Nox llegaba en cuestión de minutos, y sería en segundos si pudiera. La abuela Figgy tuvo que prohibir y guardar a Harry el secreto de que se veía con Misery Nox cada vez que lo dejaban a su cargo, ya que, si sus tíos se enteraban de que si tenía una más minima pisca de felicidad con ella, descartarían automáticamente la idea de seguir dejándolo ahí, este gustosamente dijo que sí, no quitaría la única felicidad que tenía en la vida.
—Mamá me castigó con no terminar de leer mis libros —decía Misery Nox, balanceando sus pies en una banca que se encontraba en los pasillos de la escuela —. Le puso llave a mi repisa, dijo que no debí decirle tan feo a tu primo, ¡pero ella no sabe cómo es contigo!
Y tenía razón, pero sería bastante belleza que Misery Nox se saliera con la suya por haber pisado el enorme pie de Dudley Dursley y diciéndole «morsa fea» después de que él le jalara el cabello diciéndole «oveja negra».
—No deberías de defenderme, ya tienes suficientes castigos por mi —dijo Harry mientras se acomodaba las gafas con nerviosismo —. Sabes que ese cerdo con peluca siempre se saldrá con la suya.
—Lo sé, pero no me resistí, además —se rió ligeramente —, solo me castigaron por el resto de la semana.
—Pero es viernes.
—Exacto —sonrió—, y mañana tus tíos irán a esa ridícula junta de inversionistas, o algo así, y sabes lo que significa.
—¿Aún así te dejarán ir? —arqueó las cejas.
—Claro, sino, se las verán con mi abuela, ya que para ella es más fácil que vaya yo y darnos de comer, que entretenerte a ti ella misma, mostrándote una vez más ese aburrido álbum de fotografías.
Era evidente que estaba emocionada porque iría a casa de su abuela, a visitar a Harry, no a su abuela. Curiosa la forma en la entablaron una amistad ellos dos; habían pasado casi tres años en el mismo colegio y jamás se dieron la curiosidad de conocerse, hasta que coincidieron en que a ambos los cuidaría la abuela de Misery Nox. Ella no sabía si considerar a Harry oficialmente como su mejor amigo, ya que era con quién más tiempo pasaba, pero eso lo decidirá después de terminar el colegio, y si seguían comunicándose, sería algo oficial.
Chapter 3: 2. «Pero.solo hay una Misery Nox»
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Capítulo 2
«Pero solo hay una Misery Nox»
Misery Nox se encontraba muy triste, y a la vez muy feliz. Sus padres descubrieron que cada vez que ella estornudaba, su cabello producía estática, poniéndose de punta, o cada vez que se enojaba los objetos de a su alrededor temblaban. No fue hasta que un día llegó una lechuza a la casa con una carta atada a la pata, sus padres empezaron a llorar y chillar de felicidad, Misery Nox no sabía de que se trataba, solo era un pájaro extraño con una carta extraña.
Resultaba ser que había llegado su carta de Hogwarts, era una bruja. Ni ella se lo esperaba en lo absoluto, mucho menos sus padres. Realmente era una coincidencia enorme que la hayan adoptado justo a ella, un bruja escondida en aquél orfanato, haciendo mucho más felices a sus padres. «¡Por eso nos aprobaron! ¡La vida quería que fuéramos sus padres!», festejaban frente a ella, y Misery Nox no podía creerlo. Ella estaba a punto de empezar a festejar también, pero el peso le cayó encima, volviendo su rostro triste.
—¿Qué pasa cariño? ¡Deberías estar muy feliz! —empezó su madre.
—Te vamos a poner al corriente con todo lo que necesites saber, mucho más de lo que ya sabes, porque pues... ¡Eres una bruja!
El rostro de la menor no cambió, seguía sombrío y triste.
—Ya no podré ver a Harry —dijo con tristeza. Sus padres dejaron de brincotear, cayendo el peso a ellos igual.
—Oh, cariño... Ahí... Esto...
—¡Harás más amigos! —intentó ayudar a su esposa, mirándola con complicidad —, aprenderás a hacer magia, ¡igual que nosotros! ¿No te emociona?
—Si, cariño, iremos en cuando podamos a primera hora por tus útiles, mira —su mamá tomó la lista de útiles —, una mascota, un caldero, guantes de piel de dragón, ¡tu varita!
Eso no parecía ayudar mucho con el humor de Misery Nox, pero tuvo de otra más que aceptarlo. Intentaron ayudarla diciendo que lo vería durante las vacaciones de verano, y ponerlo al tanto de como han estado, eso ayudó un poco. Pasaron los días y no llegaba la oportunidad de que se volvieron a ver, eso entristeció un poco a Misery Nox, quería contarle que había ido a una tienda muy extraña con cosas extrañas, además de que un hombre muy enorme casi le pisaba ambos pies, pero simplemente ese día nunca llegó.
Un día que se encontraba en casa de su abuela Figgy se armó de valor, y con un pastelito con una vela encima se dirigió a la casa de los Dursley, era su cumpleaños, y quería despedirlo mínimo de esa forma, sin importarle que sus tíos se enteraran que tenía una amiguita secreta que sabía dónde vivían. Al llegar, su vista se extrañó demasiado, ya que el buzón de la entrada estaba repleta de cartas sin abrir, y varios excrementos de aves decorando la fachada de la casa, asqueando a Misery Nox. Intentó no prestar atención y se aproximó a la puerta, tocando varias veces a un ritmo con los nudillos. Estaba esperando ver una silueta acercarse por el cristal borroso de la puerta, pero nunca sucedió. Volvió a tocar de nuevo, y no volvió a recibir respuesta.
«Quizás lo castigaron y lo dejaron olvidado», pensó tristemente, así que volvió a tocar más fuerte —¿Harry? ¿Estás ahí? ¡Soy Nox!
Ninguna respuesta. Minutos... Y más minutos, y seguía recibiendo el mismo silencio que esperaba que cambiara. Se sentó en la orilla del pavimento que daba a la calle, cerca de la pequeña y baja valla, esperando por alguien más. Se levantaba de inmediato cuando veía un carro acercarse por alguno de los dos lados de la calle, pero ninguno aparcaba en el número 4 de Privet Drive. El sol se empezaba a ocultar, la vela se había consumido completamente, la crema batida se embarraba en sus manos, y las lágrimas finas bajaban de su rostro silenciosamente.
El reconocible ruido de los zapatos de su abuela le hizo levantar la mirada, llevaba consigo la comida para los miles de gatos que la esperaban en casa. Miró a su nieta con tristeza, ya que era un dolor que tal vez tendría que pasar, pero se alegraría más por lo que vendría después.
—Será mejor que nos vayamos, empezará a oscurecer pronto —le dijo la abuela Figgy. Misery Nox asintió tristemente, dejando el pastelito en donde estaba sentada, marchándose de ahí, dando miradas hacia atrás con la esperanza de ver un auto llegar al número 4.
◦•●◉✿◉●•◦
La pelinegra no dejaba de llorar a la hora de partir el tren, con el hipo atravesándose en sus palabras mientras abrazaba a sus padres, ya que los extrañaría demasiado, y también por supuesto a su abuela Figgy y a Harry. Con la cara seca y acartonada de lágrimas subió después de besar a sus padres en la mejilla. Con el baúl en mano, avanzó entre el pasillo del vagón, pisándole los talones a un niño pelirrojo que parecía estar tan perdido como ella, pero ya no tanto, ya que le había ganado un lugar vacío después de preguntar si podía sentarse, ella bufó con algo de desesperación.
De pronto un compartimiento se abrió a su derecha, y de este salió una chica muy guapa, de cabello lacio y largo, tan oscuro como el de ella. En su rostro adornaban ligeras pecas, pero no tantas como las que manchaban en el rostro de Misery Nox. Ella se quedó sin habla por un instante, era muy bonita, y guapa, por supuesto.
—Eh... Disculpa, ¿Me dejas pasar? —hizo una seña con su mano, estaba obstruyendo su salida.
—Oh, si, yo, perdón, estaba, yo —no podía hablar, era como si una fuerza invisible le hubiera tomado la punta de la lengua y no la dejara formular con congruencia.
—¿Buscando un lugar? —la miró con cierta ternura y diversión, ella asintió desenfrenadamente, parecía ser que no se intimidaba con la oscura mirada de Misery Nox, que extraño — Nosotros estamos desocupados, si quieres puedes sentarte aquí, yo iré a buscar a la señora del carrito de dulces.
Se marchó por el pasillo en su búsqueda de aquella señora, con la mirada de Misery Nox quemándole la espalda. ¿Qué había sido aquello? Se adentró en el vagón, encontrándose con un chico bastante apuesto, de ojos miel y una cabellera castaña, con unas mejillas ligeramente sonrojadas por naturaleza, ahora se sentía bastante fea ahí dentro.
—Veo que te encontraste con Cho, puede ser un poco agresiva —dijo con diversión, su mirada no le quemó.
—¿Así se llama? —dijo volviendo la mirada a la puerta. «Es muy bonita», pensó ingenuamente —. ¿Cuál es el tuyo?
—Cedric, sin uve —sonrió.
—Pero Cedric no lleva uve.
—¿Qué fue lo que dije?
Misery Nox soltó una risa contagiosa. No tardaron en llover preguntas entre ambos, que si eran hijos de magos, en qué parte de Gran Bretaña venía el acento de Misery Nox, y el por qué te tenía aquel tan peculiar y espeluznante nombre, hasta que Cho volvió a abrir la puerta y adentrarse en la cabina con algo de molestia.
—Un idiota de otro vagón compró todo lo que había, ahora tendremos que esperar un poco más para que vuelvan a rellenar el carrito —bufó Cho dejándose caer en el asiento a lado del chico llamado Cedric sin uve —. No recuerdo tu nombre.
—No te lo dije —por fin pudo decir cuatro palabras sin trabarse.
—Bueno, ¿entonces cuál es, linda?
«Linda...». Sentía sus ojeras hirviendo, y tenía miedo de que empezara a salir humo de su cabeza, como si de un gigantesco carbón encendido se tratara. Abrió la boca pero no podía salir nada de ella, no entendía por qué se sentía de aquella forma, tan intimidada; nunca le había sucedido algo similar, usualmente era ella la que ponía de nervios a otros con sus oscuros y grises ojos. El castaño al ver que no podía decir otra palabra por su lengua atascada, respondió por ella.
—Su nombre es Misery Nox.
—Mis padres me dicen Nox —agregó cuando se le soltó la lengua.
—¿Tus padres? —preguntó la chica, Misery Nox asintió con vergüenza —. Vaya, eso es muy lindo, creo que te llamaré también de esa manera, ¿Te parece bien, Nox?
Nox sintió su mundo flotar al escuchar como Cho pronunciaba su nombre, sonaba suave, coqueto y dulce.
—Nox, suena genial —repitió también Cedric, en él sonaba como si fuera el nombre más usado y común en el mundo, tal vez consideraría el hecho de que solo Cho tuviera la exclusividad de usar su nombre en sus labios.
Era algo totalmente nuevo para Nox y de lo más común para Cedric y Cho fue el viaje en el tren, un trayecto tan largo que desapareció la luz que entraba por las ventanas de su vagón. En algún momento abrió la puerta un chico gordo y rubio preguntando por un sapo, haciendo a Nox torcer la cara y negar con la cabeza, y minutos después una niña de un cabello tan alborotado como el de Nox, pero de color castaño. Tenía un tono ridículamente estricto, que hizo caer mal a Nox, ahora deseaba no estar en la misma casa que ella.
El trayecto al castillo era maravilloso, a pesar de ir sola, disfrutó de las vistas del lago, de la entrada, el vestíbulo, el cielo del gran comedor, todo. Sus padres habían mencionado que la forma de selección era muy sencilla, pero a veces podía durar mucho, dependiendo de cada persona. Ella se mantenía hasta atrás de la fila, siguiendo las túnicas de quienes se encontraban frente a ella, ignorando todo, a excepción de las decoraciones que daban vida al castillo. Hasta al frente logró distinguir a una mujer de rostro severo, que llevaba en una de sus manos un sombrero desgastado y muy viejo, que para sorpresa de muchos, empezó a cantar.
No tardaron en empezar a mencionar a los nuevos alumnos de Hogwarts en orden alfabético, y por ende, no tardaron en mencionar a Misery Nox:
—¡Figg, Misery!
Su cuerpo se tensó en automático, y los nervios que no tenía, se apoderaron de su cuerpo, sus manos empezaron a sudar y sus pies a tropezar, sobre todo al escuchar demasiados murmullos, y realmente de esperarse, era su nombre demasiado feo y llamativo para todos, mago, bruja o muggle que escuchara a una niña decir que su nombre era aquél.
«Lo tienes todo controlado, sólo es ponértelo y ya», intentaba calmarse.
Evitó a toda costa mirar a todos los presentes, nuevos y no tan nuevos, ahora entendía cómo se sentían las personas cuando se intimidaban con su mirada, porque ahora a quién quemaban era a ella. Se sentó e inmediatamente sus ojos fueron cubiertos con el sombrero parlante, y su mente ya no habitaba más que sus pensamientos, sino también unos ajenos:
—¡Oh, vaya! Extrañamente... Peculiar... —hablaban en su mente, pero ella no interrumpió —, eres la candidata perfecta para Hufflepuff, pero... Algo me dice que irías mucho mejor en otra; la oscuridad que te rodea no te afecta, te atrae y la dominas... La educación que recibiste es bastante útil, ágil, y natural, no la que muchos esperan... Te pondré en... ¡RAVENCLAW!
Le quitaron el sombrero, y la luz de las velas que flotaban del techo oscuro y estrellado le segaron la mirada, y vio la mesa de azul y cobre que aplaudía. Sonrió bastante al ver a Cho aplaudir y hacerle señas de que se sentara junto a ella, y sin más rodeos, fue directamente hacia ella. No tardaron en subir más nuevos integrantes de nuevas casas. Nox hizo una mueca al ver a la chica que le había caído mal en el tren, se llamaba Hermione Granger, y suspiró con alivio al ver que quedó en Gryffindor. Cho le dio la gran bienvenida a su casa, y a pesar de estar un año arriba que ella, le aseguraba que intentaría guiarla en todo lo que pudiera, no pudo encantar más a Nox.
Tal vez no era tan malo, intentaba almacenar todo muy bien en su mente, cada detalle, pero buscaría la manera correcta de contarlo, o al menos hasta que sintió su sangre caerle a los pies, y no sabía si sentirse feliz, enojada o hasta decepcionada.
—¡Potter, Harry!
No, no debía ser la misma persona, hay muchas personas en el mundo con los mismos nombres, incluso los apellidos. «Pero solo hay una Misery Nox». Ella misma silenció sus pensamientos cuando vió a su amigo subir hasta al mismo banco y ponerse el mismo sombrero que ella. Los murmullos y cuchicheos sonaban por todo el comedor, incluso unos venían por parte de Cho que se encontraba sentada a su lado. ¿Había visto bien? Tal vez solo lo confundió con alguien muy parecido y con el mismo nombre que él. «Pero solo hay una Misery Nox...».
Pareció ser una eternidad la que estuvo él ahí sentado, pero poco tiempo para que Nox pusiera sus ideas en orden, recordando el pastelito pegajoso en sus manos, sentada en el caliente pavimento, esperando a que llegase. Aún no decidía si sentirse molesta, triste, decepcionada o incluso traicionada. ¿Cómo por qué no le había contado que era un mago? «Al igual que tú ».
—¡GRYFFINDOR! —anunció el sombrero en voz alta, sobresaltando a Nox.
Le quitaron el sombrero, y tambaleando se fue a la mesa de Gryffindor que se encontraba celebrando a viva voz. «¡Tenemos a Potter!», escuchaba que vitoreaban desde la mesa del otro extremo. Sintió como la sangre seguía en sus pies cuando confirmó que se trataba de la misma persona que ella conocía como su amigo, pero, ¿Por qué la gente murmuraba tanto? ¿Había algo que ella no conocía?
—Vaya, parece ser que Gryffindor se ganó a Harry Potter —dijo el recién llegado Terry Boot mientras asomaba la cabeza para tener mejor vista hacia la mesa de Gryffindor.
—¿Por qué todo el mundo habla mucho de él? —preguntó Nox. Muchos la vieron como si hubiese pedido vísceras de pollo crudas como cena.
—¿Porque es Harry Potter? ¿No lo conoces? —Nox no sabía si responder que sí o que no —. Solo tenía un año cuando derrotó a Quién-tú-sabes...
—Es el más famoso del mundo mágico, se supone que deberías de saberlo, ¿No? —agregó Cho.
¿Famoso? ¿Derrotar a Quién-tú-sabes? No sonaba como al Harry que ella conocía. Se giró para intentar ver también la mesa de Gryffindor, pero las cabezas de los Hufflepuff no la dejaban ver en lo absoluto. Espera... ¿Harry la habrá identificado? Ella tampoco le contó sobre que era una bruja al igual que sus padres, o que iría a Hogwarts, tal vez se imagine también que era alguien igual de parecida que ella. «Pero solo hay una Misery Nox».
El banquete no tardó en comenzar. Los platos frente a ella se llenaron a tope, con toda la comida que jamás podría imaginar, pero desafortunadamente pudo comer muy poco, ya que los nervios jugueteaban en su estómago, ya que no sabría qué más hacer durante su estancia en el colegio.
Nox fue criada como una muggle, ya que se pensaba que lo era, así que sus conocimientos sobre la magia no eran tan extensos como lo era de lo no mágico, pero aún así no entendía el por qué ocultarle su historia. Pensaba y pensaba, no sabía cómo reaccionar, o qué pensar. Estaba sola con sus palabras revueltas en su estómago y mente, mientras que escuchaba las voces de todos en el comedor ser parte de un fondo blanco en aquel lugar. No tardaron en cantar el himno del colegio, dar indicaciones y reglas —algo exageradas para Nox— sobre que no hacer durante la estadía, para terminar siendo guiados por los prefectos de cada casa. Una prefecta de nombre Penélope Clearwater caminaba mientras mencionaba unas cosas que se encontraban en los pasillos, entre cuadros, estatuas y fantasmas. Subieron una torre que tenía unas escaleras en forma de caracol, pero Nox no prestaba demasiada atención hasta que se detuvieron frente a una puerta sin pomo, ésta solo tenía una aldaba de cobre en forma de águila.
—Bueno, aquí nosotros para poder entrar a la sala común es algo distinto a otras cosas —explicaba Penélope —, tenemos que resolver el enigma que se nos dé, y de no ser resuelto, debemos de esperar a que alguien más lo resuelva de manera correcta.
Todos guardaron silencio, ya que la aldaba tembló ligeramente, y de esta sonó una voz suave y misteriosa, dando su primer acertijo. Nox temía demasiado por no saber la respuesta. ¿Qué pasaría si nunca la adivinaba? Era una respuesta que esperaba nunca saber.
—Soy alto cuando soy joven y soy bajo cuando soy viejo. ¿Qué soy?
De nuevo un ligero silencio. Alto y joven... Bajo y viejo... ¿La edad? Nox no quería responder, ya que sabía por sí misma que la respuesta no sería la correcta. Tantos libros de misterios, dramas y horrores deberían de empezar a surgir
—Una vela —respondió la prefecta de Ravenclaw.
Maldición.
El águila se encogió y se abrió paso al interior, al cual todos se introdujeron. Nox ahora se sentía estúpida al pensar en su vieja respuesta. ¿La edad? ¿En serio? Estaba frita. La sala común era redonda con grandes y largas ventanas, dando a ver el cielo oscuro de la noche, cosa que encantaba demasiado a Nox, como si fuera parte de ella misma. Subió unas escaleras que daban a los dormitorios, buscando entre ellos su baúl con su nombre, hasta que por fin dió al suyo. Lo abrió y todo estaba intacto. En este había más libros por terminar que túnicas y ropa muggle para usar. El cansancio de subir tantas escaleras y de haber cenado algo le estaban cayendo de peso en los ojos, no se había percatado de lo agotada que se sentía, así que solo se cambió y se metió a la cama.
En sus sueños se encontraba en el gran comedor, justo como había sido en esa noche, y ahí estaba su amigo, muy molesto con ella, reclamando por qué lo había abandonado con sus tíos, por su culpa seguía durmiendo en una alacena. Después aparecía Cho y Cedric, diciendo que por culpa de ella sus padres estaban muertos y tenía la vida que no merecía.
Despertó de repente, y la ligera luz del exterior se metió en su ventana. Tardó en recordar que se encontraba en los dormitorios de Ravenclaw. Miró a su alrededor y se encontraba sola. Levantó ligeramente la mirada y se percató que su almohada estaba ligeramente húmeda, al igual que su rostro; había llorado entre sueños.
Le parecía impresionante aquella situación, usualmente cuando era más pequeña no se lamentaba o entristecía por dejar de tener amigos, o cambiar de estos, pero este caso era uno muy extraño y particular.
Chapter 4: 3. Si regresa, siempre fue tuyo
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Capítulo 3
Si regresa, siempre fue tuyo
—¿En verdad es él? ¿El de lentes? —preguntaba Terry Boot de camino al aula de pociones —¡Es fascinante!
A Nox le mareaba demasiado escuchar tantos murmullos por todo el colegio sobre Harry, ya qué aparentemente tanto él, como a ella, les parecía de lo más molesto. Cuando estos se incrementaban con cada paso que daba, a Nox se le revolvía el estómago, sabiendo que se estaba acercando por los pasillos. Ella evitaba a toda costa tener que encontrarselo, ¿qué le iba a decir?
«¡Hola, Harry! ¡Vaya día encantador para dejarme plantada el día de tu cumpleaños!». Sabía claramente que eso absolutamente no era para nada su culpa, pero tal vez sería una forma de empezar la conversación de muy mala manera.
No podría evitarlo toda la eternidad, esconderse cada vez que escuchara su voz como si de una presa se tratase, ya que se acercaba la clase de Defensa, que se compartía con los alumnos de Gryffindor, y entre ellos se encontraba Harry, evidentemente. Se dirigía al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras junto a Terry Boot de su misma casa, ya que por el momento era la única persona de su curso al que le había hablado (ignorando un poco el miedo), y sin querer ya se dirigían juntos a las clases.
—¿Por qué es fascinante? Digo... Es solo un... Chico —intentó sonar neutral y desinteresada.
—¡Quiero saber cómo es en clases! —respondió sin quitar el entusiasmo de su rostro, era como si fuese a ver a su más grande ídolo de la vida. A Nox se le volvieron a enredar las tripas —. Además, no solo es un chico, ¡estamos hablando de el Niño que vivió!
La pecosa no quiso decir nada más, ya que no quería que los escucharán hablar de eso al entrar al aula. Afortunadamente Terry logró guardar silencio y guardarse sus comentarios de fanatico, tal vez fue más por el hecho de que oliera demasiado a ajo, asqueando a la pelinegra. Tomó un lugar lo más cerca del profesor, como hacía en todas las clases que había tomado en el día. Y así como en las clases muggles que llegó a tener en la vida y sacaba provecho al máximo, haría lo mismo en Hogwarts.
Se giró con bastante disimulo hacia los lugares que había a su lado derecho y resto del aula, logró distinguir una cabellera pelirroja, justo la que ahora paseaba junto a Harry ese día, Nox soltó el aire con alivio. Alguien tomó el lugar de su izquierda, sabía que se trataba de Terry, ya que aparentemente era ahora su compañero de clases.
—Vaya, parece que tu ídolo se sentó con aquel chico pelirrojo —dijo Nox aun mirando hacia atrás —, solo me tengo que esconder el resto de la clase…
—¿Quién?
A Nox se le fue la sangre a los pies y abrió demasiado los ojos. Se giró bruscamente hacia quien había hablado.
—¡Ah! —exclamó de pronto —. Esto... ¡Hola! ¡Vaya día tan lindo para dejar plantada a alguien en tu cumpleaños! ¿No crees?
Quería estrellar su cabeza contra el pupitre.
—Primero, hola. Segundo; ¿Por qué me has estado evitando? Y tercero; tengo muchas preguntas. Y cuarto; ¿Qué?
—¿No deberías estar en Stonewall? —preguntó sin pensar Nox.
—¿No deberías estar TÚ en Stonewall? —replicó Harry, Nox no sabía qué responder, así que solo sonrió con culpa.
Los alumnos guardaron silencio al ver entrar al profesor Quirrell, un hombre tan temeroso que había llenado todo el aula e incluso su turbante con ajos, ya que se decía que temía que un vampiro con el que había tenido algún inconveniente viniese a reclamarle. Nox y Harry no hablaron durante la clase. La pelinegra ponía toda su atención en el profesor, anotaba todo lo que podía, pero parecía ser algo decepcionante tener aquél hombre como profesor de una materia tan importante como esa, ya que se asustaba y saltaba cada que Nox aguantaba un estornudo y su cabello al juntar estática, tronaba y soltaba diminutas chispas.
A ambos les surgió la gran necesidad de hablar, pero al estar hasta el frente de la clase, se evitaban la molestia de ser regañados por el profesor. Cuando por fin terminó la clase, era la hora del almuerzo, así que Nox tomó sus cosas y las guardó en su mochila mientras se dirigía a la salida
—¡Nox! —la llamaron. Nox cerró los ojos, esperando lo peor. Se giró para quedar frente a su amigo.
—¿Por qué no me dijiste que eras un mago? —soltó primero al quedar frente a él, por un instante se quedó observandolo de pies a cabeza con una ceja alzada —¿Soy yo, o te ves más bajito?
—¡Eso mismo debería preguntar! —se quejó, ignorando su última pregunta.
—¡Yo no lo sabía! Fui a tu casa en tu cumpleaños, pero no estabas, quería despedirme de ti como se debía —empezó Nox con una voz bastante dolida —. Verás, yo tampoco me esperaba que terminara aquí, y mucho menos que tú también.
—Pero, tus padres son... ¿Muggles? —preguntó, intentando encajar las piezas en su cabeza.
—Eh... Esto...—balbuceó.
Lo había prometido...
—¿Entonces cómo no ibas a saber que tú también eras una bruja?
Nox quería contarle todo, y si podía, desde que nació, pero desafortunadamente de eso no tenía ninguna pizca de memoria guardada. Ella creyó que él sería quién terminaría atacando con tanta pregunta, pero terminó siendo ella de alguna manera, justo como lo hacían con las miradas en el gran comedor. No sabía si era un buen lugar para tener aquella conversación, y más tratándose del segundo día de clases, cuando todo el mundo estaba interesado en estar encima de Harry.
—Mira, desde el último día que nos vimos con la abuela Figgy, justo cuando se rompió la pierna, no tenía idea de que era una bruja, mucho menos mis padres, porque yo... —miró hacia ambas direcciones, lo tomó por el hombro y lo arrinconó junto a una armadura y una pared—. Yo soy adoptada, Harry. Mis padres creían que habían adoptado a una muggle, por eso vivía siempre como una. Querían que creciera como una, pero sin desconocer de… pues, todo esto.
Su amigo abrió los labios, cayendo la noticia de sorpresa sobre él. Nox no sabía cómo interpretar su reacción, ¿Era buena? No, tal vez una muy mala, pero de ser así, ¿Por qué? No tenía nada de malo. Harry parpadeó varias veces, regresando de su viaje a la realidad, como si con esas sencillas palabras le dieran las respuestas a todo, y pareció ser así:
—Vaya... Esto explica todo...
—Si, y creo que también por eso no me contaron que eras «famoso» —dijo Nox—. Me contaron tu historia, pero no con tu nombre en ella, tal vez de ser así, ellos sabrían que te contaría todo. Ya sabes como soy.
—Si, sigo muy enojado con mis tíos, mintieron sobre mis padres —dijo Harry, mientras fruncía las cejas; —Me habían dicho que murieron en un accidente, y pues claramente no fue así. Me hubiese gustado que tu me contaras todo, como debe ser.
—Al menos tú sabes algo de ti, yo solo me quedé con su genial nombre —comentó Nox con un tono algo burlón, intentando relajar las aguas.
—¿No era que no te gustaba? Siempre te enojabas cuando te llamaba por tu primer nombre —la miró con algo de sorpresa.
—Ahora me parece genial; resulta que hace unos años un escritor que me gusta bastante, escribió un libro con el nombre de Misery, y créeme, ahora es mi libro favorito.
—Dejame adivinar, es de terror —ella asintió—. ¿Y Nox? —preguntó de nuevo, Harry.
—Observa —sacó de su túnica su varita, larga, con el mango grueso y la punta tan delgada que le daba la apariencia de una aguja gigante—. ¡Lumos! —de la punta empezó a brillar una tenue luz blanca, Nox sonrió satisfecha —. ¡Nox! —la luz que iluminó ligeramente sus rostros se apagó de inmediato.
Era la primera vez que intentaba aquel encantamiento, y sintió demasiada satisfacción a la vez que funcionó, y mejor aún, ¡ella llevaba el nombre de uno de ellos! Eso no lo tenía cualquiera. Volvió a ver a su amigo, que aún mantenía un brillo en sus ojos, con un toque hipnotizado, extrañando a Nox.
—¿Estás bien? —preguntó Nox, agitando la mano frente a él, después de guardar su varita.
—Eh, claro. No estoy acostumbrado a ver, ya sabes, magia.
Nox asintió.
—Yo también, al menos viniendo de mí. Intenté ponerme al corriente con todo lo que pude —suspiró—. Lamento haberte ignorado —se sinceró Nox—. Desde el día del banquete, me sentía algo enojada y triste, supongo que tú también —Harry asintió—. Pero... Supongo que todo está bien, ¿No?
—Si… —comenzaron a caminar, pero de repente, Harry le dió un codazo en las costillas a Nox—, ¡pero no soy más bajo! ¡Tú has crecido!
◦•●◉✿◉●•◦
Misery Nox había vuelto a respirar en esos días. Las cosas habían vuelto a ser como antes, a excepción de la magia, claro. Ya no se escondía de Harry, y a pesar de ser dos casas distintas, seguían viéndose de vez en cuando como antes, pero a Nox le parecía que este había cambiado su actitud con ella, de una manera... ¿extraña? No era buena ni mala, era algo y punto, pero ella solo intentaba ignorar, tal vez el aire diferente de Hogwarts les estaba afectando.
Las clases eran completamente diferentes a las de su colegio muggle, encantamientos, pociones, plantas extrañas y objetos voladores era lo que veía todos los días, pero ella no se inmutaba en aprender todo lo que pudiese, sentándose hasta enfrente para prestar mejor atención, eso sí, no le gustaba participar, ya que le avergonzaba bastante el equivocarse y que toda la clase fuera testigo.
—¿Has escuchado lo que han dicho sobre Harry Potter? —llegó un día Cho corriendo hacia ella. A pesar de ser de distinto grado, ella había sido una gran guía y amiga desde el día que pisó el tren, al igual que Cedric. Ya no temblaba tanto cuando la veía.
—¿Qué pasa con Harry? —preguntó Nox, algo preocupada.
—¡Es el nuevo buscador del equipo de quidditch de Gryffindor! —saltó impresionada.
Sabía que los de primer año no pueden entrar al equipo de Gryffindor, pero parecía ser que esta vez sería la excepción.
Nox abrió los ojos, sin creerlo. ¿Él? ¿En serio? ¿Estaban hablando del mismo Harry? Sabía que él era lo suficientemente inteligente como para no tropezarse sobre sus propias piernas, pero era una noticia que no se esperaba.
—¡Vaya! Definitivamente Hogwarts le está sentando muy bien —se sorprendió, Nox.
La hora de la cena llegó, y Nox no dudó en ir a felicitarlo, así que caminó con prisa y emocionada de ver al nuevo buscador del equipo, que, por cierto; también era su amigo. Al acercarse, se encontraba sentado junto a su nuevo amigo pelirrojo, aparentemente contándole la nueva noticia, pero muy discretamente.
—¡Pero si es el nuevo buscador de Gryffindor! —exclamó Nox llegando y sentándose a su lado —. ¡Felicidades, cuatro ojos! —Harry le hizo una seña para que guardara silencio, Nox rodó sus ojos —. Por favor, todo el mundo lo sabe, tal vez un fantasma por ahí te escuchó y lo divulgó por todo el colegio, pero a mí me lo dijo Cho.
En eso iban entrando al comedor unos gemelos idénticos, altos y pelirrojos. Tenía una idea de quiénes eran, ya que eran muy conocidos por hacer bromas, tanto buenas como malas. Se acercaron también a la mesa y escucharon hablar a Nox, así que no tardaron en hacerlo también.
—Bien hecho —dijo uno de ellos en voz baja, fingiendo discreción—. Wood nos lo contó. Nosotros también estamos en el equipo. Somos golpeadores.
—Te lo aseguro, vamos a ganar la copa de quidditch este curso —dijo el otro—. No la ganamos desde que Charlie se fue, pero el equipo de este año será muy bueno. Tienes que hacerlo bien, Harry. Wood casi saltaba cuando nos lo contó.
—Bueno, tenemos que irnos. Lee Jordan cree que ha descubierto un nuevo pasadizo secreto, fuera del colegio.
—Seguro que es el que hay detrás de la estatua de Gregory Smarmy, que nosotros encontramos en nuestra primera semana —dijo un pelirrojo más pequeño, supuso que era el menor de los hermanos.
No escucharon porque ya se habían marchado, siguiendo su propio camino. Nox se volvió a Harry, quemándolo con su oscura mirada, llena de alegría y curiosidad.
—Oh, no los había presentado. Ron, ella es Nox —señaló Harry a la pelinegra, esta alzó las cejas en modo de saludo —. Ella es mi mejor amiga, nos conocemos desde el colegio muggle. Él es Ron, lo conocí en el tren de camino acá.
Nox se había quedado en «mejor amiga». ¡Lo había dicho! ¡Dijo que era su mejor amiga! ¡Era oficial! Su mirada destelló milagrosamente, se hizo presente en aquél color gris tan oscuro que tenía en sus ojos. Intentó mantener la calma, hizo un esfuerzo por seguir la conversación, como si hubiese escuchado un comentario que tan acostumbrada la tenía.
—Entonces, ¿Cómo te sientes?
—Nervioso —dijo, pero no parecía ser que era por el quidditch.
—Oh vamos, lo harás bien. ¡Que tu pequeña estatura te ayude! —se burló levemente mientras le daba un empujón con el hombro.
Harry estaba por responder, pero la presencia de alguien más lo interrumpió: un chico tan blanco y rubio con unos ojos plateados llegó queriendo imponer con dos gorilas detrás. Nox arqueó las cejas sin entender aquella postura tan ridícula.
—¿Comiendo la última cena, Potter? ¿Cuándo coges el tren para volver con los muggles? —dijo cuando ya estaba más cerca. Nox agudizó el oído.
—Eres mucho más valiente ahora que has vuelto a tierra firme y tienes a tus «amiguitos» —dijo fríamente Harry. Nox lo miró sin entender el por qué de aquellas reacciones y comentarios, los grandulones no podían hacer más que crujir los nudillos y mirarlo con el ceño fruncido. Querían problemas.
—Nos veremos cuando quieras —dijo el chico—. Esta noche, si quieres. Un duelo de magos. Sólo varitas, nada de contacto. ¿Qué pasa? Nunca has oído hablar de duelos de magos, ¿verdad?
—Por supuesto que sí —dijo Ron, interviniendo—. Yo soy su segundo. ¿Cuál es el tuyo?
El platinado miró a los otros dos valorándolos.
—Crabbe —respondió—. A medianoche, ¿de acuerdo? Nos encontraremos en el salón de los trofeos, nunca se cierra con llave.
—No sean estúpidos —soltó Nox de pronto. El chico la miró como si apenas se hubiese dado cuenta de su presencia —. No habrá ningún duelo, ni peleas, ni nada estúpido, niño.
—Vaya, no sabía que aquella chica tan estresante tuviese una hermana —soltó el rubio al ver a Nox, esta torció la cara, sin entender a qué se refería —. Puedes ir a ver si quieres, tu amigo Potter necesitará muchísimo apoyo.
Se dió la vuelta y se marchó con sus otros dos grandulones por detrás, los tres se miraron.
—¿Qué es un duelo de magos? —preguntó Harry—. ¿Y qué quiere decir que seas mi segundo?
—Bueno, un segundo es el que se hace cargo, si te matan —dijo Ron sin darle importancia.
—¿Si-te-qué? —saltó Nox con los ojos muy abiertos.
Ron al ver la reacción de ambos amigos agregó rápidamente:—La gente sólo muere en los duelos reales, ya sabes, con magos de verdad. Lo máximo que pueden hacer Malfoy y tú es lanzar chispas uno al otro. Ninguno sabe suficiente magia para hacer verdadero daño. De todos modos, seguro que él esperaba que te negaras.
—Eso debiste hacer —regañó Nox—. No vas a andar por ahí a media noche por el colegio, peleando con niñito estúpido solo porque te retó.
—¿Y si levanto mi varita y no sucede nada? —no la escuchó.
—La tiras y le das un puñetazo en la nariz —le sugirió Ron.
—Disculpen.
Los tres miraron, era la chica que había visto en el tren y le había caído mal.
—¿No se puede comer en paz en este lugar? —dijo Ron.
No le hizo caso y se dirigió a Harry. Le parecía muy familiar.
—No pude dejar de oír lo que tú y Malfoy estaban diciendo...
—No esperaba otra cosa —murmuró Ron.
—... y no debes andar por el colegio de noche. Piensa en los puntos que perderás para Gryffindor si te atrapan, y lo harán. La verdad es que es muy egoísta de tu parte.
—Tiene razón, Harry —agregó Nox.
—Y la verdad es que no es asunto tuyo —respondió Harry.
—Adiós —añadió Ron.
—¿Es en serio, chicos? —los miró sin entender la postura que estaban teniendo—. De acuerdo, entonces me voy al carajo yo también —se puso de pie Nox —. Pero no quiero que después llegues llorando porque te quitaron tu lugar en el equipo de quidditch.
◦•●◉✿◉●•◦
La mañana de Halloween en encantamientos, tocaba la clase junto a Gryffindor, así que Nox se alegró de ver de nuevo a su amigo, más al ver qué le dijo que se sentara junto a ella, y aún mucho más cuando la clase sería en parejas. El profesor y jefe de su casa aprobaron que trabajarían juntos. Desde aquella cena en la que habían tenido la discusión sobre el reto que le había puesto aquél chico Malfoy, Nox no volvió a preguntar sobre ello, y menos al ver que las cosas siguen tal cual estaban, así que no tenía la necesidad de hacerlo, ya que daba por hecho que no había ido tras él.
—Y ahora no se olviden de ese bonito movimiento de muñeca que hemos estado practicando —dijo con voz aguda el profesor; subido a sus libros, como de costumbre—. Agitar y golpear; recuerden, agitar y golpear. Y pronunciar las palabras mágicas correctamente es muy importante también, no se olviden nunca del mago Baruffio, que dijo «ese» en lugar de «efe» y se encontró tirado en el suelo con un búfalo en el pecho.
Parecía algo muy sencillo para Nox, que quiso intentarlo primero, pero para mala suerte, la pluma se incendió como si de un acto de magia muggle se tratara. Le sopló pero fue peor, ya que salió volando aún envuelta en llamas y dió al montón de libros que estaban debajo de los pies del profesor, y estos empezaron a incendiarse. El profesor soltó un pequeño ruido de terror y la apagó con su propia varita. Nox quería esconderse debajo del pupitre.
Ron, en la mesa próxima, no estaba teniendo mucha más suerte.
—¡Wingardium leviosa! —gritó, agitando sus largos brazos como un molino.
—Lo estás diciendo mal. —Nox escuchó como la sabelotodo de Hermione Granger lo regañaba—. Es Win-gar-dium levi-o-sa, pronuncia gar más claro y más largo.
—Dilo, tú, entonces, si eres tan inteligente —dijo Ron con rabia.
Hermione se arremangó las mangas de su túnica, agitó la varita y dijo las palabras mágicas. La pluma se elevó del pupitre y llegó hasta más de un metro por encima de sus cabezas. Nox volteó a ver a otro lado, fingiendo poca importancia. Sabía que ella era hija de muggles, ¿Cómo era posible que ella viniera de una familia que se cree los trucos de magia baratos de los muggles, logrará un encantamiento a la primera? Eso la hervía de envidia.
—¡Oh, bien hecho! —gritó el profesor Flitwick, aplaudiendo—. ¡Miren, Hermione Granger lo ha conseguido!
Al terminar la clase, Nox salió soltando chispas de frustración, ya que en todos sus intentos lo máximo que había logrado era que la pluma se elevará unos centímetros. Debía estudiar más si quería ser la mejor del curso.
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Capítulo 4
El lugar más «seguro» de la tierra
Queridos mamá y papá:
Estoy bien, la escuela sigue siendo lo mismo de siempre, ya saben, muy escolar.
He estado muy interesada por el tema de la cámara de los secretos, lo leí por ahí mencionado en un libro, pero no he logrado saber nada de ello, ¿Saben algo ustedes?
Besos, Nox.
El año había pasado con la velocidad de un caballo en apuros. Habían demasiadas cosas que Nox nunca se había enterado hasta al final del año; resultó ser que Harry y sus dos amigos habían descubierto una trampilla en un cuarto prohibido, estos decidieron meterse en ella e intentar salvar la famosa piedra filosofal. Ahora se habían quedado sin un maestro de defensa contra las artes oscuras, y al profesor Dumbledore se le ocurrió la gran idea de contratar a un hombre tan charlatán como un estafador de calle. Obviamente Nox estaba aún enfadada con Harry por todo aquello al respecto, y no se lo perdonaba ni aunque haya atrapado una snitch con la boca por ella.
La amistad entre ellos seguía siendo vigente, pero ya no eran tan unidos como lo eran a los diez años. Nox estaba por cumplir los trece años, y ahora se encontraba al igual que todos los demás; buscando qué rayos era la cámara de los secretos. Lo que sí estaba creciendo era su amistad con Cho y Cedric, que a pesar de ser unos años más adelantados que ella, seguían siendo tan unidos como las raíces de un árbol a la tierra. Nox seguía intentando ser la mejor del curso, pero por razones inexplicables Hermione Granger seguía siendo unos puntos mejor que ella, y eso la irritaba demasiado, pero no quería decir nada malo de ella, al menos frente a Harry, que ahora era su mejor amiga.
—En la clase del profesor Binns por fin contó algo de lo que nos despertó a todos —empezó Nox, acercándose a sus dos amigos —. Habló que la cámara de los secretos contenía una criatura de verdad mala, horrible, y que solo la podría abrir su heredero.
—Entonces, si la cámara de los secretos ha sido abierta, entonces...
—Significa que esa cosa está suelta por ahí, en el colegio —continuó Cho por Cedric.
—Y que el heredero podría estar por aquí —agregó Nox —. Obligatoriamente debería ser de Slytherin, ya que la cámara fue creada por el mismo Salazar Slytherin.
Nox no sabía lo que se avecinaba. Faltaban minutos para el partido de Quidditch de Gryffindor y Slytherin, y era obvio que Nox asistiría para ver a su amigo —no sabía si llamarlo «mejor» amigo, ya que al estar más distanciados, no sabía si aún se merecía aquél título—. Los pasillos estaban solos, ya que todos estaban ya en la cancha, Nox esperaba que Cho y Cedric estuvieran guardando un lugar para ella. Caminaba a paso largo y de prisa, pero un siseo la hizo detenerse. La piel se le enchinó y los vellos de los brazos se le erizaron. Nunca había escuchado algo como aquello, era aterrador.
Empezó a dar de nuevo pasos, pero ahora más largos, intentando ignorar aquello último, tal vez era algo de afuera, pero se detuvo por segunda vez al escucharlo de nuevo, pero está vez a sus espaldas. No se quería dar vuelta, no quería ver lo que era. Las manos le empezaron a temblar, porque sabia que aquello no era alguien, era algo. Se acercó a la primera ventana y echó un vistazo, podría distinguir las olas de color rojo y verde caminar hacia el campo de quidditch, todo estaba bien. Nox suspiró pesadamente, «debo de estar loca», pensó, y alzó la mirada, mirando su reflejo en el vidrio, y lo último que vió no fueron sus oscuros ojos grises, sino unos enormes y monstruosos ojos amarillos.
Despertó en una habitación de paredes coloridas, algo desgastadas con dibujos al azar en ellas. Nox no sabía dónde se encontraba, pero tenía el presentimiento de que ella ya había estado ahí, era extrañamente familiar.
—¿Hola? —habló, pero su voz solo retumbó en un eco a pesar de que el lugar no fuera grande y vacío.
Observó su alrededor, había una ventana, pero no sé lograba ver nada, ya que la noche era tan oscura que tragaba cualquier señal del exterior. Nox empezó a entrar en pánico, no sabía dónde estaba ni que estaba pasando. Una puerta al lado izquierdo de la habitación se abrió ligeramente, sobresaltando a Nox. La luz brillante que salía de la apertura era tan tentadora que no pudo evitar acercarse a ella, como la vieja trampa del ratón y el queso. Sus pasos retumbaban pesadamente, como si cargara pesas de diez kilos en lugar de pies.
Al abrir completamente la puerta, la luz la cegó por unos segundos, parpadeó varias veces hasta que por fin pudo ver qué se trataba de la misma habitación, pero la hacía diferente un espejo grande, colgado en la pared, del tamaño exacto de una ventana. Se acercó pero no se vió reflejada.
«Es un sueño», pensó Nox.
Se giró para volver a ver si había cambiado algo en la habitación.
¡PSST!
Se volteó de prisa y casi suelta un grito, ahora su reflejo estaba en el espejo, pero no era ella exactamente, era bastante diferente; tenía unos razgos más maduros, el cabello mucho más largo, sus rizos ya no estaban, se habían reemplazado por muchas trenzas que caían de sus hombros, a los costados de su rostro y en una coleta muy alta. Sus labios estaban pintados de un rojo bastante profundo y oscuro, tan tentadores que cualquiera los viera no resistiría en besarlos.
—No deberías de asustarte —habló el reflejo, con una voz tan fría y apagada —. Soy tú, pero mejor.
Miró sus ojos, estos parecía estar maquillados con sombras oscuras, dándole más profundidad a su mirada, pero algo que la inquietó más fue el color de sus ojos; ya no se encontraba ese gris oscuro que la caracterizaba, sino que en su lugar habían unos muy plateados, tan brillantes que juraría que podría reflejarse perfectamente en ellos si se atreviese a acercarse lo suficiente.
—¿No lo recuerdas? —volvió a hablar. Su voz la asustaba bastante — Lo que hiciste a ese niño, aquella vez... Fue algo tan, pero tan horrible, que ni siquiera el hombre o mujer más valiente de este planeta sería capaz de ver con detenimiento.
—No sé de qué hablas —habló por fin Nox desde su propia voz.
—¿No? Creo que será mejor... Hacerte recordar, así solo la gente es capaz de entender...
El reflejo se esfumó, ahora solo quedaba el espejo vacío como en un principio. Nox frunció las cejas y se dió vuelta. Ahora se topó con un chico, le calculaba su misma edad. Estaba sentado en una silla de ruedas, con una mirada tan inexpresiva que uno podría jurar que se trataba de un muñeco tamaño real. Estaba viendo hacia el espejo, Nox se volvió de nuevo, pero ya no estaba, ahora solo era una ventana que daba hacia un patio lleno de otoñales arboles. Habían varios niños de diferentes edades, jugando al fútbol a la luz del sol. Se volvió al chico, pero en este seguía sin mostrar expresión alguna, sin demostrar las ganas de querer salir a jugar también, como lo haría cualquiera otro en esa situación.
—Tú le hiciste esto —sonaba aquella voz tenebrosa que tenía su reflejo —. Tú le quitaste su humanidad.
Nox se acercó lentamente, intentando captar alguna reacción. Intentó mirarlo a los ojos, pero se encontraban tan vacíos como un hoyo negro.
—Por favor... —escuchaba una voz débil y desesperada que venía de él, Nox se acercó mas para poder escuchar mejor —. Por favor, ayúdame... Regresamela... Por favor... Te lo suplico...
Su voz, no venía de los labios del chico, venía de los propios, y mientras más se acercaba, más claro hablaba.
—Tú estás destinada a esto, Misery Nox —habló de nuevo aquella voz—, tú estás HECHA para esto, y no puedes escapar de ello.
Y como si de una descarga eléctrica, el recuerdo volvió a su memoria. Nox se aterrorizó al instante, como si lo hubiese visto en ese mismo momento, pero quince veces más horripilante que antes. Comenzó a temblar de nuevo, y su garganta comenzó a quemar, amenazando con llorar.
—Y-yo no-no lo hice a propósito, fue u-un accidente —su voz se estaba quebrando.
—Entonces regresale lo que le pertenece, lo que le arrebataste.
—¡No sé cómo! —habia caído con sus propios pies, y se arrastró hasta la pared sin dejar de ver la vacía mirada del chico —. ¡Y-yo no sé cómo!
—¡HAZLO! —gritó el chico, Nox gritó como nunca había hecho en su vida, estaba aterrada —¡POR FAVOR, HÁZLO! ¡NO QUIERO SEGUIR ASÍ POR TU CULPA! ¡SOLO HAZLO! ¡REGRESAMELA!
—¡NO, NO, NO! ¡FUE UN ACCIDENTE! ¡NO QUISE HACERLO!
—¡ESTÁS DESTINADA A ESTO, MISERY NOX!
—¡NOX, NOX! ¡DESPIERTA!
Abrió los ojos, y sentía las lágrimas ahogando sus oídos. Estaba en la enfermería de la escuela, y nunca había estado ahí más que para visitar a Harry el día que intentó recuperar la piedra. Estaba llorando, y lo más seguro es que lo que decía, lo decía a viva voz en ese momento. Al estar consciente de que ya no estaba en un sueño, logró tranquilizarse ligeramente, pero las lágrimas tapaban sus oídos aún.
Respiraba entrecortadamente, ya que el recuerdo seguía en su mente como si hubiera pasado ayer. No se giró a ver de quién se trataba aquella voz que la despertó, ahora se sentía aterradamente avergonzada. Solo se dedicaba a ver el techo alto de la enfermería, reflejándose en él el recuerdo de aquél chico y su propio reflejo. Quería olvidar ese sueño, quería olvidar ese recuerdo.
—¿Estás mejor? —identificó la voz de Cho —. ¿Estabas soñando?
—¿Qué hago aquí? —habló ya más tranquila, esquivando la pregunta, Cho ahora sabía que Nox no estaba dispuesta a hablar de aquello.
—Te petrificaron —habló la de Cedric.
—¿Qué? —soltó Nox sin entender.
—Si, fuiste la siguiente, después de la gata de Filch —acercó una silla junto con Cho —. Pero...
—Tardamos mucho en... Enterarnos... —siguió Cho, ayudando a su amigo, esa acción le recordó un poco a sus padres.
—¿Cómo? —volvió a preguntar.
—No apareciste en el partido, pensamos que simplemente no querías estar ahí, así que hasta el siguiente día nos enteramos, estabas muy escondida, mirando por la ventana, sin expresión alguna.
—Cualquiera que pasaba, creía que solo estabas ahí, observando por la ventana —siguió Cedric.
—Hasta que llegamos nosotros y nos dimos cuenta de que estabas petrificada.
Nox sintió una presión en el pecho por tal noticia, no se había dado cuenta de que había sido víctima de el heredero de Slytherin, y sobretodo, que había salido viva, entonces en su mente empezaron a surgir mucho más dudas en ese momento, ¿Quién habrá sido? ¿Lo capturaron? ¿Sigue libre? ¿Qué fue lo que la petrifico?
—No sabemos aún quién fue o qué pasó exactamente —dijo Cho—. Pero todo acabó, por fin, fuiste la última en despertar, ahora todos están festejando en el gran comedor.
Nox frunció una vez más las cejas, y no se había percatado que ambos amigos estaban en sus pijamas, al igual que ella, pero llevaba el de la enfermería. A sus pies se encontraba la suya que habitualmente usaba, oscura como el tono de su cabello.
—¿La última? ¿Hubo varios? —preguntó Nox.
—¡Si! Fueron tres de Gryffindor y uno de Hufflepuff...
—Y ningún Slytherin, que sorpresa.
Nox intentó sentarse en la cama, pero sus piernas no funcionaban correctamente, tal vez pasó mucho tiempo ahí petrificada, sin movilidad y rígida como piedra, pensar en ello le daba escalofríos. La enfermería estaba iluminada por pocas velas, dándole un tono tenue y cálido, tal vez no pasaría de la media noche. Sus dos amigos le dieron privacidad para que se cambiara de pijama, ya que Nox decía que le deprimía ver colores tan opacos en el que llevaba. Cuando se bajó de la cama, calló de inmediato al suelo, y Cedric soltó una carcajada mientras Cho lo regañaba y ayudaba a Nox a ponerse de pie. Le pasaron unas muletillas de brazos por si aquello llegara a pasar, ya que al ser tanto tiempo, tardaría en volver a caminar con normalidad. Al estar lista salieron de ahí lentamente, ya que Nox aún estaba volviendo a aprender a caminar.
—Fue Harry el que terminó con todo esto —habló Cedric cuando iban avanzando por el pasillo.
—¿Harry? ¿El enano cuatro ojos? —soltó Nox, rió—. Vaya, parece que le gusta meterse en problemas. Ya con eso me dice que ganarán la copa de las casa de nuevo.
—Tambien su amigo Weasley —agregó Cho.
—Con esos puntos podrían ganar la copa de las casas del año que viene. Tiene muchas cosas que explicarme.
Al irse acercando al gran comedor, el bullicio se hacía más presente, y cuando entraron, era un gran banquete y celebración. Definitivamente estaban muy alegres de que todo se acabara, a pesar de que Nox no supiera qué era lo que se festejaba exactamente. A lo lejos divisó a su amigo, que platicaba alegremente con sus amigos Ron y Hermione, pero pareció ser que su mirada lo quemó desde ahí, porque se volteó para conectar con Nox. Esta sonrió con gracia, queriendo decir «¿Lo hiciste de nuevo?». Harry se acercó a ella y la llevó un poco lejos del bullicio que se escuchaba del comedor.
—Vaya, no cabe duda de que salvaste al colegio... De nuevo —soltó Nox.
—Claro, pon los pies en la tierra, oh, cierto, no puedes —se burló Harry.
—Te daría una patada, pero cuando recupere la movilidad, te ganarás dos —rió Nox—. Pero cuéntame, ¿Qué fue lo que pasó? Veo que todo el mundo está festejando y no entiendo exactamente por qué.
—Resultó ser que el heredero de Slytherin fue Voldemort —dijo Harry, Nox abrió mucho los ojos.
—¡¿Estuvo en el colegio?!
—No, no, no, estuvo en un diario —Nox lo miró sin entender, al ver aquello decidió explicarse mejor —:Mira, Ginny Weasley tenía un diario que el padre de Malfoy puso en secreto en su caldero, ella lo utilizó, y resultó ser que este tenía una parte de él, por eso pudo manipularla a ella, ya que era muy vulnerable.
—La utilizó para hacer todo... Vaya, eso es horrible —dijo Nox—. Ya veo por qué hay tanto alboroto.
—Si, logré matar al basilisco, así que ya no hay ningún monstruo en la cámara secreta...
—¿UN QUÉ? —volvió a exclamar Nox.
—Si, vivía en la cámara de los secretos, se movía por las tuberías del colegio, tuvimos que entrar hasta ahí para...
—¿Qué-qué? Guau, dejame analizar un poco.
Tantas cosas habían pasado, pero... ¿En tan poco tiempo? Parecía algo imposible. Seguía digeriendo la información que estaba recibiendo, tal vez hubiese sido mejor que se lo escribieran en un libro, para poder leer con más calma. Un basilisco es lo que había visto, lo último que miró en el reflejo de la ventana. Sabía que un basilisco es una serpiente gigante y de mirada mortal. Se decía que con solo mirar a alguien a los ojos, el basilisco podía causarle la muerte instantáneamente. El reflejo... Por eso no había muerto, lo había visto indirectamente, atraves de la ventana.
—Por Merlín... Guau, yo... Uff —soltaba Nox, sin saber qué decir.
—No tienes que agradecer, con un pastel de chocolate de tu abuela me conformo —sugirió Harry, Nox soltó una risa.
—Claro, como tú pusiste un cristal frente a mí...
Por un instante a su memoria volvió aquél sueño, su reflejo... Hablándole con esa voz que le daba de nuevo escalofríos.
Nox parpadeó varias veces.
—Bueno, supongo que después me debes dar más detalles —dijo caminando de vuelta con los demás —. Y a todo esto, ¿Cuánto tiempo estuve petrificada? Debo de ponerme al tanto de las clases.
—Pues, ya estamos en el último trimestre... ¡Oh, deja de hacer eso, me asustas!
Nox había vuelto a abrir demasiado los ojos, ¡Siete meses! Tal vez más, pero se había perdido más de la mitad del curso, así que era evidente que estaba demasiado retrasada con todo, Hermione Granger le llevaba la ventaja al por mayor. ¿Cómo hará para pasar los exámenes? Debería de ponerse al corriente en ese mismo momento.
—No me jodas, no voy a pasar los exámenes...
—Tal vez te hagan una excepción, por, ya sabes... No poder estar en clases —intentó animar a Nox.
—¡Oh no, mis padres me van a matar! —soltó Nox ya en la entrada del comedor, sin escuchar a su amigo —. Tendré que explicarles que estuve dormida por más de seis meses.
Para fortuna de Nox, esa misma noche se anunció que los exámenes habían sido cancelados, y Lockhart ya no daría más clases, ya que no se encontraba en «condiciones», Nox volvió a ver a Harry en busca de explicaciones, pero este solo le hizo un gesto diciendo que luego le explicaría, así que se habían suspendido temporales las clases de defensa contra las artes oscuras. Y cuando menos todos se dieron cuenta, el sol abrazaba cálidamente a todos de regreso a Londres. Nox seguía usando las muletas, pero insistía que ya no las necesitaría más, pero no podía avanzar dos metros sin que una pierna se le doblara.
El tren aminoró la marcha y todos empezaron a tomar sus cosas para salir de ahí. Cho estaba emocionada de poder ver a sus padres, ya que le habían prometido llevarla a un museo muggle en vacaciones, mientras que a Cedric le entusiasmaba ver a su madre y probar algo recién hecho para cuándo llegara a casa.
Nox pudo distinguir a sus padres a lo lejos de la estación, deseó en ese momento correr hacia ellos, pero tuvo que ser al revés, aún así pudo rodearlos con un fuerte abrazo.
—¡Oh, Nox! —abrazaba muy fuerte a su madre —¡Estábamos tan preocupados por ti!
—¡Dumbledore nos juraba que estabas bien! —le siguió su padre—. Y veo que estás un poco del todo bien.
—Claro que si, un poco defectuosa, pero ya mejoraré.
Ellos ayudaron a Nox a bajar las cosas del tren y ponerlas en un carrito. Ya estaban empujando todo hasta la salida, cuando escuchó que le hablaban a lo lejos. Nox se dió vuelta, era Harry caminando a toda prisa, esquivando a las familias que aún se estaban saludando.
—¡Nox! Antes de que te vayas, te quiero dar esto —le tendió un trozo de pergamino —. Es el número de la casa de los Dursley.
—Oh, claro que estaría encantada de llamar a tu primo, Harry, apuesto que me extraña demasiado.
—Él estaría encantado de que le pasaras tus saludos, no sin antes hablar conmigo, claro.
Ambos rieron ligeramente, y Nox de nuevo volvió a ver aquél extraño brillo en los ojos de su amigo, el mismo que había distinguido la primera vez que se hablaron en Hogwarts.
—Espero verte pronto. Y no te preocupes, te marcaré cuando pueda, Harry.
Y dicho eso, regresó con sus padres para atravesar la pared de vuelta al mundo muggle.
Notes:
Asi es, me salté toda la trama de la piedra filosofal y la cámara secreta. Todos ya nos la sabemos de memoria, además de que Nox no tiene que ver mucho en esa historia, así que escribiré cuando lo sea, jiji.
Chapter 6: 5. Trece y catorce
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Capítulo 5
Trece y catorce
Querido Harry:
¡Feliz cumpleaños, cuatro ojos!
Espero que estés bien. En verdad yo no tanto, me entristece un poco que ya no te dejen al cuidado de la abuela Figgy, en cambio a mí si me siguen mandando con ella. Ahora que lo pienso mejor, me parece algo ridículo, o hasta infantil. Creo que te tengo algo de envidia. Me refiero a que te consideren lo suficientemente grande como para ya no tropezar sobre tus propios pies, y eso que soy mayor que tú.
Y hablando de tropezar, ¡por fin dejé de usar las muletas! Después de semanas caminando por la calle como loca, finalmente puedo caminar con normalidad como toda persona normal, tantos meses sin moverme afectó bastante.
¿Viste la foto del profeta de hace una semana? No sabía que Ron tuviera una familia tan numerosa, yo apenas reconozco tres de sus hermanos, y a los otros no tengo ni más mínima idea de quiénes sean, tal vez después me expliques (como siempre). Aún así espero que la esté pasando bien en Egipto.
Realmente me pareció extraño ver a Hedwig pasar por mi ventana, así que no dudé en enviarte de una vez tu regalo, espero que lo aprecies, ya que es algo (que me atrevería a decir) importante . Así tal vez podrías entenderme un poco de más, o no lo sé, interpretalo y léelo cuando puedas.
Me gustaría marcarte por teléfono, pero no quiero meterte en problemas con tus tíos y eso, así que es mejor que lo hagas tú, cuando puedas y quieras, claro.
Nos vemos en Hogwarts, y no crezcas más, me gusta verte desde arriba.
Besos, Nox.
Vió a la lechuza marcharse con su carta y regalos amarrados a las patas. Aquél verano era tan agradable como el otoño. Nox había crecido bastante, pero su cabello seguía igual de oscuro que siempre. Los rizos de su cabello seguían muy de alborotados, pero ahora con un poco más de control, ya que ahora los sujetaba con dos pequeños broches a cada lado de su cabeza, dándole un poco más de libertad de voltear sin riesgo a que todo el cabello se le fuese encima.
Su padre estaba algo más ocupado de lo normal, ya que en el ministerio de magia estaban todos alborotados igual que los rizos de Nox por el escape del asesino Sirius Black. En las noticias tanto mágicas como muggles se decía que podría encontrarse en cualquier parte del país, así que mantenía a su madre e hija a ojo de alcón en todo momento. A Nox le importaba poco, realmente; el mundo era muy grande, y había una muy pequeña posibilidad de que Sirius Black estuviese en la esquina de su casa, asechando como un perro a su presa.
A la mañana siguiente se levantó para bajar a desayunar con su padre, esperando alguna nueva noticia. Había veces en las que Nox se ponía a pensar en detalles en los que otros no se fijan, como por ejemplo ese: pasaban los años y su pequeña familia seguía disfrutando de la misma rutina, su padre por la mañana y su madre por la tarde, y al finalizar el día, ambos.
—Buenos días —saludó mientras encendía la televisión en la sala. A pesar de ser magos, no desperdiciaban de los gustos muggles.
—Buenos días, cariño —le devolvió el saludo su padre.
Brian era el padre de Nox, alto y cabello corto con una poderosa barba adornando su cara, cosa que su esposa adoraba. Su madre Rose trabajaba en el periódico el profeta, así que solía trabajar más de mañana, era algo baja y de grandes caderas que volvían loco a su esposo.
«Tenemos que advertir a los telespectadores de que Black va armado y es muy peligroso. Se ha puesto a disposición del público un teléfono con línea directa para que cualquiera que lo vea pueda denunciarlo.» —anunciaban en la televisión.
—Me parece increíble y extraño que también lo esté buscando la policía.
—Deben de; es peligroso tanto para los muggles como para los magos —dijo su padre mientras bebía de su café.
Más tarde ese mismo día, llegó Hedwig, la lechuza de Harry. Nox estaba alegre de alguna respuesta, pero su cara se alargó cuando leyó de qué se trataba; su tía Marge estaba de visita toda la semana, una mujer tan odiosa como sus mismos tíos, y adoraba a su primo Dudley, así que se mantendría «normal» hasta que llegara el día en que se tenga que ir, así que entre esas cosas era mantener lechuzas lejos, incluyendo a Hedwig. Le pedía de favor que la cuidara hasta que su tía se marchara. A Nox no le molestó en absoluto, total, serían solo unos días, pero de lo que si se preocupó y rogó es que se encontrara bien.
A comparación de la familia de Harry, estaba la de Nox, o mejor dicho, solo la abuela Figgy, que adoraba a Nox, pero cuando esta iba de visita a su casa repleta de gatos, prefería que estuviera también Harry, ya que entre ellos dos podían pasar el tiempo sin molestar a nadie, pero con la abuela sola, era un caso imposible, ya que no sabía de qué hablar, más que de sus gatos, por su puesto.
Nox en algún momento le mencionó que tenía muchas ganas de ver a Harry, ya que era el amigo que vivía más cerca, pero no podía por la horripilante visita de su tía Marge.
Durante la semana visitaba a su abuela, o salía a la calle durante la noche a soltar a Hedwig a estirar las alas, y la llamaba de vuelta con un «click click», un chasquido extraño que hacía con la lengua, la lechuza ahora captaba ese peculiar sonido, haciendo sonreír a la pelinegra.
Además de Harry, Nox también contaba los días para poder enviar a Hedwig de vuelta a su dueño y poder seguir comunicados, ya que el teléfono en ese momento era absolutamente una pésima opción, y ahora por lechuza menos. Seguía rogando que estuviera bien.
Por la noche se encontraba acomodando unas cosas de su habitación en la casa de la abuela Figgy, ya que sus gustos habían cambiado ligeramente, así que empezó a sacar cosas viejas y desgastadas que no necesitaba. Seguía estando fascinada con las historias de terror, así que se encontraba acomodando sus libros por orden de autor, aquellos que su madre en algún momento llegó a cerrar con candado.
Para tener una edad corta, Nox había leído bastante, tenía un librero en casa de su abuela y otro en la casa de sus padres, pero a pesar de leer cosas tan atroces y no aptas para su edad, seguía teniendo miedos y se asustaba como una persona normal, justo como en aquella noche.
Estaba ahí ella, de lo más normal como otro día, jamás esperando aquello. Se miró en el reflejo del espejo del tocador, y ahí estaba de nuevo, su reflejo con aquella sombría mirada, con las trenzas cayendo de su rostro, tan sombrío como sus ojos que solía llevar siempre. Nox cerró con fuerza los ojos.
«No es real. No eres real. No serás real», se repetía siempre hasta que desapareciera.
No era la primera vez que pasaba, pero parecía ser que funcionaba, y cuando pasaba; evitaba recordarlo.
—¡Nox, saca a pasear a esa lechuza que está haciendo demasiado ruido! —escuchó a su abuela gritar desde abajo. Nox se sobresaltó de nuevo, pero se alegró de que fuera la voz de su abuela. Bajó las escaleras con Hedwig al hombro, jugueteando con su cabello —. No olvides tu varita, ya sabes que yo no podré hacer nada. Nunca he convertido ni siquiera...
—... Una bolsita de té, lo sé abuela, siempre la llevo conmigo —completó Nox, alzando la camisa y dejando su varita mágica a la vista, que estaba atorada en el cinturón de su pantalón de mezclilla —volveré pronto, ¿verdad, Hedwig?
Al salir, inmediatamente la lechuza se despegó de su hombro y empezó su vuelo con gran velocidad. Todo parecía estar normal, hasta que vió que la lechuza se estaba alejando más de lo debido, alarmando ligeramente a Nox.
—No puede ser... —un chasquido. No volvía —...Harry me va a matar.
◦•●◉✿◉●•◦
No, no la había matado, al contrario, le agradeció bastante, ya que se encontraba en el caldero chorreante, y pasaría el resto de las vacaciones ahí, así que se encontraba excelente. Nox estaba insistiendo demasiado en que fueran ahí por sus nuevos libros, pero ellos solo lo posponian, ya que no había un momento en que uno de los dos pudiesen. Cuando por fin llegó el día, faltaban solo dos días para volver a Hogwarts, así que las calles se encontrarían abarrotadas de gente, fastidiando a Nox cuando la pisaban una vez más.
—Si quieren los espero en el caldero chorreante, y lleven el resto de cosas, iré por las que faltan —indicaba Nox y se marchó rápido, antes de que pudiesen decir algo sus padres, como siempre solía hacer.
En realidad no le faltaba nada, solo era un pretexto de buscar una vez más a su amigo que no había visto por ninguna parte, tal vez no se encontraba despierto aún a las nueve de la mañana. Al ser un poco más tarde, paseaba y prestaba más atención a los escaparates, hasta que lo vió ahí de pie, viendo el prototipo de una escoba; la nueva saeta de fuego. Nox sonrió y se acercó con cautela, pretendiendo ver también la escoba como alguien más.
—Uhmm... No me parece tan sorprendente, la verdad —decía Nox lo suficientemente alto como para que Harry escuchara —. Mi barredora 7 corre con más estabilidad que esa basura extremadamente cara, y la he modificado para que vaya a esa misma velocidad, no entiendo cómo la gente presta atención en eso.
Vió como su amigo se tensó ligeramente y no dudó en abrir la boca —: Yo pienso que es una escoba estupenda, tal vez la mejor que ha salido al mercado... ¡Oh, Nox! ¡No sabía que eras tú! Y vaya, ya puedes caminar.
Le dió un muy cálido abrazo, habían pasado demasiado tiempo, tanto sin verse como sin hablar.
—Te dije que no crecieras más, ahora estamos de la misma estatura, cuatro ojos —le dijo Nox mientras le revolvía el cabello.
Y exactamente, ahora se encontraban de la misma estatura. Nox siempre solía ser la más alta, pero parecía ser que las cosas ahora cambiarían. Seguía con el mismo desordenado cabello y unos ojos tan verdes que podrían hipnotizar a cualquiera.
—¿Envidia? —se burló Harry
—Bastante —empezaron a avanzar sin rumbo por el callejón mientras platicaban. Nox notó bastante como Harry se ponía algo nervioso al hablar, y de verdad que no entendía el por qué —. ¿Ya tienes todo lo nuevo para el curso?
—Si, lo he comprado todo la semana pasada —contestó.
—¿Y qué haces acá? Por fin te tomaste unas vacaciones de los Dursley, me parece.
—Inflé a mi tía —soltó de repente. Definitivamente no dejaba de sorprender a Nox, así que se decidió a explicarle —. En el último día que se quedaría, no pude aguantarlo y exploté.
—Oh, debió ser genial —dijo entre risas —. Apuesto que se miraba como un globo aerostático en pleno vuelo.
—Mejor imagen no pudiste decir —tomaron asiento en una heladería del callejón—. He estado leyendo lo que me regalaste, «Misery», un regalo bastante egocéntrico, si me permites.
—Tal vez un poco... —puso cara pensativa—... Mucho en realidad, pero sé un poco más respetuoso, es mi libro favorito, y te regalé un ejemplar originalmente leído por mi, incluso puse mi firma en él.
—Si, me sirve muy bien cómo soporte para mí mesita de noche.
—Oh, cállate.
Posiblemente no eran tan unidos como antes, pero cuando se encontraban a solas, era como volver en el tiempo. Nox se alegraba mucho de tener a su amigo cerca y poder hablar con él de muchas cosas, pero quizás no todas, la confianza que de tenían se había desvanecido ligeramente, como el polvo en un mueble. Aún así, se esforzaba por volver a encender aquél click que en su momento llegaron a tener.
Le pareció gracioso regalarle a Harry un libro con su propio nombre: «Misery». Fue su primer ejemplar, así que le parecía a la vez algo especial como él.
Platicaban mientras tomaban el helado, riendo entre recuerdos que alguna vez llegaron a compartir durante su época de colegio muggle, preguntándose qué sería de ellos si hubiesen ido a Stonewall. Harry mencionó que en aquel entonces su primo Dudley hacía chistes crueles sobre ello, y en una ocasión le avisó que en esa escuela metían a los chicos les metían la cabeza en el escusado, Nox arqueó las cejas.
Ella confesó que había insistido en ir ahí solo porque él estaría ahí, porque no soportaba la idea de tener que hacer amigos de nuevo, además de que era muy difícil para ella, ya que siempre les daba miedo su mirada. Harry se sonrojó hasta las orejas al oír eso, y se justificó diciendo que el sol estaba muy fuerte.
Harry no tardó en mantenerla al tanto que no pudo contarle con totalidad lo que había pasado durante todo el tiempo que estuvo petrificada el curso anterior. Mencionó que había recibido cartas de sus padres, preocupados y rogándole que los manteniera al tanto de cualquier novedad con Nox. Sus padres confiaban en él director de Hogwarts, pero sabían que no les diría cosas que Harry sería capaz de decirles.
Para Nox fue como quedarse dormida, y despertar con el recuerdo de un sueño muy borroso, del cual solo recuerda aquél reflejo que la atormentaba de vez en cuando en el verano. Obviamente no le contaría a Harry o algún otro amigo suyo sobre ello, era muy extraño y loco, algo de lo que ella no podía asegurar si era real o no.
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El expreso escolar de Hogwarts era tan concurrido un año como el otro, y cada vez que subía, pensaba que ese año había más gente que el anterior, y eso pensó también al año anterior. No tardó mucho encontrar a sus dos mejores amigos; Cedric y Cho.
Cedric estaba tan alto que tenía miedo de chocar con el techo del tren, mientras que Cho tenía su cabello cada vez más largo, lacio y oscuro. No tardaron en encontrar un lugar en el tren cuando comenzó a avanzar. Y como era costumbre, siempre se ponían al tanto de lo que habían hecho durante las vacaciones, ya que muchas de las veces un pergamino no era suficiente para contar.
Cuando menos se dieron cuenta, el tren se detuvo, entre los tres se miraron sin entender, y de pronto, las luces del tren se apagaron, dejándolos ciegos.
—¿Se habrá ido la electricidad? —dijo Nox en voz baja.
—Tal vez —contestó igual Cedric.
Pasaron largos minutos, pero nadie se atrevía a revisar que pasaba afuera. Por los pasillos se escuchaba movimiento, y altas siluetas se alcanzaban a distinguir del vidrio. Poco después se escuchó como si bajaran del tren, y se puso en marcha de nuevo.
Al llegar a la estación de Hogsmade, subieron a los carruajes que avanzaban solos. No tardaron mucho en llegar al castillo, así que bajaron y caminaron hasta las enormes puertas de roble, pero una voz conocida la hizo detenerse.
—¡Figg! —le llamó el bajito maestro de encantamientos, y también jefe de su casa —. La profesora McGonagall la está esperando adentro, en su despacho.
Nox se despidió de sus amigos y abrió paso hasta el vestíbulo y caminó por los pasillos hasta llegar a la puerta del despacho de la profesora. Estaba a punto de tocar, pero se abrió y de esta salió Harry, un poco pálido, pero supuso que era por el posible regaño que le habrán dado, así que le preguntaría después.
—H-hola Nox —saludó.
—Hola Harry —le saludó de vuelta. Nox esperó a qué siguiera con lo que quería decir, pero solo se quedó ahí parado, solo mirándola —... Esto... Voy con la profesora McGonagall, al parecer me quería para algo.
—Oh, sí —despertó de su trance—, t-te veo después.
De acuerdo, aquello había sido muy extraño, jamás se había comportado de aquella manera, tal vez algo muy malo había hecho y por eso actuaba así, y se sorprendió de ver a su amiga, así que evitaba cualquier forma de que le hiciera preguntas, y lo consiguió, pero no se libraría de eso.
Al entrar al despacho, la profesora no se encontraba sola, estaba también ahí Hermione Granger. Nox soltó un cansado suspiro, ya que entre ellas no se caían bien, ya que tenían una silenciosa competencia que pocos lograban prestar atención.
—Granger —saludó mientras se cruzaba de brazos —. Me dijeron que me llamaba, profesora.
—Claro, a ambas de hecho —dirigió su vista también a Hermione —. Las quería aquí a ambas para hablar sobre sus clases. Fue todo un desafío, ya que ambas al ser de diferentes casas, tendría que buscar la forma de que ambas asistieran a las mismas clases...
—Espere —interrumpió Nox —, ¿A qué se refiere con «ambas»?
—Pues a esto —abrió una diminuta caja de madera que se encontraba sobre su escritorio, de esta, sacó una larga y fina cadena de oro, que le colgaba un reloj de arena —. Ese es un giratiempo, les ayudará a asistir a todas sus clases extras.
—¿Tú también elegiste todas? —Hermione se giró a Nox, con cierto enfado en su rostro, Nox asintió —. ¿No es mejor que cada una lleve uno, profesora?
—Claro que no, el ministerio no me autorizó dos, solo uno. Además, lo necesitarán para las mismas materias, mismo lugar, mismo todo —Hermione bufó exactamente igual que Nox —. Eso sí, nada de decirle a Potter ni a Weasley, Granger —ella asintió —. Y nada de decirle a Chang o a Diggory, Figg —Nox asintió —. Bien, usarlo es muy fácil, solo tienen que girarlo, cada vuelta es una hora. No deben verse a sí mismas, o que alguien más las mire. ¿Entendido? —ambas asintieron —. Perfecto, ya podemos volver al comedor.
Salieron por detrás de la profesora, Harry había esperado en el pasillo, pero antes de que este se incorporara, Nox dijo:
—Nada de Potter y Weasley, Granger.
—Nada de Diggory o Chang, Figg.
—No será tan difícil, entonces.
Chapter 7: 6. Figg y Granger
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Capítulo 6
Figg y Granger
A la mañana siguiente, Nox, Cho y Cedric se encontraban tomando el desayuno. A pesar de poner en la mesa cosas tan sencillas, a Nox se le parecían las cosas más deliciosas que alguna vez haya probado. Claro, le encantaba lo que cocinaban sus padres y su abuela, pero el sazón que manejaba Hogwarts era muy distinto e inhumano.
Poco después se acercó el profesor Flitwick a entregar los horarios, y Nox se sorprendió demasiado de lo apretado que lucía el suyo, a comparación del de Cho o Cedric, y eso que ellos iban a un curso más avanzado y difícil.
Un alboroto los interrumpió: era Malfoy haciendo una extraña y muy mala interpretación de como se desmayaba mientras que los que estaban cerca en la mesa de Slytherin coreaban una fuerte carcajada.
—¡Eh, Potter! —gritó Pansy Parkinson a sus espaldas, una chica de Slytherin que tenía la cara como un perro —. ¡Potter! ¡Que vienen los dementores, Potter! ¡Uuuuuuuuuh!
Sintió la sangre hervir, no entendía el contexto, pero con sus amigos no tenía permitido meterse, así que se puso de pie, se giró y desde su mesa le gritó a Pansy:
—¡Cállate, que las perras no hablan!
Cho y Cedric la miraron como si hubiese lanzado una maldición imperdonable enfrente de todo el gran comedor, era muy raro que Nox soltara una mala palabra, y si lo hacía, es porque estaba de verdad enfadada. Pansy se volteó a ver a Nox con una expresión tan despreciable que se acercó retadoramente.
—Que linda, la miseria defendiendo al debilucho de Potter. ¿Te gustan los asustadizos como él? Pobrecita —se burló la chica de Slytherin.
—Oh, por favor, Parkinson, se nota tu envidia —se acercó también —. Malfoy no sería capaz de salvarte ningún pelo de esa peluca vieja que usas en esa cabeza tan vacía.
—No sabía que recurrías a lo más bajo por falta de atención, Misery —metió la mano en su túnica, parecía que sacaría su varita, así que Nox hizo lo mismo—. Parece que tú parejita también, ¿O acaso no te lo contó? —Nox no respondió —¡No te dijo! Vaya, y yo creí que eran unidos...
—¿Pasa algo, señoritas? —interrumpió el nuevo suplente de la clase de defensa contra las artes oscuras; el profesor Lupin que había llegado al gran comedor.
—No, profesor —sonrió Pansy Parkinson.
—No, profesor —contestó también Nox, con los dientes apretados.
—Bien, así que es mejor que sigan con su desayuno, pronto tendrán que irse a clases.
Pansy Parkinson se regresó a su mesa con una arrogante sonrisa, al contrario de Nox, que tomó asiento con las orejas rojas y las pecas brillando.
—¿Qué rayos te pasa, Nox? —le regañó Cedric—¡Pudiste meterte en problemas!
—Pero no fue así, además; ya era hora que alguien la callara, me desespera su estúpida voz.
—¡Nox! —regañó esta vez Cho.
—¡¿Qué?! —encogió los hombros — Yo solo dije la verdad. Además, no entiendo que quiso decir con que no me dijo nada. Esa maldita...
—¿Qué te está pasando? Has estado muy agresiva últimamente —comentó Cedric. Nox miró a ambos amigos, sin entender a qué se referían.
—Claro que no. Además, defendí a un amigo, así como los defendería a ustedes dos, o ustedes a mí —miró el reloj en la muñeca de Cho, tomó su mochila y horario —. Será mejor que me vaya de una vez, la torre de adivinación está lejos. Los veo después.
Se puso de pie y caminó hacia la mesa de Gryffindor mientras se acomodaba de lado la mochila. De verdad que no comprendía a qué se referían ¿Agresiva? Eso sí que era muy raro en ella, y posiblemente tenían un poco de razón, ya que empezaba a tener impulsos que antes no tenía. Pubertad.
Mientras avanzaba, se puso a pensar en su horario; tres materias en una sola hora, será una completa locura, y peor aún, junto a la sabelotodo de Hermione Granger, definitivamente será un muy largo año.
Se posó por detrás de Hermione y le tocó el hombro con cuidado de no asustarla, ella se dió la vuelta y la miró sin entender, doblegandose ligeramente ante la oscura mirada de Misery Nox.
—¿Pasa algo, Figg? O también vienes a gritarme —le dijo con una ceja alzada, Nox se cruzó de brazos.
—Por si no lo sabías, defendí a mi amigo, que también es tu amigo, si tú —señaló a Harry con su horario —, además; se hace tarde, debemos irnos —hizo un gesto con la mano, Hermione no entendía a qué se refería —. Ya sabes... A tomar las CLASES —hizo énfasis en la última palabra, el rostro de Hermione tomó forma, entendiendo a qué se refería, parecía ser que lo había olvidado por completo.
—¿Clases? ¿Tú también tienes esas diez mil asignaturas como Hermione? —preguntó Harry que se encontraba sentado al lado de Hermione.
—Claro que no, solo un demente haría eso, y tú no estás tan cuerdo como... ¡Ey!
Harry ya le había arrebatado el horario, Nox iba a luchar por él, pero ya era muy tarde, porque parecía ya habérselo grabado de memoria. Volteó a ver a Nox, buscando una explicación que ella desafortunadamente no le podía dar.
—Al parecer también tienes tres clases a primera hora.
—Si, ¿Y qué les importa? —defendió Hermione de inmediato—. No es problema de ustedes que nuestro horario sea algo apretado. Ya hablamos con la profesora McGonagall, tenemos todo bajo control.
Instantes después, entró el nuevo maestro de Cuidado de Criaturas Mágicas, y guardabosques del colegio, o mejor conocido como Hagrid. Vestía un largo abrigo de topo, y llevaba un hurón muerto que balanceaba de una cuerda en su mano. Bastante elegante, se notaba que estaba emocionado por su primera clase, pero la elegancia se veía interrumpida gracias al animal muerto.
—¿Va todo bien? —dijo con entusiasmo, deteniéndose camino de la mesa de los profesores—. ¡Están en mi primera clase! ¡Inmediatamente después del almuerzo! Me he levantado a las cinco para prepararlo todo. Espero que esté bien… Yo, profesor…, francamente…
Les dirigió una amplia sonrisa y se fue hacia la mesa de los profesores,
balanceando el hurón. Nox no conocía tan bien a Hagrid como el trio de problemas sentados frente a ella, y tampoco era que le emocionara mucho su clase, con tal de aprender...
—Me pregunto qué habrá preparado —dijo Ron con curiosidad.
El Gran Comedor se vaciaba a medida que la gente se marchaba a la primera clase. Ron seguía comprobando su nuevo horario.
—Lo mejor será que vayamos ya. Miren, el aula de Adivinación está en el último piso de la torre norte. Tardaremos unos diez minutos en llegar…
Empezaron a levantar sus cosas y se dispusieron atravesar el gran comedor. Al pasar al lado de la mesa de Slytherin, Malfoy volvió a repetir su muy mala interpretación de alguien desmayandose. Las estruendosas carcajadas volvieron a sonar hasta el vestíbulo. Nox le dió un ligero codazo a Hermione, y después señaló con la cabeza a un armario de limpieza que había cercas, aprovechando que Harry y Ron estaban distraídos enfrente de ellas.
—Deberíamos ir a las otras dos materias primero, y después a adivinación, que es la de ellos —dijo Nox en voz baja. Hermione asintió.
—Si, porque saliendo no dudarán en hablar del tema —dijo Hermione mientras se desviaban al salón de Aritmancia.
Avanzaban entre los alumnos nuevos que buscaban sus respectivos salones, igual de perdidos como Nox la primera semana de su primer año. Ninguna de las dos no decía ni una palabra. Hasta que llegaron al aula.
—¿Te parece si nos sentamos juntas? —preguntó Hermione, viendo los asientos del aula. Nox la miró raro —. Bueno, no debemos perder tiempo si queremos hacer todo bien y a tiempo.
Nox pensó por un segundo, ya que tenía bastante razón, pero no sabía si estaba segura de querer compartir su lugar con Hermione Granger por el resto del año. No le caía del todo bien, y era personalmente su competencia, así que no sabía si le agradaría lo bastante como para aceptar, pero en ese momento su boca habló primero que su mente.
—De acuerdo, pero no me hables tanto, me gusta prestar atención —dijo tomando asiento hasta el frente de la clase, como solía hacer siempre.
—No hablo tanto, solo me gusta participar —se justificó Hermione.
—Es igual.
La clase de Aritmancia era algo interesante desde la primera actividad que les dejó la profesora Septima Vector. La materia consistía básicamente en numerología, un antiguo arte adivinatorio que se basa en el significado de los números y su relación con las letras. Se cree que cada letra del alfabeto tiene un valor numérico asociado, y al sumar estos valores para nombres, fechas de nacimiento u otras palabras clave, se pueden obtener interpretaciones sobre la personalidad, el destino y otros aspectos de la vida de una persona.
Al salir de esa clase, ambas estaban muy satisfechas, pero no podían distraerse demasiado, ya que tendrían que regresar dos horas para tomar la clase de estudios muggles. Se adentraron al armario que un principio Nox había señalado. Hermione sacó el reloj de arena y la fina cadena de oro se la pasó a Nox por detrás de la nuca, batallando un poco por su enorme cabello negro.
—Recuerda, solo dos vueltas —dijo Nox.
—Sé que son dos vueltas —respondió Hermione. Nox solo giró la mirada.
De pronto, sintió como sus pies flotaban ligeramente, pero no lograba ver algún cambio, solo sintió como el ruido de su alrededor se esfumaba y sentía los oídos taparse de la presión que se estaba ejerciendo. Finalmente por fin sintió los pies en el suelo de nuevo. Abrieron muy despacio el armario y asomaron la cabeza.
—¡Esto es muy raro, mira, allá vamos! —susurró Hermione, mirando como dos cabelleras igual de alborotadas y de distinto color se marchaban al salón de Aritmancia.
—Creo que me volveré loca —dijo Nox mientras salía del armario con disimulo, volvían a ser las ocho y cuarenta de la mañana.
—Apenas es el primer día, eso déjalo para después de los exámenes —mencionó Hermione.
—Lo que digas, Granger.
—¿Por qué no mejor me llamas por mi nombre? —le sugirió mientras avanzaban al aula de estudios muggles —. Si vamos a estar juntas por el resto del año, será mejor empezar a tratarnos más en... Confianza.
—Uhm, me parece bien, Jean —respondió Nox. Hermione la volvió a ver.
—¿Jean?
—Claro, tu me llamas por mi segundo nombre, si lo haces por el primero, tendré que llamarte por el primero también —explicó.
—Si fuese así, ¿por qué a Harry no le dices James y a Ron, Bilius? —se cruzó de brazos.
—Porque son casos diferentes, Jean —y en ese momento, Hermione se rindió.
Llegaron al aula de estudios muggles, e hicieron exactamente lo mismo que la anterior clase; sentarse juntas hasta el primer lugar. A ambas se les llegó a cuestionar el por qué decidieron elegir tal materia si ellas ya sabían lo suficiente sobre los muggles, Hermione respondía que le interesaba ver la perspectiva que tenían los magos sobre ellos, Nox solo respondía que quería sacar el máximo provecho de lo que pudiese aprender, sea útil o no.
En esa clase se pusieron a estudiar los tipos de comunicación no mágica que llevaban a cabo los muggles. Tenían que hacer una lista de cuales utilizaban y como funcionaban exactamente, algo muy fácil para ambas, que no era necesario sacar el libro de texto —Hermione aún así lo sacó —.
«Telefono... Radio... », escribía Nox, pero una duda surgió de su cabeza de pronto, y no creía que llegaría el momento de hacer eso, pero sin embargo lo hizo:
—¿Crees que la televisión funciona como medio de comunicación? —le preguntó a Hermione.
—Yo creo que si, transmite noticias, aunque no siempre se eso...
Nox asintió y siguió con su trabajo.
Al igual que cuando salieron de Aritmancia, se dirigieron a otro lugar donde esconderse para volver el tiempo atrás, ya que no querían correr el riesgo de encontrarse consigo mismas regresando de la clase de Aritmancia, ya que aún no sabían cómo funcionaba exactamente el viaje en el tiempo. Ambas chicas seguían sorprendidas sobre como podían viajar tan solo unas horas atrás y tomar ahora ya dos clases, tal vez no al mismo tiempo... ¿O si?
Salieron con precaución por debajo de unas escaleras y se reincorporaron a Harry y Ron, que seguían hablando exactamente lo mismo que hace horas atrás... O segundos. Nox y Hermione se miraron entre si, cómplices de lo extraño que era aquello, porque ellas ya llevaban más de cuatro horas juntas, pero para los dos chicos eran solo segundos en los que jamás se percataron que no estaban.
Avanzaron hasta el séptimo piso de la torre donde se encontraba el aula de adivinación, bufando cada vez que podían de lo cansado que era subir tantas escaleras, rogando que existiera algún atajo. Nox opinó que deberían de poner elevadores en la escuela, así uno no caminaba demasiado, Ron no tenía ni idea de qué era aquello, pero estaba de acuerdo.
Subieron por la trampilla que los dirigió al aula de adivinación, que de salón de clases no tenía nada, ya que parecía un extraño y viejo pub de té. De las sombras salió la profesora, indicando a todos que tomaran asiento, así que los cuatro se sentaron en la misma mesa redonda. Nox se sentó al lado de Harry, ya que si pasaría demasiado tiempo con Hermione, debería de tomar un descanso de ella de vez en cuando.
Su amigo pareció tensarse o temblar ligeramente, cosa que Nox no entendía, pero no logró prestar atención en ese momento, porque la maestra se dirigió a ella con los ojos muy grandes.
—Oh, mi niña... Tú... —empezó, trabandose ligeramente —... Tu madre, tiene un gran secreto guardado...
—¿A qué se refiere? —preguntó, Nox. Empezaba a preocuparse.
—No, no, no. No te lo puedo decir yo... —después se dirigió a Harry—. Oh, muchacho, deberás ser un poco más prudente con ella, porque solo te querrá ayudar —vió a su amigo ponerse muy rojo, pero no dijo nada. Nox seguía con su cara de confusión, pero no terminó ahí:—Y tal vez te arrepientas de eso, pero dale tiempo al tiempo —y se marchó al otro lado del salón, asustando ahora a Neville con algún tema sobre su abuela.
—¿A qué se refería la profesora? —preguntó Nox a Harry.
—No tengo ni idea —respondió mientras le temblaba la mano e intentaba recuperar su tono de piel habitual.
Después de que Neville rompiera una taza, todos llenaron las suyas con la caliente infusión de té, la bebieron y dieron vueltas en estas, para ponerlas boca abajo hasta que cayera la última gota. Sacaron sus libros y pasaron las hojas hasta la página 5 y 6. Nox y Harry intercambiaron las tazas, mientras que Ron y Hermione hacían lo mismo con las suyas.
—Bueno, qué dice la mía —le preguntó Nox, mientras revisaba las páginas del libro.
—Una masa asquerosa, ¿Segura que te lavaste los dientes? —decía mientras giraba la taza.
—Muy gracioso, cuatro ojos, claro que lo hice... Anoche... —dijo por lo bajo, Harry aguantó una carcajada —. Yo veo en la tuya... Uhm... —miró por un segundo, y después el libro —, creo que estoy mal.
—¿Qué dice? No me vayas a decir que es algo malo, como espera la profesora Trelawney —Nox lo vió, dándole la respuesta a su pregunta —. Solo estás jugando.
—Hay como una especie de... Uhm, no sé cómo explicarlo, pero en el libro indica muerte... —intentaba hacer sonar sus palabras lo más suaves y delicadas que pudiese —, una calavera... Eh... —no sabía si seguir girando la taza, así que mejor la puso de nuevo en su lugar —. Mejor lee la mía.
Harry, sin entender muy bien la reacción de su amiga, empezó a interpretar la de ella:
—Esto parece una huella... Según son caminos, pero está a la mitad, o sea que son caminos separados —empezó a girar la taza, como llegó a hacer Nox —. Creo que esto es una especie de hongo, tal vez significa... Uhm...
—Oh, por Merlín, Harry, eres muy lento y malo en esto —rió por lo bajo Nox—. Si quería que me dijeras palabras al azar, te hubiese pasado mejor un diccionario.
La profesora Trelawney se había acercado a la mesa con un rastro de disgusto en su rostro, Nox guardó silencio de inmediato, fingiendo inocencia.
—Dejame ver eso, querido —le dijo a Harry, pero antes de que este reaccionara, ya le había quitado la taza de Nox de las manos. Empezó a analizarla, todo el aula se mantuvo en silencio, esperando a que dijera algo, pero eso no llegaba. Su cara empezaba a torcerse con miedo, alterando a Nox —. No, no, debe... Debe de haber... No.
—¿Qué? —preguntaron Nox y Harry al unísono.
—Tú, no, debe ser una confusión, tú... no, un dementor, no...—le regresó la taza a Harry con cierta brusquedad, y mejor tomó la otra, que estaba frente a Nox—. La calavera… peligro en tu camino…
Nox se hizo pequeña en su lugar, evitando que su amigo la viera, ya que por su culpa ahora todos los miraban sin apenas respirar y sin moverse. La profesora Trelawney dio una última vuelta a la taza, se quedó boquiabierta y gritó. Oyeron romperse otra taza; Neville había vuelto a hacer añicos la suya. La profesora Trelawney se dejó caer en un sillón vacío, con la mano en el corazón y los ojos cerrados. Nox sintió sus instintos alterarse al ver a la profesora así.
—Mi querido chico… mi pobre niño… no… es mejor no decir… no… no me preguntes…
—¿Qué es, profesora? —dijo inmediatamente Dean Thomas. Todos se habían puesto de pie y rodearon la mesa donde estaban sentados, acercándose mucho al sillón de la profesora Trelawney para poder ver la taza de Harry.
—Querido mío —abrió completamente sus grandes ojos—, tienes el... El...
—El grim —completó en un susurro, Nox, uno muy claro que todos voltearon a verla con curiosidad. Ella solo se mantuvo ahí, rígida.j
—¿El qué? —preguntó Harry, más para Nox que para la profesora.
—¡El Grim, querido, el Grim! —exclamó la profesora Trelawney, que parecía extrañada de que Harry no hubiera comprendido—. ¡El perro gigante y espectral que ronda por los cementerios! Mi querido chico, se trata de un augurio, el peor de los augurios… el augurio de la muerte.
Nox parecía volver a su actitud del primer día de clases en Hogwarts hace dos años, evitando mirar a Harry tan siquiera a los ojos, o hablarle, ya que se sentía muy apenada de lo que había pasado y de lo que había dicho en la clase de adivinación. Sentía demasiada vergüenza y culpa en ese momento.
Cuando bajaron por la escalera de mano, Nox decidió ponerle presión a sus pies para desaparecer de ahí, en dirección a las mazmorras, donde sería la clase de pociones, ya que por lo pronto no tenía que compartir otro retroceso de tiempo con Hermione.
—¿Nox, estás bien? —le preguntó Terry a Nox ya estando en la mazmorra, una clase compartida con Hufflepuff—. Te ves un poco... Aterrada.
Nox asintió frenéticamente, intentando olvidar lo que había pasado, pero otros alumnos de que si estuvieron en la clase de Adivinación empezaron a cuchichear entre ellos, hablando sobre el augurio de muerte que había visto Nox y la profesora Trelawney en la taza de Harry.
En clase aprendieron sobre la poción de calmar temporalmente la ansiedad y el pánico durante un ataque de terror. Nox rogaba porque le saliera bien, ya que le haría de mucha ayuda tomar un litro de ella.
Chapter 8: 7. Un secreto publico
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Capítulo 7
Un secreto público
Nox seguía evitando ver a Harry a los ojos, y aparentemente este también, pero poco a poco empezaba a olvidarlo con mayor facilidad, ya que al tener tantas asignaturas, apenas podía pensar en los demás.
Corría lo más rápido que podía para alcanzar a Hermione a la hora que habían acordado hace días, porque desafortunadamente no podía compartir las mismas clases, y eso complicaba demasiado las cosas. Ese día le tocaba a ella portar el giratiempo, y a pesar de no llevarse muy bien entre ellas, aprendían a compartir y no discutir. Llegó al principio de las escaleras que llevaban al gran comedor y a las mazmorras y vió a Hermione, que la buscaba con la mirada desesperadamente.
—Perdón, perdón, mi mochila se rasgó un poco —decia Nox, respirando agitadamente mientras se escondían y se colocaban el giratiempo, retrocediendo dos horas.
Al volver a tocar el suelo, se lo quitó y ambas se separaron para correr a sus respectivas tareas. Era muy atareado y cansado el hacer aquello, sobretodo Hermione, que se había tomado el tiempo aún de investigar sobre hipogrifos y lo peligrosos que no pueden llegar a ser, ya que en clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, uno atacó al estúpido de Malfoy que no sabe seguir indicaciones.
En esos momentos, Nox tenía la cabeza llena de información, debía de ver a Hermione de nuevo para completar la traducción de runas antiguas que decidieron hacer juntas, para hacer las cosas mucho más sencillas. Tenía que hacer una redacción sobre una poción para encoger, del profesor Snape, investigar para qué servían exactamente los aviones, interpretar y convertir números para la profesora Vector, practicar encantamientos levitatorios del profesor Flitwick e intentar convertir un vaso de agua en una maceta para plantas, todo eso en una tarde.
Había terminado antes de limpiar las espinas de un rosal enfermo, así que pudo salir antes del invernadero, ya que ahora también tomaban las horas del almuerzo para adelantar tareas que no lograban terminar a tiempo, haciendo a Nox correr lo más rápido que pudiese para encontrarse a Hermione para retroceder una vez más y estar a tiempo para la hora del almuerzo, ya que ella estaría en la biblioteca y se volverían a ver al pie de la escalera donde se había visto.
—Estúpidas rosas, no puedo creer que las usen enfermas para hacer perfumes... —decia Nox mientras sacaba el giratiempo y se lo enredaba a Hermione.
—Pido tener el giratiempo conmigo mañana —interrumpió de pronto Hermione, después le dió las respectivas vueltas y volvieron a tocar tierra, fue cuando Nox frunció las cejas.
—Pero habíamos quedado en que me tocaría jueves, viernes y sábados y parte del miércoles —reprochó Nox mientras le quitaba el giratiempo.
—Si, pero eres muy impuntual, Nox —culpó Hermione.
—¡Mentira! Tú eres la que no sabe cómo hacer un buen hechizo para que no pese tu mochila. ¡Siempre se te rompe y te atrasas! —saltó Nox.
—¿Eso qué tiene que ver? —respondió Hermione con notable enfado— ¡Y mira quién lo dice! La que anda con los libros en la mano —señaló Hermione.
—¡Es porque aún no me sale! —reprochó mientras subían a toda velocidad las escaleras, las tripas le gruñian tan fuerte que podía hacer una competencia con las de Hermione —Y no soy impuntual, tú llegas muy temprano...
—¿Cómo lo hacen? —escuchó preguntar a Ron. Nox no sabía que les había tocado la clase de pociones, ya que venían subiendo de las mazmorras. Con prisa se guardó el giratiempo bajo la túnica.
—¿El qué? —preguntaron Hermione y Nox al unísono, fingiendo demencia, reuniéndose con ellos.
—Hace un minuto venías detrás de nosotros —se dirigió a Hermione— y un instante después estabas al pie de las escaleras, y con Nox aquí, discutiendo, cuando ella debería estar en... Quién sabe dónde.
—¿Qué? —Hermione fingía estar un poco confusa—. ¡Ah, tuve que regresar por una cosa! Ella vino porque... ¡Oh, no…!
En la mochila de Hermione se había abierto una costura. Nox soltó una carcajada mientras veía los libros caer.
—Hablando de... —comentó Nox.
—¿Por qué llevas encima todos esos libros? —le preguntó Ron.
—Porque no sabe hacer un buen encantamiento —soltó de nuevo Nox indirectamente, llevándose una mirada de odio por parte de Hermione.
—Ya sabes cuántas asignaturas estudiamos —dijo Hermione casi sin aliento—. ¿No me podrías sujetar éstos?
—Pero… —Ron daba vueltas a los libros que Hermione le había pasado y miraba las tapas—. Hoy no tienes estas asignaturas. Esta tarde sólo hay Defensa Contra las Artes Oscuras.
—Ya —dijo Hermione, pero volvió a meter todos los libros en la mochila, como si no la hubieran comprendido—. Espero que haya algo bueno para comer. Me muero de hambre —añadió, y continuó hacia el Gran Comedor.
—Pero ni creas que te voy a ayudar con ese problema —concluyó Nox, mientras se dirigía al gran comedor —. Tengo muchos deberes que hacer...
...
Algo que adoraba Nox, era comer huevo duro con tomates asados, pero le gustaba hacerlo mientras estaba desocupada, no haciendo una redacción de pociones. Escuchaba platicar a Cedric y Cho, sobre como este primero estaba preparándose para sus TIMOS. Solían comentar bastante sobre como Nox se esforzaba bastante, como si ella misma también fuese a presentar un examen nivel TIMO. Cho dudaba sobre cómo lograría llevar a cabo todas las materias cuando lleguen esos exámenes, pero Nox no escuchaba.
—Sigo sin entender cómo es que asistes a tantas clases... —comentaba Cho.
—Ya les dije, ya platiqué con la profesora McGonagall sobre ello... —Nox no levantaba la mirada.
—Si, pero tengo miedo que un día vayas a explotar —agregó Cedric.
—Eso no va a pasar. Tengo que aprovechar al máximo todas las materias que haya en este colegio.
Cedric y Cho no conocían a nadie más terco que el ego de Nox, diciendo que podía con ello y más, pero el desayunar mientras que escribía una redacción, o comer mientras leía un resumen, le delataba bastante.
Estaba tan concentrada en sus tareas que no había prestado atención que Cedric y Cho le estaban llamando:
—¡NOX! —le llamaron al unísono.
—¡¿QUÉ?! —alzó la mirada con bastante enfado. Ambos señalaron con la barbilla hacia su espalda, esta se giró con enfado, pero tan solo era Terry Boot —. Oh, perdona, Terry, estaba haciendo unos deberes.
—Si lo noté —dijo hechando una mirada rápida a los pergaminos sobre los tomates asados —. Solo quería decirte que pronto sonará la campana, y tenemos que ir a clase de defensa contra las artes oscuras.
Que rápido había pasado el tiempo, y no creía prudente usar el giratiempo para seguir avanzando sus deberes, y más sin Hermione. Nox asintió mientras tomaba sus cosas y las guardaba en la mochila.
—Tienes razón, tal vez si llego antes, logre a avanzar, gracias Terry —se volvió a sus amigos—. Los veo después, locos.
—Claro... ¡Pero que sea antes de que nos reemplaces con un libro! —soltó con gracia, Cedric.
Se puso de pie con dirección a la salida, intentando ir a paso veloz con Terry a lado, pero al pasar por la mesa de Gryffindor, Harry la detuvo de pronto, tomándola de la muñeca.
—Oye, Nox, ¿podríamos hablar un poco? —preguntó mientras se ponía de pie, pero Nox no tenía tiempo, ni mucho menos ganas de hablar.
—Perdón, cuatro ojos, pero debo irme —decia mientras seguía avanzando y se soltaba suavemente de su agarré —. Pero hablamos después, ¿vale?
Le sonrió cálidamente y salió del comedor sin esperar respuesta.
Algo que le causó curiosidad por unos instantes, era que Terry no decía nada, solo estaba ahí, esperando a que Nox dijera o reaccionara, pero de no ser necesario, no se movía, solo estaba ahí, expectante, algo que comenzaba a agradar de él. Durante todos los años, habían sido compañeros de curso, mientras Nox no se sentara junto a Harry, estaba Terry para rellenar su lugar, algo bastante extraño, a decir verdad, pero al menos su presencia era bastante agradable.
Al llegar al aula, Nox se puso a terminar de redactar el ensayo de pociones, tal vez ya por la noche se pondría a practicar los encantamientos pendientes.
Poco a poco el aula se iba llenando con alumnos de ambas casas, mientras que Terry a su lado, empezaba a sacar su libro de la materia. Poco después salió el profesor Lupin, indicando que no era necesario sacar los libros o las plumas, que tan solo su varita era suficiente.
A todos los tomó por sorpresa, así que hicieron lo indicado y se pusieron en marcha para seguirlo. Nox logró terminar su tarea, así que guardó todo con demasiada velocidad, metiendo muy mal los libros en la mochila. Lo siguieron hasta la sala de profesores, extrañando a más de uno. El profesor Lupin comenzó a ceder el paso a todos los alumnos hacia el interior, donde se encontraba el profesor Snape, que no tardó en sacar algún comentario cuando cerraron la puerta:
—Déjela abierta, Lupin. Prefiero no ser testigo de esto. —Se puso de pie y pasó entre los alumnos. Su túnica negra ondeaba a su espalda. Ya en la puerta, giró sobre sus talones y dijo—: Posiblemente no le haya avisado nadie, Lupin, pero Neville Longbottom está aquí. Yo le aconsejaría no confiarle nada difícil. A menos que la señorita Granger le esté susurrando las instrucciones al oído.
No era necesario tener un contexto para entender a qué se refería el profesor Snape.
—Tenía la intención de que Neville me ayudara en la primera fase de la
operación, y estoy seguro de que lo hará muy bien —respondió el profesor Lupin.
Snape torció el gesto, pero salió de la sala dando un portazo.
—Ahora —dijo el profesor Lupin llamando la atención del fondo de la clase, donde no había más que un viejo armario en el que los profesores guardaban las túnicas de repuesto. Cuando el profesor Lupin se acercó, el armario tembló de repente, golpeando la pared, Nox se sobresaltó y dió un paso atrás —. No hay por qué preocuparse. Hay un boggart ahí dentro.
«Que alivio», pensó con sarcasmo, Nox.
Nox sabía exactamente qué era aquello; lo había visto en alguna página de sus libros, pero de lo que no estaba segura y podría jurar que intentaba abrir el pomo de la puerta del armario.
—A los boggarts les gustan los lugares oscuros y cerrados —prosiguió el profesor Lupin—: los roperos, los huecos debajo de las camas, el armario de debajo del fregadero… En una ocasión vi a uno que se había metido en un reloj de pared. Se vino aquí ayer por la tarde, y le pregunté al director si se le podía dejar donde estaba, para utilizarlo hoy en una clase de prácticas. La primera pregunta que debemos
contestar es: ¿qué es un boggart?
Hermione levantó la mano. Que novedad.
—Es un ser que cambia de forma —dijo—. Puede tomar la forma de aquello que más miedo nos da.
—Yo no lo podría haber explicado mejor —admitió el profesor Lupin, y
Hermione se puso radiante de felicidad—. El boggart que está ahí dentro, sumido en la oscuridad, aún no ha adoptado una forma. Todavía no sabe qué es lo que más miedo le da a la persona del otro lado. Nadie sabe qué forma tiene un boggart cuando está solo, pero cuando lo dejemos salir, se convertirá de inmediato en lo que más
temamos. Esto significa —prosiguió el profesor Lupin, optando por no hacer caso a los balbuceos de terror de Neville— que ya antes de empezar tenemos una enorme ventaja sobre el boggart. ¿Sabes por qué, Harry?
—¿Porque somos muchos y no sabe por qué forma decidirse? —respondió.
—Exacto —dijo el profesor Lupin. Y Hermione bajó la mano algo decepcionada—. Siempre es mejor estar acompañado cuando uno se enfrenta a un boggart, porque se despista. ¿En qué se debería convertir, en un cadáver decapitado o en una babosa carnívora? En cierta ocasión vi que un boggart cometía el error de querer asustar a
dos personas a la vez y el muy imbécil se convirtió en media babosa. No daba ni gota de miedo. ¿Me podrías decir qué es lo contrario del miedo, señorita...?
Se había dirigido a Nox, que se había quedado paralizada. Ella jamás participaba en clase, y por eso mismo, no le hacía preguntas a los profesores o alzaba la mano como siempre hacia Hermione. Intentó mantenerse para responder.
—Nox. Lo contrario del miedo es la risa —iba a dejar su respuesta hasta ahí, pero decidió seguir con ella, como Hermione solía hacer—. Por eso el hechizo para vencer a uno se necesita de bastante fuerza mental, ya que al convertirse en algo que tememos, nos puede volver débiles y vulnerables.
—Exacto, gracias Nox —ella sonrió ligeramente, pero intentó actuar como si no fuera nada del otro mundo, pero Terry la delató ligeramente, dándole un amistoso codazo. Nox sonrió más, y alcanzó a escuchar un bufido—. El hechizo para vencer a un boggart es sencillo. Como mencionó su compañera Nox; lo que sirve para vencer a un boggart es la risa. Lo que tienen que hacer es obligarle a que adopte una forma que ustedes encuentren cómica. Practicaremos el hechizo primero sin la varita. Repitan conmigo ¡Riddíkulo!
—¡Riddíkulo! —dijeron todos a la vez.
—Bien —dijo el profesor Lupin—. Muy bien. Pero me temo que esto es lo más fácil. Como verán, la palabra sola no basta. Y aquí es donde entras tú, Neville.
El chico temblaba tanto que podría jurar que tenía un ataque de hipotermia o algo parecido, se sacudía casi a la par que el armario.
—Bien, Neville —prosiguió el profesor Lupin—. Empecemos por el principio: ¿qué es lo que más te asusta en el mundo? —Neville movió los labios, pero no dijo nada—. Perdona, Neville, pero no he entendido lo que has dicho —dijo el profesor Lupin, sin enfadarse.
Neville miró a su alrededor, con ojos despavoridos, como implorando ayuda. Luego dijo en un susurro:
—El profesor Snape.
Casi todos se rieron. Incluso Neville se sonrió a modo de disculpa. El profesor Lupin, sin embargo, parecía pensativo. El plan era más sencillo de lo que se pensaba, tanto que hizo a Neville sentirse ligeramente más seguro de sí mismo, ya que la idea que que el boggart-profesor Snape saliera del armario, pero que Neville mantuviera la imagen de su abuela, vestida con aquel bolso rojo, sombrero con un buitre disecado, y aquella bufanda de piel de zorro, algo horriblemente ridículo.
—Cuando el boggart salga de repente de este armario y te vea, Neville, adoptará la forma del profesor Snape —dijo Lupin—. Entonces alzarás la varita, así, y dirás en voz alta: ¡Riddíkulo!, concentrándote en el atuendo de tu abuela. Si todo va bien, el boggart-profesor Snape tendrá que ponerse el sombrero, el vestido verde y el bolso grande y rojo.
Aquello era algo muy gracioso y que definitivamente no tendría ganas de perderse. El armario volvió a temblar, pero Neville ya no tanto.
—Si a Neville le sale bien —añadió el profesor Lupin—, es probable que el boggart vuelva su atención hacia cada uno de nosotros, por turno. Quiero que ahora todos se dediquen un momento a pensar en lo que más miedo les da y en cómo podrían convertirlo en algo cómico…
Nox cerró los ojos, buscando en qué era, pero inmediatamente su mente viajó aquel día en el orfanato, cuando una vez siguió a una abeja, pensando qué sería amable con ella, pero lo único que consiguió fue que le callera un panal de abejas a los pies, haciéndola correr sin parar, las abejas se aferraban en seguirla, y tan solo pensar en su zumbido le ponía los pelos de punta.
Ahora tendría que pensar en qué hacer para volverla graciosa; tal vez convertirla en un tazón de palomitas, y que cada abeja tronara y se convirtiera en una. Posiblemente no era algo muy gracioso, pero era lo mejor que se le ocurría.
—¿Todos preparados? —preguntó el profesor Lupin. Nox abrió los ojos y asintió —. Nos vamos a echar todos hacia atrás, Neville —dijo el profesor Lupin—, para dejarte el campo despejado. ¿De acuerdo Después de ti llamaré al siguiente, para que pase hacia delante… Ahora todos hacia atrás, así Neville podrá tener sitio para enfrentarse a él.
Todos se retiraron, arrimándose a las paredes, y dejaron a Neville solo, frente al armario. Estaba pálido y asustado, pero se había remangado la túnica y tenía la varita preparada.
—¿Crees que lo logre? —le preguntó Terry en un susurro.
—Espero que sí, tengo que ver a Snape vestido como su abuela —respondió, Nox.
—A la de tres, Neville —dijo el profesor Lupin, que apuntaba con la varita al pomo de la puerta del armario—. A la una… a las dos… a las tres… ¡ya!
Un haz de chispas salió de la varita del profesor Lupin y dio en el pomo de la puerta. El armario se abrió de golpe y el profesor Snape salió de él, con su nariz ganchuda y gesto amenazador. Tan idéntico como el original, fulminado a Neville como siempre solía hacer, haciendolo retroceder levemente. Este empezó a flaquear, pero cuando menos uno se lo esperó...
—¡Ri… Riddíkulo! —dijo Neville. Se oyó un chasquido como de látigo.
Snape tropezó: llevaba un vestido largo ribeteado de encaje, el sombrero y en su mano pendía un enorme bolso rojo. Nox soltó una fuerte carcajada junto a Terry y resto de clase, era algo que cualquiera pagaría por ver, y ellos lo hacían gratis. El boggart se detuvo, confuso, y el profesor Lupin gritó:
—¡Parvati! ¡Adelante!
Parvati avanzó, con el rostro tenso. Snape se volvió hacia ella. Se oyó otro chasquido y apareció una momia cubierta de vendas y con manchas de sangre; comenzó a caminar hacia ella, muy despacio, arrastrando los pies y alzando sus brazos rígidos…
—¡Riddíkulo! —gritó Parvati.
Se soltó una de las vendas y la momia se enredó en ella, cayó de bruces y la cabeza salió rodando.
—¡Terry! —gritó el profesor Lupin.
Terry que estaba a su lado, pasó junto a Parvati como una flecha. Parecían estar muy emocionados por ver a sus mayores miedos convertirse en algo gracioso.
¡Crack!
Un enorme y gordo payaso se hizo presente, extendiendo unos globos de distintos colores hacia Terry. Este por un instante tembló, pero apuntó su varita con decisión:
—¡Riddíkulo! —gritó muy claro.
Los globos estallaron, y de estos salieron miles de canicas muy pequeñas, haciendo caer al payaso de una forma muy graciosa. Nox se carcajeó y aplaudió para Terry. Una banshee, una mano amputada, serpientes, ojos ensangrentados, y todo tipo de cosas comenzaron a aparecer.
Cuando llegó el turno de Ron, todos soltaron un grito, incluso Nox, al ver una gran araña gigante y peluda, que se acercó a Ron mientras chasqueaba las pinzas amenazadoramente. Por un instante pareció dudar, pero entonces fue que sacó su varita...
—¡Riddíkulo! —gritó Ron.
Las patas de la araña desaparecieron y el cuerpo empezó a rodar. Padma esquivó con asco la araña, que salió rodando como una pelota de hule gigante y con pelos, para después detenerse a los pies de Nox, ella alzó la varita, con la imagen en su mente.
¡ Crack!
La araña se desintegró en forma de millones de abejas, zumbando fuertemente, que no dudaron en empezar a atacar a Nox. Ella intentó no gritar y empezó a ahuyentarlas con los brazos, pero de pronto...
¡ Crack!
Las abejas desaparecieron. Frente a ella se encontraba aquél chico en silla de ruedas, con la mirada tan vacía, pero ahora mirando fijamente a Nox a los ojos. Nox se quedó congelada, jamás imaginó que su miedo cambiaría, la había tomado totalmente desprevenida, y ahora no podía alzar la varita.
El chico se puso de pie, y las memorias empezaron a invadir su mente, ella ya no se encontraba en la sala de profesores, sino que ahora es estaba atrapada en aquella habitación, viendo como el chico avanzaba hacia ella. Nox empezó a retroceder lentamente, hasta que...
—¡DEVUÉLVEMELA, POR FAVOR! —gritó de repente, rompiendo el silencio que había. Nox tropezó con sus propios pies, cayendo de culo al suelo, intentó retroceder, pero solo logró tropezarse con su propia túnica —. ¡REGRESAME LO QUE ES MÍO! ¡NO QUIERO SEGUIR VIVIENDO ASÍ! ¡ES MÍA! ¡ESTOY ASÍ POR TU CULPA!
Nox había comenzado a llorar, cubriendo sus oídos y por fin logrando retroceder hasta chocar su espalda con la pared.
—¡No, no, no, no es real, no es real! —se repetía, mientras el chico avanzaba, sin dejar de gritar.
—¡DEVUÉLVEMELA! ¡POR TU CULPA! ¡TE LO SUPLICO! —gritaba ahora en su cara, pero Nox ya había cerrado los ojos, resignada a que aquello era real, pero aún así; se había olvidado por completo que era un boggart.
¡Crack!
—¡Riddíkulo! —escuchó gritar a Neville, pero ahora con una voz muy valiente y decidida, después Neville emitió una sonora carcajada y el boggart estalló en mil volutas de humo y desapareciera.
Escuchó aplausos y palabras de felicitación por parte del profesor Lupin. Nox seguía en el suelo, arrinconada con lágrimas secas en el rostro, ahora muy avergonzada.
—¿Estás bien, Nox? —le preguntó Terry, agachándose a su altura, Nox asintió con bastante pena, así que su compañero le ayudó a ponerse de pie.
—Veamos… cinco puntos para Gryffindor por cada uno de los que se han enfrentado al boggart… Diez por Neville, porque lo hizo dos veces. Y cinco por Hermione y otros cinco por Harry, y otros cinco a Nox.
—N-no... —dijo Nox, aún su voz seguía rota. Carraspeó en un intento de recuperarla —. No logré enfrentarme al boggart...
—Pero respondiste a mi pregunta —le contestó, después se puso un poco más serio —. ¿Estás bien Nox? Veo que no te esperabas aquello, Neville fue muy valiente en intervenir, y no te preocupes, esto es mucho más común de lo que crees.
Nox no tenía muchas ganas de hablar, ya que aún no podía quitarse la imagen de aquellos ojos vacíos de la mente, tan solo se limitó a asentir con la cabeza.
—Yo me encargo de ella, profesor, pero muchas gracias —decía Terry mientras la abrazaba por los hombros y salían de la sala.
Caminaban por el pasillo, de regreso al aula de defensa, con una Nox bastante asustada, con la mirada pérdida, repitiendo el mismo suceso en su mente, una y otra vez.
Quería recordar, para entrenar respuestas, pero a la vez quería olvidar para no sentir más culpa.
Chapter 9: 8. Palabras incompletas
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Capítulo 8
Palabras incompletas
Las clases en Hogwarts solían ser algo aburridas, pero a ojos de Nox, era como descubrir el fuego; eran herramientas que no estaban de más saber, y que uno nunca sabría cuando necesitaría.
La clase de defensa contra las artes oscuras se había vuelto la favorita de todos, pero cuidado de criaturas mágicas había declinado bastante, ya que el profesor Hagrid había perdido el encanto y confianza de enseñar sobre animales más interesantes, o salvajes. Ahora solo se dedicaban a cuidar y alimentar animales que ni él mismo sabía que eran, solo se aseguraba que fueran «seguros».
Nox seguía de clase en clase, retrocediendo varias veces por día junto a Hermione. Estaba agradecida de que no le hiciera preguntas sobre lo que había pasado en la última clase de que tuvieron de defensa, ya que ni siquiera la propia Nox sabía por qué pasó aquello. Pero no había durado mucho su ilusión, ya que en un momento que no estaban tan apresuradas, Hermione decidió hablar:
—Esto... Nox —llamó Hermione, Nox gruñó —. Yo... Solo quería saber si estás bien.
—Pues lo estoy, aquí, caminando —respondió Nox con bastante sarcasmo.
A pesar del tiempo juntas, no le terminaba de agradar en su totalidad la Gryffindor.
—No me refiero a eso, sino a lo que pasó en la clase de defensa...
—Mira, Jean —se detuvo en seco —. Esos no son asuntos que te incumben. Fue algo personal que desafortunadamente ahora todos saben, hasta los profesores, así que por favor: no hagas preguntas que posiblemente no te importan, al igual que el resto.
—No lo hago solo por mí, también por Harry —Nox se congeló —. Me preguntó si tenía alguna idea de lo que había pasado. Está muy preocupado, pero tú no le has dado la oportunidad de hablar.
Se quedó con los pies enterrados en el suelo. Tenía la sensación de que si se movía, tendría que responder algo, y ella no quería, al menos por el momento, y mucho menos a Hermione Granger.
—He estado muy ocupada, y tú también, es algo que deberías saberlo —Nox soltó un suspiro—. Hablaré con él, lo prometo, pero este no es el momento, tengo otras cosas por hacer.
Pareció ser suficiente para Hermione, ya que solo asintió y siguieron avanzando hacia su siguiente clase.
La escuela la tenía tan consumida que ni siquiera se tomaba el tiempo de voltear a ver a las personas a su alrededor, incluyendo a Cedric y Cho. Tampoco se había preocupado por enviarles una carta a sus padres, así que entre clases, decidió escribirles.
Queridos mamá y papá:
Primero que nada: les debo una disculpa por no escribirles antes; las clases han sido pesadas, mucho más las miles de tareas que me han dejado, pero les prometo intentar escribir más seguido.
¿Cómo han estado? Espero que muy bien.
Sinceramente ahora mi mente está saturada de asignaturas, y no tengo muchas ideas para escribir, pero cuando las tenga, se las enviaré. Y díganle a la abuela Figgy que la quiero mucho, y que cuide al señor Meows, está algo viejo, y necesita mucho amor.
Besos, Nox.
Pasaban los días y notaba bastante ocupados a Cedric y Cho, ya que la temporada de quidditch se acercaba cada vez más, y tenían que poner todo su enfoque en los entrenamientos, y era más la presión de compañeros de séptimo, ya que pronto se marchaban del colegio, y querían despedirse con una copa en las manos.
Nox se preguntaba mucho como haría Cedric con todo, era ahora capitán del equipo, estaba durante la temporada de sus TIMOS y era también prefecto, tres cosas muy importantes pasando al mismo tiempo.
Un día, después de muchos intentos, logró entrar a la sala común, que se encontraba bastante animada, más Cho cuando se acercó a ella bastante sonrojada. Nox alzó las cejas con gracia.
—¿A qué se debe tanto escándalo? —preguntó a su amiga mientras echaba una mirada rápida al tablón de anuncios.
—La próxima salida a Hogsmade es en Halloween —soltó con emoción.
—¡Genial! Mis padres me han firmado la autorización, pero... Te ves más emocionada de lo usual...
—¡Cedric me ha invitado a ir con él! —soltó dando saltitos.
—¿En serio? —si fuera ella en su primer año, estaría muriendo de celos y rabia —¿Tú?
Cho le dió un golpe en el hombro.
—Si, salpicada. ¡Yo! —se sentaron en un sillón de la sala común —. ¡Por Rowena, que emoción! ¿Tú irás con alguien?
Nox se encogió de hombros, ya que no tenía idea de la excursión —De verdad es que no sé, tal vez iré sola. Me gustaría pasear por ahí...
—Ay, por favor. Qué mejor forma de hacer eso que con alguien que te guste —alzó varias veces las cejas. Nox no entendió la señal—. Invita a Terry —sugirió en un susurro —. He notado que pasan más tiempo juntos, y se miran de forma diferente.
Tal vez había notado aquello desde hace ya tiempo, y para ser sincera, era algo que le agradaba.
—Tal vez tienes razón —dijo poniéndose de pie —. Mejor ahora que nunca...
—¡Espera! —la jaló del brazo, devolviéndola al sillón—. Debes de esperar a que él te invite. Si lo haces tú, solo subirá su ego y creerá que estás desesperada por él, así que es mejor que él lo haga.
—¿Hiciste lo mismo con Cedric?
—¡Por supuesto que no! —contestó ofendida —. Tenemos mucha confianza entre nosotros, como tú a él y a mí. Además, cuando se lo pregunté, él estaba a punto de hacer lo mismo.
—Que bonita coincidencia.
—¿Verdad que si?
Posiblemente tenía razón, pero a la vez, Nox tenía el mal presentimiento de que no se atrevería a invitarla, ya que pasaban los días y no tenía novedades, pero no quería entristecerse, sino la invitaba, iría sola, así de simple.
—¿Irás tú a Hogsmade? —le preguntó Harry, un día que coincidieron en la biblioteca. Nox buscaba un libro que ayudara a buscar sinónimos sobre runas antiguas.
—No, mis tíos no firmaron mi autorización, por si no lo recuerdas—respondió sin ánimos.
—Oh... Rayos, lo siento. Pero te traeré cosas de allá —intentó animarlo, mientras ponía tres enormes libros sobre la mesa —. La verdad es que no sé que puede haber en el pueblo, pero he escuchado que es fantástico. Tiene su propia tienda de artículos de broma. Honeydukes, que tiene centenares de dulces de todos tipo, ¡las tres escobas! Dicen que venden las mejores bebidas del mundo, entre ellas la cerveza de mantequilla, dicen que solo tomarla te... Pero no creo que sea la gran cosa, claro...
Se detuvo a sí misma cuando Harry la comenzó a mirar con algo de enfado, desanimandolo un poco más.
—¿Y le has preguntado a la jefa de tu casa que te firme la autorización? ¡Tal vez y así puedas ir! —tomó asiento a su lado.
—Ya lo intenté, y solo me mandó por un tubo —respondió sin mejorar su ánimo.
—Esto... —intentaba buscar la forma de mejorar la situación —, ya sé. El próximo verano que vaya con la abuela Figgy, amenazaré a tus tíos con firmarte la autorización. Y cuando lo hagan, le pondré unas orejas de burro a Dudley.
—Eso suena genial —pareció mejorar su ánimo —. Pero te sugiero que mejor sean unas de cerdo: Hagrid la primera vez que llegó con los Dursley, le puso una cola, tuvieron que llevarlo al hospital a qué se la quitaran.
Nox ahogó una carcajada. No quería que la bibliotecaria escuchara.
—Hubiese sido la mejor vista del mundo.
—O la peor —se detuvo un segundo, pensando en algo —. Oye, Nox, desde hace tiempo quería preguntarte... Algo —se puso ligeramente sonrojado, pero Nox no se percató de ello.
—¿Si? —prestó su total atención en él, que comenzó a temblar.
—Yo... Oh, creo que te buscan —su semblante cambió totalmente cuando se hizo presente Terry Boot por detrás de Nox.
Nox se giró sobre su silla, y sonrió aún más —¡Hola, Terry!
—Hola, Nox. Quería preguntarte algo, pero supongo que después...
—No, está bien, anda. Harry es de confianza —hizo un movimiento con la mano.
—Me gustaría que fuera en privado.
Nox se volvió hacia Harry, pero este había cambiado su expresión severamente, entre enfado, asco, desesperación y el intento de ocultarlo. Nox sonrió sin percatarse, y fue con Terry hasta otro pasillo, ocultos entre los libros.
—Bueno, aquí estamos —comenzó, Nox.
—¿Quisieras ir a Hogsmade conmigo? —preguntó tan pronto como su mente pudo. Nox se sonrojó bastante, y una sonrisa enorme apareció en su rostro.
—¡Por supuesto! Me encantaría bastante.
—Genial, entonces te veo en el vestíbulo en el día de la excursión —dijo Terry, bastante sonrojado.
Ella asintió, y entonces se marchó de la biblioteca, pero podría jurar que dió un puño al aire. A Misery Nox le gustaban las cosas así: fáciles, rápidas y al grano.
Nox volvió a su lugar con Harry, bastante feliz y sonrojada.
—¿Recuerdas que dije que iría a Hogsmade? —preguntó Nox, sentada de nuevo en su silla.
—¿Si? —respondió su amigo, con un tono no tan agradable.
—Pues ahora no iré sola —no podía dejar de sonreír. Harry rodó los ojos.
—Si, bueno... —empezó a guardar sus cosas, Nox se sentía desconcertada —, tengo que irme.
—Pero ibas a preguntarme algo —dijo mientras veía sin entender.
—No, olvídalo, algo tonto. Además, me están esperando —insistió.
—Oh, bien. ¿Y quién te espera?
—Quien sea que vea.
Salió de ahí echando chispas, dejando a Nox sin entender una pizca de lo que acababa de pasar. Creyó que se alegraría de que Terry la invitara a Hogsmade. Tal vez se acordó de algo muy importante. Pero volvió a alegrarse cuando recordó que Terry la había invitado, pero tenía la sospecha que lo hacía mientras Cho apuntaba entre los estantes de la biblioteca con su varita mientras ella no miraba, se agradecía de todas formas.
Cuando llegó el día, Nox se levantó y se arregló bastante nerviosa, pero intentó actuar natural, como siempre solía hacer. A pesar de que los deberes la llamaban y le pedían que se quedara, ya tenía el compromiso de ir con Terry, así que tendrá que pasar la noche en vela, intentando terminar todo.
Llegó hasta el vestíbulo, donde se encontraba Terry, ligeramente más arreglado que Nox, con el cabello bastante oscuro y los ojos azules, sonriendo y moviendo las manos de manera nerviosa. Mientras que por otro lado donde Filch, el conserje, de pie en el lado interior de la puerta, señalaba los nombres en una lista, examinando detenida y recelosamente cada rostro y asegurándose de que nadie salía sin permiso.
—¿Nombre? —le preguntó cortante, Filch.
—Misery Nox Figg —buscó su nombre con el dedo, y al dar con él, hizo un gesto con la cabeza, autorizando su salida.
Caminaron juntos, uno al lado del otro, hasta llegar a la calle principal. Terry sugirió ir a Honeydukes, así que Nox aceptó gustosa. El escaparate era un espectáculo de colores y dulces tentadores: ranas de chocolate que parecían a punto de saltar, grajeas Bertie Bott de todos los sabores imaginables, y enormes calderos de caramelo pegajoso. Entre risas, eligieron algunas golosinas para compartir, como una caja de varitas de regaliz y unas cuantas grageas de sabores extraños, solo por la aventura.
Más tarde, se dirigieron a Las Tres Escobas. Y al entrar el bullicio cálido del interior los recibió. A pesar de ser otoño, el frío invernal empezaba a hacerse presente cuando más se ocultaba el sol. El tintineo de las jarras y las conversaciones animadas llenaban el aire. Encontraron un rincón acogedor junto a una ventana que daba a la calle. Pidieron dos cervezas de mantequilla espumosas, la dulce y reconfortante bebida que parece capturar la esencia de Hogsmeade.
Mientras bebían sus cervezas de mantequilla, la conversación fluía con facilidad. Hablan de sus clases, de los últimos chismes del castillo. Había risas, miradas cómplices y quizás, un ligero roce de manos sobre la mesa de madera. Nox sintió una conexión especial con Terry, una chispa de entendimiento y afecto que hace que tu corazón se sienta cálido por dentro, incluso más que por la cerveza de mantequilla.
◦•●◉✿◉●•◦
—¡Cho! ¡Cho! ¡Cho! —llegó corriendo muy alegre a la mesa de Hufflepuff, donde estaba sentada junto a Cedric, intercambiando dulces que compraron en Honeydukes —. Gracias, gracias, gracias...
—¿Tan bien te fue? —preguntó Cedric, viendo de forma divertida a Nox, que tomaba asiento frente a ellos.
—¡De maravilla! Hogsmade es hermoso, tiene una oficina de correos, una tienda de dulces, ¡las tres escobas! Me invitó a tomar una cerveza de mantequilla, fue tan... Guau.
El brillo en los ojos grises y oscuros de Nox estaba muy presente, y cualquiera que lo viera, sabía que ella se encontraba muy feliz, más que nunca. Sentía su estómago danzando de felicidad, y deseaba que aquello se repitiera de nuevo, una, y una, y otra vez. Sus amigos solo sonrieron y chocaron los cinco entre ellos, para después disponerse a tomar su cena, que gracias al humor de Nox, sabía quince veces mejor.
De vez en cuando, Nox miraba a Terry a lo lejos de la mesa de Ravenclaw, o de vez en cuando compartían miradas coquetas, haciendo sonrojar y sonreír bobamente a Nox, sus amigos no tardaban en comentar algo al respecto, igual de felices por su amiga y su nueva pronta relación.
Al terminar la cena, se despidieron de Cedric, y ambas chicas se encaminaron a la torre de Ravenclaw, mientras hablaban una y otra vez lo mismo, pero ahora Cho daba detalles sobre lo que había pasado con Cedric en Hogsmade. Decía que era muy caballeroso y divertido, una combinación perfecta que toda chica debería tener siempre, y más de acuerdo no podría estar. Pero la conversación se vió interrumpida cuando el jefe de la casa, el profesor Flitwick, anunció a todos los alumnos que se dirigieran al gran comedor de nuevo. Confundidos, una vez más llegaron al gran comedor, donde ya estaba la casa de Gryffindor esperando, para después llegaran los de Hufflepuff y finalmente los de Slytherin.
Llegó a sus oídos que Sirius Black se encontraba en el castillo, haciendo los murmullos más fuertes, unos ahogaban un grito al escuchar que les pasaban el chisme, otros se quedaban creando teorías sobre cómo había entrado al castillo.
—Los demás profesores y yo tenemos que llevar a cabo un rastreo por todo el castillo —explicó el profesor Dumbledore, mientras McGonagall y Flitwick cerraban todas las puertas del Gran Comedor—. Me temo que, por su propia seguridad, tendrán que pasar aquí la noche. Quiero que los prefectos monten guardia en las puertas del Gran Comedor y dejo de encargados a los dos delegados. Comuniquenme cualquier novedad —añadió, dirigiéndose a Percy, infló el pecho orgulloso—. Avisarme por medio de algún fantasma. —El profesor Dumbledore se detuvo antes de salir del Gran Comedor y añadió—: Bueno, necesitarán...
Con un movimiento de la varita, envió volando las largas mesas hacia las paredes del Gran Comedor. Con otro movimiento, el suelo quedó cubierto con cientos de mullidos sacos de dormir rojos.
—Felices sueños —dijo el profesor Dumbledore, cerrando la puerta.
Cedric se acercó a las chicas, explicando que tendría que hacer guardia también, porque era un prefecto, además de pasarles la voz sobre que Sirius Black había intentado entrar a la torre de Gryffindor, y al no poder, razgó con furia el cuadro de la señora gorda, que cuidaba la entrada de la sala. Nox y Cho ahogaron un grito, eso era más peligroso.
—¡Todos a los sacos! —gritó Percy&. ¡Ahora mismo, se acabó la charla! ¡Apagaré las luces dentro de diez minutos!
Nox y Cho tomaron un saco de dormir y fueron a acostarse a un rincón, y al estar ya acostadas una al lado de la otra, no tardaron en buscar teorías al igual que el resto de alumnos.
Estaba buscando a alguien, eso era obvio; por algo se había dirigido directamente a la sala común de Gryffindor, de ser lo contrario, hubiese ido a la torre de Ravenclaw, o a las cocinas en el sótano de Hufflepuff, ya que ambas entradas no tienen la necesidad de una contraseña. Volvieron a callar a todos, y las velas que flotaban en el gran comedor se apagaron, dejando el precioso cielo estrellado. Nox volvió a sonreír, recordado su cita de ese día, mientras el sueño le cerraba los ojos.
◦•●◉✿◉●•◦
Cedric estaba más cagado que vivo en esos días, entrenaba, estudiaba para sus exámenes TIMO, dirigía el equipo de su casa, y cumplía sus deberes como prefecto. El partido había cambiado, Slytherin no podía jugar porque seguían con el pretexto de que su buscador seguía «lecionado», así que Hufflepuff jugaría en su lugar. El clima empeoraba cada vez más, y se esperaba un milagro que cambiara el cielo nublado.
—Cedric, todo estará bien —intentaba calmar a su amigo, un día antes del partido —. El clima no está taaan mal... —una rama golpeó fuertemente la ventana de la biblioteca, sobresaltando a Cedric.
—Lo harás muy bien, créeme —le dijo suavemente Cho, tomándole la mano sobre la mesa, sonrojando evidentemente a Cedric. Nox se aguantó las ganas de gritar de felicidad.
—Además —empezó Nox—, Gryffindor está cagadisimo de miedo. He visto como Wood cada que puede, le dice cualquier cosa a Harry, por eso hace rato llegó casi diez minutos tarde a clase. Que una brisita no sea obstáculo para ti, Cedo.
—Has estado mejorando demasiado —agregó Cho, sin soltarle la mano—. El equipo ha mejorado bastante gracias a tus entrenamientos, incluso debo de admitir que me aterra jugar contra tu equipo.
Justo al día siguiente, pareció ser que la madre naturaleza tomó como un reto el comentario de Nox, ya que el clima y la tormenta amaneció peor que nunca, haciendo a Cedric apenas tocar un bocado de su plato del desayuno. Intentaba mantenerse al margen y darle confianza al equipo, pero sus dos amigas sabían que no era así; que por dentro deseaba que el viento se llevase el campo de Quidditch (desafortunadamente no pasó).
Ya más tarde, muy bien abrigadas y con paraguas en manos, salieron camino al campo. Poco después se les unió Terry, haciendo sonreír tontamente a Nox. Al llegar, apenas podían distinguir los colores de las túnicas de ambos equipos, algo mucho más difícil para Nox.
El clima les calaba hasta los huesos, y el cielo estaba tan oscuro como si hubiese llegado la noche en plena mañana. Sonó el silbato y las manchas de los jugadores empezaron a mover la escoba de aquí a allá, ni siquiera el comentarista sabía lo que narraba. Un trueno retumbó el campo, seguido de un silbato y todos volvieron a bajar de las escobas, instantes después, volvieron a subir, reanudando el juego.
—¡Ahí va Cedric! —gritó Cho sobre el viento, señalando al joven que atravesaba el campo con velocidad, seguido después de Harry —¡Parece que vió la Snitch!
El cielo se deslumbraba de pronto por los relámpagos. El agua ya los había empapado a todos, haciendo inservibles los paraguas. Y de pronto, Nox sintió algo extraño... Algo familiar, frío, y extrañamente agradable. Nadie se percató de ello, ni siquiera ella misma, pero sus ojos se habían vuelto de un color raramente plateado. Eran tan brillantes e idénticos como los del reflejo que llegó a tener en aquél sueño.
Volvió su vista hacia abajo del campo de quidditch, donde al menos cien dementores, encapuchados, señalaban hacia arriba. Nox miró en esa dirección; era Harry cayendo de la escoba. Nox ahogó un grito. Había sucedido tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar de alguna otra forma.
Dumbledore entró al campo, agitando la varita, y entonces Harry empezó a caer más despacio, mientras que el director hacia otro movimiento y de su varita salía algo extrañamente plateado. Nox se asustó con horror al ver aquello, cayendo sobre su butaca al retroceder de miedo de esta masa plateada. Los dementores desaparecieron al igual que el color de sus ojos.
Cedric bajó de su escoba con la Snitch de la mano, sin entender qué había pasado. Nox bajó corriendo de las gradas, después de recuperarse de su susto. La lluvia volvió muy resbaloso el suelo del campo, haciendo patinar a cualquiera que estuviera ahí. Al entrar, vió como con prisa las enfermeras del colegio levitaban a Harry y lo ponían en una camilla para llevarlo dentro, con dirección a la enfermería. Le echó un vistazo: tenía los ojos cerrados y aún las gafas puestas.
—¿Estará bien? —gritó Nox sobre el ruido de la lluvia, acercándose a la camilla, pero nadie la escuchó, y vió como se lo llevaban.
Se dió vuelta y vió como Cho se encontraba con Cedric, mientras que el último, discutía con Madame Hooch. Nox casi se caía al avanzar, enterrando las manos en el barro. Al estar más cerca escuchó algo de lo que decían:
—¡... podemos repetir el partido! ¡Yo no sabía que estaba cayendo! —gritaba Cedric, sacudiendo la Snitch en su mano con desesperación.
Madame Hootch seguía negando con la cabeza, diciendo que todo había sido totalmente legal. Cedric pateó el suelo con enojo, ya que viniendo de él; no era para nada justo.
Chapter 10: 9. Manos temblorosas
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Capítulo 9
Manos temblorosas
Al día siguiente, llegó a visitar a Harry. Llevaba una tarjeta que decía «recuperate pronto, amigo», pero Nox tachó la última palabra y la remplazó escribiendo «cuatro ojos». Harry se había sonrojado ligeramente cuando vio a Nox entrar con tal detalle, pero cuando leyó la tarjeta, puso los ojos en blanco.
—Nunca vas a cambiar —decía mientras guardaba la tarjeta por debajo de su almohada.
—¿Por qué no la dejas con los demás obsequios? —señaló Nox.
—Esto... Porque es demasiado estúpida como para ponerla junto a los demás, puede ensuciar todo, ¿sabes? —se justificó, ahora Nox rodó los ojos.
—Entonces ponte debajo de la almohada.
—Me vas a tener que hacer compañía.
—Muy gracioso, cuatro ojos.
Un suspiro salió de sus labios y algo volvió a su mente, así que decidió preguntar:
—¿Y tu escoba? —preguntó Nox, tomando asiento al lado de la cama, cerca de Harry. Este hizo una mueca extraña, ya sabía a qué se refería —. Oh, lo siento Harry, no tenía idea de eso. Supongo que ahora tendrás que usar una de la escuela, o pedirla prestada...
—No creo que quieran prestarme una después de como terminó la mía —interrumpió con tristeza en sus palabras.
—Esos dementores... no debieron estar ahí —se quejó—. Sé que te afectan más que a los demás; Malfoy no para de hacer bromas sobre lo que pasó, y sé que no es la primera vez —Harry comenzó a sonrojarse —. Me contaron que te desmayaste en el tren, de venida aquí. Me hubiese gustado que me lo contaras tú, y no enterarme por las maromas ridículas que hace Malfoy en el comedor.
Sabía que tal vez habían perdido un poco la confianza que antes existía entre ellos, como cuando tenían diez años, pero no podía evitar sentirse mal. Los secretos eran algo que ella adoraba, pero era más por la confianza que el secreto en sí.
Harry evitó mirarla a los ojos, porque se ponía muy nervioso cuando le quemaba con su mirada oscura. Veía como buscaba las palabras para intentar justificarse, pero tratándose de Nox, le ponía muy nervioso la situación.
—Creí que fue algo muy tonto —dijo Harry —. Y más al ver qué nadie más en el vagón se había desmayado. Fue una sensación muy fea, fría y deprimente. Yo solo escuchaba...
Se pausó de pronto, supuso que tal vez consideraba igual de vergonzoso que confesar que se había desmayado dos veces gracias a los dementores, pero para Nox era importante escucharlo, así que le hizo un gesto con la cabeza.
—¿Qué escuchaste? —le insistió, pero parecía no tener intenciones de hacerlo. Ya no le tenía la misma confianza que antes, pero no estaba dispuesta a perderla —. Está bien si no lo quieres decir, Harry. O si te hace sentir mejor, te puedo decir algo yo —Harry parecía dudar, pero al final terminó asintiendo con la cabeza. Nox tomó aire, y suspiró.
»Cuando nos enfrentamos al boggart, tenía claro (según yo) tenerle miedo a las abejas, me aterra solo escuchar el zumbido, pero lo que apareció ese día —intentaba recordar mientras sacudía las manos — fue muy diferente. He de confesar que no recuerdo con exactitud quien era ese chico, pero lo que si sé, es que lo conocí cuando tenía como seis años. Y solo recuerdo algo tan inocente que... Que cambió algo en él...
—¿Qué fue? —fue lo único que se atrevió a preguntar, Harry.
—Un beso —dijo con algo de pena —. Y después de eso... No sonreía, no jugaba, no hacía nada. Creía que estaba enojado conmigo, pero era demasiado, y no solo actuaba conmigo así, sino era con todos. Cuando me petrificaron, soñé con él. Así mismo como apareció en la clase de defensa, gritándome que le devolviera algo, pero nunca supe qué era, sin embargo, me disculpaba sin saber qué —se removió en su lugar, intentando aligerar el ambiente—. Mi memoria suele ser pésima. Ya no recuerdo muy bien lo que pasó con exactitud, pero cuando desperté después de la poción de mandrágora, se sentía muy resiente, y recordaba todo, ahora no.
El silencio reinaba entre los dos; Nox trataba de mantener una postura relajada, mientras Harry buscaba las palabras adecuadas. No quería que aquello la hiciera parecer una loca, pero estaba segura de que lo que Harry diría sería igual de descabellado que lo suyo.
—Lo que escucho cada vez que los dementores se acercan, son los gritos de mi madre —Nox se llevó la mano a la boca, sorprendida —. Y sé que es ella, porque también escuchaba la risa de Voldemort, antes de asesinarla. Ella suplicaba por mi vida...
Nox se quedó profundamente sorprendida. Ahora comprendía qué él no se atrevía a hablar del tema; no se trataba de algo vergonzoso, sino de algo terrible de escuchar y rememorar. Nox le tomó la mano sobre las sábanas, tratando de brindarle apoyo.
—Oh, Harry, eso es horrible —le miró con ojos tristes —, es algo que nadie debe de escuchar, o recordar, o lo que sea. Debes aprender a defenderte de ellos, debe de haber alguna manera; Dumbledore los espantó cuando estabas cayendo el día del partido.
—El día del tren, el profesor Lupin estaba en nuestro vagón cuando eso pasó, el también supo cómo ahuyentar el que estaba ahí...
—Entonces pídele que te ayude —sugirió de inmediato —. Digo, es parte de su trabajo, ¿No? Enseñarnos a defendernos, y qué mejor profesor que él.
—Y en realidad, es el mejor profesor que hemos tenido en años —aprobó Harry. Se percató que tenía la mano de Nox sobre la suya, y sintió las orejas calentarse —. Tienes razón, hablaré con él. Además de eso, la otra vez quería preguntarte algo.
—¿Qué era? —se acercó más, Harry empezó a temblar.
—Lo que viste en mi taza, en la primera clase de adivinación, ¿era cierto? —intentaba controlar el temblor nervioso de su voz, tener a Nox tan cerca no ayudaba —. Pregunto porque me estoy cansando demasiado de que a cada rato la profesora Trelawney me mire con lástima.
Nox no sabía si decir la verdad o no, ya que alguna de las dos respuestas tendría reacción diferente, o se enojaría con la profesora, o se preocuparía por saber que se puede encontrar con un Grim.
—No lo sé, yo solo dije lo que vi, no estoy al cien por ciento segura. Tantas materias me han tenido con la mente ocupada, que he comenzado a olvidar muchas cosas irrelevantes —sonrió de repente—. Por ejemplo: ¿Qué haces aquí? Deberías de salir de aquí, es un día muy bonito...
—Siempre tan graciosa en el momento menos oportuno —dijo mientras sonreía.
—Bueno, al menos no voy por ahí diciendo sarcasmo por sarcasmo. Tu estupidez es contagiosa —volvió a ponerse neutral—. Pero, me temo que puede ser real, pero no confíes en mí, no soy una vidente.
—Eso mismo pensé. Pero ya sabes, muchas de las cosas que suele decir la profesora son más que locuras, o exageraciones —afirmó, Harry—. Pero tampoco ayudas mucho, prestando demasiada atención a lo que dice.
—Bueno, me parece una materia de lo más interesante, no puedo evitar hacerlo, además de que siempre tiene algo nuevo que decirte.
—Eso no ayuda mucho, Nox.
—No, pero a mí si, cuatro ojos —tomó la mano de Harry, pero le dio la vuelta para ver la hora en su reloj que tenía puesto en la muñeca y ahogó un grito y comprobó la hora en el reloj de la pared de la enfermería, se puso de pie muy rápido, casi tirando hacia atrás la silla en donde estaba sentada —. Rayos, me tengo que ir.
No se había percatado de la hora. Había quedado de verse con Terry en el vestíbulo, ya que caminarían por ahí, pero a pesar de tener una montaña de deberes, Nox no se pudo negar a vivir la misma experiencia que había tenido con Terry la última vez que fueron a Hogsmeade, así que solo le dijo que no tenía nada importante que hacer por la tarde.
Abran paso, mentirosa en camino.
Nox se acercó a Harry y le depositó un beso en la mejilla, que por rara razón estaba ardiendo antes de. Estaba por salir, pero la voz de su amigo la detuvo:
—¿Nox? —ella se dio vuelta, haciendo rebotar los oscuros rizos que caían de los broches laterales que ahora solía usar.
—¿Sí? —respondió cuando se dio la vuelta, tan brillante y sonriendo como siempre.
Parecía que iba a decir una cosa, estaba a nada de hacerlo, pero su mente decidió cambiar de parecer, haciendo decir algo completamente diferente:
—¿Crees que pueda con los dementores?
Nox sonrió más.
—Claro, si pudiste con un basilisco, o peor aún; conmigo, puedes lograr todo lo que te propongas.
—¿Lo prometes? —preguntó, sonriendo también.
—Por el ojo izquierdo —con el dedo índice jaló ligeramente su párpado inferior izquierdo.
—Por el ojo izquierdo —Harry hizo lo mismo.
Nox hizo un gesto con la mano, en forma de despedida —. Te veo después.
Salió de ahí a paso veloz, no quería perder tiempo en el trayecto, y tampoco hacer esperar demasiado tiempo a Terry. Cuando lo vió por el vestíbulo, se dispusieron a caminar hacia el lago negro, mientras charlaban y contaban sobre gustos que posiblemente podrían tener en común.
—Es gracioso, te conozco desde hace dos años y no sabía que detestabas las varitas de regaliz —comentó Terry.
—Si, tuve una mala experiencia con ellas —dijo Nox, mirando al calamar gigante a lo lejos.
—Cuentame.
—Bueno, una vez en vacaciones mi madre me regaló una caja —comenzó, Nox—, me comí a escondidas toda la caja en un solo día. Estuve vomitando toda la noche, y desde entonces la idea de pensar en ellas que da asco. Aún recuerdo que le insistí a mis padres que me dieran una poción para aliviarme, pero no quisieron.
—¿Y por qué no? —preguntó el chico.
—Me lo hicieron como castigo, me dieron solo remedios muggles que son más lentos que los mágicos —explicó—. Me puse muy triste, porque al siguiente día iría a ver a Harry en casa de la abuela Figgy. Así que me puse triste por tres cosas: sentirme mal del estómago, acabarme las varitas de regaliz y sobretodo, no ver a Harry.
Terry puso una expresión extraña, como de desconfianza y algo de curiosidad, Nox notó el cambio de su humor, y el chico se dispuso a preguntarle algo que tal vez no se esperaba ella.
—¿Ustedes son muy cercanos? Tú y Harry.
—Bueno, tal vez... Tal vez un poco.
Asintió lentamente, como si estuviera analizando la siguente tirada en el juego de cartas.
—Lo conozco desde que tengo como diez años —continuó Nox—. Fui su primera amiga, y él el mío.
—Y no has sentido que te ve de otra... ¿Forma? —preguntó el chico. Nox negó ligeramente con la cabeza.
—No te entiendo.
—Me refiero —se acomodó para quedar mejor frente a ella— a que he visto que te mira distinto, sobretodo en las clases de defensa.
Nox soltó una risita nerviosa y apagada. Tenía la vaga idea de saber a dónde iba todo aquello, una idea muy absurda y alborotada.
—Creo que sé a dónde vas, Terry. No, no creo que sea lo que estás intentando decirme. Él es mi amigo, y si te hace sentir mejor: no estoy interesada en él.
Pareció ser que aquello había funcionado, ya que volvió a respirar normal, y mejor decidió cambiar de tema, eso también alivió bastante a Nox.
◦•●◉✿◉●•◦
Todos estaban muy alegres de ver al profesor Lupin regresar a dar clases como antes. En cuando todos lo vieron, no dudaron en bombardearlo con quejas sobre el profesor Snape, que había sido su suplente mientras él no estaba. «¡...dos pergaminos!», se quejaba Ron cada vez que podía. El profesor Lupin sostuvo que no era necesario entregar aquel trabajo, Nox y Hermione soltaron un quejido, ya que habían terminado la tarea a tiempo para entregarla.
Al terminar la clase, Nox sonrió al ver a Harry acercarse al profesor, lo más seguro que a pedirle ayuda con los dementores, eso dejaba más tranquila a la pelinegra. No quería que siguiera teniendo problemas con esas criaturas, y que mejor manera de defenderse que aprendiendo con el mejor maestro que hay tenido.
Las semanas pasaban, y Nox se había acostumbrado a la muy fuerte presencia de Hermione, no le terminaba de agradar, pero acostumbrada estaba. Aunque notaba algo resentida con ella, y no entendía el por qué, pero eso no significaba que le importase.
Olvidó todo ese asunto cuando vio otro anuncio a Hogsmeade en el tablón de la sala común de Ravenclaw, y así como lo vio, Terry invitó a Nox a salir de nuevo, y tan rápido como preguntó; Nox aceptó. Nieve, más frio, más Terry, más Hogsmeade, igual a felicidad.
Eso le recordó que no había respondido a la última carga de sus padres, así que en su momento libre (que era algo casi imposible) decidió responderles, aunque desafortunadamente de una manera de la cuál no quería, pero debía:
Queridos mamá y papá:
Lamento decir esto; pero tendré que pasar las fiestas en Hogwarts. Los deberes me tienen agarrada de los cabellos, y no quiero retrasarme con ninguno solo, sino perderé el control, tanto de estos como de mí misma.
Prometo enviarles un regalo de compensación que les conseguí en Hogsmeade, además de mis buenas calificaciones que obtendré si me quedo a terminar todo esto aquí.
Saluden a la abuela Figgy por mí, y sí, también tengo un regalo para ella.
Besos, Nox.
Esa fue la carta que envió Nox antes de Navidad. Había quedado completamente sola, era la unica en la sala común de Ravenclaw, no le molestó en lo absoluto, ya que así tendría más espacio y concentración para terminar sus deberes. En esos momentos su mente estaba enfocada en acabar con todo lo atrasado que tenía, ya que ahora estaba saliendo más seguido con Terry, algo que no podía evitar
En la mañana de Navidad despertó con regalos a sus pies, no eran muchos, pero estaba encantada abriéndolos; Cho le había obsequiado un lindo suéter de lana, delgado y muy calientito, que puso a un lado para usar más tarde. Cedric le regaló una caja grande y delgada, con distintos sabores de chocolates. Harry le había regalado una pluma bastante bonita y elegante de color plateada y diminutas runas grabadas. En ese momento tenía bastante sueño como para ponerse a traducirlas.
Sorpresivamente recibió algo por parte de Hermione; un libro llamado «La temporada de paso», de Christopher Pike. Parecía ser algo interesante, terror en el espacio; se daría tiempo después para leerlo con calma, como le solía gustar tanto. Ron, tan solo le envió una caja de dulces y pastel de manzana, eso era más que suficiente.
Nox frunció las cejas al ver que no había nada por parte de Terry, más que una sola nota:
Querida Nox:
He decidido mejor entregarte tu regalo de Navidad en persona, ya que es algo especial, y me gustaría mucho ver tu reacción.
Nos vemos después de vacaciones .
Cariños, Terry.
Nox había vuelto a sonreír como una tonta, releyendo una y otra vez la nota de Terry. Si pudiera desgastarse la tinta con la mirada, las letras dejarían de existir. A continuación, abrió la de sus padres con extrañeza, ya que siempre le enviaban libros o cualquier otra cosa, no solo una carta. Al abrirla cayó unas fotografías en su regazo, pero decidió leer primero la nota:
Muy querida Nox:
Queriamos darte la noticia cuando fuese algo oficial.
Te esperamos en casa.
Mamá, papá, Cedrine y Lilianne.
Frunció las cejas sin comprender nada de nada. ¿Quién rayos eran Cedrine y Lilianne? Después se dispuso a ver las fotografías que habían caído sobre su regazo, y no pudo evitar gritar muy fuerte. Estaba agradecida de que la sala común era solo para ella, ya que hubiese despertado hasta Peeves que andaba por ahí.
Las lágrimas de felicidad caían sobre la fotografía, no lo podia creer. Lo imposible se había cumplido, después de tantos años. Y no solo uno, ¡dos!
Volvió a admirar la imagen: su padre; Brian, abrazando muy feliz a su esposa Rose, con una barriga de cuatro o cinco meses, algo bastante grande para ser de ese tiempo. ¡Iba a tener dos hermanitas! No podía dejar de gritar y saltar sobre su cama, viendo una y otra vez las fotografías, la de su madre acariciando su barriga, y la otra donde están manchados de pintura rosa, simbolizando que eran niñas. Nox no podría estar más feliz.
Más tarde, se recogió el cabello con una agujeta y se colocó el suéter que le había regalado su amiga, Cho, y salió al gran comedor. Encontrándose con una sola enorme mesa, donde las pocas personas que habían quedado en el castillo tomaron asiento en ella. Nox intentaba contener la felicidad, pero su rostro no ayudaba en lo absoluto.
Más tarde llegaron a unirse Harry, Ron y Hermione, pero con una actitud algo tensa que Nox no pudo percibir, ya que la noticia de que tendría dos hermanas no salía de su cabeza.
—¡Hola, chicos! —saludó Nox, bastante alegre —. Me encantaron sus regalos. ¿Es una muy bonita mañana de Navidad, no creen?
Todos se quedaron viendo extraño a Nox; ella no era alguien que se expresara a viva voz, pero no podía evitar estar tan feliz, y de alguna forma tendría que sacárselo del pecho.
—¿Te gustó mi regalo? —le preguntó Harry a Nox, cuando este tomó asiento a su lado.
—¡Por supuesto! Es una muy bonita pluma, gracias, Harry. ¿Salchichas?
Este aceptó el plato, temblando ligeramente, pero tal vez se debía a la gran energía que ahora cargaba Nox. Tal vez...
—¿Leíste las runas? —le preguntó con muchos nervios, unos de los que no notó Nox.
—La verdad es que no, estaba con bastante sueño como para ponerme a traducirlas —dijo sin pena. Harry pareció respirar de nuevo.
—¡Sybill, qué sorpresa tan agradable! —dijo Dumbledore, poniéndose en pie. Había llegado la profesora de adivinación.
—He estado consultando la bola de cristal, señor director —dijo la profesora Trelawney con su voz más lejana—. Y ante mi sorpresa, me he visto abandonando mi almuerzo solitario y reuniéndome con ustedes. ¿Quién soy yo para negar los designios del destino? Dejé la torre y vine a toda prisa, pero les ruego que me perdonen por la tardanza...
—Por supuesto —dijo Dumbledore, parpadeando—. Permíteme que te acerque una silla...
E hizo, con la varita, que por el aire se acercara una silla que dio unas vueltas antes de caer ruidosamente entre los profesores Snape y McGonagall. La profesora Trelawney, sin embargo, no se sentó. Sus enormes ojos habían vagado por toda la mesa y de pronto dio un leve grito.
—¡No me atrevo, señor director! ¡Si me siento, seremos trece! ¡Nada da peor suerte! ¡No olviden nunca que cuando trece comen juntos, el primero en levantarse es el primero en morir!
—Nos arriesgaremos, Sybill —dijo impaciente la profesora McGonagall—. Por favor, siéntate. El pavo se enfría.
La profesora Trelawney dudó. Luego se sentó en la silla vacía con los ojos cerrados y la boca muy apretada, como esperando que un rayo cayera en la mesa. Nox seguía sin escuchar a su alrededor.
Cedrine y Lilianne. Lilianne y Cedrine, que bonitos nombres...
—¡Queridos míos! ¿Quién de los dos se ha levantado primero? ¿Quién? —escuchó que gritó la profesora Trelawney, sacando a Nox de sus pensamientos.
—No sé —dijo Ron, mirando a Harry con inquietud.
—Dudo que haya mucha diferencia —dijo la profesora McGonagall fríamente—. A menos que un loco con un hacha esté esperando en la puerta para matar al primero que salga al vestíbulo.
Nox no volvió a prestar atención, ni cuando Harry y Ron se marcharon, ni cuando la profesora Trelawney soltó un bufido al comprobar que no había ningún loco con un hacha afuera. Distinguió a Hermione hablando con la profesora McGonagall, con algo de desesperación en su voz. Solo logró leer de sus labios «Saeta de fuego» y «¡Sirius Black!» pero Nox seguía en su mundo, esperando que terminara el curso y ver a sus hermanas.
Chapter 11: 10. Barro y niebla
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Capítulo10
Barro y niebla
Cedrine
y Lilianne
Cedrine
y Lilianne
Cedrine
y Lilianne
Cedrine
y Lilianne
Esos dos nombres eran lo que pensaba Nox, cada día, cada noche; ni siquiera le asombró el collar delgado de color plata que le dio Terry al regresar de vacaciones. Tal vez si un poco al enterarse que a Harry le habían regalado una Saeta de fuego, y sobretodo que luego se la confiscaran. Pero poco a poco empezaba a cambiar su emoción por estrés. Tenía montañas de libros que apenas y se podía ver un mechón de su oscuro y rizado cabello detrás de ellos.
Nox al terminar la última clase del día, se iba a refundir a la biblioteca, y antes de empezar el toque de queda, se dirigía a su sala común a seguir con sus deberes. Ya no tenía tiempo para socializar, ni con Cedric, ni con Cho, ni con nadie. Tristemente tuvo que decirle a Terry que saldrían a dar un paseo en otra ocasión, ya que ahora sí definitivamente no podía retrasarse con una sola de sus materias, porque si lo hacía, se aventaría de la torre de astronomía.
Su compañera, Hermione, estaba en la misma situación, o incluso peor, ya que estaba muy decidida a ayudar a Hagrid con el caso de su hipogrifo, que lamentablemente no encontraba nada para ayudarlo a su favor; solo encontraba información que lo ayudaría en su contra.
Nox por otra parte se sentía muy triste al tener que decirle a Cho que no podría ir a ver su partido, ya que seguía bastante ocupada y estresada con todos sus deberes.
—¡Oh, Nox! ¿En serio no podrás? —le decía Cho, ya con su escoba en la mano, lista para dirigirse al campo de quidditch.
—Te juro que si quiero ir, Cho, de verdad, pero tengo un sin fin de cosas por terminar —decía con los ojos cristalinos, la frustración la estaba dominando—. Te prometo que estoy diciendo la verdad...
Sabía que Cho se había esforzado bastante durante todo ese tiempo. Había estado entrenado y se había hecho una amenaza para los otros equipos, así como Cedric, que también habían entrenado duro.
—Te perdono si —se adelantó Cho. En esos momentos, Nox estaba dispuesta a decirle lo que sea, con tal de que la dejara terminar lo que le hacía falta— me dices una debilidad del buscador del equipo contrario.
Nox levantó la vista de su ensayo de runas antiguas. ¿Una debilidad de Harry? Lo conocía desde hace mucho, pero no sabía una que no fueran los dementores, y no creía que Cho fuera capaz de invocar unos, o reclutar alguno que se encontrara a las afueras del castillo.
—No entiendo.
—Si, Nox. Debe de haber algo que lo haga distraerse, una debilidad algo suave, todos tenemos una, ¿no?
—Eso suena a trampa, y eso es algo injusto —reprochó, Nox.
—¿Injusto? ¡Más injusto que él siendo el buscador, vaya en una Saeta de fuego! —se quejó Cho, mientras extendía los brazos con dramatismo.
Se puso a pensar demasiado. Ella no siquiera cuál era su propia debilidad, y si estuviera arriba en unas escoba, no sé esperaría nada como lo que posiblemente estaba pensando Cho en ese momento.
Fue hasta que un dato vino a su mente: recordaba que a Harry siempre le temblaban las manos cuando hablaba con él, pero eso no sucedía cuando lo hacía con su amigo Ron. También se sonrojaba cuando le daba un toque amistoso, o intentaba ocultar la voz nerviosa cuando quería preguntarle algo. Nox sonrió.
—Las chicas —soltó, como si de un momento eureka se tratase.
—¿Qué? —soltó ahora Cho, sin entender a qué se refería.
—Las chicas, creeme —rió ligeramente —: solo sé tú misma, solo lo tienes que hipnotizar con tu dulzura, eso lo distraerá de la Snitch, ya verás.
Nox a veces se sentía orgullosa de su amiga, ya que aprendió a escuchar un consejo, o al menos así lo pensó cuando ejecutó la idea que le dio Nox, pero se entristeció cuando perdieron el partido.
Cho se sentía devastada, ya que le había fallado a su casa. Nox la intentó animar, diciéndole que había volado muy bien, y que si la había visto, aunque sea los últimos minutos de partido, Cedric también se unió, diciendo que le gustaría que en algún momento deberían practicar juntos, eso terminó de animar a Cho, y mucho más a Cedric, a pesar de no estar triste.
Así también de cierta forma también se alegró Nox, ya que si ambos equipos llegaban a la final, no tendría que ponerse entre la espada y la pared, ya que ambos equipos donde pertenecían cada uno, tendrían que jugar en la final.
Al día siguiente muchos alumnos estaban corriendo la noticia de que Sirius Black logró entrar a la sala común de Gryffindor e intentó atacar a Ron Weasley. En un principio Nox se había preocupado mucho, tanto por Ron como por Harry, pero después de escuchar por décima vez el mismo relato, pudo respirar de nuevo. En una ocasión intentó aguantar la risa cuando Ron volvió a contar la misma historia, pero de una forma un tanto... Diferente...
—...Entonces yo lo ví a los ojos, estaba por atacarme, pero lo esquivé, y le dí una buena patada. El cuchillo rasgó la cortina, pero entonces me alarmé y grité para despertar a todos...
La Ravenclaw no decidió arruinar su historia heroica, ya que estaba más ocupada pensando en como adelantar alguno de sus deberes para ir más tranquila a Hogsmade con Terry. Su única alternativa fue hacer deberes sin descansar, no comió y no durmió por dos días, hasta en una ocasión Hermione tuvo que despertarla en clase de Historia de la magia.
Pero ya más ligeramente libre de deberes, ese día de la excursión, se levantó más temprano de lo normal, ya que quería intentar arreglar mejor su cabello, y lo mejor que hizo fue hacer una diadema, trenzada con su propio cabello.
—Vaya... —soltó Cho con una sonrisa, viendo a su amiga arreglada, usando el suéter que le regaló —. Te ves muy guapa, y más con ese suéter puesto.
—Gracias, quise esforzarme un poco más hoy.
Ya le dolían las mejillas de tanto sonreír en la hora del desayuno. Veía a Terry hablar con sus amigos de la misma casa a lo lejos, y Cedric se percató de ello:
—Espero que se comporte bien hoy —dijo, mirándolo también, pero con una mirada amenazadora.
—Todo estará bien, Cedo —decía Nox mientras terminaba su último bocado—. Lo fue antes, y lo será hoy.
Cómo habían sido en las ocasiones anteriores: visitaron varias tiendas del pueblo. Se abastecieron de nuevo con dulces, y caminaron hasta una banca fuera de un negocio, lejos de donde estaban los demás alumnos de Hogwarts. Tal vez un poco de mayor privacidad les vendría muy bien.
—Parece que está cayendo la brisa, se siente más helado —comentó Terry.
—Si, tal vez un poco...
Nox no evitó temblar un poco, así que Terry se acercó más a ella, poniendo disimuladamente su brazo por detrás de su espalda, haciendo a la rizada sonrojarse.
—Si, pero creo que ya no hace tanto —agregó, se volvió hacia él mientras lo miraba a los ojos, hipnotizada una vez más.
No podía reaccionar, y así como la alegría colapsada su cuerpoz también lo hacían los nervios. Su estómago estaba danzando y su corazón bombear a máxima potencia. Jamás había sentido algo como aquello.
¿Mamá y papá estarían felices o enojados? No sabía, pero ellos no se encontraban ahí, así que daba igual, estaba más preocupada por los ojos de Terry que lo que giraba a su alrededor.
—Eres muy bonita, Nox —confesó, Terry.
Si pudiera saltar y ponerse a bailar, lo haría. Cantaría a los mil vientos sobre la alegría que estaba sintiendo en aquél momento. Jamás alguien le había dicho algo así (a excepción de Cho, el primer día que se conocieron).
Le encantaba como sonaba su nombre desde su voz, pero no sabía que responder, su confesión la había bloqueado.
—Tienes unos ojos bellísimos... —confesó también Nox, sin dejar de mirarlos.
No podía dejar de sonreír, lo había dicho, y se sentía bien, a pesar del efecto secundario que estaba ocasionado en su rostro. Pasaron segundos para darse cuenta que ya tenía su nariz rosando con la de él, ya había cerrado los ojos, con las mejillas rosadas y las manos temblando. Estaba por pasar, cuando de repente...
¡ PUASH !
Se escuchó que una piedra lo suficientemente grande cayó de la nada sobre el charco que estaba frente a ellos, salpicando casi por completo a Nox y a Terry. Soltaron un grito ahogado. Nox estaba intentando limpiar su rostro, pero lo único que logró es embarrarse más la cara. La vergüenza que sentía era más grande que la piedra que cayó de la nada.
—Oh... Y-yo, será que me vaya, me entró barro hasta por los oídos —dijo con mucha prisa, mientras se ponía de pies se marchaba dando zancadas sin esperar alguna por parte de Terry, que parecía seguir en shock.
¿De dónde había caído eso? Sea lo que sea, estaba tan enojada que las lágrimas empezaban a limpiar su rostro con finas líneas verticales. Se había arreglado, se había esforzado por verse diferente y bien, pero todo fue arruinado por algo que no tenía idea de qué fue, no podía culpar a la piedra, sino a quién la arrojó, sea quien sea.
Llegó al castillo, subió lentamente por la escalera de mármol, intentando ocultar su rostro que ahora tenía líneas, dándole un aspecto todavía más terrorífico de lo que ya lo consideraban los demás. Al pasar al lado de la estatua de la bruja tuerta, escuchó unas voces cerca, alzó la mirada y vió a Harry y Ron, avanzar igual de lento que ella mientras hablaban:
—Es culpa mía —decía Ron mientras avanzaban. Nox comenzó a caminar lento para escuchar—. Yo te persuadí de que fueras. Lupin tiene razón. Fue una idiotez. No debimos hacerlo.
¿Ir? ¿A qué se refería Ron? ¿Hacer? Sabía que no eran asuntos en los que no debía meterse, pero la curiosidad era mayor, así que comenzó a acercarse un poco más para preguntar de qué hablaban, pero fue ese instante que notó las manos de Harry: estaban embarradas de barro ya seco, el mismo que tenía Nox en toda la cara y ropa.
Sintió la sangre subirle al rostro. Frunció las cejas y caminó a grandes zancadas y dando muy fuertes pasos hasta los dos chicos.
—¡TÚ! —vociferó Nox con bastante rabia. Los dos se voltearon y Nox pudo ver el cambio de la expresión del rostro de Harry al ver como se acercaba ella, con unos ojos tan furiosos y terroríficos que ahora cargaba para él —. ¡TÚ ME HICISTE ESTO!
—¿Qué pasa, Nox? —preguntó Ron, sin entender la reacción tan espontanea de la pelinegra.
—¡Esto fue lo que pasó! —se señaló a sí misma con las manos, de arriba a abajo.
—Con-cómo qué —tartamudeó, Harry—, ¿Cómo te pasó eso? —fingió sorpresa. Nox se enfureció más.
—¡CON ESTO, HARRY! ¡CON ESTO! —le tomó ambas manos, alzándolas al aire, frente a su rostro —. ¡TIENES LAS MALDITAS MANOS LLENAS DE BARRO! ¡Y TODAVÍA FINGES DEMENCIA! ¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?!
Nadie jamás había visto a Nox tan furiosa, los ojos se le estaban llenando de lágrimas de la rabia que estaba conteniendo. Nadie más que ella y sus dos mejores amigos sabían lo importantes que eran sus citas con Terry. Estaba a punto de dar un gran paso, y se lo arruinaron por completo. De tan solo recordarlo sentía que iba a estallar.
—¿Cómo llegó eso ahí? —preguntó Harry, con el rostro muy rojo.
—¡OH, CON UN CARAJO! ¡DEJA DE MENTIR! —soltó sus manos con desprecio, nuevas lágrimas empezaban a limpiar el rostro de Nox —¿Por qué lo hiciste? Me importa un galeón como fue que llegaste a Hogsmade. Estuve teniendo una buena tarde... ¡Y la arruinaste por completo! ¡Este suéter me lo regaló Cho...!—se lo quitó con furiosa y se lo aventó en la cara —¡Más te vale que me lo regreses como nuevo! ¡Ahora no tengo tiempo Hermione, estoy a punto de matar a Harry...!
—No —dijo Hermione que apenas había llegado. Tenía en las manos una carta y el labio le temblaba, mucho más que a Nox en ese momento —. Sólo creí que deberían saberlo. Hagrid ha perdido el caso. Van a ejecutar a Buckbeak.
—¿Qué van-a-qué? —soltó Nox, abriendo mucho los ojos, parecía que las lágrimas se le regresarían.
—Me ha enviado esto —les tendió una carta húmeda y con las letras borrosas que eran muy difíciles de distinguir.
Querida Hermione:
Hemos perdido. Me permitirán traerlo a Hogwarts, pero van a fijar la fecha del sacrificio.
A Buckbeak le ha gustado Londres.
Nunca olvidaré toda la ayuda que nos has proporcionado.
Hagrid
—No sabía que seguías ayudando a Hagrid con su hipogrifo —dijo Nox, ya más calmada, pero sin dejar de mirar feo a Harry.
—No pueden hacerlo —dijo Harry, que tenía el suéter sucio de Nox en las manos —. No pueden. Buckbeak no es peligroso.
—El padre de Malfoy consiguió atemorizar a la Comisión para que tomaran esta determinación —dijo Hermione secándose los ojos.
—Ya me imagino como deben de ser —comenzó Nox —; unos viejos imbéciles y lo más seguro es que los asustó.
—Pero podremos recurrir —agregó Hermione—. Siempre se puede. Aunque no veo ninguna esperanza... Nada cambiará.
—Sí, algo cambiará —dijo Ron, decidido—. En esta ocasión no tendrás que hacer tú sola todo el trabajo. Yo te ayudaré.
—¡Ron!
Hermione le echó los brazos al cuello y rompió a llorar. Ron, totalmente aterrado, le dio unas palmadas torpes en la cabeza. Hermione se apartó por fin. Nox se cruzó de brazos y decidió mirar a otro lado.
—Ron, de verdad, siento muchísimo lo de Scabbers —sollozó.
—Bueno, ya era muy vieja —dijo Ron, aliviado de que ella se hubiera soltado—. Y era algo inútil. Quién sabe, a lo mejor ahora mis padres me compran una lechuza.
—Bueno, mientras ustedes siguen con su linda reconciliación, debo irme a lavar; ya que ALGUIEN arruinó mi día —empezó a avanzar por el pasillo que daba a su sala común, mientras seguía echando humo.
—¡Nox, espera! No es lo que...
—¡NO! — se giró sobre sus talones muy bruscamente, casi chocando con Harry. Estaba apuntándole con el dedo índice —. No esperes disculpas de mí. Necesitas MUCHO más que un «lo siento» para que piense en perdonarte.
Y una vez más, salió dando zancadas de ahí.
◦•●◉✿◉●•◦
Se había alegrado bastante Nox al enterarse de cómo Hermione le había proporcionando una buena bofetada a Malfoy en sus clases de Cuidado de Criaturas Mágicas, y mejor aún que todavía quería darle otra lección con la varita, pero desafortunadamente la habían detenido.
Solo sabía que el platinado se estaba burlando demasiado de lo mal que se sentía Hagrid por el caso de su hipogrifo. Posiblemente cualquiera hubiese reaccionado igual si se tratara de un animal que le hubiese agarrado demasiado cariño, pero el hecho de que la primera en perder los estribos fuera Granger, lo hacía mucho más emocionante de lo que ya era.
Ratos más tarde, Nox se sentó en la clase del profesor Flitwick, pero no veía a Hermione por ningún lado; era su turno de usar el giratiempo, y sin ella, perdería Aritmancia y Estudios Muggles. Miraba por todos lados y no la veía. Le había tocado sentarse con Padma Patil, ya que le avergonzaba dirigirse de nuevo a Terry, gracias al último suceso que habían pasado.
—¿Te molesta si me siento aquí? —preguntó Nox, señalando el lugar vacío junto a la chica.
Ella la miró con algo de terror en su mirada, como si temiera que fuera a hacerle algo terrorífico frente a toda la clase. Terminó asintiendo, pero se alejó ligeramente más de la pelinegra.
—No te voy a morder, lo prometo —rió ligeramente cuando notó su acción.
—Perdón, es que eres un poco...
—Terrorifica, lo sé —sonrió como siempre solía hacer—: es el efecto que suelo causar en la gente.
Esas palabras por parte de Nox parecieron calmar un poco a Padma, que terminó acomodándose un poco mejor en su lugar, y no terminar con una pierna fuera de su asiento.
Seguía buscando a Hermione con la mirada, pero parecía ser que no habría más pistas de ella en lo que daba de la clase, sabía que no había usado el giratiempo, de ser así estaría ahí mismo en ese momento.
Al terminar la clase, se acercó a Ron (y Harry, pero lo ignoró).
—¿Has visto a Hermione? No la he visto por ningún lado —seguía mirando para todos lados. Ron negó con la cabeza. Harry estaba a punto de abrir la boca, pero Nox fue más rápida —. Bien, adiós —y se marchó de ahí
Tuvo que ir al aula de las dos clases que había faltado, a tomar notas y deberes que se había perdido gracias a Hermione. Cuando por fin terminó, fue corriendo al gran comedor a comer algo rápido, ya que al ponerse al tanto, había perdido tiempo de su almuerzo.
—¿Sigues molesta, eh? —comentó Cedric, mientras tomaba un bocado de pastel de carne y Nox tomaba asiento.
—Más que nunca —respondió Nox.
—Bueno, la verdad es que si fue algo... Feo —comentó Cho—. Pero, ¿Por qué no has vuelto a hablar con Terry? Iban las cosas muy bien.
—Me da mucha vergüenza, más cuando estamos en clase —decía después de tragar un trozo—. Ahora me siento junto a Padma, no me desagrada, pero creo que le sigo dando algo de miedo. Casi se cae de su asiento cuando estornudé y mi cabello soltó chispas.
—Yo creo que pasó algo más —agregó Cho—. Lo del barro no debió ser la única cosa que te dió vergüenza. Algo más estaban asiendo para que te pusieras así de furiosa, ¿no crees, Cedric?
Nox evitó ver a su amiga, llenándose la boca con carne. Cedric por desgracia notó que su rostro empezó a sonrojarse, este abrióa boca, sorprendido por lo que él mismo iba a decir.
—¿Se iban a besar? —adivinó Cedric en un susurro.
Nox tragó mal y se empezó a ahogar, haciendo que Cho le diera fuertes palmadas en la espalda. Tomó la copa más cercana y bebió agua, sin dejar de toser y con la cara aún colorada.
—¡Lo ibas a besar! —repitió Cho, con el mismo tono de voz que el Hufflepuff — ¡Era cierto! ¡Por eso estabas tan molesta! ¡Te arruinaron tu primer beso! Eso es tan dulce...
—¡No es cierto! —negó Nox, sin dejar de toser.
—¡Claro que sí! Casi te ahogas en tus propias mentiras (literalmente) —señaló Cedric—. También yo estaría muy enfadado si interrumpieran un beso con la persona que me gusta.
La vergüenza seguía en su rostro, y mucho más cuando en su intento de seguir encontrando a Hermione, se cruzó con la mirada de Terry. Nox abrió los ojos sorprendida, y se volvió a esconder detrás de la jarra de jugo de calabaza.
—¡Carajo! ¡Me vió! —susurró.
—¡Ese lenguaje! —le regañó, Cedric.
Fue entonces cuando comenzó a tomar todas sus cosas y a colgarlas al hombro con rapidez —Será mejor que me vaya, tengo que ir a clases...
Sus amigos se despidieron de ella con la mano, y Nox se apresuró a salir de ahí con el cabello cubriéndole el rostro, ya que no se quería topar de nuevo con Terry, la vergüenza le quemaba los oídos.
Cuando entró al aula de adivinación, habían esferas en cada mesa, y en una de ellas, encontró a Hermione con una cara de sueño que ni ella podía cargar, lo hacía de puro milagro. Se acercó con cautela, estaba algo molesta.
—¡Jean! —dijo cuando se sentó a su lado— ¡¿Dónde estabas?! Te estuve buscando por todos lados, faltaste a la clase de encantamientos y me perdí Aritmancia, al igual que tú. Tuve que ir con cada uno a preguntar por los deberes y temas que se vieron en la clase.
—¡Perdón! Me he quedado dormida terminando el ensayo de estudios muggles, yo...
No terminó la frase porque habían llegado Harry y Ron a la mesa. Nox puso pico de cera, ya que entre ambas sabían que tenían estrictamente prohibido contarles algo, incluso también a Cedric y Cho.
La profesora comenzó con su clase, mientras Hermione no bajaba la voz a sus comentarios, y Ron se mordía el puño para evitar soltar una carcajada.
—Mirar la bola de cristal es un arte muy sutil —explicó en tono soñador—. No espero que ninguno vea nada en la bola la primera vez que mire en sus infinitas profundidades. Comenzaremos practicando la relajación de la conciencia y de los ojos externos —Ron, una vez más, empezó a reírse de forma incontrolada, Nox rodó los ojos por su actitud —con el fin de liberar el ojo interior y la superconciencia. Tal vez, si tienen suerte, algunos llegarán a ver algo antes de que acabe la clase.
Vaciaba su mente lo mejor que podía, quería callar los pensamientos y concentrarse. La adivinación no era su asignatura favorita, pero tampoco la odiaba. A decir verdad; era muy buena en ella, pero no a tal punto de tener predicciones o visiones a cada cinco minutos como la profesora Trelawney.
No quitó la mirada de la bola de cristal. Se sentía absorbida, hipnotizada por ella, como si quisiera contarle algo, un secreto que estaba ansiosa por saber. No se había dado cuenta que se había acercado mucho a ella, hasta quedar con la barbilla pegada a la mesa, observando la niebla, remolineando secretos.
«Pero solo existe una Misery Nox...», escuchó un susurro.
Poco a poco lograba como algo empezaba a formarse, unos ojos... Claros y brillantes como los de un espejo... Podía reflejarse en ellos, pero estos tenían pequeñas motas oscuras, viajando en círculos por su iris. No parpadeaba, con miedo de perderla de vista. Estaba por ver algo más, pero...
—¡Por Dios santo! —exclamó Hermione. Nox se sobresaltó horriblemente, casi soltaba un grito y tiraba la bola de cristal—. ¿Otra vez ese ridículo Grim?
La profesora Trelawney levantó sus grandes ojos hasta la cara de Hermione. Le dió una leve mirada a Nox, que seguía recuperándose del susto. La profesora Trelawney se incorporó y la contempló con ira.
—Siento decirte que desde el momento en que llegaste a esta clase ha resultado evidente que careces de lo que requiere el noble arte de la adivinación, a comparación de tu prima, que desde el día que tomó la primera taza de té, sabía que estaba en el lugar correcto —ambas chicas fruncieron las cejas. ¿Prima? —. En realidad —continúo la profesora Trelawney—, no recuerdo haber tenido nunca un alumno cuya mente fuera tan incorregiblemente vulgar.
Hubo un momento de silencio. Nox abrió bastante los ojos, sorprendida por lo que había dicho.
—Bien —dijo de repente Hermione, levantándose y metiendo en la mochila su ejemplar de Disipar las nieblas del futuro—. Bien —repitió, echándose la mochila al hombro y casi derribando a Nox de la silla—, abandono. ¡Me voy!
Y ante el asombro de toda la clase, Hermione se dirigió con paso firme hacia la trampilla, la abrió de un golpe y se perdió escaleras abajo. Nox tenía el impulso de ir detrás de ella, pero no porque le importara, o convencerla de regresar, sino porque tenía una clase en ese momento también, y ella llevaba el giratiempo.
—¡Aaaaah! —exclamó de repente Lavender, sobresaltando a todo el mundo, Nox se enojó una vez más—. ¡Aaaah, profesora Trelawney, acabo de acordarme! Usted la ha visto salir, ¿no es así, profesora? «En torno a Semana Santa, uno de vosotros nos dejará para siempre.» Lo dijo usted hace milenios, profesora.
La profesora Trelawney le dirigió una amable sonrisa.
—Sí, querida. Ya sabía que nos dejaría la señorita Granger. Una siempre tiene la esperanza, sin embargo, de haber confundido los signos... El ojo interior puede ser una cruz, ¿saben?
Entre un bufido, Nox volvió su vista una vez más a la bola de cristal, pero en esta solo había de nuevo niebla, sin nada interesante que mostrar, y gracias a tantos sustos, ya no tuvo la iniciativa de seguir buscando algo más allá. Al terminar, Nox bajó por la trampilla, con intención de encontrar una vez más a Hermione Granger.
—Me las vas a pagar, Jean. Ya son tres clases que pierdo por tu culpa.
Chapter 12: 11. Un partido y una perdida
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Capítulo 11
Un partido y una perdida
Las vacaciones de semana santa se hicieron presentes, bueno, si hacer deberes hasta el amanecer era tener vacaciones, Nox no quería las vacaciones de verano.
Cho se comenzaba a preocuparse por el aspecto que estaba comenzando a transformar a Nox, que estaba empeorando con el paso de los días; tenía los ojos tan hundidos en ojeras que parecía un mapache viejo. El cabello ahora solo se limitaba a amarrarlo con una agujeta, tal vez intentaba darle un mejor aspecto, pero solo lo hacía porque este no se le iba hacia enfrente y veía mejor sus libros.
Hermione no tardó mucho en darle una solución a Nox sobre qué hacer cuando tenga clases de adivinación y otra más, relajando a la pelinegra ligeramente. Ambas parecían más unidas que nunca; pero realmente solo se trataba de una gran coincidencia, ya que al cargar casi la misma cantidad de materias, prefirieron ayudarse entre ellas y terminar lo más rápido posible la montaña de deberes que cargaban cada vez que llegaban a la biblioteca.
Definitivamente Nox quería que acabar con todo, sobretodo porque estar tanto tiempo con Hermione Granger no le ayudaba demasiado, si al menos le agradara, sería un poco más sencillo, pero no lo era.
Cada que Hermione podía, le preguntaba que había sucedido entre ella y Harry en la última salida de Hogsmade. Nox dudaba en si responder o no. Finalmente lo hizo cuando le reveló que él solo evitaba la pregunta o simplemente se negaba respondiendo un «no pasó nada». Evidentemente eso molestó a Nox, así que le soltó toda la sopa.
Hermione solo se dedicaba a negar con la cabeza cada vez que la Ravenclaw mencionaba una palabra detonante. Algo muy extraño que pasó, fue que un día que se encontraban apuradas con sus tareas (como siempre), Terry Boot se acercó a Nox, saludando y preguntando cómo estaba ella.
-Esto... Bien, gracias -respondió Nox, con bastante vergüenza.
-Sabes, deberíamos olvidar lo que pasó la última vez en Hogsmade -tranquilizó-, nos sirve como anécdota, y algo gracioso que contar para un futuro, ¿no crees?
Nox sonrió, aún con bastante vergüenza.
-Tienes razón, fue algo absurdo -estuvo de acuerdo, Nox.
-Y divertido.
-Si, sobretodo -una risita se le salió de los labios -. Perdón por ignorarte y evitarte; aún me ciento muy avergonzada por aquello.
-No te preocupes, Nox, todo a su paso.
Desafortunadamente no pudieron seguir conversando, ya que la Ravenclaw debía volver a sus deberes. Hermione le dirigía a ella una mirada severa, como si de algo malo hubiese hecho, Nox no tardó en preguntar qué pasaba, pero la Gryffindor solo se dedicó a responder con un seco «nada» y volver a lo suyo.
Ambas se quedaban ahí en la biblioteca de sol a sol, y todavía seguía cada quien en su sala común. «Deberías de dejar algunas materias, se ve que apenas puedes con ellas», le sugería Cho con bastante preocupación, pero Nox solo se negaba, quería aprender todo lo que pudiese, absorber el máximo de conocimiento que se le ofreciera. Quería darle orgullo a su familia, como siempre solía hacer.
El ambiente en el colegio comenzaba a cambiar. Todos estaban muy emocionados y alterados por el partido de quidditch que se aproximaba: Gryffindor contra Slytherin.
Nox comenzaba a tener algo de compasión con Harry, intentando olvidar lo que había pasado con Terry, pero era más por el simple hecho de que este le comenzó a hablar de nuevo, intentando recordar aquello como una experiencia graciosa que podrían recordar, y que no debería de avergonzarse. Eso más avergonzó a Nox.
Una tarde, Oliver Wood, se acercó a Nox, pidiendo de favor que si le ayudaba a mantener a salvo a Harry. Nox frunció bastante las cejas, ya que ella no era una niñera. Terminó cediendo a regañadientes, porque los Slytherin hacían lo que sea con tal de que algún Gryffindor (y sobre todo si era del equipo de quidditch) pasara algún mal momento, y si se podía, un accidente.
-Wood es un imbecil -se quejaba Nox, caminando entre la gente que ahora rodeaba a Harry -. No solo basta con ser tu niñera, sino que ahora soy tu guardaespaldas y saco de boxeo.
-Entonces, ¿por qué aceptas? -preguntó Harry, intentando seguirle el paso.
-Porque eres demasiado estúpido como para saberles poner un alto adecuadamente a los de Slytherin -dijo con sarcasmo-. Además, ni creas que no sigo enojada contigo.
-No lo creo -su voz sonaba arrogante y divertida.
Tal vez tenía razón, o tal vez no. Tal vez más lo segundo. ¿O no?
Nox tenía una mirada tan oscura y quemadora, que aún seguía asustando a muchos, tanto de su propia casa, como de otras, algo de lo que Nox estaba muy acostumbrada, y de alguna manera debía aprovecharla.
En la mañana del partido, se sentía la euforia al entrar al gran comedor. Cedric y Cho estaban muy emocionados a pesar de no ser de Gryffindor, a Nox le costaba admitir lo mismo. Los silbidos y aplausos retumbaron por todo el lugar cuando el equipo de Gryffindor entró, Nox solo aplaudía con gracia. Se había tomado la oportunidad de presenciar el partido, ya que los nervios no la dejaban en paz como para continuar con su montaña de libros.
Parecía ser que todos, a excepción de Slytherin, llevaban algo rojo. Nox tenía el flequillo de enfrente con dos broches, rojos como el color de la casa Gryffindor, mientras que en las mejillas tenía pintada una raya por cada color. Cedric y Cho llevaban el mismo maquillaje, y accesorios de los mismos colores.
En ese momento sería pésima idea ser de Slytherin, ya que eran muy pocos con apoyo, mientras que el resto del colegio estaban evidentemente en su contra.
Rato después, la gran ola de rojo y dorado se dirigió al campo de quidditch, a contemplar el juego más sucio que jamás abrían presenciando:
-¡Capitanes, dense la mano! -ordenó la señora Hooch. Apenas y se escuchaba su voz desde las tribunas
Flint y Wood se aproximaron y se estrecharon la mano con mucha fuerza, como si intentaran quebrarle al otro los dedos.
-¡Ahora, monten en las escobas! -dijo la señora Hooch sobre el rugido del público-. Tres... dos... uno...
Empezó el partido, y las faltas empezaron a llover como diluvio en un desierto; a Angelina la tumbaron de su escoba por haber metido el primer gol del partido. Los abucheos para Slytherin no tardaron ningún segundo en retumbar por el campo.
-¡Basta! -gritó la señora Hooch, metiéndose en medio a toda velocidad-. ¡Penalti para Gryffindor por un ataque no provocado sobre su cazadora! ¡Penalti para Slytherin por agresión deliberada contra su cazador!
-¡No diga tonterías, señora! -gritó Nox desde la grada, la adrenalina la estaba consumiendo. La señora Hooch pitó y Alicia retrocedió para lanzar el penalti.
-¡Vamos, Alicia! -gritó Lee en medio del silencio que de repente se había hecho entre el público-. ¡SÍ, HA BATIDO AL GUARDIÁN! ¡VEINTE A CERO PARA GRYFFINDOR!
El público celebró y volvió a guardar silencio cuando fue el turno de Wood en parar el penalti.
-¡Wood es un soberbio guardián! -dijo Lee Jordan a la multitud, mientras Flint aguardaba el silbato de la señora Hooch-. ¡Soberbio! Será muy difícil parar este golpe, realmente muy difícil... ¡SÍ! ¡NO PUEDO CREERLO! ¡LO HA PARADO!
Nox y Cho saltaban de felicidad, mientras Cedric daba golpes al aire de triunfo. Más celebración para los Gryffindor.
A lo lejos, distinguió a Harry, que cambió su expresión repentinamente, dio la vuelta con la Saeta de Fuego y se dirigió a toda velocidad hacia el extremo de Slytherin. Malfoy fue tras él de inmediato como se dio cuenta.
-¡Ha visto la snitch! ¡Ha visto la snitch! -zarandeaba a su amiga por el hombro, despeinandola, mientras apuntaba hacia los aros del equipo de Slytherin.
Divisó cómo lograba esquivar una bludger, desviada por Derrick, el gigantesco golpeador de Slytherin, se aproximó y le pasó a Harry rozando como una mosca a un cristal. Vio como una segunda bludger le había arañado el codo, ahogando un grito. El otro golpeador, Bole, se aproximaba. En el último segundo viró con la Saeta, y Bole y Derrick se dieron un batacazo, más gritos de celebración.
Las faltas en el juego estaban mareando a la señora Hooch, que cada cinco minutos se escuchaba su silbato, anunciando otra falta más y otro penalti para uno de los equipos. Las bludgers estaban siendo golpeadas en momentos indebidos, y chocaban en los estómagos de los jugadores, haciendo enojar a muchos en el público.
Gryffindor sacaba sesenta puntos de ventaja. Y si Harry capturaba la snitch, la copa era suya. El equipo de Slytherin necesitaba una clase de milagro para poder superar ese puntaje, antes de que el equipo contrario capturara la snitch. Harry sobrevolaba el campo por encima del nivel de juego, con Malfoy siguiéndolo a toda velocidad.
De pronto vio a Harry acelerar a toda velocidad unos metros arriba de él, había vuelto a ver la Snitch. Estiró la mano, pero no podía alcanzar la pequeña pelota dorada, ya que Malfoy se había lanzado hacia delante, había cogido la cola de la Saeta y la tiraba de ella.
Nox sentía la sangre hervida desde su punto de vista, mirando con desprecio a Malfoy, cuando de pronto sintió los pies al aire, parpadeó varias veces y se asustó de la vista que tenía; estaba montada en escoba con el uniforme esmeralda de Slytherin. No entendía que estaba pasando. Alzó la mirada y se asustó bastante, estaba tirando de la cola de una escoba muy familiar...
-¡Serás imbecil!
Escuchó como Harry se dirigió a Nox de aquella forma. Volvió a ver hacia abajo, y el suelo se encontraba demasiado lejos, a cientos de metros, o más, haciéndola gritar y aferrarse a la escoba justo cuando estuvo a punto de caer al soltar la cola de la Saeta de fuego.
«¡¿Qué está pasando?!», pensaba Nox, mirando al público de Gryffindor abucheando fuertemente desde la gran altura que estaba.
-¡Penalti! ¡Penalti a favor de Gryffindor! ¡Nunca he visto tácticas semejantes! -chilló la señora Hooch. Nox parpadeó varias veces y vió desde su lugar al árbitro saliendo disparada hacia el punto donde Malfoy volvía a montar en su Nimbus 2001 con una cara bastante confundida.
-¡VIL CERDO, VIL TRAMPOSO! -gritaba Lee Jordan por el megáfono, alejándose de la profesora McGonagall-. ¡ASQUEROSO HIJ...!
Nox seguía con la sensación de el aire golpeando sus oídos, y el vértigo de la gran altura de dónde se encontraba ya hace unos segundos.
«Tal vez me quedé dormida por unos instantes», intentó calmarse, Nox. «No he dormido bien en días»
De pronto...
¡ FUUM !
Una bala humana de color escarlata pasó a una velocidad impresionante, abriéndole paso a la cazadora de Gryffindor, que logró anotar otros diez puntos, quedando 80 a 20. La bala volvió a pasar de regreso. Vió que Harry se pegó al palo de la escoba cuando Bole le lanzó una bludger... estaba ya ante los tobillos de Malfoy... a su misma altura... se echó hacia delante, soltando las dos manos de la escoba. Desvió de un golpe el brazo de Malfoy y recuperó la postura, con la mano en el aire. Harry sobrevoló a la multitud con la pequeña pelota dorada fuertemente sujeta en su puño, batiendo las alas desesperadamente contra sus dedos.
-¡SI! ¡SI! ¡GANARON! ¡GANARON! -saltaba Nox junto a sus dos amigos con bastante felicidad.
No se dio cuenta cuando ya se encontraban en el campo de juego. Muchos lloraban, gritaban, saltaban y batían los brazos con felicidad, Nox era una de ellas. Sabía que no era su casa la que ganó, pero con tal de ver a Slytherin perder, era motivo de celebración.
El equipo completo descendió para unirse al resto del colegio en la celebración. La gente le empezó a abrir paso, así que Nox logró avanzar y quedar por detrás de su amigo, que la gente seguía dándole palmadas en la espalda, festejando.
-¡Harry! ¡Lo lograste! -este se dió la vuelta cuando escuchó la voz de la rizada, con la cara roja de adrenalina y euforia.
Tenía el cabello mucho más alborotado que nunca, gracias al aire de las grandes alturas de dónde estaba. Se acercó a ella para escucharla mejor, con aquél brillo tan sospechoso que ha visto Nox desde su primer año. Ella se había olvidado por completo lo que había pasado unos minutos antes, ya no sentía el viento ardiendo sus oídos, y ya no recordaba que estaba enojada con él, solo sentía felicidad y orgullo.
-¡Han ganado, cuatro ojos! ¡Has gan...!
Quería decir lo orgullosa que estaba, lo feliz que se encontraba, y lo bien que lo había hecho.
Nadie se lo esperaba.
El equipo de Gryffindor no se lo esperaba.
Ron y Hermione no se lo esperaban.
Cedric y Cho no se lo esperaban.
Nox no se lo esperaba.
Harry sí.
No la había dejado terminar sus palabras. Sentía como de repente las orejas comenzaron a arder. La Snitch le hacía cosquillas en la mejilla, ya que no la había soltado desde que la capturó. No sabía qué hacer, y por alguna razón no le disgustaba, y no se inmutó en separarlo.
Los gritos de los demás le aturdían los oídos, no entendía lo que decían, pero entre esas voces distinguió la de sus dos mejores amigos.
Cómo si de unos imanes se tratarán; a los dos polos opuestos los separaron. Habían jalado a Harry a la celebración. Entre muchos, levantaron al equipo de Gryffindor y los llevaron a las gradas, donde se encontraba Dumbledore con la gran copa de quidditch.
Nox se movió de su lugar, todos pasaban para seguir con el festejo, pero ella seguía intentando procesando lo que acababa de pasar. Pudo ser algo de segundos, pero para ella fue una eternidad que no lograba procesar. Tenía el corazón latiendo al mil por hora, y en su mente no lograba llegar a una conclusión. Definitivamente el quidditch saca todo de ti.
◦•●◉✿◉●•◦
-¿Es verdad que ustedes están saliendo?
-¡Tal vez solo sale con él porque ganó la copa!
-Yo creo que han terminado, no los he visto juntos. Debe see porque se dió cuenta que Misery Nox es realmente terrorífica.
Muchas preguntas y comentarios le llovieron a Nox durante toda una semana. La euforia de que Gryffindor haya ganado la copa no fue suficiente para los demás; también querían saber que significaba el beso que Harry le había robado a Nox al final de ese partido, y Nox empezaba a armar el rompecabezas. Ahora entendía sus extrañas reacciones cuando ella estaba cercas.
-Eso explica lo del barro -dijo Cedric en un susurro. Se encontraban al fondo de la biblioteca -. Estaba celoso de que estuvieras con Terry.
-Si, pero... No entiendo por qué lo hizo... -decía Nox.
-Porque le gustas, Nox -dijo Cho, con un tono de obviedad -. Él a veces se le van de la mano las emociones, ya lo ha demostrado antes. Y eso que tú lo conoces mejor que yo.
No soportaba la idea de no hablarle, pero gracias a aquél suceso mejor lo evitaba a toda costa. Durante los siguientes días y toda la semana se negaba verlo o sentarse junto a él, y para mala suerte suya, compartía demasiadas clases con él.
Así como ella evitaba a Harry: Terry evitaba a Nox. En una clase que compartían, Nox se acercó al chico, con las manos templorosas y los ojos opacos, rogando que escuchara.
-Terry...
-No, Nox, no quiero hablar -decía mientras guardaba su libro de runas antiguas.
-Por favor, yo solo quiero hablar contigo, explicarte las cosas -suplicaba.
-No digas nada -se detuvo en seco frente a ella -. Yo lo ví todo, y todavía tienes el descaro de venir a justificarte.
-No estoy intentando eso. Yo solo... -queria que las palabras, pero no pasaba nada -. Nosotros no estamos saliendo, ni nada parecido. Fue algo que pasó de repente, en el momento.
-Claro, entonces los amigos se besan -se miraba muy molesto.
A Nox no le gustaba que lo mirara de esa manera. Le encantaban sus ojos, pero no como eran usados en ese momento.
-Yo n-no lo hice -le comenzaba a temblar la voz.
-No, pero lo seguiste -Terry suspiró pesadamente al ver qué Nox no tenía algo más que decir, ya que era verdad lo que él decía -. Sé que no somos nada, estás en tu derecho de hacer lo que quieras. Me hubiese gustado más que fueras honesta conmigo. Gracias por tomarte el tiempo de pasar el rato, a pesar de tener tantos deberes pendientes. Nos vemos después, Nox.
Se colgó la mochila al hombro y le rozó el hombro. Mientras lo veía marcharse, en su mente seguía buscando la forma de explicar las cosas, pero jamás salieron más palabras de su boca, nunca las encontró. Hermione se acercó a ella, con lentitud, como si de un lobo herido se tratara.
-Tenemos examen, Nox -le dijo en un susurro, respetando los sentimientos que tenía en ese momento.
La actitud de Hermione era un tanto extraña, había momentos en que no sabía si estaba enojada, y otros si estaba preocupada, o rencorosa. Era evidente que ella sabía lo que sentía Harry por Nox; era su mejor amiga. El ver el constante rechazo que daba Nox, molestaba un poco a Hermione, pero al ver su esfuerzo ante Terry, sabía el por qué de sus acciones.
-Claro... Esto, gracias, Jean -se aclaró la garganta, Nox-. Perdón por hacerte esperar.
El corazón de Nox se había roto, y todo por una reacción de segundos que desafortunadamente le tocó a Terry presenciar. Aunque, independientemente de que lo haya visto o no, se enteraría tarde o temprano, y tal vez sería peor.
Terry le gustaba, y bastante, pero ver qué su oportunidad de estar con él se iba del aula de runas antiguas le apachurraba todo el pecho.
La semana de exámenes era muy estresante, y Nox había perdido la cabeza en sus apuntes, al menos así podía olvidar un poco a Terry.
En esos momentos se encontraba bastante desanimada ya no le interesaba ser la mejor de la clase; Hermione Granger era mucho mejor alumna que ella, y por más que se esforzara, no lograba ser igual de buena.
Nox era muy buena en la teoría, pero pésima en la práctica, mientras que Hermione era bastante buena en ambas cosas. Por ejemplo: en su exámen de transformaciones, logró que su tetera se convirtiera en una tortuga, pero el error era que la tortuga seguía siendo de porcelana, eso casi ponía a llorar a Nox, se había esforzado demasiado para dar un resultado tan vergonzoso como ese. Mientras que Hermione juraba que su tortuga era mucho más galápago, cosa que no le afectaba en nada, ya que al final de cuentas seguía siendo una tortuga.
Nox tenía la sensación de que le iría muy mal hasta en el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, y eso que fue el examen más fácil que todos hayan tenido, debe ser uno muy idiota reprobar el ver gusanos hacer nada.
En el penúltimo exámen, Nox intentó con todas sus fuerzas lograr pasar el boggart que se encontraba en un tronco, que era una prueba en la carrera de obstáculos que había formado el profesor Lupin. Al entrar por el tronco, se estaba preparando, ya que tenía una idea de lo que se aproximaba. Alzó la varita, muy decidida y pensando en lo que se podría convertir su nuevo miedo.
¡ Crack!
El chico en silla de ruedas apareció frente a ella, Nox estaba lista para decir las palabras, pero el chico comenzó a hablar:
-Tú nunca serás mejor que nadie -lo miraba con sus ojos vacíos. Su ceja empezaba a fruncir, dándole una mirada furiosa -. Tus padres esperan todo de ti... Y así les respondes...
-¡R-riddikulo! -intentaba decir Nox, pero no funcionaba.
¡C rack!
Se convirtió en su madre, con la barriga de cinco meses que había en la fotografía, la mirada furiosa y decepcionada. Ya no sabía distinguir entre lo malo y lo peor. Sus esfuerzos académicos eran gracias a su madre, quería llegar a ser alguien como ella, lista, brillante y astuta, una digna de Ravenclaw.
-¿Así quieres darle el ejemplo a tus hermanas? Me parece vergonzoso tener a alguien como tú como hija, alguien que quiere tirar la toalla por cosas tan tontas...
-No... No eres real... -intentaba convencerse.
¡Crack!
-Deberíamos regresarte al orfanato -decia su padre, con la misma expresión que su madre -. Tal vez así no hagas tanto estorbo, en nuestro hogar no cabe gente que no hace ni el más mínimo esfuerzo.
Había comenzado a llorar, tanto que ni siquiera podría pronunciar media palabra. Quería que pararan, pero no tenían la intención de hacerlo, lo sabía.
-¿De qué ha servido todo lo que te enseñamos? -seguía diciendo sin alguna suavidad en su voz, algo que jamás había escuchado de su propio padre -. Debes de regresarle lo que es suyo, Misery Nox. ¡Tú se lo quitaste! ¡Por tu culpa está así! ¡HÁZLO!
¡Crack!
Un enorme panal de abejas cayó desde lo más alto para estrellarse en el suelo. Comenzaron a rodear a Nox de cuerpo completo, esta empezó a gritar con desesperación, intentando quitárselas de encima. Volteó para todos lados, hasta que vió una abertura y salió de ahí corriendo, gritando y llorando sin dejar de intentar quitarse las abejas de encima.
-¡Nox! -dijo el profesor Lupin sobresaltando -¿Qué ocurrió?
-¡LAS ABEJAS! ¡LAS ABEJAS! -gritó apuntando al tronco, pero estas ya no estaban ahí -. Y-yo... No pude... No pude, me va a reprobar, no lo logré...
-¡No, Nox! Hiciste lo mejor que pudiste, solo esa última prueba te faltó, como a muchos -intentaba calmarla, pero Nox negaba muchas veces con la cabeza, como si todavía intentará quitarse las abejas de encima.
No quería escuchar, demasiadas cosas en su cabeza, y ahora pensar que sus padres estarían decepcionados de ella lo hacía peor. Estaba comenzando a confundir lo que era real y lo que no. ¿Qué le estaba pasando?
El profesor Lupin intentó tranquilizarla, no quería que se fuera de esa forma, así que cuando vió que había dejado de llorar y solo había quedado un ligero escalofrío, le pidió a Padma que ya había concluido su examen a acompañarla de vuelta a la sala común.
La tomó de un brazo y la guío de vuelta al castillo, evitando hablar, pero las voces de sus padres seguían taladrando su mente, sentía como si aquello fuera una señal, o algún tipo de mensaje, ¿pero de qué?
-He visto a mis padres -dijo de repente, Nox, que seguía temblando -. ¿Alguien más me vió?
-No, fuimos de las últimas personas -Nox suspiró-. ¿Quieres contarme de lo que viste?
-Fue algo tonto... No puedo diferenciar entre gente real y un boggart...
-Pero por algo te afectan tanto, Nox -empezó a empatizar, Padma -. Se que no somos amigas, o conocidas, o lo que quieras pensar, pero me preocupas.
Aquello hizo a la rizada voltearla a ver, impresionada y algo desconfiada.
-¿Cómo por qué te preocuparías por mí? Te asustó, te sientas hasta la otra punta del asiento en clases, y tiemblas cuando te veo.
-Tal vez, pero veo que eres muy distinta a lo que... Luces -intentó cuidar sus palabras -, podria decir que me agradas un poco, y por eso también me preocupo. Siempre he escuchado a Harry y Ron decir que eres una persona muy agradable, escalofriante, pero agradable.
Más sorpresa se vió reflejado en el rostro de Nox, sin entender todavía todo. No le gustaba ser grosera, e intentaba no serlo, pero su desconfianza la estaba impulsando, cuestionando la actitud de Padma Patil.
Llegaron frente a la puerta de la sala común y dijeron el acertijo. No quiso responder o incluso hablar, ya que su su cerebro comenzó a tranquilizarse y llenarse con alguna otra preocupación, como su último examen, así que solo se limitó a agradecer a Padma por haberla acompañado hasta ahí, tal vez era algo que necesitaba y no sabía.
La chica solo respondió «cuando gustes, aquí estoy». Nox sonrió.
Chapter 13: 12. La tensión de un examen
Chapter Text
Capítulo 12
La tensión de un exámen
Se sentía algo estúpida al estar estudiando tanto antes de entrar al examen de adivinación, se supone que es una materia la cual los libros de texto servían como guía, ya lo demás tenían que hacerlo uno mismo, pero no sabía de qué trataría, así que lo mejor era aprender todos los símbolos y sus significados.
Ya había tenido su examen de estudios muggles, lo cual debe de admitir que había sido muy sencillo, pero el miedo a fracasar no podía quitarselo de encima.
Ocultaba el rostro detrás de Disipar las nieblas del futuro, ya que como siempre, la materia era con los de Gryffindor. Sentada en la escalera de caracol, ignorando a todos mientras repasaba una y otra vez las ya tan desgastadas hojas de su libro, a lo lejos escuchó a Neville Longbottom mencionar que el examen sería individual, y eso se confirmó cuando la voz espectral de la profesora Trelawney llamó al primer alumno desde arriba de la trampilla.
«La mente suele distorsionar los fragmentos que recibimos. Nuestras expectativas, miedos y deseos pueden influir inconscientemente en la forma en que percibimos estas vislumbres, añadiendo capas de subjetividad a una información ya de por sí incompleta», repasaba Nox, con la pierna temblando.
Alguien había tomado asiento a su lado, en la escalera, pero Nox no hizo caso.
Cada vez las escaleras iban quedando más vacías, y los nervios de Nox no ayudaban en lo absoluto, tanto que ya no prestaba atención a lo que estaba leyendo, pero no quería quitar la cara del libro, por más que le dolieran los brazos, no quería ver a nadie, hasta que a alguien se le ocurrió hablarle:
—Oye, Nox, ¿sigues estudiando? —le preguntaba Lavander Brown —. Creo que eso no ayudará mucho.
—Por algo se fue Granger, hacia lo mismo que tú —agregó Pavarti Patill.
—No es eso —tomó un largo suspiro, fingiendo interés mientras pasaba las hojas del libro, poniendolo ahora sobre sus piernas—; solo estoy buscando en qué capitulo fue cuando les pregunté si me interesaba su opinión.
No quitó la vista del libro, pero aseguraba que ambas abrieron la boca con indignación. Segundos después se escucharon más pasos que se detuvieron donde estaban las otras dos chicas, pero siguieron opinando.
—A mí me ha dicho que tengo todas las características de una verdadera vidente —presumió Parvati, su voz sonaba feliz y radiante —. He visto muchísimas cosas… Bueno, que te vaya bien, Nox. Ese libro no te ayudará mucho...
Y las tres bajaron las escaleras, mientras seguía escuchando comentarios indirectos («Si no quería hablar, no era necesario que dijera eso»).
—¿Todo bien, Nox? —escuchó que le preguntaron.
Esta vez se atrevió a alzar la vista, era Padma, que había sido la que bajó del aula. Nox solo asintió con la cabeza.
—Claro. ¿Cómo te fue a ti? —preguntó esta vez, Nox.
—Algo confuso, si te soy sincera. Ojalá fuera tan buena como mi hermana, pero siempre las gemelas deben tener alguna diferencia, ¿no crees?
—Si, creo que tienes razón —afirmó Nox.
—Bueno, entonces te veré después. ¡Suerte!
Bajó las escaleras, tomando la misma ruta que su gemela y Lavander Brown. Su actitud le seguía pareciendo algo extraña, y en cierta parte muy sospechosa: el hecho de que le comenzara hablar y prestar atención de esa forma, no la terminaba mucho de convencer.
—Gran trabajo, Misery Nox; volviste a asustar a más niñitas —comentó, Nox, en voz alta, para sí misma, pero alguien más escuchó.
—Eso pasa cuando eres muy sincera —comentó Ron, intentando aguantar la risa.
Sintió como comenzó a temblar de nuevo; si ahí estaba Ron, estaba Harry.
—Era eso o también: «¡Guau, qué buena idea, chicas! Mandaré todo mi esfuerzo por el caño solo porque ustedes dicen» —hizo una voz extremadamente aguada y llena de sarcasmo mientras movía los hombros con exageración —. Si no les he hecho caso en casi tres años, menos lo haré ahora.
Ron rió por lo bajo.
—Creo que les caerías mejor si actuaras así.
—Claro, pero no soy actriz —pasó una página —, además, no quiero ser grosera, pero no me interesan, estoy bien con quienes estoy.
A Nox no le agradaban mucho la gente de su casa, o cualquier otra. Desde que conoció a sus amigos actuales, ya no salió en búsqueda de más, ya que no le era necesario, y no le gustaba la idea de aparentar para tener más. Ron no dijo más, así que Nox tampoco, y sabía que Harry también se encontraba ahí, ya que donde se encontraba uno; estaba el otro.
Mientras más subían a hacer el examen, más nerviosa se ponía Nox, y no precisamente por hacer la prueba.
«Que sea Harry, que sea Harry, que sea Harry... », rogaba, Nox, muy en sus adentros. Ya que solo quedaban ella, él y Ron.
—Ronald Weasley —anunció desde arriba la voz conocida y susurrante.
«¡Carajo!».
Ron subió por la escalerilla de plata, dejando a Nox y Harry solos, escuchando una mosca zumbar por la ventana soleada. «Un trébol no siempre significa buena suerte en las tazas de té, pero a veces lo puede ser en las de café... Creo que voy a vomitar...»
Ya no se podía concentrar. Estaba tan nerviosa y tensa. ¿Por qué se sentía así? Parecía ridículo. ¿Qué estaba pasando?
La idea de lanzarse de cabeza en las escaleras abajo era muy tentadora, así tal vez la suspendan un rato y presente el examen después, pero tenía que hacerlo en ese momento, quizá mientras más pronto, mejor...
—¿Nerviosa?
Estaba pensando hacia que dirección donde apuntar, tal vez del lado derecho sea un buen ángulo como para quedar inconciente en el trayecto y alcanzar a quién haya bajado las escaleras instantes antes.
—Tal vez —respondió secamente —. ¿Y tú?
—Tal vez —respondió también, mientras el sonido de su túnica indicaba que se encogía de hombros. Nox solo asintió sin importancia.
«¡¿Por qué el tiempo tiene que avanzar tan lento?! Ron, ¡solo dí que no ves nada y vete!»
—¿Crees que puedas ver algo? —volvió a preguntar, Nox le estaba a punto de dar hipertermia.
—No lo sé. Tal vez. Siempre puedo ver algo —se sinceró.
—Una vez casi veía algo.
—Uhm... ya. Tal vez en esta ocasión pueda ser igual.
Pasaron otros cinco minutos, y nadie decía nada. La tensión que había en el ambiente los empezaba a asfixiar. La pelinegra no era capaz de confesar que no le gustaba Harry, tenía miedo de hacerlo sentir mal, pero con la actitud que ya tenía desde la última vez la besó, más claro ni el agua.
Diez minutos. ¿Desde cuándo Ron era tan bueno en adivinación? ¿Qué tanto estaba haciendo allá arriba? Era estúpido. Todo era estúpido. Excepto lo que dijo Nox:
—Mamá está embarazada —soltó de pronto, Nox. De alguna manera tendría que bajar la tensión del ambiente —. Tendrá gemelas. No te lo había dicho antes, porque... estaba muy ocupada con todo.
—¿En serio? —escuchó que avanzó con prisa y se sentó a su lado —¡Eso es increíble! ¿Ya decidieron como se llamarán?
Después de tanto tiempo, se atrevió a alzar la mirada, y por primera vez después de aquél día, sus ojos conectaron con los de él, tan verdes y brillantes como siempre, con un brillo de esperanza que hicieron sentir mal a Nox.
—Cedrine y Lilianne —respondió.
—Lindo.
—Si.
«¿QUÉ ESTÁ PASANDO?», se confundía cada vez más, Nox.
El sonido de los pies de Ron se escucharon de nuevo por la escalera, sobresaltando a Nox y a Harry. Al estar más cerca de ellos, ambos alzaron la mirada.
—¿Qué tal? —le preguntó Harry, levantándose.
—Una porquería —dijo Ron, Nox frunció las cejas—. No conseguía ver nada, así que me inventé algunas cosas. Pero no creo que la haya convencido… Por cierto, ¿hablaron de...?
—Nos veremos en la sala común —interrumpió Harry tan rápido como pudo, cuando la voz de la profesora Trelawney anunció:
—¡Harry Potter!
Se puso de pie, en dirección a tomar su examen, pero después de tanto tiempo, Nox se atrevió a hablar:
—Buena suerte, Harry.
Si de por sí estaba sonrojado, ahora tenía la cara como el cabello de Ron.
Ron siguió su camino escaleras abajo, y Harry subió la escalera, entrando por la trampilla, ahora Nox se quedó sola. Ya ni siquiera podía repasar, así que usó la pasta del libro como un abanico de mano, ya que el calor se empezaba a hacer presente en el castillo. Pasaban los minutos y no sucedía nada, era como si estuviera atrapada en el tiempo, esperando a que volviese a reanudarse. Cansada, volvió a guardar el libro y empezó a jugar con sus manos.
—¡Nox! ¡Nox! —escuchó que la llamaba Harry desde arriba, con un tono desesperado.
Ella se levantó con toda prisa, sin siquiera tomar su mochila y subió. En ese momento olvidó toda vergüenza y nervios que sentía. El ambiente caliente y sofocante le golpeó el rostro. El habitual olor mareante la hizo toser, al estar arriba, vió a Harry con un notable rostro preocupado.
—¿Qué pasa? —preguntó mirando a su alrededor.
—Es la profesora, no sé que le pasó, empezó a actuar raro... —intentaba explicar. Avanzaron entre las sillas y las mesas hasta el lugar en que la profesora Trelawney, sentada ante una bola grande de cristal —. Yo ya estaba por marcharme, y ella por llamarte, pero...
Se acercaron a ella, estaba rígida aún en su sillón, con la mirada perdida y la boca abierta. Parecía que le iba a dar un ataque, pero la chica procuró no perder la calma.
—¿Profesora? ¿Está usted bien? —preguntó Nox, viéndola con preocupación.
—Sucederá esta noche —dijo con voz potente y áspera.
—¿Cómo dice? —preguntó Harry.
Pero la profesora Trelawney no parecía oírlos. Sus pupilas comenzaron a moverse. Y entonces la profesora Trelawney volvió a hablar con la misma voz áspera, muy diferente a la suya:
—El Señor Tenebroso está solo y sin amigos, abandonado por sus seguidores. Su vasallo ha estado encadenado doce años. Hoy, antes de la medianoche, el vasallo se liberará e irá a reunirse con su amo.
»La gran noticia se le hará conocer. La hija del nombre perdido viva está, y la profecía se deberá continuar. Un nuevo don se le ha asignado, un arma poderosa. El Señor Tenebroso se alzará de nuevo, con la ayuda de su vasallo, y con la hija perdida de su lado, más grande y más terrible que nunca. Hoy… antes de la medianoche… el vasallo… irá… a reunirse… con su amo…
Su cabeza cayó hacia delante, sobre el pecho. La profesora Trelawney emitió un gruñido. Luego, repentinamente, volvió a levantar la cabeza. Nox sabía de qué se trataba; era una predicción. Ambos se quedaron viendo a la profesora, sin saber qué decir, después que alzara la cabeza, como si nada hubiese pasado.
—¿Pasa algo? Era tú turno, ¿no, Nox? —dijo la profesora, como si no hubiese dicho lo más temido por todo los magos.
—Usted… acaba de decir que… el Señor Tenebroso volverá a alzarse, que su vasallo va a regresar con él… —intentaba articular, Harry.
La profesora Trelawney se sobresaltó.
—¿El Señor Tenebroso? ¿El que no debe nombrarse? Querido muchacho, no se puede bromear con ese tema… Alzarse de nuevo, Dios mío…
—¡Pero usted acaba de decirlo! Usted ha dicho que el Señor Tenebroso…
—Creo que tú también te has quedado dormido —repuso la profesora Trelawney —. Desde luego, nunca predeciría algo así. Ahora, no quiero ser grosera, pero tengo que tomar la prueba de tu compañera, y el examen no se hace en equipos.
Harry no se opuso, mucho menos Nox, así que no tardó mucho en volver a bajar, con una gran cara llena de preguntas que tal vez también Nox llevaba. Se sentó frente a la profesora, sin olvidar lo que había pasado momentos atrás.
—Bien, Nox. Ahora necesito que mires la bola de cristal —indicó con aquella voz fantástica —. Tomate tu tiempo, y en cuando veas algo, me dices.
Eso se dispuso a hacer, inhalado y exhalando, concentrándose, hasta que comenzaron a aparecer cosas...
—Veo... Parece una piedra... ¡Ah! Es una lápida —enfocó más su mirada —. En realidad... Creo que son varias, tal vez un cementerio.
—¿Hay alguien ahí? —preguntó la profesora, mientras tomaba notas con algo de emoción.
—Si, son varias personas, pero no logro identificar quienes son... Espere, creo que algo está cambiando... Es... Creo que es el bosque prohibido...
A Nox le gustaría estar mintiendo, pero no era así. No entendía por qué veía esas cosas, pero la curiosidad la atraía, le decía que lo hiciera. Intentaba describir lo más que pudiese ver en la bola de cristal, hasta que por fin la niebla se quedo siendo eso: niebla.
La profesora Trelawney la felicitó, dijo que había hecho un buen trabajo, y con más entrenamiento, llegaría a ser una gran vidente, y a decir verdad, no estaba segura de querer eso.
Ya más tranquila, bajó por la trampilla, pero una vez más el estómago dió un salto junto a su pie cuando se dejó caer en el ultimo peldaño. Vió a Harry sentado en la escalera de caracol. ¿Cuánto tiempo habrá pasado? ¿Quince minutos? ¿Media hora? Lo que haya sido: la esperó.
Sus pasos lo despistaron de sus pensamientos, haciendolo levantarse como si de la gran santidad se tratase. Nox intentó actuar normal.
—Creí que estarías en tu sala común —dijo Nox.
—Olvidaste tu mochila —respondió señalandola, estaba recargada en la escalera donde él estaba sentado.
—Bueno, pudiste dejarla ahí, nadie la iba a robar; la gente ahorita está muy feliz festejando su libertad afuera.
—Por experiencia propia, diría que no es una buena idea —Nox sonrió con bastante gracia..
—Esto no es Londres.
—Pero hay mucha gente de Londres — Nox no dejó de sonreír, así que solo bajó unos escalones.
Al estar a un escalón por bajar hasta donde Harry, este tomó su mochila con una velocidad digna de un buscador, listo para tenderla a su dueña. Al hacerlo, sintió como su mano rozó con la suya, pero no quiso tomarle la importancia que podría ilusionar a su amigo.
—Gracias —dijo Nox, y empezó a bajar los escalones —. Fue extraño, ¿no?, lo que dijo la profesora Trelawney.
—Si, yo de verdad creí que simplemente quería hacer un final dramático, o algo parecido, pero su reacción fue muy auténtica.
—Es porque lo fue, Harry —recalcó—. Fue una predicción, pero... Es muy raro, y terrorífico (he de admitir), y tengo la sospecha de que algo de lo que ví tiene que ver, pero, no lo sé...
—¿Viste algo? —preguntó Harry.
—Claro, siempre lo hago, con esfuerzo, pero sí —Harry se le quedó viendo, como si confesara que las varitas de regaliz con mostaza—. Vi el bosque prohibido, y me pareció ser como un cementerio, y no me mires así, me haces sentir loca.
—No veo la diferencia.
—El vasallo... Es extraño —ignoró su comentario.
Comenzó su dirección hacia cualquier otra parte que su cerebro no estaba procesando.
—Hablaba de un vasallo... Se reunirá con él esta noche... —decía mientras avanzaba con lentitud, murmurando más para sí misma, muy concentrada.
—Sirius Black, ¿no? —agregó Harry, con un tono algo descuidado al mencionar ese nombre, un detalle que Nox logró notar.
—Posiblemente, está suelto por ahí. Si sigue tan leal a Quién-tú-sabes, lo podría intentar... Parece que sabes algo que yo no, Harry.
Lo conocía lo suficiente como para interpretar aquél rostro que trataba de mantenerse neutral, cuando en realidad intentaba sacar una rabia que Nox no podía entender. Se detuvo su andar lentamente, hasta quedar frente a él. No le importaba lo nerviosa que se ponía, o la reacción que tenía él por ella, solo le importaba su amigo.
—¿Tienes algo que decir? —preguntó, Nox.
Pareció pensarlo bastante, algo que entristeció a Nox; ya había estado perdiendo su confianza.
—De acuerdo, no hace falta que lo digas, no pasa nada —comprendió, Nox—. Bueno, será mejor que me reúna con los chicos...
Comenzó su camino hacia el gran comedor, sin suiqiera siquiera pensar si Herry le seguía o no, dejándolo a él con sus propios pensamientos y secretos que posiblemente sentiría más seguros si los mantenía con sí mismo.
—Si tengo algo que decir —Nox detuvo su andar.
Se dió media vuelta y se puso de nuevo frente a él.
—Bueno, es más algo que quiero contarte... Es un secreto, ¿Vale? —Nox sonrió enormemente, asintiendo frenéticamente —. Por el ojo izquierdo.
—Por el ojo izquierdo —jaló el párpado inferior izquierdo, al igual que su amigo frente a él, sellando la promesa —. ¿Te parece si vamos a platicarlo a otro lado? En medio del pasillo no me parece un lugar muy... Adecuado.
Parecía ser el mejor día para Harry, ya que estaba pasando mucho más tiempo del que se imaginaria con Nox, de una forma que no podía imaginarse.
Al llegar a la parte trasera del castillo, en el patio de aula de encantamientos, tomaron asiento y Nox abrió los oídos completamente.
—¿Y bien? —preguntó, Nox.
Abrió y cerró la boca un par de veces, buscando las palabras, pero Nox intentó ser paciente.
—Bueno... En una de las excursiones a Hogsmade, estaba con Hermione y Ron en las tres escobas...
—¡Si fuiste tú el del barro! —interrumpió de repente, Nox.
—¡Ese no es el tema! —se sonrojó y Nox bufó—. La cosa es que, estando ahí, llegó Flitwick, McGonagall, Hagrid y el Ministro.
—¿Cornelius Fudge?
Sabía quién era, no solo era el jefe de sus padres, sino que se trataba del ministro de magia, al menos de toda Gran Bretaña.
—Si —prosiguió—, estaba en Hogsmade por el ataque de Sirius Black en Halloween. Comenzaron platicando sobre el tema mientras bebían, le platicaban a Madame Rosmerta sobre... Sobre mis padres.
A Nox se le encogió en estómago, sabía que se aproximaba algo muy fuertes y profundo para él. Un tema tan delicado como lo que le pasó a sus padres no era algo que se podía tomar a la ligera. La rizada hizo un gesto para que continuara, y eso hizo:
—Mencionaron que Black era como un hermano para mí padre, y viceversa, que eran tan unidos que fue padrino de boda, y... —tomó un largo suspiro —, también mío, Sirius Black es mi padrino.
Abrió tanto los ojos que sentía que se le saldrían del rostro. Abrió la boca ligeramente sin siquiera evitarlo. Era algo que jamás se habría imaginado; aquél hombre que su rostro no evitaba tapizar cada párrafo, cada pared de Hogsmade, o que tenía a dementores asechando cada rincón de los colegios del castillo, sería el padrino de su amigo sentando a su lado.
—Voldemort —Nox tembló ligeramente al escuchar ese nombre— estaba siguiendo a mis padres, así que Dumbledore les sugirió que usaran el encantamiento Fidelio.
—Espera —interrumpió de nuevo, Nox—, tengo entendido que es un encantamiento donde se elige a alguien como guardián secreto a alguien, ¿no? Podría decirte donde estoy oculta y jamás me encontrarían.
—Exacto, y Black era el guardián secreto de mis padres.
Se estaba oliendo lo peor, y no podía evitar sentir un escalofrío en la nuca.
—Entonces... ¿él...?
—Si, los traicionó. Le contó todo a Voldemort. Gracias a él es que están muertos.
Nox tragó seco, sin creer lo que estaba escuchando. Era una situación horrible, no solo saber cómo fueron asesinados, sino que además de ello, fueron traicionados por alguien que creían parte de su familia; alguien que le confiaban su vida y la de su hijo.
—Asesinó a esos muggles como un loco desquiciado, y también a otro al que llamaba amigo.
Seguía sin saber qué decir. Jamás hubiese imaginado que llegarían a tener ese tipo de conversación. Sentía una extraña sensación, como rabia y tristeza.
—Los dementores no le afectan —siguió sin esperar una respuesta de Nox —, es por eso que logró escapar. Ahora viene por mi, y estaré preparado.
Una señal de alerta llegó a Nox, como una especia de toque en una tela llena de estática.
—¿Qué quieres decir? —su silencio fue su respuesta —Se que estás enfadado, y yo también lo estoy ahora, pero ni se te ocurra hacer lo que sea que tengas pensado, Harry.
—¡Mató a mi padres! ¡No voy a quedarme aquí de brazos cruzados! —exclamó con enojo.
—¡Ya me ha quedado muy claro! Lo que quiero decir, es que ellos dieron la vida por ti, no puedes estar por ahí buscando a Black cuando él mató a todos esos muggles en un pestañeo, no quiero que termines igual o mucho peor.
Pareció hacerse a oídos sordos, ya que volteó a otra dirección. Poco conocía Nox sobre lo imprudente que podría llegar a ser Harry, y era algo que realmente le preocupaba.
—Si no fuera por él, ellos seguirían vivos... —siguió protestando.
—Harry, por favor —insistió, Nox. Él volvió a ella —. Sea lo que sea que estés pensando, no lo hagas.
—Nox, por él es que jamás conocí a mi familia, por él es que terminé con los Dursley.
—Yo entiendo...
—No, no lo entiendes —le cortó con un tono duro—, tú no sabes lo que es vivir con ellos. Tú tuviste la gran fortuna de que te adoptaran, y no sabes por cuántos años deseé lo mismo; que me dejaran en un orfanato, o que viniera un familiar de algún lado a llevarme con él, pero no, me tocó estar con ellos, los únicos que quedaban.
A Nox se le comenzaron a cristalizar los ojos, sin saber qué contestar, ya que todo lo que decía era más que la pura verdad. Ella no sabía lo que era estar en un lugar donde no te querían, desear estar en cualquier otro lugar menos con una familia que no te daban una pizca de amor y empatía.
—Harry, yo...
—Tú fuiste lo único bueno que me llegó a pasar. El día que coincidimos en casa de la abuela Figgy, después de ese día estaba planeando escapar —una lágrima comenzaba a amenazar con salir—, pero te conocí, y una pequeña pizca de esperanza hiciste que surgiera.
No podía hablar, no quería hacerlo. Se sentía terrible, como si todo lo que estaba contando fuera su culpa, se sentía como si todo lo bueno que ella estaba recibiendo, fuera en vano, que ella era dueña de todo el dolor y trauma que Harry ha cargado a lo largo de toda su vida.
—No, por favor... No digas eso —logró decir, con una voz algo rota —. Yo no puedo ser nada de eso, menos una esperanza. Tú solo te diste cuenta. Fuiste mucho más paciente de lo que creíste ser.
—Eres una buena persona, Nox —ignoró lo que ella dijo —, eso era lo que necesitaba, una buena persona.
No sabía cómo era posible sentirse tan horrible, mucho más al escuchar esas palabras. No poder hacer una diferencia le dolía, su simple existencia era una carga que estaba sintiendo. Sentía como su felicidad no le pertenecía a ella.
Negó repetidamente. Se negaba a aceptar. Por algo la gente le temía; tenían sus razones para alejarse de ella. No era una buena persona, y su nombre lo decía, era una Miseria que solo atraía oscuridad.
—No... No, perdón, pero no puedo hacer, esto —se puso de pie, antes de que alguna lágrima se le escapara, ya que ella ya lo había hecho, antes de volver a repetir —: Perdóname, Harry, pero no puedo hacer esto. Yo no soy... —intentó hablar—. Yo no soy esa chispa que buscas, yo no soy esa esperanza.
No quería romperlo, más de lo que ya estaba.
Las palabras no querían seguir saliendo, así que con esas últimas se despidió, saliendo de ahí, con un mal sentimiento que no quería que afectara a su amigo, más de lo que ya estaba.
A la hora de la cena, a Nox se le veía muy pensativa, como si todavía estuviera repasando cosas en su mente para un examen, el cual no existía. El ambiente en el comedor era agradable, ya que por fin todos habían concluido con sus deberes, eso no aseguraba una buena calificación, pero de eso se tendrán que preocupar después.
«Hoy, antes de la medianoche, el vasallo se liberará e irá a reunirse con su amo», se repetía Nox. No podía evitar pensar en la predicción y las confecciones que escuchó por la tarde. «¿Debería hacer algo? ¿Contarle a alguien?»
—Come algo, Nox. Se terminaron los exámenes, no deberías preocuparte más —le interrumpieron los pensamientos, Cedric.
—Oh, sí, ya mañana lo vemos —dijo Nox, sin siquiera prestar atención. Sus dos mejores amigos se vieron entre sí, sin entender.
—¿Sigues pensando en él? —preguntó su mejor amiga.
—¿Harry? —preguntó esta vez Nox.
—¡En Terry! —saltó Cedric, haciendo a Nox parpadear muchas veces.
—¡Oh! Si claro, Terry, él... —siguió viendo a una pared vacía, pero no tanto como su mente en esos momentos.
—La hemos vuelto a perder.
Todos seguían tomando su cena, Nox de vez en cuando tomaba bocados, sin dejar de pensar.
«Medianoche... Hoy...», repetía.
No sabía si realmente confiar en la intuición que tenía, sobre que Sirius Black ayudaría a quién-todos-saben a retornar, o algo así. Siquiera se sabía si estaba vivo, era como una leyenda urbana que pocos se atrevían a contar.
Sentía coraje solo pensar en el nombre de aquel prófugo, ya gracias a él es que su amigo se sentía tan abandonado y podrido en la casa de los Dursley. Quería hacer algo, cambiar algo... Ayudarlo en algo...
A la mente le volvió la imagen del bosque prohibido en la bola de cristal, así que se puso de pie de repente, sacando de la conversación a sus dos amigos.
—Ya vuelvo —dijo saliendo de ahí, necesitaba pensar más.
Le dió un vistazo rápido a la mesa de Gryffindor, dónde vió al trío de problemas con piernas hablando entre ellos, nada fuera de lo normal. La curiosidad la estaba llamando, pero a ella no le gustaba, eso no era parte de su ser, sería casi fuera de lo natural que lo hiciera, pero sus pies estaban avanzado sin su permiso. Estaba silencioso y vacío, tal vez era su oportunidad. Sentía el aire en el estómago, ¿qué estaba haciendo?
Al estar en el vestíbulo, seguía temblando ligeramente, y una puerta que estaba por ahí se cerró de golpe. Nox dió un salto y volteó rápidamente, como si de un ladrón se tratase.
—No debería estar haciendo esto —susurró para sí misma. Pero así como hacia con el resto de personas en el mundo, se ignoró y salió de ahí a paso veloz.
Sin darse cuenta, ya se encontraba bajando la escalera en dirección al bosque prohibido. El sol quemaba con sus rayos las puntas de los árboles. El viento golpeaba agradable y ondeaba las pequeñas trenzas de su rizado cabello. Sacó su varita, en búsqueda de algo que no sabía que era. Seguía con los nervios de punta, y preguntándote de nuevo qué hacía ahí y por qué. Comenzó a adentrarse en el espesor del bosque, desconfiada y con la varita alzada, ya que se podría topar con lo que sea, con quién sea.
—Su alma... Es tuya... Eres una de los nuestros... —comenzó a escuchar, como un susurro ahogado en humo —. Eres parte... Sus almas son tuyas... Naciste para esto...
Se giró en todas direcciones, buscando de dónde venía aquella voz tan tenebrosa. La mano le temblaba, y los últimos rayos de sol ya no entraban en el espesor del bosque, pero no se iba de ahí, las piernas le obligaban a quedarse ahí.
—¡Lumos! —conjuró, y de la punta de su varita salió una brillante y fría luz que alcanzaba a iluminar su paso, el cual continúo aún temblando.
—Tu decides si es tuya... O la conservas... —seguían susurrando—... Debes de aprender... Su alma es tuya... Y siempre lo será...
Sintió como se le fue el aire de los pulmones. Frente a ella se encontraban al menos más de cincuenta dementores que empezaban a salir de detrás de los árboles. Nox se quedó inmobil, con la boca entreabierta y los ojos cristalinos. Sabía claramente lo que eran y lo que se atrevían a hacer.
Su mente se volvió en blanco, nada salía de su boca, ni siquiera de su mente, solo se quedó ahí, pasmada, observando. Según sus libros de texto, los dementores con su mera presencia te hacían sentir triste, miserable; podías recordar momentos horribles y oscuros, y cuando te tenían: te sacaban el alma.
En ese momento Nox no sentía nada de eso, era como una simple mentira para asustarla, pero en ese momento solo sentía miedo, por lo que sabía de ellos. Eran altos y encapuchados, con viscosos dedos bajo la capa, con un ruido frío y ahogado, como la voz que le llamaba; esa voz venían de los dementores.
—Somos iguales, Misery... Nox.
La luz de su varita se apagó, quedando en la oscuridad, en lo desconocido, entrando en la boca del lobo... O del dementor.
Chapter 14: 13. Un giratiempo, una cabaña y mil dementores
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Capítulo 13
Un giratiempo, una cabaña y mil dementores
El gris brillante de sus ojos se comenzaba a apagar, como el fuego de una lámpara de aceite. Las hojas crujían levemente bajo sus pies, gracias al calor que empezaba a hacer. Guardó la varita en su túnica y miró a su alrededor, intentado recordar que hacía ahí. Sabía que estaba a la orilla del bosque prohibido, pero ¿por qué?
No recordaba en qué momento había rodeado el sauce boxeador, o que atravesara los invernaderos. Sin encontrar respuestas, avanzó, pero volvió a fruncir las cejas al ver dos personas muy familiares escondidos por detrás de los enormes troncos de árbol, mirando hacia la cabaña. Si eso que estaban haciendo era un trabajo, estarían despedidos y con deudas.
—¿Se les perdió algo? —preguntó de pronto Nox. Harry y Hermione se dieron la vuelta de repente y muy sobresaltados —Sé que quieren mucho a Hagrid, pero no me parece muy bien estar espiando a la gente de esa forma... ¿Qué les pasó? Se me hace raro no verlos con Ron...
—¡Shh! —calló Hermione —No estamos para hablar ahorita Nox, será mejor que te vayas de vuelta al castillo.
—¿Vienes a ver de más cerca? Cómo estabas tan alegre... —comenzó a reprochar, Harry.
—¿Y yo por qué tendría que...? —no terminó su pregunta porque alcanzó a escuchar otra voz que no veía de ellos dos, sino desde dentro de la cabaña —¡TÚ!
—¡Shh! —alertó, Hermione.
—¡Usaste el giratiempo! —señaló Nox con el dedo mientras susurraba—¡Por eso me pediste que te cambiara el día! ¡Ahora Harry también lo sabe! ¡Y apuesto que Ron también! ¡Se supone que nadie...!
—¡Nadie debería saberlo! ¡Lo sé, lo sé! —completó Hermione, mirando entre la cabaña y Nox —, pero Dumbledore me pidió que lo hiciera.
—¿Dumbledore? —preguntó Nox sin entender —Maldita sea, esto es tan confuso...
—¡Hermione, aún no salimos de con Hagrid! —le avisó Harry, Nox lo miró sin entender menos. Hermione pareció recordar
—¡Claro! ¡Nox salía a hacer tiempo para nosotros! Creí que realmente querías presenciar su decapitación —el cerebro se le comenzaba a marear —Nox: necesitamos que distraigas al señor ministro.
—¡¿Yo?! —saltó Nox —No me estén metiendo en sus asuntos, yo solo pasaba por acá...
—¡Ejecutarán a Buckbeak si no sales! —le dijo Harry con desesperación, Nox frunció más su expresión.
—¿Y desde cuándo estamos como para darnos órdenes? —le reclamó Nox a Harry —No voy a arriesgar el trabajo de mis padres solo porque ustedes lo dicen. Están muy acostumbrados a romper las reglas.
—¿Entonces qué hacías en el bosque prohibido? —le contradijo Harry. Nox no dijo nada, solo frunció más las cejas.
—¡Nox, se acercan! —dijo Hermione.
—¡Y-yo n-no puedo!
—¡Por favor!
Apretó las manos, paseaba sus oscuros ojos entre los dos presentes frente a ella y las voces que se acercaban. No pudo evitar la presión, así que con la boca recta salió del bosque y subió en dirección a donde venían Dumbledore, Fudge, el anciano de la comisión y el verdugo, bajando los escalones.
—¡Oh, profesor Dumbledore! —saludó Nox con falsa alegría, lo suficientemente alto como para que se lograra escuchar hasta la cabaña de Hagrid. Todos menos el mencionado dieron un salto del susto, una extraña reacción que siempre la gente tenía sobre Nox—. Señor ministro, un honor. Los estaba esperando...
—¿Disculpe, señorita...?
—Figg, Misery Figg —le extendió la mano —. Escuché que ejecutarán al pájaro ese, y supuse que podría presenciarlo de cerca —fingió emoción, ya que era lo único que se le ocurrió a la primera —. Los crimenes que pueden cometer las criaturas clasificadas como peligrosas, y más en un colegio, es algo que no se ve todos los días, ¿sabe?
El ministro la miraba sin entender qué decía, o qué quería y qué hacía ahí. Nox fingía alegría plena, mientras abría mucho los ojos con demencia, tal vez si una loca veía una ejecución, no sería mucho alboroto, pero por dentro estaba muy nerviosa, no quería ver aquello.
—No me parece de lo más correcto, niña —dijo el ministro—. Esto es muy exclusivo, y no...
—Si me permite, señor ministro —habló Dumbledore, con aquella tan pasajera voz que lo distinguía —; me parece más que prudente que ella esté presente. Verá, la señorita Figg ha estado muy interesada en ser alguien como usted algún día —el señor ministro infló el fecho con orgullo, a Nox claramente no le llamaba ni en lo más mínimo la atención aquél hombre, solo quería hacer el máximo de tiempo para que lograran salir Harry, Ron y Hermione de la cabaña—, y que mejor forma de aprender que con la práctica y la experiencia.
El hombre se lo pensó, el cielo cada vez más oscuro y el tiempo agotandose, y para dejar las palabrerías, terminó asintiendo.
—De acuerdo, pero tienes prohibido hablar. Al menos servirás de testigo —Nox asintió.
Se aproximaron hasta quedar frente a la puerta principal, rogando que no estuvieran ahí. Llamaron a la puerta y la enorme figura de Hagrid se hizo presente.
—¿Dónde está la bestia? —preguntó la voz fría de Macnair.
Todos se adentraron. Nox jamás había estado ahí antes; todo era enorme, digno de un hombre mitad gigante. Alcanzó a deslumbrar la puerta trasera entreabierta: se habían marchado.
—Fu… fuera —contestó Hagrid.
Macnair se asomó por la ventana, confirmando que estuviera ahí la criatura, instantes después Nox se asomó también y ahí estaba Buckbeak, más a lo lejos vió el cabello alborotado de Harry, y ella hizo una seña discreta con la cabeza y se dió vuelta para tapar lo suficiente la ventana.
—Tenemos que leer la sentencia, Hagrid. Lo haré rápido. Y luego tú y Macnair tendréis que firmar. Macnair, tú también debes escuchar. Es el procedimiento —indicó Fudge —. La señorita Figg también tendrá que hacerlo, y cualquier cosa que pase, será bajo su custodia, Dumbledore.
—Completamente —afirmó Dumbledore.
La pierna de Nox comenzaba a temblar. Estaba comenzando a molestarse por estar tan estresada y nerviosa en un solo día; sobre todo tratándose de situaciones en las cuales no le incumben.
—«La Comisión para las Criaturas Peligrosas ha decidido que el hipogrifo Buckbeak, en adelante el condenado, sea ejecutado el día seis de junio a la puesta del sol, sentenciado a muerte por decapitación, que será llevada a cabo por el verdugo nombrado por la Comisión, Walden Macnair…»
Se escuchó desde fuera un extraño sonido, muy similar al del hipogrifo, así que para disimularlo, Nox dió unos enormes y torpes pasos y tiró la enorme taza que se encontraba cerca sobre la mesa a la que intentó acercarse. Todo se volvieron a ella con enojo.
—Perdón, los nervios —se disculpó Nox, mientras que con la varita reparaba la taza.
—«… por los abajo firmantes.» Firma aquí, Hagrid.
—Bueno, acabemos ya —dijo la voz atiplada del anciano de la Comisión en el interior de la cabaña de Hagrid—. Hagrid, tal vez fuera mejor que te quedaras aquí dentro.
—No, quiero estar con él… No quiero que esté solo —rechazó Hagrid con la barba llena de lágrimas. Comenzaron a avanzar hacia la salida.
Comenzó a analizar qué más podría hacer para que no saliera, pero pareció ser que Dumbledore tenía mejores planes para ella:
—Un momento, Macnair, por favor —dijo Dumbledore—. Usted también tiene que firmar.
Nox volvió a respirar, pero se le volvió a ir el aire al ver a Harry andar con el hipogrifo, pasando justo enfrente de la salida trasera. Se dió la vuelta, intentando tapar lo más que pudiese la puerta.
—¡Esperen! —soltó Nox—. Usted debería firmar, director. Lo haría yo con mucho gusto, pero al ser menor de edad, dudo que sea una firma válida.
—La señorita Figg tiene mucha razón —Dumbledore estuvo mucho más que de acuerdo, así que se acercó al pergamino que estaba sobre la mesa.
Después de un buen rato firmando su muy largo nombre, por fin terminó.
—Bueno, acabemos con esto de una vez...
Nox no quería quitarse de la puerta, pero la hicieron a un lado, y la abrieron por completo dando un portazo. Cerró los ojos esperando lo peor, pero a sus oídos llegó algo diferente.
—¿Dónde está? —dijo el anciano de la comisión—. ¿Dónde está la bestia?
—¡Estaba atada aquí! —dijo con furia el verdugo—. Yo la vi. ¡Exactamente aquí!
—¡Qué extraordinario! —dijo Dumbledore. Había en su voz un dejo de desenfado.
—¡Oh, no! —Nox fingió tristeza.
—¡Buckbeak! —exclamó Hagrid con voz ronca.
Nox soltó un agudo grito cuando el verdugo lanzó el hacha contra la valla, para rebotar y caer sobre las calabazas. Hagrid intentaba hablar entre sollozos aliviados:
—¡Se ha ido!, ¡se ha ido! Alabado sea, ¡ha escapado! Debe de haberse soltado solo. Buckbeak, qué listo eres.
—¡Lo han soltado! —gruñía el verdugo—. Deberíamos rastrear los terrenos y el bosque.
—Macnair, si alguien ha cogido realmente a Buckbeak, ¿crees que se lo habrá llevado a pie? —le preguntó Dumbledore, que seguía hablando con desenfado—. Rastrea el cielo, si quieres… Hagrid, no me iría mal un té. O una buena copa de brandy. Señorita Figg, no creo que sea necesario que guíe de regreso al castillo a los caballeros, así que le pido que regrese de inmediato —no sabía Nox si creerle o no al director, ya que le había guiñado un ojo antes de volverse hacia Hagrid.
—Por… por supuesto, profesor —dijo Hagrid, al que la alegría parecía haber dejado flojo—. Entre, entre…
Nox giró sobre sus talones y salió corriendo hacia el castillo. Al llegar muy lejos, volvió su vista, y los hombres que venían juntos todavía no llegaban siquiera a la mitad del camino. No tenía idea de lo que quería decir Dumbledore, no era Hermione como para entender lo que decía, así que entró una vez más al vestíbulo, pero no se dirigió a ningún lado. ¿Por qué tuvieron que usar el giratiempo Harry y Hermione? ¿Y por qué no estaba Ron con ellos? Habían muchas cosas que no entendía.
Escuchó pasos desde fuera, así que con la prisa del mundo, se metió a un armario de limpieza que había cerca. Se abrió la puerta y por fin habían llegado, hablando entre ellos, muy molestos.
—No lo puedo creer... Escapó, ¡y frente de nuestras narices! —gruñia Macnair.
—El señor Malfoy se enojará bastante cuando se entere... —agregó Fudge, desapareciendo sus pasos y los de Macnair por el fondo del pasillo.
Nox suspiró y tomó asiento en el cubo dado vuelta, escuchando el exterior, ya que tenía el presentimiento de que tarde o temprano llegaría alguien más. Minutos después la puerta se abrió por segunda vez; escuchó la voz ebria y alegre de Hagrid por el vestíbulo, hasta que desapareció de sus oídos.
Otros minutos dejó pasar, estaba por salir de nuevo, pero otros pasos se escucharon por el pasillo, tan rápidos que no tardó ni siquiera diez segundos en salir por la puerta.
Nox se quedó en silencio unos instantes más, por si salía alguien más, y efectivamente; se escucharon otros pasos, estos eran desesperados y con una gran capa ondeante de furia y resentimiento; después un fuerte portazo, Nox deseaba que fuera la última que escuchaba. Se quedó gran tiempo aún escondida, pensando en qué hacer.
No le apetecía salir y seguir rompiendo reglas, ya se había salvado de una, y frente al mismísimo ministro de magia y el director de Hogwarts, no sabría si se libraría por tercera vez, pero por algo Harry y Hermione estaban afuera... ¿La necesitarían?
Abrió la puerta y se asomó: vió el vestíbulo vacío. Vaciló muchas veces, pero finalmente tomó la decisión de salir.
La luna llena le iluminó el rostro y caminó con intención de regresar al bosque prohibido y encontrar de nuevo a Harry y Hermione junto a Buckbeak, pero unos aullidos lejanos la detuvieron, erizando los vellos de sus brazos. Sacó su varita y con la curiosidad al tope, la hizo avanzar hacia donde había venido aquél ruido, atravesando los terrenos del colegio una vez más, con la luna iluminando su paso.
Cerca del sauce boxeador, vió una escena algo extraña y perturbadora; estaba Snape flotando en el aire, inconciente. Ron en el suelo con una pierna vendada, igual de perdido que Snape. ¿Qué tanto estaba pasando?
—¿Ron? ¡Ron! ¡¿qué pasa?! —se inclinó sobre él, dándole palmadas en el rostro, pero no reaccionaba.
Gritos se escucharon más a lo lejos, entre ellos reconoció la voz de Hermione, así que se puso de pie y salió corriendo en dirección al lago negro. Supuso que estarían más a salvo ahí inconscientes que en donde se escuchaban los gritos.
El corazón le latía frenéticamente, la adrenalina le movía las piernas, y la mente no reaccionaba, solo su cuerpo lo hacía. Al estar más cerca, logró escuchar con más claridad que ahora los gritos que eran de Harry, así que aceleró el paso.
—¡No… no! —exclamaba Harry entrecortadamente—. Es inocente. ¡Expecto patronum!
Nox comenzó a correr más rápido, sin importarle el dolor en las piernas y el ardor en sus pulmones. Comenzaba a escucharlos. Aquella voz tan escalofriante y ahogada, como intentar respirar en medio de un incendio.
—Tu alma será mía... Lo será... Lo será...
La memoria de Nox comenzaba a esparcirse como fuego en el pergamino de su mente. Recordaba a los dementores... Hablarle... Recordarle algo... Pero no sabía que era, solo recordaba su presencia...
—¡NO! ¡NO! —gritaba Nox mientras estaba más cerca.
Cuando por fin llegó, se sintió mucho peor que antes. El cansancio le hacía fallar sus piernas, pero no quiso rendirse. Estaba Hermione tendida en el suelo, desmayada.
—Jean... —se acercó.
La movió, pero no hubo alguna reacción. Mientras que del otro lado estaba Sirius Black, tan pálido como un muerto. No entendía que hacía él ahí. Los recuerdos de las palabras tristes y furiosas de Harry llegaron a su mente. El causante de muchas cosas...
De pronto, abrió los ojos completamente cuando vió un dementor tomar a Harry por el cuello, acercándolo con aquel hueco ruido, tan demoníaco que paralizó completamente a su amigo.
—¡NO! ¡DÉJALOS! —gritó Nox, acercándose a paso veloz.
El dementor pareció entenderle, y alzó lo que parecía ser su mirada en dirección a Nox.
—¡SUELTALO! —ordenó Nox, pero una vez más, la voz se hizo presente.
—Tomalo... Déjalo salir, sabemos que lo deseas...
—¡NO! ¡NO! ¡HE DICHO QUE LO SUELTES! —ordenó Nox, acercándose a la criatura, apuntando con su varita —¡SUELTALO Y ALÉJATE!
—Hazlo... Su alma...
Soltó a Harry de repente, y este dejó caer su cuerpo pesadamente, Nox se acercó lo más rápido que pudo, evitando que cayera al piso, mientras se arrodillaba frente a él y lo intentaba levantar sin mucho éxito.
—Harry, por favor, necesito que te levantes... Por favor... —le decía mientras lo sacudía—. Harry, no te vayas, por favor. Necesito que te levantes... Debes ayudarme...
No reaccionaba, estaba dando sus últimas fuerzas, por mantener los ojos abiertos. Temblaba horriblemente, estaba muerto de miedo y Nox comenzó a llorar sin saber qué hacer. Sus ojos comenzaban a volverse plateados, reflejando a Harry en ellos, como si de espejos se trataran.
—Tienes que hacerlo... Naciste para esto... Sus almas DEBEN ser tuyas...
Nox negaba con desesperación, quería dejar de escucharlos, quería que se fueran, pero no sabía cómo.
—Solo la suya... Sabes que debe serlo... Lo merece... Sabes que lo merece más que nadie...
Dirigió su mirada al cuerpo de aquél hombre... Tendido, indefenso y herido, como una víctima en una casería ilegal. Misery Nox no sentía alguna piedad por ese hombre en ese instante. Volvió a ver a su amigo, que poco a poco se desvanecía en sus brazos, por su culpa... Por culpa de Sirius Black.
El llanto de Misery Nox había cesado ligeramente, ya que la rabia que tenía acumulada por dentro quería comenzar a salir.
—Ve por él —ordenó sin una pizca de miedo o tristeza en su voz.
El dementor pareció obedecer su orden, ya que mientras flotaba, hizo una especie de reverencia a Misery Nox, para después comenzar a acercarse al cuerpo inconciente de Sirius Black. Los ojos de la pelinegra brillaban inmensamente, tan extraños y tentadores como el reflejo de un lago en las alturas.
Quería hacerlo; quería hacer el trabajo ella misma... Pero no sabía cómo, así que era mejor que lo hicieran los profesionales. El dementor comenzó a acercar su rostro al de Black, bajando su capucha, pero de pronto, una luz tan segadora como la de la luna hizo sombra sobre el cuerpo de Harry. Nox no sabía cómo se sentía, no sabía si era terror, calma o dolor. Sus ojos se apagaron, y la debilitaron totalmente, ahora la que temblaba era ella. Fue como si le hubiesen lanzado un balde de agua fría desde la espalda, paralizandola por completo. Así como sus ojos se apagaron, sus fuerzas también.
Una energía inexplicable le robó todo, haciendo callar sus pensamientos, y por la falta de fuerzas, tuvo que soltar a su amigo, que cayó boca abajo. Nox sin saber cómo también cayó pesadamente en el suelo, sin saber qué fue lo que la atacó por la espalda.
¡PAM!
Se escuchó como se abrieron unas puertas muy fuertemente. Nox abrió los ojos de repente y se sobresaltó, despertando gracias al escándalo que se había hecho. Fudge, Snape y Dumbledore entraron en la sala con paso enérgico. Sólo Dumbledore parecía tranquilo, incluso contento. Fudge estaba enfadado, pero Snape se hallaba fuera de sí. Nox se sentó sobre su lugar con prisa y el corazón azotandole el pecho.
—¡CONFIESA, POTTER! —vociferó—. ¿QUÉ ES LO QUE HAS HECHO?
—¡Profesor Snape! —chilló la señora Pomfrey—, ¡contrólese!
—Por favor, Snape, sé razonable —dijo Fudge—. Esta puerta estaba cerrada con llave. Acabamos de comprobarlo.
—¡LE AYUDARON A ESCAPAR, LO SÉ! —gritó Snape, señalando a Nox, Harry y a Hermione. Tenía la cara contorsionada. Escupía saliva. Nox no entendía que estaba pasando, ¿no había sido un sueño?
—¡Tranquilícese, hombre! —gritó Fudge—. ¡Está diciendo tonterías!
—¡NO CONOCE A POTTER! —gritó Snape—. ¡LO HIZO ÉL, SÉ QUE LO HIZO ÉL!
—Ya vale, Severus —dijo Dumbledore con voz tranquila—. Piensa lo que dices. Esta puerta ha permanecido cerrada con llave desde que abandoné la enfermería, hace diez minutos. Señora Pomfrey, ¿han abandonado estos alumnos sus camas?
—¡Por supuesto que no! —dijo ofendida la señora Pomfrey—. ¡He estado con ellos desde que usted salió!
—Ahí lo tienes, Severus —dijo Dumbledore con tranquilidad—. A menos que crea que Harry y Hermione son capaces de encontrarse en dos lugares al mismo tiempo, me temo que no encuentro motivo para seguir molestándolos.
Snape se quedó allí, enfadado, apartando la vista de Fudge, que parecía totalmente sorprendido por su comportamiento, y dirigiéndola a Dumbledore, cuyos ojos brillaban tras las gafas. Snape dio media vuelta y salió de la sala de la enfermería como un niño haciendo un terrible berrinche.
—Su colega parece perturbado —dijo Fudge, siguiéndolo con la vista—. Yo en su lugar, Dumbledore, tendría cuidado con él.
—No es nada serio —dijo Dumbledore con calma—, sólo que acaba de sufrir una gran decepción.
—¡No es el único! —repuso Fudge resoplando—. ¡El Profeta va a encontrarlo muy divertido! ¡Ya lo teníamos arrinconado y se nos ha escapado entre los dedos! Sólo faltaría que se enterasen también de la huida del hipogrifo, y seré el hazmerreír. Bueno, tendré que irme y dar cuenta de todo al Ministerio…
—¿Y los dementores? —le preguntó Dumbledore—. Espero que se vayan del colegio.
—Sí, tendrán que irse —dijo Fudge, pasándose una mano por el cabello—. Nunca creí que intentaran darle el Beso a unos niños inocentes…, estaban totalmente fuera de control. Esta noche volverán a Azkaban. Tal vez deberíamos pensar en poner dragones en las entradas del colegio…
—Eso le encantaría a Hagrid —dijo Dumbledore, dirigiendo a Harry y a Hermione una rápida sonrisa.
Cuando él y Fudge dejaron la enfermería, la señora Pomfrey corrió hacia la puerta y la volvió a cerrar con llave. Murmurando entre dientes, enfadada, volvió a su despacho.
Se oyó un leve gemido al otro lado de la enfermería. Ron se acababa de despertar. Lo vieron sentarse, rascarse la cabeza y mirar a su alrededor.
—¿Qué ha pasado? —preguntó—. ¿Harry? ¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde está Sirius? ¿Dónde está Lupin? ¿Qué ocurre?
Nox realmente esperaba la misma explicación que Ron también quería.
—He tenido el sueño más extraño que jamás haya tenido —soltó Nox, después de un rato.
—No fue un sueño, Nox —respondió, Hermione —; lo del bosque y todo aquello..., no lo fue.
Pareció ser que volteó para todas direcciones, en búsqueda de Madame Pomfrey y se levantó de su cama para quedar más cerca de la de Nox, algo que no le agradó a ella.
—Sirius Black es inocente.
Nox frunció bastante las cejas, con bastante disgusto, mucho más del que ya tenía.
—No digas estupideces, Jean —escupió, Nox.
—No son estupideces, es la verdad, ellos lo saben —señaló a Harry y Ron, que se encontraban en otras camas más alejadas.
No tardaron en contarle sobre un sauce boxeador con un camino secreto, hombres lobo, animagos, traidores y Quién-tú-sabes. Nox no sabía cómo reaccionar o responder a lo que había escuchado del trío de problemas, que ahora se encontraban junto a la cama de Ron.
—No puede ser..., me siento terrible —dijo Nox, después de escuchar todas las explicaciones —. Yo le ordené al dementor que fuera por Sirius... Oh, lo siento tanto, Harry.
Parecía ser que este fue el único en no entender en el error de las palabras de Nox, ya que estaba muy distraído admirando su rostro. Hermione frunció ligeramente las cejas, sin entender muy bien la confesión de Nox. Ella estaba por preguntar, pero se escucharon pasos, así que casa quién salió disparado en dirección a su respectiva cama, como si nada hubiera pasado.
Al llegar, aún se sentía muy cansada, y las piernas le dolían. Madame Pomfrey vió que la chica seguía despierta, y de inmediato llegó a ella con una charola con barras de chocolate. Nox ya estaba asqueada de tanto chocolate, pero tuvo que comerlo muy a la fuerza, mientras la mujer la veía con una expresión que incomodaba bastante a la chica.
—¿Pasó algo? —preguntó Nox, intentando tragar el chocolate.
—Oh... Querida... Te lo diría, pero no me corresponde... —dijo la señora Pomfrey. Si de por sí estaba confundida, con aquello lo estaba al doble.
La puerta se abrió, entrando por ella el profesor Flitwick y una vez en la noche, el director Dumbledore. No entendía nada. Se posaron frente a su cama, Dumbledore con su expresión tan relajada como siempre, mientras que el pequeño profesor de encantamientos jugueteaba con sus pulgares frente a su pecho. Quería hablar, pero no salía nada de su boca. Nox solo se quedó mirando, esperando a que dijeran algo.
—Esto... Señorita Figg —comenzó el profesor, pero Nox divisó que Madame Pomfrey apartó aún más a los chicos de su cama—. Hemos recibido unas noticias sobre su madre.
Nox sintió el corazón later frenéticamente, ¡han nacido! Por esas mismas fechas se supone que deberían nacer las gemelas, y eso alegró bastante la noche. En su rostro se formó una enorme sonrisa, haciendo torcer el rostro del profesor.
—Ella... Falleció.
Su estómago se volteó. ¿Fallecer? Eso era imposible... Era mamá, eso no debería de pasar.
—¿Cómo dice? —la sonrisa comenzaba a desaparecer.
El profesor Flitwick buscaba apoyo por parte de Dumbledore, incluso de Madame Pomfrey, que se encontraba retirada a lo lejos, intentando dar explicaciones al trío de Hogwarts, pero como parecía ser que estaba completamente solo, decidió seguir:
—Falleció esta madrugada, iba a tener a sus hijas... Quiero decir... Tus hermanas... Las cosas se complicaron, y bueno... Ninguna logró sobrevivir.
La respiración costaba trabajo funcionar. Sus ojos se aguardaron y su cuerpo comenzó a temblar. Negaba muchas veces con la cabeza, negando que eso estuviera sucediendo.
—No, no, no. No es verdad... Ella... Ella me recibiría con Cedrine y Lilianne... Es imposible.
Las lágrimas comenzaban a bajar como un diluvio. El dolor comenzaba a expandirse por todo su pecho. No sabía en qué momento había comenzado a sollozar con un dolor tan profundo y horroroso que hacía enchinar la piel de cualquiera, hasta de Dumbledore.
Intentaba respirar, contenerse, despertar, pero lo único que lograra era que el estómago se contrajera y le dieran ganas de vomitar.
Eso no debería ser posible... No, no debería pasar eso... Era algo imposible... Se trataba de otro sueño, otro horrible sueño...
Mamá... Cedrine... Lilianne... Muertas...
Chapter 15: 14. El arte de ignorar los sentimientos
Notes:
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Chapter Text
Capítulo 14
El arte de ignorar los sentimientos
Era muy extraña la manera en como el nombre de Misery Nox comenzaba a tomar poder sobre ella. Jamás en su vida creyó que se sentiría como aquellos últimos días. No podía dejar de llorar cada vez que aquella noticia retumbaba en sus recuerdos. La culpa la tenía carcomida por dentro, pudo verla por última vez en navidad... Pero decidió estar en el colegio...
Había salido de Hogwarts mucho antes que los demás, y no le afectaba en lo absoluto, había terminado sus exámenes, ahora solo le afectaba la perdida de su madre y sus hermanas. Era mucho más que obvio que ya no importaban sus calificaciones. Unos días antes de marcharse del colegio, Hermione Granger se acercó a ella con mucha delicadeza, diciéndole que ya no necesitaba el giratiempo, pero Nox no lo aceptó de vuelta, ya que gracias a aquél objeto no volvió a ver a su madre por última vez. Sus calificaciones habían sido bastante buenas, era más que evidente, pero no lo eran tanto como las de Hermione Granger, pero su madre ya no estaba para mostrárselas y escuchar sus halagos, así que, ¿qué importaba ahora eso?
Ver su cuerpo inerte en esa caja le destrozó completamente. Su expresión pacifica quedó plasmada en su rostro, vistiendo el vestido que alguna vez le vio usar cuando la dejaba en casa de la abuela Figg. Ella también estaba destrozada, era su nuera, era la esposa de su único hijo, la madre de su nieta, la mujer que le dio la mayor de todas las felicidades que ella misma no le podía dar de la misma forma.
Durante el funeral, Nox no podía dejar de llorar. Había sido algo muy pequeño e íntimo. Se encontraba tan mal que podría jurar verla respirar. A veces gritaba que lo estaba haciendo, pero su padre simplemente la abrazaba entre lágrimas, diciéndole que no estaba pasando nada de aquello. Ahora sabía que ella no podía sentir a los dementores, pero en ese momento podría jurar que tenía a cien abrazándola completamente. Su padre sentía lo mismo, pero se mantenía fuerte y en pie, por el bien de su hija; quería darle el buen ejemplo, pero el hecho de ser su padre era mucho más que suficiente, y la abuela Figg estaba muy segura de aquello.
Cada que podía, iba al cementerio a visitar a su madre y sus hermanas. Lloraba frente a sus lapidas, lamentándose tanto que temía en quedarse seca y sin lágrimas que derramar sobre el pasto que ahora crecía en su tumba.
Recordaba que en su libro favorito «Misery», la mujer del mismo libro aparentemente seguía viva, gracias a una picadura de abeja. La podían escuchar gritar, con el oído pegado a la tierra, y Nox hacia lo mismo cada vez que iba, pero desafortunadamente sabía que aquello era falso, era una historia que Paul Sheldon estaba obligado a escribir, todo con tal de mantener a
Annie Wilkes contenta (y evitar que lo asesinara), pero ella quería aquello; quería que quién fuera que estaba escribiendo su historia, hiciera lo mismo; que escribiera toda una mentira, cualquiera era buena, con tal dejar de sentirse así.
No tardó en comenzar a recibir cartas de pésame, pero Nox no se atrevía a leerlas, así que solo las arrojaba a la chimenea, ya tenía suficiente dolor consigo como para cargar con más.
La abuela Figgy intentaba siempre animar a su nieta, ya sea regalándole más libros o sugiriendo que saliera a dar una vuelta, Nox aceptaba con gusto porque no le gustaba sentirse así de mal, y también intentaba poner de su parte. La abuela Figgy estaba igual de devastada que su hijo y su nieta, repitiendo lo buena que fue como su nuera por tantos años, haciendo tan feliz a su hijo, y se fue de repente, sin siquiera un adiós, algo que ni ella misma tal vez tampoco sabía.
Un día Nox bajó a la cocina, intentando volver a la rutina que alguna vez llegó a tener. Su padre en el comedor, con una taza de café, pero este ya se encontraba frío. A veces le costaba hablar con su padre, como si una extraña vergüenza surgiera de su cuerpo, pero muchas de las veces lo ignoraba, como cuando ignoraba a Harry después de aquella final de quidditch y ganaron la copa, sentía vergüenza y no podía verlo a los ojos.
Harry... ¿Qué será de él?
Un día de pronto, su padre le dió la noticia de que se mudarian, tomando a Nox por sorpresa, pero tampoco no tardó mucho en comprender, y de verdad que no le molestaba la idea; el fantasma de su madre abundaba en aquella casa, y eso les causaba demasiado dolor, así que se irían a dónde su abuela Figgy. Tal vez se sentiría más feliz y cómoda con su amigo más cercano a su hogar.
No podía evitar llorar cuando vió a su padre desarmar la cuna y despegar el tapiz en la habitación de las gemelas, que antes era solo una habitación para huéspedes, y por un instante pudo ser de ellas. Nox dió la sugerencia de que deberían vender las cosas o donarlas a alguien que lo necesitaría, y su padre no se opuso, pero si contestó con un «ya veré».
Su abuela los recibió con mucho gusto, como era muy evidente. Ahora tenía menos gatos y más espacio para ellos. La habitación de Nox seguía siendo la suya, solo que ahora se encontraba más llena, como para vivir en ella y no solo quedarse a dormir. No tardó en acomodar sus libros que estaba leyendo ese verano para distraer su mente, colgar marcos con fotos y otras decoraciones de su antiguo hogar.
Para Nox las lechuzas eran unas aves muy comunes en lo que era el mundo mago, pero eran (en opinión de Nox) poco valoradas; podían llegar a ti aunque te hayas mudado de un día para otro; como Nox había hecho en esos momentos.
Recibió una carta por parte de Cho, contándole que se encontraba en los mundiales de quidditch junto a Cedric y este le mandaba sus saludos. Lamentaba bastante lo que había pasado con su madre, y deseaba que estuviera ahí con ellos, pero al rechazar su invitación decidieron respetar su decisión y no insistir, sabía que necesitaba tomar su tiempo para sanar.
Agregó también que había visto a Harry junto a sus dos amigos: Hermione Granger y Ron Weasley, y él por un segundo creyó que estaría con ellos. «Se puso muy nervioso cuando me preguntó si venías con nosotros, pero después de ver su cara de decepción cuando le respondí que no, fue bastante graciosa. Creo que le sigues gustando», describió su amiga en la carta.
Eso explicaba bastante lo que había ocurrido unos días atrás: había llegado a visitar Privet Drive después de la mudanza, sin siquiera un aviso, como ya parecía ser costumbre suya. Al abrirse la puerta, la cara enorme con un bigote de cepillo gordo le dió la bienvenida.
—¡Hola! —saludó muy radiante, Nox. En cuando se abrió la puerta, lo que parecía ser el tío de Harry, dió un brinco al ver a Nox, como ya todos hacían al verla —. Soy Misery Figg... Bueno, también mejor conocida como Misery Nox, también puede llamarme Nox, es más normal...
—¿Qué es lo que quieres? —le cortó su presentación —. Mira, chiquilla, no queremos hacer donaciones, comprar productos o ver catálogos.
—¡Oh! No, nada de eso, solo quería saber si estaba Harry —el hombre comenzó a cambiar de color, comenzando a preocupar a Nox —. Ya sabe... Harry Potter. Es mi amigo del colegio...
Su tío comenzó a echar humo por las orejas cuando preguntó por su amigo.
—¡¿HARRY POTTER?! ¡¿DESDE CUÁNDO ESE MUCHACHO DA NUESTRA DIRECCIÓN COMO ANUNCIO PUBLICITARIO?! —le gritó con rabia, salpicando saliva como rociador automático para jardín —. ¡NO BASTA CON LA CHIMENEA...!
Ahora Nox sabía que no era una buena idea volver, a no ser que sea a escondidas.
No pasó mucho tiempo después de que casi sentía que se le salía el corazón de la preocupación; vió a su padre leer el periódico El Profeta, con un encabezado enorme y llamativo:
¡Pánico en el Mundial de Quidditch!
La Marca Tenebrosa Siembra el Terror
Nox no tuvo la decencia de preguntar si podía leer también el periódico. Se lo arrancó de las manos mientras su padre se quejaba, ya que estaba muy interesado en el tema también. Se justificó diciendo que sus amigos estaban ahí, y fue así como su padre no respondió con alguna otra queja.
Leyó con algo de tristeza quién había escrito el artículo: Rita Skeeter. Tenía una idea de quién era, ya que trabajaba también escribiendo para ese periódico, pero lo que realmente le afectó fue que su madre entre tantas noticias que reportaba, ella estaba encargada de la sección de deportes, no la tal Rita.
Intentó ignorar aquél detalle irrelevante y enfocó a lo que decía el periódico:
El fervor y la alegría que embargaban a los miles de magos y brujas congregados anoche para presenciar la final del Campeonato Mundial de Quidditch entre Bulgaria e Irlanda se tornaron en horror y confusión cuando, tras la emocionante victoria irlandesa, un símbolo siniestro apareció en el cielo estrellado: ¡la temida Marca Tenebrosa!
Fuentes no confirmadas, aunque dignas de crédito (como siempre, queridos lectores), sugieren que la Marca Tenebrosa fue conjurada por un grupo de individuos enmascarados que, tras sembrar el caos y atacar a varios magos y brujas, desaparecieron en la oscuridad de la noche. El Ministerio de Magia, en un comunicado oficial emitido a altas horas de la madrugada, ha asegurado que se están llevando a cabo investigaciones exhaustivas para identificar a los responsables de este acto terrorífico y garantizar la seguridad de la comunidad mágica.
Tras leer tan espantosa noticia, corrió como si le quemaran los pies el suelo de la cocina, en dirección a su habitación. Escribió cartas a sus amigos, preguntando si estaban bien, ya que se había enterado de tan horrible suceso. Utilizó la lechuza de su parte, rogando que regresará pronto con buenas noticias.
La sensación que dejó su madre al morir empezó a resurgir en el pecho de Nox. No estaba dispuesta a escuchar de nuevo malas noticias, y si sucedía, no quería saber nada más del mundo.
Más tarde por la noche afortunadamente todos respondían que están bien, que muchos regresaron a los trasladores, y otros se refugiaron en el bosque que se encontraba cerca, pero lo que coincidía con todas las cartas era una pregunta para ella: «¿Estás bien?»
Nox no volvió a responder.
Se acercaba el último día de vacaciones, y las ganas de salir al exterior no querían salir del cuerpo de Misery Nox. Su padre y abuela habían salido a comprar los útiles necesarios de Nox, y por más que le hablaran, no respondía, ya que estaba sumergida en el sueño profundo.
Entre sus sueños estaba el recuerdo de los dementores. ¿Por qué a ella no le afectaban como a los demás? De cierto modo, la hacía sentir anormal, o hasta antinatural, poco humana. Era una gran incógnita que sonaba en su cabeza hasta el despertar.
Al despertar, sentó sobre su cama. El reflejo frente a ella se hizo presente, Nox se sobresaltó.
—Debes entender que eso eres tú... Deberías dejar de hacer preguntas y aceptarlo sin excusas...
Se negaba a escuchar y mucho menos prestar atención a sus palabras, así que tomó una toalla que tenía en una silla cercana, y cubrió con ella el espejo, intentando ignorar lo que quería decirle, aunque ya tenía una idea de lo que sería.
Se escuchó como cerraban la puerta principal, significaba que habían llegado del callejón Diagon. Bajó las escaleras, esquivando uno que otro gato en el proceso. Su padre la miró con complicidad, y Nox no entendía por qué.
—Este año les han pedido llevar algo de gala —dijo después de saludarla y regañarla por levantarse tan tarde. Nox no entendía el por qué de esa petición por parte del colegio.
—¿De acuerdo? ¿Me conseguiste una?
—Mucho mejor que eso —contestó su abuela, mientras sacaba un paquete grande y se lo tendió en las manos a Nox. Esta estaba por desamarrar el paquete, cuando las suaves y débiles manos de su abuela la detuvieron —. No lo abras. Hazlo cuándo lo necesites.
Una pregunta más a la lista mental.
Algo que a Misery Nox no le gustaba era no poder dormir por las noches. En parte era su misma culpa, porque tomaba siestas por las tardes, dejando vacío su tanque de sueño para las madrugadas. No le gustaba hacer mucho ruido, así que no tenía de otra más que sumergirse en alguna otra historia que estuviese leyendo, una que le olvidará del dolor que sentía en esos momentos, a pesar de que se haya quedado sin lágrimas.
—¿Nox? Despierta, cariño, o perderás el tren.
Ojalá hubiese sido la voz de su madre, pero era la de su abuela. No le molestaba, pero sus ganas de despedirse de ella adecuadamente no la dejaban empezar su día sin tener una pizca de remordimiento.
Peinada con una trenza en su fleco hasta detrás de su oreja, vestida y con el resto de sus cosas, bajó con la poca energía que tenía, ya que la había gastado leyendo La Niebla hasta horas de la madrugada, durmiendo apenas unas horas.
El camino a Kings Cross fue silencioso, ya que evidentemente todo le recordaba a su madre: «¡Mira, Brian! ¡Ahí fue donde me invitaste a tomar algo en nuestra segunda cita!».
El brillo que iluminaba el rostro de Misery Nox estaba opaco, y era muy evidente por qué, pero ella fingía que todo estaba en orden, como si nada malo hubiese pasado, solo mostrando la brillante sonrisa que solía portar. Su padre al despedirse de su hija, le dijo algo que la hizo pensar aún más:
—Este año pasará algo muy importante —le dijo después de separarse.
—¿Qué pasará? Has estado muy sospechoso —Nox alzó una ceja.
Su padre insistió que ya se enteraría, así Nox no le tomó mucha importancia y se despidió de la forma mejor adecuada que pudiese. Tenía miedo de que le fuera a pasar algo; así se despidió su madre y no la volvió a ver más que en un féretro.
Se puso en marcha en el tren, en búsqueda de sus mejores amigos: Cedric y Cho. Mayores o de diferente casa, siempre terminaban juntos y cada vez más unidos, pero Nox tenía unas sospechas, no sabía si eran prudentes decir en voz alta.
La lluvia de afuera azotaba las ventanas, simbolizando que el tren se había puesto en marcha. Asomaba la cabeza en cada compartimiento en búsqueda de sus mejores amigos, afortunadamente no tardó en encontrarlos, así que se adentró a su cubículo. La saludaron con mucha alegría y sobretodo calidez, evitando a toda costa mencionar algo relacionado a la maternidad.
Contaron lo maravilloso que había sido la final de quidditch, y lo mal que la habían pasado en el bosque, escondiéndose de los mortifagos. Pero para relajar un poco el ambiente, ambos le entregaron una foto, donde ellos estaban frente a una pequeña casa de campaña. Cho llevaba puesto un sombrero irlandés con muchos tréboles que giraban, con las mejillas de los colores de la bandera de Irlanda, Cedric también, pero este llevaba una diadema con resortes que en la punta tenían tréboles, leprechauns y banderas Irlandesas. Nox sonrió muy alegre de que la hayan pasado maravilloso, excluyendo lo de la marca tenebrosa.
Cuando las puertas del tren se abrieron, Nox y Cho ya llevaban puestas sus túnicas de Ravenclaw, mientras que Cedric las de Hufflepuff. Aún le sorprendía cómo era posible que el sombrero seleccionador haya tomado a Hufflepuff como una opción para Nox. Tal vez en otra vida.
La lluvia caía a cántaros. Muchos se cubrían con sus propias túnicas, en el caso de los tres amigos: corrían a toda prisa hasta un carruaje vacío, después de pasar por el andén, temblando como sonajas de bebé.
—¿Se imaginan lo mal que lo estarán pasando los de primero con este clima? —comentó Cedric, después de que el carruaje cerrará de un portazo.
—Claro, pero si no fueras prefecto, te valdrían un bledo esos mocosos —dijo Cho, mientras no dejaba de temblar.
Claro, había olvidado un pequeño detalle: Cedric parecía ser completamente un chico perfecto a hijos de cualquier chica soltera y con falta de atención. Era capitán del equipo de quidditch, buscador y prefecto, sin mencionar que era bastante atractivo para todos. Todo un bombón, uno demasiado empalagoso para Nox.
—¡No les digas así! —defendió Cedric—. Ya quisiera ver qué digas eso mismo si fueras tu la que está en los botes.
—Pero no lo estoy, jaque mate.
—Oh, este será un año largo —soltó Nox mientras veía la lluvia azotar por la ventanilla.
—Pobre Nox, otro año más en el que tendrá que aguantarnos —soltó Cedric, fingiendo lastima, Nox solo giró los ojos.
Amaba demasiado a sus amigos, tanto que hasta sus peleas absurdas eran agradables. Se conocían lo suficiente como para conocer los límites de cada quien, y sabían cuál era la línea que no debían de cruzar.
—¿Volviste a intentar algo con Terry? —se dirigió Cedric a Nox. Ella negó.
—La verdad es que no —apartó la mirada de la ventana.
—¿Y lo harías? —preguntó esta vez Cho.
—Tampoco
La miraron con extrañeza, Nox lo miró de la misma forma.
—¿Qué tiene? —preguntó sin entender la reacción de ambos.
—Bueno...
—Creímos que te gustaba —completó Cedric.
—Bueno, si me gustaba, pero no sé —pensó Nox—, algo cambió que simplemente ya no quiero intentar algo. No me interesa. Creo que es después de... Pues... Ya saben, eso. No tengo cabeza para enfocarme en alguien.
Obviamente sabían a qué se refería, así que no quisieron insistir, sabían que ese era el límite que no debían de atravesar.
Cuando por fin llegaron, de un salto bajaron del carruaje y subieron la escalinata a toda prisa, y sólo levantaron la vista cuando se hallaron a cubierto en el interior del cavernoso vestíbulo alumbrado con antorchas y ante la majestuosa escalinata de mármol. Se creían a salvo cuando se empezaron a escuchar chillidos más adelante. Nox estaba por ponerse de puntitas, cuando un globo enorme y lleno de agua helada le dió de lleno en la frente, haciéndola tambalear y sujetarse fuertemente de ambos amigos.
El agua helada le recorrió la espalda, haciéndola gritar, tanto del frío como del impacto. No le bastó con uno, sino con un segundo globo, que le dió justo en la coronilla, tambaleando una vez más y haciéndola caer junto con sus amigos y otros alumnos de paso.
—¡PEEVES! —gritó una voz irritada—. ¡Peeves, baja aquí AHORA MISMO!
Ahora lo que Nox sentía era enojo y frustración. No le bastaba estar empapada, sino también estar revolcada del lodo que se había embarrado en el suelo gracias a los zapatos de todos los alumnos que trajeron de afuera.
—¡HIJO DE...!
No pudo terminar su frase, porque la profesora McGonagall había pedido a todos alumnos que se dirigieran al gran comedor con más prisa, y con mucho cuidado intentó ponerse de pie junto a Cedric y Cho, intentando no caer de nuevo en el intento.
Cuando finalmente llegaron al gran comedor tuvieron que separarse, y a pesar del tan cálido ambiente, no lograba quitarle el lodo de la túnica y lo empapado de su cabello.
—¡Aw, pobre Figg-Figg!¹ —escuchó cuando pasó al lado de la mesa de Slytherin. Era Pansy Parkinson, mientras hacía ruidos de cerdo y alzaba la nariz hacia Nox.
—¡Vete a la mierda, Parkinson! —le dijo Nox con coraje.
—¿Me cuentas tu experiencia? ¡Porque veo que vienes de allá! —señaló a su túnica embarrada de lodo.
Nox estaba por lanzarse sobre ella, pero Cho la detuvo tomándola por el brazo con fuerza.
—Dejala, ya sabes que solo le gusta buscar atención —la detuvo Cho.
—¿Tú también vienes de allá, Chong-Chong?² —Cho sostenía la túnica de Nox con más fuerzas.
Sus ojos comenzaban a brillar, el gris oscuro que siempre tenía comenzó a transformarse en un espejo, como aquellos que atormentaban su reflejo. Pero el gran anuncio del sombrero seleccionador la interrumpió y tuvo que tomar asiento a jalones de su mejor amiga.
—Debiste dejarme darle su merecido —se quejó Nox mientras tomaban asiento en la mesa de Ravenclaw.
—¿Y que te castigaran ni siquiera el primer día de clases? No gracias —sentenció Cho.
Se volvió a la mesa de los profesores, y notó que estaba particularmente más vacía de lo habitual. Sabía que el profesor Lupin ya no impartiría más clases. Lastima, había sido el mejor profesor que el colegio había tenido en siglos, tal vez era su lugar vacío.
Entraron los pequeños de primer curso, mucho más pequeños que Nox podría recordar a los niños de once años. ¿Así de bajita era? Que rápido pasa el tiempo. Llegaron completamente empapados, y entre ellos uno mucho más pequeño que los demás, de cabello castaño, llevaba puesto el enorme abrigo de topo de Hagrid. Era como ver a la Princesa Diana de Gales en su vestido de boda, solo que empapada y cubierta de pelo de topo.
Pésima comparación...
El sombrero seleccionador comenzó su canción y todos escucharon, Nox solo se dedicaba a intentar limpiar sus manos llenas de lodo. Después comenzó la selección de las casas. El tiempo corría, y las tripas de Nox se hacían más escandalosas.
—He dejado dos materias —dijo Nox mientras que «¡Quirkle, Orla!» era seleccionada en Ravenclaw, y aplaudía junto a su amiga —. Dejé estudios muggles y Aritmancia. La primera realmente era como estar en casa, demasiado sencillo, y solo hacer tarea de más me quitaba tiempo. Aritmancia me gustaba, pero tantos números me confundían.
—Genial, así podrás ir sin preocupaciones a mis juegos de quidditch —se alegró Cho —. Este año tengo mucho que practicar, quiero vencer esa escoba que lleva tu amado.
—¿A quién te refieres? —preguntó Nox, con una ceja alzada.
—Harry, por supuesto —Nox frunció las cejas.
&Él no es mi amado —volteó a otra dirección —. Ni siquiera me gusta.
—Uhm, fingiré que te creo.
—Finge todo lo que quieras, pero sé que digo la verdad, además —soltó un pequeño suspiro —: me avergüenza si quiera verlo. Eso que me dijiste en tu carta, me pone algo nerviosa.
—Entonces si te gusta.
—¡Que no!
A Nox no le parecía gracioso aquellos comentarios, pero también le causaban un poco de conflicto, ¿Cómo por qué no haría esos comentarios, los mismos, pero con Terry?
Todo el gran comedor guardó silencio cuando Dumbledore se puso de pie para dar sus anuncios. Eran los mismos de siempre: no bosque prohibido para todos («Claro...», pensó Nox), y no Hogsmade para niños de primero y segundo.
—Es también mi doloroso deber informarles de que la Copa de quidditch no se celebrará este curso.
Nox y Cho se vieron entre ellas, confirmando si habían escuchado lo mismo, después vieron a las mesa de Hufflepuff, donde estaba Cedric, mirandolas con la misma expresión, y articulando sin sonido alguno un sorprendido «¿Qué?».
—Esto se debe a un acontecimiento que dará comienzo en octubre y continuará a lo largo de todo el curso, acaparando una gran parte del tiempo y la energía de los profesores... pero estoy seguro de que lo disfrutaran enormemente. Tengo el gran placer de anunciar que este año en Hogwarts...
Pero en aquel momento se escuchó un trueno ensordecedor, y las puertas del Gran Comedor se abrieron de golpe.
En la puerta apareció un hombre que se apoyaba en un largo bastón y se cubría con una capa negra de viaje. Todas las cabezas en el Gran Comedor se volvieron para observar al extraño, repentinamente iluminado por el resplandor de un rayo que apareció en el techo. Se bajó la capucha, sacudió una larga melena en parte cana y en parte negra, y caminó hacia la mesa de los profesores.
Un sordo golpe repitió cada uno de sus pasos por el Gran Comedor. Llegó a un extremo de la mesa de los profesores, se volvió a la derecha y fue cojeando pesadamente hacia Dumbledore.
—Les presento a nuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo animadamente Dumbledore, ante el silencio de la sala—: el profesor Moody.
Notes:
1. «Figg» en inglés suena como «pig» (cerdo).
2. Al igual que el dato anterior, «Chang» o «Cho» suena similar a «hog» en inglés (otro sinónimo de cerdo)
Chapter 16: 15. Maldiciones y predicciones
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Capítulo 15
Maldiciones y predicciones
Durante el desayuno, discutían sobre la nueva gran noticia: El Torneo de los tres magos.
Nox tenía la gran admiración y gusto de entrar, llevar más orgullo a su hogar sería una gran forma de enorgullecer a su madre, pero desafortunadamente solo podían entrar mayores de 17 años. Estaba seriamente pensando en engañar a los jueces diciendo que era mayor de edad, pero era algo demasiado sencillo para ser verdad, y si lo era, tendría la mitad del colegio como competencia.
—¿Piensas entrar? —le preguntó Cho a Cedric.
—Claro —respondió con algo de terror en su voz, disimulando en un carraspeo.
—¿Enserio? ¡Eso sería más que genial! —soltó Nox— ¿Se imaginan? Buscador, prefecto, capitán, ¿y también campeón?
—¡Eso sí sería una envidia completa! Saldrás de este colegio como premio anual, te lo aseguro —añadió Cho.
—Eso sería mucho mejor que quince copas de la casa para Hufflepuff. Definitivamente los jueces te elegirán a la primera.
Aquellas palabras alegraron y motivaron demasiado a Cedric, tanto que se llegó a sonrojar. Y era obvio que tenían toda la razón del mundo, él era un candidato perfecto para la primera plana de El Profeta.
Durante las clases, le parecía muy extraño no tener que usar un giratiempo para tener que tomar otra clase, y los días le parecían algo más cortos, pero menos estresantes, tal vez merecía la pena. Hermione Granger seguía siendo la misma sabelotodo de siempre, pero Nox ya estaba harta de tener que competir con ella desde su imaginación. Llegó a la conclusión de que nunca sería tan brillante como ella, con solo recordar el día que se quedó hasta la madrugada por no averiguar el enigma del águila, le bajaba los ánimos.
Había momentos en que se la encontraba, pero mejor volteaba a ver a otro lado; el hecho de que hayan pasado todo el año anterior asistiendo y adelantando proyectos juntas, no las hacía amigas. Tal vez pensar en ello le motivaba a seguir compitiendo por ser la mejor.
Pero tal vez se recuperaban sus ánimos cuando entraba a la clase de adivinación, una la cual, por más libros que leyera Hermione Granger, jamás lograría leer una taza de té con tanta precisión como la de ella.
Al subir la escalera, Nox se acercaba a una mesa vacía hasta enfrente, cerca de las gemelas y la chica Brown, Parvati al notar su presencia, alzó la mano y la saludó con ella, con una alegría casi tan natural como su sonrisa. Su gemela y Lavander parecieron asustarse con su mera presencia, pero un llamado la hizo voltear. Era Harry, invitándola a sentarse con él y Ron.
—Vaya, veo que no han seguido los pasos de Jean, me enorgullecen —miró a Ron—. Bueno, un poco.
Se sentó al lado del pelirrojo, este quedó entre ambos amigos, sintiéndose un poco incómodo, y no tanto por el espacio, sino por la tensión que podría manifestarse en algún momento.
—¿Cómo has estado, Nox? —preguntó Harry.
—Bastante bien, gracias —mintió mientras sonreía brillantemente —. Unas vacaciones demasiado ocupadas, nos mudamos con mi abuela Figgy, y eso de estar moviendo cosas me tuvo cansada y ocupada. ¿Cómo les fue en los mundiales?
—¿En serio? ¿Quieres decir que somos vecinos...?
—Bastante bien, la verdad —interrumpió, Ron. Harry pareció querer matarlo con la mirada, ya que por fin estaba teniendo una conversación con Nox, como había deseado durante todas las vacaciones, pero su amigo pelirrojo no pareció notarlo —. Ver en carne y hueso a Viktor Krum fue... Guau.
Nox sonrió, imaginando los gritos de fanática loca de Ron al ver a supuesto Viktor Krum. Tal vez le hubiese gustado ir con sus dos mejores amigos, pero simplemente no se encontraba bien, y no disfrutaría tanto como quisiese.
—Si, me contaron algo Cedric y Cho, que hizo un movimiento... El amargo de krosty.
—¡Amago de Wroski! —corrigieron ambos chicos al unísono. Nox sonrió con bastante gracia.
—¡Vale, perdón! El Amago de Wroski —se acomodó en su lugar con fingida ofensa —. Cho me contó sobre ello, y también me contó que los vió en los campamentos, decía que hacía un calor horrible.
Harry pareció sonrojarse e intentar ver a otro lado, pero fue salvado por el inicio de la clase. Cómo era costumbre; la profesora Trelawney salía de las sombras, dando su tan conocida bienvenida, feliz de por fin verlos en el mundo real.
—Buenos días —dijo la tenue voz de la profesora Trelawney justo a la espalda de Harry, que dio un respingo. Después se dirigió a él con aquellos ojos de insecto que tenía —: Estás preocupado, y muy avergonzado, querido mío —le dijo a Harry en tono lúgubre, éste comenzaba a tornarse mucho más escarlata—. Mi ojo interior puede ver por detrás de tu valeroso rostro la atribulada alma que habita dentro. Y lamento decirte que tus preocupaciones no carecen de motivo. Veo ante ti tiempos difíciles... muy difíciles... Presiento que eso que temes realmente ocurrirá... y quizá antes de lo que crees...
Posiblemente para muchos podrían ser palabras al azar, con el simple fin de impresionar, pero Nox sabía que no lo eran. Algo que odiaba de la materia, o al menos de la profesora, es que solo dejaban a uno con la duda, jamás decían a qué se referían, esto no era Scooby-Doo para adivinar acertijos, bastante tenía con la entrada de su sala común.
Harry le devolvió la mirada muy fríamente, era evidente que sabía lo que le esperaba por parte de la profesora. Ella se dirigió a su sillón de enormes orejas para seguir con la clase.
—Queridos míos, ha llegado la hora de mirar las estrellas —dijo—: los movimientos de los planetas y los misteriosos prodigios que revelan tan sólo a aquellos capaces de comprender los pasos de su danza celestial. El destino humano puede descifrarse en los rayos planetarios, que se entrecruzan siempre por la eternidad —su voz sonaba tan soñadora, como la de Nox cuando le contaba a su madre que quería ser domadora de leones.
»Si préstamos la suficiente atención, podríamos ver más allá que las estrellas, planetas, o galaxias. Podríamos encontrarnos con solo saber bajo quién estuvimos cubiertos el día de nuestro nacimiento, por ejemplo, querido mío —se dirigió a Harry, que parecía estar más en las nubes que en el aula —. Saturno fue tu gran influencia, naciste bajo su resplandor.
La profesora hizo una pausa, esperando que contestara, pero no lo hizo, parecía dormido con los ojos abiertos, bastante enternecedor. Nox le dió un codazo a Ron, y después señaló al de anteojos con la barbilla, después el pelirrojo hizo lo mismo a Harry a su lado.
—¡Harry! —susurró Ron.
—¿Qué?
—Estaba diciendo, querido mío, que tú naciste claramente bajo la torva influencia de Saturno —dijo la profesora Trelawney con una leve nota de resentimiento en la voz ante el hecho de que Harry no hubiera estado pendiente de sus palabras.
—Perdón, ¿nací bajo qué? —preguntó Harry. Nox apretó los ojos, sintiendo la frustración de la profesora.
—Saturno, querido mío, ¡el planeta Saturno! —repitió la profesora Trelawney, decididamente irritada porque Harry no parecía impresionado por esta noticia—. Estaba diciendo que Saturno se hallaba seguramente en posición dominante en el momento de tu nacimiento: tu pelo oscuro, tu estatura exigua, las trágicas pérdidas que sufriste tan temprano en la vida... Creo que no me equivoco al pensar, querido mío, que naciste justo a mitad del invierno, ¿no es así?
—No —contestó Harry—. Nací en julio.
No sabía con exactitud qué cabeza estrellar contra la mesa, si la de Ron, Harry, o la suya misma.
—¡Oh, querida! —se dirigió ahora a ella. Se removió en su lugar, lista para lo que sea —. Tu nacimiento fue algo tan... Esperado, planeado a la perfección, y sobretodo, digno de una predicción que no se llevó a cabo —Nox no entendía muy bien a qué se refería, pero fingía saberlo—. Tus ojos oscuros, tu cabello tan enorme como tú corazón, tu estatura alta, digna de nacer bajo Neptuno —Nox comenzaba a sonrojarse también —. Naciste a mitad de otoño, ¿cierto?
—¿Tal vez? —no tenía ni la más mínima idea, ella era adoptada.
—Oh, querida, tus múltiples rechazos te han tenido tan confundida, pero él te esperá el tiempo que sea necesario, hoy te darás cuenta... —Nox abrió bastante los ojos, esperaba que no se esté refiriendo a lo que pensaba. En un inicio las chicas de la mesa de enfrente la miraban con envidia, y ahora lo hacían con sorpresa, pero cargada de chismes.
La profesora prosiguió explicando sobre lo que verían ese día, Nox bajó la mirada, y mucho más al ver a las chicas cuchichear entre ellas. Más tarde les entregó un mapa circular con el que intentaron averiguar la posición de cada uno de los planetas en el momento de su nacimiento. Era un trabajo pesado, que requería mucha consulta de tablas horarias y cálculo de ángulos.
—A mí me salen dos Neptunos —dijo Harry después de un rato, observando con el entrecejo fruncido su trozo de pergamino—. No puede estar bien, ¿verdad?
Nox le hechó un vistazo, atravesando el espantoso trabajo que estaba llevando a cabo Ron. Nox negó varias veces, como si fuese lo más obvio del mundo.
—Por supuesto que no, esos son Saturno y Neptuno —corrigió Nox, sin atreverse a mirarlo a los ojos.
—Aaaaaah —dijo Ron, imitando el tenue tono de la profesora Trelawney—, cuando aparecen en el cielo dos Neptunos y se confunden uno de ellos con un Marte, es un indicio infalible de que va a nacer un enano con gafas, Harry...
Seamus y Dean, que trabajaban cerca de ellos, se rieron con fuerza, Nox no pudo evitar hacerlo también, aunque no lo bastante para amortiguar los emocionados chillidos de Lavender Brown.
—¡Profesora, mire! ¡He encontrado un planeta desconocido!, ¿qué es, profesora?
—Es Urano, querida mía —le dijo la profesora Trelawney mirando el mapa.
—¿Puedo echarle yo también un vistazo a tu Urano¹, Lavender? —preguntó Ron con sorna. Nox le dió un fuerte pisotón.
Desgraciadamente no lo había hecho antes, ya que la profesora Trelawney lo oyó, y seguramente fue ése el motivo de que les pusiera tanto trabajo al final de la clase.
—Un análisis detallado de la manera en que les afectarán los movimientos planetarios durante el próximo mes, con referencias a su mapa personal —dijo en un tono duro que recordaba más al de la profesora McGonagall que al suyo propio—. ¡Quiero que me lo entreguen el próximo lunes, y no admito excusas!
Nox quería arrancarle el cabello a Ron con una podadora, apenas era la primera clase y habían dejado deberes para la semana completa.
—¡Rata vieja! —se quejó Ron con amargura mientras descendían la escalera con todos los demás de regreso al Gran Comedor, para la cena—. Eso nos llevará todo el fin de semana, ya veras.
—¿Muchos deberes? —les preguntó muy alegre Hermione, al alcanzarlos. Nox frunció el entrecejo.
—Si, gracias al señor Weasley que no sabe guardarse sus comentarios para sí mismo —lo fulminó.
—¡Tú también te reiste! —se quejó Ron.
—¡Cuando dijiste lo de enano cuatro ojos!
—¡La profesora Vector no nos ha puesto nada! —siguió presumiendo Hermione.
—Bien, ¡bravo por la profesora Vector! —dijo Ron, de mal humor.
Llegaron al vestíbulo, abarrotado ya de gente que hacía cola para entrar a cenar. Nox se unió a sus dos amigos que habían llegado a la cena también. Cedric y Cho hablan muy animadamente:
—¡Estos TIMOS me sacarán canas! —dijo Cho con algo de preocupación —. Apenas estamos empezando y ya tengo deberes para el fin de semana.
—Yo creo que te verías muy linda con canas —comentó Cedric. Si mejor amiga empezaba a cambiar de color, hasta que Nox decidió interrumpir.
—Yo también tengo deberes, gracias al señorito Weasley y sus comentarios indebidos...
No siguió con su comentario, ya que se escuchó una voz estridente a sus espaldas
—¡Tu padre ha salido en el periódico, Weasley! —anunció Malfoy, blandiendo un ejemplar de El Profeta y hablando muy alto, para que todos cuantos abarrotaban el vestíbulo pudieran oírlo—. ¡Escucha esto!
—Hablando del rey de Roma...
Malfoy había leído una nota del periódico, donde se mencionan problemas que ha llevado el ministerio de magia, y entre ellas una muy embarazosas que involucraban al padre de Ron. El Slytherin no dejaba de reír mientras leía.
—Ni siquiera aciertan con su nombre, Weasley, pero no es de extrañar tratándose de un don nadie, ¿verdad? —dijo exultante, ya que habían escrito «Arnold», en lugar de «Arthur».
Todo el mundo escuchaba en el vestíbulo. Con un floreo de la mano, Malfoy volvió a alzar el periódico y siguió leyendo en voz alta. Lo peor, es que seguía sin mencionar cosas amables sobre su padre, volviendo el rostro del pelirrojo igual al de su cabello. Mencionó el problema que tuvo con el coche volador, y ahora una pelea con policías.
—¡Y viene una foto, Weasley! —añadió Malfoy, dándole la vuelta al periódico y levantándolo—. Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre tendría que perder un poco de peso, ¿no crees?
Ron temblaba de furia.
—Métetelo por donde te quepa, Malfoy —dijo Harry—. Vamos, Ron...
—Esta mierda se va a poner buena —comentó Nox, más para sí misma que para sus amigos, viendo con diversión.
No era que le cayera mal Ron, o que le agradara Malfoy, pero no podía evitar buscar distracciones donde sea, y que mejor lugar donde no le importa.
—¡Ah, Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad? —dijo Malfoy con aire despectivo—. Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es sólo la foto?
—¿Y te has fijado en tu madre, Malfoy? —preguntó Harry. Tanto él como Hermione sujetaban a Ron por la túnica para impedir que se lanzara contra Malfoy—. Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre, o sólo cuando estás tú cerca?
El pálido rostro de Malfoy se puso sonrosado. Nox soltó una muy fuerte y loca carcajada.
—No te atrevas a insultar a mi madre, Potter.
—Pues mantén cerrada tu grasienta bocaza —le contestó Harry, dándose la vuelta.
¡BUM!
Parecía ser que el profesor Moody apareció por arte de magia, apuntando a Malfoy para transformarlo en un hurón blanco y hacerlo rebotar en frente de todos. Nox no pudo evitar soltar otra carcajada, y ni siquiera la presencia de la profesora McGonagall le quitó el buen humor del momento. La profesora regañó al profesor Moody, pero pareció no importarle mucho, ya que su ojo giraba de aquí a allá, buscando al hurón blanco.
Seguía retorciéndose de la risa cuando la profesora McGonagall volvió a la normalidad a Malfoy, pero no pudo cambiar de su rostro el tono rosado de humillación que tenía, él no tenía previsto que el humillado sería él y no Ron.
Nox seguía riendo mientras intentaba tomar un trago de jugo de calabaza, recordando cada que podía el momento vivido.
—¡Es el profesor más genial que hemos tenido! —comentó Cedric, uniéndose a las chicas en la mesa de Ravenclaw —. Lupin definitivamente también lo fue, pero este... Es diferente.
—A mi me sigue causando un poco de terror con eso ojo girando cada que alguien respira —agregó Cho.
—¿Ya les dió clases a ustedes? —preguntó Nox, después de calmar su ataque de risa.
—A mí ya —respondió Cedric. Nox preguntó por qué decía que era diferente —. Él es un ex-auror, conoce demasiadas cosas. Tanta experiencia lo han vuelto así, y él no duda enseñarnos a base de su historia.
—El mejor maestro es la experiencia —comentó Nox, sus amigos asintieron—. Yo tengo su clase hasta el jueves, con...
—Gryffindor —dijeron los dos al unísono.
—Siempre ha sido así —se quejó ligeramente Nox.
—No debe ser tan malo, ¿No? —dijo Cho, mientras se llevaba un bocado de de riñón asado.
—Pues no, pero ahí está Terry, ni siquiera puedo verlo, o él a mí —siguió Nox —. Pero que estén los de Gryffindor, lo hace un poco más difícil.
—¿Y qué tiene que ver con Gryffindor? —preguntó su amigo, alzando la ceja. Nox frunció la suya.
—Esto... Nada, ni siquiera sé por qué lo dije —sacudió la cabeza.
Siguió con su cena, volviendo su mirada a la mesa de Gryffindor, al otro lado del gran comedor. Estaban los hermanos de Ron, hablando muy animadamente junto a él y Harry.
Harry... ¿Le creció el cabello?
◦•●◉✿◉●•◦
Parecía ser que las experiencias fuertes no eran suficientes para Misery Nox. La primera clase de Defensa contra las artes oscuras había sido impresionante, torturar arañas y ponerte en su lugar no era de lo más agradable. La impresión que había dado el profesor Moody había dejado a todos sorprendidos y emocionados, como si lo prohibido fuera un paso más a lo cool. Ahora entendía porqué la euforia que cargaban sus dos amigos.
Saliendo de la clase y después de avanzar unos metros, Hermione Granger se aproximó a ella con demasiada prisa y confianza, algo que desagradó a Nox.
—¡Hola, Nox! —la saludó con una pequeña caja en su mano.
—Hola, Jean —correspondió el saludo con falsa alegría —. ¿Qué llevas ahí?
—¡Justo de esto te iba a hablar! Estoy fundando la Plataforma Élfica de Defensa de los Derechos Obreros —decía mientras abría y sacudía la caja. Habían al menos cincuenta insignias de diferentes colores con las mismas letras: «P.E.D.D.O.».
—Ese es un nombre largo —comentó Nox, tomando una insignia al azar.
—Un poco, se iba a llamar «Detengamos el Vergonzante Abuso de Nuestras Compañeras las Criaturas Mágicas y Exijamos el Cambio de su Situación Legal», pero no cabía.
—Eres una genio con los nombres —dejó la insignia de nuevo en la caja —. ¿Y de qué trata? Aunque con el puro nombre me puedo dar una idea.
—Asi es, he estado documentándome en la biblioteca. La esclavitud de los elfos se remonta a varios siglos atrás. No comprendo cómo nadie ha hecho nada hasta ahora... —le dijo con orgullo y algo de coraje a la vez.
—¿Si sabías que a los elfos les gusta vivir de esa forma, no? —le preguntó mientras se cruzaba de brazos—. Es imposible hacer cambiar de parecer a uno.
—Pero ellos no tienen los mismos derechos que nosotros, Nox —reprochó sacudiendo ligeramente la caja—. Ellos no tienen seguro médico, una pensión o esas cosas que nosotros si.
Nox se quedó pensando levemente, tal vez tenía razón, ellos nacían y morían para servir, pero no tenía una idea clara de que estos gozaran de esas cosas. No todo era a base de magia.
—Nuestro objetivo es lograr para los elfos domésticos un salario digno y unas condiciones laborales justas. Los objetivos a largo plazo incluyen el cambio de la legislación sobre el uso de la varita mágica y conseguir que haya un representante elfo en el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas.
—Guau, si te estás llevando todo esto en serio —alzó las cejas.
—¡Por supuesto que sí! —Hermione parecía frustrarse por la tan apagada reacción de Nox, casi como con aburrimiento —. No es justo para ellos vivir tan esclavizadamente.
Nox se dió cuenta que Hermione había notado su ligero desinterés, así que decidió actuar, aunque no le importara mucho lo que le pasara a los elfos.
—Bien, y ¿qué necesito para entrar? —preguntó mientras se llevaba las manos a las correas de la mochila.
El rostro de Hermione se iluminó al escuchar aquello, colocó su mochila en el suelo, la abrió y de esta sacó un pergamino, con el nombre y abreviatura de la fundación en la parte superior. En este solo estaba el nombre completo de la misma Hermione, ni siquiera el de sus amigos: Harry y Ron.
—Solo es poner tu nombre y dar una cooperación de dos sikles —decía Hermione, mientras sacaba su pluma y tintero — que darán derecho a una insignia, y podemos destinar los beneficios a elaborar panfletos para nuestra campaña.
Le tendió el pergamino, apoyado sobre la cajita de insignias. Nox escribió su nombre completo, algo que no le gustaba mucho, ya que se le cansaba la mano.
—«Misery Nox Figg-Cattermole» —leyó Hermione—. Un poco largo.
—No tanto como el primer nombre que pensaste —contradijo Nox.
Hermione volvió a abrir la caja cuando Nox le entregó los dos sikles que tenía en la tunica. Le tendió la caja abierta ahora a ella, esperando que eligiera una insignia. Tomó una en color azul, ya que era la que más lograba distinguir, para después engancharla en su propia mochila. La Gryffindor sonrió aún más que antes.
—¡Genial! Te mantendré informada de cualquier cosa, y te asignaré un puesto especial por ser la segunda en unirse —le dijo con un brillo en los ojos.
Vió como un cabello idéntico al suyo pero en castaño se marchó de ahí en búsqueda de alguna otra víctima, justo como las arañas del profesor Moody.
Los días pasaban, y las ganas de querer lanzar a los Harry y Ron por la torre de astronomía se hacían cada vez más tentadoras. Cuando llegó el día para entregar el gran y enorme trabajo que les habia dejado la profesora Trelawney (que de hecho, fue muy sencillo para Nox), no podía creer lo gran imbéciles que podían llegar a ser. Habían escrito un sin fin de estupideces (con todo el peso de la palabra) que solo se creería una mosca en estado de ebriedad.
—¿Te ahogaras en el lago negro solo porque Mercurio está sobre esos días? —criticó Nox, mirando la tarea de Harry y Ron, minutos antes de comenzar la clase.
Ambos se miraron entre sí y encogieron los hombros, Nox apretó los ojos con desesperación. Si no les gustaba la clase, ¿cómo por qué no querían salirse al igual que Hermione Granger? Estarían gustosos de tener una hora más que desperdiciar en el día.
—¿Y tú si lo hiciste como era? —preguntó Ron, mirando el trabajo de su compañera.
—¡Claro que sí! —protestó Nox —. Fue bastante sencillo, no tuve que recurrir a inventar cosas COMO OTROS —hizo énfasis en las últimas dos palabras.
—¿Y alguna de ellas se cumplió? —preguntó esta vez, Harry.
—Pues fíjate que sí. En una de ellas vi que me uniría a alguien que jamás creería que lo haría. Ahora soy parte de ese tal pedo que Jean está armando.
—¡Ooooh! —soltó Ron, con aquél tono espectral de la profesora Trelawney — ¡Y eso es debido a Saturno y su anillo que les unió!
Nox frunció el entrecejo, molesta por tomar sus trabajos como un juego. Se había esforzado lo suficiente como para que se lo tomara de esa forma.
—¡Pues fíjate que sí! —volvió a reprochar—. Y por si no lo sabías, vi que ambos harían un gran ridículo. Y no pregunten cuando, pero se acordarán de mi cuando les pase.
Nox tenía todas las ganas del mundo de reírse en la cara de los dos chicos, cuando la profesora se dió cuenta que algunas de sus notas coincidían demasiado, y además de que su destino era demasiado tragico.
Al salir de clase, Nox se reunió con sus dos mejores amigos, que se entraban muy sospechosos, uno del otro. La rizada se les quedó viendo muy extrañada, intentando averiguar que se traían entre manos.
—¿Me perdí de algo? —les preguntó.
—No —respondieron al unísono. Nox los miró con una ceja alzada.
Conforme los días pasaban, el humor de Nox comenzaba a incrementar. Era obvio que no podía evitar pensar en su madre de vez en cuando, pero intentaba mantenerse cuerda prestando atención en las clases y esforzándose por mejorar. Hermione Granger ahora la dirigía la palabra como si fuese su amiga, y le había pedido de favor que creara un buen título para los volantes que pensaba hacer para repartir, y para sorpresa de muchos: Nox aceptó.
A Misery Nox no le gustaba para nada la atención, pero pareció ser que en esa clase fue una gran petición para hacer lo contrario: el profesor Moody usaría la maldición imperius sobre los alumnos, era su turno de ser la araña.
Hermione Granger no tardó en protestar, haciendo al profesor responder que tenía el total consentimiento del director, y si no le gustaba la idea, que fácilmente se retirara (no lo hizo).
Uno tras otro pasa al frente a hacer cosas distintas mientras el profesor les apuntaba con la varita. Unos cantaban, otros hacían ruidos de animales...
—Misery Figg, tu turno.
A Nox se le fue el estómago al suelo cuando la llamó al frente. Se estaba preparando mentalmente para ello, pero parecía ser que no era para nada suficiente; en cuando levantó la varita hacia ella, todo desapareció. Sus ojos cambiaron a ese desconocido gris y con efecto de espejo que solía atormentar su reflejo. Sentía tanta comodidad ahi de pie, que no le importó que todo Gryffindor y Ravenclaw se enteraran de lo que estaba haciendo.
Escuchaba la voz del profesor Moody en algún rincón de su mente, dándole órdenes:
—Has pasos de ballet...
Nox estiró los brazos con una elegancia, a pesar de haber asistido a tantas clases y cursos, jamás en su vida había aprendido de algún sitio aquello. Juntó los pies y se puso de puntitas, desafiando la gravedad de sus duros y gruesos zapatos escolares. Comenzó a flexionar y alzar la pierna derecha, haciendo un perfecto passé que ni en quinientos años practicando lograría.
—Ahora sitúa una oración de un libro al revés...
—Poder tal tienen no palabras las pero; huesos los romper pueden piedras las y palos los.
En la mente de Nox todo estaba de maravilla, un sensación demasiado buena para ser real, pero en ningún momento dudó de ello, dejándose controlar por la voz del profesor Moody. Seguía dándole órdenes: vueltas, dar pasitos en puntitas o seguir citando frases u oraciones al revés.
En un segundo su mente volvió a llenarse con sus propios pensamientos y se percató que estaba a punto de dar un salto, pero Nox no se detuvo a tiempo, así que salió tropezando con sus propios pies para ir a dar a la pizarra del aula. Estaba algo adolorida, también muy avergonzada por lo que todos vieron.
—No quiero ser grosero, pero has sido la más fácil de controlar de todos —le comentó el profesor Moody, tal vez para Nox, pero sonaba más para toda la clase.
Ahora todos sabían que Nox no era tan buena para todo, como muchos en algún momento llegaron a suponer de ella. Nox regresó junto a los demás con la cara oculta en su cabello, llena de vergüenza.
No recordaba la última vez de sentirse tan preocupada por su amigo, Harry. Cuando fue el turno de él, fue bastante extraño, ya que parecía resistir la maldición. En un momento parecía saltar sobre una mesa, pero parecía dudarlo, y cuando estaba a punto de hacerlo, cambió de opinión e intentó regresar su cuerpo al suelo, haciendo que se golpeara en la cara y volcara la mesa. Nox soltó un chillido de preocupación, y estaba a punto de ayudarle, pero el profesor la detuvo de inmediato.
—¡Miren esto, todos ustedes... Potter se ha resistido! Se ha resistido, ¡y el condenado casi lo logra! Lo volveremos a intentar, Potter, y todos los demás presten atención. Mírenlo a los ojos, ahí es donde pueden verlo. ¡Muy bien, Potter, de verdad que muy bien! ¡No les resultará fácil controlarte!
Aquello último había sonado muy extraño a oídos de Misery Nox, ¿qué estaba intentando decir con ello? Odiaba que muchas preguntas tenía ya en su mente como para agregar unas más, deseaba que fueran respondidas como preguntadas.
Al finalizar la clase, Harry apenas y podía dar un paso a la salida, gracias a su dolor de rodillas, Nox se acercó a él con amabilidad, y sintió la mirada de Terry, la cuál ignoró olímpicamente como no haría en el año anterior.
—Ven, te ayudo —le dijo Nox, mientras ponía el brazo de su amigo rodeando su cuello, sin siquiera esperar una respuesta.
No recordaba la última vez que habían estado así de cerca, y no era incómodo, al menos para ella. Sentía su cuerpo temblar, y quería pensar que era por el dolor. Él agradeció con el rostro muy sonrojado y caminaron a la salida.
—Por la manera en que habla —murmuró Harry cuando salía cojeando del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras, apoyándose en Nox —, se diría que estamos a punto de ser atacados de un momento a otro.
—Así mismo lo pensé —dijo Nox. A pesar de solo haber sido controlada por Moody solo una vez, habían quedado unos "efectos" en ella, y aseguraba que se le quitaría tal vez a la hora de la comida —. Paranoias sus de una de trata se que pensar quiero.
—¿Qué? —preguntó Harry entre una risa, sin entender lo que había querido decir su amiga.
Nox gruñó con desesperación y volvió a repetir (ahora concentrándose en decirlo de la forma correcta) —:Quiero pensar que se trata de una de sus paranoias.
—Sí, es verdad —dijo Harry, aún riendo.
No se volvieron a ver hasta la clase de adivinación, donde Nox se había puesto más que furiosa al ver enterarse que la profesora Trelawney finalmente les dijo a Harry y Ron que les había puesto sobresaliente en los trabajos. Nox había fruncido las cejas y abierto la boca, muy ofendida e indignada. Según la profesora, leyó los pasajes enteros de sus predicciones, elogiandolos por la indiferencia con la que aceptaban los horrores que les esperaba el futuro inmediato.
—No-lo-puedo-creer —soltaba Nox, cruzándose de brazos, muy enojada.
A Harry y Ron les costó contener la risa durante la clase, sobretodo al ver la reacción de Nox al ver que le pusieron la misma nota que a ellos. La cara se les entristeció cuando la profesora Trelawney les mandó repetir el trabajo para el mes siguiente. Ahora Nox era la que aguantó la risa.
Chapter 17: 16. Los participantes
Chapter Text
Capítulo 16
Los participantes
Todos en el gran comedor estaban muy emocionados. El 30 de octubre había llegado. Nox se encontraba sentada junto a Cho y los invitados para participar en el torneo de los tres magos: los alumnos de Beauxbatons. La pelinegra se sentía algo fea al lado de los alumnos franceses, ya que tenían un destello impresionante y dramático que podía encandilar sus oscuros ojos.
—Son algo groseros, ¿no crees? —susurró Cho a Nox. Esta asintió —. Ya son dos veces que veo a algunos hacer comentarios feos sobre la decoración, o diciendo que su castillo era más grande.
Y mentiras no decía, veía a un chico alto y rubio, mirando el cielo y las paredes con algo de asco en su rostro, como si en lugar de comer en un comedor, estuviera en un establo abandonado.
Algo que percató a Nox, fue que vió a una chica pelirroja, comiendo en silencio y con un porte que imitaba a los demás. Su cabello no era como el de los Weasley, sino unos tonos más oscuros, casi castaño. Tenía un rostro ovalado y la nariz pequeña, refinada y algo redonda; parecía ser la más «normal» de su colegio.
Nox pudo quedarse viendo su rostro todo el resto de la tarde, pero las instrucciones de Dumbledore la hicieron voltear.
—Todo el que quiera proponerse para campeón tiene que escribir su nombre y el de su colegio en un trozo de pergamino con letra bien clara, y echarlo al cáliz —explicó Dumbledore—. Los aspirantes a campeones disponen de veinticuatro horas para hacerlo. Mañana, festividad de Halloween, por la noche, el cáliz nos devolverá los nombres de los tres campeones a los que haya considerado más dignos de representar a sus colegios. Esta misma noche el cáliz quedará expuesto en el vestíbulo, accesible a todos aquellos que quieran competir.
Nox y Cho se vieron entre ellas, prácticamente no había algún tipo de prueba para entrar, era como la lotería. Se giraron hacia la mesa de Hufflepuff y vieron a Cedric, temblando ligeramente, era evidente que estaba nervioso y a la vez emocionado. Ambas estarían muy felices y orgullosas de que quedara seleccionado. Las voces cruzaban por todo el gran comedor, emocionados y curiosos por quienes se meterán al torneo.
Al día siguiente muy temprano, Nox, Cho y Cedric se adentraron al vestíbulo, acompañando a Cedric a poner su nombre en el cáliz, con el rostro muy sonrojado. Lo vieron atravesar la delgada línea que había a tres metros de radio del cáliz, avanzó y lanzó su pergamino. Ambas chicas aplaudieron.
—Y aquí tenemos al gran campeón de Hogwarts —señaló Nox a su amigo.
—Lo hecho, hecho está —dijo Cedric saliendo del círculo.
Cho se acercó a él y le dió un abrazo, que aceptó Cedric con mucho gusto. Nox se sintió un mal tercio en ese momento, pero su vista se desvío al ver a aquella chica de cabello ligeramente oscuro, venía con un chico de su misma escuela.
La vió entrar al círculo y dejar su nombre al igual que su amigo. Hipnotizada, la vió sin siquiera disimular su mirada quemadora. Cruzaron miradas, y la chica por un instante pareció disimular que no le intimidó Nox, pero ella estaba tan acostumbrada a ello, que lo vió como algo natural.
Llevaba su uniforme de Beauxbatons, de un tono azul claro. El cabello lacio le colgaba elegantemente de una diadema al tono de su uniforme. Al estar ahora de pie, ella podría estar unos centímetros más bajita que Misery Nox. No podía negar que era muy bonita, demasiado, tanto que no pudo dejar de verla hasta que salió del vestíbulo para adentrarse en el gran comedor.
¿Será una veela?
Para la hora de la cena, había mucho más ruido que antes, gracias a las pequeñas dos multitudes que se habían integrado la noche anterior. Cedric no dejaba de mover la pierna. Este estaba sentado justo al lado de ellas. Con disimulo, unos minutos antes, ambas amigas se colaron a la mesa de Hufflepuff, a darle apoyo a su amigo. Sabían que ya tenía por parte de la casa de Hufflepuff, pero el de sus dos amigas era mucho más poderoso.
Cho intentó calmarlo tomándolo de la mano, acariciandola con cuidado y susurrandole palabras al oído, él tenía los ojos cerrados, prestando mucha atención en sus palabras.
El banquete dió por terminado cuando los platos volvieron a estar vacíos y limpios, y todos guardaron silencio cuando vieron a Dumbledore de pie.
—Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión —anunció Dumbledore—. Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado —indicó la puerta que había detrás de su mesa—, donde recibirá las primeras instrucciones.
Sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire. De inmediato se apagaron todas las velas salvo las que estaban dentro de las calabazas con forma de cara, y la estancia quedó casi a oscuras. No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego, y el fulgor de las chispas y la blancura azulada de las llamas casi hacia daño a los ojos. Todo el mundo miraba, expectante. Algunos consultaban los relojes.
De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogó un grito. Dumbledore cogió el trozo de pergamino y lo alejó tanto como le daba el brazo para poder leerlo a la luz de las llamas, que habían vuelto a adquirir un color blanco azulado.
—El campeón de Durmstrang —leyó con voz alta y clara— será Viktor Krum.
—¡Más obvio no pudo ser! —gritó Nox, al tiempo que una tormenta de aplausos y vítores inundaba el Gran Comedor.
Se vio a Krum levantarse de la mesa de Slytherin y caminar hacia Dumbledore. Se volvió a la derecha, recorrió la mesa de los profesores y desapareció por la puerta hacia la sala contigua.
—¡Bravo, Viktor! —bramó Karkarov, tan fuerte que todo el mundo lo oyó incluso por encima de los aplausos—. ¡Sabía que serías tú!
Se apagaron los aplausos y los comentarios. La atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos en volverse nuevamente rojo. Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino.
—La campeona de Beauxbatons —dijo Dumbledore—es ¡Fleur Delacour!
La chica que parecía una veela se puso de pie elegantemente, sacudió la cabeza para retirarse hacia atrás la amplia cortina de pelo plateado, y caminó por entre las mesas de Hufflepuff y Ravenclaw, pasando a un lado del trio, dejando un aroma bastante agradable. El resto de alumnos de Beauxbatons parecían más que decepcionados, llorando y escondiendo la cabeza entre los brazos, a excepción de aquella chica pelirroja, que aplaudía mientras asentía, aceptando no haber sido elegida.
Cuando Fleur Delacour había desaparecido también por la puerta, volvió a hacerse el silencio, pero esta vez era un silencio tan tenso y lleno de emoción, que casi se palpaba. El siguiente sería el campeón de Hogwarts...
Y el cáliz de fuego volvió a tornarse rojo; saltaron chispas, la lengua de fuego se alzó, y de su punta Dumbledore retiró un nuevo pedazo de pergamino.
—El campeón de Hogwarts —anunció— es ¡Cedric Diggory!
Un estruendo sonó en todo el gran comedor. Toda la mesa de Hufflepuff no evitó saltar de la alegría, ¡El campeón era de Hufflepuff! ¡Y era Cedric! Nox no pudo evitar saltar de alegría y abrazando a su amigo por el cuello, mientras le repetía «¡Eres tú, eres tú!». Algo que sorprendió un poco a Nox, es que al tiempo que Cho lo abrazaba al igual que ella, al separarse, le plantó un beso en los labios, tan corto como la reacción de Cedric al saber que había sido seleccionado.
Sonrojado, sonriente y alborotado, Cedric se abría camino entre todos, marchaba hacia la sala que había tras la mesa de los profesores. Naturalmente, los aplausos dedicados a Cedric se prolongaron tanto que Dumbledore tuvo que esperar un buen rato para poder volver a dirigirse a la concurrencia.
—¡¿Qué fue eso?! —le preguntó sonriente Nox a su amiga sobre los gritos y aplausos, que se encontraba muy sonrojada y alegre. Esta solo se encogió de hombros sin dejar de aplaudir.
—¡Estupendo! —dijo Dumbledore en voz alta y muy contento cuando se apagaron los últimos aplausos—. Bueno, ya tenemos a nuestros tres campeones. Estoy seguro de que puedo confiar en que todos ustedes, incluyendo a los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons, les darán a sus respectivos campeones todo el apoyo que podrán. Al animarlos, todos ustedes contribuyen de forma muy significativa a...
Pero Dumbledore se calló de repente, y fue evidente para todo el mundo por qué se había interrumpido. El fuego del cáliz había vuelto a ponerse de color rojo. Otra vez lanzaba chispas.
Una larga lengua de fuego se elevó de repente en el aire y arrojó otro trozo de pergamino. Dumbledore alargó la mano y lo cogió. Lo extendió y miró el nombre que había escrito en él. Hubo una larga pausa, durante la cual Dumbledore contempló el trozo de pergamino que tenía en las manos, mientras el resto de la sala lo observaba. Finalmente, Dumbledore se aclaró la garganta y leyó en voz alta:
—Harry Potter.
A Nox se le cayó el alma al suelo.
—¿Qué? —susurró Nox. Buscó entre la mesa de Gryffindor a su amigo, que tenía la misma expresión que ella.
Debía estar mal. Era una broma, una de muy mal gusto.
—¡Harry Potter! —llamó Dumbledore—. ¡Harry! ¡Levántate y ven aquí, por favor!
Vió como Hermione le susurró algo, dándole a Harry un leve empujón. Harry se puso en pie mientras se tambaleaba un poco. Cuando comenzó a avanzar en el hueco que daban entre las mesas de Gryffindor y Hufflepuff, hizo contacto visual con Nox. Cualquiera que la viese, pensaría que estaba furiosa por lo que estaba pasando, pero para Harry, que la conocía mucho mejor que todos los presentes, sabía que no era así.
Harry, con la mirada, parecía suplicar por ayuda, Nox solo asintió ligeramente, casi invisible, diciendo que todo estaría bien. Al pasar por su lado, alzó un poco la mano, rozandola con la de él, pero solo pudo ver cómo seguía avanzando.
Harry pasó por la mesa de profesores, para después adentrarse al mismo lugar que los demás campeones. Cuando despareció de ahí, las voces y murmullos azotaron el gran comedor, y entre ellos los de la Hufflepuff, muy enfadados, y tenían razón, por una parte Nox se sentía molesta, se suponía que solo podía haber un campeón de Hogwarts.
A su vez sabía que algo andaba mal, muy mal. Ordenaron a todos volver a sus dormitorios, así que ambas amigas se pusieron de pie para dirigirse a su sala común, pero en el trayecto, escuchó la voz de Ron Weasley, pero con un tono bastante de desagrado:
—No puedo creer que no me haya dicho, es mi mejor amigo.
Nox detuvo su andar, para acercarse a Ron, que tenía una cara llena de desprecio.
—¿En serio crees que él puso su nombre en el cáliz? —le preguntó. El pelirrojo pareció intimidarse ligeramente, pero cerrar la boca no estaba en sus planes.
—Claro, ¿de qué otra forma terminaría su nombre en él?
—Él no lo hizo —afirmó, Nox—. Alguien más debió hacerlo. Vamos, Ron, conoces tan bien a Harry como yo, y ambos sabemos que él no haría algo así sin decírtelo al menos a ti...
—Y henos aquí ahora. No me digas que estás de su lado.
Nox frunció las cejas, intentando procesar lo que le estaba intentando decir.
—¿De qué estás hablando? No estoy del lado de nadie. Me preocupa lo que está pasando, no es algo normal.
—Si, claro, lo que digas...
No quiso seguir la discusión, así que solo se marchó, no sin antes rozar su hombro con algo de desprecio, decepcionado a Nox.
◦•●◉✿◉●•◦
A la mañana siguiente Nox seguía sin sentirse bien. Sentía que la muerte le respiraba en la nuca, burlesca, esperando a que se llevaran a alguien más, que no le bastaba con tomar a su madre y a sus dos hermanas.
Hola, papá:
Han anunciado a los campeones del torneo de los tres magos. Estoy muy feliz porque mi mejor amigo Cedric que quedó seleccionado, pero a la vez estoy muy preocupada: por alguna razón, Harry también salió seleccionado. No he tenido ninguna respuesta clara de lo que ha estado pasando, ya que él es menor de edad, y me preocupa bastante que haya sido uno de los elegidos, el cuarto, para ser más exacta. Sigo pensando que alguien puso su nombre a propósito, una broma muy mala.
¿Cómo están tú y la abuela Figgy? Espero que bien, y deseo verlos pronto, los extraño demasiado.
Un consejo me vendría de perlas.
Besos, Nox.
Caminaba hacia la lechucería, a punto de enviar su carta. No quería arrepentirse si llegase a pasar algo, necesitaba un consejo. ¿Por qué se sentía tan aterrada? Bueno, era más que claro, pero no le gustaba sentir aquello, era agobiante.
Al llegar, vio a Harry junto a Hermione Granger, parecía ser que acababan de enviar una lechuza.
—Hola —saludó Nox, buscando una lechuza para enviar a su padre. Se sentía como cuando en primer año se enteró que Harry era un mago, al igual que ella. Extraña, sin saber si estar enojada o no.
—Hola, Nox —saludaron de vuelta al unísono.
—Puedes usar a Hedwig, si quieres —le sugirió Harry—, no la voy a usar.
Nox se acercó a Hedwig, hizo unos chasquidos con la lengua y llegó a posarse elegantemente sobre su brazo, alzando ligeramente la pata para que Nox se la atara.
—Ve con Brian Figg, y si quieres puedes regresar, él tiene quien me envíe una respuesta. Suerte —le susurró mientras caminaba a uno de los ventanales, y al estar al borde de este, Hedwig salió volando de ahí.
—Vaya, no sabía que Hedwig podía hacer eso —comentó Hermione, mirando por donde había salido Hedwig volando.
—Si, la entrené el verano pasado —dijo dándose la vuelta para salir, pero Hermione la detuvo.
—Estuve pensando en qué cartel hacer para el P.E.D.D.O., e invitar que otras personas a...
—Perdón, Jean, pero ahora mismo no tengo ganas de hablar de ello —la interrumpió ya con un pie en el escalón —, tal vez después, ¿si?
Hermione suavizó su rostro y asintió con algo de pena e intimidación, dejando a Nox salir de ahí sin presiones. Al comenzar avanzar por los terrenos del colegio, la voz de Harry llamándola la hizo girar.
—Hola, Nox —saludó una vez más.
—Hola de nuevo, Harry —devolvió con algo de diversión en su voz —. ¿Se te olvidó algo?
—Si... No... Es decir... No... O sea, si... —intentaba decir.
Nox lo miró esperando una respuesta más clara, pero ella decidió dar el paso—: ¿Tú pusiste tu nombre en el cáliz? —preguntó.
—¡Claro que no! —respondió de inmediato —No sé por qué todo el mundo cree que lo hice, y sé que estás enojada porque crees que quise hacerle competencia de nuevo a Cedric, pero yo nunca pensé en eso...
—No estoy enojada, Harry, te creo —lo interrumpió, Harry detuvo también sus palabras —. No eres muy listo como para lograr engañar ese cáliz, con todo el afán de ofender.
—Me alegro que pienses que no puse mi nombre en el cáliz..., aunque no de la forma que me gustaría —Nox sonrió ligeramente.
—A mi también, eres muy impredecible, pero no tanto —suspiró—. Supe que Ron está enojado contigo —asintió—. Cuando saliste del gran comedor, me acerqué a él, estaba de verdad molesto. Solo dale tiempo.
—Tiempo... Algo que todos piden, pero ese idiota no sabe lo que dice —soltó molesto, Nox frunció las cejas.
—¡No le digas así!
—¿Tiempo?
—¡Idiota!
—¡No me digas así!
—¡No! —Nox intentaba ocultar la sonrisa que evidentemente Harry ya había visto —, me refiero que no lo llames así, es tu mejor amigo...
—Ya, pero eso no evita que lo sea.
Nox borró su sonrisa y lo comenzó a quemar con la mirada, él se encogió levemente.
—Bueno, no...
—Solo dale tiempo, tiene que pensar bastantes cosas.
—Es algo que siempre pienso —confesó el de gafas—. La gente tiene que pensar muchas cosas para darse cuenta de otras, lo mejor es ser ser pacientes, ¿no crees, Nox?
Parecía sonar más como una indirecta que una pregunta, o al menos así lo veía Nox. No se sentía incomoda, pero tampoco con la prudencia de responder. Sabía lo que él sentía por ella, pero desafortunadamente no era algo mutuo, y para hacerlo peor, no sabía cómo lidiar con ello.
Por unos momentos la regresaron a la final de quidditch, donde se atrevió a besarla, gracias a la adrenalina que había en el juego, uno tan sucio y lleno de faltas que jamás había visto antes.
Nox suspiró con algo de pena. ¿Será prudente decirlo? Había pasado bastante tiempo, pero tal vez romper un corazón ahora sería menos doloroso que hacerlo en años.
Quería decirlo. Necesitaba decirlo. Pero no podía. No se atrevía.
—Definitivamente, aunque por lo visto, tú no eres bueno en eso, tal vez en la paciencia.
No podía.
—Por cierto, tengo unas preguntas... Respecto al curso anterior...
—¿Qué cosas?
—Cuando llegué al lago, ¿sabías desde un principio que sería yo quién estaría en la ejecución de Buckbeak? —preguntó, mientras se rascaba la nuca.
Después de que se había ido mucho antes de comenzar las vacaciones de verano (además de que se mantuvo muy incomunicada), ya no procesó preguntas respecto a lo que había pasado aquél jueves por la noche. Parecía ser que la profecía de la profesora Trelawney se había cumplido, ¿pero en qué aspectos?
Harry pareció concentrarse en qué responder, tal vez demasiada información sería mejor resumir en un par de oraciones.
Le contó que la rata de Ron era un animago y el verdadero traidor de sus padres, a quien creían muerto. Nox se llevó la mano a la boca de la impresión, pero no interrumpió. El profesor Lupin se marchó justo al día siguiente, después de que el profesor Snape le dijera a todo el colegio que era un hombre lobo, el mismo que había escuchado Nox aullar esa misma noche.
Ahora entendía por qué ya no se encontraba dicho ex-profesor en el colegio, y a decir verdad, no se había percatado o sorprendido por ello, haciéndola sentir ligeramente mal.
Algo de lo que Nox no recordaba con precisión, era ahora una pregunta por parte de Harry:
—Esa noche en el lago, primero me estabas intentando ayudar —explicaba, escarbando en sus recuerdos—, pero no podía hacer nada, estaba muerto de miedo. Estábamos rodeados de cientos de dementores; pero a ti no te hacían nada... No te afectaban, al contrario; les respondías, les entendías, creo que hasta les ordenaste ir por Sirius...
Intentaba recordar, aquél sonido ahogado, siendo parte de ella brevemente, se hizo presente en su mente aquella memoria, pero no entendía muy bien qué era. ¿Habrán sido los dementores? Quería saber por qué no le afectaban tanto como a Harry, o mínimo como al resto de personas.
—No lo sé... No recuerdo muy bien lo de esa noche —dijo Nox—. Es muy extraño, era como estar con algo a lo que no tienes miedo, como si lo conocieras de toda la vida.
—Nos ví, a nosotros cuatro. Me rogabas que me pusiera de pie, y cuando vi que estaban por tomar a Sirius, fue que lancé el patronus. Era un ciervo, y ahuyentó a todos los dementores, y fue cuando te desmayaste tú también.
Se quedó escuchando, escarbando en su memoria, y solo recordaba ese susurro ahogado, idéntico a lo último que recordaba. Estaba por repetirlo, pero algo dentro de ella le dijo que no lo hiciera. Era como una manzana prohibida, con la enorme tentación de probarla.
—Tal vez simplemente no me afectan los dementores —explicó Nox—. Posiblemente no tenía malos recuerdos... Bueno... Hasta ahora...
Se silenció. La memoria de su madre inundó su mente, haciendo un nudo en su garganta, recordado dolorosamente que ya no estaba en este mundo.
—Jamás la volveré a escuchar... —susurró.
—Lamento mucho lo que pasó.
Ella negó varias veces con la cabeza.
—No te preocupes; tú lo tienes peor, la escuchas suplicar por tu vida.
No siguió hablando, pero no porque no quería, sino porque no podía, más que nada porque su mirada se desvío a la persona que iba pasando a espaldas de Harry: era es chica de Beauxbatons, paseando mientras meneaba su cabello en una larga coleta. Iba platicando con aquél chico, que parecían ser como uña y carne, ya que siempre que miraba a uno, estaba el otro.
Los siguió con la mirada, hipnotizada. Harry se percató de eso, así que se giró ligeramente, para ver lo mismo que ella. Frunció las cejas al ver de qué se trataba.
—¿Sabes cómo se llaman? —preguntó de repente, sin apartar la mirada.
—No —le respondió, Harry, con algo de brusquedad en sus palabras.
—De acuerdo, iré a averiguarlo —sin esperar una respuesta, apresuró su lado hacia la pareja que seguía caminando, sin siquiera despedirse de su amigo, que se quedó viendo la escena con una cara de enojo más poderosa que las que le hacía a Ron en esos días.
Nox caminaba a grandes zancadas, olvidando la vergüenza y la prudencia, posiblemente Cho la regañaría por ser tan imprudente, pero no estaba ahí, así que no tenía quien le sugeriera otra cosa.
Se interpuso en el camino de ambos, como si intentara venderles algo, pero Nox parecía pensar con los pies y no con el cerebro a la hora de hablar:
—¡Hola! ¿Cómo les va?
La pelirroja se sobresaltó, al igual que el chico que venía con ella, mirando con cierto temor los ojos tan grises y oscuros de Nox.
—Bien, gracias —habló el chico, intentando seguir su camino.
—¿Cómo les parece Hogwarts? —insistió.
Los dos se miraron entre sí, como si estuvieran presenciando la escena de una loca pidiendo dinero en la calle.
—Bastante enorme, es como un laberinto —respondió esta vez la chica. Nox quedó maravillada al escuchar por primera vez su voz.
—Tu inglés es perfecto —alagó Nox, a la chica—. Mis amigos me hacen hablar más despacio, porque cuando lo hago rápido, apenas y me entienden.
—Ya veo —afirmó el chico.
—Soy Misery Figg, pero me pueden decir Nox, bastante mejor, ¿no creen?
—Soy Amélie Dumont —se presentó la chica —. Este es mi hermano André.
—Muy lindo nombre —comentó Nox, más para la chica que para el chico.
—El tuyo es algo... Terrorífico —su hermana le dió un codazo—. ¿Qué? ¡Es verdad!
—Disculpa, suele ser muy imprudente y cruelmente sincero, pero ya se le pasará, ¿a qué sí, André? —regañó la chica a su hermano, pero él solo se encogió de hombros.
Nox seguía hipnotizada, pero realmente no le preocupaba su cara de boba frente a ambos hermanos. Se había por fin hablarle, de un momento a otro.
—Vi que pusieron sus nombres en el cáliz. ¿Qué les pareció que Fleur haya quedado seleccionada?
Ambos se volvieron a ver, como un reflejo.
—Es algo presumida, se la pasa quejándose del castillo, a veces no dice gracias, por eso muchos estaban llorando de que hay sido ella —reprochó André.
Su hermana asintió. Realmente Nox no puso atención, estaba más concentrada en el rostro de la chica que en las palabras del hermano. Quería seguir hablando, pero llegó Harry, con unos pasos pesados, como si estuviera enojado.
—¡Nox! Tenemos que irnos... Debemos de... Esto... —buscaba un pretexto.
—¿Irnos? Pero si estoy...
—Recuerda que quedamos de vernos con Hermione en el gran comedor.
Nox frunció las cejas. A ella ni siquiera le agradaba Hermione Granger. No entendía el por qué de sus pretextos.
—Es urgente —insistió el azabache.
Nox se volvió hacia los hermanos, muy apenada por la situación, y ahora le daba vergüenza ver a la chica, que se encontraba viendo de forma sospechosa a Harry.
—Oh, eres tú, el cuarto participante —dijo Amélie, mirando sin confianza a Harry.
—¿Ves? Vamos, Nox —insistió Harry, jalando la de un brazo.
—¡Nos vemos después! —se despidió, Nox, después de haber avanzado unos metros —. ¿Qué fue eso? Estaba platicando...
—Tal vez no lo notaste, pero me miraban raro, como si hubiese matado al gato de uno de ellos, no confían en mí.
Nox frunció mucho más las cejas.
—Pero... Ellos fueron amables...
—A veces eres tan buena persona, que no te das cuenta de como son realmente las personas, Nox.
El rostro de la rizada se transformó, en algo como una mueca triste, sintiéndose ingenua y algo tonta. Tal vez Harry tenía razón, pero al menos ya sabía el nombre de Amélie Dumont.
Chapter 18: 17. Cuerpos ajenos y sentimientos ajenos
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Cápitulo 1
7
Cuerpos ajenos y sentimientos ajenos
El recuerdo de su madre comenzó a amargarse ligeramente, ella era una estupenda escritora, y eso inspiraba a Nox a ser una, pero ella quería escribir historias de terror, tan escalofriantes como las historias que leía en sus libros cada que podía, pero su madre escriba diferente: eran notas de El Profeta. Solían ser simples notas, anuncios, pero lo que mejor se le daba era la sección de deportes, pero cuándo leyó el artículo sobre el torneo de los tres magos, o mejor dicho: una biografía bastante alterada de Harry Potter, sintió que se le saldrían los ojos del coraje que sentía.
A Nox le enfadaba bastante la suplente que habían contratado el diario El Profeta; le parecía pésima, además de que era total una falta de respeto al trabajo de su madre. La nota era horrible y llena de amarillismo.
«Supongo que les debo mi fuerza a mis padres. Sé que estarían orgullosos de mí si pudieran verme en este momento... Sí, algunas noches aún lloro por ellos, no me da vergüenza confesarlo... Sé que no puedo sufrir ningún daño en el Torneo porque ellos me protegen...»
Conocía lo suficiente a su amigo, y era obvio que él no diría algo tan... ¿abierto? Apenas y se pudo abrir en un momento con ella, platicarle sobre que había descubierto que Sirius Black era su padrino, dudaba bastante que revelara que lloraba siempre que recordaba a sus padres que jamás llegó a conocer lo suficiente.
—¿En serio te molesta tanto lo que han escrito? — le preguntó Cedric, mirando sobre el periódico que sostenía Nox.
Se encontraban sentados en las escaleras de marmol del vestibulo, dejando pasar el tiempo libre, en lo que Cho salía para la hora de la comida. Al menos ahí Nox podría salir corriendo y gritar de rabia si se lo proponia.
—¡Claro que sí! —exclamó, aún molesta — Él no es tan estúpido como para decir eso...
—¿Estúpido?
—..., y no solo es eso:
«Finalmente, Harry ha hallado el amor en Hogwarts: Colin Creevey, su íntimo amigo, asegura que a Harry raramente se lo ve sin la compañía de una tal Hermione Granger, una muchacha de sorprendente belleza, hija de muggles y que, como Harry, está entre los mejores estudiantes del colegio.»
Leyó con notable mal humor.
—¿Te molesta que digan que Hermione y Harry tengan algo entre ellos? — le preguntó de nuevo, Cedric, achicando los ojos con curiosidad, Nox negó.
—¡Claro que no! —volvió a exclamar—. Lo que me molesta es que en ninguna parte te han mencionado —pasó las páginas del periódico con desesperación—, ¡como si fueras irrelebante! Pero..., ¡por Merlín! ¡Eres uno de los participantes! Tienes que estar aunque sea con algún apodo o algo parecido...
—Mejor para mi, así llamo menos la atención...
No completó su frase, porque se acercaron unas chicas, chillando entre ellas, Nox solo frunció las cejas.
—¡Oh, Cedric! ¿Podrías firmarnos las mochila? —dijo una chica con la corbata de Hufflepuff.
—¡La mia tambien! Sabes que nosotras te apoyamos, eres el verdadero campeón de Hogwarts —continuó la siguiente, acercando su mochila, llevaba la tunica de Slytherin.
—Bueno, Harry también es uno de los campeones —corrigió Cedric, pero las chicas no le hicieron caso.
—¡Te veremos en la primera prueba!
Terminaron de subir la escalera, aún chillando entre ellas, Nox siguió con su postura.
—¿Decías? —recordó, Nox—. Si Cho se llega a enterar de esto, nos ahorcara a los dos, a ti por firmarles, y a mi por ver.
Ellos dos, Cedric y Cho, aún no formalizaban su relación al 100%, pero si se les veía más empalagosos y unidos que antes. Nox procuraba darles su espacio, o pasar tiempo con ellos por separado, ya que tampoco es que le gustara ser un mal tercio para ellos dos, aunque lo nieguen cada vez que ella se retiraba de la sesión de besos.
Haber leído aquella nota la molestaba bastante, y no sabía que razón le daba más rabia, si quién lo escribió o a quien se lo escribió. Ella no sé molestaba con facilidad, pero cuando lo hacía, solían pasar cosas malas, o salir palabras malas de ella, era como ver una rosa negra, muy linda y espeluznante, que te podía atacar con su veneno y rayos Lazer de sus pétalos. ¿De donde venían eso? Solo de la mente de Nox, demasiados libros le afectaban la memoria, pero eso sí que no le molestaba.
—¡Oye, Harry! —le gritó a sus espaldas, ya que estaba caminando muy deprisa y se le había caído su pluma por el pasillo.
La tomó y dió pequeñas zancadas para alcanzarlo, siempre con aquella brillante sonrisa que llevaba en el rostro, que parecía aterrar a quienes no la conocían.
Pero Harry todavía no se había dado la vuelta y ya había comenzado a gritarle—: Sí, he estado llorando por mi madre muerta hasta quedarme sin lágrimas, y ahora me voy a seguir...
Se detuvo cuando terminó de girarse, encontrándose a una Nox muy desconcertada y con la pluma entre sus dedos.
—Solo quería decirte que se te ha caído esto —se la extendió.
—Oh, perdón, Nox. No sabía que eras tú —se sonrojó bastante —... Yo...
—No te preocupes, entiendo por qué estás así de irritable, yo también leí lo que salió en el profeta —dijo Nox, calmandolo y comenzando a caminar—. Me da mucha rabia que esa mujer sea la suplente de mamá, ¿qué se cree?
—La otra vez me entrevistó, sabía que publicaría algo similar, ella y su estúpida vuelapluma —se cruzó de brazos. Nox sonrió —. No quiero pensar lo que pasará cuando sea la primera prueba, me sacará notas hasta por qué empiezo a caminar con el pie derecho y no el izquierdo.
—Apuesto que lo harás bien, aunque no sepamos de que se trate.
—¿Cedric como se lo está tomando? —preguntó cuando dieron vuelta por el pasillo, en dirección al vestíbulo.
—Parece estar tranquilo, pero apuesto que se está haciendo en los pantalones cada vez que lo recuerda, estoy yo más preocupada que ustedes dos.
—¿A qué te refieres? —preguntó, Harry, deteniendo su paso. Nox hizo lo mismo.
—Me refiero a que me preocupo mucho, más por ti —se comenzó a sonrojar —. Eso de que tú nombre haya salido en el cáliz, no me parece del todo normal. Alguien lo hizo a propósito. Cedric lo puso, y es mayor de edad, tiene experiencia y sabe mucho, y eso me despreocupa un poco menos.
—Gracias por los ánimos —gruñó, Harry.
—No te lo tomes a mal, Harry —rió, ligeramente —, lanzaste un patronus corpóreo antes de las vacaciones, mataste es serpiente gigante que mencionaste, la experiencia la tienes, pero aún así no deberías de estar haciendo esto. No entiendo cómo Dumbledore lo permitió.
—Eran parte de las reglas —comenzó a explicar, Harry—. Querían que se volviera a hacer otra selección, pero las llamas del cáliz se apagaron, y según no volverían a arder hasta el inicio del próximo torneo. Los nombres que salieron serían obligados a cumplir con participar.
—¿Y qué pasa si alguno no quiere participar?
Harry se encogió de hombros.
Parecía ser que no estaba llevando nada bien la situación, y si Nox estuviera en sus zapatos, estaría igual o mucho peor. Posiblemente consideraría la idea de ahogarse en el lago negro con una piedra amarrada a la espalda.
La nota del profeta parecía también sacar de su paciencia a Harry, no solo por los chistes hacia su persona, sino también porque ahora hacían burla a Nox, que ni siquiera su nombre se mencionaba en la nota, pero si en los labios de Pansy Parkinson que pasaba por ahí, con la pandilla de Slytherin rodeándola y siguiendo sus pasos:
—¡Oh, Potter! ¡Vas de mal en peor! ¿Eh? ¡Esa Misery no podrá llenar tus expectativas! —soltó Parkinson cuando pasó por ahí, riendo a carcajadas en camino al gran comedor junto a otros Slytherin.
—¿Vas a comenzar a ladrar, Parkinson? —soltó Nox, bastante molesta. Sus ojos comenzaban a brillar.
—Oh, la pobre Miseria descubrió que es fea de cojones —hizo un puchero, lleno de sarcasmo, para después soltarse a reír.
Nox no se atrevió a responderle, ya que no sabía cómo tomarse aquello. Pansy Parkinson estaba por dar la vuelta del corredor, cuando los ojos de Nox terminaron de cambiar. Sentía el enojo quemarle la punta de los dedos, y se sorprendió de no haber dicho nada después de su último comentario.
Los espejos de sus ojos estaban en su dirección, y de pronto en tan solo un parpadeó ya se encontraba dando la vuelta. Parpadeó de nuevo y varias veces sin entender qué pasó, hasta que se dió cuenta que estaba rodeada de los otros Slytherin.
—¿Qué quieren, idiotas? —soltó con desagrado cuando los vió tan cerca, pero la voz que salió de ella no era la suya.
Se llevó las manos a la garganta, sin entender qué había pasado con su voz. Carraspeó, como si eso fuera a ayudar. Sintió que sus manos tampoco eran las suyas; eran mucho más chicas y de dedos cortos. Su cabello estaba a la altura de sus orejas y los zapatos le incomodaban por el pequeño tacón que traían.
—¿Qué te pasa, Pansy? —le preguntó Zabini Blase —¿Te impactó demasiado la presencia de Figg?
¿Pansy?
Pansy.
¡PANSY!
ESTABA EN EL CUERPO DE PANSY PARKINSON.
Comenzó a tocar aquél cuerpo extraño, y se pellizco, y le dolió.
«Esto no debe ser real...», comenzó a sofocarse. Y de repente soltó un grito aterrorizada.
—¡PANSY! ¡PANSY! —le gritaban mientras la tomaban de los brazos —¡CÁLMATE!
Cayó al suelo y parpadeó de nuevo. Estaba con las rodillas al suelo, como si se hubiese tropezado, ya que sus palmas estaban soportando su cuerpo.
—¿Nox, estás bien? ¡Reacciona! —era Harry, intentando levantarla.
Se puso de pie, como si hubiese despertado de una larga siesta. Miró a Harry, que se notaba preocupado por lo que pasó, aunque no sabía qué fue, y lo peor es que ella tampoco sabía.
—Creo que me quedé dormida... —dijo sacudiendo sus rodillas empolvadas.
—¿Dormida? Pero si de repente te pusiste a ver a la nada, como si estuvieras en un trance —decía con preocupación —. Hasta tus ojos cambiaron de color, y luego caíste cuando Parkinson comenzó a gritar por allá.
Abrió demasiado los ojos, se quedó rígida... No había tenido un sueño... Era algo muy extraño...
—Pellizcame —le pidió a Harry.
—¿Qué?
—¡Pellizcame! Quiero saber que no estoy... ¡AUCH! ¡Tampoco tan fuerte!
Le había dolido, pero no tanto como el que se había hecho hace unos instantes. Se le estaba ocurriendo la cosa más loca del mundo, y quería comprobarlo. Jaló a Harry de la mano hasta donde había visto que estaba el grupo de Slytherin. Al llegar, estaban hablando con Pansy Parkinson, que se encontraba muy desorientada, explicando que no sabía de qué estaban hablando, que no recordaba haber gritado.
Las ideas en la cabeza de Nox comenzaban a juntarse como un engranaje, y quería echarlo a andar, pero no sabía cómo. ¿Estaba realmente segura de aquello? ¿O era una simple coincidencia? Tal vez sería una muy grande.
Los Slytherin se adentraron al gran comedor entre murmullos, quién sabe si se quedarían con más ganas de seguir molestando como con los artículos de Rita Skeeter. Tal vez olvidarían el tema muy rápido, o tal vez no.
A Nox le comenzó a sudar la mano, pero no entendía muy bien por qué, no fue hasta que vió salir a aquella chica de Beauxbatons, junto a su hermano, que era tan parecido a ella. No podía fingir no querer mirarla.
Amélie dirigió su vista a la mano de Nox, ella no entendió el por qué de su expresión, hasta que ella misma miró su mano, que seguía entrelazada con la de Harry. Ahora entendía por qué estaba sudando tanto.
La soltó de inmediato, como si fuera de hierro fundido, y volvió su vista a la chica, que se retiraba ondeando su túnica escolar francesa. No podía negar que era muy guapa, de pies a cabeza. Frunció las cejas, ligeramente molesta de que se le haya escapado por un mal entendido.
—¿Podrías explicarme lo que te pasa? —Nox salió de su pequeño transe una vez más.
—Creo que acaba de pasar la cosa más... Loca... O yo soy la loca... ¿Y si lo estoy? Estoy loca, por Merlín.
—¿De qué estás hablando, Nox? Te estás comportando rara desde hace rato.
—Creo que puedo poseer cuerpos.
El silencio los empapó como balde de agua helada. Aquellas palabras juntas salieron de la boca de Nox, y sonaban mucho más extrañas de lo que eran. Harry la miró como si acabará de decir que quería ser doctora de vegetales.
—Se que suena loco...
—De hecho, lo es —comentó su amigo —. Estás loca.
—..., pero no es la primera vez que pasa, y-y creo que pasa cuando estoy enojada. Pasó algo similar cuando tenía como ocho años: hice que un niño se pegará en la cabeza, bueno, en realidad era yo pegándome...
—Nox, ¿estás segura de que no es una maldición imperius? —sugirió Harry. Nox negó con la cabeza.
—No, porque jamás he usado mi varita, la última vez que pasó fue en la final de quidditch, cuando Draco intentó agarrar la cola de tu escoba... O sea, al final fui yo quién lo hice, o sea, ya la tenía en la mano, yo nunca se lo pedí, yo lo hice, quiero decir...
Calló en cuenta de lo que estaba recordado, y no solo ella, sino también la persona que estaba justo frente a ella. La final de quidditch inundó su mente y su rostro.
—Oh, Harry, aquí estás, creí que te habías perdido o algo —llegó Hermione en su salvación —. Hola, Nox. ¿Vienes a almorzar?
—Yo... Si claro, a eso íbamos, ¿no, Harry?
Él asintió.
Nox volvió a respirar ligeramente, no quería tocar aquél tema, le causaba bastante vergüenza, y eso que ella no fue quien lo besó y lo dejó con una duda existencial por dentro. Ya dentro del gran comedor, la banda de Slytherin comenzó de nuevo con sus malos chistes sobre las lágrimas de Harry y el aspecto de Hermione.
—¿Quieres un pañuelo, Potter, por si te entran ganas de llorar en clase de Transformaciones? —gritó uno.
—¿De sorprendente belleza? ¿Ella? —chilló Pansy Parkinson —. ¿Comparada con quién?, ¿con un primate?
—Oye, Parkinson, escuché que te pusiste a gritar como una loca desquiciada —se detuvo Nox, a unos pasos de ella — ¿Tan sedienta estás de aparecer en un artículo de Rita Skeeter? Si quieres podemos repetirlo, para que aparezcas en uno.
—No, Figg, la que está desesperada eres tú; eres muy capaz de revolcarte con el primero que se te aparezca enfrente; así como Granger, que te ganó a Potter, ahora lo haces con Diggory, que bueno, al pobre no lo voltea a ver ni la vuelapluma, y eso que es muy guapo...
Pansy Parkinson dió un salto hacia atrás cuando vió que Nox estaba por abalanzarse sobre ella, pero Harry y Hermione la detuvieron, uno por cada brazo.
Tu alma no es mía, pero tu cuerpo lo será...
Los ojos de Nox volvían a brillar, y ambos Gryffindor hicieron el mayor esfuerzo de que Nox no cayera al suelo, ya que ella ya no se encontraba en su cuerpo, sino en el de la Slytherin que estaba a punto de machacar.
Miró sus manos una vez más, y vió su propio cuerpo frente a ella. Era lo más extraño que alguna vez había visto, después de verse a sí misma caminar por los pasillos después de usar un giratiempo era poco, ya que esta vez era algo «seguro», y libre de reglas.
Sonrió con malicia.
Se subió a la mesa de Slytherin, haciendo un lado el plato con guisados y dió un muy agudo grito, haciendo a todos en el gran comedor voltear hacia ella. Nox no sintió ninguna pena, ya que no era ella misma, sino Parkinson.
—¡ESCUCHEN TODOS! —anunció en voz muy alta con la voz de la Slytherin—. ¡DEBO DE ADMITIR QUE ESTOY ESTÚPIDAMENTE ENAMORADA DE DRACO MALFOY! —«¡¿Qué estás haciendo?!», le preguntaban los de Slytherin, pero Nox los ignoraba —. ¡Y QUE BESÉ A SU ELFO DOMÉSTICO POR ACCIDENTE!; ¡CREÍ QUE ERA ÉL!
Las risas inundaron el gran comedor, y podría jurar que algún profesor que estaba sentado en la mesa de los maestros ahogó una risa detrás de una copa de oro, disfrutando de la ridiculez adolescente. Nox sonrió con malicia, y volteó a ver su cuerpo, que seguía con la mirada inexpresiva y en la nada. Harry la volteó a ver, y esta le guiñó un ojo con complicidad.
—¡ADEMÁS —continuó con el mismo tono de voz —, ¡ME ENCANTA ROBAR PRODUCTOS PARA EL CABELLO DEL DESPACHO DEL PROFESOR SNAPE!
Más risas resonaron por el gran comedor. Nox se sentía muy satisfecha. Pero después le surgió una duda, ¿cómo debía volver a su cuerpo? No sabía cómo, así que decidió improvisar, como con todo lo que hacía, día con día. Solo recordaba que regresó al suyo cuando la ayudaron a «despertar» la última vez.
Bajó de la mesa de un salto, y quedó frente a Harry, que le pareció muy extraño tener que levantar la vista para verlo a la cara.
—Pellizcame de nuevo —le pidió una vez más.
—¿Qué? ¿Otra vez? —Harry no sabía si mirarla con desprecio, curiosidad o sorpresa.
—¡Pellizcame! Necesito regresar... ¡No a mí! ¡A ella! —señaló su propio cuerpo.
Hermione veía la escena sin entender nada de nada. Y así como regresó la última vez, lo hizo en ese momento. Volvió a levantar la vista, y Pansy se notaba mucho más desconcertada que antes.
Nox se enderezó, Harry y Hermione la soltaron cuando ya no sintieron la necesidad de seguirla deteniendo. La misma sonrisa que tenía Pansy instantes antes, ahora la tenía Nox en el rostro, y más al ver que el profesor Snape se ponía de pie en la mesa de profesores.
—Suerte con tu exclusiva —le dijo Nox a Parkinson, que seguía sin entender qué había pasado, ya que todos se reían en su dirección, con uno que otro señalandola.
Misery Nox se fue a sentar a la mesa de Ravenclaw, con Harry y Hermione siguiéndole el paso, buscando explicaciones. Ella estaba igual de desconcertada que ellos, pero podría decir que había confirmado su teoría, en solo cuestión de minutos, pero no estaba segura si era algo bueno o malo, y si era algo que estaba dispuesta a practicar y aceptar, con gusto lo haría, pero no se arrepentía de controlar a Pansy Parkinson, en lo absoluto.
—¿Nox? —le habló Hermione.
—¿Si? —respondió la pelinegra, mirándola con aquél brillo tan característico en ella.
—¿No vas a explicar lo que pasó? —preguntó.
—Bueno, no tengo por qué dar explicaciones de algo que posiblemente ya te diste cuenta tú misma, ¿o no, Harry?
Él no se atrevió a contestar. Hermione le lanzó una mirada, esperando a que contestara aunque sea la hora, pero solo le respondió encogiéndose los hombros.
—Solo te puedo decir, que creo que los tres estamos locos de remate —agregó Nox, mientras sonreía y veía como Parkinson era confrontada por el profesor Snape.
◦•●◉✿◉●•◦
Parecía muy extraño para Misery Nox estar sola, bueno, no en su totalidad, siempre se encontraba con la compañía de sus dos mejores amigos, pero estos se volvían cada vez más unidos, y empalagosos. Habían quedado en ir a Hogsmade juntos, como pareja, a Nox no le molestó en lo absoluto, al contrario, le encantó la idea de que decidieran estar juntos más tiempo; priorizandose el uno al otro.
Nox durante muchos años, se había acostumbrado a la soledad, el ir y venir de las personas, así que no se molestaría en lo absoluto en ir a Hogsmade sola, le gustaba su propia compañía.
Entró a Honeydukes y se compró una bolsa de palomitas que te hacían levitar unos centímetros, una barra de chocolate rellena de crema, muchas paletas de distintos sabores. Salió de ahí comiendo una paleta helada cubierta de nueces y chocolate. Aún recordaba como perdió un diente de leche, masticando sin cuidado una paleta helada como esa.
Mientras caminaba por el pueblo, también estaba pensando en lo que había pasado ya días antes, ¿cómo era posible aquello?, le parecía fascinante el hecho de poder hacer algo que posiblemente nadie más podría hacer, pero lo que le preocupaba era si sería prudente decirle a sus dos mejores amigos. Sabía que la respuesta era que debía hacerlo; si lo sabía Harry y Hermione, ¿por qué Cedric y Cho no?
Su mente se vió interrumpida cuando vió a una mujer estúpidamente arreglada salir de las tres escobas, sabía que se trataba de Rita Skeeter. Se pasó de largo, ignorando a Nox. Ella frunció las cejas, recordando que aquella mujer estaba faltando el respeto al gran trabajo que hacía su madre, escribiendo tantas notas tan estúpidas en los renglones del El Profeta. No importa cuánto tiempo pasara, seguía guardando rencor.
De seguro se estaba hospedando en el pueblo, ya que pronto sería la primera prueba, y apostaba que querría estar en primera fila para presenciar y «escribir» sobre la valentía del único campeón al que le prestaba atención. Miró como se alejaba la mujer con su amigo fotógrafo, hablando de quién sabe que cosas.
Tal vez no sería mala idea entrar a tomar algo en las tres escobas, el helado le había dado frío, y le congeló el cerebro por unos instantes. Se adentró al lugar que estaba abarrotado de gente, sobre todo por estudiantes de Hogwarts, que simplemente estaban pasando la tarde. Soltó un pequeño chillido cuando sintió un pisotón, pero no logró distinguir de quién se trataba, pero bueno, era algo que se esperaba estando ahí de pie en medio de todos.
Se acercó al mostrador para pedir su respectiva cerveza de mantequilla, pagó, la tomó, y se dió vuelta. Casi todas las mesas estaban ocupadas. Vió a lo lejos a Cedric y Cho, rodeados de otros compañeros de Hufflepuff y Ravenclaw. Nox sonrió cuando los vió tomados de la mano, mientras platicaban con los demás. Prioridad.
Muy al fondo en un rincón, pudo distinguir una enorme melena (muy similar a la suya) y castaña, sabía que se trataba de Hermione, que estaba sola. Aceptó su derrota en buscar una mesa y se dispuso a acercarse. Tal vez se hubiese sentado con sus amigos, pero no quería interrumpir la plática con su oscura y misteriosa mirada, así que Hermione parecía una mejor opción, aunque no le cayera del todo bien.
—Hola, Jean. ¿Te molesta si te acompaño? Es difícil encontrar un lugar tranquilo aquí.
Por un instante Hermione se había sobresaltado. Llevaba una libreta con una lista muy corta de la P.E.D.D.O., con su nombre después del suyo. Se había olvidado de ese asunto...
—Oh, si, claro —le respondió.
Nox está por tomar asiento en uno de los lugares, pero...
—¡NO!
Nox se sobresaltó de repente, casi derramando su cerveza de mantequilla.
—Es que esa silla está rota, perdón —le dijo muy nerviosa—; me caí hace rato, y prefiero que no lo hagas.
Sin entender y con el corazón aún en la mano, tomó asiento en la otra silla disponible.
—Veo que has estado avanzando con lo del pedo...
—Pe, e, de, de, o —le corrigió sin alzar la mirada.
—Claro eso... —le dió un trago a su cerveza de mantequilla y la dejó sobre la mesa—, y cuando piensas..., ya sabes ¿dejarlo?
—¡Cuando los elfos domésticos disfruten de un sueldo decente y de condiciones laborales dignas! —le contestó—. ¿Sabes?, estoy empezando a pensar que ya es hora de emprender acciones más directas. Me pregunto cómo se puede entrar en las cocinas del colegio.
—Tal vez Cedric lo sepa, siempre menciona que está cerca de su sala común.
—Lo consideraré, y por cierto —levantó la mirada —, ¿cómo ha estado él?
—Bastante bien, la verdad —mintió con seguridad —, de hecho, está por allá —señaló a sus amigos, que ahora se notaban muy apartados de la conversación de los demás —. Muy enamorados como para sentarme con ellos.
—Ya veo —comentó Hermione mientras volvía a Nox —. Es bueno tener un poco de apoyo, sabiendo que en unos días estarás enfrentando quién sabe que cosas.
—Pienso lo mismo —agregó Nox—. ¿Y cómo lo ha tomado Harry? Digo, es el más pequeño de todos, debería estar aterrado... Por cierto, ¿dónde está?
—Esto... Él fue por ahí —evitó la oscura mirada de Nox—. Él también necesita mucho apoyo, sin Ron, es más irritante y difícil de entender, deben de ser los nervios.
—Apuesto a qué sí, yo estaría igual o peor —tomó otro trago—. Supongo que tú lo estás apoyando, ¿no?
—Por supuesto, pero, creo que él necesita MÁS apoyo.
—Claro, el de Ron.
—No me refiero a ese tipo de apoyo.
La mesa tembló de repente.
—La mesa se mueve mucho, creo que es esta pata... —dijo Hermione mientras daba una patada a la mesa, que volvió a temblar y chillar—. Lo que quiero decir Nox, es que creo que Harry necesita más..., motivación.
—Si, Jean, ya entendí ese punto, y estoy apoyándolo tanto como a Cedric —contestó Nox, mirando extrañada a Hermione, presintiendo a dónde quiera ir.
—Mira, a lo que me refiero es que quiere el mismo apoyo que recibe Cedric de Cho.
Nox sintió la cara arder.
—Jean, tengo suficiente con los acertijos que me da la entrada de la sala común de Ravenclaw, así que si puedes ser un poco más clara...
—No le has dejado de gustar —Nox detuvo sus palabras, mirándola bastante sonrojada —, siempre quiere aunque sea mencionarte en una oración. Realmente no sé si es correcto que te lo diga yo, pero soy su amiga, y creo que es debido que al menos lo ayude en esos asuntos. Ya sabes cómo son los chicos; demasiado brutos.
—Eso lo tengo más que claro, pero yo no... —buscaba las mejores palabras para decir aquello, algo que no se atrevía a decir a Harry —, a mí no me gusta. Lo quiero mucho, lo conozco desde que tenía, no sé, ¿diez años? Pero lo he pensado bastante, y yo estoy interesada en alguien más —en su mente se distinguió aquella chica de Beauxbatons.
—Pero tú ya no estás con Terry desde la final de quidditch —agregó la Gryffindor.
—Precisamente por lo que pasó ese día —agregó de inmediato —, pero de todos modos no es a él a quien me refiero.
Hermione pareció decepcionarse, parecía tener la esperanza de que Nox respondiera lo contrario.
—Lo quiero mucho, pero yo no lo veo de esa forma —buscó las palabras para que no sonara tan cruel —, lo que pasó aquél día solo fue un beso, nada más, no se ha vuelto a tocar el tema, y creí que quedaría en ello nada más.
—Yo también creí lo mismo —confesó—, pero ya ves que no es así.
La vergüenza comenzaba a inundar su rostro una vez más, al menos ya no lo tenía guardado para sí misma. Era un poco más sencillo hablar del tema con Hermione.
—¡Mira, es Hagrid! —dijo Hermione.
Distinguió al enorme hombre aproximarse junto al profesor Moody, una combinación demasiado extraña e inesperada.
—¿Va todo bien, Hermione, Nox? —le preguntó Hagrid en voz alta.
—Hola —respondió Hermione, sonriendo.
—Todo bien, profesor, ya sabe, tarde de chicas —respondió Nox, sonriendo también.
Hagrid miró a ambas chicas, más como intentando analizarlas al mismo tiempo. Moody se acercó a la mesa cojeando y se inclinó al llegar leyendo el cuaderno de la P.E.D.D.O., que estaba entre Hermione y la silla vacía.
—Bonita capa, Potter —susurró muy claramente el profesor Moody.
Nox sintió la sangre caerle a los pies. Hermione la miró de inmediato, con una expresión de alerta, como si hubiesen revelado su mayor secreto frente a ella, y la situación no era muy diferente. El rostro parecía que le iba a estallar de vergüenza; había dicho absolutamente TODO frente a Harry, que se encontraba aparentemente escondido. Era como si se lo hubiese hecho a sus espaldas y no en su cara.
—Nox... —comenzó Hermione, pero la Ravenclaw ya se había puesto de pie de un salto.
—Yo olvidé algo que tenía que hacer... Con permiso —se abrió paso de camino a la salida.
La adrenalina se le había acumulado a las manos, haciéndolas temblar como una gelatina fuera del refrigerador. Una vez más tendría que evitarlo hasta que lo olvidará, o que la vergüenza abandonara su cuerpo.
Chapter 19: 18. El galés verde
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Capítulo 18
El galés verde
—¿Nox? ¿Estás bien? —le habló Cho.
Era domingo por la mañana, y Nox se sentía terrible. No podía evitar pensar en lo que había pasado la tarde del día anterior. Quería decírselo a sus dos amigos, pero eso podría delatar que Harry tenía una capa de invisibilidad, algo que era muy secreto suyo y de sus dos amigos.
No sabía si sentirse enojada con Hermione Granger, ya que le había ocultado que Harry estaba ahí sentado con ellas todo el tiempo, y la hizo hablar de cosas que no tenía mentalizada para decirle en algún momento.
—Yo... Esto... Si, solo, no tengo hambre —contestó Nox, mezclando su avena con la cuchara.
—Bueno, Cedric está algo igual, por lo del torneo.
—Lo sé...
Nox agradecía que la mesa de Gryffindor estuviera mucho más lejos de la de Ravenclaw, ya que Nox evitaba moverse para evitar ser vista por cualquiera que tuviera ojos, pero su enorme cabello no ayudaba en lo absoluto, tal vez debería de completar sus trenzas...
Para el lunes, Nox intentaba continuar con su vida como si no hubiese rechazado, roto y remplazado un corazón enfrente de la víctima. En clases de adivinación la profesora Trelawney no ayudaba mucho, «Mi querida niña, por fin lo hiciste, pero no te preocupes, no falta mucho para que lo arregles», le decía la profesora mientras Nox intentaba ocultar su rostro detrás de un libro.
Por supuesto que Harry no decía nada, literalmente, ya que al estar Ron sentado en otra mesa, no le quedaba de otra más que sentarse en la única desocupada, que era la de Nox.
Ya por la tarde, a la hora de la cena, Cedric llegó a sentarse junto a Cho y frente a Nox. Estaba muy pálido y habló tan inmediato como llegó:
—Dragones —soltó.
—¿Inventaste un nuevo insulto? Suena más como un halago —comentó Nox.
—No, es la primera prueba.
Cho comenzó ahogarse con el pastel de carne que tenía en la boca, y Cedric le dió pequeñas palmadas en la espalda.
—¡¿Dragones?! —exclamó Cho en voz baja, mientras se secaba las lágrimas.
Cedric asintió.
—Están dementes, debemos encontrar la forma de como puedes burlar uno —comenzó Nox—. Esos malditos, y todavía lo dicen un día antes...
—En realidad no lo dijeron los del torneo —dijo Cedric—. Fue Harry.
—¿Y cómo rayos sabía él? —preguntó Cho.
—Todos los sabían —agregó Nox —, por eso te lo dijo. Alguien se lo tuvo que decir. Es demasiado buena persona como para guardarse la información para él solo.
Nox regresó a su memoria de hace unos días, estaban Hagrid y Moody juntos, lo más probable es que el semigigante sabía de los dragones, por eso estaba tan contento, él ama esas criaturas, y le contó a Moody sobre ello, y uno de los dos tuvo que decírselo a su amigo.
Los tres pasaron el resto de la tarde en la biblioteca, investigando lo más que pudieran sobre los dragones. El más desesperado era Cedric, que tenía menos de un día para poder aprender todo sobre ellos.
—Su piel es muy gruesa, por eso se necesitan más de dos personas para controlarlo —decía Nox mientras le daba otra ojeada al libro.
—Si, pero el problema es que solo soy una persona —dijo Cedric.
Llegaban a la más cercana conclusión de que lo mejor sería distraerlo, ya que Cedric era muy bueno en transformaciones. Nox no podía dejar de leer más información sobre dichas criaturas, ya que no estaba de más tener un dato más.
«La piel y las escamas podrían jugar un papel en la regulación de la temperatura corporal, especialmente con la producción de fuego», leía lo más que podía, analizando y guardando la información en su mente.
«... tendría que ser lo suficientemente complejo como para coordinar movimientos de vuelo, caza, comunicación y la compleja fisiología del aliento de fuego». «Todos sabemos que en su naturaleza está cazar y matar», pensó Nox, después de leer otro renglón.
«Generar suficiente sustentación para un cuerpo tan masivo requeriría alas de un tamaño impensable o una densidad corporal extremadamente baja», «claro que sí, todos sabemos que son enormes... », seguía pensando.
Para cuando llegó el martes, Cedric seguía blandiendo la varita en momentos, intentando recordar la mayor cantidad de encantamientos que podría. El día parecía ir extremadamente rápido, que cuando menos se lo esperaba, ya estaba en la gradas, esperando al primer campeón.
Le dieron ganas de vomitar cuando vió que el primero era Cedric. Los nervios la estaban apoderando, y no quería ver lo que pasaba. Solo logró ver un perro, una quemadura en su rostro (que hizo gritar mucho a Cho) y un huevo dorado. Tenía las uñas enterradas en el rostro, y no tendría que pasar por el mismo estrés una, sino dos veces.
Estaba que temblaba de arriba a abajo, con la mirada muy fija en quien entraría después, se relajó ligeramente al ver a Fleur Delacour, con su túnica y falda del color de su colegio.
«Que honor ser la única chica entre todos ellos..., no quisiera ser ella...», pensó Nox, pero detuvo sus pensamientos en ciertas palabras.
...no quisiera ser ella...
...no quisiera ser ella...
...quisiera...
...quisiera ser ella...
Tu alma no es mía, pero tú cuerpo si...
Abrió los ojos, desconcertada por extraño entorno donde estaba. Quedó paralizada al ver lo que tenía enfrente, un enorme galés verde, mirándola con extraña elegancia y precaución.
«No, no, no, debe ser un sueño. Si eso debe de ser...», pensaba Nox, sin apartar la mirada del dragón.
Nox tropezó sobre sus propios pies (o los de Fleur) y cayó de lado al suelo. El dragón se defendió lanzando una larga, fina y directa línea de fuego de su boca, dándole directamente a la falda, que comenzaba a incendiarse.
Rodó hasta detrás de una roca y comenzó a golpear la falda con las manos, intentando apagarla, pero solo lograba quemarse las propias manos. Sacó de la capa lo que parecía ser la varita de Fleur, sintiendo una textura totalmente distinta a la suya.
—¡Aquamenti! —dijo en dirección a su falda, y de la varita salió un chorro de agua, y el fuego se apagó.
Definitivamente no estaba en un sueño. Por accidente había cambiado de cuerpo con Fleur Delacour.
Entre la multitud intentaba encontrar su cuerpo, pero eran tantas caras que le parecía imposible encontrarse, así que se terminó rindiendo.
«Debo de continuar, o voy a morir... o mejor dicho, Fleur morirá por mi culpa...», pensó con desesperación.
«La piel y las escamas podrían jugar un papel en la regulación de la temperatura corporal, especialmente con la producción de fuego», recordó, si quería apagar el fuego, debía hacer lo contrario a ello, ¿pero cómo?
Volvió su vista al dragón, que seguía echado sobre su barriga llena de escamas, protegiendo sus huevos, que entre ellos visualizó al dorado, el que tenía que recuperar para superar la prueba. Sabía muy bien que las escamas de un dragón eran muy gruesas, así que de alguna forma tenía que hacer que se moviera para alcanzar el huevo, y sabía que no funcionaria un simple encantamiento. ¿Qué estaba haciendo?
Divisó una enorme roca más adelante, lo suficientemente alta como para cubrirse, así que con todas sus fuerzas, corrió lo más que podía, esquivando otras rocas más pequeñas que se atravesaban en su camino. El galés verde ya había lanzado su chorro de fuego, fino y directo, quemando el piso que ya había caminado atrás. Cuándo sintió el fuego quemarle la espalda, se lanzó hacia la roca, como si de capturar una base en el baseball se tratase.
Las cortinas entre doradas y plateadas que tenía por cabello le estorbaban demasiado, así que de la costura de la falda arrancó un trozo largo, se hizo una trenza lo más rápido que pudo y con la tira de tela, amarró la punta de la esta. Mientras lo hacía, escuchaba los rugidos melodiosos que soltaba el dragón por detrás de la roca, haciéndola temblar cada vez más.
Quería llorar, tenía el corazón tan acelerado y prefería que explotara de una vez a tener que enfrentar un dragón. No debería de estar ahí ella, no debería estar pasando por ello, no debería de estarse enfrentando un dragón solo por error. Pero después recordó a Harry, que tendría que pasar por exactamente lo mismo, y por las mismas razones, pero a diferencia de ella; él si lo haría en su propio cuerpo y alma.
Nox posiblemente tendría una segunda oportunidad, él no.
Intentó respirar, tenía que lograrlo, y si lo hacía, también él podría.
Asomó su cabeza por el lado derecho de la roca, el dragón estaba mirando a todos lados; la estaba buscando. Corrió hacia otra roca enorme y más cercana, pero al estar delante de ella se dió cuenta que era más pequeña, haciendo que se escondiera de rodillas, haciendo arder más las llagas en sus manos, pero se negaba rotundamente a soltar la varita.
Miró a su alrededor, buscando que podría usar a su favor, hasta que vió algo que podría ayudarle: alzó la varita y con un movimiento una roca del tamaño de una pelota de bolo salió volando al lado contrario de dónde estaba ella, desviando la atención del galés verde.
Salió corriendo una vez más por el lado contrario de la roca, pero el dragón pareció sentir su movimiento, así que dirigió un chorro de fuego directamente hacia ella.
—¡Protego! —alzó la varita y desvío con todas sus fuerzas el chorro de fuego en dirección a la roca de dónde estaba antes. Él volvió a abrir el hocico, pero reaccionó muy rápido y Nox lanzó un segundo hechizo antes de que lanzara más fuego —: ¡Glacius!
De la punta salió entre una especie de nieve y neblina. Nox se concentró mucho más y la tormenta de nieve se extendió, congelando y nevando todo el suelo de dónde se encontraba el dragón. Este batió las alas y soltó un chillido de dolor, elevándose en el aire, volandole los mechones rebeldes del rostro.
Corrió crujiendo la nieve bajo sus pies, y se acercó lo más que pudo hacia los huevos, pero el dragón no estaba lo suficientemente elevado para dejarla pasar, así que rodó por debajo de la panza del dragón y volvió a batir la varita.
—¡Ventus! —apuntó hacia las alas del dragón desde abajo.
Un espiral de aire potente fue en dirección a las alas, haciendo retroceder al dragón, como si las velas de un barco se tratasen. Comenzó a empujarse con sus pies hasta acercarse a los huevos del dragón. Parecía que lanzaría otro chorro de fuego, pero Nox volvió a lanzar una tormenta de nieve y el dragón se detuvo.
Cuando estaba a punto de tomar el huevo, ya no se encontraba ahí. Tentó con su mano desocupada donde se suponía que se encontraría el huevo, pero solo sentía la nieve que ella misma había provocado. No podía bajar la varita, ya que con el aire detenía al dragón en lo alto y alejado de ella, así que con la otra mano comenzó a escarbar con desesperación, volviendo de vez en cuando la mirada entre el galés verde y la nieve que enterraba el huevo.
La adrenalina hacia que el dolor de sus manos quemadas y dedos congelados no existiera. Ya lo tenía, solo era cuestión de encontrarlo y sacarlo. La desesperación le ganó, así que apuntó su varita ahora en dirección a donde se supone que estaban los huevos.
—¡Aquamenti! —volvió a conjurar, y un chorro de agua empapó la nieve, derritiendolo suficiente como para meter más fácilmente las manos.
Excavó y sumergió las manos, empapando completamente las mangas del suéter. El frío recorrió sus brazos, pero no tenía ninguna intención de detenerse, tenía el tiempo contado. Tentó algo, lo tomó y empezó a jalarlo hacia la superficie, todo mientras escuchaba el aleteo del dragón cada vez más cerca.
«Que sea el huevo, que sea el huevo de oro...», suplicó por dentro. Un grito ahogado salió de ella cuando vió una cabeza dorada empezar a salir —¡Si, si, si! ¡LO TENGO, LO TENGO!
Por fin tenía el huevo dorado en sus manos, pero el aleteo del dragón comenzó a despeinarle el cabello una vez más. Abrazó el huevo con todas sus fuerzas y se echó a correr con el fuego quemando la espalda una vez más. Pero se detuvo cuando escuchó voces gritando y el dragón chillar: los cuidadores habían entrado a aturdirlo y detenerlo.
Todas las cabezas rompieron en un sonido de festejo, y Nox se sintió muy alegre y satisfecha, así que alzó el huevo capturado sobre su cabeza. Era bastante pesado, pero su cuerpo estaba en un punto donde no sabía que era suave o que era duro.
—¡Fleur! ¡Fleur! —escuchaba que hablaban, pero ella no volteaba —¡Fleur...!
Nox cayó en cuenta que ella era Fleur, no Nox, así volvió en dirección a los llamados y vió a Madame Máxime, haciendo señas para que se acercara a la puerta que estaba en el cercado.
—¡Brillant! ¡Tout simplement brillant! —le decía. Muy poco había entendido.
—¡Vamos, señorita Delacour! Debe ir a atenderse —dijo el profesor Flitwick, que parecía un osito de gomita al lado de la directora de Beauxbatons —. ¡Lo ha hecho excelente! Y no recordaba un perfecto inglés de su parte...
Atravesó el cercado, comenzando a temblar. Lo había logrado, había permanecido a Fleur con vida, y mejor aún, ¡había hecho un gran espectáculo!, ojalá podría verse a sí misma haciendo todo aquello para recordarlo.
Caminó hasta llegar a una tienda con cubículos, suponía que era uno para cada campeón. Madame Pomfrey le puso una pomada en las palmas de las manos, después se las vendó. Revisó las heridas de sus rodillas y le puso cosas que no tenía idea de lo que eran.
El cuerpo comenzó a dolerle, pero la adrenalina no evitaba que dejara de temblar, y la voz de Cedric la hizo reaccionar.
—Creo que me ha dejado de arder... —decía a Madame Pomfrey.
Ella le dió unas indicaciones más y se retiró para preparar otras cosas para el siguiente campeón. Nox se puso de pie y avanzó temblando y cojeando hasta el cubículo donde se encontraba su mejor amigo, que tenía parte del rostro cubierto con una extraña pomada. Ella sonrió sin evitarlo.
Se abalanzó contra él, abrazándolo por el cuello, mientras intentaba no llorar, ya que estaba bastante preocupada por él desde que salió del gran comedor.
—Esto... ¿Estás bien, Fleur? —preguntó Cedric, dándole palmadas incómodas en la espalda.
Cierto, había olvidado una vez más que estaba en el cuerpo de Fleur Delacour. ¿Cuánto tiempo más estaría ahí? No había nadie intentando despertarla, y no sabía hasta qué momento saldría de ahí.
—Yo... —empezó Nox, separándose —. Sé que va a sonar como lo más loco del universo, pero soy Nox.
Cedric arqueó una ceja, como siempre solía hacer cuando encontraba algo sospechoso. Era mucho más que evidente que no se tragaría algo como aquello.
—¿Esta es una broma que planeaste con ella y Cho? Porque si es así, es muy pésima.
—¡No! Es enserio, soy yo. Verás, descubrí que puedo poseer los cuerpos de las personas —explicaba, Nox—, y ahora lo hice por accidente con Fleur, tuve que pasar la prueba por ella...
—Vamos, está broma es de muy mala calidad, y debo de admitir que has mejorado bastante tu acento en tan poco tiempo —dijo Cedric, cruzado de brazos y mirando divertido.
—Lo digo en serio, hazme una pregunta.
—¿Una pregunta? ¿La que sea? —Nox asintió —. Veamos... ¿Cómo se escribe mi nombre?
Nox soltó un bufido con burla.
—¿Es enserio?
—Claro, Nox y Cho saben perfectamente como se escribe de manera correcta —hizo un movimiento con la mano—. Si lo contestas bien, te creeré.
Parecía una pregunta bastante simple, pero a la vez muy especial y secreto entre los tres amigos. Nox sonrió con complicidad, pero en el rostro de Fleur Delacour parecía más una mueca extraña.
—Tu nombre se escribe sin uve, eres Cedric sin uve —respondió.
El rostro de Cedric palideció unos tonos, y soltó sus brazos, sin creer lo que estaba viendo.
—Qué... ¿Nox...? ¿De verdad eres tú? —preguntaba incrédulo, ella asintió.
—¡Niña, deberías ir a escuchar tu puntuación! —la regañó Madame Pomfrey de repente.
Le dió unos empujoncitos hasta la salida, donde caminó de vuelta a la cerca y pudo por fin ver a los jueces, que estaban hasta el otro extremo en altos asientos de oro.
Madame Máxime había vuelto a su lugar en lo alto, pero no levantó la varita, quién lo hizo fue el director Dumbledore. De su varita salió una elegante cinta, formando un ocho. Nox sonrió, pero no aplaudió como los presentes, ya que le dolían las manos. Después Bartemius Crouch lanzó un siete, Igor Karkaroff puso un pestoso cinco, Nox abrió la boca indignada, y finalmente Ludovig Bagman, con un ocho también. Tal vez se le descontaron puntos por la falda quemada y las manos achicharradas.
Se devolvió a la tienda de enfermería, para encontrarse de nuevo con Cedric, que parecía seguir pensativo y sin creer la respuesta de Nox.
Ella se dispuso a explicarle todo, desde cuándo se enojó y tomó el cuerpo de Draco Malfoy, hasta cuando lo hizo dos veces con Pansy Parkinson, y todo aquello no parecía carburar muy bien en el cerebro de su mejor amigo. Más tarde llegó a la tienda Viktor Krum, y Madame Pomfrey corrió a atenderlo.
—Vaya... Eso... Es aterrador —logró formular su amigo, después de una larga explicación.
—Lo es. Sigo sin saber cómo es que terminé aquí, ¡pero conseguí el huevo! —señaló a su cubículo donde se encontraba —. Y me dieron veintiocho puntos.
—A Fleur Delacour le dieron veintiocho puntos, querrás decir.
Su mejor amigo no parecía tomar la situación con mucho gusto o diversión, ya que no mostraba la misma reacción que su amiga atrapada en el cuerpo de la chica veela.
Un pequeño bullicio se escuchó en otro cubículo, así que ambos voltearon en dirección al ruido, prestando atención.
—¡Harry, has estado genial! —dijo Hermione con voz chillona. —. ¡Alucinante! ¡De verdad!
Nox entendió sus alarmas. Había olvidado por un instante lo que estaba pasando después de su acto. Caminó con decisión, pero en su camino se atravesó Cho Chang, con una cara bastante preocupada, tal vez por no ver a Cedric en horas o menos.
Le pareció demasiado impactante que la pasara de largo y no la saludara. Se abalanzó a los brazos del Hufflepuff, diciendo lo preocupada que estaba, pero después con voz muy fuerte le avisó:
—Necesito que vengas, es urgente —dijo Cho, con voz temblorosa.
—¿Qué pasa? —preguntó Cedric.
—¡Es Nox! ¡Está... Mal! —no sabía cómo explicarlo —Ella no reacciona, solo está llorando, y parece que es metal líquido en lugar de lágrimas normales... O algo parecido.
Nox, que estaba ahí parada sintió como el estómago dió vuelta y su piel se volvió verde. Algo le estaba pasando a su cuerpo. Nunca había estado tanto tiempo fuera del suyo, y mucho menos tan lejos, aunque no era algo que haya hecho bastantes veces o normalmente. Debían despertarla.
Se volvió a Cedric, que tenía la misma cara de preocupación. Nox estaba a punto de salir de ahí corriendo, pero su amigo la detuvo.
—¡No, Nox! ¡No debes de ir! —se le salió decir en voz alta.
—¿Qué?
—¿Cómo?
—¿Nox?
—¿Qué dijiste?
La presión y la angustia no eran para nada una buena combinación. Todos estaban ahí presentes: Cho, Harry, Hermione y Ron, sin entender por qué su mejor amigo se había referido de esa forma a Fleur Delacour. Ella abrió bastante los ojos, sin saber muy bien qué decir. Cedric parecía querer pegarse la cabeza contra el suelo por rebelar aquello tan alto. La arrinconó a uno de los cubículos, ignorando la mirada de todos.
—Nox, necesito que te quedes aquí, no sé qué tan seguro es que te veas a ti misma...
—Ya lo he hecho antes —dijo Nox, en un tono suplicante —, solo es raro de momento...
—No, no solo me refiero a ti, sino a Fleur, ella no sabe nada de lo que está pasando, y si las cosas son como me imagino, no creo que sea correcto que lo último que haya visto sea un dragón y después a ti.
Tenía razón, Fleur Delacour estaría muy confundida y desconcertada por todo aquello que estaba ocurriendo, debía de buscar la forma más correcta de que pudiera digerir la situación.
—Quiero que te quedes aquí, acuéstate e intenta descansar —le pidió mientras la hacia sentarse en una de las camillas del cubículo —. Fleur necesita descansar. Solo necesito que me digas como despertar.
Nox por un instante se quedó en blanco. Ella negó, pero un extraño mareó llegó a ella, haciéndola tambalear ligeramente, sentándose bruscamente en la camilla, algo le estaba pasando.
—Tienes que quedarte aquí —comenzó a indicar—. Cuando Fleur despierte aquí, creerá que se desmayó o algo así.
—Ya sé cómo hacerlo —habló de pronto Cho, a espaldas de Cedric. Ambos se volvieron hacia ella, parecía algo desconcertada y muy nerviosa, mirando muy extraño a Nox —. Harry me ha dicho cómo. Te veo allá.
Y salió de ahí.
—Es sorpréndete... No puedo creer lo que lo logré —comentó Nox.
—Si, pero, no lo sé, Nox...
—Logré vencer un galés verde... Capturé el huevo, y todo fue gracias a que te ayudé a investigar todo lo que se podía sobre dra-
No pudo terminar la frase. Fue como si le hubieran desenchufado de pronto los ojos. Solo sintió su cuerpo perder el control y caer al vacío. Pero de pronto despertó, con la sensación de como si de saltar de un lugar muy alto hubiese sido.
Se sentía muy débil, con el rostro sudado. Intentó limpiarse el rostro, pero de sus ojos había salido un líquido plateado, tan ligero como la sangre. A su derecha estaba Cho, con el rostro muy preocupado, mirando de abajo a arriba a su mejor amiga.
—¿Nox? ¿Si eres tú? —fue lo primero que preguntó.
Miró a su alrededor, y estaba exactamente donde había estado antes de ver salir a Fleur Delacour a combatir con el galés verde. Ya no habían muchos alumnos, habían unos que otros, conversando y opinando sobre los enfrentamientos y los puntos que debieron tener cada uno.
—Si, claro, estoy bien —sonrió abiertamente, como si no tuviera el rostro embarrado de sangre negra —. He hecho la cosa más loca que jamás te podrías imaginar.
◦•●◉✿◉●•◦
Cho y Nox seguían muy impresionadas por lo que la última mencionada podía lograr hacer. Cedric no se lo estaba tomando muy bien, pero Nox siempre le decía que no fuera un aguafiestas, ya que era lo más genial que existía.
—No, no lo es —gruñó Cedric, sentados en las escaleras del vestíbulo —. ¿No entiendes la gravedad de esto, Nox?
—Le ayudé a enfrentar al dragón, y le dí una muy buena puntuación...
—No solo es eso, ella ha estado muy distraída intentando recordar qué pasó —las sonrisas en los rostros de ambas chicas se esfumaron —. Le robaste horas de su vida, y tú lo ves como si hubiese sido algo estupendo —Nox miró en otra dirección, con bastante vergüenza —. Si, hiciste algo muy impresionante, pero ese era el momento de Fleur, no el tuyo.
La verdad le había golpeado en la cara con un guante pesado y de cuero. Ahora se sentía muy mal al respecto.
—Perdón, fue un accidente... —intentó justificarse, Nox.
—Lo sé, y de verdad sugiero que aprendas a dominar eso.
Ella alzó la mirada, sin entender de qué lado estaba él.
»Porque no sabes cuándo podrías provocar algo similar, y será mejor que sepas cómo hacerlo, para ya no seguir cometiendo accidentes.
No recordaba la última vez que Nox se había sentido así de regañada, a excepción de la vez que cuando su madre la había regañado por algo tan tonto como asustar a su padre mientras bebía café y este se quemara derramando sobre sus pantalones. Solo se dedicó a asentir con mucha vergüenza de ver que poseer el cuerpo ajeno de alguien era muy divertido.
Mientras el invierno y diciembre se acercaban, Nox más se entristecía ligeramente, ya que la época le recordaba mucho a su madre. Adoraba cuando hacia la cena navideña junto a su padre, bailando y bebiendo en la cocina, mientras que el tocadiscos de la sala giraba los vinilos, tocando canciones que llenaban de vida el ambiente.
Había recibido una respuesta de su padre hace tiempo, donde le sugería apoyar a sus amigos, lo más que pudiera, ya que no sabía de lo que se podría arrepentir en cualquier momento, así que Nox lo tomó gustosamente.
Dos cosas en su mente se encontraban en la clase de encantamientos: cómo haría para dominar su «poder» sin afectar a los demás, y segundo, cómo serían sus vacaciones en casa...
—¡Señorita Figg! —le llamó el profesor Flitwick.
Parpadeó varias veces, tratando de borrar sus pensamientos que empañaron su vista a la clase. Todos la miraban, esperando una respuesta por parte de ella, sonrojandola levemente.
—Perdon, ¿cómo decía usted, profesor?
—Que si podría mencionar el nombre del encantamiento levitatorio que habíamos repasado la clase anterior.
Nox sacudió la cabeza. —¡Ah! Era Wingardium Leviosa, profesor.
—Perfecto, entonces, este es uno de los más importantes...
Siguió explicando, el profesor, apuntando y girandose a la pizarra para seguir haciendo anotaciones con su varita (ya que al ser tan bajito, no alcanzaba). La campana sonó y todos comenzaron a guardar sus cosas, pero antes de que el primer alumno saliera, se subió a una pila de libros y detuvo a todos para dar un anuncio:
—Se acerca el baile de Navidad: constituye una parte tradicional del Torneo de los tres magos y es al mismo tiempo una buena oportunidad para relacionarnos con nuestros invitados extranjeros. Al baile sólo irán los alumnos de cuarto en adelante, aunque si lo desean pueden invitar a un estudiante más joven...
Risitas y cuchicheos se escucharon por todo el aula. Padma que estaba junto a ella ahogó una risotada, ya que la noticia le llegó como si de un concurso de belleza se tratara. Nox quería reaccionar de la misma manera, pero ya tenía el compromiso de reunirse con su familia en Navidad.
—Será obligatoria la túnica de gala —prosiguió el profesor Flitwick —. El baile tendrá lugar en el Gran Comedor, comenzará a las ocho en punto del día de Navidad y terminará a medianoche. Ahora bien... —El profesor suspiró con algo de alegría dentro de el, evitando demostrar la emoción que tenía contenida —. El baile es una oportunidad para divertirse y convivir como lo que son: adolescentes. Pero eso no quiere decir que deban dejar en vergüenza al colegio. Así que personalmente castigaré al responsable de algo similar, siempre y cuando sea de Ravenclaw, claro. Bueno, ¡andando!
Todos salieron muy relucientes y felices por el nuevo anuncio. Nox sentía más tristeza, porque no iría, pero apostaba que Cedric y Cho le enviarían bastantes fotos sobre ello. Estos se mostraron muy desanimados cuando les contó que no asistiría, ya que pasaría Navidad con la abuela Figgy y su padre, ya que la última vez que no fue, se arrepintió demasiado, y el miedo se apoderó de ella, temiendo que sucedería de nuevo.
Chapter 20: 19. Mejor sola que mal acompañada
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Capítulo 19
Mejor sola que mal acompañada
Faltaban semanas para el baile, y Nox se desanimaba ligeramente cuando escuchaba a las chicas de su casa hablar animadamente sobre que vestido usarían, que accesorios combinaban mejor, o con quién irían. Cho muy alegre le contó que iría con Cedric, eso no le sorprendió en lo absoluto, pero sin embargo no evitó sentirse muy felices por ellos dos.
Las hormonas flotaban por los pasillos esos días, y parecía surgir efecto en Nox, pero de una forma muy negativa para ella: comenzaba a notar pequeños salpullidos en su rostro, o mejor conocido como acné. Cho la consoló por casi dos horas en la sala común, ya que jamás le había sucedido aquello. Su mejor amiga le recomendó que intentara lavarse la cara con un jabón que le había regalado su madre, y Misery Nox se echó a llorar más fuerte.
Al día siguiente los granos en su cara habían cambiado gracias al jabón, y su actitud también. Los granos se habían hecho un poco más pequeños y otros se habían secado, pero afortunadamente lograban confundirse ligeramente con sus pecas.
Algo que no terminaba de sorprender a Nox, era su amistad con Padma Patil: ya no le hablaba ella con miedo en su voz, la saludaba más seguido, y siempre se sentaba junto a ella en clases. Conversaban, y entre platicas, le recomendó Padma a Nox usar una crema contra los granos, justo la misma que Cho le había dado, pero eso no evitó que Nox se volviera a echar a llorar.
Una tarde, mientras repasaba para un examen de pociones, sentada en el suelo junto a una armadura y escondida detrás de ella en uno de los pasillos, no pudo evitar prestar atención a lo que decían Harry y Ron al pasar cerca de ella:
—Mira, no vas a tener ningún problema. Eres un campeón. Acabas de burlar al colacuerno húngaro. Me apuesto a que harían cola para bailar contigo —le decía Ron.
Parecía ser que aún no conseguían pareja para el baile, algo bastante extraño para cualquiera que se enterara.
—Claro, mientras no sean como aquella chica de quinto...
—Pero si está muy bien —le dijo Ron cuando paró de reírse.
—Me saca treinta centímetros —contestó Harry, aún desconcertado—. ¿Te imaginas cómo será intentar bailar con ella?
Las risas de Ron desaparecieron por el pasillo, junto a las quejas de Harry.
Nox no pudo evitar ver su reflejo en la armadura perfectamente pulida frente a ella. Se analizó. Su cabello tan negro como una sombra, abundante y sobresaliendo de su cabeza, controlado por las dos pequeñas trenzas sobre su cabeza. Sus ojos grises y oscuros, devolviéndole la mirada. Los pequeños granos que se asomaban en su frente y mejillas, señalando que no era perfecta y estaba pasando por una etapa de crecimiento. Ella era bastante alta, ligeramente más que Harry, tal vez no treinta centímetros, pero si al menos unos diez.
¿Le daría vergüenza bailar con ella solo porque era más alta? No pudo evitar sentirse terrible.
—No puedo creer que no vayas a ir al baile —dijo Padma después de la clase de transformaciones —. ¡Todo el mundo irá!
—Si, pero yo no, ya he dicho que he tenido otras prioridades.
—Ay, Nox, tú y tu buen corazón.
—¡Oye, Nox! —gritaron a sus espaldas. Esta se tensó al saber de quién era aquella voz.
Ambas se detuvieron y se dieron vuelta; era Terry que venía detrás de ellas, sonrojado hasta las orejas, y temía que lo que estaba pensando en ese momento fuera real. Padma comenzó a reír por lo bajo, y Nox le dió un pequeño codazo en el hombro.
—Que tal, Terry.
—¿Te gustaría ir al baile conmigo? —preguntó de repente.
El calor subió por su rostro y las orejas se le calentaron mucho más. Padma la veía con bastante emoción, como si la invitación de un chico la haría cambiar de opinión, avergonzando aún más a Nox.
—Yo, esto... No.
—¿No? —se entristeció.
—Bueno, es que no voy a ir al baile, pasaré la navidad con mi familia —explicó, Nox—. Lo siento, Terry. De no ser así, aceptaría.
—Vaya, bueno. Supongo que será en otra ocasión... —se rindió—. Nos vemos después —aceptó su derrota y siguió su camino hacia las mazmorras.
Padma se quedó esperando ser la segunda opción, pero ni siquiera la volteó a ver, bufando algo molesta.
—¿Cómo pudiste negarte? Es lindo, y ves que hay muchos queriéndote invitar, Nox...
—Es el primero que lo hace, recuerda que sigo dándole miedo a todos, tú eras una de ellas.
—Bueno, pero las cosas pueden cambiar.
—Puede ser, pero por un chico no cambiaré mis planes.
Siguieron caminando en dirección a la clase de pociones. Padma se rindió y dejó de insistir a Nox que fuera al baile, ya que se veía más que decidida a no ir. Era obvio que quería ir, pero como siempre se repetía: estaba comprometida.
Al doblar la esquina, sintió como le golpeaban fuertemente el hombro, tambaleando y cayendo al suelo de repente de rodillas. Padma logró esquivar a la persona que había salido como alma que lleva el diablo del salón de pociones. Soltó un chillido adolorido desde el suelo.
—¡Oh, lo siento mucho, Nox! —se disculpaba Harry, con el rostro rojo de vergüenza.
Ayudó a Nox a ponerse de pie, te tenía ahora las rodillas adoloridas. Esta solo rió ligeramente, ya que le parecía una situación mucho más graciosa que desastrosa.
—No pasa nada, solo ten más cuidado cuando decidas hacer carreras por los pasillos con los fantasmas —se burló Nox—. Bueno, tengo examen, así que te veré después...
—¡Espera! —ella se sobresaltó, parecía tener mucha más prisa que ella —¿Podría hablar un momento contigo?
Padma comenzó con su ataque de pequeñas risitas, y por segunda ocasión en el día sintió su rostro enrojecer.
—Claro —sonrió, y lo siguió a un lado donde no podría escucharlos. «Por favor, que no sea lo que estoy pensado...», suplicaba Nox —. ¿Bien?
—Eh... —comenzó a balbucear.
Nox solo se quedó viendo, esperando que lograra formular aunque sea una palabra que entendiera, pero fue aún mucho peor:
—¿Quieresveviralmailecombigo?
—¿Cómo dices? —dijo Nox.
—¿Que... querrías venir al baile conmigo? —le preguntó Harry. Nox abrió bastante los ojos, sorprendida —¡Como amigos!
Sintió que la idea de estrellar su cabeza contra la ventana y saltar de ella parecía demasiado tentadora. ¿Por qué ella? ¿POR QUÉ ELLA?
Sabía que se había corregido, porque más claro sus sentimientos por él eran muy opuestos a los que él sentía, justificando que sería como amigos, pero eso no era suficiente para hacerla cambiar de planes.
—Ah... No. Lo siento, Harry —comenzó con el rostro muy rojo —. Pasaré Navidad con mi padre y abuela Figgy, les prometí estar ahí este año; de ser lo contrario, aceptaría con gusto.
Sabía que estaba reciclando exactamente las mismas palabras que había usado para Terry, pero no sé le ocurría una mejor cosa que decir. La ventana no parecía ser muy gruesa, la atravesaría con mucha facilidad...
—Bueno, no te preocupes —añadió Harry.
—Lo siento muchísimo —repitió Nox—. Además, soy muy alta para ti, ¿no lo crees?
—¿A qué te refieres?
—Eso dijiste. Te escuché decirle a Ron que aquella chica que tuviste que rechazar era porque era muy alta para ti, y no te imaginabas bailando con ella. No sé qué te habrá hecho cambiar de opinión para bailar conmigo sin importar que te vieras bien —Harry cambió de rojo a un tono pálido y enfermizo. Era un dato que definitivamente no pensó que ella llegaría a escuchar, y mucho menos a confrontar con él, así que ella supuso que no seguiría con la conversación, así que solo sonrió como siempre solía hacer y se despidió —. Bueno, tengo que irme, ¡suerte con tu búsqueda!
Tal vez no era tristeza lo sentía, era más como decepción, ya que lo había atrapado desprevenido, y sabía que no se refería a ella directamente, pero se sentía como si lo fuera. Una de las desventajas de ser Misery Nox, era que hablaba y después pensaba, muchas de las veces sin siquiera tener un filtro en sus palabras, y peor aún: no sé percataba si hacía daño a alguien.
Un día muy temprano por la mañana antes de navidad, Nox ya tenía listo su baúl, y estaba siendo acompañada por Cho y Cedric hasta las puertas del castillo, ya que estaban por salir los carruajes en dirección a los trenes. Pero una vocecita desesperada los detuvo:
—¡Señorita Figg, detengase!
Se voltearon y vieron al pequeño profesor Flitwick corriendo lo más rápido que permitían sus piernas cortas. Blandia un sobre y llegó frente a Nox para entregárselo. Ella lo tomó sin entender.
—Es... De... Tu... Padre —intentó decir, ya que le faltaba el aire —. Lo envío... De ur...gencia...
—¿Mi padre? Pero si estaba a punto de ir a verlo...
—¡Precisamente!
Ella abrió la carta, y leyó la desprolija y desesperada letra de su padre:
NoX
TU ABUELA ME RecorDOo alGo: NO VENGAS. DisfrútALO. SOLO PAsA unA veZ CADA QUIÉN SABE CUANDO.
PAPÁ
—¿Y bien? —preguntó Cedric cuando Nox alzó la mirada.
—Quiere que me quede al baile...
—¡Genial! ¡Gracias, profesor!
Cho no dejó que su mejor amiga terminara la frase, ya que la arrastró de vuelta al castillo, chillando de felicidad.
—¡Cho, espera! —por fin se logró soltar —. Ni siquiera tengo que ponerme...
—Te presto algo.
—Ni siquiera tengo pareja...
—Te presto a Cedric.
—¿Que yo qué?
Cedric había llegado a ellas, jadeando, ya que traía de regreso el pesado baúl de Nox.
—No... No voy a ir al baile —setenció Nox.
—¡Oh, vamos, Nox! —soltó Cedric, mientras dejaba el pesado baúl en el suelo —. Tu padre te dijo que te quedaras, y que aprovecharas la oportunidad. Los carruajes se han ido, no tienes alternativa.
Nox soltó un bufido.
—Está bien, iré.
Ambos chillaron emocionados, haciendo a Nox soltar una carcajada, así que se dirigieron de regreso a la sala común de Ravenclaw, para dejar las cosas de Nox de vuelta a su lugar.
Al entrar, se encontraron con Padma, que al verla abrió bastante los ojos, algo sorprendida.
—¿Te quedarás? —le preguntó en cuando la vió con sus cosas. Nox se encogió de hombros.
—Su padre le mandó una lechuza de último momento —contó, Cho. Padma comenzó a dar saltitos con alegría.
Se sujetó del brazo de Nox, y Cho hizo lo mismo con el izquierdo, y comenzaron a guiarla hacia la salida, pero la rizada no entendía que estaba pasando.
—Debemos conseguirte una pareja...
Salieron de la sala común con mucha prisa, como si se les estuviera haciendo tarde para algo, tal vez para encontrarle una pareja a Nox. Se reunieron junto a Cedric, que estaba cerca de la entrada. Estuvieron todo el rato paseando, platicando y sentándose a propósito cercas de algún chico que estuviera solo y lindo, para ver si tenían la iniciativa de invitar a Nox, pero solo se acercaban a Cho y Padma.
Llevaban ya bastante tiempo, y nadie se atrevía a invitarla, y eso comenzó a entristecerla.
—Oh, Nox, ya encontraremos a alguien —animó, Cho.
—Si, eres bastante linda, debe de haber alguien... —agregó Padma.
Para esos instantes, Nox ya no escuchaba. ¿Y si nadie la invitaba al final del día? Sería un asmereir de la noche. Tal vez las palabras de Harry no eran tan falsas después de todo; tal vez era bastante alta como para que alguien quisiera bailar con ella.
Y como lo pensó, lo vió más al fondo del pasillo, con Ron y Hermione, como siempre. En ese momento se preguntó si todavía tenía pareja. ¿Debería preguntarle? No sabía por qué se hacía preguntas, si ya se encontraba frente a él, saludándolo.
—¡Hola! —se plantó frente a ellos de repente. Todos dieron un salto.
—¿Hola? —intentó saludar, Hermione.
—Creí que no estarías, deberías estar camino a con tu padre y la abuela Figgy —dijo Harry, sin siquiera saludar, parecía molesto.
—Siempre no fue así. Decidí quedarme —sonrió —¿Y bien? ¿Ya tienen pareja?
—Si —respondió de inmediato, Hermione. Ron rodó los ojos.
—Eso dices, según tú —dijo Ron.
—¿Tú con quién irás? —se dirigió Nox a Ron.
—Con tu amiga de Ravenclaw —señaló con la barbilla a Padma, que sea encontraba a unos metros de ellos, platicando con Cho y Cedric —. Harry irá con su hermana.
Nox sintió como su última esperanza de encontrar pareja se le escurrieron de las manos como agua. Definitivamente iría sola. Pero, le gustaba su propia compañía, no debía de ser tan malo. Solo sonrió, como siempre hacía.
—¡Eso es genial! Padma es una muy buena amiga, y es muy divertida. Te la pasarás estupendo con ella. Supongo que su gemela es igual, Harry.
Pareció ser que le habló a la pared, ya que tenía un rostro de disgusto tan grande que tenía el presentimiento que si le decía otra palabra comenzaría a ladrar y rebuznar.
—Si, increíble —respondió Harry, a secas —¿Con quién irás tú?
Nox no sabía si mentir o evadir la pregunta.
—Esto... Ya veré —no supo que responder, más por la incomodidad que Harry estaba generando—. Bien, entonces los veré mañana. ¡Pónganse guapos!
Se regresó a con sus amigos, para evitar más preguntas por parte del trío de problemas. Se suponía que había llegado con ellos a preguntarles a ellos, no al revés.
Al avanzar el día, Nox entró a la sala común de Ravenclaw, algo triste, ya que nadie quiso hacerse a ella a preguntarle si querían ir al baile con ella, ni siquiera los gorilas de Draco Malfoy.
No quiso pensar en nada más de ello, así que se fue a dormir.
◦•●◉✿◉●•◦
Era Navidad, y Nox seguía buscando en su baúl algo lindo que ponerse. Las horas pasaban y seguía sin tener idea de que ponerse, y estaba comenzando a arrepentirse cada vez más de quedarse en Hogwarts por navidad. Cho le había sugerido que usara un vestido suyo, que era muy bonito, pero lo era en el cuerpo de ella, no en el suyo.
No fue hasta que se atravesó con un paquete que estaba hasta el fondo de su baúl. La envoltura se veía ya algo desgastada, así que puso el paquete sobre su cama, analizando y tratando de recordar.
Jaló el hilo y deshizo el papel, encontrándose con una tela de color azul de prusia. Lo tomó y este se extendió, largo como un mantel de una casa muy costosa, le parecía algo familiar. De esto cayó una nota pequeña, que tomó y logró distinguir la letra de su abuela Figgy.
Mi pequeña Nox:
Este vestido fue el que tu madre usó cuando me dejó por primera vez a tu cargo. Quedé fascinada con lo bien que le quedaba, antes de dejarte y te fueras a refugiarte en tu habitación. Espero que Madame Malkin haya hecho un buen trabajo adaptándolo para ti. Espero que pases una muy bonita Navidad.
Abrazos, abuela Figg.
Observó el vestido, tomándolo con delicadeza. No quería llorar, porque arruinaría sus ojos para más tarde, y muchos pensarían que estaba llorando porque llegó sola al baile.
—¡Nox! ¡Creo que tengo una idea! —entró de pronto Padma, con unas tijeras enormes y muy filosas. Nox se sobresaltó, no sabía si era más por su repentina aparición o que blandiera las tijeras como si fuera una varita de regaliz —. Guau... De dónde sacaste eso? —señaló el vestido con las tijeras.
—Me lo había dado mi abuela, justo antes de comenzar el curso, lo había olvidado por completo... Y aleja esas tijeras de él —hizo un gesto, abrazando su vestido.
—¡Oh, sí! —las escondió por detrás de su espalda —. Bueno, ahora llegaba el momento más difícil del día: su cabello.
—¿Qué? ¿Qué tiene de malo? —tocó su alborotado y oscuro cabello.
—Bueno... Es lindo, y oscuro. Pero será mejor que le demos un aspecto distinto hoy —sugirió.
No sonaba a una mala idea, tal vez el usar algo diferente le ayude verse menos sola esa noche, pero minutos ma tarde, se estaba arrepintiendo de hacerle caso a su amiga:
Sumergió la cabeza en un balde de agua helada, muchas veces, mientras se ponía varias pociones que harían menos tupidos sus rizos. Lo hizo al menos unas quince veces, hasta que sentía que el cerebro le dejaría de funcionar.
Cepilló muchas veces, y parecía ser que la poción comenzaba a dar efecto. Su cabello se veía mucho más largo de lo habitual, y mientras se secaba no se rizaba, solo dejaba unas largas cortinas negras y onduladas.
Enchinó sus pestañas con una cuchara que había tomado del gran comedor, aplicó un poco de sombras que le había prestado Padma, y se colocó un labial muy neutro, dándole un tono más rojizo a sus labios. Se miró en el reflejo, y no se reconocía con aquellos simples y pequeños detalles que se había hecho diferente.
Se sintió bonita.
El momento de la verdad había llegado. Llamó a su amiga Padma para que la ayudara con el vestido, pero al verla, quedó pasmada al ver el nuevo aspecto de Nox.
—¡Luces preciosa! —le dijo cuando entró, mientras acomodaba un tubo de su cabeza.
—Vaya... Gracias —se sonrojó ligeramente —, esto... Necesito ayuda con la cremallera.
Ya con el vestido puesto y la cremallera arriba, se miró frente al espejo, lo sentía grande, y se veía grande, ¿ahora qué iba a hacer?
La respuesta llegó de inmediato, ya que el vestido se ajustó solo de pronto. Parecía estar encantado o algo parecido, ya que ahora estaba a la medida de su cuerpo y ya no le arrastraba. Sonrió bastante satisfecha. Acarició la falda, tan ligera y con capas que aún recordaba a su madre llevar.
—¡Por Merlin! Todos se van a arrepentir de no ir contigo al baile —le alagó, mirando su reflejo junto a de Nox, que no podía creer lo que veía —. Bueno, tengo que terminar de arreglarme, ya me falta poco, así que será mejor que te adelantes, te veré después.
Nox salió del dormitorio, con unos zapatos de tacón en color negro, resonando y llamando la atención con cada paso de daba, pero se vió opacado con el de otros tacones de otras chicas que ya estaban listas y estaban saliendo de la sala común. Cho la estaba esperando, sentada en uno de los sillones, jugando con los volantes de una almohada. Alzó la mirada al ver la falda azul que llevaba Nox puesta.
Al observarla de arriba a abajo, abrió la boca y los ojos con sorpresa y alegría, se puso de pie y la tomó por los hombros, dándole vueltas, haciendo lucir su atuendo.
—¡Por Ravenclaw! ¡Luces preciosísima! —le dijo sin disimular su alegría. Podría jurar que veía sus ojos cristalizarse.
—¡Tú también te miras muy guapa! —alagó, Nox. Cho llevaba un precioso vestido color perla, con su cabello recogido en un moño por detrás, casi por la nuca—. Cedric va a babear toda la noche.
Salieron de la sala común, chillando de emoción y alargando cada detalle que tenían entre ellas. Al llegar al vestíbulo vieron a Cedric a lo lejos, platicando con otros chicos. Cho comenzó a «arreglar» su perfecto vestido y cabello, obviamente no era necesario, pero ella se sentía en la necesidad de hacerlo.
Al estar lo suficientemente cerca, este se percató de la presencia de ambas, pero la que se robó la mirada fue Cho, que la miraba como si viera la mismísima perfección hecha persona, tal vez a ojos de unos no lo era, pero para Cedric así era.
—Estás preciosa —fue lo primero que salió de él.
—Y tú luces muy guapo —dijo Cho, con el rostro sonrojado.
—Y yo soy Misery Nox, un gusto, chicos —agregó Nox con diversión.
Cedric se volvió a ella, también elogió como venía vestida, pero no tanto como a Cho, que no podía evitar quitarle los ojos de encima.
La profesora McGonagall no tardó llamar a todos los campeones y sus parejas, así que Cedric y Cho se despidieron de ella, para abrirse paso a los demás. Nox caminó un poco y se encontró finalmente con Padma, que iba de pareja con Ron, que lucía bastante irritado.
—¡Hola de nuevo, Padma! —le saludó Nox. Esta se volteó y quedó anonadada con lo que veía.
—¡Hola, Nox! ¡Luces preciosísima! ¡Cada vez que te vuelvo a ver, me deslumbras! —le dió un abrazo, con la extraña sensación de no sentir las cosquillas del cabello de Nox.
—¡Tú también te miras muy guapa! —sonrió demasiado, Nox —¿Te parece si entramos?
Los tres entraron a buscar una mesa, mientras que ambas chicas saludaban a quienes se encontraban. Ron seguía buscando a alguien sobre las cabezas de los demás, sin quitar su cara de fastidio, irritando un poco a Nox.
—¿Qué te sucede a ti? —le preguntó Nox— Me estás mareando con tu cabeza, de aquí a acá.
—Se supone que no estarías aquí —reprochó, Ron.
—Cambio de planes, ya se los dije ayer.
—Bueno, no eres la única que habrá venido sin pareja, además Hermione.
—Pues piensas mal, porque ahí va ella —señaló a los campeones que iban entrando con su pareja, en este caso: Hermione con Viktor Krum.
Se veía muy guapa, con un vestido azul y el cabello liso y brillante, sujetado en un muy elegante moño, que sonría muy feliz y nerviosa a la vez. Ron observaba pasar a Hermione con los ojos casi cerrados. Después pasaron Cedric y Cho, qué saludaron con la misma energía que casi empalagan a Nox, pero ella se los devolvió de igual manera.
Después pasó Harry junto a Parvati, la gemela de Padma. Cuando pasó por su mesa, parecía estar más en un concurso que no quería estar... Oh, era lo que estaba pasando.
Al ver a Nox, sentada ahí y no en casa con su familia, no se sabía cómo interpretar la reacción que tuvo al verla, pero algo alegre no era. Parecía estar hipnotizado, pero a su vez mantenía su postura de resignación. Ella no se percató de eso, como siempre solía ser.
La cena comenzó, y Ron no parecía querer cambiar su humor, así que Nox intentó distraer a su amiga Padma, hablando de lo bien que lucía el gran comedor, que parecía ser un lugar totalmente distinto.
Cuando se acabó la cena, Dumbledore se levantó y pidió a los alumnos que hicieran lo mismo. Entonces, a un movimiento suyo de varita, las mesas se retiraron y alinearon junto a los muros, dejando el suelo despejado, y luego hizo aparecer por encantamiento a lo largo del muro derecho un tablado. Sobre él aparecieron una batería, varias guitarras, un laúd, un violonchelo y algunas gaitas.
Las Brujas de Macbeth subieron al escenario entre aplausos entusiastas. Cogieron sus instrumentos, los farolillos de todas las otras mesas se habían apagado y los campeones y sus parejas estaban de pie.
«Esto va a ser muy interesante», pensó Nox.
Las Brujas de Macbeth empezaron a tocar una melodía lenta, triste así que los campeones comenzaron a acercarse a la pista, notó como Parvati jaló a Harry hasta la parte más iluminada del salón; se notaba bastante que estaba evitando cuidadosamente mirar a nadie.
Cedric y Cho se movían al compás, como si dos piezas en una caja de música se trataran, perfectos el uno con el otro. Nox sonrió con nostalgia. Padma seguía intentando convencer a Ron de que fueran a bailar también, pero este se negaba rotundamente, enfadando también a Nox.
—No seas aguafiestas Ron, deberías de estar agradecido que alguien tuvo la lástima de acompañarte.
—¿Lástima? —reprochó, Ron.
—Asi como escuchaste —levantó un poco la voz sobre la canción que comenzaba a tocar la banda —. Todavía que eres tan exigente en ir con una chica muy guapa (y que ahora la tienes); prefieres estar aquí amargando no solo su noche, sino también la tuya.
El pelirrojo pareció hacerse oídos sordos al escuchar aquello, cruzándose de brazos sin apartar la mirada furiosa de la pista de baile. Los chicos tenían un enorme ego...
—¿Qué hay? —le preguntó Harry a Ron, sentándose y abriendo una botella de cerveza de mantequilla. Parvati se sentó junto a él, en la misma posición que su hermana.
Nox frunció ligeramente el ceño. Ni siquiera se atrevía a voltear la a ver, o tan siquiera saludarla, ya que su atención era fingidamente a su mejor amigo pelirrojo.
Al cabo de unos minutos se le acercó un chico de Beauxbatons a Parvati para preguntarle si quería bailar con él.
—No te importa, ¿verdad, Harry? —le preguntó Parvati.
—¿Qué? —dijo Harry.
—Olvídalo —le espetó Parvati, y se marchó con el chico de Beauxbatons.
Nox bufó y rodó los ojos cuando vió que Padma de nuevo intentó animar a Ron a qué la invitara a bailar, pero la salvación llegó en forma de Cedric y Cho, cuando se acercaron a ellas dos.
—¿Qué hacen aquí sentadas? —preguntó Cho, con el cabello un poco desordenado.
—Estoy esperando si ALGUIEN quiere ir a bailar...
—Sabes que, Padma —interrumpió Nox, poniéndose se pie —. No tenemos que esperar a que alguien nos invite, mejor solas que MAL ACOMPAÑADAS —hizo énfasis en las últimas dos palabras mientras miraba a Ron.
—Tienes razón —confirmó, Padma—. Es agobiante que ni siquiera otros quieran divertirse una vez en la vida.
Padma siguió a Nox, mientras se unían a Cedric y Cho, que bailaban terriblemente mal al nuevo ritmo de la música, pero nadie hacía caso, ya que todos los presentes hacían algo similar, solo saltaban y se movían como gusanos con sal. Cantaban aunque no supieran la canción, se movían entre ellos, bailando y pisando.
Después de un rato, sudorosa y cansada se acercó a una mesa, donde se encontraban los gemelos Weasley y sus respectivas parejas, descansando junto a un montón de botellas de cerveza de mantequilla.
—¿Qué hay, Figg? —le saludó uno de ellos.
—Ya sabes, aquí de último momento —destapó una de las botellas y le dió un largo trago.
—¿Quieres darle un mejor sabor a la noche? —preguntó el otro, Nox alzó una ceja.
—¿A qué te refieres?
En eso, uno de ellos sacó de la túnica un cantimplora plateada y muy diminuta, a Nox le dió una idea de lo que se podria tratar.
—¿Alcohol? —preguntó, Nox.
—No es cualquier alcohol.
—Es Whisky de fuego —completó el otro gemelo.
Nox se quedó pensando un segundo. No sabía si tendría que tomarse tan literal las palabras de su padre al decirle que aprovechara la noche, pero su cuerpo reaccionó antes que su cerebro; ya tenía el brazo extendido, rellenando lo que restaba de la botella con whisky de fuego.
—¿Qué harán cuando se termine? —preguntó una vez Nox.
—No lo hará, está hechizada la botella con galones dentro.
Nox sonrió con picardia. Hizo un brindis y le dió un trago, tratando de no hacer un gesto, y volvió con sus amigos al baile.
No recordaba cuántas veces había vuelto con los gemelos a que le rellenaran la botella, y en una de las ocasiones era una pisca de cerveza de mantequilla con whisky de fuego, pero llegó un punto en donde se la quitaron y se la cambiaron por una de cerveza de mantequilla sin adulterar.
Nox bufó, —¡Que aguafiestas! —y siguió bailando y riendo estúpidamente con sus mejores amigos.
Distinguió a lo lejos a Amélie, que lucía muy guapa vestida de morado. Estaba bailando con un chico de Hufflepuff, bastante alto y con pecas rojizas en su rostro. Así como Nox solía verla, lo hacía él. Se acercó para saludarla.
—¿Qué tal, Amélie? —saludó, como si el chico de Hufflepuff no existiera —¿Todo bien?
—¡Claro! —miró a espaldas de Nox, como si buscara a algo —¿Y tu pareja?
—Vine yo sola, demasiada gente cobarde para invitarme.
Al instante se acercó su hermano, André. Ya le parecía bastante raro no verlos juntos, pero ya se habían tardado. Pareció ser que escuchó a tiempo lo último que dijo Nox.
—Creí que llegarías con tu novio, aunque por lo visto, ya no lo son.
Nox frunció en entrecejo. ¿Novio? No entendía de qué hablaba.
—¿Cómo dices? —preguntó, sin entender.
—Claro, era. Aquél chico que te arrastró aquella vez, y ahora parece que nos quiere matar con la mirada —señaló con su barbilla a espaldas de Nox.
Se dió media vuelta, mareandose un poco en el proceso. Era Harry, que había desviado la mirada a cualquier otro lado, sin dejar de quitar su cara de molestia. Nox se volvió.
—Él no es... Él nunca fue mi novio, no sé de dónde sacan eso...
—Siempre te mira, y cuando están juntos, parece ser otra cosa —afirmó, Amélie —. Lindo.
Nox negó varias veces con la cabeza, pero no tenía sentido seguir con la conversación,, ya que no era cómodo hacerlo en medio de la pista mientras todos bailaban, además de que Amélie se había vuelto con aquél chico de Hufflepuff, y André se regresó a quién sabe dónde. A Nox se le encogió el estómago.
Los pies la estaban matando, así que se quitó los zapatos, tambaleando ligeramente, y no sabía si era por el dolor o el desnivel del piso.
Se acercó a la mesa donde había cenado, donde estaban todavía Harry, Ron y ahora Hermione, pero no necesariamente platicando.
—...Tienes una curiosa manera de demostrarlo —decia Ron de forma despectiva.
—¡Se supone que la finalidad del Torneo es conocer magos extranjeros y hacer amistad con ellos! —repuso Hermione con voz chillona.
—¡No, no lo es! —gritó Ron—. ¡La finalidad es ganar!
—Ron —dijo Harry en voz baja—, a mí no me parece mal que Hermione haya venido con Krum...
—¿Por qué no te vas a buscar a Vicky? —dijo—. Seguro que se pregunta dónde estás.
—¡No lo llames Vicky! —Hermione se puso en pie de un salto y salió como un huracán hacia la zona de baile, pasando casi rozando con Nox, que se tambaleó una vez más.
—¿Qué le dijiste a Hermione? —preguntó Nox, arrastrando las palabras como Malfoy.
—¿La llamaste Hermione? —dijo Ron.
—¿Pues así se llama, no? —respondió.
Después empezó a reír como si se hubiese acordado del chiste más gracioso del mundo. Su rostro se iluminó de repente de manera milagrosa, ya que la tenía tan roja que las marcas de los granos en sus mejillas parecían no existir. La idea le llegó a la mente, como si fuera la respuesta a todas las preguntas que alguna vez se había hecho en la vida.
—¡Estás celoso! —lo señaló con el dedo —. La verdad no sé si estás celoso de no ser Hermione, o Viktor.
—¿De qué estás hablando, Nox? —se atrevió preguntar Harry, que la veía con algo de preocupación.
Ella se llevó el dedo índice a los labios, haciéndolo callar. Se acercó al pelirrojo, y con las puntas de los dedos de ambas manos tocó su cabeza. Cerró los ojos y los apretó. Pasó unos segundos así, pero nadie decía o hacía nada.
—De acuerdo, no puedo... —suspiró, rendida.
—¿Qué intentabas hacer?
—Por Merlín, Ron, haces demasiadas preguntas —seguía arrastrando las palabras—. Poseer tu cuerpo... Pero creo que no podré... ¡Ah!, ¡una canción lenta! Ven conmigo.
Le tendió sus zapatos a Harry sin siquiera preguntarle antes, tomó a Ron de la muñeca y lo jaló hasta los demás que estaban bailando. Muchos regresaban a sus lugares a descansar, dejando más espacio. El chico parecía seguir con su mal humor, a pesar de no resistirse mucho a las insistencias de Nox. Se detuvieron, justo en un punto donde Hermione y Viktor podrían verlos bailar.
Tomó sus manos y las puso sobre su cintura, mientras ella posaba las suyas detrás de su cuello.
—Asegurate de que ella mire —susurró Nox, mientras guiaba al chico con los pequeños pasos de la canción.
Se sentía bastante mareada, y con cada paso que daba, sentía que los ojos daban vueltas de manera inexplicable. En ese momento Nox no sabía lo que estaba haciendo, estaba culpando al whisky de fuego de sus extrañas acciones y actitudes.
Sus ojos comenzaron a brillar, y Ron podría ver su reflejo sobre ellos. Sus labios estaban cambiando de color, en un brillante rojo carmín. Misery miró a Hermione que platicaba con Viktor a lo lejos, pero parecía que no evitaba dar miradas cortas hacia ellos dos. Sonrió con maldad.
—¿Qué quieres decir con que ella mire? —preguntó por quinta vez en la noche.
—Esto.
Era muy extraña la necesidad de ponerse ligeramente de puntitas, pero tampoco era para tanto. Le había plantando un beso en la boca frente a todo aquél que les prestara atención. Sus amigos que aún se habían quedado bailando, también se quedaron impresionados.
Intentó abrirse paso, pero no podía. Sus ojos reflejaban una cosa que no podía entenderse, pero las palabras comenzaban a surgir de su mente, seductoras que comenzaban a hipnotizar la mente de Ron.
Tu alma será mía...
Tu cuerpo no es, pero tu alma será...
—¡De acuerdo, Nox! ¡Es hora de irnos!
Las palabras no se terminaron de completar. Cedric había llegado a separar a Nox de los labios de Ron, que parecía que se lo quería comer después de estar encerrada en una celda. Al separarse, un hilo plateado regresó a la boca entreabierta de Ron, que miraba todo muy aturdido y sin entender qué había sido aquello. Nox buscó con la mirada a Hermione, que ya se dirigía a grandes zancadas a las mesas, haciendo a Misery sonreír aún más.
—Creo que tienes sueño, es hora de que vayas a dormir... —dijo Cho, tomando a su mejor amiga por un brazo.
—Pero no tengo sueño... —seguía arrastrando las palabras.
—Llevala, Cho —indicó Cedric, cuando vió los ojos y los labios de Nox comenzaban apagarse.
—¡Llámame! —le gritó a Ron cuando la sacaron arrastrando de ahí hasta el vestíbulo —¡Quiero seguir bailando!
—¿Qué demonios estás haciendo, Nox? —regañó Cedric, al notar el olor que llevaba impregnado —. Jamás creí que harías algo... Así...
—¿Qué? Solo quería ayudarlo —se justificó Nox, soltando el agarre de sus amigos —. Queríamos darle celos a Jean...
—¡No, tú querías darle celos! —señaló, Cho.
—Son asuntos de ellos, no tuyos, Nox. Hermione se veía furiosa. Ya es la segunda vez que «ayudas» a alguien, y esta vez besaste a Ron como si quisieras sacarle el alma —regañaba el Hufflepuff.
—Bueno, esto no es asunto de ustedes tampoco. Yo solo intentaba ayudar... ¡Ey, Harry! ¡Vamos a bailar un rato! Estos aguafiestas no quieren que me quede el resto de la hora.
Parecía que había salido a dar una vuelta, ya que todavía tenía nieve en el cabello. Nox se había acercado a él como si estuviera en una condición de lo más normal del mundo. Él la miraba como si ella misma le hubiese arruinado la noche, aunque no estaba muy lejos de ello. Aún tenía los zapatos de Nox en la mano, y se los tendió con desdén.
—Oh-no, cariño, no los necesito, no quiero hacerte sentir mal —dijo Nox entre risitas. Seguía sin dejar de tener el rostro rojo, gracias al whisky de fuego. Harry frunció más las cejas —. ¿Qué te pasa? Anda, vamos...
—¿Por qué si no querías venir conmigo, simplemente no lo dijiste? —le preguntó el de anteojos.
—Porque no iba a venir, ya te lo dije.
—¡Oh, ya veo! Querías venir sola para ver quién era el primero que caía, ¿no? —dijo bastante rabia—. No te bastó con ese chico de Beauxbatons.
—¿Qué? Nada de eso —parecía ser que por primera vez en la noche Nox comenzaba a pensar un poquito —. Fue algo de última hora, y no tengo ni la más mínima idea de qué hablas. Si vas a seguir con ese humor tuyo, yo me volveré al baile...
—Si es así, ¿por qué dicen que estabas a punto de sacarle el alma a alguien?
Misery soltó una carcajada fría, ahora entendía su actitud.
—¿Estás celoso? Porque si tanto lo estás, podría besarte si lo deseas, pero solo lo haría por lastima, al igual que hice con Ron —soltó con frialdad, sin borrar la arrogante sonrisa.
La expresión de Harry se enfureció más, pero de una forma diferente, como si de una traición y un corazón hecho añicos se tratara.
—¿Besaste a Ron? —ella no respondió. Harry intentó ignorar aquello, pero esas palabras y la imagen no dejaba de aparecer en su cabeza —. Además, yo jamás me refería a eso, y tampoco lo estoy —comenzaba a molestarse cada vez más, pero al ser Misery Nox, se contenía bastante —. Solo no me parece bien que estés juntandote con el primero que se atraviesa.
—¡Claro! Y como no eres tú, es obvio que te molesta. A eso se le llaman celos.
—¡Deja de poner ese pretexto tan estúpido! ¡Me importas!
—¿Importarte? ¡Soy tu amiga, no tu hermana!
—¡Y eso hacen los amigos también! ¡No seas testaruda, Nox!
—Pues perdón por no complacer tus caprichos buscando donde no quieres.
—No entiendo como es que te has vuelto tan irritable, apenas y se puede conversar contigo...
—¿Con esas tenemos? Vamos, por favor, si quieres conversar, hagámoslo, de mi viva voz va a salir, te lo diré, y ya me escuchaste antes decirle a Jean: ¡no-me-gustas!—escuchó como a sus espaldas Cho ahogó un grito, tapándose la boca. Cedric negaba con la cabeza, con decepción y vergüenza en su rostro.
»No sé cuántas veces tengo que dejarlo claro, si no te bastó con escucharlo a escondidas, te lo digo en tu cara: NO-ME-GUSTAS. ¿Qué querías? ¿Que viniera contigo, tragandome la mentira de que veníamos como amigos? ¡Por favor! Eso ni un troll se lo cree.
—Nox, basta —se acercó Cho, tomándola del brazo, intentando alejarla —. No tienes que ser así de dura.
—¡No, tengo mucho más que decir! —soltó su agarré — ¡Al menos no soy una maldita cobrarte como tú para decirte lo que pienso sobre ti! ¿Quieres que te diga lo que pienso? —no esperó una respuesta —: desde que me besaste en ese partido de quidditch, no hemos vuelto a ser los mismos. Extraño nuestra amistad, como era antes, no como es ahora. (¡No, Cedric!). Ya siquiera hablamos.
»No puedo evitar sentirme tan incomoda. Aunque lo intento, porque sé que no volverá a ser como antes, porque ahora me miras con otros ojos, con los cuales yo no hago. ¡Y no soy irritante! ¡Tú eres el que parece estar falto de mi atención!
No se había percatado que habían comenzado a bajar lágrimas por sus mejillas. No le gustaba llorar, así que las secó tan rápido como bajaron. Él parecía no querer decir nada. Sus ojos brillaban a la luz de las velas, tristes y rotos como un espejo en una habitación que acababa de ser robada, pero Nox no quería interpretarlos.
Sentía tanta ira dentro de su cuerpo, queriendo surgir. Quería escupir todo lo que había guardado en sus pensamientos, sin importarle que hacía daño a alguien o no.
—No sabes lo que estás diciendo —intentaba articular, Harry—. Eso está muy por fuera del tema...
—¡Por Merlín! ¡Ni siquiera me has dicho cómo me veo hoy! —siguió escupiendo —¡Ni siquiera tuviste la maldita valentía de invitarme a bailar!
Sentía el estómago hacerse nudo, y después como si miles de serpientes comenzaran a bailar y subir por su garganta. La boca de su estómago comenzó a contraerse. Tragó seco, sintiendo un sabor extraño. La expresión de Harry frente a ella cambió una vez más, como si de alerta se tratara.
—Creo que me siento mal... —dijo Nox, poniendo su mano en el estómago.
—¿Sentirte mal? —comentó Cedric, acercándose —. Creo que eres la menos indicada para decir... ¡Oh, cielos!
Nox había sentido de nuevo aquella serpiente subir por su garganta, y no pudo aguantarlo. Corrió lo más rápido que pudo a una de las armaduras que se encontraba cerca, y vomitó detrás de esta. Todos hicieron cara de asco.
—De acuerdo, es hora de irnos, Nox. Lamento que te dijera eso... Y que vieras esto, Harry —decía Cho, mientras tomaba del brazo a Nox, que había sacado toda la cena y lo que había tomado del estómago.
Él solo negó con la cabeza, como si se tratara de cualquier cosa. Cho arrastró a Nox hasta la sala común de Ravenclaw, dejando a Cedric y Harry solos en el vestíbulo.
Chapter 21: 20. La lengua suelta de Nox
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Capítulo 20
La lengua suelta de Nox
Nox despertó con el dolor de cabeza más intenso que jamás había sentido en la vida. Tenía el vestido torcido, el maquillaje embarrado y el cabello revuelto. Tenía un aroma horrible, un aliento horroroso y le dolía todo el cuerpo. No recordaba mucho de lo que había pasado la noche anterior. Se levantó muy lentamente, y se metió a la ducha, intentando quitarse el olor de encima, pero único que logró, fue vomitar en la ducha.
Su cabello volvió a ser el mismo de antes, no tenía la intención de meter de nuevo su cabello dentro de una cubeta helada. Tenía los ojos rojos y unas ojeras enormes. El vestido se había rasgado de la falda, y olía tan mal como su aliento.
—Buenos días... —dijo Nox, con una terrible cara de sueño.
Se sentó en la mesa de Hufflepuff junto a su pareja de amigos. Tenía las trenzas mal hechas y torcidas. Se había puesto como diez litros de perfume, intentando ahogar su mal hedor. Tomó un sorbo de jugo de calabaza e hizo gárgaras, tratando de ocultar su aliento. Sus amigos la vieron serios, y Nox no entendió por qué.
—¿Pasó algo?
Se vieron entre sí.
—Pasó de todo —dijo Cedric.
Parecía ser que las respuestas estaban buscando a Nox, ya que le tocaron el hombro, era Hermione Granger con una cara de molestia más grande que jamás había visto antes.
—¿Qué tal, Hermione...?
El saludo quedó en el aire, ya que Hermione la cortó tan rápido como dijo la primera palabra, con un tono tan seco y cortante que podía cortarla a ella también.
—Devuelveme el botón, ya no serás parte de la P.E.D.D.O.
Nox abrió los ojos, reduciendo las ojeras y los ojos rojos que cargaba esa mañana. Sus amigos la vieron con algo de lástima.
—¿Por qué? —preguntó la pelinegra.
—No te interesa. Quiero que me la devuelvas.
Nox comenzó a fruncir las cejas. Estaba comenzando a molestarse también.
—Bien, pero quiero mis monedas de vuelta.
Hermione metió la mano en su bolsillo y de este sacó las monedas que Nox le entregó en su momento. Sin quitar la mirada de los ojos grises y oscuros de Nox, con un golpe brusco y seco, dejó las monedas a un lado de su plato vacío.
Cualquiera no quisiera estar en esa situación. Todos sabían que Misery Nox era alguien que sea cual sea la situación, irradiaba miedo, pero Hermione Granger parecía no afectarle en lo absoluto, y no se sabía que se estaba tragando el miedo, o simplemente esos efectos no hacían nada sobre ella.
—No tengo el botón conmigo —dijo Nox, con un tono tan cortante como el de Hermione.
—Bien, mándamelo.
—Bien, Granger.
—Bien, Figg.
Se dió vuelta, volviendo a alborotar su cabello idéntico al de Nox. Ella solo siguió con la ceja fruncida, sin entender el por qué tan repentino cambio de decisión; se suponía que necesitaba más miembros, no menos. Ya imaginaba su nombre al principio de la lista, tachado con tinta roja.
—¿Qué se supone que le pasa a esa perra loca? —tomó asiento de nuevo. Sus amigos la vieron con los ojos muy abiertos.
—¡Nox! —le regañó Cedric.
—¡Es verdad!
—¡Fue porque la cagaste, Nox! —exclamó por lo bajo con desesperación su amiga Cho.
—¿Qué?
Le contaron todo lo que había pasado anoche, en el baile. Nox se ponía cada vez más colorada, escuchando lo que había hecho y lo que había deshecho. Se llevaba la mano a la boca sin creerlo. ¿Estaban seguros de que hablaban de ella? ¡Sonaba espantoso! Ahora entendía porqué tenía tantas náuseas por la mañana, y ese terrible dolor de cabeza taladrando su cabeza durante el día.
Al llegar la tarde, Nox se acercó a Harry, muerta de la vergüenza, con la intención de disculparse de lo que había pasado, pero este ni siquiera le prestó atención y siguió de largo. La había cagado durísimo. Ron no podía verla sin sonrojarse hasta las orejas, y Hermione solo le volteaba la cara.
La siguiente salida a Hogsmade, Nox había decidido ir sola, ya que por obvias razones sus amigos irían juntos, y tampoco no tenía ganas de escuchar a Padma hablar durante el trayecto. Había elegido una mesa en las tres escobas, pero pidió algo distinto de tomar, ya que la cerveza de mantequilla ahora le provocaba asco y náuseas. Terminó pidiendo un jugo de granada con crema batida, extraño, pero diferente.
Sumergió su mirada en el libro que llevaba consigo: La mitad oscura. Podrían pasar los años y no perdería el gusto por los libros de terror, así que pasaría la tarde leyendo y bebiendo, como un viejo de cincuenta años después de un largo día de trabajo.
Vió a unas tres mesas de distancia a Harry, Ron y Hermione, que parecían despreciar la presencia de Rita Skeeter. Por supuesto que había leído la nota que había publicado sobre el profesor Hagrid. Lo había hecho ver terriblemente mal. Una falta de respeto más a su madre.
—¿Qué, tratando de arruinar la vida de alguien más? — escuchó que preguntó Harry en voz muy alta.
Algunos se volvieron a mirar, incluyéndola a ella. Al ver quién le hablaba, Rita Skeeter abrió mucho los ojos, escudados tras las gafas con incrustaciones.
—¡Harry! —dijo sonriendo—. ¡Qué divino! ¿Por qué no te sientas con nos...?
—No me acercaría a usted ni con una escoba de diez metros —contestó Harry furioso—. ¿Por qué le ha hecho eso a Hagrid?
Rita Skeeter levantó sus perfiladísimas cejas. Nox solo fingió dar vuelta a la página que ya había intentado leer tres veces.
—Nuestros lectores tienen derecho a saber la verdad, Harry. Sólo cumplo con mi...
—¿Y qué más da que sea un semigigante? —gritó Harry—. ¡Él no tiene nada de malo!
Toda la taberna se había sumido en el silencio. Nox solo tomó un sorbo de su bebida, sonriendo por la reacción de la mujer vestida de plátano. Abrió el bolso de piel de cocodrilo, sacó la pluma a vuelapluma y le preguntó:
—¿Me concederías una entrevista para hablarme del Hagrid que tú conoces?, ¿el hombre que hay detrás de los músculos?, ¿sobre vuestra inaudita amistad y las razones que hay para ella? ¿Crees que puede ser para ti algo así como un sustituto del padre?
¿Era una broma? Era evidente que quería sacar más información y adulterarla a su gusto. Nox sintió la sangre hervir, pero Hermione reaccionó antes que ella: se levantó de pronto, agarrando la cerveza de mantequilla como si fuera una granada.
—¡Es usted una mujer horrible! —le dijo con los dientes apretados—. No le importa nada con tal de conseguir su historia, ¿verdad? Cualquiera valdrá, ¿eh? Hasta Ludo Bagman...
—Siéntate, estúpida, y no hables de lo que no entiendes —contestó fríamente Rita Skeeter, arrojándole a Hermione una dura mirada—. Yo sé cosas sobre Ludo Bagman que te pondrían los pelos de punta... y casi les iría bien —añadió, observando el pelo de Hermione.
Nox se puso de pie igual que Hermione y se acercó dando pesados pasos con su bebida en una mano y su libro en la otra.
—¡Vaya remplazo tan barato y de mierda recibió El Profeta! —le dijo Nox a la mujer, muy enojada. Ahora todos voltearon a verla a ella.
—¡Pero si es Misery Nox! ¿Cómo está tu madre? ¿Rose, era su nombre? —sonrió falsamente.
No esperó a que su cerebro dijera algo; azotó el libro contra la mesa y le arrojó toda su bebida al pecho, manchando de rojo su horrible atuendo, y con el vaso ya vacío, se lo lanzó en la cara, salpicando también su propio rostro y parte de su libro. El vaso se estrelló contra el piso, haciéndose añicos al instante. Con todas las intenciones del mundo, quería arrojarse a ella como si de un animal salvaje que se tratara, pero la detuvieron por la cintura, pero no le detuvieron la lengua.
—¡NO SE ATREVA A MENCIONARLA DE SU ASQUEROSA BOCA! ¡MALDITA MUJER! —le gritó con rabia mientras la señalaba con el dedo.
—¡Estúpida! ¡Sabes muy bien que tu madre no lograba que ni tu propio padre leyera lo que ella escribía! —retrocedió, viendo el desorden que tenía encima.
—¡Y usted tiene que recurrir a contar historias que no le incumben! —seguía intentando soltarse mientras pisaba los trozos de vidrio— ¿Quiere que le cuente a todo el mundo lo que es usted, como le gusta hacer con todo el mundo?
—Por favor, muchachita idiota, ¿quieres que le cuente a todos lo que hiciste en el baile de navidad?
Nox no respondió. Sus fosas nasales se abrirán y cerraban de rabia, y sus ojos comenzaban a brillar, estaba por hacerlo, pero le cubrieron los ojos, como si ya supieran lo que estaba por pasar y lo evitaran a toda costa.
—Vamonos —dijo Hermione.
—¡NO! ¡SUELTAME! —se negaba.
Sintió como la sacaron del local. Unas ganas enormes de masticar piedras surgieron desde dentro. Quería llorar de la rabia. Su vista fue recuperada, y lo primero que quería hacer era estrellar los puños contra una enorme roca.
—¡Esa hija de...! —pateó con todas sus fuerzas un bote de basura que se encontraba fuera, haciendo volar todo por la calle.
—Ahora la tomará contigo, Hermione, y también tú, Nox!—dijo Ron con voz baja y preocupada mientras veía como una envoltura de una rana de chocolate salía volando.
—¡A mí me importa un bledo lo que tenga que decir contra mí! —escupió, temblando de furia. Ahora se dirigió a Harry —: ¡¿Por qué me detuviste?! ¡Pude darle su merecido! ¡Pude ahogarla en el lago negro si quisiera!
—¡Pero no te iba a dejar hacer eso! —se justificó, Harry.
—¡Está arruinando la vida de otros! ¿Y me voy a quedar aquí de brazos cruzados? ¡Por Merlín! ¡Mamá debe de estar furiosa de que alguien como ella tenga su puesto!
—No hay que hacer enfadar a Rita Skeeter —añadió Ron nervioso—. Te lo digo en serio, Nox. Les buscará algo para ponerlas en evidencia...
—¡Quiero ver que lo intente! —comenzó a dar grandes zancadas en dirección de regreso al colegio, soltando maldiciones cada tres pasos que daba.
No se detuvo en ningún momento, parecía un carbón encendido, llena de furia, y desafortunadamente Padma Patil tuvo recibió una pequeña dosis del coraje que cargaba Nox en ese momento.
—¡Guau! ¡Tranquila! Solo quería preguntar si habías visto a Parvati —alzó las manos, como si intentara protegerse de Nox, que daba algo de miedo —. ¿Eso es sangre?
—Perdoname, Padma. Esa maldita de Skeeter me saca mucho de mis casillas. Y no lo es, le lancé mi bebida a esa mujer.
—A cualquiera —estuvo de acuerdo —, y definitivamente debí estar en primera fila cuando le lanzaste eso, debió ser increíble, y hablando de asquerosidades: ¿leíste lo que publicó sobre el profesor Hagrid? Es... No quiero sonar mal, pero es impresionante.
—Lo sé, pero lo quiso ver mal... Esa maldita...
Juntas comenzaron a subir las escaleras del vestíbulo, comenzando a encaminarse a la sala común de Ravenclaw, pero en el camino se toparon a Cedric y Cho, que esta última llevaba un libro muy grueso en la mano, con un rostro muy triunfante.
—¡Por fin hemos encontrado algo! —anunció Cedric, cuando estuvieron más cerca de las otras dos chicas.
—¿A qué se refieren? —preguntó Padma.
—Bueno, he descubierto el enigma del huevo, tengo que respirar bajo el agua por al menos una hora.
Nox y Padma abrieron mucho los ojos, hasta el coraje que Nox tenía por dentro se desvaneció como la pólvora que no logró encender. No sabía que era más peligroso, si enfrentar a un dragón o sobrevivir bajo el agua por minimo una hora.
—¡Están dementes! —exclamó Nox, después de escuchar la noticia.
—Un poco. La verdad es que me costó demasiado averiguar el enigma...
—¡Pero encontramos la respuesta! —interrumpió Cho, con emoción, alzando el grueso libro —. Unas clases antes de las vacaciones, el profesor Moody se enteró que me gustaba bastante biografías y las historias de ese tipo, así que me dió este libro —sacudió el libro. En la pasta dura adornaba un enorme título: «Y. Graunt y la historia de las predicciones» —. Es una historia bastante interesante, pero en una página mencionaba sobre como tuvo que escapar saltando a un lago, y tuvo que usar un hechizo para nadar por debajo del agua para que no le vieran.
Nox, escuchaba todo con atención, tratando de retener la máxima información en su corta memoria. Se sentía un poco mal por no prestar atención o ayudar a Cedric con su enigma. Sabía que era algo de una sola persona, pero para ser sinceros: todos los campeones recibían ayuda, a pesar de que no era algo totalmente permitido. ¿Será que Harry sabe de eso? Pero su boca preguntó antes de que siquiera lo pensara.
—¿Harry lo sabe? —preguntó Nox, entre los comentarios que hacían sus tres amigos.
Todos se voltearon hacia ella, como si hubiera preguntado si habían desayunado cereales con mayonesa y agua.
—Si, se lo dije la noche del baile —respondió Cedric. Nox se alivió un poco—. Él me ayudó con lo de los dragones, no estaría mal devolverle el favor.
Durante las próximas semanas hasta febrero, los cuatro se dedicaron a practicar un hechizo casco-burbuja, que era el que Cho había leído en aquél libro. Festejaron demasiado cuando el casco dejó de tener agujeros. Cedric les había explicado que había abierto el huevo capturado debajo del agua, y una voz cantó, diciendo el enigma. En ratos libres se dedicaban a averiguar a qué se refería la canción con ese tal tesoro.
—No sabía que te gustaran las historias de autobiografías y esas cosas —le dijo Nox un día que estaban sentadas en el suelo, en uno de los pasillos del castillo.
—Bueno, la verdad es que sí —dijo mientras extendía una bolsa pequeña con malvaviscos a Nox.
—A mí un poco —tomó un malvaviscos —, pero prefiero el terror y el horror. Me parece fascinante desde que tengo memoria. El como pueden sembrarte miedo con solo palabras y descripciones, es increíble.
—Eso es algo digno de ti —ambas rieron —. Sabes, siempre nos imagino de mayores, recordando y escribiendo juntas.
Nox se volvió a su mejor amiga —¿Escribiendo?
—Si, no sería un mal pasatiempo, has escrito pequeños renglones en eso del pedo, y lo haces muy bien...
—P.E.D.D.O. —corrigió —, además, ya no soy parte de eso, Granger me expulsó.
—Por la tremenda cagada que hiciste.
Mientras los dias pasaban, Cedric volvía a ponerse cada vez más nervioso: se pasaba la mayoría del tiempo con Cho, practicando un sin fin de encantamientos acuáticos, y por supuesto, el casco burbuja. Y así como pasaban los días, también Harry se pasaba de largo cuando Nox intentaba dirigirme la palabra. En una ocasión, Hermione lo tomó por los hombros y lo llevo a otra dirección, diciendo «Él no quiere hablar contigo».
Un dia antes de la prueba mientras cenaban, el profesor Flitwick llegó con ambas chicas, pidiendo que lo siguieran para algo importante que no podía lograr solo. Se despidieron de Cedric y se alejaron hasta llegar al despacho de la profesora McGonagall, donde se encontraba Hermione y una niña muy rubia y pequeña.
Hermione al ver a Nox se cruzó de brazos y miró a otro lado con la frente arrugada. Nox bufó.
—Supongo que se preguntarán que hacen todos ustedes aquí —comenzó la profesora —. El huevo que recibieron los campeones, si lo abrían bajo el agua les daba una pista (si es que lo resolvieron). Así que ustedes son lo que más valoran, quiero suponer que saben de quién son exactamente. Estarán bajo el agua, no se preocupen, todo será completamente seguro, el enigma no es literal —se apresuró a decir cuando vió a Hermione con la mano alzada—, solo es una medida de tiempo por cuestión del torneo.
Nox miró a las personas presentes, intentando analizar lo que decía la profesora, pero su cerebro en ese momento no estaba muy listo para esas cosas. La profesora les tendió un frasco tan pequeño como su pulgar, con un líquido azul.
—Bien, ahora bebanlo... No sabe mal, señorita Delacour —señaló la profesora.
Nox le quitó el tapón al frasco y se tomó el líquido tan rápido como tuvo. Ni siquiera tuvo oportunidad de pensar en el sabor que tenía, cuando sintió sus piernas flaquear y caer al vacío de un sueño inexistente que instantes después fue roto. Sintió su cabeza salir a la superficie del agua helada del lago negro tan rápido como cuando cayó dormida.
Tosió varias veces, dejando salir el agua de su cuerpo. Parpadeó muchas veces, ya que el cielo brillante la había segado unos instantes.
—¿Tú? —fue lo primero que salió de Nox al ver a Harry, intentando respirar todo el aire que pudiera —¡No! O sea, ¿yo? Quiero decir, ¡creí que sería Cedric! —luego miró a la niña que había visto antes de caer— ¿Qué hace ella aquí?
—Fleur no apareció. No podía dejarla allí —contestó Harry jadeando.
—Harry... —dijo Nox mientras un ligero calor llegaba a su rostro—. ¡No me digas que te tomaste la canción muy literal! Nadie nos habría dejado ahogarnos allí.
—Pero la canción decía...
—¡Era sólo para asegurarse de que te dabas prisa en volver! —replicó Nox—. ¡Eres demasiada buena persona! Espero que te den puntos extras por esto.
Nox vió a la pequeña niña de cabello plateado, intentando lo mejor de sí misma en mantenerse a flote. Nox nadó hacia ella, intentando ayudarla.
—¡Sube! —señaló a su espalda —. No pasará nada, lo prometo.
—Dejame a mí...
—No, Harry. Ya has hecho bastante con traernos de vuelta. Gracias.
Le sonrió como siempre solía hacer, solo que esta vez una muy temblorosa.
Nadaron hasta la orilla, donde ya estaban atendiendo a sus dos mejores amigos. Cuando por fin tocaron la superficie, la hermana de Fleur bajó de su espalda y salió corriendo a su hermana, mientras que Nox hacia lo mismo hacia Cedric y Cho.
—¡Están aquí! —abrazó a cada uno —¡Lo lograste también! Por un momento creí que sería yo tú rehén...
—Ya viste que no —dijo Cedric mientras le salía humo por las orejas —. Y veo que Harry ya no está tan enfadado contigo.
—Debe de estar furioso...
No pudo seguir hablando, ya que Madame Pomfrey la jaló para sentarla junto a los demás.
—Atienda a «Gabguielle» —le dijo Fleur a Madame Pomfrey, y luego se volvió hacia Harry—. Tú la has salvado —le dijo casi sin resuello—. Aunque no «ega» tu «gueén».
—Sí —asintió Harry.
Fleur se inclinó, besó a Harry dos veces en cada mejilla. Nox sintió como el pecho se le oprimió por unos instantes, y el enojo se hizo presente en su rostro, pero luego se dirigió a ella:
—Tú también la ayudaste.
—Sí, pero solo un poco...
Fleur se abalanzó también sobre ella para besarla también. Sintió las mejillas calentarse demasiado; era más por el recuerdo de que por su culpa no recordaba nada de la primera prueba... ¿Si hubiese hecho lo mismo esta vez, hubiese rescatado a su hermana? ¿O tan siquiera hubiera sobrevivido para sí misma?
—Ugh... Francesas... —se quejó Nox, mientras se limpiaba donde la habían besado.
Las jueces callaron sus preguntas mentales para dar las puntuaciones. Todos gritaban escuchando las calificaciones. Nox aplaudió muy fuerte cuando se enteró que Cedric había sido el primero en llegar, le habían dado cuarenta y siete puntos.
—El señor Harry Potter ha utilizado con mucho éxito las branquialgas —prosiguió Bagman—. Volvió en último lugar, y mucho después de terminado el plazo de una hora. Pero la jefa sirena nos ha comunicado que el señor Potter fue el primero en llegar hasta los rehenes, y que el retraso en su vuelta se debió a su firme decisión de salvarlos a todos, no sólo al suyo.
Nox dirigió a su amigo, que se ponía cada vez más colorado, lo miraba con exasperación y compasión. Volvió a sonreír.
—La mayoría de los miembros del tribunal están de acuerdo en que esto demuestra una gran altura moral y que merece ser recompensado con la máxima puntuación. No obstante, la puntuación del señor Potter son cuarenta y cinco puntos.
Abrió la boca con sorpresa, y así como hizo con Cedric: comenzó a aplaudir muy fuerte mientras daba pequeños saltos alegres.
Después de ese día, Harry ya no se comportaba tan cortante como hacía antes, pero mantenía su distancia.
—¿Podemos hablar? —interrumpió Nox, la plática que tenían los tres amigos, mientras subían la escalinata en dirección al colegio —. Los tres.
Ellos se miraron entre ellos, viendo como el cabello de Nox comenzaba a secarse y a esponjarse terriblemente. Su rostro estaba pálido, resaltando levemente sus pecas y las marcas rojas de su acné en el rostro.
—Yo quiero disculparme, por lo de navidad —empezó—. Sé que ha pasado mucho de eso, pero no puedo evitar pensar en ello cada vez que los veo.
Hermione se cruzó de brazos.
—Bueno, realmente era lo que esperaba de ti... —habló Hermione —. Tarde, pero lo esperaba.
—Si, me comporté como una estúpida esa noche, aunque no recuerde nada... —suspiró—. Perdón por... Eso, Ron —sintió la vergüenza calentarle las orejas.
—Se sintió el sabor a whisky de fuego, lo sospeché —Nox torció la boca —. No estuvo tan mal.
—¡Ron! —regañó Hermione.
—¿Qué? ¿Uno no puede ser sincero? —Hermione lo fulminó y después señaló a Harry con la mirada —Pero no lo vuelvas a hacer.
Nox torció la boca, algo poco parecido a una sonrisa.
—Yo lamento mucho lo que te dije, Harry, esa noche —se sinceró en su dirección —. No debí decirlo de esa forma tan fea. Ya sabes lo que dicen: los niños y los ebrios dicen la verdad, pero definitivamente ese no era el modo. Espero y puedas perdonarme por eso.
Nox quería cerrar los ojos, se estaba hundiendo de la vergüenza, y quería que la tierra se la tragara en ese preciso momento. Ahora estaba esperando lo peor, pero afortunadamente no llegó.
—Está bien, ya pasó —fue lo primero que dijo—. Ya lo superé, no te preocupes.
Eran palabras que ni un troll sería capaz de creerse, pero Nox fingió demencia, como siempre hacía.
Los días avanzaban y Nox sentía que podía volver a respirar con más facilidad. Ayudaba a Cho a estudiar para sus TIMOS, ya que la tenían muy estresada durante esos días, ella le prometió que la ayudaría con los suyos el próximo año, así que Nox se alivió un poco más. Mientras avanzaban hacia la biblioteca se toparon con Padma, que se dirigía a Nox con una notable cara de preocupación.
—¿Qué has hecho, Nox? —le dijo.
—¿A qué te refieres?
En respuesta le tendió una revista. En ese momento su cerebro empezó a trabajar, y comenzó a pasar las hojas, hasta que se encontró con la que buscaba.
«La pena secreta de Harry Potter»:
Tal vez sea diferente. Pero, aun así, es un muchacho que padece todos los sufrimientos típicos de la adolescencia, nos revela nuestra gran escritora anónima. Privado de amor desde la trágica pérdida de sus padres, a sus catorce años Harry Potter creía haber encontrado consuelo en Hogwarts en su novia, Hermione Granger, una muchacha hija de muggles. Poco sospechaba que no tardaría en sufrir otro golpe emocional en una vida cuajada de pérdidas.
La señorita Granger, una muchacha nada agraciada pero sí muy ambiciosa, parece sentir debilidad por los magos famosos, debilidad que ni siquiera Harry ha podido satisfacer por sí solo. Desde la llegada a Hogwarts de Viktor Krum, el buscador búlgaro y héroe de los últimos Mundiales de quidditch, la señorita Granger ha jugado con los afectos de ambos muchachos.
Krum, que está abiertamente enamorado de la taimada señorita Granger, la ha invitado ya a visitarlo en Bulgaria durante las vacaciones de verano, no sin antes declarar que jamás había sentido lo mismo por ninguna otra chica.
Sin embargo, podrían no ser los dudosos encantos naturales de la señorita Granger los que han conquistado el interés de estos pobres chicos.
«Es fea con ganas —nos declara Pansy Parkinson, una bonita y vivaracha alumna de cuarto curso—, pero es perfectamente capaz de preparar un filtro amoroso, porque es una sabelotodo. Supongo que así lo consigue. Y también esa Figg, ¿han visto los granos de su cara? Sé que no se lleva bien con Granger, se les ve compitiendo constantemente, tanto por unas calificaciones como por Harry Potter».
Y así como se mencionó anteriormente, también se ha visto a Potter que ha intentado conseguir un poco de consuelo en una «amiga» suya del mismo colegio, de nombre Misery Figg.
Se les vió discutir durante varias ocasiones, donde la señora Figg negaba de forma despectiva todo sentimiento que el señor Potter le declaraba:
«No sé cuántas veces tengo que dejarlo claro, si no te bastó con escucharlo a escondidas —declaró la señorita Figg—, te lo digo en tu cara: NO-ME-GUSTAS. ¿Qué querías? ¿Que viniera contigo, tragandome la mentira de que veníamos como amigos? ¡Por favor! Eso ni un troll se lo cree».
Una clara decepción y un buen ejemplo de una persona sin empatía. Muchos testigos confirman que Misery Figg se encontraba en estado de ebriedad en ese momento, teniendo en cuenta que en el colegio está estrictamente prohibido las sustancias ilícitas.
Y como es natural, los filtros amorosos también están prohibidos en Hogwarts, y no cabe duda de que Albus Dumbledore estará interesado en investigar estas sospechas. Mientras tanto, las admiradoras de Harry Potter tendremos que conformarnos con esperar que la próxima vez le entregue su corazón a una candidata más digna de él.
La extraña sensación de querer vomitar surgió de la boca del estómago. Le comenzaron a temblar las manos, pero no sabía si de furia o preocupación. Su padre leía esa revista por la sección de recetas, y era obvio que se detendría a leer para ver qué pasaba con Harry, y si leía el nombre de Nox, recibiría una remienda. Tal vez sería más fácil darle una explicación a su padre si viniese el nombre de Rita Skeeter en el artículo, cosa que no venía incluída.
Justo cuando comenzaba a sentirse más calmada y en paz, surgen ese tipo de cosas. Por fin había hecho las paces con Harry, y ahora el recuerdo de aquella noche surgiría de nuevo en él, a pesar de admitir que ya lo había «superado».
Un día de esos durante el desayuno, las lechuzas llegaron, pero un montón más llegaron con Nox. No entendía por qué. Abrió una de las cartas que estaba escrita con recortes de varias cosas, ya sea palabra por palabra o letra por letra:
ÉL sE mEreCe a aLguiEn quE lO quIeRa dE veRdaD.
Nox razgó la carta por la mitad, pero fue un gran error, ya que explotó en su cara, salpicando solo a ella con una sustancia roja como sangre, por el olor a perro muerto, identificó que era sangre de escarabajo azul, que era muy difícil de quitar.
No se había dado cuenta que había un vociferador, y por no abrirlo con tiempo, explotó ahí mismo, pero era la voz de su padre:
—¿EN QUÉ DEMONIOS ESTABAS PENSANDO, MISERY NOX FIGG-CATTERMOLE? —se escuchaba la voz de su padre en todo el gran comedor. Todos se voltearon a ver —¡TE DÍ PERMISO DE QUEDARTE Y CON ESTO ME RESPONDES! ¡DANDO EL MAL EJEMPLO POR AHÍ! ¡ASÍ NO FUE COMO TE EDUCAMOS! ¡QUE NI SE OCURRA HACER ALGÚN OTRO ESCENARIO DE ESTOS!
La carta siguió gritando con la voz de su padre por unos momentos más, para después prenderse fuego. El silencio reinó por solo unos segundos, para después las risas estallaran por el comedor, que provenían más de la mesa de Slytherin, que la señalaban, intentando controlar el dolor de estómago provocado por las carcajadas. Nox sintió el nudo en su garganta apretarle, y las comisuras de sus labios alargarse hacia abajo.
Se levantó con el rostro salpicado de sangre de escarabajo azul y salió corriendo de ahí, con el rostro comenzando a inundarse de lágrimas (que no borraban la sangre). Salió hacia el vestíbulo y salió del castillo, sin saber a dónde dirigirse, pero toda la tristeza que sentía se esfumó de pronto. Si pudiera regresar las lágrimas, lo haría.
Su mente se puso en blanco, y la sensación de estar flotando cómodamente llegó a su cuerpo. Se sentía tan bien...
«Ve al bosque prohibido...», le ordenó la voz. Nox obedeció sin chistar.
No sabía cuánto tiempo había caminado, pero no le importaba en lo absoluto, ya que ni siquiera sus piernas se cansaban o dolían a la hora de pisar mal alguna piedra que escondía el suelo. Caminó entre los árboles, y el miedo de perderse jamás apareció, solo seguía siguiendo órdenes como una marioneta. Llegó a un punto dónde su memoria no estaba guardando lo que veía, solo seguía la ruta que la voz en su cabeza le ordenaba cada que pasaba un tronco de árbol.
«Detente... El hombre que se encuentra enfrente de ti... debes torturarlo, no te detengas... ».
Nox sacó su varita de la túnica y apuntó hacia el hombre que se encontraba frente a ella. No le importó su aspecto, ni mucho menos de quién se trataba. Sus ojos habían vuelto a cambiar, y la inexpresión de su rostro asustaría a cualquiera, incluyendo al hombre que se encontraba enfrente, tumbado en el suelo, estirando la mano, en búsqueda de piedad.
No necesitó formular palabras y hechizos para hacer que el hombre se retorciera de dolor. El rostro de Nox no gesticulaba, no fruncia, y cualquiera que la viera creería que no parpadeaba. Hacía cortes físicos con la varita, salpicando de sangre humana su uniforma y parte del rostro. Pero a nadie le importaría; acababa de salir del gran comedor salpicada de sangre de escarabajo azul.
Los gritos del hombre cortaban a los oídos sordos de Misery, pero no eran lo suficientemente fuertes como para llegar a la copa del árbol más alto.
No tenía ninguna intención de detenerse, su mente estaba flotando en aquella majestuosa comodidad, y no quería irse de ahí.
Chapter 22: 21. La tierra sobre la cama
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Capítulo 21
La tierra sobre la cama
La primavera se acercaba, y para Nox le era algo extraño no ver a sus amigos estresados practicando para los partidos de quidditch, aunque en esta ocasión era diferente: uno se entrenaba para la última prueba en el torneo, y otra para sus exámenes de los TIMOs.
Siempre que despertaba, se preguntaba porque lo hacía con los zapatos puestos y llenos de tierra, ensuciando su cama, tal vez era sonámbula y no se estaba dando cuenta de ello.
Seguía algo triste por el vociferador que había recibido por parte de su padre; le envío una carta respondiendo que todo lo que mencionaba la revista era falso, y que lo había escrito Rita Skeeter (aunque las palabras que escribieron, si eran suyas), se suponía que sabía cómo era aquella mujer, eso pareció ser suficiente para calmarlo, quería pensar que su abuela tenía algo que ver detrás.
Se imaginó lo horrible que se hubiese tornado la situación si se enteraba que le gustaba aquella chica de Beauxbatons, aunque no sabía que pensar al respecto, ya que no le dirigía la palabra, solo la saludaba con una vista por los pasillos. Había cambiado su actitud con ella después del baile, tan solo recordaba que le había mencionado algo que no le agradaba a Amélie, así que por ello decidió separarse de Nox. A la pelinegra no le quedó de otra más que aceptarlo, una vez más.
Las cartas de personas que odiaban a Nox seguían llegando, pero con el paso de los días dejaron de hacerlo, como si ya no tuvieran más ideas que mandar; de todos modos, Nox ya no las abría, no quería correr el mismo riesgo que Hermione. La salpicadura en su rostro por fin se había quitado, pero las marcas de sus granos y las ligeras pecas de la nariz no tenían intención de desaparecer también.
En una de sus caminatas solitarias, una vez más sintió flotar su cuerpo, y su memoria comenzó a borrarse, como si estuvieran tomando control de ella también, no solo de su cuerpo. Se dirigió al bosque, y una vez más torturó a aquél hombre sin ninguna expresión en su rostro, lanzando hechizos hasta hacerlo perder la cordura.
Cada vez más comenzaba a oscurecer, y quién le decía aquellas cosas parecía no querer detenerse por un largo tiempo. Ella no sentía cansancio, y tampoco su subconsciente le importaba poco aquello.
A la distancia se escucharon unas voces ajenas que distrajeron a la que controlaba su mente, así que Nox se detuvo. El hombre frente a ella pareció aprovechar la micro oportunidad, así que se puso de pie y salió corriendo de ahí con las pocas fuerzas que tenía. Nox seguía sin hacer nada, solo se quedó de pie, esperando órdenes entre las nubes de su mente. Pasaron minutos, y por fin la voz volvió a dar otra orden:
«¡VE POR ÉL!», ordenó.
Giró sobre sus talones y salió corriendo de ahí, siguiendo el mismo camino que el hombre tomó. Tropezó varias veces, ya que la oscuridad consumía el bosque, y jamás se le dió la orden de encender una luz, así que corrió a tientas. Al salir, se encontró con uno de los campeones: Viktor Krum, que intentaba sujetar a Barty Crouch por los brazos, ya que hablaba desesperadamente y cruzando recuerdos entre sus palabras. Cuando Viktor giró para ver en dirección hacia el castillo, Nox recibió la orden de atacarlo, y así lo hizo, tan inmediato como llegó la orden a su mente, lo aturdió y cayo desmallado en la oscuridad de las orillas del bosque.
El hombre volvió a salir corriendo, pero no le dijeron que lo siguiera, así que permaneció ahí, inmóvil, viendo el desastre que había hecho, instantes después solo sintió como algo chocaba contra ella, dejándola inconsciente al igual que a Viktor Krum, cayendo secamente al suelo.
«Aceptalo... Debes de hacerlo... Sus almas... Pronto tu objetivo se hará realidad...», le pedían las voces que tanto la estaban atormentando.
—¡Enervate!
Abrió los ojos y parpadeó varias veces, intentando acostumbrarse a la luz que le estaba apuntando en la cara. Se sentía asustada, ya que no sabía cómo es que había llegado ahí. Estaba tumbada en el suelo húmedo, le dolía la cabeza, como si se hubiese golpeado.
—¿Qué pa-...?
No pudo terminar su pregunta, ya que la voz de Viktor Krum comenzó a señalarla.
—¡Ella me atacó! ¡Escuché a alguien «corrrerr» y era ella!
—¿Qué? ¡No sé de qué estás hablando! ¡Ni siquiera sé qué hago aquí!
—¡Y también el otro «hombrre»!
—¡No sé de qué estás hablando! —repitió. Nox comenzaba a desesperarse. Se sentó mientras las manos le temblaban —. ¡Y-yo no entiendo qué está pasando!
Logró distinguir entre la luz cegadora a varias figuras, entre ellas la de Hagrid, por la gran diferencia de tamaño. Parecía furioso, ya que se agitaba como si hubiese corrido un maratón.
—Señorita Figg, no sé preocupe, yo me encargo de esto —le dijo el profesor Dumbledore a Nox, con un tono bastante amable. Nox no supo que decir, ya que no era normal o común que el mismísimo director se dirigiera a ella —. ¡Hagrid, ten la bondad de acompañar a Harry y a la señorita Figg al castillo! —le dijo Dumbledore con brusquedad, sin mover la luz de su rostro.
Resoplando de furia, Hagrid echó una dura mirada a Karkarov que se encontraba ahí también, entre las enormes manos del furioso Hagrid.
—Creo que sería mejor que me quedara aquí, director...
—Llevarás a ambos de regreso al colegio, Hagrid —le repitió Dumbledore con firmeza, no como una pregunta—. Llévala hasta la puerta de la sala común de Ravenclaw y después acompaña a Harry a la torre de Gryffindor. Y, Harry, quiero que no salgas de ella. Cualquier cosa que tal vez quisieras hacer... como enviar alguna lechuza... puede esperar a mañana, ¿me has entendido?
—Eh... sí —dijo Harry, mirándolo. Se dirigió a Nox y le extendió la mano para ayudarla a ponerse de pie—. Vamos, Nox.
La luz se apagó de pronto, ahora sabía por qué se refería Dumbledore a ella de esa forma, así que la volvió encender con un Lumos.
—Dejaré aquí a Fang, director —dijo Hagrid, sin dejar de mirar amenazadoramente a Karkarov, que seguía despatarrado al pie del árbol, enredado con pieles y raíces—. Quieto, Fang. Vamos, chicos.
Caminaron en silencio, pasando junto al carruaje de Beauxbatons, y luego subieron hacia el castillo. Nox tambaleaba de vez en cuando. Le dolían las rodillas, y al mirarlas cuando movió su túnica, vió que tenia raspones frescos en ellas. ¿La habrán visto? ¿Y si en realidad fue ella quién atacó a Krum? Estaba pálida, y temblaba.
—Cómo se atreve —gruñó Hagrid cuando iban a la altura del lago—. Cómo se atreve a acusar a Dumbledore. Como si Dumbledore fuera a hacer algo así, como si él deseara tu entrada en el Torneo. Creo que nunca lo había visto tan preocupado como últimamente. ¡Y tú! —le dijo de pronto, enfadado, a Harry, que lo miraba desconcertado—. ¿Qué hacías paseando con ese maldito Krum? ¡Es de Durmstrang, Harry! ¿Y si te echa un maleficio? ¿Es que Moody no te ha enseñado nada? Imagina que te atrae a su propio...
—¡Krum no tiene nada de malo! —replicó Harry mientras entraban en el vestíbulo—. No ha intentado echarme ningún maleficio. Sólo hemos hablado de Hermione.
—También tendré unas palabras con ella —declaró Hagrid ceñudo, pisando fuerte en los escalones—. Cuanto menos tengan que ver con esos extranjeros, les irá mejor. No se puede confiar en ninguno de ellos.
—Pues tú te llevabas muy bien con Madame Máxime —señaló Harry, disgustado.
—¡No me hables de ella! —contestó Hagrid, y su aspecto se volvió amenazador por un momento—. ¡Ya la tengo calada! Trata de engatusarme para que le diga en qué va a consistir la tercera prueba. ¡Ja! ¡No hay que fiarse de ninguno! ¡Y tú, niña perturbante! —señaló a Nox, ahora la que dió un salto fue ella —¡No deberías juntarte con aquellos chicos se Beauxbatons! Quién sabe que tantas cosas te querrán sacar de Cedric Diggory.
—¡Ya ni siquiera hablo con ellos! —saltó Nox, con algo de frustración—. Además, ¿pueden dejar de hablar? —dijo en voz alta. Ambos se detuvieron y se giraron a verla, como si apenas hubiesen recordando que ella venía con ellos —. No me siento muy bien cómo para escucharlos hablar tan alto.
Llegaron frente a la puerta de la sala común de Ravenclaw, pero Nox seguía desconcertada y no podía pensar con claridad el acertijo que le estaba presentando el águila en la puerta:
—Estás escapando de un laberinto, y tienes 3 puertas delante. La puerta de la izquierda lleva a un ardiente infierno. La puerta del centro a un brutal asesino. Y la puerta de la derecha a un león que no ha comido en 3 meses. ¿Qué puerta escoges?
No quiso contestar. Ya había quedado antes afuera por responder mal, y su cerebro no estaba funcionando en ese preciso momento. El cuerpo le dolía, al igual que la cabeza. Las miles de dudas en su mente seguían agitando sus pocos recuerdos.
—¿Harry? —llamó Nox. Este se dió vuelta tan rápido que tenía miedo de que se haya lastimado el cuello —¿Crees que puedas ayudarme?
—¿Ahora?
—No, mañana. ¡Claro que ahora, cuatro ojos!
Él rodó los ojos con cierta diversión. Tenía bastante tiempo que no lo llamaba de aquella forma. Escuchó el acertijo y se quedó pensando un tiempo, mientras que se escuchaban los pensamientos que Hagrid decía en voz alta, viendo las escaleras con enojo, como si estas tuvieran la culpa.
—Creo que lo tengo —su rostro parecía decir lo contrario.
—No lo tienes, ¿cierto?
—No.
—Genial.
Se quedaron unos instantes en silencio, no sabía precisamente si era porque no tenían nada que decir, o tal vez seguían pensando en el enigma que tenían enfrente.
Se seguían escuchando los murmullos enojados de Hagrid. Nox agradecía que sus pensamientos no se escucharan tan fuertes como los del semigigante.
Harry parecía querer hablar, pero las palabras no parecían salir. Nox tomó la iniciativa.
—Creo que yo fuí quién atacó a Krum... —susurró, con la vista perdida en la puerta. Harry se volvió hacia ella.
—¿Por qué dices eso? —le preguntó.
Nox le echó un vistazo a Hagrid, que seguía murmurando por lo bajo, después se hizo la túnica a un lado, mostrando sus rodillas raspadas y sucias. Seguían doliendole, y hacia pequeñas muecas cuando sintió el roce de la túnica en las heridas. Harry abrió los ojos, preocupado.
—¿En qué momento te hiciste esto? —volvió a preguntar, viendo la respuesta de su última pregunta —. Debemos ir a la enfermería...
—Viktor dijo que escuchó a alguien correr, y realmente creo que si haya sido yo como dijo él. De verdad no sé —se apresuró a decir, cuando vió a Harry abrir la boca para hablar— cómo es que llegué a ese punto... Me han estado pasado cosas muy extrañas, Harry. No recuerdo irme a dormir con la túnica puesta, despierto con tierra en la cama... No entiendo...
—Deberias de decirle a alguien, Nox —sugirió Harry, pero ella negó varias veces con al cabeza —. Deberías de decirle a Dumbledore, el tal vez podría ayudarte, como suele hacer con los demás.
—No, no quiero causar problemas. Dumbledore me defendió diciendo que yo no había sido, no lo quiero hacer ver cómo un mentiroso, más enfrente de Hagrid... —lo miró de reojo —. No se lo vayas a decir a nadie, por favor.
—Pero, tal vez alguien te ha estado controlando —de pronto en su rostro reflejó una idea—: ¿Crees qué haya alguien más que pueda hacer lo mismo que tú?
—No lo sé, no lo había pensando de esa forma. Pero aún así, por favor, no se lo digas a nadie, mucho menos a Cedric, Cho o Padma, sé que no despegarian un ojo de mí si se enteraran.
Harry se quedó pensando, dudoso con lo que le pedía la pelinegra, pero simplemente negó con la cabeza.
—No, no podría, Nox. Eres muy importante para ellos, como tú para mí lo eres también —comenzó a sonrojarse—. No quiero que te llegue a pasar algo, y que gracias a una promesa no pueda decir algo.
—No me pasará nada...
—Ya te pasó... —señaló la herida de sus piernas.
—Es diferente.
—No lo es —insistió —. Anda, Nox. No es bueno que intentes ocultar algo como esto, no sabemos qué cosas están pasando o qué loco se esté atreviendo a atacar a la gente por ahí.
—¡Porque ese loco soy yo! —intentó bajar la voz —. ¡Ataqué a Krum!
—No, te obligaron a hacerlo, que fue muy distinto, Nox —tomó un largo suspiro —. Es algo de lo que ahora me preocupo, Nox, eres mi mejor amiga, y no quiero que algo te pase, algo más...
Nox sintió como el calor le subió por el cuello hasta las orejas. Tenía años que no le llamaba de esa forma, una chispa dentro de ella se encendió como una vela que llevaba esperando tanto tiempo en ser encendida.
—No sabía que era tu mejor amiga —fue lo primero que dijo, aún pasmada.
—Bueno..., siempre lo has sido —intentó ocultar su rostro sonrojado, mirando a otra parte.
—Eres demasiado bondadoso, Harry —sonrieron—. Tú también eres mi mejor amigo.
—¿En serio? —preguntó, muy sorprendido, Nox soltó una risita.
—Claro que sí, pero no se lo vayas a decir a Cedric, se pondrá furioso. Él también lo es, pero quiere esa exclusividad.
El que rió esta vez fue Harry, haciendo el corazón de Nox saltar.
—Claro —prometió, Harry.
—¿Por el ojo izquierdo?
—¡No voy a prometer algo así! —ambos rieron —. Solo no se lo diré, eso lo harás tú.
Nox volvió a reír, contagiando a su amigo azabache, pero las risas se interrumpieron cuando un carraspeo aún enojado de Hagrid se hizo presente.
—¡Rápido, tórtolos! —gruñó para después seguir murmurando al suelo.
En esa situación, Nox fácilmente hubiese dicho algo a la defensiva, negando tal cosa, pero en ese momento no le surgió algo parecido. Solo sintió sus orejas hervir más.
—Tú no soportarías no comer por tres meses, ¿no? —soltó de pronto Nox, mirando la puerta de sus sala común.
—Con los Dursley era algo similar, estoy adaptado... ¿Qué tiene que ver con eso? —Nox sonrió.
—Eres un Gryffindor, tú sabes la respuesta —indicó. Se dirigió a la puerta, con la respuesta en la punta de la lengua —. Eligiría el león, ya que estaría muerto.
La puerta hizo un «¡Click!» y se abrió ligeramente. Harry se quedó un poco confundido, después abrió la boca con aires tontos, entendiendo por fin el acertijo.
—Ya sabías la respuesta —dijo Harry, con los ojos verdes brillando.
—Desde hace rato, solo quería quedarme un rato más.
Nunca había visto aquella sonrisa en el rostro de Harry: llena de felicidad y un toque de picardía en ella, como si un plan malvado estuviera resultando bastante bien, pero no quitaba el sonrojo que se había esparcido en su rostro.
En cambio, Nox sentía un leve temblor en las piernas y las manos, pero no estaba segura si eran las heridas o unos nervios que no recordaba haber sentido antes. Eran muy similares a los que una vez llegó a sentir con Terry, o con Amélie, pero en esta ocasión era como si temblaran por alguna exigencia, como si pidieran a gritos algo, pero Nox sabía qué era.
—Siempre has sido muy lista, Nox —confesó Harry, sin apartar la mirada.
Usualmente la mirada de Nox era de miedo, quemaba a quien sea que se atreviera a mirarla sin conocerla. Sus ojos tan grises y oscuros como una noche de neblina, llena de secretos y curiosidades que pocos se atrevían a explorar, pero Harry era lo que más quería en el mundo, desde hace ya bastantes años, quería explorar que había del otro lado de aquella neblina.
En esta ocasión, el resplandor de los ojos verdes de Harry eran los que quemaban los de Nox, como si fuera un reflector sobre ella, buscándola y analizandola, incluso se podría decir que intimidandola.
—Bueno, no soy tan lista como Granger —rechazó el comentario.
—Pero tú no eres ella —insistió. No podían evitar seguir mirándose a los ojos, como si dos polos opuestos se tratarán —. Eres muy diferente... Eso lo hace mejor —el corazón parecía que le quería explotar cuando vió alzar su mano y acomodar un mechón rebelde de su enorme cabello por detrás de la oreja de Nox, pero en ningún momento apartó su mano de su mejilla, como si quisiera sentir hasta el último poro de su imperfecta piel.
Nox no sabía cómo reaccionar, no sabía cómo se sentía, que decir, o como moverse, solo sabía que posiblemente se veía como una idiota con solo las manos a los costados de su cuerpo, colgando muy estúpidamente. No sé le ocurría algún comentario sarcástico, y parecía ser que a Harry tampoco. No quería que el momento se acabará, pero tampoco que durara eternamente. Quería que se pausara el tiempo, correr dentro de la sala común, preguntarle a Cho y Padma qué debería hacer, regresar y continuar.
No sabía en qué momento había avanzando tanto, quedando a tan solo uno centímetros de separación, no entendía lo que pasaba. Todo el asunto que había pasado tan solo minutos antes ya era cosa del pasado, ya no sentía miedo, todo estaba cambiando por confusión y mucho calor.
—¡Es hora de irnos, Harry! —gruñó una vez más Hagrid, ahora un poco menos molesto, pero sin dejar de patear un escalón.
Él regresó a su posición inicial tan rápido como un relámpago, Nox solo se sobresaltó y dió un paso atrás, bastante bochornosa. Sentía como si hubiese despertado de pronto de un sueño, uno muy bueno. Soltó una risa bastante nerviosa, intentaba buscar alguna cosa en su repertorio de chistes sarcásticos que guardaba en su mente, pero no lograba salir ninguno.
—Bien... Esto... Será mejor que se vayan, es noche —decía Nox, mientras avanzaba lentamente a la puerta ya abierta de su sala común.
—Si, será mejor que nos vayamos —estuvo de acuerdo, Harry, pero ambos sabían que no querían aquello —. Recuerda lo que dijo Dumbledore.
—Pero te lo dijo a ti —recordó, Nox.
—Si, pero me gustaría que también lo tomarás tú en cuenta —sonrió contagiando a Nox.
—De acuerdo, lo haré —no sabía qué más decir. Quería decir algo más, pero su cerebro no colaboraba en ese momento, como siempre solía hacer —. Te veo después.
—Te veo después.
Nox alzó la mano, sacudiendola lentamente, un gesto de despedida bastante común en ella.
—Vamos, Harry, o Dumbledore se enterará que te dejé más tiempo fuera de lo debido... —decía Hagrid mientras le daba una enorme palmada en el hombros mientras bajaban, pero Harry parecía no prestar atención en ello, ya que no podía dejar de ver a Nox.
Ella tampoco podía dejar de verlo.
Se adentró a la sala común, que no se encontraba tan abarrotada como suele ser después de las cuatro de la tarde.
No podía dejar de sonreír, su mente no podía evitar recordar esos pequeños gestos que habían compartido instantes antes, y su rostro le delataba bastante, ya que Padma que estaba saliendo de uno de los dormitorios, se encontró con una Nox bastante sonrojada.
—¿Pasó algo? —le preguntó si amiga, intentando averiguar lo que su rostro expresaba.
—Yo... No, estoy bien, solo me caí —señaló sus rodillas que aún temblaban, pero no de dolor —. Solo iré a darme una ducha, no fue nada grave.
—Pues... ¿Vale? —intentó decir Padma, al ver cómo Nox se dirigía a los baños, aún con aquella expresión en su rostro.
Durante su ducha, Nox no pudo evitar recordar una vez más lo que había pasado, haciendola sonreír idiotamente intentó limpiar sus heridas, que desafortunadamente le hicieron recordar lo que había pasado justo antes de eso, borrando su felicidad poco a poco.
Despertar a la orilla del bosque, con Krum acusándola de atacarla a ella, a ojos de el mismo Dumbledore y otros más. Quizá tenía razón, tal vez si fue ella quién lo atacó, el dolor de sus rodillas raspadas la estaba delatando, pero no lo hizo a propósito, por supuesto que no, pero ahora tenía las manos manchadas de culpa.
◦•●◉✿◉●•◦
Al día siguiente deseaba despertar con el mismo humor con el que entró la noche anterior a la sala común, pero parecía ser muy poco probable. Se sentía terrible por la supuesta culpa que sentía de haber atacado a Viktor Krum a la orilla del bosque, o peor aún, ¿cómo fue que llegó ella al bosque?
En clase de Historia de la magia ni siquiera se enfocó en prestar atención en el profesor Binns (como nadie hacía), era como quedarse dormida con los ojos abiertos, eso la sobresaltó de repente, como si el miedo a ser controlada sucediera de nuevo. Afortunadamente no llamó la atención del profesor, ya que seguía explicando como si estuviese hablando con sus propios pensamientos.
—¿Estás bien? —le preguntó Padma, que se encontraba sentada a su lado. Se había percatado de su sobresalto, y no era la única en el aula que lo notó.
—Si, solo me quedé dormida —soltó una risita nerviosa.
Volvió a enfocar su vista en el profesor, intentando concentrarse una vez más, pero solo se cuestionaba el por qué no recordaba ni una pizca de lo que había hecho antes de despertar ahí. Las dudas la tenían aterrorizada.
Cuando era la hora del receso, Nox se encaminaba al gran comedor, tal vez no tenía mucha hambre, pero de su mente no salía aquél tema sobre el ataque, intentaba con todas sus fuerzas recordar algo...
—¡Nox, espera! —le llamó la voz de Harry.
Sintió un pequeño tambaleo en sus piernas y manos, justo como en la noche anterior. Seguía sin saber qué hacer, ahora se arrepentía de no hablar de aquello con Cho y Padma.
Se dió media vuelta, pero no venía solo, ya que lo acompañaban como de costumbre Ron y Hermione. Una vez más, a Nox no le agradaba Hermione.
—Hola, ¿qué pasa? —saludó, como si la caricia en su mejilla jamás hubiese pasado.
—¿Estás bien? —le preguntó.
—Claro —fingió una de sus muy comunes sonrisas.
—¿Recuerdas algo de lo que pasó anoche? —preguntó esta vez Hermione. La sonrisa de Nox se borró tan de golpe como la pregunta.
—No —le respondió tan seco como una galleta en un desierto —. Cómo lo dije anoche, no recuerdo nada de nada, supongo que ya le preguntaron a Dumbledore o alguien más sobre ello.
—Al profesor Moody, de hecho —agregó Ron. Nox lo volteó a ver, sobresaltandolo un poco.
—¿Otra vez jugando a los detectives?
—¡Solo queremos saber qué pasó con Barty Crouch! —soltó Harry, haciendo a Nox tensarse —. Creemos que él fue quién los atacó a ustedes dos, a Krum y a ti, pero a la vez pensamos que no lo hizo, estaba muy débil como para hacerlo, parecía delirar o algo parecido. Moody nos dijo que utilizó el mapa, y no vió nada...
—¿Mapa? —preguntó Nox —. Mira, ya se los dije mil veces, y no quiero volver a decirlo: no recuerdo nada. No sé qué hacía ahí, como terminé ahí, ni como pasaron las cosas, tal vez estuve en un mal momento.
—Pero si estabas ahí Nox, es bastante sorprendente como no puedes recordar nada, no siquiera un ruido, o algo.
—Tú bien sabes a qué me refiero, Harry —comenzó a quemarlo con la mirada —. Además, no entiendo porqué les interesa asuntos que no los incumben —ahora miró a los tres.
—¡Tal vez desapareció! —saltó Ron, como si de una gran idea se tratara.
—¡Nadie puede desaparecer de los terrenos del colegio! —le reprocharon la idea a Ron, Nox y Hermione al unísono.
—¡Vale! Tal vez no...
—Dejen todo este caso al ministerio o a Dumbledore, no tiene nada que ver con ustedes, o conmigo...
—¡Claro! Tu padre trabaja en el ministerio, ¿podrías enviarle una lechuza preguntando por Crouch? —volvió a hablar Ron—. Tal vez sepa algo, ¿en qué departamento trabajaba? Solo sé que suele trabajar con papá...
—Mira, Ron —se dirigió a él —: no pienso meter a mi padre en asuntos que no le incumben, tanto a él como a ustedes, así que dejen esto olvidado, ni siquiera Dumbledore se a tomado la molestia de preguntarme tantas cosas como lo hacen ustedes.
Los tres se miraron entre sí, pero sabía que no importaba qué tantas cosas les dijera, dejar un caso abierto en el olvido no era una de las opciones.
Pasaban los días, y al menos las preguntas habían parado. Cedric se encontraba practicando y aprendiendo todo libro sobre encantamientos en la biblioteca, era como si quisiera grabarse de memoria cada párrafo de cada libro antes de graduarse. Cho era su mejor compañía, ya que pasaban la mayor parte del tiempo juntos practicando sin parar.
Nox caminaba en dirección a otra clase de adivinación. Había momentos en el que dudaba si realmente era difícil o mentir sobre las cosas que veía sería mucho más fácil. Solía esforzarse demasiado, podría decirse que un poco más que las asignaturas que tenía por reglamento; quizás era porque era la única materia en donde era mejor que Hermione Granger.
Cuando se sentó en su lugar habitual, tenía el sentimiento de haber escalado una montaña que se encontraba encerrada en un domo, donde lo circulaba el aire, solo vapores y fuego sofocante.
No tardaron en llegar Harry y Ron para sentarse con ella, ya que parecía ser que les agradaba bastante reírse de sus esfuerzos que terminan teniendo la misma calificación que los de ella. Los saludó con la mano, como si hablar le gastara la poca agua que había en su cuerpo.
—Queridos míos —dijo la profesora Trelawney, sentándose en su butaca de orejas delante de la clase y mirándolos a todos con sus ojos aumentados por las gafas—, casi hemos terminado nuestro estudio de la adivinación por los astros. Hoy, sin embargo, tenemos una excelente oportunidad para examinar los efectos de Marte, ya que en estos momentos se halla en una posición muy interesante. Tengan la bondad de mirar hacia aquí: voy a bajar un poco la luz...
Con el movimiento de su varita, logró apagar la lámparas del aula, y lo único que quedó iluminando vagamente el lugar fue la chimenea. La profesora Trelawney se agachó y cogió de debajo del sillón una miniatura del sistema solar contenida dentro de una campana de cristal. Era un objeto muy bello: suspendidas en el aire, todas las lunas emitían un tenue destello al girar alrededor de los nueve planetas y del brillante sol.
Nox miró el objeto con bastante curiosidad, hipnotizada por la belleza de los planetas girando en su órbita, lentamente, tal vez era en tiempo real.
—Si pueden observar, aquí se puede apreciar el ángulo que forma Marte y Neptuno —señalaba la profesora, Nox asentía —. Cómo ya deberían saber, muchos de los ángulos y coincidencias entre los planetas, podrían afectarnos a nosotros, ya sea en la vida diaria como cosechar, limpiar o incluso hacer pociones...
La profesora seguía explicando y señalando con el dedo varias partes del sistema solar, pero un pequeño suspiro interrumpió la concentración de Nox. Harry estaba sentado a su lado derecho, con la barbilla reposada en su mano. Se había quedado dormido.
Nox rodó los ojos con diversión; parecía ser que el crispar del fuego, el aroma de los inciensos y calor del aula, cualquiera se podria arrullar con ese ambiente, y una de las víctimas era su mejor amigo azabache.
Tenía los anteojos torcidos y la cabeza ligeramente inclinada, como si su mano estuviera a punto de perder el equilibrio. El cabello le había crecido bastante durante el año, el de Nox también, pero no tanto como el suyo, ¿por qué a los hombres les crecerá el cabello mucho más rápido? Una pregunta más a la lista.
Quería volver su atención a la clase, pero la persona dormida a su lado parecía ser más interesante. Ron estaba cabeceando, pero fingiendo atención cada vez que despertaba, pero no era tan relevante como Harry, así que Nox siguió observando otra persona que no fuera la profesora Trelawney.
¿Por qué estaba haciendo eso? No entendía muy bien lo que pasaba por su mente, aquellos sentimientos que tenía por otras personas, se estaban transformando en unos mucho fuertes para una sola. No recordaba sentirse así de extraña, el sonrojarse tanto, o el simple hecho de que le tiemblen las piernas y las manos cuando están a solas.
Seguía observando, y no tenía la intención de dejar de hacerlo hasta que alguien le interrumpiera, y rogaba por Rowena que eso jamás pasara.
Se percató que tenía un lunar muy cerca de la comisura del labio, era tan diminuto que solo se podía distinguir con una lupa y un reflector en la cara. ¿Será que le importará que ella tenga unos lunares de más en el rostro? Sobre el puente de la nariz, para ser más exactor.
Tenía una muy pequeña cicatriz en la mejilla, como si un gato muy pequeño se lo hubiera hecho, y tal vez si era eso, ya que tantas veces en la casa de la abuela Figg rodeados de gatos, podría ser imposible no llevarse una cicatriz de recuerdo.
No podía distinguir su cicatriz en forma de rayo que llevaba en la frente prácticamente desde toda la vida, lo tapaba el flequillo de su oscuro cabello. Aún recordaba la primera vez que la vió, le parecía interesante y muy bonito que haya terminado de aquella forma.
Le había dicho Harry (en su momento) que fue a causa de un accidente con sus padres, pero tanto él como Nox se tragaron la mentira. Jamas pensarían que sería una historia completamente distinta, en un mundo distinto, pero que estaban destinados a compartir.
¿Y si realmente era el destino el que los puso en el mismo lugar que compartir? Posiblemente ahora Nox se estaba dando más preguntas y pocas respuestas, pero no dudaba que empezaba a sentir cosas, mucho más cosas de las que deberían de sentirse en una amistad común.
Sabía perfectamente que Harry gustaba de ella, o quizás ya no, según él ya lo había superado, pero Nox no estaba segura de sentir lo mismo por él, pero no quería mal interpretar gestos que demuestran en una noche. Tal vez solo era la mente de Nox jugándole algo.
Cómo siempre, su cuerpo reaccionó antes que su mente, estaba por acomodarle el cabello justamente como él lo hizo con ella la última vez, pero este hizo una mueca y calló del otro lado de la mesa. Nox por un segundo creyó que había hecho el ridículo cayendo de sueño, pero fue diferente: comenzó a gritar de dolor, mientras se llevaba las manos a la cara; a la cicatriz. No abría los ojos, y se torcía como si el dolor más agudo de la vida se tratase.
Nos se tumbó de rodilla a su lado, mientas intentaba quitarle las manos de la frente, y de vez en cuando dándole palmadas en la cara para que despertase.
—¡Harry! ¡Harry! —intentaba despertarlo.
De pronto abrió los ojos, llenos de lágrimas gracias al dolor. Examinó su alrededor, como si esperaba ver alguna otra cosa a su alrededor, y pareció ser que se tranquilizó un poco al encontrarse con el rostro de Nox.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó Ron, que se encontraba al lado de Nox.
—¡Por supuesto que no se encuentra bien! —dijo la profesora Trelawney, muy agitada. ¿En qué momento llegó tan rápido? —. ¿Qué ha ocurrido, Potter? ¿Una premonición?, ¿una aparición? ¿Qué has visto?
—Nada —dijo Harry, era obvio que estaba mintiendo.
Nox, que aún sujetaba sus manos, lo ayudó a sentarse, aún tembloroso. No podía dejar de mirar a su alrededor, como si buscará algo con temor.
—¡Te apretabas la cicatriz! —dijo la profesora Trelawney—. ¡Te revolcabas por el suelo! ¡Vamos, Potter, tengo experiencia en estas cosas!
Harry levantó la vista hacia ella.
—Creo que tengo que ir a la enfermería. Me duele terriblemente la cabeza.
—¡Sin duda te han estimulado las extraordinarias vibraciones de clarividencia de esta sala! —exclamó la profesora Trelawney—. Si te vas ahora, tal vez pierdas la oportunidad de ver más allá de lo que nunca has...
—Creo que lo que necesita es descansar, profesora —interrumpió Nox.
—Lo único que quiero ver es un analgésico —le siguió Harry.
Nox le ayudó a ponerse en pie. Todos se echaron un poco para atrás. Parecían asustados.
—Hasta luego —le dijo Harry a Nox y a Ron en voz baja, mientras se soltaba de las manos aún preocupadas y temblorosas de Nox, y, recogiendo la mochila, fue hacia la trampilla sin hacer caso de la profesora Trelawney, que tenía en la cara una expresión de intensa frustración, como si le acabaran de negar un capricho.
—¿Vieron eso? —preguntó de pronto la profesora —. ¡Estaba a punto de ver algo! Muchos suelen negarse y dejarse llevar por las premoniciones...
—La profesora no se equivoca del todo —dijo Nox a Ron, que se habían vuelto a sentar en sus lugares.
—¿En serio crees lo que dice? Sabemos que fue más que eso, se tocaba la cicatriz.
—Exacto —asintió Nox —. El no tuvo una predicción, fue más bien... Una visión.
—¿Cómo sabes que fue eso?
—Vamos, Ron, deben de leer más los libros. Estaba asustado, miraba a todos lados, como si buscara algo. Vió algo en otra parte, estaba ahí, lo estaba viviendo, no estaba solo dormido...
Ron pareció tornarse un tono más pálido, ya que parecía ser que lo que decía no estaba más lejos de la realidad que lo que solía decir Trelawney.
Chapter 23: 22. Una persona fácil de controlar
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Capítulo 2
2
Una persona fácil de controlar
Nox estaba comenzando a hartarse de estarse haciendo preguntas cada vez que respiraba, y desde la clase de adivinación, donde Harry de pronto comenzó a apretarse la cicatriz sin intención de detenerse, sabía que habían muy pocas respuestas en ese momento.
Se sentía molesta por cada vez que pensaba algo lindo, llegaba un recuerdo tormentoso a recalcar que no era momento de mantenerse feliz. Ahora se pasaba la mayor del tiempo preocupada, e intentando mantenerse con los ojos abiertos, intentando recordar cada paso que daba, con miedo de que volviera aparecer en el bosque, o de atacar a alguien.
La tierra que solía haber en su cama, había dejado de aparecer, pero eso no evitaba que se sintiera insegura de su entorno.
—¿Estás bien, Nox? —le habló Padma, una mañana bastante linda —. Luces terrible.
—Esto... Sí —respondió mientras mezclaba su comida, intentando tomar un bocado.
—¿Estás segura? Llevas días así.
—Muy segura —siguió batiendo su comida.
Padma era una persona que no era capaz de tragarse las mentiras de alguien. Tenía un carácter algo firme, y no solía captar muy bien las frases sarcásticas, y en esta ocasión buscaría aunque sea una forma de que su mentira se volviera algo real.
—Bien... ¿Cómo vas con Harry? —Nox dejó de mover su comida.
—No entiendo.
—Bueno, en una clase de adivinación vi... algo —comenzaba a tornar un tono de voz en algo pícaro.
Así como a Nox le encantaban los secretos, a Padma también, pero ella los llamaba más como «chismes», pero a ella no le gustaba divulgarlo como hacía Rita Skeeter.
—¿Qué viste? —fingió Nox.
—No lo sé —se encogió de hombros —. Se que esa vez a Harry le dió ese ataque, fue muy horrible y de miedo, pero lo que pasó antes fue... muy diferente.
Nox comenzaba a colorearse, pero seguía fingiendo que no recordaba nada.
—Solo recuerdo que se quedó dormido —dijo Nox—, solo presté atención a la clase.
—Uhm, yo diría que prestaste mucha más atención en otra cosa —insistió Padma.
—No sé a qué te refieres.
—¡Vamos, Nox! Sé cómo veías a Harry ese día, parecía que te lo querías comer con la mirada —soltó por fin Padma.
Nox sintió el calor subir una vez más por su cuello, pero solo se dedicó a negar con la cabeza. Era solo una mala interpretación, nada más.
—No sé de qué me estás hablando, yo solo lo observé un instante, solo eso, como hago con todo el mundo...
—Pero jamás habías visto a alguien de esa forma... ¡Ajá! —soltó, iluminada por lo que llegó a su mente —. ¡Por eso habías llegado tan feliz a la sala común aquél día!
—¿De qué están hablando? —habían llegado Cedric y Cho, tomados de la mano, tomando asiento uno junto al otro, en los lugares disponibles frente a ellas.
—¡A Nox le gusta Harry! —le apuntó con el dedo.
Cho ahogó un grito, mientras que Cedric abría la boca como para dejar entrar una familia de moscas, Nox sentía que le iba a reventar la cabeza de la vergüenza. Claro que no le gustaba, y no vendrían sus amigos a confirmar algo que ni ella tomaba en cuenta.
—¡Claro que no! —saltó de inmediato Nox.
—¡Por fin! —dijo Cedric, estirando los brazos hacia el techo de forma dramática.
—¿Por fin? ¡Solo se están inventando las cosas! —se quejó Nox.
—¡Pero si te quedaste viéndolo como media hora en adivinación! —recordó Padma.
—¡Oh, Nox! ¡Que linda! —se enterneció Cho —. Sabes, me agrada más Harry que Terry.
—¡Bajen la voz aunque sea! —los regañó Nox, sin dejar de estar tan roja como un rábano.
—La pequeña Nox le gusta mi competencia, eso debería contar como traición, ¿no? —se burlaba Cedric.
—¡Que no me gusta!
—¿Recuerdas cuando regresó tarde a la sala común, muy alegre, Cho? —le preguntó Padma a Cho, ella asintió —. Era porque se quedó con Harry hasta tarde, por eso regresó tan feliz. Dinos, Nox: ¿hubo algo más?
Las orejas le comenzaban a arder como antorchas, unas palabras más y comenzaría a arder como un carbón en una parrillada. La campana sonó y Nox tomó su mochila, algo molesta.
—Son un montón de inmaduros.
—Lo somos, pero espero mi invitación para la boda —decía Cedric mientras Nox se marchaba.
—¡Te veo en clase! —alcanzó a escuchar a Padma.
Era de lo más normal que se molestará con niñerías como las que estaban haciendo sus amigos, y más aún si estaban en su contra. Salió del gran comedor echando humo, pero más que nada era de vergüenza. Rogaba por todos los cielos que nadie más escuchase nada de lo que habían dicho como si estuvieran vendiendo cosas en el callejón Diagon.
—Esos idiotas... —murmuraba por lo bajo, muy molesta, mientras avanzaba al aula de defensa contra las artes oscuras —, como se creen para inventar esas cosas.
Entró al aula, que comenzaban a llegar varios alumnos de ambas casas, así que Nox se dispuso a sacar su libro de la materia.
—Diciendo esas idioteces a viva voz... —seguía murmurando.
—¿Nox? —le llamaron.
—¡¿QUÉ?!
Estaba tan sumergida en su enojo, que al momento de sacar el libro de la mochila, lo azotó con bastante fuerza contra el pupitre, pero jamás se fijó que la mano de Harry estaba justo decidió estrellar el libro. El enojo se le esfumó como una pluma en el viento. Abrió bastante los ojos y quitó el libro después del chillido de dolor que soltó su mejor amigo.
—¡Oh, carajo! ¡Lo siento tanto, Harry! ¡No-no pensé que estuvieras aquí! —decía mientras apartaba el libro con bastante vergüenza —. No eres zurdo, ¿verdad?
—Afortunadamente no... —se sostenía la mano con dolor —. ¿Tan molesta estás? Solo quería saludar.
—Esto, yo, un poco, cosas de los chicos, ya sabes... —intentaba decir, sin quitar la vergüenza de su rostro.
Cómo pequeños flashes, las cosas que había dicho Padma en el comedor llegaron a su mente, y una vergüenza hizo que las piernas le comenzaran a temblar, al igual que las manos.
—¿Qué cosas te dijeron? Es muy difícil hacerte enojar a tal punto de hablar sola —alzó una ceja —. Yo nunca he llegado a ese punto... Quiero pensar. Además, supongo que no es algo muy serio, tus ojos siguen igual que siempre.
—Yo... —el calor empezó a subir por su rostro.
Afortunadamente no pudo responder, ya que el profesor Moody había llegado para comenzar la clase. Sus temblores no se redujeron durante la clase, ya que su mejor amigo decidió tomar asiento justo a su lado. Pudo ver a Padma unos asientos más alejada, viéndola con una cara llena de picardía y diversión, disfrutando el momento. Nox solo rodó los ojos.
«No es nada. No pasa nada. No les des la razón», pensaba Nox, mientras tomaba un pesado suspiro.
Era muy tonto. ¿Cómo llegó a pensar en aquello? Solo hacía caso a lo que decían sus amigos, ella estaba cambiando sentimientos que no tenían nada que ver con los reales. El preocuparse por su mejor amigo no quería decir que le gustara; definitivamente estaban muy equivocados.
Además, solo estaba muy feliz aquella vez que volvió de la sala común porque después de tanto tiempo, sabía que las cosas con Harry iban muy bien, además de que le había confirmado que era su amiga, y ella a él lo mismo. Se preocupó por ella, incluso sugirió ir con Dumbledore. Obviamente ella no haría algo así, ir con Dumbledore era porque se trataba de algo serio y de emergencia.
Recordó lo que había pasado en la clase de adivinación, no lo que había dicho Padma, sino lo que ocurrió después. ¿Será que habría ido a ver a Dumbledore? Se tocaba la cicatriz con dolor, algo que no debería ser normal, y peor aún, recordó lo que dijo la profesora Trelawney, o lo que ella mismo dijo, había visto algo.
A Nox no le gustaba perturbar a la gente con preguntas como solían hacer el trio de problemas, así que jamás las hizo. Tenía la idea de que algo estaban ocultando, y no sabía si preocuparse o no. ¿Qué habrá visto aquél día? Parecía buscar algo, pero jamás preguntó qué. Apostaba que Ron y Hermione sabían todo de pies a cabeza, pero ella no.
El temblor de sus manos y piernas había desaparecido, como si de un botón de apagado hubiese presionado. Ahora otras miles de preguntas tenía en mente. Tenía un vago recuerdo de siempre ver a los tres en la lechucería. ¿Qué tantas cartas enviaban los tres?
Un mapa, recordaba que había mencionado un mapa. Dudaba que se tratara de un mapa lunar, o de los planetas como solían usar en clase de adivinación. También estaban muy interesados con lo que había pasado con Barty Crouch, aquél hombre desaparecido por los terrenos del colegio. ¿Por qué les interesaba tanto aquél hombre?
Ya no prestaba atención en la clase, solo se quedó mirando la pizarra, mientras intentaba responder las preguntas en su cabeza, con la mirada perdida.
Pérdida.
¿Por qué se perdía siempre de un momento a otro? Aquellos días con la cama llena de tierra eran muy confusos, solo recordaba quedarse dormida y despertar de aquella forma, y la última vez que sucedió algo así, fue cuando despertó a las orillas del bosque prohibido, y lo que más mencionaban eran a ese tal Barty Crouch. ¿Qué tenía que ver con ella?
—¡Figg!
Se sobresaltó Nox, el profesor Moody le estaba llamando, ya que parecía ser que le había hecho una pregunta, pero ella estaba muy sumergida en sus cuestionamientos.
—¿Eh? —fue lo primero que soltó, parpadeando muy rápido.
—Le pregunté si sabía cuáles pueden ser los efectos secundarios de la maldición Cruciatus.
«Cruciatus», buscó en su repertorio mental —. Oh, sí: puede causar problemas mentales, confusiones, perdida de memoria, retrasos mentales, entre muchos daños físicos, tanto internos como externos, y la más extrema de ellas, la muerte, pero es muy difícil que se llegue a tal punto —respondió.
—¿Y de la maldición imperius? —preguntó de nuevo.
—Desorientación, algunas veces perdida de memoria. Algunas veces pueden causar daños físicos por intentar contenerse contra la maldición —respondió como una grabadora. Al parecer no dejaba de ser inteligente, pero no tanto como Hermione Granger, que bajó la mano con algo de pena y enojo.
Aquello pareció encender un foco en su mente. Sintió como algo pesado cayó en su estómago, como un golpe de realidad. Abrió bastante los ojos, el profesor se dió cuenta de ello, solo sonrió por la brillante respuesta, pero a la vez pareció ignorarlo y decidió seguir con la clase.
Tenía la sensación de querer volver a temblar, pero de terror.
La campana sonó, y todos comenzaron a ponerse de pie, entre ellos Nox, que iba en dirección al profesor Moody, a preguntar algo, cosa que no era común en ella.
—¿Profesor? —el mencionado hizo un gruñido, revisando unos pergaminos sobre el escritorio —. Quería hacer una pregunta —otro gruñido—. ¿Es posible que alguien olvide completamente la memoria durante la maldición imperius?
—Usted ya misma lo respondió en clase, y tenía la respuesta correcta —seguía con su ojo real en los pergaminos, pero el de azul eléctrico seguía mirándola a ella.
—Bueno, solo quería confirmar, esto... —se acomodó mejor la mochila en el hombro, con nerviosismo —, ¿también es posible ser controlado a largas distancias?
Alzó la mirada lentamente, como si hubiese preguntado sobre cuál es su postre preferido. Nox comenzó a ponerse más nerviosa y a la vez algo estúpida.
—Puede serlo, mientras más fácil sea la persona capaz de controlar, más larga puede ser su distancia —le respondió mientras su ojo eléctrico giraba en varias direcciones.
Aquella respuesta le congeló las manos, era lo que menos quería responder. Aún recordaba la vez que puso a prueba a todos bajo la maldición imperius, y ella fue la más vulnerable y fácil de controlar.
—¿Por qué esa clase de preguntas, Figg? —le preguntó, con bastante curiosidad.
—Yo..., por nada, solo quería estar más segura —dijo mientras retrocedía —. Muchas gracias, profesor.
Atravesó el aula dando largos pasos, haciendo ruido con los zapatos, ya que no podía controlar el temblor de las piernas que la tenían muy mal. Sentía como la sangre se le helaba. Se sentía muy aterrada, como si fuera a matar a alguien, aunque no estaba muy lejos de la realidad.
Al salir del aula, sentía un nudo en el pecho y la garganta. Se sentía pésima, como si estuviera bajo el lago negro, exigiendo oxígeno. Iba a comenzar a avanzar, pero se encontró con Harry, que estaba esperándola, sentado en el suelo, con la espalda pegada a la pared, como aquella vez que la espero saliendo del exámen de adivinación.
—¿Estás bien, Nox? —le preguntó mientras se ponía de pie, con un tono algo preocupado al ver su aspecto —. Luces muy pálida.
Nox al ser de piel mixta, no era muy fácil verla palidecer de un momento a otro, así que tal vez si era algo realmente malo. Ella tomó aire, saliendo brevemente de aquél lago.
—Me han estado controlando, Harry —soltó de repente, tomó de nuevo aire —. Todos esos momentos en los que he olvidado lo que hago, o que despertaba con tierra en la cama. Me han estado controlando.
Su amigo también pareció palidecer unos tonos al escuchar la repentina noticia. El nudo en la garganta se estaba haciendo cada vez más grande, pero no quería llorar, no le gustaba que la vieran llorar.
—¿Estás segura? —le preguntó, sin creerlo, pero Nox asintió —. Entonces lo que le respondiste al profesor Moody ha sido prácticamente lo que te ha pasado. Entonces aquella noche, en el bosque prohibido, eras tú quién había dicho Krum, que escuchó a alguien más correr, como dijiste tú también.
Nox sintió otro pesar en el pecho, dándose cuenta de otra cosa.
—No puede ser, yo era quien seguía al señor Crouch —los labios se le palidecieron—. ¿Cómo lucía él, cuando lo viste?
—Estaba terrible, deliraba, decía cosas sin sentido —frunció las cejas, recordando —. Traía la túnica manchada y rasgada, como si estuviera perdido en el bosque por semanas.
Comenzó a temblar horriblemente, la respiración parecía comenzar a fallar. Instantáneamente revisó las mangas interiores de su túnica, justo donde estaba la etiqueta blanca de su nombre completo. Las piernas le fallaron y tambaleó peligrosamente al ver su nombre. Harry logró sostenerla por los brazos, ayudándola a sentarse en el suelo.
Los ojos se le marcaron unas oscuras ojeras, los labios se le pusieron blancos y la piel se le congeló.
—¡Nox! ¿Que sucede?
Temblando, sacó la etiqueta, que estaba manchada de un marrón extraño, justo como el de la sangre al secarse. Harry abrió bastante los ojos, sorprendido y entendiendo la situación. Era una situación tanto impactante como horrible, ya que él sabía que Nox no era capaz de hacer tal atrocidad, tanto con alguien que conoce como con alguien que no, la conocía de años, y sabía cuál eran sus límites.
—N-no, no es lo que debes estar pensando —dijo algo tembloroso.
—Yo lo hice... Yo torturé a ese hombre. Lo llevé hasta el límite —no quería llorar, no le gustaba llorar, se negaba a hacerlo.
—No, tú no lo hiciste, te obligaron a hacerlo. Tú no has hecho nada malo, te utilizaron —intentaba convencerla. Ella negaba con la cabeza.
—Es como si yo lo hubiera hecho. Ese hombre me vió a mí, no debe saber siquiera mi nombre, y lo primero que pensarán sobre mí el ministerio cuando lo encuentren, es que soy una maldita psicópata que lo torturó hasta la locura —comenzó a agitarse.
—Nox, no pasará nada de eso, tú eres inocente...
—Me llevarán a Azkaban, lo harán —no paraba de pensar.
—Escucha, por favor, Nox —los ojos grises y oscuros de Nox se estaban poniendo cristalinos, conectaron con los brillantes ojos verdes de Harry —. No te van a hacer nada, no te encerrarán en Azkaban, no a menos que yo lo permita, ¿si?
La respiración de Nox parecía calmarse ligeramente, pero no podía dejar de temblar. Parecía ser que sus palabras le conformaban un poco, pero no era suficiente, y Harry se percató de ello.
—Debemos saber quién te ha estado haciendo esto y por qué. Tú solo eres una víctima de todo esto —siguió hablando, tomando con bastantes nervios las manos de Nox, como si fuese a rechazarlo—. Debemos saber qué está pasando, por qué Barty Crouch y por qué tú.
Ella asintió, ya más tranquila, el color en su rostro comenzó a volver ligeramente.
—Tal vez... —comenzó Nox —, tal vez es la misma persona que puso tu nombre en el cáliz de fuego. Son demasiadas malas cosas que coincidimos, algo quieren de nosotros, y no solo es una mala broma —Harry asintió.
Nox pareció tranquilizarse, pero la idea de que la capturaran para ir a Azkaban no salía de su cabeza. Se cruzó de piernas, y Harry hizo lo mismo frente a ella, sin soltar sus manos. Sabían ambos que perderían su próxima clase, pero en ese momento ya no les importaba nada.
—Tu cicatriz, te dolió en adivinación, ¿no? —asintió—. ¿Qué fue lo que viste? —preguntó una vez más.
Quería decirlo, pero parecía dudar. Nox quería saberlo, necesitaba saberlo.
—Vi a Voldemort —Nox dió un pequeño salto—. Era una casa, estaba lo que parecía ser él, una enorme serpiente, y Colagusano.
—¿No es aquél hombre culpable de... eso? —preguntó con cuidado, él asintió.
—Hizo algo mal, alguien murió, pero su error se había arreglado, pero aún decidió castigarlo con la maldición cruciatus. Me comenzó a doler la cicatriz y fue cuando desperté.
Nox no sabía cuánto más podría sentirse aterrada en el día. Soñar con el mismísimo Voldemort haciendo de las suyas, sonaba mucho más que una pesadilla.
—Fui con Dumbledore —continuó Harry—, parece pensar que mientras más fuerte se vuelve, más puedo... sentirlo.
—¿Fuerte? —dijo Nox, con miedo en su voz — ¿Quieres decir que existe la posibilidad de que... vuelva? —no quería asentir, pero tuvo que hacerlo. Nox suspiró pesadamente, como si la noticia fuera cualquiera otra, pero el tomar ahí fue entrecortado, mostrando el miedo y lo horrible que era realmente —. Solo ruego que esté suponiendo mal.
La tensión y miedo invadió a ambos, imaginándose la pesadilla viviente que sería el futuro si Voldemort volviera. El miedo que sembró en todos, en cada paso, en cada vida mágica y no mágica, lo que sería capaz de hacer, lo que sería capaz de volver a hacer.
—Lamento hacer que perdieras tu clase —intentó cambiar el tema, Nox —. Aunque no me vendría mal algo de compañía, así sabrías a dónde voy.
Harry se encogió de hombros —Si llegas a caminar sin rumbo de la nada, te avisaré —Nox sonrió.
—Por favor.
Ahí estaba de nuevo, esa sonrisa traviesa. Nox comenzó a temblar.
—¿Estás listo para la última prueba? —preguntó Nox, viendo el piso.
—Creo que sí, Hermione y Ron me han estado ayudando demasiado, aprendiendo hechizos de defensa y eso —él no miró al suelo, pero si al cabello de Nox —. Yo solo quiero que esto acabe. Es algo que no busqué, y sin embargo tengo que pasar.
—Vaya porquería, ¿no? —rió ligeramente, Nox —. Cedric también ha estado muy nervioso, aunque realmente se la ha pasado demasiado tiempo con Cho, entrenando. A veces le ayudamos Padma y yo, pero creo que prefiere estar con ella.
—Si lo he notado bastante, lo apoya mucho.
Nox sentía aquellas palabras como una indirecta, pero no entendía cuál, no sabía si era algo que ya había escuchado antes, pero no quería pensar mucho en ese momento. Sobre pensar la ha llevado a imaginar otras cosas.
—¿Me estás intentando decir algo? —soltó Nox. Otra vez su boca soltando cosas antes de pensarlas primero.
—No necesariamente —respondió burlesco. Nox achicó los ojos —. Solo me gustaría saber qué te tenía tan enojada hace rato, tanto como para romperme la mano.
Nox soltó una risita. Estaba demente si creía que le contaría exactamente lo que la tenía tan molesta, primero tenían que volar las vacas antes que decírselo.
—No puedo decírtelo.
—¿Por qué no?
—Porque no es asunto tuyo.
Ahora el que rió fue Harry. Nox comenzó a colorearse ligeramente.
—¿Desde cuándo eres tan grosera? —preguntó entre risas.
—Desde que te empezaste a meter en asuntos que no son tuyos —respondió mientras alzaba una ceja —, o sea, hace unos segundos.
—¿Ahora te pondrás en mi contra? —volvió a sonreír de esa manera.
—Bueno, eres el contrincante de mi mejor amigo, es normal que lo haga.
—¡Se supone que yo soy tu mejor amigo! —se quejó, fingiendo estar ofendido.
—¡Pero él no lo sabe! ¡Exclusividad, Harry! —rió Nox, alzando una mano, sin soltar la de Harry.
Ambos rieron, como si no hubiesen hablado de un posible regreso de uno de los magos mas tenebrosos de todos los tiempos. Como si Nox no hubiese descubierto que la utilizaron como una marioneta para torturar a un hombre que ahora estaba desaparecido. Como si ambos no estuvieran descubriendo una pesadilla que era muy probable de cumplirse; volverse realidad.
Como si un relámpago se tratase, Nox se dió cuenta que aún no se había soltado de las manos de Harry, todo ese tiempo, como si hubiesen sido las propias, tan natural y fluido. A pesar de darse cuenta apenas, no las soltó. No quería temblar, quería que fuera solo un momento, un momento bueno que opacara aunque sea un poco la realidad, el feo recuerdo de la realidad.
—¿Recuerdas cuándo creí que eras un ladrón que había entrado a la casa de la abuela Figgy? —Harry volvió a reír, mientras asentía con la cabeza, mirando los dedos de la mano de Nox —. Papá se rió como loco después de que pasaron por mí, mamá nos regañó por reírnos de ello, porque pudo terminar mal.
—Bueno, parece que el golpe que no me diste ese día, me lo diste hoy —comentó, Harry —, pero te juro que no pensaba robarte tu pluma. ¿Para que querría algo de vuelta que yo mismo te regalé?
—Envidia —Nox se encogió de hombros con bastante gracia.
—Muchos ahora deberían estar sintiendo envidia —comentó de nuevo —. Sobretodo Terry, al menos me está devolviendo el favor.
De acuerdo, aquello había sido demasiado directo. Parecía que cada vez le daba más igual decir una pequeña indirecta sobre lo que sentía por ella, pero Nox seguía sin corresponder. Tal vez se sonrojaba y se ponía nerviosa por el tipo de atención que le daba, tal vez una que nadie le había dado antes.
La campana sonó y Nox se soltó, como si su tiempo pagado hubiese terminado. Se puso de pie tan rápido como cayó al suelo, como si de algo urgente se hubiese acordado. Sentía las orejas calientes.
—Bueno, será mejor que me vaya... Esto, tengo clase de pociones, y será mejor que no la puerta —decía con mucha velocidad, ignorando el último comentario dicho por el Gryffindor.
—Bien, te acompaño —se puso de pie.
—¡No! —lo detuvo de pronto, él la miró muy extrañado —. Quiero decir, no gracias, deberías ir a tu siguiente clase, se puede hacer tarde.
No pudo decirle más, ya que unos alumnos de sexto año ya estaban llegando para su clase de defensa contra las artes oscuras. Nox salió de ahí como alma que lleva el diablo, con la cara tornarse muy roja.
◦•●◉✿◉●•◦
Faltaba ya un día para la última prueba del torneo de los tres magos, Cedric estaba mucho más que nervioso, podría decirse que se estaba cagando encima, a ojos de Nox.
Ese día, le pareció muy extraño ver a Cedric sentado solo, en uno de los jardines del colegio, usualmente siempre se encontraba rodeado, ya sea de gente de su misma casa, admiradoras, o sus amigas, en este caso, Cho, Padma y la misma Nox. Parecía muy nervioso, era obvio; mañana era la última prueba, y el peso de la gloria eterna que podría llevar a su familia y a la casa de Hufflepuff era demasiado.
Nox se acercó a él, tomando asiento a su lado, sin decir nada, solo hacía sentir su presencia que a muchos hacia respingar.
—¿Y Cho? —preguntó Nox, después de unos segundos.
—Está en clase —Nox asintió.
—Es raro verte solo, por eso vine —dijo dándole un codazo —. Te irá muy bien, Cedo. Es la última prueba, te has esforzado demasiado, y te irá igual de genial que en las otras dos, solo espero que no haya más secuestros de por medio.
—Realmente espero eso —dijo soltando un suspiro —. Los nervios son buenos, ¿sabes? Te hacen recordar que era humano y que estás viviendo un momento, quiero disfrutar de lo que venga, contar las experiencias, gane o no lo haga. Tendré la fortuna de contarlo.
No pudo evitar sonreír, más razón no pudo tener.
—Gracias por ayudarme a entrenar y todo eso —le agradeció Cedric a Nox —, hicieron las cosas más fáciles, y me sentí más confiado, no sé qué hubiese sido de mí sin ustedes.
—Bueno, somos amigos, y eso es lo que hacen, apoyarse y ayudarse —le dió una sonrisa tan característica en ella —. Te irá muy bien.
—Eso espero —le dió un amistoso codazo —. ¿Cómo va Harry?
Nox rodó los ojos —No me vayas a salir con tus cosas como las que hace Padma.
—¡Tranquila, solo estoy preguntando por él! —alzó las manos en modo de protesta.
—Perdón, siempre que me preguntan por él, es para molestarme o algo parecido —se disculpó la pelinegra.
Y tenía razón, tantos comentarios de sus amigos la estaban poniendo muy a la defensiva cuando le preguntaban por él o algo respecto a él. Tal vez la delataba un poco, o puede que no, dependiendo de quién preguntaba.
—Lo sé, perdón si lo que dije aquella vez en el comedor te molesto, pero eso no quiere decir que sea mentira —Nox lo comenzó a fulminar con la mirada, Cedric se encogió levemente —, pero... Esto, no quiere decir que lo diga en serio —Nox bufó —. En realidad, hablé con él, hace un par de horas.
—¿Entonces por qué me preguntan por él?
—Tranquila, salpicadita —la detuvo —. Solo fue algo momentáneo, platicamos un poco, y entre eso, mencionó algo de ti.
Nox abrió bastante los ojos.
—¿Qué contó? —le preguntó de inmediato.
—No te lo voy a decir —se cruzó de brazos —. Es un secreto.
—A mí me encantan los secretos —abrió más los ojos, pero esta vez con un toque de curiosidad.
—Lo sé, pero este es uno entre Harry y yo —Nox rodó los ojos —. Perdón estrellita negra, pero son cosas que tú no debes saber.
—Claro, como si me importara —fingió indignación.
—Si, claro que no te importa. Pero aún así le dije que te podía decir si quería.
—¿O sea que él me puede decir, pero tú no?
—Exacto.
—Interesante... —tal vez la curiosidad de Nox era más grande que el hecho de querer un secreto. Intentó olvidar aquello, por algo no querían decirlo, esperaba que no fuera algo malo, pero tampoco queria que fuera algo de lo que estaba pensando —. Y, ¿cómo vas con Cho?
Cedric sonrió en automático —Estamos muy bien, ella es asombrosa —Nox también sonrió.
—Siempre lo ha sido, desde que la conozco —agregó, Nox.
—Tiene una presencia fuerte —continuó, Cedric—, es preciosa, siempre se preocupa por mi. Cada que tiene la oportunidad, me apoya, y me besa muy bien.
—Oh, ya vas a empezar —dijo Nox con un sarcástico tono de asco. Ambos rieron.
—Tenía que decirlo, es indispensable —un instante después, se quedó viendo a la nada, pensativo, como si un recuerdo muy bonito estuviera pasando por su mente —. De verdad, yo creo que lo nuestro es algo serio; me gustaría que durara mucho, hasta que los días de la existencia se acabarán.
Nox lo miró impresionada. Sintió sus propios ojos brillar. Jamás se llegó a imaginar que escucharía esas palabras salir de su mejor amigo.
Realmente deseaba que su mejor amiga pensara lo mismo de él, pero lo que dijo Cedric la tranquilizó un poco más:
—Realmente deseo que sea, pero de no serlo, no me molestaría, cada quien tiene derecho a ser feliz con quién se le venga en gana, y yo seguiré siendo feliz si ella lo es —sonrió, mientras las mejillas estaban tan sonrojadas como las de una muñeca de porcelana —. Es una chica maravillosa. Se merece todo el mundo si quiere, y si está conmigo, intentaré conseguirlo.
Más orgullosa no se podría sentir, Nox —Eso es muy lindo, Cedric. Yo espero amar tanto como amas a Cho, y ser amada como ella a ti.
—Claro que lo harás, y alguien lo hará. Ya verás, solo es cuestión de esperar, y mucha paciencia.
◦•●◉✿◉●•◦
La mañana de la última prueba por fin había llegado. Estaba tan nerviosa que quería vomitar, pero realmente no sabía bien por qué su cuerpo estaba reaccionando tan exageradamente. Padma me preguntó varias veces en el desayuno si se encontraba bien, pero no quiso contestar, además de que las lechuzas habían llegado al gran comedor, entre ellas llegó el periódico de El Profeta por parte de Padma, que se puso a leerlo mientras que Nox intentaba comer algo de su huevo estrellado (que ahora se había convertido en uno revuelto).
Su amiga que se encontraba frente a ella ahogó un grito, espantando a Nox, que alzó la mirada de inmediato.
—¿Qué pasó? —preguntó con preocupación.
Padma le extendió el periódico, con la página abierta donde había leído lo que la sorprendió, y Nox frunció las cejas.
HARRY POTTER, «TRASTORNADO Y PELIGROSO»
El muchacho que derrotó a El-que-no-debe-ser-nombrado es inestable y probablemente peligroso, escribe Rita Skeeter, nuestra corresponsal especial.
Nox rodó los ojos con bastante enfado. Estaba muy asqueada y harta de las notas tan estúpidas que escribía esa mujer, y el odio había incrementado siete mil veces más, gracias al comentario que había hecho en las tres escobas.
Aún molesta, decidió seguir leyendo:
El pasado lunes, en medio de una clase de Adivinación, nuestra corresponsal de El Profeta presenció que Potter salía de la clase como un huracán, gritando que la cicatriz le dolía tanto que no podía seguir estudiando
Frunció las cejas. ¿Cómo carajos sabían de ello? Estaban en la torre de adivinación, no había nadie más. A no ser que algún chismoso en la clase se dedicara a escribirles una exclusiva sobre la noticia a cambio de unos buenos galones.
«Potter habla la lengua pársel —nos revela Draco Malfoy, un alumno de cuarto curso de Hogwarts—. Hace dos años hubo un montón de ataques contra alumnos, y casi todo el mundo pensaba que Potter era el culpable después de haberlo visto perder los estribos en el club de duelo y arrojarle una serpiente a otro compañero. Pero lo taparon todo. También ha hecho amistad con hombres lobo y con gigantes. En nuestra opinión, sería capaz de cualquier cosa por conseguir un poco de poder.»
«Ese imbécil teñido idiota», pensó con enojo.
Definitivamente aquello había sido un límite, al menos para Nox. No quería voltear a los lados; sabía que vería la mesa de Slytherin y no dudaría en ponerse de pie y soltar un buen puñetazo al primero que la viera a los ojos.
...Albus Dumbledore debería tal vez considerar si es adecuado que un muchacho como éste compita en el Torneo de los tres magos. Hay quien teme que Potter pueda recurrir a las artes oscuras en su afán por ganar el Torneo, cuya tercera prueba tendrá lugar esta noche.
Nox negó con la cabeza, enfadada por las estupideces que escribía Rita Skeeter... Y toda la editorial de El Profeta, en general.
—Vaya estupidez... —volvió a su desayuno, después de doblar el periódico sin cuidado, con sus ojos tornarse plateados. Estaba conteniendo el enojo —, hoy es la última prueba, lo menos que necesita es este tipo de ánimos.
Padma asintió con aprobación, mientras volvían a su desayuno.
—¿Dónde están Cedric y Cho? —preguntó Padma.
—No lo sé, por ahí, practicando hechizos...
—¿Qué clase de hechizos?
—No quieres saber.
Ahora quién torció el rostro fue Padma. Minutos después se acercó Hermione Granger, con una cara de duda e iluminación, como si hubiese encontrado la aguja en la paja. Le tocó el hombro y Nox se volteó.
—Hola, Nox. Quería preguntarte algo.
—Hola, Jean.
Volteó para todos lados, como si de algo confidencial estuviera a punto de confesarle, Nox hizo lo mismo sin entender. Ella se cubrió la boca, para y le habló muy bajo.
—¿Sabes cómo Rita Skeeter puede escuchar... Todo? —le preguntó, ahogando su voz tras la palma de su mano.
—Creo saberlo. Mamá una vez me contó algo al respecto, pero no estoy muy segura...
Ella Hermione asintió y no siguió escuchando — Perfecto...
No dijo más, y salió de ahí, dejando a Nox con la duda, y a Padma frente a ella mucho más. Las ideas en su cabeza no siguieron, ya que escucharon las carcajadas en la mesa de Slytherin. Se volteó y vió a los alumnos haciendo caras de loco y sacando la lengua como serpientes.
—¡Ey! ¡Figg! —escuchó a Draco Malfoy —. ¿Ya leíste la nota nueva del El Profeta? Me molestó un poco que no te mencionaran. Quería que dijeran que también estás a favor y ayudas a Potter con sus maniobras de atención.
—¡El que está falto de atención es otro! —le respondió Nox. Se volvió de nuevo a su desayuno ya frío.
—Ignoralo, ya sabes cómo es... —decía Padma, pero la voz ahora de Pansy Parkinson se hizo presente.
—¡Figg! ¡Figg! ¿En serio ayudas a Potter? ¡Locos tal para cuál! —Nox apretó los ojos —. ¡Espero que se pierda en ese laberinto, para que vayas a buscarlo y te pierdas también! ¡Espero que por la eternidad!
No pudo aguantar más, se puso de pie de un salto. Padma también, pero en un intento de detenerla, pero no podía por la mesa que las dividía. Nox se acercó a grandes zancadas hasta quedar frente al grupo de Slytherin, que rompían a carcajadas.
—¿Se creen muy graciosos, montón de idiotas?
La miraron como si esperaran a que hiciera un tipo de truco de payaso en un circo.
—¡No, que va! —contestaba Malfoy—. Solo queremos darte un poco de protagonismo.
—¡Un poco del que no tiene Diggory! A ver si se le pega un poco de ti, como el que le robas a Potter. Cómo te sentiste tan fea de que Diggory no te eligiera a ti, estás buscando por otro lado...
No siguió con su frase, no podía dejarla terminar, se está a metiendo con ella y con sus amigos. Tenía los ojos tan relucientes, que cualquiera se vería reflejados en ellos, pero no pasó nada de lo que pensó, no se metió en el cuerpo de Pansy, o de Draco, o de algún otro.
Lo intentó, pero no funcionó, ya que se lanzó contra la chica. Fue impresionante lo alta que era Nox, y ver cómo se abalanzó como una bala, era mucho más impresionante. Pansy estaba sentada del otro lado de la mesa, así que Nox prácticamente le aplicó una lanza, atravesando la mesa, tirando todo a su paso.
Ambas cayeron al suelo, Nox cayó encima de ella, pero la adrenalina hizo que no sintiera dolor alguno, así que como cayó, se acomodó sobre ella y comenzó a jalonear su cabello con todas sus fuerzas, con toda la intención de arrancarlo de su cráneo.
Parkinson alzaba las manos para también jalar el de Nox, que lo logró, pero no tanto. No tardó en sentir como querían separarla de ella.
«¡Pelea! ¡Pelea!», escuchaba los gritos de los demás en el gran comedor.
Intentaron una vez más separarla, pero solo lograban que sus dedos se enredaran en los cabellos lacios de Pansy Parkinson. El cabello de Nox comenzaba a producir estática, así que cada que Parkinson le daba un tirón, tronaba y echaba chispas.
—¡ERES UNA HIJA... DE... PUTA! —le decía Nox con cada zarandeo, con la voz cargada de una rabia que no sabía de dónde había sacado en su vida.
—¡SUELTAME, MALDITA PERRA LOCA! —chillaba Parkinson.
No supo en qué momento sintió que Pansy Parkinson le había comenzado a arañar la cara, pero le apartó la mano, soltó una de las suyas, la alzó para tomar vuelo y le plantó una bofetada que sonó tan fuerte como para que su padre se enterara a tiempo real.
Volvió a alzar la mano de nuevo para darle otra, pero su cuerpo se paralizó de pronto, al igual que el de Parkinson. Intentó con todas sus fuerzas seguir, pero no podía moverse en lo absoluto.
—¡ALTO! ¡POR MERLÍN! ¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ? —bociferó la profesora McGonagall, que se había acercado. Tenía la varita mágica en lo alto, apuntando a ambas. Hizo un movimiento y ambas se separaron, flotaron unos instantes para quedar sentadas en la mesa más próxima, todo de una forma muy brusca —¡No puedo creer que se estén comportando como unos animales! ¡Peleas muggles! ¡Y más viniendo de dos señoritas! ¡Qué vergüenza!
El encantamiento paralizador estaba pasando su efecto, así que Nox pudo sonreír descaradamente, con los ojos aún plateados y los labios literalmente rojos. Tenía rasguños en el rostro que estaban rojos y otros sangraban, tenía el cabello mucho más alborotado de lo usual, y las dos trenzas en la parte superior de su cabeza estaba torcidas, una de ellas estaba casi completamente deshecha. Nox quiso moverse para poder como había quedado Pansy Parkinson, pero el encantamiento aún no abandonaba del todo su cuerpo.
—¡Quiero que vayan de inmediato con su respectivo jefe de su casa! ¡Espero un severo castigo para ambas! —regañaba furiosa la profesora McGonagall —. ¡Que vergüenza el ejemplo que dan de Hogwarts con invitados aquí presentes!
Logró alzar ligeramente la vista, vió como estaban rodeadas de alumnos de los tres colegios y todas las casas, unos cuchicheaban entre ellos, unos reían, y otros solo asomaban su cabeza sobre los demás para poder ver, y entre ellos identificó a Amélie, que parecía aterrada.
—¡AHORA! —vociferó la profesora, haciendo otro movimiento con su varita, liberando a ambas chicas.
La profesora Trelawney se había acercado a la escena, para llevarse a Nox con el profesor Flitwick, así que comenzaron a avanzar hacia la salida del gran comedor, pero Nox no dudó en aprovechar la oportunidad de tener la lengua suelta. Así que se giró ligeramente para poder ver a Parkinson, que tenía el cabello tan revuelto como el suyo, con una enorme marca roja en la mejilla.
Cómo siempre, Nox diciendo cosas antes de pensarlas:
—¿Vas a lloriquear, imbécil? —soltó con burla en voz alta, al ver cómo soltaba lágrimas la Slytherin.
—¡Haré que despidan a tu padre, idiota! —le respondió entre lágrimas.
—¡Cincuenta puntos menos Ravenclaw! —anunció McGonagall, sin dejar de estar furiosa —¡Y también para Slytherin!
A Nox no le importó, no dejaba de quitar esa sonrisa que a muchos estaba haciendo temblar y asustar, como si el miedo que causaba Nox se incrementara un ochenta por ciento.
Chapter 24: 23. Los secretos del laberinto
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Capítulo 23
Los secretos del laberinto
El despacho del profesor Flitwick era un tanto diferente, como si todo a su alrededor se volviera miniatura, y era más que obvio el porqué, pero para las proporciones que tenía Nox, parecía ser un tanto más difícil caminar con libertad de movimiento.
Se encontraba sentada frente al enorme escritorio, con los brazos cruzados y la mirada perdida. La profesora Trelawney se había marchado, solo la había dejado ahí sola, a esperar al jefe de su casa. Tal vez la pondrían a lavar los baños con un cepillo de dientes, la suspenderían, o la tendría que limpiar donde dormían las criaturas más horrorosas que el profesor Hagrid podría tener en su jardín.
Sus ojos se habían logrado apagar, pero el fantasma de su sonrisa seguía vigente, esperando volver a ver a Pansy Parkinson y su posible hematoma en toda la mitad de su rostro, era lo mínimo que se merecía por hablar tanta mierda de ella y sus amigos.
La puerta se abrió, pero Nox no se tomó la molestia de girarse a ver de quién se trataba, sabía que era el profesor, pero no se percató que venía acompañado de alguien: su padre.
Sintió como la sangre se le fue a los pies, más cuando quedó frente a ella. Estaba furioso, con tan solo ver sus ojos sabías que estaba más que enfadado, posiblemente decepcionado. Por primera vez después de un rato, Nox se encogió en sí misma, mirando a otro lado, ahora con vergüenza; el orgullo, arrogancia y satisfacción que había estado sintiendo desaparecieron.
El profesor Flitwick subió a su enorme escritorio para tomar asiento, pero el padre de Misery Nox no dejaba de verla sin cambias su humor.
—Bien, señor Figg —empezó Flitwick —, como ya le explicó la profesora McGonagall, su hija empezó una pelea en el gran comedor...
—Me provocaron... —interrumpió Nox, en signo de protesta. Su padre la apuntó con el dedo.
—Tú, ni se te ocurra hablar, mucho menos interrumpir. Vas a hablar cuando se te pregunte —la regañó, con un tono de voz duro y severo. Nox se encogió en su lugar una vez más —. Prosiga, profesor.
—Gracias. Cómo decía —prosiguió—, tendremos que aplicarle varios castigos antes de que termine el curso, entre ellos es no ir a Hogsmade hasta nuevo aviso.
—¡¿Qué?! —exclamó Nox.
—¡Misery Nox! —advirtió su padre —¿En serio te estás poniendo a protestar por algo que evidentemente hiciste? ¿Crees que tus acciones no se verán afectadas? Este curso has estado tomando decisiones muy extremas...
—¡No es justo! También harán lo mismo con Parkinson, ¿verdad?
—Señorita Figg, usted la atacó a ella —dijo el profesor Flitwick.
—¡Ella empezó! Comenzó a decir basura sobre mí y mis amigos, y no es la primera vez que lo hace. ¡Ya era hora de que alguien la pusiera en su lugar!
Su padre no dijo nada, pero no porque no supiera que decir, sino porque se estaba conteniendo a no decir algo, justo como Nox había aprendido en el algún momento, pero a diferencia de ella, su padre si lograba controlarse y llevar las cosas con calma, Nox no había llegado a esa parte del aprendizaje, por eso ahora estaba en esa situación.
—Profesor, sino le molesta, me gustaría hablar con usted a solas, después lo haré con mi hija.
Flitwick asintió varias veces.
—Claro, no hay problema. Señorita Figg —se dirigió a ella—, si me hace el favor de esperar afuera.
Nox se puso de pie en un salto, pero molesta, saliendo a zancadas mientras cerraba la puerta con descuido.
Debía tomar los últimos exámenes del día, pero no podía, y si escapaba, no tardarían en quitarle más puntos a su casas. ¿Por qué habían llamado a su padre? ¿Tan mal estuvo todo? ¡Solo le arrancó un mechón de cabello! Podría regalarle un poco del suyo, que tiene bastante de sobra.
Mientras caminaba en círculos en el pasillo fuera del despacho, de pronto su cuerpo comenzó a flotar. La máxima relajación había llegado a su cuerpo, olvidando todo su enojo, tristeza y preocupación.
«Ve hacía el campo de quidditch...», le ordenaron. Nox obedeció sin siquiera una pizca de esfuerzo por negarse, como si tuviera toda la disponibilidad del mundo.
Caminó como una sonámbula, sin siquiera prestar atención en donde pisaba. No había gente en los pasillos, lo más seguro es que se encontraban todos en sus exámenes. Sabía que Cho estaba haciendo sus exámenes TIMO, pero en ese momento jamás se le cruzó por la mente una preocupación por su amiga.
Siguió avanzando, hasta salir del vestíbulo hasta el jardín del casitllo, tropezando de vez en cuando con el peso irregular. Jamás se dio cuenta en qué momento ya se encontraba frente a la entrada del enorme laberinto que habían puesto en la cancha donde siempre se hacían los partidos de quidditch.
No estaba muy lejos del lugar donde la había encontrado inconsciente, a unos pasos de las profundidades del bosque prohibido, donde pasó gran parte de sus tardes y noches torturando a quien parecía ser Barty Crouch.
«Entra...», le ordenaron, así que Nox comenzó a avanzar sin chistar.
Recorrió y dobló los pasillos varias veces, hasta integrarse por completo. El cielo seguía iluminado, pero las ordenes dejaron de llegar a su mente. Pasaron horas, y seguía de pie ahí en medio de uno de los pasillos, de enormes paredes, con la mente en blanco; era como estar dormida con los ojos abiertos, con los espejos que ahora tenía por iris.
El cielo comenzó a oscurecerse, amenazando con la noche. Misery Nox no sentía el tiempo pasar, era como ver una película en cámara rápida, esperando llegar a una escena para seguir viendo el resto con normalidad. No sentía hambre, tampoco cansancio.
De pronto, escuchó un silbato... Dos... Y tres...
Siguió inmóvil, esperando más órdenes. Pasaron minutos, y no escuchaba nada más que el silbido del viento contra el césped. Unos pasos ligeros se escucharon del otro lado del matorral. Las órdenes le llegaron, sacó la varita de su túnica y se dirigió hacia los pasos con gran velocidad. Cuando dobló el surco, se encontró la espalda de Fleur, Misery sonrió.
—¡Psst! —llamó su atención.
La platinada se giró hacia ella, y la miró sin entender qué hacía ahí. Su reacción no duró mucho, ya que cayó al suelo sobre su espalda cuando Misery le lanzó un hechizo, soltando un agudo grito de dolor. Aún con la varita en alto, Misery no se detuvo a ver cómo estaba, así que le lanzó otro para desmayarla, así quitó uno del camino.
Avanzó, empuñando firmemente la varita, prestando atención a los sonidos de su alrededor como un animal cazando. En uno de los pasillos se encontró un enorme escroguto de cola explosiva, así que mejor decidió seguir por otro lado, a base de órdenes, claro que no perdería el tiempo con un animal tan horrible y peligroso.
Avanzó por demasiado tiempo, atravesando obstáculos, cuando una voz ronca y conocida sonó a sus espaldas:
—Sabia que tú «erras» quién me atacó.
Se dió vuelta, quedando frente a Viktor Krum, que tenía la varita apuntándole al pecho. Misery curvó una fría sonrisa.
—Es una lástima que no te hayan tomado en cuenta tu absurda verdad —una voz fría salió de ella, algo muy extraño y diferente de ella —. Aquél hombre estúpido escapó de mí, y no quería que nadie se enterara, pero tú lo viste, lo intentaste ayudar...
—¿Qué hiciste con él? —no bajó la varita.
—No quieres saberlo... —alzó la suya también.
—¡Sueltala! ¡Y no te muevas de ahí! —le ordenó, pero no hizo caso a sus indicaciones.
Misery alzó la varita al cielo, sobre su cabeza, lanzando chispas rojas. Krum las miró, le iluminaron el rostro, sin entender el por qué.
—Oh, no seas ingenuo, no son para mí... ¡Desmaius!
El cuerpo del chico cayó pesadamente hacia atrás. Ella sonrió con satisfacción, dejando a dos menos, solo le quedaba uno.
Volvió a sus redadas por el laberinto, ignorando varios obstáculos, zigzagueando por las enormes paredes, hasta que por fin encontró al último.
—¡Por fin te encuentro! —fingió alegría, apuntando a Cedric por la espalda.
—¿Nox? —se volteó, asustando y sin comprender —¡No deberías estar aquí! ¡Te hemos estado buscando todo el día!
—Tú tampoco —sonrió—, solo tenemos que hacer las cosas más fáciles para que ese mocoso llegue más fácil al traslador, y con vida, por supuesto... —decía lo que la voz en su mente le ordenaba decir.
Cedric se dió cuenta que los ojos de Nox no eran de ese gris tan oscuro que siempre llevaba cada día. Algo estaba muy mal, ella no debía estar ahí, y menos en esas condiciones. Tenía aún los rasguños de su pelea por la mañana, el cabello seguía revuelto, puede que hasta más. Por unos instantes pensó que se trataba de un boggart.
—¡Riddíkulo! —le gritó a la cara. Misery rió fríamente.
—¡Que lindo y encantador! El verdadero campeón de Hogwarts viendo a su boggart frente a frente, hecho realidad. Me enterneces demasiado.
—¡Nox! ¿Qué vas a hacer? —comenzó a gritar Cedric, alzando su varita cuando vió que Nox no parecía querer detenerse—. ¿Qué demonios pretendes hacer?
—¡ Crucio !
Los gritos de su mejor amigo rompieron el silencio que había en el laberinto, sus piernas le fallaron, cayendo al suelo. Sus gritos parecían no ser lo suficientemente fuertes como para hacer que se detuviera. Se llevaba las manos a la cabeza con desesperación, en un intento fallido de pedir que se detuviera, cosa que no le habían ordenado.
Un ruido se produjo del seto frente a ella, alzó la mirada y la maldición se detuvo al igual que los gritos de Cedric. Vió a Harry atravesando el seto, con la cara rasguñada y la túnica rasgada. Una vez más Misery sonrió fríamente.
—Eso es hacer trampa, cariño.
La miró con espanto, ya que el rostro que en ese momento se reflejaba no era en nada al que Nox solía sonreírle siempre. Estaba viendo a una persona completamente diferente frente a ella, como la que besó a Ron en el baile de navidad y no la que besó al final del partido de quidditch ya hace un año.
Él, muy decidido alzó la varita, Misery sonrió más.
—¿Me vas a atacar? Yo solo estoy haciendo las cosas más fáciles para ti, cariño —fingió una voz comprensiva —. Ya hice suficiente con quitar a los otros dos idiotas del camino, ¿no crees?
—¿Qué cosas estás diciendo, Nox? —habló por primera vez.
—Muy pronto lo entenderás, yo solo sigo órdenes.
Apuntó con su varita, pero Harry fue mucho más rápido. Le lanzó algo al pecho que no logró llegar a sus oídos, pero si llegó a sentir como su cuerpo cayó en seco al suelo.
Una vez más se encontraba en el cuarto del orfanato, mirando el reflejo frente a ella, cada vez más familiar al que veía todos los días en su casa o la sala común.
«Tienes que dominarlo... Házlo... Es tuyo, y úsalo...»
Abrió los ojos, unas luces centellantes y pequeñas de color rojo brillaban sobre sus ojos. Parpadeó varias veces mientras se sentaba sobre su lugar. Tomó su varita que se encontraba a unos metros de ahí. No sabía que había pasado, las motitas de luz llegaban a su mente, memorias distorsionadas que se iluminaban, pero no podía pensar con claridad.
El silencio invadía el lugar, así que se puso de pie, con la intención de buscar una salida. Sus ojos viajaban de aquí para allá, sin saber qué hacer, habían vuelto a su color habitual.
Nox comenzaba a desesperarse, sobretodo porque no recordaba que hacía ahí, ¿o estaba en el cuerpo de uno de los campeones? Observó su túnica, sus pantalones y sus manos, pero era su propio cuerpo. Se asustó aún más, porque se trataba de su propia vida. Temblaba horriblemente. Sabía que estaba en el laberinto, con solo un vistazo sabía que era ese lugar.
«Qué estoy haciendo aquí... Qué estoy haciendo aquí...», se cuestionaba con cada paso que daba, intentando recordar.
Caminó otros cientos de metros con la varita alzada, intentando encontrar a alguien, pero siquiera sabía cómo podía pedir ayuda, o como trepar y salir de ahí, ya que ni siquiera había tenido oportunidad de escuchar las reglas.
Se detuvo cuando al dar vuelta a la izquierda, se encontró con unas raíces que atravesaban de lado a lado el camino.
«Tal vez sean como los rayos láser de las películas, no debe ser tan fácil como parece», pensó.
Por un momento decidió regresar, pero tal vez si algo malo le pasaba, podrían ir por ella y sacarla, así que decidió al menos intentarlo.
Con mucho cuidado pasó su pierna por una de las raíces, recogiendo la túnica con su mano. Se agachó pecho tierra y avanzó por debajo de unas, pero por accidente tocó una con el pie izquierdo, y esta comenzó a moverse. Del seto comenzaron a salir algo como tentáculos, húmedos y fríos que empezaron a envolver a Nox en la oscuridad.
Comenzó a gritar con todas sus fuerzas, intentando liberarse del agarre de la planta, pero esta era mucho más fuerte. Su grito se sofocó cuando habían llegado al cuello, comenzando a asfixiarla. Sus ojos comenzaban a lagrimear, y las fuerzas comenzaban a dejarla... Era... Algo...
«Lazo... Lazo del diablo...», pareció recordar, y con las fuerzas que le estaban quedando, logró conjurar —: ¡Incendio!
Una enorme llamarada de fuego azul salió de su varita, iluminando y quemando parte de su cabello, pero no le importó en lo absoluto. El lazo la soltó de inmediato cuando sintió el calor, como si hubiera intentado y logrado encender un lanzallamas. Comenzó a respirar con desesperación, sus pulmones estaban festejando de tener oxígeno de nuevo en ellos.
Corrió con todas las fuerzas que pudo de ahí, no quería de nuevo ser ahorcada de esa forma. La túnica se le había ensuciado, al igual que su ropa, ya ahora tenía parte del cabello quemado, dando un olor extraño.
Siguió avanzando y un resplandor se hizo presente en uno de los pasillos largos del laberinto. Era la copa. Tal vez y si llegaba y no había nadie, esperaría a que llegase alguien para que la llevaran también, o quién sabe.
Corrió, pero escuchó unas voces que parecían discutir, así que mejor comenzó a avanzar despacio.
—¡Sólo yo fui lo bastante tonto para tomarme en serio la canción! —era Harry, hablando con algo de amargura —. ¡Toma la Copa!
—No —contestó la voz de Cedric, parecía ser que habían llegado al mismo tiempo—. Vamos, tómala tú...
Los pasos de Nox se escucharon, haciendo a ambos guardar silencio. El rostro de Nox se iluminó gracias al resplandor de la copa, y ambos levantaron las varitas en su dirección.
—¡No, no! ¡Soy yo! —alzó ambas manos—. ¡Soy yo!
—Precisamente por eso —dijo Harry con un tono duro, sin bajar la varita.
—¡Espera! —dijo Cedric, bajando su varita, observando el rostro asustado de Nox —¡Es ella!
—¡Claro que soy yo!
—No, me refiero a que si eres tú... ¡Sus ojos, Harry! —decía Cedric, comprendiendo la diferencia —. Cuando me atacó tenía los ojos como espejos, ahora no...
—¿Atacarte? Cedric, yo jamás...
—Lo sé —interrumpió —. Te conozco.
Harry, aún sin confiar totalmente, bajó también la varita.
—¿Saben qué hago aquí? —comenzó Nox, bajando ambas manos —, yo... No sé qué pasó... O qué hago aquí... ¡Oh, santo cielo! ¡Tu pierna, Harry!
—Te deshiciste de Krum y Fleur —dijo Harry, sin cambiar su tono de voz, ignorando lo que decía.
—¿Cómo dices? —abrió bastante los ojos.
—Tú misma lo dijiste, te deshiciste de ellos, y también ibas a hacer lo mismo con Cedric. Le lanzaste la maldición cruciatus, sin algún remordimiento.
Los ojos de Nox se cristalizaron, sin creerse lo que estaba diciendo.
—Y-yo —su voz comenzaba a quebrarse — de verdad que no sé de qué están hablando... No puede ser, no de nuevo...
—¿Sabes cómo salir de aquí, no? —interrumpió Cedric, Nox parpadeó muchas veces.
—Es lo que he intentado hacer...
—Dijiste que la copa era un traslador —dijo Harry, captando las palabras de Cedric.
—¿Yo?
—Si, cuando te encontré, algo así dijiste.
—Yo no... —respiró profundo —, si es así, entonces deberíamos tomar la copa.
—Pero se van a preguntar quién llegó primero.
—Y yo diré que ambos...
Cedric pareció sonreír.
—Adelante, pues —dijo—. Vamos.
Cedric cogió a Harry del brazo, por debajo del hombro, y lo ayudó a ir hacia el pedestal en el que descansaba la Copa. Al llegar, uno y otro acercaron sendas manos a las relucientes asas, mientras que Nox se dirigía al cuello de la copa.
—A la de tres, ¿vale? —propuso Harry—. Uno... dos... tres...
Los tres la tomaron, y efectivamente, sus pies se despegaron del suelo, flotando y revolviendo todo a su alrededor. Sintió como todo el dolor y cansancio de su cuerpo se regeneró de pronto gracias al movimiento. Cayó al suelo cuando por fin pudo soltar la copa que terminó por caer en alguna parte del cementerio.
—¿Dónde estamos? —preguntó Harry.
Cedric sacudió la cabeza. Se levantó, ayudó a Harry a ponerse en pie, después ayudó a Nox, y los dos miraron en torno. Nox tenía una muy mala sensación mientras enfocaba su vista.
—Esto no es Hogwarts... —dijo Nox, mirando.
Era evidente que habían viajado muchos kilómetros, porque ni siquiera se veían las montañas que rodeaban el castillo.
Se hallaban en el cementerio oscuro y descuidado de una pequeña iglesia, cuya silueta se podía ver tras un tejo grande que tenían a la derecha. A la izquierda se alzaba una colina. En la ladera de aquella colina se distinguía apenas la silueta de una casa antigua y magnífica.
—¿Quién te dijo que la Copa fuera un traslador? —preguntó Cedric a Nox.
—Ni siquiera lo sabía, tú lo dijiste...
—¿Será esto parte de la prueba? —preguntó Harry, al aire.
—Ni idea —dijo Cedric. Parecía nervioso—. ¿No deberíamos sacar la varita?
—Yo no debería estar aquí —murmuró para sí misma, mientras sacaba su varita.
—Sí —asintió Harry, contento de que Cedric se hubiera anticipado a sugerirlo.
—Alguien viene —dijo Cedric de pronto.
Escudriñando en la oscuridad, vislumbraron una figura que se acercaba caminando derecho hacia ellos por entre las tumbas. Nox de inmediato pensó que sería alguien del torneo, listo para dar indicaciones sobre alguna prueba. Aquella persona era de estatura muy pequeña, que llevaba sobre la cabeza una capa con capucha, dificultando ver su rostro.
La distancia entre ellos se acortaba a cada paso, permitiéndoles ver que lo que llevaba el encapuchado parecía un bebé... ¿o era simplemente una túnica arrebujada?
Nox no quería bajar la varita. Harry bajó un poco la suya y echó una ojeada a Cedric. Éste le devolvió una mirada de desconcierto. Uno y otro volvieron a observar al que se acercaba, que al fin se detuvo junto a una enorme lápida vertical de mármol, a dos metros de ellos. Durante un segundo, Harry, Cedric y el hombrecillo no hicieron otra cosa que mirarse. Nox no apartaba la mirada del hombre, con bastante sospecha, ya que parecía no querer decir nada por el momento.
Y entonces, sin previo aviso, Harry soltó un grito de dolor, llevándose las manos a la cara, resbalando su varita de las manos. Se le doblaron las rodillas. Cayó al suelo sin soportar el dolor.
—¡Harry! —gritó Nox, corriendo en su dirección, poniéndose de rodillas frente a él—. ¿Qué te sucede?
Desde lo lejos, por encima de su cabeza, oyó una voz fría y aguda que decía:
—Mata al otro.
Nox sintió todos sus sentidos alterarse al escuchar aquello. Aún de rodillas, se dió vuelta, a punto de gritar y advertir sobre lo que se venía, pero desafortunadamente su reacción fue mucho más corta que el resplandor verde que apareció de pronto, chocando en el pecho de su mejor amigo frente a ella.
—¡ Avada Kedavra !
Esas fueron las palabras que escuchó antes de ver a su mejor amigo caer a su lado, con los ojos abiertos, y una expresión de sorpresa, calcada en su rostro.
—¡NO! —un grito desgarrador salió de Nox. Aún tenía el brillo del destello verde y mortal marcado en los ojos. El miedo y los nervios no la ayudaron a ponerse de pie, así que se arrastró hacia su mejor amigo, para tomarle el rostro, que seguía con la misma expresión con la que cayó —¡No-no, Cedric! ¡Levántate! Cho nos está esperando... Por favor...
Las lágrimas comenzaron a bajar de su propio rostro, no tenía tiempo ni mucho menos la oportunidad de pensar en qué no quería llorar. Estaba esperando que su mejor amigo le devolviera la mirada, parpadeara o suspirara, pero eso jamás llegó.
Estaba tan ocupada en asegurarse que su amigo estuviera aún con ella, que de pronto sintió como si una cuerda le apretaba en su tobillo, la jalaron de un tirón muy fuerte de pronto, que solo tuvo tiempo para soltar un grito.
La arrastraron del tobillo por lo que parecía ser gran parte del cementerio, mientras intentaba detenerse con las uñas, enterrandolas en la tierra, pero jamás lo logró. Alguien la levantó y la ató a una lápida, desde el cuello hasta los tobillos. Había comenzado a llorar descontroladamente, sin siquiera poderse contener. A lo lejos veía el cuerpo inerte de Cedric, recalcando en cada parpadeó que estaba muerto.
Se quedó inmóvil, y realmente no era un trabajo difícil, ya que en ese momento no quería hacer nada más que llorar hasta quedarse seca.
El hombre que se encontraba ahí después de atarla, sacó de la capa una tira larga de tela negra y se la metió a Nox en la boca. Luego, sin decir una palabra, le dio la espalda y se marchó a toda prisa. Ahora los sollozos de Nox estaban siendo ahogados. Sentía el cuello empapado, y la espalda adolorida.
«Se va a levantar... Y nos ayudará », se esperanzó, Nox.
Oyó un ruido a sus pies. Bajó la mirada, y vio una serpiente gigante que se deslizaba por la hierba, rodeando la lápida a la que estaba atada, y después rodeaba la de Harry, que gemía de dolor. No sé había percatado de que se encontraba en la misma situación que ella, y eso lo hacía mucho peor. La serpiente los estaba rodeando formando un ocho en el suelo.
Nox comenzó a moverse, intentando sacarse de las cuerdas, pero no podía dejar de sollozar ahora de terror y desesperación. Volvió a oír, cada vez más fuerte, la respiración rápida y dificultosa del hombre, que sonaba como si estuviera acarreando algo pesado.
Entonces vió como estaba empujando hasta la sepultura algo que parecía un caldero de piedra, aparentemente lleno de agua. Oyó que salpicaba al suelo, y era más grande que ningún caldero que él hubiera utilizado nunca: era una especie de pila de piedra capaz de contener a un hombre adulto sentado.
De repente brotaron bajo él unas llamas crepitantes. La serpiente se alejó reptando hasta adentrarse en la oscuridad. El líquido que contenía el caldero parecía calentarse muy rápidamente. La superficie comenzó no sólo a borbotear, sino que también lanzaba chispas abrasadoras, como si estuviera ardiendo.
Se volvió a oír la voz fría y aguda:
—¡Date prisa!
Se escucharon más palabras, pero Nox estaba viendo hacia los lados. Su varita estaba tirada, a unos metros de ella, y definitivamente no la iba a alcanzar. Estaba buscando alternativas, pero ninguna llegaba a su mente.
Cuando volvió su vista al enorme caldero, vió al hombre con lo que parecía ser un enorme y horrible feto. Viscoso y rosado, de un aspecto demasiado asqueroso. Luego vio, por un momento, el rostro plano y malvado iluminado por las chispas que saltaban de la superficie de la poción. Lo dejó caer y oyó el golpe sordo del frágil cuerpo contra el fondo del caldero.
La persona habló, pero no podía identificar de quién se trataba, a su lado, Harry se removió de nuevo, y por su mirada, parecía saber de quién se trataba. La voz del hombre le salió temblorosa, y parecía aterrorizado. Levantó la varita, cerró los ojos y habló a la noche:
—¡Hueso del padre, otorgado sin saberlo, renovarás a tu hijo!
La superficie de la sepultura se resquebrajó a los pies de Harry. Nox gritó, pero fue amortiguado por la tela en su boca. Vio que salía de debajo un fino chorro de polvo y caía suavemente en el caldero. La superficie diamantina del agua se agitó y lanzó un chisporroteo; arrojó chispas en todas direcciones, y se volvió de un azul vivido de aspecto ponzoñoso. En aquel momento, el hombre estaba lloriqueando. Sacó del interior de su túnica una daga plateada, brillante, larga y de hoja delgada. La voz se le quebraba en sollozos de espanto, tan similares como los de Nox.
—¡Carne... del vasallo... voluntariamente ofrecida... revivirás a tu señor!
Extendió su mano derecha, la mano a la que le faltaba un dedo. Agarró la daga muy fuerte con la mano izquierda, y la levantó. Sabía lo que estaba por hacer, no quería mirar, pero no pudo evitarlo, así que solo apretó los ojos cuando vió caer la mano al suelo en un golpe seco. El grito y sollozo retumbaron en sus oídos, después se oyó un golpe contra el suelo, se le había caído la daga, luego el ruido de una salpicadura que le dio asco, como de algo que caía dentro del caldero.
Cuando volvió abrirlos, vió al hombre tembloroso, acercándose en dirección a Nox. Abrió demasiado los ojos, y nuevas lágrimas comenzaron a bajar. Escuchó los gritos amortiguados de Harry a su lado, ella intentaba moverse, pero era imposible para ambos evitar algo.
—L-la piel... de la pro-profecia... el control de su cuerpo... D-de él será... su don... También tendrá bajo control...
Miró hacia abajo, tenía una daga nueva, estaba tan filosa que reflejaba fuertemente el brillo de la noche en ella, intento evitar algo, pero era imposible, ya la había enterrado en su rodilla derecha. Nox gritó de dolor, mientras sentía como cortaba su piel de manera imperfecta, haciéndolo aún más doloroso. Sentía la sangre caer a montones en el pasto, empapando su propio pie.
Pareció ser una eternidad la que sintió aquel dolor. Estaba empapada en sangre, sudor y lágrimas. Cuando por fin sacó la daga de su pierna, logró distinguir como con los dedos de la mano que le quedaban ponía un largo trozo de carne en un pañuelo. Nox sintió el mundo moverse, la náusea le llegó y la vista se le tornó borrosa.
El dolor en su pierna permanecía, no quería ver, pero por accidente lo hizo: le faltaba un pedazo de piel, solo se veía rojo y brotando sangre sin parar. La respiración le empezaba a fallar, y no podía siquiera prestar atención a su entorno.
Después, el hombre se dirigió a Harry, con la misma daga en la mano, sin siquiera limpiarla, mientras le atravesaba la piel de su brazo.
Nox comenzó a gritar, para llamar la atención del hombre, que le hicieran lo que sea a ella, de todos modos ya estaba muerta, importaba más su amigo que ella, ya había perdido a Cedric, y no soportaría también perder a Harry.
—Sa... sangre del enemigo... tomada por la fuerza... resucitarás al que odias.
Desafortunadamente no pudo hacer nada para evitarlo, tan firmemente estaba atado al igual que ella. El hombre, sin dejar de jadear de dolor, se hurgó en el bolsillo en busca de una redoma de cristal y la colocó bajo el corte que le había hecho a Harry de forma que entrara dentro un hilillo de sangre.
Tambaleándose, llevó la sangre de Harry hasta el caldero y la vertió en su interior.
Al instante el liquido adquirió un color blanco cegador. Habiendo concluido el trabajo, cayó de rodillas al lado del caldero; luego se desplomó de lado y quedó tendido en la hierba, agarrándose el muñón ensangrentado, sollozando y dando gritos ahogados...
Nox no podía contener los ojos abiertos. Estaba perdiendo demasiada sangre, sentía la piel helada, y sus sollozos eran cada vez más silenciosos y débiles. Los cerró por unos instantes, dejando de ver lo que estaba pasando alrededor de ella, solo quería descansar... Aunque sea un poco...
—Vísteme —dijo una voz fría y aguda.
Abrió los ojos, el dolor no la dejaba reaccionar. El hombre aún sollozando, alcanzó con dificultad la túnica negra del suelo, se puso en pie, se acercó a su señor y se la colocó por encima con una sola mano.
El hombre delgado salió del caldero, mirando a Harry fijamente... Más blanco que una calavera, con ojos de un rojo amoratado, y la nariz tan aplastada como de una serpiente, con pequeñas rajas en ella en vez de orificios.
Lord Voldemort había vuelto.
Nox sentía su cuerpo queriendo dejarse caer. Estaba usando todas sus fuerzas, pero no podía. Escuchaba a Harry, tratando de llamarle, se giró a él, estaba pálido, y tenía el mismo rostro con el que lo vió en el lago negro hace ya un año. Con la mirada le suplicaba que se quedara con ella, que no lo dejara solo, pero el dolor ganó, y dejó caer su cabeza en su pecho.
«No lo aceptaste... Ahora estás obligada a hacerlo...»
Abrió ligeramente los ojos, le pesaban demasiado, como si no hubiese dormido por dias y ahora estaba siendo obligada a despertar lo primero que vió fue el techo de su habitación antigua, donde antes vivía con su padre y madre, de un color rojizo.
Parpadeó varias veces, acostumbrándose a la luz, intentó mirar el reloj de la pared, pero era imposible. Sintió un peso al otro lado de la cama, se dió vuelta y ahí estaba: tan bella y reluciente, como la recordaba. Sintió la respiración escaparse de su cuerpo, y las lágrimas comenzaron a bajar una por una, turnando demostrar el dolor de que su ausencia provocaba.
—Mamá... Mami —susurró Nox, con la voz cortada.
Cómo pudo, se levantó y se abalanzó sobre su madre, abrazándola. Le devolvió el gesto, con tanta calidez que parecía imposible de sentir. Su madre tomó el rostro de Misery Nox con ambas manos, observando a su hija detalladamente, pero las lágrimas de la pelinegra no dejaban de bajar.
—Has crecido tanto. Y eres sorprendentemente más hermosa que antes... —susurró con cariño —, pero no llores, mi vida, todo estará bien.
Le limpiaba las lágrimas con los pulgares. Nox no podía dejar de llorar, pero no quería dejar de mirarla.
—Te extraño tanto, papá te extraña más que a nada en el mundo... —decía Nox, impresionantemente no se le cortaron las palabras.
—Yo también los extraño, pero les prometo que en algún momento nos volveremos a ver, solo hay que esperar, mi vida —seguia susurrandole.
—Mamá...
—Tienes que seguir, Nox —le decía su madre —. Eres muy fuerte, pero tampoco es malo ser débiles. Yo confío en tus decisiones, y siempre estaré aquí para cuando decidas venir —le decía, pero Nox no entendía lo que decía —, solo recuerda que te amamos, ¿si?
—No te vayas, por favor, mami, no quiero que te vayas. Papá te necesita, te extraña mucho —suplicaba Nox.
—No te preocupes, mi vida, él sabe que siempre estaré a su lado —le decía —, que siempre lo amaré como desde el primer momento que tomó mi mano, al igual que a ti.
Sintió un extraño dolor en la pierna, Nox creyó saber lo que significaba, así que a abrazó a su madre como jamás pudo llegar a hacer.
—Si te controla... No será hasta el final... Lo prometo —le dijo su madre, para después besar su coronilla.
Respiró, pero cada vez que lo hacía parecía un castigo, y deseaba ya no respirar nunca, quería volver a los brazos cálidos de su madre. Las voces sonaban opacas, ahogadas.
—...Pues, por supuesto, aprovechándome de la información de Bertha: usando a mi único mortífago fiel, establecido en Hogwarts, para asegurarme de que el nombre del muchacho entraba en el cáliz de fuego, usándolo para asegurarme de que el muchacho ganaba el Torneo...
Nox alzó la vista, pero un ligero movimiento hizo que su rodilla doliera. La miró y se veía terrible, estaba tan empapada en sangre que no se sabía distinguir entre la piel o el pantalón que se le había pegado.
El lugar ya no se encontraba vacío, había bastantes personas en el lugar, pero Nox no se tomó el tiempo de contar o averiguar de quiénes se trataban. Hizo otro movimiento y no pudo evitar soltar un sollozo de dolor. Voldemort, parado frente a ella, se percató que había despertado, y eso pareció alegrarlo demasiado.
—¡Oh, Misery Nox! —su nombre sonaba tan oscuro y penetrante, viniendo de esa voz —Estás aquí con nosotros, despertaste en el momento justo cuando iba a hablar de tu fiel madre.
Sintió una chispa de rabia subirle por el cuello.
—Tu madre ha sido la más fiel e inteligente mortifago que he tenido en años —dijo con un tono de orgullo —. Verás, ella a pesar de una sangre sucia, era una persona muy valiosa, tenía ese mágico don de la adivinación que no cualquiera posee, y eso me servía bastante, además de que había estudiado en otra escuela que no fuera Hogwarts, así que todo conocimiento me era útil, a pesar de ser diferente.
Nox parpadeó muchas veces, como si hacerlo le aclarara las ideas. No estaba hablando de Rose Figg, estaba hablando de su madre biológica. ¿Pero como él sabría quién era antes que ella misma?
—Ella hizo una gran profecía, que decía algo como «La hija de sangres cruzadas y de una descendiente de Hydra le asegurará el éxito al señor tenebroso. Solo leer las palabras escritas por la muerte asegurará el éxito. De su piel tendrá control, pero las sangres serán más fuertes hasta su final» —narró—. Estuvimos educadote, día y noche para que aprendieras a leer, pero después llegó otra profecía, una que no pude completar, gracias a tu parejita a tu lado —señaló a Harry.
»Tu madre, tan inteligente, desafortunadamente fue capturada y llevada a Azkaban. Luchó hasta el último momento por mi honor, pero al ser capturada, escondió todo su embarazo con tal de darte a luz, a ti, cumplir su profecía era todo lo que quería hacer, y henos aquí, apunto de cumplirla.
Voldemort avanzó lentamente, y volvió su rostro a Harry. Levantó su varita.
—¡Crucio!
Comenzó a gritar de un dolor que jamás habría sentido en la vida. Nox comenzó a gritar que se detuviera, pero por estar amordazada no podía entenderse lo que quería decir. Se sacudía desesperadamente, y de nuevo las lágrimas empezaban a bajar de los ojos grises de Nox.
Y luego cesó. Su cuerpo quedó colgado, sin fuerzas, de las cuerdas que lo ataban a la lápida. Las carcajadas de los mortífagos resonaban en la noche.
—Que tierna... apuesto que quienes te adoptaron te enseñaron esas estupideces como la empatía y el amor —dijo en dirección a Nox—. Creo que ven lo estúpido que es pensar que este niño haya sido alguna vez más fuerte que yo —dijo Voldemort—. Pero no quiero que queden dudas en la mente de nadie.
»Harry Potter se libró de mí por pura suerte. Y ahora demostraré mi poder matándolo, aquí y ahora, delante de todos vosotros, sin un Dumbledore que lo ayude ni una madre que muera por él o siquiera una amiga que lo defienda. Le daré una oportunidad. Tendrá que luchar, y no les quedará ninguna duda de quién de nosotros es el más fuerte. Sólo un poquito más, Nagini —susurró, y la serpiente se retiró deslizándose por la hierba hacia los mortífagos—. Ahora, Colagusano, desátalo y devuélvele la varita. Pero primero, juguemos un poco...
Colagusano se acercó a ambos, y con un movimiento de la varita, las cuerdas se safaron de ambos. Nox siquiera sentía la pierna, tenía la sensación de que esa extremidad ya estaba muerta. Cayó al suelo de golpe, ni siquiera puso las manos para detenerse. Le pusieron su propia varita en la mano, pero no podía sostenerla, estaba temblando demasiado. Ya le habían sacado la bola de tela de la boca, y ahora sus sollozos eran el nuevo ruido que llenaba el horrible ambiente del cementerio.
—¿Te han dado clases de duelo, Harry Potter? —preguntó Voldemort con voz melosa —No, no te vas a batir a duelo conmigo, al menos no ahora.
Nox dejó de sollozar de pronto, como si le hubieran presionado un botón de «apagado». Se levantó como si nada hubiese pasado, como si de una gran interpretación se tratara y su momento en el escenario se hubiese acabado.
Tomó la varita, y ya de pie, se acercó a Voldemort.
—Oh... Es perfecto, te han controlado y entrenado perfecto, más fácil de lo que pensé...
Ella estaba consciente, pero era como si su conciencia hubiera cambiado radicalmente. Volteó a ver a Harry, y Harry a Nox. Tenía los ojos convertidos en unos espejos, en los cuales se podía ver reflejado en ellos. La pupila seguía oscura, pero ya no estaban siendo adornadas con aquel iris gris oscuro que solía admirar Harry. Sus labios eran de un rojo oscuro, brilloso y seductor.
Era como ver a alguien completamente diferente en cuestión de segundos, sabía que Cedric tenía razón en algo cuando mencionó que era Nox.
Misery se colocó frente a Harry, sin ninguna expresión en su rostro. Las lágrimas ya no bajaban, solo quedaba el rastro de estas. Los rizos de su cabello caían a ambos lados de su rostro, pero no de la forma que le solían gustar, porque ese no era el rostro que llegó a conocer.
—Tienen que saludarse con una inclinación, Harry —dijo Voldemort, Misery se agachó un poco, pero sin dejar de mirar a Harry a los ojos —. Vamos, hay que comportarse como caballeros, sobre todo frente a una dama... A Dumbledore le gustaría que hicieras gala de tus buenos modales. Inclínate ante la muerte, Harry.
—Nox... —comenzó Harry, en un susurro que se supone que solo ella debería entender —. No tienes que hacer esto...
No hubo ninguna reacción, fue como hablarle a la pared.
—He dicho que te inclines —repitió Voldemort, alzando la varita. Harry comenzó a encorbarse en contra de su voluntad —. Muy bien. Ahora da la cara como un hombre. Tieso y orgulloso, como murió tu padre... Señores, empieza el duelo.
La chica con ojos de espejo se volvió a enderezar y alzó la varita. Harry no quería hacerlo, no de nuevo. Misery tenía la mente en blanco, pero no como antes, era como si realmente la persona que se encontraba frente a ella no le importara de lo más minimo; que las memorias en su mente simplemente fueran algo tan desechable como una nota del periodico.
Antes de que Harry pudiera hacer nada para defenderse, recibió de nuevo el impacto de la maldición cruciatus. Volvió a gritar de dolor, sacudiendose en el suelo con decesperación. Del rostro de Misery surgió una curvatura, como si de una sonrisa se tratase. Bajó la varita, y el dolor de su contrincante cesó. Temblaba tan incontrolablemente como Colagusano después de cortarse la mano. En su tambaleo llegó hasta el muro de mortífagos, que lo empujaron hacia Voldemort.
—Un pequeño descanso —dijo Voldemort, dilatando de emoción las alargadas rendijas de la nariz—, una breve pausa... Duele, ¿verdad, Harry? Que la persona que has amado desde que la conoces te haga esto, que disfrute tu dolor. No querrás que lo repita, ¿a que no?
—Te he preguntado si quieres que lo repita —dijo Voldemort con voz suave—. ¡Respóndeme! ¡Imperio!
Era sorprendente como ahora respondía la mente de Misery Nox, con unas ideas completamente distintas a las que realmente tiene. Toda su moral y ética se había ido por el caño, ya que al ver no respuesta y una resistencia por parte de Harry, la hacía enfurecer.
—¿No has escuchado lo que te han preguntado? —dijo esta vez Misery, sorprendiendo a muchos, pero mucho más a Harry—. Responde a lo que tu amo te pregunta, inútil.
—¡NO LO HARÉ!
Misery pareció reaccionar una vez más. Era como si estuviera procesando de a poco a poco su papel en aquel lugar, y la reacción de Harry pareció afectarle negativamente, mucho más. ¿Cómo se atrevía a hablarle así a Lord Voldemort?
—Aguarda, Misery —la detuvo, cuando dio un paso más hacia Harry —. ¿No lo harás? —dijo Voldemort en voz baja, y los mortífagos no se rieron aquella vez—. ¿No dirás «no, por piedad»? Harry, la obediencia es una virtud que me gustaría enseñarte antes de matarte... ¿tal vez con otra pequeña dosis de dolor? Adelante, Misery.
Misery levantó la varita, pero Harry fue más rápido, se echó al suelo a un lado. Rodó hasta quedar a cubierto detrás de la lápida de mármol del padre de Voldemort. Misery, furiosa, lanzó una maldición que quebrajó la lápida donde se escondía Harry por detrás.
—Hoy no vamos a jugar al escondite, cariño —dijo Misery, con un tono suave y muy fría, antinatural en ella —. Hagas lo que hagas, no puedes salir de aquí, mucho menos si yo estoy aquí.
—No puedes esconderte de mí. ¿Es que estás cansado del duelo? ¿Preferirías que terminara ya, Harry? Sal, Harry... sal y da la cara. Será rápido... puede que ni si quiera sea doloroso, no lo sé... ¡Como nunca me he muerto...!
Antes de que Voldemort asomara la cabeza de serpiente por el otro lado de la lápida, Harry se había levantado; agarraba firmemente la varita con una mano, la blandía ante él, y se abalanzaba al encuentro de Voldemort para enfrentarse con él cara a cara. Voldemort estaba listo. Al tiempo que Harry gritaba «¡Expelliarmus!», Voldemort lanzó su «¡Avada Kedavra!».
Misery sintió como algo se revolvió dentro de ella, y el dolor de la pierna desangrada se hizo ligeramente presente, como un recuerdo. De la varita de Voldemort brotó un chorro de luz verde en el preciso momento en que de la de Harry salía un rayo de luz roja, y ambos rayos se encontraron en medio del aire.
Tanto él como Voldemort estaban elevándose en el aire, y sus varitas seguían conectadas por el hilo de luz dorada. Se alejaron de la lápida del padre de Voldemort, y fueron a aterrizar en un claro de tierra sin tumbas.
—¡No hagan nada a menos que yo se los mande! —gritaba Voldemort.
Y, entonces, un sonido hermoso y sobrenatural llenó el aire... Procedía de cada uno de los hilos de la red finamente tejida en torno a Harry y Voldemort. Su mente estaba confundiendo recuerdos, modificándolos como buenos o malos, se estaba desconectando, pero no sabía cómo sentirse.
El dolor que ya no había sentido, regresó a ella como una cubetada de agua fría. Cayó al suelo de repente, como si hubiera aterrizado en su realidad. Las lagrimas volvieron una vez más a sus ojos, al igual que el dolor. Su piel había palidecido varios tonos, había perdido demasiada sangre.
La visión se había vuelto borrosa, las manos le temblaban de manera impresionante. Sentía que cada que se arrastraba por el suelo, dejaba su alma arrastrando por detrás.
«Voy a morir... Me van a dejar aquí, morirme... No quiero morir, no estoy lista...», eran las únicas palabras que resonaban en su pensamiento, original y recuperado.
Sus ojos habían vuelto a su color original, parecía ser que Voldemort estaba tan concentrado en lo que estaba pasando que se olvidó de ella por el momento, soltando su conexión. Los mortifagos estaban tan confiados de la nueva identidad Nox, que jamás se dieron cuenta que se había alejado mientras se arrastraba hacia el cuerpo de Cedric.
Lo tocó, del rostro, las manos y el cuello. El calor que siempre llevaba consigo había desaparecido totalmente, y no pudo evitar llorar de nuevo, recordado la horrible realidad que estaba viviendo. No podia hacer nada, se encontraba inútil, y si la iban a matar, sería junto a él, no quería dejarlo solo...
Solo...
Miró hacia donde supone que estaba Harry, peleando por su vida, frente a la persona que siempre se la quiso quitar desde que tenía apenas un año. Recordó la primera vez que lo conocío, en casa de su abuela... Se había convertido en su primer amigo, uno verdadero, y ella era su primera amiga de toda la vida... No podía dejarlo solo, no de nuevo.
Gimió en silencio, la pierna estaba tambaleando, de todos modos estaba muerta, así que lo mejor era que lo ayudara a escapar de ahí. Cuando por fin pudo ponerse de pie, alzó su varita, pero Harry ya corría como una bala en su dirección.
—¡Confringo! —lanzó Nox en dirección a los mortifagos. Su hechizo golpeó a uno, desconcertado por la reacción de Nox, pero ella estaba dispuesta a matar a uno, con tal de que Harry saliera de ahí —. ¡Atabraquium! —uno de los mortifagos terminó atado con unas cuerdas en sus extremidades.
Nox seguía lanzando todos los hechizos que se le venían a la mente, entre ellos un «¡Bombarda!», y una explosión cayó a los pies de los mortifagos, mientras que Harry corria en zigzag por entre las tumbas. Tras él las maldiciones que le arrojaban estaban pegando en las lápidas: fue esquivando tumbas y maldiciones, olvidado por completo del dolor de la pierna, mientras que Nox lo ayudaba a llegar.
Una de las maldiciones por parte de los mortifagos cayó en una de las lapidas con las que se estaba cubriendo Nox, haciéndola añicos, y uno de ellos le dió fuertemente en la pierna herida, haciéndola caer de inmediato. Sabía que iba a morir, pero la idea de hacerlo la aterraba, estaba luchando por seguir viva, pero la falta de sangre la estaba poniendo en su propia contra. Estaba en el suelo, y se arrastró hasta detrás de una lápida, Harry se acercó a ella con prisa.
—No me dejes morir aquí, por favor... —le suplicó Nox, con los ojos inundados en lágrimas. Por un momento él se asustó, pero al ver sus ojos grises, supo que estaba ella ahí —. No estoy lista para morir, no quiero...
—Jamás lo haré —le respondió.
Tomó su brazo y se lo pasó por el hombro, y juntos con las pocas fuerzas que tenían corrieron hasta el cuerpo de Cedric. Nox de vez en cuando se daba vuelta para lanzar uno que otro hechizo con las fuerzas que le quedaban.
—¡Apartence! ¡Lo mataré! ¡Es mío! —chilló Voldemort —¡No creas que te irás tan fácilmente, Misery Nox!
Nox se dejó caer sobre el cuerpo de Cedric, una vez más, como si realmente protegerlo lo traería a la vida. La mano de Harry había aferrado a Cedric por la muñeca. Entre él y Voldemort se interponía una lápida, pero Cedric pesaba demasiado para arrastrarlo, y Nox no tenía la fuerza para ayudarlo, apenas podía consigo misma, y la Copa quedaba fuera de su alcance.
Los rojos ojos de Voldemort destellaron en la oscuridad. Ambos lo vieron curvar la boca en una sonrisa, y levantar la varita.
—¡Accio! —gritó Harry, apuntando a la Copa de los tres magos con la varita.
La Copa voló por el aire hasta él. Harry la cogió por un asa. Sintieron un jalón. Regresaban, así que Nox por fin pudo descansar.
Chapter 25: 24. Mejor amigo
Notes:
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Chapter Text
Capítulo 24
Mejor amigo
Una vez más las voces a su alrededor, ahogadas entre sus sueños. Su pierna no dejaba de doler, y le estaba provocando despertarse. Hacía demasiado ruido. Sentía su cuerpo sintiendo el césped, ligeramente fresco. Un llanto la hizo abrir ligeramente los ojos, como si de una alarma se tratase. Solo fue un poco, casi indistinguible. Todo estaba borroso, intentó enfocar su vista, pero era muy difícil; había gente de aquí para allá, unos lloraban, otros gritaban, y otros intentaban ver qué sucedía.
Su pierna parecía jamás mejorar, aún así Nox ya no le importaba, ya la daba por perdida.
Solo podía distinguir pocas palabras como «¡Muerto!», «¡Está muerto!», o, «¡Dumbledore!». Por fin logró abrir ligeramente los ojos, estaba tumbada, con el rostro pegado al suelo. Su pierna parecía pudrirse frente a sus ojos, ya ni siquiera podía distinguir entre su piel, la sangre y el pantalón. Más apartado, vió piernas pasar de aquí a allá, pisadas fuertes y descuidadas, unas cuantas pisando el enorme cabello de Nox.
Sintió como la intentaban levantar, pero era muy difícil, como si no quisiera jamás despegarse del césped. Entre la multitud, vió una vez más el cuerpo sin vida de Cedric, y más lágrimas comenzaron a bajar de su rostro, pero su rostro inexpresivo y lleno de trauma no la dejaban expresar una tristeza profunda que sentía, como si estuviera también cansada como para gesticular algo.
Las manos no insistieron, ya que la atención se fue en el cuerpo de Cedric, que seguían diciendo «¡Uno está muerto!». Vió como entre la multitud se abría pasó alguien más, pudo distinguir que se trataba de Ojoloco Moody, llevando a Harry con él. Podía ver en el rostro del hombre alguna chispa, como si de una victoria se tratara, aquella mirada que había visto cuando le pregunto sobre la maldición imperio. Estaba muy pálido, pero no lo suficiente como lo estaba Nox.
—Harry... —intentó decir Nox, pero su voz parecía negarse a salir —. No... Harry... No...
La advertencia comenzaba a surgir de su cuerpo, pero estaba tan débil que no simplemente no podía. Cerró los ojos con fuerza, intentando recuperarse como pudiera, si nadie lo ayudaría, ella lo haría, aún así fuera el último aliento que diera.
Su mente comenzó a dar sus últimos pensamientos, tratando de idear algo.
«Tu cuerpo no es mío... Tu alma no es mía... Pero una de las dos lo será...», resonó en su mente.
Abrió los ojos, y lo que más brillaban de estos eran una iris, tan plateada y reflejante, como un animal en la noche. Estiró una mano, sintió una varita mágica que la tomó sin pensarlo. Movió como pudo ambos brazos, arrastrándose como si de una serpiente se tratase. Tenía la pierna dormida, las personas seguían pasando, y como la sombra que era, logró ponerse de pie, tambaleando y con el cerebro dando vueltas en la misma dirección que las estrellas.
Comenzó a sentir como del cuello comenzó a surgir un enojo que no sabía de dónde venía, pero le estaba dando las fuerzas para estar de pie y avanzar. Los había perdido de vista. Al subir la pequeña escalinata de piedra, su pierna falló, cayendo de golpe en ellas. Nox gimió de dolor, con más lágrimas bajando de su rostro, pero como pudo, se arrastró de nuevo, dejando rastro de sangre en la piedra. Al llegar al vestíbulo, logró ponerse de pie, temblaba horriblemente, tambaleándose como si estuviera peor que ebria, siguiendo el camino, dejando un horripilante rastro detrás.
Se acercaba a uno de los despachos, así que sacó y empuñó su varita, previniendo con sus últimas fuerzas. Reposó su espalda en la pared, aún se escuchaba el alboroto que estaba ocasionando el cuerpo de Cedric desde fuera, haciendo sentir peor a Nox, pero la rabia era mucho más grande de lo que pensaba, cuando estaba intentando escuchar algo que la voz decía desde dentro:
—¿Karkarov? —escuchó a Moody, cuando llegó, riendo de forma extraña—. Karkarov ha huido esta noche, al notar que la Marca Tenebrosa le escocía en el brazo. Traicionó a demasiados fieles seguidores del Señor Tenebroso para querer volver a verlos... pero dudo que vaya lejos: el Señor Tenebroso sabe cómo encontrar a sus enemigos.
—¿Karkarov se ha ido? ¿Ha escapado? Pero entonces... ¿no fue él el que puso mi nombre en el cáliz? —escuchó a Harry. Nox empuño más la varita.
—No —dijo Moody despacio—, no fue él. Fui yo.
No sabía cómo era posible sentirse mucho peor de lo que ya estaba.
—Alohomora —susurró Nox con la varita, en dirección a la chapa de la puerta que hizo un «¡Click!».
La puerta se abrió lentamente, no bajó la varita, a pesar de que su brazo le rogaba por hacerlo. Se encontró con el rostro de Moody, que apuntaba a Harry con su varita, estaba muy pálido, pero a comparación de Nox, es como si estuviera muy sano. Harry abrió bastante los ojos, viendo el aspecto de Nox, era como ver a un muerto en vida, con los ojos de un animal.
—Usted... —susurró Nox, con sus últimas fuerzas, llenas de furia—, usted hizo todo esto...
—Te tardaste demasiado en darte cuenta Figg, o quiero decir, Misery Nox —Los ojos de Nox comenzaron a brillar más, como unas luciérnagas plateadas en la oscuridad del despacho. Su mano temblaba, pero no quería bajarla por nada del mundo, más si Moody seguía apuntando a Harry —. Pero díganme, entonces, ¿los perdonó?, ¿a los mortífagos que quedaron en libertad, los que se libraron de Azkaban?
—¿Qué? —Harry seguía sin entender o aceptar lo que estaba pasando.
—He preguntado —repitió Moody en voz baja— si él perdonó a esa escoria que no se preocupó por buscarlo. Esos cobardes traidores que ni siquiera afrontaron Azkaban por él. Esos apestosos desleales e inútiles que tuvieron el suficiente valor para hacer el idiota en los Mundiales de quidditch pero huyeron a la vista de la Marca Tenebrosa que yo hice aparecer en el cielo.
—¿Que usted...? ¿Qué está diciendo? —volvió a preguntar Harry.
—Ya te lo expliqué, Harry, ya te lo expliqué. Si hay algo que odio en este mundo es a los mortífagos que han quedado en libertad. Le dieron la espalda a mi señor cuando más los necesitaba. Esperaba que los castigara, que los torturara. Dime que les ha hecho algo, Harry...
—Yo lo hice —respondió Nox —, pero no por darle gusto a usted. Me metió en esto, y yo intenté salir de ahí. Salimos de ahí.
—Dime —se dirigió a Nox— que reconoció que yo, sólo yo le he permanecido leal... y dispuesto a arriesgarlo todo para entregarle lo que él más deseaba: a ustedes dos.
—Claro que no —mintió, Nox —. Se llenó de sus aires de grandeza, diciendo que había logrado todo solo, sin ayuda de sus inútiles mortifagos...
—Mientes —dijo Moody con recelo —. ¿Quién puso tu nombre en el cáliz de fuego, en representación de un nuevo colegio? Yo. ¿Quién espantó a todo aquel que pudiera hacerte daño o impedirte ganar el Torneo? Yo. ¿Quién animó a Hagrid a que te mostrara los dragones? Yo ¿Quién te ayudó a ver la única forma de derrotar al dragón? ¡Yo!
La mano de Nox comenzaba a flaquear, al igual que la fuerza de sus piernas, no sabía cuánto tiempo más soportaría.
—No fue fácil, Harry, guiarte por todas esas pruebas sin levantar sospechas. He necesitado toda mi astucia para que no se pudiera descubrir mi mano en tu éxito. Si lo hubieras conseguido todo demasiado fácilmente, Dumbledore habría sospechado. Lo importante era que llegaras al laberinto, a ser posible bien situado. Luego, sabía que podría librarme de los otros campeones y despejarte el camino. Pero también tuve que enfrentarme a tu estupidez. La segunda prueba... ahí fue cuando tuve más miedo de que fracasaras. Estaba muy atento a ti, Potter. Sabía que no habías descifrado el enigma del huevo, así que tenía que darte otra pista...
—No fue usted —dijo Harry con voz ronca—: fue Cedric el que me dio la pista.
—¿Y quién le dijo a Cedric que lo abriera debajo del agua? Yo. Sabía que te pasaría la información: la gente decente es muy fácil de manipular, Potter. Estaba seguro de que Cedric querría devolverte el favor de haberle dicho lo de los dragones, y así fue. Por eso le di ese libro a su noviesita, Chang, porque estaba seguro que Misery Nox terminaría debajo del agua también, y necesitaba que volviera intacta.
—Puso todo a su favor, quería que llegara derechito a su trampa —dijo Nox, con la voz rasposa —, uso a todos quienes estaban a su alrededor
—Exacto, excepto a ti. Eres bastante lista como para decirte algo; sospecharías al instante, eras también un obstáculo: estabas ayudando a Cedric Diggory con las pruebas, a entrenar para los dragones, el lago y el laberinto. Si estuvieras en el torneo, sabría que tu no necesitarías ninguna ayuda, fácilmente ganarías, de haber sabido que estabas viva y en este colegio, hubiese puesto tu nombre en el cáliz.
Sonaba más como un halago, pero Nox en ese momento no estaba para eso.
—Pero no, necesitaba que estuvieras en el laberinto, que fueras al traslador junto a los otros —decía Moody, con una sonrisa perturbadora —, tanto tiempo controlandote con la maldición imperius, fue mucho más fácil hacerlo a una larga distancia, a través del laberinto. Fácilmente pude obligarte a deshacerte de Fleur, Viktor, e incluso tu mejor amigo, que ahora me parece ser: está muerto.
Se contuvo, por menos fuerzas que tuviera, se contuvo.
—Me controló, para hacer su trabajo sucio, para torturar a aquél hombre, sin que nadie levantara sospechas, más que de mí. Sabía que si me capturaban, estaría más segura en Azkaban.
—Si, justo en tu dulce hogar con tu madre —dijo Moody—, pero me arrepentí, te necesitaba el señor tenebroso para su retorno, así que terminé el trabajo por ti. Si lo encontraban y hablaba, mi plan no hubiera terminado bien. Saben, los dos, por ejemplo, tuvimos un padre muy decepcionante... mucho. Los dos hemos sufrido la humillación de llevar el nombre paterno, Harry. ¡Y los dos gozamos del placer... del enorme placer de matar a nuestro padre para asegurar el ascenso imparable de la Orden Tenebrosa!
—¡Usted está loco! —exclamó Harry, sin poder contenerse—, ¡está completamente loco!
—¿Loco yo? —dijo Moody, alzando la voz de forma incontrolada—. ¡Ya veremos! ¡Veremos quién es el que está loco, ahora que ha retornado el Señor Tenebroso y que yo estaré a su lado! ¡Ha retornado, Harry Potter! ¡Tú no pudiste con él, y yo podré contigo! Y henos aquí, con Lord Voldemort, más vivo que nunca.
—No si me mata a mi primero —dijo Nox, con voz fuerte, volvió a tomar fuerzas, segura de lo que quería hacer—. La decepción que le causará si me mata a mí, aunque sea por accidente. Que lo lleven a Azkaban, que su amo se decepcione y enfurezca por matar a su supuesta arma, pero primero lo perseguirá, irá hasta su celda en Azkaban, y lo matará.
—Eso nunca pasará —miraba con su ojo real a Nox, mientras que con el ojo azul eléctrico lo tenía fijo en Harry —. Lo mataré a él. Seré su más grande orgullo, te entregaré. Te controlaré, como lo hice durante todo este tiempo...
—No si lo hago primero. ¡Impedimenta!
El hechizo fue bloqueado de inmediato por Moody, que sonreía con arrogancia, con un toque perturbador, pero no tanto como el de Nox.
—¡Avada kedavra! —se escuchó a Moody decir.
—¡Protego! —se lanzó Nox.
No quería perder más el tiempo, quería hacerlo ahora, ya no podia soportar más el dolor... Solo estiró los dedos... Un poco...
«Tu cuerpo es mío...»
El cuerpo de Nox cayó al suelo, como si algo la hubiese golpeado en el estómago y la hiciera caer de espaldas, como un muñeco relleno de sal. Parpadeó varias veces, se cambaleó, dentro del cuerpo diferente.
—¡Nox! —gritó Harry, después apuntó a Moody, con su propia varita.
—Tengo que hacerlo... Harry... —dijo con una voz que no le correspondía. Él volteó a verla. Nox alzó la varita hacia su propio cuerpo, que parecía tener espasmos que ocurrían al mismo tiempo en el cuerpo que se encontraba, que era el de Moody —, tengo que hacerlo.
—Nox, no hagas lo que tengas pensado hacer, podemos encontrar una solución... —Harry sabía que Nox se encontraba en el cuerpo de Moody, pero no bajaba la varita —, sea lo que sea, no lo hagas.
—Me usará, así como Moody me utilizó, de todos modos, ya estoy muerta, no tengo oportunidad de seguir viva... Mírame, estoy muriendo...
Su cuerpo seguía sacudiéndose, la herida expuesta, tan grotesca a la vista de cualquiera que volteara a ver. De pronto, unas lágrimas plateadas y negras empezaron a bajar de su rostro neutro, parecía empezar a dar sus últimas fuerzas para estar ahí, tenía que hacerlo.
—Ve por Dumbledore...
Volvió a alzar la varita, abrió la boca...
—¡Desmaius!
Hubo un rayo cegador de luz roja y, con gran estruendo. Solo sintió el cuerpo chocar contra la pared, o el suelo, no sabía dónde con exactitud, pero una vez más, abandonó el cuerpo.
Sentía como daba vueltas a pesar de tener los ojos cerrados.
Giraba y giraba, como si la mirada se le comenzara a enredar. Cuando abrió los ojos, sentía el cuerpo mayugado, como si la hubieran tratado como un viejo costal de papas. Tenía el pijama puesto, las manos amoratadas y le dolía la cabeza.
Escuchaba unas voces a lo lejos, pero no les prestaba atención. Cómo flashes, comenzaron a llegar los recuerdos: el cementerio, Voldemort, su pierna, Moody, su cuerpo en el suelo, Harry, Cedric...
Las lágrimas empezaron a bajar de nuevo, pero en esta ocasión eran silenciosas, como si no quisiera que las voces lejanas se enteraran, además de que su cuerpo parecía no tener suficiente fuerza para llorar. Se removió un poco, intentando sentarse pero le dolió la pierna en el intento. Madame Pomfrey se acercó a ella con prisa.
—Querida, no te muevas demasiado —la volvió a acostar en la cama—, fue una herida enorme, me costó arreglarla en totalidad.
Nox no se quejó, ni comentó o preguntó. No dijo nada.
Instantes después se acercó Albus Dumbledore, el director del colegio, que la miraba con una pizca de preocupación y orgullo. Nox se estaba preparando para las preguntas.
—Veo que ha despertado, señorita Figg —anunció con calma—. Su padre ha estado muy preocupado, ahora sabe que está bien y estable, pero queremos que la visite un poco después —habia olvidado por completo que su padre se encontraba en el colegio, y sobre todo la pelea que había tenido Nox por la mañana. Todo pasó tan rápido... —. Quería que me contara su versión de lo que sucedió, por lo que el señor Potter me contó, usted ya estaba en el laberinto desde antes de la prueba, ¿no? —ella se encogió de hombros —. Verá, adormecer el dolor por un rato te haría sentirlo luego con mayor intensidad. Has mostrado más valor del que hubiera creído posible: te ruego que lo muestres una vez más contándonos todo lo que sucedió.
Nox miró hacia la nada, pero en su mente pasaban las imágenes a una velocidad impresionante. Por un lado agradecía que empezara a olvidarlas, y por otro temía que pasaran. Pasaron unos segundos, y con una voz rota dijo:
—Si es así, quiero que Cho esté aquí —dijo en un susurro, evitando sollozar—. Si voy a tener que recordarlo, que sea con ella aquí, no quiero tener que hacerlo una vez más. Ella merece saber también que fue lo que pasó.
Dumbledore hizo caso a su petición, así que se marchó en búsqueda de su mejor amiga. Ella debería estar igual o peor que ella. La imagen de tu pareja y amor de la vida sin vida, y tú mejor amiga a un lado, siguiendo los mismos pasos, debe ser una imagen traumante, pero eso no evita que tenga el derecho a saber cómo ocurrió.
Su mejor amiga entró por la puerta de la enfermería, tenía la cara inundada de lágrimas, y al ver a su mejor amiga en ese estado, rompió a llorar mientras corría a abrazarla.
—Lo siento tanto, Cho —lloraba en el hueco de su cuello—. Y-yo no pude h-hacer nada, todo fue tan rápido... Es mi culpa... Yo...
—No, no, no. No digas nada de eso —decía Cho—. Nada es tu culpa, digas lo que digas, no te culpes, Nox.
Ambas intentaron calmarse una a la otra para que Nox comenzará a contar todo. No fue muy sencillo, ya que sabía que había despertado en el laberinto, pero con las palabras que recordaba vagamente del profesor Moody, parecía aclarar un poco sus ideas. Cho agregó que no la había visto en todo el día porque estaba con Cedric, practicando para la prueba.
Habló sobre como Cedric se percató que Nox tenía actitudes extrañas, que Harry no sabía distinguir. Mencionó como se sintió al estar en el cementerio, el ver cómo Cedric murió frente a sus ojos en un solo parpadeó. Cho lloró en silencio, mientras Nox seguía contando con la voz entrecortada.
—Me quitó parte de la piel —señaló a su pierna —. Aquél tipo, no sé quién era (creo que Harry lo sabe), mencionó algo de una profecía... Pero no sé por qué estaban tan seguros de que era yo...
—¿Recuerdas lo que decía la profecía?
Nox exploró en su memoria.
—«La hija de sangres cruzadas y de una descendiente de Hydra le asegurará el éxito al señor tenebroso. Solo leer las palabras escritas por la muerte asegurará el éxito. De su piel tendrá control, pero las sangres serán más fuertes hasta su final» —dijo, intentando decir las palabras exactas.
—Parece ser que fuiste la indicada para esa profecía, verás —comenzó Dumbledore —. Había un mortifago todo esté tiempo en el castillo: Barty Crouch Jr., el fue quien puso el nombre de Harry en el cáliz de fuego —ambas chicas ahogaron un grito de sorpresa —. Tomaba una poción multijugos para hacerse pasar por Ojoloco Moody...
—Ya me parecía raro que alguien tan cercano a usted decidiera traicionarlo de esa forma. Pero sigo sin entender qué tiene que ver esa profecía conmigo, por qué soy tan fácil de manipular, y él lo sabía; por eso en la clase de defensa dijo que era la más fácil de controlar —recordó Nox—. Por eso también Voldemort —Cho tembló — dijo lo mismo, que era mucho más sencillo de lo que pensaba, el controlarme. Lo sabían desde siempre...
—Exacto, él fue quien te controlaba todo el tiempo...
—Lo confesó, antes de intentar matar a Harry... —dijo Nox.
—Te estaba entrenando para ser la marioneta de Quién-tú-sabes —agregó Cho, con el terror intensificado en su voz —, por eso siempre despertabas con tierra en la cama, el ataque de Krum, eras tú bajo la maldición imperius.
—¿Pero por qué yo? Si cumplo con los requisitos de la profecía, ¿cómo saben que soy yo? —preguntaba Nox, con algo de desesperación en su voz— Por algo Moody... Quiero decir, Barty Crouch Jr. me eligió a mí desde un principio.
—Exacto, ellos no deberían saberlo, eres adoptada —añadió Cho.
No podía seguir hablando, tantas cosas en su mente, mezcladas con recuerdo y pesadillas la estaban abrumando. Estaba cansada de llorar. Dumbledore parecía analizar todo lo que le había dicho Nox, pareció quedar conforme con su respuesta y se despidió, pidiéndole a Cho que se retirara también, ya que ambas necesitaban descansar.
Poco después entro su padre, asustado y preocupado, pero pareció volver a respirar cuando vió a Nox, tal vez no sana, pero si a salvo.
—¡Nox! —exclamó al verla. En cuando se acercó a su cama, la abrazó fuertemente. Sabía que estaba aterrado de perder también a alguien más, ya no estaba su esposa, y le quedaba su hija —¿Estás bien? He estado tan preocupado por ti...
—Estoy bien, papá —respondió con pocas fuerzas —, hablé con Dumbledore, apuesto que él te dirá algo.
—Lo tiene que hacer —dijo con la voz rota. Nox no pudo evitar soltar más lágrimas, y sin darse cuenta, un sollozo salió de ella —. Mi vida, lamento tanto lo que pasó..., tus amigos... Todo.
Ella solo asentía mientras lloraba, parecía ser que su cuerpo había recargado fuerzas para volver a llorar. Apareció Madame Pomfrey con una poción para dormir, tendiendo la hacia Nox cuando se separó de su padre, se la tomó completa como si de agua se tratase, y no terminó de completar una palabra cuando cayó dormida.
No quería soñar, le aterraba hacerlo, sobre todo si se trataba de ese recuerdo en el cementerio, esa pesadilla vivida en carne propia, sin trucos o trampas, a pasos de la muerte, o peor aún: para ser una esclava de Voldemort. Estaba en medio de aquella habitación en el orfanato, frente al espejo, viendo ese reflejo que se parecía cada vez más a ella.
—Por fin lo estás aceptando, tan siquiera una parte de ello, pero al menos has dado un paso a ello —decía, con los labios deslumbrantes al igual que sus ojos.
—No soy quién tú crees.
—No, tú no eres quien tú crees.
Una vez más volvió a despertar gracias a unas voces, reconoció de quién eran las voces que estaban a un par de camas alejadas, eran los padres de Cedric, llorando con lo que Harry intentaba contarles. Nox no tenía la valentía para verlos a la cara, así que fingió estar dormida, esperando que se marcharan. Más lágrimas silenciosas bajaban, inundando sus oídos.
Se escuchó un portazo, así que con mucha lentitud, Nox se sentó en la cama para después ponerse de pie. La pierna aún le dolía, pero no era nada a comparación de la noche anterior que ahora se sentía como un sueño. Una pesadilla. Deseaba que eso fuese. Estaba vendada desde el tobillo hasta la rodilla.
Caminó hasta la cama de Harry, cojeando en el proceso. Aún se sentía muy débil. Este al ver el enorme cabello de Nox acercarse, se sentó en su lugar.
—No deberías de levantarte —dijo cuando ella estaba más cerca.
—Estaré bien —habló por lo bajo.
Se sentó a los pies de la cama de Harry, buscando las palabras correctas para decir, pero dadas las circunstancias, parecía ser que ya no importaba lo que dijera. El miedo de perder a alguien más la aterraba, así que quería decir lo que pasara por su mente.
—Gracias por no dejarnos ahí, a mí y a Cedric —agradeció con un hilo de voz.
—Me lo pidió... Era lo menos que podía hacer, tú estabas ahí, no me iría de ahí sin ti —correspondió, con el mismo tono.
—Hiciste demasiado, yo... —se acercó más, quedando casi a su lado—. Yo no le conté todo a Dumbledore.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a que no le conté lo que pasó, lo que te hice, lo que pensaba hacer...
—Eso da igual, yo lo hice...
—Pero no le contaste lo que yo vi, o sentí —suspiró—. Mira, yo en ese momento no estaba bajo la maldición imperius, era algo distinto, yo recordaba sentir satisfacción al torturarte, las palabras que te dije vinieron de mí, de mi mente.
—Era como estar viendo a otra persona —agregó Harry, Nox asintió —. Créeme, Nox, esa persona no eras tú...
—Lo era, Harry.
—Yo sé, pero a lo que me refiero, es que él ahora tendrá control total de ti, si estás lo suficientemente cerca de él —intentó explicar, Harry —. Por eso lo de tu pierna, por lo de mi sangre, ambos somos parte de él, de diferente manera, eso quiere decir que simplemente no serás tú, no eras tú.
Nox se quedó en silencio, pensando en lo que estaba diciendo.
—Aún así, perdón por eso.
—Estoy bien, Nox. Estás bien...
—Pero pudiste terminar como Cedric... —su voz se cortó —. No sé qué es lo que estaba haciendo Voldemort conmigo, pero era algo muy diferente, y no tenía ninguna forma de salir de ahí, era parte de mí, y temo que me hará capaz de hacer lo que sea.
Más silencio. Definitivamente estaba asustada de lo que posiblemente hubiese pasado si no salía del cementerio, como dijo Harry: sería una marioneta, controlada por Voldemort.
—Entonces lo mejor sería que estés lejos de él.
Nox asintió.
—¿Por qué querías terminar contigo misma? Sabía que estabas a punto de hacerlo, lo sentí —preguntó Harry.
—Cuando vi a Voldemort, como se dirigía a mí, era muy distinto a como lo hacía contigo, era como si estuviera muy feliz de verme. Esa tal profecía lo ponía muy alegre, tenerme ahí era como la joya de la corona, pero no entiendo por qué quería terminar contigo, antes de utilizarme —carraspeó—. Sabía que sin mí, no podría lograr lo que sea que quisiera hacer, prefería morir primero, antes que a ti...
Tomó aire, y lo contuvo, intentando deshacer el nudo en su garganta. Apretó los ojos, mientras su rostro estaba en dirección al otro lado de la enfermería.
—No voy a dejar que alguien te haga daño —soltó Harry, Nox se volvió a él, con cierta sorpresa —, no voy a permitir que te vuelvan a hacer algo, no mientras yo esté aquí. Yo no sé qué sería de mí si hubieses dicho esa maldición, pero te prometo que sea lo que Voldemort esté planeando contigo, jamás lo logrará.
—Harry...
—Por el ojo izquierdo.
A Nox se le removió algo por dentro. Volvió a tragar sus lágrimas.
—Por el ojo izquierdo —jaló también el párpado inferior de su ojo izquierdo —. Eso incluye que jamás te haría daño intencionalmente.
—Pero me aplastaste la mano con un libro.
—No fue intencional.
—Y casi me pegas con una estatuilla.
—Casi.
Una risa salió de Nox. Harry sonrió.
—Algo de lo que recuerdo, fue que Voldemort mencionó algo...
—Mencionó muchas cosas.
—Si, pero una de ellas era que si te dolía que la persona que has amado desde que la conoces te haga eso —su sonrisa se borró ligeramente, ahora le parecía muy extraño ver a Harry tornarse rojo después de verlo tanto tiempo pálido, era como recordar que estaba vivo y podía seguir otro día más respirando, sintiendo... —. Se refería a mí, supongo. ¿Es verdad?
Abrió y cerró la boca varias veces, sin saber qué responder. Nox estaba rogando que al menos esos momentos cursis y nerviosos le ayudarán a olvidarse aunque sea por un instante la pesadilla que habían pasado juntos, y esperaba que a ella también, por eso ahora decía lo que se le venía a la mente, incómodo o no.
—Eres una muy buena persona, Harry; siempre estás a la disposición mía, aunque eres muy despistado, pero, ¿te gustaría saber lo que pienso? — no sabía por qué estaba diciendo aquello, pero ya no le importaba.
La puerta se abrió, y entró Madame Pomfrey, con la varita en la mano, haciendo flotar una charola con algunos frascos de diferentes colores, parecía estar en búsqueda de ambos chicos.
—Te lo diré cuando esté lista — le dijo Nox, cuando vio a la mujer entrar—. Las cosas pueden cambiar mucho — le guiñó un ojo.
—¡Señorita Figg! No debería de estar haciendo esfuerzos y levantarse de la cama es una de ellas.
—Yo no me levanté, desperté aquí —mintió con burla.
Su chiste no tardó mucho, ya que Madame Pomfrey la obligó a regresar a su respectiva cama. Revisó sus heridas, que tenían mejor aspecto, pero definitivamente dejarían cicatriz.
Mantener su mente ocupada el resto de los días en el colegio, era muy difícil. Su padre debía volver, pero no evitó pedirle a Dumbledore que no despegara un ojo de ella. Nox no podía evitar dejar de soñar con la noche en el cementerio. Cada que volvía a su memoria, escondía su cara en el cabello para que no la vieran soltar lágrimas. Padma intentaba consolar cada vez que podía a Nox y Cho, pero también era algo muy complicado para una sola persona, y más si tenía que soltar sus propias lágrimas de vez en cuando.
Nox fingía siempre estar bien, intentando sonreír, pero sus ojos que se mantenían grises se cristalizaban cada vez que lo repetía.
Cada que avanzaba por los pasillos, sentía las miradas encima de ella. Los susurros llegaban a sus oídos como las lágrimas que soltaba en silencio cuando intentaba dormir. Le aterraba cerrar los ojos y volver a vivir ese día, así que evitaba lo más que pudiese hacerlo. Su aspecto y la forma de caminar que había adoptado (gracias a que aún se curaba por completo su pierna) era suficiente para ser señalada.
La noche antes de partir de vuelta a Londres, Nox arregló su baúl y bajó al gran comedor junto a sus dos amigas. Contuvo lo mejor que pudo al ver la fúnebre decoración que ahora había en él: había colgaduras negras en la pared detrás de la mesa de los profesores. No dijo ninguna palabra, se tragó sus palabras y tomó asiento en la mesa de Ravenclaw.
—El fin de otro curso —dijo Dumbledore, mirándolos a todos —. Son muchas las cosas que quisiera deciros esta noche, pero quiero antes que nada lamentar la pérdida de una gran persona que debería estar ahí sentada —señaló con un gesto hacia los de Hufflepuff, que estaba muy apagada y silenciosa—, disfrutando con nosotros este banquete. Ahora quiero pedir, por favor, a todos, que se pongan de pie, alcen sus copas para brindar por Cedric Diggory.
Así lo hicieron. Nox, con la mano temblorosa levantó la suya, sin soltar la mano de Cho a su derecha y repitieron, con voz potente, grave y sorda:
—Por Cedric Diggory.
Sintió la primera lágrima bajar por su rostro, pero ya no le importó limpiarla, vendrían más a empapar su rostro, así que solo bajó la vista a la mesa.
—Cedric ejemplificaba muchas de las cualidades que distinguen a la casa de Hufflepuff —prosiguió Dumbledore—. Era un amigo bueno y leal, muy trabajador, y se comportaba con honradez. Su muerte ha afligido a todos, lo conocieran bien o no. Creo, por eso, que tienen derecho a saber qué fue exactamente lo que ocurrió.
Nox levantó la cabeza, en dirección al director que se encontraba hablando.
—Cedric Diggory fue asesinado por lord Voldemort.
Un murmullo de terror recorrió el Gran Comedor, y entre ellos escuchó como a Cho se le escapó un sollozo, así que Nox le apretó más la mano mientras que Padma la hacia recargarse en su hombro, en símbolo de apoyo. Los alumnos miraban a Dumbledore horrorizados, sin atreverse a creerle. Él estaba tranquilo, viéndolos farfullar en voz baja.
En ese momento ya no prestó atención. Cerraba los ojos, conteniendo los sollozos que ahora se le escapaban levemente. Quería permanecer firme y fuerte, más que nada para su mejor amiga, que al igual que ella, se encontraba completamente destrozada.
No podía, simplemente no podía. Las palabras sonaban ahogadas. La escena se repetía, una y otra vez. Lo había torturado. La estaban buscando. La querían a ella. Por su culpa estaba muerto. Por su culpa lo habían matado. No debió dejarlo ir con ella.
Nox sentía que se estaba ahogando. No podía respirar, era como si sus propias lágrimas se estuvieran colando en sus pulmones, así que se puso de pie de repente, llamando la atención de bastantes presentes, pero su necesidad de respirar era más urgente que la atención de todos.
Salió corriendo del gran comedor, atravesó el vestíbulo y salió a los terrenos del castillo. No sabía cómo logró llegar ahí con la vista empañada en lágrimas, pero ya no importaba, quería respirar porque la culpa la estaba ahogando.
Se soltó. Cayó de rodillas al suelo, pegando la frente a la tierra y pasto, desahogando lo que tanto tiempo había guardado y fingiendo detrás de una sonrisa. Lloró lo más que pudo, como si el funeral de su propia madre hubiese sido. Estaba viviendo una vez más el dolor de una pérdida, pero esta vez parecía ser más intensa, ya que era ahora su culpa.
Odiaba ese sentimiento, lo detestaba más que a nada. Tenía la sensación de que en algún momento se volvería loca de dolor. Tal vez el dolor que en su momento tuvo en la pierna era menor al que estaba experimentando en ese momento. Por su culpa los padres de Cedric estaban viviendo la mayor pesadilla de sus vidas, quizás por eso no se acercaron a ella, a hablar o preguntar respecto a su hijo, posiblemente lo sabían.
Sus ojos parecían focos fundidos, intentando mantenerse encendidos, como si algo quisiera salir de ella.
«Tienes que dejarlo salir, Misery Nox », le decía su reflejo, una y otra vez...
La culpa la estaba torturando. No merecía esas miradas de lástima, las lágrimas de sus amigas, o la promesa de Harry, no quería nada de ello. Desvío ser ella, no Cedric.
Recordaba su última conversación con él, donde le mencionaba que ella encontraría a alguien que le amara tanto como él amaba a Cho, pero ya no se sentía con el derecho de tener a alguien que le ame tanto, podría terminar muerto.
Sentía como si su cuerpo comenzara a quedarse seco, tantas lágrimas y lamentos la estaban debilitando. Pero no quería levantarse de ahí, no lo merecía.
¿Por qué era tan débil? De ser lo contrario, posiblemente nada de eso hubiese pasado.
◦•●◉✿◉●•◦
De camino de regreso a King 's Cross, Nox iba muy callada y tranquila. No podía evitar estremecerse o saltar cuando escuchaba algo de metal o algo filoso. Se sentía con un miedo constante, un riesgo que quería evitar a toda costa. Antes de marcharse, estando en el vestíbulo, había visto a Amélie, que solo se despidió con un gesto, sacudiendo la mano al aire, Nox hizo lo mismo. Tal vez aquello le hubiese emocionado bastante mucho tiempo atrás, cuando su reputación no estaba en los suelos como en ese momento.
Había conseguido un compartimiento junto a Padma Patil. No tenía idea de dónde se encontraba Cho, ya que tenía la idea de que se sentarán juntas de regreso, tal vez encontró otro compartimiento junto a sus amigas de la misma casa.
—¿Todo bien, Nox? —preguntó Padma, viéndola algo desconcertada.
Ella solo se dedicó a asentir, para después ponerse de pie.
—Iré por algo, ¿quieres algo del carrito? —preguntó. Su amiga negó con la cabeza, así que salió del compartimiento.
Caminó por el pasillo, buscando el carrito de la señora que vendía las golosinas, tal vez le apetecía una buena botella de jugo de calabaza muy helado. Pensar en volver a casa con su padre y la abuela Figgy le confortaba ligeramente, pero su mente no borraba lo que estaba dejando atrás en el castillo. Atravesó de un andén a otro, y vió a los gemelos Weasley, caminando hacia la misma dirección que ella.
—Qué pasa, Figg —dijo uno de ellos.
—Estoy buscando a la señora del carrito...
Su antojo fue interrumpido por la estridosa voz de Draco Malfoy:
—¡Has elegido el bando perdedor, Potter! ¡Te lo advertí! Te dije que debías escoger tus compañías con más cuidado, ¿recuerdas? Cuando nos encontramos en el tren, el día de nuestro ingreso en Hogwarts. ¡Te dije que no anduvieras con semejante chusma! —escucharon los tres. Nox comenzaba a ponerse roja.
«Tu alma no es mía, pero tú cuerpo lo será...».
«Hoy no, yo decidiré si tú cuerpo es mío, pero hoy no», pensó Nox, intentando controlarse. No quería estar en el cuerpo de Draco Malfoy, no una vez más.
—¡Ya es demasiado tarde, Potter! ¡Ahora que ha retornado el Señor Tenebroso, los sangre sucia y los amigos de los muggles serán los primeros en caer! Bueno, los primeros no, los segundos: el primero ha sido Digg...
No se espero a que terminara la frase, sino iría mucho peor; sacó la varita en forma de aguja gigante e hizo un movimiento, ni siquiera sabe cuál fue el hechizo que lanzó, pero pareció funcionar, y no fue la única: Fred y George también habían lanzado alguna maldición. Se acercó ligeramente al compartimiento, viendo la obra de arte que habían creado todos; Malfoy, Crabbe y Goyle estaban inconscientes en el hueco de la puerta. Harry, Ron y Hermione se habían puesto de pie después de lanzarles distintos maleficios.
—Quisimos venir a ver qué buscaban estos tres —dijo uno de los gemelos, pisando a Goyle para entrar en el compartimiento. Había sacado la varita, igual que su hermano que tuvo buen cuidado de pisar a Malfoy al entrar tras Fred.
—Un efecto interesante —dijo el otro mirando a Crabbe—. ¿Quién le lanzó la maldición furnunculus?
—Yo —admitió Harry.
—Curioso —comentó—. Yo le lancé el embrujo piernas de gelatina. Se ve que no hay que mezclarlos: se le ha llenado la cara de tentáculos. Vamos a sacarlos de aquí, no pegan con la decoración.
Todos comenzaron a sacarlos hasta el pasillo a patadas, a Nox se le escapó una risita. Todos voltearon a verla, pero sin respingar en el proceso.
—Háganlo ustedes; yo ya hice suficiente, solo quiero algo de tomar.
Comenzó a avanzar por el pasillo, pasando por encima del trío inútil de Slytherin sin siquiera tener cuidado a la hora de pisarlos con el talón. Estaba por pasar al otro vagón, cuando la voz de Harry la detuvo y necesitó darse la vuelta para quedar frente a él.
—Esto... Hola —le saludó, bastante nervioso. Nox sonrió.
—Hola —le devolvió el saludo.
—¿Cómo sigue tu pierna? —preguntó. Por un instante pareció arrepentirse, ya que sabía que aquello le traería memorias de un trauma horrible que él había vivido también, pero fue lo contrario: Nox sonrió tan espléndida, algo muy representativo en ella.
—Ya mejor, creo que ya no camino tan mal, pero me quedará una cicatriz, pero no mejor que la tuya —le respondió, Nox, señalando con la mirada grisasea a la cicatriz en la frente de Harry, este se sonrojó —. ¿Cómo estás tú?
—Debo de decir que bien, Hermione —la sonrisa de Nox se apagó ligeramente al escuchar su nombre— descubrió el secreto de Rita Skeeter.
—Ah, ¿si?, ¿cuál era? —preguntó Nox, ya tenía una idea, pero no estaba segura.
—Es una animago no registrada. Se convertía en escarabajo, por eso escuchaba todo tan fácilmente, sea donde sea.
La madre de Nox no estaba muy lejos de la realidad, y eso explicaba bastantes cosas, el cómo sabía todo de todos y sabía sobre convenciones privadas.
—Genial, supongo que la tendrá muy amanezada.
—Definitivamente —estuvo de acuerdo, Harry—, la tiene en un frasco encantado, no escapará a menos que tengan un buen trato.
—Vaya, otro punto extra para Jean —dijo Nox, con un tono más apagado —. Bueno, será mejor que me vaya, me la saludas...
—Espera —la detuvo cuando estaba a punto de darse la vuelta, como si la oportunidad de la vida se le estuviera escapando —, esto, yo, quería preguntarte algo.
—Claro, dime.
La sonrisa de Nox había vuelto a iluminar su rostro, sus ojos brillaban extrañamente en aquella neblina gris, gracias a la luz que entraba de la ventana del pasillo. Su cabello tal vez no tenía el mejor aspecto del mundo, pero no evitaba ser tan rizado y oscuro como la sombra de un león. Su rostro todavía era decorado por unas ligeras pecas sobre la nariz, pero la adolescencia estaba siendo una molestia constante, dejando marcas de acné sobre las mejillas. Aún tenía las heridas sobre el rostro, pero la belleza y ternura de Nox seguía ahí, madurando y creciendo.
Harry pareció quedar hipnotizado o algo parecido, ya que su pregunta nunca llegaba, Nox esperaba, pero no decía nada.
—¿Bueno? —esfumó ligeramente sus pensamientos.
—Yo... Solo quería preguntarte si querías ir por un helado.
Una risita salió de Nox.
—Aquí no venden helado, Harry —le recordó con gracia.
—Me refiero, a ya sabes, en Privet Drive pasa la furgoneta de los helados, o podemos ir a un local por helado, a platicar de helados, y eso, ya sabes, helados.
Nox sonreía demasiado, llena de ternura, y como siempre su mente hablaba antes de procesar las palabras.
—¿Me estás invitando a una cita? —soltó de pronto. Harry se puso más colorado.
—No, no, no, solo como amigos, ya sabes, tomar un helado, verano, helados...
—Está bien, acepto ir contigo, ¿pero a qué era? ¿Fish and chips? —se burló Nox.
—Helado —rió, sin dejar de sonrojarse.
—Helado, exacto, casi lo olvido —se burló de nuevo —. Estoy bien si es uno de vainilla.
—¿Vainilla? Creí que serías de gustos más exóticos —comentó, Harry.
—Bueno, la exótica y rara soy yo, pero tengo gustos sencillos.
—Yo no creo que seas exótica o rara, simplemente eres muy bonita.
Nox sintió como la sangre se le fue al piso y salió escurriendo entre los rieles del tren. El calor comenzaba a subir por su cuello, las manos y las piernas parecían comenzar a temblar. Ese sentimiento de nuevo comenzaba a invadir su cuerpo, y no estaba ninguno de sus amigos ahí para culpar.
«¡Por fin!», recordó a Cedric, alzando las manos al cielo de una forma muy dramática cuando Padma mencionó que supuestamente a Nox le gustaba Harry, pero ni ellos estaban ahí para decirle o hacerle sentir algo diferente, solo venía de sí misma, de sus palabras.
—¿Cómo dices? —fue lo poco que pudo articular Nox.
—Bueno, siempre me has parecido muy bonita —confesó.
Nox intentó reprimir una sonrisa tan grande como la presión que sentía en el pecho, como si su corazón quisiera salir de ahí. Empezó a mover los pies nerviosamente, viendo las zapatillas de ambos, con bastante vergüenza.
—Vaya... ¿Gracias?
Ahí estaba de nuevo, esa sonrisa arrogante que intimidaba estúpidamente a Nox, pero no se quería dejar llevar por ello, pero Nox a veces olvidaba que era débil.
—De nada, cuando gustes, ya sabes —Nox soltó una carcajada —. Entonces, ya no sales con Terry, ¿cierto? Ni con ese chico de Beauxbatons.
Nox volvió a reír. Le causaba bastante gracia lo despistado y en ocasiones lo idiota que podía a llegar ser Harry.
—Nunca salí con Terry, y eso fue más de un año, y nunca tuve algo que ver con ese chico André o como se llame.
—Genial —soltó, pero parecía ser algo más para sí mismo que para Nox.
Se quedaron viendo el paisaje pasar por la ventana del tren en movimiento. Nadie decía nada, sobre todo Nox, ni siquiera su mente estaba pensando en soltar un comentario incoherente.
—Bueno... Será mejor que me vaya...
—¿Te puedo preguntar otra cosa?
—Claro, todas las preguntas que quieras —¿Qué fue eso?
—Lo que dijiste en la enfermería, y sobre una respuesta, ¿ya la tienes?
Se atrevió a mirarlo a los ojos, que brillaban, como si las esperanzas de toda su alma se vieran reflejadas en ellos, ese brillo que había visto desde el primer año que desconocía tanto. Podía interpretar su pregunta como algo desesperado, pero debía enseñarle de nuevo lo que es la paciencia que ha tenido por tanto tiempo.
—No, te dije que te lo diría cuando estuviera lista.
—¿Y cuándo será eso?
—No lo sé —se acercó un poco —. Mamá decía que la paciencia no es la capacidad de esperar, sino la habilidad de mantener una buena actitud mientras esperas.
—Eso tiene mucho sentido —comentó Harry, sin dejar de hipnotizar a Nox —. Y si ser paciente significa esperar tu respuesta, entonces estoy dispuesto a ser la persona más paciente del mundo.
De acuerdo, eso derritió completamente a Nox. Sino fuera por Ron...
—¡Eh, Harry! ¡Qué te estamos esperando para una partida de naipes explosivos!
No se dió cuenta en que tenía su nariz rozando con la de él. Cómo si el piso quemará, Nox se separó al instante, mirando a la ventana con el rostro ardiendo, mientras que Harry se giró a Ron con bastante molestia, causándole gracia a la rizada.
—¡Estoy platicando! —le reprochó con las cejas arqueadas, como si hubiese arruinado su tiro perfecto en los bolos.
—Está bien, yo me tengo que ir, Padma debe de estarme esperando... —avanzó de vuelta, sin dejar de mirar a Harry, pero por poco se tropieza con los cuerpos aún desmayados de Malfoy, Crabbe y Goyle —. Ahg, ¿aún siguen estos idiotas aquí? —pasó encima de ellos sin la misma precaución con la que había usado antes, pero antes de marcharse al otro vagón, se dió vuelta, muy sonrojada hacia Harry —. Te veré después, cuatro ojos.
Una vez más, se volvieron a sonrojar y Nox cruzó al otro vagón.
Intentaba no sonreír como idiota, quería quitarse esa expresión del rostro, antes de llegar con Padma, pero no podía, por más que intentara, no podía...
—¡Nox! Hasta que te veo —salió Cho del compartimiento donde estaba ella —. Tardaste bastante. ¿Todo bien?
Misery Nox se apretó los labios, evitando torcer sus labios en una sonrisa, así que solo asintió con la cabeza, frenéticamente. Cho comenzó a sospechar, mientras achicaba los ojos.
—Vamos dentro, debes de contarnos todo.
Ya sentadas las tres dentro del compartimiento, Nox intentaba no mostrar alguna expresión que la delatara, pero era imposible, la conocían lo suficiente.
—¿Y bien? —preguntó primero, Padma. Tenía una sonrisa traviesa y llena de curiosidad en la cara.
—¿Bien qué? —preguntó de vuelta, Nox.
—¿Qué te tiene tan feliz? —preguntó esta vez, Cho.
—Nada me tiene feliz.
—Claro que sí.
Estaba acorralada, pero no sabía si mentir, o dejar que las preguntas bombardeadas por sus amigas hicieran el trabajo. Lo más probable es que pasará lo segundo.
—Digiste que ibas por algo a con la señora del carrito —señaló, Padma.
—Exacto.
—¿Y dónde está lo que compraste?
Nox anteriormente había recuperado ligeramente su color natural, pero volvía a tornarse en un manchado rábano rojo.
—Nox —comenzó Cho :—Somos tus amigas, puedes confiar en nosotras. Sabemos que tarde o temprano nos enteraremos, pero quisiéramos hacerlo desde tu propia voz —Padma asintió.
Mas razón no podía tener. Tal vez tenía la costumbre de cerrarse demasiado, incluso con sus amigos, y a ver atravesado un trauma la ponía más a la defensiva. Las palabras de Cho posiblemente no solo se tratara de convencerla de que le contara que era lo que la tenía tan feliz, sino también que hablara de sentimientos diferentes a la felicidad.
A Cho la conocía desde el primer año, a Padma desde el tercero, ya las conocía lo suficiente, tal vez era momento de que comenzara hablar, y parecía ser que hablar sobre Harry sería el comienzo.
Nox volvía a sonreír, mientras les intentaba decir con el rostro rojo de vergüenza todo lo que pasó, desde que llegó al compartimiento, hasta el rozar de sus narices, dando a entender que casi se besaban sin ella darse cuenta.
Ambas chicas chillaban y saltaban de emoción y felicidad
«¡Lo sabía, lo sabía!», exclamaba Padma mientras festejaba, reclamando que tenía razón sobre que a Nox le gustaba Harry.
—¡No me gusta! —dijo Nox, ya que ambas se calmaron —. Solo es... Algo diferente...
—Pues será mejor que comiences a averiguar qué es eso diferente que según dices tú —sugirió Cho.
Nox se sintió nerviosa por la sugerencia.
Al llegar a la estación, cada una tomó sus cosas. Misery Nox se sintió un tanto extraña, como si regresar a su hogar fuera algo ageno a ella.
—¡Adiós, Nox! —sacudió su mano Cho al aire, despediendose mientras sus padres llevaban si baúl, Nox hizo lo mismo.
Padma comenzaba a avanzar hacia sus padres que le esperaban, pero lo hacía mientras le decía a Nox :—Recuerda lo que dijo Cho. ¡Nos veremos después!
Nox solo sacudió la mano mientras rodaba los ojos con gracia.
—¿Qué tienes que recordar? —preguntó Harry, que había bajado con sus amigos del tren.
—Oh, nada, ya sabes, cosas de chicas —fingió restarle importancia.
—Entonces, ¿sigue en pie lo del helado? —Nox sonrió estúpidamente, una vez más.
—Por su puesto, cuatro ojos —le dió un codazo en la costilla —, y más te vale que sea grande.
No tuvieron tiempo para reaccionar, ya que logró divisar al tío de Harry, que seguía igual de enorme, con un bigote muy parecido al cepillo que usaba Nox para limpiar sus zapatos. El Tío Vernon esperaba a Harry al otro lado de la barrera. Vió también a una mujer regordeta y pelirroja, deducio que se trataba de la madre de Ron. Al ver a Harry, ella le dio un abrazo muy fuerte.
Más detrás de ellos, logró ver a su padre, que buscaba entre la multitud de gente algo en el suelo, como si se le hubiese caído algo. Nox sonrió con bastante nostalgia.
—Hasta luego, Harry —escuchó que se despidió Ron, dándole una palmada en la espalda.
—¡Adiós, Harry! —le dijo Hermione, después le dio un beso en la mejilla. A Nox se le removieron las tripas.
—Bueno, entonces te veo después, Nox —se despidió Harry, que comenzaba a avanzar hacia su tío.
Nox solo asintió, pero algo le decía que eso no debía ser así. Algo debía de hacer, las tripas seguían resolviéndose de celos, como si Hermione no tuviera el derecho de despedirse de esa forma.
—¡Harry!
Este se dió la vuelta tan rápido como escuchó la primera vocal de su nombre. Nox se acercó, dudosa de lo que iba a hacer, pero no le veía nada de malo, así que se abrazó de su cuello, inhalado el aroma natural de su piel.
—Gracias —le dijo al oído, después se separó.
Vió que si rostro estaba encendido. No recordaba la última vez que hayan tenido un contacto físico tan cercano como ese. Nox, tomó su baúl para avanzar con su padre, mientras sacudía la mano, despidiéndose.
Al llegar al lado de su padre, la miraba con una ceja alzada.
—¿Qué fue eso? —preguntó sin bajar la ceja.
—Hola, Misery Nox, veo que has crecido bastante. Hola, papá. Gracias por venir por mí —decía con sarcasmo mientras avanzaban hacia el coche —. Solo me despedía de mi mejor amigo.
—Demasiado contacto físico —reprochó mientras cerraba el baúl —. No menos de cinco centímetros entre ustedes.
—Por favor, papá. Es mi mejor amigo...
—Si. Que bueno que tú abuela ya no cuida a ambos, quién sabe que cosas pasarían después... —seguía quejándose mientras ponía en marcha el coche.
El camino comenzó. Su padre comenzó a darle un sermón sobre lo malos que podrían ser los chicos, pero Nox no prestaba atención, solo miraba por la ventana.
Posiblemente en ese momento todo estaba bien. Había sentido tanta felicidad, celos y nervios en cuestión de horas, pero antes de ellas, había sentido tanto dolor, tristeza y rabia que lloró hasta vomitar. Su mejor amigo había sido asesinado. Voldemort había vuelto, y parecía ser que el ministerio había negado aquello, eso le preocupaba.
Era curioso ver a las personas caminar de aquí a allá, despreocupadas, sin saber que un hombre con sed de poder había retornado, y quién sabe qué cosas estaba planeando en ese preciso momento en que estaba pensando aquello.
La buscaría. Era su arma para lograr su más grande objetivo, pero deseaba que jamás la encontrara.
«No voy a dejar que alguien te haga daño», recordó las palabras de Harry. «Pero te prometo que sea lo que Voldemort esté planeando contigo, jamás lo logrará».
Por más sinceras que fueran sus promesas, eran imposibles de cumplir, pero algo que si podía cumplir, es que si llegaba el momento, haría lo imposible para que Voldemort no la utilizara.
Notes:
¡Terminamos «El cáliz de fuego»!
Demasiado drama y bipolaridad sentí con este libro, pero el que sigues si que va a ser intenso, y sospecho que también será mucho más largo.
¿Será que por fin Nox hará caso al cuatro ojos de Harry?
¿Cambiará algo su relación con Cho y su nueva amiga, Padma?
¿Más drama o romance?
No duden en dejar su comentario y voto, me anima bastante 🩶✨
Chapter 26: 25. La cita
Chapter Text
Capítulo 26
La cita
Misery Nox era un misterio andante, conforme pasaban los días, más dudas se generaba a sí misma. Recordaba que cuando era pequeña, y se solía hacer tantas preguntas como días en su vida y eso no había cambiado en lo absoluto, seguía cuestionando su existencia, pero desafortunadamente las respuestas nunca llegaban.
Ya había llorado lo suficiente, pero las cartas que respondía seguían diciendo que estaba más que bien y no tenían que preocuparse para nada, pero alguien que realmente la conocía sabía que era mentira, justo la misma situación de hace ya un año.
Los días del verano pasaban, y le parecía muy extraño no ver tanto a su padre en casa. Él siempre se encontraba por las mañanas, al despertar, pero ahora no lo hacía. Había días en que ni siquiera llegaba. Nox constantemente preguntaba a su abuela en donde estaba, ella solo respondía que tenía horas extras, así que ella se conformaba ligeramente con ello, pero no evitaba sospechar.
Una vez más y días después de salir de Hogwarts, Nox se dirigió al cementerio, ignorando el calor que emanaba el suelo y el sol. La sensación de vigilancia la había traumado, no podía dejarlo de sentir. El cementerio donde se encontraba su madre era mucho más lindo y verde que en donde había visto a Voldemort retornar, sería un recuerdo mucho peor si se enterará que fuese el mismo, afortunadamente no.
Esquivó unas lápidas, hasta quedar frente a la de su madre. Dejó un pequeño ramo de tulipanes de distintos colores que no lograba distinguir muy bien. Se sentó en el césped, con los ojos llenos de nostalgia.
Rose May Figg-Catermole
1955 - 1994
«Gracias por una vida de amor, paciencia y fortaleza»
Leyó con calma, como si realmente su cerebro hubiese olvidado como leer la realidad.
—Hola, mamá —comenzó Nox, deseando que la pudiera escuchar —, Cedric murió... Mejor dicho: lo asesinaron. Realmente espero que esté contigo, él sabe perfectamente que estaría en tus perfectas manos. Si lo ves, dile que lo quiero mucho, y que ha sido el mejor amigo que el mundo merecía ver brillar más allá del colegio. También dile que Cho le extraña, incluso Padma, tal vez no la conoció mucho, pero apuesto que la quiso como una amiga, tanto como a mí.
La voz se le comenzó a cortar, así que carraspeó.
—Te extraño tanto, papá no se diga; ha estado bastante metido en el trabajo, supongo que intenta distraerse. Casi no lo veo, con suerte lo ví el día que fue por mi a la estación... No le conté de lo nuestro, cuando te ví en ese momento, cuando ya me estaba dando por vencida —comenzó a recordar—. Ya me estaba tomando por muerta, pero no quería, no estaba lista, pero al menos quería que valiera la pena. No recuerdo mucho de lo que sucedió, y tampoco me atrevo a preguntarle a Harry sobre lo sucedido; no quiero hacerlo recordar una pesadilla por mi culpa, pero a la vez me gustaría hacerlo, tal vez desahogarse le ayudaría.
Sintió una pequeña ráfaga de viento, fresca y agradable. Una lágrima bajó.
—Me gustaría escuchar un consejo tuyo, siempre sabías que hacer, papá solo está en su modo de trabajar y dormir, tal vez de vez en cuando ponerse celoso porque su hija está creciendo —soltó una risita—, lo que necesita es una remienda tuya, yo no puedo, soy su hija, es obvio que no me hará caso, así que necesita una remienda tuya. La abuela Figgy no puede hacer mucho, ya es algo mayor y deja a su hijo hacer lo que quiera, solo se preocupa por los gatos, no la culpo, yo quisiera hacer lo mismo.
»Este año cumpliré los dieciséis, la misma edad con la que empezaste a salir con papá. Aún recuerdo cuando contó esa historia con tanta emoción, tú solo te sonrojabas de la vergüenza —sorbió—. Decía que eras una chica espléndida, salías de la torre de Ravenclaw siempre dando saltos por los escalones con tus amigas, que siempre te invitaba a comer algo en los terrenos del colegio porque le quedaban las cocinas a lado de la sala común y un día sin querer caíste bajos sus «encantos» —rió ligeramente —. Ojalá encuentre a alguien que me ame tanto como papá te ama a ti y yo encontrar a alguien que ame tanto como tú amaste a papá.
Tomó aire, intentando controlar su llanto.
—No sé si es algo bueno, o malo, pero espero verte pronto de nuevo.
Vivir el dolor de una perdida después de casi un año y una vez más, era algo que no le deseaba a nadie, pero su desesperación por ignorarlo era cada vez más fuerte, así que recorría a métodos tal vez muy poco morales, pero al menos funcionaban.
El verano le quemaba el rostro y el cuello, ya que ahora peinaba su enorme y oscuro cabello en una larga trenza que le ayudaba a refrescar tan siquiera un poco el cuello con el escaso aire de medio día.
—¿Hola? —respondió un día al teléfono de la casa. Se encontraba en su habitación, acostada sobre la cama junto al señor Meows, leyendo como siempre un libro de horror como si fuera uno de romance.
—¿Nox? —escuchó la voz de Harry al otro lado de la línea, Nox se sentó en su lugar de inmediato, con una sonrisa boba muy marcada en el rostro.
—¡Harry! ¿A qué debo yo este placer? —saludó con un exagerado acento francés, dramatizando el momento, escuchó su risa, su estómago saltó.
—Los Dursley no están y tenemos una cita pendiente, ¿recuerdas? —respondió, sentía su rostro sonrojado desde donde estaba.
—Claro que lo recuerdo...
—¿Tienen una cita? ¡Tu padre se pondrá furioso! —se escuchó de repente la voz de la abuela Figgy en la linea, Nox sintió como la sangre se le fue, y de pronto regresó como una bomba en su rostro.
—¡Abuela! —saltó con bastante vergüenza.
Dejó el teléfono descolgado sobre la cama y salió de su habitación rápidamente, asomó su rostro por las escaleras.
—¡Abuela! ¡Cuelga el teléfono, son conversaciones privadas!
No respondía, así que bajó las escaleras rápidamente para llegar al teléfono que estaba en la cocina. Su abuela estaba pegada a él, sonriendo y sin dejar de hablar.
—... Claro que sí, niño... Con mucho cuidado. Debes de ser enorme, ha pasado tanto tiempo, Nox también ha crecido bastante, aún recuerdo que ella parecía un maniquí a lado tuyo, lo más seguro es que ahora estás más grande y apuesto...
—¡Abuela! Cuelga el teléfono y no estés escuchando conversaciones ajenas, por favor —repitió, Nox, con el rostro rojo de vergüenza.
—Deja despedirme primero, niña. Es un chico muy lindo —decía mientras despegaba un poco el teléfono de su oreja —. No entiendo por qué tu padre se enoja cuando...
—¡Abuela, por favor!
—De acuerdo, ya voy a colgar...
Nox se dió media vuelta y salió de ahí, subiendo las escaleras de dos en dos hasta llegar a su habitación. Se encerró de nuevo y se sentó sobre la cama. El señor Meows seguía exactamente dónde lo había dejado, subiendo y bajando su barriga.
Volvió colocar el teléfono en su oreja, pero no estaba del todo segura que su abuela había colgado.
—El señor Meows está vomitando —dijo de pronto Nox.
—¿Está vomitando? —preguntó preocupado de repente, Harry.
—No, solo era una prueba para asegurar que la abuela Figgy no estuviera escuchando —soltó una risita nerviosa. Nox hizo un gesto para sí misma, diciendo «¿Qué rayos fue eso?».
—Parece que funcionó —sonaba aliviado —. He notado que el no cuidarnos le ha beneficiado, parece más alegre y menos gruñona... Espero que no haya escuchado eso...
Nox rió de nuevo.
—Si, parece ser que le ha venido de maravilla, aunque de mí no se salva, pero la tiene fácil, siempre estoy en mi habitación, leyendo y eso, ya sabes.
—¿Qué has estado leyendo? — no pudo evitar sonreír.
—Cujo —respondió Nox —. Es de un perro San Bernardo que lo muerde un murciélago con rabia, este se vuelve salvaje y asesina al vecino, después pretende matar a una vecina que quería arreglar su auto, que termina encerrada en él bajo el sol en el día más caluroso de verano en siglos.
No necesitaba hojas de té o una bola de cristal para adivinar la expresión en el rostro de Harry tras la línea telefónica. Sabía que ella era un tanto terrorífica y que se pusiera leer ese tipo de cosas no ayudaba bastante, era como si incrementara su aura de terror.
—Vaya... Suena muy...
—Interesante, lo sé —interrumpió Nox —. Estos días ha estado haciendo un calor del maldito infierno, solo espero que un San Bernardo con rabia venga a intentar matarme...
De pronto la línea se cortó. ¿Será que solo se hartó de escucharla y colgó? Quedó muy desconcertada, así que colgó lentamente sin entender el por qué. Quería pensar que habían llegado sus tíos y tuvo que hacerlo sin siquiera despedirse, más razón no pudo tener.
El día pasaba. Nox se dedicaba a leer, pero no podía hacer lo mismo durante toda la tarde hasta la noche, así que veía de vez en cuando televisión, terminaba deberes o se ponía a intentar jugar con el señor Meows.
Su padre no dió ninguna señal por la mañana, ni por la tarde, sino hasta la noche, que llegó, tomó algo del refrigerador y se fue a dormir. A Nox le preocupaban las nuevas actitudes y hábitos que tenía ahora su padre, muy pocas veces lo veía durante el día.
Escuchó la puerta de la habitación de su padre cerrarse, casi al instante escuchó ronquidos tan fuertes como para despertar a Harry que vivía a calles de ahí. Nox frunció un poco las cejas y siguió respondiendo las cartas de Cho y Padma.
Cho parecía desahogarse jugando al quidditch en su patio. Tenía idea de lo horrible que debía sentirse en ese momento, sin recibir cartas de Cedric, ya que en vacaciones: o estaban juntos, o se escribían casi a diario. Deseaba que se encontrara mejor.
«... Tengo entendido que este año el puesto de guardián estará disponible, me pregunto quién podrá ser. Aun así, sigo entrenando bastante, Harry me dió una paliza, sinceramente no pienso dejar que lo haga de nuevo...», escribía Cho.
Padma no parecía interesada en el quidditch, pero si en los chismes que Nox no estaba muy dispuesta a soltar, ya que trataban de ella:
«¿Ya han salido? Recuerda que te debe un helado. No dudes en decirme cómo te fue... », escribía su amiga, Nox solo reía por lo bajo.
Había dormido muy tarde, la última hora que había visto en el reloj fue de las 2:00 de la mañana. Ni siquiera recordaba en qué momento se había ido a acostar y terminar tan dormida que si pasaba una estampida de elefantes jamás se daría cuenta.
Pero lo que si la despertó fue el timbre de la puerta, sonaba, pero nadie atendía.
¡Ting-tong!
El timbre pasó de escucharse en sus sueños a la vida real. Despertó con los ojos pesados, exigiendo dormir más. Se sentó en la cama, con el cabello más revuelto que nunca. No podía siquiera abrir bien los ojos gracias a las lagañas secas que tenía atoradas.
¡Ting-tong!
¿Por qué nadie abría la puerta?, se preguntaba Nox mientras bajaba las escaleras con pasos muy pesados. Le faltaba un calcetín, pero aún así se puso las zapatillas para evitar que se le pegaran los pelos de los gatos.
¡Ting-tong!
Ahora entendía por qué nadie atendía: escuchó desde el baño a la abuela Figgy con música clásica desde un reproductor muy viejo dentro. Según ella, era bueno darles un baño a los gatos con ese tipo de música, les evita el estrés y les crece el cabello mucho más brilloso, sabrá Merlín de dónde sacó aquello.
Volvió a sonar el timbre —¡Ya van! —anunció Nox entre un bostezo lleno de sueño y frustración, mientras avanzaba a la puerta.
Logró ver en el reloj de la sala, era medio día, definitivamente si había dormido demasiado, pero no pensó que el sueño se le iría de un soplido: al abrir la puerta se encontró con Harry, que aparentemente ya estaba listo para ir por el famoso helado que le debía desde que salieron de Hogwarts.
Nox abrió tanto los ojos que se le saldrían del cráneo mientras ahogaba un grito.
—Hol-
No lo dejó terminar de hablar porque tan rápido como abrió la puerta y lo vió, la volvió a cerrar de un portazo. La vergüenza inundó su rostro una vez más, la había encontrado en la peor de las condiciones para ver a una adolescente.
Giró sobre sus talones, a punto de salir corriendo a escaleras arriba, pero se detuvo de repente y se volvió a la puerta, abriéndola, pero solo asomando su rostro.
—¡Dame cinco minutos!
No esperó respuesta y la volvió a cerrar. Subió de dos en dos las escaleras. La abuela Figgy había salido por fin del baño, tenía al señor Meows enrollado en una toalla de baño, mirando muy preocupada a Nox.
—¿Qué pasó, Nox?
—¡¿Por qué no me dijiste que Harry estaba fuera?! —saltó Nox, entrando a su habitación y comenzando a sacar los primeros vaqueros que vió — ¡Me vió en la peor condición del mundo!
—Bueno, ya te había visto antes de esa forma... —intentaba tranquilizarla.
—¡«Peddro esroo» es diferente! —intentó decir mientras se cepillaba los dientes en el baño, escupiendo espuma de dentrifico por el espejo. La abuela Figgy estaba a nada de meter a Nox en un baño con música clásica.
Tal vez si era diferente como mencionaba Nox, pero también no era la primera vez como mencionaba la abuela Figgy: en una ocasión los Dursley dejaron a Harry a cuidado de la abuela Figgy (como siempre). Lo curioso es que no pasaron a recogerlo hasta el día siguiente, Nox tenía la sospecha de que se habían olvidado de él, pero no le disgustó, ya que sería su primera pijamada.
Nox se desvistió y se puso los vaqueros que primero vió en su cajón, intentó entrar en ellos, saltando mientras los jalaba, obligándose a entrar y vió que le quedaban bastante cortos y apretados.
—¡Abuela! ¡Me quedan muy cortos los pantalones! ¿Los has encogido o algo parecido? —gritaba mientras revolvía otro cajón para buscar una playera sin siquiera llevar una puesta o abrochar sus pantalones.
—Nox, querida, sabes que siempre he... ¡Niña! ¡Ponte algo, podría estar tu padre por aquí para darte una buena remienda!
—¡Pero no está aquí! —chasqueó los dedos, encontrando una idea mientras se ponía una playera que afortunadamente le seguía quedando igual de grande —¡Buscaré en la ropa de mamá!
Corrió a la habitación de su padre, que al abrir la puerta no lo vió en ella.
—Es cierto, ¿y papá?
—Trabajo.
—Ya... —fingió creerle.
Comenzó a buscar entre las cajas que tenía en la parte superior del clóset, no fue difícil, ya que al sacar la segunda, encontró la ropa de su madre, entre ella: pantalones. Nox no sintió nostalgia, o tristeza, solo algo de estrés, ya que habían pasado ya 4 minutos y todavía no estaba lista. Vió uno, lo tomó y lo analizó brevemente, convencida, se quitó ahí mismo el que tenía y se puso el que eligió. Cerró de nuevo las cajas para subirlas en su lugar. Corrió de regreso a su habitación mientras se abrochaba los pantalones de su madre, que le quedaban bastante bien, pero necesitaba un cinturón para quedar a la perfección.
—¡No señor Meows! ¡Eso es pasta de dientes! —regañó al gato que olía la pasta embarrada en el lavabo que dejó Nox, mientras se ajustaba el cinturón.
Se mojó el cabello esponjoso y alborotado. Miró el reloj mientras se hacia la trenza, ya llevaba 6 minutos.
—¡Te veo más tarde, abuela! —decía sentada en las escaleras, mientras se ataba las agujetas de las zapatillas.
—¡Si, mi niña! —pareció recordar algo —¿Te pusiste bloqueador? ¡Está el sol como para quemar escarabajos allá afuera...!
No terminó de escucharla, ya que había salido de la casa, cerrando la puerta con poca precaución.
—¿Tantos problemas te causo? —dijo Harry, al ver a Nox salir de su casa con una mancha de pasta de dientes en la mejilla, ella se limpió de inmediato.
—No te creas tan especial —se rió Nox—, si hubieses avisado con tiempo, otra cosa sería.
—Pero no por eso debes de estar gritando mi nombre de aquí a allá —se burló—. Pobre de tu abuela, debes de ser una pesadilla, tanto como para despertar a medio día...
—¡Estaba respondiendo cartas! ¡Y no seas un metido! Son conversaciones privadas.
Era extraño pasear con libertad con Harry fuera de Hogwarts. Se acostumbraba bastante a pasear entre los terrenos del colegio, grandes y boscosos junto a Cho, Padma y Cedric. Pensar aquello le apachurraba el corazón.
Su imagen se vió opacada por la imagen de un hombre sentado en una banca cerca de la estación. Habían avanzado y atravesado la glorieta cercana. El hombre se rascaba la calva con aburrimiento, mientras abría una lata que evidentemente era de cerveza.
—Hace demasiado calor, soy capaz de tomarme todo el lago negro con una pajita si es necesario —comentó Nox, sin dejar de ver al hombre del otro lado de la calle.
—Bueno, tal vez el helado ayude, ¿vainilla, no? —Nox asintió, volviendo a él —. Una vez leí que las cosas sencillas hacen a las personas aburridas. Yo no opino lo mismo.
—¿De dónde sacaste esa estupidez? —se rió, Nox.
—Revistas de la tía petunia —se encogió de hombros.
—¿Y qué hacías leyendo eso? Definitivamente eres un chismoso total.
—¡No había nada que leer! —saltó de inmediato, con aires de ofendido —. Leí tu libro bastantes veces, creo que ya me lo sé de memoria, y no pienso leer los libros de Hogwarts a propósito, son vacaciones, se supone que son para eso, para hacer nada.
—Claro, ahora los usas para leer las revistas de tu tía, es bastante divertido, chismoso.
Caminaron algunas calles más, mientras charlaban y juguetaban entre ellos por la calle, ya sea empujandose o picandose cuando el otro se distraía, era lindo volver a tener diez años.
Al llegar al local, el aire fresco de los cogeladores hizo suspirar de alegría a Nox, refrescándose hasta el último centímetro de su cuerpo.
—A esto le llamo felicidad —anunció Nox.
Se encaminó a una de la mesitas que se encontraban cerca de la ventana que daba a la calle, viendo pasar a las personas que también se quejaban del horrible calor que los azotaba, Harry estaba enfrente, pidiendo por ambos.
Se sentía de lo más extraña, como si ser feliz no fuera parte de su realidad, dándole esa sensación de culpa que parecía no corresponderle a ella, pero no sabía si tomarlo en serio o no. Su realidad y presente era ese, respirando y disfrutando de la frescura de un local en pleno verano. Se culpaba por sentirse feliz después de vivir la peor noche de su vida, pero se aferraba en hacer olvidar... Pero quería hablar, no con su madre, que tenía que adivinar si la escuchaba o no.
Volteo hacia a la ventana, viendo una banca donde se podía esperar el autobús cruzando la calle, admirando la vista de verano, con algo de culpa dentro.
—Deberías de decirle... —distiguió su reflejo en el vidrio, con los ojos plateados y los labios rojos y brillantes —, o puedes hacer que su alma sea tuya, estamos a un solo paso de ser una sola...
«Ignorala. Solo ignorala», se repetía Nox, intentando prestar atención a la banca que cruzaba la calle.
—Creo que le agradé a la chica del mostrador, me puso cosas extras... —Nox dió un respingo —¿Estás bien?
—Oh, si, creí ver... Una ardilla —señaló a la banca del bus —, era gorda.
—Gorda —la miró con gracia.
—Si... —sonrió —. Espera, ¿te pusieron cosas extras?
—Exacto, pero tranquila, también le pusieron crema batida al tuyo —le acercó la copa con su pedido sobre la mesa.
—¿Por qué te dió eso? ¿Solo por poner cara bonita ya cayó bajo tus encantos? —refunfuñaba Nox, mientras metía la cuchara.
—Claro; la chica estaba por no hacerlo, tuve que decirle que eras mi hermana, solo así siguió agregando más almendras al tuyo —Nox alzó la mirada, con una ceja alzada —¿Celosa?
—Por supuesto que no, pero debo admitir que esta mierda está buena... —se le giraban los ojos de la satisfacción —, pero yo pude conseguirlo de una mejor forma.
—¿A qué te refieres con eso? —se encogió de hombros, Nox —, genial, más acertijos.
—Para que pienses tan siquiera un poco este verano.
Comían mientras mencionaban cosas al azar, sobre todo del colegio (manteniendo discreción). Nox quería preguntarle sobre como se sentía, más que nada sobre lo que pasó un mes, intentando olvidar, pero sentía que hacerlo, era una falta de respeto a la memoria de Cedric.
—¿Has escuchado las noticias? —le preguntó Harry, con la vista clavada en su postre, Nox se encogió de hombros —. Yo lo he hecho, pero no han mencionado nada de nada. Esos idiotas...
—¿Qué pasó con Barty Crouch Jr.? —preguntó de repente, Nox, Harry alzó la mirada, sorprendido por la pregunta —¿Lo llevaron de vuelta a Azkaban?
Harry negó con la cabeza —Le dieron el beso del dementor: le sacaron el alma, gracias a eso, no quedó alguna otra prueba de, ya sabes, eso...
Nox asintió lentamente, como si comprendiera completamente lo que decía, como si fuera la decisión más razonable y sensata que habría tomado el ministerio.
—No van a poner nada en las noticias como lo hicieron con Sirius Black. Esto es diferente —dijo Nox, en voz baja.
—¿Por qué no? Deberían, esto es mucho más peligroso. Ahorita está por ahí, reclutando gente de seguro, más personas como ese Crouch —comenzaba a irritarse —. Dumbledore no responde, Ron y Hermione tampoco, Sirius tampoco, algo están ocultando... ¿Tú padre sabe algo?
Nox se quedó un instante en silencio, pero no por ocultar algo, sino para intentar encontrar una respuesta a la pregunta que también se hacía.
—Ni siquiera lo he visto —respondía—, la abuela parece querer ocultar también cosas, pero dudo poder sacarle algo. Siempre dice que papá está muy ocupado en el ministerio. Es sospechoso, siempre estaba en casa, tan siquiera por las mañanas... —suspiró—. No nos creen.
—¿A qué te refieres?
—No nos creen. No nos van a creer —quería explicar, Nox—. El ministro es un imbécil de mierda que le da miedo enfrentarse a la realidad. Recuerda cuando fue el juicio de Buckbeak: ese tipo solo hacía las cosas rápido y al gusto de Malfoy, porque sin sus «donaciones», se le puede caer el teatro.
—El padre de Malfoy estaba en el cementerio... —recordó Harry—. ¿Crees que él está metido en el ministerio?
—Oh, mierda... —pensó Nox lo mismo.
—Sería una estupidez enorme si ese señor está metido en el ministerio, o con el ministro, porque si es así, quiere decir que Voldemort también lo está —Nox se estremeció ligeramente —. Tienes razón, no nos creerán, Fudge no lo hizo en el momento, tú no estabas consciente, pero daba a entender que no nos creería, sobretodo a mí; él leía las notas de Rita Skeeter, creía lo que ella escribía.
Nox soltó un pesado suspiro. Quería saber que tenía que ver ella en todo eso, pero no podía ignorar la irritación que sentía su mejor amigo en ese momento.
—Ha pasado más de un mes —empezó, Nox — y ese idiota no se ha atrevido a aceptar lo que pasó, que ha retornado, que uno de sus seguidores no solo era un maldito loco de remate... Que rabia —soltó, recordado a Cedric.
—Le dije los nombres de quienes vi ahí y solo me llamó loco con sed de atención —agregó el azabache.
—Apuesto que era capaz de decir que matamos a Cedric y nos inventamos la excusa de que Voldemort había regresado... —escupió Nox. Los ojos se le estaban aclarando.
—Mejor hablemos de otra cosa —agregó de nuevo, al ver los ojos de Nox —. No quiero arruinar nuestra cita.
Nox rió ligeramente —Siempre tan imprudente con tus palabras, además, no es una cita, soy tu hermana, lo dijiste.
Harry hizo un ruido de asco —Agh, no digas eso, es asqueroso.
—¡Pero tú se lo dijiste a la chica de allá! —señaló con la mirada a una chica de estatura promedio, largo cabello castaño de ojos azules y enormes.
—A ella, si o fuera por ello, no tendrías almendras en tu helado aburrido de vainilla...
Seguía hablando, pero Nox ya no se encontraba ahí. Estaba detrás del mostrador, extendiéndo el cambio a un niño rubio y bajito, ya estaba el dinero sobre su mano, solo era cuestión de soltarlo. Cuando cayó en cuenta y lo hizo, se fue alegre, con una paleta en la mano.
Miró sus manos, perfectamente arregladas como para ser una heladera, tal vez solo era trabajo de verano para pagar sus manicuras. Miró su espacio de trabajo, tal vez sería algo sencillo...
Tenía dos copas enormes, llenas de helados batidos y mal servidos. Posiblemente también tenía todos los jarabes y salsas bañadas encima, con la crema batida casi desbordandose. Enterró las cucharas y se acercó a su propia mesa, sin importarle el desastre que tenía de helado derretido en las manos.
Pudo distinguir a Harry mirar a todos lados, intentando averiguar en donde estaba Nox.
—Orden especial —dejó las enormes copas sobre la mesa. Él frunció las cejas.
—¿Estás demente, Nox? —regañó.
—¿Nox? ¿La que está dormida allí? —se señaló a sí misma. Tenía la mirada perdida con los ojos brillando —. No la conozco, pero sé que es una chica genial, yo solo soy una simple heladera que trabaja para pagarse las uñas.
—¡No deberías hacer eso! —siguió regañando.
—Tranquilo, solo era una respues...
No terminó su frase porque Harry le había dado una patada por debajo de la mesa, regresando de pronto, sintiendo los ojos tan pesados como si hubiese despertado de nuevo a medio día. Parpadeó varias veces, hasta que sus ojos volvieron a ser tan oscuros como siempre.
La chica hizo lo mismo, pero así como se había desconectado por la situación, lo olvidó por completo y su actitud cambió cuando vió que Harry estaba frente a ella.
—Oh... Hola, ¿todo bien? —hizo una voz coqueta.
—Todo muy bien, gracias —soltó Nox, con una sonrisa, pero una muy perturbante. La chica se sobresaltó, no había notado a Nox —. Pero si no te molesta, tenemos una conversación muy importante, querida, ya sabes, cosas que posiblemente no entiendas y no te incumben.
La chica la vió con los ojos pesados y llenos de molestia.
—Bueno... ¿Al menos puedo tener tu número?
—Tiene novia —saltó Nox. Él la volteó a ver con los ojos abiertos, las mejillas y las orejas se le comenzaban a colorear en un rojo tan fuerte como el cabello de su mejor amigo Ron —. Si, ella es muy bonita, pero es una pena que te hayan ganado... En fin, nos tenemos que ir —se puso de pie, Harry hizo lo mismo, sin entender —. No quiero ser grosera, pero esto —señaló a los helados que ella misma había servido — me parece una falta de respeto al consumidor. Buen día.
Se encaminó a la salida y cruzó la puerta, siendo recibida por un golpe caluroso. Nox gruñó.
—Maldita sea, ahora no podré regresar y robarme su hermoso clima.
—¿Qué fue eso? —le preguntó Harry, mientras avanzaban de regreso.
—¿Qué fue qué? —se hizo la tonta.
—¡Lo de allá dentro! Primero usas tu enojo para poseer a esa chica, te sirves casi todo el helado del local, peleas con ella... —pareció entender y detuvo su caminar —. Estás celosa.
Nox detuvo de pronto el suyo, girando muy bruscamente sobre su cuerpo, con las orejas calientes, las manos y las piernas querían comenzar a temblar.
—¿Estás bien? ¿O por qué estás empezando a decir estupideces? —frunció las cejas.
Aquella sonrisa apareció en su rostro.
—Te tomaste muy en serio ese papel de hermana celosa, te felicito, pero no sabía que podías controlar mejor eso de meterte en el cuerpo de la gente.
—Yo no estaba celosa: esa chica me daba una muy mala espina y quise aprovechar la oportunidad.
—¿Qué oportunidad? —preguntó de nuevo.
—De cuidarte, como siempre lo hemos hecho.
—Pero no me estaba haciendo nada —alzó una ceja. Nox se estaba quedando sin ideas, y eso era raro en ella.
—Me refiero a que esa chica parecía una de muy malas pulgas que es capaz de quitarte la herencia —dijo para volver a caminar. Harry apresuró el paso para quedar a su lado.
—Asi que protegiendome por mi bien, eso suena algo que podría decir la profesora Trelawney, interesante...
—Oh, ya cállate y superalo —se rió, intentando ocultar su nerviosismo.
—Bien, pero ahora me debes algo —Nox frunció las cejas.
—¿Yo?
—Claro, te invité un helado.
—Exacto, invitar.
—Si, pero será mejor que me debas algo, así tendremos un pretexto más para volvernos a ver, ¿no crees?
Nox estaba por sonreír tontamente, pero lo torció, intentando ocultar su felicidad, le gustaba la idea, eso sonaba muy bien.
—Bien, entonces supongo que nos veremos la siguiente semana, ¿no? —se detuvo una vez más, quedando frente a él. Apenas se había percatado que ahora estaban a la misma altura, había crecido lo suficiente para estar iguales.
—No lo sé, creo que tengo planes esa semana —fingió pensar mientras veía el cielo —. Tal vez en tres días, estoy libre. Eso de tener agenda apretada no es lo mío —rió.
—Creo que en tres días tengo una consulta muy importante con el señor Meows —siguió Nox el juego —. ¿Te parece bien mañana?
Su sonrisa no fue arrogante y coqueta como le gustaba, sino fue llena de esperanza y alegría contenida, también le gustó, así que comenzó a temblar más.
—Me parece perfecto.
—Perfecto, entonces tenemos una segunda cita, eso es un gran paso —se rió Nox, reanudando una vez más su paso —, uno muy grande después de la tremenda cagada que hiciste con Parvati en navidad.
—¡Pero se la pasó muy bien con ese chico de Beauxbatons!
Avanzaban mientras hablaban y jugaban, justo como había hecho de ida. Definitivamente no habían perdido la chispa amistosa entre los dos, pero había algo más que cambiaban las cosas y esa parte era culpa de Harry, pero ahora comenzaba a ser culpa también de Nox. Comenzaba a utilizar un método muy poco moral; quería hacerlo olvidar lo más posible todo aquél trauma, ese acto de celos fue el primero, y pareció distraerlo bastante bien.
◦•●◉✿◉●•◦
El señor Meows seguía tan viejo y amargado que siempre, haciendo compañía a Nox en sus lecturas matutinas, pero en esta ocasión también decidió acompañarla por la tarde. Nox no se quejó.
—Aprovechando que bajó el sol, iré por algunas latas para los gatos —decía abuela Figgy, mientras sacaba de la alacena las últimas latas de comida para gato que quedaban en su alacena —. El pobre Meows ya no le hace muy bien la misma comida que los demás, necesita algo diferente.
—Pobre señor Meows, ¿Tienes una pancita delicada? —preguntó Nox, mientras acariciaba al gato en sus piernas. Este solo siguió ronroneando, ignorando las palabras de la humana —. ¿Vendrá papá para la cena?
—Esto... —pareció pensar en qué responder por detrás de la puerta de la alacena —, si, me parece que sí... Bueno, en realidad no lo sé... Horas extras, cosas del ministerio, ya sabes...
—Papá está ocultando algo, siempre llega tarde y ya no lo veo por las mañanas...
Deseó ver la reacción de su abuela por detrás de la puerta de la alacena, pero no fue posible. Cerró el libro y lo dejó en la mesita junto a la estatuilla con la que alguna vez tenía la intención de golpear a Harry con ella.
—Iré con Harry —anunció, Nox, poniéndose de pie de pronto, dejando caer al ahora enojado señor Meows.
—¿Otra vez? —preguntó su abuela, con cierta inquietud —. No creo que a tu padre le agrade mucho la idea de que veas a ese chico muy seguido...
—Si le importara, el estaría aquí para decirmelo él mismo —gruñó, Nox —. Además, es mi amigo, y mejor aún: vive cerca. No tardaré...
—Nox...
—Estaré bien, abuela, llevo mi varita —alzó ligeramente la parte de abajo de su vaquero, donde tenía la varita mágica enterrada en su zapatilla que llegaba hasta el tobillo —. Tal vez te vea en el camino.
Salió sin esperar alguna respuesta, con el gato escapando entre sus piernas.
Tal vez con el paso de los días, la actitud de Nox comenzaba a transformarse en algo más pesimista, sobretodo sin la presencia de su padre que solía estar en casa. Le molestaba un poco que su padre comenzara con sus escenas de celos a sus espaldas, que todo fuera un teléfono descompuesto y se lo dijera su abuela Figgy por él.
Agradecía muchas veces al destino en que Harry y Nox fueran casi vecinos, ya que después de salir de Hogwarts, se la pasaban mucho más unidos, justo como hace muchos años antes. Podría decirse que casi todos los días se veían, a pesar de el terrible calor que los azotaba, no era impedimento para verse.
Una regla muy importante que se había puesto a Nox era: no toques la puerta de los Dursley. Simple. Ellos ya reconocían a Nox y Nox a ellos, eran una familia bastante desagradable, que solo adoraban a su enorme hijo, sino que también y siempre le hacían cumplidos por lo más mínimo y estúpido que hiciera, mientras que Harry solo recibía regaños, pero para eso estaba Nox: ella intentaba animarlo siempre que podía.
Al llegar al número 4 de Privet Drive, Nox no tocó la puerta, tomó una pequeña piedra que había en el suelo, y la lanzó contra la ventana, pero nada pasó, así que lo volvió a hacer. En ocasiones anteriores la cara de Harry ya se hubiese asomado por esta, asiendo señas de que ya bajaba, seguido de unos gruñidos de su tío y la puerta cerrándose, pero nada de eso paso. Nox frunció las cejas, intentando ver por dentro de la casa.
«¿Dónde se habrá metido?», pensaba mientras lanzaba más piedritas.
Nox siempre deseaba que muchas de sus preguntas se respondieran tan rápido como aquella en ese momento: un «¡PSST!» sonó desde las hortensias de la tía de Harry. Nox frunció más las cejas, girando la cabeza hacia todos lados, entre ellos la ventana de su habitación.
—¿Harry? —preguntó en un susurro, buscándolo —. ¿Estás aquí?
Comenzó a buscarlo entre las hortensias, hasta que dió con él, justo por debajo de la ventana, estaba muy bien escondido, fresco como una lechuga recién salida del refrigerador, quería comenzar a avanzar hacia él, pero la enorme figura de su tío se hizo presente en la ventana, desde dentro de la casa, justo antes de que pudiera decir algo.
—¡Eh! —le llamó la atención el hombre, Nox se paralizó —. ¿Qué pretendes hacer? ¡Ese mocoso desquiciado no está aquí! ¡Largo!
—Esto, yo no vine a buscarlo, yo... —evitó hacer contacto visual con Harry, ya que no quería delatar su ubicación secreta. De pronto, de las mismas hortensias de dónde se escondía Harry, salió el señor Meows, agitando la cola, como si de un gruñido se tratara —. ¡Señor Meows! ¡Aquí estás! —fingió felicidad, mientras lo alzaba, tomándolo de la barriga vieja —. Estaba buscando al gato de mi abuela, siempre se escapa.
—¡No quieras engañar a nadie con ese gato, niña! —le apuntó con su dedo de salchicha —. Siempre que te apareces, es porque vienes a buscar a ese niño.
—¡Deje la envidia a un lado y jale la cadena! —exclamó Nox, ahora molesta, pero no lo suficiente como para cambiar sus ojos—. Solo vine por mi gato, y si no le molesta: me iré al parque de aquí cerca —intentó hacer énfasis en sus palabras —, ya que su mera presencia me arruina la vista, aunque no me vendría mal un poco de sombra.
Quiso seguir diciendo más cosas, pero el gato pareció negarse también, arañando y escapando de los brazos de Nox. Ella chilló por el ardor del razguño de su brazo izquierdo, y perdió de vista al gato.
—¡Señor Meows! —llamó, mientras corría en dirección al parque.
Nox y la abuela Figgy sabían perfectamente que el gato solía escaparse por ahí, le gustaba ser un alma libre, y solo volvía para cuando Nox estaba en casa para leer en su alcoba. Rogaba con que Harry entendiera su indirecta sobre el parque, así que le esperaría ahí.
La noche comenzaba hacerse presente, los últimos rayos de luz se colaban entre los árboles y la frescura del atardecer comenzaba a refrescar un poco a Nox. Durante su trayecto, no logró ver a su abuela Figgy, tal vez ya se encontraba comprando la comida para gato, sobretodo la especial para el estómago delicado y viejo del señor Meows.
Llegó al parque, atravesó la pequeña verja y sentó en uno de los columpios, mirando el cielo.
Tal vez el humor de Nox estaba cambiando, pero el de Harry estaba empeorando, cada vez era más irritable, preguntando a diestra y siniestra sobre su padre, que al trabajar en el ministerio daba por hecho que ella sabría algo.
Un día de esos, leyó el profeta, y las cosas que decían eran tontas y aberrantes, la mencionaban a Harry como un loco de la esquina, en búsqueda de atención, justo como le había pretendido Fudge. Sobre Nox no se mencionaba mucho, solo que había tenido un grave accidente, nada más.
Un día, Nox, que por fin pudo estar en el mismo espacio que su padre, lo tomó para confrontarlo, sobre las cosas horribles que escribían sobre su mejor amigo, él simplemente se escudaba diciendo que lo ignoraran, que tenía otras cosas más importantes que hacer que leer chismes sobre Harry Potter, eso enfureció más a Nox, creando una ley del hielo sobre su padre, no era difícil, nunca estaba en casa.
Escuchó el pasto seco quebrarse a lo lejos: era Harry acercándose. Tenía en sus brazos al señor Meows, que tenía una cara de viejito gruñón, justo lo que era.
—Veo que lo has recuperado por mí, gracias, Superman —se burló Nox, mientras su amigo le tendía el gato y se sentaba en el otro columpio a su lado.
—Fue fácil, siempre me quiso más a mi que a ti —Nox colocó al gato sobre sus propias piernas, pero se estiró y mejor saltó al regazo de Harry —. ¿Ves?
—Es un traidor, pero ya verás quién te da de comer...
Un silencio se hizo presente, solo era rellenado por los ronroneos viejos del gato, los carros a lo lejos o el rechinido de las cadenas de los columpios.
—¿Te ha dicho algo tu...?
—No, no me ha dicho, no le he dicho y no piensa decirme nada... Y no, no sé te ocurra mandar nada al profeta... ¡No te creerán! Lo han dejado muy claro.
Respondía, Nox, cada vez que veía a Harry abrir la boca, reconocía lo que saldría de ella.
—Solo quería decir que me ayudó bastante tu regalo de cumpleaños —dijo con rencor —. Pastel, algo clásico.
—La abuela hizo bastante, por sí quieres más —le dijo, reservando la intensidad de su voz —. Pero sé que mientes, pero tampoco te puedo dar una información que no tengo, lo siento.
—Está bien, aún así averiguaré para seguir escuchando las noticias.
—No dirán nada en las noticias, Harry...
—Podrían... —se quedó la palabra flotando en el aire, hasta que dijo algo más: —Hubo una detonación, unos instantes después de que te marcaharas. El señor Meows estaba por debajo de un auto y cuando sonó salió despavorido el pobre... ¿Crees que signifique algo?
—No lo sé, todo puede significar muchas cosas o nada —se encogió de hombros.
—Vamos, Nox, eres muy lista, tú desifras las cosas muy fácilmente y con rapidez, ¿esa explosión no te dice nada? —insistió, Harry.
—No, la verdad es que no. Pudo ser una llanta del coche, o un niño inflando de más una pelota, o cualquiera otra cosa —Harry gruñó—, anda, disfruta el verano y los días de no hacer nada.
—Claro, sin una respuesta clara de Hermione o Ron... —Nox se endureció —, quién sabe qué cosas estarán planeando, porque según ellos no pueden decir nada. Algo saben ellos dos.
Por un instante, algo hizo cluck en la mente de Nox, como si un pequeño fósforo se hubiera encendido en su mente, la idea era la llama, pero se le estaba escapando como el fuego que consumía la madera del fósforo.
—Papá también dice lo mismo... Es raro, nadie nos quiere decir nada, o mencionar nada, solo se escuda diciendo que tiene mucho trabajo en el ministerio, que no puede decir nada sin el permiso de un superior.
—Ron y Hermione dicen que Dumbledore les prohibió decir algo —agregó, Harry.
—Están juntos —soltó Nox, captando lo que decía —, los dos están ocultando algo, tengo el presentimiento de que mi padre tiene algo que ver, y por supuesto que Dumbledore también.
—Ya lo había deducido antes —soltó Harry, con un tono de superioridad —, pero no entiendo que tiene que ver tu padre en esto.
—Yo tampoco, pero lo sospecho y claro que lo averiguaré —se puso de pie —. Me tengo que ir, se está haciendo tarde.
Harry se puso de pie, tomando al señor Meows para que no cayera —¿Tan pronto? Apenas vamos llegando —sonó muy triste y desanimado, como si la oportunidad de la vida se le estuviera yendo de las manos.
Comenzaron a caminar hasta salir del parque, mientras Nox hablaba:
—No te preocupes, mañana nos podremos ver, como siempre, así hasta que obtengamos respuestas, o te enfades de mi presencia.
—Yo jamás me cansaría de estar contigo —dijo Harry, sin soltar al gato.
Si Nox fuera quien lo estuviera cargando, ya se le hubiese caído y le hubiese arañado por tal acto. Nox se puso muy roja pero siguió avanzando, como si fuera un comentario cualquiera para cualquier persona. Las piernas le comenzaban a temblar.
—Gracias, es un buen halago y un acto impresionante, no cualquiera toma el riesgo —dijo Nox, agradeció a la oscuridad que ocultara el color real de su rostro, pero sintió como las orejas se calentaron mucho más cuando su cerebro actuó primero —. Yo tampoco me cansaría de estar siempre contigo. Digo, mira: ya es agosto y seguimos viéndonos. Creo que me tomaré un descanso de ti en Hogwarts —rió, con las orejas muy rojas.
Estaban ahora a unas casas de llegar a la de Nox. Harry siempre acompañaba a Nox, siempre, sin falta, asegurándose que atravesara la puerta principal, en esta ocasión sería con un gato en los brazos.
—Bueno, entonces aprovecharé cada segundo que estemos juntos fuera del colegio, porque te extrañaré bastante —dijo, habían llegado a su casa.
—Genial... Yo, esto —comenzó Nox, era extraño cuando su cerebro no reaccionaba y decía lo primero que le cayera del cielo —. Yo pensaba en que, no sé si quieras, ya sabes, esto... Vi el periódico, en la cartelera del cine hay una película que me gustaría ver... ¡No es de terror! —se apresuró cuando vió a Harry hacer una pequeña mueca—, pero no sé si... Ya sabes, ir conmigo.
Realmente esperaba que hiciera aquella sonrisa que la ponía ten nerviosa, pero ahora parecía que él era al que se le caería el gato de los brazos. Comenzó a sonrojarse, como si hubiese corrido al rededor del campo de quidditch, pero al final sonrió, muy sorprendido.
—Claro, ¿por qué no? —respondió. Nox quería saltar de alegría, pero se contuvo.
—Genial, entonces te veo mañana como a medio día, ¿te parece? —preguntó ella, él asintió frenéticamente.
—Claro, medio día.
—Entonces... Te veo mañana.
—Perfecto, mañana.
Nox se quedó sin saber qué más decir, Harry parecía tener lo mismo. Sacó las llaves de su bolsillo, tintineando y casi tirandolas al suelo.
—Bien, señor Meows, es hora de irnos —se acercó muy temblorosamente, tomando al gato, sin poder ignorar el roce de su piel con la de su mejor amigo —, recuerda que hoy vas a cenar mejor, para que tú pancita esté mejor —susurraba con cariño al gato, Harry sonrió —. Gracias por atraparlo.
—No hay de qué —se encogió de hombros, sin dejar de sonreír y verla.
Era impresionante como Nox era capaz de volverse estúpida con tan solo comentarios. Seguía sin entender qué era lo que le pasaba, sabía que sus amigas tenían la respuesta, pero no sabía si estaba dispuesta a escucharla.
Se quedó ahí, hipnotizada por sus ojos verdes y brillantes, cuando ella es la que se supone que debía lograr el mismo efecto con los propios, con esa niebla oscura y misteriosa.
No pudo evitarlo, su impulso fue más rápido que el control que se supone que debería de tener sobre su propio cuerpo: se acercó y le plantó un beso en la mejilla que se encontraba ardiendo y no de fiebre.
Intentó mantenerse neutral, pero no podía evitar sonreír. Solo se dió la vuelta y entró a su casa, como si de un despido normal se tratase.
Chapter 27: 26. Los problemas de la adolescencia
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Capítulo 26
Los problemas de la adolescencia
Cerró la puerta tras su espalda, la sonrisa que tenía atrapada por fin salió a relucir, más grande que nunca. Apretó los labios, evitando soltar un chillido. Dejó al señor Meows sobre las escaleras y se acercó a él.
—No se lo vayas a decir a nadie, señor Meows —le susurró —, es nuestro secreto, ¿sí?
El gato le importó tanto que salió corriendo escaleras arriba, lo más probable es que llegó a su habitación. A Nox no le importó, así que caminó a la cocina sin quitar la sonrisa de su rostro. Se percató del silencio en la casa, sabía que no había nadie ya que solo estaba prendida solo la luz del pasillo de las escaleras. Prendió otras luces y la televisión para que hiciera ruido.
En su mente se repetía una y otra vez esos últimos minutos, segundos, instantes, fotogramas, lo qué sea que fueran, pero se repetía. Estaba segura que les escribiría a sus amigas sobre eso y que por favor le ayudaron a descifrar lo que estaba pasando.
Por un instante sintió una ola pasar por su cuerpo en un instante e irse tan rápido como llegó. No le dió miedo o algo parecido, era algo bastante familiar, creyó que se trataba del señor Meows u otro gato de la casa, pero pareció no serlo, así que Nox solo se encogió de hombros y fue a la nevera igual de feliz que antes.
Se sirvió un buen pedazo de pastel de calabaza con un vaso de leche, se sentó en la mesa a comer, pensando bobamente, sin siquiera prestar atención a lo que se escuchaba en la televisión que estaba en la sala de la casa.
Pensaba en lo bien que se sentía. Sabía que ella era a veces muy impulsiva, o que hacía las cosas antes de pensarlas, desde un beso o intentar arrancarle el cabello a alguien. ¿Será que llegó a ver como intentaba dejar calva a Pansy Parkinson? Tal vez no, sería vergonzoso, aunque ella ganó, entonces no, sería interesante.
¿Le molestaría el acné en sus mejillas? Había estado cuidando su piel, ahora había mejorado considerablemente, pero no dejaba de tener esas enormes marcas rojas en ellas. ¿Debería de maquillarlas para que no las viera? Sabía bien que le gustaba mirarla de cerca, tal vez debería hacerlo, así al menos no se asqueaba tanto con su rostro imperfecto.
¿Y sus pecas? Tenía pocas, a mucha gente no le gustaban. Ella tenía pocas, pero tenía, tal vez tendría que cubrirlas también. Pero... Su piel, ella era bastante más morena que él o la chica de la heladería que ahora le avergonzaba pisar. Tal vez sería mejor cubrir su rostro con maquillaje, así podría cubrir cualquier imperfección que tuviera.
¿Por qué esas ideas invadían ahora su mente? Ella jamás se había preocupado por ese tipo de cosas, tal vez solo de su estatura...
La puerta se abrió, esfumando sus pensamientos sobre intentar ser perfecta como las chicas de las revistas de la tía de Harry. Era su abuela que llegó haciendo ruido con sus zapatos de cuadros escoceses.
—Dementores... Eso... No lo puedo creer... —murmuraba muy molesta, pero temblaba levemente.
—¿Dementores? ¿Es un nuevo insulto para el que te vendió las latas? Creo que es bueno, pero no lo comprenderán, son muggles, abuela.
—Oh, no mi niña, fue... No, nada, olvídalo, no...
Empezaba a tener una actitud muy extraña que a Nox comenzó a alertar.
—¿Pasó algo, abuela? —preguntó directamente.
—Me encontré con Harry y su primo, han cambiado demasiado, ese primo suyo es pesado de verdad.
—Oh, si, me acompañó hasta acá y se fue, supongo que se encontró... —comenzó Nox, pero la idea llegó a su mente muy rápida como una estrella fugaz, la abuela Figgy se dió cuenta de ello —. Abuela: ¿Harry está bien?
No dejaba de temblar, y frío no estaba haciendo. Tenía la bolsa de las latas en la mano, pero la bolsa estaba ligeramente rasgada, sin embargo, no contestó.
—Abuela, por favor, contéstame, ¿está todo bien? —se levantó de su lugar y se acercó a la anciana —. Contéstame, por favor. No por gusto intentaste levantar a Dudley... —abrió poco a poco los ojos, evitando pensar en lo peor —. Mencionaste dementores... No, no, no... —comenzó a alterarse.
—Él está bien, mi vida, está en casa de sus tíos, sano y salvo...
—Abuela, no entiendes, ellos mucho menos lo harán, no saben lo mal que le afectan —comenzó, mientras caminaba nerviosamente de lado a lado —. Pueden haber más por ahí... Tengo que ir...
—¡No! —saltó su abuela —. Es tarde, Nox, es peligroso, puede haber otro por ahí.
—No, abuela, entiende por favor. Los dementores no me afectan en lo absoluto como a los demás —comenzó mientras movía cuidadosamente a su abuela de la entrada por los hombros —, pudo mandarlos Quién-tú-sabes, ¿cómo por qué abrían dementores aquí y no en Azkaban? Tengo que ir con él...
—Nox, mi vida, por favor, él está bien, hay alguien cuidándolos —insistió su abuela.
—¿Alguien? ¿A ambos? —supuso Nox —¿Qué han estado ocultando? —su abuela no parecía querer responder —Tengo que ir.
No esperó una respuesta de su abuela, así que salió corriendo de la casa en dirección al número 4 de Privet Drive.
¿Dementores? Eso era imposible, por eso estaba su abuela tan mal. Pero decía que estaba en casa de sus tíos a salvo, quiere decir que logró apañarselas de alguna forma. Iba con su primo, dijo que estaba pesado, quiere decir que a él le fue muy mal, tuvieron que llevarlo entre los dos o algo parecido. Todo eso se iba formulando Nox mientras corría sin importarle el dolor de sus pulmones.
Su abuela mencionó que alguien los ha estado cuidado, ¿pero a ambos? ¿Desde cuándo? Quería hacerse la idea de quién podría ser, pero su pésima memoria no ayudaba.
Al llegar, atravesó el pasto sin cuidado hasta la puerta y tocó con el puño muchas veces, llena de desesperación. Por fin abrieron, era la tía de Harry con unos guantes para hacer el aseo de color rojo, la alfombra de la entrada estaba llena de espuma, estaba limpiando.
—¿Qué te pasa, niña? —se sobresaltó al abrir la puerta, se notaba algo pálida.
—Necesito ver a Harry —soltó Nox, intentando recuperar el aliento, con la mano apoyada en el marco de la puerta.
—Él está castigado —estaba por cerrar la puerta, pero Nox puso el pie, evitando hacerlo.
—Necesito saber que está bien —insistió.
—Ya te he dicho que está castigado, ¿no entiendes? Por su culpa está muy enfermo mi hijo, así que es mejor que te vayas de una vez...
Nox, cansada de la situación, de su zapatilla sacó su varita: larga y delgada, con el mango grueso, como si fuera una aguja gigante. Apuntó a la mujer con ella, justo sobre el pecho. La mujer abrió bastante los ojos y podría jurar que se puso mucho más pálida que antes.
—No fue una maldita pregunta, o es por las buenas o es por las malas. Usted decida —amenazó mientras sus ojos comenzaban a brillar.
—No puedes hacer eso, te expulsarán al igual que él —escupió en voz baja, de vez en cuando echando una mirada a espaldas de Nox, tal vez para asegurarse de que los vecinos no vieran o escucharan —, porque hizo... Esa cosa con esa cosa que traes, ahora lo echarán de ese lugar lleno de locos y anormales...
Nox comenzó a enojarse cada vez más, pero no quería esperar más, así que con la mano que le quedaba, miró a la mujer directamente a los ojos y solo pensó lo que quería:
«Tu alma no es mía, pero tú cuerpo lo es...»
Parpadeó y se tenía de frente, con los ojos perdidos y muy brillantes. Dejó caer su mano de repente, la varita cayó en un sonido seco así que la levantó de inmediato, pero su cuerpo parecía resistirse a caer también. No quería mirar sus manos, o su cuerpo, no quería, le causaría asco o algo peor. Subió los escalones torpemente con aquel cuerpo ajeno y se posicionó enfrente de la única puerta con cerrojo.
—¡Alohomora! —apuntó con la varita, pero no pasó nada. Tocó la puerta, esperando que por favor abriera —¡Harry, abre, por favor! —dijo mientras tocaba con los nudillos, con golpes pequeños pero desesperados.
La puerta se abrió mostrando a un Harry bastante enojado: tenía el entrecejo fruncido y un tono rojizo decoraba su rostro, más al ver a su tía, en este caso era Nox.
—¡Oh, por Merlín, estás bien! —soltó en un susurro, lanzándose a su cuello en un abrazo muy lleno de preocupación, eso desconcertó demasiado al de anteojos —. Necesito que me ayudes a subirme, rápido, antes de que se den cuenta.
Cómo era costumbre de Nox, no esperó una respuesta. Bajó las escaleras con cuidado de nuevo al vestíbulo que seguía con la puerta abierta. Su cuerpo parecía tambalearse, y de sus ojos parecían bajar unas lágrimas plateadas, eso preocupó más a Nox.
—¿Qué le pasó? —dijo Harry al ver el cuerpo de Nox.
—No sé que me pasa. Vamos, rápido —apresuró.
La cosa más rara que jamás había presenciado (después de verse a si misma gracias al giratiempo); se tomó por debajo de los brazos, mientras que Harry lo hacía por los tobillos. Comenzaron a subir las escaleras muy despacio, pero la voz del tío de Harry se hizo presente:
—¡Creo que está mejorando, Petunia! —escuchó desde una puerta, cerca de las escaleras, parecía ser el baño por el eco que provocaba el ladrido del hombre.
—Eh... ¡Bien! —no sabía que decir. Harry le miró suplicante —¡Sigue así... Eh... Cariño! —hizo una mueca de asco.
Siguieron subiendo el cuerpo de Nox hasta la habitación de Harry con toda la precaución del mundo. Ambos no sabían cuántas situaciones extrañas debían de seguir pasando para poder tener un día normal en sus vidas.
Al llegar, se dejó sobre la cama, sin prestar atención a la habitación. Avanzó con rapidez de regreso a la puerta, pero antes se dió vuelta.
—Ya vuelvo —le avisó a Harry mientras le tendía su propia varita, este solo asintió sin aprender muy bien de las veces anteriores donde Nox hacía ese tipo de cosas.
Bajó a toda velocidad las escaleras hasta llegar de nuevo al vestíbulo y cerrar la puerta, justo como según la señora Dursley quería que estuviera desde un principio. Pero habia olvidado el detalle sobre como regresar a su cuerpo. No le había dado una señal a Harry para que lo hiciera.
Apretó las manos y los ojos, esperando que algo pasara.
«Tu cuerpo fue mio, pero tu alma no lo será...», pensaba aún con los ojos y puños apretados. «Tu cuerpo fue mio, pero tu alma no lo será...»
Abrió los ojos, tomándose con los verdosos y brillantes ojos de Harry. Sentía la vista pesada, como si hubiese despertado a la mitad de una profunda siesta. Se sentó en la cama con lentitud para evitar marearse. Se tocó el rostro que se encontraba seco. Analizó sus manos para asegurarse de que se trataba de su propio cuerpo. Tentó su cabello y parte de su cuerpo, buscó la cicatriz nueva que ahora decoraba a lo largo de su pierna, seguía ahí.
Soltó un suspiro aliviado. Por un instante se había olvidado el por qué de su visita.
—¿Estás bien? —susurró Harry.
Se le lanzó como flecha en un fuerte abrazo, dándole una respuesta a medias. Inhaló profundamente, como si fuese el último momento que estuviera viviendo.
—¿Estás bien tú? —le susurró en su cuello. Le temblaba ligeramente la voz, recordando la conclusión que había tenido con las pocas palabras de su abuela.
Él asintió.
Impulsivamente, acarició su cabello, él hizo lo mismo. Se separó, analizando su rostro, que parecía estarse recuperando de un susto de muerte. Nox parecía tener la misma expresión a pesar de no saber con seguridad de lo que había pasado.
—¿A qué veniste? —le preguntó, Harry.
—La abuela Figgy me contó lo que pasó —parpadeó varias veces —. Bueno, no me contó nada, solo lo deduje, no quería decirme nada más que estabas bien, pero no le creí. Vine corriendo —le contó, Nox.
—Entonces sabes lo de los dementores —dijo Harry en un susurro. Nox asintió —. Llegaron de la nada. Eran dos —Nox abrió los ojos, muy sorprendida —, nos atacaron a los dos, tuve que lanzar un encantamiento patronus para ahuyentarlos. Tu abuela llegó e intentó ayudarnos.
—Lo supuse. Dijo que Dudley estaba muy pesado, apuesto que le afectó demasiado, más que a ti, lo sé por lo que dijo tu tío en el baño.
—Siempre has sido tan lista... —soltó sin apartar su mirada de los ojos de Nox que comenzaba a quemar.
Nox tragó en seco, sin saber cómo reaccionar. Parpadeó varias veces, esquivando su mirada y echó un vistazo a la habitación. Tal vez era un poco más pequeña que la suya, y mucho más desordenada, quería pensar que estaba así porque no se esperaba visitas. En la mesita de noche, distinguió el libro que le regaló Nox en su cumpleaños número 13: «Misery».
Estaba algo desgastado, posiblemente por el uso, pero lo que le llamó más la atención fue el marco de foto que estaba junto al libro. Nox se acercó, pero Harry parecía querer evitarlo.
—N-no creo que deberías ver eso... —intentó detenerla, pero era demasiado tarde.
No pudo evitar sonreír con bastante nostalgia: eran ellos dos, tal vez en ese momento no tenían demasiado de conocerse. Sonreían a la cámara, con los dientes manchados de chocolate, como si les faltaran unos que otros. La fotografía no se movía como las que los magos están acostumbrados a ver. La había tomado su abuela, ella estaba feliz de que ambos por fin coincidieran en cuidarlos, mucho más cuando se dió cuenta que solo debía alimentarlos para que entre ellos dos se cuidaran.
Tal vez por eso ella estaba ahí; había crecido con ese instinto de protegerlo siempre que podía.
—Siempre si robaste algo de la casa de la abuela Figgy —dijo Nox con gracia, mientras veía la fotografía.
—No lo hice, ella me la regaló cuando la reveló —su voz sonaba a vergüenza contenida.
Ella se volvió a él, ahora ella lo quemaba con su mirada oscura que extrañamente brillaba gracias a las farolas de la calle que se colaban por la ventana.
—Que buen pretexto —quería quedarse estancada en ese recuerdo, pero no podía, debía actuar —. Pueden volver —dijo Nox, de pronto, sin soltar la fotografía—. Esas cosas no deberían estar aquí, alguien los envío.
—Tu abuela mencionó que había cambiado algo en el ministerio, quiere decir que mandaron a los dementores para provocarme, ¿no? —comenzó a sacar conclusiones, Harry. Nox asintió —, querían que metiera la pata y darles motivos para hacer magia.
—Creo que no soy la unica lista —Nox sonrió —. Pero la pregunta es: ¿por qué? Además, es estúpidamente injusto que te expulsen...
—Temporalmente —agregó Harry —. Tengo una vista sobre eso.
—La abuela Figgy estuvo ahí, puede servir de testigo —dejó la fotografía en su lugar. Fruncía las cejas, pensativa —. No te pueden expulsar. Hiciste lo que todos, te defendiste, pero créeme, expulsado no estarás. Lo que quiero saber es por qué carajo enviaron dos dementores por estos rumbos.
—Pienso lo mismo, no es como que se hayan escapado de Azkaban —agregó de nuevo —. ¿Crees que los haya enviado Voldemort?
Nox quería decir que no, pero para ese punto, habían grandes posibilidades de que lo fuera.
—Quiero pensar que no. Él no sabe dónde estás, no sabría a dónde mandarlos —respondió, Nox.
—Pienso lo mismo, de ser así, hubiese infestado la calle completa.
—Exacto, y por eso estoy aquí —se puso de pie y asomó el rostro por la ventana, haciendo a un lado la cortina —, ellos no me pueden hacer nada, tal vez podría mandarlos a otro lado, como lo hice aquella vez en el lago.
—Tengo tantas dudas... —sonó frustrado.
—Yo también, Harry —se dió media vuelta para quedar frente a él —, pero encontraremos todas las respuestas que sean necesarias, pero debemos ser pacientes, ¿si? A ti se te da muy bien eso.
Más palabras que salían sin permiso. La tentación de seguir admirando el rostro de Harry se interrumpió por un ruido del exterior, uno que le parecía muy familiar. Nox frunció las cejas de pronto e inclinó ligeramente la cabeza.
—Suena... Algo que he escuchado antes... —dijo Nox, en un susurro —. ¿Tienes mi varita? —Harry se la tendió e inmediatamente Nox la empuñó —. Suena como el auto de papá...
Ambos abrieron los ojos con bastante sorpresa cuando escucharon el motor cada vez más cerca. Corrieron a la ventana y se asomaron. El auto ya se estaba aparcando por la acera de la calle, justo fuera del número 4.
—Mierda, mierda, mierda —comenzó a maldecir Nox, cerrando las cortinas —. Viene por mi, la abuela le dijo que estoy aquí.
—Tienes que irte, no tiene sentido que estés escondida aquí, Nox —le decía Harry —. Estaré bien, lo prometo.
—Pueden volver, yo los detendré. Mi padre no entenderá, debo quedarme —insistió —. No quiero que te pase nada malo...
La puerta principal se escuchó. Ambos guardaron silencio de pronto. Nox comenzó a temblar mientras intentaba escuchar las voces de abajo con la oreja pegada a la puerta. No sé entendía nada, las voces se escuchaban ahogadas a través de la madera. Unos pasos comenzaron a escuchar: estaban subiendo.
—Nox, tienes que irte, puedes bajar por la ventana...
—No pienso hacerlo, pueden volver...
Puso seguro a la puerta y retrocedió sin soltar su varita. Tocaron varias veces, pero nadie respondió.
—Nox, sal de ahí, sé que estás aquí —era su padre.
Comenzó a temblar sin control, los ojos comenzaron a inundarse, mientras levantaba la varita en dirección a la puerta.
—¡Nox! ¡Abre-la-puerta! —sonaba muy molesto, pero Nox no tenía intención de salir, tendrían que arrastrarla para lograrlo. Se escuchó un grito ahogado por parte de la tía de Harry al otro lado de la puerta —. ¡Alohomora!
La puerta se abrió de pronto como si fuera un fuerte soplido. Su padre tenía la varita alzada en dirección a la chapa de la puerta, y lo primero que vió fue a Nox apuntando directamente a su padre.
—¿Qué demonios crees que haces, Misery Nox? —le preguntó su padre, tenía la mandíbula apretada, conteniendo la irá frente a los Dursley.
—Van a volver, yo sé que van a volver. Los podré echar a otro lado, no me iré de aquí, papá —contestó, Nox, sin bajar la varita.
—No lo harán, Nox. Vamonos ahora.
—No, no quiero, n-no puedo —insistió Nox. Una lágrima bajó.
—Entiende, por favor...
—¡No! ¡El que no entiende eres tú! —se alteró —. ¡No quiero que le pase nada! ¡No quiero perder a nadie más! ¡Ya perdí a mamá, a Lilliane, a Cedrine, a Cedric! ¡No quiero perderlo a él! ¡No quiero perderte a ti! —comenzó a llorar —. ¡Quiero respuestas! ¡No sé qué está pasando, o lo que me está pasando! ¡No entiendo por qué me están buscando o cuidando! ¡Nunca estás en casa!
—Esto lo debemos de hablar en privado, Misery Nox —reguló su tono, pero sabía que estaba hirviendo de furia por dentro —. No tiene sentido que estés aquí, recuerda que no puedes hacer magia fuera del colegio, te pueden expulsar o llevar a una vista como a él —señaló a Harry con la barbilla, Nox no se atrevió a voltearlo a ver.
Los Dursley estaban atrás del padre de Nox, mirando la escena con bastante precaución y se sobresaltaban cada vez que uno de los dos movía la varita ligeramente.
—¡¿La puede sacar de una maldita vez?! —exclamó la señora Dursley — ¡Todavía que está en casa ajena! ¡Vienen a hacer sus desastres con sus... Cosas! ¡Quiero a ambos fuera de mi casa!
—¡Ya escuchaste, Misery Nox! —su padre perdió la paciencia —¡Sube al auto!
—¡No! ¡No pienso dejarlo solo!
—¡No seas tonta, Misery Nox! ¡Tú no puedes defenderlo de dementores ni de Quién-tú-sabes! —esas palabras golpearon a Nox como un balonazo con una quaffle en la frente. Jamás le había llamado de esa forma —¡Solo estás armando un maldito alboroto en donde ni siquiera has sido invitada! ¡Es una vergüenza que estés haciendo esto! ¡Ya hay gente protegiéndolos!
Nox bajó la varita, rendida, pero no porque confiaba en las palabras de su padre, sino porque estaba herida por las palabras que usó en ella. Salió de la habitación sin decir adiós, sin disculparse o anunciar alguna amenaza o advertencia.
Bajó las escaleras que nunca subió. Atravesó el vestíbulo y salió al exterior. Subió al auto azotando la puerta. Temblaba, las lágrimas bajaban silenciosamente. Se sentía estúpida, su padre tenía razón sobre ella, no podía cuidarse ella misma, con menos razón podría hacerlo ella misma. ¿En qué cabeza cabe que puede con mil dementores?
La puerta del piloto se abrió y su padre subió, pero no dijo nada. Echó a andar el auto y comenzó a manejar hasta la casa de la abuela Figgy. Ninguno decía algo, ni siquiera Nox se atrevía a sorber. Al llegar, Nox fue la primera en bajar y entrar a la casa, pero su padre iba detrás de ella a toda velocidad, evitando que escapara de su remienda.
Al cerrar la puerta principal, con la varita alzada al techo, salió una luz verde que se extendió por todas las paredes, y después explotó.
—¿¡SE PUEDE SABER QUE CARAJOS HACÍAS EN CASA DE LOS DURSLEY?! —gritó a Nox, tanto que la abuela Figgy bajó las escaleras muy asustada —¿¡Sabías que ellos no tenían idea del tipo de gente que somos?! ¡Invadiste su hogar como si fuera la tienda de la esquina!
—¡Los atacaron dos dementores! ¡Nadie estuvo ahí para ayudarlo! —soltó Nox.
—¡Ese no es problema tuyo, Misery Nox! —saltó su padre —¡Por más enamorada que estés, no tienes que meterte en donde no eres bienvenida!
—¡No estoy enamorada! ¡Solo quiero proteger a los que me importan!
—¡Pero no de esa forma, Nox! —su padre parecía temblar de furia, lo podía ver en sus ojos detrás de las gafas, Nox seguía llorando, como una adolescente después de que la sacaran de una fiesta. El hombre se llevó la mano al puente de la nariz, con frustración —¿Qué han estado haciendo?
—¿Qué? —preguntó esta vez Nox, sin entender a dónde quería ir con eso.
—¿Qué han estado haciendo? —la miró directamente a los ojos. Tenía la piel tan roja que se notaba a través de su piel oscura —. Me han estado diciendo que han pasado demasiado de aquí para allá, todos los días.
—¡¿Eso qué demonios tiene que ver con esto?!
—Tienes prohibido verlo, el resto del verano —Nox abrió la boca con indignación —. Te quieres creer una señorita grande, usando la ropa de tu madre.
—Es porque me ha dejado de quedar la que tengo, si te importara tanto, ya lo supieras desde hace mucho tiempo.
—¡No me importa! —rugió —. ¡Deja de hacer cosas que no están acorde a tu edad, mucho menos a mis espaldas y sin mi permiso!
—¿¡QUÉ TIENE QUE VER ESO CON TODO ESTO?! ¿¡CÓMO POR QUÉ PONDRÍAS GENTE A VIGILARNOS?! ¡SI TANTO TE IMPORTARA, TÚ MISMO NOS VIGILARIAS! ¡APENAS Y TE HE VISTO! ¡AHORA SOLO ESTAS CELOSO PORQUE ALGUIEN MÁS ME ESTÁ PONIENDO LA ATENCIÓN QUE TU NO ME DAS!
—¡A TU HABITACIÓN!
—¡QUIERO SABER QUÉ ESTÁ PASANDO! ¡EL MINISTERIO SOLO ESTÁ DICIENDO ESTUPIDECES DE HARRY, SIN CREERLE SOBRE QUIÉN-TÚ-SABES! ¡Y LO QUE HACES ES NADA MAS QUE TRABAJAR MÁS PARA ELLOS!
—¡MISERY NOX, HE DICHO QUE VAYAS A TU HABITACIÓN! ¡ESTÁS CASTIGADA! —Nox estaba por subir las escaleras, pero la detuvieron —Dame tu varita —se la tendió de mala manera —. No puedo creer que eras capaz de hacerme algo con tal de proteger a ese chico.
—Su nombre es Harry, no cualquier Harry, es Harry Potter. Ten un poco de respeto y llámalo por su nombre.
Y con esas palabras subió a su habitación, subiendo las escaleras de dos en dos, no sin antes decir «con permiso, abuela», que se encontraba aún en las escaleras.
◦•●◉✿◉●•◦
Jamás se imaginó que llegarían a castigarla sin usar la lechuza de la familia. Nox seguía enojada en su habitación, sin salir. Era tanto su enfado que no quería seguir leyendo las historias que tenía pendiente. Se sentía encerrada o encarcelada. Su padre le había castigado con no salir, y tampoco es que ella tuviera muchas ganas de hacerlo, su única motivación de hacerlo era Harry, que ni siquiera sabía cómo seguía.
Aquella noche, la última vez que lo vió, escuchó a su padre y abuela discutir, o más bien, un hijo siendo regañado por su madre:
—¡No puedo creer que le hayas hablado de esa forma! —escuchaba a su abuela, tan enojada e indignada —¡Ella es solo una adolescente! ¡Está creciendo! ¡Y la regañas por eso! ¡Tú también fuiste igual, o peor!
—Perdón, madre, pero ella es mi hija y yo decido como castigarla —se escuchaba firme pero enfadado, sin faltar el respeto.
—¡Y es mi nieta! Yo estuve al pendiente de todas sus salidas, y confiaba en que los estarían cuidando, ¿y qué pasó? ¡Dos dementores, Brian! ¡Contra al pobre Harry y su primo! Y te aseguro que uno de ellos era realmente para Nox...
Por las noches no dormía bien, permanecía con los ojos abiertos, atenta de cualquier ruido o sensación que tuviera. Revisaba por la ventana de su sala en búsqueda de alguna anormalidad, pero su mente solo jugaba con ella.
Un día escuchó a su padre llegar temprano a casa, algo sorpresivo para Nox, pero no llegó solo. Le llamaron para que bajara a la sala de la casa y ella lo hizo a regañadientes. Estaba sentado en uno de los mullidos sillones, el director de Hogwarts: Albus Dumbledore.
Nox se sorprendió bastante en tener su presencia en su casa, sentado como si estuviera esperando a que llegaran los demás invitados a una fiesta de té.
—Buenas noches, señorita Figg —saludó muy cordialmente el director —. Espero no haberla despertado.
—Buenas noches, profesor Dumbledore —terminó de bajar las escaleras.
En la sala se encontraba su padre, con los brazos cruzados sin tomar asiento, su abuela estaba sentada en otro de los sillones, solo faltaba a Nox.
—No quiero ser grosera, pero, ¿a qué se debe su visita? —habló Nox, ya con los dos pies en el primer piso.
—Tu padre me ha mencionado algo... Peculiar, algo que me parece ser, no tenía idea de que podías hacer —comenzó, Dumbledore —. Me mencionó que no le afectaban para nada los dementores como a los demás, ¿es cierto?
Nox no sabía si responder o no, pero finalmente solo asintió con algo de pena.
—Apuesto que tiene muchas dudas sobre ello, no debo negar que yo también, pero es bueno confirmarlo —asintió para sí mismo—. También debe estarse preguntando el por qué han puesto gente a vigilarla a usted y al señor Potter, solo sé que son muy buenos amigos —Nox evitó ver a su padre, pero asintió de nuevo—. Aparentemente hay una confusión, no quiero causarle un mal recuerdo, pero usted estuvo presente cuando Voldemort retornó —los adultos se sobresaltaron— y me parece que se confundió con usted, al creer que sería la persona que buscaba. No sé si recuerda que le mencioné que usted era la indicada para aquella profecía, pero me temo que fue un error.
—¿Me está pidiendo disculpas por algo que Quién-usted-sabe hizo? —preguntó Nox, no entendía el punto del profesor.
—No exactamente por eso, sino por el poco apoyo que recibió, la poca protección que se le debió dar desde un inicio —Nox se cruzó de brazos, no le gustaba adivinar —. Lo que me lleva al punto anterior: la estará buscando, hasta que la encuentre y se dé cuenta de su error.
—Y después me matará por eso, porque no le sirvo.
—Nox... —quería comenzar su padre.
—Solo estoy diciendo la verdad, mató a Cedric sin piedad, solo porque estaba en el lugar que no le correspondía, hubiese hecho lo mismo conmigo si se hubiera dado cuenta —le dijo a su padre, con notable molestia —, estaba a punto de matar también a Harry, quién sabe que cosa se atrevería a hacer conmigo después si lo lograba.
—Mi punto es —agregó Dumbledore, tan amable y precavido como siempre— que no debería estar tan expuesta. Su amigo, Harry, ya fue trasladado a un lugar más seguro.
—¿Está bien? —preguntó Nox tan rápido como lo mencionó, su padre se removió incómodo, pero ella lo ignoró.
—Perfectamente, está en un lugar más seguro, con gente que le proteja...
—¿Y qué hay de mí?
—Tiene a su padre.
Nox soltó una risa llena de sarcasmo e ironía.
Las cosas que estaba escuchando eran simplemente un montón de tonterías que se tragaría un troll noqueado. Esa conversación ya no era nada de su interés. El enojo que Nox tenía cargando desde hace días seguía presente, no tenía una intención de reprimirse o simplemente no decir nada.
Eres ridículo, la presencia del director le parecía un chiste, como si solo llegara a decirle que su vida vale menos que la de su mejor amigo, que ella no merecía la misma protección que ella.
—El no fue capaz de protegerme este tiempo, ¡ni siquiera tenía idea que no me quedaban mis videos vaqueros!
—¡Nox! ¡No digas esas barbaridades! —regañó si abuela.
—Yo solo digo la verdad —tomó un largo suspiro—. Mire, con todo respeto, profesor: si llega a venir Quién-usted-sabe por mí, estoy dispuesta a correr hasta el fin del mundo para que no me atrape y si lo hace, me aseguraré de que lo que quiera hacer conmigo. Ahora, si va detrás de Harry, me aseguraré de matarlo con mis propias manos si es necesario.
Un silencio se hizo presente en la sala. Los ronroneos de los gatos en la torre de la sala se escuchaban como si fueran motores a la distancia. Le parecía extraño que su padre no dijera nada para regañarla, tal vez porque estaba frente el director de Hogwarts, demasiada autoridad para atravesarla.
Dumbledore mostró una sonrisa, como si le hubiese soltado la sopa a Nox. Ella frunció las cejas.
—Me agrada escuchar eso de usted, señorita Figg, pero tampoco sea tan dura con su padre, aquí presente —señaló a su padre —. Bueno, será mejor que me retire...
Se puso de pie, Nox frunció las cejas sin entender que estaba haciendo.
—¿A eso vino? —preguntó bruscamente Nox —¿Qué hay de mí?
—Eso lo veremos más adelante, señorita Figg. Gracias por recibirme, Brian, Arabella. Pasen una muy buena noche.
No perdió más el tiempo y salió de la casa, seguido de un chasquido, desapareciendo del terreno. Nox se quedó con la boca abierta y el entrecejo fruncido, sin entender lo que acababa de pasar. Sabía que el profesor era un loco chiflado, pero no sabía que lo fuera tanto.
Dando fuertes pasos, Nox subió de nuevo a su habitación, para intentar dormir y olvidar la vista más extraña que había tenido, sin siquiera despedirse de sus familiares.
Ya acostada en su cama reflexionó viendo el techo de su habitación.
Extrañaba a su madre. Extrañaba a Cedric.
Necesitaba un consejo. Quería saber qué demonios estaba pasando a su alrededor. La visita de Dumbledore no era solo para agarrar algún postre de la abuela Figgy, tampoco era para presumir que Harry estaba mejor protegida que ella, se trataba de algo más...
Odiaba sentirse así. Culpaba a sus estúpidas hormonas de hacerla cambiar de humor tan constantemente, como en ese momento, que quería soltarse a llorar. No sabía por qué su padre le había castigado con no usar su lechuza, ¿cómo por qué haría eso?
Solo había recibido las respuestas de sus dos amigas, chillando de felicidad por las salidas que había tenido durante las vacaciones, Nox también sentía lo mismo, pero ahora se sentía estúpida. Todos ahora creían que estaba enamorada y sus acciones eran por eso. No estaba enamorada, por las que insistieran, no lo estaba, solo se preocupaba por su mejor amigo.
«Ojala Cedric pudiera decirme algo...», pensó Nox.
Le molestaba no saber nada. Insistía con ese tema, cada vez que lo recordaba. ¿Por qué ahora decían que ella no era la persona que la profecía mencionaba? No sé le ocurría alguna razón para no serlo, pero tampoco una para serlo.
Ahora se sentía egoísta. No debería estar pensando en sí misma. Su seguridad no era una prioridad, pero no evitaba sentirse desprotegida. Le gustaría sentir un poco de la protección de su padre.
Sabía que él estaba cambiando su actitud con ella porque estaba creciendo, tanto física como mental. Ya no era la misma Misery Nox que hace años; el trauma la cambió de alguna forma, lo más probable que de una forma que no le hubiese gustado. Su abuela parecía recordárselo de alguna forma. Apostaba que estaba rogando por todos los cielos que su esposa se encontrara ahí, no podía controlar a su hija adolescente solo, por eso perdía la postura tan rápido.
Un ruido en la ventana la despertó. Aún era de noche, posiblemente de madrugada. No sabía si ponerse alerta, ignorarlo o averiguar qué era. Dejó de sonar, así que volvió a quedarse dormida, pero volvió escucharse los golpeteos en la ventana, despertandola de nuevo. Se puso de pie, soñolienta. Al correr la ventana, se trataba de Hedwig, la lechuza de Harry. Ella sonrió plenamente, abriendo la ventana para dejarla entrar, pasándose sobre el respaldo de su silla.
Tenía una carta atada a la pata, así que Nox se la quitó.
—¿Ahora serás mi espía? —susurró Nox al ave. Obviamente no le respondió.
Al abrir la carta la expresión de Nox se entristeció un poco al ver una carta tan corta, pero intentó no tomarle importancia, al menos le había escrito:
Querida Nox:
Al parecer nuestros planes no se podrán ejecutar de la forma que pensábamos, pero lo podríamos posponer para otra ocasión, ¿te parece?
Aquí está todo bien, desafortunadamente no puedo contarte mucho, pero prometo que lo haré en su momento.
Harry.
No sabía cómo sentirse, tal vez decepcionada, triste, feliz o ninguna de las anteriores. Quería ignorar todo aquello que le emocionase, no quería ilusionarse con imposibilidades.
Le respondió de vuelta, con una carta igual de corta pero breve, mencionando que se encontraba castigada hasta el resto de las vacaciones, aunque realmente no le importaba; si él estaba lejos, no encontraba sentido alguno en salir.
En dos chasquidos, Hedwig salió por dónde entro, perdiéndose por la madrugada.
Nox no podía evitar soñar con aquella noche, tan traumante y horrible como lograba recordar, pero de verdad deseaba que solo fuese un sueño. El resplandor verde que le quitó la vida a su mejor amigo le quemaba los párpados. ¿Quién habrá sido realmente?
Se preguntaba cómo se encontraba su mejor amiga, Cho, en ese momento. Ojalá que estuviera bien, perder a alguien que amas debe ser difícil, un dolor tan profundo e intenso que desearías estar muerto para no volver a sentir. No podía evitar pensar otras cosas, otras posibilidades: ¿se sentiría igual si hubiese sido Harry en lugar de Cedric? Era una idea igual de horrible que la anterior, pero era algo que se le atravesaba de pronto por la mente.
Ahora se sentía sola, su única distracción estaba lejos de ella. Su familia lo comenzaba a notar cuando a la hora de la cena, Nox comenzó a recordar de nuevo aquél día en el cementerio. Intentaba quitar ese recuerdo, pero ese día simplemente no podía, así que comenzó a llorar mientras comía del estofado de la abuela Figgy.
Una vez más, su felicidad la hacía sentir culpable, como si invitar a Harry al cine en lugar de llorar por su mejor amigo no fuera algo digno de ella.
◦•●◉✿◉●•◦
Un día muy temprano de la nada, apareció su padre en el umbral de la puerta de su habitación. Nox estaba leyendo como de costumbre, como si tuviera muchas cosas por hacer. Seguía sin saber cómo era que sobrevivía durante las vacaciones, unas muy aburridas.
—Llevare a tu abuela a la vista de aquél chico, será su testigo.
—Lo sé.
Nox seguía en su postura de chica rebelde y antipática, su padre también seguía cortante y frustrado, como dos amigas berrinchudas. Ella estaba acostada en su cama, con la cabeza colgando en una de las orillas, cubriendo su rostro con un libro, el aburrimiento la estaba haciendo descubrir nuevas poses para leer en la cama.
—Se que no le harán nada, tiene todo a su favor —decía Nox —, el ministerio quedaría muy mal si condenan a un pobre chico de quince años solo por defenderse de dos dementores, eso incluye admitir que se les escaparon o no tuvieron control sobre ellos, les generaría una muy mala reputación.
Su padre se cruzó de brazos, soltando un suspiro de derrota.
—¿No has perdido el tiempo, cierto? —sonaba más bromista que serio.
—Claro, tengo bastante tiempo libre para pensar y sobre pensar cosas —siguió con la mirada en el libro —. Harry piensa que soy muy lista.
Escuchó un bufido por parte de su padre.
—Ese chico no me da muy buena espina...
—Harry.
—Si, eso —le ignoró —. Es algo rebelde, siempre está en problemas, además de que el sarcasmo es su mejor amiga.
—¿Salvarse de dos dementores este verano no es suficiente para cambiar tu perspectiva? —por fin quitó el libro de su rostro —. Y antes de que empieces: no, no me gusta, no es mi novio, no tengo ninguna relación con él más que una amistad que se supone que ya reconoces desde hace ya bastante tiempo. Soy su mejor amiga y él es mi mejor amigo, punto —volvió a cubrir su rostro.
—Eso no evita que no me agrade.
Se retiró sin cerrar la puerta. Nox dejó caer los brazos junto al libro. Su cuerpo comenzó a bajar lentamente hasta quedar tirada en el suelo con los pies alzados sobre la cama.
Sonrió. Habían progresado bastante.
Más tarde recibió una carta, palabras aún más cortas y sencillas: «¡Absuelto de todos los cargos!». Sonrió todavía más, sabía que terminaría de esa forma, ella no dudó en responderle con un «Ya lo sabía, cuatro ojos».
La felicidad no duró bastante cuando recibió las calificaciones del curso anterior, se sintió totalmente avergonzada, no podía creer que sus calificaciones habían bajado tan horriblemente, no quería siquiera que su padre las viera. Apostaba que Hermione Granger tenía calificaciones tan perfectas que sus padres le regalarían una escoba nueva, a pesar de no saber volar adecuadamente.
La soledad de su cuarto le hizo proponerse que debía sacar tantos TIMOS ese año como pudiese. Aquella rendición de no querer esforzarse le avergonzaba, esas vacaciones habían acabado.
Chapter 28: 27. Misery Nos da mucho más miedo
Chapter Text
Capítulo 27
Misery Nox da mucho más miedo
Finalmente Misery Nox había encontrado una forma de aprovechar el tiempo, no sabía muy bien si le serviría de algo, pero al menos las vacaciones pasaron muy rápido.
Padma le escribió antes de volver al expreso de Hogwarts que había sido seleccionada como prefecta de Ravenclaw, Nox se alegró bastante. Pensó que tal vez ella misma no sería una buena opción, solía perder los estribos y posiblemente se lanzaría contra quién interfiera una regla. Cho estaba muy feliz de haber logrado nueve TIMOS, estaba a punto de lograr otros dos, pero sabía que con esos serían suficientes para demostrar su valor y capacidad.
Antes de subir al expreso con su pesado baúl, su padre tuvo una pequeña charla con ella, sobre su temperamento y nuevas actitudes.
—Se que estás creciendo, pero por favor, Nox, quiero que te comportes —Nox giró los ojos, con algo de enfado.
—Sabes que se me da muy bien eso, papá —respondió, Nox, con bastante sarcasmo.
—No demostraste eso hace unos meses —alzó una ceja —. No quiero más cartas tuyas, diciendo que te metiste en problemas, me daría mucha vergüenza volverle ver la cara al profesor Flitwick o a Dumbledore.
Parecía ser que su padre no olvidaba que casi dejaba sin cabello a Pansy Parkinson, tenía muchas ganas de volver a verla, tal vez para ver si sí compro una peluca o si ahora usa gorro.
—Eso fue diferente, además, a Dumbledore no le importa nada de lo que me pase, ya lo dijo durante el verano, no le conviene que me expulse porque Quién-tú-sabes vendría a matarme y sería muy en parte su culpa —la miró su padre con severidad —. De acuerdo, nada de problemas.
—No pienses esas cosas, Nox —le decía mientras la envolvía en un abrazo para besar su coronilla rizada—. Solo debes de comportarte muy bien. ¿Lo prometes?
Un silbido anuncio que era hora de irse, así que Nox lo abrazó, sin contestar.
—Debo irme, o me dejara el tren, te veré para Navidad.
—¡Nox, por favor!
—¡Te veré en Navidad!
Y se subió tan pronto como pudo.
Avanzaba por los compartimientos, buscando un lugar vacío o con una cara familiar. A veces asomaba su cara para ver, pero muchos solo se asustaban, definitivamente no había perdido su toque. Más adelante por fin se encontró con su mejor amiga: Cho.
La abrazó con mucha fuerza, extrañaba su energía tan vibrante y deslumbrante. Tomaron asiento mientras no dejaban de platicar.
—Mis padres han estado muy al pendiente del trabajo —decía Cho a Nox —, no entiendo qué los mantiene tan ocupados, apenas y los veía en el día.
—Mi padre también —concordó, Nox—, siempre estaba por las mañanas, ahora solo aparecía de vez en cuando por la casa. Algo ocultan, pero desafortunadamente no logré descifrar nada.
Cho asintió —Padma ahora es prefecta, ¿te contó?
—¡Si! Eso quiere decir que tendremos mejor autoridad que la que había antes.
—No entiendo por qué tu afán de seguir reglas, son para romperlas y tú solo quieres arreglarlas y reforzarlas.
—No es cierto, solo pienso que por algo están escritas.
—Eso crees, pero muchas de las veces son hechas para ser injustas y tener un control sobre a quienes se las aplican —su amiga se cruzó de brazos.
—No digas tonterías, en Hogwarts no aplican ese tipo de reglas —Nox bufó con gracia. Su amiga solo negó con diversión.
Se alegraba bastante que Cho se encontrara tan espléndida como siempre, pero las ligeras ojeras debajo de sus ojos la delataban un poco, pero su sonrisa brillaba de felicidad para su mejor amiga.
—Y bien —empezó, Cho, con un tono travieso, Nox ya sabía lo que se avecinaba—. ¿Qué hay de Harry?
Nox soltó un quejido mientras rodaba los ojos.
—¡Ya te dije todo lo que pude!
—Mentira, una carta por semana no es suficiente. Son vecinos, es obvio que se verían al menos una vez a diario —mentiras no estaba diciendo —, por supuesto que hay mucho que decir, Nox.
—Y ya te dije lo que ha pasado, nada fuera de lo normal. No sé cuántas veces debo de decir que no me gusta y no me interesa en ningún sentido, apuesto que a él tampoco.
Una carcajada salió de Cho, como si le hubiese contado el mejor chiste de la historia. No le creía en lo absoluto.
—¡Eso ni una mosca se lo cree! —seguía riendo —. Vamos.
Se puso de pie de pronto, Nox se puso nerviosa, tratándose de su mejor amiga, cualquier cosa estúpida era una buena idea para ella, y presentía eso en ese momento.
—¿A dónde?
—Vamos a saludarlo —abrió la puerta del compartimiento —, o si no vienes, le diré que le mandas tus más cordiales saludos, después preguntará por qué no viniste y le diré que le daba mucha vergüenza verlo a los ojos.
Nox se sonrojó al máximo mientras se ponía de pie de un salto como resorte. Tal vez era una pequeña amenaza, pero para Nox era enorme.
—Eres imposible —gruñó mientras seguía a su amiga.
No sabía cómo sentirse en ese momento. Era una situación muy estúpida, pero ahí estaba, siendo arrastrada por los chantajes de su mejor amiga. El distraer a su amigo volvió a su mente, apostaba que ahora el mundo entero lo veía tan extraño como a Nox en el tren, la curiosidad estaba a la orden del día, posiblemente lo mejor sería distraerlo del mundo.
—Está ahí —señaló su amiga a un compartimiento más adelante.
—¿No vienes? —le preguntó Nox a Cho.
—No, lo saludé antes de encontrar compartimiento, pero le dije que vendrías a saludarlo.
Nox abrió la boca con indignación.
—Eres una maldita —la miró mientras achicaba los ojos.
—Si, como sea, ahora ve —le dió un empujón.
Nox se tambaleó ligeramente y de un salto llegó al frente del compartimiento. Comenzó a temblar de las manos y las piernas, acomodó su cabello y abrió ligeramente la puerta corrediza.
Estaba acompañado, pero no por Hermione Granger (se alegró bastante) o Ron Weasley, sino por la hermana del pelirrojo, un chico de Gryffindor que llevaba consigo una Mimbulus mimbletonia, la había estudiado en alguna ocasión. Y después estaba Luna Lovegood, que solo conocía de vista por la sala común. Se encontraba leyendo una revista al revés y a decir verdad, a Nox no le sorprendía.
—Hola, Harry. ¿Qué tal todo? —le preguntó Nox, con una enorme sonrisa, como siempre solía cargar, más al ver que llevaba un sapo sobre las piernas, intentando no dejarlo escapar como en algún momento llegó a hacer con el señor Meows.
—Esto... Hola, Nox —lo saludó, sorprendido de verla de nuevo —. Te ves más alta.
—¿Gracias? —frunció las cejas con gracia, después se dirigió a los demás —. Hola, perdón por interrumpir, solo quería pasar ą-
No recordaba la última vez que había sentido tanto asco en la vida. El olor a estiércol seco le inundó el olfato, realmente eso era poco, ya que la habían bañado de pies a cabeza con una sustancia muy asquerosa y pegajosa que no lograba ver bien su color.
No sabía hasta donde llegaría su suerte, porque al estar hablando, tenía la boca abierta, un chorro de la sustancia le entró a la boca. No la quería cerrar, porque eso implicaba tragarse lo que sea que haya sido. Había sido la estúpida planta del compañero de Harry, le había hecho cosquillas, activando su mecanismo de defensa.
Sabía claramente que esa sustancia era indefensa, pero el olor era horrible y tenerla en la boca le empezó a dar arcadas.
—Lo…, lo siento —dijo entrecortadamente Neville Longbottom—. Todavía no lo había probado… No me imaginaba que pudiera ser tan…
No siguió escuchando porque se dió la media vuelta, soltando la puerta y cerrándose a sus espaldas. Escupió con asco lo que tenía en la boca. Intentó limpiar su rostro mientras buscaba el baño más cercano.
—¡Nox! —escuchó a su mejor amiga que la seguía a sus espaldas —¿Qué rayos pasó? ¡Solo fue un minuto! Y ahora estás cubierta de... Quién sabe que tipo de mierda sea la que traes encima.
A Nox le dió una arcada y entró deslizando con desesperación la puerta. Vomitó todo el desayuno de la abuela Figgy en el escusado. Cho no sabía si sostenerle la trenza o no, ya que le daba el mismo asco esa sustancia hedionda. Lo mejor que pudo hacer sobre su mejor amiga fue lanzar un «¡Fregotego!», limpiando completamente a Nox, que seguía con la cara en el retrete.
—¿Qué fue lo que pasó? —volvió a preguntar Cho, mientras que Nox se intentaba enjuagar toda la boca.
—Neville Longbottom, eso fue lo que pasó —respondió Nox, mirando a su amiga por el reflejo del espejo, con los ojos rojos y lagrimeando gracias al vomito —. Traía una Mimbulus
mimbletonia, el idiota le hizo cosquillas.
—Vaya, eso explica todo. Linda forma de empezar, ¿no crees? —Nox la fulminó desde el reflejo. Cho se encogió.
La vergüenza que sentía Nox era enorme, tanto que no volvió a saludar o acercarse al compartimiento de Harry en todo el resto del camino.
Al cabo de una hora después del asqueroso suceso, Padma llegó al compartimiento con Cho y Nox. Ellas le habían guardado un pastel y unas empanadas, sabía que regresaría con hambre.
—Debemos de patrullar de vez en cuando por los pasillos —explicaba después de comer la primera empanada —, a veces debemos de estar mirando desde las ventanas los compartimientos, pero creo que realmente lo hacen muy disimuladamente porque no me he dado cuenta yo.
—¿Y quienes han sido elegidos como prefectos? —preguntó Nox.
—En Hufflepuff fueron Ernie McMillan y Susane Bones. Demasiado bondadosos, diría yo —decia mientras se encogía de hombros —. En Gryffindor están Ron Weasley y Hermione Granger.
—¿Hermione Granger? —repitió Nox, con desagrado y envidia. Sus amigas la voltearon a ver —No me sorprende. Es una sabelotodo y la mejor de la clase, era evidente.
—Si, bueno. Adivina quienes son los de Slytherin.
—No me digas que es esa perra con su rubio teñido —Padma asintió lentamente, Cho abrió la boca sorprendida —. No puede ser, esa imbécil es tan estúpida que perdería al ajedrez contra un troll ebrio.
—Apuesto que no tuvieron muchas opciones y decidieron elegir a los dos menos estúpidos de Slytherin —comentó Cho, las tres rieron.
—¿Cómo quedó, Pansy? —preguntó, Nox.
—Lamento decepcionarte, pero sigue igual de estúpida y con las mismas expresiones de traga-mierda de siempre.
—Tendré que esforzarme mejor para la próxima —Padma frunció el entrecejo.
—No me des motivos para castigarte, Nox. Deberías hacer las cosas más fáciles, siempre has sido tranquila y sonriente de aquí para allá, aunque debo de admitir que siempre me diste un poco de miedo, es algo que me ha agradado de ti, es mejor que sigas bajo ese margen.
Nox frunció los labios de forma pensativa. Tal vez tenía algo de razón, ella siempre había sido tranquila, escondida entre las sombras y manteniéndose al margen, pero ese año algo dentro de ella la estaba orillando a hacer otras cosas, a mostrarse y salir de las sombras que siempre la acompañaban.
Eso explicaba la envidia que sentía por Hermione Granger, había llamado la atención de todo el mundo en el baile de Navidad, tan guapa bailando con Viktor Krum, un gran jugador de talla mundial, ahora era prefecta de su casa, Dumbledore dándole el poder de estar de aquí a allá una vez más con una gran insignia de «yo puedo hacer esto, tú no».
Ese año se presentarían los TIMOS, apostaba que Hermione Granger haría lo posible por sacar hasta doce si se lo propone, dejando una vez más en evidencia a Nox de que no se había esforzado por ser la mejor como siempre intentaba.
Su padre había notado aquellos cambios en ella, apostaba que extrañaba a la antigua Nox, estudiosa y siempre atenta, solo en sus asuntos, será mejor que le lleve unos doce TIMOS como agradecimiento.
Más tarde, hicieron la rutina de siempre: cambiarse y esperar a que llegaran a la estación, responder preguntas de Padma, que evidentemente Nox ya había respondido en sus cartas, para después marcharse una vez más a cumplir sus deberes como prefecta, para por fin subir los carruajes al castillo y esperar en el gran comedor.
Los últimos dos pasos fueron muy extraños, tanto que Nox ahogó un grito. Recordaba perfectamente que antes los carruajes se movían solos, pero ahora llevaban lo que parecía ser un esqueleto de caballo, cubierto de una piel muerta.
—¿Qué es eso? —preguntó Nox, señalando a uno.
—¿Qué es qué? —Cho no veía a qué se refería.
—¡Los... Esos, caballos! —la miraba con los ojos muy abiertos —¿Será alguna otra medida de seguridad o algo parecido?
—¿Segura qué estás bien, Nox? Yo no veo nada —insistió su amiga.
—¡Vamos, Cho! ¡No estoy bromeando! Hay un animal enfrente de ti, no te hagas la ciega.
—¿Qué se supone que debo de estar viendo? Nox, sé que estás cansada, pero te juro que no veo nada.
Nox comenzaba a desesperarse. ¿Cómo era posible que pudiera verlo y ella no? ¿Realmente quería tomarle el pelo? No quiera tomar como opción la idea de estarse volviendo loca.
—Cho, te juro que veo un caballo tirando del carruaje... ¡Padma! —su otra amiga había llegado con ellas, por fin —, dime, que vez aquí, junto al carruaje.
—¿A qué te refieres? —Nox soltó un gruñido desesperado.
—No puedo creer que nadie más que yo lo esté viendo, no me estoy volviendo loca...
Seguía murmurando mientras subía al carruaje, enfadada de que nadie comprendiera lo que intentaba explicar. Sus amigas le siguieron el paso, no sin antes mirarse entre ellas, compartiendo la misma opinión sin decir ninguna palabra.
Cuando por fin llegaron, Nox fue la primera en bajar, dándose la vuelta para ver de nuevo a aquellas criaturas que jamás en su vida había visto. La voz de sus amigas llamándola la hicieron apartar la mirada para adentrarse al vestíbulo que las dirigiría al gran comedor, pero su mente quedó con aquellas criaturas atrás.
Tomaron asiento las tres juntas, viendo de quién se trataría el nuevo profesor o profesora de Defensa contra las artes oscuras.
—¿Quién es ésa? —preguntó de pronto, Padma, señalando hacia la mitad de la mesa.
Nox volteó a dónde señalaba, se detuvo primero en la figura del profesor Dumbledore, aquél hombre que fue a darle noticias sobre su desproteccion en vacaciones. Estaba sentado en el centro en su silla de oro de alto respaldo, con una túnica de color oscuro salpicada de estrellas plateadas y un
sombrero a juego. Dumbledore tenía la cabeza inclinada hacia la mujer que estaba sentada a su lado, que le decía algo al oído.
Nox no era alguien que se fijara en el aspecto de la gente, con suerte recuerda que la gente tiene dos orejas y una boca, pero no siempre es válido para todos. La mujer con la que hablaba Dumbledore tenía el cabello pardusco, corto y rizado. Se había puesto una espantosa diadema que hacía juego con la esponjosa chaqueta de punto del mismo tono que llevaba sobre la túnica.
—Tal vez sea el reemplazo para la clase de defensa —adivinó, Cho.
—Pues espero que reemplace esa espantosa cosa que tiene en la cabeza —comentó Nox, las tres rieron.
—¿Desde cuándo eres tan mal hablada y grosera? —preguntó Cho a Nox.
—He tomado clases de verano —se encogió de hombros, sus amigas rieron de nuevo.
La profesora McGonagall como ya era costumbre, llegó al frente, donde estaba el taburete donde todos se sentaron para saber la casa donde quedarían. Muchas veces se preguntaba si los profesores que llevaban años en el colegio no se cansaban de la misma rutina, una y otra vez...
Quién se encargaba de tomar la decisión era el sombrero seleccionador, que lo habían colocado sobre el taburete, que no tardó en cantar:
Cada uno de los cuatro fundadores
acogía en su casa a los que quería.
Slytherin sólo aceptaba
a los magos de sangre limpia
y gran astucia, como él,
mientras que Ravenclaw sólo enseñaba
a los de mente muy despierta.
Los más valientes y audaces
tenían como maestro al temerario Gryffindor.
La buena de Hufflepuff se quedó con el resto
y todo su saber les transmitía.
De este modo las casas y sus fundadores
mantuvieron su firme y sincera amistad.
Y Hogwarts funcionó en armonía
durante largos años de felicidad,
hasta que surgió entre nosotros la discordia,
que de nuestros miedos y errores se nutría.
Las casas que, como cuatro pilares,
habían sostenido nuestra escuela
se pelearon entre ellas
y, divididas, todas querían dominar.
Entonces parecía que el colegio
mucho no podría aguantar,
pues siempre había duelos
y peleas entre amigos.
Hasta que por fin una mañana
el viejo Slytherin partió,
y aunque las peleas cesaron,
el colegio muy triste se quedó.
Y nunca desde que los cuatro fundadores
quedaron reducidos a tres
volvieron a estar unidas las casas
como pensaban estarlo siempre.
Y todos los años el Sombrero Seleccionador se presenta,
y todos saben para qué:
yo los pongo a cada uno en una casa
porque ésa es mi misión,
pero este año iré más lejos,
escuchen atentamente mi canción:
aunque estoy condenado a separarlos
creo que con eso cometemos un error.
Aunque debo cumplir mi deber
y cada año tengo que dividirlos,
sigo pensando que así no lograremos
eliminar el miedo que tenemos.
Yo conozco los peligros, leo las señales,
las lecciones que la historia nos enseña,
y les digo que nuestro Hogwarts está amenazado
por malignas fuerzas externas,
y que si unidos no permanecemos
por dentro nos desmoronaremos.
Ya se los he dicho, ya están prevenidos.
Que comience la Selección.
Los aplausos confundidos resonaron en todo el gran comedor, las tres amigas también hicieron lo mismo, viéndose entre ellas.
La selección dió inicio. Nox y el resto de su mesa aplaudían cada vez que alguien quedaba seleccionado para Ravenclaw, pero ya después del tercer alumno comenzó a aplaudir con menos ganas, ya que el hambre se estaba haciendo presente, y las empanadas del tren no eran suficientes.
—A los nuevos —dijo Dumbledore con voz sonora, llamando la atención de todos, con los brazos abiertos y extendidos y una radiante sonrisa en los labios— les digo: ¡bienvenidos! Y a los que no son nuevos les repito: ¡bienvenidos otra vez! En toda reunión hay un momento adecuado para los discursos, y como éste no lo es, ¡al ataque!
Todos rieron mientras la comida aparecía en el gran comedor. Las tres platicaban de unos últimos detalles que posiblemente habían olvidado de sus vacaciones, pero parecía ser un buen pretexto para Padma para hablar su no-relación con cierto azabache de Gryffindor.
—Asi que solo salieron por ahí...
—Exacto —respondía Nox a Padma, por décima vez —. Sabes, empiezo a pensar que estás más obsesionada con él, ¿por qué no vas a saludarlo?
—Por supuesto que no, es tuyo, a mí no me interesa —contestó con una pizca de ofensa.
—¡No es mío! Por Merlín, están tan obsesionadas con ese tema, mucho más que cuando salí un tiempo con Terry.
—Pero esto es mucho más interesante —recalcó, Cho— porque con Terry solo hubo ojitos y sonrisas. En cambio, ¡con Harry hasta hubo un beso!
Nox se ahogó con el agua que intentaba beber de su copa. Ese tema le tomó bastante tiempo en olvidarlo de su mente y que se lo recordaran de golpe casi la mataba en esa copa de agua.
—¡No digas eso tan alto! —la fulminó, Nox.
—¡Por favor, solo digo las cosas como son!
—¡Dejen ese tema a un lado, por favor!
Sabían que se había molestado, sus ojos estaban plateados, así que mejor decidieron seguir comiendo. Un silencio tenso se extendió entre las tres, pero Cho decidió romperlo contando sobre como estuvo practicando al quidditch durante el verano, un dato que las otras dos sabían, pero era mejor conversación que la vida amorosa de Misery Nox.
Cuando terminaron de comer, las voces del comedor se hicieron más fuertes, unos hablando con otros, Nox giraba de derecha a izquierda la cabeza conforme cada amiga hablaba. El silencio se hizo. Dumbledore se había puesto de pie.
No tardó en dar las clásicas explicaciones y reglas: que el bosque prohibido estaba prohibido, los productos que repudia el señor Filch, el conserje. Lo que emocionó a muchos (desafortunadamente también a Nox) fue escuchar que la profesora Grubbly-Plank estaría a cargo de las clases de cuidado de criaturas mágicas. No es que a Nox le desagradara el profesor Hagrid, pero había momentos en donde lo que mostraba o era muy emocionante, o muy peligroso o muy aburrido.
También presentó a la nueva profesora de Defensa contra las artes oscuras, que era aquella mujer con el suéter horrible. Pero no prestó la suficiente atención hasta que el profesor Dumbledore mencionó «quidditch».
—Las pruebas para los equipos de quidditch de cada casa tendrán lugar en…
Nox tuvo un momento de confusión al no entender por qué el profesor se había detenido de repente, estaba comenzando a hablar de algo que le interesaba a ella y sus amigas. No habia notado que la profesora Umbridge ya se encontraba de pie, mientras se aclaraba la garganta con falsedad. Parecía tener la intención de dar un discurso.
Dumbledore sólo vaciló unos segundos; luego se sentó con elegancia y miró con interés a la profesora Umbridge, como si lo que más deseara fuera oírla hablar. Era una escena muy nueva y fácil de recordar, como ver una presa en medio del bosque, esperando a que haga un mal movimiento y agarrarle de ahí.
—Gracias, señor director —empezó la profesora Umbridge con una sonrisa tonta, con tan solo tres palabras, escucharla era una tortura como escuchar las uñas rasgar en la pizarra —, por esas amables palabras de bienvenida. ¡Bueno, en primer lugar quiero decir que me alegro de haber vuelto a Hogwarts! —Sonrió, enseñando unos dientes muy puntiagudos—. ¡Y de ver tantas caritas felices que me miran!
Las tres se miraron, evidentemente sin sonreír. Muchos otros en el comedor tampoco lo hacían, mucho menos en la mesa de profesores.
La señora parecía no querer detenerse, muchos comenzaron a platicar y el silencio que solía ser respetado para Dumbledore se comenzaba a romper. Cho y Padma cuchicheaban entre ellas, a pesar de estar Nox en medio, parecían que querían que estuviera ella en la plática, pero ella prestaba atención a lo que decía la profesora Umbridge.
Su discurso parecía más una amenaza que una forma de presentación.
—Nox, Nox, Nox... —le llamaba Padma por lo bajo, mientras Cho ahogaba risitas.
—¡Shh! —hizo Nox brevemente, volviendo su atención a lo que decía la profesora.
—¡Harry te está viendo! —volvió a insistir.
Nox instintivamente volteó a la mesa de Gryffindor, y para su suerte, sus amigas tenían razón. Tan rápido como lo hizo, volvió su vista a la profesora, pero ahora con el fantasma de una sonrisa y las orejas del mismo color que su acné.
Cuando por fin acabó con su discurso de odio, todos aplaudieron, unos más despistados que otros. Nox soltó un bufido asqueado.
—¿Acaso nadie escuchó lo que dijo? —dijo Nox por lo bajo, mientras Dumbledore retomaba sus palabras.
—¿Prestaste atención? —preguntó Padma con sorpresa.
—Claro, y te aseguro que no se trataba de nada bueno. Esa mujer hablaba escondiendo sus verdaderas intenciones.
—¿A qué te refieres? —preguntó esta vez, Cho, con bastante curiosidad.
—Recalcó mucho eso de mantener nuestras generaciones de magos, pasar nuestros conocimientos —explicaba, Nox.
—¿Pero es normal, no?
—No para niños y adolescentes, es como si existiera el enorme riesgo de que nos fuéramos a extinguir los magos y brujas. Es un mensaje bastante extraño, al menos viniendo del ministerio, porque ella recalcó mucho que se moverán cosas nuevas por una viejas, mantener antiguas costumbres.
—¿Quieres decir...?
—Ella trabaja para el ministerio y comenzará a meter sus narices en Hogwarts, por parte de sus superiores, o mejor conocido como el ministro de magia —supuso, Nox—. Tendrán a Dumbledore bajo la lupa.
Se pusieron de pie cuando el estruendo de los demás les dió la señal. Padma comenzó de nuevo su trabajo como Prefecta de Ravenclaw. Se despidieron de ella y fueron entre la multitud que mezclaba las casas de Ravenclaw y Slytherin. Cuando por fin salieron del apretado gran comedor, no podía evitar sentir las miradas pesadas sobre ella. De nuevo la culpa llegaba a ella, porque sabía que faltaba alguien más en su grupo de amigos.
Al llegar y responder correctamente el enigma de la entrada, Nox sentía una extraña incomodidad. A pesar de estar todo el camino platicando con su mejor amiga, no podía evitar sentirse observada. Subieron a sus nuevos dormitorios, que eran tres literas, Nox de inmediato se adueñó de la parte superior. Mas tarde llegó Padma, tomando la parte superior de la cama de Nox, eso la puso alegre, que fue apagada por las miradas de las otras cuatro en el dormitorio.
—Hola, Nox —le saludó Lisa Turpin.
Nox no recordaba la última vez que haya mantenido una conversación mayor a tres palabras con otras personas de su casa que no fueran Padma, Cho e incluso Terry.
La chica tenía un cabello largo y castaño, con enormes ojos azules, le recordaba bastante a la chica de la heladería que ahora le avergonzaba regresar. Le había saludado con cierto temor, ya que era normal que Nox transmitiera aquella sensación, pero parecía ser que su curiosidad le estaba ganando.
—Hola, Lisa —saludó de vuelta, Nox.
—Yo... Esto... Estuve leyendo El Profeta... Y solo quería saber si... Era verdad eso de... Ya sabes, de que Harry Potter estaba mal de la cabeza y por su culpa Cedric Diggory estaba muerto...
Tal cual como sus amigas habían mencionado el nombre en el gran comedor, volvió su vista a la chica, pero en esta ocasión fue una mirada de enojo y desafío. Lisa se encogió de pronto al ser quemada por la mirada oscura de Nox. Padma sabía la gravedad de las palabras de la castaña.
—¿Cómo dices? —preguntó esta vez Nox, con un tono retador, sin cambiar su expresión.
—N-no quería decir que e-el estuviera...
—Mira, no me gustaría meterme en problemas apenas estando una hora en el colegio —decía mientras sus ojos amenazaban en volverse plateados —, pero si te pediría de favor que no me vinieses a preguntar esa clase de estupideces como si tuviéramos tanta confianza. Si quieres respuestas, pregúntale a los inútiles de El Profeta, que les encantaban tanto los párrafos de Rita Skeeter.
Padma abrió bastante los ojos, no esperaba que Nox reaccionara de tal manera, usualmente siempre tomaba las cosas con calma, hablaba e intentaba hacer entender, pero esas palabras duras que había soltado le tomaron por sorpresa.
—P-perdón... —intentaba disculparse, mientras retrocedío.
—No te disculpes después de pensar en hacer preguntas tan estúpidas.
Se subió a su cama, sin siquiera decir buenas noches.
◦•●◉✿◉●•◦
A la mañana siguiente, Nox despertó muy cansada, con ganas de quedarse atrapada entre las sábanas, se dió media vuelta y vió a Padma que ya estaba arreglándose.
—Vaya, ya has despertado —le saludó ella —. Lisa despertó muy temprano, les contó a las demás lo que le dijiste anoche, se arreglaron muy rápido y salieron. Parecían aterradas.
—Genial, aún no he perdido el toque.
—Creo que lo debiste intensificar un poco.
—Mejor aún —bajó de su cama de un salto.
Posiblemente si esa situación hubiese pasado hace dos o tres años atrás, la conclusión sería diferente, sentiría remordimiento y culpa de haber hablado así con su compañera de cuarto, pero en ese instante nada de eso pasó por su cabeza.
Se reunieron con Cho en la sala común para ir a desayunar y recibir los nuevos horarios. Padma parecía llevarse muy en serio su papel como prefecta, ya que inspecciona cada acción o paso que hacía algún alumno que se le atravesara, pero tampoco dejaba de lado su pasión por los chismes, en este caso el que generó en la noche Misery Nox. Al igual que ella, Cho se sorprendió por la actitud que había tomado Nox.
Ya se estaba acumulando una fila de alumnos de su propia casa, que ahora veían a Nox como si fuera el mismísimo demonio ahí de pie, tanto así que intentaban darse prisa.
—Uno ya no puede dar más sincera opinión y ya los tratan como si Quién-tú-sabes —murmuró Nox a sus dos amigas, pero alguien más había escuchado.
—¿También te tomaste en serio lo que dijo el sombrero seleccionador? —le preguntó Ron Weasley, que se encontraba cerca. Nox alzó las cejas.
—Si, intenté ser amigable con una compañera de dormitorio, pero al parecer mi opinión sobre ella se extendió un poco, ahora les doy bastante miedo.
—Siempre has dado miedo —se sinceró, Nox soltó una risa—. Te lo digo en serio; tu nombre y tú rostro asustan, pero tú voz es lo opuesto.
—Vaya, eso es confortante, más viniendo de ti.
—Cuando gustes, pero no intentes esas tácticas tuyas con los de Slythetin, creo que ya tienen suficiente.
—Lo tomaré en cuenta, gracias.
Por fin lograron entrar al gran comedor y cada quien fue por su lado. Las tres recibieron su horario, comenzaban sus clases con transformaciones, Cho bufó al ver que ella empezaba con pociones. Ella les advirtió sobre lo terrible que podrían llegar ser los TIMOS, mencionó que no sabía cómo había logrado obtener los que tenía, si la mayoría del tiempo se la pasaba junto a Cedric, practicando para el torneo, pero en ese momento se pausó a sí misma, cayendo el feo peso de la realidad.
Decidieron dejar la conversación ahí para que cada quién se dirigiera a su clase. Al llegar al aula, esperaron fuera la señal de la profesora McGonagall, y no tardaron en unirse un grupo de Slytherin del mismo año. Nox sonrió con malicia al ver a Pansy Parkinson con el grupo de idiotas de su casa, no sabía si era prudente dejarla en ridículo una vez más, tal vez sería una buena forma de empezar el curso.
No pudo llevar a cabo su plan cuando la profesora les llamó para entrar. Padma y Nox tomaron asiento hasta el frente de la clase, prestando atención sobre lo peligroso que puede ser hacer ciertos encantamientos. Nox prestaba toda la atención del mundo, sabía que los TIMOS serían tan difíciles como encontrar una paja en las agujas.
Cuando la clase terminó, salieron en camino a algún lugar para descansar, pero el llamado de Pansy Parkinson se estaba tardando en hacerse presente en el día.
—¡Pero si es Misery Figg! —sonó burlona—. Me alegra verte aquí. Leí por ahí que te estabas volviendo mal de la cabeza, ¿o era Potter? Suelo confundir a ambos, son igual de exagerados y sedientos de atención.
Nox estaba sonriendo —Se nota tanto cuánto estás obsesionada por mí, si quieres atención solo dime, porque veo que no pudiste resistir ni siquiera un segundo sin hablarme —Padma la estaba jalando para irse de ahí y evitar problemas, «ignorala, Nox, vamonos»—. Y cuando menciones a mis amigos, para mí es una invitación para cerrarte la boca de un puñetazo, ¿quieres que lo hagamos de nuevo?
—Quiero ver cómo lo intentas, maldita loca estúpida. Y deberías de estar agradecida de que tengas mi atención, porque por algo fuiste al baile sola, porque ni una araña te volteó a ver.
No le dió tiempo para contestar, porque siguió el camino que su amiga estaba guiando. Había logrado controlarse, no sentía la sangre hervir o algo diferente respecto a poseer cuerpos, y eso se demostraba en la sonrisa maliciosa que asustaba a los de primer año en adelante.
—No deberías de hacerle caso, solo le gusta provocarte, se supone que ya lo sabes —decía Padma, mientras caminaban en dirección al patio.
—No me provoca, yo soy la que la provoca a ella —no quitaba esa sonrisa de maldita —, quiero ver quién se cansa primero.
—Nox...
Su amiga intentaba hacerla caer en razón, pero Nox tenía la intención de simplemente pasar la página y no dejar ganar a Parkinson, al menos no ese día, tal vez las amenazas sean de su agrado después de todo.
Al doblar la esquina, se encontró con Harry que venía platicando con Ron, aparentemente de algo que los fastidiaba.
—¡Hola, Harry, Ron! —saludó Nox, muy sonriente, usando como pretexto para no seguir escuchando los regaños de Padma.
—Hola —saludaron al unísono, no sin antes dar un pequeño salto de susto.
—Vienen de Historia de la magia, ¿cierto?
—¿Cómo supiste? —preguntó muy inmediato, Harry, mientras comenzaba a sonrojarse.
—Tienes la marca de tus lentes en la cien —señaló, Nox. Ron frunció las cejas, sin ver alguna marca.
—¿A qué marca te refieres? Yo no veo nada —decía Ron mientras intentaba ver a dónde se refería Nox.
—No importa.
—¿Cómo te va como prefecto? —habló por primera vez Padma, en dirección a Ron.
—Bien, no me lo tomo muy en serio, solo andar vigilando niños de aquí para allá —se encogió Ron de hombros. Sabía que había una vaga incomodidad en el aire, ya que tanto Ron como Padma, no olvidaban el baile de navidad del año pasado.
—No me sorprende, la verdad. Hay veces que me gusta tomarla a la ligera, pero no soy tan irresponsable como para despistarme tan fácilmente —efectivamente, seguía molesta.
—Es agradable verte sin necesidad de que una Mimbulus
mimbletonia presente —hablaba Nox con Harry, mientras que Padma y Ron parecían discutir indirectamente.
—Si, ¿verdad? —soltó una risita, como si aquello fuera algo más de risa que de vergüenza, Nox hizo lo mismo —. Ni siquiera sabía que esa cosa tenía nombre. Fue algo asqueroso.
—Ni me lo digas, me entró en toda la boca, por eso no volví para despedirme. Me pareció extraño no verte junto a tus amigos, sino con aquellos chicos, pero ya veo por qué —miró la insignia de prefecto que Ron llevaba en el pecho.
—Oh, si, a veces uno debe de tomar las últimas medidas que se le ofrecen. A Neville lo conozco desde que llegué acá, a esa chica Lovegood jamás la había visto en la vida, y a Ginny, pues es hermana de Ron —parecía que intentaba justificarse más que explicar y presentar.
—Bueno, no te quedes sin opciones y a la próxima te puedes sentar conmigo —sonrió. Harry pareció sonrojarse mucho más, pero la sonrisa se borró tan rápido como llegó, ya que veía que se acercaba Hermione Granger.
Nox no podía evitar ver la insignia reluciente sobre su pecho, sin evitar sentir envidia sobre ella, apostaba que ella tenía todos los apuntes de la clase más aburrida de todo el colegio, y apostaba que terminarían en manos de Harry, porque seamos sinceros, por algo tenía la marca en su cien.
—Bien, será mejor que nos vayamos, te veo después, Harry.
Se despidió Nox tan rápido como vió a Hermione Granger llegar a la escena, ni siquiera dejo a Padma decir sus últimas palabras, arrastrándola fuera de ahí, como si de una fuga de gas se tratase.
Algo bueno que pasó, fue que Padma había olvidado el tema de Pansy Parkinson, así que no le siguió dando sermones, pero ahora estaba enojada con Ron, porque no era lo suficientemente valiente como para disculparse con ella por lo que hizo en el baile de navidad, y ahora Nox se dedicaba a escucharla quejarse sobre eso, cuando ella quiera desquitarse sobre la presencia de Hermione Granger.
Durante la clase de Historia de la magia, Nox intentaba no quedarse dormida, intentando tomar muchos apuntes, si era posible, escribir cada palabra que el profesor Binns decía, quería estar muy preparada para los TIMOS, quería sacar doce si se lo proponía, quería impresionar a su padre de que tal vez podría ser peleonera, pero de buenas calificaciones.
Al salir, estaban de camino al gran comedor mientras Padma regañaba a uno que otro que veía batir su varita en el pasillo, ya que como regla, eso estaba prohibido. Parecían resultar bastante bien, pero no sabía si era por su insignia de prefecta o que estuviera Nox a su lado, como sea que funcione, funcionaba.
Se sentaron junto a Cho, que parecía estarlas esperando, estaba escribiendo en unas hojas gruesas como pergamino, con la diferencia que estás eran lisas y rectangulares, justo como las hojas que un muggle usaría.
—Hola, Cho, ¿qué haces? —saludó Nox, sentándose a su lado.
—Hola Nox, hola Padma. Estaba escribiendo unas ideas —siguió con su escritura.
—¿Ah, sí? —alzó las cejas Padma, con bastante curiosidad —. ¿Y qué escribes?
—Sueños que he tenido, son bastante extraños, así que intentaré darle provecho escribiendolos —alzó brevemente la mirada para tomar un trago de su copa —. Les mostraré un avance en cuando esté listo, sobre todo a ti, Nox, sé que tu opinión sincera me será de mucha ayuda.
—Eso estaría muy bien —sonrió Nox.
Sabía ella que su mejor amiga había contestado que le gustaba escribir, y sobretodo hacerlo de mayor a su lado, pero Nox no estaba segura si sería bueno en ello, de alguna forma u otra lo demostraría o practicaría.
Mientras seguía platicando, a lo lejos, en la mesa de Gryffindor logró distinguir a Harry ponerse de pie, pero le desconcertó ver qué se echó la mochila al hombro de una forma muy brusca, eso significaba que estaba molesto, lo siguió con la mirada hasta salir del gran comedor. En donde estaba sentado, se quedaron Ron y Hermione, que parecían querer seguir discutiendo de algo que llevaban arrastrando desde hace ya bastante tiempo, o eso deducía Nox.
Ella también se puso de pie, colocó en una servilleta dos empanadas de carne, las envolvió y se las guardó en el bolsillo de la túnica.
—Te veo después, Cho, olvidé hacer algo —decía Nox mientras se colgaba la mochila —. Te veo en adivinación, Padma.
Sus amigas sacudieron la mano y siguieron hablando entre ellas. Avanzó lo más rápido que pudo entre las mesas de Ravenclaw y Slytherin, ignorando los comentarios de las serpientes. Nox no le gustaba mucho clasificar personas, pero el grupo de Parkinson y Malfoy no ayudaban para nada.
Salió del gran comedor y subía de dos en dos la escalinata de mármol, justo como suele hacer en casa. Era bastante más fácil ahora que era más alta, una vez lo intento hacer en su primer año, y se quedó atorada entre los escalones, Cedric tuvo que ayudarla a bajar un pie sin caerse.
Entonces llegó al rellano donde estaba colgado el retrato del caballero sir Cadogan, quien estaba blandiendo su espada muy torpemente, para volverla a guardar en su vaina en cuando vió a Nox.
—¡Oh, pero si es una damisela! ¿O vienes a retarme en una pelea? —decía sir Cadogan mientras se quitaba lo que parecía ser su casco, Nox volteó a verlo sin intención de retarlo a una pelea.
—Busco a un chico, de mi estatura, gafas, azabache, ¿Lo ha visto? —describió Nox.
—¡Vaya, si lo he visto! ¡Ese perro sarnoso! ¡Huyo de mí en esa dirección! —señaló con la espada en dirección al aula de adivinación —. Yo le recomendaría que no lo siguiera, ¡es de un gran peligro ir detrás de alguien como ese sujeto!
—No se preocupe, ya me encargaré de él —comenzó a avanzar en dirección al aula de adivinación.
El caballero intentó seguirlo trasladándose al cuadro de al lado, su ocupante, un corpulento y fiero hombre lobo, lo rechazó y lo último que escuchó de él fue un «¡Se arrepentirá!».
Cuando por fin llegó a lo alto de la torre norte, no encontró ahí, sentado debajo de la trampilla que llevaba al aula de la profesora Trelawney Parecía ser que Harry quería huir de algo, posiblemente de las peleas de sus dos amigos. Estaba con la espalda pegada a la pared y la cabeza mirando al techo, tenía los ojos cerrados, no como si estuviera dormido, sino como si estuviera intentando descansar después de un muy largo día, pero lo peor de todo es que aún faltaban más de dos horas de clases.
Nox hizo ruido con sus pasos al acercarse, él se giró hacia ella y en cuando la miró se enderezó en su lugar.
—¿De quién estás huyendo? —fue la forma en que saludó Nox.
—No huyo de nadie —respondió Harry, mirándola desde abajo.
—Eso no es lo que dijo sir Cadogan —se sentó a su lado mientras removía su túnica. Sacó la servilleta y descubrió las empanadas para tenderle una —. Conociéndote, sé que no vas a volver al gran comedor, toma una.
—Me conoces bien —tomó una con cierta diversión en su expresión —. Solo no quería estar cerca de Ron y Hermione por un rato, hay veces que me cansan sus peleas constantes.
—Tranquilo, aquí conmigo no tendrás peleas, a menos que busques una... ¿Ahora no te apetece una, verdad?
Harry negó con la cabeza —Claro que no, al menos no contigo, tú eres más pacífica que esos dos.
—Bueno, eso de pacífica no es del todo cierto.
—Cierto —Nox lo miró con la ceja fruncida, diciendo «¿Cómo te atreves?»—. Quiero decir, antes de las vacaciones te peleaste con Pansy Parkinson, fue algo agradable de ver, si te soy sincero, la madre de Ron se asustó y pensó que eras una persona de alto peligro, su hermano creyó que era algo genial.
—Bueno, no sé qué tan bueno sea eso...
—Además, estabas dispuesta a atacar a tu padre con tal de defenderme —Nox comenzó a sentir las orejas calientes.
—Bueeeno...
—Y añádele la vez que me quisiste golpear con aquella estatuilla en forma de foca...
—¡Superalo! —saltó a la defensiva, él sonrió —. Ya me quedó muy claro que confirmas que no soy la persona más tranquila, pero al menos sabes que me meto con gente ajena a mí.
—Por lo visto, así es. A todo esto, ¿qué hiciste sin mí en las vacaciones?
Nox se quedó viendo a la pared mientras masticaba, pensando en alguna otra cosa que no fuera leer o pelear con su padre.
—Aprendí un nuevo idioma, me ayudó bastante, estar encerrada sin poder salir no ayudaba.
—¿En serio? Creí que habías olvidado eso de estudiar bastante durante las vacaciones —se sorprendió.
—Yo pensé lo mismo, pero tenía un diccionario y un libro en italiano, no sé de qué me pueda servir decir que «la mente è potente, ma il cuore è una bomba», pero al menos puedo entender si me insultan —se encogió de hombros, como si fuera lo más simple del mundo —. ¿Y tú? Estuviste bastante escondido y no me querías decir nada.
—Es que no puedo decir nada sobre eso —Nox lo volteó a ver con las cejas fruncidas —. Perdón, Nox, pero es un secreto que prometí guardar, espero que llegue el momento para poder contarte todo.
—Sabes que me gustan los secretos.
—Pero este uno... Diferente.
—Bien, entiendo, hay veces que uno debe guardarse cosas —intentó sonar poco interesada.
—No te molestes conmigo, no puedo decir nada de ello, lo he prometido, no entiendo por qué no quieres entender—frunció las cejas, parecía comenzar a molestarse.
—No estoy molesta, solo soy comprensiva, yo también puedo tener secretos que no necesariamente deba decirte —intentaba mantenerse pacífica, pero el tono que estaba empleando Harry era muy descuidado, ofendiendo ligeramente a Nox, pero ella intentaba hacer eso a un lado —, no por eso tienes que desquitarte conmigo.
—No me estoy desquitando contigo, solo estoy aclarando que no te puedo decir nada al respecto, pero a ti siempre te ha gustado insistir, creyendo que te contaré todo solo por ser tú —comenzaba a alzar la voz.
—No te estoy exigiendo que me lo digas, tampoco me aprovecharía de ti por ser mi amigo para sacarte información que posiblemente ni me interese, pero ya me quedó claro tu punto —se puso de pie y justo en ese momento cayó la trampilla. Jamás se percataron que la campana ya había sonado.
Subió por la trampilla, entrando al aula vió a la profesora Trelawney que estaba ocupada repartiendo unos viejos
libros, encuadernados en cuero, por las mesitas de finas patas que llenaban desordenadamente la habitación; pero la luz que proyectaban las lámparas cubiertas con pañuelos, y la del fuego de la chimenea, que ardía con lentitud y desprendía un desagradable olor, era tan tenue que pareció que la profesora Trelawney no se había dado cuenta de que Nox se sentaba en la penumbra.
Se sentía molesta, la alegría que sentía tan solo minutos antes había desaparecido. Sentada, cruzada de brazos y con el ceño fruncido. No tardó en llenarse el asiento de su izquierda con la presencia de Harry, que seguía igual de molesto que ella. Cinco minutos después llegó Ron, que llegó directamente a sentarse con ellos.
—Hermione y yo ya hemos dejado de pelearnos —aseguró al sentarse junto a su amigo.
—Me alegro —gruñó Harry.
—Pero Hermione dice que le gustaría que dejaras de descargar tu mal humor sobre nosotros —añadió Ron.
—Yo no…
—Sólo te repito lo que ella me ha dicho —aclaró Ron sin dejar que Harry acabara—. Pero creo que tiene razón. Nosotros no tenemos la culpa de cómo te traten Seamus o Snape.
—Vaya, parece ser que me equivoqué —soltó Nox—. El problema eras tú realmente, aunque no estaría mal que dejarán de discutir —Ron le frunció la ceja—, no te preocupes, también se desquitó conmigo.
—Yo nunca he dicho que…
—Buenos días —saludó la profesora Trelawney con su sutil y etérea voz interrumpió a Harry—. Y bienvenidos de nuevo a Adivinación. Como es lógico, durante las vacaciones he ido
siguiendo con atención sus peripecias, y me alegro mucho de ver que hayan regresado todos sanos y salvos a Hogwarts, como yo, evidentemente, ya sabía que sucedería.
»Encima de las mesas encontrarán sus ejemplares de El oráculo de los sueños, de Inigo Imago. La interpretación de los sueños es un medio importantísimo de adivinar el futuro, y es muy probable que ese tema aparezca en su examen de TIMO —decía con su voz espectral —. No es que crea que los aprobados o los suspensos en los exámenes tengan ni la más remota relevancia cuando se trata del sagrado arte de la adivinación, porque si tenéis el Ojo que Ve, los títulos y los certificados importan muy poco.
Nox inclinó la cabeza, sin saber si estaba entendiendo de manera correcta lo que la profesora estaba diciendo en ese momento. ¿Quería decir que en su materia no importaba si uno reprobaba o no? ¿Solo importaba el ojo interior, abierto o cerrado?
—Con todo, el director quiere que hagan el examen, así que abran el libro por la introducción, por favor, y lean lo que Imago dice sobre el tema de la interpretación de los sueños. Luego siéntense en parejas y utilicen el libro para interpretar los sueños más recientes de su compañero. Pueden empezar.
Nox estaba tomando su mochila y su ejemplar para tomar lugar al lado de su amiga Padma en una mesa vacía, que ella se encontraba sentada con su gemela y su amiga Lavander.
—Ron, ¿por qué no te juntas con Padma? —sugirió Harry. Nox frunció las cejas, pero Ron mucho más.
—¿Yo? Sabes que no le caigo bien —lo miró extraño —, mucho menos desde esta mañana, no me termina de llamar un patán.
—Yo me juntaré con ella, tal vez puedas interpretar tus sueños para ser más amable y saber dar disculpas, pezzo di merda —escupió Nox, tomando sus cosas y yéndose a sentar a una mesa vacía mientras le hacía una seña a Padma para sentarse juntas.
Dejó caer la mochila en el suelo muy bruscamente cuando volvió a sentarse. Abrió el libro tan imprudente que casi le arranca una página, su amiga no tardó en sentarse a su lado con una cara de curiosidad (chisme).
—¿Ahora qué pasó? —preguntó mientras abría el libro.
—Harry, eso pasó —soltó con enojo, intentando leer la página del libro —. Se comportó como un idiota cuando solo le quise hacer una pregunta...
Dejó de hablar de repente, porque la mirada de Harry en lugar de estar en su lectura estaba sobre Nox. Ella frunció más las cejas y cubrió su rostro con el libro para poder hablarle bien a su amiga.
—Solo le hice una pregunta y se lo tomó muy personal. No le insistí, pero él creyó que sí.
—Chicos. Su mejor amigo es Ron Weasley, que no te sorprenda —decía Padma, también cubriendo su rostro.
Posiblemente tenía razón. No entendía como los chicos podían llegar a ser tan estúpidos e idiotas cuando menos se lo esperaba, tan siquiera le gustaría que anunciaran sus actitudes tontas e inmaduras para poder al menos invocar un protego. Pero lo peor, es que no sabía Nox por qué se sentía tan enojada, él también. Era extraño.
Chapter 29: 28. El martes olvidado
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Capítulo 28
El martes olvidado
Para Misery Nox, no le parecía una muy buena idea eso de interpretar los sueños, al menos durante clase. Era un tanto incómodo tener que inventar o modificar sus sueños reales, eso no era parte de su ética en cuestión de adivinación, no era Ronald Weasley o Harry Potter como para hacer ese tipo de cosas, tampoco era Hermione Granger para tan solo rendirse, levantarse e irse.
Sabía muy bien que sus últimos sueños eran sobre el cementerio, atada y llorando mientras veía el cuerpo sin vida de su mejor amigo. Era extraño, como si nunca hubiese pasado, ojalá fuera así, pensaba muy seguido, Nox. Recordaba vagamente aquella escena, con la daga plateada y brillante como sus ojos hechos furia, enterrando su piel sin cuidado, para después terminar con pierna sangrando y su piel en aquél pañuelo.
—Pues... —pensaba Nox, mientras su amiga pasaba las páginas del libro—, soñé que alguien me apostaba algo, pero era algo tonto —mintió, eso le hacía sentir pésima.
—Tal vez vengan nuevos retos en tu vida, ya sabes, experiencias, objetivos, aventuras, esas cosas que te hacen vivir cosas nuevas.
A pesar de decir una mentira, quien fuera que hubiera soñado eso le iría muy bien, posiblemente.
Al terminar la clase, la profesora les ordenó hacer un diario por todo un mes sobre los sueños que tuvieran, Nox rogaba por todos los cielos que no soñara más con lo mismo, y no solo por tener que escribirlos para la clase, sino para poder descansar tan siquiera una noche en paz.
Ambas bajaron por la trampilla, quejándose de la gran cantidad de deberes que tenían apenas siendo el primer día, no querían imaginarse lo horrible que sería presentar los TIMOs. Avanzaban hacia el aula de Defensa contra las artes oscuras. Logró distinguir a Harry junto a Ron, avanzando más adelante, tal vez a Nox se le había bajado el coraje, pero aún así esperaba una buena disculpa por su parte.
Entraron al aula, la profesora ya estaba en su sitio, usando la horrenda chaqueta de la noche anterior, junto al lazo de terciopelo que tenía en la cabeza. Nox evitó hacer una mueca cuando tomó su lugar al lado de Padma. Todos estaban en silencio en sus lugares, ya que todos no sabían qué tan estricta sería al dar su clase.
—¡Buenas tardes a todos! —saludó a los alumnos cuando por fin éstos se sentaron. Unos cuantos respondieron con un tímido «Buenas tardes»—. ¡Ay, ay, ay! —exclamó—. ¿Así saludan a su profesora? Me gustaría escucharlos decir: «Buenas tardes, profesora Umbridge.» Volvamos a empezar, por favor. ¡Buenas tardes a todos!
—Buenas tardes, profesora Umbridge —gritó la clase. Nox no lo hizo, solo hizo una mueca y movió los labios.
—Eso está mucho mejor —los felicitó con dulzura—. ¿A que no ha sido tan difícil? Guarden las varitas y saquen las plumas, por favor.
Unos cuantos alumnos intercambiaron miradas lúgubres; hasta entonces la orden de guardar las varitas nunca había sido el preámbulo de una clase que hubieran considerado interesante. Nox con un mal augurio, guardó la varita en su mochila y sacó el tintero, pergamino y su pluma. Por un instante fue como si apenas lo recordara que era la misma que Harry le había regalado en Navidad hace ya un par de años.
Escuchó a la profesora abrir su bolso y sacar su varita, que era diminuta y corta como ella. Nox ahogó una risa cuando la vió, pero escondió la cara en la mochila fingiendo buscar algo. Escuchó que dió unos golpecitos en la pizarra e inmediatamente aparecieron unas palabras.
Defensa Contra las Artes Oscuras:
regreso a los principios básicos
Nox se le iba a arrugar la piel de tanto hacer gestos.
—Muy bien, hasta ahora su estudio de esta asignatura ha sido muy irregular y fragmentado, ¿verdad? —afirmó la profesora Umbridge volviéndose hacia la clase con las manos entrelazadas frente al cuerpo—. Por desgracia, el constante cambio de profesores, muchos de los cuales no seguían, al parecer, ningún programa de estudio aprobado por el Ministerio, ha hecho que estén muy por debajo del nivel que nos gustaría que alcazaran en el año del TIMO. Sin embargo, nos complacerá saber que ahora vamos a rectificar esos errores. Este año seguiremos un curso sobre magia defensiva cuidadosamente estructurado, basado en la teoría y aprobado por el Ministerio. Copien esto, por favor.
Para ese momento, Nox ya había sacado la cara de la mochila. En la pizarra se remplazaron unas palabras por otras, con el encabezado de «Objetivos del curso».
1. Comprender los principios en que se basa la magia defensiva.
2. Aprender a reconocer las situaciones en las que se puede emplear legalmente la magia defensiva.
3. Analizar en qué contextos es oportuno el uso de la magia defensiva.
Comenzó a escribir lo que decía la pizarra, pero sin dejar de pensar en las palabras que quería dar a entender la profesora. Tal vez Ojoloco Moody no era el verdadero, pero al menos Barty Crouch Jr. tomó muy en serio su papel como profesor, pero Lupin (que sí era el auténtico) fue el mejor profesor que Hogwarts jamás había tenido, así que muy atrasados no estaban para nada.
Mientras escribía el punto uno, pensaba: ¿cómo por qué tendrían que volver a empezar desde el inicio? Sabía que a veces repasar era necesario, pero hay que ser muy estúpidos como para no saber en qué se basa la magia defensiva, por ejemplo: Harry durante el verano, lanzar un patronus contra los dementores era defenderse contra algo que podía hacerle daño, o peor, sacarle el alma.
Punto dos. Era todavía más estúpido que el anterior. ¿Reconocer para emplear legalmente? Estaba más loca que Crouch. Claro, alguien se va a quedar a pensar si era correcto y legal para el ministerio si su hechizo de defensa contra alguien que está a punto de matarlo era correcto, como si Harry hubiese pensado antes de lanzar un expeliarmus contra Voldemort, ¿será que al ministerio le parezca correcto? Todo eso mientras lucha por su vida, pensaba Nox con un enfado creciendo en su cuerpo.
Punto tres. Ni siquiera lo escribió.
—¿Tienen todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard? —Un sordo murmullo de asentimiento recorrió la clase—. Creo que tendremos que volver a intentarlo —dijo la profesora Umbridge—. Cuando les haga una pregunta, me gustaría que contestarais «Sí, profesora Umbridge», o «No, profesora Umbridge». Veamos: ¿tienen todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard?
—Sí, profesora Umbridge —contestaron los alumnos al unísono.
—Estupendo. Quiero que abran el libro por la página cinco y lean el capítulo uno, que se titula «Conceptos elementales para principiantes». En silencio, por favor.
Eso hizo Nox, solo se quedaba viendo a la profesora Umbridge que había tomado asiento por detrás de su escritorio. La profesora pareció sentir aquél ardor que provocaba la oscura mirada de Nox, que volteó a verla, pero ella volvió a su lectura, a una muy aburrida.
Sabía que tenía muy claro su objetivo para sacar muchos TIMOs, así que al menos lo intentaría, aunque sea a su manera: comenzó a leer el capítulo, era tontería tras tontería, mientras hacia anotaciones en el pergamino.
Ya se había logrado concentrar, pero unos ligeros codazos por parte de Padma le hizo girar, la miró y ella con su mirada señaló a su lugar a su izquierda, era Hermione Granger. Nox frunció las cejas. No era la única en el aula que la miraba, más atención de su parte.
—¿Quería hacer alguna pregunta sobre el capítulo, querida? —le dijo a Hermione como si no la hubiese ignorado por casi cinco minutos.
—No, no es sobre el capítulo.
—Mire, ahora estamos leyendo —repuso la profesora Umbridge mostrando sus pequeños y puntiagudos dientes—. Si tiene usted alguna duda podemos solucionarla al final de la clase.
—Tengo una duda sobre los objetivos del curso —aclaró Hermione.
La profesora arqueó las cejas.
—¿Cómo se llama, por favor?
—Hermione Granger.
—Mire, señorita Granger, creo que los objetivos del curso están muy claros si los lee atentamente —dijo la profesora Umbridge con decisión y un deje de dulzura.
—Pues yo creo que no —soltó Hermione sin miramientos—. Ahí no dice nada sobre la práctica de los hechizos defensivos.
Nox odiaba tener que darle la razón a Hermione Granger.
—¿La práctica de los hechizos defensivos? —repitió la profesora Umbridge con una risita—. Verá, señorita Granger, no me imagino que en mi aula pueda surgir ninguna situación que requiera la práctica de un hechizo defensivo por parte de los alumnos. Supongo que no espera usted ser atacada durante la clase, ¿verdad?
—¡¿Entonces no vamos a usar la magia?! —exclamó Ron en voz alta.
—Por favor, levante la mano si quiere hacer algún comentario durante mi clase, señor...
—Weasley —dijo Ron, y levantó una mano.
La profesora mostró una enorme sonrisa mientras les daba la espalda. Nox supo que ella conocía al padre de Ron y apostaba que conocería el suyo también, pero no sabía hasta donde podría llegar su paciencia. «Quiero que te comportes», recordaba las palabras de su padre, pero no sabía hasta donde llegaría.
—¿Sí, señorita Granger? ¿Quiere preguntar algo más?
—Sí —contestó ella—. Es evidente que el único propósito de la asignatura de Defensa Contra las Artes Oscuras es practicar los hechizos defensivos, ¿no es así?
—¿Acaso es usted una experta docente preparada en el Ministerio, señorita Granger? —le preguntó la profesora Umbridge con aquella voz falsamente dulce.
—No, pero...
—Pues entonces me temo que no está cualificada para decidir cuál es el «único propósito» de la asignatura que imparto. Magos mucho mayores y más inteligentes que usted han diseñado nuestro nuevo programa de estudio. Aprenderán los hechizos defensivos de forma segura y libre de riesgos...
—¿De qué va a servirnos eso? —inquirió Harry en voz alta—. Si nos atacan, no va a ser de forma...
—¡La mano, señor Potter! —canturreó la profesora Umbridge.
Varios empezaron a alzar la mano en búsqueda de una respuesta, y para sorpresa de todos, Nox fue una de ellas. La profesora dió un respingo cuando Nox alzó la mano al aire, con una mirada oscura, amenazando con volverse plateada, pero ni así le hizo caso.
—¿Su nombre, por favor? —le preguntó la bruja a Dean.
—Dean Thomas.
—¿Y bien, señor Thomas?
—Bueno, creo que Harry tiene razón. Si nos atacan, no vamos a estar libres de riesgos.
—Repito —dijo la profesora Umbridge, que miraba a Dean sonriendo de una forma muy irritante—: ¿espera usted ser atacado durante mis clases?
—No, pero...
La profesora Umbridge no le dejó acabar:
—No es mi intención criticar el modo en que se han hecho hasta ahora las cosas en este colegio —explicó con una sonrisa poco convincente, estirando aún más su ancha boca—, pero en esta clase han estado ustedes dirigidos por algunos magos muy irresponsables, sumamente irresponsables; por no mencionar —soltó una desagradable risita— a algunos híbridos peligrosos en extremo...
—Si se refiere al profesor Lupin —saltó Dean, enojado—, era el mejor que jamás...
—¡La mano, señor Thomas! Como iba diciendo, los han iniciado en hechizos demasiado complejos e inapropiados para su edad, y letales en potencia. Los han asustado y les han hecho creer que podrían ser víctimas de ataques de las fuerzas oscuras en cualquier momento...
—Eso no es cierto —la interrumpió Hermione—. Sólo nos...
—¡No ha levantado la mano, señorita Granger!
Hermione la levantó y la profesora Umbridge le dio la espalda.
—Tengo entendido que mi predecesor no sólo realizó maldiciones ilegales delante de ustedes, sino que incluso las realizó con ustedes.
—Bueno, resultó que era un maniaco, ¿no? —terció Dean acaloradamente—. Y aun así, aprendimos muchísimo con él.
—¡No ha levantado la mano, señor Thomas! —gorjeó la profesora Umbridge—. Bueno, el Ministerio opina que un conocimiento teórico será más que suficiente para que aprueben el examen; y al fin y al cabo para eso es para lo que vienen ustedes al colegio. ¿Su nombre? —añadió mirando a Padma, que acababa de levantar la mano.
—Padma Patil. Pero ¿no hay una parte práctica en el TIMO de Defensa Contra las Artes Oscuras? ¿No se supone que tenemos que demostrar que sabemos hacer las contramaldiciones y esas cosas?
—Si habéis estudiado bien la teoría, no hay ninguna razón para que no podáis realizar los hechizos en el examen, en una situación controlada —explicó la profesora Umbridge quitándole importancia al asunto.
—¿Sin haberlos practicado de antemano? —preguntó Padma con incredulidad—. ¿Significa eso que no vamos a hacer los hechizos hasta el día del examen?
—Repito, si han estudiado bien la teoría, no debería de complicarles nada —por fin y con algo de temor en su mirada, le cedió la palabra a Nox —¿Su nombre?
—Misery Figg —respondió sin siquiera prestar atención en su expresión—. Entonces, si usted está muy en contra de todo aquél que nos haya dado una buena clase y sean los causantes de nuestras buenas y mejores notas de Defensa contra las artes oscuras después de posiblemente décadas, ¿está dispuesta a romper eso con lecciones tan inútiles como los que dictan los objetivos del curso? —preguntó Nox, mirando las notas que había hecho en su pergamino, usándola como su propia evidencia.
—Señorita Figg, no me parece correcto que use esas expresiones contra las lecciones que son lo más correcto y acorde a su edad, que fueron elegidas directamente desde el ministerio de magia...
—Lamento golpear su frágil ego, pero como mencionó mi compañera Padma: mis notas para el TIMO son muy importantes para mí, y dudo que unas simples lecciones teóricas muy fuera de la práctica me ayuden aquí y sobre todo en el exterior.
—No tendría de qué preocuparse, señorita Figg. Aquí dentro y bajo las indicaciones correctas podrá fácilmente aprobar, si ha estudiado...
—¿Y de qué nos va a servir la teoría en la vida real? —intervino de pronto Harry, que había vuelto a levantar el puño.
La profesora Umbridge lo miró y dijo:
—Esto es el colegio, señor Potter, no la vida real.
—¿Acaso no se supone que estamos preparándonos para lo que nos espera fuera del colegio? —Nox asintió con obviedad y de acuerdo.
—No hay nada esperando fuera del colegio, señor Potter.
—¿Ah, no? —insistió Harry. Nox presentía algo...
—¿Quién iba a querer atacar a unos niños como ustedes? preguntó la profesora Umbridge con un exageradísimo tono meloso.
—Humm, a ver... —respondió Harry fingiendo reflexionar—. ¿Quizá... lord Voldemort?
Padma contuvo la respiración, Lavender Brown soltó un grito y a Nox se le resbaló el pergamino del escritorio. La profesora Umbridge, sin embargo, ni siquiera se inmutó: simplemente miró a Harry con un gesto de rotunda satisfacción en la cara.
—Diez puntos menos para Gryffindor, señor Potter —declaró la profesora, Nox abrió la boca y los ojos, sorprendida por lo atrevida que podía ser —. Y ahora, permítanme aclarar algunas cosas —La profesora Umbridge se puso en pie y se inclinó hacia ellos con las manos de dedos regordetes abiertas y apoyadas en la mesa—. Les han contado que cierto mago tenebroso ha resucitado...
—¡No estaba muerto —la corrigió un Harry furioso—, pero sí, ha regresado!
—Señor-Potter-ya-ha-hecho-perder-diez-puntos-a-su-casa-no-lo-estropee-más —recitó la profesora de un tirón y sin mirar a Harry—. Como iba diciendo, les han informado de que cierto mago tenebroso vuelve a estar suelto. Pues bien, eso es mentira.
—¡No es mentira! —la contradijo Harry—. ¡Yo lo vi con mis propios ojos! ¡Luché contra él! ¡Nox es testigo!
—¡Castigado, señor Potter! —exclamó entonces la profesora Umbridge, triunfante—. Mañana por la tarde. A las cinco. En mi despacho. Repito, eso es mentira. El Ministerio de Magia garantiza que no están ustedes bajo la amenaza de ningún mago tenebroso...
Nox en ese momento quería dejar de escuchar lo que sea que estuviera diciendo, era como escuchar la pizarra ser rasgada con las uñas. Sus ojos eran plateados y la voz en su cabeza comenzaba a sonar cada vez más fuerte.
«Su alma... Su cuerpo... Deben ser tuyos... Uno de ellos...»
—... Si alguno todavía está preocupado, puede ir a verme fuera de las horas de clase. Si alguien está asustándolos con mentiras sobre magos tenebrosos resucitados, me gustaría que me lo contara. Estoy aquí para ayudar. Soy su amiga. Y ahora, ¿serán tan amables de continuar con la lectura? Página cinco, «Conceptos elementales para principiantes».
Y tras pronunciar esas palabras la profesora Umbridge se sentó. Harry, en cambio, se levantó. Todos, sobre todo Nox, que seguía intentando contenerse de no hacer caso a su voz interior, pero aquella acción hizo removerle algo dentro de ella.
—¡No, Harry!—le advirtió Hermione con un susurro mientras le tiraba de la manga; pero su amigo dio un tirón del brazo para soltarse. Nox le lanzó una mirada furiosa a la chica, diciendo «¡No te metas! ¡Y mucho menos lo toques!».
—Entonces, según usted, Cedric Diggory se cayó muerto porque sí, ¿verdad? —dijo Harry con voz temblorosa.
Aquello le heló las manos. No recordaba algún momento en donde hablara o mencionara Harry sobre Cedric, al menos sobre el momento en el cementerio. La voz en su cabeza era más fuerte que antes y las palabras de Umbridge no ayudaban para nada.
—La muerte de Cedric Diggory fue un trágico accidente —afirmó con tono cortante.
«¡Tienes que hacerlo, Misery Nox! ¡Para esto estás aquí! ¡Tómala!», escuchaba como le exigían, ella apretó los ojos mientras se negaba, no era el momento...
—Fue un asesinato —le discutió Harry—. Lo mató Voldemort, y usted lo sabe.
«¡SU ALMA, MISERY NOX! DEBES TOMARLA, SABES QUE LO MERECE. SI NO LO HACES TÚ, TE OBLIGARÁ HACERLO», seguía con los ojos apretados, los puños apretando su falda y la punta de sus zapatos intentando enterrarse en el suelo. «No, no, no, yo no voy a hacer lo que me pides, esa seré yo. No la mires... no la mires... no vale la pena», contradecía Nox en su mente.
De pronto escuchó como una silla fue apartada de una patada. Pero no abrió los ojos, no quería hacerlo, quería que aquella furia que sentía saliera de ella. No quería estar en el cuerpo de aquella mujer asquerosa. Escuchó unas zancadas, pero no abrió los ojos.
Respira... 3..., 2..., 1..., respira.
Escuchó un portazo y la furia en ella se fue desvaneciendo. Sentía como la sangre que parecía borbotear por dentro de ella, fue disminuyendo después de aquel portazo. No entendía que era lo que le estaba pasando, tantas emociones explosivas dentro de ella eran raras, hasta podría decir que ajenas a ella.
◦•●◉✿◉●•◦
Ahora todo el mundo tenía en boca sobre que Harry Potter había alzado la voz a la profesora nueva: Umbridge, pero para hacerlo peor, mencionaban el asesinato de Cedric como si fuera la noticia de una famosa a punto de casarse. Nox ahora parte del tiempo tenía los ojos grises, intentando apagar las voces de su cabeza, generando dolor de cabeza. Estaban pasando cosas extrañas dentro de ella que antes no eran comunes y quería aprender a callarlas.
Esa noche, Padma se acercó a ella, un tanto triste, Nox estaba en una mesa apartada de la sala común, con sus boxes y deberes a solas. Cuando sintió la presencia de su amiga, volvió su vista hacia ella, y no parecía contenta.
—¿Qué pasó? —preguntó Nox al verla. Padma tenía una expresión triste.
—Es Cho —decía en voz baja —, está muy triste, escuchó sobre lo que pasó con Harry y la profesora Umbridge, sobre lo de... Ya sabes qué.
Nox se había puesto de pie, con intención de ir a ver a su amiga, pero Padma la detuvo, colocándole la mano en el hombro.
—Tranquila —le dió un suave empujón que devolvió a Nox a la silla —, ya intenté confortarla, se quedó dormida. Será mejor que duerma bien, que se olvide tan siquiera un rato de todo esto.
Nox asintió, aliviada ligeramente. Ella también se sentía terrible, pero apostaba que Cho lo estaba pasando quince veces peor.
—Te pasó algo en esa clase —comenzó, Padma—, cerraste los ojos, incluso podría decir que te pusiste algo pálida. ¿Pasó algo, Nox?
Se relamió los labios con nerviosismo. Sabía que Padma no estaba al tanto de lo que podía llegar a hacer Nox, así que posiblemente entiende menos lo que pasaba en su cabeza en ese momento, peor aún, ella tampoco sabía.
—Solo no quería llorar —no sabía si mentía o decía la verdad—, no me gusta hacerlo, al menos no en público.
—Se que es algo duro —tomó asiento a su lado—, no fui alguien cercana a Cedric, fue amigo mío al menos un corto periodo de tiempo, pero sé el tipo de persona que era... —parecía tener miedo de seguir hablando, pero al no tener un alto por parte de Nox, prosiguió:—Se que no es la única persona que pierdes, y de verdad lamento que tengas que pasar por lo mismo una vez más.
Nox solo asintió. Sentía una bola atorada en la garganta.
—Gracias, Padma —intentó sonreír cuando su voz salió rota y ahogada—. Es bueno tener a alguien que nos apoye. No quiero decir que sea deber tuyo tener que ayudarnos, a Cho y a mí, pero es bueno tener a alguien más, ¿sabes?
Ahora quién asintió fue Padma.
—Lo sé. Y sé que a pesar de que tengas la lengua tan suelta como la de una rana, no quiere decir que vas por la vida diciendo lo que sientes, pero quienes te conocemos lo suficiente, sabemos qué tienes —se puso de pie y le hizo una seña con la cabeza —. Anda, vamos a dormir, es tarde y tenemos que descansar.
—Pero me quedan deberes por hacer...
—Lo sé, pero apuesto que ya tienes listo hasta los de la próxima semana, anda...
Nox quería hacerse del rogar un poco más, pero sabía que Padma tenía razón, debía de descansar un poco más, al menos aprovechar esas horas de sueño que la aproximación de los TIMOs no le dejarán.
Ya en la habitación, todas estaban dormidas. Nox como siempre, ignoró a las demás, poco le importaba su existencia, ahora sobretodo lo que dijeran sobre ella.
Sabía que estaba cambiando, al igual que su temperamento, eso no sabía si era de preocuparse o no.
Esa noche, Nox soñó con su madre, la forma que sentía como acariciaba su rostro, era tan real, sus palabras y su voz eran idénticas como recordaba. Las mismas palabras y gestos se repetían, una y otra vez, pero unas voces parecían interrumpir su sueño, esos susurros que la perturbaron la última vez...
—Él vendrá por ti... Tu cuerpo y tu mente serán de él... Una vez más... —escuchaba muy en la lejanía.
Parpadeó, estaba de nuevo frente a la ventana en el cuarto del orfanato. Conocía ese lugar de memoria, así que notó las diferencias que habían ahora: el tapiz de las paredes se estaba despegando, tenía zonas dejando solo a la vista la pared real.
Una vez más, el espejo apareció en el lugar donde estaba la ventana, miró su reflejo, tenía los labios y los ojos encendidos, el cabello seguía manteniendo las trenzas, pero sus rasgos parecían cada vez más idénticos a los propios, un poco más y podría decir que era su propio reflejo real.
—Vendrá por ti, ¿sabes? —habló su reflejo.
—Se que lo de la supuesta profecía, es un error, yo no soy a quien buscan —respondió Nox.
—Eso es lo que te han dicho, solo para mantenerte tranquila, pero yo sé que es más falso que un galeón de leprechaun. Tú sabes eso.
—Es imposible que sea real, ellos no saben de mí, ni siquiera yo...
—Por favor, Misery Nox... —una risa fría y calculadora salió del reflejo —, no te engañes a ti misma. Pero descuida, pronto lo sabrás... Por el momento, es mejor que aceptes de una vez lo que eres, para esto estás echa, porque si no, te obligarán a serlo...
Abrió los ojos. Tenía bastante sueño, como si no hubiese dormido en tres días. Se levantó, se vistió y salió de la sala común muy soñolienta, tanto que ni siquiera se tomó la molestia de trenzar su cabello. Se encontró con Cho en la sala común, que arreglaba la corbata de Padma.
—Buenos días —saludó Nox, aún tallandose los ojos llenos de lagañas.
—Buenos días —correspondieron el saludo.
—Vamos a desayunar, que muero de hambre —decía Nox mientras se dirigía a la salida.
—Vamos, porque de ahí tenemos que ir a Adivinación, con eso será suficiente para perder mucho tiempo.
Nox frunció las cejas, confundida, mientras avanzaban hacia el gran comedor.
—¿Adivinación? ¿No era encantamientos? —dudó, Nox.
—No... Eso fue ayer —le respondió Padma —. Creo que dormiste mucho, ¿eh?
Nox no respondió. No recordaba nada de una clase de encantamientos de ayer por la mañana.
Se sentaron en su mesa y decidió dar una repasada a su diario de sueños para escribir el que tuvo esa noche, uno falso, claro, pero el de la noche anterior estaba vacío, eso la desconcertó.
—Si, eso creo... —decía mientras removía su desayuno.
Sabía Nox que solía olvidar muchas cosas, tenía la memoria de un pez, pero dudaba que olvidaría una clase, eso era imposible. Aún recordaba que la noche anterior Padma le mencionó lo mal que sentía Cho por lo que el mundo estaba contando, así que la miró disimuladamente, no tenía ojeras o los ojos hinchados y las mejillas rojas, seguía igual de reluciente que siempre.
De camino a la clase de adivinación, Nox seguía silenciosa y pensativa como desde que se enteró que no recordaba nada del supuesto día anterior.
—Padma, ¿segura que no nos toca encantamientos? —insistió Nox, mientras subían por la trampilla.
—Estás más perdida que sir Cadogan, claro que no —respondió una vez más —, si no me crees, revisa tu horario.
Al tomar su lugar junto a ella fue lo primero que hizo, pero se percató que el día que ella mencionaba para encantamientos era el martes, mientras que adivinación era el miércoles.
¿Hoy?
La clase transcurrió con normalidad y en un momento la profesora se puso a revisar los sueños que habían escrito por lo que iba del diario. Cuando fue el turno de Nox, no evitó soltar algún comentario.
—¿Estás segura que no soñaste nada ese día? —insistía la profesora, mientras revisaba las anotaciones de Nox, ella asintió.
—Si, bueno, es normal que de vez en cuando no sueñes con algo, ¿no? —respondió Nox. La profesora la analizó a través de sus gruesas gafas que agradaban sus ojos.
—Noto un aura en ti... Algo extraño, como si fuera ajena. Emociones muy fuertes vienen para ti, mi niña, es mejor que estés lista para cuando lleguen —y se marchó mientras hacía ruido con sus pulseras de cuentas.
Padma la miró extrañada, Nox igual, solo se encogió de hombros.
Para la mañana del jueves, Nox despertó con la sensación de preocupación, tanto que estuvo preguntando cada momento que pudiera que día era y que clase tocaba. Gracias a que olvidó un día de la semana, se había retrasado algo, así que se quedó un buen rato despierta por la noche haciendo los deberes que faltaban, la redacción de Snape, las preguntas de McGonagall y la investigación de la nueva profesora de Cuidado de criaturas mágicas (que se supone que debió conocerla el martes olvidado).
El viernes por la mañana comenzó como siempre, Nox preguntando que día era, pero su amiga Cho parecía más atenta que nunca y Nox no entendía por qué.
—¿Lo olvidaste? —le preguntó su mejor amiga en el desayuno, con un tono molesto.
—¿Olvidar qué? —le devolvió el gesto.
—¡Dijiste que irías a las pruebas para el nuevo capitán conmigo!
Nox escupió el jugo de calabaza de vuelta a su copa. ¿En qué momento Nox se atrevería a decir tal cosa? Era como si le pidieran que diera la vuelta por todo el colegio en un solo pie a cambio de una rana de chocolate.
—¡¿Cómo dices?! —exclamó muy escandalizada.
—A mí también me sorprendió bastante, ¡pero fue eso lo que me dijiste!
—¿Cuando fue?
—Este martes, ¿no recuerdas?
Nox maldijo una vez más en sus adentros, justo ese día hizo cosas que posiblemente no recuerda, pero lo peor es que no sabe qué clase de cosas hizo. La preocupación y el miedo comenzaron a surgir en ella, recordando los lapsos de tiempo en que olvidaba las cosas y terminaba en su cama llena de tierra, ¿estaba sucediendo de nuevo?
—Perdón, Cho, no sé qué dije esa vez —literalmente—, pero ni siquiera recuerdo la última vez que me subí a una escoba. No sé por qué te dije que sí esa vez...
—¡Oh, anda, Nox! ¡Inténtalo! —le zarandeó un poco el hombro —. ¿Te imaginas? Las dos únicas chicas en el equipo de Ravenclaw. Mejor aún, las dos mejores amigas, una de buscadora y otra de guardián, de los puestos más importantes.
—Cho, con suerte puedo atrapar las grageas que me lanzas.
—¡Oh, vamos! Inténtalo, no pierdes nada con intentarlo.
—Mi dignidad.
—Esa la perdiste aquella vez que vomitaste frente a Harry en el baile de navidad.
Nox se quedó callada.
—De acuerdo.
A las tres treinta en punto, Nox ya se encontraba en el campo junto a Cho. Tuvo que pedir prestada una escoba para poder volar. La del colegio se inclinaba ligeramente hacia la izquierda y vibraba cada vez que frenabas muy de pronto. Cho la felicitó por presentarse, ya que realmente no esperaba que fuese a ir, Nox solo sonrió.
—¡Oh, pero si es Misery Figg! —escuchó desde las gradas la voz de Pansy Parkinson y su pandilla de Slytherin —¡No vayan a confundir tus granos con una bludger!
Nox apretó los ojos, tratando de ignorar su comentario, sobre todo la voz que ahora solía presentarse mucho en su mente.
—Ugh, esa Parkinson —escuchó a Michael Corner, uno de los integrantes del equipo de Ravenclaw que estaba cerca de ella —. No entiendo por qué aceptaste su apuesta.
—¿Apuesta? —abrió mucho los ojos.
—Claro, el martes aceptaste darle cinco galones si no quedabas en el equipo, Cho me lo contó. ¿Acaso lo olvidaste?
Sintió como el estómago comenzó a dar vueltas, ahora no solo tenía que lidiar con hacer una prueba que no quería, ahora tenía que quedar en el equipo si no quería regalarle parte de su dinero a la cara de perro de Parkinson.
—¡NO PUEDE SER! ¡PADMA, LO CONSIGUIÓ! —llegó por la tarde Cho, gritando por la sala común en búsqueda de su amiga.
Nox entró a la sala común, algo pálida, sin poder creer lo que había logrado. Tenía la mano izquierda vendada y la vista perdida, sin creer lo que estaba aún procesando desde hace casi dos horas atrás que acabaron las pruebas.
—¡Nox consiguió entrar al equipo! —chilló cuando por fin tenía a Padma de frente. Está miró a Nox con una cara de sorpresa, y apostaba que cualquier otro que estuviera escuchando tendría la misma expresión.
—¿Puedes creerlo? —fue lo primero que salió de Nox, sujetando su mano vendada.
—¿Nox? ¿Tú? —seguía Padma con la misma expresión —. No es por ofenderte... ¿Pero tú?
—Yo tampoco me la creí... —Nox se dirigió a Cho—. ¡Por eso no me recordaste lo de la apuesta!
—¡Si te lo decía te ibas a poner mucho más nerviosa!
—¡Oh, que confortante!
Esa noche, Nox soñó parte de la prueba. Estaba en el aire, sobre la escoba prestada, escuchaba constantemente las burlas del equipo de Slytherin, coreando sobre su acné y lo alborotado que era su cabello, como una nube negra en el cielo. Sentía el aire golpearle los oídos, no recordaba la última vez que estuviese tan alto en la escoba.
Estaba tan distraída viendo lo lejos que estaba del suelo, que una quaffle le dió de lleno en la nariz, tambaleando de su escoba. Se llevó la mano al rostro, esperaba ver sangre, pero era un líquido brillante, tan ligero como la misma sangre. Nox frunció las cejas, mientras que una voz llenaba su mente. No de nuevo...
—¿Estás lista? Porque si no lo estás, te harán hacerlo.
Sintió como le jalaron de una pierna, pero no sintió la caída libre, sino su cuerpo caer de golpe al suelo. El olor a césped le inundó el olfato, inmediatamente sabía de qué lugar se trataba. Intentó levantar la vista y ahí estaba ese recuerdo de nuevo, era el falso Moody llevándose a Harry. Volteó a un lado, pero Cedric no estaba.
Cómo en esa ocasión, Nox comenzó a arrastrarse en el suelo como una serpiente, impulsando su cuerpo enterrando los dedos en la tierra, pero algo la hizo detenerse. El falso Moody se dió la vuelta, tenía el rostro de lord Voldemort que la miró a los ojos, rojos y llenos de odio y narcisismo. Nox volvió a sentir un terror tan horrible como el que sintió en esa ocasión.
—Una vez que él esté muerto, te obligaré a cumplir tu parte de la profecía —siseó —. Un día solo es una prueba de mi poder. Yo me encargaré, no te preocupes.
Se dió vuelta y comenzaron a avanzar. Nox intentaba con todas sus fuerzas alcanzarlos. De nuevo, un tirón en su pierna la arrastró, Nox soltó un fuerte grito desesperado por alcanzarlo, se detenía con las uñas enterradas.
—¡NO! ¡NO! ¡DÉJALO! —gritaba con todas sus fuerzas. Sus dedos no pudieron más, otro tirón mucho más fuerte la arrastraron a la oscuridad mientras ella gritaba «¡HARRY!».
Despertó de golpe. Sentía como si el corazón quisiera salirse de su pecho. Tragó seco y desde la ventana vió que apenas quería amanecer. Respiró hondo, intentando tranquilizarse para bajar sus pulsos. Por inercia revisó su cicatriz, alzando su pijama para verla bien. Era enorme, una larga línea imperfecta que iba desde el tobillo hasta casi la rodilla, le ardía ligeramente, como si realmente le hubiese dado el tirón en esa misma pierna.
Se levantó y se vistió. No quería volver a la cama, quería tan siquiera olvidar un poco aquél sueño, tal vez distraerse le vendría bien. Tomó asiento en uno de los sillones de la sala común, mientras intentaba leer uno de sus libros favoritos. Unos quince minutos después se apareció Cho, con un paquete en las manos, tenía la cara con una ligera preocupación.
—Hola, Nox —la saludó cuando la vió —. Olvidé que es el cumpleaños de mi madre, llevaré esto a la lechucería.
—Oh, yo lo llevo por ti —se puso de pie de inmediato, como si aquél paquete fuera un boleto hacia la tranquilidad.
—¿Segura? Sabes que la lechucería está lejos...
—Segura, porque pensaba mandarle una carta a papá —se le ocurrió de pronto. Tomó un rollo de pergamino que lo más probable es que alguien olvidó por la noche, abrió el tintero ajeno y escribió rápido —. Ocuparé una escoba, tal vez me quiera mandar una, tan siquiera que sea barata y que no se vaya de lado, ¿no crees?
—Tienes razón —le tendió el paquete —, esas basuras que tienen por escobas son muy malas. Tal vez más tarde te ayude a medirte y arreglar tu túnica, ya sabes, estás en el equipo y ocupas tu uniforme.
—Cierto —sonrió, como solía hacer, Cho parecía más emocionada que ella —. Bueno, podrías apartar algo para mí del desayuno, ¿si?
—Cuenta con ello.
Salió de ahí y su sonrisa se esfumó, su mente estaba muy encasillada en el sueño. Esa vez fue diferente, ya que siempre era la misma escena, el mismo todo, un recuerdo que se repetía como una película, muchas veces.
Mientras avanzaba, el sol había salido completamente. Pasaba por los ventanales, viendo el cielo azul, un clima perfecto para el quidditch, pero pensar en ello ahora le recordaba su sueño y la realidad de que ahora estaba en un equipo que no estaba segura si disfrutaría.
Al abrir la puerta de la lechucería se encontró con Harry, que dió un respingo al verla, eso alegraba a Nox, que su presencia no perdiera el toque tenebroso.
No sabía cómo sentirse al verlo, ya que lo último que recordaba respecto a él era su propia voz gritando su nombre, o posiblemente el enfado que ya no sentía por él desde el lunes pasado, hace casi una semana.
—¡Hola! —la saludó de forma automática. Nox sonrió.
—Hola, no pensé verte por aquí tan temprano —saludó Nox, buscando dos lechuzas.
—Opino lo mismo. —no dijo nada más, y no por ser grosero, sino porque no tenía más ideas para decir.
—Cho olvidó enviar un paquete para su madre, así que vine yo por ella —hizo un muy fino silbido, y una lechuza se posó en su brazo mientras estiraba una pata.
—Ya —Nox lo miró con las cejas arqueadas.
—Creí que debía ser yo la que estaba enojada, sobre todo por no recibir una disculpa —comentó Nox, atando el paquete a la lechuza.
—Pero lo hice el martes, ¿lo olvidaste?
Nox apretó los ojos mientras soltaba un suspiro. ¿Qué más pasó el martes que no se haya dado cuenta? No le quedó de otra más que fingir demencia.
—Cierto, lo olvidé. Perdón —se sinceró mientras dejaba salir volando la lechuza en uno de los ventanales.
—Está bien —le respondió, mirando por los ventanales.
Nox llamó a otra lechuza para hacer lo mismo, pero esta vez con la nota que le enviaría a su padre
—Que bonito día, ¿no?
—La verdad es que sí —asintió Nox.
—Ron me contó que te eligieron como guardián de Ravenclaw —Nox comenzó a sonrojarse —. No sabía que te interesara entrar al equipo. Tal vez eso explica lo de tu mano.
—Esto... No tanto por eso, hice una apuesta estúpida con Parkinson. Cinco galeones son cinco galeones. Lo de la mano fue intentando detener una bludger; tontamente creí que era una quaffle y pues... —evitó mirarlo a los ojos —. Supe que Ron también fue elegido. ¿Es bueno?
—Sí. Creo que sí. Pero no le vi hacer la prueba porque estaba castigado.
—Vaya... Tengo un vago recuerdo sobre ello —era más que obvio que lo recordaba bastante bien: las voces, la mirada asesina que le lanzó a Hermione Granger y la sensación que sintió Nox al ver a su amigo en esa posición —. Es una perra. Creo que fuiste muy valiente al decirle sus cosas a la cara, sobretodo al defender a Cedric que no está aquí.
Por primera vez en días se atrevió a verlo. Se alegró de que al menos había trenzado su cabello ese día, o que las cremas que estaba utilizando al menos había surgido efecto ese día en su rostro.
La puerta se volvió a abrir, mostrando al conserje Filch bastante molesto, con el escaso pelo alborotado y las mejillas hundidas manchadas de morado, llegó con su gata pegada a sus talones maullando y alborotando a la lechuza que Nox aún tenía en el brazo.
—¡Ja! —exclamó Filch, y dio un torpe paso hacia Harry. Las flácidas mejillas le temblaban de ira—. ¡Me han dado el soplo de que piensas hacer un pedido descomunal de bombas fétidas!
Nox miró como Harry se cruzó de brazos y observó al conserje. Una ligera sonrisa apareció en ella, pero la mantuvo escondida.
—¿Quién le ha dicho que iba a hacer ese pedido? —replicó su amigo.
—Tengo mis fuentes —respondió Filch, muy satisfecho de sí mismo—. Dame ahora mismo eso que pensabas enviar.
—¿Desde cuándo un gato es una fuente de confianza? Porque créame, no lo es —saltó Nox con tono agresivo, el hombre dió un salto —. Él no tiene nada porque he visto como enviaba una carta.
Filch se volvió hacia ella.
—¿Tú has visto cómo...?
—Sí, lo he visto —confirmó ella rotundamente.
Se hizo un silencio temporal, el hombre creía que podría intimidar fulminado con la mirada a Nox, pero lo que en realidad estaba pasando era que Nox estaba asustando al hombre con su mirada oscura y neblinosa, Harry sabía muy bien a lo que Filch no quería enfrentarse.
El conserje sin poder contener la pesada mirada de Nox, se dió media vuelta mientras arrastraba los pies hacia la puerta. Cuando tenía la mano en el pomo, giró la cabeza para observar de nuevo a Harry.
—Como note el más leve tufillo a bomba fétida... —dijo, y bajó la escalera pisando fuerte. La Señora Norris contempló con ganas a las lechuzas y después lo siguió.
—¿No estarás pidiendo bombas fétidas, verdad? —sonrió completamente, Nox, mientras ambos se miraban.
—No —respondió él, sonrojado —, y tampoco sé por qué sospechó de mí sobre eso.
—Tal vez se lo digan sus «fuentes confiables» —soltó Nox una risita mientras ataba la nota a la pata del ave y la dejaba salir por la ventana.
—Gracias —soltó de pronto Harry, más sonrojado que antes.
—No hay de qué, cuatro ojos —le dió un codazo amistoso.
Bajaron de la lechucería en un silencio cómodo, provocando que a Nox le quisieran temblar las manos y las piernas, le daban ganas de darse una bofetada por las extrañas sensaciones que su cuerpo estaba experimentando. No es que fuera malo o que no le gustara, pero no le agradaba la idea de que pasarán justo cuando estaba con Harry.
—¿Quieres acompañarnos a desayunar? —le preguntó Harry, que ahora se dirigían al gran comedor.
—¿Estará Jean ahí? —preguntó esta vez Nox, sin voltearlo a ver.
—Es lo más probable.
—Tal vez en otra ocasión, pero gracias.
—¿Por qué no te cae bien? Es buena persona, sé que a veces puede ser muy mandona y estricta, pero podrían llevarse bien.
Nox ya no escuchaba, se había quedado viendo por la ventana como un caballo negro y huesudo volaba por encima del bosque prohibido que estaba a lo lejos, era uno justo como el que vió jalar del carruaje hace ya una semana casi. Extendió sus alas y se perdió entre las copas de los árboles, pero Nox se quedó esperando para volverlo a ver.
—¿Viste algo? —volvió a preguntar, Harry.
—Yo... No, creí ver algo, era una ardilla —comenzó de nuevo su camino.
—Siempre ves ardillas por todos lados, comienzo a sospechar que mientes, ¿segura que fue lo que viste?
—No me agrada Jean porque es una mandona sabelotodo —volvió Nox al tema anterior, ignorando la pregunta—. Siempre de aquí a allá queriendo demostrarlo como una bandera en una asta.
—¿Es en serio? Ella solo se esfuerza tanto como tú en la clases —intentaba alcanzarla, ya que había apresurado el paso —. Lamento que no hayas sacado las calificaciones que esperabas el año anterior, ella me mostró las suyas ese día y apostaba que te molestaría si te enterabas de que sacó mejores notas que tú, pero no por eso debas de odiarla, tomarlo como una competencia personal.
—No dije que la odiara porque saqué malas notas... —su foco prendió en su cabeza. Lo volteó a ver molesta —. ¿Cómo sabes que ella sacó mejores calificaciones que yo?
Los ojos de Nox comenzaron a cambiar de color, al igual que el tono del rostro de Harry al darse cuenta de lo que estaba averiguando Nox. Malamente sabía que ella era muy lista y era capaz de decifrar escenarios completos con tan solo tres palabras. Abrió y cerró la boca varias veces, buscando su escusa, a pesar de saber que Nox sabía todo ahora.
—Ella me las mostró, es obvio —intentó parecer obvio.
—¡Estuviste con ella en el verano! —los ojos de Nox estaban plateados, cada vez más reflejantes que antes —¡Por eso no me quiste decir nada de lo que hiciste!
—¡No es como lo piensas! —intententó defenderse.
—¡No tienes que dar explicaciones! ¡Ahora entiendo por qué no quisiste decirme nada la semana pasada! —Harry podia reflejarse claramente en los ojos de Nox —¡Sabes que me cae como una patada en el...!
La frase no se terminó porque Nox se había ido de ahí. Harry giró en todas direcciones, hasta que vió a una alumna de Hufflepuff de tercero haciendo rabietas a la mitad del pasillo, sabía que era Nox.
—¡Y todavía tienes las agallas para decir que me molestaría saber que ella es mejor que yo! —seguía gruñendo, como si cambiar de cuerpo nunca hubiese pasado.
De pronto volvió a su cuerpo, tambaleandose ligeramente, como si hubiese caido de un tercer piso de pie, con los ojos pesados de sueño, pero aún no se le bajaba el enojo. La chica de Hufflepuff siguió su camino sin entender muy bien lo que le había pasado; al ser la unica persona en el pasillo, tuvo la mala suerte de ser vista por Nox.
—¡No entiendo por qué estás tan celosa! —le exclamó Harry, soltando su brazo herido, que había usado para regresarla.
Nox se pausó de repente, como si alguien hubiese apretado su botón de apagado.
—¿Supones que estoy celosa? —le preguntó entre dientes.
—No voy a suponer algo que estoy viendo con mis propios ojos —respondió él con una voz fría.
Se sentía como una completa estúpida, haciendo rabietas como una niña de diez años en medio del pasillo.
«¿Hambre, Misery Nox? Puedes tenerla si quieres...»
Sus ojos comenzaron a apagarse lentamente, intentando borrar la voz de su mente, ignorarla...
—Perdón si no fui sincero al decirte desde un principio, pero te conozco, sabía que reaccionarias mal, pero no pensé que fuera de esta manera —le decía Harry, ya más tranquilo de ver que Nox también estaba recuperando la cordura —. Ya tengo suficiente con las discusiones de Ron y Hermione, no quiero tener lo mismo contigo.
¿Cuál sería la palabra correcta para referirse a mí misma?, se preguntaba Nox, la respuesta más cercana era mierda. Soltó un pesado suspiro.
—Perdón, no sé qué ha estado pasando conmigo estas semanas —se disculpó con bastante vergüenza reflejada en el rostro —. Papá tenía razón, estoy cambiando.
—Tu papá tiene razón, pero no de la forma que posiblemente estés pensando.
—Sé que estoy más alta —rodó los ojos con gracia.
—No ese tipo de cambios —ladeó una sonrisa. Nox tembló —, aunque no está nada mal...
—Oh, cállate —le dio un golpe en el brazo. Ambos rieron —. Si vuelvo a comportarme de esta manera, solo di que cierre los ojos, eso hice en la primera clase de defensa.
—Bien, lo tendré bastante en cuenta —reanudaron su camino —. ¿Y por qué funcionó?
—Realmente no quería estar en el cuerpo de esa mujer —hizo una mueca de asco —, sería espantoso.
Chapter 30: 29. Umbridge y el ED
Notes:
⚠️ ADVERTENCIA ⚠️
A partir de este punto la historia podrá contener descripciones de naturaleza sexual (no explícitas) y explorar temas relacionados con el consumo de alcohol, que pueden no ser adecuados y/o agradables para todos los públicos.
Chapter Text
Capítulo 29
Umbridge y el ED
Últimamente, Misery Nox estaba llena de sorpresas; había ocasiones en las que explotaba, otros donde se revelaba contra alguien o era muy grosera de la nada, pero jamás la verías entablar una conversación con Hermione Granger, bueno, según ella, aunque la vez que compartieron mesa en Las tres escobas Nox finge demencia y dice que no recuerda nada de ello, pero ese recuerdo estaba más incrustado en su cerebro que nunca.
Lo que si sorprendió a todos (o al menos para quienes leen El Profeta) fue enterarse que Dolores Umbridge tenía ahora el puesto de suma inquisidora. Nox, desafortunadamente ya se esperaba algo como eso, pero no evitaba sentir la tormenta de arena acercarse cada vez más.
Creyó que esa tormenta comenzaría en clase de Adivinación. Nox no sabía cómo de milagro conseguía contener sus emociones y no decir algo de más, con tal de evitar problemas para su padre.
Se encontraba sentada junto a Padma, como ahora parecía ser costumbre. El aula se envolvió en un silencio de pronto cuando la profesora Umbridge subió por la trampilla. Nox sabía que su propia aura y presencia era oscura y tenebrosa, pero la que emanaba la profesora parecía ser diferente, como si no hubiese nacido con ella y la manipulara hasta llegar a tal punto.
—Buenas tardes, profesora Trelawney —saludó la profesora Umbridge sonriendo ampliamente—. Espero que haya recibido mi nota en la que le indicaba la fecha y la hora en que la supervisaría.
La profesora Trelawney asintió con sequedad y, muy contrariada, le dio la espalda a la profesora Umbridge y les entregó a Nox y Padma sus libros. Ambas sabían la molestia que sentía la profesora Trelawney en ese momento, pero ni se diga de los nervios tan tensos que tenía, se notaba a la hora de acomodar su chal y el sonido diferente que provocaban sus pulseras.
—Hoy vamos a continuar con nuestro estudio de los sueños proféticos —dijo en un valeroso intento de adoptar su tono místico, aunque la voz también le temblaba un poco—. Coloquense por parejas, por favor, e interpreten las últimas visiones nocturnas de su compañero con la ayuda del libro.
Ambas ya habían sacado su diario de sueños, así que empezaron a trabajar, pero no sin evitar mirar a la profesora Umbridge que parecía un chicle viejo intentando pegarse a la espalda de la profesora de adivinación.
—Vale, tienes que decirme qué fue lo último que soñaste —le decía su amiga mientras abría su libro.
—No sé si sea prudente —dudó.
—En estos momentos todo es prudente. Está el sapo viejo aquí, debemos de tener la mejor forma de escandalizarla y se tome en serio la clase —ambas voltearon a ver a la profesora Umbridge, que analizaba y hacia bastantes apuntes con un rostro lleno de triunfo —porque parece que no lo está haciendo.
Nox asintió.
—Soñé con Quién-tú-sabes —soltó. Padma alzó la mirada, algo escandalizada —. Estaba en el cuerpo del falso Moody, se llevaba a Harry consigo.
—¿Es... en serio? —volvió a asentir —. Esto definitivamente la despertará, o dirá que también te estás inventando cosas como según dice de Harry también.
—Bueno, es mejor que le quede claro que no es el único loco aquí.
Padma no tardó en sumar la edad y la fecha en que tuvo el sueño, más el número de letras sobre el tema, pero Nox no podía dejar quitarle el ojo de encima a la profesora Umbridge, como si tuviera algo más bajo la piel de sapo que tenía. Tuvo que volver a su trabajo cuando ya estaban prácticamente en su mesa. La profesora Trelawney tomó el diario de sueños de Nox y empezó a revisarlo...
—Dígame —dijo la profesora Umbridge mirando a su colega—, ¿cuánto tiempo hace exactamente que imparte esta clase?
La profesora Trelawney la observó frunciendo el entrecejo, con los brazos cruzados y los hombros encorvados. Tras una breve pausa, durante la cual pareció decidir que la pregunta no era tan ofensiva como para ignorarla por completo, contestó con un tono que denotaba un profundo resentimiento:
—Casi dieciséis años.
—Eso es mucho tiempo —repuso la profesora Umbridge, y lo anotó en sus hojas de pergamino—. ¿Y fue el profesor Dumbledore quien le ofreció el puesto?
—Sí —respondió la profesora Trelawney con sequedad.
La profesora Umbridge lo apuntó también.
—¿Y es usted la tataranieta de la famosa vidente Cassandra Trelawney?
—Sí —respondió la profesora levantando un poco más la barbilla.
—Pero tengo entendido, y corrígeme si me equivoco, que usted es la primera de su familia, desde Cassandra, que tiene el don de la clarividencia.
—Estos dones suelen saltarse... tres generaciones —repuso la profesora Trelawney.
La sonrisa de sapo de la profesora Umbridge se ensanchó un poco más.
—Claro, claro —dijo con dulzura, y tomó otra nota—. ¿Podría predecirme algo, por favor? —preguntó, y miró inquisidoramente a su colega sin dejar de sonreír.
Nox sentía que se le iría la boca al suelo al escuchar aquello. La profesora Trelawney se tensó más que nunca, la expresión en su rostro decía de todo, no podía creer lo que estaba diciendo.
—Perdone, pero no la entiendo —dijo cogiendo convulsivamente el chal que tenía alrededor del esquelético cuello.
—Me gustaría que me predijera algo —repitió la profesora Umbridge con toda claridad.
Alguien con tan siquiera un sentido común y poca ignorancia sabía que aquello era más que imposible. Hacer una predicción como chasquear los dedos solo lo podía lograr un vidente tan bueno como Mcgonagall en transformaciones. Sabía de una leyenda que hablaba de las nacidas de Hydra, eran las únicas en poder hacer predicciones con solo hacer flotar esferas, pero hasta ellas sabían que lo que pedía Umbridge era ridículo.
—¡El Ojo Interior no ve nada por encargo! —respondió escandalizada.
—Ya —dijo la profesora Umbridge, y tomó una nueva nota.
—Pero... ¡un momento! —exclamó de pronto la profesora Trelawney en un intento de recuperar su tono etéreo, aunque el efecto místico se malogró un poco porque la voz le temblaba de rabia, Nox se volvió a verla, como si lo que estaba por cometer sería peor que comer mierda —. Creo..., creo... que veo algo. Algo... que la concierne a usted... Sí, noto algo..., algo tenebroso..., un grave peligro... —Me temo... ¡Me temo que corre un grave peligro! —concluyó la profesora Trelawney con dramatismo.
Pésimo error, estaba mintiendo.
—Muy bien —repuso en voz baja, y volvió a hacer una anotación—. Si no es capaz de nada mejor...
Se dio la vuelta y dejó a la profesora Trelawney plantada donde estaba mientras ésta respiraba con agitación, estaba furiosa, tanto que devolvió el diario de sueños a Nox lanzándolos sin cuidado sobre su mesa sin siquiera revisarlos antes gracias a las preguntas de la profesora Umbridge.
Al salir de la clase, los comentarios de todos no tardaron en hacerse presentes mientras caminaban al salón de Defensa contra las artes oscuras. Nox no sabía si sentirse enojada, traicionada, preocupada u ofendida. Tal vez la profesora Trelawney no era muy de su agrado, añadiendo que muchas veces la llegó a hacer sentir incomoda, pero tampoco no podía sentir empatía por ella. Se atrevió a fingir una predicción y sabía que eso le costaría muy caro.
—Necesito que te sientes hoy con Harry o Ron —le pidió Nox a Padma cuando ya iban llegando al aula.
—¿Por qué? —se escandalizó su amiga.
—Sé que Jean al tan solo empezar la clase comenzará con sus preguntas las cuales yo también quiero hacer.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—Es mejor que nos enfrentemos las dos juntas contra ella que por separado —se encogió de hombros, sin creer lo que ella misma estaba diciendo, con leve asco —. Como dicen los muggles: si no puedes con el enemigo, únetele.
Aquello pareció ser suficiente para su amiga, que al entrar al salón Nox se adelantó y se sentó al lado de Hermione Granger, que esta la vió sorprendida, no sin antes asustarse.
—No hay lugares, no te sorprendas —Hermione se giró para ver que había bastantes butacas desocupadas. Nox sonrió como siempre, pero en esta ocasión fue una más sombría, era para Granger, no le iba sonreír de la misma manera que hacía con Harry.
—Si los hay —reprochó.
—¿Tienes algún problema con ello? —le cuestionó con un tono duro, Hermione se encogió.
—Claro que no —fingió desinterés.
Vió como su amiga se sentaba al lado de Harry, él la miró como si estuviera demente, pero pareció entender el por qué cuando vió a Nox sentada junto a Hermione, ella le lanzó un guiñó con complicidad.
—Guarden las varitas —ordenó sin dejar de sonreír, y los estudiantes más optimistas, que las habían sacado, volvieron a guardarlas con pesar en sus mochilas —. En la última clase terminamos el capítulo uno, de modo que hoy quiero que abran el libro por la página diecinueve y empiecen a leer el capítulo dos, titulado «Teorías defensivas más comunes y su derivación». En silencio, por favor —añadió, y exhibiendo aquella amplia sonrisa de autosuficiencia, se sentó detrás de su mesa.
Nox ya había sacado su libro, pero al ver a Hermione Granger alzar su mano, no dudó en hacerlo también.
La profesora se puso en pie y pasó por la primera hilera de pupitres hasta colocarse delante de ellas; entonces se agachó y susurró para que el resto de la clase no pudiera oírla:
—¿Qué ocurre esta vez, señorita Figg, señorita Granger?
—Ya he leído el capítulo dos —respondió Hermione.
—Muy bien, entonces vayan al capítulo tres.
—También lo he leído —respondió esta vez Nox —Hemos leído todo el libro, en realidad —se aventuró a decir.
La profesora Umbridge parpadeó rápidamente, como si fuera una muy mala broma.
—Estupendo. En ese caso, podrá explicarme lo que dice Slinkhard sobre los contraembrujos en el capítulo quince.
—Dice que los contraembrujo no deberían llamarse así —contestó Hermione sin vacilar—. Dice que «contraembrujo» no es más que un nombre que la gente utiliza para denominar sus embrujos cuando quieren que parezcan más aceptables —La profesora Umbridge arqueó las cejas y la sombra de una sonrisa se asomó en el rostro de Nox—. Pero yo no estoy de acuerdo —añadió Hermione.
—¡¿Ah, sí?! —exclamó la profesora Umbridge olvidando bajar la voz y enderezándose.
—Yo tampoco —se atrevió a hablar Nox, a pesar de tener las miradas encima de ella, quemandola como ella en algún momento ha hecho —. Menciona bastantes veces que los contraembrujos son simples pretextos que los magos y brujas en sociedad han aceptado poco a poco, que intentan hacer lo malo algo bueno, prácticamente —quemaba a la profesora con su mirada neblinosa y oscura, pero la mujer no dejaba de arquear las cejas —; lo que menciona es como si no quisiera que aprendieramos a defendernos...
—Pues me temo —intereumpió de repente a Nox— que es la opinión del señor Slinkhard, y no la suya, la que nos importa en esta clase, señorita Granger y Figg.
—Pero... —empezó a decir Hermione.
—Basta —la atajó la profesora Umbridge; a continuación, se dirigió a la parte delantera de la clase y se quedó de pie delante de sus alumnos —. Señorita Granger, voy a restarle cinco puntos a la casa de Gryffindor, también cinco a la casa de Ravenclaw, señorita Figg.
Nox sintió como la rabia comenzó a subir por su cuello, así que apretó los ojos, intentando contar a cien, o cien mil, lo primero que la calmara.
—¿Por qué? —escuchó que preguntó Harry, furioso.
—Por perturbar el desarrollo de mi clase con interrupciones que no vienen al caso —contestó la profesora Umbridge suavemente—. Estoy aquí para enseñarles a utilizar un método aprobado por el Ministerio que no contempla la posibilidad de animar a los alumnos a expresar sus opiniones sobre temas de los que no entienden casi nada.
—¿Está diciendo —comenzó Nox, sin poderse aguantar, pero sin abrir los ojos — que prácticamente nos están negando la libertad de expresión y de cuestionamiento?
—¡La mano, señorita Figg! —le regañó—. Y si va a hacer preguntas, me gustaría que tan siquiera me viera a los ojos.
No los abrió, no quería. Tenía que contenerlo. Las voces gritaban...
—Es posible que sus anteriores profesores de esta disciplina les hayan permitido más libertades, pero dado que ninguno de ellos, tal vez con la excepción del profesor Quirrell, que al menos se limitó a abordar temas apropiados para vuestra edad, habría aprobado una supervisión del Ministerio...
—Claro, un profesor de estudios muggles enseñando sobre como defenderse de los estornudos que soltaba uno —volvió a hablar de forma involuntaria.
—¿Quisiera una semana de castigos, señorita Figg? —se dirigió más directamente a ella. Respiraba profundamente, intentando controlarse. Se atrevió a abrir los ojos, con un leve destello plateado en ellos. Nox negó con la cabeza mientras tenía la mandíbula apretada.
—Sí, Quirrell era un profesor excelente —dijo Harry en voz alta, como si quisiera que ahora la atención del castigo fuera hacia él—, pero tenía un pequeño inconveniente: que por su turbante se asomaba lord Voldemort.
—Creo que al que le sentará bien otra semana de castigos es a usted, Potter —sentenció la profesora Umbridge sin alterarse.
Nox no sabía cuánto tiempo aguantará a la profesora sin siquiera explotar en el intento, apenas era la segunda semana de clases y sentía que vomitaría del enojo que tenía atorado en la garganta cada vez que la veía. En una clase de Runas antiguas, se le vió a la profesora sentarse en un rincón del aula, tomando notas silenciosamente en su tabla, viendo con sus ojos de sapo viejo de aquí a allá.
Cuando entró al aula, ella ya se encontraba ahí, con su horrorosa y larga sonrisa, esperando el momento. Nox comenzó a buscar un lugar, pero ahora su mala suerte, el único lugar disponible era junto a Hermione Granger. Si pudiera, se sentaría en el suelo, pero estando la profesora Umbridge presente lo veía imposible.
Con los labios apretados se acercó al lugar. Si pudo con una clase, podría con dos.
—¿Te molesta si me siento hoy aquí? —le preguntó Nox a Hermione, que volteó a verla después de dar un pequeño salto.
—Claro —respondió muy simple.
Nox se sentó dejando su mochila en el suelo, mientras sacaba sus cosas. La profesora Babbling parecía no quererse aparecer en un rato, ya que todavía faltaban unos minutos para la clase, así que Nox por extraña razón, decidió romper el hielo.
—Que horror, ¿no? —empezó en voz baja —. Que ese sapo viejo esté entrometida en las clases, como toda una espía del Ministerio.
—Si, es algo molesto —respondió de igual manera —. No pensé que estuvieras leyendo el libro de texto, es absurdo lo que mencionan.
—Yo también, cuando dije que lo habíamos leído todo fue una moneda al aire, solo falta que escribieran «Manual para tontos» en la portada, o algo parecido —refunfuñó.
—Definitivamente —asintió. De nuevo se hizo un pequeño silencio, parecía que Hermione estaba pensando en decir algo, pero algo que se le daba muy bien era en hacer preguntas, pero algo que se le daba terrible era pensar si eran prudentes—. ¿Es verdad que Harry y tú discutieron hace poco?
Nox la volteó a ver con la frente arrugada, molesta.
—¿Por qué siempre que tenemos una conversación se tiene que tratar de él? —cuestionó.
—Es mi amigo y me preocupo por él.
—Que bueno, pero no son asuntos tuyos, ¿o puedo preguntar también por qué tú y Ron han estado discutiendo tanto? —ahora Hermione fue quien frunció las cejas—. Exacto, además, si ya sabes la respuesta, para qué lo preguntas.
—Entonces si discutieron —confirmó más para sí misma.
—No discutimos, solo hablamos a gritos.
—A eso se le llama discutir.
—¡Lo sé, Jean! —intentó mantener el susurro —Hemos pasado por cosas difíciles, nuestras actitudes han cambiado, ¿si?
—De acuerdo —le respondió no muy convencida, ya que era más una excusa que una buena razón.
La profesora por fin había llegado y el rasgueo de la pluma de la profesora Umbridge se hizo presente. En esa clase se dedicaron a las leguas extranjeras, ya que era una buena introducción a la historia de las runas antiguas.
Buscaron similitudes entre las lenguas modernas y antiguas con las runas, que parecían ser más comunes de lo que se podría imaginar. Nox tomaba apuntes, interesada, pero las interrupciones de la profesora Umbridge eran de verdad molestas.
—Ejem... —provino de la profesora Umbridge. Nox apretó los ojos —¿Usted cree conveniente hablar sobre lenguas ajenas a la nuestra? Sobretodo si son lenguas provenientes de... Muggles...
A Nox le sorprendía lo estúpida que podía ser la gente, sobre todo la gente como Dolores Umbridge.
—Por supuesto, son parte de nuestro pasado e historia, somos más compartibles de lo que se cree —se volvió a la clase, sin esperar respuesta —. Cómo les decía: las runas son muy antiguas, como su nombre lo dice, pero lo es más los jeroglíficos, con orígenes que se remontan a alrededor del 3300 a.C. —explicaba con su voz enérgica y chillona —. La palabra "jeroglífico" proviene del griego y significa "grabado sagrado", lo que refleja su uso principal en contextos religiosos y monumentales, como templos y tumbas.
»La principal diferencia radica en su estructura. Los jeroglíficos egipcios eran un sistema mixto logográfico y fonético, con signos que podían representar tanto una idea como un sonido. Las runas, en cambio, eran un sistema fonético puro, un alfabeto, aunque cada letra tuviera un significado conceptual...
Al terminar la clase, todos se pusieron de pie, entre ellos la profesora Umbridge, que fue la primera en salir, no sin antes dejar el rastro de su larga y puntiaguda sonrisa. La profesora Babbling les dejó hacer una redacción de treinta centímetros sobre la importancia de los jeroglíficos en la historia, que tal vez si lo hacían lo suficiente bien, les contaría como punto extra en Historia de la magia.
Por una extraña razón, Hermione Granger iba a su lado en camino hacia el gran comedor para el almuerzo. No agradaba, pero tampoco le molestaba del todo, lo que si le molestó fue la voz de Pansy Parkinson afuera del aula.
—¡Eh! ¡Misery! —le llamó y ambas se dieron la vuelta —¿Sabes leer jeroglíficos? Porque tienes toda la cara de saberlo —una risotada grupal sonó.
—Lo aprenderé, pero procuraré hacerlo con cuidado, no quiero despertarte de tu sueño, momia estúpida.
—¡Pero si la momia es otra! ¿Te has visto la cara? ¡Poquito más y te reconocerían como una reliquia egipcia! —se dirigió ahora a Hermione —. Yo que tú no me juntaba con ella, Granger, podría lanzarte una de esas maldiciones egipcias.
A Nox le habían dado directamente en todo el ego. Cuando se burlaban de su acné ya no tenía más ideas que decir. Se dió la vuelta disgustada y ofendida.
Avanzaba por el pasillo, pero Hermione Granger no tenía la intención de despegarse de su lado, al menos aún.
—¿Por qué no le dijiste algo? —le preguntó cuando logró alcanzarla.
—No es de tu incumbencia —respondió cortante.
—Yo sé que no, pero a mí me molestaría si la gente hablara despectivamente sobre mis raíces...
—¿De qué estás hablando? —preguntó esta vez Nox.
—Bueno, tienes genes egipcios, ¿no? —Nox la miró mal—. Quiero decir... Ya sabes... Es que pues, tienes rasgos... Tu piel...
—Jean, con un carajo, no sigas hablando de cosas que no sabes, y mucho menos de cosas que ni siquiera yo sé —siguió caminando.
—Pero, ¿cómo no lo sabrías? Digo, es algo obvio...
—Estoy a tres de hacer que te lances de la torre de astronomía, Jean —apretó los ojos —. ¿Tanta curiosidad tienes? Pregúntale a Harry, tanto que te gusta meterte en nuestros asuntos que con gusto te responderá.
—No soy una metida, solo digo que deberías defender tus ideales —insistió.
—No son mis ideales, porque ni siquiera sé de dónde vengo, Jean. Soy adoptada, se supone que debías tenerlo muy claro.
Aquello fue darle una cachetada en toda la cara, ya que su rostro cambió a uno muy sorprendido, sabía que había metido la pata feo, aunque para Nox fue desde que se sentó a su lado. Intentaba tener una relación menos fea con Hermione Granger por su mejor amigo, pero ella tampoco ayudaba, y ahora tenía la sensación de odiarla más que antes.
En esa noche, la idea de pedir una gran dosis de poción para dormir sin soñar era tan grande como las ojeras que marcaban el rostro de Nox. Ella siempre solía tener un aura extraña y espeluznante, que podías llegarte a acostumbrar o agradar si pasabas bastante tiempo con ella, pero el no dormir hacía su presencia más asustadiza que antes.
Ese día despertó por la madrugada, había soñado de nuevo con lo mismo, siempre la misma escena, siendo alejada, arrastrada de la pierna mientras gritaba por Harry, temiendo lo peor. El cansancio y el sueño la estaban matando, pero no quería pegar los ojos y volver a soñar eso.
Bajó de su cama de un salto. Su pijama ya no le arrastraba, sino que ahora le quedaba a la altura del tobillo, tal vez un poco más arriba, tal vez Harry tenía razón al mencionar que estaba más alta. Salió a la sala común, tan siquiera sentarse en alguno de los sillones y esperar a que amanezca.
Cuando llegó, no estaba el lugar solo como pensaba, distinguió las largas y oscuras cortinas que tenía su mejor amiga como cabello. Estaba en el sillón más apartado de la sala común, con las piernas pegadas al pecho y la cabeza recargada en el mullido sillón.
Parecía ser que conocía cuando Nox se acercaba o estaba cerca, ya que la volteó a ver sin sorprenderse o asustarse como hacían todos. Se limpió el rostro lo más rápido que pudo antes de que Nox estuviera frente a ella.
—¿Qué haces aquí tan tarde? —preguntó su mejor amiga.
—Debería preguntar lo mismo —dijo Nox mientras se sentaba a su lado —¿Pasó algo?
Evidentemente Cho negó con la cabeza, sabía que era una mentira muy obvia. Tenía el rastro de sus lágrimas por el rostro, los ojos y la nariz roja, temblaba un poco y tenía la voz quebrada.
—No... Todo está bien —mintió.
—Yo sé que no lo está.
Vio como comenzó a temblarle el labio inferior sin control, así que sin pensarlo la atrajo hacia ella en un abrazo. Los silenciosos sollozos eran ahogados en su cuello, mientras que se empapaba de saladas lagrimas ajenas.
—Está bien, sueltalo... —susurraba Nox, intentando contener las suyas.
Muchas de las veces se podría olvidar del sentir de su mejor amiga, creyendo que todo estaba bien o controlado, pero no podía evitar dejarla así, sola y desesperada por querer dejar de sentir lo que sentía en ese momento. Las personas solían lidiar con su dolor de muchas formas, Nox solía distraerse y enfocar su mente en cosas ajenas al tema, Cho parecía hacerlo llorando a escondidas.
No supo cuánto tiempo tardó para decidir separarse de ella.
—Creo que me siento mejor... Perdón —decía mientras se limpiaba el rostro.
—Está bien, me alegro que te sientas mejor —cruzó los pies en forma de mariposa sobre el sillón —, pero tampoco me gusta que ocultes como te sientes, al menos has sido mas abierta con Padma.
—No sabía cómo podrías tomarlo. Padma es alguien que no te jugará por como te sientes, sino por lo que haces.
—Lo sé, pero soy tu mejor amiga, también me gustaría que te expresaras un poco más —Cho pareció apenarse—, yo también me he mantenido distante al respecto y perdón por ello.
Su mejor amiga negó varias veces, aun secándose las lágrimas que ya no bajaban de sus ojos.
—No debes disculparte, tú solo... —pensó en lo que iba a decir—, solo lo extraño tanto. Siento como si fuese toda mi culpa.
Nox se sentía exactamente igual y lo peor es que posiblemente si era su culpa.
—No lo es, no debes culparte de cosas imposibles como esa, no había forma de averiguarlo o incluso evitarlo —intentó animarla—. Ya todo pasó, apuesto que no le gustaría verte así todo el tiempo.
No sabía si sus palabras estaban resultando dar efecto en su mejor amiga, ya que su rostro se mantenía sereno, como si analizara cada palabra que Nox le daba, mientras que ella misma contenía la culpa que quería que todo el mundo supiera, pero la atención nunca fue una parte que le agradara.
—Supongo que sí —terminó diciendo.
—¡Por supuesto que sí! —exclamó Nox en voz baja de forma exagerada. Su mejor amiga soltó una pequeña risa —. Yo siempre he tenido razón en todo.
—Fingiré que te creo.
—Haces bien —ahora quien se quedó pensando era Nox, mirando a la nada mientras una leve sonrisa salía de su rostro pecoso y con acné —. Tengo una pregunta —su mejor amiga asintió —. ¿Qué hacían Cedric y tú antes de la última prueba? Nunca los encontré por ningún lado.
Parecía ser que la tristeza en el rostro de Cho se convirtió en alegría, posiblemente con un toque de picardía. Comenzó a sonrojarse ligeramente, eso a Nox le dio muchas posibilidades, pero al final de cuentas terminaban en el mismo tema, solo espero a que ella respondiera.
—Nada, solo practicando para la prueba. Ya sabes, nada del otro mundo —decía mientras comenzaba a ponerse de pie —. Será mejor que vayamos a dormir, yo...
—¿Nada? —no le dejó continuar— Que escusa tan barata, si no quieres contarme como le enseñaste a poner un condón con la boca solo tienes que decirlo, ¿sí?
Cho abrió bastante los ojos, sorprendida por lo que acababa de decir su amiga.
—¡¿Qué cosas dices, Nox?! ¿Desde cuando eres tan... así?
—Ya lo dije, tomé clases.
Posiblemente no lo habría hecho, pero al menos aquel comentario tan fuera de lugar sobre su vida sexual hizo a Cho despejar su mente al menos temporalmente, ya que en su primer entrenamiento como compañeras de equipo de quidditch le fue muy mal. Nox estaba muy nerviosa, entre los aros vigilando muy bien a la quaffle que amenazaba con meterse en su portería, quería mantener todas sus extremidades sanas, mientras que Cho por más que volara, no lograba encontrar la snitch o siquiera mantenerse cuerda sobre la escoba.
Mientras los días pasaban, posiblemente o mejoraba o empeoraba la actitud Nox. Afortunadamente y hasta el momento no se había perdido un día de la semana, ya que recordaba con claridad que en la próxima salida a Hogsmeade Cho la había invitado a que la acompañara a una reunión por ahí, Padma también las acompañaba. Nox frunció las cejas al ver que se trataba del Cabeza de puerco.
—¿En serio es aquí? —preguntó Nox, señalando el letrero torcido —. Aquí solo vienen los más desamparados del pueblo y sus alrededores...
—Te prometo que me han dicho que es aquí —aseguró Cho, mientras abría la puerta del local con un feo rechinido viejo.
Al entrar no estaba vacío.
—¿Por qué no me dijiste que estaría ella aquí? —reclamó Nox a Cho en cuando vio a Hermione Granger dentro del local —. Sabes que me cae como la mierda.
—Porque sabía que si te decía que ella estaría no aceptarías, y peor aún, si ella era la que nos invitó.
—¿Nos?
Estaba por darse la vuelta para salir por la puerta, pero otra pequeña multitud entró por ella, y mucho menos lo intentó cuando divisó a Terry Boot entrar. Sabía que lo veía todos los días, pero siempre estaba con sus amigos haciendo sus propios asuntos, pero estar en un lugar más chico y cerca de él, su mente no evitaba recordar cosas que probablemente ya había olvidado desde ya hace bastante tiempo, posiblemente más de un año.
—Suelten la pasta, yo no tengo suficiente oro para pagar todo esto... —se acercó uno de los gemelos Weasley de repente, mientras le tendía a cada una de ellas una botella de cerveza de mantequilla.
—Yo estoy bien, gracias —Nox negó devolviendola.
—¿Por qué no, murcielaguita? —preguntó con gracia, sabiendo el porqué.
—Creo que tú y tu gemelito lo saben —señaló al otro con la mirada.
—Touché.
Al lado de Hermione se encontraba Harry que le sonreía con algo de pena, Nox sacudió la mano en forma de saludo y se sentó a un lado de su amigo pelirrojo.
—¿No estabas castigada con venir a Hogsmade de por vida? —le preguntó Ron cuando sintió la presencia de Nox.
—Bueno, al parecer estar dentro de un laberinto bajo la maldición imperius es suficiente como para levantarme el castigo —respondió como si fuera lo más simple del mundo.
—Tiene sentido.
Cuando por fin todo llegaron, tomaron sus asientos y la voz de alguien que no le agradaba se hizo presente:
—Esto... Esto..., bueno..., hola. —Los asistentes giraron la cabeza hacia ella, entre ellos Nox, que había rodado los con fastidio—. Bueno..., esto..., ya saben por qué hemos venido aquí. Verán, nuestro amigo Harry tuvo la idea..., es decir —se corrigió al instante al notar la mala mirada que este le lanzó—, yo tuve la idea de que sería conveniente que la gente que quisiera estudiar Defensa Contra las Artes Oscuras, o sea, estudiar de verdad, ya saben, y no esas chorradas que nos hace leer la profesora Umbridge —de repente la voz de Hermione se volvió mucho más potente y segura—, porque a eso no se le puede llamar Defensa Contra las Artes Oscuras... Bueno, creí que estaría bien que nosotros tomáramos cartas en el asunto. —Hizo una pausa, miró de reojo a Harry y prosiguió—: Y con eso quiero decir aprender a defendernos como es debido, no sólo en teoría, sino poniendo en práctica los hechizos...
—Pero supongo que también querrás aprobar el TIMO de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no? —la interrumpió Michael Corner.
—Por supuesto. Pero también quiero estar debidamente entrenada en defensa porque... porque... —inspiró hondo y terminó la frase— porque lord Voldemort ha vuelto.
Todos reaccionaron de maneras distintas, muchos se sobresaltaron como cuando Nox se aparecía en una escena de repente, y ella también reaccionó igual. La idea no le parecía nada mal la idea, aprender a defenderse por su propia cuenta, ya que era más que evidente que las clases que daba la profesora Umbridge eran de lo más inútiles que podría imaginar.
—Bueno, pues ése es el plan —concluyó Hermione—. Si quiere unirse a nosotros, tenemos que decidir dónde vamos a...
—¿Qué pruebas tienen de que Quien-ustedes-saben ha regresado? —preguntó el jugador rubio de Hufflepuff con tono bastante agresivo.
—Bueno, Dumbledore lo cree... —empezó a decir Hermione.
—Querrás decir que Dumbledore lo cree a él —aclaró el muchacho rubio señalando a Harry con la cabeza y después a Nox —, y a ella —Nox frunció las cejas.
—¿Cómo te llamas? —le preguntó Ron con brusquedad.
—Zacharias Smith —contestó él—, y creo que tenemos derecho a saber qué esexactamente lo que os permite afirmar que Quien-tú-sabes ha regresado.
—Mira —intervino Hermione con rapidez—, ése no es el tema de esta reunión...
—Déjalo, Hermione —dijo Harry, que acababa de comprender por qué había acudido tanta gente a la convocatoria.
—¿Quieres saber qué es exactamente lo que me permite afirmar que Quien-tú-sabes ha regresado? —preguntó mirando a los ojos a Zacharias—. Yo lo vi. El año pasado, Dumbledore le contó al colegio en pleno lo que había ocurrido, pero si tú no lo creíste, no me creerás a mí, y no pienso malgastar una tarde intentando convencer a nadie.
Nox comenzó a apretar los ojos, controlando la furia y las voces que comenzaban a rondar por su cabeza, pero la voz de Zacharias dijo desdeñosamente:
—Lo único que nos contó Dumbledore el año pasado fue que Quien-tú-sabes había matado a Cedric Diggory y que tú habías llevado el cadáver a Hogwarts. No nos contó los detalles ni nos dijo cómo habían matado a Diggory, y creo que a todos nos gustaría saber...
—¿Es en serio? ¿Te atreves a preguntar ese tipo de cosas en estos momentos? —explotó Nox mientras se ponía de pie de repente, casi tirando la silla detrás de ella. Todos la voltearon a ver con miedo, pero a ella no le importó, su enojo era mucho más grande. Sus ojos comenzaron a brillar —. ¿No te da vergüenza estar preguntando cosas que no van al tema?
—Solo estoy diciendo que no sabemos la historia completa y a todos nos gustaría escucharla.
Nox se enfureció más.
—Yo no veo a nadie aquí interesado en ello —señaló a todos con la palma —. Ten algo más de respeto por él que no está aquí, estás hablando de un amigo, un novio y un hijo que mató Quién-tú-sabes.
Cho comenzó a jalonearla de la manga, pero Nox no le hizo caso.
—No lo dicen porque te tienen miedo. Das miedo —soltó el chico Smith.
—Si has venido a oír un relato detallado de cómo mata Voldemort, no podemos ayudarte—lo interrumpió Harry. Nox agradecía eso, ya que podia terminar todo aquello mucho peor—. No vamos a hablar de Cedric Diggory, ¿de acuerdo? De modo que, si es a eso a lo que has venido aquí, ya puedes marcharte.
Terminando de decir ello, le dirigió su mirada a Nox, dando a entender que todo estaría bajo control mientras él esté ahí. Nox asintió levemente mientras volvía a tomar asiento en su lugar mientras cruzaba los brazos.
—Bueno —saltó Hermione con voz chillona—. Bueno..., como iba diciendo..., si quieren aprender defensa, tenemos que decidir cómo vamos a hacerlo, con qué frecuencia vamos a reunirnos y dónde vamos a...
Las interrupciones no tardaron en llegar, que si Harry hizo esto, que si hizo lo otro. No era envidia o algo similar, simplemente eran cosas que seguía sorprendiendo a Nox.
Después de que Harry recibiera flores hasta por parte de Nox, Hermione Granger rebuscó en su mochila, sacó un rollo de pergamino y una pluma y vaciló un momento, como si estuviera armándose de valor para decir algo.
—Creo que ahora cada uno debería escribir su nombre, para que sepamos que ha estado aquí. Pero también creo —añadió inspirando hondo— que todos deberíamos comprometernos a no ir por ahí contando lo que estamos haciendo. De modo que, si firman, se comprometen a no hablar de esto ni con la profesora Umbridge ni con nadie.
Los gemelos Weasley no dudaron en firmar dicho papel, unos dudaron en hacerlo, mientras que otros cuestionaban. Nox firmó con su diminuta y larga letra para después pasarle el pergamino a Cho y ella a Padma. Después de que todos firmaran como si se tratara de un préstamo bancario, comenzaron a ponerse de pie para comenzar a marcharse cada quién por su rumbo.
Las tres amigas se pusieron de pie con dirección a tomar algo de verdad en el cabeza de puerco. Nox se dio vuelta, y así como saludó a Harry al entrar, se despidió al salir.
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Muchos estaban preocupados por como afectaba el nuevo Decreto de Enseñanza no. 24, que mencionaba que todos los grupos mayores a tres personas estaban estrictamente prohibidos y tenían que ser aprobados por la suma inquisidora, eso obviamente incluía el enorme grupo que estaba en contra de sus enseñanzas y pensaban tomar cartas en el asunto por sí mismos.
El equipo de quidditch de su propia casa había logrado conseguir el famoso permiso, pero la idea de estar en el grupo de defensa le carcomía por dentro levemente. No sabía que tan buena idea era eso de meterse en un grupo que estaba en contra de una persona del ministerio, le aterraba la idea de que la descubrieran y su padre se enterara, o peor, que le hicieran algo a él por su culpa. Esperaba de todo corazón que todo saliera bien.
Cuando por fin llegó el día, llegaron frente al retrato de Barrabás el chiflado, que frente a este estaba una puerta que jamás había visto en su vida. Nox y el resto de su grupo de Ravenclaw entraron. Una amplia estancia los recibió, en la que ardían parpadeantes antorchas como las que iluminaban las mazmorras. Las paredes estaban cubiertas de estanterías de madera, y en lugar de sillas había unos enormes cojines de seda en el suelo. En unos estantes, en la pared del fondo de la sala, se veían una serie de instrumentos, como chivatoscopios, sensores de ocultamiento y un gran reflector de enemigos aparentemente roto.
—¡Guau! —exclamó Nox, admirando el lugar —¿Qué es este lugar?
—Se llama la sala de menesteres —comenzó Harry—, tienes que pasar tres veces frente de ella, pensasando y pidiendo lo que quieres o necesitas.
—Asombroso —expresó Nox, mirando los libros de la estantería, ignorando la presencia de Hermione Granger que estaba leyendo cerca.
—Oye, Harry, ¿qué es eso? —preguntó Dean desde el fondo de la sala, señalando los chivatoscopios y el reflector de enemigos.
—Detectores de tenebrismo —contestó Harry, y fue hacia ellos que estaban por los cojines —. Indican cuándo hay enemigos o magos tenebrosos cerca, pero no hay que confiar demasiado en ellos porque se les puede engañar... —Miró un momento en el rajado reflector de enemigos, luego se dio la vuelta—. Bueno, he estado pensando por dónde podríamos empezar y... —Hermione ya tenía una mano levantada, haciendo a Nox rodar los ojos—. ¿Qué pasa, Hermione?
—Creo que deberíamos elegir un líder —sugirió ella.
—El líder es Harry, es obvio —saltó Nox de inmediato, mirando mal a Hermione, ella empezó a hacer lo mismo. ¿Desde cuándo tenía tantas ganas de participar? Oh, sí, a su cerebro le encantaba hablar antes que pensar.
—Sí, pero creo que deberíamos realizar una votación en toda regla —afirmó Hermione sin inmutarse, mirando de la misma manera a Nox—. Queda más serio y le confiere autoridad a Harry. A ver, que levanten la mano los que opinan que Harry debería ser nuestro líder.
Todos levantaron la mano, la primera en hacerlo fue Nox.
—Bueno, gracias —dijo Harry, parecía sonrojado—. Y... ¿qué pasa, Hermione?
—También creo que deberíamos tener un nombre —propuso alegremente sin bajar la mano—. Eso fomentaría el espíritu de equipo y la unidad, ¿no os parece?
—Podríamos llamarnos Liga AntiUmbridge —terció Angelina.
—O Grupo Contra los Tarados del Ministerio de Magia —sugirió uno de los gemelos.
—Yo había pensado —insinuó Hermione mirando ceñuda a Fred— en un nombre que no revelara tan explícitamente a qué nos dedicamos, para que podamos referirnos a él sin peligro fuera de las reuniones.
—¿Entidad de Defensa? —aventuró Cho, Nox asintió convencida—. Podríamos abreviarlo ED y nadie sabría de qué estamos hablando.
—Sí, ED me parece bien —intervino Ginny—. Pero sería mejor que fueran las siglas de Ejército de Dumbledore, porque eso es lo que más teme el Ministerio, ¿no?
El comentario de Ginny fue recibido con risas y murmullos de conformidad.
—¿Están todos a favor de ED? —preguntó Hermione en tono autoritario, y se arrodilló en el cojín para contar—. Sí, hay mayoría. ¡Moción aprobada!
Clavó el trozo de pergamino donde habían firmado todos en la pared, y en lo alto escribió con letras grandes:
EJÉRCITO DE DUMBLEDORE
—Muy bien —dijo Harry cuando Hermione se hubo sentado de nuevo—, ¿empezamos a practicar? He pensado que lo primero que deberíamos hacer es practicar el expelliarmus, es decir, el encantamiento de desarme. Ya sé que es muy elemental, pero lo encontré muy útil...
—¡Vaya, hombre! —exclamó Zacharias Smith mirando al techo y cruzándose de brazos, Nox volvió a apretar los ojos con tan solo escuchar su voz—. No creo que el expelliarmus nos ayude mucho si tenemos que enfrentarnos a Quien-tú-sabes.
—¿Ya va a empezar de nuevo? —susurró Nox, más para sí misma, pero uno que otro la escuchó.
—Yo lo utilicé contra él —dijo Harry con serenidad—. En junio, ese encantamiento me salvó la vida.
«Nos», pensó Nox. Smith se quedó con la boca abierta, con cara de estúpido. La sombra de su sonrisa se apareció en su rostro al ver la reacción del Hufflepuff.
—Pero si crees que está por debajo de tus conocimientos, puedes marcharte —añadió Harry. Smith no se movió. Los demás tampoco—. Bien, podríamos dividirnos en parejas y practicar.
Todos se pusieron de pie, Nox automáticamente eligió como pareja a Cho, mientras que Padma iba con su gemela Parvati, ya que lo pensaba: sabía distinguir muy bien entre las gemelas Patil, pero no entre los gemelos Weasley, sabrá Merlín por qué.
Nox logró desarmar a Cho más veces que ella, parecía ser que se le daba muy bien para ser la primera vez que lo hacía. En su mente tenía muchos hechizos y encantamientos, pero muy pocos los había puesto a prueba, tal vez gracias a ello pudo tan siquiera intentar defender a Harry el día que estuvieron en el cementerio.
Un silbato sacó a todos de sus prácticas, así que bajaron las varitas al instante.
—No está mal —dijo Harry—, pero todavía pueden mejorar mucho. Volvamos a intentarlo.
—¿Michael Corner y Ginny Weasley están teniendo algo? —le preguntó Cho a su mejor amiga, señalando con la mirada al chico mientras le entregaba su varita después de desarmarla. Nox miró que el chico estaba practicando con la menor de la familia de pelirrojos.
—No que yo sepa —respondió Nox mientras se volvía a poner en su lugar —¿Por qué?
—Nada, solo curiosidad —se encogió de hombros.
—¿No se supone que deberías estar practicando? —preguntó Harry con gracia mientras se acercaba a ambas.
—¿No se supone que deberías estar supervisando? —preguntó esta vez Nox, con la misma gracia.
—Eso hago, y las vi platicando —se encogió de hombros, como si fuera algo tan sencillo como complicado.
—Eres un chismoso, además, ya lo tengo dominado —sonrió con arrogancia.
—Veamos —le indicó.
Nox alzó la varita para desarmar a su mejor amiga, pero no pasó un segundo cuando su varita ya había salido volando de ahí. Nox abrió la boca y frunció las cejas, ofendida.
—Perdón, pero no pensaba dejarme humillar frente al profesor —se burló Cho mientras Nox comenzaba a ponerse sonrojada.
—¡Tramposa! —se quejó Nox, después se dirigió a Harry, que la veía con gracia. Ahí estaba de nuevo... —¡Te juro que la he desarmado más veces que ella a mí!
—Lo sé, te he estado observando, pero tampoco bajes la guardia —Cho se acercó a ella con su varita para después entregársela, ya con ella en la mano volvió a apuntar hacia ella, pero Harry se adelantó un poco:—Deberías de bajar un poco más la punta de varita —colocó su mano sobre la suya que sostenía la varita y la acomodó en la posición que estaba explicando, Nox abrió bastante los ojos y comenzó a temblar, mientras que Cho parecía que quería gritar —algo así, podrías sacarle doble provecho y sacarle un ojo a alguien con tu varita, parece una aguja.
—No había pensado en ello —logró decir con una voz chillona. Su mejor amiga saltó las cejas varias veces, mientras que Nox con la mirada le decía un «¡Cállate!» —, debería afilar la punta, ¿no crees? —pretendió normalidad y con la varita en la nueva posición desarmó a Cho —¡Expelliarmus!
La varita salió volando hasta el otro lado de la sala, su mejor amiga la miró con cara de «¿Es en serio? », Nox se encogió de hombros con fingida inocencia.
—Tranquila, yo voy por ella —dijo Cho mientras iba en la misma dirección que su varita.
—Guau, parece ser que si se te da lo de ser profesor —comentó Nox, mirando a Harry, intentando no temblar.
—Vaya, gracias. Tenías bastante tiempo sin decirme algo realmente agradable.
—Hoy soy Nox, no Misery —sonrió, para después hablar en voz baja: —. Si te soy sincera, me aterra un poco el estar aquí; ya sabes, por las tonterías del Ministerio y eso.
—Te aseguro que es un lugar secreto y seguro, no tendría que haber alguna manera para que se enteren, tu padre está a salvo de tus rebeldías —le aseguró Harry, adivinando el porqué del comentario de Nox, ella asintió, ligeramente convencida —. Apuesto que tu padre también está en contra del Ministerio.
—¡Pues mi padre apoya cualquier acción contra el Ministerio! —afirmó Luna Lovegood también muy orgullosa. Luna estaba detrás de Harry y era evidente que había estado escuchando la conversación que tenían ellos dos—. Siempre dice que cree a Fudge capaz de cualquier cosa. ¡Con la cantidad de duendes que ha asesinado! Además, utiliza el Departamento de Misterios para fabricar pociones terribles que hace beber a todo el que no está de acuerdo con él. Y luego está suumgubular slashkilter...
—¡Bien por tu padre, Luna! —Nox fingió alegría mientras la interrumpía —. Si no le cortas lo que dice, jamás se detendrá —susurró muy bajo para que al menos Luna no escuchara esta vez.
—Oye, Harry —gritó Hermione desde el otro extremo de la sala, Nox apretó los ojos, como si le hubiesen arruinado el mejor momento del día —. ¿Has mirado a hora?
Harry después de revisar su reloj hizo sonar el silbato.
—Bueno, ha estado muy bien —comentó Harry—, pero la sesión se ha prolongado más de lo previsto. Tenemos que dejarlo aquí. ¿Quedamos la semana que viene a la misma hora en el mismo sitio?
—¡Antes! —exclamó Dean Thomas con entusiasmo, y muchos compañeros asintieron con la cabeza.
Angelina, en cambio, dijo:
—¡La temporada de quidditch está a punto de empezar y el equipo también tiene que practicar!
—Entonces el próximo miércoles por la noche —determinó Harry—. Ya decidiremos si hacemos alguna reunión adicional. ¡Ahora será mejor que nos vayamos!
Todos comenzaron a salir en pequeños grupos de tres, para evitar ser muy llamativos en cuestión de ruidos de zapatos. Cuando Cho, Padma y Nox eran la siguientes, Harry les daba indicaciones con un peculiar mapa que ella jamás había visto antes.
—¿Este es el famoso mapa que mencionaste aquella vez? —preguntó Nox, echando una mirada rápida sobre este.
—Esto... Si, creo que nunca te lo había mostrado —respondió Harry, algo apenado de no haberlo hecho antes.
Nox estaba muy interesada en como los nombres de Neville Longbottom y Dean Thomas se alejaban por el pasillo en camino a la torre de Gryffindor, mientras que veía el nombre de Argus Filch cerca de las mazmorras, en un punto que siquiera corriendo podría alcanzarlos.
—Es genial. Me has dejado bastante sorprendida hoy, Harry —confesó Nox, sintiendo como las orejas se le calentaban ligeramente.
No le dió tiempo a Harry de contestar o algo similar, aunque por su expresión se podría deducir que no podría hacerlo, se despidió de él sacudiendo la mano y saliendo de ahí con sus mejores amigas de vuelta a la sala común de Ravenclaw.
Chapter 31: 30. Los guardianes
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Capítulo 30
Los guardianes
Después de la primera reunión del ahora llamado ED, todos parecían tener un mejor humor. Nox se seguía preocupando por su mejor amiga Cho, que por momentos parecía mejor y por otros no. Aparentemente ese día Nox también cambió su humor de pronto, creando un hueco en su estómago y un extraño sudor frío en su espalda cuando le recordaron algo que se supone que debería saber.
—Fue genial, lo del entrenamiento de ayer —decía Padma un día por la mañana —, no pensé que fuera en serio eso de que Nox era buena guardián, y eso que nunca había jugado al quidditch.
Nox no quería decir nada. De nuevo había perdido la memoria un día y no entendía como por qué pasaba eso, era solo ir a dormir y despertar como siempre, pero sin recordar lo que había pasado. Sus amigas le mencionaban cosas que evidentemente no tenía idea de que habían sucedido, así que ella solo se dedicaba a asentir o negar con la cabeza para evitar sospechas. No ayudaban en lo absoluto el hecho de que las voces en su cabeza fueran y vinieran, como si su mente fuera una especie de motel o algo así.
—... recuerden no gastar el galeón —alcanzó a distinguir las palabras de su mejor amiga por lo bajo —, en cualquier momento puede calentarse y cambiar...
—¿Qué galeón? —preguntó Nox, sin tener idea de lo que hablaban. Sus amigas la vieron sin creer.
—¿El que nos dio Hermione ayer? —intentó hacerle recordar Padma a la rizada.
—¡Oh, si! ¡Ese! —fingió recordar —Cuando se trata de ella me parece inútil su nombre.
Así como Harry se preguntaba por qué le caía tan mal Hermione Granger a Misery Nox, también se lo preguntaban sus dos amigas. Era un misterio que se creó de la nada, sobre todo ahora que estaban todos en el mismo grupo secreto, era mucho más evidente que a Nox no le agradaba en lo absoluto.
Nox sacó las monedas de su bolsillo y entre ellas vio un galeón, lo tomó y lo analizó de cerca. Con los pequeños recordatorios de su amiga, sabía que se trataba de un encantamiento proteico, algo tan difícil de nivel ÉXTASIS. Frunció ligeramente la ceja, sintiéndose tonta e inútil de no pensar en ello antes, o peor aún: que no lograra un buen efecto con dicho encantamiento.
Al menos lo que la hacía sentir mejor era el hecho de ser mejor que ella en adivinación, aunque no sabía si aquello contaba, ya que un día al final de la clase la profesora le llamó para hablar con ella personalmente.
—Nox, he notado que has escrito el mismo sueño en casi todo tu diario de sueños —le decía mientras hacía un tintineo con sus pulseras, Nox evitó mirarla —. ¿Han interpretado correctamente tus sueños?
—Pues mi compañera es Padma, no es profesional en la materia, pero tampoco dudo de ella, la verdad —se sinceró Nox.
—¿Y qué ha interpretado?
—Preocupación constante por perdidas inesperadas. Dijo que puede significarse otra cosa que aún no averigua qué es —la idea llegó a su mente—. ¿Cree que está en lo correcto?
La profesora soltó un suspiro. Misery Nox era extraña, pero lo era aún más al ver a la profesora en aquella posición: menos chiflada y más cuerda que en clases. Se cruzó el chal y la miró con sus gafas gruesas, como si así logrará encontrar mejor las palabras para decirle.
—Ella tiene esos sentidos tan abiertos como su hermana gemela, pero ella no lo hace por gusto solamente, lo hace por ti —le decía con una voz tan tranquila y relajada que jamás había escuchado salir de ella, como si fuera alguien diferente.
Por primera vez, Nox dijo: —No entiendo.
—Le importa tanto a su amiga que ha estado aprendiendo e interpretando sus sueños, a pesar de ser los mismos —explicaba—. Muchos fácilmente se rendirían al segundo intento, y por lo visto ella lleva casi cinco o más.
—Perdón, profesora —interrumpió ligeramente, Nox—, pero eso no responde a mi pregunta.
—No hace falta una respuesta cuando ya no tiene preguntas.
Cuando se hacía más preguntas en su cabeza, temía un día olvidarlas por completo y dejarlas sin resolver, como un examen abandonado en un salón, incompleto y sin motivos; así comenzaba a sentirse Nox, no quería olvidar cosas que estuvieran pasando. Ya había olvidado dos días, no sabía lo que había hecho en ellos, y no quería compartir su preocupación y problema con nadie, sería una carga más.
Las palabras de la profesora le creaban más incógnitas, tenía ya tantas preguntas en su cabeza que comenzaba a olvidar otras que en su momento fueron tan importantes como las que se hacía en ese momento.
Estaba cansada de los acertijos, así que al final de las clases, Nox no fue a la sala común, no porque no quisiera, si no porque no podía responder el acertijo que la puerta le estaba dando, suficiente tenía con el de la profesora.
Se dirigió a la biblioteca, tal vez un poco de tiempo a solas le vendría bien, como hacía en sus momentos antes de llegar a Hogwarts, o más específico: antes de conocer a Harry.
Trabajar en su propio diario de sueños era extraño, como si buscara la cura de su propia enfermedad, como si descifrar de manera correcta y precisa le quitara las preocupaciones y malos sueños que podría tener más adelante. Los TIMOs la tenían apretada en un cuarto chiquito llamado estrés, intentaba repasar y memorizar todos los libros que tenía ella y la biblioteca. Redactaba con su larga y delgada letra sobre pociones, encantamientos y demás, todo eso a la vez que intentaba defender su puesto como guardián en el equipo de quidditch, intentaba interpretar sus pesadillas e intentaba superar a Hermione Granger en sus calificaciones.
Ese mismo día recibió una carta de su padre, negándole encontrarle una buena escoba, ya que a palabras de él, aún seguía castigada por sus acciones durante el verano, ahora Nox sabía que debía esforzarse tres veces más.
El silencio se rompió levemente cuando Ron Weasley pasaba cerca, algo sorprendente para Nox.
—¿Tú aquí? ¿Estás perdido? —preguntó Nox cuando vió al pelirrojo con al menos tres libros en las manos mientras buscaba otro más.
—Claro que no, estoy estudiando.
—¿Qué-estás-qué? —preguntó sin creer.
El chico la miró con cara de fastidio, lo más probable es que no fuese la primera vez que se lo dicen o se sorprenden.
—Dejame ver qué llevas ahí... —alzó ambas manos para recibir los libros. Este se los tendió de mala gana y siguió buscando otros más —. ¿Quidditch? Pero si tú ya sabes mucho de eso, incluso más que yo... Creo que debería ser yo la que debería ponerse a estudiar sobre eso.
—Lo sé, pero pronto será el primer partido, peor aún, será contra Slytherin. Quiero estar preparado.
La idea de ponerse a estudiar sobre ello no era una mala idea, lo más seguro es que Hermione Granger le dió la idea, ¿quién más aparte de ella sugiere esas ideas? ¿Harry? Imposible.
—Te propongo un trato —sugirió Nox de pronto—, yo te ayudo con adivinación y tú me ayudas con el quidditch, ¿te parece?
—No, gracias, no me interesa la adivinación, ya lo tengo bajo control —respondió al instante, sin dudar —, además, quiero salvar mi propio trasero.
—¿Comer avena por la noche es un augurio de muerte? ¿En serio? —le recordó Nox.
—Me ha funcionado, el destino cambia dependiendo de cuanta azúcar le pongas.
Nox rodó los ojos y volvió a lo suyo, escribiendo la redacción sobre la clase de Cuidado de criaturas mágicas. Ron se sentó a su lado con otros tres libros, la rizada alzó la mirada sin entender un poco lo que estaba pasando.
—¿No veniste con los otros dos? —él negó —. Sabes que no estás obligado a sentarte conmigo, no te haré daño.
—Lo sé, solo no quiero que me estresen con sus cosas, uno con los entrenamientos y otra por los estudios —bufó, desahogandose un poco.
—¿Y qué te hace pensar que yo no haré ambas cosas contigo? —cuestionó.
—No lo harás, eres muy buena persona —se encogió de hombros.
—¿Gracias?
Cómo si fuese lo más normal del mundo, cada quien volvió a lo suyo, estudiando en silencio, Ron leyendo sobre movimientos y jugadores de quidditch, mientras que Nox intentaba hacer al menos tres trabajos a la vez. Ella no tenía una gran conexión con Ron Weasley, era el mejor amigo de su mejor amigo, punto, no había nada más. A pesar de haberlo besado en contra de su voluntad el año pasado, parecía ser que era más un sueño pesado que un recuerdo para ambos.
En un momento Ron le pidió prestado el diario de sueños de Nox para darle una ojeada y sacar ideas, Nox solo se lo tendió sin importancia.
—¿Y con quién soñaste? —preguntó Ron, viendo el diario de sueños —¿Quién era?
Nox se encogió ligeramente, había evitado nombres para más incomodidades, solo fingió no ser algo importante, aunque sabía muy bien que lo era.
—No lo sé, nunca ví de quién se trataba, Padma siempre se le dificulta gracias a esa parte a la hora de interpretar el sueño —respondió Nox.
—Pero llevas muchas semanas soñando lo mismo...
—Bueno, eso será mi problema, ¿no?
—¿Desde cuándo eres tan...?
—¿Grosera? Blah, blah, blah, estás cambiando, no hablabas así, blah, blah, blah, a otro perro con ese hueso —refunfuñó Nox con la ceja arqueada. Cada vez era más evidente sus cambios de humor y posiblemente de personalidad.
—Bueno, yo creo que con eso me respondes algunas cosas, Hermione me contó un poco —volvió a su lectura, aunque Nox apostaba que no estaba leyendo siquiera el primer renglón.
—Y según ella no es una metida...
—Bueno, tal vez un poco, pero si lo hace es porque le importa.
—¿Yo? ¿Importarle? —bufó—. Imposible.
—Pues aunque no le parezca, lo hace —insistió—; creo que empezó cuando compartieron todo un año juntas, le agradaba la idea de tener a su lado a alguien que compartiera los mismos gustos por el conocimiento como ella, ya que desafortunadamente Harry y yo no lo hacemos.
—No, a ella solo le interesa ser el pez gordo de Gryffindor, si estuviera en Ravenclaw sería ella tan común y corriente como yo.
—Entonces si es así, ¿por qué compites con ella?
—No compito con ella —mintió.
Estaba claro que Nox no admitiría que competía contra Hermione Granger por simple envidia de no ser tan lista, brillante e inteligente como ella, sobre todo porque venía de familia de muggles. Nox a pesar de tener ventaja sobre ella, no lograba ser tan buena.
—Bueno, si tú lo dices —fingió poca importancia —, pero no me has dicho quien... De acuerdo, nadie —detuvo su insistencia cuando Nox comenzó a quemarlo con su oscura mirada —. ¡Ya sé! Harry me contó que te encantan los secretos, que te parece si te digo uno yo y me dices el tuyo.
—¿Tanto Harry habla de mí? —preguntó esta vez Nox, algo sorprendida.
—Claro, eres su mejor amiga y la primera chica en la vida que lo rechaza, ¿por qué no hablaría de ti? —dijo Ron, lo último lo hizo con algo de burla —¿Entonces? ¿Aceptas?
Nox se le quedó observando sin entender su exigencia. No sabía si era prudente confiarle a él algo como eso, tal vez si, no era como Hermione que le encantaba meterse en lo que no le importa como para sacar información y dársela a alguien más, tampoco era Harry que le encantaba hecharte en cara las cosas cuando lo agarraba en un mal humor.
Soltó un suspiro de rendición, tal vez diciéndole dejaría de insistir tanto. Pero antes de eso, ella quería sacarse la duda de la cabeza, tal vez no tenía sentido, pero en su cabeza funcionaba.
—¿Desde cuándo me tienes tanta confianza como para insistir? —preguntó Nox, pero su lengua soltó una pregunta antes de que su cerebro se lo permitiera: —¿Es por lo del beso?
Era increíble ver cómo el rostro del pelirrojo se comenzaba a tornar del mismo color que su cabello, justo como en los dibujos animados que solía ver con la abuela Figgy en la televisión. No se esperaba para nada aquella pregunta tan bochornosa, pero la mente de Nox desafortunadamente era un poco más lenta que su boca en momentos menos oportunos.
—N-no tiene que ver con... c-con eso —se comenzó a trabar al hablar. Nox soltó una risa por lo bajo.
Dejó muy en evidencia que aún le afectaba un poco el tema del baile de Navidad, tal vez no de forma negativa, pero tampoco se trataba del recuerdo de un sueño o de algo tan sencillo como recordar comprar pan más tarde.
—Está más que claro que no es por eso, sino porque gracias a los otros dos chismosos que tienes por amigos te han contado suficientes cosas sobre mí, si fuese por el beso ni siquiera te atreverías a hablarme... de nuevo. —no parecía querer cambiar de color —. Solo te estoy jodiendo un poco como estás haciendo conmigo —rió—, pero acepto, pero empieza tú.
Los extraños cambios de humor y actitud de Nox sorprendían a Ron, como si comprendiera también los que tenía Harry y los que le contaba Hermione. Aún sonrojado pareció aceptar la respuesta y trato de Nox, así que comenzó a pensar, pero el color de su rostro comenzó a colorearse de nuevo en un rojo cada vez más intenso.
—Esto... No sé... —intentaba decir muy apenado.
—¡Oh, vamos! Tú fuiste el de la idea, yo te digo mi secreto de con quién soñé y tú me cuentas uno tuyo, si no lo haces, no hay trato.
—Bueno, es absurdo, pero el beso fue el primero de hecho —soltó. Nox soltó una risa por lo bajo.
—Vaya, que honor —asintió Nox con orgullo —. Podrás contarlo y sonará divertido e interesante, «una chica ebria me besó en un baile de Navidad frente a todos», digno de una historia adolescente...
—Si, bueno, ahora dí el tuyo —le interrumpió Ron, abochornado. Nox se acomodó en su lugar, intentando recordar, aunque la imagen estaba tatuada en su mente.
—Era Harry —soltó ya un poco más seria —, el sueño realmente es como ví las cosas ese día de la última prueba, cuando el falso Moody se llevaba a Harry, pero en el sueño era Quién-tú-sabes —Ron parecía no saber qué decir, así que Nox siguió mejor con otro tema—. He estado investigando e intentando interpretar mi propio sueño, pero es algo complicado, a Padma se le da mejor, por eso mejor me enfoqué en el trabajo de Runas antiguas sobre los jeroglíficos...
—A él no le pasará nada, ¿no? —interrumpió una vez más —. Es Harry y aquí está Dumbledore, nada le podría pasar, digo, ¿qué mejor lugar para estar que en el mismo suelo que Dumbledore? El mago más poderoso de nuestros tiempos.
—Si, también lo he pensado. Es lo que me mantiene tranquila —concordó, Nox.
—Es bueno saber que no somos los únicos que nos preocupamos por él —de pronto se puso de pie, eso pareció despertar a Nox —. Anda, vamos a practicar quidditch.
—¿Cómo dices? —frunció las cejas.
—Es mejor que practiquemos si no queremos quedar como unos ridículos en nuestros primeros partidos —Nox sonrió con arrogancia.
—Me sorprendes en verdad, Weasley —le dijo mientras se ponía de pie y guardaba sus cosas. Ron acomodaba los libros en su lugar —¿Y esto es legal?
—No lo sé, ¿acaso importa? —Nox soltó una risa mientras ambos salían de la biblioteca —. Solo tengo que pasar a la sala común por mi escoba, que por cierto, ¿has conseguido una?
Nox bufó con algo de desesperación: —No, mi padre no me ha querido comprar una, sigo castigada para él, por lo que hice en el verano.
—¿Entonces es verdad que estabas por atacar a tu padre por proteger a Harry? —Nox asintió —¡Demonios! Si intento hacer eso contra mi madre, ella es capaz de embrujarme a mí primero —Nox rió —. Lo digo en serio, sería horrible.
—Con aquella vez que te enviaron un vociferador en segundo año, tuve una idea de como era tu madre.
Llegaron al pie de las escaleras donde estaba el camino a la sala común de Gryffindor, así que Nox esperó ahí. Cuando se sentó en la escaleras a esperar, le pareció muy extraña la situación: estaba por ir con Ron Weasley a practicar quidditch, ¿por qué? Porque sí.
A los minutos regresó Ron con la escoba en mano y una ligera expresión de enojo, a su vez que parecia intentar encontrar él mismo la razón de su mal humor.
—¿Todo bien? —preguntó Nox cuando solo faltaban dos escalones para llegar a ella.
—Si... Solo algo absurdo, nada especial... —decía mientras abanzaban al campo de quidditch.
—¿Seguro? Puedes decir unas cuantas palabras más y sabré exactamente lo que pasó —sugirió Nox. El pelirrojo negó —. De acuerdo, en caso de que decidas cambiar de opinión, me dices, ¿vale? —asintió esta vez.
Cuando llegaron al campo estaba solo por una extraña razón, así que Nox dejó su mochila en las gradas mientras iba a los casilleros donde se encontraban las espantosas escobas del colegio. Nox tomó la menos horrible volvió con Ron que ya se encontraba en el aire con la quaffle por debajo del brazo. Ella dió una patada al suelo y ya estaba a la misma altura que Ron.
—¡Primero cubre tú! —le indicó el pelirrojo, así que Nox se colocó entre las porterías.
Estuvieron practicando goles, Nox no podía negar que Ron estaba mejorando conforme más goles paraba, pero solo esperaba que siguiera con esa motivación a la hora del partido contra a Slytherin. En el caso de la Ravenclaw no fue casi lo mismo, tal vez lograba detener la pelota, pero lo hacía mal, de tal forma que se lastimaba ya sea la mano o los dedos.
Unas risotadas sonaron desde debajo: eran alumnos de Slytherin que parecieron ver más interesante su pequeño entrenamiento que otra cosa. Nox intentaba ignorarlos, pero algo la obligó a no hacerlo.
—¡Eh, Misery! ¿Esta es tu mochila? —escuchó que le gritó Draco Malfoy desde las gradas. Nox abrió los ojos con preocupación, viendo cómo el platinado alzaba la mochila como un trofeo mientras que Pansy Parkinson coreaba en risas —¡Parece que llevas cosas muy interesantes!
—¡Mierda! —gruñó Nox, dirigiéndose a máxima velocidad hacia las gradas —¡Deja eso donde estaba, Malfoy! ¿Tu mami no te enseño a no tocar lo que no es tuyo?
—No menciones a mi madre de tu sucia boca —dijo Malfoy enfadado, mirando a Nox que ahora se encontraba frente a ella.
—Entonces deja mis cosas donde estaban...
—¡Oh, mejor veamos que tiene dentro! —sugirió Parkinson, tomando de pronto la mochila para comenzar a abrirla.
Nox sacó su varita al mismo tiempo de Malfoy, pero este fue más rápido y ya le estaba apuntando al pecho con ella. Escuchó como otro par de pies aterrizaba a su lado, haciendo a Malfoy y parte del grupo de Slytherin soltar risas.
—¡Ah, pero si es Weasley! Díganme, ¿Potter no le hizo caso a ninguno de los dos y por eso ahora salen juntos? ¡Que valentía! —se burló Malfoy.
—No digas tonterías, Malfoy, y devuelve su mochila —dijo Ron.
—¡No si antes vemos tan siquiera su diario! —chilló Parkinson, sacando el diario de sueños de Nox. Comenzó a abrirlo y a hojearlo hasta que se encontró con algo que llamó su atención —. «Esta noche fue muy similar al sueño que tuve antes de casi morir, estaba mamá acariciando mi rostro, evitando que llorara, me decía que tenía que ser fuerte. Se veía tan bella como la última vez que la ví» ¡Aw! Misery extraña a su mami —todos soltaron risas.
—Eso es muy tierno —Malfoy fingió ternura.
—Basta, Malfoy —advirtió Ron. El Slytherin negó.
—¡Oh, vamos! ¡Queremos saber más! —exclamó Zabini Blaise.
Nox tenía los ojos tan brillantes y plateados como el reflejo del plomo líquido. No se movía, estaba intentando, pero no entendía porque en esos momentos no quería reaccionar; hacer algo...
«Tu cuerpo...»
«Tu cuerpo...»
«Tu cuerpo...»
No lograba nada, no entendía.
Pansy Parkinson soltó un chillido, parecía ser que encontró algo parecido al oro entre su diario de sueños, Nox rogaba que no fuese...
—¡Oh, pero creo que encontré algo! —chilló la chica de Slytherin — «Solo esta noche soñé con él, no ha sido una pesadilla como los sueños anteriores, esto fue distinto. Estábamos bajo un árbol, yo tenía al señor Meows entre mis brazos, solo hablábamos de algo que no recuerdo, pero eso era todo, se sentía pacifico y cómodo»
Los Slytherin soltaron aullidos y silbidos molestos.
—Dinos, Misery, ¿era Potter o Weasley? —Malfoy se acariciaba la barbilla, fingiendo pensar—¿Acaso Diggory? Bueno, como has estado con tantos chicos...
—A ti te viene valiendo tres kilos de mierda, Malfoy —rugió Ron, sin moverse —. Deja de meterte en la vida de los demás para hacer más interesante la tuya.
—Oh, Weasley, ¿en serio piensas defenderla? Si no sé fijó en Potter que solo da lástima, menos se fijaría en ti que eres más pobre que un elfo doméstico —se burló el platinado.
—¿Acaso estás celoso? —dijo Nox, burlesca —. Tú ni teniendo todos los galeones del mundo me fijaría en ti. Es más, por cada persona que he besado en la vida, sería mucho más rica que tú, y no, besar a una perra con cara de pug aplastado cuenta —dijo lo último mirando a Pansy Parkinson.
—¿Y quién carajo se fijaría en ti? Con esa cara de momia descubierta no te besaría ni por todo el oro del mundo —todos soltaron una risa. El ego de Nox fue golpeado una vez más.
—Como sea, Malfoy, ya leíste lo que querías, ahora métete tu información por el culo y devuélveme mi mochila —se acercó a Pansy Parkinson muy deprisa, para quitarle la mochila en un momento donde estuviese despistada.
—¡Tranquila! Ya te la devuelvo —la esquivó Parkinson. Metió el diario a la mochila, la cerró y se la lanzó al pecho, al instante sintió como las manos comenzaron a humedecerse.
El tintero se había roto y comenzaba a gotear de la mochila, manchando el suelo, sus manos y peormente: todo el interior de su mochila.
—¡Parece que necesitarás un nuevo tintero! —escuchó a Zabini Blaise burlándose mientras se marchaban todos de las gradas.
—Tuvieron suerte... —murmuraba Nox en voz baja, mientras se sentaba en una de las gradas, abriendo la mochila y sacando todo lo manchado de su interior —... No entiendo por qué no funcionó...
—La verdad es que me sorprendió que no te lanzaras encima —comentó Ron, sentándose a su lado, mirando los pergaminos manchados de tinta.
—Lo intenté, pero no pude —respondió Nox —. No quiero meterme en problemas, papá me castigaría otro año más, y volar en esa escoba es terrible... —soltó un suspiro —. No debiste defenderme.
—¡Claro que debía de hacerlo! ¡Es un idiota! Te llamó de las peores formas, y todavía su perrita se dedicó a leer tu diario de sueños, creo que yo solo tenía esa exclusividad —decía Ron mientras movía las manos con enojo. Nox soltó una risa.
—Vaya, no sabía que tenías esa exclusividad —Ron se encogió de hombros —. Ya qué más da, mentiras no dijo.
—¿Pero qué dices? Ese idiota solo le encanta presumir de su ausencia de cerebro —Nox volvió a reír, tranquilizando al chico —. Tal vez con un buen «fregotego» lo arregle, ¿no?
—Espero que sí...
Nox aún con la varita en mano y manchada de tinta, la agitó sobre su mochila, el líquido y manchas negras desaparecieron, pero desafortunadamente la sustancia no volvió al fresco de vidrio, así que de todos modos necesitaría un nuevo tintero.
—No quedó perfecto, pero mejor que antes si —dijo Nox, revisando el interior de la mochila para después cerrarla —. Bueno... En ese caso: gracias por defenderme.
—No hay de qué, para eso están los amigos, ¿no? —dijo ya con mejor humor.
—Exacto, yo hubiese hecho lo mismo —concordó Nox.
Realmente Nox esperaba que Ron hubiese sido sincero con sus palabras, porque al menos por parte de ella así había sido.
Nox tenía certidumbre de que si pensaba en más cosas su cerebro quedaría sin espacio. No entendía por qué había olvidado por segunda vez un día completo, por qué cuando quería no pudo poseer el cuerpo de Draco Malfoy, averiguar con certeza lo que decía su diario de sueños, sus entrenamientos de quidditch, las reuniones con el ED (que habían quedado temporalmente suspendidas por la temporada de juegos) y los miles de deberes sobre los TIMOs.
Había días en donde Nox intentaba prestar atención a la clase, pero a veces se quedaba viendo al compañero que tuviera cerca mientras pensaba «Tu cuerpo... Tú cuerpo...», pero el resto no se completaba y seguía sentada en su propio cuerpo en el mismo lugar.
El partido de Gryffindor contra Slytherin estaba a la vuelta de la esquina. Cada vez que tenía una clase con los leones, se propuso defender a Ron como él hizo con ella, ya que al ser nuevo en el equipo era el blanco perfecto para las intimidaciones y burlas. Desafortunadamente Harry estaba muy acostumbrado a los malos tratos de las serpientes, así que como Nox, defendía a Ron e intentaba animarlo siempre que podía.
Nox de vez en cuando también se llevaba un insulto ridículo, pero en lugar de pensar en qué responder, intentaba aplicar su extraña habilidad contra el enemigo, pero solo se quedaba con cara seria y se burlaban mucho más de ella.
La mañana del partido era más helado que nunca, a pesar de ser otoño, el invierno parecía quererse adelantar. Todos estaban emocionados por el primer partido. Cuando Padma y Nox salieron ya listas de la habitación, solo vieron como una enorme cabeza de león salía por la puerta de la sala común. Ambas amigas se vieron entre sí, dudando si su visión las había engañado. «¿Soy yo, o vi un león en la sala común?», preguntó Cho cuando se la encontraron, lista para ir al gran comedor.
Efectivamente, ahora había un león en el gran comedor, pero no uno real precisamente, estaba sobre la cabeza de Luna Lovegood. Su sombrero soltó un rugido que hizo a muchos sobresaltarse como cuando Nox aparecía de la nada. Las burlas de los Slytherin eran más fuertes que nunca, mientras que las buenas suertes de los Gryffindor intentaban opacar a los otros. Nox se percató que en el pecho de muchos de la casa de Slytherin tenían una peculiar insignia en forma de corona.
«A Weasley vamos a coronar»
Sería muy tonto de su parte si aquella insignia se tratara de algo bueno. Sus amigas se sentaron en la mesa de Ravenclaw, mientras que Nox se acercó a la de Gryffindor para desearles suerte, aunque al ver el rostro de Ron parecía más un milagro que un deseo.
—¿Todo bien, Ron? —lo saludó ya más cerca de él. Este se sobresaltó ligeramente, tenía un aspecto enfermizo, como si estuviera perdido.
—Solo está nervioso —pareció responder Harry por él —. Ya se le pasará.
—Esto, si, claro —no convenció a Nox —. Intenta comer un poco, necesitas fuerzas...
—Debo de estar loco para hacer lo que voy a hacer —dijo Ron con un susurro ronco —. Loco de atar.
—¿De qué hablas? Se que estás nervioso, es el primer partido, lo harás estupendo. Solo recuerda lo que practicamos —animó Nox.
—¿Desde cuándo ustedes son tan... amigos? —preguntó Harry, sonaba ligeramente molesto.
—Desde que Malfoy decidió mezclar nuestras diferencias, nada nuevo —respondió Nox sin importancia.
—¿Qué diferencias? —preguntó esta vez Hermione. Nox la ignoró.
—Los dejo desayunar, muy buena suerte a todos —se despidió Nox, dándole unas palmadas en la espalda a Ron.
Se marchó de ahí para sentarse junto a sus dos mejores amigas para tomar el desayuno. No tardaron en tocar el tema sobre las insignias que traían los de Slytherin, solo esperaba que Ron no las viera, sino eso terminaría de destruirlo antes de que cualquier otra cosa pasara.
Al menos unos quince minutos después, todo el equipo de quidditch tanto de Gryffindor como de Slytherin ya se habían marchado al campo de juego, así que también de poco a poco el gran comedor comenzó a vaciarse. Las tres amigas de Ravenclaw se pusieron de pie para seguir al resto del colegio para presenciar el partido. Tomaron asiento cerca de las porterías de Gryffindor en la parte baja, ya que las altas ya estaban ocupadas.
—¿Qué están cantando? —preguntó Padma, volteando a ver a la ola verde al otro lado del campo.
Las tres agudizaron el oído: Pansy Parkinson parecía dirigir el coro de las serpientes, que cantaban con una alegría como si de villancicos navideños se trataran, pero aún así no lograba distinguir de qué trataba, pero sabía que era algo malo.
—Esa perra... —murmuró Nox con enfado.
Los jugadores salieron por fin, los capitanes se estrecharon las manos y todos subieron a sus posiciones. Nox miró como Ron se quedó volando entre los tres aros, no muy lejos de donde estaba ella.
—¡Vamos, Ron, tú lo tienes! —gritó Nox, intentando animarlo, ya que desde donde estaba podía ver qué seguía luciendo enfermizo. El pelirrojo pareció no escucharla entre todo el alboroto que había en el campo.
La voz de Lee Jordan no tardó en hacerse presente fuertemente en todo el campo, así como tampoco tardó en distraerse ligeramente del tema gracias a la belleza de Angelina Johnson que momentos después fue impactada por una bludger.
—… Regatea a Warrington, esquiva una bludger, te has salvado por los pelos, Alicia, y el público está entusiasmado, escuchen, ¿qué es lo que canta?
Lee hizo una pausa para escuchar, y la canción se elevó, fuerte y clara, desde el mar verde y plata de los de Slytherin que se hallaban en las gradas.
Weasley no atrapa las pelotas
y por el aro se le cuelan todas.
Por eso los de Slytherin debemos cantar:
a Weasley vamos a coronar.
Weasley nació en un vertedero
y se le va la quaffle por el agujero.
Gracias a Weasley hemos de ganar,
a Weasley vamos a coronar.
Sabía que si ella podía escuchar esa espantosa canción, Ron también lo hacía. Volvió a verlo, podría jurar que estaba con toda la intención de volar más alto y tirarse de la escoba, la mejor forma de callarlos era parando la quaffle.
—… Warrington tiene la quaffle, Warrington va hacia la portería, está fuera del alcance de las bludgers y sólo tiene al guardián delante…
La voz de Lee Jordan la ponía mucho más nerviosa de lo que debería, ¿desde cuándo se preocupaba tanto? Daba igual, no podía quitarse esa sensación de encima.
El canto parecía hacerse más fuerte, así que Nox cerró los ojos, concentrándose, pero no sabía que hacer...
«Tu cuerpo...»
—… Va a ser la primera prueba para Weasley, el nuevo guardián de Gryffindor, hermano de los golpeadores Fred y George, y una nueva promesa del equipo… ¡Ánimo, Ron! —Pero un grito colectivo de alegría surgió de la zona de Slytherin —. ¡Slytherin ha marcado! —sonó la voz de Lee entre los vítores y los silbidos del público, Nox abrió los ojos—. Diez a cero para Slytherin… Mala suerte, Ron.
—¡¿De verdad es necesario que haga ese tipo de comentarios?! —exclamó Nox, pero el canto de los Slytherin era mucho más fuerte —¡VAMOS, RON! ¡TÚ LO TIENES!
WEASLEY NACIÓ EN UN VERTEDERO
Y SE LE VA LA QUAFFLE POR EL AGUJERO…
—¿No hay alguna cosa que puedas hacer? —le preguntó Cho por lo alto a Nox, pero ella solo negó en respuesta.
—¡Eso lo intento, pero no he podido!
Parecía ser que el equipo de Slytherin había mejorado bastante, o desafortunadamente Gryffindor tenía un guardian muy primerizo, ya no sabía cuál de las dos ideas sonaba menos peor. No tardó en escuchar y ver cómo otros diez puntos fueron marcados a favor de las serpientes que gritaron de alegría y mucho más fuerte siguieron cantando sin parar.
Misery Nox ya no quería seguir viendo aquella masacre, debía acabar pronto, Ron necesitaba mucha más práctica y motivación, y una canción con su nombre en ella no ayudaba en lo absoluto.
«Date prisa, Harry», pensó Nox con desesperación cuando vió a su mejor amigo volando a lo lejos, en búsqueda de la snitch dorada.
Gryffindor logró marcar treinta puntos en lo que llevaba el partido, tal vez estaban a favor, pero no se sabía cuánto tiempo más se tardarían en meter otros más en contra.
Draco Malfoy que estaba volando cerca de Nox, también canturreaba lo mismo que el resto de las serpientes. Nox no se había percatado que ya tenía los ojos brillantes y plateados, pero aún así no lograba nada, no entendía por qué.
De pronto el platinado voló muy rápido y bajando la altura, cuando de pronto ya estaba a la par de Harry, volando a gran velocidad, ambos con los ojos clavados de la pequeña pelota dorada. Volando a unos palmos del suelo, miró como Harry soltó la mano derecha de la escoba y la estiró hacia la snitch… A su derecha, Malfoy también extendió el brazo, estirándolo al máximo, intentando alcanzar la bola…
Por fin los dedos de Harry se cerraron alrededor de la diminuta bola alada; tiró de la escoba hacia arriba, aprisionando la rebelde snitch en la mano, y Nox soltó el aire que tenía contenido por dentro.
Todos (sobre todo los de Gryffindor) saltaron eufóricos de alegría, Nox tal vez no tanto como ellos, solo se alegraba de que no haya ganado Slytherin. Ron comenzó a bajar del aire hasta tocar el suelo, lucía triste y derrotado, posible sintiéndose como lo peor del mundo, no lo culpaba, tener a toda una casa en tu contra no ayuda en lo absoluto.
Las tres amigas se pusieron de pie, pero Nox bajó de las gradas hasta el campo, con intención de seguir a Ron a al menos darle palabras de ánimo, sus dos amigas le siguieron el paso un poco más por detrás.
—¡Ron! —le habló, pero este se negaba a escuchar y detenerse. Cuando por fin llegó a su lado, él seguía caminando con la cabeza baja hacia los vestidores —, ¡Lo has hecho bien...!
—Déjame solo, ¿si? —evitó que Nox le tocara el hombro, esta detuvo su andar, ofendida y sorprendida.
Ella se quedó de pie, viendo como Ron se marchaba con su misma posición de derrota. Lo que acababa de pasar tal vez era algo traumante y humillante, necesitaba su espacio si lo necesitaba.
Mientras que por detrás de ella, los jugadores de ambos equipos discutían a todo volumen; Malfoy parecía el director de la orquesta, que provocaba al equipo, metiéndose en todos los asuntos que se le vinieran en la mente. Madame Hooch no estaba ni enterada de ello, ya que estaba regañando a un jugador del equipo de Slytherin por cometer una falta fuera de tiempo.
Nox se acercó al bullicio: estaba Harry sujetando a uno de los gemelos, mientras que Angelina, Alicia y Katie habían unido sus fuerzas para impedir que el otro gemelo se abalanzara sobre Malfoy, que se reía a carcajadas.
—A lo mejor —escuchaba a Malfoy hacia Harry — es que todavía te acuerdas de cómo apestaba la casa de tu madre, Potter, y la pocilga de los Weasley te lo recuerda…
Usualmente la mente de Misery Nox soltaba palabras y no acciones, en esta ocasión fue distinto; solo le bastó dar dos zancadas para quedar detrás de Malfoy, lo jaló por el hombro para que él quedara frente a ella, y en eso le dió una bofetada tan fuerte como la que en su momento le dió a Pansy Parkinson. Si Draco Malfoy era de palabras, le daría palabras.
—¡¿CÓMO TE ATREVES A HABLARLE DE ESA FORMA, IMBÉCIL?! —vociferó Nox, se le iba iba lanzar encima como llegó a hacer con Parkinson, pero solo sintió como la detuvieron por hombros.
El rostro de ofensa de Malfoy se vió reflejado unos instantes, después dió una carcajada, como si la mano de Nox en su rostro no se hubiese quedado marcada en su cara. Soltó una carcajada, la bofetada le había dado mejores ideas, o eso parecía.
—¡Misery! ¿Ya vienes a defender Potty? ¿Y tú otro novio, Weasley? —carcajeó—. ¡Ah, ya entiendo! Apuesto que te gusta más él porque no es tan miserable como aquél Weasley, y te apuesto que le gustas porque eres sorprendentemente fea como su madre, con esos granos le recuerdas bastante a ella.
Era la tercera vez que le daban en su ego. Sintió como se le formó un nudo en el estómago que se deshizo al momento que la hicieron a un lado. Tenía los ojos muy abiertos y la boca entreabierta, sorprendida: Harry había soltado a uno de los gemelos, y ambos se abalanzaron sobre Malfoy, miró claramente como el azabache echó hacia atrás el puño en el que tenía la snitch y se lo hundió a Malfoy con todas sus fuerzas en el estómago.
Nox dió unos saltos hacia atrás, sin dejar de ver, era como si le hubiesen lanzado un hechizo paralizante, viendo sin ver. Sintió como el calor de su pecho se extendía por todo su cuerpo, la adrenalina la estaba haciendo sentir cosas distintas, dándose cuenta de algo que nunca lograba ver al otro lado de la niebla, una de las preguntas le estaba dando la respuesta frente a sus narices.
—¡Vamonos! —escuchó a una de sus amigas, mientras la jalaban con ellas. No tardó mucho en escuchar la voz de Madame Hooch, llegando por fin a la escena, solo esperaba que no haya visto la gran bofetada que le dió a Malfoy.
Le comenzaba a arder la mano, la imagen en su mente seguía viva. Por primera vez su mente tardaba en procesar pistas, tenía la respuesta, solo buscaba el procedimiento de esta para terminar de digerirla. Estaba segura de su respuesta.
Durante el resto del día nadie dejaba de hablar de lo que había pasado al final del partido, pero se escuchaba el rumor de que Nox había sido parte de ello. Escuchó a Parkinson negar sobre ello, apostaba que lo decía porque era bastante vergonzoso o incluso humillante contar que una chica de Ravenclaw le había dado una bofetada igual que a ella.
Chapter 32: 31. La práctica y la prueba
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Capítulo 31
La práctica y la prueba
Por la noche después de rodar varias veces sobre el colchón. Nox por fin había logrado conciliar el sueño, su cuerpo estaba solamente en nada, solo ella, flotando entre las nubes de un confortante sueño, extrañaba de verdad estar en esa situación que malamente se fue interrumpida por un movimiento brusco. Abrió los ojos y se dió cuenta que era Cho quien la había despertado, apostaba que era de madrugada.
—¡Nox! ¡Nox! —la sacudía, la despertada gruñó —¡Tengo la idea perfecta!
—Genial, ahora déjame dormir... —respondió como pudo y se dió media vuelta para volver a quedarse dormida.
A la mañana siguiente no recordaba nada de la madrugada y parecía ser que Cho tampoco, a pesar de no verla por la mañana. Ese domingo Nox se dispuso a pasear sola, pensar y refrescar su memoria sin importar la cantidad de deberes que tenía, pero los haría más tarde. Mientras caminaba, se encontró con Harry en uno de los pasillos junto a Ron, quería saludarlo, pero los nervios se apoderaron de ella, sentía que ya no podía fingir.
—¡Hola, Nox! —la saludó, ella comenzó a temblar —¡Feliz cumpleaños! —tembló más.
—¿Cómo dices? —abrió los ojos, sonrojandose mientras él la abrazaba.
—¿En serio olvidaste tu propio cumpleaños? —se burló. Se sacó del bolsillo una pequeña cajita que parecía ser más un gris oscuro y se la tendió.
—Esto... Si. Gracias, lo olvidé —evitó mirarlo a los ojos. Distinguió un rasguño de Malfoy cerca de la comisura de su labio. Nox volteó a otro lado.
—Si que eres rara —rió el pelirrojo—. Toma, este es mío —le tendió una igual Ron, pero de otro color.
—Gracias, esto... —se sentía muy abochornada, algo idiota solo estar ahí de pie, con las dos manos estiradas estúpidamente —. ¿Qué fue lo que pasó ayer? Todo pasó tan rápido que no supe nada.
—Bueno... —ahora Harry era el que sonrojaba.
—Han suspendido de por vida a Harry, también a Fred y George del equipo —respondió Ron. Nox se sorprendió bastante.
—¿Qué? —exclamó Nox—. ¡Pero si Malfoy fue el que comenzó!
—Lo sabemos, pero fue lo que decretó Umbridge —agregó Harry.
—Esa perra maldita —gruñó Nox —. Tuve suerte de que no me viera.
Ron soltó una sonora carcajada —¡Oh, hubiese dado lo que sea por ver cómo lo hacías!
—Bueno, es lo de menos que puedo hacer por defender a un amigo, ¿no? —recordó Nox, sonrojandose, no necesariamente por el frío.
—Si, al menos valió la pena la paliza que le metiste, Harry, defender a Nox era el pretexto perfecto —Nox sintió que el estómago se le cayó al suelo, juraría que si se lanzaba de la torre más alta se sentiría menos peor que eso.
Nox miró a Ron, sorprendida por lo que acababa de declarar. Harry miró a su mejor amigo con las cejas arqueadas, como si hubiese confesado un gran secreto, aunque realmente parecía como si lo fuera, ya que se había sonrojado hasta las orejas, más de lo que ya estaba.
Una risa nerviosa salió de Nox, fingiendo poco interés.
—Oh, vaya, yo estaba por hacer lo mismo; estaba hablando pestes de todos, cualquiera querría darle una paliza a ese idiota —reía mientras sonreía muy abiertamente, como solía hacer.
—Si, bueno —Harry se comenzó a secar las manos en los vaqueros —. ¿Por qué no abres tu regalo?
—¡Oh, sí! ¿Cuál es?
—El morado.
La sonrisa de Nox parecía flaquear, se quedó viendo a ambos regalos. Su cerebro estaba carburando, intentando recordar las diferencias que tenían distintos colores, ¡pero no recordaba la del morado! ¿Era más azul o más rojo? ¿Tal vez verde?
—Esto... Si, ¿por qué no lo abres tú? —le tendió ambas cajas.
—Es tu regalo, Nox, debes de hacerlo tú, ¿no?
—Cierto.
Su cerebro volvió de nuevo al dilema, pensaba y pensaba...
—¿Todo bien? —preguntó Ron, con un tono de gracia.
—Es que olvidé cual es el amarillo y cuál el morado... —soltó otra risa nerviosa.
—¿Cómo dices?
—Si... Esto, es que soy daltónica, olvido la diferencia de colores... —soltó, como si fuera lo más normal del mundo.
—¿Que-tú-eres-qué? —dijeron los chicos al unísono, viéndola sorprendidos.
—¿No lo sabían? —Nox fingió ofensa, los dos negaron con la cabeza.
—Creo que recordariamos muy bien si eres daltónica, Nox —Ron alzó una ceja, tomó la cajita que era de él —. Esta es mía, y esto es amarillo, aaamaariiillooo, a, eme, a, erre...
—De acuerdo, Ron, ella es daltónica, no estúpida —interrumpió Harry, arrebatando la caja con cierta gracia.
—Gracias, cuatro ojos —ahora ella le arrebató el regalo a Harry —. Aaamaariiillooo...
Estaba por repetir con sarcasmo la lección de aprendizaje de Ron, pero al abrir la caja un polvo de color «aaamaariilloo» explotó en dirección al rostro de Nox. Olía a plátano.
La carcajada de Ron resonó por todo el pasillo.
—¡Oh! ¡Creo que Fred... y-y George me han cambiado la caja! —intentó decir Ron en su ataque de risa.
—¡Ja, ja! —gruñó Nox mientras intentaba quitarse el polvo de los ojos —. Al menos no huele mal... De sabor deben mejorar. Ya me debes un regalo.
Con las manos polvosas y manchadas de aquella sustancia desconocida, abrió el regalo de Harry (sus manos nunca dejaban de temblar). Se encontró con un par de puntos diminutos de color negro, Nox tardó en entender qué eran.
—Son pendientes —respondió Harry sin siquiera esperar una pregunta.
—Se lo que son —sonrió Nox —. Me encantan, creo que se me verán excelentes.
Sacó el primero para ponérselo. Su mejor amigo le ayudó a sostener la caja mientras Nox se ponía el segundo.
—Están encantados —explicaba el azabache—, se tornaran de color rojo cuando estés dormida, aunque creo que lo veo inútil, si no puedes ver los colores...
—Puedo ver el color rojo, un poco el azul y el verde, así que podría funcionar —sonrió más—. Y bien, ¿cómo se me ven?
Harry abrió y cerró la boca varias veces, buscando su respuesta, y claro que la tenía, pero no era la que quería dar, menos frente a Ron.
—Te vez... Se te ven muy bien —dijo finalmente.
—Pero —comenzó, Ron —, ¿cómo por qué querías tener unos pendientes que cambian de color cuando duermes? Digo, no puede ver los colores, además de que mucho menos lo podrás ver si estás dormida...
—Pensé que sería algo interesante —Harry le frunció las cejas a Ron —. Tal vez esté muerta y nosotros pensaríamos que está solo dormida, con esto... —Nox alzó una ceja—..., n-no quería decir que... Ya sabes, como con los animales que duermen mucho y no sabes... —Nox alzó ambas cejas —. ¡No! Lo que quiero decir es que... Se te ven muy bien, más con el amarillo de tu cara... Mejor me callo.
—Te tardaste mucho, pero aún así muchas gracias —cerró ambas cajas para después guardarlas en los bolsillos —. Estaba por ir al gran comedor, ¿vienen?, los invito a mi desayuno de cumpleaños.
Los regalos de Harry y Ron no fueron los únicos, ya que había recibido también por parte de Cho (que seguía sin recordar nada de la noche anterior), Padma y sorpresivamente por parte de Hermione, eso molestó un poco menos a Nox.
Realmente había olvidado completamente que era su cumpleaños número dieciséis, así que sentía que su día estaba completamente interrumpido de su rutina habitual.
Ese mismo día recibió la lechuza de su padre, le gustaría poder describir como era, pero por más que enfocaba la vista, no lograba describir los colores que tenía, y decir que era una lechuza roja no sonaba muy normal. Llegó simplemente con una carta de su padre y otra de la abuela Figgy, donde el primero mencionaba que su regalo se lo daría en Navidad, ya que estaba bastante ocupado con el trabajo y prefería dárselo en persona para ver su reacción. A Nox no le afectó, ya que ni siquiera se esperaba su cumpleaños.
La abuela Figgy remedió su situación enviándole un pequeño pastel de fresas con unas galletas de mantequilla, con una nota de felicitaciones, más complacida no pudo sentirse.
Algunos se le quedaban viendo raro, ya que había olvidado completamente que había sido atacada por una caja con polvos con olor a plátano. Los de Slytherin no tardaban en reírse de ello, pero Nox solo les enseñaba el dedo de en medio y seguía con su camino.
El sin fin de deberes se seguían lanzando sobre Nox como una avalancha infinita, y eso que no había perdido la memoria de un día (aún). Sus preocupaciones se dividían ahora en dos partes: TIMOs y Harry. La respuesta la tenía, ya no tenía duda, pero no sabía cómo sería compartirla con el mundo. Sus actitudes hacia él habían cambiado, no podía evitar temblar al hablarle, sonrojarse cuando le hablaba, algo ridículo.
Cuando compartían clases, no podía dejar de verlo, y deseaba poder hacerlo por mucho más tiempo, pero la mirada de Nox era algo que quemaba, así que se daba cuenta de inmediato. Era extraño confirmarse algo tan grave como aquello, tenía la sensación de que si lo llegaba a decir sería como gritarlo a los cuatro vientos. Será mejor que se lo guardara para ella misma un tiempo más.
Las dudas le generaban más preguntas y pocas respuestas.
Durante una clase de Cuidado de criaturas mágicas, muchos de Ravenclaw y Hufflepuff bufaron por lo bajo al ver qué Hagrid había vuelto como profesor de la materia. No le molestaba en lo absoluto a Nox, pero la fascinación del semigigante por las criaturas peligrosas a veces atravesaba el límite.
Nox quedó sorprendida al darse cuenta que las criaturas aladas y esqueléticas no eran su imaginación. Cuando prestó mejor atención se dió cuenta que se trataban de thestrals, criaturas que solo eran capaces de ver los que hayan presenciado la muerte, eso explicaba por qué Nox podía verlos después de regresar de las vacaciones.
Y hablando de vacaciones: se acercaban las de Navidad, Nox pasaría las fiestas con su padre y abuela Figgy, que en su última carta dijo que ahora habían muchos menos gatos en casa, ya que eso de dedicarse a ellos es cansado e infinito, así que se dedicó a buscarle un hogar a cada uno de ellos, pero le aseguraba que el Señor Meows se quedaría con ella, eso alegró y alivio a Nox.
Una noche, Cho volvió a despertar a Nox, que había logrado una vez más conciliar el sueño después de varias vueltas. La rizada solo gruñía hasta que la lograron levantar de su cueva.
—¿Por qué no despertaste a Padma? Duerme debajo de mí —gruñó Nox, mientras caminaba por la sala común hasta un rincón. Estaba oscura y vacía, haciéndola algo acogedora.
—Me ignoró y siguió durmiendo —respondió, con las palabras arrastrándose como sus pies, caminaba extraño.
—Y yo caí, genial —gruñó.
Atravesaron la sala común, subieron hasta el segundo nivel, donde estaban los sillones y mesas de estudio, en uno de ellos que estaba hasta el rincón tenía una vela encendida, junto a unos pergaminos extendidos por la mesa. Se notaba que las sillas podían llegar a ser incómodas, ya que se notaba que había arrastrado el sillón largo hasta la mesa.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí, Cho? —le preguntó, viendo por encima los pergaminos.
—Uh, no lo sé... —respondió, dejándose caer sobre el sillón. Se agachó un poco por la pata de este y sacó una botella sin etiqueta —. Estaba inspirada y quería que vieras algo... —destapó la botella y le dió un gran trago para después extendersela a su amiga—. ¿Gustas?
—Cho, son como las dos de la mañana... —se quedó viendo la botella para terminar tomándola —. Vale.
Le dió un trago tan grande como el de Cho. Sabía ligeramente amargo, con un toque extraño a toronja, al final dejaba un gusto dulce y cítrico que resultaba adictivo.
—¿De dónde sacaste esto? —le preguntó Nox después del tercer trago.
Cho se encogió de hombros —Me lo dió una elfina de las cocinas, dijo que intentaban hacer un refresco, pero alguien se olvidó de esa botella y se fermentó demasiado. Llevo dos, y me dió como cuatro.
—Pues esta mierda está muy buena —volvió a echar otro vistazo a los pergaminos, entre ellos vió la palabra «laberinto», Nox tenía una idea de lo que podría tratar.
—Aún no está lista —reaccionó Cho.
—¿Por qué me despertaste, entonces?
—No quería tomarme las botellas sola, demasiado buena para disfrutarla sola. Padma se lo pierde.
Nox rió por lo bajo, respetando el silencio que había en la sala común. Nunca se enteró cuánto tiempo llevaban tomando y platicando, escondiendo carcajadas, recostadas sobre el sillón. Misery Nox ya sentía los ojos pesados, la cara caliente y bastante estúpida, Cho que ya estaba más que ebria, parecía trabarse mucho más al hablar, podría decir que los papeles de quién era quién en el baile de Navidad, ahora se invirtieron.
—Sigo recordando el baile del año pasado... Actuaste taaan mal... —decía Cho —. Realmente a todos nos sorprendió que hayas reaccionado de esa forma. La tierna Nox se había vuelto rebelde, apuesto que eso fue candente para otras personas.
Nox rió —Claro que no...
—Dime —se acercó a ella demasiado, como si le fuese a contar el secreto de su vida, así que Nox hizo lo mismo —, ¿Ron besa bien?
Nox volvió a reír más —No puedo decir algo que no recuerdo... Pero según él, si fue bueno.
—¿Hablaron sobre ello? —susurró aún más, sorprendida, Nox asintió —. Vaya, con razón los veo más cercanos...
—Pero eso no tiene nada que ver —se quedó viendo una esquina vacía —, creo..., no lo sé, ni siquiera sé cómo se hace eso...
—¿Te enseño?
A pesar de sentirse ida, ebria y más estúpida que de costumbre, no podía creer que podía sentir el rostro más caliente que nunca. Tal vez escuchó mal, pero sabía que no era así, no había ruido a su alrededor. Tal vez malinterpretó sus palabras, pero había escuchado claramente.
—¿Cómo dices? —susurró también.
—Bueno, si no sabes, será mejor que aprendas, así jamás se olvidarían de ti —la miró con sus ojos ebrios.
—Esto... No creo que sea... No sé... —quería decir que no, pero tampoco quería decir que no.
—Es súuuper normal. Somos mejores amigas, nos tenemos la suficiente confianza —le dió un trago más a la botella. Nox se relamió los labios —. Solo cierra los ojos y déjate llevar.
El cerebro de Misery Nox no funcionaba, solo lograba distinguir el calor de su rostro que era cada vez más intenso que el instante anterior al anterior. No sabía razonar, pensar o desistir, en ese momento tampoco tenía ganas de hacerlo gracias a la sustancia fermentada de la botella.
Los momentos pasaban como relámpagos en su mente, como si quisiera recordar y olvidar a la vez. Solo hizo caso y cerró los ojos, dejándose llevar por las hormonas y la sustancia.
—Solo no me vayas a dar una bofetada o algo parecido —rió Nox, con los nervios de punta.
—No soy tú —escuchó que también rió ella.
Respiró profundo, sintiendo el momento en cámara lenta. Las voces en su cabeza querían salir desesperadamente, hacerse escuchar por toda su mente, inundando lo bien que la estaba pasando.
«Su alma... Puede ser tuya, Misery Nox... Es tu oportunidad...», le pedían, pero Nox estaba muy sumergida en la sustancia que jamás escuchó, como si un perro ignorara un enorme hueso.
Sintió un ligero aliento cerca de ella. No era desagradable, o en cierta forma podría describirse como tentador, tal vez era el cítrico de la botella. Sentía el latido de su propio corazón en los oídos, estaba emocionada, era como si su mente se hubiese transportado a los recuerdos de una Misery Nox de once años con los deseos de una Misery Nox de ahora dieciséis años.
Lo que tardó en llegar solo un segundo, se sintió como una eternidad, un deseo que no sabía que esperaba tanto. Sintió como sus labios fueron presionados de una forma despistada y a la vez natural. El calor parecía subir cada vez más, comenzando a expandirse por todo su cuerpo como hormigas pérdidas.
Era un beso lento, inexperto y torpe por parte de Misery Nox, pero tenía la intención de seguir «aprendiendo». Mientras que su mejor amiga... Bueno, sabía muy bien lo que hacía, pero no parecía querer presumir o algo similar, solo seguía el ritmo que se podía llevar en el momento.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero se separaron de pronto, como si se hubiesen puesto de acuerdo para una breve pausa. Misery Nox abrió los ojos, estos estaban plateados y sus labios estaban de un rojo oscuro e intenso. Las voces sonaban como ecos lejanos, esperando ser escuchados. Cho tenía las mejillas tan rojas como un rábano, podía verle las ligeras pecas que tenía en el puente de la nariz, tenía los ojos caídos, como si tuviera tanto sueño como para quedarse dormida con los labios pegados a los suyos. Ambas rieron por lo graciosa que era la situación en ese momento, agradecían esa risa para romper un poco la incomodidad que no sentían.
Su mejor amiga ignoró la anormalidad de los ojos y labios de Misery Nox, estaba demasiado ebria como para prestar atención en ello, así que si previo aviso solo volvió a besar a Nox sin ningún previo aviso, mientras que esta no se negó en separarla. La cabeza comenzaba a dar vueltas gracias al extraño licor, embriagandose con su sabor.
La intensidad del beso comenzó a subir poco a poco; Misery Nox quería seguir el ritmo, lo necesitaba, su cuerpo se lo estaba exigiendo. Volvió a cerrar los ojos, siguiendo el beso que ya había practicado suficiente, pero ¿qué más daba un poco de práctica extra? Mientras pensaba en aquello, sintió dos manos para colocarse a cada lado de su rostro, sosteniendo parte de su mandíbula y mejilla, exigiendo que no se fuera de ahí.
La presión y la desesperación la hacían inclinarse hacia atrás lentamente, con la precaución de no dejarse caer bruscamente en el sillón y romper el momento. Seguía sin saber cómo estaba pasando aquello, sobre todo como es que terminó recostada en su lugar mientras que su mejor amiga estaba casi encima de ella, sin intención de soltar su rostro.
Misery Nox no sabía qué hacer con sus manos, era lo mismo que buscar la respuesta en un diccionario, encontrando la que mejor vaya con el contexto.
«Su alma... Debe ser tuya... La tienes...», escuchaba cada vez más fuerte en su mente, despertando otro deseo fuera del que debería sentir en ese momento.
Estaba por poner las manos sobre su espalda, hasta que sintió como una abandonó su rostro para apoyarse sobre su pecho, que sentía como subía y bajaba en un intento de tranquilizarse. Otro relámpago deslumbró su vista, fue como tener un recuerdo de pronto frente a ella, en vida.
«No solo lo pienses..., hazlo»
Sintió su mano comenzando a bajar lentamente hasta su entrepierna. Solo le bastó un tacto y abrió los ojos de pronto junto a un respingo. Se separó asustada, como si el recuerdo de una pesadilla hubiese vivido en ese momento. Observó como un hilo plateado regresaba a los labios hinchados y entrecerrados de su amiga. Esta la miró con cierto fastidio, seguía cada vez más perdida que antes.
Nox sintió que el alcohol y la sensación embriagante abandonó su cuerpo de pronto, se alivió ligeramente al ver a su amiga, que se acercaba peligrosamente a ella, con la intención de seguir y terminar lo que estaban por comenzar.
—No, Cho, no empieces cosas de las que te arrepentirás —la detuvo Nox mientras se acomodaba en el sillón, pero ella comenzó a negar con la cabeza.
—Por favor... Solo uno más... —insistió ella. Sin darse cuenta había comenzado a llorar, parecía dolida y desesperada —. Solo uno...
—Perdón, pero no me gustas tú, me gusta Harry —confesó. Se impresionó más a sí misma por lo que dijo que a Cho, que no le importó en lo absoluto.
—Te extraño tanto... —ocultó su rostro con ambas manos, temblorosamente —. Todos los días... Te necesito, Cedric...
Aquello se sintió como una cubetada de agua helada, la golpeó en el pecho de pronto, estaba tan perdida que ya comenzaba a buscar por dónde no podía ser correcto. Nox sintió tanta pena y dolor, todo lo que había sentido momentos atrás se había esfumado, la fantasía que pudo haber tenido hace cinco años se esfumó por completo.
Se puso de pie lentamente, abrazando a su mejor amiga por los hombros, obligándola a seguirla.
—Ven..., vayamos a dormir —intentó tranquilizarla, afortunadamente funcionó, ya que no opuso alguna resistencia para evitarlo.
Bajaron a las habitaciones y fueron a su habitación, abrió la puerta lentamente para evitar despertar a las demás de sexto año. Cho inhalaba entrecortadamente, consciente de que se quería tranquilizar. Al llegar a la única cama vacía la ayudó a acostarse, no pasaron ni tres minutos para que cayera completamente dormida.
Nox volvió a dónde habían estado para guardar los pergaminos regados que dejó Cho por la mesa. Acomodó el sillón donde habían estado y tiró las botellas que estaban medio vacías. Por fin acostada en su cama se quedó mirando el techo. No sabía si lo que pasó fue real o si apenas despertó de un sueño muy extraño y húmedo. En ese momento sentía una extraña incomodidad, posiblemente por romper el momento y que su mejor amiga la besara con la idea de que era su novio muerto.
Algo de lo que posiblemente no había prestado atención en todo ese rato, fue que había confesado que Harry le gustaba, ¿por qué?, se preguntaba constantemente, era una incógnita que encabezaba la lista de preguntas en su mente. Pensarlo era distinto a decirlo, hacerlo oficial aún más. Apostaba que él ya no sentía lo mismo por ella, ahora solo era su mejor amiga, como siempre, solo que sin verla sin ojos de amor.
¿Ahora qué tenía que hacer? ¿Fingir hasta que se le olvide? Su plan de distraerlo de los malos recuerdos ya no estaba en su mente, porque ahora ella era la que estaba ocupada en distraerse para no sentir cosas que ya no eran posibles, ¿O quizás no?
Se quedó dormida con esa última idea en la mente.
◦•●◉✿◉●•◦
Al día siguiente Nox despertó con un sueño tan grande que podría dormir al planeta entero con él. En primera instancia era algo normal, después algo anormal, ya que las últimas veces cuando despertaba con esa sensación era porque ya había olvidado un día completo. No tardó en preguntarle a Padma sobre que día era, al escuchar la respuesta que quería se tranquilizó.
Cho no se apareció en la hora feo desayuno, tal vez despertó con una gran resaca, o tenía tanta vergüenza de lo que pasó anoche que evitó a Nox por el desayuno. Ella tenía la misma sensación vergonzosa, evitaba mirar a todos, como si supiesen qué fue lo que pasó.
A la hora del almuerzo estaba Cho, apenas sirviéndose algo de estofado, acababa de llegar. Nox no quería sentarse, no sabía cómo reaccionaría y si algo cambiaría entre ella. Así como le temblaban las manos y las piernas cuando estaba con Harry, tenía aquella misma sensación al acercarse a la mesa, pero de una forma más negativa.
—Hola, Cho. ¿Cómo estás? —saludó Padma, sentándose a un lado de ella. Nox se sentó al otro lado de la mesa sin decir nada.
—Oh, bien, aún me duele mucho la cabeza. Tenías razón, Nox, no debí beber de esa cosa, espero que no haya hecho nada estúpido.
Nox sintió como el alma se le regresó al cuerpo al escuchar aquello.
—No recuerdas... ¿nada? —le preguntó Nox con mucho cuidado, como si su voz le ayudara a recordar.
—Pues... Recuerdo que estábamos platicando mientras tomábamos algo, después... —abrió los ojos poco a poco, algo había llegado a su memoria, Nox sintió como su alma comenzaba a salir de su cuerpo —¡Me dijiste que te gustaba Harry!
Padma ahogó un grito tapándose la boca, Nox abrió completamente los ojos, delatandose completamente, mientras que Cho sonreía de oreja a oreja.
—¿Es en serio? —preguntó Padma en un susurro. Nox no dijo nada, solo volvió su vista a su plato vacío —. ¡Por fin! —exclamó.
—Ya sabía yo que no era un sueño, ¡bendito el alcohol! —chilló Cho.
—No sé de qué hablas —dijo Nox, sirviéndose algo del mismo estofado que Cho.
—¡Oh, vamos! Ya no finjas, Nox, te he visto durante clases —decía Padma después de beber algo de su copa —, no dejas de mirarlo, aunque ni siquiera te des cuenta tú misma.
Nox se negaba a hablar, ahora se sentía acorralada, ligeramente avergonzada y acalorada. ¿Por qué no sentía lo mismo las veces que se vió con Terry?
—Olvidense esa idea, no sucederá nada —declaró Nox.
—¿A qué te refieres? —preguntó Padma.
—Me refiero a que no pasará nada entre nosotros —intentaba explicar claramente—; ni siquiera le gusto, además, es mi mejor amigo desde que tengo como diez años, no querría arruinar nuestra amistad por malas interpretaciones.
—Debes de estar jodidamente bromeando —Cho la miró con ojos pesados —. Estás describiendo exactamente la misma situación en la que estaba Harry hace un par de años, ¡y mira, sigues aquí! Tal vez las cosas cambiaron entre ustedes, pero pueden mejorar.
—Cho tiene razón, Nox —continuó Padma —, le gustas desde siempre, dudo muchísimo que las cosas que siente por ti cambien.
—¿Cómo estás tan segura? —cuestionó la rizada.
—No ha despegado el ojo de ti desde que te sentaste, si no me crees, puedes voltear.
—No pienso voltear.
—Entonces haz algo, si realmente te gusta.
—No le insistas, Padma —se metió Cho—; solo dale tiempo, tal vez ahora esté de testaruda y no acepte sus sentimientos, pero recuerda que Nox es una bomba de sorpresas que puede explotar en cuando menos te lo imagines.
Algo que Nox detestaba, era tener que aceptar la verdad de cosas que quisiera que fueran lo contrario.
El día marchó con normalidad, aunque Nox se ponía muy nerviosa y evitaba a toda persona que tuviera que ver con sus mejores amigas o el trío de problemas, sentía como si todo el mundo supiera lo que había pasado en al menos las últimas 24 horas. Se sentía aliviada que Cho olvidará el momento caluroso que vivieron la noche anterior, tampoco era algo de lo que se llevaría a la tumba, se lo contaría en el momento debido.
Pasaron días y se acercaba la última reunión del ED y Nox no tenía muchas intenciones de ir, la ansiedad le tenía carcomida las manos, como si su cuerpo se volviera completamente estúpido al simplemente rebelar algo que su mente tenía considerado guardar hasta que desapareciera.
«Es hora de irnos», recordó que les avisó Padma mientras estaban en la biblioteca, en ese momento Nox comenzó a temblar. Sabía que a ella le encantaban los chismes, realmente rogaba con que no hubiese dicho nada a nadie más, que fuera un secreto que mantuvieran entre las tres.
Al entrar a la sala de menesteres, fueron recibidas con una calurosa decoración navideña, recordándole a Nox que pronto vería a su padre y a la abuela Figgy, sobre todo al señor Meows, le hacía falta un poco de sus ronquidos felinos.
Nox evitaba mirar a los demás que ya se encontraban en el lugar, poco después no tardaron en llegar las personas faltantes, entre ellos Hermione Granger, que la miró con las cejas fruncidas, como si supiese que hizo algo terrible, eso la puso más nerviosa.
—Bueno —dijo Harry, y llamó a sus compañeros al orden—. He pensado que esta noche podríamos repasar lo que hemos hecho hasta ahora, porque ésta es la última reunión antes de las vacaciones, y no tiene sentido empezar nada nuevo antes de un descanso de tres semanas…
—¿No vamos a hacer nada nuevo? —preguntó Zacharias Smith en un contrario susurro, aunque lo bastante alto para que lo oyeran todos—. Si lo llego a saber, no vengo.
—Pues mira, es una lástima que Harry no te lo haya dicho antes —replicó uno de los gemelos Weasley.
Comenzaron a practicar en parejas. Nox estaba fallando estúpidamente, su mente estaba tan saturada y llena de recuerdos que olvidaba el hechizo que tenía que lanzar, solo algo grande le haría olvidar. No se sentía traumada o perturbada, sino que sentía como si hubiese hecho algo bueno que parecía algo malo, la tenía bastante nerviosa, añadiendo el secreto que ahora sus amigas sabían y no tardaban en lanzarle una mirada cada vez que Harry se acercaba a ver sus prácticas.
Ella solo sonreía como todos estaban acostumbrados a ver, pero por dentro los nervios hacían lanzar sus hechizos al contrincante equivocado, justo como Neville había hecho en dirección Padma.
«No pasa nada, solo tranquilizate, es un día cualquiera, pronto volverás a casa», se comenzó a mentalizar Nox, solo era eso, nervios y paranoia. Comenzó a analizar a los que estaban a su alrededor: estaban tan normales como siempre, recibiendo y lanzando hechizos. Se relajó más.
—¿Les parece si regresando a la sala común tomamos algo? Dejé unas tazas de chocolate caliente encantadas para que no se enfriaran —sugirió Padma a Cho y Nox después de un rato. Nox terminó de tranquilizarse, sonriendo muy convencida de la idea.
—Me parece estupendo —respondió Nox, ya respirando mejor.
Después de una hora, un silbato hizo a todos detener sus varitas, se sabía que había llegado la práctica a su fin.
—Lo están haciendo muy bien —comentó Harry, sonriente—. Cuando volvamos de las vacaciones, empezaremos a hacer cosas más serias; quizá el encantamiento patronus.
Hubo un murmullo de emoción y luego la sala empezó a quedarse vacía; los estudiantes se marchaban en grupos de dos y de tres, como de costumbre. Las tres amigas comenzaron a tomar sus cosas para marcharse a su sala común, hasta que una de ellas frunció las cejas en dirección a Nox.
—Creo que has perdido un pendiente, Nox —señaló Padma a su oreja izquierda.
La rizada se llevó las manos a las orejas para tentar que efectivamente le faltaba el pendiente izquierdo, no llevaba mucho con ellos y ya había perdido uno.
—Oh, carajo —maldijo Nox en voz baja—. Tal vez lo perdí por aquí, lo tenía puesto cuando llegué. Ustedes vayan, ya las alcanzo, con menos gente será más fácil encontrarlo —le dijo mientras miraba al suelo, en búsqueda de una pequeña bolita negra.
—Bien, te vemos en la sala común —afirmó Cho, mientras salían por la puerta.
Nox se dispuso a buscar su pendiente perdido por todo el suelo mientras escuchaba a los demás irse a sus salas comunes, sabía que si no lo encontraba ahorita, no lo encontraría después de vacaciones. Comenzó a levantar los cojines sin cuidado, sacudiendolos uno por uno, pero no caía nada.
—Vamos, vamos, vamos, dónde estás... —murmuraba muy en lo bajo, Nox, moviendo los cojines.
—¡Ey, yo ya había acomodado! —escuchó a Harry quejarse. Nox maldijo muy en sus adentros cuando se percató que la sala ya estaba sola.
—Lastima, porque he perdido algo y no me iré hasta encontrarlo —siguió batiendo los cojines.
—¿Esto?
Nox se dió media vuelta para quedar frente a él. Tenía la mano extendida con el pendiente pequeño y negro que justamente ella estaba buscando. Suspiró aliviada mientras lo tomaba y se lo ponía de vuelta.
—Siempre encuentras lo que pierdo —dijo Nox con una sonrisa, intentando no temblar más de la cuenta.
—De nada. Ahora ayúdame a poner todo en su lugar.
—¿Para qué? Volveremos después de vacaciones y todo estará en su lugar.
—Para mí es una pequeña forma de agradecerle al lugar por su servicio —respondió el azabache mientras acomodaba de nuevo los cojines —, que tal si volvemos y está hecho un desastre, o peor, no vuelve a aparecer.
Nox soltó una risa —¿Le estás dando sentimientos a una sala?
—Posiblemente.
La chica negó con gracia mientras le ayudaba a poner todo en su lugar.
—¿Te quedarás para las fiestas? —se atrevió a preguntar, Nox.
—No, Ron me ha invitado a pasarlas con su familia —le respondió con algo de culpa en el fondo de su voz—, le había dicho su madre desde hace ya bastante tiempo y apenas lo recordó.
—Genial, sé que te gusta estar mucho con ellos, no estaría de más pasar las fiestas ahí —se alegró, Nox.
—La verdad es que sí.
Parecía que querían acomodar los cojines hasta Navidad, porque los movían de forma que quedaran perfectamente alineados uno del otro. Nox se enderezó en su lugar, secándose las palmas de las manos en su túnica, los nervios estaban hirviendo por dentro.
—Bueno... Será mejor que me vaya, quedé con Cho y Padma en tomar algo en la sala común, no sé si podrías decirme por dónde ir con cuidado.
—Te acompaño —se ofreció de inmediato.
—No, Harry, está lejos, podrían verte...
—Tengo el mapa.
No dijo nada, tenía los pensamientos tan revueltos como un caldero en pociones, posiblemente sus tripas también lo están en ese momento. Su silencio podría sentirse como una eternidad
—Claro —finalmente cedió. No se podía negar ante tal oferta.
Salieron de ahí, se suponía que debían de caminar lo más rápido para evitar encontrarse con alguien, pero hacían totalmente lo contrario, caminaban como si trajeran caracoles en lugar de pies.
—¿Le has contado a alguien sobre todo esto? —se atrevió a preguntar, Nox, en voz baja mientras avanzaban.
—A Sirius —contestó con un tono mucho más bajo.
—Oh, olvidé que él es tu padrino.
—No te preocupes, muchos lo hacen —se encogió de hombros —. Llamemoslo Canuto, es más fácil —Nox asintió —. He estado en contacto con él, de vez en cuando recibo cartas, pero creo que Umbridge las ha estado interceptando, una vez llegó Hedwig lastimada, tuve que dejarla con la profesora Grubbly-Plank, después Dobby me la regresó.
—¿Dobby? ¿El que casi te mata en segundo?
—Si, ese mismo —respondió sin importancia —. Debemos tener cuidado con lo que mandamos, ese sapo verde ha estado revisando el correo, incluso las chimeneas.
—Está metiendo las narices en donde sea, por eso ha estado tan molesta la profesora Trelawney con su evaluación, apuesto que hará lo posible para echarla fuera de aquí —buscó la manera más suave de decir lo siguiente: —. Hagrid debería tener mucho cuidado con su materia...
—Claro que si, no sabes cuántas veces hemos intentado ayudarlo y convencerlo de que no enseñe criaturas que él considere inocentes, porque todos sabemos que de inocentes solo tienen el pelaje... Incluso ni eso siquiera.
Nox rió suavemente mientras asentía con la cabeza, los nervios comenzaban a disminuir ligeramente.
—Has pensado en... ya sabes, ¿decirle a Dumbledore? —preguntó Nox.
—No, él está ocupado en cosas mucho más importantes...
—Pero, esto es importante.
—Pero más importantes.
—Tal vez tú creas que esto es cualquier cosa, pero no lo es...
Un ruido, antes de dar vuelta por el pasillo los hizo detenerse de pronto. Harry revisó el mapa y comenzó a alarmarse.
—Oh, mierda... —maldijo por lo bajo. Nox se asomó por encima de su hombro para ver el mapa, se trataba de Filch el conserje, estaba al final del pasillo, justo por dónde darían vuelta —. Debemos ocultarnos.
Corrieron al salón más próximo que había y se adentraron con el mayor sigilo que pudiesen tener. Cerraron la puerta y pegaron el oído a la puerta, escuchando los pasos dar la vuelta en la esquina, cada vez más cerca. Contuvieron la respiración hasta que las pisadas comenzaron a perderse por el otro lado del camino. Harry volvió a revisar el mapa, ya más tranquilo y volviendo a respirar.
—Se ha marchado por el pasillo, será mejor que nos vayamos pronto...
—¡Oh, mira! ¡Por la ventana! —exclamó de pronto Nox, corrió a la ventana con precaución, ya que el aula se encontraba oscura y lo único que la iluminaba era la tenue luz del exterior —¡Está nevando!
Junto al enorme ventanal estaba el escritorio, así que se quedó mirando la nieve caer mientras tomaba asiento sobre este. A lo lejos, donde su mirada apenas llegaba, logró distinguir extrañamente a las criaturas aladas y esqueléticas.
—¡Y hay thestrals! —apuntó, Nox.
—¿Puedes verlos? —le preguntó ciegamente, Harry.
—Pues..., claro, tristemente. Supongo que tú también —respondió con una ligera tristeza marcada en sus palabras —. Nos lo enseñó Hagrid en una clase, a ti también, ¿no?
—Oh, sí, no lo había pensado de esa forma... —buscaba las palabras mientras veía la nieve caer... —. Es curioso como nosotros hacemos algo como lo que él hace.
—¿Cómo?
—Ya sabes, enseñar lo que esperamos que sea correcto, peligroso a ojos del ministerio, pero útil para nosotros —respondió mientras se recargaba en el escritorio, al lado de Nox.
—Nos enseñas algo que ya es necesario —comenzó a sincerarse—, ellos son estúpidos al no dejar que nos defendamos, seríamos unas marionetas más suyas, creando alumnos débiles e inútiles.
—Pero todo lo hacen ustedes, yo solo les doy las herramientas para hacerlo...
—Si —interrumpió levemente —, y a la vez nos enseñas correctamente como hacerlo. No comiences con tus modestias.
—No es ser modesto, solo yo..., no creo que deban de «aplaudir» todo lo que he hecho, ya se los dije: fue simplemente suerte, y no puedo contagiarlos o embarrarles algo de ella. Ojalá pudiera hacerlo, o tal vez no, es mejor que no los persigan con intención de matarlos.
—Bueno, tal vez tengas algo de suerte, pero nos estás enseñando a tener aunque sea una pizca de ella, a darnos tiempo y reaccionar a los que no tenemos suerte —su mente viajó a Cedric, que no tuvo suerte y mucho menos tiempo—. Quién-tú-sabes está rondando por ahí como si tuviera el derecho a hacerlo, no sabemos en qué momento podría atacar, o alguien de su gente.
—Creo que esa fue la razón por la que acepté hacer todo esto, no quiero que nadie corra la misma suerte que Cedric —dijo su nombre con bastante cuidado—, que al menos sepamos regresar un hechizo o una maldición, no dejarlos limpios de rasguños. Cómo dijiste una vez: el ministerio tiene gente infiltrada, deben saber que nos están convirtiendo en inútiles, será fácil para ellos hacernos algo.
—Ahí es cuando insisto; deberías de decirle a Dumbledore sobre esto. Vamos, el grupo lleva su nombre en su honor y respeto. No quiero que me lo tomes a mal, pero esto corre el riesgo de ser descubierto, tal vez sea buena idea de que Dumbledore sepa, así pueda defendernos tan siquiera.
—El tiene cosas mucho más importantes en las que pensar; un grupo de defensa no es tan importante, yo me encargaré de ello, no tendría por qué enterarse él.
Nox, rendida, suspiró levemente mientras la nieve en el exterior seguía cayendo. No sabía si tomar en serio las palabras de su amigo, ya que era tan testarudo como un tronco y molestar al director de Hogwarts no era una de sus ideas o mucho menos una de sus prioridades.
—De acuerdo —aceptó la rizada —, confío en ti.
—¿En serio? —preguntó, volteando a verla, algo sorprendido.
—Claro; has demostrado mucha confianza estos meses, tanto así que el idiota de Smith sigue llegando, incluso hoy, que era la última sesión antes de las vacaciones —volteó a verlo —. Si hubiese sabido que hoy sería un repaso, él llegaría de todos modos.
—Vaya... —desvió su mirada de nuevo al exterior.
—Eres un muy buen profesor, y te lo digo con sinceridad —confesó sin dejar de mirar su perfil —. Yo jamás hubiese logrado todo lo que has enseñado en las clases, sin tu ayuda.
—Tú eres muy lista, Nox, lo lograrías fácilmente —evitó mirarla, pero aún así sus orejas se tornaron rojas.
—Seré lista porque presto atención hasta el más mínimo detalle en un instante cuando la gente habla, pero eso no me ayudaría en nada a la hora de un duelo. Que mejor aprendizaje que viniendo del mejor...
Volvió su vista hacia ella que ya se estaba comenzando a sonrojar. Sus ojos brillantes comenzaban a quemar a Nox de una forma que jamás había visto, era como si el aula tuviera el poder de intensificar las cosas, las facciones o cualquier cosa que en ese momento a Nox se le viniese a la mente, pero en ese momento no podía pensar en nada más que en la belleza que la rodeaba.
Él sonrió, no de orgullo o de aceptación, sino de alivio, posiblemente eran las palabras que esperaba escuchar de ella durante todo ese tiempo, tal vez si había algo detrás de la neblina que ocultaban sus ojos, algo que le estaba costando descubrir en esos momentos, pero tenía la respuesta en la punta de la lengua.
La puerta se abrió de golpe, ambos estaban tan sumergidos en la mirada del otro que jamás se percataron de que los pasos del pasillo habían caminado de vuelta. Ambos dieron un salto para después agacharse y esconderse por detrás del escritorio.
—¡Salgan, quién sea que sean! —gruñó Filch desde la puerta.
Los pasos se comenzaron a escuchar cada vez más cerca, Nox sabía que estaban fritos, aunque quedaba una opción de la que no estaba segura si funcionaría. Rogaba con que funcionara, y si lo hacía, se lamentaba bastante por hacerlo
Cerró los ojos y comenzó a pensar con desesperación mientras que la respiración pesada del conserje se escuchaba mucho más fuerte.
Al estar Filch a un centímetro de descubrir a ambos, Nox abrió los ojos que se encontraban plateados y brillantes, Harry sabía lo que eso significaba. No le dió tiempo de reaccionar y evitar lo que estaba por hacer.
Nox se puso de pie de pronto, solo le bastó sujetar el brazo del amargado hombre.
«Tu alma no es mis, pero tú cuerpo lo es...», susurró su mente.
El cuerpo de Nox se evaporó junto al aire de pronto, estaba vacío ahí de pie, inmóvil.
No recordaba un momento que recordara el mismo asco que estaba sintiendo en ese momento. Estaba en el cuerpo del conserje, eso le causaba el suficiente asco como para salir del aula al paso más rápido que el viejo cuerpo le permitía.
Atravesó todo el pasillo con dirección a las mazmorras, quería alejarse y dejarlo lo más lejos de ella misma para evitar un inconveniente como ese mismo. Si llegaba a escuchar a alguien más patrullar, prefería esconderse detrás de una armadura o escabullirse, no le apetecía escuchar una voz tan desagradable salir de ese cuerpo.
Se detuvo frente al salón de pociones y volvió a cerrar los ojos, concentrándose por segunda vez y la voz susurró con más claridad en su mente:
«Tu cuerpo fue mío, pero tu alma un día lo será...»
Abrió los ojos pesadamente, se sentía como despertar después de haber dormido tan solo dos horas. Sentía la cara húmeda, así que se llevó las manos por debajo de sus ojos que le habían bajado un líquido plateado, uno bastante familiar, en sus manos se manchaban de aquél metal extraño. Con la manga de la túnica le limpió el rostro.
—¿Estás bien? —le preguntó Harry, había olvidado por un instante que él se encontraba ahí. Seguían por detrás del escritorio, pero ahora de pie —. Tardaste demasiado, estaba preocupado.
Los ojos de Nox fueron apagándose poco a poco hasta recuperar su color original. Por fin lo miró. No sabía ella como describir lo que sentía al mirarlo, solo sabía que su cuerpo parecía volverse estúpido en ese momento. Su rostro preocupado se fue suavizando por uno más relajado, viendo que la rizada se encontraba bien.
Sus ojos conectaron con los suyos, hipnotizantes y brillantes. Le parecía impresionante como de tan pocos colores que existían en su mirar, eran justamente los suyos los que podía distinguir con claridad.
Su cerebro no pensó, pero esta vez no fue exactamente un decir, sino un hacer que no pudo evitar: lo besó.
Un bruto impulso salió de ella que no sabía de dónde demonios había aparecido. Su mente estaba en blanco, era extraño, en realidad. Posiblemente se odiaría o golpearía su cabeza contra la pared hasta perder la memoria por hacer aquello, pero ya estaba hecho.
Fue corto, posiblemente algo brusco y torpe, pero de algo si estaba claro es que fue seguro y decidido.
Agradecía tanto no escuchar las voces en su cabeza, exigiendo cosas que ella no deseaba, pero a su vez era raro que no estuvieran presentes.
Lo que se sintió como minutos en realidad fue cosa de segundos. Se separó con la extraña sensación de estar pérdida. Se sonrojó más que nunca lo había sentido en la vida, con los ojos abiertos y los labios entre abiertos, sin saber qué decir sobre lo que acababa de hacer.
—Y-yo..., esto...—intentaba decir. El impulso de saltar por la ventana parecía tentador, ser ahogada por la nieve sonaba menos vergonzoso —. Perdón.
Creyó que su rostro expresaría algún disgusto, ya sea una mueca o un fruncir, pero se iluminó una sonrisa que no recordaba ver en algún momento en su vida, era de complicidad, como si un niño hubiese tocado la puerta y saliera corriendo.
—No sabes cuánto tiempo he estado esperando por este momento... —le susurró.
A Nox se le fue la respiración en ese instante, como si el alma se estuviera revoloteando de aquí a allá de alegría. Todas la preocupaciones, preguntas, incomodidades, pensamientos, todo, ya no existían en su mente, solo una respuesta clara... En realidad dos.
Sonrió como siempre solía hacer, pero en esta ocasión tenía un brillo peculiar, casi antinatural que a Harry le hizo volcarle el corazón en tres vueltas seguidas, Nox en ese momento no preocupó por las imperfecciones de su piel que él se dedicaba a analizar mientras posaba su mano en la mejilla de ella, solo para acercar su rostro y besarla a ella.
Sentía como si fuera un sueño. ¿Por qué nunca se había sentido así antes? ¿Por qué no lo había intentado desde el primer momento en que se cuestionó lo más mínimo? Bueno, eran preguntas que se haría después, ya que en ese momento estaba muy ocupada en sentir lo que su cuerpo, alma y mente le habían estado exigiendo desde hace bastante tiempo.
Kelly241 on Chapter 1 Wed 15 Oct 2025 05:00PM UTC
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NocheDeHistorias on Chapter 26 Thu 11 Sep 2025 04:32PM UTC
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FridaGomez1D on Chapter 26 Fri 12 Sep 2025 07:53AM UTC
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