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- Con permiso, perdón... - Eitr pasó tímida y ansiosa por una pequeña multitud en la Orden de Héroes.- Con permiso... ¡Ay, no! - Las flores de Vanaheimr (su reino natal), cayeron al suelo.- Ay, no... - Rápidamente, las recogió, avergonzada de que alguien la hubiera visto cometer aquel torpe y descuidado error.
Ella era una diosa de Vanaheimr, ¡¿por qué le había tocado ser así?! A veces, le gustaría ser como Peony, Mirabilis, o sus demás amigas. Ser independiente y valiente...
- Papá estaría decepcionado... - Eitr murmuró. En Vanaheimr, los demás dioses de la luz se burlaban de ella por la marca en su nariz. Su padre la ignoraba, y su querido hermano Freyr era el único amable con ella.
Eitr se levantó, y caminó hacia un pasillo oscuro del castillo. A Elm le gustaba la oscuridad. Lo encontró durmiendo en su forma de bestia divina en el techo, igual que un murciélago.
- Ahg... - Elm gimió de disgusto al sentir una suave luz azul. Eran los cristales arriba de la cabeza de la diosa.- ¿Qué quieres? - Él se bajó del techo, y regresó a su forma original.- Estaba tomando una muy cómoda siesta.
- Elm... yo... uhh... - De repente, se puso tímida.- Ay, no... - Volvió a exclamar, apenada de su carácter.
- ... - Elm soltó un suspiro, paciente. Al convivir con alguien como ella, él había aprendido a desarrollar un poco de paciencia y educación. Un poco, solamente.- Ve al grano, rápido.
- Estas flores... son para ti.- Le acercó las brillantes y divinas flores.- Hoy le regalé flores a todas mis amigas... y como tú eres mi amigo, también mereces flores.- Dulcemente, le regaló una pequeña sonrisa.- Espero te gusten...
- ¿Merezco flores?
- ¡Claro! Las mereces...
- ... - En todos sus 17, 000 años de vida, Elm nunca había recibido un regalo. Era el vasallo de Lady Embla, los regalos eran únicamente para ella... ¿Elm también merecía flores? - No lo entiendo... Se supone que los regalos son para personas muy importantes.
- Tú... eres muy importante.- Eitr le afirmó.- Eso me dijo Peony una vez... Y al parecer, tú también necesitas esas palabras.
Elm soltó un suave suspiro, y tomó las flores.- Muchas gracias, Eitr.
- De nada, Elm.