Chapter Text
El día siguiente llegó rápido, e Ichigo simplemente quería seguir su vida normal, sin que nadie la molestara.
Las palabras de despedida de Byakuya aún resonaban en su mente, haciendo que su humor se agriara de solo recordarlo.
Mientras caminaba en silencio junto a Shizuko, deseaba no pensar demasiado en cosas innecesarias. Pronto llegaron al salón y entraron juntas.
Al instante, el murmullo general que llenaba el ambiente se apagó, y un incómodo silencio llenó el espacio. Ichigo se detuvo un momento en la puerta, sorprendida. Miró a su alrededor, pero todos los compañeros de clase rápidamente comenzaron a hablar de cualquier cosa al azar, como si nada hubiera sucedido.
El sonido de las voces aumentó en cuanto comenzar0on a adentrarse en el aula, pero el cambio abrupto en la atmósfera no pasó desapercibido. Ichigo no era muy buena leyendo las señales de los demás, pero no pudo evitar sentir que algo raro estaba ocurriendo. Un par de miradas furtivas se cruzaron entre los estudiantes, pero ni ella ni Shizuko comentaron nada al respecto.
— ¿Todo bien? —preguntó Shizuko, sin percatarse de la tensión que flotaba en el aire.
— ¿Eh? —Ichigo frunció el ceño. —No sé, algo raro pasa hoy. Es como si… —se encogió de hombros, restándole importancia—. Nada, será mi imaginación.
Shizuko simplemente sonrió y asintió, como si ya estuviera acostumbrada a que los demás se comportaran de manera extraña. El salón volvió a su normalidad después de unos segundos, aunque Ichigo siguió con una ligera sensación de incomodidad mientras se sentaba.
A lo largo del día, los comentarios de sus compañeros se hicieron más notables.
Cada vez que Ichigo cruzaba un pasillo o entraba a una sala, algunos de los estudiantes la miraban de reojo, como si esperaran algo más. Aunque no era evidente, había algo en sus miradas que hacía que Ichigo se sintiera un poco incómoda, pero no llegaba a entender por qué.
— Vaya, el Capitán Muguruma es un hombre increíble, ¿no? —comentó una chica de su clase mientras Ichigo pasaba cerca, sin mirar directamente a ella.
Ichigo la miró de reojo, pero pensó que estaba hablando de Kensei en su calidad de Capitán. Lo había visto luchar en ocasiones, y siempre había sido impresionante.
— Sí, es bastante impresionante. Me ha ayudado un montón. —respondió, sin comprender completamente el tono en el que la chica había hablado.
Otro estudiante, que a menudo se quedaba al margen, la observó mientras tomaba asiento.
— Es increíble que seas tan cercana a Muguruma Taichō. Ojalá pudiera aprender de él. —dijo con un tono de admiración que, para Ichigo, solo sonaba como un comentario de respeto hacia su amigo.
— Kensei es realmente genial. Siempre sabe lo que hace en los momentos difíciles. —respondió ella, pensando que solo estaba recibiendo elogios por su relación de amistad con él.
Sin embargo, algo en los susurros persistía en su mente. ¿Por qué tantos comentaban sobre Kensei de esa manera? Pero no le dio demasiada importancia. Para ella, Kensei seguía siendo el mismo amigo de siempre, el hombre que la había acogido como Visored y la había tratado como una más del grupo desde el primer momento.
En el almuerzo, las conversaciones siguieron en la misma tónica.
Al entrar al comedor, Ichigo y Shizuko fueron recibidas por un silencio momentáneo, seguido de murmullos bajos que rápidamente cambiaron de tema. Ichigo, acostumbrada a la actitud algo reservada de algunos compañeros, no se preocupó. Sin embargo, Shizuko lo notó.
— ¿Notas algo raro? —preguntó Shizuko mientras se sentaban a comer.
Ichigo frunció el ceño y echó un vistazo a su alrededor. Vió cómo los estudiantes no dejaban de mirarla, pero no veía nada que le pareciera extraño.
— No lo sé. Pero es como si de repente todos hablaran de Kensei y… —se interrumpió, al no poder encontrar una explicación lógica—. Tal vez estoy demasiado cansada. Seguro que sólo estoy imaginando cosas.
Shizuko soltó una pequeña risa.
— Te lo dije, debes acostumbrarte a los rumores. No tienen sentido.
Ichigo asintió, aunque no podía dejar de sentir que algo estaba raro, pero continuó comiendo como si nada. Sin embargo, no sabía que los rumores ya habían comenzado a crecer en torno a ella y Kensei.
Un par de días después, las cosas no mejoraron.
El murmullo en los pasillos era más evidente. Esta vez, Ichigo se detuvo al escuchar un par de estudiantes hablar entre sí, sin querer disimular la conversación.
— ¿De verdad crees que son pareja? Parecían ser muy cercanos ese día en el patio.
—No lo sé, pero deben estar muy unidos. Ella es totalmente informal con él, y a él ni siquiera le importa.
Ichigo miró a Shizuko, confundida. Shizuko simplemente le devolvió la mirada. A ninguna de las dos les importaban los rumores, aunque era extraño, no les ponían atención, así que simplemente lo ignoraron y siguieron su camino.
Durante el resto de la semana, los rumores continuaron propagándose como un incendio sin control. Ichigo podía sentir las miradas curiosas y escuchar los susurros a su alrededor cada vez que entraba en un aula o cruzaba un pasillo, pero decidió ignorarlos. No tenía tiempo para preocuparse por las habladurías de un grupo de estudiantes entrometidos; tenía asuntos más importantes en los que concentrarse.
Su energía estaba enfocada en las clases y en perfeccionar sus habilidades. Sin embargo, aunque intentaba mantenerse completamente absorbida en sus entrenamientos, había un pensamiento que la irritaba más de lo que quería admitir. Las palabras de Byakuya seguían resonando en su cabeza de manera insoportable: "Torpe e inexperta". No importaba cuántas veces intentara ignorarlo, la frase se repetía una y otra vez como una espina clavada en su orgullo.
No era cuestión de sentimientos, porque no los había. O al menos, eso se repetía cada vez que su mente traía de vuelta la escena de la noche anterior al incidente. Aquel beso no había sido un acto emocional, sino un desafío, un movimiento impulsivo para sacarlo de su maldito estoicismo. Y, sin embargo, él lo había reducido a una simple torpeza infantil. Como si fuera una cría sin control sobre sus propias acciones.
El recuerdo la hacía apretar los dientes involuntariamente mientras entrenaba, golpeando con más fuerza de la necesaria los objetivos en sus prácticas. En más de una ocasión, su distracción le costó algún error en los ejercicios de kidō, lo que provocó que Kotegawa-sensei la mirara con el ceño fruncido. Ichigo se limitaba a disculparse y seguir practicando, negándose a darle la satisfacción a Byakuya de haber logrado desestabilizarla.
Si él pensaba que su actitud iba a hacerla retroceder, estaba muy equivocado. Lo que más la frustraba no era lo que él había dicho, sino el hecho de que le importara en primer lugar. No necesitaba su aprobación ni tampoco su reconocimiento. Pero, si ese era el caso, ¿por qué cada vez que recordaba sus palabras sentía la necesidad de demostrarle que estaba equivocado?
Con ese pensamiento en mente, Ichigo decidió canalizar su molestia en algo más productivo. Su único objetivo sería mejorar, perfeccionar su técnica y demostrar, aunque fuera solo para sí misma, que nadie tenía derecho a subestimarla. Mucho menos él.
El día en la Novena División transcurría con normalidad. Hisagi Shūhei entró en la oficina con una expresión divertida, cerrando la puerta tras de sí antes de dejarse caer en su silla con un suspiro.
Kensei Muguruma, quien revisaba unos informes en su escritorio, alzó la vista con una ceja arqueada.
—¿Qué te pasa? —preguntó con desinterés.
Hisagi se cruzó de brazos y sonrió de lado.
—Oh, nada… solo que me han preguntado al menos tres veces hoy por tu supuesta “relación” con una estudiante de la Academia.
Kensei frunció el ceño, evidentemente confundido.
—¿Qué carajo estás diciendo?
—Los rumores vuelan, Muguruma-taichō —dijo Hisagi, apoyando un codo en el escritorio—. Al parecer, después de tu pequeña visita a la academia, la gente está convencida de que tienes un romance con Shiba Masaki.
El capitán de la Novena División lo miró fijamente por un momento, como si estuviera procesando la información.
—Eso es una estupidez.
—No soy yo quien lo dice. Rangiku-san me preguntó hace un rato, y Aoba de la Undécima también hizo un comentario al respecto. Parece que el chisme se ha esparcido bastante.
Kensei bufó, volviendo su atención a los papeles en su escritorio.
—La gente ociosa siempre inventa cosas. No tengo tiempo para esas tonterías.
Hisagi se encogió de hombros, sin dejar de sonreír. No dijo nada más, pero su expresión dejaba en claro que lo encontraba sumamente entretenido. Conociendo a su capitán y a Kurosaki, sabía que su relación no era más que una fuerte amistad, pero, aun así, la velocidad con la que se había propagado el rumor era impresionante.
Mientras tanto, en la Sexta División, Renji Abarai entró en la oficina de su capitán con una expresión extrañamente pensativa. Byakuya Kuchiki revisaba documentos sin levantar la vista cuando Renji se dejó caer en su propio escritorio con un suspiro.
El silencio duró varios minutos hasta que Renji, incapaz de contener su curiosidad, habló.
—Capitán… ¿escuchó el rumor sobre Ichigo?
Byakuya continuó escribiendo sin inmutarse.
—No pierdo el tiempo con chismes inútiles, Abarai.
Renji frunció el ceño.
—Es solo que… bueno, dicen que Ichigo y Muguruma-taichō están juntos. Lo escuché varias veces hoy.
Byakuya siguió sin levantar la vista.
—Kurosaki Ichigo tiene una relación cercana con los Visored. No es extraño que interactúe con Muguruma Kensei.
Renji asintió, pero aún parecía pensativo.
—Sí, eso es cierto… pero la vi bastante cómoda con él en la fiesta de despedida. De hecho, creo que es el único con el que Ichigo no parecía incómoda con el contacto físico. Ni siquiera pareció notarlo.
Byakuya finalmente levantó la mirada, sus ojos fríos e inescrutables clavándose en Renji.
—Deja de perder el tiempo y continúa con tu trabajo.
Renji se tensó. La voz de Byakuya sonaba tan gélida como siempre, pero había algo en su tono… algo que lo hizo sentirse repentinamente nervioso.
—S-Sí, capitán.
Se apresuró a concentrarse en sus papeles, sin atreverse a decir nada más. Sin embargo, no pudo evitar pensar que su capitán estaba más frío de lo habitual. Probablemente se debía a la carga de trabajo, pero, aun así, no pudo evitar sentir un escalofrío.
Por su parte, Byakuya volvió a sus documentos con la misma expresión impasible de siempre. Sin embargo, en su interior, el rumor le molestaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Era absurdo. Insignificante.
Y, aun así, el hecho de que alguien más estuviera relacionado con Ichigo de esa manera le resultaba… irritante.
Apretó ligeramente la pluma en su mano antes de soltar un leve suspiro y retomar su trabajo, ignorando deliberadamente el malestar que había comenzado a instalarse en su mente.
En la academia, mientras tanto, la vida de Ichigo transcurría normalmente, sin tener ni idea de que los rumores de la academia habían llegado tan lejos.
El vienes encontró a Ichigo saliendo de los dormitorios se encontró con su nueva amiga. Shizuko parecía un poco desconcertada, pero su caminar seguía siendo confiado.
—¿Todo bien? —preguntó Ichigo con una ceja levantada.
—Sí — dijo Shizuko y ambas se encaminaron hacia su primera clase —Es solo que una chica me preguntó por tu relación con Muguruma-taichō.
—¿Con Kensei? ¿Relación? —Ichigo estaba intentando entender por qué la gente preguntaría eso.
—Sí, pero no te preocupes. Les dije que era tu amigo, nada más.
—Gracias, pero ¿Por qué la gente pensaría que hay algún tipo de relación entre nosotros? —Ichigo no era tonta, sabía que se refería a algún tipo de romance, pero su interacción con Kensei fue de todo menos romántica: se insultaron, desafiaron y se burlaron el uno del otro ¿Dónde estaba lo romántico en eso?
—¿Te das cuenta de cómo te diriges a él? — preguntó Shizuko con una leve sonrisa y una ceja alzada.
—¿Qué? — Ichigo ahora si estaba confundida. Ella simplemente había hablado con Kensei, no se había acercado demasiado a él. Ni siquiera se habían tocado.
—Hablas con él y de él como si fuera simplemente una persona más, como si ni siquiera te importara quién es.
—¿Quién es? — Ichigo no extiende a qué se refiere su amiga —Es Kensei
—Exacto — responde Shizuko, como si Ichigo estuviera probando un punto. La rubia, al ver la cara de desconcierto de su compañera, se explicó —Hablas de él como si fuera una persona normal, como si ni siquiera te importara que es un respetado capitán del Gotei 13, que de hecho es considerado uno de los más fuertes.
—Oh — dijo Ichigo, un poco aturdida —Es que para mí siempre ha sido Kensei, sería extraño que lo llamara Muguruma-taichō seriamente. De hecho, cuando lo hago es para molestarlo y a él le dan escalofríos — dijo Ichigo, pensando en sus interacciones con su amigo —sería lo mismo si llamara a Shinji o a Rose “taichō”… No, espera, si llamara a Shinji “Hirako-taichō el idiota sería insoportable por días — Ichigo ya estaba irritando de solo pensar en lo molesto que sería el rubio si eso llegara a pasar —, tendría que golpearlo— añadió, apretando un puño, ya imaginando el golpe que le daría.
—Exactamente a eso me refiero — dijo Shizuko suspirando, más que un poco impresionada por la confianza que parecía tener Shiba Masaki con personas tan importantes —En una simple conversación me nombraste a tres capitanes altamente estimados y, además, son los tres que regresaron como héroes de guerra.
Ichigo reflexionó sobre esas palabras. Puede que ella nunca mostrara mucho respeto por los títulos y las deferencias de rango, pero es que para ella primero eran personas, amigos, y luego miembros de Seireitei.
—Supongo que evitaré ser tan familiar con ellos aquí — dijo Ichigo haciendo una mueca, ya era bastante molesto acostumbrarse a responder cuando la llamaran “Shiba”, y ahora también debía censurarse al hablar de sus amigos.
—Creo que ni siquiera entiendes el tipo de poder que tienes — murmuró Shizuko por lo bajo.
Ichigo no la escuchó, y ambas continuaron su camino en un silencio cómodo.
El resto del día pasó sin contratiempo, e Ichigo se encontró una vez más lista para volver a la mansión.
Llegó a la mansión justo a tiempo para la cena. Intentó comportarse igual que siempre mientras compartía mesa con los hermanos Kuchiki, pero una vez más le era difícil mirar a Byakuya, aunque esta vez no era por la vergüenza, sino porque sentía que, si lo miraba a los ojos, nada iba a evitar que tratara de estrangular al idiota arrogante.
Luego de una cena bastante amena, Ichigo se fue a dormir, ya con un plan medio trazado en su cabeza, no era lo más digno, pero era lo único que se le ocurría.
El amanecer en la Sociedad de Almas apenas comenzaba a teñir el cielo de tonos anaranjados al día siguiente, cuando Ichigo se deslizó fuera de su habitación. Caminó en puntillas por el pasillo de la mansión Kuchiki, con una misión muy específica en mente: infiltrarse en la habitación de Rukia.
No era la primera vez que entraba sin permiso, pero esta vez su propósito era... cuestionable.
"No es robo... solo... un préstamo sin aviso," se dijo a sí misma mientras abría la puerta sin hacer ruido.
Rukia dormía profundamente, su respiración tranquila. Ichigo se apoyó contra el marco de la puerta, con los brazos cruzados, preguntándose si debía despertarla o esperar. Pero su propio nerviosismo ganó la batalla.
—Oye, Rukia —susurró, inclinándose un poco—. ¿Estás viva?
Rukia gruñó en respuesta y abrió un ojo con irritación.
—¿Qué demonios haces aquí tan temprano?
Ichigo se encogió de hombros, tratando de fingir despreocupación.
—Me desperté antes y no quería estar sola. ¿Te molesta si espero aquí mientras te preparas?
Rukia la miró sospechosamente por un momento antes de suspirar y sentarse en la cama.
—Lo que sea. Solo no hagas ruido.
Ichigo asintió y esperó pacientemente hasta que Rukia desapareció en la zona del baño. En cuanto se cerró la puerta, Ichigo se puso en marcha.
"Bien. Ahora, el objetivo..."
Con movimientos rápidos y silenciosos, se dirigió al armario de Rukia. Sabía exactamente lo que buscaba: aquellos mangas de los que su amiga hablaba con tanto entusiasmo. Si quería mejorar, tenía que informarse de alguna manera, y preguntar directamente estaba fuera de discusión.
Después de revolver un poco, encontró un pequeño estante escondido entre otros libros más "respetables". Ichigo entrecerró los ojos.
—Aquí están, pequeña traidora.
Sacó tres volúmenes al azar y los escondió entre su ropa antes de sentarse casualmente en la cama justo cuando Rukia salía del baño.
—¿Por qué tienes cara de culpable? —preguntó Rukia, secándose el cabello con una toalla.
—Porque estoy aquí sin razón —respondió Ichigo rápidamente, demasiado rápido.
Rukia la miró con desconfianza, pero decidió ignorarlo.
—Vamos, el desayuno nos espera.
Ichigo la siguió, sintiéndose como una criminal de guerra.
Horas más tarde, de regreso en su habitación, Ichigo sacó los mangas y los extendió sobre la cama.
Kaichou wa Maid-sama, Dengeki Daisy y Kimi ni Todoke.
—Muy bien... vamos a aprender —murmuró con determinación, tomando el primer volumen de Kaichou wa Maid-sama.
Al principio, todo iba bien. Era solo una historia sobre una chica fuerte y un chico que parecía demasiado confiado. Nada raro. Hasta que llegó la primera escena en la que Usui acorralaba a Misaki contra la pared.
Ichigo sintió cómo una gota de sudor bajaba por su sien.
—¿Pero qué…?
Siguió leyendo y la situación solo empeoraba. Usui estaba demasiado cerca, Misaki estaba demasiado nerviosa, y las descripciones eran demasiado detalladas.
"El calor de su aliento acarició su piel".
Ichigo arrojó el manga a un lado.
—¡¿Por qué demonios describen eso?!
Se tomó un segundo para calmarse y, contra su mejor juicio, recogió el tomo otra vez.
—No. Esto es un estudio serio. Tengo que aprender.
Se obligó a seguir leyendo, pero cada vez que Usui hacía algo que dejaba a Misaki paralizada, Ichigo sentía un escalofrío de incomodidad. No por la escena en sí, sino porque podía entender la sensación, especialmente después de lo que había pasado con Byakuya.
—Esto no significa nada —murmuró, pasándose una mano por la cara.
Después de terminar el primer manga, decidió cambiar a Dengeki Daisy para despejarse un poco. Pero en cuanto leyó el apellido Kurosaki, su mente colapsó.
—...
Shiro apareció en su cabeza, carcajeándose como un loco.
—¡JAJAJA! ¡No puedes escapar del destino, Queen!
Ichigo le lanzó el manga en su imaginación.
—¡CÁLLATE!
Pero por supuesto, Shiro no se detuvo.
—Mira eso, Kurosaki dándole lecciones de amor a Kurosaki. ¿No es lindo?
Ichigo quiso morirse ahí mismo.
Para cuando terminó el segundo manga, estaba roja como un tomate. Sabía que leer el tercero solo empeoraría la situación, pero ya estaba en un camino sin retorno.
Horas después, Ichigo se quedó acostada boca abajo en su futón, completamente derrotada.
—Esto fue un error —susurró con voz ahogada.
Shiro seguía riéndose en su cabeza.
—Nah, fue educativo.
Ichigo se tapó la cabeza con una almohada.
Si Byakuya pensaba que seguía siendo torpe e inexperta, estaba a punto de demostrarle lo contrario.
Esa noche la cena fue un poco más tranquila, Ichigo ya no evitaba mirar a nadie, el saber que ahora, si quería, podría demostrarle a Byakuya que estaba equivocado la tranquilizaba, haciendo que ya no evitara sus ojos, sino que los encontrara, casi desafiante.
Cuando Rukia le preguntó por su semana, Ichiggo le contó sobre su nueva amiga, Shizuko, y tanto Byakuya como Rukia concordaron en que era una buena elección de amistad, pues la familia de la chica, aunque eran pequeños nobles, eran bien conocidos por su enfoque más militar, evitando por completo las complejidades políticas.
También comentó de pasada la visita de Kensei a la academia, divirtiéndose al contarles que este había sido engañado por Hirako, y que al día siguiente iría nuevamente a la novena, pues había acordado tener un enfrentamiento de práctica con Hisagi.
Ichigo no se dio cuenta, pero Byakuya había detenido brevemente su movimiento de llevar los palillos a su boca cuando la escuchó hablar de Muguruma Kensei, antes de continuar como si nada hubiera pasado. Del mismo modo, Byakuya no pudo evitar tensarse cuando la escuchó decir que al día siguiente iría otra vez al escuadrón nueve.
Eso significaba que la semana anterior, cuando fue a visitar a amigos ¿También fue a la novena? ¿Qué tan común era que ella visitara a los Visored? Recordaba claramente que, la primera vez que ella lo visitó en la sexta división, ella le había dicho a Abarai que prefería estar ahí que con Hirako Shinji.
¿Eso quería decir que Hirako era la excepción o lo era Muguruma?
Byakuya decidió dejar de pensar en sin sentidos. No era de su incumbencia con quién salía Kurosaki.
Ni existía ninguna razón por la que le pudiese molestar que ella pasara tiempo con Muguruma Kensei en su tiempo libre.
La mañana siguiente amaneció un poco más fría de lo que esperaba, pero de todas formas Ichigo se levantó entusiasmada por lo que le deparaba el día.
Tenía planeado un enfrentamiento con Hisagi, y era realmente genial poder combatir con alguien que también era usuario de espadas dobles. Shiro, e incluso O’San, estaban emocionados de al fin poder volver a enfrentarse a otra Zampakuto, no lo habían hecho desde el fin de la guerra y tanta tranquilidad los ponía ansiosos.
Cuando llegó a la novena se dirigió directamente a la Oficina de Kensei, donde entro sin siquiera tocar.
—¿Quién dem…? Ichigo, ¿Qué haces aquí? — dijo Kensei, quien cambió de irritado a resignado cuando vio que era Ichigo quien entraba en su despacho sin tocar.
—Shuhei me debe un combate — respondió la chica, apoyándose en el marco de la puerta, saludando con un gesto a Kensei antes de enfocar su atención en Hisagi, quien la miró con la misma emoción que ella sentía.
Hisagi parecía a punto de saltar de su silla, sin embargo, miró a Kensei, expectante.
—Esto sí me interesa — dijo Kensei sonriendo, mirando entre su teniente y su amiga con una sonrisa socarrona, ya deseando ver el enfrentamiento — Vamos — añadió, poniéndose de pie y guiando el camino hacia el mismo lugar en el que se enfrentó a Ichigo la semana anterior.
El viento soplaba ligeramente sobre el patio de entrenamiento de la Novena División, llevando consigo el eco de las voces que murmuraban mientras los miembros del escuadrón observaban el duelo amistoso entre Ichigo Kurosaki y Hisagi Shūhei. Kensei, sentado en una de las plataformas de madera, observaba atentamente con los brazos cruzados, rodeado de varios shinigamis, que observaban con interés el enfrentamiento. La atmósfera estaba cargada de tensión y anticipación, pero también de una evidente camaradería.
Ichigo, con el cabello recogido en una coleta alta, se mantenía de pie con su Zampakuto, Tensa Zangetsu, sujeta con firmeza en ambas manos. Su mirada estaba fija en Hisagi, quien, con su característica actitud relajada, también tenía sus dos espadas desenvainadas, las cuales eran su orgullo: Kazeshini en la mano derecha y Sokotsu en la izquierda.
—Recuerda, Ichigo, esto es solo un entrenamiento, ¿sí? —dijo Hisagi con una sonrisa desafiante, su voz relajada, pero con un brillo de concentración en sus ojos.
Ichigo asintió sin decir una palabra, con una gran sonrisa en su rostro. Sabía que no era momento de subestimar a nadie, menos al teniente de la novena División con más experiencia en el uso de espadas duales. Ella no iba a permitir que la batalla se volviera fácil, ni por un segundo.
—Vamos, Hisagi. ¡Muéstrame lo que tienes! —desafió, avanzando hacia él.
Con un rápido movimiento, Ichigo se lanzó al frente, su Zampakuto cortando el aire con la velocidad de un rayo. Hisagi reaccionó casi al mismo instante, girando en un ágil movimiento, usando Kazeshini para bloquear el golpe de Tensa Zangetsu mientras que lanzaba un contraataque hacia el abdomen de Ichigo.
Ichigo, anticipando el movimiento, realizó un rápido deslizamiento hacia un costado, esquivando la espada de Hisagi mientras su Zampakuto seguía en contacto con la de él, creando una chispa metálica que iluminó el ambiente. El sonido del metal resonó en el aire, y la velocidad de ambos combatientes era tal que los espectadores solo podían ver destellos fugaces de sus movimientos.
Hisagi, sonriendo ante la destreza de Ichigo, dio un paso atrás, haciendo un giro hacia su derecha para lanzar un corte diagonal con Kazeshini. La hoja estaba envuelta en una oleada de viento, como si la propia muerte quisiera acompañar el golpe. Sin embargo, Ichigo ya había calculado su movimiento, y con un salto ágil, se elevó por encima de la trayectoria de la espada. Desde el aire, utilizó la punta de su Zampakuto para repeler el ataque de Shuhei, enviando la espada de Hisagi hacia un lado.
—Impresionante... —murmuró Kensei, observando con los ojos entrecerrados. Aunque era un entrenamiento, la intensidad del enfrentamiento era clara.
Aterrizando con gracia, Ichigo no perdió el ritmo. En un solo movimiento fluido, giró sobre sí misma y atacó a Hisagi con una serie de estocadas rápidas y precisas, cada una dirigida a diferentes partes de su cuerpo. Sus movimientos eran impredecibles, cada uno con la intención de descolocar a su oponente.
Sin embargo, Hisagi no era un principiante. Con la experiencia acumulada a lo largo de los años, usó sus dos espadas con una sincronización perfecta. Con la izquierda bloqueó el primer golpe, mientras que la derecha desvió el siguiente, y en un rápido contragiro, el joven oficial usó ambas espadas para realizar un corte vertical hacia Ichigo.
Ichigo no dudó en desviar el ataque con un rápido movimiento de su Zampakuto, pero lo que no esperaba era el rápido cambio de postura de Hisagi. Utilizando el retroceso de su movimiento anterior, Kazeshini se desvió en un ángulo extraño, buscando atraparla por debajo, pero Ichigo reaccionó con un giro acrobático que dejó la espada de Hisagi pasar por debajo de su pecho.
Con su Zampakuto en alto, Ichigo vio una abertura y, sin perder tiempo, giró su espada hacia su izquierda para realizar un corte horizontal hacia el torso de Hisagi. Esta vez, su velocidad no le dio tiempo a su oponente para reaccionar. La hoja de Tensa Zangetsu rozó la parte lateral de su uniforme, dejando una leve marca roja en su piel.
—¡Bien hecho! —exclamó Hisagi, retrocediendo rápidamente, reconociendo la habilidad y rapidez de su oponente.
Ambos se separaron brevemente, sus respiraciones pesadas pero controladas. Hisagi sonrió ante el resultado de la batalla. Sabía que Ichigo, aunque más versátil y rápida, aún tenía mucho por aprender sobre el uso simultáneo de dos espadas. Sin embargo, había algo en su estilo que lo sorprendía cada vez más. Su capacidad para adaptarse rápidamente a las circunstancias y su poder innato lo dejaban sin palabras.
—Tienes una habilidad impresionante, Ichigo. No pensaba que te moverías tan rápido. —Hisagi hizo una pausa, observando cómo Ichigo lo miraba con concentración total, lista para otro asalto.
Sin embargo, Ichigo estaba decidida a terminar el enfrentamiento. Aprovechó su ventaja en versatilidad, cambiando su postura en un abrir y cerrar de ojos, y con una explosiva ráfaga de velocidad, desvió un ataque de Kazeshini mientras bloqueaba el contraataque de Sokotsu con la empuñadura de Tensa Zangetsu. Con un grácil movimiento, deslizó su Zampakuto hacia el costado de Kazeshini, presionando con fuerza, y con una rapidez relámpago, efectuó un corte limpio a la altura del abdomen de Hisagi, dejando su Zampakuto a centímetros de su piel.
—¡Te tengo! —dijo Ichigo con voz firme, mientras mantenía la espada en posición.
Hisagi, sorprendido pero sonriendo, bajó ambas espadas. No hubo necesidad de más golpes. El combate había llegado a su fin, y aunque había sido un entrenamiento, la victoria de Ichigo era clara.
—Bien jugado, Kurosaki. —Hisagi se inclinó ligeramente en señal de respeto.
Ichigo asintió, bajando su Zampakuto, mientras los miembros de la Novena División rompían el silencio con aplausos. Kensei, que había estado observando con una expresión seria, finalmente permitió una sonrisa en su rostro.
—Eso estuvo impresionante — comentó Kensei en voz baja, mientras el resto de los shinigamis seguían elogiando a ambos combatientes.
Ichigo, aunque satisfecha por la victoria, sabía que aún tenía mucho por aprender. Sus dos espadas, Shiro y O'San, representaban aspectos de ella misma que nunca podrían ser completamente dominados. Pero la batalla no había terminado para ella, solo había comenzado.
La cena de esa noche fue amena, con Rukia hablando de su día, Ichigo haciendo preguntas y Byakuya respondiendo cuando se dirigían a él directamente.
Una vez en su habitación, Ichigo se sentía un poco nostálgica, y mirar el techo no le proporcionaba distracción suficiente.
La noche era tranquila en la mansión Kuchiki. La luz de la luna llena se reflejaba en la superficie del estanque, donde los peces koi nadaban en círculos, sus movimientos pausados y elegantes.
Ichigo se abrazó a sí misma, observando el agua con la mirada perdida. Había salido al patio sin pensarlo demasiado, solo siguiendo un impulso. Tal vez porque su mente estaba inquieta, llena de pensamientos que no podía ignorar.
Pensaba en su familia. En Yuzu, que seguramente ya estaría en la cama, y en Karin, que quizás aún veía la televisión o hacía sus tareas. En Isshin, quien probablemente estaba molestando a sus hijas con alguna tontería.
Se preguntó cuánto tiempo más tendría que pasar antes de poder verlas de nuevo. Suspiró con frustración.
—¿Está todo bien?
Ichigo parpadeó al escuchar la voz y giró levemente la cabeza. No necesitaba voltear del todo para saber quién era. Byakuya estaba a pocos pasos de ella, con su porte impecable y su expresión serena como siempre.
—Solo pensaba en mis hermanas —respondió sin mirarlo—. Me pregunto cuánto tiempo más pasará antes de que pueda visitarlas.
Byakuya no respondió de inmediato. Él también sabía lo que era estar separado de la familia por mucho tiempo, pero no tenía una respuesta para ella. Finalmente, simplemente dijo:
—El tiempo es incierto.
Ichigo soltó una breve risa nasal.
—Sí, eso ya lo sabía.
Un silencio cómodo se instaló entre ellos. La brisa nocturna movió suavemente el agua del estanque, e Ichigo decidió que no valía la pena deprimirse. Nunca había sido de las que se dejaban atrapar por la nostalgia. Con un cambio de tono, se giró ligeramente hacia él.
—¿Y tú? —preguntó con una leve sonrisa—. En la cena les conté de mi semana en la academia, pero tú no dijiste nada de la tuya. ¿O acaso la vida de un capitán es demasiado aburrida para compartirla?
Byakuya la miró con la misma neutralidad de siempre.
—Los reclutas aún preguntan por ti como instructora.
Ichigo arqueó una ceja.
—¿En serio?
—Yuki Rikichi ha estado insistiendo en que necesita entrenar contigo. Dice que en los diez días en que estuviste en la Sexta, los cadetes aprendieron más que en meses de entrenamiento formal.
Ichigo sonrió con diversión.
—Vaya, ese chico sí que es persistente. Si quiere entrenar, no tengo problema. Los fines de semana lo único que hago es venir a la mansión y visitar a Kensei en la Novena.
Byakuya se tensó ligeramente, aunque su expresión no cambió. Ichigo no se dio cuenta, pero él sí.
Los rumores.
Sabía que eran falsos, y aun así, el comentario lo molestó más de lo que debería. Las palabras de Renji regresaron a su mente, y aunque su orgullo le impedía preguntar directamente, la irritación se filtró en su tono cuando respondió.
—Parece que pasas bastante tiempo con Muguruma-taichō.
Ichigo parpadeó, algo sorprendida por su tono. No era común que Byakuya hiciera comentarios de ese tipo.
—Sí. Somos amigos. ¿Y qué?
Byakuya desvió la mirada hacia el estanque, su semblante impenetrable.
—Nada en particular.
Ichigo frunció el ceño. Algo en su tono le molestó.
—Si tienes algo que decir, dilo de una vez, Kuchiki.
Byakuya la miró con calma.
—No es nada que no puedas deducir por ti misma.
Ichigo sintió que su paciencia se agotaba en un instante. Apretó los dientes, sintiendo la frustración arder en su interior. Esa maldita actitud condescendiente otra vez.
—¿Es porque sigo viviendo aquí aunque tenga más lugares donde quedarme? —era lo único que se le ocurría, y eso la lastimaba un poco.
—Por supuesto que no —dijo Byakuya rotundamente —. Te he informado en reiteradas ocasiones que eres más que bienvenida a quedarte aquí el tiempo que desees.
—Pues no entiendo qué quieres decir. Kensei es mi amigo, me ayudó cuando estaba deprimida y es alguien en quien confío completamente —Ichigo no entendía por qué Byakuya parecía estar tan apático.
—Simplemente asegúrate de que Muguruma-taichō no tenga que volver a traerte borracha. Haces cosas sin saber cuando estás en ese estado.
Ichigo no pensó en lo que hacía hasta que ya lo había hecho.
Se impulsó sobre la punta de los pies y lo besó.
El contacto fue más firme que la última vez, con una seguridad que antes no tenía. No fue un accidente, ni un arrebato. Fue un desafío. Uno que ella misma estaba dispuesta a ganar.
Byakuya no se movió. No correspondió ni se alejó, solo se quedó en su lugar, dejando que ella tomara la iniciativa.
Cuando Ichigo se separó, lo miró directamente a los ojos con el ceño fruncido y la respiración apenas alterada.
—Aprendo rápido en cualquier cosa —dijo con tono desafiante.
Byakuya la observó en silencio durante un largo segundo.
Luego, antes de que Ichigo pudiera procesarlo, él fue quien acortó la distancia y la besó.
Esta vez, no fue un beso pasivo. Fue más profundo, más calculado. No era un simple contacto, sino una demostración de que la experiencia era un arma que él manejaba a la perfección.
Cuando se separó, la dejó completamente paralizada, con los ojos abiertos por la sorpresa y el rostro ardiendo.
Byakuya la miró con tranquilidad, como si nada hubiera pasado.
—No olvides que yo tengo mucha más experiencia que tú, Kurosaki Ichigo. No intentes compararte. —murmuró con frialdad, antes de girarse con elegancia y marcharse.
Ichigo se quedó en su lugar, incapaz de reaccionar de inmediato. Su corazón latía con fuerza en sus oídos, y su cerebro tardó varios segundos en procesar lo que acababa de ocurrir.
Luego, cuando finalmente lo asimiló, sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
No solo porque Byakuya la había besado… sino porque esta vez, lo había disfrutado.
Un sonido repentino la sacó de su aturdimiento.
—¡Pfft…! ¡JAJAJAJAJA!
La risa desquiciada de Shiro resonó en su cabeza, burlona y estridente. Ichigo sintió que toda su vergüenza se transformaba en pura irritación.
—¡Cállate!
—¡Queen! ¡Tanto entrenamiento y al final Kuchiki te noqueó sin levantar un dedo! ¡JAJAJAJA!
Ichigo apretó los puños, su cara enrojecida tanto por la rabia como por la vergüenza.
—¡TE DIJE QUE TE CALLARAS!
La risa de Shiro solo se volvió más histérica, y Ichigo, sintiéndose completamente derrotada, se dio la vuelta y caminó rápidamente hacia su habitación, maldiciendo en voz baja.
No tenía ni idea de cómo iba a enfrentar a Byakuya después de esto.