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Characters:
Language:
Español
Stats:
Published:
2017-10-09
Updated:
2020-02-25
Words:
33,703
Chapters:
11/?
Comments:
25
Kudos:
50
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6
Hits:
612

Our Heartbeats

Summary:

Mycroft nunca pensó que un verano de su adolescencia marcaría para siempre el rumbo de su vida, tampoco consideró que gran parte de la culpa sería de un joven castaño llamado Greg Lestrade. -Mystrade Omegaverse-

Notes:

Una idea que tenía desde hace mucho tiempo y que espero poder llevar a buen fin.

-Muy pocas similitudes con la serie

-Omegaverse

Chapter 1: Capitulo I -Hola-

Chapter Text

Prólogo

 

Mycroft corría hacia la enfermería de la universidad, Sherlock estaba siendo atendido por una explosión en el laboratorio de química. Uno, dos, tres, sus pasos retumbaban en el viejo piso de madera de las instalaciones de Oxford, llegó por fin a algo que le pareció una sala de espera, allí esperaban otros estudiantes y una recepcionista llevaba la cuenta de los turnos para ser atendidos. Buscó con la mirada a su hermano, no lo halló. Giró sus pasos para preguntar a la recepcionista cuando otro par de pasos se acercaron a velocidad máxima hacia la enfermería. Un hombre joven apareció totalmente molesto.

 

─¿Está adentro?─ preguntó a la recepcionista quién asintió haciendo un gesto para que pasara. Mycroft encontró aquello extraño, sin embargo no era algo relevante. Un momento más y el mismo hombre apareció con Sherlock apoyado en su brazo.

 

─¡Sherlock!─ casi gritó el pelirrojo, sin embargo se detuvo al reparar quién era el apoyo de Sherlock.

 

─Mycroft, no hagas una escena─ dijo el joven con una venda en el cuello y otra en la cabeza.

 

─¿Gregory?─ la voz de Mycroft cambió totalmente, la sopresa lo invadió totalmente.

 

─Hola… ¿Me ayudas?─ señaló el otro lado de Sherlock para que le diera un espacio para apoyarse y Mycroft asintió, el aroma conocido del castaño inundó su nariz y por reflejo sonrió. Tantos años y aún lo volvía loco ese hombre.


 

 

Capítulo I

─Hola

 

Greg conoció a Mycroft una cálida  mañana de verano, el joven con acento francés apareció en su puerta con sus pantaloncillos cortos, una camiseta veraniega y su mejor sonrisa. En casa solo se encontraban él y su hermano menor Sherlock, era su primer día de vacaciones tras un semestre agotador en el internado al que acudía cada ciclo escolar. Su pequeño hermano de apenas siete años era un niño de lo más curioso y reservado, por eso le extrañó tanto que antes de que el joven pudiera presentarse o decir cualquier cosa Sherlock le saltara al cuello con tal entusiasmo que sorprendió a Mycroft. Podía adivinar que Sherlock sería un Alpha poderoso, tal y como él mismo comenzaba a manifestarse, el joven castaño de piel tostada y sonrisa amplia era un Omega que comenzaba a despertar.

 

─Hola─ se presentó con Sherlock aferrado a su cuello como una sanguijuela ─Soy Greg, supongo que eres el hermano de Sherly.

 

─Mycroft─ se presentó, de pronto su elocuencia característica se había escapado y su mente se llenó de ese joven que parecía traído de otra dimensión, con ese acento extraño y los ojos caramelo que dedicaban miradas amables.

 

─Yo cuido a tu hermano por las tardes y a veces por las mañanas─ sonrió nuevamente y Mycroft sintió su corazón acelerarse como si compitiera en una carrera de caballos ─¿te importaría...?─ señaló la entrada que Mycroft prácticamente estorbaba con su presencia.

 

─Ah, lo siento─ dijo y casi le cae el mundo encima cuando, al apartarse, el chico pasó a su lado dejando un rastro dulce tras sus pasos. Pronto sería un Omega más que apetecible, la pubertad le entraría por la puerta grande y seguramente los Alphas pelearían por obtener su atención.

 

─Greggie─ llamó Sherlock con voz aniñada y Mycroft supo que era su forma de reclamar su atención y de "marcarlo" para que su hermano no se atreviera a tocar a su niñero.

 

─Dime─ escuchó al chico preguntar amable y Sherlock le susurró algo al oído, lo vio asentir y fueron a la cocina donde el tazón de cereal y leche apareció frente a ellos, fue cuando Mycroft estuvo consciente que aún no tomaba el desayuno así que se unió a la pequeña fiesta que el castaño y su hermano tenían.

 

¿Cuántos años tendría ese chico? con su complexión delgada aparentaba doce, a lo mucho trece años, podría pedirle bien una cita y no existiría complicación... detuvo sus pensamientos de golpe casi asustado, él estudiaba en un internado con solamente chicos, Alphas, Betas, Omegas... y jamás se sintió más ansioso de conocer a alguien, de hecho nunca estuvo tan ansioso de ello. El jovencito había despertado algo en Mycroft, algo llamado "Pubertad". Le llegó de golpe como un puñetazo en el abdomen, allí estaba Greg con su sonrisa a veces infantil, a veces juvenil paseandose por su cocina ignorante del efecto que causó en el adolescente.

 

Catorce años, la edad de Mycroft, catorce siendo prácticamente ignorante de los deseos de su naturaleza y entonces aparecía un buen día un francés de sonrisa amable y toda la lógica de sus ideas se iba al demonio, quería tocarlo y comprobar si esa piel tostada tenía gusto a canela y miel, sus ojos bailaban en el ir y venir de sus labios al hablar, él no escuchaba, se limitaba a observarlo y grabar todo en su mente.

 

─Lo siento, estaba en otra cosa─ dijo de forma torpe cuando Sherlock tuvo que tironear de sus cabellos para que escuchara lo que Greg le decía.

 

─No importa, supongo que estás cansado para ir al parque con nosotros─ lo vio encogerse de hombros restándole importancia al asunto.

 

─No, no, claro que quiero ir, me vendría bien hacer algo de ejercicio─ dijo lo último en ese tono que usaba para señalar que estaba gordo, Greg alzó una ceja curioso, pues, donde viera a Mycroft no existía en su cuerpo ni un gramo de grasa, sin embargo aprendió a no preguntar cosas innecesarias a muy temprana edad.

 

─Entonces tras el desayuno iremos─ sonrió el castaño al pelirrojo y la habitación pareció brillar. No sabía qué hacer o dónde meter esos sentimientos confusos, lo único claro era que el francés tenía un poder casi mágico sobre él.

 

El desayuno transcurrió tal y como empezó, un Mycroft callado, un Sherlock revoltoso y un niñero con besos de chocolate en la comisura de los labios, cortesía del niño. Tras lavar los platos y esperar que el niño terminara de vestirse y buscar sus juguetes estuvieron listos. Greg aplicó protector solar por la piel expuesta de Sherlock y tras untar algo sobre la propia le entregó el tubo de crema al pelirrojo ─Los Holmes son demasiado sensibles al sol según tu madre, deberías ponerte un poco si quieres venir─ dijo y Mycroft asintió adivinando marcas de los dedos del chico en el tubo de protector solar.

 

Greg cargó los juguetes de Sherlock en una pequeña bolsa junto a varias botellas de agua fría, extendió su mano a Sherlock y el niño asintió feliz afianzando el agarre con fuerza, Mycroft no tardó en alcanzarlos, aunque tuvo un momento para observar con algo más que curiosidad el cuerpo de Greg, su vestimenta veraniega no dejaba duda de sus encantos y el futuro que la naturaleza le daría. Suspiró deteniendo esos pensamientos que podrían llegar a aparecer en su cabeza si no apartaba los ojos de las caderas pequeñas del chico.

 

─¡Pero yo quiero helado!─ Escuchó a Sherlock quejarse. Suspiró apiadándose del niñero, su hermano podría provocar un verdadero huracán cuando no obtenía lo que deseaba.

 

─Pero si apenas desayunaste─ respondía Greg con un tono severo que Mycroft creyó, provocaría el berrinche del siglo auspiciado por el menor de los Holmes. ─Vamos a jugar y después comeremos helado ¿de acuerdo?

 

Mycroft se tapó los oídos, ese era el momento justo en que el caos se desataba, por lo general Sherlock gritaba como si su vida dependiera de ello, seguía la técnica del gusano, como lo llamaba Mycroft, consistía en el niño tirándose al suelo y moviéndose como uno de esos bichos hasta que la siguiente fase llegaba, el sube y baja, básicamente la persona a cargo intentaba levantar a Sherlock del suelo y éste se negaba a cooperar, por último llegaba el acuerdo, Sherlock conseguía lo que deseaba y la tormenta terminaba. Estaba pensando intervenir, sin embargo lo que sus ojos vieron lo llevaron a crear nuevos pasos, Sherlock estaba llegando a ceder sobre su capricho sin todo el drama acostumbrado. Nada de gritos, contorsionismo o la tercera guerra mundial, no entendía cómo, pero Greg logró algo que nadie podía, hacer que su hermano aprenda a ceder.

 

─¿Cómo lo hiciste?─ dijo Mycroft verdaderamente sorprendido, escuchó la risa del chico y la mirada confundida de Sherlock se clavó en él.

 

─¿Hacer qué?─ respondió Greg sin dejar de sonreír, le divertía el rostro confundido de Mycroft y realmente no comprendía a qué se estaba refiriendo.

 

─Evitar que el huracán Sherlock destroce todo con su berriche─ Sherlock le dio una mirada asesina y Mycroft comprendió lo que le pasaba a su hermanito.

 

─Solo he sido claro y Sherlock siempre ha sido un niño muy bien portado─ detuvo su mirada en el pequeño y éste le devolvió una sonrisa amplia. ─¿Qué te parece ese sitio de allí?─ Greg señaló un árbol de frondosas ramas que ofrecían un amplio y cómodo espacio bajo su sombra, con los rayos solares de verano mantenerse en la sombra sería una buena decisión, especialmente para Mycroft que odiaba el toque del sol en su piel.

 

─Perfecto─ y no supo si su respuesta correspondía al espacio bajo el árbol o, a que en ese momento una cálida brisa sopló agitando los cabellos de Greg, ofreciendo una amplia vista de su cuello.

 

─¡Ahoy!─ gritó Sherlock corriendo para ocupar el sitio y Greg fue tras él para evitar que nada malo le sucediera.

 

─¡Espera Barba Negra! ¡Tienes los cordones sin atar!─ decía Greg y Mycroft se rió abiertamente de lo estúpido que resultaba estar pasando su verano de esa forma. El plan era jugar dentro de casa con Sherlock cuando se diera la ocasión, leer e investigar, ampliar sus conocimientos. Sin embargo hacía todo lo contrario, estaba fuera, haciendo nada realmente productivo al ir tras el niñero de su hermano menor, suerte que su hermana pasaría el verano en un campamento o no dejaría pasar la ocasión para molestarlo.

 

─¡Ahoy, he conquistado estos mares!─ festejaba Sherlock al llegar antes que nadie a la sombra del árbol y Greg reía al verlo con su pequeño sombrero pirata y la espada de cartón declarando aquél como su territorio. Mycroft sintió una sonrisa cálida nacer de su corazón e irradiar un extraño sentimiento de comodidad, se sentía estupendamente bien en ese momento.

 

El castaño se dejó caer sobre la hierba disfrutando de la sombra y Sherlock atacó la bolsa con sus juguetes para encontrar su barquito, Greg observó los zapatos sin atar del niño y se ocupó de ello aún echado en el pasto, Mycroft también tomó asiento y se preguntó cuándo fue la última vez que estuvo en contacto de la naturaleza, no era del tipo que hacía el almuerzo afuera, como muchos de sus compañeros, y menos asistía a cualquier actividad al aire libre, podía permitírselo gracias a que participaba en otras actividades académicas que generalmente eran simultáneas. Capitán del equipo de debate, presidente del club de ciencias, capitán del equipo de deletreo, maravilloso alumno en álgebra y física. Sin embargo no destacaba mucho en actividades deportivas o sociales, aunque si debía alabar a un par de idiotas para conseguir algunos beneficios extra, lo hacía.

 

Greg dio un largo suspiro viendo a Sherlock correr tras una mariposa, el joven era hijo único, pronto se cumpliría un año desde su estancia en Inglaterra, toda su infancia la pasó en la concurrida Lyon, su familia era originaria de Francia a excepción de su madre, ella era inglesa y esa era la razón por la que Greg nació en Inglaterra, sin embargo antes de que diera sus primeros pasos sus padres se establecieron en Francia y de no ser por el nuevo empleo de su padre, seguirían viviendo allí. El idioma no era un problema para Greg quién practicaba todo el tiempo con su madre, así fue que logró ser bilingüe desde la cuna prácticamente, aunque tuvo que pulirlo un poco al aterrizar en Londres, las cosas le fueron bastante bien. Vivía en un sitio precioso en las afueras de la metrópoli londinense y su vida transcurría tranquila, su carácter era amistoso, cosa que le ganó bastante popularidad tanto en el colegio como con sus vecinos.

 

Así conoció a Sherlock, vivían cerca y el niño hacía renunciar niñeras y niñeros como si de una competencia se tratara, crecía solo a pesar de tener hermanos y eso hizo que Greg sintiera un poco de pena por el niño, nadie merecía estar tan solo. Su madre y el padre de Sherlock a veces tomaban el té hablando de sus hijos, a veces tocaban especialmente el tema de Sherlock y como su carácter podía ser de cuidado, culpaban al hecho de que era el producto de una relación de dos Alphas, sin embargo eso no cerraba nada. Entonces se les ocurrió una gran idea, Sherlock no tenía contacto con Omegas, cada persona que estuvo cuidándolo eran betas, así que su madre básicamente ofreció a Greg para el puesto, le daba pena ver a su hijo tan solo y sabía que no tendría hermanos con quienes jugar, además era un chico por demás sociable y con la habilidad de hacer mejor la vida de las personas a su alrededor. Además el dinero extra siempre era bienvenido para un chico que quiere cada suerte de chucherías.

 

El primer encuentro fue maravillosamente bueno, Sherlock estaba decidido a alejar a la siguiente persona que lo cuidaría, sin embargo el joven que apareció por la puerta era por menos lo que esperaba. El aroma del joven le resultaba interesante y su habilidad por romper con lo formal del ambiente que se vivía en casa terminó de enamorarlo. Tal y como su mamá pensó, el niño parecía encantado con la presencia del joven Omega, cada día que Greg lo cuidaría se sentaba cerca de la puerta a esperar ansioso a su llegada. Los Holmes bromeaban con el hecho de que si Sherlock fuese más grande estaría pidiendo matrimonio al chico.

 

En general el pequeño respondía más que bien al nuevo niñero, y pronto su comportamiento fue mejorando, para cuando el verano llegó, dos meses habían pasado desde que Greg cuidaba al pequeño Sherlock, existía una dinámica establecida en ellos, acuerdos de mutuo respecto y colaboración y por supuesto, Greg poseía todas las herramientas para hacer al pequeño entrar en razón. El niño no llegó a vislumbrar que Greg no le pertenecía ni de cerca hasta que su hermano apareció en la escena, racionalmente no podría decir que Mycroft hacía algo, pero la mirada que le daba a su joven niñero encendía algo muy peligroso en la cabeza del niño, temía perder al único ser humano que realmente le agradaba.

 

Mycroft se preguntaba en qué pensaba Greg, pues su mirada estaba perdida más allá del cielo. El pelirrojo acostumbraba a leer a las personas, Alphas, Omegas o Betas, él los veía tal y como eran, sin embargo hasta ese momento comprendió que Greg le resultaba un enigma muy interesante. ─Greg─ llamó sacando al castaño de sus ensoñaciones ─¿De qué parte de Francia eres?

 

─¿Ah?... Bueno en realidad soy inglés y francés, pero más francés que inglés─ sonrió dispuesto a explicarlo ─Nací en Inglaterra pero he vivido toda mi vida entre Paris y Lyon, hasta que vinimos a Londres. ¿Tanto se nota el acento? He estado mejorando pero creo que nunca seré como un Britanique─ dijo lo último en francés y Mycroft tuvo que reprimir una sonrisa por la hermosa entonación del idioma materno del chico.

 

─Tienes un gran dominio del idioma, no te preocupes por el acento, tenemos infinidad de ellos, aunque ninguno tan sofisticado─ Mycroft parecía querer dar consuelo a Greg y éste recibió sus palabras relajándose.

 

Merci, intento mejorar todo el tiempo─ agradeció.

 

─¡Vamos a ver los patos!─ Sherlock los sacó de la conversación al tomar la mano de su joven niñero y arrastrarlo al estanque donde un grupo de patitos y su madre aprovechaban el buen clima para darse un refrescante baño.

 

Mycroft se quedó a la sombra apreciando de lejos a su hermano y al joven, los veía correr tras un patito escapado del estanque, Sherlock quería devolverlo a su madre y Greg quería que Sherlock no se cayera. Una risa sincera salió de los labios del chico, se resignó a no pasar tantas horas leyendo como planeó, aunque eso no le quitaba el mérito a la investigación que emprendería ese verano, su objeto de estudio sería ese joven francés de nombre Greg.