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Sae y Shidou habían acordado algo, una apuesta.
Quien fuese del equipo perdedor, debía ser el pasivo al día siguiente. Era algo tonto, siempre hacían ese tipo de apuestas, pero jamás lo habían hecho con un partido donde sus respectivos equipos se enfrentaran, Re Al vs PXG. Mucho menos en uno tan importante.
Se enfrentarían en las semifinales del Mundial de Clubes, de aquí saldría el futuro campeón o subcampeón del torneo.
Ya era hora de salir al campo, entraron uno por uno como si fuese un enfrentamiento de boxeo.
Ya en el campo, los capitanes saludaron a los árbitros, Loki en el lado del equipo francés y Sae en el lado del equipo español e intercambiaron banderines.
El saque inicial era para PXG. Ejecutaron lo que ya era su sello, saque desde el centro, presión alta inmediata, intentando forzar un error rival.
—¿Regalando el balón tan temprano? ¡Qué sorpresa! —escuchó Sae decir a uno de sus compañeros.
«Qué patéticos» pensó él. «No saben nada.»
No estaba en las posibilidades de Sae lo que estaba pasando ahora en el campo. Cómo si de mantequilla se tratase, la defensa de la Re Al se desmoronaba ante la presión del PXG.
Un defensa de la Re Al llevaba el balón, y por un error tan amateur, lo perdió. Shidou Ryusei aceleró como un hijo de perra, tomó ese balón con los pies avanzando hasta la portería y lo estrelló con la red como si el portero no estuviese ahí.
Minuto 9'
PXG 1 - 0 Re Al
Gol de Ryusei Shidou.
Sus compañeros celebraron brevemente.
Fué aquí donde comenzó la humillación hacia la Re Al.
Sae no se inmutó, creyó que aún había tiempo.
La presión del PXG no aflojaba, veía como todos y cada uno de los jugadores tenían una mirada asesina en ellos, Shidou se veía mucho más intimidante cuando lo tienes en un 1vs1.
Veía a cada uno de sus compañeros que tenían la desdicha de caer en frente a Shidou, como si se acobardaran, huían, como si no estuvieran aquí para jugar al fútbol y les pagaran por mearse en los pantalones. Ryusei corría, peleaba por ese balón, no se quedaba esperando a que alguien se la pasara, pero también empujaba, pisoteaba y jalaba.
El árbitro tuvo que pitar y sacarle una amarilla. ¿Una sola? Ese tipo ya debería llevar roja y mínimo 3 partidos de sanción.
Un trabajo excepcional entre la defensa del PXG hizo imposible que algún jugador de la Re Al tuviese oportunidad de anotar.
Otro error en la salida, esta vez del lateral derecho, terminó en un robo de Karasu, quien se combinó rápido con Charles. El pase cayó justo donde debía caer, frente a Shidou, controló con el pecho y definió de volea.
Minuto 24'
PXG 2 - 0 Re Al
Gol de Ryusei Shidou.
Charles corre a tirársele encima a Shidou, ve a Karasu también revolverle el pelo.
Sae gruñó en medio de sus jadeos, estaba comenzando a frustrarse.
Vió a Shidou de reojo, en el momento en el que cruzaron miradas, le guiñó un ojo.
«¡Maldito!»
La Re Al no reaccionaba. No era solo que jugaran mal, la defensa era una mierda, era como si se estuvieran ahogando en un vaso de agua. La línea de mediocampo no conectaba con los delanteros, atrás no había nadie que se levantara los putos pantalones y parara ese balón.
Sae, en el centro del campo, parecía estar luchando solo contra un ejército, con el portero como único apoyo, y eso que no era tan bueno.
Shidou peleaba por ese balón como si estuviese en un campo de lucha libre, veía como intentaba jalar la camiseta de un jugador de la Re Al, incluso tiraba codazos, uno de los centrales fue a encarar, el propio Sae se acercó a hablar con el colegiado. El árbitro pitó la falta, más no sacó tarjeta, lo próximo que pudo ver fue la sonrisa arrogante y presumida de Ryusei de forma "discreta"
Vió de lejos a Loki acelerar ante otro balón perdido de la asquerosa defensa de la Re Al, metió un pase de tacón hacia el centro y estaba de nuevo Shidou Ryusei. Un disparo casi de penalti, el portero no tuvo la oportunidad, ni lo vió venir.
Minuto 43'
PXG 3 - 0 Re Al
Gol de Ryusei Shidou.
Un hat-trick de Ryusei antes del descanso.
El estadio entero estaba enloqueciendo, rugiendo y gritando como una jauría de animales salvajes.
Humillación, no había otra palabra que pasara por la cabeza de Sae.
Minuto 45' + 3
El árbitro pita el final de la primera parte.
Sae entró al vestuario durante el descanso echando humo, cagandose en todos y cada uno de sus compañeros y el entrenador que había hecho esa alineación tan inútil ese día.
Ni siquiera iba a escuchar las chácharas que dijera el maldito entrenador, se la sudaba completamente. Tomó su teléfono.
4 mensajes no leídos de "Mi demonio <3"
Sae-chaaan
ME VISTE ME VISTE???
Lo di todo
81!#9#?9$!"(*(*!
Sae le deja en visto. Agradece que Ryusei no mandase un solo mensaje más o va ir y arrancarle la cara.
Mira alrededor, al montón de inútiles que comparten equipo con él. No importaba que tan bueno fuese Sae si su equipo era una mierda con dos pies izquierdos. Está frustrado, no podía hacer nada en el campo, cada vez que intentaba acercarse un poco al área del PXG, tenía a un jugador de ese equipo encima.
Después del doloroso descanso, comienza la segunda parte.
Minuto 51’
Comienzan los cambios en el PXG.
Rin Itoshi entra al campo. Ya le parecía extraño a Sae no ver a su hermano pequeño por aquí. Ve como Rin se sacude los tacos antes de entrar, una costumbre que tenía Rin antes de entrar al campo, casi que inconsciente.
En su propio equipo también hay dos cambios, pero no es como si le importen.
Minuto 81’
Sae se había echado el equipo al hombro intentando remontar el partido él solo, cubría su área, mientras intentaba recuperar el balón ya desesperado, lo había logrado hasta que… Apareció Shidou.
No fue una entrada fuerte, fue un empujón, una carga leve con el hombro, justo en el punto ciego, cuando Sae ya estaba en plena carrera. Shidou lo rozó por detrás, un roce que no tumbaba a nadie salvo si venías a la velocidad que venía Sae. El equilibrio se fué de sabático.
Sae se tambaleó lo suficiente para perder el control del balón. La pierna de apoyo se le desvió y el balón se le escapó hacia un costado, Shidou aprovechó para robarlo.
Se quedó en el suelo esperando que el árbitro hiciera algo. No hizo nada.
—¡Sigue, sigue! —gritó el árbitro, haciendo señas con sus manos.
Shidou le metió una patada al balón que terminó en un pase directo a su hermano menor, Rin, quien parecía haberlo estado esperando.
Bueno, le alegra que Ryusei y Rin por fin se lleven bien.
Rin recibe el balón y sin vacilación alguna la envió directo dentro de la red.
Minuto 87´
PXG 4 - 0 Re Al
Gol de Rin Itoshi.
Hasta el entrenador del PXG pierde el control y corre hacia su equipo, causando que el árbitro les llame la atención, después de todo, el partido debe continuar.
Lo mejor que le podría pasar a la Re Al ahora mismo es que acabe el partido.
El partido llegó al minuto 90 con 5 minutos como tiempo adicional. El árbitro pita el final del partido.
PXG 4 - 0 Re Al
Shidou 9’, 24’, 43’
Rin 97’
Paris x Gen wins
Cuando finalmente termina, Sae es el primero en querer salir de ahí.
“Me cago en la puta, equipo de mierda”
Sae entra de nuevo al vestuario, intentando no sufrir un derrame cerebral de la rabia. Antes de tomar la ducha, revisa su teléfono para ver si Shidou ha escrito. No es que le fuese a contestar.
5 mensajes no leídos de “Mi demonio <3”
SAEEEEEE
Hoy te toca 🔥🔥🔥🔥🔥🍑🍑
TE AMO MI AMOR
Quiero mi premio 👻👻👻
Espérame afuera
Lo va esperar su puta madre.
Sae toma la ducha enojado, intenta relajarse bajo el agua caliente, pero necesita descargar su frustración. Los músculos le arden, su mandíbula tiembla intentando contenerse.
No le afecta tanto la derrota a su equipo, tan bien merecida, pero le afecta su propia pérdida, no haber podido hacer frente a Shidou. Que se haya salido con la suya limpiamente. Que haya sido un dolor de cabeza para él y el resto del equipo, maldito cabrón que juega tan bien… Lo pone tan cachondo verlo jugar de esa forma tan animal, tan salvaje, casi le dan escalofríos esa forma errática de moverse… hace que sus células se activen.
Debería dejar de escuchar a Ryusei, empieza a pensar como él. Pero supone que eso pasa entre las parejas, comienzan a parecerse, mezclarse.
Apoya el antebrazo contra la baldosa templada del baño y en el la frente, recordando a Ryusei y su sonrisa arrogante, lo detesta, detesta tanto desearlo, detesta necesitarlo, detesta tener la necesidad de descargar su frustración en el hombre que la ha causado.
Necesita tenerlo contra sus brazos y ahorcarlo, apretarlo, asfixiarlo y ponerse encima de él, dominarlo y castigarlo por ser tan agresivo con la mano que le da de comer.
Odia tanto necesitarlo, el deseo ardiente de querer poseerlo, odia que Ryusei le haga temblar ante todas las emociones que le hace sentir, odia tanto que lo haga explotar y perder el control de las sensaciones que tanto ha reprimido a lo largo de toda su vida. Odia tanto amarlo.
El estómago le arde de tanto sentir. Se le acumula el ácido en la garganta solo de pensar en lo mucho que lo desea. Quiere tocarlo, poseerlo, volverlo suyo… y que se rinda ante él, que se entregue a él.
Pero sabe que pide demasiado.
Ryusei es un alma libre, es obediente, mas no es dócil, y eso es lo que le encanta de Ryusei. Jamás podría haberse fijado en un tipo tibio. Quería vivir la intensidad de Ryusei. Con esa bestia, Sae se siente vivo, es como si Shidou le hubiese enseñado a vivir.
Pero vivir también duele. Es un arma de doble filo.
Shidou le hacía sentir demasiado. Le abruman estas emociones, no sabía qué hacer con ellas. Lo frustraba. Sentirse tan vivo era nuevo. Y no saber cómo gestionar todo eso era lo deshacía.
Lo que lo hacía hervir y querer destrozar a Shidou Ryusei.
Sale del vestuario sin despedirse de nadie y camina hacia el estacionamiento como si el cielo y la tierra le debieran disculpas. Nadie se atreve siquiera a voltear a ver. No está de humor para hablar.
Shidou lo espera en el coche cuando lo ve llegar, está sonriendo como si no acabara de jugar con su ego en la cancha. Sae no dice nada. Solo lo mira.
—Cuando hablas me pongo más caliente—le dice Shidou, metiéndose al auto, tomado el asiento del conductor. Sae se sube sin responder. Todo el camino va en silencio, salvo por el latido furioso de su corazón.
El trayecto no dura mucho. El silencio lo llena los murmullos callejeros y el sonido lejano de los autos. Cuando llegan al piso de Sae, nadie dice nada. Entran como dos sombras, cerrando la puerta tras sí. El ambiente no está tranquilo, hay una tensión acumulada, el aire está denso, eso solo podría anteceder un desastre. Shidou deja su bolso tirado en el suelo. Se da vuelta hacia él con esa mirada peligrosa.
—¿Y bien?
Sae se queda quieto. No lo mira a los ojos. Se quita lentamente la chaqueta. Shidou se relame los labios. —¿No vas a decir nada? —pregunta Shidou, avanzando un paso—. ¿Ni una queja, ni un insulto, ni un “vete a la mierda”?
Sae lo mira por fin.
—Cierra el pico.
Shidou sonríe, feliz.
—¿Eso significa que puedo empezar a cobrar?
Y ahí, Sae se acerca. Lo empuja contra el sofá por los hombros. La apuesta no fue olvidada por Sae en ningún momento.
Sae se posa encima de Ryusei, metiendo una rodilla en medio de las del moreno. Le toma del borde de la camiseta y enrolla sus dedos alrededor del cuello de Ryusei, se acerca a su rostro, empezando a agitarse con solo compartir su aliento con él.
—¿Tu crees que esto me da risa? Jodete, Shidou Ryusei
— Jodeme.
Sae se tira encima de Shidou y le besa bruscamente los labios, intercambiando mordiscos agresivos mientras manoseaba por encima de la camisa, amasa lo que su mano puede contener. Shidou suelta gruñidos e intenta tomar por la cintura a Sae pero él se lo impide, empujándole las manos contra el respaldo, mordiendo, lamiendo, dejándole marcas que quedarán en su cuerpo y no se borraran, por que el no quiere permitirlo. No quiere. Quiere que le duela mañana. Que se acuerde. Que lo sienta cada vez que se toque y vea que Sae estuvo ahí.
—No te muevas —gruñe Sae, con la respiración caliente contra su clavícula— Hoy mando yo ¿Te quedó claro?
Shidou sonríe en medio de sus jadeos.
—No me quedó nada claro. Vas a tener que explicarmelo con ejemplos.
Sae lame su mejilla. Luego le arranca la camiseta de un tirón y baja las manos por su torso, como si necesitara verificar que los músculos marcados de su novio seguían exactamente como los había dejado hace 2 días.
Sae no se llega a sentar en el regazo de Ryusei, si no que sigue con su rodilla entre las de él, ahora hostigando su entrepierna. Sae le toma de la barbilla y le obliga a que le vea directo a los ojos, sus miradas se encuentran y Shidou solo puede ver rabia, frustración y deseo en los ojos de Sae, puede ver en su mirada cuanto Sae quiere reclamar lo que cree que se merece ahora mismo.
Y Shidou no se resiste, no quiere. Está entregado, pero no sumiso. Su cuerpo responde con la misma violencia. Su erección ya se marca en el short. Su espalda se arquea bajo el peso de Sae.
—¿Te gusta esto, uh? —escupe Sae, entre dientes— Te gusta que te trate fuerte.
—Me encanta —responde él, mordiéndose el labio—. Pero no te emociones... sigo siendo yo el ganador.
Sae lo abofetea, no muy fuerte pero si lo suficiente como para callar a Ryusei, él se ríe.
—Más fuerte.
Sae lo vuelve a besar, más sucio, más húmedo. Baja la mano hasta el regazo del moreno y acaricia por encima cerca de su entrepierna. Shidou gime, ya desesperado y caliente, reteniendo sus ruidos mordiéndose los labios
—Vas a rogarme después —le susurra Sae, rozándole el oído con los dientes.
—¿Eso es una promesa?
Sae baja una mano, masajeando el miembro duro por encima de la tela.
—Es una advertencia.
Sae roza con su pulgar el labio de Shidou, bordeando mientras piensa en qué podría hacer ahora.
—Sae-chan— ronroneo Ryusei— Te ves tan acabado, se nota que te dolió mucho que te destruyera en el campo— dice en tono burlón y con una sonrisa de provocación pura.
Sae le abofetea de nuevo, esta vez un poco más fuerte. Acuna la mejilla maltratada en su mano y le mira directamente a los ojos.
—Me cansaste, ponte de rodillas.
Le ordena Sae, obligándolo a salir del sillón, mientras él toma su asiento. Sae se baja ligeramente el pantalón, junto a la ropa interior, dejando a la vista de Ryusei el miembro semi-erecto.
—¿Cómo es que no estás duro con todo este besuqueo? Mi pene está apunto de explotar.
—Eso es por que yo no soy un demonio precoz como tu—. Le reprende Sae mientras acaricia suavemente el rostro sonrojado de Ryusei.
—Anda, tienes que levantarlo.
Sae acerca el rostro de Ryusei a su entrepierna, el moreno lo toma entre sus manos y comienza a acariciarlo suavemente, le trata con cariño, a diferencia de como Sae lo había estado tratando, esto es un momento importante para Shidou, le encanta chupar la linda polla de su novio.
A Shidou le parecía bonita, encarcelenlo si es delito. Era un poco gruesa, no muy larga pero con el tamaño correcto para satisfacerlo, está un poco curvada y tiene una cabeza de honguito que a Ryusei le encanta, especialmente cuando está a punto de venirse y alcanza su punto máximo de enrojecimiento. Shidou le da besos por toda la extensión, lo lame y lo chupa hasta que logra levantarlo. Ve hacia arriba, la cara de su novio, sonrojada y con la boca tapada ligeramente con una de sus manos, intentando amortiguar sus jadeos, Ryusei se siente afortunado aun si es claro que esta noche él definitivamente no será el de arriba.
—Vamos, Ryusei, no me hagas perder el tiempo.
Los ojos de Shidou están brillosos por la excitación, consumido por ella es cuando finalmente toma la valentía de meterse la polla de Sae a la boca.
—Eso es, tómalo todo como un buen chico.
Shidou lamió dentro de su boca solo la punta, disfrutándola y presionando en ese lugar que tanto le gustaba a Sae, mientras que con su mano alcanza los testículos, masajeandolos suavemente.
Sae era brusco, aunque los primeros segundos pensaba en reservarlo pero a medida que Ryusei chupaba y engullía más, llegando más profundo, Sae se ponía más caliente.
El pelirosa comenzó a empujar más de su miembro dentro de la boca de Ryusei, siendo más descuidado, provocando que Shidou necesitara cada vez más aire al sentirlo chocar contra la parte posterior de su paladar, casi en su garganta. Una de las manos de Sae recorre su cabello mientras sus dedos se enredaban en los mechones.
—Has sido demasiado malcriado conmigo, Ryusei. M-me eliminaste del… mundial, te burlaste… de mí y… me empujaste—. dijo con dificultad y entre jadeos, mientras sostenía a Ryusei por ambos lados de su rostro, impidiendo que pudiese siquiera intentar alejarse.
—¿No vas a… disculparte conmigo?— tiene la audacia de preguntar sabiendo que Ryusei tenía la boca llena de su polla. Él solo pudo intentar murmurar.
—¿Qué fue eso?— preguntó, frunciendo el ceño —Usa tus palabras.
Ryusei con los ojos llorosos y la mandíbula dolorida, intenta buscar soporte en los muslos musculosos de Sae. El moreno solo puede hacer gárgaras con la polla de Sae en su boca, intentando sacarla para respirar un poco, cuando Sae no empuja su cabeza hacia abajo, ahogandolo.
—S-sae…—vuelve a murmurar. Se gana que Sae empuje su cabeza de nuevo. Sonríe con sorna mientras le ve atragantarse con su miembro, en busca de aire.
—Tómalo todo en tu boquita, debe de servir para algo más que decir estupideces. Sé que es mucho, pero te lo mereces por ser un mal demonio— Dijo en voz baja y burlona, sujetándole la nuca. Podía sentir su garganta contrayéndose a su alrededor mientras intentaba ajustar al tamaño del pene que abusaba de su boca.
Empezó a empujar sus caderas hacia adelante, follandose su cara con embestidas lentas y profundas. Sus pesados testículos golpeaban la barbilla de Ryusei con cada embestida, la baba se le escapaba por las comisuras de la boca y le bajaba por el cuello. Gruñó suavemente, disfrutando del calor húmedo de su boca envolviéndolo. Shidou solo tiene un momento de paz cuando Sae lo suelta un poco, mientras inclina su cabeza hacia atrás en éxtasis. Shidou se apartó de su miembro con un sonido lascivo y húmedo.
—S-sae, lo siento— vuelve a chupar. —No debí empujarte.
La baba gotea sobre su pecho, pero no le importa, está demasiado ocupado chupando la polla de su novio.
Ryusei comienza a excitarse de nuevo, recordando su propia polla, intenta dirigir una mano hacia sus partes íntimas.
—Ah, ah, ah, no puedes tocarte. Si quieres correrte, lo harás en mi polla como una buena zorra— Le ordenó con voz firme y exigente. Podía sentir su propio cuerpo tensándose, sabiendo que estaba cerca de su orgasmo.
Empezó a embestir más rápido, sus caderas golpeando su cara con cada embestida. La nariz de Ryusei estaba presionada contra su pelvis mientras Sae penetraba la garganta hasta dejarle sin aliento, usando su boca para su propio placer. Podía sentir la garganta del moreno apretarse a su alrededor mientras se esforzaba por respirar por la nariz.
—Joder, me voy a correr. Voy a llenar tu boquita de zorra con mi semen. Más te vale tragarte hasta la última gota—gruñó, apretando los mechones de pelo rubios con más fuerza. Con un fuerte gemido, se estrelló contra su rostro una última vez, hundiendo su polla en su garganta mientras empezaba a correrse con fuerza.
El moreno abrió los ojos de par en par al sentir el primer chorro. Gruesos y calientes hilos de semen bajaron por la garganta de Shidou, mientras Sae sujetaba su cabeza, impidiéndole separarse. El sabor de su semen era extraño, pero no desagradable, no tuvo más remedio que intentar tragárselo todo. Pero ni siquiera podía respirar, tuvo que apartarse por fin del miembro goteante y sacar la lengua en busca de oxígeno. El semen y la baba caen de ella, manchando su barbilla y el suelo entre sus piernas arrodilladas.
Ryusei era un desastre de lágrimas, delineador corrido y fluidos corporales en su cara, la vista podría hacer que Sae se corriese de nuevo.
El moreno deja caer su rostro sobre el muslo de Sae mientras jadea.
—Esto te lo hiciste tu mismo Ryusei, provocándome—. Sae acaricia con cuidado el rostro maltratado de Shidou, un contraste entre lo rudo que fue antes.
—Vamos al cuarto—susurró.
Shidou se levantó del piso y tomó la mano de Sae, lo próximo que hizo fue guiarlos al cuarto entre besos traviesos.
El pelirosa le tiró a la cama, metiéndose entre las piernas de su novio, empezando a besarlo de nuevo con hambre, acariciando su pecho empapado de sudor, bebiendo el sabor de Ryusei.
Shidou jadeó al sentir los labios de Sae en su pecho, posó sus manos en su cintura, hundiéndose ahí, complaciéndose con solo tocarlo. Una descarga eléctrica pareció recorrer la columna vertebral cuando Sae capturó entre sus labios uno de sus pezones, su piel enrojeció. Apretó la mandíbula, intentando contener el gemido de deseo que amenazaba con escapar de sus labios.
—Sae…—dijo Shidou entre dientes y siseos. El corazón le latía con fuerza en el pecho mientras Sae seguía explorando, dejando rastros de calor a su paso. Sae simplemente tarareó, complacido, que le provocó un escalofrío en la espalda a Shidou. Se apretó más contra él, sus caderas se mecieron sutilmente contra su trasero mientras sus manos acariciaban los definidos músculos de su torso.
Sae soltó el pezón con un sonido obsceno, moviéndose al otro pezón desatendido.
—Sae-chan— murmuró Ryusei con voz ronca y llena de deseo. Al aludido se erizó la piel —Que rico…
Shidou acarició la nuca de Sae, temblando mientras Sae chupa su pezón, acariciándolo dentro de su boca con su lengua. Baja la mano hasta el regazo del moreno y tantea un poco, bordea la cinturilla del short y revisa por dentro, nota como Shidou ni siquiera lleva ropa interior, que conveniente. Sae aprovecha para liberar el miembro que ya supura de la punta sonrosada. Shidou gime, ya desesperado y caliente al sentir como esa parte ahora sensible roza con el aire del cuarto.
Sae baja una mano, tomando el miembro en su mano suave y lo hace gemir con un toque brusco.
—Sae-chan~ Hazlo ya, por favor— Su voz tembló ligeramente, delatando el efecto que Sae estaba teniendo en él. Gimeoteó, desesperado. Se aferró a las sábanas con fuerza, con los nudillos blancos mientras luchaba contra el impulso de desnudarse él mismo.
—Para.
Sae le toma de la muñecas, deteniendo el berrinche del chico.
—Sabes que me encanta cuando me pones en mi lugar—él se muerde los labios mientras arquea la espalda, moliendo si entrepierna contra la de Sae.
Él cede y le arranca el pantalón corto a su novio, siguiendo con el suyo junto a su ropa interior.
Ryusei ríe y se estira para sacar el lubricante del cajón de la mesita de noche, el cual estaba al lado de las cremas de Sae, quien le arrebata la botellita de la manos.
—Date la vuelta—dijo de forma dominante.
Sae frotó con sus dedos el sensible anillo de músculos, empapandolo del lubricante, algo frío, provocando unas quejas de Shidou. Su pene palpitó con una renovada energía al escuchar los quejidos de Shidou, comenzando a frotarse contra su muslo.
Se inclinó hacia adelante para besar los omóplatos de su novio y subir hasta su nuca y susurrarle al oído.
—Necesito arruinarte, Ryusei—gruñó Sae, con su aliento caliente contra su oreja roja—. Necesito reclamarte, marcarte, hacerte mío. Necesito verter hasta la última gota de mi energía, mi agresividad y mi hambre en tí hasta que no me quede nada más que dar.
—Te voy a destrozar—prometió Sae con tono hambriento —Te voy a follar tan fuerte y tan profundo que no podrás caminar derecho durante días.
—Ngh…—Shidou gime bajo Sae—¿Por qué tengo que ser yo quien descargue tus frustraciones, eh?—provoca.
—Porque eres mío, demonio— gruñó Sae, con la voz llena de deseo posesivo. —Eres el único que puede soportarlo. Y ahora mismo, necesito tomarte hasta que esté satisfecho contigo.
Los dedos de Sae siguieron con su tarea de dejar a Ryusei estirado y listo hasta que estuviese seguro de que su polla entraría sin problemas. Una vez creyó que era suficiente de abusar el agujero de su novio en sus dedos, los sacó, a pesar de las protestas de Shidou de sentirse vacío.
Sae le había estado prestando poca atención a su pene, lamentándolo hasta que por fin se alineó contra la entrada de Ryusei.
—Debes tomarla toda.
Sae empujó las caderas hacia adelante, hundiéndose hasta los testículos en el calor húmedo y apretado de Ryusei con una embestida brutal. Un gemido gutural escapó de su garganta al sentir sus paredes apretándose a su alrededor, aferrándose a su pene como si estuviera hecho para ello. Los dedos de Sae se clavaron en la carne del trasero de Shidou con tanta fuerza que dejaron marcas mientras él comenzaba a moverse.
—Ah! Sae-chan~ duele…—Shidou gimió, sintiendo ese pequeño ardor en su parte baja que era tan característico de cuando se dejaba follar.
—Lo dices como si de verdad te molestara un poco de dolor, demonio.
Sae exhaló exageradamente al lograr empujar sus caderas al ritmo que él deseaba, sus caderas chocaron contra las de Ryusei con tanta fuerza que hicieron temblar el catre de la cama.
—Sae-chan… lo siento…
Esas simples palabras en un tono tan dulce y lastimero hicieron que el pene de Sae se sacudiera en el interior de Shidou.
—Sae-chan… lo siento mucho, no quise ganarte hoy…—dijo Shidou con una risita.
—Hijo de puta.
El interior del moreno ardió con fuerza cuando Sae los cambió de posición, ahora con Shidou encima, con el pene de Sae hundiéndose con todo en el interior desprotegido de Shidou.
—Sae-chan! ngh… ¿Que…?
—Me hartaste…
Shidou no supo si debía disculparse de verdad o directamente temer por su vida, pero lo que sea que significaran esas palabras, le habían hecho mojarse.
Sae empujó su caderas hacia arriba, enterrándose de nuevo en su malcriado novio. Ryusei se resintió, cerrando los ojos con fuerza, un gruñido salió agudo y con fuerza de su garganta. Los pies de Sae se apoyaron con fuerza contra la cama, mientras abrazaba a Shidou por la cintura, acomodando todo su peso en sobre el. Sae lo empujó con fuerza de nuevo, aumentando cada vez más la velocidad invocando más gemidos lastimeros de Shidou.
—S-sae…
El pene de Sae se retiró casi todo pero antes de que Shidou proteste, volvió a hundirse en su interior, marcando el ritmo apresurado que haría al moreno rebotar en el regazo de Sae.
Shidou, abrazado con fuerza al cuello de Sae, soltaba maldiciones y babeaba en hombro de su novio, con las extremidades hechas gelatina, casi parecía que él no era un atleta profesional con la resistencia de una bestia, ahora solo era el dócil juguete sexual de su novio Sae Itoshi.
El fugaz pensamiento de ser usado y llenado como un juguete hizo que el miembro de Shidou se alegrara de nuevo, más de lo que estaba con el pene de su novio dándole besitos a su próstata.
De la boca de Shidou no salía una sola palabra coherente más que el nombre de Sae, murmurado, entre gemidos, entre sollozos, todo mientras el dueño del nombre le rebatió las entrañas con fuerza, como si intentara que se volviese un órgano más dentro de él.
—S-sae… te siento aquí.
El moreno señaló su estómago, donde había un pequeño bulto, Sae lo tocó y verificó que en efecto, esa era su polla. Sae se retiró, vió como el bulto desapareció y de nuevo lo embistió, viendo cómo el bulto estaba ahí de nuevo. Con esa nueva vista, Sae le propinó estocadas, viendo cómo el bulto aparecía y desaparecía del estómago de Ryusei.
—Sae! Sae!
—M-me voy a correr.
—S-sae… lo quiero dentro… por favor… S-sae… termina dentro por favor… lo necesito, quiero estar lleno de tu semen, por favor…
—Que zorrita tan buena, no necesitas rogarme tanto.
Los gemidos desesperados de ambos y el chapoteo húmedo de sus pieles inundó el cuarto, al ritmo del catre siendo destrozado bajo ellos.
—Voy a dejarte goteando, te haré un desastre, Ryusei. Voy a llenarte hasta que no quepa más dentro de ti.
Con una última estocada brutal, Sae se enterró hasta el fondo en Shidou, alcanzando mucho más profundo que antes, como si intentara abrir en canal al moreno. Se corrió con fuerza, impregnando sus paredes aterciopeladas que se aferraron con fuerza a su polla mientras se corría a borbotones. Shidou al sentir el líquido caliente llenando su interior, terminó por correrse también, manchando ambos cuerpos con su propio semen.
El pelirosa claro besó lentamente y con cariño el cuello y las mejillas del moreno desparramado sin fuerzas sobre él.
—Correrte por qué se corrieron dentro de tí, que patético.
Shidou no tuvo las fuerzas para responder, simplemente se aferró como pudo a los amplios hombros de Sae, mientras seguía con la suave sesión de besos, incluyendo suaves masajes en el cuero cabelludo.
—Espero ahora aprendas a ser un buen chico.
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Escena extra.
La zona mixta estaba repleta de reporteros intentando atrapar declaraciones del equipo ganador. La mayoría gritaban el nombre de Rin, otros se enfocan en Charles o Karasu, incluso Loki. Pero el que se roba la cámara, inevitablemente, es él.
Ryusei Shidou. MVP del partido.
Tres goles, una asistencia, una falta al borde de lo ilegal y una sonrisa que sigue brillando como el oro.
Se para frente al micrófono de una cadena internacional, con el uniforme sucio y desaliñado, con el cabello despeinado pegado a la frente por el sudor.
—Shidou, partidazo. Hat-trick en semifinales del Mundial de Clubes. ¿Cómo te sientes?
Shidou ríe, con ese tono rasposo y cansado.
—Me siento increíble. Aunque lo mejor del partido no fue ninguno de los goles.
—¿Ah, no?
—Nah. Lo mejor… —hace una pausa, como si eligiera con cuidado las palabras, aunque todos saben que no lo hace— fue ver la cara de cierto capitán derrotado. Una joya. Inolvidable. Me lo llevaría a la tumba.
Los reporteros ríen, algunos nerviosos.
—¿Te refieres a Sae Itoshi?
—¿Cómo, quién?—se hizo el desentendido.
—¿Cómo fue el duelo con él hoy?
Shidou se relame los dientes, como un animal satisfecho.
—Pasional. Aunque el final… ya sabes. Me lo llevaré a casa.
Se produce un murmullo inmediato entre los periodistas. Algunos no entienden si es una metáfora futbolística o algún tipo de chiste interno entre colegas. Shidou no aclara.
—¿El trofeo?
Shidou rie.
—Si, claro.
—¿Algún mensaje para los fans?
—Sí —dice, dirigiendo su sonrisa a la cámara—. Nunca apuesten con alguien al que no puedan ganarle.
La entrevista termina con la risa del reportero y el gesto de un técnico pidiendo que lo saquen del aire ya mismo. La cámara se apaga, cambiando a otra locación del estadio.
Pero la sonrisa de Shidou, esa, esa si que se queda en el mismo lugar.