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Raphael, el más grande

Summary:

Las noches más bellas son las mejores para ocultar calamidades.
¿Qué se hace ante la pérdida de un amigo?
¿Qué se hace ante la pérdida de un hijo?
¿De un hermano que es casi un padre?
¿Qué se hace cuando la victoria arrastra una consecuencia demasiado grande como para poder disfrutarla?

Notes:

Mi primera historia larga, espero que la disfruten. En caso de que lo necesiten también haré una versión en inglés, pero está es la original y probablemente la mejor, si hacen el esfuerzo de leer esta incluso si no tienen un muy buen español se los agradecería mucho.

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: La victoria

Chapter Text

La noche era bellísima, las estrellas iluminaban el cielo con más fuerza que nunca y llovían como suaves estelas plateadas sobre el agua que, anonadada, únicamente podía reflejar esa belleza de vuelta. Parecía un regalo, una recompensa por todo lo que había sucedido durante el día. Todo lo que habían sufrido durante ese día.

Bajo la mirada a sus débiles brazos, su hermano menor también brillaba, con menos intensidad. Las marcas en su piel soltaban una leve luz dorada, tratando de maquillar las horribles heridas que cubrían su cuerpo. Lo único en lo que pudo pensar es en lo innecesario que era, Mikey no necesitaba más brillo que el de su alma. Un quejido lo saco de su transe, giró la cabeza hacía su hermano mayor. La máscara se le fundía con su sangre y su sangre se perdía con la del chico en sus brazos, en la oscuridad era difícil diferenciar que era de quién. El dolor de uno se mezclaba con el del otro.

-¿Estás bien?

Susurró Donie como si por hablar muy fuerte la poca paz que tenían se partiría en pedazos. Raphael negó con la cabeza.

-No fui yo, no sé si es bueno que Leo haga ruidos, pero aunque sea sé que esta vivo.

Caminaba sin mirarlo, únicamente bajaba los ojos de vez en cuando al lider, quien luchaba contra el peso de serlo. Tenía la mandíbula tensa.

-Ni en este estado es capaz de callarse un rato.

No lo dijo como si fuera una broma, ambos entendieron que lo era, ninguno se rió.

-Da miedo.

Dijo Rapha, después de casi media hora caminando hacia Nueva York, la semi oscuridad no permitía ver la expresión en su rostro.

-¿Qué cosa?

-Lo bello que es este lugar, es como que esta ocultando lo terrible que se pusieron las cosas.

No le contestó, no quería verlo de esa manera. Quería permitirse disfrutarlo aunque sea un poco.

No tardo mucho más tiempo hasta que el silencio se quebró de nuevo, esta vez por un motor. No hicieron nada al respecto, estaban muy cansados, si los veían les pedirían que los ignoren y si trataban de atacarlos, lo averiguarían en el proceso. Nada de eso fue necesario, era ayuda.

Draxum manejaba ¿Dónde había estado todo este tiempo? April, sentada en el copiloto, parecía que había estado gritándole todo el camino; su padre detrás, trepado a la silla como un loco; y Casey, quien se puso muy contento de ver que estaban bien. Apenas se subieron al auto y April se puso a manejar. Draxum pasó detrás y comenzó a ayudar con las heridas mientras Donatello le explicaba que las había causado lo mejor posible. Raph no participó mucho, se dejó vendar y se mantuvo a un costado, observando en silencio.

Una hora más de viaje y llegaron a la guarida de Draxum, todo el mundo fue a la enfermería, aunque no todos se quedaron ahí por mucho tiempo. Raphael en un punto se escabulló fuera, tenía los ojos cansados, la espalda tensa, estaba aturdido por el ruido.

Encontró un sillón y se sentó, un hilo de sangre cayó por su boca, no hizo nada al respecto. Levantó la mirada, había vidrio en el techo, pudo ver las estrellas.

-Que hermosa noche...

Murmuró mientras los músculos se le relajaban de a poco. Las noches hermosas son las mejores para ocultar calamidades. Mientras todos luchaban por la vida un par de habitaciones más allá, él tenía el momento más pacifico de la suya mientras sus ojos se apagaban de a poco.

Una decisión importante se tomó esa noche, una vez más eligió proteger a su familia, de su cuerpo infectado, de su alma corrupta.

Habían mentido, la muerte era bastante calida. Y la estela de la luna que caía sobre él le daba un aire mágico, de ensueño. La calidez de la sangre se había perdido y ya no reflejaba la luminosa noche, pero también se había llevado el dolor. Ya no escuchaba nada, ya no sentía nada, pero aún podía ver las estrellas. Fue como dormirse en los brazos de papá, fue como ser pequeño otra vez y ya no tener que preocuparse por el peso. Esta vez se durmió en brazos de papá, y nunca tendría que crecer de nuevo.

Horas después, Draxum encontró durmiendo el cuerpo de un niño muerto.