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To bloom

Summary:

La costumbre era carente de expectativas, la costumbre crea patrones, independientemente el fin o bondad del contrario, aun así, si se volvía costumbre ver aquellas heridas en la piel de Jin, Shiki las haría florecer.

Notes:

Necesito mas de esta pareja😞
No importa la manera,
Necesito mas comida de ellos

Work Text:

- Esa dulce mañana fue un tanto diferente a las habituales que solía tener en aquella floristería, a la hora de abrirla las gardenias le saludaron con su dulce aroma y las pequeñas rosas que abrían sus capullos estaban bañadas de un rocío de mañana, no le hicieron daño con sus espinas esta ves; Shiki lo agradeció tanto que pareció animar su mañana a otro nivel, el mal humor de la noche anterior pareció desaparecer, ya que no solo esas flores decidieron dar la bienvenida por aquella tienda, las hortensias junto a las lavandas que tenía de decoración en el ventanal habían decidido salir mas resplandecientes, los girasoles no habían votado sus pétalos, los lirios llamaron algunas mariposas que ya rondaban por la tienda, definitivamente ese día iba a ser uno bueno.

Con esos ánimos arriba comenzó con su rutina, limpiando la tienda, moviendo el polvo molesto que se acumulaba en las estanterías del lugar gracias a la tierra y la arena que manejaba ahí, abriendo en grande las persianas que impedian que la luz natural entrará, de paso decidió adelantar su hora de ayudar a aquellas flores que necesitaban un cuidado mas especial. Su rutina se basaba en eso, atender su pequeña pero a la ves enorme (para él) floristería, no podía quejarse.

Shiki amaba esa floristería, tenía tan pocas cosas por las cuales amar o dar un propósito a su vida que no podía evitar aferrarse a esa pequeña tienda que su padre, ya difunto (que en paz descanse) le heredó.

La cuidaba con su alma entera, ponía su alma en ella.

Realmente tenía tan pocas cosas que amar que muchas veces se preguntaba su propósito en aquella vida pero esa pregunta se esfumaba al instante de ver su progreso.

Así le dio vuelta al cartel, un "abierto" se leía en grande.

Por parte del peliazul no había mucho que contar, realmente era alguien con gustos selectivos, así como con las personas a su alrededor, tenía una extraña hiperfijacion en las armas de fuego, en su hogar tenía unas cuantas, era como una colección que estaba iniciando apenas, algo muy raro para alguien que maneja una floristería y tenía un gusto tan ñoño como lo son las propias flores, después de eso, puede contar con los dedos de sus manos sus respectivas amistades, su mejor amigo, Ikari Yoaroshi, ese ser que se hacía llamar su mejor amigo, después estaba Mikado Momodera, un muchacho con el cual solía hablar diario gracias a compartir los mismos gustos y Kyouya Oiranzaka, era un amigo a este punto de la historia pero también era su vecino, tenía su consultorio a su lado, un vago para el pensamiento de Shiki, aun así lo quería, aunque también estaba el.

— ¡Buenos días! — Escucho dos pequeñas voces después de la campanilla del lugar, los pequeños hijos de Ikari aparecieron corriendo hacia el. Los recibió con gusto.

— Buenos días, enanos.— Dijo divertido, abrazando como despeinando las pequeñas cabezas pelinegras de aquellos.

— Buenos días.— Y entro la madre de los cachorros.

Ikari por lo general lo venia a visitar con sus cachorros, Akiko y Akira, estos venían cuando descubría que había pasado una mala noche, le agradecía la preocupación pero estaba convencido que muchas veces molestaba con ello, aquel muchacho podía hacer cosas mas productivas con sus hijos aparte de estarle escuchando acerca de los problemas con su relación.

Shiki tenía pocas cosas por las cuales amar, pero esas pocas eran su mundo entero.

Entre ellas, su actual pareja.

Se repetía muchas veces que era la ceguera del amor, que era demasiado fuerte en el, pero otras veces no entendía un por que, si fuera aquello, ya hubiera dejado ir a este.

No tenía corazón para hacerlo.

No podía si quiera pensar en no tenerlo.

— ¿Como estas, Shiki?, ¿Qué sucedió ayer? — Pregunto con cuidado mientras tomaba asiento en aquella pequeña mesa que tenia a un lado del enorme ventanal, cerca de aquellas flores de lavanda que se procuraba cuidar para que siguieran oliendo frescas.

Shiki suspiro. — Ya sabes, lo de siempre con Kougasaki...

Ikari suspiro mientras le lanzaba unos pétalos muertos que decoraban de mala manera la mesa.

Jin Kougasaki, ese era el nombre de su bonito novio y del cual no podía simplemente dejar, estaba demasiado perdido con aquel hombre en cualquier aspecto de la palabra, no solo no podía dejarlo, parecía ser un foco de luz mientras que el era la tonta polilla que volaba embobada a su trágico final, la luz quema muchas veces sino sabes como manejar la o en potencia dejarla para que brillará bien, Shiki aun no lo sabe a pesar de conocerlo desde un buen tiempo considerable.

Kougasaki era su luz.

Shiki era una noche necesitada de ella.

No había constrate pero aun así lograron que las cosas de alguna manera funcionarán.

Shiki era un alfa, mandilón, como diría Ikari, dulce tal ves lo describiría Mikado, bueno seria el adjetivo que usaría Kyouya, aun así, no llegaba al estereotipo de alfa que se esperaba, Shiki no buscaba peleas con cualquiera, no tenía un puesto grande una empresa, ni mucho menos quería a un omega para cada día, era simplemente el rocío de la noche, dueño de una floristería, alguien que por lo general no le gusta la pelea ni el derrame de sangre injustamente, también teniendo únicamente ojos para cierto omega gruñón de cabellos rubios, por otro lado, Jin, no es el del agrado de los amigos del peliazul, muchos creían que era un bueno para nada, estos cargando igual con la creencia que era un beta, alguien como lo es no podía ser un omega, porque vamos, el no cumple con lo esteriotipico que se pide para ser omega, no era un ama de casa, era alguien demasiado serio, ni estaba dispuesto a dar su vida por una familia aun inexistente, el era de esas brisas veraniegas que si te expones mucho pueden darte calor, era bastante calculador con sus movimientos, trabajaba de alguna manera con pandillas, bueno quizás esta era la razón principal del por cual los amigos de Shiki no le querían pero aun así, la única cualidad que comparte con un omega esteriotipico es que daría su vida por aquel alfa aunque este no entendiera el porqué ni mucho menos sus razones.

No debían entenderlas al final del cabo.

Siempre era lo mismo para el alfa, cansando de muchas cosas, ejemplo, que su omega llegará herido sin entender el porqué no hace algo por esas heridas, ni siquiera se enojaba, no hacia algo por eso, solo llegaba a sus brazos y pedía estar ahi, era el refugio de aquel, aun así Shiki era explosivo con los suyos, verlo herido no era de su agrado, las peleas escalaban a un escenario donde ninguno de los dos puede refugiarse en los brazos contrarios.

Eso mismo sucedió la noche anterior, Jin llegando casi a media noche, con sus brazos llenos de sangre, el peliazul estaba demasiado consciente de que esa sangre era de el, asi que obviamente, se altero, ya estaba dispuesto a bajar al mundo donde pertenecía su novio para acabar con aquel, pero inicio aquella discusión, donde aquel le aseguraba que estaba bien, ¿Como aseguras eso cuando tu aroma esta alterado, al punto de estar asustado? Shiki no le creyó nada, se altero, se alteraron ambos, haciendo como último acto de esa pelea que el rubio se fuera del departamento dejando a un muchacho de lunares alterado y con el corazón en la mano.

¿Siquiera era bueno para proteger a quien ama? No. Shiki no era bueno ni para eso.

Eso dolía, esas acciones como sus propios pesares dolían cada dia mas al ser alimentados con las cosas contrarias de su pareja pero, ¿Como culparlo? El lo conoció así, el desde un inicio fue claro, intentaría cambiar, lo intentaría pero no prometía mucho, era macabro, pero el acepto los grilletes como la llave que lo ataba a eso.

— Ya deberías dejarlo.— Comento el muchacho, haciendo una pila de hojas muertas con las que estaban sobre la mesa, volvió a ver al otro, pareció temblar ante esa idea.

Era boba, si lo hubiera querido dejar desde hace mucho tiempo lo hubiera echo, el tenia la llave del grillete, podía abrirla sin mucho problema, pero no quería.

— No... simplemente quiero sacarlo de ahi, el dejarlo me es imposible y lo sabes Ikari, me es imposible dejarlo. — Solto con cuidado, dolido, aquel sabia perfectamente lo que quería, sus mas profundos anhelos y pensamiento sobre su relación, que le dijera eso, era doloroso para el.

— Te estas haciendo daño, Ichinose, después, dime, ¿Quien te va a salvar cuando queden únicamente pedazos tuyos? — Pregunto, entre sus manos trituro los pétalos de lavanda secos, viéndole, acusatorio como cansado, si, estaba cansado de ver como aquel seguía creyendo esa mentira, ¿Era sano amar de esa manera?

—Él, el me salvara de eso.— Solto seguro, tenía ganas de llorar, era patético.

— No estés tan seguro de eso, ¿Qué te hace pensar asi? Si ni siquiera fue capaz de dejar esa vida, ¿Qué te hace pensar que te levantara? — Suspiro viendo a su amigo ya casi el borde del llanto, realmente era un bobo enamorado, no habría fuerza para sacarlo de esa burbuja, no, no había.— Ya pues... solo quiero tu bien, idiota.

— Apreció eso pero... estoy bien... el es como una rosa.— Sonrió bajo

— Si que estas loco, Shiki, deberías medicarte. — Negó divertido, dejando de reprochar eso, lo dejaría tranquilo, no quería un alfa llorón en esos momento.

El muchacho comenzó reír para negar y cambiar el tema de conversación, no sabia si era ingenuo o que, pero de algo si estaba seguro, estaba demasiado enamorado y eso lo lograba convertir en alguien terco.

Era lindo.

Sus cachorros fueron con su tío, buscando como jugar con el, usualmente la floristería del muchacho comenzaba a tener clientes alrededor de las diez u once de la mañana, aun asi, Shiki se encargaba de abrir a las ocho para mantener a sus bellas flores, ya que alguna que otra era cultivada en un pequeño vivero que tenia aunque muchas otras eran compradas por importadores.

Los dias eran asi, Ikari se aprendió la rutina correspondiente del empleo del muchacho, abría a las 8 para darle mantenimiento a sus correspondiente plantas, eso de una hora mas tarde llegaba alguno de ellos tres, Mikado, Kyouya u el para invitar al muchacho a un desayuno, ya para cuando se hacian eso de las diez comenzaban a llegar clientes para la tienda, no era siempre, la racha varía aún asi era bastante.

La campanilla del lugar sonó.

— Buenos dias... Shiki...

Oh, nunca había visto a su amigo voltear tan rápido a la ventana, pero era normal, ahi estaba su omega buscando por el.

— Kougasaki.— Su susurro fue tan lastimero que apenas le volteo a ver, era como una cachorro recién encontrando a su dueño después de separarse por un largo tiempo.

Ikari quería sacarlo.

Shiki no lo dejaría hacer eso.

Aun así sus pies casi se levantaron, sus manos picaron en impotencia al ver la escena.

Jin se acercó al hombre, tomándolo de la manga de su chaqueta, sus ojos conectando desde lo mas profundo de ambos, pidiéndole un lugar para hablar con solo su mirada, aquel muchacho tembló, no podría jurar si era de lo imposible que era aquella escena o sus ganas de llorar, sin embargo este únicamente asintió, levantándose, diciéndole al otro muchacho que ya regresaba.

Ambos se fueron al vivero.

No, no era normal ese comportamiento en aquel, siempre era lo mismo, después de una pelea tenía que esperar a la noche, alguna que otra ves a la madrugada para que el muchacho regresara a su departamento compartido para buscar como hablar, disculparse ambos por sus comportamientos para buscar como irse a dormir entre los brazos contrarios, eso era lo normal para el, asi que esa visita inesperada de Jin le tenía alerta, ¿Sucedió algo mas grave?, ¿Había otro problema aparte de ese?, ¿Jin le dejaría? Su mente trabaja por segundos.

Al estar ahora solos en aquel pequeño vivero, la tensión la volvió a sentir, podrían ser su amiga, ya que las flores que cuidaba en esos momentos parecían abandonarlo, casi burlándose de el; Los crisantemos bailaban burlonamente con el viento mañanero que entraba, los tulipanes le dieron la espalda avergonzados por su actitud y las margaritas parecieron encogerse ante la vergüenza que le causaba la imagen de ellos dos, Shiki era un alfa horrible.

Aun sin soltar la manga del suéter del muchacho el otro se acerco, era mas bajo que el mayor, tenía que alzar su mirada para poder ver al peliazul, esto a Ichinose le llenaba el pecho de calidez pero cuando estaba en otra situación, ahora solo lo invadía la incertidumbre, el no saber cual será el otro movimiento del otro, lograba ser mucha su duda.

— Shiki...— Apenas soltó, un ruego ligero de que le prestara su atención. — Hablemos.

— ¿De?, ¿No puedes esperar a la noche como siempre? — Pregunto con cuidado, deseando que sea así, que no sea crítico lo que esté quisiera hablar, estaba inquieto

— ... ¿Me vas a dejar? — Pregunto con pesar

— ¿Qué?

Ambos se quedaron viendo, aun sorprendidos por las palabras que escucharon y soltaron, no podía ser eso, no podía, Kougasaki estaba completamente seguro que esa no era la razón por la que había ido a la tienda de Shiki, aun así que aquel poseyese esa duda, esa dolorosa duda que creo un hueco en el corazón del omega.

— No... ¿Tu lo harás conmigo? — pregunto a cambio

Ahora fue el turno del peliazul de cuestionarse sus acciones en esos momentos, no, jamás dejaría por voluntad propia a su omega, era imposible ver un futuro sin estar al lado de este.

— No.

— ¿Entonces?, ¿Por que esa duda? Shiki...

— ¿Qué querías hablar, Jin? — Pregunto firme, viendo al muchacho que le veía, ahí estaba nuevamente esa suplica, como si hubiera echo algo malo, ¿Lo hizo?, ¿Venía a confesar su pecado en esos momentos?, ¿Le dolería?

— Y-yo... Discúlpame, Ichinose, no me dejes.— Y lo abrazo.

Necesitado del contrario, únicamente hizo eso, con dolor, realmente parecía alguien a punto de perder lo mas valioso que tenía, podría ser así, el no conocía como era la mente de Shiki, el no conocía nada mas aparte de las acciones que este le demostró y las propias que para ambos eran estacas que el mismo se dedicaba a plantar, haciendo mas jodido todo.

Jin no sabia como amar.

Shiki amaba con el alma.

Ambos se hacian daño mutuo.

Realmente, ¿Eso importaba? Los únicos testigos de esas palabras que pesaban para ellos, no eran nadie mas que los propios como las flores, los pequeños ramos de tulipanes que alguna ves dejo ahí y se le olvidaron, ahora siendo flores secas bailaron con el aire y esa planta de romero que estaba a nada de secarse por la escasez de agua dieron su ternura para el momento, no eran perfectos, cualquiera que escuchara esas palabras como súplicas diría que están igual de marchitas que esas flores que alguna ves olvido aquel hombre, aun así para ellos significaban el peso del mundo entero. Su mundo.

Shiki lo abrazo contra su cuerpo, dejándolo sin escapatoria, dejándolo casi sin aliento, prometiendole con esas acciones miles de cosas que ambos estaban acostumbrados a no cumplir, a solo dejarlas en el aire pero a la ves miles de otras que sin duda lo harían.

Eran un fracaso para su relación. — Te disculpo.

— Por favor... cura mis heridas.

— Las haré florecer.