Chapter Text
La luz del sol entró levemente por la cortina.
Katsuki se revolvió en la cama. Estaba cálida, mullida, y en ella había cierta fragancia a rosas. Se sentía tan cómodo que no quería levantarse.
Entonces recordó su agenda del día. Apretó los dientes y se obligó a abrir los ojos, ajustándose a la luz.
Con un suspiro se disponía a levantarse, cuando sintió un leve peso en el pecho. Al bajar la vista, vio un brazo atravesado sobre él.
Siguió con la mirada aquel brazo blanco y delgado hasta una figura hundida en la colcha, a su lado. Su instinto le dijo que de ahí provenía el refrescante aroma a rosas.
Inhaló profundo, dejando que esa fragancia se impregnara en su memoria, imposible de olvidar el resto del día.
Decidió pinchar el bulto en la cama, recibiendo un pequeño quejido. Sonrió divertido, dando pequeños pellizcos en todo el cuerpo.
—Mmh...
La persona se removió y finalmente se asomó una mata de rizos verdes. Le siguieron unos brillantes ojos esmeralda.
Sin embargo, al verlo, frunció el ceño.
—Kacchan, deja de molestar tan temprano... —bostezó.
Katsuki sonrió enternecido.
—Tengo clases temprano.
El chico solo levantó las cejas, con una expresión de: "¿eso qué tiene que ver conmigo?"
Katsuki rió y dijo con una sonrisa maliciosa:
—Si yo tengo que levantarme temprano, tú también.
El chico bajó la cobija, dejando ver su cara. Hizo un mohín con la boca, una clara expresión de descontento.
—Hmmp. —Se volteó y se tapó hasta la cabeza.
Katsuki lo movió ligeramente.
—Andale, quiero desayunar contigo.
No obtuvo respuesta. Incluso juraría haber escuchado leves suspiros. «¿Se durmió?», pensó sorprendido.
—Vamos, por favor... —usó una rara voz suplicante, pero el silencio se mantuvo.
—Entonces no me culpes.
Se metió bajo las sábanas. En un rápido movimiento, abrazó al chico por la espalda, tomando su cintura con fuerza.
El otro sintió sus manos calientes sobre su cuerpo y se sonrojó, pero las caricias no llegaron; en su lugar, Katsuki pellizcó sus costillas, haciéndole cosquillas.
Una estridente risa resonó debajo de la colcha. Las lágrimas bajaban por sus mejillas, sus manos intentaban detener las de Katsuki, pero ¿quién era él? Un aspirante a héroe, de los mejores en su carrera. No había forma de librarse.
—Kacch... Kacc... Kacchan —suplicaba como podía—, por favor, para...
Katsuki sonrió triunfante. Realmente amaba esa risa.
—Prometo... desayunnnar con-tigo. —Finalmente, Katsuki se detuvo.
El chico respiraba agitado mientras Katsuki lo observaba.
Entonces se volteó. Lo vio con el ceño fruncido; realmente quería enojarse... pero no podía. Jamás podía ser duro con el alfa.
Esa expresión se rompió a los segundos, reemplazada por una dulce sonrisa.
De repente, la alarma sonó.
—Parece que es hora de separarnos.
Katsuki no entendía. ¿No había prometido acompañarlo a desayunar?
El chico estiró la mano y tocó su mejilla. Entonces Katsuki cayó en cuenta. No sentía aquel toque.
De repente, un pensamiento lo golpeó. «¿Un sueño?» No... Era tan cómodo, seguro y feliz... ¿cómo podía terminar?
El chico frente a él comenzaba a desdibujarse, y Katsuki sintió el pánico subir.
Fueron solo unos segundos. De pronto, abrió los ojos, otra vez.
Pero la escena era diferente. Aquella fragancia había desaparecido y la cama a su lado estaba vacía, fría. Estaba solo en aquella habitación.
Era el mismo clima soleado, pero de alguna manera se sentía apagado. Sintió el peso de la soledad en el pecho.
Se sentó en la cama, aún en shock, procesando que todo había sido un sueño.
Frotó sus ojos, susurrando:
—Otra vez... otra vez ese maldito sueño.
Aunque técnicamente, más que un sueño, era un recuerdo.
Un recuerdo que él modificaba mientras dormía. A veces cambiaba el clima, las palabras, las acciones... como cargar al adormilado chico en brazos hasta la cocina.
Pero hoy soñó el recuerdo casi intacto. Si no mal recuerda, después de aquello ambos se levantaron. Él hizo el desayuno y pasaron el rato juntos antes de que Katsuki fuera a clases.
—¿Dónde estás... Zuzu?
Solo esa frase de vulnerabilidad se permitió. Suspiró y se levantó de la cama. Empujó aquel sentimiento desolado al fondo de su mente y se dispuso a continuar con su día, ahora arruinado por ese hermoso sueño.
Katsuki fue a la universidad. Tenía clases temprano: estaban en época de pasantías.
Asistía a la prestigiosa universidad UA.
Desde chico había soñado con ser héroe. Se preparó con esmero, logrando entrar a la academia afiliada a la UA.
Una vez terminó sus estudios ahí, la institución ofrecía un pase directo a la universidad o comenzar su carrera de héroe.
Muchas personas que necesitaban dinero rápido, no aspiraban a un puesto alto o simplemente tenían prisa, decidían comenzar a ejercer.
Pero Katsuki apuntaba a lo más alto, además de tener el apoyo de su familia. Así que la opción obvia fue asistir a la universidad y reforzar sus estudios heroicos. Sería un héroe completo, de pies a cabeza.
Solo eso ocupaba su mente... hasta que conoció a una personita que le hizo querer algo más.
Caminaba por el campus de UA. Sus pasos eran rápidos y destilaban mal humor; sus feromonas también lo delataban.
Cualquiera que lo viera venir se callaba y se hacía a un lado.
Katsuki destacaba por ser uno de los más fuertes en su curso, no solo por su quirk, sino por su inteligencia. Pero también por su mala personalidad, explosiva, como su poder.
Queriendo vivir un poco más, las personas decidían conscientemente apartarse e ignorarlo.
Su día ya era terrible por el maldito sueño. Los remanentes de aquella felicidad le dolían en el pecho, y su lobo interior se revolvía incómodo y vacío.
No bastaba con que él se sintiera mal; su estúpido perro lo tenía de peor humor.
Aquella mañana se vistió a toda prisa, tomó algo de comida y salió. No olvidó su gorra: aquel sol lo irritaba sobremanera. Solo hacía que recordara esos ojos esmeralda, sonrientes, bajo las sábanas.
—Tsk.
Quería llegar a clase y distraerse cuanto antes, luego ir a entrenar y desahogarse.
Iba camino al edificio de aulas cuando vio a Shouto de reojo.
Logró escuchar que decía:
—Y ese de ahí es Bakugou. Lo verás seguido.
—Aunque parece de mal humor... —comentó alguien más, probablemente Denki. Añadió—: Bueno, siempre está de mal humor.
Escuchó risas y frunció el ceño. Decidió ignorarlos y pasó de largo.
Entonces llegó a él una ligera fragancia a rosas.
Se detuvo en seco. Su mente quedó en blanco.
El aire sopló trayendo más de ese aroma. Se volteó de golpe y ahí estaba.
El chico que buscó incansablemente, al que añoró todo este tiempo...
Hermosos ojos verdes, aquel cabello rizado, cachetes llenos de pecas y esa bonita figura.
Era Izuku. Su exnovio.
Al ver que Katsuki volteó, Denki presentó: —Él es Izuku.
Izuku mostró una sonrisa educada con un asentimiento de cabeza.
Katsuki frunció el ceño. Se acercó paso a paso y dijo: —¿Dónde has estado todo este tiempo?
Hubo confusión en el rostro de los demás. Izuku, algo incómodo, respondió: —No sé de qué hablas.
—Te he estado buscando... Nunca supe nada de ti —había dolor en aquella frase.
Con mirada inocente, con dificultad, Izuku dijo: —Te equivocaste de persona. Yo no te conozco.
En ese momento, aquella frase se superpuso a una del pasado:
"Te equivocaste de persona, yo no te conozco."
"No conozco a alguien como tú, te equivocaste de persona."
Aquella frase que dijo de forma dura tiempo atrás...
Katsuki vio sus ojos; no había emoción más allá de la tranquilidad. Y en su rostro había incomodidad.
«¿Se está vengando o realmente no me recuerda?» se preguntó Katsuki. No había forma de saberlo.
—Déjate de mierdas, tú...
Al ver a Katsuki así de alterado y la extrañeza de Izuku, Shouto decidió intervenir.
Puso una mano en el hombro de Katsuki, ejerciendo una ligera fuerza, y dijo: —Es suficiente, Bakugou.
El otro alfa volteó a verlo, irritado. Parecía estar diciendo: "No te metas".
Shouto no cedió. Ejerció más fuerza y agregó: —No sé qué traes, pero mira a Izuku —le echó un vistazo al pequeño omega. Katsuki siguió su vista—. Él no está cómodo con esto.
—Por favor, cálmate.
Denki asintió, de acuerdo. Estaba en shock por la escena de este momento. Jamás había visto a Katsuki tan “desesperado”.
Izuku se veía incómodo. Pero lo que más dolió a Katsuki fueron sus ojos, mostrando desconcierto ante su actitud, como un desconocido.
No podía creer que Izuku no se acordara de él.
Iba a dar un paso más cuando vio a Shouto ponerse delante del otro. Incluso liberó feromonas.
Todo en él indicaba amenaza.
Katsuki se sentía más irritado. Quería hablar con Izuku, pero estos perros guardianes no lo dejaban.
—Tcht.
Con chasquido de lengua, se dio la vuelta, dispuesto a abordar a Izuku después.