Chapter Text
— ¡Ya va a empezar a llorar de nuevo! —exclama uno de los cuatro chicos que hay frente a mí.
Kato y otros tres de nuestros compañeros de clase han vuelto a meterse conmigo hoy. Estoy harto de sus constantes burlas, por lo que de forma inconsciente me he encarado a ellos. Sin embargo, ahora me encuentro frente a los cuatro matones, temblando del miedo. Son más grandes y fuertes que yo, por lo que no tengo ninguna oportunidad de defenderme…
— ¿Qué pasa, Tenshi? —pregunta Kato con tono de superioridad— Parecías muy determinado a enfrentarte a nosotros hace unos segundos —emite una maliciosa risita mientras su mano derecha se hincha y adopta un color granate—. ¿Esta vez si vas a usar tu supuesto quirk para defenderte o vas a volver a demostrar que eres un sin quirk?
En un mundo de superhumanos, donde el 80% de la población mundial presenta un don o quirk, no tener uno te convierte en un rarito. El mundo puede ser muy cruel con los raritos… Pero yo no soy un sin quirk. Simplemente, no soy capaz de controlarlo y por lo tanto, no puedo manifestarlo a voluntad como hacen todos los demás. Posiblemente eso sea peor que no poseer un don. Por un lado, debes llevar una vida mundana como si no tuvieras ningún poder. Por otro lado, los demás parecen molestarse cuando les dices que tienes un quirk pero no eres capaz de mostrarles que es cierto.
— ¡Sí tengo un quirk! —respondo entre sollozos— ¡Es solo que no puedo activarlo!
— ¡Excusas baratas! —exclama Kato justo antes de darme un fuerte puñetazo con su mano carmesí. La fuerza del golpe me derriba y caigo contra el suelo. Con una de mis manos tapo el lado de la cara donde me han golpeado mientras palpo la magulladura en mi mejilla— Si de verdad tuvieras un quirk lo podrías usar, como todo el mundo. Pero no lo haces. Simplemente te dedicas a repetir como un loro que lo tienes sin mostrar nada de nada. Intentas ponerte al mismo nivel que los demás tan desesperadamente que es repulsivo.
— ¡Cállate! —grito con exasperación mientras las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas. Los cuatro chicos se sorprenden ligeramente de mi reacción, aunque a Kato parece generarle bastante irritación— Lo que he dicho… ¡Es totalmente cierto!
— Debe de ser vergonzoso para tu madre haber tenido un inútil sin quirk como tú —comienza a decir Kato—. Seguro que ella también tiene que tener algo raro.
En el momento en el que Kato menciona a mi madre, se libera una fugaz descarga de rabia dentro de mí, sacudiendo todo mi cuerpo desde dentro. Puedo intentar soportar que se metan conmigo, ¡pero mi madre no tiene nada que ver con lo que me pasa! A medida que la ira me consume, pierdo el control de mi propio cuerpo y me abalanzo contra mi compañero de clase.
Aquello ocurrió cuando tenía seis años. Fue la primera vez que mi don se manifestó delante de alguien que no formaba parte de mi familia. También fue la última vez que ví a Kato y a los demás. Al activarse mi quirk, perdí la consciencia de mis actos y la ira controló mi cuerpo. No recuerdo nada de lo que hice, pero acabé hiriendo de gravedad a los cuatro chicos hasta el punto de que hubo que hospitalizarlos. La ineptitud de los directivos del colegio donde me encontraba inscrito no acabó con el acoso constante que recibía por parte de Kato y sus amigos, lo que acabó derivando en ese horrible desenlace. Mi madre tomó la decisión de mudarnos desde Hosu hasta Musutafu, donde vivían mis abuelos y donde podría empezar una nueva vida desde cero. Pero para un niño como yo, que llevaba siendo acosado por sus compañeros por dos años y que terminó haciendo tal atrocidad por ello. Esa nueva vida implicó evitar a los demás y estar solo por miedo a que todo aquello volviera a repetirse.
Ahora, ocho años después de aquello, me encuentro corriendo por las calles de la ciudad, intentando pasar entre la multitud de gente que camina tranquilamente. ¿Mi objetivo? Una calle cerca de aquí donde podré presenciar uno de los eventos más comunes pero a la vez fascinantes de los tiempos modernos. Todavía me queda un poco para llegar, pero incluso desde esta distancia soy capaz de escuchar los estruendos del titánico combate que anunciaban las noticias entre un carterista con un quirk que le hace gigante y varios héroes.
Sin embargo, para cuando consigo llegar al escenario del combate, este ya se ha resuelto. Ni siquiera he llegado a ver al villano, pues la policía ya lo había arrestado y se lo ha llevado preso. Muchos de los héroes que había presentes también se habían marchado para mi llegada, aunque me contento con poder ver la difusa silueta de una nueva heroína siendo entrevistada desde detrás de toda la multitud de gente que hay amontonada admirándola.
Por mucho que intente acercarme me es imposible con tanta gente. Para colmo, intentando pasar a través del precintado que delimita la zona de combate para poder rodear a la multitud, un policía me regaña. Al final desisto y me marcho del lugar. He corrido para nada, pero bueno, esta noche miraré los vídeos y entrevistas que seguramente suban a internet en las próximas horas.
Resignado, camino mirando hacia el suelo en dirección hacia mi casa. Nada más abrir la puerta y dar un par de pasos hacia dentro, mi abuela me saluda con una gran sonrisa desde el comedor. Rápidamente, vuelve a bajar la mirada para concentrarse en la bufanda que está tejiendo. Mientras tanto, los pies de mi abuelo asoman por uno de los lados del sofá que hay de espaldas a mí, lo que me hace suponer que está durmiendo. Eso significa que la comida ya está hecha y ambos están esperando a que sea la hora, por lo que subo rápidamente las escaleras hacia la primera planta. Una vez en mi habitación, dejo las cosas del instituto y cambio mi uniforme por algo más cómodo para bajar rápido a comer y no hacerles esperar.
— ¿Qué tal tu día hoy? —me pregunta mi abuelo mientras los tres nos sentamos alrededor de la mesa.
— Bien —respondo de forma instintiva—. Ya hemos terminado las clases, por lo que estos últimos días solo están siendo para orientarnos sobre nuestro futuro ahora que tenemos que elegir la educación superior que queremos hacer y dónde hacerla.
— ¿Y has pensado en algo? —pregunta mi abuela tomando un cucharón para llenar su plato con arroz.
Dejo la cuchara sobre la mesa y me quedo unos segundos mirando mi plato de arroz con pescado frito en un incómodo silencio. Lo cierto es que no sé muy bien cómo darles la noticia. Después de aquel accidente de hace ocho años, y la muerte de mi madre tres años después, era un tema que había dejado bastante de lado. De hecho, más de una vez escuché a distintas personas de entre mi instituto y mi familia poner en duda si se trataba de una buena idea. Pero tras recibir el papel donde se supone que debíamos apuntar las distintas opciones de educación superior a las que queríamos optar, ese vago deseo que mantuve enterrado tanto tiempo, afloró de nuevo. Las visiones de mi madre, luchando contra los villanos con su deslumbrante traje y alas doradas que en su día tanto admiré, volvieron a repetirse en mi cabeza de forma tan real, que fácilmente podría haber confundido imaginación con realidad.
— No te preocupes si todavía no has encontrado nada que te guste —Mi abuelo interviene dándome un par de palmaditas en la espalda—. Todavía tienes tiempo para elegir.
— Voy a presentarme al examen de acceso para heroísmo en la UA —exclamo de forma rápida pero calmada sin dejar de mirar hacia mi plato.
Ahora son ellos los que mantienen un silencio incómodo por algunos segundos antes de que mi abuela decida romperlo manteniendo un tono suave y cálido en su voz.
— ¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? —pregunta posando su mano sobre mi hombro.
— Siempre soñé con ser como mamá —comienzo a responder—. Además, todavía no soy capaz de controlar mi don y este solo se manifiesta cuando me dejo llevar por emociones negativas, perdiendo el control de mi cuerpo y convirtiéndome en un peligro para los demás. La UA no es solo el lugar donde mamá estudió, también es la academia de heroísmo de mayor prestigio del país. Estoy seguro de que allí aprenderé todo lo necesario para poder usar mi don a voluntad y dejar de perder el control.
— Bueno… Si es lo que quieres… Nosotros te apoyaremos con tu decisión —dice mi abuelo.
— Tan solo ten cuidado —añade mi abuela.
Tan solo asiento y continuamos comiendo. Después de comer, les ayudo a limpiar las cosas y me voy a mi cuarto. Dejándome caer sobre mi cama, extiendo el brazo para agarrar mi mochila del suelo y sacar de esta un papel doblado. Lo extiendo con cuidado de no dañarlo y comienzo a releer una y otra vez la primera línea que hay escrita en este: “Estudios superiores: Heroísmo. Academia: UA”. Lo leo tantas veces que incluso comienzo a fijarme en los pequeños detalles del trazo a lápiz sobre el papel.
Una incómoda sensación de nervios me invade, revolviendo ligeramente mi estómago. No es para menos, La UA es la academia de mayor prestigio en el país, y yo voy a inscribirme para su examen de acceso, un examen a la altura de una institución de tal calibre. Las estadísticas lo avalan. Aproximadamente sólo uno de cada trescientos participantes que se presentan al examen lo aprueba, y no todos los aprobados entran. Sin embargo, la recompensa por superar tal prueba no es para nada despreciable. Los mejores héroes del país han estudiado en su mayoría allí por lo que ser un estudiante de la UA prácticamente asegura que en el futuro acabes abriéndote camino en la profesión de heroísmo.
Varios de mis compañeros se tomaron a broma lo de que quería entrar en la UA o incluso lo de mi intención de ser un héroe. Puedo llegar a comprenderlo siendo que ninguno de ellos ha visto nunca mi don manifestarse y por lo tanto, seguramente piensen que no tengo ninguno. Pero nada de eso importa ahora. La decisión ya está tomada. Solo queda prepararse a conciencia.
Los días siguientes fueron muy similares. Lo más relevante fue sin duda el momento en el que por fin se abrieron los procesos de inscripción y pude presentar mi solicitud para realizar el examen de admisión de la UA. A los pocos días llegó una carta de la academia confirmando mi participación en el examen. No pude aguantar la emoción y en cuanto mi abuelo me lo dijo, corrí a abrirla. Obviamente no decía nada importante más allá de la fecha y lugar del examen más algunos consejos al respecto. Sin embargo, la leí tantas veces que sería capaz de recitarla completamente de memoria.
Todo el mundo que se postula para optar a las limitadas plazas de la academia recibe esa carta. Pero de alguna forma, ver mi nombre al lado del imponente logo de la UA me puso la piel de gallina. No fui capaz de soltarla en todo el día por culpa de los nervios incluso aunque el examen de admisión fuera dentro de diez meses. Sin embargo, esa noticia trajo una nueva preocupación a mi vida. Solo tengo diez meses de preparación para uno de los exámenes de acceso más difíciles de todo el país.
Darme cuenta de eso me sentó como un jarro de agua fría en pleno invierno. El examen de admisión pone a prueba la habilidad de los aspirantes. Pero yo no soy capaz de manifestar mi don. ¿Cómo se supone que pueda aprobar si no puedo usar mi quirk en un examen donde todos los demás sí? No había pensado en eso… ¿Qué hago ahora?
Un recuerdo fugaz recorre mi mente en ese mismo instante. Me levanto de mi cama de un salto y me acerco hacia mi escritorio. Comienzo a abrir y rebuscar rápidamente cada uno de los cajones de este hasta que encuentro el cajón que buscaba. De los nervios y la impaciencia, acabo sacando el cajón del escritorio. Todo su contenido se vacía contra el suelo mientras yo me quedo con el cajón en la mano. Intento respirar un par de veces para tranquilizarme antes de dejar el cajón a un lado y ponerme a rebuscar entre todo lo que se ha caído de este.
De entre varias libretas viejas y hojas de papel sueltas saco un tomo de finos cuadernos de tapa desgastada y agrupados por una goma elástica. En el momento en el que intento retirar la goma esta se rompe mostrando su antigüedad y el ordenado montón de cuadernos se deshace cayendo de forma caótica. Los que se encontraban en peor estado incluso se rompen, quedando la cubierta por un lado y las páginas por otro. Maldiciendo en silencio, intento ordenarlo todo. Por suerte el estropicio no es muy grande, por lo que solo tardo unos pocos segundos en tener de nuevo todos los cuadernos agrupados y ordenados.
Comienzo a observarlos detenidamente uno por uno, recordando los momentos en los que los escribí con ayuda de mi madre hace ya varios años. Cuadernos que se suponía que debían ayudarme a tener el control de mi don y de mis emociones. Lo cierto es que es raro que mi madre hiciera un trabajo tan exhaustivo como planear todo un programa de ejercicios y entrenamientos para aprender a controlar mi don. Pero teniendo en cuenta lo peligroso que sería si llegara a perder el control total de mi cuerpo y quirk, llega a ser comprensible que tomara esa iniciativa.
El tomo está compuesto por tres cuadernos escritos por mí, y diez escritos por mi madre. Los que yo hice, contienen datos de distintos héroes de aquella época, con análisis de sus dones, habilidades, etc. Para mi madre, el saber cómo otras personas lidiaban con su don me ayudaría a familiarizarme con el mio y a desarrollar una mente crítica y analítica que me permitiera tomar las mejores decisiones posibles en cualquier situación. Algo importante para poder intentar mantenerme objetivo y no ceder al control de mis emociones.
Las otras diez libretas, escritas por mi madre, son el plan de entrenamiento como tal. Cuando comenzamos con esto, llegamos a completar casi al completo la primera parte del primer libro, sin embargo, ella murió poco después en un combate contra un villano y yo quedé tan destrozado que no pude continuar con el entrenamiento. No he vuelto a tocar estos libros desde entonces, y verlos ahora me trae muchos recuerdos junto a ella.
Ahora, vuelvo a intentarlo de nuevo, decidido a emprender el camino que ya elegí siendo solo un crío. No me atrevía a seguir caminando solo después de no tener a mi madre para tomarme de la mano en el proceso nunca más. Pero si quiero estar a su altura, debo retomarlo, incluso aunque a partir de ahora deba hacerlo solo. Por lo menos tengo la suerte de que ella me dejara los pasos que debía dar antes de irse.
Si consigo completar los diez cuadernos, estaré al mismo nivel al que estaría cualquier persona que sí pueda controlar sin problemas su quirk, y solo debería esforzarme un poco más para ponerme al nivel de los estudiantes que se presentan al examen. Eso significa que lo más óptimo sería completarlos todos antes del examen, para así estar al nivel del resto. Siendo diez cuadernos y habiendo diez meses todavía hasta el examen, uno podría pensar que con hacer un cuaderno por mes estaría bien. Sin embargo, creo que los dos primeros cuadernos, destinados a aprender a manifestar mi don a consciencia y a controlar mis emociones respectivamente, tomarán más de la mitad del tiempo. Lo bueno es que tras esos dos, los siguientes ocho son mucho más cortos y seguramente no tarde mucho en completarlos.
Comienzo a hacer planes en mi cabeza para organizarme, pensando dietas y entrenamientos al mismo tiempo que tomo los cuadernos y los meto dentro de una mochila con otras libretas en blanco y un estuche. Mi cuarto no es el mejor lugar para entrenar, y lo cierto es que me gustaría poder hacerlo en un sitio más privado y tranquilo, sin interrupciones, ni ruido, ni riesgos de causar un desastre si llegara a perder el control.
Bajo las escaleras, pero estoy tan absorto pensando en lo que tengo que hacer que no me fijo donde voy pisando y acabo resbalando. Tras rodar por un par de segundos, acabo en el suelo dolorido. Mi abuela se asoma desde el salón preocupada y al verme usa su quirk para ayudarme a levantarme.
— Pero bueno, mira por donde vas —me regaña ella una vez estoy ya de pie—. Un día de estos te vas a acabar matando.
— Intentaré tener más cuidado —digo intentando que no siga con el tema mientras entro a la cocina y tomo algo de fruta que guardo también en la mochila.
— ¿Vas a algún sitio? —me pregunta mi abuela asomando por la puerta.
— ¡Sí! Voy a pasar la tarde fuera —le explico sin dar muchos detalles—. Es posible que llegue tarde, así que no me esperéis para cenar. ¡Hasta luego!
Antes de que pudiera seguir preguntándome, salgo por la puerta principal y comienzo a correr. A pesar de que comienza a hacer bastante calor, todavía hay bastante buen ambiente en las calles, con mucha gente de un lado para otro. Por suerte, cerca del barrio residencial donde vivo, hay una antigua playa que ahora funciona de vertedero y que por lo tanto está vacía. Al lado de esta, está la antigua comisaría que cerró tras dejar de venir gente a la playa. Desde que la descubrí de pequeño, la he usado como mi base secreta, y creo que será el lugar perfecto para poder entrenar tranquilo.
Mientras voy por la calle, llego hasta una zona más céntrica que queda a mitad de camino. Allí, noto como hay algo más de alboroto entre los viandantes. Algunos incluso comienzan a correr. ¿Qué está ocurriendo? ¿Hay algún combate entre héroes y villanos cerca? Como sea… No puedo perder tiempo con eso. Dentro de poco debería llegar a una de las calles principales de esta zona, allí habrá más gente y tráfico, por lo que no podré ir tan rápido. Todo lo que pueda correr ahora, bienvenido sea.
Sin embargo, un potente destello surge de uno de los edificios a mi lado. Todo pasa demasiado rápido así que no termino de comprender lo que ocurre. Solo se que todo se ilumina de un brillante color rojizo y tras una poderosa explosión, soy lanzado contra el edificio contrario, chocando contra unas sillas de una cafetería. El golpe me deja aturdido por lo que no me entero de nada de lo que ocurre después. Tras lo que no sé si fueron segundos o varios minutos, mi cerebro parece volver a funcionar correctamente y dolorido intento levantarme.
Escucho explosiones y jaleo a mi alrededor. Al alzar la vista, veo a una enorme masa de color verde oscuro retorcerse y moverse de forma violenta frente a mí mientras genera varias explosiones. No hay duda, se trata de un villano. Y yo he quedado justo a su lado.
