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Nido incompleto

Chapter 3: 3

Notes:

Mañana tengo un parcial, estoy super nerviosa y ansiosa.
Siendo sincera, no debería estar escribiendo, pero escribir es algo que me calma cuando estoy nerviosa así que hice este capítulo para sentirme feliz durante un rato.

Espero que les guste ♥️

Bye 🤍 ✨

Chapter Text

Conrad estaba recostado en su nido, rodeado de las prendas que Susannah, Laurel y Belly le habían dejado. Aun así, la falta del aroma de los Alfas lo hacía inquietarse. Movía las manos con nerviosismo sobre las telas, como si buscara un calor que no encontraba. Un nudo le apretaba la garganta: sabía lo que le faltaba, pero pedirlo le resultaba imposible.

Aún así, la incomodidad era tan grande que ya no podía soportarlo más. Conrad ya estaba decidido a ir en busca de los chicos, anhelando qué la vergüenza no sea tan grande como su incomodidad, y pensando que sería lo mejor. Se sentiría mucho mejor cuando obtuviera esas prendas.

Justo cuando reunía fuerzas para levantarse y buscarlos, escuchó la puerta abrirse.

Alzó la mirada sorprendido, y lo primero que vio fue a Steven y Jeremiah peleándose en silencio, empujándose torpemente entre ellos mientras avanzaban con algo en las manos.

El rubor le subió a las mejillas.

—”¿Acaso Belly les dijo que vinieran?”—se preguntó.

Ambos se quedaron quietos a un par de pasos de la entrada del nido, como si no supieran qué hacer. Conrad, confundido, inclinó la cabeza.

—¿Qué sucede? —preguntó con suavidad.

Steven y Jeremiah se miraron entre sí, casi como si estuvieran compitiendo por quién respondía primero, hasta que al final lo hicieron juntos:

—Queremos disculparnos —dijeron al unísono.

—Deberíamos haber sabido que era difícil para ti pedir nuestras prendas—empieza a hablar Steven.

—Fuimos insensibles—Jeremiah continuó—. No supimos entender lo que necesitabas—dijo, con un tono genuino que pocas veces mostraba.

Steven levantó la prenda que traía entre sus manos.

—Así que trajimos esto para compensarlo—sonrió ligeramente.

—No te molestes con nosotros, Connie—dijo Jeremiah cabizbajo—. Por favor, no podríamos soportar tu odio—lo miró apenado.

El corazón de Conrad dio un vuelco. Sonrió tímidamente, dejando de lado la vergüenza. La emoción de tenerlos cerca era indescriptible.

—Gracias por venir chicos—logra decir con un tono de alivio en su voz—. Y no sean tontos, yo jamás podría odiarlos.

—¿En serio?—preguntó Steven.

La sonrisa del Alfa pelinegro se veía tan brillante a los ojos de Conrad que casi provoca que vuelva su timidez inicial.

—No tienes idea de lo aliviado que me hace sentir eso—exclama Jeremiah soltando un ligero suspiro y sonriendo en el proceso.

Tanto Steven como Jeremiah parecían felices al escuchar al Omega, sin poder evitar soltar un diminuto porcentaje de feromonas cálidas que logró sentir Conrad. Mentiría si dijera que no le afectaron aliviando un poco su malestar.

No pudo evitar notar que ambos Alfas seguían tomando distancia y alzó una ceja mientras inclinaba su cabeza con curiosidad.

—Entonces… ¿por qué no se acercan más?

Ambos negaron enseguida.

Sabían lo delicados que podían ser los nidos de Omegas, no querían invadir, molestar o incomodar el espacio seguro de Conrad y terminar alterando su estado de ánimo.

—No queremos cruzar un límite —murmuró Jeremiah, serio.

Pero Conrad estiró los brazos hacia ellos, el rubor se extendía hasta sus orejas.

—Por favor. Acérquense.

Los dos Alfas sintieron su corazón ablandarse ante tal vista, intercambiaron una mirada rápida antes de dejar la prenda que habían traído en la cama de Conrad y quitarse los zapatos, y luego avanzaron con cautela, cuidando de no desordenar nada. Cada uno tomó una de sus manos, tibias y temblorosas.

Ambos se sentaron cerca de él.

Entonces, Conrad sorprendió a Jeremiah. Se inclinó hacia él, hundiendo la nariz en su cuello, aspirando profundamente su aroma. Apoyó sus manos en su pecho y soltó un suspiro cargado de alivio. Luego comenzó a frotar su mejilla contra la del Alfa, obteniendo así más del aroma cálido de su hermano menor.

Steven se sorprendió por la acción, mientras que Jeremiah sintió el pecho ensancharse. Sus labios se curvaron en una sonrisa suave, y con delicadeza acarició su cabello, bajando lentamente hasta su espalda.

—Está bien, Connie—dijo con suavidad dejando un beso en la frente de Conrad—. Estoy aquí—susurró mientras hacía círculos en la espalda del Omega para calmarlo.

Hubiera querido quedarse así mucho más tiempo, rodearlo de sus feromonas, mimarlo y llenarlo de su afecto sin descanso… pero Conrad se apartó antes de que pudiera, dejándolo con la mano suspendida en el aire y el corazón latiendo demasiado fuerte. No pudo evitar fruncir el ceño al ver a Conrad observar al otro Alfa.

El Omega se volvió hacia Steven. Repitió el gesto, respirando hondo contra su cuello, aferrándose un momento a él antes de intentar alejarse para no invadir tanto su espacio. Steven, sin pensarlo, lo atrajo más cerca con una mano en su cintura. Pudo ver la sorpresa en la mirada del Omega que claramente no se esperaba eso.

Steven, con su otra mano recorrió con firmeza toda su espalda y, con un movimiento casi instintivo, se deslizó más abajo.

Conrad tembló bajo ese contacto, y Steven no pudo evitar inclinarse para dejar un beso suave en su frente, luego en su mejilla, y al final en sus párpados cerrados.

Un golpe en la mano lo detuvo. Jeremiah lo fulminaba con la mirada, era una advertencia clara: “No te pases de la raya".

Steven solo sonrió de lado, bajando el ritmo de sus caricias.

Entre el calor del nido, el aroma de los tres y las palabras reconfortantes que ambos murmuraban, Conrad terminó rindiéndose al cansancio. Su respiración se volvió profunda y acompasada, hasta que se quedó dormido.

Los dos Alfas se miraron durante un largo segundo. Ninguno habló, pero ambos asintieron al mismo tiempo. Se levantaron con cuidado, lo taparon con las mantas y dejaron las prendas que habían traído junto a su cuerpo.

Jeremiah dejó su camisa blanca con olor a pinos y uvas mientras que Steven dejó su sweater con olor a manzanas.

—Gracias—logró murmurar Conrad entre sueños—. Los amo chicos

Ambos Alfas sonrieron al escucharlo.

Antes de marcharse, no resistieron la tentación de acariciar suavemente su cabello.

Mientras se alejaban por el pasillo, Conrad, apenas entre sueños, alcanzó a escuchar la voz baja de Jeremiah, regañando a Steven.

—No vuelvas a sobrepasarte con él.

Steven rió, sin disculparse, y Conrad, con una sonrisa apenas perceptible en los labios, se dejó caer otra vez en el sueño profundo, rodeado del aroma que tanto había necesitado.

Notes:

♦♦♦♦♦♦

Gracias por leer, si les esta gustando la historia, son libres de votar y comentar si gustan.

Me gustaría saber que les parece.

Hasta pronto 🤍