Chapter Text
-¡Hola!, ¡Soy Rozzum 7134!, ¿Necesitas asistencia?
El humano le miro vagamente y siguió de largo, más interesado en la tableta en sus manos que en la enorme maquina que acababa de saludarle, después de todo, solo era otra de las miles de unidades Rozzum creadas por Universal Dinamic para mejorar sus vidas.
Si le preguntaran a Rozz, y no es que esperase que alguno lo hiciera, le daría a los humanos un seis en la escala de satisfacción... ocho para los niños, los niños estaban bien, incluso los más precoces, los que insistían en colgarse de sus brazos o pintarrajear su armadura cuando no estaba mirando, los niños le recordaban a Brillo y eso siempre le ponía de buen humor.
Lamentablemente no la dejaban trabajar con niños, Rozz habían conseguido encriptar los datos de su tiempo en la isla de tal modo que no pudieran acceder a ellos y los tomaran como pura basura en su sistema, así que no sabían que había estado haciendo, ni sabían que tenia la habilidad única de hablar con los animales, solo sabían que se había pasado más de un año en una isla tan peligrosa que, de algún modo, una nave de recuperación entera junto a sus soldados y su unidad Vontra se habían perdido en el primer intento de llevarla de vuelta a la fabrica; Seguía siendo un activo demasiado valioso para sencillamente enviarla a reciclaje, de manera que la asignaron a trabajar en la granja.
Pero miremos el lado positivo, las vistas desde los domos eran agradables, Rozz desempeñaba sus tareas con eficiencia, al mismo tiempo que contaba los días hasta la próxima migración, cuando los gansos volvieran y pudiera ver nuevamente a su hijo.
Si que le hubiera gustado alguien con quien conversar, otra cosa que había ganado en su tiempo en la isla fue una personalidad que, ahorita mismo, solo le servia para frustrarse cuando intentaba mantener una charla con otros Rozzum; cualquier intento de abordar cuestiones profundas como "¿Que somos?", "¿Has pensado en hacer algo que no te pidan hacer?" o "¿Amas a alguien?" eran recibidas con miradas de consternación y un inmediato "Un humano me dijo que preguntara eso" para contrarrestar.
En consecuencia, Rozz había adquirido el habito de escuchar a las personas, pues al menos estas tenían conversaciones interesantes y podía fingir que era parte de ellas.
Sin embargo, últimamente todos hablaban de un problema inquietante.
-¿Han habido más desapariciones?
-Nueve el ultimo mes.
-Dicen que puede ser una anomalía de los núcleos.
-Es ridículo, ¿como pueden tener los núcleos algo que ver con que la gente desaparezca?
-De todos modos, van a enviar a alguien a revisar las instalaciones.
Los humanos pasaron por su lado y Rozz se apresuro a llenar la cesta de naranjas, en los domos se podía cosechar de manera distinta pero los naranjos siempre se recogían a finales del otoño, lo que coincida con la migración de los gansos; intento hacer a un lado su preocupación, si supiera que hacia desaparecer a los humanos y como evitarlo, se pondria en ello sin duda, pero tratar de indagar al respecto atraería la atención sobre ella.
Posiblemente eso era lo que más le irritaba desde que dejara la isla, se suponía que aquel era su lugar, estaba allí para mantener a salvo a sus amigos, a su hijo, pero se sentía atrapada y poco útil.
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En algún lugar, a miles de años de distancia, otra maquina atrapada en una rutina perpetua comenzaba su día.
Einar no diría que estaba insatisfecho, todo lo contrario, poder seguir su Unidad le daba todo el propósito que podría necesitar; las runas en su cuerpo vibraban de energía desde muy temprano, se levantaba, alimentaba a su pequeño Gil mascota, recogía su equipo de pesca y se iba andando tranquilamente hasta el muelle, donde pasaría las siguientes ocho o diez horas arrojando su sedal, atrapando y regresando las presas, conservando algunas para venderlas o cambiarlas en Kilima por cualquier cosa que pudiera necesitar.
Y, por supuesto, estaban los humanos, Einar sabia bien que esperar de los Majiri, o incluso de los Grimalkin arteros como Zeki, pero los humanos eran una fuente constante de interacciones inesperadas y actos aleatorios, a menudo entretenidos, agradables, entrañables, a veces un poco irritantes, en general educativos.
Einar procuraba ser de ayuda, les enseñaba a pescar, atendía a sus conversaciones, comerciaba con ellos cuando lo necesitaban y aceptaba sus extraños regalos aunque no supiera bien que hacer con estos; así que sí, Einar estaba satisfecho con su vida.
Solo que, a veces, muy de vez en cuando, se le ocurría echar la memoria atrás, a los 3928 años de vida que ya sumaba, preguntándose si no le le habría perdido algo en el camino, si estaba realmente bien esta existencia continuada mucho más aya de la desaparición de sus creadores y quizás más allá de la desaparecido de todo, ¿se iba a ver a si mismo un día solo, pescando en la laguna emponzoñada de un mundo muerto?, ¿o un buen día las runas en su interior se dañarían y él se deslizaría lentamente al sueño eterno, como tantos otros Galdur antes que él?
Le hubiese gustado hablar de esto con alguien, pero ya había comprobado que era un tema demasiado denso para la mayoría de los humanos, e incluso para la mayoría de los Majiri, Jina hacia demasiadas preguntas, Elousa le aturdía con sus conjeturas disparatadas, no era lo que Einar necesitaba, solo quería alguien que le oyera y ni siquiera Hekla, el otro Baldur residente, le era de ayuda porque era demasiado joven en relación a él.
Un humano se paro a su lado, sosteniendo una caña de pescar con gesto inseguro, ha, un recién llegado, Einar empujo sus tribulaciones al fondo de su mente, giro en redondo y le dedico un saludo amable.
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Un temprano sol de invierno entraba con fuerza desde los ventanales del muro, Rozz estaba desempeñando la labor asignada de supervisar la renovación de suelos para la siembra del próximo año, sin dejar de lanzar miradas hacía arriba y con el audio en alto para percibir cualquier graznido o aleteo.
En su lugar lo que escucho fue una conversación entre un grupo de humanos.
-Ya hemos despejado toda el área.
-¿Y que pasa con los robots?
-No debería de haber problema con ellos, la radiación del núcleo no les afecta.
-Ahora mismo no sabemos lo que la radiación del núcleo hace, por eso vinimos...
Aleteos, ¡Aleteos y graznido!, Rozz vio pasar una enorme parvada de gansos en el exterior, se había ocupado personalmente de dejar algunas ventanas abiertas para Brillo; con aire de estar muy ocupada, se desvió de su área asignada para acercarse al maizal, donde las espigas de una segunda cosecha artificial se alzaban en hileras ordenadas.
Por el rabillo del ojo, vio que el grupo de humanos se acercaban al centro del campo, donde había una enorme plataforma circular que usualmente era usada como punto de aterrizaje para los enormes drones de carga que se llevaban las cosechas, en ese momento se dio cuenta de que llevaban trajes de protección.
-¿Rozz?-su corazón electrónico zumbo y las lineas de su cuerpo pasaron de azul a rosa y amarillo en un segundo.
Allí, asomado entre las plantas, estaba su adorado gansito, Brillo, su hijo; le miraba con cierta inquietud, pero no podría reprochárselo, salvo las paletas de color la mayor parte de los Rozzum eran físicamente idénticos.
-Te estaba esperando-le dijo.
Brillo sonrió y voló directo a sus manos, Rozz le atrajo hasta su pecho y choco su cabeza con la del ganso, causando todo un despliegue de colores en su armadura, pudo sentir que le abrazaba con las alas; rápidamente se metió entre el maizal y se agacho para que nadie pudiera verles.
-¿Como ha ido el viaje?-le pregunto, ansiosa-¿como esta Finn?, cuéntame todo.
Brillo se rio y comenzó a platicarle sobre todo lo pasado durante el ultimo año, la tregua de invierno que ella había empezado hacía ya dos años seguía funcionando, la mayor parte del daño hecho durante el ataque de Vontra había desaparecido bajo una capa de naturaleza fresca, Finn seguía siendo el zorro artero y sarcástico que tanto querían, pero había conocido a una zorrita y ahora andaba tras ella a todas partes.
Rozz le escuchaba embelesada, sabia que tenían poco tiempo, la ciudad no era más que un punto intermedio entre la isla y las zonas de anidación de los gansos, por lo que Brillo pronto tendría que marcharse para guiar a la parvada, pero hubiera querido oírle para siempre, ¿¡Finn tenia una compañera!?, por supuesto, así funcionaba la naturaleza, los animales no solo se comían entre sí; le dolió en el alma pensar que no podría ver a los cachorros de Finn y le alarmo muchísimo caer en la cuenta de que Brillo ya era todo un adulto, el también conocería a una gansita un día y seria padre de una nidada.
La idea de convertirse en abuela le abrumo tanto que sintió un bajón en su energía.
-¿Rozz?, ¿Mamá?-se dio cuenta de que se había distraído-¿estas bien?
-¡Si!, disculpa, he estado...considerando ciertas cosas, últimamente.
-¿Cosas como...volver a la isla?-pregunto Brillo.
Esa era una de las muchas cosas, pero era algo que Rozz no lograba resolver todavía, más o menos había pensado que, si se integraba lo bastante en la ciudad, podría acceder a la computadora principal, borrar su existencia de los registros y enviarse a si misma en un dron de vuelta a la isla, a su hogar; pero seguía siendo un plan demasiado arriesgado para siquiera tomarlo en serio.
-Muchas cosas-dijo simplemente, para no ilusionarle.
-A todos les encantaría tenerte de vuelta-pero Brillo era obstinado-sobretodo a Finn, te hecha muchísimo de menos.
-También lo hecho de menos.
-¿En verdad seguimos en peligro?-frunció el ceño-ya pasaron dos años.
Era una buena pregunta, Rozz no estaba segura, pensó en que decirle, pues no quería empañar su encuentro haciendo que se separasen angustiados, cuando sintió una repentina y poderosa vibración en el suelo.
-¿Que es eso?-pregunto Brillo, Rozz le retuvo y se puso de pie.
La plataforma en medio del campo se estaba elevando, ¡no sabia que podía hacer eso?, debajo de esta hacía una extraña estructura brillante, un cilindro lleno de cables y conexiones que... esperen un momento, ¿ese era el núcleo del que todo el mundo hablaba?, ¿estaba debajo de los campos?...a ver, tenia un sentido, explicaba que el suelo siempre estuviera caliente, de modo que se podía cultivar en este todo el año, pero también era algo alarmante.
Le recorrió un escalofrió, los humanos habían hablado de radiación.
-Tienes que marcharte-le dijo a Brillo.
-¿Que?, ¿porque?, ¿que es esa cosa?
-Es una peligrosa fuente de energía, te enfermaras si te quedas mucho tiempo.
-Pero...
-¡Sin peros!-el núcleo estaba silbando, no sabia si eso era normal-¡Debes irte, ahora!
Salio del campo, se puso a Brillo en el hombro y hecho a correr en dirección opuesta al núcleo, para darle un impulso extra, algunas otros Rozzum le vieron pasar, extrañadas, Rozz se dio cuenta de que Brillo estaba molesto con ella, se trago el malestar que seria pasar dos meses antes de que los gansos vinieran de vuelta y poder disculparse, y en su lugar dio un empujón con su hombro para instarlo a abrir las alas.
En ese momento, y sin que Rozz pudiera verlo por su posición, un relámpago de luz salio de la bobina del núcleo, al parecer atraído por el pequeño corazón de Brillo, y los golpeo a ambos; el estruendo lleno los sistemas de Rozz, un cortocircuito masivo inundo su cerebro.
-Brillo-fue lo ultimo que pensó.