Chapter 1: Introducción
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En una ciudad desconocida, en un futuro muy lejano, las llamas en los edificios consumen todo a su paso. Aquellas llamas lejos de consumirse se hacían más potentes, más fuertes, más feroces. El suelo se ha convertido en un mar de lava, y prominentes truenos y relámpagos caen hacia la ciudad, causando estragos masivos
“Este mundo estaba devastado antes de que yo naciera. Es un lugar duro y desolado, donde vivimos en la oscuridad eterna. La vida es una lucha, y la gente vive sin esperanza. ¿Cómo sucedió esto? Nadie me responde directamente. Pero siempre señalan... las llamas”
- Un tornado de llamas se arremolina ante su mirada -
Con un suspiro cansado usa una ráfaga psicoquinética para disipar las llamas frente a él y estas se extinguen
“Estas llamas. Consumen mi mundo, destruyen todo a su paso. Provienen de una forma de vida eterna que no podemos derrotar por completo. Las Llamas del Desastre, conocidas como…..Iblis…”
Chapter 2: I ⚪
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El cielo, sobre lo que alguna vez fue una bulliciosa metrópolis, se había vuelto un lienzo de pesadilla, teñido de un rojo ominoso y anaranjado. En una ciudad consumida por las llamas eternas, los rascacielos se alzaban como monumentos retorcidos al desastre, sus entrañas de acero expuestas y humeantes.
Las llamas, lejos de menguar, crecían con una furia incesante, lenguas ardientes que lamían el cielo y devoraban cualquier vestigio de esperanza. El suelo, antaño hormigón y asfalto, ahora burbujeaba y ondulaba, transformado en un mar de lava hirviente que reflejaba los relámpagos furiosos que caían sin piedad, impactando con estruendos que hacían temblar la tierra y pulverizaban lo poco que aún se mantenía en pie.
En el corazón de este apocalipsis ígneo, dos siluetas se movían con la desesperación de la costumbre, enfrentándose por enésima vez a la encarnación misma de la ruina: un imponente golem de fuego. Un ser coloso ardiente, forjado de magma y furia, rugía con una rabia primordial, su voz un eco de la destrucción que representaba. De sus brazos gigantescos, arrojaba proyectiles incandescentes y torrentes de lava que se derretían en el aire antes de impactar, una lluvia de muerte que no cesaba.
Silver, un erizo de color plateado, con un abundante pelaje blanco en el pecho que contrastaba con el resto de su cuerpo, sus ojos eran dorados y angulares, con un fuego reflejado en sus profundidades que prometía no rendirse.
Se movía con una agilidad desesperada, sus músculos tensos, invocando ráfagas de energía psíquica blanca que se estrellaban contra la coraza ígnea del golem. El aire a su alrededor se distorsionaba con la fuerza bruta de sus ataques, pero el coloso era implacable; las ráfagas apenas hacían mella, disipándose en vapores ardientes como si fueran meras brisas, sin ralentizar al monstruo ni un ápice. Silver sentía cómo su energía se agotaba con cada embate inútil, un dolor punzante en sus sienes.
Junto a él, su inquebrantable compañera y mejor amiga, Blaze, una gata de pelaje de color lavanda, su figura era esbelta y delgada, lo que le posibilitaba mayor movimientos con una gracia mortal, en compañia de las llamas que ella misma controlaba, sus ojos eran dorados compartiendo la misma determinación cansada que los de Silver.
Se habían prometido a sí mismos defender hasta el último pedazo de lo que una vez fue su hogar, su mundo.
Blaze, con un grito invocó muros de fuego danzantes que se alzaban furiosos, intentando contener a la bestia. Pero el calor del golem era tal que sus propias llamas se evaporaban en una nube de vapor silbante, incapaces de frenar su avance, casi como si las absorbiera. El fuego de Blaze, que normalmente era una extensión de su voluntad, se sentía débil, ineficaz. La criatura continuaba su inexorable marcha, indiferente a sus esfuerzos, sus ojos ardientes fijos en ellos, su siguiente ataque ya en movimiento.
Minutos de combate se estiraron, volviéndose una eternidad. La fatiga comenzó a pasar factura, no solo en sus músculos, sino también en el agotamiento de su energía.
Ambos estaban heridos; magulladuras superficiales, quemaduras leves en la piel de Silver, el pelaje de Blaze chamuscado en los bordes. Nada grave, pero el consumo excesivo de sus poderes los había dejado al límite. Se movían más lento, sus ataques perdían la fuerza, sus defensas se debilitaban.
- Esto... ¡esto tiene que parar! - exclamó Silver, su voz teñida de una desesperación cruda, el pelaje de su pecho y cuello brillando contra el fulgor implacable de las llamas que los rodeaban. Sus ojos dorados, antes llenos de determinación, ahora mostraban una sombra de frustración y derrota.
- Tranquilízate, Silver - respondió Blaze, su voz serena como la ceniza que cubría el suelo - Encontraremos una forma.
Su mirada, aunque cansada, prometía una resolución inquebrantable. Con un último destello de sus habilidades restantes, ambos optaron por una retirada estratégica, deslizándose entre los escombros humeantes, buscando un respiro en la noche ardiente.
Silver y Blaze, exhaustos, se deslizaron entre los escombros humeantes, sus músculos tensos y sus alientos agitados por el esfuerzo. Los golpes recientes, aunque no graves, ardían bajo sus pelajes, y el agotamiento de sus poderes era una pesada losa. Sabían que, por ahora, habían hecho todo lo que podían.
- Debe de haber una forma... una forma en la que podemos darle fin a esto... una en donde lo podemos destruir - La voz de Silver estaba teñida de una desesperación cruda, sus ojos dorados, antes llenos de determinación, ahora mostraban una sombra de frustración y derrota que le oprimía el pecho.
- La hay.
La voz, fría y sin cuerpo, flotó en el aire, helando el ya sombrío ambiente. Una helada antinatural, que contrastaba con el calor sofocante del infierno que los rodeaba, se extendió por el aire. Fue entonces cuando apareció, emergiendo desde las sombras profundas de los edificios en ruinas con una quietud sobrenatural.
No hubo sonido de pasos, ni crujido de escombros bajo sus pies; solo su forma cristalina y reptiliana se materializó de la nada, como una ilusión tangible. Sus ojos rasgados brillaban con una luz fría y calculadora, dos gemas malévolas incrustadas en su rostro de cristal. Era una figura inquietante, forjada de oscuridad pura y lo que parecía ser cristal solidificado.
- Buscáis la causa de vuestra desesperación - siseó con frialdad aquel sujeto, su voz había sido un murmullo que se clavaba directamente en la mente, sin necesidad de oídos para ser escuchada.
Silver se puso de pie de un salto, sus poderes psíquicos instintivamente rodeándolo con un tenue aura blanca, como una débil defensa. Sus ojos dorados se abrieron ligeramente, por la sorpresa y por una extraña fascinación pugnando en su interior.
No era sólo la aparición repentina de una criatura extraña, sino algo mucho más profundo de lo que había impactado. La forma de aquel sujeto… era innegablemente la de un erizo.
Era un erizo, sí, pero uno distorsionado, e inquietante. Su cuerpo parecía de cristal, un cristal oscuro y brillante, como una obsidiana pulida. Las púas que se extendían desde su cabeza no eran suaves ni definidas, sino facetadas y afiladas, con vetas de un color verde grisáceo.
No tenía boca en su rostro, solo una superficie lisa y vidriosa, dominada por sus ojos rasgados: dos gemas alargadas de un verde esmeralda gélido, casi como reptiles, que brillaban con una luz calculadora y desprovista de emoción.
Una tenue aura oscura parecía vibrar a su alrededor, absorbiendo la luz, volviendo el aire a su alrededor ligeramente más frío y pesado. Su presencia era un silencio que gritaba poder, una entidad de sombra pura y mineralizada.
La confusión y una extraña curiosidad, casi le cautivaron con fascinación. ¿Había otros? ¿Había alguien más como él en este futuro desolado, alguien que hubiera sobrevivido al cataclismo o, quizás, que lo hubiera causado?
- ¿Quién eres? - espetó Blaze, con sus ojos ámbar cerrándose con recelo.
Una pequeña llama danzó desafiante en la palma de su mano enguantada, una chispa de su inquebrantable espíritu.
Pero aquel sujeto la ignoró por completo. Sus ojos que eran fríos y calculadores, se fijaron únicamente en Silver, como si Blaze no existiera o fuera una mera distracción.
La pequeña llama en la mano de la gata, expuesta a la inmensa y silenciosa presencia del ser oscuro, parpadeó con rapidez, se encogió sobre sí misma y se apagó con una rapidez descorazonadora, como si el mismo aire le robara su calor…. como si la oscuridad del intruso la absorbiera.
- Así como una flor nace de una semilla, o un pollo de un huevo, todo tiene un origen. Necesitas encontrar al responsable original de esta catástrofe - dijo el sujeto con calma acercándose a Silver, su voz era un bálsamo engañoso en medio del caos.
- ¿Y tú sabes quién es? - dijo Silver sin bajar la guardia, la intriga se mezclaba con la cautela en su voz, sin atreverse a romper el contacto visual con aquel ser.
Mientras tanto, Blaze sentía que su propia energía se le escapaba de las manos, una sensación debilidad le invadió cuanto más cerca estaba de aquel sujeto… como si la mera presencia de aquel sujeto le estuviera drenando el poder de sus entrañas, dejándola vacía y temblorosa.
- Por supuesto - dijo el erizo de vetas grisáceas, con una sonrisa apenas perceptible, una sonrisa fría y cruel, se formó en lo que parecía ser su rostro - Síganme.
- ¡Alto! No te seguiremos a ningún lado hasta que nos digas quién demonios eres - Blaze se forzó a hablar, su voz sonaba débil pero firme, a pesar de la creciente debilidad que sentía y el cansancio que la hacía tambalear. El instinto le gritaba peligro, un presentimiento oscuro que se aferraba a su corazón.
- Mi nombre es Mephiles the Dark
Chapter 3: II ⚪
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Mephiles, en un movimiento rápido, se giró y comenzó a levitar hacia las ruinas más alejadas, donde el resplandor del golem de fuego era menos intenso.
- La criatura que os persigue es el Iblis, una manifestación de la destrucción. Y su origen... Es del Proyecto Solaris. Pero Solaris no es la raíz del problema. Hay un sujeto que trajo la calamidad a vuestro futuro. Si lo elimináis en el pasado, vuestro futuro será restaurado.
El golem de fuego, como si sintiera que sus presas intentaban escapar, soltó un rugido ensordecedor que hizo vibrar la tierra, lanzando una furiosa ráfaga de lava que se estrelló contra un edificio cercano, pulverizándolo al instante. Su avance se hizo más rápido, y sus pasos resonaron como un bombardeo implacable, y la tierra bajo sus pies temblaba con más violencia.
- Vuestro tiempo se agota - añadió Mephiles, con una voz escalofriantemente calmada sin siquiera voltear a mirar el inminente peligro - Si desean saber la verdad, con gusto los guiaré, pero si no... buena suerte calmando a su caótico amigo - Dijo, extendiendo una mano y apuntando directamente hacia donde el Iblis rugía con una nueva ferocidad.
El rugido se escuchaba cada vez más cerca, y la propuesta de Mephiles, a pesar de la desconfianza de Blaze y la sensación de que algo no estaba bien, sonaba como un salvavidas.
Los ojos de Silver se posaron en Blaze, buscando su consentimiento, su apoyo, una señal.
Blaze, tembló ligeramente por el agotamiento y la presencia opresiva de Mephiles, dudando visualmente de su petición.
Su expresión se contrajo en un gesto de disgusto y resignación, sentía su orgullo herido por tener que aceptar la ayuda de una entidad tan oscura.
Finalmente, con un suspiro casi inaudible asintió con la cabeza, sus ojos cerraron por un breve instante antes de abrirlos con una determinación amarga. No les quedaba otra opción.
Sin más palabras, Silver y Blaze avanzaron tras Mephiles, adentrándose más en la penumbra de la ciudad devastada, huyendo de la furia incesante del Golem.
El los guió a través de callejones llenos de escombros y túneles subterráneos semi-colapsados, una ruta que al Golem de fuego le imposibilito seguir, con una esperanza incierta de lo que Mephiles les ofrecía.
Llegaron a un complejo subterráneo, oculto bajo capas de roca y metal retorcido. El aire ahí era más denso, cargado con el olor a óxido y una extraña energía. Mephiles los condujo a una gran cámara central, llena de chatarra metálica y de granito en el suelo.
Mephiles, una vez dentro, se giró para mirarlos, con sus ojos de cristal brillando en la penumbra.
- Para arreglar esta línea de tiempo actual, necesitan cambiar el pasado - dijo con total calma
- Pero eso es imposible - dijo Silver con voz tensa, sus ojos dorados estaban fijos en el ser oscuro frente a él, la idea de alterar el tiempo era algo que escapaba a su comprensión.
Una sonrisa gélida se curvó en lo que parecía ser el rostro de Mephiles.
- Con mi ayuda podrás, porque tengo el poder de viajar a través del tiempo - Dijo, extendiendo ambas manos en su dirección.
- ¡De ninguna manera! - exclamó Silver completamente sorprendido.
- Pero, si tienes el poder de viajar en el tiempo - interrumpió Blaze - ¡¿por qué no lo haces tú mismo?!
Mephiles volvió sus ojos gélidos hacia ella por un instante.
- Mi poder tiene la capacidad misma del tiempo. Más no puedo alterar la historia directamente. Solo puedo guiar a aquellos con la voluntad necesaria para hacerlo - Su explicación fue concisa y carente de emoción.
Luego, Mephiles se acercó a un monitor antiguo y comenzó a manipular los controles.
En la pantalla las imágenes comenzaron a emerger; escenas de Soleanna antes de la catástrofe, su majestuoso castillo, la gente feliz, y luego, la explosión devastadora que marcó el inicio del Fin. Imágenes de la destrucción del Iblis, su furia devorando la tierra, sus rugidos silenciosos llenando la pantalla con terror.
- Para cambiar el pasado, debes eliminar al individuo que despertó a Iblis. El detonador del Iblis - dijo Mephiles, con sus ojos verdes fijos en ambos.
Con un movimiento de una de sus manos, una Esmeralda del Caos de un color morado intenso flotó en el aire frente a ellos, brillando ominosamente con una luz interna que parecía danzar frente a sus ojos. Dentro de su superficie lisa se proyectó una imagen clara: era la silueta de un erizo.
Un erizo de un azul vibrante, casi eléctrico, con púas aerodinámicas que se movían con lentitud. Tenía un rostro confiado y unos ojos grandes y expresivos que, incluso en esa imagen estática, parecían rebosar de energía.
- Este, es el responsable - Dijo Mephiles.
Silver, con una expresión de conmoción, compartió una mirada fugaz con Blaze.
Blaze se sentía reacia, con una expresión tensa y sus hombros caídos por la decisión, pero la desesperación en los ojos de Silver era evidente. Era la única vía, la única opción.
- ¿Ese erizo azul es el detonador del Iblis? - preguntó Silver, casi esperanzado.
Blaze se acercó, con sus ojos ámbar fijos en Silver y luego en la gema, observando la imagen de aquel erizo azul con cautela.
- Erizo azul… - repitió, casi para sí misma, con un tono lleno de asombro y de profunda desconfianza
Mephiles tan solo asintió con la cabeza, mientras mantenía su mirada en el monitor de aquel laboratorio.
- ¿Podré lograrlo? - dijo viendo sus manos con detenimiento mientras las apretaba con impotencia.
Mephiles se volvió hacia Silver manteniendo su mirada gélida.
- Si es poder lo que necesitas ... .yo puedo ayudarte - siseó - Solo si lo aceptas, este se unirá a ti y potenciará tus habilidades a límites que no puedes imaginar. Te dará la fuerza para cumplir tu misión. Y lo más importante... te protegerá.
Una oscuridad líquida comenzó a emanar de su cuerpo, formando una masa amorfa que se movía con cautela y se extendía como un tentáculo de sombra hacia Silver.
Silver, a pesar de la inquietud que le provocaba, extendió una mano. La masa oscura se lanzó hacia él, no con violencia, sino como un abrazo frío y simbiótico.
No fue doloroso, pero Silver sintió cómo se fusionaba con su propio cuerpo. Un tono púrpura comenzó a teñir el borde de su aura psíquica.
Mephiles observó con un semblante gélido aquel cambio.
Sus ojos verdes brillaron con una luz extraña. Rápidamente levantó su mano, y tomó el rostro de Silver con sus largos dedos fríos, tocando la piel de aquel erizo plateado. La cercanía era casi antinatural, y muy inquietante.
- Mucho mejor - susurró con una voz casi melosa - ¿Sabes? Te verías mucho más lindo si sonrieras - aquello hizo que Blaze se tensara visiblemente.
Silver quedó completamente atónito. ¿Lindo? ¿Sonreír? Su mente no podía procesar la extraña intimidad y el inusual comentario del ser frente a él.
Blaze, por su parte, soltó un gruñido bajo, en una mezcla de rabia y aversión hacia Mephiles. Sus garras se tensaron, y un fugaz brillo de fuego se cerró en sus puños.
No entendía la extraña fascinación de Silver por ese ser ni el comentario insolente de Mephiles, pero sentía la maldad que emanaba de él, y la forma en que manipulaba a Silver era inaceptable.
- Ahora, os enviaré de regreso al punto en el que el Detonador Iblis estaba vivo - continuó Mephiles, ignorando la reacción de Blaze y el asombro de Silver, retirando su mano del rostro del erizo plateado.
- Buena suerte - Dijo antes de generar una esfera de energía oscura, sobre Silver y Blaze, y con un parpadeo de luz morada y negra, ambos desaparecieron del laboratorio.
Chapter 4: III ⚪
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El mareo lo golpeó como un puñetazo. Silver sintió una distorsión abrupta en su estómago, el universo giraba y se retorcía en un torbellino de luces púrpuras y negras. El aire se volvió un borrón, el suelo desapareció bajo sus pies, y por un instante, no hubo nada más que la sensación de caer a través del vacío.
De repente, impactó.
En un golpe seco y doloroso. Aterrizo de bruces sobre una superficie dura. Por un segundo, Silver no supo dónde estaba, su mente aún estaba mareada por el viaje en el tiempo.
Levantó la cabeza, tratando de orientarse, y el pánico lo asaltó de golpe. Había aterrizado en el borde de un edificio altísimo, sus pies resbalaron peligrosamente en el precario límite. Se tambaleó, sintiendo que el abismo se abría ante él. Su corazón dio un vuelco al ver el suelo desde esa altura.
Inmediatamente aquella masa de forma amorfa reaccionó.
Un tentáculo oscuro se extendió a gran velocidad aferrándose con fuerza al alféizar del edificio. La fuerza de la gravedad lo arrastró hacia abajo, pero aquella masa se mantuvo firme, impidiendo que se precipitara al vacío.
Con la ayuda de su poder psíquico Silver logró impulsarse hacia arriba, elevándose un par de metros en el aire, lejos del mortal borde.
Retrocedió con un pánico crudo grabado en su rostro.
Esta altura... era mucho mayor de la que estaba acostumbrado en su futuro desolado. El viento silbaba con fuerza a su alrededor, era una sensación tormentosa que lo hizo sentir diminuto. Intentó regular su respiración con calma, sintiendo como el aire frío y desconocido llenaba sus pulmones. Tragó con nervios, y sus ojos dorados escanearon aquel tiempo.
No reconocía nada. La ciudad que se extendía ante él no era Soleanna. Pero tampoco era el infierno de ceniza y lava al que estaba acostumbrado, ni la majestuosa ciudad real de la que Mephiles les había mostrado imágenes.
Esta ciudad, estaba bajo un cielo sorprendentemente claro y sin las cicatrices del apocalipsis, era una maraña de rascacielos y calles llenas de vida. Lo más desconcertante: por todas partes, en las paredes de los edificios, en enormes vallas publicitarias digitales, en el lateral de autobuses que circulaban por abajo, se repetía una y otra vez la imagen de un hombre calvo con un bigote peculiarmente largo y exagerado, que se extendía en forma de espiral. El rostro le parecía familiar, pero no encajaba en ningún recuerdo. Era una ciudad que no reconocía, muy ajena a su propio tiempo.
Y en medio de su asombro y el alivio fugaz por no estar en su futuro apocalíptico, la verdad lo golpeó con fuerza.
Blaze no estaba a su lado.
Estaba solo. Completamente solo en un tiempo y lugar desconocidos, con una misión de vida o muerte sobre sus hombros.
De repente, una explosión ensordecedora estalló desde el cielo, atrayendo la mirada de Silver como un imán. Coincidió con el momento en que, en una de las enormes pantallas publicitarias, la figura del hombre calvo con bigote se despedía con un gesto elocuente.
¿A quién rayos le decía "Lame-Amigo"?
La explosión no fue un estallido destructivo, sino más bien un brillo intenso, una perturbación en la atmósfera.
Silver, con urgencia se lanzó hacia el origen de la perturbación. Sus ojos dorados se abrieron de asombro. El origen de la explosión no estaba en la atmósfera baja, sino mucho más arriba, en el espacio, donde una silueta oscura y masiva destacaba contra el azul pálido del cielo diurno. Era una nave, completamente absurda por su forma esférica y regordeta, era casi cómica.
Pero lo que más sorprendió a Silver no fue la nave en sí, sino la velocidad vertiginosa con la que volaba. Sus propios poderes psíquicos, combinados con los de aquella masa de sombra, que ahora lo cubría casi por completo, lo impulsaba a una velocidad que nunca antes había experimentado.
El viento se convirtió en un rugido en sus oídos, la ciudad se difumino debajo él, y el espacio se acercaba con una rapidez aterradora. Aquella masa oscura no solo le había aferrado al edificio, sino que había multiplicado su velocidad y agilidad de vuelo de una manera que jamás había imaginado.
Al acercarse a la peculiar nave, un destello blanco con maticrosados es se desvaneció de la parte frontal de la misma, tan rápido que por un segundo Silver dudó si realmente lo había visto. Apenas tuvo tiempo de procesarlo cuando la realidad lo golpeó: a través del cristal de la cabina, vio la inconfundible figura del sujeto calvo y bigotudo de las vallas publicitarias, manipulando controles con una expresión casi maníaca. ¡El sujeto estaba dentro de esa nave!
Como si de un pensamiento colectivo se tratase, la masa oscura que le cubría se expandió de repente, volviéndose más densa y mucho más amorfa, y su velocidad se disparó una vez más.
Con fuerza se estrelló contra el cristal de la nave, ingresando de manera forzosa. No fue un impacto suave, sino una ruptura limpia y violenta, el vidrio se rompió en millones de fragmentos brillantes. Y sin dudar, extendió su mano, con la sombra púrpura envolviendo su brazo, y antes de que el hombre calvo pudiera reaccionar, lo sujetó.
Justo en ese instante, una ráfaga de energía brillante estalló dentro de la nave, y una explosión los envolvió a ambos. La masa oscura reaccionó de inmediato, rodeándolos por completo, creando una burbuja protectora que absorbió el impacto de la explosión.
Sin embargo, sin tiempo para procesar lo sucedido, Silver y el hombre calvo fueron disparados hacia afuera de la nave, expulsados al vacío del espacio con una fuerza tremenda.
Silver no tuvo tiempo de reaccionar. En un instante, sintió que estaba cayendo nuevamente, pero esta vez era diferente. No caía hacia un edificio, sino hacia la inmensidad azul de la atmósfera, y la velocidad era aún mayor. El aire siseaba y se calentaba a su alrededor mientras la gravedad lo arrastraba de vuelta al planeta, llevando consigo al hombre calvo que aún tenía aprisionado en la masa con un campo extra de su propio poder.
El calor los golpeó como una pared invisible mientras reingresaban a la atmósfera. Silver sintió la fricción del aire transformándose en un infierno ardiente, pero extrañamente, no experimentó dolor.
La burbuja de la masa amorfa, se había convertido en un escudo perfecto. No podía ver nada a su alrededor; solo el púrpura oscuro y palpitante de la masa que lo rodeaba, absorbiendo toda la luz externa, mientras la presión aumentaba a su alrededor.
Le tomó un par de segundos, que parecieron una eternidad en la caída, entender lo que sucedía: la masa estaba absorbiendo todo el calor de la reentrada, protegiéndolo de las temperaturas infernales. Él solo sentía la resiliencia del calor mientras trataba de proteger a aquel sujeto bigotudo.
De repente, la burbuja se disipó.
Silver gritó cuando la masa amorfa dejó de cubrirlo, disolviéndose en el aire como humo espeso. La sorpresa lo inundó: ¡estaba en el aire nuevamente!
La masa había abandonado su forma protectora, y ahora era una masa parcialmente quemada por el congelamiento a la entrada a la atmósfera, pero aún seguía conectada a su propio cuerpo. La velocidad de la caída era alarmante, y el hombre calvo seguía sujeto por una de sus extensiones psíquicas.
Silver actuó con rapidez activando sus poderes psíquicos, y aquella masa se contrajo y se extendió, permitiéndole elevarse y maniobrar con mucho cuidado.
El sujeto calvo pesaba más de lo que parecía, una carga considerable que lo hacía luchar contra la inercia de la caída. Con un esfuerzo titánico, Silver logró ralentizar un poco su descenso, dirigiéndose hacia un punto en el suelo.
El impacto fue inminente. Silver cerró los ojos y se estrelló contra un campo de flores silvestres, recibiendo el golpe por completo. La explosión de color y el olor a tierra y hierba aplastada lo envolvieron, el impacto recorrio cada parte de su cuerpo.
Cayó con un gemido, magullado pero entero, las flores amortiguaron el golpe final. El hombre calvo, por su parte, rebotó ligeramente tras el impacto, aterrizando a pocos metros de él, con un sonido mucho menos contundente, la masa de sombra le ayudó a disipar gran parte de la fuerza de su propia caída
Pasaron varios minutos en los que Silver yacía inmóvil entre las flores aplastadas, el cuerpo adolorido y la mente aturdida. Lentamente, su conciencia regresó, y con un quejido de dolor, abrió los ojos.
- Ugh, un cabezazo del Golem dolía menos que esto - murmuró con un tono sarcástico, se llevó una mano a la cabeza, sintiendo una punzada intensa
Observó el cráter poco profundo que su propio cuerpo había formado en el campo de flores, un recordatorio vívido de la caída. A su lado, la masa amorfa, ahora era más pequeña y con los bordes ligeramente cristalizados por el frío extremo de la atmósfera superior, estaba pegada a su pierna como si intentara consolarlo o darle apoyo.
Trató de levantarse, pero sus músculos protestaban con cada movimiento.
Se impulsó, pero sus rodillas cedieron, y cayó de bruces una vez más, su pelaje plateado manchado de tierra y pétalos. Lo intentó de nuevo, con más determinación, pero el resultado fue el mismo: una segunda caída. La frustración y el dolor se mezclaron en su expresión. Sin embargo, antes de que su cuerpo tocara el suelo por tercera vez, la masa amorfa reaccionó. Se estiró desde su pierna hasta su cintura, envolviendola con una especie de tentáculo flexible y suave, sujetándolo firmemente y evitando que cayera de nuevo.
Silver logró erguirse por completo, se tambaleaba un poco, pero terminaba apoyándose en la extraña pero útil masa. Sus ojos, que aún seguían un poco vidriosos por el impacto, se dirigieron hacia el hombre calvo con bigote, que seguía inconsciente a unos pocos metros, tumbado de espaldas y con la ropa algo desordenada..
Con un esfuerzo que le hizo apretar los dientes, Silver utilizó su propio poder psíquico, sin el apoyo de aquella masa, elevando su cuerpo apenas unos centímetros del suelo, flotando precariamente sobre el cráter.
Sentía cada músculo demasiado tenso, y un dolor punzante en la cabeza. Maniobrando con gran dificultad, sobrevoló el pequeño cráter, con sus ojos fijos en la figura inerte del hombre calvo. Justo cuando llegó a su lado, sus poderes fallaron por completo. La punzada en su cabeza se intensificó, y un estallido de dolor lo hizo caer, aterrizando a un costado del sujeto con un ruido sordo.
La vista de Silver comenzó a nublarse, los bordes de su visión se estaban volviendo difusos, la luz del día desdibujándose en una neblina algodonosa. El cansancio extremo de la reentrada, el dolor de cabeza y el impacto de la caída estaban cobrando su peso. El desmayo era inminente, y una oscuridad suave comenzaba a invadir sus sentidos.
Sin embargo, justo antes de que la conciencia lo abandonara por completo, sus ojos captaron algo. Su mano derecha, que había caído sobre el vientre de aquel, se había posado cerca de un bolsillo. Entre la tela, apenas visible, se asomaban dos pequeñas púas, una de un intenso color rojo y otra de un vibrante color azul.
La imagen fue un relámpago en su mente agotada, conectando de inmediato con las palabras de Mephiles: "el detonador de Iblis... un erizo azul..." A pesar de la confusión y el dolor, una certeza helada se instaló en su pecho. Su misión. El objetivo.
Con la poca fuerza que le quedaba, Silver murmuró, con la voz casi apagada: "Te encontré... erizo azul." Sus dedos se cerraron sobre el bolsillo del sujeto, aferrándose a las púas, con una débil, pero firme, confirmación de su hallazgo, antes de que la oscuridad lo consumiera por completo y cayera desmayado junto al hombre calvo.
Varias horas después, Silver se despertó con un sobresalto, la oscuridad de la noche envolviéndolo. La punzada en su cabeza había disminuido a un dolor sordo, pero la confusión lo invadió al instante. No estaba en el suelo. Se encontraba flotando nuevamente, pero esta vez no era por sus propios poderes. La masa amorfa y púrpura que se había fusionado con su sombra lo sostenía en el aire, sus tentáculos ahora más grandes, más amplios, más... más envolventes.
Se dio cuenta de que era de noche. La luna iluminaba tenuemente el paisaje. La masa amorfa, bajo la luz estelar, parecía haber crecido, su forma más definida, su presencia más palpable. Y no solo lo llevaba a él; el otro sujeto, también flotaba a su lado, sostenido por otros tentáculos de la misma masa. No se había movido ni un solo milímetro desde que Silver lo había visto por última vez.
La masa era mucho más fuerte ahora. Mucho más fuerte que durante el día. La energía que emanaba de ella era casi reconfortante, un contraste bastante evidente con el agotamiento que sentía.
- Gracias - apenas susurró Silver, su voz ronca por el sueño y la deshidratación.
Con un gesto de gratitud, pasó su mano sobre uno de los tentáculos amorfos que lo sujetaban en el aire. La masa amorfa respondió al contacto, apegándose con suavidad a su mejilla, un gesto extrañamente afectuoso que le arrancó una risa genuina a Silver, a pesar de la situación.
Fue entonces cuando recordó las extrañas palabras de Mephiles: "Te verías mucho más lindo si sonrieras."
La risa se cortó de golpe, y un pánico repentino lo invadió. Desvió rápidamente la mirada de la masa hacia el sujeto inconsciente que flotaba a su lado.
- El golpe debió dejarlo aturdido - dijo Silver, más para sí mismo que para la masa, mientras comenzaba a flotar con sus propios poderes, liberándose un poco del agarre de la sombra.
La masa, como si entendiera, se apoyó suavemente sobre su hombro y, con un tentáculo, le señaló hacia el frente.
Silver siguió la dirección indicada y soltó una nueva risa, esta vez de alivio y asombro, al ver que la masa amorfa los estaba guiando hacia un granero. Era pequeño, sí, pero lo suficiente para ellos dos... no, para ellos tres.
Chapter 5: IV ⚪
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Al llegar al granero, Silver se acercó a la puerta, agotado, y la abrió con un ligero empuje de sus poderes, haciendo que el chirrido de las bisagras resonara en el silencio de la noche.
Una vez dentro, la masa amorfa depositó suavemente al hombre calvo en el suelo. Silver dejó que su propio cuerpo descendiera agotado sobre la tierra.
Con la ayuda de aquella masa, creó un nido improvisado con la paja que había en el interior, un lecho blando y rudimentario para el sujeto inconsciente.
Fue entonces cuando Silver notó la herida en la cabeza del hombre bigotudo. Un corte no muy profundo, que seguramente habría sido producto de la colisión con la nave o el aterrizaje.
La sangre ya estaba seca, y manchaba su calva. A pesar de su agotamiento, se acercó con cuidado, evaluando la ropa del sujeto con detenimiento.
- Perdón por esto.
Rompió parte de la ropa del sujeto, eligiendo la tela de un llamativo color negro con detalles rojos. Con aquellos trozos limpió suavemente la herida y luego hizo un vendaje improvisado, asegurando la tela alrededor de la cabeza de aquel hombre.
Mientras terminaba de curar la herida, el estómago de Silver rugió con fuerza.
- Ugh... - suspiró con dolor, apretándose el vientre con su mano derecha.
"¿Hace cuántos días no había probado un bocado?", pensó con pesar, mientras sentía su estómago arder por la falta de alimento y de agua.
Justo en ese momento, como si leyera sus pensamientos, la masa amorfa tiró de Silver hacia afuera del granero, llevándolo casi a rastras. Lo guió hasta uno de los costados del granero, donde un árbol solitario se alzaba. Silver lo observó con curiosidad.
Del árbol colgaban frutos de un llamativo color rojizo y una extraña forma, desconocida para él.
Sin mediar palabra, la masa amorfa, con uno de sus tentáculos, tomó uno de los frutos rojizos y se lo entregó directamente en la mano a Silver.
El erizo dudó. ¿Debería comer lo que esa masa le ofrecía?, algo le decía que no. Pero antes de que pudiera tomar una decisión, la masa acercó el fruto de su propia mano a sus labios, como si le urgiera que lo probase.
Silver tragó un poco de saliva, finalmente cediendo a la curiosidad y la persistencia de su pequeña compañera sombría, dando una mordida.
Un estallido de sabor lo deleitó al instante.
Era increíblemente dulce, jugoso y tierno, una explosión de frescura que no había experimentado en años. La piel era suave y sedosa al tacto, de un rojo vibrante y uniforme. Al morderla, se sentía ligeramente crujiente, cediendo a una pulpa blanca casi amarilla que desprendía un aroma fresco y afrutado.
Era algo completamente ajeno a todo lo que había probado en su lúgubre futuro. Aquello solo hizo que Silver se terminara el fruto en cinco mordidas más, devorando con avidez.
Sus ojos se posaron en el árbol con una mezcla de asombro y adoración, como si hubiera descubierto un fruto prohibido que prometía un placer inigualable. Sin pensarlo mucho más, y sin una pizca de su cautela inicial, voló hacia el árbol, dispuesto a comer todo el fruto que su estómago pudiese recibir.
Luego de unos minutos de una frenética ingesta, Silver finalmente se encontró recostado a los pies del árbol, con un fruto en cada mano, con sus mejillas regordetas y su estómago satisfecho por primera vez en mucho tiempo.
La masa amorfa, con curiosidad, se acercó hasta la altura de su rostro y ladeó una parte de su ser, como "viendo" a Silver.
El erizo, ajeno a todo a su alrededor, sonreía como un bobo, alzando sus manos con los frutos restantes y gritando feliz, aún con la boca llena de la deliciosa pulpa. La masa pareció vibrar con una especie de satisfacción al ver esa reacción.
Cuando terminó de comer, Silver tomó un par de frutos adicionales y, con cuidado, regresó al interior del granero. Los dejó en el suelo, muy cerca del sujeto inconsciente.
"Solo en caso de que despierte", pensó, mientras veía uno de los frutos moverse ligeramente frente a él, invitándolo a una nueva mordida. Quería volver a comerlo, el sabor era adictivo, pero una voz interna le dijo que eso sería glotonería.
Miró hacia el cielo nocturno, notando que era de un azul completamente oscuro, salpicado de estrellas brillantes, muy diferente al azul anaranjado al que estaba acostumbrado en su propio tiempo, teñido por el humo y las llamas del Iblis.
- ¿Dónde estás Blaze? ¿Pudiste llegar aquí? - dijo con tristeza.
Solo pensar en que su querida amiga no hubiera logrado atravesar el portal temporal y se hubiera quedado atrás, enfrentando a ese monstruo sola, le hacía querer vomitar.
Su tristeza rápidamente se transformó en determinación. Ya había descansado, había comido, y ahora era el momento de actuar. Se puso de pie, listo para comenzar la búsqueda de aquel "erizo azul" y quizás, encontrar a su amiga en el proceso.
Pero justo cuando intentó impulsarse con sus poderes, la masa amorfa extendió un tentáculo oscuro y flexible y lo detuvo de la pierna, impidiéndole el despegue.
- ¡Hey! ¡Suéltame! - exclamó Silver, intentando zafarse del agarre. Pero la masa no cedió - ¡Vamos, tengo que irme! ¡No tengo tiempo para esto! - gritó, comenzando a forcejear. La masa, sin embargo, se aferró con más fuerza.
Silver intentó volar, pero la masa lo arrastró de vuelta al suelo.
Silver pataleo, pero la masa se movió esquivando sus golpes, manteniéndolo firmemente anclado al suelo.
Frustrado, Silver decidió usar sus poderes. Concentró su energía psíquica y creó una burbuja de fuerza a su alrededor, esperando que la masa se soltara.
Pero aquella sombra era más astuta de lo que esperaba. Con tres tentáculos gruesos y potentes, la masa rompió la burbuja con una facilidad alarmante, forzándola a disiparse.
Finalmente, la sombra ganó la contienda. Con un movimiento rápido la masa arrinconó a Silver en el suelo, cerrando sus manos con tentáculos de sombra y rodeando sus piernas, impidiendo cualquier movimiento.
Silver soltó un gemido resignado, con la derrota grabada en su rostro. Miró a la masa, que lo sostenía firmemente, con sus ojos llenos de una mezcla de frustración y, extrañamente, una pizca de alivio.
- ¡Está bien! ¡Está bien! ¡Ya puedes soltarme! - dijo rindiéndose.
Pero la masa no lo soltó. En su lugar lo levantó en el aire, con los tentáculos ahora envolviéndolo por completo y con mucha suavidad. Comenzó a mover la paja del granero, y con movimientos lentos y precisos, moldeó un nido más pequeño pero evidentemente más acogedor, justo al lado del que ya había hecho para el otro sujeto. Mientras Silver le pedía que lo soltara, con su voz llena de impaciencia, aquella masa ignoraba por completo sus protestas.
Cuando la masa finalmente lo soltó, Silver se dio cuenta de que estaba reposando sobre el nido. Era justo de su tamaño, mucho más acolchado y cómodo de lo que esperaba. En ese momento, la testaruda insistencia de la masa cobró sentido. Ella quería que él descansara, y no iba a recibir un "no" como respuesta.
Silver suspiró, un ligero gemido de resignación escapando de sus labios.
- Gracias - murmuró en voz baja.
Se acomodó en el nido, el calor suave de la paja envolviéndolo. Miró sus manos detenidamente antes de quitarse uno de sus guantes, observando como la tela estaba comenzando a desgastarse.
Mientras Silver se sumía en un sueño forzado en el granero, a varios kilómetros de allí, las instalaciones de la organización militar GUN estaban en alerta máxima. La explosión de la nave espacial y la consecuente reentrada atmosférica de múltiples fragmentos habían activado varias alarmas.
En una sala de control oscura, llena de pantallas parpadeantes, un oficial se dirigió hacia la Directora Rockwell, con una voz tensa:
- Directora Rockwell, hemos rastreado los múltiples objetos que atravesaron la atmósfera. Pero hemos detectado que durante la reentrada, una energía viva descendió hacia la tierra.
La Directora Rockwell, que seguía la situación desde su terminal, apretó los labios en una línea fina.
- Imposible. El Ark fue destruido. Es imposible que alguien haya sobrevivido al ingreso.
- Los datos de telemetría de la explosión y de la trayectoria sugieren que algo sobrevivió a la destrucción. No podemos confirmar que sea "él", pero la firma de energía es caótica y fuerte. Hemos perdido el rastro visual, pero la triangulación preliminar de la caída es... - El oficial revisó el mapa con incredulidad.
- Establezcan el rango de búsqueda en las cercanías de esa zona rural. La prioridad es encontrar y neutralizar de forma permanente al proyecto Shadow. Desplieguen todos los equipos disponibles.
El oficial asintió, pero al acercar el mapa y ver el nombre del condado, soltó un sonido de exasperación audible.
- Sí, Directora. Entendido. Neutralización permanente... en las cercanías de...
- ...Green Hills - dijo con absoluto fastidio - Al final fuiste hacia él, ¿Eh, Shadow?
