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Alguien que pudiste haber sido (Someone you might have been)

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CAPITULO VEINTISEIS

 

Cuando Chad ensambla una estrategia que permitirá salvar la misión de la que lo distrajo Jensen, Jared se esfuerza por no parecer demasiado patéticamente agradecido.

—Se supone que deberías hacerme quedar bien, —dice Chad, empujando el expediente hacia él—. Así que, si puedes hacer algo jodidamente increíble por lo que pudiera reclamar el crédito en un futuro próximo te lo agradecería, joder.

—De verdad de verdad que lo haré —dice Jared con entusiasmo.

Abre el archivo y se aplica a la tarea de memorizar cada simple detalle, a fin de poder ser debidamente espectacular y compensar a Chad no haber estado exactamente a la altura de su leyenda hasta ahora. Con sentimiento de culpa, suprime la idea de que, aunque Chad ha preparado bien la misión, Jensen podría haberlo hecho mejor.

El Red Moon Resort está situado en el Estrecho de Apolima y tiene una clientela muy selecta. Atiende tanto a estrellas de Hollywood como a jeques del petróleo iraníes, y lo único que supera a su hedonismo es la discreción. Su existencia es algo así como secreta, pero es famoso entre sus clientes por ser un secreto.

Sin embargo, el verdadero secreto del Red Moon Resort es conocido por sólo un minúsculo porcentaje de sus huéspedes. A diez millas del complejo, en lo profundo de la superficie del océano, hay un laboratorio de investigación que trabaja en algunas de las tecnologías más avanzadas del mundo. El laboratorio sólo es accesible a través del complejo y es en el laboratorio donde se encuentra el microchip que Jared se suponía que debía recuperar la última vez.

—¿Tienes un esmoquin para el baile? —pregunta Chad, enganchando algo de entre sus dientes con la tapa de un bolígrafo—. Vas a necesitar uno. Tal vez una hamaca de plátano(*) también, si puedes encontrar una lo suficientemente grande para tu plátano. Supongo que estás dotado como una puta mula, ¿verdad? Como, mutante-de-enorme, ¿verdad?

Se inclina sobre el escritorio para mirar a Jared especulativamente. Sintiéndose un poco cohibido, Jared se mueve y desliza la carpeta en su regazo.

Chad echa un suspiro malhumorado.

—Tío, yo debería ir a esto, no tú. Chicas famosas y ricas en bikini, y tú estarás pensando en Teague. Está muy mal.

Jared le dispensa una mirada mordaz.

—¿Y también te encargarías del funesto laboratorio submarino? —pregunta.

Una de las razones por las que Jared se apuntó a todo el asunto del agente secreto fue porque le prometieron muchas oportunidades para viajar. Según sus cálculos, Jared cree que la proporción del mundo que ha visto es considerablemente mayor que la que no ha visto. Eso no significa que deje de dejarle sin aliento.

El Red Moon Resort está encaramado en un afloramiento de rocas que se desliza hacia playas finas y doradas, rodeadas por una extensión de mar azul medianoche. La neblina del atardecer lo vuelve todo rosa y púrpura. Las suaves luces del salón de baile centellean, y la música de cámara que se filtra es serena, aunque quizás un poco anémica para los gustos de Jared.

Se tira de la pajarita y luego se ajusta los gemelos por septuagésima vez desde que se los puso.

No importa que pueda eliminar a la mitad de los que hay en la habitación antes de que alguien se recomponga lo suficiente como para siquiera pensar en tratar de detenerlo; de vez en cuando recuerda que es sólo un torpe chico de Texas. Tiene la fuerte sospecha que nunca fue su destino que se codeara con los obscenamente ricos y privilegiados. Jared sólo es impresionante cuando tiene un cuchillo en la mano o una granada, o posiblemente evitando un holocausto nuclear.

Se consuela con el pensamiento de que probablemente nunca más volverá a ver a la mayoría de estas personas, así que no importa si se humilla, y entra en el salón de baile. Chad está callado en su oído, lo que es un pequeño milagro en sí mismo, lo que ofrece a Jared la oportunidad de escrutar la habitación adecuadamente.

Dos detalles muy importantes saltan a su vista, siendo el más significativo la presencia de Jensen, que parece desagradablemente a gusto en este entorno, e insultantemente hermoso en su esmoquin. Jared está demasiado lejos para verlo bien, pero ve que Jensen lo ve, lo ve vacilar en su conversación con una pareja que se está ahogando en diamantes.

Jared no tiene que preguntarse qué está haciendo Jensen aquí. Si Chad se ha dado cuenta de que pueden coger el microchip aquí, puedes apostar a que Jensen también.

Puede reconocer en Jensen al tipo ensangrentado y magullado al que persiguió hasta un tejado hace un mes o así, pero apenas. Por otra parte, si Jared se esfuerza lo suficiente, aun puede incluso reconocer a Jensen como su controlador.

—PutoCristoJesus, —dice Chad, todo bufidos y chisporroteos a través de su auricular—. Es él, ¿no? Te está acosando, joder. ¡Dispárale! ¡Vamos, espera a que nadie mire y luego dispara al cabrón!

Jared lo ignora a favor de una breve inspección del Detalle Importante número 2. Una vez hecho, recoge una copa de champán de la bandeja de un camarero que pasa, y se toma un momento para apreciar adecuadamente su entorno.

El techo del salón de baile es alto y la habitación ha sido diseñada en estilo rococó, con columnas y marcos dorados y florece en todas partes que es posible. La noche es joven,  así que la fiesta todavía se parece más a un fastuoso evento de gala que a la orgía alimentada por drogas en la que han hecho pensar a Jared que se convertirá. A pesar del consejo de Chad, Jared pretende estar en el laboratorio para cuando aparezcan el polvo blanco y los consoladores.

No es de sorprender, Jensen está evitando a Jared. Nunca hace contacto visual pero parece siempre completamente consciente de la ubicación de Jared en la habitación, siempre se mueve antes de que Jared pueda alcanzarlo. Para ser justos, Jared no se está esforzando. Podría llegar a Jensen sin problemas, aunque sus métodos podrían causar una perturbación. Es solo que a Jared le gusta estar lo bastante cerca como para mirar a Jensen, porque Jensen es fascinante.

Tal vez si hubiera visto a Jensen entre un grupo grande de gente antes, podría haberse dado cuenta de que algo estaba realmente mal. Jensen es una persona totalmente diferente, y luego, cuando se mueve para a hablar con algún otro, es otra persona de nuevo. Jared solo lo percibe porque está prestando tanta atención que lo capta, pero es fascinante y sorprendente y realmente inquietante.

Todo cambia, hasta los manierismos, y Jared no sabe a quién está observando. Sólo hay una cosa inmutable: ese pequeño y nervioso tic de pasarse las yemas de los dedos por sus labios. Jared está bastante seguro, al ver un movimiento abortado en Jensen, de que Jensen no puede evitarlo, y Jared se alegra por ello. Jared se encuentra fijado en ello, siente un pico de excitación y calor en su vientre cada vez que la mano de Jensen sube a su boca.

Chad parlotea en su oído de vez en cuando. Trata de dirigir a Jared hacia esta o aquella chica, lo maldice cuando Jared deliberadamente confunde direcciones, lo llama marica cuando Jared cambia a zumo de frutas tras una sola copa de champagne, y generalmente trata con todas sus fuerzas de distraer a Jared de Jensen.

—Porque, ya sabes por qué está aquí, —dice Chad—. Por la misma puta razón que tú, y si dejas que ese niñobonito gilipollas de labios de pato te haga parecer un puto retrasado una vez más, te cambio. Y tu próxima tarea será pegar fuego a… PutoCristoJesus, ¿has visto eso? ¡Acércate, acércate! Nonono, hacia la rubia con la espalda al aire.

Jared pone los ojos en blanco, nota que Jensen parece preocupado, y echa un vistazo al Detalle Importante número 2.

—Todo está bajo control —murmura Jared, y coge otro vaso de zumo de frutas.

Una nota de histeria se ha deslizado en la atmósfera. La gente habla demasiado alto, ríe demasiado fuerte, se inclinan demasiado unos hacia otros. Los cuerpos bullen a su alrededor pero Jared no les permite moverlo. Planta sus pies y declina educadamente el sorprendente número de invitaciones que recibe, prefiriendo siempre mantener a Jensen a la vista.

Jensen está en un sofá con un tipo, sus cuerpos están ladeados el uno hacia el otro. La cara de Jensen está inclinada hacia un lado mientras escucha lo que el tipo le dice. Hay una media sonrisa en sus labios, pero está mirando su copa de champán. La corbata de su esmoquin ya está aflojada alrededor de su cuello, un botón abierto. Se dice algo, el tipo le echa un vistazo a Jensen y levanta una ceja, Jensen sonríe, siempre tan jodidamente enigmático.

El tipo juega con el primer botón sin abrir de la camisa de Jensen y Jared da un paso hacia ellos sin pensarlo. Está demasiado lejos para que Jensen se haya dado cuenta, pero de todas formas le avergüenza el instinto.

—Tiiiiio, —dice Chad de forma lastimera—. ¿En serio vamos a ver esto? Porque no es mi porno de elección.

—No lo vamos a ver —dice Jared, y se da la vuelta.

Es veinte minutos más tarde cuando Jared encuentra a Jensen entre la multitud. Las cosas a su alrededor se han degradado rápidamente a un desesperado y lamentable libertinaje. Jensen sigue vestido (y Jared se niega a sentirse agradecido por ello), y está solo (y Jared se permite sentirse agradecido por ello).

Por primera vez en la noche, Jensen mira directamente a Jared. Hay tanto un desafío como una invitación en su mirada. Luego, se da la vuelta y sale del salón de baile, a la   terraza.

Jared sólo duda lo suficiente para decirle a Chad que no diga una puta palabra antes de seguirlo.

Hace más fresco fuera, pero no frío en absoluto. Ya hay parejas moviéndose juntas en las sombras, pero Jensen se aleja de ellas, apoyándose en la barandilla del balcón, con una copa de champán en la mano (que no está más vacía de lo que lo estaba antes), mirando a lo lejos sobre el constante movimiento del de océano azul-verdoso.

Es raro estar cerca de Jensen otra vez. Jensen no permite que Jared se acerque demasiado; se aleja cuando Jared se mueve para estar a su lado. Aun así es más cerca de lo que Jared esperaba.

Permanecen juntos en silencio durante un largo momento. Ni siquiera necesitan mirarse para ser brutalmente conscientes de la presencia del otro.

Entonces Jared dice:

—¿Cómo está tu agente?

—Justin está bien. Gracias por preguntar —Jensen responde al instante, como si le hubieran dado cuerda y simplemente hubiera estado esperando su oportunidad—. Le destrozaste el pómulo y se necesitaron algunas maniobras extravagantes para sacarlo de custodia, pero… está bien.

No vuelven a hablar por unos minutos. Alguien gime detrás de ellos y Jensen resopla irritado.

Sabía que no podía vencerte, —dice Jensen—. Lo sabes, ¿verdad? Pero yo era su controlador para esa misión y tenía que darle una oportunidad de luchar. Sabía que no podía vencerte.

Jared inclina su cabeza para sonreírle serenamente.

—Mis rótulas están bien ahora, gracias.

Jensen aprieta los labios, tensa la mandíbula. Experimentalmente, Jared se acerca a Jensen. Instantáneamente Jensen se hace a un lado. Jared no esconde su sonrisa de satisfacción.

—Estás un poco nervioso, ¿no?

—¿Crees que podría tener algo que ver con que me quieras muerto? —espeta Jensen.

—Nada que no merezcas —dice Jared encogiéndose de hombros.

—Según .

—Bueno, imagino que Chris Kane y Jessica Alba también estarían de acuerdo.

Jared no necesita estar mirando a Jensen para sentir que se cierra. Jensen se aleja, incluso si no se mueve. Todavía hay una parte de Jared que odia pelear con Jensen de esta manera. Quiere decir que nada de esto importa, que todavía ama a Jensen y ¿por qué no deja de ser un estúpido idiota y vuelve a casa?

Sabe por qué no puede decirlo. No hay vuelta atrás de algo como esto.

—Desearía no haberte conocido nunca.

Jared lo dice antes de haber terminado de pensarlo. Jensen se estremece casi imperceptiblemente, y luego asiente con la cabeza.

—Mi vida sería más fácil si no lo hubieras hecho —y entonces las puntas de sus dedos están en su boca, la yema de su pulgar arrastrándose sobre su pleno labio inferior, y Jared está mirando ávidamente, hambriento, y Jensen ni siquiera parece darse cuenta—. No estaba mintiendo, sabes, en Hawaii, cuando dije que me hacías feliz. Eso no fue una mentira.

—Lo era todo lo demás, ¿verdad? —dice Jared, su voz enronqueciendo—. Tengo que decirte que no me hiciste tan feliz con todo ese asunto del agente doble.

Jensen se queda callado un segundo y luego dice:

—¿Quieres besarme o no? Para eso me seguiste hasta aquí, ¿no es así?

Jared parpadea ante el non sequitur y es incapaz de evitar que su mirada caiga inmediatamente hasta la boca de Jensen. Recuerda besar a Jensen, lo recuerda vívidamente. Recuerda haber besado a Jensen, lenta y perezosamente, sin pensar en llevarlo más lejos porque era suficiente con tener su boca.

La invitación, sin embargo, es agria. El vientre de Jared se tensa y sus fosas nasales aletean mientras trata de estabilizar su respiración. Con cuidado, se humedece los labios, antes de decir:

—No te molestes. Ya me he ocupado de tu pareja, resulta que no aguanta los sedantes. No necesitas la distracción.

Chad suelta una risita al oído de Jared.

Jensen se queda muy quieto. Sus ojos están entrecerrados, mirando fijamente al océano. El regocijo de fastidiarle los planes a Jensen por una vez es poderoso, y todo el disgusto y el dolor de Jared se transforman inmediatamente en júbilo. No puede resistirse a pinchar a Jensen sólo un poco.

—Vamos, ¿esa bonita pelirroja con el vestido plateado? ¿De verdad pensaste que no me iba a fijar en ella?

—Se suponía que no estando yo en la habitación —dice Jensen. Está sonriendo, pero mastica las palabras—. Monté un espectáculo solo para ti.

—Oh, cariño, sigo pensando que eres el más guapo, —se inclina más cerca, el regocijo convirtiéndose en asombro mientras estudia a Jensen—. Jesús, realmente no puedes soportar que las cosas no salgan como tú quieres, ¿verdad? Mira, tu misión ha fracasado, a lo grande. Tu agente no puede ir al laboratorio porque está inconsciente, y déjame decirte, como profesional, que es muy difícil hacer tu misión si estás inconsciente. Todo lo que queda es que te vayas a casa.

Jensen ha estado observando a Jared mientras hablaba y la expresión de su cara se ha vuelto cada vez más venenosa.

—No, —dice, cuando Jared finalmente se calla—. No. No me voy a casa. No sin lo que hemos venido a buscar.

Jared hace una mueca burlona.

—No vas a bajar al laboratorio, hombre. No te voy a dejar. Mierda como esa está muy por encima de tu nivel. Sólo te harías daño a ti mismo y ya es bastante vergonzoso que dejes que droguen a tu agente.

Jensen se encoge de hombros y vuelve al salón de baile.

—Que te jodan, Jared, —dice por encima del hombro—. Yo voy.

—No, no vas. Si tengo que dejarte inconsciente…

—Inténtalo, —sisea Jensen, volviendo a enfrentarse a él—. Inténtalo y montaré una escena de la hostia. No todo el mundo se está drogando o follando. Seguramente Mayhem te ha informado, la seguridad no es exactamente negligente aquí. Intenta detenerme, y me aseguraré de que las medidas de seguridad se encierren tan fuerte que ni siquiera podrás salir de la isla.

—Sasquatch, tiene razón, —dice Chad. Suena realmente cabreado—. No veo forma de evitarlo, aparte de llevarte al cabrón contigo. Dejarlo atrás es como rogarle que te joda, y ambos sabemos que no tiene problemas con eso.

Jared mira fijamente a Jensen con una horrorizada incredulidad ante la perspectiva. Está bastante seguro de que la victoria se supone que sabe mejor que esto.

 

 

 

N.T. (*)A banana hammock: un bañador tipo Speedo, de los pequeñitos 😉