Chapter 1: Nota antes de empezar
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Y volvemos a la carga de nuevo (〃 ̄︶ ̄)人( ̄︶ ̄〃)
Desde el mes pasado comenté por aquí y por otras redes que estaba creando dos historias nuevas, una de ellas ya está finalizada y ahora, vamos a la carga con esta adaptación del anime: "Mekakucity Actors"
Para esta historia espero estar actualizando los Lunes y/o Miércoles (dependerá de mi trabajo si puedo subir los 2 capítulos o solo 1 capítulo) La historia contará entre 13-15 capítulos, aún no es seguro el número, pues estoy modificando algunas partes y además quiero agregar un extra a esta historia.
Para poner en contexto a los que no han visto el anime (superrecomendado por cierto) dejaré una pequeña guía visual sobre los personajes de referencia que son en cierta medida los personajes principales que hacen circular la historia... Recalco: solo son los personajes de referencia, la historia que tengo planeada escribir se ha modificado para que los poderes que aparecerán tengan sentido más adelante.
Sin más que agregar, aquí dejo la referencia visual de los personajes:
La imagen de Xeno y Stanley son de la increíble artista: 39郎 (@sankuro39) Y la de la bella Suika de: ぶなみず (@buna_smg32) Puedes buscarlo en Twitter y apoyar su arte.
Muy bien, creo que eso es lo más importante de mencionar en este momento, así que vamos con los primeros dos capítulos para empezar con todo esta historia. Nos estamos viendo por ahí.
Autora-san, fuera.
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Ah, casi lo olvidó, les dejo la portada de la historia:
Las redes de la imagen original están aquí: @ochitose_
Chapter 2: Acto 1: El enemigo artificial.
Notes:
La canción que nos acompaña en la apertura de la historia, no puede ser otra más que su opening:
Canción: Daze.
Artista: Jin feat. MARiA
Link: https://www.youtube.com/watch?v=Kp7wk3JMgu0&ab_channel=Callie
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El sonido del reloj llenó aquella habitación completamente blanca, el tic-tac de su andar taladraba su cabeza por sobre el silencio. Podía incluso escuchar el engranaje del reloj, pero el sitio era tan deslumbrante como para abrir los ojos y mirar apropiadamente.
No se sobresaltó cuando escuchó el replicar de campanas ni el graznido de los cuervos, por alguna razón, la calma que sentía en su pecho lo tranquilizó por sobre la estimulación del ruido.
—Cuanto tiempo sin verte... -escuchó una voz familiar, su tono era suave, como si cantara al ritmo de las campanas, él conocía esa voz, pero no recordaba de donde-. Aunque creo que ahora tenemos más tiempo, igual y me alegra verte de nuevo, Senku-chan.
El chico sintió un leve dolor en su pecho al escuchar su nombre y ese mote dulce, quiso llorar sin saber el motivo, pero de su voz apenas salieron palabras sin sentido. La persona a su lado se rio por su torpeza, su risa era como el sonido de los pájaros.
—Vaya, vaya, Senku-chan. ¿Acaso lo olvidaste de nuevo? Y eso que aquella vez eras muy insistente en que no debíamos olvidarlo...
La luz del lugar disminuyó y Senku pudo abrir sus ojos, contemplando mejor donde estaba. Él estaba sentado sobre un reloj enorme, en sus manos había una bufanda roja que sostenía como si la vida se le fuera en ello, tenía una campera morada, una talla más grande que la que él usaría. La risa de aquella persona resonó en el lugar cuando él volvió a sentirse perdido.
—Lo siento, lo siento, Senku-chan, descuida, no pasa nada, a todos les pasa hasta que poco a poco se dan cuenta... Después de todo, es imposible que lo sepas todo de ti mismo, ¿Oh acaso lo recuerdas?
Senku no podría ver a esa persona que le hablaba, pero podía adivinar sus expresiones, la forma en como sus manos siempre se movían, a veces tocando su cara, otras veces acomodando su mechón de cabellos platinados, y ahora, podía sentir como aquella mirada azulada sobre él, le sonreía con una risa completamente falsa.
Él quería decir algo, girar a verle y decirle...
—Yo...
—Oh, así que estás recordando. -le interrumpió la otra persona, con una risa que no parecía en absoluto divertida-. Me alegra mucho saber eso. Pero ya que estoy aquí, porque no te lo cuento todo desde el principio, el cómo nos conocimos... Después de todo, tenemos todo el tiempo del mundo.
Senku sintió como unos brazos lo rodeaban. Esa persona había apoyado su pecho contra su espalda, el olor a flores lo rodeo junto al abrazo, no era un aroma empalagoso, pero sí nostálgico.
—Confía en mí, Senku-chan... -sintió como las manos frías de aquella persona recorrían sus brazos, una de esas manos subió por su pecho, recorrieron su esternón, hasta su mentón-. Te lo diré todo de nuevo... Una y otra vez, hasta que lo recuerdes todo de nuevo.
Los dedos, que estaban en su mentón, hicieron presión para alzar su mirada. Senku se encontró con aquella persona, justo como él la recordaba, cabello bicolor por el vitíligo que presentó desde los seis años, una sonrisa críptica que cada vez era más presente en él, una piel blanca, casi pálida y sus ojos...
Senku abrió los ojos al verlos, pues no eran de ese azul cielo que tanto le gustaban, sus ojos ahora eran rojos, como los suyos. Como si esa persona leyera sus pensamientos, una sonrisa más suave apareció en él y se fue acercando poco a poco a Senku, dejando que sus labios se acercaran a pesar de estar invertidos al otro.
—Déjamelo a mí, Senku-chan. -le susurró, haciendo que su aliento rebotara en los labios contrarios.
Senku levantó su mano libre, en un deseo desesperado por unir sus labios con los contrarios, pero el ruido de los aleteos de los cuervos y del reloj se volvió más contundente en su avanzar.
Él quiso ignorarlos, él solo quería besarlo, pero las manos frías se fueron alejando y el olor a flores se alejó por completo, y luego la luz blanca volvió a aquel lugar, cegándolo temporalmente.
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14 de agosto.
Senku parpadeo solo una vez, estaba recostado en su silla de juegos, el sol iluminaba por completo su habitación. En las bocinas de su dormitorio, un hombre hablaba sobre el clima que haría y cosas que simplemente no le importaba.
—Lo escuchaste, Senku. -empezó a escuchar la voz de su asistente virtual, una chica IA dentro de su ordenador, con el cabello rosa y dos coletas que accesorios de estrellas sujetaban, usaba unos audífonos de diadema, pues jamás dejaba ver sus orejas. Él estaba más concentrado en su trabajo-. Las olas de calor han enviado a mucha gente al hospital. Sin duda el sol es el enemigo de la piel.
La asistente abrió una ventana por aparte sobre bloqueadores solares y emocionada, invitó a su "amo" a comprar la oferta del set completo para la piel. Su insistencia hizo que la primera mueca apareciera en él.
—No la necesito, al diez mil millones porciento. -dijo con contundencia-. Y lo mire por donde lo mire, tú tampoco lo necesitas. Así que no.
Senku cerró la página que ella había abierto y volvió a su hoja principal.
—Es obvio que no es para mí. Lo pido para ti, Senku. -la chica dentro del monitor giró los ojos con fastidio-. Y aunque la posibilidad sea astronómicamente baja, puede que lo ocupes para ir a la playa o salir bajo este sol. -la chica abrió otras pestañas sobre la ventana de la habitación, proyectando lugares paradisiacos y lugares para senderismo.
—No. -dijo con simpleza.
La chica soltó un suspiro cansado mientras miraba como su amo seguía escribiendo en su computadora. No quiso aportar más a la conversación, pero con el pasar de los minutos y el ruido insistente del teclear de su amo, la chica empezó a desesperarse, incluso cuando tenía sus audífonos puestos y podía escuchar lo que quisiera, eso ya no le ayudaba en lo absoluto.
—Esto es tan aburrido. -dijo con dramatismo, mientras movía sus pies con aburrimiento-. No importa que me digas que me calle, es simplemente imposible solo quedarme aquí todo el día y ya. Además que últimamente solo te la pasas en esas investigaciones tuyas: que si los trajes de los astronautas presentan fallas mortales, que si la tierra pierde paulatinamente su órbita, lo que sería mortal para la vida aquí, que si hay más personas con dones únicos y un largo y aburrido etcetera.
Senku solo movía su pie con aburrimiento y al ver que no le afectaba en lo absoluto, la chica pensó en atacar por otro lado, tenía que hacer algo para sacar alguna expresión diferente a su amo.
—¿Pero qué tenemos aquí? -la chica tomó una pestaña del navegador y se la enseñó a su amo-. "He trabajado en el rubro de los aeronaves tripulados desde hace diez años." Estás mintiendo para sacar información a otros. Después de todo, la última vez que saliste de aquí fue hace un año. ¿Qué pasaría si tus colegas supieran que el famoso Dr. Stone, es solo un chico de 18 años?
La chica empezó a burlarse cada vez más de como su amo engañaba a otros, lo que hizo que la paciencia de él, poco a poco se fuera acabando hasta que ya no pudo más.
—¡Cállate de una vez, Luna! -gritó, poniéndose en pie y golpeando su escritorio con fuerza, lo que hizo que la botella de cola se derramara por el teclado, arruinándolo por completo.
La chica empezó a hablar de nuevo, regañando a Senku por su descuido. Una vez notaron que el teclado no funcionaba, ella misma empezó a hacer una búsqueda por internet para conseguir un nuevo teclado.
Senku la mira con fastidio. Hacía un años atrás, él tenía una vida pacífica, en su encierro, pero pacifica, hasta que un correo apareció en su bandeja, no tenía remitente, solo un archivo descargable y la curiosidad, innata en él desde su infancia, hizo que instalara lo que en aquel momento pensó, era un modelo de inteligencia artificial modificado como una dulce asistente personal.
Ahora esa dulce chica, resultó ser más sínica que él, incluso no dudaba golpear sus puntos débiles cuando parecía que lo necesitaba, era como una molesta amiga de la cual no quieres separarte por el cariño que se formó en el camino... Y porque puede hackear su computadora para esparcir todos los archivos poco legales que poseía, incluso los considerados secretos de Estado, qué logró conseguir de fuentes no muy legales.
—Quien programa un software que no se puede borrar una vez se instala... -susurró con cansancio. Cuando no escuchó la voz de la chica, giró a verla, su imagen ahora estaba proyectada en la ventana, mirándolo con esos ojos cafés-. ¿Qué pasa? - preguntó sin más, extrañado por su silencio.
—No hay. -respondió con simpleza.
—¿De qué hablas? Detrás de ti hay varias ventanas con teclados, consigue el más barato y que se envíe para ahora. Necesito terminar este informe hoy y trascribirlo en papel es solo desperdicio de recursos.
—Lo sé, pero por el festival de esta semana, los envíos están programados entre tres a cinco días.
Senku la miró y un pequeño pánico se apoderó de él. No confiaba en el dictado por voz, pues con Luna ahí, siempre cambia sus palabras y escribía lo que ella quería.
—Oh, tengo uno. -dijo Luna, deteniendo el murmullo de Senku sobre lo que puede hacer ahora para terminar su trabajo-. Es la única alternativa si quieres un teclado nuevo para ahora.
La sonrisa de Luna debió anticiparle algo, pero era la opción más lógica para su dilema y ya la odiaba sin terminar de leer esa ventana emergente que ella le enseñó.
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Sentía que se iba a morir, el calor en el exterior era insoportable e incluso le pidió a Luna, que lo acompañaba en su celular, que grabara sus últimas palabras. Obviamente, ella no le creyó y como forma de animarlo, le dijo que no podía morir hasta borrar la carpeta secreta sobre fotos no muy científicas de su parte.
—Sería una pena que tu querido "padrino", mirara esa carpeta y descubriera ese lado oscuro de su amado e inocente ahijado.
Al escuchar la burla, Senku se recordo que la odiaba, pues era una espina en su costilla que no podía solo arrancar... Pero incluso cuando se comportaba así, ella le hacía sonreír, cosa que era raro para él en esos días, además de hacer esos gestos que le traían una nostalgia que no lograba identificar, como en ese momento que le pedía ir al parque de diversiones sobre el almacén al que iban.
Esa forma de juntar sus manos, el tono meloso en su voz y la forma de cerrar sus ojos, hacían que una imagen borrosa se sobrepusiera en ella e instintitvamente él no dudara en decirle que sí a sus caprichos.
La emoción de la chica le hizo reír de nuevo, pero le advirtió que olvidara el contenido de esa carpeta de una vez, ella bromeó prometiendo jamás volver a abrirla si no era extremadamente necesario, lo que le hacía pensar a Senku que ella jamás lo olvidaría.
La campera morada que traía sobre sí, se movió cuando una briza fuerte lo rodeó, el vago olor a flores que se desprendió de ella era la única razón por la que seguía usando esa prenda que no era suya.
Llegar al centro comercial fue un respiro refrescante, pues el calor de afuera era cada vez menos soportable. El lugar estaba lleno y justo como Luna le dijo, había una noria sobre el edificio.
Senku odió el lugar desde el primer momento, el lugar estaba lleno de gente, y los comentarios de Luna sobre como el "Científico loco" había salido de su mazmorra, no ayudaban en lo absoluto a su sensación de claustrofobia que lo rodeaba.
Cuando Luna le gritó por sobre sus audífonos, la sensación de ojos observándole le hizo sentir más incómodo. Luna había apuntado hacia una dirección, pues había visto algo increíble; cuando Senku buscó la cosa que llamó la atención a Luna, no debió sorprenderse de ver a la venta una granada de manos en oferta. Cada día más, Senku estaba seguro de que el programador de Luna, era un Estadunidense.
Solo alguien loco por las armas se emocionaría como Luna al ver una granada en oferta... Senku se puso a pensar si realmente se había alejado demasiado de la sociedad como para sorprenderse al ver que ahora se vendieran armas como un accesorio más.
—Lo diré en un tono más serio. -dijo Luna con una pose recta-. Amo, lo quiero, cómpramela.
—Ni en un millón de años. -le dijo con contundencia y Luna empezó a hacer un berrinche en la pantalla de su celular.
Iba a dar un paso alejándose de aquel lugar cuando chocó con alguien, sujetó su celular con fuerza para que no se le cayera al suelo y al mirar a esa persona, lo que más llamó su atención fue su apariencia: era una persona de cabellos rubios y facciones delicadas, como ver a un supermodelo y su ropa, una extraña mezcla de estilo militar y una campera cerrada que cubría su boca.
Pero hubo un detalle que no pudo olvidar, los ojos de esa persona eran de un color rojo que luego cambiaron a un color café claro en un solo parpadeo. Esos ojos le miraron como si supiera todo de él.
—Lo lamento. -se disculpó Senku, inclinando un poco su cabeza.
Aquella persona le dio una sonrisa pequeña, mientras volvía a acomodar la capucha sobre su cabeza.
—Descuida, no fue nada.
Nuevamente, Senku miró los ojos rojos en aquella persona y cuando parpadeó, ya no estaba más frente a él, giró hacia atrás para buscarle, pero no vio a nadie con la ropa de ese chico.
—Extraño... -susurró Senku al auricular-. Parecía como si no quisiera quitarme la mirada de encima.
—Bueno, no hay forma sutil para decir esto, Senku. -empezó a comentar Luna-. Pero es que no tienes buena apariencia luego de estar encerrado tanto tiempo. ¿Te lavaste bien el cabello antes de salir?
—Cállate, Luna.
La chica notó como las palabras de Senku no eran hirientes, más bien parecían palabras automáticas, pues su mirada aún estaba buscando a esa persona con la que chocó. Luna empezó a llamar más la atención para que Senku se concentrara en su misión.
Senku siguió hablando con ella, envidiando un poco su libertad al no necesitar nada más que energia electrica para funcionar, cuando al segundo siguiente escuchó una detonación, luego, una lata cayó a sus pies y humo empezó a salir de ella.
"Solo yo y mi maldita suerte." se dijo cuando la gente empezó a correr y unos hombres enmascarados aparecieron en el lugar, rompiendo ventanas y tomando a la gente para dirigirla a un solo lugar.
—Senku, ¿Qué fue ese ruido? -escuchó por los auriculares la voz preocupada de Luna, que solo crecía a cada segundo que no respondía, pues frente a él, un hombre enmascarado lo sujetó del brazo y lo tumbó al suelo.
...
Los enmascarados tomaron control del lugar, amarrando a todos los rehenes y hackeando el cierre de seguridad de la tienda, así como el circuito de video. Ahora, en todas las pantallas se marcaba un círculo con una equis en el medio.
El líder se dirigió a todos los rehenes, incluyendo a Senku que miraba todo con aburrimiento, no era necesario que le dijeran que su suerte era una mierda, Luna incluso se lo comentó antes que ellos.
Los terroristas empezaron a hablar con la policía, dijeron algo de mucho dinero, nada de peros y la clara insinuación de matar a los rehenes si no cumplían con su solicitud.
—La única vez que sales del departamento luego de un año de encierro, eres capturado y usado como un rehén. Senku, debes haber hecho algo muy malo en tu vida pasada para que te pasen estas cosas.
—No me estás ayudando en pensar algo de utilidad, Luna. -susurró Senku, moviendo sus manos para tratar de soltar la brida en sus pulgares.
—Pero qué situación más poco elegante. -escuchó a un chico a su lado decir. Cuando giró a verle, el chico le sonrió con un entusiasmo que no llegaba a sus ojos-. Si esto sigue así, hay un porcentaje alto de que nos maten a todos. Qué terrible aprieto, ¿verdad?
Senku miró mejor a ese chico, pantalones de tela con mocasines negros, una camisa negra de cuello de tortuga estaba fajada en el pantalón, tenía dos collares de perro en color rojo sobre su cuello y una campera blanca que parecía una capa de laboratorio, tenía una capucha que ahora estaba tirada hacia atrás dejando ver el cabello blanco del chico que no parecía mayor a él.
—¿Y aun así sonríes con tanta tranquilidad? -le preguntó Senku a ese extraño chico que volvió a sonreír incluso más que antes.
—No estoy para nada tranquilo. -le dijo con un suspiro dramático-. Moriré, qué terrible giro de los acontecimientos para este día, y eso que estaba esperando con entusiasmo el correo de Dr. Stone para comparar resultados sobre nuestra nueva investigación.
Senku se tensó por un momento. Él trabajaba en línea con muchas personas, pero todos trabajaban bajo seudónimos y actualmente solo compartía investigación con dos nuevos colegas, el Doctor X y el Doctor Chrome.
De todos los escenarios en los que Senku esperó reunirse con un colega, este era el menos oportuno.
—¿Y bien? -volvió a hablar el chico para llamar su atención, Senku miró mejor sus ojos, eran de un negro igual de oscuro que sus ropas-. ¿Qué es eso de lo que estás pensando? Después de todo, en vez de parecer asustado, parece que tienes un plan en mente. Sus pensamientos no son nada silenciosos, querido amigo.
Senku volvió a ver como el chico le sonreía, pero esta vez, sus ojos eran más analíticos, como si pudiera leer sobre las mentiras de los demás. No viendo más alternativa y queriendo presentarse un poco mejor con su colega, Senku se acercó más a él para hablar bajo.
—No es un plan tan bueno como crees, tenemos la desventaja de estar atados y rodeados, lo que reduce un plan a un 3% o 2% de probabilidad de éxito.
—Entonces, en un caso hipotético: si logras liberarte y todos estos tipos que nos rodean están distraídos, ¿Cuánto sería la probabilidad de éxito?
Senku miró al rededor y luego miró a ese chico que aún esperaba la respuesta con una sonrisa en sus labios.
—Si hablamos del caso hipotético, estoy en un diez mil millones porciento seguro de que funcionaría.
El chico frente a él lo miró con seriedad antes de volver a esa sonrisa afable de antes.
—Pareces muy seguro de sí mismo, me agrada eso. ¿Qué me dices de eso, mi estimado Chrome?
Senku miró como el chico que estaba apoyado detrás del peliblanco, se bajaba la capucha y con una sonrisa más amable y verdadera, miró a Senku con unos ojos cafés alegres, tenía una vincha en su cabeza, tratando y fracasando en acomodar esos rebeldes cabellos castaños.
El chico de nombre Chrome, le miró y luego cerró sus ojos. Senku podría jurar que por esa fracción de segundo, vio un rojo brillante en ellos.
—Es posible, Xeno. -habló cuando sus ojos se abrieron-. Puedo conseguirte esa distracción para que pongas en marcha tu plan.
El chico le sonríe mostrándole todos los dientes, con una confianza que lo descoloca por un momento.
—¿Quién diablos son ustedes dos?
Aun con sus manos atadas, el chico acomoda sus cabellos blancos, sus actos gritan seguridad en cada movimiento.
—Solo somos el rehén A y el rehén B, en este trágico momento, pero nos encanta hacer cosas interesantes, Doctor Stone. Es una pena que nos conociéramos en estas terribles circunstancias.
—Es verdad. -dijo con felicidad Chrome-. Yo quería invitarte a una comida cuando nos enviaras el documento este día.
Senku ya se venía venir esa revelación, pero sus palabras quedaron en el aire cuando el líder de aquellos terroristas empezó a golpear a uno de sus hombres, provocando que Xeno se riera por esa escena.
—Son tan patéticos. -la risa que Xeno intentó contener, hacía temblar su cuerpo-. Son tan divertidos de ver. -Xeno desvío un poco la mirada y asiente con la cabeza como si le diera una señal a alguien que no estaba ahí.
—¿Divertido? -le pregunta Senku, con la indignación creciendo en su cuerpo al ver como todos tiemblan con el miedo de ser el siguiente en ser golpeado, jamás había sentido tanta indignación como ese momento-. ¡Deja de ver esto como un juego! ¡No ves que estás arriesgando vidas humanas!
Senku no pudo terminar de hablar cuando le tomaron por el cuello de su camisa, levantándole del suelo y haciéndolo colgar en el aire. El líder de ese grupo le empezó a gritar, amenazando con matarlo.
—¿Qué pasa, pequeña escoria? Ahora si tiemblas de miedo, cuando antes te escuchabas tan valiente. -el líder de los asaltantes lo acercó más a él, moviéndolo como si no pesara nada-. Si apenas eres un debilucho, seguramente de esos que nunca salen de su cuarto.
Senku no respondió, estaba más pendiente a la voz de Luna en su auricular. Por el rabillo de sus ojos vio movimiento de alguien que se posicionó detrás de él y cortaba su brida.
—¿Qué has dicho? -preguntó el hombre cuando Senku abrió su boca y extrañamente su voz no fue escuchada.
—Que tú también estarás encerrado en una celda por el resto de tu vida.
Cuando Senku dejó de hablar, las cosas del lugar empezaron a moverse, estantes se caían y aplastaban o golpeaban a los terroristas, todo parecía un caos y esa era la distracción que necesitaba.
Luna se lo había dicho antes de hablar con esos chicos y era el plan más lógico de todos. Si ella se conectaba a la red del lugar, volvería a habilitar el lugar para que la policía entrara y terminara esta locura, por lo que, cuando ese hombre lo soltó, corrió hasta el área de las computadoras para conectar su teléfono y darle acceso a Luna.
...
—Te lo dije, mi amado Stan... -habló Xeno cuando sus manos fueron liberadas-. Ese chico, sin duda alguna, es interesante.
El nombrado solo miró al chico que corría a las computadoras, resopló con una media sonrisa en sus labios, pero fue Chrome quien habló primero.
—He ganado la apuesta, Xeno. Te dije que el Dr. Stone era como nosotros.
Xeno vio como Senku conectó su celular, pidiendo a Luna que hiciera el resto. A Xeno, ese nombre le sonaba demasiado familiar para su gusto y si no fuera por la voz de Chrome reclamando su recompensa, él hubiera recordado mejor a donde lo había escuchado antes.
Y aunque no le gustaba perder, esta vez aceptó su derrota con el chico más joven.
—Tienes razón, mi estimado Chrome, he perdido ante ti.
Las pantallas del lugar dejaron ese color rojo de advertencia a uno rosa, con el dibujo de una chica de cabellos rozas y coletas a cada lado. Stanley sintió como Xeno le tomaba de la mano, comprendiendo lo que él pensaba sin siquiera decirlo.
...
Senku recuerda caer al suelo cuando Luna tomó el control, correr luego de años sin hacer ejercicio casi hace que sus pulmones exploten, pero al menos había logrado su cometido.
Cuando la luz de las ventanas abriéndose, golpeo su cara, por unos segundo ya no estaba tirado en el suelo de aquellas tiendas, ahora estaba con su uniforme escolar, recargando su cabeza en su escritorio, el ruido del viento soplando era todo lo que se escuchaba.
Frente a él estaba nuevamente aquel chico, llevaban el mismo uniforme escolar, pero esta vez, había una bufanda roja rodeando el cuello del chico de cabellos bicolor. Senku no había levantado su cabeza del escritorio, pero podía oler su perfume y la forma en que su presencia hacía cálida cualquier habitación en donde él estaba.
—Senku-chan... -volvió a llamar esa voz melódica, mientras susurraba palabras que él no podía escuchar.
Senku quería levantar la cabeza, detenerlo cuando escuchó sus pasos alejarse de la habitación, pero sin importar cuanto le exigía a su cuerpo moverse, este jamás le obedeció.
Un dato que creo que no mencione es con relación a la edad: Senku tiene 18 años en este momento.
La imagen pertenece a la artista 有里 Yuuri (@tenkichi1212) Pero de su cuenta segundaria que es: (@mame12_dcst)

Nos estamos leyendo en el siguiente capítulo.
Nota de reedición:
Estoy más que emocionada y contenta por tener a alguien tan talentoso como DalethBook-Miller que no solo hizo estas imagenes, sino que esta haciendo más arte para este AU de Mekakucity, y además me dio el permiso de compartir en este fanfic, aquí les dejó algunas escenas más que a creado:
Empezando con Luna, mi niña hermosa.
Me encanta como hizo a Stanley y su chaqueta estilo militar 😍
Y por último, pero jamás menos importante, a mi viejo frentón Xeno y a mi niño Chrome.
Son hermosicimo y justo como me imaginaba que se verían en este fanfic, así que por favor vayan a darle el apoyo que se merece por el tiempo y esfuerzo para crear estos artes a su cuenta en Twitter: @riithye
Nos estamos leyendo por ahí. Autora-san, fuera.
Chapter 3: Acto 2: Mírame.
Notes:
La canción de este capítulo está aquí:
Canción: Kisaragi Attention
Artista: Jin -IA
Link: https://www.youtube.com/watch?v=HWlFbfG9UIg&ab_channel=Callie
Chapter Text

...
—Eres tan buen niño, Ryusui. -dijo su madre, mientras acaricia los cabellos rubios del pequeño-. No importa lo que los demás digan, tú siempre sé bueno.
Ryusui sintió como las lágrimas de su madre mojaban su cabello. Él también tenía ganas de llorar, pues su padre los había encontrado y se había llevado a su hermano Sai.
—Te prometo ser el mejor de todos, mamá. -dijo con seguridad Ryusui regalándole una sonrisa enorme.
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El primero de los recuerdos que Ryusui poseía, era cargar a su hermano menor. Sai nació cuando él tenía 4 años y desde el momento en que lo tuvo en sus brazos, Ryusui juró cuidar de él.
Su madre trabajaba para la empresa de su padre, era casado, pero había engañado a su madre para ser su amante, hasta que ella se embarazó y fue trasladada a otras oficinas.
Su madre había renunciado a muchas cosas por cuidar de él y siempre tenía una sonrisa en sus labios y unos brazos abiertos para él.
El día en que Sai vino a casa, fue junto a otra compañera del antiguo lugar de trabajo de su madre, quien no sabía qué hacer con él. Su madre sí sabía, pero la madre de Sai no estaba dispuesta a sufrir el mismo calvario que su madre había padecido, por lo que solo tomo sus pocas cosas y dejó un par de papeles sobre el moisés de Sai.
Desde aquel día, Ryusui cuido con esmero de su hermano menor, lo acunaba, le ayudaba a cambiarse y le leía los cuentos que él aprendía a leer. Su hermano siempre estuvo más interesado en las figuras geométricas y los números, y mientras más crecía, más diferencias en sus personalidades se presentaban.
Donde Ryusui era un sol, brillante y lleno de energía, Sai era como la noche, una persona calmada y ordenada. Ambos sobresalían en la escuela por su inteligencia, pero Sai lo hacía más.
"Genio matemático" decían los maestros cuando su madre fue a la reunión del colegio.
Ryusui se sentía orgulloso de él y no dudaba en decírselo, siempre sobre él, cuidándole, jugando con él... Hasta que eso apareció.
El primero en decirle como sus ojos cambiaban de color fue Sai, que parecía no inmutarse ante eso, luego, las personas a su alrededor empezaron a alagarlo, a acercarse más a él... Demasiado a él.
Con solo 6 años, Sai fue golpeado en la cabeza al intentar defenderlo de un hombre que no dejaba de tocarlo. Iban de regreso a casa y Ryusui, aunque estaba incómodo con la situación, trató de disimularlo por su hermano menor, pero Sai lo conocía tan bien como a sí mismo. Cuando intentó alejar al hombre, recibió un empujón muy fuerte que lo lanzó contra la pared, abriéndole la cabeza y haciendo que la sangre no dejara de salir.
Su hermanito estuvo hospitalizado y cuando regresó, él dejó de verle a los ojos. Sai ya no quiso salir con él, ni quería que se juntaran. Ryusui trató de persuadir a su hermanito, pero entre más se acercaba a él, Sai más se alejaba, lo que solo provocaba que su deseo por ser visto por su hermanito creciera y el color carmesí de su maldición se intensificara, al punto en que la gente no paraba de admirarlo a él, de verle, de desearle.
Pero no importaba cuantas personas lo desearan a él, cuantas personas lo alabaran, él seguía estando solo, no poseía ningún amigo en el colegio, su hermano era cada vez más distante con él, al punto de ya no dirigirle la palabra, era ignorado por todo el mundo cada que sus ojos poseían su color café.
La carga de trabajo de su madre se intensificó a razón de la hospitalización de Sai por el golpe, todo a su alrededor se sentía cada vez peor, hasta que ese hombre apareció.
Su madre no estaba ese día, por lo que él era el encargado de cuidar de la casa. Cuando abrió la puerta, aquel hombre con imponente vestimenta estaba parado ahí, dos hombres detrás de él.
Sus ojos eran de un color café claro, idénticos a los de Sai y él mismo, que lo miraban como si escaneara su apariencia y una mueca de asco se posó en sus labios.
—Sai, no me hagas perder mi tiempo. -dijo sin más, no alzó la voz, pero había una orden velada en su tono que impedía contradecirle.
Ryusui escuchó detrás de él, como algo se arrastraba, cuando giró a verle, era su hermanito con una maleta y una mochila en su hombro. Pasó a su lado, no se despidió de él, solo caminó como si él no estuviera ahí.
Ryusui solo se quedó inmóvil, sin decir palabra alguna cuando vio como Sai cerraba la puerta detrás de él. Vio como algo se deslizó detrás de la puerta, pero no fue hasta que su madre abrió, horas más tarde, que supo el contenido de la misma.
La carta tenía un sello elegante, el logo de la empresa de su madre estaba ahí, al igual que algunas facturas pagadas y un cheque con más ceros de los que había visto en su corta vida.
Él solo tenía 11 años, cuando su hermanito pequeño decidió irse de su hogar para que los gastos que él ocasionaba, no fueran una carga para su madre.
... Un año después, su madre empezó a enfermarse...
Con los años siguientes, aquel poder que hacía que sus ojos cambiaran de color a un rojo intenso, hizo que él ganara concursos, premios importantes, logros que otros solo podían desear.
Todas y cada una de las personas en el lugar donde él ponía su mirada carmesí, hacía que la gente le amara, que deseara todo de él. Su actitud confiada y seguro de sí mismo, hizo que la gente lo mirara casi con devoción, todos querían estar cerca de él cuando activaba el carmesí de su mirada... Todos se alejaban y decían lo que realmente pensaban de él cuando sus ojos volvían a su color natural.
Jamás tuvo la oportunidad de tener un grupo de amigos, la gente siempre terminaba alejándose cuando él quería hablar incluso si fueran cosas triviales, o sobre lo solo que se sentía, o sobre como la enfermedad de su madre empeoraba sin que los médicos pudieran hacer algo, o el hecho de que aún extrañaba a su hermano menor.
Aprendió a guardarse sus palabras y solo sonreír, a interpretar el papel que mejor le quedaba para que la gente no se alejara, lo que le hacía sentirse más solo y vacío...
Y como si la vida no estuviera conforme con eso, su madre fue hospitalizada nuevamente, pero esta vez no volvió a salir de ahí.
Sin su madre, principal fuente de ingresos en su hogar, Ryusui de 14 años, asumió ese papel como el proveedor de su casa y de las facturas que se acumulaban del hospital. Él llamó a la agencia del hombre que siempre lo esperaba fuera de la escuela, y con voz segura, le pidió que lo firmara como modelo.
Podía sentirse solo, deprimido y sangrando por dentro del dolor, pero si esa maldición de sus ojos le ayudaba a conseguir dinero, él no iba a dudar en ocuparlo.
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Un año después de aquella llamada, Ryusui había despegado como modelo juvenil, incluso había viajado al extranjero para modelar en pasarelas y otros eventos a los que fue invitado.
Y ahora, hacia un par de meses, él había incurcionado en el mundo de la musica como solista, su primera presentación llenó el estadio de la ciudad por completo.
Su manager era una mujer joven llamada Minami, que siempre se ocupaba de tener el mejor trabajo para él. Era una mujer increíble, si es que se le podía llamar de esa manera, pues incluso con su maldición activada, ella ponía resistencia y no siempre lo complacía.
Ryusui iba caminando despacio por las calles más vacías que conocía. Había salido de sus cursos extracurriculares para estar al día con sus estudios, pues su madre le pidió no abandonarlos.
A veces era tedioso seguir el ritmo de las clases y su carrera, pero él jamás faltaría a una promesa con su madre.
El día era tan caluroso que desvió un poco su camino cuando vio una fuente de sodas. Compró una soda de limón, amaba ese sabor agridulce de ese refresco a pesar de que era el menos popular. Lo tomó despacio y cuando sintió que su teléfono vibró, contestó la llamada de Minami.
La mujer parecía animada mientras le mencionaba como había sido tan amable de darle una tarde libre luego de semanas sin descanso. Ryusui la escuchó a medias, leyendo la mención extra que venía en la lata de sodas que tomaba.
Según el anuncio, ese día sería el último para canjear los llaveros de la colección de verano de ese año. Ryusui aún recuerda como junto a Sai, todos los veranos, iban a las tiendas a comprar esos llaveros y coleccionar todos... Él aún lo hacía, por si algún día Sai volvía a casa, tenía como demostrarle que su tradición aún seguía en pie.
Había una tienda a unas cuadras de ese lugar, por lo que una vez Minami le colgó, él se dirigió a ese lugar. Acomodó su gorra y sus lentes, no quería llamar la atención de nadie, o ese fue su deseo inicial.
Cuando dobló en la esquina, alguien se golpeó contra su pecho y si no tuviera sus reflejos bien desarrollados, la pobre persona que chocó con él, hubiera caído al suelo. Sostuvo a esa persona contra su pecho y el olor del mar se impregnó en su nariz.
—¿Estás bien? -le preguntó a la persona que no había soltado.
No entendía por qué sus manos se habían aferrado tanto a ese chico más bajo que él y viéndolo mejor, Ryusui se dio cuenta el hermoso cabello platinado que tenía. Sintió que el aliento se le cortó cuando los ojos del chico de un verde jade, se posaron en él... Por un momento juró que esos ojos se volvieron carmesí, igual que su maldición.
—Eso dolió. -le dijo el chico alejándose de él, mientras su mirada era de un enojo absoluto-. Mira por donde vas, anciano.
—¡Anciano! -le reclamó con indignación. Lejos de sus manos, Ryusui podía notar que no solo era más bajo que él, sino que era un niño de, quizás, unos 12 o 13 años-. Apenas cumplire los 17 años.
—Sí, como sea. -le dijo el chico, agitando una hoja de papel en sus manos-. No tengo tiempo para discutir contigo. Tengo prisa, así que no molestes.
La voz llena de indiferencia de ese niño, hizo que algo dentro de él, burbujeara peligrosamente, él odiaba enojarse por las arrugas que podían traer esa acción, pero ese niño insolente lo estaba llevando al límite.
—Lo mínimo que debes de decir es lo siento... -Ryusui fue bajando la intensidad de su voz cuando vio el papel en las manos del chico-. ¿Tú también vas a la tienda de canje?
El chico le miró sorprendido por un momento, pero luego, un pequeño sonrojo se apoderó de sus mejillas.
—De hecho, me encargaron que comprara ciertas cosas en ese lugar... Pero nunca he estado en este lado de la ciudad, así que estoy algo... Perdido. -admitió aún más rojo que antes y Ryusui sintió que su corazón se apretó con la dulzura de la expresión del niño, como la personalidad de un gato callejero... Y Ryusui amaba los gatos.
No así, tenía que cobrar un poco de venganza por ser llamado anciano, así que, con una pose dramática, Ryusui se rio de él y le dijo:
—Jaja, sabía que mis instintos no se equivocaban contigo, un pobre niño perdido en la gran ciudad. Sí, ahora lo entiendo mejor. Por tus ropas y la forma en la que te quedas embobado con todo, mi instinto me dice que me has mentido y en realidad, no vives en la ciudad, ¿verdad?
—Asombroso. -le dijo el chico frente a él, su mirada brillaba con inocencia hasta que una sonrisa maliciosa se posó en sus labios-. Bien dicen que la edad hace al sabio.
—Que no estoy tan viejo. Anda dime, ¿Cuántos años tienes? -exigió saber con indignación.
—¿Y por qué debería decírtelo? -respondió, dando un par de pasos atrás, su expresión era de desconfianza absoluta-. Eres un extraño para mí, ¿acaso en la gran ciudad no se les enseña a no hablar con extraños?
Ryusui volvió a sentir ese hormigueo en su pecho, era molesto como ese niño frente a él actuaba como si fuera el adulto entre los dos.
—¿Y acaso no te enseñaron a respetar a tus mayores? -le reclamó.
—Tan rápido aceptaste tu edad, anciano. -la sonrisa casi felina volvió a ese chico, pero cuando iba a agregar algo más, su reloj sonó con una notificación-. Si ya terminamos aquí, me gustaría seguir con lo mío.
—¿Cómo, acaso no estabas perdido? -siguió molestando Ryusui, por alguna razón, no quería dejarlo ir todavía.
—Pues sí, pero...
—No hay de otra, entonces. -interrumpió Ryusui con una sonrisa ganadora-. Este amable chico te conducirá hasta esa tienda.
—Me niego. -dijo con voz seria y sus brazos cruzados sobre su pecho-. ¿Por qué querría ir con un completo extraño como tú?
—Mocoso malagradecido. -le dijo con enojo mientras frotaba con brusquedad la cabeza del chico, sin notar como sus ojos poco a poco se volvían carmesí -. Estoy tratando de ser amable contigo, niñato malagradecido.
—Yo no pedí tú... -El chico de ojos jade observó como la gente se empezaba a acercar a ellos y los rodeaba cada vez más-. Oye, ¿no crees que esa gente está actuando raro a nuestro alrededor?
Ryusui palidece cuando se dio cuenta de que había activado su maldición y las personas empezaron a reconocerlo a pesar de que la zona no era un lugar con demasiada gente. Cuando escuchó como la gente sacaba sus teléfonos para tomarle fotos o llamar a otras personas, entró en pánico.
No quería que ese chico sufriera lo que su hermanito había sufrido por su culpa, por lo que, tomando su mano, salió corriendo junto a él, mientras la multitud los seguía y parecía multiplicarse.
El niño corría a su ritmo, incluso lo empujaba a él cuando se estaba rindiendo en una de las subidas que había en su improvisada ruta de huida. Sus manos entrelazadas eran como un ancla para ambos que huían de la gente que parecía salir de lugares cada vez más raros.
Habían pasado el muelle de la ciudad en su huida, cuando el chico se tropezó y cayó al suelo, Ryusui corrió a ayudarle, pero solo pudo ponerlo de pie cuando la gente empezó a rodearlos de nuevo y esta vez, Ryusui empujó al chico a unos arbustos mientras seguía su huida por la ciudad.
...
Cuando Ukyo fue arrojado a los arbustos, pudo leer en los ojos de aquel chico el arrepentimiento, antes de emprender la huida del lugar. Él entendió rápidamente lo que este hacía, por lo que se escondió lo mejor que pudo hasta que la multitud desapareció.
—¿Pero qué rayos fue todo eso?
Dijo al aire cuando salió de los arbustos, una vez no vio a nadie alrededor. Cuando se estaba limpiando, su celular empezó a sonar, en la pantalla de su teléfono, el nombre de Tsukasa apareció.
—¿Qué pasa? -preguntó sin más, mientras escuchaba la voz calmada al otro lado de la línea -. Lo entiendo... ¿Sai ya salió de su clase? ... Sí, entiendo. Estaré ahí pronto.
Cuando Ukyo colgó la llamada, un suspiro salió de él. Ahora estaba más perdido que cuando inició su recorrido y si no se daba prisa, no podría comprar el llavero que Sai quería para su colección.
—Ser hermano mayor de otros es un fastidio. -se dijo, mientras volvía a sacar el papel de su bolsillo y trataba de encontrar la dirección de esa tienda.
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Sobre el techo de un edificio, rodeado de un par de cuervos, Stanley miraba con unos binoculares al chico que se escondía de la multitud.
—Lo encontré. Es el tipo del que hablaste antes. -mencionó al teléfono, viendo como el chico parecía secar con fastidio sus lágrimas.
—Como se esperaba de mi amado caballero. Siempre eres tan confiable, mi amado Stan. -respondió la voz al otro lado de la línea. Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Stanley al oír ese tono en su voz-. ¿Sabes lo que procede ahora?
—Sí. Lo sé.
Stanley cuelga la llamada y guarda el teléfono. Cierra los ojos un momento y deja que el graznido de los cuernos inunden el lugar para activar su poder y volverse invisible al mundo que lo rodea.
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Ryusui se escondió en un callejón de difícil acceso. Se sentía frustrado, él solo quería ese maldito llavero para su colección y de paso, acompañar a ese niño perdido, a quien probablemente desorientó aún más.
Cuando las primeras lágrimas de frustración recorrieron sus mejillas, no pudo contener las que siguieron a esa.
Él estaba harto, cansado de no poder vivir una vida normal, de no tener amigos por estar trabajando todo el tiempo, de desconfiar de los demás porque no sabe si se acercan a él por su maldición o porque así lo desean... Cansado de no ser visible para las personas que si le importan...
El día no pudo ponerse peor para él, hasta que escuchó ruidos de pasos acercándose. Ryusui estaba listo para seguir huyendo, pero al querer avanzar por el lado contrario, un chico que ocultaba su cara bajo la capucha de su chamarra se interpuso en su camino.
Lo extraño de todo eso fue que no le vio acercarse, solo aparecer en el lugar. Ese chico se agachó a su altura para verle mejor, mostrando un poco de su cara. Los ojos de ese chico eran cafés claros, probablemente avellana. Ryusui vio mechones de cabello rubio sobresalir de esa capucha, largas pestañas y unas facciones delicadas, andróginas, si podría llamarlas de esa manera.
—¿Eres Ryusui Nanami? -dijo con voz varonil, su voz era profunda y sus ojos jamás se despegaron de los suyos.
La mirada de ese sujeto le provocó escalofríos, por lo cual, hizo lo más lógico en esos casos.
—Creo que te has equivocado de persona.
—¿Así? -dijo el chico frente a él y sacó su celular para teclear algo y luego mostrarle las fotos de sus últimas participaciones con una marca de perfumes-. ¿Entonces eres su gemelo? Porque debes de admitir que se parecen mucho.
"Es un maldito acosador." se dijo en su interior Ryusui, maldiciendo su suerte.
—Jaja, me has atrapado. -dijo volviendo a su actitud relajada para no levantar sospechas del otro sujeto-. ¿Eres un fan? ¿Quieres una foto exclusiva? Es un alago y no dudes de que la tendrás, pero para la próxima, por favor, no me acoses, es molesto si actúas así...
—Hola, Xe... Sí, estoy con él. -empezó a hablar el chico, ignorando por completo sus palabras-. Ahora lo llevo para allá.
Cuando Ryusui escuchó eso, el pánico creció en su pecho, pensando seriamente en que sería secuestrado por esa persona. Minami le había dicho antes sobre como actuar en un momento como ese, por lo que, soltando un suspiro cansado, relajó su expresión y actuó colaborativo.
—Oye, es de mala educación no escuchar a las personas cuando te hablan.
—Oh, lo siento, Xeno es prioridad para mí. -le respondió guardando el teléfono en sus pantalones estilo militar-. Pero tienes razón y me disculpo. Déjame presentarme correctamente. Llámame Snyder, y seré tu compañero.
Ryusui parpadeó extrañado cuando el hombre frente a él extendió su mano para saludarlo.
El viento de ese 14 de agosto, soplaba con fuerza, pero no refrescaba en lo absoluto. Y Ryusui con 16 años, acababa de maldecir a la vida por décima sexta vez en el día.
Un inicio suave, pero un inicio al fin de cuentas.
Ya mencione los días en que probablemene actualice, así que no estamos viendonos despues... Si surgen dudas, gustosamente puedo resolverlas.
La imagen del cpítulo viene de parte de la artista: ハルシヨン (@reon_0212)
Un abrazo psicologíco a todos.
Autora-san, fuera.
Chapter 4: Acto 3: Código Mekakushi.
Notes:
La canción para este capítulo está aquí:
Canción: Mekakushi Code.
Artista: Hatsune Miku / Jin
Link: https://www.youtube.com/watch?v=neXz1THhSOQ&t=206s&ab_channel=RPMizu
Chapter Text

...
—Llámame Snyder, y seré tu compañero.
El chico frente a Ryusui seguía con su mano extendida a la espera de ser tomada.
Obviamente, Ryusui dio un paso atrás, buscando una salida para huir de ese fan desquiciado.
—¿Compañero? -repitió con una sonrisa un poco tensa-. Amigo, no te estoy entendiendo en lo absoluto.
—Supongo que tienes razón. -Stanley bajo su mano, llevándola hasta la parte de atrás de su cabeza, rascándose con fastidio sus cabellos-. ¿Cómo te lo explico sin usar su método?
Ryusui vio una apertura en el camino para poder huir de ese fan raro, por lo que, relajando su cuerpo para salir corriendo, empezó su plan con una distracción básica.
—Oh, pero mira la hora que es ya. -habló, sacando su teléfono, tecleando "SOS" al contacto de Minami-. Fue una buena plática. Te prometo que...
—Espera. -le ordenó con una voz firme, Ryusui lo hizo-. Ya que no veo una forma fácil de decir esto, iré al grano... ¿Alguna vez has pensado que no eres normal? ¿Como si poseyeras una maldición?
Ryusui abrió los ojos cuando preguntó lo último. No así, el chico frente a él seguía con una postura relajada, mientras volvía a hablar.
—Por ejemplo, al compararte con compañeros de la escuela, tus familiares o gente de la calle, puedes notar que eres diferente, que hay algo más en ti que otros solo sueñan con tener.
El silencio se hizo en ese momento, Ryusui claramente lo había experimentado, pero no iba a bajar la guardia con ese chico extraño, por lo que poniendo su mejor expresión y alejando el cabello de su cara, habló con una confianza que no sentía por completo.
—Por supuesto que sí. Soy un modelo famoso que está incursionando en la música, claramente...
—Tus ojos. -le volvió a interrumpir Stanley, sin apartar la mirada de él-. Activan un don único que dejan desconcertados a los demás.
Stanley cerró los ojos un momento para abrirlos lentamente, mostrando un intenso color carmesí. La sorpresa en la cara de Ryusui duró apenas un segundo, pues en un parpadeo, Stanley había desaparecido del lugar; Ryusui empezó a buscarle, girando de un lado hacia otro, hasta que sintió un escalofrío en su espalda. No había nadie ahí.
—Por ejemplo, tú y yo, somos el opuesto del otro. -escuchó la voz de ese chico y el olor a cigarrillo llegó a su costado izquierdo-. No supe cuando empezó, pero lo hizo. La gente poco a poco dejo de verme, como si no existiera, fue un poco aterrador...
Ryusui empezó a retroceder, miraba a todos lados, tratando de encontrar la voz que le hablaba, estaba empezando a aterrarse, pensando seriamente en que estaba empezando a alucinar. Cuando dio otro pasó hacia atrás, golpeo nuevamente con ese chico que volvía a tener un color avellana en sus ojos.
—A ti también te pasa lo mismo. -nuevamente, Stanley volvió a activar el carmesí de su mirada y cuando Ryusui lo buscó, este se encontraba frente a él-. Lo quieras o no, llamas la atención de los demás, de una forma casi enfermiza.
Ryusui solo parpadeo una vez antes de volverlo a perder de su vista. El humo de cigarrillo fue expulsado a su lado y nuevamente Stanley estaba ahí en su lado derecho, mirándolo con esa mirada color avellana.
—Ya lo notaste, ¿verdad? Ese poder en tu mirada.
Por instinto, Ryusui alzó el codo para golpearlo, pero solo toco el aire del lugar, Stanley ya no estaba ahí.
—¡¿Quién demonios eres?! -exigió saber con desesperación, volviéndolo a buscar con su mirada.
El olor a cigarrillos fue la forma de encontrarlo, nuevamente estaba frente a él, exhalando el humo de su calada anterior.
—Ya te lo dije, soy tu compañero. -Stanley volvió a poner el cigarrillo en sus labios y una sonrisa se instaló al ver el pánico en los ojos del chico-. O al menos, así le gusta a Xeno llamarnos.
Ryusui estaba aterrado, por lo que no dudo en dar media vuelta y correr para alejarse de ahí.
—Y yo que no quería usar el método de Xeno para acercarme a ti. -se dijo, tirando el cigarrillo y apagándolo con el pie, para luego salir corriendo y activar su poder, desapareciendo cuando Ryusui giró a verle.
Lo último que Ryusui recordaría de ese momento, fue sentir un piquetazo en el cuello y volver a tener a ese extraño chico frente a él, atrapándolo con los brazos abiertos para que no callera al suelo.
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Xeno camino con tranquilidad, con unos papeles en sus manos, en medio de la habitación estaba una mesa de reuniones con diez sillas, a un costado de la habitación -que Xeno esperaba que solo fuera provisional- estaba una cama en donde tenían al chico que Stanley había traído.
—Lo mires, por donde lo mires, es culpa tuya, mi amado Stan. -comentaba Xeno, sentado en la silla que estaba en la cabecera de la mesa, con toda la elegancia que esa silla/trono, le podía brindar-. Te dije que lo mejor era solo acercarte a él y hacerlo dormir... Oh, gracias, querida Suika. -le dijo a la chica que le pasaba una taza de té.
La joven llevaba un vestido azul marino que le llegaba hasta el final de sus rodillas, con un delantal de color blanco y revuelos en las mangas. Sus botines café, hacían apenas ruido al caminar.
Stanley se acomodó a su lado derecho, mientras que Chrome estaba ocupando las sillas del medio con libros a su lado y un cuaderno sobre el que tomaba apuntes.
—Xeno, por favor no regañes a Stanley. -pidió la chica, con una voz suave, apenas un poco más alto que un susurro-. Él solo quería intentar una nueva forma de acercarse a ellos. No es su culpa que su poder sea como el de un fantasma y haya asustado un poco al otro chico.
Stanley cubrió su boca, para evitar soltar una carcajada, Xeno soltó un suspiro resignado, y Chrome dejó de tomar nota en su cuaderno.
—Es verdad. -habló Chrome, tomando la taza que habían dejado a su lado-. Suika también se asustó mucho cuando vistes el poder de Stanley. Eras la más miedosa de los cuatro.
—Ya no me asusto tanto como antes. -aseguró Suika, sintiendo un leve rubor en sus mejillas.
El ruido de sábanas moviéndose, hizo que los cuatro chicos miraran a su invitado, quien se sentó de un salto, su ceño se frunció en lo que miraba el lugar donde estaba. Luego, cuando se percató de las otras personas en el lugar, instintivamente retrocedió, dándose un golpe en la cabeza.
—Buenos días, estimado Ryusui. -habló Xeno, dejando la taza de té en la mesa-. Seguro te preguntas, ¿por qué estás aquí?
—Me secuestraron, es obvio, ¿no? -les dijo sobando aún su cabeza y mirando con más desconfianza a Xeno cuando vio como Stanley estaba sentado a su lado.
— Secuestrar es una palabra muy fea. Más bien, te trajimos a tu nuevo hogar.
—¿De qué demonios estás hablando?
— Déjame hacer las presentaciones correctas. -pidió Xeno, ignorando la pregunta de Ryusui y yendo hasta él-. Bienvenido al escondite de la brigada Mekakushi. Hablo por todos cuando digo que es un placer tenerte aquí, Ryusui Nanami.
Xeno movió un poco sus manos y de ella apareció una margarita blanca. Cuando Ryusui no la tomó, la dejó sobre la cama y siguió hablando como si no pasara nada.
—Me disculpo por el susto que seguro te hizo pasar mi amado caballero, se ha comportado un poco maleducado contigo.
—Cállate, Xeno. -le dijo sin enojo verdadero, poniéndose en pie junto a Chrome para estar cerca de Ryusui.
Ryusui no entendía nada de la situación, pero se dijo que colaboraría con ellos y aprovecharía cualquier oportunidad para huir de ahí.
Xeno estiró una de sus manos para señalar a los presentes.
—Ya conociste a mi amado caballero.
—Snyder, para ti. -dijo sin más, metiendo sus manos en los bolsillos.
—Y esta joven encantadora. -siguió Xeno sin perder su sonrisa-. Es nuestra muy apreciada Suika.
—Encantado de conocerte. -la chica tomó cada lado de su vestido e hizo una pequeña inclinación, como Xeno le había dicho, era la forma correcta de presentarse.
—Nuestro joven y estimado colega, el doctor Chrome.
—Un gusto conocer a nuestro nuevo compañero. -dijo con entusiasmo Chrome, alzando un pulgar en forma de aprobación.
—Y yo, el líder de este grupo, puedes llamarme Doctor Xeno, o Doctor X, si así lo deseas.
—¿Doctor? -cuestionó Ryusui-. Ustedes no parecen mayores de edad como para tener un doctorado.
—Poseemos el conocimiento necesario para obtener el título si así lo quisiéramos. -explicó Xeno, sin inmutarse en lo absoluto-. Pero dejemos de lado esos detalles insignificantes. Más bien, déjame disculparme nuevamente por este pequeño malentendido.
—¿Pequeño? -acusó con indignación-. Me drogaron y me tienen secuestrado en este lugar.
—Detalles que podemos mejorar en el futuro. -explicó, restándole importancia a sus palabras-. Lo importante es que ya estás aquí, como parte del grupo.
—¿Esto es una clase de secta o algo así? -insinuó Ryusui, buscando alguna salida de ese lugar.
—Que tal si mejor nos sinceramos un poco para que entiendas que nuestra intensión es buena, mi estimado Ryusui.
Xeno se sentó en una silla cerca de la cama, y mientras cruzaba una pierna sobre la otra, empezó a explicar.
—Cuando empecé a ver tus fotos en los escaparates y revistas, el color de tus ojos, un rojo como este. -Ryusui vio como el chico frente a él, parpadeo y sus ojos se volvieron igual de rojos que los suyos-. Supe que eras igual a nosotros. Después de todo, tú no usas lentes de contacto, ¿o sí?
Xeno volvió a parpadear despacio y sus ojos volvieron a ese negro que vio al principio en él.
—Dinos, Ryusui, ¿cuándo apareció ese color en tu mirada? ¿Cómo te diste cuenta de lo que podías hacer con él?
Ryusui, que aún estaba en la cama, sintió la mirada de ellos, esperando respuesta a las preguntas hechas por él. Sintiéndose un poco presionado por ellos, empezó a hablar sobre su pasado y cuando apareció el color carmesí en sus ojos.
En ningún momento en el que contaba su historia, se sintió juzgado o visto con extrañez, los cuatro en la habitación le escuchaban e incluso parecieron entenderle cuando comentó los inconvenientes que tuvo con su hermano menor.
—El poder de atraer la mirada. -volvió a hablar Xeno, una vez Ryusui lo había dicho todo-. El camino de los reflectores era la opción más elegante para aprovechar un talento como él tuyo. Al contrario de mi amado caballero, el ser más hermoso que solo es visto por mí.
Al tener a Stanley, sentado a su lado, Xeno se paró y fue a sentarse a sus piernas.
—Un ser tan hermoso como un dios, que solo es digno de ser apreciado por mí.
—Detente. -le pidió Stanley, sujetando su cintura y sonriéndole con cariño desbordante-. Te estas desviando del tema principal.
—Frente a mí, tengo una distracción dificil de ignorar.
—Te acostumbras con el tiempo. -le dijo Chrome a un Ryusui que empezaba a sentirse avergonzado por la escena frente a él-. Me alegra ver que lo aceptaste con rapidez.
—Aún me parece extrañó ver como hay más personas como yo... Con esta maldición.
—Te entiendo, a veces este don es más una maldición. -aseguró, con una sonrisa melancólica en sus labios-. A nosotros también se nos ponían los ojos rojos cuando éramos niños y no sabíamos qué hacer para que volvieran a la normalidad. Por eso buscamos a los que son como nosotros, para ayudarles a controlar este don.
Ryusui miró sus manos un momento, pensó en su hermano Sai, en el deseo de poder controlar esa maldición y no tener que poner a nadie en peligro como ese niño a quien arrastró esa tarde.
—¿Qué me dicen de sus demás dones? -preguntó Ryusui, menos desconfiado que el inicio-. ¿Qué tipo de poder tienen?
—Lectura de mente. -dijo con diversión Chrome.
—Resonancia natural, querido colega. -explicó Xeno, aun entre las piernas de Stanley, pero esta vez, sentado de lado-. Puede conectar su mente a su entorno, sea animal o humano. Nuestra querida Suika, tiene el don del "Tiempo lento." si ella activa su mirada y la pone en ti, no podrás mover tu cuerpo hasta que ella apague su maldición. Mi don, por otro lado, es un secreto.
Xeno le guiñó un ojo, divertido ante la expresión de desconcierto de Ryusui y las risas del resto del grupo.
Suika había ido por la jarra de té frío para compartir con Ryusui, sin esperar que, en un movimiento brusco del propio Ryusui, que se puso en pie cuando sonó su teléfono, hiciera que su bandeja se cayera al suelo, haciendo que el teléfono también cayera y recibiera todo el líquido del recipiente.
El teléfono murió en el momento en que intentaron activarlo de nuevo.
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Cuando escuchó el plan que Xeno propuso a través del don de Chrome, Ryusui soltó el aire para hacer un recuento de las cosas que habían pasado ese día:
Primero, se había levantado e hizo su rutina diaria, fue a visitar a su madre al hospital y luego a la escuela especial. Se topó con un niño de hermosos ojos verdes, lo secuestraron, se enteró de que otras personas más tenían esta maldición y su teléfono murió por caer al suelo junto a una jarra de té helado.
Fue con los que, ahora consideraba, "amigos de maldición." al centro comercial para comprar un nuevo aparato y que Minami, quien era quien llamaba, no armara una escena de persecución por su inconveniente mensaje de SOS, que envío antes de ser llevado con ellos.
Usando el don de Stanley, se habían hecho invisibles para no llamar la atención. La única advertencia que recibió de él fue no chocar con otra persona, pues eso desactivaba su don.
Casualmente, Stanley se había topado con Senku, quien fue un conocido suyo, pues vivían en el mismo bloque de apartamentos que su madre y a veces salían a jugar con él y otros niños más.
Accidentalmente, lo llamó hermano y Xeno no pudo evitar reír por como no se parecían en lo absoluto, incluso Chrome parecía contener la risa por su desliz. Estaban riéndose del malentendido cuando algo rompió las ventanas del lugar y latas de humo inundaron el recinto.
Ryusui retrocedió y por instinto puso a Suika detrás de él. Todos los demás se agruparon hasta que Xeno miró como Senku era tomado por uno de los hombres enmascarados.
Ryusui iba a ir a ayudarle, pero Xeno lo detuvo asegurando que él tenía un plan para ayudar a todos a salir de ahí. Chrome fue tras él, pidiendo a Stanley que cuidara de Suika y Ryusui.
Antes de que Chrome se fuera, Stanley le dijo que recordara usar su don, la seriedad en la mirada de Chrome en esa fracción en que se detuvo, le hizo saber a Ryusui que no era algo que le agradara hacer.
Stanley les llevó hasta donde estaban reuniendo a los rehenes y fueron hasta la parte de atrás de ese local. Cuando estuvieron fuera del alcance de la vista de sus captores, Suika empezó a sollozar, preocupada por sus dos amigos.
Ryusui trató de consolarla y en su mente, la imagen de su hermano se contrapuso a ella.
Stanley recibió un mensaje de texto junto a una foto, en ella Xeno estaba en medio de Chrome y Senku, sus manos haciendo el símbolo de paz. Fue con esa foto que Stanley le explicó a Ryusui el don de Xeno, "Engañar a la mirada o Distorsión" como la forma más elegante de llamar al don de Xeno.
Cuando más mensajes cayeron al teléfono de un número desconocido, Stanley explicó que ese era Chrome, robando los pensamientos de uno de los captores para explicar el plan que estaban ideando.
Ryusui en ese momento, realmente pensó en que su maldición era más un superpoder, pues si lograba controlar ese don, sería imparable...
... Y ahora, volvían al punto de partida.
Según el plan, necesitaban una distracción para que Senku pusiera en marcha todo, por lo que en ese momento, Stanley le explicó a Ryusui como activar su mirada cuando él diera la señal.
Suika iría con él, pero al acercarse a Ryusui, por un accidente se tropezó con unos cables en el suelo que hicieron volar un aparato hacia el otro lado del estante, justo en donde estaban los terroristas.
Stanley, con una agilidad de años de entrenamiento, saltó de una mesa hacia el estante y luego a otro mueble justo detrás del líder de esos terroristas. Logró sujetar el aparato, pero aun así golpeo al líder en la cabeza.
El hombre al sentir el golpe, empezó a golpear a la persona que tenía más cerca, pensando en que fue él quien lo había lastimado. Stanley miró hacia donde estaba Xeno, con sus ojos de un carmesí vibrante.
Le vio reír y luego carcajear, mientras hacía una señal para dar por iniciado el plan. Stanley no necesitó más que eso para volver a saltar y regresar a la parte de atrás del estante junto a Ryusui y Suika.
—¿Acaso quieres morir, Suika? -le regañó en voz baja, para no llamar más la atención-. Te he repetido muchas veces que seas cuidadosa.
—Eso fue increíble. -habló Ryusui con admiración-. La forma en la que te mueves es como la de un gato, eres asombroso Stanley.
—Es Snyder para ti. -le recordó con fastidio, callando cuando escuchó el alboroto al otro lado
El líder de esos terroristas tenía a Senku del cuello. Stanley miró a Ryusui y este asintió con la cabeza.
—Es hora de hacer un pequeño show. -dijo Ryusui con diversión, mientras se dividían y empezaban a crear la distracción.
Botaron estantes, televisores, cualquier aparato para asustar a todos en el lugar, Ryusui, por instinto, sabía en donde podría captar las miradas de todos, por eso se movió hacia ahí.
Tomó a Suika en su camino y fueron hasta allí pasando a la par de Senku que corría hacia las computadoras del lugar, conectando su teléfono y haciendo que Luna abriera las persianas.
Ryusui encontró el lugar indicado y cuando las persianas se abrieron, Stanley apagó su poder y dejó que Ryusui lo activara. La reacción fue casi instantánea, todos los que estaban ahí giraron su vista a Ryusui.
—Jaja, es un placer verlos a todos aquí. -habló Ryusui cuando todos le miraron con admiración-. Soy Ryusui Nanami, y seré su perdición.
Suika, que estaba enfrente de Ryusui, bajando el gorro que cubría su cabeza, les pidió disculpa a todos y activó su mirada, dejando a los que estaban viendo a Ryusui, completamente inmóviles.
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—Nada mal, chico nuevo. -felicitó Xeno acercándose a ellos, luego de haber dejado a los terroristas sin sus armas-. Para ser tu primer intento usando tu don conscientemente, lo has hecho bien.
Cuando escucharon el ruido de la policía subiendo las escaleras, Chrome pidió acercarse para que Stanley activara su poder y salir de ahí. En ese momento, Ryusui recordó a Senku, que aún estaba tirado en el suelo, corrió a su lado para revisar si estaba bien.
Senku estaba inconsciente, pero no había nada más ahí. Escucharon la voz de una chica en la pantalla, quien se presentó como Luna.
No hubo tiempo para más palabras cuando la policía estuvo ahí. Suika apagó su poder para que todos volvieran a moverse y ellos salir sin ser vistos gracias al don de Stan, cargando a un desmayado Senku.
Hola de nuevo.
Nuevamente agradezco a @DalethBook-Miller por permitirme usar otro vez su arte, así que nuevamente los invito a darle su apoyo en Twitter: @riithye
Nos estamos leyendo en la próxima.
Autora-san, fuera.
Chapter 5: Capítulo 4: Escúchame.
Notes:
Del top cinco de las canciones de este anime, este es mi número 2, y es el que nos acompaña este capítulo:
Canción: Kagerou Days.
Artista: JIN ft. Hatsune Miku
Link: https://www.youtube.com/watch?v=5ofvrMHU1aw
Chapter Text

…
Ukyo se detuvo en medio de aquel lugar, rodeado de postes de luz y líneas eléctricas en color negro, todo al rededor parecía completamente blanco.
El suelo reflejaba el cielo lleno de nubes, que de vez en cuando dejaba ver el color azul; Ukyo miró el lugar con una expresión seria, pues, si no fuera por los postes de luz, no sabrías si estás boca arriba o boca abajo.
Escuchó el ruido como un bit, que repetían un patrón en forma de bucle, junto al ruido de las olas del mar. Él no sabía si estaba esperando a alguien, pero la calma del lugar hizo que no tuviera prisa en irse.
El ruido de pasos de alguien que saltaba, le hizo saber que alguien había llegado.
—Ukyo-chan.
Giró su cabeza hacia un lado en donde la persona lo llamó, era un chico con un uniforme escolar y una bufanda roja.
—¿Qué quieres? -dijo sin brusquedad, girando a ver al frente, pues solo quería volver a escuchar el ruido de fondo.
Lo que escuchó, fue la risa de esa persona.
—No quiero nada. -le aseguró caminando para ponerse frente a él-. Solo que me sorprende que al final fuiste tú.
Ukyo frunció su ceño, sintiéndose molesto por alguna razón.
—¿Por qué yo? -cuestionó, viendo como el chico de cabellos bicolor saltaba sobre los círculos del suelo, notando hasta ese momento que estaba suspendido en la cima de los postes eléctricos y bajo a él, solo había agua rodeándolos.
—No te preocupes, Ukyo-chan. Seguro que te tocó porque solo tú puedes hacerlo.
Ukyo vio como ese chico regresó a su lado en un solo parpadeo, su sonrisa seguía ahí.
El ruido de un ave volando le hizo girar a ver como alzaba vuelo, era un cuervo, resaltando por sobre el claro cielo.
—Entonces volveré. Sin duda alguna no me estoy rindiendo con esto.
—Así se habla, Ukyo-chan. -animó con diversión, sacando de su mano derecha una única margarita blanca-. Sabía que tu complejo de hermano mayor te haría regresar.
Cuando Ukyo tomó la flor, observó como los ojos de aquel chico se volvían rojos, contrastando con aquella mirada de color azul que tenía hacía un momento atrás.
—Si Ukyo-chan lo ha decidido, por favor no vayas a olvidarlo.
El chico de cabellos bicolor volvió a saltar sobre los postes de electricidad y esta vez, empezó a alejarse de él.
—Disculpa. -le llamó Ukyo, haciendo detener a ese chico-. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Adelante, Ukyo-chan.
El chico se acomodó la bufanda sobre su cuello en espera de la pregunta, su sonrisa jamás alejándose de sus labios.
—Tú... ¿Para quién eres un héroe?
Gen le miró, ahora con sus ojos de tono natural, pero Ukyo, que siempre fue bueno oyendo, no pudo entender la respuesta que él dio, debido al ruido del lugar que se volvió distorsionado, como una vieja televisión. La imagen del lugar se empezó a disolver hasta que una luz lo cegó, obligando a cerrar sus ojos.
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El movimiento del autobús le hizo despertar, sin recordar lo que había soñado. Por un momento se sintió desorientado, hasta que vio la pantalla del autobús.
Revisó las paradas que faltaban y suspiró aliviado cuando notó que no había perdido su estación.
Faltaban dos paradas más, por lo que Ukyo se mantuvo despierto, aferrándose a aquella bolsa de las cosas que había ido a buscar.
Se acordó del chico apuesto con el que se topó, era un chico raro, no así, encajaba en sus gustos personales, aunque Ukyo estaba seguro de haberlo visto en algún lado, incluso le resultaba familiar, pero no recordaba muy bien de donde.
Cuando se anunció su parada, se puso en pie y bajó del autobús.
El calor que sintió al bajar, fue sofocante, por lo que buscó en la bolsa la gorra que había comprado. Se la puso con una sonrisa en sus labios, el color amarillo era su color favorito y aunque fuera un poco infantil por sus obligaciones, a veces era bueno ser un poco consentido por alguien más, o en este caso, consigo mismo.
Desde que era apenas un niño, Ukyo siempre fue orillado a tomar el rol de hermano mayor. Siendo dejado en un orfanato y cuidado por los encargados del lugar, él se sintió responsable por los niños menores a él, por lo que tomó la decisión de ayudar a los encargados del orfanato a cuidar de los 20 niños que vivían ahí y que poco a poco se fueron reduciendo hasta solo quedar él.
Con 12 años, Ukyo fue ofrecido a una familia adinerada que buscaba un niñero para su hijo prodigio, y los encargados no dudaron en darle su nombre y mentir con sus papeles sobre su edad, poniéndole un apellido y decir que siempre trabajó como voluntario en el orfanato.
Ukyo entendió que los encargados lo hacían de buena fe, pues al cerrar el orfanato, él se quedaría en la calle y ellos no querían eso.
Lo que la gente generalmente olvida de él, es que Ukyo tenía una audición superior al promedio, lo que siempre le hacía enterarse de las cosas que la gente hablaba a su alrededor... Y también, esa fue una de las razones por la cual él, al ser muy sensible con la audición, las familias que venían aquí le miraban más como una carga económica a futuro que por todos los logros que había acumulado a lo largo de los años.
Ese día, y gracias a su audición, Ukyo pudo entender de que estaba siendo casi regalado con papeles falsos y que ese hombre, quien se supone es el padre del niño prodigio, solo quería a alguien que fuera por él y estuviera pendiente de sus necesidades para que no ocasionará más gastos a la familia de los extremadamente necesario.
Básicamente, Ukyo se estaba mudando como el mayordomo de un niño rico, siendo su sueldo: un techo, ropa y comida.
Al no tener un mejor lugar a donde ir, se mudó con esa gente rica a las afueras de una gran ciudad y conoció a quien sería su “amo”
El nombre de ese niño era Sai Nanami y contrario a lo que esperaba de él, ese chico de apenas 7 años, era muy tímido, sus pasos eran silenciosos, como si tuviera miedo del lugar en donde pisaba.
Ukyo no pudo enojarse con ese niño, pues no era su culpa la vida que le tocó vivir. Por el contrario, con la eterna paciencia que cuidar a 20 niños da, Ukyo se acercó poco a poco a él, hasta que pudo ser su amigo.
La familia de Sai, gracias a los papeles falsos, le habían dado una licencia para conducir motocicleta y el mayordomo del lugar le enseñó como usar la motoneta que fue asignada a él. La usó pocas veces porque prefería usar el transporte que era menos ruidoso que esa motoneta.
Se sorprendió un poco como todos parecieron no cuestionar la edad que tenía, asumiendo que era un hombre con cara de niño y Ukyo no hizo mucho para aclarar su verdadera edad.
La vida fue fácil una vez se instaló en el lugar, y luego de pasar por esa etapa incómoda con Sai, pudo descubrir al niño dulce que era, con una sonrisa contagiosa y un talento indiscutible con los números.
Ukyo estuvo ahí para sus competencias, para las noches de desvelo, cuando se enfermaba, él cuidó de Sai como si fuera su verdadero hermano menor.
No fue hasta dos años después, por una foto que Sai guardaba con recelo en un viejo libro sobre barcos, que se enteró de la existencia de un hermano mayor y una madre adoptiva.
Ukyo había notado como, cuando Sai estaba adormitado, le llamaba por otro nombre y luego se disculpaba por su error. Siempre que lo hacía, ponía una mirada triste y dejaba de hablar por horas.
El día que Sai le mostró esa foto, por primera vez desde que lo conoció, Ukyo miró esos ojos negros llenos de un cariño desbordante hacia otra persona que no fuera él. Le habló sobre el cariño que tenía por su hermano mayor y como le admiraba, sobre su madre, que aunque no compartían sangre, siempre le miró como su propio hijo.
Pero también, le habló sobre como él era más un gasto para ellos, habló sobre sus inseguridades al no compartir lazos sanguíneos directos y su temor a ser dejado atrás. Le mostró una cicatriz en su cabeza por como, al intentar ayudar a su hermano mayor de un acosador, fue golpeado y hospitalizado.
Sai le dijo que a pesar de que su madre lo ocultó bien, él vio las cuentas de la casa y como estaban a punto de perderlo todo. Y como una clase de absurdo milagro, su padre biológico apareció, interesado en lo único que se le daba bien.
Con siete años, Sai negoció con su padre ir con él libremente y sin tanto papeleo, pero a cambio, debía pagar las cuotas del hospital y la deuda que acarreaba su familia. Sai se vendió a su padre con datos estadísticos de su eficiencia futura, y su padre aceptó.
Ukyo se sintió conmovido cuando escuchó su historia y le prometió quedarse a su lado y en un futuro, ayudarle a reencontrarse con su familia. La sonrisa de Sai en ese momento, le bastó las molestias futuras que pudieran presentarse... Y esa era la razón por la que había ido a la ciudad, -un lugar demasiado ruidoso para su gusto- a seguir con la extraña tradición de los llaveros coleccionables de Sai.
…
—Ya volví. -avisó cuando entró a la casa, la única a varios metros a la redonda.
—Bienvenido, Ukyo. -le saludo Sai en la mesa de la cocina.
El lugar seguía igual de limpio como él lo había dejado, casi parecía que Sai no se hubiera movido de esa silla. Buscó con la mirada al tercer nuevo miembro a su cargo.
—¿Y Tsukasa? -le preguntó a Sai.
—Se volvió a dormir. -aseguró, sin dejar de teclear en su computadora.
Ukyo se acercó a la mesa y le entregó la bolsa a Sai, quien lo recibió con una sonrisa, dejando su ordenador a un lado.
—Sigo sin entender a que ha venido ese doctor con ese pobre chico. -mencionó, quitando su gorra de la cabeza-. El chico solo come y duerme todo el día.
—El doctor Ishigami nos dijo que él sería nuestro guardaespaldas. -Sai saco los llaveros y se dispuso a ir a traer la maleta en donde tenía guardado su colección-. Creó que es el único que al fin se ha dado cuenta de que no tienes 22 años.
—Al fin un adulto responsable para variar. -respondió sin ocultar su fastidio en su voz.
Ukyo se dirigió a la cocina para ir a tomar un pedazo de pastel que había dejado para esa tarde. La risa de Sai en el fondo le hizo sonreír mientras servía para ambos una porción.
Cuando puso a calentar agua en lo que llevaba los postres a la mesa, Sai estaba de regreso, con una sonrisa en sus labios y tarareando una canción, su maletín en manos lo sostenía como un tesoro invaluable.
Iba a ir a preparar té, para Sai, y café para él, cuando la puerta de uno de los dormitorios se abrió, de ella, una imponente figura apareció, sus ojos medio abiertos, como evidencia de apenas haberse levantado.
Soltó un bostezo antes de mirarlos a ambos y preguntar, mientras inclinaba un poco su cabeza.
—¿Quiénes son ustedes?
Ukyo trató de verse serio, pero Sai, que contenía su risa tras el maletín colocado ahora en su cara, no le ayudaba en lo absoluto a eso.
—Él es Sai Nanami, yo Ukyo. Ayer el doctor Ishigami nos dijo que vivirías con nosotros temporalmente como un favor que le debemos al doctor. Esta casa es propiedad del conglomerado Nanami y le pertenece a Sai.
El chico los miró un momento más en silencio hasta que abrió un poco la boca en una perfecta “O”
—Es verdad, lo recuerdo.
Tsukasa volvió a quedarse cayado y tanto Sai como Ukyo esperaron a que dijera algo más. Tsukasa lo hizo anunciando que necesitaba ir al baño pero entrando nuevamente a su cuarto.
A pesar de que ambos rieron un poco por la extraña actitud del chico, tanto Sai como Ukyo concordaron que probablemente Tsukasa padecía alguna enfermedad como el de “la bella durmiente o Narcolepsia” pues el chico pasaba más tiempo dormido que interactuando con los demás.
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La casa en donde vivián era el favor que le debían al doctor Ishigami, hacía dos años atrás, pues intervino con el padre de Sai para que este tuviera más libertad, alegando que un espacio más amplio y sin tanta gente a su alrededor, favorecía en la capacidad intelectual de Sai con los números, por eso, cuando el día de ayer el doctor Ishigami se acercó en la noche a ellos y presentó a Tsukasa, tanto Sai como Ukyo no pudieron negar el favor.
No así, Ukyo había sentido algo extraño en el doctor Ishigami ayer que lo vio, pero no podía explicar bien lo que era, solo sabía que todos los pelos de su cuerpo se erizaron, como si jamás hubiera conocido a la persona frente a él.
Pero como “el mayor” en esa casa y responsable de Sai, él estaba entrenado para cualquier amenaza que pudiera presentar ese chico llamado Tsukasa, aunque ahora pareciera inofensivo.
…
En la cena, Sai había dejado la televisión encendida en un canal de música, como ruido de fondo mientras los tres estaban en la mesa.
Como era costumbre, Sai alagó su comida e incluso Tsukasa dijo que era lo más delicioso que había probado hasta ese día, comiendo animadamente y sirviéndose más cuando su porción se terminó.
Ukyo estaba haciendo una lista de las cosas que faltaban de comprar cuando una melodía conocida empezó a sonar en la televisión y Sai empezó a tararearla.
Ukyo se percató que era la canción que Sai había estado tarareando durante esa semana.
Curioso por saber quién era el cantante, pues su voz era varonil y a la vez suave, Ukyo giró a ver la pantalla. Sin poder evitarlo, Ukyo escupió el agua que tenía en la boca al pobre Tsukasa que estaba dándole la espalda al televisor y estaba al frente de él.
Mientras Sai le pasaba servilletas a un Tsukasa que parpadeaba aún con un pedazo de carne yendo a su boca, le hubiera parecido gracioso, si no fuera porque en la pantalla estaba ese chico de la tarde, el chico que creyó era hermoso... El chico que era el hermano mayor de Sai.
—No me jodas. -dijo sin poder evitar soltar una grosería frente a Sai.
—¿Estás bien, Ukyo? -preguntó Sai, empezando a preocuparse por el mayor.
Ukyo aún tenía la boca abierta y los ojos fijos en la pantalla, Sai le miró y luego a la pantalla, sin entender la reacción de Ukyo hasta que este habló, parándose de la silla y haciendo una reverencia a Sai, en forma de disculparse con él.
—Lo lamento, Sai… Te prometí que estando aquí te ayudaría a reconectar con tu familia, pero cuando se presentó la oportunidad no pude hacerlo.
—No entiendo, ¿De qué estás hablando?
Ukyo se enderezó, pero no pudo ver a los ojos a Sai, se sentía que había fallado a su promesa y eso era lo que más detestaba de las personas. No así, mordiéndose los labios, tuvo que darle una explicación a un preocupado Sai.
—Cuando estaba de compras esta mañana, choqué con alguien y digamos que hablamos un rato, antes de ser perseguidos por una multitud de gente que se volvió rara al verle, no es como si estuviéramos llamando la...
Ukyo dejó a medias sus palabras, pues Sai se había acercado corriendo a él y empezó a revisar si tenía alguna herida en su cuerpo. Al ver que no había ninguna nueva, soltó un largo suspiro antes de, con timidez, abrazar a Ukyo de la cintura y apoyar su frente en uno de los hombros del otro.
A pesar de que Sai era de su misma altura, el alivio que vio en su expresión, le hizo pensar a Ukyo que más que estar enojado con él, aún temía a su hermano.
—Estoy bien, Sai. -le aseguró, devolviendo el abrazo y sobando los cabellos del chico-. Todo salió bien, te lo prometo. Me disculpé contigo porque no pude hablar con tu hermano sobre saber de ti para hacer una...
—No importa. -le interrumpió con voz suave Sai, aferrándose más a la ropa de Ukyo-. Pero por favor, no vuelvas a acercarte a él cuando allá mucha gente... Puedes usar otros medios, pero no estar cerca de él.
Ukyo frunció el ceño sin poder evitarlo, la petición de Sai era ilógica ahora que sabía que su hermano era una figura del medio del entretenimiento, pero el temblor del cuerpo de Sai le daba a entender que había más de lo que él alguna vez le diría.
Cualquier palabra que quería decir al respecto, murió en su boca cuando unos brazos fuertes los rodeó a ambos y los levantó del suelo.
Tsukasa se había unido al abrazo, diciendo “Todo estará bien” mientras los mecía de un lado a otro.
Ukyo no sabía si reírse o quejarse al ver la actitud de Tsukasa, en especial porque el chico se había comido toda la comida que cocinó, incluso su ración y la de Sai.
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Ukyo se había ido a dormir luego de dejar todo preparado para mañana, Sai quería quedarse en casa y jugar videojuegos todo el día, pero él ya le había prometido a un grupo de ancianos de la cercanía, ayudarles con algunas cosas pesadas, por lo que se ofreció a estar temprano el día de mañana y de paso, llevaría a Sai para que hiciera un poco de ejercicio.
—Tal vez lo lleve a tomar un helado después de ayudar a los señores. -dijo mientras bostezaba un poco, aun sintiéndose cansado-. Quizás terminemos antes de medio día y lo lleve a dar una vuelta en la motoneta.
Ukyo siguió pensando en formas de hacer que Sai saliera un poco de la casa, pues al fin, ese día, marcaba el inicio de la semana de vacaciones de Sai. Pensó un poco más mientras se acomodaba en la cama y poco a poco sus ojos se cerraban.
…
Cuando Ukyo abrió los ojos, el ruido del reloj de la pared de la cocina, resonó incluso en su cuarto, junto a este empezó a sonar la estática. Se quitó las sábanas de su cuerpo y se sentó en la orilla de la cama, sintiéndose desorientado.
Cuando sus pies tocaron el suelo, el ruido de estática cambio a un bit que oscilaba entre pitidos rápidos y largos, como si fuera código morse.
No así, Ukyo se paró de la cama y tomó su celular... Era un 15 de agosto, la hora 12:00 del medio día.
No entendiendo bien lo que pasaba con la hora, caminó en la habitación y dejó que sus pies lo guiaran afuera de la casa, sin un verdadero rumbo en mente. Mientras más caminaba, más sentía que algo no estaba bien... El lugar donde vivían era el mismo y al mismo tiempo se sentía diferente.
El cielo estaba completamente azul, sin una sola nube asomándose por el horizonte. Escuchó el aleteo de un ave y cuando giró a verla, vio a un cuervo negro que se posaba en una de los cientos de señales triangulares que estaban teñidas de rojo y blanco, como si les hubieran arrojado la pintura sin delicadeza alguna.
Ukyo siguió caminando, sabiendo que tenía que estar en un lugar en ese momento. Cuando llegó al parque infantil, vio a Sai en uno de los columpios, meciéndose con calma, en su regazo estaba un gato negro.
—¿Qué estás haciendo? -le preguntó Ukyo, tomando asiento en el otro columpio libre.
—Nada en particular. -habló Sai, sin levantar la vista del gatito que estaba acariciando.
Ukyo sentía que algo no estaba bien, en sus oídos zumbaba aquella interferencia en código.
—Hace mucho calor. -dijo Ukyo, sintiendo su cuerpo vibrar, él quería irse de ahí-. A pesar de eso, no me desagrada el verano.
Por alguna razón, Ukyo siguió hablando, no entendiendo por qué decía eso, solo sintiendo la necesidad de hacerlo. Cuando giró a ver a Sai, su mirada era de odio absoluto y sus manos dejaron de acariciar el gato.
—Yo odio el verano. -dijo con firmeza, con una voz que contenía un odio que distaba del usualmente tranquilo Sai.
El gato en el regazo de Sai saltó y caminó un poco a la entrada del parque, girando a ver a los chicos. Sai se puso de pie de inmediato cuando la mirada oscura del gato mostró unas pupilas color rojo.
—Tengo que irme. -le dijo Sai, yendo detrás del gato.
Ukyo fue tras Sai, escuchando más fuerte aquel ruido, repitiendo una y otra vez un mensaje que no entendía. Sai seguía aquel gato negro sin percatarse como todos los semáforos que estaban en aquel paso peatonal cambiaban a rojo al tiempo en que él iba tras el gato.
El pitido se volvió más fuerte y Ukyo gritó el nombre de Sai para que se alejara del lugar, tratando de alcanzarlo, pero su llamado fue silenciado por el ruido de una colisión y un golpe seco.
Ukyo se detuvo en seco cuando vio como aquel camión atropelló a Sai, la sangre esparcida y la conmoción que eso trajo consigo... Todo al rededor estaba chorreando en sangre incluso sus zapatos tenían ese líquido rojizo.
El bit se había detenido en ese momento y en su lugar, el maullido de un gato le hizo al fin apartar la vista de esa escena y ver al causante te todo eso... El gato negro tenía sangre en sus patas y tranquilamente se estaba lamiendo la sangre en una de sus patas, sus pupilas ahora estaban igual de rojas que la sangre esparcida por el suelo.
Cuando el gato puso su mirada en él, es que Ukyo soltó un grito desgarrador, queriendo y no pudiendo, ir hasta donde estaba Sai.
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Ukyo abrió los ojos aun con un grito en su garganta.
Se levantó poco a poco de la cama de su cuarto, completamente perdido, se sentó en la orilla de la cama y tomó su teléfono, miró la fecha: 15 de agosto y la hora era las 12:00 del medio día.
Se puso en pie y salió de su habitación, dejando nuevamente que sus pies lo guiaran. El pitido seguía ahí, otra vez marcando el mismo patrón de bit.
Cuando salió de la casa, afuera todo parecía igual, cielo azul sin nubes, voces apenas perceptibles para él. Su mente estaba aún en ese sueño pasado, y el bit en sus oídos lo ponía cada vez más nervioso.
El suelo ahora parecía de color rojo y había dos cuervos en el lugar en donde antes solo había uno. Llegó hasta el parque en donde vio a Sai, esta vez, estaba en la cima de una resbaladilla, no veía el gato por ningún lado, por lo que respiró aliviado y se acercó a Sai.
Subió al juego y se quedó de pie cerca de él, mirando los alrededores, sintiendo más nerviosismo cada que pasaban los segundos en ese lugar.
—¿Qué estás haciendo? -preguntó Sai, quien miraba con calma el cielo.
—Nada en particular. -le respondió Ukyo, girando en el momento que escuchó un maullido.
Detrás de él estaba un gato negro con pupilas de color rojo. El bit de ese código nuevamente volvió a sonar en sus oídos, repitiéndose cada vez más alto, más insistente.
—Hay que regresar a casa. -le dijo Ukyo a Sai, tomándole de la mano y bajándolo del juego infantil.
—Pero, ¿Por qué? -preguntó Sai, siendo jalado por Ukyo-. Ukyo, estás sujetando muy fuerte mi mano, suéltame por favor.
Ukyo reaccionó a esa petición, soltando la mano de Sai, lo que menos quería era lastimarlo, pero al girar a explicarse, Sai no estaba detrás de él, sino el gato que lo miraba fijamente. El bit del código empezó a sonar con más fuerza y más insistencia en sus oídos.
Ukyo empezó a buscar con desesperación a Sai, encontrándolo al otro lado de la calle, sonriéndole con calma, iba a empezar a decir algo cuando, sin él percatarse, postes de acero cayeron sobre él, uno a uno atravesaron el cuerpo de Sai.
El bit en los oídos de Ukyo volvió a detenerse, hasta que el ruido de las personas volvió a aparecer, percatándose de la macabra escena, en donde Sai, empalado por todo su cuerpo, dejaba de respirar nuevamente.
Esta vez, el grito de Ukyo fue hecho por una voz varonil que corría hasta la escena del incidente. El chico que gritaba el nombre de Sai, era de su hermano mayor, Ryusui.
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Ukyo volvió a abrir sus ojos, sintiendo la opresión en su pecho. Tomó el teléfono de nuevo y miró la fecha y la hora: 15 de agosto, 12:00 del medio día.
—Mierda. -susurró sujetando sus cabellos con fuerza, sintiéndose desesperado.
Se paró de la cama y el mismo ruido empezó a zumbar en sus oídos. Esta vez, Ukyo se puso a pensar mejor sobre ese bit y mientras corría al parque en donde sabía estaría Sai, buscaba en internet sobre códigos rítmicos.
El resultado arrojó al código morse, como él presentía desde un inicio, por lo que empezó a buscar un traductor de código morse, pero al estar cerca del parque, prefirió correr y sin mediar palabras con Sai, tomó su mano y corrió hacia la otra dirección, para evitar ese accidente.
Ukyo no le presto atención a las quejas de Sai sobre su fuerte agarre, esta vez, no iba a soltar su mano.
El bit en sus oídos iba en aumento y Ukyo sacó su teléfono para empezar a imitar el ruido en ese traductor que encontró en línea.
—Raya, punto, punto, punto, punto, raya, raya, punto...
—Ukyo, ¿Qué está pasando? -preguntó Sai, subiendo con dificultad por las escaleras de la pasarela que había en el lugar.
—Confía en mí. -dijo, cuando entendió el patrón y empezó a anotarlo en el teléfono-. Necesitamos regresar a...
Ukyo se detuvo en seco cuando al final de las escaleras, nuevamente el gato negro estaba ahí, sentado con tranquilidad, con aquellos ojos rojos...
Solo ahí, Ukyo se percató del color del cielo que era rojo, de los tres cuervos que descansaban en una señal de alto y de que su mano ya no estaba sujeta a la de Sai.
Sai había resbalado de la baranda y ahora caía a la calle...
“Death.” escuchó la voz robótica de su teléfono, en respuesta al bit que había ingresado. “Death.” se repitió una y otra vez, por sobre el golpe seco del cuerpo de Sai golpeando el pavimento y siendo aplastado por las llantas de los carros que estaban pasando en ese momento.
El bit en su cabeza se detuvo de nuevo y el ruido de la gente volvió a aparecer.
El grito desgarrador de una mujer lo sacó de su estupor inicial. La mujer bajaba de uno de los autos que había aplastado a Sai… Y Ukyo conocía a esa mujer, era la madre biológica de Sai.
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Cuando Ukyo abrió los ojos de nuevo, su mirada era la de un hombre que ha vivido más años de los que aparenta... Y él lo ha hecho cientos de veces en un solo día, una y otra vez.
Ahora no corre a ningún lado, sabe que será en vano, se levanta y toma del vaso de agua que dejó el día anterior, lo hace con tranquilidad, sabiendo que de nada sirve apresurar lo inevitable.
Saca una libreta de su escritorio y vuelve a repasar el código morse que ha aprendido. Antes de ese bucle infinito, él era un chico normal de 16 años, ahora es un hombre que ha visto morir a la persona que más le importa, más veces de las que desearía.
Cuando va caminando en el exterior, Ukyo mira como el cielo vuelve a estar rojo y cerca de la señal de alto, hay más cuervos de los que él pueda contar, incluso algunos están acomodándose en el suelo.
El mensaje en código resuena más claro que nunca, pero ahora ha aprendido a modificar el nivel de intensidad el mensaje, para que el ruido le permita pensar mejor, como en ese momento en que ya llegó al parque y Sai lo espera de nuevo en los columpios.
Camina hasta él con calma, le abraza y le deja un beso en la frente. Sai se ríe y él se para y se sienta en su lugar.
—¿Qué estás haciendo? -le preguntó Sai, empezando a tomar impulso para balancearse en el columpio.
—Nada en particular. -mencionó Ukyo, sin levantar la vista de su libreta que empezó a repasar con forme el bit se intensificaba en sus oídos.
—Hace mucho calor. -dijo Sai, balanceándose un poco más alto en el juego-. A pesar de eso, no me desagrada el verano.
—Yo lo odio. -aseguró Ukyo con resentimiento, terminando de escribir para escuchar el maullido del gato negro que los esperaba en la entrada del parque, sentado, con su mirada roja fija en ellos dos-. Tengo que irme.
Ukyo se paró del juego y guardó la libreta, mientras iba detrás del gato, vio como Sai dejo de balancearse y empezó a llamarlo por su nombre, pero al no responderle, Sai se adelantó a él, justo en medio del paso peatonal.
Ukyo estaba harto... Harto de ese pitido, harto del olor del hierro de la sangre dispersa en el lugar, harto de ver la vida irse de los ojos de Sai… Harto de no poder cambiar nada de ese maldito bucle...
… El bit en sus oídos cambio en el momento en que su convicción volvió a aparecer y el clacson de un auto se acercaba a Sai.
—Raya, punto, raya, punto, punto... -empezó a repetir en voz alta el código que sonaba en sus oídos.
Una sonrisa creció al entender la frase, por lo que sin perder más el tiempo, corrió hasta sostener la mano de Sai y empujarlo lejos de la trayectoria del camino.
—Toma tu maldito cambio, imbécil. -le dijo al gato que le miró con una seriedad casi humana.
No así, mientras el camión se acercaba más a él, sin que nadie pudiera hacer nada, el código poco a poco iba silenciándose
“Change.” fue la palabra en morse que le hizo tomar el lugar de Sai… Y mientras mantenía una sonrisa aun con el dolor que sintió recorrer su cuerpo, sonrió con victoria al haber cambiado, aunque sea una vez, el destino de Sai.
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Cuando abrió los ojos, una lágrima tras otra fue cayendo en su mirada... La fecha, 15 de agosto, eran las 6 de la mañana.
Se sentó en la cama y miró por la ventana, su visión aún borrosa por las lágrimas y el grito de desesperación atorado en su garganta.
Un gato de hermoso pelaje blanco con una bufanda amarilla, se subió a la cama de su dueño, recibiendo caricias lentas en su cabeza.
—No pude volver a salvarlo de nuevo, pequeño Iky. -susurro Sai, sin poder evitar seguir llorando.
Una y otra vez, había visto como Ukyo se sacrificaba por él... Una y otra vez intentó ser él quien moría, pero Ukyo, su tonto y querido familiar, seguía dando la vida por él.
Esta vez, no fue su hermano Ryusui el causante accidental de su muerte, ni su padre, ni un robo, ni un secuestro... Esta vez, fue única y exclusivamente su culpa, por estar en un lugar y momento incorrecto.
—¿Qué más debo hacer? -sollozó Sai, sin contenerse en lo absoluto-. ¿Cómo puedo salvarte, Ukyo?
Hola de nuevo. (〃 ̄︶ ̄)人( ̄︶ ̄〃)
Iba a subir esto mañana, pero me recordé que tengo muchos compromisos esta semana, empezando con mañana, por lo que no sé si podré subir los dos capítulos que esperaba esta semana.
Sinceramente, este es el capítulo que inició toda la idea para crear este fanfic, por lo que me emocione bastante mientras lo escribía.
Por cierto, por favor, les recomiendo mil veces, o al menos una vez, escuchar en código morse las palabras "Death y Change."
Por alguna razón, me percaté de ese detalle en el anime, un ruido como estática pero que a la vez hay un pitido de fondo, mientras Hibiya repite una y otra vez el mismo día. No creo que sea código morse lo que suena en ese capítulo, pero me hizo recordarlo, por lo que aproveché en agregarlo aquí. Les dejó la página que use para que escuchen como suenan las dos palabras: (morsecodetranslator.com)
No me voy sin antes volver a darle crédito a nuestra querida @DalethBook-Miller por apoyar esta historia con su arte, aquí les dejó uno más, me encanta el toque de los ojos de Ukyo 😍
En fin, no tengo mucho más que decir, más que recordarles ir y apoyarla en Twitter: @riithye
Nos estamos leyendo más adelante. Un abrazo psicológico.
Autora-san, fuera.
Chapter 6: Acto 5: Melodía de apertura.
Notes:
La canción para este capítulo, está aquí:
Canción: Children Record.
Artista: Jin and IA.
Link: https://www.youtube.com/watch?v=9BOggEd90tw
Chapter Text

...
Senku abrió con lentitud sus ojos, tratando de entender donde estaba, pues el ruido de un reloj seguía sonando en alguna parte de ese lugar.
El aire golpeaba su cuerpo y una bufanda de un rojo intenso amarrada en la pata de la mesa de un pupitre, sobresalía por sobre aquella habitación que giraba al ritmo del reloj; el cielo de un color negro, como si una tormenta estuviera a punto de caer.
Senku estaba parado entre dos pupitres, el vacío, en donde ondeaba la bufanda roja y otro que estaba ocupado, con un chico que tarareaba una canción, dejando que el mechón alargado del lado derecho de su cabeza, bailara con el viento. Senku no necesitó mirarle para saber que ese chico estaba sonriendo mientras el ruido de una baraja de cartas siendo manipuladas se agregó al ruido de fondo.
—Es extraño, ¿verdad? -habló el chico sentado, sacando un par de cartas del mazo y poniéndola en su mesa sin que el viento se las llevara-. Antes, siempre rechazabas hasta el simple hecho de hablar conmigo, "La ciencia espera." -habló aquel chico, imitando la voz de Senku-. Siempre fuiste un poco cruel.
Senku apuñó sus manos, cerrando los ojos un momento y luego soltó el aire antes de responderle, sin atreverse a mirarle.
—Yo era cruel, tu un masoquista, nos complementábamos bien... -la risa de aquel chico resonó en el lugar, lo que le hizo sonreír a él también-. Pero, ahora eso ya no importa, lo sabes, ¿verdad?
—Como siempre, Senku-chan tiene razón. -el chico siguió acomodando las cartas frente a él con calma, sin apresurar sus palabras-. Lo decía, porque quería hacerlo, nada más... Uno puede sentirse muy solo cuando nadie más lo puede ver.
El chico dejó de sacar cartas, las había ordenado, tres arriba, cuatro en medio y tres abajo, en sus manos, la carta del Joker.
—Esta vez eres tú el que tiene razón. -habló Senku, inclinando la cabeza en una pequeña reverencia-. Lo siento.
La risa de aquel chico le hizo volver a su postura inicial, atento a las palabras que vinieran de él.
—Bueno, no pasa nada, "es poco eficiente hablar sobre el pasado y las cosas que no pudimos hacer." -volvió a imitar la voz de Senku, que al fin giró a verle cuando le dijo con un tono más neutral-. Ahora solo tú puedes verme.
—Tú...
—Esperaré hasta que tú lo recuerdes, Senku-chan. -le interrumpió, mientras las cartas al fin fueron levantadas por el viento-. Te esperaré siempre.
Senku quiso dar un paso hasta aquel chico, pero su cuerpo volvió a dejarle de responder, por lo que dijo con rapidez, con el temor de no poder decirlo de nuevo.
—¡Ya falta poco para poder recordarte, espérame!
El chico que estaba a espaldas de Senku, se puso en pie, alejándose de su pupitre se acercó a él; unos ojos azules casi grisáceos le miraron con intensidad, hasta que el chico, apenas unos centímetros más alto que él, dio un parpadeo. Al abrir sus ojos mostraban un rojo brillante, borrando cualquier otro rastro del color inicial.
—Ya veremos eso. -dijo con un tono divertido, colocando la carta del Joker en sus labios, lo que hacía que lo que dijera continuación, sonara amortiguado-. Podrías recordarlo todo mañana o dentro de mucho tiempo, todo dependerá de ti.
Senku, aun sin poder moverse, le miró, como si quisiera recordar cada pequeño detalle, como el movimiento de su cabello movido por aquellas ráfagas de viento, o como esa sonrisa suave que se ocultaba detrás de la carta en sus labios.
Él necesitaba recordar... Necesitaba recordarle...
—Te recordaré... -dijo en el silencio que los rodeo luego de que ese chico hablara-. Lo recordaré todo de nuevo.
El chico le miró con una pequeña sorpresa, emoción que cambió rápidamente, a esa actitud juguetona que Senku asociaba solo a él.
—Bien, ya casi es hora de finalizar nuestro encuentro de hoy... Es lo mismo de siempre, pero por si acaso, ¿Quieres que te lo vuelva a repetir?
Senku no pudo evitar sonreírle con tristeza al saber que el tiempo se terminaba, no así, le pidió que volviera a repetirlo. El chico, al ver la tristeza de Senku, giró la carta y besó el dibujo del Joker para luego llevar la carta a los labios de Senku y dejar que este presionara sus labios en el mismo lugar en el que él besó la imagen de la carta.
—No vayas a olvidar el día de hoy, Senku-chan.
Al escuchar su nombre, Senku cerró sus ojos a la intensa luz que pareció rodearle, alejándole de nuevo de aquella persona... Alejándole de alguien a quien dolía amar.
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15 de agosto.
Senku sentía su cuerpo pesado, la luz brillante que entraba por algún lugar le estaba dando dolor de cabeza. El ruido de un reloj fue quien lo obligó a abrir los ojos, sentándose con rapidez en la cama, mirando alrededor.
No era su cuarto, obviamente, pues aunque había libros como en su habitación, la cama y los muebles, nada de eso le pertenecía, sin olvidar un dulce olor que había en todo el lugar.
—¿Dónde demonios estoy? -se preguntó a sí mismo, tratando de recordar algo.
Empezó a hablar en voz alta sobre su recorrido de ese día, hasta que el sonido del vibrar de un teléfono hizo buscarlo y encontrar a Luna presionando su cara contra la pantalla del dispositivo.
—Al fin te despiertas, Senku. -dijo Luna, con un alivio en su voz-. Me tenías preocupada.
—Oye Luna, ¿Dónde estamos? No, espera, ¿Lo que pasó en el centro comercial fue real? -preguntó, aun sin creerlo, mientras sostenía el teléfono en sus manos, tratando de no sonar tan nervioso como en verdad se sentía-. No me digas que... ¿Esos terroristas me secuestraron? No, imposible, si fuera un secuestro estaría amarrado y no tendría la forma de poder tener mi celular. Más importante que eso, esta habitación es muy femenina para ser de unos terroristas.
—Eso es muy estereotípico de tu parte, Senku. -dijo luna, acomodándose sobre una ventana del celular-. Si ya dejaste de divagar, ¿No te gustaría que una chica electrónica increíblemente capaz y que lo sabe todo, como lo soy yo, te diga lo que está pasando?
—Adelante entonces. Explícame lo que está pasando aquí. -exigió sin rodeos.
—Ja, con esa actitud tuya, a nadie le gustaría hablar sobre nada contigo. -exclamó indignada ante el tono de voz de Senku. Luna le dio la espalda a Senku, cruzando sus brazos sobre su pecho-. Al menos sabes que palabra se debe de decir cuando le pides el favor a alguien más.
Senku soltó un suspiro cansado, pues ahí iba de nuevo con esa actitud de hermana molesta, mientras agregó a su parloteo.
—No pienso decirte nada si no dices las cosas por favor.
—Puedo deducirlo sin tu ayuda. -dijo Senku a la defensiva, observando de nueva cuenta la habitación.
—Muy listo y todo, pero incluso tú sabes que no puedes deducirlo todo y más ahora que has estado desconectado del mundo un par de horas. ¿Qué sucedería si metes la pata y esta vez si mueres?
Senku soltó un suspiro resignado, pues ella tenía razón. Entre dientes Senku dijo, casi en un susurro, mientras se tragaba su orgullo.
—Por favor.
—Eso no sirve, ni siquiera logré escuchar eso. -habló indignada, inflando un poco sus cachetes en un puchero-. Ni siquiera lo pides de corazón.
Luna movió las mangas de su chaqueta, en un gesto para puntualizar lo que dijo antes. Senku estaba a punto de lanzar el teléfono por el aire, pero eso sería incluso más ilógico si no sabía nada de lo que pasó estas últimas horas en las que estuvo inconsciente.
Sabiendo que no había más remedio, Senku colocó el celular de forma vertical para que Luna pudiera verlo y arrodillado en la cama, inclino su cabeza, tratando esta vez de hablar sin apretar los dientes.
—Te lo pido por favor, Luna.
—Na, aún no me convence. -volvió a repetir, con una sonrisa creciendo en sus labios-. Que tal y si te quitas la ropa y me lo pides de nuevo.
—Eres una maldita pervertida. -le acusó.
Pero Luna, que estaba apoyada en el icono de la aplicación de cámara, levantó una mano y con el dedo índice hizo una seña en negación.
—Te equivocas, Amo. -dijo con una sonrisa pícara-. Solo estoy guardando evidencia fotográfica por si tengo que enseñar a otros, como te veías antes. Después de todo, no sabes si al abrirse esa puerta termines como un panal de abejas, todo lleno de agujeros.
Senku recordó la forma en que esos hombres lo habían tratado en su secuestro y si Luna decía la verdad o no, solo había una forma de saber eso. Diciendo maldiciones mientras iba quitándose la camisa, Senku escuchó como la cámara empezaba a tomar fotos consecutivamente.
—Sigues igual de flaco que la primera vez que nos vimos. -comentó Luna, sin dejar de tomar fotos con el teléfono.
Cuando Senku iba a quitarse la ropa interior, la puerta se abrió justo cuando sus manos empezaban a bajarlo. Una hermosa niña de largos cabellos rubios cenizos, iba entrando a la habitación con una bandeja con una jarra de té y unas tazas en ella.
—Luna-chan, al final no nos avisaste si Senku se había...
La chica dejó de hablar cuando vio a Senku solo con su ropa interior, dejando sus palabras a medias para luego soltar un fuerte grito y dejar caer la bandeja en sus manos.
Senku quiso hablar y buscar su ropa para disculparse, pero de repente, su cuerpo dejó de moverse. Estaba congelado, semidesnudo y con una mano extendida hacia la chica que gritaba y le miraba con ojos rojos brillantes.
Lo siguiente que supo Senku fue que aquel chico con que se topó en el centro comercial, estaba frente a él y luego a su lado, golpeando su cuello, seguido de eso, el mundo se volvió a oscurecer para Senku.
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Cuando Senku abrió los ojos, otra vez, lo primero que sintió fue la molestia en sus muñecas, seguido de eso, miró a Ryusui frente a él, mirándolo con una seriedad poco vista en él, mientras sostenía su celular, en donde Luna se estaba riendo de él junto a aquel chico que estaba con él durante el secuestro.
—Así que es verdad de que todos los genios son unos pervertidos. -dijo aquel chico rubio que le había golpeado.
—Es muy poco elegante lo que has hecho, mi querido colega. -dijo Xeno, limpiando una lágrima que corría por su ojo derecho.
—Yo creo que todo tiene una explicación lógica, ¿verdad, Senku? -trató de defender Ryusui.
—Ustedes... -empezó Senku, dejando de luchar para liberarse, aún solo con ropa interior puesta-. Como es que saben... No, olvídenlo, seguro y fue Luna quien les dijo sobre mí.
—Me estás llamando soplona. -dijo la chica ofendida.
—Soplona, manipuladora y...
—Okey, basta ahí, Senku. -habló Ryusui, alejando el celular del chico-. No puedes tratar así a una dama.
—Exacto, lo que Ryusui dijo. -secundó Luna.
—Por ahora, porque no hablamos con más calma y aclaramos algunas cosas, mi estimado colega.
Senku, miró a Xeno, quien aún le sonreía con calma. Resignado a todo, Senku accedió a escuchar la explicación que ellos querían darle.
Ellos comentaron como lo habían salvado, como ellos, "la brigada Mekakushi" habían usado sus poderes para pasar desapercibidos y como ahora estaba a salvo. Nadie pareció notar que Senku seguía semidesnudo hasta que él mismo agradeció por haberlo cuidado mientras el estaba inconsciente, por segunda vez.
—Antes de seguir con esto, será mejor que te pongas algo de ropa. -dijo quién se presentó como Snyder.
—Lo hubiera hecho hace tiempo si ustedes no me tuvieran atado. -reclamó Senku indignado.
—Ah, es verdad. -respondió Snyder, haciendo que Xeno empezará a reír de nuevo-. Creo que me había acostumbrado a verte así. Desátalo, Ryusui.
—No me confió en que Senku haya reflexionado correctamente por su accionar hacia la pobre de Suika. -respondió Ryusui, actuando como un hermano mayor.
Xeno, sentado en una silla con rueditas, se deslizó hasta quedar cerca de Stanley para abrazarlo por la cadera y presionar su cabeza en su abdomen para amortiguar su risa al escuchar la respuesta de una inocente Suika que mencionó.
—Pero me está dando lástima verlo así, atado como un cerdo pervertido.
—Por el momento, es mejor soltarlo. -habló Stanley, acariciando los cabellos de Xeno, que ya estaba controlando su risa.
—Lo que mi amado Stan dice, es lo mejor... No puedo evitar alegrarme de saber que nuestra brigada sigue creciendo y esta vez, con miembros aún más interesantes como usted, señorita Luna... Veo que disfruta mucho del engañar a otros, me preguntó si acaso deba retirarme y darle mi puesto a usted.
—Oh, acaso me está provocando, señor líder, o solo quiere saber hasta donde puedo llegar con mis engaños.
—Oigan, me van a desatar. -habló Senku, pero fue ignorado por la conversación que Xeno y Luna tenían.
—Que tal y si sacamos nuestras mejores cartas, quizás algo un poco vergonzoso de los demás.
—Me gusta como suena eso.
Luna activo la cámara delantera y abrió el modo holograma, apareciendo frente a un Xeno que también sacaba su teléfono.
—Muy bien. Si ese es el caso, sacrificaré la dignidad y los derechos de mi amo y te mostraré, la sección prohibida de Senku.
—¡Ni siquiera lo intentes, Luna! -gritó Senku, pero fue ignorado de nuevo a la voz de la chica.
—Frente a ti, aquí está la carpeta "Manos mágicas"
Varias fotos aparecieron frente a ella, manos en diferentes poses, algunas incluso haciendo trucos simples de magia.
—No lo haces nada mal, novata. -dijo Xeno, con una sonrisa divertida al ver como todos miraban las imágenes proyectadas, mientras Senku seguía gritándole a Luna que dejara de mostrar eso-. Pero esto solo es el comienzo... -Xeno movió con agilidad su teléfono y se fue a una carpeta en específico-. Presta atención y escucha, el valioso poema de Suika.
Xeno activó la reproducción una vez que se vinculó a las bocinas de la habitación y la voz de Suika empezó a reproducirse, recitando un poema sobre los peces luna.
Suika se puso roja como un tomate, pidiendo parar la reproducción. No fue hasta que Xeno mencionó que ahora mostraría el audio de su amado Stanley mientras cantaba, que el nombrado se acercó a él y quitándole su teléfono, le dio un beso que hizo sonrojar a todos los presentes, quienes desviaron la mirada avergonzados, e incluso Luna dejó de proyectarse como holograma para entrar al teléfono nuevamente.
Luego de lo que sintieron fueron horas, aunque apenas fue un par de segundos, Stanley dejó a un Xeno sin aliento sentado en la silla donde estaba antes de enfrentarse a Luna.
—Ya que el líder se desvió del tema, creo que es mejor retomarlo.
—Mi amado Stan, solo estaba tratando de que los nuevos no estuvieran tan nerviosos.
—¿Y no creen que sería mejor que en vez de preocuparse por sus nervios, lo correcto sería desatarlo y darles algo que comer a los nuevos miembros? -preguntó Chrome, sentado al lado de Suika, tratando de calmar un poco a la chica que seguía sonrojada.
Cuando Senku miró al chico de la vincha en la cabeza, algo en sus palabras anteriores hicieron clip en su cabeza, no gustándole la conclusión a la que había llegado.
—Esperen, ¿están diciendo nuevos miembros? ¿Eso no me incluye a mí, verdad?
—¿Cómo? ¿Acaso Luna no te lo dijo ya? -preguntó Xeno.
—Ella no me ha dicho nada de nada.
—Siendo ese el caso, déjame darte la bienvenida nuevamente, mi estimado Dr. Stone. Luna y tú son ahora los nuevos miembros de la brigada Mekakushi.
Xeno empezó a buscar algo en aquella chamarra que parecía más una capa de laboratorio. Senku parpadeo con fuerza, aun sin creer lo que decían.
—Esto sigue siendo una broma, ¿verdad?
—No lo es. -siguió hablando Xeno, encontrando un par de tijeras y acercándose a él-. Tanto tú como Luna son miembros de la brigada a partir de ahora. Luna dijo que tú estarías encantado de formar parte de nosotros.
—Me encargué de todo, Senku, no debes de preocuparte por nada más. exclamó con alegría Luna.
—Me rehúso.
—Una lástima. -dijo Xeno, llevando su antebrazo de la mano que tenía la tijera, a la parte del cuello de Senku, acercándose a él hasta estar a centímetros de su rostro-. Ya escuchaste sobre nosotros y nuestros poderes, no podemos dejarlos ir ahora.
Xeno volvió a dejar distancia sobre ellos y se acercó a una de las manos de Senku para cortar la soga de su muñeca, como si no hubiera amenazado a Senku hace solo un par de segundos.
—Nos alegra que formes parte de nuestra brigada, Senku. -dijo el chico que se presentó como Chrome con una alegría sincera-. Tengo muchas cosas que quiero preguntarte ahora que pasaremos más tiempo juntos, en especial por esa investigación malota que dejamos a medias. Espero contar contigo de ahora en adelante.
—Será divertido volver a estar juntos de nuevo, Senku. -saludó Ryusui, tronando sus dedos de la mano derecha, un nuevo hábito que estaba adquiriendo gracias a su acercamiento a la música.
—Espero llevarnos bien de ahora en adelante, Senku. -dijo Suika, con una pequeña reverencia de cabeza.
—Todos nos llevaremos bien, de eso estoy seguro. -le dijo Chrome a Suika y la chica le sonrió con esperanza.
—Contamos contigo, Ishigami. -empezó Stanley, yendo hasta la puerta y abriéndola para que todos salieran una vez Senku fue liberado-. Por cierto, tu número de miembro es el 7. Recuérdalo.
—Oh, por cierto, Senku. -dijo divertida Luna, saltando en la pantalla del celular del chico-. El líder dijo que iríamos al parque de diversiones para celebrar a los nuevos miembros, vamos, vístete rápido, recuerda que me prometiste llevarme ahí.
Ryusui se acercó al teléfono de Senku y lo tomó para llevárselo, alegando que una dama no debería de seguirle viendo desnudo. Luego insistió para que Senku se cambiara rápido para ir con los demás, prometiendo esperarlo y contarle sobre las cosas que el sabía sobre su poder.
Ryusui siguió hablando con Luna cuando la chica empezó a mencionar amar el sencillo que él lanzó recientemente.
Cuando la puerta se cerró frente a él, Senku cerró sus ojos, por un par de segundos, segundos muy pocos racionales, se dejó invadir por aquel hormigueo que le sigue a la sensación de felicidad al saber qué había hecho no uno sino varios amigos en un solo día, chicos bastante curiosos que resultaron ser también colegas en algunas investigaciones.
No mentiría que le sorprendió ver a Ryusui ahí, cuando sabe que ahora es una estrella internacional y se supone tiene una agenda apretada; Senku se alegró por él, por la forma en que había crecido y como seguía siendo un buen chico.
Cuando ese par de segundos pasó, el grito de indignación salió de su garganta mientras tomaba su ropa y se la ponía, empezando a maldecir en voz baja.
Al abrir la puerta, se dispuso a irse de ahí y alejarse de ese caos. Recordó la dirección del ruido de los pasos de esos chicos, se fue por el lado contrario, aún indignado por todo ese embarazoso momento, pues no solo había desmentido a dos colegas que empezaba a verlos con respeto, sino que además, un par de niños lo querían tener como un prisionero para formar parte de un grupo de raros que dicen tener poderes.
Cuando al fin salió de ese lugar que parecía un laberinto, Senku siguió caminando hasta encontrar un lugar para ubicarse y regresar a su casa. Él no pudo más que burlarse de su maldita suerte, pues solo él podría toparse el único día en que decide salir de su habitación, no solo con un asalto terrorista, sino con una banda de raritos que lo tenían amarrado como un cerdo por culpa de Luna.
Senku se detuvo un momento al pensar en Luna. Era muy raro que ella y Ryusui, a quien no veía desde hacía mucho tiempo, de repente apareciera y se llevaran tan bien. Estaba seguro de que Luna se tenía algo entre manos, pero no sabía que era y así como siempre lo ha sido desde que instalo el programa donde ella venía, Luna sigue siendo un misterio tras otro.
Sabía que si Luna estaba involucrada, ella podría planear cosas malvadas o cosas poco divertidas para él, esa AI con sonrisa dulce era el diablo y pobre de aquel que caía en sus engaños.
Senku, aunque sabía que Luna tendría material de chantaje para retenerlo con esos chicos raros, tenía claro que podría alejarse ahora que una de sus carpetas prohibidas habías sido mostrada a otros... Él estaba seguro de que podía sobrevivir sin ella y volver a su vida lejos de la locura que ella quería iniciar a su alrededor... En su cuarto... Aislado de todos... Lejos del pasado... Lejos de...
—¿Eh? -Senku se detuvo un momento en medio de la acera principal, ignorando a las personas que pasaban a su lado-. ¿A quién he olvidado?
Una opresión en su pecho empezó a crecer, sintió que le faltaba el aire y sus ojos estaban a punto de dejar caer lágrimas cuando una voz de una mujer se escuchó al frente de él.
—Ya te dije que no se nada. Ve a buscar otro a quien preguntar.
Senku levantó la mirada y buscó a la persona que casi grita esas palabras, tratando de que con esa distracción, el dolor en su pecho fuera menos. A unos pasos de él, una mujer que estaba más que molesta, se alejaba de un chico raro.
Era alto, de cabellos castaños y largos, amarrados a una coleta baja. Llevaba una camisa blanca de cuello de tortuga, un pantalón tipo comando color negro con tirantes rojos y una chaqueta de color café.
El chico parecía genuinamente perdido, pero Senku sentía que lo mejor era ignorarlo y no volver a involucrarse nunca con gente extraña.
—Demasiada gente extraña en dos días. -susurró a nadie, dispuesto a irse de ahí.
Senku empezó a caminar, repitiéndose "Ignóralo" a cada paso que daba. Sin embargo, su suerte seguía siendo una mierda y cuando levantó la vista de nuevo, ese chico se había alejado de la mujer con quien hablaba y ahora está frente a él, con esa mirada inocente y una expresión facial neutral.
Pero esos ojos cafés y esa pequeña sonrisa que crecía en sus labios, hizo que Senku recordara algo...
… Él abriendo una puerta, tres personas dejando de hablar cuando él empezó a entrar, le miraban, no de forma hostil, sino como si lo hubieran estado esperando. Había una chica con pequeñas coletas, un chico más alto y un tercer chico, sentado en un pupitre... Un chico con flequillo largo del lado derecho y una bufanda roja.
El chico sentado alzo su mano y movió sus labios, diciendo su nombre y sonriendo con un cariño que le hacía doler el pecho.
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Los cinco chicos bajaron del autobús y empezaron a caminar hacia el parque de diversiones. Luna, quien aún era llevado por Ryusui, seguía quejándose por como Senku los había dejado a un lado.
—No preocupen su cabecita, queridos nuevos miembros. -empezó Xeno, quien iba sujeto al antebrazo que Stanley le ofreció-. Seguramente, nuestro muy estimado colega, solo necesita refrescar un poco su cabeza, luego podemos hacerle una visita a su casa. Después de todo, nuestra estimada señorita Luna, puede permitirnos entrar a ella, ¿Verdad?
—Déjamelo a mí, líder. -respondió, poniendo una mano sobre su frente en saludo militar-. Luna puede darles acceso a muchos lugares si mantienen cargado este dispositivo.
Ryusui no pudo evitar reír por eso y mencionar que hacía mucho tiempo no veía a Senku tan divertido como ahora.
—Mi instinto me dice que él no podrá evitar sentir curiosidad por todo esto y seguramente será él quien vuelva a contactarnos a nosotros.
—Hasta donde he aprendido. -volvió a hablar Luna, un poco más seria que antes-. Después de lo que paso hace más de un año, Senku dejó de hablar con los demás y solo se enfocó en su ciencia espacial... Pero quiero creer que él volverá, o si no, hay que hacer una fiesta sorpresa en su casa, será divertido ver su cara de desconcierto una vez más.
—No sé si sentir lástima por él o solo seguir adelante con esto. -habló Chrome, caminando a la par de Suika-. Su conocimiento en ciencia es algo muy malote y me gustaría seguir...
Chrome detuvo su andar y se sujetó su cabeza, dejando salir un suave quejido. Stanley miró a su alrededor y vio como una multitud de personas venía por la dirección al frente de ellos.
Xeno le dijo a Chrome que fuera a tomar aire y que tomara el callejón a su derecha. Chrome solo se disculpó un momento y prometió darles alcance en la dirección que ellos le enviaran.
Ryusui lo vio irse, viendo como limpiaba su nariz, donde un rastro de sangre escurría de ella. Suika junto sus manos, como si hiciera una oración, mientras Stanley los guiaba a un lugar más tranquilo.
—Ahora que lo pienso. -habló Ryusui, cuando volvieron a ir por una calle vacía-. Ustedes ya se conocían desde antes, ¿me equivocó?
—No te equivocas, estimado Ryusui. -empezó Xeno a explicar-. Mi amado Stanley, Chrome y mi persona, nos conocemos desde que empezamos a vivir en el mismo orfanato. Nuestra bella Suika, se integró al grupo cuando Chrome la trajo con nosotros hace muy poco, muy similar a como mi amado Stan hizo contigo.
—Chrome suele parecer un chico imperativo, pero tiene buen corazón. -aseguró Stanley-. Un día se acercó a nosotros diciendo, "Hay una chica en el bosque con poderes y quiero ayudarla"
—Chrome fue muy amable conmigo. -aseguró Suika con una dulce sonrisa-. Me alegra mucho que viniera a buscarme.
Por un momento, Ryusui vio la sonrisa tímida de su hermano menor, diciendo las mismas palabras cuando iba a recogerlo luego de sus clases.
—Es bueno contar con amigos así, ¿verdad, Suika? -Ryusui no pudo evitar palmear su cabeza, por sobre la capucha blanca que llevaba encima.
—Sí. He sido muy feliz, gracias a todos por aceptarme en la brigada.
Suika sonrió con inocencia y Xeno no pudo evitar tener mencionar una idea que rondaba en su cabeza desde que conocía a esos nuevos miembros.
—¿Qué les parece si vamos a conocer al primer líder?
—¿Eh? ¿Acaso no eres tu el líder? -preguntó Ryusui, confundido.
—De hecho, yo no fui quien creo esta brigada.
—¿Existe un líder sobre el líder? Qué genial. -dijo Luna, flotando divertida en la pantalla-. Espera, ¿Por qué el primer líder dejo de ser el líder?
El silencio que vino después de eso, les dio un mal presentimiento a los nuevos miembros, hasta que Stanley, soltando un largo suspiro, les dijo sin rodeos, sin suavizar nada.
—Murió, hace un año y medio. Él se suicidó. -el agarre que Xeno presionaba en su brazo, no hizo más que seguir llevando el ritmo de la conversación, mientras descansaban cerca de unas escaleras, para que Suika no se sintiera tan cansada-. Nosotros empezamos a vivir en la base, luego de su funeral, como una forma de mantener nuestros poderes lejos de las personas y evitar problemas en algún futuro... Antes, vivíamos junto al líder y una vez sin él, lo mejor fue irnos. No llevamos una vida tan mala como están pensando. -aclaró, al ver las caras largas de Luna y Ryusui-. Tenemos dinero más que suficiente para vivir, sin la necesidad de interactuar con otras personas.
—Ah, yo... -empezó Luna, aclarando un poco su garganta en arrepentimiento-. Lo siento mucho, a veces no pienso bien mis palabras y hago que el ambiente se ponga malo.
—Descuida. -siguió Stanley, acariciando los cabellos de Xeno-. Tómenlo como algo que tarde o temprano tenían que saber, como miembros de la brigada, esto es algo así como una forma de conocernos mutuamente.
Los chicos miraron a Stanley y luego a un Xeno que aún miraba al suelo, sin mostrar su rostro. Para los chicos, Xeno parecía que intentaba controlar su tristeza, pero para Stanley, que lo conocía mejor que nadie, el firme agarre en su antebrazo y la falta de reacción de Xeno, solo significaba una cosa... Ira, pura y poderosa ira dirigida a quien ya no estaba más con ellos.
Cuando Xeno logró dominarse sobre sí, volvió a poner una sonrisa en sus labios, su porte elegante, una vez más estaba ahí frente a los demás, seguro de que solo Stanley había visto la grieta que dejó escapar hace un par de segundos.
—Bueno, como decía mi muy amado Stan, han pasado muchas cosas, pero ahora ya estamos mejor, con nuevos miembros y un comienzo que no creo que nadie olvidara. ¿Qué les parece retomar nuestro camino y pasar a saludar a nuestro querido líder?
—Yo quiero ir. -dijo animada Suika-. También es mi primera vez conociendo al líder.
—Entonces, es unánime. -dijo animado Xeno, abriendo sus manos y mirando a todos mientras de sus manos liberaba pétalos de flores rosáceas-. Vamos a visitar a nuestro querido primer líder.
Los chicos se rieron un poco por el espectáculo y Stanley aprovecho la distracción para sacar su celular y envió un mensaje, mientras Ryusui y Luna, un poco más animados que antes, comentaban la forma correcta de mostrar sus respetos al primer líder.
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Senku caminaba con rigidez, sus labios apretados en una línea recta por el fastidio.
—Todo va de mal en peor. -empezó a murmurar, mientras su acompañante, el chico raro que se acercó a él, le miraba con la cabeza un poco inclinada, atento a sus palabras-. Acaso subestimé la ley de Murphy. No, no lo creó, o no lo sé... Maldición.
—Lo siento por las molestias y gracias. -repitió el chico, por vigésima vez, caminando al ritmo de Senku-. Yo solo no soy capaz de encontrarlos.
—Si quieres encontrar a alguien, ve a la policía. Lo normal es preguntarle a ellos y no a extraños en la calle.
El chico alto se detuvo, mirándolo sin parpadear.
—¿Policía? ¿Puedo comer eso?
El ruido de la estómago del chico, hizo que Senku perdiera los estribos, pues era peor que tratar con un niño pequeño.
—Como es posible que no sabes lo que es la policía. ¿De dónde vienes? ¿Qué hay de tu casa? ¿Dirección? ¿Al menos tienes un nombre?
—Me llamo Tsukasa. -respondió con simpleza
Senku abrió los ojos y susurró el nombre del chico, sintiendo un dolor de cabeza de nuevo al intentar recordar algo del pasado, pero sin lograrlo del todo. Era como si ese recuerdo fuera solo molesta estática en su mente.
—Tu nombre me suena de algún lugar.
—Yo no te conozco. -dijo con simpleza y genuina sinceridad, sinceridad que hizo enojar a Senku.
—Ya lo sé, solo pensé en voz alta, no es necesario que digas lo obvio.
—Lo siento. -dijo el chico, lágrimas empezándose a asomar en sus ojos.
—No, espera, no llores. No soy bueno con la gente que lo hace... De acuerdo, mira, te acompañaré un rato más, ¿de acuerdo? Pero si no encontramos a esas personas que buscas, iremos directo a la policía, ¿entendido?
—Sí, muchas gracias. -dijo el chico con una sonrisa dulce.
Al verla, el dolor en la cabeza de Senku volvió, como estática zumbando más fuerte que nunca. Se rascó con frustración su cabello y trató de seguir adelante, ignorando ese malestar.
—¿Y bien? ¿Cómo son esas personas?
—Pues, son dos chicos, uno es así de alto y otro es así de alto. -mostró Tsukasa, levantando sus manos a las alturas que recordaba que eran ellos dos.
—Eso no me sirve de nada... Vamos fortachón, dame mejores datos que eso, ¿alguna característica física que recuerdes? Por ejemplo, ¿Qué ropa llevaban?
—¿Ropa? -empezó Tsukasa, bajando sus manos, tratando de recordar algo.
—Vamos, hombre, concéntrate.
—Pues... -Tsukasa miró a su alrededor y luego señaló un lugar-. Algo como eso.
Senku giró y vio hasta donde Tsukasa apuntaba, justo ahí, dos chicos estaban siendo forzados a subir a una camioneta. El chico más pequeño se estaba resistiendo con fuerza, mientras el más alto ya estaba siendo amarrado y empujado adentro.
—Mira, ahí están. Son ellos a los que busco. -dijo casualmente Tsukasa.
—Me estás jodiendo. -dijo Senku con terror-. Eso no pinta nada bien.
—¿No está bien? -repitió Tsukasa, mirando a Senku y luego a la escena del secuestro.
—Tenemos que tomar una foto de la matrícula, eso definitivamente es un secuestro.
—Secuestro... -repitió, ignorando a Senku que buscaba su celular-. Algo malo... No está bien.
Senku sintió un escalofríos al escuchar esa última frase de Tsukasa. Cuando giró a verle, los ojos de Tsukasa eran de un rojo intenso, con el agregado de que sus pupilas estaban rasgadas como las de una serpiente.
Al siguiente segundo, cuando escuchó como la camioneta arrancaba con los chicos adentro de ella, una ráfaga de aire paso a su lado y Tsukasa se alzaba corriendo de forma casi sobrenatural.
Todo lo que paso después, fueron apenas un par de segundos, pues Senku jamás se equivocaba en sus cuentas...
Primero, aquel chico, Tsukasa, con una sola mano detuvo el auto levantándolo de la parte de atrás, mientras el conductor seguía acelerando, con su otra mano, arrancó la puerta, como si fuera papel.
—No dejaré que se los lleven. -les dijo a los hombres que salieron corriendo del vehículo.
Tsukasa ignoró a esa gente y solo se enfocó en los chicos que aún estaban amarrados en la camioneta.
—No pasa nada, todo está bien ahora. -les dijo a los chicos, extendiendo una mano a ellos-. Es hora de regresar a casa.
Senku que aún corría hasta donde estaban ellos, escuchó el claxon de un camión que se acercaba hacia donde estaba Tsukasa y los chicos que buscaba.
Por un segundo, solo uno, Senku vio que el lugar se distorsionaba, el cielo dejaba de ser anaranjado por el atardecer y paso a ser color rojo, las señales del lugar eran todas rojas y los semáforos pusieron sus luces en rojo en el momento en que el sonido de las llantas frenando el asfalto y el olor a caucho quemado, invadió el lugar, un lugar que ya no era la calle que el conocía, sino uno donde ya había estado antes.
El ruido de gotas de agua rebotando en una superficie húmeda, fue lo que pasó el segundo siguiente a su visión, en donde todo el lugar ahora se volvía blanco y cientos de serpientes negras con brillantes ojos rojos, empezaron a rodear a esos chicos.
Senku se paralizó solo un momento para tomar aire y luego siguió corriendo, tratando de darles alcance a ellos. En ese espacio que ahora estaba rodeado de serpientes, no había autos, no había nada más que ellos cuatro y una serpiente enorme que nacía de la sombra de Tsukasa.
Senku no dejo de correr hacia ellos, por lo que la serpiente se levantó y abrió sus fauces, tragándose a esos tres chicos y como consecuencia por su cercanía, a él también.
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Ryusui detuvo su andar cuando la primera lágrima empezó a caer de sus ojos. Todos los demás, deteniendo su andar, le miraron con preocupación, Suika incluso sacó un pañuelo para limpiar sus lágrimas.
—Lo lamento, no sé por qué empecé a llorar de repente, deben ser los nervios actuando en mí. -dijo con simpleza, riéndose a pesar de que sus lágrimas no paraban de caer.
—Debes pasarla muy mal en tus eventos si dejas ganar a tus nervios. -mencionó Xeno, acercándose a él y volviendo a hacer el truco de aparecer una flor entre sus manos vacías.
—He aprendido a controlar mejor mis nervios, es solo que... -luego de tomar la flor ofrecida, Ryusui miró el cielo con sus tonos naranjas por el atardecer-. Algo no se siente del todo bien... Mi instinto no se equivoca.
—Tranquilo, Ryusui. -habló Luna-. Ya verás que no es nada malo, quizás eres de las personas que capta los sentimientos que hay en lugares como cementerios, ¿Acaso eres un médium y puedes ver espíritus?
Ryusui se rio por eso, controlando por fin sus lágrimas.
—Incluso yo no sería tan fuerte si pudiera ver cosas como esas... No me presten atención, mejor sigamos y visitemos al primer líder.
Ryusui empujo a Stan, para que siguiera mostrando el camino, pero solo dieron un par de pasos más cuando él avisó que habían llegado.
Los nuevos miembros se pusieron frente a la lápida y uno por uno empezó a presentarse.
—Encantada de conocerte, primer líder, mi nombre es Suika. -saludo la niña, tomando los costados de su vestido y haciendo una reverencia como si fuera una noble.
—Un gusto en conocerle, primer líder, mi nombre es Ryusui Nanami.
Xeno le dio un pequeño asentimiento a Stanley para que mostrara la foto, el chico asintió y sacando su teléfono, lo puso sobre la lápida para que los nuevos miembros lo conocieran mejor.
—Oh, Ryusui, acerca más la cámara para ver mejor al primer líder. -ordenó Luna y Ryusui obedeció la orden-. Por lo que cuentan, el primer líder debe ser... ¿Eh? Esto... No puede ser.
Stanley miró a Xeno, quien no sonreía en lo absoluto, sus ojos, fijos en la expresión de Luna que mostraba una muestra de pánico e incredulidad.
—¿Qué te pasa Luna? -preguntó Stanley, poniéndose en pie y buscando la caja de cigarrillos de la bolsa de su pantalón-. ¿Por qué te has quedado callada y con esa expresión?
—Él... -empezó Luna, pero la risa de Xeno hizo que todos le miraran desconcertados.
—Hace poco preguntaron como era el primer líder, para mí, sin duda alguna era una persona tan buena que parecía un tonto o mejor dicho, un bufón... Tú lo conociste también, no es así, Luna.
—¿Espera, entonces también conocían a Luna y Senku? -cuestionó Ryusui, sintiéndose perdido por todo eso.
—No en persona, pero el primer líder no paraba de mencionarlos... Nuestro líder, un molesto chico llamado, Gen Asagiri...
A que no adivinan las cosas locas que me pasaron estos días que anduve perdida.
En fin, luego de casi llorar de frustración porque mi cuenta principal, donde tengo el respaldo de todos mis escritos, fuera bloqueada por una semana, pude recuperar mi cuenta y ahora tengo el doble de respaldo para todo.
Esta semana tengo varios viajes, por lo que no estoy segura de poder escribir el siguiente capítulo este miércoles, si salgo a tiempo, gustosamente lo presentaré, sino, tocara hasta la otra semana.
Mil gracias por la espera y la paciencia que han tenido con esta historia, espero que antes de Navidad tenerlo finalizado, así que a escribir se ha dicho.
Una vez más, la imagen que nos acompaña en este capítulo está hecha por Miller, mil gracias de nuevo por crear estas imágenes, y por favor vayan a darle apoyo en sus redes sociales.
Nos estamos leyendo después, un abrazó psicológico a todos.
Autora-san, fuera.
