Chapter Text
She-ra aterrizó en la cubierta tras bloquear el disparo de un cañón enemigo, y nuevamente expandió su poder creando una especie de barrera alrededor de la embarcación.
- “¡Nos encontramos una pequeña flota hordiana! ¡Nos atacan! ¡Necesitamos refuerzos!” repitió el capitán intentando sobreponerse a la interferencia en la comunicación.
- “¡Apunten!” ordenó un oficial. Todos los soldados armados con arcos encendieron fuego las puntas y las dirigieron hacia las naves enemigas.
- “¡FUEGO!” gritó She-ra disipando la barrera para que los proyectiles pudieran atravesarla.
Una multitud de flechas incandescentes adornaron el aire por un momento. Algunas lograron alcanzar el barco enemigo de cabecera, pero la mayoría terminaron apagándose inútilmente en el mar y la única arma capaz de causar algún un daño real, terminó dirigiendo el arpón hacia el mismo destino.
“No podremos detenerlos” pensó She-ra apretando el agarre sobre su espada. Las naves hordianas estaban a salvo de sus armas, pero ellos no estaban a salvo de las de los hordianos. Los cañones podrían hundir su barco con facilidad, el escudo les brindaba cierta protección, pero dudaba que pudiera contrarrestar todos los impactos.
- “Si tan solo pudiera acercarme” dijo saltando y disparando haces de poder hacia los barcos enemigos. Así como ella usaba su poder para detener los proyectiles, los hordianos utilizaban sus cañones para interceptar sus ataques.
Tenía que acortar la distancia para que no tuvieran tiempo de defenderse.
- “Comprendido... ¡El apoyo ya está en camino! ¡Tenemos que reagruparnos con los demás!” gritó el capitán alejándose de la radio.
- “¿A qué distancia se encuentr…” las palabras de She-ra fueron interrumpidas por una violenta sacudida de la embarcación, que hizo perder el equilibrio a quienes no lograron sujetarse y algunos soldados incluso cayeron por la borda.
- “¡Capitán, tenemos daño confirmado!” alertó un marinero observando por uno de los lados.
Una oscura columna de humo confirmó el anuncio.
- “¡Maldición! ¡Apaguen el fuego y cubran el boquete! ¡Ustedes, arrojen todo lo innecesario, necesitamos velocidad!” ordenó el capitán tomando el timón.
“A este paso no lo lograremos” pensó la guerrera preparándose para una nueva oleada de disparos. Saltó en cuanto vio resplandores verdes titilar desde las naves enemigas, el estruendo de los disparos llegó cuando estaba en el aire y una vez más blandió su espada enviando varios arcos de poder hacia los proyectiles.
Densas nubes de fuego y humo se formaron donde las balas se encontraron con su poder, generando una confusa barrera que no le permitió ver un proyectil perdido hasta que estuvo prácticamente sobre ella.
A penas tuvo tiempo de convertir su espada en el escudo antes de sentir el impacto.
La explosión la aturdió y la hizo girar descontrolada por el aire, hasta que atravesó algo lo suficientemente duro como para detener su caótico descenso, pero no lo suficiente como para evitarle aterrizar en el mar.
Por un momento el sonido amortiguado del agua la rodeó, hasta que finalmente pudo tomar una gran bocanada de aire al emerger, y recién entonces pudo apreciar el panorama a su alrededor: marineros salineos aparecían y desaparecían entre el oleaje arrastrando a los soldados caídos de regreso a la nave, una oscura columna de humo todavía se elevaba del hueco en el casco, y al parecer, ella había destruido la proa al caer por el impacto enemigo.
- “¡She-ra! ¡Sujétate!” gritó un pirata arrojándole una soga desde la borda, pero la guerrera centró su atención en una nueva tanda de disparos.
- “¡Escapen, intentaré distraerlos!” respondió dirigiendo su espada hacia las profundidades, y con un gran disparo de poder se impulsó en el aire.
Por insistencia de la felina acordaron que evitarían enfrentamientos directos con la Horda hasta que estuviera todo listo, pero esta era una emergencia, y si no lograba retrasarlos, todos morirían antes que llegaran los refuerzos.
Durante la madrugada llegó la alerta de tropas hordianas acercándose a la villa, y para entonces, Catra ya lo tenía todo listo.
Apenas recibió la información, ordenó la evacuación total. Era un excelente modo de demostrar su preocupación por los últimos civiles del reino caído en desgracia, y también, porque aquel poblado era el mejor lugar para acabar con los hordianos.
Todavía con el entrenamiento de Frosta los soldados parecían insuficientes, pero muchos provenían de esa aldea, por lo que conocían el terreno a la perfección, y siendo un lugar cerrado, las armas hordianas serían menos efectivas, al tiempo que sus hombres tendrían lugar de sobra para maniobrar. Era el sitio perfecto para una emboscada, solo que la Horda no caería fácilmente, estaban más que capacitados para enfrentamientos urbanos.
Lograr sorprenderlos era la parte más importante del plan.
- “Los soldados ya están en sus puestos ¿Cuándo piensas acompañarlos?” preguntó Frosta ingresando a la precaria sala que representaba el cuartel.
- “Los estoy acompañando” respondió Catra indiferente a la princesa – “Dirijo esta operación, y no puedo hacerlo si estoy en medio del fuego” explicó pasando la vista de su plano de la villa a su comunicador.
El éxito de la operación dependía de que todo funcionara en el momento correcto.
- “Suena a que tienes miedo” presionó Frosta entrecerrando los ojos – “¿Cuánto puedes ver desde aquí? Estás a kilómetros de lo que pretendes dirigir”
Catra se mordió el labio.
- “No me quedaré aquí” finalmente contestó tomando un mapa sin anotaciones. Hubiera sido ideal que esa respuesta bastara, pero la princesa de hielo era severa en… prácticamente todo… y en especial cuando se trataba de asuntos militares. No consiguieron congeniar la una con la otra, pero habían encontrado una forma de trabajar juntas, que básicamente consistía en que ninguna se metía en los asuntos de la otra – “Mejor preocúpate porque los rebeldes hagan lo que tengan que hacer cuando tengan que hacerlo”
- “Ellos lo harán, eso no me preocupa. Me preocupa más que tú no estás dispuesta a hacer lo mismo” respondió Frosta en un tono más parecido a una amenaza – “Julieth determinó que estuvieras a cargo de la planificación, pero si las cosas salen mal, YO estaré junto a los rebeldes ¿dónde estarás TÚ?" volvió a preguntar, solo que esta vez no se quedó a esperar otra respuesta evasiva.
A lo largo de los días, la felina no había hecho más que evitar responder a esa pregunta, y al parecer no pensaba hacerlo.
La cola de Catra se sacudió viendo a la princesa marcharse altanera. - “También lleva este” indicó secamente arrojando el mapa sobre la mesa.
De inmediato la asistente lo adicionó a las demás cosas por llevar – “¿Algo más, Comandante?” preguntó todavía incómoda por el tenso intercambio.
La felina le dedicó una mirada de reojo conteniendo un gruñido – “Es todo, te veré en la entrada” ordenó, en vez de gritarle que se marchara de una maldita vez.
Cuando al fin estuvo a solas, Catra se dirigió a vestir lo más parecido a una armadura que toleraba. No era mucho, apenas unas protecciones en las piernas, los antebrazos y el pecho. Era más una formalidad que una necesidad, ya que no tenía pensado involucrarse en la batalla.
No era porque tuviera miedo, tan solo estaba siendo inteligente. No podía dejar que la Horda volviera a ubicarla después de la amenaza que estúpidamente había enviado a Hordak.
Seguramente su cabeza se convertiría el objetivo principal en cuanto la mostrara.
Y así no podría dirigir la resistencia.
Para dirigir, tenía que tener la mente despejada, y para eso, tenía que estar fuera de la pelea, era simple y por supuesto que una princesa no lo comprendería... Aunque también… tal vez temía un poco enfrentarse a los hordianos, tal vez temía un poco que volvieran a capturarla, y tal vez, temía lo que pudieran hacerle.
Sin darse cuenta se aferró a su arma: un nuevo modelo de bastón extensible robado de los hordianos.
Sin sus garras, era el arma más letal con la que contaba.
Luchar en el agua no algo para lo que Adora hubiera sido específicamente entrenada, tan solo sabía tanto como cualquier cadete, es decir, disparar hacia cualquier enemigo que estuviera dentro del radio de alcance, por lo que sin una nave equipada, en realidad no sabía cómo enfrentarse a otra, ni mucho menos a una flota.
Mientras descendía de regreso al agua, una idea llegó a su mente. Enfrentar sola y a nado a los barcos hordianos era ridículo, pero recordaba haber visto a los salineos utilizar unas especies de tablas para deslizarse sobre el agua entre las olas.
No pudo practicarlo, pero no podía ser tan difícil.
En lugar de hundirse nuevamente, convirtió su espada en una tabla similar antes de aterrizar, y descubrió que no era ni remotamente tan fácil cuando se encontró bajo el agua.
Una y otra vez intentó ponerse de pie, e igualmente, una y otra vez consiguió el mismo resultado, mientras el oleaje la golpeaba y arrastraba sin piedad, hasta que ni siquiera pudo divisar su propio barco.
Y disparos de cañones nuevamente sonaron.
- “¡YA! ¡Funciona!” gritó She-ra perdiendo la paciencia. Tal vez fue gracias a que la tabla estaba hecha con su propia magia, pero por primera vez le permitió pararse, aunque mantenerse así no resultó sencillo hasta que descubrió que, con ligeros ajustes en sus piernas, podía acomodarse al vaivén.
Cuando una gran ola la arrastró hacia la cima, recién volvió a ubicar a las naves enemigas.
De inmediato saltó disparando una batería de proyectiles mágicos.
Al parecer los hordianos no sabían que ahora ella estaba en el agua, ya que consiguió tomarlos por sorpresa y tardaron en responder. Los barcos al frente recibieron impactos directos mientras que unos pocos de más atrás consiguieron contratacar.
“Esto podría funcionar” pensó She-ra permitiéndose sonreír al ver partes de cubiertas desprenderse y caer.
Cambiando la inclinación de la tabla se deslizó en otra dirección, utilizando el oleaje para cubrir su acercamiento antes de volver a saltar. Los barcos golpeados se veían en relativo caos con soldados corriendo de un lado a otro, pero las naves intactas no tardaron en responder en cuanto apareció.
Fue recibida con una oleada de disparos de fusiles y cañones.
She-ra respondió con su propia batería de proyectiles mágicos, concentrándose principalmente en interceptar los proyectiles de los cañones, mientras tuvo que confiar en su armadura para que la protegieran de las balas.
El metal sonó cuando algunos disparos la alcanzaron y el dolor de los impactos se dejó sentir en su cuerpo, pero las armas no eran tan fuertes como para atravesar su armadura ni herirla de gravedad.
Así que funcionaba.
Aprovechando el descubrimiento repitió el método para causar el mayor caos posible: al aterrizar, utilizaba la tabla para serpentear entre el oleaje, y al saltar, disparaba a quemarropa antes de caer una vez más. No era el modo más eficiente de atacar, pero conseguía dañar las naves enemigas al tiempo que cerraba más y más la distancia.
Hasta que estuvo justo entre ellos.
Estando tan cerca los cañones dejaron de ser una amenaza, pero los disparos de los soldados se convirtieron en una densa lluvia que obligaron a la guerrera a levantar sus escudos y cubrirse, ni siquiera serpenteando en el agua conseguía evitar los impactos que poco a poco lograban roer su armadura.
Con un grito acompañado de poder saltó arrojándose hacia una de las naves enemigas, y al caer, dejó que su magia fluyera libremente a través de su espada en un gran disparo, que abrió un cráter que atravesó la embarcación.
El orificio fue tan grande que ella misma pudo atravesarlo en su descenso.
Una vez bajo el agua, disparó impulsándose hacia la siguiente nave para intentar un ataque similar, solo que antes de emerger junto al barco, vio varias esferas caer de este.
Los objetos se hundieron como si fueran rocas.
Pero resultaron ser algo muy distinto.
Por un momento se formó una especie de burbuja de aire alrededor de cada una, pero en vez de flotar a la superficie, estas implosionaron, generando un ensordecedor estruendo todavía debajo del agua.
She-ra lo sintió como si un golpe seco la empujara hacia abajo, pero las vibraciones parecieron atravesar y aplastar su cuerpo desde todas direcciones, haciendo que el aire fuera expulsado de sus pulmones, y entre las burbujas que escapaban de su boca, una gran bocanada de sangre la ahogó.
Tan solo pudo ver el agua a su alrededor teñirse de rojo antes de que todo se volviera oscuro.
- “¡Situación!” exigió Catra presionando el comunicador. Creyó que al estar afuera de la batalla se sentiría más tranquila, pero tras tantas horas de no poder ver lo que ocurría, tenía los nervios de punta. Tan solo escuchaba el incesante sonido de gritos y disparos desde las afueras de la villa.
- “Catra, el Equipo 3 se está replegando, fuimos superados por los enemigos” escuchó la alterada voz del líder del grupo, que parecía estar corriendo a toda velocidad.
- “Recibido, cúbranse y vayan a la siguiente posición. Espero confirmación” respondió Catra tachando la posición de ese escuadrón en el mapa. Tal como se esperaba, las fuerzas rebeldes perdían terreno progresivamente, un grupo tras otro era forzado a retroceder, y ya habían perdido gran parte de la aldea.
Sería una situación desesperante, si no fuera parte del plan.
- “Hielitos ¿Cuál es tu posición?” preguntó buscando la última ubicación de Frosta. Debía encontrarse cerca – “El Equipo 3 está retrocediendo, cúbrelos pero no te expongas”
Cuando Frosta confirmó el apoyo, Catra se permitió suspirar con optimismo. Su maldito plan estaba funcionando sin mayores contratiempos, y casi llegaban al punto de iniciar la siguiente etapa. Con la asistencia de la princesa, podía conseguir que los grupos retrocedieran coordinados minimizando las perdidas, cediendo ordenadamente el terreno, y también, forzando a los hordianos a avanzar tal como quería.
- “Catra, aquí Equipo 7, nos rodearon. Repito ¡Nos rodearon!” exclamó una asustada nueva voz desde el comunicador.
“Equipo 7…” pensó Catra buscando su ubicación en el garabateado plano. Ese grupo había pasado un buen rato sin dar informes ni responder, francamente ya los había dado por perdidos y había reacomodado a otros grupos para no dejar ese terreno descubierto.
- “Equipo 7, informe su situación” pidió la felina.
- “¡Estamos rodeados! ¡No podemos salir!” respondió desesperada la voz – “¡NECESITAMOS AYUDA!”
- “Equipo 7, mantén la calma” pidió Catra manteniendo la voz forzadamente tranquila y se maldijo por no recordar el nombre del soldado de las nieves a cargo – “Si no me dices dónde están, y a qué se enfrentan, no puedo enviar apoyo”
El comunicador sonó como si alguien estuviera por responder, pero la comunicación se cortó abruptamente, por un momento no hubo ningún otro sonido hasta que se escuchó estática y disparos muy cercanos.
- “¡El comunicador, está dañado!” informó el joven – “¡Estamos en el centro-este, posición quinta! ¡POR FAVOR! ¡¡¡QUIEN PUEDA AYÚDENNOS!!!” gritó desesperado cuando sonaron más disparos y gritos asustados.
“¡Mierda!” pensó Catra observando la posición indicada. Los idiotas habían quedado muy rezagados, ni siquiera se habían movido desde su anterior informe. Su situación era muy mala estando tan alejados del resto, cualquier intento de rescate sería ridículamente arriesgado.
Ilógico, incluso.
Entonces… ¿por qué repasaba en mapa intentando encontrarles una salida?
“Se quedaron escondidos esperando a que la batalla pasara” se dijo para reenfocar su mente en los objetivos del plan, y no en aquellos que no valía la pena salvar - “Recibido Equipo 7, intenten ocultarse. Enviaremos ayuda” mintió sintiendo una extraña sensación en el pecho.
- “Aquí Frosta, estoy cerca ¡Iré a rescatarlos!” las palabras de la princesa distrajeron a la felina de la incomodidad repentina.
“¿Pero qué…?” llegó pensar parpadeando descolocada. Una especie de alivio la recorrió al escucharla, pero no fue suficiente para que no notara que Frosta no debería haber respondido a ese mensaje, a menos que… “Usara el canal abierto” se dio cuenta.
Todos los escuadrones habían escuchado el mensaje, y ella había respondido a esa misma frecuencia.
- “¡Maldito idiota!” gritó casi arrojando el comunicador de sus manos, y recibió una mirada sorprendida de su ayudante – “El canal abierto no es para eso, tan solo está distrayendo al resto” se explicó obligándose a mantener la compostura mientras peinaba su melena con la mano libre.
Lo que había respondido no estaba mal, sería imposible deducir en sus palabras que había descartado enviar ayuda.
Bueno al menos la princesa se haría cargo, siempre podría decir que estaba a punto de enviarla, todo había sucedido muy rápido, nadie podría culparla por intentar abandonar a un grupo de soldados que…
Su mente se detuvo abruptamente cuando un muy mal presentimiento la invadió.
Si el Equipo 7 simplemente se había quedado oculto ¿Por qué habían esperado hasta estar completamente acorralados para pedir ayuda?
Seguramente tuvieron que haber visto llegar a los hordianos...
¿Por qué habían evitado dar un informe de la situación?
¿Y por qué el soldado había usado el canal abierto?
Si estaba tan desesperado como sonaba, no se hubiera tomado la molestia de cambiar la configuración de frecuencia.
Y esos disparos habían sonado cerca.
Muy cerca…
- “Comandante, el Equipo 9 pide permiso para retroceder al último punto” informó la rebelde totalmente ajena a los pensamientos de su superior.
Catra la observó descolocada un momento.
- “El Equipo 9… quieren retroceder…” repitió más nerviosa al notar la expresión de la felina.
- “Diles que pueden hacerlo, y que no esperen cubierta” contestó Catra poniéndose de pie.
Se alejó unos pasos antes de acercar el comunicador a su boca nuevamente, incluso su mano tambó cuando abrió la comunicación.
Prefería estarse equivocando aunque le costara su puesto, pero hasta eso era mejor que lo que imaginaba.
Les estaban tendiendo una trampa.
Y Frosta iba directo a ella.
- “Frosta, cancela el rescate ¡Es una trampa! ¡NO VAYAS!” pidió en voz baja y contuvo el aliento.
No obtuvo respuesta.
