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Detrás de tu alma

Summary:

En medio del divorcio de sus padres, Loki, que es un adolescente solitario, conoce a un alfa en una fiesta de universitarios, a la cual se ha colado.
Dieciocho años más tarde, su hija Hela y él emprenden un viaje a Noruega siguiendo los pasos de aquel joven que le robó el corazón.
Omegaverse.
Thorki

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Chapter 1: Encuentro casual

Chapter Text

I.

Un jarrón voló por los aires, se precipitó contra una estantería y derrumbó varios volúmenes, cayendo en un efecto dominó de libros, agua y cerámica triturada. Todo al mismo tiempo. Loki, intentando pasar desapercibido, ocultó la cara por debajo de un cojín, desde un elegante sofá en la sala de estar.

—¿Es que has perdido la cabeza? ¡Es por esto que el niño y yo no podemos vivir contigo! ¡Eres insoportable! —gritaba Farbauti, mientras encontraba un plato sucio a la mano y lo lanzaba contra su flamante exesposo.

—¡Estás loco! ¡Completamente chalado de la cabeza! —señalaba Laufey subiendo el tono. Desde su cabello negro bien engominado se escapaban tres mechones rebeldes y su piel siempre pálida se había tornado roja y sudorosa debido a la fuerte discusión.

Loki, que hacía media hora atrás había estado muy entretenido atiborrándose de helado y viendo los Top 20 del MTV, se vio de pronto en medio de fuego cruzado entre sus padres. Se habría sentido un poco culpable, si sus discusiones se trataran por obtener su custodia o algo relacionado con su paternidad, pero este no era el caso. Laufey estaba indignado de que su esposo, ahora ex omega, planeara mudarse a Londres con Loki a cuestas. Para su padre alfa, él era lo de menos, pero volver a separarse de su pareja parecía ser el peor de los horrores.

—¡El chico necesita una vida normal! —insistía Laufey, aunque Loki estaba casi seguro de que el hombre no se sabía su nombre completo. Farbauti, contrariado y culpable, hundió su cabeza lleno de vergüenza, liberando feromonas dulces, pero insoportablemente pesadas, que hacían arderle la nariz.

—Farbauti, por favor...

Esa era su señal, se dijo Loki, dando un salto desde el sofá directo a la puerta, tomando un abrigo, las llaves de la casa y desapareciendo antes de que sucediera algo peor, como, por ejemplo, que se reconciliaran.

Loki suspiró sin gracia, revisando si llevaba algo de efectivo en los bolsillos. Tenía 50 coronas, el equivalente a 5 euros, un bálsamo labial y dos chicles. Porquería de vida, pensaba para sí.

Avanzó por el centro del pueblo sin prisa, no tenía nada que hacer ni mucho menos conocía a otros chicos con quien salir. Apenas lo habían inscrito en una escuela local hacía tres semanas, había tenido que reaprender el noruego y ahora tendría que marcharse nuevamente a Londres porque sus padres simple y llanamente no se soportaban.

No es que su vida fuese totalmente mala, había pasado gran parte de ella viviendo en Oslo (ese tiempo con ambos padres), luego de los nueve a los trece en Copenhague (solo con Farbauti), a los catorce en Berlín (solo con Laufey y eso había sido todo un horror) y por fin de sus quince a dieciséis en Londres, donde se habían asentado con Farbauti en una bonita casa con porche, heredada de la familia de su padre omega. Loki había disfrutado mucho su vida allí, pues el inglés era un idioma en extremo sencillo, el clima era lluvioso y las costumbres cómodas y agradables para su carácter. Si no hubiera sido porque Laufey se apareció ante ellos rogándoles que regresaran con él, Loki continuaría en su idílica vida, pero no.

Farbauti lo perdonó, todos se mudaron a Undredal, el jodido pueblito natal de su padre alfa. Y luego de mes y medio de convivencia, ya se habían declarado la guerra y firmado los papeles del divorcio en mutuo acuerdo.

—Son un chiste —murmuró, echándose un chicle a la boca y haciendo globos con él hasta que ya no tuvo sabor.

A decir verdad, el pueblo no era para nada feo, y todos por allí lo trataban como si fuera una criatura mítica, como un unicornio o un panda de colores. Pues, debido al gen recesivo de los omegas, estos escaseaban en toda Noruega. Y ser uno significaba tener un estatus, que no se tenía en otros países que hubiese conocido, pero seguía sintiéndose como un extranjero en su propia casa y era eso lo que menos le gustaba de estar metido en toda esa situación.

Al final, decantó por perder el tiempo en una cafetería local completamente de madera, forjada quizás hace cuántos siglos atrás y con vista a los preciosos fiordos. Pidió un café en un noruego oxidado y se dedicó a mirar por la ventana hasta que se aburrió de ello. Con las cincuenta coronas tuvo para dos cafés, una visita al baño y poder regresar a oscuras a la casa. Si es que tenía suerte, sus padres estarían de mejor humor o listos para empacar las maletas del otro.

A él ya le daba igual.

Llevaba quince minutos de camino en total soledad cuando un grupo de "escandalosos y jóvenes alfas" salidos de una botillería se le acercaron con desbordante alegría. Uno incluso le pasó un brazo por sobre los hombros.

—Hey, tú eres Benny, el novio de Jan —le decía el joven, que no pasaría de los veinte años—. Puedes venir a la fiesta en casa de Thor, habrá cerveza.

En un principio, Loki se había espantado por completo, verse rodeado de una pandilla de alfas era una de sus peores pesadillas, pero los tipos en sí no lucían peligrosos. Tenían toda la pinta de ser universitarios en busca de fiesta, más que psicópatas asesinos sedientos de sangre fresca. Aun así, se soltó de su agarre y contestó tajantemente.

—No soy Benny, creo que me confundes con otra persona.

El alfa sonriente se detuvo a contemplarlo, pero con el mismo buen humor le contestó:

—Bah, de todas formas, estás invitado, nos falta gente y ambiente.

Loki intentó dialogar, pero de alguna manera se vio llevado por el grupo hasta una casa en lo alto de la colina, a escasas cuadras de la suya. Cuando vio el gentío de otros jóvenes reunidos, las luces, la música electro-pop, la parrilla con carne y un tipo sin polera y con guitarra. Supo que no estaba en peligro aparente.

Tal como lo llevaron, el grupo desapareció entre la multitud, y de la misma forma, le pusieron en la mano una cerveza y una hamburguesa con queso, que aceptó encantado después de horas sobreviviendo a base de café y chicle. Como un cachorro callejero, se parapetó muy lejos de la multitud, sentado en una silla en una esquina a comer y probar esa cerveza barata. Varios jóvenes se le acercaron para sacarle conversación, pero entre que comía y trataba de recordar las palabras en noruego terminaba dispersándolos rápidamente.

—No eres de por aquí —escuchó que le acusaba alguien. Las mejillas de Loki enrojecieron, pero pretendió no afectarle y escuetamente se encogió de hombros.

—Me han confundido con un tal Benny, y he acabado aquí —contestó, elevando su mirada, y encontrándose de frente con el alfa más hermoso que hubiese visto en toda su vida. No era apuesto, ni guapo, sino hermoso. Del tipo que atonta y se te olvida cómo hablar. Y eso fue justamente lo que le sucedió a Loki.

—Entonces, si no eres Benny, ¿tú debes ser...?

—Lo... Loki —tartamudeó, sintiendo sus mejillas arder y su cuerpo traicionarlo, liberando suaves feromonas dulces y coquetas. El alfa, que parecía muy entretenido con su nerviosa expresión, se acercó para olerlo mejor.

La vergüenza y el nerviosismo llevaron a Loki a querer pararse de allí y escapar de esa íntima inspección, pero lo único que logró fue disponerse a unos escasos centímetros del joven. A tal distancia pudo oler de primera fuente su perfume varonil y unas deliciosas feromonas que le hicieron temblar las rodillas. Tenían algo cálido y fresco como un helado de menta con chispas de chocolate, o un té English Breakfast en medio de una tarde de lluvia.

Loki se sentía pasmado y excitado a partes iguales, entre más miraba esa piel tostada, los músculos debajo de una simple camiseta blanca, y un cabello dorado atado a una coleta descuidada y que aun así le hacía parecer un modelo de revistas, más le gustaba.

—Pues, es un gusto, Loki —le susurró el joven alfa al oído, su voz era ronca y sensual y la suave caricia que sintió en su mentón, lo llevó directamente al cielo—. Soy Thor, por cierto.

Y el futuro padre de mis hijos, pensó Loki, mientras el alfa le ofrecía su mano a modo de saludo. Loki la tomó entre la suya, y sintió la agradable diferencia de temperaturas. Thor debió pensar lo mismo, porque sus pupilas se dilataron y el hermoso celeste de su iris se volvió delgado. Casi peligroso.

—¿Entonces, no eres de por aquí? —preguntó el alfa, mientras Loki buscaba algún escape de allí antes de hacer una tontería como besarle la boca y pedirle que se lo follara como una bestia, pero Thor parecía muy dispuesto a seguirlo por toda la casa de ser necesario.

—No, he venido a visitar a mi padre.

—¿Por las vacaciones?

Hasta ese momento, Loki se había olvidado completamente de haberse colado en una fiesta de universitarios siendo él un menor. Por lo que prefirió dar respuestas vagas y evitar meterse en líos.

—Algo así.

—¿Y estudias cerca de aquí?

—Más o menos.

—Por acá todos van a la HVL que queda cerca.

—Eh... no.

—Eres de pocas palabras.

Loki negó, intentando dar con el pasillo hacia el exterior, pero de alguna forma, acabó entre una pared y el rostro de Thor, a escasos centímetros del suyo.

—Hacía mucho que no venía, mi noruego está muy oxidado. Si me escucharas en inglés, no haría más que parlotear.

Thor asintió, deslizando sus dedos por la mejilla contraria.

—Tengo la impresión de que tú y yo podemos entendernos muy bien sin tener que hablar.

En otras circunstancias, Loki se habría carcajeado en la cara de quien fuera que se atreviera a decirle semejante cursilería, pero en boca de ese alfa, aquello se sentía como ley. Loki boqueó, intentando recordarse cómo hablar, pero Thor se adelantó a él, robándole un intenso beso en los labios.

Aquel joven acababa de tomar su primer beso.

—Yo... debería... —Pero Thor continuó, hundiéndose contra su boca y tornando aquel beso en algo apasionado y perfecto. Loki jadeó al separarse y luego buscó su boca una vez más, amarrando sus brazos sobre los hombros ajenos y exigiendo todo lo que el instinto le gritaba que era correcto.

Entre besos y caricias, Thor le quitó el abrigo, lamiendo la sensible piel de su cuello y dejando marcas rojizas en este. Loki sentía su cuerpo vibrar por ese hombre y toda la claridad en su mente se había ido de paseo.

—¿Cómo es que no tienes un collar? —le preguntó Thor, llevándolo entre besos, escaleras arriba hasta una habitación luminosa con una larga lucarna en el techo.

La respuesta a ello era evidente: Loki aún no había presentado su primer celo, a ojos del mundo, él seguía siendo un cachorro, incluso si pasaba el uno ochenta de estatura y lucía como un universitario estándar. Antes de que las dudas o el sentido común asaltaran al alfa, Loki lo empujó hacia la cama y procedió a sentarse sobre su regazo y comerle la boca a besos.

Da igual, pensaba para sí, disfrutando de cada caricia, y el dulce balanceo de su pelvis contra la dolorosa erección en los pantalones del alfa. Me iré de aquí en pocos días, una mentirita piadosa no hará daño.

—Hueles tan bien —le decía Thor en un gruñido delicioso. Loki disfrutó quitándole la camiseta blanca y posando sus dedos en toda esa piel tostada por el frío sol de Noruega. Con una encantadora sonrisa, delineó con la lengua desde sus fuertes pectorales a los definidos músculos de su abdomen, hasta dar con la cremallera de su pantalón—. Me estás volviendo completamente loco —mascullaba el alfa, tomándole por la nuca en un gesto íntimo y obsceno al mismo tiempo. Sus miradas se encontraron mientras los hábiles dedos de Loki lograron abrirle el pantalón.

Hasta el momento, el menor no tenía ni la más mínima idea de qué estaba haciendo (por supuesto, no era ningún santo, y conocía toda la teoría y lo que la pornografía descargada en algún cibercafé pudiera haberle enseñado), pero claramente en la práctica era un total virgen. Hasta hacía pocos minutos, sus labios también lo eran.

Aun así, sentía que no había vuelta atrás. Ese alfa le gustaba, y su instinto le gritaba que él debía ser suyo. Cuando la cremallera cedió, ante sus ojos se rebeló un pesado y rojizo miembro, en su base se podía percibir un bulto que debía ser su nudo. Loki estaba maravillado y excitado a partes iguales. Lo tomó con ambas manos, sintiéndolo palpitar mientras el alfa gruñía y se dejaba hacer por sus torpes caricias. Con curiosidad, le dio una primera lamida, larga y experimental, sintiendo cómo todo su cuerpo reaccionaba humedeciéndose y liberando feromonas porque sí.

Si hubiese estado más consciente, habría notado el peligro de juguetear con un alfa, cuando como omega estaba en plena pubertad y listo para su primer celo. Loki se olvidó de todo, y tomó aquel miembro lo mejor que pudo con su boquita mentirosa y angelical. Pese a que su "técnica" distaba mucho de ser perfecta, Thor lucía entregado y tan excitado que debió alejarlo de sí para no mancharle la cara con su simiente.

De todas formas, Loki, que sentía la curiosidad a flor de piel, le dio una probada, sintiendo su sabor amargo y un latigazo de deseo sexual que le hizo estremecer por completo. Thor lo tomó entre sus brazos, y le quitó la camiseta con agujeros por todos lados y una estampa de Green Day en medio, de la misma forma, le arrancó los jeans y las botas de combate, en lo cual no tardó mucho, cuando Loki siempre se obstinaba por amarrarse los cordones como nudos ciegos.

Apenado por su desnudez, intentó cubrirse con las manos, pero el alfa no se lo permitió.

—Déjame verte, Loki. Eres tan hermoso que necesito contemplarte por entero —le dijo en inglés, posando sus dedos por su piel sensible. El inglés de Thor sonaba demasiado culto y poco natural, pero Loki se olvidó de ello en el momento en que el alfa comenzó a masturbarlo y deslizar un dedo en su agujero húmedo.

Ay, por dios, esto está pasando, dijo una alarma de emergencia en su mente. Ante el pánico y la contrariedad en el rostro de Loki, el rubio posó un suave beso en sus labios y le calmó con suaves palabras.

—Solo te haré sentir bien, Loki. Solo vamos a jugar un poco.

Para su asombro, el alfa se quitó el pantalón y la ropa interior, y fiel a su palabra, se posó a su lado, tomando ambos miembros y masturbándolos juntos con su fuerte y callosa mano. El más joven gimió alto, sorprendido por la maravillosa sensación, dejando caer su rostro en el hueco del cuello contrario, por allí donde las feromonas de su alfa eran más fuertes y deliciosas.

—Oh, sí, sí, sí —gemía Loki, acompañando el ritmo de su mano con un movimiento ondulante de sus caderas. Los ojos del alfa no se perdían de nada, y le aferraba férreamente de la espalda, en un gesto posesivo y revelador.

Se mantuvieron en esa deliciosa práctica por varios minutos hasta que Loki perdió el sentido y en un gritito agudo se corrió sobre la palma y la polla de Thor. Este le siguió casi al instante, en un gruñido atronador y mordiendo su pálido hombro hasta dejar una bonita marca de dientes en él.

Ambos cayeron satisfechos sobre la cama, y Thor le ayudó a limpiarse con un pañuelo y un par de lametones sobre su piel ardiente y sensible. De esa forma, se mantuvieron acurrucados y amorosos por un largo tiempo. Loki sentía los ojos pegados y el placer convertirse en sueño.

—¿Dónde habías estado toda mi vida? —le preguntó Thor, posando un suave beso en su nuca, ahí donde algún día sería tomado por un alfa.

Este suspiró, y buscó su boca a tientas, hasta que se encontró retozando sobre Thor y ronroneando de placer y cariño sincero.

—En Inglaterra, Alemania, Dinamarca —ante el gesto contrariado del otro, Loki sonrió explicando—, mis padres viajan mucho o algo así.

—Entonces eres un omega nómada.

Loki lo observó, intentando grabarse aquel hermoso rostro en su memoria. La marcada y elegante línea de su nariz, los pómulos firmes, su piel dorada y los ojos de un tono tan celeste que resultaba doloroso de mirar.

—Justamente.

Thor tomó un mechón de su cabello que había estado molestándole en la cara y lo puso detrás de la oreja de Loki, en un movimiento íntimo que le hizo enrojecer.

—¿Te quedarías aquí si te lo pido?

Loki le sonrió de regreso, sus ojos brillando ante el calor en su corazón.

—Eso no depende de mí.

Thor se durmió poco después, y Loki, con una pericia de un profesional, se escapó de su fuerte abrazo con pesar, se vistió rápidamente, y escapó de la casa, llevando sus botas en la mano.