Chapter 1: THONY
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Thony nació una primavera, en el Khanate Meridianam, una mañana fresca. Sus padres, Howard y Mhary de los Stark, eran Betas trabajadores que trataban de sobrevivir a la guerra entre Naciones que dejaba a los Khanates en pobreza y sequía. Thony nació siendo Omega, pero a su padre eso no lo decepcionó porque en aquellos momentos daba igual con que casta nacer si no se era parte de las Manadas de los Señores de la Guerra, solo ellos tenían los privilegios suficientes para no morir de hambre o bajo los ataques furtivos de tribus salvajes que enemigos enviaban para diezmar una Nación. Puesto que el Khanate Meridianam estaba sumido en una crisis de alimentos y guerra, Howard decidió emigrar hacia el Norte donde le dijeron que la guerra no era tan salvaje.
Siendo un herrero diestro por herencia familiar, tomó sus pocas pertenencias una vez que Mhary pudo estar de pie luego de dar a luz y con su cachorro en brazos emigraron por un largo camino hasta el Khanate Magne Lacus que gobernaba el Señor de la Guerra, Fuinan Garra de Oso a quien pidió asilo ofreciendo sus dotes como herrero a su servicio. Viendo que Howard era bueno labrando armas, el Señor de la Guerra lo aceptó en su Khanate. La pequeña familia Stark recibió una casa pequeña, un establo con un gallinero, un huerto sencillo y un pozo de agua junto con el taller para elaborar las armas que se necesitaban con los guerreros al servicio de Fuinan Garra de Oso.
Howard no era amante de las armas, pero proveer comida a su cachorro fue más importante que su orgullo. Thony creció sano, lejos de enfermedades por la peste o sin temor a ser mancillado por los salvajes que merodeaban los Khanates. Se hizo amigo de otros dos cachorros Omegas, tan desafortunados como él o quizá peor. Uno de ellos era Petter de los Quill, cuya madre Mere había sido víctima de las hordas salvajes, quedando preñada más adelante. Afortunadamente, Petter era como ella, alegre con amor a las travesuras por más peligrosas que fueran estas. Otro de sus amigos era un niño silencioso, reservado por las desgracias ocurridas a su Manada. Bucky de los Barn, huérfano luego de que un ataque exterminara a su familia frente a sus ojos.
Mientras que Thony y Petter eran criados por sus respectivas familias, Bucky fue acogido por los ermitaños de la montaña, los Aulladores de Leigh. Antiguos guerreros que se habían retirado de la vida pública para convertirse en sabios que los Señores de la Guerra solían consultar. Ellos tomaron al cachorro y lo educaron en esa vida austera, pero también le enseñaron a pelear porque siendo Omega nunca faltaría quien deseara usarlo cuando fuese mayor. De los tres, era Bucky quizá el más peligroso cuando tenía algo filoso entre las manos. A Petter le hacía muchísima gracia, mientras que a Thony le preocupaba eso.
Howard le había hecho a Bucky un guantelete para su mano izquierda pues cuando los Barn fueron atacados, el cachorro intentó pelear y defenderse de ser tocado por esas manos viles pese a ser tan pequeñito, terminando con su bracito fracturado cuando lo lanzaron por un acantilado esperando que muriera. El río se lo llevó hasta el pie de la montaña donde los Aulladores lo encontraron y sanaron. La madre de Thony decía que por eso Bucky era tan callado y aislado de los demás, no porque estuviera con los ermitaños. Había demasiado dolor en su espíritu para sonreír como lo hacía Petter o tener bromas ingeniosas como Thony. Y el guantelete ayudaba a que su mano no perdiera fuerza, cambiándolo conforme a los años para ajustarlo a su brazo.
Los tres solían juntarse en las orillas de un bosque cercano a los Aulladores, para comer las frutas que Mhary les recolectaba o bien lo que Jarvis -un esclavo que Howard recibió un día como pago- les cocinaba de golosinas para que crecieran fuertes e inteligentes, platicando de todo y nada siendo los cachorros que eran, apenas si entendiendo esas cosas de las peleas, los Señores de la Guerra o de los líderes de las diferentes Naciones, llamados Gran Khatun. Para ellos, sus mayores preocupaciones era encontrar trufas, perseguir grillos o lavarse sus caritas antes de que Jarvis fuera a buscarlos para cenar.
—Madre dice que el Señor Fuinan está malherido, que no sobrevivirá el invierno —comentó Petter, mordiendo un gajo de naranja— Y que, si eso pasa, este Khanate tendrá problemas porque no habrá un Señor de la Guerra que pueda cuidarnos.
—Pues padre me dijo eso y que no debíamos temer —replicó Thony, masticando su naranja— Porque el Señor Fuinan tiene un Heredero y es tan fuerte como él.
—Ah, ¿sí?
—Sí.
—¿Cómo no lo conocemos?
—Porque el Señor Fuinan lo envió a ser criado con los guerreros del Gran Khatun.
—Ja, ¿tú que dices, Bucky?
El cachorro de cabellos castaños oscuros levantó su vista de su naranja que separaba en gajos, mirándolos y luego encogiéndose de hombros.
—Igual y sí.
—¡Ah! Esa no es respuesta —bufó Petter, escupiendo una semilla— En cualquier caso, me he decidido. Si algo pasa, me iré lejos muy lejos.
—¿A otra Nación? —Thony le miró asombrado.
—Quiero ser un mercader.
—Los Omegas solo podemos ser madres y tener Nidos —replicó Bucky en voz baja.
—¿Quién te dijo eso? ¿Los abuelos de allá arriba?
—Petter, no seas grosero con Bucky.
—¿Tú crees eso, Thony?
Este parpadeó un poco, suspirando. —Jamás he conocido un Omega que no sea… como dice Bucky. Yo no sé si hay algo más, si es así, me gustaría serlo.
—Hagamos esto —Petter se les acercó, tomando sus manos— Si podemos ser algo más que Omegas con panzas, entonces lo seremos y nos ayudaremos entre nosotros. ¿Qué dicen?
—¡Sí! —sonrió un chimuelo Thony.
—Bueno —asintió Bucky.
Lo cierto es que no sería tan sencillo, y pasarían cosas que no esperarían. Cuando el invierno llegó con una de las peores nevadas en el Khanate, el Señor de la Guerra, Fuinan Garra de Oso murió. Su Heredero, un hijo que había estado lejos, no pudo llegar a tiempo para tomar su lugar y una tribu entró en el territorio, atacando la villa donde la Manada de los Quill vivía. Petter fue rescatado por otro de los pobladores que huían entre el fuego y los muertos. Jamás volvieron a saber de él o si quedó vivo. La nieve borró las huellas de los sobrevivientes, de la sangre derramada. Thony y Bucky le lloraron mucho, sin olvidarle nunca como esa promesa de poder ser algo más en un tiempo donde era imposible hacerlo.
Habiendo escuchado la tragedia, Howard le ordenó a Jarvis que siempre acompañara de vuelta a Bucky a donde los ermitaños, por miedo a que algo malo le sucediera. Ambos cachorros crecieron, teniendo sus primeros Celos casi al mismo tiempo. Los Aulladores de Leigh agradecieron a Mhary que se encargara de eso, regalando caballos como recompensa por cuidar a Bucky. Eran Celos secos, infértiles por ser todavía unos cachorros, tendrían que pasar un par de años más antes de que fueran aptos para ser reclamados por algún Alfa o un Beta en tal caso. Thony no estaba ya muy a gusto con la idea, pero no quería que algo malo le pasara ni tampoco a Bucky.
—¿Te gustaría usar un collar? —preguntó un día Thony a Bucky mientras recogían trufas.
—No. ¿A ti?
—Tampoco.
—Petter diría que jamás.
—¿Crees… que esté vivo?
Bucky se encogió de hombros. —Mis padres adoptivos dicen que no hay que aferrarse a lo que no estamos seguros.
—¿Eso qué quiere decir?
—No lo sé.
—¿Qué te pasará cuando tengas un Celo fresco?
—Pues… —Bucky se mordió un labio— Nada. Mi brazo es malo, no tengo padres, ni nombre. No soy nada.
—¡Eso no es cierto! ¡Eres Bucky!
—¿Tú qué harás?
Thony bajó su mirada. —Madre dice que es mejor aceptar lo que pasará.
—¿Ya tienes Alfa?
—No.
—¿Van a buscarte uno?
—Todavía no.
—Quizá te toca uno bueno. Hay un nuevo Señor de la Guerra, y todo está un poco mejor.
—¿De verdad no te buscarán Alfa, Bucky?
El cachorro negó muy despacio, terminando de recoger las trufas que dejó en el canasto que ambos cargaron al ser pesado.
—Puedo ser un guardián de caminos. Sé pelear.
—Entonces yo me quedaré contigo.
—Gracias.
—¿Por qué?
—Por nunca dejarme solo.
La guerra terminó, cobrándose la vida del Gran Khatun. Los Señores de la Guerra pelearon entre sí por ser el siguiente líder de la Nación. Quien ganó fue uno de los llamados Alfas Dorados, por sus cabellos rubios trenzados como era tradición entre guerreros de tan alta estirpe. Ese nuevo Gran Khatun no estaba solo, había otros líderes amigos suyos que fueron invitados a su banquete de coronación porque entre el esfuerzo de todos ellos habían terminado esos largos años de conflicto. Thony y Bucky ya eran jovencitos, con apenas un primer Celo fértil pasado cuando eso sucedió y fueron separados de nuevo.
Jarvis fue el testigo porque había sido enviado a regalar a los Aulladores una canasta con panes recién horneados por Mhary. Bucky estaba entrenando bajo una cascada de aguas muy frías, los ermitaños ya habían pensado en dejarlo como guardián pues nadie aceptaba a un Omega de sus características así fuese criado por esos sabios de la montaña. Un joven Gran Khatun decidió desviarse para presentarle sus saludos a los viejos guerreros, pues en su Nación así se acostumbraba, una tierra lejana donde el sol era muy constante y la tierra estaba atestada de plantas verdes de grandes hojas con animales de varios colores igual que los alimentos.
Cuando el Gran Khatun, llamado T’Challa Pantera Negra, pasó por un puente, vio a Bucky bajo la cascada con esa espada corta haciendo cortes en el agua fría bajo las instrucciones de uno de los ermitaños a lo lejos. Ese Alfa de sangre noble y piel oscura quedó prendado de solo ver al adolescente Omega. Cuando un guerrero de su clase pedía una pareja, no había manera de revocar tal mandato. Bucky fue separado de los Aulladores, arrastrado al caballo del Gran Khatun para terminar en el regazo de Pantera Negra aguantando lágrimas de miedo. Al igual que Petter, Thony no volvió a saber de él luego de eso, quedándose solo ante lo que parecía ya una suerte inevitable.
—Sería mejor si buscamos un Alfa nosotros.
—No.
—Howard…
—Mi hijo no es una vaca que negociar.
—¿Quieres que pase lo mismo que con los otros dos cachorros?
El hijo del difunto Fuinan, de nombre Faril Garra de Oso, llegó con Howard para recompensarlo por los años de leal servicio creando armas. Quería nombrarlo el herrero del Khanate. Faril era un Alfa joven, fuerte y de pocas palabras. Con su piel canela y cabello blanco como la nieve trenzado tras su espalda con los medallones ganados en batallas, apareció una mañana en la casa de los Stark. Howard ordenó a Mhary y Thony quedarse dentro mientras hablaba con él, pero el Señor de la Guerra deseó conocer a toda su familia para honrarla.
—Trae a tu esposa e hijo.
—Como tú ordenes, mi señor.
Faril miró con mucha atención a Thony, pero no dijo nada al respecto. Solamente dio una orden que dio un vuelco en el corazón de toda la familia.
—En una semana llevarás a mi castillo las armas que te he pedido, y vendrás con tu hijo a entregarlas.
—… sí, mi señor.
Thony lloró por las noches los días siguientes, porque sabía lo que eso significaba. De entre todos los males, pidió a los Dioses que, si Faril Garra de Oso iba a tocarlo, fuese solamente entretenimiento. Los Señores de la Guerra acostumbraban a tomar dos parejas, y si eran de sangre noble, tenían derecho a un harén. Él no quería ser concubino de nadie ni compartir cama con alguien más. A pesar de ser hijo del herrero del Khanate, no tenía rango o posición para ser nombrado como consorte, por eso pidió que el joven Alfa solamente se divirtiera con él y le olvidara.
Pero Faril no era un Señor de la Guerra como los demás, habiendo sido entrenado con la Manada del actual Gran Khatun, tenía otros principios. Ni siquiera le dirigió la palabra a Thony llegado el día de la entrega de armas. Tampoco a la siguiente cita o la tercera. Para la cuarta solamente recibió una piel de oso como regalo. Un cortejo. Thony se dijo que era lo mejor que le podía pasar, además, ese joven Alfa pese a tener modales bruscos o hablar tan poco como lo hiciera Bucky, nunca le agredió. Fue a finales de primavera y principios del verano que Faril Garra de Oso lo reclamó como su pareja, recibiendo su collar en color negro con una garra de plata dibujada en el centro, junto con la Mordida de Marca.
Fueron años tranquilos viviendo con ese Señor de la Guerra que protegía su territorio tan bien como se esperaba de un Alfa. A los dos años de casados, Thony le dio un Heredero, Faras. Un cachorro sano, fuerte que nació a principios de otoño, con la piel y cabellos de su padre y los ojos azules de Thony. El orgullo del Khanate como de Faril Garra de Oso. Faras habría pasado tres otoños cuando se dio la invasión de los Skrull, hordas de salvajes que atacaron la Nación. El Gran Khatun convocó a todos sus Señores de la Guerra y Thony se despidió entre lágrimas de su Alfa a quien jamás volvió a ver con vida. Murió defendiendo su hogar, su Manada con honor. Y así fueron sus funerales.
Ahora Thony era la madre de un pequeño Señor de la Guerra, pues Faras fue nombrado así tal como dictaba la tradición. Se prometió hacerlo un guerrero digno de su padre, teniendo la ayuda de Jarvis para ello, además de los leales hombres de Faril que juraron servir a su pequeño con colmillos de leche. Thony no dejó los mantos de luto ni cuando pasó el tiempo requerido, tampoco dejó el collar. Ningún Alfa iba a reclamarle siendo madre de Faras y quiso guardar en su corazón el cariño que el padre de su joven señor siempre demostró para él, gobernando tras su hijo el Khanate para no dejarlo caer.
Faras creció otros otoños más para cuando Thony recibió la sorpresiva visita de un amigo perdido: Petter de los Quill. Faras había salido a sus usuales excursiones por el bosque que rodeaba el castillo, prometiendo cazar para su madre un jabalí pese a ser tan pequeño a ojos del Omega, quien le dejó hacer. Así fue como le encontró Petter a quien abrazó de solo verlo en la entrada, más que estupefacto de encontrarlo con vida y en una pieza.
—¡Tú!
—Hola, Thony. ¿O debo decir madre del Khanate?
—Va, esos títulos no existen entre nosotros, ¡entra! Ah, por los Dioses, tienes que decirme qué ha pasado todos estos años contigo. Te creímos muerto.
Petter torció una sonrisa, vestía más como un mercenario que un Omega de villa.
—Que va, los Dioses me adoran.
—Cómo has crecido.
—Igual tú, mira este castillo tan feo pero imbatible.
—Ja.
—¿Y tu cachorro?
—De caza —Thony suspiró— Su madre tiene el corazón en la mano cada que sale, pero ofendería a su naturaleza Alfa si le prohíbo hacerlo.
—¿Todo está bien?
—La guerra terminó, los Skrull fueron expulsados. No hemos tenido sequías ni desastres.
—Preguntaba por ti.
Thony sonrió apenas. —He tenido varias penas en el corazón. Pero tu regreso es como un sol en el invierno para mí. Dime, ¿qué pasó contigo?
Petter fue rescatado por una caravana de mercenarios a cambio de la vida del hombre que le llevó en hombros todo el tiempo, huyendo de los bárbaros. Los Devastadores. Yondu Udonta, su líder, lo crió como a su hijo en la misma usanza que los Aulladores lo hicieran con Bucky. Solamente que los Devastadores eran conocidos por sus malas mañas y esa reputación como asesinos.
—Me he dado el tiempo de visitar viejos amigos —terminó Petter, bebiendo de la copa ofrecida por Thony— Porque tengo algo importante que decirte.
—Creo que yo también.
—Sospecho que hablamos de la misma persona.
El castaño se quedó muy quieto, abriendo sus ojos. —¿B-Bucky?
—Nosotros viajamos por todas partes, por todas las Naciones y tierras sin explorar. Estuve recién en la Nación Wakanda, que gobierna el Gran Khatun T’Challa Pantera Negra.
—¿Lo viste?
—Claro que lo vi.
—¿Pudiste… pudiste hablar con él?
Petter rió de manera misteriosa, sirviéndose otro poco de vino bajo la mirada confundida de Thony.
—Te sorprendería saber que eso es imposible. Menos para alguien como yo. Un mercenario.
—¿El harén es tan aislado?
—Oh, sí, pero Bucky no es un concubino, Thony. Tiene el rango de Consorte Regente.
—¿Qué? —Thony escupió su vino.
—Yo también me puse así al verlo con todos esos elegantes mantos Wakandianos y sus joyas. Todos por allá saben que nadie le pone un dedo encima a Bucky, so pena de morir bajo las garras de su Alfa.
—¿Es una broma?
—No, estoy hablando en serio. Te digo que yo tampoco lo creía. Recuerdas lo que nos dijo sobre… parece que al Gran Khatun le importó una mierda todo eso porque lo nombró Consorte Regente. Bucky le ha dado un cachorro, su Heredero. Am, no recuerdo su nombre. Es un pequeño dulce de leche quemada corriendo por todos lados. Debe ser apenas una primavera mayor al tuyo.
—¿Cómo…? ¿Bucky está bien? ¿Él…?
—Me supongo, es más que imposible poner un pie cerca de ellos. No le vi mal, si eso quieres saber. Sigue siendo un tronco, saludable y poderoso, por cierto. Consorte Regente. Te puede mandar a matar sin agotarse si quisiera. Por lo que pude averiguar entre la gente, T’Challa lo adora y eso es decir poco. Desde que lo trajo de estas tierras siempre lo trató como si fuese la encarnación misma de los Dioses. O los de Wakanda que son otros. O quizá los mismos. Da igual.
Thony se tomó unos minutos y un par de copas para digerir aquellas noticias. Siempre había imaginado que Bucky terminaría en el harén del Gran Khatun, en el rango más bajo por sus condiciones y siendo marginado al ser un extranjero.
—¿Y tú? —preguntó al recobrarse— ¿Algún cachorro?
—Ninguno.
—¿Alfa?
—No te mentiré, virgen ya no soy. Pero sigo siendo libre.
—Petter.
—Hey, tú preguntaste.
—No puedo sino estar agradecido de que los tres estemos vivos. En diferentes circunstancias, pero vivos.
—Ya sé. Brindo por eso.
Chocaron sus copas, con una pequeña risa por ese encuentro tan inesperado igual que las noticias sobre ellos. Faras entró, corriendo a toda prisa con una sonrisa de extrema felicidad, aun con su espada corta en mano y sosteniendo un medallón en la otra mano.
—¡MADRE! ¡MADRE! ¡MA…!
—Mi señor, quiero presentarle a un amigo de mi infancia. Petter, de los Quill.
El cachorro no dudó en mostrar su aún incipiente Dominio Alfa ante la presentación del extraño que bebía junto a su madre, a quien se pegó de inmediato con el ceño fruncido. Petter rio, haciendo una reverencia antes de hincar una rodilla en el suelo y bajando su cabeza.
—Saludo al Señor de la Guerra, Faras Garra de Oso. Que los Dioses le den salud y paz.
Faras no dijo nada, todavía receloso. Thony le picó un costado.
—¿Mi señor? Es una falta de respeto y modales no responder.
—… te puedes levantar.
—Tiene su carácter —Petter le guiñó un ojo.
—Siempre es así con los extraños, sobre todo si se acercan a mí —explicó Thony mirando ese extraño medallón de oro— ¿Qué es eso? ¿Mi señor? ¡Faras!
El niño respingó, recordando. Su sonrisa volvió, alzando el medallón para que su madre lo viera de cerca.
—¡Me he encontrado con el Gran Khatun! ¡Me vio derribar al jabalí con mi espada y me regaló este medallón por mi valor!
—¿E-El Gran… Khatun?
—Visitaba a los Aulladores, madre —asintió emocionado el cachorro— Entonces me vio y me dijo que era muy valiente para cazar un jabalí tan grande yo solito, pero le dije que soy Garra de Oso y los Garra de Oso no tenemos miedo.
—Salvo cuando es hora del baño.
—¡Madre!
—Mi señor… ¿no le ofreciste algo? Es el Gran Khatun.
—Pues… no —Faras se encogió de hombros acariciando el medallón con un puchero— Además ya se iba, y me preguntó por ti.
—¿Por mí? ¿Por qué el padre de la Nación querría saber por la madre de Garra de Oso?
—Es que me preguntó si no tenía miedo al bosque tan grande y yo le dije que se temen a las cosas que no se conocen y yo conozco bien el bosque, entonces no le temo. Entonces me preguntó quién me había enseñado eso y yo le dije que fuiste tú.
Petter arqueó ambas cejas, conteniendo una risa. —Esto se ha puesto muy interesante.
—¿Qué dijo al respecto?
—Me preguntó por mi padre y uno de sus Kheshig le dijo sobre su muerte. Yo le dije que tú me estabas enseñando a ser digno de mi nombre y pues eso. ¿Estuvo mal?
—No, aunque mi nombre no es tema para guerreros de su rango, mi señor.
—Yo creo que sí porque lo vi muy… ¿cómo se dice?
—¿Interesado? —aventuró Petter.
—Eso. Interesado. ¿Puedo usar el medallón?
—Te lo has ganado y el Gran Khatun te lo ha dado en persona.
—¡Y cenaremos jabalí en salsa de trufas!
—Mi señor, tenemos un invitado. ¿No le ofrecerá asiento con nosotros?
Faras hizo caras, mirando luego a Petter. —Te invito.
—Estoy más que honrado de sentarme a la mesa de Faras Garra de Oso.
—El mismo que debe ir a lavarse porque apesta a sangre de jabalí.
—Sí, madre.
Entre brincos, el cachorro salió de la sala donde estaban, dejando a ambos amigos tan sorprendidos como lo estuvieran con la noticia de Bucky. Petter sonrió, sirviéndose otro poco de vino.
—El Gran Khatun preguntó por ti.
—No lo digas.
—Si el padre de la Nación se interesa un poco más…
—Soy un Omega en luto.
—De eso ya tiene años, Thony.
—Soy madre de un Señor de la Guerra.
—Que sirve al Gran Khatun.
—Ni siquiera me ha visto.
—A ellos solamente les interesa que seas fértil y joven. Tienes ambas.
—Prefiero volver a ser el pobre hijo de un herrero que un concubino.
—Te recuerdo que la suerte de tu cachorro estará de por medio.
—Yo no correré la suerte de Bucky.
—Piénsalo de esta manera, quizá así puedas visitarlo.
—¿Por qué ya estás pensando en que terminaré en la cama del Gran Khatun?
—Digamos es un presentimiento. ¿Recuerdas nuestra promesa?
—Éramos unos cachorros MUY ingenuos.
—Brindo por la ingenuidad.
Petter levantó su copa. Thony solamente le observó algo tenso porque su amigo no mentía. Los feroces guerreros de alta estirpe tomaban los mejores Omegas, independientemente de si tenían Alfa o no. Asegurar la descendencia bien valía peleas entre ellos o la muerte de cachorros de ser necesario. En su interior, oró a los Dioses porque el Gran Khatun olvidara el asunto entre tantos pendientes. Había tenido una vida tranquila y confortable ahí, que no deseaba cambiar por la vida en un harén donde era sabido que incluso entre Omegas se mataban entre sí por ganar el favor de su Alfa.
Chapter 2: Bucky
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La mañana comenzó con los sirvientes anunciando el comienzo de la jornada tocando esos palos de madera y un tambor de manera suave por todos los pasillos del palacio. Docenas de sirvientes se levantaron, ayudándose a vestirse entre ellos antes de que el sol despuntara por el horizonte, saliendo cada uno a sus respectivos deberes conforme a su rango. Un pabellón era especial, pues estaba dedicado al servicio exclusivo del harén del Gran Khatun. Todos esos sirvientes eran minuciosamente examinados para atender a las parejas del padre de la Nación, T’Challa Pantera Negra. No debían tener defectos físicos, estar en perfecta salud y no ser idiotas. Varios de ellos tenían ya un legado familiar como sirvientes del harén, lo que era un honor entre la población general.
Media docena de ellos, todavía eran más especiales, de mayor rango. Los que servían al Consorte Regente. Ni siquiera tenían camas en el pabellón como el resto, sino que sus habitaciones estaban cercanas al pabellón que pertenecía a Lobo Blanco, nombre con el que bautizaron a Bucky durante sus primeros años en la Nación Wakanda. Traído de tierras lejanas más al Norte, fue toda una sorpresa para su gente y todavía más para su harén, causando un revuelo en el interior del palacio porque el Gran Khatun estaba prendado hasta los huesos por ese extraño y huraño Omega de ojos azules y mirada triste. La madre de T’Challa no estuvo nada complacida, pero la palabra de su hijo era ley, obedeciendo sus deseos.
—Nansiri, date prisa —dijo uno de los sirvientes, terminando de acomodar su manto alrededor de su cuerpo con un lazo— Nuestro señor pronto despertará, igual que el Heredero.
—Estoy listo, Quayi.
Todo el grupo salió, abriendo las puertas del pabellón y dejando caer los telares que protegían de los mosquitos y el calor de aquellas tierras rodeadas de jungla. Nansiri estaba encargada de las ropas del Consorte Regente, tomando unos paños con que envolver sus manos pues estaba estrictamente prohibido tocar cualquier parte del cuerpo de la pareja del Gran Khatun. Era un tesoro reservado exclusivamente para su Alfa. Quayi, por otro lado, era el encargado de atender al Heredero e hijo de Bucky, T’Chamna, cuyos aposentos estaban adjuntos a los de su madre, separados solamente por un jardín interior lleno de flores coloridas, todas preferidas por Lobo Blanco.
—Consorte Regente, su sirvienta Nansiri se presenta lista para atenderle —dijo la mujer, hincando una rodilla en el suelo con ambos brazos cruzados en el pecho.
Bucky ya estaba despierto, aun en la cama, recostado de lado hacia donde estaba esa buena amiga suya. Se habían hecho amigos con el tiempo, ella se había ganado su confianza al mostrarle una lealtad a prueba de las más feroces tretas del palacio y del harén que lo odiaba con todas sus fuerzas. Nansiri le sonrió, levantándose para ayudarle a sentarse en la orilla de su cama cubierta por pieles.
—¿El Gran Khatun de nuevo le visitó?
—Le he dicho que debe estar con su harén, pero mis palabras parecen mudas a sus oídos.
—Pantera Negra solo quiere un cariño y es el suyo, mi señor.
—Algo que el tiempo no parece menguar.
Él ya conocía la rutina desde que fuera nombrado por T’Challa como su Consorte Regente, el más alto rango que un Omega podía tener. La pareja legítima de un Alfa con el poder de ordenar. Todas las mañanas tomaba un baño con pétalos de flores, que relajaba su cuerpo sobre todo si el Gran Khatun había sido algo apasionado la noche anterior. Nansiri le vestía con todos esos mantos, usando los colores de Pantera Negra: negro con plata. En el harén se usaba solamente un manto negro encima del resto, pero nunca por completo como él, resaltando su piel pálida tan diferente a todas esas pieles morenas de Wakanda, motivo por el cual le habían llamado Lobo Blanco.
—Hoy es el día de la caza del Heredero —comentó Nansiri mientras tejía sus cabellos previamente cepillados y perfumados— El príncipe mostrará sus habilidades con el arco como lo hizo ya con la espada y el escudo.
—Su Alteza lo hará bien —musitó Bucky, aunque estaba preocupado por su cachorro más por naturaleza que por alguna razón válida— ¿Thai?
—Aquí, madre.
—Príncipe Thai, Nansiri le saluda y desea salud y prosperidad —la mujer se hincó de nuevo al ver entrar al adolescente.
—Luces algo cansado, madre. ¿Padre te agota tanto?
—No tiene mucho que su Celo acabó, todavía tiene esos ímpetus restantes.
—¿Entonces pronto sabremos de otro Heredero?
Bucky apretó una sonrisa. —Es suficiente contigo, Thai.
Parecía ayer cuando el harén había sufrido un revés con su arribo. T’Challa tenía ya una Consorte Regente en ese entonces. Una princesa Beta llamada Ororo. La madre de Thai. Ella se mostró insultada con la presencia de Bucky, retirándose del palacio de vuelta a su propia Nación, dejando a un pequeño príncipe con su padre. Tal había sido la ofensa de llevar un Omega extranjero a Wakanda. Uno que usaba un guantelete, sin nombre o rango alguno, huérfano, criado como animal salvaje en un bosque con ermitaños. Incluso el Gran Khatun tuvo que pelear con varios de sus Señores de la Guerra para demostrar la valía de su nuevo Consorte Regente. Una victoria aplastante que calló las rabietas y maldiciones, todos tuvieron que aceptarlo… o al menos respetarlo.
Thai se quedó sin su madre y según como dictaban las tradiciones, Bucky adquirió ese papel. De hecho, se consideraba que todos los cachorros nacidos en el harén sin importar de que vientre nacieran, eran hijos de quien se llamaba la madre de la Nación, Consorte Regente. Pero la madre de T’Challa hizo todo lo posible porque eso no sucediera, dejando que los demás príncipes y princesas mantuvieran a sus madres naturales. El Gran Khatun lo concedió, pero Bucky sospechó que fue más por no tener una pelea que realmente porque estuviera de acuerdo. Claro que los amaba, eran sus hijos después de todo, pertenecían a la familia de Pantera Negra por siempre, pero ninguno era el Heredero.
Hasta que Bucky quedó preñado en uno de sus Celos y nació T’Chamna. Y es que su Alfa jamás había dejado pasar un día sin demostrarle lo importante que era para él, así que cuando anunció que tendría un cachorro fue una fiesta para la Nación. Pero el harén lo odiaba ya. Tenía la atención exclusiva del Gran Khatun, su hijo había sido nombrado como el Heredero y además le había consentido el seguir entrenando como lo hiciera con los Aulladores para espanto de la madre de T’Challa como del palacio. Así lo había conocido, así lo había enamorado a primera vista, jamás le quitaría tal cosa. Bucky sospechó que en buena medida también era para darle una ventaja sobre sus demás parejas. Nadie en el harén sabia pelear, era cosa sabida. Su única función era servir a su Alfa y dar cachorros.
Por eso lo despreciaban, era como si cada cosa que hiciera Bucky fuese motivo de desaprobación en el harén más por envidia que una razón sensata. Cuando Thai le tomó cariño, llamándole madre de forma natural sin que se lo ordenaran, fue otro pecado más que se sumó a su lista. Thai no pareció contrariado por no ser el Heredero siendo el varón Alfa mayor de toda la descendencia del Gran Khatun. Le dio la sensación que incluso estaba aliviado. Ser el cachorro abandonado también era un estigma, porque cargaba con la culpa del abandono. Por eso Bucky también lo protegía, se le hacía algo injusto que en todos esos años la princesa Ororo jamás hubiera preguntado por él.
—Los cuernos llaman para la prueba —habló Thai, ofreciéndole su brazo cubierto por el manto negro para caminar.
—Hay que ser puntuales.
La prueba para T’Chamna era en uno de los patios de entrenamientos, bajo la mirada atenta del harén y algunos Señores de la Guerra invitados además de la gente en el palacio. Bucky llegó para sentarse al lado del Gran Khatun, con Thai detrás de pie. El harén estaba a un lado, saludándole con una reverencia antes de mirar a su cachorro que puso una rodilla en el suelo, ofreciendo sus respetos a su padre en un asiento central, decorado con los símbolos de su pueblo. T’Challa le miró con orgullo, haciendo una señal para que comenzaran. Su Heredero ya había mostrado su destreza con la espada y el escudo, armas primordiales de todo guerrero. Ahora tocaba el turno con el arco y flecha, en una prueba de destreza donde debía dar en el blanco de un pichón en pleno vuelo.
—El Heredero se muestra emocionado, pero templado —observó T’Challa, hablando a uno de sus consejeros.
—Cuando se domina un arma, no hay dudas ni tampoco agitaciones, gran señor.
Bucky no despegó su vista de su hijo, casi murmurando las instrucciones que incontables veces le repitiera al entrenarlo. T’Chamna se tomó su tiempo, midiendo el aire, la tensión de su arco y el vuelo de las palomas que fueran liberadas de forma azarosa. Para un cachorro, era una prueba difícil al ser todavía pequeño para usar un arco de batalla, pero si deseaba ser una Pantera Negra en el futuro, debía probar a su pueblo que tenía las habilidades necesarias para ello desde temprana edad, demostrando que realmente llevaba la sangre real. La flecha salió disparada, un sirviente fue corriendo a revisar si había caído alguno de los pichones. Volvió con la flecha que había atravesado no solo una ave, sino dos en un tiro limpio.
—¡Gran Khatun! ¡El Heredero ha derribado dos blancos en lugar de uno!
—Es mejor de lo esperado —sonrió orgulloso su padre mirando al pequeño quien hincó de nuevo su rodilla al acercarse— Estas aves te pertenecen, puedes probar su carne en el desayuno.
—Gran señor y padre, quisiera pedir algo.
—Adelante.
—Es cierto que derribé dos pichones, pero me gustaría regalar uno a mi madre.
—Que un príncipe piense en su madre demuestra la bondad de su corazón —replicó T’Challa— Y debe ser honrada su petición.
—Gracias, gran señor.
Los aplausos y vítores rodearon al Heredero, que sonrió feliz a Bucky. Fuese suerte o parte del destino, T’Chamna realmente tenía los dones de su padre Alfa. Veloz, certero, fuerte, y con ese corazón dispuesto a ser generoso con todos, aunque no todos lo merecieran. El Gran Khatun se levantó, para dar el paseo matutino por los jardines principales mientras el desayuno era servido en el comedor privado. Levantó una mano hacia su Omega, esperándolo para que caminara a su lado con el harén detrás y el resto en jerarquía mientras el Heredero se aseaba.
—Tu aroma tenía preocupación —comentó Pantera Negra, mirando a Bucky— ¿Creíste que no lo lograría?
—No, temía que se lastimara.
—Los vi practicar juntos, era una posibilidad demasiado lejana. Has sido un buen maestro, como has sido la madre que a Thai le hizo falta.
—Cuido de los cachorros del Gran Khatun.
—Ojalá pudieras cuidar así de todos, no tendrían una hiedra venenosa creciendo en sus corazones.
—Gran señor…
—T’Chamna podía disparar antes, pero buscó las presas más grandes.
—¿No es la meta?
—Sí, pero vi algo de mí en ese gesto —sonrió el Alfa— Me recordó cómo hago las cosas para hacerte sonreír, o suspirar.
Bucky negó apenas. —Cuando el Gran Khatun me llevó en su regazo hace años, yo tenía mucho miedo por la suerte que podía esperarme. Pero mi Alfa fue ganando mi confianza y mi cariño. Puedo sonreírle sin necesidad de más cortejos.
—Siempre habrá cortejos, porque siempre he de amarte, Bucky. Arrancarte de tu hogar de forma tan brusca fue doloroso y es algo que busco recompensar, pero es que no podía darme el lujo de no hacerlo. Si volvía más tarde, otro Alfa te hubiera robado.
—Lo dudo, gran señor.
—No iba a apostar por ello. Entraste en mi corazón de la misma forma tan certera como tu espada cortó el agua de la cascada en un movimiento fatal. Incluso Okoye me dice que te has vuelto más peligroso.
—Es un halago escuchar eso de parte de quien dirige a las Dora Milaje.
—¿Cómo no puedo estar complacido de mi Omega si lo que hace y dice es como una bendición de los Dioses?
—Hijo mío —interrumpió la madre de T’Challa, alcanzándolos— No has admirado el día de hoy lo que tus cachorros han logrado.
T’Challa se detuvo, intercambiando una mirada con Bucky antes de volverse a su madre.
—Es buen momento para hacerlo. Vamos.
Con una reverencia a la madre del Gran Khatun, el Consorte Regente se retiró junto con Thai. Bien podía acompañar a su Alfa a esa visita, pero era algo que solamente traía más tensión y prefirió caminar por los pasillos del palacio a recibir esas miradas de reproche del harén. Eso le daba más oportunidad de hablar con su propio cachorro, que ya estaba más que listo para el desayuno, emocionado como no podía ser de otra manera por el éxito de su prueba.
—¡Madre! ¿Estás orgulloso de mí?
—Siempre lo estaré, Alteza.
—Hice lo que me aconsejaste. No tuve prisas.
—Por eso fuiste victorioso, recuerda que un buen guerrero sabe escuchar antes que pelear.
—Sí, madre. ¿Qué dices, hermano mayor?
—Juré que iba a rebotarte la cuerda del arco en la cara —bromeó Thai.
—¡Madre!
—Los príncipes no hacen pucheros.
T’Chamna entrecerró sus ojos a Thai antes de saltarle encima en una pelea que Bucky les dejó hacer, solo mirando a Nansiri y Quayi quienes rieron ante los juegos de los dos cachorros rodando por la alfombra de pieles hasta que el Heredero pidió tregua al morir de la risa por las cosquillas de su hermano mayor. Los cuernos llamaron de nuevo al desayuno, que siempre era solo para la familia real y los sirvientes de confianza atendiéndoles. T’Chamna devoró su pichón preparado en una salsa con frutos, convidando la mitad a Thai a su lado. Bucky hizo lo mismo con T’Challa, quien brindó por la buena fortuna de todos sus hijos y la salud de su Manada. Al terminar, el Gran Khatun se retiró para atender asuntos pendientes de su territorio. El harén volvía a su pabellón y el ajetreo en el palacio comenzaba.
—¿Irás a pasear, madre?
—Sí, Alteza. Quisiera un poco de aire fresco.
—¿Puedo ir contigo?
—El Heredero tiene lecciones.
—Quiero ir contigo.
—Yo le ayudaré con sus lecciones más tarde —ofreció Thai siempre solapando a su hermanito.
—De acuerdo.
Los tres salieron escoltados por las Dora Milaje, las Kheshig o guardia real encargadas de la seguridad de toda la familia real. T’Chamna estaba feliz de saltarse sus lecciones, correteando con Thai mientras Bucky los veía a lo lejos, acompañado de Nansiri y Quayi.
—La madre del Gran Khatun estaba rabiosa —murmuró discreta Nansiri— Quería que el Heredero fallara, pero tal como me lo ordenó mi señor, siempre mantuve conmigo el arco y flechas del príncipe y lo entregué personalmente en sus manos para evitar tretas sucias.
—Deberemos tener el mismo cuidado en el turno de la lanza, hasta que pase todas sus pruebas.
—Esa abuela estimaba a la princesa Ororo, la quería como a una hija —Quayi se les unió— Fue una ofensa personal que la princesa se marchara. Ella que había seleccionado y pedido la mano de Su Alteza Ororo desde que el Gran Khatun fuese un cachorro.
—Yo no vine a robarle nada a nadie. De buena gana hubiera aceptado el lugar que la princesa hubiese querido darme.
—Pues a mí no me caía bien —Nansiri arrugó su nariz— Era altiva, como nació durante una tormenta siempre decía que el cielo le obedecía. Ja.
—Y dejó al príncipe Thai tan fácil, su amor por esta Nación no era tan sincero.
—Cuidado con lo que dicen.
—Es la verdad, mi señor. Todos saben que la gente de Genosha se siente superior porque dicen estar bendecidos por los Dioses.
—Mi señor —Nansiri se detuvo, parpadeando— ¿Ese no es M’Baku?
El Señor de la Guerra, M’Baku, Puño de Hielo arribaba al palacio en esos momentos. Era de los pocos sinceros amigos que T’Challa podía tener entre los Khanates. Un Alfa altísimo y fornido que parecía una montaña andante con un sentido del humor muy raro que asustaba a más de uno en el palacio y que vivía en la parte norte de la Nación, justo donde comenzaban las montañas que más adelante se alzaban todavía más altas rumbo a otro reino. M’Baku sonrió de solo ver a Bucky, caminando aprisa para alcanzarle con su escolta detrás.
—Saludo al Consorte Regente, bendiciones y esas cosas por siempre.
—Mi señor, bienvenido al palacio.
—¿Qué haces tan solito por aquí?
—¡Tío M’Baku! —gritó T’Chamna corriendo a los brazos que le levantaron y pusieron sobre uno de los anchos hombros del guerrero— ¡Hoy hice la prueba del arco y derribé dos pichones gordos!
—¿Me guardaste un poco?
—No sabía que ibas a venir.
—Saludo al Señor de la Guerra, Puño de Hielo —Thai hizo una reverencia.
—Aquí anda el otro mocoso. Ya veo, paseo familiar… ¿dónde está la pantera?
—Escuchando a sus súbditos —respondió Bucky.
—Pues que me escuche a mí que tengo cosas más importantes que decir.
Los abrazos que le correspondían a Bucky, los recibió T’Challa en su lugar cuando M’Baku fue llevado a la sala del trono, pidiendo estar a solas con él, dejando solamente a su Omega escuchar lo que ese Señor de la Guerra tuviera que decirle.
—Felicidades por tu Heredero. Es tan presumido como tú.
—¿Qué te ha traído al palacio, mi buen amigo?
—Problemas, qué otra cosa —M’Baku se sirvió una copa de vino que acabó de golpe— Sabes que es tiempo de ofrendas a nuestros ancestros, subimos a la montaña del mono blanco a dejar los tributos en el templo de los Dioses que está en el corazón de la montaña.
—Continúa.
—Vimos a lo lejos, en la frontera, una caravana.
—¿Por el paso de esas montañas?
—Yo también puse esa cara —bufó M’Baku— Nadie pasa por ese estrecho embrujado a menos que esté muy desesperado y no tenga miedo de mí.
—¿Quiénes eran?
—Asgardianos.
—¿Qué? —T’Challa frunció su ceño— ¿Qué hacían…?
—Su villa fue atacada por la tribu de las máscaras pálidas. Al demonio con el nombre, ni lo puedo pronunciar. Buscaban refugio.
—¿Qué hay del Gran Khatun de Asgard?
—Tiene sus propios problemas —M’Baku miró a Bucky— Resulta que uno de sus Señores de la Guerra trajo un botín muy grande y lindo. Entre tantos tesoros, ofreció un Omega de sangre real. Asgard no estuvo de acuerdo con el Gran Khatun de hacerlo su consorte.
Bucky bajó su mirada, pero su Alfa tomó su mano cubierta por el guantelete para besarla.
—Si vale la pena la guerra, entonces Tor tiene mi ayuda.
—Ambos sabemos que ese ebrio suertudo no nos necesita. Rompió los hocicos necesarios, pero eso lo distrajo de la invasión de los máscaras pálidas.
—Demasiado extraño que decidieran invadir en esos momentos.
—Por eso ando aquí, creo que buscan levantar la guerra de nuevo. Y ese consorte regalado fue una trampa.
—Pero a Tor le gustó, ¿no es así?
—Jamás entenderé los gustos de los Asgardianos. Entre más problemáticos, más atractivos.
—La trampa sería muy obvia si ese Omega aceptara de inmediato al Gran Khatun de Asgard.
—No lo hizo, le reventó una bota de vino en la cabeza.
T’Challa y M’Baku se miraron, carcajeándose después ante la mirada consternada de Bucky pues no podía dar crédito ante semejante acto que podía costarle la vida. Pero ya había escuchado de las costumbres escandalosas de esos guerreros amantes del frío y el Norte que bebían un vino amargo como si fuese agua mientras rodaban por el suelo peleando con sus tarros en mano.
—Este asunto deberé consultarlo con mi amigo.
—Pero yo ya estoy aquí hablando contigo.
—Me refiero a mi otro amigo —Pantera Negra se giró a su Omega— En la Nación Mirabile.
—¿El cabello de oro?
—Celebra una primavera más siendo el padre de su Nación, nos ha invitado al banquete. Será buen momento para decirle sobre esto.
—Qué bueno que vine, te hubieras largado sin mí.
—Eso nunca, M’Baku.
La invitación había llegado ese mismo día, por eso Bucky no había escuchado nada al respecto. Su corazón latió aprisa, era su antiguo hogar. Pero él no podía ir. Los Omegas jamás iban a esas celebraciones, quedándose en sus Nidos sobre todo si tenían cachorros que cuidar. Bucky anhelaba ver una vez más a Thony, escuchar de él o averiguar si Petter estaba vivo. Algo de esos pensamientos debió reflejarse en su rostro porque cuando se quedó a solas ahí en la sala del trono con su Alfa, este levantó su mentón, mirándole fijamente.
—Iremos al banquete.
—¿Iremos…? Alfa…
—Mirabile está lejos de Wakanda, y antes no eran tan seguras las rutas. Con M’Baku a mi lado, me siento confiado de llevarte conmigo.
—¿También llevará a su harén, gran señor?
La sonrisa de T’Challa se esfumó. Bucky se le acercó, sin dejar de verle.
—Si solo voy yo…
—Con T’Chamna y Thai, no dejaría a mis hijos solos.
—Los otros…
El Gran Khatun se separó, caminando en lentos círculos. —No es que no les tenga afecto, solo que no alcanza la fuerza de cariño que hay para nuestros cachorros. Siempre serán príncipes y princesas, pero no puedo dar más, sería deshonesto de mi parte.
—T’Challa, ¿qué estás…?
—Voy a anular el harén.
—¿Qué? —Bucky abrió los ojos, asustado— Tu madre va a impedirlo.
—Si emito el edicto, incluso ella tendrá que acatar mi orden. ¿No te parece?
—Son tus parejas, de mayor tiempo incluso que yo.
—No, mi única pareja eres tú.
—¿Por eso ya no has estado en el harén?
—Me han servido con lealtad, quizá algo de cariño. Serán todos recompensados. Pero ya no puedo con eso. Las únicas manos que busco son las tuyas, no quiero besar otros labios que no sean los tuyos. Sé que como el padre de esta Nación debo tener tantas parejas sean posibles para asegurar mi descendencia. Es lo que dicta la costumbre. El tiempo cambia las cosas y para mí, un harén es un tormento más que un placer devoto a los míos.
—M’Baku tendrá que romper más cráneos.
T’Challa rio. —Igual que yo. No importa, tu felicidad es la gloria más alta para mí. Además, quiero ver que intenten hacerte daño.
—Se llevarían una gran sorpresa.
—No temas, Bucky. Una vez hice valer mi voluntad, era más joven y torpe. Ahora soy una Pantera Negra experimentada y por mis ancestros, si no puedo honrarte entonces merezco la muerte.
—Eso no. Nada de muertes —Bucky alcanzó sus manos que besó por los dorsos— Solo… ¿podrías posponerlo hasta que volvamos?
—Si tú me lo pides, así lo haré.
El Omega recibió un beso en su frente por parte del Gran Khatun, quien le abrazó con fuerza.
—Te amo.
—Y yo. Dime que todo saldrá bien.
—No será así, pero haremos que sea. Juntos, con nuestros hijos.
—Gracias por considerar a Thai.
—Es inocente de los arrebatos de su madre, y en cambio ha demostrado ser digno de llamarse tu hijo.
—Regalos de los Dioses —Bucky suspiró entre los brazos de su Alfa— Iremos a Mirabile.
Chapter 3: Lhoki
Chapter Text
Dos cuerpos cayeron en el lodo con un sonido hueco y sangre mezclándose con la que ya corría por aquel campo de batalla. Los últimos dos caras pálidas en morir, permitiendo que los guerreros lanzaran un grito de victoria al unísono, con sus espadas en alto y mirando hacia la figura que se erguía entre ellos con los cadáveres cual ofrenda a su alrededor. Un Alfa alto, de fuertes brazos sujetando una espada en uno y otro un pesado martillo bañado con la sangre de esos salvajes que se habían atrevido a pisar la Nación Asgard mientras él era honrado en su palacio. Tor de los Odinson, Relámpago del Norte, sonrió a sus guerreros fieles como a sus Señores de la Guerra no lejos de él. No había más peligro para su reino, y una vez más se había deleitado con la sangre y vida de quienes osaban poner en duda su dominio.
—¡TOR! ¡TOR! ¡TOR!
Hubo caídos, que honraron en piras funerarias una vez que comenzaron a retirarse de aquel nevado campo donde habían emboscado a las caras pálidas luego de que invadieran villas cercanas a la frontera. Tor entró en su tienda, amplia y cálida para sentarse en un largo banco cubierto de pieles con Heimdall acompañándole. El guardián de Asgard como le llamaban a ese Señor de la Guerra.
—¿Cómo sigue tu cabeza, Gran Khatun?
Tor rio al recordar la causa. —Ha sanado, mi buen amigo.
—Me parece inaudito que hayas pasado por alto semejante ofensa de ese Omega extranjero.
—Estaba defendiéndose, así que tenía razón en agredirme.
—¿Defendiéndose? De haber tenido un cuchillo a la mano, te lo hubiera enterrado en el pecho.
—Si me lo merecía, entonces era una herida justa.
Heimdall frunció su ceño. —Jotunheim nos ha ofendido enviándonos ese Omega.
—Posiblemente —Tor bebió una copa ancha de vino— La pregunta sería, ¿dejaremos que eso nos afecte?
—No comprendo, gran señor.
—Es obvio que la intención es alterarnos, que declare la guerra para que ellos digan que nosotros somos los agresores cuando han ofrecido ricos tributos y si no mal recuerdo las palabras de Fandral, su más preciada luna de invierno.
—¿Así que no hacer nada es la estrategia?
—Jamás dije no hacer nada —el Gran Khatun guiñó un ojo.
—Descansa, gran señor, llamaré a los sacerdotes para que atiendan tus heridas.
—Luego llama a mis guerreros de confianza. Hay más por hacer.
—Sí, Gran Khatun.
Aquella pequeña campaña lo había distraído de su plan inicial para emprender el viaje hacia la lejana nación de Mirabile en el Oeste, donde su gran amigo de la infancia estaba por celebrar otra primavera como el Gran Khatun, enviándole la invitación para estar presente en el banquete. Tor hubiera partido de no ser por aquella bota de vino estrellada en su cabeza por el Omega de Jotunheim de cabellos negros y ojos verdes como las esmeraldas. Feroz como solo los de su pueblo pueden ser, altivo, con una lengua bastante astuta igual que ponzoñosa si bien recordaba su escasa conversación. Sus consejeros le dijeron que ese joven era el hijo bastardo del Señor de Jotunheim, un territorio que ahora era parte de Asgard luego de que Tor lo conquistara con ayuda de Fandral.
En lugar de enviarle un Omega de sangre noble e hijo legítimo, estaba ese engreído bastardo que se había enfurecido porque el Gran Khatun había querido tocarlo. A Tor eso le había hecho mucha gracia, estaba desconsoladamente acostumbrado a que los Omegas que le presentaban para formar un harén solían ser dóciles, temblando al menor roce y con pocas palabras que no varían de un “sí, gran señor” o “lo que usted ordene, Alfa” cosa que fastidiaba al rubio. No le agradaban ese tipo de actitudes, vivía de las peleas, las victorias, los peligros ofrecidos en la tierra de lo desconocido. Los obstáculos que entre más difíciles mejor para él. Desafíos que tomaba en cada oportunidad. Y así también deseaba que fueran sus parejas si iba a estar retozando por el bien de la Nación.
—No olvide tomar un poco de té de hierbas para ayudar con sus heridas, Gran Khatun.
—Gracias.
—Descanse, gran señor.
La cuestión del por qué los caras pálidas habían entrado con tanta facilidad por la frontera sur de Asgard era un tema que no dejaba la mente de Tor. Jamás habían mostrado tal temeridad desde que su difunto padre los persiguiera hasta su territorio para casi exterminarlos. Algo o alguien estaba intentando provocar desestabilidad que la paz conseguida por todos los Grandes Khatunes sangraron por obtener, poniendo fin a sus rencillas internas cuando S’teven de los Rogrs derrocó al señor de Mirabile y se coronó como el nuevo Gran Khatun, siendo el mediador entre todos ellos. Un guerrero que no solo tenía una voluntad para pelear hasta alcanzar la victoria, también poseía la gentileza necesaria para calmar furias.
—Se supone que deberías dormir.
—Y se supone que no deberías estar aquí, Lady Sif —saludó Tor a la hermosa joven de largas trenzas rubias, muestra de su sangre noble.
—Me impiden tomar una espada porque soy mujer.
—Creo que se debe más bien a que tu padre piensa que debes elegir esposo.
Sif levantó su mentón. —No son mis pensamientos.
—Eso me queda claro —rio Tor, ofreciéndole asiento frente a su cama de pieles— ¿Vienes a decirme que te de permiso de cortar la cabeza del Omega de Jotunheim?
—No me cansaría con eso, no le hiciste daño luego de la afrenta, no lo harás ahora que ya pasó.
Tor miró al techo de su tienda, sin perder su sonrisa con una mano en el pecho vendado.
—Mi madre era hermosa, una aparición de los Dioses. Fue la Consorte Regente de mi padre cuando ni siquiera era Gran Khatun. Jamás lo dejó solo ni en la muerte. Para mí, ese puesto tiene demasiado valor como para otorgarlo tan fácilmente porque siempre me recordará a mi madre cuyas órdenes dieron vida a estas tierras y fue el soporte de mi padre.
—Entiendo, no soy digna.
—Lady Sif —Tor le miró— Jamás digas eso, me parece que tu honor supera mis solicitudes.
—Nos conocemos de tiempo, varias veces mandé tu trasero al suelo. Sé de la historia de Asgard, como de otros temas necesarios. Pero no puedes mirarme como tu Consorte Regente.
El Gran Khatun se quedó callado unos segundos, volviendo su mirada al techo de su amplia tienda.
—Quiero estar seguro, porque estas cosas, aunque mis pares lo toman más como un placer mundano, para mí es algo sagrado como dije. No porque no haya pretendientes poco dignos, sino porque debo honrar a mis padres eligiendo sabiamente en el momento preciso. Mi cariño no es un hielo que se derrite en la primavera, Lady Sif, es como la montaña que permanece inmune a las estaciones, el viento o la lluvia. Mi consorte debe ser el fuego que caliente mi espíritu cuando la tormenta me castigue, alguien por quien yo busque ser un mejor guerrero, un mejor padre de la Nación. ¿Entiendes lo que quiero decir?
Sif se levantó de su asiento, caminando a la cama del Alfa para sentarse en la orilla, mirándole fijamente con una sonrisa.
—Y dicen que el Gran Khatun no tiene talento con la lengua.
—Me haces un favor que no merezco.
—Tor —la princesa Beta posó su mano sobre aquella gruesa descansando en el pecho del guerrero— ¿Crees que no eres digno?
—Los cara pálida entraron, es una deshonra.
—Eso no lo puedes asegurar hasta saber quién está detrás de ellos. Son salvajes, y cobardes. Quien los azuzó pudo convencerlos de alguna manera, por un botín que no fue el saqueo de las villas.
—¿A quién puede beneficiarle esto? Es la pregunta que no me abandona.
—Pelear hasta no poder más no te dará la respuesta.
Tor le sonrió, tomando su mano que besó por el dorso. —Permite que corrija esta falta, y entonces estaré frente a ti con una rodilla en el suelo y mi espada como ofrenda al pedirte que seas mi Consorte Regente.
—Tor de los Odinson, eres tan cabeza hueca.
—Tu amor me perdona ese defecto.
Otra joven, ataviada en una armadura de cuero con cabellos rubios trenzados y empuñando una espada entró en la tienda, hincando una rodilla en el suelo.
—Princesa, debemos irnos.
—Gracias, Brunilda —Sif suspiró, volviéndose al Gran Khatun— Esperaré.
—No será por mucho, lo prometo.
—Tu honor está de por medio, Asgardiano.
La princesa se levantó para seguir a su guardiana, deteniéndose casi a punto de salir. Sif se giró para ver al guerrero, arqueando una ceja.
—¿Sabes? He escuchado que tu amigo T’Challa Pantera Negra tiene a un Consorte Regente que no es para nada alguien de su nación. Un Omega extranjero que llegó sin títulos, glorias ni presentaciones. Ahora gobierna Wakanda junto a su Alfa.
—Es verdad.
—Si alguien tan apegado a las tradiciones como es el Gran Khatun de Wakanda ha cambiado de humores, tú bien podrías hacer lo mismo.
Tor se quedó pensando en ello, tomando aire antes de cerrar los ojos y dejar reposar su mente como su cuerpo antes de partir hacia la frontera Norte en busca de rastros de los cara pálidas. No quería ni una sola de esas bestias mancillando su hogar. Ya se había enterado del escándalo en la Nación Wakanda, por la mano del propio T’Challa. Un Omega traído de Mirabile. El Lobo Blanco. Solo le deseó felicidad y prosperidad con su pareja por quien Pantera Negra profería un cariño similar al que su padre Odín tuvo por su madre Frigga. Tor buscaba eso, encontrar a quien mirar como un igual y no como un sirviente más que ofrecía su cuerpo para dar herederos. Lady Sif parecía ser la candidata ideal, ni él mismo entendía qué era lo que estaba deteniéndole.
—Heimdall.
—Ordena, Gran Khatun.
—Haz que traigan al Omega de Jotunheim al norte. Seguro encontrará agradable el paisaje.
—Sí, gran señor.
Había tenido un presentimiento que se convirtió en verdad cuando llegaron a la frontera norte de Asgard, donde encontraron las huellas de carretas y herraduras de caballo que pertenecían a los cara pálidas. Tor sospechó que por ahí habían entrado, puesto que ese era el acceso menos vigilado de todos por las condiciones tan duras. Se necesitaban caballos criados en los hielos para resistir la nieve constante, el frío y la poca luz que tocaba la tundra que se convertía en hielo perpetuo no muy lejos. Eso sin mencionar las enormes bestias de gruesa piel que atacaban a los viajeros inexpertos, convirtiéndolos en su almuerzo.
—Es curioso —le dijo Fandral al inspeccionar los rastros— Tienen un camino claro hacia el interior, pero desaparecen apenas la nieve comienza a hacerse más suave.
—Usaron otro transporte, trineos —propuso Volstagg.
—¿Quién les daría trineos a los caras pálidas?
—Una muy buena pregunta, Hogun —terminó el Gran Khatun, bajando de su caballo para verlas más de cerca— Asegúrense que no hay más rastros… de ningún tipo.
—¡Sí, gran señor!
El Alfa se volvió entonces al único jinete que quedó, ese Omega de Jotunheim quien le miró con rencor, envuelto en varios mantos peludos que sujetaba con manos enguantadas.
—¿Tienes frío? Creí que Jotunheim era más cruel en clima que esta frontera.
—Así es, pero yo nunca me acostumbré.
—Gran señor.
—¿Qué?
—Debes dirigirte a mí con respeto.
—No te has ganado ese privilegio.
Tor dejó escapar una risita. —Tienes agallas, Lhoki de Jotunheim. Dime, ¿por qué te nombran la luna más pequeña?
—Es un insulto —murmuró el Omega, titiritando un poco— Mis hermanos y hermanas son Lunas Menguantes o Crecientes, decirme pequeño es aludir a mi…
—¿Origen bastardo?
Lhoki calló, desviando su mirada. Tor se le acercó, quedando cerca de su caballo.
—¿Amas a tu familia? ¿Tu Manada?
—¿Importa?
—Estoy por decretar que son traidores a Asgard.
El Omega le miró, confundido. Parpadeó un poco antes de comprender la verdadera razón de su presencia en semejante lugar con tantos Alfas alrededor.
—¿Crees que mi padre me usó de cebo para distraerte y atacar tu Nación?
—Por ende, eres traidor también.
—¡Qué idiota!
—Ese insulto en tus labios comienza a marchitarse, Lhoki.
—Mi padre no… —el joven calló, apretando las riendas de su caballo— Jamás le complació mi persona, incluso me mantuvo en una fortaleza lejos de su palacio, hasta que un idiota lo venció y antes que entregar a una de sus preciosas lunas, prefirió regalarme. Pero no es un traidor.
—En tus palabras hay escondido algo.
—Imaginas cosas.
—Tu padre amenazó con matar a alguien si no obedecías. ¿A quién?
Lhoki le dedicó una mirada rabiosa, girando su rostro con los ojos ligeramente húmedos y los labios temblorosos. Tor esperó hasta que habló de nuevo, con un tono más bajo, entrecortado.
—… mis nodrizas… Fenja y Menja… las únicas personas en todo Jotunheim que fueron cariñosas conmigo luego de la muerte de mi madre. Mi padre juró torturarlas hasta que fueran ancianas de desobedecerle.
—Es por ellas que estás aquí.
—… solo haz lo que debes hacer, y olvídame.
Tor entrecerró sus ojos, sin quitarle la vista de encima al Omega.
—¿Crees que voy a tomarte aquí en la intemperie y luego te abandonaré? —le preguntó, sin recibir respuesta más que ese perfil tenso con unos ojos resistiendo las lágrimas— ¿Qué clase de vida te dieron que tomas por seguro un trato así de un Asgardiano?
—Mi padre nunca dejó que alguien me tocara, me reservó siempre para un tributo. No por amor, sino por conveniencia. Poco o nada le importa lo que me suceda en estas tierras. Ese es el destino de los hijos bastardos.
—Lhoki, cierto es que puedo ser muchas cosas, pero no un Alfa tan desalmado.
—Como sea.
—Quiero pensar que no defiendes a tu padre de mi sospecha por cariño, sino porque tiene en su poder a Fenja y Menja.
—Piensa lo que quieras.
—Pienso que deberíamos volver, tienes los labios morados.
Fue un regreso silencioso entre ambos. El Omega de Jotunheim se limitó a mantener su vista al frente, siguiendo el paso del Gran Khatun delante suyo. Con la noticia de que ya no había más peligros en Asgard, Tor ordenó la partida hacia la Nación Mirabile para el banquete de su amigo. Lhoki estuvo incluido en la caravana para sorpresa de muchos luego de aquella escena tan increíble cuando le rompiera en la cabeza una bota llena de vino fino, frente a todos en el palacio. Creían que su señor ordenaría que lo degollaran, pero estaba ahí cabalgando a su lado no precisamente con el mejor humor, Lhoki no entendía la intención de llevarlo a una tierra extranjera cuando no era nada más que un tributo para el Asgardiano.
Fue una jornada que divirtió mucho a Tor, precisamente por las caras que hacia ese Omega ante sus gestos corteses o las atenciones en cada descanso. Ya se había percatado de que Lhoki gustaba de tener las cosas bajo control, de dominar la situación al saber qué esperar. Mantenerlo en ascuas se estaba convirtiendo en un deporte para el Alfa. Cuando tocaron la frontera con Mirabile, se toparon con un grupo de extraños mercaderes cuyas fachas decían que más bien eran una suerte de ladronzuelos muy expertos. Los Kheshig de Asgard, amigos de Tor, se le acercaron apenas los tuvieron enfrente.
—Son mercenarios, gran señor.
—Lo sé.
—¿Debemos matarlos?
—Claro que no, se han disfrazado de comerciantes, honremos su esfuerzo.
Por los tatuajes en sus muñecas que se esforzaban por ocultar, Tor sabía que eran Devastadores, ese grupo que viajaba por todos lados en busca de tesoros que hurtar para vender al mejor postor. Estaban guiados por un joven algo gruñón, que usaba pieles de mapache.
—¿Qué vendes, mi buen amigo?
—Gran Khatun, los Dioses te bendigan con prosperidad y salud. Con motivo del banquete del padre de Mirabile, llevamos estas joyas para su harén.
—¿Puedo verlas?
—Como desee, gran señor. Khaty, rápido.
Una chica Beta muy sonriente se arrodilló frente al caballo de Tor, levantando en alto un lote de joyas envuelto en un paño de terciopelo azul oscuro. El Asgardiano aguantó el reírse, esas piedras preciosas eran de Wakanda, incrustadas en lo que parecía metal Genoshiano. Todos unos pillos sinvergüenzas.
—Que hermosa vista. Sin duda el harén del Gran Khatun de Mirabile estará complacido.
—Si el gran señor así lo desea, puede tomar lo que le complazca a la vista.
—Adivinas mis deseos, buen hombre.
Tor se inclinó, mirando con más detalle esos collares, brazaletes, aretes y prendedores, algunas horquillas como pulseras. Un excelente trabajo que pasaría por bueno para ojos no diestros. Extendió un brazo, tomando una pulsera con esmeraldas. Delgada, ligera, con el metal trabajado en hilos entrelazados como serpientes. Tor la levantó en alto para mostrarla a ese supuesto mercader.
—Me quedaré con esto.
—Rok de los Keystone se siente honrado de que una de sus piezas sea del agrado del Gran Khatun.
Los mercaderes se marcharon sin que los Asgardianos los aprendieran por ladrones impostores, Tor no quería manchar el festín de S’teven con semejantes nimiedades. Después de todo, Wakanda rebosaba de piedras preciosas y no extrañaría unas cuantas. El Alfa llamó a Lhoki, una vez que tomaron otro descanso en el camino, sujetando una de sus muñecas donde colocó aquella pulsera.
—Para ti.
—… ¿por qué?
—Usualmente se responde con un “gracias, gran señor”.
El Omega frunció su ceño, sus finos dedos acariciando la pulsera que le iba bastante bien.
—Es linda.
—Como tú —Tor sonrió, silbando a sus hombres— ¡Continuemos!
La vista de la Nación Mirabile sorprendió a un impasible Lhoki cuando estuvieron dentro del territorio. Con la paz que había llegado, sus campos se habían recuperado, los bosques ya no estaban quemados y los ríos tenían al fin agua fresca. Tor no le quitó la vista de encima, como un niño observando esa expresión de asombro en el Omega que no podía disfrazar de indiferencia, confirmándole que jamás había tenido la oportunidad de salir del confinamiento al que fue sometido en Jotunheim. Hogun tenía ya razones sobre su pasado. Fenja y Menja estaban cautivas en las mazmorras, dependiendo por entero de que Lhoki sirviera bien al Gran Khatun de Asgard para continuar vivas.
—¿Qué es lo que me miras?
—Disfrutas de estas vistas.
—No.
—Si te salieran escamas por cada mentira que has dicho, serías ya un salmón.
—La pulsera… ¿es un cortejo?
—Es una promesa de mi parte que no debes temerme, Lhoki. No voy a hacerte daño.
—¿Por qué me has traído? No soy nada en tu corte. Asgard no me desea como tu consorte.
—Precisamente por eso, si te dejaba en el palacio, algo malo podría sucederte pese a toda precaución. A mi lado, lo más peligroso que te sucederá es caerte del caballo —bromeó el Alfa, riendo divertido por la cara del Omega.
No le sorprendió que le llegara una misiva de parte del Gran Khatun de Mirabile diciéndole que lo alcanzaría en el camino. S’teven no aguantaba las ganas de verlo y el sentimiento fue mutuo. Estaban ya a pocos días del palacio cuando vieron la comitiva de bienvenida en donde estaba ese buen amigo suyo. Ambos bajaron del caballo para darse un fuerte saludo, entre risas y empujones de juego. S’teven ya había madurado, esa barba tupida lo decía como su larga trenza doraba que competía con la suya.
—Un poco más, y parecerás Asgardiano.
—Los Dioses me salven de semejante castigo.
Tor se carcajeó, admirando a su amigo. —Te has vuelto más fuerte, espero más sensato. Siempre has sido el más inteligente de los dos.
—Que no te escuche T’Challa o se ofenderá.
—¿Dónde está Pantera Negra? No vimos su caravana.
—Sabes que adora la puntualidad como el respeto, ya ha llegado. Pero el insensato todavía no se ha instalado en el palacio.
—¿Y eso?
S’teven rodó sus ojos. —Si te lo dijera, pensarías que te has golpeado la cabeza.
—Ponme a prueba.
—Ha sido por su Consorte Regente. Como ya debes estar enterado, nació en estas tierras y lo ha llevado a visitar la tierra donde pasó su infancia.
—¿T’Challa? ¿Estamos hablando del mismo guerrero?
—Del mismo.
El Asgardiano silbó, rascándose su barba. —Entonces es cierto que se desvive por su Omega.
—Veo que tú mismo has traído a uno. ¿Por fin hay un harén?
—No. Es más bien… una prueba.
—Tor…
—Me conoces, S’teven.
—Para perdición de los Dioses.
—Vaya… ¿T´Challa? ¿Por qué no lo alcanzamos?
—Has viajado de muy lejos, ¿no prefieres descansar en el palacio?
—Tales noticias solamente me han infundido las energías que pude haber gastado. Estoy aburrido, amigo mío. Dame algo interesante qué hacer, como presenciar a un feroz Alfa que toda la vida nos reprendió por no ser dignos de los Dioses al hacer tantas faltas a las tradiciones, ser domesticado por un Omega.
—Creo que todavía puede marcarte la cara con sus garras si le repites eso frente a su persona.
Se carcajearon ante la imagen, dándose otro abrazo antes de subir a sus respectivos caballos e ir en busca de T’Challa, quien se había desviado de su camino un poco más al Norte, el Khanate Magne Lacus que le pertenecía a un infante Señor de la Guerra llamado Faras Garra de Oso. Con Lhoki y los Kheshig de Asgard detrás de ambos Alfas, cabalgaron hacia aquel territorio mientras intercambiaban noticias y aventuras para medir quién había ganado más peleas o había cometido los errores más absurdos. Al entrar hacia el camino que llevaba al castillo del Khanate, se encontraron con dos jinetes. Uno era un esclavo y otro un Omega demasiado extraño. Los dos desmontaron e hincaron una rodilla en el suelo.
—Que los Dioses bendigan a los Grandes Khatunes y los llenen de riquezas.
—¿Quiénes son?
—Jarvis, esclavo de Garra de Oso —se presentó este con su cabeza inclinada— Me acompaña Petter de los Quill, estamos esperando por el señor del Khanate a que vuelva de su cacería.
Tor arqueó ambas cejas, mirando a S’teven quien pareció recordar algo.
—¿El pequeño Faras? ¿Dónde está?
—¡GRAN KHATUN! ¡GRAN KHATUN! —los gritos del cachorro silenciaron los labios de Jarvis. Faras llegó corriendo sujetando tres conejos de buen tamaño. Primero se quedó boquiabierto al ver dos Alfas tan poderosos en su hogar, hincando una rodilla como Jarvis y Quill, todo lleno de lodo— Y-Yo… saludo a los grandes señores.
—Arriba, Faras Garra de Oso —pidió S’teven con una sonrisa— Eres un cazador asiduo, me recuerdas a alguien —comentó mirando a su amigo quien sonrió— ¿El Señor del Khanate puede decirme si tiene en su castillo al Gran Khatun de Wakanda como visitante?
Faras se levantó, mirando a ambos guerreros y luego a S’teven, asintiendo muchas veces antes de levantar los conejos.
—Estaba cazando para T’Chamna… el Príncipe Heredero de Wakanda.
—Por los Dioses, entonces es cierto —murmuró Tor, más animado todavía— Tengo que verlo con mis propios ojos.
—Faras, guíanos.
—Como lo orden, gran señor —el cachorro corrió a donde Jarvis, sin poder ocultar su emoción y luego su preocupación por que de seguro su madre lo iba a matar por andar invitando gente importante a un castillo que no era importante sin avisar. No había sido su culpa que llegaran los de Wakanda, ni tampoco el padre de la Nación con ese Alfa alto y fornido de voz ronca. Era inocente— V-Vamos.
Chapter 4: Reuniones
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Thony estaba probando la nueva ballesta que había diseñado con su padre mientras su cachorro estaba cazando no lejos de donde estaba cuando Jarvis le avisó que habían visto a lo lejos una extraña caravana acercarse con rumbo al castillo. Le extrañó porque en el Khanate no recibían esa clase de visitas, era un territorio poco conocido y de bajo rango que poco o nada podía interesar a guerreros de alta estirpe. Dejando sus pruebas para otro día, fue en busca de Faras, llamándolo de vuelta pues como el Señor de Magne Lacus debía dar la bienvenida a quien fuese que le visitara. Su pequeño refunfuñó por tener que interrumpir una de sus actividades favoritas, alzando un puchero mientras caminaba junto a su madre de vuelta al castillo, esperando entre suspiros por la caravana.
—¿Y si solamente quieren preguntar por una dirección?
—De todos modos, hay que recibirles, mi señor.
—Tal vez están perdidos, ¿no es el banquete del Gran Khatun?
Aquella era una buena posibilidad, como lo pensó Thony. Ellos no estaban realmente “invitados” por el rango bajo que tenían, solo recibirían algún presente y comida cuando acabara el banquete. Que hubiera extranjeros perdidos invitados de honor no era tan mala idea.
—Puede ser, aunque es un desvío considerable.
—¿Luego puedo regresar al bosque?
El Omega rio, arreglando un poco la pequeña trenza de su cachorro. —Luego.
Faras no estaba tan errado en sus suposiciones, porque la caravana lucía a todas luces extranjera. Esos mantos de colores brillantes, los rostros de pieles oscuras decorados con tatuajes y joyería, fuertes lanzas como panteras escoltando un grupo nutrido gritaban el nombre de Wakanda. Thony frunció su ceño, no era instruido en las costumbres ni aspecto de otras Naciones, pero le pareció que estaban viendo el arribo de una caravana importante. Su corazón latió aprisa cuando entre todos esos guerreros -y mujeres también- vio un rostro pálido de ojos azules que también le divisó, llevándose una mano al pecho.
—¿B-Bucky?
Había cambiado sin duda, cuidados de un Omega de alto rango lo habían hecho madurar bien. Llevaba su cabello largo como él en trenzas pegadas a la nuca que terminaban unidas tras la espalda con piedras preciosas, usando los mantos en color que solamente el Alfa padre de la Nación podía usar, revelando su rango como Consorte Regente, con el collar negro decorado con pequeñas garras de plata que mostraba orgulloso, entre pulseras, anillos y otros obsequios propios de una pareja atenta. Bucky sonrió, dejando ese capullo protector donde estaba nada menos que el Gran Khatun, desmontando de un salto su caballo para correr hacia él en un gesto impropio de cualquier Omega, pero que a Thony le dio la sensación estaba permitido nada menos que por el mismo Pantera Negra a quien vio sonreír complacido ante el emotivo encuentro.
—¡THONY!
—¿Madre? ¿Le conoces?
Thony dejó sin responder la pregunta de su hijo, corriendo hacia Bucky sin poder evitarlo con los ojos húmedos por la emoción. Luego de años no de saber nada entre ellos, verse frente a frente era casi como un milagro de los Dioses. Ambos Omegas se sonrieron primero, abrazándose con fuerza dando vueltas y dejando escapar una que otra lágrima furtiva por sus mejillas que limpiaron apenados. Thony se separó, mirando a su viejo amigo antes de intentar hincar una rodilla en el suelo. Bucky lo detuvo, negando rápidamente al sujetarle por los codos.
—Tú no. Nunca tú.
—Pero… eres Consorte Regente.
—Soy tu amigo, ¿o he dejado de serlo?
—Jamás —sonrió Thony— Dioses, Bucky… estás… ¡es increíble!
—Tú también te ves bien, Thony.
—¿Ese que viene detrás es tu Alfa?
—Sí.
—Bucky —Thony rió nervioso— Este lugar ni siquiera…
—Él no es así, me trajo primero a verte antes de siquiera pisar el palacio de su amigo.
—¿Hizo eso solo por ti?
Bucky sonrió, girándose hacia la caravana. —No sabes las cosas que ha hecho por mí, te sorprendería —se volvió a Thony mirando detrás de él— ¿Aquel cachorro es tu hijo?
—Sí…
—Tranquilo, no piensen en nuestro rango sino en nuestra amistad.
T’Challa llegó con las Dora Milaje y sus dos hijos, T’Chamna y Thai en cada lado. Thony iba a arrodillarse, pero el Alfa negó, mirándole con un sonrisa.
—El amigo de mi Omega no necesita hacer eso.
—Gran señor, bienvenido —Thony miró a su pequeño que estaba de una pieza sin saber qué hacer— Le presento al Señor de este Khanate, Faras Garra de Oso.
—Es un placer conocerlo, señor —dijo T’Challa mirando al cachorro.
Bucky aguantó una risa al ver a Thony darle un suave y discreto pellizco a su hijo para que reaccionara. Ese cachorro de piel canela y cabello blanco se irguió sacando su pecho y haciendo una reverencia, recordando sus modales.
—Los Dioses le bendigan con larga vida, Gran Khatun. Soy Faras Garra de Oso, hijo de Faril.
—Este es mi Heredero, T’Chamna, y su hermano mayor Thai.
—Señor —ambos chicos saludaron a Faras, que no daba crédito a sus ojos.
—Hay demasiada formalidad para un momento que debe ser familiar —opinó T’Challa, mirando a Bucky cuya mano entrelazó con la suya— Hablemos más relajados, quizá dentro del castillo si el Señor del Khanate fuese tan amable.
—¿Eh? —Faras parpadeó— ¡Ah, sí! ¡Sí!
El resto de la caravana esperó afuera, de todos modos, no había manera que todos ellos hubieran podido entrar en un lugar que no era tan grande para recibirles. Thony llamó a sus padres, ambos en el taller que el Omega había hecho luego de la muerte de Faril. Howard y Mhary habían llegado luego de que les dijera que Petter estaba de vuelta, queriendo verle como a su nieto. Mhary casi se desmayó al ver a Bucky, acompañado de T’Challa y sus cachorros, no atinando a cómo saludar o hablar igual que le pasara a Faras, quien quedó al lado del Heredero de Wakanda.
—La antigua Manada de mi madre está en alta estima —murmuró T’Chamna a Faras— Porque en casa nadie puede tocar a madre.
—¿De verdad?
T’Chamna asintió, mirando al otro niño. —Solo padre, Thai y yo.
—¿Por qué?
—Padre es celoso.
—Oh.
—¿Tu padre fue celoso con tu madre?
—No recuerdo, era pequeño cuando murió.
—Lo siento.
—Está bien. Soy fuerte.
—Yo también. ¿Qué arma te gusta?
—La lanza, pero todavía soy pequeño para dominarla.
—¡Yo también! Mis maestros me dan una pequeña, y eso no me gusta.
—No es lo mismo, una lanza de verdad tiene otro peso, no se siente igual.
—¿Te has pegado alguna vez con ella?
Faras hizo bizcos. —Varias veces.
—Parece que alguien ha comenzado a hacer amistad —observó Bucky al notar esa charla privada entre los cachorros.
—Me disculpo por adelantado si mi hijo resulta algo torpe.
—Thony, no insistas. Ya te dije que está bien.
—Hay un Gran Khatun bajo nuestro techo, eso ni por asomo es normal. Y no es cualquier Alfa, es nada menos que Pantera Negra. El invicto.
—Ya deja eso.
—Por los Dioses, Bucky, todavía me pregunto si no estoy soñando.
—No lo haces, esto es real.
Mhary iba y venía con Jarvis para ofrecer al menos un pequeño almuerzo a sus impresionantes invitados. Faras invitó a T’Chamna a conocer el taller de Thony, terminando en un jardín correteando con el Heredero, cuidados por Quayi y Thai. Bucky los miró por una ventana, sonriendo melancólico pues la escena le recordó cuando hizo lo mismo en el patio de los Stark.
—La historia se repite, ¿no? —le preguntó a Thony.
—De solo verse, ya se llevan bien. No había visto a mi hijo tan entusiasmado por presumir su hogar, realmente quiere impresionar a tu hijo.
—Y lo está logrando.
Thony asintió, mirando de reojo a su amigo. Bucky seguía teniendo esa personalidad callada, tranquila, pero esas manos dejaban ver que no había dejado de entrenar. Su guantelete estaba hecho para la pelea no para reposar en un harén. De hecho, le consternó que T’Challa no trajera al resto de sus parejas. Si no fuese el Gran Khatun, pasarían por otra pareja común y corriente de cualquier villa. Thony se encontró de pronto sintiendo unos pequeños celos. Pantera Negra adoraba a su Omega de una manera que no le quedaba duda que realmente lo consideraba como su igual. Le hablaba en tono suave, acariciando su mejilla o tomando su mano en cada oportunidad, siempre escuchando atento su opinión.
No era que Faril no le hubiera tratado de manera similar, pero en la mirada de T’Challa había un fuego diferente cada vez que veía a Bucky. Y éste a su Alfa. Creyó que admiraría a un Omega domesticado, apagado por la vida en un harén al servicio del padre de Wakanda. En cambio, tenía a un prudente joven, que, si bien era tranquilo, amable, había un aire de sigilo amenazante en su persona. Si alguien osaba hacerle daño a su pareja, un cuchillo iba a rebanar sus cuellos antes de que pudieran siquiera parpadear. Y viceversa, sin duda Pantera Negra podía quemar todas las Naciones por Bucky. Así fue la impresión que le dejó a Thony la dinámica que vio en esa pareja.
Fue curioso que en esos momentos quiso experimentar algo así.
—¿Dónde está Petter? —preguntó Bucky.
—Ya viene para acá, quiero ver su cara cuando encuentre la caravana —sonrió Thony.
—Él siempre nos sorprendió a ambos, así que dudo que cambie eso.
—Oh, vamos, no seas tan humilde.
—¿Has estado bien, Thony?
—Sí, Bucky. No vayas a comenzar con querer hacer algo porque te conozco. Estamos bien, no necesitamos nada salvo un buen abrazo. Y quizá que me digas como le haces para peinarte así.
La entrada de Petter fue por demás espectacular, tal como lo predijo Bucky, primero porque gritó al ver la caravana y luego gritó al verlos ahí en el comedor charlando como una familia algo dispar. Dejó caer su mandíbula a la vista de Bucky, abrazándole con fuerza, luego disculpándose varias veces con T’Challa por tocar a su Omega, sacando risas de los demás. Howard salvó el día, invitando a Pantera Negra a ver los alrededores para buscar además a los dos pequeños que ya andaban haciendo de las suyas en una inusitada amistad, poniendo en aprietos a Thai. Thony, Bucky y Petter terminaron hablando a solas en el taller del primero, que también visitaron.
—Los Dioses obran de manera misteriosa —Petter suspiró, sonriendo a los otros dos— Pero nos tienen en buena fe, porque pese a los años y las extrañas jornadas de nuestras vidas, nos han reunido de nuevo.
—Y espero que ya no nos separen —terminó Thony— ¿Qué dicen del taller?
—No se podía esperar menos, recuerdo como desarmabas las cosas de Howard sin su permiso, ahora puedes hacerlo sin que nadie te regañe.
—Ja, qué gracioso, Bucky. Lo dice la madre de Wakanda.
—No comiences.
—Thony tiene razón —se unió Petter— Es decir, mírate. Si quieres que las mariposas sean moradas, T’Challa haría que fueran moradas. Creo que no estás consciente de la clase de poder que tienes entre las manos, Lobo Blanco.
—Jamás utilizaría a mi Alfa de esa manera.
—Y por eso el idiota babea por ti.
Bucky se sonrojó un poco, señalando a Petter. —Tú tampoco eres un Omega común.
—Eso desde que nací, cariño. Pero antes de que comiencen con sus confabulaciones de Omegas casados, la respuesta es no, no al menos como lo piensan.
—¿Qué significa eso?
—Significa, Thony, que sí estoy enamorado más no de un Alfa. Es una linda chica Beta llamada Khaty, de los Pride.
—Es un nombre curioso —Bucky arqueó una ceja— Parece de Genosha.
—Mira nada más, nuestro Omega de las montañas es un niño instruido ya. Lo que hace ser el Consorte Regente.
—¿Genosha? —Thony miró a ambos.
—Es otra Nación, al Este de Wakanda. Tienen la reputación de usar magia pagana para hacer hechicerías.
—No todos los cuentos son ciertos —defendió Petter— Y Khaty ha estado con nosotros los Devastadores de tiempo, no es taaan de Genosha.
—Me alegra que alguien te haga feliz. En serio. Si llegas a desposarla, cuenta conmigo.
—Gracias, Bucks.
Thony tuvo la sensación de que Bucky se guardó algo, por respeto a Petter. Quiso mantener el buen ambiente callando y dejando que la conversación se fuera por otros derroteros, hasta que Faras fue a buscarle para avisarle que iría a cazar conejos para T’Chamna.
—¿Piensas ir tan lejos?
—Ya he ido muchas veces, madre. Y le prometí a T’Chamna uno.
—Tranquilo, Thony, puedo ir con él si quieres —ofreció Petter.
—Que Jarvis los acompañe. Y si no hallas nada, vuelves enseguida que también es territorio de los linces.
—Sí, madre —Faras rodó los ojos, recibiendo un coscorrón de su madre— ¡Está bien!
—Estás pagando tus destrozos del pasado con él —bromeó Bucky.
—Hm. Mejor me dejas ver ese guantelete. Tienes a alguien con buen gusto y técnica interesante.
Bucky sonrió, levantando su mano izquierda. —Sabía que no te contendrías. T’Challa tiene una hermana, la princesa Shuri. Ella los hace para mí.
—¿Una princesa?
—Si la conocieras, comprenderías. Basta decir que su madre la desterró del palacio por no aceptar casarse con el Alfa que le había elegido.
—Uh, oh, qué interesante familia la de Wakanda —bromeó Thony, tomando el brazo de su amigo para verlo más de cerca— Quisiera que me respondieras algo.
—No has dejado de ser un preguntón. Pregunta.
—¿Qué sucede con Genosha? Noté que te reservaste un comentario con Petter.
—Thony…
—Vamos, no me dejes fuera de esto.
—Cuando yo llegué, había ya una Consorte Regente en Wakanda, era la princesa Ororo, la verdadera madre de Thai. Pero cuando T’Challa dijo que yo sería Segundo Consorte, se ofendió. Abandonó a su Alfa y señor, a su hijo para volver a su tierra natal. Genosha.
Thony levantó la mirada. —Oh, rayos. Genosha no está en buenos términos con Wakanda.
—No se atreven a nada porque han dado su palabra al Gran Khatun de esta Nación que no habría más agresiones entre ellos. Agredir a Wakanda sería ofender a Mirabile.
—Petter dijo que su pareja tiene años con ellos. Así que confiemos en que su corazón está con los Devastadores y no con Genosha, ¿de acuerdo?
—No dudo de Petter, jamás lo haría.
—Ese es mi poderoso Omega.
—Thony…
Este ya había terminado de examinar el brazo cuando Howard llegó para avisarles que se acercaba una gran comitiva. Por lo pálido y nervioso que estaba el anciano padre de Thony, ambos Omegas se dieron cuenta que no eran visitantes comunes. Aquel día prometía ser singular y si la caravana de Wakanda había dejado estupefacto a Thony, ver la caravana proveniente de Asgard con un grupo nutrido de guerreros acompañando a nada menos que el Gran Khatun de su tierra casi le dan un desmayo por la impresión. Nunca el Khanate de Magne Lacus había recibido a semejantes Alfas tan poderosos.
Su hijo Faras venía con una enorme sonrisa en el rostro porque, al igual que su padre, admiraba hasta el tuétano al padre de la Nación y cabalgar a su lado era un sueño hecho realidad con todo y lo nervioso que estaba por la presencia del otro Gran Khatun. Thony tragó saliva, tan confundido como Bucky de que ese pequeño y humilde castillo estuviera convirtiéndose en punto de reunión de guerreros de alta estirpe. En cambio, T’Challa sonrió alegre, pues, así como los tres Omegas habían tenido su reunión emotiva, él ahora la experimentaba al recibir con brazos abiertos a S’teven y Tor que saludaron efusivos a Pantera Negra mientras toda la multitud ya reunida solo observaban consternados.
—S’teven me dijo que te habías desviado por tu Omega y le pedí mostrarte ese milagro —bromeó Tor, dando fuertes palmadas en la espada de T’Challa— Y por los Dioses, es cierto. ¿Dónde está el Gran Khatun de Wakanda, inflexible y amante de las tradiciones?
—Sigue aquí, pero el amor me hace vulnerable a peticiones de mi consorte.
—¿Y dónde está? Al menos permíteme mostrar mis respetos a la única persona que ha logrado poner de rodillas a Pantera Negra.
T’Challa apenas negó, sonriendo al girarse para llamar a su lado a Bucky, quien dejó a un desconcertado Thony para unirse al grupo de los tres Alfas más fuertes.
—S’teven, Tor, quiero presentarles a mi Consorte Regente, Bucky, de los Barn.
—Sin reverencias —Tor detuvo la intención del Omega de arrodillarse— Puesto que T’Challa, quien era el primero en ser tan formal es el primero en romper las reglas, no hay necesidad de ello.
—Te diviertes, amigo.
—Con el riesgo de levantar ánimos encendidos, tu Omega es precioso. ¿Qué dices, S’teven?
—Trato de hacer un ejercicio de memoria —respondió este mirando a Bucky— Mi familia ha entrenado a varias Manadas anteriormente, y no soy precisamente el mejor con los nombres, más escuchar el nombre de los Barn hace que mi memoria se inquiete. ¿El Consorte Regente de Wakanda sabe la razón?
—Sí, gran señor. Mi padre sirvió a su padre hasta que nuestros enemigos masacraron a mi familia en venganza, fui el único que sobrevivió cuando quemaron la villa.
—Bestias —gruñó Tor, luego sonriendo— Se dice que el mundo puede ser pequeño para quienes están dispuestos a encontrarse. Los Dioses han querido recompensar a los Barn por su servicio a los Rogrs, y que mejor manera que con el invicto T’Challa Pantera Negra.
—Me alegra ser tan merecido trofeo —sonrió este, besando los nudillos de la mano derecha de Bucky.
—De habérmelo contado alguien más lo hubiera arrojado a un pozo por mentiroso —rio Tor— Te veo sorprendido, S’teven.
—La noticia lo es, y me siento apenado con T’Challa por no haberlo sabido antes.
—El pasado no nos pertenece, mi buen amigo. Solo el presente.
—¡Y ahora estamos juntos! —exclamó Tor extendiendo sus brazos— Encontrándonos en un valle como esa primera vez que correteamos siendo cachorros de mocos salidos. Tenemos que agradecer al Señor de este Khanate por darnos semejante placer.
En ese instante los tres Alfas se giraron a Faras, quien ya había entregado los conejos a T’Chamna mientras ellos charlaban. Faras inclinó su cabeza, sonriendo feliz, sin los nervios anteriores.
—Magne Lacus es bendecido por la presencia de tres Grandes Khatunes…
Detrás de Faras, estaba Thony quien no osó despegar su vista del suelo, menos cuando la mirada de S’teven cayó sobre su persona al ser presentado por su cachorro. Había pasado unos días luego de que supiera que el Alfa había preguntado por él, ahora lo tenía enfrente y percibía a todas luces el interés que anteriormente hubiera despertado en el líder. Mientras Faras terminaba las presentaciones debidas y hacía gala de la buena educación que Thony le había inculdado, el Omega apenas si respiraba. El Gran Khatun no le quitaba la vista de encima, haciéndolo sentir incluso incómodo por sus ropas humildes, que no eran rivales para las que todos ellos portaban. Talló sus manos contra sus muslos para calmar sus nervios, gesto que Bucky percibió, volviéndose a T’Challa.
—Creo que es tiempo de ir al palacio.
—Es verdad —asintió su Alfa— Además, seguro que S’teven desea presumirnos las remodelaciones de su hogar.
—Me conoces —respondió S’teven, con una sonrisa cordial— Puesto que Faras Garra de Oso nos ha recibido tan bien, considero que se ha ganado un lugar en la mesa de honor.
—Apoyo esa noción —asintió Tor, mirando al cachorro— Y espero no venga solo.
—¡Será un honor, gran señor! —los ojos de Faras se llenaron de alegría, mirando de reojo a T’Chamna porque eso significaba que podrían jugar otro poco— Los señores pueden adelantarse mientras me preparo, no quiero… madre, ¿cómo se dice?
—Retrasarlos.
—¡Retrasarlos!
—Me cae bien ese cachorro —Tor silbó a sus guerreros— ¡Partamos!
—Creo que no nos has presentado a tu compañía —observó T’Challa al notar a un Omega entre los Kheshig de Tor.
—Te pondré al corriente en el camino.
Petter solamente levantó ambas cejas, notando toda aquella situación, intercambiando una mirada con Bucky quien apenas si negó antes de irse con su Alfa. Miró al otro Gran Khatun, el famoso Relámpago del Norte, tan escandaloso como fuerte, hablar sin tapujos y siendo cortés al mismo tiempo. Era raro que no hubiera presentado a su Omega que tenía cara de matar a todos, pero no estaba al tanto de todas las tradiciones Asgardianas. Fue con Thony, quien lucía un poco asustado a lo que parecía ser un viaje inesperado en un banquete de alto honor que obviamente no se podía rechazar. La reputación de su cachorro estaba de por medio.
—Hey, Thones, tranquilo. Iré con ustedes.
—Gracias.
—Dudo que pase algo, simplemente es curiosidad de un gobernante sobre su gente.
—Ojalá tengas razón.
—Hey, Bucky estará ahí, ¿recuerdas? Tienes por amigo alguien que te puede proteger y de la mejor manera.
—En estos momentos, envidio tu libertad.
—¿Cómo has envidiado a nuestro Omega con poder?
Thony abrió sus ojos, apenándose. —Yo no…
—No es que se haya notado, si eso quieres saber —Petter se encogió de hombros— Todos estaban demasiado atentos a otras cosas. Si quieres un consuelo, yo también me siento ligeramente celoso. No de ser Consorte Regente y así.
—Del cariño que tiene.
—… pues sí. Ese Alfa puede quedarse en la miseria y sería igual de feliz si Bucky sigue a su lado. Que los Dioses no me hagan caso.
—Al menos no me siento tan mal.
—Y ya no estás con la cara de sentenciado a muerte. Vamos, dicen que los banquetes de este tipo son muy buenos y que hay vino por montones.
—Solo me acompañas por la comida.
—Thony, Thony… la comida es el mejor regalo de los Dioses.
—¡Madre!
—Ya voy.
Thony fue con su hijo, ayudándolo a estar lo mejor vestido posible. Una y otra vez se dijo que todo estaba en orden pues ya sabía que el Gran Khatun tenía un harén que le satisfacía. Ya no había mostrado intenciones de agregar más parejas. Las que formaban su harén eran de sangre noble. Él no tenía esa importante característica. Aunque Bucky tampoco fue de familia noble y era ahora el Consorte Regente. Se reprendió a sí mismo por semejantes pensamientos. Tenía cierto orgullo, era verdad, una pequeñísima parte de sí quería probar que tan bueno era para llamar la atención de semejante Alfa. Pero ya tenía un cachorro, su razón de ser. Estaba siendo demasiado ambicioso.
Le había dado temor la mirada de S’teven de los Rogrs.
Y también le había picado la curiosidad el saber si acaso esa mirada inquisitiva se podría transformar en una amorosa, similar a la que tenía Pantera Negra por su Omega.
Realmente estaba jugando con fuego.
Chapter 5: Banquete
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Bucky ahogó su gemido, su espalda se arqueó contra la cama con sus manos aferrándose temblorosas y desesperadas entre los mantos que cubrían la espalda de su Alfa, a quien sintió llenarle con su semilla con una última embestida antes de quedar tendido sobre su cuerpo por unos momentos mientras recuperaba su aliento, lamiendo despacio la Marca en su cuello previamente mordida cuando el Omega había alcanzado su propio éxtasis que todavía le nublaba la mente. T’Challa sonrió, apoyándose sobre un codo, respirando agitado al deleitarse con la imagen debajo suyo, un rostro que mostraba lo muy complacido que estaba, perdido en el placer y ese aroma inundando la habitación.
—No debemos… —jadeó Bucky, abriendo sus ojos y jalando aire— Este no es tu palacio.
—S’teven sabe que eres mi Omega, y sería inaudito que no supiera las cosas que pasan entre un Alfa y un Omega.
—T’Challa…
—Extrañaba el calor de tu cuerpo —murmuró este, recorriendo con un roce de sus labios el cuello de Bucky— Tus muslos alrededor de mis caderas apretando con fuerza igual que tu interior. Oír mi nombre en esos lindo labios.
—Quieres que en el banquete todos perciban tu aroma en mí, eso es.
—Habrá muchos Alfas y no todos son sensatos, debo dejar claro mi mensaje.
—¿Crees que alguien se atrevería a tocarme?
—Con solo mirarte basta para que la sangre se me encienda.
—El respeto hacia Pantera Negra sigue intacto, y los invitados del Gran Khatun de Mirabile estuvieron contigo en batalla. Tendrían que estar dementes para ofenderte.
—No me arriesgaré.
El Omega rodó sus ojos, jugando con los collares colgando del cuello de T’Challa que rozaban su pecho todavía agitado.
—Puede que tengas razón en protegerme tanto, pero no olvides que esto no es Wakanda. Guarda algo de sensatez en tus celos, Alfa.
—¿Qué haría yo sin mi hermoso Omega que me reprende con dulzura?
—Estar metido en serios problemas que ni Okoye te podría sacar.
T’Challa rio bajito, inclinando su rostro para besarle, Bucky se quejó bajito al sentir de nuevo la dureza de su pareja renacer en su interior.
—Vamos a llegar tarde.
—Hay tiempo, amor mío.
Un banquete como la celebración de coronación del Gran Khatun tenía al palacio en movimiento, entre invitados, las carpas de los guerreros que acompañaban a sus Señores de la Guerra y los Alfas de alta estirpe saludándose entre bocadillos en espera del llamado a las mesas ya dispuestas en un enorme jardín protegido por una larga carpa de donde colgaban los banderines con el emblema del padre de la Nación. Había un espacio reservado para el harén, a un lado de las mesas, pues al ser una reunión tan importante debían estar presentes. Dos lugares estaban reservados al lado del Gran Khatun, que pertenecían a Tor como a T’Challa por ser los dos amigos más cercanos de S’teven. Junto a ellos, seguían el resto de su séquito conforme a sus rangos.
Con el harén de Mirabile también estaban los lugares de los Omegas que venían acompañando a sus Alfas, sitio a donde se volvieron a ver Petter, Thony y Bucky. Tanto Faras como T’Chamna y Thai estarían sentados juntos con los guerreros en las mesas cercanas a la de los tres Grandes Khatunes. Petter se había hecho de algunas prendas para Thony y él, con joyas que Bucky les obsequió pese a los reclamos de Thony porque sabía que eran costosas. Fue Petter quien lo convenció de usarlas, el más curioso de los tres al mirar todo aquel arreglo, pero sobre todo al harén principal, mirando a Bucky.
—¿Así es el harén de Wakanda? ¿Tan parecido a un nido de serpientes?
—Es una competencia mortal por el estatus.
—Qué locura. Es decir, no tiene sentido para mí.
—Pero todos son Omegas de sangre noble —opinó Thony, mirando de reojo desde su asiento a los otros Omegas— Al ser el Gran Khatun por el que se debe la paz, debe tener el mejor harén.
—Pero no tiene Consorte Regente como en Wakanda.
—Tampoco lo tiene Asgard —defendió Bucky.
—Oh, sí, me di cuenta. Pero su líder viene con ese Omega de mirada filosa, no tiene su Marca ni su aroma, eso confunde. ¿Cuál es la razón por la que no hay Consorte Regente aquí, Bucks? Tú que sabes tanto.
—Eso es mentira.
—Vamos, quiero habladurías o me aburriré en el banquete.
Fue Thony quien respondió en voz baja. —Porque nadie en el harén le ha dado un varón Alfa al Gran Khatun, quien primero le de ese Heredero, será Consorte Regente.
—Vaya. Pero… ¿no es raro? Digo, alguna vez debe salir un cachorrito así. Las cuentas me fallan.
Bucky suspiró, mirando a Petter. —En el harén se hacen trampas entre ellos, eso incluye ponerse hierbas en la comida o perfumes para perder el cachorro o que no sea un varón.
—Tú estás bromeándome.
—No.
—¿Es en serio? ¿Así de mortal es un harén?
—Como no tienes idea.
—Un momento… ¿por eso T’Challa te hizo Consorte Regente de inmediato? ¿Para salvarte de las garras del harén?
—Sí.
—Realmente lo tienes hechizado. Por cierto, que apestas a él, ¿no pudo aguantarse luego del banquete?
—¿Celos?
—Qué va.
—¿Pueden dejar de pelear? —regañó Thony.
El harén de S’teven de Rogrs no era grande como otros, incluso el de Wakanda lo era más, como Bucky se dio cuenta al contar las parejas de aquel Gran Khatun. Apenas cuatro, dos Omegas y dos Betas. Claro que eran de sangre noble y por eso no cualquiera podía ser parte de aquel harén, pero era extraño al mismo tiempo. Salvo que los intereses de su Alfa fueran más exigentes que los demás. Le llamó la atención una de las jóvenes Beta, de cabellos pelirrojos que tenía -a juzgar por su lugar en la mesa- un rango bajo, pero se notaba que era la clase de mujer que no debe provocarse como enemiga. Conocía ese tipo de miradas en el harén de Wakanda.
—¿Bucky?
—Lo siento, Thony, ¿me decías?
—Gracias por las joyas inmerecidas.
—No digas eso, te dejaré todo lo que traigo…
—Bucky, no.
—Puedes hacer un buen uso de él.
—¿Y qué dirá tu Alfa por andar regalando todo lo que te da?
—Estará feliz de tener que buscar otras mejores.
—Ay, por todos los Dioses —musitó Petter al escuchar eso.
—Celoso.
—Ya te dije que no. Soy un hombre enamorado.
—Celoso.
—Se comportan ustedes dos o irán a hacerle compañía al Omega de Asgard.
Los tres miraron a Lhoki, apartado de todos los Omegas, en un mensaje claro de que no quería ser molestado ni tampoco charlar con nadie. Una actitud que tenía desde que lo conocieron, ni siquiera les había devuelto el saludo cuando lo presentaron. El banquete comenzó, los platos fueron llegando junto con la música, bailarinas y artistas que sacaban risas o gritos de emoción por actos de prestidigitación que a veces se interrumpían por pequeñas peleas entre los Alfas cuando el vino comenzó a subírseles a la cabeza. Algo que, según vio Thony, era normal porque ni Petter ni Bucky parecieron inmutarse, igual que el harén a un lado. La mirada del Omega se cruzó con la de S’teven por un brevísimo instante. Thony la desvió enseguida, jugando con el trozo de faisán que aún no terminaba.
—Qué rica comida, gracias por la invitación.
—No tienes llenadera, Petter.
—Cuando está tan delicioso, no.
Uno de los Señores de la Guerra se levantó para brindar por el padre de la Nación, brindis que todos los demás acompañaron, contando la anécdota de una de las tantas batallas que trajeran la paz. Otro de los Alfas comentó algo que no se escuchó, hasta que hubo el silencio necesario para dejarse oír. Thony frunció su ceño, porque lo que hubiera dicho aquel guerrero, había puesto serio a su hijo. Faras se veía con ojos húmedos y mirada rabiosa. La siguiente frase alcanzó sus oídos.
—… pero es sabido que guerreros de clase baja no sobreviven a una pelea sencilla.
Thony gruñó, apretando sus puños. Hablaban de Faril.
—… lo probaría, pero el Señor de Magne Lacus ni siquiera ha terminado de mudar dientes.
No faltaron las risas, ni las miradas cayendo sobre el cachorro cuyo rostro enrojeció de rabia, apretando sus labios al contenerse para no saltarle encima al idiota que había ofendido la memoria de su padre. Thony reconoció a ese Señor de la Guerra. Un tal Tiberius. Afortunadamente, la mano prudente de T’Chamna obró el milagro, calmando a su nuevo amigo.
—¡Oh, lo siento pequeño señor! Creí que estaría en su cama soñando con leche materna. Que, por cierto, debe saber amarga, tengo entendido que Faril eligió un Omega silvestre.
Las risas se convirtieron en carcajadas. Faras se puso de pie, entrecerrando sus ojos a Tiberius quien se acercó con su copa en mano mientras los demás observaban, incluyendo a los tres Alfas poderosos que de momento no podían intervenir.
—¿Eso es un intento de presumir su Dominio Alfa, Señor de Magne Lacus? Le recuerdo que soy superior a usted. Tenga cuidado.
Thony contuvo su aliento, sabía que su hijo iba a responder eso y no sería nada bueno. Antes de que dijera o hiciera algo, miró con ojos abiertos y rostro desencajado a Bucky ponerse de pie e ir hacia donde Tiberius con un aplomo que levantó murmullos. El Alfa bufó al ver un Omega haciéndole frente a punto de reclamarle cuando un puñetazo bien dado por esa mano izquierda envuelta en metal lo lanzó al suelo con un crujido que auguró una nariz y dientes rotos. Se hizo un silencio, con todos volviéndose a los tres Grandes Khatunes en busca de alguna respuesta a semejante evento. S’teven sonrió, inclinándose hacia T’Challa para hablarle en susurros.
—¿Entrenado para pelear?
—Cuando encuentras a tu verdadera pareja, la amas por las cualidades que los Dioses le dieron, no por lo que te pueda ofrecer.
—¡Ja! —Tor se puso de pie con una copa rebosante de vino que tiró un poco al caminar hacia donde el inconsciente Alfa y Bucky— Señor Tiberius, ha sido bendecido con el toque del Consorte Regente de Wakanda, quien, por cierto, tiene un estatus por encima de usted. ¡Qué gran honor!
Faras estaba tan estupefacto como su madre, una sonrisa fue apareciendo en su rostro cuando Bucky le miró antes de regresar tranquilamente a su lugar y pedir que le limpiaran la mano porque tenía sangre indigna encima. Las carcajadas fueron más sonoras, volviendo la música mientras Tiberius fue llevado fuera del banquete para que alguien lo atendiera. Thony jadeó, tallando sus ojos para asegurarse de que no hubiera estado alucinando con su amigo atacando a un Alfa bajo la mirada de los grandes señores sin tener castigo alguno. Definitivamente Bucky no sabía el poder que rodeaba a su persona, o quizá si era consciente pero su corazón noble se mantenía intacto a malas tentaciones.
—Ya nadie nunca va a molestarte —T’Chamna palmeó un hombro de Faras— Ahora que madre ha dejado claro que eres protegido nuestro, ofenderte sería ofendernos.
—Uh… gracias.
—A mí no me des las gracias, madre fue quien lo hizo, porque tu madre es su amigo y eso lo hace como parte de nuestra Manada. Y tú eres mi amigo.
—¡Tú también eres mi amigo!
S’teven miró a esos dos cachorros tan entretenidos hablando, volviendo su mirada hacia donde los Omegas, especialmente a la madre de Faras. Bebió de su copa, ajeno a las bailarinas en pocas ropas que contorneaban sus cuerpos para tentarlos o las risas alrededor. Tor notó hacia donde dirigía su mirada, ladeando su rostro para entorpecer su visión.
—Ya no estás en tu propio banquete, mi amigo.
—Solo pensaba.
—¿En el lindo Omega de Magne Lacus y madre del Señor Faras?
—… no puedo engañarte.
—Tu mirada tiene ese fuego que veo en T’Challa con su consorte, lo que me hace pensar que tu espíritu está siendo agitado por la presencia de aquel Omega invitado tuyo.
—Uno que, de tener el permiso, ya se hubiera marchado.
—T’Challa —Tor se inclinó para ver del otro lado a Pantera Negra— ¿Cuántos huesos te rompió tu Omega antes de que pudieras hablar con él en paz?
—Los suficientes —sonrió aquel, mirando a S’teven— ¿Quién te roba el pensamiento?
—Nadie.
—Ah, esas mentiras de niños —bromeó Tor— Solo te diré esto, si no aprovechas la oportunidad en este banquete, las cosas serán tremendamente difíciles para la siguiente ocasión. De haber una. Los Dioses muestran el camino a los tesoros una sola vez, amigo mío.
—Ojalá el Gran Khatun de Asgard aplicara el mismo principio para él.
Tor rio de nuevo, levantándose. —Podemos ver los huecos en otros, pero no los propios. Ahora si me permiten, vuelvo en un momento.
Thony estaba nervioso, más de lo que quisiera, pero mostrándose tranquilo porque tampoco estaba dispuesto a ser intimidado por todos esos Alfas cuando Bucky estaba como si fuese su casa. Y eso incluía al Gran Khatun quien le miraba fijamente, sino era que estaba olfateándole. ¿Cuál podía ser su aroma que le pareciera atractivo? Él no se bañaba con pétalos de flores ni leche de cabra fresca o todas esas cosas dignas de Omegas de alto rango. Petter era otro cuento, incluso estaba ligeramente ebrio de tanto beber vino entre bocados, muy feliz de estar en una mesa como nunca más iban a estarlo a menos que viajaran hasta la lejana Wakanda a visitar a su amigo con total desfachatez, lo cual, en el caso de Petter era posible.
—La comida no se va, Petter, ni el vino.
—Tú no sabes, Thony.
—Déjalo —Bucky solo negó— Hacia tiempo que no veía a alguien disfrutar un banquete así. En cambio, tú, Thony, pareciera que estás en un funeral.
—No quiero andar vomitando luego como seguro este tonto lo hará.
—Bucky, Thony me está insultando sin razón —murmuró Petter, terminando una pierna y levantándose con algo de dificultad— Ahora si me permiten, tengo que obedecer a cierta naturaleza.
—¿Necesitas ayuda?
—No, Bucky, tampoco es que esté tan… esperen aquí como buenos niños.
Bucky y Thony le siguieron con la mirada mientras entraban los bufones que hicieron saltar las más sonoras carcajadas con Alfas ya comenzando a caer de ebrios, atrayendo su atención. T’Challa notó que su amigo Tor ya se había tomado más tiempo del necesario para volver, a punto de ponerse de pie cuando S’teven lo detuvo.
—Iré yo, después de todo, es mi madriguera.
—Pero eres al que se está agasajando.
—¿No soy el Gran Khatun?
T’Challa rio, sentándose de nuevo. —Ve por ese tonto, seguro ya se perdió.
—Temo por Petter —susurró discreto Thony— Por los Dioses que es capaz de hacer una tontería.
—¿Quieres que lo busque?
—Prefiero hacerlo yo si no te molesta. Además, eres Consorte Regente y seguro que tu Alfa no desea perderte de vista.
—¿Estás seguro? ¿O solo quieres evadir al gran señor S’teven?
Thony apretó una sonrisa. —Voy por Petter.
Era este quien se había perdido entre los pasillos de madera y piedra, caminando algo mareado en busca de la salida de vuelta a donde las carpas. Sus pasos lo hicieron tropezar con un pecho firme, un par de brazos fuertes lo sujetaron antes de que se cayera, encontrándose nada menos que con un aroma a nieve, fuego quizá, lluvia. Unos bondadosos ojos azules le sonrieron como su dueño.
—Cuida tus pasos.
La cabeza de Petter no estaba funcionando muy bien o jamás en la vida hubiera sonreído de manera tan coqueta y descarada al Gran Khatun de Asgard. Ni tampoco se le hubiera restregado con semejante desfachatez con sus manos acariciando ese pecho fornido ni llevando la mano derecha hacia la entrepierna de ese Alfa. Olía muy bien. Demasiado. Y el vino le hizo sentir que tenía la suficiente confianza como para despertar la pasión de aquel guerrero y divertirse como esperaba en la fiesta. Con lo que no contaba era que, si bien Tor había bebido, el vino no le había nublado tanto la mente como para dejarse llevar de esa manera. Sus manos detuvieron a Petter con gentileza, palmeándolas como un padre que consuela a su travieso cachorro.
—No deberías ofrecerte a desconocidos, no todos serán corteses. Cuídate mucho, lindo Omega.
Fuese el efecto de esas palabras o que el vino estaba abandonando su sangre, Petter sintió un nudo en el estómago a semejante rechazo. Se giró, observando al Alfa ir de vuelta a donde el banquete, queriendo reclamarle algo de lo que no tenía derecho. Nadie jamás le había rechazado. Menos cuando se trataba de tener algo de sexo casual. Menos un Alfa, siempre buscando donde encajar su espada. Ese Asgardiano no era como el resto, y Petter en ese pequeño instante en que se quedó a solas por el ancho pasillo, de pronto tuvo la sensación de que su vida nunca había tenido sentido. Así le encontró Thony, mirando hacia la nada con ojos húmedos, rabiosos como esos puños apretados.
—¿Petter?
—¡Déjame!
Petter salió casi volando de ahí, dejando a un estupefacto Thony sin saber qué había ocurrido antes. Si algo sabía era que, si aquel Omega rebelde deseaba estar a solas, lo mejor era no contrariarle. Thony se dio media vuelta, concentrado en el estado de su amigo. Fue su turno de chocar con otro Alfa, uno que lo dejó congelado justo en el lugar donde estaba al darse cuenta de quien era. Nada menos que el Gran Khatun de Mirabile, S’teven de los Rogrs, Estrella del Cielo. De inmediato inclinó su cabeza, con el gesto inequívoco para arrodillarse y pedir una disculpa, pero la mano firme del rubio lo detuvo a medio camino, ofreciendo una sonrisa cordial.
—Fue mi culpa, no miraba por donde iba.
S’teven tenía un aroma curioso, que le recordaba las plumas de las águilas, el cielo azul de una mañana brillante. Tierra fresca. La mano que sujetaba su codo no le dejó ir.
—Gran señor…
—He querido intercambiar unas palabras contigo.
Thony no levantó su cabeza, mirando en cambio el medallón que colgaba del pecho del Alfa.
—Escucho.
—Lamento que el pequeño Señor Faras y tú hayan tenido que vérselas solos todo este tiempo.
—El Gran Khatun tiene cosas más importantes que hacer para pensar en un Omega y su cachorro.
—No debe ser así.
—Mi pequeño señor lo ha hecho bien, gracias por su preocupación.
—¿Sería demasiada descortesía el pedirte que levantaras tu rostro y me permitieras ver tus ojos?
Thony tragó saliva, respirando hondo al tiempo que levantó su mentón, encontrándose con esos ojos azules fieros y compasivos al mismo tiempo. S’teven sonrió complacido. Era un guerrero consumado, los medallones de su capa y esa larga trenza lo constataban. Pero no estaba usando su dominio Alfa para intimidarlo ni hacerlo obedecer como se hubiera esperado.
—Es curioso, no me temes, pero al mismo tiempo algo te hace alejarte.
—Quisiera pedirle al Gran Khatun permiso para hablar con sinceridad.
—Adelante.
—No hay nada en mí que valga la pena, gran señor. Pierde su tiempo. Solo quiero ver crecer a mi cachorro y que se convierta en el guerrero que esta Nación necesita.
—¿Qué cosas piensas que valoro en un Omega?
—… ¿su origen?
S’teven bufó un poco, al fin soltándole. —Mi padre no fue un guerrero de alto rango, pero ganó la simpatía de mi madre con sus acciones. La deshonraría si yo buscara perfecciones.
—Señor…
—Soy el Gran Khatun, si quisiera, bastaría que tronara los dedos para que te llevaran a mi cama y saciara mis deseos contigo. Tampoco soy una bestia presa de sus instintos. Igual que tu cachorro, también tuve una madre que me enseñó a ser un verdadero Alfa.
—No quise ofenderlo.
—Hablar con la verdad siempre implica ofender, es por eso muchos prefieren la hipocresía. Tú no eres así y me gustaría que no lo dejaras. Faras bien pudo comenzar la pelea contra Tiberius, pero sabía que le llevaba ventaja en tamaño y experiencia. Y nunca te va a exponer al peligro. Esa clase de guerreros no se hace en batalla, se cría en un regazo materno.
Las mejillas de Thony se colorearon, tosiendo un poco. —Mi madre tendría la gloria de mis acciones.
—Yo también seré sincero, quiero conocerte. Desde que te vi siento que algo en mi interior que estaba dormido ha despertado. Eres la madre de Garra de Oso, y eso jamás lo ofenderé con mis actitudes. Ni tampoco al pequeño señor cuyo padre dio su vida por todos nosotros. Quiero cortejarte, y ganarme con derecho tu cariño, pero no haré ni diré nada más si tú en este instante me dices que no lo deseas. Jamás te obligaré a nada, ni tomaré represalias. Solo mírame y dime que mis intenciones no tienen futuro.
Thony miró al Gran Khatun con el corazón latiendo tan aprisa que parecía los cascos de un caballo corriendo en campo abierto. Le había pasado lo mismo. Algo en su interior se alteraba cada vez que estaba cerca de ese Alfa. No le había sucedido con Faril, ni con nadie. S’teven de los Rogrs estaba hablando de corazón, y de corazón debía responderle.
—Será un camino enredado y pedregoso que minará su voluntad, gran señor.
La sonrisa de S’teven casi dobla las rodillas del Omega. El rubio tomó su mano derecha, haciendo una reverencia.
—Todas las cosas que valen la pena tienen caminos sinuosos, y si llegar a ti requiere que descienda al inframundo y traiga la calavera de su amo, así lo he de hacer.
El Gran Khatun se retiró, con esa sonrisa feliz que no desaparecería en todo el resto del día. Thony apenas ya no le vio, se recostó al instante contra la pared más cercana con una mano en el pecho. Otro poco más y hubiera pasado una vergüenza porque su cuerpo le hubiera traicionado. Sin duda, S’teven no iba a tenerlo fácil, comenzando por Faras. Una cosa era que lo admirada y otra que planeara reclamar a su madre. Y él tampoco quería ceder tan pronto pese a que sus piernas temblaban de solo ver esa sonrisa idiota. Tenía que probar ese cariño, probablemente estaba pecando de vanidad que los Dioses no aprobarían, pero Thony estaba feliz.
—¿Thony?
—¡Bucky! ¡Dioses! Me asustaste, ¿cómo puedes acercarte a la gente sin alertarla?
—Cosas que me enseñaron en la montaña —sonrió este— ¿Estás bien? Petter volvió sin ti.
—Sí… estoy bien. Debo contarte algo.
—Creo que está relacionado con el Gran Khatun, ¿no es así?
—Eres como los cuervos, ves cosas que nadie más.
—Thony, es que apestas a alegría.
—¿Qué…? ¡No! ¡No te rías!
Chapter 6: Petter
Chapter Text
—Pareces contrariado.
—No lo estoy.
—Me di cuenta de que no hablaste con nadie en el banquete.
—No tenía ganas.
Tor rio bajito al escuchar esas réplicas, acercando su caballo al de Lhoki. Iban ya de regreso hacia Asgard luego de aquel banquete y un par de días más disfrutando de la compañía de sus amigos. Llevaba consigo regalos de obsequio de Mirabile para su Nación, también de Wakanda. Había buen tiempo y no parecía que fuesen a tener algún problema en el camino, por lo que una charla era apropiada, sobre todo porque el guerrero estaba curioso por saber las impresiones de aquel altivo Omega.
—Todos pensaron que eras mi Omega.
—Al final lo seré, ¿no es así?
—Bueno —Tor suspiró— Eso no es un hecho, bien puedes volver a tu hogar.
—Mis nodrizas morirían.
—¿Qué tiene que suceder contigo para que tu padre las libere?
Lhoki le miró con enfado, volviendo su vista al frente. El Asgardiano solamente levantó ambas cejas.
—Ya veo, hasta que no des a luz. Esa fue la condición.
—No tienes por qué ocultar tu satisfacción.
—Es que no me complace, Lhoki. Tales acciones no son de mi persona.
—Pues no es lo que he escuchado.
—Oh, ¿así que te has puesto a escuchar?
—Estás demasiado cerca.
—Vamos, quiero saber.
Una veloz mano del Omega fue al cuello del Gran Khatun para empujarlo, pero este la sujetó a tiempo antes de que lo desbalanceara del caballo, sonriéndole antes de besar sus nudillos.
—Sigues usando la pulsera que te obsequié.
—¿Qué ganas con jugar conmigo?
—Te gusta evadir y no dar respuestas directas, y si las das, están llenas de ponzoña para asegurarte de que no vuelvan a preguntarte nada.
—… tú…
—Es triste que hayas tenido una vida tan dura que debas comportarte así para no ser lastimado.
—¡Yo no…! —Lhoki sintió sus mejillas arder, refunfuñando y adelantando un poco su caballo, no queriendo mirar más al Alfa.
—Dime que no estás pensando realmente en cortejar ese Omega —murmuró discreto Fandral a Tor cuando Lhoki se alejó— Tan solo es un premio, un botín.
—No considero a las personas como premios y lo sabes.
—Su padre es sospechoso de traición. Y no olvides a Lady Sif.
—Jamás podría.
Fandral suspiró, azuzando su caballo. —¿Sabes? Bien podrías desposar a Lady Sif, y tener como concubino a este Omega vanidoso. Creo que esa dinámica puede funcionar.
—La cuestión es que todavía no sé qué hacer, mi amigo —Tor le miró— Sé que deseabas halagarme cuando me trajiste este Omega, pero no es un juguete para mi satisfacción.
—Ustedes tres, los padres de sus respectivas naciones, están locos. Por eso son tan buenos amigos.
El Gran Khatun soltó otra risita, sus ojos observando la figura envuelta de Lhoki a la distancia, siempre alejado y con mentón en alto.
—Si los Dioses son generosos, pronto me dejarán ver cuál es mi camino.
Como era de esperarse, Lady Sif no estaba nada complacida por la decisión de Tor de llevarse a un Omega como Lhoki a un banquete tan importante. El Asgardiano consiguió sacarle a la princesa una sonrisa a medias con sus obsequios y palabras amables al disculparse, explicándole el porqué de tal acción. Todos en su palacio estaban seguros de que había tomado al Omega en ese viaje, sorprendiéndose cuando el aroma del Jotun dijo algo contrario. Eso también calmó a Lady Sif, viendo que el Alfa estaba honrando sus juramentos. Aunque Tor hubiera querido tener más resuelta la situación, lo de las caras pálidas todavía le mantenía ocupado. T’Challa y S’teven ya estaban al tanto, le ayudarían, pero él todavía quería llegar al fondo de ese asunto.
Apenas con unos días de haber llegado al palacio, partió de nuevo esta vez a su frontera oeste en busca de más rastros de los cara pálidas. Los tres amigos tenían una sospecha, que mantendrían en secreto de todos y de todo hasta que no tuvieran las evidencias suficientes para hablar de ello porque su enemigo podría estar más cerca de lo que imaginaban. El Khanate de Vanaheim era un territorio rico, muy extenso y agradable para los viajeros. Todos los guerreros de Vanaheim eran orgullosos de sus orígenes, así que la búsqueda de cara pálidas se convirtió en una empresa casi sagrada para ellos una vez que su Gran Khatun les habló de la invasión de esta tribu salvaje.
—Con tantos sabuesos, ellos no escaparán tan fácil —comentó Hogun una vez que volvió de una de las primeras cacerías.
—¿Qué has encontrado hasta ahora?
—Hice lo que me pediste, gran señor. Tu intuición se hace más atinada con el paso del tiempo.
—Entonces, ¿sí había algo?
Hogun miró a todos lados, invitándolo con un gesto de su cabeza a entrar de vuelta a la tienda de Tor, para hablar sin que hubiera oídos prestando atención. El Señor de la Guerra sacó de su armadura un pequeño objeto, un trozo de piedra de río, lisa, que tenía tallada unos símbolos incompletos al estar rota. Tor la sujetó para observarla mejor, frunciendo su ceño.
—¿Dónde?
—Lagryn. Si recuerdas bien, su fuente es…
—El Pico de Ymir en el Norte —terminó el Gran Khatun, apretando la piedra— No digas una palabra de esto a nadie, confío en tu discreción.
—¿Qué es lo que significa?
—Rencor —murmuró Tor con preocupación— Uno muy añejo.
—Gran Khatun, un jinete se acerca pidiendo verle… o reclamando verle —habló un guerrero afuera de la tienda con cierta duda en su voz.
Hogun arqueó una ceja, saliendo con Tor fuera de la tienda para ver llegar a toda prisa nada menos que a Lhoki. El Omega parecía contrariado, como si no creyera algo que hubiera sucedido recién. Apenas si saltó del caballo, puso una rodilla en el suelo frente al Gran Khatun inclinando su cabeza para sorpresa no solo de Hogun sino de los otros Señores de la Guerra cercanos a ellos y los guerreros de Vanaheim.
—… gracias —susurró Lhoki con voz apenas audible, entrecortada.
Tor sonrió, inclinándose para ayudarle a ponerse de pie.
—¿Qué es esto? ¿Viajaste desde el palacio solamente para agradecerme?
Lhoki tragó saliva, parecía apenado y al mismo tiempo alegre. Asintió sin poder levantar la vista, sus ojos estaban húmedos.
—Yo no… lamento haber sido grosero… yo no…
—Te dije que no eras un juguete para mí —explicó el Alfa tranquilamente, su mano derecha tomó el mentón del Omega para que le viera a los ojos— Y debo ser sincero contigo, quería ver cómo te pondrías al saberte libre.
—Ellas son todo para mí. Todo… no sé cómo…
—Puedes comenzar por volver al palacio. Esta cacería no es segura para ti y no me gustaría que terminaras lastimado. Lo hablaremos después, ¿podrías esperar hasta entonces?
Asintiendo varias veces y luego con una reverencia un poco torpe, Lhoki se marchó como llegó, dejando confundidos a todos salvo a Tor quien torció una sonrisa, cruzándose de brazos.
—¿Qué fue eso, gran señor?
—Le pedí a Heimdall que fuera a Jotunheim por sus nodrizas quienes estaban prisioneras en las mazmorras de su padre y las llevara al Valhalla.
—¿Hiciste eso por ese Omega… tan malagradecido?
Tor se carcajeó, volviéndose a su amigo. —Vamos, es hora de salir a buscar caras pálidas.
La búsqueda fue algo infructuosa, pero el Gran Khatun no iba a darse por vencido tan pronto, todavía quedaba algo del territorio de Vanaheim que explorar, igual que unas villas en la frontera. Hicieron un descanso merecido, volviendo al centro del Khanate para renovar sus provisiones de comida, agua, vino y revisar las herraduras de los caballos. Fandral consiguió una posada donde pasar las horas restantes, con los otros Señores de la Guerra. Tor decidió caminar un poco alrededor, esas tierras siempre le habían gustado, en donde nació su madre y pasó su infancia, andar por las calles donde ella lo hiciera fue una sensación grata para el guerrero.
Así fue como encontró un grupo ya conocido, los reconoció por el sujeto que vestía pieles de mapache, en primer lugar. Luego por una cabellera de rizos rubios que pertenecía a Petter de los Quill. Sin duda esos pillos de los Devastadores estaban buscando más tesoros para hurtar y luego vender a incautos. El Omega que no tenía aroma de Omega también le vio a lo lejos, dejando a su grupo de amigos para ir a encontrarle en uno de los pasillos que iba hacia el bazar. A Tor le pareció curiosa esa amistad del Omega de T’Challa, porque Bucky siempre le pareció alguien discreto, moderado y Petter era todo lo contrario. Gustaba de tener la atención, como de meterse en problemas al pertenecer a esos mercenarios.
—¡Gran señor! No esperaba verlo por aquí.
—Eso diría yo. Esta es mi Nación —sonrió Tor al ver que no había reverencias ni saludos formales como debiera ser. Tampoco que le importara mucho.
—Cierto, bueno, en estos tiempos de paz ahora podemos venir a recorrer los lugares que antes era imposible por lo peligroso de los caminos.
—Tenía entendido que los Devastadores hacían los caminos.
Petter rio bajito, chasqueando su lengua con sus manos en sus caderas.
—No crea todos los cuentos, mi señor. ¿Por qué anda solo sin sus Kheshig?
—¿Los necesito?
—Tampoco —el Omega se rascó su barba apenas insinuada— Bueno, creo que no debo dejar pasar esta oportunidad para disculparme.
—¿Cuál fue la ofensa?
—En el banquete, tenía mucho vino en la cabeza.
—Y fuego entre las piernas —bromeó Tor, escuchando un ligero gruñido de Petter— Pero no hay necesidad de disculparse. No me he ofendido.
—De todas maneras.
—Si te tranquiliza el disculparte, entonces recibiré tus palabras.
—Vaya —Petter arqueó una ceja— No sabía que un Gran Khatun fuera tan sencillo y bueno hablando.
—¿Cómo pensabas que éramos?
—No sé… idiotas, bárbaros…
—Se dice que solo vivimos de la sangre en batalla, calentando nuestras camas con los Omegas que nos plazcan. Yo también podría decir cosas similares de los Devastadores que seguro me dirías son mentiras.
—Bueno, yo no apostaría por ello —rio el Omega, mirando a Tor mientras caminaban por el pasillo— Me alegra que Asgard tenga tan buen padre.
—Apenas soy la mitad de lo que era mi progenitor. Todavía tengo mucho que aprender.
—¿Nunca aceptas un halago, gran señor?
—Solo si me los he ganado.
Petter jaló aire, rascándose su nuca. Lucía contrariado, como si el plan que tuviese entre manos no estuviera funcionando. No que eso fuese a desanimarlo tan rápido, como se dio cuenta el Asgardiano al verlo acercarse más, con esa sonrisa brillante que poseía dedicada a él, apenas si fijándose por donde andaban, casi llegando al enorme bazar de Vanaheim.
—Ya que estamos hablando tan en confianza, quisiera ser increíblemente grosero y atreverme a invitar al Gran Khatun una copa de buen vino, quiero que me tenga en buenos términos.
Tor se detuvo, alzando ambas cejas. Sonrió apenas, levantando una mano que llevó a un hombro del Devastador, dándole un suave apretón.
—Petter, te lo repito, no hay necesidad. Y aunque el sabor del vino es suficiente para animar a cualquiera a continuar una charla como esta, lo cierto es que tengo asuntos pendientes que resolver y no pueden esperar. Gracias por la invitación, quizá otro día.
El Omega lució descorazonado, así como su aroma que esta vez no escondió la decepción que embargó al simpático Devastador. Tor hizo un gesto de despedida antes de girarse para tomar otro camino, dejando a un consternado Petter en medio del bazar al que ya habían llegado. Volstagg le alcanzó cuando salía del lugar, caminando aprisa hacia el Gran Khatun.
—Gran señor, noticias de la Nación Genosha. Habrá una boda.
—Me parece que las bodas son comunes en todos lados.
—Mis disculpas, el Gran Khatun de Genosha ha ofrecido la mano de su hija al Gran Khatun de Mirabile para que sea su Consorte Regente y pueda al fin tener un hijo varón.
—¿Quién te ha dado tales noticias? —Tor frunció su ceño, muy serio.
—Llegaron cuervos.
—¿El Gran Khatun de Mirabile ha dado respuesta?
—No hay un pronunciamiento, pero Genosha envió una comitiva a Mirabile.
Tor silbó, alzando sus cejas. —Van en serio.
—Gran señor, tu rostro no luce alegre con la noticia.
—No es mi boda —sonrió Tor— ¿Dijeron algo más los cuervos?
—M’Baku de Wakanda desea hablar con el padre de Asgard.
—Y yo con él, envía un mensaje diciendo que vamos para allá.
—¡Sí, Gran Khatun!
Cuando terminaran de recorrer Vanaheim, Tor le ordenó a Hogun que llevara un grupo hacia la frontera donde las villas restantes. Él iría hacia el Sur, quería hablar directamente con M’Baku. Solo fue con sus Kheshig como única escolta, dejando al resto que volviera al palacio Valhalla. El Asgardiano cabalgó prácticamente sin hacer descansos hasta que vieron esas montañas altas y nevadas donde se dejaban entrever enormes esculturas de panteras amenazando a los viajeros, nacidas de la piedra misma de la montaña, algunas sosteniendo las construcciones que pertenecían al pueblo de M’Baku. Tor ya había andado por esos caminos si bien no los dominaba como aquel guerrero que ya lo esperaba, mirándolo por el estrecho paso nevado justo donde comenzaba Wakanda. Estaba solo, pero eso no quería decir que pudiera ser una presa fácil. Si algo tenía M’Baku era que conocía mejor que nadie la montaña y como pelear en ella.
—Te saludo Gran Khatun de Asgard. No me arrodillo porque estoy algo cansado —bromeó M’Baku en su acostumbrada manera.
—M’Baku, quisiera hablar contigo a solas.
—Pues sígueme. Los demás no se muevan o los monos de nieve se los comerán.
—Está mintiendo —aclaró Tor a sus hombres— Te sigo.
Fueron unos cuantos metros, acercándose a un precipicio bastante peligroso que miraba al resto de la cordillera que se perdía rumbo a la jungla muy a lo lejos.
—La noticia de Genosha ha llegado a Wakanda —murmuró M’Baku, apoyando un pie sobre una roca y descansando sus codos sobre ese muslo.
—¿Qué sabes?
—No mucho, desafortunadamente. Solo que ha sido extremadamente raro que de pronto Genosha quiera ayudar al Gran Khatun de Mirabile a tener un hijo varón.
—Tampoco era un secreto, pero… ¿por qué ahora?
—¿Justo cuando aparecieron los cara pálidas? ¿O que fuimos a Mirabile a reunirnos con el otro pelos de oro?
—Empiezo a pensar que Genosha nos espía de tiempo.
—T’Challa no me cree, me alegra que tú sí —M’Baku miró al frente, el viento golpeando las capas de ambos— Pero no es lo único que hace Genosha, mis hombres vieron una caravana aproximarse a nuestras fronteras, por lo que me dijeron, parece que alguien importante va ahí. Alguien como la princesa Ororo.
Tor se quedó unos momentos callado, todavía serio. Miró hacia el precipicio, esa oscuridad metros abajo donde se escondía una muerte dolorosa entre tantas rocas filosas y depredadores carroñeros.
—¿Crees que la hechicería de Genosha realmente puede esconder cuerpos defectuosos?
—No pareces haber prestado atención a lo que dije.
—Tiene que ver. Dame tu opinión.
—No sé qué tanto han mejorado. No lo descartaría de ser tú.
—Presta atención a la caravana. A los acompañantes de la princesa.
—Lo hago porque ya lo había pensado, no porque me lo hayas dicho.
Ambos rieron, mirando el precipicio. Tor se cruzó de brazos pensando en esas recientes noticias como en lo que Hogun había encontrado.
—Me pregunto si tendrá que ver con aquella familia.
M’Baku se irguió, volviéndose hacia el Asgardiano quien también le miró— ¿Te refieres a la historia de la Casa de la Cruz Caída?
—Me sorprende que sepas tan bien el nombre.
—Pocos la saben, está prohibida por los mismos Dioses. Yo se la escuché nombrar a la princesa Shuri antes de que su madre la exiliara del palacio. Esa casa gobernó Genosha antes del Gran Khatun de ahora.
Tor asintió, quedándose serio de nuevo. M’Baku volvió a su posición inclinada, tomando una piedrecilla del suelo que lanzó a lo lejos.
—Ya se lo dije a T’Challa. No creo que sea solo eso, o si lo es, hay alguien más en el medio. Es como lo de esa princesa para S’teven de los Rogrs, demasiada casualidad y ofrecimiento. Y que no digan que es por los tiempos de paz. No, hay algo ahí muy raro.
—Me cuesta creer que sea tanta su rabia como para algo así.
—Tor, a sus ojos eres uno de los culpables. Pero el blanco principal es sin duda S’teven.
—Habremos de irnos con cuidado y vigilar quien se nos acerca.
—Al fin te escucho decir algo bueno —bromeó M’Baku, regresando a su humor habitual— ¿Qué tal una copa de vino ya que has viajado tanto? Sirve que te presento a mis esposas.
—Será un honor.
Bajaron a otro nivel de la montaña para beber un par de copas antes de que uno de los guerreros de M’Baku le dijera que habían atrapado a un intruso. Tanto este como Tor se quedaron sorprendidos, pues el andar solo en los pasos de aquellas montañas era una sentencia de muerte segura, sobre todo si no se era de la tribu del singular Alfa quien se levantó cuando sus hombres trajeron arrastrando a un curioso Omega que reclamaba los malos tratos, terminando estampado en el suelo a donde lo arrojaron, a los pies de los dos guerreros.
—¿Petter? —Tor no podía creerlo.
—Hey…
—Tú eres… uno de los sirvientes del niño Señor de la Guerra en Mirabile —M’Baku entrecerró sus ojos tratando de hacer un ejercicio de memoria.
—Sirviente no, como un tío —Quill se puso de pie, sacudiéndose la nieve de su cabeza y capa— Un tío adoptivo.
—¿Cómo rayos…? ¿Qué haces aquí? Más te vale responder o el ser Omega no te salvará de que te de una paliza por invadir Wakanda.
—¡No estaba invadiendo! Estaba… tratando de proteger al señor de Asgard.
—¿Qué?
Petter les explicó que desde que había visto al Gran Khatun de Asgard salir de Vanaheim, se percató de que algo estaba siguiéndolo. No estaba seguro y se aventuró a ir tras el supuesto sabueso, un hombre curioso a sus ojos porque estaba envuelto en pieles de felinos que buscaban ocultar una joroba o al menos eso parecía. Desafortunadamente había perdido el rastro cuando entraron a la montaña y el Omega terminó siendo capturado por los guerreros de M’Baku al tratar de buscar un camino de vuelta a Vanaheim. Tor arqueó una ceja al escuchar semejante relato, intercambiando una mirada con el Alfa de Wakanda, quien los dejó solos para ir tras el rastro fresco tanto de Petter como del supuesto espía.
—M’Baku tiene un corazón generoso, pero no su paciencia. Si estás mintiendo no habrá nada que yo pueda hacer para salvarte de una muerte segura.
—No miento —Petter bufó, buscando una copa donde servirse vino para calentar su cuerpo— Yo sé lo que vi, mis ojos pocas veces me engañan.
—¿Dices que era alto, pero con una joroba rara?
—Y olía como a gato de montaña. No estoy muy seguro, ya estoy divagando cuando digo que me parece que era de Genosha.
—¿Por qué decidiste seguirlo? —Tor le miró fijamente, sentado todavía junto a la mesita donde había estado bebiendo— ¿Qué ganabas haciendo eso? ¿Arriesgándote tanto?
El Omega abrió y cerró su boca, tosiendo entre carraspeos y rascándose la nuca antes de servirse más vino que iba a tomar, salvo que la mano del Asgardiano impidió que bebiera al levantarse para estar frente a frente.
—Deja de evadir.
—Pues… ya, no quería que algo te pasara, ¿contento?
—¿Por qué?
—¿Por qué, qué?
—¿Por qué no querías que algo me pasara? ¿Sigues pensando que me debes algo por lo sucedido en el banquete de Mirabile?
Petter gruñó, rodando sus ojos murmurando algo sobre Alfas idiotas. Zafó su copa de la mano del Gran Khatun, mirando el vino que daba vueltas en el interior.
—¿Petter?
—No lo sé, ¿de acuerdo? Yo solo… pues no sé… no quiero que algo malo te pase. Es una tontería porque tampoco es que… ¡lo que importa es que hay un espía tras tus pasos!
—Me gustaría que fueses más claro.
—En otra vida. ¿Sabes si M’Baku se enojaría si me llevo una bota de vino? Está muy bueno.
—Si tus palabras resultan ciertas, él mismo te la regalará.
—Qué amenaza —Petter torció su boca, tosiendo de nuevo y mirando al Asgardiano— Bueno… ¿y qué tal? ¿Habrá una boda en Asgard?
—¿De quién según tú?
—Pues… ¿no era ese Omega todo agrio tu…?
—¿Puedo saber cuál es la importancia de eso para ti?
—¡Ninguna! —bufó el Omega, azotando la copa de vino en la mesa para cruzarse de brazos, enfadado, aunque no completamente contra Tor quien juntó sus cejas en franca confusión a semejante comportamiento.
Se quedaron así en silencio hasta que M’Baku llegó para decir que era verdad que había dos rastros, uno que pertenecía sin duda a Peter porque eran las huellas más profundas —algo que hizo gruñir al Omega— y otras más ligeras, propias de quien sabe andar en la nieve. Ese rastro pasaba por las montañas y M’Baku estuvo seguro que iba al corazón de Wakanda. Petter escuchó atento, sobre todo la última parte que le hizo pensar en Bucky.
—Bueno, desde que soy inocente soy libre y me voy. Tengo que ver a alguien.
—¿En dónde? —demandó M’Baku.
—MI amigo que vive donde tu amo y señor. Si esa cosa felina con joroba fue a donde él, tengo que advertirle.
M’Baku parpadeó, girándose a Tor. —¿Acaba de menospreciar mi esfuerzo por cuidar de esta parte de la frontera?
—Y más —sonrió el Gran Khatun de Asgard.
—Escucha, grandote. Yo sé que le dirás a tu gente y tu gente le dirá a la gente del padre de Wakanda. Pero YO necesito ir donde mi amigo porque YO necesito ver que esté a salvo hasta que TÚ encuentres a ese espía. ¿Ya?
—Tú eres un Omega que necesita disciplina.
—Inténtalo y tu tribu se quedará sin señor.
—Petter —Tor suspiró, negando— Debo volver y ustedes tienen algo que hacer. Gracias por el vino, buen amigo. Esperaré noticias tuyas. Dile a T’Challa que ande con cuidado.
—Así lo haré. Tú, Omega…
—¡Mi nombre es Petter!
—Si quieres llegar rápido al palacio de Wakanda tendrás que venir con nosotros.
—¿Tengo opción?
—¿Luego de entrar sin permiso y no mostrar ningún respeto?
—Qué delicados Alfas.
Tor y sus guerreros montaron en sus caballos, antes de salir del campamento de M’Baku, Petter alcanzó al Gran Khatun, sujetando las riendas al mirarle.
—Lo siento. No quise gritar.
—Te disculpas demasiado conmigo.
—Solo…
—¿Sí?
Petter negó, soltando las riendas y alejándose. —Que los Dioses protejan al padre de Asgard.
—Y te protejan a ti, Petter. Cuida mejor de tus pasos.
Los Asgardianos se perdieron pronto entre la suave ventisca. M’Baku arqueó una ceja, observando al Omega que miraba por donde se había ido Tor completamente quieto.
—Tú, Omega, nos vamos también.
—¡Mi nombre es Petter! ¡PETTER!
Este dio un último vistazo a donde el camino de vuelta a la montaña y hacia Asgard. ¿Qué le sucedía que las palabras no salían como pensaba cuando estaba frente a ese tonto Alfa de hermosa sonrisa? Ni siquiera quiso pensar en la respuesta porque estaba mal desde todos los ángulos posibles. Petter suspiró, apretando sus puños y dando media vuelta para montar su caballo.
Al carajo Tor de los Odinson.
Chapter 7: Lluvia
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Decir que los Omegas sabían cuando estaban esperando un cachorro no era mentira, tenían esa intuición como parte de su naturaleza que luego era revelada por el cambio de aroma que solamente sus Alfas podían detectar. Para los demás, solo existía como un aura mágica que los hacía agradables, una sensación de que había que atenderlos, protegerlos. Solo su Alfa y solo su Alfa entendía las razones, haciendo que su Vínculo fuese todavía más estrecho. Por eso las peleas en un harén por embarazarse eran cosa de guerras internas de las que pocos se enteraban. Estar más cerca de su pareja con un cachorro era la máxima meta en un harén, sobre todo si era numeroso.
Bucky lo presintió luego de que T’Challa pasara todo su Celo exclusivamente con él. Había sido una pelea espantosa con su madre, Ramonda, porque todos los anteriores Panteras Negras siempre habían pasado sus Celos en su harén, dando turno a sus parejas para que hubiera la misma posibilidad de que alguno le diera un cachorro. Que Bucky fuera el único fue un agravio que la madre del Gran Khatun no iba a perdonarle nunca, pero es que T’Challa se negó rotundamente y antes de que más leales guerreros y consejeros terminaran con huesos rotos, aceptó quedarse a solas con su Alfa durante esos días que duraba aquella temporada tan fogosa como exhaustiva.
Todas esas veces siendo anudado con tal vigor iban a dejar consecuencias, sobre todo porque luego de que pasara el Celo, su Alfa siguió buscándole apenas tuvo esos días de reposo entre baños y masajes para recuperarse. Bucky no estuvo seguro si era porque era natural que un Alfa como T’Challa tuviera esos días con su aroma aun con cierta reminiscencia del Celo o ellos dos estaban siendo más unidos que parecía que Pantera Negra no podía pasar mucho tiempo sin querer estar con él, rechazando buscar a alguien de su harén pese a las demandas de este o de su madre. Luego de que hubiera quedado preñado con T’Chamna, el Gran Khatun pareció tener ojos solamente para Bucky, lo que trajo ciertos conflictos entre Ramonda y el harén real.
Y ahora lo sentía, cada día con mayor seguridad. Esa semilla había florecido en su vientre. Todavía no quería llamar a los sacerdotes para que le examinaran, habían pasado muchas cosas desde entonces, como el banquete en Mirabile, su encuentro con sus dos amigos o el regreso con un par de hijos que estaban más que emocionados de haber encontrado amistad inusitada en tierras lejanas y haber comido los más ricos conejos de su vida, cortesía de Faras Garra de Oso. Bucky no estaba errado en sus presentimientos, porque todavía le faltaban más cosas por experimentar. Solo era sentir esos ligeros cambios en su cuerpo, anunciando la llegada de otro cachorro con sangre noble. A juzgar por cómo se sentía, sospechó que volvería a ser otro pequeño e inquieto Alfa.
—¿Mi señor? ¿Se siente bien? —preguntó Nansari al ver que casi no tocaba su desayuno.
—Sí… solo es el calor.
—Que precede a las lluvias, es un calor casi insoportable, que no debería ahuyentar su apetito.
—Hoy T’Chamna va de cacería. Le ha prometido a Faras mejorar su puntería.
—Si eso es lo que le preocupa a mi señor, no debería. Lo peor que puede pasarle al Heredero es rasparse las manos.
Bucky rio un poco. —Esperemos que eso no suceda.
T’Chamna estaba más que listo, brincoteando de un lado a otro con Thai apenas consiguiendo calmarlo antes de que salieran hacia el sur, dentro de los terrenos del palacio donde la selva era más densa. Una caminata un poco larga pero fresca por la sombra de los árboles y la vegetación. Bucky se tomó su tiempo, porque no quería agotarse, pronto sus energías ya no serían las mismas. Las Dora Milaje que los escoltaban hallaron la zona de cacería lista para el Heredero, con un par de panteras vigilando sobre unas rocas mientras su cachorro preparaba su arco para cazar los escurridizos tapires. Thai estaba cerca, instruyéndole como buen hermano mayor.
—Recuerda, Alteza, paciencia —dijo Bucky, sintiendo de pronto sus piernas cansadas.
Buscó donde sentarse, mientras T’Chamna comenzaba. Nansari no le quitó la vista de encima, juntando sus cejas al examinarle de pies a cabeza. Un chillido le hizo girar su rostro. El pequeño príncipe casi había acertado, pero se había adelantado en su tiro, haciendo huir al tapir. Caminando entre raíces y troncos húmedos, T’Chamna esperó una vez más, sus ojos fijos en otro tapir que bebía agua de un riachuelo. Los demás estaban más lejos para no estorbarle, sin perderle de vista. Una de las panteras comenzó a gruñir, erizando su lomo. La segunda le imitó, saltando de la roca donde como si fuera a atacar al tapir, confundiendo a todos salvo a Bucky quien sintió un escalofrío en su espalda, levantándose de golpe.
—¡T’CHAMNA!
Su hijo se sobresaltó, regresando a él por ese llamado justo cuando las dos panteras se lanzaron al frente pasándole por alto hacia los arbustos metros más allá. El tapir chilló, huyendo de la escena igual que aves alrededor. Las Dora Milaje entendieron, con lanzas en alto rodeando a los dos príncipes y al Omega, quien llamó a Quayi y Nansari.
—¡Llévenselos! ¡Ahora! —ordenó, empujando a sus hijos.
—Pero…
—¡AHORA!
—¡Madre! —Thai se asustó, siendo tirado por un brazo por Quayi mientras que Nansari levantó a T’Chamna.
—¡OBEDECE!
Bucky se interpuso en esa huida, sacando de entre sus mantos un cuchillo con la mirada fija en donde las Dora Milaje. El inconfundible aroma de un Alfa extraño se acercó, entre los nuevos chillidos ahora de las dos panteras que fueron lanzadas a las guerreras, con los cuellos cortados. Un intruso. Dentro de los territorios del palacio. No había muchos hombres capaces de hacer eso y Bucky se tensó, apretando el mango de su cuchillo que estaba en alto. La máscara de un mono blanco apareció, los pasos firmes y casi burlones de ese Alfa alzando sus brazos hacia las Dora Milaje, dejando escuchar una risa.
—Qué agradable bienvenida —los ojos rojizos del Alfa se posaron en Bucky— Muy agradable.
—Mi señor, podemos con él —dijo una de las Dora Milaje al Omega.
—¡Qué atrevidas!
—Él viene por los príncipes —gruñó Bucky, en posición de ataque.
—Vaya, un Omega inteligente.
El guerrero era muy fuerte y veloz, tanto que le recordó a T’Challa. Las Dora Milaje terminaron lanzadas contra los árboles, un par con sus cuellos rotos antes de que Bucky tuviera enfrente a ese Alfa con máscara de mono blanco.
—Killmonger.
—Me conoces, eso me halaga.
—Ellos ya están a salvo.
—Pero tú no.
La ventaja de que tuviera casi el mismo estilo que Pantera Negra fue que Bucky tenía memoria de sus movimientos. Killmonger rio antes de maldecir cuando un cuchillo se clavó en su hombro derecho, alejándose del Omega y mirando esa herida.
—Esta no es técnica de las Dora Milaje.
Bucky sacó otro cuchillo, sintiendo sus piernas flojas y tragando saliva. Killmonger se arrancó el arma, lanzándola lejos de ellos sin quitarle la vista de encima.
—¿Crees que puedes ganarme, Omega?
—¿Quién te dejo entrar?
—Vaya, sí que T’Challa te ha dado demasiadas libertades —el Alfa se relamió los labios, sonriendo— Cuando yo sea el Gran Khatun de Wakanda…
—Eso jamás.
—… lo primero… bueno una de las primeras cosas que haré será follarte tan duro que no podrás levantarte en días y me darás cachorros por los siguientes años.
—Primero muerto.
—¿Quieres probar lo que se sentiría?
Killmonger se lanzó sobre él. Bucky todavía alcanzó a clavarle el cuchillo en su muslo izquierdo y hacerle un corte en esa horrible máscara de mono antes de caer agotado. Pateó el pecho de ese Alfa buscando espacio para huir, siendo atrapado su tobillo y jalado hacia Killmonger quien se carcajeó pese a recibir un par de puñetazos.
—Cómo voy a disfrutar abrirte esas lindas piernas y hacerte aullar mi nombre.
—¡Jamás!
El peso del Alfa comenzó a ser demasiado, Bucky sintió ganas de vomitar al sentir sobre su pierna el roce de una erección. Un gruñido inmovilizó a ambos. T’Challa jaló a Killmonger, clavándole sus garras de metal en la espalda al hacerlo, llevándoselo lejos de la pelea y de su Omega quien al fin respiró aliviado. La rabia de Pantera Negra pedía sangre, nadie iba a impedírselo. Okoye le ayudó a levantarse, justo cuando llegó su fiel Masari por él, pálida del susto. Bucky se marchó, cojeando un poco por un rasguño en una pantorrilla, nada serio en realidad más en su estado lo debilitó.
—Mi señor… —Nansari le abrazó con cuidado, alejándolo pronto de la pelea— Debería…
—No —Bucky negó— El Gran Khatun está sediento de sangre, solo lo empeoraría.
—¡MADREEE! ¡MADREE!
Thai y T’Chamna le alcanzaron apenas pusieron un pie dentro de los muros del palacio. La alerta ya había sido dada, los guerreros fueron a alcanzar a su señor. Bucky se dejó caer en su cama, respirando hondo y luego sonriendo a sus hijos de ojos llorosos mientras Nansari atendia su herida.
—Estoy bien.
—Mamá —balbuceó T’Chamna con ojos grandes y temblorosos— No debí dejarte…
—Eres el Heredero, tu vida es más importante.
—¡Mamá!
—Silencio —Bucky jadeó— Esto jamás estará a discusión, ¿entendido? ¿Thai?
—No es justo —replicó este casi queriendo llorar.
Sentándose con ayuda de Nansari, Bucky los llamó a sus brazos para calmarlos, besando sus cabellos, limpiando esas lágrimas furtivas.
—Son Panteras Negras, Wakanda los necesita. Hasta que no sean ungidos como guerreros siguen obedeciendo mis órdenes. Y siempre será de esta manera.
T’Chamna hizo un enorme puchero antes de esconderse en su pecho. Thai sollozó, abrazándole por su cintura. Costó un poco, pero al final pudo tranquilizar a ambos príncipes a quienes envió a sus recámaras a descansar, esperando por el regreso de su padre. Nansari le llevó un té, asegurándose de que estaban a solas para hablar abiertamente.
—Eso fue demasiado riesgoso, mi señor. Con el cachorro…
—Killmonger sabía que ellos estarían de cacería. Los quería a ellos —Bucky frunció su ceño— ¿Quién le pudo decir tal cosa?
—Ya se lo preguntan en el palacio, si quiere saber —Nansari puso una mano en su vientre— Por favor, tiene que…
—T’Challa regresa.
Ni siquiera le sorprendió saber que Killmonger había escapado, muy mal herido, pero ese infame guerrero estaba prófugo de nuevo. Próximo a la familia de T’Challa, desde que el padre de este muriera había intentado hacerse del trono de Wakanda alegando que le pertenecía, primero dirigiendo levantamientos en uno que otro Khanate y luego, al quedarse solo, atacando siempre de esa manera, a escondidas y sorpresivamente. Desde que T’Challa lo venciera años antes de que Bucky llegara, ya no se había aparecido. Esta vez dentro de los dominios del palacio, algo que jamás hiciera.
T’Challa estaba furioso, por la intrusión, por la amenaza a sus hijos y claro, porque Killmonger había osado poner sus manos sobre su Omega. Los sacerdotes casi salieron huyendo de su recámara cuando Bucky se acercó para saber de su estado. Ramonda también estaba ahí con un par de Omegas del harén, entre consejeros que no atinaban a como mermar la ira de su señor. La madre de Pantera Negra se interpuso en su camino, negando un poco.
—Esta vez ni tú eres capaz de tranquilizarlo. Deben dejarlo a solas.
—No.
Sabía que era un riesgo, pero le dolía esa rabia porque su Alfa estaba culpándose de no haber estado atento a la seguridad de su familia. Entró a la recámara, esperando que su aroma Omega fuera un buen escudo en contra de la furia de T’Challa, quien ya había lanzado objetos contra las paredes, manchando un poco los vendajes de sus heridas. Bucky tomó aire, quedándose serio y caminando sin titubear hacia él para sujetar una de sus manos, obligándolo a sentarse sobre un banquillo cerca de la mesa donde los sacerdotes habían dejado las cosas para atender sus heridas.
—Vas a terminar desmayado por idiota —le amonestó con toda la firmeza que pudo.
Tuvo un gruñido por respuesta que cayó con una mirada dura que no abandonó el rostro del Gran Khatun hasta que este bufó, relajándose lo suficiente para terminar de curar sus heridas en silencio por unos largos minutos en los que Bucky estuvo concentrado limpiando, cosiendo y vendando las heridas faltantes. Casi al terminar, fue que T’Challa ya estaba de vuelta en sus sentidos, alcanzando una mano suya que besó por el dorso.
—Lo siento.
—No fue tu culpa.
—Maldito…
—T’Challa.
—¿Qué estaba diciéndote?
—¿Eh?
Pantera Negra le miró, todavía había un color rojizo en esos ojos caoba.
—Ese bastardo estaba diciéndote algo. ¿Qué fue?
—No vale la… ¡T’Challa! —Bucky se quejó cuando su rostro fue sujeto por una mano de su Alfa, quitándosela de un fuerte manotazo— Si te portas así no voy a decirte nada.
—Lo siento.
—Esta vez acepto tus disculpas.
—¿Qué te dijo?
El Omega rodó sus ojos, tomando aire antes de verle. —Dijo que cuando fuera Gran Khatun me haría su Omega, ¿satisfecho?
—¿Qué…?
Bucky sujetó el rostro de T’Challa antes de que se levantara y comenzara de nuevo a arrojar todo a las paredes. Pegó su frente contra la de su Alfa, respirando hondo.
—Es lo que busca, que te alteres y no pienses en lo que realmente importa. Alguien lo ayudó a entrar al palacio. Jamás hubiera podido burlar la seguridad él solo.
Las manos de Pantera Negra sujetaron con fuerza la cintura de su Omega, cerrando los ojos para no caer de nuevo en esa rabia. Killmonger sabía cómo hacerle perder la cabeza y no podía darle ese gusto. Bucky asintió al ver que se tranquilizaba, besando su frente.
—Debo ser tu fortaleza, no tu debilidad.
—Eres mío y de nadie más.
—Siempre, Alfa.
T’Challa sonrió, levantando su vista y besándole. Esas manos en su cintura le hicieron sentar en el regazo del guerrero, gimiendo un poco al sentir que algo rozaba su cadera.
—No, estás malherido.
—Tú también.
—Un raspón no es una herida. Tienes vendajes, T’Challa —Bucky jadeó al sentir unas manos colarse por debajo de sus mantos— Se abrirán de nuevo, entiende.
Fue imposible, no con los celos que estaban consumiendo a Pantera Negra. Bucky se aferró a los hombros desnudos de su Alfa al sentir como entró en él, una embestida suave, pero profunda. También estaba sensible por su estado, así que no se negó más, moviendo sus caderas a ese ritmo necesitado hasta que una vez más sintió como T’Challa le llenó de nuevo, tocando ese punto en su interior que le hizo arquearse, apretando el miembro que palpitó al enterrarse por completo en él. Al menos eso sirvió a ambos, quedando en la cama descansando por el resto del día.
Todos murmuraban de alguna traición, Killmonger no era tan diestro como para colarse así en el palacio. El Gran Khatun estuvo ocupado los siguientes días buscando las respuestas. Bucky sospechó que su Alfa sabía algo más que no había querido decirle y que tenía que ver con la aparición de ese enemigo. Con el calor antes de las lluvias trayendo bochornos o siestas durante el día, pronto sería más que imposible seguir ocultando su gestación. Al menos se consoló con la llegada de una carta de Thony, aunque tenía ese código que le enseñaran en el taller de Howard. Todavía estaba pospuesto el tema de la anulación del harén, curiosamente algo le dijo al Omega que todo estaba relacionado y por eso también estaba reacio a dar la noticia. No quería distraer a T’Challa, ni levantar más enojos contra su persona. Un segundo heredero iba a asegurarle su rango como Consorte Regente.
—No he visto a Thai —comentó Bucky en una comida en sus aposentos puesto que Alfa estaba fuera del palacio tras la huella de Killmonger— ¿Qué le sucede?
—Ha estado… ocupado.
—¿Nansari?
Ella apretó sus labios, mirando la mesita con los platos de comida. Bucky sintió una punzada en el pecho.
—¿Nansari?
—No ha querido salir de sus aposentos, mi señor. No desde que…
—Por los Dioses, dilo ya.
—Desde que recibió una carta de Genosha.
Bucky se puso de pie inmediatamente, dispuesto a ir a verlo.
—¡Mi señor! —Nansari le miró angustiada— Se lo suplico, tiene que descansar. Ya ha sido demasiado.
—Necesito hablar con él.
—…
—Luego descansaré, te lo prometo.
Fue una visita infructuosa, porque Thai no respondió, las puertas que conducían a su pabellón privado estaban cerradas. Los guardias le dijeron que eran órdenes del príncipe. No deseaba ver a nadie, solamente recibiendo alimentos. Eso ya había enfadado a T’Chamna, quien siempre había estado a su lado, su compañero de juegos y cómplice de aventuras. Bucky volvió a sus aposentos con un mal sabor de boca, sobre todo luego de cruzarse con la madre de T’Challa y verla sonriente. Las malas noticias no tardarían en llegar ese mismo día. Se anunció la llegada de una caravana que provenía de Genosha, en la que venía nada menos que la princesa Ororo. El único consuelo que tuvo fueron las noticias de Thony diciéndole algo que le costó trabajo creer, pero que era bueno.
Todo tuvo sentido entonces al anuncio de la visita de Genosha, aquella carta que recibiera Thai era nada menos que de parte de su madre, pidiendo verlo luego de esos años de abandono para explicarle su ausencia. Y que mejor efecto que viajando hasta Wakanda para que sus palabras tuvieran mayor peso. Ramonda estaba feliz de ver en el palacio a la princesa, a quien recibió con todos los honores. T’Challa fue más bien frío, inquisitivo a su presencia que permitió porque Thai era quien lucía necesitado de esa reunión para agobio de Bucky, el mismo que permaneció callado todo ese tiempo. Ororo era muy hermosa, imponía su presencia y tenía ese aire de las mujeres de alto rango, ese pelo blanco tan curioso igual que sus ojos muy claros.
Cuando la princesa de Genosha pidió hablar a solas con Thai, tampoco objetó ni habló, solo observando a la madre de T’Challa sonreír triunfante en el banquete que se hizo a la invitada que había llegado ofreciendo disculpas con tributos y regalos para el harén, otro aliado suyo cuando hizo todo ese número ante la corte. Bucky si apenas probó bocado, ausente y no queriendo pensar en nada. Thai no le había mirado ni dicho algo, no supo si avergonzado o porque le faltó el valor para comunicarle lo que Ororo dijo una vez que se hizo el brindis formal y ella pidió la palabra al Gran Khatun.
—Solicito el permiso del padre de Wakanda para llevar al príncipe Thai a conocer su hogar en Genosha.
—¿Llevar? —T’Challa miró a su hijo, quien no le miraba casi queriendo esconderse.
—Ya lo hablaron —intervino Ramonda— Es natural que entre madre e hijo haya ese deseo de conocerse más, sobre todo cuando los malos entendidos y las heridas han sido resueltos. El príncipe Thai quiere ir a Genosha, pero no quiere ofenderte por el pasado.
Pantera Negra miró a Bucky, quien estaba mortalmente serio, ligeramente pálido con la vista clavada en el adolescente que los evadía. Un apretón de la mano de su Omega fue la señal de aceptación.
—Si él así lo quiere, que así sea. Brindemos por el buen viaje del príncipe Thai.
Quien no tuvo la misma templanza fue T’Chamna, el cachorro se dio por traicionado. Apenas el banquete terminó, salió despedido para encerrarse en su recámara y según contó Quayi a Bucky, llorar hasta que se quedó dormido. Bucky quiso hacer lo mismo, pero se contuvo, ayudando a su Alfa con los preparativos para la despedida de Thai. No habló con el chico sino hasta la mañana siguiente en que se marchaba, luego de pasar el resto del día en el harén con la princesa Ororo y Ramonda. Thai estaba nervioso y avergonzado cuando Bucky solamente le puso un collar de buena suerte sin otro gesto más, mirándolo partir junto con T’Challa quien los escoltaría hasta la frontera de Genosha.
Solo y solo hasta que la caravana desapareció en el horizonte es que Bucky sujetó la mano de Nansari, dio media vuelta y se marchó también fuera del palacio ordenando a Quayi que se quedara con su hijo. Viajó hacia una fortaleza no muy lejana, cerca de una cascada en donde vivía la princesa Shuri, hermana del Gran Khatun, exiliada por Ramonda al haberse negado a obedecer las tradiciones de Wakanda. Y es que la princesa no seguía las normas, prefiriendo vivir en ese taller que le recordaba tanto a Thony, aunque ella también era experta en hechicería, sin practicarla. Shuri le recibió de brazos abiertos, con una sonrisa gentil al estar enterada de lo sucedido y permitiéndole llorar en su hombro hasta que el Omega no tuvo más fuerzas para hacerlo.
—Ororo siempre me cayó mal, o sería su brujería.
—Shuri, no digas eso.
—Es que es verdad —bufó la joven, limpiando su rostro de las lágrimas que todavía quedaban— Todos saben que Genosha domina la hechicería porque así han ocultado su pecado que los Dioses les dieron como castigo a su soberbia.
—Todo eso son cuentos.
—No, es verdad.
—¿Qué pecado puede ser ese?
Shuri se encogió de hombros, arreglando sus trenzas. —¿Qué cosa puede encender la ira de los Dioses sino los pecados de la carne? Muchas familias en Genosha tienen la aberración de la sangre sucia.
—Eso jamás lo he escuchado.
—Porque eres demasiado bonito para eso.
—Shuri.
—Los he leído, las cosas que pasaron en Genosha. Padres casándose con sus hijas, hermanos con sus hermanas… los Dioses miraron a Genosha y la condenaron, por eso tuvieron que valerse de la hechicería para ocultar los defectos de su cuerpo. El cabello y ojos de Ororo, eso no es normal. Su familia es originaria de Wakanda, por eso mi madre la eligió en primer lugar. ¿Dónde has visto un Wakandiano como ella?
—Bueno… no.
—Y ahora usó sus trucos baratos en Thai.
—No puedo enojarme con él. No puedo —susurró Bucky con cansancio— Lo entiendo. Debió ser una pregunta que siempre guardó en su corazón.
—No vale la pena que llores más por él. No le des ese gusto a mi madre. Sé que lo hizo para humillarte, sospecha que mi hermano ya no quiere el harén y busca desprestigiarte. Thai solo fue una pieza de su juego.
—Sabes muchas cosas para estar encerrada en esta fortaleza.
Shuri se carcajeó, pellizcando su mejilla. —Eres tan lindo, pero debes volver. No sin antes darte tu nueva protección. Le hice mejoras. A prueba de monos idiotas que invaden palacios.
—Dices demasiadas palabras malas para una princesa.
—Hm.
La visita calmó sus ánimos, si bien se sintió muy cansado. Quizá debió decirle algo a Thai en ese último momento, aunque estaba demasiado herido para hacerlo. Esas historias sobre Genosha le dejaron inquieto, su hijo en tal ambiente no fue una imagen que le tranquilizara. Hubo algo que hizo a su estómago dar un vuelco. Uno de los acompañantes de la princesa Ororo le pareció extraño. Tenía los ojos muy saltones y sonreía de manera incómoda, como si su boca no fuese del todo normal, le dio la sensación de que parecía un sapo, pero se le hizo grosero el pensamiento. Ahora ya no estaba tan seguro.
Cuando estaban pasando por los jardines que rodeaban ese pabellón del harén, las primeras gotas de lluvia de la temporada comenzaron a caer. Nansari dijo algo que el Omega no escuchó, todavía pensando en ese hombre de Genosha con rostro de sapo, en Killmonger buscando a sus hijos… esa inquietud que no lo dejaba en paz. Bucky tragó saliva, sintiendo unas ligeras náuseas cuando estaban subiendo las escaleras rumbo a su pabellón.
—¿Mi señor?
Todo comenzó a perder color, y moverse lentamente en círculos. Bucky vaciló, palideciendo.
—¡MI SEÑOR! ¡SEÑOR!
Nansari lo alcanzó antes de tocar el suelo, todo se volvió oscuro y lo último que escuchó fue a T’Chamna llamarle entre gritos desesperados con la lluvia envolviéndoles.
Chapter 8: Traición
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—Thony, ¿hay algo que desees contarme?
Este se volvió a su madre, ambos en la cocina preparando la cena que Faras había traído. Thony sonrió y tragó saliva, aplicando un poco más de fuerza en la masa entre sus nerviosos dedos.
—¿De qué hablas, madre?
—Soy vieja, no tonta, hijo mío.
—Nunca dije que lo fueras. Para mí eres la mejor madre del mundo.
—Hijo, no me harás olvidar la pregunta.
—Es que no hay respuesta —se sinceró Thony, masajeando esa bola de masa— ¿Qué podría contarte?
—Puedes comenzar por decirme qué tanto haces en el bosque, a solas.
Thony jaló aire, perdiéndose unos momentos en unas muy agradables memorias. Luego de que volvieran del banquete, cargados con todas las joyas que Bucky sí terminó regalándole, algo de comida y su cachorro emocionado hasta el tuétano porque había compartido la mesa con el Gran Khatun, el Omega había estado un poco solitario, meditando sobre lo que estaba por suceder. S’teven de los Rogrs iba a cortejarlo. Y él quería que lo hiciera. Cosa curiosa que lo que siempre fuera su escudo para evadir ese asunto ahora de pronto se convirtiera en su mayor obstáculo. No había encontrado la manera de decirle a Faras que las cosas estaban por cambiar, al menos en cuanto a su ritmo de vida.
Al no hallar oportunidad de sincerarse, lo que Thony hizo fue algo que se dio más bien por casualidad y no por un plan premeditado de su parte. Estaba lavando unas herramientas en uno de los ríos que bordeaban el bosque junto al castillo cuando aquel Alfa líder de Mirabile hizo su primera aparición, montando en su semental, solo, con esa sonrisa que hacía flaquear las piernas del castaño. Fue una reunión muy breve, apenas si saludándose y preguntando lo que había sido del día para uno y para el otro entre risas torpes, miradas interesadas en las bellotas caídas o sus pies en el pasto húmedo. S’teven prometió regresar y ahí fue que Thony le pidió que se vieran así, en el bosque a escondidas porque Faras todavía no estaba al tanto, no quería perturbar reciente su alegría con algo que no le iba a caer tan bien.
S’teven aceptó sin rechistar, porque era parte del juego, esos desafíos que el Omega iba a ponerle para medir su interés y sinceridad como Alfa. Volvieron a verse dos días después, luego a la semana, una en la cual Thony estuvo de malas. Después cada tercer día más o menos de forma constante. Y en cada encuentro había más de esa chispa que erizaba la piel, quitaba el aliento o traía ese fuego que Thony buscaba apagar distrayéndose o el guerrero iba a olfatear algo que rompería su fachada. Por eso evitaba a toda costa que el rubio le tocara, o que estuviera tan cerca que su aliento rozaba la piel de su cuello, haciendo que su naturaleza Omega volara en ideas poco decentes.
Estaba enamorándose de S’teven de los Rogrs más rápido de lo que hubiera imaginado.
No estaba solo en el sentimiento, notaba en los gestos, en el aroma y palabras del Alfa ese deseo más propio de parejas que un campeón queriendo reclamar un trofeo. Las sonrisas, las miradas, esa voz ronca susurrando palabras cuyo efecto se notaba en las mejillas sonrojadas de Thony provenían de un corazón sincero buscando probar su veracidad. Comieron juntos unas manzanas, el Omega haciendo bromas un poco pasadas de humor, jugaron a persecuciones tontas en las que el Gran Khatun terminó embarrado de lodo al caer por entre matorrales que ocultaban zanjas. Thony tuvo que apretar dientes y piernas cuando el guerrero cantó para él o cuando le trajo como prenda de cortejo un enorme venado que había cazado, presentando los cuernos ya cortados para que los usara en lo que deseara.
Thony estuvo seguro de que sus padres no se tragaron el cuento de que había creado una mejor arma y por eso había cazado ese venado. Faras si le creyó porque su hijo lo consideraba como el Omega más brillante que jamás hubiera existido. En la última cita, que tenía dos días de haber ocurrido, fue que S’teven tomó su mano, besó su dorso y luego unió sus labios con los de Thony. Un beso que lo dejó sin aliento, sonriendo como un bobo cuando regresó a casa y suspirando luego por todo el castillo, motivo por el cual su madre ahora estaba interrogándolo mientras le ayudaba a preparar tartas de carne.
—¿Thony? Estoy esperando.
—Yo… está bien, hay un Alfa cortejándome.
Mhary se detuvo, girándose seria a su hijo. —¿Un Alfa… cortejándote?
—Sí.
—¿Quién es?
—…
—Thony.
—Pero tienes que prometerme que no le dirás a nadie, a nadie, madre. Todo… por favor, es importante para mí que no lo cuentes.
—Hijo, si tienes que ocultarlo, entonces…
—¡No! —el Omega fue a ella, porque estaba cociendo una salsa— Es que… se trata del Gran Khatun.
—¿Qué? —Mhary casi se desmaya.
—Por eso no quería decirte.
—Tienes que explicarme mejor si deseas que mis labios queden sellados.
Pensándolo mejor, Thony se había percatado que no solo era por su cachorro que estaba viéndose a escondidas con ese Alfa tan importante. Precisamente por el rango de S’teven eran todas sus precauciones, unas que ya había transmitido al Gran Khatun. Si bien al rubio alguien iba a preguntarle sobre lo que hacía o no en su tiempo libre, antes de que vinieran las preguntas, el Omega le pidió que estuvieran así, ocultos en el bosque de los ojos y oídos indiscretos. Envidias, celos y otras cosas podían echar a perder su incipiente relación. Si iba a funcionar, primero quería que las cosas entre ellos fueran seguras, firmes a prueba de todos los obstáculos que aparecerían apenas se mostraran al mundo.
—Mi hijo —Mhary jaló aire luego de escuchar— Ya tienes edad para decidir qué es mejor para ti, si esto es algo que resulta bueno para ti, que así sea. Pero tienes un cachorro al que no debes hacer a un lado. Faras debe saber.
—Lo sé, pretendíamos que fuera el primero en saber y tener su consentimiento, pero… es que aún es pequeño y su lengua todavía se suelta con el tratamiento adecuado.
—No cuando se trata de ti, Thony.
Decidieron que hablarían con Faras antes de que las cosas tomaran un rumbo tal que ya no podrían detenerse. Para Thony no fue difícil convencer a su cachorro de ir al bosque y mantenerlo ahí hasta que se presentó S’teven. Le dolió en el alma romper esa ilusión y alegría de tener al Gran Khatun cerca de su hogar, pero el rubio supo cómo dar una muy buena impresión. O al menos eso pareció. S’teven hincó una rodilla frente a su hijo, hablándole sobre sus intenciones, de las veces que se habían visto, pidiéndole perdón por no habérselo contado primero ni solicitado su permiso como si en verdad fuese ya un Señor de la Guerra hecho y derecho.
Faras palideció, apretando sus puños luego de que el Gran Khatun terminara. Miró a Thony, luego al rubio, de vuelta a su madre y echó a correr sin decir una sola palabra. El Omega se preocupó porque creyó que diría la verdad sobre ellos a los demás, pero fue S’teven quien le dijo que confiara en él. No lo vio sino hasta el día siguiente que regresó todo lleno de lodo, con las ropas hechas trizas al haberse peleado con un animal salvaje. Por milagro de los Dioses o la rabia que le consumía no terminó muerto. Faras no le dirigió la palabra un par de días más, ignorándolo, sin mirarle o recibir algo de sus manos. Thony estaba a punto de resignarse a la aparente negativa hasta que un mediodía, su cachorro entró a su taller cuando estaba haciéndole un nuevo arco de caza. Faras le abrazó, escondiendo su rostro en su regazo, musitando en voz quebrada palabras que hicieron humedecer los ojos a Thony.
—Está bien.
Ya solo faltó decírselo a Howard, pues Jarvis ya lo sospechaba desde la primera huida del Omega. Como no tenían ciertamente sirvientes dentro del castillo, la discreción estaba asegurada. Si bien a Faras seguía sin agradarle la idea de que su madre fuese a tener otra pareja, estaba ligeramente consolado con que el nuevo Alfa de Thony pudiera ser nada menos que el Gran Khatun de Mirabile. S’teven, por su parte, también hizo lo posible por no levantar sospechas, tratando de proteger en la medida de lo posible esa relación que podía tenerlo soñando despierto en su palacio mientras sus consejeros discutían asuntos importantes de la Nación. Era debido a eso también estaba callando, como se lo explicó a Thony en alguna de sus visitas secretas.
—El peso de esta corona se hace sentir ahora que quiero ser feliz —confesó el Alfa— Y me hace entender las acciones de T’Challa que en su momento me parecieron inauditas. Todo cambia cuando tienes frente a ti una razón auténtica para ser un guerrero, un protector, quien pueda hacer algo mejor por el mundo en el que vive su Omega.
—Todavía no soy tu Omega —rebatió en juego este, escuchándole porque notaba que S’teven lo necesitaba.
—Que los Dioses tengan piedad de mí y me permitan llegar a ese paraíso.
—Sé que fui duro cuando te pedí estar así, escondidos en el bosque, pero me sorprende que haya más razones que una simple prueba.
—Al principio fue así.
—¿Qué cambió?
S’teven apretó una sonrisa, para explicar tenía que tocar un tema que sabía a Thony le desagradaba, más era necesario. Buscó una mano del castaño, que acarició distraídamente, ambos sentados con la espalda contra un grueso árbol.
—Siempre acepté mis deberes como parte de mi condición de Alfa, de guerrero de los Rogrs, como un Señor de la Guerra cuando mi padre murió y luego… Gran Khatun. Y no un padre de la Nación igual que mis amigos, sino aquel que dirige a estos. Los deberes fueron tan grandes y pesados como una montaña, sin embargo, los acepté igual.
—Tu harén —Thony torció su boca.
—Le vi sentido, y quise honrarlas. Eran no solo parejas sino también alianzas, pactos que unían más a nuestra Nación. Por los Dioses que jamás imaginé que también fueran blanco de sombras tratando de destruir lo que yo había construido con mi sangre y mi espada. Creí que así era el cariño que podía dar un Alfa hasta conocerte. Entonces todo cambió. Me di cuenta de que, es cierto, les tengo mucho aprecio, pero fue porque tenía que quererlas, no porque yo así lo hubiera decidido.
El rubio aguantó una risa al ver esa expresión que también Faras hacía cuando algo no le gustaba nada. Thony se encogió de hombros, escondiendo su rostro en el cuello del Alfa, quien siguió hablando.
—Me han dado tres hijas, tres princesas que poco veo entre deberes y esas costumbres que las han envuelto más rápido de lo que yo hubiera imaginado. La más pequeña, es la hija única de Alia, y es por Alia que apoyé tu idea sobre escondernos.
—No quiero preguntar, pero debo preguntar el por qué.
—Fue la última que tuvo un embarazo, antes de escuchar sobre ti en boca de Faras. Perdió al cachorro y perdió la capacidad de tener más hijos.
—… lo siento.
—Alia descubrió recién que eso fue causado por algo que le dieron de beber.
Thony se irguió, mirándole incrédulo. —¿Fue…?
—Envenenada. Quizá ganamos la guerra que trajo la paz, pero las batallas continúan. Los Dioses saben que cuando hablé contigo en el banquete mi intención era presentarte con todos porque nada tengo de que avergonzarme. Mi cariño por ti es sincero. Cuando Alia me confió su descubrimiento, luego tú me dijiste sobre vernos así, a escondidas.
—Ocultarnos para que nadie me haga daño, bueno, es uno de los mejores cortejos que se pueden esperar, aunque genera incertidumbre.
—No por voluntad —S’teven acarició una mejilla del Omega, recibiendo una sonrisa de éste— Pero el solo pensar que te puedan lastimar, o a Faras, me inquieta lo suficiente para robarme el sueño. Mi rango hace que las amenazas a mi alrededor sean más peligrosas. Si tan solo pudiera saber de dónde provienen.
—Suena a que lo sospechas y te faltan pruebas.
—Eres muy perceptivo, Thony —rió el rubio.
—¿Tengo razón?
—La tienes.
—Dímela, tu sospecha será la mía. Sabré de qué protegerme.
Esos encuentros no iban a poder quedarse en simples y castos besos, caricias en la mejilla o manos entrelazadas. Tampoco era que Thony tuviera la voluntad para que permanecieran así, era un Omega que había tenido una pareja y un cachorro. Inexperto, virgen o tímido ya no lo era. La siguiente vez ya no quiso contenerse, sobre todo con la idea de ese harén viviendo junto a S’teven. Sí, eran celos. Unos que le dieron el fuego suficiente para despertar el deseo en el rubio, otro que también había estado conteniéndose. Terminaron lanzando sus ropas al aire, retozando como si no hubiera un mañana sobre el pasto húmedo en una tarde dentro del bosque hasta que la espalda del Alfa quedó llena de arañazos por las mano de Thony por todas esas veces que le hizo volverse loco.
Thony volvió a casa trastabillando por las piernas que se le doblaban, labios hinchados y los cabellos más que despeinados. Mhary solo rodó los ojos, enviándolo a darse un baño antes de que su nieto se enterara de las andanzas de su insensato hijo. Fue cuando el Omega se decidió a escribirle a Bucky, tenía que confiarle a alguien lo que estaba pasando en caso de alguna contrariedad. Desde pequeños habían tenido un sistema de comunicación secreto, así que su carta que aparentemente solo era un saludo educado contándole sobre su vida en Magne Lacus, llevó ese mensaje secreto. Mientras tanto, esa relación con S’teven fue de encuentros así de fogosos. Algunas veces él atacaba al Alfa, bebiendo de su miembro hasta que hacía aullar al rubio con su lengua, otras veces fue el Gran Khatun quien le dejaba el vientre bastante lleno con su semen y deliciosamente adolorido.
Su siguiente obstáculo fue su naturaleza. Pronto tendría un Celo y Thony lo meditó muy bien, porque su esencia Omega gritaba por S’teven para calmar esa temporada que seguro llegaría con la fuerza de una tormenta al volver a estar con un Alfa. Por otro lado, estaba el riesgo a un embarazo. Faril no le preñó sino hasta varios Celos después, por lo que Thony confió en que pasara lo mismo… una parte de él negándose a la idea de no quedar con un cachorro. Lo habló con el Gran Khatun, quien entonces le pidió otra locura más.
Una boda.
—S’teven…
—Quiero sentirme digno de poder compartir tu Celo, y los Dioses saben muy bien que me atormenta el vernos a escondidas. Ocultar lo que siento por ti. No voy a tocarte en tal especial ocasión sin que ellos no hayan bendecido lo nuestro.
Fue a medianoche, en el jardín trasero del castillo. Mhary le hizo un traje de gala, Howard le obsequió su famosa rueda arco con la que prácticamente creaba todo. Faras lo llevó de la mano hasta donde S’teven, en un altar a los Dioses donde hicieron sus votos, usando esa cinta azul y dorada de la casa de los Rogrs que enredaron en sus muñecas al momento de pronunciar su juramento como pareja. Bucky le recordó ese escondite cerca de los Aulladores de Leigh donde pasaron la noche de bodas, que antecedió a su Celo. Quizá el primero que Thony sintió y disfrutó a plenitud, robando besos de su Alfa, deleitándose con sus manos recorriendo ese cuerpo bien formado por tantas peleas, con sus cicatrices de guerra.
Entre los insospechados y amorosos cuidados del rubio y ese maratón donde el Nudo del Gran Khatun le hizo desmayarse una que otra vez, Thony perdió la cuenta de los días. Cuando el Celo acabó, estaba gloriosamente satisfecho, un vientre hinchado, agotado y feliz. Tenía una Marca que luego ocultaría con vendajes y un poco de hierbas aromáticas, y un amor de un singular Alfa que así como ganaba una batalla satisfacía a su pareja. Y aunque Thony tuvo esa clara sensación de que había algo más, se contuvo de contarle a S’teven. Una sabia decisión porque apenas hubiera regresado al castillo, corría una noticia por toda la Nación. Genosha había enviado una comitiva para hablar con el padre de Mirabile, ofreciendo una muy sospechosa ayuda para el problema de herederos varones del rubio. El mismísimo Gran Khatun de Genosha daba la mano de su hija a S’teven.
—Nuestro gran señor no puede rechazarla —le explicó Howard con calma— No puede, Thony. Porque es la hija del Gran Khatun. De haber sido alguien más, su rango era uno de tantos pretextos.
—No solo es para ser del harén, ¿cierto? Es una princesa de la más alta cuna.
—Dicen que será la Consorte Regente.
—Thony… —Mhary le abrazó al verlo temblar.
—Es una trampa.
Thony temió por la vida de Faras y la de su familia, además de la suya. Los pasos de S’teven serían más vigilados una vez que esa princesa llegara a Mirabile. Recurrió a Bucky por asilo, siendo el único al que le había contado sobre ellos. Genosha podría ser una Nación fuerte, indiscutiblemente leal a los Rogrs, pero no tenía el mismo poder sobre Wakanda. Se despreciaban por el asunto de Ororo. Un solo ataque confirmado de ellos y el resto de las Naciones apoyarían a T’Challa. Bucky aceptó darle asilo, enviando a Petter quien los alcanzaría en el camino. Howard no quiso dejar su viejo taller ni el Khanate, fue Faras quien se impuso como un pequeño Alfa decidido a protegerlos a todos, de alguna manera intuía que debía tener a salvo a su madre.
No tuvo el tiempo de poder comunicarse con S’teven, no sin delatarse. Marcharon de noche para que nadie los viera, Thony ya había esparcido el rumor de que Wakanda había invitado a Faras a pasar un tiempo sirviendo al Heredero. Nada sospechoso puesto que los habían visto juntos en el banquete. Petter los alcanzó mucho antes, cuando todavía iban a mitad de camino. Lucía triste, como si algo estuviera clavado en su corazón sin podérselo arrancar. No estaba solo, lo acompañaban sus Devastadores, y esa pareja suya, Khaty de los Pride. Agradeció la compañía que les trajo sonrisas, además de tener a un amigo de confianza que también le miró extraño.
—¿Qué sucede?
—¿En serio tú…? —Petter señaló discreto a su vientre. Thony también le había confiado a Bucky sobre su estado, no le extrañó que su otro amigo supiera.
—Sí.
—¡Thony!
—¿Bucky te lo dijo?
—Otro panzón.
—No me arrepiento.
—Creo que es tarde para ello.
—Petter, ¿qué crees que nos pasaría si Genosha llegara a enterarse de que llevo un cachorro del Gran Khatun?
—Ya sé, vine por ustedes, ¿no?
—Expiando un remordimiento.
—Odio cuando te pones a leer almas.
—¿No vas a contarme?
Petter suspiró, negando y mirando a Khaty quien no estaba muy lejos, todos descansando a un lado del camino antes de otra marcha larga.
—Estaré bien, cuando pisemos Wakanda recobraré la tranquilidad.
Thony estuvo seguro de que lo lograrían, la frontera de Mirabile los dejó ir sin problemas, cruzaron esos territorios libres sin más sustos que caballos salvajes paseando o caravanas de sacerdotes haciendo sus peregrinaciones. Su camino no era el usual, evadiendo rutas principales en caso de que hubiera alguien siguiéndoles, cosa que Howard creyó imposible. Thony también lo pensó así hasta que fueron emboscados. El terror se apoderó del Omega porque esos sicarios en sus armaduras negras con los rostros cubiertos por máscaras deformes fueron corriendo directo hacia él. Faras se interpuso, como el pequeño Alfa protector. No fue que Thony se los dejó fácil, con ayuda de su padre habían traído armas nuevas que usaron ahí. Pese a que tenían buena protección teniendo a los Devastadores, esos asesinos no cedieron.
—¡Faras! ¡No!
Mhary le abrazó, cuando los acorralaron contra el pie de una montaña. Malheridos, superados en número y con la meta clara de alcanzar su cabeza, creyó que morirían ahí, a escasa distancia de Wakanda. Entonces aparecieron unas panteras, media docena que aterrorizó a los Alfas que buscaban matarlo. La distracción ayudó a los Devastadores a recobrarse, Petter rugió buscando venganza por los ataques recibidos, mientras que Thony miró por donde habían llegado esos felinos, viendo aparecer nada menos que a ese adolescente que Bucky amaba como a un hijo. El príncipe Thai de Wakanda, que se colocó junto a su propio cachorro para hacer equipo y pelear hasta que no quedó un sicario vivo.
—Alteza —Thony hizo una reverencia, incrédulo ante semejante aparición— Le debemos nuestras vidas.
—Son la Manada de mi madre —sonrió Thai.
Para sorpresa de todos, cambió rápido de expresión, mirando su espada antes de girarse de pronto, tirar a Faras al suelo impidiendo que un cuchillo lo tocara, lanzando el arma contra Khaty, quien cayó de espaldas.
—¿Qué…? —Petter sintió que todo se movía.
—¡Ella! —Thai rugió igual que las panteras que rodearon a la chica herida por un hombro— ¡Tú sirves a la princesa Ororo! ¡Fuiste quien le dijo sobre los amigos de mi madre viajando a Wakanda!
Fue un momento insólito que dejó a todos boquiabiertos y más que confundidos. Thony corrió hacia Faras para protegerlo, mirando a Petter quien no daba crédito a lo que escuchó, parpadeando y mirando a Khaty, cuyo rostro cambió del miedo a la ira al ser descubierta. La joven lanzó algo que levantó una columna de humo y tierra, entorpeciendo la vista de todos. Cuando se disipó, ella ya no estaba al igual que su caballo. Petter cayó de rodillas, soltando sus espadas. Jarvis fue por Thony y Faras, mientras que un herido Howard se acercó al príncipe Thai con precaución.
—Alteza, ¿puedo preguntarle…?
—Yo lo sospeché. Algo malo pasaba, y pasó. Intentaron hacerle daño a mi madre, y quise saber los nombres de quienes lo planearon, por eso me fui a Genosha. De boca de mi madre escuché el nombre de Khaty de los Pride como su espía, leí el mensaje que ella le envió, sobre ustedes. Vine tan pronto como pude, los Dioses estuvieron de mi parte.
Thai se volvió a todos, las panteras a su lado.
—Lamento no haberme dado cuenta a tiempo, todavía soy un cachorro. Pero ahora están a salvo. Wakanda va a protegerlos. Yo lo haré.
Faras estaba estupefacto, olvidando de momento sus moretones, raspones, algunos cortes y labios partidos por la pelea. Casi en silencio recobraron la marcha, una ansiosa, hasta la frontera de Wakanda. Los guerreros que vigilaban, al ver al príncipe Thai, los ayudaron a cambiar los caballos, atender sus heridas y descansar lo suficiente para lo último de su viaje, la ruta hacia el palacio del Gran Khatun. Fue la oportunidad de Thony para hablar con un descorazonado, pálido y callado Petter.
—Vas a estar bien.
—Bucky tenía razón.
—Petter.
—Siempre me equivoco.
Thony bufó, sacudiéndolo un poco. —Petter, estamos a salvo.
—Por Thai.
—Por ti también. Tus Devastadores.
—Que ella casi mata.
—Petter…
—Quisiera estar solo, Thony.
Habían pasado cosas que necesitaba saber, pero el Omega no tendría las respuestas hasta que no estuviera frente a Bucky. Mientras tanto, debía reunir fuerzas. El cachorro en su vientre estaba robándole energías y concentración. Su naturaleza volvió a susurrarle cosas que ya no quería escuchar.
Como que ese hijo prometía ser un Alfa.
El Heredero de Mirabile.
Chapter 9: Historias
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Bucky despertó rodeado de una sensación de paz y seguridad que pronto relacionó con el aroma de su Alfa que estaba por todas partes. Abrió lentamente sus ojos, buscando enfocar su vista porque el techo de la recámara donde estaba no le fue familiar a primera vista. Cuando pudo mirar con mayor claridad, se dio cuenta que estaba en los aposentos del Gran Khatun, ni más ni menos, cómodamente recostado en su amplia cama con pieles cubriendo su cuerpo ligeramente adolorido. No muy lejos de él, hecho ovillo, estaba durmiendo T’Chamna sobre las pieles. El sonido de lluvia llegaba ligeramente hueco, como la tenue luz del exterior de un día nublado.
—Mi señor —Nansari se acercó de inmediato, arrodillándose y tomando su mano cercana a la orilla para besarla con devoción— Ha despertado al fin.
—¿Cuánto…?
—Tres días, fueron tres días en que nos tuvo preocupados, mi señor. No debe tener angustia, ambos están a salvo.
El Omega suspiró, apretando la mano de Nansari. —¿El Gran Khatun ya lo sabe entonces?
—Quizá fue el primero en saberlo mi señor. Verá, cuando cayó desmayado y le llevamos a su cama, no tardó mucho para que el gran señor apareciera tumbando puertas justo cuando los sacerdotes estaban examinándole. Escuché cuando le dijo a su madre que antes de alcanzar la frontera de Wakanda, tuvo un presentimiento que le hizo dar media vuelta sin más explicaciones y que apenas estuvo a buena distancia, supo la razón.
—T’Challa… —Bucky suspiró, mirando a donde el cachorro durmiendo y luego a la mujer.
—No ha querido despegarse de usted, prometió ser buen cachorro si a cambio lo dejaban estar a su lado el mayor tiempo posible. Tiene dos Panteras Negras cuidándole muy celosamente, mi señor.
—De eso me doy cuenta.
Bucky extendió su mano, para acariciar los cabellos sueltos de T’Chamna con cariño. El gesto alertó al pequeño quien abrió sus ojos con un sobresalto, sonriendo y luego echándose a llorar al abrazarle, escondiendo su rostro en su cuello.
—¡Madre!
—Sshh, tranquilo —Bucky besó sus párpados húmedos por las lágrimas que luego limpió— ¿Qué es esto? No estoy muerto.
—… tuve miedo, mucho, de que algo malo te pasara… o a mi hermanito.
—Se requiere más que lo sucedido para que yo pueda darme por vencido.
T’Chamna frunció su ceño con un gran puchero, su esencia Alfa se llenó de pronto de enojo.
—Yo nunca pondré tristeza en tus ojos como lo hizo Thai.
—T’Chamna, mírame —el cachorro gruñó, callando a un pellizco de su mejilla— No debes guardar rencores, no es propio de una Pantera Negra.
—Pero…
—Los guerreros no toman pasiones por cosas que no saben o desconocen.
—Thai solo se fue… así, sin mirar atrás.
—Alteza, recuerde que su madre necesita tranquilidad —susurró Nansari.
El pequeño dejó escapar un gemido de contrariedad que hizo sonreír a Bucky, acomodando esos rizos tan propios de su padre.
—Promételo.
—Lo prometo, madre.
—Eso está mejor.
Las puertas se abrieron, alguien más también había percibido esa buena noticia. T’Challa miró aliviado a su Omega, tomando el lugar de Nansari besando esa mano hasta llegar a su rostro que llenó de pequeños besos quedándose en sus labios. T’Chamna solo hizo caras, pero se notó más alegre de ver a sus padres de vuelta en esa rutina de cariños.
—Doy gracias a los Dioses —musitó el Gran Khatun— Los días y las noches fueron eternas para mí.
—Alfa —Bucky negó apenas, acariciando su rostro— ¿Por qué estoy en tu recámara?
—Los sacerdotes pidieron tranquilidad y reposo total hasta que pase el peligro, no estaré satisfecho ni en paz contigo lejos de mí.
—No se supone que deba estar aquí.
—Poco o nada me importa esa regla, tu salud y la de nuestro hijo está por encima de lo que piensen esos eunucos.
—Padre ha dicho algo muy serio —sonrió T’Chamna, sentado del otro lado del Omega.
—A los dos voy a darles coscorrones para ver si entran en razón.
—No debí permitir que Thai se marchara.
Bucky negó. —No estaba en nuestro poder. Fue su decisión y debemos respetarla.
—Me asombra que puedas hablar así de él luego de esto.
—Es que no puedo tenerle rencor, ni rabia. Sonará a una locura, pero creo que Thai tuvo buenas razones para hacerlo y quiero confiar en que honrará a las Panteras Negras.
—Hm —bufó T’Chamna, esta vez sí recibiendo un coscorrón de su madre.
—Los príncipes no bufan.
T’Challa rio al fin, besando la frente de Bucky con una mano acariciando su vientre por encima de las pieles.
—Debes reposar, aquí no llegarán complots o malas intenciones. Nansari.
—Sí, gran señor.
Bucky había hablado con la verdad, tenía el presentimiento de que las acciones de Thai ocultaban una razón que más tarde se revelaría. Quizá era el cariño que le cegaba, no estaba seguro, pero quiso pensar mejor en eso los siguientes días en que fue consentido de todas las maneras posibles al grado que empezaba a sentir que eran demasiadas las atenciones que estaba recibiendo, sin mencionar la paz al estar en las habitaciones de su Alfa sin que nadie pusiera un pie dentro. Nadie podía hacerlo. El territorio privado de un Alfa como T’Challa era suelo prohibido para todos, por eso nadie del harén vivía como una pareja común con un Gran Khatun, pero ahí estaba Pantera Negra rompiendo la regla.
Su salud mejoró como ya lo esperaba, únicamente habían sido tantas presiones que mermaron sus fuerzas, sin embargo, los sacerdotes ordenaron que permaneciera en reposo hasta que su embarazo fuese más seguro y su cuerpo recuperara toda su fuerza. T’Chamna tomaba algunas lecciones con él, o se quedaba cuidándolo junto con Quayi y Nansari en ausencia de su padre, ocupado con el tema de Killmonger quien parecía que la tierra lo había devorado. Sin saber mucho en realidad, Bucky comenzó a sentirse aburrido, sin deberes o sin atender a dos inquietos príncipes los días pasaban más lento y esa quietud dictada para la salud tanto de su cachorro en su vientre como la suya comenzaba a serle tediosa.
—Un poco más, mi señor —le animó Nansari, mientras tallaba suavemente su espalda en un relajante baño tibio que ayudaba con las náuseas y los dolores de su cuerpo— Mi corazón no resistiría verlo caer una vez más.
—Solo fue un desmayo.
—Fue el susto de nuestras vidas.
—¿Ha habido noticias de Genosha? —el Omega levantó su rostro de la orilla de la piscina hacia la mujer que apretó sus labios— ¿Nansari? Por favor, escuchar algo no va a matarme.
—Nada, mi señor. Tan solo un mensaje a la señora Ramonda de parte de la princesa diciendo que el príncipe Thai está muy feliz en aquellas tierras.
—¿Él no ha enviado nada?
—No. Lo siento, mi señor.
—Está bien.
Nansari le abrazó de pronto, besando sus cabellos húmedos contra los que susurró.
—Perdóname, mi señor, estoy furiosa con el príncipe. No se merece la confianza que le estás depositando. Ya debió enterarse de tu estado y ni siquiera ha tenido la dignidad de escribirle al Gran Khatun para preguntar por ti. Me da rabia.
—Tranquila, sé que… pareciera que simplemente me olvidó —Bucky palmeó uno de sus brazos, sonriéndole al separarse— Duele, no lo negaré, pero tengo un presentimiento que no me suelta y me dice que no es lo que parece. Que espere.
—Mientras no espere mucho, lleva un cachorro, mi señor. Un futuro príncipe que levanta los ánimos de la Nación porque los sacerdotes dicen que será un Alfa como el Heredero.
—¿Berrinchudo y necio?
Los dos rieron, escuchando los pasos de T’Challa quien apareció cuando Bucky ya salía del agua, envuelto en una manta cálida. Nansari se retiró para dejarlos solos.
—¿Sucede algo?
—Nada, solo los extrañaba —respondió Pantera Negra, acomodando los cabellos húmedos de su Omega antes de besar su vientre que descubrió para ello.
—¿Hoy no habrá cacería?
—Todos los sabuesos han sido enviados, solo queda esperar. ¿Te he dicho lo delicioso que hueles?
—Varias veces los últimos días.
—Pero no hoy.
—Alfa —Bucky entrecerró sus ojos, picando una mejilla de aquel— Estamos bien, deja de oler así.
—No puedo. Me son preciosos en estos momentos.
—Y luego te quejas de T’Chamna —negó el Omega mirando a T’Challa secando sus pies con esa atención que le tenía— ¿Por fin vas a decirme lo que realmente sucede?
—Olvidaba lo perspicaz que puedes llegar a ser. Y la respuesta es no.
—Pareciera que no soy tu consorte.
—Pasaste por demasiado contra mi voluntad, no lo haría premeditadamente.
—T’Challa.
Este se quedó quieto, de rodillas frente a Bucky. —Primero vamos a vestirte, la temporada de lluvias hace que todo sea más fresco y puede no ser prudente dejarte así, aunque luces tentador.
—No, Alfa, no. Mis mantos.
Aunque puso sus objeciones, Bucky no tuvo manera de hacer cambiar de opinión al Gran Khatun cuando lo llevó en brazos hasta el balcón donde Nansari ya había dejado el desayuno. Ya podía caminar, al menos un poco para estirar las piernas, pero T’Challa todavía guardaba recelo de que hiciera un esfuerzo mayor. No tuvo más remedio que dejarse mimar así, agradeciendo que los alimentos fueran ligeros para su todavía rebelde estómago.
—Sigo esperando.
Pantera Negra rió, terminando de mordisquear un trozo de pan de grano mirándole divertido.
—Bien.
—Escucho.
—Sabes que conocí a Tor y S’teven cuando todavía éramos unos cachorros.
—¿Retrocederás tanto?
—Paciencia, mi amor —sonrió T’Challa— Éramos jóvenes, más idiotas de lo que somos ahora, podrías decir. Vivíamos para la gloria de las victorias y reunir cuantos medallones de honor pudiéramos. El peso de gobernar o tener pareja eran pensamientos demasiado lejanos todavía. Mi padre era gran amigo de un Señor de la Guerra en Genosha, de una familia que hoy no es nombrada.
—¿Qué familia?
—La Casa de la Cruz Caída. Cuando digo que era amigo lo que quiero decir es que era un leal guerrero casi sirviente. Esos patriarcas, pese a lo respetado que eran, no tenían la mejor reputación. Por compromisos de batalla era que mi padre estaba con ellos. Fue así que conocí Genosha. Y esa Manada de feroces guerreros que estaban naciendo cada vez más… monstruosos.
—¿Monstruosos?
—Sus rostros estaban cambiando, como sus cuerpos. Yo ingenuamente pensaba que era porque tantas peleas los dejaban deformes. La Casa de la Cruz Caída tenía a los más temidos Gran Khatun de Genosha, una larga línea de sangre pura, demasiado pura quizás. El último Señor de la Guerra de esa familia tuvo por único descendiente una hija Beta, que casó con un tío Alfa al que le dio un hijo… su nacimiento provocó que los Khanates en esa Nación se levantaran en armas.
—¿Por qué?
—Bueno… no daré más detalles que puedan revolverte el estómago, solo basta decir que ese cachorro nació Omega, algo que jamás había sucedido en la larga línea de guerreros Alfas. Nunca un varón Omega. Deforme. Terriblemente deforme. Yo hablé con él.
Bucky abrió sus ojos, dejando su té. —¿Qué?
—Pese a lo terrorífico que pudiera lucir, era increíblemente gentil. Fueron tiempos muy confusos para que yo pueda jurar algo, más recuerdo una que otra ocasión en que le vi mover las cosas sin tocarlas.
—Hechicería.
—Tenía nuestra edad, así que cuando nosotros alcanzamos la madurez como Alfas, él lo hizo como Omega. Otra Manada fuerte de Genosha quería hacerse del trono, con ese descendiente “débil” que estaba provocando rebeliones la Era de la Casa de la Cruz Caída llegó a su fin, así que el patriarca de aquella familia rival ofreció a su hijo Alfa como pareja de aquel Omega. Para entonces, tanto S’teven, Tor y yo ya habíamos forjado un nombre como guerreros —T’Challa tomó aire, inclinándose para hablar casi en susurros— Fuimos invitados a la boda, nuestros padres habían peleado con la Casa de la Cruz Caída y el mío era su sirviente como ya dije. ¿Sabes de las bodas en Genosha?
—No mucho en realidad, solo que hay un río de por medio.
—De cada lado hay un consorte. En el caso de los Omegas, son puestos en pequeñas barcas cubiertos por flores y regalos de dote que los envuelven en capullo. La barca tiene un lazo que su Alfa tira para jalarlo a su orilla mientras todos cantan los himnos de matrimonio. Esto que te cuento es importante, así estaba sucediendo con el Omega de la Casa de la Cruz Caída mientras nosotros… nosotros estábamos tratando de detener al Señor de Latveria.
Pantera Negra dejó caer su cabeza, negando. Bucky se le acercó con una mano en su espalda haciendo círculos.
—Alfa…
—La pelea llegó a la boda, éramos jóvenes y torpes, te digo. Fue… Tor hizo lo posible por impedir que les hicieran daño, a todos los invitados. La presa hecha para contener la corriente del río se rompió. S’teven buscó salvar al Omega que estaba a mitad de camino. El río se desbordó, muchos guerreros murieron y de pronto teníamos a Genosha sobre nosotros llamándonos asesinos.
—¿El Omega murió?
—S’teven siempre nos juró que lo tenía sujeto de la mano cuando la corriente simplemente lo succionó hacia el fondo y de ahí a las profundidades. El Alfa que iba a reclamarlo pensó que S’teven lo ahogó a propósito, eso fue lo que provocó la guerra entre Naciones hasta que por fin pudimos traer la paz, peleando de nuevo para demostrar nuestra inocencia.
—Y tomaste por consorte una princesa de Genosha.
T’Challa tensó su cuello. —Fue arreglo de mi madre. Como el resto del harén. Para calmar la ira de Genosha.
—Pero si fue un accidente…
—Ya no estamos tan seguros, Bucky. Recapitulando esos días, los tres hemos llegado a la conclusión que fue una trampa. ¿Para quién o con qué finalidad? Es lo que estamos tratando de averiguar.
—¿Genosha? —Bucky tragó saliva, sintiendo un nudo en el estómago al pensar en Thai.
—Ssshh, por eso no deseaba contarte esto.
—T’Challa…
—¿Sabes qué es lo más extraño? Jamás encontraron rastro del Omega. Algún trozo de sus galas, unos cabellos… nada. El río donde fue la boda era el más grande, muy profundo. Bien pudo perderse o ser tragado por algún animal. Pero esa muerte tiene una sombra de odio que no nos ha soltado.
—¿Cómo puede una Manada cuyo nombre dices está prohibido levantar tanto rencor contra ustedes?
—Ese Alfa realmente amaba a su futuro Omega. Y el Omega a su Alfa, te digo que hablé con él, me lo dijo en confidencia.
—¿Con todo y que…?
—Erik jamás nos ha perdonado pese a demostrarle que lo único que buscábamos ingenuamente en aquel entonces fue proteger su boda del ataque de Latveria por una ofensa. Y que el nombre de la familia de su Omega ahora sea escupido, prohibido lo hace peor.
—Se dice que Genosha usa hechicería para cubrir sus pecados, todos lo dicen.
—Desafortunadamente hay verdad en ello. Como lo que te he contado. Es extraño, pero… —Pantera Negra alcanzó una mano de su Omega que besó— Siempre tuve la sensación de que ese Omega no era un castigo de los Dioses. Jamás me pareció abominable si bien su cuerpo era…
—¿Cómo era?
T’Challa sonrió, negando y levantándose. —Demasiada charla, mi dulce Omega, esto es suficiente para inquietarte y debo seguir las recomendaciones de los sacerdotes.
—He estado encerrado aquí demasiado tiempo.
—Hazlo por nuestro hijo.
—Y porque tienes miedo de que Genosha me haga daño —replicó Bucky.
El Gran Khatun se quedó serio, echándose a reír luego, besando los cabellos de su pareja y apretando la mano que había besado.
—Los amo.
—Y nosotros a ti.
Con otro beso en sus labios, Pantera Negra se marchó. Bucky suspiró, pensando en la nueva información que ahora tenía. Lo necesitaba para proteger a sus cachorros. Afortunadamente los sacerdotes le permitieron andar un poco más, lo que le dio la oportunidad de un corto paseo por el jardín al que miraba el balcón de su Alfa, celosamente vigilado por guardias y las Dora Milaje. Estaba descansando en una de las bancas bajo la sombra de un árbol cuando Nansari volvió a él con una sonrisa.
—Tiene una visita, mi señor.
—¿Quién?
—Su amigo de Mirabile… creo que era de Mirabile. El Omega extraño.
—Petter —Bucky sonrió alegre, mirando hacia una de las puertas— Traélo.
—Recuerde que no debe agotarse, mi señor.
Lejos de que eso fuese a dejarlo exhausto, la mención de Petter trajo renovadas energías a Bucky, quien esperó paciente con una mano en su vientre que comenzaba a redondearse. Su amigo llegó con ese paso típico de él, abriendo sus brazos al verlo, pero sin llegar a estrecharlo, sabiendo que en Wakanda eso sí le podía costar su cabeza separada de su cuerpo, contentándose con hacerle una reverencia exagerada antes de mirar su vientre.
—¡Bucky! Wow… espera… —Petter abrió sus ojos asombrado— Estás un poquito embarazado.
—Eres un tonto.
—Ya te metieron otra panterita.
—Petter.
Este rio, sentándose a un lado. —Lamento llegar tan jodidamente tarde, se suponía que debía estar aquí antes de que algo malo pasara, pero pasó que algo feo se nos metió en el medio.
—¿Nos?
—Vine con el Señor M’Baku —explicó el rubio, jugando con una ramita que encontró— Cabalgando como locos desde allá para que solamente termináramos emboscados por unos ladrones. ¡Ladrones!
—Debió ser una herida profunda en tu orgullo de Devastador.
—Soy sensible a tus burlas, Consorte Regente panzón.
—Tonto —Bucky le empujó apenas, sin quitarle la vista de encima— Entonces, ¿estás al tanto de lo sucedido?
—Luego de que nos salvamos, sí. Como te dije, a eso veníamos. Valientes salvadores.
—¿Tú solo decidiste cabalgar hasta este palacio… para cuidarme?
Petter sacó su lengua. —Ni te emociones, tampoco. Es por los cachorros. No tienen la culpa.
—Ese instinto de Omega…
—Claro que no, son tus hijos, igual me preocupo por el pedazo de carne que tiene Thony por hijo.
—O el que tendrá.
El Devastador se quedó serio, levantándose al entender y señalando a su amigo quien comenzó a reírse bajito al disfrutar de su expresión.
—No, no… no, no, no, no, no. No. No. No, no, no, no, no…
—Recién me he enterado. He estado en comunicación, pero es apenas que Thony me ha dicho la buena nueva.
—Espera… ¡espera! —Petter dio de manotazos en el aire— Hasta donde yo me quedé, ese idiota estaba huyendo del Gran Khatun de Mirabile… ¿y me dices que ahora ya lo preñó? ¿Qué? ¿Es alguna clase de competencia entre ustedes dos?
—Te puedes unir si quieres.
—Oh, la madre de Wakanda haciendo bromas. Ja —Petter se sentó de nuevo, sobándose su nuca— Maldita sea, uno quiere llegar en plan de guerrero salvador y resulta estafado. ¿Cuándo…? Es decir, ¿cómo…? Bueno sé cómo, pero…
—Petter —Bucky alcanzó su mano que palmeó— Esto es un secreto entre nosotros.
—¿Tu panza o la de Thony?
—Sé serio.
—De acuerdo, ¿qué es un secreto?
—Hay un peligro en Mirabile, Thony se desposó con S’teven de los Rogrs en secreto para que no lastimaran a Faras, ni tampoco a su próximo hijo. Me ha pedido ayuda, quiere venir a Wakanda.
—Porque es más seguro, quitando lo de Killmonger.
—Así es. Tu presencia es una bendición de los Dioses.
—¿Y eso?
—Eres un gran tonto, porque así puedo confiarte el que protejas a Thony y Faras en su camino hasta este palacio. Yo no puedo hacerlo ya.
—Rodarías.
Bucky le gruñó entrecerrando sus ojos. Petter lanzó un suspiro muy largo.
—Khaty no estará muy complacida de que me ande ausentando tanto.
—Entenderá si te ama de verdad.
—Lo hace, ella sí.
—¿Eh?
—Nada, bueno… no es una broma ¿verdad? Porque te juro que hago que esa panterita que cargas nazca antes de tiempo de las cosquillas que te haré si me estás viendo la cara.
—Nadie sabe que vienen, Petter. Todavía no se dan por bien enterados que Thony y S’teven son pareja.
—Genosha se va a cagar.
—¿También sabes eso?
—M’Baku.
—Y tu boca.
—Haces que suene muy mal. En fin, lo haré, no te preocupes —el rubio sonrió, guiñando un ojo a su amigo examinándolo— ¿Qué?
—Hueles a tristeza, creí que era porque no sabías de nosotros. Pero no es así.
—El embarazo te altera el olfato, Bucky.
—¿Qué tienes?
—Nada, dame de comer antes de que otra vez tenga que cabalgar ahora hasta Mirabile. Demonios. Mis caderas.
—Flojas, ya están.
—Ah, ja, ja. Me muero de la risa. Omega panzón.
—Envidioso.
—Claro que no —Petter desvió su mirada y Bucky arqueó una ceja.
—Petter.
—Mm.
—¿Soy tu amigo?
—Desafortunadamente.
—Entonces, ¿por qué no me quieres decir que te tiene así? Quizá pueda ayudarte.
Petter giró su rostro para verle, tratando de hablar, pero nada salió de su boca, desviando de nuevo su mirada y encogiéndose de hombros. Bucky cambió de expresión, casi dolida antes de acercarse y darle un abrazo con fuerza por su espalda, sin decirle nada ni esperar nada más que su amigo entendiera que estaba bien dispuesto a escucharle y apoyarle de necesitarlo de la misma manera que deseaba salvar a Thony de lo que estuviera escondido en Mirabile. Petter chasqueó su lengua, sorbiendo un poco su nariz y palmeando luego las manos de Bucky.
—Soy un mal Omega.
—No digas tonterías, Petter.
—Mala gente, se supone… que estoy con Khaty, pero no dejo de pensar en él.
—¿Él?
El Devastador miró al cielo, tragando saliva. —El jodido imbécil del Gran Khatun de Asgard. Ya sé, dirás que bromeo, que solo quiero…
Bucky apretó su abrazo. —¿Él lo sabe?
—Creo que no, es decir, la boca se me cierra cuando estoy frente a él. Yo, que me jactaba de poner a cualquier Alfa a lamerme las botas… me tiemblan las rodillas cuando Tor me sonríe o me mira tan fijamente que me hace sentir desnudo.
—Estás enamorado de él.
—No quería, es decir… yo te tenía envidia, ¿sabes? Tienes un Alfa que besa el suelo que pisas, que moriría por ti sin pensarlo. Hasta te rellena con panteritas. Yo… creo es la edad.
—Tal vez deberías decirle.
—Sí, claro, qué excelente idea.
—Petter —Bucky le soltó, girándole para que le viera, sujetando sus brazos— Si no le dices, siempre te quedarás con la duda de lo que hubiera pasado de haberte confesado.
—O me puedo ahorrar la vergüenza.
—O puedes convertirte en el Consorte Regente de Asgard.
El rubio se carcajeó, limpiándose un ojo. —¿No es gracioso? Cuando éramos unos mocosos en pañales cagados jamás se nos pasó por la mente que quizá terminaríamos al lado de poderosos Alfas. Estábamos en lo más bajo y ahora… el único idiota soy yo.
—Hagamos esto, trae a Thony y Faras a salvo, luego nos encargaremos de tu situación.
—Puede que el Gran Khatun de Wakanda sea generoso conmigo porque soy tu amigo, pero me va a destripar vivo si te mueves de aquí. Y no sonrías, te conozco, por los Dioses que te conozco. Bucky, no, tienes la panza inflada. No. No. No. NO.
—Aquí soy el Consorte Regente.
—Como te odio.
—Siempre me hiciste reír, mis días en Mirabile no fueron grises por tus bromas y tu amistad. Ahora que puedo hacer una diferencia por ti, tengo que hacerla o los Dioses van a castigarme.
—¿Qué harás? ¿Amarrar a Tor y traerlo a Wakanda?
—Quizás.
—Buscaré a Nansari, estás alucinando.
—Ya no hueles tanto a tristeza —Bucky le olfateó muy a propósito— Alguien está esperanzado.
—Solo por eso la panterita que llevas te pateará hasta que nazca. ¿Me escuchas, principito? Pellízcale las tripas a tu madre.
Chapter 10: Culpas
Chapter Text
Petter conoció a Khaty en uno de los viajes a Genosha cuando los dejaron husmear en lo que una vez fue el río Kirby, uno de los más grandes y sagrados ríos de la Nación que fue secado por órdenes del Gran Khatun porque le traía amargos recuerdos. Como había escombros en sus profundidades ahora al aire libre, se podía bajar para rescatar algo de valor si había voluntad de meterse en semejante lugar tan lodoso como peligroso porque la roca era inestable. Petter se lastimó un tobillo y buscó un sacerdote que le curara, topándose con Khaty quien iba por medicamentos para su familia. Ahí charlaron en la espera de ser atendidos, el Omega haciendo gala de sus mañas para coquetear con la joven que luego buscaría en una plaza para entablar una amistad que pronto escaló a pareja.
Ella quiso unirse a los Devastadores con todo y que Petter le explicó de qué iba sus vidas, la joven tenía un talento nato para escalar paredes o muros con una facilidad que podía decirse que los atravesaba. Gamora, Drax, Rok y Groot estuvieron de acuerdo. Siendo sus amigos de confianza, le abrieron espacio en sus aventuras recorriendo las tierras que se pudieran. Khaty era increíble, talentosa, lista y siempre estaba ahí para Petter en las buenas o en las muy malas. Incluso habían estado presos juntos antes de escapar gracias a las habilidades del Omega con los candados y grilletes. Estar con ella le llenaba de cierto orgullo porque era difícil que alguien de su casta pudiese tener por pareja a una Beta. Incluso comenzó a pensar en la posibilidad de tener una familia con Khaty.
Hasta que volvió a Mirabile buscando a Thony de los Stark.
Petter estaba seguro que su amigo no tendría objeciones con su nueva Manada, pero de momento primero quiso asegurarse, dejándolos a cargo de Khaty. Los Devastadores partieron por una senda y él por otra, prometiéndole a su chica tenerla al corriente sobre su estado con mensajes constantes. Jamás imaginó que esa visita se tornaría en algo inaudito como caer redondito a los pies de un estúpido Alfa, el mismo idiota bobalicón que lo había rechazado. Petter tuvo sus noches de desvelo reclamándose semejante estupidez que pudo costarle la vida, y calmando esa amargura creciente en su pecho ante el rechazo del Gran Khatun de Asgard, quien lo había mirado como nunca desde que tuviera esa vida de mercenario y ladronzuelo. De una manera que le hizo reconsiderar todo lo que había vivido hasta entonces, que le supo muy seco y sin sentido, no como esa mirada gentil o esa voz ronca pidiéndole que se cuidara, no burlándose. Preocupándose en serio por él.
—¿Petter?
—¿Ah? Gamora.
—Ya están los peces.
—Sí, voy.
Apenas había sido un encuentro y todo había cambiado para el Omega. Se odió por ser tan débil ante su naturaleza que estaba revoloteando al haberse topado con semejante Alfa. Quiso olvidarlo, lo intentó mucho, quedándose con Khaty, durmiendo entre sus brazos y piernas esperando que su aroma y calor que siempre lo complacieron borraran para siempre ese recuerdo. No funcionó. Drax llegó a comentar que lo veía demasiado distraído, bromeando con que Khaty lo había embarazado. Petter solamente les siguió la corriente con tal de no mostrar que le dolía el no poder arrancarse a Tor de la mente y el corazón, queriendo encontrárselo de nuevo.
Vino la excursión a Vanaheim y los Dioses lanzaron sus dados una vez más, haciendo que viera al Asgardiano ahí en pleno callejón de un bazar. Pero sus habilidades tan pulidas con sus aventuras en diferentes camas no surtieron efecto, no para conquistar sino para dejar una mejor impresión en el Gran Khatun que de nuevo puso un muro entre ellos. El Omega estuvo a punto de lanzarle la peor maldición que conociera hasta ver una sombra siguiendo el grupo de Tor saliendo de Vanaheim muy discretamente. Alguien o algo los estaba siguiendo y no pensó en nada más que en protegerlo, quería protegerlo y necesitó protegerlo, sin prestar atención a la ruta por la que iban, una que no conocía muy bien. El peligroso camino de la montaña nevada que llevaba a la frontera con Wakanda.
—Dioses… —y de pronto estaba perdido en una ventisca en territorio desconocido.
Siempre habían desconfiado de Genosha, entre los Devastadores sabían que ahí pasaban cosas raras, había muchas historias escabrosas y la gente no era precisamente lo que pudiera llamarse “común”. A los ojos distraídos no se apreciaba ninguna diferencia, pero Petter estaba entrenado para examinar a la gente sin que esta se diera cuenta. Los Genoshianos tenían rasgos extraños, de animales. Ojos de una forma diferente, labios, manos ligeramente más largas… Khaty era de las que podía llamar como sanas. Pocos eran así en Genosha. Lo que había visto persiguiendo a Tor le pareció que era alguien de aquella Nación, como se lo dijo a M’Baku cuando vergonzosamente lo rescataron.
De nuevo, la lengua le falló para hablar con Tor como hubiera querido, el Omega pensó que había sido lo mejor porque lo veía cada vez más distante, más lejos de su alcance. Le dolía eso más nada ya podía cambiar entre ellos. Para el Asgardiano no era otra cosa que un mercenario, alguien que jugaba con las personas para seducirlas y quizá usarlas. Tristemente, Petter hubiera querido demostrarle lo contrario. Solo le quedó ir en auxilio de su amigo Bucky -aunque el idiota ni lo necesitara- cuando las noticias no eran tan buenas. Algo pasaba y no era lindo. Sin una despedida apropiada, simplemente vio irse al Gran Khatun de Asgard junto con los trozos de su corazón.
—Creía que eras un parlanchín.
—Señor M’Baku, hace frío.
—El hielo no pega los labios.
—Pero si hace que se mantengan cerrados para no morir congelados.
M’Baku rió, hablando con sus guerreros. Estando en frontera con la Nación de Tor, sabían cosas de este y fue el tema de su plática hasta que dejaron la nieve para adentrarse en la jungla. Fue ahí donde le salieron al paso unos bandidos cuyo trasero patearon con sospechosa facilidad. Ni Petter ni M’Baku se confiaron, imaginando que tendrían más problemas adelante, una corazonada que no les falló, al menos no en esa parte pues cuando alcanzaron el puente que conectaba el Khanate de M’Baku con el siguiente, se encontraron con la mala noticia de que estaba derribado.
—Esto era lo que hacían, solo nos distrajeron para terminar —gruñó M’Baku.
—¿No hay otro camino para llegar al palacio?
—Claro, rodeando este precipicio, pero va a tomarnos más días.
—Andando —suspiró Petter— Porque si han querido detenernos, es porque algo malo sucederá.
—¡Cuervos! —pidió aquel Alfa, para enviar un mensaje.
Ni siquiera se dio cuenta que le habían cortado cerca de la muñeca hasta que sintió demasiado pegajosa la muñequera que llevaba. Sin bajarse de su caballo, Petter atendió su herida, escuchando a los guerreros hablar sobre Asgard, sus hombres que bebían vinos amargos amando a sus parejas hasta la muerte. Uno de ellos mencionó que ya en el palacio Valhalla se daba por seguro una boda del Gran Khatun porque el Omega que le habían regalado por fin estaba domesticado. Lhoki. Petter tragó saliva, apretando de más esa herida y mirando hacia la selva. Unos ojos estaban observándoles y casi se cayó de su caballo al detenerse para señalarlo, encontrando que ya no había nada entre esas anchas hojas que M’Baku cortó para revelar lo que estuviera escondido entre ellas.
—Creo que el Omega está siendo afectado por el calor —bromeó uno de los guerreros.
—¿Pudiste verlo bien? —preguntó M’Baku.
—Parecía… como un sapo.
—Aquí hay muchos sapos, Omega —se burló otro guerrero.
—Mi nombre es Petter, o si lo prefieren, Starlord. No “Omega”.
—Sigamos —ordenó M’Baku.
Apenas llegaron a una villa al cruzar ese río de aguas furiosas, envió un mensaje a Khaty para decirle que estaría un poco ausente porque ya estaba muy lejos. La siguiente travesía fue más ligera porque a medida que se acercaban al palacio podían descansar en camas decentes o ser atendidos generosamente gracias a la presencia del Señor de la Guerra M’Baku. Pero lo ligero no le quitó lo angustiante, a un par de días del palacio, Petter escuchó sobre lo que pasó en el harén, el ataque de Killmonger a los hijos de Bucky, la llegada de la princesa Ororo de los Munroe al palacio. Petter tuvo la sensación de que a donde quiera que pisara llevaba la desgracia consigo. Tarde se le hizo para llegar al palacio y poder ver a su amigo, necesitaba una buena noticia entre malas.
Quizá fue muy inocente o estaba muy preocupado por Thony para darse cuenta de su desliz cuando envió otro mensaje a Khaty contándole lo sucedido y que ahora iría a Mirabile en una misión secreta. Confiaba en ella, le confiaba su vida. Por ello no vio nada malo cuando la Beta lo alcanzó saliendo de Wakanda junto con el resto de sus Devastadores. Le pareció muy natural, algo que una pareja haría con todo y que el toque de Khaty ya no le hacía sentir nada, solamente provocaba que su mente viajara de vuelta hacia unas tierras donde no era bienvenido, un lugar donde un estúpido Alfa iba a desposar a un más que afortunado Omega arisco que no se merecía tal cariño.
—¿Quiénes son las personas que rescataremos? —le preguntó Khaty.
—Mis amigos.
—¿Esa es la clase de respuestas que me das luego de tanto tiempo sin verte?
Petter suspiró, cansado. —Yo… Thony necesita salir de Mirabile, lleva un cachorro cuyo padre está en peligro.
Ella le sonrió, dándole un beso y la culpa no dejó ver al Omega la traición en su mirada, hasta que el príncipe Thai casi la mata al salvarlos de aquella emboscada que Khaty había preparado. Petter no pudo sentirse más avergonzado, fracasado y decepcionado de sí mismo. Sus dos mejores amigos ya habían sufrido ataques por no ver que Genosha tenía ojos y oídos en todos lados, incluyendo una linda chica que juró amarlo. Apenas estuvieron de vuelta en el palacio, ni le pesó arrodillarse frente a Bucky suplicando su perdón, pues él siempre había dado pistas a sus enemigos al confiarle a Khaty lo que pasaba entre ellos.
—Petter, no hagas eso —Bucky le amonestó, jalándole para que se pusiera de pie— Trajiste a Thony… y regresaste además con Thai.
—Pero yo…
—Sshh, no. La confianza es un obsequio que no todos saben apreciar. Mucho menos se merecen.
Se dio su tiempo para llorar a solas, en el jardín que pertenecía al pabellón de Bucky, en plena madrugada cuando ya todos dormían. ¿Cómo iba a ser digno de Alfa alguno con semejante pasado, con semejantes errores encima? Las lágrimas salieron solas, habían esperado su momento para correr por sus mejillas mientras se lamentaba de sus muy malas decisiones.
—¿Petter?
—¿Qué…? —el rubio se limpió el rostro, viendo a sus dos amigos buscarle— ¿Qué carajos hacen aquí a estas horas?
—Es lo mismo que te pregunto —replicó Bucky.
—Tú, debes dormir o esa panterita enfermará. Va lo mismo para ti, Thony. El viaje fue demasiado pesado… y peligroso.
—No vamos a dejar a un amigo solo —Thony le sonrió— ¿Lo olvidas? Si podemos ser diferentes, seremos los tres diferentes.
Petter volvió a llorar, esta vez entre los brazos de Bucky y Thony, no tenía caso esconder sus sentimientos con ellos, así que les dijo todo. Incluyendo ese hombre felino en el Khanate de M’Baku, o el sapo hombre que vio en la jungla.
—¿Sapo? —Bucky perdió la sonrisa.
—Oh, demonios, no me digas que…
—Había un hombre, extraño, muy extraño en el grupo de la princesa Ororo. Me pareció un sapo.
—Creo que Genosha fue quien ayudó a Killmonger a entrar al palacio —susurró Thony.
—Mierda —Petter se talló su rostro— Mierda. Mierda. Ahora ya saben que Thony lleva un cachorro y que es del Gran Khatun de Mirabile.
—No saben quién es el padre todavía —atajó Bucky— Tu chica…
—Ella ya no es nada mío.
—La joven de Genosha no tuvo el tiempo de detectar algún aroma de Thony que lo descubriera.
—Todos los que hubieran podido saber terminaron devorados por las panteras —asintió este.
—Lo siento tanto, chicos, lo siento tanto.
—Petter, ya deja eso.
—Se suponía que yo sabía de estas cosas, que era… como una ramera muy experimentada.
—Petter —gruñó Thony frunciendo su ceño.
—Estás haciéndote ideas que no son —Bucky tomó aire— Olvidando lo importante.
—¿Y qué es, según tú?
—Genosha quiere que la guerra estalle de nuevo, que se maten entre nuestros Alfas.
—Yo no tengo…
—Cállate.
—¿Por lo que nos contaste? ¿Esa boda que terminó en tragedia? —preguntó Thony.
—El Gran Khatun de Genosha quiere que cometan un error, está presionando para ello. Sin duda la trampa más obvia es la nueva pareja de S’teven de los Rogrs.
—Por los Dioses —Petter tiró de sus rizos, dejando caer luego sus hombros— Todos deben saber.
—No van a prestar atención a tres Omegas —comentó Thony— Puede que a Bucky le dieran una oportunidad, pero no a nosotros. Y todos los Alfas andan ocupados persiguiendo pistas falsas.
—Thony, Bucky, por favor, por la salud de mi corazón herido, por lo que más amen en este mundo que los Dioses nos han dado, por favor, por favor, no intenten nada. Están muy bien protegidos aquí, el principito volvió de Genosha, sus pancitas están a salvo. No van a hacer nada que no sea comer mucho y descansar más. Fin del asunto. No. No. No. No. NO.
—Thony ya lo dijo —sonrió Bucky— No mirarán a tres Omegas.
—Por favor, escúchenme.
—Solo necesitamos un pretexto para salir de Wakanda.
—¡¿Qué?! —Petter sintió que la sangre abandonaba su rostro— Voy a llamar a las Miraje.
Entre Bucky y Thony sentaron de vuelta a su amigo quien bufó, pataleando como cachorro antes de darse por vencido.
—Es el plan más estúpido, peligroso, arrebatado y genial que haya escuchado en mi vida y estoy arrepintiéndome desde este momento de apoyar a un par de Omegas rellenos que quieren salvar los traseros de sus parejas.
—¿No dijiste que buscas proteger a Tor?
—Qué golpe más bajo, Thony.
—¿Eso fue un sí?
—Bien, si para mañana encuentran el pretexto más perfecto que cubra su plan idiota, los obedeceré sin rechistar. Pero si cae el sol y no hay nada, se van a quedar aquí en este palacio a ponerse redondos, ¿entendido?
—¿Te sientes mejor? —sonrió Bucky.
—Maldita sea, sí. Te odio.
Petter estaba más que confiado en que nada pasaría al día siguiente y esos dos idiotas amigos suyos iban a quedarse bien encerraditos en el palacio de Wakanda por el resto de sus embarazos. Meses más, meses menos no iban a hacer diferencia en el conflicto. Durante el almuerzo en uno de los jardines que le pertenecía a Pantera Negra, estaban cómodamente charlando sobre el regreso del príncipe Thai que había mejorado enormemente el humor de Bucky cuando T’Challa apareció para saludarles al saber que su Omega le había dado por invitar a sus amigos a pasar una temporada con él.
—Bienvenidos a Wakanda, lamento no haberlos recibido apropiadamente, asuntos me alejan de pequeñas cortesías.
—Gracias por recibirnos, gran señor —saludó Thony— Y por darnos abrigo.
—Son familia de mi Consorte —el Gran Khatun besó la sien de Bucky al abrazarle— Lo que le complace, también me complace a mí.
—Adulador —bromeó Bucky— ¿Aún siguen tras la pista de Killmonger?
—En realidad, no. Tenemos una invitación de Asgard.
Aquel nombre llamó la atención de Petter, quien dejó a medias la fruta que comía para prestar atención.
—¿Asgard?
—Sí, mi gran amigo Tor por fin se desposa y me ha invitado a su boda.
—¿También irá el Gran Khatun de Mirabile? —preguntó discreto Bucky, mirando de reojo a Thony.
—No, está ocupado con la llegada de los embajadores de Genosha. Temo que solamente será Wakanda quien esté presente al estar más cerca. Es lo que he venido a decirte, únicamente iré a la ceremonia y volveré, no quiero dejarte tanto tiempo solo.
Quill sintió que se ahogaba con el pedazo de fruta en su garganta cuando vio esa mirada en sus dos amigos porque los Dioses eran unos niños que no entendían el peligro que rodeaba a esos dos Omegas necios. Bucky sonrió tranquilo, tomando una mano de su Alfa que acarició.
—Eso puede solucionarse si voy contigo.
—Cariño, los sacerdotes…
—Ya estoy bien, de hecho, estoy algo aburrido. Mis fuerzas han vuelto y más con el retorno de Thai. Además, ir a Asgard no representa peligro alguno.
—Bueno, no. Pero…
—Vamos, si te consuela, me acompañarán Thony y Petter. Iré más que protegido, Alfa.
—Lo cierto es que no hemos tenido una salida tan familiar —asintió T’Challa para horror de Petter— Ordenaré que preparen todo, hemos de salir enseguida para que el viaje sea tranquilo y podamos estar unos días más en Asgard. No quiero que te canses tanto.
—¿Llamo entonces a T’Chamna y Thai?
—Será un honor para mí el tener a mi familia acompañándome —Pantera Negra miró a los otros dos haciendo una pequeña reverencia— Debo apurarme entonces, los dejo seguir con su charla.
—Gracias, gran señor —Thony hizo una reverencia de despedida.
—¡¿Qué carajos…?! —escupió Petter apenas estuvieron solos.
—Ahí está nuestra oportunidad —Bucky sonrió triunfante— Prepárate, Petter, tenemos cosas qué hacer.
—Como los detesto.
Mirabile estaba ocupada recibiendo la comitiva de Genosha para alistar la boda. Extrañamente todo el proceso iba a paso muy lento como se lo hizo saber Bucky a Thony, cosa que pudieron aclarar en el viaje al día siguiente porque Okoye les dijo que el Gran Khatun de Mirabile no se encontraba en el palacio, buscaba un rastro de la tribu de los adoradores de la calavera que habían invadido un Khanate. Thony tuvo la suerte de huir a tiempo, antes que esas incursiones lo pusieran en evidencia. Howard y Mhary junto con Jarvis estaban a salvo en Wakanda, junto con el resto de los Devastadores. Ahora ellos debían moverse para impedir la boda entre aquella princesa de Genosha y S’teven.
—Sé por qué también está retrasando el asunto —murmuró Petter mientras iban en el transporte— No es nada más porque debe estar buscando a su Omega idiota, si acepta que la princesa sea su Consorte Regente, su hijo heredará Mirabile, Genosha se hará de Mirabile así de fácil. Ya solo deberán matar al gran Alfa y todo estará hecho.
—Petter.
—Lo siento Bucky, pero creo que Thony merece escuchar esta opinión.
—Ya lo había pensado —confesó este con una mano en su vientre— Si lo que quieren es vengarse, lo harán matando a los tres Alfas involucrados directamente. La guerra estallará de nuevo, pero Genosha tendrá la ventaja y se levantará como la única Nación que gobernará al resto.
—Por eso debemos impedir la boda de Asgard.
Petter escupió el vino que había bebido, mirando a Bucky. —¿Disculpa?
Bucky intercambió una mirada con Thony quien asintió, este se volvió a Quill para explicarle su plan.
—El Gran Khatun de Asgard no puede casarse ahora, es casi seguro que sucederá algo durante la ceremonia o después.
—… digamos que les creo. ¿Cómo piensan impedirlo?
El plan era el siguiente: luego de llegar, saludar y acomodarse en el Valhalla, esperarían al día de la boda para, de alguna manera, convencer al Omega Lhoki de no presentarse en la ceremonia. Uniendo todos los cabos de la historia de Genosha, Thony estaba convencido de que debían buscar la verdad de lo sucedido en aquel trágico momento cuando murió el último descendiente de la Casa de la Cruz Caída. Si lograban averiguar qué sucedió realmente, con pruebas, detendrían los planes del Gran Khatun de Genosha que deseaba volver a la guerra, esta vez haciéndose del resto de las naciones a costa de derramar más sangre. Específicamente la sangre de sus Alfas. Y eso también involucraba a sus cachorros, quienes serían muertos por llevar la herencia de sus padres.
—Suena muy bonito todo —comentó Petter luego de escucharlos— Excepto la parte de convencer a Lhoki. Una cosa es que seamos invitados y otra que dudo nos dejen acercarnos a él. O que él acepte.
—Ahí es donde entras tú —Bucky le miró fijamente.
—¿De qué rayos hablas?
—No tenemos mejores armas que la verdad, Petter —se unió Thony— Lhoki jamás nos creería a Bucky o a mí porque nos ve ajenos a él, pero tú…
Petter se levantó como rayo. —¡No! ¡Yo no…!
—¡Sshh!
—No voy a decirle ni una jodida palabra a ese Omega. No.
—Piénsalo, Petter, ¿qué tendría más peso? ¿Yo como Consorte Regente de Wakanda diciéndole que salve Asgard de las garras de Genosha o tú pidiéndole que te ayude a salvar a Tor?
—Bucky, no me hagas esto.
—¿Prefieres verlos de nuevo dispuestos a morir por todos nosotros?
El Devastador se quedó callado, esta vez la guerra no eran Señores de la Guerra cuyos nombres no significaban nada para ellos. Había familias, amigos y niños inocentes a los que ya amaba con locura. Y un Alfa estúpido que le arrancaba suspiros. Petter aceptó a regañadientes, sin saber cómo empezaría su elocuente discurso de convencimiento frente a un Omega que se creía el mejor Omega de todos. La llegada a Asgard lo puso nervioso, aunque aparentó que tenía todo bajo control, cuidando que sus dos amigos no hicieran más esfuerzos de los debidos y que sus cachorros se comportaran. Curiosamente, Faras y T’Chamna parecían tranquilos estando juntos o sería que Thai estaba tras de ellos luego de que hicieran las paces como buenos hermanos.
Los días pasaron más veloces de lo que Quill hubiese querido, en un abrir y cerrar de ojos el día de la boda llegó y aquellos dos estaban más que listos para ejecutar su plan que armaron cada noche en la habitación de Thony. Todo lo que debía hacer era seguir a Bucky, quien como Consorte Regente tenía más privilegios para andar por el palacio, pediría estar con Lhoki para darle un regalo, algo nada raro según las costumbres de los Asgardianos. Petter como Thony eran como sus acompañantes, así que podrían entrar con él a la habitación donde el futuro Consorte Regente de Asgard estaría ya listo para el inicio de la ceremonia. Ahí es cuando su elocuencia combinada con su desastrosa sinceridad entraría en juego.
—¿Listo, Petter?
—No.
Thony rio bajito, caminando a su lado muy tranquilo como si nada malo sucediera. Petter sentía que las piernas iban a doblársele. Gracias a la misericordia de los Dioses, pasaron los guardias y fueron a la enorme sala donde estaba Lhoki ya vestido en esas hermosas galas de boda al estilo Asgardiano, telas blancas combinadas con plata y oro con las runas y todas esas cosas que se usaban en esa Nación para los Omegas que iban a contraer nupcias. Unos celos se apoderaron de su estómago que dolió al verlo así, tan imponente y sí, muy bien parecido. Definitivamente Tor iba a estar complacido. Bucky lo sacó de sus ensoñaciones al darle un codazo, mirándolo.
—¿Petter?
Este se adelantó hacia Lhoki para entregarle el collar de parte de Bucky. Lhoki le miró de arriba abajo con una ceja arqueada, estirando sus manos para tomar el obsequio. Petter las sujetó con fuerza, atrayéndolo hacia sí en un abrazo fuerte, sintiendo como los puños del otro Omega golpearon su pecho ante semejante atrevimiento. Cerrando sus ojos, Petter susurró en su oído con toda la sinceridad que pudo.
—No soy nadie ante ti, nada para ti, pero te suplico que no te desposes con Tor y me permitas salvar su vida… porque lo amo.
Jamás creyó que tan pocas palabras tan vagas pero dichas con voz temblorosa al estar cargadas de sentimiento lograrían que Lhoki se quedara quieto y respondiera en voz baja.
—Te doy solo una oportunidad.
Chapter 11: Sorpresa
Chapter Text
Faras hacía todo lo posible por tener siempre la atención de T’Chamna, algo que Thony tomó como un gesto bastante territorial de su cachorro, sobre todo porque no había tantos niños de su edad con los que pudiera competir por atención. En el palacio de Wakanda, si bien todos los cachorros eran de diferentes edades, no todos eran libres de convivir con el Heredero, y aquellos que sí eran vigilados celosamente por la madre del Gran Khatun, Ramonda. A Thony le pareció muy raro eso, porque las cartas de Bucky siempre le dejaron la impresión de que ella no era muy amorosa con los hijos de su amigo… o con él. Pero en los pocos días que llevaban ahí como invitados, se había dado cuenta que esa mujer tenía sí su carácter moldeado en las antiguas costumbres, sin embargo, estaba atenta a los pequeños como a Bucky.
—Thony, te traje un poco de té.
—Gracias, madre.
—Has estado pálido —comentó Mhary con esa mirada que decía que sabía lo que su hijo no quería decirle.
—¿El viaje?
Mhary suspiró, sentándose a su lado en la banca, mirando a los dos chiquillos corretear por entre las plantas de los jardines persiguiendo insectos saltarines.
—¿Él ya lo sabe?
—No.
—Thony…
—Si yo le dijera, vendría de inmediato a Wakanda, dejando todo por mí —Thony apretó una sonrisa a su madre— Y aunque eso me llenaría de dicha, estaría diciéndole a quienes lo desean ver muerto que ya hay un heredero a su trono, haciendo todo más peligroso todavía. No solo pondría en riesgo a mi familia, también a ellos, Bucky, sus cachorros… todos.
—Arriesgas mucho.
—Lo sé.
—Siempre fuiste así, rebelde y haciendo planes a escondidas. Pero es lo que también nos ha gustado de ti, cariño. Esa fuerza para salir adelante, solo no olvides que tus viejos padres también pueden hacer algo por ti, aunque tengamos la piel arrugada.
—Nunca lo olvidaría.
—Señora Mhary de los Stark —saludó Ramonda, apareciendo tranquilamente— Me preguntaba si entre sus inclinaciones tenía por gusto un poco de costura.
—Costura y tejido, aunque me temo que soy la única en mi familia que lo aprecia.
—Me gustaría invitarla a ver unos trabajos que tengo, no siempre se puede charlar con alguien de la edad sobre estas cosas.
—Sí, mi señora. Le sigo.
Thony hizo una reverencia que Ramonda correspondió, esperando por su madre con la que se marchó. Quizá era su imaginación, pero ellas dos estaban llevándose muy bien porque compartían gustos. Como eso de la costura y el tejido que a Thony le aburrían enormemente. Se quedó pensando en ello, preguntándose si acaso no habían existido malos entendidos entre Bucky y la madre de T’Challa. Seguro que la mujer vivía para continuar las tradiciones, más cuando habían mencionado el nombre de Killmonger por casualidad se transformaba en una pantera viviente. Nadie tocaba a su Manada y salía vivo para contarlo, así que el Omega daba por sentado que dentro de esa familia estaba su amigo.
—Thony —fue el turno de Bucky de aparecer, siempre acompañado de Nansari— ¿Qué tanto piensas?
—En ti, precisamente.
—¿Cómo es eso?
—Bueno —Thony esperó a que el otro Omega se sentara, mientras que él todavía no tenía un vientre pronunciado, Bucky ya comenzaba a mostrar una linda redondez— ¿Sabes que mi madre y la madre del Gran Khatun se están haciendo amigas?
—Algo he escuchado.
—No pongas esa cara. Mi madre no es alguien que se pueda manipular.
Bucky resopló. —Jamás pensaría eso. ¿Qué tiene que ver con que estés pensativo?
—¿Alguna vez hablaste con Ramonda? Es decir, ¿realmente has hablado con ella? No solo saludos y una que otra frase de cortesía o reclamo. Sentarte a hablar largo y tendido.
—No.
—Mmm…
—¿A dónde quieres llegar con eso? —Bucky frunció su ceño— ¿Estás diciendo que he hecho algo mal?
—Te recuerdo algo arrebatado, un poco rencoroso y que malinterpreta las cosas si no se las explican. No digo que la madre de tu Alfa sea una persona diferente a como me la has descrito, creo que es más que ustedes dos no se han puesto a hablar, aclarar todo.
—¿Qué te ha hecho pensar así?
Thony entrecerró sus ojos, alcanzando una mano de su amigo que apretó suavemente, palmeándola luego antes de responder.
—Bucky, no te alteraré, prefiero que me digas si ya sabes algo de S’teven.
Así como en Asgard habían aparecido los cara pálidas, en Mirabile los adoradores de la calavera roja habían desaparecido misteriosamente. Eso tenía al Gran Khatun distraído como para volver al palacio y atender el asunto de Genosha, que a todas luces no podía ser rechazado. Parecía que ya había ido al Khanate Magne Lacus buscando esa tribu, y también a ellos, esperaba que los pobladores hubieran dicho bien sus palabras o que su Alfa no cometiera el error de viajar a Wakanda. Confió en la experiencia de S’teven como guerrero para eso. Por mucho que ansiara verlo, de solo pensar que traería tras de sí una docena de Killmonger listos para exterminarlos, era para no dormir por las noches.
—¿Tu madre ya sabe sobre el cachorro? —preguntó Bucky.
—Como todas las madres, ya lo sospechaba desde antes que saliéramos del castillo.
—Te envidio.
—¿Eh? ¿De qué hablas, Consorte Regente?
—A veces quisiera sentir eso, el apoyo de unos padres.
Thony le abrazó, pegándolo a su costado. —Mis padres también son tus padres.
—Sabes a lo que me refiero.
—¿Igual que con lo de Petter?
—Qué idiota.
—Los tres lo somos —rio Thony— Está resistiendo demasiado solo para que no lo veamos llorar.
—No debería. No entre nosotros.
—¡Madre! —T’Chamna llegó corriendo con Faras, los dos cachorros llenos de hojas, musgo y lodo— ¡Atrapamos un cuerno-hoja!
—Y bastante mugre —comentó Bucky, suspirando al verlos así.
Ambos se dieron a la tarea de asear a sus hijos que no paraban de hablar, sin duda, quienes estaban disfrutando más de esa reunión eran T’Chamna y Faras. La inusual amistad de Ramonda con Mhary trajo un beneficio inesperado para Thony, escuchando de su madre información sobre Genosha que le dejó pensando, sobre todo luego de hablar con Bucky de lo sucedido con los tres Khatunes. Mientras Faras tomaba una siesta, el Omega se quedó pensando en todo lo que ya sabía, comenzando a ver algo que quizá se les estaba escapando. Según tenía entendido, Genosha y Latveria no siempre habían sido naciones que estuvieran en alianza estrecha. Antes de que S’teven se convirtiera en el líder supremo de todos los Gran Khatun, Latveria estaba en conflicto con Genosha.
Y eso cambió cuando Genosha le ofreció al Gran Khatun de Latveria un Omega de sangre noble para convertirlo en su Consorte Regente. Nada extraño sobre lo cual sospechar, salvo lo que le mencionó Mhary de que previamente, el padre de Latveria había querido otro Omega de Genosha, sin embargo, nunca pudo siquiera hacer su petición, lo que provocó que atacara ese reino buscando conquistarlo y así no tener que renunciar a sus deseos. Lo que Thony no sabía era cuál había sido la primera pareja que el Gran Khatun -llamado Doom- había deseado antes de terminar con su actual Omega. A juzgar por la manera en cómo Ramonda lo contó a su madre, le dio la sensación que era un tema del cual no se hablaba por alguna misteriosa razón.
Una pista importante.
Thony suspiró, acomodando la pequeña cabeza de su hijo y abrigándolo, la lluvia caía con fuerza, más de lo que había visto en Mirabile. No quería pensar mucho en su Alfa porque la tristeza iba a ganarle la batalla y le escribiría revelando la noticia sobre el cachorro en su vientre. A veces quería flaquear, sobre todo cuando veía las atenciones que T’Challa tenía con Bucky, esos pequeños regalos para complacerlo, las constantes caricias y hasta el tono de voz que usaba con su amigo. Le hacían dudar, anhelando tener lo mismo con S’teven, obligándose a recordar que había más en juego que sus egoísmos. Había sacado a tiempo a sus padres como a Faras, de llamar la atención de su pareja, las garras de la muerte no solo iban a posarse sobre su familia, también sobre la familia de Bucky y eso no lo podía consentir, por más que le doliera la ausencia de su Alfa.
Además, estaba el tema de Petter, quien estaba por quebrarse. Ese tonto estaba enamorado hasta los huesos del Gran Khatun de Asgard y todavía se negaba a reconocerlo frente a ellos. Thony estuvo seguro de que pronto lo iban a ver llorando en una esquina, momento en el que tenían que actuar. No iban a dejarlo solo en su pena, algo debían hacer. Curiosamente fue su travieso cachorro quien terminara por ponerlo en alerta con la situación, jugando con el Heredero de Wakanda. T’Chamna estaba bien instruido en las viejas historias de su hogar, pero también de su vecino más cercano, Asgard.
—¡Y yo seré La Máscara de Hierro! —gritó Faras usando una enorme hoja a la que le había hecho agujeros para hacerla una máscara— ¡Derribaré el Monte Ymir sobre el Valhalla!
—¡Yo, el Relámpago del Norte te lo impediré! —rugió T’Chamna, con un trozo de rama que hacía de martillo.
El Omega frunció su ceño, al escuchar eso, preguntándole luego a su hijo mientras le daba un baño para quitarle hojas, raíces, lodo y hasta bichos después de una batalla por el suelo.
—¿Qué pelea hiciste con Su Alteza en la tarde?
—¡Ah! La historia del Señor Máscara de Hierro contra Relámpago del Norte en el Monte Ymir. T’Chamna me contó que los relámpagos cayeron alrededor de ellos mientras peleaban.
—Sí, te cayeron varios mosquitos.
—¡Madre!
—Supongo que el Gran Khatun de Asgard ganó.
Faras asintió, todavía emocionado por su juego. —Ese día su martillo se hizo inmune a la magia gracias a los relámpagos.
—¿Magia?
—Sí, madre, la Máscara de Hierro usaba magia. Eso fue antes de que hiciera alianza con Genosha, o eso me dijo T’Chamna. Cuando desposó a su Omega, dejó la magia como juramento. ¿Por qué lo preguntas?
—No conocía la historia detrás de su pelea tan épica.
—T’Chamna es muy rápido, como un gato.
—Una pantera, cielo. Pero tú eres fuerte como un oso.
—¿Estás triste? —Faras ladeó su rostro, como buen cachorro Alfa podía percibir mejor el estado de su madre.
—… un poco —confesó Thony, picando su nariz— No tienes que preocuparte. Ahora déjame ver esas orejas, que la magia del Monte Ymir entró por ahí.
Una vez que hablara del plan que tenía en mente con Bucky y Petter cuando encontraron a este último lamentándose en un jardín, las preocupaciones de Thony fueron mayores, aplastando con fuerza cualquier inquietud o desesperación por S’teven. Era un rotundo no. Había un enemigo al que no habían contemplado y que posiblemente estaba ayudando a Genosha en su plan para destruir a quienes se consideraban como los grandes culpables de aquella boda trágica. Todo estaba concentrado en aquel momento. Para su fortuna, T’Challa les trajo una buena noticia que le permitiría explorar más el asunto, pero también le dio una alerta. La boda de Asgard era un momento idóneo para asesinar al Gran Khatun, tenían que impedirlo de alguna manera. Thony presentía que culparían a T’Challa de ello, levantando un enfrentamiento entre las dos naciones hermanas de Mirabile, quien estaría indefensa ante Genosha.
—Ustedes realmente piensan demasiado —se quejó Petter luego de armar su plan con ellos.
—Las mejores ideas son de Thony, yo solo les doy vida —bromeó Bucky.
—¿Realmente creen que tres Omegas van a detener una catástrofe?
Thony sonrió orgulloso. —Funcionará, Petter, ¿sabes por qué? Porque no esperan nada de nosotros y será su más grande error.
—¿Estás bien? —Bucky posó una mano en su vientre.
—Comienzo a tener náuseas, pero todavía puedo moverme, al menos más que tú.
—¡Ja! Esa fue buena —rio Petter.
—¿Bucky? —Thony notó a aquel indeciso.
—Thai… bueno, estaba pensando…
—Aquí va otra idea peligrosísima.
—Petter. ¿Qué es, Bucky?
—Thai hizo amistad con alguien de Genosha. Un guardia de Ororo.
—Escucha, Buck…
—Él le ayudó a volver a Wakanda, le dijo que no todos en Genosha son malos. Yo solo pensaba que… podrías enviar un mensaje a Mirabile con él.
Petter alzó las manos de inmediato, negando aprisa. —¡No! ¡Es la más mala de todas las malas ideas!
—¿Ese guardia está cerca? —Thony entrecerró sus ojos— No sugerirías tal cosa si estuviera en Genosha.
—Tenía que cuidar a Thai en su regreso.
—Genial.
—Petter.
—¡Thony! ¡Puede ser un traidor! ¿Cómo pueden siquiera pensar en confiar en él? ¿No aprendieron de mí?
—Petter tiene razón, Bucky. ¿Cómo podemos confiar en él? Pudo haber ayudado a Thai por conveniencia.
—Llámalo un presentimiento.
—Okay, Omegas panzones, tener un cachorro dentro les ha alterado la mente. ¿Qué tal si dejan de armar líos y mejor vamos a cenar? —propuso Petter, dando fin a ese tema.
Bucky ofreció que Mhary y Howard los acompañaran como parte de su séquito, pero Thony lo rechazó, el viaje desde Mirabile había sigo agotador para ellos. Prefirió que Jarvis cuidara de sus padres mientras ellos marchaban hacia Asgard, era lo mejor y más para su mente que necesitaba despejarse. Quería encontrar una idea segura, algo que respaldara sus movimientos antes de la boda. Con un viaje tranquilo por todos los guerreros cuidando de la familia real, Thony encontró su tiempo para que su mente trabajara mejor, terminando de unir cabos sueltos.
—¿Por qué sonríes así? —le preguntó Bucky.
—Ya te lo diré.
Para Faras era otra gran aventura porque estaba conociendo el mundo que jamás creyó pisar. Animado por la alegría de su cachorro al ver esas tierras que eran más boscosas, frías y en buena parte con nieve, le ayudó con los malestares que ya se agudizaban por su estado.
—Bucky está sospechoso —comentó Petter el día que llegaron.
—Igual tú.
—No, esto es diferente, ese pelmazo hizo algo.
Petter no se equivocó. Esa misma noche, Bucky lo llamó en privado para que lo acompañara a las afueras del enorme y algo complicado palacio Valhalla. Thony no entendió la intención de su amigo hasta que vio a un hombre muy extraño detrás de un frondoso árbol. No era muy alto, de hecho, le pareció bajito y más porque tenía una complexión gruesa, fornida. Sus ojos eran felinos, mandíbula cuadrada y expresión feroz de pocos amigos. Era como un gato, lo que lo llevó a pensar que estaba viendo nada menos que a un Genshiano y si había prestado atención, era el mismo que había ayudado al príncipe Thai con su regreso a Wakanda justo para salvarlos.
—Bucky, ¿qué has hecho?
—Te presento a Logan.
—Esto es demasiado, tenemos…
—No viene solo —le detuvo Bucky cuando quiso darse media vuelta.
El corazón de Thony dio un vuelco cuando ese raro hombre felino gruñó, sacudiendo la capa que llevaba para quitar el hechizo que lo cubría no solo a él, sino a otro Alfa más. Su Alfa. Las piernas de Thony casi se doblaron al ver a S’teven ahí, en las afueras del palacio, como si fuera un criminal o un fugitivo. Bucky fue quien ahora se dio media vuelta y los dejó solos. Casi solos. Logan bufó, acercándose al Gran Khatun.
—Solo puede ser un momento, esto no es un escudo permanente.
S’teven apenas asintió, estaba con la vista clavada en su Omega con las pupilas dilatadas al percibir un aroma que antes no tenía. Mientras el Genoshiano se retiraba por entre los árboles, el rubio dio unos pasos con sus manos en alto, cayendo de rodillas frente a Thony con ojos temblorosos de emoción, sujetándole por sus caderas y besando como loco su vientre antes de mirarle con una de esas sonrisas que bien podían volverle llorón de solo verlas. Thony también sonrió, con ojos húmedos, asintiendo.
—Sí —respondió a esa mirada esperanzada.
—Por los Dioses, Thony… Thony. ¿Por qué no me dijiste?
—De hacerlo, todos hubieran estado en peligro. Te amo demasiado para eso.
—Mi Omega.
Thony ya no resistió el ligero llanto que le embargó, dejándose caer entre los brazos de su Alfa quien le acunó en su regazo, meciéndole con besos por todo su rostro. Ese calor, ese sentimiento de protección, de cariño correspondido lo había extrañado al punto de querer llorar por las noches, resistiéndose para que nadie se enterara. Un solo desliz y su mundo se destrozaría, comenzando por S’teven quien no dejó de repetirle cuando lo amaba mientras cepillaba sus cabellos trenzados, acariciando una de sus mejillas o acariciando su vientre en círculos. Se besaron, primero un contacto desesperado, luego fue un beso tierno pero largo, que dijera lo que no alcanzarían a decirse en esos momentos.
—Alfa…
—Vendré por ti, juró que lo haré.
—No —el Omega casi sollozó de nuevo, negando— Tienes… tienes que recibir a Genosha.
—Thony, no me pidas eso, no puedo hacerlo con esta noticia.
—Por nuestro cachorro, tienes que hacerlo —le suplicó Thony, mirándole a los ojos— Eres el Gran Khatun de Mirabile, tienes que comportarte como tal.
—Thony…
—Si me amas, tienes que hacerlo. Confía en mí.
—¿De qué hablas?
El castaño rio apenas. —Los Dioses me han hablado en sueños, pero tienes que confiar en mí.
—¿Cómo podría estar en un trono que se sentirá tan frío sabiendo que mi familia está lejos escondida como si hubiera cometido un crimen?
—Solo un poco más.
—¿Qué es lo que piensas hacer? Dímelo.
—Ni yo lo sé con certeza, tan solo necesito que Genosha crea que te tiene en sus manos.
S’teven gruñó muy bajo, apretándole contra su cuerpo. —Puedo hacerlo… pero con sinceridad te digo que haré todo lo que esté de mi parte para retrasarlo lo más posible. No tengo el corazón en esa alianza, ni fe ni esperanzas.
—Gracias —Thony le sonrió, besando sus labios y acariciando su barba.
—Volveré a Mirabile con alegría y tristeza.
—Pase lo que pase, escuches lo que escuches, Alfa. No vengas por nosotros. Es de suma importancia.
—Thony…
—Solo así nuestro hijo vivirá.
—Es hora de irnos si no quieren que todo Asgard sepa que el Gran Khatun de Mirabile anda escondido este bosque —interrumpió aquel hosco Genoshiano.
—Te amo, jamás dejaré de hacerlo. A ambos.
Con una mano sobre el vientre de Thony, el rubio le besó una vez más antes de que se levantaran y se despidieran no queriendo soltarse sus manos. S’teven se escondió bajo la capa de Logan, ambos perdiéndose en el bosque, confundiéndose en sus sombras. El Omega suspiró con una mano en su vientre y otra en su corazón, dándose vuelta para entrar al palacio, buscando a toda prisa a Bucky, quien no estaba muy lejos de ahí. Thony le sujetó de sus mantos, sacudiéndole apenas con cierto enfado antes de abrazarlo con fuerza, dejando caer un par de lágrimas más.
—Gracias.
—Sabía que necesitabas verlo —susurró Bucky en el abrazo— Estamos aquí por Petter, pero también podía hacer algo por ti.
—Ya no te arriesgues más, ¿de acuerdo? —Thony se separó mirándole acusador— Porque jamás me perdonaré si algo llega a sucederte por tomar tantos riesgos.
—Palabras que te devuelvo, muy pronto tú tampoco podrás hacer mucho.
—Razón de más para no fallar en esto. Es nuestra única oportunidad.
Acercarse a Lhoki era vital, y tuvieron el pretexto perfecto con un regalo privado a manos del Consorte Regente de Wakanda. Entre Omegas de alto rango no había nada extraño si hablaban a solas. Thony y Petter pasaban por ayudantes como Nansari o Quayi, quienes se quedaron con sus cachorros a cambio de cederles el lugar. La cuestión era que pudieran convencer a ese altivo Omega de Jotunheim para que les ayudara con esa misión un tanto demente. Afortunadamente, lo que le dijera Petter al oído dio tan buen resultado que el semblante indiferente de Lhoki cambió a uno inquisitivo, listo para atacar.
—¿Y bien? ¿Cuál es su grandioso plan? —preguntó cuando se separó de Petter.
Bucky y Petter miraron a Thony, era la mente maestra después de todo. Fue el momento de decirles esa idea que tenía pensaba, esperando no echar a perder el esfuerzo de su amigo Petter. Thony respiró hondo, controlando su voz.
—Bien —tosió un poco— Todo lo que hay que hacer es encontrar al Omega de la Casa de la Cruz Caída.
—Está muerto —replicó Petter al instante.
—Sí… y no.
—Explícate —Lhoki frunció su ceño, cruzándose de brazos.
—Sucede que, en aquel tiempo, Latveria pidió a ese Omega para el Gran Khatun. Pero ya estaba comprometido desde niño con el Alfa de los Lensherr. Latveria quiso interrumpir la boda, llevarse al Omega, pero resulta que tres guerreros se interpusieron en el camino. Sin embargo, Latveria consiguió su objetivo, que era separar a Genosha de las otras naciones al robarse al Omega de la Casa de la Cruz Caída.
—Tonterías —siseó Lhoki.
—¿Cómo puedes estar seguro de eso? —Bucky tampoco estaba convencido.
—La tribu de las caras pálidas, la tribu de los adoradores de la calavera roja, la incursión de Killmonger, pueden parecer obras de Genosha. En cierta medida lo son.
—No son las verdaderas tribus, son impostores —murmuró el Omega Jotun.
—Usaron encantamientos, por eso ya no pudieron rastrearlos. Pero Genosha no es la única tierra donde la magia pudo florecer.
—¿Latveria?
—Sí, Petter. Estoy casi seguro que el Gran Khatun de Latveria, llamado Máscara de Hierro, usó hechicería para quitarle a S’teven aquel Omega.
—Tienes un fallo —interrumpió Lhoki— Ese Alfa ya tenía un Consorte Regente para entonces.
—De Genosha. Como una compensación que aceptó sin rechistar, pareciera que olvidó su deseo de años por tener a alguien más con tal solo ese Omega.
—Porque ya lo tenía en sus manos, debía que aparentar —Petter abrió sus ojos con un jadeo— Pero… si ya tenía pareja, ¿por qué atacar?
—Porque no fue invitado a la boda, el más viejo de los pretextos, pero efectivo entre Alfas altivos.
—¿Y cómo planeas sacar todo esto a la luz?
—Lhoki, tú y Petter irán a Latveria por el Omega.
—¡¿Qué?! —corearon ambos.
—Bucky y yo no podemos hacerlo. Menos Bucky, sería obvio. Deben ir a Latveria, encontrar ese Omega y llevarlo a Mirabile. S’teven debe devolverle al Gran Khatun de Genosha lo que creyó perdido.
—¡Un momento! —exclamó Petter casi en chillido— Suponiendo que todas estas locuras son ciertas, ¿cómo rayos vamos a encontrar un Omega que se ha dado por muerto?
Thony miró a Lhoki, este entrecerró sus ojos, apenas si torciendo una sonrisa cómplice, rodando sus ojos y levantándose del asiento que había tomado.
—Dije que les daría una oportunidad, esta es. Si no encontramos nada en Latveria, me van a pedir una disculpa frente a todos.
—Como tú digas.
—Thony…
—Petter, ve con él.
—¿Y cómo? No es que podamos salir caminando alegremente del palacio con una boda a punto de celebrarse, llevándonos el Omega que va a desposarse.
—Podemos —retó Lhoki— Que el Consorte Regente de Wakanda de repente se sienta mal y necesite aire fresco. Ustedes dos irán con él, lo llevarán al jardín lateral que conecta con el bosque. Ahí los alcanzaré.
Ninguno de los tres se quiso mover, era dejar a Lhoki a solas y bien podía traicionarlos.
—¡Que vayan antes de que mi paciencia se agote!
Hicieron lo que sugirió, era normal que un Omega gestando de vez en cuando se sintiera decaído. Bucky llevó a sus dos amigos consigo bajo el pretexto del aire fresco. Petter casi se comía las uñas, mirando el sol para saber el tiempo transcurrido. Los cuernos que daban inicio a la ceremonia retumbaron en el valle que rodeaba el Valhalla. Thony confió, si aquel Jotun era lo que pensaba que era, podrían lograrlo. Sin ceremonia, los asesinos de Genosha no podrían atacar, tendrían que huir porque todos los guerreros estarían más que alertas buscando a un Omega perdido. Con el segundo estruendo, empezaron a sospechar que habían sido timados hasta que aparecieron dos mujeres altas y fornidas con tatuajes en toda la cara. Detrás de ellas, venía Lhoki en ropas comunes.
—¿Creyeron que no vendría?
—No —Thony sonrió— Amas demasiado el llevarle la contraria a las costumbres para doblegarte tan fácilmente.
—Bien, partimos enseguida. Mis nodrizas ayudarán con el rumor de que escapé por miedo.
—Eso no va a funcionar —refunfuñó Petter— ¿Quién va a creer eso?
—Las ideas más tontas son mejor recibidas —bromeó Bucky— Vayan, aprisa. Y que los Dioses los protejan.
—Tan pronto lo encuentren, vuelvan a Mirabile —recordó Thony.
Lhoki asintió, despidiéndose de sus nanas y corriendo al lado de un todavía incrédulo Petter. Bucky los miró hasta perderlos de vista, volviéndose a Thony.
—¿De verdad es cierto lo que has dicho?
—Ellos lo descubrirán, ahora… ¿te importaría fingir un fuerte mareo? Debemos dividir la atención de tu Alfa del ahora desconcertado Gran Khatun de Asgard.
Chapter 12: Gran Khan
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Pocas veces un Alfa presentaba a los pies de alguien, cualquiera, el medallón que le pertenecía a su casa. Era un gesto que solamente podía representar dos cosas: un perdón o un desafío. Si el medallón se ponía a los pies ofreciendo además la espada, arma por excelencia de Alfas, era la solicitud de un perdón. Si el medallón era arrojado con la espada desenvainada, era un desafío. Bucky contuvo su aliento cuando Thai se quitó su medallón y lo puso a sus pies, cayendo de rodillas con la espada que le ofreció, inclinado su cabeza en un gesto absoluto de rendición. Había traído sano y salvo a Thony con su familia, apareciendo justo a tiempo al regresar a Wakanda, ahora rogaba por su perdón.
—Thai…
Lloró al verlo así, igualmente poniéndose de rodillas para abrazarlo con fuerza, casi estrujándolo contra su pecho y besando sus cabellos blancos con ternura. Thai lloraba igual que él, o el resto que miró aquella escena conteniendo el aliento.
—L-Lo siento, madre… —murmuró Thai entre hipos— Te lastimé.
—No, no digas eso. Has vuelto, has vuelto.
Thai le miró con sus ojos llenos de lágrimas. —Cuando leí la carta, aunque no tenía malas intenciones, supe que, si no seguía la corriente, te lastimarían. Yo tenía miedo desde lo de Killmonger, ya no quería verte tratando de protegernos. Quería protegerte, madre. Y tuve que ser grosero contigo para hacerlo, pero… —el chico hipeó otro poco— Es que, si te hablaba, no resistiría y te contaría todo. Perdóname, no quise nunca hacerte llorar, ni deshonrarte.
—Thai, no tienes que pedir perdón. Lo entiendo —Bucky limpió ese rostro con una mano— Sabía que tus acciones tenían una explicación. Eres una Pantera Negra, y como una, siempre protegerás a tu Manada.
—Lo siento, madre.
—Ssshh, todo está bien, estás de vuelta. Conmigo. Con nosotros.
—Nada puede reemplazarte. Los paisajes de Genosha no pudieron hacerme olvidar que había dejado triste a mi madre en Wakanda.
—Thai, Thai —el Omega sonrió entre lágrimas— Hay algo que no podemos cambiar, y es que la princesa Ororo te llevó en su vientre, cuidó de ti de más cachorro. También es tu madre.
En la mirada del muchacho hubo algo que Bucky intuyó no podía decirle frente a los demás. Así que lo dejó para después, prefiriendo que se arreglara con T’Chamna, quien estaba con un enorme puchero de indignación al verlo de vuelta. Luego de unos cuantos reclamos y pataletas, el pequeño le abrazó llorando también. Una cosa diferente fue T’Challa, algo que Bucky supo no tenía remedio, su Alfa no iba a dejar pasar aquello sin un buen sermón que Thai recibió con mucho valor y dignidad, siendo compensado por unos brazos paternales de bienvenida cuando la furia del Gran Khatun se desvaneció.
—Mereces otro medallón por haber salvado a los Stark.
Quien no pareció complacida por el abrupto retorno del príncipe fue Ramonda. Le había parecido de mala educación el que Thai se hubiera marchado como si hubiese sido un ladrón, sin dar gracias ni ofrecer sus respetos a la casa de la princesa Ororo. Bucky tuvo un mal sabor de boca con eso, no porque ella le hubiera dicho o hecho algo luego de que Thony llegara, fue más bien por la breve pero incómoda discusión que tuvieron T’Challa y su madre por el tema de Thai. Aparentemente no pasó a mayores, pero ya veía escalar el asunto a otra cosa más que no iba a agradarle. El Omega se sorprendió a sí mismo al darse cuenta de que le dolía que ellos dos pelearan por muy ligera que fuese la afrenta. Las palabras de Thony no ayudaron tampoco, con eso de que Mhary y Ramonda hicieron amistad de la misma forma que todos ellos, el pequeño grupo de Omegas.
La razón estaba en unas cuantas memorias que Bucky tenía sobre Ramonda. Era cierto que ellos dos jamás habían hablado más que lo necesario, porque la situación siempre los había separado o porque el Omega nunca tuvo la intención de hacer las paces con la madre de su Alfa. No estaba muy seguro. Pero no podía negar uno que otro hecho que ahora lo dejaba meditativo. Decir que siempre era una batalla campal todo el tiempo y todos los días, era mentir, también habían tenido sus días buenos, donde habían convivido de buena forma. Solo chocaban cuando salía a la luz algún tema que involucrara el respeto a las antiguas tradiciones o las costumbres que Ramonda apreciaba tanto.
Sin embargo…
Eso no había quitado que una que otra vez ella se hubiera puesto del lado de Bucky. Recordaba perfectamente cuando los cortejos de T’Challa comenzaron, él no estaba aún adaptado a la vida de Wakanda ni su estilo de vida. Le asustaban muchas cosas. Pantera Negra fue menos insistente, permitiéndole asimilar lo que pasaba, lo que él tenía que hacer en algunas circunstancias. Y Ramonda había intervenido para ello. De la misma forma cuando luego de desposarse con el Gran Khatun, le atendió para recuperarse luego de que T’Challa le hubiera tomado. De hecho, Bucky recordaba perfecto las palabras que ella le dirigió a su hijo pidiéndole que se controlara porque podía lastimarlo. No fueron dichas con mala intención, al contrario, le recordaron ese lado maternal de Mhary de los Stark.
Quizá la memoria que más le inquietó en esos momentos fue la primera vez cuando Bucky discutió en serio con su Alfa, haciéndole frente. Como Omega, no era posible que le ganara, menos si T’Challa estaba demasiado arrebatado para controlar su dominio Alfa y su tono de voz. Estaba rabioso porque había creído que Bucky había aceptado los avances de otro Alfa que le había desafiado por él. El Omega quedó llorando, dolido de haber sido reprimido con tal fuerza al tratar de defenderse. Sería con mucho, la única vez que presenció cómo Ramonda se impuso frente a su hijo a quien amonestó con la furia propia de una madre decepcionada. Desde entonces, nunca más Pantera Negra volvió a alzarle la voz, ni usar su dominio en él.
—¿Qué tanto piensas, mi señor?
—En nada, Nansari.
—¿Es por la disolución del harén?
—Nansari —Bucky le puso una mano en la boca— No hables tan ligero del tema.
—Pero sucederá, el Gran Khatun ya lo decidió.
—Todavía no es anunciado, y hasta que no lo sea, no lo digas tan descuidadamente.
Tenía cosas en qué preocuparse más, como el asunto de Petter, el cual según Thony podía remediarse al estar tan ligado al tema de salvar Alfas que difícilmente escucharían una historia tan loca como la que su buen amigo Thony tenía en mente. Viajar a Asgard fue más como una huida a lo que Bucky no quería presenciar, Ramonda y T’Challa ya estaban teniendo demasiados roces, algunos por su causa. Al menos el tema del harén iba a postergarse otro poco más. Quería que fuese al menos luego del nacimiento de su cachorro, pero no guardó muchas esperanzas. Entre menos asuntos tuviera su Alfa para pensar, estaría más alerta para Killmonger. El harén le estorbaba ya. Si bien al principio eso hinchó su orgullo como Omega, ahora era un tanto doloroso.
Afortunadamente, el plan de Thony funcionó por obra y gracia de los Dioses, porque lo que tenían para comprobarlo era nada y podían perderlo todo. Por eso, al menos lo había ayudado a verse una vez más con el Gran Khatun de Mirabile. Sabía lo que era extrañar estando con cachorro, si las cosas no llegaban a salir tan bien, al menos habría un consuelo que recordar. Thai había traído consigo ese gruñón Genoshiano, pero también otras historias que sin duda fueron lo que alimentaron la imaginación de Thony para dar rienda suelta a su plan tan descabellado. En Asgard, el príncipe le contó sobre lo que vio y pasó esos días en Genosha.
—La princesa Ororo me dijo que nunca había querido marcharse —confesó Thai al fin— Tuvo que hacerlo porque el Gran Khatun había amenazado a su familia. Supuestamente el pretexto fue tu llegada, madre. Pero a ella realmente no le importaba, al padre de Genosha sí. Tuvo que dejarme, y de la misma manera en que le ordenaron renunciar, también le ordenaron volver por mí.
—¿Ella te lo dijo?
Thai asintió, apretando sus labios. —No pudo decirme más, me advirtió que Genosha tiene oídos y ojos en todas partes. Yo le dije que deseaba volver, fue cuando me presentó a Logan. Hay Manadas entre los Khanates de Genosha que no están de acuerdo con su amo y señor, solo que no son los suficientes como para rebelarse. El Gran Khatun es muy fuerte, dicen…
—Que usa la hechicería.
—Sí. Yo no lo vi, volví antes de que pudiera tener una audiencia ante él. Pero si me di cuenta que todos en Genosha le temen. No como a padre, que es más respeto y admiración. Es… miedo. Logan me contó que tiene un rencor que solamente lo ha amargado más, cualquier fallo es causa de muerte.
—Me alegra que volvieras. Pudo haberte lastimado.
—Yo creo que todavía puede hacerlo, madre.
Mientras tanto, el plan de Thony le hizo olvidarse de todo excepto el impedir que una guerra estuviera a punto de estallar, devolviendo todo a esos horribles años de muertos, huérfanos, hambres y peste. Una vez que Petter y Lhoki se marcharon, volvieron al palacio para encontrarse con el drama floreciendo por la desaparición del futuro Consorte Regente. El peligro vino a saludarlos cuando una de las damas de la corte los buscó, precisamente a ellos, la princesa Sif, de la que se había asegurado sería la pareja del Gran Khatun, título que Lhoki le había arrebatado.
—Sé que ustedes tienen algo que ver con esto —los acusó sin un solo atisbo de duda— ¿Cómo se atreven a arruinar esta boda?
—Yo… no me siento bien —murmuró Bucky, buscando apoyo en Thony quien le sujetó.
—Milady, no sé de qué habla, pero mi señor necesita recostarse de inmediato.
—Podrán embaucar a tontos que no se atreven a cuestionarles, pero a mí no —la princesa les apuntó con un dedo, entrecerrando sus ojos— Demando saber dónde está el Omega de Jotunheim.
—Nosotros no…
—¡Hablen o esto lo pagará Wakanda!
—¡Bucky! —Thony le sujetó, porque esta vez sí necesitaba sentarse en algún lado.
Fue una bendición de los Dioses para ambos que en ese momento entrara Okoye con T’Challa. Pantera Negra ignoró a la princesa, más preocupado al sentir que su pareja estaba débil. Bucky agradeció ese momento, siendo llevado en brazos por su Alfa a su habitación para descansar. Thony puso en marcha lo que ya habían acordado, diciendo que Petter había ido afuera a buscar hierbas que le ayudaran, pero todavía no regresaba. Mientras tanto, las nodrizas de Lhoki dirían que su protegido estaba perdido, que lo habían visto muy nervioso y que luego vieron a Petter persiguiendo algo o alguien.
—Toda la conmoción del palacio te ha afectado —T’Challa no se separó de Bucky, algo que este buscaba— La desaparición de ese Omega tiene a todos buscándole por todos lados.
—No puede simplemente haber desaparecido —comentó Thony haciendo una expresión de asombro.
—Es lo que me digo, eso lo verán los suyos. ¿Te sientes mejor?
Bucky asintió, su cabeza recostada en un hombro de Pantera Negra.
—Nuestro cachorro es fuerte y demasiado inquieto. Yo…
—¿Qué sucede?
—No fue lo de aquel Omega lo que me ha puesto así, ha sido otra cosa.
Thony sonrió discretamente detrás de ellos al percibir cómo ese instinto Alfa de protección despertaba de golpe en T’Challa.
—¿Qué fue?
—La misma sensación que tuve cuando Killmonger… se repitió aquí.
—¿Aquí? ¿Sentiste ese peligro…?
—Sí, fue volver a recordar. Por eso me puse así.
El Gran Khatun llamó a T’Chamna para que se quedara junto con Faras y Thony con su Omega mientras iba a la caza de ese rastro del que avisó a Tor. Aunque la princesa Sif si dio sus reclamos sobre la conducta sospechosa de Bucky y Thony, pasó desapercibida porque, como ya lo esperaban, que hubiera un solo espía en Asgard fue suficiente para desviar la atención hacia donde querían. De momento, estaban a salvo tanto Tor como T’Challa, una salvación temporal. Fuese Genosha o Latveria, no iban a quedarse tan tranquilos luego de ver ese momento frustrado. Lejos de que Asgard culpara de algo a Wakanda, agradeció la ayuda, porque más tarde sí encontrarían el rastro de caras pálidas cerca del Valhalla.
—Tenías razón, Thony.
—Desafortunadamente, Bucky —aquel torció su boca— Hubiera preferido equivocarme.
—Ahora solamente quedamos en manos de esos dos. ¿De verdad confías en Lhoki?
—Debemos hacerlo, ese engreído tiene la oportunidad de oro de hacer algo para que dejen de humillarlo. Por supuesto que no lo dejará pasar, espero que nos podamos beneficiar de ello.
—No sé cómo dos Omegas podrán rescatar a alguien en Latveria.
—Ya lo verás —respondió misterioso Thony.
Cuando las cosas más o menos se calmaron, Tor fue a visitarlos, enterado de que había sido ese instinto más alerta como Omega gestante de Bucky el que había percibido a esos cara pálida que no lo eran.
—¿Creen que Petter se dio cuenta de ellos o de Lhoki?
—Seguramente —respondió Thony, fingiendo muy bien su papel— No ha regresado y nadie le ha visto. Es un tonto que sabe cuidarse, pero no dejaría a Bucky si no hubiera algo más importante.
—¿Algo más importante? —el Gran Khatun de Asgard arqueó una ceja, algo confundido.
—Bueno… —Bucky miró a Thony— Para Petter, Asgard y lo que vive en él es lo más importante. Aún más que nosotros. Si algo malo ha sucedido, hará todo lo que puede por ayudar.
Tor parpadeó, entre complacido e incrédulo, mientras que los dos Omegas intercambiaron una mirada cómplice, agradeciendo al Alfa por su preocupación. No había más que hacer luego de que confirmaron que Lhoki había desaparecido sin dejar rastro alguno, salvo esas galas en su recámara. Regresaron a Wakanda con semejante noticia que sin duda correría por todas las naciones, una boda del Gran Khatun de Asgard, suspendida porque el Omega había huido. Bucky pudo descansar mejor, de vuelta todos sanos y salvos en el palacio, donde era más fácil hablar sin temor a ser escuchados.
—Lo de la princesa fue un apuro.
—Bah, ella no podía decir nada. Podría ser princesa en Asgard, pero tú eres Consorte Regente.
—Es una lástima que no podamos saber de ellos.
—Como te expliqué, de buscar una forma de comunicarnos, abrimos una puerta a que los descubran, a nosotros también nos descubran y seamos el plato fuerte de asesinos.
—Al menos ahora podrás pasar tu embarazo con muchos cuidados.
Thony le sonrió, palmeando apenas su redondeado vientre. —Primero vamos a enfocarnos en ti.
Lo que tanto había evitado, tuvo que suceder. Nansari fue quien le comunicó que T’Challa había llamado a todo el Consejo para anunciarles su decisión de renunciar al harén y revocarlo. Apenas si hubo quejas, desde el incidente donde Pantera Negra cobrara la vida de un Señor de la Guerra, no había un alma que se opusiera a sus designios. Salvo Ramonda. Bucky lo percibió, un aguijonazo de dolor en su pecho cuando ella y su Alfa discutieron como nunca antes, en la sala del trono a donde fue a buscarlos. Claro que Ramonda estaba en contra, más su hijo no cedió esta vez.
—¡ES UNA ORDEN Y LA VAS A OBEDECER SI NO QUIERES MORIR!
Esas palabras le dolieron, desde lo de Thai se había puesto a pensar lo que era ser madre de un Gran Khatun y lo que eso implicaba. Ver a T’Challa gritarle a su madre no era una escena que le hubiera complacido en lo absoluto. Ramonda se retiró, claramente dolida y algo asustada. Bucky tampoco entró para ir con su Alfa, dejándolo volver a sus habitaciones para calmar esa ira… y algo de dolor. El Omega se decidió por algo que jamás se le había cruzado pensar hacer antes. Buscar a Ramonda. Sabía que cuando ella estaba alterada siempre visitaba el templo a los Dioses dentro del palacio, donde se quedaba horas haciendo oraciones hasta sentirse mejor.
Su sospecha no le falló, ahí estaba, callada y encendiendo velas en el altar con manos temblorosas. Bucky tragó saliva, con una mano sosteniendo su vientre mientras caminaba hacia ella. Ramonda le escuchó, quedándose quieta, extrañada al volverse, mirándole de arriba abajo.
—¿Qué quieres? Debes estar feliz. Ahora eres el dueño de toda Wakanda, hasta de mi hijo.
Bucky negó, sintiendo que la voz le fallaba. —Yo… lo siento.
—No necesitas ser hipócrita para complacerme. El Gran Khatun ha dado una orden, yo ya no tengo nada que hacer aquí desde que piensa que su madre ha dejado de ser irrelevante al punto de amenazarla de muerte. Solo necesita a su Omega.
—Ramonda…
—¿Qué?
—Sé que… sé que jamás seré digno de tu hijo —Bucky jaló aire, llevando una mano a su brazo izquierdo— Que solo soy un Omega deforme, sin cuna noble ni talentos que te agraden, que destruí lo que tanto te costó crear para que estuviera a salvo luego de que T’Chaka murió. Pero te pido que no lo dejes, y que le perdones esto que ha hecho. No lo abandones, por favor. Él te necesita.
—Pantera Negra no necesita una madre.
—Pero T’Challa sí.
Ramonda desvió su mirada, apretando contra sí un pequeño ramo de flores. Bucky sintió sus ojos húmedos, resistiendo el llorar.
—Por favor, no por mí, por él. Por sus hijos, aunque lleven sangre impura como la mía.
Ella volvió su rostro hacia el Omega, y salió a toda prisa sin responderle. Bucky sollozó, limpiándose su rostro antes de volver a su recámara. Nansari quiso saber quién le había puesto así, pero calló. Quizá había sido demasiado tarde. A la mañana siguiente, T’Challa despidió a todo el harén, siempre tendrían sus títulos y serían familiares cercanos. Ramonda también se marchó para su pesar. Fueron días grises, que solamente Thony supo iluminar con ese buen humor pese a verle decaído. Thai y T’Chamna también se mostraron taciturnos, sin muchas ganas de jugar por la ausencia de su abuela. Pareció que los Dioses estaban poniéndolos a prueba por ser tan descarados, porque días después, llegó una invitación.
El Gran Khatun de Mirabile iba a desposarse con la princesa de Genosha.
Bucky admiró el temple de Thony para no caer al enterarse, pese a que la mirada de su amigo perdió esa alegría. T’Challa le preguntó si estaba enfermo, teniendo que decirle que sí, el clima le había caído algo mal, fue la respuesta.
—Me temo que deberé ir solo —comentó Pantera Negra— Tú ya no puedes viajar más, se aproxima el nacimiento de nuestro hijo.
—¿Es cierto que la princesa irá escoltada por un ejército?
—Costumbres de Genosha.
—¿De verdad?
T’Challa se quedó serio, luego besando su frente. —Tranquilo, solo es una boda. Con suerte pasará lo que en Asgard y ella saldrá huyendo.
Bucky si apenas sonrió a la broma. —Promete que volverás.
—Amor mío, así se levantara un océano de batallas eternas entre tú y yo, nada podría apartarme de ti. No te hagas ideas sobre el asunto. A Genosha siempre le ha gustado alardear de sus guerreros, si la hija del Gran Khatun va a desposarse, qué mejor momento para eso. Tú cuida de tu amigo, creo que algo más le sucede.
—Extraña… su taller, Alfa. Le gustaba trabajar con su padre en Mirabile.
—Habérmelo dicho antes, ordena que le hagan un espacio.
—Gracias.
—No hay de qué —T’Challa sujetó su mentón— Ahora, quiero ver una sonrisa en ese rostro.
—Promete que volverás.
—Te lo prometo, Bucky.
No necesitó que Thony le dijera que algo muy malo iba a pasar en esa boda en Mirabile, donde estaban invitados todos los grandes señores, entre ellos Tor y T’Challa. Que Genosha presentara un ejército para cuidar de su princesa bien podía pasar por una excentricidad de aquella nación, más la intención oculta les fue muy clara: iban a matarlos. Sería la única oportunidad que tendrían de reunirlos a ellos como a los que les seguían. El no haberlo conseguido en Asgard no mermó la voluntad de Genosha por incitar a la guerra por los medios que fueran.
Como tampoco el que aprovecharan esos momentos para atacar a las naciones. T’Challa había partido con M’Baku y otros guerreros hacia Mirabile. Aunque todo estuviera en orden, se podían presentar problemas al saber que Wakanda estaba sin su Gran Khatun. Bucky debía ser la voz de la siguiente Pantera Negra, es decir, T’Chamna. Al ser un cachorro todavía, podía hablar en su nombre para los asuntos que no eran tan serios, deberes ordinarios. Sentado con su hijo en el trono, aquella premonición de problemas vino cuando un mensajero pidió audiencia, corriendo aprisa hasta ellos e hincando una rodilla con sus dos brazos cruzados en el pecho, hablando aprisa.
—Mi señor… ¡es Killmonger! ¡Ha aparecido!
—¿Qué? —Bucky sintió un escalofrío— ¿Por qué no lo han detenido?
—Porque… mi señor, ¡viene presentando el medallón de su casa!
Un desafío, gritó la mente angustiada del Omega con ojos horrorizados. Aunque Killmonger fuese un enemigo, si cargaba entre sus manos el medallón de su casa, era un gesto que no podía ser rechazado. Nunca se menospreciaban las familias guerreras de Wakanda por tradición. La noticia pronto se esparció por el palacio mientras aquel Alfa se abría camino hasta la sala del trono. Thony apareció con Faras, igual que Thai con Doras Milaje y buena parte de la Corte. Un silencio denso cayó cuando las puertas se abrieron para dejar pasar a Killmonger, quien se tomó su tiempo para llegar al trono, arrojando su medallón al suelo, desenvainando su espada gruesa.
—Por mi casa, por mi Manada, exijo un combate por el trono de Wakanda. ¿Quién responderá?
Todos ya murmuraban sobre cómo había hecho para volver a aparecer dentro del territorio cuando se le buscaba para matarlo. Bucky no tuvo dudas de la ayuda extranjera. Y de lo que debía hacer. Quien debía responder era T’Chamna como el Heredero, algo que anhelaba Killmonger. Si no lo hacía él, lo haría Thai. Solamente una Pantera Negra podía responder al desafío. Bucky se giró hacia Thony quien le miró horrorizado al entender su mirada, comenzando a negar. Le sonrió, aunque un frío se apoderó de su cuerpo. Tenía que pelear y lo haría pese a lo que eso iba a costarle. Pero si iba a morir, ese Alfa también lo haría, no iba a ponerle un dedo encima a sus hijos. Genosha no iba a ganar. El Omega se puso de pie.
—Yo…
—… respondo al combate —terminó Ramonda, apareciendo por un costado de Thai.
Los murmullos los rodearon, Killmonger empezó a reírse, apuntando con su espada hacia ella.
—¿Tú? Eres vieja.
—Cierto, por eso puedo llamar a mi campeón, para que pelee a mi nombre.
—Adelante.
El jadeo de Thony llamó la atención de Bucky, quien luego le imitó al ver nada menos que a Shuri en un traje de combate, usando dos espadas cortas muy raras, pues las hojas estaban hechas en círculo. Killmonger se carcajeó esta vez, caminando de un lado a otro.
—¿Una mujer? ¿Es lo que tienen para darme?
—Comprendo por qué tienes tanto miedo —replicó Shuri, caminando a él— Seré breve.
El Alfa rugió, desplegando su dominio. Bucky abrazó a T’Chamna, observando con miedo como el guerrero se lanzó contra la princesa. Todos contuvieron el aliento cuando la empujó al suelo. Ella rodó antes de que la hoja de la espada la tocara, contraatacando. El guerrero rio seguro de su victoria, era más alto, más fornido con un arma pesada. Decidido a matarla de una vez por todas, sus siguientes ataques ya no le dieron descanso. Shuri lo evadió con esa destreza felina y con un par de balanceos de sus espadas, cortó en dos el cuerpo de Killmonger. Varios miembros de la corte terminaron con sangre en sus mantos y rostros, gritando asustados. La princesa sonrió, sacudiendo sus espadas para limpiarlas de la sangre, mirando alrededor.
—¡Escuchen bien, pueblo de Wakanda! ¡Esta Nación no está indefensa, háganselo saber a todos! ¡Puede no estar presente el Gran Khatun, pero si está presente su pareja y regente, el Gran Khan!
Shuri señaló a Bucky, quien no dio crédito a sus oídos, boquiabierto. La princesa acababa de darle un título, uno que no existía hasta el momento. Shuri le guiñó un ojo, volviéndose a los presentes.
—¡Si alguien tiene un desacuerdo, mis espadas todavía quieren derramar sangre! ¿Quién se opone al Gran Khan?
El largo silencio fue la respuesta, todavía no creían que ella hubiera vencido a semejante Alfa. Algo muy al estilo de la familia real sin duda.
—¡ENTONCES DE RODILLAS ANTE SU REGENTE!
Bucky apenas recordó como respirar, viendo esas cabezas inclinarse, rodillas al suelo y brazos cruzados delante de su pecho. De todos, incluyendo a Ramonda y Shuri. A partir de ese momento, era el Gran Khan de Wakanda.
Chapter 13: Charles
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Petter se dejó caer sobre el pasto, sobándose sus piernas. Llevaban varias horas caminando desde que dejaron el bosque de Asgard y se internaron en otro territorio de campos abiertos que estaban por terminar de cruzar a territorio libre. Estaban muy lejos de cualquier buen cazador o guardia, esa parte de su plan estaba perfectamente bien ejecutada, seguía la parte más difícil, pero ya estaba cansado. Lhoki le imitó, aunque no se notaba tan agotado como él, seguramente porque no estaba tan preocupado de ser atrapado o visto. A ese Omega no le harían nada en tal caso, en cambio al Devastador bien podían cortarle la cabeza sin miramientos.
—Espero que tengas algo en mente —comentó Lhoki— Porque no llegaremos en esta estación a Latveria si seguimos a pie.
—Claro que lo tengo. Compraremos una carreta y seremos unos buenos comerciantes.
—¿Y así piensas que atravesaremos Latveria buscando un Omega oculto?
—Más o menos.
Lhoki le dedicó una mirada, no creyendo que algo tan improvisado fuese a funcionar. Pero era parte del plan que había hecho con sus amigos. Y entre menos supieran ellos, en menos peligro estarían. Después de ese breve descanso, Petter buscó una villa donde comprar la carreta con algo de ropa y comida para el camino, llevaba las monedas necesarias -cortesía de Bucky- para ello. Con capas, buenos caballos en una buena carreta y comida suficiente para varios días, volvieron a la marcha. Dos Omegas no llamaban la atención, menos cuando se dirigieron hacia el territorio libre.
—¿Qué hay en esos jarrones que compraste?
—Cosas.
—¿Qué cosas?
—¿Para qué quieres saber, Lhoki?
—¿Lo robaste?
—…
—Lo robaste.
—Bueno, ¿vas a criticar lo que hago para mantenernos a salvo o harás algo provechoso?
—Podemos ser dos Omegas, pero vamos a llamar la atención cuando se sepa lo de la boda. No podemos seguir tal como estamos.
—¿Y qué sugieres?
Ese Jotun sonrió, alzando una mano como si le fuera a tocar el rostro, con la otra haciendo lo mismo sobre su propia cara. Petter casi se cae de la carreta cuando vio cómo Lhoki se transformó en una anciana bonachona, igual que él. Gritó al ver sus cuerpo transformado, escuchar su voz tan diferente.
—¡¿Qué has hecho?! —el rubio jadeó, abriendo sus ojos de par en par con una boca de pescado— ¡ERES UN JODIDO HECHICERO!
—Vas a asustar a los caballos —bromeó Lhoki, quitándole las riendas.
—¡Por eso te habían encerrado! No era porque fueses un hijo bastardo, ¡fue por hacer brujerías!
—Mi madre era una gran hechicera, me enseñó cosas, y me dejó buenos libros de donde aprender. Pasé toda mi vida leyendo. Ya quita esa cara.
—Mierda, mierda, mierda.
—Tu amigo… el Omega de Mirabile, ya lo sabía.
—¿Se lo dijiste o qué?
—No, lo intuyó de alguna manera. Su mente trabaja diferente al resto, ve cosas que los demás pasan desapercibido.
—Oh, ese es Thony —Petter se miró sus manos arrugadas, su panza floja y esos cabellos blancos en trenzas cayendo sobre sus hombros— ¿Por qué dos abuelas?
—¿Crees que molestarían a dos pobres viudas que tratan de ganarse la vida?
—Bueno, no. No mucho. Casi no.
—Y es más fácil pedir cosas o buscar donde dormir.
—Eres un hechicero. De los buenos.
Lhoki le miró de reojo. —Solo hay dos hechiceros de mi nivel en este mundo.
—Ah, estás alardeando.
—Soy serio, al contrario de ti.
—¿Quiénes son esos dos hechiceros?
—Uno aconseja al Gran Khatun de Mirabile. La otra… pronto será su esposa.
—No me jodas.
—Tengo entendido que el sexo entre Omegas no es precisamente memorable.
Petter gruñó, empujándole un poco. —¡Idiota! Espera… ¿la princesa de Genosha es…?
—Seguramente querrá matar al hechicero de Mirabile, es su único obstáculo. Luego puede embaucar al Gran Khatun y seducirlo para que la preñe.
—¿Ibas a hacer eso con Tor? —el rubio no pudo evitar su tono herido, ofendido.
El Jotun le miró fijamente por largo rato. Quill suspiró, volviendo su mirada al frente.
—No lo ibas a hacer.
—Tor no se merece eso.
—Me alegra.
—¿Porque estás enamorado de él?
—Escucha, a la mejor sabes hacer todas esas cosas de brujería, pero no conoces estos caminos ni como puede ser la gente con extraños, aunque seamos abuelas sin dientes. Así que haremos esto: tú harás tus trucos sucios cuando sea estrictamente necesario y yo te diré por dónde ir de forma segura. Conozco caminos rápidos a Latveria, así que, por los Dioses, compórtate.
—Mantén el hocico cerrado y lo lograremos.
—Ja.
—Estás celoso porque yo me casaré con Tor.
Petter rodó sus ojos. —Sí, como sea, búrlate lo que quieras.
Lhoki solo le observó, siguiendo el resto del camino en silencio hasta la siguiente villa, de granjas muy apartadas entre sí donde pudieron refrescar sus caballos y comprar más comida. Ese disfraz de abuelas les sirvió de mucho, evitando preguntas que serían incómodas. Si todo salía bien, sus amigos Devastadores iban a salir de Wakanda para alcanzarles a mitad de camino una vez que llevaran consigo el famoso Omega de la Casa de la Cruz Caída. Con ellos escoltándoles, irían directo a Mirabile. Tenían que ir aprisa, así que solamente se tomaron un par de horas antes de continuar, dormitando en la carreta. Según las tradiciones, una vez que los cortejos terminaran, la princesa saldría de su hogar rumbo a su nuevo Nido. Genosha no querría perder tiempo, así que seguramente eso solo tomaría pocas semanas en lugar de los largos meses.
Su siguiente disfraz fue de hombres rudos, dos Alfas comerciantes cuando pasaron cerca de caravanas de mercenarios. La magia de Lhoki era poderosa porque nadie estaba estorbándoles o intentando robarles, de alguna manera sus hechizos ahuyentaban a la gente cuando era preciso. Después fueron dos cachorros que llevaban cosas para sus viejos padres, algo común por aquellos territorios. Petter casi no habló con Lhoki en ese tiempo, porque le habían dolido sus palabras certeras pero dichas con ponzoña. Sí, estaba celoso de que fuese a desposarse con Tor, pero sabía al mismo tiempo que no había nada por hacer con ese asunto pues el Gran Khatun de Asgard ya había tomado una decisión. Realmente le iba a ir muy bien, con un Omega intacto, que era además un jodido hechicero.
—¿Cuándo dejarás de gruñir?
—Gruño cuando quiero.
El Jotun sonrió, ofreciéndole una rana asada. —Has hecho bien tu labor, estos caminos nos acercan rápido a Latveria.
—¿También estudiaste mapas?
—Sí, pero nunca pude salir fuera de mi prisión. Solo imaginaba cómo serían según los libros.
—Los libros no dicen todo. Hay cosas que solamente se pueden experimentar viviendo en el exterior.
—Debes tener amplia experiencia en ello.
—Bueno sí, ¿y qué? Jamás quise esa suerte de ser un Omega esperando a que un Alfa te preñara para decir que tenías algo bueno en la vida. Busqué mi propia vida, mi propio camino. No me arrepiento.
—Mientes.
—Cállate.
—Crees que por tu pasado no tienes valía. Menos con dos amigos que son pareja de dos poderosos Alfas.
—¿Tú cómo demonios sabes que…? —Petter se cubrió la boca.
—Thony puede inventarse trucos, pero a ojos de un hechicero no se puede ocultar su Vínculo ni el cachorro que lleva dentro con la sangre de S’teven de los Rogrs.
—Vuélvelo a decir en voz alta y te corto esa lengua de serpiente.
—La necesito para nuestros disfraces.
—Hm.
No se dijeron más, llegando cerca de la frontera con Latveria luego de cruzar páramos secos, rodear un lago y cruzar varios campos de cultivo abandonados. Buscando refugio entre rocas altas para la noche, hicieron una fogata. Petter estaba inquieto, algo que no se iba a calmar hasta que no lo sacara. Mientras esperaban a que un conejo terminara de asarse, miró con enfado al Jotun.
—De acuerdo, tú ganas. Sí me arrepiento, ¿vale? Pero no de la manera que piensas. Me gusta la vida como Devastador, fui muy feliz y tengo grandes amigos. Todavía me duele lo de Khaty, sí. Tan solo es la rabia de que todo esto que soy… sea tan poco para alcanzar… ¡bueno eso era todo!
Lhoki arqueó una ceja, luego apenas sonriendo con su mirada sobre el fuego.
—Tampoco creo que los Omegas deban valer por si son castos o no, por si son sumisos o no.
—Yo no… está bien.
—En realidad, te envidio.
—¿Tú? ¿A mí? —Petter alzó ambas cejas.
—Has visto el mundo, lo conoces. Lo bueno y lo malo. Puedes ir y venir sin perderte como ahora, puedes diferenciar un camino tranquilo de uno empedrado lleno de peligro para los caballos. Sabes cómo hablarle a la gente para conseguir lo que quieres sin usar ningún hechizo. Sonríes, aunque estés sufriendo.
—Am…
—Yo no conozco el mundo.
Quill se rascó su barba, pensando en algo. Tomando aire, se levantó para sentarse al lado de Lhoki, abrigándose mejor con su manta.
—¿Tú…? ¿Realmente te querías desposar con Tor?
La mirada de Lhoki se empañó. —Pero hubiera sido la única felicidad de mi vida. Y si un día alguna tentación hubiera aparecido, temo que hubiera sucumbido. Porque Tor sería todo lo que conozco y amo, solamente a él.
—Entonces sí lo am…
—Tú en cambio, lo has elegido por sobre el mundo. No hay nada en él que te haya hecho apartarte de Tor, de buscar su bienestar, su felicidad incluso si eso te parte el corazón. El amor que le profesas es realmente sincero.
Petter tosió, sintiendo sus mejillas arderle como si el fuego de la fogata las hubiera tocado de repente.
—¿No es algo curioso nuestros casos? Tú eres un Omega de sangre noble con todo y que seas hijo bastardo con la habilidad de la magia. Tienes dos nodrizas que darían la vida por ti, te salvaron de una suerte mala cuando te llevaron a Asgard y estás por convertirte en Consorte Regente. Pero no te gusta. Bueno sí, pero no.
—Tu lengua se enreda.
—Yo en cambio he sido un perro de la calle, sin que nadie me diga qué hacer o dónde ir. Usando mis puños para hacerme respetar, o las manos para seducir. No tengo una cuna o familia noble, vaya, ni siquiera sé quién fue mi padre. Y quiero una vida tan diferente con alguien que no… soy tan idiota.
—¿Crees que realmente le eres indiferente a Tor?
—Duh, ¿se va a casar contigo?
Lhoki le miró de nuevo en silencio y por largo tiempo, negando después para revisar el conejo.
—¿Y si Tor no te ha tomado en serio porque piensa que solo has estado jugando con él?
—¿Qué? ¿Cómo…? Bah, ¿te lo dijo acaso?
—No.
—Pues no lo creo. Al final, es natural que quiera algo lindo. Digo, como los otros idiotas, se ha roto la espalda para llevar paz a su Nación, no está mal pedirle a los Dioses una vida bonita con un Omega digno.
—Me impresiona cómo alardeas de estar orgulloso de ti mismo, pero te desprecias cuando se trata de él.
—¿No podemos hablar de otra cosa? ¿Ya está ese conejo? Tengo hambre.
—Tal vez podemos discutir tus planes sobre cómo indagaremos en Latveria a cerca del paradero del Omega de Genosha.
—Pues…
—No lo sabes, no me sorprende.
—Hey, he visitado poco Latveria. Tiene algo raro.
—Hechicería.
—Sí, bueno, ahora lo sé. La idea es que además no tiene muchos caminos que digamos. Todos usan las mismas rutas y en sí son muy leales al Gran Khatun.
—Un problema si llegamos a preguntar cosas extrañas.
—Si realmente tiene prisionero a ese Omega, debe ser en alguna de sus fortalezas. No son muchas, pero sí están apartadas una de otra.
—Comenzaremos por la más cercana.
—¿Qué seremos esta vez?
—Abuelas. En Latveria respetan mucho a los ancianos. El conejo está listo.
—¡Hurra!
Latveria era una Nación de bosques nublados, árboles altos cuyas puntas se perdían en el cielo, un aroma permanente a madera húmeda y ese vino agrio de frutos tan conocido. Petter sabía que la primera fortaleza a visitar no estaba lejos de la frontera, muy cerca de una cascada, el camino era serpenteando por el bosque. Sin embargo, cuando iban a mitad de ruta, Lhoki le arrebató las riendas para azuzar a los caballos por otro sendero.
—¿Qué te pasa?
No tuvo respuesta, mirando con preocupación como se adentraban en el corazón del bosque, abriéndose paso por donde nunca una carreta había cruzado. Fue un trayecto largo, Petter calculó que estaban en la parte menos conocida del bosque que abarcaba casi toda la Nación de Latveria. Los caballos se detuvieron de pronto, asustados de algo, encabritándose hasta que bajó para calmarlos, mirando al Jotun en espera de una buena respuesta porque se habían desviado demasiado de su meta.
—¿Y bien?
—Debemos seguir a pie, los caballos ya no lo harán.
—¿Qué? ¿Por qué no?
—Le temen a la protección.
Sin más explicaciones, Petter siguió ahora a Lhoki por el bosque, a veces tropezando con alguna raíz salida entre el musgo. Ya estaba comenzando a sentirse cansado, el día moría y no habían comido nada cuando llegaron a una especie de claro, una zona muy rara. Era como si el bosque se hubiera quemado en esa parte, pero lo que se secó extrañamente formaba una larga línea que se perdía de un lado y del otro.
—¿Esto es…?
—Una barrera de contención —dijo Lhoki, mirando al frente.
—¿Sabes cómo cruzarla…? ¡LHOKI, MALDITO BASTARDO!
El rubio salió lanzado al frente, sintiendo como una bruma fría le envolvía y de pronto, estaba en un bosque todavía más hermoso que aquel dejado atrás. Para su sorpresa, frente a él había un muro hecho de agua multicolor que impedía la vista del otro lado. Lhoki atravesó sonriendo, volviendo a su forma normal igual que él una vez que se puso de pie, bufando y sacudiéndose sus ropas.
—Al menos pudiste haberme avisado.
—Hubiera perdido la gracia.
—¿Cómo diste con este lugar?
—Porque la magia que emite es demasiado fuerte —Lhoki señaló al frente con su mentón— Invocada para contener algo todavía más poderoso.
A lo lejos, se divisaba lo que parecía un castillo en ruinas, de piedra blanca y envuelto por enredaderas que estaban secas ya al no hacer sido cuidadas. Viejos rosales que Petter apartó al entrar, no era un sitio amplio en donde perderse. De hecho, solo tenía una gran sala bloqueada por matorrales de espinas filosas con una sola puerta, pesada, de metal con el símbolo de Latveria.
—Está aquí —murmuró Lhoki mirando esa puerta— Está aquí.
—¿Vivo?
—No podría decirlo. Su esencia es débil.
—Espera, este lugar luce muy abandonado. Nadie ha estado aquí en años, ¿me estás diciendo que el Gran Khatun se robó este Omega solamente para encerrarlo?
—Yo diría para no ser atacado.
—¿Eh?
—Tenemos un problema. Estos matorrales, están hechizados, en cuanto tratemos de entrar o cortarlos van a atacarnos.
—¿No puedes usar tus trucos?
Lhoki negó. —No si deseamos no alertar al amo que los creó.
—Es decir, tenemos que hacerlo de la forma difícil.
—¿Petter? ¿Qué intentas, pedazo de imbécil? ¡PETTER!
El rubio sacó su espada y comenzó a cortar los matorrales. Cual serpientes, estos comenzaron a moverse, dando de latigazos con sus espinas.
—¡Vuelve aquí! ¡Pueden matarte! ¡Petter! ¡Vuelve aquí!
—¡Dejarán de atacar en cuanto abra la puerta! ¡He visto esto antes!
—¡PETTER!
—¡Tú quédate donde estás! —exclamó Petter en tono de comando, pese a recibir un golpe en la espada que casi lo tumbó al suelo— No puedes casarte con cicatrices en tu linda cara.
Quill continuó, las lianas se enredaron en sus piernas, torso y brazo, apenas si dejándole cortar esos matorrales hechizados. No se dio por vencido ni cuando la vista comenzó a nublarse en tono carmesí. La vida de muchas personas queridas dependía de que liberaran a ese Omega. Era la respuesta y salvación a todo. Su suerte no importaba si con eso podía hacer algo realmente bueno por primera vez. Llegó hasta la pesada puerta, soltando su espada para abrirla con sus manos, tirando de ella con las espinas atacándole en todo su cuerpo. Petter gimió de dolor, apretando sus párpados. No iba a casarse con Tor, no estaba destinado. Pero le daría una boda sin asesinos buscando su cabeza, una vida tranquila a sus amigos, al lado de sus Alfas.
—¡PETTER! ¡PETTER!
Con un grito, el rubio tiró al fin de la puerta que cedió, soltando polvo y rechinando. Un aroma delicado, tranquilizador inundó su olfato. Los matorrales se detuvieron, cayendo al suelo. Petter jadeó, sosteniéndose de la puerta que empujó con su cuerpo al sentir que las fuerzas le fallaban. En esa sala enorme llena de rosales marchitos, hasta el fondo, había un trono de piedra donde estaba dormitando una figura que no pudo ver bien. Su cuerpo ya no resistió más. La oscuridad vino a él por un largo rato hasta que abrió los ojos con una horrible jaqueca, mirando sobre su rostro a Lhoki que le observaba atento, una mano de este sobre su frente.
—Ha pasado.
—¿Qué carajos? —Quill le dio un manotazo, alejándose al arrastrarse. Ya no tenía heridas, solamente sus ropas maltrechas— ¿Usaste…?
—Ibas a morir si no lo hacía.
—¿Me tocaste?
—Tenemos algo que hacer.
Ambos giraron su rostro hacia el fondo de la sala sin techo, por entre los rosales secos se colaba la luz de una media luna, iluminando la figura que ahora Petter pudo contemplar con asombro.
—Es…
—Te presento a Charles de los Xavier, el último descendiente de la Casa de la Cruz Caída. Heredero de Genosha.
—¿Cómo sabes…? Oh, tus libros.
—¿Puedes levantarte?
—Seguro.
Caminaron dando pasos lentos, como esperando algún ataque que no llegó. Solamente estaba ese aroma dulzón, relajante y la esencia tenue de un Omega que dormía sobre ese ancho trono de piedra, casi completamente recostado en un cojín enorme en color verde esmeralda. Petter no podía creer lo que veía, de las muchas historias que escuchara sobre los Genoshianos, sin duda Charles era quien se llevaba la corona en eso. El Omega de la Casa de la Cruz Caída tenía un cuerpo delgado, no era alto, con un manto blanco que le cubría hasta la mitad de los muslos y hasta los codos, dejando ver perfectamente su cuerpo, que era lo que dejó asombrados a los otros dos Omegas.
En lugar de manos normales, Charles tenía finas garras de uñas nacaradas. Toda su piel parecía como la más suave tela, igual que sus largos cabellos castaño claro que habían crecido tanto sin que nadie los cortara o trenzara. Una barba ligera se asomaba por la máscara de hierro que cubría su rostro, casi como una segunda piel. Lo que perturbaba esa visión eran sus piernas. Desde la rodilla hasta el pie no había algo humano, sino de lobo. Patas de lobo con pelaje castaño claro, con una pequeña cola esponjada descansando debajo de sus piernas.
—¿Por qué clavaron garfios a su piel? —susurró Petter, como si temiera que despertara— ¿Qué clase de monstruo haría algo así?
—Este trono es otro hechizo —observó Lhoki— Para dormirlo, y los garfios absorben su poder.
—¿Poder? ¿Hablas de magia?
—No, lo que este Omega tiene no es magia. Es algo más. Un obsequio de la sangre pura y pecadora de sus ancestros.
—¿Cómo vamos a liberarlo?
—Quitando los garfios —Lhoki buscó entre sus mantos— Toma.
—¿Ese ganchito contra estas cosas?
Recibiendo una mirada poco cordial, Petter tomó el pequeño gancho. Solo bastó un toque de este contra el metal oscuro de los garfios para que estos se convirtieran en cenizas. Los dos se dedicaron a quitarle todas esas restricciones mágicas a lo largo de su delgado casi desnutrido cuerpo. Solo faltó la máscara que parecía adherida a la piel de su rostro.
—¿Ideas, Lhoki?
—Dame tu mano.
—¿Eh? ¡AUCH! ¡Me cortaste!
Lhoki apenas sonrió, usando esas gotas que puso en las orillas de la máscara con sumo cuidado. Nada pasó de momento, luego, fragmento por fragmento de la máscara fue desprendiéndose del rostro de Charles, quien permaneció dormido todavía cuando la luz de la luna tocó su rostro.
—Bucky dijo que T’Challa le contó que era un Omega de rostro gentil. Y lo es. ¿Por qué no despierta?
—Tardará para que el hechizo se desvanezca. Ahora debemos huir tan rápido como podamos. Cárgalo.
—Hey, ¿por qué yo?
—¿No presumías de ser muy fuerte?
—Me siento más como tu sirviente.
—No tienes tanta gloria.
—Ja.
—Petter.
—No se va a romper, ¿verdad? ¿Verdad?
—Espera —Lhoki rompió una de sus mangas, que luego rasgó con sus dientes para hacer vendajes que le tendió al rubio— Venda sus ojos.
—¿Por qué?
—Ha estado con una máscara sin ver la luz del día. Lo cegará si lo dejamos abrir los ojos.
—Oh…
—¡Vamos! El Gran Khatun va a enterarse y nos lanzará sus mejores cazadores.
Petter tragó saliva, no muy animado a tocarlo, podía verse casi tierno con esas patas de lobo peluditas y sus manos con garras. Pero era una aberración. Tomando aire, pasó suavemente sus brazos por debajo de la espalda de Charles y sus rodillas, levantándolo en brazos. El rubio hizo una cara al sentirlo tan ligero, casi en los huesos. Caminando con cuidado, salió de ahí con Lhoki guiando el camino hasta llegar a la carreta. Esta vez, Petter se fue atrás con Charles en su regazo mientras que el Jotun tomaba las riendas para huir tan rápido como los caballos pudieron hacerlo en medio de la noche. A Quill le dio la sensación de que ya los seguían, pero se dijo que eran sus nervios.
—Charles, vamos, Charles, despierta.
—¡Sshh! —le calló Lhoki— Algo nos sigue.
—Joder.
La mano de Lhoki se vio envuelta en una esfera de luz verdosa que lanzó detrás de ellos, formando una barrera mientras salían casi despedidos de vuelta al camino principal por el que los caballos galoparon como locos todo el resto de la noche. Petter apenas si pudo pegar un ojo, temeroso de lastimar al débil Omega entre sus brazos que seguía durmiendo igual que como lo encontraron. Con los primeros rayos del sol lucía más impresionante, casi etéreo. Su aroma era tan pacífico que Petter llegó a dudar que pudiera tener alguna clase de poder que hiciera temer tanto al Gran Khatun de Latveria como para haberlo apresado de tan cruel manera.
—Petter, tenemos problemas.
—No, no, no, no.
Se habían detenido dentro del bosque, pero ya cerca de unos campos después de los cuales había una villa. El problema era que una gruesa formación de guerreros cruzaba en esos momentos. Petter frunció su ceño al notar la dirección que tomaban.
—Van…
—A Mirabile.
—¿Por qué guerreros van a una boda listos para pelear?
—Son refuerzos —susurró el Jotun— No podemos burlarlos.
—¿No dijiste que tu magia era muy buena?
Lhoki entrecerró sus ojos, hizo el cambio en Petter y trató de hacerlo en Charles sin éxito.
—Oh… mierda. Es inmune a la magia.
—Te dije que su poder era diferente.
—Estamos bien muertos. No podemos disfrazarlo. Así no alcanzaremos a mis Devastadores y…
—Sshh.
—¿Ahora qué?
Esta vez Lhoki lanzó una daga de hielo por entre los árboles. Un quejido se escuchó, luego de un sonido como si una rama se quebrara. Una sombra cayó cerca de la carreta. Petter preparó su espada, abrazando a Charles igual que el Jotun con sus manos con esferas de energía.
—¡Paz! —habló una voz con acento Genoshiano— ¡Por favor, paz!
—¡Muéstrate!
Un joven apareció detrás de un árbol con sus manos en alto. Petter se talló los ojos porque se juró que ya estaba alucinando. El muchacho -Beta- tenía la piel demasiado azulada, escamosa. Y sus manos tenían dedos demasiado largos... y solo eran tres. Todo un Genoshiano. Sin embargo, sonrió gentil haciendo una reverencia a ambos, con sus ojos mirando a Charles con una expresión que estaba lejos de ser agresiva. Era como si hubiera visto a los Dioses mismos.
—Mi señor…
—¿Quién eres? —demandó Lhoki.
—Oh, lo siento. Mis modales. Soy Kurt de los Wagner. Genosha. Sirvo a la Casa de la Cruz Caída.
—¿Cómo nos encontraste?
El Beta sonrió más. —Tu magia era muy fuerte y me dije que dos Omegas con características similares a los perdidos en Asgard eran algo que debía seguir. Han encontrado a mi señor, por fin lo encontraron. Gracias, gracias, gracias…
—¡Tenemos que llegar a Mirabile! —casi aulló Petter, interrumpiendo— Solo Charles puede evitar la guerra. ¡Ayúdanos!
—Oh, mis señores. Están en buenas manos. Resulta que puedo llevarlos en un parpadeo.
Chapter 14: Genosha
Chapter Text
Thony se dio un momento para apoyarse en una de las columnas de mármol negro del palacio y tomar aire con una mano en su vientre, cerrando sus ojos. El mareo pasó rápidamente, como si supiera que no era oportuno molestarle, tenía algo importante que hacer.
Bucky estaba en trabajo de parto.
Las emociones y eventos continuos habían adelantado el parto para decepción de su amigo, quien había estado confiado en que T’Challa estaría de vuelta antes de que la primera contracción apareciera. Pues los Dioses tuvieron otros planes. Después de aquel impresionante episodio donde la princesa Shuri desafió a Killmonger y luego al resto de los Señores de la Guerra para darle a Bucky el título de Gran Khan, el cachorro en su vientre deseó conocer el mundo que sus padres estaban gobernando. Era toda una suerte que contaran con la presencia de Ramonda y de su madre, Mhary, ambas mujeres expertas con un aplomo mejor que el suyo para ayudar con el parto.
Recordó el de Faras, una noche de primavera con Faril tocando a cada rato la puerta desesperado al escuchar a su Omega sufrir. Apenas la partera y su madre lo dejaron entrar, corrió a él, besó su mano antes de recibir entre sus brazos a su primogénito, dándole su nombre. Thony sonrió, recuperándose y volviendo a la recámara para seguir ayudando. Había pedido a la princesa Shuri que cuidara del príncipe Thai, de T’Chamna como de Faras mientras ellos recibían al cachorro. Los dos niños estaban asustados, más Faras que no estaba tan acostumbrado como T’Chamna a saber de alumbramientos.
—Un poco más, cariño, un poco más —animó Mhary con esa voz dulce pero firme. Ramonda sujetaba la mano izquierda de Bucky, limpiando su frente del sudor.
El príncipe Shashi nació una tarde de lluvia, llorando con fuerza para demostrar unos buenos pulmones y luego unos pequeños rugidos al no olfatear a su madre cuando le lavaron y envolvieron para tendérselo a Bucky y que tomara esas primeras gotas de leche que le harían un Alfa fuerte. Otra pantera nacía en Wakanda, para alegría de la Nación. Shashi heredó esa piel chocolate clara, cabellos rizados y los ojos de Bucky, quien suspiró hondo al verle sano, besando su frente mientras el cachorro bebía. Ramonda y Mhary terminaron de limpiarle y dejarle descansar, a solas con Thony.
—Es un hermoso bebé.
—Me hubiera gustado que su padre le recibiera.
—Lo hará… Gran Khan.
Bucky gruñó apenas, su cachorro con él en respuesta.
—Todavía falta que se apruebe eso.
—Bueno, si la princesa Shuri plantea su noción con esas espadas, dudo que alguien le rebata algo. ¿Así son todos en esta familia?
—Desafortunadamente sí.
Thony rio, con una mano sobre un brazo de Bucky. —Te dije que las cosas con Ramonda podían cambiar.
—Yo no… esperaba esto. Una vez más, te diste cuenta de cosas que yo no.
—Creo que las sabías, solo que la bruma de la discordia no te permitía ver claro.
—Es verdad.
—Wakanda está segura.
—No por mucho tiempo si…
—Vamos a confiar en que sí, y por los siguientes días, tú tienes prohibido pensar en otra cosa que no sea en ver a ese cachorro gruñón.
—Gracias, Thony.
—Anda, termina de alimentarlo, yo lo llevaré a dormir. Tienes que descansar.
La guerra en Mirabile era un hecho para Thony, y no podía quedarse quieto pensando en el peligro en el que estaría no solo su Alfa, sino el de sus amigos -incluyendo al idiota de Lhoki cuya magia esperaba fuera tan buena como su herencia debía ser- todos reunidos allá en el palacio para recibir a la princesa de Genosha escoltada por un inusual y exagerado número de guerreros como parte de los cortejos finales y tradición aparente de aquella Nación. Thony ya había comenzado a prepararse, luego de que T’Challa le permitiera tener un taller donde entretenerse, con la ayuda de la princesa Shuri había terminado una armadura para él. Aun podía cabalgar y pelear, y eso haría junto a S’teven.
—¿Madre?
—¿Qué sucede, cariño?
—¿Tú también serás Gran Khan?
Thony sonrió a su cachorro, arropándole para dormir. —No lo sé.
—A mí me gustaría que sí.
—Duerme ya.
A falta del Gran Khatun, T’Chamna hizo los honores al día siguiente con su hermanito. Era la costumbre entre los Señores de la Guerra de sangre noble el que, una vez nacido el cachorro, se colocara a los pies de su Alfa padre, sobre una manta en el suelo a modo de presentación. Se suponía que el Alfa olfatearía si era de su sangre, si lo aceptaba como suyo y parte de la Manada, de hacerlo, lo levantaba del suelo para darle su nombre formalmente. T’Chamna estuvo más que emocionado, aguantando el llorar al sujetar a Shashi cuya frente besó en un gesto inesperado, pero que dijo lo mucho que adoraba ya a su hermanito. Una familia unida y fuerte no sería presa fácil de las artimañas de Genosha y Latveria.
Se hizo un pequeño festín familiar, con Bucky ya de pie, aunque todavía agotado por el parto. No tenían idea de dónde o qué pasaba con Petter o Lhoki, lo único que podían hacer era esperar a que llegaran noticias sobre algo inusual en Mirabile. Thony estuvo forjando armas, pensando en todos. No sabía cuándo deberían entrar en acción, pero incluso hizo algunas protecciones para todos los cachorros. Entre mejor estuvieran preparados, su corazón estaría más listo para una batalla. Sentimiento que sin duda compartió con Bucky, inquieto al leer mensajes sobre la marcha de Genosha hacia Mirabile. Demasiados guerreros para una boda, así fuera la del Gran Khatun.
Los Devastadores partieron, según lo acordado entre ellos pese a su ceguera del plan. Valía más que fueran a alcanzarlos como fuera, ya sea para salvarlos o para escoltarlos donde S’teven. Si todo salía bien, ese Omega de la Casa de la Cruz Caída detendría cualquier agresión, e incluso era posible que detuviera la boda. Esto último era algo en lo que Thony no tenía muchas esperanzas.
—Yo pelearé por ti de ser necesario para elevarte a Consorte Regente… o Gran Khan —le confió Bucky una tarde en el taller.
—Primero termina de amamantar a ese príncipe.
—S’teven no morirá.
—Tampoco T’Challa.
—Y debemos salvar a Tor —corearon ambos, riendo luego— No lo sé, Bucky, con cada hora que pasa la zozobra gana terreno en mí.
—Escucha, si ellos ya hubieran fracasado, lo sabríamos. Pero no hay nada de Latveria.
—¿Qué sabes de la princesa Ororo?
—Debemos estar alerta, lo que viera Petter en la frontera de Wakanda parece que está cerca de nosotros. Fue quien trajo a Killmonger en primer lugar.
—Por los Dioses…
—Somos una Manada invencible. Tú lo dijiste un día.
—¿Estaba ebrio?
La acción comenzaría casi a la semana, luego del mediodía cuando llegó un cuervo con un mensaje de los Devastadores. Éxito. Vamos a Mirabile. El corazón de Thony dio un vuelco y casi se desmaya al escucharlo, queriendo hacer mil preguntas. Ahora era su turno. No eran las únicas palabras que trajo ese cuervo, también era el aviso de Latveria encaminándose hacia Mirabile como lo hiciera antes en Genosha para repetir aquel episodio, salvo que ahora el objetivo eran los tres Gran Khatun cuya muerte desataría una nueva guerra de la que no iban a salir airosos. No podían llegar tan pronto a donde su Alfa, y en realidad le estorbaría, pero sí podía ayudarlo desde otro punto.
Deteniendo a Latveria.
—Me gusta el plan —comentó Shuri con una sonrisa segura al escucharle— Wakanda puede moverse y detener a Latveria. Lo suficiente para que Genosha se quede sola.
—El Gran Khatun de Latveria atacará con fuerza —opinó Bucky con Shashi en brazos.
—Solo debemos retrasarlo, no vencerlo.
—¿Qué pasa con el asunto del espía de Genosha? —preguntó Shuri.
—Tendremos que enfrentarlo entre todos —respondió Thony— Excepto tú, Bucky.
—No.
—Tu cachorro…
—No le pasará nada si su madre pelea por unas horas.
—Bucky, no.
—Tú estás arriesgando tu vida por S’teven, ¿crees que me quedaré sentado sin hacer nada por T’Challa?
—Y debemos salvar a Tor —corearon de nuevo, esta vez sin risas.
—¡Vamos! —Shuri los animó— ¿Es que están pensando que las Panteras Negras somos débiles? Latveria aprenderá de una vez por todas que esta Nación puede doblegarla con todo y sus hechicerías. Además, si salimos ya, obligaremos al espía peludo a que salga de su escondite, seguro tiene por misión rebanarnos el cuello. Obligarlo a revelarse será su error.
—¿Le harás lo mismo que a Killmonger? —Bucky arqueó una ceja.
—Yo no.
—¿Eh?
Shuri rio misteriosa, pero estaba segura porque ella ya había recibido un mensaje de la princesa Ororo comunicándole que le dejaba en su poder a Logan como protección a los espías del Gran Khatun de Genosha. Ese pequeño pero bravío guerrero sería quien se encargara de su persecutor mientras ellos llamaban a las armas al resto de los Señores de la Guerra. Bucky dejó a Shashi con Ramonda al igual que T’Chamna, Mhary se quedó con Faras. No hubo poder que hiciera dimitir a Thai, ni a Shuri. Las Dora Milaje estarían para los cachorros, ellos tenían que adelantarse lo más rápido posible para alcanzar a Latveria. Según los cálculos de Thony, los encontrarían en los territorios libres.
—Bonita armadura, Thony.
—Siempre quise un modelo así.
—Si no olieras a Omega panzón pasarías por un Señor de la Guerra.
Thony se permitió una ligera risa. —Lo mismo digo para ti, Gran Khan.
Latveria se toparía con la enorme sorpresa de una muralla de Wakandianos listos para detenerlos. El Gran Khatun, Máscara de Hierro, rugió al ver vivos a esos dos Omegas que estaban interponiéndose en sus planes. Poco sabía que Logan había degollado a su rival cuando persiguió a sus presas en su abrupta salida del palacio. Una de las tantas sorpresas que le esperaban. La siguiente vino de parte de Thony, quien había perfeccionado la resistencia del metal de Wakanda contra hechizos. Su mejor secreto desde que saliera de Mirabile huyendo por su vida.
Bucky llamó a la pelea y en su mente, Thony imaginó a S’teven peleando contra Genosha. Oró a los dioses porque su plan funcionara y no mataran antes a Charles mientras cabalgaba para enfrentarse a la primera línea de guerreros que rieron al olfatear que eran Omegas llevando a la muerte segura a unos Alfas y Betas. Siempre subestimando. Thony miró al cielo, que comenzó a nublarse como si de alguna manera hubiera leído las angustias en su corazón.
—Charles… en tus manos están nuestras vidas —murmuró, alzando su espada.
Mirabile.
Petter tuvo que vomitar, aquello que hiciera ese tal Kurt lo había mareado mucho. Apoyó una mano en una de las rocas que los ocultaban, sobre una colina no muy lejos del palacio real decorado con flores diferentes, pero todas de un mismo color: escarlata. Tambores tocaban anunciando la llegada del cortejo de Genosha con un número peligroso de guerreros escoltando a su princesa, Wanda y al padre de esta, el Gran Khatun, Erik de los Lehnsherr. La también enorme comitiva de S’teven esperaba en las afueras. De no ser por las flores y los banderines de boda, quien viera los dos contingentes pensaría que más bien era una guerra frente al palacio.
Y lo sería pronto.
—¿Ahora qué? ¿Solo vamos frente a ellos y dejamos a Charles? —Petter se limpió su boca, jadeando pesadamente.
—Hay magia rodeando a Genosha.
—¿De la princesa?
Lhoki asintió, mirando ahora a Kurt. —Quédate aquí, solo hasta que yo te llame salta de nuevo frente al Gran Khatun de Genosha. Pero solo hasta que yo lo diga. Pase lo que pase, no te muevas de aquí.
—Pero podemos hacerlo ahora.
—Y terminarás hecho trizas junto con tu señor. No.
—Lhoki —Quill frunció el ceño— ¿Qué piensas hacer?
—Romper el escudo, eso provocará que ataquen, la pelea es imposible de evitar, Petter. Solo así lograremos nuestra misión.
El rubio arqueó una ceja con una sonrisa al escuchar el “lograremos”, mirando hacia el campo y luego al cielo porque comenzaba a nublarse demasiado rápido.
—Esas nubes no son normales.
—Es por la magia de la princesa.
—¿Crees que el hechicero de Mirabile lo sabe?
—¿Por qué crees que está junto al Gran Khatun? Estas nubes son de ambos, su poder midiéndose de forma discreta —Lhoki torció una sonrisa— Creyéndose los dos más poderosos.
—Bien —Petter no dijo nada a eso, sacando sus espadas y subiendo al caballo que trajeron con ellos— Tú, Genoshiano, no vayas a fallar. Muchas vidas dependen de ello.
—No lo haré, señor.
Lhoki miró a Quill, acercándose al caballo para susurrarle en su oído un encantamiento que bloqueara el miedo y obedeciera a su jinete. Levantó su mirada al rubio, tocando sus espadas con una oración.
—¿Me estás protegiendo?
—Porque eres demasiado idiota.
—Gracias.
—Petter, ¿estás seguro?
Este asintió mirando al frente, tragando saliva. —Ya lo dijiste, el Gran Khatun de Genosha no conoce de amabilidad o de paciencia. Tengo que distraerlo para que el amigo azulado pueda devolverle su Omega. Y no puedo permitir que S’teven salga herido. Se lo prometí a Thony.
Un relámpago cruzó el cielo, sin que nadie en el campo lo tomara en cuenta. Las cosas estaban tensándose de repente. Incluso los tambores callaron. Lhoki y Petter intercambiaron una mirada justo cuando una figura pasó por delante del Gran Khatun de Mirabile, como protegiendo a su señor.
—¡Ahora! —gritó Lhoki, azuzando al caballo.
Quill se aferró a las riendas, cabalgando tan aprisa que escuchó el zumbido del viento en sus oídos. Hasta el latir de su corazón, preparado para pelear con los primeros guerreros de Genosha más cercanos. Apenas unos cuantos de Mirabile le vieron porque donde S’teven, acompañado de Tor y T’Challa, sacaron sus espadas al mismo tiempo que el padre de Genosha y sus Señores de la Guerra con la princesa revelando la magia que poseía. Los gritos de guerra apagaron los de Petter queriendo llamar a Erik. De pronto, esas filas ordenadas entre flores se volvieron una marea de guerreros peleando entre sí. Y el Omega abriéndose paso entre tantos brazos y armas, buscando a S’teven.
—¡DETÉNGANSE! ¡CHARLES ESTÁ AQUÍ!
Un guerrero de Genosha derribó su caballo, tumbándolo al suelo. Petter rodó, corriendo en zigzag hacia donde los Alfas principales. Un Genoshiano saltó para caerle encima a Tor, Quill brincó encima de un escudo haciendo lo mismo y tacleándolo. Recibió un corte en su hombro, peleando con el Alfa al que le enterró sus espadas en el vientre, pateándolo lejos. Una maniobra que Tor observó confundido, preguntándose cómo había aparecido ese Omega de la nada, un pensamiento que no duró. La batalla encrudecía. Petter buscó entonces al Gran Khatun de Genosha.
—¡TÚ! ¡CHARLES ESTÁ AQUÍ! ¡CHARLES ESTÁ VIVO!
El aire pareció atraparlo en un puño fuerte, levantándolo muy alto. Quill gritó, notando que esa princesa de Genosha le miraba con odio, deteniendo al hechicero de Mirabile con una mano y otra controlando el aire que comenzó a estrujar a Petter. Este lanzó una de sus espadas, cortando el lindo vestido escarlata de la princesa y parte de su muslo que sangró, liberándolo por el dolor. La princesa usó ambas manos, llenas de energía escarlata que parecieron iban a atacarlo, cuando una marea verde la lanzó muy lejos. Pudo haber muerto de la caída, más un joven la atrapó, corriendo igual que el viento.
Lhoki apareció sonriendo.
Petter continuó con su esfuerzo de llamar la atención de Erik, quien ya peleaba contra S’teven. Recuperando su espada, fue a donde ellos. No era un Alfa, ni tampoco un Señor de la Guerra, tan solo debía estar lo suficientemente cerca para hablarle. Se abrió paso entre esos guerreros con la mirada fija en esos dos, enfrascados en un combate que estaba manchando de sangre sus armaduras. Quill miró una de sus espadas, cambiando la postura, con la punta hacia el suelo al correr y clavar en un hombro del Gran Khatun de Genosha su arma. Claro que le miró, con mucho odio.
—¡Charles está…! ¡Agh!
A un gesto de la mano del Alfa, Quill salió volando lejos del campo de batalla. La lluvia comenzó a caer, entre relámpagos atacando Genoshianos. Lhoki alzó su mano con una esfera de energía. Petter miró hacia la colina, luego a donde Erik. Kurt apareció al lado del guerrero, pero apenas si puso un pie cuando un muro escarlata lo lanzó contra la muralla del palacio de Mirabile junto con Charles. Petter abrió sus ojos de par en par, corriendo a ellos tan rápido como pudo, alcanzándolos casi en el suelo. Usó su cuerpo como una cama donde caer, escupiendo un poco de sangre por sus huesos rotos al recibir ambos pesos.
—¡Kurt! ¡Kurt! ¡Maldita sea! ¡Mierda!
El Genoshiano estaba inconsciente por el golpe. Petter abrazó a Charles, quitándole el vendaje de los ojos, seguía durmiendo como si no hubiera una jodida batalla frente a ellos. Lhoki estaba siendo atacado por ambos hechiceros, una porque estaba airada y el otro porque no sabía que era aliado. El Gran Khatun de Genosha estaba usando su propia hechicería, tumbando a S’teven contra el suelo para ahogarlo, aplastando su armadura contra su cuerpo. Tor fue derribado por un grupo de guerreros, igual que T’Challa quien perdió de pronto su espada por una lengua de sapo que se la arrebató.
—No, no, no, no… —Quill castañeó sus dientes, mirando de nuevo a Charles a quien sacudió— ¡Despierta! ¡Charles despierta! ¡Todos van a morir si no despiertas!
Sollozó, desesperado. No tuvo más remedio que levantar una mano y darle una bofetada al durmiente Omega con todas sus fuerzas.
—¡CHARLES, DESPIERTA!
Todos salieron volando por los aires cuando la tierra retumbó con tal fuerza que pareció una manta agitada por el más fuerte viento. Charles abrió sus ojos, que brillaron como si el sol estuviera dentro de ellos. Las nubes se arremolinaron furiosas sobre ellos. Petter tragó saliva, pero no le soltó, algo le dijo que no lo hiciera.
—¡Erik está aquí! —fue lo primero que vino a su mente al no saber qué decirle.
Con todos cayendo al suelo, la vista del Omega de la Casa de la Cruz Caída fue clara al elevarse en el aire con esos ojos brillantes, su cabello flotando y brazos extendidos. Quill buscó a Lhoki, quien asintió asombrado, levantándose como algunos pocos que no dieron crédito a lo que veían. Como el Gran Khatun de Genosha, cuyos ojos se abrieron de par en par, soltando armas, cayendo de rodillas.
—Charles…
Este voló al Alfa, mirándole con esos ojos de sol, sonriéndole con ternura y levantando una mano para tocar el rostro manchado de sangre, retirando su yelmo. Erik apretó sus dientes, llorando en la lluvia que empapaba a todos. Sus brazos rodearon a Charles, atrayéndolo a su pecho con fuerza. Nadie se movía. Ya no pelearon, por miedo a lo que había pasado o porque no entendían que significaba todo aquello. S’teven intercambió una mirada con sus amigos, no muy lejos de Erik y Charles. Todo aquello había sido abrupto, caótico y de pronto, como un milagro se había detenido la guerra.
—Charles…
Los ojos de este fueron perdiendo ese resplandor hasta quedar unos ojos azules húmedos, de mirada bondadosa. El Omega alzó una mano, tocando la mejilla del Gran Khatun que lloraba todavía.
—Alfa…
Erik casi aulló, meciendo a Charles entre sus brazos. Lentamente, la lluvia fue cesando y las nubes se despejaron dejando que el sol les tocara. Petter recordó como respirar, girando su rostro para ver a Lhoki. Aquel Omega estaba siendo ayudado por Tor para caminar hacia esa extraña pareja de Genosha, junto con T’Challa y S’teven. Una punzada de dolor ajena a sus heridas atacó el corazón de Quill. Tor solo tenía ojos para Lhoki, incluso le sonreía pese a que no hace mucho hubiera huido de Asgard en su boda. Preguntas que serían respondidas felizmente. Lhoki era un héroe a sus ojos. Se talló un ojo aprisa, levantándose para ir con todos ellos. El Gran Khatun de Genosha levantó en brazos a su Omega, quien cerró sus ojos por la luz del sol que le lastimaba. Erik miró a su par de Mirabile.
—No mentiste.
—Jamás te hubiera arrebatado a tu Omega, Erik.
—¿Dónde estaba? ¿Dónde?
—Eso debe preguntárselo el Gran Khatun a Latveria —respondió Lhoki.
—¿Qué? ¿Latveria? —Erik gruñó, apretando a Charles contra él.
—Asgard, Wakanda y Mirabile nunca fueron tus enemigos, Erik —dijo T’Challa ahora— Todo lo que quisimos hacer ese día fue proteger tu boda.
—Charles… —Erik besó de nuevo sus cabellos— Necesita atención.
—Mi palacio está a nuestras espaldas —ofreció S’teven.
—Genosha ya no atacará. Yo…
—Hablemos dentro —Tor intervino— Creo que todos tenemos heridas y muchas preguntas.
—Que serán respondidas —sonrió Lhoki.
Petter estaba un par de metros atrás, sonriendo para no llorar al ver cómo Tor enlazó su mano con Lhoki cuando dieron media vuelta, siguiendo al Gran Khatun de Genosha con Charles en brazos. La princesa Wanda junto con su hermano y todos los guerreros confundidos todavía les siguieron. Él no. Se quedó ahí viendo pasar a todos ellos con un nudo en la garganta. Kurt despertó, alegre de ver aquella escena y luego buscándole, con una mano en la cabeza al notar un ligero chichón.
—Lo logramos, mi señor. Detuvimos la guerra.
—Sí… —Quill tragó saliva, luego parpadeando y jalando aire— ¡Por los Dioses! ¡Tú! ¡Llévame…! ¡Llévame cerca de Wakanda! ¡Tengo que ayudarlos!
—¡Claro, mi señor! ¡Sujétese!
Ambos desaparecieron, estaban ya solos en aquel campo cuando lo hicieron. Solamente Lhoki los había visto partir de esa manera, por una ventana del palacio. El Omega de Jotunheim estaba serio, levantando su mentón luego y volviendo dentro para atender a los heridos, así como responder las preguntas que esos Alfas iban a tener una vez completamente serenos.
Petter encontraría a un ejército de Wakanda y guerreros de Genosha rebeldes a su Gran Khan que habían llegado de último momento, bailando luego de que hubieran hecho huir a Latveria. Aparentemente, su hechicería perdió fuerza en un momento dado, como si de alguna manera Genosha ya no les hubiera apoyado desde lejos. El rubio corrió a donde sus dos amigos, no creyendo ver a esos estúpidos Omegas en sus armaduras todos sucios de lodo y sangre celebrando como si uno no hubiera acabado de parir y el otro no estuviera gestando. Los abrazó con fuerza, permitiéndose llorar un poco al verlos vivos, aprovechando para sacar un poco de su dolor.
—¡Idiotas!
—¿S’teven está bien? —fue lo primero que preguntó Thony.
—Estoy bien gracias, no se preocupen. Y sí, tu Alfa está raspado, con un par de moretones, pero vivo. También el tuyo, Bucky. Qué suerte tienen de verdad.
—¿Y Tor? —preguntaron ambos.
Quill sonrió de fingido. —Todo en orden. Me duele el cuerpo ¿saben? Casi me estrujen, me patearon, salí volando por los aires y muchos guerreros quisieron cortarme la cabeza. También tengo rotos algunos huesos. ¿Podríamos ir al palacio a que me consientan?
—Depende del Gran Khan —rio Thony más aliviado.
—¿Quién es el Gran Khan?
—Yo —respondió Bucky, disfrutando de la cara que hizo Petter— Vamos, es cierto que ya pasamos mucho tiempo peleando, es hora de regresar.
—Lo logramos —Thony sonrió, limpiando una lágrima traicionera.
—Porque estoy yo —bromeó el rubio, con un brazo alrededor de cada hombro de su amigo— Todavía no se resuelve todo, pero al menos por el día de hoy podemos celebrar que tendremos un futuro.
—Vamos a casa.
—Como tú ordenes, Gran Khan. ¿Es en serio? ¿Gran Khan? Quiero la versión completa de eso, con lujo de detalles.
Chapter 15: TRES BODAS
Notes:
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Chapter Text
Hubo tres bodas.
La primera, por supuesto, fue en Genosha entre el Gran Khatun, el Amo del Acero y el último descendiente de la Casa de la Cruz Caída. Claro que hubo quienes se opusieron porque al ver el cuerpo de Charles eran obvias las razones para haber nacido así. Pero Asgard, Wakanda y Mirabile estaban ahora del lado de Genosha y eso calmó los ánimos. Lhoki no había mentido respecto a los poderes de aquel Omega, que una vez recuperado pudo salir para ser visto por su pueblo. En cuanto sus patas de lobo tocaron el suelo, este reverdeció, cuando se acercó al río Kirby, este volvió a tener aguas que llenaron sus caminos. Mhary sería quien dijera que ese Omega bien podía haber nacido “deforme” por los pecados de su casa, pero su corazón noble agradaba tanto a los Dioses que estos le otorgaban poderes.
Todos estuvieron invitados, incluyendo a la perversa Latveria que fue castigada con sellos que anularían su magia por varios siglos o hasta que enmendara sus crímenes. Muchos pensaron que el Gran Khan de Latveria iba a vengarse, no contaban con que ahí también había un Omega que podía frenarlo, cambiar las cosas como aquellos cuatro lo habían logrado. Reed Richards. A Thony le pareció una persona de lo más interesante, quien parecía esperar por una oportunidad para hacer algo bueno. Como fuera, su Alfa perdió interés en eso de reclamar injusticias, aceptando la sentencia que le dieron en su juicio cuando los ánimos se calmaron lo suficiente para pensar con cabeza fría.
Erik pudo terminar el rito de la barca y el río, y se celebraron las bodas como debió suceder hace muchos años. Siendo que su consorte había fallecido por la peste que trajo la guerra, Charles tomó ese título, que Petter apostó a que cambiaría cuando todos se enteraran de lo que había pasado en Wakanda con Bucky. Los Omegas eran vanidosos y más si tenían parejas que podían cortar cabezas con tal de hacer su voluntad. Después de todo, cuando T’Challa regresó a su Nación y supo lo del título del Gran Khan, lanzó un desafío a todos sus Señores de la Guerra por si alguno todavía dudaba de ello. A ese desafío se le unió M’Baku.
Nadie respondió, aceptando el rango nuevo de Bucky.
Quien además encontró en Ramonda una madre luego de que hablaran por segunda vez con mejores resultados. Había un cachorro recién nacido de por medio cuya presencia calmaba el ambiente. Así que la boda de Genosha duró sus tres días tradicionales, luego de los cuales Charles obsequió a los Grandes Khatunes de las Naciones invitadas un regalo que reafirmara su alianza, la paz y que Genosha ya no haría tampoco trampas contra ellos. Algo de lo que no tuvieron duda, Erik era otro a su lado. Incluso sonreía cuando lo había dejado de hacer desde que su Omega desapareciera.
La segunda boda fue de Thony, cuando pasó toda la algarabía por el enfrentamiento en Mirabile y la posterior boda de Genosha, S’teven anunció que ya se había desposado con la madre de Faras, Garra de Oso y que ahora volvería a su lado como su consorte. Era el Alfa de Alfas, así que los preparativos fueron largos porque Thony saldría desde Wakanda en un cortejo nupcial hasta el palacio de Mirabile donde se haría la ceremonia formal de su boda. No más esconderse ni preocuparse. Petter y Bucky fueron de los más divertidos con el asunto, bromeando con su amigo por todos los regalos de aquel Alfa, su traje nupcial, la corte que le acompañaría.
—Una broma más y los excluiré de mi boda —amenazó Thony con el rostro de colores.
Estaba emocionado, con el cachorro en su vientre sus emociones fueron mayores, muriendo de nervios el día en que T’Challa lo escoltó fuera del palacio rumbo a Mirabile con toda la pompa que se merecía el futuro Consorte Regente de S’teven de los Rogrs. Faras tuvo que sostener su mano todo el trayecto para que se tranquilizara. Su hijo era otro emocionado, por partida doble. Por su madre que al fin tendría el reconocimiento merecido y porque el Gran Khatun de Mirabile también anunció que su Heredero sería nada menos que Faras, Garra de Oso. Algo que hizo llorar en definitiva a Thony por más que quiso guardar la compostura. Era inaudito, porque su hijo no llevaba la sangre de su Alfa, más este lo reconocía como un hijo suyo.
Doncellas dejando flores por el camino delante, músicos tocando las melodías nupciales y esa larga caravana darían de qué hablar por unos buenos años. La sonrisa de Thony creció al ver a S’teven esperándole, en su armadura completa con ese listón de su casa para colocarlo en su muñeca frente a todos, no escondidos en un bosque. Sintió unas ligeras pataditas de su cachorro, como si estuviera también alegre por la boda. La fiesta duró igualmente sus tres días acostumbrados más uno más de juegos en los que los aguerridos Alfas midieron sus fuerzas para honrar a los nuevos señores de Mirabile.
—Ahora yo me tendré que inclinar ante ti.
—Bucky, lo haces y juró que te robo a Shashi.
—Voy a extrañarte, ¿sabes? Ya me había acostumbrado a los escándalos de tu taller.
—No lo retires, iré a visitarte.
—Felicidades, Thony.
—No estaría aquí en esta incómoda silla de no ser por ustedes.
Ambos miraron a un distraído Petter. Ese Omega sonreía, pero la sonrisa no correspondía con el resto de su expresión. Sabían la razón, y esperaban tener la oportunidad de hacer algo pues ahora todo dependía realmente de lo que su amigo decidiera. Mientras tanto, brindaron, rieron, bromearon e hicieron la promesa de volverse a reunir antes de que naciera el cachorro de Thony.
—Tenemos que estar cuando ese latoso quiera conocer el mundo —prometió Petter.
—Falta un poco, pero gracias. Seguro querrá ver las caras de quienes lo picoteaban en el vientre.
La siguiente boda fue en Asgard.
Cuando Tor escuchó la historia de Lhoki, no hubo ofensas ni enojos. Entendía y estaba sorprendido de la temeridad de aquel Omega de Jotunheim. Así que volver al asunto de la boda fue sencillo, animado además por las otras dos anteriores pues si algo disfrutaba el padre de Asgard eran las fiestas donde abundara el vino. Bucky y Thony le pidieron a Petter que hablara con el Alfa, pero su amigo permaneció con los labios sellados sin dar razones para ello, si bien aceptó acompañarlos con la expresión más sombría que le hubieran visto en todo ese tiempo.
Fue como revivir ese episodio donde hablaran con Lhoki para convencerlo de hacer una locura que salvara a todos. Ahí estaban de nuevo, solo que ahora el Jotun los recibía como un amigo más. De hecho, pidió hablar a solas con Petter antes de que iniciara la ceremonia, como un regalo de bodas de su parte, cosa que no le pudieron negar. Se lo había ganado.
—¿Qué quieres decirme? —preguntó Petter, muy sereno.
—Dame tu mano.
—¿Otra vez vas a cortarme?
—Sí.
Petter arqueó una ceja, bufando, pero si le tendió su mano preguntándose qué locuras pretendía ahora ese hechicero. Solo fue un pequeño corte en su palma, dejando caer un par de gotas sobre un sello mágico. Lhoki sonrió, haciendo ese gesto conocido para el rubio, quien jadeó al ver que intercambiaban apariencias.
—¿Qué…? ¡LHOKI!
—¿Sabes? Lo pensé mucho, Tor pudo hacerme sentir algo que jamás creí que llegaría a experimentar por Alfa alguno. Pero ahí también radica el problema como te dije esa vez. Solo conozco su mundo, solo lo conozco a él. Así no puede funcionar lo nuestro. Quiero ver el mundo primero antes de entregarme.
—Pudiste…
—Y él hubiera esperado, pero su corazón ya ha sufrido muchas decepciones, Petter. No se lo merece. Todos sus amigos están dichosos, a su alrededor hay sonrisas, fiestas, alegría. Él también debe sentir eso en su propia casa. Por eso lo dejaré con quien jamás le traicionaría, alguien que le amará por sobre todas las cosas.
El rubio tragó saliva, queriendo llorar. —Lhoki, no… se dará cuenta. Se van a dar cuenta.
—No con esto —Lhoki le entregó el sello— Cuando lo quemes, tu verdadera forma se revelará. Por si acaso necesitas hacerlo, mis nanas te cuidarán como si fuera yo. Ellas saben de esto y te apoyarán.
—Lhoki…
—Hazlo feliz, como debe ser, Petter.
—Pero, pero… vas a volver, ¿cierto? Dime que lo harás. Él te eligió, a ti.
Lhoki le miró en silencio, riendo para sí. —A veces eres ciego para ciertas cosas, capitán de los Devastadores. Y sí, volveré. Cuando esté seguro de lo que siente mi corazón.
—Esto es un pésimo plan.
—Nuestra especialidad.
Petter jadeó, tallándose un ojo mientras Lhoki le abrazó, señalándole las ropas nupciales que usaría. Si tenía la firme idea de negarse, porque era un engaño. No pudo. Porque también fue algo que deseaba con todas sus fuerzas, por lo que había llorado las noches anteriores. Lhoki se marchó con su apariencia, y él se quedó para ser el Omega que se desposaría con el Gran Khatun de Asgard. Una enorme, increíble, gigantesca mala idea que pidió a los Dioses le concedieran la vida al menos para no ser descubierto en todo ese tiempo que duraba la fiesta.
Tomar la mano de Tor, escuchar los votos, decir los suyos, era como un sueño y se dijo que podía vivirlo. No iba a quedarse tampoco tanto. Solo era…
Asgard se llenó de júbilo por esos días en que bailaron, festejaron, hicieron más concursos y presentaron los obsequios a la nueva pareja. La noche de bodas iba a ser otro tema, Petter confió en que Lhoki hubiera pensado en ello con su hechizo, apostó que el muy bastardo era lo suficientemente inteligente para abarcar todas las posibilidades que a él se le escapaban entre los nervios y la felicidad de estar al lado de ese Alfa que sonreía dichoso como si estuviera en el paraíso sentado entre los Dioses. Un aguijonazo de culpa le atacó, pero lo dejó para luego, cuando hablara con la verdad porque se prometió hacerlo. Tan solo quería un poco más, un pedacito de esa felicidad que jamás volvería a tener.
Por eso quizá se sintió como si fuera primerizo con Tor una vez que estuvieron a solas en la recámara del Alfa, con su cama decorada para ambos. Esos besos, las caricias y el aroma que prometía protección, cariño, fidelidad y una vida dichosa le sacaron lágrimas que igual se pudieron confundir cuando el Gran Khatun por fin le poseyó. Petter se aferró a él, besándolo con ansiedad, enredando sus piernas con las del guerrero, empujándole contra él para sentirle por completo. Ese Nudo. La Marca. Cosas que posiblemente desaparecerían una vez que rompiera la ilusión. Pero esa noche y parte de la madrugada, solo existieron Tor y él, como uno solo, sus cuerpos unidos entre susurros de amor.
Al amanecer, la culpa en Petter lo hizo despertar antes. Miró el rostro relajado de su Alfa, sonriéndole antes de llorar un poco y levantarse de su cama, buscando ese sello escondido entre las ropas maltrechas por manos ansiosas que habían querido verlo desnudo. Tomó aire, buscando uno de las velas todavía encendidas que habían dejado alrededor en donde quemó lentamente ese sello, recuperando su forma real, la que Tor despreciaría. Se sentó junto al guerrero, así como estaba desnudo con las marcas en su cuerpo de dientes, manos firmes que habían reclamado su cuerpo.
—Yo… —Petter se mordió un labio, limpiando una lágrima de un ojo— Yo lo siento mucho, sé que para ti tu boda era con Lhoki. Un Omega casto, inteligente, hechicero, un hijo de perra… que te ama con todo y sus tontas dudas. No te mereces a alguien como yo. Perdóname por mentirte. Vas a odiarme y eso está bien, en verdad. Tu desprecio y la pérdida de tu Marca como de nuestro Vínculo es bien merecido. Incluso si quieres cortarme la cabeza estará bien. No voy a esconderme.
El Omega sollozó un poco, dejando caer su cabeza, sus lágrimas cayeron sobre sus manos en sus muslos y parte de estos.
—Sólo quería sentir que era tener esto… que me llamaras tu Omega… y… y… que me amas… sé que estuvo mal y es horrible. Los Dioses van a castigarme. Acepto su sentencia. Perdóname, Tor. Te amo, ¿sí? Mucho. Tanto que me enfrenté a espinas hechizadas, Alfas que saben usar hechizos y escuchar a un par de Omegas con planes muy locos… para protegerte. Eres mi mundo… aunque yo jamás seré el tuyo. Gracias por haberme hecho sentir que era importante para ti….
—Lo eres.
Petter casi se cayó de la cama por el susto de escuchar a Tor hablar tan calmado, bien despierto quien sabe desde qué momento, observándole recostado como estaba. Los labios del Omega temblaron al querer hablar algo, pensando en cómo se sentiría ser decapitado. Su Alfa negó, alzando una mano que alcanzó sus mejillas húmedas, limpiando con un pulgar esas lágrimas.
—En mi vida jamás creí sentir lo que era ser cortejado. Siempre había sido al revés, el Alfa intentando agradar al Omega, no en sentido inverso. ¿Crees que yo habría de ofender a los Dioses con semejante regalo?
—P-Pero…
—Fue un buen hechizo, pero hay cosas que no pueden disfrazarse, Petter.
—¿Sabías que era yo?
—Desde que apareciste en el templo.
—¡¿Y por qué no dijiste nada?! —Petter jadeó, con las mejillas rojas.
—No quería perderte.
Quill se quedó callado, preguntándose si Tor no lo había descalabrado y estaba alucinando todo aquello. Sus ojos se llenaron de lágrimas una vez más, dejándose llevar por el brazo del Gran Khatun que lo atrajo a su pecho donde buscó refugio.
—Debe ser un día de dicha, no de llantos.
—Lo siento.
—¿Por qué? ¿Por hacer locuras por amor?
—… un poco sí —Petter levantó su rostro, sorbiendo su nariz— Te prometo que buscaré a…
Un dedo lo silenció. Tor negó, besando su frente. —Ya no debes hacer nada, solo quedarte a mi lado y permitirme sentir una vez más la fuerza de tu cariño.
—¿Por fuerza te refieres a palabras dichas con amor o mis maneras para seducir?
—Ambas, pero no tengo nada en contra si pruebo otro poco de tu cuerpo.
S’teven le preguntaría a Thony si acaso en Asgard habían adoptado la manera de hacer las cosas de tal suerte que todos pudieran cuestionarse si no se habrían vuelto locos. Eso a raíz de que su amigo Tor anunciara a Petter de los Quill como su consorte y no a Lhoki de Jotunheim, con quien se suponía que se había desposado.
—Tor se merece a Petter, si hace cosas así. Son tal para cual.
—¿Cómo logró…?
—Sshh —Thony rio, aliviado por aquella noticia, tomando una mano de su Alfa que posó sobre su vientre ya prominente— Siente a tu hijo.
—¿Hijo?
—Para mi desgracia, será un varón. Quieran los dioses que el siguiente sea una niña.
—El siguiente, ¿eh?
—Cuando yo lo decida.
—Oh, está bien —S’teven besó su mano y su vientre— Estoy a tus pies, milord.
Nadie supo dónde estaba Lhoki, ni siquiera los buenos espías de Wakanda que T’Challa envió para mantener informado a su amigo de las andanzas de ese escurridizo Omega que definitivamente tenía un don especial para evadir bodas. Siendo capaz de adoptar otros rostros, Lhoki prácticamente desapareció de la vista de todos, aunque de vez en cuando Bucky llegó a sentir que estaba cerca de ellos cuando salían a pasear en familia. Quizá era ese anciano sonriéndole de lejos o la niña que se acercaba corriendo a regalarle una flor. No pudo estar seguro, solo fue un instinto propio de su entrenamiento. O que su pequeño Shashi también lo percibía.
—¿Qué tanto mira nuestro hijo? —preguntó Pantera Negra, al notar que el bebé clavaba sus ojos con suma atención hacia la multitud reunida en la presentación de Thai como guerrero.
Bucky miraba entonces, buscando unos ojos maliciosos entre la gente. Shashi reía como si le hubieran dicho algo, balbuceando alegre y volviendo su atención a los collares de su padre en cuyo regazo estaba. El Omega quedaba consternado, suspirando nada más. El tiempo devolvería a Lhoki a donde pertenecía.
Y fue así.
Pasados dos años, en los cuales nació el cachorro de Petter, Anke, cuando una tarde entró el Jotun en el palacio Valhalla como si no hubiera transcurrido el tiempo y solamente hubiera dado una vuelta por los jardines. De nuevo vino una conmoción, pero la gente de Asgard estaba hecha de otra madera y poco después se anunciaba que el Gran Khatun tomaría otro Omega. Una boda que levantó todo tipo de comentarios chuscos, diciendo que era la tercera vez que pasaba. Los Dioses debían tener algo con ese Lhoki para que siempre se interrumpiera. No esta vez, esta vez Tor si tuvo la mano de ese hechicero entre las suyas, escuchó sus votos y recibió la cinta de su casa en su muñeca.
Contrario a lo que muchos pudieron suponer, Petter no estaba ni remotamente celoso. De hecho, le alegró mucho el que Lhoki por fin volviera, recibiéndole con gusto y presentándole a su hijo que era la viva imagen de su Alfa. Fue Petter quien estuvo más involucrado en los preparativos de la boda, si haciéndole la broma de vigilar al Jotun no fuera que se escapara de vuelta. Él fue quien dispuso todo en la recámara de Tor para la noche de bodas, sin recelos ni tampoco tristezas. Los acompañó hasta la puerta donde los despidió colocando una corona de flores en sus cabezas en símbolo de aceptación. Cuando Petter se dio media vuelta, Lhoki le detuvo, sujetando su mano.
—Tú también.
Fue todo lo que le dijo, tirando de un asombradísimo Quill quien se dejó arrastrar con Tor sonriendo de oreja a oreja. Definitivamente Lhoki había conocido mundo y lo dejó claro esa noche. El cachorro de Lhoki sería el último de esa generación en nacer, casi enseguida que el de Charles, en el tiempo en que se anuló la obligación de tener un harén, quedando más como una opción si y solo si los Omegas estaban de acuerdo con ello.
—Deberíamos ir a Latveria —comentó Lhoki un día en que se reunieron sus Alfas y, por ende, ellos también.
—¿Otra vez?
—Hay que hacerle compañía a Reed. Lo veo muy solo.
—Es lo que le decía a Bucky —apoyó Thony, echando un vistazo a su pequeño cachorro revolcándose en el pasto con el resto de los niños— Después de todo, también es un regente como nosotros. Hay que llevarnos bien entre Omegas para que los Alfas no pierdan la cabeza.
—¿La de arriba o la de abajo? —bromeó Petter haciendo reír a los demás, incluyendo a un completamente recuperado Charles.
—¿Solo tocamos a la puerta y ya? —inquirió este sin perder su sonrisa.
—Si no nos quieren abrir la puerta nos podemos subir por una ventana —ofreció Bucky.
—Que poca fe de ustedes, sé que Reed tiene en la palma de su mano a su Alfa, si él le pide que nos reciba, nos va a recibir —Thony arqueó una ceja— El secreto de todo Gran Khatun es un Gran Khan que le susurra qué hacer.
—Por los Omegas que gobiernan las Naciones —Lhoki levantó su copa.
—¡Que vivan los Omegas! —brindaron los demás.
—No, ya en serio, ¿con qué pretexto vamos a Latveria? —Petter los miró a todos.
Charles pareció quedarse serio, pero luego sonrió. —Reed necesita ayuda. Consejos. De Omegas que ya han tenido cachorros. Omegas de su rango.
—¿Se enojarán nuestros Alfas si nos vamos sin su permiso?
—¿Y por qué íbamos a pedirles permiso?
—Thony, eres un provocador.
—Recojan a sus cachorros, partimos enseguida.
FIN
Notes:
¡Gracias muchas infinitas por leerme!
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BekaBlackSL on Chapter 13 Wed 17 Nov 2021 06:33AM UTC
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Calipso Plisetsky (Guest) on Chapter 13 Wed 17 Nov 2021 07:15PM UTC
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clumsykitty on Chapter 13 Fri 19 Nov 2021 04:39AM UTC
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Anairafuji on Chapter 14 Fri 19 Nov 2021 10:24PM UTC
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clumsykitty on Chapter 14 Sun 21 Nov 2021 05:29PM UTC
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BekaBlackSL on Chapter 15 Sat 20 Nov 2021 03:56AM UTC
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clumsykitty on Chapter 15 Sun 21 Nov 2021 05:29PM UTC
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Anairafuji (Guest) on Chapter 15 Sat 20 Nov 2021 04:25AM UTC
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Carola_Canela on Chapter 15 Sat 20 Nov 2021 10:23PM UTC
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clumsykitty on Chapter 15 Sun 21 Nov 2021 05:30PM UTC
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Chttk on Chapter 15 Sun 21 Nov 2021 04:43AM UTC
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clumsykitty on Chapter 15 Sun 21 Nov 2021 05:30PM UTC
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Amaltea on Chapter 15 Mon 22 Nov 2021 02:47AM UTC
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clumsykitty on Chapter 15 Thu 25 Nov 2021 05:05PM UTC
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Nian on Chapter 15 Mon 22 Nov 2021 06:32AM UTC
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clumsykitty on Chapter 15 Thu 25 Nov 2021 05:06PM UTC
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