Chapter 1: CAPÍTULO I. LA VIDA CONTINÚA
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Se sentía como si de nuevo le hubieran dado una maldita paliza. Aún estaba con las secuelas de su secuestro, por lo que aún tenía permiso para ausentarse de su trabajo, al menos un par de semanas más, en las que también debía considerar el ocupar el puesto que, ante los ojos de todos, le correspondía por derecho. Pero en ese momento, sentía como si su cuerpo hubiera perdido completamente sus fuerzas y sus heridas se hubieran reabierto, así que no pudo evitar gemir de dolor.
De nuevo había dormido en el sillón, a pesar de tener a su disposición desde hace varias horas, la habitación principal e incluso la otra; pero ni siquiera había podido subir una de las gradas, no sin sentir que se derrumbaría. Y Eddie parecía sentir lo mismo, ya que no se le veía con la misma energía de siempre y, de hecho, había preferido dormir cerca del rubio en lugar de en su cama. Danny vio al cachorro y lo acarició reconfortándolo y sintió que el perrito hacía lo mismo por él, pues había empezado a lamerle más juguetonamente.
— Escucha, amigo. Steve tuvo que marcharse, así que tú y yo vamos a tener que acostumbrarnos a su ausencia. Lo siento, nada de lo que le dije o hice pudo detenerlo. Él…, necesita esto para sentirse mejor, ¿sabes? A pesar de ser un SEAL de la marina americana, él ha quedado completamente agotado, ¿puedes creerlo? Y no sólo físicamente. Su mente también ha sufrido mucho con todo lo que ha sucedido, particularmente estos últimos años. Todos esos secretos, esos misterios… Nunca pude comprender cómo es que Doris pudo hacer todo lo que hizo… Puedo entender que quisiera proteger a su familia y se fuera; pero después siguió alejándose de su hijo, y él sólo quería tenerla cerca. Me pregunto, qué sintió ella con la muerte de Wo Fat. Después de todo, él la consideraba su madre y quizás para ella, él también fue su hijo. Seguramente, Steve también ha pensado en ello. A veces siento que no fui lo suficientemente bueno para que se desahogara conmigo… Creo que, a pesar del tiempo; él no pudo confiar del todo en mí. Y yo…, me siento nuevamente solo, así que, sería de gran ayuda si tú, y el señor Pickles se llevaran bien y no me dieran problemas. Así, podremos vivir los tres en paz, sobrellevando esto. Y no me mires de esa manera, que te he visto acechando a ese pobre gato cuando crees que nadie te ve, bribón.
El perrito ladró como protestando por esa afirmación. Sin muchas ganas, Danny se levantó y fue a prepararse el desayuno. Afortunadamente, Junior había permanecido en casa de Tani y aunque ellos habían dicho que se quedarían acompañándolo, el rubio se negó rotundamente.
Luego de haberle dado su desayuno también a Eddie y apenas haber bebido un poco de café junto con sus medicinas, volvió a la sala y miró todo, recordando la primera vez que había pisado aquel lugar. El ambiente estaba igual de silencioso y de pronto, se sintió como cuando llegó a la isla y sólo tenía esa horrible sensación de incertidumbre.
Finalmente, subió por las graderías, caminando muy lentamente; pero no se detuvo hasta llegar a la puerta de la habitación. No muchas veces se había atrevido a entrar, por respeto a la privacidad de Steve; pero ahora el motivo era distinto. Ni bien dio el primer paso al interior, observó todo a detalle, como si intentara descubrir los secretos que aún ignoraba, del hombre que hasta hace poco dormía allí.
Todo estaba pulcramente acomodado y sin una pisca de polvo. Abrió la cómoda quizás buscando cerciorarse que aún había cosas allí, que indicaran que el insensible idiota no se había machado para siempre. Había ropa, tanto camisas como poleras; y por supuesto, pantalones cargo. Tocó aquella camiseta desgastada que tantas veces le había visto usar que decía “marina”. A un lado del mueble, descansaba la guitarra que años atrás, le había regalado y se preguntó si sólo la tenía allí como adorno.
Dejó su bastón, tomó la guitarra y se sentó en la cama. El instrumento estaba afinado y tenía algunas partes desgastadas, lo que significaba que, en efecto, Steve la había usado. Deseó haber podido escucharlo alguna vez. Tocó un par de notas y devolvió el instrumento a su estuche, dejándolo donde lo había encontrado. Eddie entró inseguro; Danny lo llamó y el can subió a la cama. Ambos se recostaron en absoluto silencio.
Tiempo después, abrió los ojos, se había quedado dormido y Eddie con él. No sabía ni qué hora era; pero no importaba. Sin embargo, debía levantarse, bañarse; y limpiar sus heridas. Luego llamaría a sus hijos.
Se tomó su tiempo bajo la regadera y luego se vistió con un buzo deportivo. Las poleras ajustadas que solía usar, hacían demasiado contacto con su piel y raspaban las partes aun lastimadas, por lo que sacó prestada aquella camiseta de Steve y se la colocó, le quedaba algo suelta a excepción de la parte de los hombros; pero era sin duda más cómoda. Entonces, bajó a la cocina, apenas se preparó un emparedado para almorzar y también le dio su ración al perrito. El gatuno entró estirando las patas traseras, Danny lo había visto antes dormir en la cama de la otra habitación.
— Hola, señor Pickles, qué gusto que se haya dignado a aparecer y comer con nosotros —a él también le dio su ración en su plato encima del mesón, de ninguna manera quería gruñidos y bufidos, así que a la hora de la comida prefería mantenerlos alejados uno del otro— Sé que tú y yo nos hemos estado conociendo y hasta nos hemos llevando bien, desde que vine a vivir aquí, ya que Eddie ha pasado más tiempo con Steve y Junior y a ti te hacía falta alguien que te diera algo de amor; —dijo acariciándolo— pero ahora que Steve se fue, Eddie necesitará compañía, así que tú y yo nos encargaremos de no dejarlo solo, ¿bien? Eso es. Sólo esperemos que no pase mucho para que supere sus males y regrese a su hogar y a nosotros.
Luego de lavar su plato, caminó por el área que se supone era la oficina o más bien donde estaba el escritorio. Encontró varias fotografías, muchas de ellas antiguas, de los señores McGarrett, con Mary y Steve siendo niños. También fotos de ambos, con aquellos que iniciaron Five-O y así mismo, encontró recortes de periódicos, los cuales hablaban de la muerte de Doris McGarrett, de John y de los logros del equipo que el comandante dirigía en ese momento. Igualmente, había un par de fotos de Eddie y del señor Pickles, uno durmiendo panza arriba y el otro hecho un ovillo. Y encontró un par de fotografías de ambos y otras con los niños, las cuales le hizo sonreír.
Allí sobre el escritorio, estaba una caja, que el rubio reconoció como las cosas que una vez estuvieron en la oficina del jefe en el cuartel de Five-O; Danny no se atrevió a tocarla y se negó a derrumbarse, por lo que prefirió tomar el teléfono e ir al jardín.
Esta vez no quiso estar en la silla a orillas del mar, esta vez prefirió una de las sillas que estaban cerca a la casa, en el pasto. Respiró un par de veces antes de encender su teléfono, no quería preocupar a sus retoños; hacía tiempo había comprobado que Grace era muy perceptiva a la hora de descubrir si algo andaba mal con él. No se sorprendió de ver que ya tenía registradas llamadas perdidas y mensajes de sus compañeros. No los leyó.
— ¡Hola, amigo!
— ¡Danno!
— ¿Cómo estás, hijo?
— ¡Bien!
— ¿Sí? ¿Estás bien?
— ¡Sí!
— Me alegro mucho.
— ¿Te veré hoy?
— No, cariño, yo… Tengo algo que hacer; ya sabes, trabajo…, aunque te prometo que en un par de días nos veremos, ¿de acuerdo?
— ¡Sí! ¿Iremos a ver al tío Steve y a Eddie?
— ¿Qué dices si mejor vamos a la playa o a comer algo que quieras?
— ¡Sí!
— De acuerdo. Te quiero, hijo.
— Yo también, papi.
— ¿Me pasas a tu hermana?
— ¡Grace! ¡Es Danno! —Danny sonrió ante el entusiasmo de su pequeño.
— Hola, papá.
— Hola, monito, ¿cómo estás?
— Bien. ¿Y tú?
— ¿Yo? Yo estoy muy contento de escucharte.
— ¿Pasó algo? —insistió, claramente, alejándose del ruido que hacía su hermano.
— No, ¿qué ha de pasar? Todo está bien, mi niña hermosa.
— Supongo que aun estás viviendo en casa del tío Steve. ¿O acaso estás en el hospital? —preguntó suspicaz.
— No, cariño; estoy en casa de tu tío, aún falta algunos arreglos en la nuestra.
— ¿Estás herido?
— No, estoy bien.
— Dijiste que estás en casa, no en tú trabajo y es día laboral.
— Estoy bien amor, no fue nada.
— Papá…
— No te preocupes, pronto iré a verte, ¿sí? Te amo.
— Yo también, Danno. Mamá quiere hablarte —Danny estuvo tentado a colgar.
— ¿Danny?
— ¿Sí, Rachel?
— ¿Está todo bien?
— Perfectamente, claro.
— No te oyes bien.
— Estoy bien, sólo estoy cansado, hay mucho trabajo. Pasaré por los niños el viernes, ¿de acuerdo?
— Sí. Danny, si algo está mal…
— Nada está mal, Rachel, te llamo después. Adiós.
El resto del día continuó, con un Danny sin ganas de hacer algo, ni siquiera estaba interesado en ver el hermoso atardecer que tenía a la vista. Lo único que hizo, fue volver a cerrar los ojos, sus manos cubriendo su rostro, su mente debatiendo si era realmente necesario para Steve irse. De nuevo llegó a pensar que no consiguió ser el amigo que McGarrett necesitó y hasta se cuestionó si hizo algo mal como para que él se alejara. Sacudió su cabeza diciéndose a sí mismo, que la tristeza le estaba haciendo pensar tonterías; debía tranquilizarse y dejar a sus heridas sanar, no quería verse mal frente a sus hijos, ni frente a nadie.
Pero el día no terminaba y su cerebro no dejaba de pensar y recordar.
Cuando llegó a Hawái, no esperaba ser parte de una unidad como Five-O, Siempre se imaginó una vida entre papeleo y rutina policial. Y de ninguna manera sospechó la posibilidad real de ser jefe de tal unidad, ya que, según su visión, sería él quien se fuera primero. No era la primera vez que quedaba al mando; pero esta vez su tiempo al frente, si es que aceptaba el puesto, no tenía fecha de término. Se carcajeó ante el hecho irónico que, de los cuatro que iniciaron aquello, sólo él quedara, el menos probable.
Luego se preguntó si Steve había imaginado que todo lo que estaba formando, terminaría un día en manos del tipo que lo había apuntado en el garaje de su propia casa y sin proponérselo, también había hecho que aceptara el puesto ofrecido por la gobernadora. Una nueva duda se instaló en su cabeza. ¿Steve no lo consideraba apto para resolver el caso de su padre por ser del continente, tanto que prefirió aceptar un puesto que, en principio no quería? Nunca se había cuestionado eso antes.
Y las dudas continuaron.
¿Podría lidiar con todo lo que se venía encima? No lo sabía. ¿Habría muchas diferencias entre el método de Steve y lo que haría él? Eso era claro. No dudaba de sus compañeros o de su capacidad; pero cada vez tenían casos sumamente complicados y ahora, de él dependería organizar y cumplir con el reto de seguir siendo una fuerza de élite.
Casi era de noche cuando la puerta sonó. De nuevo se había quedado en el sillón de la sala. Danny se preguntó, si sus compañeros temían que cometiera una estupidez y, por lo tanto, debían asegurarse que seguía con vida. Si era así, se llevarían un buen reclamo; a pesar de la congoja, no era tan frágil como los demás parecían pensar.
Para su sorpresa no era ninguno de sus amigos.
— Hola, papá.
— Grace… —ella lo miró evaluadoramente preocupada.
— Dijiste que no fue nada.
— ¿Esto? —señaló heridas y el bastón— Se ve peor de lo que es.
— Siempre dices eso. ¿Y el tío Steve? —preguntó entrando y saludando a Eddie.
— Él no está. Tuvo que irse.
— ¿A otra de sus misiones de las cuáles tendrás que ir a rescatarlo? —rezongó.
— No, esta vez no.
— ¿Entonces?
— Escucha, cariño, él necesitaba algo de tiempo y…, él ha pasado por cosas difíciles así que, decidió irse de Oahu por un tiempo.
— ¿Y te dejó aquí solo y así de lastimado? —protestó sin creerlo.
— Ya te dije que estoy bien.
— Ya no soy una niña, papá, deja de intentar ocultarme la verdad.
— No pasa nada, anda pediremos pizza para cenar, ¿Tú mamá sabe que estás aquí?
— Sí lo sabe. ¿Y por cuánto tiempo se fue?
— No lo sé, un par de meses tal vez.
— ¿Un par de meses? Pero…
— Ya te dije que lo necesitaba.
— ¿Tanto como para irse por meses? ¿Ni siquiera te pidió que le acompañaras?
— Todos necesitamos un tiempo a solas cuando estamos atravesando un mal momento; y yo no habría podido irme contigo tan cerca de partir a la universidad y además por tu hermano.
— ¡Pero tú nunca te apartaste, ni siquiera cuando peleabas con mamá!
— Tú fuiste mi razón para no alejarme. Escucha, Grace, tu tío perdió personas muy importantes: su padre, su madre; y también el hombre que fue también otro padre. Todo ha sido demasiado para él.
— Lo entiendo, Danno; pero lo que me molesta es que él te dejó solo en esta casa. ¿Por qué no esperó a que al menos estuvieras bien?
— Estoy bien, cariño.
— ¡Ni siquiera puedes caminar! ¿Te dispararon de nuevo? —preguntó con ojos llorosos.
— Sólo son estos rasguños. Grace, no te enojes con tu tío; y lo que me pasó fueron gajes del oficio…
— ¡Pero él nunca te había dejado solo y menos cuando terminas herido! —debatió preocupada— ¿Y por qué no se despidió de Charlie, ni de mí? Quería que estuviera para mi graduación y para evitar que me siguieras hasta la universidad —bromeó intentando no llorar.
— No tuvo mucho tiempo —se disculpó, limpiando las lágrimas y sintiendo su propio corazón palpitar dolorido.
— ¿Se pelearon?
— ¿Qué? No, tú sabes que él siempre me hace enojar; pero… Escucha, monito, sé que lo vas a extrañar mucho y también Charlie, así que necesito de tu ayuda para hacerle entender esto, ¿sí? ¿Me ayudarás?
— …Sí papá; pero… Charlie quería verlo y pedirle…
— ¿Pedirle qué?
— Fuimos con mamá al museo… A él siempre le gustó ver los portaviones…, y yo le conté que el tío Steve había navegado en un navío y… Dijo que él también quería hacer eso…, que la próxima vez le pediría que le mostrara como se hace… Lo siento.
— Está bien, cariño, no importa —la consoló abrazándola, aguantando el dolor de las heridas.
— ¿Te duele mucho? ¿Necesitas alguna medicina?
— Estoy bien —contestó conmovido— Mira, agradezco que vinieras, adoro verte; pero no tienes que preocuparte por mí, Grace.
— Eres mi padre, Danno. Mamá, Charlie y tú son lo más importante para mí; pero no se lo digas al enano —él sonrió— Lamento que se fuera, seguramente le estás extrañando, sé muy bien cuánto le quieres.
— ¿Qué estás diciendo? ¡Claro que no! Estaría rematadamente loco para extrañar y querer a alguien como él —decirlo fue más duro de lo que esperaba.
— Sé que se querían a su modo y siempre me pregunté, por qué nunca se lo dijiste, ya sabes.
— Lo hice, sólo que tu tío nunca se dio cuenta de lo que realmente significaban mis palabras o no quiso hacerlo, no lo sé —concluyó triste, la joven abrazó a su padre una vez más.
Demostrar ante sus hijos que las heridas no dolían fue complicado; sobre todo el convencer a Grace, ella lo vigilaba como un halcón, asegurándose que tomara sus medicinas, que no hiciera esfuerzos y neciamente, se había negado a dejarle solo. Y para colmo, poco después, todos en la isla ya sabían de la ausencia de Steve y sabiendo que Danny aún vivía en la casa del comandante, la gente empezó a desfilar por allí, como si se tratara de un funeral en el que el agente parecía el desconsolado viudo, por cuya salud temían.
— No puedo creer que se fuera y menos sin avisarnos ¡McGarrett es un desconsiderado! —dijo Kamekona en la improvisada reunión. El hombre grande había hecho caso omiso y había ido a ver a Danny junto a Flippa, Mamo, Duke y Adam, llevándole el almuerzo.
— Fue algo sorpresivo para todos. Y ya saben cómo es… Cuando algo se le mete en la cabeza, nada lo hace desistir.
— ¿Qué hay de los keikis? —preguntó el otro hombre grande, mirando a los niños.
— Grace está algo molesta, sobre todo, luego de descubrir mis heridas y Charlie…, de no ser por Eddie, seguiría llorando.
— ¿Y tú cómo estás? —preguntó Duke.
— Bien, las heridas van sanando… Aunque esta vez también tuve nuevamente algo de suerte — señaló la herida cerca al corazón. Lukela no dijo nada más; su pregunta no sólo se refería a su estado físico.
— Entonces, ¿aceptarás el mando de Five-O? —indagó Adam.
— Aún tengo tiempo para pensarlo. Grace me trajo aquí y pronto se irá a la universidad; lo natural sería que yo me fuera también.
— La decisión que tomes será la correcta, Danny —dijo Mamo— Sólo no olvides que Hawái te ha acogido y tienes muchos amigos aquí y estaremos para ti, siempre.
Adam estaba sumamente preocupado, por más que el detective sonriera y hablara con seguridad, estaba seguro que todo era apariencia. Observó a la joven Grace, que cuidaba a su hermano; pero también miraba a su padre constantemente. El nipón evidenció que aquella mirada era de intranquilidad.
— Escucha, Grace, —dijo Adam acercándose— sé que no te sientes bien y estás preocupada.
— Danno no quiere decirme nada. Le dispararon, ¿verdad? No ha pasado tanto desde que lo hirieron en el hospital y ahora…
— Lo sé; pero preocupándote, sólo harás que Danny también lo haga. Tus sonrisas son el mejor aliciente que él tiene.
— Es sólo… —ella puso cara de disgusto.
— Estás enojada con tu tío por haberse ido.
— Steve lo cuidaba cada que lo herían; pero esta vez no lo hizo… ¡Lo dejó solo e hizo llorar a Charlie! Y temo que, si Danno acepta ser el jefe, lo hieran de nuevo y entonces…
— Entiendo que tengas miedo; pero tu Danny no está solo. Aunque Steve se haya ido, aun quedamos nosotros y te prometo, te prometo, Grace, que haré lo que sea por tu padre sin importar que acepte o no el puesto. Siempre puedes llamarme cuando estés en la universidad, siempre te diré la verdad.
— Debí escoger la universidad de California, estaría más cerca.
— ¿No te ha dicho sobre si está considerando regresar a Nueva Jersey?
— No lo hará. Aquí tiene una vida más tranquila, a pesar de su trabajo y sé que Hawái le gusta, aunque no lo reconozca en voz alta.
— Estoy seguro que tu padre quiere que estudies donde tú quieras; y si la universidad de Miami es lo que has elegido, entonces adelante.
— No sólo me inquieta que le hieran de nuevo. Si se retira… Estoy segura que no sabrá qué hacer. Antes no hablaba más que de abrir un restaurante italiano; pero eso ya pasó y ahora… Si al menos tuviera a alguien…
— Tu padre es atractivo y un gran tipo, seguramente encontrará a una persona que le merezca.
— Él no se enamora fácilmente. Vi cuánto amó a mi madre por mucho tiempo; y luego me di cuenta que a pesar de las chicas que tuvo, quería a alguien más; pero prefirió callar.
— Lo sé, creo que todos nos dimos cuenta.
— ¿Y él también lo sabe? —Adam no pudo contestar, sólo abrazó a la joven y luego a Charlie, que casi chocó con él, mientras perseguía a Eddie.
Danny agradeció esas risas y Grace decidió que haría lo necesario para que su papá fuera feliz.
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Quinn iba conduciendo y Cole iba de copiloto. No es que hubiera un caso; pero ella no había podido quedarse en su casa ese fin de semana, así que pensó que era buena idea dar un paseo y de paso, estudiar un poco al nuevo miembro del equipo.
— Entonces, ¿desde cuánto estás con la unidad?
— Un año.
— ¿Y cómo ha sido?
— Nada aburrido e intenso muchas veces.
— ¿Así como lo que pasó?
— Sí, es peor cuando secuestran a uno de nosotros. Primero fue Junior y Tani casi enloqueció; y ya viste como se puso Steve.
— McGarrett me dijo que, el detective es muy importante para él, me dio las llaves del Camaro.
— ¿En verdad?
— ¿Por qué la sorpresa?
— No es raro que Steve viera algo bueno en ti para que te pidiera unirte a Five-O; pero si te dejó a cargo del auto de Danny…
— ¿Es extraño?
— Tú lo dijiste, Danny es muy importante. Sé que desde que se conocieron no se separaron y Lou te lo puede decir mejor, ya que los conoce más tiempo. Todos dicen que ellos se quieren demasiado, incluso solían llamarles el viejo matrimonio. Y desde que llegaron, Tani y Junior los llamaban papá y mamá, y ellos nunca se molestaron. No lo entendí en principio, creí que todo era por las peleas; pero…, la desesperación de Steve por Danny y la Danny por Steve…
— No me siento muy cómodo tomando el control del auto de alguien a quien apenas conozco.
— Tampoco creo que a él le guste y si tuviera a McGarrett en frente, seguro le gritaría; creo que mejor le devuelves las llaves.
— Steve dijo que no lo hiciera enojar.
— Es buen consejo. Tampoco creas que yo voy a cederte mi auto.
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En las más de dos semanas que habían transcurrido, casi todos se habían turnado para ir a ver al nacido en Jersey y atestiguar que estaba… vivo. Sus heridas sí estaban sanando bien, aun usaba el bastón; y a pesar que el rubio aseguraba que estaba en buenas condiciones, su ánimo no era el de los mejores, aunque la presencia de sus hijos ayudó muchísimo; pero los niños habían tenido que regresar con Rachel. Charlie tenía escuela y Grace también tenía que hacer sus propias actividades, aunque igualmente iba a la casa en la playa a verlo, controlar que tomara sus medicamentos a la hora y trataba de estar siempre con una sonrisa.
Ni ella, ni nadie se atrevió a comentar que usara las camisetas de Steve.
Cole había aparecido también, llevando el auto negro finalmente reparado. Por supuesto, a Danny no le había hecho gracia que Steven le diera las llaves a ese hombre; pero agradeció que éste tuviera el tino para devolvérselas.
— ¿Has sabido algo de McGarrett? —preguntó el hombre alto de color.
— Nada —dijo el rubio.
— Sí, supongo que estará ocupado —sonrió Cole.
— ¿Ocupado? —preguntó Lou, sin entender a lo que el otro hombre se refería.
— Con la teniente Rollins.
— … ¿Dices que Catherine y Steve están juntos? —preguntó Danny, luego de un instante.
— ¿Ella estaba en Oahu? —cuestionó Tani.
— La llamé para que descifrara el mensaje codificado; sabía que McGarrett y ella conocían, así que me pareció buena idea reunirlos —dijo sonriente y fue el único que expresó satisfacción.
— Se fueron juntos —dedujo Lou.
Danny se levantó de la silla en el jardín, murmurando que necesitaba descansar. Y todo fue silencio en aquel patio. Cole miró a sus compañeros, tarde comprendió que sus palabras tuvieron un mal efecto en todos. Lou, les contó a grandes rasgos que la chica si bien era conocida de todos, había hecho un par de cosas por las que nadie ahí estaban contentos con ella. Sólo quedó pedirle al hombre que la mencionara lo mínimo posible.
Todos esperaron un buen rato y el de ojos azules no volvió a aparecer; temieron que lo recién descubierto lo afectara mucho y aunque lo intentaran, sabían muy bien que el rubio se negaría a hablar sobre el desengaño, que seguramente estaba sintiendo.
Hacía rato que estaba encerrado en esa habitación y esperaba que todos se hubiesen ido. La tristeza y el dolor de antes, se transformaron en decepción y enojo. No imaginó que ella hubiera vuelto y menos que Steve fuera capaz de irse con tanta prisa, abandonando todo para estar con alguien que…
— Eres un estúpido, Williams… ¿En qué demonios pensabas? ¿Qué realmente la había olvidado? ¿Qué algún día él volvería por ti?... ¿Qué finalmente se darían una oportunidad?... Otras personas siempre fueron más importantes para él y siempre lo supiste… Y sin embargo… No… no… No puede ser.
Lo peor fue recordar aquellas palabras una vez dichas por el propio Steven McGarrett.
No está en tu ADN ser feliz.
Se quitó la camiseta con bronca, maldiciéndose por haber defendido al idiota hasta ante sus hijos, y por haber intentado comprenderle a pesar de la desolación que inundó su alma; y también por haberle creído que se iba, porque verdaderamente necesitaba tiempo a solas.
— Eres un maldito idiota, Steven...
Estaba demasiado alterado y sabía que podía hacerse daño actuando y tomando decisiones en ese estado; pero poco le importó.
— Iré a casa de Steve, quiero ver que Danny esté bien —dijo Junior, luego de lo que Tani le contó la noche anterior.
— No creo que esté bien. Ayer, Adam se quedó en el patio, esperando poder hablar con él; pero Danny no lo recibió. No puedo creer que Steve nos mintiera. ¿Tú no sabías nada?
— No, Tani, te lo juro.
— Me pregunto…
— ¿Sí?
— ¿Crees que Steve mantenía comunicación con ella? Quizás hasta se hayan estado viendo a escondidas.
— Si fuera el caso, no tendrían por qué haberlo ocultado. Además, me dijiste que Cole la había llamado para descifrar el mensaje de Doris; entonces ella no estaba aquí.
— Sí; pero… Quizás Steve sí lo sabía y luego… quiso irse con ella.
— ¿Piensas que reanudaron su relación?
— Pienso en lo que Danny estará cavilando y sufriendo.
— Iré a verlo.
— Voy contigo.
— No, Tani, déjame hablar con él.
— Está bien. Estaré en el cuartel, llama si quieres que te alcance.
Junior condujo veloz. Ciertamente estaba preocupado por el detective y se negaba a creer que Steve se hubiese ido con la intención única y real de estar con la teniente y no así por el sufrimiento que había pasado. Sin embargo, no podía negar que era una posibilidad, ni que ese hecho hubiera causado gran daño en el ya herido detective Williams. Frenó bruscamente y corrió al interior de la casa, todo estaba en silencio. Revisó cada estancia tanto adentro como afuera, y no había rastro del rubio, ni de Eddie, ni del señor Pickles. Torpemente sacó su teléfono y marcó el número de su amigo, sin resultados positivos y entonces llamó a su chica.
— ¿Joons, pasa algo?
— Danny no está aquí; tampoco Eddie, ni el señor Pickles. Se llevó sus cosas. He intentado llamarlo; pero tiene el teléfono apagado.
— Quizás regresó a su casa.
— Dijo que todavía la estaban pintando.
— Le diré a Adam que llame a Grace por si está con ella. Comunícate con Lou, para que vaya a casa de Danny. Trataré de rastrear el Camaro.
— De acuerdo.
Poco después, Tani había vuelto a llamarle indicando que Grace no sabía nada y que el Camaro no tenía activado el GPS. La preocupación aumentó y Junior indicó que alcanzaría al capitán en casa del rubio.
— ¿Alguna noticia? —preguntó Lou.
— No.
— No está aquí, acabo de hablar con el encargado y dijo que no lo han visto en días.
— ¿Hay algún lugar donde pudo haber ido?
— No. No lo sé, nunca había desaparecido así. Obviamente quiere estar solo.
— De acuerdo; pero si al menos pudiéramos saber dónde.
— La única forma es mediante Grace, es a quien llamará.
— Le diré a Tani que se mantenga atenta para que rastree la llamada, si no quiere vernos, al menos podremos saber dónde está.
— Ni hablar, amigo, sólo queda velar por él a distancia.
Horas más tarde, Danny efectivamente se había comunicado con su hija; pero no lo suficiente como para que pudiera ser rastreado. Le aseguró a Grace que estaba bien y que se verían pronto y por más que ella insistió, su padre no le dijo dónde estaba y en cambio le pidió que les dijera a sus tíos que no se preocuparan.
CONTINUARÁ…
N/A: Primer capítulo con un Danny sufriendo, y cómo no, luego de lo sucedido. Tendrá que enfrentarse a todo lo que su antecesor dejó.
Para quienes no han visto Magnum PI, voy a hablar un poco de eso para aclarar lo del secuestro de Junior. Luego del capítulo crossover con H5O, vimos al chico ser sorprendido en su auto, es ahí cuando fue secuestrado, el resto se ve en Magnum y todo por la tarjeta SD que recuperaron.
Gracias por leer!
Chapter 2: CAPÍTULO II. UNA NUEVA ETAPA
Summary:
Danny ha tomado su decisión.
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Han pasado casi cuatro semanas y finalmente había tomado una decisión. No que fuera fácil dado su estado emocional; pero ser policía es lo que había escogido y es lo que ama ser.
El motor del Camaro rugió, anunciando su llegada al palacio y cuando el detective Williams bajó del auto y entró al lugar, llamó la atención de todos; hacía tiempo que no lo habían visto y el personal empezó a creer que el hombre de Jersey no volvería a pisar el lugar. Y, sin embargo, ahí estaba, con su actitud seria, su pelo un poco más largo peinado de lado y con algo de barba. Siempre vestido con un pantalón sastre, esta vez color marrón; sus bien lustrados calzados a juego; y su camisa pulcramente blanca. Su placa y arma en su respectivo lugar.
Saludó cortésmente a todos, e ignorando las expresiones de sorpresa, se dirigió al ascensor.
Era media mañana y ya todos estaban reunidos en la computadora central; evidentemente, estudiando un caso. El detective entró con paso seguro y la vista al frente.
— ¡Danny! —fue la exclamación de Adam.
— Damas, caballeros —saludó amable.
— ¡Bienvenido! —pronunció Tani iniciando la ronda de abrazos.
— Gracias. Seré breve, ya que veo que están ocupados.
— Acabamos de empezar, te pondremos al tanto —dijo Lou, básicamente entregándole el mando.
— Puedes seguir haciéndote cargo; dentro de poco tengo una reunión con la gobernadora, el jefe de policía, jefe del SWAT y otros departamentos; por consiguiente, no podré dirigir el operativo. Escuchen, no es un secreto lo que se hablará en dicha reunión. Los cambios obligados harán que tengamos que readaptarnos a algunas situaciones; y la gobernadora esperará mucho más de nosotros. Les apuesto que no dejará pasar ningún error, ya comprobamos que no contamos con su apoyo, cuando agencias como la CIA van detrás de nosotros.
— ¿Y así nos llamamos fuerza de la gobernadora? ¡Es increíble que le pidiera a la policía que nos arrestara! —protestó Tani— ¡Casi perdimos a Junior por esa maldita tarjeta SD, todo para que al final, el imbécil que la encriptó también la borrara! De no ser por Magnum y sus amigos incluyendo al detective Katsumoto…
— Nos hubiéramos evitado problemas, si devolvíamos esa tarjeta a la CIA como se supone que lo haríamos.
— Es cierto, Lou; —admitió el detective— pero tenerla en nuestras manos, era una forma de tener un seguro de vida. Bueno, quiero creer que McGarrett lo pensó así, considerando que una vez Seguridad Nacional, intervino nuestra línea segura. Como sea, con los cambios que ha habido, probablemente habrá quienes creerán y desearán que fallemos y de esa forma, hacer que la unidad desaparezca; por lo que es imperativo que cada uno de nosotros cumpla con el trabajo como siempre lo hemos hecho y no caigamos en las posibles provocaciones con las que podamos encontrarnos. La confianza siempre ha sido nuestro pilar más fuerte, desde que Five-O inició y ha sido así a través de todos estos años. También es necesario mantener sólida la amistad y el respeto que hemos logrado con la gente de Hawái; por lo que, si alguna comunidad nos requiere en alguna situación que no tenga que ver con un crimen, debemos estar dispuestos a ayudar, ¿de acuerdo?
— Sí, señor.
— Entonces, adelante —cedió. Su teléfono había empezado a sonar cuando estaba en la puerta de su oficina— Detective Williams... Sí… ¿Cómo está? —preguntó deteniéndose y volteando a ver de nuevo hacia la computadora— ¿Y él? —todos pusieron atención— Gracias, Pua. Lou, Junior vengan conmigo; Tani, quedas al frente de esa investigación.
— ¿Qué sucede? —preguntó el capitán con evidente inquietud.
— Debes ir al centro médico Queen's, Renee está allí y tiene algunas heridas.
— ¿Qué le pasó a mi esposa?
— Un auto fuera de control estuvo a punto de arrollarla.
— ¿Quién fue el maldito irresponsable qué…? —gritó.
— El conductor era Nahele. Pua dice que estaba en el auto de McGarrett, en el Maquis. También está en el hospital, lastimado. Junior, necesito que te hagas cargo hasta que yo llegue, no dejes que hable con nadie más y trata de que te diga lo que pasó.
— Por supuesto.
Williams se presentó ante la gobernadora, aún no habían llegado los demás convocados; pero mientras, ella le brindó su apoyo incondicional y le reiteró que confiaba en que el escuadrón seguiría estando a la altura de sus antecedentes, a lo cual, el detective afirmó sin pisca de duda. Eso, por supuesto, no significaba que confiara plenamente en ella, de lo único que estaba seguro, era que haría lo que fuera, para mantener a su equipo a salvo.
La ayudante de la autoridad, le anunció que el resto de los convocados habían llegado. El detective Daniel Williams, salió junto a la gobernadora al salón de conferencias y así empezaron con la reunión.
— Estoy bien, Lou, sólo fueron unos rasguños.
— ¡Tienes un golpe en la cabeza! No me sentiré tranquilo hasta que te hagan todos los estudios necesarios.
— Amor, no te preocupes ya me revisaron y ya me hicieron los exámenes. Estoy perfectamente bien. ¿Sabes quién es el chico?
— Su nombre es Nahele, es el protegido de McGarrett.
— ¿Está bien?
— No lo sé, Junior se está ocupando.
— ¿Qué va a pasar con él?
— Si fue un accidente, no demasiado; pero… El auto era del padre de Steve. No creo que tuviera permiso para manejarlo. ¡De hecho, no debió hacerlo! —bramó enojado.
Renee le tomó la mano, comprendía a su esposo. Lo sucedido pudo haber sido fatal, de no ser porque ella aún tenía buenos reflejos.
Junior había recibido el informe de los primeros oficiales, que se presentaron en la escena; y si bien no habían logrado interrogar al chico ya que había sido trasladado inconsciente al hospital, lo mantenían esposado a la cama. El médico aseguró que su vida no corría peligro y que sólo tenía algunas contusiones.
El oficial Reigns estuvo allí, cuando el chico despertó e inició la ronda de preguntas de la forma más tranquila posible; pero hasta el momento, no había logrado que hablara. El otro se veía como un chiquillo espantado.
— Si no me dices que sucedió, no podré ayudarte, Nahele. Escucha, estoy seguro que ya sabes que Steve se fue —el ánimo del chico decayó aún más y el moreno agudizó la mirada— Sé que te apoyó cuando lo has necesitado y puedo asegurarte que haremos lo mismo; pero debes colaborar —el joven permaneció en silencio.
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Un par de horas después, Danny salió de la reunión y se dirigió al hospital inmediatamente. Sabía que Renee estaba bien; pero quería ir a visitarla, además de brindarle apoyo, también a su muy enfadado compañero. Estando ya seguro del estado de la señora Grover y que nada se había complicado con su salud, fue a la habitación del chico; un policía permanecía en el pasillo custodiando. Abrió la puerta y Junior salió a su encuentro.
— ¿Ha dicho algo?
— No; pero sospecho que tiene que ver con… Puedo hacerme cargo, Danny.
— No, es mi turno. Renee quiere evitarle problemas al muchacho; pero Lou no está convencido. ¿Qué sabemos del hecho en sí?
— Todo indica que fue un accidente, los frenos fallaron. Aun no tenemos el informe completo del laboratorio; pero hasta ahora, no han encontrado nada que diga que fue intencional.
— Siempre dije que ese auto es una chatarra.
— Sí. El problema es que Nahele no tiene licencia para conducir y dudo que tuviera permiso para sacar el auto.
— Quiero que estés al pendiente de los resultados finales del laboratorio y me informes de inmediato.
— Sí —Danny entró, el chico se sintió inseguro.
— Hola, Nahele. Soy Danny Williams, ¿me recuerdas?
— Usted fue el compañero de Steve.
— Sí, él y yo fuimos compañeros. ¿Quieres decirme por qué te llevaste el auto de John McGarrett?
— No lo sé.
— Sé que Steve te dijo que, si en algún momento te metías en problemas, él firmaría el reporte de auto robado —el otro le miró asustado— Esta vez no sólo te llevaste el auto, sino que pusiste en peligro a la gente. Debes decirme por qué hiciste lo que hiciste.
— No sabía que él se había ido, nadie me dijo nada. Me enteré cuando Kamekona lo comentaba... Steve no me dijo que se marchaba…
— No tuvo tiempo. Nahele… —se detuvo un instante y le quitó las esposas— Era importante que lo hiciera.
— ¿Qué?
— Él tuvo sus motivos para irse, y sé que su ausencia es difícil para ti, también para nosotros; pero tenemos que aceptarla.
— ¿Pero volverá? ¿Sabe cuándo o dónde está?
— Seguramente lo hará un día; pero no sé cuánto vaya a tardar y tampoco tengo idea de dónde está.
— He intentado llamarle; pero… ¿Podría hacerlo usted?
— Yo también lo he intentado, mi hijo también me lo ha pedido; él no responde. Posiblemente, está en un área remota y seguramente se comunicará cuando quiera hacerlo —el chico mostró desilusión.
— Estaba pensando que… Quería hablar con Steve, sobre estudiar una carrera… Quiero hacer algo más que servir camarones ¡Kamekona y Flipa han sido muy buenos; pero…! Quería hacer algo para que se sintiera orgulloso de mí… Cuando mi padre murió, dijo que yo tendría una familia en él... Siempre esperé poder ser como su hijo.
— Él seguramente está orgulloso de ti, y creo que ya te veía como uno. Sé que es difícil; pero debes seguir con tu vida, Nahele. También estoy seguro que él te apoyará en la elección que tomes.
— Sí, lo haré. Perdón, detective. ¿Puedo preguntar si ella…?
— Su nombre es Renee, es la esposa del capitán Grover.
— ¡Oh por todos los Dioses! ¡Lo lamento tanto! Perdí el control del auto y… No quise lastimar a nadie, me sentí solo y quería alejarme y de pronto... No pude frenar.
— Eso puedo entenderlo, el cómo te sentiste; pero actuar impulsivamente no es buena idea y ese auto es un peligro; no vuelvas a tomarlo. Si necesitas descargar tu enojo, ve al gimnasio, golpea un saco de box…, corre por la playa.
— Asumiré las consecuencias, en verdad lo lamento... —accedió verdaderamente arrepentido— Cuando hable con Steve, ¿podría decirle también, que no quise hacerle daño a la señora, ni a nadie?
— Escucha, Nahele, seguramente tendrás una sanción; pero esta vez yo me haré cargo. Y escucha bien, si vuelves a hacer algo estúpido, la próxima vez no te lo dejaré pasar. Sin embargo, si necesitas hablar o si tienes dificultades, te escucharé y trataré de ayudarte y también Junior o cualquiera de los otros; pero no quiero que vuelvas a meterte en problemas, ¿está bien?
— Sí, señor.
Cuando salió de la habitación, Danny se encontró con Kamekona, quien tenía una mirada culpable, ya que el chico básicamente estaba al cuidado del isleño; pero el detective lo tranquilizó, asegurándole que todo se resolvería y el otro prometió no dejar de vigilarlo.
Williams volvió a la oficina, encontrándose con que el operativo a cargo de Tani, se había llevado a cabo con éxito, lo cual le causó satisfacción y, en consecuencia, los felicitó. El informe final sobre el Mércury Marquis, indicaba que, en verdad, los frenos habían fallado.
— Qué bueno tenerte de regreso —expresó Quinn.
— Gracias.
— Te perdimos el rastro, no sabíamos si estabas aquí o… —tanteó Tani.
— Estaba aquí, en un buen lugar sanando mis heridas. Eddie y el minino también necesitaban un cambio de ambiente.
— Señor, puedo hacerme cargo de nuestro amigo, si lo necesita —fue el turno de Junior.
— Ya estamos instalados en mi casa y creo que no les ha parecido tan mal. Sin embargo, si lo que quieres es llevarlo a correr, estaría bien. Eddie estará más a gusto ejercitándose contigo. Claro que, si quieres tenerlo unos días, también estará perfecto. Estoy seguro que el señor Pickles, estará felizmente de acuerdo.
— También podemos darle atención a él —opinó Adam, comprendiendo que ahora, igualmente el gatito necesitaba cuidados y mimos.
— Claro y si ya terminaron, pueden retirarse.
— Iremos a comer algo, ¿vienes? —invitó Cole.
— No, aún debo ocuparme de algunas cosas.
— Es bueno tenerte de regreso, amigo.
— Gracias, Adam.
Finalmente, estaba solo en aquellas instalaciones. Por primera vez, dirigió su vista a la oficina principal; nada quedaba allí, que perteneciera al jefe anterior. Entró y por supuesto, recordó cada objeto que había estado adornando el lugar. Ahora sólo quedaba el reconocimiento póstumo a la agente Mónica Jennsen, que murió investigando el tráfico animal. En el escritorio, estaba la laptop y los sellos de la unidad. Hasta la silla había sido cambiada. Se sentó en ella y tocó el escritorio; encendió la computadora portátil y de inmediato apareció el logo de Five-O. Revisó los cajones, no estaba seguro de saber lo que buscaba; pero sólo encontró material de escritorio. Suspiró. Su primer día en esta nueva etapa y ya había tenido que arreglar una de tantas cosas, que Steven había dejado pendiente.
— ¡Maldición, Steve! —se puso de pie bruscamente y al dar un paso, sintió que pisó algo. Cuando se agachó a ver, se encontró con que era una de las medallas del capitán de fragata; seguramente se había caído, cuando recogió sus pertenencias.
La limpió y la dejó al lado de la computadora portátil. Caminó hacia dónde aún estaban sus propios objetos personales y empezó con el traslado. Lo primero, fue la fotografía de sus hijos; la analizó y pensó que debía actualizarla, antes que Grace partiera a la universidad.
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En el restaurante de Kamekona, todos comían en silencio; para ellos también era difícil asimilar los cambios, aunque ninguno quería hacer notar su inquietud, sabiendo que no sería bueno para el ambiente laboral.
— Danny se ve bien —empezó Quinn.
— Sí, incluso se cambió el peinado y esa barba, ¡por Dios! —dijo Tani ignorando la mirada interrogativa de su novio.
— La pregunta es, si realmente se siente mejor para hacer el trabajo y dirigir —expuso Cole.
— No creo que esté bien del todo; pero él no permitirá que sus sentimientos interfieran con su trabajo. Desde que lo conozco, sé muy bien el detective es muy profesional —aseguró Junior.
— Es cierto, no importa lo que pase, él va a seguir adelante; y nosotros vamos a apoyarlo, porque no me cabe la menor duda que él también nos va a apoyar —dijo Tani, odiando que pusieran en duda, la capacidad de la persona que veía como mamá; sobre todo, alguien que apenas estaba conociéndolos.
— Es cierto, también tiene un gran currículo apoya sus capacidades; —afirmó Adam— él no es para nada débil y no es la primera vez que le toca estar al frente y siempre ha sabido manejar la situación.
— Yo soy testigo de eso, —apoyó el dueño del lugar— y pronto vas a verlo tú mismo. Nuestro haole es más fuerte de lo que cualquiera puede llegar a suponer. Todos lo subestimaron; pero él demostró lo que tiene y ahora es uno de los hombres más queridos por nosotros al igual que sus keikis —concluyó dirigiéndose al más nuevo, quien sólo se mantuvo callado; pero que recibió una sonrisa comprensiva de Quinn.
Cole entendió, que necesitaba ser más observador. En su caso, jamás había tenido que trabajar con la policía y ahora, tenía que hacerlo con uno, que también era quien estaba a cargo; además, que debía recordar que algunos de sus compañeros igualmente lo son. Incluso, no comprendía del todo, cómo un civil formaba parte del destacamento, participando activamente en los operativos.
Sí, sabía que personal civil podía trabajar con uniformados; pero en puestos técnicos y ahí, frente a él, estaba Adam Noshimuri, un hombre que estudió negocios y de quien McGarrett también le había hablado. Todos se conocían, confiaban entre ellos por lo que, si realmente quería ser parte de ese grupo, tendría que entender que allí, los títulos o rangos, no eran lo principal para que aquello funcionara, sino lo que el detective había dicho: la confianza.
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Danny finalmente había terminado de llevar sus cosas a su nueva oficina y era momento de volver a su casa.
— ¡Tío D!
— Eric, ¿pasa algo? —preguntó al ver a su sobrino, alcanzarlo en el estacionamiento.
— Quería ver como estabas. No sabía lo que te había pasado, estuve en Jersey cuando sucedió y nadie me lo dijo cuando llegué. Hablé con Grace esta mañana, y me dijo todo; mamá, tía Bridget y los abuelos hubieran venido a atenderte.
— ¿Y ahora lo saben?
— No, supuse que, si no llamaste, fue porque no te gustaría que se enteraran.
— Sí, bueno, ya estoy bien. No tiene caso preocuparlos.
— ¿Estás seguro?
— Sí y espero que a ti no se te ocurra decírselo, ni a tu madre.
— Está bien; pero…
— Estoy recuperado y sí, ahora estoy a cargo; pero no creas que obtendrás algún beneficio o trato especial.
— ¡No se trata de eso! —protestó ofendido— Me refería a…
— Te dije que estoy bien, Eric.
— Iba a preguntarte si la fiesta después de la graduación de Grace, será también una de despedida; me ha dicho que se irá pronto.
— Sí, ella y su madre ya se están ocupando de las preparaciones para la celebración, será dentro de dos semanas.
— ¿La llevarás hasta Miami?
— Por supuesto, ¿por qué preguntas?
— ¡Por nada!, sólo pensé que…, ya que recién te has recuperado y ahora tienes más trabajo…
— Lo sé, Grace también prefiere que me despida aquí y no haga ese largo viaje; incluso está pensando retardar su partida para no dejarme pronto.
— Yo también estoy aquí, tío D. Ya sabes, por si me necesitas… —Danny le dio palmadas amistosas. Su antes irresponsable sobrino, daba muestras de madurez, un poco lento; pero estaba orgulloso de él.
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La fiesta para Grace había pasado ya por todas las emociones. Ella aún sentía la duda de irse a la alejada universidad de Miami; pero cada que tanteaba el tema con Danny, él le decía que apoyaba que eligiera esa ciudad para estudiar.
A pesar de estar distraída con sus amigos, la joven veía cada tanto a su padre, sentado junto a sus compañeros de trabajo, a que quienes también habían invitado. Recordó de pronto aquel momento en su niñez, cuando sólo quería estar con él, jugar con él, divertirse con él y Danny no dejaba de consentirla; pero de pronto, supo que sus padres se iban a divorciar y ella se vio alejada de su Danno. Y lloró y nada de lo que su madre le dijo, pudo consolarla. Y luego conoció a Stan, el novio de su madre, quien le dijo que sería su otro papá.
— ¡Mi papá es Danno!
Y el hombre supo que la pequeña se rebelaría y no le haría las cosas fáciles. Rachel tuvo que trabajar mucho, para que su hija aceptara a su pronto, esposo. Y de nuevo le comunicaron que tenía que alejarse aún más de su Danno. Y de nuevo lloró y se aferró al cuello de su padre que la tenía en sus brazos.
— Te alcanzaré muy pronto, cariño. Te lo prometo.
Y sólo así, la niña lo había soltado y Rachel la llevó hasta el auto que los conduciría al aeropuerto. Él, por primera vez, odió a Rachel con toda su alma; y también a Stan.
Al llegar a Hawái, estaba temerosa por la nueva escuela, nuevos compañeros y sin su Danno. Rachel quería tiempo para que su hija se acostumbrara a su padrastro; pero ella sólo era accesible cuando hablaba con su papá. De lo contrario, apenas pronunciaba palabra.
— ¡Mamá! ¡Danno viene a Hawái! ¡Viene a Hawái!
Stan supo que, o se llevaba cordialmente con el padre de la niña, o la niña lo seguiría viendo como un intruso y se lo hizo saber a su esposa, quien por el hecho de que aún amaba al policía, ahora estaba más segura que antes, que no sería feliz en su nuevo matrimonio. Y no tenía derecho a reclamar.
— ¡Danno!
Ella había corrido a sus brazos en cuanto el rubio se presentó en la casa de Stan, haciéndoles ver a los otros adultos, que podían hacer lo que quisieran; excepto apartarlo de su pequeña.
No se dio cuenta en aquel momento cuando volvió a verlo, de todos los sacrificios que su papá había hecho para estar cerca; y a diferencia de otros niños con padres separados, Grace siempre pudo decir que el suyo estaba ahí para ella, a pesar de no verlo tan seguido.
Al crecer, Grace, entendiendo el trabajo de su padre, sintió admiración por lo que hacía, y se quedó sorprendida cuando alguna vez lo había visto en la televisión, en las noticias que su madre miraba expectante, sin percatarse de la presencia de la pequeña curiosa, que estaba escondida y observaba en la gran pantalla, cómo su Danno y su tío Steve atrapaban a los malos.
— ¡Quiero ser como papá! ¡Voy a ser policía!
A Rachel casi le dio un colapso. Para fortuna de ella y de Danny, Grace había encontrado fascinación por la vida marina.
Pensó mucho y mentiría si dijera que no extrañaba la presencia de Steve.
— ¿Qué piensas de Steve, Gracie?
— No es tan malo, creo que me agrada, Danno.
— Pero no más que tu padre, ¿o sí?
— ¡No!
Que su madre le mintiera a su padre, era algo que la había decepcionado mucho, y no importaba que ella tratara de explicarle sus razones. Por entonces, ella no era su mamá, era Rachel y nada más. Aquello siempre quedó como una espinita en la relación de ambas.
— ¡Grace, entiende por favor!
— ¡Le mentiste a Danno! ¡Lo lastimaste!
Después de la muerte de su tío Matt, su tío SEAL pasó a ser su favorito, por el hecho de que cuidaba siempre de su papá y por estar con ella, cuando Danno tuvo problemas y hasta cuando debió ausentarse acusado de asesinato. Amaba eso de él, que siempre los había protegido. Y lo quiso más, cuando su tío extendió su cariño y cuidados hacia su hermano, al saberse que Charlie era hijo de Danny. Vio a su padre sonreír, cuando el comandante sostuvo por primera vez, a quien de inmediato bautizó como mini D.
Ahora, no sabía cómo sentirse al respecto; a momentos estaba enfadada, dolida y confundida. Le costaba creer que, aun teniendo lo que Steve tenía, hubiera preferido dejar todo y marcharse. A sus ojos, él era el hombre más fuerte y valiente después de Danno.
Pero se fue… Lastimó a su padre. Hizo lo mismo que su tío Matt e hizo lo mismo que su madre. Y está segura que su papá se siente herido de nuevo; y, sin embargo, ahora está mirando a los muchos invitados con una copa en la mano, dando un discurso, haciendo grandes esfuerzos por no ponerse sentimental y está dedicándole palabras cariñosas y deseándole lo mejor de la vida, una completa felicidad y éxito en su nueva etapa.
— … Tu madre y yo estamos te amamos con toda el alma y estamos orgullosos de ti, Grace. ¡Por mi hermosa hija! —brindó y todos lo secundaron; ella se acercó y le abrazó— Lo hice bien, ¿no? Y que sea registrado, que no dije nada para avergonzarte.
— Y te lo agradezco de todo corazón, Danno —el cariño entre padre e hija hizo enternecer a todos.
Rachel, a pesar de todo, admiraba a Danny por ser un padre dedicado y amoroso. Ella, conociéndolo como lo hace, notó que algo no andaba bien; pero en cada una de las veces que lo vio, su ex marido se negó a decir algo y su hija tampoco lo había hecho. Sólo cuando un triste Charlie le había contado que su tío Steve se había marchado, todo estuvo claro y fue lo suficientemente atinada para no presionar; además, sabía que Danny no se lo permitiría.
Rachel también fue a abrazar a su joven hija.
Lou derramaba lagrimones, recordando que también tenía una hija que ahora estudiaba en el continente.
— ¿Estás bien? —preguntó Junior a Tani.
— Sí, es sólo… Grace es afortunada.
— ¿No hay oportunidad de que Danny arregle las cosas con su ex mujer? Parece que tienen una fuerte conexión —preguntó Lincoln, viendo al detective, abrazarla al mismo tiempo que a Grace.
— Lo intentaron varias veces —contó Adam— Desafortunadamente, no resultó.
— Creo que Danny hubiera logrado que funcionara; pero Rachel… —expuso Grover— Hermosa y todo; pero dos divorcios dicen mucho.
— Ella parece quererle —observó Flipa.
— Creo que lo hace; pero, aunque le quiera, siempre hizo algo para alejarlo —siguió el capitán— Yo no creo que pudiera perdonarla si por años, me hubieran ocultado que tengo un hijo.
— Es una pena, se ven bien juntos —dijo Quinn— Y él se ve feliz —y todos estuvieron de acuerdo y rieron, cuando Eric apareció con su pequeño primo Charlie y se unieron al abrazo familiar.
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El Camaro, conducido por Danny, se dirigió hacia aquella zona, acudiendo en ayuda de la policía para una persecución a un grupo reos, que habían escapado de la correccional de Halawa, hiriendo y asesinando en el proceso a varios uniformados. El último reporte indicó que habían sido vistos por el área del Tripler Ridge Trail, un área verde extensa.
Lincoln, quien iba al lado del detective, intentó hacer que le dejara conducir, pues consideraba que el auto deportivo podía ir a mayor velocidad; pero Danny no lo aceptó y el otro no insistió.
Llegaron hasta la zona en que los autos podían avanzar, y ahí estaba el auto que los reos robaron, con impactos de bala en el tanque de combustible, cortesía de la policía. Ahora tocaba ir a pie. Prepararon su equipo incluyendo radios satelitales, ya que mientras más se adentraban, la señal de los celulares podría fallar.
— Según la información que tenemos, hay ocho o nueve fugitivos fuertemente armados; pero es posible que haya más, así que tengan cuidado, ellos no tienen nada que perder. Junior iras adelante con Eddie —ordenó Danny.
— Ven, amigo —le dijo Junior al perrito, quien olfateó algunas prendas que el chico le puso en frente, las cuales habían conseguido en la escena y de inmediato el animalito empezó a buscar. La selva era a cada paso más espesa; pero según el olfato de Eddie, era necesario seguir avanzando.
— Tengo un deja vu, —dijo Lou— no fue fácil en aquel momento y no creo que sea fácil esta vez. Oye, Adam, ¿hay alguna forma de sorprenderlos antes de donde sea que estén yendo? ¿Pudiera ser a la autopista?
— Lo siento amigo, no creo —afirmó entendiendo a lo que se refería— Seguramente irán arriba, a las cabañas, donde hay agua y comida. Y más armas.
— Si esto vuelve a pasar, harían bien en quitar las armas de esas chozas —expresó el rubio— Lo bueno es que en la carretera hay puestos de control y están alertados; y la policía los están rastreando desde ese lado.
— Asumo que no es la primera incursión a esta zona persiguiendo fugitivos —dijo Quinn.
— No —respondieron Adam, Lou y Danny. Los demás se miraron entre sí.
— Lo bueno era que entonces estaban esposados y había alguien que nos iba dejando un rastro de migajas —continuó Lou. Danny lo recordó y lamentó haber desconfiado del que ahora era su compañero— Aguarden, esto parece signos de pelea. Son tres pares de huellas y sangre; probablemente tienen un rehén que trató de huir o hubo una pelea entre reos.
— Esta es una zona donde la gente viene a hacer senderismo, pudieron encontrarse a uno y lo atacaron —dijo Tani.
— Por la cantidad de sangre, está gravemente herido —expuso Junior.
— Hay otro rastro por aquí —informó Cole, estudiando el terreno— Parece que se separaron.
— Quinn, Tani y Adam, vayan con él —indicó el jefe.
El grupo de Danny avanzó y siguió unos kilómetros. Recientemente había llovido y había charcos de agua por el sendero. Eddie volvía a perder el rastro a momentos, pero luego fue constante ya que los fugitivos, habían pisado más la vegetación que el camino. Esa ruta los llevó hasta una propiedad perteneciente al estado, el cual atravesaron por un lado de la valla. Se toparon con un rio no muy ancho, ni profundo y fue ahí donde Eddie siguió, aunque algo dubitativo. Finalmente, y de acuerdo
a las indicaciones del perrito, llegaron a la parte baja de una larga caída de agua y sólo había dos rutas lógicas para seguir, o la izquierda o la derecha; en ambos casos había una honda vegetación y rocas.
— De nuevo se metieron por el agua para ocultar el rastro —dijo Lou.
— ¿Y ahora por dónde? —preguntó Danny.
— Ni el helicóptero, ni el equipo de a pie tienen algo —indicó Junior, quien había recibido el aviso. El teléfono satelital que Danny llevaba sonó.
— Estamos, a la derecha de ustedes —avisó Adam y los otros voltearon a verlo, atravesando unas grandes rocas con algo de dificultad.
— ¿Encontraron algo? —preguntó Lou.
— Negativo, —dijo Cole— el rastro nos trajo aquí.
— Bueno, no creo que treparan por la cascada —supuso Quinn— ¿O sí?
— Es posible, aunque les hubiera tomado tiempo; todo está muy resbaloso. Creo que sí tratan de llegar a la costa —era Cole.
— Se hace tarde, no creo que lo logren y estarán ya cansados, por lo que estarán intentando llegar a algún refugio. Si no nos apresuramos o si el clima cambia, no los alcanzaremos y escaparán — terminó el detective.
— Si lo que piensan es llegar a la costa, escogieron la ruta más larga —explicó Adam saltando de una roca a otra— Era más fácil robar otro auto y evadir controles con las armas que tienen —y en ese preciso momento, el sonido de un disparo se escuchó a lo lejos. Todos se apresuraron al lugar de origen.
Correr era difícil en aquella subida, un paso en falso y podrían tropezar o ser víctimas de los dispararos enemigos, debido que ya no había demasiados lugares para cubrirse. Vieron movimiento al frente y Danny señaló dispersarse, a fin de acercarse y sorprenderlos. Al aproximarse, lo primero que vieron, fue a un joven con herida de bala, un excursionista sin duda; le habían robado todo y estaba mortalmente herido, apenas consciente.
— Oye, tranquilo, te ayudaremos —indicó el detective, mientras rompía la manga de la camisa del herido para ponerla sobre la herida en su abdomen, Lou ya pedía rescate por la radio.
— ¿Quién te hizo esto? —preguntó Tani agachándose al lado de Danny.
— Unos… hombres…
— ¿Viste cuántos eran? —preguntó el rubio.
— Eran… eran…
— ¿Dos?, ¿tres?... —adivinó la joven.
— Más…
— ¿Sabes por dónde se fueron? —de nuevo Tani.
— … Pelea…
— ¿Pelea? ¿Pelearon entre ellos? —era Danny.
— …
— El rescate llegará en quince minutos —informó el hombre grande y moreno.
— No creo que dure —susurró el detective al ver al excursionista ya inconsciente.
— Tenemos que seguir —dijo Lincoln.
— Si lo dejamos, morirá —intervino Adam.
— No hay mucho más que podamos hacer por él —lamentó Quinn y todos los sabían.
Divisaron a los helicópteros no demasiado lejos, y al parecer iban a su dirección. Uno de los pilotos se había comunicado con ellos, informándoles que habían tenido una visual de un grupo de fugitivos bastante más delante de los Five-O y que el equipo de a pie, estaba avanzando y los interceptarían. Del otro grupo de reos no se sabía nada, aunque gracias al disparo escuchado, Danny y su grupo sabían que no estaban tan lejos de ellos.
Siguieron avanzando sin descanso, llegando a una zona más llana, y fue cuando Quinn miró los alrededores, que un disparo la derribó. De inmediato, todos se pusieron a cubierto entre los pocos árboles y contestaron el fuego. Lincoln había arrastrado a Liu hasta un lugar más seguro, mientras disparaba y Adam ayudaba, cubriéndolos.
Otros disparos se escucharon más lejos; el grupo policial se había encontrado con los primeros reos que pretendían llegar a un refugio en la reserva. Ráfagas iban y venían, y el eco causaba cierta confusión. Liu estaba muy adolorida, si bien la bala había dado en el chaleco, la había lastimado; pero aun así disparaba. Los reos, dándose cuenta que estaban siendo rodeados, creyeron que era mejor buscar una vía de escape.
— ¡Quinn, quédate con Eddie!
— ¡Puedo moverme, Danny!
— Lo sé; pero alguien tiene que cuidar al cachorro —Junior lo entendió y le entregó a la chica la correa del can.
Avanzaron sin dejar de disparar, y ya habían logrado derribar a algunos. El helicóptero ayudó a señalar la ubicación de los atacantes y así, supieron que dos tenían un rehén que usaban como escudo.
— ¡Se dirigen a la caída de agua! —alertó Reigns viéndolos retroceder.
— ¡Síguelos! —gritó Cole, apresurándose a ir primero.
Tani trató de seguirles el paso. Danny y los demás, habían reducido a los sospechosos que quedaban con vida. Lou y Liu junto a Eddie, los vigilarían hasta que llegara la policía.
Danny alcanzó a Tani, ambos escucharon unos disparos y trataron de llegar pronto a donde se escuchaba el tiroteo. Llegaron a un lado de la caída de agua, algo más de la mitad de esta; allí estaba el malherido rehén a quien Junior ayudó a retroceder y Danny pidió presencia de la unidad de rescate. Desde esa altura, vieron a dos de los reos que bajaban a tropezones con ayuda de una liana, sin importarles el riesgo y fue cuando ellos notaron a los agentes que les dispararon, que se dejaron caer al agua.
— ¿Siguen vivos? —cuestionó la chica.
— Sí, ahí están —respondió el rubio; la intensa salpicadura del agua, evitaba que pudieran apuntar bien, así que desistieron.
— ¡Vamos! —gritó Lincoln, incitando también a Tani a saltar, ella no lo hizo.
— ¡Espera! —ordenó Danny.
— ¡Junior! —gritó Rey tardíamente, los dos morenos se habían lanzado.
Por unos angustiosos segundos, ninguno apareció. Tani retrocedió buscando la ruta para bajar, Danny se quedó esperando junto a un recién llegado Adam y cuando al fin emergieron, salieron del agua como si nada y continuaron la persecución. El rubio pidió al helicóptero ayuda para no perder de vista a los fugitivos, así como interceptarlos y obtuvo pronta respuesta.
Cuando llegaron a dónde el helicóptero indicó, los fugitivos yacían, uno muerto y el otro sangrando. Tani caminó hacia Junior con actitud furiosa y cuando estuvo cerca, lo empujó haciéndolo trastabillar.
— ¡Eres un maldito imbécil, Junior!
— ¿Qué? Pero…
— Iban a escapar —intervino Cole.
— Teníamos apoyo aéreo, hubieran sido atrapados de cualquier modo. ¡No necesitabas hacer eso, ni poner en un riesgo innecesario al equipo! —expresó Danny severamente.
— ¡No lo hice!
— ¡Estábamos en un lugar alto y el cenote pudo haber sido no tan profundo para amortiguar un salto de esa altura!
— Saltamos donde había espuma, esa era la parte más honda —dijo Junior tratando de calmarlos, aun sintiendo la adrenalina.
— ¡Pudo no haberlo sido! —reclamó la chica.
— Todo salió bien, ¿sí? Eso es lo importante, debíamos detenerlos —desestimó el más alto, lo cual hizo a Danny, sentir una gran molestia.
— Escucha, —siseó— esto no es el ejército, marina, ni ninguna de sus ramas. No es como la fuerza antiterrorista en la que antes estabas. ¡No puedes hacer locuras como esa!
— Señor… —intentó Junior, Danny lo hizo callar.
— ¿McGarrett no hacía lo mismo? —cuestionó el otro regañado.
— Lo hacía, siempre; pero no arrastraba a nadie. ¡Y él ya no está y yo no voy a permitir actitudes estúpidas que pongan en riesgo a mí personal!
— Chicos… —susurró Adam, gente de la policía empezó a llegar, no era bueno que vieran la tensión que allí había.
— Vámonos —demandó Danny empezando a caminar, llevándose a la también disgustada chica —¿Quinn está bien?
— Sí, y ya fue evacuada, no quería; pero Lou casi la cargó al helicóptero. Él y Eddie, también fueron con ella. Pedí que un transporte nos esperara para irnos antes que oscurezca o se ponga a llover.
— Bien —fue todo lo que el rubio dijo.
Los tres abordaron el primer helicóptero para salir de la zona, los demás irían en el segundo o caminando si así lo querían. Danny supo desde el primer momento que el idiota le dijo que invitaría a Cole Lincoln a ser parte de la unidad, que el hombre daría problemas.
CONTINUARÁ...
N/A: La parte de protesta contra la gobernadora, también tiene que ver con el capítulo que mencioné de Magnum (T2 C12 Desperate Measures). Si no quieres saber detalles detén la lectura.
En ese capítulo dijeron gobernador, en H5O quedó una gobernadora. Y sí, pidió a la policía detener a los Five-O y todo fue por la tarjeta SD, que Steve dijo que entregaría a la CIA; pero no lo hizo, se lo dio a Kamekona. Dicha tarjeta contenía una lista con nombres de agentes. Hacer eso, causó que la CIA lo detuvieran a él, a Lou y a Danny, quien ni siquiera estuvo en ese caso.
Otro punto: En Five-O se mencionó (al menos en la versión doblada) que el restaurante italiano había cerrado. En Magnum es básicamente una competencia entre ese restaurante y el bar La Mariana o, en todo caso, entre sus dueños.
Chapter 3: CAPÍTULO III. LLAMADO DE ADVERTENCIA
Chapter Text
— Detective Williams —contestó el celular, mientras iba terminando de abrocharse la camisa color lavanda.
— ¡Hola, socio!
— Hola, Steve.
— ¿Cómo va todo por allá?
— Va… bien, ya sabes. ¿Y tú? ¿Estás bien?
— Sí.
— No te oyes bien, ¿puedes decirme dónde estás?
— Lo siento, Danno; es clasificado.
— ¿En serio me vas a salir con eso? Estoy preocupado.
— Lo aprecio; pero estoy bien, en serio.
— Siempre que te vas y estás solo no sueles estar bien. ¿O es que no estás solo?
— ¿Con quién podría estar?
— No lo sé, tú dime… Quizás… ¿Mary?
— No estoy en Los Ángeles.
— ¿A no?
— No, necesito algo de silencio para pensar.
— Sí —mutismo.
— ¿Y los muchachos? ¿Y Eddie?
— Están bien, ya sabes, extrañándote. Junior se lleva al cachorro a correr.
— Qué bueno…
— Y el señor Pickles también está bien. Me refiero al gato que también dejaste, por si no lo recuerdas.
— Aunque siempre intentaras ocultarlo, sé que él siempre se ha llevado muy bien contigo; así que supuse que lo estaba.
— ¿No hay nada que quieras decirme?
— Dales mis saludos a todos. Cuídate, Danny.
— Tú también cuídate.
Sabía que tenía la mirada de los ya presentes sobre él, esperando que dijera algo, no se había dado cuenta que estaba observando todo demasiado callado, desde que se había presentado en la escena del crimen, posterior a la llamada de McGarrett y de haber escuchado su voz, luego de más de tres meses. Ignoró tales miradas y caminó hacia la forense para pedir el reporte preliminar, y sólo entonces, los demás también se movieron, aunque con una chispita de preocupación.
— Buenos días, detective, ¿cómo se encuentra?
— Estoy muy bien, gracias por preguntar. ¿Quién es?
— Alana Anderson, 19 años, estudiante de la universidad de Oregón.
— ¿Causa de muerte?
— No se ve heridas de ningún tipo a simple vista; pero pudo tener hemorragia interna debido a golpes. Como ve, tiene muchos moretones por todo el cuerpo, debo hacer estudios para confirmarlo. Sin embargo, hay unas marcas más notorias en algunas partes como en su cuello, en la cintura y piernas. Lleva como siete horas muerta.
— No fue un robo, su cartera con dinero y teléfono estaban con ella —dijo Lincoln, mostrando ambos objetos— Quizás estaba con alguien, las cosas se pusieron feas y ella terminó así.
— O probablemente la drogaron, por eso no tuvo oportunidad de defenderse, pues no hay marcas defensivas. Tiene arena y brillo en el pelo, parece que estuvo en la playa; quizás en una fiesta — dijo analizándola, luego vio el resto del contenido en la cartera— Pagoda Waikiki. Debe estar hospedándose ahí. ¿Testigos?
— No, los vecinos dijeron que sacaron la basura anoche; pero ella no estaba, la encontraron esta mañana, cuando un hombre paseaba a su perro.
— Hay cámaras, quizás podamos conocer al atacante —dijo Lou apareciendo y señalando hacia los postes.
— Bien. Lincoln regresa al palacio y con Junior revisen todo. Lou, ve con Quinn e intenten encontrar el lugar de la fiesta; Tani y yo iremos al hotel —las dos mencionadas estaban conversando con los vecinos tras la cinta de seguridad de la policía y el capitán aprovechó el momento.
— Grace se va pronto a la universidad, ¿no?
— En menos de una semana.
— Supongo que irás a dejarla.
— Ella cree que no es buena idea, que no estoy en condiciones de viajar y que debería cuidarme. Incluso dijo que pasaría el fin de semana conmigo y hasta mantendría su celular apagado.
— ¿En serio?
— Sí. Quizás sea lo mejor.
— Bueno, amigo, un fin de semana sin celulares es una gran oferta; y, además, podrás visitarla más adelante.
— Sí.
— Ya pasé por eso, Danny, dos veces y tú sabes que adoro a mi hijo; pero Sam… Fue más difícil con mi niña, peor aún después de lo de Ian.
— ¿Cómo está ella?
— Fue dificultoso los primeros meses. Llamaba continuamente y más de una vez quiso regresar y más de una vez quise ir por ella; pero si lo hubiera hecho, ella seguiría teniendo miedo.
— Dejar ir a los hijos es lo más difícil por lo que un padre debe atravesar, ¿no? Un día son tan pequeños que los tienes bien pegados a ti e incluso lloran cuando intentas alejarte sólo para ir a la otra habitación y al otro, se van hasta otra ciudad para seguir su vida.
— Aun te queda tu pequeño Charlie.
— Sí; pero él también está creciendo.
— ¿Y ya sabe que quiere hacer cuando sea mayor?
— Quiere ser… marine y luego policía.
— ¿En serio? ¿Y quién le dio esa infame idea de entrar a la marina?
— Ha sido suficiente con ver todos esos barcos y buques que hay por aquí… Y también sabe que… Steve es uno.
— ¿Pero también quiere ser policía por ti?
— Sí, él sabe que persigo a los chicos malos y quiere hacer lo mismo.
— Y, supongo, que esas son dos cosas, que tú no quieres que él sea.
— No al principio; pero… Aquella vez que me dispararon en el hospital, yo estaba delirando… Y vi a mi hijo el día de su graduación de la academia de Policía.
— ¡Oh cielos!
— Sí. Sólo fue un sueño, y los sueños no siempre se cumplen.
— Aún tiene tiempo para decidir; mientras, disfruta.
El tiempo había pasado rápidamente; Grace había cumplido su palabra y había pasado su último fin de semana con su padre sin la interrupción de celulares, y asegurándole que le extrañaría, que le quería, que siempre sería su padre, su Danno; no importara donde estuviera. Danny estuvo feliz de compartir ese tiempo a solas con su joven hija; veía que, aunque lo intentara ocultar, Grace también tenía dificultades para dejarle.
La joven dijo que iría un par de días a Jersey para saludar a sus abuelos y luego partiría a Miami. Danny, sospechando un motivo oculto, le pidió reiteradas veces que no les dijera nada de lo sucedido y, aunque ella no estuvo de acuerdo, se lo prometió.
Estar en el aeropuerto fue muy duro para su padre.
— Voy a extrañarte, amor.
— Yo también, Danno.
— Quisiera acompañarte, aun puedo hacerlo.
— Lo sé; pero hicimos un trato y yo cumplí. Te llamaré cuando llegue.
— Si me llamas antes, no me voy a quejar.
— Lo haré. Vas a estar bien, ¿verdad?
— Claro que sí, cariño, no te preocupes. Concéntrate en tus estudios y conviértete en la mejor bióloga marina que puedas ser. Estoy orgulloso de ti, monito, no lo olvides —obviamente él no quería soltarla, y no quería llorar, él rara vez lo hacía; pero era su hijita de quien se estaba despidiendo, y nadie podía culparlo.
— Danny, es hora —dijo Rachel, lamentando interrumpir el abrazo.
— Sí. Tengan un buen viaje; salúdame a tus abuelos —ella lo aseguró. También hubo un abrazo con Charlie, quien iría con su hermana y madre, con quien pasaría una semana en Londres— Cuídate mucho campeón, en cuanto regreses, tú y yo pasaremos tiempo juntos.
— ¿Me quedaré en la habitación de Grace?
— No lo harás enano, tengo inventariado todo lo que estoy dejando —dijo ella, haciendo reír a sus padres— Te quiero, Danno.
Danny los vio irse, lo odiaba, sufría; pero se controló. Por supuesto, iría a verla lo antes posible; ahora estaba en el caso de aquella joven universitaria y debían resolverlo.
Sólo faltaba una confirmación para ir atrapar a la persona responsable. Después de mucho trabajo, habían identificado al sospechoso gracias a una de las cámaras; pero el tipo no había sido fácil de encontrar. Habían podido comunicarse con los familiares y ellos confirmaron lo que la forense sospechaba. La víctima padecía de la enfermedad de Von Willebrand, por ello es que tenía moretones por todo y por nada, y descubrir eso, retrasó la investigación.
Él se quedó en el aeropuerto, incapaz de irse, con las ganas de subirse a un avión y seguirla. Un trozo de su corazón se iba con ella, no podía evitar sentirse más vacío; pero su Grace tenía que hacer su vida, igual que lo hizo él, e igual que lo hacían todos.
El teléfono sonó devolviéndole a la realidad.
— Ya tenemos la confirmación, te envío la dirección.
— Gracias, Adam —era momento de volver al trabajo.
Danny condujo al lugar señalado, su equipo ya estaba allí; él salió con el chaleco y los guantes ya puestos y su arma lista. Su semblante serio y resuelto, hizo percibir a todos que entraría dispuesto a todo y claro, los demás lo apoyarían. Sólo Adam sabía de dónde es que Danny llegaba y es que Grace le había llamado poco antes de partir.
El hombre de pelo rubio lideró el avance; Lou, Lincoln y Liu fueron por detrás. No pasó demasiado después del grito de Five-O, para que empezara el enfrentamiento. Danny buscó al responsable y lo persiguió, seguido por Tani. Los demás tenían trabajo con los otros sospechosos que estaban en aquella casa y que también los enfrentaron.
Al salir con los detenidos ya esposados, algunos más heridos que otros, el equipo los entregó a la policía; otros sólo saldrían en una bolsa oscura.
— Llévenlo para interrogarlo —pidió el jefe, refiriéndose al hombre que Tani empujaba al interior de la patrulla.
La policía y los técnicos se pusieron a revisar cada rincón de esa casa. Al cargo de homicidio de la joven Alana, se sumaría tráfico de personas, posesión y venta de narcóticos y otros.
Danny y Lou llegaron luego que la requisa terminara y con bastante material para acusar al hombre sin problemas, y así bajaron al cuarto de interrogatorios.
— Así que eres ladrón, secuestrador y asesino entre varias otras cosas… Interesante hoja curricular —inició el capitán.
— No he matado, ni secuestrado a nadie. Ustedes entraron a mi casa sin una orden; yo sólo defendí mi territorio.
— Sí teníamos una orden, la dejamos sobre la mesita de té —indicó Williams— Alana Anderson, joven estudiante; seguro la recuerdas, dejaste tus huellas en los botones de su blusa —Danny le mostró las fotografías de la chica y los botones.
— Quizás bailé con ella en algún lado… No la recuerdo bien.
— La drogaste —acusó el hombre más grande.
— Ella quería divertirse.
— Y tú concepto de diversión incluyó secuestrarla, obligarla y… —siguió el rubio.
— ¡No lo hice!
— ¡Tu ADN está en ella! —explicó el moreno— Y cuando comparemos las marcas de dedos en su cuello contigo, van a coincidir. La asfixiaste hasta matarla.
— ¡No!
— ¡Lo hiciste! —acusó el capitán.
— ¿Qué pasó? ¿Quisiste llevártela; pero ella se negó? —preguntó Williams— No quería ser parte de tus chicas y no lo aceptaste y por eso la mataste, aprovechando que no podía defenderse. Muy valiente, ¿no?
— No sé de qué chicas habla.
— ¡Las que encontramos encerradas en tu sótano! —gritó el más grande.
— Sólo les daba refugio, ellas no hablarán mal de mí.
— Lo harán. Crees que las has destrozado, que las has sometido con todo lo que les has hecho; pero siempre, siempre hay alguien fuerte, y esta vez no ha sido la excepción. Una de ellas no ha dudado en señalarte, y verás que otras seguirán su ejemplo —aseveró el detective.
— También hemos encontrado tu escondite de armas, con las cuales seguramente has cometido crímenes en muchos lugares. Cuando cotejemos todo…, nunca saldrás de prisión y vas a ser extraditado si otro país lo pide. Y nos aseguraremos que sea a un lugar donde haya pena de muerte —terminó Lou.
— ¡Estuve con ella, sí, lo admito! No la secuestré, su novio me la vendió.
— ¿A sí? —preguntó el moreno.
— ¡Sí! Nos vimos en una fiesta en la playa y cuando él vio que yo la observaba, dijo que me la vendía. Le di quinientos, una ganga. Luego de la diversión…, su piel mostró moretones que yo no le hice… ¡Creí que estaba muriendo!
— Y pensaste en acelerar el proceso. Creíste que los moretones que se iban formando cubrirían lo que le hiciste —acusó el de ojos azules.
— ¿Qué se supone haría? Una chica enferma no me servía, por más bonita que fuera. Con razón me salió barata —eso le valió un golpe del detective.
— ¿Cómo se llama el hombre y dónde lo encontramos? —siseó el rubio.
— Su nombre es Gerard Thompson. Hombre rubio, alto… No demasiado joven, ella dijo que lo conoció en la playa haciendo gala de su físico, seguramente así atrae a las turistas. Él dijo que me conseguiría más.
— ¿Dónde está?
— Está en el Hilton o puede que en un avión. Prometió compensarme la venta, sabe que le irá mal si me falla; él solito se cortó la mejilla, cuando fui a pedirle mi dinero el día de ayer.
Con evidente molestia y apuro, ambos hombres subieron, decididos a buscar información del infeliz.
— Junior, busca el nombre de Gerard Thompson.
— ¿Quién es ese tipo? —preguntó Tani.
— El supuesto novio de Alana y quien la vendió por quinientos, según el maldito —contó Lou.
— Aquí está. Es residente de Hawái; pero viaja mucho a Oregón, San Francisco, y varias ciudades. No tiene antecedentes; pero tiene pinta de don Juan.
— En el celular de la víctima había una foto de él; pero parecía sólo alguien que andaba por ahí. Nadie que interrogamos en la playa, dijo haberla visto en su compañía —intervino Quinn.
— A ella debió interesarle y por eso lo fotografió sin que él lo supiera —supuso la otra chica.
— Y, seguramente, Alana no es su primera víctima —añadió el rubio— Lincoln, llama al Hilton, verifica si está ahí, y si no, llama al aeropuerto para detener ese avión.
De inmediato, Danny, Tani, Lou y Adam salieron; cuando llegaron a los autos, Junior ya avisaba que estaba a punto de despegar en una aeronave.
El aeropuerto había sido alertado, la excusa para retrasar el vuelo fue la eterna favorita y la que siempre funcionaba: problemas mecánicos. Y como siempre que sucedía, los pasajeros se mostraban inconformes y las sobrecargo tuvieron que hacer su magia una vez más, para tranquilizarlos.
En silencio, el jefe de la unidad de élite, acompañado por Adam se desplazó por el pasillo, mientras Lou y Tani entraron por el otro lado. El corte en la mejilla se notaba fresco y el anillo en su dedo meñique, probablemente era de la víctima. Noelani había dicho que, en el dedo de la joven, había marca de un anillo que no habían encontrado.
— Señor Thompson, de pie por favor. Vendrá con nosotros —pidió Williams.
— ¿Sucede algo?
— Sí, está detenido —dijo Adam.
— ¿Por qué?
— Alana Anderson —dijo Lou, el hombre cerró los ojos e hizo un gesto frustrado. Tani ya tenía las esposas en su mano.
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Estaba terminando el informe, cuando de nuevo recibió la llamada de aquella persona; pero Danny, otra vez se negó a contestar y dejó que la llamada se desviara al buzón. Y de nuevo, tuvo miradas encima. Desde el momento en que les había dicho que Steve llamó y envió saludos, le bombardearon con preguntas, aunque pronto apareció en todos, la expresión de desazón ante las pocas novedades y ahora todos parecían estar más al tanto a las llamadas que entraban al teléfono del detective. Y dado que la persona que insistía en llamar, parecía empeñada en hablar con él sí o sí, Danny se levantó y fue hacia la salida.
— Tengo algo que hacer. Y no era McGarrett el que ha estado llamando.
Condujo el Camaro hasta aquel edificio, esperando que la señora se conformara con esa única visita.
— Me ha evadido hace mucho, detective; esta evaluación debió llevarse a cabo antes que regresara a trabajar, luego de su secuestro.
— Comprenderá que, con mi delicada recuperación y mi nueva asignación, no he tenido demasiado tiempo.
— Sí, lo entiendo; pero es justamente por eso, que es necesaria esta valoración, por las cosas que le han sucedido. El ya mencionado secuestro y la partida de su compañero, por ejemplo.
— ¿Él huye y yo necesito evaluación psicológica?
— Han sido muchos cambios, detective.
— Mi vida siempre ha estado llena de ellos. Personas se van, otras llegan. No es algo fuera de lo normal.
— Pero tiene conflictos, como el tener que lidiar con un nuevo compañero.
— Es porque el hombre actúa como McGarrett y con uno he tenido más que suficiente.
— ¿Tiene algún plan para tratar con ello?
— Sí.
— ¿Y cuál es?
— Aún no lo sé. Primero estoy haciendo una evaluación.
— De acuerdo. ¿Hay algo más sobre lo que quisiera hablar?
— No lo creo.
— ¿Su hija? ¿Cómo está ella?
— De camino a la universidad. Está bien.
— ¿Y usted cómo se siente?
— Yo… Me siento orgulloso.
— ¿Y?
— Ansioso. Natural en un padre, ¿no? ¿Eso es todo?
— Si quiere hablar de algo más…
— No lo creo.
Danny dejó la oficina de la psicóloga con un semblante que a cualquiera podría hacerle pensar que todo estaba perfectamente en su lugar. Condujo su auto hasta aquel lugar al que siempre había acudido cuando quería estar solo. Las tranquilas aguas conseguían que sus sentidos se calmaran, no como aquellas agitadas dónde la gente acudía a montar olas que, si bien le parecieron divertidos en su momento, quizás fue más por el hecho de haber estado con personas que él quiso. Que quiere. Y que extraña.
Cualquiera en su lugar, pensaría que quedándole tan pocos motivos que le hicieran permanecer en esa isla, era mejor opción marcharse. Lo cierto es que estuvo muy tentado; pero su sentido del deber para con su equipo, junto con el cariño que les tiene y su amor por lo que hacía, adicionando todo aquel esfuerzo invertido para hacer del mundo un poquito mejor, pesó más. Todo calmará, se dijo. El dolor y el sentimiento de soledad disminuirá con el tiempo, igual que siempre lo hizo.
Sacó su celular y llamó a su familia, unas palabras con ellos le harían bien.
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La gobernadora había pedido ver al detective de forma inmediata, y probablemente era algo importante, ya que lo había hecho llamar en fin de semana y sin especificar la razón. Esperó que la evaluación de la psicóloga no tuviera nada que ver o que pidiera algún… favor; pero, aunque no fuera sí, era consciente que no podía negarse. Le gustara o no, tenía que actuar políticamente por el bien de la unidad.
— ¿Cómo le va, detective?
— Muy bien, gracias, gobernadora.
— ¿Y su equipo?
— Todos bien —ella lo miró con intensidad— ¿Sucede algo, señora gobernadora?
— Me preocupa lo que sucede.
— No le entiendo, ¿puede ser más específica?
— Sé que ha mantenido a Cole Lincoln fuera de los casos. Tengo entendido que el comandante lo ha dejado como su compañero. Él debería ir acompañándolo.
— Eso es incorrecto, señora. Él ha participado en la mayoría de los casos en estos tres primeros meses, sólo que necesita conocer lo que hacemos y la forma cómo lo hacemos. Soy responsable del equipo, debo hacer que todo funcione correctamente, ya que el mínimo error puede costarnos caro.
— ¿A qué se refiere?
— A que su entrenamiento de marine debe adaptarse a nuestra forma de actuar y es por eso que le he pedido al sargento Duke Lukela que le enseñe los procedimientos policiales. Junior Reigns hizo el curso policial antes de tener la placa; el propio Steve McGarrett también tuvo que aprender a que no podía echar a los sospechosos en una jaula en medio del océano y rodeado de tiburones para obtener información o sólo llegar, disparar y matar a los sospechosos.
— Había escuchado sobre tales métodos del comandante; pero no creí que fuera verdad. Entiendo su punto, detective. Y también entiendo que le cueste asimilar un cambio tan grande. Sin embargo, creo que, si el comandante lo reclutó, es porque el sargento Lincoln podría ser un buen compañero para usted.
— Creo que será un buen compañero para cualquiera; Quinn Liu, por ejemplo, ambos se complementan fácilmente. Ella al ser de la policía militar, sabe actuar y proceder adecuadamente con personas como él.
— Está bien, detective —señaló aceptando que se había equivocado, lo cual, evidentemente, no le gustaba— Lo comprendo, así que dejaré a su juicio el manejo de su gente.
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Tani estaba en las gradas de la entrada de su casa, sentada, mirando a la nada. Hacía tiempo que pasaba los días así envuelta en melancolía, ni siquiera iba mucho a surfear y en cambio, se dedicaba horas a caminar. Había terminado con Junior luego de aquel caso en la selva, donde persiguieron reos prófugos y nada de lo que el marine intentó, hizo a la oficial cambiar de opinión. El chico, claro, había regresado a vivir en la casa McGarrett y no lo estaba pasando bien. En el trabajo apenas hablaban lo necesario; pero ninguno se negaba a obedecer las órdenes, si lo que debían era hacer algo juntos por el bien de algún caso.
— Hola, Tani —ella iba a entrar a su casa— ¡No, espera! Escúchame un momento, por favor —se detuvo, volteó con los brazos cruzados. Junior no pudo decir nada y ella estuvo tentada a retirarse.
— ¡Lo lamento! Lo siento, es sólo que… aquel día yo… No sé, sé que fue peligroso; pero al sentir toda esa adrenalina hizo que… No me había sentido así desde que dejé mi antigua unidad.
— Si tanto te ha emocionado, deberías volver allí. De hecho, tú y Lincoln, deberían hacerlo.
— ¡No quise decir que quería hacer eso! Sólo que… Este trabajo me encanta; pero creo que necesitaba… Perdóname.
— ¿Así nada más? ¡Fuiste imprudente! ¡Pudiste haber muerto!
— Si no los deteníamos, ellos hubieran huido y pudieron matar a alguien más.
— ¡No! ¿Qué no escuchaste a Danny? ¡Teníamos apoyo! Sólo intentas justificarte y a Lincoln. Ahora que McGarrett no está, quieres a alguien más para seguir, y quién mejor que otro tipo que también fue de la marina, ¿cierto?
— Tani, por favor… —el teléfono de ella había sonado.
— Habla Rey... ¿Qué? ¿Estás seguro, Duke?... Vamos para allá.
— ¿Un caso?
— Hirieron a Adam. Lo encontraron cerca de la playa Waikiki, lo han llevado al hospital.
El Camaro desaceleró al entrar al estacionamiento del centro médico. Danny había recibido el aviso en medio de su conversación con la gobernadora. Entró con paso veloz; los demás ya estaban allí.
— ¡Duke!
— ¡Detective Williams! Adam está en cirugía; fue apuñalado dos veces. La del abdomen es la herida de cuidado, la otra fue en la pierna. Perdió mucha sangre.
— ¿Fue un robo? ¿Hay alguien detenido?
— No, por el momento, ya están procesando la escena; pero las cosas de Adam estaban con él.
— Envía patrullas a su departamento. Todos en esta isla lo conocen, pudo ser un ataque personal. Avísame si hay sospechosos, nos encargaremos de interrogarlos.
— Sí —dijo el sargento retirándose a cumplir la orden.
— Escuchen, todos queremos estar aquí; pero tenemos el deber de descubrir quien se ha atrevido a hacerle esto a nuestro amigo, así que debemos ponernos a investigar.
— Quien sea que lo hizo, no le importó el lugar, debió haber testigos —dijo Lou.
— Sí. Tani, Junior, Lincoln, Quinn vayan a la zona; recojan videos, fotografías, vuelvan a analizar la escena si es necesario —todos se apresuraron en seguir la orden— Kamekona, Noelani…
— Les avisaremos las noticias en cuanto las haya —dijo la forense, apoyada por el hombre grande.
— Lou, iremos a su departamento —el hombre lo siguió, usaron el Camaro, Danny aceleró tanto, que el moreno tuvo que sostenerse del tablero; pero no protestó.
— ¿Qué piensas, Danny?
— Muchas cosas. Tamiko, la muerte de Masuda, Ryo, Kenji… Probablemente, los Yakuza han notado que Adam tiene algo que ver en sus últimos conflictos…
— Es posible; pero esta no parece su manera de proceder. Lo hubieran secuestrado, llevado a algún lugar lejano, lo hubieran matado y habrían hecho desaparecer su cuerpo.
— Quizás, él escapó.
— También es posible.
Llegando al departamento, la policía ya tenía acordonado el lugar. En el interior, todo había sido revuelto; alguien había estado ahí buscando algo.
— ¿Hallaron algo? —preguntó el detective al oficial Pua.
— Aún nada relevante, todos los objetos de valor están presentes. Disculpe, detective, ¿Adam tiene hijos? Encontramos un par de juguetes.
— Son de Charlie, mi hijo —dijo reconociendo los pequeños autos— No sé por qué Adam los tenía.
— Quizás el pequeño se los dio, he visto que a tu retoño le gusta jugar con él.
— Sí, es cierto, Lou. Ambos aman las carreras de auto.
— Hablando de autos, ¿qué hay del suyo?
— Lo encontraron en un estacionamiento en Waikiki, está intacto— informó el uniformado.
— ¿Por qué estaba allí? —preguntó el rubio— ¿Tenía una cita?
— Eso o sólo quiso divertirse —tentó el hombre de color.
Las horas transcurrieron, parte del equipo veía las grabaciones, y hasta ahora lo único sólido que tenían, era que Adam había sido visto bebiendo en el bar del Hilton con una mujer desconocida. Ninguna cámara había captado el rostro de ella, lo que de por sí, ya era raro y nada afirmaba que salieron juntos del bar.
Noelani llamó a Danny, pues Adam había empezado a reaccionar luego de la exitosa cirugía. Por supuesto, el rubio y Lou se apresuraron a ir a verlo.
— Hola, amigo, ¿cómo te encuentras? —preguntó Danny.
— Bien, creo. ¿Qué sucedió?
— Esperábamos que nos lo dijeras —dijo Lou.
— Recuerdo que estaba en el Hilton… en el bar.
— ¿Una cita? —preguntó el rubio.
— No sé quién era… Creo que mantenía su identidad oculta a propósito. No se veía tensa, ni nada, así que supuse que sólo…
— ¿Se mantuvo interesada en ti o quiso saber algo en específico? —de nuevo Danny.
— No, sólo fue una conversación banal…por… pocos minutos.
— ¿No notaste a alguien más acechándote? —intervino el capitán.
— No… Sólo salí y… me sorprendieron. Eran dos… no pude… —susurró somnoliento, Noelani les indicó que debían parar.
— Descansa, nos estamos ocupando de todo —Adam apenas levantó el pulgar y los dos hombres salieron de la habitación— Quédate aquí y asegúrate que Adam tenga protección las veinticuatro horas, Lou. Yo iré al Hilton.
Al llegar, Danny se dirigió a la barra mirando a su alrededor, intentando distinguir a la mujer que se había sentado al lado de su herido compañero.
— ¡Aloha, detective Williams! Qué sorpresa verlo por aquí en domingo.
— Hola, quiero preguntarte si viste a alguien que se acercara a este hombre —indagó mostrándole la fotografía de Adam.
— Él vino anoche y también hoy; pero se fue hace horas. Ayer estuvo más tiempo, había chicas mirándole y también alguno que otro caballero; pero parecía que sólo quería tomar unos tragos, no se veía interesado en ligar con alguien.
— ¿Y hoy?
— Hoy tampoco, pidió lo de siempre y sólo se quedó en la barra, aunque sí hubo una mujer que se le acercó; llevaba gafas oscuras, tenía el pelo cobrizo y parecía asiática.
— ¿Ella estaba interesada en él?
— No, únicamente platicaron. De pronto él sólo se fue.
— ¿Él le compró la bebida?
— No, ella ya la tenía cuando se le acercó y lo pagó en efectivo.
— Supongo que no sabes si esa mujer se hospeda en el hotel.
— No, lo lamento.
— Bien, te lo agradezco —dijo y el chico se retiró.
Danny esperó un poco, no había demasiada gente; pero volvió a recorrer visualmente el lugar. Una rubia mujer pareció creer que el hombre estaba interesado en tener compañía y se le acercó.
— Hola, —saludó dejando su vaso vacío sobre la barra— ¿me invitas un trago?
— ¿Un trago? ¿Cuántos años tienes?
— Los suficientes —dijo con una sonrisa muy brillante, el labial coqueto e intenso.
— Claro —dijo el detective mostrando la placa, ella le sonrió avergonzada y se retiró junto a sus amigas, huyendo torpemente del lugar. Daniel no quería pensar cuantas jovencitas actuaban así, sólo para obtener algo prohibido para su edad. Detuvo al camarero que pasaba por ahí y que parecía también querer huir— Oye, estoy notando demasiadas niñas por aquí, espero que sólo les estés sirviendo refrescos o agua embotellada.
— Por supuesto.
— Qué bueno, porque si me entero que no es así, hablaré con tu jefe y vas a tener que despedirte de tu empleo y me encargaré de que pases mucho tiempo encerrado, ¿está claro?
— ¡Sí! Sí, señor.
— Eso es.
Danny fue al hotel, mostró a la recepcionista la captura del vídeo que mostraba a la mujer de las gafas y preguntó si le parecía conocida, y si estaba en el hotel. Ella no pudo asegurarlo o negarlo, aun cuando el rubio le dio la descripción del hombre que atendía el bar. Sin más que hacer, volvió al palacio.
— ¿Encontraste algo? —preguntó Danny al ver a Quinn en la computadora.
— No mucho, tengo las grabaciones de la zona; los demás están averiguando entre nuestros contactos, si hay alguien que va tras Adam.
— Lou y yo también lo pensamos y la lista se reduce a los Yakuza principalmente.
— Pero no crees que sean ellos.
— Nada lo indica. ¿Qué más hay en el vídeo?
— Nada que no sepamos ya.
— ¿Y de la mujer misteriosa? ¿Trataste con reconocimiento facial?
— Lo intenté y ya que no hay una buena toma de su cara, el reconocimiento facial es inútil.
— Tampoco saben si se hospeda en el hotel.
— La última vez que el vídeo la mostró, fue después de que Adam se marchó. Ella parecía que se dirigió al baño y obviamente no hay cámaras allí y luego… nada; el lugar se volvió más abarrotado y no se la vio más.
— No fue ella y tampoco un robo; es una venganza —concluyó el detective.
— Pero, ¿quién y por qué?
Pasaron horas en las que el resto del grupo llegó al palacio sin demasiada información y entre teorías y pistas, fueron descartando una y otra y seguían sin encontrar nada. Frustrados y cansados, se tomaron unos minutos para beber un café, ya era lunes y nadie había accedido a irse a descansar hasta encontrar al responsable del ataque.
— ¡Adam! —exclamó Tani al verlo entrar ya de mañana al palacio, resguardado por el capitán y la forense.
— ¿Qué haces aquí? —protestó Danny— Deberías estar en el hospital.
— Estoy bien, ayer estaba demasiado sedado; pero necesito decirles algo.
— ¿No pudo ser por teléfono? —todos vieron a los guardaespaldas, que estaban en silencio.
— Él insistió, no pudimos detenerle —dijo Lou, Noelani lo apoyó.
— Me sorprendieron cuando caminaba por la playa luego de salir del bar —dijo tocando su reloj— Me arrastraron a la parte menos concurrida… Eran dos y llevaban capuchas; uno de los hombres pareció reacio a atacarme, el otro le ordenó que lo hiciera mientras me agarraba y me clavó una daga en mi pierna. Una parte no letal; pero el otro… Le gritó, lo golpeó y quitó el arma… Traté de levantarme, no estaba armado e intenté regresar al estacionamiento; pero el otro me alcanzó y me apuñaló…
— Ese hombre obligó al otro a atacarte, lo que significa que al menos, él no tenía motivo —dijo Tani.
— Sí. Era como de mi estatura, de complexión media… Local. Tenía una mancha en el cuello, no sé qué era; la capucha ocultaba el resto. El otro era más corpulento; si no me equivoco, cuando golpeó al otro, lo hizo caer sobre una gran roca. No estoy seguro de si sobrevivió.
— Nadie así llegó a la morgue, —dijo Noelani— ya revisé, así que quizás esté en algún hospital.
— O tirado por alguna área remota —tanteó el rubio— Quinn, llama a Lukela, que los apoye para revisar todos los hospitales, clínicas, veterinarias y hasta curanderos; que nos envíen fotografías si hay alguien con una mancha en el cuello, para que Adam intente identificarlo.
— Está bien —dijo solícita y todos se fueron. Sólo quedaron Adam, Noelani, Lou y Danny. La forense se entristeció al ver la oficina que fue de Steve. Luego, ella y el capitán fueron a buscar algún bocadillo.
— Esos moretones no se ven bien, deberías volver al hospital.
— Estoy bien, Danny.
— ¿Tienes alguna idea de lo que querían de ti?
— Lou me dijo que entraron a mi departamento; pero no imagino lo que buscaban. Es posible que no fuera un objeto sino a mí, por eso me rastrearon de algún modo hasta la playa; pero no tengo idea de la razón —dijo tocando de nuevo el reloj.
— Tu boda con Kono.
— ¿Qué?
— Por eso estabas en el bar, recordabas ese día —Adam comprendió, que Danny sabía que ella le había dado el reloj.
— Sí. Aun no entiendo cómo es que después de todo lo que pasó, nuestro matrimonio falló.
— Es difícil encontrar una explicación racional a algo así. Parece que todo va bien y de pronto estás firmando los papeles de divorcio y viendo a la persona que amaste alejarse.
— Sí. Por un momento creí que quizás con Tamiko todo iría bien; pero todo con ella sólo me ha llevado a cometer errores… Een cambio Kono… Como sea, yo no quiero pasar de nuevo por un divorcio.
— Espero que no lo hagas, es doblemente doloroso.
— ¿Por qué lo dices? ¿Danny?
— Lo digo por Steve. Después de todo, nuestros diez años fueron como un matrimonio sin papeles —sonrió tratando de bromear; Adam le siguió el juego.
El tiempo siguió pasando, y al fin, el jerseyés recibió un par de fotografías que le mostró a Adam.
— Es él.
— Muy bien, amigo —dijo Danny y llamó a Tani— Adam identificó al hombre de la última fotografía, vigílenlo por si se reúne con alguien más.
— Dalo por hecho, jefe.
Mientras, Danny puso la imagen del hombre en la computadora central y buscó su rostro en la base de datos, obteniendo la información casi de inmediato.
— Keao Tarō, no tiene expediente criminal. ¿Lo reconoces de algún lado?
— Dice que es pescador. No, nunca lo había visto.
— Quizás él sea más o menos un santo; pero veamos si tiene hermanos o primos, alguien que sea la oveja delincuente de la familia. ¿Viste si tu otro atacante también tenía una marca distintiva?
— No; pero quizás el laboratorio encontró algo, al procesar mi ropa —Danny estuvo de acuerdo y llamó a Eric.
— Están terminando de cotejar ADN, hasta ahora sólo está el tuyo. ¿Qué te parece este chico? — preguntó volviendo su atención a la computadora— Es el cuñado de Keao, su nombre es Analu, este sí tiene un interesante historial.
— Fraude, robo, extorsión, para empezar —recitó Adam.
— Buscaré socios conocidos.
— Adelante, Lincoln, te escuchamos —dijo Lou acercándose y atendiendo la llamada.
— Estamos con el hombre que Adam identificó; pero no podrá decirnos nada, el doctor dijo que está en coma y es difícil saber si despertará algún día.
— También hablamos con su esposa, —intervino Quinn— afirma que no sabe nada del ataque o de otras actividades, en las que su esposo pudiera estar involucrado. También nos encontramos al hermano de la esposa y no parece muy dispuesto a hablar; de hecho, trata de evitarnos.
— ¿Su nombre es Analu?
— Así es, jefe —confirmó la sargento.
— Él tiene historial, pide que lo traigan y que Tani regrese. Mientras, quiero que vayas con los demás, a las casas de los sospechosos y no dejen nada sin revisar.
— De inmediato.
— Danny, si no te molesta, permíteme interrogarlo; si el tipo es responsable y sabe algo, te prometo que lo haré hablar —pidió el capitán.
— Hazlo, Lou. Que Tani vaya contigo.
— ¿Aún estás preocupado por ella? —cuestionó Adam.
— No; pero ella es quien más enojo tiene en su interior luego de aquel paseo por la selva, y creo que eso servirá para sacarle información en caso que tú falles —Lou lo miró ofendido.
— Yo sí creo en ti, Lou; pero Danny tiene razón —dijo el nipón. Lou extendió su mirada molesta a él; pero luego pensó que el rubio podía tener razón. Aunque si hicieran una encuesta, la mayoría votaría por el de ojos azules, como la persona más enojada del momento. Y con justa razón.
— De acuerdo, ahora tú vete al sillón y deja que Noelani controle tus signos vitales —ordenó el rubio y Adam obedeció; Danny siguió investigando.
Lunes por la tarde y el laboratorio había determinado que no había más que ADN de Adam en su ropa y rastros de arena, por lo que no quedaba otra que hacer confesar al hombre que sus compañeros ya estaban interrogando.
— Detective, —llamó Lincoln entrando con Liu y Junior— encontramos un par de armas en la casa de Keao y Analu. Son nuevas —Danny se puso guantes y manipuló uno de los rifles.
— Es igual a las armas que encontramos en casa del asesino de Alana Anderson.
— Y ambas tienen que ver con las armas que robó la esposa de Wo Fat —señaló Quinn.
— Esas armas están apareciendo a cuenta gotas, ojalá pudiéramos encontrarlas todas y deshacernos de ellas —Danny la dejó sobre la mesa y bajó rumbo a la sala de interrogatorios.
— Justo a tiempo —dijo Lou, cuando su compañero entró— Nuestro amigo confesó haber atacado a Adam; pero se niega a darnos el motivo.
— Afirma, —continuó Tani— qué sólo lo hizo porque sí, porque le dio la gana —y el rubio supo la razón del ojo morado, que ahora tenía el sospechoso.
— ¡Haga algo, ella está loca!
— Primero vas a decirme por qué tenías armas en tu casa.
— ¡Ella no tenía derecho a hacer eso!
— ¡Por supuesto que sí! —gritó Tani.
— Atacaste a uno de nosotros y lloriqueas por un golpecito, cuando lo que debería preocuparte es que no saldrás bien parado cuando te acusemos, así que mejor habla —dijo Lou; pero sólo obtuvo silencio.
— Nuestra forense está arriba, preocupada por el amigo que dejaste herido. ¿Qué crees que dirá su informe sobre ti, si terminas sobre su mesa de autopsias? —preguntó el de ojos azules y naturalmente el otro palideció.
— ¡Keao lo hizo también!
— Él no quiso hacerlo y tú lo obligaste. Te enojaste y lo tiraste contra una roca y ahora está en coma. Te quedaste ahí fingiendo preocupación al lado de tu hermana para no levantar sospechas; pero lo matarías si despertaba, ¿cierto? —imputó el detective— Por última vez, vas a decirme por qué atacaste a Adam Noshimuri y por qué tenías esas armas que pertenecen a un lote robado por Wo Fat.
— ¡No sé quién es ese hombre! Sólo… Tenía un compañero, ¿sí?… Él se encargaba de adquirir algunas y luego…, las revendíamos con un precio algo más elevado. Sabíamos que las ventas al por mayor estaban llamando demasiado la atención de la policía.
— ¿Quién es tu compañero? —preguntó la chica.
— Se llama Kainoa, no sé su apellido.
— ¿Es él? —preguntó la chica mostrándole la fotografía del hombre que había matado a la estudiante de Oregón.
— ¡Sí!; pero desapareció de pronto. Lo están buscando, se suponía que debía entregar un pedido hace tres días y ahora es a mí a quien están exigiendo la mercancía; pero no he podido contactar con el vendedor, él sólo habla con Kainoa.
— Bien; pero sigues sin decirnos porqué atacaste a Adam Noshimuri.
— Alguien me contrató, no tengo idea de quién. Me dejaron quince mil en un sobre y una nota que decía que habría más después del trabajo, y creí que Keao entraría sin dudar y luego dijo que me delataría, así que tuve que amenazarlo. También había otra nota en el sobre que tenía que hacérsela llegar a usted —señaló al detective.
— No lo hiciste, seguramente a ellos no les va a gustar cuando se enteren.
— Iba a decirles que lo hice y que usted ignoró el mensaje; no quería acercármele.
— ¿Dónde están ambas notas? —cuestionó el de tez más clara.
— Están en el sobre, en el bote en que trabajamos Keao y yo —todos salieron al corredor.
— De acuerdo, —empezó Lou deteniéndose con los otros dos— el asunto es sobre esas armas, otra vez. Desde que aparecieron en nuestro radar, hemos estado investigando y aunque es la ATF quien debería hacerse cargo, nosotros hemos corrido con mejor suerte que ellos.
— Y, ciertamente, a los vendedores no les agrada que tengamos esa suerte, así que decidieron hacer algo —dedujo la oficial— Creo que ya sabemos por qué atacaron a Adam y lo que dice ese mensaje.
— Quieren de que dejemos de investigar —concluyó el detective— El vendedor debe ser algún aliado de Daiyu Mei, que quedó vivo y libre cuando la detuvieron.
— No fueron muchos, —dijo Lou— y los pocos que quedaron con vida están encerrados en prisiones federales lejos de aquí.
— Seguramente hay alguien más. Iré por el sobre.
— Te acompaño, Danny —expresó Tani.
— No, descansa. No te has detenido a respirar en horas. Volveré pronto, informen a los demás.
El detective encontró el sobre y sólo confirmó lo que ya sospechaban. Quien estaba detrás, le exigía que detuviera toda investigación sobre aquel lote de armas o de lo contrario irían eliminando a cada uno de los miembros del Five-O. Señalaban también que, con el ataque a Noshimuri, quedaba demostrado que siempre habría un momento, en el que estarían con la guardia baja y asesinarlos, no sería un problema.
Danny se prometió así mismo, no permitirlo.
CONTINUARÁ...
N/A: ¡Uy! Alguien está tras los chicos buenos. Cómo ya advertí, este fic es sobre la vida de todos sin McGarrett; pero eso no significa que no habrá noticias del idiota o que no aparecerá, desafortunadamente no podemos borrarlo del mapa porque lo necesitamos.
Gracias por leer!
Chapter 4: CAPÍTULO IV. CONSEJOS Y RECUERDOS
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Lo bueno de haberse dedicado a lo mismo y haber entrenado de la misma manera durante y después de su preparación para ser marines, era que sabían hasta dónde podían exigirse, sin llegar a lastimarse seriamente. Para ambos hombres, era gratificante poder compartir experiencias de aquellos días, donde estaban en el campo de batalla. Y nada mejor, que un duro entrenamiento para mantenerse en forma.
— Entonces, ¿no has podido arreglar las cosas con Tani? —preguntó Cole, en un descanso luego de un intenso ejercicio de combate en el patio de la casa McGarrett.
— No, creo que definitivamente se ha terminado. He intentado hablar con ella; pero si no es algo del trabajo me ignora. Quise darle tiempo para que las cosas se calmaran y, aun así, sus ganas de dispararme no han disminuido.
— Lo siento.
— Fue culpa mía.
— Entiendo que ella y el detective sean policías y que no comprendan del todo nuestra forma de proceder ya que somos diferentes; pero no creí que reaccionaran así.
— En realidad, era lógico —el otro le miró sin comprender— Tú lo has dicho, somos diferentes. De hecho, cuando el sargento Lang me habló sobre el grupo que el comandante McGarrett dirigía, me emocioné y si bien sabía que su destacamento dependía de la oficina de la gobernadora, me imaginé que su funcionamiento era más como una rama de las fuerzas armadas, así que seguí preguntando y entonces, supe que actuaban bajo los parámetros de la Policía. Aun así, me moría por ser partícipe, e hice lo necesario para entrar.
— Supongo que McGarrett también debió aprender lo que es actuar con otro tipo de uniforme… Lo que no entiendo, es cómo pudieron convivir McGarrett y Williams ¿Un SEAL y un policía trabajando juntos? No es una relación común.
— El capitán Grover me dijo que, desde siempre, a Danny no le importó que Steve fuera un SEAL condecorado de la marina, ni ninguno de sus rangos, y que eso no detenía a Danny para enfrentársele y en más de una ocasión, Steve terminó como un chiquillo regañado —recordó sonriendo, a Lincoln le costó creer que alguien pudiera hacer eso con un marine, aunque le causó gracia imaginarlo— Supongo que el comandante vio que podía aprender mucho de él y al pasar el tiempo pues… Creo que nunca antes sintió que alguien se preocupara tanto por su bienestar y hasta estoy seguro que lo sorprendió, ya que después de Freddie Hart… Digo, ¿qué probabilidades se tiene de encontrar una segunda persona que se preocupe tan desinteresadamente por uno?
— Muy pocas, es cierto. Por eso Steve le permitió acercarse tanto.
— Danny se ganó ese derecho, siempre estuvo para él; sé que llegó a ir hasta terreno hostil sólo para rescatarlo en más de una ocasión. Y sé que no dudó ni por un instante, donarle su hígado. Hay mucha historia entre ellos, secretos sólo de ellos. Hay grandes historias de hermandad entre aquellos que pisamos zonas de guerra, pero ellos…
— Espero que logres solucionar todo con Tani —deseó con sinceridad, estaba comprobando por sí mismo, que un policía podía ser quizás, lo más adecuado para un marine.
— Yo también.
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Era poco más de media mañana y Danny, acompañado de Eddie, esperó en el camión de camarones la llegada de Tani, quien le había pedido hablar con él. Por supuesto, el detective no se había negado, pues estaba muy al tanto de la razón por la que ella había pedido verlo. Y, aunque él no se sentía el más indicado para dar consejos de pareja, accedió, suponiendo que necesitaba una perspectiva distinta, más de lo que podía obtener de los otros. Y después de verla acercándose, sabiendo que no había una madre que la estrechara entre sus brazos y le diera consejos, se dio cuenta que definitivamente, ella lo necesitaba.
— Hola, lamento interrumpir tu día de descanso.
— No te preocupes, no tenía nada que hacer.
— Sí; pero desde el ataque a Adam, hemos tenido semanas agitadas.
— Cierto y todavía no tenemos nada. La información que le sacamos a Kainoa, no sirvió de mucho y en el sobre no se encontró ADN más que el de Analu. Sólo queda seguir investigando.
— Gracias, Kamekona —dijo Tani cuando éste sirvió los platos de camarones y las cervezas.
— ¡Lo mejor para mis queridos hermanitos y una ración especial para el cachorro!
— ¿Ya vendes alimento para canes? —cuestionó la chica, viendo como uno de los ayudantes del isleño, le servía un plato de croquetas al lanudo.
— Para nuestro Eddie son gratis, ¡croquetas sabor camarón!
— Gracias, amigo —sonrió el rubio y el hombre asintió regresando a su camión— Es sobre Junior, ¿no es así?
— Desde que nos conocimos y trabajamos juntos, aquel día fue la segunda vez que sentí miedo porque le pasara algo. Estaba tan aterrada como cuando lo secuestraron y creo que es algo absurdo, considerando todo lo que hemos sobrevivido y porque alguna vez yo también salté de un departamento a una piscina.
— No es absurdo, en absoluto. Lo que hicieron él y Lincoln fue arriesgado y yo tampoco quiero volver a ver que hagan algo así, ni escucharlo y te incluyo a ti en la ecuación; —dijo serio— pero muy posiblemente volverán a hacerlo, al menos ellos. Sólo esperemos que, si vuelve a pasar, sea por una cuestión de extrema supervivencia —ella suspiró— El sentimiento es peor cuando es la persona que más amas, aquella que se pone en peligro en frente de ti; por eso estabas aterrada, nunca te acostumbras a eso. Y no es la segunda vez, es la tercera. Lo estuviste también aquel día cuando él bajó a ayudar a aquella mujer.
— Es cierto. ¿Cómo… cómo es que tú pudiste…? ¡Fueron diez años!
— Confiando. Confiando en que el idiota era lo suficientemente hábil para salir de cualquier situación o que al menos era capaz de resistir, hasta que la ayuda llegara igual que en el caso del capullo. Y eso que no sabes ni la mitad de todos los escenarios donde se ha metido —recordó con una triste sonrisa.
— ¿En serio?
— Hubo una vez, él siguió a Catherine a Afganistán. Ella fue, porque unos amigos que le ayudaron cuando estaba herida requerían su ayuda, ya que los Talibanes se habían llevado a su hijo. Ambos interceptaron un camión con niños secuestrados y lograron liberarlos; pero atraparon a Steve.
— ¡No puede ser!
— Catherine me llamó pidiendo que hablara con Joe White para que fuera a rescatarlo y de paso hacerles saber que un objetivo de gran valor estaba con vida y haciendo de las suyas. Joe no pudo ir; pero me dijo a quién recurrir; así que abordé un avión militar y fui hasta allí. Seguí la operación paso a paso desde aquel campamento, repitiéndome a mí mismo que estaba con vida, que estaba soportando. Ellos sabían de él, que era un SEAL estadounidense, e iban a matarlo y hacérselo saber al mundo. Llegaron con el tiempo justo, lo rescataron y lo llevaron al campamento y estaba tan vapuleado; pero aguantó.
— ¡Oh Dios! Danny… —se lamentó a punto de llorar, el rubio presionó su mano sobre el de ella.
— Está bien, Tani, —sonrió borrando el dolor del recuerdo— la decisión que tomes estará bien, ya sea si quieres regresar con él o no; pero si renuncias amándole como lo haces, te arrepentirás porque, es claro, estás muy enamorada y eres correspondida. Aunque debo decirte que, alejándote, muy probablemente conseguirás que tu salud mental te lo agradezca.
— Eso es definitivamente algo seguro —apoyó con una risa— También temo que, mientras está en la reserva activa, vuelvan a llamarlo y no sabría si estuviera bien. Seguramente, me diría que sí, aunque sólo sea para no preocuparme.
— Si lo llaman él irá sin dudarlo, la diferencia está en que contigo a su lado, tendría un motivo muy grande para luchar y volver. Todos necesitamos un incentivo para hacerlo, especialmente en los momentos oscuros.
— Tú tienes a tus hijos.
— También a ustedes, ¿o ya te aburriste de mí?
— ¿Cómo dices eso? —protestó ofendida— Esto es más difícil que antes, es decir… Junior no es el primer chico con el que salgo y termino; pero…
— Trabajar juntos y estar saliendo lo complica más, ¿no? —ella estudió la mirada azul y Danny supo lo que ella pensó— Nunca fue mi caso; pero mi punto es, que trabajando juntos, no sólo pueden cuidarse mutuamente, sino que cuando a él se le salga de nuevo lo SEAL, siempre podrás regañarlo y castigarlo, mucho más que si sólo fueran amigos —ella se sonrojó y las risas surgieron como aliciente— Como sea, siendo amigos o algo más, no podrás evitar preocuparte mientras te importe. Piensa que no todos están hechos para ser la pareja de un uniformado marine, policía o lo que sea, pregúntale a mi exesposa; pero tú, niña, tienes todo para serlo, porque lo entiendes ya que tú también llevaste uno.
— Pero no me gradué.
— Si quieres solucionarlo, puedes hablar con Duke. Tienes todo el entrenamiento, sólo te falta el último examen, y hasta has ido como entrenadora, no tendrás problema —ella sonrió más animada y agradecida.
Por la noche, Lou había invitado insistentemente a Danny para que fuera a su casa a cenar; Adam también asistiría. Todo le hacía pensar al rubio, que aún no estaban convencidos de que se encontraba bien y parecían haberse puesto de acuerdo para vigilarlo; pero sólo lo permitiría por un corto tiempo más. Una de las cosas que más odiaba, era que lo compadecieran.
— ¡Danny, que gusto verte!
— Igualmente, Renee, ¿cómo has estado?
— ¡Oh, yo estoy bien! Adelante, pasa.
— Gracias. Traje esto, espero que sea de su agrado —dijo entregándole una botella.
— Claro que sí, es perfecto. Lou, Danny está aquí, ofrécele algo de beber por favor.
— ¿Cómo estás hermano? ¡Bienvenido a mi reino! —saludó con un abrazo.
— Gracias, compañero —dijo aceptando la cerveza y dirigiéndose al otro invitado— ¿Cómo te sientes, Adam? ¡No te levantes! ¿Estamos seguro que ya puedes beber eso?
— Estoy bien, amigo. Y sí, por fin puedo disfrutar de una cerveza y de una buena comida casera.
— Ya verás, amigo; mi esposa no sólo es hermosa, sino que es una excelente cocinera. Probarán la comida más deliciosa del mundo.
— ¡Lou, ven un momento para ayudarle a tu hermosa y talentosa esposa!
— Sí, mi amor, con todo gusto —canturreó ante el llamado de su mujer— Ya vuelvo. Siéntanse como en su casa.
— Gracias, amigo —dijo Adam y luego vio a Danny— Entonces… ¿Hablaste con Tani?
— Sí, aún no se decide si perdonarlo o no.
— Lo imagino, ¡mal de amores! Junior tampoco parece estarlo pasando bien; y entre el alejamiento de ella y el castigo que le estás dando, seguramente está arrepentido y no creo que vuelva a hacer algo imprudente.
— Quisiera asegurarte eso; pero sabemos que un SEAL nunca aprende. Sólo espero que Junior sí piense lo que puede perder, si vuelve a hacer algo estúpido.
— Yo también lo espero, por el bien de ambos.
— Caballeros pasen a la mesa, por favor —pidió la señora de la casa.
— Esto se ve estupendo, señora Grover —aduló viendo tan deliciosos manjares.
— Adam, llámame Renee, ya te lo he dicho. Adelante, sírvanse, por favor.
— Por supuesto que me serviré, mi amor.
— Sí querido, disfrútalo porque desde mañana volverás a tu dieta.
— ¿Por qué quieres torturarme, mujer?
— ¿Preguntas por qué? ¿Tú preguntas por qué? Sólo míralos. Tienes un jefe guapo, a quien seguramente nadie se resiste a contestar sus preguntas y tu compañero no se queda atrás; así yo no me resistiría a un arresto —dijo ella refiriéndose a los invitados, quienes no aguantaron la risa ante la forma de la muy amable Renee, para obligar a Lou a hacer dieta, él sólo se quedó ahí exageradamente serio, masticando rudamente una zanahoria.
Luego de la agradable cena, el anfitrión y Danny salieron al balcón con un par de cervezas, mientras Adam y Renee conversaban en la sala. El matrimonio Grover había tenido una plática previa a la velada, sobre la relación de su hijo con Grace, la cual no iba por buen camino; pero ese no era motivo para que los padres no disfrutaran de compartir tiempo en una amena reunión.
— ¿Has hablado con tu primogénita, Danny?
— Sí, me dijo que ella y Will han dejado de hablar. Parece que la distancia ha hecho que su relación se enfríe y ahora termine.
— Sí, me gustaba lo que tenían, aunque a veces no entendía cómo es que, estando lado a lado, necesitaban comunicarse a través de sus celulares.
— También era un misterio para mí, hermano. Y admito que me gustaba que mi Grace estuviera con Will, vi como la cuidaba y la hacía sonreír. Verla feliz siempre será mi mayor deseo.
— Parecía que iban a tener un futuro juntos, ¿no?
— Sí —afirmó Danny recordando cierto sueño, que, al parecer, tampoco se haría realidad.
— Aunque ya no seamos consuegros, seguimos siendo compañeros, amigos, hermanos; así que, no se te ocurra dejar de venir a vernos, no lo has hecho mucho; y nos gusta tenerte aquí. Y no dejes de hablar conmigo de cosas de paternidad, ¿entendido? Yo te tengo a ti y tú me tienes a mí, ¿sí?
— Sí.
— Sí, los padres tenemos que estar unidos. Yo tengo que quejarme de las locuras juveniles de mis hijos contigo y tú tienes que quejarte de las de tu hija y después las de tu hijo conmigo, ¿sí?
— ¿Qué estás diciendo? Mi dulce hija no comete locuras… Bueno, sí las comete, y Charlie seguramente también las cometerá; pero entiendo lo que dices así que…, gracias, amigo, lo aprecio en verdad.
— ¿Por nuestros angelitos?
— Por nuestros angelitos —concordó el detective, aceptando el brindis. Agradecía esos momentos en que todo parecía estar tan bien— Y hablando de angelitos…
— ¿Tani y Junior?
— ¿Estoy siendo muy duro con él?
— Eres el jefe, tienes derecho a serlo y más portándose como lo hizo. No sólo Tani y tú se preocuparon; cuando Adam me lo contó, me imaginé a Junior en una cama de hospital envuelto en vendajes como una momia.
— Los marines realmente están locos.
— ¡Oh sí!, sí que lo están.
— Y salir con uno, es también ser un demente.
— Así es, amigo. Seguramente esa relación va a traernos más de un dolor de cabeza.
— ¿Qué opinas de Lincoln?
— Sólo McGarrett podría elegir alguien tan loco como él para incluirlo en el equipo. Fue bueno que lo mandaras a aprender técnicas policiales.
— ¿Junior no ha hablado contigo?
— No. Parece suponer que voy darle un sermón e iba a dárselo; pero mantenerlo la mayor parte del tiempo en el cuartel ya es suficiente sufrimiento. Se está esforzando por ser obediente; de hecho, estoy llegando a pensar que en cualquier momento lo veremos lavando tu auto.
— Supongo que también debo hablar con él.
— Puedes decirle que, si no se porta bien, el tío Lou se encargará de ponerlo en el camino recto. Y pensándolo bien, me lo voy a llevar a los casos más seguido.
— De acuerdo, tío —brindó el rubio, alegrándose de tener el apoyo del capitán en todo sentido.
Era temprano, desgraciadamente lunes y debía levantarse para ir a trabajar. El olor proveniente de la cocina terminó por despertarlo, así que extrañado fue a ver; nadie solía invadir su espacio y sobre todo a esa hora, aunque Junior aparecía para llevarse a Eddie a correr; pero siempre era silencioso. Cuando entró, el mencionado chico estaba allí moviéndose afanado, preparando lo que parecía ser el desayuno.
— Buenos días, detective.
— Junior, ¿qué haces?
— Eh… preparo el desayuno, lo que pasa es que… hoy se me hizo tarde y Eddie no parecía tener ánimos para salir así que, creí que era mejor aprovechar el tiempo y preparar algo —el rubio lo miró unos segundos más, luego vio al perrito que, claramente, estaba ansioso de recibir su ración, e incluso el señor Pickles, estaba ahí esperando. La bolsa de compras terminó por delatarlo— Yo… Lo lamento, esperaba poder hablar con usted antes de ir a la oficina.
— De acuerdo, deja que me ponga en condiciones y hablamos —mientras el dueño de casa se daba una ducha rápida y vestía, Junior terminó de preparar lo demás, así como también servirles el desayuno a ambos seres de cuatro patas.
— Espero que le guste —dijo poniéndole un plato de panqueques al frente y una taza de café humeante.
— Esto se ve muy bien, gracias, Junior. Bien, empieza.
— ¿Qué?
— Dijiste que querías hablar —recordó disfrutando lo servido.
— Sí, bueno, yo… Quiero disculparme por como actué aquel día. Yo sé que esto ya no es la marina y fui inconsciente y sé que merezco una sanción por haber desobedecido y lo acepto; pero quería que supiera que no volverá a suceder —explicó casi sin respirar.
— Junior, quiero que entiendas que no sólo se trata del hecho que desobedecieras una orden, sino el hecho que eres importante para todos nosotros. Eres familia, nos preocupa que salgas herido. Nuestro trabajo es arriesgado, podemos salir lesionados o peor; pero eso no significa que puedas hacer maniobras como esas, más todavía sabiendo que no eran necesarias, que había más gente para apoyarte, ¿me explico?
— Sí, señor, y lo agradezco. Como dije, no volverá a pasar.
— De acuerdo. Y aprovecha ahora, aprende todo lo que puedas, así un día, cuando ustedes queden al frente, verás que no es tan sencillo manejar un destacamento si hay quienes quieren hacer las cosas por su cuenta —el otro asintió— Bien, ahora debo pedirte algo. Cole Lincoln.
— ¿Sí?
— Evidentemente, ahora es el primero en querer hacer cosas como las que hicieron y como lo has dicho, esto ya no es la marina, y esperaba que luego de trabajar en esa cafetería e interactuar con personas normales, el hombre procedería no tan precipitadamente; pero le dimos un arma y se volvió Terminator —Junior lo entendió y no pudo evitar reír ante esa referencia, así como darle la razón.
— Debo hacerle entender que no necesita serlo.
— Tú has hecho el curso de policía, sabes las diferencias y lo seguramente difícil, que ha sido hacer esa transición. Ayúdalo con eso, y Quinn se encargará de controlarlo, no se lo he pedido; pero al ser de la Policía Militar, sabe tratar con uniformados que necesitan readaptarse a las reglas de una sociedad.
— Lo haré, señor.
— Y déjate de formalismos, al menos cuando desayunemos, ¿sí? Sé qué hace tiempo te lo he dicho; pero obviamente no puedes dejar esa costumbre, así que me conformo que no lo hagas mientras comemos.
— De acuerdo. Danny…
— ¿Sí? —él ya sabía qué preguntaría— Estoy bien, en serio.
— Es que…
— Sí, lo extraño; pero no hay nada que pueda hacer. Si le llamo, él no contesta y tampoco responde a mis mensajes, por lo que creo que en verdad debe tener mucho que pensar.
— ¿Cree que está… solo?
— Él nunca ha dejado de quererla, no debería haberme sorprendido que se fueran juntos —dijo restándole importancia y saboreando luego un trozo de los panqueques.
— ¿Él no le ha mencionado nada?
— Tendrá sus razones para no hacerlo —el teléfono anunció una llamada—Hora de irnos.
No importaba que día fuera, siempre había gente disfrutando de las costas hawaianas y de las olas. Quinn y Adam salieron del agua con sus tablas de surf hacia la pileta, a fin de quitarse lo salado del agua de mar.
— Esta es la mejor manera de afrontar un lunes por la mañana —expresó Quinn.
— Tengo entendido que te llamaron a tu antigua unidad este fin de semana.
— Sí, bueno, a pesar de que no me quieren por allá, aun necesitan que intervenga en algunas investigaciones. Últimamente ha habido varios casos de desertores, los jefes creen que hay alguien que está incitándolos, especialmente a los que no llevan demasiado tiempo —dijo sentándose bajo una palmera con Adam a su lado.
— Vaya, ¿entonces te han pedido que vuelvas con ellos o…?
— No. Si bien me dieron de baja cuando me uní a ustedes, aun no puedo colgar del todo el uniforme. Si me requieren debo asistir; pero según lo que me dijeron, es que puedo hacer las búsquedas desde el cuartel de Five-O.
— ¡Oh ya veo! Es algo como “te necesitamos; pero no queremos verte”
— Eso mismo. Y si quieren que haga las investigaciones tendrán que aguantarme.
— Danny no se negará a ayudarte.
— Lo sé; pero no es correcto que haga uso indebido de nuestros medios. No quiero causarle problemas.
— Y hablando de problemas… —cuestionó curioso.
— Sí. Tani sigue preguntándome si no hay una forma de mantener a Lincoln encerrado en la prisión de la Policía Militar.
— ¿Sólo a Lincoln?
— Al principio también quiso que Junior lo acompañara; pero como Danny lo mantiene en el cuartel la mayor parte del tiempo… Además, aunque quisiera, no puedo acusarlos de nada, desobedecieron órdenes, sí; pero para encerrarlos…
— Tendrían que haber desobedecido órdenes de un oficial de la marina.
— Igualmente, Danny no necesita de mi intervención. Si pudo manejar a McGarrett, puede con todo y lo está demostrando —el nipón no pudo estar más de acuerdo.
— Aún así, creo que no estaría demás que el marine...
— Por eso no te preocupes. No puedo hacer nada como sargento que trabaja de vez en cuando con la PM; pero como su compañera, puedo darle de gritos cuando lo requiera y créeme, llevó su buena ración.
— Te juro que no lo estoy dudando; pero admite que te gusta poner orden en los hombres cuando son desobedientes.
— No sé de qué hablas, Noshimuri —contestó con una sonrisa pícara, mientras se levantaban— Deberíamos venir a surfear con todos, sería divertido.
— Sí, sería genial —acordó pensando que ella había mencionado que ninguno de sus compañeros de antes, le había agradado lo suficiente, como para tomar siquiera una cerveza después del trabajo— ¿Una ola más?
— ¡El ganador paga el desayuno! —gritó ella, tomando su tabla y corriendo hacia las aguas del océano Pacífico.
CONTINUARÁ...
N/A: Un descanso después del caos. ¿Recuerdan cuando Doris le preguntó a Danny si estaba casado, que tenía miedo al compromiso y todo eso y Danny responde que prefiere que lo golpeen con un zapato de golf? Adivinen dónde lo escuché. Sí, fue en Magnum PI. A los escritores les cuesta ser originales.
Gracias por leer!
Chapter 5: CAPÍTULO V. HALLOWEEN
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Aún llovía cuando llegaron a la escena. Noelani había tenido que moverse rápidamente para evitar que el agua se llevara toda la evidencia.
— Un cuerpo encontrado en un cementerio, creo que sólo eso nos faltaba.
— No tientes al destino, Lou —dijo Tani— Todavía podría sorprendernos.
— Sí, claro. Noelani, ¿quién es el pollo mojado?
— No trae identificación, ni billetera, tampoco celular y es difícil tomar sus huellas, mientras estén como pasa, así que me lo llevaré de inmediato y espero tener pronto la información.
— ¿Puedes decirnos algo sobre la causa de muerte? —fue el turno de Tani.
— Ataque de un vampiro.
— Es broma, ¿verdad?
— No, capitán. Tiene perforaciones en distintas partes del cuerpo, como de colmillos y apenas hay sangre en su cuerpo.
— Creo que esperaremos tu reporte completo, Noelani.
— ¿Qué hacemos mientras tanto? —preguntó Tani— No tenemos una dirección, ni sabemos quién es y la policía ya interrogó al personal y...
— Y como siempre, nadie vio nada.
— Sí, nadie vio nada; pero sí escucharon ruidos. Salieron a revisar, caminaron y...
— ¿Y…?
— Dicen que vieron sombras... No de personas vivas. Este es el primer cementerio público en Honolulu, lo fundaron en 1884. Se cuentan muchas historias —concluyó la morena con un aire misterioso.
— Y alguien tenía que morirse aquí, justo en Halloween. Más vale que el avión de Danny Williams ya esté aterrizando o que Quinn y Lincoln terminen con lo que sea que estén haciendo. Y no me quejaré si Junior y Adam ya están de regreso de ese campamento al que se les ocurrió ir.
El detective había recibido el informe vía teléfono, aunque cuando le mencionaron a un ser sobrenatural, tuvo que pedir que le repitieran los datos. Sin querer pensar en lo improbable que debía ser aquello, había dicho que iría a ver a la forense lo antes posible. Su pequeño Charlie pasaría esta fecha con su madre, con quien iría a pedir dulces y le prometió llevarle parte de los caramelos que recolectara. Danny hubiera querido estar con él y juntos llevar algunos dulces al hospital donde anteriormente habían tratado a al pequeño rubio. A Danny jamás se le iba olvidar el ver a tantos niños en estado más grave que el que su hijo había estado y que se alegraran tanto por recibir una golosina.
Estaba a punto de abordar el Camaro, cuando su teléfono sonó de nuevo. Al revisar, era un número privado y sólo había alguien que ocultaba su número para contactarlo.
— Llamas cuando quieres y esperas que responda; pero te niegas a contestar cuando yo lo hago. Al menos esta vez, sólo ha pasado un par de meses desde tu última comunicación —protestó y el teléfono volvió a sonar— ¿Hola?
— ¡Hey, Danny!
— Steve, ¿todo está bien?
— Bien, estoy en casa... Está lloviendo.
— ¿Dijiste casa?
— Casa provisional.
— Por supuesto. Supongo que es porque está lloviendo torrencialmente, por lo que puedo escuchar, y por ello es que decidiste llamar o de otro modo, no lo hubieras hecho, ¿acerté?
— ...Te echo de menos, socio. Aún tengo tanto que pensar, Danny.
— ¿Y estás consiguiendo algo? Me refiero a que, si en verdad este viaje te está ayudando, sí... te sientes bien donde sea que estés.
— Me siento mejor, hay cosas que me están ayudando —Danny presionó su teléfono en un gesto amargo.
— Eso es excelente...
— Sí, salúdame a todos. También a los niños, espero que consigan muchos dulces. Te extraño, Danno —Danny estuvo a punto de contestar; pero sólo colgó y abordó su auto.
El idiota parecía tan perdido, que no se daba cuenta que Grace ya no era una niña que iba de casa en casa a pedir golosinas o una adolescente que acompañaba a su hermanito, sino que era una joven estudiando en la universidad y que seguramente, asistiría a alguna fiesta... La llamaría luego... para algunas breves recomendaciones.
Los negocios y calles estaban adornados y afortunadamente, había dejado de llover, aunque el cielo permanecía encapotado.
— Detective, que bueno verlo. Supuse que seguía de viaje.
— Hola, Noelani. Sí, bueno, con todo el trabajo que hay, no puedo tomarme demasiado tiempo.
— ¿Se siente bien? ¿Tiene una molestia en el hombro? —preguntó al ver el gesto dolorido en el rubio.
— No, sólo fue un mal movimiento. ¿Y ya terminaste?
— Sí, ya tengo todos los resultados y la policía encontró la billetera y celular tirados a un par de cuadras del cementerio y ya Eric la está revisando; pero me dijo que su nombre y es Christopher Myers, 25 años, ciudadano inglés. La causa de muerte fue por desangramiento. La herida en el cuello, directamente en la yugular, fue la causa. Es la herida más profunda que tiene y, claramente, la hicieron con agresividad. Tiene otras mordeduras en los muslos, en las muñecas y que tuvieron un grado mucho menor de ferocidad. No tiene heridas defensivas y no ingirió ninguna sustancia que indique que fue drogado. Tiene unas marcas que sugiere que ataron sus muñecas y tobillos, y por los rastros encontrados en sus pantalones, parece que le gustaba practicar bondage.
— De acuerdo, debo preguntar. ¿En verdad fue un vampiro? ¿Uno con colmillos y todo el asunto?
— La dentadura humana no está diseñada para hacer este tipo de marcas. La lluvia borró todo rastro de ADN; pero según el tamaño, hay tres mordeduras distintas. Dos varones y una mujer.
— ¿Pudieron usar prótesis?
— Es lo más probable.
— Lo cual descarta a los vampiros. Buscamos a unos locos que les gusta tomar sangre, pretendiendo ser uno.
Con el nombre descubierto, el resto del equipo se dedicó a buscar información y afortunadamente, ya tenían la dirección de la vivienda y el lugar de trabajo. Cole y Quinn fueron a la casa y Junior y Grover fueron a su trabajo. Intentarían volver sobre los pasos que había dado la víctima, antes de ser asesinada.
Por otro lado, sus redes sociales sólo mostraban al hombre en actividades normales como surfeando, bebiendo y celebrando con amigos. Sus contactos también parecían personas normales.
— Hola, ¿algo que nos diga quién mató a la víctima? —saludó el rubio.
— No. Y revisé sus finanzas, no tiene demasiado dinero, su trabajo de compra y venta de casas no parecía muy lucrativo. Los chicos aún están de camino a su casa y trabajo. Y su registro telefónico no muestra llamadas asiduas más que sus padres y una hermana que viven en Londres. Parece un tipo normal —contó Tani.
— Un tipo normal que le gustaba que le muerdan —dijo Adam estremeciéndose.
— Cada quien, con sus gustos, ¿no? Como sea, supongo que estamos buscando a una loca vampiresa —continuó la oficial Rey.
— También a un vampiro —informó el jefe— Dos de hecho, los tres al mismo tiempo.
— ¡Oh! Bueno... —dijo ella.
— Cada quien, con sus gustos, ¿no? —fue Adam con un poco de burla.
— Sí, claro. No me malinterpreten, es sólo que no esperé que fueran ambos a la vez... Sus fotografías no muestran que le guste ambos géneros, ni siquiera parece haber amigos muy cercanos con los que... juegue.
— Puede que en la vida real no haya cosas extrañas; pero en ese otro mundo, parece gustarle cosas como ser la cena de personas trastornadas —dijo el de ojos rasgados.
— Cierto. No tiene muchas fotografías con las mismas chicas, no habla de relaciones... Bueno, no de una estable —continuó el detective viendo la pantalla.
— La vampiresa puede ser cualquiera de estas chicas... Parecen dulces y normales; pero si se ponen sombras de ojos oscuras y labial rojo más... cierta clase de vestuario... se verían hasta mucho mayores. Podría ser cualquiera de ellas.
— Estoy de acuerdo, Tani. Seguramente, hay más personas que están metidas en esto y me gustaría saber cómo se comunican y organizan estás... reuniones. Obviamente no es con volantes pegados por las calles —dijo Danny.
— La red oscura. Aunque nos tomará tiempo buscar y rastrear y seguramente, esta noche harán una gran celebración. Si no los atrapamos hoy, más adelante será difícil —dedujo Adam.
— Hay alguien a quien podemos preguntar —dijo el detective, recordando otro caso en Halloween años atrás, refiriéndose a la vendedora de una tienda de objetos oscuros y extraños.
Mientras Danny y Adam fueron a dicha tienda, los demás llegaron al cuartel y mediante comunicación telefónica, contaron lo que habían descubierto.
— Parece que todo el mundo viene a Hawái para alejarse de lo demás —dijo Cole.
— Y practicar cosas que no harían normalmente en sus ciudades —siguió Tani.
— Como si Londres no tuviera sus propios misterios —bufó el jefe.
— Danny, acabo de buscar en la lista de personas desparecidas y hay avisos de jóvenes desaparecidos desde años anteriores y un par de chicas de catorce y quince años desaparecieron de una librería hace unas semanas con tres días de diferencia. Una tercera desapareció no hace mucho, luego de que haber entrado en una tienda de disfraces en busca de algo con encajes según una testigo. Las de las librerías, buscaban libros de temática vampírica.
— ¿Estamos hablando del estilo que escribe Anna Rice, Quinn?
— Eso parece, Tani. Ahora, la que estaba en la tienda de disfraces que pidió algo con encajes...
— También quería un disfraz de vampiresa.
— Así es, Adam. De hecho, ambos lugares no están muy lejos uno del otro. No hay exigencias de rescate, así que creo que pueden ser víctimas potenciales para esos vampiros.
— Ambos son buenos lugares para que alguien vea sus intereses y convencerlas de entrar en ese mundo —acotó el capitán.
— Pudieron sólo haberlas convencido, las jovencitas encuentran atrayente ese tema, una mezcla de terror y erotismo —siguió la de pelo largo.
— De acuerdo a nuestra víctima, a ese grupo no sólo les gusta las jovencitas —puntualizó el moreno más alto.
— Pero posiblemente sean sus favoritas. Nuestra víctima pudo ser sólo un caso aislado —insistió Quinn.
— Los vampiros se ven mejor cuando son más adultos —dijo Junior y tuvo la mirada de todos encima— Bueno, también pasa en otros casos. Muchas jovencitas buscan adultos para sentirse protegidas, consentidas y que les compren cosas. Con los muchachos y una adulta puede pasar lo mismo... Y en este caso...
— Vampiros adultos bebiendo sangre de estos chicos a los que convencen que son sus favoritos y ellos aceptan quedarse, ignorando lo que pudiera pasarles. Es cierto —dijo Danny recordando el hecho de la chica que le pidió le invitase un trago— Bien, vayan a la tienda de disfraces. Lincoln entra con Tani, como acompañándola a buscar un disfraz. Junior vigila. Quinn asómate a la librería.
— Déjame adivinar, debo buscar un disfraz que parezca de vampiresa —supuso la oficial.
— Dense prisa —ordenó el detective colgando. Adam sonrió— ¿Por qué te ríes?
— ¿Tani con Cole y Junior vigilando?
— No sé de qué hablas.
— Claro. Entonces, ¿Charlie irá a pedir dulces con su mamá?
— Sí. Rachel le compró un traje de superhéroe.
— Seguro se verá lindo.
— Sí.
— ¿Y cómo vas con ella?
— Todos se enteran de todo, ¿tienen un código secreto o algo así?
— Algo así.
— Pues, no sé qué te haya dicho Lou; pero todo va bien. No hemos vuelto a discutir, y tampoco la he estado buscando, ni ella a mí. De no ser porque tenemos dos hijos en común, creo que ya hubiéramos dejado de vernos.
— Eres un caballero, Danny. Otro en tu lugar, ni por los hijos desearía volver a ver a su ex —se sinceró y Danny lo agradeció.
La isla no tenía demasiados lugares donde adquirir disfraces para jóvenes y adultos, la mayoría de los comercios eran de trajes para niños. Casi parecía que la tienda había desaparecido; pero con las preguntas correctas, encontraron aquella de disfraces, donde también había especialistas de la materia vampírica y que, por cierto, parecían querer mantener un perfil bajo.
Y ahí estaba el encargado, sin perder detalle a los nuevos clientes. El hombre alto y serio no parecía interesado en el tema tras aquellos trajes. Ella; sin embargo, le llamó la atención.
— ¿Puedo ayudarte? —preguntó el hombre acercándose a Tani, quien revisaba vestidos victorianos con clara expresión de no encontrar lo que buscaba.
— No lo sé, eso espero. Quiero un vestido; pero no quiero parecer María Antonieta. Más bien quiero... algo más ligero, sin ser vulgar. Encajes, colores más oscuros...
— Podemos armarte un conjunto. Tenemos algunas cosas allí atrás; pero no sé si a tu novio...
— ¿Él? —Cole miraba un traje camuflado; pero obviamente escuchando— Él no dirá nada, sólo está aquí para usar la tarjeta de crédito —ambos atravesaron una pesada cortina de terciopelo y ella pronto encontró lo que quería.
— ¿Buscas algo más? Un adorno para el pelo... O maquillaje especial...
— Pienso más en algo para adornar mi sonrisa... Me dijeron que podría encontrar cosas interesantes en esta isla; pero parece que no es del todo verdad.
— ¿Colmillos? También los tenemos.
— ¿En serio?
— Sí y no son como esos falsos dientes de plástico. Tenemos prótesis, hechas por un especialista, con los cuales puedes realizar una buena mordida —murmuró sugerente.
— ¿Ahora vas a decirme que conoces a una asociación de vampiros o algo así? Porque si lo haces, podría dejar a mi novio y enlazarme contigo ya mismo. A él no le gusta jugar como a mí, es obediente; pero aburrido.
— Conozco gente. Tendrán una gran fiesta esta noche. Si tu novio es tan aburrido como dices, yo encantado te extiendo una invitación —ella le regaló una sonrisa interesada.
— Espero que estés hablando de algo realmente interesante. No quiero estúpidas fantasías adolescentes.
— Te lo aseguro, es un lugar... muy exclusivo. No recuerdo que me dijeras tu nombre.
— Ni yo recuerdo el escuchar el tuyo.
— Azazel.
— Kasdeya.
De vuelta en el palacio, todos investigaban los antecedentes del sujeto al que Junior había conseguido fotografiar, mientras Tani le sonreía más de la cuenta, según el moreno.
— Su nombre es Donald Brown, treinta y cinco. Trabaja en esa tienda hace ocho años; pero es técnico en prótesis dentales —recitó Junior.
— Por eso sabe hacer colmillos falsos —dedujo Quinn.
— Y obtiene buenas ganancias por ellos. En cuanto a sus registros telefónicos, tenemos una lista y en este último par de semanas, hay algunos a quienes ha contactado más continuamente. Por ejemplo, estos dos: Emily Smith de 28 y Spike Wilson de 37. Rastreamos sus teléfonos y... —continuó la de pelo más largo.
— Se han dirigido a una zona alejada en Waimanalo y ahí siguen —indicó Lincoln.
— ¿Estamos seguros que es nuestro sujeto? —preguntó Junior.
— El material que tenía atrás era de temática oscura. ¿De dónde creen que me inventé el nombre que le di? Como sea, los trajes eran para personas que saben lo que buscan. Y lo que bebía no era el mismo que el color y consistencia del vino tinto.
— Este tipo, Spike, él estaba en la librería —dijo Quinn.
— Y la vendedora con la que hablamos, dijo que una de las jóvenes desaparecidas fue a su tienda buscando objetos vampíricos; pero ella no le vendió nada, porque los objetos que tiene no son de ese tipo y tampoco son para menores de edad —contó Adam— Sin embargo, vio a otro hombre, uno más adulto que le dio a la chica una dirección y dijo que encontraría cosas interesantes. La vendedora lo describió como a Spike. Al parecer, también vigilaban su tienda, buscando víctimas.
— Eso es todo. Hay que entrar en ese lugar. Tani, tendrás la oportunidad de estrenar ese traje que Lincoln pagó. Llevarás micrófono y un rastreador. En cuanto tengas a la vista a los adolescentes, entraremos —ordenó el jefe.
Tani tomó su bolsa y se dirigió al baño junto a Quinn para que la ayudara, mientras los demás preparaban su armamento y todo lo necesario. La policía también estaría alertada y enviarían un par de patrullas para respaldar al equipo.
La transformación de la chica había sorprendido a todos y había dejado embobado a Junior. Ella se había esmerado, utilizando no sólo un maquillaje especial y trabajado, sino también estaba usando lentes de contacto color ámbar, que resaltaban entre aquel corsé azul marino con mangas transparentes acampanadas y falda de satín y encaje, un poco por encima de las rodillas en la parte de adelante y más largo por atrás, con botines también azules y de tacón.
Ella salió en un auto pedido especialmente para la ocasión. Se dirigió al lugar donde el hombre la había citado. Esperó un poco y de pronto él apareció al lado de su ventana, más ella pudo ocultar su sorpresa con enfado.
— Empezaba a creer que había sido toda una maldita farsa.
— Claro que no. No necesitas llevar tu celular, déjalo aquí y acompáñame. Yo mismo te traeré de vuelta. Si es lo que quieres.
— De acuerdo —dijo ella permitiendo que el hombre rubio vestido de negro, la guiara a un lujoso auto que estaba estacionado algunos metros detrás.
La camioneta de Lou, quien iba con Adam, los seguía no muy de cerca, siempre atentos a cualquier eventualidad.
Habían llegado a la zona en Waimanalo, lo suficiente alejada para que nadie se acercara a pedir dulces. No se veía gente entrando y saliendo por la puerta y aunque las cortinas estaban cerradas podía distinguirse luces dentro. Todos vieron a través del rastreo, que el auto rodeaba la casa. Seguramente, había otra entrada al parqueo subterráneo y por eso no se veía gente circulando o motorizados estacionados afuera. Los autos y patrullas estaban detenidos a unos metros, alejados del camino donde la maleza podía esconderlos. Primero debían saber lo que había dentro antes de entrar.
— Es un lugar impresionante. La clásica mezcla de muebles negros y alfombras rojas —dijo Tani— Hay menos gente de la que esperaba.
— No muchos aprecian y respetan lo que somos. No entienden la sed que sentimos, el hambre... — señaló el que seguramente era el anfitrión.
— Un hambre únicamente saciada con sangre fresca, y mientras más tierna y nueva, mejor — siguió la oficial.
— Estoy seguro que disfrutarás de tu estancia aquí —sonrió Azazel, orgulloso de haber integrado a la chica y que su compañero le diera un gesto de aprobación.
— Eso espero.
— Ella es Briseida, mi compañera y él, es Draven, nuestro creador —presentó ese rubio.
— Bienvenida —le dijo él, tomando su mano y depositando un beso incitador. Ese abrigo largo de escorpión color rojo, hacía juego con los lentes de contacto que usaba y contrastaban con el resto del atuendo en negro.
— Encantada, y mucho. Asumo que ustedes tres son los amos del lugar.
— Así es. ¿Gustas algo de beber? —ofreció ella alcanzándole una copa. Tani la tomó y aunque no era experta en vinos, pudo ver que lo que le habían dado era eso. Ella los miró extrañada, preguntándose si aquello era una prueba, sí, de algún modo, esa pelirroja de traje blanco y medias de red la había reconocido.
— No está mal, aunque la botella que mi novio pidió en una cena que tuvimos la primera vez que me trajo a esta isla, fue la gloria, creo que la botella costaba como 500$ y juraría que tenía algo extra que... me hizo volar.
— Bueno, esto es sólo mientras esperamos a los demás.
— Y hablando de tu novio, ¿por qué no lo has traído? Se veía... —dijo la de blanco— Pudimos haberlo aprovechado.
— No le gusta lo mismo que a nosotros; pero como lo habrán notado, no está mal —Cole sintió ciertas miradas encima, una más agresiva que las demás— Sólo que a veces haces cosas realmente estúpidas y puede ser muy molesto, casi tanto como una astilla bajo la uña. Voy a aprovecharlo mientras me deje usar su tarjeta de crédito o hasta que encuentre alguien que me entienda... mejor.
A medida que entraban en confianza, la conversación se hizo más fluida. Los tres sospechosos, parecían haberse convencido que la morena tenía lo necesario para ser parte de su círculo. Y así, los agentes de la ley, supieron algunos detalles del lugar, así como el momento en el que estuvo más concurrido, y de acuerdo a los informes de Tani, había más jóvenes de los que pensaban y estaban allí por propia voluntad. El problema inició cuando de pronto, la que se hacía llamar Briseida, jugaba con un jovenzuelo, un coqueteo en el que el chico, se había rendido fácilmente.
Tani no dejó de ver los colmillos que ella usaba, se veían peligrosos y daba la impresión que con apenas rozar la piel, causaría daño. Y no era la única adulta que había empezado con aquellos juegos, ni el único joven que estaba ya no tan seguro de estar ahí. Otros; sin embargo, se veían emocionados permitiendo que los colmillos o una de esas largas y filudas uñas les rasgara la piel, dejando fluir sangre en un fino hilo que se deslizaba y de pronto era recogida por la punta de una lengua húmeda. Si era una mujer o un hombre, no tenía importancia. Observar aquello, podía resultar muy hipnótico.
Quien había llevado a Tani, estaba también entretenido. Aquella pareja parecía conocerlo bien, ninguno de ellos demasiado jóvenes o mayores, él también hacía uso de aquellos juegos seductores.
Otros sólo preferían observar, ese era su placer.
Y había quienes la miraban a ella, a Tani, interesados en poder presentarse; pero estando con el anfitrión, meterse no era prudente.
— ¿De dónde eres? —preguntó Draven de pronto.
— Soy de aquí y de allá. No me quedo demasiado en un lugar.
— Y en esos lugares, ¿has visto algo como esto?
— No a este nivel, no con esta libertad. Me gustaba la ciudad donde estaba; pero encontraron muerto a un hombre. Los noticieros dijeron que tenía mordidas puntiagudas por todo el cuerpo.
— Siempre hay alguien que, por pasarse de listo, termina arruinando todo.
— ¿Aquí no ha pasado algo así?
— No. Aunque...
— Cuéntame.
— Hubo alguien, quiso ser uno de nosotros; pero no estaba tan comprometido y parecía no saber demasiado de nuestra forma de vida. Creyó que lo único que hacemos es morder a la gente todo el día como diversión. Se ofreció para que se lo hiciéramos y también para usar cuerdas.
— ¿Pero?
— Digamos que lo que él esperaba, era que hubiera mordidas juguetonas, que la sangre fuera jalea de frutos rojos. El mundo está olvidando lo que es ser alguien como nosotros, lo toman como un juego ¿Ves a esos niños? De nosotros depende enseñarles lo que es un verdadero vampiro.
— ¿Crees poder? No parecen muy dispuestos —dijo la oficial al ver a una de ellas, saltar ante la mordida de un chico no mayor a los 18.
— Se acostumbran y terminan aceptándolo. Ven conmigo, arriba tengo algo que te va a gustar.
— ¿En serio? La fiesta aquí finalmente ha empezado —dijo empezando a seguirlo, hasta que observó a algunos que llevaban armas— ¿Llevan armas reales?
— Sí, por protección, tranquila. Vamos, tú y yo tendremos un banquete privado.
En las afueras, seguían esperando, era difícil considerando que el asunto de la sangre había empezado; pero hasta no saber si había alguna sorpresa extra en el piso superior, no iban a arriesgarse.
— Una bonita habitación, aunque no hay nada extraordinario.
— Aguarda. La sorpresa pronto aparecerá, la están preparando.
— ¿Hablas de un sacrificio?
— Hablaste de sangre joven y nueva. Para tu fortuna, aquí puedes conseguirlo.
— Muéstrame.
— Lo haré. Antes, quiero que pruebes esto.
— ¿Más vino?
— Con algo extra.
Danny y los demás esperaban que su compañera dijera la palabra de seguridad; pero no podían escuchar nada y la preocupación empezó a crecer a velocidad.
— ¡Tenemos que entrar, Danny! —dijo Lou.
— DPH apoyen al capitán Grover, a Quinn y a Adam. Diríjanse a la puerta de garaje, los demás entraremos por el frente. En cuanto entremos, todos querrán huir, así que no lo permitan.
Todos salieron de los autos, armados y listos. Se agazaparon hasta llegar cerca de las ventanas y en cuanto los otros anunciaron que estaban en posición, Junior y Cole, lanzaron un par de granadas aturdidoras rompiendo las ventanas. De inmediato, con ayuda de un ariete usado por la policía, derribaron la puerta y entraron anunciándose.
Ahí había miradas de varios colores, colores exóticos, muchos con una actitud malditamente agresiva; y si alguien se acercaba demasiado o de forma descuidada, mínimamente se ganaría unas buenas heridas gracias a esas uñas o esos colmillos. Esas personas se veían dispuestas a pelear como si pudieran ganarles a las armas de los agentes.
Como era de esperarse, algunos adultos trataron de reaccionar y repelerlos utilizando armas; pero aún estaban atarantados gracias al estruendo de las granadas. Otros intentaron escapar, los más jóvenes también trataron de desaparecer por cualquier vía.
Y, sin embargo, también había quienes aún querían jugar. Los lentes de contacto color gris, casi blanco con el borde negro en el área del iris al igual que la pupila de aquel hombre alto de melena castaña y piel no tan pálida; ataviado entre azul, negro y pedrería en las solapas de su traje era uno de los que miraban con interés al hombre rubio de ojos azules y aquella pareja vestida de satín verde a juego y un color vibrante en sus ojos, parecía tener interés en el moreno alto que era el sargento de marina cuya mirada advertía que si daban un paso, morirían. La pelirroja de traje blanco, se rindió fácilmente a su presencia.
Danny se acercó al del traje oscuro luego golpear al insensato que intentó acercársele.
— De rodillas, manos a la cabeza, no me hagas repetírtelo.
— ¿Por dónde se fue tu compañero? —preguntó Junior, luego de ver dos escaleras en direcciones opuestas.
— ¿Quién?
— No te hagas al idiota, pato Donald. Dinos por donde se fue tu compañero Draven o más bien dicho, Spike.
— No lo sé, —respondió ofendido, a Danny no le importó— probablemente ya está terminando de divertirse con una chica.
— Tu amigo habló sobre Christopher Myers, y dado que él está todo mordido y muerto y ustedes son los responsables, te sugiero que te portes bien y respondas —siseó el detective.
— Escaleras de la izquierda, hay una habitación.
— ¿Y las chicas que secuestraron?
— No secuestramos... —la dura mirada del moreno le hizo responder— Spike tiene una, hay una puerta tras un librero, hay otras en el sótano.
Junior no esperó y fue por dónde el sospechoso dijo y trató de abrir la puerta, una de madera y muy pesada. La llegada de Cole fue oportuna y entre ambos lograron abrirla. El moreno de más baja estatura, corrió hacia el sofá de donde Tani trataba de pararse.
— ¡Tani! Tani, ya estoy aquí.
— Joons... Me drogó...
— Estarás bien, vamos a sacarte de aquí.
— ¿Tienen a Tani? —preguntó Danny por el intercomunicador.
— Sí; pero Spike no está aquí —respondió el más alto.
— Esperen, estamos llegando —en poco tiempo, Danny y Adam aparecieron y vieron a los chicos.
— Sácala de aquí, hay paramédicos abajo —dijo Danny dirigiéndose al librero. Junior iba a levantarla en brazos.
— ¡No se te ocurra, Reigns...! Iré caminando —advirtió y aunque claramente no podía hacerlo sola, y tuvo que apoyarse en el chico. Lincoln movió el librero y tanto Adam como Danny entraron apuntando. No encontraron nada más que una de las jóvenes desaparecidas atada, amordazada y visiblemente aterrada. Ella señaló la ventana rota.
— Esto tiene que ser una broma —dijo Cole y al investigar, todos vieron al sospechoso bajar por una cuerda y ya casi estaba en el suelo. Lincoln se subió al alféizar de la ventana y empezó a descender por la misma cuerda.
El rubio y el japonés se miraron entre sí. El asiático se quedó con la víctima y el detective se apresuró a bajar; pero por supuesto, usó las escaleras.
Lincoln avanzó sin problemas e incluso dio un buen salto para llegar al piso y de inmediato corrió tras el sospechoso, quien le llevaba ventaja y casi llegaba al camino de tierra, seguramente esperando perderse en la oscuridad. Seguirlo a pie sería difícil e incluso dispararle, por lo que, el moreno buscó el Camaro y lo abordó. Aceleró alcanzándolo pronto y el hombre trató de zigzaguear, burlar a su perseguidor, aún sabiendo que no era rival contra el auto deportivo. El sargento de marina logró golpearlo con el motorizado. Danny había salido justo para ver al supuesto vampiro volar por los aires al recibir el golpe. Sin demasiada prisa, llegó hasta donde el sospechoso estaba tirado, con heridas sangrantes, al parecer algunos huesos rotos y de milagro vivo. El jefe tenía sus manos en la cintura mirando a su compañero.
— Lo sé. No te gusta actitudes estilo McGarrett, perdona.
— McGarrett hubiera bajado por la cuerda, corrido tras él, lo hubiera alcanzado, muy posiblemente hubieran peleado y lo hubiera dejado más o menos así —dijo mostrando que no estaba tan molesto como el otro supuso— Que los paramédicos lo revisen; pero no le quites la vista de encima a vampirín. Quinn y tú pueden interrogarlo —Lincoln se dispuso a obedecer.
Cuando el neojerseyés iba de regreso a la casa, un extraño destello proveniente del lado derecho llamó su atención. Al voltear, notó que más allá había árboles, y se dijo que probablemente sólo era alguien caminando con una linterna; pero la luz no parecía ser de una, sino que era un círculo aparentemente de un blanco translúcido que iba subiendo y bajando a medida que se movía entre los árboles, hasta que se quedó flotando cerca de uno. El detective se quedó mirando aquello.
— ¡Danny! —llamó Quinn por el intercomunicador, sorprendiéndolo— Danny, ¿me escuchas?
— ¡Sí!
— ¿Todo está bien?
— Sí, claro. Todo bien.
— ¿Y el sospechoso? —el rubio desvió la mirada de aquella luminiscencia.
— Lincoln atrapó a nuestro vampiro, quien primero necesitará algo de atención en un hospital antes de ser interrogado. Ve con ellos y asegúrate que el marine no le clave una estaca, ¿sí?
— Claro.
El de ojos azules volvió a ver hacia los árboles, la luz seguía allí danzando; pero no era la única, otro círculo había aparecido y entre ambos, parecían realizar una mágica coreografía. Danny decidió apresurar su paso a la casa y terminar todo cuanto antes.
Tani había sido ingresada en el hospital y los médicos la tenían en observación, no estaba grave; pero querían asegurarse de que ella no presentara ningún problema. Junior no se había movido de su lado.
— ¿Joons?
— Hola.
— ¿Qué haces leyendo Tierra de Vampiros?
— Yo, sólo tuve curiosidad. Agarré el primer libro que vi; pero... ¿Cómo te sientes?
— Bien. ¿Cómo salió todo?
— Salió casi muy bien.
— ¿Casi?
— Sí, atrapamos a todos. Hubo algunos que recibieron un par de golpes extra por intentar pasarse de listos —Tani supo a lo que se refería— Hallamos y devolvimos a esos chicos a sus padres. Y por la actitud que tenían, creo que aprendieron la lección. Algunos tendrán varias cicatrices que no desaparecerán. Liu y Cole interrogaron a los sospechosos e hicieron que confesaran el homicidio de Christopher, aunque Donald y Emily culparon a Spike, a quien tacharon de obsesionado con el tema vampírico y porque dicen, que podía ser muy violento con quien tomaba a juego el convertirse en uno.
— ¿Hay más víctimas?
— Están revisando toda la propiedad.
— ¿Y por qué sólo encontraron a Christopher en el cementerio?
— Porque a Donald le pareció buena idea dar una muestra de su existencia y crear miedo. Lo llevaron moribundo y estaban seguros que si alguien lo veía con todas esas marcas, diría que lo atacaron unos vampiros.
— No puede ser. ¡Eso fue estúpido!
— Para fortuna nuestra sí, o no podríamos haber encontrado a esos chicos. La gente obsesionada puede llegar a ser peligrosa.
— Junior, no tienes que estar aquí.
— Entiendo que no me quieras en tu casa; pero este es terreno neutral, así que me quedaré.
— Bueno, no me hace falta que estés aquí con esa actitud molesta.
— No estoy molesto, sólo me preocupé.
— No tenías razón para hacerlo. No hubiera dejado que ese idiota me chupara la sangre.
— Sabías que ese infeliz te había puesto algo en la bebida.
— Si no la tomaba me hubiera descubierto. Y sabía que estaba apoyada, que entrarían y me sacarían, por eso no me preocupé.
— Lo lamento, Tani. Eres una gran agente y no debería desconfiar, es sólo que... Tuve miedo.
— Si sentiste un poco de lo que yo sentí aquel día en la selva, entonces es bueno. Aunque a diferencia tuya, yo no lo hice por la emoción y desobedeciendo una orden.
— Sabía que dirías eso. Y tienes razón, actué por impulso. Lamento haberte asustado —ella sonrió y entrelazó su mano con él.
CONTINUARÁ...
N/A: El plan era en principio hacer algo paranormal, ese tema siempre me pareció interesante y atrayente aún cuando cause escalofríos. Sí, señores, yo soy de esas personas que creen en eso y que ha tenido experiencias también.
Lo del tema vampírico... estaba viendo un documental sobre creaturas nocturnas y eso me dio la idea y algo de material; aunque no lo crean, este fue uno de los últimos capítulos que escribí y no es que no me guste el tema; pero mi material de lectura sobre vampiros es Drácula, los libros de Anna Rice e incluso aguanto ver al Conde Pátula. En verdad no era mi intención escribir sobre chupasangres; pero creo que no estuvo tan mal.
Vampirín, es un personaje de una serie antigua animada llamada "Los hijos de los cazafantasmas"
Gracias por leer!
Chapter 6: CAPÍTULO VI. DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS
Chapter Text
— ¿Planeamos la cena?
— ¿Qué cena? —preguntó Danny, dejando el expediente para ver a Adam.
— Día de Acción de Gracias —respondió Tani.
— Podríamos hacerla en casa de Steve —sugirió Junior— Hay espacio y será como... Como si de alguna manera él también estuviera.
— Y tenemos nuestro juego anual —recordó el capitán.
— Eso suena interesante —expresó Cole, sería su primera vez.
— ¿Danny? —preguntó el japonés al ver al hombre en silencio.
— Lo siento, sí.
— Estarás, ¿verdad? —preguntó Lou con el ceño fruncido.
— Eh... No. Quiero aprovechar que será un fin de semana largo para ir a ver a Grace.
— Creí que vendría a Hawái —dijo el capitán, de nuevo frunciendo el ceño.
— No, decidimos que nos reuniremos en Nueva Jersey y pasar el día con sus abuelos así que, Rachel, Charlie, Eric y yo la alcanzaremos allá —todo ánimo desapareció— Tani, Adam, confío en que retendrán el trofeo —recomendó alejándose, los demás se miraron entre sí.
En Los Ángeles, Mary Ann McGarrett se preparó para ir de compras. Joan finalmente estaba lista y la madre agarró su cartera y las llaves, cuando inesperadamente alguien llamó a su puerta.
— ¡Hola, Mary!
— ¡Hermano! ¡Qué sorpresa! —dijo abrazándole— ¿Dije sorpresa? ¡Es un milagro!
— Hola —saludó una mujer de pelo oscuro tras él.
— Tú eres...
— Catherine, se llama Catherine —respondió Steve.
— Sí, la recuerdo, hace unos años, en la casa de mis padres. No dejaba de escuchar tu voz a través de las paredes delgadas —la morena puso cara avergonzada, no es algo que quiere que la hermana de Steve siguiera recordando, pues estaba segura que se habían visto después, en mejores momentos que en la puerta del baño.
— ¿Vas a salir?
— Voy a hacer unas compras, y como supongo pasarán Acción de Gracias aquí, pues...
— ¿Compras? ¿No es algo tarde?
— Esto no es una isla, Steve. Voy a dejarte a Joan, así que más te vale que no te distraigas y la cuides o te mataré, ¿entiendes? —se agachó ante la niña para darle un beso— Ya vuelvo, cariño. Vigila a tu tío, ¿sí? —la pequeña afirmó y saltó a los brazos del hombre.
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Casi todos se habían marchado, únicamente Danny seguía en la computadora central, cuando Lou se aproximó en actitud sospechosamente casual.
— Oye, amigo.
— ¿Qué pasa, Lou? —preguntó sin levantar la mirada de aquellos papeles con los que comparaba ciertos datos.
— No quiero entrometerme ni nada; pero acaso..., ¿tú y Rachel están...? Ya sabes, de nuevo...
— Eh... ¡No! No. Después de la última vez, ya no quiero ganarme otro dolor de cabeza o una úlcera, por meterme en algo que rotundamente jamás va a funcionar.
— ¿Entonces?
— Ella sigue siendo la madre de mis hijos —el otro siguió esperando— Sólo hemos pasado un par de noches. Ni ella, ni yo tenemos a nadie a quien serle fiel, así que... A veces uno requiere cierta compañía, una cena... Sí me comprendes, ¿no?
— Lo entiendo; pero no me lo tomes a mal. Creo que sería mejor que conocieras a alguien más.
— No, lo último que quiero es hacer eso, créeme, ya tengo suficiente con todo lo que tenga que ver con citas y romance.
— De acuerdo, cuando tengas ganas de hablarlo, sabes dónde encontrarme.
— No hay nada que hablar, en serio; pero gracias, hermano.
— Y ve a descansar que a todos nos gusta tener un jefe guapo, ya sabes, para que nadie se niegue a darnos información —Danny no dijo nada, aunque se quedó con una sonrisa divertida. Estaba cansado; pero quería acabar con ese asunto antes de tomar el avión a Jersey.
De nuevo en Los Ángeles, Steve ayudaba a lavar los platos de la cena. Mary vio una buena oportunidad para empezar a interrogarlo, mientras su niña estaba con Catherine. Claro que la madre estiraba su cuello cada tanto para vigilarla; pero en verdad estaba inquieta por su hermano. No era habitual que él la visitara, y además, que permaneciera la mayor parte del tiempo en silencio.
— Es un milagro que hayas decidido venir a pasar este día conmigo y Joan. Casi no nos hemos visto desde la muerte de mamá hace un año.
— Sí, bueno...
— ¿Y a qué se debe la decisión de hacerlo? —curioseó— ¿No estás enfermo, o sí? —preguntó de inmediato y con un fundado temor recordando a su tía Deb.
— No.
— ¿Steve?
— No estoy enfermo, Mary, en serio —ella no detendría su interrogatorio— Dejé el Five-O.
— ¿Qué?
— Sí, bueno, creo que ya era tiempo y además...
— ¿Tú dejaste el Five-O? —repitió con absoluta incredulidad.
— Pasaron cosas, Mary.
— ¿Qué tipo de cosas? —Steve se tomó unos segundos antes de responder— ¿Qué tipo de cosas, Steve?
— Papá lo supo. Que mamá no murió en esa explosión, que era una agente. Descubrió todo.
— ¿Y por qué no nos lo dijo? —cuestionó entre molesta y llorosa.
— No tuvo tiempo.
— ¡Dios! Papá debió de haber sufrido tanto... —las lágrimas empezaron a caer por su rostro—¿Cómo te enteraste si no tuvo tiempo?
— La esposa del hombre que Doris cuidó de niño, apareció en busca de una compensación por la muerte de su marido. Secuestró a Danny para obtener una carta cifrada que mamá dejó a un abogado para que me lo entregara. Esa mujer me lo dijo todo y...
— ¿Secuestró a Danny? —interrumpió legítimamente preocupada— ¿Él está bien?
— Sí, lo lastimaron mucho; pero logramos encontrarlo y ponerlo a salvo. Danno tiene más vidas que un gato —eso hizo sonreír a los hermanos.
— ¿Y qué decía ese mensaje?
— Las coordenadas del dinero que Doris guardó en todos estos años. Dinero para nosotros...
— ¿Dinero? —gruñó borrando sus lágrimas— ¿Ni siquiera un "te quiero" o un... "lo siento"? — Steve sólo la miró— ¡Claro! Nunca pude entenderlo, ¿sabes?, el por qué Doris apareció para luego desaparecer de nuevo. Creo que era mejor pensar que estaba muerta. ¡Ni siquiera vino a verme, ni para estar con su nieta! ¡Ni una sola vez! ¡Nunca debiste decirme que ella vivía!
— Mary, no digas eso.
— ¡Es la verdad, Steve!... Al menos tú la viste y te despediste de ella..., pero no hubo ni siquiera unas palabras para mí o para mi hija... —silencio, Steve no quiso contarle el enfrentamiento verbal que habían tenido antes que la mataran y Mary trató de calmarse y no seguir llorando o reclamando, a pesar de la furia y el dolor— Entonces, ¿dejaste tu trabajo para siempre? Imagino que a Danny no le ha gustado en lo más mínimo.
— No y claro que tampoco quería que me fuera. Intentó convencerme y de no haber estado convaleciente, quizás hasta hubiera...
— ¿Convaleciente? ¿Dejaste a Danny lastimado? ¿Hace cuánto paso eso? ¿Cómo es que...?
— Vive en la casa, estará bien. No está solo y le dejé con un nuevo compañero.
— ¿No volverás a Hawái? —su inquietud fue mayor.
— La verdad es que, por ahora, no estoy seguro de nada.
— No estás seguro de nada; pero sí estabas seguro de abandonar a Danny y a tus compañeros, así como así —gritó algo más fuerte.
— ¡Qué no, Mary! Sé que es difícil para él, para todos, para mí también, los extraño como no tienes idea y Danny... Yo... Necesito tiempo para pensar... y entender...
— Sí, ya veo que necesitas tiempo —dijo ella, mirando a la sala.
— Ella no tiene nada que ver —susurró.
— Dijiste que necesitabas pensar; y, sin embargo, con esa distracción, dudo que puedas hacerlo.
— Ella descifró el mensaje, me ayudó y luego...
— Creí que habías estado en Inteligencia Naval y que una de tus especialidades era criptografía avanzada, dudo que necesitaras de alguien más.
— ... Sí; pero no pude... Supongo que... No sé, Mary... Sólo sé que puse en peligro a mi mejor amigo y eso... —y se perdió en las palabras de Mei.
Yo tengo a la persona que más le preocupa del mundo.
— ¡Steve! ¡Steve!
— ¿Qué?
— No respondiste a mi pregunta, ¿hace cuánto que dejaste la isla?
— Algunos meses.
— Así que te tomaste un buen tiempo antes de decidirte a visitarme —señaló ofendida— ¿No consideraste que era mejor hablar directamente conmigo que soy tu hermana y a quien también le ha afectado en grande lo que pasó con nuestros padres? ¿No te pareció adecuado buscarme a mí para tratar de...? ¿Sabes? Bastaba una llamada y habría ido a Hawái y lo hubiéramos discutido, llorado y… quizás no hubieras necesitado renunciar a tu equipo —Steve iba a replicar, más ella no le dejó— Sé que no te gusta hablar de sentimientos, sé que te cuesta afrontarlos; pero parece que no te has dado cuenta que yo no soy como tú, y que gracias a todo esto, más de una vez he necesitado de mi hermano —Steve tuvo que reconocer que ella tenía razón.
— Lo lamento, Mary.
— Sé que tampoco hice demasiado para buscarte... —dijo con voz trémula— Nuestra familia nunca fue unida, ¿verdad? Nunca fuimos honestos entre nosotros, nunca pudimos hablar sinceramente. Siempre hubo mentiras o verdades a medias.
— Sí, pero el trabajo de mamá lo requería...
— ¡No la justifiques! Si en ese momento tenía que irse, bien; pero después pudo dejar esa vida. Si fue capaz de esconderse por tanto tiempo para cuidar de ese niño, también debió ser capaz de dejar todo. Pudo haber pasado tiempo contigo y conmigo, con Joan..., pero no lo hizo, eligió no hacerlo. De papá puedo entenderlo, él creyó haber perdido a la persona que más amaba. Todo tiene que cambiar, Steve. ¡Habla conmigo hermano, lo que me digas, lo soportaré! Voy a ser tu apoyo y tú tienes que ser el mío —se permitió un respiro y se lo dio a Steve— Y…, ¿qué harás ahora?
— No lo sé, sólo he estado por ahí...
— Steve... ¿No hay otra razón por la que has tomado esa decisión?
— ¿A qué te refieres?
— No lo sé, sólo... Tu salida de Hawái me parece extraña.
— Tal como se lo dije a Danny, necesito tiempo para mí. Quiero ir al lugar donde están las cenizas de Joe y no sé, a otros sitios también, a excepción de Nueva Jersey, claro.
— A veces eres muy malo hermano, deberías estar sumamente agradecido con Nueva Jersey por haberte dado un compañero tan fiel y tan loco.
— ¿Por qué loco?
— Nadie en su sano juicio se quedaría como tu compañero por tanto tiempo y, sobre todo, después de haber visto y soportado todo lo que haces —Steve se mostró ofendido, a ella no le importó.
Luego de aquella conversación, el último de los hombres McGarrett dijo que quería pasar tiempo con su sobrina antes de que se durmiera, por lo tanto, fue a la habitación de la niña, dejando a las dos mujeres adultas.
— Hola —saludó la de pelo oscuro entrando a la cocina, la rubia permanecía en la mesa sentada.
— Hola.
— Entonces...
— ¿Entonces?
— Steve no es muy propenso a hablar de él mismo, ¿no? Siempre se guarda todo.
— Sé que Danny sabía cómo hacerlo hablar y no es que tuviéramos largas y continuas conversaciones sobre mi hermano; pero siempre me dio a entender que Steve hablaba con él, mucho más de lo que alguna vez lo hizo conmigo y que quizás con alguien más.
— Él ha sabido tratarlo siempre. Danny tiene la habilidad de hacer sentir que uno puede confiar en él, no he conocido a muchas personas así.
— ¿Y cuánto tiempo vas a quedarte tú? Tengo entendido que ahora trabajas en la CIA, así que supongo que tienes mucho por hacer.
— Sí. De hecho, me iré después de Acción de Gracias.
— ¿Estás trabajando encubierta?
— Algo así.
— Odio eso, ya sabes.
— Sí, es algo difícil, pasártela fingiendo, estar lejos de los que amas... Arriesgar tu vida.
— Pero tú lo elegiste, igual que Doris. Te retiraste de la marina y escogiste esto por encima de otras cosas.
— Parece que estás enterada de todo.
— Seguramente no; pero he ido a Hawái y he visitado la casa de mis padres. Por supuesto, eso incluye la habitación principal y además, he revisado algunas cosas de mi hermano. Claro que también he hablado con él —la mirada penetrante le hizo entender el tema de esa conversación.
— En ese momento fue difícil para mí quedarme, necesitaba mucho más en mi vida de lo que tenía en ese momento.
— Y, sin embargo, apareces cada tanto en la vida de mi hermano. Yo en tu lugar, hubiera mantenido distancia —Catherine quería replicar; pero eso la conduciría a una discusión que sabía no era conveniente tener— Como sea, Steve aún debe explicarme algunas cosas, no dejaré que huya así nada más.
— Le hará bien, no es bueno para él estar solo demasiado tiempo, Danny lo sabía bien, siempre fue a buscarlo a donde sea que Steve estuviera. Steve apenas me ha contado algo sobre sus motivos para salir de la isla, créeme que también estoy intrigada... Únicamente sé que la muerte de tu madre y la de Joe, lo han llevado a este estado.
— ¿Qué sucedió con Joe White? —cuestionó legítimamente intrigada.
— Lo de Joe... Alguien traicionó al equipo de Steve, perdió a su antiguo equipo, incluyendo a White y.… Pocas veces lo he visto tan propasado, pasé con él varios días y sólo tenía la mente en buscar al responsable, y te aseguro que no lo había visto con esa sed de venganza desde hace mucho.
— ¿Y dónde estabas cuándo pasó lo de Doris?
— En misión. No supe nada hasta mucho después.
— Conocí a Joe, no demasiado, sé que era el mejor amigo de mi padre y cuidó a Steve desde que entró en la marina... Sin embargo, hay cosas que nunca he entendido de él, como el hecho de que no supiera lo que pasó con mi madre... ¡Él debió ayudarle a papá a encontrar al responsable y quizás así hubiéramos descubierto la verdad mucho antes! O quizás sí lo sabía y no se lo dijo a mi padre, ni a nosotros. De haberlo hecho, quizás mi padre... —Mary se obligó a detenerse.
— Sé que tienes muchísimas más dudas y preguntas para discutirlo con tu hermano, únicamente no seas tan dura con él.
— Tengo derecho a serlo. Sólo espero que no sea necesario —expresó Mary con seriedad y al ver a Steve, se levantó— Bien, me voy a descansar, mañana hay que levantarse temprano para preparar todo para la celebración y como sólo hay una habitación extra, hermano tendrás que dormir en el sofá. Que pasen buenas noches.
— Descansa, Mary —se despidió de su hermana besándole la mejilla.
— Creo que no le agrado demasiado —murmuró Catherine, acercándose al hombre.
— Una cosa más —señaló Mary reapareciendo— Hay una niña en esta casa, así que compórtense.
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Kamekona fue el encargado oficial de preparar la cena de Acción de Gracias, la celebrarían en casa de Steve, así que todo estaba siendo acomodado. Los invitados eran los de siempre y algunos ya estaban presentes.
— ¡Y llegó el equipo ganador!, gracias, gracias ¡Muchas gracias! —canturreó Tani, acompañada de Adam, Quinn y aquellos que estuvieron en su equipo durante el partido.
— Sí, bien hecho. Ahora, ¿podemos olvidarlo y terminar de acomodar las sillas? —inquirió Junior.
— Lo estás haciendo muy bien, Joons, estamos orgullosos de ti —continuó ella burlándose. Los demás agradecieron que la paz y armonía volviera, al menos en lo que a ellos concernía. Ya casi todo estaba preparado, y Lou ya había empezado a hacer las degustaciones respectivas, cuando su teléfono anunció una llamada entrante.
— ¡Todos, acérquense! —pidió el capitán antes de contestar, cuando lo hizo, la cara de Steve, su hermana, Joan y Catherine aparecieron. La sorpresa fue para todos.
— ¡Aloha! —saludaron los de Los Ángeles.
— ¡Hey!, ha pasado tanto tiempo —preguntó Lou— ¿Cómo están?
— ¡Qué gusto verlos! —dijo Mary— Los he extrañado, y para los que no la conocen, ella es mi hija Joan.
— ¡Hola! —saludó la niña y los demás respondieron.
— Teniente Rollins, no esperábamos verla.
— Hola, Junior. Sí, Steve y yo nos encontramos hace unos días y me invitó a pasar este día aquí.
— ¿Y Danny? —preguntó el exjefe.
— Sunshine se fue a Jersey, amigo; toda su familia se está reuniendo allá —contó el capitán.
— Esta vez, ningún Williams está pasando Acción de Gracias en Hawái —dijo Noelani.
— ¿Eric también se fue?
— Y Rachel y el pequeño D. Los cuatro partieron ayer —fue el turno de Adam.
— Ya... eh, ¿y Eddie, y el señor Pickels?
— Ven muchacho, saluda a tu dueño —pidió Junior y Lou lo puso al alcance de la cámara.
— ¡Eddie! ¿cómo estás amigo? —el perrito ladró moviendo su cola, las tres mujeres sonrieron encantadas al verlo por primera vez— Veo que te están sobre alimentando, ¿eh? Pronto estarás como Lou.
— ¿Qué? —reclamó el aludido poniéndose frente a la cámara— Agradece que estás lejos.
— El señor Pickels está muy bien, se ha mudado a la casa Williams, está muy bien y seguramente estará durmiendo en un mullido almohadón —explicó Adam.
— Es como Danny, por eso se llevan bien. ¿Y quién ganó este año?
— No creo que quieras saberlo —dijo Cole.
— ¡Oh, no puede ser! —protestó entendiendo que de nuevo había ganado el equipo del detective.
— Oye, Steve, ¿cuándo regresas?
— Aún falta para eso, Tani.
— Te extrañamos —fue Quinn.
— Y yo a ustedes. ¡Feliz Dia de Acción de Gracias!
— Y para ustedes, cuídense —terminó Duke.
— Oye, Lou, ¿tú y Adam me permiten un momento? —todos se despidieron y el moreno se alejó con el nipón.
— ¿Qué pasa, Steve? —se preocupó el nipón.
— ¿Cómo está Danny?
— ¿En serio lo estás preguntando? —contestó el de piel oscura.
— Cumple con el trabajo a la perfección y por lo demás, está sobrellevándolo lo mejor que puede —contó Adam— Y no creo que te conteste si le llamas, seguramente estará ocupado disfrutando con su familia.
— ¿Qué hay de Lincoln? ¿Está encargándose de él, cuidándolo?
— ¿Es broma, McGarrett? El tipo es bueno; pero nuestro chico no necesitaba que dejaras a un desconocido a vigilarlo, nosotros estamos para eso. Y si estuvieras aquí, créeme que habrías tenido que huir por tu vida —respondió el hombre de Chicago, muy seriamente.
— Yo sólo... Por favor sigan haciéndolo.
— No tienes que pedirlo —señaló el asiático.
En Nueva Jersey, Danny estaba feliz de ver a su niña. Si bien mantenían comunicación, él prefería tenerla a su lado, tanto que, por un instante, él no quiso cedérsela ni a su madre, hasta saber todo lo que había hecho estando en Miami. Claro que la joven debía evitar decirle algunas cosas o estaba segura que su Danno cambiaría de opinión y la inscribiría en la universidad más cercana a Oahu y probablemente hasta estuviera visitándola cada semana. Danny tuvo que aceptar que estaba exagerando en acapararla. Como sea, todo ahí estaba bien, la relación de sus padres, Bridget se veía espléndida y feliz con su familia y Stella estaba, evidentemente, enamorada, aunque daba evasivas cuando intentaba saber más sobre el prospecto. Rachel se estaba comportando bien, quizás mejor que antes y la familia se veía satisfecha. Danny había aclarado muy firmemente, que sólo eran amigos. Ella se iría al día siguiente a Londres por unos días junto a Charlie.
Luego de ayudar a sus hermanas a lavar los platos y en un momento a solas, Danny sacó su celular y por un instante se resistió a encenderlo; pero aún si pasaba unos días fuera de Oahu, sus amigos siempre le enviaban mensajes.
Y de inmediato vio una lista de llamadas perdidas y entre los mensajes, también tenía algunos. El primero era de Adam.
Te extrañamos, amigo; pero esperamos que estés disfrutando este tiempo con tu familia. La copa sigue siendo nuestra. Te enviamos un fuerte abrazo hawaiano, de parte de todos nosotros.
Hay noticias desde Los Ángeles, sólo no te sorprendas.
No hizo falta adivinar sobre quien eran esas noticias y por un breve instante, se dijo que quizás podría argumentar que debía tomar un vuelo inmediatamente y hacer una parada en LA; pero al releer el mensaje de Adam, supo que había algo más.
Abrió el mensaje de otro remitente.
¡Hola, Danno!, supe que estás en Jersey, espero que lo estés pasando muy bien. Yo quise pasar este día con mi hermana y sobrina, hacía mucho que no las veía y encontré a Cath. Ella, Mary y Joan te envían muchos abrazos. Te extraño, espero que estés bien. Dale mis saludos a tu familia y un abrazo especial para Gracie y mini D.
Borró el mensaje y apagó de nuevo el teléfono dejándolo sobre la mesa. Él apoyó sus manos sobre la superficie de madera y agachó la cabeza.
— Oye, Danny, ¿cómo va todo en Hawái? —preguntó Bridget, mientras le ofrecía una copa de vino.
— Hawái... Va bien, ya sabes, arena, sol, piñas y balas. Una espléndida combinación.
— ¿Te sientes bien allá? Creí que cuando Grace se fuera a la universidad, regresarías de inmediato.
— Pensaba hacerlo; pero... Voy a quedarme un poco más.
— ¿Ser el jefe del Five-O tiene algo que ver?
— Sí, algo.
— Te pusiste serio de pronto, ¿malas noticias? —preguntó, viendo el teléfono sobre la mesa.
— No; pero necesito un abrazo de mis hijos —dijo dejando la copa.
— ¿Y no te sirve un abrazo de tu hermanita? —preguntó preocupada, dejando también su bebida. Danny le sonrió y la estrechó entre sus brazos— Puedo sentir que algo te pasa, hermano; si lo necesitas, estoy para escucharte —esas palabras fueron mucho para él. No dijo nada, pero la abrazó con más fuerza; aunque sin llegar a lastimarla. Grace vio todo desde la puerta, sonrió a su tía y se retiró discretamente, sospechando qué había puesto a su padre, así de desconsolado.
Stella, más parecida a Matt físicamente, vio a Grace regresar a la sala algo intranquila, por lo que fue su turno para escabullirse a la cocina, mientras los demás conversaban. Ver a su hermano aferrándose a Bridget, le alarmó. Danny era el pilar fuerte de esa familia, siempre encargándose de ayudar en solucionar los problemas de todos, a pesar de sus propias dificultades, y ella lo sabía bien, pues ahora tenía un hijo con un buen trabajo y claramente, más responsable de sí mismo. Y sus padres permanecían juntos, aún cuando todo hizo pensar que no sería así y fue gracias a su hermano menor. Y claro, en su mente estaba el recuerdo de un joven Danny, haciendo de las suyas; pero igualmente siendo protector con sus hermanitas, no importaba que una de ellas fuera mayor. Y por supuesto, no olvida cuando regresó con los restos de Matt. Él no dio detalles, simplemente había preferido que vieran las cenizas en lugar de ver el terrible estado en el que había recuperado el cadáver.
Stella recordó verlo sumamente atormentado.
Y, a pesar de que hacía unas horas estaba riendo y disfrutando una cena preparada por todos, donde Clara mencionó que adoraba tener a su niño en casa y él disfrutara sentirse consentido, ahora Danny se veía desolado, muy afligido y también sabía que él no contaría lo que le pasaba o por lo menos no toda la historia; pero cuando él extendió uno de sus brazos sobre ella, Stella pudo sentir aún más la tristeza que había envuelto a su fuerte hermano. Danny, notando la preocupación de ellas, trató de restarle importancia a su dolor y sólo les agradeció ese momento de amor que le daban. Danny podía ser el segundo hijo, todo un hombre adulto, un policía rudo que se enfrentaba a maleantes peligrosos; pero en ese momento, parecía más un chiquillo que necesitaba que las dos hermanas lo protegieran y consolaran.
Ellas, tal cual les dictaba su sangre, harían lo que fuera por su Danny.
En Los Ángeles, los tres adultos aún estaban en la sala luego de la cena.
— ¿Te sorprende que Danny no pasara el día con ellos? —preguntó Mary quien notó el estado taciturno de su hermano, luego de hablar con sus amigos.
— En todos estos años, sólo se ausentó una vez, esta es la segunda; pero siempre tuvo el teléfono disponible.
— Después de todo lo que le ha pasado con lo del secuestro y lo demás, supongo que necesitó de un lugar seguro a dónde volver para sentirse mejor, ¿y qué mejor que en su casa, con su familia? Yo hubiera querido tener un refugio cada que me sentía mal.
— También yo, hermana.
— Supongo que tu familia tampoco es muy unida, ¿no, Catherine? —cuestionó la rubia.
— Lo es; pero papá puede ser un poco..., difícil a veces.
— Supongo que por eso no vas mucho a verlos.
— Sí, bueno. Mi padre siempre quiere saber por qué dejé la marina, mis razones no parecen ser suficientes para él. Y como no puedo decirle mucho de lo que hago ahora...
— Parece que nuestra madre no es la única que gustaba de guardar secretos, ¿no, hermano?
— Sí... —afirmó distraído haciendo que la de pelo más largo se tensara— En diez años es la primera vez que no estoy con ellos —dijo recordando la videollamada, y pensando en la ausencia del rubio y en el hecho de no poder comunicarse con él. Cada día sentía un sentimiento que no lo dejaba tranquilo; pero se dijo que quizás, sólo era por la molestia que el rubio seguramente seguía sintiendo por su partida.
— Podrías estar el siguiente año y también podrías invitarme a pasarlo allá con los demás, es muy divertido estar con ellos y Joan necesita de más personas que la consientan.
CONTINUARÁ...
N/A: A Mary la quise desde que le gruñó a Catherine en la puerta del baño. Era hora que ella entre en escena y enfrente a su hermano. Como les conté en N/A de "Un poco más felíz" estaba editando este capítulo y lo que estaba aumentado no me servía para la línea que estoy siguiendo en este fic, y salió ese oneshot ^^ Fics que salen de mis propios fics....
Gracias por leer!
Chapter 7: CAPÍTULO VII. FIN DE AÑO OCUPADO
Chapter Text
La ciudad ya estaba totalmente adornada con los clásicos adornos navideños y la frase Mele Kalikimaka, resplandeciendo en varios lugares y el palacio no era la excepción.
— ¡Aloha jojojo! —saludó Tani, quien llegó con un gorro rojo puesto y era toda sonrisa.
— Definitivamente la Navidad ha llegado al palacio —dijo Adam, riendo junto al detective, quien estaba dejando una caja de malasadas en la mesa para el que quisiera. Eddie también estaba ahí.
— ¡Por supuesto! Los colores, la música... ¡Todo es hermoso!
— ¡Es una pesadilla! —dijo Lou, llegando con evidente cansancio y mal humor— Toda la ciudad es un caos todo el año y en estas fechas, ¡es peor! Y con todo este calor del demonio.
— Todos se están preparando para el encendido del alumbrado de los adornos navideños, así que, los músicos están afinando los instrumentos, y otros buscan tener listos sus disfraces para pasado mañana —contó Adam.
— Junior y yo iremos a la playa a ver el desfile, ¿vendrán con nosotros?
— No, Tani, yo..., lo veré con Charlie desde algún lugar menos concurrido.
— Buena suerte con eso —dijo Quinn.
— Gracias. Mi sofá será el perfecto lugar.
— Charlie seguramente disfrutaría verlo en vivo —dijo Lincoln.
— Sí; pero todo el mes hay desfiles y las luces seguirán encendidas. Y la verdad, a mi hijo no le gusta demasiado los lugares repletos de gente.
— Eso no es bueno.
— Lo sé, Lou. Estoy tratando de convencerlo para entrar a un taller de teatro para que aprenda a expresarse de otras formas. También quiero que pase clases de defensa personal, eso le dará disciplina y le ayudará a tener seguridad.
— Son muy buenas ideas. Puedo ayudarte con lo de defensa personal, —dijo Adam— conozco una buena escuela y hay maestros personales. El pequeño D podría empezar con uno, y cuando sienta más confianza, podrá unirse a un grupo.
— Te lo agradezco, eso sería perfecto.
— Bien, gran D, ahora dinos que tienes entre manos, ¿un caso? —preguntó el capitán.
— Ah... No. Sólo es el plan de contingencia para este fin de año. Como saben, existe la posibilidad de que se presente algún problema en alguno de los eventos navideños. El DPH se encargará de patrullar las calles y playas y donde haya un espectáculo. Si hay un suceso grande, obviamente tendremos que intervenir, aunque también tendremos que hacerlo si la policía no se da abasto, lo cual es muy probable y como las comunicaciones suelen saturarse, tenemos que tener a mano radios satelitales.
— Entonces, básicamente dices que estaremos de guardia este fin de año.
— Eso es exactamente lo que estoy diciendo, Junior. Según la oficina de turismo, las aerolíneas y hoteles han confirmado que este año la isla tendrá más visitantes que otros y claro, no todos los turistas vendrán a surfear o tomar Mai Tais. Sin embargo, no todo será trabajo aburrido. Ustedes, —señaló a todos menos a Lou— se dividirán desde mañana y rotarán por las distintas playas, mientras vigilan a la multitud; así que, preparen sus trajes de baño y mucho protector solar.
— ¿Y tú no irás? —protestó Tani— No me molesta hacer el trabajo; pero creo que nunca te he visto sobre una tabla o siquiera mojándote en el mar.
— Y muy probablemente no lo harás.
— ¿Sabes nadar? —preguntó Lincoln, Danny lo miró ofendido.
— ¿Cómo preguntas eso? Vivo en Hawái, rodeado de agua, por supuesto que sé nadar y también sé surfear.
— ¿Entonces, sólo no quieres mostrar esos músculos que tienes, porque temes que alguien pueda desmayarse? —molestó Quinn con todo picaresco, ella los había notado en el hospital, cuando lo llevaron en la camilla y tenía la camisa abierta.
— Podría decirse; pero no, ahora sólo me niego a ir a donde sé que voy a cocinarme; salvo que sea muy necesario.
— ¿Y qué harán el capitán Grover, Eddie y tú? —cuestionó Junior.
— Yo monitorearé todo desde aquí y Lou irá por el café, el almuerzo y lo que sea necesario. ¿O quieres ir a tostarte? —preguntó cuando el aludido iba a protestar.
— ¿Estás loco?, prefiero hacer lo que dijiste y estar en un lugar donde al menos puedo tener una bebida helada a la mano.
— Claro. Eddie podrá acompañarlos algunos días; pero tendrán que consultarlo con él. Bien, vayan con Lukela y coordinen con el DPH por donde es que empezarán y ahora, adiós —dijo el jefe con una sonrisa. Lou se quedó allí mirándole— ¿Por qué me miras así?
— Por nada.
— Ajá.
— Es bueno verte sonreír, amigo.
Y tal como Danny lo había dicho, tuvieron que ayudar a la policía y también presentarse en algunas de las ceremonias importantes. La gobernadora de turno, parecía querer demostrar que Five-O no era el grupo que sólo aparecía en la ciudad para disparar y hacer persecuciones arriesgadas, destruyendo algunos bienes públicos y privados en el proceso; aunque ahora claro, las cifras que el estado y las aseguradoras debían pagar no eran tan altas como antaño.
Ese día, 7 de diciembre, la gente de Honolulu recordó y rindió homenaje a los caídos de Pearl Harbor, y donde el Five-O también estuvo presente mostrando respeto, particularmente Junior y Lincoln Cole. Danny se tomó un momento para recordar que el abuelo de Steve se había hundido con el Arizona. Los helicópteros sobrevolaron como tradicionalmente lo hacían.
Luego, mucha gente se había aproximado a las playas y calles principales para presenciar el encendido de luces. El equipo de Danny estaba en el ayuntamiento donde las autoridades de Honolulu inaugurarían el inicio de las celebraciones, con el encendido de un gigantesco árbol. No había un motivo para portar armas; pero estaban allí haciendo acto de presencia y también una disimulada vigilancia, así que tenían puestos sus intercomunicadores y chalecos. El detective no olvidaba, que había una seria amenaza sobre ellos. No obstante, les habían pedido que lleven puestos las gorras navideñas y aunque no muy contento, el jefe le dio a todos una.
— Piña hasta en el árbol navideño —dijo Danny.
— ¿Te sorprende? Estás en Hawái, amigo. Piñas por doquier —dijo Cole.
— Me gusta la piña; pero no mezclada en la comida.
— Hablando de comidas y para que no pongan excusas, voy a decirles desde ahora que, mi dulce y amada esposa, quiere encargarse de la cena navideña este año —todos lo celebraron— Así que, espero verte ahí —dijo el moreno dirigiéndose con seriedad al rubio, quien no había dicho nada.
— Gracias, Lou; pero me toca pasarlo con Charlie.
— ¿Vas a hornear galletas? —preguntó Adam a través del intercomunicador.
— Sí, ya sabes. Sin galletas y sin historias, no hay Navidad.
— Pues lleva a tu retoño y a las galletas, habrá suficiente espacio para todo.
— Cuándo dices espacio para todo, ¿te refieres más a las galletas o al niño? —inquirió Tani, también por el intercomunicador.
— Voy a retirar la invitación para algunos —protestó el de piel más oscura, todos rieron; pero antes de que ella pudiera replicar, la ceremonia estaba empezando. Danny y los otros se acercaron a la tarima, tranquilos como si sólo estuvieran allí a modo de espectadores.
Y en realidad nada pasó. Todo estuvo bien, sin incidentes graves y todo el mundo disfrutó el espectáculo; pero aún no había acabado. Todavía quedaban otros eventos como el desfile en el que también tuvieron que estar, aunque no precisamente desfilando. Eddie también estaba trabajando con ellos.
— Chicos, algo parece suceder en el desfile —dijo Junior— Eddie me está guiando inquieto hasta un camión que lleva un trineo. Detrás de la carrosa con los bailarines de Hula.
— ¿Qué ocurre? —preguntó Lou por el intercomunicador.
— Vi a un duende con cara no muy agradable que saltó del carruaje de Santa, y se fue por entre la gente. El traje le quedaba algo ajustado y parece que tenía un arma.
— ¿Dices que no era de su talla?, quizás se lo quitó a alguien para acercarse al trineo sin levantar sospechas, ¿puedes investigarlo, Junior?
— Sí, capitán —el moreno llegó hasta el camión que avanzaba lento y subió a Eddie, que de inmediato ladró, señalando la parte donde estaban los cajones envueltos que hacían de regalos en el interior del saco de Santa. El oficial se puso a buscar— Hay un artefacto explosivo en medio de los regalos, no parece ser una gran carga; pero puede causar algunos destrozos y lastimar al público.
— ¿Puedes desactivarla? —preguntó Danny, dirigiéndose hasta la posición de su compañero. Fue el momento de quitarse las gorras.
— Si tuviera algo de tiempo y espacio.
— ¿Lincoln, puedes ayudarlo?
— Ya casi llego —el otro moreno subió hábilmente al camión y tras él también llegó Tani.
— Santa —dijo la chica acercándose al hombre disfrazado— Soy la oficial Rey de Five-O. Necesito que me haga un favor. Baje del carruaje y del camión tranquilamente y distraiga al público, por favor.
— ¿Hay algún problema?
— Sí y por eso necesito que se vaya ahora mismo, yo lo ayudo a bajar.
— De acuerdo —dijo el hombre mayor y obedeció, y la gente, particularmente los niños, quisieron acercarse a él, así que hubo que improvisar y Tani se colocó de nuevo la gorra y se puso a bailar con él y algunos niños, lo cual animó a la gente.
— ¿Cuánto tiempo nos queda? —preguntó Lou.
— Dieciocho minutos —respondió el moreno más bajo.
— ¿Pueden desactivarla o no? —preguntó Danny casi llegando.
— Parece que hay más de un dispositivo. Tratar de moverlo sería arriesgado, tenemos que sacar este camión del desfile —informó el más nuevo.
— Yo me encargo de conducir; pero deben decirme hacia donde —dijo Quinn apareciendo y subiéndose a la cabina del motorizado, en el lado del copiloto.
— Estamos en la zona hotelera. Hay demasiada gente y aún falta para que esto acabe —dijo Adam, que también ya estaba ahí.
— ¿Qué hay del sospechoso? —le preguntó el jefe.
— El DPH lo está buscando —dijo el capitán.
— Bien, esto sigue por toda la Av. Kalakawa, necesitamos un lugar para desviarnos; pero ¿por dónde? Hay demasiada gente tanto en tierra, como en el mar —dijo el rubio, mirando a los alrededores.
— ¿Qué tal por Kapahulu? No estaríamos muy lejos del campo de golf. Es uno de los pocos lugares que está vacío y es amplio —sugirió Noshimuri.
— Es lo mejor que tenemos —aseguró el jefe llamando al sargento de la policía— Duke, necesitamos libre la Av. Kapahulu, tenemos una situación en el desfile, debemos desviar un camión hacia el campo de golf y también necesitamos que el escuadrón antibombas nos espere ahí.
— Sí detective, de inmediato.
El tiempo avanzó, y el equipo sintió que había una gran posibilidad de no lograrlo; pero las personas presentes no tenían que saberlo, pues ordenar una evacuación, sólo haría que la gente se descontrolara y al tratar de huir, podrían causar una estampida y muy posiblemente habría muchos heridos y muertos, especialmente niños. Cole y Junior aun intentaban hacer algo. Tani finalmente, los había alcanzado y subió al camión. Su baile, todo un éxito, le había dado admiradores.
— ¿Cómo está todo? —preguntó ella.
— No tenemos demasiado tiempo —dijo Adam— Lou está tratando de ayudar a la policía para despejar una de las avenidas y ellos tratan de desactivar el aparato —contó con preocupación, aunque daba unos cuantos saludos a la gente, que también le sonreía. Tani tuvo que hacer lo mismo.
— ¿Cuánto tenemos? —preguntó el jefe a los marines.
— Doce minutos —contestó Junior. Danny estaba ansioso, bajó del camión dispuesto a buscar otra ruta; pero era imposible.
— ¡Danny! —le gritó alguien entre el público.
— Brooke, hola.
— Hola, ¿cómo estás? No esperaba verte en una carroza —dijo ella contenta.
— Sí —dijo él sonriendo tenso— Ya sabes...
— Claro, ¿y Steve? Lo he llamado; pero...
— Él... Él hace rato que no está en la isla.
— ¿Por cuánto tiempo se fue?
— Danny, tenemos la vía despejada, y el escuadrón ya en posición. Voy a guiarlos.
— Sí, está bien... —contestó a Lou, luego se dirigió a ella— Él se fue por mucho tiempo creo, no lo sé —miró el camión que seguía yendo lento— Oye, disculpa, tengo que seguir.
— Claro —dijo ella extrañada. Danny alcanzó el camión y subió al escalón de la cabina sujetándose del retrovisor.
— ¿Ya sabemos por dónde ir? —preguntó Quinn.
— Sí. Tú, bájate —le ordenó al conductor. Él, sabiendo de la situación se detuvo y lo hizo, entonces Liu tomó su lugar, mientras el detective tomó el del copiloto— La siguiente cuadra a la izquierda, Lou nos abrirá camino directo al campo de golf. ¿Junior?
— Son dos dispositivos, pudimos con el primero; pero se activó el segundo, tenemos ocho minutos.
— ¡Maldición! —protestó la conductora haciendo sonar el claxon. A pesar que la policía intentaba apresurar el pausado avance de las carrozas, no lo conseguía.
— Junior, Tani; todos bajen del camión.
— Claro que no —negó Adam.
— Ni lo sueñes, jefe —dijo la chica.
— Alguien tiene que sujetar esta cosa —dijo Cole y Junior estuvo de acuerdo.
— Tani, baja y llévate a Eddie. En cuánto nos desviemos, el camión irá a toda prisa.
— Pero... Veo al sargento Lukela, le pediré a él que cuide a nuestro cachorro —Danny hizo un gesto frustrado y vio a la chica que corrió con el animalito y se lo dio al uniformado para volver de inmediato al camión.
— ¡Agárrense de donde puedan! —sin mucha paciencia, Quinn siguió pidiendo paso y finalmente, consiguieron desviarse dejando a todos extrañados; pero como era el Five-O quien estaba en ese camión, todo se podía esperar.
Con las sirenas de las patrullas encendidas, el camión avanzó hasta el lugar señalado. Danny y Junior mantuvieron informados al escuadrón antibombas, para evitar perder tiempo en explicaciones. No muy contento, el guardia del campo de golf tuvo que permitirles el paso. La sargento dejó el camión donde le indicaron y dejaron el resto a los expertos. El tiempo fue demasiado justo.
— ¿Atraparon al que escapó? —preguntó Danny a Lukela, quien se acercó con el peludito.
— Lo hallaron cerca, ya estaba muerto. El informe preliminar de la forense dice que se suicidó.
— ¡Grandioso! —dijo irónico— Tú sí que lo hiciste muy bien, amigo —felicitó al can, que se había ganado dulces.
El resto de las actividades navideñas pasaron con normalidad. Aún así, el Five-O siguió investigando cualquier incidente relacionado con lo sucedido. Habían cubierto todo, estaban seguros; pero era difícil creer que, un individuo por una alguna extraña resolución o deseo, o impulso, plantara explosivos en una carrosa navideña y luego se suicidara. No había una razón lógica y todos parecían haberse obsesionado con encontrar una y siguieron buscando sin ningún resultado. El jefe dio por cerrada la investigación y ordenó que se concentraran en el plan de fin de año y que reportaran cualquier incidente y de allí ver, si había relación con lo sucedido.
Era como las 16:00 horas, cuando se dio por finalizado el día laboral para los miembros del Five-O y estos se replegaron al cuartel.
— ¡Nunca había tenido un fin de año tan agotador! —dijo Tani, entrando al palacio casi arrastrando los pies.
— Y creo que yo jamás he usado un traje de baño como uniforme de trabajo —dijo Quinn.
— Vamos, fueron como vacaciones —intervino Lincoln— Yo no me quejaría si tuviera que patrullar así siempre.
— Lo apuesto, amigo —apoyó Junior.
— ¡Bienvenidos! —exclamó Adam, que claramente hace rato que estaba ahí, manipulando la computadora central.
— ¿Alguna novedad? —preguntó la de pelo más largo, saludando a Eddie que los había estado acompañando en las oficinas.
— Todo tranquilo —respondió el japonés.
— Por ahora hemos terminado —determinó Lou, saliendo con copas en sus manos, ayudado por Noelani, quien, como Tani, derrochaba alegría con su espíritu navideño. Detrás apareció Danny con un par de botellas en la mano.
— ¡Wow! —dijo Quinn— Eso sí es un buen recibimiento.
— Ya que no hemos tenido tiempo para respirar, hemos pensado que al menos podríamos hacer un brindis antes de descansar —anunció el guapo rubio.
— Y esta noche quiero verlos a todos en mi casa, no querrán enfrentarse a la furia de la señora Grover —el hombre de nuevo miró a Danny.
— ¿Por qué sigues viéndome así? Ya te dije que estaré, ¿qué más quieres? —preguntó abriendo la primera botella, el sonido de la tapa salir volando y el inmediato aroma que se sintió, fueron como juegos artificiales para todos. Cada uno ya tenían su copa en la mano— Quiero..., felicitar a todos por todo el trabajo realizado en estos meses y también agradecerles por todo el apoyo. Sé que ha sido difícil, tuvimos momentos muy complicados; pero estamos saliendo de ellos, así que, ¡salud! ¡Por ustedes, familia!
— Y por ti, hermano, —agregó Lou— es un honor estar bajo tus órdenes —el resto del equipo estuvo de acuerdo y todos levantaron sus copas.
Danny había regresado a su casa, tenía un par de horas antes de asistir al departamento de Lou, así que fue a la cocina y preparó galletas. Adam les había asegurado a todos que era uno de los mejores en hacerlas, así que no quiso decepcionar a nadie. Esa noche se divertiría con los demás y el día posterior, lo compartiría con sus hijos, ya Grace le había llamado, indicando que su avión había aterrizado y estaba de camino a casa de su madre. Su celular sonó y esperó que no fuera Grover, con otro mensaje advirtiéndole que, si no iba a la cena, él mismo iría a recogerlo.
Esta vez no era el capitán. Presionó el botón de ignorar y tuvo que hacerlo un par de veces más. Luego llegó un mensaje, que también ignoró.
Las galletas estaban en el horno, a punto de salir. Eddie estaba con él, esperando.
— Mañana pasaremos el día con mis hijos, tú, el señor Pickles y yo, ¿de acuerdo? —el otro le miró con ojitos tiernos— Tendrás una ración especial, te lo prometo y seguramente los otros te enviarán sus regalos. Lo siento, Eddie; pero en el edificio de Lou no admiten caninos —el perrito ladró indignado— Eso mismo digo yo, amigo.
La puerta sonó y antes que pudiera dar un paso, el visitante la abrió.
— ¿Tío D? ¿Estás en casa?
— En la cocina.
— ¡Wao!, huele bien. Hola, Ed —dijo el chico acariciando al can.
— ¿No deberías estar en un avión, Eric?
— Sí, ya voy para el aeropuerto; pero quería darte esto —dijo entregándole un par de paquetes.
— ¿Qué es esto?
— Sólo un par de obsequios. Este es mío, espero que te guste. Este otro te lo envía mamá y tía Bridget. Se desilusionaron de que no fueras a Jersey; pero dijeron que te llamarán mañana. Y me pidieron que te diera un abrazo, así que si me permites... —dijo abrazándole— ¡Feliz Navidad, tío!
— Feliz Navidad, Eric y muchas gracias. Y por favor, también dale un abrazo a tu madre, a tu tía y no olvides de darles otro a tus abuelos.
— Claro, ya debo irme....
— ¿Qué pasa?
— ¿Irás a casa del capitán Grover? —Danny sintió ganas de cometer capitáncidio.
— Sí, iré.
— De acuerdo ¡Diviértete! ¡Y guárdame unas galletas! ¡Adiós, Ed!
Dejó los paquetes en la mesa, los abriría cuando volviera, ya estaba haciéndose algo tarde. Decidió que tomaría una breve ducha, mientras las galletas se enfriaban y partiría antes de que, en verdad, Lou apareciera en su puerta.
Con las galletas empacadas, vio una vez más el bonito árbol que adornaba e iluminaba su sala. Un recuerdo llegó a su cabeza: aquella primera Navidad con Kono, Chin, Kamekona y Steven. Todos ayudando a que el traje de Santa estuviera listo para cuando la, en ese entonces, pequeña Grace, llegara a aquel horrible departamento. Se había sentido tan feliz, a pesar de no estar con sus padres y hermanos.
— Nos vemos, Eddie. Quedas a cargo de la casa y cuida del señor Pickles —dijo dándole una galleta. El teléfono indicó una llamada y estuvo a punto de ignorarla también— ¿En serio, Lou? Ya estoy en camino.
— No escucho el ruido del auto.
— Estoy entrando en él —dijo cerrando la puerta.
— De acuerdo, sólo quería asegurarme.
— ¿Cómo que asegurarte? Te prometí que iría.
— McGarrett llamó, dijo que no contestaste sus llamadas y me preocupé.
— Estaba en la ducha, no escuché el teléfono. Y si vuelves a llamar, voy a cambiar de idea.
— Está bien, nos vemos.
Danny respiró, miró su teléfono debatiéndose si abrir o no el mensaje. Al final lo hizo.
¿Por qué no contestas?
Te he llamado varias veces.
¿Todo está bien? Respóndeme, Danny.
Suspiró indeciso; pero luego empezó a teclear.
Todo está bien, Steve. Estoy ocupado.
Feliz Navidad.
Danny fue recibido entre aplausos, abrazos y gestos de cariño, varios de los invitados ya estaban
ahí, incluida la dulce forense. Los jóvenes Grover llegarían al día siguiente, pues en ese momento estaban con sus abuelos en Chicago, al igual que el hermano del capitán. La sobrina de Lou, también se había ido a ver a su padre. Las galletas igualmente fueron muy bienvenidas.
Mientras esperaban la cena, todos platicaban amenamente con bebidas en la mano. Ese momento de relajación les hacía bien a todos, e incluso les incentivó a juguetear y hacer bromas.
Adam, en un gesto vivaracho, sacó muérdago de algún lado y sutilmente se colocó tras el sofá y lo sujetó sobre Danny, mientras él estaba conversando con las dos féminas que integraban el equipo y cuando el detective notó el silencio, vio que todos lo miraban aguantando la risa.
— ¿Y ahora qué...? —empezó a cuestionar y comprendió que debía mirar hacia arriba, y entonces se encontró con algo extrañamente verde y rojo cerca de su rostro. Antes de cuestionar, recibió al mismo tiempo, un par de besos en cada mejilla, uno de parte de Tani y el otro de parte de Quinn Liu, haciendo que el rubio terminara sorprendido, sonrojado y luego sonriendo, olvidando así, su réplica hacia el asiático— Ahora puedo ser la envidia de toda la isla —expresó juguetonamente presuntuoso, atrayéndolas hacia sí en un abrazo y dando a cada chica, un beso en la mejilla, y haciéndolas sonreír.
— ¿Y no hay beso para mí? —cuestionó el japonés juguetón.
— Lo hubiera habido, si es que no hubieras huido —argumentó el rubio siguiéndole el juego— Ven si lo quieres.
Hubo silbidos y gestos de asombro, Danny estaba ahí mirándole retadoramente para que se acercara, mientras las chicas hacían barra gritando el nombre de su compañero japonés, quien se empezó a caminar sin abandonar su sonrisa hasta que estuvo cerca del detective. Danny se levantó seguro y manteniendo su sonrisa, hizo un gesto con su mano incitando al otro a agacharse un poquito, Adam puso su mejilla al alcance de su jefe. El beso del policía fue dulce y lo suficientemente tierno para hacer suspirar al público, particularmente femenino. Luego ambos hombres se dieron un abrazo gratamente amistoso, que fue aplaudido por todos.
— ¿Alguien más quiere un beso? Son gratis —siguió bromeando el del Jersey. La risa incesante de Noelani llamó la atención de todos, contagiándolos, ella trató de amortiguarla escondiéndose tras un cojín sin demasiado éxito, parecía que nunca pararía.
Danny fue hacia la forense, quien al verlo acercársele se puso nerviosa, casi dejando de reír al instante, y lanzando un gritito cuando él la despojó del cojín y ella se vio envuelta en los fuertes brazos del rubio, sonrojándose de inmediato al recibir un beso en su moflete y sintiendo que estaba derritiéndose.
— ¿Alguien más necesita un beso mágico?
— La verdad a mí también me gustaría uno —dijo Renee, ganándose una mirada interrogante de su marido el capitán.
— ¿Cómo? —chilló el hombre de color.
— Será un honor para mí —contestó el de ojos azules sin inmutarse por la mirada del hombre grande, quien claro, sabía que su compañero no haría algo indebido.
La señora Grover también recibió la atención del detective. Un muy caballeroso beso en su mano, lo cual sacó nuevos suspiros de las damas y más aplausos, Lou incluido.
La celebración siguió adelante con todos riendo y bromeando. Quinn había tenido la oportunidad de conocerlo y tratarlo más en los meses pasados y debió admitir que ahora comprendía mejor lo que Steve vio en el detective para confiar en él en todos los aspectos. El hombre de Jersey, se había ganado su respeto y cualquier duda que hubiese tenido en cuánto a la dirección del Five-O a manos del rubio de ojos azules, se había disipado. Y Lincoln, también empezó a entenderlo.
CONTINUARÁ...
N/A: Eddie sí recibió una gran ración y también el gatito.
Gracias por leer!
Chapter 8: CAPÍTULO VIII. INICIANDO UN NUEVO AÑO
Summary:
Disclaimer: Magnum PI pertenece a Glen A. Larson y CBS Television Studios, únicamente estoy tomando prestado a sus personajes.
Chapter Text
Apenas un par de días habían transcurrido del nuevo año, y todo seguía como siempre: trabajo constante, reuniones tediosas y el infaltable imbécil que siempre buscaba darle más problemas, especialmente a la hora de hablar con la gobernadora sobre presupuestos para la unidad.
Claro, después de todo, como tienen municiones de sobra y las armas no sufren desperfectos por el constante uso y el material de los chalecos kevlar no se desgastan ni cuando reciben un impacto, para qué necesitaría el Five-O más presupuesto, ¿no?
Danny estaba seguro que el infeliz no tenía idea de los peligros a los que la fuerza de la gobernadora se exponía o lo que hacían para mantener a salvo la isla. Tanta era su frustración con el tipo, que pensó que no estaría mal si en algún momento, ese hombre se encontraba frente a frente con algún maleante, al menos un ratito y seguro que sólo entonces, no pondría objeciones para darles el dinero que requerían.
En fin, el detective se olvidó del maldito avaro en cuanto vio a su hijo, Charlie era su remedio contra los malos días, o las malas noches de insomnio.
Pero de nuevo había pasado otra noche sin poder descansar demasiado. Odiaba noches como esa en la que su cabeza y pensamientos se negaban a darle tregua. No importó que el día anterior, él y su hijo hubieran pasado el tiempo divirtiéndose, corriendo por el jardín hasta casi caer rendidos.
De forma consciente o inconsciente, no podía dejar de pensar en sus propias dificultades y tampoco en las que habían hecho que Steve se marchara, y entre ambos dilemas, su mente solía jugarle malas pasadas.
El señor Pickels estaba hecho un ovillo durmiendo sobre la otra almohada; pero al sentir que el de ojos azules se movió, él también lo hizo; dio un bostezo, se levantó, se estiró y caminó hasta subirse en el pecho del hombre quien le rascó las orejitas y el animalito se puso a ronronear.
— Quisiera ser como tú que, con un plato de comida, un poquito de cariño y una buena almohada eres feliz —susurró, mientras el gatito se recostaba sobre su pecho gustoso de recibir toda esa atención.
La pregunta de, ¿qué hubiera pasado sí…? también daba vueltas su cabeza, como cuando de la nada, se encontraba cuestionándose que tanto hubiera sido diferente su destino, de haber llegado a conocer al padre de Steve con vida. Y sobre eso, más y más cuestiones aparecían.
Quiso ignorar esa pregunta; pero de pronto se encontraba recordando, cuando su excompañero le había hablado sobre la grabación en la que John se oía desesperado, diciendo que no podía confiar en la policía y seguir con la investigación sobre el aparente asesinato de su esposa. Y también se puso a cavilar, sobre si alguna vez se habría cruzado con él en el departamento de Policía, y simplemente había pasado de largo o, quizás, ni siquiera se hubiera dado cuenta.
Y aunque por algún motivo se hubieran conocido, seguramente no hubiera podido darle una mano, aunque hubiera querido, porque había la posibilidad de que John, sabiéndole del continente, y como todos, pensaría que Danny no tendría la capacidad de ayudarle, primero porque estaría presente la desconfianza. Y, y segundo, porque el rubio era para muchos, sólo un tipo malhumorado a quien claramente, le costaba conseguir información ya que difícilmente, los otros detectives y uniformados le brindaban ayuda de buena gana. Excepto Meka. Quizás entre él y Danny, John podría haber obtenido los datos que requería o al menos apoyo.
Y quizás, el ex policía no hubiera sido asesinado.
Y a lo mejor, jamás hubiera conocido a Steve y a Mary, más que por alguna fotografía.
¡Maldición! Quizás incluso habían estado al mismo tiempo en algún supermercado, sólo que en diferentes pasillos. O, posiblemente, coincidieron en La Mariana Tiki Bar al que antes iba con frecuencia y al que Steve había dicho que a su padre también le gustaba ir. Ahora claro, el lugar estaba distinto desde que los amigos de Magnum, a quien seguía sin conocer en persona, se habían hecho cargo.
Debía ir a darse una vuelta alguna vez, no obstante, seguramente todos querrían saber de McGarrett, y definitivamente, era algo sobre lo que no quería hablar; pero también sabía que no podía evitar su nombre o que le preguntaran sobre él, sólo quisiera que las interrogaciones no fueran de nivel tan personal como todos estaban interesados en saber. De nuevo, no podía evitar sentirse como una novia abandonada en el altar. O peor aún, una viuda a la que le daban las condolencias. Aunque nunca había dicho nada, le había costado mucho no gritar a quien le miraba con pena; pero como jefe de una unidad de élite, no podía darse el lujo de perder los estribos, ya no, y, de todos modos, ya el bonsái lo había pagado una vez, aunque luego se arrepintió. Tuvo que buscar la forma de aplacar sus ganas de golpear a alguien, o al menos ignorarlos y más de uno se había sorprendido de la tosca actitud y decisión que el detective mostraba, obviamente estar con Steve opacaba al hombre de Jersey.
Muchos habían descubierto, que el rubio podía ser más intransigente que el propio McGarrett, cuando se trataba de resolver crímenes. Y aquellos que habían dudado que Williams tuviera lo necesario para hacer un buen trabajo o siquiera tuviera las agallas para hacer lo necesario a fin de atrapar a los villanos, se habían llevado una gran sorpresa y el rubio se había dado perfecta cuenta. Estando en privado, se dio el lujo de sonreír con merecida suficiencia, mientras leía algún artículo en el periódico, que hacía referencia al éxito en algún caso atendido por la fuerza Five-O, al mando del detective neojerseyés.
Cerró los ojos con fuerza por unos instantes, dentro un rato tomaría un baño y esperaba poder hacer un poco de limpieza en la casa, si es que Charlie no lo convencía de ponerse a hacer cosas más divertidas y es que si bien, Danny era un padre que inculcaba responsabilidades, tanto como cedía a la diversión, a veces podía caer ante las inocentes y dulces miradas de su hijo menor y es que a veces le costaba ponerse firme, sobre todo, cuando pensaba en los primeros años que no lo disfrutó y luego, cuando tuvo la oportunidad de ser su padre y salvarle la vida al donarle su médula, sólo quería llenarlo de cuidados y consentirlo.
Tani, Junior y Adam se habían presentado de forma sorpresiva, llevando hamburguesas para cocinarlas a la parrilla, apareciendo justo en el momento que los Williams bañaban a Eddie y este se sacudía mojando al padre y al hijo y cualquiera que lo viera, pensaría que el animalito hacía aquello intencionalmente y es que en cuanto vio a los visitantes, corrió hacia ellos e hizo lo mismo. Sólo Tani logró entrar en la casa antes de terminar mojada como los demás.
Eran como las 2:40 p.m., su niño estaba con sus compañeros, jugando con una pelota de fútbol mientras él terminaba con una botella de agua, cuando recibió una llamada.
— Detective Williams.
— Detective Williams, soy el detective Gordon Katsumoto, lamento molestarlo; pero requiero su ayuda en una investigación. Se trata de un caso de metanfetaminas, los traficantes usan el almacén de trenes como fachada.
— Hace años investigamos un caso, sabíamos de aquello y le entregamos la información a la policía, nosotros atendíamos un caso de asesinato.
— Lo sé, por eso le llamo. Tengo una víctima muerta por aparente sobredosis. Noelani aún no termina la autopsia, pero dado que no es el primer caso que he visto, uno de mis informantes me ha dicho que el producto procede de ese lugar.
— ¿Sabe la identificación de la víctima?
— Le enviaré una fotografía —en segundos, el rubio vio la imagen de un hombre con rostro demacrado y con la mirada perdida, a quien reconoció a pesar de los años.
— Su nombre es Junior Satelli, era sobrino de Mana Sapolu, el samoano del cual investigamos su homicidio. El chico era, el quarterback de los Kapui Kings… Ahora está…, casi irreconocible…
— Se dedicó a la vida de pandillas, lo tenemos con el nombre de Junior Sapolu, también encontraron varios sobres de metanfetaminas en sus bolsillos, probablemente para la venta.
— Se culpó por el asesinato de su tío, dijo que insistió en que fuera a verlo al juego, e intentó tomar venganza por su cuenta; pero lo detuvimos antes que hiciera algo. Luego de eso, casi no volvió a pisar un campo, su rendimiento cayó y perdió su beca estudiantil y cualquier oportunidad de jugar profesionalmente.
— Supongo que sólo pensó en dejar viva la memoria de su tío, por eso adoptó su apellido.
— Es lo más probable, y algo que me parece raro, es que haya buscado producto en ese lugar, cuando fue él quien nos dijo que quién mató a su tío, era uno que estaba metido en ese negocio. Que ahora haya muerto por una sobredosis no tiene sentido. Creo que quien puede darle más información, es el primo del teniente Chin Ho Kelly, Sid, él trabajó con la unidad de pandillas y estuvo encubierto en aquella operación.
— Vi su nombre en el informe; pero encontrarlo está siendo un problema. Detective, ¿podríamos vernos en una hora en La Mariana?
— Sí, de acuerdo, está bien.
Adam, Junior y Tani habían dicho que se quedarían con Charlie. Danny no estaba muy seguro, considerando que muy posiblemente, ellos sí cederían ante lo que el niño quisiera; pero no lo quedó otra y el chiquillo parecía feliz de quedarse con sus hermanos mayores y con su tío. Por supuesto, el rubio mayor no se fue sin antes dejar algunas varias recomendaciones.
— Gracias por venir, detective.
— No hay problema —saludó estrechándole la mano.
— Ella es Juliet Higgins —presentó a la mujer que estaba a su lado con una portátil.
— Es un gusto conocerlo al fin, detective Williams; Tani y Quinn me han hablado mucho de usted.
— Gracias —dijo sentándose al otro lado de la mesa, el rubio miró a ambos esperando; pero ninguno dijo nada, la rubia miró a Katsumoto.
— Yo ya lo llamé, te toca explicar los detalles —dijo el detective de pelo oscuro, cuando la chica esperaba una conversación de policía a policía.
— ¿Qué está pasando? —cuestionó el de Jersey.
— Detective Williams, —inició la rubia— mi compañero, Magnum y yo somos investigadores privados, y la mujer que nos contrató se dice que es la tía de Junior Sapolu o Satelli como dijo usted que se apellida y lo cierto es que no estamos seguros de que ella sea quien dice ser, sino que sólo está tratando de saber si el chico está muerto; pero no sabemos la razón. Nosotros encontramos al chico sin vida.
— Y como generalmente sucede, su investigación se cruzó con uno de mis casos que, como ya le había mencionado, se trata de metanfetaminas provenientes de ese almacén. Los sobres que tenía, pueden significar que es uno de sus vendedores, no se encontró huellas u otro rastro.
— De acuerdo, ¿qué es lo que necesitan de mí? —preguntó el de ojos azules.
— Este es el expediente que saqué de los archivos de la Policía, el informe no parece completo y necesito todos los datos posibles para continuar, lo que tengo no me sirve de mucho.
— ¿Qué pasa con el primo de Chin Ho Kelly? —preguntó sosteniendo lo que el otro detective le dio.
— Me informaron que está trabajando encubierto, se niegan a decirme en qué caso y lamentablemente, no puedo hacer muchas preguntas —contó mirando a la mujer, Danny entendió que el hombre frente a él, tenía algunos problemas de los que no quería dar detalles.
— En parte es nuestra culpa —admitió Juliet— Más bien de Magnum, él puede ser… Bueno, es…
— ¿De los que les gusta meterse en problemas, hacer lo que le da la gana y de alguna manera lograr que los demás paguen por ello?
— Algo así —sonrió ella, al también sonriente hombre de pelo rubio.
— Sí, es así exactamente —afirmó el de rasgos orientales.
— Tenía que ser un SEAL —suspiró el de ojos azules.
— ¡Detective Williams! —saludó Rick Wright— Qué gusto ver al cabeza de Five-O en este humilde establecimiento.
— Gracias.
— ¿Quieres una cerveza, o un Mai Tai? Tú pide, la casa invita.
— Una cerveza está bien.
— ¡Ey TC! ¡Trae una cerveza para el gran detective Williams! —Danny se quedó mirándole interrogativamente, el otro se veía demasiado feliz de tenerlo ahí.
— Actúa así para compensar lo que Magnum está haciendo o hará. Como sea, lo más seguro es que va a meterme en problemas de nuevo y ahora también a ti —admitió el otro detective.
— ¿Dónde está él?
— En medio del océano, —contestó Higgins— siguiendo a la supuesta tía que ha decidido ir a navegar en su yate, en espera de noticias.
— ¿No ha salido nada ella con reconocimiento facial? —cuestionó el detective continuando hojeando el expediente.
— No, —respondió Gordon— parece estar limpia. Según las cámaras del aeropuerto, llegó hace dos días desde Italia, reside allá hace tres años; pero viene cada tres meses desde hace año y medio. Encontraron a Junior hace poco más de veinticuatro horas en su casa, por lo que creo que, es posible es que ella esté involucrada con la persona que asesinó al chico y hasta con el tráfico de las metanfetaminas.
— O pudiera ser que ella misma sea la asesina y está actuando para estar enterada de la investigación, alertar a sus cómplices de ser necesario y preparar su huida —continuó Williams.
— Aquí tienes amigo, soy TC para lo que se te ofrezca.
— Gracias —dijo el rubio, estrechando la mano del moreno.
— Cuando esta investigación termine, espero que podamos charlar a gusto —tanto Rick como el otro se retiraron.
— Sí, definitivamente lo que sea que Magnum está haciendo, va a traernos problemas. Me disculpo por adelantado, detective Williams —concedió Higgins.
— No te preocupes, conozco bien como son esos tipos, nada de lo que haga va a sorprenderme y por favor, llámenme Danny —los otros asintieron— Según estos informes, el caso era sólido y el veredicto hizo que encerraran a los involucrados; pero el caso se reabrió y la sentencia fue extrañamente cambiada para dos de ellos, ¿por mala manipulación en la cadena de custodia de las evidencias?
— Creo que fue a propósito, alguien de los nuestros los ayudó, es así que tipos como esos quedan libres y vuelven a sus negocios como si nada. Cuando he buscado el historial delictivo de los que salieron libres, apenas encontré un par de delitos leves, alguien borró el resto de la información.
— Tiene que haber otro expediente, uno completo en algún lado —cuestionó la chica.
Williams sacó su teléfono y marcó el número de un antiguo compañero que ahora dirigía un destacamento en la ciudad de San Francisco, a quien saludó con afecto. Posteriormente, le preguntó por su primo y Chin respondió contándole que, a pesar del éxito de aquel caso, aun había quienes intentaron boicotear la carrera de su primo y a veces tenía que seguir haciendo trabajos poco agradables. Contándole a grandes rasgos sobre lo que sucedía, y a la interrogante de si había alguna forma de comunicarse con Sid, el teniente se ofreció a investigar con su familia, el paradero de su primo y prometió que haría lo posible para enviarle cualquier información disponible.
— Es una pena que Junior terminara así, ese chico tenía un brillante futuro —dijo la chica leyendo artículos de periódico en su laptop.
— Creo que se alejó de su familia, sus problemas le llevaron a cambiar el camino. La muerte de su tío fue demasiado —contó el detective— ¿Qué hay sobre él?
— Fue acusado de robo, amenazas y asesinato, encontraron sus huellas en la escena; pero no encontraron el arma, no fue encerrado.
— Consiguió otra arma y asesinó a alguien, claro. El idiota de mi compañero, no creyó que pudiera hacer algo así —masculló maldiciendo a McGarrett.
— ¿Puedes hablarnos más de ese caso que involucró a Junior? —preguntó Higgins.
— Detuvimos al asesino. Era quien estaba involucrado con las metanfetaminas, por lo demás, nos encontramos con la cabeza de una de las mafias más peligrosas de Nueva Jersey, Frank Salvo, quien quería instaurar el juego ilegal en Hawái, él terminó muerto y eso fue todo. No dimos seguimiento al arresto por drogas.
— ¿No será que algún miembro de esa esa familia está detrás de esto? —preguntó ella.
— No lo creo —dijo el rubio— en todo caso, tendría que ser alguien involucrado con el asesino de Mana Sapolu, si hablamos de venganza, aunque ha pasado mucho y…
— Seguramente tuvieron muchas oportunidades de acabarlo antes. La pregunta es, ¿por qué ahora? —intervino el otro detective.
— Así es —afirmó el rubio en concordancia.
— Supongamos que la supuesta tía asesinó a Junior por venganza. Pudo haber averiguado que, por él, el negocio fue descubierto, porque me imagino que tuvieron que actuar con bajo perfil luego del arresto —supuso la rubia.
— Hay que buscar una relación entre ella y alguno de los que fueron arrestados o asesinados — dijo Gordon usando la laptop.
Mientras, Danny recibió un mensaje, era de Chin. Sid había sospechado que el caso corría peligro, por lo que hizo una copia de toda la información y la escondió. Para su sorpresa, se le había prohibido hablar sobre ese caso, sin recibir demasiadas explicaciones, bajo advertencia de ser retirado de la Policía. Eso no detuvo al gran hombre de guardar información de aquel caso, como respaldo.
— Hay una copia del expediente original, está en una memoria escondida en la casa del tío de Chin.
— ¿Podemos ir por él? —preguntó la chica, Danny no estuvo muy dispuesto a darle información policial a una civil.
— Busca alguna conexión de tu cliente, con alguno de los detenidos en esa redada —indicó Katsumoto, teniendo la misma opinión que Danny sobre darle la información a Juliet.
— Y llama a tu amigo, —indicó el de Jersey— avisen a tu cliente que tienen pistas sobre su sobrino, sólo no le digan que está en una mesa de autopsia, no la pierdan de vista y que vigile lo que hace. Sin intervenir.
La memoria no difícil de hallar en medio de un montón de cacharros, supuestamente adornando lo que parecía ser la sala de estar del tío de Chin Ho, que apenas puso atención a la presencia y palabras de Danny, debido a su estado de ebriedad, al parecer todavía celebrando el año nuevo. El detective Williams condujo rumbo al palacio Iolani seguido del otro detective, a fin de poder abrir el archivo. No obstante, desencriptarlo iba a ser muy complicado. Por supuesto, no lo había hecho Sid, así que Gordon llamó a Juliet para que se encontraran en el cuartel del Five-O.
— El archivo está muy bien protegido.
— Pero puedes abrirlo, ¿no es así? Trabajaste en el MI5, seguro sabes de estas cosas.
— Me tomará algo de tiempo —admitió ella luego de la sorpresa al saber que el detective la había investigado— Este tipo de seguridad lo manejan mejor quienes son del MI6, están más actualizados en tipos de protección de archivos.
— Conozco a alguien, a veces viene a la isla, el comandante Harry Langford. Puedo intentar contactarlo.
— Sería de gran ayuda.
De inmediato, el inglés contestó la llamada, el rubio lo puso en alta voz.
— Qué gusto saludarte, Daniel.
— Igualmente, Harry; pero te aclaro que no te llamo para sólo decirte hola.
— Parece que algo sucede por la isla.
— Siempre sucede algo, ya deberías saberlo. Necesito de tu ayuda.
— Claro, ¿en qué puedo servirte?
— Tengo un archivo complicadamente protegido, es un expediente de un viejo caso. Necesito ayuda para abrirlo, es algo urgente.
— Claro, puedo darles indicaciones; pero mantén alejado a Steven. Los archivos no suelen abrirse si se les dispara.
— Por eso no te preocupes —dijo intentando ignorar las miradas de los otros— McGarrett está lo suficientemente lejos de la isla.
— Parece que hay cosas de las que no estoy enterado.
— Eh, sí y no te preocupes, tengo a mi lado a alguien que seguramente entenderá tu idioma; de hecho, me recuerda a ti en algunos aspectos.
— Comandante Langford, soy Juliet Higgins.
— Hola, Juliet. Corrígeme si me equivoco; pero tienes acento…
— Soy inglesa, fui parte del MI5.
— Actividades de espionaje en el interior del país. Bien, voy a guiarte y con un poco de suerte, abriremos pronto ese archivo.
Danny y Gordon tuvieron que hacer uso de su paciencia por el tiempo que estaba costando abrir el expediente, y luego de un rato, optaron por dejar intentar entender todos esos términos informáticos.
Finalmente, pudieron empezar a atar cabos. La cadena de custodia había sido comprometida, cuando la mujer a cargo de transportar la evidencia, se había detenido a mitad de camino al laboratorio, para ayudar a un chico que había sido herido, dejando el suyo sin resguardo. Así que cuando regresó, los sobres y las bolsas con las pruebas, tenían el precinto roto.
El rostro de la integrante de la unidad de escena del crimen, tenía cierto parecido con la cliente de Magnum y su socia. Juliet buscó información de la laboratorista.
— Donna Madison. Fue despedida luego de que se descubriera su error, tiene dos hermanos, una de ellas es mayor, su nombre es Victoria Madison. Ella es nuestra cliente.
— Bien. Ahora, ¿por qué Victoria Madison busca a Junior? —preguntó Williams.
— El hombre al que Donna ayudó era Junior. Le dijo a la policía que un encapuchado lo atacó, no se descubrió quien, y al tipo que Junior asesinó un par de años después, se llamaba Paul Madison — informó Gordon.
— Ahí está la razón, Victoria quiere venganza por sus hermanos; pero no parece ser capaz de cometer homicidio —dijo el rubio.
— No tiene la fuerza para dejar fuera de combate a Junior y poder clavarle una aguja, sin que se defendiera —comentó la chica.
— Noelani me ha enviado las fotografías de la autopsia e indica que su brazo no tiene marcas como las de un adicto —dijo el detective de pelo oscuro, mostrando las fotos en su celular, Danny las puso en las pantallas para estudiarlas mejor— Y que hay pruebas de que usaron un arma de electrochoque, así lo controlaron para luego inyectarlo.
— Victoria tiene los motivos; pero alguien más lo mató —dedujo la chica, el sonido del celular anunció un mensaje— Es un mensaje de Magnum. Victoria no se ha movido de su ubicación; pero parece que ha hecho unas llamadas desde que supo que hay pistas sobre el paradero de Junior.
— Puedo conseguir el registro del teléfono en poco tiempo —dijo el rubio, haciendo uso de sus recursos— Llamó a este número varias veces en la última semana. Y pertenece nada menos que a Joey —dijo reconociendo la fotografía en la pantalla— Tenía un local de Pizzas y armas. Nosotros cerramos el negocio y lo detuvimos.
— Salió libre hace dos meses —continuó el otro detective.
— Y parece que la cárcel lo ha endurecido. Creo que echarlo a una jaula de tiburones ya no va a servir —los otros se miraron entre sí.
— Entonces, ese hombre mató a Junior, ¿por qué? —cuestionó la mujer.
— Porque todo inició con el asesinato del tío de Junior —contestó el rubio.
— No es extraño que sus socios lo hubieran abandonado cuando fue encerrado. Muchos presos sólo saben guardar rencor en su tiempo en prisión y sólo piensan en venganza al momento de salir —dijo Gordon.
— Les apuesto que está desesperado por hacerse con dinero que acepta trabajos de cualquier tipo.
— Seguramente conoce a los que venden las metanfetaminas. Podría hasta trabajar para ellos y así pudo conseguir las bolsas que encontraron en el bolsillo de Junior.
— Creo que sé dónde está su madriguera. Es un viejo taller, un deshuesadero. Vamos por él, lo interrogamos y podrás ir tras los distribuidores de metanfetaminas.
— Sencillo —terminó Katsumoto, al diálogo con el otro detective.
— Apuesto a que ese tal Joe le gustará verte, seguro no te ha olvidado —sonrió la chica.
Los detectives sacaron sus chalecos antibalas de sus respectivos autos y revisaron sus armas. Juliet partió de regreso a La Mariana, luego de leerles un nuevo mensaje de Magnum, donde decía que Donna lo había descubierto, cuando el otro se acercó al ver un arma. Y, al parecer, hubo una persecución entre ellos, donde el investigador privado, tuvo que ser el que huyera del arma de grueso calibre de su cliente. El resultado, fue que ambas naves terminaron seriamente dañadas, luego de una maniobra desesperada del compañero de Juliet; donde la sospechosa quedó herida. A Danny no le sorprendió demasiado y Katsumoto sólo suspiró, sabiendo el papeleo que le tocaría hacer, además de las explicaciones que tendría que dar. Aunque si el caso terminaba como esperaba, sería gran punto extra para la carrera del detective de pelo oscuro.
— Entonces… —dijo Rick acercándose a Higgins— ¿Cuánto costará reponer los yates que Magnum destruyó?
— No quiero saberlo.
— ¿La aseguradora no cubrirá los daños?
— No lo sé, cada que Magnum destruye o daña algo, las cosas se ponen más difíciles.
— ¿Crees que el detective Williams vaya a arrestarlo? Magnum debió informar, que la supuesta tía tenía un arma y no actuar por su cuenta.
— Quizás unos días en prisión le harían bien —opinó, aunque ambos sabían que eso no serviría. Un par de horas más tarde, ambos detectives llegaron con una expresión satisfecha.
— ¿Cómo les fue?
— Ah, genial. Todo salió bien, ¿no? —dijo Danny.
— Sí, todo salió de acuerdo al plan —apoyó Katsumoto.
— Gracias por tu ayuda, Juliet —dijo el rubio.
— Gracias por dejarme participar.
— Magnum dice que tardará un poco. Todavía está varado en el océano, hablando con los de la Guardia Costera —dijo TC.
— No estará dándoles más problemas, ¿o sí? —cuestionó Gordon.
— ¿Quién, Magnum? ¡No! ¿Cómo crees? —respondió TC. La mirada de los detectives señaló que no le creían.
— Podemos empezar con unas merecidas cervezas. Te quedas, ¿verdad? —cuestionó la chica al detective de ojos azules.
— Tienes que quedarte, Magnum se muere por conocerte y hoy puede ser el gran día… —de nuevo Rick— Si logra llegar.
— Por supuesto —aceptó el rubio, recibiendo la primera botella, todos estaban en la barra.
— Así que de Nueva Jersey —inició la rubia.
— Sí.
— Me dijeron que viniste siguiendo a tu hija.
— Es verdad, ella fue la responsable. Ahora está en la universidad.
— Y, aún así, te quedaste.
— En cierto modo la vida aquí es más tranquila. Además, mi hijo menor está en la escuela y su salud es mejor en un clima como éste; pero quien sabe más adelante.
— Eres buen padre —dijo el más moreno apoyado por todos.
— Lo intento.
— ¿Y tus chicos? ¿Quinn Liu…? —preguntó Rick.
— Quinn ha estado trabajando en la Policía Militar, aún la requieren para ciertos casos. Tani está con Junior, cuidando a mi hijo y, por cierto, disculpen; pero necesito saber si mi casa sigue en pie —señaló levantándose para llamar— Hola, Adam, ¿cómo va todo?
— Muy bien, amigo, ¿y a ti?
— Bien, terminamos con el caso exitosamente. ¿Y Charlie?
— Él está muy bien, apenas se ha dormido hace unos minutos.
— ¿Y Tani y Junior?
— Ellos llevan ya un par de horas en el mundo de los sueños —contó riendo— Charlie los dejó agotados.
— ¡Oh, vaya!, estaré en casa en unos minutos.
— Tranquilo, yo me encargo; Tani dijo que todos ahí quieren conocerte, así que tómate un tiempo y diviértete, Eddie y yo los cuidaremos a todos.
— Gracias, Adam.
— ¿Todo está bien? —preguntó Juliet.
— Sí, los tres angelitos están dormidos y Adam seguirá de niñero. Ese hombre merece un aumento por todo lo que me ha ayudado.
— Algún día tenemos que reunirnos todos y hacer una gran celebración —dijo TC, todos brindaron por ello.
— ¡Aloha!
— Hola, Kumu —saludó Higgins muy contenta.
— ¿Empezando la fiesta sin mí?
— ¡Claron que no! Kumu, él es el detective Danny Williams, jefe del Five-O.
— Mucho gusto —dijo él, mirándola atentamente.
— Por fin conozco al guapo hombre del que todo Hawái habla. ¿Sucede algo?
— Un caso, años atrás. Tres mujeres jóvenes en trajes de baño que se dedicaban a robar en los autobuses de turistas, un hombre fue asesinado —la de pelo castaño rubio, sonrió recordando.
— ¿De qué habla Kumu? —preguntó Higgins con todas las miradas encima; pero ella sólo tenía su atención hacia el rubio.
— Escuché a sus compañeros decir que usted tenía ciertos problemas, por eso no estuvo en la escena.
— Es verdad. Sin embargo, leí los informes, declaraciones de los testigos y vi las fotografías.
— ¿Estuviste ahí, Kumu?
— Sí, Rick, estuve.
— ¿En bikini? —TC se llevó un buen golpe de Higgins.
— Trabajé como guía en esos buses hace unos años.
— Vaya memoria, detective —felicitó el más moreno con admiración.
— Tienes que visitarnos en El Nido de Robin —siguió la mujer, con semblante maternal— Te prepararé un platillo especial.
— Será un placer, gracias.
— Nosotros también estamos invitados, ¿verdad, hermosa dama? —cuestionó TC.
— Claro, cariño. Todos lo están —indicó mirando también al otro detective.
— Será bueno no ser el único policía en medio de ellos —señaló el de rasgos orientales, con una sonrisa burlona.
— ¿De qué hablas, Gordy? ¡Somos una dulzura! —protestó Rick.
— Además, sabemos que al detective Williams le gustan los SEAL's —mencionó TC.
— ¡Por supuesto que no! ¿Quién dijo esa calumnia?
— McGarrett —respondió nuevamente el más alto, Danny bufó— ¿Dónde está él?
— Ni idea. Cada que le he preguntado, suele decir “clasificado”, así que dejé de hacerlo —bufó, bebiendo un trago. La rubia quiso evitar que alguno de los otros siguiera cuestionando.
— ¿Bailas?, ¿me acompañas?
— Por supuesto —se alejaron un poco y él la hizo girar e iniciaron el baile— Parecen buenos chicos.
— Sí, lo son. Ellos y Magnum hacen mi vida muy interesante, cosa que no esperaba al llegar aquí. Y me hacen reír.
— Sí, se nota que son divertidos. Por primera vez, no siento ganas de huir de unos SEAL’s —bromeó.
— ¿Tan malo ha sido para ti?
— No; pero fue difícil en determinados momentos. Te aconsejaría que huyeras antes de… Pero creo que es muy tarde.
Ella sonrió y siguieron bailando. Danny era hábil y su acompañante disfrutó de la experiencia. Cuando la música terminó, regresaron a la barra, donde fueron recibidos entre aplausos y nuevas botellas de cerveza. Danny agradeció ese momento de relajación entre nuevos amigos.
CONTINUARÁ...
N/A: Sigo con remodelación de mi casa, me estoy encargando de la pintura, y mis manos están sufriendo, por ello no pude publicar ayer; pero no tengan cuidado, aunque horas después, voy a seguir publicando.
Puntos para aclarar: Junior Satelli, lo vimos cuando Steve conoció a Grace.
Si no han visto Magnum, en la imagen están sus personajes. De izquierda a derecha, el castaño es Rick Wright y está coqueteando con Quinn. El moreno es TC, ellos al igual que Magnum son SEAL's. El de rasgos orientales es el detective Gordon "Gordy" Katsumoto, a quien Magnum mete en líos, se negó a arrestar a los Five-O cuando hubo la orden de la CIA apoyados por el gobernador capítulo dado en Magnum PI siendo continuación del capítulo crossover. La rubia es Juliet Higgins, es la versión femenina de Harry Langford, en la serie dice que fue del MI5, pero en línea corrigen que fue del MI6, es la socia de Magnum, ambos (cuando no estan cuidando la mansión donde viven, son detectives privados) Kumo, es una señora que vive con Magnum y Juliet, la actriz, apareció como guía en los buses de turistas en H5O.
Gracias por leer!
Chapter 9: CAPÍTULO IX. UNA DOLOROSA DECISIÓN
Chapter Text
Danny recibió el nuevo informe de la examinadora forense, luego que exhumaran el cadáver y, por más que atacó a Noelani con muchas preguntas, ella siguió afirmando que fue un suicido; pero Danny no estaba convencido. Cuando hablaron con sus parientes y amigos, nada les indicó que el hombre tuviera motivos para causar el daño que pretendía hacer, con aquella explosión en el desfile navideño que, afortunadamente, no se produjo gracias a Eddie y a los demás. No hallaron una carta de despedida y su historial del navegador era casi normal; ni siquiera había algo raro en su búsqueda en páginas pornográficas. Todos decían que el tipo era bueno.
Por supuesto, el Five-O no estaba de acuerdo, pues habían encontrado rastros de C4 en la ropa de duende con que se había disfrazado, el mismo que había entre los regalos en el trineo. La gobernadora había exigido explicaciones. Claramente, temía que fuera el inicio de un ataque terrorista a gran escala; pero esta vez, el detective Williams no pudo dárselas y sólo pudo afirmar que, según lo investigado, se trató de un hecho aislado.
Era ya febrero y, una vez más, no había nada más que hacer sobre esa investigación, aunque Danny salió del edificio con la certeza de que había algo extraño, quizás no sobre ese caso precisamente, quizás era más bien algo relacionado con aquella amenaza sobre él y su equipo que, desde hace meses, lo tenía intranquilo. Se despidió del guardia y salió del edificio de la examinadora forense. Esa vagoneta negra ya la había visto antes; pero descartó la idea de que lo estuvieron siguiendo cuando se desvió un par de cuadras atrás.
— ¡Detective Williams! —llamó el guardia que siempre estaba apostado en la entrada al edificio. El rubio volteó, sólo para verse apuntado por dicho personaje.
Antes que pudiera hacer una pregunta, fue sorprendido por la espalda.
En esta ocasión no iba a rendirse. Esta vez iba a dar pelea, así que golpeó en el abdomen a su atacante, haciendo caso omiso de los gritos de advertencia del guardia. Usó al maldito como escudo, por si el guardia intentaba herirlo. Otro se presentó por su izquierda y Danny soltó al ya muerto escudo humano, justo para poder bloquear el ataque y responder con un golpe lo suficientemente fuerte, para hacerle escupir sangre.
Los recién llegados no habían sacado sus armas. Claramente, lo querían vivo y aunque podía intentar entrar al edificio, no quería poner en peligro a Noelani, ni a ninguno de los que allí trabajaban pues, aunque no usaban sus armas con él, seguramente lo harían contra otros, así que prefirió seguir luchando; pero un auto llegó con más gente. Danny sacó su arma y pudo disparar un par de veces, logrando deshacerse de un par. Sin embargo, alguien logró hacer que soltara su arma y si bien supo que debía intentar recuperarla, la tiró algo más lejos en cuanto pudo para que, con suerte, alguien reportara lo que sucedía y al menos les dejaría todo el ADN posible, de algunos de los varios responsables, porque rotundamente, no iba a poder con todos.
Noelani salió del cuarto de autopsias, dispuesta a empezar el papeleo en su escritorio, cuando escuchó ruidos y al ver su pantalla que mostraba lo que acontecía en la entrada, pudo ver como atacaban a su amigo con golpes y luego con un taser que le envió al piso y luego un par de tipos lo levantaron sin ninguna amabilidad. Rápidamente tomó el teléfono.
— ¡Capitán! Unos hombres están atacando al detective Williams afuera de mi edificio. ¡Se lo llevan en una vagoneta oscura, no veo las placas!
De inmediato, un nervioso Lou, que estaba en la casa de la reciente víctima, se comunicó con el cuartel, mientras hacía señas a Tani para que lo siguiera al auto, extrañada por la actitud nerviosa del hombre de color.
— Junior, dime que estás en el palacio.
— Así es, capitán.
— Alguien se ha llevado a Williams de la puerta del edificio de la forense. Verifica la señal de Danny antes que destruyan su celular y revisa las cámaras desde el edificio y busca una vagoneta negra, que seguramente está acelerando. ¡Rápido! —Tani al oír eso, dio aviso a Adam y a los demás y también llamó al DPH por si alguna patrulla lograba ver en su camino al auto negro.
Quinn y Cole se quedaron en la morgue, interrogando a los empleados y testigos potenciales. Noelani ya resguardaba la escena cuando llegaron. También dio aviso a CSU a quienes, en cuanto se presentaron, se les ordenó que procesaran la escena cuanto antes. Eric se concentró en hacer su trabajo, repitiéndose que debía hacerlo, para ayudar a rescatar a su tío.
— Junior, ¿tenemos algo?, ¿una dirección? —preguntó el capitán llegando al lugar de la computadora.
— Una patrulla dio aviso de dos vagonetas con placas falsas y que iban de prisa y los siguió por Ala Moana; pero luego se dividieron y sólo pudo seguir a uno de los autos, hacia un aparcamiento hasta el puerto deportivo Kewalo y allí lo perdieron. La última señal del celular del jefe también llegó hasta ahí.
— No creo que se lo llevaran a un puerto deportivo, siempre hay mucha gente ahí por las actividades recreativas y alguien hubiera notado algo, hay seguridad en el lugar. El puerto Ala Wai también está cerca, podría ser otra posibilidad —analizó Adam— No hay cámaras que funcionen en la zona.
— ¿Qué hay de los sospechosos? —preguntó Tani.
— Los muertos tienen una larga lista de antecedentes, entre robos y estafas, algunos compartieron celda en Halawa. Son todos locales —contó el joven de piel oscura, poniendo en la pantalla el vídeo de las cámaras del edificio de la morgue.
— Danny dio algunos buenos golpes.
— Hasta a mí me ha dolido eso, Adam. ¿Qué hay de esa sangre?
— También está identificado —respondió Junior a la pregunta de Lou— Es otro que tiene otra extensa lista de antecedentes. Traté de establecer una conexión entre todos; pero no encuentro asociados en común.
— ¿Qué hay del que lo desarmó? ¿Y por qué Danny no trató de recuperar su arma? —cuestionó la chica.
— Ese hombre la tocó, —observó el nipón— y no parece de aquí.
— Su ADN dice que su nombre es Daichi Ishikawa, —leyó Tani— y sí, no es de aquí, es japonés.
— Está ligado a los Yakuza —siguió el oriental leyendo más aprisa los detalles de su expediente.
— ¿Los Yakuza? ¿Ellos lo tienen? —preguntó Tani.
— No es posible, no serían tan estúpidos para meterse con el jefe de Five-O. Adam...
— Yo me ocupo, capitán.
Danny fue atado a una silla, nadie dijo nada y en cambio, había obtenido un par de golpes que le provocaron un par de heridas, particularmente de parte del hombre asiático, quien también se llevó un buen derechazo. Observó el lugar y a sus custodios, ninguno le era conocido. Naturalmente, se preguntó que maniático y sociópata era el que lo había mandado a secuestrar y con qué fin.
No tuvo que esperar mucho más para averiguarlo.
— Es bueno verlo nuevamente, detective Williams.
— No puedo decir lo mismo, Daiyu Mei. Hasta donde sé, deberías estar tras las rejas y no hay más mensajes cifrados que Doris dejó, así que, ¿qué es lo quieres esta vez?
— Saber dónde está Steven McGarrett.
— No tengo idea.
— De entre todos en esta isla, usted es el único a quien, con seguridad, McGarrett le ha dicho a dónde iría.
— Pues te equivocas, no lo ha hecho.
— Detective, de nuevo cayó en mis manos y si eso no es suficiente, le recuerdo que su compañero Adam Noshimuri ahora tiene dos cicatrices. Pronto, sus otros amigos podrían tener también las suyas, si no coopera.
— Así que eres quien está detrás de las amenazas a mi equipo.
— De eso es más responsable el señor Ishikawa —señaló al hombre a su lado, haciéndose la inocente— Yo sólo tuve una breve plática con su amigo en aquel bar, y la verdad es que no es buen conversador.
— ¿Qué hay de los explosivos en el desfile de Navidad?
— No, lo siento detective, de eso no fuimos responsables; pero debo felicitar al responsable, eso fue, en cierto modo, un susto y a la vez un fracaso para su unidad. Sargento, ya sabe de lo que soy capaz, no dudaré en utilizar todos mis medios para conseguir lo que quiero, no lo haga más difícil. Dígame cuál es el paradero de McGarrett y usted no tendrá que sufrir nuevamente por él.
— Aunque lo supiera y te lo dijera, igualmente jalarás del gatillo. Bueno, no tú exactamente... Lo cierto es que hagas lo que hagas, no puedo decirte dónde está.
— ¿Y su teléfono? —preguntó a uno de sus subordinados— Quiero su registro de llamadas y mensajes.
— Lo apagamos para que no lo rastreen; pero echamos un vistazo. Los mensajes no dicen demasiado y las pocas llamadas, no revelan dónde está. Intentamos llamarlo y avisarle que tenemos a su detective; pero no responde.
— ¿Puedo irme ya? —preguntó el rubio con burla, lo que le valió un par de golpes; aunque el de Jersey no mostró arrepentimiento o temor.
— Detective, no lo complique más, sólo debe decirme dónde está él. ¡Por favor! ¿En verdad piensa que voy a creer su mentira? No es un secreto para nadie la... relación que mantiene con el comandante. No se marcharía sin decir a dónde, a la persona más importante que tiene en su vida.
— No sé de cuál relación hablas. Nuestra única relación, fue la de dos compañeros que trabajaban juntos y bebían cerveza de vez en cuando.
— También...
— También nada.
— No es lo que he oído.
— No deberías creer todo lo que escuchas. Verás, la versión de los hechos cambia a medida que la gente los hace circular y termina siendo algo loco y absurdo.
— Eso, o es que hay algo detrás de sus palabras que está ocultando —la mujer agudizó la mirada, intentando descubrir algo, a pesar de la neutra mirada del prisionero— ¿Un amor no correspondido acaso, detective? —dijo ella con sorpresa y burla.
— El tiempo de encierro te ha enloquecido. Creo que, en lugar de una prisión, un manicomio es lo más adecuado para ti.
— ¿Usted cree? No me cabe duda que a McGarrett usted le importa, aunque tal vez me equivoqué al decir que usted es la persona más importante para él... Si es así, qué pena, detective. Es una verdadera lástima que usted sienta todo lo que siente y el teniente comandante, no corresponda a ese dulce amor. Ya veo, es dolor lo que siente, dolor y quizás decepción —se burló. Danny no articuló palabra y en cambio, intentó ignorar lo que ella dijo, así como la daga que la mujer tenía en sus manos.
De forma agresiva, su camisa fue abierta, y alguien le sujetó dolorosamente por los hombros. Mei blandió el puñal sobre la pálida piel, exactamente a la altura del corazón cortando lo suficiente para hacer daño, más no para matarlo. Se negó a gritar a pesar del intenso dolor, la sangre se deslizaba por su piel. Quiso ignorar por completo aquellas palabras, risas y actos de burla. De ninguna manera le daría a esa sádica mujer, el gusto de suplicar o rendirse. Aguantaría hasta donde pudiera, confiando en sus muchachos, y en que había hecho lo necesario para dejarles señales, y aun cuando no pudieran sacarlo de allí con vida, esperaba que, con su ayuda, supieran quien estaba tras todo.
— ¿Alguna novedad? —preguntó Quinn, llegando con su moreno compañero.
— Tratamos de averiguar con quienes está asociado este hombre —contó Tani, sin dejar de buscar más datos sobre el tal Ishikawa. A parte de su asociación con los Yakuza, no hay nada.
— Es Adam. ¿Descubriste algo? —contestó Junior, poniendo el alta voz.
— El hombre era un antiguo conocido de Wo Fat; pero parece que rompieron relaciones, cuando las cosas se complicaron con mi padre. Dicen que sólo se preocupó por crecer dentro la organización, aunque no tuvo mucho éxito.
— Y dado que quería hacerse de fama y poder, tuvo que buscar otros aliados poderosos —continuó la chica de pelo más largo.
— La cabeza de los Yakuza no lo permitiría, el hombre estaría arriesgándose demasiado. No puede salir simplemente de la organización y aliarse con otros —prosiguió Adam, quien parecía estar corriendo.
— Pues parece que no le importa el peligro. Y, aun así, ese sujeto no tiene una razón para buscar venganza contra Williams. Nada sugiere que lo conociera.
— Tienes razón, Lou. Ya han puesto precio a la cabeza de Ishikawa, así que buscará salir de la isla. Fui a ver a su hermano, quien es uno de los guardias del Oyabun, por lo que tiene acceso a la oficina de su jefe en todo momento. Dijo que Daichi fue a buscarlo para que lo ayudara a huir; pero al negarle el auxilio pelearon y así consiguió llevarse las llaves del yate de su jefe.
— Que está en el puerto de Ala Wai —concluyó Tani y todos empezaron a prepararse.
— Hay algo más. Lo han oído hablar con una mujer a la que llamó Mei.
— ¿Daiyu Mei? —cuestionó Lou sorprendido.
— ¡Se supone que está en una prisión federal! —reclamó Quinn, mientras el capitán hacía una llamada urgente por su propio teléfono.
— Pues ya no —dijo el hombre de color, unos segundos después.
— ¡Por Dios! No quiero imaginarme lo que va a hacerle —se exaltó Tani.
No había caído totalmente en la inconciencia, aunque lo hubiera deseado por todo el dolor que había sentido y que todavía sentía. Abrió sus ojos un poco, tenía la blanca camisa manchada de sangre y tenía cinta en la boca, se sentía mareado. Escuchó a Mei dar instrucciones a su gente, algo como esperar la llegada del resto del destacamento. Sorprenderlos y obligarlos a revelar la ubicación de McGarrett, usando como incentivo al cautivo. Danny trató de moverse sin llamar la atención, sabía que estaba en un yate, no un bote, y esperó que sus compañeros tuvieran cuidado de no caer en una trampa.
— Es aquel —señaló Adam al yate de buen tamaño, todos estaban listos para avanzar.
— No sólo actúa fuera de su círculo, sino que se roba los bienes de su jefe. El tipo es un sinvergüenza —dijo Lou.
— Si nos ven, podrían matar a Danny, posiblemente está herido —dijo Quinn.
— Aguantará —aseguró la de pelo largo— Sabe que estamos buscándole.
— ¡Capitán Grover! Bienvenido. Señor Noshimuri, también me da gusto verlo —ellos no entendieron como fueron descubiertos.
— Ríndase, Mei y entréguenos al detective. Quizás pueda vivir un poco más.
— Muy amable oferta, capitán; pero me temo que él se quedará con nosotros, hasta que me traigan a Steve McGarrett —dos de sus hombres sacaron a un Danny atado de manos hacia el frente, para ponerlo delante, y usarlo como escudo. Todo el equipo pudo ver a través de la mira de sus armas el rostro sereno de su jefe y en cierto modo, eso les erizó la piel, además de lo ensangrentado que estaba.
— McGarrett se fue disfrutar de su retiro a algún lugar del planeta en la que no hay cobertura, así que no podemos llamarlo.
— Tendrá que ser más creativo, capitán.
— Es la verdad y en parte es su culpa, Mei. Él se fue luego de encerrarte y no ha regresado y probablemente, no lo hará —aseguró, lamentándolo por hacer que Danny escuchara aquello— No sabemos dónde está.
— Entonces no queda más. Todos ustedes serán culpables de la muerte del detective. No olviden decírselo a McGarrett —dijo ella y ordenó que hicieran funcionar el yate.
Los miembros del destacamento avanzaron cuidando el perímetro, descubriendo que había más hombres a los alrededores y comprendieron que fue así como fueron descubiertos. Entonces el enfrentamiento comenzó. Tani, Adam y Quinn intentaron acercarse a fin de evitar que el yate se alejara; pero había más hombres escondidos que les enfrentaron. Cole, Lou, Junior trataron de cubrirlos.
Fue en el instante en que todos a bordo se disponían a obedecer al mismo tiempo que respondían al enfrentamiento, y creyendo al detective a punto de desmayarse, que descuidaron la guardia sobre él y ese fue el momento en que el hombre de Jersey golpeó en la cara al que le sujetaba y lo envió contra otro que se acercaba. El motor del yate anunció que iban a moverse, y gracias a que sus compañeros se habían dado cuenta que su camarada peleaba para salir de la embarcación, le apoyaron, disparando contra cualquiera que intentara acercársele.
Danny tomó la oportunidad para quitarse la cinta de la boca con las manos aún inmovilizadas y saltar antes que Mei pudiera dispararle. No fue fácil para el detective nadar con las manos apresadas; pero se esforzó por avanzar. La mujer, no pudiendo apuntar al rubio por tener que responder a las balas de los Five-O y determinada a no dejar huir al de ojos azules, hizo detener la nave cerca de la orilla y saltó a fin de perseguirlo ya que no podía dispararle directamente.
Cuando el de ojos azules logró subir a tierra, corrió y vio a Tani hacer lo mismo, buscando acercársele, mientras Junior la cubría de cerca. Otro hombre apostado tras otro bote anclado, disparó en su dirección y ella tuvo que cubrirse, no podría llegar con el rubio y él tampoco podía seguir corriendo. La pérdida de sangre lo tenía débil, así que optó por esconderse tras lo primero que encontró y trató de liberar sus manos e ignorar todo el dolor que el agua salada le había provocado a su piel lastimada. Luego, cruzó una mirada con Tani, ella se levantó de pronto, tomando su pistola y tirándosela al hombre de Jersey. Por fortuna, Danny sólo tuvo que estirarse un poco para alcanzarla y así, el momento de enfrentar a la mujer oriental en iguales circunstancias, había llegado.
Tani estaba en el piso, alguna bala la había herido en la pierna. Junior logró arrastrarla, mientras disparaba contra el culpable y Danny lo ayudó desde su posición.
Consiente que el jefe de Five-O era un hombre con buena puntería, reconsideró continuar persiguiéndole; pero acercarse al rubio, significaba que los otros podrían dispararle, pues ya había visto a esos niños arriesgarse por su compañero. Más su ira era demasiada, quería matar a McGarrett, seguía culpándolo por todo lo que había perdido; pero quizás sólo debía conformarse con Williams. Ella sabía que, si ese hombre moría, no importaba el tipo de relación, el hijo de Doris, sufriría y esperaba que fuera mucho.
Corrió hasta tener una mejor ubicación desde donde disparar y buscó también alejar a Danny de los demás. El detective supo lo que ella intentaba. Y le dio gusto. El cruce de balas fue acelerado, Danny sabía que debía cuidar su munición. Él también podía poner una trampa.
El ruido la atrajo hacia un montón de barriles. Se acercó con sigilo y apuntó. No contó con que era una distracción y ahora el jefe del Five-O estaba a su espalda y con su arma lista.
— Felicidades. Usted gana, Williams.
— Tira tu arma, manos en alto —ella obedeció— Da la vuelta —ella no se negó— ¿Cómo lograste salir de la prisión?
— ¿Se olvida de quien fui esposa? Aún tengo muchos amigos que no olvidan a mi marido.
— Y también tuviste que cometer los mismos errores que él.
— Merezco compensación por lo que McGarrett hizo.
— Wo Fat no era un santo, Mei; él asesinó a muchos incluido, como bien sabe, a John McGarrett. Las familias de esas víctimas, también merecían compensación.
— Si no hubieran asesinado a su madre y quitado a su padre...
— Doris McGarrett quiso reparar ese error y cuidó de él, en lugar de a sus propios hijos, y hasta visitó a tu marido en la cárcel. Eso debió valer algo; pero no. Tu marido, prefirió arremeter contra Steve y a pesar del odio que le tenía, lo llamaba hermano. Hasta el señor Fat entendió que su hijo buscó su propia perdición y lo reconoció ante Steve. Y debe saber que, más adelante, Doris y su hijo rescataron al padre de tu esposo y ella se fue con él para darle protección. Steve no tuvo la culpa en lo que se convirtió Wo Fat.
— Es tan leal, detective, tan... afectuoso cuando habla de él y aún así dice que no hay nada entre ustedes.
— No lo hay, Mei. Lo que dije es sólo la verdad.
— Un amor no correspondido —dijo sonrientemente cruel— No está hecho para recibir amor, detective. Su esposa lo dejó y McGarrett jamás será para usted. Ahora podrá recordarlo siempre gracias al regalo que le hice —los certeros disparos detuvieron que la desalmada mujer dijera algo más.
Adam y Junior corrieron hasta el lugar donde escucharon las últimas descargas. Al encontrar a su compañero, se apresuraron. Él tenía la mirada fija y oscura en ella.
— ¿Te encuentras bien, Danny? —preguntó Adam.
— Sí.
— Vamos, necesitas atención médica —dijo Junior y el rubio empezó a caminar lentamente, manteniendo su camisa cerrada, luego de entregarle el arma al chico de tez oscura.
— ¿Y Tani?
— De camino al hospital, está estable —continuó el moreno.
— Danny, déjame ver tus heridas.
— Estoy bien, Adam —aseguró evitando contacto.
— No lo estás, casi pareces un fantasma. Apóyate en nosotros —dijo Junior ayudándolo.
— Puedo caminar.
— No, no puedes. Escucha, cálmate, ¿sí? Te cuidaremos —insistió el asiático y Danny no volvió a alejarse.
— Junior, ¿tienen a Danny? ¿Cómo están?
— Todos vivos, capitán, estamos con él. Necesitamos transporte lo antes posible.
— De inmediato.
Quinn apareció con su auto y los dos chicos ayudaron a Danny a entrar en el asiento de atrás. Adam se colocó a su lado, él ya se había quitado el chaleco y camisa para también sacarse la camiseta que era más adecuada para ponerla sobre las heridas sangrantes. Danny abrió sus ojos un momento y por un instante, el recuerdo de Steve presionando su herida, se presentó ante sus ojos; pero luego comprendió que era Adam. Dejó que sus párpados se cerraran de nuevo.
Al llegar al hospital, una camilla y personal médico ya los esperaban. Se llevaron al casi inconsciente detective directo a urgencias.
— ¿Pretendes hacer desmayar a las enfermeras? —preguntó Cole, que había acompañado a Tani y también esperaba mientras la atendían.
— ¿Qué? No —dijo abotonándose la camisa— Necesitaba algo para detener la hemorragia.
— No puedo creer que otra vez esa mujer buscara dañarlo —dijo Quinn— Se ensañó con él.
— Ya no podrá volver a hacerlo —contó el moreno más bajo.
— ¿Qué tan graves son sus heridas? —preguntó Liu a Adam.
— No me permitió verlas; pero parecían varios cortes.
— Esa maldita lo ha torturado para conseguir la ubicación del comandante —susurró Junior— Danny hubiera preferido morir antes de revelárselo.
— ¿En verdad, McGarrett no le ha dicho dónde está? Quizás sigue en Los Ángeles —tanteó Lincoln.
— Luego de Año Nuevo, Mary le escribió a Danny para preguntarle, Steve tampoco le ha dicho a ella a dónde se iría —afirmó el capitán.
— Al menos tendrá una pista, él es el que mejor lo conoce —tanteó Quinn.
— No lo sabe —dijo Junior.
Tiempo después, Danny fue trasladado a una habitación, aún estaba sedado. Muchos conocidos se hubieran presentado a verlo, de haberse enterado de lo sucedido; pero decidieron primero hablar con el jefe, pues desde que había tomado el mando, prefería ser más reservado con todo lo que se refería a su persona. Tampoco hablaron con Rachel; pero en ningún momento le dejaron solo, desde que el doctor había permitido que entraran a verlo. Quinn y Lincoln habían sido enviados a concluir el caso que habían dejado pendiente.
— ¿Deberíamos llamar a Steve? —preguntó Tani que ya había sido atendida y estaba sentada en el sillón, observando al rubio con semblante preocupada.
— Esperemos a que despierte; pero creo que le haría mejor hablar con sus hijos —dijo Adam.
— No —susurró el rubio despertando.
— ¡Hey, compañero! ¿Cómo te sientes? —preguntó el capitán.
— Mejor, el sedante es grandioso.
— Sí, es genial, únicamente no te acostumbres —dijo la chica acariciando su brazo y aliviada de escucharlo.
— ¿Cómo estás, Tani?
— Ya bien, no fue nada.
— Oye, amigo, —dijo el oriental— ¿en serio no quieres que llamemos a tus retoños?
— No, lo haré yo en cuanto pueda abrir bien los ojos.
— ¿Qué hay de los demás? A parte de Eric, Duke y Noelani, ninguno más sabe de esto. Estarían aquí; pero están trabajando, ya sabes cómo es esta fecha.
— No importa, Junior, no vale la pena preocupar a nadie más. Díganles que estoy bien; pero asegúrense que Eric no abra el pico.
— ¿Tampoco a Steve? —preguntó la chica.
— Ese idiota no contesta llamadas, no tiene caso ni intentarlo.
— Podríamos dejarle un mensaje, lo leerá de cualquier modo —sugirió Junior.
— No necesita saber cosas desagradables, cuando lo que está buscando es tranquilidad. No lo hagan.
— Será como digas; —cedió Lou— pero no te librarás de mi esposa, no podía mentirle a ella y ya viene en camino.
— De acuerdo, si trae lasaña, mejor —bromeó— ¿Tani?
— Te prometo que no le diré nada a McGarrett.
— Gracias... Aún es San Valentín, ¿no? ¿Por qué siguen aquí?
— ¿Nos estás echando?
— No, Adam; pero...
— Olvídalo, Danny. Además, todos los días son buenos para ponerse cursis, y estoy seguro que nuestras damas lo entienden —Tani asintió y Lou ya sabía que Renee también estaba de acuerdo.
Danny había tenido que quedarse en el hospital un día más, después que su médico había notado una elevación en su presión arterial e insistió en que se quedara para observación. Cuando le dieron de alta por la mañana, Lou se había presentado en el hospital y se había encargado de llevarlo a casa; pero por la tarde, el detective se había presentado en el palacio totalmente consciente y con evidente enojo y decisión, ordenando investigar y encontrar a los que habían dejado a esa mujer salir.
A parte del guardia de la morgue que había terminado muerto cuando fueron a arrestarlo y de los hombres que la ayudaron a secuestrarlo incluido Daichi, no encontraron mucho, hasta que Adam volvió a hablar con otros miembros importantes de los Yakuza y dado la gravedad del asunto y que el Five-O no iba dejar pasar hasta obtener respuestas, los mencionados aceptaron ayudar, y entonces, sí obtuvieron acceso a muchos documentos y grabaciones que el traidor poseía, entre ellos, una interesante lista donde encontraron varios nombres y transacciones. De inmediato, Five- O en conjunto con la Policía y los federales, atraparon a varios sospechosos dentro y fuera de la isla; pero aún había alguien más a quien visitar.
Danny puso su mano sobre su pecho, aún tenía puesto un vendaje. Esas marcas las llevaría siempre gracias a Mei. Su absurdo regalo de San Valentín. Cicatrices que en su conjunto formaban corazón fragmentado. Una burla de sus sentimientos por McGarrett. Williams sintió que enloquecería, era exactamente, así como sentía que su corazón estaba gracias a las muertes de Matt, Grace y otros amigos; así como también por las personas que por una u otra razón se alejaron de él, dejándole en una maldita y dolorosa soledad, que la cruel mujer había sabido leer a la perfección.
Era estúpido que ya muchos se hubiesen dado cuenta que Steve sería para cualquiera, excepto para él y de nuevo, Danny se reprendió porque aún había albergado una pequeña esperanza de que el moreno regresaría y podrían hablar. Pensó que, quizás, había malinterpretado el hecho que Catherine y Steve salieran juntos de Hawái y que sólo se acompañaron hasta donde sea que el avión los hubiese transportado; pero cada que trataba de saber si estaba solo, Steve siempre evadió el tema. Y entonces se cuestionó: ¿Qué caso tenía seguir esperando el regreso de McGarrett para hablar de algo que posiblemente sólo Daniel sentía?
Ninguno.
Es más, quizás el idiota no volvería. Y Williams se carcajeó de sí mismo.
Miró la casa ubicada en la calle Pikoi y entró a verla. Evidentemente, alguien había revisado el lugar, aún había cosas rotas y otras tiradas por el piso, como los recortes de periódico donde estaban ellos luego de un caso, la bala que tenía inscrita el nombre de McGarrett y algunos otros objetos. La puerta ya había sido arreglada, Junior se había encargado de hacer las reparaciones. Salió al jardín, se acercó a las sillas y miró el océano; el agua rozó un poco sus zapatos, pero él estaba sumergido en los recuerdos. Regresó al interior con pasos cansados y dio una última mirada a los ambientes. Finalmente, visitó la cochera, tocó el viejo auto y también la camioneta y salió de la propiedad decidido a no volver a pisar aquel lugar nunca más. Él también podía ignorar sus llamadas y mensajes como Steve lo hacía siempre con las suyas. Danny estaría siempre muy agradecido por todo lo que hizo por él y por su adorada hija. Deseó que su ex compañero fuera muy feliz; pero si algún día McGarrett regresaba, sólo sería un conocido como cualquier otro.
Era momento de olvidarse del comandante y de sus tontos sentimientos, por su propio bienestar.
CONTINUARÁ...
N/A: Espero que hayan tenido una muy buena Navidad, Y que lo hayan pasado de la manera que deseaban. Esta es la última actualización de este fic en lo que va de este año que se acaba, así que, ¡Feliz Año Nuevo, queridos lectores! Esperemos que el siguiente sea mucho mejor, que les vaya bien, que lleguen cosas muy buenas a sus vidas.
Gracias por leer.
Chapter 10: CAPÍTULO X. UNA PROPUESTA INTERESANTE
Summary:
Disclaimer: NCIS LA pertenece a CBS Television Studios.
Chapter Text
La noticia sobre el ataque al detective había sido difícil de contener; pero afortunadamente se evitó que todo lo relevante a la investigación saliera a la luz, y se quedara entre las personas autorizadas. El hombre de Jersey no dormía bien luego del secuestro, lo cual le pasaba factura en aquellos momentos en los que no estaba ocupado. Y Daniel estaba consiente que debía levantarse y recomponerse. También sabía que sus amigos estaban preocupados e incluso, siempre había alguien que pedía acompañarlo en una investigación, a la morgue o a dónde tuviera que ir; pero el rubio, siempre se negó y para su alivio los demás no insistieron, aunque era obvio que de alguna manera lo mantenían vigilado.
Chin le había llamado enterado de lo que había pasado y le ofreció su ayuda y apoyo para lo que necesitara, asegurándole que él había pasado por algo similar y que lo escucharía si lo que quería era hablar. Danny no quería hacerlo; pero lo necesitaba.
Luego de Navidad, no había recibido ninguna otra llamada de McGarrett y no quería ni imaginar si al idiota se le hubiera ocurrido comunicarse, mientras estaba sufriendo a manos de la viuda de Wo Fat, aquel maldito día de San Valentín. Eso sin duda le habría dado más ideas locas a esa mujer y él hubiera terminado siendo la burla de muchos. No fue extraño pensar que eso haya sido parte de lo que sus secuestradores esperaban. Eso y el asesinar al equipo, considerando que todo había sido demasiado fácil y no tardaron demasiado en encontrarlo, además de que había tiradores esperándoles. De haberlo querido, esa mujer, hábil en usar disfraces y teniendo medios para entrar y salir de la isla, hubiera podido llevárselo mínimamente al continente asiático.
Danny ya tenía bloqueado y borrado el número de Steve.
Estando solo, mientras preparaba sus cosas para el urgente viaje a Los Ángeles, la imagen de Grace apareció en su teléfono. Danny había llegado a preguntarse cómo es que su hija acertaba en el tiempo indicado para llamarle. Escucharla siempre le hacía sentir muy bien, sólo que le molestaba ya no poder ocultarle nada y únicamente minimizar lo que le sucedía. Grace, sin embargo, había aprendido más de una cosa de su padre detective y Danny se sorprendía y alegraba de poder tener una conversación adulta con su siempre, monito, y también escucharla expresarle todo su cariño y su apoyo para lo que sea.
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El detective Danny Williams esperó ya un poco impaciente, a que el director de la agencia federal de prisiones lo recibiera. La investigación sobre la fuga de Daiyu Mei aún estaba abierta, aunque esperaba que no fuera por mucho tiempo más, pues luego de un trabajo extenuante por un par de semanas, ya casi habían detenido a todos; pero en el caso de algunos, no fue tan sencillo hacerlo, no podrían encerrarlos, aunque sí pudo visitarlos y hacer evidente una fuerte advertencia sobre si se les ocurría volver a cruzarse en el camino del Five-O. A pesar de la rabia y frustración sobre el resultado de los hechos, el mensaje les quedó muy claro.
— ¿Detective Williams?
— Agente Hanna —estrechó su mano con una sonrisa.
— ¡Qué sorpresa verte aquí!
— Sí, bueno. Surgió un asunto importante y he tenido que venir a pedir algunas explicaciones.
— ¿Algo grave?
— Mucho.
— Ya veo. Si tuvieras tiempo, podríamos reunirnos con los demás esta noche. La vez anterior, no pudimos agradecerte como se debía, la hospitalidad que nos brindaron. Ya tuvimos la oportunidad de hacerlo con tu amigo que está en San Francisco.
— Claro, será un placer.
— De acuerdo entonces.
La secretaria le anunció al detective, que el director estaba listo para recibirlo, así que entró y luego de un formal saludo, el hombre a cargo lo invitó a tomar asiento y Williams procedió a explicar y cuestionar.
La reunión tomó más tiempo de lo esperado y hubo momentos en los que la plática no fue del todo cordial. Sin embargo, Danny no se dejó intimidar y aunque al director le costó admitir la fuga de Daiyu Mei, era obvio que lo sabía y le aseguró al jefe de Five-O, que estaba llevando adelante las investigaciones respectivas y hasta aseguró un buen resultado. Danny se permitió pedirle que lo mantuviera informado, o incluso que podía darles los detalles a los agentes de NCIS y al nombrar tal agencia, el director no pudo evitar pensar en quien estaba a cargo, lo cual más de una vez, le había causado un dolor de cabeza.
Al salir del edificio, y justo a tiempo, Danny recibió la llamada del fornido hombre con quien se había encontrado antes, informándole que pasaría a recogerlo a su hotel para ir a comer alguna especialidad de la ciudad.
Y ahí estaban todos, actuando como si fueran grandes amigos de toda la vida. Eso sin duda, a Danny le había agradado y relajado. Y, por supuesto, luego de pedir las bebidas empezó el interrogatorio sobre el motivo de su visita. Danny, sin entrar en demasiados detalles y comprendiendo fácilmente la dinámica y el motivo por el que estaban en la mesa más alejada, y la discreta vigilancia de sus anfitriones, les hizo conocer lo que lo había llevado hasta allí.
— No puedo creerlo, ese hombre y su esposa estaban rematadamente locos —dijo Kensi.
— Te quedas corta con esa afirmación, cariño —opinó su pareja.
— Afortunadamente saliste con vida; pero esos dos, sí que los odiaban —intervino nuevamente, la atractiva agente.
— ¿Y tienes idea de dónde está McGarrett? Todavía me debe una comida —protestó el de piel oscura.
— No, él... Desaparece cuando sale de la isla y esta vez me da la impresión de que no volverá, o por lo menos no en mucho tiempo.
— ¡Vaya! —dijo Callen, notando el semblante del hombre de Jersey y comprendiendo que extrañara a su compañero— Nosotros estaremos al pendiente de las noticias del director y, de ser necesario, presionaremos para que no olvide el asunto.
— Se los agradezco, no saben cuánto dolor de cabeza me ha causado.
— Entonces, ahora eres oficialmente el jefe de Five-O —una vez más, era Kensi.
— Sí y a veces no es fácil; pero no puedo quejarme. Mis compañeros son muy buenos y dedicados. Y en estos más de diez meses me han apoyado, a pesar de que hubo momentos en que creo, fui muy duro.
— ¿Te sientes a gusto allí? Creí que quizás..., huirías en cuanto pudieras —dijo Callen, recordando la visita que hicieron a Oahu.
— También creí que lo haría, —dijo con una risilla— sobre todo, después que mi hija se fuera a la universidad; pero no quise dejar a mi unidad y menos cuando nos quedamos sin nuestro principal compañero. Aunque, claro, llegará el momento de hacerlo.
— ¿Por qué no te mudas aquí? —preguntó Kensi.
— ¿Y hacer qué?
— No sé... Podrías continuar con tu vida de agente de la ley... Quizás podríamos hablar con Hetty —dijo ella con entusiasmo.
— ¿Por qué no? —agregó Callen— Si no te importa vivir con una falsa identidad, encajarías muy bien.
— Eso es... muy generoso; pero poco sé de investigaciones navales, no creo que fuera de mucha ayuda.
— No siempre tenemos investigaciones navales y, de todos modos, no es tan diferente —intervino Dicks— No olvides que también soy policía. Además, serías buen apoyo para mí, muchas veces me he sentido solo entre todos ellos.
— ¿Qué? —reclamó la chica con actitud indignada.
— Es cierto, ustedes se juntan y confabulan y yo me siento olvidado —explicó dramático; pero todos rieron— ¿Por qué se burlan? ¡Es verdad! ¿Lo ves?, siempre son así.
— Lo que digas, Dicks —concedió el moreno— Pero Kensi tiene razón, ya hemos trabajado juntos y a excepción de tu forma de conducir, —Danny lo tomó como broma— eres muy bueno. Y, por cierto, ¿cómo está Winifred?
— Ah... Pasó a mejor vida, por así decirlo —expresó el detective.
— ¿Winifred? ¿Quién era ella? —preguntó el rubio de NCIS con demasiado interés, haciendo que su pareja lo golpeara.
— Fue mi auto, un Camaro plateado. Nos atacaron, eran unos terroristas y… Ellos lo utilizaron para huir y lo destruyeron.
— ¡Oh!, es una lástima. Sé lo que es perder tu auto —suspiró el más fornido, siendo consolado por Callen, que le dio una amistosa palmada en el hombro.
— Sí, bueno. Ahora es uno negro y puedes buscarle un nombre, si quieres —bromeó también el de Jersey.
— Pensaré en uno.
— De acuerdo, y gracias por todo esto, se ve delicioso —afirmó viendo los platillos que habían llegado a la mesa.
— A la salud de nuestro amigo —brindó G, seguido por los otros.
Danny regresó al día siguiente a Oahu. Ese pequeño tiempo fuera de la isla le había asentado bien. Todavía no estaba seguro de que, en caso de que se diera la oportunidad, poder desempeñar funciones en NCIS, aún así, había sido muy agradable escuchar a los agentes, que les gustaría tenerlo de compañero. Sin embargo, el pensar en la familia que tenía en su trabajo, le hizo creer que sería difícil dejarlos. Y muchos pensamientos aparecieron en su cabeza mientras miraba por la ventanilla del avión, incluyendo los casos que no había podido concluir cuando trabajaba en el DPH y se preguntó si seguían abiertos. Cuando llegara, iría a averiguarlo.
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Era de madrugada cuando el teléfono sonó con insistencia, hasta que la oficial Rey lo buscó y luego de atenderlo, miró a su, extrañamente, aún dormida pareja.
— ¡Junior, levántate! Arriba, tenemos que irnos —dijo Tani sacudiéndolo.
— ¿Un caso?
— No lo sé; pero debemos presentarnos en el palacio de inmediato —con apuro, ambos salieron y abordaron el auto con Tani en el lado del conductor— ¡No te duermas, Joons!
— Sólo estoy pensando.
— ¿En qué?
— En Danny. ¿No lo has notado algo distinto desde que llegó de Los Ángeles hace ya varias semanas?
— ¿A qué te refieres?
— Se ve más concentrado en el trabajo. Siempre está con un expediente, aún cuando no tenemos un caso, e incluso se queda hasta altas horas en la oficina.
— Es verdad, parece que quiere mantenerse ocupado. Supongo que así está lidiando con todo lo que ha pasado.
— ¿Has sabido algo de Steve?
— No desde hace tiempo. De hecho, en los cuatro primeros meses, sólo supe de él cuando Danny dijo que envió saludos y luego la video conferencia en Acción de Gracias... Y en Navidad a través de Lou.
— Yo intenté llamarle; pero no pude hablarle. A veces sólo dejo un mensaje o le envío una fotografía. Más de un año desde que se fue, y ya han pasado como cuatro meses desde la última vez que supimos de él.
— Supongo que tampoco ha hablado con el jefe o lo sabríamos, ¿no?
— Sí. Supongo que tampoco se han comunicado. Ahí está Adam —señaló el chico, bajando del auto, mientras el nipón estacionaba.
— Hola, ¿saben cuál es la emergencia?
— Ni idea —dijo el moreno.
— ¿Has sabido algo de Steve? —preguntó la chica.
— ¿Steve? No desde hace meses. ¿Creen que el llamado tenga algo que ver con él?
— No lo sabemos —contestó Junior, no queriendo apresurar conclusiones. Todos entraron y allí ya los esperaban Lou, Cole y Quinn.
— ¿Y Danny? —preguntó el japonés.
— No ha llegado —todos se miraron entre sí. Lou se dirigió a la computadora y tecleó algo. En ese momento, el rubio de ojos azules entró con semblante muy serio.
— Hola —saludó el detective— Tenemos... —se interrumpió al ver al capitán, tratando de ocultar que la computadora estaba siendo usada para rastrearlo— ¿Qué significa eso?
— Nada, —dijo Quinn— sólo creímos...
— ¿Qué me habían secuestrado de nuevo?
— No; pero... —trató de decir Junior; pero no logró decir nada más, ante la expresión de mamá.
— ¿Cuántas veces han hecho eso? —cuestionó con una mirada mortal.
— No... muchas —Lou podía ser un hombre grande e intimidante a veces; pero en ese momento, el porte del jefe le hizo tragar duro.
— Nos preocupas, no queremos que vuelvas a pasar por otra experiencia así —dijo Adam, tratando de calmar el ambiente.
— Los preocupo... Bien, se agradece la preocupación; pero no pueden gastar recursos innecesariamente. Deben esperar a que pasen las cuarenta y ocho horas requeridas sin que no haya dado señales de vida o que al menos haya testigos de un hecho de secuestro, ¿entendido? —todos asintieron reprendidos— Ahora escuchen, tenemos una emergencia natural en la isla grande de Hawái.
— ¿Tiene que ver con la actividad volcánica? —preguntó Cole.
— Exactamente. Hace un momento, tuve una reunión con la gobernadora y un representante del observatorio vulcanológico de Hawái. Los sismos han ido en aumento en estos últimos días, así como el aumento en los gases y existe una seria posibilidad de que ocurra una erupción. Nos han ordenado coadyuvar con la protección de los científicos, así como de la comisión del servicio geológico de los Estados Unidos que está llegando desde Virginia y quizás, también con la organización en la muy posible evacuación de los habitantes que viven más cerca del volcán.
— ¿Protección?
— Sí, Tani. Sucede que encontraron a uno de los científicos del observatorio, muerto cerca de la zona del volcán y algunos equipos han sufrido desperfectos. El nombre de nuestra víctima es Noah Smith, 22 años. Tiene heridas causadas por algo muy filoso; pero el forense no puede darnos más información hasta que termine la autopsia —explicó poniendo toda la información en la pantalla.
— ¿Quién ataca a las únicas personas que son capaces de ayudar en una situación así? —inquirió Lou.
— ¿Intentaron robarlos? —fue Quinn.
— Son aparatos caros, ya tienen en custodia a un par de chicos. La víctima tenía efectivo y sus tarjetas en su billetera y la policía está investigando; pero con tanto que hacer y gente temerosa, algunas saliendo de la isla, la investigación no está avanzando.
— El o los sospechosos podrían escapar, incluso refugiarse aquí en Oahu —dijo el más nuevo de los integrantes.
— Es por eso que vamos a dividirnos. Lou quiero que te quedes aquí con Lincoln y Quinn e indaguen. Los demás, partiremos en un rato a la isla y les enviaremos todos los datos sobre la investigación y de acuerdo con lo que encuentren, tendrán que hacerse cargo y si todo empeora, dejaremos el caso en pausa y tendrán que alcanzarnos para ayudar en lo que se necesite.
— De acuerdo, tengan mucho cuidado —dijo el capitán y quienes viajarían, se dispusieron a preparar lo que llevarían de armamento y luego salieron del palacio, a empacar ropa y cosas personales necesarias.
El equipo abordó el helicóptero y partieron. No tuvieron que esperar demasiado para ver el intenso humo que el volcán estaba expulsando. Sin duda, todo hacía pensar que, en efecto, habría una erupción y con los antecedentes que ese volcán tenía, bueno, les esperaba un arduo trabajo.
El director a cargo de la comisión de científicos, ya esperaba al equipo junto al encargado de la Policía y el jefe de Defensa Civil.
— Detective Williams —saludó el jefe de Policía— Bienvenidos, él es el director de la comisión de Virginia, John Stabler.
— Hola —saludó el hombre.
— Mucho gusto. Soy el detective Danny Williams, la oficial Tani Rey, el oficial Junior Reigns y Adam Noshimuri. ¿Cómo va la investigación?
— Estancada —dijo el jefe de Policía— Cuando encontraron al señor Smith, una lluvia había caído en la zona, se llevó todas las evidencias. Apenas pudimos recolectar unos cuantos datos.
— Todo lo que tenga, déselo a la oficial Rey, ella lo enviará a nuestro cuartel y nuestros compañeros se encargaran.
— De inmediato. Si me acompaña, oficial Rey.
— Claro.
— La situación no se ve muy bien —dijo Junior.
— Para nada. Desde años, este volcán siempre ha sido activo y en el 2018 la actividad empeoró; pero luego hubo una relativa calma. Sin embargo, todo indica que tendremos una nueva erupción. Hay gente que se niega a marcharse de la zona y otra que aprovecha el caos para cometer fechorías —dijo el director.
— ¿Tienen alguna idea de quien o quienes podrían buscar hacer daño a su personal o a su equipo? —preguntó Adam.
— Los hawaianos nativos, creen que nuestra presencia es lo que hace que el volcán entre en actividad, ya que es considerado una deidad y es por eso, que está demostrando la furia que siente por nuestras investigaciones. Otros creen que pueden ganar dinero con nuestros aparatos. Intentaron llevarse equipo que permite realizar el monitoreo de la actividad telúrica y sólo consiguieron dañarlo.
— Bueno, no parece que necesiten un monitor sísmico para saber que la tierra se está moviendo — dijo el detective deteniéndose, ante el sismo que se producía en ese preciso instante.
El equipo fue instalando en un campamento móvil. El observatorio había cerrado, ya que estaba ubicado cerca del volcán y con todo el movimiento y los gases, todo era arriesgado; pero, aun así, había personal que estaba cerca del lugar de los hechos.
Danny le pidió a Junior y Adam ir con el grupo que se acercaría al volcán, hacer preguntas y al mismo tiempo, no interferir con las actividades de monitoreo. El celular del detective sonó y él se alejó para atenderlo.
— ¿Novedades, Lou?
— No demasiadas, hemos investigado la situación monetaria de nuestra víctima y no hubo movimientos extraños. También investigamos donde estuvo y hace unas dos semanas, visitó Maui y luego estuvo aquí, hospedado en el hotel Kahala. Quinn y Cole ya fueron a preguntar si lo vieron con alguien.
— ¿Qué hay sobre su familia o conocidos?
— No encontramos nada y eso es lo más raro, ya que el hombre es nativo de Hawái, e incluso estudió aquí.
— El director del observatorio dijo que fue una de las últimas contrataciones que hizo. Apenas se había graduado; pero lo hizo con honores.
— ¿Pudiera ser que tuviera una competencia malsana con alguien?
— Bueno, ya tienen algo más para investigar.
— De acuerdo. Oye, hace un momento entró una llamada del extranjero y alguien preguntó por ti... —explicó juguetonamente misterioso— Dijo que desde hace tiempo trata de comunicarse contigo; pero que no ha podido.
— Sí. Escucha, debo irme —colgó y se dispuso a reanudar su propia investigación.
Las evacuaciones se estaban llevado a cabo. El aumento en la actividad sísmica había terminado por encender las alarmas. Lou había investigado sobre la última teoría y tenían un nombre y éste vivía en la isla de Hawái, en la zona en que se llevaban a cabo las evacuaciones, así que los miembros restantes, volaron al lugar.
— Su nombre es Kaimi Hoapili. Fue el mejor segundo de su generación y fue otro de los prospectos para entrar a trabajar en el observatorio. Los del hotel dijeron que lo vieron con nuestra víctima y tuvieron una conversación nada amistosa. Según la información que nos llegó recién, el forense encontró una herida profunda en la palma de la mano, con minúsculas partes de un diente de tiburón —informó el capitán.
— ¿Proveniente de un leiomano? —cuestionó Danny, recordando un caso anterior.
— Posiblemente. Es un arma que utilizan los nativos hawaianos y ya que hay varios en esa región, podría ser. El problema es que las otras heridas, fueron hechas por algo filoso; pero no con un diente de tiburón. La herida en su pecho es lo que lo mató —continuó Junior, mostrando las imágenes en su teléfono.
— Pudo hacerla el mismo sospechoso; pero usando otra arma para despistar —acotó Quinn.
— Si no confiesa, será difícil que lo encerremos. No hay huellas o residuos que lo señalen, sólo tenemos algo circunstancial —indicó Cole.
— Bien, ya sabemos dónde vive y no seremos bienvenidos. Defensa civil intenta hacer que la gente de esa zona se vaya; pero hay quienes no están haciendo caso y, por el contrario, están oponiendo resistencia y no querrán hablar con nosotros. Y, aún así, tenemos que sacarlos y luego apartar a Kaimi e interrogarlo— indicó el jefe.
— Sería mejor no presentarnos todos al mismo tiempo —dijo Lincoln— Podrían sospechar y huir o atacarnos y tendríamos que abrir fuego.
— Es verdad, —apoyó Junior— y más aún si tenemos expresiones serias. Lou, ayuda a la gente con lo que necesite; pero permanece cerca.
— Sí, tu linda sonrisa hará que confíen en nosotros —opinó Tani, haciendo que todos sonrían.
Se pusieron los chalecos antibalas y se aseguraron que sus armas estuvieran cargadas. No llevarían los rifles, sería demasiado; pero sí llenaron sus bolsillos de munición. Luego, fueron adentrándose en la zona, viendo que la gente iba abordando los transportes. Danny informó al jefe de Policía y este prometió apoyarlos.
Fueron avanzando, ayudando a la gente a llegar a los transportes lo antes posible, vigilando siempre el lugar donde vivía el sospechoso. Danny había notado que su presencia era realmente notoria, las miradas que le dieron lo demostraban, así que, fue sumamente cuidadoso en el trato con la gente, lo cual no fue difícil a la hora de transmitir amabilidad y confianza, especialmente a los pequeños.
Había cinco personas en esa casa, el sospechoso era el hijo mayor. Utilizaron los intercomunicadores para compartir sus observaciones. Faltaba poca gente para evacuar, así que empezaron a rodear la casa. El padre no tardó en aparecer, rudimentariamente armado y muy amenazante.
— Baje su arma —advirtió Junior sacando la suya.
— ¡Váyanse de mi propiedad!
— Debe evacuar de inmediato, así que baje su arma —advirtió Tani.
— ¡Suéltela! —gritó Junior, una vez más.
— Señor Hoapili, soy el detective Williams, somos del destacamento Five-O y tenemos que sacarlos de aquí, así que acompáñennos, por favor.
— ¡Fuera de aquí haole! No tengo que obedecerte.
— Señor, es por el bien de usted y su familia.
— Mi familia se quedará aquí, esta es su casa.
— Sí, es su casa, tiene razón. En cuanto el peligro pase, volverán; pero ahora es necesario que se vayan —explicó, dando un paso al frente, a lo cual el otro viró completamente hacia él. Danny no había sacado su arma; pero su mano estaba en ella.
— ¡Atrás!
— ¡No lo haga! —advirtió Tani— No tiene oportunidad. ¡Por última vez, baje su arma! —ruidos en el interior, distrajeron al hombre. Junior se atrevió a acercarse y pelear, para quitarle el arma. Tani no dejó de apuntarle.
— Lo tenemos, —informó Lou por el intercomunicador— saldremos por el frente —entre gritos de la madre y llanto de dos pequeños, sacaron al chico. El padre al ver a su hijo esposado, trató de liberarse.
— Deténgase —ordenó Danny, ayudando a Junior, lo cual fue complicado, aunque al menos habían logrado desarmarlo. El otro no se rindió.
— ¡Papá! ¡Suéltenlo! —gritó el joven enmanillado. Quinn no le permitió huir. Fue Cole quien apareció con Adam y luchó contra el hombre de gran tamaño. Con ayuda de Lou, lograron finalmente someterlo.
— ¿Por qué nos hacen esto? —lloró la mujer, apareciendo con sus niños.
— Señora, tiene que salir de esta zona, es peligroso —explicó el japonés.
— El volcán ha estado activo desde hace mucho y nunca nos ha hecho daño.
— ¿Y si lo hace esta vez? —fue el turno de Lincoln— ¿Quiere arriesgarse a que algo le pase a su marido, a sus hijos y a usted?
— Escúcheme, —intervino Danny— si nada malo sucede, volverán a su hogar; pero ahora es muy peligroso quedarse.
— ¿Y mi hijo que ha hecho para que lo traten así? —cuestionó de nuevo la madre.
— Su hijo es sospechoso de la muerte de uno de los científicos que trabajaba en el observatorio.
— ¡Mi hijo no tiene nada que ver! —defendió el padre.
— ¿Lo reconoces? —preguntó el detective— Fueron a la universidad juntos.
— Sí; pero no tengo nada que ver con su muerte, no lo he visto desde que dejamos la universidad.
— Tenemos el video de ustedes dos, discutiendo acaloradamente en el hotel Kahala en Oahu hace unas semanas. Y sabemos que ambos competían para obtener el puesto en el observatorio — contradijo Adam.
— ¡Eso no es posible! —gritó el padre— ¡Mi hijo no tiene nada que ver la muerte de nadie! ¡A él no le interesa trabajar en ese lugar!
— ¿No? ¿Y por qué entonces estudió cuatro años para obtener su licenciatura en geología? — cuestionó Lou— Si no quisiera eso, hubiera estudiado otra carrera.
— ¿Kaimi? —preguntó su madre y el chico se derrumbó.
— ¡Fue un accidente! Yo era el mejor, yo entendía el volcán como sólo podemos, los que somos nativos.
— Pero él también era nativo, como tú —dijo Junior.
— ¡No lo era! Él paso años en el continente, ¿por qué no se quedó allí? Yo me esforcé y él no podía con química como yo... Si no fuera por mí, él no hubiera aprobado esa materia. No quise matarlo. Lo empujé, me empujó y como empezó a llover. Resbaló y de pronto cayó sobre mí... Se lastimó la mano con un diente de tiburón que tengo en mi collar y sé que se hizo otras heridas al caer sobre las piedras.
— Las piedras no le hubieran causado esos cortes.
— En el lugar donde estábamos, había Obsidiana.
— ¿Qué significa? —cuestionó el detective.
— Es una roca volcánica, con lo que muchos pueblos hacen flechas o lanzas, tienen terminaciones filosas. Se la llama también vidrio volcánico —explicó el joven.
— ¿Y luego?
— La lluvia aumentó y yo me fui. La temperatura también empezó a bajar y yo no tenía ropa de abrigo.
— ¿Tienes el collar? —preguntó Tani.
— Está adentro, al lado de mi cama.
— ¿El forense dijo algo sobre eso? —preguntó Adam en voz baja al jefe.
— No. Quiero que Noelani se encargue de revisar de nuevo el cuerpo —Adam hizo una llamada para coordinar el inmediato desplazamiento de la forense.
— Señora, acompáñeme —pidió el detective entrando con ella y los dos pequeños que se aferraban a su madre. Tani entró también —Escúcheme por favor. En verdad necesito que salgan de aquí por su bien. Si ese volcán hace erupción, no podrán ayudarles; pero si se van ahora, podría salvar a su familia.
— ¿Qué pasará con mi hijo?
— Investigaremos. Si todo es verdad, nos encargaremos de que quede libre. Vaya y empaque lo necesario, ¿de acuerdo? —ella asintió y fue con sus hijos, mientras los dos agentes entraron y buscaron el collar, encontrándolo donde el chico había dicho.
— ¿Le crees? —preguntó ella.
— Su mirada era sincera.
— Pero el forense debió encontrar rastros de esa roca.
— El jefe de la Policía dijo que había llovido torrencialmente y el cuerpo había estado expuesto por varias horas.
— El agua pudo llevase los rastros de esa roca. Espero que Noelani encuentre algo que ayude al chico —la tierra se sacudió más fuerte y los dos agentes buscaron a la señora y a los pequeños— ¡Hay que salir! —la mujer ya tenía listo lo que llevaría, agarró a uno de los niños y trató de agarrar al otro; pero Danny lo hizo por ella.
— ¡Tenemos que irnos! —gritó Cole y el jefe de Policía también los apresuró.
Todos llegaron al vehículo que los esperaba y el movimiento no parecía que iba a detenerse. Junior tomó el volante y condujo. El volcán había empezado a lanzar flujo piroclástico con más agresividad.
Con todos a salvo, llegaron al refugio a donde habían llevado a todas las personas. La policía se llevó al sospechoso, y Danny les aseguró una vez más, que seguirían investigando y se asegurarían de descubrir la verdad lo antes posible. El pequeño de cuatro años al que Danny había seguido sosteniendo desde que dejaron la casa, pareció fascinado con el color de pelo del detective, así como la barba algo más reducida que antes y también sorprendido del color de su piel y sus ojos. Él era tan diferente y el hombre del continente no dejó de sonreírle. Todos vieron la imagen enternecidos. Incluso los padres vieron al policía con sorpresa.
— Creo que el pequeño se enamoró de ti —sonrió Quinn, cuando iban al campamento.
— Seguramente le parecí una especie extraña.
— Sabemos que eres muy bueno para los niños. En cuanto le sonreíste, dejó de tenernos miedo —dijo Lou.
— Hasta el padre del niño se dio cuenta —dijo Adam.
— Ojalá lo hubiera hecho antes —dijo Junior sobando su brazo— ¿Por qué esas personas tienen que ser tan fuertes?
— ¿Sí, Noelani? —respondió Danny, contestando su teléfono y poniéndolo en alta voz.
— Acabo de llegar a la morgue, detective. Revisé el informe del médico a cargo, e indica que encontró algunos rastros en las heridas, son muy pequeños y pedí al laboratorio que de nuevo revisaran la composición de esos fragmentos y parece ser Obsidiana.
— ¿Qué hay de las heridas? ¿Pudiste verlas?
— La herida de su mano puede ser defensiva; pero no es profunda, si lo atacaron, no fue con rudeza. Por otro lado, las heridas en sus brazos, piernas y el resto del cuerpo, no tienen un patrón. Claramente, la víctima cayó sobre cosas filosas, un montón de ellas, para tener tantas heridas y todas con distinto grado de profundidad; pero ninguna de importancia.
— ¿Qué hay sobre la herida mortal?
— El corte es del mismo tipo irregular que las demás heridas, sólo que ésta le dio directo en el corazón. El objeto era delgado y mucho más largo, por lo que cuando cayó de frente, hizo que, con el impacto, el objeto entrara profundo alcanzando y perforando el corazón. Las fotografías no muestran detalle de la escena; pero se nota que hay algo debajo del cuerpo, exactamente en la parte de la herida. La sangre se confunde con lo oscuro de la piedra; pero está ahí.
— Vi los registros sismológicos de ese día, y hubo uno de 4.3 y asumo que allí arriba se sintió más fuerte, por lo que probablemente, eso hizo que movieran el cuerpo rápida y descuidadamente — explicó el jefe.
— Y por eso mismo, no vieron que el arma estaba clavada en él y cuando lo movieron, dejaron el objeto en el lugar —fue Quinn.
— Ahora es imposible ir a recuperarlo —dijo Cole.
— ¿Entonces? ¿Podemos determinar que fue un accidente, sólo con los rastros y la forma de la herida?
— Es lo más probable, detective. Si alguien le hubiera clavado con esa roca intencionalmente, también tendría heridas en las palmas.
— De acuerdo. Gracias, Noelani.
El laboratorio confirmó que, las pequeñas partículas en la piel del cadáver eran de Obsidiana, al igual que lo encontrado en la ropa. Y las palmas del sospechoso, no tenían las heridas mencionadas. El informe final: muerte accidental. El chico volvió con su familia y se quedaron en el refugio, pues el peligro con el volcán, aún estaba latente.
Five-O no tenía nada más que hacer allí.
— Es impresionante —dijo Adam en la nave que los llevaba de regreso.
— Impresionante, poderoso y destructivo —opinó el de ojos azules.
— Y eso que aún no se ha producido la erupción —fue Cole.
— Y pensar que esto puede durar meses... —finalizó Lou mirando el volcán, mientras se alejaban.
CONTINUARÁ...
N/A: Tenía que poner algo con desastres naturales y sabemos que Hawái es una zona con actividad volcánica constante. Yo no me hubiera ofendido ver más capítulos con este tema.
Gracias por leer!
Chapter 11: CAPÍTULO XI. CUMPLEAÑOS EN MEDIO DE UN CASO
Chapter Text
Danny Williams había recibido el reporte del sargento Lukela sobre uno de aquellos casos antiguos que estaba investigando y que estaban pendientes de sus días en el DPH. La investigación tenía que ver con robos y afortunadamente, si vale el término, había reportes de hechos con el mismo modus operandi en el último mes, por lo que supuso que los malhechores ya se habían quedado sin dinero y volvieron a operar y los reportes que había estudiado, mostraban que lo habían hecho en distintas zonas de la isla durante los años anteriores y hasta la fecha, no habían podido ser atrapados por distintas razones.
No esperaba resultados tan pronto, a decir verdad; pero esta vez, la policía había podido dar con los ladrones, gracias a que habían cometido un grave error. Uno de los dueños de la última casa robada, los había sorprendido cuando vaciaban su caja fuerte y eso le había costado la vida. Después de la limpieza de su crimen se marcharon y horas después, un familiar de la víctima había llegado y encontrado el cuerpo. Llamó a las fuerzas de la ley y cuando llegaron y procesaron la escena. No encontraron casi nada, pues habían limpiado la sangre, no había huellas y hasta la bala se habían llevado. Afortunadamente para ellos, los maleantes habían olvidado llevarse la grabación de las cámaras, con lo que ya tenían identificados a los hombres y mujeres.
Un par de días después, habían dado con el escondite y ahí estaba la policía y el detective, acercándose al lugar señalado. Desgraciadamente, los sospechosos habían sido alertados y ya estaban en plan de fuga en tres autos.
Al ver que las dos vías de escape estaban siendo bloqueadas por las patrullas, optaron por sacar sus armas. Lo que se suponía sería un arresto rápido y sencillo, se convirtió en un enfrentamiento feroz. Las armas con las que los recibieron eran de grueso calibre. De inmediato, Lukela se comunicó con la central, pidiendo urgentemente refuerzos; pero si la ayuda no llegaba pronto, tendrían muchas bajas.
Alguien del despacho se comunicó con el capitán Grover, informándole de la situación. Lou ordenó a todos prepararse y salir rumbo al destino señalado, acelerando a fondo. Los disparos se escucharon y los autos del Five-O doblaron la esquina y de inmediato, se encontraron con la balacera.
— ¿Ese no es Danny? —preguntó el compañero moreno que siempre iba con Quinn, mientras iba señalando al hombre rubio que estaba concentrado en disparar.
— ¿Qué hace aquí? —cuestionó ella.
Las vagonetas al ver que más miembros de la ley habían llegado, decidieron hacer una maniobra arriesgada y claramente desesperada. Ir contra las tres patrullas que bloqueaban una de las rutas y abrirse paso bruscamente. En su camino, hirieron a un joven uniformado y para horror de todos, el rubio se había movido para cubrir a otro que jalaba al herido, para no ser arrollado. Danny no tenía nada para protegerse. Una bala le dio al pecho enviándolo al piso, haciéndole dar un par de volteretas.
Tani, Lou y Junior que iban en el mismo auto, tuvieron el susto de su vida al verlo caer; pero respiraron de nuevo, cuando el de Jersey intentaba levantarse. Duke buscaba acercarse para ayudarlo. Los del Five-O salieron apresurados de sus autos y dispararon contra los autos, que se vieron obligados a acelerar. Duke se agachó y ayudó al detective a alejarse.
Los hostiles huyeron, con más de uno herido y uno de sus autos muy dañado.
— ¡Danny! —gritó Adam, acercándose.
— Estoy bien —dijo recuperando el aliento.
— ¿Qué diablos haces aquí? ¡Se suponía que estabas en Jersey! —reclamó el capitán.
— Duke, envía a los helicópteros a seguirlos —ordenó el rubio.
— De inmediato, detective.
— Tuve un cambio de planes —dijo mientras se sacudía los pantalones jean.
— ¿Por qué no nos avisaste?
— No hubo tiempo y se suponía que despacho tenía que haber enviado patrullas —masculló incorporándose. Se quitó la placa que colgaba de su cuello que decía Investigador de la Policía de Honolulu y también el chaleco, que lo identificaba como policía, asegurándose que el disparo no había llegado a rozar su camisa azul oscuro, ni su piel. Luego buscó la bala y devolvió el chaleco a Duke. Fue hacia su auto para buscar algo en lo que pudiera guardar el proyectil.
— ¿No vas a explicarnos nada? —preguntó Quinn. Todos lo siguieron hasta el Camaro, de dónde sacó su propio chaleco con la identificación de Five-O. Se aseguró también, que su comunicador funcionara.
— Ellos son una banda de ladrones, y se especializan en robar aspiradoras.
— ¿Qué? —preguntó Tani creyendo oír mal y no fue la única.
— Roban aspiradoras y material de aseo. Se hacen pasar por compañías de limpieza para entrar a casas lujosas y no sólo limpian la suciedad, también todo lo de valor, que las aspiradoras puedan succionar.
— Hablas de joyas —dedujo el capitán.
— Entre otras cosas.
— Pero... Si la aspiradora succiona esas cosas, pueden arruinarla —debatió Tani.
— Antes de usarlas, las adaptan para que eso no pase.
— ¿Cómo sabes eso?
— Lou, fui detective de homicidios en Jersey; pero también he atendido robos.
— Detective, el helicóptero está siguiendo a los sospechosos, ya pedí que les enviaran las coordenadas.
— Bien, Duke. Ocúpate de tu gente, que los heridos sean atendidos y que terminen de procesar la casa. Regístrenla hasta el último rincón, aunque deban derribarla, nosotros iremos tras ellos. Y averigua por qué despacho no envió patrullas —gruñó ignorando a sus compañeros, que tenían una expresión interrogante y algo ofendida.
Danny subió a su auto y arrancó. Los demás también lo hicieron luego de un segundo de consternación; aquella explicación no los convenció del todo.
Danny estaba muy consciente que su equipo pediría explicaciones más detalladas de su intervención en este caso, sobre todo porque no sería fácil explicar cómo había llegado más rápido a esa zona alejada, cuando a los otros les había tomado más tiempo. Había esperado no involucrarlos; pero obviamente, eso no fue posible. Ese caso ahora estaba en manos del Five-O.
— Detective Williams, los sospechosos se desviaron hacia Farrington Highway, probablemente traten de esconderse entre las áreas verdes, están evadiendo todos los controles —informaron desde uno de los helicópteros.
— Entendido, no los pierdan.
— ¿Puedes decirnos algo más del caso? —y ahí estaba, Lincoln había iniciado.
— Hace unos años, una compañía de limpieza fue contratada para asear una agencia de bienes raíces. Si bien, no había efectivo o algo que pudieran aspirar, lograron obtener una lista de casas ostentosas. Y de inmediato, empezaron a estudiarlas y a visitarlas poco después de que las ocuparan.
— Lo que significa que prontamente se hicieron de un botín —supuso Liu.
— Sí, pero lo que no sabían, es que algunas de esas casas eran alquiladas temporalmente, para fiestas salvajes. La policía investigó al dueño y éste negó todas las acusaciones y en cambio, señaló a una pareja de empleados, a quienes encarcelaron cuando se encontró gran parte de lo robado en su casa. Sin embargo, el dueño estaba más preocupado, a pesar que su vivienda no fue una de las propiedades afectadas.
— Entonces, sí estaba involucrado.
— Así es, Tani. Aunque lo que le preocupaba era que, de una de esas casas, habían robado una cámara. Él nunca lo admitió; pero se dice que la cámara contenía fotografías y vídeos comprometedoras donde no sólo estaba él, sino una variedad de empresarios, políticos y autoridades. Se dice que Denning también; pero mientras no haya pruebas, nada puede asegurarse.
— No puede ser —dijo Lou.
— ¿Quién es Denning? —preguntó Quinn también de parte de Cole.
— El antiguo gobernador —respondió el capitán— El hombre era algo molesto; pero no creo que se metiera en esas cosas.
— Quizás sólo lo dicen por perjudicarlo —dijo Junior.
— Sólo falta que te incluyan en el escándalo, Danny —protestó Lou.
— Si el caso es de antes, quiere decir que no lo resolvieron. ¿Cómo reapareció entonces? — preguntó Adam.
— Unos días después, el propietario de pronto retiró la denuncia. Dijo que sólo era una cámara, que podía reemplazarla. Eso llevó a la sospecha que estaba siendo chantajeado; pero se negó a decir algo y semanas después, lo encontraron muerto por un disparo. Supuestamente suicidio. No hubo más pistas, las pocas evidencias desaparecieron o las investigaciones extrañamente se truncaron y el caso se cerró. Los robos han seguido sucediendo y hubo uno hace poco, a un par de joyerías y el común denominador, es una compañía de limpieza inexistente. Y hace un par de días, un capitán ya retirado, me pidió que revisara de nuevo el expediente, porque recibió una carta exigiendo una determinada suma de dinero, a cambio de que una de esas fotografías no saliera a la luz. Él aseguró que la fotografía es manipulada, que jamás participó en una de esas supuestas fiestas.
— ¿Le crees? —preguntó Cole.
— Conozco al hombre, me hizo la vida de cuadritos cuando llegué a trabajar al DPH. Por la presión de muchas personas, les dio el caso a dos de sus mejores detectives, según sus palabras, Pula y Santos que, en ese momento, investigaban otro caso; pero que tuvieron que dejarlo, aún cuando se trataba de la muerte de un policía retirado —silencio.
— ¿Hablas de...? —tanteó Adam.
— El asesinato de John McGarrett.
Por largos segundos, nadie dijo nada y el rubio pudo imaginarse las miradas de asombro en cada uno de sus compañeros.
— Oye, amigo... —inició Lou, sin estar muy seguro de qué decir, el Camaro aceleró de pronto— ¿Danny?
— Están siguiendo la Farrington, posiblemente se dirigen al aeródromo Dillingham. Trataremos de detenerlos antes que lleguen; pero, aún así, Junior comunícate con el aeropuerto, que detengan cualquier despegue y que los de seguridad estén atentos.
Pasaron a un lado de unas plantaciones, casi llegaban a otra área poblada, nadie comentó o preguntó nada más. El Camaro se apresuró, ya tenía a la vista a uno de los helicópteros.
— Detective, estamos sobre ellos.
— Córtenles el paso; pero no se acerquen demasiado, están fuertemente armados y son capaces de todo.
— Sí, señor.
— Una vez que los helicópteros se pongan frente a ellos, empezaran a disparar, así que prepárense —pidió a su equipo.
Los autos fugitivos se vieron obligados a frenar, causando un choque entre ellos y aún así, con toda su furia, arremetieron contra los dos helicópteros de la policía, quienes también disparaban; pero los disparos provenientes de los que estaban detrás, los sorprendieron, por lo que les fue difícil contraatacar a ambos flancos. De todos modos, los autos y los helicópteros sufrieron daños, unos más que otros. Tal como el detective lo había dicho, los malhechores estaban dispuestos a todo. La policía y la unidad de Danny también lo estaban.
El Five-O se acercó, sólo había dos sobrevivientes de los quince sospechosos, ambos heridos. Junior esposó a uno y Cole al otro. El detective agradeció y dio instrucciones a los helicópteros y ambos se retiraron. Ambulancias y patrullas que llegaron casi de inmediato, se llevaron a ambos hombres, quienes, sí sobrevivían, tendrían que ser interrogados en el hospital.
— Oye, Danny.
— ¿Sí?
— Feliz cumpleaños —dijo Adam, abrazándole y a él le siguieron los demás.
Los malos no tenían defensa creíble. El cateo a su guarida en Maili, hecha por la policía, había dado sus frutos. Encontraron objetos robados, lista de objetivos con todo y fotografías, así como los nombres de los propietarios, itinerarios, propagandas de falsas compañías de limpieza y más videos y fotografías, no sólo provenientes de aquella fiesta salvaje, sino también de otros grandes eventos, todas en una laptop, donde las manipulaban a su antojo y chantajeaban a quien quisieran.
La lista era larga, así que la policía tenía todavía, mucho trabajo. Danny entregó la bala que había dado contra su chaleco al laboratorio.
— ¿No se suponía que estabas en Jersey?
— Vale que soy pálido; pero, ¿te parezco un fantasma, Eric?
— Sí, ¡no! Es sólo que mamá dijo...
— Hablaré con ella luego. Toma esta bala y compárala con la que sacaron del cuerpo exhumado, ¿sí? Así podremos acusarlos también de la muerte del propietario de la oficina de bienes raíces. Y por si acaso, también busca si hay coincidencia con otros casos no resueltos.
— Claro. ¡Feliz cumpleaños, tío D!
Ya en su oficina, Danny estaba escribiendo su reporte, cuando el capitán Grover hizo acto de presencia con las manos en los bolsillos y aspecto despreocupado. El rubio pensó que ya se había tardado en aparecer.
— ¿Pasa algo? —preguntó sin levantar la vista de la computadora portátil, ante el silencio del otro.
— ¿Vas a decirme que hacías en realidad en Maili? Y no me digas que estabas ahí, únicamente porque Duke te llamó.
— Sólo andaba por ahí, ¿qué tiene de raro?
— Claro. Danny... —el rubio dejó de escribir y miró directamente al otro hombre.
— Todo está bien, Lou. Si no viajé, fue porque es un vuelo largo hasta Jersey y es realmente agotador, así que decidí quedarme y sólo estaba de turista. De hecho, esta mañana estuve en la piscina del Hilton, conversando y bebiendo algo con una linda dama y luego fui por unas malasadas y coco puffs —Lou no le quitó la mirada de encima, el sonido de un mensaje en el celular del rubio, interrumpió el momento. El de ojos azules, ni siquiera intentó ver de quien era el mensaje, y el otro lo cuestionó con una mirada— Es de Grace.
— ¿Y no vas a contestarle?
— Es el quinto mensaje que me envía hoy. No sé por qué; pero está actuando igual que tú y Adam.
— ¿A qué te refieres?
— Se está preocupando en vano.
— De acuerdo —dijo el moreno algo molesto y salió a la puerta— ¡Adam! —y el mencionado se presentó.
— ¿Todo está bien? —preguntó, mirando al de ojos azules.
— Él fue quien te llamó —señaló al moreno.
— Sí, yo te llamé. Ahora pon atención, Danny Williams, él y yo estamos realmente preocupados porque... —Lou se interrumpió al ver la cara del japonés— No voy a hacer esto solo, Adam. Si me despide, que también te despida a ti —regresó su mirada al expectante rubio— Sabemos que no estás contestando las llamadas, ni mensajes de McGarrett.
— ¿Y eso califica como que algo está mal?
— La verdad, sí. Está intranquilo, tú no sueles ignorar lo que sea que tenga que ver con él —respondió el nipón.
— Y les pidió que intercedieran, ¿no?
— No sólo es por él. No sabemos cómo te sientes. Este año apenas y te has presentado a nuestras reuniones, tampoco hablas con nosotros ¡Siempre dices que estás ocupado! —dijo Adam con un reclamo adelantándose al capitán— Si... ya no quieres saber de McGarrett, te entendemos, en serio; pero no te apartes de nosotros.
— Sólo estoy cansado y Charlie ha estado algo delicado. No fue grave; pero él debe cuidarse de infecciones y cosas así —dijo y ellos recordaron los antecedentes de la salud del niño y sus expresiones cambiaron a unas de preocupación— Ya está bien y con un poco de descanso, también yo lo estaré —aseguró tranquilo— Y pueden decirle a McGarrett, que se preocupe por su propio bienestar, que al final fue por eso que se marchó, ¿no?
— Bien, al diablo con McGarrett ¿Por qué no te tomas unos días? —sugirió el moreno.
— No. Hay mucho que hacer y no quiero darle excusas a la gobernadora para que nos dé un sermón.
— ¿Ha estado haciéndolo? —preguntó el más alto.
— Desde el evento en el desfile navideño del año pasado.
— Pero eso fue un hecho aislado. Investigamos y nos aseguramos que no había nada más por hacer.
— Lo sabe, Adam; pero le aterra que aparezca otro loco y tenga esa misma idea y que haya un resultado distinto.
— Nos preocupa a todos; pero hacemos lo que podemos —dijo el capitán.
— De acuerdo, tú ganas, Danny; pero no te olvides que nosotros estamos contigo. Te ayudaremos y apoyaremos en cualquier cosa que nos pidas —aseguró Adam.
— Sí, amigo, lo que necesitas, sólo pídelo —concordó el de Chicago.
— Lo sé, no tienen que decirlo.
— Aun es tu cumpleaños y ya que estás aquí, pues... —el japonés abrió la puerta y Tani seguida por los otros, aparecieron con una torta y velas encendidas. Danny no ocultó su alegría.
Las oficinas estaban vacías, Luego de la improvisada celebración, ya todos se habían retirado. Bueno, no todos. Si bien había salido y abordado su auto, sólo esperó hasta que los demás se fueran y entonces volvió a entrar al palacio, directamente a la oficina del detective. Miró el escritorio por un instante, no le gustaba actuar y hacer lo que estaba a punto de hacer; pero con lo sucedido horas antes, ya tenía más motivos para preocuparse por su jefe y amigo.
Había algunos expedientes en una de las gavetas, casos que no los había atendido el Five-O, y que, hasta hace pocas semanas, estuvieron cerrados. También estaba el expediente de los ladrones de aspiradoras y notas del detective, por lo cual, supo que el rubio llevaba semanas investigando. Encontró otro expediente, sólo había pocas notas.
Encendió la laptop y comprobó que Danny había estado investigando los antecedentes de muchas personas. Adam se preguntó el motivo de todo aquello. No es como si a la unidad le faltara trabajo. Ahora era claro la razón, por la que el hombre de Jersey estaba agotado. Tampoco le había pasado desapercibido, el par de cicatrices en el hombro, la última vez que lo había visto con una camiseta, cuando padre e hijo estaban bañando a Eddie y el can se sacudió, mojando más que nada al de Jersey.
— ¿Por qué tanto secreto, Danny?
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Era un día lluvioso, Danny estaba por llamar un taxi; pero había un auto esperándole afuera de su casa. Él salió al reconocerlo.
— ¿Qué haces aquí, Adam?
— Tu auto está en reparaciones, ¿no?
— ¿Cómo lo sabes?
— Lo supuse, por el tiroteo en Maili.
— Claro. Oye, no tenías que venir a recogerme.
— Lo sé, ¿quieres conducir?
— ¿Qué?
— Vamos, adelante —dijo entregándole las llaves del auto, mientras se iba al lado del copiloto.
— Me siento raro, normalmente es al revés, ya sabes. A todos les gusta quitarme las llaves en vez de dármelas.
— Has dejado que muchos se aprovechen de ti.
— Eso parece, pues vamos entonces —Danny no tuvo problemas en manejar el auto de Adam, estaba de lo más cómodo y hasta feliz. Adoraba los autos deportivos.
— ¿Y Charlie?
— Ya está bien; pero no ha tenido días buenos y aún así, ha sido valiente.
— Es como su padre.
— ¿Y el señor Pickles?
— Desde que me lo llevé por tu viaje a Los Ángeles, se ha adueñado del sillón. He seguido intentado sobornarlo para meterlo en el trasportín para gatos y regresártelo; pero ya conoce mis intenciones y se mete bajo la cama.
— No podemos culparle. Tiene una mejor vista desde tu apartamento y como paso menos tiempo en casa, por algún viaje o el trabajo, pues...
— Supongo que Eddie está feliz.
— Claro, ahora hay más comida y atención para él.
— Lo imagino; pero, aunque esté cómodo, a ese gato le gusta que vayas a verlo. Rápidamente aparece cuando te ve y ronronea. Hasta se ha ido a dormir contigo, las pocas veces que te has quedado en mi departamento.
— Lo que quiere decir que tú le agradas sólo por el sillón —se burló— Si necesita algo, dímelo, me haré cargo.
— No te preocupes, tiene todo lo necesario. Sólo asegúrate de visitarlo, tú y Charlie. Es Duke —dijo al ver su teléfono— Hola, Duke, estoy con Danny, te escuchamos.
— Robaron un auto de la Universidad del Pacífico de Hawái, el sospechoso iba por el Boulevard Ala Moana. Hay patrullas siguiéndolo, acaba de desviarse por la calle Queen, casi llegan a la altura del Palacio Iolani.
— Estamos cerca, envíanos los datos y lo interceptaremos —dijo Danny, acelerando— Adam, avísales a los demás, los bloquearemos en Mililani.
— Mensaje enviado. Oye, ¿no te parece raro que roben un auto y se acerquen al palacio?
— Probablemente es alguien que no conoce los caminos, o alguien muy, muy idiota o, está ebrio.
— Podría ser un universitario.
En el palacio, Tani y Junior salían del auto, cuando recibieron el mensaje. Lou acababa de llegar y casi al mismo tiempo, Liu y Cole.
— ¿Dónde se supone que es? —preguntó el más nuevo.
— A media cuadra —respondió su compañera y rápidamente se metieron en el auto y retrocedieron para salir del estacionamiento. Apenas unos segundos antes, el auto de Adam pasó por delante y se puso perfectamente de lado, bloqueando la calle, que afortunadamente, era una de las que tenía poca transitabilidad en ese momento. Las patrullas ya se oían cerca y los otros autos del Five-O ayudaron a terminar de cerrar la ruta.
— Buena maniobra, detective 007. No sabía que mi auto podía hacer eso —aduló el japonés, saliendo del vehículo y sacando su arma, el rubio lo imitó.
— ¿Cómo dices eso? Lo he tratado con ternura.
— A mí me pareció ver apenas una mancha oscura pasar delante de mí —se burló Quinn.
— Amigo, conduciendo así, podrías participar en competencias de autos —siguió Cole riendo e impresionado.
— Si los demás dicen algo al respecto, harán un solo de papeleo hasta nuevo aviso.
— Yo creo que conduce muy bien, jefe —dijo Junior y el mencionado hubiera dicho algo; pero ya el auto estaba a la vista.
— Conduce como McGarrett —protestó el rubio, viendo que el conductor evadía obstáculos y no tenía intenciones de frenar a pesar de la barricada.
Cuando estaba cerca, el detective dio un tiro de advertencia que llegó al parabrisas del lado del copiloto, eso hizo que el sospechoso redujera la velocidad y se detuviera. Cole y Quinn fueron por él y bastó un grito de ella para que el otro obedeciera.
— Gracias, se nos hizo difícil alcanzarlo —dijo Duke, acercándose al grupo.
— ¿Quién es? —preguntó Junior.
— Jake Coldman. Se hacía pasar como estudiante de intercambio. Cometió robos en varias universidades y estuvimos vigilando el campus, luego de varias denuncias, aunque no teníamos una descripción del sospechoso. Lo que no imaginamos, fue que la última víctima, quien sí nos dio una descripción, era el mismo ladrón.
— ¡No puede ser! —bufó Tani— Será sinvergüenza, ¿me dejarías golpearlo, Duke? Sólo un poco.
— Ya niños. Lou, llévate a todos, ¿sí? Tú también ve, Adam.
— Aun llueve, puedo esperarte.
— Estamos cerca del palacio, caminaré; pero agradecería si compraras unos cafés —pidió sacando la billetera.
— Déjalo, Danny, compraré para todos.
— Gracias —una vez que el japonés se fue, Danny volvió la vista al sargento de Policía.
— Creí que a usted lo vería en la comisaría, no sabía que estaría con Adam, detective.
— Fue a recogerme a mi casa de forma sorpresiva, mi auto está en el taller. Entonces, ¿alguna novedad?
— Hay algunas pistas; pero nada en concreto. Por lo que pude averiguar, no hay ningún familiar vivo en la isla.
— Por favor, envíame todos los datos que has podido conseguir, no importa que sean pocos.
— Ha pasado mucho tiempo, ¿cree que encontrará algo?
— Quiero intentarlo.
— Claro, le enviaré todo.
— Gracias, Duke —concluyó, empezando su camino al cuartel. A distancia, Adam estaba observándolo.
CONTINUARÁ...
N/A: Nunca se dijo cuándo es el cumpleaños de Danny, protesto, así que tomé la fecha de nacimiento de Scott, que es el 23 de agosto.
Ese capítulo donde aparece el Capitán Tanaka y se muestra cómo era el trabajo de Danny en principio, me dejó dudas. Si tan buenos eran esos dos detectives, ¿por qué los envió a otro caso en vez de seguir con el del padre de Steve? ¿Acaso John no lo merecía? Eso y que hicieran ver a Danny como un inútil, claramente buscaran hacer ver que él no servía para casos en la isla, aunque Tanaka luego le dijera que lo consideraba muy buen detective. Otra cosa, creo que Danny no hubiera dejado un caso fallido sin seguir investigando, por algo tiene 87 casos resueltos.
Gracias por leer!
Chapter 12: CAPÍTULO XII. EL PELIGRO DE UNA BACTERIA
Chapter Text
Aún cuando estuviera disfrutando mucho de aquella amena reunión, lamentablemente tenía que retirarse. Y, aunque sabía que su equipo era lo suficientemente capaz de hacerse cargo de la situación como otras veces, no podía quedarse celebrando, cuando sus compañeros estaban en lo que parecía ser una investigación con tintes de bioterrorismo, pues las víctimas tenían señales de haber sido expuestas a algo altamente peligroso.
Todavía atendía su celular recibiendo el informe del jefe de la Policía de Maui, mientras se dirigía a su Camaro de dónde sacó una camisa color claro y con finas rayas, para reemplazar la oscura polera que llevaba puesta. Una vez cambiado, también tomó los otros objetos que necesitaría, y volvió por el mismo camino, atravesando la extensa propiedad, hasta llegar cerca de la playa, donde había estado almorzando junto a unos amigos.
Para sus anfitriones, verlo terminando de colocarse su placa en el cinturón les señaló que el de pelo rubio y ojos azules debía irse y su expresión perfectamente leída por el otro detective que también había sido invitado a la celebración, le puso en alerta y también al resto, aunque entendieron que eran asuntos policíacos en los cuales no podían inmiscuirse. Bueno, sí sólo fuera Gordy, tal vez lo harían; pero tratándose del detective Williams, lo mejor era portarse bien.
— Es una pena que no puedas quedarte, quizás la próxima vez, Magnum finalmente pueda conocerte. No me explico cómo es que él y TC volvieron a meterse en problemas, cuando sólo tenían que ir al supermercado.
— ¿En serio, Higgins? —cuestionó Katsumoto.
— Gracias, Juliet, a todos. Todo estuvo fantástico, Kumu, gracias.
— La próxima trae también a tu pequeño keiki, me encantaría conocerlo. Y cuídate mucho. Dales nuestros saludos a todos.
— Claro, lo haré y de nuevo, gracias —prometió despidiéndose también de los demás y tanto él como el detective de pelo oscuro, se apartaron bajo la mirada preocupada de todos.
— ¿Es algo grave?
— Eso parece. Las víctimas tienen señales de haberse expuesto a algo que ha matado parte de su piel. Hay tres muertos, dos en la isla de Lanai y uno en Maui, más una joven infectada que ya está de camino al hospital también en Maui; pero no saben si sobrevivirá. Me dirijo hacia allá.
— ¿Qué quiere que haga, detective?
— Informe en su distrito, manténgase alerta por si aparecen casos similares aquí, incluyendo en los hospitales; pero tenga cuidado y que el público no se entere —automáticamente dirigieron su mirada a los que quedaron atrás— Mi equipo y Noelani ya están en camino, estaremos en contacto.
— Suerte, detective. Haré que lleven su auto al palacio Iolani y descuide, no dejaré que Magnum siquiera se le acerque —aseguró el de rasgos orientales.
Un helicóptero de la Policía descendió con el respectivo permiso, para entrar en aquella área verde parte de la amplia propiedad, denominada El Nido de Robin. El rubio abordó la nave y los de tierra la observaron como tomaba vuelo rápidamente.
El capitán y los demás, miraban desde hacía varios minutos el movimiento de la examinadora forense y sus ayudantes. Ellos no podían acercarse o tocar ningún objeto, hasta que los expertos les dieran luz verde. Infectarse era algo que la mayoría no quería volver a pasar, mientras que los otros tampoco estaban interesados en experimentarlo por primera vez.
El helicóptero, sobrevoló el área y se alejó hasta donde pudiera aterrizar. Danny bajó agradeciendo y despidiéndose del atractivo piloto.
— ¿De dónde vienes, detective 007?
— ¿Vas a seguir con eso, Adam? Estaba en un almuerzo. Y 007 no usaba pantalones jean.
— Tenemos tu mochila con tus cosas en aquel auto —señaló Cole a una vagoneta.
— Espera, ¿dijiste almuerzo? ¿Y con quién si se puede saber?
— Con una hermosa rubia inglesa, capitán.
— ¿La conocemos?
— Así es, Tani. Finalmente, tuve que aceptar la insistente invitación de Juliet Higgins, y por mi experiencia, sé que no es bueno rechazar una invitación de mujeres inglesas.
— Me advirtió que estaba a punto de secuestrarte; pero le dijimos ya habías pasado demasiado por eso, así que dijo que buscaría otra forma.
— Gracias, Quinn.
— ¿Y? —preguntó el nipón muy interesado en la historia.
— Y también estaban sus amigos, casi todos. Y Quinn; Rick, aun espera que lo llames, quiere la revancha en dardos.
— Parece que quiere ser humillado nuevamente. Tendré otra cena gratis.
— Ya es suficiente ¿Qué sabemos de todo esto?
— No nos han dado detalles y no nos permiten acercarnos, y tampoco a la persona que los descubrió —explicó Junior— Las víctimas, no están identificadas aún. Noelani ha preferido hacer un examen primario más detallado de lo usual debido a la gravedad. El forense local no pudo hacer lo mismo con las víctimas en Lanai, porque había gente cerca que podrían convertirse en víctimas, así que el forense se los llevó rápidamente a la morgue. Pasó antes que llegáramos y no ha querido compartir información hasta hacer más estudios.
— ¿Quiénes los encontraron?
— A los chicos de Lanai, los vio un guardia y a los otros, una pareja de turistas. A todos les están haciendo estudios —contó el capitán.
— ¿Qué hay de la sobreviviente?
— La han trasladado ya al hospital. Lo que sea que la infectó, ha estado atacando rápidamente su piel. Tampoco tuvimos oportunidad de saber quién es; pero... —contó Adam.
— ¿Pero?
— Parece que la joven es sobrina del alcalde —completó Quinn.
— El chico pudo ser su amigo o tal vez su pareja —dijo Cole— De los otros, sólo sabemos que son dos chicos, unos años mayores.
— Tendremos que ser cuidadosos con la información —pidió el rubio, la forense se acercó, no sin antes quitarse guantes, barbijo y bata desechable — Doctora Noelani, ¿dictamen?
— Por la infección progresiva de la piel y de los tejidos blandos, significa que tiene una importante toxicidad sistémica. Se trata de fascitis necrotizante. Debo hacer la autopsia; pero no he visto otras posibles causas de su deceso, no hay heridas que indiquen que fue atacado. El hospital seguramente hará estudios en la muchacha; pero los del Centro de enfermedades contagiosas me dijeron que ella también presentaba daño en los tejidos de su pierna, y estaba enrojecido la mayor parte, esa es señal de una infección.
— ¿Cuál es el nivel de contagio? —preguntó el nipón.
— Es raro. La verdad, es muy extraño que estos chicos se contagiaran. Tendrían que haber vivido, o dormido, o haber tenido contacto directo con una persona infectada y, aun así... De cuatro personas, sólo uno suele ser una víctima mortal.
— ¿Podemos ver sus pertenencias?
— Por seguridad, han sido selladas. Así que, me tomé la libertad de hacer fotografiar las identificaciones, se las enviarán pronto, capitán.
— Bien, gracias Noelani.
— Sí, detective. Me encargaré también de echarle un ojo a las otras dos víctimas —ella partió con el cadáver, hacia la oficina forense local.
— ¿Alguien está contagiando esa cosa a propósito? —preguntó la sargento de la Policía Militar.
— Alguien resentido, obviamente —dijo la otra chica.
— Lou, tú y Lincoln vayan al hospital, que pongan protección a la niña. Vean si pueden hablar con ella y con los que los encontraron. Averigüen lo necesario de esta infección.
— Ya tenemos las imágenes de las identificaciones —dijo el moreno más bajo, revisando el mensaje recién llegado.
— Bien. Vayan a donde sea que vivan los chicos, pidan ayuda al Centro de Enfermedades Contagiosas. Yo debo hablar con el alcalde y llamar a la gobernadora. Ya hablé con el jefe de la Policía y nos dará una oficina en la estación de Policía, nos veremos allí.
Era claro que, si la información se conocía, el pánico se extendería y lo que menos necesitaban era una crisis; pero que el jefe del Five-O se encontrara en la isla, visitando al alcalde no era habitual, por lo que, si los medios se enteraban, sin duda buscarían obtener la razón de su visita; y aunque intentara pasar desapercibido, difícilmente sucedería.
La patrulla lo condujo hasta la oficina del alcalde. La autoridad, ya había sido informada sobre la presencia de la fuerza de la gobernadora y la razón de ello, excepto que de ninguna manera esperaba recibir la noticia, que un familiar suyo fuera parte de la investigación. Desesperadamente quiso saber los detalles y el detective no se negó; pero al mismo tiempo, pidió ayuda para que la prensa, siempre pendiente a los asuntos políticos y policiales, no se enteraran, por más difícil que fuera, dada la cercanía del hombre con una de las víctimas.
Danny, siempre manteniendo algo de distancia, aseguró que su equipo investigaría a fondo y no se sorprendió de que el hombre apenas supiera cosas de la joven. De hecho, lo único que podía asegurar al 100%, era que los padres estaban de viaje por Europa, y ese era el motivo por lo que su sobrina vivía con él y su familia. Tampoco fue de sorprenderse que no conociera a ninguna de las tres víctimas fatales.
— Ella es una buena niña, tienen que encontrar al responsable.
— Haremos todo lo posible.
Afortunadamente, el alcalde no se negó a que miembros del servicio de salud, registraran su residencia y tanto a él como a su esposa, y a sus dos hijos se les haría un chequeo médico, incluyendo a personas que trabajaban en su casa; aunque según el hombre, nadie se había reportado enfermo.
En el hospital, el médico les dio las explicaciones respectivas a los dos agentes. Y, no es que fueran ignorantes sobre la existencia de esa infección; pero verla de manera directa, no era agradable y la expresión de Lou, ante todo lo que el profesional les mostró, lo dijo todo. Las personas que encontraron a las víctimas, no supieron decir demasiado, simplemente que todas estaban ahí en el suelo, ella, obviamente, con muestras de fiebre causada por la infección. Por lo demás, no se habían animado a acercárseles y sólo llamaron pidiendo ayuda.
— La están tratando con antibióticos, tiene gran parte de la pantorrilla afectada —informó el capitán, una vez reunidos con los otros, unas horas más tarde— El doctor dijo que tendrán que remover lo dañado quirúrgicamente. Tuvo suerte que la infección en ella, no se propagara tan rápido como en los otros. Según el médico, sólo se tiene de doce a veinticuatro horas antes que se produzca la muerte. No pudimos hablar con ella y los otros no fueron de utilidad.
— El médico también dijo que hay mayor posibilidad de infección, en quienes sufren de diabetes, enfermedad de los riñones, cicatrización del hígado, cáncer —siguió Lincoln— Estando en el campo, he visto hombres sufrir así, debido a una pequeña lesión en la piel o por una herida quirúrgica y terminan con amputaciones; pero nunca vi algo de esta magnitud.
— Ninguno de estos jóvenes tiene el sistema inmunológico débil o con alguna de esas enfermedades, ¿o sí? —cuestionó Quinn.
— Noelani y el doctor Chang siguen haciendo las autopsias, tardarán unas cuantas horas — informó el detective— ¿Hubo algo en las casas de los chicos?
— Dos vivían en un complejo de departamentos. Joshua Jabusa, de 20 años y Kora Ige de 22, ambos locales. Aparte de tener sus cuartos desordenados, no había nada raro, sólo tenían equipos de buceo, sin antecedentes. Joshua vivía solo, su hermano está en el continente; sus padres murieron hace años —contó Adam— La policía ya se contactó y viene de regreso.
— Kora vivía con su padre que trabaja en una línea de cruceros y no volverá hasta dentro de dos semanas. Los dos trabajaban en un centro comercial, venta de electrodomésticos. Fue ahí donde se conocieron —siguió Quinn— Su jefe dijo que eran algo alocados; pero buenos trabajadores.
— El que estaba con Anani, la sobrina del alcalde, se llamaba Benjamín Green, 20 años, nacido en Texas. Se mudó aquí hace unos once años, estudiante universitario y amaba las fiestas en alta mar, vivía en Lanai. Tenía un trabajo de medio tiempo en una tienda de celulares. Tampoco tenía antecedentes y vivía con su tía materna, sus padres trabajan en el continente y también vienen para acá —explicó Junior.
— En la habitación de Anani tampoco se encontró nada raro, sólo que le encantaba el rosa. Ella tiene 18 años, buena estudiante, no se mete en problemas... Hice que llevaran su laptop y celular al laboratorio, y ya que esas cosas son como un diario, quizás ahí si haya algo. También están revisando los aparatos de los chicos —suspiró Tani,
— Todos se contagiaron al mismo tiempo —recordó el moreno más voluptuoso— tuvieron que contagiarse de una misma fuente. Hay que hallar algo en común, o lo más seguro, a una persona.
— Una persona que quizás está muerta —acotó Adam— Si la bacteria no da más de un día de plazo, quizás esa persona está ya sin vida.
— Es probable; —siguió Junior— pero, ¿a cuántas más contagio? El problema podría seguir propagándose.
— Sí, pero no a gran velocidad —añadió el otro marine— Esta persona lo ha hecho consciente y deliberadamente, y los que ella contagió, creo que no lo harán.
— Aun así, podríamos tener un par de víctimas más. La pareja y los chicos no se conocían hasta donde sabemos. Preguntamos a los vecinos y compañeros de trabajo y nunca vieron a Anani o a Benjamín hablar con los chicos.
— Y Kora y Joshua no fueron vistos con la joven o su novio —continuó Tani al informe de la otra chica.
— ¿Estamos seguros que eran novios?
— Sí, claro, Adam... Bueno, ellos estaban solos y… Dos amigos no van solos a nadar, y menos en un lugar apartado, siempre hay un interés romántico o por lo menos con la intención de hacer... algo —rebatió Tani con nerviosismo, Junior pareció atragantarse, ambos recordando cómo había terminado aquel día que sufrieron por una gran ola de calor.
— ¡No es cierto! —protestaron Quinn y Adam.
— Dos amigos, sí pueden ir a nadar o a surfear —dijo Quinn, interrumpiendo a la oficial Rey.
— Lo sé; pero...
— Y no todos tienen esas intenciones de las que hablas —continuó Adam.
— No quise decir...
— Es cierto —siguió la sargento, Junior no se animó a abrir la boca— ¿O nos hemos perdido de algo aquí? —cuestionó esta vez con picardía.
— ¡No! Es decir... —Tani tuvo que detenerse a respirar antes de seguir enredándose— Son jóvenes y fueron solos a la playa y seguramente, se habrían quedado a ver el atardecer. Díganme que no hay tintes románticos ahí.
Danny recordó pasar tiempo en una playa, mirando atardeceres con cierto ex compañero y un par de cervezas. A tal ex compañero, seguramente le estaban zumbando fuertemente los oídos y no porque tuviera un problema con ellos.
— Tani tiene razón —dijo el rubio, reaccionando y mirando las fotografías en la laptop— Ella no usaba traje de baño, estaba en ropa interior y él, hasta donde sé, los trajes de baño no suelen ser tan ridículos —aseguró viendo la figura de un martillo que estaba seguro pertenecía a algún superhéroe estampado en la parte frontal de la prenda.
— Y sí, estaban solos; —añadió Lou— pero nada indicó que nadaron, ella tenía un vendaje en su pantorrilla que cubría la piel infectada y dado la fiebre que tenía, de ninguna manera se metería al agua salada.
— Él la tenía en la espalda baja y, rotundamente más abajo —dijo Cole, también mirando las fotografías. Los muchachos en cambio, tenían muy afectados los pies y las manos.
— Pensaron que desaparecería, o que no era algo grave y por eso no acudieron al hospital —complementó el detective— Los cuatro estuvieron con una persona infectada, posiblemente en el mismo momento o con poco tiempo de diferencia. Cole, Quinn, Junior, vayan al laboratorio y presionen para obtener la información de las portátiles y celulares, busquen esa persona o lugar en común. Los demás iremos a la morgue nuevamente. Nadie dormirá hasta resolver esto.
De camino a la salida, el teléfono de Lou anunció una llamada entrante. Su semblante preocupó a todos.
— Hay otra víctima, una mujer, de nuevo en Lanai. La encontraron en el agua; tiene la piel muy dañada.
— Lanai... Busquen si hubo alguna actividad ahí, una fiesta o algo y si esos chicos estuvieron en ella. Las fiestas son lugares donde mucho puede pasar —ordenó el jefe.
El informe forense declaró que los chicos murieron efectivamente, por la fascitis necrotizante. Todos tenían heridas en distintas partes; pero tal como había dicho Noelani, ninguna reflejaba un ataque. En los chicos de Lanai, uno mostró una herida en la palma de la mano derecha, un fino corte; de haber sobrevivido, la hubiera perdido. La segunda víctima, tenía una herida en la planta del pie izquierdo, pudo haber sido hecha por pisar algo afilado, los zapatos no son útiles estando en el mar. Benjamín tenía un par de pequeños rasguños en la espalda que, en cualquier otra situación, hubiesen sido insignificantes. La de la sobrina del alcalde estaba en la pantorrilla, había sido causada por un piquete de mosquito, el cual, la joven terminó rascando a causa de la picazón. La herida abierta fue aprovechada por la bacteria. Los chicos murieron entre media mañana. El novio de la chica, cerca de tres horas después.
El examen preliminar de la última víctima, mostraba un estado mucho peor que la de las otras víctimas. Tenía piel muerta en sus manos, en sus miembros inferiores, abdomen y parte de la cara. La entrada de la bacteria a su cuerpo, fue una herida quirúrgica en el área del abdomen.
— ¡Gane paseos gratis con su pareja en un barco de crucero con camarote privado y disfrute de una vuelta entera a la isla de Lanai! —anunció Quinn, llegando a la estación de Policía ya de madrugada. Danny, Adam y el capitán los esperaban con unos cafés, que fueron muy agradecidos.
— ¿Qué quiere decir eso? —cuestionó el capitán.
— Los viajes en barcos así son un poco costosos, y lo usan más que nada los turistas; pero a alguien se le ocurrió promocionar una nueva empresa, sorteando cinco pases que incluirían bebidas y masajes y sólo para cinco parejas —informó Tani— El celular de Kora tenía imágenes de ese paseo, y por las fotografías, él y Joshua no sólo eran amigos. Nadie nos dijo que salían, así que asumo que no querían que alguien lo supiera.
— Benjamín publicó en su Instagram fotografías, también en ese paseo. Invitó a Anani —mostró Cole en una Tablet— Por la luz, los jóvenes dieron el paseo temprano y los chicos cuando atardecía. Todo pasó en menos de veinticuatro horas.
— Se contagiaron en ese barco —concluyó el japonés— Quizás la mujer también estuvo ahí con su pareja; pero ya intenté con reconocimiento facial y no sale nada, no se encontró identificación.
— ¿Dónde está esa nave? —cuestionó el de Chicago.
— No hay rastro de ella, ni tampoco registro de los propietarios o la empresa y dado que lo que querían esparcir, un contagio no es raro —informó Tani.
— Detective Williams, —interrumpió un sargento de Policía— tiene una llamada de Oahu, es el sargento Lukela.
— Gracias —dijo el rubio y acompañó al uniformado hasta el teléfono en la oficina del jefe. Los demás siguieron.
— El hospital de Kawai acaba de reportar dos personas mayores con la misma infección —avisó Lou, luego de revisar un mensaje en su teléfono.
— Tres de cinco —dijo el moreno más bajo— Que atacara parejas significa algo, ¿no?
— Quizás la suya lo dejó cuando se infectó y esta sea una forma de vengarse —tanteó el otro marine.
— Venganza contra inocentes que no tuvieron que ver con lo que le pasó —bufó la oficial Rey.
— En Oahu hay dos pacientes más —informó el de ojos azules entrando rápidamente— Lukela y Katsumoto pudieron interrogarlos y efectivamente estuvieron en ese barco ayer por la mañana y en cuanto regresaron a Oahu, la mujer vio el enrojecimiento en un corte que se hizo a bordo. El hombre afirma que se hizo una herida al sujetarse de una roca cuando el barco paró en Kahoolawe y...
— Atracar —interrumpió Lincoln.
— ¿Qué? —cuestionó el rubio.
— Atracar, se dice atracar.
— ¿En serio? Cuando atracaron en Kahoolawe, lo cual no debieron hacer ya que el acceso de momento está prohibido. El hombre se lastimó y la amable mujer que era parte del servicio del bote, hizo lo mismo que con la señora. A ambos los llevó a uno de los dos camarotes, que estaba ambientado como enfermería y los atendió, usando equipo como si más bien fuera a hacerles una cirugía en lugar de una simple curación. Ambos dijeron que había unos frascos de aspecto raro en un armario, de los cuales, la dulce dama sacó uno y los aplicó sobre las heridas, según ella, les ayudaría a sanar más rápido.
— Así los contagió —dijo Adam— ¿Cómo supieron ellos de ese paseo?
— Seguramente igual que los chicos, propaganda en redes sociales —dijo Quinn.
— Tenemos el modelo del barco gracias a las fotografías, y no creo que se arriesgaran a usar el suyo propio o quizás, ni lo tengan. Pudieron haberlo robado, revisaré los reportes policiales —dijo Cole poniéndose a trabajar y en cuestión de un par de minutos, obtuvo resultados— Aquí está, hay uno que muestra el mismo modelo del de la fotografía. Tiene que ser ese.
— Ahora sólo falta saber dónde se ocultan —cuestionó Quinn.
— Tiene que estar en alguna parte de la isla de Lanai. El paseo iniciaba allí. Si encontramos ese barco, encontraremos a los culpables —dijo Junior.
— Dime que no tendremos que subir a esa nave. Amo los barcos; pero no los que tienen virus o bacterias peligrosas —suplicó Tani.
— Adam, Lou y tú van a quedarse e irán al hospital a ver a Anani y si ya puede decir algo, y, de paso, haz que te curen la herida de tu cuello.
— ¿Cuál herida? —dijo ella buscando.
— Has estado más nerviosa de lo habitual, y esa parte de tu piel sufrió las consecuencias y no te culpo, Tani. Casos como este, son más difíciles de atender —aseguró el de Jersey.
— Déjame ir a mí, Danny —pidió Lou— Esta vez.
— Tomaremos las previsiones necesarias, llevaremos equipo y suministros médicos, no nos arriesgaremos; pero necesito que ustedes se queden. Por si acaso. Nosotros tendremos el apoyo de la Guardia Costera.
— ¿Estás seguro? Puedo ir también.
— Adam, estaremos bien. Sabemos los riegos; pero también necesito que mantengas calmados a Tani y a Lou —el oriental asintió, comprendiendo que Danny no sólo lo decía por sus, ciertamente, nerviosos compañeros, sino también porque de pasar algo, sería su deber hablar con cierto niño rubio y con la joven que estudiaba en Miami.
— Cuídate, Joons.
— Lo haré Tani, y no te preocupes, ya oíste al jefe, tendremos cuidado —aseguró y todos empezaron a preparar lo necesario y hacer las llamadas respectivas.
— Los traeré de vuelta —aseguró Lincoln, comprendiendo el temor generado.
Con ayuda de la Guardia Costera, Quinn, Danny y los dos marines revisaron aquellos posibles lugares donde la embarcación podría estar atracada. Uno de los botes encontró el barco de crucero flotando entre Lanai y Kahoolawe, más cerca de esta última.
Los miembros del Five-O habían estado navegando en un buque, y cuando tenían el objetivo a un par de millas, y ya habiéndose asegurado que ninguno tuviera una herida abierta, prepararon sus armas, más lentes de protección y barbijos. El buque en el que iban, causaría más revuelo en los atacantes que seguramente no estarían armados sólo con las bacterias, así que utilizarían un bote clase Defender, que también era más rápido en caso de iniciarse una persecución.
El detective instruyó al equipo médico tener lo necesario a mano y, de cualquier forma, el helicóptero esperaría en el buque para cualquier traslado de emergencia.
Con sumo cuidado, abordaron el bote, esperando tomarlos por sorpresa y fueron revisando cada una de las áreas.
— Despejado —dijo el rubio, luego de revisar uno de los camarotes.
— Despejado —fue Lincoln revisando el segundo.
— No hay nadie —avisó Quinn.
— Notaron el movimiento, abandonaron el barco —dedujo el moreno más bajo.
— Voy a revisar el armario donde se supone están las bacterias.
— Ten cuidado, no te expongas —pidió la chica, el moreno se tomó un respiro antes de abrir el mueble.
— ¿Cole? —preguntó el rubio— ¿Cole? ¡Oye, contesta!
— Los frascos están aquí, son varios. Creo que hay distintos tipos de bacterias.
— Sal de ahí, Lincoln, el CDC ya viene. Todos, aléjense. De regreso en el Defender, el equipo analizó la situación.
— ¿Murieron? —tanteó Junior.
— No hay cuerpos —siguió Quinn.
— Dejaron todo y huyeron, debieron buscar y robar otra embarcación —opinó el moreno más alto.
— ¿Lou, me escuchas?
— Dime que están bien, Danny.
— Afirmativo; pero no encontramos a los sospechosos. Pudieron robar otro barco o hasta pudieron abandonar la isla. Tiene que ser una embarcación que se mueva veloz.
— Revisaré los reportes más recientes. Mientras, te envío la imagen de los sospechosos, cortesía de Katsumoto. Los puertos y aeropuertos ya fueron alertados.
— Vaya, es Clark Farres —dijo Quinn— Es uno de los que trabaja en el laboratorio de patología del hospital de Maui.
— Y en su tiempo libre es ladrón de barcos de crucero con camarote y turismo —bufó el rubio.
— Cindy Madison, bioquímica —leyó Junior— fue despedida y denunciada por robo en un laboratorio de Filadelfia.
— Vino aquí y encontró a su media naranja —dijo Cole.
— Pudimos hablar con la sobrina del alcalde. Mencionó que vio otros tres hombres que hablaban con Farres y Madison, eran extranjeros y tenían una mirada extraña, no pudo darnos más que una vaga descripción de una cicatriz cerca del ojo derecho; pero fue suficiente para que el guardia que encontró a los chicos los reconociera. Todos habitan en Lanai. Tani, Adam y la policía están de camino. Yo estoy cerca de la casa del patólogo; pero sus compañeros, dijeron que Clark había mencionado que se tomaría unos días en un lugar espiritual.
— Dudo que eso lo sirva, ese tipo no tiene conciencia —gruño Cole— ¿Qué hay de los reportes de embarcaciones robadas?
— No hay ningún reporte reciente.
— Espiritual... —susurró el rubio.
— ¿Qué? —preguntó el moreno a su lado.
— Kahoolawe. Dicen que la isla se usa para fines espirituales y culturales, por eso no hay visitas turísticas... Están allí. Lou, hablamos luego.
— Cuídense, los queremos a todos de regreso y con vida.
— Si están allí, ¿por qué dejar el barco tan lejos de la playa? —cuestionó la sargento.
— Es una zona rocosa, imposible anclar el barco en una de las playas sin arruinarlo —dijo Cole— O simplemente no aseguraron bien el bote.
— Si no podemos acercarnos en el bote, tendremos que nadar entonces —reconoció Liu.
— Iremos Junior y yo, el motor es ruidoso, nos escucharían —dijo Cole.
— Si todos están allí con más de esas bacterias, no podrán solos, iré con ustedes —dijo Quinn empezando a sacarse el chaleco antibalas para poder nadar con libertad.
— Iremos todos.
— No, Danny —dijo Lincoln una vez más— Junior y yo lo haremos, confía en nosotros, les informaremos lo que hallemos. Si son demasiados o hay más de esos frascos, sólo vigilaremos. Nosotros estamos entrenados para riesgos así. Por favor.
— Está bien, tengan cuidado. Y no hagan nada estúpido —demandó el jefe.
— No lo haremos —aseguró Junior, Danny trató de creerle.
El detective informó al capitán de la Guardia Costera, los nuevos hallazgos y las maniobras que sus compañeros realizarían y hasta que no se comunicaran, todos debían guardar calma y silencio.
Disparos se escucharon alertando a las fuerzas de la ley. Las luces del buque y de los otros dos botes se encendieron. El ruido de una lancha de motor potente se escuchó, reemplazando al ruido de las armas. En ese momento, comprendieron efectivamente, que habría una persecución.
Junior y Cole ya se habían metido en el agua y Danny esperó no cometer ningún error a la hora de manejar la nave. Tantos años viendo a Steve manejar uno, tenía que servirle de algo. En cuanto los dos hombres lograron abordar, Cole tomó el mando de la nave y la puso a máxima velocidad y esta vez, el de ojos azules no protestó.
— Capitán, no hay que perder de vista esa lancha.
— Entendido, detective, enviaremos al helicóptero a la persecución.
En cuestión de minutos, dicha máquina los rebasó, sirviendo como guía a los Defender y al buque que iba poco más atrás, en medio de la oscuridad. La velocidad de los botes de la Guardia Costera era para resaltar.
— Hay que disparar al motor —gritó Junior. Y en cuanto los tuvieron a tiro de blanco, lo hicieron. Un par de millas después, el bote se vio obligado a detenerse; pero sus tripulantes no estuvieron dispuestos a rendirse amenazando con infectar a cualquiera que osara acercarse.
El Five-O hizo buen uso de sus municiones y el capitán de la Guardia Costera comprendió mejor la reputación de ese equipo.
— Falta el doctor Clark —dijo Junior, revisando a los muertos.
— Tiene que estar aquí, escondido —gritó Quinn, buscando en todo lugar posible— ¡No puede ser, no está!
— No creo que el suministro de bacterias esté completo, el armario en el otro bote era grande y el diseño era para sostener muchos más frascos —dijo Cole, revisando el adecuado estuche de tamaño medio.
— Clark puede seguir en Kahoolawe —tanteó el hombre a cargo— Ellos sólo fueron una distracción.
— Todos estaban alrededor de una fogata, pero había una carpa levantada —recordó Junior.
Tan pronto como lo dijo, el rubio y Lincoln corrieron de regreso al Defender y regresaron a dicha isla. Ambos metieron sus armas en una bolsa de lona, a fin de que no se mojaran. Usar los chalecos antibalas dificultaría el nadar, así que no podrían usarlos, y mientras menos peso llevaran encima, nadarían más rápido, así que, sin pensarlo más, y sabiendo que estarían muy vulnerables, se sumergieron en el agua. A Cole no le quedó dudas que el hombre rubio nadaba muy bien; pero no era hora para halagos.
Danny no pidió apoyo esta vez, o Clark podría darse cuenta de la presencia de los agentes. Su mano ardió cuando salió del agua, había una ligera raspadura, producto del contacto con una roca y es que, por falta de luz, era difícil saber en dónde ponía la mano.
— ¡Five-O!, Clark Farres, manos en alto, deje todo y dese vuelta —ordenó Williams con arma en mano y sorprendiendo al patólogo en el interior de la amplia carpa, mientras guardaba varios frascos.
— Hay más portadores de la infección allá afuera.
— Sólo nos falta uno, y usted sabe dónde está.
— El marido de la mujer con herida quirúrgica, ¿no? Se preocupan por verse mejor antes de por lo verdaderamente importante. La última vez que vi a su marido, coqueteaba con la bella Madison. Ella está loca, le gusta infectar con virus y bacterias a las personas —dijo con expresión enloquecida.
— Y no es la única, ¿cierto?
— ¿Ha notado lo fácil que es provocar un contagio? Otros usan agentes neurológicos en la comida o envían esporas en el correo y el mundo vive espantado de sufrir con algo de eso, y se olvidan que existen más tipos de bacterias que podrían matar incluso más rápidamente.
— ¿Cuál es su punto?
— ¿Mi punto? Mi punto es que de una u otra forma, estamos expuestos a miles de bacterias, y cualquiera de ellas puede ser usada para acabar con los humanos. Sería sensacional verlo.
— ¿Dónde está el hombre que Madison infectó?
— No lo infectó. No tuvo tiempo, porque su novio le dio un tiro en la cabeza —contó como si no hablara de él y fuera un secreto— Creo que luego se lo comió un tiburón o quizás está flotando por ahí.
— Deje eso en la mesa —ordenó el rubio, el otro sonrió, estaba dispuesto a arrojar el frasco contra el de ojos azules.
— ¿Miedo, detective? Sí, una microscópica bacteria puede provocar terror. Esa raspadura en su mano, es más que perfecta para estos seres —batió el frasco sin cuidado, aunque afortunadamente permaneció cerrado.
— Si lo haces, también podrías quedar infectado.
— ¿Y?
— Morirás por ello o por un disparo, última advertencia —la sonrisa del otro se amplió.
Lincoln sorprendió al patólogo por la espalda, clavando un cuchillo, al mismo tiempo que sujetaba fuertemente la mano con la que sostenía el frasco con la bacteria come carne. Danny se aproximó y con la mano sana, tomó el frasco y la dejó en la mesa alejándose de inmediato. El sospechoso estaba muerto.
— Bien hecho, Cole.
— ¿Estás bien?
— Sí.
Lanai era sin duda un buen lugar para disfrutar de un descanso luego de todo el agotador trabajo que habían hecho. El detective y sus compañeros decidieron pasar lo que quedaba del domingo, disfrutando de la playa y de una variedad de bocadillos. Por supuesto, también tenían frutas tropicales a su disposición, incluida la infaltable fruta tradicional.
— Lanai, también conocida como la isla de la piña —informó el capitán, sentándose al lado del rubio.
— ¿Cuántas veces debo aclararlo? Me gusta la piña y después de estar tan cerca de una horrible bacteria, comerla es un todo un deleite —dijo probando un bocadillo que no estaba seguro de lo que era; pero que, rotundamente, tenía piña.
— ¡Aquí llega la pizza hawaiana! —dijo Adam apareciendo con Quinn y Cole, y con varias cajas.
— Excepto de esa forma.
— Tranquilo, Danny, te trajimos una grande para ti solito y sin la infernal fruta —dijo Quinn, entregándosela.
— Me alegra saber cuánto me quieren —sonrió el rubio y no tardó en abrirla y sacar la primera rebanada.
Tani y Junior caminaban un poco más alejados tomados de la mano.
— No hace falta adivinar que efectivamente ahí, si hay tintes románticos —dijo Lou mirando a la pareja al igual que el de Jersey y los otros.
— Sólo espero que no se emocionen demasiado con el romance. Como sea, el día que tengan hijos, estaremos en problemas, así que mejor disfrutemos de estos momentos de calma.
— Vas a quedarte para siempre, ¿verdad, Danny?
— ¿Por qué lo preguntas, Adam?
— Por nada, sólo que siempre creí que, a la primera oportunidad, te marcharías; pero al verte así, exuberantemente relajado...
— Por ahora estoy bien en Hawái con todo y el trabajo. Sin embargo, quien sabe más adelante, así que aprovechen y consiéntanme, mientras me tengan aquí —dijo devorando otra rebanada y mirando hacia el horizonte.
Junior notó que, finalmente, Tani estaba relajándose. A pesar de no admitirlo, ella había sentido miedo por el caso, tanto por el posible contagio, como por la posibilidad de perder a sus amigos y a su novio.
— Entonces, —inició Junior— ¿dices que siempre tiene que pasar algo, si vas a nadar con un amigo?
— No quise decir que... Aquel día yo... Es decir, sí, quería que pasara algo entre nosotros..., pero no estaba segura si tú querías... Y, sabes que no fue planeado, la batería de mi auto estaba muerta y hacía un calor terrible... y no había nada mejor que hacer, que meternos al mar, mientras esperábamos la grúa. Y, por si lo has pensado, nunca me había metido al mar en ropa interior, sólo lo hice contigo.
— Lo sé. A pesar de todo lo que pasamos en medio de todo ese calor..., fue un gran día, un inicio para nosotros.
— Sí.
— ¿Una zambullida?
— Sé lo que intentas, Reigns; pero te aviso que, desde aquel día, siempre llevo mi traje de baño a dónde vayamos —reveló quitándose la ropa, metiéndose al agua y nadando como una sirena.
CONTINUARÁ…
N/A: Los momentos de enredo de Tani, es porque recuerda lo que pasó en el episodio tres de la novena temporada, el día en que sufrieron por el calor.
La acción en la serie se limitó mucho, creo yo, a Oahu, así que quise sacarlos de allí y que también tuvieran un momentito de relajamiento en otra isla. Y sí, también quería que Danny se mojara.
Gracias por leer!
Chapter 13: CAPÍTULO XIII: UN NUEVO CASO
Chapter Text
Lou esperaba el momento en el que anunciaran, que era momento de abordar el avión que lo regresaría hasta Hawái. Él y su esposa, habían estado un par de días en Chicago, visitando a su adorada hija Samantha, y al resto de su familia.
Al capitán casi le dio un colapso, cuando su niña se presentó a la cena con un hombre dos años mayor, con el que estaba saliendo. Renne tuvo que intervenir para su marido no sacara sus esposas o su arma y se pusiera a interrogarlo. Afortunadamente, el chico no se negó a contestar las preguntas de sus casi suegros.
Aun así, Grover no había dormido en toda la noche, pensando en la pareja. Sin embargo, le alegraba verla feliz. Después de lo Ian, a Samantha no sólo le había costado caminar por las calles sin sentir temor, sino también, relacionarse con muchachos.
— Créame que lo entiendo, señor Grover. Sam me contó sobre su secuestro y no lo culpo por desconfiar; pero puedo prometerle que voy a cuidarla siempre. Y si le tranquiliza saber, yo conozco el internet y las redes sociales. Puedo descargar música y videos; pero no soy un hacker.
— Está bien, papi, él es bueno. Me hace feliz.
La sonrisa de su hija, terminó por desarmarlo, y tratando de mantener la mente abierta, se dedicó a conocerlo.
Renne se quedaría unos días más con sus suegros. El capitán, aun con preocupación, le había pedido que hablara con su hija, a fin de obtener más datos del joven. Ella también sentía temor; lo suficiente para permitirle a su marido investigar y si no había nada de qué preocuparse, Lou debía dejar esa cara de bulldog, cuando volviera a hablar con el chico.
Por otra parte, el ex jefe del SWAT no había querido visitar aquellos lugares que alguna vez fueron su refugio, ya que, todavía había quienes lo consideraban persona no grata y eso siempre le causaría conflictos internos.
El frío se hacía sentir, así que acomodó su abrigo.
— Hola, Lou.
— ¡No puede ser! ¿Acaso estoy soñando?
— ¿Cómo estás, amigo?, ha pasado tiempo
— Y que lo digas. ¿Qué haces en Chicago? —cuestionó estrechándole la mano.
— Sólo estoy de paso. ¿Cómo están todos?
— ... Ocupados, como siempre —respondió luego de un breve silencio.
— ¿Ha pasado algo? ¿Él está bien?
— Sí, sí, está bien. Todos están bien.
— Has estado evadiendo mis llamadas, amigo; tuve que preguntarle a Samantha, cuando estarías por aquí.
— ¿Qué yo he estado evadiendo tus llamadas? ¡Eso no es cierto! Eres tú quien llama en momentos inoportunos. Cuando tienes la decencia de hacerlo, claro.
— ¿Inoportunos dices? ¿Qué se supone que haces a las 6:00 de la mañana?
— Dormir. ¿Ya no recuerdas que los operativos no tienen un horario fijo? Hay que descansar cuando se pueda.
— Bien, de acuerdo; pero, ¿le has dicho a Danny que hace tiempo que he intentado comunicarme con él y no puedo?
— Sí, claro.
— ¿Y le dijiste que estaba en Montana? Esperaba que, al saberlo, él iría a verme. Y no digas que estabas dormido, era más de mediodía en Hawái cuando llamé.
— Igualmente fue un momento inoportuno. Cuando llamaste, él estaba en la isla grande. Iba a hacerlo; pero..., lo siento. Danny prefiere... Si te soy sincero, no creo que hubiera aceptado ir a verte.
— Lou... ¿Qué pasa? —la voz avisando que era momento de abordar, interrumpió la conversación.
— Ese es mi vuelo... ¿Algún día volverás a Hawái?
— ...
— Cuídate, hombre —finalizó, abrazándolo.
Steve confirmó que no podía dejar pasar mucho más tiempo antes de volver. Lou no era el único que había estado evitando hablarle de Danny, los demás también lo habían hecho, o conversaban muy vagamente. Algo sucedía con todos ellos, especialmente con el de Jersey, ya había pasado mucho tiempo sin escuchar su voz. La última vez lo había visto, fue mediante la televisión, en las noticias, hacía meses.
Un Danny Williams que no quería hablar con él, era algo para inquietarse.
— Hay mucha gente —dijo Lincoln.
— Sí. La semana Aloha es para celebrar el resurgimiento de la isla después de la guerra —contó Tani, que hacía como guía de turista, mientras iban a la escena del crimen.
— Si no fuera porque tenemos trabajo, me gustaría sentarme a disfrutar de un buen espectáculo y con una bebida en la mano —dijo Quinn.
— Si logramos resolver el caso, quizás podamos —deseó la otra chica.
— Es poco probable —dijo el marine, mirando el cadáver irreconocible al lado de la bóveda del banco.
— Doctora Noelani —saludó la sargento— ¿Es uno de los ladrones?
— Eso parece. Hay rastro de tela adherido a la cara, probablemente de la máscara.
— Sus manos están muy quemadas, supongo que no podemos saber quién es, mediante el registro de huellas digitales.
— Es verdad, sargento Lincoln, tendremos que verificar mediante los registros dentales. No tenía identificación y tampoco tenía un celular. Quizás se llevaron ambos objetos para que tardáramos más en identificarlo.
— Parece que no sabía manipular explosivos, le reventó en la cara —dijo Tani— ¿Hay más víctimas?
— Él es la única baja. Los pocos rehenes que había, están bien, asustados claro; pero bien —dijo Junior— Algunos tienen unos pequeños golpes como una mujer que, asegura, que uno de los hombres la empujó fuertemente y al caer se lastimó el tobillo, lloraba de dolor. La ambulancia ya se la llevó. Desafortunadamente, sólo pudo darme una descripción general.
— Todos dijeron lo mismo —dijo Lou, que apenas llevaba una hora después de haber regresado. No mencionó su encuentro en el aeropuerto— Cinco hombres vestidos de negro, encapuchados, tres de mediana estatura que hicieron un par de disparos al aire y les exigieron tirarse al piso, para luego amenazar al encargado que guiara a dos de ellos hasta aquí.
— ¿Y dónde está el gerente? —cuestionó la policía militar.
— Con Adam, en la ambulancia. Tiene unas esquirlas incrustadas en la cara y el brazo —informó de nuevo el capitán— En cuanto dejen de atenderlo, nos dará una lista de los empleados, para ver si alguno a faltado. Desafortunadamente, hackearon las cámaras, así que no hay grabaciones del hecho.
— Entonces, tenemos que averiguar quién era él y con quienes tenía negocios —dijo la de pelo más largo mirando al occiso.
— ¿Se llevaron algo? —preguntó el más alto, entrando a la bóveda.
— Más de medio millón en efectivo y, seguramente, se hubieran llevado más; pero no tenían las suficientes manos para hacerlo —dijo Lou.
— Eso debió hacerlos sufrir, mucho más que la muerte de su cómplice —dijo Liu.
— ¿Qué Adam no tenía el día libre? —preguntó Lincoln cuando iban de salida, mientras los técnicos seguían procesando la escena, esperando encontrar al menos una huella.
— Estaba disfrutando de él en un café cerca de aquí, cuando oyó los disparos. Le dije que una vez que tomara la declaración del gerente, retomara su descanso —respondió el de Chicago.
— Y Danny tiene asistencia con la gobernadora —dijo Quinn— ¿Han notado lo bien que sale en las fotografías del periódico?
— Serio y todo; pero se ve guapo —dijo Tani con emoción. Los demás sonrieron ante la agitación de ellas.
— Podrán decirle todo eso, cuando Sunshine esté presente; pero ahora sólo estamos nosotros para atender este caso y hay mucho por investigar, así que a trabajar —ordenó Lou.
Luego de tomar la declaración del gerente e informarlo a sus compañeros, Adam se iba en su auto, cuando recibió la llamada de su jefe.
— Hola, Danny; estoy en camino de recoger a Charlie.
— ¿Estás seguro, Adam? Puedo llamar a Rachel.
— Claro que no, se suponía que pasarías el día con él y si la llamas, ni siquiera podrás verlo un momento. Además, no tengo otra cosa que hacer, los otros son suficientes para atender el caso.
— Lo sé; pero podrías pasar tu día libre haciendo algo mejor.
— ¿Algo mejor que estar con mi sobrino tomando helados?
— No lo consientas demasiado.
— No hago eso. Además, quiero saber cómo le va con sus clases de defensa.
— Te advierto que, si le preguntas, querrá darte una demostración completa. Ama esas clases.
— Me alegra. Entonces...
— Está bien. En cuánto la gobernadora se retire, me reuniré con los demás y si todo va bien, nos veremos en el desfile. Antes el jefe de Five-O no necesitaba presentarse a todas estas ceremonias, ni celebraciones.
— Bueno, la gobernadora Keiko quiere demostrar que Five-O no sólo tiene un jefe competente, también quiere presumir que es atractivo.
— ¿Otra vez con eso?
— No me extrañaría que le gustases.
— Voy a ignorar que dijiste eso, Adam Noshimuri.
— De acuerdo. ¿Te has fijado en su jefe de seguridad?
— Estás a un paso de recibir una suspensión.
— ¿Qué hay del piloto? Según recuerdo, dijiste que se veía tan sabroso como una malasada.
— ¡Adam! Detente. Ahora.
— Tranquilo, jefe, ya entendí —sonrió— Te haré saber cuándo tenga a Charlie conmigo.
— Bien, gracias. Adiós.
Adam estaba consciente de que Danny no quería involucrarse con nadie; pero no por eso olvidó el tema, y más de una vez le hizo notar que había gente interesada en mantener al menos una conversación de índole íntima con él. No precisamente la gobernadora o el jefe de seguridad; pero cuando trataban con las personas en el desarrollo de los casos, no le había pasado por alto, que había damas y también algunos caballeros, que no les importaba responder preguntas del hombre a cargo. Sin embargo, Danny siempre mantuvo su actitud distante y profesional, aún después de que las investigaciones concluyeran.
El castaño de ojos verdes, cejas espesas, intrigante sonrisa, visiblemente buen físico, piloto del helicóptero, parecía ser quien más agallas tenía para invitar al formal rubio de ojos azules a tomar una copa y esperaba que no tardara. El japonés, deseaba que su amigo se diera la oportunidad, incluso le había expresado que todos estarían felices si tuviera una cita con aquel espécimen. También que, de pasar algo más, contaría con la aprobación de todos; pero el rubio únicamente había sonreído negando.
— ¡Tío Adam!
— ¡Hola, amigo!, cada vez que te veo estás más grande —dijo levantándole. El niño no era del todo consciente que sus compañeros siempre pusieran atención a las personas que él llamaba tíos. ¡Tenía varios!
— Un poquito.
— ¿Un poquito? Pronto estarás tan grande y fuerte como tu papá —dijo y el niño se sintió feliz. Sus compañeros no eran los únicos que notaban a las personas que recogían al pequeño rubio. Las madres también— ¿Cómo te ha ido hoy? ¿Has aprendido mucho?
— ¡Sí!
— ¿Tienes tarea?
— Sí, matemáticas. ¿Danno vendrá a ayudarme?
— Quizás tarde un poquito; pero si no te importa, yo podría hacerlo, también soy bueno, ¿qué dices? ¿Sí?
— Sí.
— Bien, primero vamos a almorzar. ¿Te apetece camarones?
— ¡Camarones! —celebró.
— Pues vamos por camarones y quizás un helado, ¿de acuerdo?
— ¡Sí! —aplaudió el pequeño y el oriental lo puso en el suelo para ir hacia el auto.
Adam le abrió la puerta trasera, se aseguró que se pusiera bien el cinturón y la cerró. Fue cuando iba al asiento del conductor, que notó algunas miradas y sonrisas sobre él. Él también sonrió y subió al auto.
En el palacio Iolani, Tani ya hacía unas búsquedas en la computadora, tanto en la base de datos, como en internet. No se encontraron huellas en la escena; pero al menos, Noelani ya le había dado el nombre del muerto.
— ¿Ese es nuestro ladrón tostado? —preguntó Quinn, llegando junto a Lincoln.
— Sí, su nombre es Julián Donovan.
— No tiene ni la apariencia, ni el apellido de un simple ladrón —opinó la chica de melena más oscura.
— Porque no lo es. Julián Donovan, neoyorquino, 30 años. Llegó a Oahu hace tres semanas y estaba completamente soltero. Estudió administración empresarial, e hizo una pasantía en una de las más grandes agencias de relaciones públicas y comunicaciones, que ofrece asesoría estratégica e implementación de planes comunicacionales en relaciones públicas, manejo de reputación y esas cosas. Luego de eso, no hay registro de que trabajara en otro lugar e incluso, es como si hubiera desaparecido; pero husmee el apellido de uno de los fundadores de esa empresa y es Donovan, así que, probablemente, Julián sea su hijo.
— Obviamente no hay una buena relación entre ellos o el nombre de Julián figuraría al lado de su padre o mínimamente habría fotografías juntos y entre todas estas, no las hay —acotó Quinn— El señor Donovan está ocultando que tiene un hijo y no es de extrañar con el tipo de empresa que tiene. Un hijo delincuente, no le hace bien a una empresa de relaciones públicas. Entonces, esa podría ser la razón por la que Julián hacía lo que hacía.
— No estoy seguro, —acotó Cole— la víctima lleva su apellido. Un padre que no quiere saber de su hijo, ya lo hubiera repudiado. Miren su expediente, sólo hay registro sobre infracciones; no robos, ni otras acusaciones. Ni siquiera dice que fue sospechoso en alguna otra investigación, así que creo que su padre sí tiene comunicación con él y que, además, le provee dinero.
— ¿Y cómo es que se convirtió en ladrón si no le faltaban recursos? —preguntó Liu.
— Busqué en línea y encontré su Instagram y hasta antes que muriera, estaba muy activo. En su perfil dice "Chico viajero, buscando emociones" y supuestamente, tenía 25.
— A nadie le gusta reconocer su verdadera edad —resopló Quinn— Vaya, tiene fotografías interesantes. Al principio, todas lo muestran haciendo deportes extremos. Era adicto a la adrenalina.
— Pero luego de hacer saltos en paracaídas, parapente, y nadar entre tiburones, se metió a las carreras de auto ilegales; pero también se cansó y buscó nuevas emociones. Mira nada más, esta imagen es de un edificio y esta otra, muestra el mismo edificio en llamas. ¡Y encima hace un gesto haciendo silencio! —expresó Tani con indignación— Aquí hay otra imagen. Es una escultura que estaba destinada a decorar un parque y esta otra, la muestra grotescamente vandalizada y de nuevo ese gesto de silencio y así hay muchas más. Vehículos, escaparates, etc. Todas en distintas ciudades.
— Si quería emociones fuertes, debió enlistarse en la marina —opinó Lincoln, con molestia.
— Ya sabemos que le gustaba destruir cosas; pero, ¿robar un banco? Sigo sin entender el motivo —inquirió Liu.
— No hay ninguna imagen de eso, aunque quizás no tuvo tiempo de postearlas— dijo Tani buscando en la galería— Quizás, esta era su mayor aventura, la primera vez que participaba de un delito mayor.
— Y la última. Mírenlo, sería rico, atractivo, usaba algunas ropas de marca; pero no se tomaba la vida en serio. Inmaduro total —analizó Liu.
— No creo que conociera a los tipos con los que estaba —observó Cole.
— Entonces, ¿simplemente los encontró y dijo: "¡Oigan! ¿Puedo ayudarles a robar?" —cuestionó Quinn.
— Eso parece —dijo la otra chica— Lou y Junior regresaron al banco y están tratando de obtener su información bancaria, así sabremos en qué ha invertido su dinero y seguramente, también daremos con el lugar donde estaba hospedado y con suerte, habrá algo más.
— Mientras, yo tengo las grabaciones de las cámaras de un par de negocios cerca del banco. Al menos, podemos verlos cuando entraban —dijo Cole— Ahí están. Sí, son cinco y llevaban máscaras. Sus armas son de procedencia rusa. Uno de ellos tiene un tatuaje en la mano que apenas se ve.
— Uno muy horrible; pero no se distingue la forma —opinó Quinn.
— Hecha en una prisión seguramente —dedujo la oficial Rey.
— ¿Alguna novedad, Lou? —preguntó Quinn contestando su teléfono y poniéndolo el alta voz.
— Ya tenemos el registro monetario. El señor Donovan, recibía sumas no muy altas cada semana, todas de una compañía en Nueva York.
— Una agencia de relaciones públicas, creemos que es de su padre —dijo Cole.
— También tenía dinero en otra cuenta, una muy elevada. No existen depósitos recientes en ella. En el registro de una tarjeta de crédito a su nombre, hay gastos que señalan que se hospedaba en una de las suites del Hilton. Junior y yo ya estamos en ella y, según una de las trabajadoras, Julián era amable, daba muy buenas propinas y si bien al principio no se lo vio con nadie, a la segunda semana recibió la visita de un hombre con el que conversaron largamente, y sin ningún altercado. Su visitante fue muy posiblemente su hermano.
— No hay registros que tuviera uno, capitán —informó Tani.
— Si lo son o no, me encargaré de investigarlo y también si ese hombre sabe algo.
— Si me dices su nombre, puedo buscarlo en la base de datos.
— No, Tani. Ahora, Junior y yo vimos su habitación, y no hay nada que diga "robaré un banco". Sin embargo, el gerente, quien por cierto reconoció a Julián, nos mostró que hizo un retiro. Una cantidad considerable de efectivo, con la cual pudo haber comprado explosivos.
— El problema es saber a quién le dio el dinero y dónde se hizo las compras —dijo Junior acercándose.
— Averigüen con el laboratorio, qué clase de explosivos usaron y luego será el momento de hablar con nuestros informantes y ver dónde y quien pudo haber sido el vendedor.
— Entendido —dijo Cole.
En el hotel, Junior miró preocupado al capitán.
— ¿Está bien, señor?
— Estoy bien, Junior. Quédate aquí y espera a los forenses, asegúrate de que registren cada centímetro de la habitación —terminó el moreno y salió de la suite. Se detuvo antes de entrar al ascensor y envió un mensaje a Danny, pidiéndole que lo llamara en cuanto pudiera.
Con los datos requeridos y ya obtenidos del laboratorio, todos acudieron a quienes podían darles información sobre dónde conseguir C-4. Desgraciadamente, tendrían que averiguar en varios lugares.
Tani y Quinn iban juntas en el auto de la primera.
— ¿Entonces? —inició la de pelo más largo.
— ¿Qué?
— Tú y Lincoln.
— ¿De qué hablas?
— ¡Vamos! ¿Me harás decirlo?
— Fuimos a comer anoche y luego bebimos unos tragos. Eso es todo.
— Y esta mañana llegaron juntos, ambos con el mismo aroma del champú. Y no es la primera vez.
— ¡Oh, no! Dime que nadie más lo ha notado.
— ¿En serio crees que no lo han hecho?
— ¿No?
— ¡Por supuesto que sí! La mayoría al menos, sólo que todos fueron muy discretos.
— No es..., algo serio. Cole tiene ciertas... inquietudes y le ofrecí ayudarlo, no le causa entusiasmo ir con la psicóloga del departamento. Entre esas charlas, pues... Sólo pasó.
— ¿Y piensan hacerlo serio en algún momento?
— No lo sé. Yo me siento cómoda estando como estoy y él... No sé lo que piensa en realidad. A veces evade mis preguntas y no me sentiría bien estando con alguien así.
— Además, que podrías recibir una llamada de Rick Wright en cualquier momento.
— ¿El amigo de Magnum? ¡Oh, no!
— ¿Por qué? No está mal y si no quieres nada con Cole, pues...
— Por favor dejemos el tema.
— De acuerdo; pero si se vuelve serio...
— Tal vez te lo cuente —se burló dejando a la otra con cara de incredulidad.
Danny alcanzó a Lou en la dirección señalada y lo acompañó a ver al hermano de Julián, luego de un breve informe sobre el caso. El capitán le permitió al jefe manejar la situación y por la forma de responder, era obvio que el hombre no sabía en lo que su hermano se había metido, y el interrogatorio se convirtió en una notificación sobre el deceso.
Danny le pidió a Grover que se fuera inmediatamente, luego de que Lincoln informara que, probablemente, habían encontrado al vendedor, mientras que el de Jersey se quedaría con Liam Donovan y aseguró que de saber algo importante, se lo comunicaría con prontitud.
— Lo lamento, Liam.
— Necesito verlo.
— Puedo llevarte con la forense; pero debo advertirte que será muy difícil.
— Lo sé.
El rubio y el castaño abordaron el Camaro. Liam trató de saber más sobre lo que había sucedido; pero Danny, obviamente, no pudo hacerlo y el otro lo entendió. Su semblante cambió a uno enojado y Williams comprendió bien ese sentimiento.
El neojerseyés habló con Noelani y ella le prometió acompañar al castaño en el difícil momento. El detective aún tenía obligaciones que atender y que no podía dejar de lado.
Aquel era un lugar apartado y rústico, incluso parecía abandonado; pero el equipo no bajó la guardia y pronto el sonido de cristales y tipos huyendo, dio inicio a la correspondiente persecución. A pesar de que la velocidad y complexión del sospechoso, el tipo no fue rival para Cole.
Los otros sospechosos, no corrieron con tanta suerte, mínimamente terminaron con una bala en alguna parte del cuerpo.
A pesar de los intentos por negar haber vendido explosivos, fueron suficientes un par de amenazas, por lo que los sospechosos no opusieron más resistencia y señalaron a Julián como el hombre que pagó una buena suma por una gran cantidad conseguida. También dio el nombre del tipo que lo había acompañado, era el que tenía el tatuaje que Lincoln había visto en el video. Una horrible calavera. Lamentablemente, no habían conseguido los nombres de sus otros cómplices, ni donde podían encontrarlos.
Empezaron la búsqueda en la base de datos y no tardaron en tener una coincidencia. No fue extraño leer los múltiples cargos por los que había sido acusado en otros estados. Visiblemente, escogió Oahu para seguir aumentando los cargos a su expediente.
De inmediato, se ordenó un boletín de búsqueda y captura del hombre tatuado cuyo nombre era Jack Smith y pronto hubo resultados. Vivía en Manoa. Era momento de ir a hacer un arresto.
— Despejado —dijo Cole, una vez revisado el cuarto principal.
— Lo mismo —afirmó Junior, saliendo de la segunda habitación.
— Nada en la cochera —dijo Lou.
— Parece que no ha estado aquí en mucho tiempo —dedujo Quinn, revisando el refrigerador.
— Todo está lleno de polvo —secundó Tani desde la pequeña sala.
— Con una parte de ese medio millón que robaron, quizás encontró el modo de salir de la isla, antes que emitiéramos el boletín —dijo Junior.
— Es posible; pero la cantidad de explosivos, me hace pensar que harán otro movimiento antes —dijo Cole.
— Hacerlo ahora sería arriesgado —opinó Joons.
— Los delincuentes no suelen caracterizarse por el sentido de la prudencia. Y si Lincoln tiene razón, habrá otro robo —dijo el capitán.
— Y el nuevo problema, es saber dónde y cuándo —siguió Liu.
— Esperen, tenemos algo —dijo Lou revisando su celular— Es un mensaje de Danny. El chico que atiende el bar del Hilton ha reconocido a nuestro sospechoso, la policía ya va para allá.
De inmediato, todos abordaron sus autos y aceleraron rumbo al mencionado lugar. Cuando llegaron, la policía ya tenía puesto un perímetro; pero el problema eran los explosivos y la cantidad de gente hospedada en ese lugar.
— Capitán, —dijo Duke— el sospechoso está dentro. Según una de las recepcionistas, se registró anoche con el nombre de Dugan Smith, tiene una habitación en el piso 32. Y según el chico que dio el aviso, dijo que nunca lo vio con Donovan; pero que esta mañana, el hombre estaba acompañado por otros tres, quienes acababan de registrarse. Dos en el piso 22 y la última, una mujer, está en el 16. Ya los identificamos y tienen prontuario. El hotel ha pedido a sus huéspedes quedarse en sus habitaciones, y el detective Williams pidió que el escuadrón antibombas se presentara, él ya viene en camino. Mis hombres los esperan con las llaves de cada habitación.
— He visto a esa mujer —contó Junior, mirando la fotografía— dijo que uno de los ladrones la empujó y se lastimó el tobillo.
— Bien, Duke, —ordenó Lou— quédate aquí y cuiden que nadie salga. SWAT con nosotros, adelante.
El equipo fue dividiéndose a fin de cubrir salidas de emergencia, ascensores y toda posible ruta de escape. Así mismo, el escuadrón antibombas se desplegó por cada piso, revisando la probable instalación de un aparato explosivo.
El detective Williams estacionó el Camaro en medio de la calle y salió, encontrándose de inmediato con el sargento de la Policía.
— Duke.
— Detective, su equipo ya está adentro, y tenemos identificados a todos los sospechosos y sus ubicaciones. Hasta ahora, parece que no se han dado cuenta de que estamos aquí por ellos.
— Esperemos que así sigan o podría haber muchos heridos. Con lo del desfile floral, hay más gente de lo acostumbrado —dijo el rubio preocupado.
De pronto, un ruido se escuchó al interior. Alguien había activado la alarma contra incendios y la gente empezó a salir cada vez más aprisa, entre el temor de un incendio y los disparos que ya se habían escuchado. Ver a los policías armados en la entrada y/o salida, tampoco ayudó a calmarlos.
— ¡Bajen sus armas! —ordenó Danny— ¡Todos calmados!
— ¡Ya oyeron! ¡No disparen! —apoyó Lukela.
— ¿Lou? ¿Me oyes?
— Te oigo, Danny.
— ¿Qué está pasando?
— Uno de nuestros sospechosos activó la alarma de incendios, intentando huir. Va por las escaleras, Junior está ya listo para agarrarlo.
— Bien, ¿alguien más?
— Estamos saliendo con la sospechosa —dijo Cole.
La policía trató de calmar a la gente y conducirla por una vía, alejándola del hotel y aclarando que no había ningún incendio; pero que, por seguridad, era mejor alejarse y, a los padres, les recalcaban que no debían descuidar a los keikis.
Quinn y Cole aparecieron casi arrastrando a una mujer, que gritaba que su detención era un error.
— Atrapamos a la dama en apuros —ironizó la sargento, entregándola a unos policías— Argumenta que la obligaron. Sin embargo, estaba armada —mostró el arma. De nuevo, disparos se escucharon arriba.
— Muchachos, infórmenme —pidió el detective, dispuesto a entrar.
— Uno cayó y tenemos a otro —comunicó Junior.
— Smith va hacia la salida —avisó Tani, claramente corriendo, y todos abajo estuvieron vigilando; pero entre tanta gente era difícil distinguirlo. De apoco, los uniformados lograron poner un poco de orden.
— Allí —señaló el moreno y Liu fue tras el hombre, quien al darse cuenta de que había sido identificado, se echó a correr empujando a quien sea que se le atravesara.
Lincoln vio el deportivo negro y lo abordó siguiendo al sospechoso y alcanzándolo; pero el otro sacó su arma y disparó al Camaro y de nuevo se puso a correr. Fue cuando quiso cruzar la avenida, que recibió el impacto del auto. Danny estaba mirando todo con expresión pasmada y Lukela miraba al rubio con la misma expresión.
— Ni mi auto, ni los sospechosos sobrevivirán con ese hombre cerca.
— El comandante nunca hizo algo así.
— Sí, a veces yo también extraño los métodos de McGarrett.
Los sospechosos que quedaron vivos, fueron entregados a la policía. En sus habitaciones se encontraron armas, material explosivo y gran parte del dinero robado.
La situación en el hotel estaba completamente controlada, los daños no habían sido tan graves y de a poco los huéspedes volvieron a sus habitaciones, con una cortesía de regalo por parte de la administración, válida en cualquiera de los bares. La invitación se extendió a los miembros de la fuerza Five-O; pero ellos declinaron.
En los asientos afuera de la sala de autopsias, el recién llegado detective se sentó al lado de Liam. El rubio todavía tenía algunas preguntas.
— Supongo que tienes mucho que preparar para su traslado —dijo Danny suavemente mirando el rostro con rastros de tristeza.
— Sí. Quiero llevar a mi hermano de regreso a Nueva York cuanto antes.
— Y luego, ¿qué harás? ¿Seguirás siendo piloto?
— No lo sé. Se suponía que mi hermano era el más apto para trabajar con mi padre. Supongo que ahora soy yo quien debe hacerlo y al mismo tiempo, tendré que arreglar los desastres que, estoy seguro, dejó por todos lados.
— Los forenses encontraron un par de identificaciones en su habitación, con distinta edad. Los registros oficiales indican que tiene 30, aunque su perfil en línea indica que tiene 25 años.
— ¡No puedo creerlo! —rio— Julián era mi hermano menor; pero yo sólo le llevaba tres años. Él siempre fue vanidoso, antes él era la perfecta descripción de metrosexual. No me extrañaría que hasta se hubiera dado, ¿cómo dicen?, una retocada. También debió pagar para que alteraran sus datos.
— Tenía dos cuentas bancarias, una a la que tu padre hacía depósitos, ¿y la otra?
— Herencia de mi madre. Ella al morir, nos dejó todo lo que sus padres le dejaron a ella. De ese dinero, mi padre no vio un centavo, ni siquiera sabe lo que mi madre hizo. Cree que ella dejó todo a beneficencias. Yo apenas he tocado lo mío.
— Tu padre parece…
— Mi madre le engañó. Por mucho tiempo, el señor Donovan creyó que no éramos sus hijos, así que siempre mantuvo distancia con nosotros. Y nosotros creímos que hacía eso, porque era su carácter. Cuando mi madre murió hace casi diecinueve años, aparecieron los reclamos y acusaciones, y ahí nos separamos. Julián por su lado, yo por el mío y mi padre con su negocio gritando que no tenía hijos y borrando casi todo lo que nos vinculaba a él. Mi padre encontró a mi hermano hace dos años en Atlanta, quiso arreglar las cosas, más no lo convenció de volver; aunque mantuvieron contacto. Y hace menos de un año, el señor Donovan se comunicó conmigo, pidiéndome lo mismo y que convenciera a mi hermano. Fue por mi padre que supe que Julián estaba aquí.
— Por eso fuiste a verlo al hotel, para convencerlo.
— Dijo que retornaríamos. Es increíble que ahora que volvimos a tener contacto después de tanto tiempo de silencio, haya terminado así; aunque no debería extrañarme, Danny.
— Sé que de ninguna manera es consuelo; pero al menos pudieron resolver sus problemas antes.
— Si te soy sincero, muchas veces desee ser hijo único.
— Puedo entenderlo, te juro que sí —aseguró posando su mano en el hombro de Liam.
— Lamento que mi hermano causara tantos problemas, detective —susurró dándole una cariñosa caricia al pálido rostro— Cuando vayas a Jersey, avísame, quizás podríamos vernos y aunque dudo que haya vuelos panorámicos en helicóptero, podríamos volver a tomar una copa o dos.
— Cuídate mucho, Liam —pidió con una cálida sonrisa y el más alto se despidió con un beso, que Danny aceptó. Habían compartido apenas unas semanas, unos pocos días más bien y de haberse dado algo más serio, Danny estaba seguro que no hubiera durado, debido a sus largas horas de trabajo. Aún así, él estaba bien.
El desfile floral ya había dado inicio y absolutamente todos los del equipo, forense incluida, habían acordado juntos ir a presenciarlo.
— ¡Danno!
— ¡Hola campeón! —dijo el rubio abrazando y levantando a su niño— Se ha portado bien, ¿verdad?
— Como un angelito —dijo Adam.
— Le preguntaba a Charlie si tú te has portado bien —corrigió, haciendo reír a todos.
— ¡Comimos helado! —contó el niño.
— ¿Helado? Qué rico.
— ¡Sí! Y ya hice mi tarea, el tío Adam me ayudó.
— ¿En serio?
— ¡Él también sabe de matemáticas!
— ¿Es un genio?
— ¡Sí!
— Pero no tanto como tu papá, ¿o sí?
— ¡No! —la ternura del niño hizo que todos lo adoraran.
— ¿Todo bien? —preguntó el japonés.
— Sin problemas —dijo Lou. Danny no estuvo de acuerdo del todo.
— Mi auto tiene una nueva abolladura y una bala en el parabrisas—rezongó mirando a Lincoln, quien tenía mucho interés en unos bailarines.
— ¿De nuevo atropelló a un sospechoso?
— Al menos éste no necesitó ser hospitalizado, ni suturas. Sólo acabó con un hombro dislocado.
— Ya es ganancia —dijo el nipón y todos disfrutaron de la música, los colores, y de los bailarines, que coquetamente, enviaron saludos y algunos besos.
CONTINUARÁ...
N/A: Gracias por leer!
Chapter 14: CAPÍTULO XIV. OPERACIÓN SUNSHINE
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— ¿Así está bien, Tani?
— Está perfecto, Noelani.
— ¡Quedó muy lindo!
— ¡Será una grandiosa fiesta!
— ¿Crees que el detective asista?
— Dijo que haría lo posible, aunque hay un evento de gala en casa de la gobernadora. Todo el equipo está invitado; pero ya habíamos planeado la fiesta aquí y estar juntos así que…
— Pero al menos él debe ir, ¿no?
— Sí y con lo que odia estar rodeado de políticos. Ojalá no tuviera que hacerlo.
— Ustedes son buenos haciendo operativos, ¿por qué no hacen un plan para sacarlo de la casa de la gobernadora? —breve silencio— ¿Tani?
— ¡Eres un genio Noelani! —dijo abrazándola— Termina con los globos, debo llamar a Joons y a los otros, para salvar al jefe de los tentáculos malignos de los buitres, eh… políticos.
— ¡Claro! ¡Suerte!
De inmediato, la chica salió rumbo al cuartel. Lou era el único que estaba de turno y solamente llamaría a los demás si había un caso.
— Hola, Lou.
— ¿Qué haces aquí, Adam?
— Tani llamó. Dijo que había algo urgente.
— ¿Urgente? Pues por aquí está todo tranquilo.
— Eso fue lo que dijo.
— ¿Qué pasa? —dijo Liu entrando deprisa— Tani dijo que había algo apremiante.
— Voy a llamarla —dijo el capitán.
— ¡Qué bueno que están aquí! —dijo la mencionada chica entrando con Junior y Lincoln.
— ¿Cuál es la emergencia? —preguntó el robusto moreno.
— Danny.
— ¿Le ha pasado algo? —saltó Adam.
— No, tranquilos, es sólo que… Este año ha sido difícil para él. Y estresante. Y sé que dijo que podríamos ausentarnos de la fiesta en casa de la gobernadora y que él estaría un rato y luego se reuniría con nosotros; pero ya vimos el año pasado, que no es fácil librarse de ella, ni de los tipos que abundan ahí.
— Todos buscando conocer al jefe de Five-O y obtener su apoyo para las siguientes elecciones — bufó el ex jefe del SWAT.
— Sí. Es por eso, que Tani… —dijo Junior.
— Noelani, fue Noelani la que me dio la idea y tiene razón.
— ¿Razón en qué? —preguntó Cole sin entender demasiado.
— En que nosotros hacemos operativos para sacar a la gente de apuros.
— Quieres que planeemos algo, para sacar a Danny de allí —concluyó Adam con una sonrisa.
— ¡Sí! Él no quiere estar ahí y nosotros no queremos que él esté en un lugar, donde sólo está pasando un mal rato, ¿verdad?
— ¿Cuál es tu plan? —preguntó Quinn, dispuesta a hacer lo que sea.
— Es algo muy, muy sencillo. Escuchen…
Los invitados ya habían empezado a arribar a la mansión de la gobernadora. Todos llegando en automóviles costosos y vestidos de forma muy elegante. Daniel Williams, entregó la llave de su auto al acomodador y fue ingresando al gran salón, mientras abotonaba su saco. Sabía que le esperaba una noche difícil y rogaba porque las horas pasaran veloces y poder salir de allí. Más temprano les había deseado a su equipo un feliz y mejor año nuevo, por si no podía reunirse con ellos, lo cual parecía ser lo más probable.
Y ahí estaba la gobernadora Keiko Mahoe, glamorosamente vestida de azul, junto a su marido Richard Vance, un hombre alto, de elegante presencia y ataviado con el clásico esmoquin negro y evidentemente, no oriundo de Hawái. Dicho hombre se dedicaba a las finanzas, aparentemente tenía muy buen carácter. Junto a ellos, estaban invitados con los que conversaban muy amenamente.
El detective dio un suave suspiro y se acercó a saludar.
— Buenas noches, señora gobernadora.
— ¡Detective Williams! Qué gusto verlo, está usted muy elegante. Bienvenido.
— Es muy amable. Caballeros, señoras, buenas noches.
— Detective, que bueno verlo nuevamente —saludó el esposo de la autoridad con amabilidad— Espero que se divierta, sé que ha tenido un año ajetreado.
— No más de lo usual; pero gracias, señor Vance —dijo tomando una copa de las que un mesero ofrecía, al cual, el rubio también agradeció.
— Tengo entendido que lleva muchos años en la isla, detective —preguntó uno de los invitados, apenas llegado del continente. Poco agradable, a primera opinión del de ojos azules.
— Así es.
— ¿Aún no conoce el idioma? —cuestionó el mismo. El rubio entendió su intención.
— No soy un experto; pero conozco frases y palabras. Sin embargo, nunca me acostumbré a usarlas.
— ¿Y nunca se ha encontrado con un sospechoso que hable el idioma nativo? —cuestionó una mujer, curiosa del tema.
— No. Pero al igual que en cualquier caso y como se hace en cualquier otra ciudad, de necesitarlo, contamos con traductores. No es un problema —afirmó manteniendo el enfrentamiento visual con aquel hombre.
En la barra donde se servían bebidas, una chica de melena negra, vestido rojo, sandalias plateadas de tacón y con una bebida en la mano, vigilaba al hombre de cabellos rubios, desde que entró al salón.
— Ese traje gris le queda fantástico.
— ¿Eso significa que Danny ya está ahí?
— Afirmativo, capitán.
— No te distraigas, Liu.
— Tranquilo, Noshimuri —sonrió— ¿Saben? Si no fuera por determinadas personas, esta fiesta no estaría tan mal. El champán está delicioso.
— No lo disfrutes demasiado.
— Tú también quédate tranquilo, Lincoln, una copa no va a marearme, no tendrán que sacarme arrastrando. Estoy viendo muchos galanes por aquí y solteros al parecer.
— Algunos quizás —dijo Tani uniéndose a la conversación mediante intercomunicadores— Quisiera decir que ojalá y Danny se fijara en uno; pero, indudablemente, ninguno de los que están ahí es adecuado.
— También hay chicas muy guapas; pero que visiblemente esperan un anillo de compromiso en la primera cita — agregó la sargento, viendo a un par batiendo las pestañas de forma exagerada— Para quien lo quiera, hay de dónde escoger, aunque sea simplemente para pasar una noche. Danny podría considerarlo. Hay quienes no dejan de mirarle.
— Para bien o para mal, nuestro Danny no es así —afirmó el capitán— Es todo un romántico.
— De todos modos, la gobernadora no le está dando tiempo de conocer a nadie, más que a quien ella quiera presentarle. La verdad, creí que, a estas alturas, ya todos sus amigos conocían al jefe.
— Seguro que son invitados del continente, —dijo Junior— entre inversionistas, abogados y más políticos.
— Dudo que el antiguo Danny hubiera aguantado esto —acotó Adam.
— Saluda, estrecha las manos, sonríe, conversa; pero estoy casi segura que preferiría tener su arma en su mano más que esa copa. Creo que es momento de dar inicio oficialmente con la operación Sunshine.
— Adelante, Quinn. Junior y yo estamos cerca —informó Tani.
El salón ya estaba con muchos invitados, aunque continuaban arribando algunos más. Más y más personas que luego de saludar a la anfitriona y a su esposo, se enfrascaban en mantener una conversación con el hombre a cargo de la fuerza de la gobernadora. Como no, cualquier momento era propicio para meter los intereses políticos y en esta ocasión, no tendría que ser una excepción.
Muchos parecían estar demasiado ansiosos en conocer lo que hombre de Jersey opinaba de varios temas, mejor aún si había algo para realzar o hundir el trabajo de la reelecta autoridad, dependiendo de quien lo preguntara, lo que, a su vez, podría afectar el futuro de Five-O tomando en cuenta que, con cada gobernador/a, la unidad ha tenido que pelear por su continuidad y libertad de acción.
Danny, claro, era capaz de mantener una plática con todos e incluso reconocer intenciones ocultas; pero no siempre podía o quería evitar dar su opinión y es que la simpleza con la que algunos hablaban de sobre cómo solucionar conflictos, y llegado el momento no lo hacían, rayaba el borde de la insensatez y la hipocresía.
— … ¿No lo cree así, detective?
— No, no lo creo. Si realmente se aplicara esa política de pensar más en la educación, el mundo no sería como lo es hoy. No serían necesarios todos esos controles en los aeropuertos, ni guardias de seguridad en las escuelas y colegios, porque no habría tanta gente buscando provocar daño. Estoy harto de escuchar a la gente que roba, por citar un ejemplo, decir: “no le hicimos daño” o “está muerto, ya no va a necesitarlo”, cuando hablan de los bienes que le quitaron a la víctima. La educación debe empezar por los progenitores, ellos son los primeros modelos que los niños ven y siguen y si los padres no muestran afecto y sólo les enseñan violencia e intolerancia o dejamos que sólo aprendan todo de la tecnología, y de la calle; aunque se construyan más cárceles, estas nunca serán suficientes y mucho menos lograrán enderezar o cambiar en lo que ya se convirtieron. Son casos muy contados, aquellos donde una persona que ha estado encerrada, realmente cambia.
— ¿No cree que está siendo muy duro, señor Williams? —preguntó una mujer de actitud delicada.
— No, para nada. He sido detective más de la mitad de mi vida. He visto demasiado en todo ese tiempo.
— Buenas noches, señora gobernadora. Detective Williams.
— Sargento Quinn, que alegría verla —expresó la autoridad con sorpresa a la elegante y sensual mujer, que normalmente tenía una tosca actitud.
— Gracias, es un honor estar aquí —dijo, dándole un guiño al también asombrado policía.
— Señores, ella es mi compañera de trabajo, Quinn Liu, sargento de la Policía Militar —presentó el rubio.
— Caballeros —sonrió ella.
— Que gusto tenerla aquí, señorita Liu; el detective dijo que estaban ocupados en una vigilancia —dijo el marido de la gobernadora.
— Y así era. No se trataba de un caso tan grande como creímos en principio. La policía ya tiene a todos los sospechosos bajo custodia. Entenderán caballeros, —se dirigió a los otros invitados— que no sólo nos ocupamos de casos mayores. Estamos donde nos necesitan y también apoyamos a nuestra Policía cuando nos requieren, y ellos a nosotros. Todos hacemos lo que sea por el bien de Hawái —la gobernadora quedó complacida ante esas palabras.
— No te olvides del SWAT, del escuadrón antiexplosivos, nuestra querida médico forense. Incluso contamos con un canino que no sólo es adorable, sino que es el mejor rastreador de todos —acotó la recién llegada, que llevaba un largo y entallado vestido marrón brilloso, elegantes zapatillas, una flor en el pelo y claro, acompañada de su novio.
— ¡Oficial Rey, oficial Reigns!
— Señora gobernadora —saludó Junior muy formalmente— Señores, soy el operador especial de segunda clase, Junior Reigns.
— Es un placer conocerte, la gobernadora nos ha contado que eres un SEAL —contó el más adulto de todos.
— Así es, señor. Ella es mi compañera, la oficial Tani Rey —ella hizo una pequeña inclinación.
— Aloha, bienvenidos a Hawái —sonrió la morena.
— Mahalo —contestó el hombre de barba, sonrisa coqueta, claramente del continente. Tani le regaló otra sonrisa. Danny y Quinn cruzaron una mirada algo burlona, ante el intento de galanteo del hombre que, obviamente, prefería ignorar a Junior.
— ¡Oh, también el sargento Lincoln! —expresó, al ver al hombre alto acercarse.
— Señora gobernadora, es un placer estar aquí. Señoras, señores, soy el sargento de marina, Cole Lincoln. A sus órdenes —se presentó llegando al lado de sus compañeros.
— Mucho gusto, sargento —dijo otro de los invitados de mayor edad, seguido por la esposa de éste.
— ¿Hace mucho que es parte del equipo?
— El sargento fue el último en integrarse; pero también es un gran elemento y cuando estuvo en acción, fue condecorado con el Corazón Púrpura, él formaba parte de un equipo antiterrorista —presumió la autoridad y el resultado, fueron expresiones de asombro.
— Tiene un gran personal, detective. La señora gobernadora no exageraba cuando nos habló sobre usted y sus compañeros —dijo otro, que no dejaba de ver a las dos elegantes damas. Los hombres también recibían miradas evaluadoras de las señoras.
— Estoy completamente de acuerdo —sonrió el rubio, sintiendo que ahora todo sería más llevadero.
— ¿Y el capitán Grover y el señor Noshimuri también vendrán? —preguntó Richard Vance.
— Llegarán dentro de poco, están asegurándose de que todo esté en orden —informó Junior.
— Me siento feliz de poder tenerlos en esta celebración —dijo la máxima autoridad con evidente complacencia.
— A nosotros también nos emociona estar aquí, no queríamos perdernos esta esplendorosa reunión —indicó la del vestido rojo— Y perdóneme, señora gobernadora. Detective, —Danny la miró— esa canción es una de mis favoritas, si usted quisiera, detective…
— Por favor, será un honor —dijo Danny solícito, dejando su copa en una charola al igual que ella.
— Con su permiso, gobernadora.
El vestido rojo era de una tela ligera, así que esta se movía delicadamente, mientras Quinn era acompañada por Danny al lugar donde ya otras parejas bailaban. Desde su posición, el de ojos azules vio a un elegante Cole Lincoln sacar a bailar a la anfitriona. Y por supuesto, Junior no hizo a Tani esperar.
— De acuerdo, ¿qué sucede?
— No ocurre nada, Danny; sólo estamos bailando.
— Ajá. Y toda esa palabrería fue porque en realidad ansiaban con el alma estar aquí, ¿no?
— Sé que dijimos que celebraríamos año nuevo con Kamekona y los demás; pero… No siempre tenemos oportunidad de lucir elegantes. Tuve este vestido guardado por meses, no sabía dónde estrenarlo.
— Sí sabes por cuántos años he sido detective, ¿cierto?
— Sólo es un baile —se defendió; pero Danny mostró no estar convencido— A ver, ¿qué te dice tu instinto que está pasando?
— No lo sé; pero me gustaría enterarme, así que… —el rubio se acercó más hacia la chica— Lou, Adam, ¿pueden decirme ustedes que está sucediendo? —ella comprendió que había notado el audífono.
— No pasa nada, compañero. Sólo decidimos que nos merecíamos probar de las muy costosas bebidas que, sin duda, sirven aquí —dijo Lou. Danny ya los había visto brindando en la barra.
— Claro, y para degustar esos tragos, necesitaban usar los intercomunicadores, ¿no?
— Eso sólo es precaución, Danny. Por si algo sucediera, ya sabes, algún hecho imprevisto.
— Lo que digas, Adam. Por cierto, se ven bien caballeros. Y ustedes, damas, se ven sumamente hermosas —acotó antes que alguna de las chicas reclamase; pero que conste, él no mentía.
Poco más de dos horas habían transcurrido, Danny apenas había podido brindar con sus amigos o bailar con sus compañeras, cuando la gobernadora lo requirió por tercera vez; pero cada vez que lo hacía, Tani o Quinn o ambas, iban con él, dispuestas a no dejarlo solo entre tantos rapaces y Williams no objetó que ellas lo resguardaran.
— ¡Eso es impresionante! —dijo Tani a un comentario de uno de los invitados que, visiblemente, buscaba la atención de las damas que acompañaban al envidiado jefe.
— Cuando quieran, puedo mostrárselos en persona, oficial Rey. Comprobará con sus propios ojos, que es un lugar sumamente hermoso —dijo en un nuevo intento de galanteo.
— Estoy segura que lo es.
Los celulares de todos los del equipo, indicaron que les había llegado un mensaje, así que todos se apartaron con una disculpa a los invitados y procedieron a revisar sus teléfonos, bajo la mirada atenta de los que estaban cerca.
Danny no necesitó dar instrucciones, simplemente asintió y entonces procedieron a retirarse, luego de una breve despedida hacia los invitados y los anfitriones, bajo la mirada decepcionada de los presentes. El jefe de Five-O debía dirigirse hacia la autoridad para explicarle la situación.
— ¿Sucede algo, detective? —preguntó uno de los invitados de forma inquieta.
— No se preocupe —indicó y se acercó a la gobernadora, informando que tenían una situación, que requería la presencia de todo el Five-O.
— Lo entiendo, detective. Adelante —aceptó ella.
— Si me permite, señor, quisiera quedarme —pidió Lincoln y la gobernadora pareció animarse un poco— Sólo por precaución, de ser necesario mi presencia, los alcanzaré de inmediato.
— ¿Gobernadora? —preguntó el rubio.
— Sí, por favor. Me sentiría más tranquila con el sargento, cuidando a los invitados.
— Por supuesto —accedió el rubio con una sonrisa tranquilizadora. Quinn y Danny salieron juntos, ella subió con él al Camaro, y se alejaron de la mansión— Y díganme, —preguntó el rubio utilizando el intercomunicador de su compañera— ¿la situación es en un restaurante del barrio chino?
— Así es, amigo —respondió Adam.
— Ajá, claro. Seguro es toda una emergencia.
— Lo es, la cena se debe estar enfriando —dijo Lou.
— ¿Vas a cenar? Casi te acabaste los canapés que había en las bandejas, Lou.
— ¿De qué hablas, Williams? Claro que voy a cenar, esos minúsculos bocadillos, difícilmente podrían saciar a alguien.
Cuando llegaron al restaurante, una amplia mesa ya los esperaba y en ella Duke, su esposa, Kamekona, Flipa, Noelani, Renee y Eric, conversaban. Todos celebraron, cuando vieron a los Five- O llegar, obviamente con el objetivo cumplido.
— ¡Lograron rescatarte, qué alegría! —dijo Noelani, abrazando al jefe.
— Sí que lo hicieron, fue todo un alivio salir de allí.
— ¿Tan mal estuvo? —preguntó Eric, también saludando.
— No, no estuvo mal. La música, las bebidas, los bocadillos, todo eso estaba muy bien —dijo el jefe— Lo malo fueron los invitados.
— Pudiste traer algunos bocadillos para comprobar que tan buenos eran—protestó Kamekona.
— ¿Cuáles? Lou acabó con todos —jugueteó el rubio
— ¡Oye! Eran demasiado pequeños, aunque estaban ricos; pero tú los haces mejor amor.
— Te salvaste por poco, Lou Grover —admitió la morena.
— Sólo falta Lincoln. Ya lo llamé y está en camino —dijo Tani.
— Creo que a él sí le gustó el ambiente —dijo Quinn.
— Y a ti. Creo que la gobernadora preferirá que uno o ambos, vayan con ella y de verdad les juro, que no me molestaría —admitió el de ojos azules.
— ¿Cuántas veces has tenido qué hacer eso?
— ¿Te refieres a ser zalamera con una autoridad? Ninguna, Junior. Si lo hubiera hecho, mis jefes no hubieran intentado deshacerse de mí en reiteradas ocasiones.
— Pues lo has hecho bien, Quinn. Cuando toque la reunión para hablar sobre presupuestos, te llevaré conmigo.
— Ayudo a rescatarte, ¿y así me pagas? —protestó y Danny le dio un abrazo amistoso. Lincoln llegó en ese mismo instante y también se hizo merecedor de abrazos y una cerveza como todos.
— Qué bueno que no tuvimos que ir a rescatarte también a ti —bromeó Adam.
— Por poco y hubieran tenido que hacerlo —dijo el moreno— Con sinceridad, lo respeto detective, por su profesionalismo y por aguantar todo aquello —Danny asintió agradecido.
— ¡Ya estamos todos! —gritó Tani.
— Muy bien amigos, familia. Un año más está por irse y debo decir, que me alegra tenerlos a todos ustedes esta noche, aquí en esta mesa —inició el capitán— No habría sido lo mismo si nuestro guapo jefe, nuestro compañero, nuestro amigo. En resumen, un gran hombre, hubiera estado ausente, así que, ¡por el éxito de la operación Sunshine!
— ¡Salud!
Definitivamente, Danny prefería estar ahí con sus amigos brindando con una cerveza, riendo y disfrutando, mucho más que en aquella mansión aun con todas esas costosas bebidas, aún sabiendo que, diciendo lo adecuado, aunque no precisamente correcto, podría obtener favores de todo tipo; pero una de las cosas que más caracterizaba al hombre de Jersey, era su integridad.
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La luz solar se filtraba por la ventana del hotel, muy posiblemente era más de media mañana.
— ¿En qué momento llegamos aquí? —cuestionó la mujer, con la mano en su cabeza, y sin mucho ánimo de levantarse.
— Creo que fue cuando se rompió tu tacón y dijiste que no querías ir a tu departamento.
— Sólo recuerdo que Kamekona me dio no sé qué cosa para tomar y luego…
— Al menos tú aún pudiste pararte y estabas lúcida. No puedo decir lo mismo de Lincoln o Tani. La última vez que los vi, Junior la llevaba en brazos hasta el auto y Adam y Lou estaban casi arrastrando a Lincoln, a uno de los autos y hasta donde recuerdo, hoy debía presentarse al cuartel general en Pearl Harbor para ir a hacer maniobras con los marines —ella suspiró.
— ¿Me aproveché de ti? —cuestionó levantándose un poco y viendo su vestido rojo en el suelo, junto a ropas masculinas de color gris.
— No diría eso; —negó frotándose los ojos— pero estaba seguro que salías con alguien.
— … Supongo que era algo que no podía esconder a tremendo detective. Y, hablando de eso, te aseguro que no es algo serio. No hay salidas al cine, o cenas a la luz de las velas. No conozco su departamento, ni él ha ido al mío.
— El divorcio nos ha dejado profundas secuelas, ¿no?
— ¿Cómo sabes…? ¿Tú haces lo mismo?
— No. He salido un par de veces; pero ya no me emociona involucrarme seriamente con alguien, peor aún, después de aquel accidente de auto.
— Vaya que lo ocultas muy bien. Creíamos que habías escogido permanecer en celibato.
— Si los demás lo siguen pensando, yo estaré feliz.
— De mi parte, así será, —prometió levantándose y recogiendo su ropa— siempre y cuando tú hagas lo mismo.
— Palabra de caballero —aseguró con una sonrisa— Supongo que desayunar juntos sería raro.
— Muy raro.
— ¿Te llevo?
— No hace falta, tomaré un taxi. Eres realmente un rayo de sol, Danny. Descansa.
Ella salió de la habitación con sus zapatos en la mano, dejando al hombre de ojos azules mirando al techo. Nada fue planeado, sólo habían bailado un poco más luego de la fiesta en el restaurante de Kamekona, al igual que lo hizo con Renee, con Tani, Noelani, la esposa de Duke, Adam y luego en grupo, finalizando con todos improvisando un karaoke.
De madrugada, ya cuando habían decidido marcharse, se dieron cuenta que había quienes no podían dar un paso sin ir a dar al suelo, o sin chocar con algo. No comprendía como es que el hombre que vendía camarones y su primo, parecían ser los únicos que podían estar de pie luego de beber…, lo que sea que había logrado dejar fuera de combate a un sargento de la marina y a Tani, quien ya había demostrado, ser resistente al alcohol.
Quinn estaba de pie, intentando por todos los medios parecer lúcida, aunque luego prefirió sentarse y mantenerse alejada de toda bebida con alcohol y viendo como Junior se llevó en brazos, a su excesivamente feliz novia; mientras Lou le dijo a Adam que lo seguiría a fin de ayudar a meter a Lincoln a su departamento, pues era obvio que el japonés no lograría, ni siquiera sacar del auto, al casi inconsciente moreno. Afortunadamente, sus demás compañeros siempre habían sido responsables a la hora del consumo de bebidas.
Danny le había preguntado a la chica de pelo oscuro, si estaba bien para conducir y ella había dicho que sí, aunque fue cuando dio un mal paso y su sandalia se quedó sin el taco, y de no ser por el neojerseyés, hubiera caído sobre una mesa. El rubio se ofreció a llevarla y ella no aceptó en principio, pues estaba un tanto avergonzada por haber sido víctima de la bebida del isleño. Sin embargo, era consciente que no estaba del todo en condiciones de conducir y terminó aceptando la ayuda del detective y temiendo actuar como lo hicieron sus compañeros, ella insistió en quedarse en un hotel, el primero que encontrara. El problema fue cuando ella, intentando prácticamente huir, estuvo a punto de caer de nuevo al salir deprisa del Camaro.
— Apóyate en mí, te ayudaré a registrarte y te acompañaré hasta la puerta.
Y Liu tuvo la opción de rendirse o arriesgarse a caer de nuevo, con una gran posibilidad de lastimarse, así que optó por la primera.
— Quiero aclarar que no estoy ebria. Sé quién eres, y sé dónde estamos y pude haber conducido mi auto hasta mi departamento —aseguró neciamente.
— Después de haberte visto aguantar el dolor por una herida de bala, no me cabe duda cuan ruda eres; pero estoy seguro, que hacerlo con un sólo zapato era un riesgo que no necesitabas correr.
— ¡Zapatos caros y se arruinan rápido!
— No creo que tengas muchos como esos, no eres de ese tipo —ella respondió con una sonrisa— Creo que esta es tu habitación. Procura no tropezarte con el sofá o alguna otra mesa.
— ¡Danny! —lo llamó luego de pensarlo unos segundos— Eres un buen amigo y todo un caballero; pero es año nuevo y todos siguen celebrando.
— Es probable.
— ¿No te gustaría seguir bailando?
Y bailaron en aquella pequeña sala, al ritmo de la música proveniente del reproductor del celular. Y un par de cervezas fueron abiertas, para brindar una vez más, por un buen futuro.
Sonrieron, no había interés romántico, sólo eran dos adultos que eran amigos y por esta vez se hacían compañía, ambos lo sabían y estaban de acuerdo.
CONTINUARÁ...
N/A: ¿Huyo por mi vida? La última parte no fue planeada, lo juro, sólo salió...
Chapter 15: CAPÍTULO XV. ALOHA
Chapter Text
Y los días siguieron transcurriendo, algunos tranquilos y otros llenos de extenuantes investigaciones. Muchas veces todos habían tenido que interrumpir sus días libres por el trabajo. Y es por eso, que todos disfrutaban cuando podían, de algún momento de calma, compartiendo juntos una cerveza, un almuerzo o una cena. Así era como pasaba la vida de los miembros de la unidad de élite Five-O. O por lo menos para la mayoría.
Danny había estado ausentándose cuando no había un caso, e incluso había estado concentrado en largas llamadas telefónicas que, por su expresión seria, significaba que se trataban de asuntos importantes. Y no importaba cuántas veces Lou o Adam intentaran averiguar qué sucedía, el rubio salía con evasivas o decía que se trataba de alguien que requería información o ayuda de su parte o alguna otra excusa. Las cervezas tampoco lograban hacer que Daniel confesara.
Y cuando Junior lo invitaba a ejercitarse o cuando eran Tani y Quinn las que aparecían en su oficina con más de una caja de malasadas o coco puff's, Danny sabía que era momento de relajarse un poco. Odiaba preocupar a sus amigos y no quería que se pusieran a vigilarlo de nuevo.
Era la segunda semana de mayo, y de nuevo tenían un caso. Uno donde la causa de muerte de la víctima era indeterminada. Y eso significaba, que no se podía establecer si el occiso había muerto por muerte natural o violencia.
Sin darse por vencidos, casi todo el equipo continuaba estudiando lo poco que habían encontrado sobre la víctima y discutían las posibles teorías alrededor de la computadora central.
La sorpresa se reflejó primero en Junior y luego en los demás, al ver entrar a dos personas con gafetes de invitados y que se dirigían hacia ellos.
— ¡Aloha!
— ¡No puede ser! ¡Miren lo que trajo la marea! —dijo Lou con una sonrisa.
— Nosotros ya creíamos que no volverías —siguió Adam, mientras los abrazos habían empezado a repartirse.
— ¡Steve!
— ¡Hola, Tani! —saludó a la emocionada chica.
— Bienvenidos —dijo Junior.
— Hola —saludó Catherine, abrazando al chico y luego a los otros.
— ¡Vaya! No puedo creerlo, todos se ven tan bien, ¿Y Danny? ¿Está con Lincoln? —preguntó ansioso.
— Cole fue desplegado desde hace tres meses —informó Junior.
— Y Danny debe estar en la morgue —contestó Tani. Steve vio a todos y notó el cambio en sus expresiones.
— Suele ir solo —respondió Quinn, ante la muda pregunta.
Danny había recibido una vez más, el informe de Noelani, confirmando que, el cuerpo que sacaron de aquella cabaña, ya estaba muerto antes que el fuego consumiera la estancia. El tiempo en que los bomberos tardaron en atender la emergencia y el estado en que sacaron el cuerpo, llevaron a la forense a realizar un análisis mucho más profundo y, aún así, fue imposible saber la causa de muerte.
Gracias a los registros dentales, habían logrado al menos conocer su identificación y con él, encontrar el lugar donde trabajaba, así como la dirección de su pequeño departamento. El hombre había resultado ser un chef profesional, que trabajaba en uno de los hoteles más afamados de la isla hasta hace un par de semanas, cuando desapareció. Allí lo describieron como un hombre excesivamente reservado, y egocéntrico. En el que era su casillero, había una camisa y un par de zapatos, que fueron enviados a los del laboratorio para ser examinados.
El resultado es que habían encontrado en sus calzados, un poco de cocaína, una mínima cantidad.
— La condición del cadáver imposibilita saber exactamente qué fue lo que pasó. Obviamente, lleva muerto al menos dos semanas, no murió por el incendio, este sólo destruyó cualquier evidencia. No hay daños que indiquen que lo atacaron con algún arma y si la hubo, seguramente estuvo donde el daño es mayor, como aquí, donde apenas queda una costilla —indicó la isleña en la parte más quemada— Bien pudo haber ido hasta allí para cometer suicidio; pero tampoco hay algo que lo asegure. Lo siento, detective.
— Por lo general los hombres se suicidan con un disparo en la cabeza, así que no creo que sea el caso. Bueno, aún nos queda saber quién provocó el incendio. Querían desaparecerlo completamente y hay razón para ello. Gracias, Noelani.
Danny odiaba cuando la causa de muerte no podía determinarse, ya que eso significaba una gran posibilidad de que algún asesino quedase libre. En su tiempo como detective de Nueva Jersey, había tenido que soportar las expresiones de criminales liberados por el dictamen del médico forense. Y no que fuera culpa del profesional, y es que había sádicos, que realmente lograban burlar una vida de encierro. Aun así, el sentimiento de frustración estaba presente.
Ya iba de salida cuando un mensaje llegó a su celular. Sus pasos se fueron deteniendo, apenas leyó las dos primeras palabras de lo que Adam le había escrito.
Steve regresó...
Y sintió como si de pronto estuviera sufriendo de hipoglucemia, un repentino bajón de azúcar, lo cual provocaba latidos del corazón acelerados y visión borrosa. Quitó la vista de la pantalla y pestañeó, tratando de enfocar la vista, en cuando notó que alguien se le estaba acercando.
El alto moreno estaba frente a él, con una gran sonrisa.
— ¡Hola, Danny!
— ... Steve... —él estaba ahí, a poca distancia. Unas canas resaltando a los lados de su cabeza y algunos otros adelante. Unos ojos brillantes, y casi igual de musculoso que antes.
— ¿Qué pasa, amigo? ¡Soy yo! ¡He regresado!
— ... Sí, sé que eres tú —reconoció, obligándose a reaccionar.
— ¿No vas a darme un abrazo? —cuestionó abriendo los brazos.
— Yo... Lo siento... Estoy... Tengo prisa —afirmó evadiéndolo.
— Danny... ¡Danny!
McGarrett se apresuró a la salida sin entender qué había pasado. En un breve momento, los ojos azules habían pasado de una expresión de asombro, a una de indiferencia. El hombre alto miró hacia el auto deportivo que se alejaba y luego vio la camioneta estacionada más allá, y a la chica que también vio turbada lo ocurrido.
— ¿Steve? —preguntó Noelani que había escuchado el alboroto.
— Aloha —sonrió. Ella fue a abrazarlo y el moreno la saludó con cariño.
Cuando el rubio finalmente entró al palacio, tenía el cuerpo como entumecido. La impresión había sido demasiada y hasta parecía que temblaba. A sabiendas de lo que le esperaría en cuanto entrara, respiró profundamente, no quería que notaran su semblante, así que se tomó unos segundos para calmarse.
Antes de cualquier pregunta que pudieran hacerle, él se había adelantado y había cuestionado sobre si habían descubierto algún cambio drástico en las finanzas de la víctima, así como llamadas extrañas y si es que habían encontrado más testigos de lo ocurrido y todo lo que siempre hacían. Y, ante los pocos detalles, Danny les había ordenado revisar todo de nuevo, incluso ir a interrogar otra vez a los testigos, aunque según lo hablado con la forense, no quedaba mucho por hacer y todo seguía indicando que era una muerte indeterminada; pero hasta no agotar todos los recursos, debían seguir investigando.
El de Jersey tardó en llegar a su casa. El caso aún estaba abierto; pero de momento, no había nada más que hacer. Aún estando en el auto, pensando qué, de todas las reacciones que creyó tendría si volvía a ver a McGarrett, no había contemplado la opción en que terminaría huyendo. Sus latidos se habían vuelto descontrolados, estaba seguro que se había puesto más pálido de lo que normalmente era y había sentido que sus ojos picaron; más no derramó ni una lágrima y no lo haría. Y si le preguntaban qué sintió al verle, él hubiera contestado que estaba aliviado, porque a pesar de todo, Steve había vuelto vivo, aparentemente sano. Y visiblemente feliz.
Luego de estacionar en su garaje, dio una mirada por su retrovisor, preguntándose si el SEAL estaba rondando cerca de su casa. Claro que ya sabía que no había regresado solo; pero únicamente en ese momento, se preguntó si la chica había ido con él cuando lo vio en la entrada del edificio de la forense.
Su celular mostró varias llamadas perdidas en las últimas dos horas, de un número no conocido. Llamadas que él no atendió deliberadamente y que volvió a ignorar ese mismo momento. Seguramente, el otro ya se había dado cuenta, que, con su antiguo número, no lograría comunicarse. Sin embargo, estaba seguro que el idiota no lo dejaría tranquilo, que de un momento a otro volvería a buscarlo. De lo único que el rubio de ojos azules estaba seguro, era que estaba determinado a mantener distancia entre él y McGarrett y por supuesto, con Catherine.
Por su propio bien, era mejor no volver a involucrarse con ellos como antes, ya no a estas alturas y no con los sentimientos que tiene guardados y que no quiere que de nuevo salgan a flote. Lo único que desea ahora, es estar tranquilo.
Entró a su casa, siendo recibido por Eddie con alegres ladridos. Danny lo saludó, y el can de inmediato, se sentó esperando recibir su golosina cada que el hombre rubio llegaba y le daba la posterior rascadita en las orejas, que el animalito agradecía mimoso. El señor Pickles, definitivamente se había quedado con Adam, donde, manifiestamente, estaba feliz de no tener a un molesto can que interrumpiera sus sueños gatunos.
— Ven, Eddie —le llamó para que subiera al sofá y claro que el perrito lo hizo, y se apoyó en el rubio, que prácticamente le abrazó. Pasó un tiempo antes de que Danny volviera a hablar y cuando lo hizo, su voz sonó apagada— Tu dueño volvió al fin. Mañana le diré a Junior que te lleve con él luego de su dosis de ejercicio. No vino solo, así que tendrás que acostumbrarte a que no te de toda su atención —dejó ir un suspiro— Hemos pasado dos años juntos, ¿qué te parece? Claro, no tienes nada de qué quejarte, te han tratado la mar de bien, ¿no? Lamento que Charlie y tú no puedan despedirse. No estoy seguro que Adam quiera devolverle al señor Pickles a Steven, así que quizás, tú seas el único lanudo de esa casa. Apuesto que te gustará —sonrió— Gracias, compañero.
Permanecieron en el sofá por un largo rato. Eddie había sido un buen acompañante en todo ese tiempo y aunque también había resentido la ausencia de Steve, siempre mostró buen ánimo y buena educación. Danny siempre se había ocupado de cuidar su salud y llevarlo a la veterinaria para sus vacunas y chequeos. Tuvo que explicarle a la doctora, que McGarrett estaba fuera de la isla y fuera de circulación, además de disculparse por haber insistido en que se conocieran, a lo cual, la doctora amablemente dijo que no debía disculparse, que admiraba que lo quisiera tanto, como para buscar la felicidad de él. Que, en todo caso, Steven era quien debía hacerlo.
Era como las 6:27 A.M. La puerta no dejaba de sonar y los ladridos de Eddie terminaron por despertarle.
Obviamente, no era Junior.
— Siempre te has creído con el derecho de hacer lo que te da la gana —dijo abriendo la puerta con evidente mal humor.
— Tenía que verte antes que te fueras a trabajar —se excusó, mientras acariciaba al perrito que no dejaba de comportarse efusivo— Hola, amigo, que bueno verte, te ves bien —Danny bufó y se alejó. Steve lo miró— ¿Por qué estás tan molesto?
— Bueno, porque es demasiado temprano tal vez. No todos nos hemos tomado dos años de vacaciones.
— Lo siento. En verdad no podía esperar más para hablar contigo, Danny.
— Claro y sólo importa lo que tú quieres, ¿no? —dijo con las manos en las caderas.
— Te invito a desayunar; pero deja de estar enojado.
— Sólo te he dicho la verdad. Y no gracias, tengo junta con la gobernadora.
— Danny, te llamé, te escribí y después de los primeros meses, dejaste de responderme —Danny se sentó en su sofá y Eddie con él. Definitivamente, hacía esfuerzos para mantenerse calmado.
— Yo también te llamé; pero nunca contestaste, porque seguramente has de haber estado sumamente ocupado. Y no reclames como si me hubieras llamado o escrito todos los días. Tus llamadas apenas fueron dos veces en cuatro meses y por apenas dos minutos o menos.
— ¡No es verdad! —protestó; pero debió admitir que el detective tenía razón— Mira, sé que no te contesté; pero pudiste escribirme, hubiera leído tus mensajes —Danny le miró incrédulo.
— Como dije, estoy seguro que no hubieras tenido tiempo para hacerlo, así que me dije que no tenía caso.
— ¿Crees que no me preocupé al no saber de ti? ¡Tuve que llamar a los otros sólo para saber que estabas bien!
— ¿Por qué no lo habría estado?
— ¿Por qué vas solo a los casos?
— No voy solo, únicamente cuando voy a ver a Noelani.
— Sé que nadie va contigo en el auto.
— Porque sólo a ti te gustaba apropiarte del que no era tuyo.
— Sabes a lo que me refiero.
— ¿A qué dejaste a un perfecto desconocido al mando de mí Camaro? De nuevo, siempre te has creído con el derecho a hacer lo que te da la gana y tomar decisiones por los demás, McGarrett —y ahí apareció la primera chispa hostil en los ojos azules.
— Sólo quería que Lincoln te cuidara y te apoyara tanto como yo.
— ¡Claro! Le entregaste mí vida a alguien que apenas conocía; pero que tú creíste que era un tipo excepcional, sólo por haber sido un marine. Al Señor Pickles lo cuida Adam —dijo Danny tomando la correa y poniéndosela a Eddie que se bajó del sofá y se sentó tranquilo. Danny como siempre, le dio una golosina y unas pocas caricias— Adiós, amigo —se despidió para luego regresárselo a su dueño, quien lo recibió y esperó que el de pelo rubio dijera algo más; pero Steve vio que era momento de irse, porque Danny había regresado a su habitación, cerrando la puerta haciendo caso omiso a sus llamados, por segunda vez.
A opinión del moreno, Danny se veía bien. No recordaba hace cuanto no lo vio con el pelo así de natural, mostrando lo ondulado que era y tampoco esa atractiva barba. Parecía más delgado, aunque su cuerpo se notaba firme; pero esa mirada no era la que él recordaba. Cuando llegó a su casa con el peludo, no lo hizo de buen ánimo. Y aunque el can parecía feliz de estar allí, no se mostró muy receptivo a las caricias de la chica, a quien se acercó con cautela, a pesar de que ella le sonrió y lo trató amablemente.
— ¿Cómo te fue? —cuestionó ella y Steve sólo negó.
Danny no tenía una junta; pero no quería hablar más con McGarrett. Había creído que para la siguiente vez que se encontraran, podría controlar mejor sus emociones y así, al menos, podría hablarle cordialmente, sólo lo necesario, claro; pero obviamente no sucedió y, de hecho, parecía estar más enojado. Respiró y dejó que el agua que se deslizaba por su cuerpo lo calmara. Al menos hasta el momento, en el que una llamada le indicó que había una nueva víctima asesinada.
Cuando llegó a la escena del crimen, sus compañeros ya lo esperaban y a primera vista, se veían como si quisieran interrogarlo a él, en lugar de a los que estaban allí de testigos o curiosos. No era necesario adivinar el motivo y no siempre podría evadirlos; pero no les facilitaría el momento.
— Buenos días, ¿qué tenemos aquí?
— Buenos días, detective. La víctima es un sargento de marina, su nombre es Brendan Inaba — informó Junior, sin dejar de ver al occiso.
— ¿Lo conocías?
— Faltaba menos de dos meses para que yo regresara, cuando él apenas había llegado a la base. Lo vi un par de veces, era un chico entusiasta, aunque nunca hablé con él.
— Noelani, ¿sabemos a qué hora murió?
— Menos de doce horas, detective.
— ¿Causa de muerte?
— Lo golpearon brutalmente. La herida en la cabeza, fue porque lo estrellaron contra el piso y fue lo que causó su deceso. Tiene heridas defensivas, quizás hallemos ADN de su agresor.
— Con todo el entrenamiento que seguramente tuvo, es raro que lo golpearan tanto —dijo Tani.
— Quizás fueron entre varios, ¿fue un robo? —preguntó Quinn.
— No, su billetera está intacta —dijo Lou.
— Es una pena sobrevivir en territorio hostil y venir a morir a tu ciudad, de forma igual de agresiva. ¿Asumo que la marina aún no sabe del deceso y por eso nos estamos haciendo cargo? —preguntó el jefe, Duke afirmó— Cuando lo sepan, seguramente querrán hacerse del caso, la muerte de un marine no es de nuestra competencia —su celular empezó a sonar— ¿Sí, gobernadora? —todos pusieron atención— Sí, señora... Así se hará... Por supuesto —cortó— Bien, la gobernadora, quien está muy bien enterada de este deceso, insiste en que nos hagamos cargo y también informemos a la marina lo que encontremos. Al ser un uniformado y oriundo de aquí, ella quiere que se lo trate como el héroe, que afirma es.
— ¿Ella lo conoce? —preguntó el corpulento hombre de color.
— No lo dijo; pero, si estuvo peleando en Afganistán contra terroristas, uno no dudaría que lo fuera.
— Tani y yo iremos a su casa —informó Lou.
— Quinn y yo iremos al cuartel a verificar la información que haya disponible, quizás tenga redes sociales y con suerte algo más. Y también veremos los videos de las cámaras de seguridad del área —dijo Adam.
— Bien —respondió Danny— Junior, vienes conmigo a la base de los marines.
— Claro.
El viaje iba a ser largo, el chico no había pronunciado demasiadas palabras.
— ¿Ocurre algo, Junior?
— No, señor.
— Si el caso es demasiado para ti, puedes retirarte. Aunque Cole no pueda regresar todavía de sus prácticas en… donde sea que esté, podremos resolverlo.
— Estoy bien —silencio— Es sólo que..., es como dijo. Vemos cosas terribles en el campo de batalla, y cuando logramos sobrevivir a incontables peligros, pensamos que finalmente regresaremos a casa, donde ya no tendremos que mantenernos alerta las veinticuatro horas del día. Terminar muerto así es...
— Una triste y cruel ironía.
— Señor, McGarrett dijo que hoy iría a recoger a Eddie —dijo como advirtiéndole.
— Lo hizo esta mañana.
— Entonces ya habló con él.
— ... Algo así.
— ¿Y, él volverá a Five-O?
— No lo sé.
Ante la tosca actitud, Junior prefirió dejar de preguntar y más bien concentrarse en el caso.
Cuando llegaron a la base, el hombre a cargo lamentó lo sucedido, y disculpándose de antemano, básicamente negó dar detalles sobre el sargento. Danny había aclarado que no era necesario mostrarle los informes de las misiones en las que el hombre había participado, sino que le brindara información de su llegada, la situación en la que había vuelto, si había enemigos fuera del campo de batalla, compañeros conflictivos. El comandante, simplemente demostró que no sabía demasiado de su subordinado. Junior trató de ahondar, mostrando simpatía ya que él mismo había portado uniforme; pero el hombre pareció poco interesado en ello, argumentando que eran ellos quienes debían hacer la investigación. Danny tuvo que aclarar que eran órdenes de la gobernadora, lo cual evidentemente, no le hizo gracia.
— Adelante, Adam —dijo contestando su teléfono.
— Jefe, buscamos en todas las redes sociales y a parte de su Facebook, no hay nada. Sus fotografías son con amigos, algunas fiestas, nada de que perteneció a la marina.
— ¿Qué hay de las cámaras?
— Muestran al sargento caminando y hablando por teléfono, hasta que tres hombres lo sorprendieron. No se pueden ver las caras y también tenían las manos enguantadas; pero sí notamos que uno de ellos tiene una horrible cicatriz en su brazo derecho, de una quemadura posiblemente. El marine le dio un buen golpe —contestó Quinn.
— ¿Alguna noticia de Lou?
— Dijo que encontraron a la hermana, es la única que le sobrevive. Están tratando de hablar con ella, aunque la verdad está muy histérica. Apenas dijo que su hermano llegó hace poco —contestó el nipón.
— Gracias, chicos.
Cuando llegaron al cuartel, Noshimuri les mostró los vídeos y eran agresivos. Obviamente, querían acabar con él. Junior tenía un semblante inusualmente serio, comprensiblemente, estaba afectado y claro que no era el único. Un marine muerto. Danny volvió a salir, esta vez a la morgue.
— Noelani.
— Hola, detective —ella miró la seriedad de él— ¿Se encuentra bien?
— Sí, ¿por qué lo preguntas?
— Creí que, bueno, usted...
— ¿Encontrarte algo inusual en el sargento?
— Ya terminé con todo y envié muestras al laboratorio; pero puedo decirle que encontré rastros de cocaína.
— ¿Consumía?
— Estaba en su chaqueta.
— Probablemente estaba empezando.
— Sería una lástima.
— Sí. Noelani, seguramente mandaran a alguien más a preguntar así que...
— Lo entiendo, detective. Y hay otra cosa.
— ¿Sí?
— La otra víctima, la de muerte indeterminada, Dennis Torbet. Comparé los rastros de cocaína encontrados, y estoy segura que su composición es igual a la que encontré en el sargento. En su caso era mucho menos que en la ropa del marine. El laboratorio lo está analizando; pero estoy completamente segura.
— Entonces hay una relación entre ambos casos, misma sustancia y ambos muertos. Tenemos mucho por investigar, gracias doctora.
Esas noticias no eran nada buenas. Jamás un uniformado muerto a causa de un problema con drogas lo era, y si la prensa se enteraba, las cosas se pondrían desagradables. Pero la gobernadora había querido ser informada y Danny fue a darle las noticias en persona. Por supuesto, aseguró que todavía era pronto para sacar conclusiones, que había muchos ángulos para estudiar.
Horas después, y ante la presencia de la prensa frente al palacio, cuestionando a cualquier miembro la relación de ambos casos, se supo que la noticia igualmente se había filtrado. En una nueva comunicación entre Williams y la gobernadora Keiko, ella le había autorizado a usar todos los recursos y pedir favores a quien sea; pero quería el caso resuelto pronto. Y eso, sin necesidad de decirlo, era una orden.
— Un chef y un marine muertos y con rastros de cocaína —dijo Lou— ¿Este chef trabajó antes para la marina?
— No hay registro de ello, y según sus compañeros, nuestra víctima no se dedicaba a otra cosa, aunque dieron a entender que tampoco sabían demasiado, sólo que tenía buena sazón —dijo Tani.
— El cateo a la casa del marine no mostró nada. Y el departamento de Torbet estaba casi vacío. Ni siquiera tenía fotografías o un teléfono fijo y su celular fue completamente carbonizado y el del sargento no tiene más contactos que sus compañeros y su hermana. Si alguno consumía, debió haber algo en la casa y el departamento —insistió el detective.
— Revisamos todos los rincones —aseguró la oficial Rey— No había nada escondido en el departamento del chef.
— Tampoco había nada en casa de la hermana del sargento —dijo Lou— No en el espacio que ella dijo, era donde su hermano habitaba. Y no hemos podido preguntarle más, luego de que tuvimos que pedir una ambulancia.
— ¿Y si la hermana es la que consume? —cuestionó el rubio— La sustancia simplemente pudo pegársele a la ropa de Brendan.
— O fueron los asesinos los que se la pegaron en el forcejeo —conjeturó Lou.
— ¿Y cómo llegó a la ropa del chef? —preguntó Quinn.
— Pudo ser también por transferencia de alguno de los otros cocineros o camareros. No hay nada que indique que él y el sargento se conocían. Revisamos los registros telefónicos varias veces y nunca uno llamó al otro —analizó Junior.
— Es difícil que sea coincidencia que ambos terminen muertos y con ese mismo tipo de sustancia encima —dijo Adam.
— Hay que encontrar a esos tres que atacaron al marine y hacerlos confesar, si también tuvieron que ver con la muerte del chef —dijo Liu— La policía está buscando a alguien con la cicatriz que vimos en una de las cámaras; pero no hay resultados todavía y los del laboratorio encontraron fibras en las manos del marine; pero no ADN.
— Si en algún momento, el chef trabajó en la marina junto al sargento, entonces tenemos dos casos con drogas, y es porque algo pudiera estar pasando allí dentro —fue el turno de Danny.
— Si es así, no nos dirán nada, lo ocultarán y querrán resolverlo internamente y no de muy buena manera, eso es seguro. Ni la gobernadora podrá impedirlo —aseguró el moreno más joven.
— De alguna forma, los periodistas se han enterado y están pisoteando el nombre de la víctima, por lo que quiere que nos demos prisa en resolverlo —informó el jefe.
— ¿Y si es culpable? —cuestionó Adam.
— Hasta no estar seguros, eviten los comentarios a cualquiera de afuera —pidió Lou— Bien. Primero: Tenemos que averiguar si Dennis e Inaba se conocían, regresar al cuartel de los marines y preguntar. Segundo: Volver a la casa de la hermana y hacerle todas aquellas preguntas que no pudimos en la primera visita y también preguntarle si conocía a Torbet.
— El análisis del laboratorio informó que la sustancia es pura, y únicamente te la venden así la primera vez para atraerte, ya luego lo mezclan y al final, no sabes ni lo que estás consumiendo —señaló el rubio— Necesitamos encontrar a quien está trayendo esa droga a la isla y sacarlo del negocio. Quiero al hombre con esa cicatriz.
— No sé si nosotros tengamos tanta suerte de que nos brinden información, especialmente si llegamos ante el comandante diciendo que, posiblemente, no es el primer caso de personas muertas por drogas que pertenecieron a la marina —dijo Quinn.
— En casos como este, Lincoln hubiera servido; pero sus maniobras están tomándole demasiado tiempo y no creo que llegue pronto —dijo Lou.
— Y ya vimos que mi rango no es suficiente para lograr que colaboren, lo lamento; —expresó Junior— pero creo que sólo nos queda McGarrett.
— Es la única opción, amigo —siguió el corpulento hombre.
— La gobernadora sabe de su regreso y piensa igual que ustedes —contó Danny— Llámenlo.
El rubio entró a su oficina maldiciendo el hecho de que tuviera que recurrir al SEAL; pero las víctimas merecían que se descubriera la verdad y Danny, siendo un hombre de la ley, siempre haría lo necesario.
Y ahí estaba llegando a paso rápido, y ahí también estaba esa sonrisa que demostraba estar feliz de haber sido convocado. El rubio, salió y luego de un breve saludo, le pidió a Adam explicarle la situación.
— ¡Oh, vaya! —dijo Steve— Es un caso realmente complicado.
— Sí, y de no ser porque la prensa está causando un gran daño a la reputación de la víctima sin tener alguna prueba, no te hubiéramos molestado —expresó el rubio.
— No tienes que decirlo, ayudaré en lo que sea necesario. Podríamos ir ahora a hablar con el comandante, lo conozco y es algo... difícil; pero también podríamos hablar con otra parte del personal. Por más que Brendan no haya estado destinado en Hawái, seguramente encontraremos a alguien que lo ha conocido —aseguró el moreno mirando a Danny, esperando que aceptara la invitación para ir juntos.
— Junior, ve con él —ordenó el jefe de forma tranquila— Lou, Tani, Quinn vayan a la casa de la hermana, y no dejen nada sin revisar y tomen previsiones por si hay algún laboratorio escondido, y si se niega a cooperar arréstenla. Adam, sigue buscando más información sobre Torbet, busca si hizo algún viaje y verifica si el laboratorio ya tiene los resultados del análisis del sargento — concluyó, haciendo una llamada, mientras se encerraba en su oficina, ignorando por completo la mirada de McGarrett.
Cuando los tres agentes llegaron a la casa de Kailani Inaba, se encontraron con que unos hombres desarmaban una falsa pared en el interior del garaje, de donde extraían paquetes extraños y los llevaban a una furgoneta. Cuando oyeron las sirenas, los que estaban en el auto y los que sacaban los paquetes, corrieron y se metieron al interior de la casa. Todos estaban armados.
En el cuartel, Adam recibió los resultados del laboratorio y fue a decírselo al jefe.
— Danny, llegaron los resultados de toxicología, definitivamente el sargento Inaba estaba limpio, no consumía. Fue transferencia y sí, la sustancia es exactamente la misma en ambos casos.
— Yo... Hablé con unos amigos en NCIS, les di los nombres del sargento y del chef. El marine estuvo estacionado en San Diego después de su despliegue en Afganistán, para impartir instrucción militar a los nuevos cadetes y estaba tratando que lo transfirieran aquí, para estar cerca de su hermana. En cuanto a Torbet, seguimos sin saber nada más.
— Esperemos que Steve y Junior tengan más suerte.
— Sí.
— Fue una sorpresa que llegara, ¿cierto?
— Sí.
— No te alegra que lo hiciera.
— ¿De qué hablas? Claro que sí. El hecho de que no salte de gusto, no significa que no me sienta contento.
— Pero todo ha cambiado, ¿no?
— Dos años, lo suficiente para que todo sea distinto —contestó y una llamada entró a su celular— Adelante, Junior.
— Danny, —era Steve— hablamos con alguien que fue el instructor de Brendan en...
— ¿En San Diego?
— Sí. Dijo que, durante su entrenamiento, recibía la visita de su hermana, y que, en ese tiempo, había otro recluta que, obviamente, estaba interesado en ella y varias veces la invitó a salir; pero a Brendan no le gustó, y consideró que el hombre era no tan capaz, así que tuvieron sus encuentros nada amistosos. Al final, el pretendiente terminó renunciando a ella y a la marina. Su nombre era George Monroy.
— Nosotros lo conocemos como Dennis Torbet, nuestro chef —informó Junior— Luego que dejara la base, no supieron más de él —Adam tecleó el nuevo nombre en la Tablet y leyó lo que encontró.
— George Monroy, dejó la marina después de su sexta semana de instrucción y estudió artes culinarias en Los Ángeles. Ahora, viendo los datos de su pasaporte, parece que terminó sus estudios y vino aquí inmediatamente. Según el dueño del hotel, Torbet ya lleva años trabajando y nunca tuvo problemas de ningún tipo, o al menos nada importante.
— Pudo venir hasta aquí siguiendo a la chica, Kailani, al igual que su hermano, ella es de aquí y ha vivido siempre en la misma casa, según los registros —continuó el rubio.
— Según uno de sus compañeros, Brendan supo hace poco más de tres semanas que ya era tío, un niño de unos dos años y eso no le gustó porque su hermana no está casada y nada sabía del responsable, así que un par de días después, regresó a Hawái —continuó Steve.
— Y, cuando llegó, cuestionó a su hermana. Tal vez discutieron, posiblemente buscó a Dennis para reclamarle; pudo haberlo reconocido y entonces, pelearon y así, el marine le transfirió la droga o a la inversa —siguió Adam.
— Quizás en medio de esos reclamos, todo se puso peor y, pudiera ser, que todo resultó muy mal para Dennis. Y dado el entrenamiento de Brendan, el otro pudo simplemente no tener oportunidad. Y el ataque a Inaba, fue sólo mala suerte.
— Podría ser, Danny; pero...
— Sé lo que quieres decir, Steven; pero es posible. Torbet lleva muerto desde el día en que Brendan regresó. Esperen, Adam tiene una llamada de Lou —dijo y por el rostro del japonés, supo que algo había pasado.
— Unos hombres estaban sacando droga de la casa del sargento, cuando Lou y los demás llegaron, se atrincheraron en la casa y tienen a la hermana de Brendan como rehén.
— Envíenme la dirección —dijo Junior que, por supuesto, se apresuraba a su auto. Danny y Adam también salieron deprisa del cuartel.
El Camaro llegó a la escena junto con el SWAT, todo estaba casi en silencio, la policía y los miembros del Five-O sólo observaban, aunque tenían las armas listas.
— ¿Qué pasa aquí? —cuestionó Danny, mirando hacia la casa.
— Vimos cuatro hombres sacando los paquetes de la pared, y la llevaban a aquella furgoneta — señaló Tani— Los tres que estaban en ella nos vieron, alertaron a sus socios y todos corrieron dentro de la casa. Lo bueno es que tenemos la droga.
— ¿Vieron si hay un niño dentro? —preguntó el oriental.
— No —dijo Quinn, sin quitar los ojos de la mira de su arma— Están completamente escondidos, no logro verlos.
— Ya intentamos llamarlos, se niegan a contestar el teléfono y tampoco hacen caso al megáfono — dijo Lou con evidente fastidio— Seguramente, están tramando algo desesperado.
— Bien, —dijo Danny— tendrán que contestar les guste o no. Equipo SWAT, tomen posiciones, rodeen la casa; pero no disparen hasta que de la orden —los uniformados obedecieron y el rubio esperó unos minutos, luego pidió que discaran el número de la casa, aunque tuvo que hacer un reintento.
— ¿Hola? —se escuchó la voz trémula de Kailani. Obviamente, los hombres que la tenían escuchaban.
— Kailani, soy el detective Danny Williams de la unidad especial Five-O, ¿te encuentras bien?
— Sí...
— Bien. Pásame a cualquiera de los hombres que están contigo, al que creas es el jefe —y se escuchó una discusión entre ellos.
— ¿Qué quiere? —cuestionó uno de los hombres completamente hostil.
— Quiero que bajen sus armas, dejen ir a Kailani y salgan lentamente.
— Eso no va a suceder y si no nos devuelven los paquetes y se va, ella se muere.
— Si eso pasa, ninguno de ustedes tampoco saldrá bien. Están rodeados, si lo ordeno, todos abrirán fuego y ninguno de ustedes saldrá vivo. Ya es bastante malo haber perdido la droga, ¿también quieren perder la vida?
— ¿Va a permitir que una chica inocente muera, detective?
— Hasta ahora no se ha comprobado que ella lo sea. Su hermano, sí. Él fue un héroe.
— ¿Va a jugar a las adivinanzas?
— Míralo de esta forma —dijo el rubio, el auto de Junior, conducido por Steve, se acercó a toda prisa— Si ella muere será una lástima; pero la muerte de ustedes a nadie le importará. Lo único que sí valdrá, es que habrá más de media docena de traficantes y una buena cantidad de sustancias menos en las calles de Hawái —Steve llegó a escuchar aquello sin creerlo, y quizás fue porque era la primera vez que vio al rubio al mando, en una situación así. No hubo contestación de parte de los hostiles— Vamos a entrar. Lou, Junior por atrás. Tani, Adam, conmigo. Duke, quédate aquí y vigilen la cochera y las calles, algo no me gusta.
— Sí, detective —afirmó el sargento de Policía.
— Danny... —dijo Steve.
— Quédate con Lukela.
En cuanto el de ojos azules dio la orden, el SWAT arrojó granadas aturdidoras por las ventanas. De inmediato, entraron y empezaron los disparos. Steve vio y escuchó todo sin dejar de asombrarse. Todo sucedía muy bien sincronizado. A su mando, el SWAT siempre era el apoyo; pero generalmente era la unidad la que se encargaba de todo. Esta vez, el trabajo era en conjunto.
— ¡Un par de autos se acercan por la izquierda a toda velocidad! —advirtió uno de los policías, todos se prepararon.
Steve se puso tras una de las patrullas, luego de haber sacado un arma de entre las cosas en el maletero del Camaro. Un segundo enfrentamiento iba a llevarse a cabo en la avenida.
Adentro, luego de varios minutos, el último de los sospechosos había caído. La rehén estaba muy conmocionada; pero a salvo. Tani fue la primera en salir al oír los disparos. Tras ella fueron Junior, Adam y miembros del SWAT. Los sospechosos no esperaban tal cantidad de agentes e intentaron retroceder, cuando Quinn y un par de tiradores ubicados en la planta alta de la casa, acabaron con los conductores. Todo el equipo se desplazó hacia ellos, tomando el control de la situación. El enfrentamiento había terminado con un montón de vidrios de los parabrisas completamente rotos, algunos policías heridos, no de gravedad y con muchos traficantes muertos.
Kailani fue trasladada al hospital. Lou se había quedado en la casa para dar las últimas ordenes, mientras Tani y Quinn se encargaban de interrogar al par de sobrevivientes, ambas autorizadas para sacarles la información de cualquier modo. Danny, Adam, Junior y Steve, fueron al hospital. Aún faltaba atar algunos cabos.
— Yo sabía que a mi hermano no le agradaba Dennis. De hecho, a mí tampoco; pero me divertía sus intentos... Tenía una singular forma de cortejarme... Me hacía reír. Brendan siempre fue muy sobreprotector, él siempre quiso entrar en la marina; pero no se animaba a dejarme sola.
— Y luego empezaste a hacerle caso a Dennis —dijo Junior.
— Cuando fui a ver a mi hermano la última vez, Dennis ya no estaba ahí y creí que se había terminado el juego; pero cuando yo estaba en el aeropuerto, a punto de volver, lo vi. Dijo que decidió estudiar para chef, que había dejado la marina. Me aseguró que un día vendría a Oahu y me encontraría. Y lo hizo —sonrió ella— Salimos un tiempo hasta que, finalmente, le dije que sí.
— Pero no le contaste a tu hermano —dijo Steve.
— Después de ver que Dennis no le agradaba, tuve miedo que mi hermano no reaccionara bien, que incluso dejara su trabajo o terminara agrediéndolo de nuevo, así que decidimos que George cambiaría su nombre, incluso estaba dispuesto a hacerse una cirugía plástica para que mi hermano no lo reconociera. Yo quería contarle todo a Brendan, así que le dije que, en el momento en el que regresara, hablaríamos. Tuve que ocultarle que esperaba un bebé; pero él vio unos juguetes, cuando hicimos una videoconferencia.
— ¿Cuándo fue que esos hombres te contactaron para que guardaras la droga? —preguntó Adam.
— Dennis trabajaba mucho, especialmente desde que supo que sería papá. Yo quería hacer algo también. Mi trabajo de secretaria no me daba demasiado. Uno de los socios de mi jefe, dijo que unos conocidos suyos querían alquilar un lugar para guardar cosas por un tiempo, y como yo tenía espacio en casa y ofrecían buen dinero, dije que sí. No sabía que eran drogas.
— ¿Cómo lo descubriste? —preguntó el más alto.
— Hace unas semanas, entré a la cochera. Pensé que era raro que quisieran ocultar tanto esos paquetes. Saqué uno de ellos y me fui a mi cuarto y lo abrí. Todo el producto me cayó encima, y traté de limpiarlo; pero no se quitaba. Brendan había llegado horas antes de forma sorpresiva. Estaba agotado, así que luego de comer, durmió todo el día; pero debí haber hecho mucho ruido porque apareció en mi cuarto y creyó que yo consumía. Me interrogó por horas.
— Y también tuviste que decirle que estabas con alguien y que tienes un hijo. Asumo que no lo tomó muy bien—dedujo Danny.
— Así es. Creyó que Dennis me inducía a consumir esas cosas, me exigió que le dijera donde encontrarlo y le dije que estaba de viaje.
— Lo cual no era cierto; —concluyó el más moreno— pero tú ya le habías advertido a Dennis de la llegada de tu hermano y que no volviera a casa.
— Sí. Dijo que alquilaría un pequeño departamento... Luego, creí que en verdad se había ido, porque no tuve ni una noticia suya en muchos días. Fue luego de mi discusión con mi hermano, que uno de ellos, uno de esos hombres me llamó y dijo que sabía que faltaba un paquete... Y creyeron que Dennis lo había tomado y que por eso lo convencí para que no regresara a casa, yo les dije que no; pero no me creyeron y cuando me ordenaron que les dijera dónde estaba, también les dije que estaba de viaje; pero ellos fueron a buscarlo y lo encontraron...
— Entonces, sabías que lo mataron y no llamaste a la policía —dedujo Steve.
— Temí que le hicieran algo a mi hermano. No sé cómo se enteraron de que faltaba el paquete.
— Te estaban vigilando. Desde que dejaron la droga en tu casa, te siguieron y escucharon tus conversaciones telefónicas, así sabían que Dennis seguía en la isla —dijo el detective.
— ¿Y tú hijo? —preguntó el oriental.
— Luego de saber lo de su padre, sólo atiné a pedirle a una amiga que lo cuidara. Ellos también me advirtieron que, si decía algo a mi hermano, también matarían a mi hijo. Ellos también mataron a Brendan, ¿cierto? Cuando supieron que él era de la marina...
— Creyeron que descubrió los paquetes y fueron tras él —concluyó Junior, Kailani no pudo más que seguir llorando. Todos decidieron dejarla.
Uno de los sobrevivientes confesó la muerte de Dennis, incluido el incendio para borrar cualquier evidencia. El otro sabía los detalles de la muerte de Brendan y que, por temor a ser encontrados o perder el valor monetario que tenía esa droga si seguían esperando a que todo se calmara, habían decidido sacar los paquetes a plena luz del día. Entre los muertos, estaba el que tenía la cicatriz que vieron en las cámaras, así como los otros atacantes del sargento.
El siguiente paso, fue hablar con el fiscal para, de alguna manera, ayudar a la chica. También compartieron con la DEA la información sobre el socio del jefe de Kailani y con todo lo reunido, el arresto de quienes hacían llegar la droga a la isla fue inevitable. La gobernadora estuvo satisfecha con el informe y con la participación de Steve McGarrett.
Ahora sólo quedaba sepultar al marine como correspondía.
— Iremos a comer algo, ¿vienen? —preguntó Quinn, extendiendo la pregunta a Steve y Danny, luego de los actos fúnebres, todo el equipo había asistido.
— Adelántense —pidió el detective.
— ¿Algún problema? —preguntó Steve, ante la expresión seria del rubio.
— La gobernadora me ha pedido que la veamos en su mansión esta tarde; al parecer, quiere decirnos algo.
— ¿Sobre qué?
— No tengo idea; pero sé puntual.
— ¿No vienes? —preguntó Steve, refiriéndose a la invitación para ir a comer.
— Tengo algo que hacer.
Todos se reunieron en el camión de Kamekona, quien estuvo muy feliz de ver a Steve ahí, aunque el reclamo por irse en silencio, le costó al moreno una gran regañina y un par de camarones menos, así como la botella de cerveza menos fría. Nahele fue el más contento de verlo.
— ¿Y Danny? —preguntó Lou, al no ver el Camaro.
— Dijo que tenía algo que hacer —respondió el moreno.
— ¿No han hablado? —curioseó Tani.
— No hubo tiempo; pero espero hacerlo pronto.
Danny como siempre, saludó a su hijo con un abrazo, apenas lo vio salir de la escuela, uno fuerte igual a como solía darle Grace, sobre todo cuando tenía un día pesado.
— ¿Te tocaba recogerlo hoy?
— No, Rachel, sólo quería verlo.
— ¿Está todo bien, Danny?
— Sí. ¿Y qué te gustaría comer hoy, Charlie?
— ¡Camarones!
— ¿Camarones? ¿No te gustaría otra cosa? Quizás..., ¿almuerzo de tu mamá?
— ¡No!
— Qué bueno porque no he cocinado —dijo Rachel con tono culpable y picaresco.
— ¿Qué dices de comida china?
— ¡Sí!
— ¿Sí? —le preguntó también a ella, quien asintió— Comida china será.
Más tarde, el detective Williams estaba en su oficina, con la mirada de sus compañeros puestos en él. Otra vez. Todos parecían esperar un cambio extremo en su forma de actuar y todo por el regreso de Steve. Sin embargo, lo único que todo eso había logrado, era que su mal humor aumentara. Todo eso le produjo un maldito dolor de cabeza.
— ¿A dónde vas? —cuestionó Lou.
— Tengo una reunión en casa de la gobernadora, así que no creo regresar. Si hay un caso, será exclusivamente de ustedes. Y espero que esas miradas raras se acaben hoy mismo, ¿entendido? —de nuevo, todos se sintieron como niños regañados luego de cometer una gran, gran diablura, así que optaron por obedecer antes de que hubiera consecuencias.
CONTINUARÁ...
N/A: Posiblemente hay quienes preferían que Steve fuera recibido a balazos, lo comprendo; pero primero tiene que sufrir por la indiferencia de Danny.
Gracias por leer!
Chapter 16: CAPÍTULO XVI. BUSCANDO EXPLICACIONES - PARTE I.
Chapter Text
Faltaba unos minutos para que den las cuatro y aún no había señales de la camioneta de Steve. Esperaba que el idiota no lo hubiera olvidado. Y, afortunadamente no lo hizo. Danny salió de su auto y esperó a que el otro hiciera lo mismo. McGarrett se detuvo a verlo frunciendo un poco el ceño.
— ¿Corbata?
— Llegas tarde.
— ¿Tarde? He sido puntual.
— Debiste estar diez minutos antes, es regla de educación.
— De acuerdo, lo siento. Ya estoy aquí, no te enojes.
— No estoy enojado; pero esto no es como tener una cita. Si la gobernadora ha querido vernos, es porque va a pedir algo.
— ¿Tienes alguna idea de lo que será?
— No —aunque tenía una sospecha.
Ambos fueron recibidos por el personal de servicio y conducidos al despacho donde la autoridad ya los esperaba. Ella de inmediato les dio la bienvenida y felicitó nuevamente al detective y agradeció la ayuda del más alto. Los invitó a sentarse y les ofreció unas bebidas, Luego hubo una charla sin importancia, y de pronto, el semblante de la autoridad cambió a uno más serio.
— ¿Ha pensado en volver al equipo, Steve? —y ahí estaba lo que ella pretendía.
— Eh... Yo... No, gobernadora, no lo he pensado.
— ¿Por qué no lo considera? No es necesario que haga trabajo de campo, usted podría actuar como enlace con las unidades de su área y con el resto de las fuerzas armadas —el moreno dio un vistazo al hombre a su lado; pero este siguió con la mirada al frente— Voy a serle sincera, Steve. Me gustaría que volviera a ser parte de la unidad, manteniendo el orden que ha logrado el detective Williams. Policía, SWAT y el FIVE-O tienen una buena coordinación, cuando trabajan juntos y que quiero que siga funcionando así. Me gusta ver mi escritorio con menos reclamos de parte del jefe de Policía y menos bienes públicos y privados destruidos —Steve se permitió una risa.
— Me he dado cuenta que todo funciona perfectamente, el detective Williams ha hecho un gran trabajo —el rubio siguió sin mirarle.
— ¿Entonces?
— Gobernadora, si me permite, —pidió el detective— si también quiere devolverle la dirección de la unidad, por mí está bien.
— ¿Comandante?
— Yo... Lo siento, les ayudaré en lo que necesiten; pero ahora mismo tengo otras prioridades —breve silencio.
— ... Está bien, comandante. No negaré que me decepciona, pues usted y el detective eran un gran equipo y dado que los casos pueden ser tan conflictivos como el de este último, me hubiera gustado que accediera a volver.
— Las cosas tenían que cambiar en algún momento, gobernadora, ¿no le parece? —cuestionó el rubio.
— Es verdad. Comandante, espero que reconsidere regresar en algún momento, Hawái merece tener a los mejores protegiéndola. Detective, mientras siga haciendo un trabajo como hasta ahora, contará siempre con todo mi apoyo.
Cuando salieron de la mansión, lo hicieron en silencio. Danny tenía una expresión cerrada.
— No esperaba que pidiera mi regreso, ¿en verdad no sabías que me lo solicitaría?
— No —dijo secamente.
— ¿Te molestó que lo hiciera?
— No, claro que no, ¿por qué lo haría? Five-O siempre va a ser tu unidad.
— Es nuestra, tuya y mía.
— Si no lo recuerdas, yo no estuve muy contento de que me obligaras a ser a tu compañero.
— Pero te quedaste y apoyaste cada decisión que tomé, aunque no estuvieras de acuerdo —el rubio bufó— ¿Crees que no fuiste importante en la formación del equipo? ¿Qué Kono, Chin y yo no aprendimos nada de ti? Danny, si no hubiera creído que eras capaz, no te hubiera elegido para trabajar conmigo, ni te hubiera dejado a cargo.
— No me refiero a eso. Sólo olvídalo.
— ¡Danny! —reclamó, impidiéndole subir al Camaro— Necesitamos hablar.
— Ya lo hicimos.
— Eso no fue... Danny, ha pasado tiempo y...
— ¿Y?
— Parece que en lo que a ti concierne, no soy bienvenido.
— Eso no es cierto. La felicidad irradia en todos desde que volviste.
— No hablo de los demás.
— Lo que piense yo, no importa.
— Pues importa. Porque eres a quien más quería ver, y tú únicamente me evades.
— Yo tengo muchas cosas en qué ocuparme y claro, seguramente que tú también. Como lo has dicho, tienes tus propias prioridades.
— Una de esas prioridades eres tú.
— ¿Yo?
— ¡Por supuesto! Quiero saber cómo estás, lo que has hecho, si necesitas que yo haga algo o te ayude en algo.
— Yo estoy..., perfectamente bien. Y no tienes que estar al pendiente de mí nunca más. Si has vuelto es porque ya te sientes bien, ¿cierto? No lo arruines metiéndote en problemas ajenos. Sé que eres feliz ahora, y que hace mucho que no estás solo —Steve guardó silencio— ¿En serio creías que Lincoln iba a perder la oportunidad de presumir que había hecho una buena acción al reunirlos?
— Nunca mencionaste saberlo.
— Tú nunca quisiste contármelo. Te di pautas para hacerte saber que estaba informado; pero al final, supuse que realmente no querías que lo supiera y no me explico la razón.
— No quería que pensaras que me había ido de la forma que lo hice, para estar con Catherine porque no fue así.
— ¡Por favor! Escucha, Steven, no eres la primera persona que se ha alejado de mí por razones... Si no lo recuerdas lo ha hecho Rachel y hasta mi propio hermano y he sobrevivido a eso. Como ves, lo he hecho de nuevo. Ya puedes dejar de esconderla, seguramente Catherine quería estar en la ceremonia del marine.
— No estamos juntos tanto tiempo como crees.
— ¿No? Yo creí que se habían casado en cuánto salieron de la isla —Steve no creía lo que oía.
— No es así. Danny... Lo siento, ¿sí? En serio. Vamos, tomemos unas cervezas, hablemos como los mejores amigos que somos y...
— ¿En verdad crees que seguimos siéndolo? —interrumpió.
— ¿Qué?
— Te digo lo mismo que le dije a la gobernadora. Las cosas tenían que cambiar en algún momento —silencio— Realmente te ves bien, se nota que tu viaje fue muy productivo —Danny abrió la puerta del auto, tomó una bolsa que había en el asiento del copiloto— A Eddie le gustan estas golosinas, ¿podrías llevárselas?
— ... Puedes ir a verlo cuando quieras, sabes que eres bienvenido, incluso puedes llevarlo con Charlie o si tienes un operativo.
— No. Él merece estar ya fuera de todo peligro.
Steve tomó la bolsa sin dejar de ver atónitamente al hombre de baja estatura. Danny encendió el auto, viró y se alejó sin mirar por el retrovisor.
Era ya la mañana del día siguiente, todavía temprano. Catherine, acostumbrada a levantarse al amanecer, se dio cuenta que, de nuevo, Steve ya no estaba en la cama, a pesar de haberse acostado tarde.
Hawái siempre había significado conflictos para el marine; pero esperaba que esta vez fuera distinto. Después de todo, ningún hecho de sangre era lo que lo había hecho volver, aunque Steve se había mostrado insistente, cuando dijo que quería retornar. Catherine había acabado hace poco una de sus misiones, así que tenía unas semanas libre, y entonces habían coordinado y preparado el vuelo de regreso.
Ahora sabía que no había sido buena idea; pero su novio deseaba volver a ver a sus amigos, a su Ohana. A Danny particularmente y lo notó nervioso y eso le hizo preguntarse si Steve estaba consciente del efecto que produciría en el rubio ante su presencia, sabedora de cómo fue la despedida entre ambos. Y, claro que recordaba aquella vez que Danny y ella habían hablado de Steve, y también estaba segura, que el de ojos azules le guardaba rencor por su falta de sinceridad a pesar de los varios años transcurridos y no lo culpaba, pues conocía bien lo sobreprotector que era con quienes él amaba. Steve incluido, por supuesto.
Hace dos años, lo había visto nervioso el día que abordaron juntos el avión. Steve no dejó de ver la isla, mientras la nave se alejó y hasta le había apretado bastante la mano; pero ella no se quejó. Y cuando el avión aterrizó, él había dejado escapar un largo suspiro. Le había dicho que iría al rancho en Montana, que necesitaba un tiempo para pensar en sus siguientes pasos. Ella, desconocedora de todo lo que aquejaba al hombre, no quiso dejarlo y lo que vio, llegó a asustarla.
Steve no durmió en días, o no más de un par de horas y sólo estaba sentado allí en la entrada o caminando de un lado a otro. Había recorrido todo el lugar, mirando con detalle cada rincón, frunciendo el ceño. Yendo hasta el lugar donde Joe había muerto y quedándose por horas. Durante esos días, él no dijo casi nada.
Más de una vez, y sin lograr que el moreno reaccionara, Catherine estuvo a punto de llamar al detective, Danny siempre acudió si Steve estaba mal, o si necesitaba auxilio y no lo pedía; pero decidió darle tiempo.
Dos semanas, ella debía partir. Finalmente, Steve habló. Como nunca; pero todo era preguntas que ella obviamente no podía ayudarle a responder, porque ignoraba los hechos. Y Steve lo entendió, así que volvió al silencio sobre sus problemas y empezó a preguntar sobre la vida de ella.
Luego de eso, Catherine había partido. La morena tuvo que escribirle para saber si estaba bien. Steve no lo había hecho en ya un par de meses y casi pensó que el marine, no contestaría a sus mensajes.
Lo había hecho varias horas después.
Ahora, McGarrett estaba actuando de forma similar que aquellos días. Hablaba poco, se metía a nadar, iba a correr con Eddie, y se quedaba pensando. Correspondía a sus besos, se quedaban envueltos en un abrazo en el sillón, miraban televisión juntos. Catherine no volvió a poner "Diario de una pasión" Cuando lo hizo, Steve sonrió, recordando algo y ella supo que se trataba de aquel día posterior a Halloween, cuando padre e hija aparecieron y a falta de dulces, vieron la mencionada película.
Grace y Catherine habían quedado con expresión embobada hasta después de los créditos de la película y cuando vieron a los dos hombres, ambos se habían quedado dormidos abrazados y las palomitas de maíz olvidadas. Ellas se miraron primero con expresión incrédula, quizás algo ofendida y luego tuvieron que aguantar la risa para no despertarlos. Con actitud traviesa se levantaron y Catherine se llevó a la entonces niña, a la segunda habitación para dejarla dormir, pues ya era tarde. Aunque con los dulces que comieron, los que Grace había conseguido, ambas tardaron bastante en conciliar el sueño.
Y al día siguiente, ambos hombres se habían despertado sobresaltados con el olor de panqueques y café, además de las risas de ellas. Ellos habían tratado de justificarse, argumentando que la película era aburrida, que no podían culparlos. Ambos fueron víctimas de las miradas ofendidas de la teniente y de la más pequeña.
Ahora, las cosas habían cambiado tanto.
Había esperado poder ir a la piscina del Hilton a nadar con Steve y luego a almorzar; pero quizás debía conformarse con una cena.
Hace años, Kono era buena compañía. Podían hablar de lo que sea, más ahora apenas y conoce a Tani y Quinn y ninguna parece tener demasiado interés en ser sus amigas y no las culpa, apenas se conocen.
En una de las mesas cerca al camión de camarones, McGarrett esperaba a uno de sus amigos. Estaba allí desde temprano; pero dejó que pasaran un par de horas, antes de tomar su teléfono y citar al ex jefe del SWAT.
— Gracias por verme hoy, Lou.
— Gracias por llamar, Steve, no pudimos hablar demasiado en Chicago.
— Sí. Parece que ahora hay más trabajo.
— Es verdad, apenas y tengo tiempo para ir a visitar a Samantha y a Will.
— Imagino que Danny tampoco ha podido ver a Grace demasiado.
— Ni siquiera pudo ir a dejarla a la universidad.
— ¿Hace cuánto que se fue?
— Poco después de ti.
— Debió estar muy mal.
— Ni te imaginas. Tampoco ha podido ir a Jersey tan seguido. Cumple muy bien con el trabajo; está presente en los compromisos oficiales, hizo que Nahele estudiara en un buen instituto, ha logrado muchos admiradores; pero adoptó una actitud cerrada y más en el último año. Antes podíamos hablar de nuestros hijos; pero desde que ellos se separaron, no hay mucho sobre qué conversar.
— ¿Will y Grace se separaron? No puedo creerlo.
— A los Williams les cuesta lidiar con las distancias y los alejamientos.
— Tampoco se ha pasado en mucho tiempo por aquí, creo que ya no le gusta mis camarones, o la compañía —dijo Kamekona, dejándoles unas bebidas.
— Es verdad —afirmó el capitán— Le hemos invitado a cada celebración; pero o no aparece, o lo hace por un breve momento. No quiere visitas en su casa, sólo Junior podía acercarse para llevarse a Eddie a correr y nadie sabe dónde esconde la llave para emergencias, aunque creo que Adam logró hacer una copia sin que se diera cuenta.
— ¿Rachel y Charlie?
— Tampoco los hemos visto demasiado. Danny generalmente desaparece cuando va a pasar el día con su hijo. Si no es algo urgente, no responde los mensajes.
— ¡No puede ser!
— Lo siento amigo, fallamos en cuidarlo. Un día se dio cuenta que rastreábamos su teléfono y… Creo que pocas veces lo vi tan enojado. Dijo que no debíamos gastar recursos de forma inútil.
— Danny, no, ¿por qué? —cuestionó sus manos estrujando su rostro— Voy a esperarlo afuera del cuartel.
— No estará. Me llamó anoche y dijo que necesitaba ausentarse por dos días, creo que viajó.
— ¿Es cierto eso o sólo me lo dices porque él te lo pidió?
— ¿Qué? ¿Por qué crees eso?
— El viaje a Jersey es largo, dos días apenas le alcanzaría para ir y volver. Además, cada que he preguntado, nadie, incluyéndote a ti, me dijo lo que en realidad pasaba y ahora Danny no quiere hablar conmigo, ni verme. Lou, no creí que estuviera tan furioso. Ahora entiendo por qué se negaba a contestar mis llamadas y mensajes.
— Bueno, tú no contestabas las suyas. Creo que es natural que se resintiera.
— Hay algo más detrás de eso, estoy seguro. Lou, ¿tú sabes algo?
— No voy a decírtelo. Lo siento, Steve. Si quieres saberlo, tendrás que descubrirlo tú o decírtelo él. Cada uno de nosotros hizo lo que pudo y, obviamente, no fue suficiente —dejó ir una mansa risa— Ha sido gracioso ver como Tani y Junior se comportaban como niños, y sólo para hacerle reír, aunque más bien terminaban siendo regañados. Adam prefería pasar algunos de sus días libres con Danny y Charlie, inventando cualquier excusa para visitarlos. Quinn, bueno, he notado que, como todos, ha llegado a quererle mucho. En la última fiesta en casa de la gobernadora, no dejó a nadie acercarse a nuestro chico, ni siquiera a la propia anfitriona.
— ¿Ellos...?
— Se comportan como siempre, y si algo hubiera pasado, a mí no me importaría, son adultos y saben lo que hacen.
— Sí... Es... verdad...
— Y sobre Lincoln, pues...
— Ya me reclamó lo de haberle dado las llaves de su auto y el que le dejara como su compañero.
— Sólo tú cometes ese tipo de insensateces, McGarrett. Yo también me hubiera enojado si me hubieras hecho eso.
Esa misma mañana, en el centro médico Queen's, un paciente esperaba los resultados de sus análisis antes de la cirugía. Si todo iba bien, el procedimiento no debía tardar y pronto estaría en perfecta forma. Aún así, estaba muy ansioso.
— Señor Williams, todo está en perfecto orden. Afortunadamente, nada alteró los estudios que ya le habíamos hecho —dijo el médico, leyendo los resultados— Podemos proceder.
— De acuerdo —dijo el paciente acomodándose en la camilla, para que lo trasladasen a la sala de operaciones.
Una vez allí, las enfermeras procedieron a prepararlo, y él trataba de no sentirse tan nervioso; pero odiaba los procedimientos médicos e incluso, había retardado la visita a su doctor; pero ya no podía más.
Adam había visitado de vez en cuando en el hospital, a la esposa del hombre que lo atacó en la playa varios meses atrás. Ella se había disculpado con Noshimuri por lo que su esposo hizo; pero Adam le aclaró que él no fue responsable, que fue su cuñado quien lo obligó a hacerlo, al mismo tiempo que era responsable del estado de coma de su hermano, quien permanecía internado. Esta vez, Adam fue a comunicarle que el hermano de su esposo, había sido encontrado muerto en el área de lavandería en la prisión de Halawa.
Ella no supo cómo sentirse.
El oriental iba de salida, cuando la enfermera que ya lo conocía, lo saludó.
— Señor Noshimuri, ¿viene a ver a su compañero?
— ¿Disculpe?
— Al detective Williams.
— Eh... Sí —afirmó con inquietud.
— Está en el área de ortopedia. La operación salió muy bien, aunque el médico le ha pedido quedarse un día más internado únicamente para vigilarlo. El sangrado lo preocupó por un momento; pero todo parece ir bien. Su compañero debería pensar en alquilar una habitación aquí.
— ¿Demasiadas visitas?
— Últimamente, sí. Adelante, él está despierto.
Cuando entró a la señalada habitación, a Danny evidentemente, no le hizo gracia verse descubierto.
— No dijiste nada —acusó el japonés.
— No es algo demasiado grave.
— Tu rodilla.
— Nada nuevo, los calmantes dejaron de ayudar.
— Dicen que todo salió bien.
— Un ligamento dañado, Desde que estuve colgando de una tubería, he tenido problemas y la bienvenida en mi segundo encuentro con Daiyu Mei, empeoró todo. Con el tiempo, sólo pasó lo que tenía que pasar.
— Entonces, te dan de alta mañana.
— Sí. Por favor, Adam, no lo comentes.
— Pero, Danny...
— Como amigo te lo pido.
— Ojalá pudieras confiar más en mí.
— Lo hago, o no serías el tío de Charlie.
— Hace mucho que no veo a mi sobrino.
— Te lo prestaré este viernes, si es que no tienes nada que hacer.
— De acuerdo, ¿sabes? Mejor es que se queden en mi departamento todo el fin de semana y así Charlie y yo podremos atenderte y dejarás que tu rodilla descanse —el rubio trató de protestar— No está a discusión, señor Williams, además, al señor Pickels también le gustará verte —Danny bufó; pero terminó aceptando.
Luego de hablar con el capitán, Steve fue la casa de Danny y esperó hasta después del almuerzo. El Camaro no estaba, y por un instante se preocupó y estuvo tentado a llamar a los demás; pero también era posible que simplemente el rubio tuviera otros planes con Charlie, Rachel... Hasta pensó en Quinn, aunque ella tendría que estar trabajando para ese momento.
Todavía con el sentimiento de intranquilidad, decidió retirarse, quizás debía darle al rubio un poquito de tiempo para que sus ganas de golpearlo disminuyeran; pero era bien sabido que Steve carecía de paciencia.
— ¿Qué haces, Joons?
— ¡Nada! —saltó el chico, cerrando torpemente la laptop.
— ¿Junior?
— Recibí un llamado de Koa.
— ¿Mi hermano?
— Sí, él está bien; pero me pidió que investigara a un tipo que ha estado rondando el centro de rehabilitación desde hace un par de semanas. A él le parece que es un distribuidor, lo confrontó y...
— ¿Y?
— El hombre se alteró. No pasó a mayores y Koa ya habló con el director del centro y han mejorado la seguridad; pero...
— Pero el hombre sigue por ahí. ¿Por qué no me lo dijiste?
— Porque posiblemente no es nada y él no quería alterarte.
— Escúchame bien, Junior Reigns, nunca vuelvas a ocultarme algo sobre mi hermano, ¿entendido? ¿Junior?
— De acuerdo, lo prometo.
— ¿Entonces? ¿Hay algo de ese hombre?
— Sí. Tiene prontuario y entre sus socios conocidos, tenemos al hombre de la cicatriz que enfrentamos en el caso del marine asesinado.
— Arriesgarse a ir al centro de rehabilitación. Seguramente sabe que sacamos del negocio a sus proveedores y ha de estar desesperado para deshacerse de su producto y huir. Llamaré a Liu, espero que haya terminado de almorzar y en cuanto llegue, actuaremos de inmediato.
— ¿Tenemos un plan?
— ¡Claro que tenemos un plan!
— Perfecto. ¿Me dices cuál es?
— Iremos al centro de rehabilitación, y me haré pasar por una recién ingresada. Ustedes se quedarán afuera y así vigilaremos de ambos lados, y descubriremos si tiene socios dentro el centro. Si los encontramos, los interrogaremos y le pondremos una trampa al maldito.
— Suena bien. Llamaré a tu hermano y hablaré con el director para ponerlo al tanto y que envíe uno de sus autos para recogerte, seguro que hay vigilantes y saben quién llega y sale.
— Genial. Oye, Joons.
— ¿Sí?
— Gracias.
— No es nada. Voy a llamar al jefe para informarle.
— Habla con Lou, Danny no está disponible —contó y fue el turno de Junior de darle esa mirada seria, esperando explicaciones— Quería invitarlo a cenar a casa; pero Lou dijo que Danny se ausentaría un par de días. Estoy un poco preocupada.
— Parece que el regreso de Steve, ha sido contraproducente para él.
— Creo que más bien, lo fue el regreso de Steve con ella.
— Sí. No hay mucho que podamos hacer. Si Steve la eligió, pues...
— Sé que tú admiras en grande a McGarrett, siempre lo has hecho; pero... ¿Tú regresarías conmigo si yo te hiciera lo que Catherine le hizo a él?
— Sí... No... No lo sé, Tani. Y no podemos entrometernos, no nos corresponde.
— Lo sé.
El silencio en esa habitación era demasiado pesado, en comparación en lo que había sucedido minutos antes.
— Entonces, esto es todo —dijo Lincoln, mirando a su seria compañera.
— Estoy segura que sabías que así sería —aseguró Quinn, cubriéndose con la sábana.
— Sí. Admito que ha sido divertido.
— Podrías quedarte, es tu día libre, ¿no?
— Tengo algo que hacer.
— ¿Una cita?
— No.
— No voy a enojarme, aún somos amigos.
— Iré a saludar a Catherine y de paso a Steve.
— Bien.
— Dijiste que no te enojarías; pero lo has hecho.
— No es verdad. Steve y su novia son tus amigos e independientemente de eso, tú puedes ir a ver a quien quieras.
— Dime algo, Quinn, ¿cometí un error al llamar a la teniente Rollins hace dos años?
— Era necesario para descubrir lo que decía ese cifrado. Aunque tengo entendido que McGarrett era de inteligencia naval, que estudió criptografía avanzada, no sé por qué necesitaba de alguien más. En fin, de no ser por ella, no sabríamos lo que Mei buscaba. Por otro lado, y por la reacción de todos, es más que obvio que ella hizo algo muy malo. No conozco la historia y no me pareció adecuado preguntar.
— Creí que era el único que desconocía la razón.
— Lo único que sé, es que todos queremos lo mejor para Steve; pero si te soy sincera, me molesta que Danny quedara tan afectado. No es justo que un hombre como él, sufra por nadie.
— ¿Alguna vez McGarrett y el detective...?
— Eso sólo lo saben ellos; pero a nadie le hubiera molestado, ¿o sí?
— No; pero... No —Quinn tomó su celular— ¿Hay una emergencia?
— Es Tani. Hola, Tani, ¿hay algún problema?... Entiendo... Sí, claro. Voy en seguida.
— ¿Qué sucede? —cuestionó Cole terminando de vestirse.
— Tani y Junior necesitan apoyo —dijo buscando su ropa.
— Iré contigo.
— Es suficiente con nosotros. Tú diviértete.
Tani llegó en una vagoneta al centro de rehabilitación y la llevaron a la oficina del director, donde él y su hermano Koa ya la esperaban. Después de que la informaran a detalle, ella se comunicó con su novio y Quinn, que estaban afuera de los terrenos, vigilando.
— Koa dice que hay un chico que llegó no hace mucho. Suele escaparse por la madrugada y seguramente se encuentra con el sospechoso. Trataré de mezclarme y conocer a ese sinvergüenza.
— De acuerdo, estaremos atentos —dijo Junior.
— No sabía que el hermano de Tani estaba en este lugar.
— Sí. Afortunadamente, fue uno de los que pudo rehabilitarse. Luego de eso, le pidieron quedarse para ayudar a otros jóvenes —ella asintió y luego silencio, Junior esperó un momento; pero ella no dijo nada— Hay algo que quieres decirme, adelante.
— Es sobre Steve.
— ¿Qué pasa con él?
— Creí que volvería a la unidad, ¿sabes por qué no lo hará?
— Al parecer tiene otros asuntos. Yo también esperaba que lo hiciera, que todo fuera como antes.
La oficial encubierta, caminó por los ambientes comunes, viendo y conociendo. No era lo que se solía hacer; pero como recién ingresada y obviamente fingiendo no tener ganas de estar ahí, tenía que aparentar disgusto, además de desacato a la autoridad entre otras cosas. Allí en las áreas verdes, en unos bancos, bajo un árbol cerca del enmallado, estaba un chico con una cara de pocos amigos.
— Lo veo, claramente de familia rica y muy enojado.
— Ten cuidado.
— Tranquilo, Joons.
Tani pasó por delante del chico, éste, naturalmente, la vio; pero la ignoró. Tani siguió rondando, dirigiéndose a la cerca. Notó que el muchacho la observaba y por un instante, cruzaron miradas. Agresivas miradas.
— Si lo que buscas es un modo de salir, es imposible.
— Nada es imposible —respondió la chica.
— Salir de aquí lo es. Parece una cárcel —Tani dudaba que ese chico hubiera pisado una, aunque seguramente lo merecía.
— Ya lo has intentado, supongo.
— Varias veces.
— ¿Quién te metió aquí?
— Mis padres. Si no me rehabilito, perderé mi herencia. ¿Y tú?
— Mi esposo iba a dejarme si no accedía a ingresarme. Y no me hubiera importado que se largara; pero yo lo perdería todo.
— ¿Hijos?
— ¡Claro que no! Vestidos, zapatos, joyas... Diversión. Ni loca voy a perder eso; pero eso no significa que vaya a aceptar esto sumisamente —advirtió moviendo sus manos en un acto nervioso.
— ¿Tienes dinero?
— ¿Qué?
— Dinero. Hay un tipo que viene, trae cosas interesantes. Si tienes dinero puedo... Ya sabes.
— ¿Lo harías? ¿En serio? No... Es una trampa, ¿no es así? ¡Quieres ponerme a prueba para que me descubran y se lo dirán a mi marido y él me quitará todo!
— ¡Cállate! ¡Baja la voz! ¡No es mentira!
— ¡Sí lo es! ¡Sólo quieres engañarme!
— ¡No! Tienes dinero, ¿no? Lograste meter algo.
— No.
— Pues ese adorno en tu cabello vale mucho, podríamos divertirnos un motón.
— Si me estás mintiendo, será lo último que hagas.
— Regresa cuando todos se hayan metido, aquí mismo. Te gustará.
— Ya lo veremos.
Tani se fue hacia su cuarto. En el camino, había notado que otros dos chicos la observaban. Luego de preguntar a Koa los nombres de esos chicos, ella se comunicó con sus compañeros, cuidando siempre de no tener a nadie cerca.
— Chicos, ¿tienen los antecedentes de ese muchacho?
— Fue acusado de robo, vandalismo y venta de metanfetaminas —informó Junior.
— Pero parece que cada que se metía en problemas, su padre siempre lo sacaba y nunca pisó la correccional —fue el turno de Quinn.
— Pues parece que ahora su padre sí se cansó. Vi otros dos chicos de su edad, posiblemente sus amigos.
— Esos tres sin duda son los que venden el producto ahí dentro.
— Sí, yo también lo creo, Quinn. Ninguno me da buena espina.
— Tani, creo que es peligroso que te reúnas con él. Más si son tres y todos drogados.
— Sé defenderme, Joons.
— Estaremos cerca —avisó la policía militar.
Y ahí estaban los tres chicos, esperando a la morena. Rotundamente, era una trampa.
— Sabía que me mentías —acusó la chica.
— Danos el bonito broche de tu pelo y todo estará bien.
— Atrévete a quitármelo.
La oficial fue lo suficientemente hábil para dejarlos fuera de combate; pero antes que alguno intentara de nuevo atacarla, Quinn apareció y entre ambas los condujeron al interior del centro.
— Muy bien muchachito, ahora vas a decirme quien es tu proveedor —inició la sargento al chico de no más de diecinueve años.
— No tengo por qué decirte nada.
— ¿No? Bien. ¿Ves esta placa? Soy del Five-O, significa que tengo la autoridad para llevarte detenido. Realizaremos un cateo en tu cuarto y seguramente encontramos lo suficiente para acusarte. Pero si nos ayudas a detener al que te proporciona el producto y de todos aquellos vendedores que conozcas, podrás quedarte aquí y rehabilitarte; pero hacerlo de verdad.
— No lo haré —aseguró retador.
— Si no hablas tú, lo harán tus compañeros y nos dirán todo —amenazó Tani— No creo que ellos sean tan idiotas para escoger la cárcel en vez de este lugar.
— A ese hombre no le importas tú, ni tus compañeros, él sólo quiere vender su droga. Incluso me atrevo a decir que desaparecerá pronto.
— No van a atraparlo.
— No me refería a eso. Quienes le proporcionaban droga a él, ya están muertos en su mayoría. Y están bajo tierra, gracias a nosotras y nuestros compañeros —aseguró Quinn, provocando escalofríos en el otro.
— ¿Quieres terminar igual? —preguntó Tani— Dinos todo lo que hacen después de que adquieren la droga.
— Vendrá en un rato, —contó luego de un momento de silencio— yo hago la compra, le doy el dinero y él me entrega un paquete. Ya luego depende de nosotros el precio. Los nuevos nos dan todo por muy poco. Es el único que nos vende.
— Bien —dijo Quinn— Tú lo esperarás, harás lo de siempre y nosotros nos encargaremos del resto. Sin trucos, niño.
El chico se veía inseguro, deseoso de revelarse a las órdenes dadas o al menos huir y Tani, desde su posición, le dirigió un par de miradas y palabras como recordatorio y lo hizo con más énfasis, cuando el chico trató de saber quién lo había delatado.
El hombre se presentó y se acercó. Le hizo un gesto al chico y este le lanzó un paquete por encima de la valla, el hombre lo abrió y contó el dinero para luego sonreír cínicamente. Luego, de una bolsa oscura, sacó un paquete pequeño muy bien envuelto.
— ¿Es todo? ¡Lo que pagué fue para el doble!
— Confórmate con eso.
— Hay una nueva y tiene dinero.
— Entonces véndele a mayor precio.
— Necesito más producto.
— Por ahora no habrá más. Voy a tomarme unas vacaciones y luego ya veré —dijo burlón y comenzó a alejarse.
Las luces de un auto lo encandilaron.
— ¡Las manos donde pueda verlas! —gritó Junior, el intento del hombre por huir se vio truncado, cuando Quinn salió del auto rápidamente y le cerró el paso. El hombre supo que estaba perdido y maldijo su suerte. Poco después, una patrulla llegó para llevárselo. Tani se encargó de quitarle al chico toda la droga, incluso la que tenía oculta en su cuarto. El director y Koa, les agradecieron por la ayuda.
— Es temprano, ¿alguien quiere ir por un trago a La Mariana? —preguntó la sargento y la pareja aceptó, nada mejor que una bebida, después de un buen trabajo.
CONTINUARÁ...
N/A: Gracias por leer!
Chapter 17: CAPÍTULO XVII. BUSCANDO EXPLICACIONES - PARTE II.
Chapter Text
Danny iba conduciendo por el carril derecho de una de las carreteras principales de la isla a baja velocidad, aunque yendo en un Camaro, el término resultaba un poco contradictorio, ya que esos autos estaban hechos para correr. Al cabo de unos kilómetros, escuchó la bocina de un auto que se le iba acercando.
— ¿Por qué no puedes dejarme tranquilo? —refunfuñó al reconocer la camioneta.
Un poco más adelante del auto deportivo, se encontraba una vagoneta, que tampoco tenía prisa por avanzar. Del lado izquierdo y mucho más atrás, estaba un camión de alto tonelaje.
— No huyas, Danny —masculló, viendo que su excompañero no tenía intenciones de detenerse.
Y claro, ahora también usaba las malditas luces, pidiéndole que se detuviera y Danny estuvo a punto de llamar a una patrulla para que detuviera al maldito loco maniático; pero lo más probable era que el idiota, ni siquiera recibiera una infracción por ser quien era.
El Camaro empezó a disminuir la velocidad y Steve dejó la bocina en paz, así como las luces; pero tan pronto el anteriormente nombrado camión pasó por su lado, el auto deportivo volvió a acelerar, alcanzando pronto al automóvil delante de él, y cambió de carril inesperadamente, antes que el camión se acercara más. Steve trató de imitar aquella acción; pero el vehículo pesado le cerró el paso, quedando atascado y sin poder seguir al Camaro que aceleró al máximo. Steve vio el deportivo virar a la izquierda y apenas pudo ver al rubio de perfil. El detective ni siquiera le había dirigido una mirada.
Desafortunadamente, el trabajo no daba descanso y si bien, Adam había tratado de convencer a Danny que reposara unos días, el detective no lo había aceptado y a pesar que todavía debería tener cuidado luego de su cirugía, él estaba ahí, dirigiendo un nuevo operativo para rescatar a la familia de un empresario que había sido extorsionado para pagar una cuantiosa suma por su regreso; pero a pesar que lo hizo, alguien encontró el cuerpo de la esposa en el sendero de un área forestal. Sólo entonces, el empresario dejó que la policía se hiciera cargo.
La casa era de una planta. Un terreno extenso y aparentemente sin nada sospechoso, aunque bastante más apartada de la casa más próxima. Al parecer, la vivienda era habitada por una pareja y dos hijos; aunque el informe de la vigilancia hecha por la policía, indicaba que había varios otros hombres que habitaban el lugar y que ya habían sido identificados como individuos peligrosos, que habían cumplido condena en distintas cárceles del continente o que eran prófugos acusados de los delitos de secuestro y extorción, además de asesinato.
Y por la razón de tratarse de personas con un gran prontuario, es que intentarían hacer el rescate de forma más cauta y por ello es que sólo el Five-O intervendría. El SWAT y la Policía; sin embargo, estaban presentes y atentos para apoyarlos de ser necesario.
— Hay tres hombres al frente, en la sala muy atentos al televisor al parecer. Otros dos parecen estar en la cocina, están con alguien, parece una mujer. Quizás haya más; pero no están a la vista —dijo Danny. Adam cautelosamente, le había sugerido que les guiara con las cámaras infrarrojas y el rubio lo entendió y aceptó— No hay señales de los rehenes, así que, probablemente, los tengan encerrados en un sótano o en otra habitación, hasta podrían no estar aquí —dijo Danny analizando lo que podía distinguir. Su equipo ya había tomado posiciones.
— Si están en un sótano, no será bueno, —dijo Quinn— no tendrían ni dónde esconderse en caso de que alguien note nuestra presencia, o lo haría entre ellos, o incluso, los use para huir.
— Hay un espacio que las cámaras no atraviesan. Las paredes parecen ser más gruesas en el fondo del lado derecho, podría tratarse de una especie de cuarto secreto —informó el rubio.
— Podrían estar guardando cualquier cosa ahí, quizás más personas o armas —dijo Tani.
— Se están moviendo, definitivamente van al sótano ¡Hay que entrar! —indicó Lincoln, adelantándose y sorprendiendo a todos.
— ¡Espera! —gritó el rubio, notando un movimiento en el interior; pero el tipo no hizo caso, así que todos tuvieron que moverse de pronto. Danny tomó su arma, y entró apoyado por un par de hombres del SWAT.
A pesar de la gran confusión, sólo un par de agentes resultaron con heridas no muy graves. Uno de ellos se vio obligado a proteger a la aterrada mujer que estaba en la cocina y que tampoco estaba allí por gusto. Al abrir aquella puerta secreta, encontraron más rehenes, algunos muy lastimados, todos jóvenes. Los que quedaban de la familia del empresario, estaban en el sótano con otro grupo de gente también prisionera. A pesar de la fuerte resistencia, ninguno de los delincuentes salió con vida.
Quinn tenía un golpe en la mejilla y una herida en el brazo, que se lo hizo el mismo hombre que hirió a uno de los uniformados. Danny salió ayudando a otro de los heridos, un hombre del SWAT, que había recibido una bala en la pierna, dejándolo de inmediato en manos de los paramédicos, que llegaron pronto y también atendieron a los chicos secuestrados y el resto de la gente que de apoco, fueron saliendo aún muy asustados.
— Ya pasó, estarán bien. Van a atenderlos —les sonrió el detective y tan pronto como las ambulancias se los llevaron, fue a ver a su equipo— Vas a necesitar un filete para ese golpe —le dijo a Quinn.
— Me conformaré con una bolsa de hielo. Estaré bien.
— Lo siento —dijo el más alto antes que el jefe señalara algo— Si dejaba que esos hombres llegaran al sótano, hubiéramos tardado más en entrar y quizás hubieran asesinado a alguien.
— Esa acción tuya pudo costarnos caro. Pudimos haber creado una distracción y hacerlos salir, no era necesario exponer a todos así, pudo haber más hombres en el sótano y en aquel cuarto —dijo el jefe con seriedad.
— Lo sé, lo lamento.
— Unos meses en misión y has vuelto a hacer tonterías. Lleva a Quinn al hospital.
— Estoy bien —protestó ella.
— No es una sugerencia —nadie más discutió. Danny felicitó al de su equipo con un abrazo y todos agradecieron haber salido vivos, a pesar de lo sucedido a último momento. Para todos, recibir un halago del jefe siempre era bueno.
— Se le suelta la correa y no hay como detenerlo —dijo el capitán viendo a Lincoln llevarse a Liu
— ¿Quién quiere una cerveza?
— Yo tengo una cita —indicó Adam, mirando su reloj— Nos vemos el lunes.
— ¡Pásalo bien! —dijo Junior antes de abordar el auto junto a Tani.
— No tienes una cita —señaló Danny, cuando sólo quedaban ellos.
— La tengo, con mi sobrino, ¿lo olvidaste?
— Adam…
— Le prometí que armaríamos una carpa y pretenderíamos estar de campamento y tu estuviste de acuerdo. Así que iré a recogerlo.
— Llamaré a Rachel para avisarle, te veo allá. ¿Qué debo llevar?
— Sólo tu presencia, ya tengo los malvaviscos y lo necesario.
Todos se marcharon, excepto Danny, que dio un par de órdenes a los policías que resguardarían aquella propiedad que, seguramente, quedaría a manos del estado de Hawái. Su celular mostró una llamada de un número desconocido.
— Detective Williams.
— Hola, Danny, no cuelgues.
— Estoy en un operativo.
— El operativo terminó —el rubio miró a su alrededor, a varios metros distinguió la camioneta y al idiota apoyado en ella.
— ¿Qué se te ofrece?
— Unos minutos de tu tiempo, por favor. Te seguiré llamando y persiguiendo hasta que digas que sí —Danny sabía muy bien que el cretino lo haría, así que colgó y caminó hasta Steve, quien de nuevo tenía esa maldita sonrisa de ganador que se ensanchaba más, cada que el rubio se acercaba.
— ¿Fue Lou o Junior? Junior, por supuesto.
— Eso no importa, ¿todos están bien?
— No gracias a tu amigo, es un verdadero dolor de cabeza, y a veces es peor de lo que tú lo eras — Steve sonrió avergonzado— ¿Y bien? Sólo tienes un minuto para decirme lo que sea que quieras decir.
— Es tiempo suficiente para un abrazo.
— No.
— Danny, por favor.
— Le estás pidiendo un abrazo a la persona equivocada —dijo dándose vuelta.
— ¿A dónde vas? ¡Danny!
— No tengo tiempo para tus tonterías.
— ¿Por qué le temes a un abrazo?
— ¡No le temo a un abrazo!
— ¿Y entonces?
— Déjame en paz, Steven.
— Un abrazo, sólo uno —rogó y el detective regresó hasta la posición del otro.
— Uno y no volverás a presentarte a una escena, ni te acercarás a mi casa, y tampoco te quiero cerca de mi hijo.
— ¡No me pidas tanto!
— Tú me estás pidiendo algo que no quiero hacer.
— ¿No me perdonarás el haberme ido?
— ¡Si quieres un maldito abrazo está bien; pero tendrás que aceptar mis condiciones!
— Tú tendrás que aceptar las mías —el rubio no podía creer lo que escuchó y su gesto de incredulidad se transformó. Su mirada se tornó dura— Vamos, Danny, eres mi amigo, te quiero, te extrañé. No puedes alejarte así nada más y sin hablar conmigo.
— ¿Dices qué no puedo? —el frío tono le advirtió al moreno, que debía cuidar lo que decía.
— Al menos dime por qué no me quieres cerca, y estoy seguro que no se trata sólo de mi ausencia.
— ¿Preguntas el por qué? Bien, te lo diré. No te quiero cerca porque sólo eres un maldito mentiroso y ya no significa nada para mí —Steve pareció no entender ese inesperado reclamo. Danny dejó ir un suspiro antes de continuar— Dijiste que fue tu padre, quien te trajo y quien te mantuvo aquí. No lo hiciste porque consideraras a Hawái como tu hogar como siempre quisiste hacerme creer. Siempre intentaste que me enamorara de cada rincón de esta roca y estúpidamente creí que había una fuerte razón para todo ese esfuerzo…
— Hawái sí fue mi hogar, aún lo es y siempre lo será. De otro modo no hubiera vuelto —el detective se negó a creerle.
— No necesitas convencerme —e intentó irse, si seguía lo diría todo y no quería hacerlo o caer en una discusión. McGarrett le cortó el paso. El de ojos azules le dirigió una mirada enojada y retrocedió, cuando Steve intentó acortar distancia; pero un dolor le hizo quejarse.
— ¿Estás herido? —cuestionó alarmado y de nuevo trató de acercarse; pero fue fuertemente empujado, acción que le tomó por sorpresa, así que optó por mantener la distancia— ¿Es tu rodilla?
— Se acabó tu tiempo.
— Pero todavía no me has dicho todo, Danny y no voy a dejar que te vayas hasta que me expliques, hasta el último detalle, lo sabes. Entremos a la camioneta, así podrás descansar.
Steve siempre buscaba salirse con la suya y no se rendía hasta conseguirlo, claro que el detective lo sabía. Quería darle un par de buenos golpes y dejar el asunto así; pero quizás era momento de decirlo todo, liberar eso que tiene guardado en su pecho y luego seguir ya libre de ese peso y enfrentarse al hombre frente a él sin el sentimiento de estar escondiendo algo, porque seguramente esta no sería la última vez que se encontraría con McGarrett. Además, de no hacerlo, el idiota lo seguiría buscando hasta obtener respuestas. Se negó a entrar al auto.
— A decir verdad, no hay demasiado misterio y ya que sé que vas a obsesionarte con esto, te lo diré y luego no volveremos a hablarlo y te guste o no, me dejarás tranquilo, ¿entendiste? —Steve afirmó ansioso; pero el de Jersey se tomó unos segundos más para poder calmar esas ganas de usar al otro como saco de boxeo y poder expresarse mejor, ignorando completamente la desesperación que la cara de Steve mostraba— Estuve furioso contigo; pero no tanto porque te marcharas, sino por todas y cada una de las palabras que dijiste antes de partir y es que siempre creí que, a pesar de todo, incluso a pesar de aquello que te hizo volver después de tanto tiempo, pensé que eras feliz aquí con lo que tenías. Con el trabajo que supuestamente amabas, con nuestra familia, con mis hijos y conmigo —el otro intentó en vano intervenir, ya que Danny no le dejó— Y creí que, al pasar los años, quizás había una posibilidad de que nosotros… —dejó ir una triste risa— Tarde me di cuenta que la lealtad y el amor que siempre te demostré, nunca sería suficiente para ti, para que te quedaras conmigo. Al final, también elegiste irte.
Steve palideció ante aquellas palabras y ante aquella mirada antes furiosa, que ahora demostraba extrema decepción. No quedaba nada de ese Danny Williams que recordaba, no había nada del hombre que fue su compañero y mucho menos de aquel que fue su amigo. Dos años y no quedaba nada del que fue su Danno.
— Danny… permíteme llevarte al hospital y luego iremos a mi casa o a la tuya y…
— No, Steven —volvió a retroceder— Descuida, no busco nada. Querías una explicación y ya la tuviste. Ahora sólo…, mantengamos distancia, ¿de acuerdo? Es lo más sano para todos.
— Al menos déjame… —señaló la pierna.
— Estoy bien.
— Danny, no podemos dejar esto así.
— Es lo adecuado —silencio— Vas a casarte, ¿no es así? Lo dijiste aquel día que traté de hacer que tuvieras más cuidado con tu salud, contratando una asesora para el manejo del estrés, luego de tu exposición al uranio. Dijiste que querías hacerlo y ahora que estás con ella de nuevo, pues…
— Es una de las cosas que quiero hablar contigo.
— Conmigo no tienes nada que hablar. Lo que tu hagas ya no me concierne y lo que yo haga, tampoco tiene que importarte más.
— No digas eso, no puedes… —pidió con desespero— Estoy aquí, regresé… Podemos…
— Aunque dijera que sí, ya no tiene caso, Steven.
— Habla claro.
— Ha llegado mi turno para irme de Hawái.
— ¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Te irás sólo porque yo regresé? —el rubio soltó una carcajada burlona.
— No sé porque crees esa tontería, de que mis decisiones tienen que seguir girando a tu alrededor. Hace tiempo hiciste todo un escándalo porque te enteraste que estaba tomando la decisión personal de retirarme y tal como aquella vez, esta también es una decisión personal que no tiene nada que ver contigo. Muchas veces he dejado de lado mi propio crecimiento personal y profesional por otras personas y otras situaciones. Una propuesta se me ha presentado hace meses y mucho antes que regresaras, se hizo oficial y he decidido no rechazarla.
— ¿Vas a irte?
— ¿Tanto te sorprende? Kono y Chin se fueron, también tú. ¿Por qué yo no? —Steve no atinó a decir nada— Probablemente no volveremos a vernos. Si queda un atisbo del lazo que nos unía, este finalmente, pronto terminará de romperse.
— Eres tú quien quiere se destruya.
— Tú lo iniciaste —contraatacó dejándose llevar de nuevo por sus turbulentas emociones; pero nunca, a pesar de estar enojado, quería ver esa cariacontecida expresión, en el rostro de Steve— Espero que esta vez, todo te salga bien con ella.
Y Danny deseó arrepentirse de haber dicho todo aquello; pero lo cierto es que se sentía como si un enorme peso hubiera desaparecido. Cada una de las cosas que había dicho fue pura verdad. Estaba un poco inquieto por haber dejado a Steve en aquel lugar en un estado de aparente shock, creyó verlo llevar sus manos hasta sus ojos. Obviamente, no tenía idea de que escucharía todo aquello; pero quería explicaciones y las tuvo.
Danny condujo su auto rumbo al palacio, para dejar su equipo antes de dirigirse al departamento de Adam. Calmadamente, entró y guardó sus armas, para luego dirigirse a su oficina y del cajón de su escritorio sacó el sobre con los documentos que le habían enviado desde Los Ángeles. Ya había leído todo y sí, ya tenía tomada su decisión. Nuevos aires, un trabajo parecido; pero donde no tenía que preocuparse por lidiar con personas necias, ni reuniones tediosas donde el único interés era el político. Incluso, no tenía que ser Danny Williams todo el tiempo. Quienes trabajaban como los agentes federales, debían cumplir con ciertos protocolos de seguridad, que incluían tener otra identidad para tratar con la gente ajena al trabajo.
Tendría que hablar con Grace y Rachel, no porque le interesaba la opinión de su ex esposa respecto a un nuevo trabajo, sino por Charlie. Danny no quería alejarse de su pequeño hijo. La ventaja esta vez estaba a su favor. De quererlo, ella no tendría oportunidad para impedir que el niño se fuera con su padre; pero Danny no quería hacer las cosas así. Por supuesto, también quería saber que diría su hijo sobre mudarse a otra ciudad.
Y tenía otro conflicto. Si bien, no siempre podría evitar que Steve viera al niño mientras aun continuaran viviendo en la isla, y sabiendo que no debería ser así de importante, después de todo, no había lazos de sangre; pero Charlie, encariñado con quien aún consideraba tío, aún era muy joven para entender que McGarrett estaba de camino a hacer su propia familia y que, en la actualidad, los Williams ya no era parte de aquello.
Guardó los documentos en el cajón y salió de allí, Adam y su hijo ya lo esperaban y él todavía debía ir a su casa para recoger ropa y algunas cosas, para estar en el departamento del tío Noshimuri.
De nuevo, Steve esperó en vano durante ese fin de semana frente a la casa del detective, aunque preguntó, nadie supo decirle donde estaba y su intento por rastrearlo también fue infructuoso. Steve se rio de sí mismo, comprendiendo que Danny lo burló una vez más.
Quinn conducía por las calles de la zona hotelera de la isla, oscurecía. Aún tenía secuelas leves del último caso y estaba cansada; pero no tenía ganas de ir a casa, no sin antes tomar un trago. Pudo haber ido con sus compañeros o pedirle a alguno que la acompañara; sin embargo, quería estar sola y no por un motivo en particular, sólo era de esos días en que la vida parecía no tener nada de interesante y sólo era un mar de rutina. Ir de compras no le quitaría ese estado de ánimo, ni tampoco el devorar un kilo de helado o chocolate.
En aquel bar, había bastante gente, muchos extranjeros. Mucha gente joven que reía y bebía. Chicas con pantalones cortos y tops apenas cubriendo lo necesario. Quinn no quería sonar como una mujer de más de 30 años que criticaba el vestir de los demás; pero por supuesto, sabía que existía la probabilidad que esas muchachas fueran blanco de algún acosador.
Ella bebió su whisky e iba a retirarse, cuando un segundo vaso apareció delante de ella.
— Es de parte del caballero de traje azul.
No estaba mal, el tipo se veía decente; su pelo rubio, ropa quizás demasiado elegante para aquel lugar. Un empresario del continente posiblemente. Ella sabía qué, de aceptar la copa, al menos debía agradecerle el gesto; pero lo único que podía pensar, era que odiaba que todos los hombres creyeran que todas quienes iban por un trago solas, buscaban compañía. Debía admitir también, que su humor no era de los mejores. Todavía tenía ganas de gritarle a Cole por la imprudencia cometida.
Y, por otro lado, la llamada de Steve intentando saber cómo habían estado las cosas durante los dos años de su ausencia, le hizo sospechar que había algo más detrás de esa pregunta. Era claro que el detective mantenía distancia con el comandante y éste estaba buscando información por otros medios, particularmente aquello que tenía que ver con el rubio. Ella mantuvo su promesa y se guardó aquello ocurrido en el Año Nuevo entre ella y el policía. Aunque no se resistió a molestarlo un poco.
— Exageras, Steve. Sunshine sigue siendo el hombre amable, de siempre; un poco malhumorado sí; pero que siempre te regala una sonrisa cuando la necesitas. Todos quisiéramos causar ese mismo efecto. Es cuando regresa de Jersey, que está completamente sonriente, estoy segura que hay más aparte de su familia allí. Espero que algún día me invite a conocer todo eso que le hace feliz.
Durante unas semanas, el de ojos azules no había tenido otro encuentro con Steve, y en los breves que hubo, apenas y se dieron un saludo. En el cuartel, era notorio que evitaban comentar cualquier cosa que tuviera que ver con McGarrett o su novia, en la presencia del detective, y si Danny oía algo, fingía no haberse enterado.
Aún no había hablado con Rachel, ningún momento parecía ser adecuado y dado que todo estaba tranquilo, al menos por ahora, no tenía prisa en hacerlo. Ese día estaba en su habitación, apenas había vuelto de una revisión en el hospital y se puso a pensar en que, debía vender esa casa en la que había hecho muchos recuerdos.
Y tenía tanto que revisar, empacar o tirar.
Empezó a abrir uno a uno los cajones de su cómoda, había varias cosas. Sacó el cajón entero y se acomodó sobre su cama a fin de dar un descanso a su rodilla y fue revisando el contenido. Encontró una pequeña caja con un grupo de fotografías y fue pasándolas una a una, sonriendo mientras recordaba. Tenía desde que Grace y Charlie estaban en una cuna en el hospital, y luego de los primeros años. Grace se había encargado de darle a su padre fotografías de su hermano, ella le había expresado entre enojada y triste que lamentaba que su madre le ocultara la verdad.
En aquella variedad, también tenía unas de sus padres, su familia allá en Jersey y otras de Danny, y los niños junto a sus compañeros. Por supuesto, también estaba Steve. Fotografías en celebraciones en el día de Acción de Gracias, otra en el campo de fútbol, donde Danny sostenía feliz, el balón autografiado que Catherine le había dado. Incluso del día en que Charlie fue oficialmente presentado a su tío SEAL y otra cuando el hombre alto lo levantó como si lo estuviera haciendo volar. Steve y Charlie se veían tan felices, como si fueran padre e hijo. Las dejó de lado y siguió viendo que más había en ese cajón. Allí también estaba la medalla que recibió de manos de la reina, sin duda un gran logro en su carrera y se preguntó por dónde es que Harry Langford estaría rondando esta vez. Sin duda, con alguna despampanante mujer.
Y luego encontró su antigua argolla de matrimonio.
Recordó a su padrino, su hermano Matt, quien se las dio deseándole felicidad eterna. Todo en aquel momento, parecía que estaría bien, que su matrimonio podría sobrevivir a cualquier evento, aún cuando su mente le decía lo contrario. Se la puso y volvió a perderse en sus recuerdos, la música, sonrisas nerviosas, los votos...
— Finalmente, él portará una… Idiota, eres un gran idiota, Williams —y entre sentimientos de enojo, tristeza y frustración que hace mucho no sentía, el cajón terminó en el piso. Luego de un momento se puso a reír— El jefe de la unidad de élite de Hawái, comportándose de forma incontrolablemente patética.
El sonido de la puerta llamó su atención y quizás no debió sorprenderle aquella visita; pero lo hizo.
— Hola, Danny, ¿puedo pasar?
— Catherine. Sí, adelante.
— Ha pasado tiempo —dijo sin animarse a abrazarle.
— Imagino que te has cansado de estar encerrada en esa deprimente casa.
— Se suponía que tenía unas semanas libres; pero he estado pegada a la laptop haciendo una y otra cosa.
— ¿Te ofrezco algo de beber?
— No, gracias —dijo sentándose en el sillón individual.
— Entonces, ¿vas a decirme a qué debo tu visita?
— Quiero saber cómo estás.
— Estoy muy bien.
— Lo que sea que quieras preguntarme o decirme, hazlo, lo que sea —Danny meditó unos segundos.
— ¿De quién fue la idea de mantenerlo en secreto? Llamaron el día de Acción de Gracias, tratando de hacer que todos creyeran que apenas se habían encontrado —ella lo miró confundida— ¿Steven no te dijo que su gran amigo Lincoln nos contó que ustedes se fueron juntos?
— No lo dijo.
— Nos lo expuso apenas tuvo la oportunidad. Y no entiendo por qué lo ocultaron, yo… Nosotros lo habríamos entendido. Ustedes no se habían visto en un largo tiempo y tenían mucho que ponerse al día. De haber sabido que verte era lo que él necesitaba para tener la paz que buscaba tan desesperadamente, hacía un largo rato que le hubiera insistido en que te buscara y…
— Adelante, dilo.
— No. Esto… Esto ya no tiene importancia.
— Lamento que Steve no te dijera que nos encontramos en el avión.
— Encontrarse significa casualidad y ya sabemos que no lo fue. Él tenía prisa de irse y fue por algo más que el agobio. Ni siquiera esperó que me recuperara, ni se despidió de mis hijos a los que afirmaba adorar. Fuimos nosotros los que recibimos los regaños de media isla por su… fuga.
— Cole me dijo cuando partiría. Y fue idea mía sorprenderlo en el avión.
— Bueno, como dije, no importa. Además, su relación y lo que sea que ustedes hayan decidido hacer, no es asunto mío.
— Eres nuestro amigo, una de las personas más importantes para nosotros, mucho más para Steve por todo lo que has hecho y dado por él. No queríamos herirte.
— Catherine, —dijo con una risilla— no importa. Tú sólo… Se te presentó la oportunidad y la aprovechaste y él… Yo siempre supe que no te había olvidado a pesar de cómo te fuiste aquel día, luego de haber hablado conmigo. Esperaba más sinceridad de tu parte, por cierto; pero eso tampoco importa. Y no habrá recorrido el mundo, ni se habrá tomado tiempo para él solo, como dijo que necesitaba; pero..., pero esta vez ha demostrado que no nos necesitaba. Que, de hecho, alejarse ha sido lo mejor para él, para ustedes —ella iba a negar; pero el celular los interrumpió— Debo atender. Y en verdad, Catherine, felicidades —dijo con una sonrisa sincera.
A ella no le había pasado desapercibido el brillo en la mano del rubio, aunque no hizo ningún comentario. Condujo hasta la casa de Steve, con evidente fracaso.
— ¿Dónde fuiste?
— A ver a Danny —el rostro del comandante mostró ansiedad y desazón cuando ella negó— Lo siento.
— ¿Te dijo cuando se irá?
— No alcancé a tocar el tema. Vi un anillo en su dedo anular.
— … ¿Se ha casado?
— No hay nada en la casa que indique que vive con alguien, todo es muy neutro; pero había ropa tirada, no sé si estaba empacando o... ¿Estás molesto?
Sabía que no podía enojarse; pero Danny nunca le había ocultado nada, mucho menos algo así de importante. Fue una dura prueba de que, en verdad, ya no lo consideraba su mejor amigo.
— Si no quería que yo viera su anillo y no quiso contármelo es porque…
— ¿Le dijiste de nuestra charla sobre matrimonio? —interrumpió enfadada.
— Si vamos a casarnos, esperaba que fuera mi padrino o que al menos me apoyara.
— ¿Te diste cuenta que fue más un comentario vago que una proposición? Y que después de eso, no hablamos de si viviríamos aquí, o qué haría con mi trabajo. Y sobre lo que comentaste de tener…
— Lo sé.
— Te amo, Steve y yo estaría feliz de sólo vivir juntos, al menos hasta resolver nuestras dudas… Sé lo que él significa para ti; pero por ahora, Danny no quiere ni verte, tampoco a mí.
— ¿Te dijo algo más? —Catherine se tomó unos instantes antes de contestar.
— Cree que nuestro encuentro fue planeado por ti y por mí. Que tenías prisa para irte conmigo, por lo que no te despediste ni siquiera de sus hijos. Piensa que estuvimos juntos todo este tiempo, que mentiste sobre que necesitabas tiempo para ti… Y, estoy segura que aún tiene una muy larga lista de reclamos.
— Debí hablar con Grace al menos y contarle que su padre estaba herido a pesar que ese cabeza dura no lo quisiera. Apuesto que, cuando ella se fue a la universidad, él debió sentir como si una puñalada lo atravesara y yo ni siquiera lo recordé —Steve se levantó y caminó enojado— Cuando supe que estaba en Jersey, pude haberle pedido vernos en Los Ángeles y no esperar tanto.
— Apuesto que a tu hermana le hubiera gustado verle más que a mí —sonrió— Lo lamento, Steve; nada de lo que le dije a Danny sirvió.
— Es mi culpa. Todo lo que le dije y el irme así, me ha costado perder a una de las personas más importantes de mi vida —suspiró regresando al sillón. Catherine se abstuvo de decir algo, Steve ya se veía demasiado acongojado.
— Ven, necesitas descansar.
— Voy a quedarme aquí un rato más —dijo recostándose en el sillón, donde a Danny le había gustado tanto dormir.
El once de junio era feriado en Hawái, debido a que era el día de Kamehameha, la única festividad que fuera establecida por una proclama Real y que continúa siendo oficial en el estado de Hawái. Y también era el cumpleaños de Adam.
Danny miró la fogata que aún estaba encendida en la playa, luego que la policía pusiera orden en una fiesta fuera de control, dando como resultado varios detenidos. Tani, Junior, Adam y Danny iban al Bali Steak&Seafood uno de los restaurantes en el histórico resort Hilton, cuando escucharon el alboroto y se aproximaron para apoyar si era necesario. Al llegar, ya varias personas estaban siendo conducidas al interior de las patrullas, alguien ahí había estado repartiendo pequeños sobres con polvo blanco y tuvo la mala suerte de toparse con un policía de narcóticos encubierto. La música aún se escuchaba y Junior no quiso desaprovecharla, sacando a bailar a su chica con prontitud. Adam caminó hasta donde estaba el rubio.
— ¿En qué piensas?
— Dicen que para un nuevo comienzo hay que deshacerse de cosas viejas y rotas. Por mucho tiempo, no fui capaz de deshacerme de cosas pasadas.
— ¿Tiene algo que ver con Rachel?
— ¿Cómo lo descubriste?
— Tocabas tu dedo, donde llevabas tu argolla matrimonial.
— No había visto mi anillo en años, no recordaba que estuviera en mi cajón —dijo sacando la joya del bolsillo.
— ¿Qué vas a hacer con eso?
— Lo que debí hacer hace mucho —la tiró a las llamas.
— Es una buena forma de despedirse de cosas viejas.
— ¿Aún tienes la tuya?
— No, yo…
— Está bien, Adam. Si quieres conservarlo o no, está bien. ¿Kono te ha llamado?
— Me envió un mensaje. Y también Chin.
— La última vez que hablé con él, dijo que estaba algo lastimado por un operativo que no salió del todo bien.
— Apuesto que se ha convertido en el blanco de muchos.
— Sí. Oye vamos, se nos hace tarde y esos tragos nos esperan.
El resto del equipo se les había unido en la mesa. Debido a la especial celebración, ordenaron unos platillos especiales, cuando hicieron la reservación. Sorpresivamente o quizás no tanto, Steve y Catherine se les unieron. Danny les dio un breve saludo y pidió otra ronda de bebidas para todos. El ambiente era relajado, el japonés no dejaba de hacer reír con sus anécdotas ya que Tani y Quinn no dejaban de preguntarle o hacer suposiciones acerca de sus travesuras infantiles y juveniles. A pesar de haber vivido en un ambiente estricto, también había hecho de las suyas siendo un pequeño.
Una vez concluida la cena y con una nueva ronda de tragos, el nipón, demasiado atento a la reacción de su jefe, le pidió acompañarlo a un lugar apartado. Steve, lo primero que hizo cuando el rubio pasó por su lado alejándose sin darle la mínima atención, fue buscar la argolla en la mano del rubio o al menos una marca, y Catherine hizo lo mismo. Ambos cruzaron una mirada y Lou, le dirigió a la pareja una mirada interrogativa.
— Siempre busca la manera de apartarse, —dijo Steve— y Adam está cuidándolo. Incluso de mí.
— No es eso, no sé lo que ha podido pasar; pero él ha estado más al pendiente de Danny desde hace algunas semanas.
— Kamekona dijo que Adam ha estado ayudándolo… Lo ha estado llevando en su auto algunas veces, y hasta los ha visto en el hospital —dijo Tani.
— Es cierto —dijo el mencionado— Fui a visitar a un amigo, llevándole unos deliciosos camarones y lo encontré en el pasillo. Dijo que aguardaba por un amigo y me di cuenta que era nuestro haole.
— A veces desaparece sin decir nada, quizás para ir al hospital —mencionó Quinn.
— Danny siempre tuvo problemas con su rodilla; pero quizás también está enfermo —cuestionó el ex jefe con preocupación.
— Si lo está, no lo ha dicho —dijo Lou.
— En otra ocasión, cuando le pregunté a Adam, dijo que visitaba a alguien; pero quizás, de nuevo estaba ahí por Danny —contó Flipa.
— Se le ve bien, incluso más relajado —dijo Lincoln— Aunque en realidad nunca dio muestras de estar mal.
— Está sonriente… —dijo Steve.
— Él siempre hace eso, —dijo Tani con tristeza— sonríe a pesar de lo que le pase —Steve estuvo a punto de preguntar y Tani quiso contarle sobre aquel día de San Valentín; pero Junior intervino.
— Si estuviera enfermo, lo hubiéramos notado. A lo mejor sólo es cansancio, ya una vez le pasó. Después de unos días, estuvo bien.
El detective y Adam estaban en la barra, esta vez con dos botellas de cerveza.
— Si sabes que nos están mirando, ¿no? —dijo Danny, bebiendo un trago.
— Son sólo unos curiosos.
— McGarrett el primero. ¿Es por él que me pediste que nos alejáramos?
— Yo no los llamé. Se suponía que seriamos sólo nosotros.
— Tranquilo, sé quiénes son sus espías y tú para nada lo eres.
— Podría…
— No te preocupes por mí, Adam. Superé a mi ex esposa, también podré superarlo a él. Y, será más sencillo porque nunca tuvimos algo. Además, tú y él siguen siendo buenos amigos, es natural que recordara esta fecha y haya averiguado lo de esta reunión para venir a felicitarte. No te inquietes por mí, mírame, estoy bien. A tu salud, amigo.
— Mahalo, Danny.
Steve no dejaba de ver hacia la barra, demasiado pendiente lo sabía, e incluso se planteó acercarse a ellos, sin molestarse en utilizar el sigilo ninja; pero era muy probable que Danny volviera a alejarse.
— ¿Crees que intenta convencerle? —preguntó Catherine en un susurro; pero por la cercanía, Lou la escuchó.
— ¿De qué hablas? ¿Convencerle de qué? —dijo el hombre, atrayendo la mirada de los demás.
— Danny le dijo a Steve que se iría de Oahu.
— No nos ha dicho nada… —dijo Quinn saliendo de la sorpresa.
— ¿En verdad dijo eso? —preguntó Tani volteando a ver al rubio.
Danny sabía que seguían observándolos, y tal vez preguntándose quien era el apuesto hombre que se les había unido en la conversación y brindaba con ellos y es que un amigo de Adam los había reconocido y se les acercó a saludar, con evidente intención de invitar un trago al detective, más que felicitar al oriental. Quizás era la tercera o quinta vez que se veían, habían coincidido un par de veces en alguna celebración en casa de la gobernadora y Adam sabía que Danny, por muy encantadora sonrisa que le dirigiera a ese conocido suyo, siempre le negaría a aceptar alguna de sus invitaciones.
El tipo era uno de los pocos que mantenía cierto contacto con él, después que Adam dejara el mundo de los negocios y luego se uniera al destacamento. Luego, de un rato, el hombre habló con Noshimuri y este miró al detective quien asintió y entonces los dejó a solas.
— ¿Qué sucede? —preguntó al sentarse.
— ¿Danny te ha dicho algo? —preguntó Tani.
— ¿Sobre qué?
— Dejar el Five-O —respondió Junior.
— No.
— ¿En verdad, Adam?
— No me ha dicho nada, Steve —aseguró mirando a donde el rubio estaba, ahora también con gesto de sorpresa.
El amigo del nipón siguió conversando con Danny durante unos minutos más, hasta que el detective dio por terminada la plática y regresó a su asiento entre Liu y el asiático.
— Tu amigo es muy insistente —dijo el rubio con una sonrisa— ¿Por qué me miran así? ¿Sucede algo? —cuestionó a todos.
— ¿No hay algo que quieras compartir con nosotros? —cuestionó el capitán en tono casual. Danny miró al serio teniente comandante y supo a qué se refería.
— Quizás el lunes —dijo bebiendo el último trago de su cerveza y yéndose. Sólo le dio un apretón en el hombro de Adam, a modo de despedida. Steve se levantó abruptamente buscando alcanzarlo.
— ¡Danny!
— ¿Sí? —Steve tomó su mano con algo de brusquedad— ¿Qué te pasa, Steven? —la intensa mirada buscando algo en el dedo anular le hizo entender— De haberlo hecho, ya lo sabrías. Jamás te lo habría ocultado.
McGarrett no tuvo otra razón para retenerlo. De nuevo, la decepción reflejada en los expresivos ojos azules de Danny le había dejado otra vez sin palabras y con los ánimos en el suelo.
Por la mañana siguiente, Steve se levantó temprano y fue a nadar. Braceó alejándose de la orilla. Su mente rememoró la conversación del día aquel, cuando había pasado por el cuartel.
— ¿Necesitas algo o sólo sentiste un poco de nostalgia, Steven?
— Necesito tu ayuda, debo encontrar a este hombre —mostró un nombre escrito en un papel.
— ¿En verdad? Normalmente cuando se trata de una investigación personal, no recurres a mí, sino que buscas tus propios medios, así que tengo dos teorías. La primera es que la investigación no es tuya, sino de Catherine y dado que ella al pertenecer a la CIA tiene a su disposición todos los medios, no debería resultarle difícil encontrar información sobre esta persona. Y la segunda, es que creo que esto es sólo una excusa para verme, convenientemente cuando sólo yo estoy aquí —Steve sonrió avergonzado al verse descubierto.
— ¿Serviría de algo si me disculpara?
— ¿Disculparte? ¿Por qué te disculparías?
— Por haberte lastimado tanto.
— No sé a qué te refieres.
— Danny, quiero que todo esté bien. Haré lo que sea, sólo dame la oportunidad.
— No necesitas hacer nada. Todo está bien, Steven.
— Si estuviera bien, no habría ese muro invisible que has levantado entre tú y yo. Te necesito.
— No me necesitas para nada, lo has demostrado muy bien. Ha pasado dos años en los que has caminado solo, tomado tus propias decisiones y viviendo tu vida sin consultar a nadie, sin pedir consejo a nadie, sin compartirlo con nadie, y eso está… está bien, está muy bien, porque no te has matado en el proceso. Felicidades, finalmente, has dejado de actuar con la mentalidad de un niño de cuatro años. Ahora sí puedo creer que ya no eres un peligro para la sociedad, ni lo serás para los hijos que vayas a tener.
Y lo odió. Odió aquella sonrisa que Steve sentía falsa. Odió que Williams le hablara de ese modo tan duramente sarcástico y claro que notó el dolor tras todas esas palabras. Y se odió por no ser capaz de hallar la forma de borrar esa tristeza y la continua decepción en los ojos del detective y todo por su causa. Por un instante, quiso convencerse que su ex compañero exageraba, que únicamente necesitaba tiempo y volverían a ser amigos y quizás entonces, podrían hablar más sobre sentimientos, tema muy complicado para él, y probablemente hubiera sido así, excepto que, en unas pocas semanas, Daniel ya no estaría en Hawái.
CONTINUARÁ...
N/A: Viendo el capítulo posterior a donde Steve fue herido en la avioneta, en la parte donde estuvo en la capilla del hospital, debo decir que cada vez que veo eso me dan ganas de que se hubiera muerto. "A veces creo que el trabajo me ha quitado todo" Yo creo que le dio todo.
Gracias por leer!
Chapter 18: CAPÍTULO XVIII. ATAQUE AL PALACIO IOLANI PARTE I.
Chapter Text
— ¿Irnos? —preguntó Rachel muy sorprendida, cuando ese domingo, Danny se había presentado en la casa de su ex esposa.
— ¿No te gusta la idea? Creí que, quizás ya te habrías aburrido de Hawái.
— Es sólo que hemos vivido aquí tantos años y Charlie tiene a sus amigos en este lugar.
— Grace tenía a sus amigos y familia en Jersey y aún así te la trajiste hasta aquí.
— ¿Por qué ahora, Danny? —intentó replicar— Pudimos irnos aquel día cuando te dije que esperábamos a Charlie y te quedaste por Steve. Las cosas pudieron ser diferentes.
— Él me necesitaba.
— ¡Yo también!
— Tú estabas bien. No pude irme contigo ese día; pero te dije que te alcanzaría en cuanto aquel problema se resolviera. Sólo tenías que esperar unos días. Pero sabes bien que, aunque me hubiera ido contigo ese mismo instante, igualmente hubieras usado mi trabajo como excusa para discutir. Siempre fue así.
— ¿Y puedes culparme? Casi moriste aquel once de septiembre junto a tu compañera y Grace ni siquiera había nacido. Nuestra hija hubiera crecido sin un padre.
— Pero no pasó. Desde el momento que nos conocimos, sabías que era policía y los riesgos que implicaban y aun así aceptaste salir conmigo.
— ¿Y si no estoy dispuesta a irme contigo ahora?
— Puedes quedarte; pero me llevaré a mi hijo. Esta vez, no cederé, Rachel.
— ¿Puedo pensarlo al menos? —preguntó al ver que no ganaría.
— Claro.
Ella vio salir a su ex esposo y a su hijo, extrañada por aquella conversación, Danny no solía tomar decisiones así de importantes por su cuenta y lo que más le había extrañado, era que no hubieran tenido una plática y no es como si ella pensara que podría influir en los pensamientos del rubio, era claro que Danny no era el mismo hombre de antes; pero había un niño de por medio y su decisión le afectaba. Por supuesto, seguía siendo amable, mantenían una conversación civilizada cada que el rubio visitaba la casa, aunque únicamente era para dejar o recoger a Charlie.
No sabe cuántas veces había deseado que su relación funcionara; pero Danny tenía razón, su trabajo como detective siempre sería un problema para ella y no importa cuántas veces el padre de sus hijos le hubiera dicho que no tenía nada de qué preocuparse, que los noticieros exageraban; ella había comprobado muy de cerca, las varias cicatrices que el cuerpo del rubio tenía. Y desde la última vez hace más de dos años, quien sabe cuántas más tendría y eso era prueba contundente de los peligros que el americano corría. Recuerda bien que, hasta culpó a McGarrett por hacer que Danny corriera tanto peligro desde el primer momento que lo convirtió en su compañero.
Pero es posible que no sólo la vida policial haya sido el problema para que hubiera ese distanciamiento que existió desde hace años, particularmente desde que el pequeño Charlie nació. Tal vez también estuviera el hecho de que Danny no le hubiera perdonado que le ocultara su paternidad y aunque aseguró que lo había hecho, ella siempre lo había dudado porque recuerda bien su reclamo en la sala de espera del hospital, mientras Grace estaba en cirugía, y todo ello, había impedido en que no pasaran más tiempo juntos o conviviendo en una misma casa.
Ahora, Rachel está sentada en uno de los sofás de su pequeña sala, sola. Ella no tiene duda alguna que ahora tiene todas las de perder en un tribunal. Pocas veces había visto esa recia determinación en aquellos ojos azules; pero, ¿qué habría en Los Ángeles para ella? Y no es como si en Hawái tuviera algo. Stan llamaba pocas veces para saber de la que fue su hijastra y del que creyó era su hijo durante sus primeros años y con Rachel, mantenían también una breve charla, más él no volvió a la isla.
Quizás no había mucho que pensar. Sin embargo, primero quiso hablar con su hija, aunque pareciéndose más a su padre de lo que quisiera admitir, sentía que ya sabía lo que la joven le diría.
Charlie y Danny caminaron hacia el camión de Kamekona en medio de juegos y risas. Papá Williams quería la opinión de su pequeño.
— ¿Qué dices Charlie? ¿Te gustaría conocer otra ciudad?
— No lo sé.
— ¿Y si te digo que en esa ciudad viven algunos de tus héroes de acción?
— ¿En verdad?
— Sí. Quien sabe, quizás hasta podrías conocerlos en persona algún día.
— ¡Wao!
— ¿Eso quiere decir que irás?
— ¿Pero luego volveremos?
— Algún día, sí, podríamos.
— ¿Y mis amigos?
— Podrás hacer otros allá —el silencio del niño hizo a Danny sufrir— Escúchame, amigo, si no quieres ir, dímelo. No me voy a enojar.
— ¿Tenemos que irnos? ¿Igual cómo se fueron el tío Steve y Grace?
— Grace se fue porque tenía que seguir estudiando, ya lo sabes. Cuando seas unos años más grande, tú también irás a estudiar a una universidad, quizás a la misma que tu hermana, o quizás en Londres, donde está tu otra abuela.
— ¿Tengo que hacerlo? Quiero quedarme con mamá y contigo, Danno.
— Yo también quisiera que te quedes siempre conmigo, hijo.
— ¿Y por qué no podemos quedarnos aquí?
— Escucha cariño, aunque te quedaras aquí con tu mamá, igualmente yo tendría que irme.
— ¿No nos veremos, Danno?
— Nos veríamos si vas conmigo.
— ¿Mamá también irá?
— Si ella quiere —el niño afirmó y Danny deseaba estar feliz; pero como su hijo no lo estaba, él tampoco. El pequeño tenía miedo, era natural, Danny también; pero confiaba que estarían bien.
Kamekona los observó con semblante triste, y el rubio le regaló una sonrisa. Luego, el isleño señaló la camioneta que estaba estacionada no demasiado lejos. Danny dejó al niño con el hombre grande, quien le invitó un helado, mientras el detective se puso a caminar hacia el auto y entró al lado del pasajero.
— Ha crecido mucho, Danny.
— ¿Por qué estás espiándonos?
— Vine a ver a Kamekona, no sabía que ustedes también estarían.
— Parece que todos se han puesto de acuerdo para ser tus espías.
— No digas eso.
— ¿No? Bueno, nos iremos en unos minutos y tú podrás ver tu asunto con el hombre de los camarones.
— ¡Danny! —le detuvo cuando el rubio abrió la puerta; aunque pronto sintió la tensión en él, aún así, no lo soltó— Déjame abrazarlo.
— ¡No te le acerques! —advirtió— No tienes idea de cuánto me costó hacer que dejara de llorar, ya que llegó a creer que te fuiste porque dejaste de quererle. No sabes cuántas veces me pidió que te llamara para que él pudiera decirte que se portaría bien y pedirte que volvieras.
— Pero tú y yo hablamos cuando te llamé, ¿por qué no me lo dijiste entonces?
— ¿Para qué? No querías estar en Hawái y jamás usaría a mi hijo para hacerte regresar. De no ser por Grace...
— Lo lamento, Danny. Sé que tampoco debí decir lo de mi padre y... Perdóname.
— Sabes que de ninguna manera puedo perdonar a alguien que ha lastimado a mis hijos —siseó soltándose— Sólo danos unos minutos, por favor.
— Esperaré lo necesario, no te preocupes.
Steve nunca creyó que siquiera recibiría una pizca de rechazo de su ex compañero, de todos, jamás de él. En su estúpida cabeza, sabía que el rubio no lo recibiría con una amable sonrisa; pero esperaba que luego de un reclamo al más puro estilo Williams, las cosas irían mejor. Hasta hubiera aceptado un golpe, en serio; pero de todo lo posible, nunca consideró ese accionar del hombre de Jersey, lo cual le estaba produciendo un sufrimiento que no esperó volver a sentir.
Durante el vuelo de regreso, se dijo que quizás ahora sí podría ser feliz, pues estaba volviendo a su hogar, a su familia, dentro la cual estaban considerados Danny y sus hijos, porque si tenía que asignar una parte de su corazón a los que le rodeaban, ese hombre de ojos azules sin duda, era dueño de más de la mitad y lo sabe, porque ya antes sintió los erráticos y dolorosos latidos, cuando la persona que amaba se marchó y ahora, todo aquel horrible sentimiento está de regreso y avasallándole, porque el hombre de Jersey ha elegido apartarse y siendo honesto consigo mismo, no puede culparle, porque recuerda bien la expresión del hombre que dejó en la playa y ahora no puede dejar de pensar que esa tristeza demostrada, no era únicamente porque su mejor amigo le estaba dejando, como Danny lo había expresado, y puede imaginarse a aquel pequeño que ahora sonríe en los brazos de su padre, hecho un mar de lágrimas por culpa suya. Y puede ver a Grace... Esa niña que se aferró a él luego de haber pasado horas secuestrada durante el baile de su colegio, odiándole por haber dejado a su padre, porque esa jovencita le había confiado la vida de su Danno a él; y él falló.
No dejó de observarlos hasta que ambos rubios se alejaron, sólo entonces se acercó al camión de comida, habló con el dueño y recogió una orden. Había presenciado la conversación entre padre e hijo, aunque no pudo escuchar nada; pero supo el tema de conversación a detalle, gracias a Kamekona.
Danny iba a dejar el Five-O, iba a irse de Hawái, y ya había renunciado a sus sentimientos por él para poder seguir. No pudo dejar de pensar en todo ello de camino a su casa; pero lo cierto es que necesitaba hablar con él, siquiera una vez más e insistiría hasta conseguirlo, porque si esta vez no lo pidió, fue por no interrumpir el tiempo entre padre e hijo.
— Huele bien —dijo Catherine, viendo las bolsas de comida dejadas en la cocina— ¿Steve?
— Sí.
— Oye, ¿estás bien?
— Sí. Iré a nadar antes de comer.
— Te esperaré.
— No es necesario, ven Eddie —y el perrito obedeció feliz. No fue difícil para la chica saber que algo había pasado.
Ella no pudo más que verlo ir al patio trasero, quitarse la polera y zapatillas quedándose sólo con su pantalón corto y zambullirse. Hacía varios días que el moreno se encontraba más distraído, taciturno; pero él no quiso decir nada y no hacía falta, Catherine sabía bien que sólo había un motivo en esa isla que pudiera poner a McGarrett en ese estado. Ella estaba empezando a frustrarse.
El lunes, cuando todos estaban ya en el cuartel, Danny apareció y claramente, sus colegas habían estado hablando de él, porque callaron en cuanto se acercó. Había una caja de malasadas y café esperándole.
— ¿Algún problema? —cuestionó el de ojos azules, dándole un buen mordisco a la dona.
— No —dijeron todos y la mirada del detective les indicó que, con esa respuesta, se habían delatado.
— Dijiste que hoy nos dirías algo —dijo Tani con inquietud.
— Y por eso todos se han presentado temprano, claro; pero no afirmé que lo haría, dije que quizás lo haría. Y decidí que todavía no lo haré.
— ¡Vamos, amigo! —protestó Lou.
— No. Además, ya tienen idea de lo que pasa.
— ¿Entonces? —impulsó Junior.
— ¿En serio te irás? —preguntó Quinn.
— Algún día pasaría, ¿no?
— ¡Danny! —llamó Adam.
— Tenemos trabajo —indicó el jefe tomando dos de los bollos de la caja y el vaso de café.
A pesar de los intentos, nada hizo que el rubio hablara del tema de su partida, así que no les quedó más que concentrarse en el nuevo caso. Iban conduciendo por la Farrington Hwy.
— Una explosión se ha producido en una casa en el valle Makaha. Era una vivienda alejada del resto, así que no produjo demasiados daños, aunque la onda expansiva ha roto muchos vidrios tanto de viviendas como de autos —informó el rubio por el intercomunicador.
— ¿Alguna pista de si fue accidente o si fue provocado?
— Ninguna, señor —respondió el rubio a la pregunta de Lincoln— Los bomberos todavía están intentando controlar la situación.
— ¡Oh cielos, miren eso! —dijo Quinn, viendo el intenso humo negro, cuando ni siquiera habían llegado.
Al arribar al lugar del siniestro, comprobaron que los bomberos estaban teniendo problemas para apagar el incendio. El jefe había reportado que hace poco se había producido otras dos pequeñas explosiones y podría producirse otras, lo que los llevó a deducir que había algún material inflamable adentro y que acercarse era una muy mala idea.
— Bien, escuchen, —inició el jefe— hasta ahora sólo se ha reportado una víctima fatal no identificada y varios heridos a causa de las esquirlas. Algunos están en las ambulancias y otros fueron evacuados. Vean a aquellos que están en condiciones de declarar; pero que nadie se acerque hasta que nos digan que es seguro.
— Probablemente la víctima sea el dueño de la casa, su nombre es Akahi Kupuna, averigüen lo que puedan de él —indicó el capitán y los otros se fueron— Duke, amplíen el perímetro y vigilen por si ven a alguien muy interesado en el fuego.
— De inmediato, capitán.
— Oye, Danny, —el rubio le miró— no quiero ser un maldito insensible; pero en otras circunstancias, hubiera pensado que McGarrett estuvo por aquí —dijo refiriéndose al desastre.
— Yo habría pensado lo mismo, amigo. Aunque también puedo pensar que fue obra de Jason Duclair.
— Afortunadamente está muerto.
La zona no tenía cámaras, y los testigos sólo habían dicho que el dueño de esa casa vivía solo, que trabajaba en una tienda de surf y otros deportes marinos y que era una persona muy tranquila, que seguramente guardaba parte de su mercadería, porque a veces le veían descargar cajas de distintos tamaños, así que, probablemente, había los tanques de oxígeno entre otras muchas otras cosas.
Los forenses tardaron bastante en recolectar muestras, gran parte de la propiedad se había consumido. Noelani, tenía mucho que hacer con el cadáver, incluso dijo que posiblemente sería difícil determinar la causa de muerte, en caso de que el fuego no fuera el culpable, así que la mejor respuesta estaba a manos de los bomberos, ellos serían los que debían determinar la causa.
Aunque todavía no habían podido confirmar la identidad de la víctima, asumieron que era quien se suponía, así que fueron a su tienda donde todo estaba bien, todo en su lugar. Revisaron su cámara de seguridad y no encontraron que la víctima hubiese tenido algún altercado con algún cliente y entonces buscaron sus datos, y si había algún familiar en la isla o fuera de ella. También revisaron su cuenta bancaria y descubrieron que su tarjeta de crédito, fue utilizada para comprar un boleto de avión hacia Indonesia.
Pero los resultados de las investigaciones forenses empezaron a aparecer y como primer punto, la víctima no era el dueño como se suponía que, de hecho, era una persona mayor, que murió por la inhalación de humo según lo que había podido ver en su sistema respiratorio. La base de datos de ADN no lanzaba resultados así que Noelani optó por hacer uso de sus conocimientos en antropología forense y tratar de reconstruir el rostro de la víctima a partir de los huesos de la cabeza, lo cual tardaría y por ahora, el muerto era un desconocido, sólo después podrían cotejarlo con reconocimiento facial. Lo siguiente que se supo del incendio, era que encontraron restos de fertilizante altamente volátil en unos barriles que había en el sótano, lo cual causó la explosión, según los análisis de los bomberos y los forenses afirmaron haber encontrado dicho material, también en la ropa del muerto.
— Esto no tiene sentido, la víctima no tiene apariencia de ser terrorista —expuso el capitán Grover, al ver la imagen de la reconstrucción enviada por Noelani.
— El nitrato de amonio y los rastros de petróleo encontrados en la ropa de la víctima, indican que sabía mezclar esos elementos y su utilidad, no tiene nada que ver con tiendas de surf —fue Junior.
— O quizás encontró el material y lo manipuló sin saber lo que era —dijo Adam— Probablemente fue Akahi quien consiguió todo y este hombre de alguna manera, provocó la explosión sin tener intención.
— Esa mezcla la utilizan las empresas mineras y de demolición —explicó el detective— Primero debemos saber si la víctima trabajaba en alguna de esas áreas. Si no es pariente de Akahi, puede que sólo le haya estado dando asilo ya que, por sus rasgos, muy posiblemente orientales, puede ser indocumentado y por eso no encontramos nada sobre él y hasta no encontrar pruebas, no podemos afirmar aún, que iba a utilizar lo que tenía, para hacer daño.
— Encontraron varios barriles vacíos en su casa con rastros de fertilizante. Aunque trabajara en cualquiera de esos campos, tenemos que indagar a dónde llevó todo ese nitrato —explicó Lincoln.
— Es cierto, Cole; —dijo Quinn— pero también puede que sólo se llevara esos barriles vacíos a casa.
— O quizás sí había materiales en esos turriles y alguien quería hacerse de ese material y al hacerlo, provocó este desastre —conjeturó Tani.
— Entiendo, aunque de ser así, hubiéramos encontrado otro cuerpo o rastros del vehículo que usaron para llevárselo; pero, sea cual sea la verdad, necesitamos saber la ubicación de esos elementos. Danny —rogó el alto moreno— He visto el daño que puede hacer en manos peligrosas.
— Priorizaremos la búsqueda del nitrato; pero no dejaremos de lado la muerte de nuestro desconocido. La Policía de Indonesia encontró a Akahi y ya lo están trayendo, aunque ya afirmó que no sabe nada de lo sucedido. Al parecer, fue hasta allí en busca de más olas, en un viaje de tres semanas. Manden esta imagen al DPH y que investiguen en las empresas de demolición, por si lo conocen —determinó el jefe.
— ¡Ayuda por favor! —pidió un uniformado de Policía, sosteniendo a otro que tenía una herida de bala en el pecho— ¡Le dispararon!
— Cálmate y recuéstalo en el piso —ordenó Junior y el uniformado obedeció dejándolo cerca de las puertas de vidrio. El moreno se puso a examinarlo— Hay orificio de salida de la bala, parece que no tocó el corazón; pero hay que detener el sangrado de inmediato.
— Soy la oficial Rey, necesito paramédicos en el Palacio Iolani, tenemos un herido de bala —dijo ella al teléfono.
— ¿Qué sucedió? —cuestionó el detective.
— Unos hombres entraron, parecían turistas. Antes de pasar por el detector, sacaron armas y nos apuntaron. Nos ordenaron silencio, y mi compañero trató de detenerlos y le dispararon... Yo no pude ni tocar mi arma.
— ¿Por qué no oímos los disparos? —cuestionó Lou.
— Sus armas debieron tener silenciadores —contestó Lincoln.
— ¿Dónde están los hombres? —preguntó Adam.
— No lo sé, creo que se pusieron nerviosos y huyeron o se ocultaron. Yo sólo pensé en ayudar a mi compañero y lo metí al ascensor.
— Adam, revisa las cámaras —dijo Danny— Los demás bajaremos, puede haber rehenes. Junior quédate con él, estabilízalo y de ser necesario, sáquenlo por la salida de emergencia.
— Si, señor —contestó el moreno y todos se dispusieron a obedecer de forma inmediata.
Al pasar por el lado del nervioso policía que había llevado al herido, Danny notó que la cartuchera de su arma estaba abierta. En su mano izquierda sujetaba algo, y el nombre en el uniforme lo puso en alerta.
En casa de Steve, la agente de la CIA ya no sabía qué hacer. El tiempo que se suponía tenía para pasar junto a McGarrett, se estaba agotando y apenas y lo habían disfrutado. Steve sólo tenía cabeza para pensar en el hombre de Jersey, aunque lo negara. No era la primera vez que el marcador iba a favor del detective por sobre ella, en los pensamientos del marine.
Por supuesto que Catherine odiaba esa situación, odiaba ver a Steve taciturno, y ausentándose de la casa todos los días y casi olvidándose de ella. Antes tampoco podía compartir mucho tiempo con él, el trabajo no lo permitía y por ello iba a nadar y surfear sola; pero no le molestaba. Ahora era distinto y no importa los bonitos y costosos vestidos que usara.
— No puedes seguir así, Steve.
— ¿Y qué se supone que debo hacer, Cath? —dijo secándose el pelo, luego de pasar tiempo en el mar como todos los días.
— No puedes obligar a Danny a ser tu amigo si ya no quiere. Me decepciona que terminara la bonita amistad que tenían.
— ¿Y podemos culparlo? Dije algo grave e hice llorar a sus hijos. ¡Tengo suerte que no me diera una paliza! Conocí a Grace desde pequeña y a Charlie el día que nació. ¿Y sabes de qué me arrepiento? —siguió mientras tomaba una polera y se la ponía con brusquedad e incluso subió el tono de su voz— Cuando vi a ese pequeño en la cuna, pensé que se parecía a Danny, Catherine, y no fui capaz de sugerirle que hiciera una prueba de ADN. Danny fue demasiado bueno para no dudar de Rachel y yo un maldito cobarde por no decírselo. Debí hacerlo, no importaba si me hubiese costado la vida.
— Danny confió en la palabra de Rachel y tú confiaste en la de él. Después de todo lo que me has hablado, esperaba conocer al niño. Imagino que también te ha prohibido acercarte a Charlie o llamar a Grace.
— En el caso de Charlie, sí. Y Grace nunca contestó mis llamadas. Lou me dijo una vez que, cuando me fui, ella mostró aquel instinto sobreprotector que tienen los Williams y claro, ella debe detestarme con todo su ser. Sin duda, ella será una gran madre.
— Entonces... ¿Tienes algún plan?
— No tengo muchas alternativas. Creo que sólo debo dejarlos seguir con su vida y hacer como si yo nunca hubiera sido parte de ella.
— ¿Y si también nos vamos de Oahu?
— ¿Al continente?
— Yo tengo que regresar a trabajar y lo sabes. Podrías mudarte con tu hermana y nos veríamos más seguido. O puedes ir al rancho, poner el lugar en condiciones y podríamos... Ya sabes.
— Tendría que vender esta casa y no sé si quiero. De todos modos, debo hablarlo con Mary y esta vez tendría que llevarme a Eddie y...
— La decisión que tomes estará bien, Steve —aseguró retomando su trabajo frente a la laptop en el área de la oficina, sabía que había cosas contra las que nunca podría luchar y menos ganar.
En el palacio, concretamente en las oficinas del Five-O, las cosas se ponían a cada segundo más tensas. Danny tenía que actuar lo más calmadamente posible y mantener calmado al aparentemente nervioso policía.
— Oye, amigo, levántate, ¿sí? Anda, ven, tranquilo —pidió el rubio y todos pusieron atención.
— ¿Sucede algo?
— ¿Cómo te llamas, amigo? —interrogó el detective.
— Soy el oficial Lukela, acaban de asignarme aquí —y todos entendieron.
— Bien, Lukela. Ven necesito que me digas algo más —prosiguió el de Jersey.
— ¿Qué sucede? ¡Mi compañero está herido!
— Junior se está encargando de él, tranquilo. Necesito saber si puedes decirnos más de esas personas que los atacaron, ¿cuántas eran?
— Unas dos o tres... Quizás más, ¡No sé cuántos exactamente, estaban armados! ¡Todo fue un caos! —gritó descontrolado.
— ¡Cálmate! —indicó Lincoln— Vamos, respira y dínoslo todo.
— No hay más que decir —señaló empezando a mover su mano.
— Pon las manos en alto —ordenó el detective; Lou y Tani ya lo apuntaban, poco después, los otros también tenían sus armas en la mano —Vamos, dame ese aparato que tienes en la mano — Adam ya tenía en la pantalla la imagen congelada de algunas personas armadas y encapuchadas, que atacaron a los guardias de la entrada.
— Fuiste tú quien le disparó —afirmó el oriental que había visto todo el video.
— ¿Quién eres? —exigió el capitán.
— Ya dije que soy...
— Tu nombre no es Lukela y seguramente no eres policía —aseveró Tani.
— Soy el sobrino del sargento.
— Sabríamos si Duke tuviera un sobrino policía —dijo Lou. El otro únicamente sonrió.
— Si me disparan, activaré la carga —advirtió moviendo lo que resultó ser un detonador.
— Y sólo tú morirías —dijo el más alto de todos.
— Lo hará también su compañero —dijo mirando a Junior— ¡No te muevas! —Junior se paró; pero permaneció allí. El hombre en el suelo había perdido la vida.
— De acuerdo, cálmate, amigo —pidió Lou— Dinos que es lo que quieres.
— ¡Quieto, capitán! —ordenó dirigiéndose hacia el moreno más joven, quien trataba de mantener distancia y al mismo tiempo estar fuera del alcance de las armas de sus compañeros.
— Está bien; pero hablemos. ¿Por qué estás aquí? —preguntó Quinn tratando de moverse lentamente, sin dejar de apuntarle.
— Debe ser algo importante, ¿estás bien?, ¿tienes un familiar en peligro?
— Estoy perfectamente, oficial Rey. Mi única razón para estar aquí, es para acabar con ustedes.
— Entonces, ¿hay más explosivos? —cuestionó el sargento de marina— Podrías morir si continúas; pero si nos ayudas...
— ¿Creen que me importa? —dijo revelando la pequeña, aunque potente carga de explosivos plásticos, que él llevaba pegado en su cuerpo. Iba a decir algo; pero Danny y Lincoln dispararon hacia la mano del atacante en un intento de evitar que detonara la carga. Tani le dio directo a la cabeza ante su obvia intención de evitar que le quitaran el detonador. Adam se acercó cauteloso y le quitó el aparato.
— Los sospechosos entraron, y sacaron sus armas, sólo él hizo un disparó hacia el oficial. Luego, las cámaras dejaron de funcionar, no puedo asegurar el número de hostiles; pero son por lo menos media docena —indicó el nipón lo más rápido y claro que pudo.
— Hay que evacuar el palacio y llamar al escuadrón antibombas —ordenó el detective— Si quería lastimarnos, debió haber detonado la carga en cuanto nos acercamos, quizás no nos hubiera matado a todos; pero sí herido, este hombre sólo fue una distracción.
— Mientras los otros colocaban explosivos —indicó Junior— Seguramente, ya hasta se fueron.
En el momento que iban a moverse, el edificio se sacudió violentamente con la primera explosión y segundos después, hubo otra y un par más. Algunas se escucharon cerca y otras más alejados, al parecer, todas provenían de la planta baja. Los vidrios de las ventanas estallaron y seguramente habría varios destrozos; pero no los suficientes, para que el edificio colapsara.
Por largos minutos, se escuchó el ruido infernal de los estallidos, así como los bruscos movimientos, como si se estuviera produciendo un terremoto.
Con los oídos zumbando y, ciertamente, muy aturdidos, todos estaban consiguiendo levantarse de entre cosas caídas, incluidos trozos de pared, cristales y mucho polvo.
— ¿Se encuentran bien? —preguntó Cole.
— Define bien —murmuró Quinn, con claras molestias en sus oídos.
— ¿Cómo es que seguimos vivos luego de cincuenta explosiones? —cuestionó Tani.
— Si hubieran sido cincuentas no lo estaríamos.
— Gracias por la explicación, Reigns —gruñó la morena.
— O son muy malos manejando explosivos, o no querían matarnos —explicó el ex jefe del SWAT.
— ¿Juegan con nosotros? —cuestionó el japonés.
— Puedes estar seguro, amigo —aseguró Lincoln, revisando su arma— Tenemos que salir de aquí.
— Apuesto a que todas las cargas estaban dirigidas a sellar cualquier entrada o salida en todo el edificio —dijo el de Jersey.
— Quedarnos esperando no es buena idea —señaló Cole— O el edificio podría derrumbarse, o podría haber otra carga y la detonarán al darse cuenta que estamos vivos.
— Seguramente la gente que transitaba cerca ya llamó a emergencias —dijo Tani.
— Aún así, busquemos una salida —ordenó el rubio yendo a la salida; pero se detuvo abruptamente.
Varios hostiles, entraron en perfecta formación disparando, eran más de los que Adam había visto en la grabación. Evidentemente, estuvieron ocultos y seguros en alguna parte desde donde detonaron las cargas. Todos avanzaron desplazándose, evadiendo el cadáver de su cómplice y el del policía, haciendo que el equipo retrocediera tratando de ponerse a cubierto en el interior de las oficinas, mientras contestaban el fuego; pero los rifles de asalto de los otros causaban más daño. Lou buscó su teléfono con desesperación.
— ¡Five-O bajo ataque!, necesitamos refuerzos en el Palacio Iolani. ¡Ahora!
— ¡Salgan y sus familiares tendrán la oportunidad de tener cuerpos para sepultar! —gritó uno, los de la unidad de élite respondieron con disparos.
— ¿Quién diablos son ustedes? —cuestionó el de Chicago.
— No importa, capitán —respondió otro.
— ¡Ríndanse, Williams! ¡Será una rápida ejecución o una gran explosión y no quedará nada de ustedes, ni de este lugar!
— ¡Cierra la boca! —gritó Quinn sin dejar de disparar.
— Como la dama quiera —dijo el mismo y sacó su radio, dando instrucciones, mientras retrocedía. Adam mostró el detonador que le había quitado al falso policía y Danny lo aprobó. Todos se cubrieron y la explosión alcanzó a un par, evitando su huida, aunque varios lograron salir.
— ¿Todos vivos? —indagó Lou y obtuvo respuestas afirmativas.
— Tenemos que alcanzarlos —dijo Cole.
— No irán a ningún lado, —dijo Junior revisando sus municiones— los atraparemos.
— Que la policía envíe helicópteros, así será más fácil salir —indicó Tani sacando su celular.
— Las líneas están muertas —dijo Danny mirando su teléfono— Por ahora, estamos solos.
Cole, Lou, Quinn y Adam fueron al arsenal de armas buscando los rifles y municiones para sus pistolas, mientras los demás cuidaban la entrada por si los enemigos volvían. Fue cuando Noshimuri y la sargento le entregaban cartuchos al detective y a los otros dos jóvenes, que un ruido los alertó.
— ¿Un helicóptero en esta zona? —preguntó Junior. Danny y Tani cruzaron una mirada.
— No creo que sean de los nuestros, ¿o sí? —temió la chica.
— ¡Cúbranse! —gritó el detective, que corrió llevando a los chicos hacia el pasillo de salida.
Obviamente, el objetivo eran las oficinas, y era donde el helicóptero tenía órdenes de atacar, todos lo sabían; pero el tiempo para ponerse a salvo fue insuficiente. Adam logró agarrar a Quinn y meterla bajo el tablero de la computadora. De pronto, todo volvió a sacudirse violentamente, a causa del nuevo estallido.
Sin ánimo alguno, McGarrett, que en principio se había terminado de vestir para sacar a Eddie a pasear, se tiró en el sofá largo, que se había convertido en su favorito y prendió la televisión. El canal estaba en las noticias.
— Nos encontramos cerca del Palacio Iolani, donde hace unos momentos, se escuchó unas fuertes explosiones. Según los testigos, las detonaciones se produjeron entre el lobby y alguna parte cerca de las oficinas que pertenecen a la fuerza de élite Five-O. No tenemos reportes acerca de la situación en que se encuentran los miembros del equipo de la gobernadora y, a pesar que la policía y los bomberos ya están en el lugar, no han podido acercarse ya que también se han producido explosiones en los alrededores a causa de lo que se presume fueron carros bomba qué, cómo podemos observar, aún están ardiendo, lo que imposibilita que los rescatistas puedan acercarse al dañado edifico. La población ya se está preguntando si se trata de un ataque terrorista y si habrá otros atentados contra la ciudad. Nos han confirmado que la marina y el ejército ya se encuentran en alerta máxima y...
La periodista se interrumpió un momento, ante los gritos de un policía y en la casa, el ladrido de Eddie, el violento movimiento y el peligrosamente pálido rostro de Steve llamó la atención de la teniente. Cuando ella se acercó y vio la televisión también empalideció.
— ...Acabamos de recibir información de que un helicóptero de procedencia desconocida se acerca al edificio y nos piden que retrocedamos ya que... ¡Algo está sucediendo en este momento...! ¡Por los dioses!... Lo que ha parecido ser un misil ha impactado contra el edificio y… Dos personas parecen haber salido expulsadas desde la planta superior... No podemos identificar quienes; pero...
Catherine apenas tuvo tiempo de ver a Steve y seguirlo, antes que él atravesara la puerta, naturalmente, rumbo al cuartel general del Five-O.
CONTINUARÁ…
N/A: Gracias por leer!
Chapter 19: CAPÍTULO XIX. ATAQUE AL PALACIO IOLANI - PARTE II.
Chapter Text
Absolutamente todo era una confusión en la parte exterior del palacio. Las versiones variaban y el miedo aumentaba. Las autoridades, que ya habían sido llevadas a un lugar seguro, habían ordenado destinar todos los recursos para proteger la isla, capturar a los responsables y ayudar a las víctimas, así que la policía y las fuerzas militares estaban en alerta máxima, estudiando posibles blancos y resguardándolos en caso de haber nuevos atentados.
Pero hasta ahora, todo el caos se había producido únicamente en el Palacio Iolani.
Luego que el helicóptero atacara al edificio, revoloteó un poco por la zona, admirando todo el desastre, a la gente corriendo en busca de un refugio y a los varios autos incendiados, alrededor del palacio. Por supuesto, ayudaron a aumentar el daño. Dispararon con ametralladora y quizás hasta hubieran lanzado un segundo misil, de no ser porque la policía y el SWAT respondieron en defensa y el helicóptero cesó su ataque y se marchó, posiblemente enterados de que dos naves de la Policía estaban cerca.
Rescatistas y bomberos, revisaron los daños a sus equipos, encontrando que más de una bala había dado en las mangueras y era crucial que apagaran los autos incendiados, especialmente aquellos que estaban en el área de estacionamiento y retirarlos, puesto que estorbaban para que los carros bomberos ingresaran y así al menos, pudieran llegar con escalera hasta la planta alta. Sin embargo, el oscuro humo dificultaba la vista y la respiración, especialmente de aquellos que no contaban con protección.
La policía ya tenía rodeada la manzana, bloqueando la transitabilidad por las calles Mililani, St., King St., Queen St., y Punchbowls St. Los agentes también tenían que luchar con la insistencia de la prensa y gente que no dejaba de llegar para presenciar el hecho. Y arriesgar la vida en el proceso.
En cuanto fue posible, y como pudieron, evacuaron del lugar a los dos agentes que habían salido volando por una de las ventanas, ambos fuertemente resguardados. Ante el terrible panorama, muchos creyeron que más que una tarea de rescate, podría tratarse de una de recuperación.
El palacio no sólo tenía albergadas las oficinas del Five-O. En la parte posterior, aquella que daba a Mililani, estaban algunos de los Tribunales Judiciales, además de otras oficinas, por lo que era difícil saber realmente cuánta gente se encontraba al interior. El sargento Lukela daba órdenes a todo el mundo, mientras una y otra vez rogaba por sus amigos. A su lado, Púa, trataba de hacer lo necesario para apoyar al sargento.
No estaban seguros si el ataque había terminado con la huida del helicóptero. Probablemente, aún había algunas otras sorpresas, y algunos autos seguían produciendo explosiones, cuando el fuego se encontraba con más rastros de gasolina esparcida, por lo que era difícil apagarlos o no ponerse nerviosos.
Era crucial verificar la condición de los cimientos, para así saber si la estructura resistiría o de lo contrario, los rescatistas no podrían ni acercarse al edificio por el inminente riesgo. Ingresaron al amplio estacionamiento subterráneo por donde las patrullas metían a los sospechosos, para conducirlos a las salas de interrogación. Las gruesas columnas no tenían daños de consideración, por lo que parecía que el edificio no se vendría abajo. Eso hasta que vieron paquetes sospechosos fuertemente asegurados en varias de las columnas, así como en la puerta de acceso hacia las salas de interrogación.
El escuadrón antibombas fue avisado y empezó a hacer sus propias evaluaciones, ordenando a los rescatistas alejarse del edificio hasta nuevo aviso.
La camioneta llegó y frenó bruscamente, hasta el lugar donde el auto podía avanzar llegando por la calle King y tanto el conductor y su copiloto, corrieron el par de cuadras hasta estar a la altura del palacio, deteniéndose cerca de la estatua del rey Kamehameha, sin permitir que nadie los detuviera o alejara. Ambos con teléfonos en mano, tratando de comunicarse con alguno del equipo.
— ¡Duke! Duke, ¿dónde están los muchachos? —cuestionó un desesperado McGarrett acercándose al uniformado.
— Vimos a dos que salieron expulsados por la explosión —siguió Catherine, también desesperada.
— Eran el capitán Grover y el sargento Lincoln. Ya se han llevado a ambos.
— ¿Ellos están bien? —preguntó Steve.
— Lou está muy herido, cayó duramente sobre el pasto, pero aún respiraba.
— ¿Y Lincoln? —indagó la chica.
— Aterrizó sobre uno de los autos, no se pudo hacer nada. Lo siento —hubo unos segundos de silencio.
— ¿Qué hay de los otros? —cuestionó el comandante.
— El Camaro y los otros autos están en el estacionamiento, así que creo que están dentro. Los rescatistas estaban buscando una forma de ingresar; pero les han ordenado detenerse, se encontraron paquetes de explosivos en el estacionamiento subterráneo y están buscando en otras áreas por si hay más. El escuadrón antibombas está al mando, por eso nadie tiene permitido acercarse. Los bomberos están batallando con los autos incendiados.
— ¿Qué hay del helicóptero? —preguntó la chica.
— Nuestra unidad aérea lo está siguiendo.
— ¿Nadie se ha comunicado?
— No, Steve. He intentado llamarles, no entra la señal.
— El proyectil dio directamente a las oficinas… —analizó la morena— Hay demasiado humo. ¡Steve!
El SEAL corrió hasta donde el escuadrón antibombas estaba trabajando. Necesitaba información y si podía ayudar, el tiempo era muy importante.
En el interior, se concentraba una nube de intenso humo y polvo debido a los equipos que habían sido destruidos y que ardían junto con archivos, material de escritorio y muebles.
El mayor daño se había producido en el área de la computadora central, y el comedor; allí había un gran hueco en el techo y el piso habían desaparecido, llegando a verse la planta inferior llena de escombros. Y el resto del pasillo tenía horribles rajaduras que, si eran pisadas, posiblemente causarían una muy mala caída. Milagrosamente, aún había paredes en pie como aquella cuyas ventanas, que sí estaban rotas, y daban hacia el estacionamiento. Allí también había cosas quemándose. Algunos aspersores apenas soltaban pocas gotas de agua. Pero no sólo el misil causó daños, también el material guardado en el arsenal terminó explotando coadyuvando a los deterioros. Todos los monitores estaban destrozados, varios cables arrancados hacían corte, amenazando con electrocutar a quien se acercara.
El amplio espacio transitable se había reducido, a causa de lo anteriormente mencionado y de los escombros formados entre trozos de techo, pared, muebles metálicos, de madera, vidrios, y cuadros que una vez decoraron las paredes.
Varios minutos habían pasado del ataque, cuando unos quejidos empezaron a oírse. De apoco consiguió moverse, el polvo le evitaba tener una vista clara, el dolor en su cabeza y la confusión le impidieron entender qué había sucedido. Tardó un poco en recuperar del todo la conciencia y darse cuenta de lo que había pasado y cómo había terminado dentro de la que una vez fue la oficina de Chin Ho Kelly. Miró por todos lados.
— ¡Tani!… ¡Junior!… —llamó Danny deshaciéndose de una puerta de alguna oficina que le había caído encima. El vidrio le produjo varios cortes— ¡Junior!... ¡Tani! —gritar le costó mucho esfuerzo.
— ¡Estamos aquí! —respondió Junior, tratando de enfocarse. Ambos también estaban polvorientos, con heridas varias y aturdidos. Danny se acercó y los ayudó.
— ¿Los demás? —preguntó la chica, sosteniendo su acostado, mientras miraba alrededor y luego intentó regresar a dónde una vez estuvo la computadora, seguida por los otros— ¡Adam!... ¡Adam! ¡Lincoln!, ¡Lou!... ¡Quinn! —gritar para ella tampoco era fácil por culpa del humo.
— Aquí… —dijo Liu desde un rincón, apenas intentando salir de debajo del pesado tablero que le había caído encima. Junior le ayudó a quitar lo que la aprisionaba, revelando las varias magulladuras por todo su cuerpo.
— Tani…
— ¡Adam! —la joven corrió hasta él y junto a Danny levantaron los pesados escombros que una vez fueron parte del techo y parte lo que fue un escritorio que le habían caído encima. Ella procedió a romper un trozo de la camisa del nipón para envolverle el brazo que tenía un feo corte y sangraba.
— ¿Lou y Cole? —cuestionó la sargento, tratando de quitarse la tierra de los ojos. Tenía una herida en la cabeza que recién había descubierto, así como una molestia en el pie derecho.
— No los veo —dijo Junior, buscando y tratando de evitar cables y piso frágil.
— ¡Danny! —llamó Adam al ver que el rubio también seguía buscando a los otros, aunque era difícil avanzar por todos los obstáculos. No encontró a nadie y su rostro mostró aflicción al igual que todos.
— Ay que salir de aquí —dijo Tani intentando no llorar.
— Junior, ve a ver si se puede bajar por las graderías, no creo que el ascensor sirva —pidió el rubio casi en un susurro.
— En seguida.
— ¿Oye, estás bien? —preguntó Quinn al ver al rubio de pronto alerta. Danny indicó silencio, mientras no dejaba de mirar el agujero que había en el techo y sacaba su arma. Tani hizo lo propio al escuchar ruidos en la azotea.
El detective se arriesgó a moverse a la parte donde el proyectil había destruido el techo y un par de disparos llegaron muy cerca de él. Tani contestó el fuego, mientras Adam hizo retroceder al rubio, una bala le había rozado la pierna. Luego, todo fue silencio y el grupo retrocedió.
— No hay modo de salir, todo está bloqueado; —dijo Junior, regresando aprisa alertado por los disparos.
— ¿Qué hacemos? —cuestionó el japonés.
— El camino a la azotea está medianamente libre; pero seguramente estarán esperándonos —continuó el más moreno.
— ¿Oye, estás bien; Danny? —cuestionó la de pelo largo y rizado, ahora hecho un desastre; el rubio asintió intentando controlar su agitación.
— Seguimos sin señal, debieron haberla bloqueado —dijo Adam mirando el celular— Y las radios satelitales están destruidas junto con nuestro armamento.
— Seguramente los rescatistas ya están afuera, aunque si consiguen subir serán blanco de los atacantes, así que tenemos que hacerlo por nuestra cuenta y pronto —indico el de ojos azules, inquieto por los cables y las gotas de agua que seguían cayendo de los aspersores. No entendía cómo era que nadie hubiera ordenado el corte de la electricidad en la zona.
— No podemos usar ni graderías, ni el ascensor; pero podríamos salir por alguna de las ventanas —indicó el japonés, observando todo.
— Aquellas nos conducirían hacia los Tribunales. Aunque lo intentáramos, no será sencillo permanecer ocultos, mientras caminamos por los techos, —indicó Quinn— y no será fácil para mí moverme rápidamente y creo que para ninguno.
— Y la mayoría de la ayuda debe estar por el frente, si logramos salir al área del pasillo frontal, saldremos rápidamente. Es la mejor vía —dijo el muchacho de piel morena.
— No podremos hacerlo, mientras tengamos en frente todos esos escombros, cables eléctricos y, además, ese vidrio es resistente y ellos estén arriba. Tácticamente tienen ventaja, nos dispararán mientras intentamos abrir una salida —explicó Quinn.
— Pues vamos a enfrentarlos.
— El problema, Tani, —dijo Adam— es que no tenemos demasiadas municiones y ellos tienen de sobra.
— Si le hacemos saber a Duke que hay enemigos en la azotea, mandaría un helicóptero —de nuevo Tani.
— ¿Haciendo planes, detective? —cuestionó el que antes había hablado por la radio, sin llegar a mostrarse— Hay cargas de explosivos en todo el recinto. Dejaremos que sus amigos se diviertan un poco tratando de rescatarlos; de todas formas, no podrán hacer nada. Aunque las encuentren, les tomará mucho tiempo desactivarlas todas.
— Si llegan a detonar esos explosivos con toda la gente que debe haber fuera y si un helicóptero está cerca, podría causar más daño y víctimas —susurró Junior, desanimando a todos.
— No tenemos mucho tiempo, hay que abrir una salida ya —indicó el rubio— Quinn vigila la entrada. Tani alerta con nuestro amigo de arriba.
— Ojalá tuviéramos algo para hacer explotar el muro, —expuso Adam— sería menos sospechoso que golpear la pared una y otra vez.
— Si tuvieras alguna granada en tu bolsillo, Joons, sería perfecto —dijo Tani.
— No tengo una en mi bolsillo; pero quizás… ¿Dónde se supone era mi oficina?
— Seguramente donde hay restos de cosas de SEAL —respondió Quinn.
— Sí, es verdad. Quiero el escritorio… Yo… Tenía una granada…
— ¿De humo? —preguntó Adam, aunque sabía que no era de esas.
— Eh… No.
— Lo normal es que guardes material de escritorio, algunas balas y quizás algún bocadillo; pero sólo un SEAL puede pensar en guardar una granada. Si la encuentras y salimos de aquí, te regalaré una suscripción al campo de tiro o lo que quieras —prometió el rubio y todos se pusieron a revisar los trozos de madera que un día fueron escritorios, hasta que finalmente Adam llamó al moreno, sin animarse a sujetar el artefacto, no se veía seguro. Junior no dudó.
— Sugiero que se alejen lo más que se pueda.
— Oigan, ¿no sería mejor usarla contra…? —preguntó Quinn señalando a la azotea.
— El seguro está aplastado, no funcionaría.
— Junior, si no es seguro, no lo hagas —pidió Danny.
— Si no lo hago, no saldremos de aquí. La usaré en esa pared, —señaló aquella que estaba detrás de la que hace un par de años, fue la oficina del de Jersey— está más debilitada que las otras, porque estuvo cerca de la explosión.
— Si el seguro está aplastado, ¿cómo harás que funcione? —cuestionó Tani.
— Con un disparo, sólo… aléjense, por favor —sin estar conformes o muy seguros, todos obedecieron y el oficial preparó el artefacto como lo vio conveniente.
Afuera del palacio, Eric llegó corriendo, ni siquiera se había quitado la bata del laboratorio. Muy detrás de él, aparecieron Kamekona y Flipa; pero ellos no pudieron avanzar por el cerco de la policía, a pesar de sus enérgicas protestas.
— ¡Sargento! ¿Sabe algo de mi tío y de los demás?
— Siguen dentro —respondió Duke.
— ¿Son disparos? —cuestionó Eric asustado, el policía ya tenía su arma en la mano, buscando el lugar de procedencia. Steve, a quien no le habían permitido entrar en el estacionamiento; pero que seguía allí rondando, regresó a donde estaba Duke, alertado por lo que pareció una explosión no muy potente.
Con el segundo disparo, Junior logró liberar el área, no totalmente, todos tendrían que maniobrar un poco para salir; y el humo seguía siendo un horrible problema.
Esperaron alguna reacción de los hombres de la azotea, y afortunadamente, no sucedió nada.
— Junior y yo los cubriremos; ustedes se desplazarán hasta el pasillo, a la parte más alejada y tendrán que bajar de algún modo y avisar de toda la situación lo más silenciosamente posible —indicó el jefe— No importa cómo; pero deben hacer que toda la gente se aleje de esta zona.
— Es un poco alto; pero es preferible una fractura en la pierna que morir, ¿no? —opinó Quinn.
— Que vayan Adam y Liu primero, ambos son los más lastimados —señaló Tani.
— Y los que menos resistiremos a una caída —dijo la mencionada— Mejor vayan todos ustedes, yo me quedo cubriéndolos y ya con ayuda, regresan por mí.
— Ninguno estamos en condiciones; pero será como dije, Junior los alcanzará de inmediato y podrá ayudarles a bajar.
— Yo me quedaré con usted, detective y nos iremos juntos.
— De ninguna manera, Junior; tú debes proteger la retirada. Y déjate de formalismos ahora.
— ¡Hay explosivos! —dijo Tani con desesperación— Si te quedas…
— Vamos, obedezcan niños. Y no me voy a quedar, los alcanzaré pronto —dijo sonriendo y limpiando con el pulgar un poco de sangre del rostro de Tani— ¿Listo, Junior?
— Sí, señor.
— ¡Ahora! —ambos se pusieron a tiro de blanco, mientras, Adam cubrió con su físico a las dos chicas que maniobraban hasta poder salir.
Parte del piso del pasillo había cedido, así que tuvieron que dar un pequeño brinco, que de todos modos fue terrible para la lastimada Liu, que se levantó lo más rápido que pudo. Los atacantes empezaron a disparar.
— ¡Junior ve, te seguiré!
— Señor, vaya primero.
— ¡Obedece! —y Junior fue retrocediendo sin dejar de disparar.
— ¡Disparos de nuevo! —dijo Eric, los oficiales trataban de encontrar una manera de contraatacar, pero sin éxito.
— ¡Quinn y Tani salieron al pasillo! —avisó Catherine que tenía binoculares, el maldito humo dificultaba la vista. A su lado, Noelani que había llegado hace poco todo llorosa, rezaba entre asustada y aliviada de ver que había otros con vida, mientras abrazaba a Eric y se colocaban tras los uniformados.
— ¡Y ahí están Junior y Adam! —dijo Steve y se puso frente al SWAT en actitud de líder— ¡No disparen, son de los nuestros!
— ¿Y el tío D?
El moreno y Adam corrieron; pero se detuvieron a medio camino al notar que sólo había sonido de las armas enemigas y el detective no aparecía. Quinn quiso volver; pero Junior la sujetó.
— Tenemos que hacer lo que Danny dijo.
— ¡No va a poder solo! —protestó ella.
El nipón que había perdido su arma, tomó la de Quinn y regresó. Tani quiso seguirla, y Junior se impuso una vez más.
— ¡Adam volvió a entrar! —dijo Lukela.
— Están haciendo señas, creo que dicen… —tanteó la teniente.
— ¡Capitán, hay hostiles en el techo, mande hombres en helicóptero! —pidió Lukela al jefe del SWAT.
— Tardarán veinte minutos.
— ¡Hágalo! —y claro, también enviaron tiradores a los edificios más próximos.
— Steve… —rogó Noelani.
— Tengo que ayudar de alguna manera…
— Aunque te acerques no hay modo de subir —dijo Catherine y lamentablemente era cierto.
— ¡Capitán, necesito unos hombres para traer a esos chicos! —pidió Steve, sabiendo lo que harían y el capitán ordenó un desplazamiento de modo que, quienes estaban en la azotea no lo notaran y junto a McGarrett y la teniente, buscaron llegar. Mientras, Junior ayudaba a Tani y a Quinn a pasar al otro lado de la baranda y poco a poco se movían hasta soltarse y caer al piso, tratando de evitar la vegetación y los escombros, aunque aterrizar sobre el piso duro, tampoco fue bonito. De inmediato fueron socorridas— ¡Tani!
— ¡Steve!
— ¿Y Danny? —preguntó él.
— Está dentro —dijo Quinn apretando los dientes, mientras Catherine y Duke la ayudaban a levantarse— Hay explosivos por todo el palacio. Van a detonarlos en cualquier momento, hay que despejar lo más que se pueda —Duke, tuvo que regresar y ordenar ampliar el perímetro y también lo informó al jefe del escuadrón antibombas, que no habían dejado de trabajar en la desactivación de las ya encontradas.
— ¿Dónde está Junior? —preguntó Tani con desespero.
— Regresó —respondió Catherine.
— Tani, ¿sabes cuántos están en la azotea?
— No lo sé, Steve, matamos a algunos; pero no tengo idea de cuántos quedaron.
— ¡Aléjense de aquí! —indicó el capitán del SWAT y todos retrocedieron protegidos por los hombres del mencionado equipo.
— Danny dijo que nos seguiría, debimos saber que no lo haría —se disculpó la sargento, mientras se sentaba en una camilla, tenía el pie muy lastimado.
— ¿Está bien? —preguntó Eric.
— Un poco magullado —respondió Tani, sólo para calmarlo, mientras también la atendían.
— Tranquilo, tu tío es fuerte —aseguró el hombre de los camarones, apoyado por su primo y poniendo una mano en el hombro del chico que asintió.
— Seguramente irá tras los culpables, ¿verdad? —cuestionó Quinn a Steve en un susurro.
— Sí, él no va a dejar esto así —aseguró él con aflicción.
— ¿Y si no logran salir?
El tiempo se acababa, el miedo invadió a Steve, y recordó cuando él mismo tomaba acciones arriesgadas, muchas de ellas suicidas y Danny luego lo recibía con un gesto de alivio y un extraño brillo en los ojos que intentaba esconder. Finalmente, McGarrett podía comprender lo que el de ojos azules sentía cada que ponía su vida en riesgo. Y su desesperación fue mayor. Caminó hacia uno y otro lado, buscando una forma de entrar.
La puerta principal de la histórica edificación estaba destruida y kilos, y kilos, y kilos de escombros, impedían pasar. Habló con los de rescate, buscando ayuda para entrar por alguna de las ventanas; pero en algún punto, el acceso seguía bloqueado. El jefe del escuadrón antibombas le reveló que todas las puertas habían sido selladas con explosivos con un compuesto altamente inestable, por lo que, si permitían a los rescatistas seguir actuando, estos podrían causar un estallido por hacer un mal movimiento. Se había ordenado que defensa civil trajera sacos de arena por si no podían desactivar todos los explosivos; pero al menos así amortiguar el impacto. Los bomberos ya casi habían conseguido apagar todos los focos de calor y retirado los autos dañados.
Sin embargo, los rescatistas estaban trabajando por el otro lado, por las salas de la corte, allí el peligro parecía ser menor, así que, en contra del juicio del jefe del escuadrón antiexplosivos, se pusieron manos a la obra con aquellos que se ofrecieron como voluntarios y habían podido romper una ventana y entrar, encontrando a personas, todas ellas heridas debajo de más escombros. La advertencia de Quinn sobre más explosivos, hizo que Steve corriera hasta ese lado y luego de ayudar a los rescatados a llegar a las alejadas ambulancias, intentó seguir avanzando siguiendo el camino que los valientes trabajadores habían hecho; pero de nuevo, el camino estaba bloqueado. Disparos se produjeron contra los voluntarios, Steve salió y vio a la policía responder; pero por la posición, también estaban en desventaja.
Frustrado, estudió opciones, sabía que los uniformados enviados a los edificios cercanos no podrían hacer mucho, ninguno era suficientemente alto para tener una buena vista de la azotea del Palacio y el humo seguía sin querer esfumarse. Los carros bomberos también habían sido atacados, cuando intentaron acercarse y no volvieron a intentarlo.
Ni siquiera subiéndose a uno de los árboles podía alcanzar la terraza, las ramas estaban alejadas y sólo conseguiría que lo mataran, ni siquiera tenía un arma con él. Steve regresó y viendo que los mencionados sacos de arena finalmente habían llegado, se puso a ayudar. Eric, Kamekona, Flipa y los otros también participaron.
Mientras todo aquello sucedía, en el interior, el detective se tomó unos segundos para revisar la herida en su brazo y sacarse un par de esquirlas, intentando ignorar la gran molestia en los ojos y en la garganta.
Miró todo, parecía una pesadilla; pero lo único que quería ahora, era evitar que los responsables provocaran más daño. El humo seguía intenso, favorecía a los malhechores. Se desplazó evadiendo escombros y muchas otras cosas incluyendo parte del gran hueco en el piso, para llegar a lo que quedó de su oficina en busca de balas para su arma de apoyo que también había usado, sólo él llevaba una siempre consigo, así que la munición para ella estaba en su escritorio. Encontró algunas desparramadas.
Cuando iba de salida, vio que en el piso estaba la medalla de Steve, algo maltratada. Hacía tanto tiempo que la había tenido guardada, desde que tomó el mando más exactamente. Tomó el objeto, lo miró un segundo y se lo puso en el bolsillo rogando que le diera un poco de suerte.
Al regresar casi pisó un cartucho, no estaba lleno; pero servía para su arma reglamentaria. Estaba dirigiéndose hacia el pasillo, a la parte más segura, caminando con algo de dificultad, atento a un posible ataque desde la azotea. Logró alejarse del área peligrosa, encontrándose sorpresivamente con el asiático que estaba con los ojos en el techo, listo para disparar de ser necesario. Sólo después de ver al rubio lejos del área de peligro, se dirigió hasta él.
— ¿Qué fue lo que dije? —cuestionó molesto al ver sus órdenes desobedecidas.
— Esos malditos destruyeron nuestra casa. Sé que irás por ellos y yo iré contigo digas lo que digas —desafió.
— Adam… ¿Estás seguro? Estás muy lastimado —él otro afirmó vehementemente— Bien, ¿y los demás?
— Ya están a salvo, y hay mucha gente afuera —dijo Junior acercándose.
— ¿Pero yo hablo ruso, pársel o qué? —volvió a protestar— ¡Les dije que se fueran!
— Lo sé; —dijo Junior— pero, yo tengo que asegurarme de que nadie quede atrás. Y a estas alturas, Tani y Quinn me matarían si vuelvo sin ustedes. Ellas y muchos más, claro.
— Steve también está ahí, seguramente esperándote —contó Adam.
— El muy animal estará deseando poder entrar para dispararle a alguien, más vale que estén deteniéndolo —rezongó, mientras iban de camino a la azotea— Tendremos una oportunidad, sólo si logramos sorprenderlos.
— No hay problema, únicamente tenemos que hacerlo antes que activen los explosivos —dijo Junior.
Los tres subieron cautelosamente, no resultó fácil; pero lo consiguieron y de inmediato buscaron a los responsables. Tres estaban cerca del aparato de ventilación, afortunadamente de espaldas a ellos, así que no tuvieron problemas en acercarse. El sol había empezado a ocultarse y a causa de todo el humo, el lugar se veía más oscuro.
Danny llamó su atención.
— ¡Hey!
Y antes que los otros pudieran siquiera apuntarle, Junior, Adam y el mismo rubio acertaron en sus tiros. Y el cruce de balas dio inicio, cuando otros cuatro que estaban en la parte central entre los tres aparatos del aire acondicionado, dispararon mientras se acercaban a los agentes de la ley, que tuvieron que cubrirse tras las formas piramidales. Abajo, todos habían oído el alboroto.
Danny quería al imbécil, que estaba a cargo, así que, tomando una acción por cuenta propia, corrió en línea recta hacia el otro lado, pasando por un lado del gran ventilador, sabiendo que el tipo lo perseguiría. Así, logró llegar hasta el lado que daba a la calle Mililani, y al ver que funcionó, disparó obligando al hombre a cubrirse, momento que Danny aprovechó para retroceder y llegar a la altura de esa pequeña torre donde estaban los mástiles de las banderas.
El hombre, se detuvo viendo si podía disparar hacia Junior y Adam; pero el ventilador los cubría. Un nuevo disparo del jefe del Five-O lo hizo desistir, además, que tenía más hombres para acorralar a los otros. Él quería encargarse de Williams así que siguió avanzando, consciente que el policía no tenía demasiadas municiones, y, de hecho, notó que sus últimos disparos fueron hechos con otra arma.
Daniel logró asestarle en la pierna haciéndole caer, aún sujetaba su arma, pero estaba apuntando a otro lado.
— ¡Tírala y levántate!
— Es cierto lo que dicen, usted tiene muchas vidas…, detective.
— ¡Obedece!
— ¿O va a dispararme de nuevo?
— No me tientes.
— Aunque a mí me arreste, no saldrán vivos. Mis compañeros no lo permitirán.
— ¿Quién dijo algo de arrestarte? —Adam y Junior se les acercaron, pues los enemigos habían intentado moverse a fin de ayudar a su jefe y claro, ellos también debían defender al suyo. Y allí estaban formando una barrera usando las armas de los enemigos muertos, deshaciéndose de otros dos cuando se asomaron— ¡Por última vez, tira tu arma! —repitió el rubio.
— ¿Va a dispararme cuándo esté desarmado?
— Trataste de ejecutar a mi equipo, no te mereces estar en una celda.
— ¿Va a permitirlo? —le cuestionó a Adam que se volteó apuntándole.
— Soy un Noshimuri y un Five-O, si se meten con mi familia, tienen que pagarlo. Anata wa shi niataisuru —Danny ni se molestó en preguntar, la expresión rabiosa del oriental lo dijo todo. Adam lo levantó bruscamente luego de quitarle su arma y tirarla a un lado, antes de volver al lado de Junior. Sabía que Danny era perfectamente capaz de enfrentarse a ese hombre y fuera de él, ya sólo quedaban dos.
Mucha gente había despejado la zona, y aquellos que se habían quedado allí estaban con el alma en vilo.
— Ya no se escuchan disparos —dijo Eric.
— ¿Y el helicóptero, Duke? —gruñó Steve, lo sacos de arena habían sido colocados en las áreas cercanas donde se tenía confirmado la presencia de los peligrosos artefactos.
— Ya debería estar aquí.
— ¿Qué sucede? —preguntó Catherine ante el movimiento de los uniformados, saliendo del estacionamiento subterráneo.
— Un par de bombas que no pudimos quitar han sido activadas —advirtió el capitán del escuadrón— Todo el mundo debe salir de aquí.
— Capitán, un helicóptero de los nuestros se acerca —advirtió Steve.
— ¡Pues de la orden para que se aleje!
— ¡Tenemos tres hombres del Five-O ahí arriba! —reclamó Lukela.
— ¡Si esas bombas explotan y el helicóptero se acerca habrá más muertos!
— ¡Dios, no! —rogó Eric, cubriéndose la cara con las manos.
— ¡Danny! —gritó Steve con desesperación, aún sabiendo que no podía oírlo.
— ¡Steve, no puedes acercarte! —pidió Lukela, Catherine también lo sujetó.
— ¿Y debo verlos volar en pedazos?
— ¡No hay forma de entrar! —dijo el sargento con pesar— Lo lamento, Steve.
— ¡Steve! ¡Tenemos que hacer algo! —protestó Tani apareciendo, y McGarrett se maldecía así mismo por no encontrar un plan. La oficial Rey continuaba reclamándole. Noelani y Eric lloraban con impotencia.
El hombre cayó otra vez, gracias al nuevo golpe que Danny le había dado. Adam y Junior fueron de frente, a pesar de no tener la protección de chalecos antibala. Los últimos enemigos, habían retrocedido, así que los chicos buenos avanzaron cautelosamente; pero fueron sorprendidos y desarmados. Los malditos habían escogido una lucha cuerpo a cuerpo y vaya que eran hábiles, hombres, claramente entrenados. Pero no eran los únicos, eso y más la bronca que el moreno y el japonés tenían, hicieron que la pelea fuera brava.
Danny estaba despedazando al tipo. Ciertamente el otro había intentado golpearlo confiado en su altitud y habilidades y si bien casi lo había derribado en un momento dado, Danny se estabilizó y siguió respondiendo al ataque del otro, sin importarle sus manos ya muy lastimadas. Evidentemente frustrado por no poder acabar con el hombre de Jersey, terminó perdiendo los estribos, y aprovechando aquello, Danny sólo había tenido que darle un golpe en el estómago y otro en la quijada para hacerlo trastabillar y enviarlo hasta abajo. Demás está decir que el hombre que ahora estaba sobre los escombros, quedó irreconocible.
— Supongo que el tipo planchado es uno de los agresores. Parece que Williams lo ha usado como saco de boxeo —mencionó el actual capitán del SWAT localizando al rubio mediante sus binoculares.
Steve miró a su ex compañero a través de los suyos, aliviado de verlo en aparentemente buen estado, cansado; pero sin heridas graves visibles.
— Bien hecho, Danno —sonrió el comandante.
Adam consiguió quitarle el cuchillo con el que el maldito infeliz intentó herirlo y clavárselo en un área letal. Su moreno compañero le había destrozado el cuello al otro. A pesar de la pantalla rota, Junior fotografió a los sospechosos y todavía con la respiración agitada, se reunieron con un también agitado Danny que estaba cerca del borde. Era difícil saber que parte era sangre propia y cual la de los atacantes, aquella que estaba impregnada en la piel y en la ropa.
— ¿Se encuentran bien?
— Perfectamente, Danny —respondió el moreno.
— Sólo es un rasguño —aseguró el oriental a su herida en el hombro, que ciertamente, fue producto de una bala— ¿Cómo vamos a bajar? ¿Regresamos? —preguntó el oriental.
— Es Steve —dijo el moreno señalándolo— Están trayendo una escalera, aunque no parece que llegue hasta aquí. Activaron las cargas, uno de ellos tenía el detonador. Asumo que tenemos unos pocos minutos.
— Quizás haya algo que podamos usar entre sus cosas —dijo el oriental vaciando el bolso que había estado cerca del ventilador y que él tomó— Hay varias cosas y también una cuerda, podemos usarla —el moreno se la arrebató y empezó a atarla al pequeño pero fuerte pilar.
— Parece que intentarían escapar antes de que todo explotara —analizó Adam.
— Quisieron hacerle creer al hombre bomba, que sería un sacrifico conjunto, vaya compañeros. Adam, vas primero, en cuanto alcances la escalera, Junior te seguirá.
— Esta vez tienes que ir primero, Danny.
— No está a discusión. Vas primero, Adam y lleva ese detonador, a ver si pueden hacer algo.
— ¡Danny, por favor!
— Escuchen —gruñó antes que Junior también se uniera a la discusión—Prometo ir detrás de ustedes. De ninguna manera me quiero quedar, no estoy loco, quiero ver a mis hijos de nuevo. Así que dejen de discutir y muévanse de una vez.
Adam aceptó a regañadientes, siguió algunas instrucciones de Junior y empezó a descender aguantando el dolor.
— ¿No hay manera de que pueda convencerte de ir luego?
— Junior, debes dejar de preocupar tanto a Tani.
— ¿Señor?
— Ver a la persona que más te importa ponerse en inminente peligro gracias a su maldita sangre SEAL y tener que rezar y esperar porque salga con vida, no es nada bonito —aseguró mirándole a los ojos de forma transparente.
— Lo siento, sé que es difícil para ella, casi tanto como lo fue para ti. Seré cuidadoso, lo prometo. Y prometo cuidarla a ella.
— Muy bien, confío que lo harás.
— ¡Llegué! —gritó Adam, bajando por las escaleras, siendo recibido por los rescatistas.
— Adelante. ¡Vamos, ve! Hay una persona que te está esperando con el corazón en la mano, no la hagas sufrir más —ordenó el de ojos azules al oficial Reigns.
— Usted también tiene a alguien que lo espera ahí abajo.
— Él ya está con la persona que ha escogido.
Junior quiso decir algo más; pero no era el momento, así que bajó lo más rápido que pudo, a fin de darle a Danny el tiempo que necesitaba. Danny sólo quiso concentrarse en su equipo, buscarlos e ignorar al resto; pero su vista no era la mejor, ahora que tenía encima una mezcla de polvo, sangre y sudor. Su corazón le decía que, en medio de esas luces de sirenas y linternas, él estaba mirándole, e incluso le pareció haber escuchado un, ¡vamos, Danny!, cerca; pero el detective prefirió desconocer esa voz, y dando un suspiro, maniobró para sujetar la cuerda, cuando su compañero también había llegado a la escalera. Danny hizo nuevamente gala de su excelente condición física.
El jefe del escuadrón antibombas, advirtió que quedaba menos de un minuto, su personal ya se había alejado con la mayoría de la gente.
— ¡Danny!
Y el rubio se dio cuenta al llegar a la escalera, que Steve estaba al pie de ella, sujetándola, rogando porque se apresurara.
El edificio se sacudió y hubo una intensa nube de polvo y arena. Quienes estaban cerca como Junior, Adam y Steve, sintieron la fuerte vibración, que los mandó al piso violentamente, viéndose afectados por los trozos del edificio que cayeron sobre ellos.
A lo lejos, muchos vieron al detective Williams soltarse de la escalera, siendo enviado entre la parte dura del suelo y parte del área verde. El golpe fue extremadamente doloroso, trató de levantar su brazo; pero apenas hizo un pequeño movimiento, este cayó laxo.
CONTINUARÁ…
N/A: Anata wa shi niataisuru = Mereces morir (cortesía de Google traductor)
Gracias por leer!
Chapter 20: CAPÍTULO XX. RELACIÓN EN PICADA
Chapter Text
La cantidad de polvo cubrió toda la zona, y todo era sofocante. El infernal sonido de cosas cayendo no cesaba y a pesar que en medio de su casi inconciencia se daba cuenta que alguna de esas cosas podría caerle encima, no pudo moverse, ni siquiera para cubrirse el rostro. De pronto, estando ahí tirado en medio de ese caos. Pudo sentir un calor sobre él, como si algo o alguien buscara cubrirlo, particularmente su cabeza y su rostro. Todavía sentía el polvo y la sofocación; pero en menor cantidad. No quiso abrir los ojos, aún cuando sintió una respiración muy cercana a su oído. Finalmente, todo el ruido se detuvo; pero esa presencia seguía ahí junto a él y sólo cuando todo realmente se calmó, tal calor se apartó un poco de él y ahora podía sentir una mano a la altura de su pecho, comprobando su respiración.
— ¡Danny! ¡Danny! ¿Puedes oírme?
Sin ya poder ignorar la cercanía de ese hombre, intentó abrir los ojos, lo cual le costó mucho, no tenía claridad, había partículas de polvo en el aire que le causaban problemas respiratorios, su cabeza era un caos, sus oídos zumbaban, el cuerpo le dolía, y aún así, trató de moverse y enfocar la mirada, aunque sin éxito.
— Vamos, Danny, tenemos que salir de aquí —y el rubio lo sabía, e intentó levantarse, quería hacerlo por su cuenta; pero obviamente no podía, así que no rechazó cuando aquel hombre sujetó sus muñecas, indicándoles que las pusiera alrededor de su cuello. Danny obedeció y el otro lo levantó sujetándole por la cintura —¿Puedes caminar? —el herido asintió, poniendo esfuerzo por no tambalearse y quitando sólo una de sus manos del agarre anterior, dio unos pasos, guiado por el otro. Adam con más heridas luego de todo el impacto; y también casi inconsciente, estaba siendo ayudado por Duke y Pua.
Caminar no estaba siendo fácil para el neojerseíta, y pronto, otra persona se puso al otro lado de él, pensando que posiblemente era Junior, aunque no podía estar seguro. Lo cierto es que, entre ambos, lo alejaron hasta que una camilla los alcanzó y de nuevo, el hombre alto y fortachón que lo había protegido, hizo que se detuvieran y lo levantó lo suficiente, recostándolo sobre la camilla y así llevarlo hasta la avenida, donde empezaron con la evaluación preliminar de su estado. Danny sabía que una mano masculina no había dejado de sujetar la suya.
— ¡Tío D!
— Eric… Estoy bien —susurró en un intento de calmar al asustado chico.
— Sí —aceptó él tratando de calmarse, aguantando el dolor de verlo con tantas heridas.
— … ¿Mis muchachos…? —preguntó sin abrir los ojos.
— Están siendo atendidos… —respondió el mismo que no le soltaba— Danny, no te muevas.
— Necesito… Necesito… —dijo tratando de pararse a la vez que se liberó del agarre y de aquellos que intentaban atenderle, que protestaron ante eso.
— Aquí estamos, Danny —avisó Adam, quien había hecho a un lado al paramédico que se ocupaba de él. Consiguió abrir los ojos, aunque seguía sin tener total claridad, pudo reconocer a Junior, Tani y Quinn, que también se habían acercado en cuanto lo vieron, así como a varios otros conocidos.
— … ¿Dónde… Dónde están Lou y Cole? ¿Los han visto?
— Lou está en el hospital —informó Noelani— Lincoln… No sobrevivió… Lo siento —contó la forense aún llorosa y Danny guardó silencio por un instante. El rubio se sentó en la camilla, había sido mala idea ponerse de pie. Tenía molestias en la garganta y la tos era más continua— Detective, recuéstese.
— Agua… —pidió y cuando le dieron una botella, se quitó la suciedad del rostro y luego bebió unos sorbos. Se vio más lúcido y miró el gran desastre con semblante mortalmente serio— Quiero saber quiénes eran... Hay que capturar a los que se fueron en ese maldito helicóptero.
— La policía los persiguió, el piloto trató de huir; pero al final se dejó caer al mar. Los dos hombres murieron en el impacto —informó Duke, Danny cubrió sus ojos con su mano y empezó a toser nuevamente, tomó otro poco de agua.
— Danny, necesitas ir al hospital —dijo otra voz femenina que no pertenecía a Noelani, Tani o Quinn, él no contestó ya que seguía tosiendo.
— Ha inalado mucho humo —explicó Junior. De inmediato, los paramédicos le pusieron una máscara de oxígeno.
— Debemos llevarlo al hospital de inmediato, a todos —insistió el paramédico y Danny no tuvo fuerzas para evitar que volvieran a recostarlo.
Steve iba ir con él; pero Junior no lo permitió y en su lugar, Tani y Eric entraron a la ambulancia y esta partió. Otra ambulancia se llevó a Quinn y al japonés, ambas unidades escoltadas por patrullas policiales. Junior aseguró que los seguiría de inmediato, que no necesitaba pronta atención. Sólo entonces, ya sin sus compañeros a la vista, se permitió cerrar los ojos por unos instantes y soltar el aire que parecía haber estado reteniendo desde hacía rato.
— Junior, también debes ir —dijo Steve a su lado, notando la sangre en su polera oscura.
— Sí.
— ¿Estás bien? —preguntó Catherine.
— Lo estaré —aseguró y caminó hacia Duke— Sólo para estar seguro, no tienes ningún sobrino policía recién graduado de la academia, ¿verdad?
— No, ¿por qué?
— Antes del ataque, un hombre uniformado entró pidiendo ayuda para su compañero herido. El apellido en su uniforme decía Lukela. Dijo que era tu sobrino.
— No sé quién pudo ser.
— Como sea, tenía explosivos, ahora está muerto y de él no habrá quedado nada —contó mirando las instalaciones destruidas.
— Junior, déjanos llevarte al hospital.
— Estoy bien, teniente, puedo conducir.
— Junior… —fue Steve.
— En verdad, señor, estoy bien —rebatió, la forense le dio un pañuelo para limpiarse la cara.
— Es imposible que puedas sacar tu auto, yo te llevo, ¿de acuerdo, hijo? —Junior aceptó la ayuda de Duke.
Todo el equipo fue internado en el hospital Tripler y estaban siendo sometidos a rigurosos estudios. Casi todos tenían algún hueso roto, cortes hasta donde ni siquiera lo imaginaron y es que sólo cuando la adrenalina bajó, el dolor que sintieron fue espantoso. Naturalmente, la ropa no había evitado que pedazos de vidrio, madera e incluso metal se incrustaran en la piel.
Afuera, muchos esperaron que no hubiera malas noticias, que les dijeran que todos estarían bien, que se recuperarían sin ninguna secuela grave. Lou también seguía siendo atendido.
Steve apenas pudo permanecer sentado y aunque su compañera trataba de calmarlo, él no lograba controlarse y tenía que ponerse a caminar o terminaría gritando a alguien. Había rechazado que le atendieran esa herida en un lado de su cabeza, y las que tenía en sus brazos. No le había importado nada más que buscar y proteger al rubio lo mejor posible.
Enojado, asustado, ansioso, con los ojos rojos… La imagen de sus amigos lastimados, la de Danny cayendo… Todo amenazaba con hacerle perder la cordura. El tiempo pasaba lento y sin noticias, y él estaba ahí odiándose por no haber podido ayudarlos más, y porque en caso de necesitarlo, no era buen candidato para donar órganos, debido a esa gran posibilidad de contraer cáncer en un futuro debido a aquella exposición al uranio.
Kamekona, Flipa y Duke acompañaban a un también nervioso Eric y a una Renee que trataba de mantenerse fuerte. En la ambulancia, el de Jersey, le había pedido a su sobrino que hablara con Rachel, decirle que estaba bien; pero que no le dijera nada a Charlie, que le llamaría en cuanto pudiera, pues no quería que lo viera tan lastimado y lo mismo para con su hija. Y el chico cumplió ni bien se llevaron a su tío a la sala de emergencias. El joven sabía que la información habría trascendido hasta el continente; pero era probable que sus familiares no se hubiesen enterado, porque no había recibido llamada alguna y eso lo alivió en parte, porque jamás fue fácil, cada que debía decirle a su madre y abuelos que su tío D estaba herido; pero su teléfono sí sonó haciéndole saltar, pero no era una llamada de Nueva Jersey, era Rachel, preocupada por no recibir más noticias de las que Eric le había dicho hacía ya un par de horas atrás.
— En verdad Rachel, no sé nada; tampoco he llamado a casa y no creo que debas llamar a Grace hasta no saber algo concreto, a mi tío no le gustaría que ella se preocupara. En cuanto sepa algo avisaré, lo prometo.
Y Steve volteó prontamente hacia el chico, al escuchar el nombre de la joven. La imagen de los hijos de su ex compañero, hizo estragos en él. Confiaba en que el rubio saldría con bien, por supuesto que sí; pero de no haber conseguido salir del palacio, esos niños hubieran sufrido mucho y él no podría siquiera intentar consolarlos, porque en su cabezota se decía que muy probablemente, Rachel sabría que su ex marido no lo quería cerca de sus hijos y, por lo tanto, ella tampoco lo permitiría.
Y la desesperación fue en aumento.
Ya de madrugada, todos con expresiones muy cansadas, continuaban esperando y esperando. Algunos bebían un café y otros sólo tenían el vaso en la mano. Nadie quiso moverse e incluso más amigos llegaron, ansiosos de saber las novedades, al mismo tiempo que expresaban su incredulidad ante los hechos.
— Danny es fuerte, sabe que sus niños y su familia lo necesitan —había expresado el perro, acercándose al afectado SEAL que se mantuvo algo apartado. Steve asintió sabiendo que había perdido el derecho de incluirse como parte de la familia del rubio.
Y más tarde, Juliet Higgins y sus demás amigos, también habían aparecido. También lo hizo un cansado detective Katsumoto.
— Descuide, comandante, —consoló dicho detective, que se había acercado junto a Magnum— sus amigos estarán bien.
— Sí —fue todo lo que pudo decir.
— Nuestros Dioses están velando por ellos —aseguró Kumu maternalmente al más joven, que se presentó como familiar del rubio— Confía en que tu tío y tus amigos estarán bien.
— Gracias —respondió Eric intentando ser fuerte. La amable señora presionó las manos de la esposa de Lou.
— Sea fuerte, su esposo también saldrá de todo esto.
— Lo sé —contestó ella a pesar de las lágrimas.
— Lamentamos lo del sargento Lincoln —dijo TC y Steve agradeció en susurro.
— ¿Hay algo sobre los atacantes? —cuestionó Rick.
— No sabemos mucho y quienes podrían darnos información, están siendo atendidos y lo que quedó del palacio está siendo evaluado. Nuestros técnicos aún no han podido iniciar con sus investigaciones —respondió Duke que recibía las constantes actualizaciones del oficial Pua, que se había quedado en el lugar.
— Nadie se ha hecho responsable, así que probablemente, no se trate de un ataque terrorista — dedujo la morena de pelo largo.
— Para lo que necesiten, estamos aquí —ofreció el caballero blanco.
Y las horas siguieron pasando, lentas, angustiosas y sin noticias, poniendo a todos más ansiosos, cada que una puerta se habría, por lo demás, reinaba el silencio, cada uno sumido en sus recuerdos, y tratando de espantar malos pensamientos.
— ¿Sí, hola?
— Steve, soy Chin.
— Hola, amigo, qué gusto escucharte.
— Igualmente. Abby me mostró lo que sucedió por allá, lo vio en las noticias ¿cómo están Danny, Lou y los otros?
— Los están atendiendo, nadie nos ha dicho nada.
— Sabes cómo es él, va a recuperarse y también los demás.
— Lou está mal, tuvo una gran caída; Renee está soportando, supongo que sus hijos están de camino.
— Él también estará bien. Dijeron que alguien no sobrevivió.
— Sí. Era alguien a quien dejé como mi reemplazo… Era un buen tipo.
— Lo siento, amigo. Lamento no estar allá. Por aquí han estado pasando cosas raras y…
— Te mantendré al tanto.
— De acuerdo. Y Steve, sé fuerte.
Finalmente, las noticias llegaron y cuando los médicos les comunicaron los resultados, los latidos de todos recuperaron el ritmo normal y aunque unos estaban más lastimados que otros, todos hasta ahora estaban estables.
Lou era el más delicado ya que por la caída, tenía un problema en la columna, además del bazo perforado. Heridas y contusiones varias. Permanecería en observación y sólo su esposa tuvo el permiso para entrar a verlo.
Tani tenía una herida en la frente que, afortunadamente, no fue demasiado profunda y tenía una fisura en el pie, probablemente a causa de la caída. Vidrios se habían incrustado en su piel, su rostro mostró varios moretones y también en el resto de su cuerpo.
Junior tenía una herida en su costado izquierdo, se había clavado un trozo de madera que él mismo se quitó, aprovechando un momento en que nadie le prestaba atención, mientras seguían dentro del palacio. Sin embargo, un pedazo seguía ahí y de igual manera, los vidrios también hicieron estragos en él. Los nudillos los tenía destrozados luego por la pelea en la azotea.
Adam tenía una herida de bala en su hombro, un corte en su brazo que recordemos, Tani había envuelto en un trozo de tela. Muchos raspones, dos costillas fracturadas, estas últimas producidas por los escombros que lo golpearon duramente después de la última explosión. Manos lastimadas, también por la pelea sostenida.
Quinn, a parte de la rodilla, tenía dislocada la muñeca, una herida en la cabeza y un leve sangrado interno a causa de una fractura de costilla que estaba dañando algo en el interior, que ella en principio no sintió; hasta el momento en el que la estaban evaluando y descubierto el problema, pudo ser controlado con una cirugía.
Danny había tenido problemas respiratorios más complicados que los otros, así que debió permanecer con oxígeno. Aquella bala al ser rozadura, no fue de importancia. Con la caída se había lastimado el hombro y de nuevo había sufrido daño en su rodilla. Al igual que todos, tenía moretones, cortes varios y heridas en sus manos.
El médico aconsejó dejarlos descansar, así que pasarían largas horas antes que pudieran verlos. A Steve no le sirvió eso. Sin que los otros lo notaran, excepto Catherine, el isleño alcanzó al doctor y le rogó por unos minutos para poder entrar en la habitación del de ojos azules.
— Por favor, doctor.
— Está dormido, comandante, el detective necesita reposo.
— Prometo no despertarlo.
— Cinco minutos, ni uno más.
Siempre le fue difícil entrar a una habitación de hospital para ver a ese hombre de cabellos rubios sobre una cama con aparatos médicos encima, aún si sólo se trataba de una intravenosa. Ahora tenía puesta la máscara de oxígeno, manos vendadas y eso viéndolo desde la puerta. Al acercarse, pudo ver hematomas en la piel que la sábana no cubría y todos aquellos cortes en su rostro y cuello. Esa herida cerca de sus delgados labios.
Steve agachó la cabeza y luego de un minuto la levantó, no se atrevió a tomar su mano; pero sí acariciarla un poco por encima de la venda, muy suavemente.
— Tú no deberías estar en esta cama, Danny.
Unos días después, y no sin antes haber pasado por nuevas evaluaciones médicas, la mayoría habían sido dados de alta. Cada habitación seguía inundada de flores y tarjetas. Danny había necesitado un teléfono nuevo y cuando lo obtuvo, se encontró contestando llamadas de una y otra parte, incluyendo Jerry que estaba en el continente y también de parte de Chin. Otro tanto fueron mensajes. A pesar del tiempo, Sang Min seguía igual de molesto que siempre. Max también enviaba buenos deseos. Y su familia, bueno, tuvo que ser paciente y valiente para soportar el llanto de su madre y hermanas, además del tono en extremo preocupado de su padre y del resto de su familia. Hizo lo necesario para que olvidaran la idea de hacer el viaje para verlo y la razón era más que clara. Había una investigación abierta.
Charlie quería ver a su padre; pero el rubio no estaba muy dispuesto a dejar que su hijo viera sus heridas, no señor. En cambio, le llamó por la mañana y por la noche, y le pidió a Rachel que protegiera al niño de los rumores y el miedo que todavía rondaba en la isla. Ella aceptó llevarse a Charlie, bajo la excusa de ir a ver a Grace.
El hombre de Jersey se iba del hospital esa tarde, con un sinfín de recomendaciones médicas.
— Perdimos a uno y tenemos a otro en terapia intensiva, —dijo al teléfono— así que, si el jefe adjunto necesita de alguien más de forma inmediata, yo lo entenderé… —escuchó palabras comprensivas del otro lado de la línea— Bueno, la investigación tomará un tiempo, estamos recurriendo a todas las agencias para identificar a los atacantes; pero es un proceso largo. Necesito saber quién dio la orden y si nos deshicimos de todos… —de nuevo tuvo palabras de apoyo y un buen ofrecimiento de ayuda— Se lo agradezco —iba a marcar otro número; pero ya no estaba solo.
— Hola, Danny.
— Hola, Steven. ¿Has venido a ver a Lou? —preguntó dejando el teléfono para seguir guardando sus cosas en un maletín.
— Dicen que ha empezado a responder a los estímulos, no demasiado; pero es algo. Renee, Sam y Will están con él.
— Iré a verlos antes de irme.
— ¿Te encuentras bien? —preguntó aguantando las ganas de acercarse.
— Todo lo bien que se puede estar después de algo así.
— Sigues siendo tan hábil como cuando nos conocimos.
— Toda la energía que antes gastaba recorriendo varios kilómetros sólo para acompañar o rescatar y traer de regreso a un maldito imbécil malagradecido y embustero, ahora la uso para dirigir la unidad y entrenar —dijo finalmente mirándole y con una gran sonrisa sarcástica.
— Danny, por favor.
— Sí.
— Oye, sé que quieres llegar al fondo de esto y si necesitas ayuda… No lo sé, quizás eran ex militares o…
— Lo he pensado y dado que aquí hay uniformados que no son muy cooperativos, mañana tendré una reunión con alguien del Departamento de Defensa. Les guste o no, tendrán que cooperar.
— Bien… ¿Me dejarías llevarte a casa?
— No lo necesito; pero a Junior van a darle el alta también hoy, quizás el sí requiera transporte, Tani no puede conducir.
— Lamento no haber podido ayudarles. Yo…
— No te preocupes, no había nada que pudieras hacer —dijo cortante, el comandante iba a retirarse— ¡Steven! —Danny tomó su bastón y caminó hasta él— Esto te pertenece. Estaba en el piso de la oficina, supongo que se cayó por la prisa, cuando empacaste. Perdona que no te la devolviera antes.
— ¿Te detuviste a buscar esto? —dijo mirando la medalla.
— La tenía en mi escritorio, la encontré cuando buscaba municiones. También lamento lo de tu gran amigo.
— Tú eres el que siempre va a ser mi gran amigo. Y antes que digas algo, te prometo que voy a dejarte en paz; pero si en algún momento me necesitas para lo que sea, ahí estaré —Danny se abstuvo de decir otro comentario hasta que Steve salió.
— Sé que eso es lo único que siempre seré para ti —susurró y tomó de nuevo su teléfono y marcó el número de su hija— Hola, cariño… Sí, estoy bien, hoy salgo del hospital… No, esta vez no requiero tantos cuidados, esta vez puedo moverme, sólo tengo rasguños… Los noticieros han exagerado… Eric se encargará, tranquila. También tu tío Adam, se ha autonombrado mi enfermero, aunque él está peor que yo… —sonrió— Te extraño mucho; pero no quiero que vengas, porque planeo sorprenderte pronto…
Cuando Danny vio a la familia de Lou, no pudo evitar sentirse mal. Como todos, él estaba muy preocupado, aunque lo escondía o más bien, trataba de hacerlo; pero Renee lo conocía y lo abrazó dedicándole palabras de ánimo, y felicidad por verle en mejor estado, lo cual el corazón del detective agradeció. El cariño de los hijos de su compañero que también lo llamaban tío, también le dio alivio. Prometió visitar a su amigo tan seguido como pudiera.
Finalmente llegó el día donde despedirían al compañero muerto de la unidad de élite. Casi todos estaban presentes. Por supuesto, también estaban Steve y Catherine, aunque más alejados de los sobrevivientes. La noticia seguía siendo cubierta por los noticieros; pero había la orden de no hacer comentarios y ninguno de los miembros dijo una palabra ante las cámaras. La policía se encargó de custodiar a los Five-O precautelando su bienestar, aunque sólo lo aceptaron, mientras estaban en el sepelio. Mucho se decía del destino de la unidad; pero en su mayoría eran rumores. Tampoco obtuvieron algo del antiguo jefe, que únicamente podía mirar apartado, el comportamiento extrañamente hermético de sus ex compañeros desde que salieron del hospital. Hasta Junior había evadido sus preguntas y todo lo que tenía que ver con lo acontecido.
Luego del funeral, todos, incluyendo a Duke, Pua y demás amigos cercanos, se reunieron en el restaurante del barrio chino. Ese lugar se había convertido en una especie de refugio para todos ellos, y Kamekona hacía todo para sus amigos y que ellos se sintieran a gusto o al menos más tranquilos, ya habiendo sido testigo de cómo la gente se acercaba a ellos a cuestionarles sobre si debían dejar la isla.
Habían colocado una gran fotografía del sargento de marina y todos brindaron en su memoria.
Para Catherine, era la primera vez que visitaba ese lugar. Conocía la historia, gracias a Steve y lo primero que le llamó la atención, fue la colección de fotografías en las paredes. Todos estaban ahí, incluso los que se hallaban en el continente.
— ¿Quién te tomó esta fotografía? —preguntó ella, Steve que también veía las imágenes.
— Ah…
— ¿Fue Danny?
— No… Fue Lynn, Lynn Downey.
— Te vez feliz.
— … Sí, fue…, ese fue un buen día, creo —volteó incómodo y en una silla un poco más allá, vio al rubio con una botella de cerveza casi llena. Estaba serio, mirando a la nada. Steve se le acercó algo indeciso— ¿Hay alguna noticia sobre la investigación?
— Nada hasta ahora, ni un rastro; es como si esos tipos no hubieran existido y es extraño. Dimos muchos detalles a la hora de hacer los retratos; pero no salió nada en la base de datos de la Policía; pero todavía falta ver que dicen las otras agencias.
— ¿Y de los que murieron en el helicóptero?
— Ellos tenían daños en las yemas de sus dedos, así que no se pudo tomar sus huellas digitales y probablemente cambiaron sus rasgos por lo que reconocimiento facial tampoco ha servido y no preguntes sobre registros dentales. No existen —Steve se frotó la cara, compartiendo la frustración del hombre de ojos azules— Hablé con Alicia Brown, se ofreció a ayudarnos, no sólo para entender a los atacantes. También quiere ayudarnos a comprender la pérdida que hemos tenido y la verdad es que, para mí, no hay mucho que analizar, ya sabes. Querían matarnos y lograron llevarse a uno. Y entonces recordé lo mal que sobrellevas las pérdidas y habiendo sido amigo tuyo…
— ¿Dices que necesito ver un psicólogo?
— No estaría demás. Creo que no sería bueno para ti, volver a alterarte como te pasó antes y a Alicia la conoces bien. De hecho, más de una vez llegué a pensar que ella era lo que en verdad necesitabas en tu vida; pero es tu decisión —terminó levantándose y abandonando su botella, sobre la mesa más cercana.
— ¿Quién es Alicia Brown? —preguntó Catherine, acercándose en cuanto el rubio se alejó.
Danny se había retirado sintiéndose confundido. Lincoln no le había agradado del todo; pero lo integró al equipo y a pesar que el hombre a veces se había portado como Steve cuando empezó esta aventura del Five-O, él ya no quiso lidiar de nuevo con alguien así, y esa tarea se la había dejado a Quinn y ella había podido batallar con él de mejor forma de lo que Danny hubiera logrado. Ella sintió mucho la muerte del moreno.
Williams no fue el único en salir del lugar. Los demás también lo habían hecho en silencio y por un momento se habían reunido con el detective, que les dio ciertas recomendaciones antes que abordara el auto alquilado, su Camaro, al igual que los otros autos, también fueron víctimas del fuego. Quinn y Adam también se retiraron, luego de no conseguir que Danny se quedara con ellos, así que, Junior y Tani fueron los únicos que volvieron a entrar; pero tampoco estaban muy conversadores.
— ¿Qué piensas? —preguntó Catherine mirando a Steve que, desde que llegaron a la casa, jugaba con su corbata, tirado en el sillón al lado de Eddie.
— En nada.
— Si fuera Eddie el que te preguntara, ¿le contestarías lo mismo?
— Catherine…
— Sé que esto te ha afectado. Sé hubieras querido estar a su lado; pero ellos ya no son tu equipo, son de Danny. Es lógico que le sigan a él, que hablen con él, es el jefe.
— Sabes que no es únicamente el jefe, Danny es mucho más que eso.
— Sabes lo que quiero decir. Steve, no te preocupes por él, no está solo. Junior y Adam no lo dejaron y no lo harán mientras siga en la isla, tampoco Tani o Quinn, ni Lou.
— Antes de bajar por la cuerda, Danny le dijo algo a Junior, no sé qué; pero fue como un padre dándole a su hijo, un último consejo.
— Él está vivo —le recordó y, aun así, Steve cerró sus ojos con fuerza y agachó la cabeza. Eddie le lamió la mano y el moreno le agradeció— ¿También piensas en lo que te dijeron Tani y Quinn? Yo estaba ahí, ¿recuerdas?
Por supuesto que lo recordaba.
— ¡Steve! ¡Tenemos que hacer algo! —protestó Tani apareciendo, y McGarrett se maldecía así mismo por no encontrar un plan. La oficial Rey continuaba reclamándole. Noelani y Eric lloraban con impotencia.
— ¡Steve! —esta vez fue Quinn.
— No hay modo…
— ¡No podemos dejarlos a su suerte! —volvió a gritar la de tez más morena.
— ¡Lo sé!
— Danny debe estar pensando que estás buscando una forma de ayudarlos.
— Lo siento, Quinn, el helicóptero de la Policía tiene órdenes de no acercarse.
— ¡Antes eso no te hubiera detenido! ¡Te vi manejar un helicóptero y sacarnos de en medio del fuego con todo y casa! ¿De nuevo vas a decepcionar a la persona que tanto te ha amado? —reclamó de nuevo Tani.
El recuerdo de aquel reclamo hizo que los ojos del teniente comandante se humedecieran como aquel día y de nuevo, no hizo el intento de evitarlo. Estuvo a punto de ver morir a Danny. Una de sus peores pesadillas. Recordó que, en cuanto el hombre enemigo cayó casi frente a ellos, se obligó a buscar algo para ayudarlos y lo más cercano, fue una escalera que, si bien no era muy alta, facilitaría llegar hasta la planta superior y si los muchachos no conseguían una forma de bajar hasta ella, él subiría hasta donde fuera posible, lo más cercano de Adam, Junior y Danny y se quedaría con ellos, por más que recibiera gritos y otras agresiones de cierto detective y aún cuando todo estallara.
— Le he ofrecido ayuda; pero no la aceptó, dijo que ya se contactó con el director en Langley de la CIA. Definitivamente, no me quiere cerca —contó la morena con una pequeña sonrisa.
— Después de lo que ha pasado está más que enojado y seguramente frustrado. Yo también ofrecí ayudarle; pero él mismo se ha encargado de hablar con el Departamento de Defensa y recurrirá a quien sea para esclarecer esto. Esos tipos no sabían con quien se estaban metiendo —aseguró con convicción.
— Yo nunca he dudado lo que él siente por ti.
— ¿Por qué nunca lo mencionaste?
— No hacía falta. Danny siempre te dejó elegir, y él asumió el papel que le diste ya sea como tu compañero, tu amigo y te aceptó como el tío de sus hijos. Alguna vez estando lejos, supuse que ustedes ya habían intercambiado tarjetas de amor en San Valentín —rio haciendo que Steve también sonriera— Es hora de empacar, van a asignarme a otra misión. ¿Me acompañarás?
— No lo haré, Catherine.
— Esta vez no puedes decir que no me despedí o que te mentí.
— Una despedida sin mentiras o excusas. Así, es lo correcto; pero quiero saber, si nos hubiéramos casado, ¿cuánto tiempo crees que hubiéramos durado?
— Quisiera decir que siempre; pero… Si lo piensas, la relación más sincera y en la que más tiempo has durado, ha sido con él.
— Y tuve que arruinarlo. Por Dios, Cath, ¿qué fue lo que le hice?
— Danny tiene toda la razón, eres un animal.
El rubio llegó a su habitación luego de un par de reuniones y una nueva visita al hospital. Por ahora, se había decidido que ninguno volviera a su casa, y que, en cambio, se hospedaran en distintos hoteles y también ser discretos a la hora de transitar por la isla.
En cuanto abrió la puerta, vio un sobre en blanco en el piso. Extrañado, la levantó y lo abrió. Conocía esa letra; pero no leyó la carta y en cambio la regresó al sobre, dejándolo descuidadamente sobre la mesa. Apenas se había quitado la ropa y retirado la venda de su mano para ir hacia la ducha, tenía mucho en que pensar; pero también necesitaba relajarse.
CONTINUARÁ...
N/A: Pasó lo que creo yo, siempre iba a pasar de un modo u otro.
Gracias por leer!
Chapter 21: CAPÍTULO XXI. TIEMPO DE ANÁLISIS
Chapter Text
A pesar de no estar completamente recuperado, el detective Williams no podía quedarse simplemente descansando. No. Durante ese último par de semanas, él había tenido continuas reuniones con una y otra agencia y por supuesto, también con la policía, y con quien fuera necesario.
Uno de los problemas que surgió, fue cuando todas las agencias habían anunciado que querían hacerse de la investigación, todos argumentando que era asunto de su jurisdicción. La CIA investiga a los extranjeros y el FBI en cambio, se dedica a investigar a ciudadanos, propiamente americanos y también a residentes. Ambas agencias se ocupaban de casos de terrorismo. Ahora, el asunto era que ningún otro lugar en Hawái había sido atacado y nadie se había adjudicado el ataque, así que no era el caso, por más aterradora que hubiese sido la situación. Hasta ahora y según estudios forenses, todos los atacantes eran americanos. Y la policía se basaba en que había sido un crimen local, un crimen contra una institución de Hawái, por lo que ellos eran quienes debían llevar adelante la indagación.
Si bien, al final, la investigación había quedado a cargo de la policía, el detective Williams había exigido involucrarse. Que, aunque no contara con todos sus compañeros, la investigación debía incluir la participación del Five-O y en ningún momento había sido una sugerencia y que, en lugar de pelear por asuntos de competencia, había pedido una investigación conjunta. Junior y Adam buscaban acompañarlo; pero no siempre Danny lo permitía o los enviaba a hacer averiguaciones a uno y otro lado, y las chicas no se quedaban atrás; pero el jefe prefería que se recuperaran primero. Sin embargo, ellas podían ser más necias que cualquiera, si se lo proponían.
Había sido una mañana agotadora, y aunque en principio no había querido aproximarse al lugar donde todo ocurrió a no ser que fuera necesario, esta vez lo hizo. Y era como si por primera vez estuviera viendo el lugar o asimilando lo que había acontecido. Había sido difícil creer lo que había pasado y haber salido con vida.
Finalmente, se habían empezado a quitar los escombros y sabía que, en cuanto fuera posible iniciarían la reconstrucción.
Hasta ese momento, había retrasado la reunión que tendría obligatoriamente con la gobernadora y es que primero quería hablar con su equipo, pues, aunque fuera el jefe, no quería tomar ninguna decisión por su cuenta. No obstante, todo tendría que hacerse sin la presencia del capitán. Esperaba que su compañero pronto se recuperara y que no cargara con alguna secuela. Por ahora, había buenas posibilidades; pero la recuperación le costaría tiempo y paciencia.
Danny se quedó mirando todo en silencio por varios minutos. Otras personas que ya estaban ahí desde hacía varios minutos, lo observaron inquietos como apretaba el bastón que aún usaba.
— Todos tuvimos la misma idea —dijo Quinn caminando con alguna dificultad, y en su muñeca, todavía tenía puesto un vendaje. Más atrás estaban los otros.
— Somos un equipo —respondió Junior.
— Ohana —expresó Adam.
— Es increíble, ¿cómo sobrevivimos a esto? —preguntó Tani.
— Suerte. Y por supuesto, un buen líder.
— En realidad, Quinn, creo que Danny actuó más como un papá.
— ¿Qué dices, Tani? Yo únicamente…
— Nos cuidaste como si lo fueras —recalcó ella abrazándolo.
— ¿Estás bien, Danny? —preguntó Junior.
— Sí, es sólo… No puedo seguir retrasando la reunión con la gobernadora; pero quiero conversar con ustedes antes.
— Podemos hablar ahora, si te parece bien. Vamos a mi departamento, tengo café, chocolate, cerveza y pañuelos. Lo necesario para esto —ofreció el asiático.
El rubio asintió y todos se pusieron en marcha. Una vez acomodados y con lo necesario en la pequeña mesa de la sala, todos esperaban lo que Danny quería decir. Adam miró preocupado al ensombrecido detective, que parecía estar perdido en algún inquietante pensamiento, así que tuvo que cuestionarle.
— ¿Qué es lo que te preocupa, Danny?
— Muchas cosas; pero ahora lo que me interesa saber es sobre ustedes. Lo que ha sucedido ha sido grave. Un ataque directo y yo… No sé si hubiera pasado esto o si el resultado hubiera sido mejor si en mi lugar estaba…
— ¿Qué demonios dices? —protestó Liu de inmediato— La presencia de McGarrett no hubiera cambiado nada. Five-O fue atacado y eso es todo. No te atrevas a culparte de nada.
— Se hizo lo que se pudo, Danny, nunca pensamos en que nos atacarían así. Además, somos nosotros los que deberíamos estar molestos contigo. Fuiste detrás de ellos, y si Junior y yo no hubiéramos vuelto, no quiero ni pensar en lo que hubiera pasado. Fuimos tu prioridad, y tú fuiste más que un jefe —continuó Adam.
— Seguramente la gobernadora querrá saber cómo estamos —comentó Junior, mirando al rubio que estaba sentado a su lado.
— Creo que es obvio —dijo Liu.
— Va a interesarle el aspecto psicológico, más que el físico —aseguró el rubio.
— Claro, tendremos evaluaciones obligatorias —siguió el más moreno.
— Y terapia cada semana hasta que la psicóloga se convenza que estamos bien —concluyó Tani.
— ¿Y lo estamos? —preguntó Danny con seriedad— Un evento así no se olvida, puede afectarnos mañana o dentro de unos años, ya sea estando en un operativo o en un día de campo. Lo que quiero saber y por favor díganlo con sinceridad, es cómo se sienten y si creen que pueden o quieren seguir haciendo este trabajo.
— Yo admito, que fue por el comandante que quise entrar en el equipo; pero ahora, con todos ustedes como mi familia, sí quiero quedarme —dijo Junior.
— Danny, sabes que esto no es sólo trabajo, es lo que me mantiene con un motivo para seguir. Tú sabes mis antecedentes, estar en el equipo, es mi manera de hacer algo bueno por esta isla —fue el turno de Adam.
— Yo no me quiero ir —dijo Tani sencillamente.
— ¿Y tú? —preguntó Quinn.
— Se suponía que ya estaría en Los Ángeles. Aún tengo la oferta y… Bueno, por ahora no me voy a ir, no hasta estar seguro que acabamos con los responsables y no hasta que Lou vuelva.
— ¿De quién es la oferta? —preguntó la sargento.
— NCIS.
— ¿Cómo los conociste? —indagó Tani con admiración.
— Dos de sus agentes vinieron para ayudarnos en un caso varios años atrás; pero las cosas se complicaron y Chin Ho Kelly y yo tuvimos que ir a Los Ángeles y concluir el caso allá.
— ¿Visitaron las instalaciones de NCIS? —cuestionó Junior con asombro— Ese lugar es de ubicación clasificada.
— Sí, Junior. Estuvimos ahí.
— Es una gran oportunidad —reconoció Liu— Si te ofrecieron un puesto, es porque realmente los impresionaste.
— Eso parece —sonrió el rubio— ¿Tani?
— ¿Primero Steve, y ahora tú? Voy a extrañarte, Danny. Tú hiciste que aceptara trabajar aquí, tú me convenciste.
— ¿Debo disculparme por eso?
— ¡No!
— ¡Hey!, aun no me iré. Me tendrán aquí un rato más —un silencio siguió a aquello— Si quieren decirme algo, háganlo.
— Odio que haya tantos cambios —continuó Tani y, definitivamente, todos pensaban lo mismo— Steve y tú han sido como nuestros padres y cuando él se fue, todo quedó… Y cuando volvió ya nada fue lo mismo…
— Sigue —pidió el detective.
— ¡Se sintió como si ustedes se hubieran divorciado y nosotros estuviéramos en el medio sin saber que hacer o…! —y Danny no pudo con aquello.
— Lo lamento, yo…
— No es tu culpa, Danny —dijo Quinn.
— Sí, ¡no quise decir…! —se disculpó Tani— Sé que algún día iba a pasar, que cada uno iba a tomar su camino; pero no esperaba que fuera tan pronto. Ustedes han estado juntos mucho tiempo y me refiero también a Lou y a Adam; pero nosotros …aún teníamos tanto que aprender de ustedes…
— Estoy seguro que Steve siempre estará para todos como siempre ha estado. Siempre que lo necesiten, él seguirá ayudándoles y por supuesto, le gustará compartir tiempo con ustedes.
— ¿Si se casa? —cuestionó Tani nuevamente.
— Aunque lo haga, él los quiere mucho, por eso los llama Ohana —escuchar palabras hawaianas en la boca del de Jersey era extraño para todos— Y aunque el ritmo de trabajo haya aumentado, siempre habrá un momento en el que podrán compartir con él. Catherine… Ella sabrá respetar aquello, porque entiende que, para Steve, ustedes son importantes.
— ¿Y tú, Danny? —preguntó Adam.
— Yo tendré el teléfono siempre disponible, excepto cuando tenga un caso, claro —sonrió.
— Tú no intentarás escabullirte, ¿verdad? Vas a decirnos cuándo partirás para poder hacer al menos un almuerzo o ir a despedirte —advirtió Quinn.
— No prometo nada.
— ¡Danny! —le gritaron todos.
— Está bien, lo haré, les doy mi palabra.
— ¡Quítate Joons! —ordenó Tani, para ocupar su lugar y abrazar a Danny que la recibió con cariño. El moreno casi terminó en el piso.
— Vamos, —dijo Danny al ver a todos, intentando contener lágrimas— no estarán solos, el tío Lou va a cuidarlos también.
— Yo lo llamé así una vez y creyó que lo hacía porque pensaba que era viejo y no era mi intención, en serio. Son mi familia y pienso en cada uno de cierta manera —analizó Tani Rey.
— Entonces, ¿soy el primo Adam?
— El título te queda —se burló Quinn.
— Gracias, tía Liu —contraatacó el japonés y se ganó un cojín en la cara.
De pronto el ambiente se había aligerado, hablar era lo que parecía que todos necesitaban, dejando de lado la investigación, que por supuesto retomarían; pero en ese momento, todos requerían compartir aquel momento juntos, luego de la catástrofe ocurrida. Más tarde, ordenaron comida y hasta se quedaron a dormir, aún cuando no hubiera camas suficientes, almohadones y mantas tendidas en el piso fueron suficientes.
El día de la reunión con la gobernadora, Tani y Junior lo acompañaron, aunque sólo el detective entraría al despacho. Danny miraba por la ventana, el bastón había quedado atrás. Con algo de impaciencia, caminó de nuevo hacia los sillones y cuando llegó, Junior le comentaba algo a la joven en actitud sospechosa. Lo que escuchó era algo que estaba seguro, no volvería a suceder y no comprendió lo que pudo haber pasado. Como sea, no tuvo tiempo de procesar aquella inesperada información.
— Me da gusto verlo recuperándose, detective.
— Gracias, gobernadora; es una suerte que usted no estuviera por allí aquel día.
— Sí, supongo que sí. ¿Y su equipo?
— También están recuperándose.
— ¿El capitán Grover?
— Mejorando, es muy probable que pronto empiece sus sesiones de fisioterapia.
— Detective, sé que todo ha sido muy difícil; pero me gustaría saber que tan pronto están dispuestos a volver al trabajo. Naturalmente, voy a necesitar evaluaciones de todos, así que espero no tengan inconveniente pasar por la oficina de la psicóloga del departamento… Necesito que regresen a trabajar lo antes posible. La ausencia del Five-O está haciendo que ciertas personas rompan la ley con más… ímpetu —el rubio sintió deseos de reír, más no lo hizo.
— No se preocupe, señora gobernadora, todo mi equipo está consciente de que tenemos un deber que cumplir y están dispuestos a hacer lo necesario para regresar pronto. Aunque parece que las oficinas…
— No se preocupe por eso, pronto encontraremos un lugar adecuado, mientras se realice la reconstrucción. Detective, estoy enterada de que ha estado investigando sobre el ataque.
— Sí, así es. Y finalmente, se ha identificado a la mayoría de ellos; pero aún falta atar algunos cabos.
— Bien, espero que pueda resolver este misterio pronto y me dé un informe completo. Por ahora estamos logrando frenar a la prensa; pero la gente merece estar informada.
— Por supuesto.
— Otra cosa de la que quiero hablarle, es sobre la invitación proveniente de Los Ángeles. Tengo entendido que ya debería haber partido.
— Sí; pero por ahora eso ha quedado en pausa. Mi responsabilidad está con mi gente, mi equipo, mi familia. Hasta no terminar con esta investigación, no me iré.
— También tengo entendido que piensa dejar el cargo de jefe al capitán Grover.
— Esa es mi intención. Al ser el segundo más antiguo, el puesto le corresponde. Su situación es otro motivo por el que voy a quedarme un tiempo más.
— Sé que el capitán es un buen hombre y un buen agente de la ley; pero preferiría que el mando quedara en manos de alguien más… apropiado.
— ¿Y quién es esa persona?
— El comandante McGarrett.
— ¿Cómo?... Pero él ya no…
— Lo sé, y quiero que hable con él y lo convenza de regresar.
— Disculpe, gobernadora; pero no creo poder, él ya tomó su decisión.
— Usted es a quien él hará caso, detective. Por favor, insisto en que lo intente.
— Gobernadora, el capitán Grover puede hacerse cargo, es un hombre capaz.
— Lo entiendo; pero sé que cometió abuso de poder cuando estuvo a cargo del SWAT y eso no se ve nada bien.
— Lo hizo por salvar a su hija de las manos de un tipo peligroso.
— Lo sé; pero a lo que me refiero es que, quien esté a cargo del Five-O, debe ser capaz de actuar con más sensatez. Con la experiencia que ya tenía, el capitán debió encontrar otra forma de proceder, e incluso hacerles conocer su situación inmediatamente. Ustedes no se habrían negado a brindarle ayuda, ¿estoy en lo correcto? Hable con el comandante, detective Williams.
Danny no esperaba que la gobernadora hiciese tal pedido; aunque claro, seguramente ella sólo esperaba una oportunidad para insistir en el regreso de McGarrett, lo cual a Danny no le gustó por el hecho de que el hombre ya tenía una rutina en la que su vida no corría peligro, aunque más de una vez se preguntó si Steve se estaría aburriendo con el retiro, lo cual era lo más probable. Y claro, odiaba ser quien debía buscarlo, cuando lo que menos necesita, era estar cerca de él.
Salieron del recinto rumbo al auto, Danny apenas les adelantó algo a los chicos ya que tendrían una reunión de nuevo en casa de Adam, donde prácticamente habían conformado su pequeña base de operaciones.
— ¿Cómo te fue? —preguntó el nipón, recibiendo a todos. Quinn ya estaba allí en el sillón acariciando al señor Pickles.
— Como era de esperarse. Preguntó por todos, habló de las evaluaciones, y quiere ponernos a trabajar lo antes posible. Nos dará un lugar provisorio, mientras se reconstruyen nuestras oficinas.
— ¿Algo más? —preguntó Liu.
— No —respondiendo acercándose al gatito— Señor Pickles, que bien se le ve.
— Es un gato mimado —dijo Quinn.
— Siempre lo ha sido. Cuando lo llevé a casa le gustaba estar en la cama de mi hijo; pero cierto lanudo, extrañamente buscaba dormir justo donde al señor Pickles le gustaba y el pobre gato tenía que buscar otro sitio donde se considerara a salvo. A veces despertaba con Eddie en mi lado y este amigo en mi almohada. En cambio, ahora tiene todo un departamento sólo para él.
— Entonces, ¿no vas a devolverlo? —preguntó la sargento a Adam.
— Es buena compañía —evadió el japonés.
— Y también es bueno que ya no tengas alergias, ¿no? —se burló el rubio, Liu pidió explicación— Esa fue su primera excusa para no adoptarlo antes.
— Y ahora seguramente no puede vivir sin él —por segunda vez, Adam lució algo avergonzado. Pero era momento de ponerse serios.
— ¿Hay novedades sobre la investigación? —preguntó Junior.
— Sí las hay —dijo el rubio de ojos azules— Noelani se esforzó mucho para ayudar con la identificación de nuestros agresores. Verificó cada detalle extra en cada uno de los cadáveres, cada cicatriz, cada cirugía y con la ayuda de una antropóloga forense, reconstruyeron la fisonomía de todos.
— ¿Entonces cambiaron por completo sus rasgos de nacimiento? ¿Para qué tanto trabajo? — preguntó Tani.
— Suele suceder que, cuando miembros de las fuerzas armadas realizan operaciones de muy alto riesgo, estos luego deben cambiar todo en su vida. Irse a vivir a otro lugar, cambiar identidad, cambiar la apariencia y todo para evitar una posible venganza.
— De acuerdo, Junior; pero, ¿qué tiene que ver en nuestro caso? —preguntó de nuevo la morena.
— Todos fueron integrantes las fuerzas armadas, de todas las ramas. Naval, Fuerza Aérea, Marina, incluso había uno del SWAT y también tenían a alguien de la Policía —continuó el de ojos azules— Todos ellos se aliaron para cumplir una misión.
— Acabarnos —dedujo el oriental— ¿Por qué? ¿Qué les hicimos?
— ¿Cuál fue el resultado de los análisis de los explosivos? —cuestionó Quinn.
— El que el hombre llevaba era explosivo plástico, maleable y fácil de ocultar —dijo Junior, refiriéndose al hombre que usó ilegalmente el nombre de Lukela.
— ¿Recuerdan que antes de que todo ocurriera, estudiábamos el caso de un hombre con rastros de nitrato de amonio y petróleo? —cuestionó el rubio— Bueno, ya comprobamos de primera mano en qué querían usarlo.
— Y, de hecho, —siguió Adam, buscando unos papeles— un análisis de ADN indica que esa víctima era familiar de uno de los agresores. El hombre fue asesinado. Noelani dijo que tenía varias puñaladas y basándonos en eso, podemos estar seguros de que el incendio en la casa en el valle Makaha donde lo encontramos, fue para ocultar aquello.
— Y quizás, también para que pensáramos que el fuego fue producido por él y por su mal manejo de todo ese material. Buscaban inculparlo —dedujo la sargento— Quizás, nuestra víctima no lo sabía, quizás, lo descubrió y quería dar aviso a la policía porque, ¿qué otra razón hay para que lo mataran?
— Tienes razón —aceptó Tani— Como sea, y creo que todos estamos de acuerdo, es en que necesitamos saber el motivo y si hay alguien más, que esté detrás de nosotros aparte de ellos.
— Uno de ellos era oriundo de San Francisco y llevaba viviendo allí mucho tiempo luego de salir del Ejército, —reveló el rubio— así que hice una llamada. Según el teniente Chin Ho Kelly, cuando fueron a la casa del sospechoso, encontraron información nuestra. Quiénes somos, lo que hacemos, antecedentes y muchas cosas que fueron recopilando desde hace meses… Sorpresivamente, también fueron los responsables de que una operación que Chin dirigía, no saliera bien. Probablemente, también le dieron problemas a Kono —Noshimuri mostró preocupación— Al parecer, nuestros expedientes no son los apropiados para integrar una unidad de élite como Five-O a opinión de ellos. Lo cual concuerda con lo que me dijo el comandante del regimiento de marines, y la información proveniente de Los Ángeles y seguramente otros señalarán lo mismo. Y es que cada uno, tuvo problemas individualmente en sus destacamentos. Cada uno buscaba ser una especie de Supermán y hacer todo a su propio método, el cual consideraban el mejor y, por lo mismo, fueron obligados a pedir su baja.
— Bien, de acuerdo, no somos lo que dicen, no tenemos un historial perfecto… ¡Pero hacemos bien nuestro trabajo! —protestó Tani.
— ¿Quieres decir que ellos se consideraban aptos para reemplazarnos? —preguntó Quinn.
— Así es. Hawái es históricamente un punto clave en el mapa. Por lo tanto, sólo los mejores deberían ocuparse de su protección —intervino Junior.
— ¡No puede ser, es…! Ya me gustaría leer sus expedientes y ver que tan grandiosos eran o cuántas medallas ganaron —protestó Liu.
— Nos aislaron, jugaron con nosotros y hasta nos lastimaron con un ataque aéreo. Para ellos, los mejores son quienes cumplen una misión y no tienen una pizca de piedad.
— Y no te olvides, Junior, —dijo Danny añadiendo a lo anteriormente mencionado por el moreno— que además nos usaron para atraer a toda esa gente y matarlos también. Y de no haberlos enfrentado, se hubieran salido con la suya.
— De haber sobrevivido y sin nosotros para identificarlos, se presentarían dispuestos a ocupar nuestro lugar. El hombre bomba, los del helicóptero…, ellos eran peones, —analizó Tani— apuesto que su hombre dentro de la Policía también.
— Sí. Los de la azotea tenían lo necesario para escapar. Engañaron a sus propios compañeros — afirmó el de Jersey.
— ¿Qué hay del Policía? —cuestionó Adam, con claras ganas de enviarlo al fondo del océano— Será difícil dar con él.
— Lukela ya se ha encargado. Se trata de un sargento, aspirante a detective desde hace mucho. Extrañamente, pidió un cambio apresurado de destino, así que Duke investigó todo sobre él y lo mantuvo vigilado. Durante la emergencia en el palacio, estaba entorpeciendo cada orden de los rescatistas, además de ser el encargado de cortar las comunicaciones sin levantar sospechas. Encontraron varios equipos de corto y largo alcance, cuentas bancarias con sumas exorbitantes y llamadas a un número que coincide con el que los técnicos recuperaron de la azotea.
— ¿Podemos interrogarlo? —cuestionó el más moreno con bronca contenida.
— No te preocupes, Junior. Ya tuve una larga conversación con él e irá a una prisión federal.
— ¿Entonces es todo, Danny? —cuestionó el japonés.
— Aún faltan algunos detalles; por lo demás, el caso está casi cerrado.
— ¿Tan malos son nuestros historiales para no considerarnos aptos? —se ofendió Tani— No lo creo, digo, yo… golpeé a mi instructor y no me gradué de la academia. Tuve un novio de muy mala reputación, me metí en problemas y mi hermano fue drogadicto.
— Yo hice varias cosas en el servicio, —dijo Junior, recordando aquellos días— a veces más allá de las órdenes y no todas… buenas.
— Soy hijo del antiguo jefe de los Yakuza y como tal, hice algunas varias cosas que no fueron legales... Y maté a mi hermano para defender a mi esposa… Eso y el que no soy policía —narró Adam.
— Yo no soy muy querida por mis anteriores jefes, decían que era sumamente insubordinada sólo por desobedecer órdenes y haber falsificado unas firmas —contó Quinn, con sarcasmo más grande que el de Danny. Todos miraron al hombre del continente, que se tomó unos segundos como si estuviera buscando en sus recuerdos.
— A Chin lo acusaron de robar dinero, cosa que no hizo; pero encubrió a un familiar suyo y en lugar de detener al delincuente hermano de su prometida, trató de ayudarlo, sin éxito. El arma de Kono fue usada por el hermano de Adam para cometer asesinatos y ella fue perseguida. Lou fue obligado a retirarse, luego de tener que conseguir un dinero para Ian Wright y evitar que matara a Samantha —y se tomó un instante, quizás preguntándose si debía seguir— Todos conocen a McGarrett, así que decirles que lanzó a un sospechoso a una jaula rodeada de tiburones y a otros los colgó de un edificio no es para sorprenderse; tampoco, que el que electrocute a un sospechoso para conseguir información extremadamente importante, salvo quizás el hecho de que entró a la mansión de la antigua gobernadora quien, por cierto, tuvo la brillante idea de formar nuestra fuerza de élite. Él se deshizo de toda su seguridad. Ella fue asesinada por Wo Fat y McGarrett terminó en prisión y luego escapó de ella con la ayuda del asesino de su padre, quien lo hirió para que pudiera escapar de la ambulancia y luego dejó inconsciente a un policía y robó su patrulla. A mí, me extraditaron a Colombia por el asesinato del infeliz que mató a mi hermano —todos lo miraban expectantes, mientras el rubio bebía un poco de agua— Steven, Kono y yo robamos dinero de evidencias para evitar que a Chin lo volaron en pedazos y no pudimos devolver el dinero porque el responsable lo destruyó. Obligamos a desalojar el consulado ruso, metiendo turriles que supuestamente contenían material radioactivo; pero que estaban vacíos, para así atrapar a un asesino y violador, a quien obligamos a salir del auto con placas diplomáticas que habíamos detenido, y en la persecución fue arrollado, aunque sobrevivió. Poco faltó para que se convirtiera en un incidente internacional. También tuvimos que ir a México a rescatar a Sarah, la sobrina de Chin, y terminamos por invadir la comisaría de ciudad Juárez, para recuperar un dinero que le habían quitado injustamente al tío materno de la niña, con lo cual debían pagar el rescate. Lou y yo nos metimos en la morgue, atamos al médico forense y tuvimos que despellejar el brazo de un cadáver, para buscar un tatuaje que nos ayudara a saber, contra quien nos enfrentábamos.
— ¡Oh vaya! —dijo Quinn con asombro luego de un rato de silencio. El rubio mimaba al gatito.
— Aún no han estado mucho tiempo en la unidad, sólo les tomará un par de meses o unos pocos años para meterse en más problemas —desestimó el rubio con una sonrisa.
— A estos tipos nada los hubiera hecho cambiar de opinión ni, aunque hubieras recibido otra medalla de las manos reina de Inglaterra o más felicitaciones y agradecimientos del presidente —dijo el oriental. De nuevo, Williams tuvo miradas encima y todas de admiración.
— Sí, bueno… Creo que nada los hubiera convencido de que estaban equivocados —respondió el detective.
El detective iba a ir de regreso a su casa, sin estar seguro de qué hacer ante el pedido de la gobernadora. Era claro que más que un pedido, era una orden y lo que le molestaba, era el hecho que no le permitiera a Steve tener la vida que había elegido y que no aceptara que Lou se quedara con el puesto. Y después de haber escuchado la conversación entre Tani y Junior, sus ganas de buscarle eran menores. Así que por ahora esperaría una situación fortuita. Una que deseaba que llegara mucho tiempo después. Y no pensaría en lo que había escuchado, no señor. No preguntaría, no indagaría. Nada le haría cambiar de parecer sobre estar lejos de McGarrett e irse de Oahu.
Con respecto al ataque, no hubo más descubrimientos, ni más implicados. Y el informe final, decía que fue en efecto, un grupo organizado de ex uniformados habían decidido acabar con el equipo de la gobernadora, porque los consideraban un insulto a las fuerzas armadas. Que la máxima autoridad debió nombrar personal realmente entrenado, para conformar un equipo de trabajo que se ocupase de la seguridad de Hawái. No un policía que había sido extraditado a Colombia por un caso de asesinato, no el hijo del cabecilla de la mafia japonesa, no una policía no graduada, no un capitán del SWAT que fue obligado a retirarse, no una policía militar, que también había sido investigada, no un marine incapaz.
Pero a Danny todavía le molestaba algo.
Varias semanas después, Lou ya avanzaba en su terapia física a fin de poder moverse sin problemas. No había sido fácil, Renee tuvo que ser muy paciente con él. En cuanto a los demás, ya estaban totalmente recuperados y asistiendo a la psicóloga. Luego de cada sesión, venía la queja de que asistir a esas reuniones eran molestas y aburridas; pero tal y como el rubio de ojos azules lo había dicho, cada uno asistió y cumplió lo mejor que pudo.
Mientras, se habilitó el lugar donde trabajarían, así como su equipo, es decir armamento y una gran computadora. Sus automóviles también les fueron entregados. Los Camaro de Danny y Adam, el primero de un color acero satinado metálico y el segundo era un blanco nevado. El Chevrolet Bolt de Tani, cambió de plateado a un azul ártico metálico.
Aunque faltaba la presencia de Lou Grover, podía decirse, que el Five-O estaba de regreso, justo a tiempo para escoltar a una gran cantidad de dinero confiscado a uno de los tantos cárteles de droga, arresto que hizo la DEA.
— Entonces, —había empezado el hombre a cargo de la administración de control de drogas— siendo que es una importante suma confiscada, creemos que los que aún quedan libres, intentarán evitar que salga de la isla a toda costa.
— Espera un ataque —dedujo el de Jersey.
— Así es. Quiero que usted y su gente se encarguen de transportar ese dinero, detective. Ni siquiera tiene que decirme su plan, sólo quiero ver ese dinero en el avión.
Y el camión blindado iba muy bien resguardado. Se había planeado una ruta y esta se mantenía despejada, gracias a la policía. Faltaba poco para llegar al aeropuerto.
Una vagoneta chocó al auto que iba inmediatamente detrás del camión blindado, haciéndolo a un lado y alguien desplegó una barrera de púas y así, el auto que llevaba el dinero quedó con las llantas pinchadas. Un par de autos aparecieron por delante. De inmediato, los uniformados tanto del SWAT y los agentes de la DEA, salieron de sus autos y procedieron a defenderse. Luego de un buen rato en el que las balas iban y venían, algunos sospechosos se acercaron al camión, el cuál abrieron para recuperar los billetes.
Pero estos no estaban ahí. En su lugar, estaban Junior y Danny, más un par de uniformados quienes ya los apuntaban. Los gestos de frustración de aquellos hombres, fue la gloria para los agentes.
Por una ruta alterna y tránsito normal, en una vagoneta oscura, Tani, Quinn y Adam llevaban el dinero hasta el destino señalado, sin llegar a tener algún inconveniente.
— Se siente bien regresar —exclamó Quinn, apoyada por los otros.
CONTINUARÁ...
N/A: Gracias por sus comentarios y por leer!
Chapter 22: CAPÍTULO XXII. NUEVOS SUCESOS
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Más de dos meses habían transcurrido desde aquel horrible día en el que el palacio había sido destruido y ya se llevaba a cabo la tarea de reconstrucción que, por supuesto, llevaría tiempo terminarla.
El sargento Lukela recibió el informe de que se halló un cadáver en un estado lamentable y se lo comunicó al detective Williams, quien de inmediato, acudió a la escena. La policía ya había acordonado la zona y recibió un informe superficial de uno de los uniformados; pero ni sus compañeros, ni la forense habían llegado, así que se adelantó y se adentró siguiendo el extraño rastro, a la zona de depósitos donde la gente solía guardar miles de cosas que no querían tener en su casa. O cuando se quería o necesitaba esconder algo.
Al escuchar el ruido de unas cuidadosas pisadas, Danny caminó rumbo al interior del almacén abierto, con la mano en su arma sin desenfundar, y sacándola al ver a alguien que no portaba uniforme ni de la Policía, ni del laboratorio, encontrándose sorpresivamente con alguien a quien no había visto hace semanas. Todavía apuntándose, ambos rememoraron aquella primera vez que se vieron. Claro que esta vez, no hubo exigencias sobre identificaciones. Steve fue el primero en bajar su arma.
— ¿Qué haces aquí? —cuestionó el de ojos azules.
— Traje varias cosas de mi madre a uno de los almacenes; vi ese rastro y sentí el horrible olor. Yo llamé a emergencias.
— Pero no te resististe a investigar —Danny también guardó su arma y avanzó más hacia adentro, viendo pronto a la víctima. Steve le tomó el pálido brazo sacándolo de allí, alejándolo de la vista de los policías— ¿Qué haces? Prometiste dejarme en paz —protestó encontrándose contra la puerta cerrada de otro depósito, con el alto comandante demasiado cerca y todavía agarrando su brazo.
— Danny… Sí, te lo prometí.
— ¿Y entonces? —no hubo contestación y el rubio se soltó; pero se quedó ahí mirando el extraño semblante del otro. McGarrett no dijo nada por un instante— ¿Steven?
— Sé que te irás pronto y quiero que seas feliz. Aquí, o en Jersey, lo único que quiero es que seas feliz, ¿lo entiendes, Danny?
— Los Ángeles.
— ¿Qué?
— Me iré a Los Ángeles. Una invitación de NCIS —dijo de pronto, aunque en principio no había tenido planes de contárselo. Steve guardó silencio por unos segundos.
— Se están llevando a un gran elemento y estarás cerca de Chin —sonrió, el rubio apenas asintió con un claro sentimiento de decepción, de que el otro no intentara persuadirle de quedarse o al menos pensarlo mejor. Se enojó consigo mismo por esperar aquello.
— Sí, será muy bueno verle.
— Catherine también se fue...
— ¿Y qué es lo que pretendes? —reclamó Danny, aún más molesto— ¿Qué vuelva a ser tu pañuelo? No, Steven, las palabras de consuelo para ti, ya se me acabaron.
— ¡No te pido que lo hagas! Nada resultó bien desde que volvimos y…
— ¡Entonces, vuelve a tomar un maldito avión y vete tras ella y arregla lo que sea que hayas hecho! —refutó, intentando alejarse.
— ¡No quiero hacerlo! ¡No hay nada que arreglar!
— Tani y Junior estaban comentándolo y lo escuché sin querer —confesó rindiéndose— No sé por qué todos creen que escuchar algo sobre ti va a afectarme. Ya no es como si me importara saber todo lo que haces o dejas de hacer —dijo con tono calmado— Sin embargo, hay algo que quiero preguntarte. ¿Alguien te atacó mientras estabas fuera de Hawái? ¿Quizás antes de que regresaras?
— …Sí —confesó— Volví al rancho en Montana a preparar unas cosas, antes de volver luego estar en Chicago, vi a Lou en el aeropuerto —el rubio asintió, Grover se lo había contado— Era muy bueno con el cuchillo —contó mostrando un par de cicatrices a un lado de su antebrazo, con el que había protegido su cara en aquel ataque. Otra cicatriz peor atravesaba aquella del implante de hígado.
— ¿No viste quién era? —preguntó, obligándose a quitar su mirada del abdomen de Steve y reprimir sus ganas de tocar.
— No, era de noche. Sólo dijo que era amigo de Joe, que sirvieron juntos en Afganistán y realizaron algunas misiones y le creí, porque Joe me había hablado de ellas. Hablamos un minuto o dos y de pronto tenía su cuchillo en la mano. Peleamos, le quité el puñal, lo herí…, al final huyó. No sé por qué, estaba seguro que iba a acabarme.
— No lo creo. De alguna manera, le habrías ganado y él lo sabía. Ya sabrás que los que destruyeron el cuartel eran ex miembros de las Fuerzas Armadas; el que te hirió, seguramente estaba entre los que nos atacaron. Kono y Chin también sufrieron agresiones de ex uniformados. Querían acabarnos a todos, a los antiguos y actuales miembros del Five-O.
— ¿Qué hay de Jerry y Lori?
— Jerry anda viajando, buscando más información sobre al área 51. Lori…, ella fue asesinada cuando iba en una misión diplomática varios meses atrás; no lo supe hasta hace poco. Atraparon a los responsables, no hay relación con lo que nos pasó.
— Vaya, es una pena… —expresó por lo de la chica, luego se concentró en el rubio— Nos querían muertos a todos.
— Para ocupar nuestro puesto como fuerza de la gobernadora —Steve palideció. La idea de todos sus amigos muertos, no era algo en lo que le gustaba pensar. Y de nuevo, vio a Danny cayendo y tuvo que sujetarlo poniendo ambas manos sobre sus brazos, empujándolo hasta tenerlo contra la puerta. Sus ojos cerrados, su frente estaba apoyada en la del más bajo, quien entendía el dolor y miedo que el ataque produjo; pero estaba confundido por esa acción que nunca había sucedido entre ellos. Muchas veces se habían consolado con un abrazo y unas cervezas e incluso permaneciendo en silencio; pero esto era tan… diferente.
— Steven… —y de respuesta recibió un suave roce de los labios del moreno en su mejilla izquierda. Danny, estando apresado por el cuerpo del otro, hizo su cabeza para atrás y la volteó, iba a ordenarle al otro que lo soltara, sin darse cuenta que apenas había espacio entre sus rostros. Steve, aprovechó la sorpresa del de ojos azules. Danny no fue consciente que había cerrado sus ojos y estaba respondiendo a ese lánguido beso, luego de un breve momento de dubitación, en el que sus manos se habían posado sobre los brazos del otro, en un vano intento de empujarlo. El bullicio de más gente en el lugar, fue un aviso para que se separaran— Tengo un caso.
— Sí —aceptó dándole una última mirada antes de dejarle ir.
Tanto los peritos como algunos de sus compañeros estaban en el almacén. No volteó a ver si Steve lo seguía; pero cuando uno de los recién llegados apareció y no dijo nada, supo que McGarrett ya se había ido por otra ruta. Su sonrisa fue mayor al ver a su amigo de pie, con un bastón; pero ya caminando.
— ¡Qué alegría verlo de nuevo de pie y con esa placa, capitán!
— Es un placer para mí volver, jefe —dijo solemne, para luego darle un abrazo— No sabes cuánto me alegra, amigo. La rehabilitación, la psicóloga… ¡Uf! Prefiero enfrentarme a chicos malos que a esa mujer.
— Como todos, compañero.
— ¿Qué tenemos aquí?
— Un cadáver difícil de identificar. Esperemos que Noelani haga magia; pero se ve muy maltratado. Por los pocos rasgos que se notan, parece un hombre —informó el detective, ambos acercándose al cadáver.
— ¡Auch! Parece que jugaron tiro al blanco con él.
— Sí, luego de darle unas cuantas puñaladas y sumergirlo en algo.
— También parece que tiene las rodillas destrozadas.
— Este tipo, sea quien fuere, hizo enojar a alguien. Quizás a su esposa.
— O a su amante.
— ¡Lo siento! —dijo la forense llegando a prisa— Es un día ocupado.
— Tómate tu tiempo, doctora, esto no va a ser fácil.
— Tiene razón, capitán. ¡Vaya!… Va a costar identificarlo. Parece que intentaron derretirlo en ácido.
— Pues no tuvieron paciencia —dijo Lou.
— O lo interrumpieron —indicó Danny.
— No hay billetera, ni identificación. O quizás, eso sí se disolvió —expresó la doctora.
— ¿Supongo que no podremos saber la hora muerte o la causa? —preguntó el capitán.
— Debo llevarlo a la morgue y hacer estudios —dijo ella.
— ¡Hola! Bienvenido, capitán —saludó Junior estrechando su mano— Tengo el nombre de la dueña de este almacén; pertenece a Anissa Greene.
— Pues el cadáver no es de ella —dijo el hombre de Chicago.
— Cierto. Junior, dile a Quinn y Tani que vayan a casa de la señora Greene y que investiguen si existe la posibilidad de que tuviera un familiar desaparecido.
— De inmediato, Danny.
Había mucho que procesar en esa escena, lo único que sabían es que definitivamente, fue un homicidio. Danny aun esperaba que sus compañeras llegaran o llamaran con nuevas pistas. Junior seguía en la escena, Adam estaba en el laboratorio esperando los resultados preliminares.
Mientras, Lou y el detective habían regresado al edificio de la Policía de Honolulu, donde el Five- O tenía un espacio asignado en la planta alta. No había oficinas individuales, sólo escritorios con computadoras y gavetas con lo que necesitasen. Afortunadamente, ya tenían instalada una mesa central con una computadora de última generación. Danny miraba a través de la ventana el atardecer, mientras hablaba con Clara Williams.
— No, mamá, no podré. Debo presentarme de inmediato. Te llamaré cuando esté establecido, ¿está bien?... También te quiero, dale mis saludos a papá. Adiós.
— Hace tiempo que no conversamos.
— Eso no es cierto, Lou. Te he visitado en el hospital y en casa. Hasta te he llevado mis deliciosas galletas que tanto te han gustado, ¿lo olvidas?
— Claro que no, ¿cómo podría si me gustaron tanto?... ¿Cómo está Grace?
— Bien, le gusta la universidad y sus calificaciones son muy buenas.
— ¿Y qué opina de que te mudes y ya no pueda regresar a Hawái?
— Ella puede venir cuando quiera, yo no voy a prohibírselo. Si Rachel hubiera querido quedarse, tampoco se lo hubiera impedido.
— Pero igualmente te hubieras llevado a Charlie.
— Después de lo que ella me hizo pasar, no tiene derecho a reclamarme nada.
— Sé que estás decidido; pero no te ves feliz, ni un poco.
— He vivido aquí más de doce años y mentiría si te digo que una parte de mí no va a extrañar esta isla.
— Si lo vas a extrañar tanto, ¿no sería más sensato quedarte?
— No dije que la extrañaría tanto.
— Tu cara dice otra cosa.
— No es verdad y aunque así fuera, Lou, en este lugar hace tiempo que ya no hay mucho para mí. Me siento como acorralado en medio de tantas cosas y sentimientos. Creo que ya no hago falta aquí.
— ¿Y todas las personas que has ayudado? —cuestionó Adam apareciendo.
— ¿Te refieres a las víctimas de los casos que hemos atendido? Eso lo hicimos entre todos y no es como que la isla quedará desprotegida sin mí.
— Me refiero a las víctimas de los casos que tenías antes de ser parte de Five-O. Te dieron varios cuando estabas en la Policía de Honolulu, casos que ya casi estaban archivados y que supongo, te asignaron para medir tu capacidad. No dejaban de llamarte haole y molestarte por tu tono de piel. Sé que desde hace meses los has vuelto a investigar y has tenido buenos resultados, aunque eso te trajo algunas consecuencias.
— ¿De qué hablas, Adam? —el mencionado miró al detective, dándole chance de responder; pero él permaneció en silencio— Noelani me dijo que varias veces te ha visto quejándote de algo que te dolía y también tienes varias visitas al hospital y una vez fue por algo más serio.
— No fue algo muy serio. Entré a un búnker, había residuos de uranio; pero en ningún momento, estuve en contacto directo con algún material peligroso. Aun así, estuve en controles médicos, lo sabes Adam, me acompañaste algunas veces.
— Nunca me dijiste el motivo real —discutió el oriental.
— ¿Cuándo pasó? —gruñó el hombre más grande.
— Antes del ataque. Estoy bien, no pasó absolutamente nada.
— Entonces, por esos casos te quedabas hasta tarde y no siempre viajabas, ni Charlie te necesitaba como decías —dedujo el capitán.
— Es correcto.
— ¿Puedo preguntar por qué no confiaste en nosotros? —cuestionó nuevamente el moreno.
— No eran casos relevantes a Five-O. Yo sólo… No quiero dejar nada pendiente.
— Si había material radiactivo, definitivamente era un caso para Five-O —indicó el moreno con enojo contenido.
— Les repito que no había material peligroso, era un búnker que fue vaciado hace tiempo por Seguridad Nacional; pero el lugar estaba cerrado, las pequeñas partículas que quedaron estaban contenidas y al abrirlo, bueno... Hace años, una chica de 17 años desapareció y las investigaciones no avanzaron luego que sus padres se fueron de la isla, creyendo que ella había huido al continente y desde entonces no regresaron y como nadie preguntaba por el avance del caso, lo dejaron. Y fue como dijiste, Adam, me lo dieron. Sin tener a quien interrogar y apenas con pocos datos en el expediente, no pude hacer mucho en ese momento.
— Y ahora sí —dedujo el asiático.
— Ahora sí estuvieron dispuestos a darme más ayuda, y dado que ahora conozco mucho de esta isla, pude darme cuenta donde estaban los lugares que se veían en las fotografías, por donde encontraron algunas de sus pertenencias. Eso y más otros datos que Lukela me ayudó a recopilar junto a Mamo y Bumpy… Todo eso me llevó a ese lugar…. La encontré enterrada dentro ese búnker. Lo que quedó.
— ¿Y sus padres? —preguntó el hombre grande ya más calmado.
— Los están buscando. Hay una pista en San Francisco, Chin me está ayudando.
— Sólo estás esperando a resolver los que te faltan, ¿cierto?
— Sí, Adam.
— No quieres darte cuenta cuánta gente ha llegado a quererte; pero no sé si es porque eres necio o porque no puedes olvidar todo el asunto de McGarrett —atacó el oriental.
— Danny, no es un secreto lo que sientes o sentías por él y admito que Steve fue un hijo de su madre al no pedirte acompañarlo, considerando que ambos tienen sus historias y sus heridas. No vale la pena que estés así por el hecho que va a casarse. Te estás apagando de nuevo, amigo —dijo Lou y Danny se extrañó que ellos no supieran nada. Parecía que todos, realmente se habían alejado del antiguo jefe.
— Es cierto, Danny. Encontrarás a alguien y serás feliz, y podrás restregárselo a McGarrett en la cara, sólo no te cierres como lo has hecho —expresó Adam con una mano en su hombro.
— Acepto que lo de Steve me afectó. Sus palabras, su partida, su ausencia… Aunque no todo es por él. He tenido cosas muy lindas aquí, los tengo a ustedes…; pero yo también he pensado en lo que he hecho estos años, y las personas que he perdido y sé que no pude hacer más de lo que hice… Aún así, todo en conjunto hace que me sienta… No sé si enojado o decepcionado o… Y es por eso que creo debo irme. Necesito de un lugar donde lo que veo o recuerdo no me afecte, ni afecte mis decisiones. Como lo has dicho, Lou, también tengo heridas y que todavía, después del tiempo que ha transcurrido aún están abiertas. Siento que no puedo seguir siendo un líder o un buen compañero. De seguir así, mi comportamiento puede llegar a ponerles en peligro y eso es algo que no me perdonaré, si les sucediera algo.
— Di lo que quieras, Williams; —gruñó Lou— pero contigo hemos causado menos daños y muertes de lo que lo hacíamos con McGarrett. Has sido un líder estupendo, le has dado forma y organización al equipo y hemos protegido muy bien esta isla. La gobernadora está satisfecha y eso nos ha dado puntos a favor, lo cual no ha ocurrido siempre en los años anteriores y no quiero decir con eso que McGarrett fuera malo; pero sus métodos eran… Ya me entiendes.
— Sin mencionar que hemos atrapado a muchos chicos malos a quienes hemos podido sacar información y así hemos salvado la isla de muchos peligros potenciales —apoyó Adam.
— Gracias, a ambos; pero ya no se preocupen por mí, estoy bien. Además, NCIS es como un reconocimiento a mi carrera, y creo que no debería desaprovechar eso —los otros asintieron comprensivos— Ahora, ¿hay algo sobre el caso?
— El laboratorio sólo pudo confirmar que lo bañaron en ácido no concentrado, por eso no se derritió del todo, aunque fue suficiente para borrar rastros de cualquier sustancia y no fue posible sacar una marca del arma conque lo apuñalaron o alguna de las balas. Gracias a los registros dentales, sabemos que es Cristopher Hobbs. Ya le avisé a Tani, era un empleado de un lugar que rentan autos y es cierto que la dueña del depósito se dedica a eso; pero él no trabajaba, ni trabajó con la empresa de la señora Greene. También hay varias pisadas que no corresponden a una mujer y que no podemos comparar hasta no tener sospechosos.
— Si hay una de talla once, es de McGarrett.
— ¿Cómo lo sabes, Danny? —preguntó el oriental.
— Él estaba ahí cuando llegué. Dijo que guardaba cosas de su madre en uno de esos almacenes y que encontró un rastro que lo llevó hasta ese almacén y llamó a emergencias.
— ¿Por qué no lo vimos? —protestó el capitán.
— Ya me había dado su declaración, supongo que no creyó necesario quedarse.
— ¿Te dijo algo más? —preguntó Adam.
— Nada que tenga que ver con la investigación —los otros le miraron con insistencia— Él y Catherine rompieron su compromiso por acuerdo mutuo; ella se fue y no sé nada más —dijo y empezó a alejarse.
— ¿Y aún así vas a irte? —rezongó el moreno siguiéndolo.
— ¿Por qué me quedaría?
— Oye, —dijo Lou— aún le amas, y ahora tienes la oportunidad de estar con él, ¿qué esperas?
— Yo no fui la razón de que rompieran su compromiso. Steve no la dejó para estar conmigo. No terminaron porque él sintiera algo por mí. Él no me ama de la misma manera, y yo no voy a presentarme ante él, ofreciéndome como un maldito premio de consolación. No importa si se casa o no, me iré y eso está decidido —afirmó enfadado y esto último, lo escucharon Quinn, Tani y Junior— ¿Encontraron algo? —les cuestionó ante el silencio.
— La señora Greene no conoce al hombre; pero dijo que había ido a verla hace un par de semanas presentándose como el mejor para trabajar en su empresa; pero ella lo rechazó, no estaba buscando personal. Él insistió y ella no cedió y esa fue la última vez que lo vio —informó Quinn— Y, no tiene idea de por qué el cadáver estaba en su almacén.
— Duke llamó por un segundo muerto en la playa y fuimos a ver. Tenía varias heridas por arma blanca y también quisieron derretirlo —dijo Tani— Noelani ya se llevó el cuerpo.
— Bien. Junior, ¿recuperaste las grabaciones de las cámaras cercanas a los almacenes?
— Sí, jefe. Las traje y las revisaré de inmediato.
— Adam, y Lou les toca ir a la casa de la primera víctima. Damas, ayuden a Junior —y se fue, no quería seguir siendo cuestionado por nadie más.
De camino a la morgue, Danny pensó en las razones por las cuales McGarrett hizo lo que hizo. Era claro, que él le quería, no lo dudaba, le quería igual que le quiso en todos los años que fueron compañeros; pero que lo besara, era algo que no estaba entendiendo. Danny tenía sus teorías: Una artimaña para provocar una discusión y tener un tema para discutir y así volver a lo de antes, o quizás era una especie de extraña compensación… O simplemente fue una de aquellas locuras que siempre hacía sin pensar. Como sea, él se había rendido ante ese beso y lo había disfrutado, olvidándose de sus convicciones. Por supuesto, que sabía también que debió mantener distancia, que debió haberse alejado; pero en ese pequeño momento, el idiota le había dado algo que Daniel había querido demasiado. Mentiría si decía que no extrañaba el verle, el tomar una cerveza, el hablar con él, el decirle todo. Cuando lo hacía, todo en su vida, parecía más llevadero. En cambio, ahora, tenía más de dos años de cosas guardadas dentro de él. Y de ninguna manera regresaría a la psicóloga, ya había tenido demasiado de ella en todo ese tiempo, luego del ataque.
Si tan sólo no hubiera abierto la bocaza aquel día, cuando le habló sobre el amor que sentía. Podía haber dejado que pasase un tiempo más mostrándose enojado y entonces volver a tener una relación de amigos, aunque no como antes, sin importar que el idiota se hubiese casado o no. No importaba que debiera guardarse sus sentimientos; pero lo había expresado y se sintió bien a pesar de todo. Sin embargo, aquello en cierta manera, había dificultado el cómo arreglar su maltrecha relación de amistad. Se quiera o no, los sentimientos de amor marcaban una diferencia en amigos o compañeros que, por una u otra razón, sólo podían ser camaradas.
Danny pensó que, quizás sólo era mejor partir, tomar ese beso como despedida y si algún día se reencontraban, pues quizás entonces, sí podrían tomar un par de cervezas juntos. Sí, eso era lo mejor. Ya sólo faltaba una llamada de Chin Ho Kelly, y ya tenía la casa vendida, la mayor parte de sus cosas estaban empacadas y se llevaría el Camaro. Charlie y Rachel lo alcanzarían un par de semanas después.
— Hola, detective, acabo de terminar la autopsia de nuestra segunda víctima, el señor Kalam Curtis. Nativo, 35 años, divorciado, y trabajaba en una compañía de renta de autos —dijo entregándole al rubio una identificación algo chamuscada.
— Compañero de trabajo de Cristopher Hobbs.
— Al señor Curtis lo apuñalaron tres veces, la herida del abdomen fue la que más daño produjo. Se desangró. Al igual que con el señor Hobbs, trataron de derretirlo en ácido; pero de nuevo, o no tuvieron tiempo o lo interrumpieron; apenas sus extremidades inferiores fueron afectadas.
— ¿Puedes decirme si murieron al mismo tiempo?
— El señor Hobbs murió antes; pero la diferencia de tiempo es poca.
— Gracias, Noelani.
— ¡Detective!
— ¿Sí?
— Sé que se lo pregunto muy a menudo; pero…
— Estoy bien. Gracias, Noelani.
— Si necesita algo…
— Lo sé —dijo con una sonrisa amable. Ella sabía ya de la pronta partida.
El lugar de trabajo era lo único que ambos tenían en común hasta el momento, así que envió a Tani y Quinn hacia allí. Junior se quedó buscando antecedentes, revisando finanzas, registros telefónicos; lo de siempre. Danny se dirigió a casa de la segunda víctima, encontrándose con que la puerta había sido violentada. Al entrar, tuvo un cruce de balas con alguien que, claramente, buscaba algo. El rubio tuvo mejor puntería.
Al día siguiente, Danny, en compañía de un café y una caja de malasadas, estaba en la computadora buscando los datos del hombre con quien se había topado en la casa de Curtis. Sus compañeros no tardaron en aparecer.
— La casa de Curtis fue completamente revisada y vaciada. Se llevaron todo lo de valor; pero alguien buscaba algo más, había bastante sangre —informó el rubio— Es allí donde lo mataron.
— En la casa de Hobbs parece que hubo un tornado, —expuso el capitán— también se llevaron todo y es seguro que a él también lo torturaron y mataron en su casa.
— De acuerdo, fue un robo; pero, ¿matar así a los dueños? —preguntó Tani.
— Hay algo más, —dijo Quinn— y la clave está en lo que sea que ese hombre con quien Danny se encontró estaba buscando. Tendremos que esperar a que los de escena del crimen descubran algo más.
— ¿Encontraste algo sobre quienes dejaron el cuerpo en el almacén, Junior? —preguntó el rubio.
— Las cámaras captaron a dos hombres entrando a la zona de los depósitos, con un bolsón algo pesado, no se les ve la cara en ningún momento. Luego, ambos salieron y pasaron cerca de la camioneta de Steve, que acababa de llevar —contó mostrando el video y la camioneta ahora de color azul— De hecho, trataron de llevársela cuando él comandante entró a los depósitos con una gran caja en sus manos; pero volvió al poco rato por más cosas y los otros al verlo, se fueron en un auto que al parecer los esperaba. Otra cámara los captó y busqué las placas.
— Y son falsas —concluyó Adam.
— Uno de ellos tocó la camioneta, —observó al rubio— en la parte de la carrocería y no tenía guantes.
— Podría haber una huella ahí, —dijo el capitán— si es que no lavó el auto, claro.
— Estás hablando de McGarrett —bufó el de Jersey— Llámenlo y que alguien haga el levantamiento de esa huella —de inmediato, Lou y Tani se movieron.
— Señor, ¿me permite un momento?
— Claro, Junior —aceptó, ambos alejándose a la ventana y el chico le entregó una memoria USB
— ¿Qué hay aquí?
— Nadie más que yo lo vio —dijo y se alejó con una sonrisa, de nuevo a la computadora.
— ¿Todo está bien? —preguntó Adam, por la expresión extrañada del detective.
— Sí. Vamos a seguir revisando lo que tenemos hasta ahora.
— Bien, —indicó Quinn, dejando de ver interrogativamente a Junior— tenemos dos muertos asesinados de la misma forma, ambos trabajaban en el mismo lugar y también tenemos un ladrón muerto.
— Posiblemente el ladrón los estuvo vigilando en su trabajo, quizás alguien lo vio, y hasta pudo rentar un auto como excusa para saber de ellos —sugirió Junior.
— Vale la pena también ver el negocio de la señora Greene, por si hay alguien acechándolos —acotó el asiático.
— ¿Qué hay en los antecedentes de tu ladrón, Danny? —preguntó Quinn.
— Sólo le falta haber sido acusado de terrorismo.
— ¿Socios conocidos? —preguntó el SEAL.
— Casi medio Halawa.
— No es cierto, ¿y por qué está libre? —gruño la chica.
— Porque el testigo principal de su juicio está muerto y no hubo otras pruebas contundentes para encerrarlo. Como sea, son muchos, y traté reducir la lista, así que busqué a quienes fueron detenidos junto con él; pero de los varios que hay, unos están muertos, otros prófugos y otros detenidos en Nueva York, Filadelfia y Chicago desde hace seis, nueve, cuatro y trece años —recitó el detective.
— Debió conseguir socios nuevos —teorizó Adam.
— Y también puede que esos socios ahora estén muertos, —tanteó la chica refiriéndose a las víctimas— quizás los traicionó.
Con la huella tomada de la camioneta de McGarrett, lograron identificar al hombre; un criminal muy buscado desde hace años, su nombre era Kurt Miller y era socio del hombre que Danny eliminó. Con sus fotografías, visitaron los lugares donde se rentaban autos. La señora Greene, dijo haber visto a alguien parecido al hombre recién identificado, especialmente cuando vio un lunar en su cuello. Ella aceptó decirle los detalles a un dibujante y al compararlo, los rasgos básicos coincidían. El hombre había visitado el lugar, preguntando por algo dejado en un auto, una memoria USB. Ella le mostró las pocas que había y ninguna era la que él buscaba. Entonces el hombre dijo que probablemente, se había equivocado de negocio y preguntó por otro cerca. Ella le habló del lugar donde trabajaron las dos víctimas.
— ¿Qué tendrá esa memoria? —preguntó Liu.
— Rotundamente, algo importante; —dijo la Adam— pero eso importante, no lo encontramos ni en su casa, ni en su trabajo.
— ¿Qué hay de las cosas robadas? —cuestionó el detective.
— La policía ya recuperó todo de una casa de empeño, no hay nada que se parezca a un pendrive —aseguró Junior.
— Los pendrives ya vienen en formas raras, —expuso Adam— realmente pueden ser cualquier cosa.
— ¿Raro? —cuestionó la sargento— ¿Cómo qué exactamente?
— Bueno… Todo. Desde una barra de chocolate, un dedo cortado de plástico, un pollo de goma…
— ¿Es en serio, Noshimuri? —preguntó Quinn.
— No es difícil sacar la parte del conector y ponerla en lo que quieran… Una vez, mi hija Grace, adaptó uno a un tubo vacío de labial que le dio su madre. Para hacerlo más elegante, dijo.
— Entonces, quizás está oculto a la vista —indicó Adam— La pregunta ahora es quien lo tiene.
— Tendremos que buscar en ambas casas de nuevo —dijo el más moreno.
— Junior, llama a Tani, que ella y Lou verifiquen en el lugar que trabajaron y tú ve con Quinn a casa de Hobbs. Adam vas conmigo a casa de Curtis.
Si ese USB era tan importante, era necesario encontrarlo pronto, así que se apresuraron a todas las ubicaciones y empezaron a escudriñar en cada lugar y también, revisaron cada objeto probable e improbable y ya llevaban un buen rato y era cada minuto más frustrante.
— Oye, Danny.
— ¿Sí?
— ¿Tú guardarías una botella vacía de vino barato?
— Ni siquiera compraría una, y no es como si pudiera pagar una muy costosa.
— Mira el corcho —dijo señalando el objeto y tratando de sacarlo de la mencionada botella.
— Lo encontraste, Adam. ¡Bien hecho, compañero! Veamos si podemos ver lo que hay —dijo poniendo la memoria en la Tablet.
— No puede ser…Planos del ayuntamiento y…
— Iban a hacerlo explotar, también la torre Aloha y el centro comercial. Es todo un plan para un ataque terrorista —determinó el detective.
Todos se reunieron de forma inmediata, era imperativo descifrar cuando llevarían a cabo el ataque y detener a los responsables.
— Podrían llevar a cabo su plan en cualquier momento, ahora que están nerviosos por la pérdida del USB señaló Tani.
— Si es que saben de la pérdida.
— ¿A qué te refieres, Danny? —preguntó Quinn.
— Tenemos unos ladrones que han estado buscando la memoria en un negocio de renta de autos. Y han matado a las dos personas que conocían su existencia. Hobbs que limpia los autos y Curtis era el supervisor.
— Uno de los hombres pudo hablar con el supervisor, al igual que lo hicieron con la señora Greene y preguntar sobre el USB, ofrecerle recompensa —explicó Junior.
— Entonces, Curtis pregunta al personal y Hobbs lo entrega ya sabiendo lo que hay y se lo dice a su supervisor. Ahora, uno quiere ir a la policía y el otro no o los dos quieren entregar la memoria a las autoridades o cometen la insensatez de chantajear al ladrón y éste los asesina —prosiguió el rubio.
— El ladrón fue contratado por el que perdió la memoria para recuperarla y por eso torturaron de esa manera a nuestras víctimas, —dedujo Tani— aunque ninguno de los ladrones tiene vínculo con células terroristas.
— Tenemos a toda la policía buscando a Kurt Miller, el hombre que quiso llevarse la camioneta —informó Junior.
— Tenemos que encontrarlo pronto, es el único que puede decirnos quién lo contrató y detenerlos —dijo Liu— Tani y yo fuimos a Halawa a hablar con uno de los socios del hombre que Danny enfrentó y nos dio el nombre de una mujer con la que nuestro sospechoso tuvo un romance. Vive en Haleiwa, y tiene un hijo de tres años.
— Vamos y tratemos de ser sigilosos, si está ahí, lo necesitaremos con vida para hacerlo hablar —dijo el jefe, quien tenía malos recuerdos de esa carretera; pero no iba a permitir que aquello interfiriera en su labor.
CONTINUARÁ...
N/A: Aclaremos las posibles dudas del capítulo de hoy: Adam habla sobre los viejos casos que Danny está resolviendo por su cuenta. Entre ellos estaba el caso de los ladrones con aspiradoras. Danny no había llamado a sus compañeros y en cambio, actuó con la policía (capítulo: un cumpleaños en medio del caos) En ese mismo capítulo, Danny le pide ayuda a Lukela, pues estaba buscando a alguien y Adam estaba de curioso. En este capítulo ya obtuvieron la respuesta.
En la última parte del capítulo de hoy, menciono que Danny tiene malos recuerdos de la carretera a Haleiwa. La razón por si no la recuerdan, es que, en esa carretera, tuvo el accidente de auto.
Gracias por leer!
Chapter 23: CAPÍTULO XXIII. ENFRENTANDO AL ENEMIGO
Chapter Text
Durante todo el trayecto, el detective Williams se enfocó en el caso; no había lugar para cometer errores por causa de alguna distracción. Había que hacer lo que fuese necesario para detener a los tipos que amenazaban la isla y como siempre, esa determinación era apoyada por cada uno de los miembros de su unidad.
Su Camaro iba a la cabeza del pequeño convoy de tres autos. Junior y Tani iban con el capitán Grover y la sargento iba con Adam. Vio por el retrovisor y se permitió sonreír, pues estaba feliz de poder trabajar con personas tan dedicadas y sin miedo a enfrentar todos los peligros que esta profesión exigía. Incluso Adam, que, aunque jamás había portado un uniforme, hacía lo necesario, así que, ¿cómo no estar orgulloso de todos ellos? Y más aún, estaba agradecido por el apoyo que cada uno le dio desde el momento que tomó las riendas.
— ¿Todo bien, amigo? Estás muy callado.
— Todo en orden, Adam.
— ¿Estás seguro? —cuestionó Tani— ¿No hay nada que quieras decirnos? —de nuevo, Danny miró por el espejo, preguntándose si Junior les había comentado algo y de así, lo asesinaría muy lentamente.
— No pasa nada, ¿tú tienes algo que decir, Junior?
— No, señor, absolutamente nada. Estoy haciendo una búsqueda sobre la mujer que vamos a ver; pero no hay nada, aparentemente es una buena ciudadana.
— O eso quiere hacernos creer, podría estar encubriendo a nuestro sospechoso —indicó el capitán.
— Quizás no sepa lo que el padre de su hijo hace —fue el turno de Queen.
— ¿A qué se dedica ella? —cuestionó el de ojos azules.
— Atiende una pequeña cafetería —contó el moreno más joven— No hay grandes sumas de dinero en su cuenta, y apenas una infracción de tránsito.
— Puede que no viva con él entonces, ella parece buena persona.
— Lo averiguaremos pronto, Tani.
Finalmente, estaban a poca distancia de la casa que buscaban; pero no hicieron ningún movimiento, ya que querían observar si alguien más vivía allí, a parte de la mujer y el niño. Tani, con su alegre forma de ser, se quitó el chaleco y fue a preguntar a una señora adulta, que visiblemente, miraba desconfiada a los recién llegados. Ella se identificó como policía y preguntó por la mujer que buscaba y por si acaso, también por el hombre. La señora, no muy segura, le confirmó que ambos vivían en la casa, aunque el hombre desaparecía por días; pero que parecía que recientemente, había llegado de un viaje, y que lo había visto con un pequeño niño.
— No hay nadie —contó Queen, volviendo a entrar al auto de Adam, después de haber ido a echar un vistazo— Quizás salieron a un paseo familiar.
— Tenemos que esperar a que anochezca y entrar sigilosamente para evitar que ese niño y su madre salgan heridos, no sabemos de lo que ese hombre es capaz —dijo Junior— Si estás de acuerdo Danny, Adam y Tani que se ocupen del pequeño. Quinn ocúpate de ella. Y tú y yo nos ocuparemos de él.
— Un momento, ¿qué hay de mí?
— Lou, no estás en condiciones todavía —expresó el jefe— Si no confiesa por las buenas, te dejaré a ti ocuparte.
Por supuesto, al capitán no le hizo gracia; pero no protestó.
Esperaron a que la noche cayera. La luz del dormitorio se apagó y entonces se movieron. Abrieron la puerta delantera con ayuda de unas ganzúas y se desplazaron al interior de la casa de una planta. Tani y Adam abrieron la primera puerta y vieron que era del pequeño. Los demás continuaron hasta la puerta del fondo, la abrieron y entraron. Quinn se quedó en el lado de la cama donde dormía la mujer. Danny y Junior estaban listos para sorprender al hombre.
Y rotundamente, él se sorprendió.
— ¡Quieto Miller! Five-O —anunció el jefe.
— ¿Kurt, ¿qué…?
— Tranquila, señora Miller —advirtió la sargento, muy seriamente.
— Incorpórate despacio —indicó Danny.
— ¿Qué quieren?
— Hablar un poco —respondió Junior.
— ¡No tengo nada que decirles!
— Al contrario, date vuelta y pon tus manos a la cabeza —él obedeció y Junior lo esposó. Ambos agentes lo sacaron del cuarto.
— ¿A dónde lo llevan? ¿Qué quieren de él? —protestó la inquieta señora.
— Quédese dónde está y no grite, —ordenó Liu— no querrá despertar a su pequeño hijo.
— ¡Quiero verlo!
— Cálmese, señora, mis compañeros lo están cuidando; mientras, usted y yo tendremos una conversación —explicó alcanzándole la bata.
Afuera, en la sala, Kurt nada contento de ver que había agentes en el cuarto de su hijo trató de protestar.
— ¡Entraron ilegalmente, no tienen una orden!
— Normalmente te daría una breve lección de lo absurdo que es hablar de legalidad, cuando se es un hombre buscado; pero ahora no tenemos tiempo —expresó el de Jersey.
— A ti y a tu amigo alguien los contrató para recuperar una memoria USB olvidado en un auto rentado. Vas a decirnos quien fue —ordenó Junior.
— ¿Por qué todos hacen tanto problema por una memoria?
— Esa memoria pertenece a gente peligrosa asociada con terrorismo —informó el rubio y el otro palideció.
— ¿Es broma?
— ¿Te parece que bromeamos? —bufó Junior— ¿En verdad crees que a ti y a tu amigo les ofrecerían una buena suma de dinero por una memoria con unos pocos documentos sin importancia?
— Mejor habla y si no lo haces, —advirtió el detective— me voy a encargar que pases el resto de tu vida en una prisión federal por ser su cómplice. No volverás a ver a tu hijo y tampoco su madre y ese niño irá a servicios infantiles. Escoge.
— ¡No sabía que se trataba de eso!
— ¿Quién te contrató? —cuestionó Junior, esta vez con más énfasis.
— ¡Su nombre es Assim, no sé su apellido o a qué grupo pertenece!
— ¿Cómo se supone que le dirías si tienes la memoria? —de nuevo Junior.
— No lo sé, tardamos mucho y está enojado… No logramos hallarla en casa del que lavaba autos y supuse que estaba en casa del otro… Le dije que esperaría hasta que la policía se fuera para ir a revisar.
— ¿Cómo te contactó la primera vez? —era Danny.
— No fue a mí… Mi compañero dijo que lo interceptó, cuando vigilaba el alquiler de autos. Solíamos robar a los que alquilaban un motorizado… Ya saben, lujosos.
— ¿Lo viste alguna vez? —preguntó el rubio.
— Sí; pero…
— ¿Pero? —presionó una vez más.
— Si es terrorista… Me matará si lo delato.
— Te matará de una forma u otra y ten por seguro que también irá tras tu familia. Te guste o no, tienes más oportunidad de vivir, si nos ayudas. Mientras lo hagas, tu familia estará en custodia de protección —indicó el moreno.
— Tenemos un problema, —dijo Quinn— la señora Miller dijo que hace dos días, un hombre con acento musulmán le preguntó sobre alguna casa en alquiler y ella le señaló una, en la cuadra anterior. Exactamente donde vive la anciana con quien habló Tani.
— Te ha estado vigilando —señaló Joons.
— Lou, ¿me escuchas?
— Afirmativo, Danny.
— Nuestro terrorista se llama Assim, renta una casa cerca de aquí y seguramente ha estado vigilando a nuestro amigo. Verifica si hay algún auto sospechoso.
— La calle está vacía como cuando llegamos, debe estar en su casa —señaló luego de un rato— ¿Quieres ir a visitarlo?
— No, haremos contra vigilancia. No falta demasiado para que amanezca, si no está cerca, probablemente llegará pronto. Tenemos que mover los autos, no debe saber que estamos aquí y también debemos sacar a la señora y a su hijo, así que tendrás que llevártelos a un lugar seguro. Estamos saliendo en este momento.
— De acuerdo.
La señora Miller y su hijo entraron a la parte de atrás de la camioneta de Lou, no sin antes haberle dirigido a su marido una mirada resentida. Quinn, quien tenía órdenes de buscar toda la información disponible sobre el tal Assim, fue de copiloto y partieron cuidando de no ser descubiertos. No había mucho tiempo para elaborar un gran plan, sólo podían aprovechar la información que tenían.
El auto que Miller conducía era una muy vieja vagoneta; Tani iría escondida en la parte de atrás a modo de vigilancia, por supuesto armada. Miller conduciría hasta la casa de Curtis y en cuanto Assim lo interceptara y se hiciera la entrega, Danny y Adam continuarían siguiéndolo. Y con suerte, los llevaría hasta su guarida y a sus otros cómplices.
Esperaron hasta que los primeros rayos de sol aparecieron y ahí estaba el sospechoso, vigilando. Adam, al estar más cerca, logró tomarle una fotografía y enviarla a Quinn. Miller, visiblemente ansioso, se dirigió a su auto y condujo, no faltó mucho para que el otro lo siguiera, y poco después, el auto de Adam arrancó tras ellos. Junior acompañaba al japonés.
Danny se detuvo en la casa que alquilaba Assim y con algo de persuasión y una sonrisa, hizo que la adorable señora le permitiera pasar. El detective dio una mirada general, apenas había muebles, así que se puso a revisar paredes y alguna tabla suelta en el piso.
— ¿Encontraste algo? —preguntó Lou al teléfono.
— Hay algunas cosas… Poca ropa, documentos… Un pasaporte… Farid Gattas… Parece que es el verdadero nombre de nuestro sospechoso. Tiene algunos viajes al continente…, a Londres y otros lugares… Debe tener miles de millas de viajero frecuente. Como sea, todos sus viajes terminan en el mismo destino. Medio Oriente.
— Farid Gattas, entró a Hawái hace dos semanas, llegó solo... Aquí dice que su hermano murió en un ataque de los nuestros, hace más de un año. Seguramente eso hizo que se molestara —señaló la sargento.
— Y gente molesta contra América es lo que las organizaciones terroristas buscan —aumentó el capitán— Estará dispuesto a todo, con tal de llevar a cabo su venganza.
— Bien, Lou, coordina con la policía y la unidad antibombas. Quiero que estén preparados para salir en cuanto tengamos la ubicación. Seguridad Nacional ya tiene bajo vigilancia los objetivos; pero no quiero más gente de la necesaria interviniendo en el operativo.
— De acuerdo amigo, esperamos tus indicaciones —concluyó el más moreno.
Danny tomó el pasaporte, algunos papeles y salió; condujo su Camaro buscando alcanzar a los otros.
— No lo olvides, —dijo Tani sin salir de su escondite— entras, buscas en los cajones, vas a la cocina y busca en el lugar más raro que se te ocurra y haces como si hubieses encontrado este USB —dijo mostrándole uno que Danny le había dado— Llevas micrófono, así que te escucharé en todo momento, así que no se te ocurra hacer algo tonto.
— ¿Y si me sorprende allí? Seguro me va a matar.
— Confío en que encontrarás el modo de huir de sus balas —él no estuvo muy convencido.
De nuevo, sin estar seguro, Miller hizo lo que le dijeron y entró a la casa, la puerta estaba abierta y no había uniformados a la vista. Buscó en unos cajones y fue hacia la cocina. Había un jarrón de galletas medio vacío y sacó una. Al darse la vuelta, se llevó una gran sorpresa.
— Ya busqué en este lugar; pero espero que tuvieras mejor suerte —dijo el hombre del medio oriente, con expresión agresiva.
— ¿Buscaste en el tarro de galletas? —Tani, quien viró los ojos, salió del auto, aunque se mantuvo oculta.
— ¿La encontraste?
— ¿Es esta? —Junior y Adam se preguntaron de donde consiguió una.
— No lo es.
— ¿Tenía pegado una goma, un dedo de plástico o algo así? Esas cosas son fáciles de sacar, quizás se quedó con el conector para que sea más fácil de esconder, ¿o por qué escondería esto entre las galletas?
— Dámela.
— ¿Qué hay de mi recompensa?
— Yo tuve que venir hasta aquí, no te daré nada.
— Pero… —el arma frente a él lo hizo callar y retroceder y aunque el disparo le dio en la pierna, Miller logró salir por la puerta de la cocina. Farid, no lo siguió, su disparo pudo llamar la atención y no estaba interesado en averiguarlo. Miller trató de huir; pero no lo logró.
— ¿A dónde vas? —preguntó Liu, apuntándole.
— ¡Necesito un médico! Y ya hice lo que me pidieron, así que…, ¿todo bien?
— ¡Claro que no!, tendrás un médico; pero, ¿no te lo mencionamos? Aún enfrentas cargos por las muertes de Hobbs y Curtis, y salvo que tengas una coartada, que no creo, te encerrarán por ello. Y también tienes el intento de robo de una silverado afueras del almacén, donde tú y tu cómplice dejaron a Hobbs. Agradece que estás vivo y tu familia a salvo —Miller no pudo decir nada en su favor.
Farid había partido apresurado, esta vez el Camaro era quien estaba tras él con Junior acompañando al detective, mientras Adam y Tani ya preparados, los seguían de cerca. Quinn ya había entregado al sospechoso a la policía y también se apresuró a seguir a sus compañeros.
— Adelante, Danny —contestó Grover.
— Estamos siguiendo al sospechoso, parece que nos dirigimos hacia Kailua. Tienes mi permiso para seguirme usando el rastreo GPS.
— De acuerdo compañero; pero escucha, les envié fotografías de los posibles aliados de Farid. Todos son tipos muy peligrosos y muy escurridizos, han logrado evadir a la CIA muchas veces.
— Es una suerte que no seamos la CIA —bufó el rubio— No van a escapar.
— Seguro que no, estamos en camino, tengan cuidado y no se acerquen demasiado.
— Tranquilo, Lou, no empezaremos esto sin ustedes.
Con todos ya informados de las coordenadas, el operativo dio oficialmente inicio. Danny mantenía distancia, esperando que se dirigieran a una zona deshabitada, cosa que no pasó. Había casas y gente, lo cual no les favorecía en nada. Si los sospechosos se daban cuenta, podrían hacer explotar la zona, pues era bien sabido que a ellos no les importaría morir y mejor si se llevaban inocentes, aún cuando no lograran su objetivo inicial.
La casa quedaba en plena esquina, tenía dos entradas, una por la avenida por donde habían llegado y otra por una calle angosta. Era una propiedad muy privada, de un solo piso y tenía vegetación que hacía difícil la vigilancia desde la calle.
— Estamos cerca de su ubicación, Danny —dijo Adam al teléfono.
— De acuerdo, la visibilidad del interior de la casa es casi nula. Junior y yo hablaremos con el vecino de la casa que está detrás, para ver si podemos tener mejor vista. Ustedes quédense cerca de la puerta principal; pero mantengan distancia; lo suficiente para ver si alguien más aparece.
La familia se puso nerviosa. Que Five-O los visitara no significaba algo simple. Por supuesto, el detective y el oficial no portaban chalecos, y sus armas estaban escondidas, incluso las placas las tenían en las manos.
— ¿Hace cuánto están aquí sus vecinos? —preguntó el moreno, mientras Danny trataba de distinguir algo por la ventana del segundo piso.
— Como dos meses —dijo el hombre, mirando al rubio nerviosamente.
— ¿Ha visto o escuchado algo raro?
— Lo raro es que hayan pagado lo que el dueño pide, es decir, es una casa como muchas de aquí, no tiene ni piscina; pero el alquiler es alto. La casa de al lado también es del mismo dueño; pero sigue vacía por la misma razón.
— ¿Han hablado con ellos?, ¿los han visitado alguna vez?
— Hay días en que no paran en casa, siempre escuchamos su auto entrando y saliendo. A veces creemos que harán una fiesta por la cantidad de cosas que meten; pero no pasa nada. Nunca han dado problemas.
— ¿Sabe cuántos son?
— Tal vez seis, a dos los vemos siempre; son los que entran y salen, los otros parece que viajan, porque no los vemos muchos, excepto este par de semanas. Esa casa tiene dos habitaciones, no sé cómo pueden vivir todos ahí.
— ¿Puede decirme si son extranjeros o locales?
— Uno es un haole, del continente, lo saludamos y responde, parece buen tipo; pero los otros…, no suelen hablar mucho, apenas hemos cruzado un par de palabras; pero definitivamente son extranjeros. ¿Podrían decirme que sucede?
— Voy a mostrarle unas fotografías, a ver si reconoce a alguien.
— Sí.
— Él… Él es el que menos habla, y se ve enojado todo el tiempo —dijo refiriéndose a Farid— Éste llegó ayer con bastante equipaje, estos… No lo sé, se parecen; pero no tienen esas barbas, y el pelo…
— De acuerdo, gracias —dijo Danny acercándose al nervioso padre de familia— Por favor escuche. Necesito que salga de aquí y se lleve a su familia a un lugar lejos, donde estén a salvo, ¿sí? También necesito que nos preste su casa. En cuánto todo pase, lo llamaré, ¿de acuerdo? Oiga, oiga, tranquilícese, no debe preocupar a su familia, estarán bien. Sólo salga tranquilo.
— Sí.
— Tome lo que necesite y vaya —indicó el rubio— Gracias por su cooperación, y no se preocupe, cuidaremos la casa.
En cuestión de minutos, la familia se marchó. Danny y los otros prepararon su base de operaciones, no necesitaban demasiado equipo para vigilar. Desde allí podían ver quien entraba y salía por la puerta de la cocina, y también podían ver una parte del patio trasero y es que un par de árboles no muy coposos se interponían a una perfecta vista. También tenían unos buenos arbustos cerca de la puerta del garaje para esconderse y vigilar desde allí con binoculares, aprovechando que el muro de tablas no era muy tupido. La policía, el escuadrón antibombas y Lou estaban a unas calles de allí.
— Ahí está Farid —dijo Danny— está armado, revisa el perímetro, está vigilando. Va hacia el frente.
— Alguien ha salido por la puerta de la cocina, es el americano. Maldito traidor —gruñó Junior, un poco más alejado de Quinn.
— Parece que otro ha salido a tomar el sol —dijo Liu, buscando un mejor ángulo para reconocerlo y compararlo con las fotografías que tenían— ¿Danny puedes verlo?
— Negativo. ¿Tani?
— Desde aquí todo se ve tranquilo —dijo ella situada mirando desde la esquina entre la avenida y la calle angosta que daba al patio de enfrente— Farid se ha detenido en la entrada.
— Adam, ¿alguna novedad? —preguntó Lou, todavía sin llegar al lugar.
— Nada, no tengo buena visibilidad, voy a acercarme a Tani —indicó, saliendo del motorizado, que estaba al otro lado de la avenida.
— El americano también va hacia el frente —dijo Danny.
— Hasta ahora, todo está en calma, —señaló Quinn— no parece que lleven a cabo su plan pronto, están muy tranquilos.
— No tanto —dijo Tani mirando como el americano, un tipo de mediana estatura y rubio, encendía un cigarrillo y un alterado Farid le reclamaba. En ese momento, otros aparecieron por la puerta principal y luego de un rato se fueron, quedando sólo el estadounidense.
— Chicos, ¿pueden decirme por qué un adulto de unos cuarenta y tantos que no tiene hijos está en una casa en un árbol? —preguntó Adam que había pasado frente a la casa caminando e intentado ocultar su rostro con una gorra, mientras observaba. Tenía el celular en el oído como si estuviera en una conversación, logrando sacar una foto de la casa y la envió a su compañera.
— Ese es Haid, —dijo Tani, sólo ella y el oriental tenían vista de frente de la casa en el árbol— y la respuesta a tu pregunta, Adam, es porque está ocultando algo.
— Están todos —dijo Junior.
— ¿Por qué Farid mira su reloj con tanto nerviosismo? —preguntó Danny.
— ¿Tani, Adam, pueden acercarse más y escuchar algo?
— No, Lou —respondió el asiático— Hay cámaras por toda la propiedad y el traidor sigue en la puerta.
— ¿Danny?
— Espera, Lou.
— Están todos, ¿qué esperamos? —cuestionó Liu.
— No lo sé —respondió el rubio— Un momento, Farid está respondiendo una llamada. Lou, necesitamos saber con quién está hablando.
— Cortó, fue demasiado breve —dijo Junior.
— Se está moviendo —alertó Tani, retrocediendo, pues el americano se había acercado más a la entrada del frente— Danny, salió de la propiedad, se acerca, Adam y yo podemos neutralizarlo.
— Háganlo —y la coqueta sonrisa de la chica fue lo suficientemente convincente, para que el traidor se confiara y en cuanto se le acercó, Adam llegó por atrás y logró hacerle una llave a la cabeza, lo suficientemente fuerte, para dejarlo fuera de combate. Tani, claro, no iba a confiarse y le apuntó, mientras su compañero lo dejaba sin aire.
— Menos uno —confirmó el oriental.
— Vamos a entrar —ordenó el rubio y Tani y Adam se apresuraron a ir al auto para ponerse los chalecos y esperar agazapados en la entrada principal. Danny, Quinn y Junior tenían puestos los suyos. Lou se quedaría atrás.
Atardecía; pero el sol aún no se había ocultado. La cerca no era tan alta así que podrían saltarla; pero antes era necesario interferir con las cámaras de vigilancia, cortando la energía eléctrica y en cuánto lo hicieran, entrarían de inmediato, aún sabiendo que podrían tener un generador auxiliar y que tampoco debían darles opción a ir a la casa del árbol, por lo que sea que hubiese allí, aunque seguramente, tenían armamento dentro la casa.
La policía puso un perímetro, evitando que alguien más se acercase. Lou se encargaría del corte de energía. Dada la orden del neojerseyés, el capitán cumplió con su parte.
Los dos primeros hombres salieron por la puerta principal para investigar, y los disparos no se hicieron esperar. Atraídos por el ruido, Farid y otro hombre, salieron al patio trasero. Junior y Quinn hicieron lo que tenían que hacer, disparando por entre los espacios entre las maderas de las cercas. Sólo faltaba Haid y ya que no había salido, Danny y los otros saltaron la valla.
— ¡Five-O!, Haid ¡Estás rodeado, sal con las manos en alto! —advirtió el detective, sin acercarse demasiado a la vivienda. Nada ocurrió por unos instantes.
— No hay movimiento —informó Adam, buscando acercarse desde el frente; pero pronto el sonido de disparos provenientes del interior lo detuvieron. Danny y los otros tuvieron que dividirse y resguardarse, esperando que las balas no llegaran a la casa del árbol o estarían en problemas.
— ¡Hay alguien más aparte de Haid! —gritó Tani, que también se vio obligada a cubrirse.
En ese breve momento, fue el turno del equipo de atacar. Danny aprovechó para correr hasta la parte lateral de la casa que daba a la avenida y ocultarse tras un árbol. De necesitarlo, había patrullas allí y los oficiales estaban listos. El detective pidió que esperaran, e indicó que se movería. Por una ventana vio a uno agachado recargando su arma en el área de la cocina, pero del otro no tenía buena visión. En ese minuto, Danny disparó y su tiro hirió al hombre que cayó al piso dejando caer su arma. El otro seguía disparando contra Tani y Adam desde alguna parte del frente.
— ¡Haid está herido! —informó el rubio que siguió apuntándole desde su posición. Quinn y Junior entraron a la casa; ella se dirigió a la cocina y alejó el arma de Haid y lo apuntó, sólo entonces, Danny se apresuró a alcanzarlos. Mientras, Junior se había adentrado en la casa. Todo ruido cesó de pronto.
— El último ha caído —informó el moreno y minutos después, apareció con los otros dos.
— Tenemos a Haid, Lou —indicó el rubio.
— Y yo tengo al amigo a quien llamó.
— ¿Cómo? —preguntó Quinn.
— Sí. Sucede que a quien llamó fue al vecino. El hombre al que ustedes preguntaron dijo que la casa contigua pertenecía al mismo dueño; pero que estaba deshabitada. Sorpresa, poco después que actuaran, un auto salió de allí y se topó con nuestra barricada. El hombre gritó que vivía ahí. Revisamos su coche y adivinen qué encontramos.
— Explosivos —dijo Junior.
— Así es, amigo.
— Bien hecho, capitán —felicitó la policía militar.
Ambas casas fueron revisadas de pies a cabeza. Se encontró el suficiente material para hacer un gran destrozo. Danny revisó el cuerpo de Farid, recuperando la memoria que Tani le había entregado a Miller, pues era el mismo USB que Junior le había dado a él; pero que aún no había visto que había.
Horas después, Danny se reunió con la gobernadora y con el personal de Seguridad Nacional y la CIA, a quienes, por cierto, nos les agradó no participar del operativo; pero el jefe de Five-O argumentó que, de haber involucrado más gente, hubiera sido un caos mayor, con muchos heridos, incluyendo gente inocente; pero que ahora podían ocuparse de sacarle toda la información a Haid, y que, de ser necesario, Five-O seguiría ayudando. La gobernadora, por supuesto, felicitó al jefe y pidió que hiciera extensivas las congratulaciones a todos los que habían participado.
Danny finalmente llegó al cuartel; todos ya se habían retirado a celebrar en el restaurante en el barrio chino, ya que, después de un operativo así de extenso, morían de hambre. Habían dicho que lo esperarían allí; pero el de ojos azules se quedó en su oficina, curioso por ver lo que había en esa memoria que Junior le había dado; aunque sospechaba lo que allí había y se reprendió así mismo por haber sido descuidado.
Y sí, era una parte de las grabaciones del área de los almacenes. Danny llegando, siguiendo el rastro, desenfundando su arma y acercándose al lugar… McGarrett y él apuntándose… El idiota alejándolo de allí y luego estaba la secuencia de otra cámara…
Danny miraba la pantalla fijamente, recordando a detalle lo que había sido aquel momento, y todas las emociones por las que había atravesado, como el saber al maldito animal herido de nuevo, y la preocupación en su voz, así como en sus expresiones. Cada sentimiento reflejado en sus ojos y aquel gesto de su frente apoyada contra la suya. Entendió que Steve le transmitía su propio miedo, sentido ante aquel momento de crisis. En realidad, sabía que el Neanderthal siempre buscaba saber cómo estaban todos luego de un operativo. Sí, jamás había dudado que McGarrett quería a sus amigos y se preocupaba por ellos, a pesar de la distancia surgida. Y quizás, Danny hubiera comprendido que, aunque no fuera correspondido, esa acción de unir sus frentes, rozando sus narices y respirando al unísono con el que se dice que así, se crea un nexo de unión, era también porque posiblemente, Steve pretendía transmitirle que, aunque hubiera distancia entre ellos, acudiría a él, si lo requería.
Y quizás el beso no estaba planeado, quizás Steve lo hizo por la cercanía y sólo había pasado. Danny repasó ese momento, pensando si él había hecho algo para iniciarlo, si había sido él quien besó al idiota y así darse de golpes. Pero también deseó que hubiera sido Steve y así tener un motivo más para querer golpearlo o al menos gritarle. El video mostró que ambos se acercaron al otro, así que no podía reclamarle. Si quería un responsable, pues lo eran ambos. Su beso con Steve había sido tan suave y lento y a la vez tan profundo, como si la razón de su presencia allí no hubiera sido un cadáver. Y al terminarlo, fue como si sólo estuvieran haciendo una pausa, como si después tuvieran todo el tiempo del mundo para continuarlo; pero no era así.
Para Danny, éste había sido su último caso con el Five-O, ya sólo faltaba hacer papeleo, un último informe y empezó a redactarlo.
CONTINUARÁ...
N/A: Gracias por leer!
Chapter 24: CAPÍTULO XXIV. ADIÓS DETECTIVE
Chapter Text
Con la mayor parte de sus pendientes ya cumplidos y consciente de que ese era su último fin de semana en la isla, Daniel Williams decidió dar un recorrido por algunos lugares y luego ahogar sus penas en el bar del Hilton, antes de subir a la habitación donde ahora se quedaba. En la casa sólo quedaban cajas con sus cosas empacadas que luego serían enviadas a Los Ángeles.
Sentado en la barra, ya había consumido la primera cerveza demasiado rápido, pues no podía evitar la tristeza que suponía marcharse. Aunque rara vez lo reconociera y más rara vez lo hiciera frente a alguien, ese lugar había sido su hogar. Con todo los buenos y malos momentos. Por supuesto que recordaba perfectamente el día de su llegada y toda la incertidumbre que había sentido; pero que se había propuesto soportar todo por su pequeña, tal como lo hizo.
Tampoco se imaginó tener un hijo hawaiano; pero le gustaba. Charlie, su pequeño, era un niño al que también trató de darle todo como a Grace y claro que le costaría separarse de él por dos meses; pero para cuando el chiquillo y su madre lo alcanzaran, él se aseguraría de tener viviendas cercanas y así siempre estar al pendiente de él.
Por otro lado, sus compañeros le habían expresado su apoyo y cariño, además de hacerle saber que, de no sentirse a gusto en Los Ángeles, siempre sería bienvenido si quería regresar, y siempre habría un puesto para él en la unidad.
— ¿Mal día, detective? —preguntó el chico que atendía la barra, sirviéndole la segunda botella.
— No, sólo me estoy despidiendo.
— ¿Se va de la isla?
— ¿Ya era hora no? —dijo sintiéndose un extranjero cualquiera.
— No puedo creerlo… Es decir… Usted y su equipo han hecho mucho por Hawái.
— Ellos seguirán haciendo un buen trabajo.
— ¿Se va pronto?
— En cuanto termine un último asunto.
— Yo invito la tercera ronda.
— No tienes que hacerlo.
— Por favor, permítame.
— Gracias.
— Espero que cambie de opinión, detective. Mahalo por todo —dijo el chico, alejándose para atender a otros clientes. Danny caminó hasta los baños para refrescarse.
— ¿Han resuelto el caso? —cuestionó una voz a sus espaldas.
— Sabes que sí, Junior te mantiene al tanto.
— No habla conmigo como antes —el rubio frunció el ceño; pero no dijo nada más al respecto.
— ¿Y Eddie?
— A veces nada conmigo y otras se va con Junior. Suele quedarse frente a la puerta esperando, especialmente cuando salgo.
— Eso lo hace porque al llegar, yo le daba unas golosinas. Debes enseñarle nuevos trucos. Buenas noches, Steven —se levantó.
— Déjame invitarte una cerveza, Danny.
— Ya he bebido suficiente.
— Me respondiste al beso —Danny había esperado salir antes de que el otro tocara ese tema.
— ¿Y ahora quieres reclamarme? —contestó a la defensiva— No puedes, fue culpa de ambos.
— ¿Podríamos hablar en otro lado? Quiero…
— ¿Qué, Steven? ¿Qué es lo que quieres? —Danny notó que Steve estaba luchando para no decir o hacer algo indebido; pero las tres cervezas, porque es más fácil culparlas a ellas, le decían al rubio que jugara un poco con el SEAL— ¿Qué quieres Steven? —el espacio entre ellos era mínimo, Daniel estaba ahí, seductoramente desafiante, e intentando descubrir qué era lo que el otro pensaba, después de aquel encuentro en los almacenes. McGarrett en cambio, trataba de buscar una salida limpia; pero aquella parte que se negaba a hacerlo, estaba allí presente, dispuesto a enfrentar esa inusual actitud del de ojos azules que aún así tenía un brillo que podría catalogar como enfado.
— Si quieres golpearme, hazlo.
— ¿Por qué lo haría? —cuestionó desconcertado.
— Por haberte dicho lo que te dije y por irme de la manera cómo lo hice. Sigues molesto y podría dejar que te desquitaras, quizás así te sentirás mejor —Danny dejó salir su risa.
— Fue tu decisión hacerlo así, ¿no? A pesar de esa amistad que solíamos tener, yo sabía que no tenía derecho a detenerte y aun así lo intenté. Y supe que fue un error, cuando no respondiste mi último mensaje —se alejó.
— También estás enojado porque no lo hice.
— ¿Enojado? No. Y si lo estuve, ya pasó —y no mentía, el odio inicial, pasó a ser decepción.
— ¿Hubiera sido mejor para ti si no regresaba? Lo digo porque aquel día en la morgue, ni siquiera quisiste hablarme.
— Estaba ocupado y no tenía ni idea de qué podríamos haber conversado. Al verte, rápidamente me di cuenta que ya no conocía al Steve que regresó y yo ya no era el Danny que dejaste.
— ¡No cambié!
— Sí lo hiciste. De hecho, incluso antes que te fueras ya no eras el mismo. Ya no eras mi Steve, aquel hombre de ojos bribones que se moría por descubrirlo todo, incluyendo cada detalle de mi vida. El que dijo que no se veía así mismo dirigiendo un restaurante, teniendo ya un trabajo que amaba.
— Entonces simplemente preferiste hacer de cuenta como si apenas nos conociéramos, como si esos diez años no hubieran existido. ¡Vivimos bajo el mismo techo durante mucho tiempo!
— ¡Fue como si no hubiera sido así! Tú estabas en tu mundo, cerrado a hablar, mucho más que antes. Me sacaste de tu vida y a pesar de ello, quise quedarme y tratar de cuidar de ti en silencio, olvidándome de mi casi totalmente infeliz vida y lo hice porque estaba preocupado por lo que pudieras llegar a hacer. Pero preferiste marcharte y prácticamente cortaste comunicación como si ya no quisieras saber de Grace, de Charlie, ni de mí o de los demás. Junior y Tani no dejaban de mirarme cada que atendía el teléfono, creyendo que eras tú el que estaba del otro lado de línea. Y como tus llamadas eran tan breves, fue fácil entender que no querías saber nada. Y es por eso que no sabes que Lou estuvo a punto de perder a su esposa en un accidente, provocado por Nahele, porque se sintió abandonado cuando supo que te fuiste y en un acto desesperado, se llevó el auto de tu padre. No sabes cuántas veces el tipo que dejaste para que condujera mi auto, terminó usándolo para atropellar a un sospechoso. No sabes que estuvieron a punto de matar a Adam, si yo no dejaba de hacer una investigación. Y no tienes idea que Daiyu Mei compró seguidores en la Policía y también a un Yakuza, que sus amigos de la Interpol, la ayudaron a huir de la prisión para regresar y hacer todo, para que yo cayera de nuevo en sus manos a fin que le hablara de tu paradero, lo cual por si te lo preguntas, jamás se lo hubiera dicho. No. Ya no sabes nada de nosotros, Steve, de ninguno.
— ¿Dijiste que Mei te buscó de nuevo? —cuestionó con una expresión entre ira y miedo. Danny se tensó, cuando lo tuvo cerca y se obligó a alejarse, sintiendo extrañamente, una molestia en sus cicatrices.
— Olvídalo.
— ¡No! ¿Qué te hizo?
— Está bien, Steven. No pasó nada —un breve silencio.
— Ella se dio cuenta de lo que representas para mí.
— ¿En serio? ¿Y qué represento para ti?
— Lo sabes bien —y ahí estaba una nueva mofa del rubio.
— Creo que lo que te dijo fue una exageración —Steve estuvo a punto de protestar— A veces pienso en que quizás, nunca tuvimos una amistad tan fuerte como quisimos creer. Siempre que alguien aparecía, tú te esfumabas, no llamabas y apenas nos veíamos en el trabajo y estaba bien. Yo no era nadie para cuestionarte dónde estabas o con quien; pero a veces me sentí como si fuera solamente tu distracción temporal —rio.
— ¡No es así, Danny! Sí fuimos amigos, y seguimos siéndolo, aunque te niegues a creerlo. Y aunque no nos viéramos, yo siempre hablaba de ti con quién sea que estuviera.
— Da igual si lo hacías o no. Escucha, Steve; reconozco que fuiste un gran apoyo para mí, salvándome de tantas cosas. Y fuiste un buen tío para Grace; pero ella ya no está. Y el tiempo que ha pasado, ha sido suficiente para que un niño como Charlie deje de preguntar por ti. Mi hija esperaba verte en su graduación y que me detuvieras de hacer una escena, mientras la veía irse a la universidad —sonrió mirando al piso— Incluso Rachel tuvo que rehacer el video para su graduación.
— Lo lamento tanto.
— Seguramente estabas demasiado ocupado para recordarlo. También necesito aclararte que yo nunca les dije a los muchachos que evitaran contacto contigo; hubiera sido absurdo hacerlo, así que no sé por qué han actuado distantes o porqué creyeron que debían verte sin que me enterara. Sé que a ellos les importas y ellos a ti, así que no dudes en buscarlos. Estoy seguro que les gustará jugar un partido, visitarte y comer tus hamburguesas mal condimentadas.
— Pero no a ti.
— A nosotros se nos acabó el tiempo y es momento de despedirnos nuevamente —dijo con una sonrisa resignada.
Pero de nuevo las cervezas parecían estar impulsándolo a hacer algo que, rotundamente, no era buena idea. Caminó hasta Steve y colocó sus manos sobre el pecho del marine alisando la camisa suavemente en un toque tentativo. Levantó su mirada azul en busca de algo que sólo Steve podía darle. Sabía que era arriesgado, que gente podía entrar en cualquier instante; pero lo que hacía era casi un intento desesperado, el último. Y todo parecía ir bien, cuando el otro puso su mano en la cara del rubio acariciándola suavemente, consiguiendo sacarle a Danny un muy suave suspiro; pero de pronto el más alto se detuvo.
— Danny… Danny, ¿todavía me quieres? Necesito saber lo que ahora sientes —preguntó con ansiedad.
— ¿Ahora? —preguntó confundido— Ahora ya no siento nada por ti —respondió, casi juguetón.
— Para ser alguien que dice eso, actúas extraño —señaló el toque que el de ojos azules mantenía.
— Esto no tiene nada de extraño. Hemos compartido abrazos, y como hoy, otras veces has tocado mi cara. Y considerando que ya hemos compartido un beso, pues…
— Después de escucharte decir que no sientes nada, sólo puedo pensar en que quieres algo de una vez y tú no eres de los que buscan algo así.
— Tú no sabes lo que ahora busco —se defendió lo más convincentemente posible— Eres tú el que se comporta extraño, más de lo que recuerdo. No sé lo que quieres ahora… No sé si lo que hiciste aquel día y el cómo actúas hoy, es para conseguir algo de mí; pero si de nuevo he malinterpretado las cosas, entonces me disculpo.
— Danny… Lo que dijiste aquel día… Sobre el amor que…
— Steven, no —cortó retrocediendo— Olvida lo que te dije. Ahora que me voy, no vale la pena que sigas pensando en eso. Fue mi culpa asumir que terminaríamos juntos. Cuando te insistí que salieras con mujeres, fue porque pensé que aún no era nuestro momento, que no estabas listo para eso. Todo fue culpa mía, y lo siento —introdujo su mano en el bolsillo de su pantalón— Hay una cosa más que debo devolverte.
— La llave mi casa…. —era el fin— Danny, quiero a mi amigo de regreso, aunque te vayas, te necesito en mi vida ¡Quiero a mí Danno! —el detective caminó hacia la salida, nuevamente con aquel horrible sentimiento de decepción y ya estando fuera, se dio cuenta que su celular estaba sonando.
— ¿Qué hay, Chin?...
— ¿He interrumpido algo?
— No, no, para nada.
— Buenas noticias.
— ¿Los encontraste?
— Me tomó algo de tiempo; pero pude hallar a su padre.
— ¿Y la madre?
— Murió hace tres años.
— Tardé demasiado.
— Era un caso difícil. El señor Yang va de camino a Hawái.
— ¿Hace cuánto partió el avión?
— Hace como tres horas, faltan casi cuatro para que esté allá.
— Genial, iré a recogerlo yo mismo.
— ¿Entonces? ¿Ha sido todo?
— Sí, Chin. Fue el último. Gracias por haberme ayudado a encontrarlo. Nos veremos pronto, gracias, hermano.
— No hay de qué. También quiero verte; pero déjame preguntarte…
— Sí, Chin, estoy seguro. Ahora más que nunca.
Ni siquiera se había dado cuenta de que se había detenido, ni que había cerrado los ojos. Guardó su celular y reanudó su lenta marcha rumbo al aeropuerto.
El detective condujo en silencio y sin prisa, pues aún tenía tiempo y trató de no pensar en lo que había sucedido hacía un rato o sus ojos amenazarían de nuevo con nublarse, cosa que evitaría de cualquier forma. Sabía que su mente le estaba jugando sucio y que tenía todo un lío en la cabeza. Sin embargo, se preguntó por un momento, qué habría sucedido si le decía a Steve que por supuesto que seguía amándolo; pero hubo varios puntos que lo detuvieron, como el hecho de que no había pasado demasiado tiempo, desde que su ex prometida se había ido, por lo que era pronto para asegurar que él dejó de quererla. Probablemente, Steve sólo estuviera nostálgico y buscaba algo que lo apaciguara.
Siendo más optimista, había la posibilidad de que Steve sólo se había negado al hecho de estar enamorado de otro hombre, y que por ello, se había comprometido, porque a pesar de todo, a ella le tenía cariño y además, Catherine le había acompañado en todo el viaje, aunque eso no era del todo cierto si lo analizaba, ya que ella, trabajando para la CIA, seguramente tuvo que ausentarse en más de una ocasión.
El motivo más fuerte, sin embargo, era que el de ojos azules, se había convencido, de que el SEAL no sentía la misma clase de amor que él, y prácticamente lo había confirmado, después de escucharle decir que quería tener de regreso a su amigo. Evidentemente, eso no había hecho más que terminar de romperle el corazón.
Y en el remoto caso de que fuera reciente el que Steve estuviera empezado en sentir amor por Danny, tampoco era consuelo, ya que la distancia, seguramente mataría el naciente sentimiento. Como sea, Daniel, que antes estaba completamente seguro que Steve jamás lo dejaría, aún cuando siempre fueran sólo amigos, ahora piensa que simplemente no vale la pena arriesgarse a encariñarse demasiado con nadie.
Esa noche, el detective habló con el padre de la víctima del búnker y le explicó como la encontró y en qué condiciones; aunque claro, no con lujo de detalles, e insistió que lo más conveniente era no mostrarle los restos; pero el padre insistió y rogó. Danny aceptó, lo acompañó y estuvo con él. Por supuesto, el padre lloró; pero estuvo agradecido de poder darle un final a la trágica historia. El hombre nativo de la isla, no dejó de agradecerle al policía, ni de abrazarle con afecto. Dijo que ahora podría descansar ahora. Daniel agradeció las palabras, aunque recalcó que no era necesario.
Después de mucho tiempo, volvió a sentir que, como detective, hizo un muy buen trabajo y puede sentirse orgulloso; pero sólo cuando estuvo en su cuarto en el hotel, dejó a todas sus emociones, salir libremente. Ahora siente que puede seguir cumpliendo su deber en su nuevo destino.
La casa con playa privada, apenas tenía un par de luces encendidas en la planta baja. En la mesa de la cocina, había botellas de cerveza vacías y otra estaba apenas empezada, balanceándose entre las manos del dueño de la casa. Steve tenía la mirada perdida, una gran tristeza reflejada en la mirada y algunas preguntas clavadas en su cabeza.
¿Por qué no podía volver a estar cerca de Danny como antes? ¿Irse fue un error imperdonable? ¿Algún día podría siquiera lograr que Daniel le sonriera de nuevo?
Había decidido dejar pasar el tiempo, darle la oportunidad al rubio para que el enojo se le pasara, porque bien sabía Steve, que no era conveniente enfrentarse o insistir en algo con un Daniel Williams furioso, pues no lograría nada bueno. Ni siquiera se había aparecido por los lugares donde normalmente se reunían sus ex compañeros; pero siempre que Junior iba por Eddie, le preguntaba cómo estaban todos, si Danny estaba bien, si estaba sano.
— El detective se encuentra en perfecto estado y no tuvimos bajas en el operativo. Todo en perfecto orden.
La insistencia del timbre sonando, lo volvió a la realidad y no de muy buena gana se levantó a abrir.
— Buenas noches, Steve.
— Adam, ¿todo está bien?
— Sí, sólo…
— Adelante, pasa.
— No, sólo vine a preguntarte algo.
— Claro.
— ¿Hay forma de que evites que Danny se vaya?
— Él tomó su decisión. Y, además, soy el menos indicado para pedirle eso.
— ¿Ni siquiera vas a intentarlo?
— No puedo, Adam —momento de silencio.
— Ahora realmente puedo entenderlo todo. Te fuiste porque quisiste olvidar lo que te había pasado aquí en Hawái desde que llegaste. Y al mismo tiempo quisiste olvidarte de Danny.
— No, eso no es verdad.
— Recordar Hawái y a tu padre era recordar también a Danny, ya que, de alguna manera, él estuvo involucrado en el motivo que te trajo aquí. Desde entonces, siempre te has inmiscuido en su vida, investigando cada detalle de él y luego él te dejó entrar en su corazón, creyendo que nunca te alejarías como pasó con otros. Y aún sabiendo lo loco e imprudente que podías llegar a ser, permaneció a tu lado. Te prefirió a ti, por sobre Rachel e incluso sobre sus hijos, cuando estuviste en problemas.
— Adam, tu no conoces…
— ¡Lo sé todo! Kono me lo contó. Dijo que él tuvo en ese momento, la oportunidad de regresar a su tierra con la mujer que aún amaba, con su hija y con su niño no nato. Y eligió quedarse por ti. ¿Y qué me dices de volar un avión sin tener la más mínima idea de cómo hacerlo y aterrizar en una playa llena de gente por salvarte a ti? Y encima, te donó su hígado. Perdóname por lo que diré, pero tu actitud me hace preguntarme si en verdad se lo agradeciste como se lo merecía, o si alguna vez conociste a alguien que te tuvo tanta lealtad como te la tuvo Danny.
— Adam, es más complicado que eso.
— Sé que tú lo has ayudado y apoyado y también has sufrido por él y estaba seguro que después del secuestro, no ibas a dejarle solo ni a sol, ni a sombra. Creí ingenuamente, que te comportarías igual que un perro guardián y que Danny se cansaría y se marcharía a su casa, a pesar de que no hubieran terminado con los arreglos, luego de discutir contigo como siempre; pero igualmente irías tras él y todo estaría bien —sonrió con tristeza— Discúlpame, Steve. Vine porque no quiero ver a mi amigo marcharse de esta forma.
— Lo lamento, aunque lo intentara, él no va a escucharme y lo sabes.
Era de mañana y ya había entregado su renuncia a la gobernadora y estaba ahí, simplemente para recoger sus cosas de la que ya había dejado de ser su oficina. Aún faltaba para que los demás llegaran, así que se tomó su tiempo. Algunos libros, papeles y fotografías. Unos pocos archivos personales de la laptop en aquella memoria USB y eso fue todo. Se quitó su insignia, aquella que con la que sobrevivió a tanto y luego sacó también su arma. Sonrió con melancolía y dejó ambos objetos sobre el escritorio. Había sido más de una década que no olvidaría. Se perdió un instante en sus memorias, tiempo suficiente para que los demás llegaran.
Danny se dio cuenta que ya no estaba solo y al traspasar la puerta de su ex oficina, sonrió al ver a todos. Lou y Tani, vestían con sus uniformes policiales. Quinn con su uniforme camuflado de la Policía Militar. Junior con su uniforme de los Marine. Y Adam vestía su más elegante traje. El sargento Duke Lukela también estaba ahí.
— ¿Qué pasa aquí? —cuestionó el de ojos azules, notando que sus amigos tramaron algo.
— Antes que te marches, tenemos una pequeña sorpresa —anunció Lou.
— ¿Qué sorpresa? ¿De qué hablas, Lou?
— Si me permite, detective, me encargaré de escoltarlo —dijo el sargento Lukela.
— Pero antes, debe cambiarse, señor —indicó Junior, entregándole una bolsa de ropa. Danny la tomó suspicaz.
Un rato después, el de Jersey reapareció vestido con su uniforme de la Policía de Newark. Todos lo vieron impresionados y lo saludaron como lo hacen los uniformados y Williams respondió.
La patrulla de Duke acompañado de Púa, abrió el camino al Camaro, seguidos de Tani y Junior, Quinn que iba con Adam y finalmente, Lou. Luego de un no tan largo viaje, llegaron hasta Capitolio.
— ¿Por qué estamos aquí? —preguntó el rubio, notando la presencia de más gente de la que esperaba.
— La gobernadora quiso aprovechar la graduación de los cadetes y hacerte un pequeño homenaje —informó el sargento de la Policía.
— No te preocupes será breve —dijo Liu, Danny jamás esperó aquello.
Entre las personas presentes, pudo ver a algunos detectives que conoció cuando fue transferido. No que eran grandes amigos; pero desde el caso de Meka, varios habían cambiado su opinión sobre él.
También estaban varios uniformados con los que había trabajado y conocido durante los casos donde la policía apoyó al Five-O.
Todos los que ahora se graduaban, conocían a la perfección el trabajo de la unidad de la gobernadora y por supuesto, también al hombre que hasta hace poco dirigió dicho destacamento. También estaban presentes, antiguas víctimas con sus familias, incluyendo algunos padres con niños a los que ayudaron y que por supuesto, habían crecido, incluyendo Amy, la esposa de Meka, que estaba ahí con su hijo, un muchacho que sabía Danny, quería también ser policía. Infaltablemente, estaban los amigos de siempre. Incluso había un par de amigos marines retirados, con los que había ido en aquel viaje hasta Corea. Pero había unas personas que él deseaba ver y que no distinguía por ningún lado, una de ellas debería estar ahí con su uniforme azul, que en realidad era negro; pero Steve no se presentaría y Danny prefirió no pensar más en ello.
— ¡Danno!
— ¡Campeón! —Charlie apareció corriendo y se lanzó a los brazos de su papá. Estoy feliz de verte, ¿te trajo mamá?
— Vine con el tío Eric —señaló al chico que llegaba.
— Rachel fue a recoger a Grace al aeropuerto, tío D.
— ¿Ella está aquí?
— ¡Hola, papá! —saludó la joven tras él. Danny se volteó aún con Charlie en brazos.
— ¡Grace! ¡Mi niña! —la abrazó con emoción.
— ¿Estás bien, Danno? —preguntó el niño.
— Sí, cariño, sólo estoy realmente feliz de verlos —dijo llenado las mejillas de ambos con besos. Grace era casi de su estatura.
— No puedo creer que te vayas, tío D.
— Que lo haga, no significa que puedas portarte mal, me enteraré si lo haces.
— ¡Voy a extrañarte! —le abrazó el joven y lo soltó antes de emocionarse más— Charlie, vamos con tu mamá, ¿sí? —el pequeño obedeció.
— Te ves muy bien, hace mucho que no te había visto usando tu uniforme, papá —señaló la joven alisando un poco la chaqueta.
— Quizás esta sea la última vez que me lo ponga. ¡Mírate, estás hermosa! —le hizo dar un giro y el vestido floreado se movió con gracia y ella trató de sonreír —¿Por qué estás triste, monito?
— Creí que te quedarías por siempre aquí, sé que al principio no te gustaba; pero... ¿Estás seguro de irte, Danno?
— Yo también llegué a creerlo; pero no contaba con que una oportunidad así se presentara. Cosas como esas no suceden muy seguido; pero cuando aparecen, no hay que desaprovecharlas.
— ¿Pero y mis tíos? Siempre has dicho que ellos son familia. Pensé que, a pesar de todo, estabas bien aquí.
— Lo estaba; pero es hora de tomar nuevos rumbos. Además, si ahora digo que me voy a quedar, todo lo que prepararon para mí, sería en vano, ¿no crees? —sonrió intentando calmarla.
— Mamá me ha dicho que Steve está aquí. Asumo que lo has visto.
— Sí. Escucha, Grace, ahora las cosas son distintas. Vine aquí por ti, dejé todo en Jersey para estar contigo apoyándote y cuidándote; pero has crecido y te has ido, porque tenías que hacerlo. Es momento de que yo también sea parte de un cambio, ¿no crees?
— Lo entiendo; pero, ¿por qué Los Ángeles? ¿Por qué no Nueva Jersey?
— ¿NCIS no te parece una buena opción?
— No tanto como Five-O. Si eres feliz marchándote, tienes mi apoyo, papá.
— Gracias, cariño; ahora sí me siento más tranquilo.
— ¿Y mamá y Charlie?
— Me alcanzarán en poco tiempo. Sé que será un cambio difícil para tu hermano; pero mi trabajo en Los Ángeles será sólo un año y si no funciona, siempre podremos regresar a Jersey en cualquier momento, ¿no? —la ceremonia iba a empezar— Ve con tu hermano.
Había dos columnas de sillas. En la primera fila del lado izquierdo, estaban los integrantes de Five-O con Danny incluido. Atrás, los cadetes que estaban graduándose. La otra fila estaba ocupada por la gente invitada.
El primer discurso estuvo cargo de la gobernadora, quien realzó la importancia del equipo de élite y su intervención en múltiples casos. Además, dio una dura crítica por el atentado sufrido, un par de meses atrás. También habló del importante papel del primer jefe de Five-O desde la formación de la fuerza, cuya ausencia justificó, indicando un asunto personal, lo cual los más cercanos sabían bien que no era así. Y aquellos que no estaban al tanto de los detalles, tampoco lo creyeron del todo, porque la unión de ellos era bien conocida y la ausencia del comandante McGarrett cuya presencia en la isla también era bien conocida, indicaba que algo los había separado. Danny dio un vistazo a sus hijos para sonreír.
Luego del discurso, la autoridad le pidió al detective que subiera para hacerle entrega de un reconocimiento por los años al servicio a la isla y al pueblo de Hawái. Luego, tomó la palabra el sargento Lukela, quien también le dedicó unas palabras resaltando ampliamente su profesionalidad y dedicación, así como su valía como ser humano y padre. Agradeciendo también la amistad que habían consolidado y a nombre del DPH, también le entregó un reconocimiento.
Danny, se dirigió a la gobernadora, agradeciendo el sorpresivo reconocimiento e instándole a seguir apoyando al equipo, a la vez que aseguraba, que quien se quedaba al frente, continuaría con la tarea de proteger la isla, apoyados por sus compañeros. Agradeció también a Duke y a toda la fuerza policial incluyendo todas sus ramas, por el soporte al escuadrón y a su persona y les pidió que continuaran haciéndolo. Visiblemente emocionado, recordó a los compañeros que se fueron y expresó lo orgulloso que estaba de la gente con la gente con la que había trabajado. También agradeció a los amigos que había hecho y todo lo que le habían enseñado y por supuesto a su familia, y lo hizo con una sonrisa.
A los nuevos cadetes también les había hablado; pero esta vez lo hizo como se supone lo hacía un hombre de su trayectoria profesional, hablando sobre las dificultades de ser un uniformado de Policía y también sobre los cálidos momentos que se presentaban, al ayudar a las víctimas y a quien lo necesitase. Habló también sobre disciplina, responsabilidad y ética y lo hizo de una manera apropiada, a pesar de no tener un discurso preparado.
El detective Williams, fue despedido con una ovación de parte de los amigos y familia y un saludo formal de parte de los agentes policiales. Cuando regresó a su lugar, sus amigos lo envolvieron en abrazos y así la gente fue desfilando y como nunca, Danny Williams había recibido muchos abrazos y ahora portaba muchos lei. Uno de los abrazos más especiales fue de una llorosa Noelani, a quien el detective le dio un gran abrazo y le agradeció toda su ayuda y preocupación. La esposa de Lou también le regaló un largo abrazo.
— ¿Tienes que irte ya? —preguntó sin soltar el abrazo a su hija.
— Sí papá, lo siento.
— Está bien monito, me alegra que hayas podido venir. Ha sido una maravillosa sorpresa.
— Entonces, supongo que la siguiente vez que nos comuniquemos tú ya estarás en Los Ángeles.
— Sí.
— La ausencia de…
— No lo sé, —la interrumpió— quizás no sabía de esta ceremonia, yo tampoco, fue una sorpresa también para mí.
— Estoy orgullosa de ti, Danno.
— Y yo de ti —la abrazó de nuevo y luego a Charlie.
— Ha sido una ceremonia muy bonita.
— Gracias por venir, Rachel.
— Supongo que aún tienes cosas que empacar.
— Sí, algunas.
— Nosotros también hemos empezado. Creo que la mayoría de las cajas serán los juguetes de Charlie.
— Te llamaré pronto —ella asintió y se fue con ambos niños.
— ¿Necesitas pañuelos? —preguntó Tani con una gran sonrisa.
— ¡Por favor!
— ¡Mírate! —dijo Quinn refiriéndose a los varios collares de flores.
— Yo…
— ¿Finalmente se te acabaron las palabras, Williams?
— Creo que sí, Lou.
— Y todavía no acaba, hermanito —dijo Kamekona.
— No creo poder soportar más.
— Vamos, Danny, tenemos preparado un almuerzo —anunció Junior.
— De acuerdo, ¿a dónde?
— A mi departamento —señaló Adam.
Todos se sentaron a la mesa. Danny rogó por una cerveza, la cual le fue dada de inmediato. Fue un almuerzo delicioso, muchas risas, muchas anécdotas, así como muchas fotografías. Un brindis, unas canciones cortesía de Flipa y por supuesto, lágrimas. Hasta el señor Pickles participó, dedicándole al rubio una sinfonía de ronroneos. Danny no pudo más que seguir agradeciéndoles.
La tarde empezó a caer, Daniel se había aproximado al balcón, había una bonita vista desde allí. Faltaba tan poco para decir adiós, que tuvo que tomarse un momento, más no tenía duda sobre lo que hacía. No estuvo solo mucho tiempo.
El capitán estuvo con él en silencio. Danny sonrió, sabiendo que el hombre no lo dejaría ir, sin un gran abrazo y muy posiblemente algunas lágrimas.
— Oye, Lou. Por favor, cuiden de Steve, tanto como me cuidaron a mí.
— Te prometo que lo haremos, amigo.
CONTINUARÁ...
N/A: 3 de abril... pasó un año desde que dio el final. Empecé a escribir este fic al día siguiente con tanta bronca...
Bien. Danny merecía un reconocimiento público y una buena despedida.
¿NCIS: Hawaii?. Si es cierto quizás veamos a algunos personajes de H5O, pero no creo que sea al idiota o Danny.
Gracias por leer!
Chapter 25: CAPÍTULO XXV. HAWÁI SIN DANNY
Chapter Text
La imagen del periódico con fecha de publicación de varias semanas atrás, mostraba al hombre de Nueva Jersey, vestido con su uniforme de la Policía de Newark. Su expresión era sumamente formal, mientras recibía el reconocimiento de la gobernadora de Hawái.
Ese periódico había sido guardado un sinfín de veces y nuevamente sacado, una y otra vez y ahora simplemente descansaba en la mesa de la sala, con claras muestras de haber sido leído en numerosas ocasiones.
Steve se había enterado de aquel evento, por supuesto que sí, como todos en la isla. Y deseó poder asistir y abrazarle, expresarle cuán orgulloso estaba de él, y jactarse por no haberle dado otra opción, más que ser su compañero y así mismo, poder presumir que eran los mejores amigos. Hermanos de otra madre. Eso, mientras resolvía aquello que pasaba y sentía, pues lo que había pasado en los almacenes, seguía muy presente y no sólo por el hecho de que era la primera vez que besaba a un hombre, o que se animaba a hacerlo, pues era bien sabido que, durante su tiempo en la marina, bueno las cosas eran más complicadas y no es como si hubiera habido alguien que le inspirara a arriesgarse de tal manera; pero cuando se trataba de Danny, McGarrett actuaba de forma distinta y hasta extraña, a veces sin siquiera darse cuenta.
Y, por otro lado, si bien aceptaba y apoyaba que el detective merecía cada uno de los reconocimientos obtenidos, odió el motivo detrás de aquella ceremonia; pero, ¿qué derecho tendría de siquiera opinar? Además, seguramente su presencia no sería del gusto, ni tranquilidad del rubio, por lo que también rechazó la invitación de Lou para asistir al almuerzo de despedida en el departamento de Adam. Y mientras Hawái estuvo diciéndole adiós al hombre del continente, Steve optó por meterse al agua y brasear yendo y viniendo, hasta que ya no pudo más y tuvo que casi arrastrarse para salir del agua y llegar finalmente hasta la arena.
Ahí tirado, se sintió horrendamente vacío, preguntándose si Danny también se había sentido así.
Y de inmediato, se reprendió por aquella estúpida pregunta y luego de un momento de rabia, sus ojos picaron y las lágrimas salieron a raudales, odiándose por haberse concentrado tanto en buscar explicaciones que sólo conseguiría de personas que ya no podían hacerlo, pues estaban sepultadas bajo tierra y por haber permitido que le afectaran de tal manera, que le hizo olvidarse de quien estaba junto a él, proporcionándole lo que nadie le había le había dado, incluso sin esperar nada. Y el odio hacia sí mismo, aumentó exponencialmente.
Y durante varios días, sólo las botellas de cerveza le habían hecho compañía aparte del fiel perrito. Junior había sido el primero en notar aquel decadente estado y el primero en recordarle que no podía actuar de aquella manera, y luego fue el turno de Lou quien, claro, no fue para nada amable al momento de recordarle que a Danny no le gustaría nada, esa patética forma de actuar.
Que Williams se fuera y saber que aún se había preocupado por él, fue demasiado y al mismo tiempo, fue lo que le hizo evitar las botellas por un buen tiempo.
Despertó con Eddie ya esperando para iniciar el día con un chapuzón. Steve se levantó luego de estirarse y cuando finalmente estuvo preparado, ambos salieron y se metieron en el agua braseando una y otra vez. Steve tuvo que recordar que Eddie estaba a su lado así que era mejor no alejarse demasiado, de nuevo. Cuando salieron del agua, el perrito se sacudió, no dejando que Steve permaneciera seco, lo cual le hizo reír.
— Ya no tienes a quien hacer eso más que a mí, ¿no? Apuesto que lo hacías siempre; pero él no se enojaba contigo, porque eres demasiado adorable —el perrito ladró— Sí, estoy seguro que jamás pudo regañarte, por más travesuras que hicieras —el can le miró on una expresión que parecía mostrar indignación, lo cual hizo reír al moreno y lo acarició como disculpándose.
Como todas las mañanas, se quedó unos minutos mirando el horizonte, y luego se puso las zapatillas para ir a correr; pero desistió, y en lugar de eso, se sentó en su silla. Permaneció un buen rato, acariciando al lanudo, que se había acomodado en la otra silla.
— Gracias, Eddie, por ser un buen compañero. Estoy seguro que cuidaste mucho a Danny y hasta has de haber escuchado lo que él decía y ahora estás haciendo lo mismo por mí. Seguramente, también has acompañado a mini D en incontables momentos —lanzó un suspiro melancólico— Él y su madre se fueron ayer, supongo que ya estarán en Los Ángeles. Hace ya un par de meses que él se marchó, pero parece más tiempo. No sabes cuántas veces quise acercarme a abrazar a ese niño; pero le prometí a Danny que no lo haría. Sin embargo, no pude mantener del todo mi promesa. Tuve que ir a su escuela, para verle desde el auto y créeme que cada día se parece más a su padre. Puedo imaginarme a Danny, siendo un chiquillo gracias a Charlie —sonrió— Apuesto a que tú también les has extrañado mucho, quizás debí dejarte con ellos. He estado cometiendo un error tras otro. Mi padre estaría decepcionado.
Lou tenía una reunión con la gobernadora esa tarde. Antes de irse, Danny le había puesto al tanto de que ella estuvo insistiendo en el regreso de McGarrett, así que era muy probable que ese fuera uno de los puntos a tratar en dicha reunión. Desde que el detective se había marchado, un aire de inseguridad se había apoderado dentro de la unidad, lo cual seguramente le llevaría a la autoridad a replantear ese tema con mayor ahínco. Si bien, cada uno hacía el trabajo que le correspondía, la ausencia de sus dos pilares, hacía que el equipo se sentía incompleto.
Aún permanecían trabajando en el edificio de la Policía, aunque los trabajos en el palacio continuaban a paso acelerado, e incluso el turismo nuevamente había aumentado, luego de haber sufrido una caída alarmante luego del ataque al Five-O.
— Oye, Lou —llamó Quinn, acercándose al escritorio del capitán— Ya tenemos los resultados del laboratorio y ya tenemos una orden para registrar la lavandería que Adam y yo vigilamos.
— Sí, bien. Adelante.
— ¿Irás? ¿No tenías una reunión con la gobernadora?
— Sí; pero también hay trabajo —dijo yendo a la gaveta de las armas.
— Podemos hacernos cargo —expresó Junior, quien también se preparaba.
— La última vez que dijeron eso, dejaron que el sospechoso huyera, detonara los explosivos, y destruyera una embarcación de al menos un millón de dólares —algunos bajaron la cabeza y otros desviaron la mirada— Escuchen, sé que ha sido duro; pero no podemos desconcentrarnos. Nada fue lo mismo desde que Steve se fue y ahora sin Danny..., pero hay que hacer nuestro trabajo. Ellos confiaron que dejaban un muy buen equipo.
— Sigo extrañando sus peleas —dijo Tani, interrumpiendo la revisión de su arma.
— Es cierto —apoyó Adam y luego miró a los más jóvenes con expresión burlona— Las de ustedes no se comparan con las de ellos —su mirada se dirigió al jefe, esta vez con solemnidad— Lou, no fallaremos de nuevo.
El capitán podía entenderlos, también sentía lo mismo; sin embargo, no podía permitir errores, que podría costarles la vida, así que se enfrentaría a la máxima autoridad de la isla más adelante y asumiría las consecuencias. Por ahora, él y su equipo debían ocuparse de desmantelar esa banda de delincuentes, que se dedicaban al lavado de dinero, camuflado en un negocio de lavandería.
La playa, concurrida como siempre, parecía hacer creer que todo era como años atrás, y seguramente para muchos, la vida seguía siendo la misma, muchos envueltos en la misma agotadora rutina; pero para Steve, no, ni tampoco para la mayoría de sus amigos.
— Kamekona, ¿cómo estás amigo? —saludó acercándose al camión.
— ¿Qué hay hermano?, qué bueno verte después de mucho. Empezaba a creer que de nuevo te habías ido sin avisar.
— No, no, sólo he estado... ¿Me das una orden de camarones y una cerveza?
— Claro, los mejores camarones empanizados, para mi amigo y una cerveza bien fría.
— ¿Y cómo va el restaurante?
— Es el mejor de Chinatown, deberías pasarte a ver, los chicos van siempre por allí.
— Me lo han dicho, sólo que... Lo haré, lo prometo.
— Oye, ¿has sabido algo de nuestro haole?
— No, seguramente está ocupado.
— Nunca había extrañado tanto a alguien del continente, ese hombre era único —admitió con melancolía— ¿Qué hay de su pequeño keiki?
— Él y su madre ya deben estar allá.
— Así que los Williams finalmente han dejado Hawái...
— Sí, excepto Eric, creo que es el único que no se irá.
— Debiste hacer las paces con él, quizás así, Williams no se hubiera ido.
— O quizás lo hubiera hecho antes.
— ¡Por los dioses, McGarrett! Después de todo lo que te ha aguantado en tantos años, finalmente conseguiste que realmente se enojara contigo y espero hayas entendido que, para que eso haya sucedido, hiciste algo realmente serio —reprendió entregándole lo que había ordenado.
— Lo sé.
Luego del almuerzo y sin más ganas de hablar, abordó su camioneta y recorrió la isla. Ahora estaba allí, en el lugar favorito del rubio, con Eddie a su lado, cavilando. Miró una vez más el teléfono, quería llamarle. No obstante, probablemente pasaría lo mismo que sucedió cuando lo intentó unos días después que el de ojos color del mar se había ido.
— ¿Hola? —no hubo respuesta— ¿Hola?... —dejó ir un suspiro— Es la tercera vez que marcas y no dices nada. Deja de llamarme, McGarrett, seguramente tienes otras formas de entretenerte —y colgó.
McGarrett se increpó así mismo, por no haber podido decir algo, un saludo al menos; pero luego de tantas cosas y muchos reclamos, le costaba el poder dirigirse al rubio, por más patético que sonase. Incluso había estado tentado a cuestionarle sobre su partida, hacer evidente que Williams había huido y preferido irse a otra unidad, dejando el puesto de jefe, sus beneficios y la comodidad que tenía en la isla, lo cual no era cierto, claro; o, de otro modo, Danny simplemente hubiera tomado sus cosas y se habría ido sin decir nada; pero Steve lo hubiera hecho, sólo para interactuar con él. Se dijo así mismo, que la locura de la que el rubio había hablado en tantas ocasiones, ahora sí estaba haciéndose presente y más que evidente.
Guardó el celular y sólo contempló el paisaje. Ahora, con mucho tiempo libre se replanteó, no por primera vez, sobre las decisiones que había tomado. La primera es que se arrepintió de haber abandonado el proyecto del restaurante. Si bien en principio, a Steve no le atrajo hacer algo como eso, lo aceptó por Danny, porque a pesar de ser su sueño, lo había incluido en él. Una forma de cuidarlo y vigilarlo sin duda, ante la horrible posibilidad de que un tumor maligno le atacase luego de su exposición al uranio.
El miedo a ello le había llevado a hacer consultas médicas mientras estaba en el exterior. Por ahora, todo estaba bien.
Danny le había expresado aquel entonces, que no dormía desde que supo aquella horrible probabilidad y ahora que lo analizaba, y sin tener dudas, se dio cuenta que había tenido frente a sus narices otro gesto de amor, que estaba seguro nadie más hubiera hecho; ya que, si algún día se presentarse el caso, el tratamiento seguramente sería no sólo difícil de sobrellevar, sino también podría llegar a ser costoso, dependiendo el caso; porque de algo podía estar bien seguro, y es que Danny seguramente lo hubiera obligado a tomar cualquier tratamiento, por más loco y caro que fuese, con tal de verlo sano.
Recordó que poner el lugar en condiciones les había causado más de un gran dolor de cabeza y más de una discusión; pero también había sido gratificante tener un proyecto juntos, trabajar juntos y ahora McGarrett podía darle significado claro, a esas miradas y sonrisas.
Ahora que lo meditaba, cederlo podía considerarse como el primer paso en su separación; aunque no lo supieran en aquel momento.
Se preguntó si Danny concordaba con ese pensamiento.
Su teléfono sonó y de inmediato verificó de quien se trataba. Una suave sonrisa se instaló en sus labios.
— Hola, Chin, qué gusto saludarte, amigo.
— ¿Qué hay, Steve?
— Pues, todo está igual.
— Igual de mal, ¿no?
— Sí. Nada es lo mismo.
— Lo supuse. ¿Has sabido algo de él?
— No, ya sabes. No creo que quiera hablar conmigo y yo... No sé qué decirle. Creo que definitivamente, no hay nada que pueda resolver esto.
— ¿Sigues tomando tu café con mantequilla? Parece que tus funciones cerebrales ya no están trabajando.
— Oye no te burles.
— Antes nunca hubieras dicho algo como eso.
— Lo sé.
— Supe que Rachel y Charlie ya llegaron.
— Entonces, ¿hablaste con Danny?
— Por un lado, está feliz de volver a tener a su hijo con él y por otro, le preocupa que Charlie no pueda acostumbrarse a todo ese nuevo ambiente.
— Charlie es un niño fuerte, estará bien.
— ¿Y Eric?
— He oído que va a quedarse, le gusta demasiado la playa y los bikinis.
— Seguramente —silencio— ¿Qué sucede Steve?
— Bueno es sólo que... Desde hace tiempo, me siento como un extraño en la isla, Chin. Los muchachos me buscan, vamos por una cerveza y todo; pero...
— Ninguno es Danny. ¿Qué vas a hacer entonces?
— Tengo dos ofertas de trabajo, quizás tome uno. Esto... Esto del retiro va a terminar matándome, antes que cualquier posible tumor. No dejo de pensar en lo que hice, las decisiones que tomé... Por intentar encontrarle sentido a lo que hicieron mis padres, arruiné todo lo bueno que tenía.
— Mantenerte ocupado es una buena opción, lo mejor que puedes hacer ahora, es dejar de pensar. Lo hecho, hecho está y aunque te pases la vida analizando no podrás cambiar nada; pero tampoco te obsesiones con el trabajo.
— Sí, yo... Haré eso. Oye, si puedes, quisiera que...
— Confía en Danny, está bien. Y estoy seguro que él confía en que también tú lo estás. Sin embargo, si algo pasa, te lo haré saber.
— Sí. Gracias, Chin.
Cuando regresó a casa, aún era de día; el tiempo parecía pasar despacio ahora. La caja que contenía las cosas que un día estuvieron en su oficina en el palacio Iolani, aún estaban sobre el escritorio. Otras cajas contenían un par de objetos que reemplazarían aquellas que se habían roto meses atrás. Junior le contó que alguien había entrado en la casa; pero no quiso darle detalles y sólo dijo que ni Danny, ni él ya vivían allí para ese momento.
A decir verdad, le decepcionó saber que esa casa llevó deshabitada mucho tiempo, todos se habían marchado de ahí. Danny se había regresado a casa llevándose a ambos peludos y poco después, Junior se fue definitivamente a vivir con Tani.
Esa casa parecía tener la habilidad de alejar a todos. Cuando el rubio estuvo ahí, no sintió aquello; pero ahora tenía ganas de destruirla y volver a levantarla y que se convirtiera en un lugar distinto. Uno que atrajera en lugar de apartar; pero se rio de sí mismo. La última vez, no había sido precisamente la casa, quien alejó a sus habitantes. Con ese pensamiento, se fue a ocupar una de las sillas a la orilla del mar.
De pronto estaba mirando a Danny sentado en la otra silla, observando el horizonte, con aquella mirada apagada que tenía aquel último día que lo vio ahí. Parpadeó y la imagen se desvaneció.
Chin tenía razón, debía dejar de pensar.
El operativo no había salido como se suponía y cada uno de los miembros del Five-O lo estaban resintiendo, aunque unos en mayor medida que otros. La oficial Rey se hallaba sola, sentada en su escritorio, con la mirada perdida en el decorado árbol navideño que estaba en una esquina. Había preferido regresar a las oficinas provisionales en lugar de ir al hospital, como el paramédico que la atendió le había sugerido.
— ¿Tani?
— Hola, Adam.
— ¿Estás bien?
— Sí, sólo fue un rasguño —dijo restando importancia, a la herida en su mano— Ella quedó peor.
— Junior me dijo que la vapuleaste.
— Sé que me pasé... Perdí el control, tontamente dejé que escapara y yo..., tenía que atraparla como sea o no tendríamos a sus cómplices.
— No está siendo fácil, ¿verdad?
— No; pero al menos, Danny sí contesta cuando le llamo o por lo menos responde a mis mensajes.
— Sin embargo, no va a volver.
— No sé porque creía que lo haría, digo, él es muy buen policía y seguramente, está haciendo un extraordinario trabajo en NCIS.
— Sí, claro. Nuestra pérdida fue su ganancia.
— ¿Y tú cómo estás?
— Bien. Esto... Estos cambios se iban a dar de una forma u otra, lo sabíamos.
— Creí que Danny se quedaría en la isla aún cuando se retirara, Steve dijo que lo haría —ella caminó a ver por la ventana y el oriental la siguió.
— Steve no tenía idea de lo que pasaría, ni que Danny tendría una oferta así. Y considerando las cosas, pues... Esto fue lo mejor para él, para ambos. Quizás cuando pase algo de tiempo, Danny decida regresar. Sólo hay que recordarle que lo queremos y lo apoyamos.
— Sí. Ahí están Quinn y Junior.
— Parece que se fueron de compras —supuso el nipón, al verlos bajar del auto con unas bolsas, así que, con gran curiosidad, esperaron a que entraran.
— Acérquense todos, trajimos helado de muchos sabores —anunció la sargento de la Policía Militar, dejando las bolsas en el primer escritorio que tuvo cerca.
— ¿Asaltaron la heladería? —cuestionó el asiático, con una sonrisa.
— Hemos tenido días malos y creí que podríamos ahogar las penas en helado —expresó Junior.
— Yo me apunto —indicó Tani, agarrando uno de los botes y empezando a devorarlo. Los demás la imitaron.
— ¿Alguien quiere decir algo? —preguntó Quinn, comiendo la primera cucharada.
— No —dijo Tani de inmediato y todos mantuvieron silencio— ¿Creen que la gobernadora esté regañando a Lou?
— Si lo está haciendo, esperemos que no sea muy dura —deseó la otra chica.
— Me siento mal, pensando en eso —dijo Junior.
— ¿Tú te sientes mal? —rezongó la muchacha de pelo largo, clavando con rudeza la cucharilla en el helado— ¡Yo soy quien ha estado fallando! ¡Yo soy la que hace, que casi los maten!
— Tani no digas eso.
— ¡Es cierto, Adam! No sé por qué creí que Steve y Danny estaban con nosotros, cubriéndonos. ¡Hace menos de una semana, hice un mal movimiento y eso casi nos cuesta la vida!
— No eres la única, yo también me quedé sin hacer nada más de una vez, esperando ver el Camaro con los dos llegando y discutiendo —rebatió el oriental.
— Yo también; —admitió Quinn— pero no podemos hacer nada. Ellos tomaron sus decisiones.
— Yo sigo preguntándome si Danny realmente quería irse. Steve estaba seguro que nunca lo haría —de nuevo Tani.
— Bueno, seguro no contempló una invitación de NCIS —dijo Junior.
— ¿Tú te irías si recibieras una, Junior? —preguntó Quinn y todas las miradas se volcaron a él.
— Si no tuviera todo lo que tengo aquí, tal vez —explicó tranquilo.
— Danny vino siguiendo a Grace y, aunque de quererlo, pudo hacerse de la custodia de Charlie y volver a Jersey, pero no lo hizo, y creo que fue porque sentía que estaría abandonando a Steve y considerando su historial, pues...
— Y al irse Steve, se sintió perdido —completó Liu a la idea del japonés.
— Sí; pero como siempre, se levantó y siguió. Aunque, en el último tiempo, creo que Danny llegó al límite y vio que era momento de hacer algo por él. Desde que le conozco, nunca he visto que hiciera algo por o para sí mismo —continuó Noshimuri.
— Por eso se fue, necesita sanar —analizó el más moreno.
— ¿Qué hay de Steve? —preguntó Liu— ¿Ni siquiera trató de persuadirlo?
— Aseguró que no tenía derecho a hacerlo.
— ¿Él te dijo eso, Adam?
— Sí, Tani.
— ¿Eso quiere decir que Steve no siente nada por Danny? ¿Danny nunca le dijo a McGarrett lo que siente? —inquirió Rey— Yo... No puedo creer eso...
— Steve volvió con su ex, se iba a casar con ella —recordó Liu.
— Yo nunca vi a la teniente con un anillo —dijo Junior— Y Steve nunca nos lo comunicó oficialmente. No sé, digo, si yo lo hiciera, quisiera que todo el mundo se enterara de inmediato.
— Quizás no lo hizo por Danny —supuso la sargento.
— Al contrario, se lo hubiera dicho primero —contradijo Adam.
— Si lo hizo o no, no fue bueno para Sunshine —murmuró Tani acongojada— Creo que el helado no será suficiente, falta crema batida y unas cerezas.
— Steve lo sabe y...
— ¿Qué, Junior? —cuestionó Tani con una mirada mortal.
— Es que... Pasó algo entre ellos; pero no puedo decirlo.
— ¿Por qué no, Reigns?
— Porque es algo privado.
— ¡Espera!, ¿se trata de ese asunto con el USB que le diste y no quisiste contarme?
— Lo que sea que pasó, parece que no fue suficiente —señaló Liu.
— Oigan, sé que esto complicado y podríamos seguir pensando y haciendo conjeturas; pero eso no nos conduce a nada —analizó Adam— Tenemos que concentrarnos en nuestro trabajo. Dejar que Danny y Steve sigan con sus vidas.
— Sí, además si seguimos pensando, voy a terminar odiando a Steve y no iré a la cena de Navidad y quiero estar ahí; pero no si estoy furiosa —aseguró Tani, volviendo a atacar el helado.
Steve terminaba de decorar la sala, intentando mantener un buen ánimo. Sería la primera vez en celebrar con sus amigos, luego de dos años y estaba contento de poder festejar las fiestas de fin de año con ellos. Mary y Joan ya estaban en un avión y estarían también presentes.
— ¿Qué opinas Eddie? ¿Se ve bien? —el can ladró— Tú si tienes buen gusto.
— ¿Se puede?
— Adelante, Lou, llegas temprano.
— Sí bueno. Vengo directo de la oficina de la gobernadora. Supongo que ya te imaginas lo que me ha dicho.
— Sí.
— ¿Ya has tomado una decisión?
— No del todo, quiero decir..., aún no sé si volver.
— Pues decídete pronto, ¿quieres? ¿Y qué hay de Kamekona? Creí que ya estaría aquí preparando la cena. Esperaba poder hacer una pequeña degustación.
— Ya debe estar por llegar. Hay cerveza, empieza con eso. Y… Eh...
— No, no ha llamado.
— O no quieres decírmelo.
— ¿De verdad, McGarrett? ¿Otra vez con eso? —el otro le dio una mirada de disculpa— ¿Tú no has intentado llamarle?
— O me va a ignorar, o me va a colgar.
— Pues escríbele —gruñó— No puedo creer que siendo tan avispado como eres, no te hayas dado cuenta, de cuánto ese hombre te ha amado y ahora estás en esta casa solo y sufriendo.
— Eso mismo le he dicho —expresó Mary, apareciendo con su hija.
— ¿Por qué no me llamaste? Hubiera ido por ustedes —sonrió Steve, corriendo a abrazarla y luego levantar a su sobrina y llenarla de besos.
— Bueno, supuse que estarías ocupado hecho un mar de lágrimas, abrazando un cojín.
— Prefirió botellas de cerveza —intervino el más moreno saludándola.
— ¿Qué quieren que les diga? Sí, fui un completo hijo de... —se interrumpió por Joan— No supe ver lo que tenía, o lo que él me ofrecía... Busqué en un lugar equivocado, aquello que Danny ya me estaba dando... —suspiro— Y lo más irónico, es que no me resultó difícil entender que no me molestaba para nada lo que él sentía por mí... Pero con todo lo que me ha pasado yo no podía... Danny no iba a ser feliz conmigo estando yo tan abrumado... Tan incompleto... Tan perdido...
— Danny siempre te quiso con todo lo que arrastrabas —debatió el moreno.
— ¿Y qué hay de...? ¡No te atrevas a nombrarla! —advirtió la rubia— ¿Ella sí iba a soportarte con todo lo que dijiste? No sé cómo volviste a su lado después de haberse ido. Apuesto que al final, hubiera hecho lo mismo que Doris, y de pronto, no haber vuelto a verla jamás, ¿y qué hubieras hecho?
— Supongo que, de algún modo, ella me resultaba como..., una especie de seguro para mí, porque también portó uniforme y ha visto y pasado por cosas terribles como yo, no lo sé... Había algo que creí sólo ella podía darme.
— Dime algo, Steve, cuando te fuiste, ¿pensaste en buscarla? —tanteó el capitán.
— Yo... No tenía un plan, sólo sentí que debía irme —el capitán lo observó detenidamente— Te lo juro, Lou, no planee nada. Sólo sé que, cuando regresara, Danny estaría aquí, esperándome. Estaba seguro de no podría pasar algo que nos alejara; pero al final, yo mismo me encargué de hacerlo —el corpulento hombre prefirió no decir nada más. Mary sí iba a seguir, pero se vio interrumpida.
— Damas y caballeros, —se anunció Kamekona— ya llegaron las personas más importantes de la fiesta, junto con un espectacular banquete, preparado por su servidor —todos lo aplaudieron al ver las bandejas aparecer.
Un par de horas después, llegaron todos y empezó la celebración, aunque claro, este tenía un aire distinto. Casi todo volvió a ser como antes, aunque el ambiente se sentía incompleto. Steve salió un momento al jardín, sacó su celular, miró al cielo como rogando a todos los dioses y a todos los santos, que le ayudaran para que el mensaje que estaba por escribir fuera leído.
En las oficinas de NCIS Los Ángeles, la jefa y el director adjunto, acababan de hacer el brindis luego de un agitado día de trabajo. El más nuevo del grupo, se veía contento en medio de todos sus compañeros que, claramente, se esforzaban por hacerle sentir parte del equipo.
El sonido de un mensaje llegado a su número personal, le hizo apartarse de sus compañeros, y ya habiendo recibido mensajes de los miembros de su antigua unidad y amigos que había dejado en Hawái, sospechó de inmediato, quien le había escrito esta vez.
Dudó en leerlo por diez segundos.
Feliz Navidad, Danny. Espero que estés muy bien.
Todos estamos reunidos en casa. Nos haces falta. Dales un fuerte abrazo a Gracie y a Charlie.
Los echo mucho de menos.
El ahora, agente de NCIS, tuvo que pestañear un par de veces, ya que también sentía que algo le faltaba.
Feliz Navidad, Steven.
También espero que estés muy bien. Va un abrazo para Eddie.
Le había respondido. Con eso, McGarrett estaba más feliz, y así pudo volver con los demás. Eddie recibió el abrazo.
CONTINUARÁ...
N/A: Sí, McGarrett debe sufrir y sufrir... al menos un rato más.
Bien, aunque ahora Danny está en Los Ángeles, no voy a desarrollar casos como en H5O y la razón es que de investigaciones navales sé muy poquito y me niego a poner algo como "un marine cometió un robo de banco porque sí" o al menos no está planeado. Todo en Hawái era más fácil de hacer porque si digo que he visto la serie por lo menos cuatro veces (a excepción de las dos últimas temporadas) es porque así ha sido y los casos no se limitaban a una institución. NCIS en cambio he visto varios episodios, pero no todas las temporadas (cuestión de horario, poco espacio en el disco duro para descargar y flojera de comprar DVD para quemar los videos y música que he descargado. Sí, también soy muy floja para escoger canciones y borrar las que no me gustan por lo que tengo discografías completas y por todo ello, el espacio es escaso)
Además, queremos que Danny siga teniendo contacto con sus amigos, ¿no?
Gracias por leer!
Chapter 26: CAPÍTULO XXVI. UNA INESPERADA REUNIÓN
Chapter Text
Estar en Los Ángeles tenía muchas cosas buenas. El clima era cálido, la gente era amable, excepto los delincuentes que, como en todo lugar, se creían superiores; pero el ex Five-O era experto en demostrarles lo contrario. Y si quería ir a la playa pues tenía varias a su disposición y podía pasearse a gusto y hasta había llevado a su hijo. Afortunadamente, había conseguido un buen departamento para él y otro no muy lejos y cómodo para Rachel y Charlie. También era importante que hubiera una buena escuela cerca.
Ella no estaba muy conforme con el cambio; más esta vez no tenía opción, así que no discutió, aunque siempre expresó su preocupación por su hijo.
Por otro lado, sus compañeros se portaban muy amigables, algunos le parecían un poco extraños; pero nada que le sorprendiera demasiado. Atendían casos muy específicos y nadie maltrataba o atropellaba sospechosos, ni hacía estallar cosas y tampoco tenía que lidiar cada día con gente necia. Ir de encubierto tampoco estaba mal, hacía tiempo que no lo había hecho y hasta se divirtió. Aunque luego estuviera metido en una balacera y algunas explosiones.
Rotundamente, no ser el jefe tenía sus ventajas.
Pero a veces todo le parecía extrañamente tranquilo y por un tiempo se sintió bien, que nadie lo conociera o lo presionara. Y si le ddecían que creyeron verlo en la televisión o algo así, pues él sólo lo negaba. Por seguridad, había dejado de presentarse como el detective Danny Williams.
Pero cuando se comunicaba con sus amigos, volvía a ser el mismo Daniel de siempre.
— ¡Amigo, qué alegría escucharte!
— Hola, Lou. ¿Cómo estás? ¿Cómo están todos?
— Todo bien, Danny, no pasa nada. Ya sabes, todo sigue igual de aburrido que siempre.
— Ajá —un suspiro se escuchó del otro lado.
— Escucha, amigo, no voy a mentirte, no está siendo fácil; pero estamos bien. Más de tres meses que te has ido y todos seguimos vivos. Lentamente, todo está tomando su ritmo y estamos haciendo los deberes.
— Confío en ti, Lou y también en los demás.
— ¿Qué hay de ti, amigo? ¿Eso que escucho es el mar, Williams?
— … Ah… Sí. Charlie quería ver el océano, no había tenido oportunidad de traerlo a pasear; estos meses han sido un poco ocupados. Chin envía saludos.
— ¡Oh amigo!, vas a hacer que llore. Hace tanto que no vemos a ese hombre. Sé que estás bien en tu trabajo y Kelly también; pero no me molestaría si en algún momento, tú y ese ingrato se vienen de regreso y si traen a Kono, yo estaré feliz. Necesito verlos antes de estirar la pata —el rubio no pudo más que sonreír ante tanto dramatismo y aunque no por el momento, en algún instante tendría que hablar con Chin Ho y quizás ir a dar una vuelta por la isla. De Kono apenas sabían poco.
Pero por ahora, la vida seguía adelante con sus buenos y malos momentos. Y ciertamente, los cambios habían sido favorecedores. Su vida personal, también había tomado un rumbo tranquilo, por ahora era lo que necesitaba; aunque eso no significaba, que se iba a su casa luego del trabajo, no. Sus compañeros solían llevarlo a tomar una copa, especialmente luego de un pesado día y a veces iba solo a uno y otro lugar.
Y no importaba el tiempo que pasara, su sonrisa y esa mirada azulada; además de su atractivo físico, siempre llamaba la atención, incluido el personal de otras agencias con las que a veces se veían obligados a trabajar. Y si estaba de humor, pues una copa estaba bien; pero hasta ahí. Por lo demás, se sentía más a gusto cenar con alguien externo, alguien con quien hablar de algo más que trabajo detectivesco. Había encontrado interesante el ver lo que otros percibían de él ya que cuando se presentaba como detective, solían hablar de lo arriesgado que era su profesión, lo cual siempre, le había recordado a las palabras de Rachel mencionadas en muchas de sus discusiones y siendo sinceros, estaba harto de oír eso, aún cuando luego expresaran lo emocionante que debía ser portar un arma y atrapar maleantes.
En Hawái, también todo seguía bien para uno, y para otros...
— ¿Estás bien, Steve? —cuestionó Adam, parándose a su lado.
— Sí… —susurró manteniéndose tirado en el piso, donde el otro tipo lo había dejado, antes que Junior lo apuntara, sin darle oportunidad a que pudiera huir. Tani lo esposó y lo entregó a la policía.
— ¿Llamo a la ambulancia o sólo quieres un bastón? —preguntó Lou.
— Si quieres, puedo pedirle prestado la silla de ruedas a esa dulce anciana que está en la otra acera —dijo Quinn.
— ¿Podrían dejar de burlarse?
— Cuando dejes de hacer tonterías —exclamó Lou— ¿Y qué haces aquí? Fui a verte al campo de tiro esta mañana, y Duke dijo que tenías el día libre. ¿No se supone que deberías estar haciendo yoga en tu casa o algo?
— Estaba cerca, escuché la alerta por la radio.
— Así que tienes encendida la radio de la Policía en tu día libre —comentó Tani.
— No tenía nada mejor que hacer.
— Claro, y a pesar que tienes dos costillas rotas a causa de la última vez que peleaste y por las que deberías estarte quieto, decidiste que era mejor salir y jugar a “atrapa al chico malo” —continuó el moreno más corpulento.
— ¿Y qué querías que hiciera? Iba a escaparse.
— Teníamos los puntos cubiertos, Steve —aseguró Junior— Deberías estar recuperándote.
— ¡Está bien, ya me voy! Iré a ver el fútbol, armar un rompecabezas o algo…
— ¡Y no te atrevas a ponerte a nadar o le pediré a Eddie que te muerda! —gritó el capitán, el otro sólo hizo un gesto y se fue en su camioneta con muy mal humor.
— ¿Hasta cuándo va a seguir así? —preguntó la sargento.
— Creo que hasta el final de sus días —opinó el moreno más joven— Fui a verlo y, de nuevo, estaba en el agua braceando, como si no hubiera mañana.
— Se compró un saco de box, —mencionó Lou— estaba golpeándolo como si fuera su peor enemigo.
— ¿Deberíamos volver a hacer una intervención? —cuestionó la oficial Rey.
— No va a hacer caso a nada de lo que le digamos —aseguró Junior— No sabe qué hacer consigo mismo.
— ¿Qué hay de su última cita? —preguntó Adam.
— ¿Con la veterinaria? —cuestionó Quinn— Ni siquiera quiso salir con ella. Y cuando le pregunté por Broke, dijo que se casará pronto. Steve no está para salir con nadie.
— Escuchen —anunció el capitán— El fin de semana nos inventaremos una celebración y no importa lo que McGarrett diga, iremos a su casa. Kamekona preparará un banquete y estaremos con él. No permitiremos que siga así. Aunque no quiera hablar, estaremos ahí una y otra vez, hasta que eso se le meta en su cabezota. Ahora vamos, tenemos un sospechoso que interrogar.
Steve se detuvo en el semáforo. Tenía el ceño fruncido, la mandíbula tensa y un terrible dolor; pero claro, tan terco como es, se negaba a reconocer lo mal que se sentía. Se dijo a sí mismo, que no necesitaba un médico, lo único que en verdad necesitaba, era un par de botellas de cerveza, ponerse esos guantes y golpear ese saco de box. Todo en él estaba bien y no entendía la razón de que sus amigos hubieran tomado esa actitud con él.
El sonido del claxon del auto de atrás le hizo notar que el semáforo había cambiado de color, así que avanzó. Una vez más, el dolor en sus costillas se hizo sentir y el gesto de dolor apareció en su cara.
— Eres un idiota.
Bueno, quizás no todo estaba del todo bien. A veces le parecía escuchar una voz insultándolo. Una voz curiosamente, con el acento de Jersey. Y en más de una ocasión se alarmó, pensando que ahora sí pudiera ser que necesitaba ser internado en una clínica psiquiátrica; pero jamás se lo comentó a alguien y no pensaba hacerlo. No, señor. No iba a decirle a nadie, que a veces le parecía escuchar la voz de su antiguo compañero llamarlo idiota o que bajaba las gradas en la noche, como temiendo despertar a alguien que, ciertamente, no estaba ahí. Incluso a veces, llegaba a preocuparse, pensando que el estar escuchando la voz del rubio, significaba que algo serio le había pasado.
La necesidad de agarrar el teléfono y llamarle era demasiada y la desesperación cuando no le contestaba era inmensa, así que optaba por escribirle.
Sólo dime si estás bien. Por favor, Danny.
O llamaba a Chin si la respuesta tardaba en llegar, porque llamar a Sam Hanna, podía costarle serios problemas y discusiones con el de ojos azules, y ya lo había comprobado, aunque en ese momento no le importó; pero analizándolo mejor, enfurecer más al rubio, no era lo que necesitaba.
Y sin poder más, giró su auto rumbo al hospital. Esta vez, unos pocos analgésicos no serían suficientes para el dolor que sufría.
Estando en la camilla de emergencias esperando por los nuevos rayos X que el médico había ordenado, Steve tenía la mirada perdida, metido hondamente en sus pensamientos. Repasando lo que había estado haciendo los últimos meses, en su comportamiento con los otros. Y se reprendió duramente. Nadie tenía la culpa de lo que le pasaba o de que se sintiera solo. De que nuevos fantasmas aparecieran, haciéndole la vida complicada, porque ya no se trataba de los hechos relacionados con sus padres lo que esta vez le atormentaban; ahora todo era sobre lo que él mismo había hecho y causado en los años pasados y, que, en gran parte, tenían que ver con la familia Williams.
A pesar de tantos sentimientos guardados, Danny había seguido adelante, había tenido el coraje para hacerlo. Steve no lo estaba logrando.
— ¿Qué estoy haciendo, Danny?
— ¿Disculpe? —cuestionó el médico mirándolo fijamente.
— Ah… Nada. ¿Ya están los resultados, doctor?
— Sí, y no son buenos. Va a quedarse un par de días internado, comandante. Es necesario —Steve iba a replicar; pero al final sólo asintió.
Después de una normal mañana en la oficina, un Danny muy sonriente compartía un almuerzo con sus compañeros en un área central de Los Ángeles. Esta era una de esas ocasiones en las que Kensy Blye no los había jalado hasta donde servían Loco Moco.
— No entiendo qué es lo que tienen contra el Loco Moco, ¡es la mejor comida del mundo! Apuesto que te gustaba comer eso siempre, Danny —expuso la agente.
— No, no siempre.
— ¿Qué? Pero si es una delicia.
— Es sólo hamburguesa en un plato —contradijo G.
— Sí. Y, además, no es bueno que sigas comiéndolo tanto Kensilina, no es bueno para tu salud.
— ¿Tú me estás hablando de salud, Deeks?
— Sí, ya sabes, el colesterol, y a tu edad… —mirada mortal de parte de ella y una burlona de los demás.
— ¿Qué? Es por tu bien, cariño. Además…
— Ya para Deeks, estás cavando tu tumba —bromeó el más corpulento.
— Yo que tú, ya empiezo a buscar otro lugar para dormir —se burló el rubio.
— Yo sólo digo que comer tanto Loco Moco, puede hacerle daño. ¡Deberían apoyarme!
— No, gracias. Quiero vivir —admitió el de pelo más corto.
— Nunca, jamás, te metas con la edad de una mujer, eso es sagrado —advirtió el de Jersey.
— Deberías aprender de Danny, él sí sabe tratar a una dama, Deeks —reprendió la chica, dándole al detective un abrazo amistoso.
— No he dicho nada. De hecho, mañana podríamos ir a comer y…
— Ya es tarde compañero —cortó el más moreno— Haz caso a Danny y búscate otro lugar para dormir.
Posterior a eso, había recibido un mensaje de su adorada hija, con un breve informe de sus actividades universitarias obviando, por supuesto, las extracurriculares de las cuáles, Danny está más ansioso de conocer, especialmente el que tenía que ver con el nuevo novio de su hija y al cual quisiera meter en una sala de interrogación, como las que había en los cuarteles del Five-O. Los otros ya sabían que debían abstenerse de dar una opinión, pues no podían entender bien, lo que es ser padre, excepto uno. Aunque le han hecho saber que, cuando tengan hijos, esperan a ser la mitad de buen papá de lo que es él, pues ya lo habían visto demostrar sus habilidades paternas con Charlie.
Con ahora seis meses transcurridos, su tiempo en esa unidad gradualmente, estaba llegando a su fin y ya empezaba a considerar sus opciones, aunque una de dichas opciones, era quedarse, ya que el jefe adjunto había extendido la invitación y ahí estaba el debate: podría seguir y luego, retirarse y regresar a su amada Jersey, o podía decir gracias por la oportunidad e irse. Como sea, este tiempo en NCIS le había hecho mucho bien; su semblante tranquilo lo demostraba.
Aquel centro comercial era uno de los más grandes que había visto, no es que le emocionara ir de compras; pero las camisas eran su debilidad y había aprendido que darse un pequeño gusto, estaba más que bien.
— ¿Danny?
— ¡Mary! ¡Qué sorpresa! —exclamó quitándose sus gafas— Hola, pequeña Joan.
— ¡Tío Danny! —el rubio se sorprendió que la niña lo recordara, e igualmente, se agachó y le dio un abrazo cariñoso.
— ¡Qué guapo estás! Nada de fijador en el pelo y hasta estás usando pantalones jeans. ¿Dónde quedó el detective de aspecto formal?
— Sigue aquí, sólo que se esconde a veces. Ustedes, se ven hermosas.
— Siempre tan atento. Oye, ¿te importaría acompañarme un momento si no estás ocupado? El idiota con el que me encontraría se ha retrasado.
— Puedo quedarme un momento.
— Gracias. En verdad te ves bien.
— Me siento bien, creo que como nunca.
— ¿No extrañas Hawái?
— Un poco. Más al principio, mientras me adaptaba.
— ¿Has sabido algo de los chicos? No los he visto desde hace meses; desde Navidad, de hecho.
— Adam dice que hay mucho trabajo y a veces no dan abasto. Y Lou… Parece que Tani y Junior no se lo han puesto fácil, —sonrió— así que parece que Quinn tiene que hacer muchas veces de mediadora.
— ¿No quieres volver? Creo que tu regreso recompondría todo por allá.
— Antes te hubiera dicho que no; pero ahora… Volveré a visitarlos algún día. Y aunque no quiera… Bueno, Grace me dijo que algún día quería casarse en Hawái.
— ¿Te dijo que quería casarse y no fuiste a verla para interrogar, arrestar y torturar al que le está metiendo esas ideas? —dijo con burla.
— Tenía un caso complicado, para suerte de ella. Ya me ocuparé de conocer al instigador y quizás, enviarlo al fondo del océano.
— ¡Mary! —se oyó otra voz.
— Supongo que él es el idiota —supuso el de ojos azules.
— ¡Perdóname! Si te decía que era mi hermano, seguramente no te habrías quedado.
— Está bien, no pasa nada. Hola, Steven.
— … Hola, Danny, ¿cómo estás? —preguntó sorprendido.
— Muy bien, gracias —contestó sin perder la sonrisa. Su celular anunció un mensaje— Ya debo irme, fue bueno verte, Mary. Adiós, Joan. Adiós Steven.
— Dile adiós a tu tío Danny, Joan —ella lo hizo con la mano. Steve parecía no estar muy seguro de que, en verdad, había visto a su ex compañero.
— ¡Steve!
— ¿Sí?
— No estabas soñando, idiota, era él. ¡Al menos le hubieras estrechado la mano!
— Yo… —qué más no hubiera querido que tocarlo; pero el tiempo había sido muy poquito y quizás podría llamarle para tomar algo o conversar. Sólo que ahora, estaba preguntándose si el aparentemente relajado detective, aún mantenía su política de permanecer alejado de él.
Definitivamente el destino era caprichoso y una vez más, Danny lo había comprobado. Claro que sabía que Mary McGarrett vivía en Los Ángeles, aunque no se había topado con ella hasta ahora. Y justo tenía que aparecer también Steve. Lo interesante es que, por alguna razón, la sorpresa no fue demasiada, y había conservado la calma. Lo poco que había sabido de él, era que se mantenía ocupado, que estaba bien.
¿Steve, bien? Sí, claro.
Steve era de esos hombres al que, por alguna u otra razón, los hechos pasados lo perseguían y se ponía a pensar en ellos, buscando alguna razón lógica; aunque no la tuviera. No estaba seguro si su viaje había logrado sanar esas heridas ya que nunca, jamás, habían hablado debido a la decisión del propio Danny de estar alejados; pero la última vez que lo vio, notó que algo no estaba bien en Steve. Quizás aquellos hechos y preguntas, habían vuelto y de nuevo estaban atormentándole, porque sí, Steve tenía un aspecto cansado.
Quizás al idiota le haría bien vivir con su hermana y sobrina.
Después de aquella persecución, el detective oriundo de Jersey se tiró en su cama. Su brazo se había llevado la peor parte cuando fue atacado, así que llevaba un vendaje. Su teléfono sonó de nuevo y no de buena gana lo buscó. No se había dado cuenta que tenía llamadas perdidas de Hawái, de todos sus ex compañeros.
— Hola, Adam.
— Danny, que bueno escucharte, ¿estás bien?
— Sí —respondió, sorprendido por el tono alarmado.
— Es un alivio.
— ¿Qué sucede?
— Hace un par de días, hubo un ataque a la familia que habita la casa donde vivías. Todos están con vida, y creímos que fue sólo coincidencia; pero ahora sabemos que el sospechoso te buscaba, preguntó por ti.
— También atacaron la casa de Steve —siguió Lou. Claramente, todos estaban reunidos.
— ¿Saben de quien se trata?
— No, pero por las descripciones que nos dieron, pudimos hacer un boceto y según los datos en la base, se trata de Aaron Douglas —respondió Junior.
— Que hayan atacado ambos lugares no puede ser coincidencia, aunque ese nombre no me dice demasiado.
— Es el hermano de Ana Douglas —confirmó el oriental.
— A ella, sí la recuerdo.
— Danny, no sabemos nada de Steve. No contesta su teléfono —contó Tani.
— ¿Cuándo fue el ataque?
— Ambos ataques fueron a principios de semana, es decir hace tres días; pero no fue hasta ayer, que encontramos sangre en el jardín y era de Steve —informó Quinn.
— Tranquilos, puede que siga aquí con Mary Ann. Lo vi ayer en un centro comercial. ¿Y Eddie?
— Está con nosotros —respondió Tani.
— Bien. ¿Qué más pueden decirme del sujeto?
— No tenemos demasiado, —lamentó el capitán— nada en internet, no hay expediente. Ustedes son lo único que hay en común.
— Buscaré a Mary y le diré que le pida a su hermano que los llame o regrese de inmediato; él sabe todo lo relacionado con aquel caso. Cuídense, ¿sí?
Mary Ann tenía antecedentes, aunque los cargos eran menores, por lo que no pasó tiempo en prisión. Se preguntó por un instante, si su hermano estaba enterado de todo lo que decía aquel expediente. Una vez obtenida la dirección, fue a verla de inmediato, esperando que Steven todavía estuviera con ella, la habría llamado; pero hacía tiempo que ya no tenía a nadie con el apellido McGarrett en la agenda de su teléfono y si bien pudo haberlo conseguido, quería ver con sus propios ojos que el perpetuamente idiota, estuviera bien.
— ¡Danny! Es una sorpresa verte aquí.
— Hola, Mary, yo… Me preguntaba si tu hermano sigue aquí —cuestionó tratando de no mostrar ansiedad.
— Está preparando sus cosas, se va mañana. Pasa.
— Sólo necesito hablar con él un momento. Si pudieras llamarlo, te lo agradecería.
— ¡Danny! —exclamó Steve sorprendido.
— Hola.
— ¿Qué sucede?, ¿estás bien? —preguntó mirando la mano vendada.
— Los muchachos han estado tratando de comunicarse contigo desesperadamente —reprendió.
— Yo… Apagué mi teléfono, he estado distraído con Joan.
— Debes hablar con ellos, es importante.
— ¿Ha pasado algo?
— Atacaron tu casa y también la que fue mía. La familia que la compró está bien; pero indudablemente, fue una arremetida hacia nosotros.
— ¿Algún sospechoso?
— Hasta ahora, parece que es el hermano de Ana Douglas.
— La agente que se supone liberaría a Wo Fat. ¡Vaya! Parece que no podremos librarnos de su nombre jamás.
— Ten cuidado y diles a los demás que también tomen previsiones. Me encargaré de advertirle a Chin y si puedo a Kono, sólo por si acaso. Y ten un poco de consideración y avisa a alguien cuando vayas a salir de la isla, ¿sí?
— Tú también debes cuidarte, ese hombre podría venir hasta aquí o enviar a alguien —el recuerdo de Danny secuestrado, lo hizo agitar y de nuevo, el vendaje le hizo cuestionar lo que le había pasado.
— Buen viaje.
— ¡Danny! —gritó Mary evitando que se vaya, había estado escondida escuchando— ¿No sería mejor que fueras con Steve? Con la ayuda de ambos, podrían resolver pronto el caso, considerando que son a ustedes a quienes buscan.
— No puedo.
— ¿Al menos podríamos hacer una video conferencia con Lou ahora mismo? —rogó el más alto.
— Está bien —aceptó entrando y sacando su teléfono, marcando el número del capitán— Hola de nuevo.
— Chicos, que bueno que estén bien —saludó Tani ganándole al capitán, todos seguían en el cuartel.
— Gracias, —dijo Steve— ¿qué pueden decirnos de la situación?
— El hermano de Ana Douglas ha estado recorriendo la isla preguntando por ustedes y no es muy cuidadoso al respecto y tampoco le importa agredir a los que interroga —informó Lou.
— ¿A quiénes ha atacado? —preguntó Danny.
— A Kamekona, Mamo, incluso a Stan Edwards; pero a él le preguntó por Rachel —fue el turno de Adam.
— ¿Stan sabe que estamos aquí?
— Aseguró que no —negó Junior— Pocos saben que estás en Los Ángeles, de hecho, la mayoría creen que estás en Jersey —Danny iba a llamar a sus contactos para proteger a sus padres y hermanas.
— ¿Quién es el hombre? ¿A qué se dedica? —preguntó Steve.
— Fue agente de la CIA, se retiró hace un par de años. Nada de antecedentes y su expediente no es tan fácil de conseguir —contó Adam.
— Si está buscando venganza, ¿por qué recién? Lo de su hermana pasó hace varios años — cuestionó McGarrett.
— Y nosotros no tuvimos nada que ver con su muerte. Steven ni siquiera estaba en la isla —contó Danny— No tiene sentido… —pensó unos segundos— Estaremos allá lo antes posible, nos vemos —dijo el rubio colgando y dirigiéndose a la salida.
— ¿Estaremos, Danny?
— Te veré en el aeropuerto —Steve miró la puerta ya cerrada.
— Ya puedes darme las gracias, hermano.
Danny se fue de la casa de Mary y de inmediato llamó a su jefa para dar aviso de la situación y avisar que debía ausentarse y tal como dijo, también se comunicó con el teniente Chin Ho Kelly y sí, también debía avisar a su ex esposa que se ausentaría por motivos de trabajo. Steve odiaba que estuvieran envueltos en una situación que, muy seguramente, los pondría de nuevo en peligro; pero tener la oportunidad de compartir un momento con el rubio, le provocaba un cosquilleo y el semblante alicaído con el que cargaba, pareció desaparecer de pronto.
Steve no estaba seguro de que su antiguo compañero viajara a su lado; pero al menos ambos abordarían el mismo avión y estarían en el mismo lugar. Sólo esperaba que no fuera algo extraordinariamente complicado, que los llevara al borde de la muerte y si fuera el caso, estaría de frente para cuidar a ese hombre que tanto había extrañado.
McGarrett estaba ansioso, y desde que había llegado al aeropuerto, buscó al de pelo rubio, esperando que no lo plantara. Danny se presentó ya con el billete de avión y un bolso que contenía su equipaje. Abordaron juntos; pero tenían distintos asientos. Demás está decir, que el moreno se quedó observándole y preguntándose, cuán diferente era ese Danny Williams al que él recordaba.
Al llegar, Steve esperó al detective para salir juntos del avión y trasladarse al cuartel; era como si no quisiera perder de vista a su antiguo compañero que, si bien no dijo demasiado; lo cual suponía un debate interno en Steve, ya que, en sus buenos recuerdos, siempre estaba un Danny parlanchín, mientras que la versión silenciosa, era aquel que prefería estar lejos de él. Por su parte, Williams si bien estaba mayormente silencioso, sus facciones estaban relajada; pero dispuesto a hacer lo necesario para resolver el problema que, inesperadamente, lo había hecho regresar a la isla.
— Te ves muy bien, Danny.
— Gracias.
— ¿Grace y Charlie?
— Están muy bien. ¡Mira nada más! —sonrió— ¿Es qué Lou pretende llegar al mismo tamaño que Kamekona?
— Come más malasadas que tú —el capitán estaba allí para recogerlos.
— ¡Gracias Dios, por permitirme ver de nuevo a mis dos mejores amigos! —dijo abrazando a ambos al mismo tiempo.
— Como sigas engordando así, ni Dios va a poder hacer milagros, cuando te de un ataque cardiaco, Lou.
— ¡Cómo te extrañé Danny! Vamos ya bribones, todos los esperan.
En el trayecto, el capitán les puso al tanto del estado en el que se encontraban, quienes habían sido víctimas del hombre que los buscaba. Ninguno había sufrido heridas serias. Cuando los interrogaron, todos dijeron que sólo les habían preguntado sobre el paradero de ambos y parecía que, finalmente, se había convencido de la verdad, ya que los ataques se habían detenido. Casi sin darse cuenta, llegaron y Danny vio el palacio completamente restaurado. Todos los antiguos detalles estaban ahí, como si aquel ataque, nunca hubiera sucedido. El rubio se congeló por un instante.
— ¿Cómo es posible?
— Este, amigo mío, —dijo Lou— es uno de los lugares más concurridos por los turistas, y aún más por lo acontecido, y la gobernadora no ha escatimado recursos para contratar al personal necesario. Ahora ella es popular, también por hacer que el palacio Iolani fuera levantado en tiempo récord.
En el interior, casi todo era igual, ahí estaban las oficinas, una moderna consola y varias pantallas. Ambos fueron recibidos con alegría y alivio.
Ahora, era momento de analizar la situación, para lo cual debían poner al tanto a los que no conocían el caso de Anna Douglas.
— Cuando encontré a Wo Fat en Japón, vi que él la había llamado varias veces —inició Steve.
— Kono, Chin y yo rastreamos el número y la encontramos muerta en la cuenca Kewalo. Su identificación decía que trabajaba en el departamento de asuntos culturales, lo cual no era cierto —continuó Danny.
— Se suponía que garantizaría la huida de Wo Fat en caso de ser atrapado —siguió McGarrett.
— ¿Una traidora? —preguntó Liu.
— ¿Cuál era su verdadero trabajo, entonces? —cuestionó Tani.
— Ana Douglas, era agente de la CIA. Su trabajo, y no porque fuera traidora, era sacar a Wo Fat de prisión. Cuando fui a hablar con la CIA, me enteré que nuestro gobierno suele hacer ciertos tratos, que no siempre son legales, y que no les importa hacer lo que sea para encubrirlos —rememoró el rubio.
— Eso no puede ser.
— Lo es, Junior, dependiendo claro, de ciertas circunstancias. A veces se tienen que hacer tratos poco agradables y sacrificios —explicó Steve.
— También me dijeron que atrapar a Wo Fat, significaba algo muy malo para muchas personas dentro el gobierno, por lo que era mejor que muriera, antes de revelar nombres —de nuevo, fue Danny.
— Pero él ya está muerto, no puede decir nada sobre tales personas —dijo Lou.
— Pero posiblemente, cree que Five-O sí consiguió los nombres implicados, gracias al tiempo de calidad que has pasado con él, ¿no, Steven?
— Danny tiene razón; pero cuando estábamos en el avión, él nunca me dio nombres y luego que el piloto casi hiciera que nos estrelláramos, no hubo tiempo de charlar, porque había más personas que trataron de asesinarlo y de paso a mí.
— Lo lamento —dijo Adam, al tener la mirada de McGarrett y Williams encima.
— Suponiendo que alguno de esos nombres surgiera de algún modo, en algún caso, debe ser porque está implicado en algo grande —pensó el de Jersey— Quizás no sea el propio Douglas, quien nos amenaza, quizás ha sido enviado por otra persona.
— Eso es más probable. Puede tratarse de tráfico de sustancias, hemos atendido muchos últimamente y varios han estado relacionados entre sí —contó Tani.
— ¿Algún caso relacionado con armas? —preguntó el rubio.
— No fue un gran cargamento lo que encontramos; pero quizás nos faltó revisar algo —tanteó Liu. Alguien acercándose por el pasillo, llamó la atención de todos.
— Solicito permiso para unirme a esta investigación.
CONTINUARÁ....
N/A: Gracias por leer!
Chapter 27: CAPÍTULO XXVII. INVESTIGACIÓN CONJUNTA
Chapter Text
Por un instante se produjo un silencio, algunos preguntándose sobre la identidad de esa persona y otras sin poder creer que, después de años de ausencia, él estuviera allí.
— ¡Chin! —Danny se apresuró a abrazarlo.
— ¿Por qué no dijiste que vendrías? —cuestionó Steve, también recibiéndole con un gran abrazo.
— Fue inesperado, tuve que dejar a Abby a cargo; pero debía venir, más aún si hay alguien que está detrás de mis amigos —dijo abrazando a Adam y luego a Lou.
— Muchachos, él es el teniente Chin Ho Kelly —presentó Steve.
— ¡Al fin te conozco! Soy Tani Rey, me han hablado mucho de ti —dijo abrazándole efusivamente, ante la sorpresa del hombre.
— Espero que no hayan exagerado.
— Ni un poquito —dijo el rubio.
— Soy Junior Reigns, es un gusto, señor.
— Quinn Liu, es placer.
— Igualmente. De acuerdo, ¿qué está sucediendo?
— Como ya te habrán dicho, el hermano de Ana Douglas ha aparecido con malas intenciones; pero puede que haya alguien más y creemos que es alguien que estuvo involucrado con el tráfico de armas y aliado con Wo Fat. Posiblemente, alguien de alto perfil o que lo fue en aquel tiempo, y ahora ha aparecido en el radar y probablemente, cree que lo asociaremos con algún hecho y, obviamente, no quiere que lo atrapemos, así que está enviando mensajes —resumió Lou.
— ¿Has hablado con Kono? —preguntó Steve.
— Sólo he podido dejarle mensajes, quizás está en algún operativo; confío en que los lea pronto.
— Necesitamos hablar con la CIA y pedir que nos entreguen el expediente de ese hombre —dijo Quinn, comprendiendo la preocupación de todos.
— Ellos no han estado muy amigables con nosotros —contó el capitán.
— Eso no es noticia, pero quizás se porten mejor con dos agentes del estado de California, ¿qué dices Chin? —preguntó Danny, sacando su arma y cartuchera del bolso y muy dispuesto a utilizar sus credenciales.
— Pues vamos —aceptó, siguiendo al rubio hacia la salida.
— ¡Danny! —gritó Adam, tirándole las llaves de su auto.
— Gracias, prometo tratarlo con cariño —dijo juguetón.
— Bien —dijo Steve— ¿Tenemos alguna información con la cuál empezar?
— Sólo el nombre y lo que ustedes dijeron. Por más que buscamos, no hemos encontrado otra cosa; no hay ni un documento y según la CIA, ni él, ni su hermana existen o existieron —contó Tani.
— No es raro, —protestó el marine— cuando se hizo la investigación, la CIA se apoderó de todo, incluso de su cadáver y supongo que, para estas alturas, hasta hicieron desaparecer cualquier información. Espero que Danny y Chin puedan averiguar algo.
— Revisé el nombre de Aaron Douglas en internet, y hay demasiados. Sin embargo, buscando entre los hashtags, encontré una cuenta de Instagram —dijo Quinn mostrándola— Y si bien, la cuenta es de una mujer, que dice ser modelo, aunque podría ser una de esas damas de compañía, es que encontré una selfi y atrás de ella, se ve un hombre que parece concordar con el bosquejo que logramos, gracias a Kamekona y Mamo. Es una casa en Los Ángeles.
— Hay muchas fotos de ella y otras chicas; pero él sólo aparece en una, junto a otro tipo, —revisó Adam— el hombre se ve distraído, y por la expresión que tiene ella, probablemente la tomó sin que él se diera cuenta.
— Es posible que se lo prohibieran; —agregó Tani— pero, ¿cómo resistirse a presumir de salir con hombres importantes?
— ¿Quién es el otro individuo? —preguntó Steve, mirando la fotografía y notando que ellos estaban brindando, acompañados de otras dos mujeres cerca de una alberca.
— Ni idea y no es una buena foto para siquiera intentarlo con conocimiento facial. Al menos deberíamos poder ver su identificación en su licencia de conducir, pero no aparece ni eso —dijo Junior y Steve estaba, claramente frustrado.
En el auto de Adam, Chin y Danny tenían una conversación sobre cosas banales. Desde que el rubio se había mudado, ellos habían mantenido comunicación continua e incluso, habían podido visitarse en un par de ocasiones.
— ¿Por qué me estás mirando así, Chin?
— Estás contento de estar aquí.
— No del todo. Digo, vinimos por un tipo que, evidentemente, no quiere algo bueno con nosotros.
— ¿Pudiste hablar con Steve?
— No, vinimos en asientos separados. De todos modos, no había mucho que decir; ambos sabemos los mismos detalles del caso.
— ¿En serio estás haciendo eso conmigo?
— ¿Qué estoy haciendo? Creí que hablabas del caso —protestó inocente.
— Sabes muy bien que no.
— Da igual. La respuesta sigue siendo no.
— De acuerdo. ¿Y cuándo tengas la oportunidad?
— No habrá oportunidad. Investigaremos, encontraremos al sospechoso, y en cuanto tenga la posibilidad, voy a dispararle al tipo, y me subiré de inmediato a un avión. Y no significará que esté huyendo.
— Lo que digas —respondió burlón.
Más tarde y con una sonrisa juguetonamente petulante, Chin y Danny aparecieron con el expediente.
— ¿Cómo es posible? —cuestionó Quinn, al ver el archivador en la mesa; los demás guardaban silencio, aunque estaban con expresión pasmada.
— ¿Qué?, ¿esto? —preguntó Chin— Es lo que necesitábamos.
— ¿Cómo lo consiguieron? —interrogó el capitán.
— Lo pedimos, diciendo por favor —sonrió el de Jersey.
De entre los datos obtenidos, pudieron descubrir que el retiro de Aaron de la CIA, tuvo que ver con cierta investigación interna. También comprobaron que el caso de Ana Douglas, tuvo fuertes repercusiones en cierto agente, el cual se había atrevido a retener a un miembro del Five-O que, en ese momento, ejercía como jefe ante la ausencia de McGarrett. Todo aquello sorprendió al equipo, ya que difícilmente, las investigaciones internas y sus resultados salían a la luz. Aun así, por el momento, todo seguía señalando a que era una venganza; pero confirmando, que ya no se trataba de una sola persona, sino que había otra implicada, como ya sospechaban.
Al caer la tarde, Chin había dicho que se moría por conocer el restaurante de Kamekona, del que tanto había oído hablar.
Ya en el establecimiento, el hombre grande no dio crédito a lo que veía.
— ¿Acaso estoy soñando? ¡Mis queridos hermanos! ¡Cuánto tiempo!
— Hola, grandote —saludó el agente de NCIS, siendo abrazado fuertemente por el dueño del lugar
— Gracias, ya me quedé sin costillas.
— Kamekona, que bien se ve este lugar —admiró Kelly.
— ¡Por supuesto!, y ya verás cuando lo expandamos —expresó abrazando, también en exceso, a Chin— ¿Entonces, están de regreso?
— No. Hay un asunto que nos trajo —dijo el detective de pelo rubio.
— ¿El del tipo que me sorprendió?
— Así es. Lamentablemente, estaremos sólo unos días —contó el teniente.
— Tengan cuidado, ese hombre no tiene miedo de las repercusiones. Vino de frente con su arma.
— Lo tendremos, gracias amigo —expresó de nuevo Chin.
— Bueno, al menos se dieron el tiempo para venir a saborear mis exquisitos platillos —y se puso a preparar y servirles lo mejor que tenía.
— ¡Vaya! —dijo el jefe del destacamento de San Francisco, al ver las fotografías— Esto es…, grandioso, es estar en casa.
Danny y Chin sin duda no ocultaron cuánto habían extrañado esos camarones, y no es cómo si no los hubiera en las ciudades donde residían; pero el sabor de Kamekona era único. Kelly había dado una opinión muy buena sobre el lugar; pero cuándo se mencionó que el proyecto en principio fue algo de Danny y Steve, el rubio le había restado importancia, diciendo que había sido una locura del momento y que lo mejor había sido cederlo, lo cual causó una decepción en McGarrett. A pesar de aquello, el primo de Kono se divirtió, cuando le contaron las peripecias que habían pasado para tratar de poner el lugar en condiciones.
Sin duda, Chin estaba en casa; si bien su familia estaba en San Francisco, él había añorado Hawái. Fue un buen momento para tomar otras fotografías, que ornamentarían las paredes del local y en una de ellas, Danny se acomodó de cuclillas entre Adam y Chin y al lado de este, se puso Junior. Quinn y Tani de pie al centro y Steve, y Lou a los lados de ellas.
— Oye Chin, ¿irás a ver si tu casa aún sigue en pie? —se burló Adam.
— Esa casa debe parecerse ahora un lugar fantasma.
— Entonces ¿nadie vive allí? —preguntó la oficial Rey.
— Le dije a mi tío que podía irse a vivir ahí o alquilarla; de cualquier modo, no creo que esté apta para ocuparla.
— Chicos, les ofrezco mi departamento, sofá incluido.
— Gracias Adam; pero ya estoy hospedado en el Hilton y discúlpame, pero debo llevarme a Danny —y el rubio le dio una mirada interrogante— Tengo que hablar contigo sobre Abby, me pidió que te dijera un par de cosas —dijo Chin con significatividad.
— ¿Hice algo para hacerla enojar?
— Algo así.
— De acuerdo. Ya tendremos oportunidad de hablar, Adam.
— Yo los llevo —se ofreció Lou.
— ¿Iras a tu casa Steve? —cuestionó Quinn.
— La casa no está en condiciones de habitarla —dijo Junior rápidamente— Puertas y ventanas están destrozadas.
— Y creo que sería peligroso que te quedes allí, por si el tipo vuelve —acotó Tani, también algo apresurada. Chin tuvo que disimular su risa.
— Creo que iré a un hotel entonces —accedió el comandante.
— Pues vámonos —volvió a decir Chin. Danny sólo caminó al auto. En el camino, en el asiento de atrás, el detective no dejaba de responder mensajes. Ninguno perdía detalle.
— Alguien quiere saber dónde estás, lo que haces y seguramente, también el con quien estás —dijo Lou con burla.
— Son cosas del trabajo. Y no todos tienen la manía de controlarme. Bueno, excepto mi jefa; pero lo hace con todos.
— Ella es un amor —expresó Chin, recordando a la diminuta mujer.
— Y eso que no conoces al director adjunto —dijo el rubio con ironía.
En el auto donde iban Tani, y Junior, una chispa de inseguridad los rodeaba.
— ¿Crees que fue lo correcto? —cuestionó la chica.
— Sí. Yo creo que hay una gran posibilidad de que Aaron intente emboscar a Steve o Danny, incluso al teniente si los encuentra solos; pero si están juntos, correrán menos riesgo.
— Podríamos haber ido con Steve a su casa, y esperar al hombre y atraparlo.
— Pero también había la posibilidad de que fuera por los otros.
Llegaron al hotel y Danny y Steve pidieron habitaciones individuales. Por supuesto, las tres habitaciones estaban en la misma planta. Danny se dirigió al cuarto de Chin, luego de dejar sus cosas.
— No es sobre Abby, ¿verdad?
— Es Kono.
— ¿Está bien?
— No lo sé. Hace tiempo que no sé de ella, sigue trabajando encubierta. He intentado comunicarme con su supervisor; pero me dijo que ella hace las cosas por su cuenta, que han perdido contacto.
— ¿No ha dejado pistas sobre su paradero?
— Muy vagas. Nada revela dónde está.
— Seguramente está bien, confiemos en eso, Chin. Le pediré a esos genios con los que trabajo que busquen información y también pediré ayuda a la sede en Washington y Nueva Orleans.
— Te lo agradezco. Y se nota que te has llevado bien con todos.
— Eso parece. Casi he olvidado el término haole. Te informaré lo que encuentre —estuvo a punto de salir— ¿Hablarás con Steve para que haga otras averiguaciones?
— No. Si estuviera aquí, alguien ya me lo hubiera dicho. ¿Cuándo fue la última vez que supiste de ella?
— Poco después que llegué a Los Ángeles. Sólo dijo que estaba bien y que… que golpearía a Steven, en cuánto tuviera oportunidad —eso provocó sonrisas en ambos.
Por la mañana a primera hora, Danny había hecho lo que había prometido, esperando pronto tener noticias. La ex surfista había tomado muy en serio su trabajo, y estaba bien, excepto que temía que trabajara tanto tiempo encubierta y sucediera algo. El de ojos azules, rogaba porque siempre saliera ilesa y verla algún día.
La habitación de Kelly, se había convertido en una especie de terreno neutral para Steve y Danny y ahí discutían, mediante video conferencia con los otros, si había algo nuevo o de último minuto, que se hubiera descubierto y eso fue porque los otros habían decidido que, por ahora, era más acertado mantener un bajo perfil, aunque estar encerrados no era el estilo de ninguno de esos tres. Claro que no. Al menos tenían que ir a desayunar panqueques en la cafetería que años atrás frecuentaban, ya sea, ocultos entre gorras y lentes como cualquier turista. A pesar que Steve siempre quería comentar algo sobre la jalea de zarzamora que Danny insistía en preferir, tuvo que abstenerse y más aún con la mirada de Chin sobre él.
¿Hasta Chin iba a ponerse protector con Danny?
— ¿Cómo es el trabajo en NCIS?
— Casi igual. Hay días buenos y días pesados —contestó el rubio, Kelly estaba contestando una llamada.
— ¿Sam se porta bien?
— Es el más centrado de todos, demasiado siendo un SEAL —se burló.
— Lo ha sido desde antes —quería preguntar por los que todavía consideraba sobrinos; pero temió una mala reacción.
— Puedes hacer esa pregunta que quieres —Steve le dio una ligera sonrisa, Danny seguía conociéndolo bien.
— ¿Cómo están los niños?
— Son felices.
— Me alegro. ¿Y tú?
— También lo soy —Steve asintió— Tú me dijiste que debía serlo. Te hice caso; soy muy dichoso allí.
— Es bueno saberlo —los panqueques de pronto, ya no parecieron tan deliciosos y Danny se sintió molesto de pronto.
McGarrett se quedó en silencio y el de ojos de cielo, quería gritarle y es que por más que quisiera tener una conversación tranquila, Steve no se lo hacía fácil. Ahora que estaban frente a frente, le gustaría escuchar que lo ha extrañado, que le dijera que lo quiere como lo hacía antes; pero no, ahora seguramente, McGarrett menos lo diría, para no dar paso a malos entendidos y nuevamente, Danny se arrepintió de haberle hablado o gritado en todo caso, sobre sus sentimientos ya que, una vez más se dijo, que eso terminó de pintar la línea divisoria entre los dos. ¿Ni siquiera podían intentar ser amigos de nuevo? Parecía que no; pero decidió olvidarlo, no había regresado a Hawái para recordar ningún tipo de sentimiento.
— Tani y Junior no parecían muy… unidos, ¿se pelearon? —cuestionó el de NCIS.
— Lo han estado haciendo desde hace semanas y hasta podrías pensar que su relación va a romperse en cualquier instante; y es que a veces, ninguno quiere ceder y…
— Pobre Lou, ya veo por qué dice que se han vuelto un dolor de cabeza. ¿Y tú, qué esperas para reprenderlos?
— No puedo hacer eso.
— ¿Papá no puede hacer eso? ¿Qué pasa, McGarrett? ¿Te has ablandado?
— No; pero… No puedo inmiscuirme.
— ¡Claro que sí! Su trabajo no es sencillo, no pueden estar más concentrados en tonterías o andar compitiendo estúpidamente.
— Me voy dos minutos, ¿y ya están discutiendo? —cuestionó Chin, al ver el enfrentamiento visual.
— Sus hijos están portándose mal y él no hace nada —bufó el rubio.
— ¿Hijos? —cuestionó Kelly confundido.
— Sí. Tenemos dos: Tani y Junior, —aclaró el neojerseyés— yo los cuidé, mientras él se ausentó y luego él se quedó con la custodia cuando me fui; pero está haciendo un pésimo trabajo.
— ¡No es cierto! Ellos son adultos y…
— ¡Esperen los dos! —interrumpió el teniente— ¿Cómo que hijos?
— Kono y tú nos llamaban “el viejo matrimonio”, ¿recuerdas? Pues Tani y Junior siempre decían “papá y mamá están discutiendo de nuevo” —imitó el comandante.
— Y no sólo eso —dijo el rubio con una chispa de malicia— Cuando les conté que me iría, Tani me reclamó, diciendo que se sentían como los hijos que veían a sus padres divorciándose —Steve sintió una horrible sequedad en la garganta. Chin estaba muy sorprendido, aunque no estaba muy seguro de si reír o no y el rubio, simplemente volvió su atención a su sabroso desayuno.
Luego de dos intensos días, y pocas pistas, se dieron un respiro. Danny acompañó a Adam a su oficina en el cuartel, donde le mostró una foto de Charlie y Grace. El rubio había escogido ese momento para hacer una llamada con el pequeño y luego de saludarle y decirle que lo extrañaba, le pasó el teléfono al nipón, con quien tuvo una alegre charla. Steve no pudo más que enmascarar un gesto de tristeza y envidia, lo cual no pasó desapercibido, ni para Lou, ni para Chin. Los demás, habían ido por el almuerzo.
Una vez que la llamada terminó, Steve entró a la oficina y le pidió a Adam hablar un momento. Chin se quedó con Danny.
— ¿Cómo está Charlie?
— Algo enojado, quería venir.
— Quizás puedas traerlo más adelante.
— Temo que no quiera irse después.
— ¿Eso, o que vea a Steve?
— Ambos.
— ¿Qué pasaría si lo ve, aunque sea una vez?
— No quiero imaginarlo. Cuando él se fue, todos los días me preguntaba cuándo volvería o cuando podría hablarle. Yo le llamaba cuando Charlie pedía que lo hiciera, y él nunca contestaba. Y cuando él llamaba, mi hijo no estaba conmigo. Mi niño pensó lo peor y nada de lo que dije sirvió. Llegó a creer que yo le mentía, y que su tío se había ido, porque ya no le quería —recordó frunciendo el ceño. Chin se arrepintió de preguntar— Si ahora le digo que puede hablar con Steve, seguramente le gustará; pero luego querrá verlo, ¿y qué hago si de pronto, Steve corta comunicación?
— ¿Crees que lo haría?
— Estamos en la misma situación, sólo que ahora soy yo quien está en otro lado y él aquí. Chin, tú sabes que siempre fueron muy escasas las veces que se acordaba de llamarnos, para decir que seguía vivo. Charlie habla con Adam y también contigo y le encanta, porque siempre puede contactarlos; pero intentar eso con Steven… Necesito salir un rato —dijo y caminó hacia el ascensor, presionando el botón con más fuerza de la necesaria. Salió para ir a sentarse en una banca cerca del estacionamiento.
Tani, Quinn y Junior habían llegado. Todos vieron al detective con la mirada perdida y de nuevo, con el ceño fruncido. El chico se adelantó con el almuerzo y las chicas con unas cajas en sus manos, fueron a sentarse, una a cada lado del hombre de pelo rubio.
— Dime que no te has perdido entre recuerdos tristes —dijo Tani.
— Es imposible no hacerlo. La última vez que estuve aquí, todo esto seguía destruido.
— En la ceremonia de entrega, te recordaron como el hombre que protegió a su equipo y la integridad de la isla —relató Quinn.
— ¿Eso hicieron?
— Sí. Hay algo que debes ver; pero antes —dijo Quinn mostrando una caja.
— Trajimos el almuerzo; pero también… —reveló Tani una segunda caja.
— ¡Malasadas y coco puffs! ¡Cómo las extrañé! —expresó abrazándolas.
— Nosotras a ti, Williams —señaló Quinn, acurrucándose amistosamente a él.
Antes de almorzar, Tani, igual que una niña, le pidió al rubio que cerrara los ojos a lo cual, el detective no estuvo muy seguro. Junior le tapó los ojos con las manos, y ambos le llevaron hacia la nueva pared, frente a la mesa que servía de comedor, seguido de un curioso Chin. Cuando le indicaron que podía abrirlos, lo hizo; pero no estuvo muy seguro de estar viendo bien, lo que estaba frente a él. Ahí había la fotografía de Steve con su uniforme azul, que en realidad era negro, y al lado estaba la de Danny, con su uniforme policial. Cada fotografía de unos 30x40, enmarcada elegantemente. Tenían fechas, las cuales señalaban los años en los que cada uno se había hecho cargo del Five-O.
— ¡Wow!
— Todos reaccionamos así —dijo Quinn.
— La gobernadora lo ordenó y en algún momento, pondremos las de cada uno también, será nuestra propia galería —informó Lou.
— Papá y mamá se ven muy guapos —expresó Junior.
Chin entendió mejor aquella conversación en la cafetería. Danny miró a Steve, demasiado abrumado y el comandante sonrió orgulloso. Tani de nuevo lo abrazó y Junior puso una mano en el hombro a Steve.
McGarrett se tomó un tiempo a solas en el pasillo, afuera de las oficinas. Le gustó ver al rubio actuar como si estuviera en casa. Hablaba con todos y respondía preguntas. Le alegraba saber que le iba bien en su trabajo y también sobre la invitación extendida, lo cual anulaba cualquier esperanza de que pudieran convencerlo de regresar. Su desesperación llegó a los límites de desear que al menos volviera a Hawái. No a Five-O y no a él. Sólo verlo alguna vez en la isla, sería bueno. Ahora estaba con Tani y Junior en la oficina de ella, rotundamente, llamándoles la atención y los otros lo escuchaban abochornados. Incluso, Eddie no se le había separado desde que lo vio.
Regresaron a analizar el caso, esta vez concentrándose en los posibles aliados de Douglas en la isla. A pesar de sus esfuerzos, era como si el hombre se hubiera desvanecido luego de los ataques, lo cual, obviamente, había frustrado a todos.
— Es todo. Hemos indagado por toda la isla; pero parece que de algún modo se ha ido —dijo Lou, volviendo del último lugar donde el hombre pudo haberse escondido.
— Quiero ir una vez más a la CIA —expresó Chin.
— ¿Crees que esta vez digan lo que están ocultando? —preguntó Steve.
— Ya hemos investigado a todos los que se nos ocurrieron que pudieron haberlo ayudado y no hemos obtenido resultados. Hemos ido por lo lógico, es decir, hacia los chicos malos. Douglas fue de la CIA, quizás todavía tiene algunos contactos ahí.
— Algunos que ni el jefe conoce —señaló Danny, complementando a lo dicho por el hawaiano— Tenemos que interrogar a alguien más, alguien que ha estado cerca de él.
— Hay alguien a quien podría preguntar; pero si otros más se enteran de lo que buscamos, podrían alertarlo —dijo Chin— Sería mejor hacerles creer que queremos reabrir el caso de Anna, que lo que buscamos está relacionado con ella; armar alboroto con el director, ¿y quién mejor que alguien que es capaz de sacar de quicio a cualquiera? —todos vieron a McGarrett.
— ¿Es en serio?
— Muy en serio —indicó Lou, no dándole oportunidad a discutir y sin importarle lo indignado que Steve estuviera— También necesitarán de alguien, para que la secretaria mantenga la vista ocupada, porque seguramente querrá impedir que Steve entre y juegue con el director, y para que no se concentre en Chin y él pueda hablar con su contacto —esta vez miraron a Danny.
— ¿Quieren que me ponga a bailar allí, o qué?
— Haz lo que sea amigo —dijo Quinn, dándole un guiño.
Llegar a la CIA y hacer lo dicho, fue sencillo. La sonrisa del detective había captado la atención de la recepcionista, así que McGarrett entró a discutir con el director, y como era de esperarse, se armó un alboroto. Y Chin pudo llamar la atención de la agente conocida. Lo bueno es que obtuvieron una dirección de una casa de seguridad, donde Aaron y sus compañeros se hospedaban cuando no estaban en un hotel o en una misión.
— Lou, tenemos una dirección, te la envío; alcáncennos allí.
— Comprendido, Steve.
Danny no había olvidado las rutas y fácilmente llegó al lugar señalado, dejando el auto de Adam, oculto de la vista de cualquiera en la casa. Sin decir nada, inspeccionó el área y Chin hizo lo propio. Steve no era ya un líder, los agentes de Los Ángeles actuaban sin consultarle, y sólo hacían lo que estaban acostumbrados a hacer.
— Hay gente adentro; pero es imposible saber si Douglas está ahí —dijo Steve.
— Como sea, lo que están haciendo no es nada legal —señaló Chin.
— Hay varias bolsas, están empacando algo —dijo Danny, mientras regresaban al auto. El comandante abrió el maletero revelando armas, guantes y chalecos, los cuales los chicos tomaron y se los pusieron.
— Si esperamos, podrían escapar —indicó el teniente y con algo de impaciencia, Danny sacó su teléfono y llamó al celular de Adam.
— Están como a quince minutos.
— Si hay algún movimiento entraremos; no podemos darnos el gusto de que se nos escapen — indicó Kelly.
— Tendremos que dividirnos, podrían salir por la puerta de atrás —propuso el SEAL.
— Seguramente esta casa tiene una trampilla o pasaje secreto, la puerta parece algo trabada —analizó el detective.
— Hay una caseta en el patio. Si hay un pasaje secreto, podrían salir por allí —dijo Steve. Finalmente, Lou y los otros llegaron.
— ¿Qué hay? —preguntó Junior.
— Varios hombres, están armados y no parecen estar muy en sus cabales —dijo Danny— Creo que están empaquetando alguna clase de droga. No parece haber rastro de Douglas; pero tenemos motivo para entrar. Sin embargo, seguramente habrá todo un laboratorio ahí adentro.
— Y dado que son muy inflamables, podríamos causar una gran explosión —explicó Chin.
— Y no estaría mal; pero necesitamos a alguien para interrogar —de nuevo Williams.
— Hay una caseta en el patio de atrás, Danny piensa que puede haber un túnel en la casa y la salida podría ser esa caseta —informó Steve.
— Empiezan a moverse, es hora de entrar —dijo Chin con el arma lista, Danny estaba a su lado.
— ¿Caballeros, nos hacen el honor? —preguntó Lou, dándoles a ambos un par de insignias. Ambos se vieron entre sí y se colocaron las placas. Steve ya tenía la suya. Posterior a eso, nada los detuvo.
McGarrett pateó la puerta, Danny y Chin entraron y la balacera empezó. Los tiros de los sospechosos eran erráticos, claramente, los químicos habían hecho efecto en ellos. Tani notó la puerta del baño abierta.
— ¡Químicos en el baño! —gritó ella, golpeando a un sospechoso.
— ¡Si alguien sigue con vida, hay que sacarlo y salir de inmediato! —indicó Quinn.
— ¿A dónde vas? —Danny también tuvo que golpear a otro, que intentaba huir. Lo agarró de la solapa y lo levantó; lo volteó, cateó y lo esposó.
— ¡Soy de la CIA, esta es una casa de seguridad!
— Usada para hacer droga. Vas a tener muchos problemas —dijo Chin. Junior esposaba al sospechoso.
Llevaron al hombre fuera de la casa, y mientras Lou se comunicaba con Duke, y escena del crimen. Steve, Danny y Chin habían decidido interrogarlo ahí mismo. Tani dio aviso a la DEA para que así, fueran ellos los que lidiaran con la CIA.
El agente detenido, se vio lo suficientemente intimidado para admitir que conocía a Douglas, que sí había estado en esa casa; pero que no sabía que estuviera tras ellos. Y tampoco conocía su paradero. Lo único que pudo darles, fue el nombre de quien estaba a cargo de la operación de producción de éxtasis, el mismo que también se ocupaba de organizar trabajos especiales para ciertos agentes. Y que conocía muy bien a Douglas.
— Volveré al cuartel con Adam, a revisar el nombre y antecedentes de esa persona —dijo Chin, abordando el auto de Lou.
— Yo iré a ver mi antigua casa, quiero ver si hay otros indicios —expresó Danny, lanzando las llaves del auto a su dueño.
— Te llevo —dijo Adam.
— Iré con Duke, si estás de acuerdo —dijo y el sargento asintió servicial.
— Qué bueno verlo, detective.
— Lo mismo digo, Duke.
— ¿Va a quedarse después de resolver el caso?
— No, yo aún tengo trabajo en Los Ángeles. Antes moría por retirarme; pero… aparte de estar con mi hijo, ya no sabría cómo pasar los días. En cambio, McGarrett, bueno… Seguramente ahora que no hace nada, ha de pasar el tiempo en el campo de tiro, ¿no?
— ¿El comandante no le ha dicho nada?
— ¿Sobre qué?
— Nada —la mirada del detective fue insistente— La gobernadora ha seguido insistiendo que vuelva al Five-O.
— ¿Y qué ha dicho él? —el otro respondió con un gesto vago.
— Yo le he ofrecido ser profesor en la academia.
— No sé si eso sea adecuado. Podría enseñarles a los reclutas como torturar a los sospechosos, hasta que estén medio muertos y luego recién hacer las preguntas —opinó, causando la risa de Lukela. Llegaron a la casa, y el uniformado le dio los detalles, antes que el detective caminara por el lugar.
Danny observó su antigua vivienda, aún dañada. Buscó algunos rastros; pero no había nada nuevo. Los vecinos lo reconocieron y respondieron todas las preguntas que les hizo. Sólo encontró unas hojas medio secas y las fotografió para enviarlas a Eric y que le dijera a que zona pertenecía, ya que, indubitablemente, no era de ninguna de las plantas que había en la zona. También guardó una en medio de un pañuelo desechable. Iba a llamar a McGarrett, excepto que seguía sin tener el número e iba a pedírselo a Lukela; pero prefirió seguir investigando un poco más.
En el número 2727 de la calle Pikoi, Steve también evaluó los daños en su propia casa. Había ventanas rotas, habían arrojado algo al interior y esto produjo una pequeña explosión. Las puertas también estaban dañadas; pero los chicos habían exagerado.
Había pisadas frescas en el patio, probablemente el sospechoso había vuelto. Las fotografió y envió a Lou. Revisó el lugar y no encontró más pistas extrañas. Hacía calor, por lo que sacó una de las dos botellas de agua del refrigerador. Tomó unos cuantos sorbos y todo se volvió borroso. Cayó en una trampa ingenuamente y tarde se dio cuenta. El primer número de discado directo, seguía siendo el del detective. Marcó y eso fue todo.
— ¿Hola? ¿Steven? ¿Steven? ¡Contesta! ¡Steve!
CONTINUARÁ...
N/A:Extrañé muchísimo a Chin.
Gracias por leer!
Chapter 28: CAPÍTULO XXVIII. FRENTE A FRENTE CON EL ENEMIGO
Chapter Text
Aquellas voces parecían lejanas y no podía identificar el lugar exacto del que procedían, debido a su fuerte aturdimiento. Lo que sí empezó a sentir fue el dolor en su cuerpo y supuso que, cuando lo sacaron de su casa, seguramente no lo habían tratado con ningún tipo de consideración y menos delicadeza. Su espalda estaba muy adolorida y tenía síntomas de entumecimiento, debido a las fuertes ataduras en sus muñecas y en sus tobillos. La cara también le ardía, probablemente por culpa de algunos golpes recibidos o alguna herida.
— Así que, comandante McGarrett, finalmente tengo el placer de conocerlo.
— Asumo que es el hermano de Ana, Aaron Douglas.
— Así es.
— Si es por su muerte, no tuve nada que ver y tampoco alguno de mis compañeros. Fue el hombre que, en ese momento, era el abogado de los Noshimuri. Lo hizo por su cuenta.
— Sé perfectamente quien mató a mi hermana. De haber podido, lo hubiera matado yo mismo; pero gracias por ahorrarme el trabajo.
— ¿Entonces? ¿Cuál es la razón por la que me has estado buscando?
— ¿Es necesario preguntar? La creación de su unidad ha traído más de un dolor de cabeza para muchos amigos míos, comandante; amigos importantes, claro. Hubo mucha gente en el continente, que estuvo en desacuerdo con la gobernadora Jameson cuando informó de la creación de un grupo armado que contaría con total inmunidad. Sería todo un problema, ya que muchos negocios se verían perjudicados y después de poco, se dieron cuenta que hacer regalos para que los dejaran tranquilos, no resultaría con ustedes como lo hizo con la Policía. Resultaste igualito a tu padre, quien estaba empecinado a descubrir toda la corrupción que existía y terminar con ella.
— ¿Vas a decirme que no sabían que ella estaba aliada con el jefe de los Yakuza y con el mismo Wo Fat?
— No lo supimos hasta después de su muerte; esa mujer era realmente astuta. Gracias por eliminarla, ella también era un dolor de cabeza.
— No fui yo.
— Da igual.
— Todavía no me has dicho lo que quieres de mí.
— Lo lógico, comandante. Es hora de hacer desaparecer al tipo que causó tantos problemas y también al que fue su segundo al mando y créame, que me gustaría terminar también con sus otros amigos; pero no me están pagando lo suficiente, ya lo hará alguien más. Y aquí es donde debo confesar que, si bien será placentero acabar con usted, en realidad, el interés mío, es más por el hombre que mató a la persona más importante para mí. Alguien con quien tenía muy buenos tratos y obtenía buenos beneficios y le aseguro también, que era muy buena en muchas faenas.
— ¿De quién hablamos?
— Hablamos de Daiyu Mei, por supuesto —dijo como si la respuesta fuera obvia. Steve se agitó— Lo siento, Steve; pero desde el momento en el que convertiste a Williams en tu compañero, lo pusiste en la mira de tus enemigos y la verdad, yo esperaba que después de lo que has hecho, fueras tú mismo el que lo acabara matando; estrellando el auto, por ejemplo. Y te cuento otro secreto, sólo porque me gusta ese miedo que estás mostrando. Han estado tras él desde ya hace ya un par de meses, sólo que no han corrido con mucha suerte, apenas le causaron una que otra lesión.
— ¡Eres un maldito loco!
— ¿Loco? No, sólo estoy un poquito enojado. No te imaginas lo que significaba ser aliado de esa mujer, tener contactos en todo el mundo y conseguir lo que jamás creí tener y de forma tan sencilla. Desde que ella no está, muchos han hecho como que no me conocen y para seguir con la vida que tengo, necesito otros socios. Muchos están dispuestos a aliarse conmigo; pero con una condición. Si asesino al detective y a usted, comandante, todo volverá a ser como era para mí.
— Podrás matarme; pero no vas a acercarte al detective Williams, no tendrás la oportunidad y deberías saberlo. Tú lo has dicho, no han podido con él. Y como ya sabrás, ahora es un agente federal; si te le acercas, no tendrás ninguna oportunidad de salir bien librado. De hecho, todas las agencias ya saben sobre ti. Si quieres salir vivo, olvidarás tu plan y te marcharás lo más lejos posible.
— Pertenecí a la CIA, comandante, he recibido peores amenazas y aunque todas las agencias nacionales e internacionales me busquen, no podrán hacerme nada, porque no habrá ninguna prueba en mi contra. Quizás, el detective se haya enterado que, mientras visitaba Hawái, un amigo suyo fue encontrado malherido en medio de la selva, así que no dudó en ir a auxiliarlo y en el proceso, sólo sufrió un terrible accidente. Después de todo, Williams es un tipo del continente y es más propenso a que le suceda algo en medio de una selva.
— ¡No te lo voy a permitir! —el golpe recibido cuando intentó liberarse guiado por la furia, le hizo escupir sangre y los siguientes, le abrieron varias heridas en todo el cuerpo. Debido a su aturdimiento, no había notado que había más hombres tras él.
En el cuartel, aún revisaban las cámaras e insistían en intentar rastrear el teléfono del capitán de fragata. No habían encontrado nada nuevo en la casa, ni un rastro aparte de esas pisadas. Según Lou, todo estaba como cuando revisaron la primera vez.
El detective tenía un talante mortalmente serio. Había asegurado que no volvería a ese lugar y una vez más había ido hasta allí y esta vez, por la desaparición del hijo de John McGarrett. No quería permanecer demasiado; pero nuevamente se puso a analizar todo, cada rincón y luego, él y Chin habían ido al cuartel y de nuevo estaban leyendo lo que hasta ahora tenían y esperando los informes del laboratorio. Eric se había sorprendido en grande, cuando su tío se apareció frente a él y le preguntó sobre si habían encontrado algún rastro y el muchacho había tenido que decirle que no.
— El hombre es astuto, —dijo Chin— siempre intentaron sorprender a Steve de forma violenta y esta vez no había signos de pelea.
— De haberlo hecho así, probablemente McGarrett lo habría vapuleado, se nota que ha estado ejercitándose, aunque se ha vuelto desastrosamente descuidado.
— No te imaginas cuánto —protestó Tani— Me refiero al ejercicio; Junior y él entrenan como si fueran a competir en un triatlón.
— Es verdad, Danny —indicó el capitán ante la mirada escéptica— Sabes cómo es Steve y su relación con el ejercicio.
— Danny, es Duke, dice que un tipo llamó pidiendo auxilio para un hombre que encontró malherido en la selva. Por la descripción que dio, parece que encontró a McGarrett, nos están transfiriendo la llamada en este momento —avisó Adam.
— Soy el detective Danny Williams, ¿quién habla?
— Eh… Hola, yo…
— ¿Quién eres? —volvió a preguntar ante el titubeo de esa persona.
— Soy… Encontré un hombre… Parece que se cayó, se ve muy mal.
— Bien, cálmate. ¿Cuál es tu nombre? —inquirió el rubio.
— Mark.
— Mark. ¿Dónde estás?
— No lo sé, creo que es un lugar llamado Waimanalo… O algo, iba de paseo —turista pensaron todos.
— Aguarda, te encontraremos no cuelgues —siguió el de ojos azules, Adam ya estaba en la labor de rastreo— Dime, ¿puedes sentir su pulso?
— Sí; pero necesito ayuda, ¡no sé qué hacer! —gritó, claramente, había dejado caer el teléfono.
— ¿Mark? —llamó Chin— ¿Mark?
— Aquí estoy… Todo está resbaloso…
— Escúchame, estamos rastreando tu ubicación, iremos pronto, quédate conmigo en la línea — pidió Adam.
Rescate ya estaba en camino; pero sabiendo que McGarrett había sido secuestrado, había la posibilidad que hubiera hombres peligrosos en la zona, así que Lou ordenó la preparación de dos helicópteros más, que debían despegar en cuanto el detective Williams, Chin, Junior, Tani y Quinn llegaran.
Era un área boscosa con muchas subidas y bajadas. Los helicópteros con los antiguos y actuales miembros del Five-O sobrevolaron la zona; pero no había dónde aterrizar, a causa de los árboles y arbustos, que también les impedían una buena vista.
— Se supone que es por aquí; pero no veo nada —expresó Danny, usando binoculares.
— Hay árboles tapándonos la vista, tenemos que bajar —dijo Tani.
— No hay donde aterrizar; —señaló el piloto— pero hay un área unos kilómetros más allá, sin demasiada arboleda, podrían bajar por un arnés —sin detenerse a pensarlo, prepararon el equipo y bajaron en el lugar indicado.
— Estamos a tres kilómetros de donde provino la señal del teléfono de Mark —dijo Junior, cuando todos estuvieron en tierra y empezaron a ponerse chalecos antibalas.
— Tenemos que ir con cuidado, ha estado lloviendo y el terreno está algo resbaloso y estar atentos a cualquier movimiento —señaló Chin, buscando una ruta estable.
— ¿Creen que Steve haya intentado escapar y al hacerlo se accidentó? Es posible, ¿no? Quizás hasta haya acabado con Douglas —comentó la oficial Rey.
— Sí, es posible; él jamás se quedaría sin tratar de escapar —dijo Chin.
— ¿Qué sucede, Quinn? —cuestionó el detective al verla detenerse.
— La señal se perdió, quizás se acabó la batería del teléfono.
— No deberíamos estar muy lejos. Vamos a dividirnos para cubrir más terreno—indicó Chin— Lou, ¿me oyes?
— Fuerte y claro.
— Estamos en la zona; pero perdimos la señal, intenten recuperarla. Nosotros vamos a dividirnos.
— Estamos intentándolo, buena suerte —deseó el japonés.
Las posibilidades eran que Steve estuviera más adelante, siguiendo un camino recto en medio de la vegetación, opción que tomaron Quinn, Tani y Junior. La otra opción, que significaba seguir una ruta hacia abajo, por la que ahora Chin y Danny irían; como sea, ambas rutas eran de difícil acceso. No mucho tiempo después, finalmente vieron rastros de algunas ramas rotas o aplastadas y sí, también había sangre, y varias pisadas; pero no encontraron a Steve o al hombre que lo había encontrado a él.
— Hay varias huellas aquí. ¿Mark habrá podido llevarlo a algún lado? Quizás más gente los encontró y pudieron evacuarlo.
— De ser así, ¿no tendríamos ya noticias, Chin? —cuestionó el detective.
— ¿Lou?
— Aquí estoy, Chin.
— Pide que busquen a Steve en los hospitales. Encontramos el lugar y hay un rastro de pisadas y sangre, que se alejan hacia el norte; pudiera ser que ya lo evacuaran. Nosotros seguiremos ese rastro, a ver que más encontramos.
— Adam ya está haciendo eso; pero los demás encontraron huellas y sangre y también están siguiendo esas pistas hacia el otro lado.
— Puede que la sangre sea de algún enemigo, gracias a alguna estrategia de McGarrett. Duke y gente del laboratorio se dirigen allí, para tomar muestras de sangre. Y ya tengo la ubicación donde están ustedes para hacer lo mismo —acotó Adam.
— ¿Alguna de las pisadas que los otros encontraron, pudieran ser del propio Steve? —cuestionó el rubio, necesitado de tener algún mínimo indicio.
— Tani dijo que era difícil saberlo, había huellas sobre otras huellas —contestó el capitán, lamentando no dar noticias claras.
— Seguiremos buscando —afirmó el de ojos azules.
— Cuídense.
Y ambos agentes retomaron la marcha, siempre atentos a cualquier movimiento, siguiendo cada pista, estudiando las posibilidades. Chin siempre recordó a Danny como un hombre fuerte, capaz de mantener un buen semblante en una difícil situación y en esos momentos, el detective volvía a demostrarlo; aunque no era difícil saber que, como todos, estaba preocupado.
— Pronto anochecerá, Danny.
— Si está malherido, podría no pasar la noche.
— Sería peligroso si continuamos.
— ¿Dónde estamos?
— Hemos caminado ya un par de horas, según el mapa… Bastante cerca del hogar de Bumpy.
— Quizás lograron llevar a Steve hasta allí.
— O quizás van rumbo allí —dijo señalando otro rastro de sangre, en dirección contraria a donde estaba la Nación Independiente.
— Iré a ver a Bumpy —decidió el detective.
— Iré contigo, no quiero que te pierdas.
— Trataré de no hacerlo; pero debes seguir ese rastro. Si vamos ambos y Steve no está con Bumpy, perderemos tiempo.
— Danny…
— Lo sé. Esto está mal. Sabemos que alguien se llevó a Steve de su casa y lo trajeron hasta esta zona. Luego recibimos una llamada que dice que sólo lo encontró por casualidad. Si Steve hubiera escapado, habría puesto trampas por si lo perseguían y habría buscado la forma de llegar a un lugar, donde pudiera conseguir ayuda y no a uno, para sólo esconderse y esperar un milagro.
— Es un engaño, es Douglas.
— Sí, y está usando a Steve como cebo; pero si no seguimos, no encontraremos a McGarrett. Es una trampa, claramente es para mí.
— Si tienes razón y vas solo… Ellos podrían estar siguiéndonos ahora mismo y, si te ven sin apoyo, podrían atraparte.
— Eres mejor rastreador que yo. Si me agarran, me llevarán con él. Así que, si no doy señales de vida, es que lo han hecho y tendrás que buscarnos. Yo haré lo que sea, para dejarte algún rastro y hacer tiempo hasta que llegues. Comunícate con los otros y avísales de la situación.
— Mientras no te tengan, mantendrán a Steve con vida.
— Si está tan herido como supongo, no durará demasiado. Y sin ayuda, aunque lo encontremos, no podremos sacarlo y si lo hacemos, avanzar será difícil porque seguro nos perseguirán. Bumpy es nuestra mejor forma de salir de aquí vivos.
— Ve. Únicamente sigue subiendo, deberías llegar al camino y éste te conducirá hasta él.
— Ten cuidado.
— Tú también, brah.
Danny pensó en cuanto odiaba la selva; pero odiaba más a quien se hubiera llevado a Steve. Caminó y caminó, hasta que en un momento se detuvo, creyendo que se había perdido. Respiró profundamente y continuó, sus brazos y cara tenían algunas heridas producto de las ramas con las que chocaba por la prisa y el chaleco antibalas era más un problema por su peso. Finalmente, ahí estaba el camino que lo llevaría directamente a su destino y se apresuró a llegar a la entrada.
— Soy el detective Danny Williams. Necesito hablar con Bumpy, es urgente. Por favor —le dijo al guardia.
— Detective, no sabía que había regresado.
— Bumpy… Necesito tu ayuda. Secuestraron a Steve, nos dijeron que estaba unos kilómetros atrás; pero no encontramos más que rastros confusos. Chin Ho Kelly está siguiendo uno ahora mismo y parece que va hacia el norte. Posiblemente es una trampa. Tú conoces esta zona, si podrías mostrarme algún lugar donde pudieran tenerlo o si tú o tu gente han visto extraños…
— Hace como un mes, había hombres rondando; tenían demasiado equipaje para ser turistas. Incluso sobrevolaron en un helicóptero. Quisieron intimidarnos.
— ¿Informaron a alguien?
— No. No volvieron a darnos problemas luego de una advertencia —pidió que abrieran la puerta— Ven, necesitas que atiendan ese brazo. Prepararé unas cosas y saldremos.
— Estoy bien.
— No dirás eso si esa herida se te infecta. Tenemos otra salida por el otro lado, acortaremos camino.
Poco después, Bumpy, Danny y un par hombres armados, iniciaron la búsqueda.
— ¿Crees que está vivo? —cuestionó el moreno.
— Sí. Lo están usando para atraerme, también me quieren a mí. Sólo te pido que me ayudes a encontrar a Steve y cuando lo tengamos, deben llevarlo a un lugar seguro. Chin y yo nos ocuparemos de esos tipos.
— Te ayudaré en todo lo que necesites.
Habían encontrado el rastro que Chin dejó, algo que sólo un lugareño comprendía, y los condujo a un campamento unos kilómetros más adelante. Kelly estaba allí, agazapado entre la espesa maleza, esperándolos.
— Tienen a Steve allí —señaló una choza improvisada, custodiada por dos guardias— Y allá está Douglas. Hay más de una docena de hombres fuertemente armados que vigilan el perímetro.
— Miren eso, tienen toda clase de artilugios militares; probablemente, muchos de esos tipos fueron uniformados. Apuesto que hay algunas trampas puestas por ahí esperándonos —dijo Danny estudiando el lugar.
— Tenemos que ser sigilosos, no podremos salvar a Steve entrando a la fuerza, no tendríamos oportunidad de salir vivos. Lo mejor sería esperar a los otros. Ya pude comunicarme con Junior, la sangre que ellos encontraron, era del hombre que nos llamó. A él también lo hallaron con una bala en la cabeza.
— La única manera en que lleguen pronto, es si usan un helicóptero, lo cual no es buena idea porque lo notarían y atacarían.
— Lo sé, y SWAT se acerca por la carretera; pero esperaran hasta que les de la señal.
— Bien. Llamaré la atención de esos tipos y trataré de alejarlos. Deben sacar a Steve a como dé lugar y marcharse de inmediato; luego puedes avisar a todos que tienen luz verde para intervenir.
— Falta poco para que anochezca; en la oscuridad podría perderse, detective —intervino Bumpy.
— La prioridad es sacar a McGarrett. Intentaré… De ser necesario, aguantaré toda la noche o lo que sea… Sólo, sáquenlo de este lugar.
— Steve se enojará si te pasa algo —dijo Chin.
— Soy yo quien va a estar furioso si ese idiota no sobrevive y te aseguro Chin, que jamás me has visto realmente rabioso, ¿oíste?
— Iré contigo.
— No.
— Danny, Bumpy y los otros pueden…
— Ellos no están en su territorio; si algo pasa, debes cuidarlos, no deben tener problemas por usar sus armas.
— Bien.
Danny se alejó lo más rápido que pudo llevando sólo su arma y municiones, mientras los otros quedaron ocultos y muy atentos a lo que pasaría en los minutos posteriores. Chin dio indicaciones del qué hacer para lograr su objetivo.
Un disparo se oyó en la lejanía y los habitantes de ese campamento, rápidamente salieron a verificar.
— Parece que han encontrado una de nuestras trampas —dijo Douglas, con satisfacción.
— Me extraña que no fueran más cuidadosos.
— Pudiera ser que sea alguien más; otro turista, por ejemplo —dijo un tercero.
— O quizás se toparon con algún animal y eso los hizo sobresaltar. Williams no es un hombre de selva, quizás brincó al ver una araña —se burló el hombre a cargo.
— De ser así, sólo se han delatado. Vamos a alcanzarlos —señaló el segundo al mando, preparando su rifle con clara expresión de que disfrutaría la cacería.
— ¿Y si vinieron por el otro camino? —era el escéptico del grupo.
— No. Ésta es la única vía, y para venir por allí, tendrían que pasar por el territorio de la Nación Independiente y no está permitido, ni siquiera para ellos —aseguró un lugareño.
Creyendo que todo el Five-O estaba en la zona, Douglas ordenó que la mayoría de los hombres, se adentraran al bosque con equipo y listos para disparar a matar; sabía la fama de aquel grupo y no iba a correr riesgos. Chin esperó un buen rato, hasta estar seguro que los otros se alejaron y sólo entonces, se movió junto a uno de los hombres de Bumpy de forma que pudieran rodear la choza y sorprender a los dos guardias apostados en la puerta, lo más silenciosamente posible.
Con el objetivo cumplido, ambos entraron a la choza, metiendo también a los hombres que habían derribado. Mientras Kelly se acercó a Steve, el otro hombre se quedó vigilando. Con toda esa sangre en el piso, el isleño tuvo que verificar no sin algo de temor, que su amigo aún tuviera pulso.
— Teniente, hay hombres acercándose —avisó cuando Chin ya cortaba las sogas que sujetaban a Steve. Kelly tuvo que detenerse y acercó a la puerta, preparado para disparar si esos hombres entraban.
La puerta se abrió un poco y se escuchó dos fuertes ruidos; Bumpy y su compañero los habían puesto fuera de combate con sendos golpes.
— Chin, tenemos que irnos, notarán la ausencia de los guardias. ¿Cómo está McGarrett?
— Muy lastimado; pero vivo —dijo volviendo hacia el cautivo y terminando de liberarlo. No lo diría en voz alta; pero la estatura de McGarrett, no era de ayuda en casos así.
Danny no sabía dónde estaba. Sólo pensó en alejar a los hombres del campamento, por lo que luego de haber desactivado una de esas horribles trampas, propias del estilo militar, se felicitó por ojear algunos de los viejos manuales que quizás fueron de John McGarrett y que Steve todavía guardaba en su casa, siguió avanzando y dejando algunos rastros para que lo siguieran.
Logró escuchar el sonido del mar, se dirigió a él, quizás tendría mejor posibilidad. Pero en el camino se encontró con algunos enemigos que, ciertamente, tenían bien estudiado el terreno. Era momento de usar su arma. Atraídos por ello, otros enemigos supieron por dónde ir.
Al no tener idea de cuántos lo perseguían, fue escondiéndose tras árboles y arbustos y sorprendiendo uno a uno a sus perseguidores cuando los tenía cerca; pero hubo un momento en el que no pudo correr más. Lo habían rodeado.
— ¡Williams! —lo segaron la con la luz de las linternas, el fortachón que daba las órdenes luego de Douglas, se acercó confiado— ¿Dónde están los demás?
— No lo sé, los perdí de vista —aseguró inocente.
— ¿Acaso se ha atrevido a venir solo? —apareció el líder.
— ¿Y qué si estoy solo, Aaron? —el otro no se sorprendió de ser reconocido.
— Sería muy imprudente de su parte.
— Es mejor hacer las cosas así, ¿no?
— ¿Problemas con su equipo? No, es sólo una treta —y ahí estaba de nuevo el desconfiado del grupo.
— Ellos ya no son mi equipo. Soy agente federal de NCIS Los Ángeles; pero eso ya lo sabían.
— Sin embargo, aún significan algo, ¿no? Estás aquí, por uno de ellos.
— Estoy aquí porque me estabas buscando, ¿o no? Estoy aquí como querías, y sin refuerzos, no deberías quejarte —por supuesto, eso fue extraño de creer para Douglas.
— Miente, detective; sus amigos no lo habrían dejado venir solo.
— Bueno, lo cierto es que tienes razón; pero déjame decirte que no importa si caigo esta noche, el punto es que morirás de cualquier forma. Cualquiera que sea tu motivación para matarnos a McGarrett y a mí, al final te va a costar todo lo que tienes —antes que el otro pudiera mostrar una de sus sonrisas cínicas, una explosión proveniente del campamento le hizo entender todo. Aprovechando la distracción, Danny se deshizo de un par más y corrió hacia el acantilado, cubriéndose tras un grupo de rocas de buen tamaño.
— ¡Sal de ahí Williams! —gritó Douglas, no se veía del todo molesto por la destrucción de su campamento.
— ¡Tira tu arma! —gritó el otro— McGarrett está muerto, pronto lo estarás también; de ti depende que tengas un rápido final —el rubio sólo siguió disparando, nada de lo que Douglas o el otro tipo cuyo nombre le importaba un maldito pimiento, pudieron alterarlo.
— ¡Morirás Williams! —a Danny se le acababan las oportunidades. Mientras cambiaba el cartucho, uno de los hombres se había acercado y posicionado a su derecha y aunque pudo matarlo, otro apareció por el mismo lado y un tercero por la izquierda a quien sólo pudo herir. Todo cinismo desapareció de ese hombre, para ahora dedicarse a maldecirlo y regalarle un buen golpe en la mandíbula del detective, que acabó en el piso. De nuevo, Douglas estaba frente a él, a menos de un metro.
— Se acabó. Perdiste.
Era cierto. Douglas y su segundo, más el tipo que lo había golpeado, estaban frente a él. Danny sabía que era inútil intentar alguna maniobra para distraer a aquellos hombres que, sabiendo que la policía estaba cerca, no dudarían en acabar con él, aunque más tarde fueran arrestados. Sólo tuvo tiempo para preguntarse cuál de ellos tiraría del gatillo.
El certero disparo de Chin, le dio al tipo de fuerte musculatura, y el que estaba herido y visiblemente furioso, disparó contra el teniente. El detective que aún tenía su arma, usándolo sin dudar y asesinando a Douglas, quien también disparó un par de veces. Chin se apresuró a apartar el arma del hombre que había arremetido en su contra y que había sido herido por segunda vez y de paso terminar con él sin ninguna clase de miramientos. Luego corrió hasta donde estaba su amigo tirado en el piso.
— ¡Danny!
— Creo que atravesó el chaleco, no demasiado espero… —el isleño se apresuró a quitarle la protección y levantar la polera para revisar. En efecto, había herido en algo la piel, debido a la cercanía con la que Douglas le disparó— ¿Y Steve?
— Logramos sacarlo, Bumby y su gente se lo han llevado. SWAT tomó el campamento y también están persiguiendo a los que aún andan sueltos por la selva. Todo está controlado.
— Excelente —expresó parándose con algunas muecas de dolor.
Mientras iban de regreso, Chin recibió un llamado de Lou, pues Bumpy se había comunicado con ellos para avisar que Steve ya estaba en la reserva y el resto del equipo estaban con ellos. Chin y Danny siguieron el camino de vuelta, despacio para no caer, pues se había puesto a llover nuevamente.
— Cómo extrañé el clima de Hawái —suspiró el rubio.
Lograron llegar al campamento, ahora tomado por la policía y SWAT, para asegurarse que todo estuviera bien. Allí, uno de los hombres de Bumpy los esperaba para llevarlos a la reserva. Cuando los vieron llegar, de inmediato los condujeron con sus compañeros que ya estaban ahí junto a McGarrett.
— ¿Estás bien? —preguntó Quinn, viendo la herida que el mismo Danny atendía y el moretón que empezaba a formarse en su costado izquierdo.
— Sí, no es nada. ¿Y él?
— Muy magullado y terriblemente drogado. Lo siguen atendiendo —contestó Junior.
— ¿Encontraron algo? —cuestionó el detective.
— Toda la sangre que ustedes y nosotros encontramos era de Mark; Steve jamás estuvo allí, luego parece que el chico intentó huir y las pisadas eran de hombres que lo perseguían y al final lo asesinaron. Mientras seguíamos esos otros rastros, nos topamos con un segundo campamento, que contenía muchas armas. En cuanto los refuerzos llegaron, actuamos y confiscamos todo —indicó Tani.
— ¿A quién pretendían vendérselas? —preguntó Chin.
— No lo sabemos; —dijo Junior— pero seguramente Lou y Adam ya están sacándoles la verdad a los que sobrevivieron.
— ¿Y el secuestro para qué? —cuestionó el Quinn— Nosotros no teníamos idea de lo que pasaría, bien pudieron hacer la venta y salirse con la suya.
— Al atacar mi antigua residencia y la casa de Steve, Douglas demostró que tenía algo contra nosotros. Con el secuestro quiso vengarse de algo que hicimos y a la vez quizás, provocar en ustedes una distracción. Ese no fue un movimiento inteligente. Se concentró demasiado en nosotros y descuidó lo que sea que ha venido a hacer, ya sea una venta o un ataque con todas esas armas.
— De cualquier modo, los quería a ustedes dos muertos —dijo Tani.
— ¿Crees que Douglas era el único responsable? —preguntó Chin, analizando la expresión del rubio.
— Estoy seguro que ha tenido ayuda, no sólo de otros malvivientes. Hay alguien más detrás. Cuando pasó lo de Anna, el tipo a cargo quiso impedir que el avión que transportaba a Wo Fat llegara y también quería asesinar a Steve. Y al decirle que, si algo le pasaba a ese avión, yo lo buscaría y lo mataría, pues… Naturalmente me gané más de su simpatía y apuesto que enfureció más ya que, por lo que leímos en el informe, sí hubo repercusiones.
— ¿El director de ese entonces? ¿Es el otro tipo de la fotografía con esas supuestas modelos? —cuestionó el más moreno.
— ¿Dónde está ese hombre? —preguntó Chin.
— En Los Ángeles, retirado. Supongo que creyó que era más fácil hacer que viniera aquí para matarme, usando a Steve. Creo que ya le encontré sentido a un par de hechos que me sucedieron estando allá —sonrió y los otros pusieron cara de susto.
— ¿Vas a llamar a tus compañeros de NCIS?
— Sí, Tani. No quiero que escape al saber que su amigo está muerto —dijo el de ojos azules y se levantó en busca de su teléfono— Chin, llama a Abby, que también investigue si alguno de esos hombres ha visitado San Francisco.
— Por supuesto.
Una vez que el director adjunto supo lo sucedido, envió a sus agentes a investigar y pidió a Danny hacer que le enviaran todo lo que tenían, y así encerrar al hombre por el resto de su miserable vida, ya que, detrás de todo aquello que Danny le había contado, claramente, había más tela por cortar y seguramente, había cosas interesantes que descubrirían en la casa del sospechoso.
Danny todavía hablaba por teléfono en una pequeña habitación, cuando Chin se acercó a él.
— Te aseguro que estoy bien, cariño. Yo…
— ¿Es cierto?
— Sí, estoy en Hawái.
— ¿Por él?
— No, sólo es algo del trabajo…
— ¿Vas a regresar al destacamento?
— No linda, no me voy a quedar, de hecho… Volveré a Los Ángeles mañana o pasado.
— Si me estás ocultando algo y tiene que ver con…
— No tiene que ver con él. No a nivel personal al menos. Te lo prometo. Tu tío Chin también está aquí por el mismo asunto.
— Está bien, te creo, Danno. Cuídate, te amo.
— Yo también te amo. Espero verte pronto.
Danny dio un suspiro cansado, antes de notar a su amigo cerca, quien le miraba interrogante.
— Era Grace. Está preocupada, Rachel le ha dicho que estoy aquí.
— ¿Eso le preocupa?
— Creo que su madre le ha dicho más cosas de las que debía y no es que ella estuviera enterada de lo que... No lo sé, quizás mi hija notó que algo andaba mal conmigo en aquellos años y supo que tenía que ver con el idiota… No debí dejar que me afectara de la manera en que lo hizo. Mi hija no quiere que regrese a Hawái. O por lo menos, nada con relación a él. Lo malo es que cuando yo digo Hawái, ella cree que tiene todo que ver con McGarrett.
— No le diré nada si me llama y pregunta. Si quieres verlo, ya no hay nadie, todos regresaron al cuartel.
Danny lo pensó unos segundos antes de entrar. El SEAL tenía vendajes en sus muñecas. Le habían dislocado el hombro derecho y también estaba vendado, varias contusiones y heridas en el rostro y seguramente en el cuerpo. Otra venda cubría su abdomen.
— Parece que soportó mucho dolor, supongo que querían sacarle información… —comentó Chin.
— No hubieran conseguido nada, no importa lo que le hicieran.
— Lo sé —dijo el isleño dejándoles solos. Danny se acercó y revisó cada herida.
— Sigues siendo un hombre fuerte, McGarrett.
— No como antes —susurró y Danny se preguntó, si el idiota se estaba haciendo al dormido— Aaron…
— Ya los aniquilamos.
— Sabía que lo harían.
— ¿Por qué sonríes? Te dieron una paliza.
— Por un instante vi a mi Danno… Aquel que me quería con todo y locuras…—murmuró antes de quedarse nuevamente dormido.
— Aún te quiero idiota —musitó tomando su mano.
CONTINUARÁ....
N/A: Gracias por leer!
Chapter 29: CAPÍTULO XXIX. UN NUEVO ADIÓS
Chapter Text
Danny se había quedado dormido en el sillón, al lado de la cama de Steve, quien también dormía profundamente, en su caso, por todas las sustancias que todavía estaban en su sistema; además del debilitamiento por la pérdida de sangre.
Cuando el de Jersey despertó, no reconoció el lugar. Por unos instantes, su mente se olvidó de dónde estaba, el motivo por el cual había regresado y que había pasado la noche acompañando al malherido hombre, que estaba sobre aquella cama.
Verificó las heridas de Steve y, visiblemente, los vendajes habían sido cambiados. Se dijo a sí mismo, que estaba tan agotado, que ni se enteró del momento en el que alguien había entrado y atendido al moreno. Se había quedado despierto hasta tarde, en absoluto silencio, con su mano sujetando la de su ex compañero. Una de las cosas que siempre le había gustado de Steve, eran sus manos grandes y varoniles. Ásperas y algunas callosidades por el uso de armas y seguramente una variedad de explosivos durante tantos años, más otros trabajos manuales.
En una pequeña mesita instalada, había una jarra de jugo y una variedad de frutas. Según la hora de su celular, era más de media mañana. Salió de allí y en la pequeña terraza, encontró a Chin.
— ¿Por qué no has entrado? —cuestionó el rubio.
— La vista desde aquí es hermosa y Steve estaba en muy buena compañía.
— ¿Por qué insistes en dejarnos solos? Lo has hecho hasta cuando estábamos en tu habitación en el hotel, bajo el pretexto de hablar con Abby. Al isleño no le sorprendió haber sido descubierto por el detective.
Varios papeles estaban regados sobre la pequeña mesa y sobre la cama, todos sobre la investigación. Había fotografías de las escenas y todo lo que consiguieron de la CIA.
Steve estaba sentado sobre la cama leyendo algunos informes. Danny había preferido usar una de las dos sillas al lado de la ventana, revisando una y otra vez las fotografías y otros informes.
Chin también hacía lo propio, aunque siendo sinceros, no había mucho más por hacer ya que todo lo que tenían había sido revisado de pies a cabeza, al derecho y al revés.
Pero lo que no soportaba, era ver esa marcada distancia que había entre sus dos amigos, no cuando él recordaba, era cuan inseparables eran esos dos y ahora sólo se ignoraban. Y lamentaba mucho lo que había sucedido, deseaba poder ayudarlos de alguna manera a que al menos hablaran y trataran de ser amigos nuevamente; pero esos dos eran necios, bien lo sabía. Chin no podía decir algo sin que sus tímpanos sufrieran algún tipo de daño, porque seguramente, ellos se pondrían a discutir y hasta gritarle, si siquiera se atrevía a sugerir que deberían conversar.
— Debo hablar con Abby —avisó, mientras salía bajo la mirada no tan extrañada de Danny y Steve. Y cuando la puerta se cerró, el ambiente cambió radicalmente.
— ¿Encontraste algo? —preguntó Steve, sin levantar la vista de los papeles que tenía en la mano.
— Nada nuevo —contestó el otro, también sin mirarlo. Y el silencio se hizo presente por algunos segundos— ¿Y tú?
— No —y sí, de nuevo hubo el maldito silencio, hasta que el moreno finalmente levantó la vista y puso atención a los gestos del otro. Gestos cuyo significado recordaba bien.
— ¿En qué piensas?
— En nada.
— Tienes alguna teoría o al menos un pensamiento, dímelo.
— Sólo pensaba en que este tipo, Aaron, está completamente loco.
— Como la mayoría de los tipos que hemos enfrentado.
— Sí; pero él nos está persiguiendo y no tenemos idea del por qué y hasta donde sabemos, no le hicimos nada.
— No es como si realmente necesitara un motivo, la mayoría busca más bien, una excusa para causar problemas y hacer daño.
— Eso es cierto, aunque…
— Aunque, ¿qué? ¿No habrás hecho enojar a alguien más durante tu viaje o en mi ausencia?
— ¿A qué te refieres? —cuestionó ofendido.
— Uno de los principales motivos para todo es la venganza, es la excusa favorita de muchos. Es posible que tú hicieras algo, por eso te persigue y por añadidura, también estoy involucrado.
— Si yo hice algo, y te aseguro que no es así, ese tipo no tendría razón para atacarte. Muchos saben que tú y yo… Bueno…
— ¿Tú y yo? ¿De qué hablas?
— Olvídalo —desestimó, volviendo a los informes que había dejado de leer.
— ¿Steven? —y claro que el otro no lo iba a permitir.
— Muchos dicen que te fuiste por mi culpa.
— ¿Por qué habrían de decir que fue tu culpa? Es estúpido. Jamás dije o insinué algo como eso.
— Digamos que notaron que tú y yo ya no éramos tan cercanos.
— ¿Y? Nadie sabe a detalle lo que pasó; no deberías hacer caso a habladurías sin sentido, y en todo caso, ¿qué tiene que ver con lo que dije?
— Que quizás pretendían utilizarte para atraparme.
— No tendría sentido. Mi partida no fue un secreto y es por eso que no entiendo, cómo Aaron atacó mi antigua casa, cuando todo Hawái sabe que ya no vivo aquí. Si pudo averiguar mi antigua dirección, debió saber que me había mudado.
— ¿Crees que es por ti? ¿Qué van tras de mí, para usarme y asesinarte?
— Sería lo más probable, soy yo quien está activo y he hecho mucho trabajo encubierto.
— Danny, no me importa si van tras de mí por la razón que sea, vuelve a Los Ángeles, investiga desde allí y por nada del mundo te comuniques con nosotros. Haré que los chicos te avisen si hay algo nuevo, de un modo seguro.
— ¿En serio pretendes que huya? —retó levantándose.
— ¿Tú, huir? No, siempre has dado la cara a lo que sea y eso es algo que siempre me gustó de ti. Sólo digo que no quiero que hagas nada si me atrapan.
— ¡Claro! Y si lo hacen, ¿sólo debo dejar que te torturen? ¿Qué te maten? No has cambiado en ese aspecto, siempre creyéndote que puedes salir intacto de cualquier situación, por más riesgosa que sea, ¿no? Sigues creyéndote Supermán.
— No me creo nada, Danny. Simplemente, no quiero que te arriesgues por mí —Danny sonrió incrédulo y sus ganas de golpearlo estaban ahí.
— No puedo creer que digas tantas estupideces. Eres un maldito idiota y un egoísta, Steven. Siempre pensado únicamente en lo que tú sientes —Steve se acercó a él y a cambio recibió un fuerte empujón, Steve no devolvió el ataque.
— No es por mí, es por Grace y Charlie. No puedo dejar que, por culpa mía, ellos se queden sin su padre.
— No sabemos si esto es por ti, dijiste que no hiciste enojar a nadie, ¿no? Pero que te quede claro que, si esto es por mí, no te quiero cerca, no tienes que hacer nada.
— Ahora el que dice estupideces eres tú. Yo sí puedo hacer lo que sea, porque simplemente, mi querido Daniel, ya perdí lo más importante que tenía en mi vida —y de nuevo el maldito silencio, aunque la mirada de uno quedó clavada en la del otro; pero ninguno hizo algún movimiento más.
Y eso fue todo.
— Dime que no te gusta que les de esos pequeños espacios de intimidad —cuestionó el isleño.
— Ya no. Me recuerdan lo cerca que podemos estar, pero que al final, nunca será mío.
— Danny, Steve es tuyo, no importa qué. Y tú eres de él. ¿Hasta cuándo vas a seguir así?
— ¿Y qué debo hacer, Chin? ¿Volver aquí y olvidar sus palabras, y sus mentiras? ¿Volver y tragarme mis sentimientos?
— Steve te ama, sabes cuánto se ha preocupado por ti y los niños siempre y sí, hizo mal en decirte que sólo se quedó por su padre y todo aquello; pero volvió y estoy seguro que lo primero que hizo, fue buscarte.
— Sí, se preocupó por mí y mis hijos por esos diez años y siempre voy a agradecérselo; pero al final se cansó. Como todos en mi vida. No podría estar cerca de él con todo lo que todavía siento. Lamentablemente para mí, mi corazón siente otra clase de amor, y a Steve no le interesa.
— ¿Cómo estás tan seguro? La forma cómo te mira, sus ganas de estar contigo… Abrazarte.
— Quiero a mi amigo de regreso. Eso fue lo que me dijo la noche que me llamaste. Se fue porque ya no podía más y entre todo eso que le abrumaba, de alguna manera yo estaba incluido. Mi secuestro le recordó a lo que pasó con su padre. Una vez le dijo a una terapeuta, que yo era su fuente de stress —recordó con una burda risa— Si le dejaba acercarse, los problemas y recuerdos hubieran vuelto y estoy seguro que se hubiera ido de nuevo, bajo cualquier estúpida excusa. De una u otra forma lo hubiera perdido de nuevo. Lo bueno es que estoy resignado a que nunca estaremos juntos, eso hace que todo sea más llevadero. Si he actuado así con él, es porque no tengo otra forma de lidiar con su rechazo. Ya estoy viejo y cansado para eso, Chin. Todo lo que quiero ahora, es pasar mis días haciendo lo que mejor sé hacer y cuando ya no sea posible, regresaré a Jersey, compraré una pequeña casa, y esperaré pacientemente a que los nietos lleguen, y estaré ahí, hasta el día en que ya no respire más. Eso si es que una bala o una explosión no me mata antes —Chin no pudo evitar el nudo formándose en su garganta. Era la primera vez que Danny hablaba con él tan ampliamente de lo que sentía.
— Tienes un compañero SEAL —recordó.
— Sí; pero al lado de Steve, él es un ángel. Te tengo noticias —cambió el tema— Kono fue vista en Luisiana, recopilando datos. Me dijeron que cuando consigue toda la información, viaja a aquellos lugares donde habrá algún gran evento, adonde haya mucha afluencia de gente.
— Y donde seguramente habrá quien está buscando diversión de preferencia con niñas y niños — entendió y dejó ir un suspiro— Ella me preocupa, Danny. No ha parado desde que salió de Hawái.
— Sé lo que quieres decir y te entiendo; pero sólo podemos confiar en que estará bien. Te sugeriría que fuéramos por ella y la llevemos a Los Ángeles. Pero salvo que la encerremos, ella volverá a irse, lo sabes. Ten paciencia, amigo; en algún momento parará.
— Sí. Oye, no te lo he mencionado por si te interesaba regresar a Five-O; pero… Si NCIS no vuelve a extenderte otra invitación…
— ¿Me estás instigando a trabajar contigo? —cuestionó incrédulo.
— Sí, y lo hago porque sé cuan bueno eres. En verdad, me gustaría volver a trabajar contigo, Danny.
— Digo lo mismo, hermano.
Antes que Danny despertara, Junior había pasado un momento por el lugar, para saber sobre el comandante y llevándoles sus cosas que habían dejado en el hotel. También informó a Kelly sobre la investigación, que aún se hallaba abierta.
Danny había permanecido al lado de Steven, los demás aún investigaban sobre las armas encontradas en el otro campamento. Finalmente, habían conseguido el registro de llamadas y vieron que, las reiteradas comunicaciones entre Douglas y el antiguo director de la CIA, habían sido constantes e incriminatorias. Toda la información encontrada, Williams hizo que la enviaran a Los Ángeles. Había mucho en juego; pero sabía que sus compañeros harían hablar al hombre y confesar, ya que, con todas esas armas confiscadas, esto se había convertido también, en un asunto de Seguridad Nacional.
Las drogas finalmente empezaron a desaparecer del sistema del comandante, pero aun necesitaba descansar. Y también debía alimentarse. Un delicioso aroma le hizo abrir los ojos y vio a Danny degustando un platillo que habían preparado sus amables anfitriones.
— ¿Qué comes? —preguntó McGarrett, mirándole interesadamente.
— Cerdo Kalúa.
— Huele bien.
— Sabía que despertarías con el aroma de la comida —sonrió y Steve se acomodó para quedar sentado— Abre la boca —le dijo el rubio, que tenía un trozo de carne en el tenedor ofreciéndoselo. Steve correspondió a la sonrisa y obedeció.
El resto del día, Danny y Chin escucharon lo que Douglas le había dicho a Steve, y los otros le dijeron a dónde les había llevado las últimas investigaciones. Fuera de eso, McGarrett continuó descansando por órdenes del médico. De nuevo, el de ojos azules se había quedado con él a solas, hablando un poco del trabajo del rubio, algunas cosas sobre sus compañeros; pero absolutamente nada de su vida personal y Steve en verdad quería saber, aunque el temor de que el rubio decidiera parar la conversación y quedar nuevamente en silencio, le hizo desistir de preguntar. El día terminó con Danny aún cuidando del idiota.
A la mañana siguiente, de nuevo Chin y el de ojos azules, miraban el paisaje desde esa terraza. Bumpy había sido muy amable en continuar hospedándolos; pero, para los agentes de Los Ángeles, era momento de dejar el lugar.
— Extraño esto —expresó Chin.
— ¿Ya tienes tu equipaje preparado? —dijo el rubio, no queriendo admitir que él también lo hacía.
— Sí. Lou ya debe estar de camino para recogerme, y luego al aeropuerto.
— Voy contigo, también es momento de que me vaya —señaló yendo al cuarto que les habían dado.
— ¿Estás seguro? Podrías quedarte al menos hasta mañana.
— No, Chin; es mejor irme de una vez.
— ¿No vas a despedirte?
— No se nos da bien las despedidas.
Ambos caminaron hacia la salida en compañía de Bumpy. Adam y Lou los esperaban.
— ¿También te irás, Danny? —preguntó Adam.
— Ya terminamos con lo que vinimos a hacer.
— Ojalá se quedaran —dijo Lou recibiendo las placas prestadas de ambos agentes— Junior vendrá por Steve, Bumpy. Si es que ustedes le dan el alta, claro —siguió solemnemente hablando, ya que había visto que las técnicas medicinales eran distintas; pero se complementaban con las de un médico titulado.
— El comandante está fuera de peligro, ya puede regresar a casa.
— Te agradecemos mucho tu ayuda —dijo Danny.
— Ustedes se han ganado nuestra amistad y respeto. Siempre los ayudaremos.
— Gracias, amigo —dijo Chin con el saludo habitual entre ellos. Con todos a bordo, la vagoneta partió. Danny se negó a mirar atrás.
La tarde avanzaba, cuando Steve despertó. Bumpy era quien lo acompañaba.
— ¿Los chicos?
— Se fueron, creo que tomarán un avión hoy —Steve dejó escapar un suspiro— ¿Vas a ir a despedirlos?
— A Danny no le gustará verme en el aeropuerto —meditó sentándose.
— No era un secreto cuánto se apoyaban entre ustedes, o cuánto ese hombre se preocupaba por ti. Por un momento creí que exageraban, que alguien como él, era como muchos del continente, un tipo frío. Me equivoqué, estos días pude comprobar que es de aquellos que dan mucho de sí a quienes más le importan; y por lo mismo, también es de aquellos que son lastimados a menudo — Steve agachó la cabeza— Su desesperación por encontrarte y cuidarte, me hizo entender que aparte de sus hijos, eres a quien ha entregado su vida. La verdad, mirarle a los ojos, me hizo temer por él.
— Le hice daño y no fui consciente de ello, o posiblemente, sólo fui un imbécil ingrato. Lo dejé solo, creyendo que aún así me esperaría; pero en algún momento de mi ausencia, todo cambió y perdí gran parte de todo aquello que más me importaba. Aquello por lo que volví. Perdí a mi Danny —admitió con tristeza.
— Tu compañero tuvo que seguir lidiando con su vida, su trabajo, sus conflictos, sus heridas. Entiendo que necesitabas irte; pero te lo digo de nuevo, Steve, él está muy lastimado; se ve vacío, tanto, que creo que ya no le queda nada más que su alma herida y un corazón fragmentado —y Steve no pudo con aquello.
Ya en el aeropuerto, Chin y Danny ya tenían sus pasajes. Todos estaban ahí para despedirse. No había lágrimas, aunque sí nostalgia; pero todos bromeaban de una u otra cosa, lo cual ambos viajeros agradecieron. Una voz femenina anunció que era momento para el embarque y cuando empezaron a despedirse, Steve y Junior aparecieron.
— ¡A tiempo! —expresó Steve, intentando recuperar el aire.
— Muy justo, hermano —dijo Chin, quien estaba seguro que McGarrett, probablemente había hecho caso omiso a todos los semáforos en rojo con los que se había encontrado.
— ¿No deberías estar en cama? —inició el detective— No, por supuesto que no. ¿Para qué molestarme en decir algo, cuando sé que jamás obedeces las indicaciones médicas? Te veo en el avión, Chin. ¡Adiós a todos! —se despidió levantando su mano y regalándoles una sonrisa.
— ¡Danno!
— No me llames así, Steven.
— Eres mi Danno, te guste o no. ¡Y vas a escucharme, ahora!
— Lo siento, no tengo tiempo para lo que sea que quieras decirme. Tengo un avión que tomar. Trata de no destruir la isla, ¿sí? —dio la vuelta y caminó.
— Te amo, Danny —gritó. Él se detuvo y lo encaró muy consciente, de que había personas a su alrededor, pendientes de ellos y de esa muy sorpresiva declaración.
— Sabes bien que una vez también te amé, y no sólo como a un hermano o un compañero — susurró— Te amé de la manera en que una persona ama a otra y no fui correspondido. Cuídalos mucho —y Steve pudo ver lo que Bumpy advirtió, a pesar de esa expresión disgustada.
— ¡Dije que te amo, Danny! —volvió a gritar, mientras el otro se iba.
— Te escuché —aseguró sin detenerse; pero Steve lo alcanzó de nuevo, poniéndose delante aguantando el dolor de sus heridas— Apártate.
— Sé que tienes que irte y contigo allá, ahora tengo más excusas de viajar a Los Ángeles.
— Seguramente a Mary y a Joan les gustará verte más seguido.
— Iré por ti. Si no vas a volver, entonces tendrás que acostumbrarte a verme allá, Daniel y te escribiré todos los días, y te llamaré tanto, que no podrás ignorarme.
— Eso se llama acoso, McGarrett.
— Haré lo que sea para, de algún modo, compensar el dolor que te he causado y también a Gracie y a Charlie.
— Hace mucho que ya no formas parte de nuestras vidas y no formamos parte de la tuya. No tienes nada que compensar. Y yo ya tengo a alguien allá.
— No es verdad.
— ¿Por qué te mentiría, Steven?
— Porque estás lastimado y voy a dedicar mi vida a curar cada una de esas heridas que te he provocado. Te veré pronto, Danno —el rubio iba a replicar, se negaba de nuevo a sufrir por el idiota; pero McGarrett fue más listo, claro que sí.
El de ojos azules, no pudo hacer nada contra ese beso que, seguramente, muchos calificaban de romántico. Era un firme y a la vez suave contacto, del que, si quisiera, Williams podría librarse; pero no lo hizo. No reaccionó, no apartó las manos que sujetaban su rostro, no cerró sus ojos y Steve continuó presionando sus labios contra los del detective. Y, a pesar de no ser correspondido, Steve consideró eso una victoria, ya que finalmente, no había sido enviado contra el duro suelo y luego de una pequeñísima caricia al pelo y al rostro del rubio, lo dejó ir y Danny apresuró su caminar.
— Bien hecho, amigo —felicitó Chin y Steve le dio un gran abrazo al jefe del destacamento de San Francisco.
— Chin, hermano, no permitas que deje de pensar en mí.
— Te lo prometo.
Steve caminó hacia sus amigos, quienes tenían una gran expresión de felicidad, incluso Quinn, quien una vez dijo que perseguir a alguien al aeropuerto era de psicópatas; pero vamos, hablamos de McGarrett y había que admitir, que algo de desequilibrado, sí tenía.
Danny caminó a embarcarse en el avión, negándose a voltear. El beso seguía hormigueando en sus labios y estaba seguro que tenía una rara expresión y la risa de Chin lo afirmó. No estaba seguro de si era verdad lo que Steve había dicho. Una parte de él lo deseaba; pero la inseguridad podía con él.
— Parece que ya no sólo quiere tenerte únicamente como amigo.
— El muy Neandertal se olvida de lo que dice a su conveniencia —protestó y Chin no pudo más que sonreír, quizás no todo estaba tan perdido como parecía.
CONTINUARÁ…
N/A: Gracias por leer!
Chapter 30: CAPÍTULO XXX. UNA CONVERSACIÓN A FONDO
Chapter Text
El viaje desde Hawái hacia Los Ángeles, había sido silencioso en gran parte. Danny no quería pensar en lo sucedido en el aeropuerto; pero la mirada de Chin lo ponía inquieto y sentía que debía defenderse; pero la verdad era, que no tenía que hacerlo ya que el isleño, si bien estaba contento porque pasara algo que sus dos amigos querían, por más que uno de ellos intentara negarlo, estaba consciente que las cosas no podrían darse fácilmente; no después de haber escuchado a Danny expresar alguno de los miedos que tenía.
— Te aseguro que yo no quería eso —protestó el rubio.
— Y te creo amigo; pero pudiste alejarlo, podías hacerlo.
— ¿Acaso no te diste cuenta que el idiota estaba herido? Sus heridas pudieron abrirse y pudo haberse desangrado y de ninguna manera quiero cargar con su muerte.
— Yo hablaba de un empujoncito, incluso si lo hubieras mandado al piso, lo único lastimado, hubiera sido su orgullo.
— Dejemos el tema, ¿sí?
Y Chin sabía que, a pesar de aquello, su amigo seguiría pensando en ese suceso. Ahora sólo esperaba que Steve hiciera lo que tenía que hacer y Danny pues… Esperaba que pusiera las cosas y sus sentimientos en orden y finalmente, que las cosas sean como tenían que ser entre esos dos y por su parte, ayudaría en lo que fuera.
En cuanto a la investigación llevada a cabo por el equipo al que ahora pertenecía, todo había ido bien. Atraparon al hombre responsable que, en definitiva, era quien había retenido al detective mientras el comandante corría peligro en su intento de regresar a Wo Fat a Hawái. El hombre tenía una gran red de tráfico de armas y claras influencias donde lo necesitaba. La investigación seguiría abierta; pero no era jurisdicción de NCIS, así que era todo lo que podían hacer. Claro que estarían al tanto de la investigación que Seguridad Nacional llevaba a cabo.
Y el tiempo había seguido transcurriendo.
Semanas después y Danny no había dejado de recibir mensajes de texto y llamadas de Hawái. Los mensajes podía ignorarlos y desde que lo hizo, las llamadas fueron más constantes. Bloquear el número tampoco funcionó, porque pronto recibía llamadas de otro número; pero del mismo sujeto.
Sujeto al que se arrepintió no haber golpeado cuando tuvo la oportunidad.
Se había vuelto a topar con Mary una vez por semana y ella, extrañamente, siempre aparecía con un mensaje de parte de su hermano. Claro que dudaba que tales encuentros fueran casuales. Posiblemente, su hermano había averiguado algo de su rutina y se lo había dicho a ella, así que, decidió esperar el día donde casi siempre coincidían en la acostumbrada cafetería, decidido a interrogarla y a pedirle que no hiciera caso a las tonterías de su acosador hermano, aunque ya se lo había dicho; pero esta vez, tendría que ser más claro.
— Hola, Danny.
— Debí saber que había la posibilidad de que me pusieras una trampa, McGarrett.
— Esa no era mi intensión, sólo quería verte.
— Convenientemente, has olvidado tu promesa de dejarme en paz.
— ¿Cómo dejarte en paz, sabiendo que todavía me amas?
— Yo no dije que seguía haciéndolo y, además, de ser así, ¿qué es lo que quieres? Tú no sientes lo mismo por mí. Recuerdo bien cuando dijiste que querías de regreso a tu amigo.
— En eso te equivocas.
— ¿Qué yo…?
— Sé que dije eso; —se corrigió— pero fue porque creí que, dada la situación, pedirte eso era lo más apropiado. Si nos iba bien, pues iba a decirte lo que yo sentía —el rubio bufó— Danny, tienes que creerme. Te amo, te lo dije en el aeropuerto y tengo testigos, así que no puedes fingir que no pasó.
— Sé que pasó; pero eso únicamente fue tu loca manera de despedirte y de paso, avergonzarme como siempre, sólo eso.
— ¿Qué? ¡Eso es una tontería!
— No lo es —dijo afligido— Nunca trataste de detenerme para que no me fuera de Hawái. Estoy convencido de que no te importa que me haya ido. Es más, has de haberte sentido aliviado; después de todo, una vez dijiste que yo era tu fuente de stress. Nadie quiere cerca a alguien así.
— ¿Cómo puedes decir eso? ¿Crees que no me dolió verte partir?
— No —dijo con una seguridad, que asustó al propio Williams— Yo sé que se siente cuando alguien que amas se marcha, ¿lo olvidas? Duele tanto que intentas detenerlo como yo lo hice contigo, aún sabiendo que no me querías como deseaba. Y tú jamás mostraste un sentimiento ni remotamente parecido cuando te hablé de mi nuevo destino. Bueno, no es como si alguna vez lo hubieras hecho, siempre te gustó guardarte lo que sientes; pero el punto es… que nunca me pediste que me quedara. Lou y los otros lo hicieron, gente que ni conocía también me lo pidió; pero no tú…
— ¿Te hubieras quedado si lo hacía?
— No. Pero si lo intentabas, hubiera podido pensar que quizás sí me querías, al menos lo suficiente para hacernos compañía, mirando los atardeceres en la playa de tu casa mientras íbamos envejeciendo, aún si sólo fuéramos amigos. Se vale soñar, ¿no? —se levantó incapaz de seguir frente al otro hombre, su semblante cambió a uno serio— Ahora por favor, deja de enviar mensajes con tu hermana o harás que tenga complejo de paloma mensajera, lechuza o algo así.
Reír era lo que le hacía falta y para su fortuna, esa jornada no hubo casos, así que estuvo casi todo el día en el gimnasio, donde su compañero que tenía el pelo como un nido de pájaros, se pasó haciendo tontería tras otra, logrando que el lugar se convirtiera más en un circo, que en una sesión de entrenamiento; especialmente cuando, de nuevo, intentaba sacar músculos que no tenía, luego de ver una vez más, observar los increíbles brazos del detective, oriundo de Jersey.
Mientras, Steve no lo estaba pasando nada bien y de nuevo sentía lejana la posibilidad de entablar cualquier tipo de relación, con el hombre de pelo rubio.
— ¿Debería rendirme, Mary? —cuestionó, cuando ambos estaban en la cocina luego de la cena. Ella estaba apoyada en el refrigerador, escuchando quejas desde hacía rato.
— ¿Tú crees?
— Danny sólo me ataca cada que intento acercarme.
— ¿En serio?
— Sí. Quizás no me ama después de todo, o dejó de hacerlo —Mary, quien le había estado mirando seriamente con sus manos en su cintura, dio un paso hacia su hermano, y le dio un fuerte golpe que dejó al otro con una gran expresión de sorpresa.
— ¡Escucha idiota! No es que Danny no te ame, sino que se ha dado cuenta que, a nivel sentimental, no vale la pena arriesgarse por ti.
— Pero… ¿Por qué?
— Porque sólo le has dicho una tontería tras otra y tu amor parece más una broma. Sé que, desde hace mucho, lo has apartado de las cosas importantes de tu vida y siente que volverás a hacerlo, que ya no confías en él.
— ¿Qué estás diciendo, Mary?
— Que cada que has querido, tú te has alejado dejándole atrás.
— ¡No es verdad! ¿Y cómo sabes…?
— ¿Con quién estabas en esa cabaña cuando Joe White murió?
— Catherine me ayudó a encontrar al…
— ¿Y era necesario que se quedara ahí? —cuestionó enojada— Estoy segura que en ese tiempo, ni siquiera llamaste a Danny para decirle “Estoy bien, sigo vivo, no te preocupes, pronto volveré” No lo hiciste, ¿verdad? No, porque seguramente estabas ocupado con…
— ¡No! Y necesitaba que él se quedara al frente del Five-O. Además, había demasiado peligro al que no quise exponerlo.
— ¿Peligro? ¡Cómo si Danny nunca hubiera corrido peligro! Estar a tu lado, de por sí ya era peligroso para él.
— Él me encontró de todas formas, estuvo conmigo.
— Y aún así, no te diste cuenta de sus sentimientos. Asumo que tampoco notaste la desazón que debió sentir al ver que estabas con...
— Catherine.
— ¡No me importa como se llame! Y no te perdono que te atrevieras a traerla a mi casa.
— Sé que debí preguntarte; pero quería pasar el día de Acción de Gracias contigo y Joan.
— Y con ella.
— Ya no importa, ya no está en mi vida.
— ¿Y si reaparece? Si necesitara un favor porque, supuestamente no hay nadie más que tú para ayudarle, te irías con ella corriendo, ¿no es así? —Steve no se lo había planteado— ¿Y qué hay cuando fuiste a buscar a mamá? Tampoco le pediste ayuda; pero él nunca dejó de apoyarte, ni preocuparse por ti, estoy segura. Ojalá yo encontrara a alguien como Danny. Él no merece sufrir por ti, hermano, por lo que hace bien en poner defensas entre ustedes. Y tiene razón, deja de usarme como tu paloma mensajera. ¡No te olvides de lavar los platos!
Steve miró la tercera botella vacía de cerveza entre sus manos. El golpe le dolía, aunque las palabras le hicieron más daño. Salió del departamento y salió al pequeño parque que tenía cerca. Marcó un número.
— Hola, Chin… ¿Te desperté?
— Ni siquiera he llegado a casa.
— ¿Un caso?
— Papeleo. ¿Hay algún problema?
— ¿Crees que ya no tengo el derecho de querer a Danny?
— ¿Ha pasado algo?
— Es sólo que no sé qué hacer. Estoy en Los Ángeles.
— De nuevo, Danny no te está poniendo las cosas fáciles, ¿eh?
— No, para nada. De hecho, mi hermana acaba de decirme básicamente, que no lo merezco. E hizo algo que ninguna mujer se había atrevido a hacerme hace mucho.
— ¡Auch!
— Sí. Si no estás muy ocupado…
— Claro que puedes venir. Son como poco más de seis horas en auto si tomas la autopista; pero seguramente tú podrías llegar en cuatro o menos. Te enviaré la dirección de mi casa.
— Te veré en unas horas entonces.
Steve regresó al departamento de su hermana; ella ya se había ido a dormir. Escribió una nota y preparó un par de cosas, antes de dirigirse al auto rentado que le esperaba afuera.
Fue recibido con un gran abrazo, era de madrugada; pero ya le habían preparado una habitación, así que descansó un poco antes de la plática.
Chin estaba cómodamente sentado en la silla del comedor bebiendo un café. Estaba seguro que Steve tenía mucho para decir y sólo tenían un par de horas, antes que el comandante emprendiera el camino de retorno, así que se tomó el día y cuando McGarrett, apareció, le sirvió otro y le ofreció pastelitos, claramente comprados, aunque igualmente deliciosos.
Abby y Sarah desaparecieron pronto, dejando a los hombres solos.
— ¿Quieres hielo para ese moretón? —cuestionó el teniente.
— No, gracias.
— ¿Mary te tiró el sartén?
— Sólo fue su puño. Afortunadamente —breve instante de silencio.
— Danny sigue negándose a creer que le amas, ¿cierto?
— Mary tampoco lo cree.
— ¿Y cuál es la verdad?
— Te juro que lo hago, lo amo. Me siento perdido sin él. Ahora soy yo el único que va en la camioneta, porque quiero pensar que Danny volverá.
— Regresaste oficialmente a Five-O; pero no lo dijiste.
— Tenía que mantenerme ocupado de alguna forma.
— ¿Qué te dijo esta vez?
— Dijo que no siento nada por él, porque ni siquiera intenté detenerlo, como lo hizo él conmigo cuando me fui.
— Eso es ciertamente un indicio.
— ¡No lo hice porque sabía que no tenía derecho! Me fui, y ciertamente, quise olvidarme de todo por un tiempo; pero eso no significó que Danny y los niños, dejaron de importarme.
— Bueno, un tiempo significa un par de meses a lo mucho; pero dos años sin que le mandaras apenas uno que otro mensaje y unas pocas llamadas… Hermano, yo le escribo a Abby dos veces al día y más si hay un operativo, cuando no tenemos turnos juntos y eso que vivimos en la misma ciudad, habitamos la misma casa y compartimos la misma cama y ella hace lo mismo. Danny estaba acostumbrado a siempre hablar y estar contigo. Aunque no te dijera sus sentimientos, creo que estaba feliz por el simple hecho, de vivir todos esos meses juntos. Cuando intentó convencerte de quedarte diciendo que las playas de Hawái son hermosas… Eso debió de servirte como alarma. ¡Yo hubiera llamado a emergencias! En lugar de eso, prácticamente huiste y desapareciste. Así cualquiera puede llegar a creer cualquier cosa.
— Hice mal, lo sé y sé que cometí miles de errores con él, desde el día que le conocí, ¿sí? Lo entiendo y acepto mis faltas.
— Y no te olvides que tu abrupta decisión, también afectó a sus hijos y eso es algo que papá Danny jamás te lo va a perdonar.
— Lo sé y, de todas formas, me disculpé por eso.
— ¿Con ellos o sólo con Danny?
— No me permitió acercarme a Charlie y Gracie debe haber bloqueado mi número —suspiró derrotado— Te haré la misma pregunta que le hice a mi hermana. ¿Crees que debo rendirme?
— Voy a responderte eso; pero también voy a hacerte dos preguntas. Primero, ¿cuándo finalmente reconociste tus sentimientos por él? Y la segunda, ¿te has disculpado por todos aquellos errores que admitiste haber cometido?
— Nunca me puse a pensarlo, pero siempre lo quise, es decir. Siempre me gustó pasar tiempo con él, ya sea viendo la televisión, o bebiendo unas cervezas. Aún cuando frecuentáramos otras personas, siempre tuvimos nuestro tiempo. Y muchos de mis amigos, conocen a Danny porque siempre he hablado de él, aunque él crea lo contrario —pequeña pausa— Siempre tuve miedo a que le sucediera algo. Y aquel día, en aquel yate, cuando fuimos infectados… Él estaba algo enojado conmigo, desde antes de la investigación… Fue quien estaba más afectado, casi al borde de la inconciencia y yo... No sabía qué hacer, la espera era estresante, así que sólo me acerqué y toqué su rostro… Por un momento, pensé en que, si le besaba, quizás reaccionaría, aunque sea para gritarme… —sonrió— Fue la primera vez que vi las cosas distintas y la primera vez me planteé en hacer algo así. Él nunca dijo nada y yo me dije que estaba desvariando y preferí no pensar más en ello. Y de pronto todo, todo se había complicado. Le dispararon en el hospital y luego lo de Joe y después lo de Doris y… No tienes idea de cuánto me culpé por su secuestro y odié tanto a mi madre… No pude más, Chin… Cuando volví, di por sentado que él me estaba esperando y que sonreiría y me abrazaría en cuanto me viera, a pesar de lo molesto que pudiera estar por mis escasas llamadas. Debí saber que algo andaba mal, cuando dejó de responderme, llamarme o escribirme.
— Creyó que no regresarías. Después de todo, no te habías ido solo y sé que, a pesar de cómo se sentía, te imaginó feliz. Cuando volviste y le dijiste de tu compromiso… No sé qué pensabas realmente, Steve; pero sólo acabaste por romperle el corazón que ya estaba lastimado.
— Quise a Catherine, no es un secreto. Sólo con ella, podía imaginarme teniendo algo que me hacía falta, algo que anhelaba. Nunca pensé que él se alejaría de esa manera, estaba seguro que estaría ahí, siendo mi soporte como siempre. Pero nada salió como esperaba, ya no lo tenía y ella supo ver qué sucedía. Su partida ni siquiera me afectó; pero la ausencia de Danny me estaba matando, desde antes que se fuera. He llegado a pensar que él quería hacerme ver y sentir lo mismo por lo que él ha pasado con mi ausencia; pero no podría culparlo.
— ¡De ninguna manera, Danny te haría eso! —aseguró indignado— Y si eso es lo que realmente piensas, entonces deberías mantenerte lejos. Él no te lastimaría por más daño que le hicieras.
— No sabes cuántas veces me arrepentí de no hablado con él, no sé, aclararlo, nuestra relación no era común… Tal vez, de haberle besado aquel día... Y la respuesta a tu segunda pregunta es no. No le pedí perdón. Creí que sólo debía arreglar el asunto de mi partida; pero ahora veo que es mucho más que eso.
— Mi contestación a tu interrogante es que primero debes disculparte con él, de rodillas de ser necesario, y luego decirle lo que sientes de forma clara y sincera. Y sé que no es fácil para ti expresar tus sentimientos; no obstante, vas a tener que tragarte tu miedo y orgullo, si es que realmente lo quieres. Y dile también lo que estás dispuesto a hacer, ahora que hay casi 4000 Km. de distancia entre tú y él. Pero no se te ocurra presionarlo, McGarrett.
— ¡Nunca lo he presionado!
— Siempre presionas cuando quieres algo. Deberías agradecer que te queremos demasiado para permitírtelo.
— Lo prometo.
— Bien. Una vez que veas su reacción, podrás decidir si sigues adelante o no. Sólo que esta vez, también tienes que pensar en lo que es mejor para él.
Danny tenía a Charlie desde la tarde, casi noche, de ese viernes hasta el domingo a mediodía. Rachel y su hijo vivían en la misma zona; pero las reglas de la custodia eran las mismas. Sabía por su hijo, que su ex esposa salía con alguien, y no le importaba, siempre y cuando no afectara al niño. Y Charlie, si bien le gustaba Los Ángeles, decía que no se comparaba con Hawái. Y que extrañaba a sus tíos. Y en esos momentos, era cuando dudaba de su decisión de haberse mudado y de aceptar la extensión de su permanencia en NCIS. Sus compañeros eran muy amables y se habían portado muy bien con el pequeño, y hasta le habían hecho reír; pero ninguno era como su tío Adam, que hasta le había enseñado algunas palabras en japonés. Tampoco eran como su tío Kamekona, que preparaba unos buenos camarones y le invitaba helados. Ni tampoco eran como su tío Steve, que le hacía reír, a veces a costa de Danny; pero que también que le daba la seguridad que sólo sentía con su papá. Sí, Charlie aún se acordaba de él y aunque quería verle, Danny le repetía que estaba lejos en un trabajo de vital importancia.
Una insistente llamada de McGarrett, interrumpió la película de acción. Danny no quería que su hijo supiera quien era al teléfono y tampoco que Steve supiera que estaba con Charlie; así que diciéndole al niño que no tardaría, se fue a su habitación y cerró la puerta.
— ¿Y ahora qué, Steven?
— Danny, necesito verte. ¿Podría ir a tu casa esta noche?
— No es buena idea.
— Estás con Charlie.
— Sí y me está esperando.
— Sólo necesito un momento, por favor. Unos minutos es todo lo que te pido. Me conformo con que hablemos en tu puerta. No intentaré hacer que me dejes ver a mi…, ver a tu niño, lo prometo — Danny lo pensó un momento.
— Puedo verte en veinte minutos en una cafetería, te enviaré la dirección.
Sin estar muy seguro, Danny le llamó a Rachel para que se quedara con el infante. Por supuesto, a ella tampoco le dijo la razón verdadera; pero esperaba concluir su asunto con el insular, de una vez por todas y volver a llevar su vida, a como era antes de su viaje a la isla.
Steve entró al lugar y buscó al rubio, él estaba en la mesa más alejada, con una taza entre sus manos.
— Gracias por aceptar verme, Danny.
— ¿Con quién te peleaste?
— Fue Mary.
— Debiste hacer algo realmente muy malo para haberte ganado eso.
— Sí, así fue y ahora sé que merecía más.
— ¿Y bien? —preguntó luego que el café le fuera servido al moreno.
— Te amo. Y sé que muchas veces me comporté contigo como un verdadero idiota y como un maldito Neanderthal, como solías llamarme. Fui un completo imbécil y sé que no tenía derecho a meterme en tu vida, ni tenías porqué soportarme. A pesar de todo ello, nunca me dejaste. No importó, cuánto te hiciera enojar, nunca dejaste de hablarme, ni apoyarme. Siempre diste todo por tus hijos y por mí.
— Steve, basta. No digas más. Lo hice porque fuiste importante para mí. Y porque me ayudaste y apoyaste cada que lo necesité. No lo hacía para recibir recompensas o halagos. Si te repetía lo de mi noble sacrificio y esas cosas, era para molestarte y en parte para lidiar con la frustración por lo descuidado que podías llegar a ser. Ya no importa.
— ¡Sí que importa! Soy un maldito bastardo que nunca te agradeció lo suficiente, por haber evitado que me hundiera en mi miseria y nunca te pedí perdón, por lo que te hice pasar desde el momento en que nos conocimos.
— El problema no fue esos diez años, sino los siguientes. Como sea, no tienes que disculparte. Mira, sé que fui muy duro contigo cuando retornaste y lo lamento. Tú sólo buscaste tu felicidad y yo no debí decir nada. En verdad, no tienes que hacer esto.
— Sí. Debo hacerlo. No quise darme cuenta de cuánto te lastimé con mis acciones antes, durante y después de mi regreso —Danny no pudo seguir sosteniéndole la mirada, sus manos sujetaban fuertemente la taza— Tiene razón, no te merezco.
— ¿Qué dices? —cuestionó mirándole alarmado— ¿Quién…?
— Pero si por alguna razón, pudieras darme una oportunidad más, la última; te prometo que haré lo que sea para hacerte feliz. En caso de que no quieras volver a Hawái, yo no tendría problema en mudarme aquí o a Nueva Jersey, donde tú quieras.
— No te gusta Jersey.
— Cierto, no me gusta; pero tú fuiste capaz de mudarte a un lugar que odiabas para estar si quiera unas pocas horas, con aquella personita que adoraste desde que supiste de su existencia. E incluso llegaste a considerar ese mismo lugar como tu hogar. Daniel, te amo y estoy dispuesto a hacer lo que sea para estar cerca de ti, ya sea como tu compañero de vida o únicamente como tu amigo —aseguró tomando la mano del incrédulo detective, acariciándola suavemente— Entiendo que necesitas tiempo para asimilarlo. Podríamos vernos el domingo, aquí mismo y sea cual sea tu decisión, tienes mi palabra que la respetaré —el nacido en Hawái se levantó y le dio a un silencioso Danny, un beso en la mejilla. Dejó unos dólares por ambos cafés y se marchó.
El rubio se sintió demasiado abrumado para reaccionar. Tuvo que recordar que Charlie pasaría la noche con él, para al fin moverse.
CONTINUARÁ...
N/A: Gracias por la paciencia y gracias por leer!
Chapter 31: CAPÍTULO XXXI. ÚLTIMA OPORTUNIDAD
Chapter Text
Si hay una cosa que las personas hacemos muy bien, es complicarnos la vida. O dejar que otros nos la compliquen de manera fenomenal, en cualquier aspecto. Y el miedo a equivocarnos, coadyuva a que seamos incapaces de tomar decisiones que nos ayuden a poner fin a tales complicaciones y luego estamos ahí, pasando la noche en vela, pensando una y otra vez y cuando llega el siguiente día, aún no logramos una resolución.
Con aspecto cansado, Danny preparó el desayuno para su hijo y luego de haber recogido algunos cuadernos y libros que habían quedado en la mesa el día anterior, lo llevó con su madre, prometiéndole compensarle y es que estaba demasiado distraído para atender lo que el pequeño decía. Subió a su Camaro, con el ingenuo fin de deambular y no pensar en aquella conversación. Lo malo es que tenía todo ese sábado para hacerlo, pues Steve había dicho que se verían el domingo.
Pero no pudo conducir por mucho y se estacionó cerca de una plazuela; más no salió del auto. Y por más que no quisiera pensar, la plática con el idiota se repetía de nuevo. Verse solo, sin otra distracción, no había sido buena idea, claro que no. La mente puede ser traicionera en momentos así, pues insiste en recordarte lo que se supone pretendes olvidar y en Danny, los recuerdos lo estaban poniendo en serios aprietos.
Y en algún momento de sus cavilaciones, se encontró riendo y preguntándose que es lo que estaba haciendo y el porqué estaba tan… ¿Enojado?, ¿triste?, ¿temeroso?, ¿con ganas de lanzar a McGarrett al océano atado a una roca gigante?
No había razón, era completamente absurdo.
Era absurdo porque ahora estaba en Los Ángeles, junto a su hijo, su hija era una muy buena que seguía adelante estudiando lo que amaba, y, afortunadamente, con la idea firme de aún no convertir a su amado padre en abuelo, lo cual Danny agradecía enormemente. Las cosas con Rachel estaban pacíficas. Su trabajo era agotador; pero por lo demás, todo iba bien. Su vida sentimental siempre había tenido altibajos y cuando aquello sucedía, una conversación con G. Callen servía mucho. Tener pareja para un agente federal de NCIS, quien debía mantener un perfil bajo, era uno de los temas complicados que todos los integrantes de esa unidad habían sufrido.
Aún así, su vida tenía estabilidad y tranquilidad más todavía, desde que no tenía a McGarrett cerca. Y en medio de tantos pensamientos, se presentó como una epifanía, y supo lo que debía hacer. Era lo mejor para todos y es que en realidad, no necesitaba pasar la noche sin dormir, ni darle tantas vueltas al asunto. O sentirse tan inseguro.
Lo único que debía hacer, era rechazar todo contacto con el Navy SEAL y seguir con su rutina. Fin del asunto.
Sí, así de fácil.
Pero lo cierto, es que no era fácil. Todo lo dicho por el otro hombre, lo había puesto en apuros. Y la razón es que logró recordarle a su necio corazón, que ahora había una posibilidad de poder empezar algo, una relación, aunque fuera a distancia. Además, Steve había asegurado, que no tendría problemas para mudarse y en todo caso, tendría que hacerlo, ya que Danny había decidido quedarse.
Pero Williams no estaba convencido. Sabía que tenía que dejar ir todo lo malo, para poder estar con Steve. Tenía que confiar en él y en hecho de que el idiota, no volvería a cometer los mismos errores y todo se volviera un sube y baja. De ninguna manera, quería una relación tormentosa, con Rachel había sido más que suficiente. Y de pronto, los recuerdos se arremolinaron en su cabeza, aquellos cuando se conocieron, las excursiones, los abrazos y aquellos "te amo" dichos en reiteradas veces. Y en contraste a ello, recordó también, el dolor de verle partir, de saberle con otra persona. ¿Qué haría si pasaba de nuevo? ¿Podría soportarlo y volvería a recuperarse?
— Maldición, Steve, ¿por qué te empeñas en alterar mi vida? —había miedo y temor fundamentado— Sólo debo decirle que regrese a Hawái y se olvide de todo. Así, él hará su vida como hasta ahora y yo seguiré con la mía.
Regresó a su departamento luego de comprar una pizza y unas cervezas. Sólo la cerveza le acompañó a su habitación. Esta vez, tirado en su cama, y, aunque la decisión ya estaba tomada, trató de ver lo positivo y lo negativo de una relación con Steve. La balanza se inclinó a un lado debido a una sola decisión, la cual tenía más peso, que todas las muchas negativas.
Y de nuevo contemplaba la posible idea de vivir con Steve en Los Ángeles, ya que Hawái parecía no ser tan buena idea. Y de allí la tormenta volvía a desatarse en su cabeza y que amenazaba con hacerlo pasar una nueva noche sin dormir. Sí, así de rápido es como otros pueden complicarnos la existencia y nosotros lo permitimos.
— ¡Vamos, Williams!, por una vez en tu vida, no lo pienses tanto y toma una maldita decisión.
Encendió su celular. En su número personal, encontró llamadas perdidas; el número lo conocía, era uno que tenía que ver con uno de esos altibajos ya mencionados. Una relación desde hace meses, de la que ambos se habían dado un tiempo. Dicha relación, había servido para cortar con esa rutina de días y noches solitarias, siempre hablando claro, para no dar paso a malos entendidos. Era una persona de atractiva apariencia, discreta y confiable sí; pero el de ojos azules, jamás le había contado quien estaba detrás de la persona que fingía ser un maestro de economía, así que tal persona desconocía quien era realmente el detective y ahora agente federal, Daniel Williams, así que el no poder ser honesto del todo, era algo que no podía seguir haciendo y allí la razón por la que se habían tomado un tiempo.
Danny no había cambiado su decisión de terminar.
— Hola, soy Andy, ¿podríamos vernos? —habló el de Jersey.
— Creí que nunca más me llamarías.
— Lo sé, es sólo que he estado ocupado.
— Supongo que estando con tu hijo, al que nunca has querido presentarme.
— Necesito que aclaremos de una vez nuestra situación.
— Te oyes serio y eso no es bueno.
— Sí, sólo... ¿Está bien si mañana nos encontramos en el restaurante de siempre?
— Estaré ahí. Aunque creo que sé lo que vas a decir.
— Te dije que esto nunca podría tener un futuro.
— Lo sé; pero mentiría si te dijera que no esperaba que lo reconsideraras. No eres una persona común, Andy. Sé que dijiste que querías retomar las cosas con aquella persona; pero... No puedes culparme por no querer dejarte ir.
— Hasta mañana.
Era casi de noche del domingo. Danny había tenido una conversación poco agradable, aunque necesaria, y nada tenía que ver Steve. Aun así, él se había quedado en aquel lugar solo, pensando. Horas después, finalmente estaba en casa y lo primero que hizo luego de dejar sus llaves, fue buscar una cerveza. Para nada estaba triste por dejar aquella relación, había tenido buenos momentos, muchas sonrisas y pocas preocupaciones; pero ese había sido Andy, no Danny.
Acomodado en su sillón, dejó pasar el tiempo, hasta que miró la hora en su teléfono. El nombre del otro contacto que lo había llamado reiteradas veces, estaba en la pantalla. También era momento de aclarar la situación con Steve.
— Hola.
— Hola, Danny.
— Disculpa el no haberte llamado. Necesitaba más tiempo.
— Lo entiendo.
— ¿Podríamos vernos mañana para desayunar? En el mismo café o en otro lugar que te sea más cómodo.
— Regreso a Oahu, mi vuelo sale temprano.
— Ya veo. Bien. Entonces..., quizás podamos hablar otro día, si es que vuelves a venir.
— Podríamos vernos ahora.
— No, debes descansar, no siempre se puede en el avión. Buen viaje, Steve —y colgó.
Se quedó allí sentado con la cabeza agachada y los ojos cerrados. El celular estaba tirado a un lado. Se levantó y caminó de un lado a otro, su mano revolvió su ondulado cabello y una vez más estrujó su cara. Bien, el asunto había terminado, eso era todo. De nuevo estaba solo.
Se metió a la regadera permitiendo que el agua corriera. Tocó las cicatrices en su pecho y de nuevo sintió aquel dolor lacerante, como si las heridas se hubieran reabierto. Otra vez había tenido que despedirse y se dijo a sí mismo, que ya debería estar acostumbrado.
No supo cuánto tiempo ha transcurrido desde que, luego de la ducha se había tirado en su cama envuelto en sólo una bata y únicamente se quedó allí. El sonido del timbre lo hizo salir de ese estado de sopor. Sus ojos tenían rastros de un par de lágrimas secas, que no supo en qué momento había derramado. El reiterado sonido del timbre hizo que se levantara y buscara su pantalón de dormir, antes de ir a ver quién era el maniático que estaba en su puerta.
Cuando la abrió, de inmediato distinguió esa mirada ansiosa y desesperada, claramente, ansiando una respuesta positiva. En aquellos ojos también había señales de un escaso descanso. Los segundos silenciosos eran una tortura para el más alto. Cualquier respuesta sería buena, si es que incluía el tener al menos comunicación y alguno que otro abrazo.
— Sí. Te amo, Steve, grandísimo idiota, maldito insensible. Todavía te amo —confesó, olvidando su decisión inicial de sólo brindarle su amistad.
— ¡Mí Danny! —finalmente, Steve tenía su abrazo y las palabras que tanto había deseado oír y se sintió extraordinariamente feliz, ambos sintiendo como si un gran peso hubiera abandonado sus almas, como si al fin, todos los conflictos mundiales se hubieran solucionado.
El rubio notó el aspecto cansado del moreno tras aquel particular brillo, luego de tan intenso abrazo. Parecía llevar mucho tiempo sin dormir, así que lo condujo al interior, aunque Steve parecía reacio a soltarlo, pues tenía bien afianzada su mano. El rubio le sonrió y lo llevó directo a su habitación, a su cama donde se recostaron quedando frente a frente, casi en silencio. Ahora Steve tenía esa sonrisa y un semblante mucho más tranquilo y hondamente feliz. Sus manos se mantenían unidas. También notó que los ojos azules, ya no se veían apagados como habían estado por demasiado tiempo. No podía permitirse cometer ningún otro error, ni dejar que Danny siguiera sufriendo por ningún motivo y sabe bien que podría decírselo, jurárselo; pero sería mejor demostrárselo.
— ¿Cómo supiste dónde vivo? —cuestionó el rubio.
— Le pregunté a Sam.
— Claro, seguro estuvo feliz de ayudarte, aunque siempre anda diciendo que le debes una cena.
— Ahora le debo dos —ambos rieron— Hay tanto que tenemos que hablar, Danny. Volveré en cuanto pueda.
— Mientras, prometo responder tus llamadas y mensajes; pero si no puedo, no te alteres, ni molestes a tu hermana. Sabes cómo es el trabajo.
— Eres atractivo, Danny, los años te sientan bien.
— ¿Lo soy? Sí, bueno, debo darte la razón en eso; pero tú, cariño, no lo eres tanto, y aún así te quiero —dijo jalando un poco la barba que Steve se había dejado crecer de nuevo. El comandante lanzó una carcajada contagiando al otro— Descansa un poco, te llevaré al aeropuerto.
— No es necesario que lo hagas; pero me gustaría. Así puedo estar contigo un momento más — Danny, tan buen observador como siempre, sabía lo que el otro pensaba.
— Sí, McGarrett. Puedes besarme —concedió con una sonrisa, viendo que su Steve se estaba portando demasiado cauteloso. Steve no era tímido; pero las palabras de Danny casi lo hicieron sonrojar, más estuvo de acuerdo, ¿y cómo no? Esos ojitos azules y esos delgados labios, eran realmente atrayentes, y una de sus compañeras del Five-O se lo había hecho notar en un comentario casual, causando en Steve un sentimiento de celos, jamás experimentados. Algunas dudas se instalaron en su cabeza, llegando a molestarlo; pero no dijo nada, saldría perdiendo. En cambio, ahora, podía contemplarlos de cerca, tocarlos, besarlos, tenía el permiso dicho en palabras y acciones, pues el neojerseíta, le hizo saber en ese anhelado beso, que estaba muy de acuerdo en tener ese íntimo contacto. Steve amó esas manos que le acariciaban el pelo. Al separarse, esos ojos azules le miraban inquietos.
— Siempre preocupándote por mí, Danny. Estoy bien, estoy feliz. ¿Tú lo estás?
— ¿Bromeas? Finalmente, te tengo —Steve volvió a besar los labios del otro. Sus dedos pasearon por su pecho, debajo de la bata hasta sentir unas irregularidades en su piel. Danny no tuvo problemas en mostrárselas.
— ¿Quién te hizo esto? —preguntó alarmado y furioso por partes iguales— ¿Cuándo sucedió?
— Es la obra de una persona desquiciada, una de tantas en mi interminable lista —Steve esperó algo más— Fue hace mucho y contrario a lo que parece, no fueron tan profundas. Y no podrás dispararle, porque yo ya lo hice.
— ¿Cuándo pasó? —insistió.
— Ya te lo dije, fue hace mucho. Algún día te diré quién fue; pero ahora, ¿te importaría darme un beso más?
Steve quiso seguir indagando; pero no lo hizo y lamentó no poder aplicar todas y cada una de sus técnicas de tortura al infeliz malnacido que causó tal daño. Tocó suavemente la zona y besó las cicatrices, haciendo suspirar al detective, aunque no avanzó mucho más, y luego hizo lo que el rubio le pidió. Danny adoró cuando McGarrett le besó tan suavemente y la razón fue, porque así le hacía sentir que había mucho más que sólo un deseo físico. Ya habría tiempo para los besos y caricias de tipo sicalíptico.
Danny no dejó de mirarle hasta que el de pelo más oscuro se quedó dormido, no sin antes repetirle, cuánto le quería.
— Te equivocaste, Daiyu Mei. Steve es mío.
Danny estaba disfrutando de su helado. Ahora las cosas dulces le sabían más deliciosas y todo parecía tomar orden. El sonido de un bolso casi azotando la mesa le sobresaltó.
— ¡Pero tú definitivamente estás loco!
— Hola a ti también, ¿gustas sentarte?, ¿quieres un helado?
— Escucha, yo no puedo decirte qué hacer o no hacer; pero, ¿estás completamente seguro de esa decisión?, ¿no la cambiarás?
— Estoy seguro, Mary.
— Tú sabes que adoro a mi hermano, Danny; pero a veces puede ser tan inestable que... ¿Quién en su sano juicio abandona a la persona más importante que tiene, a su perrito, al gato y al resto de su familia y por tanto tiempo? ¡Ni siquiera a mí me avisó lo que haría, y ni tuvo la cortesía de buscarme primero!
— Te aseguro que no únicamente Steve ha hecho estupideces de grueso calibre, y he llegado a pensar que es algo natural en los Navy SEAL. Ahora, ¿puedes decirme qué es lo que realmente te molesta?
— No es que algo me esté molestando; pero... Creí que no lo aceptarías.
— La verdad, iba a decirle que podíamos intentar ser amigos de nuevo. La vida me es más fácil habiendo kilómetros de distancia entre él y yo; pero verle en mi puerta... Conozco bien sus expresiones, y en contra de mi buen juicio, no pude seguir negándole, que sigo queriéndolo.
— Tú sí que eres todo corazón, Danny —dijo cariñosa— Si el idiota hace algo que no debe, avísame.
— Steve es un idiota, eso no te lo voy a discutir; pero no quiero que te pelees con él por mí. Eres su hermana.
— Y tú mi cuñado. Otro hermano. Quiero que las cosas entre ustedes funcionen y si tengo que golpear a alguien o espantar a quien sea, sólo notifícamelo.
— Todo estará bien, Mary.
— Ahora sí quiero un helado —dijo ella, rindiéndose a esa brillante mirada que expresaba felicidad. Estaba más tranquila, y Danny le compró el que ella quiso.
La despedida en el aeropuerto no había tenido esa horrible sensación de tristeza y abandono. Si bien, no fue un adiós efusivo, las cosas parecían estar bien. ¿Qué había puntos para aclarar? Claro que sí, ¿qué hubiera asuntos que pudieran causar alguna discusión? Sí, era posible; pero ambos eran hombres adultos, y era necesario que todo fuera aclarado, no importaba cuán delicado fuera el tema. Por esa misma razón, Steve estaba dispuesto a volver a Los Ángeles lo antes posible.
— ¡Ay por Dios! —exclamó Quinn al verlo entrando a las oficinas.
— ¡Por fin te has quitado esa barba de chivo viejo! —dijo Tani.
— ¿Disculpa? —cuestionó el aludido sin entender.
— ¡Te has rasurado y peinado! —aclaró Tani.
— Y bañado —expresó el capitán.
— ¿Ustedes tienen algo qué decir? —preguntó Steve a Adam y Junior.
— No —expresó el japonés, aguantando la risa al igual que el otro moreno.
— ¿Pero qué les pasa? —discutió el comandante ofendido— Sí, me rasuro. Sí me peino. Y sí, me baño —terminó mirando serio a Lou.
— No parecía —susurró el otro SEAL, ganándose una mala mirada.
— ... Sé que he descuidado un poco mi apariencia...
— ¿Un poco? —fue Adam.
— Está bien, me descuidé mucho.
— Estabas en depresión, Steve —dijo la sargento— Nada de lo que dijimos o hicimos, te hizo reaccionar y tu apariencia lo reflejaba.
— Sí, tienes razón, estuve; pero ya me siento mejor.
— Viste a Danny —dedujo el oriental, la última vez que habían conversado, el rubio le aseguró que no dejaría a Steve acercarse. Ahora sabía que tenía que tener una video llamada con el detective.
— Sí... Nos encontramos y hablamos —la mirada de los demás le indicaron que no le creyeron y el comandante tuvo que confesar— Lo busqué y le pedí una última oportunidad y antes de que digan algo, quiero aclararles que aceptó voluntariamente. Lo que me recuerda, que debo hacer una llamada —indicó huyendo a su oficina.
— ¡Alto ahí, McGarrett! —protestó Lou.
— Miren, prometo contarles todo, bueno casi todo, ¿sí?; pero en verdad debo hacer una llamada.
— ¿Tan pronto y lo vas a atosigar? —preguntó Quinn y Steve suspiró. Cuando se trataba de Danny, todos se la ponían odiosamente difícil.
— Voy a hablar con Chin Ho Kelly —los otros se le quedaron mirando— ¿No hay algún caso que investigar? —y cuando se le salía la actitud de jefe, había que obedecer, no quedaba otra y todos se pusieron serios.
Pero a McGarrett, la sonrisa no se le borraba.
— Hola, Steve, ¿cómo te fue?
— Bien, muy bien de hecho.
— ¿Danny te aceptó?
— Sí, lo hizo.
— No lo presionaste, ¿verdad? —Steve tuvo que respirar profundo.
— No, Chin, no lo hice. Habla con él, si no me crees.
— Está bien, Steve, me alegro que saliera bien.
— Sí, aunque aún falta por arreglar algunas cosas. Si te soy sincero, no me había sentido tan bien desde hace mucho.
— ¿De quién es la culpa?
— Mía, y sólo mía. La verdad, llegué a pensar que no me aceptaría.
— Suenas como un adolescente enamorado. Apuesto que hasta te quitaste esa triste barba.
— Y yo pensaba que me hacía ver bien.
— ¿Bien a qué lado? Te veías deplorable.
— Odell dijo lo mismo.
— ¿Y Danny?
— Él fue más amable que todos ustedes juntos. Dijo que no era muy atractivo; pero que igual me quería —la risa del teniente hizo que Steve también riera.
— No puedes volver a equivocarte con Danny, Steve, lo sabes, ¿no?
— Lo sé, él merece el mundo a sus pies.
— ¡Oh por los dioses!
Steve y Adam estaban en el cuartel, cada uno leyendo informes y esperando novedades. El resto del equipo continuaban en la investigación de turno.
— Danny te tiene caminando sobre nubes, —dijo Adam burlón— apuesto que estás deseando volver pronto a Los Ángeles.
— Por supuesto. Danny dijo que trataría de venir alguna vez.
— Si lo hace, por favor no lo vayas a acaparar, tienes que prestárnoslo al menos una hora.
— No prometo nada —aseguró respondiendo al juego del oriental.
Obviamente, ahora sería el objeto de bromas de todos y eso podría soportarlo. Desde sus palabras en el aeropuerto donde le había robado un beso a Danny, todos se habían empeñado en advertirle que no le dejarían pasar una, si es que se portaba mal con el rubio. Y a la vez, también esperaban que pudiera traerlo de regreso a Hawái, aunque ahora ya sabían que no era posible.
Y qué más quisiera que Danny volviera; pero el rubio estaba bien allá. Tenía un buen trabajo, con compañeros competentes. Además, estaba Charlie y por lo que su padre le había contado, al pequeño también le iba bien y Steve no podía pedirle hacer algo que afecte estabilidad de la vida del niño. Se moría por ver a ese muchachito; pero, naturalmente, todo debía ser tomado con calma.
Steve cerró el archivo. Por ahora, no tenía nada más que hacer, así que se tomó un momento para pensar y sonreír.
CONTINUARÁ...
N/A: Gracias por leer!
Chapter 32: CAPÍTULO XXXII. REVELACIONES
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Por más que lo había deseado con el alma, Steve no pudo volver a Los Ángeles, pues el trabajo no había dado tregua alguna; pero, ¿cuándo lo daba? Las labores en el Five-O siempre habían sido arduas, los villanos simplemente seguían apareciendo y causando más de un dolor de cabeza a las autoridades.
Adam continuó disparando, mientras avanzaba hacia su compañera que se hallaba tirada en el piso, luego de haber huido de una explosión que sacudió un contenedor de carga, haciéndolo volar por los aires y causando un gran estruendo. Más alejado, Junior intentaba levantarse con ayuda del capitán, mientras Steve y Tani, trataban de acertar contra los traficantes de personas, que les impedían llegar hasta un segundo contenedor, ubicado en la puerta de una bodega y que contenía a quien sabe cuántas víctimas. Los hombres malos no estaban dispuestos a rendirse; para ellos era mejor morir, que ir a prisión. Y si debían sucumbir, también se llevarían a sus víctimas. La primera explosión lo había probado.
Otros enemigos se hallaban esparcidos y ocultos tras enormes cajas y otros contenedores, disparándoles sin piedad y llevaban las de ganar.
— ¡Dónde demonios estás los refuerzos! —gritó Tani muy enojada— ¡Ya deberían estar aquí!
— Sucedió algo —respondió el comandante, ocultándose para recargar su arma— Nos esperaban y seguramente, también tiene que ver con la tardanza de la policía y el SWAT.
— ¡Si no llegan, mi dulce esposa se quedará viuda en menos de diez minutos! —gritó Lou.
— Eso sí que no, —gruñó Steve— además, Danny no me perdonaría si muero ahora o dejo que alguno lo haga.
— ¡Por favor, McGarrett! —gritó el capitán, viendo al hombre correr buscando acercarse— ¡Oye! ¿A dónde vas?
— Dice que Danny no lo perdonará si muere y lo primero que hace, es intentar acercarse solo, a esa bodega —bufó Quinn, tratando de recuperarse luego del golpe. Adam seguía cuidándola. Los otros siguieron disparando, cubriendo a McGarrett.
— Quiere evitar que hagan volar el otro contenedor, o perderemos a todas las víctimas —entendió Adam.
— Pues no queda otra que seguirlo —dijo Junior avanzando, al igual que los demás, en correcta formación.
Por supuesto, los otros respondieron con agresividad, siempre buscando frenar cualquier avance del Five-O, obligándolos a esconderse tras turriles u otros contenedores.
— ¡Ir de frente no está funcionando, Steve! —protestó Tani y el mencionado sabía que ella tenía razón. Los otros empezaron a acercárseles, buscando rodearlos, así que el moreno tomó su teléfono, ante la vista atónita de todos.
— ¡Duke! Los necesitamos, ¿dónde están?
— ¡Diablos! Steve, sí quiere vivir —susurró Lou.
— Estamos en camino, Steve; pero no sabíamos del operativo, no recibimos el aviso.
— Bien, sólo apúrense, ¿sí? No aguantaremos mucho.
— Dos helicópteros están cerca, resistan.
— Ya vienen —Steve tiró su teléfono y continuó disparando.
En lo que fueron minutos eternos, el equipo continuó peleando y sólo cuando el ruido de los helicópteros, más los disparos de los que estaban en ellos se hicieron escuchar, es que el Five-O pudo respirar. Las patrullas y los camiones del SWAT llegaron poco después y los hostiles se vieron obligados a retroceder y ese fue el momento oportuno, para que Steve y los otros avanzaran y fueran eliminándolos uno a uno.
— ¡Quieren provocar otra explosión! —gritó Adam, notando a los enemigos que ponían una gran carga de explosivos a un lado del contenedor. El oriental trató de derribarlos sin éxito por su mala ubicación.
— ¡Junior, conmigo! —exclamó Steve, avanzando.
— Tani, ayúdame a distraerlos —pidió Quinn, buscando una posición en la que los malos se concentraran en ellas y olvidaran a los dos que avanzaban. El capitán y Adam, se encargaron de cubrirlas en su avance.
Muchos de los malos estaban muertos, y había algunos heridos que estaban siendo detenidos por el SWAT y la Policía. Mientras, el Five-O estaba concentrado en acabar con los tipos que aún resguardaban el contenedor o que buscaban hacerlo explotar. Lo bueno es que ahora, estaban en un enfrentamiento con la sargento, y la oficial Rey. Junior había encontrado un soplete y Steve se puso a trabajar con él. Las chispas hicieron entender a sus compañeros lo que pretendían; el plan era hacer un agujero en el extremo contrario del contenedor, para que aquellos que estuvieran dentro pudieran salir, tratando de no ser notados.
— Creo que ahora extraño al McGarrett que era más arriesgado, él ya hubiera acabado con todos estos locos con alguna loca maniobra —opinó el capitán recargando su arma.
— Sí, yo también; pero me alegra más que no quiera dejar viudo a Danny.
— Tienes razón, amigo. Terminemos con esto de una buena vez.
Lou se acercó a sus compañeras y se puso a disparar sin pausa. Adam, llamó a un par de agentes del SWAT, para que lo acompañaran hasta donde estaban Steve y Junior y se pusieron en posición, por si los malos se deban cuenta. El golpe del trozo de metal roto fue camuflado por el ruido de los incesantes disparos.
Los rehenes fueron abandonando su prisión, custodiados por los agentes. Lukela y su gente, formaron una barricada para que las personas continuaran avanzando, hasta un lugar seguro.
Tani disparó acertadamente. Quinn fue por el segundo y el tercero, logró activar la carga. La orden de alejarse, provino del hombre de Chicago y nadie necesitó que lo repitieran. El último individuo cayó por la explosión.
— ¿Todos vivos? —preguntó Junior, que nuevamente había ido a dar al piso junto con otros agentes y rehenes, y recibiendo una afirmación de todos.
— Sacamos a todos los del segundo contenedor, ¿qué hay del primero?
— La policía está revisando, ¿estás bien, Steve?
— Perfectamente, Adam —como todos, estaba cansado y algunos pequeños raspones a la vista.
— Son casi niñas en su mayoría —observó el capitán, mirando a las personas rescatadas.
— Sólo por traerlas, han cobrado una fortuna y seguramente iban a explotarlas para obtener más —dijo Tani.
— No sólo las trajeron de fuera, de seguro encontraremos algunas que desaparecieron aquí —siguió Junior.
— Steve, ¿se encuentran bien?
— Sí, Duke. Llegaron con lo justo, ¿qué sucedió?
— Nadie nos avisó. Unos hombres vieron la explosión desde su barco, nos llamaron y acudimos. Iré a la estación y me pondré a verificar personalmente.
— ¿Hay bajas civiles en el otro contenedor? —cuestionó Quinn.
— Afortunadamente no, sargento.
— Bien, ten cuidado, Duke y gracias —agradeció el de Chicago.
— ¿Para qué cuidar un contenedor vacío? —cuestionó Tani— ¿Una distracción para nosotros?
— Tal vez —respondió Junior— O tal vez, ellos no sabían que estaba desocupado.
— Pudieron haber llevado a esas personas a otro sitio —añadió Adam.
— Por ahora es todo, vámonos —ordenó el comandante. Casi todos obedecieron.
— ¿En serio estás bien, Steve? —volvió a cuestionar.
— Lo estoy, Adam.
— ¿Seguro? —cuestionó desconfiado.
— No le vayas a decir a Danny —rogó, mostrando una quemadura del soplete en la parte posterior de su brazo.
— No lo haré; pero mejor vamos al hospital a que te curen eso —McGarrett no protestó.
Luego del operativo, todos se fueron a comer y a beber unas cervezas en el restaurante del barrio chino. El capitán de fragata, aseguró que Adam y él los alcanzarían pronto, pues quería hablar con ellos. Y cuando la reunión se llevó a cabo, nadie estaba sorprendido por lo que escuchaban.
— Ya te habías tardado, McGarrett. Tú y nuestro Danny, se deben tiempo juntos.
— Apoyo a Lou —dijo Tani— Además, apuesto que se muere por tenerte a su lado y usarte de almohada —agregó con tono picaresco, ganándose una mirada de incredulidad del comandante.
— ¿Entonces vivirán juntos?
— Aún no lo sé, Junior —contó Steve— Al menos quiero que vivamos en la misma ciudad y, de ser posible en el mismo edificio; pero aún hay cosas que aclarar y también quiero respetar su tiempo y espacio con Charlie. Él no ha hablado todavía con sus hijos sobre nosotros, y entiendo sus razones. Además, está su trabajo y no quiero que piense que sigo siendo un maldito controlador.
— Quizás debas hacer un viaje antes de mudarte definitivamente, —sugirió Quinn— aclarar lo que falte aclarar y así no irte a la deriva.
— Pienso igual —admitió Adam— Además, ya ha pasado un año y casi cinco meses desde que está en NCIS, y quizás quiera irse a Jersey, cuando deje su unidad y tú... Sabemos que no te gusta Jersey.
— Chin me dijo que le ofreció trabajar con él, si se cansaba de NCIS o si ya no había una nueva invitación para quedarse. De ser así, nos moveríamos a San Francisco.
— Sí. Definitivamente tienes que hablar con él —intervino Kamekona, sorprendiendo a todos, pues extrañamente nadie lo vio acercarse— No querrás que alguien más te lo gane de nuevo, ¿o sí? Cómprale unas bonitas flores, y arrodíllate frente a él y dile que le seguirás hasta el fin del mundo.
— Estamos hablando de Danny, Kamekona —intervino el capitán, luego de un sorbo a su bebida— No creo que unas flores sirvan con Williams.
— No lo sé, Lou, —intervino el oriental con aire burlesco— creo las flores no son mala idea. Sabemos que, si fuera por Steve, aparecería con su uniforme camuflado, su cara pintada como si estuviera yendo a la guerra y soltaría un discurso con términos que sólo él entendería.
— Y si hablamos de un anillo, apuesto que lo mandaría a hacer del seguro de una granada y usaría un cartucho vacío como estuche —siguió Quinn, dejando al comandante más estupefacto que nunca.
— ¿Papá y mamá han hablado de casarse? —cuestionó Tani, demasiado emocionada.
— A ver, creo que nos hemos desviado del tema —dijo Steve algo nervioso.
— Por supuesto que no, McGarrett. Si vas a vivir con nuestro chico, tienes que pensar en hacerlo de forma oficial.
— ¿Qué? Apenas estamos iniciando. Una boda ahora, sería muy rápido, ¿no creen? Y no digo que no quiero hacerlo, yo estaría feliz de que lo llamen señor Daniel McGarrett —y las risas no se hicieron esperar.
— ¿Daniel McGarrett? —se burló el capitán con una gran carcajada— Amigo, creo te has golpeado la cabeza. Es más factible que tú te conviertas en Steve Williams, a que él lleve tu apellido —el comandante de nuevo se vio atónito.
— Lo digo por tu bien, Steve. Si van a casarse, sólo conserven cada uno su apellido —opinó Adam.
— Lo siento, comandante —añadió Junior, aguantando la risa e interrumpiendo lo que el hombre iba a decir— Hay batallas que no puede ganar.
Y luego de haber concluido el caso de tráfico de personas con un sargento Lukela atrapando al tipo responsable de la casi desaparición del Five-O, por no haber comunicado la realización del operativo a las fuerzas de apoyo, Steve nuevamente se subió a un avión. Matrimonio aún no estaba dentro de los planes; pero en algún momento, el tema saldría a flote.
Danny iba de camino a su departamento en aquel jueves. Era algo tarde y es que, en días como ese, el trabajo tampoco a él le daba tregua. En el parque que estaba cerca, vio a un hombre sentado, que él reconocería donde fuere. Estacionó en el primer lugar que encontró y a salió a su encuentro.
— ¡Steve! ¿Por qué no me dijiste que vendrías?
— Sabes que me gusta darte sorpresas.
— Si llamabas, podría haber venido antes.
— No quería interrumpir tus labores, es día de trabajo.
— ¿Pasó algo?
— No, sólo quería verte. Y no quise esperar al fin de semana, porque quizás te toca tener a Charlie y no quiero quitarles su tiempo juntos.
— Charlie no estará conmigo, tiene un cumpleaños el sábado y Rachel y la madre del cumpleañero son amigas, así que estará con ella.
— ¿Cómo está él?
— Bien. Se ha acostumbrado al colegio y sigue practicando artes marciales.
— ¿Y Gracie? Lou me ha dicho que está en Miami.
— Le va bien, es muy buena estudiante.
— Danny…
— Está bien, Steve. No he cambiado de idea, ¿y tú?
— ¡No! Te amo, no quiero volver a perderte.
— Dejaré el auto en el estacionamiento. Ve subiendo y si alguien te pregunta a quien visitas, diles que a Ben Andrew Jeffries —le entregó la llave de su hogar y Steve se adelantó, comprendiendo el motivo del falso nombre y algo extrañado, de que usara precisamente ese nombre. Mientras, el rubio llamó desde su auto, a un lugar pidiendo una pizza. Al entrar, Steve ya estaba en el sofá— Antes que llegue la pizza, ¿podrías saludarme como corresponde? —Steve le abrazó y lo besó lenta y delicadamente— ¿Y tus cosas?
— En casa de Mary.
— Si sigues así, Mary se ofenderá porque sólo vas a verla, para dejarle tu equipaje.
— Tienes razón, la próxima me hospedaré en un hotel.
— Llámame, podrías quedarte conmigo —él le besó de nuevo, tan intensamente, que Danny deseó que la pizza no llegara; pero tuvo que separarse del cuerpo del marine.
— ¿Estás herido?
— No.
— ¿Entonces? ¿No…?
— La pizza está por llegar.
— ¿Hay una pizzería cerca? Ya veo porqué vives en esta zona.
— ¡Cállate! Es buena, ya lo verás —el timbre sonó, antes de que McGarrett pudiera replicar. Cuando Danny se despidió del sonriente repartidor y cerró la puerta, la pizza le fue arrebatada de sus manos— ¡Steve! —protestó, él dejó la caja sobre la mesa.
— ¿Esperamos algo más?
— No —y Steve volvió a tomarlo en un beso, esta vez más demandante.
— Bien, probemos esa pizza.
— ¡Steve! —protestó un jadeante rubio.
— Danny, no sabes las ganas que tengo… Pero vine para que pudiéramos conversar.
— Está bien. Entonces, ¿cuál es el primer punto que quieres tratar? —preguntó poniendo dos cervezas en la mesa y bebiendo un trago urgente.
— En verdad quiero pedirte disculpas por todo.
— ¡Steve! No te disculpes. Ya te lo dije, esos diez años fueron buenos, con todo y las balas y las explosiones.
— ¿Lo dices en serio?
— ¡Sí! Habrá habido dos o tres momentos… Quizás algunos más, que no fueron del todo buenos; pero… No cambiaría nada.
— Entonces hablemos de los siguientes años —y el aire se volvió algo tenso, esta vez, ambos necesitaron de un buen trago.
— Bien. Antes que nada, sé todo por lo que pasaste y eso más lo que Mei te reveló… Bueno, sé que necesitabas tiempo para entenderlo, calmarte y dejarlo ir. Pero no esperaba que abandonaras Hawái y todo lo que tenías y aún así, traté de asimilarlo, en serio, traté de entender que requerías marcharte…, pero luego pensaba en… en aquel momento, cuando te hablé de mi retiro y tú no parabas de criticarme y de hacerme sentir mal, por no hablarlo contigo y cuando decidimos ceder el restaurante y tú dijiste que no te veías haciendo nada más, que el trabajo que amabas, bueno… Creí que estabas bien.
— En ese momento lo estaba, Danny; pero no se me cruzó por la cabeza lo que vendría después. Lo de Joe fue demasiado y lo de mi madre fue una pesadilla. Y, cuando estabas en mis brazos sangrando… Nunca había sentido tanto miedo y no pude soportarlo más. No pude soportar que alguien te lastimara por mi culpa, que te usara para conseguir algo de mí. Y faltó tan poco para perderte —susurró cerrando los ojos.
— Pero llegaste a tiempo, me sacaste de allí. Y, en todo caso, fue culpa de Doris, no tuya. Perdóname; pero…
— Sé lo que quieres decir. Creo que ella… Siempre tenía que hacerlo todo de forma tan… complicada… Tan misteriosa… ¿Y para qué? Coordenadas para hallar dinero… Era más sencillo que lo depositara en un banco en el extranjero y que ellos me llamaran. Nunca debiste correr peligro por algo así.
— Y yo que me quejaba, creyendo que era a ti a quien le gustaba hacer de todo, una misión. A su lado, tú eras un novato, Steve... Y luego… Pensar que muy probablemente, no volvería a verte…
— Te dije que no me iría para siempre.
— Sí, aunque…
— Creíste que estuve con Catherine todo el tiempo.
— Y así era y no quisiste decírmelo.
— Salí de la isla con ella. Me sorprendió en el avión. A pesar de mi decisión de marcharme, hubo un momento de duda, dos en realidad… Tu mensaje sí tuvo efecto. Yo también ya te estaba extrañando. Ella fue un apoyo en ese momento. Fuimos a Montana.
— Al rancho de Joe.
— Me acompañó hasta allí… Hablamos poco y luego, ella tenía que regresar a su trabajo. Y de pronto, yo estaba tan agotado, que pasé días enteros durmiendo y los siguientes soló caminé por ahí; hasta perdí la noción del tiempo. Intenté hacer algunas reparaciones a ese lugar; pero luego me dije que era momento de salir. Estar allí me estaba acabando y vine a ver a Mary y a Joan. Y volví a encontrarla, no sabía que estaba aquí, era Día de Acción de Gracias.
— Vaya casualidad, ¿no? —dijo irónico, bebiendo luego un trago.
— Mary dijo casi lo mismo y en el mismo tono —fue su turno de beber. Hubo un poco de silencio, Danny parecía meditar.
— Catherine te estuvo vigilando desde que decidiste dejar Hawái, Steve —el moreno frunció el ceño— Cole le dijo todo y al verte, claro que notó tu malestar. Estaba preocupada, sí, pero también quería volver contigo. Parece que, por mucho tiempo, no se animó a regresar a la isla. Al estar fuera de Hawái, estaba segura que tenía más posibilidades de que la aceptarías y no se equivocó, ¿o sí? Por supuesto, también quería que le pusieras ese anillo en su dedo.
— ¿Cómo sabes todo eso? —silencio— ¿No vas a decirme?
— Es información clasificada —dijo con una sonrisa y Steve bufó. Había una pregunta silenciosa allí que, sin duda, era una molesta espinita para el rubio.
— Hace tiempo que me deshice de ese anillo.
— ¿Y cómo se supone que le ibas a pedir matrimonio sin uno?
— Debo confesar que fue más una plática, no hubo una propuesta en sí. La verdad, —sonrió— sabía que ella se iría de nuevo por su trabajo, que Hawái sólo significaba vacaciones, no un hogar. Si lo buscó, obviamente no lo encontró.
— Pero la querías. Volviste con ella.
— Fue como tú con Rachel. La quise a pesar de todo, y al ver a mi hermana con Joan y recordarte a ti con Charlie y Grace, despertó en mí el deseo de tener lo que ustedes tienen y vi en Catherine mi última oportunidad de ser padre y pensé en hacerlo, pero de forma correcta. Sin embargo, nada estaba saliendo bien —Danny se debatió entre gritarle, golpearle o mandarlo de regreso a Hawái.
— No tenías que ocultarme nada de eso, Steve. ¿Crees que no quería que tuvieras hijos? Yo quería la oportunidad de poder enseñarte a arrullar a un pequeño Stevie.
— Lo lamento, Danny, lo lamento —rogó presionando la mano del rubio— Sólo debí volver a ti y poner las cosas claras. Hice todo mal… Perdón, cariño…
— Yo siempre sentí que no importaba lo que pasaba, siempre podía regresar a ti. Siempre fuiste mi refugio. Nunca me rechazabas y creo esa fue una de esas razones por las que me enamoré de ti, grandísimo Neandertal.
— Y tú siempre fuiste el mío. Siempre fuiste tan leal.
— ¿Por qué nunca hablamos así, Steve? Sé que para ti era difícil; pero ahora, es como si no lo fuera.
— Creo que ambos estábamos cómodos con la forma en que nos queríamos. Nos entendíamos.
— Puede que tengas razón. —suspiro— Es sólo que, cuando te fuiste, fue como si me estuviera divorciando de nuevo… Como si ya no me quisieras… Cuando Kono y Chin se marcharon fue doloroso; no obstante, estabas tú. Y luego ya no y Grace también se fue y… De pronto, ya no tenía a mi lado a las personas que más quería. Creí que no volverías y cuando regresaste, seguía amándote; pero estabas con ella. Concuerdo contigo, en lo que siente Catherine con respecto a la isla, por lo que supuse que, te irías de nuevo. No sabes cuánto dolió. Lo más sano para mí era mantener distancia, guardándome lo que sentía, jugar tu juego y no responder llamadas, ni mensajes. En verdad, Steve. Tampoco podía más.
— Tengo un secreto que revelarte. Cuando te fuiste de Hawái, fui a Nueva Jersey.
— ¿Qué? Pero tú dijiste…
— Y hablé con Bridget y conocí a Stella.
— Ellas jamás me dijeron que se reunieron —una espinita llamada traición se instaló en su pecho.
— Yo les hice prometer que no lo hicieran y sabes que puedo ser muy persuasivo.
— Estamos hablando de mis hermanas, Steven.
— Tuve que hacerme pasar por pretendiente de Stella, para que el hombre que ella quería le hiciera caso. Es buen tipo, tranquilo, ya lo investigué. Probablemente recibirás la noticia de su compromiso en cualquier momento.
— ¿Y qué te pidió Bridget? —silencio— ¿Steve?
— Me hizo hacerle una promesa que espero cumplir un día.
— No entiendo.
— Conozco casi todo del Danny que vivió en Hawái; pero poco sabía del hombre que vivió en Jersey.
— No hay mucha diferencia.
— En Jersey dejaste al tipo rebelde, que solía meterse en problemas cuando lo sentía necesario, y todo para ayudar a quien lo necesitase. Yo conocí al hombre serio y siempre preocupado por ser correcto y no dar motivos que pudieran alejarlo de sus hijos. Eras un poco como yo en tu trabajo, no te importaba salir lastimado si atrapabas al malo.
Danny abrió la boca; pero se encontró con que no pudo articular una palabra, aunque su expresión decía bastante. ¿En serio este era Steve?, ¿en verdad había ido a Jersey para estudiar el entorno en el que creció?, ¿su hermana estaba casi comprometida y todo gracias a McGarrett? Y ahí estaba el idiota disfrutando, mostrando esa sonrisa satisfecha, por dejar a Danny Williams sin palabras.
La pizza había quedado olvidada, las cervezas sin terminar y sin varias otras cosas por hablar; pero tendrían tiempo. La caricia de la mano de Steve en el pelo del rubio y el posterior acercamiento hacia su rostro, más concretamente a sus labios, les hizo sentir que era suficiente y podían pasar a actividades más relajantes.
Entre besos y con cierta torpeza, llegaron a la habitación; Danny ya se había deshecho de la camiseta de Steve y sus manos recorrían esos pectorales que tanto había deseado volver a ver y tocar. En cambio, Steve, tenía sus manos ocupadas abriendo el botón del pantalón del rubio, intentando no ceder a la desesperación. Danny dejó besarle y le dedicó una sonrisa.
— Tranquilo, no voy a escapar —aseguró el detective, y Steve pudo lograrlo al fin.
— ¿Crees que esta vez te lo permitiría? —respondió, bajando el cierre para atraparlo en un beso posesivo. Y ahí estaba de nuevo, el tipo al que le gustaba tomar el control de la situación.
Pero, ¿quién dijo que el de ojos azules se lo permitiría?
De alguna manera, el comandante terminó tendido sobre la cama. Su rubio parecía haber aprendido un par de trucos nuevos; pero no tuvo tiempo de preguntar, ya que Danny se puso sobre él con una expresión juguetona, besando y dejando una marca por aquí y por allí y Steve ya tenía sus manos en las exquisitas caderas del otro, sólo presionando.
— Puedes tocar todo lo que quieras, Steve —concedió ansioso, y las manos del moreno se pasearon por los muslos, subiendo y bajando y metiéndose dentro el abierto pantalón sastre, y perdiéndose en las sensaciones que todo aquello provocaba.
Un momento después, Danny se detuvo para quitarse su propia camisa y Steve, de forma muy servicial, ayudó a enviarla lejos y puso manos a la obra en tocar y besar toda aquella firme y pálida musculatura.
— Siempre utilizando pantalones cargo —jadeó el de Jersey.
— Sólo porque sé cuánto te gustan, Danny.
— Lo admito, amo tus pantalones cargo; pero ahora sólo me estorban, así que, si me hicieras el favor de ayudarme a deshacerme de ellos, lo apreciaría —pidió levantándose. Steve obedeció sin perder detalle que el rubio también se quitaba los suyos. Ninguno ocultó las miradas apreciativas que se dirigían, cuando cada una de las prendas faltantes, desaparecía del cuerpo de otro.
Fue el de Jersey, quien esta vez se acomodó en la cama boca abajo, su rostro ladeado, apoyado en su brazo, para poder ver a su compañero y lo hacía de forma tan intensa, que Steve se propuso darle a ese hombre, todo lo que pedía. Y lo haría con todo el placer del mundo.
Los intensos jadeos y gemidos se escucharon en toda la estancia. Ninguno se guardó nada, a la hora de las caricias atrevidas o de las palabras soeces. Steve, había sido lo suficientemente hábil, para ser su primera experiencia con un hombre.
Danny, a pesar de estar cansado, estaba sentado apoyado en la cabecera de su cama, mirando a su pareja dormir, luego de tan fogoso encuentro. La sonrisa que tenía no se la borraba nada, ni nadie y sabría que sus compañeros de trabajo lo notarían y jugarían con ello; pero no le molestaba. Aunque quizás, debía pensar en cómo evadir a su jefa, porque esa mujer era tan aguda, que realmente asustaba y hasta temía que, al verla, ella descubriera lo que había hecho y le diera una charla que, de ninguna manera, el detective Williams quería tener.
De todo lo que habían hablado, Danny recapituló la parte en que Steve confesó haber visitado Nueva Jersey. Y encima haberse tomado la molestia de haber llamado a sus hermanas y convivir con esas dos. Dudaba que le hubiese gustado la ciudad; pero aún así, estaba feliz.
¿Qué cómo sabía lo que Catherine había hecho? Pues bueno, aquel sobre blanco que encontró en el hotel, días después del atentado al palacio Iolani, ya a punto de partir de la isla, contenía una carta de ella contándole todo sobre su vigilancia, sobre sus aspiraciones y sobre su deseo de que algún momento, pudieran reunirse de nuevo y conversar.
Danny, agradeció su preocupación y que cuidara al idiota Neandertal. Y no que le emocionara verla de nuevo, es más, mejor si no se volvían a encontrar; pero sólo el tiempo diría. Ahora, sólo quería disfrutar de su relación.
CONTINUARÁ…
N/A: Gracias por leer!
Chapter 33: CAPÍTULO XXXIII. RESCATE – PARTE I.
Chapter Text
El auto frenó, haciendo rechinar las ruedas y el conductor corrió hasta la escena, atravesándola, mostrando su placa a fin de no ser detenido.
— ¡Sargento Johnson!
— Teniente Kelly.
— ¿Dónde está? ¿Dónde está Sarah?
— En la ambulancia. Tiene unos rasguños y está asustada, naturalmente —dijo, mientras iban caminando hacia donde estaba la jovencita.
— ¡Sarah! —gritó el teniente y corrió hasta ella. Sarah lo abrazó llorando— ¿Estás bien, cariño? ¿Te lastimaron?
— Se llevaron a mi amiga —sollozó sin dejar de abrazarlo.
— ¿Viste quiénes eran?
— Un tipo grande... íbamos caminando por la acera y un auto estacionó a nuestro lado. El hombre salió y metió a mi amiga a su auto... Traté... Yo traté de... Grité...
— Está bien, amor. Tranquila, escucha...
— ¡Tienes que encontrarla, papá!
— Haré lo que pueda, lo prometo; pero ahora escúchame. Vamos a ir al hospital, te van a curar las heridas y tomarán muestras de tus uñas, no va a doler, lo prometo —aseguró, esperando que, de las uñas rotas, extrajeran ADN del secuestrador.
La investigación estuvo a cargo del destacamento de Chin. Él, Abby y sus otros compañeros, trabajaron incansablemente para buscar a quienes se habían llevado a Naiara Monrrow, la amiga de su hija. Chin conocía bien a los padres de la chica, a ellos también les aseguró, que haría todo lo posible para encontrar a la jovencita. Y luego de intensas horas de investigación, es como habían ido a caer en The Tenderloin, una de las áreas más peligrosas de San Francisco, siendo respaldados por la Policía local, haciendo un exhaustivo rastrillaje por toda la zona.
— ¿Encontraste algo? —preguntó Abby.
— Nada; pero, claramente, estaban aquí, hay colchonetas —respondió Chin mirando el lugar.
— No parece que salieran con prisa. Seguramente, pensaron que los indigentes y drogadictos harían desaparecer todo esto. Quizás, no es la primera vez que usan este sitio.
— Esperemos obtener ADN, y así sabremos si Naiara estuvo aquí —suspiró— Odio tener que decirle a sus padres y a Sarah, que no la encontramos.
— Todos saben que estás haciendo todo lo posible, Chin.
— Pero no es suficiente.
— Me contactaré con el FBI para ver si hay algo más, que puedan decirnos, no me importa que ellos se acrediten el éxito, siempre y cuando atrapemos a estos malditos y recuperemos a Naiara y todas las víctimas.
Chin estaba frustrado; pero estaba decidido a no rendirse. Había muchos más lugares para investigar. Ojalá pudiera comunicarse con su prima, ella no dudaría en ayudarlo; pero luego de la información que Danny le había dado, no había más pistas de su paradero. También estaba preocupado por ella.
Y mientras, en Hawái...
Steve estacionó su camioneta y procedió a meter las cosas que había comprado y acomodarlas en la cocina. Eddie a su lado, no dejaba de mover la cola.
— ¿Por qué estás tan contento? Si lo que quieres es más de los dulces que Danny te ha enviado, te aviso que casi ya no quedan, así que vas a tener que conformarte con las que te compre yo —el perrito ladró— Espero que no me estés insultando, Eddie McGarrett.
Todos parecían estar más contentos, desde que las cosas empezaron a ir bien con Danny. Sí. Hasta Eddie parecía más feliz. O tal vez sólo eran los dulces para perro, que el rubio le había mandado. Habían pasado ya cuatro semanas desde que había ido a verlo y realmente había disfrutado el tiempo con el de ojos azules, ya sea estando en su departamento, o caminando por la ciudad. O en aquel restaurante al que habían ido a cenar.
— Estás muy sonriente, Steve; creo que nunca te había visto tan contento —dijo el rubio sin levantar la vista del menú.
— Será porque ahora soy muy feliz, Danny. Y usted es el culpable, detective —respondió haciendo lo mismo— Debería hacer que lo arresten por eso.
— Puedes arrestarme tú mismo, cuando quieras —expresó y Steve lo miró unos segundos, extrañado — Yo también me siento demasiado feliz, así que no lo arruines, ¿quieres, McGarrett? Te amo.
— De las miles y miles de frases que me has dicho, esa es mi favorita.
— Si te portas bien, te diré otras frases, que seguro harán que tu ánimo se levante —indicó y antes que Steve siquiera pudiera reaccionar a esas palabras, el mesero se acercó a tomar la orden.
El vino elegido por el rubio fue traído y servido. La plática continuó.
— ¿Te gusta trabajar en NCIS, Danny?
— Sí, es interesante. Ahora ya no podrás sorprenderme con términos navales.
— Apuesto que puedo encontrar otras formas de sorprenderte cuando estemos juntos. Especialmente por las noches. Y por las mañanas.
— Eso me gustaría. Si me sorprendes con una buena cena luego del trabajo y un desayuno para aguantar el día, sería la gloria. Si haces eso, podría encargarme del postre —aseguró agitando un poco su copa.
Y en este punto, Steve sólo pudo sonreír, pues Danny realmente estaba jugando con él. No recordaba que el hombre frente a él fuera así de juguetón, aunque claro, ahora que eran una pareja, las cosas cambiaban en todo sentido. Danny podía tener miles de defectos como cualquier otra persona; pero también era la persona que le daba una paz, que no había sentido hacía mucho.
Todo lo que tenía que haber hecho desde hace años, era darse una oportunidad con él. Ahora sólo quedaba seguir y disfrutar lo que tenían.
Steve dio un suspiro y el rubio lo miró con mayor atención. A pesar de haber dicho que esperaría un poco de tiempo, no pudo evitar decirlo.
— Aceptas ser mi pareja toda la vida, ¿verdad, Danno?
— ¿Qué dices, Steve?
— No tiene que ser ahora; pero en un futuro, quiero que formalicemos.
— ¿Hablas de una boda? —el otro asintió y Danny buscó algo oculto en la mirada del otro.
— Prometo pedírtelo en la forma que mereces; pero quiero que lo consideres. Sé que la idea de casarte de nuevo, es un tema difícil para ti y aunque llevamos poco tiempo, es algo que quiero que hagamos —luego de unos minutos, el rubio respondió.
— Con cualquier otro hubiera puesto evasivas o me hubiera negado, así que puedes sentirte privilegiado, McGarrett. Mi respuesta desde ya, es sí. Aún así, quiero que cuando llegue el momento, me lo pidas adecuadamente o dejaré que Lou y Tani te den el sermón de tu vida y sabes que lo harán.
Y es así, como Steve empezó a replantear algunos aspectos antes de mudarse. Ya no necesitaría un departamento, lo correcto era una casa; además que tenía que pensar también en su perrito, pues en los departamentos, no siempre admitían caninos. A Dios gracias, que Adam quería tanto al señor Pickles. También debía buscar algo especial que representara el compromiso. ¿Un anillo? No. Podía ser una pulsera, quizás una cadena, un elegante reloj..., ya se decidiría. Y les demostraría a todos, que podía alejarse del tema marcial.
Ya había puesto a la venta el rancho en Montana. Ese lugar por más hermoso que fuera, le traía malos recuerdos y lo mejor era deshacerse de todo lo que significara lágrimas. También había puesto a la venta la casa que habitaba, no valía la pena tenerla si se iría a Los Ángeles, Danny todavía trabajaría varios meses más en NCIS.
Mary había hablado con un agente de bienes raíces y había ya un par de posibilidades. Steve había recalcado, que tenía que ser en la zona donde Danny vivía para seguir estando cerca de Charlie; pero las opciones eran limitadas.
Steve vio todo a su alrededor, había tantas cosas que revisar y empezar a empacar, así, en cuanto consiguiera un buen lugar, se mudaría de inmediato, por lo que decidió iniciar de una vez. Había resuelto iniciar en la cochera, el Mercury Marquis de su padre, iría a parar a las manos de un coleccionista, era lo mejor.
Steve miraba la caja de herramientas una vez más. Ya no había más misterios; pero sí muchos recuerdos y seguía conteniendo objetos de la investigación de su padre, aquellos que logró recuperar, claro. Tenía la intención de guardarla y no volver a verla en mucho tiempo. El sonido de la puerta y el ladrido de Eddie, le anunció que alguien había llegado, seguramente era Junior, quien se había ofrecido para ayudarlo.
— ¡Estoy en la cochera! —informó, mientras seguía observando lo que había sacado.
— Cada que miras el contenido de esa caja, lo haces de la misma forma. Deberías considerar hacer las paces con lo que hay en ella de una buena vez.
— ¡Danny! —exclamó y se apresuró a abrazarlo muy afectuosamente.
— Mary me ha dicho que vas a vender esta casa y que ella te ha dado su permiso —contó el rubio separándose del abrazo.
— No tiene caso conservarla si voy a mudarme a...
— Los Ángeles es muy bonito, aunque no tanto como Jersey —interrumpió— Y, por otro lado, Hawái tiene unos atardeceres hermosos, que no he podido olvidar y más lo son, si estás sentado a la orilla del mar, con una cerveza y la compañía de un amigo peludo y del idiota al que uno ama.
— ¿Quieres decir que...? ¿Y NCIS?
— Bueno, mi tiempo allá iba a ser de sólo un año; pero, ciertamente se alargó. Sabemos que ha habido varios casos de nuestra jurisdicción en territorio hawaiano, así que han decidido abrir una sede de NCIS aquí.
— Algo había oído; pero no sabía que ya era un hecho.
— Aún falta ciertos detalles. Burocracia, ya sabes.
— ¿Entonces?
— Five-O es la unidad que más peso tiene en la isla y que también se ha ocupado de casos concernientes a personal del estamento naval, por lo que, gracias a esa experiencia, creen que sería bueno establecer un acuerdo entre ambas unidades. Yo sería trasladado aquí, a la nueva unidad, y sería el enlace entre ambos destacamentos por el tiempo que me falta. Así, cuando Five-O necesite de la ayuda de NCIS, no habrá problema en compartir información y viceversa. Y al terminar mi tiempo..., yo podría hasta regresar a Five-O, Steve. Así que, si usted está de acuerdo, comandante, me gustaría que se comunicara con el jefe adjunto, para hacer oficial el convenio y... —Steve estaba llorando de alegría, para sorpresa del rubio— ¿Esas lágrimas quieren decir que estás de acuerdo?
— ¿Lo preguntas en serio? ¡Sí! ¡Por supuesto, Danno!
— No me llames Danno, estoy molesto contigo. Otra vez —protestó alejándose.
— ¿Pero qué hice ahora?
— Me ocultaste tu regreso a Five-O —el más alto se había olvidado de ese detallito, por lo que estuvo a punto de ponerse de rodillas y rogar piedad— Cuando aún estaba aquí, la gobernadora quería que volvieras y me pidió reiteradas veces que te convenciera. Si no lo hice, fue porque pensaba que estabas cansado de todo.
— Lo siento, Danny. Siempre quise regresar..., no al ritmo de antes; pero... Las cosas no estaban bien y ustedes ya tenían su manera de trabajar sin mí, por eso decidí no entrometerme.
— Debí suponerlo, un GI Joe como tú, no puede estar sin acción. Fue demasiado ingenuo de mi parte, pensar que todo este tiempo estabas a salvo y lejos de las balas y explosiones.
— No quería que te preocuparas.
— Sí, bueno, ya luego iré a torturar a Adam y a los otros, por no decírmelo.
— Les pedí que no lo hicieran. No fue con mala intención, Danny. Perdón, amor.
— No me llames amor. Hay otra cosa por la que también estoy molesto y tiene que ver con esta casa. Me opongo a que la vendas. Este lugar significa mucho para ti y también para mí. Quizás podríamos hacer algunos cambios, ver si podemos aumentar un par de cuartos para cuando Grace venga de visita, porque seguro Charlie no querrá compartir. Y definitivamente vamos a mejorar el sistema de seguridad. También podríamos cambiar el color..., remodelar la cocina... No sé. Podría comprar la parte de la casa que a Mary le corresponde y ayudar con el rediseño; pero asegurándole, que siempre tendrá un espacio aquí.
— Me encanta eso; pero lo que... ¿Me dejarás ver a los niños?
— He hablado con ellos y Charlie se muere por verte. Grace está algo enojada todavía, y está esperando que te disculpes personalmente; pero eso sí, te va a costar que te perdone. Ella está ahora en Los Ángeles, vendrá en dos días con su hermano, así que prepárate.
— Lo haré, me pondré de rodillas de ser necesario. Haré lo que sea.
— Me alegra oírlo. Quiero que hagan las pases, porque voy a necesitar tu ayuda, para ahuyentar a su novio con el que apenas lleva cinco meses y el tipo ya quiere llevársela. Él dice haber recibido una invitación para unirse a los Delta Force, y ya hasta le ha hablado de matrimonio, ¿puedes creerlo?
— ¿Qué? ¡De ninguna manera voy a permitir algo así! Primero, Grace tiene que terminar sus estudios antes de pensar en casarse. Segundo, ¿Delta Force? ¿Cuántos años tiene el idiota? ¡Dime cómo se llama el tipo, voy a hacer que lo manden al Medio Oriente!
— Haremos eso en último caso, Steve. El chico es de las Fuerzas Especiales, se llama Alex Mitchell y tiene 22 años.
— ¿Y cómo conoció a Grace?
— Él es el hermano de una compañera suya. La verdad, si Grace quiere casarse, prefiero que lo haga con Will. A él al menos puedo tenerlo vigilado.
— Pues vamos a empezar a planear su reencuentro. Algo sutil primero. Recuerda que antes debo ganarme su perdón. Podemos organizar un almuerzo familiar y congregar absolutamente a todos y al verse, ellos tendrán que conversar y...
— Me parece un buen plan —aceptó Danny acercándose y besándole suavemente, con actitud mimosa y que hizo derretirse al más alto.
— ¿Le gustaría ir a ver un atardecer, sentado a la orilla del mar con una cerveza, la compañía de un amigo peludo y con el idiota al que ama?, ¿o acaso prefiere ir a nuestra habitación, señor Williams?
— ¿Entonces ya es nuestra? ¿No venderás la casa?
— Contigo aquí, de ninguna manera.
— Hoy escogeré la habitación, no he dormido nada en el viaje. Y, además, pretendo tomarme la revancha de todo lo que me hiciste el día antes de tu regreso. Apenas y podía moverme y mis compañeros pensaron que me había metido en una pelea por los moretones que tenía.
— ¿Debo llamar a Junior para que se lleve a Eddie?
— Ya me encargué de eso; pero tuve que prometerle que mañana iremos a almorzar con él y Tani. Te juro, Steve, que esos dos hubieran estado felices si los hubiéramos adoptado.
— Grace y Charlie tus hijos; Nahele pudo ser el mío, no sé porque nunca me decidí, pude haberle dado un hogar a ese chico. Y Tani y Junior serían de ambos. Pudimos llegar a tener cinco hijos, Danny —su expresión fue de incredulidad, risas y miedo.
— De alguna manera los tenemos. Tú siempre te has preocupado por mis niños y hace poco actuaste como yo, cuando se trata de mi princesa y aunque ella no lo admita, sé que quiere verte. Sé también, que las cosas con Nahele están bien, porque también hemos mantenido contacto. Junior te pide consejo y busca tu aprobación para muchas de las cosas que hace y a mí me llama para pedirme consejo, cuando pelea con Tani. Y Tani me llama cuando no sabe cómo lidiar con las manías de SEAL que tiene Junior y te busca a ti, para quejarse de él —terminó con una sonrisa y Steve no supo que decir.
— Tienes toda la razón, Danny —admitió abrazándole y regañándose nuevamente y lamentando sus errores, una vez más.
— Steve, deja de pensar y vamos a nuestra habitación. No te imaginas las ganas que tengo de arrancarte esos malditos pantalones cargo.
Y entretanto, en Los Ángeles...
Un nuevo caso había llegado a NCIS. Un marine asesinado, fue hallado detrás de un contenedor de basura, con claros signos de haber sostenido una pelea. Cerca de él, unos zapatos de mujer con el taco roto. Los forenses también encontraron caballeros rubios sobre el uniforme del cadáver.
— ¿Ya tenemos el resultado del laboratorio? —preguntó Callen, tiempo después de haberse presentado al lugar de los hechos.
— Acaba de llegar —respondió Kensi— El ADN encontrado en los zapatos y el cabello son de una joven llamada Olivia Neeley, es de Texas y su nombre aparece en un reporte de persona desparecida.
— ¿Cuántos años tiene? —preguntó el más fornido, al ver la fotografía.
— Tiene 16. Tenía 14 cuando la secuestraron. No tiene parentesco con el marine —siguió la chica.
— ¿Entonces, es...? —tanteó el policía.
— Probablemente, prostituta. Y no por elección —terminó Callen— Esto no se ve bien.
— ¿Dices que ella lo mató para escapar, G? ¿Una niña mató a un marine entrenado con dos puñaladas?
— Todavía no tenemos el informe forense, Sam; quizás ella logró drogarlo, y estando atontado, pudo atacarlo y huir. El marine tenía su billetera y su reloj, ella no tomó nada, sólo huyó —respondió su compañero.
— Si hizo eso para escapar, debe de estar escondiéndose ahora y será difícil encontrarla. Hasta su proxeneta debe estar buscándola y no estará contento. Ella corre peligro —siguió el rubio, interrumpiendo el momento tenso entre los otros.
— Eric y compañía están analizando los videos de la zona, a ver si encuentran la ruta por donde se fue; aunque no había cámaras donde hallaron el cuerpo —intervino Kensi.
— El historial del marine está limpio. No se ve del tipo que solicita servicio de jovencitas —indicó Deeks, observando una serie de archivos en la Tablet— Encontraron su teléfono con él y también están revisando su registro de mensajes y llamadas.
— Tengo algo —informó Sam, luego de recibir el mensaje de Eric— Es una dirección, en Mission Hills. Cámaras captaron a la chica rondar por ahí.
— Quizás conoce a alguien por esa zona —dijo Kensi— Deeks y yo iremos a ver.
La pareja de agentes se dio a la tarea de investigar, preguntando a personas de la zona. Muchos de ellos parecían no querer hablar y alguien dijo que vio a una chica corriendo con actitud nerviosa, hacia una casa en una calle cerrada.
— No parece haber nadie —dijo el rubio, observando por la ventana, el lugar apenas tenía una mesa y un par de sillas desvencijadas. Su compañera estaba más atrás, tratando de distinguir algo en el piso superior.
— La cortina se movió, está arriba; creo que nos ha visto —informó y ambos hicieron lo necesario para entrar.
Al llegar al piso superior, sin encontrarse a nadie, avanzaron y cuando entraron al cuarto donde la agente Blye creyó haber visto algo, no había nadie; supusieron que se había escondido.
— ¿Olivia? ¿Estás aquí? —preguntó el detective— Puedes salir, está bien, no te haremos daño.
— Olivia, no estás en problemas; pero sal por favor, somos de... —ella le dio una mirada a su compañero.
— Soy policía, mi compañera y yo queremos ayudarte —el hombre señaló una puerta, era el único lugar posible para esconderse y un pequeño ruido del interior, les hizo saber que tenían razón— Olivia, voy a abrir la puerta del armario lentamente, ¿sí? Todo está bien.
La reacción de la joven, fue naturalmente de miedo e intentó huir, sin éxito. Kensi ya la tenía sujeta.
— Cálmate, está bien —pidió la chica.
— ¡No hice nada!
— Tranquila —la más alta luchaba para no lastimarla; pero Olivia se removía mucho.
— ¡Por favor!, sólo quiero irme a casa.
— En Texas, ¿verdad? Buscaremos a tus familiares y te llevaremos con ellos, tranquila —dijo el rubio, bloqueando cualquier nuevo intento de fuga.
— ¿Lo harán?
— Sí, tranquila, sólo ven con nosotros —pidió la morena con una expresión tranquilizadora. Un ruido de la puerta principal abriendo los alertó, la chica volvió a temblar.
— ¿Hay alguien contigo? —cuestionó el agente.
— No... Se supone que se fueron... La escuché a ella decir que se iban hoy a mediodía, en un avión.
— ¿Por eso regresaste aquí? —preguntó la agente, la chica afirmó.
— Quédate con ella, Kensi.
El rubio se puso en la puerta, sujetando firmemente su arma y la agente encerró a la chica en el baño, pidiéndole que no saliera hasta que ella se lo pidiera.
— ¡Alto, policía! ¡No se muevan!
— ¡NCIS! Calma —gritó Deeks. Por un momento, todos se quedaron quietos.
— ¿Qué hacen aquí? —gruñó el uniformado, reconociéndolos.
— Lo mismo preguntamos —pidió Blye.
— Estamos siguiendo un caso de trata de personas, tenemos pruebas de que una de las mujeres que maneja a las chicas, fue vista en este lugar.
— Pues ya no está —informó el rubio.
— ¿Quién está en el baño? —cuestionó el recién llegado.
— Es una de las víctimas —informó la agente.
— Bien, voy a llevármela.
— La necesitamos, tenemos un marine muerto y ella es quien puede ayudarnos a resolver el caso —intervino ella.
— No pueden interrogarla, es una menor. Necesita ir al hospital a que la examinen.
— No será tratada como sospechosa, sólo queremos que nos ayude y luego entregarla a su familia —indicó Marty Deeks.
— Esa es labor de la policía. Y también necesitamos que nos ayude a identificar a los que están tras esto.
— Déjenos hablar con ella. Al acercarnos, creamos un lazo, confía en nosotros. Envíe alguien de servicios sociales, los mantendremos al tanto —el otro no estaba muy contento.
— Está bien, agente Blye.
Kensi y Deeks, llevaron a la chica hasta el cobertizo; a ella el lugar le pareció desagradable, era un lugar como en el que había estado encerrada. La pareja intentó calmarla ante la mínima señal de miedo. Sólo Kensi haría las preguntas.
— Dinos que pasó con el marine, por favor —pidió la amable morena— ¿Te hizo algo? —ella negó.
— Bien. Entonces, ¿cómo lo conociste?
— No sé quién era. Yo... Sólo...
— Está bien, sólo dilo.
— Ivonne me llevó hasta un hotel..., cerca de allí... El tipo era desagradable; pero pagó bien... —esa niña necesitaría mucha terapia— Me metí al baño y… salí por la ventana... Corrí; pero hice ruido y… y choqué con un hombre con uniforme, le rogué por ayuda... Ivonne y el tipo que conduce el auto que nos lleva a donde lo pidan, me estaban persiguiendo. El hombre de uniforme me dijo que corriera, que él se encargaría de detenerlos.
— ¿Cómo era el hombre que te perseguía? ¿Puedes describirlo? —ella negó asustada, pues sólo quería olvidar el horrible rostro del hombre.
— No volverá a lastimarte, lo atraparemos y lo encerraremos de por vida —ella aun dudó; pero aceptó— ¿También podrías describirnos a Ivonne? —asintió.
— Ivonne es mala... No le importa que nos maltraten.
— No volverá a hacerte daño. Gracias por ayudarnos. Pronto vendrá una persona e irá dibujando lo que le digas. Tus papás están en camino.
— Tengo miedo de verlos... —y vergüenza, claro.
— Ellos están ansiosos de verte, nunca dejaron de buscarte.
La chica se quedó con la trabajadora social, mientras los agentes fueron a buscar a sus otros compañeros.
— Su recuperación va a ser difícil —dijo Sam. Por supuesto, ambos escucharon la conversación anterior— En cuanto tengamos los retratos, buscaremos a ese tipo, y si el encuentro primero, o a ella, voy a matarlos —siseó el hombre fornido.
— Si los matas, sería un desperdicio. Seguramente tienen más chicos encerrados en algún lugar —intervino Callen con enojo.
— Olivia dijo que los escuchó decir que se irían... Quizás ya lo hicieron.
— ¿Dejando a una chica que puede identificarlos? No creo que sean tan estúpidos para eso —indicó el policía— Probablemente el hombre que buscamos, mató al marine y ahora está buscando a Olivia.
— ¿Qué hay del tipo que pidió los servicios de ella? —preguntó Kensi.
— Por lo que sabemos, Olivia no llevaba mucho tiempo corriendo. Con en esos zapatos, sería difícil, el hotel tiene que estar cerca. Pasaré el dato a la policía —afirmó el rubio.
Con el pasar de las horas, los retratos fueron acabados y comparados con la base de datos, arrojando prontos resultados. El hombre, casi del tamaño del SEAL, estaba quedándose en un cuartucho de hotel barato. Ninguno de los agentes fue amable al momento de arrestarlo y G y Sam insistieron en hacerse cargo del interrogatorio, no sólo para hacer que confesara el asesinato del marine, sino para sacarle toda la información acerca de Olivia y las demás víctimas que, seguro conocía.
Mientras, en el centro de operación, los demás habían sido citados por Eric, para darles a conocer los datos obtenidos.
— Chicos, —habló el nerd del grupo— parece que la tal Ivonne, salió de Los Ángeles antes de que se emita la alerta; las cámaras la captaron en el aeropuerto, aunque la toma no es muy buena. Sabe ocultarse. Partió a San Francisco, ya debe estar allá. También pude recuperar mensajes borrados del celular del tipo que detuvieron. Hay algunos nombres; pero no hay modo de saber si son reales. También encontré unas fotografías, posiblemente son víctimas y en una de ellas es..., bueno...
— ¡Habla ya Eric! —pidió Deeks, y el mencionado puso una fotografía en la pantalla.
— Tenemos que comunicarnos con San Francisco y Hawái, de inmediato —indicó la agente.
CONTINUARÁ...
N/A: Este es uno de los que más he modificado y es que decidí aprovechar el anuncio de NCIS Hawái. Tengo entendido que han seleccionado ya algunos actores, aunque no me enteré de los detalles o si el proyecto sigue adelante. Como sea, eso me sirvió para hacer regresar a Danny a Hawái. Es la recta final.
Gracias por leer!
Chapter 34: CAPÍTULO XXXIV. RESCATE - PARTE DOS
Chapter Text
Danny había accedido a acompañar a Steve al trabajo y ahora estaba cómodamente sentado en uno de los sofás de la oficina del más alto, revisando algunos mensajes en su celular. Steve interrumpió su labor y miró seriamente a su pareja.
— No he dicho nada —se defendió el detective, ante la mirada inquisitiva.
— Te diviertes viéndome hacer informes.
— No me divierte; pero sí me alegra verte cumpliendo con tus obligaciones, en lugar de sólo delegarlas.
— ¿De qué hablas? Siempre he hecho mis informes.
— Eso es no es cierto y lo sabes muy bien. Y no creas que, cuando regrese, voy a hacer tu trabajo, Steven; no te servirá ninguna excusa para librarte.
— Yo jamás puse excusas, Danny. Si decía que tenía una reunión era porque así era. Y no creas que no valoraba tu ayuda. De hecho, apreciaba que lo hicieras y mucho.
— Cariño, no vas a librarte de hacer tu trabajo por más halagos que me hagas. Y también te advierto, que no vas a conducir el auto, salvo usemos tu camioneta.
— ¿Me estás castigando?
— Un poquito. Digamos que te has portado muy mal en los años anteriores, y es momento de afrontar las consecuencias —Steve no estaba tan seguro del alcance de esas palabras; pero la sonrisa que Danny tenía, demostraba que no sería drástico. O no tanto. Como sea, se levantó de su silla y se acercó al de ojos azules, para darle un beso y volvió a sus quehaceres— Tampoco creas que me vas a comprar con besos —¡oh! Steve tenía al frente, a alguien que no le perdonaría sus travesuras, sólo dándole flores y chocolates. Evidentemente, tendría que ser más creativo, porque conociéndose, seguramente pronto se metería en algún problema— ¿Cuál fue el último caso?
— Tráfico de personas. Muchas traídas de otros lados y otras raptadas aquí —dijo pasándole el expediente— Las trasladaban en un contenedor, aunque creemos que eran dos. No pudimos dar con el segundo.
— ¿Atraparon a alguien importante?
— No. Aunque obtuvimos algunos datos en el interrogatorio y pasamos todo el informe al FBI —Danny ojeó el expediente. Esos casos siempre fueron sumamente difíciles y frustrantes, porque por más operativos que hicieran, personas que detuvieran y víctimas que rescataran, siempre habría más de todo. Era un problema de nunca acabar. Su teléfono sonó y apenas contestó, su rostro adquirió un semblante serio y Steve puso en él toda su atención.
— Espera, ¿podrías repetirme eso, Kensi?... Sí, de acuerdo. Envíame lo que tengas al cuartel del Five-O —el rubio colgó y se levantó presuroso.
— ¿Pasa algo?
— Llama a todos, estaré en la computadora central, comunicándome con Chin.
— ¿Puedes decirme qué sucede, Danny?
— Tu caso de tráfico de personas, tiene relación con un caso en Los Ángeles y con otro en San Francisco; muy probablemente, también con el trabajo de Kono —Steve obedeció de inmediato.
Tiflis, capital de Georgia, es una de las ciudades con mayor índice de prostitución. Es allí, desde donde personas, muchas de ellas niños y adolescentes, son enviados a otros países para ser explotados sexualmente. Según la información enviada desde Los Ángeles a San Francisco y a Hawái, más los datos que cada destacamento había obtenido, el contenedor que Five-O había detenido en el último caso, había provenido de aquel lugar y debía llegar a Turquía. El segundo contenedor iba rumbo a China, no hizo escala en la isla y es por eso que la unidad no pudo hacer nada. Sin embargo, esta información fue crucial para el jefe del destacamento de San Francisco, quien se dirigió hasta aquel país, esperando encontrar a la amiga de Sarah. Adam y Tani, obtuvieron el permiso para actuar como el apoyo del teniente.
El resto de los integrantes habían tomado la decisión de hacer una investigación algo más particular. Era sabido que, de comunicárselo a las autoridades respectivas, las cosas irían demasiado lentas y el tiempo era crucial. Aquella fotografía enviada desde NCIS, había preocupado mucho al detective, al comandante y al capitán. Si bien, Adam también tenía un semblante terrible, había indicado que, encontrando a la chiquilla que Chin buscaba, también podrían dar con personas que quizás sabrían el lugar exacto, donde había sido tomada esa fotografía. Toda información valía; pero Danny y su pareja, no iban a quedarse esperando, así que prepararon las maletas.
Bares, hoteles, saunas. Cualquier lugar en áreas turísticas, servía para encontrar a alguien que ofreciera diversión, a cambio de una determinada suma de dinero. Steve y Danny fácilmente pasaron por turistas; ambos con la consigna de conseguir información a como diera lugar. Amenazas, chantaje, lo que fuera. Era realmente extraño y asqueroso todo ese mundo. Una mujer de aspecto deplorable, les había ofrecido una especie de menú, donde chicas chicos, estaban clasificados según su raza y edad. Por supuesto, la primera opción era ver entre las personas asiáticas, ya que la persona que buscaban, pasaba perfectamente por una; pero una y otra vez habían fracasado, y no habían conseguido lo que buscaban.
Era momento de usar algo más del estilo de McGarrett.
— Veo que conseguiste algo —dijo el rubio, entrando a ese cuartucho y viendo al hombre amarrado en aquella silla, con los ojos vendados y claramente golpeado.
— Sí; pero no dice mucho. Todos parecen sufrir amnesia cada que se les pregunta algo de buena manera. Y este tipo realmente me hizo enojar, ¿quieres intentar tú?
— No, debo ir al cajero. Gasté lo último que tenía en hacer un pago; pero creo que valió la pena. Nos vemos más tarde.
Steve llegó al cuarto de hotel, luego de haber acabado con el interrogatorio. Y sin Danny a la vista, se metió a la ducha; esperaba que la información recientemente conseguida los guiara por fin, al camino correcto. Estaba harto de esos bares; no sólo tenía que tratar con gente desagradable, comportamientos vulgares, sino que también había sido testigo de cómo su compañero, había recibido propuestas de toda índole, y también Steve. Y el hecho de estar en una relación, hacía que uno quisiera apartar al otro de esas personas y así, sólo perjudicarían la investigación. Y no era momento para ese comportamiento, así que siguieron con la fachada de ser sólo un par de turistas, y seguirles el juego a esos depravados, al menos un momento. Cualquier contacto, era jugar a la ruleta rusa y la salud de ambos, podría peligrar debido a alguna enfermedad que, obviamente, ninguno estaba desesperado por adquirir.
Dejó de secar su pelo y miró las dos camas. Puso sus manos en la cintura y una expresión molesta. La puerta se abrió, dando paso al hombre de Jersey que se quedó observando apreciativamente al hombre alto, que tenía una toalla en las caderas y algunas gotas de agua resbalando por sus músculos.
— Definitivamente me gusta lo que veo.
— Y no te culpo créeme; pero me gustaría que lo demostraras acercándote —el rubio dejó las bolsas de comida sobre una mesa e hizo lo que el otro le pidió, saludándolo amorosamente, a pesar del agotamiento.
— ¿Estás bien, Steve?
— No sé si bien sea la palabra correcta.
— Entiendo, no está siendo sencillo.
— Realmente no comprendo esta vida, Danny. Esos lugares a los que vamos… Hay personas adultas, jóvenes, incluso parejas que buscan servicios de prostitutas ya sea para ambos o sólo para alguno, y no les importa contraer algo y las condiciones de esas habitaciones son... Y cuando veo que alguien te mira de forma morbosa, siento que quiero ir y torturarlo.
— Así que mi pareja no sólo está frustrada, sino que también está celosa —comprendió— Pues no eres el único que siente eso, Steve; pero no es momento para pensar en eso. Tú y yo sabíamos dónde nos estábamos metiendo y no podemos detenernos.
— Lo sé; y encima ni siquiera puedo abrazarte por las noches, porque tenemos camas separadas.
— Pues juntémoslas y asunto arreglado, yo también quiero estar cerca de ti mientras podamos. Todo esto también está afectándome.
— Tenemos casi quince minutos, antes de hablar con Chin y Adam.
— Déjame darme una ducha, aún tengo olor a tabaco del bar.
— ¿De casualidad necesitarás ayuda con el jabón? —Danny no pudo más que reír y con una seña, le indicó que lo siguiera.
Chin había dado buenas noticias. Habían logrado rescatar a la chica y a varias otras y de paso, habían conseguido más información sobre el modo de proceder de los traficantes. Ciertamente, Georgia era una especie de ciudad distribuidora; pero no era la única. Florida también estaba en la lista de países con mayor índice de tráfico de personas. La fotografía obtenida, había sido tomada allí, según las palabras de la mujer que Adam indicó como Ivonne, se tomó hace como un año. La chica que, Ivonne llamó con otro nombre, había caído en la organización de la misma forma que muchas y aquellos golpes y cortaduras, fueron el resultado de la etapa conocida como la de doblegar.
Todos tenían una expresión que reflejab,a el amargo sentimiento que les inundaba.
— Adam, ¿estamos seguros que está con vida?
— Lo está, Steve. Ella es fuerte, la conoces.
— ¿Cuándo fue que Ivonne la vio por última vez?
— Hace cuatro meses. Ivonne ha estado viajando y consiguiendo víctimas.
— Bien —dijo el rubio— Estos malditos llevan y traen personas a lugares donde saben, que ganarán mucho dinero. Según la información que obtuve, hay más movimiento durante los eventos importantes de cada ciudad o donde hay más movimiento turístico. Lo que Five-O intervino, es apenas una mínima parte de lo que normalmente manejan. Hawái a pesar de ser un lugar muy visitado, no llevan la cantidad de personas que, normalmente transportan a otras ciudades como Florida. Y según la información proveniente de Luisiana, esa es una de nuestras mejores opciones o al menos, es a donde ella se dirigía cuando me pediste que investigara, Chin.
— En esa ocasión debí ir por ella —se lamentó el teniente— Ya entonces, sabía que no se había reportado con el FBI. No debí dejar pasar el tiempo.
— La encontraremos —afirmó Adam.
— Por lo que sabemos, —intervino Steve— siempre hay eventos, muchas fiestas, y mi informante, el tipo de la silla, —contó a Danny— dijo que debía enviar un grupo entre mañana por la noche a más tardar, hasta Miami. Que allí se encontraría a una mujer con la descripción de la tal Ivonne. De lo que no estaba seguro, era de que, si se quedarían allí, o llevarían a esas personas a otra ciudad.
— Ahora, a ella ya no podemos usarla, así que habrá alguien más a quien entreguen el cargamento. Tendremos que estar atentos. Haremos trabajo de vigilancia, y si tenemos suerte, nos conducirán hasta nuestra chica y haremos lo que sea para sacarla —señaló el de ojos azules.
— Avísennos cualquier cosa, los alcanzaremos en cuanto sea posible —pidió Chin.
— Por supuesto —terminó el rubio— Alista las maletas, cariño. Si nos vamos ahora, podremos saludar a tu hijastra, antes de seguir con el trabajo.
Tal como el rubio lo había dicho, irían a ver a Grace antes de continuar. Luego de la llamada de la agente Blye, Danny había tenido que pedirle a Lou que recogiera a Grace y a Charlie en el aeropuerto y les dijera que no sería posible verlos, y que el encuentro con el tío Steve, tendría que esperar. McGarrett no ocultó su desilusión; pero ahora había asuntos más urgentes.
— Cálmate, ella llegará pronto —ambos estaban en la mesa de un café, donde el más alto no paraba de mover los pies. Danny recordaba puntuales ocasiones, en la que el SEAL actuara así.
— No puedo evitarlo, Danny. Hace mucho que no la veo y…
— Lo sé; pero la conoces.
— Justamente por eso es que estoy nervioso.
— ¿Eso qué significa?
— Grace es igual a ti hasta cuando está herida y la lastimé tanto como a ti. Si no me perdona… No quiero ser el causante de que tú y ella tengan desacuerdos. Te amo; pero si ella no acepta que esté contigo…
— Es mi vida, Steve. Ella siempre será mi monito; pero debe respetar mis decisiones, aunque no esté de acuerdo.
— Es que yo…
— ¡Danno!
— ¡Hola mi pequeña! —sonrió el rubio, levantándose para darle un gran abrazo, a su siempre niña— Mírate, que bella estás. Te extrañé, cariño.
— Estoy feliz de verte —admitió la jovencita— El tío Lou me dijo que estás buscando a tía Kono, ¿ya sabes dónde está?
— Pronto la encontraremos —respondió, no queriendo decir nada más y se hizo a un lado, Steve estaba parado tras él.
— Hola, Gracie —sonrió Steve, evidentemente nervioso, ella tenía una seria mirada— Yo… Sé que… Perdón, ¡perdóname Gracie!, hice todo mal y sé que estás muy enojada y merezco que...
— ¿Amas a mi papá? —interrumpió— ¿Realmente lo amas? —esa mirada era tan severa y exigente.
— Más que a mi vida, te lo juro. Haré lo que sea por él. Lo daré todo —ella se tomó unos segundos y lo abrazó. Steve no tardó en corresponder; las lágrimas en el rostro del isleño, habían caído en cuanto la vio, y ahora eran más intensas.
Danny los observó feliz, ocultando su par de lagrimitas. Padre e hija habían tenido ya una conversación y si bien ella estuvo en desacuerdo cuando supo sobre el regreso de Steve a la vida de su Danno, su padre le había dejado sobre la mesa todas las opciones y le había dado tiempo para pensar. Ahora él también podía sentirse aliviado.
— ¿Y dónde está el señor Delta Force? —cuestionó el rubio.
— Trabajando.
— Trabajando, claro —refunfuñó el rubio— ¿Le dijiste que vendríamos?
— Se lo mencioné, sí.
— ¿Y aún así, no se tomó el tiempo para venir y conocer al padre de la chica con la que sale?
— Dijo que quiere hacerlo formalmente. En cuanto lleguen mis vacaciones, él tomará un permiso e iremos a verte.
— ¿Todavía tienes tu uniforme azul, que en realidad es negro, Steve?
— Perfectamente planchado para cuando se requiera, Danny.
— ¿Qué? —preguntó ella sin entender.
— Supongo que sabe que ahora soy agente federal, ¿no?
— Sabe que eres policía.
— ¿Y sabe que tu padrastro es un Navy SEAL y de los más condecorados? —ella supo que las cosas entre su padre y Steve, eran serias y quiso preguntar; pero su padre no la dejaría cambiar de tema, así que sólo negó como respuesta.
— Quizás deberías nombrárselo, Grace. Verás, —dijo Steve con cautela— los SEAL’s y los Delta, tenemos nuestra historia y…
— Se odian —resumió el rubio; ella puso cara de preocupación.
— Somos muy competitivos —intervino el más alto con una sonrisa, recibiendo la mirada de ambos Williams.
De camino al hotel, en el auto alquilado, Danny no había pronunciado palabra desde que se despidieron de Grace. Steve no dejó de darle pequeñas miradas, mientras se preguntaba qué decir.
— Fuiste muy blando —inició el rubio— Creí que te pondrías de mi parte y le dirías algo como… No sé, algo negativo sobre los Delta.
— Estoy de tu parte, Danno; pero era muy pronto para decirle lo que pienso. Apenas me ha perdonado, no quería hacerla enojar de nuevo. Tenemos que ir con calma. De atacar a…, como se llame, hasta podrían apresurar las cosas y no queremos eso.
— Ni lo digas… Es sólo que hasta dijiste, que harías que lo enviaran al Medio Oriente y ahora…
— Lo sé; pero sabes que es mejor actuar con calma —Danny sabía que tenía razón; pero cuando se trataba de su hija pues… Suspiró y guardó silencio por varios minutos.
— Está bien, Steve —aceptó y trató de relajarse— ¿Con quién tendría que hablar para que lo enviaran lejos?
Había muchas cosas que Steve quería hablar con la hija de Danny, cosas que sentía, incluyendo el posible compromiso con el rubio. Steve respetaba a los padres de su pareja; pero sentía que era con Grace con quien tenía hablar sobre algunas decisiones importantes. Tendría que esperar a otra oportunidad. Ahora, debían preparar lo necesario para la vigilancia.
El plan era simple. Esperar, identificar a los sospechosos y seguirlos con el fin de que los conduzcan, hasta el lugar donde estaba la persona a quien querían encontrar. Naturalmente, tendrían que hacerlo por su cuenta, ya que, de pedir ayuda a las autoridades locales, probablemente sólo complicaría todo.
Encontrar al par de hombres que acompañaban a las víctimas, fue más sencillo de lo esperado. Por supuesto, tenían fotografías e identidades, gracias al hombre que Steve había vapuleado y dejado como regalo a las autoridades de Georgia, junto con fotografías y otras pruebas, con las que esperaba intervinieran los lugares donde durante su investigación y la de su compañero, habían comprobado eran un nido para los vicios y la explotación sexual.
Los dos hombres que identificaron, claramente, eran expertos y tenían compradas a personas que se supone debían verificar que todo estuviera en orden, hasta la letra más pequeña de la documentación, así que no fueron detenidos por ningún control; además, que no había demasiada afluencia de gente, tan temprano como era. Danny por supuesto, se dedicó a sacar algunas fotografías de todo lo que acontecía para estudiarlas y usarlas como prueba.
Una Van negra con vidrios polarizados esperaba fuera del puerto. Las víctimas estaban intimidadas y trataban de caminar obedientes hacia el auto, y luego de ser metidas bruscamente, arrancó con rumbo desconocido. Steve y Danny tenían su propio vehículo para seguirlos y así lo hicieron, cuidando siempre la distancia. Mientras, Danny trató de investigar las placas; pero por supuesto, eran falsas, pertenecían a un auto robado. El lugar al que llegaron, eran almacenes para alquilar. Nuevamente, las víctimas fueron tratadas bruscamente y metidas aprisa. Steve entró solo, siguiéndolos.
Todas las víctimas fueron metidas en dos almacenes, amenazadas para que guardaran silencio y luego encerradas con candado.
— ¿Y bien? ¿Dónde está? —cuestionó uno de los hombres que había viajado desde Georgia; un tipo esbelto y sonrisa engañosa. Castaño— Se suponía que debería estar aquí con el pago.
— Algo ha sucedido. Ivonne no llegó y no responde al teléfono —respondió el conductor, un hombre de color y corpulento— Puedo hacerme cargo, haré que te envíen el dinero.
— Así no es cómo funciona y lo sabes. Primero el dinero y luego les doy a todos los que quieran. Vamos, amigo; he traído una bonita variedad, los clientes estarán satisfechos —respondió el segundo hombre, con el pelo teñido rubio.
— Entonces tendrán que esperar hasta mañana, el jefe ya está mandando a alguien.
— Te advierto que, si no cumplen lo acordado, van a pagarlo con tu vida y la de tu jefe. Nos arriesgamos mucho para traer la carga hasta aquí —advirtió el hombre esbelto.
— Como si fuera un sacrificio para ustedes traer a todas esas…
— ¡Ya me oíste! Habla con tu jefe, queremos el dinero. Ahora —el hombre de color se retiró, mientras sacaba su teléfono.
— Esto no me gusta, quizás sería mejor irnos —dijo el del pelo horriblemente teñido.
— No hasta que nos dé el dinero. Engañar y secuestrar no es tan sencillo.
— Pero si sólo tienes que hacer unas pocas publicaciones falsas en las redes sociales, para que muchas niñas tontas te pidan verte en persona y listo.
— Estoy cansado y muero por un trago. Hagamos que al menos nos pague la cena, mientras esperamos —dijo refiriéndose al conductor que regresaba.
— Mañana a primera hora tendrán su pago —indicó el moreno.
— Ya sabes lo que sucederá si no es así —advirtió el rubio mostrando su arma.
Con los tres hombres yendo hacia la salida, Steve apenas tuvo tiempo para ocultarse y no ser visto. Danny se había quedado sacando algunas fotografías del auto y tomando unas pocas huellas de las manijas de las puertas. También abrió la puerta del conductor y buscó entre las cosas de la guantera.
— ¡Danny! Ellos están saliendo, aléjate de la Van —avisó por el celular.
— Si me hubieras avisado un minuto antes, hubiera estado mejor, Steven —refunfuñó el rubio. Cerró todo como pudo, limpió el polvo para huellas dactilares y se alejó.
Los tres hombres abordaron su auto y partieron. Apenas habían avanzado, cuando otro auto que estaba estacionado más adelante, arrancó poniéndose delante de la Van y los obligó a frenar bruscamente, aunque chocando, aunque no demasiado fuerte. Todos salieron de los vehículos exaltados.
— ¡Lo lamento! —expresó el hombre del auto que se había atravesado— ¿Están todos bien? ¡Perdón! No me fijé… Yo tuve mal día, estaba …Yo pagaré todo, sólo necesito…
— Olvídelo, no es grave —dijo el hombre castaño, para molestia del hombre de color que iba a sacar su arma.
— Bebía unas cervezas… Mi esposa me abandonó, compré un pack y bastó dos botellas para… Ya sabe —señaló el interior de su auto y los ojos de los otros se encendieron, aunque pensaban que el hombre era sumamente patético.
— Invítenos esas cervezas y asunto arreglado —dijo el teñido, que sólo quería salir de allí antes que la policía apareciera.
— Bueno… Aquí tienen; pero… —entregó las quedaban en el pack— En serio, puedo pagar los daños… —dijo revisando la abolladura y luego yendo al asiento del copiloto, agachándose un poco.
— Olvídelo, búsquese otra mujer y tenga buena vida —deseó el moreno, sacándolo del auto torpemente. Todos abordaron y se alejaron evadiendo al auto atravesado.
El hombre rubio de ojos azules se quedó allí mirando, Steve se acercó corriendo.
— ¿Estás bien? ¿Qué pasó, Danny?
— Digamos que hice una maniobra desesperada, para poder ponerles un rastreador. Perdimos las cervezas; pero no podemos perder ese auto, Steve.
— Entonces vamos.
— Primero hay que sacar a las víctimas, necesitaremos la ayuda de la Policía local.
— Si los llamamos, todo podría complicarse; pero entiendo, no podemos dejar a esas niñas en este lugar.
Para fortuna de ambos, el hombre a cargo era muy razonable. El teniente con el cabello pelirrojo, entendió a la perfección la situación que había llevado a los dos hombres desde Hawái hasta allí. Ahora el detective y el marine se dirigían hasta el lugar donde el auto se hallaba. Era un hotel para nada elegante. Estudiaron el sitio, preguntaron en recepción y rentaron una habitación cerca a la de los otros. Danny puso un par de cámaras en el pasillo y vigilaría desde el cuarto e investigaría más a los dueños de las huellas que antes había obtenido. Steve permanecería en el auto. Usarían sus intercomunicadores.
— Sigo pensando que fuiste blando con el asunto del novio de Grace, Steve.
— Ya te expliqué mis razones, cariño. Si fuera por mí, ya me hubiera encargado de él. ¿Escuché una sonrisa?
— Amo que quieras proteger tanto a mi hija.
— ¿Cómo no hacerlo, Danny?
— ¿Crees que en verdad podamos deshacernos de él? Grace parece quererlo mucho.
— Puede que, exceptuando el hecho de que sea Delta, sea un buen tipo; pero me preocupa que Grace no pueda sobrellevar bien el estar con un uniformado. No es fácil, Danny; he conocido a muchas de las novias o esposas de mis camaradas y las he visto sufrir por la ausencia de sus novios o esposos. Al igual que nosotros los SEAL’s, ellos pisan terreno peligroso y sabes que no todos regresan. Esa fue una de las razones que me frenó para establecerme. No quería que nadie sufriera por mí, como la esposa e hija de Freddie, todavía lo hacen.
— Con más razón me gustaría que volviera con Will.
— Haremos lo posible para lograrlo, te lo prometo.
A tempranas horas de la mañana, al hotel habían llegado tres personas en un auto blanco. Una mujer de pelo rubio, pintura excesiva en la cara y ropa ajustada, más dos hombres de aspecto rudo, ambos de tez clara y pelo oscuro; uno de ellos portando un maletín. El hombre de color ya esperaba en la puerta del hombre de sonrisa engañosa, que no estaba feliz de ser despertado tan temprano, y junto a los recién llegados, se pusieron a hablar. No mucho tiempo después, la mujer más uno de los que la habían acompañado y el conductor de la Van, y el del pelo teñido con expresión adormilada, regresaron a la salida. Mientras, el otro moreno y el castaño se quedarían allí en la habitación, uno vigilando al otro. Danny se comunicó con el teniente pelirrojo para que enviara patrullas al hotel y detuvieran a los hombres que permanecían ahí, mientras guardaba todo y salía del cuarto.
El auto blanco y la Van llegaron a los almacenes. En el primero, iba la mujer y uno de los hombres con quienes había llegado. En la Van estaban el hombre de color más el rubio; pero grande fue la sorpresa de todos, al ver a bomberos y patrullas que estaban allí evitando el acceso al lugar. La mujer, no de muy buen humor, fue a preguntar a uno de los oficiales que resguardaba el perímetro lo que había sucedido y la respuesta fue que se había producido un corto circuito y había causado un grave incendio, que había cobrado un número indeterminado de víctimas.
Ella, enojada obviamente por la pérdida del cargamento, volvió al auto donde estaba el de Georgia, y se pusieron a discutir con vehemencia. El falso rubio fue sujetado y amenazado por el de color, por lo cual se quedó quieto y resignado. Sin nada más que hacer, ambos autos partieron en distintas direcciones.
— Los de CSI son muy buenos montando escenas —dijo Danny desde su auto.
— Han decidido mantener vigilado el puerto, quieren atrapar a todos los involucrados. Y ya atraparon a nuestro amigo de Georgia y al tipo que se quedó con él en el hotel. La policía esperará dentro de la habitación a que los otros lleguen. También hay agentes encubiertos, siguiendo a los dos autos —contó Steve, luego de leer el mensaje en su teléfono.
— Ya envié al teniente, las fotografías de la mujer y del hombre que se fue con ella y está alertando al personal del aeropuerto para mantenerlos vigilados. También ha ordenado prepararnos dos pasajes para que podamos seguirlos y retrasarán el vuelo hasta que lleguemos.
— Estupendo, algún día regresaremos y se lo agradeceremos en persona.
— Esperaba que todo terminara aquí, Steve. Creí que la encontraríamos —contó con desilusión.
— También yo; pero no vamos a rendirnos y luego volveremos todos a Hawái.
— Sí. Ya es tiempo que la familia vuelva a reunirse.
CONTINUARÁ…
N/A: Poquito para el final, gracias por leer!
Chapter 35: CAPÍTULO XXXV. RESCATE - PARTE FINAL
Chapter Text
El frío ya se hacía sentir, y en aquella habitación, sobre la mesa, se encontraban planos, fotografías, itinerarios. Todo aseguraba que, quienes habitaban el lugar, habían hecho un exhaustivo trabajo de vigilancia durante ya varios días. Finalmente, había llegado el momento de poner en marcha una parte de la operación.
Aquel bar era sin duda, para personas que buscaban algo de entretenimiento diferente. Hombres, mujeres, no importaba. Claro que ese tipo de diversión, no era para cualquier persona; en muchos casos, la osadía era un elemento indispensable para realizar algunas de esas extrañas prácticas.
La pareja de turno, salió de aquel cuarto, siendo despedida alegremente por aquella mujer con apariencia de niña, que estaba envuelta en una bata de satín, que cubría apenas lo necesario e invitándoles a visitarla nuevamente.
Dicha pareja volvió a la mesa a la que habían estado antes de irse con la muchacha. El ambiente tenía luz tenue. Difícilmente, se podía reconocer a alguien salvo que estuvieran cerca.
— Tráenos tu mejor botella de champaña, por favor —pidió el hombre a la coqueta mesera de largos rizos pelirrojos y un vestido corto y negro que se había acercado a su mesa. Ella no tardó en regresar con el pedido.
— ¿Se divirtieron los señores?
— ¡Oh! Sí, mucho —dijo el hombre.
— ¿Sí? Me alegro.
— Sí, aunque... Ella era muy mayor, ¿no, cielo? —cuestionó la mujer de pelo oscuro sentada a su lado.
— Sí, un poco. Era entusiasta, cumplía muy bien su papel, claro; pero mi esposa tiene razón.
— ¿Mayor? Lisa tiene 20 años —rebatió la camarera muy extrañada, viendo a ambos con cautela.
— Parecía de 30. La próxima vez, el lugar lo elijo yo y será uno que tenga mejores bebidas —decidió la morena con aire despectivo, mirando la botella. La mesera los estudió un poco.
— Conozco... Ciertas personas que..., podrían darles algo de lo que posiblemente buscan —dijo la camarera intentando llamar la atención de sus clientes, al mismo tiempo probando no equivocarse— Claro, si tienen dinero.
— Linda, —dijo el hombre— acabo de pedirte una botella de tu mejor champaña y me has traído un Krug Clos d'Ambonnay, aunque yo tenía en mente un Dom Pérignon Rose Gold Mathusalem. ¿En verdad estás dudando que tengo dinero? —ella miró la tarjeta platinum, sus ojos brillaron y se apresuró a retirarse a cambiar la botella y regresar con la de mayor precio.
— Para obtener lo que buscan, llamen a este número —indicó ella dándoles una tarjeta discretamente— Una vez que hagan el depósito, los llamarán y les dirán el día y la hora del evento.
— Espero que no sea un invento tuyo, querida. O ese bonito rostro tendrá unas marcas, que ni el mejor cirujano plástico podrá reparar —advirtió la morena, tomando la copa que su pareja le había servido.
Un poco más tarde, luego de una cena en un buen restaurante de la ciudad de Nueva York, Danny y Steve iban caminando, rumbo al lugar donde descansarían.
— Tú y yo caminando por las calles de La Gran Manzana. Por un momento he podido olvidar el motivo que nos trajo aquí, Steve. Y la verdad me siento mal.
— Necesitábamos un respiro, Danny. Además, no es como si hubiéramos dejado nuestra misión a un lado. Hemos estado planeando cada paso cuidadosamente y si queremos que todo salga bien, tenemos que tener paciencia.
— Es verdad, aunque esperar es lo más difícil. Al menos quisiera saber si ya tenemos la confirmación que buscamos.
— Seguramente tienen una larga lista y la investigando cuidadosamente.
— Lo sé; pero eso no me quita la ansiedad que siento.
— Y es por eso que hoy nos quedaremos en un lugar más cómodo. Hemos pasado mucho tiempo en cuartos apenas decentes y necesitamos un buen descanso.
— Lo sé, mi espalda ha sufrido mucho, gracias a esos colchones. De milagro que no nos hemos encontrado con alguna chinche.
Por supuesto, Danny exageraba; pero los gastos habían sido muchos y ellos habían tratado de minimizarlos. Los recursos provinieron de la gobernadora de Hawái, gracias a la diplomacia de Lou y los halagos de Tani y Junior, y también de cada miembro del Five-O, en la medida de sus posibilidades. Ninguno dudó en brindar su ayuda. Danny también recibió ayuda de sus compañeros en todo sentido, lo cual agradecía enormemente.
Estando seguro de que faltaba poco para, finalmente realizar la operación, Steve decidió tomar un poco más del dinero de la venta del rancho que, en principio, estaba destinado a la remodelación de la casa en la playa, tal y como Danny había sugerido, para invertirlo en algo que él y su pareja pudieran disfrutar. Hacer feliz al rubio de ojos azules, era mucho más importante. Sólo esperaba que todo saliera como estaba planeado. No había margen de error. Todo tenía que salir bien.
— Llegamos.
— ¿Nos hospedaremos aquí? ¿No es demasiado? Hasta una habitación simple debe costar demasiado. ¿Te has ganado la lotería y no me lo has contado, McGarrett?
— Estaremos cerca de rescatar a Kono. Serán un par de días a lo mucho, luego regresaremos a casa.
— Pero... Estamos muy lejos de nuestra base de operaciones, dejamos todo allí.
— No te preocupes, nuestros compañeros ya están en el lugar; ellos se ocuparán de todo.
Sin estar muy convencido, el rubio siguió a Steve hasta la recepción y luego a la habitación que tenía la vista hacia el rio Hudson. Tenía una antesala con cómodos sofás, una mesa redonda con sus respectivas sillas. Un televisor de buen tamaño. Una cama grande y confortable.
— Creo que voy probar esa tina —dijo el rubio, admirando el cuarto de baño, dejándose conquistar por la suavidad de una de las batas de baño allí colgadas.
— Hazlo, y tómate el tiempo que quieras. Nuestros equipajes están aquí y la ropa está acomodada en el armario.
— ¿En qué momento hiciste esto?
— Soy multitareas, Danno. Puedo hacer muchas cosas en corto tiempo y muy sigilosamente.
— Cada que actúas en modo SEAL, sospecho que estás tramando algo, Steven.
— Sólo quiero mimar un poco a mi pareja, no creo que sea algo malo, ¿o sí?
— De acuerdo; pero si esto es en compensación porque ya te has metido en algún problema... —Steve le interrumpió con un beso— Esta vez lo dejaré pasar.
— Te amo.
— Está bien, McGarrett; lo que sea que hayas hecho, te perdono.
Steve negó despreocupado, aunque no podía evitar ofenderse de que el de Jersey desconfiara de él y de sus buenas intenciones. Mientras el rubio disfrutaba de la perfecta temperatura del agua, el isleño se sirvió un trago. La investigación estaba tomando mucho tiempo, más de lo esperado. Antes de aterrizar en Nueva York, habían tenido que visitar un par de lugares extras. Todo pareció complicarse más aún. Podía entender perfectamente porqué Kono, no había pisado la isla en varios años.
Lo peor de todo, es que, por un momento, pareció que habían sido descubiertos. Y es que un tipo del porte de McGarrett, y un rubio con esa actitud de policía rudo de Jersey que jamás había dejado de lado, llamó la atención de ciertas personas. Tuvieron que hacer investigaciones por separado y eso es algo que a ninguno le gustaba, por el simple hecho que era arriesgado. A lo mucho, podían usar intercomunicadores; pero no siempre la señal era adecuada.
Williams se vio envuelto en un enfrentamiento y Steve sintió su alma abandonarlo, cuando escuchó disparos y la exclamación entrecortada de Danny, diciéndole que estaba en un callejón sin salida.
Pasaron horas en la estación de Policía, explicando lo sucedido. O por lo menos lo suficiente como para que no creyeran que un agente federal de NCIS y uno del destacamento Five-O de Hawái, estaban realizando un trabajo policiaco y tomándose libertades que no les correspondían. Ya no podían continuar solos y su pareja estuvo de acuerdo. Después de todo, ya tenían sus objetivos fijados.
— Si nos presentamos tú o yo, probablemente nos descubrirán. Hay mucha gente que aún se acuerda de mí, a pesar de los años que me he ido, Steve. Y no sólo hablo de amigos, ya lo has visto. Y no sería raro que también a ti te reconozcan, por las veces que has salido en televisión.
— No han sido muchas.
— El programa de Savannah Walker es muy visto aquí, y el episodio donde salió la unidad, fue uno de los más vistos según mis hermanas; tanto, que lo han incluido en los especiales de aniversario y si ellas lo dicen, entonces es verdad.
— Maldición.
— Te dije que no era buena idea salir en ese programa.
— Eran órdenes, ¿qué podía hacer?
— Negarte; pero ya no importa. Tendremos que esperar a que los refuerzos lleguen y desear lo mejor.
— Quizás no sea necesario esperar, Danny —señaló mirando al frente.
— Perfecto —sonrió el de ojos claros, apresurándose a acercarse al hombre que, definitivamente, esperaba por ellos— Déjame adivinar. Te cansaste de los salones de juego, mujeres hermosas, y de escribir tus aventuras en libros que siguen siendo de los más vendidos, o quizás sólo se te acabó el material para seguir escribiendo y necesitas más aventuras.
— Sí, algo así, Daniel.
— Harry, que gusto verte, amigo. Ha pasado mucho tiempo.
— Lo mismo digo, Steve.
— Así que estás aquí en Nueva York y al parecer, sabías donde encontrarnos —siguió el más alto.
— Me gusta nueva York —sonrió el inglés— Encontrarlos fue una afortunada casualidad.
— ¿Casualidad? —cuestionó el rubio— Sí, claro.
— Fui a Hawái, esperaba poder saludarlos; pero el capitán Grover me informó que se habían ido en una misión de rescate y que estaba llevándoles mucho tiempo. En cuanto supo que se dirigían hacia aquí, me lo dijo y pensé en echarles una mano, si me lo permiten.
Con aquellas palabras, decidieron ir a un lugar donde poder conversar con libertad.
— ... Así que tenemos que ir a esos lugares y esperar tener suerte. Sabemos que conseguir una invitación no será sencillo y considerando que hemos estado de un lado a otro haciendo preguntas, podrían reconocernos —contó el isleño.
— Creo que, en definitiva, mi aparición es oportuna.
— Lo es; pero para conseguir una invitación, deben ver que tienes dinero en gran cantidad — siguió el rubio.
— No es problema, lo tengo.
— ¿Entonces, ya recuperaste lo que aquel día perdiste? —cuestionó Steve.
— Por supuesto. Y no se preocupen, puedo encargarme.
— Perderás una gran suma y lo lamento, pero no habrá devoluciones, Harry.
— No es problema, Daniel. Por ayudar a uno de ustedes, pago lo necesario. Asumo que el lugar será como una fortaleza y habrá muchos puntos que cubrir. Quizás sería buena idea que alguien me acompañara.
— Pediré que dos de Hawái tomen un vuelo esta noche y estoy más que seguro, que Chin se les unirá, aunque tardarán varias horas, el viaje es largo —informó el marine.
— Perfecto. Mientras, iré a darme una vuelta por estos lugares para hacer reconocimiento.
— No te diviertas demasiado, Harry —advirtió el rubio antes que su teléfono anunciara una llamada y se levantara para alejarse— Disculpen, es mi hija y debo contestar.
— Así que finalmente diste el paso, Steve —el aludido no supo a que se refería, hasta que Harry señaló a Danny y a él— Has tardado bastante.
— Lo sé, ¿qué te digo? Fui un idiota.
— ¿Habrá boda?
— Es lo que quiero y Danny ya me ha dicho que sí; pero no fue una propuesta formal.
— ¿Y qué esperas?
— Quiero que sea perfecto. Sé que Danny únicamente aceptaría casarse si se trataba de Rachel, así que quiero hacer algo, como para que en definitiva me diga que sí.
— ¿Una propuesta pública con todos los amigos y conocidos presentes, champaña, flores, un gran anillo y luego fuegos artificiales?
— Él lo merece.
— Apuesto que no piensa en fuegos artificiales.
— ¿Qué crees que debo hacer?
— Sólo dale lo que le hará feliz, lo conoces bien, tú sabrás.
— No quiero darle un anillo.
— Me parece perfecto. Hay buenas joyerías aquí, encontrarás algo que no sea un anillo; pero que sea igual de especial. Me quedaré con Daniel un rato más y luego me pondré manos a la obra. Hasta entonces, tienes tiempo de preparar algo y llevarlo a cabo, hasta antes de la intervención.
— ¡Gracias amigo!
— ¿De qué me perdí? —cuestionó el rubio viendo el abrazo de los otros dos.
Danny agradeció mentalmente a Steve, por insistir en hospedarse en aquel lugar, luego de semanas extenuantes, donde apenas podían darse una ducha decente. Quería odiar a Kono al menos un poquito, por ni siquiera haber dejado una pista clara del lugar donde se hallaba haciendo su trabajo. Sabía que el FBI tampoco estaba contento, por el hecho de que una de sus agentes actuara por su cuenta. Seguramente habría repercusiones.
Pero Danny sólo quería encontrarla, darle un gran abrazo, y llevarla, aunque sea con cadenas en sus manos y tobillos hasta Hawái. Esa chica había aprendido unas cuantas malas costumbres de McGarrett, estaba muy seguro. A pesar de eso, ella era una gran agente, no lo dudaba. Sin embargo, estaba algo preocupado por cómo la encontrarían; ella había pasado demasiado tiempo trabajando encubierta. El detective conoció a muchos que hicieron lo mismo y que al intentar regresar a su vida real, pues no fue fácil o no lo lograron.
Pero primero había que lograr el objetivo y tenía que hacerse de manera que Kono tuviera éxito, en hacer caer a la organización en la que estaba involucrada. Porque sí, esa valiente mujer había logrado escalar hasta donde ninguna otra agente había logrado, según la investigación realizada. Habían decidido pedir la colaboración de la Policía, aunque aún no estaba claro si sería de la de Nueva York o la de Nueva Jersey. En ambos casos, Danny era el más indicado para tratar con las fuerzas del orden local.
Había pasado ya un buen tiempo desde que se había sumergido en el agua y todo estaba muy silencioso. Danny se preguntó si su pareja se había quedado dormida y no lo culparía de ser así, ambos estaban agotados. Salió de la tina o probablemente también quedaría dormido. Cada centímetro de su atlética anatomía, agradeció ese momento de relajación y la suavidad de esa bata le hizo querer acurrucarse en la cama. De preferencia cerca de su idiota. Entró a la habitación; pero no había rastros del mencionado.
— Estoy aquí, Danno —llamó desde la antesala. Sí, ahí estaba él, acomodado en uno de los sofás. Con una guitarra en sus manos. La guitarra que le había regalado hacía ya varios años atrás. Y las notas empezaron a sonar antes de que el detective pudiera entender lo que sucedía; apenas y atinó a sentarse lo más cerca posible.
La expresión de Danny pasó de reflejar sorpresa a felicidad pura. Finalmente, lo estaba escuchando tocar y recuerda bien, cuánto deseó hacerlo, desde hace mucho, así que disfrutó cada acorde, cada rasgueo y cada golpe de compás, pues Steve era realmente hábil. Podía manejar el instrumento con delicadeza, a pesar de esas grandes manos que, parecía que podían destrozarlo todo. Danny disfrutó una a una, cada nota musical.
— ¿Lo hice bien? —preguntó el más alto; una tonta consulta, considerando la amplia sonrisa del hombre a su lado.
— No estoy del todo seguro, quizás debas tocar algo más para que pueda darte mi veredicto.
— ¿Un brindis antes? —¿brindis? Danny no había notado la botella ni las copas servidas. Antes que alguna interrogante fuera pronunciada, un objeto llamó su atención. Había una pequeña piedra sobre la mesa, en medio de las copas.
— ¿La has traído desde Hawái?
— Iba corriendo por la playa y sólo estaba ahí.
— ¿Y pensaste en mí? —cuestionó juguetón.
— ¿En serio lo dudas? —respondió ofendido—Tus ojos tienen el color del océano, y encuentro en mi camino piedras en forma de corazón. ¿En serio crees que hay algo en Hawái que no me hable de ti? —el rubio miró la piedra con dicha forma. Rogaba y luchaba por no estarse sonrojando. El comandante tomó un segundo objeto que estaba en el bolsillo de su camisa y se lo entregó entre las pálidas manos del de Jersey.
— Steven... —sólo la caja se veía muy elegante; pero lo que había dentro, logró sorprenderlo más. Esos gemelos eran sumamente hermosos y refinados.
— Ya me dijiste que sí; pero apreciaría con toda mi alma, si me reiteraras que quieres estar conmigo para toda la vida, Danny —pronunció con una mirada anhelante. Danny había enmudecido por unos momentos, el asunto era serio.
— Te golpearía sólo por dudar, McGarrett. Agradece que me siento legítimamente dichoso y sólo por eso mismo, voy a decirte que sí todas las veces que quieras, maldito maniático controlador.
Finalmente, Steve pudo respirar con tranquilidad.
Desde principios de diciembre, gente siempre llegaba, buscando diversión en la gran ciudad, y siempre había algo así como una probada, antes del gran evento que solía llevarse a cabo durante los días festivos, que servían como fachada. Había fiestas celebrándose por todos lados o grandes anuncios sobre ellas. Y por supuesto, había muchas fiestas privadas con particulares formas de entretenimiento. No todas legales, por supuesto.
Era de madrugada, cuando el tan ansiado aviso llegó a sus teléfonos. No había mucho tiempo, así que tuvieron que hacer a un lado las sábanas y ponerse en marcha. Todo se llevaría a cabo esa noche y sólo tenían unas horas para movilizarse.
Las muchachas, la mayoría de ellas adolescentes, se preparaban en ese diminuto cuarto con la ropa, zapatos y maquillaje que les habían dejado. Muchas de ellas estaban aterradas, otras tenían una expresión resignada y sólo hacían lo que les habían ordenado sin decir una palabra o emitir algún sonido.
— ¡Muévanse, rápido! Los clientes empezarán a llegar pronto y ustedes ya deberían estar listas.
La voz de aquella mujer les hizo sobresaltar y apresurarse, o de lo contrario sabían que aparecería el hombre a cargo, junto a aquella que se había convertido en la favorita. Una mujer que lo acompañaba a todas partes y que, con sólo una orden, las haría padecer, castigándolas de una forma inhumana. El mismo destino les esperaba a los jovencitos que estaban en el otro cuarto, no eran tantos como las chicas; pues había quienes preferían más a los muchachos. O a ambos.
Y ahí estaba, vestido con un traje oscuro y costoso, luciendo como si fuera un distinguido caballero. Y ella con un corto vestido de lentejuelas verde esmeralda con mangas largas y escote profundo. Sandalias altas a juego, su pelo tono borgoña, recogido. Maquillaje intenso. Y un anillo muy vistoso.
— ¿Están listas?
— Lo están, Roy.
— Bien, ¿qué opinas, querida?
— Están perfectas. Todo lo invertido nos traerá grandes recompensas, ¿o vas a decirme que no se te antoja alguna? —el hombre miró a una de las recién llegadas. Ella como todas, mantenía la mirada en el suelo, apenas controlando el miedo que esas personas le causaban.
— Sí —admitió levantando el joven rostro con su mano— Tenemos unos minutos antes de que los invitados lleguen...
— ¡Roy! —llamó la chica que antes les había gritado a las chicas.
— ¿Tienes algún problema, Larissa? —cuestionó burlón; pero ella se plantó delante con expresión irritada, aún sabiendo que no debía provocar al agresivo sujeto.
— No. Sólo te aviso que, aunque tardes dos minutos, ella tendrá que un tomar un baño después. Y también habrá que escoger otro atuendo y habrá que maquillarla. La clase de clientes que tendremos esta noche, notarán todo. Sin embargo, si quieres arriesgarte a perder una buena suma de dinero por no poder controlarte, está bien, no me importa; pero me pagarás lo que me corresponde sí o sí, aunque haya pérdidas.
— ¡Oye! —protestó la del vestido verde interponiéndose.
— Tranquila, cariño. Esta vez tiene razón, no vale la pena arriesgar nuestras ganancias. Ya habrá otras —el hombre salió con aires de ganador yendo a verificar el otro cuarto. Las dos mujeres se enfrascaron en un duelo de miradas.
— No creas que no sé lo que intentas, Larissa.
— No sé de lo que hablas.
— ¿No?
— No.
— Entonces, ¿no estás celosa porque Roy no te hace caso?
— Que seas su juguete nuevo, no significa que vayas a estar con él siempre, Evelyn.
— Yo tengo el anillo.
— Eres la cuarta que tiene uno. Quizás dures más que las otras, más no será demasiado.
— Aunque sólo estuviera con él un par de semanas, tú nunca serás la quinta, de ninguna manera. Menos viéndote así, con ese terrible pelo rubio y ese vestido fucsia. No tienes lo necesario para lucir un vestido así —se burló, saliendo de ese horrible cuarto con un contoneo de caderas. La rubia tenía ganas de asesinarla ahí mismo.
La fiesta había empezado, y cuando los invitados habían comenzado a llegar, debían pasar el fuerte control de los guardias de seguridad, para poder entrar, como si estuvieran asistiendo a una gala en la mansión del presidente. Ellos tenían una lista de invitados, todos exclusivos, y cada uno investigado, antes de ser aceptado. Todos habían pagado una buena cantidad, únicamente para poder asistir; de querer adquirir algo, habría que poner otra suma.
Había una variedad de mesas de juegos, bebidas al gusto del cliente. Meseras atractivas, apenas rayando la edad permitida para estar en contacto con el alcohol. O vestir de aquella manera. Todo parecía ser una fiesta sin nada sospechoso.
La atracción principal sería exhibida más adelante y muchos ya estaban ansiosos. Esa gran pasarela, hacía pensar que se trataba de un desfile de ropa; sólo que lo que se exhibiría, no serían prendas de vestir, sino los modelos. Cada uno, tenía un valor monetario asignado, dependiendo del uso que ya o no habían tenido. Exhibirlos, quitando alguna de las ya, diminutas prendas, siempre hacía que se produjera una pugna, llegando a sumas exorbitantes. Humillación al completo para cada una de las víctimas.
La mujer de nombre Evelyn, saludaba a todo aquel que llegaba. Ella siempre era encantadora y coqueta, y también era la atracción de algunos; pero siendo la mujer del Roy, nadie se atrevía ir más allá de unos halagos. No era buena idea hacer enfadar al flamante organizador de aquellos eventos.
Ella se acercó a la barra a pedir una nueva bebida y a los pocos minutos, Larissa se acercó para otra ronda de encuentro verbal.
— ¿Rojo? —inició Evelyn con aire evaluador, al nuevo atuendo de la otra— Te sienta mejor; pero no lo suficiente.
— Si Roy se entera que coqueteas con esos hombres, no durarás ni el par de semanas que crees.
— ¿Estás preocupada por mí?
— Por supuesto que no; pero odiaría que algo arruinara esta noche.
— Hay algo qué sabes y no lo has dicho.
— ¿A qué te refieres?
— A que algo va a suceder y estás ocultándolo —acusó— Hablaré con Roy.
— ¿Y qué vas a decirle? ¿Que tienes un presentimiento?
— Puedo decirle lo que pienso de ti.
— De eso, se ha de haber dado cuenta ya; no es un secreto cuánto me odias y que el sentimiento es mutuo.
— No confío en ti. Estoy segura que tienes razones ocultas para estar aquí, en este ambiente y, de cualquier forma, vas a decirme lo que estás tramando.
— ¿Vas a golpearme y matarme como a la ex de Roy? —acusó, aunque no tenía pruebas; pero la extraña desaparición de esa mujer, había llamado su atención, ella y Evelyn habían tenido más de un encuentro agresivo con la desaparecida.
— Sólo si llegas a cansarme —siseó.
Sin dejar de observar a la rubia, Evelyn continuó saludando y dando la bienvenida. Cuantos hombres jugando a ser galanes y hombres de clase, pero buscando diversión en algo inmoral. Mujeres aparentando clase y comportamiento intachable en apariencia. Quien sabe lo que hacían al otro lado de las puertas de una recámara y no sólo con sus parejas.
Tantas cosas que el mundo de afuera desconocía.
La del vestido verde continuó con su labor, evaluó la posición de los guardias y también se aseguró de que cada cámara de vigilancia, estratégicamente colocada, estuviera en funcionamiento por supuesto. A Roy le había parecido bien, pues podía utilizar las grabaciones para realizar chantajes. Y por supuesto, Evelyn le dirigió una sonrisa coqueta a su pareja y jefe de la organización.
Larissa también estaba vigilante, siguiendo los pasos de la otra. Con sólo verla, quería destrozarla. Buscaría el momento adecuado. Otra copa era lo que necesitaba; pero no pudo, ya que una seña de Evelyn le hizo entender que debía regresar con aquellos que les generarían ganancias. Eso, naturalmente, causó molestia en ella, que esperaba tener una conversación con quien sea que no fuese de su ambiente y con suerte, levantar interés.
Una vez más, Evelyn caminó entre las mesas de juego, brindó con algún invitado y más de una vez, se encontró con la mirada de advertencia de Roy. Optó por acercarse a él y permanecer a su lado.
— Observas todo y a todos con mucha atención, querida.
— Sólo intento ser buena anfitriona, Roy. Mis ojos y absolutamente todos mis encantos, son únicamente para ti.
— No me estás diciendo algo.
— No hay nada que decir. Todo va a la perfección. Obtendremos mucho dinero.
— Sabes cómo ponerme de buen humor.
— Para eso vivo, amor.
La noche transcurrió, el lugar estaba lleno, así que era momento de que los jóvenes aparecieran y con aquel anuncio, el grupo de depravados se acomodó en las sillas colocadas a ambos lados de aquella pasarela. Evelyn miraba a uno y otro lado, buscando algo fuera del lugar. Por más que había intentado acercarse a Larissa, jamás le había podido sacar alguna confidencia y eso era, lo que siempre la terminaba frustrando. Entre las sillas, notó un espacio vacío al lado de un hombre, a quien no pudo ver el rostro. Caminó con intenciones de identificarlo y preguntar por el lugar desocupado. Se suponía que no había sitios disponibles; pero la luz se apagó, dejando únicamente la de la pasarela y ella se vio obligada a detenerse.
Luego de las palabras de bienvenida y las instrucciones dadas por el anfitrión, nada más sucedió en los minutos posteriores y eso inquietó a todos. No había modelos. Los murmullos empezaron y Roy comenzó a enojarse.
— ¿Dónde está Larissa? —gruñó, acercándose a la mujer del vestido verde.
— Tendría que estar con los chicos.
— ¡Búscala!
Evelyn se apresuró a obedecer, mientras que el hombre se comunicaba con sus guardias, poniéndolos en alerta, ordenando revisar todo el lugar y los clientes estaban poniéndose nerviosos.
La mujer del vestido verde, también estaba molesta; no podía ser que, después de tanto tiempo de preparación, algo saliera mal. Quizás la rubia tenía algo que ver, y se maldijo por no haber puesto más atención en ella.
Se apresuró hacia el cuarto donde estarían los jóvenes. Tenía que interrogar a la blonda, saber qué sucedía. Las luces se apagaron de pronto en su totalidad; todo quedó en absoluto silencio.
Un par de minutos después, todo el ambiente se volvió a iluminar y potente ruido se hizo sentir. Al siguiente, una voz profunda se hizo escuchar.
— ¡Policía de Nueva Jersey! ¡Nadie se mueva!
CONTINUARÁ...
N/A: Gracias por leer!
Chapter 36: CAPÍTULO XXXVI. EN CASA
Chapter Text
En el salón, el caos había empezado, en cuanto se escuchó la identificación de quienes habían irrumpido en el lugar. De pronto, unos estaban buscando escapar y otros intentaban enfrentarse a las fuerzas del orden, quienes, estando fuertemente preparados, no estaban dispuestos a permitir que alguien huyera.
Decir que Roy Foster estaba enojado, era decir poco. Había planeado el evento por mucho tiempo, con demasiado cuidado. Había usado sus influencias para conseguir aquel lugar y se había tomado el tiempo de preparar con sumo cuidado, el traslado de los chiquillos, muchos de ellos recién adquiridos, y que sabía le hubieran dado enormes ganancias, ya que estaba seguro que más de uno de sus clientes estaría dispuesto a ofrecer una suma por su absoluta adquisición. Y por supuesto, también se había ocupado de investigar a cada uno de los que habían asistido, así que no encontraba explicación alguna para lo que estaba sucediendo. Su ira lo llevó a tomar su arma y empezar a disparar. No le importaba a quien asesinaba, mientras daba órdenes de usar todo lo que tenía.
Evelyn escuchó la advertencia de la policía y los inmediatos disparos. Luego de un momento de duda, optó por buscar todo aquello que tenía escondido en uno de los cuartos y que incriminaba a Roy y a toda la organización de varios delitos. De ninguna manera, todo aquello podía caer en manos equivocadas. Y por supuesto, tenía que salir de allí como sea, así que también necesitaba buscar un arma, que sabía Roy tenía escondida en una caja fuerte, junto con una cantidad de dinero en su dormitorio. La habitación quedaba en el piso de arriba y sus tacones no ayudaban, así que se los sacó y los llevó en la mano, alejándose de la balacera.
Al subir vio que no había rastro de guardias, que constantemente vigilaban la gran y extravagante mansión de tres pisos y luego de volver a preguntarse cómo es que la policía estaba allí, pensó que la única forma de que se hubiesen enterado, era que hubiese alguien infiltrado. Y pensó en Larissa.
¿Era posible? Sí, lo era, y quería poder encontrarla, interrogarla; pero su prioridad era el material incriminatorio.
Al llegar al segundo piso, alguien tapó su boca, alejándola de las escaleras para meterla en un cuarto. Ella tuvo que soltar sus zapatos al intentar soltarse.
— Hey, tranquila, Evy. Soy Paul, tu amigo.
— No eres nada, Paul —protestó ella liberándose.
— Siempre eres tan arisca.
— ¿Qué es lo que quieres?
— La policía ha rodeado el lugar, alguien nos delató.
— ¿Y?
— ¿Quién fue?
— ¿Por qué me lo preguntas? No tengo idea —él la miró con agudeza.
— Sé amable conmigo y te sacaré de aquí.
— ¿Estás traicionando a Roy? ¿No serás tú el que avisó a la policía?
— De ninguna manera, querida. Hace mucho que la ley está tras su rastro, sólo por sus influencias es que ha salido siempre libre. ¿Qué dices, Evy? ¿Vienes conmigo? —él mostró su arma acomodada en su pantalón. Claramente, no le estaba dando opción.
— No.
— ¿Por qué eres tan leal a Roy? ¿Qué te ha dado él, para que quieras quedarte? ¡Va a terminar muerto! ¿No lo entiendes? ¡Soy tu salvación! —gritó embravecido —la chica aprovechó el momento para empujarlo y hacerlo trastabillar con una silla. Darle un golpe tras otro, aunque en un momento dado, él la tomó por los brazos y fácilmente la tiró a un lado, haciendo que se golpeara en la pared.
— ¡He cuidado de ti! ¿Es así como me pagas?
— Nunca me has cuidado... Sólo buscabas aprovecharte.
— De no ser por mí, Roy ya te habría matado, sólo eras un juguete. Yo sí te traté bien —dijo acercándose como si estuviera hablando con una delicada criatura, a la que quería convencer de sus supuestas buenas intenciones.
— Gracias a ti, hice cosas que no quería hacer. Gracias a mí, Roy te dejó sin un centavo —terminó con una sonrisa burlona y antes que él pudiera reaccionar, ella lo pateó y volvió a golpearlo con furia, ese hombre había sido causante de muchos dolorosos ratos y este era el momento de cobrarse cada uno de ellos. Todo terminó, cuando el otro cayó por una ventana con todo y su arma, la cual ni siquiera había podido sacar.
La del vestido verde, tuvo que tomarse un momento para respirar. Sus manos estaban con sangre, un poco propia y otra del sujeto que había matado. No era la primera vez que perdía el control; pero esta vez no había porqué fingir nada. Tomó un papel y se limpió las manos, mientras reanudaba su camino.
Sin nadie más que se atravesara en su camino, más se convencía de que había alguien que dio aviso a las fuerzas de la ley y, seguramente, tenían estudiados cada rincón de la mansión. Podrían estar vigilándola, lo sabía, así que corrió al dormitorio principal y se dispuso a buscar el material que lograría enviar a Roy y sus socios a prisión. Sin embargo, antes de poder siquiera acercarse, ya tenía a alguien detrás, que buscaba sorprenderla. No tendría tiempo, ni siquiera para tomar una lámpara y usarla de arma.
La del pelo borgoña giró bruscamente y su contrincante se vio obligada a soltar su arma; pero fue lo suficientemente ágil para bloquear y responder a los golpes de la otra y devolvérselos. Evelyn, siendo una mujer ruda, no permitió que los golpes la enviaran al piso, aunque el ajustado vestido, nuevamente estaba resultando perjudicial para moverse y tuvo que hacer un movimiento desesperado, para evitar ser inmovilizada por su oponente, quien sí, terminó en el piso y la otra se abalanzó hacia ella. Todo movimiento cesó, cuando la del vestido verde identificó el nombre en el chaleco antibalas.
— ¿Five-O?
— ¿Eres Kono?
— Sí.
— Lo siento, te ves... muy diferente. Soy la sargento Quinn Liu.
— ¿Quién más está aquí? —preguntó anhelante, mientras ambas se ponían de pie.
— Chicos —habló la policía militar por el intercomunicador— Estoy con la chica surfista en la habitación principal —Kono la miró y la agente le sonrió.
— Vamos para allá —contestó a quien la isleña, identificó como el detective Williams.
— Eres tan fuerte como Adam te describió —admitió buscando su arma.
— Tampoco lo haces mal —dijo, mientras tiraba un cuadro para descubrir la caja fuerte incrustada en la pared y sacar un arma.
Casi de inmediato, el ruido de pasos acercándose las interrumpió, y ambas se pusieron alerta.
— ¡Kono!
— ¡Chin! —clamó ella abrazándole— ¡Danny! ¡Adam!... —también recibieron su emocionado abrazo— ¡McGarrett! —excepto él.
— ¿Por qué a mí me llamas por mi apellido? ¿Y mi abrazo? —finalmente, Steve recibió lo que bien sabía se merecía. Un muy doloroso golpe de puño en su nariz.
— ¡Sé lo que le hiciste a Danny, no voy a perdonarte eso!
— Linda, te prometo que luego dejaré que lo sigas golpeando a tu antojo; pero tenemos que salir de aquí ahora, ¿sí? Vamos —intervino el rubio.
— ¿Qué hay de los chicos? ¿Y los guardias?
— Ya nos encargamos de los malos y todas las víctimas están a salvo —aseguró su primo, señalando la azotea.
— ¿Cómo supieron de esto?
— En cuanto estemos en un lugar seguro, te contaremos —aseguró el oriental.
— ¡Esperen! —dijo ella— Debajo de ese mueble hay un par de tablas del piso que está suelta. Escondí una caja con grabaciones, papeles y fotografías, hay mucha evidencia para acabar con la organización.
— La policía se hará cargo —dijo Steve.
— Voy a llevarme todo —contradijo Kono— No quiero que se pierdan, ya pasó una vez y el infeliz de Roy quedó libre. Me costó demasiado que no sospechara de mí.
— Está bien; pero hay que darnos prisa —aceptó el teniente.
Adam y Chin movieron el mueble; la chica tomó la caja con todo su contenido, mientras Steve y Danny vigilaban la puerta.
— ¿Lo tienes, Kono?
— Sí, Danny.
— Entonces vámonos —ordenó el comandante.
Con una posición que indicaba que la prioridad era sacar a la ex señora Noshimuri, todos avanzaron sin titubeo. La agente encubierta, comprobó que sus amigos habían estudiado el lugar y que muy probablemente era que, gracias a ellos, la policía estaba allí.
— En cuanto lleguemos al segundo piso, nos dirigiremos a las escaleras de la derecha, que nos llevarán directamente al exterior, y saldremos por allí —indicó Chin, a fin de evadir lo que pasaba en la planta baja.
— ¿No deberíamos ayudar a la policía? —preguntó Kono, consciente del arsenal de armas que Roy tenía, además de su gente.
— Sólo tenemos permitido sacarte de aquí. No podemos entrometernos, ni usar nuestras armas —explicó Danny.
— A menos que no tengamos otra opción. Y créeme que no la tuvimos, cuando nos topamos con los guardias. Eran más de los que esperábamos —terminó Steve.
— ¡Evelyn! —gritó quien ella sabía, era el maldito que, por órdenes de su jefe, hacía lo necesario para convertir a las víctimas en seres dóciles. El hombre apuntó a Steve, probablemente pensando en liberar a la mujer. Kono no lo pensó y lo eliminó con un perfecto disparo, mientras sus compañeros se hacían cargo de otros que se iban acercando, buscando la misma salida que ellos.
— Al menos no matamos a todos, dejamos un par vivos, para que puedan ser interrogados —indicó Quinn, evadiendo un cadáver.
— Steve utilizó al último como saco de boxeo, no creo que cuente como vivo —señaló Adam.
— Quiso apuñalarme, no iba a permitírselo —se defendió el señalado.
Finalmente, llegaron a las amplias escaleras y bajaron. De inmediato, Kono notó la magnitud del gran operativo que se estaba llevando a cabo. Helicópteros revoloteaban el lugar, iluminando la extensa propiedad, vigilando cualquier posible escape o alguna desagradable sorpresa. Autos policiales con las luces encendidas bloqueaban las entradas. Kono escuchó a Danny informar sobre su salida, supuso que, a alguien de arriba, a fin de que los policías apostados en la azotea no les dispararan. Steve dio un salto en los últimos escalones para poder ponerse en posición, y de ser necesario, cubrir a sus otros compañeros.
Todos atravesaron el césped y avanzaron lo más rápido posible, pues era prudente que su presencia no fuera notada por demasiadas personas; por lo que utilizarían otra entrada y no la principal. No era extraño que esos lugares tuvieran más de una. La noche ayudó a su cometido.
Mientras iban saliendo del terreno, pudieron ver ya a mucha gente detenida, y siendo conducidas a las patrullas por aquella amplia y elegante entrada; ya todo parecía bajo control. Algunos detenidos alegaban a todo pulmón, que sólo estaban ahí por los juegos de mesa y que no sabían de los crímenes que se le acusaban al sospechoso. Larissa también había sido aprehendida. Kono se detuvo cuando vio a dos oficiales que se llevaban detenido a Roy, quien mantenía o aparentaba confianza de que saldría libre. Kono quiso levantar su arma contra él.
— Vámonos, Kono. Todo ha terminado —Adam la sujetó del brazo suavemente y la condujo hasta el vehículo que esperaba más adelante. Danny volvió a tomar comunicación, esta vez con quien estaba a cargo del operativo y luego se dirigió al lado del conductor.
— Yo conduzco —dijo el comandante deteniéndole.
— Tu no conoces las calles de Jersey, Steve. Y no necesitamos que nos infraccionen por exceso de velocidad —explicó el rubio y todos estuvieron de acuerdo, así que McGarrett se tuvo que rendir. Harry Langford ya estaba en el interior, esperando tranquilamente y Kono también le dio un abrazo a él.
La isleña dejó ir un suspiro. De pronto, se sintió agotada y liberada a la vez. Miró hacia atrás. En la azotea, se veía a quienes reconoció como los jovencitos que había visto temblar en aquellos cuartos, ahora rodeados por policías que, obviamente, habían llegado por aire. Seguramente, sus amigos habían entrado de la misma forma, siempre de manera espectacular, aunque reconoció que Harry era el hombre que estaba solo a la espera de la función. Y Quinn claro, era la mujer que lo había acompañado y luego desaparecido, dejando su asiento vacío. Cerró sus ojos y agradeció mucho el estar fuera de aquel lugar y al fin en compañía de personas tan queridas, que se habían arriesgado por ella.
Esa noche, después de varias semanas, todos descansaron con absoluta tranquilidad; incluyendo a quienes estaban en la isla y que ya tenían conocimiento del éxito de la misión. Kono no contuvo su emoción, al ver la expresión alegre y aliviada del capitán, mediante videoconferencia.
Al día siguiente, aún debían resolver algunos problemas, antes de abordar un avión. Problemas que no estaban del todo contemplados.
Steve despertó sobresaltado, al escuchar la voz de Danny teniendo una conversación al teléfono en la antesala.
— ¿Qué sucede? —preguntó en cuanto el rubio entró en el cuarto y empezó a vestirse.
— La policía quiere hablar con Kono. El maldito de Roy, está acusándola de todo.
— Iré contigo.
— Puedo manejarlo, Steve.
— Lo sé, estás a cargo; pero no me voy a quedar aquí descansando. Le avisaré a Adam y Harry, en caso de que tengamos que sacarla de aquí a escondidas.
Ya en la comisaría, Danny apenas se había detenido para saludar a sus antiguos compañeros.
— D, gracias por venir.
— Capitán, ya conoce al comandante McGarrett.
— Sí, gusto de verlo, comandante.
— Igualmente.
— ¿Qué le sucedió? —preguntó el jefe de policía, viendo las notorias secuelas del golpe que Kono dejó en Steve.
— No es nada. ¿Puede decirnos que sucede? —evadió.
— Cuando nos hablaste del operativo, olvidaste mencionar que, a quien querían sacar, era a la mano derecha del principal sospechoso, Williams.
— Ella no es la mano derecha de Roy, capitán. Ella es una agente que estuvo encubierta muchos meses, para poder atrapar a este malnacido.
— Tampoco mencionaste eso.
— Lo importante es que era él quien ordenaba cometer cientos de atrocidades y había que detenerlo y puedo prometerle, que no faltarán pruebas para encerrarlo, de eso no se preocupe. Que él diga lo que quiera.
— La acusa de la mayoría de los delitos y de la muerte de una tal Ivonne, su expareja.
— Eso tampoco es cierto —interrumpió McGarrett exaltado, así que Danny tuvo que intervenir más firmemente.
— Esa mujer fue detenida por el jefe del destacamento de San Francisco, ella y su gente raptaron a una muchachita y la llevaron hasta Tailandia.
— Veo que no es la primera vez que salen de su territorio por un caso.
— Este era uno especial, capitán. Y, para evitar cualquier malentendido, es que recurrimos a ustedes para realizar el operativo.
— Hasta donde sé, D, tú eres agente de NCIS; pero estás colaborando con tu antigua unidad para este caso.
— Algo así.
— Y su unidad, comandante, ¿es a dónde pertenece la mujer que sacaron?
— Algo así.
— ¿Me lo explica, por favor?
— Mi nombre es Kono Kalakawa —interrumpió la isleña, entrando a la oficina junto a su primo y Harry, con la apariencia que todos recordaban— He estado trabajando con el FBI. Por casi un año, he estado infiltrada en la organización y tengo lo necesario para que ninguno de esos malditos logre una fianza.
— Ya una vez lo intentaron y no fue suficiente —dijo el capitán, conocedor de lo antes ocurrido, aunque sucediera en otro condado.
— Esta vez lo será, se lo aseguro, señor —ella dio una firme mirada.
— Así que FBI —repitió el capitán, mirando al rubio y al más alto— Lo supuse. Revisé tu expediente y realmente te armaron uno muy... interesante. Demasiado, diría yo. No eres la primera agente con la que nos topamos en un caso y realmente odio cuando no se nos avisa, y luego está la cantidad de informes que hay que llenar; seguro que lo recuerdas, Williams —el aludido asintió— Bien, les tengo otra buena noticia. El FBI viene para acá —todos se tensaron, cuando un uniformado se presentó con dos hombres vestidos con trajes sastre y actitud molesta.
— Creímos que no la volveríamos a ver, no hemos sabido de usted en mucho tiempo —dijo uno de ellos, con actitud poco indulgente.
— He estado ocupada, señor —respondió ella, sin inmutarse.
— Se suponía que debía enviarnos reportes cada cierto tiempo y después de meses, lo primero que sabemos de usted, es que la Policía de Nueva Jersey quiere levantarle cargos —continuó el otro hombre, de estatura menor a su compañero— Y le aseguro que no tenemos problemas en que lo hagan, dado su actitud indisciplinada.
— No podía dejar este caso, pasé meses planeando todo, me tenían vigilada.
— Debió hacerlo cuando la policía intervino y de todos modos dejaron ir a ese hombre —protestó el de actitud fría, mirando a Kono y al capitán como si ellos fueran responsables.
— No había pruebas contundentes —explicó el jefe de Policía.
— ¿Está diciendo que ahora no van a respaldarme? —protestó la isleña.
— ¿Deberíamos? —contradijo el otro.
— Si no quieren hacerlo, bien, ella no los necesita, ¿de acuerdo? —intervino Danny.
— ¿Y usted es?
— Agente federal Daniel Williams, NCIS Los Ángeles.
— ¿Por qué está usted aquí? —cuestionó el agente del FBI que estaba a cargo.
— Porque un hombre que pertenecía a la maldita organización, atacó y asesinó a un marine, que intentaba salvar a una de las víctimas.
— Soy el teniente Chin Ho Kelly, jefe del destacamento de San Francisco. Una jovencita fue raptada por esta misma organización y por poco también se llevan a mí hija.
— Teniente comandante Steve McGarrett, soy el jefe del destacamento Five-O de Hawái. Mi unidad detuvo a más hombres de la misma organización que transportaban más víctimas —los agentes miraron al hombre elegante que hasta el momento se había mantenido en silencio.
— Caballeros, mi nombre es Harry Langford, yo sólo estaba de paseo; pero me vi en la imperiosa necesidad de intervenir, a fin de ayudar a detener a personas que le han hecho mucho daño no sólo a un país, sino a todo el mundo. No necesitan agradecérmelo —a estas alturas, ambos agentes sospechaban que el inglés también pertenecía a algún destacamento; pero ya no querían enterarse.
— Creo que quedó lo suficientemente claro, que la oficial Kalakawa cuenta con suficiente respaldo —dijo el rubio a quien iban a interrumpirle; pero no lo permitió— Capitán, si lo que necesita es estar seguro que la oficial Kono Kalakawa estaba en una misión bajo el conocimiento de una unidad, entonces así es y cualquiera de nosotros lo seguirá aseverando siempre.
— ¿Necesita que se lo firmemos? —preguntó el comandante, mirando retadoramente a los del FBI.
— Señores, —dijo el capitán mirando también a los agentes— que tengan buen día.
— Estaremos en contacto —respondió uno de ellos con sequedad y se marcharon.
— Capitán...
— Ni una palabra, Williams. Tiene suerte, oficial Kalakawa.
— Necesito estar segura que Roy y cada uno de sus hombres pagarán por todo el mal que les hicieron a todas y cada una de las víctimas.
— Me encargaré que así sea. Seguramente el FBI también querrá una tajada del reconocimiento, aunque el mérito sea suyo; pero lo cierto es, que no me importaría que se llevaran a esos malditos a una prisión federal para que no volvieran a ver la luz del día.
— ¿Entonces? —preguntó ella.
— Ya tenemos el informe. Y el fiscal general querrá saber qué pruebas hay para iniciar el proceso. Una vez que suceda, lo más probable es que deba regresar para testificar.
— Está bien. Y tengo todo, cuidadosamente empaquetado y sellado. Puedo llevar el material al laboratorio forense ahora mismo; dos compañeros cuidan de toda la evidencia en este momento —indicó la isleña.
— Adelante, supongo que no necesitará que mi gente la escolte, ya que tiene la suya.
— Así es, capitán. Gracias.
— Ya váyanse y D, la próxima vez que se te ocurra pedirme que te ayude con algún caso, al menos dame más tiempo. A tus ex compañeros no les ha hecho gracia que los haga regresar de sus vacaciones. Te recomiendo que huyas.
— Gracias por todo, capitán.
En cuanto salieron de la estación de Policía, Steve se acercó a Danny.
— No sé si el hombre me agrada, creo que no.
— Ese hombre es el que más me ayudó en mi traslado a Hawái, Steve.
— ¿Le gustan los habanos o crees que es mejor enviarle una botella de buen whisky?
Luego de haber dejado la evidencia y llenado algunas formas, todos tuvieron un momento de respiro para almorzar; pero Adam, conocedor de las cosas que podían suceder en lugares como aquellos donde su ex esposa había pasado varios meses, le insistió nuevamente ir al hospital, para unos exámenes médicos. En apariencia, ella se veía bien. Kono, sabiendo lo que él que quería decir y a pesar de haber dicho que había tratado de cuidarse lo mejor posible, aceptó y permitió al oriental acompañarla.
— Danny, si quieres ir a visitar a tus padres, puedes hacerlo, aún hay tiempo —indicó el comandante, saliendo de la ducha.
— No, Steve. Vinimos hace semanas para estudiar, planear e intervenir en este operativo, sacar a Kono y llevarla finalmente a Hawái. Hablé con ellos y quieren vernos; pero visitaremos a tus suegros en otra ocasión. Ahora sólo quiero que regresemos a casa.
— Amo cuando dices eso —dijo Steve besándole.
— Creo que debiste ir al hospital, tu nariz no luce bien.
— Estoy bien.
— Lou y los demás querrán saber que te pasó.
— No creo que importe, no dirán nada.
— ¿Y si lo hacen?
— No lo harán.
— ¿Y si...?
— No dirán nada, Danny.
— Si tú lo dices, cariño; pero definitivamente van a querer saber quién fue capaz de provocar un moretón, en el rostro del gran teniente comandante Steve John McGarrett y lo sabes.
Horas más tarde, todos se reunieron para compartir una buena pizza y cerveza. Los primeros estudios indicaban que Kono estaba bien; pero había otros que tardarían, así que se los enviarían hasta Hawái. En la reunión, la chica les había contado algunas cuantas cosas más, incluyendo el cómo planeaba evitar el daño que las víctimas estuvieron a punto de sufrir la noche anterior, a manos de los que ahora se encontraban detenidos.
— Sólo iba a causar un incendio con un par de botellas que llené con líquido inflamable y una mecha. Con suerte, los bomberos aparecerían y mantendrían a las víctimas lejos de las manos de cualquiera.
— Bombas molotov. ¿Te parece conocido ese método, Steve? —preguntó el rubio mirándolo.
— Un poquito.
— Bien hecho, Kono —felicitó Adam.
— Gracias, Adam. Los he extrañado tanto. Quiero regresar a Hawái y tomar una tomar una tabla de surf.
— Luego de un descanso, será lo que haremos —dijo Quinn— Todos iremos a surfear —las miradas se clavaron en Danny.
— Yo debo volver a Los Ángeles.
— ¡Danny! —protestó Kono.
— Vamos, tú tampoco has estado sobre una tabla en mucho tiempo, ya es momento —y las protestas empezaron.
— Gracias, Adam; eso no necesitaban saberlo todos —bufó el de Jersey.
— Acéptalo, brah, has extrañado eso. Recuerdo bien que disfrutabas ir con nosotros por las mañanas, antes del trabajo —contó Chin.
— ¡Jamás ha ido con nosotros! —protestó la sargento, mirando a Williams con enojo.
— Gracias, amigo. También te quiero —respondió el aludido, brindando y bebiendo un trago de su cerveza, al mismo tiempo que el sonriente teniente.
— Yo que tú, no me confiaría, Daniel. Esas miradas no presagian nada bueno —pronunció el británico— Estoy seguro que estarás sobre una tabla de una u otra forma y admito que encuentro divertida la idea.
— A ti también te quiero, Harry —volvió a ironizar, brindado esta vez con él— Y ya que eres uno de los nuestros, deberías pensar en quedarte en la isla, así cuando te aburras, ya no tendrás que volar cientos de kilómetros para visitarnos, y siempre podrás ayudar en algún caso.
— Probablemente siga tu consejo, Daniel y agradezco esas palabras —el brindis fue entre todos.
— A mí no me has dicho que me quieres, Danny —provocó McGarrett.
— Es porque no te quiero, Steven.
— ¿Cómo?
— Te amo, idiota.
— Te gusta hacerme sufrir, ¿cierto, Williams?
— Es tu conciencia la que lo hace. Deja de preocuparte, estoy contigo, ¿no? Deja de dudar o voy a pedirle a Kono que vuelva a golpearte —ella lo miró dispuesta y los otros apenas contenían la risa.
— También te amo, Danno —admitió y se oyó un suspiro general.
— Comme c'est beau l'amour —pronunció el inglés.
— Ustedes pueden ir a surfear todo lo que quieran y yo me encargaré de cuidar que la cerveza siga fría. Es más, Lou estará encantado de acompañarme —nuevas protestas se hicieron escuchar y más de una promesa que aseguraba que Danny, sí o sí se subiría a una tabla.
Llegó el momento de tomar el vuelo de regreso, por lo que abordaron el avión privado de Harry. Kono se había sentado junto a su primo. Él estaba tan feliz de haberla encontrado y no dejaron de hablar en la mayor parte del vuelo.
Adam estaba con Quinn mirando a los primos, él estaba feliz de verla y deseaba tener la oportunidad de poder continuar una conversación. A su lado, Quinn, lo observaba con una sonrisa que expresaba apoyo. Steve seguía teniendo ganas de volar ese avión y Danny se dedicó a evitarlo.
Los miembros de Five-O que se habían quedado en la isla, estuvieron a tempranas horas en el aeropuerto Hickam para recibirlos, así como Kamekona y su primo. Por ahora, habían decidido que la noticia de la llegada de Kono se mantuviera en reserva a pedido de ella. Aún así, quienes los recibieron, lo hicieron con euforia y lei’s para todos.
El capitán Grover, tan sentimental como siempre, abrazó emocionado a la chica, que tantas preocupaciones les había causado y repitió muchas veces todo lo que le había extrañado. Finalmente, la soltó para que ella pudiera saludar al hombre de los camarones y a su primo y luego conocer a los otros que, en ese momento saludaban a los demás.
Entonces, la atención del capitán se concentró en Steve.
— ¿Qué te pasó, amigo?
— Nada, nada. Ven aquí y dame mi abrazo, Lou.
— ¿Estás bien, Steve? —preguntó la más joven.
— Perfectamente, Tani —el siguiente saludo fue con Junior.
— Señor…
— No es nada.
— ¿Qué pasó, McGarrett? ¿Otra vez te tiraron con un zapato? —preguntó Kamekona en tono burlón, recordando aquel día que Steve lució un bonito moretón en su cara. Hecho que el comandante, había decidido olvidar.
— Extrañé mucho tu sentido del humor, Kamekona —bufó Steve, dirigiéndose a uno de los autos a sabiendas, que no pararían hasta hacerle confesar.
— ¿Estás feliz? —preguntó Chin, al ver a su prima con la mirada fija en el cielo.
— Finalmente, estoy en casa —expresó, con los demás rodeándola, sintiendo lo mismo que ella.
CONTINUARÁ...
N/A: Comme c'est beau l'amour: Que hermoso es el amor.
Uno más y se acabó.
Gracias por leer! ^^.
Chapter 37: CAPÍTULO FINAL
Chapter Text
Steve estaba revisando unos papeles en su oficina, que no había podido hacerlo con anterioridad, debido a sus extensas reuniones con la máxima autoridad de la isla, quien pidió saber a detalle lo que había acontecido durante todas aquellas semanas que habían invertido en la búsqueda de la oficial Kalakawa, así que, a fin de ponerse al día, había estado yendo a su oficina a horas tempranas.
— Hey, Chin —saludó al verlo llegar; no se habían visto mucho desde que habían regresado. El teniente se había tomado unos días más para estar con su prima.
— Hola, Steve.
— ¿Todo está bien?
— Sí. Sólo que estar aquí es... He extraño mucho esto. Aunque he sido feliz en San Francisco.
— Dirigir tu propio destacamento era una oferta difícil de rechazar. Además, que Abby estaba feliz y Sarah, seguramente también lo han estado.
— Sí, todo ha salido bien; pero quiero regresar.
— ¿Qué dice tu familia?
— Que también les gustaría, aunque a Sarah le va a costar dejar a sus amigos.
— Si regresas... He oído que Duke ha decidido retirarse, van a necesitar que alguien maneje la estación.
— Me lo dijo.
— Claro que también hay un par de placas disponibles en Five-O. Además, Danny y yo nos tomaremos un tiempo luego de la boda, y necesitaré que alguien se encargue de tener todo en orden por aquí, porque si dejo a Lou nuevamente, es capaz de renunciar, ya que, cuando Tani y Junior se ponen a pelear y si Eddie se les une, no hay quien pueda pararlos.
— Tenían que ser hijos tuyos y de Danny —bromeó, haciendo bufar a Steve— ¿Y ya tienen fecha?
— Dependerá de lo que digan en NCIS; Danno se ha ausentado mucho por buscar a Kono.
— Bueno, a estas alturas ya es un trámite, ustedes ya tenían el rótulo de matrimonio hace mucho.
— Aún así, quiero vernos en el altar. ¿Y tú prima?
— Ayer, finalmente decidió ir a ver a sus padres; apenas la he convencido, estaba muy insegura. Haber estado encubierta tanto tiempo está teniendo consecuencias, Danny me lo advirtió. En cuanto a la familia, todos estaban tan feliz de verla después de mucho, que no la soltaban por la emoción; pero también la han regañado por horas y dudo que hayan terminado. Creo que iré a rescatarla, antes que logren que quiera irse de la isla.
— Por favor hazlo. Si necesita un lugar para esconderse, dímelo. Kono no vuelve a salir de Hawái en mucho tiempo o Danny va a matarme.
— ¡McGarrett! —la voz de Lou retumbó en el lugar.
— ¿Qué pasa Lou? —cuestionó el susodicho, altamente alarmado.
— Eres hombre muerto.
— ¿Qué hice?
— La isla entera ya sabe que vas a casarte y la correspondencia no ha dejado de llegar, incluidos algunos regalos —informó acercándose con algunas cajas medianas y varios sobres, otro tanto estaba sobre un carrito de correspondencias— Muchos quieren asistir a tu boda. Hasta Kamekona ya tiene en mente todo un menú a base de camarones para la recepción.
— Genial. Danny no va a estar feliz de que todos se hayan enterado, él quería algo con sólo la familia y yo le prometí que así sería. Hasta quedamos en darle a Kono tiempo para que descansara, antes de contárselo, porque queremos que nos ayude y... —una llamada a su celular interrumpió su parloteo— ¡Oh, por todos los Dioses! Es Kono, ya se enteró. Me va a colgar de... —se detuvo, respiró. Agarró su placa y se la dio al teniente— Felicidades, Chin, ahora eres el jefe de Five-O. Yo me voy a Los Ángeles —comunicó dirigiéndose a la salida— Dile a Kono que Danny y yo la llamaremos; pero que sólo volveremos para la boda.
Pero Steve tuvo que enfrentarse a la realidad. Danny, finalmente, había sido enviado de regreso a la paradisiaca isla de forma oficial, a la nueva sede de NCIS Hawái por los meses siguientes, en los cuales, no sólo harían investigaciones exhaustivas, sino que el detective debía ayudar a sus nuevos compañeros, a entender la dinámica de la isla y ayudar a crear lazos con la comunidad, que podía llegar a ser susceptible ante una nueva unidad.
Y en cuanto a la boda, Danny sí se enojó, hizo todo un berrinche; pero lo pensó mejor y bueno, no invitarían a nadie que no desearan. Y, por otro lado, esta era la primera boda de Steve y la única, claro; salvo que llegara un momento donde quisieran renovar sus votos. Una celebración algo más grande, ya no sonaba tan mal.
Y sorprendentemente, o no tanto, poco después de anunciarlo, McGarrett ya tenía sobre el escritorio de su oficina, varias ideas para la preparación de la boda. Y convenientemente, todos sus compañeros estaban ahí, atentos a la gran decisión.
¿Colores?, ¿tipos de flores en el altar?, ¿centros de mesa?, ¿listones?, ¿velas?, ¿color de trajes?... Steve había palidecido con sólo leer todo aquello.
— ¿Un marine no puede con la planeación de su boda? —se burló Lou, ya sin aguantar la risa.
— No se trata de eso, Lou, —protestó— es sólo que esto parece más complicado que un operativo de fuerzas especiales. Necesitaré más de tres meses para decidir todo... —se detuvo para mirar al rubio que estaba sentado en el sillón, disfrutando plácidamente de la situación— Danny, ¿qué haces ahí? ¡Ayúdame! Es tu boda también, Danno.
El mencionado se acercó tranquilo, tomó todos los folletos y sin siquiera ojearlos se los devolvió a Kono quien, naturalmente, se había aliado con Tani y Quinn.
— Nada de combinaciones arcoíris, ni nada extravagante. Que sea más como una boda clásica. Y que el pastel tenga chocolate. El lugar lo escogeremos en cuanto tengamos la lista de invitados; pero ya puedes descartar una boda en alta mar. De los trajes nos encargaremos nosotros.
— A sus órdenes, señor —contestó la isleña con diversión.
— Qué linda —bufó el rubio y luego se dirigió al padre de Will, quien no le permitió decir algo.
— El estilo de alianzas no está a discusión, Williams —recalcó el capitán.
— No se preocupen, déjenlo en nuestras manos —dijo Junior.
— Será algo elegante —aseguró Chin.
— Los mantendré vigilados —aseguró Adam, yendo tras los tres hombres que ya habían salido en medio de un intercambio de opiniones. Las chicas salieron poco después, planeando en base a las nuevas indicaciones.
En cuanto estuvieron solos, Steve abrazó a Danny como si le hubiera salvado la vida.
— Tres meses pasarán rápido, Steve.
— Lo sé, y entiendo que sería imprudente casarnos antes de concluyas tu tiempo en NCIS. Me alegra tenerte aquí en la isla.
— Lo sé, aunque ahora ya no podrás portarte mal —bromeó, Steve asintió también feliz; pero de pronto se puso serio, preocupando al de ojos azules— ¿Qué sucede?
— Han pasado meses y sigues sin decirme quien te hizo eso —señaló las cicatrices en su pecho, por encima de la camisa. Muchas veces había querido preguntárselo durante el viaje; pero no se atrevió.
— También te dije que fue hace mucho y que, quien me las hizo, ya no existe.
— Eso lo entiendo; pero creo que hay algo más, un significado tras esos trazos.
— Es cierto; pero tampoco es importante hablar de eso.
— Aunque digas que no lo es, quiero que me hables de ello.
— Olvídalo, Steve; sólo hazlo.
— Un alma herida, un corazón fragmentado —murmuró recordando las palabras de Bumpy.
— ¿Qué?
— Es eso. Todo lo que has pasado, Otros lo descifraron y lo usaron para lastimarte. Yo ayudé a que sucediera.
— Si te atreves a cancelar...
— No, no voy a hacer eso, Danny. Tú y yo llegaremos al altar cueste lo que me cueste.
— ¿Entonces, por qué insistes en saber? Mira, Steve. Sanar es difícil, toma tiempo, todavía estoy en ese proceso y todo es ya más fácil, porque estoy donde quiero estar y con el idiota a quien quiero. Todavía pretendo alejar a mi hija de ese... Delta; pero Grace y Charlie también están bien, están sanos y son felices. Mis padres y hermanas también lo son. Nuestros amigos, finalmente están de regreso con nosotros. No hay mucho más que necesite para estar completamente bien. Sin embargo, necesito que tú lo entiendas, Steven.
— Lo hago. Sólo quiero que recuerdes que estoy dispuesto a hacer lo que sea para ayudarte a sanar.
— Lo sé.
El tiempo pasó con cambios y recambios; discusiones y reconciliaciones. Balas y explosiones.
Kono había regresado al continente para cerrar el caso con éxito, acompañada de Steve y Adam y así mismo, todos regresaron.
Ahora faltaba muy poco para la celebración.
Danny estaba sentado en una de las sillas en la playa, con una cerveza en su mano y Eddie a su lado, pensando en los cambios que su vida había sufrido y en lo que pasaría de ahora en más.
— Si no nos vamos ahora, llegaremos tarde —dijo Steve acercándose, vestido con un atuendo elegante color azul oscuro.
— Con tu forma de conducir, llegaremos en cinco minutos. Es un bonito atardecer, ¿no crees?
— ¿Estás bien, Danno? —preguntó sentándose en la otra silla.
— Es sólo que la primera vez, me obsesioné con que todo fuera perfecto y no dejé de sentirme ansioso. Sólo quería que Rachel apreciara y amara cada detalle. Esta vez es distinto. Quiero que ambos lo hagamos, no importa que todo se saliera de control y la celebración sea más grande de lo que pensamos.
— Bueno, dejar que las chicas se encarguen tenía un precio; pero no me quejo, ellas se han divertido, los chicos también y nosotros nos hemos evitado un mayor stress. Creo que todo será perfecto. Aunque, si no llegamos puntuales a la cena de ensayo, Kono vendrá por nosotros dirigiendo a todo el escuadrón policial.
— No lo dudo —sonrió, dejando la botella y levantándose seguido del otro. Se tomó unos segundos para alizar su traje azul— ¿Qué probabilidades hay de que no permitan que esta noche durmamos juntos?
— Yo diría un 100%, por eso es que han insistido en que la cena de hoy y la ceremonia de mañana, sean en el Hilton. A decir verdad, Adam ya me dijo que nos reservaron dos habitaciones, una alejada de la otra. Junior vendrá por Eddie luego de la cena.
— ¡Oh, por favor! Sólo hace falta que pongan guardias en nuestras puertas precautelando..., algo que obviamente ya tenemos.
— No te sorprendas que lo hagan —el rubio bufó fastidiado.
— ¿Pondrán a trabajar a Eddie como perro vigilante por los pasillos del hotel? —el perrito ladró— Si alguien lo intenta, tienes permiso de morderlo, amigo.
Cuando llegaron al lugar del evento, divisaron a una comitiva esperándolos. Tani, Junior, Grace, Will, Eric y Charlie estaban allí.
— Al menos Grace y Will ya han empezado a conversar —mencionó Steve desde el auto.
— Me sentiré mejor cuando me digan que han decidido darse otra oportunidad.
— Tómalo con calma y contempla la posibilidad de que no lo hagan, Danno.
— Si tú y yo estamos a pocas horas de casarnos después de todo lo que ha pasado, entonces puedo creer en los milagros, cariño.
Cuando bajaron del Camaro, el rubio más pequeño corrió hasta su padre.
— ¡Danno!
— Mi pequeño hombrecito, tan guapo como su padre. Cada día estás más grande, pronto ya no podré levantarte —el niño sonrió contento de recibir el amor de su papá, incluidas algunas cosquillas— Sin embargo, tu tío Steve no tendrá problema en seguir haciéndolo, ¿cierto?
— ¡Tío Steve!
— Hola, mini D —saludó recibiéndole en sus brazos y elevándole por el aire. La primera que lo había visto después de tanto tiempo, el hombre se deshizo en lágrimas y de nuevo en arrepentimientos, ante las palabras del niño, que expresó cuánto lo había extrañado— ¿Cómo está el niño más fuerte y valiente de la tierra?
— ¡Bien!
— ¿Sí?
— ¡Sí! —gritó enérgico— ¿Entrenaremos de nuevo?
— Por supuesto, voy a enseñarte otras maniobras, para que siempre estés listo para poder defenderte.
— Nada de entrenamiento militar con mi hijo, Steven.
— ¡Quiero entrar a la marina, Danno!
— Ya lo hablaremos luego, hijo —desvió y Steve sonrió orgulloso, a pesar de la aguda mirada del rubio. Una muy elegante Grace, envolvió en un abrazo a su padre.
— Qué bueno que llegaron. Mi tía Kono ya estaba por ir a buscarlos; pero mi tío Adam la convenció para esperar un poco más —explicó la joven.
— Es cierto. De hecho, no ha dejado de bailar con ella, para hacer que deje ver el reloj —continuó Junior.
— Pero sospechamos que nuestro Adam, tiene otras intenciones; pero es mejor subir ya —dijo Tani, evidentemente emocionada.
— Adelántense, iremos en seguida —pidió el rubio y todos obedecieron.
— ¿Todo está bien, tío D? Si te estás arrepintiendo, puedo llevarte al aeropuerto ahora mismo —sí, era Eric.
— ¿Disculpa? —rumió el comandante.
— Te sugiero que vayas yendo, Eric y llévate a Charlie por favor. Gusto de verte, Will.
— Igualmente, señor.
— ¿Tenía que decir eso? —protestó el comandante, cuando estuvieron solos.
— Tranquilo Neandertal, no huiré a ningún lado, así que no te pongas a la defensiva. Sólo quería decirte que, si quieres que hagamos nuestra propia celebración, o si sólo deseas hablar, gustoso te esperaré en mi habitación.
— No sé por qué, pero sospecho que a mí me vigilarán más.
— Es porque saben que, de los dos, tú eres el más propenso a sufrir un accidente antes de la boda —McGarrett se mostró ofendido una vez más.
— Si me vigilan, será imposible llegar a ti —molestó.
— ¿Qué no eres un SEAL? —se burló y nuevamente Steve perdió la discusión. Eso se estaba convirtiendo en una horrible realidad para el ego del marine.
Al entrar al salón, los invitados estaban acomodados en mesas circulares. Por supuesto, estaban presentes la familia de Danny, la hermana de Steve, su sobrina y por supuesto, los amigos más allegados. Kono los miró duramente por unos segundos, reclamando la tardanza; pero luego sólo les sonrió.
Grace estaba al lado de su novio, y ya Danny lo tenía en la mira.
— ¿Lo viste? —susurró el rubio, mientras avanzaban y saludaban.
— Afirmativo, ¿tienes un plan de acción?
— Primero disfrutar y luego lo llevaremos a algún lugar para interrogarlo tranquilamente.
— ¿Con interrogar, te refieres a colgarlo de la azotea o sólo lo hacemos desaparecer?
— Me gustaría, en serio, cualquiera de esas opciones me serviría; pero creo que esta vez nos limitaremos a conversar. Ojalá te hubieras puesto tu uniforme azul y todas tus medallas, Steve.
— ¿Para amedrentarlo?
— No, para mi disfrute visual —murmuró con picardía, antes que Clara Williams se acercara a ellos y los abrazara fuertemente.
Pronto hubo más saludos, brindis, discursos, y bromas divertidas, algunas de las cuales avergonzaron a los prometidos, ya que por supuesto, los amigos sentían que debían aprovechar la ocasión para reír a costa de ellos.
En esta celebración, Danny no sólo conoció formalmente a Alex Mitchel, sino también al novio de su hermana Stella, aquel que Steve le había mencionado tiempo atrás.
— Tendremos que redoblar esfuerzos, Steve. No sólo debo hablar con el delta, también con... — murmuró mientras señalaba al hombre al lado de su hermana.
— De él no te preocupes, Danny. Te dije que lo había investigado y lo volví a hacer hasta ayer y sigue teniendo un expediente impecable. Además, Bridget ya nos hubiera avisado si algo andaba mal. Confía en mí.
— Lo hago, Steve —aseguró, el moreno lo abrazó complacido.
Y durante la cena, el ambiente fue tranquilo, aunque Grace no estaba segura de que la calma que su padre mostraba cuando hablaba con Alex, fuera porque le agradara. Ella buscó una respuesta en Steve y él sólo le dio una sonrisa tranquilizadora. Eso no le sirvió mucho, ni tampoco que el resto de su familia le diera el visto bueno a su novio. Era la aceptación de su Danno la que ella deseaba. Su madre, quien en esos momentos estaba en Londres, le había dicho que era su decisión con quien estar; pero ella evidentemente, seguía teniendo problemas con la gente uniformada y no cambiaría jamás.
Por su parte, Alex tuvo un comportamiento formal a la hora de los saludos, claramente, esperando causar una buena impresión en quienes podrían llegar a ser sus suegros. Grace ya le había contado sobre ellos; pero el ambiente tan familiar, era algo inesperado, pues él descendía de familia de serios militares. De pronto, se sintió algo intimidado y hasta extrañado de ver a todo un Navy SEAL condecorado, comprometido con un detective y eso era algo a lo que no estaba acostumbrado. Dos hombres en una relación, era algo que no veía en su ambiente de trabajo. Le tomaría tiempo acostumbrarse.
Danny y Steve fueron invitados a la pista de baile y ellos no se negaron o siquiera mostraron vergüenza, no tenían razón. Luego, otras parejas se les unieron. Cuando la música terminó, siguieron recibiendo saludos.
— Danny.
— Juliet —saludó el rubio con una amable sonrisa.
— Magnum —dijo Steve, estrechando la mano de quien acompañaba a la dama.
— Hola. Al fin puedo conocer, de quien Steve McGarrett me ha contado tanto. Muchas felicidades y gracias por invitarnos.
— Es un placer para nosotros —respondió el de ojos azules.
— ¿Te encuentras bien, Danny? —preguntó la rubia.
— Sí, sólo...
— Acabamos de conocer formalmente al novio de Grace —respondió Steve y todos comprendieron —Un delta.
— ¿Cómo? —cuestionó el caballero blanco— Ya veo, acompáñame Danny, los chicos quieren saludarte —dijo refiriéndose a TC y Rick, quienes, junto a los otros, reían amenamente con Harry, Kumu y el resto de los Five-O.
— Sí, claro. Cariño, saca a bailar a Grace, ¿de acuerdo? Mantenla lejos de..., ya sabes —Steve le hizo una seña afirmativa.
La pareja de jóvenes se mantuvo en la mesa conversando, ambos parecían relajados. Sonreían, él la tenía tomada de la mano.
— No exagerabas al decir que tienes una familia grande, no creo poder conocerlos a todos hoy —dijo Alex, mirando a su alrededor.
— Bueno, tienes dos días más.
— Luego tienes que ir tú a conocer a la mía, estoy ansioso por presentarte a mis padres.
— ¿Gracie? —interrumpió Steve— ¿Podrías acompañarme en el siguiente baile?
— Claro. ¿Y Danno?
— Hablando con algunos invitados —señaló unas mesas al otro lado. Ella asintió y empezó a caminar hacia la pista— También son tíos de mí hija, los conocerás en algún momento —le susurró al chico.
El joven los identificó como marines y como si adivinase, TC le devolvió la mirada antes de volver su atención al padre de Grace. El delta casi pudo adivinar lo que pasaría a continuación. Realmente no había esperado ver a otros aparte del padrastro de su novia.
Y ahí se acercaba el detective nacido en Jersey.
— Señor Williams.
— Acompáñame, ¿quieres?
— Por supuesto, señor.
Desde la pista, Grace y Steve los vieron salir del salón.
— No te preocupes, Gracie, Danno no hará nada contra tu novio.
— Él siempre... ha tenido conflicto con cada chico que he salido.
— Es porque se preocupa, lo sabes —ella lo admitió— ¿Lo quieres mucho? —asintió— Si es así, Danny lo entenderá —ahora se mostró insegura— Cuando te pregunté si estabas de acuerdo con que tu padre y yo nos casáramos, tuviste dudas, ¿cierto?
— Sí.
— Y fue porque temías que yo no sea capaz de hacerle feliz. Todavía tienes miedo de que pueda lastimarlo.
— Él ha sufrido mucho por mi madre y por ti.
— Lo sé y no te culpo por preocuparte, sé que lo haces porque lo adoras y quieres lo mejor para él. De la misma manera, Danno quiere asegurarse de que no sufras por nadie. Sólo dale tiempo para que se conozcan. Y tú, no te apresures en formalizar las cosas. Habrá tiempos en los que posiblemente no puedan verse por mucho, incluso más que ahora, debido a su profesión. De un momento a otro, podrían cambiarlo de destino y tú tendrías que decidir si seguirlo o no, después de todo, prácticamente ya eres bióloga marina y sé que te gustaría trabajar en algún momento en el laboratorio de investigación submarina de Hawái.
— Sí y ya es difícil ahora; pero aún así, estamos tratando de sobrellevarlo. Tampoco es fácil para Alex —Steve asintió entendiendo— Vas a asegurarte que Danno sea feliz, ¿verdad?
— Palabra de marine.
— ¿Y sobre Alex? ¿No tienes problemas con que sea... delta?
— Los tendré si se atreve a lastimarte —prometió con una sonrisa, y ella correspondió con otra y se permitieron divertirse bailando. Luego de un tiempo, Steve le hizo una seña para que viera a su padre y a Mitchel volver al salón y acercarse a ellos tranquilamente.
— Te regreso a tu novio, monito y sin un sólo rasguño; ¿me devuelves al mío?
— Todo tuyo, papá. Te amo, Danno —le dijo abrazándole para luego alejarse ya más relajada.
— ¿Sin un solo rasguño? —cuestionó Steve.
— Eso dije. ¿Por qué me estás mirando así?
— Por nada —respondió inocente.
Al día siguiente, todo estaba sucediendo sin sobresaltos. Extrañamente. O quizás fue así, porque de alguna manera, ambos perdieron sus teléfonos y tampoco tenían acceso a los canales de noticias. Como sea, pudieron preparase en sus respectivas habitaciones con suficiente tiempo. Lo que necesitaban, sus amigos se los habían proporcionado. Ambos portaban traje oscuro y camisa pulcramente blanca, zapatos brillosos y una corbata elegante y claro, una guirnalda de hojas verdes. Ambos caminarían juntos hacia el altar, ubicado en una de las zonas al aire libre, muy bien preparada para el evento, así que tenían un lugar señalado para encontrarse. Chin y Kono no se habían separado de ellos, hasta llegar al lugar señalado.
— No se les ocurra hacer ninguna tontería, especialmente tú, Steve. Hablo en serio —advirtió Kono.
— ¿Qué podría hacer? ¿Huir? Me quitaste la billetera y hasta las llaves del auto.
— Contigo nunca se sabe. Si fuera por mí, desde hace días te hubiera puesto un GPS en el tobillo.
— Igual que a un prisionero —bufó el más alto— Lo que más quiero es casarme con Danny y por eso estoy aquí, ¿cómo puedes creer que huiría?
— Huiste por años. Hasta no verte con la sortija, seguirás escuchándome —Chin no ocultó su risa y Danny tenía una cara angelical; no iba a decirle a su casi marido, que había usado sus dolorosos momentos con Kono, cuando ella estaba en proceso de recuperación, en donde debía hacer que ella hablara de aquello que obstinadamente había querido ocultar. Nada mejor que compartir confidencias para asegurar la confianza.
— Tranquila prima, todo ha quedado claro. Steve ha comprendido que no tiene margen para más errores. Vamos, busquemos nuestros lugares —dijo el teniente llevándosela, no sin antes darles un guiño a la pareja.
— Es peor que mi suegra —suspiró el comandante.
— Calma, Steve. Sólo está ansiosa.
— También yo —confesó mirándole de frente. Danny sonrió, él estaba tranquilo y de la misma forma, se puso a arreglarle la corbata sin encontrar objeciones— ¿Listo? ¿Me veo bien? —cuestionó el comandante, cuando el otro terminó.
— Mejor imposible.
— Mi turno —dijo arreglándole un poco la guirnalda de hojas y apreciando que su pareja llevaba los gemelos que le había regalado y que quedaban a la perfección— ¿Todo está bien?
— Sí. Ya no hay un alma herida, ni un corazón fragmentado —aseguró con un grandioso brillo en sus ojos azules— ¿Y tú? ¿Alguna duda de último momento? —cuestionó sólo por molestarlo.
— ¡Camina, Danno! —y Steve cayó en la provocación. Lo tomó por la muñeca y lo llevó a toda prisa hasta el altar. Todos rieron al verlos aparecer.
Con la ceremonia ya terminada y luego de un sinfín de "ya era hora", los invitados se dirigieron al salón, donde sería la recepción, mientras los recién casados se tomaban fotografías en uno y otro lugar. Danny tuvo que golpear a su marido, cuando este trató de levantarlo como usualmente lo hacen con las novias. Algunas fotografías, fueron tomadas junto a Grace y Charlie, quien por cierto ya gritaba que tenía otro papá más. Grace tampoco ocultó su felicidad; deseaba con el corazón que su padre no dejara de sonreír.
En el elegante salón, los invitados degustaban de bebidas y bocadillos. Kamekona por supuesto, que tenía que dar su veredicto sobre cada cosa que había en la mesa. La música ambiente fue interrumpida, cuando el maestro de ceremonias anunció la llegada de la pareja que fue recibida con aplausos, gritos y algunos silbidos. Cabe destacar, que habían decidido mantener cada uno su apellido.
Kono se plantó delante de ellos y Steve se preparó valientemente, para un nuevo sermón. Sermón que no llegó y en su lugar, recibió un gran abrazo y Danny recibió otro.
— Los quiero chicos, y quiero que sean felices.
— Ya lo somos. También queremos que tú lo seas —dijo Steve y ella no pudo contener sus lágrimas, pues sabía que el deseo era sincero.
— ¡Hora de su primer baile como esposos! —gritaron Grace y Tani también emocionadas. Kono apoyó eso y los empujó suavemente, hasta el centro de la pista, mientras los primeros acordes sonaban. Luego, ella se reunió con Adam, quien le ofreció un pañuelo que la chica aceptó.
Nadie pronunció una sola palabra, y los novios simplemente se dejaron llevar por los suaves acordes de la música. Hubo sonrisas cómplices, segundos en los que no estaban seguros de que ese momento estuviera sucediendo en realidad. Como todos, ellos merecían su oportunidad de ser felices, hasta donde la vida así lo quisiera.
No hizo falta el tradicional coro de los invitados, pidiendo presenciar un beso. Danny había tenido la iniciativa y por supuesto, la algarabía estalló. En seguida, la suave música cambió a otra más... movida.
— ¿Es en serio? —exclamó el rubio entre sonrisas, y sabiendo que aquel cambio de melodía era obra de su marido.
— Porque sé cuánto te gusta, Danny. Te amo, detective.
— Tienes suerte de yo también te ame, Steve —exclamó y tanto ellos como los invitados, bailaron al ritmo de It's my life, de Jon Bon Jovi.
Fin
N/A: Gracias por leer!
Chapter 38: EPÍLOGO
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El día era como siempre, es decir, cielo despejado y un clima caluroso. El mar estaba en calma y cualquiera disfrutaría ese día mirando el océano, con una muy buena cerveza deliciosamente helada en la mano, a la espera de que algún pez picara en el anzuelo, tal como aquel hombre en el bote hacía.
¿Qué podría arruinar el día?
La respuesta, es que puede hacerlo la noticia de que hay un maldito grupo de maleantes sueltos, que se dedicaba a asaltar embarcaciones con personas ricas a bordo y que adoran exhibir sus costosas joyas en todo momento. Por supuesto, no desaprovechaban si tenían la oportunidad de hacerse de una buena embarcación, venderla y adquirir una suma por él.
¿Y cómo desaprovechar esta ocasión, si el objetivo en la mira era un tonto haole que estaba solo en un muy bonito yate?
— Hola, amigo —saludó uno de los dos hombres que se acercaron en una pequeña lancha— ¿Tuviste suerte? —preguntó observando la caña de pescar.
— No, no todavía.
— Es porque no lo estás haciendo bien. Si quieres, mi amigo y yo te enseñamos —ofreció el otro, que no sólo era más alto, sino más corpulento que su compañero.
— Eh… Claro —aceptó el haole— Suban —aceptó y se dirigió a la conservadora, para sacar dos botellas de cerveza; pero al darse la vuelta...
— No hagas nada estúpido, si no quieres perder la vida —advirtió el más bajo, con un arma en su mano.
— Tranquilos —pidió la víctima— Pueden llevarse el yate.
— Lo haremos, gracias. Queremos también tu anillo.
— Lo siento, eso no puedo dárselos.
— No era pregunta —amenazó el hombre armado acercándose, haciendo que el otro retrocediera.
— No te preocupes, tu esposa lo entenderá —se burló el corpulento.
Apenas dicho eso, un musculoso brazo rodeó su cuello casi asfixiándolo. El otro, alertado, volteó dispuesto a disparar al intruso. Antes de que eso fuera posible, la supuesta víctima, ya lo había detenido por el brazo doblándose hasta hacerle soltar el arma. Seguido de eso, le dio un fuerte golpe a la mandíbula, dejándole en el piso muy atontado.
— Tardaste, ¿dónde estabas? ¿Disfrutando del agua y la compañía de los peces?
— Estaba cerca, Danno. Vi cuando se aproximaron y buceé hasta aquí, no iba a dejarte solo —aseguró, tomando una cuerda y atándole las manos al tipo atontando.
— Tienen las características que describieron. Definitivamente son dos de los ladrones ¿Lograste ver dónde está su embarcación?
— Vi una a unos kilómetros, la lancha flotó cerca y uno de ellos habló con uno de a bordo. Creo que atacaron a otra embarcación recientemente; parecían estar celebrando.
— Significa que tendremos que interrogar a estos dos.
— Arriba amigo —ordenó al tipo atontado— Vas a decirnos donde están tus secuaces, cuántos son y lo que han hecho con las cosas robadas.
— Que te lo cuenten los peces —bramó el hombre.
— ¿Aquel sigue vivo, Steve? —preguntó el rubio, refiriéndose al tipo inconsciente.
— Por ahora.
— Sólo necesitamos a uno para que cante como jilguero, a este podemos tirarlo a los tiburones.
— ¡No pueden hacer eso! —protestó de inmediato.
— ¿A no? —Danny mostró una placa— Five-O, amigo. Podemos hacer lo que queramos y cuando queramos.
— Y no tiene esposa —contó el comandante con una gran sonrisa y el tipo miró la gran mano que apresaba su brazo, notando la elegante alianza igual que la que el rubio portaba, y de nuevo miró la cara del moreno. De pronto le dieron ganas de cantar.
— Ahí viene la Guardia Costera —señaló el rubio— Tienes suerte, te salvaste de los tiburones —el tipo de pronto, se sintió más a salvo en manos de los guardias que en la de esos dos.
Entregaron a los hombres a las autoridades, y Steve informó sobre las características del bote que había visto a distancia; aunque a esas alturas, seguramente, ya habrían huido, pues el barco de la Guardia Costera no pasaba desapercibido. En cuanto todo quedó dicho, el barco se alejó.
— Tienes que dejar de hacer eso, Steven.
— ¿Qué? ¿Qué hice, Danno?
— Tienes que dejar de decirles a todos que tú y yo estamos casados.
— ¿Qué tiene de malo? ¿Prefieres que piensen que tienes esposa?
— No es eso, es más bien… La forma en cómo lo dices.
— ¿La forma? ¿Qué forma? Lo digo normal.
— No lo dices “normal” Lo dices con una sonrisa de… tiburón.
— ¿Tiburón? Los tiburones no sonríen, Danny.
— ¡Tú haces que parezca que sí! —el otro sonrió burlón— Y no volveré a ser la carnada.
— Pero funcionó, creyeron que eras turista.
— Pudimos usar a Harry, hubiera estado feliz de participar.
— ¿Cuándo aceptarás que en realidad te gusta salir a pasear en un yate?
— ¿En serio lo estás preguntando? Cada que salimos en un bote, yate, embarcación o lo que sea, siempre termino con algún trauma. ¿O acaso se te olvidó la vez que salimos a pescar un atún y terminó con nosotros a la deriva, gracias al tipo que nos robó y a ti casi te come un tiburón?
— Eso no es…
— ¿Y qué hay de aquella vez que tuvimos que abordar un yate y nos contagiamos con un virus y por poco morimos? Creo que, hasta la fecha, no hubo ocasión en la que no odie estar en una embarcación.
— ¿Qué hay de la primera vez? El caso de Frank Salvo, ¿recuerdas a Joey?
— Lo tiraste a una jaula para turistas, en medio de tiburones. Sí bueno, no estuvo tan mal; aunque estaba más preocupado de perder la custodia de Grace y también por tu salud mental.
— Hace poco querías echar tú a los tiburones a nuestro sospechoso.
— Quería llevarse mi alianza, no es lo mismo. Y lo que sea que estés pensando, olvídalo o dormirás en la playa solo.
A Steve no le quedó más remedio que olvidar su plan de meter a su esposo en el agua y poner en marcha la embarcación, mientras el rubio sacaba ropa más apropiada para cuando llegaran a tierra. Mientras la nave se deslizaba por el agua, los recuerdos fueron apareciendo en ambos hombres.
Five-O había atendido el llamado de la Policía, por una víctima fatal a bordo de una embarcación que fue asaltada por los mismos tipos que estaban causando terror en turistas y lugareños. El equipo estaba interrogando a los sobrevivientes de dicha embarcación, quienes, desesperados, exigían la pronta solución al asunto. Claro que las declaraciones, no eran de mucha ayuda cuando se contradecían unas a otras.
— Tengo un Deja vu. ¿Y acaso no estaban de luna de miel? —cuestionó Chin, apenas los vio bajar del yate en el puerto, luego de tres semanas de no verlos.
— ¿No recuerdas que, generalmente, pasa algo cada que este animal y yo salimos a algún lado y al final, terminamos envueltos en un caso?
— Encontramos a dos de los tipos que asaltan yates lujosos, se los entregamos a la Guardia Costera —contó Steve, saludando a todos y también a su perrito, que volvía a acompañar al equipo.
— Hay cosas que nunca van a cambiar —sonrió Kono.
— Sí y uno de ellos ya nos dijo dónde encontrar a sus compañeros —terminó el detective.
— ¡Has regresado a la unidad oficialmente! —celebró el teniente.
— No oficialmente; pero…
— Claro que es oficial —intervino Steve, tomando la reluciente placa que Danny tenía en sus manos y que era de Steve y se la puso en el cinturón de su pareja. Seguidamente, se escuchó un ladrido de Eddie.
— ¿Tú también dices que es oficial? Bueno si tanto insisten —aceptó el rubio falsamente resignado. Los abrazos no se hicieron esperar.
— Caballeros, qué gusto verlos —saludó el capitán Grover, notando también la placa— Bienvenidos. Noelani ya terminó su examen preliminar —señaló, mientras ella bajaba de la nave acompañando a la víctima fatal con destino a la morgue.
— Doctora Noelani, ¿ya tenemos identificada a la víctima?
— ¡Detective! ¿Está de regreso en la unidad?
— Así es.
— Me alegro. No sabía que habían vuelto al trabajo, se supone que haríamos una celebración de bienvenida.
— Celebraremos luego de terminar el caso —dijo Steve— ¿Quién es la víctima?
— Vivian Tyler, 35 años, oriunda de Nueva York. Fue apuñalada reiteradas veces. Murió desangrada.
— Los tripulantes afirman que no les permitieron brindarle ayuda —informó Quinn acercándose— Es bueno tenerlos de regreso, chicos —los casados volvieron a recibir más abrazos— Probablemente, trató de evitar que le quitaran sus pertenencias.
— Tiene marcas en su cuello, seguramente, le arrancaron una cadena —siguió la médico forense— Y quizás una pulsera. Y tiene algunos cabellos arrancados, factiblemente, también se llevaron un broche —dijo mostrándoles unas fotografías.
— Esos zapatos cuestan unos 1500$ y su bolso está por otro tanto. Obviamente, no lo sabían o se los habrían llevado también —añadió la sargento.
— Tengo otro llamado —avisó Noelani— Parece que la señora Tyler no es la única víctima, hay dos cuerpos más que el océano ha devuelto a tierra.
— Los cargos por robo subieron a homicidio, se están volviendo más violentos —señaló el capitán con preocupación —Danny miró a todos lados.
— ¿Pasa algo, Danny? —preguntó Steve.
— ¿Dónde están Tani, Adam y Junior?
— Sus hijos han sido castigados y permanecen en el cuartel —afirmó el teniente, dando a entender que fue él quien dio la orden.
— Parece que los han consentido mucho —molestó Kono— Adam está vigilándolos. No recuerdo haberlo visto tan… firme —opinó con interés.
— Los necesitaremos para ir por los sospechosos, luego volverán a su castigo —ordenó el comandante, demostrando estar de acuerdo con las decisiones del teniente, al igual que Danny.
De nuevo, viejas memorias regresaron a todos.
El lugar estaba escondido dentro de una de las áreas verdes de la isla. Para cualquiera que pasara por ahí y encontrara el lugar, pensaría que los habitantes sólo eran unos honestos trabajadores de la tierra.
Ayudados por la vegetación, la unidad fue acercándose, cuidando en no caer en alguna sorpresa, que los habitantes de esa casa pudieran haber preparado para visitantes no deseados.
— Steve, hay movimiento en el interior. Parece que notaron nuestra presencia.
— Copiado, Danny —contestó el moreno, a la indicación dada por el intercomunicador— Five-O, Kawena, tú y tus amigos salgan con las manos en alto, están rodeados —y lo que obtuvieron en respuesta, fueron disparos.
— Típico —bufó el rubio desde su posición— Lou y Junior, adelante.
— Sí, señor —respondió el moreno más joven, y junto al capitán, dispararon granadas de gas al interior de la casa, tanto desde el lado derecho y el izquierdo de la vivienda, pues los enemigos no dejaban de disparar contra Steve y Tani, quienes estaban por el frente, ni a Chin y Quinn, que estaban por atrás y que también se vieron obligados a resguardarse tras los árboles, ya que los enemigos, apenas les daban cortos espacios para contestar el fuego.
Los agresores se vieron obligados a salir de la casa, en medio de un ataque de tos gracias al gas; pero aún así, trataban de seguir disparando. Danny dejó su posición en la parte alta y junto a Adam, avanzaron para unirse al equipo y así contraatacaron. Steve tenía problemas con uno de los varios hombres que se escondió tras un destartalado auto. Sabía que, de quererlo, McGarrett podría hacerlo explotar; pero sus compañeros estaban cerca. Fue Kono quien, con un tiro desde un lugar más alto, logró eliminarlo. Steve le hizo una seña de aprobación a una satisfecha isleña.
— Malkeo no está aquí —comunicó Chin acercándose— Y la Guardia Costera no encontró el bote, suponen que lo repintaron y le cambiaron el nombre.
— Quizás salió a mar abierto, tardaremos en encontrarlo si es así —opinó el japonés.
— De vuelta al mar, amigo —canturreó Lou, mirando a Danny, quien sólo hizo una mueca.
— Revisemos que hay en el interior de la casa; podríamos encontrar alguna pista —pidió el de ojos azules.
— En seguida, señor —respondió Quinn. Steve la observó irse junto a los otros y luego miró a su esposo, que permaneció a su lado.
— ¿Por qué esa mirada, McGarrett?
— Me gusta que estés a cargo de la planificación operacional, Danno.
— Lo que pasa, es que tú prefieres la planificación estratégica, ir al frente; pero te advierto que estaré dispuesto a intervenir siempre, y más tratándose de ti.
— No voy a discutirlo.
— Me gustas más así, cuando te portas obediente, comandante.
Tal como el capitán Grover lo había dicho, tendrían que regresar al mar. En el interior de la casa, encontraron algunos folletos de una tienda de alquiler de yates.
— Podría ser que trabaje ahí —dijo Tani— Tiene fácil acceso a los navíos y este, el más grande, es cómo las víctimas lo describieron.
— ¿Lo toma prestado para cometer delitos y luego lo devuelve como si nada? La gente cada día es más sinvergüenza —gruñó Kono.
— Vayamos a averiguar —propuso Junior y todos los autos se dirigieron al puerto de Ala Wai.
Danny recordaba bien qué sucedió en una de las embarcaciones en ese lugar. Su mano se dirigió consciente a su pecho; y su expresión permaneció tranquila.
Steve y Williams, se apresuraron al interior de la tienda de alquiler y el dueño les dijo que el hombre que buscaban, había ido a probar un bote luego de una reparación. Danny vio resignado a su marido, pedir llaves de dos botes, a fin de salir en su persecución.
El de Jersey observaba a Steve conducir el navío, mientras también sentía la brisa en su cara. Con ellos iban Chin, Kono y Adam. Todo era casi como era antes. La unidad con los primeros miembros, todos preparados y dispuestos a cazar al villano; pero habían sucedido tantas cosas y ahora tenían más componentes. En la otra embarcación, Junior le hacía unas indicaciones a Tani para que acelerara, mientras Lou se aferraba con fuerza de donde podía, para no caer, mientras trataba de poner orden a los más jóvenes. Sólo Quinn parecía divertirse con todo aquello, o quizás estaba aguantando las ganas de tirar al agua a cualquiera.
La embarcación finalmente estaba a la vista.
— ¿Apostamos a que va acelerar en cuánto se dé cuenta de quiénes somos? —preguntó Danny.
— Creo que ya lo hizo —contestó Steve, virando, mientras el otro intentaba huir. Tani hizo lo propio.
— ¿Logran ver si está armado? —cuestionó Chin a los otros que parecían tener mejor vista desde su posición.
— Negativo —respondió el capitán— Pero sería arriesgado acercarse demasiado.
— Tani, traten de ponerse delante de él para cerrar el paso, en caso de no querer detenerse a nuestros disparos de advertencia —ordenó Danny y en cuanto los otros obedecieron, Adam tomó el mando de la nave tratando de estar a la par del otro navío, mientras los demás disparaban. Los tiros de Steve se concentraron en la parte donde estaba el motor. Finalmente, el yate se detuvo y al hombre no le quedó más que rendirse.
— Muy bien echo, cariño. Arruinaste un bote —dijo el rubio, revisando superficialmente los daños.
— Iba a escapar, no tenía opción, Danno.
— Eso tendrás que decírselo al dueño y a su aseguradora.
Lou, ansioso de bajar del bote donde estaba, se apresuró a subir al del sospechoso en cuanto pudo, lo esposó, mientras le decía los cargos por los que sería imputado, además, de decirle sus derechos. Steve se comunicó con la Guardia Costera para que se llevara al sospechoso y para que remolcara el yate dañado.
— Pudimos haberlo llevado nosotros mismos —volvió a protestar el hombre de Jersey, mientras que, como todos, se terminaba de quitar el chaleco antibalas, los guantes y su arma.
— ¿Y perdernos este bonito día? Disfrutemos un poco, Danno.
— Podríamos disfrutar desde tierra. No tenemos, ni siquiera una botella de agua, moriremos deshidratados.
— ¿Alguien quiere una cerveza? —preguntó Tani, mostrando unas botellas desde la otra nave.
— ¿De dónde sacaste eso? —preguntó el detective.
— Las confisqué del bote que manejaba nuestro amigo.
— Eres una mala influencia, Steve.
— ¡Yo no le dije que lo hiciera, Danny!
— Tampoco dijiste que no lo hiciera, cuando viste que las saqué —Steve no pudo creer que morena lo acusara. Finalmente, tuvo que enfrentarse a la mirada desaprobatoria del rubio.
Al final, Williams no pudo hacer más que rendirse; pero antes de poder tomar una de las botellas de la mano de Tani, Steve lo empujó.
Danny se dio cuenta tarde, que esos dos habían confabulado para enviarlo al agua, ante la vista, paciencia y risas de los demás.
— ¡McGarrett!
— Te gusta ver a Danny todo mojado, ¿no, jefe? —cuestionó Kono.
— Tanto como a él le gusta verme con mi uniforme azul —respondió con una sonrisa antes de también lanzarse al agua.
Danny juraba que iba a ahogarlo.
Por ahora, todo iba bien.
N/A: Gracias a todas las personas que han seguido este fic. Gracias por el apoyo, por los mensajes y los buenos deseos. Esta es una historia que la empecé, inmediatamente luego del final y lo hice llorando por la bronca y el dolor que sentí, porque llegué a querer mucho a estos personajes, aunque Danny siempre fue mi favorito y de lo original, cambié bastante para centrarme en el detective. Él merecía un protagónico y espero haber hecho un poquito más de justicia con su personaje. Utilicé gran parte de mis conocimientos sobre procedimientos policiacos y algo sobre lo militar, y aún así, seguramente habré cometido errores y me disculpo por ello.
Espero que se encuentren bien, cuídense siempre.
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