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Deshago para un amor quebrantado [Chesang][ChesterxFang][Brawl Stars]

Summary:

A veces las decepciones amorosas nos hacen cometer errores, o te ayudan a buscar otras opciones.

Un Fang rechazado por Shelly, un Chester separado de Mandy, fue una casualidad encontrarse en un momento tan delicado. El despecho los llevo a cometer una locura y la locura los llevo a una aventura equivocada.

Chester x Fang porque no se, ya saben, Fang uke nunca in'uke.

Personajes pertenecientes a supercell Brawl stars.

Notes:

Capitulo con contenido +18.
Lenguaje vulgar y otras cosas.
Eviten chilladeras, si no les gusta no están obligados a leer.
¡Gracias!

Historia resubida de Wattpad.

Usuario: Shax_Sanchez

Work Text:

—¡Estoy harto!

—¡Bien! ¡Pues lárgate!

—¡Eso haré!

—¡Ya te estás tardando!

Mandy no deja que Chester le conteste de nuevo, o nunca acabarían con la discusión. Ella misma se encargo de sacarlo a patas de su casa. En realidad la que estaba harta era Mandy, su relación iba de mal en peor, Chester no respetaba los límites de nada, no paraba de arruinarle su trabajo y hacer bromas de mal gusto. Si, al final siempre la ayudaba a arreglar el problema que el mismo empezó, ¿pero cuál era el chiste de soportar tal desagrado diario? Chester nunca iba a cambiar, se lo demostró, y ella ya estaba cansada de intentar mantener esa relación tan rara.

—¡Y no te presentes en el trabajo mañana o te disparare! —Amenazo como último antes de cerrarle la puerta en la cara. Suspiro tallando se la cara, deslizándose hacía el suelo, no quería llorar, me di cuenta de un tiempo era lo mejor, eso quería creer.

—¡Mandy!

Chester le gritó, en vano, no le iba a responder, tal vez si la cago, sin remedio.

—¡Bien! ¡Volveré en unos días y hablaremos de esto!

Gritó para que le escuchará desde la calle, y tomo rumbo hacía un bar. Estaba enojado, furioso, pero no con su posible ex novia, más bien, con él. 

Era un bastardo...

Lo peor era, que le gustaba serlo.


—Shelly...

—¡Sin colmillo! —La chica hastiada gritó—. ¡Entiende que no! Es más, tengo novio y vivo con él —mintió—, y si, lo conoces, es Colt, así que rindete.

La de cabellos morados se retiró, pasó deprisa para alejarse del asiático. El chico miro con tristeza como se iba, no la siguió, solo volteó para caminar a la dirección contraria.

En el transcurso fue oscureciendo, llevaba algunas horas caminando sin rumbo, no tenía ganas de volver a casa y escuchar un «te lo dije» de su mejor amigo Buster. Paro su caminata al divisar un bar, tenía suficiente dinero consigo como para pagarse un par de rondas y perderse así mismo, ¿Sería buena idea? No lo pensó más, entrando al lugar, nadie presto atención, estaban en lo suyo, mucho mejor para él, no se sentiría cómodo con miradas de desconocidos hacía su persona.

Fue directo a la barra, pidiéndo cualquier cosa, no importaba que tomara, con tal de perderse. Los vasos se fueron acumulando a su alrededor, el dolor amargo no desapareció a pesar de la alta cantidad de alcohol en su sistema, juraba que se sentía peor. Dicen que las penas se ahogan en alcohol, ahora solo pensaba en que esa frase era de idiotas además de mentira, la bebida no ayudaba en nada, solo potencia las estúpidas sin control.

—¡Yo a ti... te conozco! —Exclamó un chico pelirosa, interrumpiendo sus pensamientos depresivos y ardidos, tambaleándose un poco al sentarse en el banco de junto— ¿Dónde te he visto?

—Hola, que lindo saludas —contesto sátiro, hostigado gracias a la manera de acercarse. Tomo un trago de, tal vez, vodka, de golpe, sintiendo el líquido quemarle la garganta ya irritada, «ya debería parar» quiso razonar consigo mismo, su bolsillo y la resaca futura lo lamentaría por él.

—Ah, claro —Chester solto una carcajada, estaba ebrio hasta el culo, su voz sonaba disconforme, señal de la mala formulación de palabras al hablar debido a la deshidratación—. Pero diez centavos, ¿De dónde te he visto?

—Estoy seguro de que no te he visto en mi vida —. Y si lo conocía, le valía palomitas, en ese momento solo quería sufrir solo, de todos modos, su mente no cumplía con la función de procesar recuerdos en ese instante, que importaba recordar a alguien que no era cercano a él, no valía el esfuerzo.

Chester quedó mirando muy de cerca su cara, invadiendo espacio personal ajeno, frunció el ceño, entrecerrando sus ojos, su cerebro trabajaba lo mejor que podía al tratar de recordar, Fang se incómodo, dispuesto a pagar e irse de una vez, más un chasquido de dedos hecho por los cabezos de algodón rosa le detuvo, centrando su atención al contrario.

—¡Eres Colmillo! El chico que trabaja para Lola.

El chico colmillo se quedó en silencio, poco a poco sus sentidos de alerta le hicieron ponerse a la defensiva.

—¿Cómo me...?

—Te dije que te conocía—. Hizo una sonrisa picara, noto su incomodidad, lo que le hizo ensanchar la sonrisa, tenía la sensación de que el asiático temía por su vida o algo así, trato de no reírse antes de presentarse—. Veo que en serio no me recuerdas, soy Chester —saludó ahora sí—. Conozco a Lola por Gray, fue mi mentor en el arte de la comedia —explíco orgulloso, no daría más detalles, solo esperaba que la defensiva del contrario bajara—. Fuí al cine donde trabajas un par de veces para ayudar a Lola ya Gray sobre sus teatros de películas de comedia clásica, tal vez me reconozcas mejor vistiendo de bufón —, mostró una foto en su celular donde apareció él junto a los dos adultos ya mencionados.

Y ahora fue el turno de Fang de chasquear los dedos, poco a poco fue retomando hace unos meses, vagamente tenía imágenes de haberlo visto algunas veces, pues fue asistente de limpieza y vestuario, no recordaba si alguna vez intercambiaron palabras, más allá de recibir órdenes y acatarlos.

-Oh.

Fue todo lo que él asiático dijo, solía ser muy sociable, pero no tenía ganas de hacerlo, y menos con él. A decir verdad, llegó a tenerle envidia, parecía ser de su edad y ya había logrado algo para lo que él no estaba ni cerca. Trabajaba para Lola en busca de una oportunidad para sus películas de acción, consiguiendo desánimo en el camino en vez del apoyo que necesitaba.

—Siempre tan calladito —se quejó, aprovechando para pedir otro tragó que se tomó de golpe—, gracias Bull —el bartender solo hizo un gesto para después ignorarlo y seguir con su empleo—. ¿Te invita una copa? —preguntó de la nada hacía Fang.

—No, gracias —negó enseguida, hizo una mueca incómoda—, la verdad ya me voy —saco su cartera, pidiendo la cuenta, lo que no tardo en ser entregada, con un suspiro de arrepentimiento, saco lo solicitado para pagar, guardando bien su cartera después.

—¡Vamos! Un tragó y ya, la noche es joven —insistió, acercándose lo más que pudo para evitar que intentará pararse e irse.

—Gracias pero no puedo aceptarlo.

— ¿Y qué tal algo de comer? —Alzo y bajo repetidamente sus cejas en gesto atrevido, no se rendiría.

Fang lo pensó, no tenía dinero para comprarse una cena, y aunque el tipo le daba algo de miedo, ¿Quién diría que no a la comida gratis?

—Dale, eso si lo aceptas.

Chester pidió el menú apenas tuvo la afirmativa, que suerte tenía de que su «amigo» Bull tuviera su restaurante bar.


—Eso fue todo, pero se que tengo la culpa, no debí sofocarla cuando no sentí lo mismo.

—Las mujeres son tan complicadas, la crianza influye mucho.

—Diferentes culturas supongo —Fang se encogió de hombros, él era chino, no tenía todo el concepto de lo que era ser criado como un estadounidense, por lo que no podía opinar.

—¿La querías mucho?

—Si, aunque es mayor que yo, no creo que hubiera funcionado.

—¿Cuánto?

—Al menos unos 11 años —respondió apenado, ya que lo pensaba bien, era demasiado.

Chester chifló al escuchar la diferencia, no tenía idea de que edad tenía Fang, o esa Shelly.

—Amigo, si que vas a lo grande —, en el transcurso de contar sus anécdotas siguió bebiendo y botaneando, el bar se fue vaciando, lo que no le interesó. Vio la hora en un reloj de pared cercano, se preocupa un poco, ya casi debía cerrar el lugar, eso significa que tendrían que irse cada quien para su casa, y se estaba divirtiendo—. ¿Qué edad tienes?

El asiático dudo antes de contestar, que más daba decirle su edad.

—19, casi 20.

—Ah... —era mayor de edad al menos—. Estás muy chico para estar así, ¿No crees? —hizo referencia al bar ya su estado borracho.

—No lo creo —negó—. ¿Qué edad tienes tú? Anciano —se burló un poco, su personalidad coqueta y confiada había salido a la luz desde hace un rato, descubrió que Chester no era tan mala compañía como creyó, así que se soltó, siendo como era su actitud normal.

—Auch, eso duele —llevo una mano a su pecho, finciendo dolencia, riendo—. Tengo 25, chamaquito miado, diez respeto a sus mayores.

—Claro, claro.

Ambos volvieron a reír, pronto continuaron hablando de temas sin sentido, hasta que Bull les dijo que se retiraran ya, faltaba una hora para cerrar pero necesitaba comenzar a limpiar. Chester pago, decepcionado por el tiempo agotado, ambos salieron del local. Fang iba a despedirse, sin contar que Chester no le dejaría irse tan fácil.

— ¿Quieres que te lleve? No creo que quieras irte caminando a las 3 de la madrugada.

—Bueno... Seguro, ¿porque no? —aceptó, realmente no quería caminar, a pesar de que se sentía mejor, seguía desanimado. Shelly le gustaba desde que era un puberto, y si, sabía que sonaba a un capricho inmaduro, pero le dolía. Soltar un amor así de la noche a la mañana, no era sencillo.

—Sigueme, mi auto está por allá.

No lo razón tanto, siguiéndole el paso, volvieron a hablar de temas triviales de camino al automóvil.

—Esta chido tu carro —Fang admiró un instante, era de un color rosa algo rublea, igual al cabello de su dueño, muy llamativo. Casi lamentaba no saber de carros como para darse cuenta de una idea de que marca u modelo era.

—Gracias. Sube —le abrió la puerta del copiloto como un caballero, algo que apeno al chico menor quien no lo demostró. Una vez que entró, cerró la puerta, dirigiéndose al asiento del conductor—. Si te gusta poner música, no me molestes.

—Oh, muchas gracias, pero no es necesario.

—No te preocupes —le resta importancia—, puedes poner lo que gustes —repitió, aún no arrancaba el auto, en su cabeza se repetía ir lento, tal vez era el alcohol que no le ayudaba a analizar bien sus pensamientos o sentimientos. Fang le agradaba, y se estaba sobrepasando a quererlo para otra cosa, posible culpa del despecho que tenía contra su ex/novia, un consuelo de un rato, nada más, quería pensar.

—De acuerdo, me has dado cuerda —bromeó, se atrevió a conectar su celular a la radio, colocando una canción de los Good randoms , no era tan fan de la banda, alguna que otra canción le gustaba mucho.

— ¿ Buenos aleatorios ? Que coincidencia, me encanta —arranco el auto, comenzando a tararear la canción con toda la intención del mundo. Cambio de velocidad lento, en parte, tampoco quería arriesgarse a un choque gracias a su estado indispuesto, era estupido, no idiota.

—Verdad? —Fang se emocionó, cantando junto a Chester.

La pelirosa le explicó que saldría a la avenida menos concurrida, evitando accidentes, y que de ahí le diera indicaciones de cómo llevar a su hogar, por lo que siguió cantando apenas terminó de contarle lo planeado. El karateka acepta sin quejas, concordando en la idea de tener cuidado, no quería morir, aún si estaba triste por un amor platónico, él tenía demasiado tiempo que vivir.

—Aseguro, está es mi canción favorita de los Good Randoms.

—Esta buena —una romántica de la misma banda comenzó después de la cantada a todo pulmón por ellos. Incomodo a Chester, no le estaba ayudando a aclarar su mente, sobre todo por la letra, contenía mensajes de doble insinuación, empeoraba el hecho de que, Fang, seguía cantando. Aclaró su garganta al verle de reojo, no podía creer lo antojable que podía ser.

—¿Estás bien? Pareces ansioso —el chico colmillo dejo de cantar, preocupado—, si no te sientes bien, no te preocupes, puedo tomar un taxi hacía mi casa.

—No, no, estoy bien —no le miro al decir, no era buena idea quitar la vista del camino.

—¿Seguro? —pregunta.

—Si, lo siento, la canción me recordó un momento a Mandy —mintió, poniendo una expresión triste, algo cierto y fingida a la vez, extraño.

—No tenía idea, ¡lo lamento! Ya el cambio.

—Hey tranquilo, dejala —rechazo el cambio de pista, comenzando a cantar—. Tu cuerpo me encanta, me gustan tus ojos, son lindos a la vista, apenas te noto, te vas tan radiante —siguio con la letra—, me gusta tu fina forma de mover las piernas.

Tus labios son dulces, es delicioso, cada vez que te pruebo me vuelvo adicto a ti, a tu cuerpo, tu sabor, a tu bella piel —continuo Fang.

Amo tu sonrisa, tu querer, todo de ti, no sabría que hacer sin ti —cantaron a la par, haciendo el coro de la letra—, te quiero, te deseo, te necesito cada vez, al tocarte en cada parte de tu ser, me vuelvo adicto a ti, adicto a ti.

En un semáforo pararon el auto, pero siguió cantando. Absortos en la canción, se fueron acercando cara a cara sin darse cuenta, cantando como en el vídeo oficial de la canción, la cual fue compuesta por Poco, unos de los integrantes del grupo y por su novia, Emz. 

Te amo, como amo al resto de ti...

Terminaron de cantar, sus caras a milímetros de distancia, sus respiraciones agitadas se mezclaron, casi por inercia, se vieron a los ojos, y después sus labios. Fang mordió su labio inferior indeciso, ido en un trance acalorado tras el momento, Chester solo se relamió los labios con deseo por el gesto ajeno, mandando todo al diablo, fue quien lo beso, tomando por sorpresa a ambos. Que más da, cerró sus ojos disfrutando del contacto, tomando al chico de las mejillas al sentir que este intento separarse. El asiático se rindió casi después, aferrándose al beso, abrazando el cuello y la cabeza contraria, permitiendo tener más contacto.

Justo cuando el pelirosa iba a profundizar el beso candente metiendo la lengua en la boca ajena, además de metro mano para tocar hasta lo que no, un maldito pitido los hizo reaccionar y separarse. Estaban en media carretera, el semáforo se puso en verde, y los pocos autos que venían detrás le apuraban a qué se quitará. Chester gruñó, arrancando para que dejarán de molestar, todavía se atrevían a cagarle el momento y le seguían jodiendo, maldito todo el que iba por detrás.

Fang se quedó callado, su rostro estaba rojo de la vergüenza, seguía sin superar la sorpresa, y la canción nueva que sonaba no le estaba ayudando a relajarse, incluso olvidó que su música estaba reproduciéndose.

—Chester, tú...

— ¿Quieres ir a mi casa? —interrumpió. Él no jugaba, ignorar lo que pasó sería imbécil, tenía fijo lo que quería, no disfrutaba ese tipo de jueguitos.

—¿A tu casa? —Fang se ruborizó de nueva cuenta, ¿para que iría a su casa?—, ¿para? —Un suspiro provino de Chester, quién le miró por un segundo.

—Seguro que, esta te la sabes. Tengo Netflix en mi casa.


¿Por qué vino? Ni él sabía, ya era tarde, muy tarde. El mayor le tenía empotrado sobre la mesa de la cocina, asfixiando al karateka entre besos ahogados, bruscos y apasionados, no le deba tiempo de seguirle el paso, su ser se hallaba mareado por tantas sensaciones, las manos de Chester no se quedaban quietas, acariciando todo su cuerpo sin, vergüenza debajo de su camiseta, su trasero sobre el pantalón, sus manos, piernas, todo.

—Quítatelo.

—¿Qué cosa?

—Todo —ordenó impaciente.

Fang tragó saliva, todo era demasiado rápido, no lograba procesar lo que sucedía. Empezó por su camisa, Chester le ayudo, arrebatando casi, la prenda y arrojando la lejos, no espero a que Fang hiciera algo más, le quitó lo más veloz que pudo el cinturón, apenas lo hizo, desabrochó el pantalón para luego de un jalón, arrebatarle de su cuerpo con todo y boxer. Fang jadeo sorprendido, sonrosado al verso tan descubierto de más de una forma, el pelirosa lo beso, impidiendo silenciosamente a quejarse.

Agarro sus nalgas, estrujando entre sus manos, rompiendo el beso para bajar a su cuello, lamiendo y mordiendo, asegurando dejar una marca duradera ahí, visible. Fang gimió exaltado, un quejido salió de sus labios al sentir la mordida, le dolio.

—No hagas eso —quiso apartarlo, no pudo, si no fuera porque en realidad no lo conocía, juraba que Chester ya lo tenía planeado, la manera en la que le tenía aprisionado entre su cuerpo y la mesa era sorprendente, no podía moverse con libertad, estando a su control, tendría que golpearlo para poder apartarlo, y por un momento si pensó hacerlo.

—Shh —le calló, dándole otro beso, esta vez tranquila. De nuevo masajeo las nalgas ajenas, separando un poco. Una perfecta vista hacia lo que profanaria pronto, sonriendo relamiendo sus labios, nunca hizo nada parecido con un hombre, suponía que no sería diferente a una mujer, solo ocuparía más lubricante externo para no lastimarse ninguno de los dos—. Tendrás que abrirte bien para mí —explíco, obligándolo a recostarse totalmente sobre la mesa para abrirle las piernas con fuerza, «hermosa vista», se repitió.

—¿Yo? No, espera... —ahora se sintió un baboso, ¿Que esperaba que pasaría? Dudaba que Chester hubiera querido cambiar de posición, se estaba arrepintiendo demasiado, no quería él estar abajo.

—Relájate, niño —sugirió, besándolo, bruscamente. Saco de un cajón cercano a la mesa, integrado a la barra de la cocina, una pequeña botella de lubricante. ¿Por qué tenía eso ahí? Fácil, era un maldito pervertido, si no eran cartas y utilidad de bromas para sus actuaciones de bufón en comedia clásica, era un montón de cosas necesarias para la reproducción humana, condones y otras cosas que no mencionaría, aún no.

Abró la botella, colocando más lubricante de lo normal, y un poco más por si acaso, en lo que eran sus cinco dedos, dudaba que necesitaría más de tres, pero era mejor asegurarse de que arrepentirse.

—Espera un momento... ¡Ah! —grito del susto y la incomodidad, una molestia nula se presentó gracias a su invasor. Miro con vergüenza hacia abajo, notando como su año estaba siendo forzado por un dedo—, ¡No! —Chester le beso para callarlo, sin dejar de mover su dedo en círculos, abriendo espacio para un segundo.

Aprovechando al amiguito contrario, el bufón empezó a estimularlo, procurando distraer lo suficiente a Fang, con esperanzas de que se tranquilizara. Ya había ido demasiado lejos, no permitiría que ninguno de los dos se hiciera para atrás.

—Chester. ¡Mierda! —exclamó, si antes creía estar mareado, ahora lucía peor. No tenía idea en qué concentración, ser masturbado por alguien diferente a ti era tan extraño, tan placentero, ya la vez, estaba esa sensación en su entrada siendo profanada por dos dedos, abriendo paso de una manera tan rara de la cual nunca se imagino ser protagonista.

—Vuelve a gemir mi nombre —pidio con deseo, un exquisito escalofrío recorrió su vientre hasta su pene, quién ya lucía bien despierto, listo para salir de su condenada prisión de telas, y todo gracias a su nombre en la boca de otra persona. Si lo volvía a nombrar, le serviría de inspiración para dejarlo en silla de ruedas.

Fang no contesto, haciendo su cabeza hacía atras, tapándose la boca con ambas manos al sentir el tercer debo entrar, las pequeñas embestidas casi le hacen gritar, la incomodidad se había ido, el placer la remplazo en su totalidad. Chester, inconforme, paro todo lo que estaba haciendo, dejando a un confundido y deseo colmillo, quién le mira en espera de una respuesta.

—Creo que se te olvidó lo que te he pedido —se acercó peligrosamente a su cara—, diez centavos. ¿Quieres que siga? —susurro con una voz ronca, truco que siempre le funcionaba con Mandy, ella amaba ese tipo de voz durante el sexo. 

No era el momento para recordarla.

—Yo... lo... Sí —Fang no supo cómo acomodar sus ideas, formular ni siquiera una palabra le fue tan difícil, la voz tan sensual utilizada por el mayor lo empeoró, le hizo tragar en seco con deseo. A ese punto se notaba lo embriagado que lucía por las nuevas sensaciones.

—Como lo siento, querido, no te entiendo —se burló, sonriendo perverso. Toqueteo con suavidad la punta del pene de Fang, el cuál ya tenía esperma preseminal saliendo.

—Che... Chester, por favor —le costó pedir, jadeo por la acción, queriendo sentir más, inconscientemente movió sus caderas, buscando contacto, solo que ya no sabía si era para montar los dedos del pelirosa o para que siguiera tocando su miembro. Su cuerpo se había movido solo.

—¿Ves que tan fácil es?

Procedió a mover de nuevo sus dedos, acelerando las embestidas, metiendo lo más profundo que pudo. Era tan caliente y apretado, ya quería metérsela. Para no lamentar, agrega el cuarto dedo de golpe, poniendo toda su concentración en abrirlo bien. Trato de controlarse, más los gimoteos de Fang no le estaban ayudando.

—Mierda Fang, está será tu culpa —. Gruñó, sacando los dedos, con prisas desabrochó su pantalón, bajando todo con sus boxers, nada lento se llenó la polla de lubricante, aplicándolo mal por la poca paciencia, solo necesitaba que estuviese bañado en el líquido, no era problema si echo los demás, entraría más rápido.

—Mi culpa que...? ¡La puta madre! —Grito, fuerte, unas lágrimas bajaron por sus mejillas. Chester se acercó lo más que pudo, susurrando que se aferrara a él como soporte en lo que terminaba de metere—. ¡Vete a la mierda hijo de tu puta madre! —Le gritó, aferrándose en un abrazo a él, con todas sus fuerzas. ¿Ser invadido era tan doloroso? 

Chester no fue brusco al entrar, también lo preparo bien, no hubo ninguna complicación para adentrarse en la carne, tenía en claro que era su primera vez, y que le dolería a pesar de todo. Reviso que no hubiera sangre ni nada, o eso sí sería una señal de peligro. Beso a Fang en la cara repetidas veces, lamiendo sus lágrimas, tratando de distraerlo con mimos, y de distraerse también. Su cuerpo exigía moverse como animal, en busca de saciarse, su cavidad anal era tan exquisita, asfixiaba su pene de una forma tan... Debía controlarse, la sensación era grata, aún así, siendo el cabronazo que era, seguía siendo empático, Fang no lucía todavía acostumbrado a su tamaño.

—Dime cuándo pueda moverme.

Fang no contesto, tenía cerrados los ojos, jadeando de vez en cuando, su respiración agitada trataba de regularse, buscando calmarse. El dolor inicial ya no estaba, ahora solo portaba algo parecido al entumecimiento en su espalda baja y parte de su trasero. Abró un poco los ojos, topando con los ojos de Chester, por un milisimo de segundos se quedó embobado, Chester le sonó, coqueto, Fang solo rodó los ojos, ya no tenía vuelta atrás.

—Puedes moverte, pero si me últimas, te corto el...

—Oye tranquilo viejo —interrumpio, riéndose, le dio tremendo beso, y apenas se separó, le guiño el ojo—. Relájate lindo, soy un experto en esto.

—Me estoy empezando a arrepentir.

—No será necesario.

Dió el primer empujón, fue tan suave y lento, a Chester le saco un suspenso satisfactorio, a Fang un jadeó, ambos sintieron un cosquilleo en todo su cuerpo. El asiático creyó que las demás embestidas eran iguales, pero se equivocó. Chester movió sus caderas hacia atrás, casi saliendo por completo, antes de empujar con fuerza hacia adelante. Fang gimió, abriendo los ojos en sorpresa, no se esperaba tan brusco movimiento, trato de reclamar, pero otra embestida igual de fuerte remplazo sus palabras con un gemido más fuerte. El pelirosa sonando, socarrón, repitió su estocada anterior, dejando los juegos de lado, empezó con su trabajo.

Arremetió con fuerza y ​​rapidez, cada oleada de placer le hacía querer llegar más profundo, sujeto con fuerza a Fang de las caderas, jalandolo más a él, buscando mantenerse firme en su lugar para darle más duro y rápido.

—¡Espera! ¡Cálmate! —Le grito entre jadeos y gemidos. Se sentía bien, no lo negaba, pero era demasiado para su inexperto cuerpo, no hallaba como sobrellevar tanto placer.

Chester le hizo caso omiso, aumentando su determinación a las estocadas. Disfruto ver cómo Fang, se retorcía, tratando de acostumbrarse a algo nuevo, tan exquisito. Fue en uno de sus meneos, donde sin quererlo, choco con la próstata contraría. La reacción de Fang tras la oleada, fue algo que juraba, nunca olvidaría. El asiático gritó su nombre, su cabeza se hizo hacia atrás, sus ojos voltearon hacia arriba mientras sacaba la lengua en busca de aire. Por un momento, el mundo se detuvo para Chester, el placer, la pasión, y la mirada de Fang le cautivó, quedó embobado, tal vez fue la expresión del más joven, o la situación, algo le hizo darse cuenta de que no volvería a ver a Mandy igual.

«Esto fue un error»

—¡Mierda! —gruño Chester, frustrado por sus pensamientos contradictorios.

Arremetió con más fuerza contra el cuerpo contrario, un cosquilleo en su vientre le hizo notar que el acto estaba cerca de concluir. Tomo a Fang del cabello, y le jalo para darle un beso, desesperado, metió su lengua en la boca ajena, jugando con la contraria, saboreando cada rincón de la cavidad bucal. 

Fang intento seguirle el ritmo, sus gemidos fueron ahogados por tan demandante beso. Chester dejo de besarle solo por un instante, permitiendo a ambos tomar el suficiente aire antes de volver a las andadas.

—Estoy a punto de...

—¡Ni se te ocurre... correrte dentro! —exclamó Fang, sus palabras salieron apenas entendibles, entre tanto jadeo exhausto.

Chester solo irritante, malicioso, dando unos cuantos empujones más, hizo exactamente lo contrario a lo pedido, llenando el interior del asiático con su semen. Fang puso un gesto de asco al sentirse pegajoso por ahí, le miro mal, más no dijo nada, tratando de recuperar el aliento.

—Te ves lindo, ¿sabías? —el pelirosa mencionó—, déjame ayudarte con esto, es lo justo.

—¿Con qué...? ¡Oh! —solto sorpresivo, Chester había salido de él, solo para tomar una mejor posición y medir su pene en la boca.

El bufón chupó y lamio a lo largo, metiendo todo lo posible a su boca. Fang, como una pequeña venganza, tomo sus cabellos, obligando que se metiera todo su miembro hasta la garganta, siendo un poco brusco, como Chester lo fue con él. Chester no se quejó, se las pagaría de alguna forma de todos los modos. No tardará mucho para que, con un gemido, Fang liberará toda su esencia en su boca, haciendo que esté, al ser tomado por sorpresa, casi se ahogara, separándose bruscamente para escupir y toser.

—Me disculparía, pero creo que no te lo mereces —a pesar de estar apenado, el chico colmillo no pensaba decir un "lo siento".

—No te preocupes, al final siempre rio yo —le guiño un ojo, como una pequeña amenaza en broma—. Ahora, vamos a la cama.

—¿Eh?

Chester termino de quitarse los pantalones y dejarlos en el suelo para poder caminar hacia su dormitorio, no sin antes, tomar a Fang en brazos para llevarlo consigo. Cerró la puerta de su cuarto con ayuda de su pié. Se acercó a la cama dejando a Fang en ella, para luego tumbarse a su lado y abrazarlo, fue tan rápido que al más joven le costó procesar.

—Oye...

—Shh —Chester le calló, se quitó su camisa, la cual aún tenía puesta, quedando por fin, completamente desnudo frente a su acompañante.

Fang se sonrojo, lo anterior vivido le pareció tan apresurado que no tuvo tiempo de apreciar la desnudez ajena. Chester no estaba mal, su torso, y lo demás, era atrayente, no lo negaría.

—Quisiera bañarme.

—Después.

—Pero...

—Después —volvio a decir. Volteo al chico para abrazarlo por la espalda, pego su cara a su cuello, aspirando su aroma, a la vez, le susurro al oído—. Aún no acabamos —. Le dio besos al cuello, moviendo sus manos, inquietas por todo el cuerpo desnudó, dirigiendo una de sus manos al Fangsito recién dormido.

Fang se alarmó, sintiendo todo su cuerpo estremecerse, una sonrisa nerviosa apareció en su rostro.

¿Con que clase de pervertido fue a parar?

Iba a ser una noche larga...


Fang x Chester, porque no hay nada de ellos y me toca sacrificarme como siempre, esa manía de enamorarme de barcos más muertos que mis sueños ww

Y sí, otra historia ajaja. Al chile, al chile, ¿que tal el sexo? Estoy tan oxidado en ese tema que ya hasta se me cayeron las bisagras jajaj. Siento que empecé bien pero que luego jodí todo, no se, esto estuvo en borrador como por dos o tres semanas, fue un logro terminarlo.

Pienso hacer larga la historia, tal vez jsjsj, pero no, no es un one shot

Ah, y por si buscan la "canción", no la van a encontrar, la invente yo, por eso está bien qlra y sin sentido xd