Chapter 1: 01. 00:00
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"Mientras quede por decir una palabra..."
☆
Aquel descubrimiento nocturno parecía un sueño, no uno malo, pero tampoco era uno que rayaba en ser el mejor. Era más bien un descubrimiento que te deja pensando en "¿Como llegamos hasta esta situación? ¿Por qué no me espere un poco más antes de averiguar de donde venia este malestar? ¿Por qué duele cuando en realidad, debería alegrarme?"
Aquel descubrimiento se sentía como cuando uno redescubre una vieja canción. Una que estaba oculta en nuestro subconsciente, una que de cierta manera nos llena de melancolía. Una melancolía dura y cruda, llena de sentimientos y de emociones que nos transporta al pasado, un pasado que para Utahime se sentía tan palpable en este presente. Un pasado que dolía desde el fondo del corazón.
—Positivo...— logró salir de sus tiritantes labios. Su interior se enfrió del miedo.
Sus manos, aún temblorosas, sujetaban aquella prueba casera de embarazo. Aquella que segundos atrás marcó dos pequeñas líneas rosas. Dos líneas que no a todas las mujeres les gustaría descubrir, pero que a otras les encantaría recibir.
Su boca estaba seca. Tan seca que con mucha dificultad logró pasar el nudo que se le había formado en la garganta. Un nudo que se apretaba cada vez más. Ese nudo dolía, ardía, era punzante como una herida fresca.
Y aquella herida era tal hallazgo.
—Es-estoy embarazada...— susurro, con dificultad mientras sus manos bajaban a sus costados, deslizándose pesadamente, pero sin soltar aquella prueba mientras seguía en su casi oscura habitación.
Sus ojos se llenaron de lágrimas. Lágrimas que escaparon de sus cuencas, como una tormenta que apenas iba iniciando.
—No puede ser...— susurro sentándose al borde de la cama. Sintiendo la suave brisa del aún invierno, colarse en su habitación para llegar hasta ella.
A su mente vino la imagen del padre de esa criatura que germinaba en su vientre.
Aquel hombre alto, de cabellos blancos y ojos tan azules como el cielo. Aquel que ya no estaba más en ese mundo. Aquel que se sacrificó por ese mundo donde aún ella vivía y donde su pequeño nacería. Un mundo aún muy cruel.
Un pesado suspiro salió de su pecho. Su corazón dolía y más al recordar a aquel hombre. Aquel que murió con una sonrisa mientras estuvo de pie. Aquel que la hacía enojar con sus comentarios a veces fuera del lugar y uno que otro mal chiste.
Aquel que deseaba ver una última vez, aunque fuera en un sueño.
—Satoru... vas a ser padre...
Susurro Utahime en voz muy baja, mientras su mano iba a su vientre. Aquel invierno estaba siendo bastante duro, y el descubrir que sería madre, parecía que lo haría más difícil.
Pero lo más difícil aún estaba por venir y más para un pequeño que no conocería a su padre.
La pobre sintió que de nuevo las lágrimas bajaban por sus ojos y más cuando el reloj de su celular marcó las 00:00 en punto.
Una nota en automático apareció sobre aquella foto de bloqueo, donde estaba ella y Satoru en el evento de intercambio del año pasado.
"Mi cumpleaños"
Decía la nota del calendario... aquel que sería su primer cumpleaños sin él... y donde descubrió que sería madre.
Chapter 2: 02. Rosas Japonesas
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"Mientras quede una mirada para mí..."
☆
Aquel era un cumpleaños bastante extraño. El primero post guerra y el primero sin él... sin Satoru Gojo.
Utahime seguía aturdida ante tal descubrimiento la noche anterior. Realmente estaba siendo un cumpleaños bastante extraño. Pero ¿Qué en su vida era normal?
Era una hechicera, o mejor dicho, una sacerdotisa, una que empezó a servir a la academia de hechicería simplemente para no estar en un templo.
Veía maldiciones, veía espectros, veía fantasmas, veía todo aquello que alguien normal no debería ver.
Era o mejor dicho, fue maestra pero no de alumnos normales a los que le enseñaría matemáticas o japonés en una preparatoria normal. Ella fue maestra de alumnos que veían lo mismo que ella y tenían poderes sobrenaturales, que después se convertirían en hechiceros y que quizás después perderían la vida en batalla.
Y eso nunca estuvo alejado de la realidad, ya que varios de sus alumnos perdieron la vida antes y después del incidente de Shibuya.
Aquel incidente que vino a poner de cabeza el mundo donde vivía.
Mientras miraba la sala donde de encontraba, rodeada de mas personas, fue que aquellos recuerdos se presentaban de manera dolorosa. Aquel era un dolor que la llenaban de interrogantes que la hacían mirar hacia el pasado, escudriñando todo lo que pudo hacerse de diferente manera.
El no haber descubierto a tiempo que uno de sus alumnos era el "topo" la había golpeado moralmente. La había hecho cuestionarse si era buena maestra y ahora la hacia cuestionarse si seria buena madre.
¿Por que no lo vi antes? Era una pregunta que invadía constantemente su mente al recordar a Mechamaru, o mejor dicho a Kokichi Muta. El saber de la muerte de este, fue bastante duro porque estaba bajo su cuidado.
¿Qué pensaría la madre de ese chico al saber sobre su muerte? No quería pensar en la respuesta de esa pregunta y menos ahora que ella sería madre.
El no llegar a tiempo después de que capturaron a Gojo Satoru la lleno de importancia y el ver que Geto Suguru era manipulado por una maldición de más de mil años, le daba escalofríos, mas al recordar esa vivida escena donde ella no pudo hacer nada.
¿Por qué no lo vi antes? Era una pregunta que invadía su mente cada que miraba en el pasado y veía que sus compañeros no pudieron llevar una vida normal en aquel mundo donde les toco nacer.
El tema de la muerte siempre estaba presente. Desde que nació, sabia que ella como hechicera estaba destinada a morir y más con un trabajo así de peligroso.
La muerte la tuvo cerca varias veces, pero nunca se la llevó a ella... sino que siempre se llevaba a aquellos a los que le tenía aprecio.
Se llevó a muchos de sus compañeros. Se llevo a Haibara siendo bastante joven, se llevó a Nanami durante su labor de hechicero, se llevó a Mai, una buena chica que sólo tuvo la mala suerte de haber nacido bajo un maldito clan, se llevó a Kokichi, un chico que solo quería proteger indirectamente a sus amigos, incluyendo la a ella... y de paso, la muerte se llevo a ... Satoru Gojo.
Un suspiro salió de su pecho y su mano fue a su vientre al recordar a aquel hombre.
Su cabello blanco, su perfecta piel, sus ojos azules como el cielo y todo de él. Aquel recuerdo aún le dolía pero no podía sacar ya lágrimas. Sentía que se habían sacado de tanto llorar durante la noche que había pasado.
Mientras seguía esperando, sentada en aquel lugar al que decidió ir primero aquel día de su cumpleaños, un recuerdo vino a su mente.
Uno de casi dos meses atrás, uno sucedido minutos antes de iniciar aquella pelea contra Sukuna. Aquella pelea que le terminó de quitar todo.
☆
24 de diciembre de 2018.
Un suspiro salió del pecho de Utahime mientras terminaba de acomodarle aquel kimono blanco que llevaba puesto Satoru aquel día.
Podía verlo en su rostro, tenia incertidumbre pero no lo demostraba fácilmente.
—¿Por qué esa cara?— pregunto él al mirar la seriedad en Utahime.
—¿Estás seguro de querer hacer esto?— pregunto Utahime con firmeza, a pesar de que por dentro se estaba muriendo de miedo. Trataba de controlar sus manos para que no temblaran, pero era en vano mientras sujetaba aquella bufanda entre sus manos.
Saturo envolvió las manos de esta entre las suyas —Utahime ¿Estás llorando? ¿Acaso tienes miedo? Si tu no eres la que se va a enfrentar a Sukuna, eres tan debilucha que no soportarías ni un minuto ahí — comento con su típico tono burlón. Ocultando realmente sus nervios.
—Gojo, esto es serio... — su rostro mostrando inquietud— no debemos tomarnos en broma al rey de las maldiciones— dijo Utahime con un nudo en la garganta y otro en la boca del estómago.
—Lo sé, pero para eso los tengo a todos ustedes... y en especial a ti— dijo Satoru con una pequeña sonrisa, una que emanaba tranquilidad ante tanto caos— contigo ayudándome a dar el primer golpe, estoy seguro que tendremos la ventaja...
Utahime sintió el calor de sus manos sin saber que sería la última vez que las tocaría, cálidas y llenas de vida.
—¿Confías en mi?— pregunto Satoru aún con sus manos en las suyas. Tenía aquella sonrisa y esa mirada que siempre le lanzaba después de despertar. Aquella llena de vida y ánimos a pesar de que las cosas iban mal.
—Todos los chicos confían en ti...— susurro Utahime.
—Pero yo te lo estoy preguntando a ti. ¿Utahime, acaso confías en mi?— pregunto Satoru con firmeza.
Utahime trago saliva para deshacerse del nudo en su garganta—Si...— susurro.
—¿Qué dijiste? No te escucho — comento Satoru en tono de burla, quería escucharla una vez más.
—Dije que si confío en ti— dijo Utahime en una mueca.
—¿Qué? ¿Qué dijiste? No te estoy escuchando ¿Acaso dijiste que me amas mucho? — comento juguetonamente, mientras llevaba las manos de Utahime al rededor de su cuello para que pasará la bufanda que aún cargaba en sus manos.
Aquel comentario hizo sonreír levemente a Utahime mientras le acomodaba aquella bufanda.
Ambos se acercaron lo suficiente para darse un beso, uno que seria el último en aquel invierno. Era uno profundo. Un beso bastante entregado por parte de ambos, los cuales no se querían despegar pero debían hacerlo ante la falta del aire.
—Todo estará bien...— susurro Gojo una vez sus labios se separaron de Utahime— incluso si yo ya no estoy aquí... se que todo estará bien... porque se que el futuro será brillante para todos, incluso para ti.
La azabache miro los ojos de aquel hombre. Aquella era una mirada bastante especial y más al ser la última que le dedicaría. Aquel destello en sus ojos azules se quedaría grabado en su memoria.
—Satoru...— susurro Utahime sin despegar sus manos del fino rostro del nombrado. Pasando sus dedos por aquel definido mentón y por sus labios, aquellos que extrañaría besar. Mientras Satoru, acariciaba sus manos.
Ambos se miraron un poco más. Fue como una despedida en silencio, una que duele porque no hay palabras de adiós, sino miradas. Solo miradas.
—Gojo—Nombró Yoshinobu desde la puerta, aquel anciano cargaba el estuche de su guitarra —Estamos listos.
Utahime sintió como poco a poco, su alma se desprendía de su cuerpo, quería gritar, quería correr, quería detener todo, pero Satoru le soltó las manos. Era momento de iniciar la pelea.
—Bien, es hora — dijo Satoru con una sonrisa mientras terminaba de acomodar su ropa, la cual lo hacía ver como todo un líder, con aquel impecable blanco.
Utahime lo miró salir por aquella puerta, listo para enfrentar su inminente destino.
Y ahí iba ella detrás de él. Pero nunca más lo alcanzaría.
☆
Aquel frío recuerdo aún le dolía. Pero no podía sacar lágrimas en aquel momento, y aunque tuviera la excusa perfecta para soltarse a llorar sin que nadie la juzgará, no podía. Simplemente no podía.
—Señora Iori— la nombró una enfermera con su impecable uniforme blanco.
—Soy yo.
—Pase, el ginecólogo la atenderá — contesto aquella mujer con una amplia pero bonita sonrisa.
—Gracias...— Utahime arrastro las palabras, mientras entraba sola a ese consultorio, aquel donde por primera vez vería tanto a su bebé como el de Satoru.
☆
Utahime había regresado a casa con un pequeño ultrasonido donde de mostraba a su pequeño de 8 semanas.
Si las cuentas no le fallaban, aquel bebé había sido engendrado días antes de aquel trágico 24 de diciembre.
Sostenía aún aquel eco entre sus manos, admirando a aquel pequeño ser. Aquel único recuerdo que le quedaría de Satoru.
—Nuestro bebé...— dijo está aún con un nudo en la garganta pero nada que sus lágrimas lograban bajar de sus ojos.
Ni siquiera logro llorar mientras le hacían aquel ultrasonido, sus emociones estaban atrapadas en lo profundo de su pecho y de su garganta. Incluso cuando le dijeron la fecha probable del parto, no logro expresar emoción alguna.
Aun así, el médico le sugirió que tomara una decisión sobre si continuar o no aquel embarazo y más si sería madre soltera. Pero parecía que aquel estado, no le dejaba tomar una decisión, a pesar de que en lo más profundo de su corazón, ella quería tener a ese bebé. Sangre de su sangre y sangre de aquel que alguna vez amo.
Utahime seguía admirando aquel eco, eso hasta que el timbre de la puerta sonó dos veces seguidas, debía ser alguien impaciente, pensó.
Abrió la puerta y ahí afuera de su departamento, estaba un joven en sus veinte, traía una gruesa chamarra pero lograba verse su uniforme de trabajo, se notaba que era un repartidor. Traía una gorra, que al igual que la chamarra estaba empapada por la nieve que seguía cayendo afuera, pero lo que más destacaba era un enorme ramo de rosas japonesas que traía entre sus brazos.
—Buenas tardes ¿Se encuentra la señora Iori?— pregunto amablemente.
—Soy yo... dígame ¿En que puedo ayudarle?— pregunto confundida.
—Vengo a traerle esto— movió un poco el ramo.
—¿Eso? Pero si yo no pedí nada...— dijo Utahime bastante extrañada.
—Pues aquí dice entrega para la señora Iori Utahime — explicó el repartidor.
—Repito, yo no ordene nada...
—Aquí dice que es un regalo, dice que las manda un tal Satoru Gojo— explicó el repartidor.
Al escuchar ese nombre, Utahime palideció.
—¿Se encuentra bien?— pregunto el repartidor al ver la cara que estaba haciendo esa mujer, la cual, con aquella cicatriz, la hacia ver asustada.
—E...eso es imposible — Utahime sintió la sangre irse del cuerpo, su mano fue a su vientre —Él esta muerto... ¡¿Esto es una broma, cierto?!— su semblante cambió de uno triste a uno molesto en cuestión de segundos.
—No, claro que no es una broma, aquí dice que se lo entregaremos a usted en este día — dijo el repartidor mostrando con dificultad la tableta que sostenía ya que el ramo era bastante pesado y debía sostenerlo con ambas manos.
—Imposible...
—¿Señora, va a querer su ramo o no?— pregunto el joven ya molesto de cargar aquello.
—¡Oh! ¡Llegue a tiempo! Aunque me hubiera gustado llegar antes para recibir el ramo antes que tu, senpai— se escucho la melodiosa voz de otra mujer.
Utahime reconoció rápidamente esa voz. Era Shoko, la cual había llegado, con un abrigo muy grueso y empapado por la nieve. Y en sus manos, traía una pequeña caja con un pastel de cumpleaños y una bolsa de platico, que supuso, eran cervezas.
—Si que es un ramo hermoso, las mejores rosas japonesas que el dinero pudo comprar, ese idiota si que no estimaba en gastos, pidió las mas caras después de todo— dijo Shoko en una suave sonrisa, incluso su lunar a un lado de su boca se elevo un poco, mientras miraba aquel enorme ramo.
—¿Q-qué está pasando?— pregunto Utahime confundida. Incluso se sentía mareada. Aquel parecía un mal sueño, como si estuviera en una dimensión desconocida desde que despertó.
—Senpai— la castaña se giró a verla— Te lo explicare, lo prometo, pero por el momento es hora de entrar a tu departamento, esta haciendo mucho frío aquí afuera, así que — se dirigió amablemente al repartidor —Puedes meter las flores al recibidor por favor, y una disculpa por hacerte esperar.
—Sin problema— suspiro aquel chico, que ya tenía cansados los brazos de tanto cargar aquel ramo de rosas japonesas.
Utahime de verdad no entendía lo que pasaba, aún así, dejó entrar a esos dos a su casa.
Aquel repartidor dejó aquel enorme ramo sobre la mesa del comedor, para después salir de ahí.
Utahime fue la encargada de cerrar la puerta mientras Shoko dejaba aquel pastel y la bolsa del mini súper sobre la mesa también.
—Vaya, si que son hermosas. Satoru si que le gustaba lo ostentoso — dijo Shoko con una sonrisa.
—¿Estás flores son de Satoru?— Utahime soltó una risita nerviosa, no entendía nada —Eso es imposible... él no pudo pedirlas desde la tumba... ¿Acaso hay servicio a domicilio desde el más allá?
—Él no, pero yo si— Shoko empezó a explicar mientras se quitaba su grueso abrigo —Verás, él me dejó una lista de lo que debía hacer yo el día de tu cumpleaños en su nombre, y bueno, esta era la primera cosa en la lista; encargar y entregarte el ramo de rosas japonesas más grande que hubiera en la ciudad.
—Él...— Utahime vacilo levemente, aquello era de no creérselo —¿Te dejo una lista de que hacer el día de mi cumpleaños?
—Bueno, en si Satoru me entrego una carta que después anote en forma de lista en mi celular para poder recordar y hacer en este día de tu cumpleaños... — suspiro — Quizás él sabía que no llegaría hasta este día y por eso, dejó escrito los lugares a donde el quería llevarte en tu cumpleaños — comento Shoko encogiéndose de hombros.
Utahime tomo la nota que venia junto aquel ramo de rosas japonesas. Sabía que aquel regalo era bastante caro, ya que ese tipo de rosas poco se dan en invierno, y sus colores, rojos y rosas eran bastante hermosos para la ocasión. Y mas que eran sus favoritas.
Aquella tarjeta por fuera, tenía una bella letra cursiva, la cual formaba la frase "Para Utahime, de Satoru Gojo"
Al abrir la tarjeta, se encontró con otro leve mensaje que decía:
"Para mi senpai. Para la única mujer que pude amar. Para ti, Utahime, feliz cumpleaños. Espero no estés llorando... te amo, me hubiera gustado estar ahí para darte este ramo..."
Sus ojos se llenaron por fin de lágrimas, aquella nota si que era típica de él.
Shoko suspiro al ver aquel semblante en su amiga.
—Bueno, no es momento de llorar— elevo la bolsa con las latas de cervezas, las cuales hicieron algo de ruido.
— Tomemos una cerveza y después vayamos a nuestra primera parada, Satoru quería que esta noche te divirtieras y hasta te amanecieras cantando en un karaoke. Asi que vamos afinando la garganta con una cerveza primero antes de ir al restaurante que tu quieras.
—No puedo tomar alcohol y mucho menos puedo ir a esos lugares ya...— dijo Utahime secando sus lágrimas.
—¿Y por qué no?— a Shoko le extraño aquella respuesta.
Utahime tomo un respiro profundo. Sabía que aquel descubrimiento no podría guardarlo por mucho.
Sus manos fueron a su vientre —Eso es porque acabo de descubrir que estoy embarazada...— su voz al dar aquella noticia para nada sonó alegre, sonaba bastante triste.
—¡¿Qué?!— su mejor amiga elevo demasiado la voz, incluso su boca se mantuvo abierta ante tal noticia.
—Y el bebé que estoy esperando es de... Satoru...— las lagrimas de nuevo bajaron por las mejillas de Utahime.
—¡Oh!— solo salio de la ya confundida garganta de Shoko mientras su amiga se soltaba a llorar.
La castaña tomo un respiro y bajo la bolsa con aquellas cervezas.
—Entonces comida a domicilio será... y té, mucho té helado...— logró decir antes de abrazar a Utahime para consolarla.
☆
—Y dime... ¿Cómo es que te enteraste que estás embarazada?— al fin pudo preguntar Shoko, después de casi una hora después de estar asimilando aquella noticia mientras sujetaba el eco y aquel test de embarazo de su amiga.
Ambas estaban en la sala de Utahime. Estaban sentadas sobre la alfombra blanca, mientras en la mesita de centro, estaba llena de comida china y de varias latas de soda y de té helado.
Utahime terminó de comer más de sus fideos en caja —Por el sabor de la pasta dental...— dijo está limpiando sus labios con una servilleta.
—¿Pasta dental?—Shoko ladeo levemente la cabeza, antes de darle un sorbo a su soda y dejar el eco y el test sobre la mesa.
—Si, veras, hasta hace unos días empecé a detestar el sabor de la pasta dental que uso. Realmente eso era algo inusual ya que siempre he usado la misma presentación con el mismo sabor a menta desde hace años— Utahime suspiro mientras seguía explicando —Pero desde hace unos días empecé a tenerle asco. Además que note que mi regla se había atrasado, tenía dolores en los senos y empecé a tener más cansancio de lo normal por las tardes al grado que me quedaba dormida en el sillón... algo inusual en mi— Su voz empezó a romperse — Y digamos que al inicio lo atribuí al estrés de todo lo que hemos estado haciendo estos días con el tema de las barrera y de las misiones, pero algo dentro de mi sabía que era algo más... — Hizo una leve pausa y después continuó hablando—Así que ayer pasé por una farmacia y en la noche me hice una prueba casera y justamente cuando comenzó este cumpleaños salieron esas dos líneas rosas — Se llevó las manos al rostro —Debo decir que este es el cumpleaños más extraño por el que estoy pasando... con un bebé en camino, un bebé que no conocerá nunca a su padre porque este ya está muerto.
Shoko suspiro y le acaricio el brazo para consolarla.
—Entiendo que no es nada fácil y menos ahora con un bebé en camino.
—¡Nada esta siendo fácil desde que ese idiota murió!— dijo Utahime en un sollozo.—¡Todo en esta sociedad ha cambiado que no se como vamos a sobrellevar todo esto! ¡El mantenía un orden!— su voz se elevo en molestia pura —Y ahora el reconstruir la sociedad de hechicería suena a todo un reto y más con las nuevas generaciones y personas que desarrollaron algún poder maldito... además que estamos bajos de personal y los muchachos van a tener que esforzarse el doble para sobrellevar esta carga que les tocara vivir... y ahora yo estando embarazada... no se que será de mi...o que futuro le espera a mi hijo... — sus manos fueron a su vientre.
—Aún así senpai ¿Ya pensaste realmente que vas a hacer con este bebé?— pregunto Shoko con una mezcla de seriedad e incertidumbre.
Utahime elevo rápido su rostro y miro a su amiga con una mueca de total molestia.
—¡Ya Suenas como ese estúpido médico que me hizo esa misma pregunta!
—Pero yo no te lo estoy preguntando como médico. Sino te lo estoy preguntando como tu mejor amiga y como amiga también de Satoru, para así yo saber como debo apoyarte en esto— respondió Shoko con seriedad —Por eso Utahime Respóndeme, ¿Ya pensaste realmente en que vas a hacer con este bebé? ¿Piensas tenerlo o vas a abortarlo?— preguntó sin rodeos— Porque ser madre soltera y al mismo tiempo hechicera no es nada fácil.
Utahime seguía llorando.
—¡Ya lo sé! — se puso de pie y se dirigió hacia aquellas rosas japonesas. Las cuales se quedó mirando y acaricio una con sus dedos —Una parte de mi quiere quedarse con este bebé...— su mano derecha bajo sobre su vientre —Una parte de mi quiere conservar algo de Satoru y siento que este bebé en cierta forma merece nacer... pero...
—¿Pero?
—Pero al mismo tiempo...— Utahime arrastro las palabras mientras se giraba a ver a su amiga —Pero al mismo tiempo me pregunto si será buena idea tener a este bebé... sobre todo porque en primera no tendrá un padre y en segunda porque si nace, de seguro será un hechicero... y yo no... quiero eso...— sollozo, la garganta de nuevo se le cerro en llanto.
—Entiendo...— Shoko dio unos pasos hacia ella —Sabes que sea lo que decidas, te apoyaré— su mano limpio las lágrimas que bajaban por la cicatriz de su mejilla.
—Gracias Shoko...— susurro Utahime.
—Aún así debes tomar una decisión pronto... no quiero sonar pesimista, pero ¿Ya sabes cuantas semanas tienes de embarazo? Porque si decides no tenerlo, solo tenemos hasta la semana 9 si decides que sea por medicamento... legalmente hablando en este país...— comento Shoko cruzándose de brazos.
Utahime dio unos pasos hacia la mesa donde estaba toda aquella comida, tomo tanto el eco, como aquel test y lo miró fijamente entre sus manos.—Por lo que dijo el ginecólogo, tengo un aproximado de 8 semanas.
—Ya dos meses... y la novena semana esta a la vuelta de la esquina...— Shoko suspiro, mientras se acercaba a aquel enorme ramo.
—Si... los mismos dos meses que casi cumplirá Satoru de muerto...— dijo Utahime con tristeza mientras dejaba aquella prueba y el ultrasonido a un lado de aquel enorme ramo. Aquellos que eran sus regalos de cumpleaños.
—Si que ese idiota te preparo dos regalos de cumpleaños ¿Acaso lo habrá planeado?— preguntó Shoko mirando esa mesa de regalos.
—En esta ocasión no se si haya sido así...— suspiro Utahime.
Shoko se acerco a su mejor amiga y le dio un abrazo. Sabía que necesitaba consuelo.—Todo estará bien, sea la decisión que tomes, yo estaré aquí contigo...— le dijo al oído.
Utahime le correspondió el abrazo. Sus lágrimas ya bajaban por inercia mientras sentía que aquel abrazo evitaba que se rompiera más.
Después de durar unos minutos más así, Shoko parecía recordar algo más.
—Cierto, hay algo más que debo darte por parte de ese idiota y que quizás te ayude a tomar una decisión — dijo soltando con cuidado a Utahime.
—¿Qué es? Espero no sea nada malo...— dijo la azabache con incertidumbre.
Shoko se acerco a su abrigo, y de su bolso interior sacó una carta.
—Parece que a Satoru le dio por dejarle cartas a todo mundo, yo ya he entregado la mayoría... supongo que me vio cara de paloma mensajera— le extendió aquel sobre blanco a su amiga —Pero él me pidió que te entregara esta carta hasta el día de tu cumpleaños, al igual que te trajera su pastel favorito así como te encargará este enorme ramo de rosas japonesas.
Utahime tomo aquella carta que estaba perfectamente sellada.
—Quizás esto te ayude a encontrar la respuesta correcta a que vas a hacer con este embarazo — comento Shoko en un suspiro.
Su amiga se quedo mirando aquel sobre, por fuera solo decía "Para Utahime" y a un lado, un pequeño Satoru Gojo dibujado.—Ese idiota...
—Ábrela y léela cuando te sientas lista. Aún así te aconsejo tomes una decisión pronto—respondió Shoko con seriedad.
Utahime solo se llevó aquel sobre hacia su pecho. No se sentía aún lista para abrirla.
—Bueno, ahora es momento de comer pastel — comento Shoko en una pequeña sonrisa —Debemos endulzarnos la boca y más que aun no acaba tu cumpleaños.
Un fan tuyo que te quiere mucho (Guest) on Chapter 1 Sun 22 Jun 2025 07:53PM UTC
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