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Potencial Ilimitado

Summary:

Retelling/AU Mega Man X. Primero en la serie "Variables". Cien años han transcurrido desde los días del Bombardero Azul, y el legado del Dr. Light se ha convertido en leyenda. Durante una excavación, el Dr. Cain se encuentra la última de las creaciones de Light: una máquina que responde al título de "Mega Man X".
Antes de darse cuenta, X se encuentra en un mundo que no entiende, y su diseño es utilizado para crear una nueva línea de máquinas. Estos seres plenamente conscientes y sensibles serán conocidos como Reploides.
Pero el futuro da un giro inesperado para mal, y algunos Reploides comienzan a atacar a los humanos. Este comportamiento "Maverick" lleva a la creación de una organización dedicada a lidiar con estos incidentes. Dicha organización es conocida como los Maverick Hunters.
Cuando el líder de los Hunters, Sigma, se rebela y declara la guerra a la humanidad, X debe levantarse y usar su buster. Aunque desprecie la violencia, deberá tomar parte en este conflicto para salvar al mundo. Porque nadie más puede hacerlo.

Historia original escrita por RockmanGurlX, traducida por su servidor. Incluye personajes de la saga X y la Clásica (canon y otros materiales incluyendo mangas y spinoffs).

Notes:

Chapter 1: Desde el pasado y hacia el futuro

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

10 de abril, 210X…

El Dr. Phillip Cain observaba las diversas notas frente a él, pasando sus dedos por los papeles llenos de polvo. Menudo hallazgo, fue lo que pensó. Esto no era menos que absolutamente increíble, y aun así, no habría podido prever que nada de esto sucediera.

Inicialmente había partido en esta expedición buscando descubrir fósiles de vida vegetal antigua de la época del Mesozoico; específicamente, una que probase que sus teorías en relación a pruebas potenciales de dos hallazgos bien documentados se encontraban conectadas, y que tal vez hubieran descendido de una misma muestra que había sido descubierta recientemente. Pero luego de partir, no había tenido otra cosa que mala suerte. Había pasado un mes completo desde que él y su equipo se habían establecido aquí, en medio de una tierra desecha y abandonada en busca de la anhelada prueba de sus estudios, y francamente, había empezado a perder las esperanzas.

Al menos, así era hasta el día de ayer.

Luego de establecer el campamento en una nueva locación, Cain y su equipo establecieron la cuadrícula preliminar para trabajar. Pero apenas pusieron el equipo en funcionamiento, detectaron unas extrañas lecturas en la locación E-46. Si bien solo era especulación, parecía ser algo con propiedades metálicas que estaba sepultado en lo profundo de la tierra. Lo que sería con exactitud, nadie lo sabría, pero sin dudas tenía que ser "algo".

Y lo que encontró no se podría describir con otras palabras que no fueran increíble e imposible.

Enterrado en medio de este paisaje seco y yermo, estaba lo que parecía ser un pequeño laboratorio oculto. Uno que había permanecido sepultado durante un largo tiempo. Cain todavía recordaba el eco mientras él y unos cuantos valientes más se aventuraban, con sus linternas siendo una de las pocas comodidades que tenían mientras exploraban. Solo podía especular, y había demasiados detalles faltantes para construir una imagen de lo sucedido, pero no podía evitar pensar que algo había ocurrido aquí. Alguna clase de conflicto… o una batalla.

Era irónico que algo como eso le viniera a la mente, considerando lo que encontraron después.

Uno de los hombres más jóvenes que estaba junto a Cain los llamó, decidiendo chequear una de las habitaciones que estaba al otro lado. Adentro había unos papeles tendidos que se habían deteriorado significativamente, pero aun así se las arreglaron para descifrar parcialmente algunos de ellos. Y lo que descubrieron casi le provocó un ataque cardíaco a Cain, pues le pertenecía a un hombre cuyo nombre literalmente era una leyenda no solo para el mundo de la robótica, sino para la comunidad científica y la humanidad en general.

- Dr. Light. – repitió Cain para sí mismo. Si no tuviese estos papeles frente a él en este momento, jamás lo habría creído. En el segundo en que pudo hacerlo, el adulto mayor se retiró a su tienda, y comenzó a revisar las notas que el equipo había recolectado, verificando hasta el último detalle de los reportes. – ¿Qué estuvo haciendo en este lugar?

Las notas hablaban con lujo de detalles de lo que parecía ser un proyecto muy peculiar. Debía serlo, considerando que el Dr. Light había hecho un esfuerzo por construir un laboratorio en un área tan remota como ésta, aunque el hecho de si estuvo siempre bajo tierra o no seguía siendo un misterio. Aunque el misterio de lo que las notas llamaban "la cápsula" fue lo que más tenía cautivado a Cain en ese momento. No era estrictamente descriptivo, pero una porción del texto podía ser descifrada claramente.

Cain se dirigió a su litera, pero no dejó de leer, y apenas se quedó dormido cerca del amanecer. Si lo que estas notas decían era cierto, eso significaría que, en alguna parte, en lo profundo de este lugar tan oscuro y escondido del mundo exterior, descansaba un proyecto del Dr. Thomas Light. En lo profundo, bajo la tierra, esperando a ser descubierto.

Y él sería el hombre que lo desenterraría.


13 de abril, 210X…

Los ojos de Cain se ensancharon al tamaño de platos al ver lo que había frente a sus ojos. Medía unos catorce metros de alto y ocho metros de ancho. La "cápsula" mencionada en las notas del Dr. Light finalmente había sido encontrada.

Habían pasado un par de días desde que Cain y su equipo se habían aventurado más dentro del laboratorio, y su viaje había sido lento debido a no saber qué tan inestable podría ser el lugar. Así que, era irónico lo que estaban buscando se encontraba debajo de un techo colapsado. Pero más impresionante aún, era que la cápsula parecía estar intacta y en condición decente (considerando la cantidad de desechos que le habían caído encima).

La cápsula había sido trasladada a la superficie, pero fue todo lo que se llevaron, ya que nadie tenía la confianza para quedarse allá abajo por mucho tiempo, en caso de que el laboratorio fuese a derrumbarse. Después se podrían hacer más búsquedas con calma. La cápsula había sido colocada en una tienda que tenían de sobra, ya que en lo que concernía a Cain, éste era un hallazgo mucho más extensivo y crítico que cualquier fósil de vida vegetal. Todo mundo estaba haciendo preguntas y formulando teorías sobre lo que podría haber en su interior, aunque el propio Cain se encontró sintiendo algo de ansiedad pese a la emoción inicial.

Ciertamente, como había dicho uno de los miembros más jóvenes del equipo, era una creación del Dr. Light. Cualquier cosa que había sido creada por un hombre cuyo legado consistía completamente en defender la paz y demostrar cómo, a pesar del daño causado por otro infame científico, los humanoides mecánicos podrían llevar a un futuro mejor. Con todo, Cain tenía sentimientos divididos.

En última instancia, se decidió que la abrirían mañana. Los indicadores de funcionamiento estaban todos en verde, lo que indicaba que era seguro abrirla. O más bien, que estaba lista.


14 de abril, 210X…

- Creo que ya es hora. – Cain se preparó para presionar el control que revelaría lo que había escondido bajo la tierra todo este tiempo, por quién sabría cuántos años.

Una vez que todos oyeron el ruido de mecanismos internos en movimiento, supieron que no había vuelta atrás. Fuese que intentaban contener su emoción o aparentar que no estaban nerviosos, cada miembro del equipo de excavaciones se congeló ante lo que vieron sus ojos.

Una máquina descansaba dentro de la cápsula, cuya apariencia le pareció a Cain una extraña mezcla de ser familiar y a la vez extraña. La máquina era humanoide en forma y proporciones, aunque algunas áreas como las pantorrillas, pies, antebrazos y hombros eran mucho más pronunciadas. Estaba cubierto con una armadura azul que descansaba sobre las secciones de mayor proporción de su forma, con áreas de color más claro entre ellas, y menos corpulentas. Parecía tener un par de pectorales en el torso, indicando que este robot estaba diseñado con una forma masculina. Un casco azul le cubría la cabeza, adornado con una gema roja incrustada en el centro de su frente. Sus ojos seguían cerrados y su rostro estaba quieto y relajado, como si estuviese profundamente dormido.

Cain decidió aproximarse poco a poco, y entonces, la máquina abrió sus ojos.

Todo mundo saltó hacia atrás, y Cain se tropezó con sus propios pies y cayó al suelo. El robot vio esto y pareció querer acercarse al anciano, pero entonces se encontró con un arma blaster de alto poder apuntándole directo hacia la cara. No pasó mucho antes que los otros droides siguieran el mismo ejemplo de su amigo, y la máquina azul pronto se vio rodeada de armas listas para disparar en cualquier momento.

Fue entonces que salió de la cápsula, y todos vieron que colocaba su mano sobre su antebrazo azul y redondo. Y luego, una especie de boquilla reemplazó la mano, que los humanos que rodeaban la cápsula reconocieron instantáneamente.

- "Un buster." – pensó Cain, a pesar del peligro potencial. – "Light le dio un buster."

Cain entonces sintió cómo uno de los miembros de su equipo le daba un tirón. Nadie se atrevió a decir una palabra, por miedo a provocar a esta máquina desconocida, a esta supuesta "última" creación del Dr. Light.

Entretanto, el robot azul pareció detenerse, y sus ojos verdes escanearon el área. ¿Acaso estaba en peligro? Estas otras máquinas, mucho menos estilizadas y de aspecto menos humano que el suyo, estaban listas para abrir fuego contra él. Y los humanos lo miraban con una mezcla de asombro y terror. Tenían miedo de él.

"Sé paciente con ellos."

Una voz de pronto resonó en su cabeza. No una voz física, sino algo en sus registros de memoria internos. La grabación de la voz de un hombre. Un hombre excepcional. Un hombre cuyo nombre no podía recordar con exactitud.

- "Aquellos a quienes encuentres tal vez no sepan quién eres." – Los ojos verdes del robot observaron al hombre mayor aproximándose a él, con los ojos de todos los demás tan abiertos y conmocionados como los suyos. – "Podrían sentir miedo. Podrían tener tanto miedo de ti como tú de ellos."

El hombre mayor se aproximó más y más, pasando de largo a los droides que parecían listos para dispararle al robot en cualquier momento ante cualquier movimiento brusco.

El Dr. Cain se acercó paso a paso, y sus ojos se encontraron frente a frente con los de la máquina. Todos a su alrededor parecían divididos entre si tratar de separar a ambos, o esperar a que sucediera lo inevitable. Ahora podían verlo: la criatura que acababan de desenterrar acabaría con ellos y luego saldría hacia el mundo, destruyendo todo a su paso. Acababan de liberar a un monstruo.

Cain dio otro paso al frente, y el robot hizo lo mismo. Cain se echó hacia atrás, con los droides listos para disparar y el equipo ocultándose detrás de ellos. Pero, de una forma u otra, los ojos de todo mundo se encontraban en la máquina azul. Y los ojos de dicha máquina los observaban a todos ellos.

El robot azul pareció desanimado, como si hubiese hecho algo malo. Cain y los demás humanos observaron cómo el robot retiraba su Buster y levantaba sus manos en el aire, en rendición.

Y entonces, los droides se movieron para aprehender a la extraña y nueva máquina.


Poco tiempo después…

- Dios mío, ¿qué hemos hecho? – preguntó un miembro joven del equipo de excavaciones, paseándose de un lado al otro en la tienda de Cain, mientras el anciano buscaba recuperar la compostura de lo que había sucedido. – Tenemos que destruirlo.

- ¡¿Destruirlo?! – Cain se levantó de su silla, atónito de lo que acababa de oír. – ¡¿Es que no te das cuenta de lo que esto significa?!

- ¡Sí, por supuesto que sé lo que significa, maldita sea! – exclamó el joven excavador. – ¡Significa que pusimos en marcha algo de lo que no sabemos nada! ¡El mensaje de esa cápsula estaba revuelto más allá de la comprensión, así que no tenemos ni idea de con qué estamos lidiando!

- Se te olvida – intercedió otra excavadora, una mujer alrededor de su misma edad – que es una creación del Dr. Thomas Light. Uno de los mayores, si no es que el mayor, de los expertos en robótica de principios del siglo XXI.

- ¿Y? – preguntó el otro excavador.

- Y ¿necesito recordarte la cantidad de logros y contribuciones que hizo, no solo para la ciencia, sino para el mundo? – argumentó la mujer. – Ten en cuenta que de no ser por él ni siquiera TENDRÍAMOS el modelo básico para construir todo lo de hoy en día, ¡desde los mecaniloides hasta los droides de servicio más simples!

- ¡Y todas las creaciones de Light anduvieron sueltas y causando caos por todas partes!

- ¡Eso fue debido a que Wily los reprogramó! Y además, se te olvidad lo que vino DESPUÉS que se llevaron los robots de Light.

Nadie necesitaba aclaraciones sobre de qué hablaba la mujer. O más bien, de quién.

- Yo conozco muy bien la historia del robot asistente que fue reformateado como una máquina de combate. – intervino otra voz, un hombre maduro, más joven que Cain, pero mayor que los dos excavadores más jóvenes. – Y también conozco bien de las contribuciones tanto de Light como WIly.

A pesar de haber entrado a la tienda sin ser invitado, nadie pensó en obligarlo a irse. Más bien, Cain y los dos excavadores tenían curiosidad sobre lo que tenía que decirles.

- Los inventos de ambos hombres cambiaron al mundo para siempre. Algunos para bien, otros para mal.

- Y… ¿eso qué tiene que ver con lo que pasa ahora? – preguntó el excavador joven. – ¿Está diciendo que esta… cosa que desenterramos es buena o mala?

- No lo sé. – admitió el hombre maduro. – Ahora nadie sabe nada. – Luego miró hacia afuera de la tienda, observando otra en la distancia. Aquella donde habían almacenado a la misteriosa máquina. – Pero lo que sé, es que nadie aquí está equipado para manejar esta situación.

Cain sabía bien la verdad. Aunque el hombre tenía su lista de credenciales, no era Thomas Light, ni tampoco Albert Wily. El hombre era un paleo botanista, no un experto en robótica. Necesitaba a un veterano con experiencia para que diera su visión sobre esta situación.

De pronto, los tres excavadores desviaron su atención hacia Cain, que se encontraba pulsando botones en su dispositivo móvil furiosamente.

- ¿Doctor? – preguntó la mujer joven acercándosele. – ¿Qué está haciendo?

- Una llamada. – respondió Cain, sin dejar de presionar los números. De pronto, y sin más, el dispositivo comenzó a sonar, y Cain se lo puso al oído. – ¡Ah, sí, hola! – saludó. – ¿Se encuentra el señor Fujiwara?"

El líder de la expedición abandonó la tienda, pero los otros tres ocupantes pudieron oír la voz de una mujer proveniente del dispositivo. Sonaba algo mayor y con un acento muy característico.

- ¿Con quién está hablando? – preguntó el excavador joven.

Si había recibido una respuesta, Cain no dio señal de ello. Toda su atención estaba enfocada en la llamada.

- Entonces, ¿se encuentra allí o no, Cecilia?

- ¡Sí, sí, se encuentra aquí! – respondió la mujer. – ¿Qué sucedió?

Cain hizo una pausa por un momento. – Yo… necesito que venga aquí ahora mismo.

- ¿Ir a dónde? ¿Qué está sucediendo?

De nuevo, Cain guardó silencio por un momento. – Encontramos algo que necesito que vea.


15 de abril, 210X

¿Se había quedado dormido?

La máquina azul se agitó un poco cuando sus receptores ópticos vieron que el sol comenzaba a asomarse por la pequeña rendija en los dobleces de la tienda. Era muy temprano por la mañana, de eso estaba seguro, pero todo lo demás era confuso. No tenía idea de quiénes eran estos humanos que lo habían desenterrado, mucho menos de cuánto tiempo habría pasado desde que fue sellado por primera vez. ¿Y cuándo habría sido eso?

Su procesador todavía estaba apenas saliendo de su estado durmiente, a raíz de la larga hibernación en la cual fue colocado, pero lo que sí sabía era que, en el tiempo que permaneció sellado, las cosas habrían cambiado. El cuánto, de eso no estaba seguro, pero esperaba que al menos se le presentase alguna claridad. En lugar de eso, todo lo que sabía era que casi no sabía nada, pues había sido llevado por este equipo de excavaciones, y lo mantendrían confinado en esta tienda hasta nuevo aviso.

- ¡Quédate aquí, y no te muevas! – fue lo que le dijo uno de los excavadores, tratando de parecer intimidante, pero en sus ojos podía verlo todo.

Estaba asustado. Todos lo estaban. Tenían miedo de él. Tal como la voz a la que recordaba le dijo que sería. No estaba seguro de quién era esa voz, pero reconocía que hablaba de que debía tener paciencia, paciencia con aquellos que lo encontrasen. Pero estas personas no parecían ser muy pacientes. Más bien, una gran cantidad de ellas parecía querer mantenerlo confinado en esta tienda de manera indefinida. Y aunque solo fue de pasada, alcanzó a oír que algunos de los excavadores hablaban de ponerle fin a su vida.

De manera irónica, esto hizo que la máquina quisiera permanecer dentro de la tienda, lejos de todos los demás. Desde ayer, el robot había permanecido aquí dentro, con muy poca idea de cuánto tiempo estaría confinado y aislado de los demás. Pero sospechaba que no pasaría mucho tiempo antes de que lo sacaran para algo.

- Está justo allá.

Y tal vez ese "algo" estaba a pocos pasos de distancia, pues el sonido de dos figuras que se aproximaban fue captado por sus audio-receptores.

- ¿Aquí dentro? – preguntó una voz, que el robot no reconoció de ninguno de los miembros del equipo excavador.

- Sí. – dijo otra. ¡Era del hombre que lo desenterró! Cain era su nombre, ¿correcto? La máquina solo lo oyó de pasada mientras las personas hablaban de lo sucedido. – Te lo advierto, está armado.

- ¿Armado? – le preguntó la voz desconocida a Cain. – ¿Entonces por qué no lo has puesto en estasis?

- Ya ha ESTADO en estasis. Y la cápsula indicaba que era seguro abrirla. – le dijo Cain a su acompañante. – Y hasta ahora, ha obedecido todo lo que le hemos dicho que haga. No se ha movido de esta tienda desde ayer.

De pronto, la cortina de la tienda se abrió, cegando momentáneamente al robot antes que volviera a cerrarse. Frente a él se encontraban Cain y otro humano. El otro humano se veía algo más alto y también más joven. Parecía de descendencia asiática, con cabello corto y negro, y gafas redondas. Llevaba un traje profesional negro, algo impráctico para un ambiente tan lleno de polvo y tierra. Pero quienquiera que fuese este hombre, claramente estaba aquí por negocios.

- Tú. – dijo el hombre asiático, dirigiéndose al robot azul. – ¿Puedes hablar? – El robot asintió. – Entonces habla. Di algo. – El robot se mantuvo en silencio por un momento. – ¿Esta cosa no es capaz de seguir una instrucción tan básica? Sus conexiones de procesamiento deben estar fuera de tono.

Cain negó con la cabeza. – ¿Tal vez solo no está seguro de qué debe decir?

- ¿Eso qué sentido tiene? – preguntó el hombre asiático. – ¡Si es tan avanzado como lo dices, entonces debería ser capaz de obedecer una petición tan simple! – Volvió a girarse hacia el robot azul. – ¡Tú! ¡Di algo!

- ... ¿algo? – respondió la máquina.

Cain se quedó en shock por la acción, pero el otro hombre más joven ni se inmutó. La voz del robot sonaba como la de un hombre joven, quizás uno que apenas entraba en la adultez. Sonaba inseguro y nervioso, como si fuese él quien sentía miedo del humano más joven que demandaba una respuesta.

- ¿En dónde está tu tienda, Cain? – preguntó el hombre de traje.

- Apenas a una corta caminata de aquí. ¿Por qué?

Sin decir ni una palabra, el hombre asiático le dio la espalda al robot azul, y Cain, el hombre mayor, le dirigió la mirada a dicho robot, que se veía igual de confuso que él.

- Yo… regresaré pronto. Pero hasta entonces, quédate aquí. ¿De acuerdo? – El hombre mayor le estaba hablando a esta máquina avanzada como si fuese un niño, pero Cain no fue capaz de simplemente abandonarlo sin dejarle al menos algo de claridad de lo que estaba sucediendo.

Pero de nuevo, Cain tampoco tenía mucha idea de ello.


Más tarde esa noche…

Y así, el robot azul se encontró otra vez a solas, con todos demasiado asustados como para acercarse a su tienda. No podía mentir; se sentía muy aburrido, sin mencionar no poco ansioso de salir de aquí. Por otro lado, los confines de la cápsula no eran tan terribles, y una parte de él deseaba poder regresar a ella. La calma y quietud le daban una sensación de paz, pero al mismo tiempo le hacían sentirse restringido. Aunque no podía recordar mucho en ese momento, el robot azul conocía muy bien esos breves y pasajeros pensamientos que tuvo durante su prolongado descanso.

Salir. Quería salir.

Y aquí estaba ahora, afuera. Pero otra vez estaba confinado. Eso lo frustraba, y había contemplado salir de allí varias veces. No tenía malas intenciones contra estos humanos o sus robots asistentes. Y bueno, si tenía que ser honesto, no era como que nadie pudiese detenerlo. Y si se explicaba, tal vez, seguramente, lo entenderían. Fuera como fuese, solo quería salir, aunque fuese por un momento.

Pero le dijeron que esperase. Y recordó lo que la voz le había dicho. Los humanos iban a TENERLE miedo. ¿Cómo podrían no hacerlo? Él era algo nuevo para ellos, algo desconocido. Potencialmente peligroso, incluso.

Pero todavía quería salir. Tendría que esperar hasta después cuando el campamento estuviese tranquilo. Entonces, podría ir al laboratorio donde lo habían descubierto.

Podría ir a ver si había algo más que se les escapó a quienes lo desenterraron, ya que, si algunas piezas perdidas y divididas de sus archivos de memoria estaban en lo correcto, probablemente no era el único que estaba allí abajo.


En la tienda del Dr. Cain…

- Entonces, recapitulemos. – comenzó a hablar el hombre asiático, luego de haberse quedado totalmente sin palabras. – Usted no sabía lo que era esta cosa. – Cain solo asintió para confirmarlo, como si fuese un niño que fue atrapado en una travesura. – Abrió su cápsula. – Cain volvió a asentir. – Pero antes de eso, usted sabía que no se encuentra en un campo científico apropiado para lidiar con este tipo de cosas. – Cain volvió a asentir. Se estaba empezando a sentir relativamente pequeño. – Y fue DESPUÉS de haberlo abierto que decidió abrirlo que decidió llamar a alguien que estuviese mejor cualificado. ¿Estoy en lo correcto?

Cain suspiró. – Sí. Estás totalmente en lo correcto, Sho.

El hombre más joven, Sho Fujiwara, se tomó un momento para ajustarse las gafas, sintiendo una irritación en su sien. – Y ahora, usted ha dejado libre a ese… lo que sea que sea ESO, para salir al mundo.

- ¡Pero el indicador de la cápsula decía que era seguro abrirla! – explicó Cain. – E incluso si no es mi intención descartar tus preocupaciones, honestamente no creo que esa máquina sea peligrosa.

Sho Fujiwara suspiró. – Corrección: no ha hecho nada peligroso TODAVÍA. Usted mismo lo dijo, ese modelo recibió un arma. Un buster.

Aunque no se lo creía al principio cuando Cain se lo dijo, pero al correr la cortina y ver a esta máquina con sus propios ojos, le quedó muy claro quién era su creador.

No obstante, todo esto seguía siendo mucho para asimilar. Una máquina nueva y extraña había sido desenterrada, y nadie conocía cuáles eran sus capacidades, mucho menos cuánto daño podría causar. Todos aquí eran corderos en potencia para el matadero. Pero aun así, lo que Cain y su equipo habían encontrado era algo que sin duda ameritaba mayor estudio.

- ¿Sho? – preguntó Cain, a lo que el más joven de los dos se tomó un momento para ajustarse las gafas.

- Esta expedición se acabó. O tendrá que acabar ahora, si es que usted quiere mi ayuda.

- ¿Qué cosa? – preguntó Cain levantándose de su silla.

- Haga que trasladen ese robot a mi laboratorio en Arcadia. – le dijo Sho. – Podemos empezar por allí.

Cain estuvo a punto de hacer varias preguntas, pero nunca tuvo la oportunidad de hacerlo.

- ¡Dr. Cain! – entró de repente una mujer con mucha prisa en la tienda, y claramente en pánico. – ¡Se fue!

Los dos hombres se sorprendieron al principio, pero pronto registraron lo que la mujer quería decir. Saliendo a toda prisa de la tienda, tanto Cain como Fujiwara fueron a donde habían dejado al susodicho robot. Y con toda certeza, no estaba por ninguna parte.

¡Solo sería por un corto tiempo! Solo quería verlo para estar seguro. Entonces podría volver a la tienda donde debía estar.

Se había dado cuenta apenas hacía poco, justo cuando ya no podía resistirse más al impulso de salir a caminar alrededor del campamento otra vez. Tal vez eso les demostraría a los humanos que no tenía intenciones de causar ningún problema. Pero la máquina azul sabía que, o bien causaría pánico, o que lo volverían a encerrar en su prisión. Recordaba que la voz en su memoria le suplicaba tener paciencia, pero la máquina descubrió que su paciencia tenía un límite.

Tenía que salir. Y planeaba hacerlo cuando todo mundo se hubiese ido a dormir por la noche. Luego, podría explorar el área por un rato y regresar a la tienda al terminar. Sería como si nada hubiese pasado. Pero, cuando ya había encontrado una razón para esperar, un pensamiento le vino a la mente.

O más bien, un recuerdo.

En lugar de explorar el mundo exterior, el androide azul se encontró de vuelta en las ruinas del laboratorio donde fue encontrado. Cuando escaneó el área afuera de la tienda, vio que había pocas personas, las suficientes como para escurrirse sin ser visto. Tenía la intención de esperar solo un poco más, pero fue entonces cuando el recuerdo vino a él.

Le llegó desorganizado y hecho un caos, imágenes de rostros jóvenes, un hombre viejo, y el mundo lleno de luz, para luego desvanecerse fuera de su alcance por lo que temía, para siempre. Al menos, eso fue lo que pensó, de lo que podía recordar. Pero estaba bien al tanto de que podría haber juntado las piezas de manera equivocada. Todo era demasiado confuso.

Pero aun así, el hecho de que al menos podía ver imágenes de ellos, flashes en su banco de memoria, le hicieron preguntarse. El hombre mayor debía de estar muerto; un clip mostraba que se encontraba en un estado de salud relativamente pobre. Pero los otros, las máquinas… ¿habrían sido sellados como él? Si este laboratorio pertenecía al hombre mayor, seguramente ellos deberían estar aquí también, ¿verdad? Eran pequeños, tímidos, con aspecto similar a niños. Si acaso ellos, o en serio, cualquier otra cosa que el hombre mayor debía haber construido estaban aquí abajo, él quería verlo. Tenía que verlo.

Se dedicó a explorar cada cuarto, pero no encontró nada que valiera la pena. Así que comenzó a andar por cada corredor y esquina; el laboratorio era relativamente pequeño, así que no tendría que buscar por mucho tiempo. Pero aun así no encontró nada. ¿Acaso no había nadie más aquí? ¿Era el único que estaba sellado en este lugar?

¿Acaso era el único que quedaba?

- "No." – pensó negando con la cabeza. Imposible. No podía ser. Tenía que haber alguien más. ¡O por lo menos algo más! ¡Tenía que haberlo! ¡No podía ser el único que quedara! ¡Simplemente no podía serlo!

No podía serlo.

Y entonces, como si quisiera responderle, vio una puerta oculta tras un enorme trozo de escombros. Sacando su buster, hizo volar la roca de un disparo. Pero tras completar su tarea, se dio cuenta de lo que acababa de hacer, dejándolo a partes iguales confundido y sorprendido. Hablando de manera lógica, por supuesto, podía utilizar su buster: lo tenía instalado en su brazo, así que su función era ser utilizado. Pero un arma como esa solo le servía para destruir escombros, no para dispararle a nadie, como aquellas máquinas que había visto antes. Entonces, tal vez su función no estaba tan clara como había pensado. ¿O caso acababa de hacer eso que llamaban "improvisación"?

Fuera cual fuera el caso, había quitado el obstáculo del camino. Abriendo a la fuerza la puerta que se había oxidado, al grado que su mecanismo para abrirla se había desactivado hacía mucho tiempo, el androide azul ingresó al cuarto, esperando que tal vez algo, cualquier cosa, le esperase adentro.

- ¡Diablos, Cain! ¡¿Qué es lo que ha hecho?! – gruñó Fujiwara, claramente agravado por este repentino giro de acontecimientos. – ¿Dónde está ese laboratorio?

- ¡Está justo allá! – dijo Cain, señalando la entrada descubierta. El hombre más joven inmediatamente se dirigió hacia las ruinas. – ¡Espera, Sho! – Cain intentaba explicarle, siguiéndolo escaleras abajo hacia unos túneles oscuros. – ¡Espera un momento! – Al ver que no le escuchaba, se giró hacia uno de los excavadores. – ¡Tráigannos un par de linternas!

El excavador asintió y fue en busca de lo que le pidieron, regresando en poco tiempo para entregárselas a él y Fujiwara. – ¿En serio va a dejarme ir allá abajo? – preguntó el hombre asiático.

- No. – respondió Cain. – Pero es claro que lo que sea que yo diga no te detendrá. – Dio algunos pasos adelante. – Si vas a ir, al menos ten cuidado. Este lugar no parece muy estable.

Con esa advertencia, los dos hombres comenzaron a buscar al robot desaparecido, examinando minuciosamente el laboratorio tratando de encontrarla. – Entonces, no parece que se encuentre en este lugar. ¿Está seguro de eso? – cuestionó Fujiwara.

- Sí. – asintió Cain. – Le dijimos que se quedara dónde estaba, pero…

- Pero claramente no lo hizo. – señaló Fujiwara. Aunque estuviese frustrado ante la inexperiencia e ingenuidad de Cain cuando se trataba de robótica y asuntos como éste, el científico tuvo que admitir que el hecho de que el robot violó una orden que le fue dada de manera explícita era fascinante. ¿Cómo fue capaz de hacer eso? – Este robot, es una creación del Dr. Light, ¿cierto?

- Sí, eso es lo que decían las notas. – respondió Cain. – No es que quiera disminuir tus preocupaciones, pero me estoy preguntando si esta cosa tal vez…

- ¿Tal vez qué?

- Bueno, si tal vez… no es tan peligroso como tememos que pueda ser. Después de todo, nadie ha salido herido, hombre o máquina, y hasta ahora, bueno, se ha comportado, por decirlo de alguna manera.

Fujiwara negó con la cabeza. – No se trata de lo que es o de lo que hace. – le respondió. – Se trata de lo que podría ser, especialmente si no podemos controlarlo primero.

De pronto, la linterna de Cain iluminó algo. – ¡Mira! ¡Creo que puedo verlo!

Adentro de un cuarto con la puerta parcialmente cerrada, Cain y Fujiwara navevaron por los enormes trozos de roca que antes habían bloqueado el paso. Al entrar a la habitación, vieron a la máquina azul, pero había algo más.

O más bien, alguien más.

Tendida sobre una especie de mesa de operaciones que se encontraría típicamente en un laboratorio, había una silueta pequeña descansando, con las manos cruzadas sobre su pecho y los ojos cerrados, como si estuviese dormida. Era una máquina, sin duda, con la apariencia de una niña muy joven. Su cabello era rubio y estaba amarrado en una coleta, llevaba puesto un vestido rojo con cuello blanco, mangas negras y botas rojas. El robot azul se inclinó sobre ella, como si la estudiase.

No podía recordar. No podía recordarlo, pero estaba seguro de haber visto su cara en alguna parte. La había visto, y también las caras de varios otros antes, hacía mucho tiempo.

¿Dónde estaban ahora?

Esta historia continuará

Notes:

Buenos días, gente. Uff, bueno, con tanto tiempo libre en las manos e inspiración, aquí vengo con otra nueva traducción. Es curioso, estuve en este fandom por un tiempo a mediados y finales de los 2000 y tenía algunas ideas para fics, pero nunca logré incursionar en él del todo, en lo que a fanfics respecta. Ahora en los últimos dos años, con todo el auge que está teniendo Mega Man X DiVE, y volver a rejugar algunos de mis títulos favoritos del Bombardero Azul (mayormente de la saga X que es mi favorita) siento que se me está reavivando la chispa para volver a intentarlo, y rescatar algunas de mis viejas ideas del cajón. Espero poder materializarlas este año.

Pero bueno, yendo a esta historia, me pareció interesante la propuesta: básicamente, por lo que entiendo será el primero en una serie de AUs de la saga X con una versión de Roll como una de los protagonistas. Y aparte de eso, explora el principio de la vida de X tras su despertar antes de los eventos en los videojuegos, algo que se ha tocado muy poco o casi nada (descontando el OVA de El Día de Sigma en Maverick Hunter X, pero ya para entonces él era parte de los Maverick Hunters). Hace años vi muchos fics donde se combinaban personajes de la saga clásica y la X, y este fic propone tener una mayor conexión entre ambas más allá de las apariciones del Dr. Light en las cápsulas de armadura de X, como ya pueden verlo aquí. Tendrá algunos capítulos "prólogo" que abarcarán la vida de X desde su despertar hasta los eventos del primer juego (probablemente pasando por el susodichos OVA) así que por ahora no habrá mucha acción, pero espero que lo disfruten.

En fin, creo que es todo lo que tengo que decir de momento. Espero que hayan disfrutado del primer capítulo, y si es así, comenten lo que les parece, tanto yo como la autora original lo apreciaríamos. También, si les interesa, pueden pasar por su galería en DeviantArt, ya que tiene algunos fanarts conectados con esta historia y más, no se van a arrepentir. Su nombre de usuario es el mismo que de aquí, RockmanGurlX, para que puedan encontrarla fácilmente. Iré subiendo los capítulos cada miércoles (si no hay contratiempos) hasta estar al día, así que hasta entonces me despido, y recuerden que "hay cosas que no pueden verse o analizarse como datos. Tienes que aprender a sentirlas".

Chapter 2: La última creación de Light

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

16 de abril, 210X…

Aunque parte del equipo protestó porque se terminara la expedición, al final el Dr. Cain tuvo la última palabra. Además, habían hecho un enorme descubrimiento después de todo. Pero era demasiado pronto para celebrar, si acaso hubiera realmente algún motivo de celebración. Más todavía, nadie tenía idea de lo que harían con esta extraña y nueva máquina. Especialmente luego de que demostró ser capaz de desobedecer una orden directa de un humano. Una de las creaciones del Dr. Light, nada menos. ¡No una de las máquinas rebeldes de Wily!

No fue la tarea más sencilla del mundo, pero Cain y Fujiwara lograron transportar en secreto a la máquina hasta el laboratorio del hombre más joven en Arcadia, o como se le llamaba a menudo, la Ciudad Blanca. Localizada en la costa de Japón, la ciudad, tal como su nombre lo sugería, tenía edificios altísimos y de color marfil por todas partes. Se le consideraba una de las más grandes "nuevas ciudades" del mundo, dado cómo las locaciones como Arcadia solo habían sido posibles con el rápido crecimiento y avance de la tecnología, pues la ciudad fue edificada donde una vez estaba una isla desierta.

El robot no sabía nada de esto, y ahora se encontraba tendido sobre una mesa de examinación conectado a varios cables y electrodos por todo el cuerpo. Cain y Fujiwara observaban la información que aparecía frente a ellos en la pantalla detrás de un enorme monitor.

- "Ahora, vamos a descubrir TODOS tus secretos." – pensó Cain, mientras la forma completa del androide azul aparecía en pantalla.

Lo que vino a continuación provocó un torbellino de emociones a los dos hombres. Los esquemas de la máquina aparecieron frente a ellos, y el nombre del robot finalmente fue visible.

DLN-00X-Mega Man X

- ¿Mega Man? – cuestionó Cain. – ¿Acaso como ESE Mega Man?

Fujiwara no necesitaba preguntarle al paleobotánico de lo que estaba hablando. Todos en el mundo conocían sobre el Bombardero Azul, la creación más notable del Dr. Light.

- Pero… – el hombre calvo observó a la máquina azul. – Sí se parece a él. Y aun así…

- Todavía no sabemos nada. – dijo Fujiwara. – No hemos siquiera analizado de qué está hecho este robot.

- "¿Mega Man? ¿Quién es ése?" – pensó la máquina, reflexionando sobre si debería preguntar. Pero al ver que, según el hombre más joven ya había "causado suficientes problemas", decidió permanecer en silencio.

Cain y Fujiwara observaron a la máquina por todas partes, viendo a detalle todo lo que su creador había puesto en él.

Ya sabían que estaba equipado con un Buster, sí, pero eso era todo lo que sabían. La máquina azul parecía haber sido ensamblada de la misma manera que cualquier otro robot estándar por lo que podían ver. La estructura esquelética era humanoide, y la forma de la máquina, pese a su armadura, estaba claramente diseñada en proporción a la apariencia de un hombre joven, incluyendo sus rasgos faciales. Sus ojos eran verdes, pero también llenos de incertidumbre y curiosidad. Estaba completamente inseguro de lo que pasaba a su alrededor, y Cain podía ver que eso comenzaba a ponerlo intranquilo.

- ¿Te encuentras bien? – le dijo de pronto. La máquina levantó la mirada hacia el anciano. – Pregunté si te encuentras bien.

- ¿Qué está haciendo? – cuestionó Fujiwara.

La máquina no estaba segura de cómo responder al principio. Habían transcurrido horas sin que nadie dijera una palabra fuera de ordenarle lo que tenía que hacer. De hecho, esta podría haber sido la primera vez que alguien demostraba alguna clase de preocupación por su estado actual.

- Estoy bien. Bueno, eso creo. – dijo el robot. En realidad, no sabía cómo se suponía que debería sentirse. No sabía mucho de nada.

Fujiwara no prestó atención a nada de esto, y siguió mirando los componentes de la máquina.

Cabeza: Equipada con cámara visual de amplio rango. El propósito del cristal rojo sobre la frente del robot había sido encontrado. Sistema de reconocimiento de voz ultrasensible. Ya había quedado demostrado que podía hablar. Sistema de generación de voz creado por HAYATOM Inc. ¿HAYATOM? Ese era un nombre que tanto Fujiwara como Cain encontraban familiar. Una de las compañías más grandes que producía productos de robótica seguramente debía haber tenido una mano en la supuesta "última" creación del Dr. Light.

Cuerpo: Equipado con generador de energía acumulativa. Fujiwara hizo una nota mental de echar un vistazo a los componentes internos del robot más adelante. Después de todo, si las cosas iban como esperaba, podría ser exactamente lo que él necesitaba. Lo que había estado buscando. Tanque de combustible de micro-fusión. ¿Micro-fusión? Un procedimiento bastante avanzado. ¿Cuándo habría creado el Dr. Light a este espécimen? Sistema de control central de articulaciones. Tendría que hacerle pruebas a eso también, viendo que una prueba de reflejos vendría cuando los otros "exámenes" se llevaran a cabo.

- Increíble. – dijo Cain asombrado, dividido entre mirar al robot, y a su diagrama desplegado en la pantalla.

- No se deje llevar todavía. – le dijo Fujiwara. – No hemos terminado de examinarlo.

Ahora parecía que estaban llegando a las partes más emocionantes sobre este misterioso robot. Brazos: Equipados con X-Buster (Mega Buster Mark17).

- ¡Ahí está de nuevo! – dijo Cain. – ¡Hay algo relacionado a Mega Man! – Miró entonces a Fujiwara, con los ojos muy abiertos, mientras una teoría le venía a la mente. – ¿No pensarás que es…?

- No, es imposible. – Fujiwara rápidamente descartó la sugerencia.

- ¿Pero no crees que…?

- No, no lo creo. – lo interrumpió Fujiwara. Continuó observando los componentes en los brazos del androide. Amplificador de energía. Tendría que investigar eso más a fondo más tarde. Diablos, ¡ese Buster por sí solo valía la pena para ser examinado! Aunque se esforzaba por no emocionarse demasiado, el científico asiático tenía numerosas posibilidades y oportunidades que le venían a la mente. Sistema de armas variables.

- ¿Qué significa eso? – inquirió Cain, señalando la sección del Buster que estaban examinando en ese momento.

- Hay demasiado que tendremos que revisar más adelante. – dijo en voz alta Fujiwara. – Pero llegaremos al fondo de todo, una vez que confirmemos de qué está hecho este robot.

Piernas: Equipadas con sistema de estabilización giroscópica. Por cómo se venían las cosas, tendrían que hacer MUCHAS pruebas físicas aparte. Sistema de aceleración de emergencia (opcional).

- Ya veremos después lo que es eso cuando llegue el momento. – dijo Fujiwara, anticipándose a que Cain le haría otra vez una pregunta.

Esqueleto interno: armadura esquelética reactiva. Reduce el daño en 93%.

- ¿Sabes algo? – observó Cain. – Este robot, o más bien, este Mega Man X…

- Él NO es Mega Man. – le dijo Fujiwara.

Cain estaba a punto de discutir, pero ultimadamente decidió no hacerlo. – Como sea, el Dr. Light no le habría dado estas cosas si no fuera a utilizarlas, ¿verdad?

- Por supuesto. – respondió el científico más joven. – ¿Y qué pasa con eso?

Aunque le estuviese preguntando a su compañero lo que pensaba sobre la presencia de estos componentes, seguía ocupado mirando al robot. Cuerpo: Aleación "Titanium-X" ligero.

¿Qué era eso? Seguramente debía haber sido desarrollado por el propio Dr. Light, fue lo que pensó Cain. Honestamente, no estaba seguro de cómo hacía Fujiwara para mantener la calma. ¡Todo esto era increíble! Pero parecía ser que Sho estaba buscando algo más que realmente pudiese capturar su interés. Tal vez fuese solo debido a su falta de familiaridad con la construcción robótica, pero se sentía totalmente abrumado por todo.

Y entonces, vio sonreír a Fujiwara. Parecía que el joven doctor había encontrado justo lo que estaba buscando. Pero primero, comenzó a pulsar algunas teclas.

- ¿Qué estás haciendo? – preguntó Cain, notando que la máquina azul comenzaba a ponerse confusa; y luego la confusión dio paso al pánico, para su sorpresa.

- ¡E-Espere! – gritó, levantándose de la mesa. – ¡Espere, deténgase! – Fujiwara pareció sorprendido, y empezó a teclear con más prisa. – ¡No tiene que hacerlo! ¡Puedo dejarle ver…!

El robot azul no pudo decir más, pues al pulsar la última tecla, la máquina se detuvo totalmente. Sus ojos verdes, antes asustados pero llenos de vida, se apagaron por completo, y su cuerpo se relajó. Y entonces, cayó de rodillas, y luego se desplomó en el suelo, totalmente inmóvil.

- ¡¿Qué acabas de hacer?! – El paleobotánico mayor se mostró confuso y enfadado de lo que acababa de ver.

- Lo puse en un estado de estasis temporal. – explicó Fujiwara. – Y se quedará así hasta que termine de examinarlo. – Pulsó un botón en un pequeño dispositivo que estaba junto al monitor, y un pequeño grupo de mecaniloides entraron al laboratorio. – Vuelvan a ponerlo en la mesa. Y esta vez, sujétenlo con los grilletes.

Los mecaniloides obedecieron; sus formas bípedas pero muy inhumanas recogieron al inconsciente androide para ponerlo de vuelta donde estaba antes. Esta vez, activaron los grilletes para restringirlo, sujetando las extremidades del robot para que no se pudiera escapar. Aunque solo fuesen máquinas, y tal comportamiento estaba muy lejos de ser ordinario en cuanto a cómo operaban, Cain no pudo evitar sentir algo de simpatía por el robot azul, ya que lo trataban de esa manera. Fujiwara no le prestó atención, continuando con lo que estaba haciendo.

Y hablando de eso…

- ¡¿Qué es lo que ESTÁS haciendo?! – preguntó el hombre mayor al experto en robótica japonés.

- Solo estoy viendo qué clase de secretos tiene este espécimen para ofrecernos. – Movió el cursor sobre el lugar donde cristal rojo del robot aparecía sobre la pantalla. Con un click del mouse instalado en el teclado, la pantalla presentó un esquema completo de las funciones de la CPU de la máquina.

Pero fue entonces que Cain vio un cambio en la cara de Fujiwara. Desde que había comenzado todo el procedimiento, había permanecido casi indiferente como siempre, aparentemente sin que le importara nada ni nadie a su alrededor. Sin embargo, al poco de desplegar la CPU del robot, el científico miró la pantalla, y sus ojos rápidamente se empezaron a ensanchar. Como si lo que estuviera viendo le hubiese dado una sorpresa.

Pero aunque no dijo nada, Cain podía empatizar con él, ya que sentía lo mismo. Fujiwara de pronto tuvo una sacudida, y sus ojos se habían abierto como platos ante la pantalla que tenía frente a él.

- ¿Sho? – preguntó Cain asked. – Sho, ¿qué sucede? – Fujiwara miró al robot azul, y luego otra vez a Cain. Luego se levantó de su asiento. – ¿Qué está pasando? ¿Qué estás haciendo?

- Estoy poniendo a este robot en un lugar seguro por el momento. – dijo Fujiwara, mirando al androide azul. Luego volvió a mirar a Cain. – Usted y yo… tenemos que hablar.


Más tarde…

Aunque no le agradó mucho tener que volver a hacer el viaje hasta el laboratorio en Arcadia, Cain sabía que tenía pocas opciones. Le había cedido las riendas a Fujiwara para que investigase lo que él y su equipo habían desenterrado. Por ende, si el hombre decía que necesitaba tiempo para ver la información recolectada, el menos experimentado paleobotánico tenía que obedecer, especialmente si quería que Fujiwara siguiera ayudándolo.

Apenas entró al laboratorio, el hombre mayor fue recibido por un mecaniloide de forma cúbica, que lo guio hacia el cuarto principal del laboratorio de Fujiwara. Desafortunadamente, la máquina azul no se encontraba presente con el hombre japonés.

- ¿En dónde está? – preguntó Cain.

- En cuarentena por el momento. – le respondió el joven científico a su visitante. – Y antes que me preguntes, bien puede que le haya salvado la vida el día de hoy.

- ¿A qué te refieres? – Fue entonces que Cain recordó cómo la máquina había empezado a protestar antes de que lo forzaran a caer en estasis. Pero ¿estaba realmente en peligro? ¿Lo estaba alguien más? Más bien, parecía que era el robot quien estaba a merced de ellos que al revés.

- Mira esto. – Fujiwara guio a Cain hasta su computadora, donde había un mensaje en la pantalla.

Un mensaje del Dr. Light en persona.

"X" ES EL PRIMERO DE UNA NUEVA GENERACIÓN DE ROBOTS QUE CONTIENEN UNA CARACTERÍSTICA NUEVA E INNOVADORA – LA CAPACIDAD DE PENSAR, SENTIR, Y TOMAR SUS PROPIAS DECISIONES. SIN EMBARGO, ESTA HABILIDAD PODRÍA SER MUY PELIGROSA. SI "X" LLEGASE A VIOLAR LA PRIMERA LEY DE LA ROBÓTICA, "UN ROBOT NO DEBE JAMÁS LASTIMAR A UN SER HUMANO", LOS RESULTADOS PODRÍAN SER DESASTROSOS, Y TEMO QUE NO HABRÍA FUERZA EN LA TIERRA CAPAZ DE DETENERLO.

APROXIMADAMENTE 30 AÑOS SERÁN NECESARIOS ANTES DE CONFIRMAR CON SEGURIDAD SU CONFIABILIDAD. DESAFORTUNADAMENTE, YO NO VIVIRÉ PARA VER ESE DÍA, Y NO TENGO A NADIE A QUIÉN CONFIARLE MI TRABAJO. POR TANTO, HE DECIDIDO SELLARLO DENTRO DE ESTA CÁPSULA, QUE PROBARÁ SUS SISTEMAS INTERNOS HASTA QUE HAYA CONFIRMADO QUE SEAN TOTALMENTE DE CONFIANZA. POR FAVOR NO ABRIR LA CÁPSULA HASTA QUE ESE MOMENTO HAYA LLEGADO.

"X" POSEE GRANDES RIESGOS, ASÍ COMO GRANDES POSIBILIDADES. YO NO PUEDO MÁS QUE ESPERAR LO MEJOR.

18 DE SEPTIEMBRE, 20XX

LIGHT

Lo leyó. Y luego lo releyó. Y lo hizo de nuevo, una, y otra, y otra vez. Pero no importaba cuántas veces lo hiciera, Cain todavía no era capaz de comprender lo que estaba viendo.

- ¿Una máquina capaz de pensar por sí sola? – Miró a Fujiwara. – ¿Acaso eso es posible?

- Bueno, ¿no lo ha visto hasta ahora? – preguntó el experto en robótica japonés. – Le habían dicho a ese robot que se quedara en la tienda cuando lo desenterraron la primera vez, y desobedeció la orden. Y cuando traté de examinar su CPU, también reaccionó a ello. Si yo no hubiera estado allí, bien podría habernos matado a los dos.

El paleobotánico sintió que se le helaba la sangre al escuchar eso. ¿Acaso los dos habían estado en tanto peligro todo ese tiempo sin saberlo? ¿Y no habría fuerza en la tierra capaz de detener a este robot? ¡¿Qué diablos había construido el Dr. Light?!

- Pero espere, aún hay más. – Fujiwara maniobró el cursor para hacer un escaneo en la cabeza del androide, haciendo zoom hacia los mecanismos internos de la CPU. Desde donde estaba parado Cain, la forma del "cerebro" del robot se veía muy similar a la de un humano. – Mire estas áreas. – Había cuatro secciones desplegadas de la CPU frente a Cain. – El modelo estándar, al menos en comparación con nuestro amigo aquí, está construido relativamente igual. – Luego sacó otro gráfico, esta vez mostrando la CPU del mecaniloide estándar. – Los mecaniloides, como usted sabe, no están construidos con ideas como personalidad e identidad en mente.

- Sí, estoy al tanto. – Los mecaniloides existían desde que Cain era joven. Aunque él y muchos otros conocían del Dr. Light y su trabajo, nada similar a las creaciones de ese hombre había sido visto en casi un siglo.

- Pero incluso entonces, tienen programación básica. – explicó Fujiwara. – Cada uno recibe un conjunto estándar de habilidades, o rasgos si se quiere, para la tarea que desempeñarán. – Señaló entonces las diferentes porciones de la CPU del mecaniloide. – Pero las de esta máquina… – Volvió a enseñar la cabeza del robot misterioso. – Mire aquí. – señaló hacia la parte más a la izquierda de la unidad de procesamiento. – Si fuese un humano, aquí es donde estaría ubicado el lóbulo frontal del cerebro. El lóbulo frontal no solo controla el movimiento, sino que también es el lugar donde nuestra personalidad crece y se desarrolla.

Le enseñó la CPU del mecaniloide. Su "lóbulo frontal" tenía algunas características y peculiaridades instaladas, pero era fundamental. Su programación solo le inculcaba un valor de trabajo duro y completar la tarea asignada. No había más nada que añadir fuera de su labor extra. Luego, volvió a enseñarle la CPU más avanzada del robot. Su "lóbulo frontal", en comparación, era un desastre. La pantalla le mostraba a ambos hombres formas mucho más complejas y caóticas, patrones casi indescifrables que aparecían en el escaneo. Era mucho más complicado que el del mecaniloide.

- Nunca había visto un programa de inteligencia artificial como este en toda mi vida. – dijo Fujiwara. – Solo he escuchado de ellos, pero jamás lo había visto hasta ahora.

Cain sospechaba que nadie habría visto algo como esto. Incluso tomando en cuenta los logros e inventos previos del Dr. Light, la programación de esta máquina, de este androide Mega Man X, era algo totalmente desconocido y más allá de su comprensión.

Y ahora con todo esto sobre la mesa, ambos hombres estaban seguros de lo que habría que hacer. – ¿En dónde está ahora? – le preguntó Cain a Fujiwara.

- Como le dije, en cuarentena.

- ¿Y en dónde está eso?

Fujiwara estaba confuso, pero rápidamente se dio cuenta de lo que Cain estaba sugiriendo. Y al principio, planeaba objetar, pero luego pensó en lo que ambos sabían, y de lo que habían visto antes. Aquí en sus manos tenían una nueva… "especie" de robot, de cierta forma. Esta máquina no se parecía a nada que ninguno de ellos hubiese visto. Y sí, aunque todos estaban en alerta, no había pasado nada malo todavía. Nada que hubiese resultado en alguna muerte. Todavía.

Sin embargo, si podían hacer un acercamiento cuidadoso con este robot, entonces tal vez, solo tal vez, ¿algo podría resultar de ello?

Ninguno de los hombres podría predecir cuál sería el resultado, pero si todo caía en su lugar, esto podría ser algo grande. Esta máquina podría haber sido el descubrimiento del siglo. Y aún más, podría incluso cambiar al mundo para siempre.

Si sería para bien o para mal, eso aún estaba por verse.


En la sala de cuarentena…

De nuevo se encontraba confinado.

El robot azul se paseaba alrededor del pequeño cuarto, ansioso de que lo dejaran salir. Pero le habían ordenado que se quedara. Y las palabras de su creador continuaban haciendo eco en su mente.

- "Sé paciente". – se recordó a sí mismo. – "Están tan confundidos e inseguros como tú. Si das un paso en falso, podrías arruinarlo todo."

Y eso era lo último que quería. Apenas acababa de salir de esa cápsula contenedora. No quería que lo volvieran a meter allí, o algo peor.

Pero no sabía cuánto más podría soportar seguir aquí. Quería salir. ¡Necesitaba salir! Él…

Fue entonces que el tren de pensamiento de la máquina se descarriló, ya que el sonido de la puerta al abrirse lo alertó de que ya no estaba solo. Y para su sorpresa, en lugar de ser uno de esos robots, se trataba del hombre que lo desenterró.

- ¿Hola? – se aventuró Cain, inseguro de qué decir exactamente. Mejor aún, no tenía idea de por qué estaba aquí, mucho menos de por qué esto sería una buena idea. Las advertencias de Fujiwara sobre que lo hicieran pedazos se repitieron en la mente del anciano. Y dada la fuerza desconocida de esta máquina, ¡podría incluso hacer eso!

La máquina se aproximó a Cain, pero se detuvo al ver que el humano daba un paso atrás.

- Lo siento. – se disculpó el robot. – No era mi intención.

El anciano humano se quedó confuso. – ¿Qué?

La máquina suspiró y se dio la vuelta. – Usted tiene miedo de mí.

- N-No. ¡No! – protestó Cain. – Yo no…

- ¡No me mienta! – gritó el robot. – ¡Por supuesto que me tiene miedo! ¡Todos ustedes tienen miedo de mí! ¡Sé que incluso algunos de ustedes me quieren muerto!

Cain se echó aún más para atrás. El robot azul había cambiado totalmente. Un segundo, estaba encogido en una esquina tratando de alejarse de todos, y al siguiente, ¡estaba demostrando temperamento! ¿Era esto a lo que el Dr. Light se refería con la capacidad de pensar y sentir?

Pero a pesar del miedo de Cain, vio que la expresión del robot volvía a cambiar, y eso disminuyó su terror. El robot azul inmediatamente mostró arrepentimiento por su arrebato, desviando la mirada del paleobotánico muy apenado.

- Lo siento. – se disculpó la máquina. – Yo… solo no quiero que me vuelvan a sellar.

- ¿Volver a sellar? – Cain pareció confuso. – ¿A qué te refieres?

- No quiero volver a la oscuridad. – dijo el robot. – La última vez que volví a la oscuridad…

Hizo una pausa. La verdad era que no sabía lo que había sucedido entonces. Cuando lo volvieron a forzar a la oscuridad antes… fue porque algo terrible había sucedido. Lo que fue, no estaba seguro, pero fue sellado porque era demasiado peligroso estar a fuera. Si permanecía afuera a plena vista, ¡sin duda lo habrían matado!

Y no a manos de otro robot, sino de manos hechas de carne y hueso.

Cain estaba totalmente desconcertado. Tal rango de emociones, ¡y de una máquina, nada menos! Pero mientras más pensaba en ello, el anciano humano tuvo de pronto una epifanía.

- Bueno, por supuesto que no quieres. – le dijo.

Ahora, fue el turno del robot de sentir confusión. – ¿Qué?

- Por supuesto que no quieres volver a ser sellado. – continuó Cain. – Atrapado en un lugar oscuro, incapaz de moverte, de hablar, ciertamente no es algo por lo que yo querría pasar.

La máquina se giró. Era cierto, resultaba sofocante, pero también era tranquilo. Sin embargo, su mente se sentía como si estuviese siendo restringido. Como si estuviera siendo "analizado", y que no sería liberado hasta que hubiera terminado.

- ¿Hace cuánto fuiste puesto en esa cápsula? – preguntó Cain. – Oh, pero antes de eso, soy el Dr. Phillip Cain. – agregó extendiéndole una mano. El hombre esperaba no estar cometiendo un error. – Y bueno, también yo he sido un poco grosero, al no llamarte por tu nombre. – Hizo una pausa, pensando en algo. – Sí sabes cuál es tu propio nombre, ¿verdad?

Esperaba no haber insultado al robot. Quizás en efecto le tenía algo de miedo, pero aun así, con todo, si esta máquina podía hacer lo que decía el Dr. Light, entonces en última instancia este robot merecía el mismo nivel de cortesía que Cain le habría dado a cualquier otro humano.

- Mi nombre… – dijo el robot. Su nombre, se puso a pensar en él por un momento. Sí, su nombre. Claro que sabía cuál era. – Sí. El Doctor, me llamó X.

- ¿Sólo X? – preguntó Cain. – Pero tu número serial te designaba como Mega Man X.

- ¿Mega Man? – Él también conocía ese nombre. Pero había otro además de él. – ¿Se refiere a Rock Light?

Cain estaba sorprendido. – S-sí. Eso es correcto. Ese era su título inicial. – Casi pudo escuchar una voz muy sutil dentro de su cabeza corrigiéndole. Nombre, no título. – ¿Acaso el Dr. Light, bueno, también te dio un nombre?

- Ese es mi nombre. X. – explicó el robot azul. – Al menos, eso fue lo que dijo el Doctor.

Parecía que quería decir algo más, pero se detuvo.

- ¿Sí? – preguntó el anciano, con curiosidad.

- N-no es nada. – dijo el robot azul, X. – Como sea, de vuelta a su pregunta, si mi memoria funciona… – buscó por su banco de datos, tratando de reunir todo lo que pudieran encontrar. Ultimadamente, encontró muy poco, pero al menos sí podía responder la pregunta principal del hombre. – Creo que… fue en algún momento alrededor de diciembre. El 17 de diciembre, 200X.

- ¡¿200X?! – exclamó Cain. Si lo habían sellado alrededor de esa época, y las notas del Dr. Light sobre las "pruebas de confiabilidad" de la máquina llevarían treinta años, entonces eso significaba que… – Has estado en esa capsula durante más de un siglo.

- ¡¿Un siglo?! – X no podía creer lo que había escuchado al principio, pero entre más pensaba en ello, pcoo a poco comenzaba a tener sentido. Aunque fue breve, había podido ver algo del mundo exterior antes de ser colocado en la cápsula. No lo recordaba muy bien, pero lo había visto. Y por lo que había visto del mundo en el presente, quedaba claro que había sido sellado por un largo tiempo.

Pero si había transcurrido un siglo, ¡¿acaso eso significaba lo que más se temía?!

- Entonces… entonces el doctor… ¿está…?

Cain se quedó congelado. Nunca creyó que le harían una pregunta como esa. X le estaba preguntando, como si se tratase de un niño perdido buscando a sus padres. E irónicamente, eso parecía ser exactamente, aunque no fuese un humano.

X continuó mirándolo, esperando una respuesta, pero a juzgar por su expresión, era claro que ya sabía lo que Cain iba a decirle.

- Sí. – le dijo el humano al robot. – El Dr. Light… falleció hace un largo tiempo.

Los ojos verdes de X miraron hacia el suelo, procesando lo que acababa de oír. En realidad, estaba siendo muy tonto. Sellado por un siglo entero, por supuesto que el Doctor estaría muerto. ¿A qué otra conclusión podría haber llegado? Pero aun así le golpeó el hecho de que el Doctor estuviese muerto. Mucho antes de poder ser liberado. E incluso mientras estaba siendo construido, el rostro del hombre se veía constantemente cansado y tosiendo. Era lógico. Por supuesto que estaría muerto. Era humano, y su creación era una máquina. Los humanos cesaban de funcionar de manera natural tras una cierta cantidad de años.

El Doctor estaba muerto. El Doctor estaba…

X se giró para ponerse de cara a la pared, pero Cain alcanzó a verlo antes que lo hiciera.

- Espera. No, no me des la espalda. – le dijo el humano a la máquina. Se preguntaba si realmente lo había visto o no, pero tenía que estar seguro. – Está bien. – le aseguró a X. – No te juzgaré.

X guardó silencio por un momento. – Podría volver a asustarlo.

- Aún no lo has hecho. – le dijo Cain.

- Está mintiendo.

El humano suspiró. – Escucha, entiendo que estás confundido. Y que apenas puedes entender lo que está sucediendo, mucho menos el mundo a tu alrededor. – Colocó una mano sobre el hombro del robot azul. – Tienes razones para sentirte así.

X finalmente miró cara a cara a Cain, confirmando que no había sido una alucinación. En efecto, sí había visto lo que creyó. Fue solo una gota solitaria, pero una sustancia húmeda acababa de salir de uno de los receptores ópticos del androide, bajando por su mejilla y cayendo con un pequeño "plop".

Lágrimas. Estaba llorando. Esta máquina, este robot, estaba llorando.


Al día siguiente…

Sobraría decir que la reacción de Fujiwara a lo que Cain había visto fue… inesperada. Y más inesperado fue que la máquina azul se encontraba con el anciano la siguiente vez que se vieron.

- ¿Qué está haciendo el espécimen aquí? – cuestionó Fujiwara.

- Dijo que quería venir. – le dijo Cain, mirando a X. – Y tiene un nombre, ¿no es así? – agregó mirando al robot, tratando de motivarlo silenciosamente a hablar.

- Sí, así es. – dijo el robot, todavía inseguro.

Fujiwara cruzó los brazos, contemplando este nuevo giro de acontecimientos. – Muy bien. – dijo finalmente. – Entonces dime, ¿cómo te llamas?

- X. – dijo el robot. – Pero puede dejar de lado la parte de Mega Man. Sólo soy X.

- ¿Sólo X? – preguntó Fujiwara. – ¿Por qué solo eso? ¿Por qué no agregar Mega Man?

X negó con la cabeza. – Porque yo no soy Mega Man. – les dijo. – Yo no soy Rock Light.

Fujiwara miró a Cain, con los ojos muy abiertos. El científico tenía una expresión muy seria. – Cain, necesitamos hablar.

Cain miró a X. – Lo siento, ¿te importaría? – Notó que X parecía algo dudoso. – No volverás a la cuarentena, no te preocupes.

X seguía inseguro. – ¿Lo promete?

Cain asintió. – Lo prometo.

Con eso, aunque le tomó solo unos pocos momentos, X obedeció y salió del laboratorio, dejando a solas al anciano y al experto en robótica.

- Cain. – comenzó a hablar a Fujiwara. – ¿Qué diablos fue eso?

El paleobotánico se quedó estupefacto. – ¿Qué quieres decir?

- Él mismo tomó la iniciativa. – le dijo el japonés a Cain. – Nos dijo lo que quería, y lo dejó claro. Ya está mostrando signos de independencia. – Se le acercó más. – ¿Acaso tiene idea de lo que eso significa? – Cain no tuvo oportunidad de responder, ya que Fujiwara continuó de inmediato. – Podría haber descubierto lo que podría ser la siguiente generación de máquinas avanzadas, desde los días del Dr. Light.

Cain no tenía idea de cómo responder a eso. Era cierto, cuando desenterró a X, presentía que esto llevaría a algo mucho más significativo, pero ¡jamás se habría imaginado esto! Y por la mirada que Fujiwara le estaba dando, claramente planeaba seguir adelante con ello.

- Entonces… ¿qué planeas hacer?

Esta historia continuará

Notes:

Y aquí estamos de nuevo. Segundo capítulo, y no faltaron las referencias, con las especificaciones de X en cada una de sus partes, y también en el mensaje del Dr. Light que aparecen en la intro del Mega Man X original. Aunque por las palabras de X aquí, podemos deducir que es más que probable que haya tenido conversaciones con su creador mientras estaba siendo construido, como vemos en el OVA de "El Día de Sigma" en el remake. Aparte de las escenas del propio X, se me ha hecho interesante ver los dos puntos contrapuestos de Cain y Fujiwara. Créanme, si este último les está cayendo mal ahora, les caerá todavía peor cuando lo vean en los siguientes capítulos. Dicho eso, me agrada ver cómo X reacciona a su entorno, claramente todavía es como un niño confuso y asustado que despierta en un lugar desconocido, y si bien no desea causar problemas, a veces lo pueden las emociones.

En fin, creo que no tengo más que decir. Los primeros capítulos puede que sean algo lentos para dar la introducción, pero todo eso tiene su propósito para establecer a los personajes. Me despido hasta el próximo miércoles.

Chapter 3: El X-Buster

Chapter Text

30 de mayo, 21XX, Arcadia, la ciudad blanca…

Tal como Cain pudo comprobarlo rápidamente, ningún nuevo tipo de robot, mucho menos uno tan avanzado como el que encontraron, no podía ser liberado en el mundo de inmediato.

- Necesito recordárselo, Cain, que ninguno de nosotros debería tener este robot en su posesión. – le dijo Sho Fujiwara al hombre mayor. – Si el consejo llega a saber UNA sola palabra de esto, por pequeña que sea, entonces…

- Sí, estoy al tanto. – le dijo Cain al experto en robótica. Sabía bien lo que les sucedería a ambos, y probablemente al resto del equipo de excavación, si la existencia de X salía a la luz antes de tiempo.

Desde el descubrimiento de la (presumiblemente) creación final del Dr. Light, Cain convenció a todos de guardar silencio por el momento. Cain simplemente declaró que la expedición había sido un fracaso. Ciertamente eso implicaba una pérdida de tiempo y dinero, pero Fujiwara ofreció una propuesta al equipo.

- Si podemos poner a buen uso a esta máquina, podríamos cambiar al mundo. ¡Y todos y cada uno de ustedes habrían contribuido a ello!

Cain sabía que el japonés esperaba que escuchase a sus palabras, pero su preocupación estaba más en las consecuencias de tener a ese robot en su custodia sin alertar al consejo. Y el hecho de que Fujiwara sobornó a todos para mantenerse en silencio tampoco hacía quedar muy bien a ninguno de los dos.

- Bueno, ¿cuánto más necesita hacer para ti? – cuestionó el paleobotánico a Fujiwara. – Me refiero a ¿cuántas pruebas más tiene que hacer?

Como Fujiwara le había explicado a Cain si querían tener éxito en esta empresa, ya que técnicamente ESTABAN rompiendo la ley con el solo hecho de tenerlo en su posesión. Ni siquiera importaría si lo hubieran fabricado ellos mismos. Ambos sabían que su inteligencia artificial era mucho más avanzada que la de cualquier mecaniloide, y eso por sí solo bastaría para echar abajo toda la operación.

¿Cómo rayos se había metido en este enredo? Había salido en busca de probar una teoría sobre vida vegetal antigua, y ahora aquí estaba, ¡cometiendo actividades ilegales con un robot avanzado del cual no sabía casi nada! Aun así, no pudo evitar preguntarse algo. – Si descubren que X es una creación del Dr. Light, seguro que esa información jugaría a su favor, ¿verdad?

- Tal vez. – le dijo Fujiwara a Cain. – Pero incluso entonces, sería preservado en un museo en alguna parte. De cualquier manera, nunca tendríamos la oportunidad de ver a dónde podría llevarnos este robot. Si podemos presentar estas pruebas al consejo, y evidencias sólidas de sus interacciones con mecaniloides y humanos, entonces no tendrán más opción que aceptar mi propuesta.

- "¿No es un poco pronto para tener tanta confianza?" – pensó el hombre mayor, pero no lo dijo en voz alta. Le gustase o no, ahora estaba demasiado metido en ello. Si cualquier detalle de esto salía a la luz pública, tanto él como Fujiwara estarían acabados. Aunque fuese solo un rumor que se esparciera, el consejo lo investigaría, ¿y entonces qué? Había demasiado que quería decirle al científico, preguntas que necesitaban respuestas, pero sabía que no las conseguiría. No todavía al menos.

- Hablando de eso, ¿en dónde está él ahora? – preguntó Cain.

Fujiwara desvió la mirada de su trabajo. – ¿Hm? Oh, se refiere a DLN-

- Mega Man X. – lo interrumpió Cain. – Aunque tenga un número serial, también tiene un título.

- Bien, lo llamaré como usted quiera. Eso no es importante para mí. – le dijo el asiático. – ¡Ah! Eso me recuerda, lo necesito para otra prueba física.

- ¿Otra más? – Cain se sorprendió de oír esto. – ¿Ya cuántas has hecho? ¿Cuatro, cinco?

- Seis. – corrigió Fujiwara. – Pero ésta será mucho más que solo probar su fuerza o resistencia. – Se levantó de su silla. – Estoy ansioso por ver lo que puede hacer con ese Buster.

Lo habían mandado a salir de su habitación, de nuevo, seguramente para otra prueba, de nuevo. X había estado confinado en este lugar durante casi mes y medio, y aun así ¡Fujiwara no parecía haber terminado con él! Cierto, no era que tuviese muchas opciones, pues le habían informado de lo que podría sucederle si era descubierto demasiado pronto. Le dijeron que sería confiscado y destruido o desactivado, para nunca más volver a ver el mundo exterior. Por supuesto, siendo que eso era lo último que quería el robot azul, obedeció a todas las peticiones del doctor, aunque más parecía que fueran órdenes.

Habían escaneado su armadura, probado sus extremidades y articulaciones, analizado su CPU, y eso ni siquiera cubría las numerosas pruebas físicas y de estimulación que Fujiwara le había puesto. Pero ahora, lo que le estaban pidiendo hacer lo tomó totalmente desprevenido.

- ¿Usted quiere que yo haga qué? – preguntó X, de pie en una pequeña sala, mientras Fujiwara y Cain lo observaban desde una plataforma elevada encima de él, con un grueso cristal cubriendo la abertura.

- Quiero que apuntes y dispares con tu buster al objetivo. – respondió Fujiwara, cuya voz hacía eco por toda la pequeña cámara. – Solo está a unos metros de distancia, no hay forma de que lo falles.

Enfrente de X se encontraba un mecaniloide alrededor de su tamaño, inmóvil y listo para dispararle. – Usted… – X comenzó a darse cuenta de a lo que se refería Fujiwara. – ¿Quiere que dispare contra él?

- ¿Él? – Fujiwara estaba confuso, mirando a Cain. – ¿Por qué asumes que es un él?

Cain estaba a punto de responder, pero nunca tuvo la oportunidad, Fujiwara habló por el micrófono de nuevo:

- No va a atacarte, si es lo que te preocupa. Debería ser un simple muñeco de entrenamiento para ti.

El mecaniloide se mantuvo inmóvil enfrente del robot azul, esperando que tomara su oportunidad. Pero él no sacó su Buster.

- ¿Y bien? – El científico se quedó confundido. – Procede con la prueba. Dispara al objetivo.

X miró al mecaniloide, y luego a los dos humanos que lo observaban. – ¿Puedo hacer una pregunta?

Cain y Fujiwara se sorprendieron al escuchar esto. – Podrás hacerla cuando completes la prueba. – dijo Fujiwara. – Ahora, comienza.

- Pero…

- Inicia la prueba. – le dijo Fujiwara al robot azul en tono muy serio, aunque para Cain sonaba más a que estaba gruñendo de manera agresiva.

- Oye, espera. – El anciano dio un paso al frente. – ¿Por qué no lo dejas hablar? Después de todo, ¿cuántas pruebas ha hecho para ti a estas alturas?

- ¿Por qué iba a importar eso? – preguntó el hombre japonés, y luego se volvió de nuevo hacia X. – Comienza la prueba. Ahora.

- ¡Pero no me dijo que el objetivo era otro robot! – argumentó X.

- ¿Otra vez insistes en ponerte terco? – preguntó Fujiwara. Cain por su parte echó una mirada y vio que X se ponía nervioso. – Bien, obtendré mis resultados, sea como sea.

El hombre mayor vio que el científico presionaba un botón en un dispositivo de control remoto que acababa de sacar del bolsillo de su bata de laboratorio. Antes que Cain pudiese preguntar a lo que se refería con eso, vio que el mecaniloide se lanzaba bruscamente contra X, tacleándolo y derribándolo contra el suelo.

- ¡¿Qué estás haciendo?! – preguntó el hombre mayor, desconcertado ante lo que veía.

- Relájese. – dijo Fujiwara despreocupadamente. – Esto debería ser un juego de niños para él. – continuó mientras observaba la escena en curso debajo de ellos. – Asumiendo que esta vez utilice su arma.

- ¿Esta vez? – Cain no tuvo tiempo de decir más, ya que oyó un grito de dolor de X. El robot azul había sido derribado en el suelo tras recibir un gancho de derecha en toda la cara. – ¡Detente! ¡Lo estás lastimando!

- ¡Estará bien! – replicó el japonés. – Si me lo preguntan, solo estás haciéndotelo más difícil a ti mismo. – Fujiwara hablaba directo al micrófono. – Solo utiliza esa arma con la que fuiste construido, y todo habrá terminado.

El mecaniloide entonces desenfundó un blaster manual de energía y comenzó a dispararle a X. El robot azul apenas logró agacharse justo a tiempo para evitar el disparo.

- ¡¿Qué diablos estás haciendo?! – gritó Cain. – ¡Lo vas a matar!

- Ese láser no atravesará su armadura. – explicó Fujiwara, como si lo que veía fuese perfectamente normal. – No hará más que provocarle un ligero choque.

- ¡Sho, tienes que parar esto! – Cain comenzó a discutir. – ¡Es una crueldad!

- ¡Lo único es que es una pérdida de tiempo! – espetó Fujiwara. – Parece que nuestro amigo aquí necesita otro empujón más.

El mecaniloide entonces le disparó a X en el pecho, haciendo que el robot se fuera dando tumbos hacia atrás. Una dolorosa descarga de electricidad le recorrió todo el cuerpo, haciéndolo caer al suelo apoyándose con sus rodillas y manos. Luego se dio cuenta que el mecaniloide le estaba apuntando su arma para lanzarle una descarga directo al cristal rojo sobre su cabeza.

Fue entonces que, como si fuera por puro instinto, la mano derecha del robot se retrajo dentro de su antebrazo, reemplazada por el barril de su Buster. X entonces apuntó con su arma directo a la cabeza del mecaniloide y con un solo y rápido disparo, lanzó una ráfaga concentrada de plasma, atravesando el cráneo metálico del robot y saliendo por el otro lado de su cabeza. El mecaniloide inmediatamente cayó hacia un lado, haciendo espasmos mientras X se ponía de pie, y miraba lo sucedido.

- "Por fin." – pensóFujiwara, muy complacido con lo que acababa de ver. Cain, por otro lado, parecía horrorizado. Fujiwara habló directo hacia el micrófono. – De acuerdo, con eso concluye la prueba.

X lo miró con los ojos muy abiertos, y conmocionados. La puerta que sellaba la cámara entonces se abrió.

- Ya puedes marcharte.

X apenas podía creer lo que estaba oyendo. – ¿Eso fue todo? – preguntó el robot. – ¿Eso es todo en lo que puede pensar?

Una parte de él se sentía avergonzada, pero Cain estaba sorprendido de ver que el rostro juvenil del robot se contorsionaba en una expresión de shock y rabia. Pero la otra parte empezaba a sentir miedo, y con razón, del robot que estaba debajo de ellos. Acababa de alzarles la voz mientras hablaba.

- ¿Cuál es el problema? – cuestionó el asiático.

- El problema… ¡el problema es que está muerto! – le gritó X a Fujiwara, señalando al mecaniloide, que había dejado de moverse. Al menos, hasta que vio un sacudón en su pierna. Al ver esto, X corrió hacia la otra máquina, dándole la vuelta. Fue entonces que pudo ver por dónde lo había atravesado su disparo, un agujero limpio en toda la cavidad cerebral. – Él… – X empezó a tartamudear, y luego miró a Fujiwara. – No… no puedo entenderlo.

Y con eso, salió de la cámara y echó a correr sin decir ni una palabra más.

- Más le vale estar agradecido. – gruñó Fujiwara. – Acaba de obtener su privilegio de ir a otra parte en esta habitación. – Luego escuchó cómo se abría la puerta, y miró confuso a su acompañante. – ¿Cain? ¿A dónde cree que…?

El anciano cerró la puerta con un portazo violento, dejando a Fujiwara a solas en la pequeña área encima de la cámara.

Salió corriendo. No sabía a dónde iba, mucho menos a dónde podría ir, pero corrió. Necesitaba alejarse de esa sala, de ese mecaniloide tendido muerto en el suelo. No quería volver a su "cuarto", y sabía que no podía abandonar el laboratorio o podría ser visto potencialmente.

Finalmente, luego de frenar su carrera sin rumbo, el robot azul se apoyó contra una pared, deslizándose hacia el suelo. Miró su brazo derecho, deslizando su mano dentro de su antebrazo para reemplazarla de nuevo con el Buster.

- "¿Por qué?" – pensó X. ¿Por qué estaba tan empeñado Fujiwara en obligarlo a poner a prueba esta parte de sí mismo? ¿Y por qué hizo que ese mecaniloide lo atacara?

Y mejor aún todavía, ¿por qué tuvo él que dispararle?

- Allí estás. – X de pronto escuchó una voz. Levantó la mirada para ver, para su gran alivio, que solo era el Dr. Cain. – ¿Te encuentras bien?

X frunció el cejo. – ¡¿Usted qué cree?! – le gritó, y el humano se sorprendió por su reacción. Tan rápido como lo dijo, sin embargo, se arrepintió de haber alzado la voz. – Lo siento. Yo… no debería desquitarme con usted.

- Estás en shock. ¿Cómo si no ibas a reaccionar? – le dijo el humano al robot, sorprendido de sí mismo por decir esas cosas. A una máquina. – ¿Es ésta la primera vez que Fujiwara te obligó a hacer esto?

- No realmente. – respondió X. Parecía algo reacio a hablar; casi como si fuese a meterse en problemas por ello. O más bien, en problemas con Fujiwara. – Quiero decir, es natural que quieran ver de lo que… bueno, estoy hecho, en cierto sentido. – continuó. – ¡Oh! ¡No es que tenga problemas con las pruebas! Son muy simples de completar, después de todo.

- Relájate. – le aseguró Cain, colocando una mano sobre el hombro de X. – No vas a volver a la cuarentena si es lo que te preocupa. – X parecía haberse calmado un poco al escuchar esto, aunque todavía se notaba claramente intranquilo. El anciano humano dudaba que el robot quisiera discutir lo que acababa de pasar, pero de pronto, escuchó a X hablarle.

- No fue mi intención matarlo.

- ¿Qué? – preguntó Cain. – ¿El mecaniloide?

X asintió tras un momento de silencio. – Empezó a atacarme de repente. ¡Solo quería que se alejara! ¡No fue mi intención dispararle a la cabeza!

- Lo sé, lo sé. – le aseguró Cain al robot. Con cada vez que los dos interactuaban, el humano se sorprendía más y más de lo que salía de la boca de este robot. – Planeo hablar muy seriamente con Fujiwara después, así que no te preocupes por eso. – X pareció tener miedo al oír eso. – Esto es algo que he querido hablar con él. El único con quien Fujiwara debería enfadarse soy yo.

X miró hacia el suelo, inseguro. – ¿Lo promete?

- Lo prometo. – le dijo Cain. Entonces pensó en algo. Algo que había querido preguntarle desde que le alertaron que el robot había salido de la cuarentena. – Por cierto, no creo haber visto tu cuarto todavía.

X volvió su atención de nuevo a Cain. – Oh sí, mi cuarto. – Se levantó del suelo. – Pero… no es muy interesante.

Incluso aunque mantenía una sonrisa en su rostro, Cain sentía que la sangre comenzaba a hervirle. – Seré yo quien juzgue eso. – Luego le hizo un gesto a X para que lo guiase.

El robot azul captó el mensaje y comenzó a caminar hacia donde lo habían hecho instalarse en el laboratorio del científico japonés.

- "Oh sí." – pensó Cain. – "Él y yo vamos a tener una charla muy, MUY larga."


Más tarde…

- Sigo sin entender cuál es el problema. – dijo Sho Fujiwara, imperturbable ante lo que estaba diciendo Cain. – En mi opinión, ese robot debería estar agradecido que lo tenemos aquí, con ese embargo mundial sobre las inteligencias artificiales después de todo.

Cain cruzó los brazos. – Y es esa clase de acercamiento el que lo hace que quiera alejarse de nosotros y esconderse. – le dijo al científico. – Lo has tenido aquí encerrado, obligándolo a que haga prueba tras prueba sin descanso, ¡¿y te preguntas por qué ese robot está reacio incluso a hablarte?!

Fujiwara también cruzó sus propios brazos. – ¿Y cómo sabe usted esto?

- Porque hablo con él, Sho. A diferencia de ti. – le dijo Cain al otro humano. – Mira, ¡el punto es que no puedes seguir tratándolo así! ¡Todo ese espectáculo de soltarle al mecaniloide para que lo atacara fue demasiado! ¡Ya me dijo directamente que no quiere volver a usar ese buster nunca más!

- ¡Bueno, más le vale acostumbrarse! – espetó Fujiwara. – ¡O de lo contrario VOLVERÁ a la cuarentena!

- ¡No puedes exigirle u obligarlo a que haga lo que tú quieres! – gritó el hombre mayor.

- ¿Y por qué no? – cuestionó el asiático. – Éstas son las pruebas estándar para cualquier nuevo modelo de máquina que vaya a salir al mundo. – explicó. – "Especialmente en el mercado." – pensó para sí mismo antes de volver a hablar en voz alta. – Si no lleva a cabo estas pruebas, entonces nunca verá una vida fuera de este laboratorio. Y eso si tenemos la suerte de que nadie se vaya de lengua y diga una palabra.

- Entonces ¿no puedes encontrar una manera que no involucre… lo que le obligaste a hacer antes? – cuestionó Cain.

- Yo no lo obligué a hacer nada. – explicó Fujiwara. – Él se rehusó a participar en la prueba, así que tuve que darle un pequeño empujón.

- ¿Y eso involucraba matar a ese mecaniloide? – Cain no podía creerlo, ¡no iba a ninguna parte con este hombre!

Pero fue entonces que Fujiwara se levantó de su asiento y se aproximó al anciano, mirándolo fijamente a los ojos. – Tenía la sospecha de que usted se pondría difícil. Usualmente, alguien lo hace.

Cain se sintió confundido, y también algo intimidado. – ¿Y eso por qué? – preguntó, esperando no provocar más al otro hombre.

- Alguien siempre siente demasiado apego por estas cosas. – dijo Fujiwara. – Ni ese mecaniloide, ni tampoco ese robot, ninguno de los dos está técnicamente vivo. Nunca lo han estado. Usted se está proyectando en ellos, así que se engaña a sí mismo creyendo que tienen voluntad propia.

Cain guardó silencio por un breve momento. – Pero… las notas de Light. Él decía que…

- Y ese fue su mayor defecto. – lo interrumpió Fujiwara. – El hombre era un científico brillante, pero también un tonto emocional.

Cain apenas podía creer lo que acababa de oír. De todos los hombres que conocía en el campo de la robótica, nadie se había atrevido a hablar de semejante manera del Dr. Thomas Light.

- Construyó a esta máquina X, presumiblemente para que imitase el comportamiento y reacciones de un humano ordinario. Su meta era construir un robot que, fuera de sus proporciones y el hecho de ser totalmente mecánico, fuese un ser capaz de compartir el mismo don que a los robots les fue denegado por tanto tiempo.

- ¿Y eso sería?

- Libertad. – respondió Fujiwara. – La libertad de controlar sus propias vidas, de tomar sus propias decisiones, de elegir el curso de su propio destino y su camino en la vida.

Cain se tomó un momento para procesarlo. ¿Era esto lo que Light intentaba hacer? Por lo que había visto en X, se dio cuenta de que, efectivamente, había visto un robot hacer cosas que no habían sido vistas durante décadas, ¡tal vez incluso durante un siglo entero! Bueno, al menos hasta la muerte del Dr. Light. La inteligencia artificial de X estaba muy por encima de cualquier mecaniloide. De hecho, Cain se dio cuenta entonces de que, pese a ser una masa de metal y circuitos, el robot azul parecía más hombre que máquina.

- Todo es una ilusión, por supuesto. – continuó Fujiwara, descartando totalmente lo que Light había logrado. – Aunque ellos y otros humanos puedan creer que es real. Al final del día, Mega Man X es solo eso. Su título y su creador solo importan al punto que probablemente sería preservado como un artefacto antiguo. O, en el caso de que complete estas pruebas, ayudará a atraer una nueva oleada de máquinas que podría cambiar al mundo. – El japonés cruzó sus brazos. – Y usted está dispuesto a echar todo esto a la basura, ¿sólo porque piensa que estoy siendo demasiado duro con un robot?

Cain estaba en silencio, sabiendo bien que Fujiwara no se iba a retractar. Ahora, era tiempo de sugerir una idea propia. – Entonces… tal vez yo debería llevarlo a otra parte.

Una vez más, se encontraba confinado en su cuarto. Bueno, tal vez confinado no fuese el término apropiado, ya que ni Cain ni Fujiwara le habían ordenado quedarse allí, pero tenía la sensación de que sería mejor no salir. Especialmente si luego tenía que hacer otra "prueba" de nuevo.

Al principio, X no tenía nada en su cuarto, pero había solicitado tener un lugar donde dormir. Fujiwara simplemente le dijo que apagara sus sistemas para quedar en estasis, pero el robot azul le mostró que no era tan simple como eso. Aunque fuese una máquina, sentía la necesidad de acostarse y descansar. Por qué razón, no lo sabía, pero lo quería a pesar de todo.

Eventualmente, le dieron una litera sencilla, que soportaba su peso (aunque él solo pesaba unos 57 kilogramos, o 120 libras), pero no mucho más. Fue Cain el que sugirió que necesitaba algo más que una simple cama. Fujiwara no parecía realmente interesada, pero Cain sugirió que podría ver a X procesando cosas como literatura e información. El científico argumentó que Light, el Doctor, ya debería haberle programado esas cosas por default, así que no tendría mucho sentido. Parecía más interesado en ver lo que X podía hacer por él que en recolectar datos.

El robot azul ya había sido advertido que, si abandonaba el laboratorio, bien podría ser capturado o incluso asesinado. Acorde con Fujiwara, su sola existencia podría ser vista como algo que rompía las leyes.

- ¿Por qué? – le había preguntado X cuando habían comenzado las pruebas, sin entender.

Fujiwara se giró hacia él antes de irse para analizar lo que había recopilado sobre el DLN. – Porque, según el consejo, o más bien en general, algo como tú no se supone que deba existir.

La puerta entonces se cerró, dejand solas y contemplando sus palabras. E incluso ahora, seguía haciéndolo. ¿Él no debía existir? ¿Qué significaba eso? Light… el Doctor… lo había creado, así que debía tener un propósito para su existencia, ¿verdad? Retrajo su mano dentro de su brazo, reemplazándola por el cañón de su Buster. El Doctor también le había entregado esta arma, ¿así que seguramente era para utilizarla? ¿Había sido construido con ese propósito?

La imagen de ese mecaniloide seguía apareciendo en su cabeza, y X la sacudió inmediatamente. No, no volvería a usar esta cosa. Nunca más. Se había jurado a sí mismo que no lo haría.

De repente, oyó el ruido de la puerta, percibiendo movimiento mientras se abría para quienquiera que estuviese afuera. X se sorprendió, asumiendo que Cain habría cerrado la puerta desde afuera. ¿Acaso podría haber salido todo este tiempo?

El robot azul no tuvo mucho tiempo para pensarlo, ya que de pronto sintió que algo se frotaba contra sus piernas.

X miró hacia abajo para encontrarse, de todas las cosas, con una pequeña bola de pelos blanco con patas, que lo miraba con unos enormes ojos marrones. Una lengua rosa y sorprendentemente larga colgaba de la boca de la criatura, jadeando como si hubiese corrido por un largo tiempo.

X estaba confundido. ¿Un perro? ¿Cómo se había metido aquí un perro?

- ¡Patarche! – llamó una vocecita chillona. – ¡Patarche! ¡¿Dónde estás?! – El sonido de pasos que se acercaban alertó a X que alguien se acercaba. - ¡Patarche! ¡Pata-!

Poco después, una pequeña niña se detuvo en el umbral de la puerta, viendo al pequeño cachorro blanco.

- ¡Patarche! – La niña corrió hacia el interior de la habitación para recoger al cachorro, pero entonces, se dio cuenta que el canino no era el único que estaba allí.

- Oh, ¿en serio? – cuestionó Fujiwara. – ¿Y a dónde pensaría llevárselo? ¿Con quién?

- Sería muy fácil. – replicó Cain. – No eres el único experto en el mundo. En el momento en que cualquiera escuche que es una creación de Light, al menos sabrían cómo tratarlo de manera decente.

El científico no se sintió intimidado en lo más mínimo. – "¿Crees que sabes cómo jugar este juego? Piénsalo de nuevo, anciano." – De acuerdo. – le dijo. – Lléveselo.

- ¿Qué dices? – preguntó Cain, confuso.

- Ya me oyó. – respondió Fujiwara. – Llévese a X con alguien más. Trate de encontrar una forma de llevarlo allí. Y supongamos que lo logre. Supongamos que usted pueda llevar a X con alguien que tenga la mitad de mis credenciales y éxito. ¿Pero quién le dice que tendrá la oportunidad de intentarlo?

El humano mayor palideció. – ¿Qué estás diciendo?

Una ligera sonrisa apareció en el rostro del asiático. – Estoy diciendo, que usted está atrapado conmigo. Usted y el robot. – le dijo a Cain, y el hombre mayor había caído directo en su trampa. – Tenga en mente que la existencia de X ni siquiera ha sido reportada ante el consejo. Eso ya de por sí es una ofensa, especialmente considerando el nivel de inteligencia artificial de este robot. Incluso los mecaniloides programados para manejar tareas complejas palidecen en comparación con él. –

Cain presentía que aún no terminaba. Un escalofrío recorrió la espalda del paleobotánico.

– Pero al consejo no le va a importar. Van a irrumpir aquí dentro y se llevarán hasta la última pieza de información que haya recopilado, junto con ese robot, y luego lo encerrarán.

Cain apretó los labios con rabia. – No serías capaz…

- Y eso no es todo. – continuó Fujiwara. – Cualquiera cuyo nombre esté involucrado en esto se le arruinará su vida por completo. Recuerda que todos prometimos que no diríamos nada, ¿verdad? ¿Y eso no fue su idea, Cain?

- Yo… solo estaba tratando de…

- Ahora todos estamos juntos en esto. – explicó el experto en robótica. – Y yo podría alertar al consejo en cualquier momento sobre lo que está pasando. Llévese a ese robot con alguien más, y tal vez podría filtrar accidentalmente cualquier información. – le gruñó. – No crea ni por un segundo que no me los voy a llevar a usted y a todos los demás conmigo. Si yo me hundo, TODOS nos hundimos. Y usted sabe bien que no hay nada que pueda hacer para detenerme.

Cain se quedó totalmente en silencio, con los ojos muy abiertos ante no solo la terrible comprensión, sino también ante la completa insensibilidad de Fujiwara. Por mucho que lo odiara, y que odiara al otro hombre en ese momento, sabía que el asiático tenía razón. No había nada que pudiera hacer. Y si no fuese por sentido de auto-preservación, sería por el miedo de que encerraran a X.

- ¡Sr. Fujiwara! – La puerta hacia los cuarteles de Fujiwara se abrió de golpe, y una mujer de piel bronceada con cabello castaño amarrado en un moño entró corriendo. – ¡Ah, gracias al cielo que todavía sigue aquí!

- ¿Qué significa esto, Cecilia? – preguntó el asiático, irritado por la interrupción.

- ¡Es su hija! – respondió la mujer, Cecilia. – ¡Se escapó!

- ¿Se escapó? ¿A dónde? – cuestionó inmediatamente Fujiwara. – ¿Está en el laboratorio?

- Sí, aún sigue aquí. – confirmó Cecilia. – Quería venir a verlo a usted, pero Patarche…

- ¿Patarche? ¿Quién es Patarche? – El hombre japonés no tenía idea de lo que estaba hablando la ama de llaves. – ¡Lo que sea! ¡Solo encuéntrala!

En el momento en que ella dio un paso al frente, X dio un paso atrás. La niña era muy pequeña, probablemente alrededor de cuatro o cinco años, de descendencia asiática. Tenía ojos cafés y su cabello era completamente negro, amarrado en una media coleta con un listón rojo. Traía puesto un vestido rojo, con una camiseta blanca de cuello de tortuga, medias hasta la rodilla blancas, y zapatos rojos con hebilla.

- ¿Quién eres tú? – preguntó la niña, y luego miró hacia el cañón de su Buster. – ¿Qué es eso?

X miró su brazo con horror. – ¡Maldición! – dijo en voz alta, sin pensarlo. – ¡Oh, no es nada! – agregó escondiendo su brazo derecho detrás de la espalda.

La niña pareció no verse afectada en absoluto por su maldición. Por lo calmada que estaba, X asumió que tal vez ya habría escuchado palabras similares en alguna ocasión.

- ¿Eres uno de los nuevos mecaniloides de papá? – preguntó la niña, dando la vuelta alrededor de X y estudiándolo, mientras el cachorro blanco la seguía. – Pareces más una persona. – Luego miró el tamaño de sus pantorrillas y antebrazos. – Bueno, más o menos.

X levantó una ceja. – ¿Qué significa eso?

La niña lo ignoró por completo, mirando alrededor del pequeño espacio que servía como cuartel de residencia para X. – ¿Este es tu cuarto? Se ve aburrido.

Bueno, en eso X estaba muy de acuerdo.

- Entonces, ¿qué se supone que eres? – le preguntó. – No eres un mecaniloide.

- Bueno, no. No lo soy. – respondió X.

- ¿Cuál es tu nombre? – preguntó la niña, claramente llevando el ritmo de la conversación.

- X. – le dijo él.

Ella esperó, como si quisiera oír más, pero vio que el robot no tenía más para decirle. – ¿Eso es todo? ¿Tu nombre es una sola letra?

Era muy directa, eso tenía que concedérselo. – Bueno, de hecho, en realidad es una variable.

- ¿Variable? – cuestionó la niña. – Entonces, ¿tu nombre puede significar cualquier cosa?

X pensó por un momento. – Huh… sí, supongo que sí. – La niña se quedó mirándolo, como si tratara de analizar cada rasgo suyo. – Entonces… ¿cómo te llamas?

- Chiyo. Chiyo Fujiwara. – respondió la pequeña. Luego señaló a su perrito. – Y él es Patarche."

Esta historia continuará

Chapter 4: Preguntas

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

X miró hacia abajo al cachorro de nuevo, la pequeña bola de pelos blanca con la lengua colgando de su boca. – ¿Patarche?

- Sí, Patarche. – le dijo la niña humana, Chiyo, al robot llena de confianza. – No me importa lo que digas. Se lo dije a Cecilia, y se lo diré a cualquiera. Patarche es MI perro, y puedo ponerle el nombre que yo quiera.

- Ok, ok. Creo que es un buen nombre. – le dijo X. Lo que fuera que significara, de cualquier manera.

Chiyo continuó estudiándolo, poniéndose detrás de él para ver que el cañón de su Buster todavía seguía afuera. – ¿Qué es eso?

- ¡Oh! Uh, ¡nada! – El cañón se retrajo dentro de su brazo, siendo reemplazado por una mano blanca.

- ¡Whoa! ¡Sé lo que es eso! – declaró Chiyo. – ¡Tienes un Buster!

X se sorprendió. – ¿Sabes lo que es esto?

- ¡Por supuesto! – respondió Chiyo. – ¿Tú lo sabes?

- Bueno… sí, sé lo que es. Me refiero a su función y propósito, cómo utilizarlo…

- No, nada de esas cosas aburridas. – lo interrumpió la niña japonesa. Luego entrecerró los ojos. – ¿Sabes algo? Te pareces MUCHO a él.

- ¿A quién?

Lo que dijo a continuación marcaría el inicio de muchas cosas para el robot azul, tanto para bien como para mal. – Mega Man.

- ¿Cómo se metió aquí? – preguntó Fujiwara a Cecilia, que iba corriendo junto a él y Cain.

- ¡Usó su tarjeta de acceso! – respondió la mujer. – Le dije que esperara en la entrada mientras yo iba buscarlo a usted, pero Patarche salió corriendo…

- ¿Patarche? – preguntó Fujiwara confundido. – ¿Qué clase de nombre es…? ¡Ah, como sea! – Le lanzó una mirada fulminante. – Si tiene un solo rasguño, estás despedida. ¿Entiendes?

Cecilia asintió; Cain notó que la mujer parecía algo intimidada. – No es como que este lugar sea muy grande. ¡No puede haber ido muy lejos!

Fujiwara no respondió. – "Ese no es mi mayor temor." – pensó. – "Si alguna vez sufre el menor rasguño, ¡todo se arruinaría!"


En el cuarto de X…

Mega Man… sí. Había escuchado ese nombre. Y aun así, tuvo que preguntarle a la niña. – ¿Quién es Mega Man?

Los ojos de la niña se ensancharon. – ¡¿Quién es Mega Man?! ¿Acaso te fabricaron ayer? – le preguntó. – Espera… ¿de verdad te fabricaron ayer? – le preguntó genuinamente.

- ¿Qué? No. – X negó con la cabeza.

- ¿Entonces cuándo te fabricaron? Porque jamás te había visto. – X estaba a punto de responder, pero ella lo interrumpió. – ¿Sabes qué? No importa. Porque independientemente de tu edad, ¡no hay forma de que no hayas escuchado sobre Mega Man! Y viéndote, quienquiera que te haya fabricado era un gran fan suyo.

- Bueno, no sé si deba llamarlo fan, pero…

- ¡La escucho! – exclamó Cecilia, guiando a los dos hombres que la seguían. Fujiwara y Cain se dieron cuenta de a dónde se había ido Chiyo mientras seguían adelante.

- ¿Pero qué? – preguntó Chiyo, mirándolo desde abajo, concretamente hacia la parte superior de su cuerpo. – Hey, baja aquí. – le dijo.

X se sintió algo sacado de onda. ¿La niña estaba tratando de darle órdenes?

- ¿Y bien?

- … ¿De acuerdo? – No entendía por qué ella quería que hiciera eso, pero obedeció a pesar de todo. ¿Qué podría hacer de todos modos? – ¡Ah!

Rápidamente empezó a arrepentirse de hacerlo, al sentir que le jalaban la boca y las mejillas, atrapadas en el agarre de la niña.

- Hmm, que elástica. – observó Chiyo. – Se siente como si fuera piel de verdad. Aunque apenas lo suficiente. – agregó, asegurándose de clarificar la última parte. – Los antebrazos y todo abajo de las pantorrillas son enormes. – Le dio un ligero golpe a su pantorrilla izquierda. – Hmm, no hay eco. Así que debe haber algo adentro.

- ¿De qué estás hablando? – preguntó X, cuando Chiyo finalmente le soltó la cara.

- Estoy tratando de averiguar de qué estás hecho. – dijo la niña. – Estás construido para parecerte a Mega Man. – Le tocó la gema roja en el casco. – Con algunos detalles más o menos.

X se puso de pie, o más bien, ella le dejó pararse.

- Y por encima de todo, tienes un buster. Así que debes estar construido de buenas partes. – La niña tuvo que reconocer que este robot "X" se veía y reaccionaba más como ella misma que cualquier mecaniloide. – La única pregunta es ¿quién te construyó?

- ¿Qué están haciendo? – preguntó Cain, mientras Fujiwara escuchaba a la vez que contenía a Cecilia de ir por Chiyo otra vez.

- Solo están hablando. – dijo el japonés.

- ¿Sobre qué? – cuestionó Cecilia.

- Shh. Cállense los dos. – ordenó Fujiwara, escuchando la conversación que sucedía entre su hija y el misterioso DLN. Aunque fue inesperado, tal vez la presencia de Chiyo era la "prueba" que necesitaba ver.

- Bueno… – comenzó a hablar X, pensando qué debería decir exactamente.

- Bueno, ¿qué? – inquirió Chiyo.

El robot azul estaba atrapado. ¿Debería decirle a esta niña quién era su creador? ¿Lo tendría permitido? ¿Cuáles serían las consecuencias si lo hacía? – Bueno, es algo… complicado de explicar.

- ¿Cómo así? – La niñita japonesa se puso los brazos en jarras. – Sólo quiero saber quién te construyó.

- Sí, es que no sé realmente si debería decirlo. Al Dr. Fujiwara podría no gustarle eso. – admitió X. Entonces, recordó que la niña había dicho su nombre completo. – Espera, tú también te llamas Fujiwara, ¿correcto?

- Sí, Chiyo Fujiwara. – le dijo la niña a la máquina. – Aunque, si nos ponemos técnicos, Fujiwara iría antes que Chiyo, y… – De pronto se detuvo en seco. – ¿Conoces a mi papá?

- ¡¿Papá?! – Sí, el apellido indicaba algún tipo de relación, pero X asumió que esta niña debía ser tal vez una sobrina, o hija de algún primo suyo, no alguien con conexión directa al propio Fujiwara. – ¡¿Eres su hija?!

Chiyo no se inmutó ante el shock del robot. Más bien, parecía estar más animado que ella. – No me mencionó, ¿eh? – No fue una pregunta, fue una declaración. Pero antes que X pudiese responderle, ella desvió la mirada. – No me sorprende ni un poco.

No había mucha emoción en su voz al decir eso, aunque X pudo detectar un ligero deje de decepción. Como si no estuviese feliz con la noticia, pero se la hubiera esperado.

- Pero, él tampoco te mencionó a ti en absoluto. – dijo recuperándose rápidamente. X pudo notar que hablaba como si estuviese acostumbrada a esto. – Y tampoco es posible que él te haya construido.

X se estaba poniendo nervioso. Le estaba dejando claro que quería sacarle una respuesta, de una manera u otra. – Y… ¿por qué dices eso?

Y entonces, escuchó algo que había oído antes de su padre. – Porque algo como tú no debería existir.

No había ningún significado tras sus palabras. Más bien, parecía que solo estaba siendo honesta. Algo como este robot, el solo hecho de estar allí, era romper toda clase de leyes. A un nivel como este estaba totalmente prohibido. Aun así, ella había leído de esas cosas antes. Y cuando vio que el robot azul trataba de deshacerse de su expresión herida, un nombre vino a su cabeza.

- ¿Acaso el Doctor…? – comenzó a decir, pero se detuvo. – No, no puede ser. Eso es imposible.

X estaba a punto de suspirar de alivio, esperando que no insistiera más. A pesar de todo, sentía curiosidad. – ¿Qué cosa?

- El Doctor Light no podría haberte construido. – dijo Chiyo. – Todos sus robots eran…

- ¡Chiyo!

- ¡Maldita sea, Cecilia! ¡Te dije que esperaras!

Una mujer entró a toda prisa a la habitación, agarró a la niña y a su cachorro, y después miró a X. Cecilia, ese era su nombre aparentemente, se sorprendió y dio un paso atrás. – Doctor, ¿qué significa esto?

- ¡Cecilia, solo cállate! – gritó Fujiwara, empujando a un lado a la mujer. Esto causó que Cecilia se golpeara contra la pared y que soltara a Patarche, haciendo que el cachorro cayera al suelo y soltara un quejido de dolor.

Fujiwara estuvo a punto de gritarle al robot por dejar que la niña entrara a su cuarto, pero X lo ignoró por completo, prestándole más atención al lastimado Patarche. Se agachó para recoger al perro con una mano mientras le examinaba sus patas. El cachorro soltó un gritillo cuando X le tocó la izquierda, haciendo que el robot se preocupara de haberle apretado demasiado fuerte.

- Perdón. – se disculpó. Luego se giró hacia Cecilia y Chiyo. – No creo que esté rota.

La mujer lo miró con los ojos muy abiertos, dividida entre la sorpresa y el horror. Chiyo se acercó para tomar a Patarche de las manos de X y lo sostuvo, mientras la mujer se llevaba a la niña y al perro.

Fujiwara miró a X, pero en lugar de furioso, el robot y Cain vieron que más bien parecía perplejo. Luego de algunos momentos, el hombre japonés finalmente recuperó la voz. – Tú… ¿estabas preocupado por un perro? – le preguntó, como si no pudiera creerlo.

- ¡Por supuesto! ¡Parecía que se había lastimado! – dijo X, estupefacto de que el hombre no mostrara ninguna preocupación.

Cain miró a X, y luego a Fujiwara, que seguía en shock. Luego otra vez a X, y notó que el robot parecía muy ansioso.

- Hice algo malo, ¿verdad?

- No, en absoluto. – le aseguró Cain. – De hecho, creo que esto es justo lo que Sho necesitaba ver.


Al día siguiente…

X se sorprendió de que lo hubieran llamado a la oficina de Fujiwara. Se sorprendió aún más de que lo hubieran dejado salir después de todos los eventos de ayer. Fuera cual fuese la razón, solo esperaba que no involucrase hacer más pruebas con su Buster. Estando de pie frente a la puerta se le permitió entrar, y vio a Fujiwara sentado frente a la computadora principal. La puerta se cerró detrás de X, haciendo que el robot se preguntase lo que el hombre tendría que decirle.

¿Qué pasaría? ¿Sería encerrado permanentemente en su cuarto, o lo llevarían a otra parte? ¿A algún lugar oscuro y lejos del sol? X, pese a ser un autómata, aguantó su respiración.

Fujiwara se levantó de su silla. – Supongo que debo ir de frente y decirte por qué te llamó así. – dijo el hombre japonés.

- Es sobre lo de ayer, ¿verdad? – preguntó X. Fujiwara no dijo nada, pero eso fue suficiente confirmación para él. – Sé que no hay excusa, pero yo no abandoné la habitación. Cain me pidió que se lo mostrara antes, y supongo que debió dejar la puerta abierta. Pero le juro que no la toqué.

Aunque sí tocó al perro, y también lo lastimó un poco al chequearlo para ver si tenía heridas. Tal vez fuese por eso que lo habían traído aquí.

- Lo siento, Doctor. No fue mi intención…

- No, no lo entiendes. – lo interrumpió el científico. – Soy yo quien lo siente.

El robot azul se quedó perplejo. – ¿Qué dice?

- Dije que soy yo quien lo siente. – repitió Fujiwara. – No me había dado cuenta de lo avanzado que eras. – Le indicó a X que se acercara a la computadora, y sacó un esquema de la cabeza del robot. – Éste es el escaneo que de la primera vez que Cain te trajo a mi laboratorio. – Fujiwara entonces hizo aparecer otro. – Y éste otro, de apenas una semana después de eso.

Fue pasando de escaneo tras escaneo. X se acordaba perfectamente de ellos. Cada semana, el científico asiático tomaba una captura de pantalla de la cavidad cerebral del robot. El porqué, X no lo sabía, pero mientras el humano iba pasando el número de escaneos semanales, notó que había diferencias significativas entre cada uno.

- A pesar de ser una creación de Light, tu programación parecía ser muy básica. Pero con el tiempo, he notado que hay nuevos desarrollos. Tus sistemas se están volviendo más y más complejos. Es casi como ver el cerebro de un niño desarrollándose en el de un adulto en solo un mes.

¿Era así como se suponía que una máquina debía operar? ¿O no lo era? X difícilmente lo sabía.

- ¿Y eso que significa?

- Significa que te he juzgado severamente mal. – le dijo Fujiwara a X. Luego desvió la mirada de la pantalla para encarar al robot azul. – Verás, la inteligencia artificial como la tuya está estrictamente prohibida.

- Eso me han dicho. – dijo X. – Pero nadie me explica por qué.

Incluso ahora, su memoria era difusa, pero podía recordar vagamente algunos rostros. Unos rostros de aspecto humano parecido a niños. Ojos grandes y muy abiertos que lo miraban con asombro. Ellos también creían que era extraño, pero al menos parecían aceptarlo. No podía recordar de qué hablaban, pero sí recordaba que él y sus visitantes hablaban entre sí, se contaban lo que pasaba en sus vidas, y por supuesto, contestaban a sus preguntas sobre el Dr. Light. No recordaba nada de ello, pero sabía que había sucedido.

Pero ahora, todos ellos se habían ido. Sin embargo, recordó que no estaba solo en el laboratorio subterráneo.

- Hey. – dijo X. – ¿Dónde está el otro robot?

- ¿Hablas del mecaniloide de ayer? – cuestionó el humano. – No te preocupes. Yo… lo arreglé… un poco. Estará de vuelta y operativo mañana.

- ¿En serio? – X se alegró por la noticia. – Grandioso. Muchas gracias.

- "Sí, sí, lo que sea." – pensó Fujiwara. – "Para tener una computadora por cerebro, sin duda es un idiota. Especialmente ya que todo lo que hice fue reemplazar al que se dañó por una copia idéntica de la misma línea."

Aun así, parecía que por fin se había ganado la confianza del robot con este "gesto de amabilidad", así que no quería arriesgarse a perderlo.

- Pero no. – le dijo el robot azul al humano. – Me refiero al otro que estaba en el laboratorio.

- ¿Hm? ¿A qué te refieres con…? – Fujiwara estaba confuso, pero de pronto tuvo una realización. – ¡Oh! ¿El que se había dañado? ¿Qué pasa con él?

- Me parecía que "él" era una chica. – le dijo X.

- Sí, bueno, sea cual sea el caso, su cuerpo está siendo transportado a un museo de robótica en los Estados Unidos.

- ¡¿Qué?! – exclamó X. – ¡¿Cuándo sucedió eso?!

Fujiwara no entendía la reacción de la máquina. – Poco después de que salvé lo que pude de su disco duro. No le servirá a nadie en esa condición. – le dijo. X pareció entristecido por la noticia. – Y la tecnología de hoy no serviría para mantenerla. Es demasiado antigua. Su reloj interno dejó de funcionar en algún punto en 201X.

- ¡¿201X?! Eso fue hace demasiado tiempo.

X suspiró. Recordaba el aspecto de la chica robot rubia: joven, y como si estuviese durmiendo pacíficamente. Pero también había un enorme agujero en su pecho que X debía admitir llevaría un enorme esfuerzo para repararse.

- ¿Qué sucedió con ella? – preguntó en voz alta. Aunque lo dijera mayormente para sí mismo, podría ser interpretado como una pregunta legítima.

Fujiwara sacudió su cabeza. – No puedo decirlo con certeza. – admitió. – Fue construida sin ningún medio para defenderse, y su carcasa externa debió ser muy fácil de atravesar, considerando la herida que tenía.

- "¿Qué podría haberlo causado?" – pensó X, y entonces miró el antebrazo que resguardaba su Buster.

Recordó la enorme herida de salida que provocó en el mecaniloide. Aunque el disparo que atravesó el pecho de la niña robot debió haber sido mucho más poderoso. Toda su cavidad torácica había sido destrozada, por lo que su núcleo debía haber volado en pedazos. Si estaba en lo correcto, y el daño había sido provocado por un disparo de Buster, ¿quién lo habría hecho? Y más aún, ¿qué razón podría haber tenido alguien para dispararle? Eso ya no importaba, ya que su cuerpo no estaba más.

Pero entonces, X recordó otra cosa que dijo Fujiwara. – ¿No dijo que había copiado su disco duro?

- Lo que pude. – confesó el humano. – Recopilé algunos archivos de memoria que abarcan un período de unos diez años, todos variando en calidad. Desafortunadamente, todos están algo corruptos, pero se puede al menos descifrar lo que dicen.

X pensó por un momento, preguntándose si estaba listo para hacer lo que inicialmente había querido. Sin embargo, en última instancia, temía que tal vez no tendría la oportunidad que tenía ahora, si no preguntaba ahora. Después de todo, Fujiwara había sido bastante generoso en este momento.

- ¿Puedo verlos?


Más tarde…

- ¡Muy bien, el pavo está listo! – dijo una voz femenina, joven y alegre, abriendo el horno para revelar un pájaro asado de color rojizo-marrón que echaba vapor, listo para ser consumido. Bueno, para aquellos que tenían estómagos. – Qué suerte, el Profesor invitó a algunas personas, así que TENDRÁN que comer. – Se giró hacia el montón de comida que había preparada, y resopló. – ¡Más les vale que lo hagan! Pasé todo el día haciendo todo esto. – Se dirigió hacia la puerta de la cocina. – ¡Rock! ¡Rush! Vengan a ayudarme con algo de esto, ¿quieren?

X observaba un metraje lleno de estática, proveniente de los archivos de memoria de la niña robot en la pantalla de la computadora. Sus ojos se mantenían pegados a la pantalla y absorbiendo todo lo que veía. Al principio era algo perturbador, observarlo todo desde el punto de vista de ella, pero no pasó mucho antes de que lograra adaptarse a ello.

- ¿Qué está sucediendo? – le preguntó a Fujiwara; el clip acababa de empezar cuando la robot sacó el pavo del horno.

- Creo que están celebrando el Día de Acción de Gracias. – explicó Fujiwara. – Es una fiesta estadounidense. Aunque la historia detrás de ella es mucho más violenta de lo que se les enseña a los niños de ese país.

X estaba muy al tanto de eso. Tenía el conocimiento primario y los datos que se le implantaban a las máquinas desde el tiempo que fue construido, pero no estaba satisfecho. Ver el metraje frente a él le hacía desear haber podido experimentar lo que estaba sucediendo en persona.

- "¿Por qué?" – pensó X. – "¿Por qué me mantuvieron tanto tiempo en la oscuridad?"

Cierto, según la advertencia que le habían instalado, era para probar su confiabilidad. Pero aun así, ¿no podría haber sido un poco más rápido?

X fue sacado de sus pensamientos al ver que alguien más entraba a la cocina. Parecía un niño pequeño con una camiseta azul y shorts negros. Sin embargo, sus piernas de la rodilla para abajo estaban cubiertas por un par de gruesas botas de armadura. Muy parecidas a las suyas, pensó X.

- Esperen. – Fue entonces que se dio cuenta. – ¿Este es Mega Man?

Fujiwara miró a X. – ¿Sabes quién es él?

- Bueno, sí y no. – respondió X. – Sé quién es, pero… realmente no lo conozco.

Cierto, el Dr. Cain le había contado sobre un robot ayudante llamado Rock, que fue reformateado para convertirse en un robot de combate, Mega Man. También le contó sobre cómo otro científico llamado Dr. Wily se había robado la línea original de robots especializados del Dr. Light (llamados los Robot Masters) y varios otros que creó él mismo. Le contó también sobre los continuos planes del científico loco para dominar al mundo, y cómo cada vez el "Bombardero Azul", como a veces lo llamaban, logró detenerlo. Eso era todo, irónicamente, lo que sabía Mega Man X sobre el Mega Man original.

- ¿A qué te refieres? – inquirió Fujiwara. Aunque acababa de llamar al robot para que accediera a las peticiones del científico para hacer más pruebas, había demasiado que estaba sucediendo en ese momento y no podía simplemente ignorarlo.

- Me refiero a que, lo he visto como Mega Man, pero… no como Rock, ¿supongo? – explicó X, aunque no estaba totalmente seguro de cómo expresarse en palabras adecuadamente.

- ¡Rush! ¡No! – La atención de X volvió a la pantalla de la computadora. Un canino robótico de color rojo acababa de ingresar a la cabina, y trató de coger lo que parecía ser un tornillo de colores de un tazón que estaba lleno de ellos. – ¡Eso es para el postre! Bueno, para NUESTRO postre, de cualquier manera. – dijo la robot ayudante que estaba cocinando; ella y Rock llevaron la comida restante a una enorme mesa donde el Dr. Light y otros humanos estaban sentados. Pero una gran mayoría de los presentes eran, para sorpresa de X, robots. Las mismas ocho máquinas que Wily había secuestrado.

- ¿Eran una familia? – preguntó X.

Fujiwara pensó por un momento. – Hm. Si lo dices en el sentido tradicional, no. – dijo el hombre. – Aunque el Dr. Light era conocido por sentir… apego por sus creaciones y los robots en general. Más que otros en su campo.

Entonces ¿eran una familia o no? Por lo que X pudo ver, humanos y máquinas estaban tomando parte en las festividades. Así que, naturalmente, fijó la vista en Rock (¿o acaso ya era Mega Man después de ser reformateado?), quien intentaba tratando de coger uno de los tornillos coloridos para ponerlo en su plato, pero la otra robot asistente le dio un golpe en la muñeca para que lo soltara.

X se rio ante la mirada del robot: decepción con un poco de molestia. No era maliciosa, eso sí. Se estaba haciendo un poco tarde, por lo que tal vez tendría que parar pronto, pero X todavía tenía curiosidad sobre algo más.

- ¿Cuál era el nombre de la robot de la que vino este metraje? – preguntó la máquina azul a Fujiwara.

- De lo que pude ver, está registrada como DLN-03.

- ¿Tenía un nombre? – preguntó X. ¿DLN-03? Eso no podía ser todo.

¿No estaba satisfecho con esa respuesta? Fujiwara pensó en todo lo que estaba sucediendo, observando las reacciones del robot a lo que estaba observando.

- Roll. – le dijo a X. – Su designación era Roll.


13 de junio, 21XX…

Quizás fuera demasiado pronto para tener esperanzas, pero las cosas habían mejorado desde la conversación de X y Fujiwara. El robot azul había recibido un cuarto completamente amueblado con libros, una televisión, un escritorio, y la cápsula en la cual originalmente había sido encontrado. Cain parecía complacido con esto, aunque el paleobotánico sabía que el científico japonés solo lo hacía porque quería sacar un beneficio de ello.

Independientemente, Cain sabía bien que estaba atrapado en esta situación con X. Lo menos que podía hacer era asegurarse de que la creación de Light recibiera el cuidado apropiado. Cain descubrió que, a pesar de su amplio conocimiento implantado (beneficio de ser una máquina, asumió el anciano), todavía encontraba las actividades tales como leer y ver la televisión estimulantes. Algo de lo que Fujiwara tomó nota, e inmediatamente lo expuso a un montón de medios. Cain lo veía como innecesario, pero como le dijo el asiático antes, Cain solo fue quien encontró a X. Fujiwara sería el que utilizaría a este robot a todo su potencial.

- "Aunque ¿qué clase de potencial es ése? ¿Y para quién va a servir?"

Recientemente, el Dr. Cain había introducido al robot a algo de ciencia ficción, específicamente, a una serie que estaba entre sus favoritas.

- Entonces, ¿Frank Herbert escribió esta serie en 1965? – preguntó X, sosteniendo una copia física de la primera serie del Universo de Dune. – Eso… ¡eso es más de dos siglos de antigüedad! ¿Algo tan antiguo sigue siendo tan apreciado?

Cain se rio. – En efecto. Obras desde Shakespeare hasta Homero, y los dramas de la antigua Grecia, todo tiene sus admiradores. Una de mis piezas favoritas de la literatura vino desde una época en la que la literatura fuera lo que es ahora. El Dr. Light te programó con el conocimiento de la Épica de Gilgamesh, ¿correcto?

- Por supuesto. – replicó X. Volvió otra vez al libro, ya que tenía una pregunta más relacionada a la realidad actual que al libro propiamente dicho. – Hay una cierta mención de cómo las llamadas "máquinas pensantes" están estrictamente prohibidas. Pero las máquinas están muy presentes aquí. Entonces ¿por qué hay un límite en la inteligencia artificial de las máquinas?

Cain se congeló. – X…

- El Dr. Fujiwara sigue insistiéndome que no importa, pero si yo soy… – El robot azul hizo una breve pausa. – Si yo, bueno, no debería existir, ¿por qué sucede eso? ¿Por qué solo hay mecaniloides, y no hay nadie más como yo? – Dejó el libro sobre el escritorio. – Por favor. Al menos quiero saber esto. No puedo seguir sin saber apenas nada de lo que me rodea.

El hombre mayor suspiró, frotándose su barbado mentón. Sabía muy bien que X tenía esa pregunta en su mente (a pesar de que Fujiwara seguía refiriéndose a ella como una CPU) desde hacía algún tiempo, pero era un asunto complicado. Fujiwara no creía que fuese una buena idea, pero Cain sabía que era porque el hombre quería tener el control de todo. Aunque incluso tuvo que admitir que él mismo estaba algo aprehensivo de decirle a X la razón por la cual su existencia era "ilegal".

- Bueno… – Cain había tenido mucho tiempo de pensar si haría esto o no. ¿Le confiaría a X esta información? ¿Podría realmente dejarle esta información tan importante? – Es una historia muy larga y complicada.

Se estaba arriesgando, lo sabía. Pero X merecía saber la verdad, y él esperaba la misma cortesía a cambio.

- Nadie está seguro de lo que pasó, pero el incidente sucedió unos pocos años antes de la muerte del Dr. Light. – Se mordió el labio. – Lo siento, no quise…

- Está bien. Continúe. ¿Nadie está seguro de lo que pasó? – inquirió X, queriendo volver al tema de la conversación, aunque fuese solo para no pensar en su creador.

Cain continuó. – No. Pero tuvo algo que ver con la desaparición del Dr. Wily.

- ¿El Dr. Wily desapareció? – preguntó X. – ¿Qué sucedió?

- Nunca se encontró un cadáver, pero se sospecha que fue asesinado.

Cain observó la reacción de X. Este sería el momento de la verdad.

- ¡¿Asesinado?! ¡¿Por un robot?! –exclamó X, claramente conmocionado.

- Nadie pudo confirmarlo, pero eso fue lo que se creyó en ese momento. – admitió el humano. – Hubo rumores de que fue una de sus propias máquinas quien lo mató, y otros incluso que fue el propio Mega Man quien lo hizo.

- ¡Pero no podría haberlo hecho! ¡Ninguna máquina podría hacerlo! – protestó X. – ¡La Primera Ley lo prohíbe!

Cain estaba tratando de procesar lo que acababa de escuchar. – ¿Conoces las Leyes de la Robótica?

- Bueno… sí. ¡Por supuesto! – respondió X. – ¡Los robots no podemos lastimar a los seres humanos! ¡Ellos nos crearon!

El paleobotánico estaba sorprendido de oír esto de la máquina. Cierto, debería haberse esperado alguna clase de protesta por la forma en cómo reaccionó al escuchar de un supuesto asesinato cometido por un robot, pero al oírlo defender su vista sobre las Tres Leyes de la Robótica fue una sorpresa.

- Entonces, ¿respetas las tres leyes? – cuestionó Cain.

- Por supuesto que lo hago. – le dijo X. – Quiero decir, una de las primeras cosas que puedo recordar ahora es que el Dr. Light me las contó.

También había algunas memorias esparcidas de lo que le contaban sobre los humanos.

- ¡Los humanos son grandiosos! Es cierto, son diferentes a nosotros, ¡pero tengo muchos amigos humanos!

- ¡Sí! ¡Kalinka es mi mejor amiga!

- No lo haré. Lo juro. – dijo X. Su voz empezaba a sonar algo nerviosa. – Lo digo en serio. Nunca más.

No podía permitirse volver a la oscuridad de nuevo. No cuando estaba tan cerca de ver el mundo afuera de este laboratorio.

Cain analizó las palabras del robot y sus acciones, sabiendo por qué tenía tanta ansiedad por volver a ser sellado. Pero incluso ahora, ¿ese miedo lo mantenía aprisionado de esa manera? Cain se propuso en su mente discutirlo después con Fujiwara.

- ¿Qué sucedió con el resto de los robots de Light? ¿Y los Robot Masters? ¿En dónde están?

Cain sacudió la cabeza. – Nadie lo sabe.


Más tarde…

- ¡Su reacción a la estimulación mental es increíble! – exclamó el Dr. Fujiwara, presentando los varios escaneos de CPU que tenía al Dr. Cain. – Parece haberles tomado gusto a los programas de superhéroes. El por qué, todavía no entiendo.

- ¿Tal vez Light lo haya creado con el mismo espíritu heroico que Mega Man? – teorizó Cain. – En cierto sentido, X podría ser considerado su hermano.

- No me venga con esas tonterías de relaciones. – gruñó el científico japonés. – Ya tengo que soportar que ese robot piense eso. No necesito que alguien más lo haga.

Cierto, había dejado el asunto de lado solo para que X fuese más colaborador, pero en tanto Fujiwara obtuviera los datos que quería, eso era todo lo que importaba al final. Especialmente si era que estaba listo para avanzar a la siguiente fase de su plan.

- ¿En qué estás pensando, Sho? – preguntó Cain, viendo que el hombre tramaba algo.

- Tengo una pregunta que hacerle.


Al día siguiente…

Una vez más, Fujiwara había mandado a llamar a X, aunque el hecho de que Cain se encontraba aquí ayudó a aliviar un poco la tensión. Atravesando la puerta automática, el robot azul vio a los dos hombres de pie a una distancia muy corta, como si lo hubiesen estado esperando.

- ¿Quería verme, Doctor? – preguntó X a Fujiwara. Se sentía extraño llamar de ese modo a alguien que no fuera Light, pero rápidamente aprendió que el hombre asiático era alguien que demandaba respeto. Especialmente considerando que ahora él estaba "viviendo" en su laboratorio.

- Sí, X. – respondió Fujiwara. – Yo… todavía quiero compensarte por la forma en cómo te he tratado las últimas semanas.

Cain hizo una mueca. – "¡Esa es una sucia y descarada mentira!" – pensó. Aunque no dijo ni una palabra en voz alta, y no solo por el bien de X.

- Y bueno, he estado observando tus escaneos de CPU, y analizando tus reacciones a distintos estímulos mentales. Y también…

- Dicho eso… – interrumpió Cain. Estaba cansado de escucharlo hablar solo de datos o análisis. Pero aun así, dijo lo que tenía que decir en relación a la investigación de Fujiwara con el robot azul. – Ambos nos hemos dado cuenta de que realmente no interactúas con los mecaniloides.

X desvió la mirada. – Sí, debo admitir que no lo hago. – confesó. – Ellos… quiero decir, es parte de su programación, pero no son exactamente muy conversadores.

- Exactamente. – respondió Fujiwara. – Y dado que… – Cain se aclaró la garganta, recordándole silenciosamente al japonés de no hablar de ciencia. – Dado que ellos no tienen inteligencia artificial tan compleja como la tuya, obviamente ustedes no conectan.

X tuvo que admitir que Fujiwara tenía razón. Cierto, lo había intentado, prácticamente cualquier mecaniloide al que lograra acercarse nunca iniciaba una conversación con él. Difícilmente decían algo, o incluso nada. En efecto, aunque eran máquinas igual que él, no eran como él.

No había nadie como él. Ya no más.

- Así que, hemos decidido que te daremos a alguien como tú. – le dijo Fujiwara a X.

Los ojos verdes del robot azul se ensancharon. – ¿Quieren decir que…?

Cain asintió. – Vamos a darte un amigo.

Esta historia continuará

Notes:

Buenos días, gente. Bien, normalmente subo mis capítulos traducidos a primera hora de la mañana, a menos que pase algo. Problemas con la conexión (probablemente debido a un apagón que hubo anoche). Pero ya está aquí, que es lo que importa.

Yendo al capítulo en sí, podemos ver a X interactuar con alguien que mental y emocionalmente es muy similar a él con la pequeña Chiyo. En los próximos capítulos podrán verlos conectarse más todavía, aunque para eso todavía falta. Si bien el Dr. Fujiwara parece abrirse un poco más, ya sabemos que en realidad solo está viendo por su interés en el proyecto y que necesita ser amable con X para que éste coopere (es decir que sólo está siendo pragmático). Ver los archivos de memoria de Roll, cómo es lo que significa tener una vida "familiar" sin duda debe haber alimentado todavía más esa sensación de soledad que X está experimentando al ser el único robot con sentimientos y personalidad igual a la de los humanos. Así que bueno, ahora por fin le harán un amigo, o mejor dicho "amiga", porque por la premisa ya se puede adivinar de quién se trata. Sin embargo, seguro que a muchos les intriga, igual que a mí, lo que sucedió entre la saga clásica y la saga X. Aquí vemos algunos indicios, pero todo indica que Wily murió antes que Light, y lo que sea que haya sucedido fue suficiente para que se impusiera una prohibición de robots con personalidades avanzadas o casi humanas (lo que explicaría por qué Light decidiría construir a X en secreto). No sé ustedes, pero para mí, Zero tuvo algo que ver en ese "incidente". ¿Ustedes qué creen?

Ya, creo que no me queda más que decir. Nos vemos la próxima semana para el siguiente capítulo.

Chapter 5: Roll 2.5

Chapter Text

X sabía que tenía que pensar por mucho tiempo y profundamente sobre esto.

Cuando escuchó las noticias de boca de Cain y Fujiwara, se sintió emocionado. Finalmente, después de tanto tiempo, ¡iban a construir a alguien como él! Pero cuando los dos humanos le dijeron que tendría un "amigo", el robot azul ya tenía a alguien en mente. Y el único problema era ¿cómo llevaría esto? ¿Acaso lo que quería era remotamente posible?

Mientras atravesaba la puerta automática, repasó en su mente el discurso improvisado que le había dado vueltas, cuya mayor parte se había formado en el calor del momento. Había pensado en esto por un largo tiempo y profundamente, y aun así no había pensado en nada. Para cuando vio a los dos humanos de pie junto a la puerta, claramente aguardando por él, X se preguntó si debería haber venido en primer lugar.

- Ah, ¿así que has llegado a una decisión? – preguntó Cain, más entusiasta que Fujiwara, que mantenía su semblante profesional.

- Bueno, sí. – respondió X. – Pero…

- ¿Pero qué? – inquirió Fujiwara, con una ceja alzada.

X miró hacia la computadora central que pertenecía al asiático. – ¿Recuerda esos archivos de memoria de esa niña robot? ¿Roll?

- ¿DLN-002? – preguntó Fujiwara, a lo que X respondió asintiendo. – ¿Qué pasa con ella?

- Sé que no pueden recuperar su cuerpo. – dijo el robot azul. – Y debo admitir que no sé exactamente cómo hacerlo…

- Solo dilo, muchacho. ¿Qué es lo que quieres? – preguntó Cain.

X dudó por un momento, sabiendo que lo que quería probablemente no fuese más que una simple fantasía. Pero aun así, si había una ínfima posibilidad, entonces quería estar seguro de que no dejó pasar la oportunidad.

- La quiero a ella. – les dijo.

Ni Fujiwara ni Cain entendieron lo que dijo al principio, pero no les tomó mucho darse cuenta.

- ¿La quieres a ella? ¿Estás diciendo que quieres que ella sea el robot que construiremos?

- Supongo. – respondió X. Cierto, era un poco más complicado de su lado, pero en última instancia, logró transmitir el mensaje que quería. – O más bien, quiero que le construyan un nuevo cuerpo, y transfieran lo que quedó de su memoria en él.

Ambos hombres miraron al robot con confusión.

- Lo sé, entiendo que no suena… plausible. Y sé que las máquinas no se pueden programar de ese modo…

- No, no es así. – interrumpió Fujiwara. – Y lo que nos estás pidiendo es imposible.

- Lo sé, parte de eso no se puede hacer, pero…

- Esos archivos de memoria son literalmente lo único que pudimos recuperar de ella. – continuó el japonés. – El núcleo de su reactor principal fue totalmente destruido, así que no habría manera de colocarla en un nuevo cuerpo. La mayor parte de su CPU era un desastre de datos incompletos, y el poco metraje que tenemos son poco más que clips de vida doméstica que sucedían en la casa de Light. ¿Qué se podría hacer con eso?

- No mucho, pero…

- Sin mencionar que cosas como los rasgos básicos de personalidad tendrían que ser programados manualmente, ya que solo estarías tomando los archivos de memoria, no la CPU como tal, ya que esa no sirve.

- Así que, ultimadamente, no podemos restaurar a esa robot, sin importar lo que tú o cualquier otro pueda hacer.

- Pero ¿en serio no podemos? – cuestionó X. – Después de todo, el Dr. Cain confía en usted por una razón. ¿No sería posible?

Fujiwara se ajustó sus gafas, mientras Cain tomaba el control de la conversación. – Lo que él quiere decir, X, es que esos archivos de memoria son literalmente todo lo que queda de ella. – le explicó. – Lo único que tendría serían esos recuerdos. Su personalidad, gustos, disgustos, todo eso se ha ido. – Suspiró al ver que la expresión del robot se entristecía. – Tus esfuerzos serían en vano.

X miró a Cain por un breve instante, y luego al suelo. Estaba en silencio, y Fujiwara parecía suspirar de alivio. El hombre mayor se sintió horrible por tener que darle estas malas noticias.

Pero lo que escucharon a continuación los tomó a ambos por sorpresa.

- No… no me importa.

Ambos hombres intercambiaron miradas, para confirmar lo que acababan de escuchar. – ¿A qué te refieres? – preguntó Cain, confundido pero intrigado por la firmeza tan repentina en la voz del robot.

- Dije que no me importa. – repitió X. – La quiero a ella.

Fujiwara alzó una ceja. – Te das cuenta de que estás haciéndolo sonar como que todo lo que te dije te hubiera pasado por encima de la cabeza.

- No, lo escuché bien. – respondió X. – Y quiero hacerlo. Puedo ayudar en ello. – El científico japonés no parecía convencido. – Puedo tomar notas y observar esos archivos para determinar su personalidad general. – El cambio de tono en la voz del robot indicaba que estaba tratando de negociar en lugar de hacer demandas. – Aún tienen los escaneos de mi CPU y los planos básicos. ¿Eso no sería suficiente? – Ahora estaba tratando de regatear. – Aunque si necesitan más, puedo proveerles de más. ¿Cuántos necesitarían?

Cain se sorprendió por el rango de emociones que acababa de ver en tan poco tiempo, ¡y provenientes de una máquina, nada menos! Fujiwara, por otro lado, estaba pensando en lo que le decían. Sí, lo que el robot quería no podría hacerse, pero acababa de demostrarle, irónicamente, que estaba dispuesto a comprometerse pese a ser el que tenía el Buster. Y técnicamente, el científico tendría la oportunidad de crear un prototipo, y X finalmente podría tener una compañera. Finalmente, ambos conseguirían lo que querían.

- Eso lo veremos. – respondió Fujiwara a la pregunta de X. – Pero respecto a tu contribución, contaré contigo para que te asegures de escribir bien su personalidad. La programación en ese campo es un proceso muy complicado.

- Sí, claro. Sin problemas. – X de inmediato aceptó lo que fuera que el japonés quería de él.

Aunque Cain estaba feliz por este giro de acontecimientos, sabía que solo estaba sucediendo porque beneficiaría al científico. Con todo, él pensaba que podría ser bueno para el robot azul. Y aunque no supiera casi nada sobre robótica, le proveería de cualquier servicio que estuviera a su alcance. Con todo, se estaban metiendo en territorio desconocido, así que debían ser cuidadosos con cada paso que dieran. De lo contrario, podrían soltar un mar de caos. O tal vez, eso fuera ya inevitable; nadie podría decirlo con certeza.

Pero fuera cual fuese el caso, lo averiguarían muy pronto.


30 de mayor de 21XX, laboratorio del  Dr. Fujiwara…

X estaba sentado en su cuarto, revisando cada archivo de memoria que logró recuperar de la robot asistente. Estaba haciendo notas mentales (muy literalmente) mientras observaba el metraje, analizando cómo la niña interactuaba con quienes le rodeaban. Pero por supuesto, el robot veía todo desde el punto de vista de ella, por lo que X se sintió agradecido de haberla visto antes. De lo contrario, habría tenido que buscar tomas específicas donde pudiese ver su apariencia.

- ¡Rock! – la oyó gritar, y en eso el robot azul que había visto antes entró por la puerta mirándola, acabando de quitarse su casco. – ¡No te atrevas a dar un paso más!

Mega Man, o más bien Rock, parecía confuso. – ¿Qué?

- ¡Nada de "¿qué?", señorito! ¡Mírate las botas! – dijo la robot asistente, Roll, señalando las botas del bombardero azul. Estaban cubiertas de polvo y lodo. Ahora que lo pensaba, todo su cuerpo estaba cubierto de manchas de lodo y tierra. – ¡No vas a poner un pie en esta casa hasta que no tengas ni una mancha de mugre encima!

- ¡Pero Roll! Estaba a punto de limpiarme…

- ¡Ah-ah! ¡Sin peros! – Señaló hacia la puerta, y justo después el metraje se volvió casi indistinguible de sonidos revueltos y estática, pero eventualmente, se volvió a poner claro (lo suficiente, al menos). – ¡Qué-bzz-date quieto! – fue lo que X alcanzó a escuchar decir a Roll, viendo que Rock era rociado con un chorro de agua.

- ¡Roll-blurb! ¡Yo puedo-blurgh! ¡Lavarme la cara solo-blugh! – Mega Man trataba de protestar, pero seguía llenándose la boca de agua.

- "Bueno, es bastante revoltosa, le concedo eso."

Con todo, mientras la observaba lavar a su hermano, X no pudo evitar preguntarse algunas cosas. Si el Dr. Light los había construido a él, junto con Rock y Roll, ¿eso no los convertía a ella y Rock en sus hermanos? El robot azul pensó en esto, y aunque si este fuera el caso, ¿cuándo fue que él, bueno, "nació" en comparación con ellos? El Dr. Light parecía estar mucho más sano en los archivos que había observado, así que seguramente debían haber sido bastantes años. ¿Una década? ¿Tal vez dos? De ser ese el caso, se habría perdido de ver tal vez a los otros robots cara a cara. Aunque fuese solo por tener una memoria coherente de ellos.

Luego vio que Roll empezaba a restregarle a Rock una esponja, y el Bombardero Azul apenas se veía de ese color ya que la mayor parte de su cuerpo fue consumido por las burbujas jabonosas. Y entonces, volvieron a rociarlo con la manguera y lo secaron con una toalla.

- Vamos. – dijo la rubia mucama, arrastrando a su hermano a la casa con una toalla enrollada en su cabeza. – Todavía tengo que arreglarte ese pelo. ¡Quizás esta vez podamos mantenerlo lacio y ordenado esta vez!

- ¡Roll, no hay nada malo con mi pelo! – se quejó Rock, mientras la niña lo arrastraba escaleras arriba.

- ¡Siempre se te enreda! Probablemente sea por llevar ese casco todo el tiempo. – Siguió hablando y hablando mientras llevaba a su hermano hacia el baño.

Hasta allí llegaba el archivo, y la fecha registrada era 15 de agosto, 20XX.

En cierto modo, se le podría considerar "tarea", pero X estaba buscando asegurarse de tomar nota de todo. Incluso rasgos que, si le era completamente honesto, no le "gustaban" precisamente de esta niña robot. Pero tenía que tomar nota de todo si quería que esto saliera bien. Todo esto dependía de qué tan preciso fuese en relación a lo que Fujiwara insertaría en ella.

De repente, X sintió una mano sobre su hombro. El Dr. Cain estaba parado frente a él, observando la pantalla de la computadora en el "cuarto" del robot.

- ¿Cómo va todo? – preguntó el anciano.

X no esperaba que el humano entrase, pero a pesar de todo, aceptaría cualquier visita que recibiera del otro doctor.

- Todavía falta mucho por revisar. – admitió. – Ni siquiera voy por la mitad.

- ¿Has estado haciendo esto desde la última vez que vine aquí? – preguntó Cain, sorprendido del tiempo que el robot había pasado revisando grabaciones llenas de estática.

- Fujiwara dijo que entre más rápido pueda darle la información, más rápido puede insertar lo que necesita. – explicó X. – Dijo que, ya que estos archivos de memoria son lo único que tenemos, habrá que programar su personalidad desde cero. Aunque… – se mordió el labio – por lo que he podido ver, ella es algo… exigente.

Cain pareció divertido. – ¿No te agrada?

- No, no es eso. Es solo que, bueno… – Se preguntó cómo debería expresarlo. – Creo que es mejor que lo diga de frente: no quiero que una niña se la pase mandándome.

Cain se rio de eso. – No quieres ser el hermano menor en este caso.

- Bueno, sí, supongo que eso es lo que pasa. – respondió X. – Aunque Rock, o Mega Man, ¿no fue construido antes que Roll? Eso lo convertiría en el "mayor", ¿correcto?

- Hm. – Cain pensó por un momento. – Honestamente, no lo sé. Y dado cómo los dos fueron construidos juntos, técnicamente se les podría llamar gemelos. – Cain continuó observando las grabaciones junto con X. – Aunque, supongo que hizo eso debido a lo que pasó con su primer robot.

- ¿Primer robot? – preguntó X. – Pero ¿Rock no estaba listado como DLN-001?

- Sí, pero el Dr. Light hizo lo que tú y Fujiwara están haciendo en este momento. Primero, el Dr. Light tenía que construir un prototipo para verificar si su investigación era correcta. Siempre hay que construir un prototipo y presentarlo antes de sacar al mercado cualquier línea de robot avanzado.

- ¿Y fue así? – dijo X, queriendo averiguar más.

- No mucho después de su creación, el prototipo escapó, y no fue visto nunca más. – le dijo Cain a X. El robot azul se sorprendió mucho de oír esto.

- ¿Se escapó? ¿Por qué?

Cain se encogió de hombros. – Nadie sabe con exactitud por qué. El Dr. Light, por supuesto, sospechaba que tal vez una de las razones principales fue el no tener a un compañero con él. Así que cuando creó a Rock, Roll también fue creada. – explicó. – Seguro, ambos inicialmente fueron construidos para ser robots ayudantes, pero cuando los otros robots de Light fueron robados, Rock se ofreció voluntariamente a someterse a la operación para convertirlo en una máquina de combate.

X conocía esa parte específica de la historia, y varias otras de las magníficas hazañas que el Bombardero Azul habría logrado, pero los archivos de Roll presentaban una imagen muy diferente del Super Robot de Combate de lo que se había proyectado en el mundo. Sabía que probablemente debería volver a hacer su "parte" del proyecto, pero tenía una última pregunta.

- ¿Alguna vez regresó el prototipo? – preguntó el robot azul. – ¿Acaso ese robot supo alguna vez que tenía un hermano y una hermana?

Cain reflexionó en esto por un momento. – Es difícil saberlo.

- ¿A qué se refiere?

- Bueno, hay teorías de que un robot que antes colaboró con Wily era el prototipo que había escapado. Otras dicen que ayudó a Mega Man contra Wily de maneras que no atrajeran la atención hacia sí mismo. – le explicó a X. – En cualquier caso, ese robot desapareció y no ha sido visto desde entonces. Así que incluso ahora, nadie sabe quién fue el prototipo.

X absorbió toda esta información, junto con todas las demás piezas de lo que sabía. Esta era la primera vez que escuchaba de un prototipo del Dr. Light, pero no se imaginaba que tal cadena de acontecimientos habría sucedido alrededor de dicho robot. ¿A dónde iría? ¿Trabajó para Wily en determinado momento? Y si fue así, ¿por qué?

Y de nuevo, ¿habría sabido que tenía una familia?

X se quedó pensando en todo esto, reflexionando en su propia situación y los numerosos escenarios que involucraban al prototipo. Sin embargo, al menos el robot azul conocía a su… familia. ¿Quién sabría si el prototipo lo habría hecho? ¿Cuán solo debe haberse sentido? ¿Habría vagado por la tierra hasta que se cayó a pedazos? Tantas cosas que podrían haber pasado, y todas ellas terminaban en soledad.

- "Qué triste."

Al ver que estaba inmerso en sus pensamientos, Cain decidió dejar a X hacer su "trabajo", aunque notó que el robot se había quedado demasiado callado tras oír la historia del anciano. Comenzó a preguntarse si debería haberle confiado esa información, y si podría influenciar su "trabajo" de alguna manera. Como fuera, el proceso ya estaba en marcha, y había poco que pudiera hacer.

Así que por ahora, tendría que esperar para ver. Especular. Y tener esperanza.


19 de julio, 21XX, en el laboratorio de  Fujiwara…

X no era un experto en la moda (no veía precisamente el propósito de usar ropa, si era honesto), pero Roll parecía llevar muchos atuendos. Tantos que tuvo muchas dificultades en decidir cuál sería la apariencia de su nuevo cuerpo. Cierto, rasgos como el color de cabello y ojos serían muy simples, ¡pero la joven (o antigua) robot mucama tenía demasiado lleno su guardarropa! Le llevó varias semanas tener una ínfima idea de qué aspecto tendría su cuerpo, aunque con el tiempo, logró darle algunos detalles a Fujiwara.

Para empezar, si bien parecía usar más atuendos que su hermano o incluso el propio Dr. Light, claramente favorecía el color rojo. Y también parecía gustarle usar un listón verde como accesorio, para sujetarse el cabello en una coleta alta y larga. Y aunque no era tan frecuente como el rojo, Roll parecía tener bastantes prendas con colores oscuros o blanco. Así que, usando los detalles recopilados, X, Fujiwara y Cain lograron construirle una imagen en sus cabezas de cómo luciría mejor su apariencia.

Y finalmente, tras un par de meses, los tres finalmente llegaron a un resultado.

Sobre la mesa descansaba el cuerpo de un androide modelado a partir del diseño de X, pero éste tenía forma femenina. Tal como con su viejo cuerpo, este modelo tenía una cabellera larga y rubia atada en una larga coleta. En lugar de un listón, llevaba un lazo verde de metal que sujetaba el manojo de cabello manteniendo la coleta en su lugar. Dos largos mechones le caían por las sienes sobre unos audio-receptores blancos similares a los de X, salvo por el susodicho color y el cristal amarillo que cubría el interior. Una cubierta negra la envolvía desde el cuello hasta la pelvis y las muñecas, muy parecida a un traje de baño o leotardo de mangas largas. Un top de metal blanco le cubría el pecho, sujeto con un collar blanco alrededor de la garganta de la robot, con un par de círculos oscuros pequeños en el susodicho collar. En el medio había una línea que bajaba verticalmente, desde el cuello hasta la parte inferior del pecho. En lugar de una niña, la robot tenía la apariencia de una mujer joven, con el busto bien formado y definido, y su figura más curvilínea.

Llevaba "puesta" una falda roja basada en un diseño plisado, con una sección blanca en el medio, botas rojas con una línea negra en la rodilla, y secciones blancas en las puntas. Sus hombros eran más redondeados que los de X y algo más pronunciados, pero a diferencia de su pecho, éstos eran de color oscuro con un cristal amarillo incrustado para cubrir la articulación del hombro. Los antebrazos eran rojos y la parte inferior hasta sus muñecas era dorada, con cuatro orbes oscuros colocados formando un anillo en cada sección, con ranuras entre cada uno. Un cinturón blanco con una esfera negra se encontraba en el centro de su cintura, manteniendo la falda en su lugar. Sus manos eran blancas, igual que las de X, pero eran más femeninas, y los dedos habían sido colocados en la mano en vez de formar parte total del resto de ella.

Los tres que ayudaron a diseñarla se quedaron observándola, con sus ojos cerrados como si estuviese en medio de un pacífico sueño. Igual que cuando lo encontraron a él, pensaba X. Pero ahora, querían ver lo que sucedería cuando "despertara".

- ¿Confío en que estás satisfecho? – le preguntó Fujiwara a X.

- Sí. – dijo el robot. – "Solo me pregunto si a ella le gustará o no." – pensó.

- Su cuerpo fue hecho con materiales económicos y muy rápido, ya que el propósito de esta prueba es ver si se pueden duplicar tus sistemas. – explicó Fujiwara. – Y ten en mente que, aunque inserté los archivos de memoria, el resto de ella es completamente nuevo. Así que falta ver cómo los procesará.

X asintió, pues lo entendía. – Sé que lo que podría pasar tal vez… – Hizo una pausa. – Bueno, no sé lo que puede pasar. – admitió. Luego miró al androide femenino, el cuerpo "mayor" (o mejor dicho nuevo) que ahora habitaría la niña robot que estaba en esos archivos. Al menos, eso era lo que una pequeña parte de él esperaba.

- ¿Empezamos entonces? – preguntó Cain.

Ni X ni Fujiwara tenían objeciones. Así, Fujiwara insertó un comando en su computadora, y habiendo presionando algunas teclas rápidamente en el tablero, el proceso había dado inicio.

La máquina estaba siendo activada.

Un suave rumor se podía oír desde el recién construido (aunque barato) cuerpo, y tras algunos momentos, se detuvo, y la máquina abrió sus ojos. Su irises eran de color verde azulado, y aunque al principio se veían vidriosos y sin vida, inmediatamente se iluminaron cuando fijó la mirada en X. Fujiwara y Cain observaron este cambio, notando que, lo que fuera que estaba sucediendo, la presencia de X había inducido una reacción en ella.

Se levantó lentamente de la mesa y se puso de pie, con las piernas algo inestables como si apenas estuviese aprendiendo a caminar. Y de cierta manera, así era.

Entonces, finalmente habló. – ¿Rock?

X se congeló. La robot frente a él lo miraba como si su presencia la hubiese dejado en shock. Su voz sin duda era la misma de la niña que oyó en los archivos, pero más madura y perdiendo toda semblanza a un infante.

- Sho, ¿qué está sucediendo? – preguntó Cain quedamente. Aunque no podría decir que tuviera "miedo", estaba totalmente al filo con lo que estaba sucediendo. Fujiwara se había quedado sin habla, pero urgió a Cain a quedarse quieto y ver lo que pasaría.

- ¡Rock! – exclamó la chica robot, completamente feliz de ver al robot azul que pensaba que era el Bombardero Azul.

Antes que X pudiera hacer o decir nada, corrió hacia él y lo abrazó, enterrando su rostro en el cuello de él.

- ¡Lo sabía! – continuó, sorprendiendo a X por la fuerza de su abrazo. Era como si tuviera miedo de que fuera a escaparse si no lo sujetaba con fuerza. – ¡Sabía que podrías vencerlo!

- ¿Vencerlo? – preguntó X, cuando finalmente recuperó el habla. – ¿Vencer a quién?

- Sho, ¿qué está sucediendo? – volvió a preguntar Cain, tratando de hacer notar su preocupación en aumento.

- Silencio. – ordenó el japonés, queriendo seguir observando lo que pasaba.

- ¡Oh, eso ya no importa! – dijo la chica robot, soltando a X de su abrazo, colocándole las manos en los hombros. – ¡Esto solo demuestra que, no importa lo que Wily te lance, puedes superar cualquier cosa! ¡Y mírate! – agregó mientras le daba la vuelta. – ¡El Dr. Light ahora te equipó con un cuerpo mejorado! ¡Oh! ¡Y también a mí! – Se miró a sí misma por todas partes. – Hmm… esto me gusta.

Desvió la mirada de X y miró al Dr. Cain.

- Muchas gracias por… – Su voz de pronto se cortó en el momento en que sus ojos se encontraron con los de Cain. Miró al paleobotánico y luego al experto japonés en robótica. – Usted… ustedes no son el Dr. Light. – Miró a su alrededor, registrando todo lo que podía ver. – Este no es el laboratorio. – Finalmente, sus ojos se fijaron en X. – Y… tú no eres…

Dio un paso atrás cuando el robot azul trató de alargar su mano hacia ella, pero al ver a Cain y Fujiwara aproximándose a ella, fue directo hacia X y se escondió detrás de él en busca de protección. Aunque lo hubiese confundido, todavía parecía verlo como alguien que podría ayudarla. X se sorprendió por esto, pero la chica robot simplemente se rehusó a soltarlo, mientras los dos humanos continuaban aproximándose.

Y entonces, algo que nadie podría haber predicho ocurrió.

Sonó de pronto un agudo estallido, y X se dio la vuelta para darse cuenta que provino de la recién activada chica robot. Se estaba agarrando la cabeza, gruñendo como si estuviera experimentando una fuerte migraña. Corrió hacia una de las esquinas para acurrucarse de rodillas, dándoles la espalda a todos. X no estaba seguro de qué debía haber, pero aun así decidió acercarse a ella para ayudarla o al menos alertarla de su presencia.

Fue entonces que los ojos de la chica robot se abrieron de golpe, con sus irises verde-azulados fijos en los esmeraldas de él.

- ¡Rock! – exclamó, agarrando la mano del robot azul y apretándola con fuerza. – ¡Tienes que irte! ¡Tienes que salir de aquí ahora!

Estaba en pánico, con los ojos llenos de terror, pero no porque temiera por sí misma.

Cain y Fujiwara miraron a X, pero el robot azul parecía tan confuso como ellos. – ¿De qué estás hablando-?

- ¡Él te siguió desde el laboratorio! – continuó, interrumpiendo a X. – ¡Te siguió! ¡Y no se detendrá hasta que estés muerto!

- ¿Muerto? ¿De qué estás…?

- ¡Guts Man está tratando de contenerlo, pero no creo que dure mucho más! – continuó la chica robot. Entretanto, Fujiwara corrió hacia su computadora. – ¡Vamos! ¡Tenemos que despertar al Dr. Light, deprisa! – Parecía que iba a romper en lágrimas en cualquier momento. – ¡Ya viene!

Entonces, con una sola tecla presionado, X vio que los ojos de la robot se volvían a quedar sin vida, y empezó a desplomarse. X la atrapó antes que chocara contra el suelo, mientras Cain se les acercaba rápidamente, para luego mirar a Fujiwara con confusión y frustración.

- ¡¿Qué le hiciste?! – le preguntó Cain a Fujiwara. Por suerte el caos se había detenido, pero quería una explicación.

- Simplemente ingresé el comando para volver a ponerla en estasis. – respondió el japonés ajustándose las gafas. – X, vuelve a colocarla en la mesa, ¿quieres?

El robot azul se quedó en shock de ver la calma del científico con lo que acababa de suceder, pero a pesar de todo obedeció, colocando a la chica robot sobre la mesa de donde se había levantado.

- ¿Qué fue todo eso? – preguntó en voz alta, sin esperar exactamente una respuesta ya que no podía comprender lo que acababa de pasar.

- Honestamente, no tengo idea. – confesó Fujiwara. – Lo que estaba diciendo… no se correlaciona con nada de lo que se encuentra en estos archivos. – dijo mientras pasaba por los susodichos archivos de memoria insertados en su CPU. Pero antes que nadie pudiera preguntar algo más, Fujiwara continuó. – Que alguien active las correas de contención.

- ¿Qué? Pero ella no hizo… – comenzó a protestar X, pero antes de poder terminar, o de que Fujiwara pudiera contrarrestar su argumento, la chica robot en los brazos de X comenzó a sacudirse de nuevo.

Fujiwara la miró en shock: ¡¿sus sistemas estaban luchando contra el comando que le insertó?! Aun así, pese a las dudas pulsó otra tecla para desactivar el comando, dejando a la robot libre del control de su tablero, por ahora.

Se retorcía y encogía constantemente, como si no estuviese cómoda dentro de su propia piel (y esa era una posibilidad genuina), y luego, lentamente, sus ojos verde-azulados volvieron abrirse. Miraron a X, primero vidriosos y "muertos", pero eventualmente la vida volvió a ellos.

- Q-quién… – empezó a tartamudear, parpadeando algunas veces mientras su visión se ajustaba. – ¿Quién… eres tú? – le preguntó. X la miró, totalmente perdido. – ¿Quién eres? – volvió a repetir al no conseguir una respuesta.

- Yo… soy… – X también tartamudeaba, sin saber qué decir.

- Y… ¡¿quiénes son ustedes?! – dijo mirando a Cain y luego Fujiwara. – ¿Qué lugar es éste? – agregó mirando por toda la habitación donde se encontraba. – ¡¿Dónde está el laboratorio?! ¡¿Dónde está Auto?! ¡¿Eddie?! – Empezó a sacudirse en los brazos de X, para luego volver a alzar la mirada hacia él. – Y tú… ¡tú no eres Rock!

Se apartó de X empujándolo y corrió hacia la esquina opuesta de la habitación cuando los dos humanos se le acercaron. El robot azul se puso frente a ellos, agachándose para ponerse al nivel de la chica robot. Cain y Fujiwara se quedaron observando, viendo cómo ambas máquinas se miraban fijamente a los ojos en silencio. La chica estaba asustada y temblando, como poco más que un animal acorralado.

Irónicamente, pensaba Fujiwara, se estaba comportando de manera muy similar a Patarche cuando Chiyo se lo trajo a casa por primera vez. Se acurrucaba en la esquina de su dormitorio, y no querría salir por una semana entera. Seguro, él le había dicho a su hija que lo mantuviera allí hasta que estuviera entrenado para salir, pero esta robot tenía menos espacio incluso que eso.

X estaba a punto de decir algo más, pero se preguntaba si eso haría algún bien o solo lo empeoraría. Pero al ver que la chica robot trató de alejarse de Cain cuando intentó alargar la mano hacia ella, X supo lo que tenía que hacer.

- ¿Pueden dejarnos solos? – les preguntó.

Ambos humanos se miraron entre sí, y luego a la pareja de robots. – X, ¿estás seguro? – preguntó Cain.

X asintió. – Creo que necesita estar a solas conmigo. ¿Les parece bien?

Los dos humanos se miraron entre sí nuevamente, y de nuevo a los dos robots. – Muy bien. – dijo Fujiwara. – Los dejaremos en paz.

Agarró a Cain y le dio un tirón, sacándolo casi a la fuerza de la habitación. X por su parte miró a la chica robot que, pese a no estar precisamente calmada, pareció tranquilizarse un poco más al quedarse a solas con él.

- Quién… – comenzó a hablar, con la voz muy intranquila. – ¿Quién eres tú? – preguntó finalmente, antes de mirarse a sí misma. – ¿Y qué estoy haciendo aquí?

- Te lo explicaré en un minuto. – le dijo él. – Primero, necesito saber si tú…

- Te hice una pregunta primero, así que tienes que responder primero. – lo interrumpió ella. – ¿Quién eres, y qué estoy haciendo aquí?

X parpadeó, pues no se esperaba oír eso. ¿Acaso estaba mostrando algo de su personalidad? ¿O seguía siendo siquiera "ella"?

- Hey, te hice una pregunta. Bueno, fueron dos en realidad. Pero aun así, respóndemelas primero.

- "Bueno, empieza a convencerme de que su personalidad sí quedó intacta." – pensó X. Y viendo que no estaría yendo a ninguna parte a menos que lo hiciera, cedió a sus demandas. – Mi nombre es X.

- ¿X? – preguntó. – Eso… ¿es todo? – Se cubrió la boca. – Oh no, lo siento, eso fue grosero de mi parte. – Ladeó la cabeza mientras observaba al otro robot. – Pero en serio, ¿eso es todo?

- No. Mi título completo es Mega Man X. – le explicó. – Y…

- ¿Mega Man? Pero tú no eres Rock. – lo volvió a interrumpir. Se puso de pie lentamente, y X hizo lo propio para ponerse a su nivel. Comenzó a mirar al robot azul por todas partes, estudiándolo de una manera muy similar a como Fujiwara lo había hecho estos últimos meses. – ¿Quién eres tú?

- Bueno, te lo acabo de decir. Soy X. Mega Man X.

- Pero no eres Rock. – dijo ella.

- No, no lo soy. – confirmó él.

Se quedó callada por un momento. – Y… creo que debo asumir si este no es el laboratorio del Dr. Light.

- No, no lo es. – suspiró X, sabiendo hacia dónde iría esto. – Este laboratorio pertenece al Dr. Sho Fujiwara. – Decidió que ahora era un buen momento para hacer su movimiento. – Ahora, ¿puedes responder una pregunta mía? – Ella pareció pensárselo un momento antes de asentir. – ¿Cuál es tu nombre?

Ella lo miró como si le hubiese preguntado algo rudimentario y elemental, casi al punto de ser insultante.

- ¿Mi nombre? ¡Por supuesto que sé mi nombre! Es… – Se detuvo de pronto. No era como si no lo supiera; ¡literalmente estaba allí en su banco de memoria! Pero aun así, se sentía como si fuese algo en lo que tenía que pensar primero. Como si al escucharlo con esta voz, una voz familiar pero que sonaba mayor, fuese antinatural. – Mi nombre es…

- Roll, ¿correcto? – dijo X. Su curiosidad le ganó a su paciencia.

- Roll… sí. – dijo ella. – Sí, eso… eso es. – Se tocó el pecho, sintiendo que su núcleo volvía a funcionar. ¿O acaso era que funcionaba por primera vez? Sin embargo, su nombre era el mismo. – Mi título es Roll. Roll 2.5 técnicamente.

Esta historia continuará

Chapter 6: Lazos reavivados

Chapter Text

Roll. Bueno, al menos conocía su nombre, pensó X. O tal vez, eso fuese algo que Fujiwara programó dentro de ella, ya que tuvo que armar la personalidad desde cero. En cualquier caso, al menos era capaz de reconocerse a sí misma como "Roll". Pero eso no era todo lo que ocupaba la mente X. Se recordó a sí mismo que esta Roll, esta "nueva" Roll (con un poco de la antigua en ella), era igual que él, con su propia mente y conciencia, pero aun así el robot azul tenía mucho que preguntarle.

- Si me lo permites, ¿por qué estoy aquí? – Irónicamente, fue Roll la que comenzó a hacerle preguntas a X. – ¿Quiénes son esos dos hombres? – Le echó otra mirada al robot. – ¿Y por qué te pareces tanto a Rock?

X pudo notar que hablaba de "Rock", o Mega Man, como si tuviese una conexión con él. ¿Sería evidencia de que cosas como los lazos familiares permanecerían intactos? Si ese era el caso, era fantástico, pensaba X. Al menos esa parte de ella seguiría igual, o al menos él esperaba que fuera el caso.

- Hey, te estoy haciendo una pregunta. – dijo Roll de nuevo luego de no recibir una respuesta. – ¿Quién eres?

- "Bueno, para empezar, podrías decidirte por una sola pregunta a la vez." – X no lo dijo en voz alta. Más bien, no estaba preparado para que ella fuese tan directa. A pesar de todo, ella no tenía idea de lo que sucedía, y merecía alguna respuesta. – Bueno, yo no soy Rock, pero sí soy una creación del Dr. Light. – le explicó. – Soy X, Mega Man X.

- ¡¿El Dr. Light?! Ah… – exclamó Roll, mientras sus ojos verde azulados escaneaban la forma de X. – "Sí se parece a Rock. Pero me pregunto si…" – pensó, y luego volvió a preguntar. – Entonces, ¿también eres una creación suya? – X asintió en respuesta. – Pero en ese caso, ¿por qué te hicieron parecido a Mega Man? – Roll volvió a examinarlo, y miró fijamente hacia su brazo derecho, y luego otra vez a su rostro. Captando la indirecta, X le presentó su Buster. – Entonces, también tienes uno de estos. – observó la robot rubia. – ¿Fuiste modificado para ser así?

- No que yo sepa. – respondió X. – Hasta donde sé, me construyeron para ser así, con el Buster y todo.

- ¿En serio? – Roll se puso a pensar en esto. – "Rock y yo iniciamos como robots asistentes, pero él fue construido ya con un arma instalada. ¿Por qué?" – Inmediatamente, decidió conseguir respuestas para otra pregunta. – ¿Acaso hay algún conflicto en curso?

- No. – respondió X.

- Entonces, ¿el Dr. Wily ya no ha estado causando problemas? – X desvió sus ojos verdes. – ¿Qué?

- El Dr. Wily… ya no está por aquí. – le respondió X.

- ¿De qué estás hablando? – preguntó Roll, sin entender del todo. – ¿Qué quieres decir con eso?

- Quiero decir que está, bueno… – X tenía dificultades para encontrar la mejor manera de explicarle esto. – Ya está muerto. Lleva muerto desde hace décadas.

- ¿Muerto? ¡¿Muerto?! Pero… – Roll empezó a tartamudear. – Pero entonces, ¿qué hay del Dr. Light? ¿Qué hay de Rock? ¿Auto? ¿Eddie? ¿Dónde están?

En ese momento, aceptaría incluso la presencia de ese misterioso robot con la bufanda amarilla. Solo para tener algo de seguridad de que lo que estaba experimentando no era su realidad. Que solo era un mal sueño.

X la miró, y ella le devolvió la mirada. Ninguno de los dos le dijo nada al otro, pero podían leerse el pensamiento. Finalmente, el robot azul que se parecía tanto a su hermano miró hacia el suelo.

- Yo… lo siento.

Roll se mordió el labio, registrando en su mente lo que acababa de oír. Pero todavía seguía tratando de asimilarlo.

- ¿Qué año es? – le preguntó. Sabía que podía verificar su propio reloj interno, pero no fue capaz de hacerlo. Necesitaba que este robot azul se lo confirmara.

X suspiró. Ya sabía a dónde iría todo esto. – Es 21XX.

21XX. Un siglo entero. Los ojos de Roll se ensancharon, pero su confusión dio paso a una desesperación en aumento. X la vio tocarse la esquina del ojo y mirarse el dedo como si estuviera esperando ver algo allí.

Como una lágrima. Pero no encontró nada.

- ¿Qué rayos? – Volvió a tocarse el ojo, viendo que no había nada allí. Ella… ¿no podía llorar? ¿Por qué no podía? ¡Antes podía hacerlo! ¡El Dr. Light les había dado a ella y a Rock la capacidad de hacerlo! ¿Por qué no podía hacerlo ahora?

Miró a X, con los ojos muy abiertos y vidriosos, a pesar de su incapacidad de producir lágrimas. Y entonces, tras unos momentos, salió corriendo hacia él, envolviéndolo en sus brazos y enterrando la cara en su pecho. X no estaba preparado para eso, pero claramente la rubia necesitaba algo de consuelo. No hacía mucho tiempo, X habría pasado por lo mismo. Lentamente, alargó sus propios brazos y la abrazó, dejando amabas máquinas sujetándose con fuerza mientras la rubia sollozaba a la vez que el azul trataba de reconfortarla.


Afuera de la habitación…

Cain no creía que fuese posible ver lo que estaba sucediendo, pero allí estaban; desde una pequeña pantalla junto a la puerta los dos robots podían ser vistos. – ¿Eso es una buena señal? – preguntó el hombre mayor a Fujiwara, que también observaba lo que estaba sucediendo.

- Se están comunicando. – preguntó Fujiwara. – Ese es un paso hacia alguna parte. En qué dirección, no puedo decirlo con certeza.

- No creerás que uno de ellos, bueno, termine… – Cain comenzaba a hablar, pero fue interrumpido. Lo agradeció en parte, ya que no quería considerar la posibilidad de que uno de ellos exterminara al otro.

- Si alguno terminase muerto, sería la androide nueva. – dijo el japonés. – Pero incluso aunque X no la atacase, dudo que hubiese alguna forma en la que ella pudiera matarlo a él.

Cierto, pero Cain no le deseaba eso a ninguno de los dos. Mientras observaba a los dos robots abrazándose, no pudo evitar preguntarse si X habría logrado o no lo que se habría propuesto, o si Roll estaba reaccionando de la forma en que Fujiwara la habría programado. Ciertamente, los sistemas internos de ella estaban basados en los de X, aunque Cain jamás lo diría de boca para afuera frente a Fujiwara, ninguno de los dos era el Dr. Light. Así que las necesidades de estos robots sólo el tiempo diría cuáles eran.

Pero por ahora, Cain estaba feliz de que al menos el robot azul ya no estaba solo. Y por lo que estaba viendo, esperaba que esta interacción fuese solo la primera de muchas, y con la esperanza de ser positivas.


Adentro…

¿Cuánto tiempo estuvieron allí parados? Ninguno de los robots estaba seguro, pero eventualmente, X sintió que Roll se alejaba de él. Sus ojos verde-azulados, pese a no tener lágrimas, todavía seguían anegados de tristeza. – Entonces… ¿eso significa que nosotros… somos los únicos que quedan?

X se mordió el labio. – Por lo que sé… así. – Para sorpresa de Roll, el robot azul de pronto se mostró emocionado. – Pero ahora que tú estás aquí, ahora todo estará bien.

- ¿Q-qué cosa? – preguntó Roll confusa.

- Bueno, ahora que estás aquí, podré saberlo todo. – le dijo X. – ¡Podré saber sobre el Dr. Light y sus otras creaciones! – continuó, aumentando su emoción. – ¡Todo el tiempo perdido, podré saber cómo fue! ¡Podré saber lo que sucedió en ese tiempo!

Roll se alejó de él, aparentemente en shock por lo que acababa de escuchar. – Entonces… ¿esa es la razón? – le preguntó.

- ¿Huh? – X la miró confuso.

- Tú… ¿sólo me querías aquí para que pueda contarte sobre el Dr. Light? – De pronto X, comenzó a pensar de nuevo en su elección de palabras. – ¿Eso era todo?

X vio que los labios de ella comenzaban a temblar, y cuando volvió a mirarlo, su expresión no era exactamente de felicidad. Él estaba a punto de hablar, pero ella se alejó, abrazándose a sí misma en silencio. Tan pronto como ambas máquinas habían sido reunidas, igual de rápido se habían separado.


Al día siguiente…

Roll había estado sola en una habitación separada durante toda la noche. Sobraría decir que X estaba muy ansioso por ver cómo se encontraba. No la había visto desde que le asignaron un cuarto que sobraba en el laboratorio, y X fue enviado de vuelta al suyo. O más bien, se encerró allí porque no se sentía de humor para seguir hablando. De hecho, ella se aseguró de especificar que no quería que nadie la viera durante un tiempo indefinido. Y aunque X podría haberse equivocado, podría jurar que la vio mirándolo, y en su rostro parecía no encontrar una emoción específica a la cual aferrarse. Roll era un desastre de confusión e incertidumbre, pero también parecía estar… irritada con la presencia de X.

Parecía estar enfadada.

La recientemente activada chica robot no había recibido otra cosa excepto una cápsula por el momento, así que no era que pudiese estar ocupada o entretenida con nada. Aun así, el Dr. Cain le advirtió al androide azul que tal vez ella no estaría de humor para hablar. Y honestamente, X estaba dividido sobre por qué quería hacer esto en primer lugar. De hecho, desde la creación (¿o era resurrección?) de Roll, se sentía en conflicto con muchas cosas.

Principalmente, sobre si debería haber hecho esto o no.

Llegando hasta donde ella estaba, X tocó a la puerta y esperó a que se abriera, o a que la propia Roll le respondiera. Resultó que X no recibió ninguna de las dos.

- ¿Hola? – le dijo, sin saber siquiera si ella podría oírlo a través de la puerta. – Um, solo venía para ver cómo estabas. Así que… – Se detuvo, teniendo problemas para encontrar palabras. – ¿Puedo pasar?

No recibió respuesta.

- Mira, he tenido toda la noche para pensarlo, y bien, creo que tal vez me precipité un poco. – confesó el robot azul. – Yo… no pensé en algunas cosas como debería haberlo hecho.

Seguía sin recibir respuesta, pero continuó a pesar de todo. Aunque ella no abriera la puerta, por lo menos podría escuchar lo que él tenía que decirle.

- Lo que trato de decir es… que lo siento. – dijo X. – Siento no haber considerado cómo te afectaría todo esto.

Podría haber sido solo su imaginación, pero el robot azul podía haber jurado que escuchó pasos acercándose hacia la puerta del otro lado. No era una confirmación de que ella estuviese dispuesta a escuchar, pero X sabía que al menos habría recibido una oportunidad. Así, la tomó sin dudar.

- ¡Sé que no es excusa, pero sí hay una razón! – le dijo X. – Y no es solo porque quiero saber más sobre Light.

Suspiró. Aún seguía sin recibir respuesta, y tras algunos momentos más de silencio, X estaba a punto de darse la vuelta e irse, pero entonces oyó que la puerta se abría detrás de él. Girándose, vio allí parada a Roll, con la cara totalmente neutral. No obstante, parecía más estable que antes.

- No, esa ERA tu razón. – le dijo Roll. Estaba a punto de protestar, pero ella lo cortó. – Pero… ahora sé por qué lo hiciste. – dijo de nuevo, con la voz más suave. – Y… yo también habría hecho lo mismo, probablemente. – Cerró los ojos y frunció las cejas por un momento. – Aun así, debes admitir que me soltaste todo esto demasiado rápido, ¿no lo crees?

X asintió, bajando la cabeza. – Sí. Lo hice.

- Pero… también debió ser muy rápido para ti. – le dijo Roll. Se echó para atrás para dejarlo entrar, pero al mirar adentro se acordó que la chica robot rubia literalmente no tenía nada excepto una cápsula estándar. – ¿Y bien? – Roll estaba confusa, preguntando por qué X rehusaba su invitación.

X trató de recordar las palabras que el Dr. Cain le había dicho: "Intenta romper el hielo. Has que se sienta cómoda."

Lo único que se le ocurría tal vez no fuese la mejor idea, pero era algo. – Entonces, uh, ¿quieres venir a ver mi habitación? Tiene muchas más… cosas. – "Wow, X, tienes una supercomputadora por cerebro, y apenas puedes articular una oración. Buen trabajo."

Ella lo miró, como si pensara en su propuesta, pero no lo dejó esperando mucho, viendo que el suspenso lo estaba matando. – Creo que lo haré, gracias.


Oficina de Fujiwara…

- Entonces, ya han tenido su primer conflicto. – dijo el científico de pelo negro, revisando los datos recopilados de la noche anterior. – Bueno, al menos ninguno de los dos se ha puesto violento.

El Dr. Cain negó con la cabeza. – Dudo mucho que eso suceda.

- Tenga en cuenta, X tiene ese Buster instalado dentro de él. – le dijo Fujiwara al hombre mayor. – Si ella se pone física, él no dudará en usarlo, ya como ha visto.

- Eso fue porque ese mecaniloide le disparó, lo cual fue tu idea, por cierto. – dijo Cain. – ¿Acaso hablas con él? ¿En absoluto?

- ¿Quién? ¿X? – cuestionó Fujiwara. Cain entrecerró la mirada, claramente no lo encontraba divertido. – Creí que esa sería su contribución a todo este proyecto. Usted es el que se encarga de la mitad "humana", y yo me ocupo de la mecánica. – continuó mientras revisaba las notas que había tomado.

- "Es decir que la mitad humana no existe en absoluto para ti, ¿verdad?" – pensó el hombre mayor con amargura. Aunque su visión de la perspectiva del japonés sobre el robot azul (y la otra que acababan de construir) también sacaba a la luz otro problema que tenía en la mente. Y aunque probablemente no consiguiera respuesta, todavía necesitaba una, aunque fuese para aliviar su propia incertidumbre. – Siento desviarme del tema, pero… ¿cómo están Cecilia y Chiyo?

- ¿Hm? – Fujiwara apenas parecía reconocer al otro humano, aparentemente más preocupado con otros asuntos. Con todo, le dio a Cain una respuesta. – Ambas se están volviendo insoportables. – Suspiró. – Chiyo no deja de obsesionarse con ese animal y Cecilia está exigiendo que aparte tiempo para volver a casa más temprano. – continuó, y Cain notó que su expresión no cambiaba en absoluto ni por un segundo. – Dice que mi presencia es especialmente necesaria en este… momento tan difícil.

Cain guardó silencio. Aunque sabía que al hombre tal vez no le habría importado, una parte de él esperaba que no fuera así, Esa era la razón por la cual había dedicado tanto tiempo a estudia nunca iba a casa. Volver a casa para encontrar una cama vacía. Cualquiera se sentiría triste después de eso. Cualquiera, lo que fuese, tendría que sentir algo, ¿verdad?

- Siento mucho lo de Hinako, Sho. – dijo Cain quedamente. – Cuanto te llamé luego de descubrir a X, no tenía idea de que estaba…

- Eso pasó sólo unas semanas antes, así que de todas maneras no afectó en nada. – le dijo Fujiwara en tono neutral, continuando con lo que hacía. – Aunque, supongo que el tiempo que pasé aquí fue lo que provocó que Chiyo se consiguiera a ese animal. – Cain observó que hablaba de su propia hija como si no fuese importante. – Ahora no se calla respecto a él. O más bien, es el perro el que no se calla. – Se puso más irritado. – Le dejé claro lo que pasaría si encontraba a ese animal en mi cuarto. – Con algo de suerte, esta interacción pondrá a prueba cómo resolverán esos dos sus problemas. –Fujiwara volvió de vuelta al trabajo como si lo que estaban discutiendo no hubiese pasado. – O si se meten en una situación más intensa.

- "Y cualquiera de las dos estaría bien para ti." – pensó Cain. Aun así, esperaba lo mejor, ya que en el caso de que Fujiwara obtuviera lo que quería de esto, de una forma u otra, el humano mayor se preguntaba lo que harían las dos máquinas, y esperaba que, sin importar lo que pasara, fuera para mejor.


En la habitación de X…

- Hm… parece que te gusta mucho el color azul. – dijo Roll, al observar el pequeño espacio donde X residía. – De muchas maneras, tú y Rock se parecen. – agregó mientras continuaba mirando alrededor.

- Y… ¿eso es algo bueno? – preguntó X, sin entender completamente lo que quería decir.

Roll se quedó en silencio al principio, pero eventualmente respondió. – En este momento, no estoy segura. Yo… no estoy segura de muchas cosas ahora mismo.

X realmente se estaba arrepintiendo de la prisa en la construcción de la chica robot. – Lo siento. Yo… no sabía… o supongo que no pensé que ti… que te sentirías… – Estaba quedando como un tonto. – Mira, lo siento. No fue mi intención… hacerte pasar por todo esto.

Roll se quedó callada por un breve momento. X se sentía cada vez más ansioso de saber cuál sería su respuesta.

Finalmente, ella suspiró. – No, no es tu culpa. – se giró para encarar al robot azul. – No podías haberlo sabido. Quiero decir, sí, viendo que revisaste mis archivos de memoria, pero eso fue todo lo que… – Se detuvo de nuevo. Tenía que ser directa y decirlo de frente. – ¿Por qué me "reconstruiste"? ¿Por qué me…? – Volvió a detenerse. Se sentía muy extraño decir todo esto. Todo esto se sentía muy extraño. Tan desconocido, y a la vez no. Como si fuese una extraña en su propia "piel". – ¿Por qué me trajiste de vuelta?

¿Era la manera correcta de decir eso? Después de todo, apenas llevaba un solo día de haber sido activada, pero tenía registros de eventos que tuvieron lugar décadas atrás.

X volvió a voltear la mirada, sabiendo que esta pregunta vendría eventualmente, pero seguía sin tener una buena respuesta.

- Yo… – comenzó X. Ya fuera que formulase una buena respuesta o no, Roll merecía al menos una. – Yo… desperté solo. Y… no sabía casi nada. Debo admitirlo, tú sabías mucho más que yo, y yo quería saber más cosas. – No se sentía orgulloso de ello, pero tenía que ser honesto. – Así que, cuando te vi en el laboratorio, y revisé tus archivos de memoria, yo sólo… – Se detuvo. – Quería saber cómo era todo eso. Yo… quería saber cómo era el Doctor.

Roll se giró para encararlo. – ¿Dónde dices que me encontraste?

- En el laboratorio donde estaba. – explicó X. – Estabas tendida en una mesa, aunque en ese momento aún seguías en tu antiguo cuerpo. – Señaló al nuevo cuerpo que ahora tenía. Ella parecía insegura, y el robot azul se preguntó si debería decir algo más. – Eres… muy linda. – le dijo. No fue exactamente planeado, solo dijo lo que le vino a la cabeza. – El rojo te sienta bien.

Roll lo miró por un momento, inexpresiva. X se preocupó de haber echado todo a perder aún más, pero de repente, vio que sus labios se curvaban en una sonrisa.

- Hm. – Parecía divertida. – Entonces, el Dr. Light te programó con tendencias caballerosas. – X sintió sus mejillas calentarse, lo que provocó que Roll jadeara. – ¿También te programó con calefacción interna en tu región facial? – Corrió y le agarró las mejillas al robot azul. Y en efecto, sintió el calor en la piel sintética de X. – Realmente sí ERES una de sus creaciones.

No veía razones para dudar de él, ciertamente, pero con todo lo que le habían descargado, seguía insegura de lo que debía pensar. Pero después de ver esto, el despliegue de algo que solo el Dr. Light podría haber hecho, no había más preguntas.

- Y… eso significa… – lo miró con los ojos muy abiertos – … que eres mi hermano.

X le devolvió la mirada, sorprendido de lo que acababa de oír. – ¿Hermano?

- ¡Sí, por supuesto! – respondió ella. – Eres un DLN, ¿correcto? ¡Igual que yo! – Su expresión cambió de deleite a incertidumbre de nuevo. – Bueno, en este… cuerpo, estoy registrada como… – Bustó en su CPU, pero lo que solo deberían haber sido solo unos pocos segundos, se convirtió en medio minuto, y luego un minuto completo.

- ¿Estás registrada como…? – cuestionó X, confundido. Roll se mordió el labio, arrugando su piel sintética.

- Es extraño. – habló finalmente. – No estoy registrada como "Dr. Fujiwara Number", o DFN. – explicó. X no pudo evitar sentir que lo estaba tratando casi como si fuera un niño. – Estoy registrada como RN 000.

- ¿Y eso qué significa? – preguntó X, ahora todavía más confundido.

- Yo… no estoy seguro. – le dijo. – Incluso los robots del Dr. Wily estaban registrados bajo la pertenencia de alguien… – La última parte la dijo murmurando. Usualmente, los robots no listados bajo un individuo en particular se construían en una línea de ensamblaje. – Bueno… eso puede venir más tarde. En este momento – centró su atención de vuelta en X – ¡no puedo creer que el Dr. Light nos haya construido un hermanito a Rock y a mí!

Lo abrazó, apretándolo con sorprendente fuerza. Pero algo de lo que dijo le quedó en la cabeza.

- Espera… ¿hermanito?

- Bueno, sí. – respondió Roll. – El Dr. Light creó a Rock, luego a mí, y a todos los demás desde Cut Man hasta Oil Man. – Pensó por un momento, y luego se rio. – ¡Oh cielos! ¡Creo que eso te convierte en el bebé de la familia!

Las mejillas de X se pusieron de un rojo brillante. ¡¿Bebé?! – Uh, espera un minuto. – protestó. – ¿No eres técnicamente tú la menor?

Roll alzó una ceja. – ¿Qué quieres decir?

- Bueno, fuiste activada apenas ayer. – le dijo X. – Y nos tomó un par de semanas tener todo listo, así que, técnicamente, yo te gané por unos cuantos meses, si es que contamos cuando yo salí de mi cápsula.

- ¿Qué? ¡No es posible! – argumentó Roll. – Mis sistemas provienen de mi viejo cuerpo, así que, incluso hablando técnicamente, yo sigo siendo mayor que tú.

- No, yo soy el primero de mi clase. – replicó X buscando contrarrestarla. – Los doctores Cain y Fujiwara lo dijeron.

- ¿El primero de tu clase? – cuestionó Roll. – Sigues siendo un robot.

- Estoy diciendo que yo vine primero, y tú segunda. – le dijo X. – Entonces TÚ eres la hermana menor.

Roll cruzó los brazos. – Perdóname, pero mis archivos tienen registros de años mucho antes de que a ti te hubieran construido, así que yo soy la mayor.

- ¡No puedes usar eso como excusa! – espetó X. – ¡Ni siquiera tiene sentido!

- ¡Tiene todo el sentido del mundo! – volvió a argumentar Roll. – ¡Yo soy tu hermana mayor, y TÚ eres mi hermanito menor!

- No, lo tienes al revés.

El intercambio prosiguió de ida y vuelta entre las dos máquinas, debatiendo ambas entre quién de los dos era el mayor, sin saber que su futuro estaba siendo discutido en ese instante.


Oficina de Fujiwara…

- Entonces, asumamos que todo sale bien. – le dijo Cain a Fujiwara. – ¿A dónde vamos desde aquí? Te guste o no, sin importar la maravilla que sea el trabajo de Light, la ley sigue siendo la ley. – En efecto, ese era el caso, por mucho que ambos hombres lo odiaran. Aunque Cain sospechaba que el japonés tenía otras razones para su frustración. – El consejo tendrá que ver esto eventualmente, Y odiaría ver lo que pasaría si estos dos fuesen potencialmente confiscados.

- No lo harán. – le aseguró Fujiwara al anciano. – No después de lo que verán.

- ¿Estás ciego, Sho? – cuestionó Cain. – ¡La prohibición contra inteligencia artificial avanzada ha estado en vigencia durante décadas! ¡Incluso desde antes que cualquiera de nosotros haya nacido!

- X es también una creación del Dr. Light. – argumentó Fujiwara. – No se atreverían a destruirlo.

- Solo lo encerrarían y lo confinarían. – replicó Cain. – Ten en mente a dónde fue a parar el viejo cuerpo de Roll.

- Roll 2.5. – corrigió el experto en robótica. – Aunque este experimento hasta ahora ha sido exitoso, lo que X quiere es imposible. La conciencia de esa robot mucama, o comoquiera que X la perciba, ya no existe, y no regresará. – Cruzó sus brazos. – Es cierto, su personalidad pudo ser reconstruida con precisión, pero sigue siendo un conjunto de rasgos programados dentro de ella. En esencia, es sólo una versión mejorada de lo que se podría considerar tecnología antigua.

Luego se quedó pensativo. – "Si no estuviese esa maldita ley en vigencia, le podría dar a esa robot un trabajo. Ciertamente ayudaría a no tener que escuchar las malditas quejas de Cecilia."

El hombre asiático se puso a revisar las diversas secciones del laboratorio, viendo las imágenes en las cámaras de vigilancia que capturaban todo lo que sucedía. Se detuvo en un área en particular, y su sangre se quedó helada cuando vio lo que estaba grabando.

- ¿Qué sucede? – preguntó Cain, sorprendido cuando Fujiwara se paró de la silla.

- ¡Se fue! – exclamó. – ¡Esa robot ya no está!

No pasó mucho antes de que los dos hombres salieran corriendo de la oficina dirigiéndose hacia la habitación casi vacía de Roll, aunque al bajar por el corredor para llegar allí, escucharon algo.

- ¡Y nunca, JAMÁS vuelvas a llamarme así, ¿me escuchaste?!

- ¡S-sí! ¡Sí! ¡Solo suéltame!

Eso provenía de… ¿la habitación de X? Los dos hombres siguieron apenas un par de puertas más allá, y efectivamente, los dos robots se encontraban en la habitación de X, donde Roll había cogido el audio receptor y X retorciéndose como si estuviera sufriendo dolor.

- ¿Qué está sucediendo aquí? – preguntó Cain, y ambos robots miraron inmediatamente hacia el hombre como si se tratara de un par de niños que habían sido pillados en medio de una pelea. Y de cierta manera, lo eran.

- ¡Él insinuó que yo era un pedazo de chatarra antigua! – respondió Roll, cruzando los brazos.

- ¡No es cierto! – se defendió X. – ¡Solo dije que ella acaba de admitir que es mucho más vieja que yo!

- ¡Y entonces me llamaste vieja! – Roll se señaló su rostro. – ¿Acaso ves una sola arruga? ¡Me veo igual de joven que cuando estaba funcionando! – Miró a X de frente a los ojos. – ¡En conclusión, yo soy la hermana mayor y TÚ eres el menor!

X frunció las cejas (aunque por la forma en como estaba angulado su casco en la frente, era difícil de ver) y gruñó. – No quiero ser el bebé…

Cain y Fujiwara miraron a las dos máquinas, y luego se miraron entre sí. Aunque los dos rara vez se vieran de frente en muchas cosas en relación al último trabajo de Light, ambos llegaron a la misma conclusión.

Estas dos máquinas acababan de tener su primera discusión. Qué intrigante.

Esta historia continuará

Chapter 7: Reflexiones y recuerdos

Chapter Text

- Ambos demuestran un vasto número de diferencias, y también de similitudes. – le dijo Fujiwara a Cain, mientras ambos observaban a los dos robots desde detrás de un grueso panel de vidrio. El científico en ese momento los había colocado en un pequeño cuarto mientras monitoreaba su desempeño en la prueba actual.

»¡Muy bien, pueden comenzar! – les dijo Fujiwara, y con eso dio inicio la susodicha prueba.

X y Roll estaban sentados ante una mesa con un tablero de ajedrez, que el robot azul miraba con curiosidad.

- ¿Qué sucede? – preguntó la rubia. – ¿Nunca habías visto un tablero de ajedrez antes?

- Bueno, sé lo que es, con el cerebro de supercomputadora y todo, pero… – Cogió un peón negro en su mano. – Supongo que es diferente cuando, bueno, ya sabes, ves y tomas algo por ti mismo. – Sostuvo el peón, palpando su cabeza redonda. Luego escuchó un ligero toque en el tablero. Al mirar abajo vio que un peón blanco acababa de ser movido. – Oye… ¡hiciste trampa! – dijo de repente, sorprendido.

- ¿Hm? ¿Qué quieres decir? – preguntó Roll. Parecía confusa por la reacción de su hermano (menor). – ¿No dijo el Dr. Fujiwara que la prueba había empezado? – Ella sonrió. – Además, las blancas mueven siempre antes que las negras.

X resopló, sabiendo que estaba siendo muy presumida. – No eres la única con inteligencia artificial avanzada. – declaró mientras hacía su propio movimiento de inmediato.

Fujiwara tomó nota de todo lo que había visto mientras Cain continuaba observando. Las dos máquinas continuaron con la partida, enfrentándose entre sí en lo que, irónicamente, era un juego muy antiguo. X y Roll movían pieza tras pieza: peones, alfiles, caballos, y pronto fueron reducidos hasta solo quedarse con las piezas más esenciales. Desafortunadamente, a X solo le quedaba el rey, mientras que Roll tenía todavía su reina además del rey.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, pensando en cuál sería el próximo movimiento del otro. Pero entonces, Roll comenzó a hablar. – Así que, ya leí el primer volumen de la serie que me diste. – explicó.

- ¿Hm? Oh sí, Dune. – respondió X. – Entonces, ¿qué te pareció?

Roll se mordió el labio. – Es un poco… deprimente al final. – admitió ella. – Quiero decir, luego de todo lo que sucedió, el héroe recibe una visión terrible sobre el futuro.

- "Bueno, no es que mejore mucho." – pensó X. – Sí, admito que estoy leyendo la serie más por curiosidad. Estoy muy inmerso en ella. – le dijo a su hermana (menor, NO mayor). – Pero entiendo lo que estás diciendo.

Entonces, Cain y Fujiwara fueron testigos de cómo la conversación pasaba de ser casual a algo totalmente diferente.

- Supongo que solo tengo curiosidad sobre de lo que hablan esos libros. – dijo X.

- ¿Como qué? – preguntó Roll. – La verdad no tengo interés en seguir leyendo más allá, así que no tienes que preocuparte de spoileármelo. – aseguró ella.

Aun así, X se preguntó qué palabras debía elegir para expresar esto, pero tenía que dar una respuesta. Finalmente, recuperó la voz. – El concepto del destino.

Roll y los dos humanos que los observaban se quedaron perplejos. – ¿Destino? – preguntó ella. – ¿Qué hay con eso?

X se encogió de hombros. – Admito que no estoy del todo seguro. – confesó. – Entiendo cuál es el concepto, por supuesto, pero eso también es lo que me molesta un poco al respecto.

- ¿Estás viendo esto? – preguntó Cain. Fujiwara solo respondió con un suave "Hm" mientras continuaba grabando y monitoreando el ejercicio. El hombre mayor se encontraba deseando poder contribuir a la conversación, pero sabía que podría hablar después. Por el momento, era probablemente mejor que no hubiese interferencias.

- ¿Qué cosa? – preguntó Roll.

- Bueno, supongo que es el hecho de que tu vida, o incluso tu propia existencia, está fuera de tu control. – explicó el robot azul. – Puedes nacer en este mundo con deseos y necesidades, tienes tus propias metas y sueños, pero si no se alinean con el destino, entonces no importa. Entonces, cualquiera que sea tu rol en la vida está predeterminado. – Hizo una pausa por un momento. – Y no hay forma de salir de esa caja, sin importar lo que hagas.

Roll pensó un poco en sus palabras. – Hm, honestamente, nunca pensé en algo como eso antes. – Hizo un gesto urgiéndole a mover su pieza.

- Oh, sí, perdona. – Hizo su movimiento. – Probablemente solo estoy pensando demasiado en ello. Quiero decir, algo que no tiene prueba de su existencia, pero es la base de muchos trabajos desde literatura hasta el Paganismo antiguo. Pero…

- Jaque mate.

Los ojos verdes de X miraron abajo, hacia su rey caído, mientras su hermana sonreía triunfantemente desde el otro lado del tablero, donde su reina acababa de acabar con su rey. – ¡Volviste a hacer trampa!

- ¡No es cierto! – replicó Roll. – El objetivo en el ajedrez es ser más listo que el otro jugador. – Vio que el robot azul hacía un pequeño puchero. – "Rock nunca me venció, y supongo que "el destino" ha decidido que tú tampoco."


1 de agosto, 21XX…

Con otro disparo de su Buster, otra bala concentrada de plasma atravesó al mecaniloide volador que venía en su dirección. Pese a que eran poco más que helicópteros de juguete más durables de lo normal, las pistolas láser eran un problema. Otra prueba física estaba en la agenda del día de hoy, lo que significaba que X utilizaría su arma. Cain, Fujiwara y Roll lo miraban desde el panel de observación arriba, monitoreando y analizando los movimientos de X.

- Parece estar desarrollando más sus habilidades estratégicas. – dijo Fujiwara en voz alta, pensando en lo que estaba viendo. – En efecto, el Dr. Light lo construyó con las mismas capacidades que el Mega Man original.

- Así parece. – dijo Cain estando de acuerdo. – Aunque me pregunto por qué se tomaría tantas molestias al construir un robot diseñado para el combate de inmediato. El Dr. Light nunca fue el conocido por crear armas a menos que fuese necesario. El propio Mega Man no comenzó como una máquina de combate. – Observó a X mientras continuaba disparándoles a los objetivos, que le devolvían el fuego. – "Entonces ¿qué ocurrió para hacer que el Dr. Light le diera a X todas estas habilidades desde el principio?"

Roll no dijo nada, con sus ojos verde-azulados observando a X disparándoles a los mecaniloides voladores. En efecto, la forma en cómo se movía y usaba su Buster era muy parecida a la de Mega Man. O más bien, Rock, viendo que X era técnicamente un "Mega Man" también. Se sentía muy extraño reconocer ese hecho. También el haber asimilado el hecho de que, fuera de él, ya no quedaba nadie más. Hasta donde sabía, X y ella eran los únicos que quedaban de los trabajos de Light. Y ella técnicamente no fue construida por él; ¡su programa sólo estaba basado en lo que se encontró en su cuerpo antiguo! ¡E incluso solo eran archivos de memoria defectuosos! Aunque le habían dado los mismos "adelantos" que a X, su personalidad estaba programada para gravitar hacia ciertos rasgos que correspondían con lo que se veía en los archivos.

Entonces… ¿realmente era ella "Roll"?

Justo entonces, vio a X siendo rodeado por los mecaniloides voladores, que disparaban sus pistolas para atrapar al robot azul en un solo lugar. Finalmente, se las arreglaron para arrinconarlo contra la pared, y un rayo lo golpeó en uno de sus pectorales.

- ¡X! – gritó ella, a punto de irse, pero sintió que era sujetada por Cain, incluso aunque ella tuviese una fuerza muy superior. Observó cómo X seguía recibiendo disparos mientras intentaba lidiar con su predicamento actual.

Los rayos no causaron ningún daño mayor, ¡pero diablos! ¡Sin duda causaban un ardor muy doloroso! Y tener a múltiples de ellos atacándolo a la vez le hacía difícil concentrarse al androide azul. Tenía que salir de esto rápidamente, o los mecaniloides lo enviarían al suelo, ¡y con eso se convertiría en un blanco muy fácil! La única pregunta era ¿cómo hacerlo? Dispararles a las máquinas voladoras individualmente no le haría ningún bien, ya que solo lograría derribar algunos antes que se le fueran los demás encima como un enjambre de nuevo.

Fujiwara le había dicho que estos modelos eran usados para entrenamiento militar, así que no le mostrarían piedad. No que tuvieran la capacidad para ello, de todos modos, como también le dijo a X. Pero pensar en estas cosas no lo sacaría del problema, sin embargo. ¡Tenía que reducir sus números todavía más!

Necesitaba un disparo más poderoso.

Apenas pensó en eso, se dio cuenta que ciertos componentes desconocidos dentro de él acababan de hacer "click". Como si acabase de resolver un problema cuando la respuesta era demasiado obvia. Aprovechando el momento, X ejecutó una maniobra que nadie esperaba. Primero, aunque estaba arrinconado en una esquina, se dio la vuelta y dio una patada contra la pared para impulsarse hacia arriba de las máquinas voladoras. Luego dio otra patada contra la pared, y ejecutó una voltereta hacia atrás sobre los pequeños helicópteros. X se deslizó hasta detenerse al otro lado del cuarto, y una vez que lo hizo, apuntó con su Buster contra los mecaniloides en el aire. Pero no disparó; en lugar de eso, esperó, acumulando más y más energía en su arma.

- ¿Qué está haciendo? – preguntó Cain, mirando a Fujiwara en busca de alguna respuesta.

El japonés observó las lecturas que X estaba emitiendo, y descubrió que una cantidad inusual de energía se estaba acumulando dentro de su Buster. – Está cargando energía de plasma. – observó Fujiwara. – ¡Pero nunca había visto un arma que fuese capaz de recargar tanto!

Roll miró a la pantalla en frente de Fujiwara y vio las lecturas erráticas en el arma del robot azul. – Pero, el Dr. Light le dio a Mega Man la habilidad de recargar su Buster, ¡y estaba bien!

- ¡No con estas lecturas! – argumentó el científico. – ¡A ese ritmo, todo su brazo explotará!

- ¡¿Qué?! – Otra vez, Roll trató de salir corriendo, pero fue detenida en el último segundo por Fujiwara. Volvió a mirar y vio la luz que emanaba desde el cañón de X, como si lo que estaba acumulándose dentro de él comenzara a filtrarse. Ella volvió a ser arrastrada a donde estaba antes, y el asiático volvió a documentar sus hallazgos. – Pero acaba de decir que él…

- Lo sé. – dijo Fujiwara. – "Y no planeo dejar que este tonto se cause daño a sí mismo." – ¡X! ¡Dispara tu Buster! – le ordenó el científico, pero el robot no liberó el disparo. – ¡X! ¡Dispara ahora! – Los mecaniloides volaban más y más cerca, pero todavía X no disparaba. – ¡¿Qué diablos estás esperando?! ¡DISPARA!

X no dijo nada, pero obedeció. Liberó lo que estaba acumulando en el interior de su arma, y el destello del arma dejó ciegos a los dos humanos, pero no a Roll, que sí pudo ver todo lo que salió del Buster de X. En lugar de ser un disparo pequeño y amarillo (similar a los de Mega Man), el disparo fue una gran onda de energía azul vibrante que hizo polvo a los mecaniloides voladores, sacudiendo toda la habitación por las pequeñas explosiones que ocurrieron. E incluso después de eso, para asombro de Roll, X continuó disparando. Cuando la luz finalmente disminuyó, Cain y Fujiwara vieron que X había acabado con la mayoría de ellos, dejando solo a uno intacto. Éste voló hacia él, pero con un solo disparo amarillo X se deshizo de él.

Los tres arriba miraron hacia abajo en shock ante lo que acababan de atestiguar. X estaba de pie en medio del círculo de mecaniloides destruidos. – Entonces… – habló X, queriendo romper el silencio que cayó en medio de todos – ¿esto significa que la prueba finalmente se acabó?


10 de agosto, 21XX…

- ¡¿En serio hizo tantos?! – exclamó X, sin poder creerse lo que acababa de oír.

- ¡Es verdad! – respondió Roll. – Cierto, el Dr. Wily empezó con sólo los ocho que había secuestrado, pero después de eso, comenzó a construir los suyos propios. No sé con exactitud CUÁNTOS robots hizo, pero ciertamente fueron más de los que el Dr. Light jamás creó. Aunque no creo estar halagando a ese viejo loco. Es culpa suya que Rock tuvo que someterse a esas alteraciones.

X estaba absorbiendo todo lo que estaba oyendo. – Bueno, ¿y por qué Light no construyó más? Antes de mí, quiero decir.

- Oh sí, claro que lo hizo. Solo que no tantos como Wily. – respondió Roll. – Aunque, admito que algunas partes más allá de ciertas fechas están muy borrosas. – Se puso la mano en la sien y cerró sus ojos, pensando profundamente por un momento. Sin embargo, no duró mucho, ya que otra vez, no pudo encontrar lo que estaba buscando en sus sistemas.

X se quedó en silencio por un momento, inseguro de si debería o no darle espacio. Pero luego tras un corto período de tiempo, descubrió que no podía contenerse. En el momento en que leyó los artículos sobre las máquinas de Wily, tuvo hambre de saber más. – Entonces, ¿cómo eran? – le preguntó.

Roll miró perpleja al robot azul. – ¿A qué te refieres? ¡Eran una bola de punks malvados, eso eran! – Cruzó los brazos sobre su pecho. – ¡No hacían otra cosa que causarles problemas a los humanos y a los robots! Nuestra reputación, y la del Dr. Light's, quedaron hechas trizas luego de que Wily secuestrió a Cut, Guts, y bueno, ya te dije todos sus nombres. De cierta manera, fue una suerte que Wily decidiera crear sus propias máquinas para que la gente pudiese ver a Rock como el héroe que realmente era.

X se movió ligeramente hacia un lado. – Suena a que tu hermano era un buen chico.

- También es tu hermano, ¿sabes? – le dijo Roll. Luego suspiró. – En verdad es una pena. Tú y él tienes tantas cosas en común.

Otra comparación con Mega Man. No era que eso le molestase mucho a X; parecía ser que uno de sus rasgos característicos sería parecerse al Bombardero Azul, aunque parecía ser todo. No había ningún "Rock" ni nada que lo hubiese definido antes. El robot azul siempre había tenido esta apariencia hasta donde sabía. Pero su interés no era exactamente en su hermano mayor (que SÍ era mayor que él), sino más bien en los que Roll solo había cubierto brevemente.

- ¿Acaso los robots de Wily llegaron a rebelarse contra él? Es decir, ¿se habrán unido tal vez al Dr. Light? – preguntó X.

Roll sacudió su cabeza. – No, pero probablemente no habrían podido hacerlo, aunque quisieran. – explicó. – Seguramente habrían sido reprogramados, y Quick Man le dejó muy claro a mi hermano que eso jamás iba a suceder.

¿Quick Man? Sí, había escuchado sobre él, pero X se quedó perplejo por la reacción. – ¿Reprogramados? ¿Hablas de que les reescriban totalmente sus sistemas? – preguntó él, a lo que Roll asintió. – Pero ¿qué eso no borraría todo? Sus personalidades, preferencias, gustos y disgustos, ¿todo eso no desaparecería? – De nuevo, Roll asintió. – Pero eso… ¡eso es horrible! – exclamó. – ¡¿Eso no sería lo mismo que le hizo Wily a los Robot Masters originales de Light?!

Roll se sorprendió por la reacción de su hermano (MENOR, sin importar lo que dijera), pero no le resultó inesperado, especialmente de lo que había visto hasta ahora. – "En verdad eres igual a Rock."

- ¿Qué pasó con ellos? – preguntó X. – El Dr. Cain y Fujiwara dice que no lo saben, pero… – Se frotó detrás del cuello. – Tú por casualidad no sabrás nada, ¿verdad?

Roll suspiró. – Desafortunadamente no. – le respondió.

X quería preguntar una última cosa, y luego la dejaría en paz. Pero aun así, necesitaba oír una respuesta de alguien que fuera como él. – ¿Cuáles son las posibilidades, aunque sean muy pequeñas, de que haya algunos de ellos allá afuera en alguna parte? Y bueno, tal vez también algunos de los robots de Light. Como tal vez ese prototipo que desapareció.

Roll de nuevo se mostró sorprendida. – ¿Sabes sobre él? – X asintió. – Bueno, yo nunca lo conocí bien, y la verdad no creo que quede mucho, si es que acaso hay algo. – Cerró sus ojos. Incluso ahora, era difícil de aceptar. – El Dr. Light y Wily ya no están más. Y por lo que me han informado, no ha habido ninguna máquina como ellos o nosotros desde el año 20XX.

- Pero, hablando solo hipotéticamente, ¿crees que un robot pudiera sobrevivir durante todo ese tiempo? – preguntó X, rompiendo su promesa de solo hacer una última pregunta.

Roll se quedó en silencio por un momento, pensando en la pregunta. – Creo que, técnicamente, sí es posible. – le dijo. – Ya que no "envejecemos" per se. Pero eso significaría que deben estar escondidos, considerando las leyes actuales.

Cuál sería su opinión sobre ellos, X no podría decirlo con certeza, pero encontraba toda la situación sobre las máquinas de Wily muy deprimente. Pero si todavía quedaran máquinas desde hacía tanto tiempo en alguna parte, ¿qué sucedería con ellos? ¿Qué les pasaría a los mecaniloides, si lo que Cain y Fujiwara esperaban hacer (aunque más el primero que el segundo) tenía éxito, y luego algo nuevo llegaba? Algo que fuera como él mismo. Pero ¿eso significaría que todos los demás quedarían obsoletos?

X suspiró de frustración. Había acudido a Roll en busca de respuestas, pero todo lo que obtuvo fue más preguntas. Aunque algunas de ellas, no estaba seguro si querría encontrar la respuesta.


20 de agosto, 21XX…

Una enorme ola de energía exterminó tanto a los mecaniloides que estaban en el suelo como a los del aire. – "Otra prueba completada." – pensó X. – "Gracias al cielo."

- Muy bien. Con eso concluye este ejercicio. – dijo Fujiwara desde arriba. La puerta del cuarto entonces se abrió. – Puedes irte.

X estuvo a punto de marcharse, pero se detuvo en el último segundo. – Entonces, Roll se encuentra afuera ahora, ¿verdad? – preguntó.

- Sí. En este momento se encuentra en mi residencia. – explicó Fujiwara. – Pero quédate tranquilo, regresará pronto.

- Acerca de eso – dijo X – ¿cuándo podré salir yo? ¿Al mundo exterior?

Ni Fujiwara ni Cain le respondieron. – La prueba ya está completada, puedes irte. – le dijo el asiático.

Viendo que no iba a conseguir lo que buscaba, X abandonó la sala y se dirigió de vuelta a su cuarto. Entretanto, Cain abandonó el panel de observación y logró interceptarlo en el pasillo. – Sé que estás decepcionado. – le dijo al robot.

- Si soy honesto, también estoy algo molesto. – le respondió X al humano. – ¿Por qué ella sí puede ir, pero yo no?

- Ya lo sabes. Lo hemos discutido antes. – respondió Cain, sintiéndose como un padre que discutía con uno de sus hijos. – Aunque puedo entender cómo te sientes, el hecho es que ella no está armada, pero tú sí. Además, Sho solo estaba dispuesto a usar una unidad de contención. Y probablemente tendrán que ponerla a arrastrar equipaje bastante incómodo, así que tal vez estés mejor aquí.

Al escuchar esto, X se encontró a sí mismo sintiéndose agradecido de que Fujiwara no lo eligiera a él, aunque eso no apagó su sed de conocer el mundo más allá de estas paredes. – ¿Cuánto más necesitará el Dr. Fujiwara que yo haga? ¿Qué más necesita de nosotros?

- No estoy totalmente seguro. – admitió Cain. – Pero debe ser lo suficiente para presentar al consejo. Primero, debemos convencerlos de que no eres una amenaza.

X frunció las cejas debajo de su casco. – ¿Y cómo hacemos eso? Todo lo que he hecho es pruebas de lógica y destruir lo que sea que el Dr. Fujiwara le dé la gana de lanzarme. – se quejó. – ¿Y cómo puedo probar que no soy una amenaza para los humanos si ni siquiera veo a otros humanos? – Miró el brazo donde guardaba su Buster. – Es por esto, ¿verdad?

Cain se quedó callado por un momento antes de responderle. – En última instancia, esa es una de tus principales características. – X continuó mirando su arma, el cañón que tenía instalado como si lo estuviese estudiando. – Pero recuerda, el Dr. Light te construyó con esto probablemente por la misma razón que remodeló a Rock Light para convertirlo en el Mega Man original. Y Mega Man fue construido para combatir a Wily y mejorar las relaciones entre robots y humanos.

X se quedó en silencio, con sus ojos verdes mirando intensamente su Buster. – Había algo instalado en mi disco duro, algo sobre cómo tuve que ser sellado en esa cápsula por al menos treinta años.

- Bueno, sí, estaba eso. – asintió Cain, recordando ese evento demasiado bien.

- Y el mensaje también decía que, incluso si conozco las Tres Leyes de la Robótica, no estoy completamente sometido a ellas. – continuó X. No dijo nada de esto con ninguna intención siniestra, sólo estaba recapitulando lo que recortaba. De hecho, encontraba la idea de romper alguna de las tres leyes, especialmente la primera, bastante estresante. – Más aún, Light temía que, si yo quebrantase alguna de esas Leyes, nada ni nadie podría detenerme.

Cain asintió nerviosamente, sin entender a dónde querría llegar X con todo esto. – Sí, el mensaje también decía eso. Pero ¿por qué iba a preocuparte eso?

- Porque… – X hizo una pausa, sin quitar los ojos de su arma – … si ese es el caso, si el Dr. Light conocía todos estos riesgos, ¿por qué lo hizo?

- ¿Por qué hizo qué? – preguntó Cain.

- ¿Por qué creó algo como yo? – El robot azul se señaló a sí mismo. – Rock, o Mega Man, puedo entenderlo, no habría otra opción. Pero para que el Doctor me diseñara desde el principio con capacidades de combate, ¿por qué lo habría hecho? Si no ha habido señal de Wily por décadas, entonces no habría necesidad de ningún tipo de arma, ¿verdad?

Cain reflexionó sobre esto. – Podrías asumir eso, sí. – admitió.

- Entonces, ¿tal vez haya sido para cuando Wily estaba vivo? – sugirió X. – De nuevo, yo no tengo ningún registro de haber visto con mis propios ojos al hombre. – Se tocó la gema rubí en su casco. – "O en ninguno de los trozos y fragmentos que SÍ tengo en mis bancos de memoria." – Pero si ese es el caso. ¿qué podría haber hecho Wily que llevó a Light a darme esto de inmediato? – Miró a Cain fijamente. – Sé que la muerte del Dr. Light sí está en los registros, pero ¿hubo algo respecto a Wily?

Cain negó con la cabeza. – Nunca se encontró un cadáver, y no hubo testigos a excepción del propio Dr. Light y sus robots. Y muchos de ellos únicamente dieron detalles esenciales, pero ninguno fue directo en decir lo que había sucedido.

- Entonces, ¿el caso simplemente se quedó frío? – preguntó X.

- Probablemente sea uno de los casos sin resolver más infames de todo el último siglo. – dijo el paleobotánico. – Pero ahora que tanto Light como Wily se han ido, ninguno de ellos puede hace nada. – Dio un respingo. – Oh, lo siento, no fue mi intención ofender a nadie.

- Está bien. – replicó X. – Tal vez estoy pensando demasiado en estas cosas. Pero es frustrante cuando se supone que tienes una IA avanzada, y aún con toda la información que puedes sacar en un segundo, hay tanto espacio vacío que necesitas rellenarlo. Y los trozos y fragmentos que logras conseguir ¡no tienen contexto y apenas tienen sentido! – gruñó con exasperación, sujetándose la cabeza por los lados. Luego aspiró profundamente, aunque realmente no necesitaba respirar. El aire frío se sintió bien para enfriar sus sistemas. – Perdón por desahogarme tanto.

Cain negó con su cabeza. – No te disculpes. Más bien, estaría más preocupado si no lo hicieras. Me alegra ver que te presentes con pensamientos independientes.

- ¿Usted cree? – preguntó X. – Pero ¿eso no sería un rasgo que el consejo consideraría positivo o negativo?

- Admito que estoy algo inseguro respecto a eso. – suspiró el anciano. – Pero tengo la esperanza de que le muestres a cualquiera que se oponga que tu existencia es algo extraordinario, no algo que deba ser temido o vilipendiado.

X pensó en las palabras del Dr. Cain, pero seguía sin tener certeza. Si el Dr. Light lo había construido por la misma razón por la cual mejoró Rock, sin duda tendría previsto que sus habilidades beneficiaran a la humanidad. Pero, al mismo tiempo, tampoco tenía restricciones en sus sistemas que lo sometieran a las Tres Leyes de la Robótica. Y en efecto, si le habían otorgado pensamiento independiente, seguramente Light debía estar al tanto de los riesgos; de otro modo, ¿por qué si no lo habrían sellado en esa cápsula?

Pero incluso aunque no tuviese razón para pensar lo contrario, Cain había hecho su estancia en el laboratorio de Fujiwara más tolerable desde que llegó por primera vez, y la adición de Roll había mejorado mucho las cosas. Con todo, seguía preguntándose si aquello con lo que había sido programado era exactamente algo bueno. Y asumiendo que honrase las Tres Leyes, ¿podría decirse lo mismo de otros que fueran como él?

Esa pregunta lo perturbaba. Especialmente ya que, si bien nunca lo había dicho en voz alta, X sabía muy bien cuál era la meta final de Fujiwara.


Arcadia, la Ciudad Blanca, Residencia Fujiwara…

Cuando le dijeron que tomaría un viaje fuera del laboratorio, se sintió emocionada. Sin embargo, le habían advertido que no le dijera nada a X, pues él también habría querido ir, y Fujiwara solo podía transportar a uno de los dos. Más todavía, la unidad de contención donde estaba almacenada solo tenía espacio para uno de los dos, y tuvo que soltarse el cabello para poder caber adentro. El paseo hacia donde fuera que el hombre asiático la llevaba tampoco fue exactamente placentero, y perdió la cuenta de todos los baches por los que pasó.

Eventualmente, la dejaron salir y se encontró en una enorme casa que pronto descubrió era propiedad del Dr. Fujiwara. Era bastante grande, mucho más de lo que probablemente fuese necesario para una sola persona. Muchos de los muebles eran blancos, igual que los pisos y las paredes. Había un mínimo de color en general, y Roll descubrió que no se sentía muy diferente a como cuando estaba en el laboratorio.

- Considera esto una prueba para ti. –la rubia robot recordó que le había dicho Fujiwara. – Cecilia está fuera de la ciudad debido a problemas con su madre.

- ¿Está enferma? – cuestionó Roll; Fujiwara asintió confirmándolo. – Lo siento, eso es muy desafortunado.

- En efecto. – dijo Fujiwara- Aunque Roll no pudo oírlo, las preocupaciones del asiático respecto a la familia de la mucama no eran estrictamente provenientes de algún sentido de compasión. – Y es allí donde entras tú. – dijo para cambiar el tema inmediatamente. – Ya que Cecilia estará fuera todo el día, te confiaré sus deberes hasta que ella vuelva.

Roll recordó haber tratado de hacer preguntas sobre a qué se refería el científico, y si acaso la única razón por la que la trajeron aquí fue para hacer limpieza. Pero Fujiwara solo le dijo lo que tenía que hacer antes que él volviera del laboratorio, ya que pondrí hacer algunas pruebas más. Luego la dejó a solas en la casa, y la robot no escuchaba otra cosa sino el rumor de sus propios motores en marcha desde adentro.

Con lo poco que podía hacer, Roll se fue a trabajar y se hizo cargo de cada tarea que le fue asignada. Según el plan debía preparar la mesa y cocinar la comida después, ya había trapeado los pisos y desempolvado los estantes. Afortunadamente, Fujiwara había dejado fuera la aspiradora para ella, así que no tuvo que ir a buscarla, así que llegar a las áreas bajo los muebles no fue problema.

Luego de algún tiempo, la robot se detuvo para ver el fruto de su labor. Todo estaba igual de blanco que antes, pero se veía más limpio. Todavía le faltaba hacerlo en el segundo piso, pero ya habiendo terminado con el primero, probablemente no tardaría mucho más encargarse del otro. El único problema era que era de tarde, así que probablemente pasarían horas hasta que Fujiwara hubiera regresado. E incluso luego de terminar sus "deberes", no tenía idea de si se le permitiría ver la televisión o usar alguno de los artefactos de la casa.

Aun así, al menos ya había cumplido con toda la lista de Fujiwara, así que tenía algo de tiempo libre. Tal vez podría usarlo para al menos explorar la casa…

- ¡Patarche! ¡No! – escuchó a alguien gritar escaleras arriba. – ¡Perro malo! ¡Vuelve aquí!

- ¿Hm? – Roll comenzó a ascender por los escalones que llevaban al segundo piso. – ¿Qué está pasando…?

De repente, su visión se vio obstruida por una bola de pelos blancos que voló directo a su cara, lo que la hizo caer por las escaleras. El impacto fue escuchado casi de inmediato por quienquiera que estaba arriba, y Roll oyó pasos muy rápidos arriba de ella aproximándose.

- ¡Patarche!

Al mirar arriba de nuevo, la robot se vio rodeada por dos niñas pequeñas y un cachorrito blanco. O más bien, que solía ser blanco. La niña con el vestido rojo recogió al cachorro, totalmente cubierto de mugre.

- ¡No! ¡Niño malo! – Se giró hacia la otra niña que la acompañaba, que tenía cabello negro que se rizaba debajo de su barbilla, gafas y una camiseta blanca con falda azul, calcetas largas de color azul claro y zapatos blancos. – ¡Te dije que lo sujetaras para que no escapara!

- ¡Lo siento! ¡Es más fuerte de lo que pensaba! – se disculpó la otra niña. Luego se miró a sí misma: toda su ropa estaba cubierta de la misma suciedad que el pelaje de Patarche. – ¡Oh no! ¡Mi mamá me va a matar!

- Olvida la ropa. – dijo la niña de pelos más largos. Señaló hacia las manchas de tierra y polvo que estaban por todas las escaleras. – ¡¿Qué vamos a hacer con la casa?! ¡Papá va a asesinar a Patarche sin duda!

- Oigan, esperen. – habló de repente Roll.

- ¿Sí? – preguntaron ambas niñas al unísono.

- Me gustaría que me dejaran levantarme, ¿pueden? – Las dos niñas se echaron atrás para que se pudiese parar. – Bien, ¿ustedes son las hijas de Fujiwara?

- Yo sí. Me llamo Chiyo. – dijo la niña de pelo más largo, y luego señaló a su amiga. – Ella es Fumiko. – Luego sostuvo al pequeño perrito que seguía sacudiéndose. – Y ya conociste a Patarche.

- Patarche, ¿eh? – Roll arqueó una ceja. Al ver que Chiyo estaba a punto de perder el control de su cachorro de nuevo, Roll lo volvió a agarrar antes que se pudiera escapar, Y a diferencia de las niñas japonesas, no habría manera de que la bola de pelos cubierta de mugre se fuese a escapar de ella. – Bueno, asumo que debes haber hecho un enorme desastre allá arriba, ¿verdad? – El perrito chilló, aunque si fuese una confesión o una negación de lo que se le acusaba, nadie lo sabría. – Bien, si ese es el caso, todavía tengo trabajo por hacer. – Volvió a mirar a las dos niñas. – ¿Alguna de ustedes ería tan amable de guiarme hacia el baño?

- Muy bien, ¿a dónde te fuiste? – preguntó Chiyo, tratando de palpar al pequeño cachorro blanco en medio de la montaña de burbujas. – "¿Creo que utilicé demasiado jabón?" – Eventualmente lo encontró y cogió la manguera de ducha removible.

Roll se acercó para sostener a Patarche mientras Chiyo lo rociaba, dejando al peludo cachorro con aspecto de trapeador mojado. Fumiko entonces le echó a Patarche algo de champú mientras Chiyo volvía a rociarlo con el agua. Roll entonces envolvió al cachorro en una toalla, manteniéndolo quieto.

- Gracias de nuevo por ayudarnos, señorita. – dijo la otra niña japonesa, Fumiko. – El Dr. Fujiwara probablemente echaría a Patarche de la casa si se enteraba de esto.

- Bueno, por lo que he visto, es un sujeto muy malacara. – dijo Roll mientras le aplicaba el secador a Patarche. – Entonces, si puedo preguntarles de nuevo, ¿ustedes son las hijas del Dr. Fujiwara?

- Yo sí. – le dijo Chiyo. – Fumiko es una compañera de la escuela. Ahora que ya te respondí eso, ¿quién eres tú?

- ¡Oh claro, sí! Qué grosera soy. – se regañó a sí misma. – Soy Roll, aunque técnicamente sería Roll 2.5… – Hizo una pausa, viendo a Chiyo sacudir su cabeza y con una expresión intensa en su cara. – Pero Roll a secas está bien.

Fumiko se giró nerviosamente. – Es un placer conocerte, señorita Roll. ¿Eres, ya sabes, una nueva mucama o algo? – le preguntó.

- Gusto en conocerte también, pequeña. – replicó Roll. Dejó de aplicarle el secador a Patarche, ahora el cachorro blanco estaba casi completamente seco y limpio. Sin mencionar con el pelaje más esponjado que antes. – Pero tengo curiosidad, ¿por qué el Dr. Fujiwara nunca te mencionó?

Chiyo evadió su mirada por un momento antes de suspirar. – Él me dijo que alguien vendría, así que tenía que quedarme en mi cuarto. Me dijo también que podría invitar a Fumiko para no aburrirme.

- Se aburrió a los primeros cinco minutos. – le dijo Fumiko a Roll. – Y Patarche quería salir del cuarto desde hace rato. Así que cuando tuve que ir al baño, se salió y se metió entre una de las plantas en la oficina del Dr. Fujiwara. Y bueno, ya sabes cómo quedó todo el piso.

- En efecto. – respondió Roll. – Afortunadamente, todavía tengo que limpiar el segundo piso, así que pueden dejarme eso a mí. – Le entregó el cachorro ya seco a Chiyo. – Las dos solamente tienen que mantener a esta bola de pelos ocupada mientras tanto.

Abrió la puerta y llevó a las dos niñas a la habitación de Chiyo. La rubia descubrió que dicha habitación era igual de blanca y aburrida que el resto de la casa. Era muy diferente de como solían ser los cuartos de ella y de Rock. El Dr. Light les permitía decorar y decidir la estructura de sus áreas respectivas, mientras estuviesen bien mantenidas. Ella, por supuesto, mantenía todo impecable. Rock, no mucho. Su cuarto era un completo caos; se preguntaba cómo alguien podría sobrevivir en semejantes condiciones. Por supuesto, él le dijo que sólo estaba exagerando, pero aun así, era un rasgo de Rock que ella recordaba muy bien.

Y ya que estaba aquí, el que le asignaran los deberes de mucama por el día de hoy le recordó lo mucho que echaba eso de menos.

- ¿Señorita Roll?

La voz de Fumiko la trajo de vuelta a la realidad. – Oh, lo siento. Me quedé divagando por un rato. – se disculpó Roll. – Me encargaré del desorden de Patarche. – Le lanzó una mirada de regaño al pequeño cachorro que intentó parecer inocente. – ¡Les avisaré cuando la cena esté lista! Oh, y asegúrense de cambiarse esas ropas, las meteré en la lavadora.

Con eso, Roll dejó a las dos niñas y al cachorro a solas en el cuarto de Chiyo. La niña de pelo más largo miró a su amiga como si quisiera decir algo, pero se debatía entre decirlo o no.

- ¿Qué te sucede? – preguntó Chiyo.

Fumiko se tomó un momento para ajustarse las gafas. – O es que tiene un muy, MUY extraño sentido de la moda, o que no es humana. – dijo mirando a Chiyo. – Es un robot, ¿verdad?

Chiyo se congeló, y Patarche también pareció asustarse ligeramente. Se quedó en silencio por un rato antes que Fumiko volviera a preguntar. – ¿Lo es?

La otra niña suspiró. – Sí, lo es.

Los ojos cafés de Fumiko se ensancharon. – Pero… ¡pero eso va contra la ley! ¡Ninguna IA puede avanzar más allá de cierto punto, y los mecaniloides con aspecto humano, o cualquier otro tipo de máquina similar, están prohibidos!

- ¡Exactamente! – exclamó Chiyo, colocando en el suelo a Patarche y agarrándole las manos a la otra niña. – ¡Y es por eso que no le puedes contar a nadie!

- ¡No lo haré! ¡No te preocupes! – le dijo Fumiko, aunque no fuese solo para que su amiga la soltara. – Pero ¿quién la construyó? ¿Fue tu papá?

- No lo sé. Nunca la había visto hasta el día de hoy. – confesó Chiyo. Luego se quedó pensando por un momento. – Sabes, dijo que su nombre era Roll 2.5. Muy apropiado, considerando que se parece mucho a ella.

- ¿A quién? – preguntó Fumiko.

- Roll. DLN-002. – explicó Chiyo. – Era una de los robots de Light.

- ¡¿Light?! ¡¿Hablas del Dr. Light?! – La otra niña se quedó boquiabierta. – ¡No puede ser!

- Sip. – dijo Chiyo. – Papá tiene una biblioteca entera sobre el hombre. – Y estaba agradecida de que Patarche no se había puesto a romper los libros. – Aunque Roll fue construida para hacer labores hogareñas. Había otro robot que papá tenía en el laboratorio que se parece mucho a Mega Man.

Fumiko cruzó los brazos. – Ok, eso se me hace difícil de creer.

- ¡Pero es verdad! ¡Yo misma lo vi! – dijo Chiyo. – ¡Hasta tiene un Buster y todo! Aunque también se ve mayor que Mega Man.

- Bueno, ¿y cómo es?

Chiyo jaló a Fumiko para acercarla. – No importa lo que pase, no le puedes contar a nadie de esto. A NADIE.

- Sí, de acuerdo. Ok.

La niña de pelo más larga agarró a su amiga y comenzó a relatarle todo lo que había experimentado cuando Patarche escapó de ella y corrió hacia el laboratorio, mientras la otra niña escuchaba con los oídos muy abiertos y miraba a Chiyo con ojos enormes.


16 de septiembre, 21XX…

X suspiró mientras se reclinaba en su cama, habiendo leído todos y cada uno de los libros que le habían provisto, y sin encontrar nada interesante en la televisión. Sobraría decir que estaba muy, muy aburrido, sin mencionar celoso. Desde que Roll había sido llevada al lugar del Dr. Fujiwara, ¡la había mantenido allá prácticamente cada dos días! Le había dicho que quería probar su velocidad y eficiencia en lo que fue programada para hacer originalmente, pero X pensaba que solo era porque ella podría trabajar mucho más rápido que Cecilia.

- "Y aunque solo sea para limpiar la casa, ¡AL MENOS la llevan a alguna parte! Esto es tan injusto." – gruñó X para sí mismo. De repente, escuchó no un toque, sino un frenético golpeteo en su puerta. X inmediatamente se levantó de la cama y encontró a un Cain que se veía muy agitado, y en pánico. – ¿Dr. Cain? ¿Qué pasa?

- ¡No hay tiempo para explicar! – El humano jadeó antes de agarrar al robot por la muñeca. – ¡Tenemos que sacarte de aquí!

X de pronto se vio arrastrado por el corredor, dando vueltas por todos lados, y al mismo tiempo dándose cuenta del sonido de pisadas muy fuertes acercándose a ellos. – Dr. Cain, ¿qué está sucediendo? – volvió a preguntar el robot azul, deseando alguna respuesta.

- ¡Todo lo que necesitas saber es que tienes que abandonar este lugar! ¡De lo contrario, ellos te llevarán!

¿Llevárselo? Se puso a pensar en lo que eso significaba, pero entonces, lentamente, la realización vino a él. No necesitaba preguntar quiénes eran "ellos". Oh no, sabía muy bien quiénes eran "ellos". Aunque sabía poco sobre ellos, lo más importante, y tal vez lo único, que necesitaba saber, era que "ellos" tenían su vida en la palma de sus manos. Si descubrían su existencia, sin duda lo destruirían, o se lo llevarían a alguna parte, aislado del mundo para siempre.

- Pero… ¿pero cómo se…?

- ¡No lo sé! – le dijo Cain, dando vuelta en otra esquina. – ¡Pero ya se llevaron a Fujiwara en custodia! ¡Y creo que Roll también ha sido…!

El anciano se cortó en lo que decía cuando una pistola de plasma lo tocó justo entre las cejas. Varios otros humanos uniformados aparecieron a ambos lados de Cain y X, todos apuntándoles con sus armas. Iban todos vestidos de negro, con los rostros ocultos tras unos visores de cristal rojo. Llevaban armaduras protectoras ligeras sobre sus trajes y casi parecían ser máquinas, aunque con extremidades más delgadas.

- ¡Esperen! ¡No le disparen! – protestó X. El silencio se apoderó de todos. – Vinieron a buscarme a mí, verdad. Déjenlo a él en paz.

El escuadrón uniformado no dijo nada, pero de inmediato rodearon al robot, usando sus números para cortarle cualquier ruta de escape. Viendo que no oponía ninguna resistencia, la mayoría de oficiales disponibles lo escoltaron fuera de allí, dejando solo a unos pocos para ocuparse del Dr. Cain.

- Diablos. – dijo uno de ellos. – Quisiera ver cómo nos explican todo esto.

Esta historia continuará

Chapter 8: Ante el Consejo

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20 de septiembre, 21XX…

Hoy era el día. Él y Fujiwara habían permanecido en custodia durante cuatro días, y a ambos les advirtieron que más les valía pensar mucho y duramente sobre lo que le dirían al consejo. Los crímenes que habían cometido eran ofensas muy graves, y ambos hombres estarían enfrentando una considerable cantidad de tiempo en prisión. Sin embargo, el japonés fue llamado antes que Cain, al parecer confiado de que su investigación les podría garantizar una victoria. Por su parte, Cain no estaba muy seguro de que todo un año de investigación fuese suficiente para convencer al consejo, mucho menos a una población de civiles aterrados y llenos de incertidumbre.

Pero aunque estaba preocupado por su propia situación, se encontraba pensando mayormente en el robot azul que había sido capturado junto con él. Sabía bien que ellos mantendrían a X en confinamiento, y sospechaba que le harían lo mismo a Roll. Pero, por lo que sabía, las autoridades habían arrestado a Fujiwara primero y se llevaron a la robot rubia antes de entrar al laboratorio. Dónde estaban ahora, Cain no lo sabía, pero sí sabía que las condiciones que tuvo que soportar en los últimos días debían ser mejores que las suyas.

- "Tiene que haber una forma de ayudarlos. ¡TIENE que haberla! Pero ¿acaso estas personas nos escucharán?"

De repente, escuchó a alguien aproximándose a su unidad de contención, el ruido de la puerta siendo abierta hizo eco por toda la pequeña cámara. – ¿Dr. Phillip Cain? – dijo el guardia, con obvias razones para estar allí. – Prepárese. Será llamado en pocos minutos.


Más tarde…

El hombre mayor fue guiado hasta el centro de una cámara masiva, blanca y con forma de domo, vestido con un abrigo púrpura con líneas verdes y rojas en las mangas, cuello rojo, una faja amarilla alrededor de su cintura y amarrada de un lado, y un par de botas blancas. A su alrededor había docenas de personas que habían venido para ser testigos de este evento potencialmente histórico. Había reporteros esparcidos entre la multitud, grabando y fotografiando todo lo que estaba sucediendo. Frente a él había cinco enormes podios mientras que el suyo era minúsculo; los cinco miembros que presidían el consejo, tres hombres y dos mujeres, se veían de la misma edad de Cain y vestidos con atuendos más llamativos y elaborados que el suyo. Con todo, no estaba aquí para comparar o contrastar modas.

- Dr. Phillip Cain. – dijo el hombre que parecía ser el mayor del quinteto, vestido con una toga verde, y con una voz impresionantemente baja y firme para alguien de su edad. – Le debe no solo a este consejo, y a la ciudad de Arcadia, sino al mundo entero una explicación.

Cain bajó la cabeza. – En efecto así es, su señoría.

- Y también entiende los cargos que hay en su contra, ¿verdad?

La cabeza de Cain se hundió aún más. – Sí, lo entiendo, su señoría.

- Entonces, supongo que podemos comenzar. – dijo el Gran Concejal, líder de los cinco. – El Dr. Sho Fujiwara nos ha presentado una extensiva recopilación de datos. Toda la cual, si bien es impresionante, es preocupante.

Oh no, eso era justo lo que el paleobotánico se temía. – ¿Preocupante, su señoría? – cuestionó. – Pero seguramente ya habrían visto los resultados de las pruebas de comportamiento.

- Hemos visto todo lo que ha hecho el Dr. Fujiwara. – dijo una de las mujeres concejales, con el pelo amarrado en un moño y con una toga azul. – Y por lo que hemos indagado, estamos considerando muy seriamente encerrarlos a ambos en un centro de detención de por vida. – dijo en tono severo como si regañase a un niño. – No solo habían descubierto una máquina cuya IA está muy por encima de la de cualquier mecaniloide en existencia, sino que ocultaron un arma muy peligrosa de la vista pública.

Cain dio un respingo, sabiendo bien que las cinco figuras frente a él probablemente habrían asumido lo peor. – ¿Se han olvidado que no fue sino el mismo Dr. Thomas Light quien construyó a X?

- ¿Y acaso usted ha olvidado las restricciones que han estado en vigencia desde 20XX? – añadió otro concejal, con la barba larga y vestido con una toga naranja. – Sin mencionar que el Dr. Light había construido a este robot con un arma instalada en su interior. Por supuesto, DLN-001 fue alterado para combatir las creaciones destructivas del Dr. Wily, ¿pero por qué razón iba Light a construir a DLN-00X ya equipado con un arma?

La mente del Dr. Cain reunió cada punto que pudiese mover a conciencia a cualquiera que pudiera ponerse a su favor en este caso. – La razón todavía no ha sido descubierta. – admitió el hombre, pasándose los dedos por su barba. – Pero aparte de estudiar y poner a prueba sus capacidades, X no ha demostrado ningún signo de agresión en contra de Fujiwara o de mí. Y tampoco le ha causado ningún daño al otro robot que construimos.

- Y eso es otra cosa. – dijo un hombre bajito y calvo con gorra roja y toga interpuesta. – ¡También fueron tan lejos como para construir OTRA máquina! Y más todavía, ¡Fujiwara los tenía a ambos en proximidad de niños y animales sin pruebas apropiadas!

- ¿Acaso no son suficientes sus interacciones con Sho y conmigo? – argumentó Cain. – ¡No ha habido ningún daño a ninguna forma de vida orgánica! ¡Ninguno en absoluto!

El Jefe del Consejo, el hombre mayor de toga verde, cerró los ojos y frunció el cejo. – Todavía no.


Residencia Takenaka…

Chiyo estaba sentada frente al televisor, con los ojos muy abiertos y preocupados mientras observaba lo que sucedía. Resultaba algo irónico que estuviera ahora en casa de Fumiko viendo que su padre se encontraba en custodia. Y si el consejo los declaraba a él y al Dr. Cain culpables, entonces sería muy malo para ella. Pero por ahora, probablemente esos robots la estarían pasando todavía peor. Al principio, estaba furiosa con Fumiko, echándole la culpa por su enorme bocota. Pero cuando vio que la otra niña salía corriendo y llorando, se arrepintió de sus palabras. Después de todo, no había sido realmente culpa suya.

Ella no había mencionado nada sobre Roll o X; lo único que hizo fue pedirle a la robot rubia que le preparara una caja de bento luego de probar un poco del de Chiyo en la escuela. Y entonces, cuando Fumiko trajo el suyo, otro amigo quiso probarlo. Y luego otro, y otro más. Y pronto se fueron escalando las cosas y todos querían comer lo mismo que las dos niñas. Y cuando tenías opciones entre comer mini-albóndigas precalentadas y empapadas, o la mejor anguila a la parrilla que jamás hubieras probado, la elección sería muy obvia.

Chiyo todavía no seguía segura de cómo se filtró la información, pero tenía la sospecha de que inició a partir de lo que le dijo Fumiko cuando iban de camino a casa desde la escuela.

Es una chica agradable. – dijo la niña de pelo corto. – Es una pena que sea… bueno, ya sabes…

. – respondió Chiyo, ambas con sus uniformes escolares de camisetas de cuello doblado blancas con faldas color azul marino soplando ligeramente en una suave brisa. Luego gruñó. – Necesito comer algo cuando vuelva a casa.

¡Apuesto a que será todo ese yakitori que te comiste anoche! – exclamó Fumiko. – Eso se debe comer con moderación, ¿sabes? – Luego empezó a tararear con deleite. – Aun así, ¡Roll hace el mejor menchi katsu que he comido en mi vida!

¡Hey! ¡Chiyo, espera! – Las dos niñas se giraron para ver a un niño de su misma edad, con el mismo uniforme de ellas excepto que con pantalones en lugar de falda. Tenía pelo negro revuelto y cuando finalmente las alcanzó, fue bastante obvio que llevaba un buen rato corriendo, ya que su pelo estaba empapado de sudor. – P-pensaba que… nunca… las alcanzaría… – dijo entre jadeos.

¿Tatsuya? – preguntó Chiyo. – ¿Qué estás haciendo? Pareciera que hubieras corrido todo el camino desde la escuela hasta aquí.

Básicamente… porque… lo hice. – les dijo. – ¿Alguna… de ustedes… tiene agua? – Fumiko abrió su botella y le entregó una botella, que se bajó completa en pocos segundos. De inmediato se la devolvió a la niña. – Gracias.

Entonces, ¿qué hay de nuevo? – preguntó Chiyo.

Uh… – Sacó algunos zennys de su bolsillo. – ¿Qué puedo conseguir con esto?

Las dos niñas se quedaron confusas. – ¿A qué te refieres? – preguntó la de pelo largo.

Para que Cecilia me haga una caja. – respondió el niño.

Chiyo y Fumiko se miraron entre ellas, y luego a Tatsuya. – Pero Cecilia no lo…

Chiyo le dio un pequeño pisotón en el pie a Fumiko, que gruñó de dolor por la ligera presión. – Ok, ¿qué es lo que quieres? – preguntó la niña de pelo largo, cogiendo los zennys que le extendían.

¡Chiyo! ¡Roll no puede hacer…!

¿Roll? – preguntó Tatsuya.

¿Roll? – repitió Fumiko, sintiendo que se le helaba la sangre. – Um… sí. ¡Rollos de huevo! ¡No podemos hacer rollos de huevo esta noche en mi casa! ¡No tenemos ingredientes! – se rio nerviosamente. – Sí, eso es.

Tatsuya alzó una ceja, y el silencio se apoderó de los tres niños. Se encogió de hombros. – Saben, creo que pediré eso. – dijo el niño. – Para mañana, prepárenme unos rollos de huevo, ¿quieren? ¡Adiós!

Chiyo creyó que eso sería el final de todo. Ciertamente, Roll no estaba muy contenta de saber que la niña había cogido el dinero de alguien más como "pago" por un servicio, pero viendo que iba a utilizar la freidora de todos modos, pensó que no estaría mal hacer uno o dos rollos de huevo de más. Tatsuya recibió lo que pidió al día siguiente, y todo parecía estar bien. Dos días más tarde, y su padre había sido arrestado y los dos robots habían sido decomisados. Seguía sin tener idea de cómo lo descubrieron, y al principio creyó que fue por la metida de pata de Fumiko. Pero dado que Tatsuya solo les dio las gracias por los rollos de huevo y no dijo otra cosa después, comenzaba a dudar de eso.

En ese momento, Fumiko estaba en su habitación, bien lejos de la otra niña. Y viendo lo destrozada que estaba, Chiyo sabía que pasaría un tiempo antes de calmarse. Aunque ella creía que la niña de pelo corto estaba siendo algo melodramática, sabía también que estuvo mal lo que le dijo.

Después trataría de disculparse cuando llegara el momento. Pero por ahora, los ojos de la niña estaban centrados en la televisión, mientras Cain continuaba dando su declaración.


Edificio del Consejo de la Ciudad de Arcadia…

Los cinco oficiales y el acusado habían estado yendo de ida y vuelta durante la última hora, y Cain sabía que su tiempo para hablar casi se había terminado. El consejo parecía cada vez menos convencido de que ni X ni Roll eran un peligro para nadie, especialmente el primero.

- Y este robot, es consciente de las Tres Leyes, ¿correcto? – preguntó la mujer de azul.

- Sí, lo es. – asintió Cain.

- Pero el Dr. Fujiwara también nos presentó el mensaje que el Dr. Light había instalado en él. – dijo el hombre de naranja. – Y hemos visto que el Dr. Light le ha instalado la capacidad para romper las leyes. – El Dr. Cain dio un respingo, ya que las cosas no iban exactamente a su favor, mucho menos de X. Y una pregunta cómo ésta sería uno de los elementos de este dilema. – Y otra porción de esta advertencia era una amenaza de que no habría fuerza en la Tierra que pudiera detenerlo si se sale de control.

- Y déjeme preguntarle, ¿por qué querríamos tener algo como eso en funcionamiento? O peor aún, ¿por qué tenerlo en las calles entre los humanos? ¿Cuántas vidas estarían en riesgo solo por algo hecho de metal?

- Todo lo que puede decir es que ninguna de las dos máquinas le causaría daño a ningún humano. Pero ¿acaso espera que les tomemos la palabra a usted y Fujiwara y eso sea todo? ¿Podemos acaso tomarles la palabra a estas máquinas?

Las cejas de Cain se enfurruñaron. Tenía que pensar en algo; de lo contrario, las cosas podrían ir de mal en peor. La estrategia de Fujiwara había fallado, así que ¿dónde lo dejaba eso a él, el "compañero" del científico japonés? No tenía ninguna de las credenciales en el campo del otro hombre, y hasta el momento, todo lo que había hecho había sido asegurarse que el robot azul tuviera alguien con quien hablar. ¿Qué otra cosa podría presentar a estas personas?

De repente, algo le vino a la cabeza. Al principio, Cain descartó la idea como algo totalmente ridículo, pero se estaba quedando sin opciones, y ahora estaba desesperado. Ciertamente, él y Fujiwara se enfrentaban a la posibilidad de ir a prisión, ¡pero las vidas de X y Roll también estaban potencialmente en riesgo!

- Bien, concejales, si me lo permiten, ¿puedo solicitar algo? – habló Cain finalmente. – A cada acusado se le permite una oportunidad de hablar a su favor si lo desean; ese es un derecho que tengo según las leyes de la ciudad-estado de Arcadia, ¿correcto?

Los miembros del consejo se miraron entre sí, debatiendo silenciosamente lo que podría estar tramando el acusado. – Sí, por supuesto. – dijo el Gran Concejal. – ¿Cuál es su petición?

Cain sabía que solo tenía una oportunidad en esto, y sabía también que esto podría bien salvar a todos los involucrados, o condenarlos. Tanto hombres como máquinas.


Más tarde…

Después de ser liberado del vehículo blindado, X fue asaltado por los flashes de las cámaras de múltiples fotógrafos y reporteros que grababan cada paso que daba. El androide robot mantuvo la compostura mientras los guardias uniformados lo guiaban hacia el edificio, con el vestíbulo totalmente vacío y silencioso, un fuerte contraste con el caos que sucedía afuera. X escaneó el área; sus ojos verdes registraban los pisos limpios y pulidos de azul claro y las paredes de un verde marino. Todo se sentía demasiado limpio y esterilizado, un cambio bien recibido tras haber pasado los últimos días en aquella celda.

Pero el cambio de escenario era tal vez el único aspecto positivo de toda esta situación.

- Muévete. – ordenó uno de los guardias, que junto con su compañero escoltaba a X por los corredores. La mente del robot azul divagaba pensando en los posibles resultados y desenlaces, casi ninguno de los cuales era bueno. Entonces, eventualmente X vio que lo guiaban hacia una gigantesca puerta que se alzaba frente a él. Estaba cerrada, pero esto no le ofrecía ningún confort, sabiendo lo que le esperaba del otro lado.

Desde que se lo llevaron en custodia, él y Roll habían permanecido separados el uno de la otra, por si acaso, como dijo uno de los guardias, "tramaban escapar juntos". Así que cuando escuchó a alguien aproximándosele desde atrás, el robot azul se giró para ver una androide femenina corriendo frente a sus guardias, y él se alejó de los suyos propios. Los dos corrieron uno hacia la otra, y Roll se lanzó con los brazos abiertos hacia su hermano.

- ¡Creí que no te volvería a ver! – gritó, hundiendo su rostro en el pecho del robot ligeramente más alto. – ¿Te hicieron algo?

- No, estoy bien. En serio. – le aseguró X. – ¿Qué hay de ti?

Roll se pasó los dedos por su cabello. – Bueno, no creí que me preferiría estar confinada en el laboratorio o en la casa de Fujiwara. – Sus ojos verde-azulados se fijaron en la gigantesca puerta. – ¿Hacia dónde lleva esto? – le preguntó a uno de los guardias.

- Pronto lo averiguarás. – respondió uno de ellos.

Entonces, la puerta se abrió, con ambos paneles separándose ligeramente, y una luz brillante filtrándose por el pequeño espacio. – Sí, ya están aquí. – dijo un hombre vestido con un traje blanco de una pieza. – Tomaremos a la mucama primero.

Dos de los guardias comenzaron a llevarse a Roll alejándola de X, guiándola (o más bien, forzándola) a través de la puerta hacia el hombre de traje blanco. Ella miró a X por unos breves momentos antes de que los paneles de la puerta volvieran a cerrarse, dejand solas con sus dos "chaperones".

Tal vez no fuese el mejor momento, pero el robot azul se giró con ansiedad, con la pregunta carcomiéndolo desde que lo habían capturado. – ¿Qué quiere el consejo de mí? – preguntó.

- ¿Hm? – Los dos guardias se miraron entre sí, y luego a X. – ¿De qué estás hablando? – inquirió uno de ellos con confusión.

- Quiero decir, ¿qué quieren escuchar de mí? Digo, ¿qué debería decirles? – aclaró X. Luego levantó el brazo que ocultaba su Buster en su interior. – Es cierto, fui construido con… esto, pero… – Se detuvo, tratando de pensar en lo que quería transmitir, pero se encontró en un punto muerto. Pero sabía que tenía que decirlo de la manera correcta. Todo su futuro descansaba en el resultado de este juicio, no solo para sí mismo, sino para todos.

X y los guardias se quedaron de pie frente a la puerta, dejando pasar los minutos, luego media hora, que se convirtió en dos horas. Y luego, el silencio empezaba a volverse insoportable para él, por lo que tuvo que decir algo. – ¿Qué clase de preguntas creen que harán?

De nuevo, los dos guardias se quedaron confusos. Sus superiores no mentían; esta máquina se comportaba de manera muy extraña. – No sé qué decirte, para ser honesto. – le dijo uno de ellos al robot azul. – No podía creerlo; le estaba dando consejos a un robot. – Aunque si quieres mi opinión, te sugiero que no ocultes nada. El solo hecho de que estés aquí en absoluto significa que…

De repente, los paneles de la puerta volvieron a abrirse, revelando a otro humano diferente con traje blanco. – Ya están listos para recibirlo.

Los ojos verdes de X se ensancharon, y la luz que se filtró por el pequeño espacio hizo que le invadiera el miedo, pero también sabía que tras esa puerta se hallaba su única oportunidad de vida. O al menos, de una vida libre.

- Buena suerte. – dijo el mismo guardia. X miró atrás y asintió, sonriendo silenciosamente a modo de agradecimiento.


Gran Cámara…

X se paró frente a un delgado sendero que llevaba hacia el centro de la enorme sala, dirigiéndose lentamente hacia las cinco figuras de togas que lo aguardaban. Sabía que probablemente sería mejor no hacerlo, pero el robot azul no pudo evitar observar las reacciones de las docenas de humanos mientras caminaba. Cientos de ojos centrados en él mientras trataba de abrirse paso hacia el estrado, observando y estudiándolo como si fuese alguna especie de animal extraño y exótico. Y tal vez, de cierta forma, lo era. Algunos humanos parecían conmocionados al verlo, otros se veían más curiosos y trataban de acercarse para verlo mejor, pero muchos más mantenían su distancia. Toda la cámara estaba en silencio mientras X avanzaba hacia el centro, y vio al Dr. Cain y Roll presentes, de pie a un lado de donde X debería pararse.

Dando algunos pasos tentativos más, finalmente llegó hasta el podio, y levantó la mirada hacia los cinco humanos en cuyas manos descansaba su destino.

El robot observó a las figuras mayores. X se sintió relativamente pequeño, pese a que los superaba en poder de fuerza mientras lo veían desde arriba.

- ¿Quién eres tú? – preguntó el Gran Concejal. – Dinos cuál es tu nombre.

Pese a no tener la capacidad de consumir materiales orgánicos, X tragó en seco, preparándose para responder la pregunta. – X. DLN-00X, título: Mega Man X. ¿O sólo necesitan, bueno, mi nombre? – preguntó, dejando a los cinco miembros del consejo mirándole fijamente a los ojos. La mitad de ellos, junto con la embelesada multitud, parecía intrigada por su respuesta, mientras que la otra mitad pareció ponerse más sospechosa e intranquila.

- Supongo que tendrás curiosidad de por qué estás aquí… X, ¿correcto? – inquirió el Gran Concejal. X asintió en respuesta. – Ya hemos revisado las declaraciones tanto del Dr. Fujiwara como del Dr. Cain. Aunque la investigación en la cual participaste fue verdaderamente impresionante, no hace que sus acciones sean menos ilegales.

X bajó su cabeza. – S-sí. Lo entiendo.

- Aun así, Cain también ha presentado su argumento, y solicitó que tanto tú como tu… "hermana" fuesen traídos aquí. – dijo el humano anciano con toga verde. – De lo que hemos visto y escuchado, tanto del Dr. Fujiwara como de Cain, hemos tomado la decisión de permitirles a ambos hablar por ustedes mismos. – Miró hacia Roll. – Y ya que pudimos oír sobre las alegrías de limpiar una casa y preparar almuerzos escolares, – volvió a mirar a X – estamos listos para escucharte a ti.

El robot azul asintió. – Si, su señoría.

El Gran Concejal levantó una ceja. – El Dr. Light te ha programado a sus robots con modales, puedo verlo. – Entrelazó las manos. – Muy bien, ¿comenzamos ya?

Los miembros del consejo tenían varias preguntas para que X las respondiera, que iban desde listar los componentes con los que fue construido a cosas mucho más sencillas como sus intereses y preferencias, en cosas como materiales de lectura y la televisión. X encontró el contraste entre las variadas y numerosas cosas que se le preguntaron y solicitaron, pero no pudo evitar sentir que esto no era lo que deseaban oír. Solo era una simple charla.

Roll observaba el intercambio de su hermano con el consejo y supo lo que estaban haciendo, ya que habían hecho lo mismo con ella. Cierto, le habían pedido que dijera su nombre y número serial, al igual de lo que había sido puesta a hacer desde que fue activada. Con eso, supo al instante que tenían poco interés en hablar con ella sobre lo que pensaba de la situación. No, estaban más preocupados por aquel que llevaba el arma.

Un arma que pronto saldría a colación.

- Hablando sobre de qué estás hecho – dijo la mujer de toga azul – se te fue instalada una nueva arma, ¿sí?

X se mordió el labio. – Sí. El Dr. Light me otorgó un Buster. – confesó.

- Muy parecido al que utilizaba el Mega Man original. – dijo el hombre de toga naranja. – Y ¿por qué razón crees que el Dr. Light inmediatamente te dio uno?

X bajó la cabeza de nuevo. – Honestamente no lo sé. – respondió mirando el brazo que contenía a su Buster. – Pero si puedo decir algo, les aseguro que no tengo mucho interés en utilizarlo.

- ¿Es así? – preguntó el hombre más bajo de rojo. – De las pruebas que Fujiwara nos había presentado, pareces ser muy hábil utilizándolo. Tus capacidades físicas, tu diseño y rápido crecimiento de sus en tus sistemas me hace preguntarme por qué. O más bien, has recibido estas habilidades, y aun así no tienes incentivo para utilizarlo. Se me hace muy interesante que ni tu ni tu compañera han hecho ningún intento por escapar del laboratorio.

- Los riesgos eran muy altos. – respondió X. – Quiero decir, esa es la razón por la cual me encuentro ahora aquí. Al menos según sus leyes, yo no debería existir. – Aunque no pudiera sentirse mucho peor por decir eso, era la verdad absoluta para estas personas. Todos observaban a X como si fuese algún tipo de anomalía, un ser antinatural que tenía a todos con la guardia alta. – Y dado que se me informó que yo sería encerrado y confinado a un museo, o incluso… desmantelado, si acaso alguien más llegaba a verme. – Tuvo un respingo ante la última posibilidad. – No tuve otra opción más que quedarme en el laboratorio.

La mujer de toga azul comenzó a murmurar. – Hmm, ya veo. – miró a X curiosamente. – ¿Y cómo te hizo sentir esto? Por la información que nos fue presentada, al parecer estabas mostrándote muy intranquilo y deseoso de ver el exterior.

- Sí, su señoría. – admitió el robot asintiendo. – Pero no habría tratado de escapar. Yo… sólo no quería… – Se aferró a los extremos del estrado donde estaba, inclinándose hacia adelante y ocultando su rostro de la vista. – Todo lo que quiero es vivir.

El silencio se apoderó de toda la cámara, y los cinco ancianos concejales se miraron entre sí como para confirmar que habían escuchado lo que habían creído escuchar. Entonces, el Gran Concejal se puso de pie. – ¿Eso es todo lo que quieres? ¿Todo lo que hiciste fue solo para poder caminar y experimentar el mundo?

X se quedó callado por un momento antes de responder. – Sí, su señoría.

- Y no tienes intención de quebrantar ninguna de las Tres Leyes de… los de tu clase, ¿correcto? – ¿Su clase? ¿A qué se refería con eso? Con todo, X asintió. – ¿Y crees que deberíamos tomarte la palabra?

- No tengo razón alguna para mentirles. – respondió X. – ¿Por qué querría decirles alguna mentira? Mi vida… – Hizo una pausa. – No, las vidas de todos, todos los involucrados en esto, están en sus manos.

Otra vez, los miembros del consejo intercambiaron miradas, debatiendo silenciosamente lo que debían hacer. El Gran Concejal estudiaba a X, mirando fijamente en sus enormes ojos verdes. Ciertamente había mucho en riesgo en ambos extremos, ya que este robot, esta machine, esta arma que podría acabar con todos ellos con un bien medido disparo de su Buster, se encontraba a su merced. Y había sido él mismo quien se sometió voluntariamente a ellos.

Esto era un problema. Ciertamente, este robot estaba involucrado en lo que podría ser el mayor caso de las últimas décadas, pero considerando todo lo que él y sus colegas del consejo habían visto, había mucho que considerar, tanto para bien como para mal. Pero lo que estaba frente a él hizo que el anciano se sintiera dividido en lo que debía hacer.

Y entonces, una idea vino a su mente.

- Entonces, ¿eso es todo lo que quieres? – preguntó el hombre de toga verde a X. – ¿Todo lo que deseas es vivir?

X asintió, como si fuese un niño tratando de apelar al sentido oculto de amabilidad de un adulto autoritario. – Sí, su señoría. Si puedo tener eso – miró en dirección hacia Roll – y si Roll también puede tenerlo, es todo lo que pido.

El anciano humano se frotó el mentón, y entonces tanto él como los demás miembros del consejo comenzaron a murmurarse entre ellos. X no estaba alerta a ninguno de ellos, pero su oído avanzado le permitía discernir algunas palabras sueltas. Podía oír términos como "impredecible" y "peligroso", pero también escuchó decir que era "un gran descubrimiento". Y luego oyó a alguien más decir "sería un gran desperdicio".

- "¿Desperdicio de qué?" – pensó X.

Entonces, tras otro breve momento, los ancianos que presidían el juicio, llegaron a una decisión unánime. – Muy bien. – habló el Gran Concejal. – Si eso es lo que deseas, te otorgaré una oportunidad de reclamar ese derecho.

Los ojos verdes de X se ensancharon. – Quiere decir… ¿que nadie va a ser destruido?

Al principio, el hombre no le respondió, pero lo que le dijo a X no sirvió para tranquilizarlo. – No. Pero sí dije que te otorgaré una oportunidad. Si tienes éxito, ni tú ni tu compañera sufrirán ningún daño.

- Es mi hermana, su señoría. – dijo X. – Oh, si es que se me permite pedir que se dirijan a ella como tal.

El Gran Concejal levantó una ceja. – Muy bien, tu hermana. Tal vez el que ella se encuentre aquí sea un beneficio para ti, viendo que con seguridad necesitarás ayuda extra.

X se quedó confuso. – ¿A qué se refiere?

- Bueno… – dijo el humano – tengo un trabajo para ti.

Esta historia continuará

Chapter 9: El primer reploide

Chapter Text

30 de septiembre, 21XX…

Aunque técnicamente seguían en problemas con la ley, al menos ya ninguno de ellos se encontraba encerrado en una celda en este momento. Desde el juicio y la presentación de ambos robots, el consejo había decidido que le asignarían a Cain y Fujiwara una tarea muy particular. Debían construir otra máquina y presentar el producto terminado en una fecha específica. La única condición era que los dos hombres debían tener a otros científicos, elegidos por los miembros del consejo, supervisando el proceso.

Actualmente, el científico japonés y el anciano paleobotánico se encontraban revisando los datos y registros del desarrollo de los sistemas de X, mientras los otros científicos se ocupaban de ensamblar la máquina pieza por pieza. Un endoesqueleto básico estándar yacía sobre la enorme losa en el laboratorio de Fujiwara; la figura desnuda se encontraba cubierta con una capa de metal para proteger los circuitos y cables vulnerables por todo su cuerpo. Ni a Cain ni a Fujiwara les agradaba estar siendo observados constantemente, pero dado que la alternativa era ir a prisión, sabían que esta sería la mejor opción. Y además, al menos en la mente de Fujiwara, estas personas verían hasta dónde llegaba realmente su genio.

Mientras los dos hombres que iniciaron este proyecto observaban las notas, algo más aparte de la construcción ocupaba la mente del mayor de los dos. – ¿Quién crees que lo haya hecho?

- ¿Hacer qué? – preguntó Fujiwara, pero sin quitar la vista de la pantalla de la computadora. – ¿Decirle a las autoridades? – Cain asintió. – Bueno, estese tranquilo, ya nos encargaremos de eso.

- Si acaso fueron Chiyo o su amiga, entonces por favor, solo son niñas…

- Niñas muy afortunadas. – interrumpió Fujiwara. – Al principio también pensé que ellas eran responsables, pero durante el tiempo que estuve prisionero pude pensar en ello y juntar las piezas. – continuó, mientras observaba los escaneos de X. – Sé lo del incidente con los rollos de huevo, pero Chiyo jura que ese niño Tatsuya no dijo nada. Incluso lo trajo a casa para decírselo en persona. – Luego suspiró. – Ahora todos en su escuela estarán tocando a mi puerta, suplicando ver a Roll. – Se ajustó las gafas. – De nuevo, cuando el consejo vea este robot, confío en que los niños de todas partes querrán uno para ellos.

Cain no dijo ni una palabra, pero dejaba claro que estaba muy frustrado. Era muy obvio cuál era la motivación detrás de todo eso. El hecho de que tenían a otros trabajando con el consejo y observándolos lo confirmaba. Cada parte de este proceso sería supervisada, y el consejo había dejado claro que, si había un conflicto de intereses, sus científicos tendrían el poder de retirarles todo el apoyo para esta operación. Pero, por el bien de X y Roll, y del robot que estaba siendo construido en ese momento, Cain sabía que tenían que seguirles el juego. Al menos se merecían esta oportunidad.

Pero aun así, no podía evitar sentirse intranquilo con todas estas regulaciones, esta obsesión con cada detalle que ponían en la máquina. No pudo evitar pensar en si esto afectaría o no el desarrollo del proyecto.


10 de octubre, 21XX…

Aunque habían estado en la misma posición antes, ambos robots podían estar de acuerdo que estar confinados en un laboratorio era mejor que una celda. Ya que toda esta "asignación" era lo que determinaría su futuro dependiendo del éxito, se preguntaban si deberían tener sus esperanzas tan altas.

- ¿Qué crees que estén haciendo? – le preguntó Roll a X. Los dos habían decidido hablar en el cuarto de ella.

Comparado con el de X, el espacio personal de la chica androide era mucho más organizado y con todo en su lugar, sin mencionar decorado de rojo. Y aunque el robot azul insistía en que estaba siendo dramática, ver la habitación siempre le recordaba que tenía que ponerse a organizar el suyo propio. Pero los dos habían venido aquí para discutir cosas más importantes que comparar las áreas donde vivían.

- No estoy seguro. – respondió X con honestidad. Aunque no se atreviera a decir en voz alta las preocupaciones que tenía con este proyecto, aquí entre los dos finalmente podía decir lo que pensaba al respecto. – Esto es ridículo. – El robot azul cruzó los brazos sobre su pecho. – ¿Qué creen que vamos a hacer? ¿Tratar de escapar con lo que sea con lo que estén trabajando?

Las dos máquinas habían sido dejadas muy al margen en lo que concernía a este proyecto, y tenían prohibido meter mano en el proceso de creación de cualquier manera. Acorde con los científicos designados, ya tenían todo lo que necesitaban de X (ni se dignaron a mencionar a Roll), por lo que él tenía poco que contribuir. O eso fue lo que le dijeron.

- Es lo más probable. Por eso nos tuvieron separados. – respondió Roll. Esa fue una experiencia por la cual no quería volver a pasar. – ¿Pero de qué tienen que preocuparse? Después de todo, el Dr. Light no te habría construido si no fuese para el beneficio de la humanidad.

- ¿Eso crees? – preguntó X. Esta respuesta sorprendió a Roll.

- ¿Y tú no?

- Es algo… complicado. – admitió X. Volvió a pensar en la advertencia que había sido instalada, la cual decía que, si elegía un camino oscuro, posiblemente no habría fuerza en la Tierra capaz de detenerlo. – Hey, Roll, ¿alguna vez ha habido, bueno, una rebelión de robots, creo que se le podría llamar? ¿En tu tiempo, al menos?

Roll pensó en ello por un momento. – Hmm. Sí, eso creo. – respondió luego de hacer una búsqueda rápida en sus archivos. – ¡Ah, aquí está! Algún tiempo tras los eventos del Torneo Mundial de Robots, pero fue antes de la pandemia de Robofluenza, no lo recuerdo con exactitud. Pero Mega Man peleó contra un robot que se hacía llamar King, y que había robado planos tanto del Dr. Light como de Wily. Según él, planeaba construir su propio ejército de robots para lograr su sueño de una utopía de robots.

- Pero no sería exactamente una para los humanos, ¿verdad? – inquirió X.

- Exactamente. – respondió Roll. – Por supuesto, mi hermano lo detuvo, y al final todo resultó ser otro más de los planes de Wily.

El silencio se apoderó de ambos por un instante. Ambos tenían la misma pregunta en su mente, pero X fue el que decidió hablar. – ¿Crees que eso sea posible? ¿Que los robots se rebelen contra la humanidad?

- ¡¿Qué?! – Roll se quedó perpleja. – ¡No digas tonterías! ¡Ni siquiera los robots de Wily se atrevían a salir de sus límites y atacar a humanos! Todos saben que los humanos y los robots dependen unos de los otros. – dijo con orgullo. – Sin ellos, ¡nosotros no existiríamos! Rebelarse contra la humanidad, ¡jajajaja! – Volvió a enfocarse en su hermano. – Yo no perdería mi energía preocupándome por esas cosas. El Dr. Cain y Fujiwara saben lo que están haciendo.

X se frotó su casco. – Tal vez. Pero aun así, la posibilidad existe. Por ínfima que sea, ¿verdad?

- Bueno, sí, técnicamente. – dijo Roll. – Pero es una posibilidad prácticamente inexistente. Incluso con los rumores de lo que pasó cuando se colocó la prohibición de IAs avanzadas, no hay confirmación de cuál habrá sido la razón. Podría haber sido cualquier cosa.

X pensó entonces en otra cosa. – ¿Crees que Wily haya tenido algo que ver con ello?

Roll se sostuvo el mentón. – No me sorprendería. Pero lo que sea que haya pasado – se subió la mano hacia la sien – probablemente sucedió antes o después de que mi viejo cuerpo fuera prácticamente destruido. Cuál de los dos, no puedo estar segura. – Sus labios temblaron ligeramente, pero se recuperó rápidamente. – Pero como dije, prefiero no perder energía en esas cosas.

- Sí, supongo que tienes razón. – dijo X estando de acuerdo. – Es sólo que es algo que he tenido en mi mente últimamente.

- ¡Por supuesto que tengo razón! – declaró Roll. – Soy tu hermana mayor, después de todo.

X resopló. – "Sí, por supuesto."


20 de octubre, 21XX…

Finalmente, tras mucho tiempo y trabajo, el cuerpo estaba completo.

Bueno, en su mayor parte, pues la cabeza era la única parte de la máquina que tenía "piel". La máquina tenía una apariencia mucho más masculina en su forma, el metal gris cubría sus componentes internos basándose en la anatomía masculina. Los científicos elegidos por el consejo habían decidido estudiar esculturas grecorromanas, pero el robot no permanecería así para siempre. El consejo había solicitado que la máquina tuviese un cuerpo totalmente funcional, pero no algo con cubierta de armadura similar a la de X. Eso, claro, no significaba que el robot sería hecho con materiales baratos como Roll. Todo lo contrario, pues la composición de X fue usada como mayor referencia que la de su hermana (seguía siendo considerado muy extraño que un robot tuviese ese tipo de relaciones), pero hubo mucha improvisación en el proceso.

Con todo, el cuerpo del robot estaba "terminado" en cierto sentido, al menos en su mayor parte, y los científicos se veían satisfechos con su trabajo. Aparte de la cubierta gris de metal, la cabeza de la máquina estaba basada en la de un hombre humano con algunos rasgos exagerados. No tenía cejas, pero los músculos de su cejo se veían bastante prominentes, igual que los de su barbilla. Una gema azul descansaba en su frente, y en lugar de orejas, tenía unos receptores de audio similares a los de X y Roll. Parecía humano, pero solo hasta cierto punto, otra restricción impuesta por el consejo.

- Ahora. – dijo uno de los científicos, otro hombre japonés, pero a diferencia de Fujiwara, era de constitución más robusta. Se volvió hacia Cain y al experto en robótica. – Es tiempo de que hagan su parte.

Fujiwara se puso a trabajar, revisando todo de nuevo para asegurarse que cada aspecto y característica estuviera donde debía estar. Entonces, presionó una tecla, y el proceso comenzó. A través entre los cables conectados entre la computadora y la CPU del robot a través de sus audio-receptores, el programa viajó hacia el robot, ocupando el espacio y llenando la cámara cerebral con todo lo que los dos hombres habían estado trabajando.

Todas sus esperanzas descansaban en el éxito del proyecto.

Tras un breve instante, el proceso estaba completado, y con otra tecla presionada, la máquina se activó. Sus ojos se abrieron revelando unos receptores ópticos con esclerótica negra e irises azules brillantes, pero sin pupilas presentes. Lentamente, el robot se levantó de la losa, y sus orbes azules escanearon el área mientras su vista se iba aclarando y volviendo más precisa poco a poco. Finalmente, se dio cuenta que no estaba solo, sino que varios humanos lo rodeaban y tomaban notas de todo lo que sucedía.

El Dr. Fujiwara y el Dr. Cain se aproximaron al robot, que centró su atención en ellos. – Dinos cuál es tu número de serie registrado. – ordenó el japonés. Hubo un breve período de silencio entre todos, y la máquina parecía confusa. – Puedes entenderme, ¿verdad?

- Sí, claro que puedo. – respondió el robot, con una voz masculina profunda, como de un hombre mayor. – Pero ¿por qué razón desean que les diga mi número de serie? – cuestionó, antes de comenzar a buscar en sus sistemas y murmurar en voz alta. – Hmm… parece ser que no he recibido un título oficial todavía. Entonces, ¿mi número de serie es todo lo que tengo?

Nadie dijo una palabra. Los ojos de todos los presentes en la sala estaban muy abiertos, tanto de asombro como de aprehensión ante lo que estaban atestiguando. – ¿Deseas un nombre? – preguntó el Dr. Cain, acercándose más al robot. – Bueno, estas personas necesitan registrar lo que hay instalado en tus sistemas. Así que tu número de serie es necesario. – Cierto, Fujiwara se los podría decir a todos, pero Cain sabía que ese no era el punto. – Pero sí recibirás un nombre.

La máquina miró intensamente a Cain, aparentemente estudiándolo de la misma manera en que los otros científicos estudiaban al recién activado robot. Finalmente, luego de varios momentos, todos recibieron una respuesta. – RN-001. Robot Number-001. – le dijo el androide al Dr. Cain, frunciendo el cejo. – Pero eso no es un nombre.

- No, no lo es. – dijo Cain. – En ese caso, ¿qué nombre deseas tener?

El robot pensó en la pregunta, frotándose la barbilla. – No… estoy seguro. – Miró de nuevo al anciano humano. – ¿Cuál sería apropiado?

Fujiwara y Cain contemplaron esto, mientras los científicos del consejo tomaban nota de todo lo que ocurría. ¿Cómo iban a llamar a este robot? Y mejor aún, ¿acaso era apropiado llamarlo un robot? No eran sólo Fujiwara y Cain, sino todos quienes se hacían esta pregunta, pues era muy claro que esta máquina estaba muchos niveles por encima de cualquier robot, ni hablar de los mecaniloides. Así que habría mucho más que decidir que un simple nombre.

- No. – dijo Fujiwara de repente. – No eres un robot. – "Y técnicamente, tampoco lo son esos dos."

Su mente saltó entre varias opciones, pero cada una que se le ocurría simplemente no encajaba. Luego se puso a pensar en el experimento que involucraba la construcción de Roll 2.5. Su programación fue un proceso que consumió mucho más tiempo, pero una buena porción de ello involucraba transferirle los sistemas de X; los archivos de memoria y personalidad son elementos totalmente separados. En su mayor parte, sin embargo, todo ello involucraba replicar las características de una máquina para dárselas a otra.

- Replicar… – murmuró el japonés. – ¿Réplica de robot? No. – Negó con su cabeza. – ¿Copidroide? No, eso tampoco. – Y en ese momento, le vino la etiqueta más apropiada. – Réplicas androides. O también conocidos como… Reploides.

Reploides… los otros humanos presentes se miraron entre sí, pensando en la sugerencia de Fujiwara. Una de las científicas, una mujer pelirroja, se levantó. – Eso… podría funcionar. Entonces, ¿cuál será el… nombre de RN-001?

Fujiwara también pensó en esto, pero Cain decidió hablar primero. – Creo que… tal vez "Sigma" sería apropiado para ti.

RN-001 observó al humano con barba. – ¿Sigma? ¿Eso no es un símbolo matemático?

- Se usa para denotar una suma de múltiples términos. – respondió Cain. – Todo lo que hemos recopilado en los últimos meses, está ahora dentro de ti.

RN-001, o ahora "Sigma", contempló estas palabras. – La suma de múltiples términos… es decir que ¿soy el resultado de todo su trabajo?

Cain dudó al principio, pero eventualmente, asintió. El robot, o mejor dicho, reploide, se miró sus manos.

Estos humanos, ¿a qué se referían? ¿El resultado de su investigación? ¿Investigación de qué? ¿Y de quién? Sigma se puso a pensar en esto, pero no estaba seguro de si encontraría las respuestas.


1 de noviembre, 21XX…

No había tiempo para probar a este nuevo robot, o reploide, en sus capacidades de combate dado el tiempo limitado que tenían. Principalmente porque el consejo lo había prohibido estrictamente, y porque así se podría dedicar más tiempo a las pruebas estratégicas y lógicas. Entre más rápido se desarrollase el procesador del ahora llamado Sigma, mejores serían sus oportunidades de lograr que se aprobase todo esto. Como se esperaba, Sigma pasó las pruebas con honores, pero el pensamiento rápido era solo una parte de lo que había que desarrollar. Y una vez más, Cain había decidido asumir el rol de socializar con esta máquina, esta "réplica androide".

- Entonces, ¿voy a ser presentado a este consejo? – preguntó Sigma al humano.

- Esa es la idea. – respondió el paleobotánico. – Pero tranquilo; sin duda estarán impresionados cuando te vean.

- ¿Eso cree? – preguntó Sigma, estudiando su propia forma una vez más. – Y una vez que ellos vean los resultados de su labor, ¿estaré oficialmente completado?

- Sí, eso es correcto. – dijo Cain, observando las reacciones y gestos del reploide. – "Parece estar más en sintonía con sus preceptores lógicos que con su centro emocional." – se dijo mentalmente. – "O tal vez, así es como se supone que sea un reploide, y X solo tenía un sistema más desarrollado. Tal vez, las conexiones emocionales toman más tiempo para desarrollarse."

- Usted dijo que habría otros como yo, ¿verdad? – preguntó Sigma. – ¿En dónde están?

Cain suspiró. – Ellos… no tienen permitido involucrarse. Órdenes del consejo. – Frunció el ceño. – Pero una vez que seas aprobado, podrás verlos a ambos. Estoy seguro que les dará mucho gusto conocerte.

El reploide calvo pensó en esto, buscando en sus bancos de datos información sobre los otros dos que vinieron antes de él. – ¿Son los modelos anteriores? – preguntó al humano. – ¿Por qué siguen aquí?

- ¿A qué te refieres? – inquirió Cain, sin entender del todo.

- ¿No se supone que las versiones antiguas quedan obsoletas? Según los registros de 200X, los robots frecuentemente eran reemplazados por modelos de mayor calidad. ¿Por qué no lo han hecho ahora?

Cain se sorprendió de lo que escuchó. Cierto, Sigma estaba haciendo una simple pregunta, pero la forma como habló de ello como si fuese un hecho de la vida hizo que el anciano se diera cuenta de que esta máquina era significativamente diferente de X. Incluso de Roll, incluyendo sus rasgos antes de ser programada.

- Bueno… esa es la diferencia entre los robots and los reploides. – le explicó. – Los robots, bueno, la mayoría de ellos, fueron construidos con limitaciones instaladas, tales como una devoción programada hacia los humanos. Pero los reploides pueden desarrollar estas relaciones de manera natural. No estoy diciendo que los robots no hayan demostrado signos de esto, siendo las creaciones del Dr. Light un ejemplo, pero, bueno… – Cain cruzó los brazos, algo frustrado. – Je, supongo que será algo que incluso nosotros necesitaremos tiempo para explicar.

Sigma no vio sentido en ello. Si estos hombres y mujeres no estaban seguros de lo que hacía diferentes a sus sistemas de las máquinas previas, ¿cómo se suponía que él lo demostrase? – ¿Es esa la única explicación que tienen?

Cain se encogió de hombros. – Supongo que, como el sentido de ser de un humano, no se puede explicar. Pero relájate, todo luce bien.

El reploide de ojos azules se quedó pensando en esto, sin entender del todo. Sin embargo, todo parecía estar operando como se suponía que lo hiciera, así que tal vez este "problema" necesitaría de pensamientos menos "restrictivos" para comprenderlo.


15 de noviembre, 21XX…

- Así que, acorde con los humanos, ¿ahora nos conocerán como "reploides"? – preguntó Roll. Ella y X habían decidido reunirse en el cuarto del robot azul.

- Aparentemente. – respondió X. Aunque no se les permitiera involucrarse, el Dr. Cain y Fujiwara al menos los mantenían al tanto de si pasaba algo, por si los afectara. – Réplicas androides… – dijo el robot (o ahora "reploide") azul en voz alta. – Quiero decir, entiendo por qué los robots como nosotros probablemente necesitarían una clasificación diferente. Después de todo, somos robots, pero…

- Pero no exactamente. – completó Roll por él. – De todos modos, ¿qué hay de malo con el término "robot"? *Suspiro*, después de todo, si no fuera por ellos, probablemente seguiríamos a merced de ese lunático de Wily.

- Aunque es gracias a sus robots que tu…

- Nuestro. – corrigió Roll. – Rock también es tu hermano. – "Aunque es el único de quien soy hermana menor."

- Claro. – dijo X. – "Mi VERDADERO hermano mayor." – Nuestro hermano tuvo que convertirse en Mega Man. Bueno, en el primero. – señaló X, ya que él también era técnicamente un "Mega Man", mas no el original. – ¿Tal vez haya tenido que ver algo con aquel rumor sobre el Dr. Wily? ¿Su, bueno, muerte?

Roll se quedó callada por un momento. – Me han informado de muchas cosas que han pasado desde el 20XX, pero eso, debo admitirlo, es algo que jamás me habría esperado. – dijo la robot (¿reploide?) rubia.

- ¿Crees que sea verdad? – preguntó X. Luego le vino una teoría a la mente. – ¿Crees que tal vez Mega Man haya…?

- ¡No! ¡Absolutamente no! – gritó Roll, atrapando a X por sorpresa. – ¡Rock luchó para demostrar que los robots y humanos podían convivir entre sí! ¡Él jamás mataría a nadie! ¡Ni siquiera a Wily!

- ¡No estoy diciendo que lo hiciera! – respondió X, levantando las manos y urgiendo a Roll para que se calmara. – Solo estoy diciendo que, hablando hipotéticamente, si el rumor fuese cierto, ¿dónde encajaría Mega Man en el caso de que Dr. Wily hubiese sido en efecto… eliminado por una de sus propias creaciones? Porque de lo que he leído y lo que me han contado, Wily no era del tipo de persona que sabría cuándo rendirse. – Miró fijamente a Roll. – No estoy pidiéndote que recuerdes algo doloroso o algo que no puedas recordar, pero sí entiendes lo que trato de decir, ¿verdad?

- Sí, lo entiendo. – asintió Roll. – Y honestamente, tienes razón. Eso ciertamente sería algo que Wily haría. Pero aun así… – se mordió el labio – si un robot así fue el responsable, entonces fue hecho únicamente para destruir a Mega Man. ¿Qué otra razón necesitaría? – Cruzó los brazos. – Pero un robot como ése… ¿por qué Wily tomaría un riesgo tan alto haciendo algo como eso? Incluso las formas de vida artificial más básicas están imbuidas con las Tres Leyes de la Robótica. Para que un robot matara a un humano, tendría que o no saber las leyes, o que no le importaran.

- ¿Pero cómo podría tener a un robot como ese bajo su control? – se preguntó X. – Si era tan peligroso… ¿de verdad tan lejos llegaba su odio hacia Mega Man?

- Eso es quedarse corto. – señaló Roll. – El hombre estaba obsesionado con acabar o vengarse del Dr. Light. Por varias razones, muchas de las cuales ni siquiera eran culpa del Profesor, ese hombre pareció creer que era apropiado obligar a Rock a convertirse un guerrero. Si el rumor es verdad, aunque no es que yo lo crea, entonces un robot completamente sin las restricciones de las Leyes o la lealtad a su creador sería una buena razón para tener cuidado.

- Sí, supongo que sí. – X estuvo de acuerdo. – Pero ¿crees que tal vez todavía siga…? – Hizo una pausa, sabiendo que lo que estaba a punto de decir que sonaba ridículo. – ¿Por allí?

- ¿Por allí? Quieres decir… ¿igual que tú? – Roll levantó una ceja. – Honestamente lo dudo. Cierto, sellar un robot en una cápsula no es un proceso complicado, pero las probabilidades de que una de las máquinas de Wily estuviese pasando por el mismo proceso que tú es diminuta. – Ladeó su cabeza ligeramente. – ¿Por qué lo preguntas?

X se encogió de hombros. – Supongo que estoy buscando cualquier conjetura. Pero…

- ¿Pero qué?

X se quedó callado, dejando sus ojos verdes fijos en las baldosas del suelo. – Nada. Está bien.

Roll no estaba convencida. A pesar de todo, se estaba haciendo muy tarde, y ambos estarían en cuartos separados al final del día.

- Si tú lo dices. – dijo ella dirigiéndose hacia la puerta, y el panel se abrió para dejarla salir. – Buenas noches. – agregó antes de marcharse, y la puerta se cerró detrás de ella.

- Buenas noches. – dijo X, dirigiéndose hacia su cama (que en realidad era una cápsula modificada) y apagando las luces con un interruptor en la pared.

Probablemente estaba perdiendo su tiempo al pensar tanto en esas cosas, pero aun así, X tenía todavía la pregunta de si habría alguien más como él desde que que despertó. Cierto, ahora Roll estaba aquí, y él estaba feliz con eso, pero una duda seguía carcomiéndole su núcleo. Wily, los Robot Masters, la supuesta muerte de Wily, todo se iba acumulando en un mar infinito de preguntas.

Ninguna de las cuales parecía que sería respondida pronto, sospechaba él. Pero si se equivocaba, ¿acaso querría saber las respuestas a estas preguntas?


22 de noviembre, 21XX…

Los dos ahora denominados reploides estaban de pie fuera de la cámara del consejo, una vez más aislados de los tratos con humanos. Excepto que en esta ocasión, no habría segundas oportunidades. Dado que ninguno de ellos había presentado signos de agresión previamente, fueron escoltados hasta el edificio de la misma manera que Cain y Fujiwara. Por otro lado, Sigma estaba siendo vigilado fuertemente, tanto para su propia protección como para quienes lo rodeaban. El proyecto del consejo, esta nueva raza de robot, este reploide, sería llevado a la cámara primero, y luego Cain y Fujiwara lo siguieron.

Y una vez más, X y Roll tenían que dejar sus manos fuera de esto.

- Y bien, ¿cómo crees que será este Sigma? – preguntó Roll.

X cruzó los brazos. – No podría decirlo. Pero pronto, creo que veremos los suficiente, de una forma u otra.

Roll asintió, tratando de mantener su cara relajada, pero su aprehensión se filtraba a pesar de todo. Ambas creaciones de Light (aunque una no estuviese técnicamente clasificada como tal) sabían que una de dos posibilidades podría resultar de este evento. Y si las cosas no salían a su favor, ¿qué podrían hacer?

X se puso a pensar en esto. Sabiendo que ni él ni Roll podían decir una palabra con los guardias rodeándolos, pero tenía una idea ya formándose en su CPU. – "Podríamos simplemente escapar." – pensó. – "Si llegara a eso, supongo que no tendremos otra opción."

Lo único que podrían hacer sería salir de allí. Ciertamente X, incluso Roll, no tendrían problemas para superar en fuerza a los humanos, pero eso era todo. No habría otra cosa excepto un empujón fuerte si llegara a eso. Por supuesto que nadie saldría lastimado, pero aun así, no podía evitar preguntarse si llegarían lejos. ¿Y qué sucedería con Cain y Fujiwara? Todo esto aunado al simple, pero fundamental deseo de no ser confinados hacía que a X comenzara a dolerle el procesador. Claro, sería egoísta abandonar a los dos humanos… ¡pero entonces podría llevarlos con él! ¡Los cuatro podrían escapar juntos!

A dónde, no estaba seguro, pero escaparían. Serían libres.

De repente, los paneles de la puerta gigante hacia la cámara se abrieron revelando, para sorpresa de X y Roll, tanto al Dr. Cain como a Fujiwara, y al enorme reploide, Sigma, entre ellos. Al principio, temieron miedo que hubiera pasado lo peor, pero al contrario, Cain y Fujiwara se veían bastante complacidos, si bien no aliviados.

- Y bien… – dijo X – ¿esto significa que…?

Cain asintió. X miró fijamente al hombre con sus ojos verdes muy abiertos, empezando a generar fluido, pero logró mantener la compostura lo suficiente para evitar romper en lágrimas. Roll echó sus brazos alrededor de su hermano; el ahora denominado reploide azul le devolvió el abrazo. Los dos reploides observaron a Sigma, que a su vez les devolvió la mirada.

- Creo que por fin tenemos la oportunidad de conocernos, ¿verdad? – preguntó X, en éxtasis y lleno de alegría, mientras que Sigma parecía confuso por la intensidad de la reacción del otro reploide.

Cain notó esto, y aunque todo estaba bien ahora, no pudo evitar preguntarse si el haber aislado a Sigma de los otros podría causar algunos obstáculos en el futuro. Para bien o para mal.

Esta historia continuará

Chapter 10: Maverick

Chapter Text

3 de mayo, 21XX…

- Wow, SÍ que te pareces a Mega Man. – decía Fumiko asombrada mientras miraba a X. El reploide azul se sentía algo apenado.

- Eso me han dicho. – le dijo a la niña más pequeña.

- Oh, vamos. – dijo Roll, de pie junto a Chiyo. – Primero, tú no querías más que nada poder salir de ese laboratorio, ¿y ahora estás evitando cualquier tipo de interacción social?

- ¡Eso no es cierto! – protestó X. – Es sólo que…

- ¿Qué cosa? ¿Te da miedo que te vean llevando a su casa a un par de niñas pequeñas? – preguntó la niña japonesa de cabello más largo con tono juguetón. – ¡Oh, sí que eres un hombre grande y fuerte!

X sintió que el calor se le subía a sus mejillas, pero esto pareció atrapar la atención de Fumiko. –Wow, ¿también te puedes sonrojar? ¡En serio pareces un hombre en traje de robot!

- De acuerdo, niñas, déjenlo tranquilo. – dijo Roll.

- A propósito – Chiyo se metió la mano en el bolsillo de su uniforme para sacar algunos zennys – Tatsuya pidió algunos palitos asados para el jueves. Así que pagó algo extra para cubrir los ingredientes que hacen falta.

La reploide rubia casi jadeó. – ¡Chiyo! ¡¿Volviste a quitarle dinero a uno de tus compañeros de clase?!

- Le dije que hacer esas cosas no es nada barato, así que hicimos un trato. – explicó la niña de pelo largo.

- ¡Pero eso no significa que esté bien! ¡¿Qué pensará tu padre sobre esto?!

- Como si le importara. Además, esto es lo más cercano a una mesada que puedo recibir.

Comenzaron a discutir de ida y vuelta sobre la moralidad de sacarle dinero a uno de sus compañeros de escuela, pero a X le atraía más ver a las docenas de otras formas de vida mecánicas como él a su alrededor. Desde que el consejo dio su aprobación, los reploides de la ciudad-estado de Arcadia se habían integrado totalmente en la sociedad humana. Por todos los rincones de la Ciudad Blanca había varias de estas "réplicas androides" caminando entre sus "creadores", y ambos eran muy diferentes en cuerpos, pero más idénticos en mentes de lo que jamás habrían sido.

Aunque era cierto que, incluso con la aprobación del consejo, esta nueva línea de formas de vida robóticas no podía ser liberada al público. Primeramente, aunque eran mucho más avanzadas y tenían un nivel de IA muy superior al de máquinas previas (incluso de los robots del Dr. Light, si el material promocional era preciso), todavía necesitaban satisfacer ciertos requerimientos, para poder funcionar a su mejor capacidad. Y aunque esto significaba más pruebas asignadas para X (para "deleite" de este último), los resultados habían llevado a lo que estaba viendo a su alrededor. Igual que los robots que los precedieron, e incluso los todavía presentes mecaniloides (todavía seguían siendo muy prevalentes a pesar del surgimiento de máquinas más avanzadas), los reploides necesitaban energía para mantenerse en funcionamiento, o de lo contrario agotarían sus reservas y quedarían en un estado de estasis (lo que esencialmente era caer en coma). Afortunadamente, necesitaban menos aceite u otros combustibles fósiles que sus predecesores, si bien el primero todavía necesitaba ser procesado y filtrado para remover las impurezas. Pero la fuente primaria de energía que mantenía sus sistemas en marcha había sido un descubrimiento mucho más reciente.

Como X había podido descubrirlo, los humanos habían expandido sus horizontes más allá de lo que había imaginado, aunque él mismo fuese la prueba viviente de ello. Uno de sus logros fue la creación de cristales artificiales capaces de almacenar grandes cantidades de energía, la mayoría de los cuales consistían en electricidad dado el bajo consumo de combustible de los reploides, los cuales eran minados en ambientes controlados donde las condiciones eran aptas para desarrollarlos. Y muchos de esos se localizaban en islas cultivadas artificialmente en la costa de Arcadia y por toda la costa de gran parte de Japón. Las islas como tales habían crecido mucho en las últimas décadas desde que fueron establecidos casi medio siglo antes, pero se habían convertido rápidamente en puntos aptos para colocar generadores de poder y torres de radio, casi todos los cuales servirían para proveer energía a la tierra principal.

Y ahora, más recientemente, a estas nuevas formas de vida robótica.

- "Y fue todo gracias a ti, muchacho." – recordaba X que Cain le había dicho cuando los primeros reploides salieron de la línea de producción. – "Tal vez no te hayas dado cuenta, pero tu contribución hará que el mundo cambie para siempre."

- Hey. – La voz de Fumiko sacó de su trance a X. – ¿Cuál es tu trabajo?

- ¿Huh? – El reploide azul levantó una ceja bajo su casco. – ¿Mi trabajo?

- Sí, digo, ¿qué es lo que haces? – aclaró la niña de gafas. – ¿Cuál es tu… cómo se llama? ¿Función?

- ¿No es obvio? – intercedió Chiyo. – Su función es dispararles a las cosas.

- ¿Qué? ¡No! – protestó X. – Trabajo como asistente del Dr. Cain.

- A tiempo completo, comparado conmigo. – añadió Roll.

- Entonces ¿no fuiste creado para ser un robot de combate? Digo, ¿reploide? – añadió Fumiko. Luego le dio unos toquecitos al antebrazo derecho de X – Pero entonces ¿por qué tienes esto si no se supone que lo utilices? – Hizo una pausa. – De nuevo, no es que haya nada a lo que dispararle, así que…

- No, no lo hay. – dijo X, aunque Roll pudo darse cuenta que no sonaba muy decepcionado sobre ello. Más bien, hasta sonaba feliz.

- Bueno, quizás eso sea lo mejor. – dijo Fumiko, pensándolo de nuevo.

Chiyo suspiró, echándose la mano atrás para rascarse una comezón en la espalda. – "¡Diablos, esa etiqueta todavía me pica!" – pensó, aunque no se atrevía a decirlo en voz alta con la reploide rubia justo al lado. – Saben, es un poco decepcionante. Que ya no haya robots de combate por allí.

Roll giró la cabeza para encarar a la niña humana. – Quizás no hayas estado para verlo, pero los robots de esa clase no son cosa de broma. – le explicó. – Hicieron toda clase de desastres, y eso sin mencionar todo el daño que causaron Wily y sus creaciones más grandes.

- No estoy hablando de hacer algo tan peligroso. – dijo la niña de pelo largo. – Pero ¿no sería genial si la gente pudiera ver lo que puedes hacer? Vi los videos de los archivos que papá sacó de ti, ¡eran increíbles! – agregó emocionada. – Es decir, ¡podríamos tener torneos de peleas de reploides o algo así! ¡Verlos dispararse y golpeándose entre ellos!

En ese momento vio que tanto X como Roll se mostraban incómodos ante su deseo de ver tanta violencia.

- No digo que fuera para destruirse o algo. Solo verlos pelear. Además, ustedes pueden fácilmente volver a ponerse los brazos y piernas si los pierden, ¿no es cierto?

- Bueno… sí. Podemos hacer eso. – respondió X con una risita nerviosa. – "Cielos, pequeña. ¿Acaso los niños eran tan sanguinarios en la época delDr. Light? – Estaba dividido entre sentirse perturbado y encontrar los comentarios de la niña hilarantes de una manera enfermiza y oscura.

- Bueno, independientemente, dudo que tengamos que considerar construir robots o reploides de combate por un largo tiempo. – dijo Roll. – Aunque… estoy segura que mi pequeño hermanito sería el más fuerte de todos. – agregó guiñándole el ojo a X.


Más tarde…

- "¿Era necesario que añadiera el "pequeño"? – gruñó X para sí mismo, todavía algo fastidiado de que Roll se dirigiera a sí mismo. Se colocó dentro de su cápsula (pues una cama normal no le proveería de recarga nocturna) frustrado de no poder dormir. Aún podía ver los rostros de las dos niñas humanas riéndose de él, al ver que sus mejillas se ponían todavía más rojas. – "Diablos, ¿acaso algunas de estas características eran necesarias?" – Aunque X jamás hablaría mal del Dr. Light, no pudo evitar preguntarse si le dio ese sistema de calefacción facial solo para que todos lo vieran sonrojarse.

- "Como un tomate bien maduro." – le había escuchado decir a Roll una vez. No era que ella tratase mal a X, pero siempre que tenía la oportunidad, su "hermana" siempre señalaba su estatus como "bebé" de la "familia" a quien estuviera cerca. Y casi siempre, el reploide azul se sentía acalorado y avergonzado.

Aun así, pese a sus sentimientos sobre ser el "menor" de la familia (que no lo era), X de pronto sintió que otro recuerdo le venía a la mente en aquel momento. Y honestamente, incluso ahora, no sabía qué hacer con él.

Unos meses atrás, en el momento que la puerta se abrió, el reploide azul entró a toda prisa en el estudio, examinando con sus ojos verdes todo lo que había a su alrededor. Desde que el consejo dio luz verde y se aprobó la producción de reploides en masa, X finalmente podría salir del laboratorio de Fujiwara. ¡No podía estar más feliz! Había tantos lugares a los que quería ir, aunque ya que no conocía casi nada de la ciudad afuera, solo se le permitía ir a poca distancia de la residencia del Dr. Cain. Aunque no estaba tan lejos del laboratorio, X estaba feliz con eso. ¡Cualquier lugar que no fuese su cuarto en aquel laboratorio sería bienvenido!

X descubrió que, pese a que el exterior del hogar del Dr. Cain se veía relativamente más pequeño a comparación de las otras casas que lo rodeaban, el hombre tenía mucho más que ofrecerle en ese lugar. Si bien algunos elementos retenían la apariencia más "futurista" de la época actual (X todavía tenía que asimilar que tenía décadas, no, un siglo completo de edad), el interior amoblado del lugar de Cain parecía estar atrapado en el pasado. Seguía habiendo tecnología moderna, pero en lugar de formas cúbicas lisas que sirvieran como estantes y mesas, había muebles de madera tallada de manera tradicional, y sillones acojinados con tela de diseño floral. Aparte, había un viejo reloj del abuelo haciendo tictac, cuyo péndulo oscilaba de un lado al otro en su interior, y varias pinturas de culturas antiguas casi perdidas en el tiempo.

Pero en el momento en que el anciano humano abrió la puerta para él, X vio que la espera y todas las pruebas valieron la pena. Adentro había una habitación que contenía un montón de cosas que databan de siglos, no, incluso millones de años antes de su tiempo. Un enorme escritorio con una taza de café repleta de bolígrafos a medio llenar de tinta descansaba frente a un librero aún más grande. X escaneó los títulos y vio toda clase de cosas, desde Mesopotamia hasta algo llamado "El ascenso de la robótica". Casi cada período de la historia estaba presente para que X pudiese elegirlo, aunque eso no era todo lo que el estudio tenía para mostrarle. Sobre las paredes había muestras de plantas fosilizadas y ejemplos pequeños de vida marina e insectos (aunque los insectos eran vastamente más significativos que sus descendientes del tiempo presente), y a un lado del escritorio había un globo terráqueo clásico pintado de azul y verde.

- ¿Así que estás interesado? – preguntó Cain, habiendo entrado también al estudio.

- ¡Es maravilloso! – respondió X asombrado, caminando de inmediato hacia los fósiles que estaban en exhibición. – ¿Usted encontró estos?

- No, de hecho esos son réplicas de fósiles reales. – X sintió cómo el hombre le posaba la mano sobre el hombro. – Aunque algunos de mis hallazgos fueron llevados a preservación. – Guio a X hacia el escritorio y tomó lo que parecía ser una huella antigua de una flor sobre una roca. – Esta la encontré en Argentina. Hasta que la descubrí por accidente, se creía que esta especie nunca había existido. Y aun así está conectada con varias otras plantas antiguas que se encontraron en el mismo sitio de excavación.

Cain entonces procedió a contarle al reploide más y más sobre sus años de búsqueda y estudio no sólo de flora extinta, sino de historia y cultura del mundo. Y aunque la IA de X ya conocía la información contenida en estos libros, el poder ver y sentir la enorme colección de páginas le hizo experimentar una sensación de satisfacción que no podía describir. Tal vez estaba pensando demasiado en ello, pero no le importaba. ¡Simplemente le alegraba salir al fin de aquel cuarto y de aquel laboratorio!

Pero en ese instante, se detuvo al acordarse de algo más. – Espere, ¿en dónde está el otro reploide?

- ¿Hm? Oh, ¿hablas de Sigma? – preguntó Cain mirando a X, que asintió. – Creo que todavía sigue con Fujiwara. El consejo todavía desea hablar con ambos.

- ¿Incluso ahora? ¿Qué más queda por decir? – preguntó X. – Si ya hemos sido aprobados, seguramente significa que nos ven de manera segura, ¿correcto?

Cain guardó silencio por un momento. – Las viejas creencias están siendo desafiadas, muchacho. Tanto aquellas de cuando los robots fueron introducidos por primera vez, y cuando fueron revertidos a poco más que simples drones con la programación más básica. – le explicó. – Y aquellos que están en la cima quieren asegurarse de que esta vez nada salga mal.

- Pero ¿por qué necesitarían a Sigma para probar eso? – le preguntó el reploide azul a Cain. No era como que se sintiera insultado, pero no pudo evitar preguntarse por qué no lo eligieron para hablar con el consejo. Cierto que eso finalmente le daba la oportunidad de salir del laboratorio de Fujiwara luego de todo este tiempo, pero todavía lo dejaba con la duda.

- Porque, X, éste es un asunto de control para ellos. – explicó el paleobotánico. – Sigue habiendo esa mentalidad que los seres mecánicos deben vivir para servirnos a nosotros. Y de muchas maneras, los hemos utilizado así. Ya sea que esté bien o no, esto es parte de la vida diaria para nosotros, y no cambiará en un futuro cercano. Pero ahora, las cosas han cambiado. Una máquina como tú existe, y siendo así, el trabajo de Light ha vuelto a entrar en el mundo. E igual que lo hizo cuando estaba vivo, Light puede hacer que todos vean a los robots y a la vida mecánica misma de una manera totalmente diferente.

- Una manera totalmente diferente. – murmuró X. El significado de esas palabras guardaba tantas posibilidades como tal vez los gigabytes de datos en sus sistemas, pero el futuro no parecía estar de humor para esperar.

- "Una manera nueva que, de una forma u otra, todos puedan entender- Aunque puede que haya algunos que quieran que dicha manera sea bajo su control." – recordó que Cain le había dicho. El robot recordó la sensación de piel humana cálida sobre su exterior acorazado y azul. – "Pero con Sigma, a quien ellos construyeron personalmente, tal vez te reconozcan a ti y a los otros que están por venir por lo que realmente son."

- Lo que realmente somos… – murmuró X en voz alta, sintiendo una oleada de somnolencia comenzando a caerle encima. – Me pregunto si… – Su lengua empezó a fallarle en formar palabras, ya que estaba dejándose caer en el sueño. Con todo, la parte de su conciencia que seguía activa continuaba preguntándose si esta "nueva manera" llevaría a una era de iluminación o de desastre.

O tal vez, por algún bizarro giro del destino, a ambas cosas.


16 de julio, 21XX…

Aunque ya fuese el año 21XX, había lugares que todavía preservaban y mantenían las costumbres de tiempos antiguos. El país de Mongolia era uno de dichos lugares. Cuando X llegó con el Dr. Cain a la provincia de Bayan-Ulgii, se quedó casi en shock ante lo que vieron sus ojos; tierra salvaje que no había sido tocada por el mundo moderno, fértil y floreciente con lagos azules y profundos, y gente que todavía participaba en las actividades de sus ancestros. De lo que Cain le había contado, estos humanos se hacían llamar los "Kazakhs," la minoría étnica más grande de todo el país, y Fayan-Ulgii era donde se localizaban muchos miembros de la tribu. A pesar de la era actual, los Kazakhs seguían siendo un pueblo muy en sintonía con las costumbres de sus ancestros, viviendo como viajeros semi-nómadas. Y cuando viero los otros reploides, no supieron qué pensar de ellos.

Mientras el equipo de excavaciones de Cain establecía su campamento, X vio a una niña pequeña aproximársele desde atrás, vestida con un chal y sombrero de piel que se veían muy calientes, y su cabello oscuro estaba trenzado en un par de coletas largas.

- Oh, hey. – la saludó X, arrodillándose para ponerse a su nivel. – ¿Cómo estás?

- ¿Es verdad? – le preguntó, aunque su lengua era antigua y no tan prevalente como otras en esta parte del mundo. Afortunadamente, X la entendió perfectamente (otra ventaja de tener una supercomputadora por cerebro, pensaba él). – ¿Es verdad que tu piel está hecha de acero?

- De una aleación de titanio, en realidad. – le respondió el reploide azul. Sintió cómo ella le ponía la mano en el brazo, y sus pequeños dedos se deslizaban por el metal liso. – Entonces… ¿te gusta? – le preguntó, sin saber exactamente qué debía decirle. Tenía que regresar con Cain, pero esta niña no parecía intenciones de soltarlo hasta terminar de "examinarlo". – Um… bueno, es un placer hablar contigo, eh…

- Zubaira. – dijo la niña sin dudar. – ¿Y tú eres?

- X.

- ¿Eso es todo? ¿Tu nombre es una letra? Eso es raro.

Aunque acababa apenas de conocer a esta niña humana, X pensaba que le recordaba mucho a cierta niña japonesa allá en Arcadia. – "¿Así son todos los niños en esta época? Dios, nada más tengo que escucharme, quejándome como si fuera un viejo."

Luego, el pensamiento de su hermana como una anciana le vino a la mente, igual que el hecho de que, por la lógica de ella, si ella fuese la hermana mayor (que no lo era), entonces ELLA le ganaba por quién sabría cuántos años. Y también se acordó del sorprendentemente fuerte agarre que tenía cuando tiró de su audio receptor, y la presión que aplicó a los componentes sensibles adentro.

- "Sí, tal vez no." – pensó X. Quienquiera que fuese el mayor técnicamente, Roll aclaraba quién dominaba cuando era necesario. Al menos, acorde con ella.

- ¿Eso es un sombrero? – preguntó la niña tribal, señalando a la cabeza de X.

- ¿Huh? Oh no, es un casco. – explicó el reploide azul.

- ¿Es caliente? – cuestionó Zubaira.

- Bueno, supongo que sí. – respondió X. Honestamente, no registraba nada debajo de su casco. Simplemente estaba presnte en él; no se había puesto a pensar si era muy caliente o frío.

- ¿Tienes cabello ahí debajo?

- ¿Cabello? – X pensó por un momento. – Yo… en realidad no lo sé. – Ahora que lo pensaba, no recordaba ningún momento en que no tuviera puesto su casco, ocultándole la frente y el resto de su cabeza de la vista. – Bueno, de nuevo, fue un gusto hablar contigo, pero tengo que… – De repente, un par de manos comenzaron a tratar de sacarle el casco al reploide. – ¡H-Hey! ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

- Si tienes cabello debe estar allí abajo, ¿verdad? – preguntó Zubaira. – Entonces vamos a verlo.

X sujetó con las manos esa particular parte de su armadura, evitando que la niña se lo quitara. No llegaba a ninguna parte, pues su casco estaba firmemente asegurado en su cabeza. Claro que eso no significaba que le pareciera bien que se lo quitaran.

- H-Hey, ¿quieres dejar de hacer eso?

- ¿Por qué? No es como que estés calvo allí abajo. – dijo Zubaira, antes de hacer una pausa por un momento. – ¿O sí lo eres?

¿Calvo? Aunque X no estaba totalmente seguro de si tendría cabello o no, el pensamiento de no tenerlo no le sentaba bien en absoluto. Y si estaba realmente calvo allí abajo, entonces lo último que querría sería que alguien lo viera. ¡Especialmente esta niña!

Pero ninguno de los dos pudo ir más lejos, ya que en ese momento un grito agudo y penetrante hizo eco por toda el área.

X y Zubaira inmediatamente identificaron el sonido como una combinación de miedo y dolor. Un fuerte impacto se escuchó poco después, el cual hizo que X saliera corriendo hacia la fuente de la conmoción.

- ¡Quédate aquí! – le ordenó a la niña antes de salir corriendo hacia la escena, y se quedó estupefacto de ver lo que pasaba.

Había una mujer tirada en el suelo, sujetándose el estómago y gruñendo. Estaba temblando y tenía una herida en la rodilla, pero al parecer la verdadera razón de su dolor provenía de su abdomen. Otros excavadores y nativos estaban huyendo de terror de lo que parecía ser, para gran shock de parte de X, otro reploide similar a él. La presencia de un reploide no fue lo que dejó a X conmocionado, ya que para probar su confiabilidad el Dr. Cain se había llevado algunos, incluyéndolo a él, a Bayan-Ulgii para asistirlo con la excavación. Pero dado que los nativos seguían viviendo un estilo de vida que una vez se creyó perdido en el tiempo y que podrían no estar en sintonía con la tecnología, su presencia aquí era muy significativa. Pero ahora, la imagen de confiabilidad se había hecho añicos, con lo que el reploide estaba haciéndole a su valioso equipo y recursos.

El reploide tenía una apariencia muy humana similar a la de X, pero usaba una armadura amarilla y negra, y su casco era más parecido al de un trabajador de la construcción. Y fue en dicho casco donde X se dio cuenta que algo lo había perforado, ya que tenía unas enormes grietas en la superficie.

- ¡Delta! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! – gritó otro reploide similar, corriendo a tratar de detener a su colega trabajador. Desafortunadamente, esto fue inútil, ya que Delta le dio un puñetazo en toda la cara al otro reploide, enviándolo a volar de espaldas.

- ¡Hey! ¡Ya basta! – gritó X, corriendo hacia Delta para agarrarlo por los hombros. – Delta, ¿qué está sucediendo?

Y entonces, el reploide lo miró directamente a los ojos. Los receptores ópticos del otro androide replicado estaban llenos de terror, y alguna clase de locura.

- ¿Delta? – El androide azul sintió algo en las profundidades de su núcleo. Una parte profunda, casi instintiva, de él que ni siquiera conocía comenzó a gritarle peligro. Una gran y terrible amenaza de alguna manera se había introducido en este reploide.

Y no sabía por qué, pero dos palabras vinieron a su mente de inmediato, como si supiera lo que era este terrorífico escalofrío que aprisionaba su alma. Energía Maligna…

Delta comenzó entonces a sufrir espasmos, sus dedos temblándole sin control y retorciendo su cabeza hacia todos lados. – B-Bichos… – dijo a través de sus dientes apretados. – Bichos…

X alzó una ceja. – ¿Bichos?

- Bichos… bichos en el cerebro… – dijo Delta tartamudeando. – En mi cabeza… puedo sentirlos. Están arrastrándose dentro de mí por todos lados… je, jejeje…

El reploide comenzó a reírse, aunque si era por miedo o porque encontraba esto hilarante, X no estaba seguro. Tal vez fuesen ambas cosas.

- Puedo sentirlos. Y… – Delta comenzó a ponerse violento de nuevo, alejándose de X y lanzando al reploide azul al suelo. – ¡Y me lastiman! ¡Me duele! – Cayó de rodillas, agarrándose desesperadamente con los dedos a su casco de construcción. – ¡Tengo que sacármelos! ¡Tengo que sacármelos!

En ese momento cogió un pequeño taladro, encendiéndolo y apuntándoselo a su propia cabeza.

- ¡DELTA! ¡DETENTE! – Otro reploide de trabajo, similar en apariencia a Delta, se aproximó corriendo a tratar de calmar a su colega excavador.

Desafortunadamente, la recompensa de dicho reploide fue recibir un taladro directo al torso, que Delta empujó con toda su fuerza mientras comenzaba a destrozar cables y circuitos sensibles. El reploide gritó de dolor, mientras el taladro destrozaba sus mecanismos internos hasta atravesarlo y salir por su espalda. Delta en esencia había apuñalado a muerte a su colega, y parecía no tener intenciones de detenerse. Otro trabajador agarró a Delta por detrás y lo jaló, forzándolo a soltar el taladro y subsecuentemente al otro reploide que había atravesado con la herramienta. Los esfuerzos del otro trabajador fueron respondidos por Delta dándose la vuelta y empezando a golpearlo contra el suelo, sus puños masacrando sin piedad y continuamente el cuerpo del otro reploide hasta que el metal comenzó a ceder ante la fuerza de sus golpes.

X se puso de pie de nuevo, y pronto se encontró a un hombre anciano de barba junto a él. Era el Dr. Cain.

- X, ¿te encuentras bien? – preguntó. – ¿Qué está sucediendo aquí?

Cain y su equipo excavador estaban delimitando el perímetro, cuando escucharon a una mujer gritando desde afuera. Algunos de los reploides se ofrecieron de voluntarios para ir a ver, pero cuando no regresaron, Cain decidió ir a verificar por sí mismo lo que pasaba,

- ¡No tengo idea! – le dijo X a Cain. – ¡Delta simplemente empezó a actuar como loco!

Más humanos salieron de la tienda principal, atraídos por la conmoción. Ninguno de ellos entendía del todo lo que pasaba, pero cuando el reploide enloquecido se giró para verlos, un miedo profundo y primal se apoderó de sus sentidos. Algunos se congelaron, otros trataron de salir corriendo, tanto excavadores como los nativos que se habían reunido a ver la escena.

Desafortunadamente, este repentino movimiento, como de una gacela que escapaba al atraer la atención de un león, hizo que Delta se enfocara en los humanos que escapaban. Sus ojos salvajes se fijaron primero en el Dr. Cain, e inmediatamente se lanzó hacia él. X agarró al humano y saltó con él fuera de su camino, haciendo que Delta los fallara a ambos. Por desgracia, esto solo hizo que alguien más tomara el lugar de Cain como el objetivo del reploide, y prueba de eso fue que se oyó un grito chillón muy cerca.

Delta había agarrado a Zubaira por la pierna, y la niña había empezado a patearlo salvajemente tratando de escapar.

- ¡Tú! – gritó el reploide. – Tú… ¡tienes un cerebro sin bichos! ¡Dámelo! ¡Dámelo ahora mismo! – La agarró por una de sus largas trenzas, arrastrando por la fuerza a la niña más cerca de sí mismo.

- ¡N-No! – gritó la niña de la tribu, todavía tratando de patear al ser mecánico. – ¡Suéltame!

- ¡DETENTE!

Delta se giró y vio a X de pie enfrente de Cain defensivamente. Al instante, el semblante del reploide cambió por completo. Antes salvaje pero aterrado, sus ojos se tornaron furiosos y llenos de odio, como si la sola presencia de X lo llenara de una insaciable sed de sangre. Esta distracción temporal sirvió para que los demás trabajadores le hicieran montón a Delta cuando se lanzó a la carga, tomando la oportunidad para tratar de derribarlo mientras había oportunidad. Para su gran shock, sin embargo, Delta siguió peleando con toda su fuerza contra ellos, tratando de llegar hacia X. Rápidamente salió de debajo de quienes lo restringían y saltó hacia adelante, tirando a X al suelo.

- Tú… – tartamudeó Delta. – Tú puedes… destruir… – Cogió entonces otro taladro. – Tú puedes… destruirnos. A mí. – El taladro empezó a chirriar mientras giraba salvajemente. – Destruir… destruir… – Alzó el taladro sobre su cabeza, listo para hundirlo en el pecho de X. – ¡TE DESTRUIRÉ PRIMERO!

Delta trató de empujarle el taladro, y X apenas logró atraparlo. El otro reploide continuaba aplicando fuerza y todo su peso sobre él, acercando más y más el taladro hacia la cavidad torácica de X, donde descansaba su núcleo. Cain salió corriendo tratando de detener a Delta, aunque fuese solo para ganarle algo de tiempo a X. La visión del hombre mayor atrajo la concentración de Delta, que se deshizo de él con un rápido puñetazo al estómago. El Dr. Cain voló de espaldas y cayó al suelo, tosiendo y jadeando de dolor.

Al ver que el humano ya no sería más un problema, Delta volvió a enfocarse en su objetivo original. X tomó la oportunidad y se rodó hacia un lado, mientras Delta continuaba tratando de apuñalarlo con el taladro. Tras varios intentos fallidos pero cercanos, a X se le acabó la suerte cuando el taladro perforó ligeramente su placa pectoral derecha. El reploide azul hizo un esfuerzo por no gritar, pero Delta vio que tenía una oportunidad y comenzó a tratar de seguir taladrando hasta llegar al centro de X, donde varios cables y alambres se enredaban o se cortaban en dos.

Esto no era igual que cuando Fujiwara lo obligó a pelear contra ese mecaniloide. No, X sabía que esto era totalmente diferente. Era un asunto de vida o muerte. La realización golpeó como un choque a todos sus sistemas, pero no tenía más opción que aceptarla. Solo uno de los dos podía salir con vida de eso.

Y X sabía perfectamente quién tendría que ser.

Delta no tuvo ni un segundo para reaccionar antes de encontrarse mirando hacia el barril de un cañón Buster, siendo cegado por una luz muy caliente antes de sentir que su casco y, subsecuentemente, toda su cámara cerebral fuese consumida por una repentina pero poderosa explosión de calor. Pero fue solo por un breve segundo, pues el disparo del X-Buster acababa de atravesarle toda la cabeza a Delta.

El reploide pronto cayó al suelo. X se puso de pie y miró cómo el trabajador al que acababa de dispararle se convulsionaba ligeramente. Tras algunos espasmos pequeños, se quedó tieso, inmóvil, y esencialmente muerto.

X tuvo que forzar sus ojos verdes a no mirar esa imagen, volteando a ver al Dr. Cain en busca de algún consuelo. Pero desgraciadamente, encontró que el anciano humano estaba igual de imposibilitado que él de explicar lo que acababa de suceder. Los humanos, el equipo de Cain, y los nativos, todos simplemente se quedaron parados allí, sin que ninguno se acercara o se alejara. Todos estaban congelados, en un estado de sorpresa y comprensión terrible.

Esta historia continuará

Chapter 11: Control de daños

Chapter Text

20 de noviembre, 21XX…

En julio, el incidente fue reportado al consejo, y X lo recordaba muy bien, pero nada sucedió después. Aparentemente, por lo que le dijeron al reploide azul, debido a que el incidente tuvo lugar en un área aislada y los testigos eran mayormente personas que la sociedad moderna consideraba "nativos tontos lejos de la civilización", todo se mantuvo oculto del público. Cain protestó fuertemente por esta decisión, pero sus protestas cayeron en oídos sordos. Los reploides, pese al corto período entre que iniciara la producción, y el 16 de julio, se habían arraigado demasiado en la sociedad arcadiana. Más aún, habían invertido demasiado tiempo, recursos, y lo más importante, dinero en esta nueva especie de robots avanzados.

Según los oficiales arcadianos, la producción continuaría, y se haría de cuenta que lo que pasó el 16 de julio nunca ocurrió.

El Dr. Fujiwara examinó a Delta el día después que X tuvo que "decomisionarlo", y descubrió que sus sistemas habían sido corrompidos y "devorados" en su CPU por lo que había visto. Irónicamente, por lo que mostraban los escaneos, parecía en efecto como si un enjambre de bichos le hubiese carcomido el "cerebro". Así lo vieron el 17 de julio, en la ciudad blanca de Arcadia…

- ¿Qué es todo esto? – preguntó X, señalando las porciones corrompidas de la cavidad cerebral del reploide.

Fujiwara se tomó un momento para ajustarse las gafas. – La única explicación que relativamente encaja en esta situación es que los sistemas del reploide estaban infectados por un virus mortal.

- ¿Un virus? – Cain entrecerró los ojos para ver mejor los escaneos en la pantalla de la computadora. – Pero ¿los reploides no tienen instaladas las medidas de protección más avanzadas? – cuestionó.

- A no ser que éste haya sido desarrollado muy recientemente. – respondió Fujiwara. – La única pregunta es ¿de dónde vino? – Agrandó uno de los escaneos, tomando nota de las porciones infectadas de la CPU. – El programador que hizo esto la pasará muy, MUY mal en la corte.

X miró el cuerpo sin vida de Delta, y el enorme agujero en su cabeza hizo que el reploide azul se mordiera el labio con fuerza. De pronto decidió hablar. – Discúlpenme, ¿pero no podríamos simplemente mejorar nuestras medidas de seguridad? Después de todo, tal vez esto sólo sea un virus que no ha sido visto antes, así que todo lo que tenemos que hacer es averiguar cómo contrarrestar el programa.

Fujiwara suspiró, y antes que X pudiera preguntar lo que sucedía, Cain lo tomó por el hombro y lo arrastró a poca distancia de la computadora. – Dadas las circunstancias, se ha tomado la decisión de que Delta no sea reparado.

- ¡¿Qué?! – proclamó X, a pesar del hecho de que Cain lo había traído para discutir las cosas en privado. – ¿Pero por qué? Si recreamos los sistemas de Roll, ¿por qué no podemos hacer lo mismo en este caso? Después de todo, no es como que tengan que desecharnos como una computadora. ¡Solo tenemos que reemplazar los sistemas!

Se sentía muy raro hacer la comparación entre una máquina sin sentimientos y él mismo. Pero de nuevo, él mismo también era una máquina.

- Quienes están a cargo de la producción recibieron órdenes del consejo en persona. Hasta que se haya aprehendido al responsable por crear este virus, nadie está dispuesto a tomar riesgos. – explicó el humano mayor. – Lo lamento, X, pero no hay nada que ninguno de nosotros pueda hacer.

Fue entonces que X se dio cuenta que tal vez su comparación anterior cargaba más peso de lo que pensaba inicialmente.

Desde aquel día, las cosas habían resultado bien. Sin embargo, el 18 de octubre, ocurrió otro incidente, excepto que esta vez ocurrió dentro de los límites de la ciudad. No hubo humanos heridos, pero unos cuantos reploides sufrieron daños críticos antes que su colega trabajador fuese detenido luego de iniciar el alboroto. Esta vez, fue preservado y por suerte pudo ser reparado, pero al descubrirse que estaba infectado no hubo más alternativa que desactivarlo. El reploide fue llevado para ser estudiado y ver los efectos de este destructivo virus de computadora, y hasta hacía unos días, todo parecía haber vuelto a la normalidad.

Pero entonces, el 15 de noviembre volvió a suceder. Y esta vez, no hubo manera de encubrirlo.

Tres personas que trabajaban en una de las fábricas que producían reploides se dieron cuenta que casi una docena de ellos, recién salidos de la línea, de alguna manera habían sido infectados con el virus. No hubo bajas fatales, pero tres humanos salieron heridos, uno de los cuales seguía en el hospital por un brazo roto. Aunque X no podría haber estado seguro, escuchó rumores de que el hueso húmero del hombre había sido prácticamente reducido a astillas. Así que aquí estaba el reploide azul, de nuevo parado frente al consejo, junto con el Dr. Cain y Fujiwara. Sigma también estaba presente en la plataforma central de la cámara, mientras que Roll estaba situada entre la audiencia. Le llevó algunos momentos, pero X eventualmente logró ver a la reploide rubia. Ella le sonrió y le saludó con la mano, mientras movía la boca tratando de decirle "Buena suerte".

- "Sí." – pensó X. – "Buena suerte para todos nosotros."

- Entonces, en este momento, ha habido dos incidentes de reploides infectados con este virus y exhibiendo… irregularidades en su programación. – dijo el hombre mayor de toga verde. – Y en este momento, el programador responsable por crear el virus no ha sido identificado, ¿correcto?

- Eso es correcto, sí. – respondió el Dr. Fujiwara. – Pero de lo que hemos podido observar, si se pueden detectar rastros del virus de manera temprana, se podrán evitar más incidentes. Y si tenemos más tiempo, podríamos desarrollar medidas de seguridad más fuertes en el modelo estándar de la cavidad cerebral de los reploides, ¡así el virus quedará obsoleto!

- ¿Y cuánto tiempo más llevará eso? – dijo el hombre de toga roja. – ¿Y cuántas más vidas habrá que poner en riesgo?

- No ha habido víctimas fatales registradas. – declaró Fujiwara.

- Todavía. – espetó el humano mayor, haciendo que el japonés suspirase.

- ¿Y acaso están sugiriendo que detengamos la producción de reploides por completo? Si me lo permite, su señoría, dudo que eso vaya a suceder en este punto.

El rostro del anciano se tornó casi tan rojo como su atuendo, sabiendo bien que el científico tenía razón. Si esto hubiese ocurrido durante las primeras semanas, ordenar un simple cese no sería problema. Pero ahora han pasado meses desde que los primeros Réplicas Androides salieron de la línea, y Arcadia se ha vuelto dependiente de ellos, tanto por conveniencia como por beneficio. Hay demasiado invertido para echarnos atrás ahora.

- Entonces ¿asumo que ustedes tienen alguna sugerencia? – inquirió la mujer de toga azul. Un silencio se formó entre el japonés y los cinco oficiales. – ¿Y bien? Estamos esperando.

Fujiwara tragó saliva. – "Cain, más te vale que vengas con algo, o que el cielo nos ayude…" – Su señoría, si me lo permite. – señaló al otro humano junto con el experto en robótica. – Quisiera invitar a mi colega aquí para ofrecer una propuesta.

Los miembros del consejo debatieron silenciosamente entre ellos antes de tomar una decisión. El miembro cabecilla habló por todos. – Permiso concedido. Dr. Phillip Cain, por favor tome el estrado.

Con eso, el Dr. Cain se paró frente a los otros cinco humanos. – Su señoría, si puedo sugerirlo, dado que este es un virus, y por ende hecho por humanos, se puede resolver de manera muy sencilla. Y he consultado a Fujiwara y a sus estimados científicos que en efecto tal cosa es posible. Especialmente ahora que tenemos a aquellos con esos sistemas trabajando junto a nosotros. – Los miembros del consejo, y aquellos en la multitud, tanto humanos como reploides, pensaron en las palabras de paleobotánico. – Y más todavía, ¿quién mejor para combatir a un reploide renegado que otro reploide?

Cain comenzó a lamentar su elección de palabras al ver que el rostro del Gran Concejal tomaba un tinte de preocupación. – ¿Se refiere, y aunque está un poco anticuado el término, a un super robot de combate?

- Bueno, en cierto sentido, supongo que se podría llamar así. – admitió Cain. – Pero serían equipados con los mejores antivirus y medidas de seguridad que tengamos disponibles. Serían un equipo de élite, aptos para enfrentar cualquier riesgo. Una fuerza de combate de reploides, si lo desean.

Otro breve período de silencio llenó la cámara, y los miembros del consejo discutían entre ellos en voz baja. Luego, el Gran Concejal volvió a hablar. – ¿Y cómo podremos confiar que esta fuerza de combate, tal como usted la llama, sea capaz de luchar contra estos… reploides irregulares?

- De la misma manera en que confiamos con nuestros colegas humanos y reploides a nuestro alrededor. Y los reploides están especialmente conscientes de las Tres Leyes de la Robótica y cómo se siguen aplicando a día de hoy. Y también estoy seguro de que eson conscientes de que ellos y los humanos compartimos lo que, en este punto, es una relación simbiótica entre nosotros. Somos co-dependientes, y en este punto, se han convertido en nuestros hermanos en todo, excepto tener carne y sangre de manera literal.

- El patetismo solo puede llevarnos hasta cierto punto, Dr. Cain. – dijo el concejal de toga naranja.

- ¿Y acaso sugieren que simplemente detengamos el progreso que ya hemos logrado? Perdóneme por ser tan atrevido, pero como dijo el Dr. Fujiwara, dudo mucho que eso suceda.

Aunque no habló, el humano de toga roja mentalmente maldecía a Cain, sabiendo bien que tenía razón. El Gran Concejal se levantó desde su asiento. – Entonces, veremos que este proceso de desarrollo vaya como se planeó, ¿verdad? – Miró a sus colegas. – ¿Si mis colegas están de acuerdo con esa propuesta? – Todos parecieron estar de acuerdo, así que no había otra dirección a la cual ir. Tampoco era que estuvieran dispuestos a perder más de lo que podrían potencialmente ganar. – Bien entonces, ya que estamos de acuerdo, ¿cómo llamaremos a estos reploides? ¿A aquellos que lidiarán con estos… irregulares?

- ¿Irregulares? Eso es quedarse cortos. – dijo el hombre de toga roja. – Y digamos, hipotéticamente, que haya reploides que NO toman las Tres Leyes en consideración. En el escenario de que, si puedo decirlo, utilicen su supuesto libre albedrío para ir contra los humanos por su propia voluntad. En ese caso, ¿deberían considerarse culpables también?

- Ciertamente. – respondió Cain. – Si llegara a eso, defenderán a los humanos contra tales amenazas. Y buscarán a las amenazas potenciales para ponerles fin de raíz. Ya sean, tal como ustedes dijeron, un comportamiento irregular, o un reploide actuando por cuenta propia.

- ¿Irregular? ¡Ese término es demasiado ligero para utilizarlo! – resopló el concejal de rojo. – Más bien deberían llamarse Renegados o Terroristas. ¡Estos incidentes podrían llevar a que algunos reploides se hagan ideas de que tal vez no necesitan de nosotros! – Cruzó los brazos. – Crear un montón de radicales con malas intenciones es lo único que eso hará.

Nadie quería admitirlo abiertamente, pero varios humanos y reploides se miraron entre ellos. Todos se reconocieron entre sí al menos una vez, fuese solo una mirada fugaz, o mantener los ojos fijos durante varios segundos. Roll vio todo esto, y sus ojos se centraron en su hermano. Aunque no pudiera verle la cara, pudo adivinar que ambos habrían llegado a la misma conclusión.

Algo que nadie había anticipado había ocurrido, y a pesar de las restricciones iniciales que se habían impuesto, las reglas tendrían que alterarse para combatir este perturbador giro de acontecimientos.


10 de diciembre, 21XX…

- "Bien, tal parece que todas esas pruebas con tu Buster finalmente servirán de algo, después de todo." – pensaba X, mientras estaba de pie sobre una plataforma con varios cables conectados a su coraza de metal. Estos no atravesaban su armadura, pero estaban bien asegurados en él, para sujetarlo fácilmente.

Desde que se tomó la decisión de establecer a un escuadrón para combatir a cualquier reploide que mostrara signos de comportamiento, como lo había llamado el consejo, "Maverick", refiriéndose tanto a reploides infectados como a aquellos que violaban cualquiera de las tres leyes, X de nuevo fue puesto en manos del Dr. Fujiwara y los científicos asignados por el consejo. Actualmente, sus sistemas estaban siendo estudiados, especialmente el funcionamiento de su Buster. Sigma estaba situado en otra plataforma a poca distancia, también con cables conectados a su coraza exterior. El reploide más recientemente construido todavía tenía el aspecto de un humano masculino que había sido despojado de su piel, con músculos plateados de acero y teniendo solo su región facial "cubierta".

Una vez que se aprobó la "fuerza de combate" de Cain, el consejo ofreció a su "proyecto" la elección de ser o no parte de este equipo. Sigma aceptó, como si fuese lo más natural en el mundo, y lleno de confianza en su decisión. X se quedó impresionado de que mantuviera su compostura de ese modo. Aunque el reploide azul hizo lo mejor para ocultarlo, se sintió como un manojo de nervios cuando tuvo que enfrentarse a los cinco ancianos humanos de nuevo. Pero dado que Sigma fue creado bajo regulaciones más estrictas, no sabía cómo manejar un arma, más todavía de cómo cargar un Buster apropiadamente, X fue seleccionado para, esencialmente, "transferirle" todo su conocimiento al otro reploide.

El proceso se estaba alargando en comparación a cuando los rasgos esenciales de la CPU de X fueron cargados en la de Roll, y Fujiwara junto con los otros científicos estaban muy ocupados en supervisar el proceso de transferencia. Y dado que el Dr. Cain se había ido a casa hacía tiempo, y que Roll seguía en la casa del japonés, X descubrió que tal vez esta fuese una oportunidad de hablar con el otro reploide. Ahora el único problema era ¿dónde comenzar?

X se aclaró ligeramente la garganta, tratando de obtener la atención del androide más alto. Al no recibir una respuesta, volvió a hacerlo, solo para que Sigma aparentemente ignorase su existencia. A la tercera vez…

- No tienes pulmones donde algo se te pueda atascar. ¿Por qué haces eso?

X se sorprendió al escuchar esto, aunque se sintió algo avergonzado. – S-sí. Perdón, sé que fue algo estúpido. – le dijo. Sigma no respondió. – "Ok. ¿Ahora qué?" – Esto no iba a ser fácil. – Entonces, ¿qué has estado haciendo últimamente?

En realidad, X apenas podría contar con una mano las veces que había visto a Sigma, así que casi no sabía casi nada sobre el otro reploide. Por lo que Cain le había contado, Sigma había pasado una gran parte de su tiempo con el propio Cain y con los miembros del cosnejo. Aparentemente, estaban ansiosos por poner a prueba lo bien que se podría replicar la programación del Dr. Light, especialmente con algo que era "suyo".

- ¿El Dr. Cain ya te ha mostrado su estudio? Hay muchos libros y fósiles que ha encontrado allí.

Esto pareció atraer la atención de Sigma, aunque no de la manera que X esperaba. – No comprendo las elecciones tan bizarras de ese hombre.

X quería creer que su respuesta era solo que Sigma era alguien muy directo, aunque no pudo evitar notar un deje de diversión en la voz del otro reploide. Como si se estuviese burlando del Dr. Cain.

- ¿A qué te refieres? – preguntó X, necesitando una respuesta.

- Es un investigador de vida vegetal extinta, ¿verdad? – cuestionó Sigma. – Así que no conoce sobre robótica, ¿correcto? – X asintió, sin saber a dónde querría llegar con esto. – Entonces ¿por qué el consejo le permite participar en este proyecto, dejando de lado cuando te descubrió?

- Sí, es cierto que el Dr. Cain me encontró por accidente. – admitió X. – Pero también contribuyó a la investigación inicial cuando yo todavía era, bueno, el único reploide que existía. – Después de todo, Fujiwara había puesto a Cain a cargo de lo que llamaba "las cosas que no son tan simples de calcular y traducir en un programa".

- Pero ¿el campo de estudio de Cain no es completamente diferente de esto? – le preguntó Sigma a X. – Eso no responde al porqué está involucrado en absoluto. ¿Por qué tendría un humano que ha dedicado años de estudiar el pasado interés en el proceso de programar o construir robots?

X se quedó callado por un momento, inseguro de cómo responderle al otro reploide. – Supongo que, tal vez, se sintió algo responsable por mí.

- ¿Cómo así? No es que tú seas un niño. – dijo Sigma, estudiando al reploide azul que en este momento se encontraba "pasándole" varios gigabytes de datos. – De nuevo, en retrospectiva, tal vez debería sentirme agradecido. Si no fuera por ese sentimentalismo suyo, tal vez yo ni siquiera existiría.

Los orbes azules que servían como sus receptores ópticos observaron al pequeño grupo de humanos que los supervisaban. Todos llevaban batas de laboratorio, como si fuese una especie de regla implícita. De nuevo, el Dr. Cain nunca solía llevar una.

- Aunque ahora, estoy más confundido por tus decisiones.

- ¿Cuáles decisiones? – preguntó X. Hasta ahora, él había tomado muy pocas "decisiones" por su propia cuenta, aunque más porque no se las podía permitir. Pero ahora que su existencia era conocida y aprobada, cualquier decisión que tomara sería puramente suya.

Con todo, lo que dijo Sigma atrapó por sorpresa a X. – ¿Dr. Fujiwara? – dijo en voz alta el reploide más grande. – Quisiera hacerle una pregunta a mi colega, si me lo permiten.

Fujiwara y los otros científicos dejaron de tomar notas, mientras observaban el proceso de transferencia en curso, todos con los ojos fijos en Sigma. Los humanos se preguntaban si acababan de oír lo que creían haber oído.

Sin embargo, Sigma recibió su respuesta. – Puedes hacerlo. – le dijo el japonés al humanoide de metal, mientras él y los demás escuchaban atentamente lo que la máquina tenía que decir.

- Son tus datos los que están siendo transferidos hacia mí, tus técnicas de batalla y habilidades de combate, ¿verdad? – preguntó Sigma a X, que asintió en respuesta. – Así que reconoces que eres una máquina capaz de hacer estas cosas, ¿correcto? – De nuevo, X asintió. – Y yo estoy en el proceso de prepararme para convertirme en parte de un escuadrón para defender a los humanos contra aquellos de los nuestros que les puedan causar daño. ¿Estoy en lo correcto?

- Sí. – respondió X. – "¿A dónde quiere llegar con esto?"

- ¿Por qué no eres tú parte de él?

Toda la sala se vio cubierta por un grueso velo de silencio, sin que nadie dijera ni una palabra, tanto hombres como máquinas. Nadie estaba seguro de cómo procesar esa pregunta, ni siquiera el propio X. – Yo… no estoy seguro de entender la pregunta.

- Tiene todo el sentido del mundo. – argumentó Sigma. – Eres el primero de nosotros, el modelo base. Y por tanto, todo lo que estoy recibiendo lo sabré gracias a ti. Así que ¿por qué no deseas ser parte de este escuadrón de reploides especializados? – X no sabía cómo responderle. – ¿Y bien? ¿Por qué no lo haces?

Aunque probablemente no fuera su intención, X se sintió algo irritado de que Sigma lo pusiera en esa situación. Odiaba cuando los ojos de los humanos estaban fijos en él de esta manera. – Bueno, el consejo te eligió a ti para que fueras un miembro, ¿verdad?

- ¿Y tú piensas que, porque no fuiste seleccionado inicialmente, no serías aceptado? – cuestionó Sigma. – Porque cuando yo me ofrecí voluntariamente para ser parte de este equipo, NO seleccionado como tú dices, el consejo inicialmente creía que tú serías el primero en aceptar la oportunidad. – Miró al reploide azul de arriba abajo. – Supongo que ellos esperaban que estuvieras más abierto a presentar tus capacidades ante todos. – Se encogió de hombros. – De cualquier manera, no importa al final. La decisión es tuya.

Capacidades, ¿así lo llamaba? Los ojos verdes de X miraron su Buster, y los cables que estaban conectados a él. Sus ojos siguieron el trayecto a donde llevaban los cables, desde él hacia Sigma y a la computadora principal. Todo era parte de un sistema gigante y colectivo. Y aun así, los tres no podían ser más diferentes entre sí.


15 de diciembre, 21XX, residencia de  Fujiwara…

- Entonces, ¿tú NO quieres ser parte de este equipo? – preguntó Roll, mientras tenía mucho cuidado al cortar la carne cruda que tenía en su posesión.

Dado que el Dr. Fujiwara había invitado a los científicos del consejo a su hogar aquella noche, eso significaba que Roll tenía mucha comida que preparar para la cena. Así, decidió que una gran olla de estofado de vegetales y carne picada sería perfecta, así todos podrían servirse.

- "Tengo que verificar si tenemos algo de ponzu o goma-tare. Tal vez debería conseguir ambos, ya que no sé qué salsa les guste más. Y algunos de los científicos son veganos, así que probablemente tenga que hacer uno separado con tofú en vez de carne."

En ese momento miró a su hermano, dándose cuenta que se había olvidado por completo de él. –Oh, lo siento, X. ¿Decías que no quieres ser parte de este… grupo? ¿Cómo lo llamaban?

- Hunters. – le dijo X. – Maverick Hunters.

- ¿Hunters? – dijo Roll. – ¿Nada de Fuerzas de Defensa o Escuadrón Preventivo?

- Creo que es para dejar muy claro que tales comportamientos no van a ser tolerados. – teorizó X en voz alta. Miró la olla hirviendo cerca de él, notando que estaba empezando a echar espuma por arriba. – El Dr. Light no me construyó con habilidades culinarias en mente, pero no creo que el agua deba burbujear tan alto.

- ¿Hm? ¡Ah, diablos! – Roll dejó de lado la lechuga que estaba picando e inmediatamente le bajó al calor, mirando con sus ojos verde-azulados el trozo de quelpo que hervía en el agua. – *Fiu*, todavía sirve. – Volteó a mirar a X otra vez. – No le digas ni una palabra a Chiyo o a Fumiko de lo que acabas de oír.

- Mis labios están sellados. – respondió X, que continuó observando a Roll mientras picaba los ingredientes, hasta que se detuvo y lo miró.

- Hey, y ya que estás aquí – Roll se arrodilló y cogió otra tabla de cortar del espacio de abajo, luego abrió otra gaveta para sacar otro cuchillo de tamaño considerable – ¿quieres ayudarme a preparar todo esto? – Le sonrió. – Seguro que puedes poner tus habilidades y precisión a buen uso.

Viendo que no habría otra alternativa (sabía que se quedaría atrapado ayudándola, aunque se negara), el reploide azul cogió la zanahoria que ella le entregó y empezó a picarla.

- ¿Y bien? – comenzó a decir Roll. Aunque había "reclutado" a su hermano para ayudarla, también se sentía agradecida de tener a alguien con quien hablar. Ya que ni Fujiwara ni Chiyo estaban en casa (la niña había ido a quedarse la noche en casa de Fumiko), X era la única compañía que tenía. – ¿Por qué no quieres?

- ¿No quiero qué? – preguntó X mientras picaba. Sin embargo, aunque cortar vegetables no le tomaba ningún esfuerzo, eso no hacía que la tarea fuese más rápida.

- Ya sabes de lo que hablo. – le dijo Roll. – Podrías tal vez convencer a Cain de que no pasa nada malo, pero a mí no. Eso es otra cosa que tú y Rock tienen en común: ambos son terribles mentirosos. – X sintió que sus mejillas se calentaban. ¿Así de obvio? – Este nuevo equipo, estos Maverick Hunters, ¿por qué no quieres ser parte de ellos?

X se quedó callado por un momento. – ¿Debería querer serlo?

- Bueno, no, no es que TENGAS que hacerlo. – replicó Roll, ahora pasando a rebanar champiñones. – Pero bueno, supongo que solo pensé que querrías. Mega Man se enlistó en la WRA cuando todavía estaba activa, aunque fue quien hizo la mayor parte del esfuerzo cuando se trataba de lidiar con Wily. – Echó los champiñones en la olla. – ¡Oye, estás picando muy lento! ¡El caldo tiene que estar listo antes de ponerle la carne!

Antes que X pudiera protestar o decir nada en su defensa, su hermana agarró las zanahorias que todavía tenía que picar (junto con lo que sí había logrado picar) y comenzó a cortar a una velocidad que hizo que X tuviera que mirar de nuevo. Luego comenzó a cortar las zanahorias en trocitos en forma de flor, desechando lo que el cuchillo removió en la papelera que había puesto junto a ella.

- Pero de vuelta a lo que estaba diciendo – continuó Roll – ¿por qué no quieres ser parte de este grupo? ¡Encajarías perfectamente! En serio, ¡serías la mejor opción para él! ¡Podrías incluso ser el líder del equipo si quisieras!

X se encogió de hombros. – Creo que Sigma sería más apto para ese tipo de rol. Además, ¿a quién más tendría Cain para que le ayude, y que se asegure que lleva mudas de ropa extra cuando sale de expedición?

Roll suspiró y sacudió su cabeza. – El Dr. Light también era terrible con eso. Honestamente, él es… – Se detuvo por un momento. – Quiero decir, era mi padre, y lo quise mucho, pero a veces me pregunto si esas noches sin dormir le hacían que su cerebro funcionara más lento. ¡A veces tenía que recordarle que tenía que comer! – Volvió a suspirar. – Aunque, supongo que eso es lo que hace que los humanos sean, bueno, humanos. Perfectamente imperfectos.

- "Perfectamente imperfectos." – Esas palabras se quedaron pegadas a X, aunque no sabía del todo por qué.

- Dime, ¿cómo es Sigma, de todas maneras? – preguntó Roll. – No he tenido oportunidad de hablarle, mucho menos de verlo desde que el consejo aprobó que se construyeran más de nosotros.

- Él… supongo que está bien. – le dij su hermana, sin estar seguro de qué decir. – Él es… bueno, es…

- ¿Lógico? ¿Directo? – preguntó Roll. – ¿Mecánico, incluso?

X se quedó estupefacto. – ¿Cómo es que yo programé la mayor parte de lo que hay en tu cabeza, pero de alguna manera sabes lo que hay en la mía?

- Soy la hermana mayor. Es mi trabajo saberlo casi todo. – replicó Roll.

- "La menor." – gruñó X mentalmente.

- Es perfectamente natural que algunas máquinas atraviesen esa fase. – explicó Roll. – El Dr. Light dijo que un robot, o al menos los que él creó y diseñó, a veces necesitan ser expuestos al mundo exterior y a otros seres para que los componentes lógicos y emocionales puedan integrarse.

Por fin había terminado con los vegetales, haciéndolos hervir todos en la olla con el quelpo. Luego se dirigió al refrigerador y sacó un montón de diferentes tipos de carne, desde res hasta mariscos.

- Toma. – le entregó un trozo de carne de res al reploide azul. – No te preocupes de que te salga muy delgado, solo córtalo en rebanadas pequeñas. Yo me encargaré del resto.

Bien, él esperaba que se le diera mejor cortar la carne que los vegetales. X cogió el cuchillo y comenzó a cortar el trozo de filete de lomo rojo. – Entonces, ¿el comportamiento de Sigma es normal? – preguntó X, a lo que Roll asintió.

- A algunos les lleva más que a otros, Time Man es uno de los mejores ejemplos. – dijo ella, aunque no sonaba muy feliz de discutir al Robot Master. – Creación de Light o no, ¡ese robot sin duda podía ser un patán estirado a veces! Sin mencionar un gruñón total, ¡a veces hasta hacía que el ego de Elec Man pareciera poca cosa en comparación! – De pronto se detuvo y procedió a disculparse. – ¡Oh, disculpa! Me dejé llevar un poco.

Además, entre más seguían dando vueltas esos nombres en su mente, más sentía una agonía carcomiéndole el núcleo.

- Pero sí, es perfectamente normal. Y ya que los reploides tienen sistemas más… complejos en comparación a los robots… – Aunque eso fuese cierto, Roll todavía sentía que decir que los robots eran inferiores era innecesario, si no es que una total falta de respeto – … tal vez esto significa que conceptos como las emociones y la personalidad vendrían incluso más lentos.

- ¿Qué tan lentos? – cuestionó X.

- Eso depende. – respondió Roll. X le entregó lo que había cortado, y ella comenzó a picarlo en piezas más delgadas. – Después de todo, el desarrollo humano y el de los robots, bueno, más bien el de los reploides, tienen muchas cosas en común, pero también tienen muchas diferencias. – Se detuvo de nuevo, cortando con el cuchillo un trozo sencillo y delgado de filete. – De si es algo bueno o malo… no creo que haya una respuesta a esa pregunta. Especialmente ahora.

Esta historia continuará

Chapter 12: Los Maverick Hunters

Chapter Text

20 de diciembre, 21XX…

En apenas unos pocos meses, X se encontró experimentando un montón de cosas nuevas desde entonces. Ya que Arcadia era una ciudad-estado localizada en Japón, eventos como el 4 de Julio y Día de Acción de Gracias, Cain los celebraba en solitario. Sin embargo, con lo que había visto de los archivos de memoria de Roll, incluso las fiestas "extranjeras" como esas lo interesaban. Aunque resultase ser algo que no le importaba mucho, quería experimentarlas alguna vez. La celebración de Cain del día que su país natal decidió separarse del dominio de Gran Bretaña era fascinante, viendo que sólo él y Roll estaban presentes para celebrar con él.

Y aunque fuera un poco incómodo, por el hecho de que ningún reploide, menos ninguna forma de vida mecánica, podía consumir comida humana, Roll encontró la solución al producir algunas de los tornillos de colores que le había visto preparar hacía tiempo. Éstos no tenían un "sabor", pero masticarlos creaba una sensación muy placentera y explosiva en su boca. El Dr. Cain señaló que sonaba muy similar a un tipo de golosina llamada "Pop Rocks", y también comparó la energía líquida en el vaso de X a los refrescos gaseosos. De nuevo, no tenían sabor, y a pesar de los reploides principalmente funcionaban con cristales de energía creados artificialmente, todavía requerían de un número pequeño de fluidos esenciales para su funcionamiento.

- Sabes, si comes Pop Rocks y bebes soda al mismo tiempo, tu estómago explotará. – dijo el Dr. Cain, provocando que X escupiera el tragó que tomó de su Tanque-E. Cain, lejos de esperar que energía verde líquida saliera volando hacia su cara, se encontró tosiendo y escupiendo el fluido, casi incapaz de creer lo que acababa de pasar. Roll inmediatamente cubrió al hombre con una toalla. Por suerte, ella había mezclado las "bebidas" al punto de que no fueran letales para los humanos, pero eso no mejoraba el gusto, acorde con Cain. Pero habría un lado positivo, o eso dijo Cain. – No sé si comparar eso con la peor limonada de todos los tiempos, o el mejor tequila que jamás haya probado.

Ahora, X se había dado cuenta que estaba a punto de tener su primera Navidad. Cierto, aunque Japón tenía pocos miembros de la religión que la celebraba principalmente, la fiesta seguía siendo todo un evento. Mientras caminaba por las calles nevadas, el reploide azul veía numerosas figuras, tanto humanas como reploides, ateniendo sus asuntos en lo que probablemente fuese compras de Navidad. Decoraciones como luces callejeras enrolladas con oropel verde, y hombres de nieve falsos colocados fuera de varias tiendas llenas con personas listas para gastar sus zennys. Estaba algo concurrido y agitado, pero mientras él pudiera salir de su cuarto en el laboratorio, lo tomaría. De hecho, le hacía apreciar la quietud en el laboratorio de Fujiwara o el estudio de Cain. Roll estaba súper emocionada por las fiestas, especialmente al ver que sería la primera Navidad que tendría con su "hermano menor", aunque X se vio incapaz de abrazar el espíritu de la temporada del todo.

Aunque las cosas parecían haber vuelto a una normalidad relativa, lo que había pasado en los meses anteriores en relación a estos reploides volviéndose "Mavericks" hizo que las relaciones entre los androides replicados y sus creadores y compañeros humanos se tornaran algo tensas. Cierto, todavía caminaban mezclándose entre sí, y por lo que X había visto, su existencia y la de aquellos que surgieron a partir de él seguía siendo aceptada por el público. Aunque sólo eran rumores, Roll le había contado que los padres de Fumiko estaban considerando ordenar un reploide que pudiese hacerse cargo de las tareas domésticas. Y si era cierto, no serían los únicos. En los últimos meses, especialmente ahora en diciembre, los reploides clasificados como "personalizados" eran vistos de manera igual de prominente que aquellos que eran diseñados para mano de obra.

- Aparentemente, quieren una con diseño femenino. – le dijo Roll. – Y el Sr. Takenada quiere que sea, y cito, una muy linda, pero su mujer no quiere que sea demasiado linda.

- Y al decir "linda" claramente se refiere a otra cosa. – respondió X.

- Claramente. – respondió Roll, y luego negó con la cabeza. – Algunos humanos tienen gustos muy extraños.

Al principio, X pensaba que las relaciones entre humanos y robots podrían incluso ir en "esa" dirección, pero Roll rápidamente cambió el tema. Le dijo que hablarían más de eso cuando él fuese un poco más "mayor".

- "Si tengo más de un siglo de edad, ¡diablos!" – se quejó mentalmente. – "Y aunque yo FUERA más joven que ella, que NO lo soy, ¡tengo la misma IA que ella!" – Cruzó los brazos. – "Me trata como si tuviese cinco años eternamente en su mente."

De repente, una enorme y retumbante explosión casi lo sacó volando. Tanto humanos como reploides comenzaron a gritar y a correr del shock y terror buscando huir de la escena. X observó alrededor tratando de ver si encontraba algo, pero no tuvo que mirar muy lejos ya que un enorme vehículo con ruedas salió volando por encima de él hasta estrellarse contra los ventanales de una tienda cercana. Trozos de vidrio salieron volando por todos lados, y la gente intentó cubrirse a sí mismos o a sus seres queridos, mientras varios reploides buscaban protegerlos o evacuarlos fuera de allí. Tal vez fuese mera curiosidad, pero X se encontró atraído hacia lo que estaba sucediendo, y fue hacia la fuente de la destrucción en lugar de buscar alejarse.

- ¡Sí, así es! ¡Corran! ¡Corran, patéticos monos! – se reía a carcajadas una voz algo chillona, sonando como un payaso demente. Y al verlo, X descubrió que encajaba muy bien con esa etiqueta.

El reploide estaba compuesto mayormente de extremidades redondas, y claramente quien lo construyó había pensado en un diseño de payaso o bufón. Tenía hombros y articulaciones de color negro que conectaban su torso con sus piernas y un pecho violeta con botones amarillos brillantes, y un delineado que hacía que el metal tuviera aspecto como de un chaleco. Su cara era una superficie blanca y lisa con delineados rojos alrededor de su boca y ojos, y un orbe rojo servía como su nariz. Dos extensiones sobresalían de la parte superior de su cabeza, con el aspecto de un sombrero de bufón con campanas doradas en los extremos. Si X hubiese estado activo durante la época del Bombardero Azul, seguramente habría comparado al reploide con Clown Man. Pero a diferencia del Robot Master construido como una atracción para el parque de diversiones, este ser mecánico parecía regodearse por los sonidos de los gritos de pánico a su alrededor.

Luego, de pronto vio al reploide azul que lo estaba mirando. – ¿Y tú qué quieres? Espera un segundo… – Se sujetó la barbilla, registrando los detalles en la apariencia de X. – No le pertenecerás a uno de estos humanos estúpidos, ¿verdad?

- Uh, no. No pertenezco a nadie. – respondió X. Siendo honestos, aunque el tono del payaso sonaba genuinamente curioso, el reploide azul seguía aprehensivo a lo que acababa de ver. Dio un paso al frente. – ¡Pero no creo que eso importe, en comparación a lo que está pasando! ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

- ¿A ti qué te parece? – se burló el payaso. – ¡Le estoy dando a estas bolsas de carne una probadita de lo que pienso! ¡Ellos creen que soy un estúpido juguete hecho para su diversión! ¡Como si fuera una enorme broma para ellos! ¡Pero ahora, nadie se volverá a reír de mí! ¡Nunca, jamás!

X no estaba seguro si el payaso era consciente de la ironía de esa declaración, pero no tuvo tiempo de responder, pues alguien más se le adelantó.

- ¿En serio? ¡Porque estoy a punto de enseñarte lo estúpido que suenas ahora!

Una motocicleta Ride Chaser voló por encima de X y del reploide con aspecto de payaso, y el jinete se giró de lado para frenar hasta detenerse. Luego saltó fuera de su asiento y le apuntó con una pistola de plasma al reploide payaso. El recién llegado tenía armadura verde con secciones de azul pálido sirviendo de conexión entre ellas y las partes más exageradamente proporcionadas. Una gema roja, más prominente que la de X descansaba sobre su casco verde, y sus audio-receptores tenían unas pequeñas aletas que tocaban sus mejillas, junto con otras colocadas más arriba.

- Pierrot Unidad-021. – habló el reploide verde, con una voz que sonaba joven y masculina como la de X, pero este sujeto sonaba como si un evento como éste fuese solo un día ordinario para él. – Estás bajo arresto.

X observó la apariencia del otro reploide, particularmente el arma que portaba. – "Esperen… ¿podría ser que sea uno de ellos?" – Otra vez sus ojos se fijaron en el arma de fuego. – "¡¿Podría ser un Maverick Hunter?!"

El payaso, Pierrot, miró al reploide que le apuntaba con la pistola con confusión. – ¿Y quién diablos eres tú?

El reploide verde sonrió como si estuviese esperando una pregunta como esa. – Mi nombre es Firefly, y desde este momento – se preparó – ése será el último nombre que vas a escuchar si no obedeces.

- ¿Oh, de verdad? Si ese es el caso, y ya que sabes quién soy – de repente, la muñeca derecha de Pierrot se soltó, y su mano salió disparada de frente, conectada por una cadena extensible – ¡¿Qué tal si te doy un saludo especial?!

A poca distancia de allí, Sigma estaba de pie encima de un edificio cercano, observando a Firefly combatir contra la unidad Pierrot, pero aun así, X permanecía al margen de la situación.

- Entonces, ¿cuándo va a hacer algo este sujeto? – cuestionó una reploide femenina, mirando hacia abajo y observando al reploide verde enfrentarse al payaso.

- Paciencia. – le dijo Sigma. – Ya he visto de lo que es capaz. Pero no se les olvide, es de él de quien todos nosotros provenimos.

- ¡Feh! A mí no me parece tan impresionante. – dijo, o más bien graznó, un reploide de aspecto menos humanoide. A pesar del hecho de que podía hablar claramente, su voz sonaba chillona y cómica, muy a la par con su apariencia.

- Bueno, si alguien no hace algo pronto, ¡yo iré para allá! – dijo otra de las figuras que observaban lo que tenía lugar, dando un paso al frente sólo para ser detenido por Sigma.

- "No, todavía no." – Los receptores ópticos azules del reploide más alto sabían que si dejaba que las cosas continuaran así, él y los demás tendrían que intervenir, pero por ahora necesitaba observar más. Necesitaba ver si la figura azul allá abajo sería capaz de actuar.

De vuelta en la escena, Firefly continuaba disparándole a Pierrot, que usaba sus extremidades extensibles para esquivar los disparos. El payaso era sorprendentemente flexible, capaz de doblarse y torcerse en ángulos extraños, y sus muñecas y tobillos podían extenderse para tratar de agarrar al sujeto que le disparaba. En aquel momento, su agilidad le permitió subirse encima de un poste de luz cercano, y Firefly le apuntaba con su arma para volver a disparar. Pero desafortunadamente esto era lo que el payaso esperaba. Pierrot se lanzó hacia abajo y pateó al reploide verde en todo el pecho, mandándolo a estrellarse contra su Ride Chaser, y enviándolo junto con su vehículo a dar tumbos por el suelo. Y al ver la pistola de plasma en el suelo, el payaso inmediatamente fue a cogerla.

- ¡GAH!

Sólo que no tuvo oportunidad. Primero, Pierrot se miró la mano izquierda para darse cuenta que había recibido un disparo, y que la cubierta de metal de su miembro estaba echando humo por un nada despreciable agujero, si bien el disparo no había penetrado totalmente su mano. Luego, el payaso vio quién le había disparado, y se quedó estupefacto de ver que el reploide aparentemente apacible con el que se había topado antes venía corriendo hacia él apuntándole con un cañón de plasma en su brazo derecho.

- Te sugiero que te entregues. – le advirtió X, con la voz firme aunque calmada.

En respuesta, Pierrot disparó su otra mano en la dirección de X, pero éste saltó hacia atrás, evitando el puño por los pelos. Luego, viendo que el payaso se había enganchado de otro poste de luz, el reploide azul disparó otra ráfaga de plasma impactándole en la otra mano, y desencajándole el agarre a Pierrot. Fue a estrellarse contra el duro concreto que tenía debajo, y X ya estaba encima de él, con el arma todavía apuntándole en su dirección.

- No intentes esforzarte de más. Recuerda que estás herido. – dijo dando un paso al frente, tratando de restringir al al otro reploide para que Firefly pudiera, tal como dijo antes, arrestarlo.

- ¡E-Espera! – suplicó Pierrot, alzando ambas manos dañadas. – ¡Me rindo! ¡No dispares!

El reploide verde ya se había puesto de pie y volvía a la escena, sorprendido de ver que su colega máquina también estaba armado. De inmediato comenzó a gritarle a X. – ¡Deprisa! ¡Acaba con él! ¡Hazlo de una vez!

- ¡No, no lo hagan! ¡Por favor! – suplicó Pierrot. – ¡I-iré con ustedes! ¡Ya no causaré más problemas! ¡Sólo no me disparen!

El reploide verde observaba, esperando que cualquiera de los dos hiciera un movimiento. – ¿Qué estás esperando? ¡Acábalo antes de que intente algo!

- ¡No lo haré! ¡Lo juro! – dijo el payaso, mirando a X con ojos llenos de terror. – Por favor. Creo que… creo que estoy enfermo.

X alzó una ceja debajo de su casco. ¿Enfermo? ¿A qué se refería con…? Y en ese momento X se dio cuenta de lo que podría estar diciendo.

- ¿Quieres decir que crees que podrías tener el virus? – preguntó X, a lo que Pierrot asintió en respuesta. – Entonces tienes que ir con él. Si el virus está en etapas tempranas, habrá tratamientos para limpiar tus sistemas. – Le extendió la mano a Pierrot, luego de retraer su Buster de regreso a su antebrazo. – Vamos, hay que llevarte a la clínica más cercana.

Pierrot extendió la mano, pero su semblante sumiso rápidamente cambió por una sonrisa maligna que pintó toda su cara. Agarrando la mano de X, el payaso le dio un golpe bajo en el abdomen, desorientándolo y permitiéndole coger la pistola de plasma. De inmediato atrapó al reploide azul sujetándolo en un candado y le apuntó con la pistola en la cabeza.

- ¡Un movimiento en falso, y lo mato! – bramó Pierrot, sujetando a X tan fuerte como podía mientras retrocedía. Firefly apretó los dientes, y sus ojos cafés miraban furiosos al bufón renegado, que se rio sombríamente. – Ahora que ya tengo su atención, ¿qué tal si me dicen algunas cosas?

Firefly estaba perplejo, pero tal vez si lo mantenía hablando podría ganar tiempo y crear una oportunidad para que el rehén se pudiera liberar de esta situación. – ¿Qué cosas?

- Bueno, para empezar, ¿qué hicieron con mis amigos? – cuestionó Pierrot. – Llévame con ellos, y dejaré que este sujeto se vaya.

Firefly cruzó los brazos. – Ya es un poco tarde para eso. El Comandante y el resto del escuadrón se encargaron de ellos incluso desde antes que yo llegara aquí.

Los ojos del reploide payaso se ensancharon. – ¿Q-qué dices?

- En este momento, tú eres el único que queda.

El terror y la furia de Pierrot se acrecentaron, mientras miraba a su rehén, y luego al otro reploide que había venido a detenerlo. – Entonces… – dijo en voz baja. X vio al payaso como si estuviese a punto de llorar, si pudiera producir lágrimas. – Entonces, ya no tengo nada que perder, ¿verdad?

Apretó su agarre en X con más fuerza, a sólo momentos de jalar el gatillo.

- ¡Hiya! – gritó una voz chillona desde detrás de X y el payaso, pero antes de que cualquiera pudiese ver a quién pertenecía, Pierrot se encontró volando por los aires tras ser golpeado.

X cayó al suelo junto a él, pero escuchó a alguien aproximándose antes de levantarse. Volviendo a incorporarse, vio que acaban de llegar dos figuras, e incluso más, potencialmente salvándole la vida. Frente a él estaba un reploide casi igual de alto y con la misma constitución que él. Una silueta negra y bien formada cubierta con hombreras, antebrazos, botas y un casco que ocultaba su rostro de la vista, su armadura era de un color violeta con detalles dorados, y había un espacio con forma de T que le permitía ver al reploide. Aunque X no estaba seguro, podría jurar que por un segundo vio un solitario ojo rojo mirándolo desde la oscuridad que creaba el casco.

Pierrot finalmente se desplomó en el suelo, aterrizando con un golpe seco y rebotando sobre la dura carretera donde cayó.

- ¡Ataquen! – gritó la voz chillona triunfante; X miró para ver a quién le pertenecía. Para su sorpresa, era otro reploide, pero no tenía aspecto similar al de un humano. Al contrario, se parecía más a un animal, a un pingüino.

El pingüino tenía una figura redonda; sus muslos y brazos eran relativamente más delgados que sus antebrazos y pantorrillas, y especialmente destacaban sus anchos hombros y pecho amarillo brillante. Un cinturón rojo también se podía ver alrededor de su cintura. Tuvo que detenerse luego de deslizarse por la sección congelada que había creado para tomar a Pierrot por sorpresa; sus enormes ojos (con irises verdes relativamente pequeños) tenían un delineado azul por debajo que enmarcaba un largo pico de plata cuya porción inferior estaba coloreada de amarillo. Dos unidades de contención de color rojo estaban situadas en su espalda, conectadas a su nuca de color oscuro, y dos gemas rojas descansaban sobre su coronilla.

- No es un ataque si solo hay uno. – se burló el reploide violeta, claramente sin estar impresionado.

El pingüino resopló, y aunque X no estaba seguro de ello, podría jurar que vio que el pájaro hinchó las mejillas y su cara se ponía roja. – ¡Lo que sea! ¡Sólo hazte cargo de este sujeto! ¡Yo me ocupo del niño!

El reploide violeta no respondió, sino que corrió hacia el derrotado Pierrot mientras el pájaro gigante caminaba (con un cierto tambaleo de lado) a lado hacia él. – ¿Estás bien?

- S-sí. – respondió X.

Pierrot finalmente había recuperado el sentido tras la caída que sufrió y se encontró una pistola de plasma apuntándole directo entre los ojos. Y entonces, antes que cualquiera pudiera protestar o motivarlo, el reploide violeta jaló el gatillo, y un rayo rojo atravesó la cabeza del payaso, destruyendo completamente el centro vital de su cavidad cerebral. Su expresión quedó congelada para siempre con unos ojos y labios muy abiertos que parecían a punto de separarse para suplicar piedad. Pierrot resopló antes de caerse al suelo, convulsionándose por un momento antes de quedarse flácido e inmóvil.

- ¡Vile! – gritó una reploide femenina, mientras ella y otra figura mucho más grande saltaban desde arriba, siendo el más grande de los dos quien la sostenía con un brazo. – ¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?!

Al principio, X casi la confundió con Roll ya que tenía una cola de caballo rubia muy similar, pero en lugar de sus mechones cubriéndole la frente se separaban en un prominente pico de viuda. Su armadura externa estaba compuesta de musleras, antebrazos y cuello rojos y blancos. Llevaba una diadema roja mientras que sus audio-receptores eran blancos, haciéndole parecer como si llevara una cinta para el pelo. Sus ojos eran más azules que verdes, pero estaban mirando al reploide violeta (que asumió que se llamaba Vile) de manera fulminante.

Pero el que la cargaba casi lo dejó sin aliento, aunque no necesitaba respirar. – ¡¿S-Sigma?!

Aunque la cara del reploide era reconocible, el resto de él no lo era. En lugar de un cuerpo sin armadura, al parecer por fin le habían proveído de una propia. Llevaba un peto verde con un cullo de plata y hombreras anchas, antebrazos azules con bandas plateadas alrededor de las muñecas, y manos similares a las de X, pero con líneas rojas en las articulaciones de sus dedos. Adicionalmente, llevaba unas botas cafés con bandas plateadas alrededor de las rodillas y empeines, y tenía una gema roja en el centro del pectoral rojo, mostrando un abdomen oscuro con metal blanco rodeándolo.

La reploide rubia fue puesta en el suelo, e inmediatamente corrió hacia donde estaba Vile. – ¡Necesitábamos vivo a ese sujeto! ¡Tenía información vital sobre por qué esas unidades Pierrot enloquecieron!

- ¿Enloquecieron? – cuestionó Vile, el reploide de cara oculta, burlonamente antes de resoplar. – ¡Estos sujetos sabían muy bien lo que hacían! ¡Estaban causando destrucción por pura diversión! ¡En lo que a mí concierne, les hice a este niño estúpido y a todo mundo aquí un favor! – Se acercó y puso un pie encima de la cabeza de Pierrot, pateándolo para que se viera mejor la cara del payaso. Desde debajo de su casco, Vile miró con satisfacción. – Para esto fuimos construidos, ¿no? Uno pensaría que, con ese gigantesco cerebro tuyo, serías lo bastante inteligente para saber eso, Ai.

Ai estaba a punto de pisotear hacia Vile, pero Sigma le puso la mano en el hombro. Luego miró a X; el reploide más pequeño desvió la mirada, incapaz de ver de frente esos penetrantes ojos azules. Su expresión era calmada y neutral, pero X no podía evitar preguntarse si Sigma estaba expresando frustración de manera silenciosa. Frustración dirigida hacia él.

Pero pronto relajó cualquier arruga en su rostro y llamó a los miembros de su equipo. – ¡Firefly! ¡Penguin! – El reploide verde y el pingüino miraron a Sigma al der llamados. – ¡Verifiquen los daños! Luego, Ai, haz un diagnóstico a la unidad Pierrot.

- ¡Sí señor! – respondió la rubia, corriendo hacia el payaso exterminado.

- Y Vile. – Sigma entonces fijó sus receptores ópticos en X – Quiero que escoltes a X al cuartel general.

Ambos reploides se quedaron perplejos por semejante orden. – ¿Estás hablando en serio? – comenzó a protestar Vile. – Este sujeto arruinó totalmente…

- Escóltalo hacia el cuartel general. Es una orden. – Sigma se alejó para unirse a Ai mientras examinaba a Pierrot.

Vile y X intercambiaron una mirada, ninguno de los dos totalmente seguro de qué hacer respecto al otro. Sin embargo, parecía que el reploide azul no estaría volviendo al laboratorio de Fujiwara pronto.


Más tarde…

El edificio frente a X era relativamente pequeño, muy similar a una estación de policía de los humanos, aunque estaba compuesto de estructuras más inclinadas, y el exterior era blanco, igual que muchas otras estructuras en Arcadia. El reploide de color violeta se paró al lado de X, trayéndolo a su ubicación actual.

- Si ya terminaste de mirar, vamos a entrar. – le dijo a X.

- ¡Oh, s-sí!

Vile no dijo nada más, y tanto él como X entraron al edificio. El interior era igual de blanco que el exterior, y Vile llegó a X hasta un elevador a poca distancia.

- Espera. – dijo X de repente. Aunque el rostro ocultaba su rostro (o tal vez FUERA su rostro), Vile comenzaba a sentirse algo molesto con el reploide azul. – Este edificio sólo tiene un solo piso. Es decir que este elevador no tiene a dónde ir.

- A ningún lado, excepto hacia abajo. – respondió Vile.

Antes de que X pudiese cuestionar más al respecto, el elevador comenzó a descender, hundiéndose en la tierra y yendo a una distancia razonable de la superficie. Así que bajaron, bajaron y bajaron, hasta que finalmente llegaron a su destino. Los paneles de la puerta se abrieron para revelar un corto pasillo con unas cuantas puertas de cada lado. Pero había una sola puerta al final del pasillo que sobresalía del resto.

Principalmente, porque era la única que ya estaba abierta para ellas.

- Sígueme. – ordenó Vile, y el reploide azul lo acompañó atravesando la puerta, y se encontró con las mismas figuras de antes presentes en una cámara pequeña y blanca que coincidía con el interior que vieron arriba.

Sin embargo, esta sala tenía algunas diferencias. Para empezar, este lugar parecía ser simultáneamente un área de reuniones y un centro de comunicación, varios monitores conectados a una supercomputadora desplegando un mapa general de la ciudad, y también de la ciudad-estado propiamente dicha. Una pequeña mesa estaba situada en el centro de la habitación, alrededor de la cual se habían sentado todos los reploides que había visto antes, incluyendo al que montaba en la Ride Chaser y el propio Sigma. Estaban observando un mapa de la Ciudad Blanca sobre un monitor cuadrado construido en el centro.

- Ah, X, Vile. Me alegra que se hayan unido a nosotros. – los saludó Sigma. Vile fue a sentarse junto a los demás reploides, dejand solas con para ser observado por cinco pares de ojos, que variaban de intrigados a indiferentes. – Saludos, X.

- Saludos también para usted, señor. – replicó X. A pesar de tratar de mantener un tono cordial y calmado, no podía evitar pensar en por qué habría sido traído aquí. Mejor todavía, ¿qué lugar era éste?

Sigma alzó una ceja sin pelo. X se preguntaba si habría hecho algo malo, pero el reploide más alto de pronto cambió su expresión a una divertida. – Hm, si ya me estás llamando de esa manera, encajarás muy bien.

¿Encajar bien? ¿A qué se refería con…? Un momento. ¿Estaba donde creía que estaba? Sigma había mencionado algo sobre el "cuartel general", pero no podría haber estado seguro. Pero ahora, no podía negarlo. Estaba aquí en presencia de un equipo de élite que fue reunido para combatir amenazas Mavericks.

Estaba en presencia de los Maverick Hunters.

- Como estoy seguro de que lo habrás deducido ahora, hemos sido asignados y formados por el consejo para proteger a la ciudad-estado de Arcadia e investigar cualquier incidente reportado que potencialmente haya sido provocado por actividades Maverick. – explicó Sigma. – Nuestro francotirador y maniático de las motocicletas, Firefly. – el reploide verde saludó a X con la mano, que le devolvió el saludo. – Nuestra navegadora y operadora, Ai. – La rubia simplemente le lanzó a X una mirada con expresión neutral, como si el que él estuviera aquí ni siquiera le interesara. – Nuestro miembro más único, y parte de un programa experimental, Chill Penguin. – El pájaro sacó el pecho tratando de verse más impresionante. – Y nuestro experto en armas, Vile. – El susodicho no dijo nada, pero mantuvo sus receptores ópticos ocultos fijos en X, manteniendo su expresión oculta e indescifrable.

- Bien, gusto en conocerlos a todos. – dijo X. – Pero si puedo preguntarles, ¿por qué me encuentro aquí?

Ai fue quien habló entonces. – Bueno, para empezar, estás en violación al artículo 234: ningún reploide puede llevar armas ocultas sin licencia. – Su tono sonaba muy estricto. – Aunque dadas las circunstancias, estamos dispuestos a dejarte ir con un cargo menor.

- Oh. – X se maldijo por no considerar el artículo en ese momento. Sospechaba que algo sucedía cuando Vile lo trajo aquí. Bueno, sí, seguro. Gracias.

- Firefly agradece tu intervención. – señaló Sigma. – Aun si las cosas no resultaron a tu favor.

X bajó la cabeza avergonzado. Había sido un completo idiota, lo sabía. Pero todavía tenía una pregunta por hacer. – ¿Obtuvieron alguna información sobre si los sistemas de ese reploide estaban infectados o no?

La sala se quedó en silencio por un breve instante. – Infortunadamente eso es información clasificada. – le dijo Chill Penguin. – Al menos para ti.

- Hey, dale un respiro. – habló entonces Firefly. – Es gracias a él que esa unidad Pierrot no pudo utilizar sus manos. – El Hunter verde señaló hacia el brazo donde X portaba su Buster. Luego vio que los ojos del reploide azul se abrían momentáneamente. Finalmente, pareció entender de lo que hablaba. – Algo como eso nos sería de mucha ayuda.

- "Especialmente con el caso más reciente." – pensó Sigma. Miró a X, y él le devolvió la mirada, siendo ésta la razón por la que por la que lo trajo aquí. – X, tengo una propuesta para ti.


Al día siguiente…

- ¡¿Ahora eres parte de los Maverick Hunters?! – exclamó Roll, que había venido a ver a X en la residencia del Dr. Cain. El paleobotánico había decidido tratar de reorganizar sus libros, para lo cual Roll se ofreció voluntariamente a ayudarle. Y descubrió que, aunque los humanos tenían años de experiencia estudiando vida vegetal antigua y en leer historia y filosofía en su propio tiempo, el hombre todavía no recordaba cómo poner sus libros en orden alfabético. – ¿Cómo rayos es que la "A" terminó donde va la "Z"? – murmuró mientras agarraba el susodicho libro para ponerlo donde pertenecía.

- Bueno, no exactamente. – le dijo X, mirando los estantes. – Estoy más bien en capacidad de informante.

- ¿Informante? ¿Para qué? – cuestionó Roll, continuando con su trabajo. – ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que el Dr. Cain puso estos libros en orden correcto?

- "Todos están mal colocados y desordenados." – gruñó X para sí mismo. Cierto, a veces él dejaba sus cosas regadas en su cuarto (a pesar de lo que Roll decía), ¡pero esto era diferente! Aun así, él y Roll estaban teniendo una conversación, así que él le respondió. – Admito que no puedo dar muchos detalles, pero viendo que tengo conexiones directas con el Dr. Cain y Fujiwara, podrían convertirse potencialmente en objetivos y necesitarían protección.

- ¿Protección? ¿De qué? – preguntó Roll, sin que le gustasen mucho estas noticias.

- Bueno, Sigma cree que podría haber una conexión entre los incidentes Maverick. – explicó X. – Todavía no han localizado al programador responsable por crear el virus que causa los errores en el programa, pero ha habido un reciente giro de acontecimientos que podrían guiar a Sigma y a su equipo en la dirección correcta.

- ¿Y eso sería…?


Cuartel general de los Maverick Hunters…

- Ha habido reportes de una cierta figura presente en todos los sitios donde tuvieron lugar los incidentes. – explicó Ai, mientras las pantallas electrónicas mostraban el mapa de Arcadia frente a ellos. Había varios puntos rojos en diversas locaciones esparcidas por varias locaciones alrededor de la ciudad-estado. – El primer avistamiento conocido tuvo lugar por aquí, justo alrededor de una planta de producción de reploides. – dijo mientras señalaba un área alrededor de la frontera.

- Esa planta produjo algunos de los reploides que fueron con el Dr. Cain en su excavación cuando ocurrió el primer incidente Maverick, ¿correcto? – preguntó Firefly.

- Exactamente. – asintió Ai. – El programador debe haberse infiltrado y hackeó la computadora principal que administra todos los componentes de los sistemas de los reploides. Cada uno de ellos uba a ser instalado en una unidad individual. Desafortunadamente, tres de estas unidades estaban infectadas, pero luego del incidente en la excavación, cada reploide que esta fábrica produjo fue retornado y probado. Por suerte, sólo esas tres unidades contenían el Virus Maverick. Aparte del que Mega Man X exterminó, los otros dos reploides pudieron ser llevados a estudio y limpiados en sus sistemas. El virus estaba en sus etapas tempranas, así que no estaba muy desarrollado como para causar daños mayores. Y aunque no haya sido declarado un problema, esos dos pudieron proveernos una lista de síntomas potenciales, así que ahora la detección temprana es posible.

- Pero eso no nos ayuda a combatir el virus. – añadió Firefly. – Y sólo está empeorando.

Ai asintió sombríamente. – Y con cada avistamiento, la corrupción solo va de mal en peor. – Señaló otro punto rojo en el mapa. – Aquí es donde ocurrió el más reciente. Y poco después que nuestro hombre misterioso visitó la planta de producción aquí, toda una línea de reploides dieron prueba positiva con el Virus.

- Pero ¿cómo pudieron entrar y hacer tanto daño en una sola noche? ¿O incluso en unas pocas horas? – graznó Chill Penguin. – ¡Por muy bueno que sea el programador, ningún humano puede trabajar tan rápido!

- ¿Y quién dijo que el culpable era humano? – señaló Vile. – Y aunque lo fuera, no sería tan estúpido como para ir por su cuenta a causar problemas.

- Ese es otro detalle que recientemente salió a la luz. – intercedió Ai. – El sospechoso fue descrito, según los reportes, con la forma estándar de un reploide. Es decir que, hasta este momento, todo lo que sabemos es que a dónde quiera que va este reploide, el Virus Maverick va con él. – A continuación, los cinco Hunters estudiaron el mapa de la ciudad-estado donde residían actualmente, notando cómo los puntos indicaban que los avistamientos se iban acercando más y más a áreas poblados. – No puedo creer que diga esto, pero casi parece un agente de contagio por cómo se está esparciendo.

- Pero los virus computarizados no funcionan de esa manera. – dijo Firefly. – Quienquiera que esté haciendo esto TIENE que estar haciéndolo a mano. – Tenía que ser así. ¿Qué otra opción habría? – La única pregunta que queda es ¿dónde atacará la próxima vez?

Sigma miró el mapa, contemplando cuál sería el siguiente movimiento que harían él y su equipo. Pero los bizarros patrones frente a él eran considerablemente confusos. ¿Para quién estaría trabajando si el sospechoso visto en la escena era en efecto un reploide? Aunque no estaba fuera de las posibilidades reales que un reploide crease un programa de computadora, mucho menos un virus, ¿qué razón podrían tener para crearlo en primer lugar? Algo que causaba que otros como ellos perdieran toda razón y pusieran en peligro a otros a su alrededor sin duda afectaría su propia existencia. ¿Por qué crear algo que podría destruirlos?

Pero esto tendría que ser resuelto pronto, de lo contrario, las cosas sólo empeorarían.


En la residencia del Dr. Cain…

Por fin, luego de mucho tiempo, habían llegado a la mitad de organizar los estantes. Aunque este fue un enorme alivio para él (los sistemas de X eran incapaces de comprender cómo un humano tan inteligente podría ser tan desorganizado), notó que su hermana se había quedado inusualmente callada.

- ¿Roll? – le preguntó. Parecía estar inmersa en sus pensamientos. – ¿Hey, Roll?

- ¿Hm?

- Pareciera que quieres decir algo.

La reploide rubia lo miró confusa. – ¿Qué? No, estoy bien. Sólo que estaba viendo cuántos de estos faltan por poner en su lugar.

- Y dices que yo soy un mentiroso terrible. – señaló X. Roll estuvo a punto de argumentar que NO estaba mintiendo, pero no dijo nada y volvió a su tarea a la mano.

X no sabía qué querría decir, pero por la expresión en su cara, insegura y en conflicto, sospechaba que tal vez fuese algo más personal. Si ese era el caso, mejor mantener la boca cerrada, pero…

- En realidad… – Roll finalmente decidió hablar – sí hay algo que he querido preguntarte. Bueno, tal vez debería decir que es para el Dr. Cain, ¿pero podrías decírselo de mi parte?

- Claro. – respondió X, agradecido de que decidiera hablar, aunque confuso. – ¿Qué necesitas?

Roll se quedó callada, contemplando cómo formular su pregunta exactamente, pero tras unos breves momentos, finalmente encontró las palabras que buscaba. – ¿Por casualidad no sabrás cuándo será la siguiente expedición del Dr. Cain?

Ahora X se quedó todavía más confuso, pero aun así respondió. – Será en un par de meses. ¿Por qué?

- Bueno… – Roll empezó a jugar nerviosamente con su coleta – Me estaba preguntando si… ¿podrían incluir un miembro más en el equipo?

Esta historia continuará

Chapter 13: El Maverick rojo

Chapter Text

16 de mayo, 21XX, fuera de las fronteras de Arcadia…

- Es asombroso lo diferente que es aquí afuera. – señaló Roll, luego de que el sol se hubiera ocultado tras la tierra seca donde el Dr. Cain había colocado su campamento. Ahora estaban de pie afuera, observando un cielo claro y descontaminado cuyas estrellas y colores contrastaban fuertemente con el vacío negro sobre Arcadia. – ¿Y tú visitas lugares como éste?

- Terminas visitando casi cualquier lugar cuando vas de excavación. – le dijo X. – Bueno, cualquier lugar que tenga fósiles, obviamente.

- O en nuestro caso, un laboratorio subterráneo. – Ambos se rieron de esto, agradecidos de poder salir de la ciudad, aunque fuera por razones enteramente diferentes.

Aunque Arcadia era una ciudad-estado en Japón y estaba a poca distancia de la capital de Tokio, la mayoría de ella estaba compuesta de tierra artificial que incrementaba el tamaño de la prefectura de Chiba, y a su vez, de la región de Kanto en Honshu, la isla principal entre todas las que componían el país. Así, mucho de lo que quedaba de ella estaba yermo y vacío de vida vegetal. Ambos reploides estaban confundidos sobre por qué el Dr. Cain escogería un sitio como éste para buscar algún otro espécimen que fuera prehistóricamente significativo, aunque eso explicaba cómo se habría formado esta tierra artificial. El área afuera de Arcadia y la propia ciudad destacaban sobre la tierra formada por reclamación, lo cual era el proceso de crear más tierra usando dragado de tierra, es decir remover sedimentos y desechos en un cuerpo de agua para traerlos a la superficie.

Y con eso vino la posibilidad de que muestras de plantas subacuáticas se pudiesen localizar justo afuera de la ciudad. Eso era más que suficiente para motivar al Dr. Cain a navegar hasta este lugar. Cierto, todavía había tierra natural y que previamente había sido parte de la región, pero ésta se había expandido significativamente desde que las islas artificiales se volvieron más prominentes en 20XX. Pero mientras X y Roll pudieran salir de los límites de la ciudad, estaban satisfechos.

Bueno, al menos un poco.

- Hey, ¿puedo preguntarte algo? – preguntó X. Roll miró a su hermano. – No es que tenga problemas con ello o algo. De hecho, me agrada que estés aquí…

- Sólo dilo, ¿qué pasa? – preguntó Roll, queriendo que fuera directo al punto.

- Bueno, ¿por qué querías venir en una de las excavaciones de Cain, de cualquier manera? – respondió y preguntó a la vez el reploide azul. – No digo que no quiera tenerte aquí o algo. Supongo que solo es curiosidad.

Roll se quedó callada por un momento, dejando a X preguntándose si debería haber mantenido su boca cerrada. Por suerte, ella rompió el silencio, pero su respuesta lo sorprendió.

- No, está bien. Pero debo admitir que… yo misma me estoy preguntando eso.

- ¿Hm? ¿Qué quieres decir?

- Bueno… supongo que… es más o menos algo así. Rock, o Mega Man, tenía un deber que cumplir, y el mío se vio relativamente poco afectado. – explicó. – Yo seguía siendo una simple robot asistente del Dr. Light, y me mantuve como tal hasta que… bueno, hasta ahora. Nunca hubo una ocasión en la que salí de mi función designada. Oh – añadió rápidamente – no es que me molestara. Me siento muy agradecida por el hecho de que el Dr. Light me haya dado vida. Es sólo que…

- ¿Sólo que qué?

Roll volvió a quedarse callada, dejando toda el área en un silencio mortal antes de volver a hablar. – Tal vez deberíamos volver al sitio. El Dr. Cain's probablemente habrá enviado a alguien a buscarnos.

- ¡¿X?! ¡¿Roll?!

- Y justo aquí viene. – En lugar de otro excavador, el Dr. Cain en persona había venido a buscar a los dos reploides. El hombre estaba algo agitado por la distancia que tuvo que viajar, pero se veía relativamente bien.

- Ah, ahí están. – Cain se detuvo un momento para tomar algo de aire. – Por fin los encuentro. Lo siento, pero ya pasó el toque de queda, niños.

X desvió la mirada con algo de vergüenza, y sus mejillas se sonrojaron. Roll sin embargo intercedió. – Si me permite decirlo, doctor, aquí sólo hay UN niño presente. – Le guiñó el ojo a X mientras sonreía.

- "Si yo soy un niño, eso a ti te convierte en una anciana." – pensó el reploide azul, aunque no se atrevía a decirlo en voz alta.

Roll entonces se percató de que el anciano humano seguía jadeando. – Aunque tiene razón; ¿qué estamos haciendo aquí? Ya lo obligamos a venir todo este camino, y aquí está, ¡apenas respirando!

- ¿Qué? No, no. Me encuentro bien, Roll. – insistió Cain cuando la rubia se le aproximó.

- ¡No, claro que no! ¡Prácticamente está a punto de desplomarse! – Inmediatamente agarró al humano de la mano y se dispuso a llevarlo de regreso al sitio de excavación. – Y siendo humano, usted no puede permitirse estar despierto a estas horas. Así no se levantará temprano para empezar a trabajar de nuevo. Y quizás deberíamos conseguirle un inhalador; todavía suena bastante agitada su respiración.

Siguió hablando y hablando mientras los tres regresaban al campamento. X tenía la sensación de que Roll había aprovechado la oportunidad para no hablar de lo que tenía en su cabeza. No era que exactamente pudiera culparla, considerando que muchas cosas estaban sucediendo en Arcadia. Dado el éxito de los reploides, había consideración sobre expandir el mercado de los reploides a todo el mundo, haciendo que estuvieran disponibles en todas partes del mundo. Eso significaría que organizaciones como los Maverick Hunters serían implementados en esas áreas también. Sonaba como una solución sencilla, pero era cualquier cosa menos eso.

El incremento de incidentes de reploides y mecaniloides que se volvían "Mavericks" había llevado a poner un alto a la decisión de introducir a los reploides a otros lugares. Al menos, hasta que las cosas se pudieran poner bajo control, pero con estos incidentes todavía ocurriendo, más y más reploides habían tenido que ser construidos o directamente unirse a los Maverick Hunters para combatir a estas amenazas. La organización había hecho un boom de miembros en los últimos meses. Aunque los ataques de Maverick seguían siendo un problema constante, con Sigma a la cabeza la población humana de la ciudad-estado podía respirar con mayor facilidad. Era una solución para lidiar con el problema, pero no servía para resolverlo de raíz. Incluso ahora, el programador que había creado lo que ahora se llamaba "Virus Maverick" seguía sin ser encontrado, ¡y hasta había rumores de que el creador ni siquiera era humano!

Eso sólo trajo aún más preguntas, pero dado el lugar donde estaba, no había nada que X pudiera hacer al respecto. Cierto que él técnicamente ERA un miembro de los Hunters, pero no estaba de servicio a tiempo completo, o de servicio en absoluto en aquel momento. También, había obtenido una licencia para su Buster si era necesario dispararlo por cualquier motivo, pero en su mayor parte, su mayor trabajo era servir de guardián para el Dr. Cain y los otros humanos presentes en los sitios de excavación. Dado lo que había sucedido el pasado julio, no era extraño que hubiera Hunters estacionados cerca de fábricas de reploides en áreas pobladas para poner fin a cualquier disturbio antes que pudieran causar mucho daño. Pero hasta que se encontrase la fuente, era improbable que se detuvieran por completo.

De nuevo, X había recibido la oportunidad para convertirse en un Hunter "por completo", pero la declinó, estando ya satisfecho con su posición actual. Tal vez estaba pensando demasiado en ello, pero X no podía evitar sentir que con todo lo que sucedía, la gente alrededor estaba jalándole los brazos y tratando de llevarlo en la dirección de poner su arma a trabajar. Aunque fuera sólo por el hecho de que lo tenía, o por lo mucho que él se parecía al legendario "Bombardero Azul" de hacía tantas décadas, el reploide azul se encontró siendo empujado hacia un rol en el que tenía poco o nada de interés. Además, aunque era un robot, Mega Man había tomado su propia decisión bajo la habilidad que el Dr. Light le había dado. Entonces ¿por qué no podía X hacer lo mismo?

Sólo el propio X prefería ser un asistente cualquier día, por encima de usar su Buster.


Arcadia, la Ciudad Blanca residencia del  Dr. Sho Fujiwara…

Tenía dificultades para dormir. La niña japonesa no dejaba de retorcerse y dar vueltas sobre una cama blanca demasiado grande para ella. Finalmente, no pudo soportarlo más. Chiyo se levantó de su lugar de descanso y suspiró, maldiciendo que a pesar de sus intentos de bloquearlos, no lograba sacarse los pensamientos que habían venido a ella recientemente. Miró a Patarche, que todavía estaba profundamente dormido en la esquina izquierda de su cama. El perro blanco estaba desparramado con la lengua colgándole afuera de su hocico.

- "Tú no pareces tener problemas." – musitó Chiyo, alargando la mano para coger su sistema portátil de juegos. Presionando un botón, una pantalla brillante la saludó en el dispositivo en miniatura, cegándola momentáneamente, pero sus ojos lentamente se acostumbraron. Comenzó a jugar a Rokko-Chan desde donde se quedó, siendo la titular robot azul y rubia (oh cielos, ¿de dónde habrían sacado ESA idea?, se preguntaba) vestida con un traje de conejo que golpeaba cosas con su martillo gigante. O al menos, eso intentaba, pero no podía evitar que esos pensamientos le plagaran la mente de nuevo, incluso mientras atravesaba el nivel.

Ya que Roll había elegido ir en una excavación con el Dr. Cain y X, el Dr. Fujiwara había preguntado si podía tomar prestada a la nueva sirvienta reploide que la familia Takenada había comprado para Navidad. Específicamente, una sirvienta droide Mimi. La señora Takenada inmediatamente estuvo de acuerdo, diciendo que su marido necesitaba algo de tiempo apartado de la máquina. Aparentemente, por lo que Fumiko le había dicho, el señor Takenada se estaba encariñando un poco demás con la nueva reploide.

- "Tu papá es un rarito, Miko." – Chiyo se rio para sí misma, aunque el humor le duró poco ya que Lightning Man la volvió a matar. – "Y me volví a quedar sin vidas. Perfecto." – Como fuese, ya no tenía más ganas de jugar.

Chiyo había visto antes a Mimi; se parecía mucho a la imagen estereotípica de una sirvienta francesa, solo que su "traje" era literalmente parte de su cuerpo. Su cabello era rojo y estaba amarrado en un moño, tenía ojos verdes y pecas adornándole las mejillas. Fue construida con un aspecto relativamente inocente pero atractivo, y viendo cómo reaccionó el padre de Fumiko a ella, sus creadores tuvieron éxito. A Chiyo no le molestaba Mimi, ya que la reploide hacía lo que le dijeron y se encargaba de las tareas de la casa mientras Roll no estaba. Aun así, con Roll ausente, la chica japonesa se encontró pensando en la mujer que había estado en ese puesto antes que la hermana de X.

Desde que tenía memoria, Cecilia siempre había estado en la vida de Chiyo. Su mamá le había dicho que conocía a la mujer desde que tenía su edad actual, pero la niña encontró que la mucama había tenido que llenar el vacío que dejó Hinako cuando falleció. Su padre se sumergió en su trabajo, dejándola a solas con la mujer. Cecilia fue la única otra persona a quien conocía antes de hacerse amiga de Fumiko, y fue gracias a la mujer que Chiyo pudo conocer a la otra niña. Y aunque le gustaba mucho Roll (con Mimi era neutral), Chiyo sabía que Cecilia simplemente no iba un día a "renunciar".

Cuando Roll fue traída a la casa por primera vez, Cecilia se había ido a visitar a su madre enferma. Al principio, Chiyo asumió que Roll sólo estaba allí para ayudar con la limpieza mientras Cecilia no estaba, pero al pasar el tiempo, Chiyo se dio cuenta de que no iba a regresar. Se fue debido a "querer explorar otras oportunidades", como había dicho su padre, pero su hija sospechaba que había algo más detrás de eso, especialmente con la cantidad de tiempo que transcurrió entre que Cecilia se fuera, y cuando su padre y el Dr. Cain fueron a juicio debido a la existencia de X y Roll. Aquellos que fueron parte de la expedición de Cain que habían desenterrado a X fueron interrogados, pero todos habían jurado que no le contaron nada a nadie.

Y ni Fumiko ni Tatsuya habían dicho nada tampoco (lo único que a Tatsuya le importaba era comer más de lo que cocinaba Roll), entonces ¿significaba eso que…?

*¡CRASH!*

Chiyo se cayó de la cama, y Patarche se despertó sobresaltado. Ambos, la niña y su perro, corrieron hacia la puerta del dormitorio. El perro blanco empezó a arañar la madera blanca, mientras Chiyo se agachaba para agarrarlo entre sus brazos. O por lo menos, trató de hacerlo; desafortunadamente para ella, en los últimos meses el otrora pequeño cachorro había triplicado su tamaño, y también su fuerza, por lo que cada vez se le hacía más difícil sujetarlo entre sus brazos. Añadiendo que sus pijamas rosadas no le proveían protección contra sus uñas.

- ¡Patarche, tranquilo! – susurró Chiyo, y el perro finalmente dejó de mover sus patas. Ella se quedó callada, pero escuchó más ruido proveniente desde debajo de las escaleras, confirmando sus sospechas anteriores. – Hay alguien en la casa.

Abrió la puerta de su dormitorio ligeramente para espiar y ver si había alguien allí. No había moros en la costa. Aunque no tenía intenciones de salir, no le agradaba la idea de que potencialmente pudieran atraparla, o peor, que le dispararan o apuñalaran. Así que con cuidado fue a cerrar la puerta que estaba entreabierta, pero sin darse cuenta no la cerró del todo. Se dirigió hacia el teléfono que estaba en la cómoda blanca junto a su cama, y estaba a punto de llamar a las autoridades, pero antes de poder apretar un número, escuchó a su perro empujar contra la puerta. Antes de poder llamarlo u ordenarle que se detuviera, Chiyo vio una mancha blanca saliendo del cuarto.

Chiyo salió tras él poco después, y alcanzó a ver a Patarche corriendo por el pasillo y hacia las escaleras. Lo persiguió y trató de seguirle el paso, pero las cuatro patas del canino lo hacían más rápido que su dueña bípeda. El perro corrió escaleras abajo en segundos mientras que Chiyo casi se tropezó dos o tres veces mientras descendía, tratando de agarrar a su mascota. Finalmente, Chiyo perdió el balance y se cayó, aunque estaba a poco de llegar abajo. No sufrió más que una ligera molestia, y Patarche finalmente se detuvo al verla en el suelo.

El perro blanco le dio una lamida en la mejilla como si tratara de "hacerla sentir mejor", pero entonces dirigió su atención hacia el área de la cocina. Patarche se volvió a alejar de Chiyo, mientras la niña lo seguía, ya que era mucho mejor navegando por la oscuridad que ella. Patarche se detuvo en el umbral de la puerta de dicha área de la casa, cuyo interior estaba totalmente a oscuras ya que no había ventanas en la cocina, por lo que la luz de la luna no podía entrar para iluminarle el camino. Chiyo dio un paso adelante, pero Patarche bloqueó el camino. Los ojos de la niña se ensancharon del shock al ver que las orejas del perro se bajaban y la cola se le alzaba, junto con el pelo de su espalda. Un gruñido bajo y amenazador salió de Patarche, que entrecerró los ojos, y arrugó el hocico mientras alzaba los labios para enseñar sus dientes.

El invasor de hogares se encontraba en la cocina, pero fue la reacción de su perro lo que puso más nerviosa a Chiyo. Ni una sola vez en toda su vida la niña había escuchado al apacible, fácilmente excitable y completamente inofensivo Patarche gruñir de manera tan profunda. Sus rasgos usualmente felices se habían deformado en una mueca de agresión y furia en contra de la figura que se había atrevido a irrumpir aquí, y más todavía, lastimar a su ama humana. Lo siguiente que se oyó fue el sonido de una puerta tratando de ser abierta, y con un forcejeo que se volvía más y más violenta. Finalmente, con el sonido de los goznes siendo arrancados de la pared y la puerta siendo arrojada a un lado, Chiyo se dio cuenta con horror que el invasor de su hogar no era humano.

Escuchó que registraban y caían objetos de los estantes, en total desorden. Finalmente, oyó cómo caían botellas y latas al suelo, rompiendo el vidrio y creando una imagen todavía más terrorífica en la mente de la niña humana. Patarche ya estaba listo para saltar y atacar al intruso, pero entonces ella vio una silueta apareciendo de entre la oscuridad. Chiyo agarró a su perro, y la figura se paró frente a ellos, encima del canino y la humana. Patarche continuó gruñendo amenazadoramente, pero su dueña no se atrevió a soltarlo.

Había demasiadas preguntas que Chiyo tenía en su cabeza. ¿Quién era este reploide? ¿Cómo entró en la casa? ¿Por qué entró en la casa en primer lugar? ¿Qué buscaba? Y tal vez, lo más importante de todo, aunque no podía verlo, ¿qué le haría a ella?

El reploide dio un paso al frente, mientras Patarche enloquecía y mordía el aire como advirtiéndole al intruso que se mantuviera a raya. Los intensos ojos de la máquina penetraron en los de ella con su mirada, y la niña sintió que se formaba un grito dentro de su garganta.

De pronto, la atención de todos quedó fija en la puerta del frente, que sonó como si acabara de ser abierta.

Tal vez esto fuera demasiado bueno.

Sho Fujiwara estaba exhausto, pues había pasado todo el día con los científicos del consejo revisando de nuevo los planos para los nuevos reploides que estaban siendo construidos para los Maverick Hunters. Cierto, los días se habían vuelto más prolongados, y cada vez regresaba más tarde a casa, pero si tenía que ser honesto, este Virus Maverick tal vez había sido una bendición disfrazada. El incremento de incidentes Maverick le había permitido a él y a los demás científicos poner a buen uso los datos de batalla de X: reploides diseñados para el combate específicamente y otros deberes para contener y exterminar las amenazas. Ya no estaban simplemente relegados a ser trabajadores o compañeros personalizados, el consejo, junto con el resto de Arcadia, ya estaban aceptando a los reploides por lo que eran.

Lo que deberían haber sido desde el principio.

De repente, un sonido estridente de algo que se rompía hizo eco por toda la casa. El ruido de cristal rompiéndose le alertó que alguien que no era su hija estaba adentro. La alarma de seguridad comenzó a sonar, llenando toda la casa con un zumbido agudo y fuerte. Fujiwara corrió hacia la fuente del ruido, y encontró a Chiyo parados junto a una ventana rota. Había numerosos trozos de vidrio a sus pies, y Patarche estaba parado frente a ella con mirada muy cautelosa, ladrando furiosamente hacia la noche.


Al día siguiente…

Desde su creación, los Maverick Hunters se habían expandido significativamente en un corto período de tiempo, creciendo desde un equipo de élite hasta tener más de cien miembros. Aunque la mayoría de estos reploides habían sido desarrollados para ser parte de los Hunters, otros habían decidido unirse por voluntad propia. A medida que se unían más y más miembros, los Hunters podían organizarse en equipos más grandes y efectivos. Los reploides construidos para la organización eran de primera línea y tenían implementadas las habilidades de combate más avanzadas. Todavía más, el consejo había aprobado para los Hunters con armas más grandes y mejores para combatir la amenaza de los Mavericks. Pero a menos que lograran atrapar al responsable por desarrollar y esparcir el virus, todo ese nuevo y flamante equipo no serviría de nada.

Pero ahora, parecía que las cosas estaban empezando a pintar mejor.

La sala de reuniones había sido expandida y no se encontraba localizada debajo del ahora más grande edificio del cuartel general; varios reploides, incluyendo los miembros originales de los Hunters, se encontraban reunidos alrededor de una reploide de cabello azul y corto. La computadora central desplegaba un mapa de Arcadia y las ciudades y áreas fuera de sus límites en el monitor. Éste mostraba un montón de puntos rojos situados por todo el mapa.

- Anoche, ocurrió un incidente en la residencia del Dr. Fujiwara, que fue invadida. – explicaba la reploide peliazul, señalando hacia un punto rojo donde se localizaba el hogar del científico japonés.

La reploide tenía antebrazos azules con extremos violetas y gemas verdes centradas en sus muñecas. El área de su pecho consistía en los mismos colores, aunque su busto se notaba algo más pronunciado y tenía una extensión circular de color blanco y azul en su audio receptor derecho, con una banda encima de su cabeza sosteniéndola.

- Afortunadamente, nadie salió herido, pero el perpetrador escapó cuando Fujiwara llegó a la escena. – Los numerosos Hunters comenzaron a discutir este evento entre ellos, pensando en diversas razones de cómo y por qué habría sucedido. – Según el propio Fujiwara, había configurado la entrada trasera para desbloquearse en a las 24 horas, así que podría haber entrado sin tener que usar el código para desbloquear la puerta.

- Espera un minuto, Blu. – intervino de inmediato Firefly. – ¿Se queda despierto y DEJA su puerta desbloqueada durante la noche?

- Sólo por cinco minutos. – explicó la reploide peliazul, Blu. – Si no hubiera llegado, entonces el contador se habría activado, y el mecanismo de cierre se habría reactivado. Así que debe haber sido durante este corto período que el reploide de interés irrumpió en la casa.

Ai permanecía en silencio, observando a la reploide peliazul mientras hablaba. – "No te pongas muy cómoda. Apenas fuiste enviada aquí hace unos días." – A comparación de ella, Blu era un modelo más avanzado que había sido puesto en circulación recientemente, y su presencia aquí no le sentaba nada bien a la operadora de rojo y blanco.

- La hija del Dr. Fujiwara también estaba presente en la escena, aunque no le tocaron ni un pelo. – continuó Blu. – Y por lo que nos dijeron las autoridades humanas, su hija fue capaz de dar una descripción del invasor.

Hizo una pausa. Ciertamente, esto era lo que todos estaban esperando, pero no pudo evitar sentirse algo ansiosa ante lo que estaba a punto de revelar.

- Y coincide con las declaraciones de los demás testigos, sobre el sospechoso que ronda las plantas de producción.

- ¿Qué sucedió? – preguntó entonces Sigma. – Dijiste que irrumpió en la casa, ¿pero se robaron algo?

- No, nada de valor para los humanos. – respondió Blu al Comandante. – No se llevó nada de valor, y la única sección de la casa que recibió algún daño fue el área de la cocina, sin incluir la ventana. Pero un pequeño espacio en la parte trasera, en un área de almacenamiento donde se guardaba un pequeño número de cristales de energía. Se los llevaron todos, pero fuera de eso, nada.

Tanto los miembros nuevos como los veteranos entre los Hunters se quedaron totalmente perplejos. Este caso se volvía cada vez más y más extraño.

- Lo que más me extraña es que no haya terminado el trabajo. – habló de repente Vile. – Si este sujeto no tiene reparos en infectar a lo suyo con lo que esencialmente es un programa que destruye los sistemas, ¿qué lo detuvo de silenciar a esa niña?

- ¿Estás sugiriendo que ese reploide debería haberla matado? – cuestionó Firefly, algo perturbado.

- Estoy diciendo que ese habría sido el curso de acción esperado, especialmente viendo que lo único que tenemos como pista es la palabra de esta niña. – respondió el Hunter violeta. – Hasta ahora, es la única que logró darle un vistazo de cerca, y más todavía, de vivir para contarlo.

Aunque hasta ahora no había habido víctimas fatales reportadas hasta el momento, el sospechoso según los reportes no tenía miedo de ponerse físico con cualquiera que intentara confrontarlo. Pero aquellos que fueron asaltados eran reploides, ningún humano se contaba entre ellos.

- Tal vez no haya tenido respeto por los demás reploides, pero al menos conoce la primera de las Tres Leyes. – teorizó Vile. – De nuevo, probablemente estaba a punto de hacerlo, y la llegada de Fujiwara lo forzó a retirarse.

Otra vez, todo mundo empezó a hablar a la vez. Sigma llamó a todos a silencio, cruzando los brazos.

- No tenemos tiempo de andar considerando posibilidades o escenarios. Este reploide debe ser encontrado lo más pronto posible.

Antes que los Hunters comenzaran a discutir entre ellos, se escuchó un fuerte pitido. La fuente provenía desde la computadora principal en la sala de reuniones. Blu estaba a punto de moverse, pero Ai se le adelantó y cogió el auricular, activando las líneas de comunicación que tenían para todos los Hunters estacionados alrededor de Arcadia.

- Está llamando a la Base Hunter. Habla Ai. – respondió, ahuecando una mano sobre su audio receptor derecho. – ¿Qué sucede?

De pronto, la imagen de un reploide con un casco alto que parecía un copete rubio plano, hombros amarillos, armadura en el pecho y la pelvis de color azul, botas azules y amarillas. Su cara tenía color de piel, pero la forma tan deliberadamente angular de sus estructuras faciales dejaba claro que era una máquina y no un humano.

- Aquí Gamma. ¿Qué hay de nuevo por allá, Ai? – saludó el Hunter, antes de dirigirse a Sigma pese a estar a más de dos millas de distancia. – Le contaré lo que hay por aquí, Comandante. Captamos el rastro de nuestro sujeto dirigiéndose hacia los límites de la ciudad-estado, y ahora mismo nos encontramos siguiéndolo.

- ¿Y cuál es su ubicación actual? – preguntó Sigma inmediatamente.

- Acabamos de pasar de la línea de la frontera. Dudo que siquiera haya intentado dirigirse a Tokio o a otra ciudad mayor, pero fuera de la pequeña extensión de tierra que hay afuera, no tiene más a dónde ir.

- Bien. – respondió Sigma. – Que tú y tu unidad se mantengan cerca, pero asegúrense de no ser vistos. Nos mantendremos en contacto, Sigma fuera.

- ¡Sí señor! – Y con eso, Gamma cortó la comunicación, con el monitor volviendo a desplegar el mapa de Arcadia.


Fuera de las fronteras de Arcadia…

Cuando vio los primeros pétalos en flor, se emocionó, y comenzó a cepillar la roca antigua y preservada con mayor velocidad. Pero al terminar de limpiar el polvo, el Dr. Cain se encontró nuevamente decepcionado.

- Otro lirio marino.

Uno pensaría que esto serían buenas noticias para un paleobotánico como él, pero a pesar de su nombre, los lirios marinos no estaban emparentados con ningún tipo de lirio, ni siquiera de plantas. Tenían más en común con las estrellas o los pepinos de mar. Y aunque los lirios marinos eran bien conocidos por estar bien preservados como fósiles, estaban muy lejos de ser una especie extinta y todavía ocupaban los océanos del mundo. No, Cain buscaba muestras de algas marinas o plantas acuáticas antiguas.

- "La primera flora en la tierra existió en el océano, pues una vez el mundo entero fue de sólo agua." – reflexionó, mirando el lirio marino fosilizado. – "Al menos puedo conservar este para mi colección personal."

A poca distancia de allí, X y Roll habían sido enviados a recoger algunas provisiones de la tienda de almacenamiento, específicamente los ingredientes para preparar café.

- Los humanos son realmente adictos a esto. – notó X, mientras Roll cogía un paquete de azúcar. – Pero si dicen que sabe muy amargo, ¿por qué todavía lo beben?

- Los humanos criaturas contradictorias, X. – suspiró Roll. – Incluso el Dr. Light cayó presa de los efectos embriagadores de esta bebida.

¡¿El propio Dr. Light bebía esto?! De nuevo, si este brebaje era popular incluso ahora, entonces probablemente la raza humana tenía una especie de antojo inherente por él. ¿Preferencias pasadas por generaciones? X no podía decirlo con certeza. La genética y el ADN eran sin duda un "programa" más complicado que cualquier inteligencia artificial.

Aunque Roll podía ver que la historia milenaria con el brebaje no se había quedado en la mente de su hermano por un largo tiempo, sí notó un deje familiar de preocupación en sus facciones. – ¿Qué pasa? Y yo aquí pensando que salir una de las cosas que querías hacer.

- "Diablos, es una psíquica. ¡Tiene que serlo!" – pensó X. – ¿Así de obvio?

- Todo contigo es muy obvio. – bromeó Roll. – Bueno, desde que llegamos, has estado muy al borde. ¿Qué te sucede?

El reploide azul se encogió de hombres. – Sé que no es algo de lo que debamos preocuparnos allá afuera. Después de todo, los programas de seguridad y antivirus han mejorado enormemente desde que todo comenzó, pero estos reportes de Mavericks...

- ¿Te preocupan? – preguntó Roll. – Sabes que tenemos kits médicos disponibles que pueden arreglar cualquier bug en la CPU.

- No, no se trata de eso. Bueno, de acuerdo, más o menos. – admitió X. – Pero me ha dejado pensando.

- ¿Sobre qué? – preguntó Roll, pero se empezó a preocupar todavía más cuando no recibió una respuesta. – ¿X?

X estaba ordenando sus pensamientos sobre lo que diría exactamente, sabiendo que su hermana no lo dejaría fuera de su vista hasta que le respondiera. – Roll, cuando fuiste activada por primera vez, dijiste algunas cosas.

La reploide rubia no entendió a dónde querría ir X con esto. – ¿Qué clase de cosas?

- Parecía que sólo estabas farfullando cosas, supongo que porque tus archivos de memoria estaban siendo procesados en ese momento. – explicó X. – Pero estabas diciendo algo sobre que alguien venía por nosotros.

- ¿Venía? – preguntó Roll, ladeando la cabeza.

- Sí. Parecía que estabas aterrada; todos pensamos que algo habría salido mal. – Finalmente decidió hacer la pregunta. – Fujiwara dijo que tal vez tus sistemas tardarían un poco en ajustarse a tu nuevo cuerpo, pero ¿recuerdas algo más?

Estuvo a punto de añadir "¿O a alguien más?" a su pregunta, pero se guardó esa porción. Roll se quedó callada por un momento, pensando.

- La verdad, no puedo decirlo con certeza. Y a estas alturas, creo que mis sistemas están funcionando como deben hacerlo. Así que, no sé si pueda responder tu pregunta ya que no puedo recordar a nadie más allá de lo que hay en mi banco de memoria. – Luego preguntó algo más. – Tu banco de memoria todavía tiene porciones muy grandes que faltan, ¿verdad?

- Sí. Todavía hay partes que se están ordenando.

- Entonces probablemente las cosas encajarán con el tiempo. No te estreses por ello.

X descubrió que de nuevo se encontraba con otro callejón sin salida, que le impedía conseguir la información que quería. Pero no era culpa de Roll, ya que tal vez estaba pensando demasiado en el asunto, más de lo necesario. Aun así, aún si los detalles apenas le habían venido recientemente…

- Una última cosa. – le dijo, sabiendo que el equipo probablemente se estaría impacientando esperando su dosis de cafeína. – ¿Recuerdas algo, o más bien, a alguien de color rojo?

Roll se congeló. – ¿Rojo? – Se quedó pensándolo por un momento.

Rojo. La palabra se repitió en su cabeza, como si encontrase una pieza enterrada y oculta de su CPU que comenzaba a hacerse conocer.

- Rojo... – volvió a repetir. – Rojo… y cabello.

- "Cabello." – X se quedó confuso al principio, pero de pronto él también recordó algo. Algo de hacía mucho tiempo. No era claro de ninguna manera, pero algunos elementos lograban filtrarse entre la niebla de esa parte de su mente. – Cabello… sí. Un cabello muy largo. Largo y rubio. Más largo incluso que el tuyo.

Ambos reploides se quedaron en silencio, con los ojos verdes de él fijos en los aguamarinas de ella. Ninguno de los dos estaba totalmente seguro de qué decir a continuación, mucho menos si debían hacerlo. ¿Acaso alguno de los dos querría seguir adelante con esto?

- Creo que necesitamos regresar. – declaró Roll. – El café no se prepara solo, ¿sabes?

- Sí, tienes razón. – dijo X estando de acuerdo, y ambos salieron de la tienda.

Aunque lo que habían discutido estaba muy lejos de haber terminado.


Fuera de los límites de Arcadia, 8:00 PM…

- Ray, Glenn, ¿me copian?

Dos Maverick Hunters se encontraban ocultos tras una roca gigantesca, en una tierra seca y yerma. Ray, el reploide de cara pálida, hombros blancos y pronunciados, y un peto amarillo con antebrazos marrones y botas amarillas, respondió a la llamada. – Fuerte y claro, Gamma, señor.

- ¿Cuál es su estatus actual? – preguntó Gamma.

- Hasta ahora, no ha habido señales de él, pero encontramos una estructura muy extraña en el Área 1345. – le dijo Ray a su superior. – Parece ser un viejo laboratorio de alguna clase, aunque ninguno de nosotros podría decir por cuánto tiempo ha estado aquí.

- Muy bien. Manténganme informado. Incluso a la más mínima sospecha de que nuestro fugitivo está en el área deben reportármelo. ¿Entendieron?

- ¡Sí señor!

- Muy bien, Gamma fuera. – El audio receptor de Ray se quedó en silencio. Aunque la quietud y tranquilidad no hacía más que consumirlo todo, y aumentar la tensión y la incomodidad de la situación.

- Entonces… – comenzó a hablar el Hunter compañero de Ray. Era principalmente de color rojo y azul, con hombros redondeados, y una cabeza de forma más cúbica que la de Ray. Tenía unos bordes dorados alrededor de sus muñecas, y una placa blanca sobre el pecho con metal verde cubriéndole su abdomen. También los tobillos tenían bordes dorados en ellos, pero sus pies eran totalmente blancos. – ¿Crees que este sujeto sea el que está detrás del Virus Maverick?

- No seas ridículo, Glenn, ¡claro que lo es! – replicó Ray. – Además, no tenemos más pistas así como estamos. Y aunque no han sucedido incidentes mayores, más y más reploides terminarán infectados si no se hace algo pronto.

Glenn se quedó callado por un momento, pensando en cómo poner en palabras lo que quería decir con exactitud. – ¿Crees que todos están infectados?

- ¿Quiénes? – preguntó Ray confuso.

- Aquellos clasificados como Mavericks. – clarificó Glenn. – Quiero decir, sí, no niego que exista el virus, pero ¿crees que todos los reploides que hemos tenido que contener o detener por completo tenían la misma cosa?

- ¿Qué más podrían tener? – preguntó Ray. – Es un programa de computadora que hace estragos totalmente con la CPU; de lo contrario, no habría razón para que los Mavericks sean, bueno, ¡Mavericks! Ningún reploide en sus cabales consideraría siquiera romper las Tres Leyes. Especialmente la primera.

Glenn miró hacia el suelo, inseguro. – Entonces, ¿no estarás creyendo que algunos de ellos se volvieron Mavericks sólo porque podían? Después de todo, los reploides tenemos aquello que los humanas llaman libre albedrío, así que ¿no podría alguien usar eso para hacerle daño a otros?

Ray no tuvo ningún argumento para refutar, pues las palabras de su compañero comenzaron a repetirse en su mente. ¿Algo como eso sería posible? Ciertamente, los reploides eran más avanzados que los mecaniloides, y que los robots de décadas antes, pero todavía respetaban las Tres Leyes. ¡Cada forma de vida mecánica debía hacerlo! Aun así, entre más pensaba ello, más se le agotaban los argumentos para contrarrestar el problema. ¿Podría un reploide hacer algo así? ¿Sería Glenn capaz? ¿Lo haría él mismo?

¿Lo haría… cualquiera?

- ¡Hey, mira! – susurró Glenn.

Ray echó un vistazo por encima de la roca y vio, para su sorpresa, una figura no muy lejos de allí. Afortunadamente no los notó ni a él ni a Glenn; simplemente entró al laboratorio y cerró la puerta tras de sí, fuera de la vista de los dos Hunters.

- ¡Gamma, señor! ¡Habla Glenn! – El susodicho ajustó su audio receptor para contactar a su líder. – ¡El sospechoso ha entrado en el laboratorio!

- ¿Cuándo? – preguntó Gamma, sin tardarse en responder.

- Justo ahora. – respondió Glenn. – Aunque no sabemos cuánto tiempo se quedará allí dentro, mucho menos qué hace aquí de todos los lugares.

- Podremos interrogarlo una vez que esté en custodia. – dijo Gamma. – Por ahora, manténganse en alerta y avísennos de cualquier cambio. Llegaré allá pronto. Gamma fuera.

La conexión se apagó, dejando de nuevo a los dos reploides a solas, teniéndose sólo uno al otro para hablar. Aunque ninguno de los dos estaba precisamente de humor, la pregunta de Glenn todavía seguía en la mente de Ray.

- "No, imposible." – pensó, descartando la noción de que un reploide pudiese volverse Maverick por su propia cuenta. – "¿Verdad?"

- ¡Hey! ¡Es Gamma! – dijo Glenn de repente.

Ray miró por encima de la gigantesca roca mientras veía al líder de su unidad y a los demás Hunters acompañándolo. Todos con sus armas listas, uno de ellos se acercó para abrir la puerta, y atravesaron por el espacio abierto, desapareciendo adentro del laboratorio.

- ¿Crees que estarán bien? – preguntó Glenn.

- ¡Seguro, no habrá problemas! – respondió Ray. – ¡Gamma es uno de los mejores hombres del Comandante! ¡A ese Maverick más le vale rendirse si sabe lo que es bueno para él!


Adentro del laboratorio…

- De acuerdo, dispérsense. – ordenó Gamma. Sus hombres lo hicieron y empezaron a registrar el lugar. – En el segundo que nuestro objetivo haga un movimiento, no titubeen. Debemos llevarlo con vida, pero puede sobrevivir sin un brazo o una pierna.

- ¡Sí, señor! – respondieron los hombres de Gamma.

Gamma observó a su alrededor. El interior del laboratorio era viejo y se notaba derruido. La electricidad que alguna vez dio energía al lugar se habría desconectado hacía un largo tiempo. Si acaso lo hubo alguna vez, mucho del color se había desgastado y desaparecido. Ahora todo estaba oscuro o parcialmente oculto tras una densa cubierta de polvo y mugre.

- "¿Cuánto tiempo llevas aquí?" – pensó el Hunter, preguntándose cómo habría hecho este reploide para permanecer sin ser detectado por tanto tiempo, mucho menos por qué habría decidido hacer todo esto. ¿Por qué razón un reploide querría infectar a los de su propia clase con un programa tan mortal?

- ¡Hey, miren! – susurró uno de los Hunters. Gamma y el resto se pusieron en alerta cuando una puerta se abrió en alguna parte del laboratorio. O quizás se estaba cerrando.

Y entonces, vieron una silueta emerger de las sombras; aquel a quien estaban buscando.

- ¡Detente! – ordenó Gamma, y todos apuntaron con sus armas en la dirección del Maverick. – ¡Manos en alto y al suelo! ¡Obedece y nos saldrás lastimado!

Aunque estaba parcialmente oculto por la oscuridad, el Maverick observó al grupo de reploides armados que lo rodeaban. ¿Quiénes eran, y qué pensaban que estaban haciendo aquí? Mejor aún, ¿quiénes se creían para venir a irrumpir en su hogar?

Comenzó a caminar de frente, pero un disparo de una de las armas de los Hunters lo obligó a saltar hacia un lado.

- ¡Idiota! – lo reprendió Gamma. – ¡Ahora ese criminal saldrá huyendo!

Pero no hizo tal cosa. En lugar de eso, se quedó dónde estaba, con los ojos bien fijos en aquellos que lo estaban observando. Y entonces, corrió de frente, y el Hunter que le disparó antes no pudo volver a lanzar otro disparo antes de ser atacado.


En el sitio de excavación…

Se sintió agradecida de que los miembros del equipo de excavación ya estaban terminando sus actividades y se preparaban para terminar por el día de hoy. Roll no podía concentrarse en otra cosa que no fuera lo que X le había preguntado antes.

- "Rojo." – Los detalles que Roll y X habían compartido entre ellos todavía continuaban repitiéndose. – "Rojo, y cabello rubio. Cabello rubio y largo." – Más largo que el de ella, y también amarrado. Y junto con eso, las imágenes de Mega Man disparando desesperadamente contra una silueta roja que se acercaba, con un cabello rubio y largo ondeando tras de sí.

La pregunta de X en efecto había activado algo, permitiéndole ver más a fondo en la enorme cantidad de datos corruptos que yacían en su banco de memoria. Pero incluso si lograba operar y funcionar bien, le gustaría tener un poco más claros algunos trozos de su antigua vida. X le había dicho algo que supuestamente había dicho cuando fue activada por primera vez, y ahora se había dado cuenta que apenas sí podía enfocarse en otras cosas. Entre lo último que recordaba, y ser despertada un siglo después, el período estaba lleno con un espacio vacío. Y a pesar de todo, flashes muy breves de imágenes se podían encontrar si buscaba lo bastante en profundidad.

- Rojo, cabello largo y rubio. – dijo en voz alta, pensando específicamente en esos detalles. Un robot con esas características, Mega Man peleando con uñas y dientes contra él, y entonces hubo un destello brillante y cegador. Eso era todo lo que podía recordar en estos momentos, pero ahora que lo había visto, se encontró indagando más profundamente en sus sistemas. Sospechaba que X habría hecho lo mismo mucho antes que ella, ya que el reploide azul siempre parecía hambriento de cualquier nueva información que pudiera obtener. Desde que comenzaron a aumentar los incidentes Maverick, ella se preguntaba si tal vez esto habría apretado algún botón en él.

Y a su vez, los pensamientos de él habrían despertado algo en ella.

Quienquiera que fuese este robot de pelo largo, era peligroso. Y aunque dudaba que una máquina como esa siguiera por allí, si ese era el caso, entonces los Maverick Hunters se harían cargo de él, y con eso se acabaría todo este fiasco. Pero por ilógico que fuese, penaba ella, ¿qué pasaría si todavía seguía por aquí? X había sido sellado del mundo por más de un siglo, y ella había yacido muerta en ese mismo laboratorio, así que había una ínfima posibilidad de que una máquina similar existiera.

Por supuesto, la pregunta se volvió en si ella querría o no descubrirlo, tanto por el bien de los humanos como para el de X, especialmente el último.


En el laboratorio oculto…

Gamma se arrastraba por el suelo. Toda la mitad inferior de su cuerpo había sido arrancada, y yacía a pocos metros de él, mientras sus cables y cordones echaban chispas eléctricas que no tenían a dónde más ir. Sus ojos llenos de pánico observaron alrededor, viendo que el resto de su equipo no estaba en mejor forma que él. De hecho, todos ya estaban muertos. Ahora era el único que quedaba. El único cordero para que este Maverick llevase al matadero.

El Maverick avanzó hacia Gamma, y el Hunter alzó su mano tratando de mantenerlo lejos.

- No… – dijo con una voz temblorosa. – No…

Sabía que repetirlo no le haría ningún bien, eso no salvaría su vida. Pero al ver al Maverick acercándose, fue todo lo que pudo hacer. Su arma estaba demasiado lejos, ¡y era imposible alcanzarla lo bastante rápido en su estado actual!

El Maverick se acercó todavía más a él.

- ¡NOOOOO!

Y entonces, el reploide renegado le saltó encima, poniendo las manos alrededor del cuello de Gamma mientras lo sujetaba contra el suelo. Los gritos hicieron eco por todo el laboratorio mientras el último miembro de la unidad era silenciado permanentemente, igual que los demás.

Esta historia continuará

Chapter 14: Abducción

Chapter Text

Ray se había quedado sin habla; Glenn tuvo que irse por un momento para recuperar la compostura. La escena era horrorífica: piernas y brazos arrancados de los cuerpos a los que pertenecían, armas esparcidas y aplastadas con pisadas, visores agrietados o directamente destruidos, y bocas abiertas en un permanente grito de terror. Cuando los dos Hunters vieron al Maverick rojo salir a toda prisa del laboratorio, se quedaron confusos cuando nadie más lo persiguió. Pero al entrar y ver lo que pasó, lo que se encontraron fue la horrible imagen del líder del escuadrón y el resto de sus amigos totalmente despedazados.

- T-t-tenemos que decirle… al C-Comandante de esto. – tartamudeó Glenn, con la voz todavía aterrada.

Ray no dijo más nada, pero inmediatamente contactó al cuartel general. – ¿Hola? ¡Ray al cuartel general! ¡Ray al cuartel general! ¡Respondan! – No recibió respuesta, así que ajustó su frecuencia. – ¿Blu? ¿Ai? ¿Alguien? ¡Por favor respondan! ¡Necesitamos ayuda!

Finalmente, luego de una media hora agonizante de llamar, suplicar y pedir que alguien lo oyera, recibió una respuesta.

- Habla Blu. Reporten, ¿el sospechoso ha sido aprehendido? – dijo la voz femenina en su audio-receptor. Ray se quedó en silencio. – ¿Ray? ¿Qué está sucediendo?

Ray tragó en seco. – Tenemos una situación aquí.


A la mañana siguiente…

Fue despertado de su estasis por los rude disparos y golpes físicos, metal siendo doblado y destrozado, y de alguien que parecía ser un niño luchando contra alguien más grande y más robusto que él. X se levantó de la mesa de operaciones donde se encontraba, y rápidamente salió de allí, dirigiéndose hacia una habitación del pequeño espacio secreto localizado en el laboratorio del Dr. Light. Saliendo de la habitación, oyó lo que estaba teniendo lugar con más claridad. Estuvo a punto de correr, pero sintió algo jalándole el tobillo.

Miró abajo y vio una cara familiar, aunque irónicamente estaba oculta bajo un casco rojo y un grueso visor negro. – T-tú… – dijo el robot más pequeño, cuyos detalles estaban mayormente obscurecidos por una extraña niebla, como si X no fuese totalmente capaz de determinar su apariencia.

Si esto era un efecto de sus sistemas todavía ajustándose por estar en estasis o no, no tenía tiempo para pensar, pues el ruido de alguien siendo golpeado violentamente lo trajo de vuelta a la realidad.

- Tienes… tienes que detenerlo. – alcanzó a decir el robot rojo con la voz entrecortada. Desafortunadamente, él también se encontraba herido, pues había caído al suelo cuando sus piernas finalmente sucumbieron y no pudo permanecer en pie. – Mega… no puede. Él…

Tras eso, el robot rojo no dijo más y se desplomó en el suelo. X se arrodilló y descubrió, para su alivio, que seguía vivo pero relativamente débil. Necesitaba reparaciones urgentemente, pero eso tendría que venir después. En ese momento, necesitaba averiguar lo que estaba sucediendo. Siguiendo el origen de la conmoción, X vio un robot más pequeño, joven, pero igual de azul que él siendo lanzado contra el suelo y pateado por uno que era más grande que él. Dicho robot levantó su cabeza y lo miró, con unos amplios ojos azules llenos de confusión al ver a X.

- ¿Qué… estás… haciendo? – dijo el robot más pequeño, sacudiéndose de dolor mientras trataba de caminar hacia X. Estaba severamente dañado, con la armadura abollada y agrietada en varios lugares. – Tú… tienes que volver a donde… – Empezó a toser, y X vio que empezaba a chorrear un fluido negro de su boca y cayendo al suelo. – Él viene por mí, pero si te ve a ti, podría… – Cayó de rodillas, haciendo un esfuerzo por volver a ponerse de pie.

- "¿Qué está sucediendo?"

X quería preguntar eso, pero antes de poder decir nada, vio a la figura con la que el robot azul había estado peleando acercarse a él. X no podía distinguir todos los detalles, ya que su visión era incapaz de capturar una imagen completa, pero en cuanto lo vio, el reploide sintió que algo se agitaba y hervía dentro de él.

- "Energía." – pensó. Una sensación de calor extraño pero a la vez familiar surgió en su núcleo. – "Es igual que la mía. Y aun así…"

La figura que era similar en estatura a X extendió su brazo izquierdo, y vio que una luz blanca y ardiente comenzaba a brotar de su palma. Un momento, no. Su mano ya no estaba, y en su lugar había un Buster.

- ¡MEGA MAN! ¡CUIDADO! – gritó una voz femenina y juvenil, y una imagen borrosa de una niña pequeña de rojo corriendo hacia la escena pasó frente a él. O más bien, corría hacia Mega Man.

El Buster disparó entonces hacia Mega Man y hacia él, y el disparo concentrado se acercaba más y más.

X se levantó inmediatamente de su cápsula portable, respirando agitadamente a pesar de no tener pulmones. Y aunque no podía producirlo, estaba seguro de que estaría sudando frío en ese momento, ya que su núcleo se sentía como si se hubiera prendido en llamas.

- ¡¿X?! – El Dr. Cain ingresó en la pequeña tienda, seguido de Roll muy de cerca. – ¿X, qué sucede? ¿Te encuentras bien?

Roll corrió hacia él y se arrodilló. X sintió cómo ella colocaba su mano sobre el hombro azul de él. – Yo… estoy bien. – le aseguró el reploide s su hermana y a Cain. – Un mal sueño, supongo.

- ¿Sueño? – preguntó Cain.

Cierto, cuando estaba haciendo las primeras pruebas con Fujiwara, X había demostrado que, mientras estaba en estasis, su CPU podría juntar varias porciones de información para hacer una reconstrucción parcial de eventos pasados. Así que, aunque no era precisamente "soñar", era una característica de la programación del Dr. Light que no era totalmente posible replicar. De hecho, muchos reploides habían reportado que apenas "empezaban" a "soñar", acorde con algunos estudios recientes.

- Bueno, ¿sobre qué era ese sueño? – preguntó de nuevo Cain. Aun si Fujiwara hubiese querido saber de esto, Cain genuinamente tenía curiosidad sobre lo que habría causado que X despertara tan sobresaltado. Pero no tuvo oportunidad.

- ¡Dr. Cain! – Un miembro del equipo de Cain entró a la tienda, claramente en pánico. – ¡Tenemos una situación!

- ¿Qué quieres decir? ¿Qué está sucediendo? – cuestionó Cain.

- Hay dos sujetos que son parte de los Hunters. – dijo el excavador. – Dijeron que es una emergencia.

¿Una emergencia? El Dr. Cain, Roll y X salieron de la tienda y vieron dos reploides desconocidos a poca distancia de ellos, hablando con algunos de los humanos que se habían reunido para ver qué estaba sucediendo.

Y entonces, el Hunter de color marrón y amarillo se giró para ver al paleobotánico aproximándose a él. – ¡Ah, grandioso! ¡Es usted! – dijo corriendo hacia Cain. – Oh, sí. Ray de la unidad 14th. Y él es Glenn. – agregó señalando al otro reploide que lo acompañaba.

- Les ofrecería mis saludos, pero tengo curiosidad de saber qué están haciendo aquí. – dijo Cain.

Ray estaba a punto de hablar, pero notó que Roll se encontraba presente. Aunque fuese una reploide, una civil no tenía nada que hacer aquí.

- Señorita, tienes que irte. Este es un asunto oficial de Hunters. – le dijo Ray a la rubia, antes de darle una mirada. – Eres una de esos reploides para servidumbre, ¿correcto? Bueno, probablemente sea mejor que vuelvas a tu trabajo. No hay nada que puedas hacer aquí.

X notó que Roll parecía, aunque fuera solo un poco, herida por el comentario. Pero antes que X pudiera decirle nada (o reclamarle a este sujeto por ser tan grosero), Roll sonrió. – Sí, por supuesto. Por favor discúlpenme. – dijo mientras se inclinaba ligeramente.

- Roll… – dijo X, pero Cain le puso la mano en el hombro, y su hermana se fue a otro lado.

Viendo que ahora tenían la atención de X y del anciano, Ray y Glenn se miraron entre sí y asintieron. Glenn tomó la palabra. – No queremos alarmarlos, pero recibimos información de una posible pista para resolver el caso del Virus Maverick. Fuimos parte de la unidad enviada para aprehenderlo, pero…

Ray sacudió la cabeza. No necesitaban los detalles en su totalidad. Eso sólo causaría más pánico si se esparcía. Se acercó al Dr. Cain para susurrarle.

- Se escapó, y tenemos razones para creer que podría venir hacia acá.

El humano y el reploide casi se fueron para atrás con lo que acababan de escuchar. Ray trató de calmarlos. – ¡No se alarmen! Tenemos todo bajo control. De hecho, el Comandante Sigma en persona se dirige hacia acá.

- ¿En serio? – cuestionó X. – ¿Por qué?

Ray y Glenn se miraron entre sí, y luego al reploide azul. Podían ver la sospecha en sus ojos. – No… tenemos la libertad de decirlo. Pero hay pocas razones para creer que no habrá víctimas. – Ray le dio un codazo en el costado a Glenn. – ¡Au! – se quejó, frotándose donde le golpearon.

- Lo que él quiere decir, es que es improbable que nadie aquí esté en peligro. – aclaró Ray. – Parece que ha tenido contacto muy limitado con los humanos. Y hasta el momento, ningún humano ha salido lastimado.

- En efecto. Podría haber matado a esa niña. – le susurró Glenn a su compañera. – Como sea, nos enviaron aquí para protegerlos. Así que continúen con su trabajo sin preocuparse.

- Bien entonces, les agradecemos por venir hasta aquí. – le dijo el Dr. Cain a los dos Hunters. – Por favor, si hay algo más que podamos hacer, sólo díganlo.

- Bueno, un mapa general del lugar nos sería muy útil. – dijo Glenn.

- ¡Ah sí, por supuesto! Yo me encargaré a partir de ahora, X. Tú ve a buscar a tu hermana. – le dijo al reploide azul, para luego dejarlo solo y llevarse a los dos Hunters.

- ¡Esperen! – los llamó X. Ray, Glenn y el Dr. Cain se giraron, y el reploide azul empezó a correr hacia ellos. – ¿No podemos al menos saber qué aspecto tiene este sujeto?

- Sólo quédate aquí y mantén un ojo sobre los humanos. Nosotros nos ocuparemos de ese Maverick.

Y con eso, Ray, Glenn y Cain se marcharon. A X le quedó muy claro que no iría a ninguna parte.


Más tarde…

Aunque el hecho de que los dos Hunters se encontraran aquí, y que el Comandante Sigma estaba a punto de llegar, lo cual demostraba que no había razón para alarmarse, hasta donde X lo sabía sólo él y el Dr. Cain habían sido los únicos alertados de lo que sucedía. Por lo que concernía al resto del equipo de excavación, los otros dos reploides habían llegado por órdenes del Comandante en persona. Así que, aunque no había mucho que pudiera hacer al respecto, sospechaba que había más en la situación.

- "Están dejando fuera muchos detalles." – pensó X mientras continuaba buscando a Roll. Cierto, dado lo que Ray y Glenn les habían dicho a él y a Cain, X sabía que quedarse junto al anciano y al resto de los humanos presentes en el sitio sería lo mejor. Después de todo, si Ray y Glenn NO le estaban diciendo toda la historia, el reploide azul debía permanecer con la guardia alta todavía más. Sabía que no le haría ningún bien pensar en ello como si no pudiera hacer algo, pero con todo, X no podía evitar preguntárselo. – "¿Qué podría haber sucedido?"

Más todavía, ni Ray ni Glenn le habían dicho nada de la apariencia de este Maverick, mucho menos por qué vendría aquí. En última instancia, no había nada que pudiera hacer, ¡y para colmo no había encontrado a Roll! Aunque trataba de mantener sus emociones bajo control, si encontraba a Roll y seguía molesta por lo que dijo ese sujeto llamado Ray, entonces sin duda HARÍA algo al respecto.


En la tienda del Dr. Cain…

- Entonces, ¿dicen que creen que está reuniendo cristales de energía y otros recursos? – preguntó el humano a los dos reploides, mientras los tres se sentaban alrededor de una pequeña mesa en la tienda.

- Es lo que creemos que motivó al sospechoso a salir de su escondite. – dijo Glenn. – Los almacenes de las fábricas y plantas de producción fueron saqueados, y tras cada visita, algunos de los reploides que eran construidos fueron infectados por el Virus. Pero pueden estar tranquilos, ya que ahora sabemos cuáles síntomas y comportamientos hay que buscar, podemos prevenir más daños una vez que nos deshagamos de él. Aunque supongo que no necesito decirles que hasta que atrapemos al responsable, continuarán estos incidentes.

- En efecto. – asintió el Dr. Cain estando de acuerdo.

- Descubrimos que el sospechoso estableció una pequeña área como base en el laboratorio al que nuestro equipo lo rastreó. – explicó Ray. – Pero él… se escapó de nuestro líder de escuadrón y del resto de nuestro equipo. – añadió esperando que Cain no preguntase por más. – Así que, el Comandante Sigma nos asignó la tarea de venir aquí antes de alertarlos de lo que sucede.

- Y les agradezco que lo hayan hecho. – El anciano humano se tomó un momento para pasarse los dedos de su barba. – Así que, ¿dijeron que Sigma en persona viene en camino? ¿Qué hay del resto de su equipo?

Ambos, Ray y Glenn, se quedaron en silencio. Cain inmediatamente tuvo la sensación de haber tocado algo que no debía. – Ellos… recibieron la orden de quedarse atrás, en caso de que el Maverick regrese a su locación anterior.

- S-sí, por supuesto. – Cain no presionó más. Ninguno de ellos lo dijo, pero podía sentir que algo muy desagradable debió suceder antes que los dos Hunters vinieran aquí. – Así que supongo que no debe salir ni una palabra de esto, ¿verdad?

- Eso sería lo mejor, sí. – dijo Ray. – Entre menos pánico provoquemos, mejor. Pero entiendan, tenemos la situación bajo control.

Incluso si no pasó de una cocina saqueada y una ventana rota, Sigma les ordenó explícitamente a los dos Hunters no mencionar que el Maverick había irrumpido en la casa del Dr. Fujiwara.

Cain asintió. – Bueno, si me lo permiten, ¿podría al menos saber qué aspecto tiene este Maverick? Después de todo, necesitaré saberlo para estar alerta, y también X, si está asignado a protegerme.

Mientras tanto, afuera de la tienda, alguien espiaba la conversación…

- Hm… sí, necesitará esa información. – escuchó decir a Ray. El grosor de la cubierta de la tienda hacía que escuchar la conversación fuese algo difícil, pero Roll estaba determinada a saber, espiando a través del diminuto espacio que tuvo la suerte de encontrar en la tienda.

No era precisamente propio de ella escuchar a escondidas, pero, y si bien técnicamente no lo tenía, su "instinto" le alertaba de que no le estaban contando todos los detalles. Y si ninguno de estos reploides lo iba a decir abiertamente, entonces tenía que averiguarlos por su cuenta. Especialmente considerando a cierto reploide que ella y su hermano habían discutido no hacía mucho.

- "Tal vez sólo estoy siendo paranoica. Pero necesito saberlo." – pensó, y luego se inclinó más cerca. – "Tengo que saberlo. Por su bien."

- Bueno, según los testigos que hemos interrogado, el sospechoso fue sorprendentemente cuidadoso al infiltrarse, pero aquellos que lograron verlo lo describen con rasgos bastante distintivos. – El audio-receptor de Roll estaba a solo centímetros del pequeño espacio, y escuchó a Glenn seguir hablando. – Aparentemente, los reportes dicen que se trata de un reploide con la forma masculina estándar. Uno de los que tienen la forma más, podemos decirlo, humanoide.

En realidad, el Hunter Glenn siempre había sido algo autoconsciente de su apariencia, aunque a Ray parecía no importarle. De nuevo, él pensaba que su compañero tenía la mejor cara, pero dejó eso de lado antes de continuar.

- Tenía una armadura distintiva de color rojo, y aunque algunos dijeron que creían haberle visto una capa o capucha de alguna clase, el testigo más reciente dijo que parecía más como cabello.

Roll tuvo que controlarse, poniendo la mano sobre su boca para ahogar el grito que casi se le escapó.

Al parecer, la revelación de estos detalles también sacudió algo en el Dr. Cain. – Tenemos… que traer a X aquí de inmediato. – les dijo.

- Estoy de acuerdo. – dijo Glenn, y luego miró a Ray, que parecía aprehensivo, pero no por la misma razón que Cain, mucho menos la de Roll. – ¿En dónde está ahora?

- La última vez que lo vi, fue a buscar a Roll, pero no he visto a ninguno de los dos por ninguna parte. – explicó Cain, y se levantó de su silla. – Iré a ver si alguien los ha visto…

- Hola, Doctor. – los saludó de repente Roll. Cain dio un paso atrás al ver a la rubia en la entrada de la tienda, como si hubiera tenido que manifestarse de la nada.

- ¡Oh, aquí estás! – se rio el anciano humano. Roll trató de no parecer sospechosa. – ¿Dónde has estado? Estaba a punto de mandar a buscarte.

- Oh, en ninguna parte. Sólo daba vueltas viendo si podía ayudar con lo que fuera. – Fijó sus ojos verde-azulados en los de Ray. – Después de todo, no hay nada que pueda hacer aquí, ¿verdad?

Aunque estaba sonriendo, su mirada era cualquier cosa menos amigable. Ray podría haber jurado que, a juzgar por sus ojos, estaba secretamente planeando asesinarlo.

- Como sea, ¿te importaría ir a buscar a tu hermano por mí? Estos caballeros aquí necesitan discutir algo con él. – pidió Cain.

- Claro. – Se giró para ir a buscar a X, aunque no sin lanzarle una última mirada a Ray.

Aunque ella fuese relativamente pequeña comparada con Ray y Glenn, las miradas de los reploides podían ser bastante intimidantes.


Aquella noche…

Se encontraba en el "límite" del sitio de excavación, con los ojos muy abiertos en busca de cualquier signo de movimiento en la distancia. La tierra estaba yerma y totalmente vacía de vegetación, así que no había muchos lugares para ocultarse.

- "Armadura roja, pelo rubio. Armadura roja, pelo rubio." – X repetía estos detalles en su procesador.

Estos rasgos y la borrosa imagen del robot que estaba atacando intentaban abrirse paso para conectarse juntos, como si la respuesta que X estaba buscando estuviera justo frente a él. Y tal vez lo estaba, pero incluso si fuera el caso, X sabía que no podía forzarse a recordar. Incluso ahora, luego de meses que sus sistemas funcionaran como debían, definitivamente había algunas áreas que todavía no podía descifrar.

- "¡Simplemente no tiene sentido!" – pensó, sintiéndose frustrado. – "¡He visto a alguien que coincide perfectamente con esa descripción! ¡Pero todavía no consigo una imagen clara!"

El "sueño" que había tenido esta mañana era poco más que una neblina que lo consumía todo, y su mente daba vueltas con sólo pensarlo. Pero ultimadamente no había nada que pudiera hacer al respecto en este momento. Ahora sabía que un individuo potencialmente peligroso podría venir al sitio. Y aunque ningún humano había salido herido todavía, nadie podía permitirse tomar más riesgos, mientras Ray y Glenn no le hubiesen revelado tod Cain.

De repente, X oyó a alguien aproximándosele por detrás. Se giró para ver al Dr. Cain a pocos metros de distancia. – Oh, ¿qué está haciendo aquí? – preguntó X. – Si Roll lo atrapa a estas horas, se pondrá histérica.

- Está ocupada ayudando a preparar la trampa. – respondió Cain. – Así que puedo salir por un momento.

X no estaba seguro si era hilarante o triste que una máquina que sólo tenía unos cuantos meses de "edad" actuara como si fuera su madre. De cualquier manera, la "trampa" a la que Cain se refería fue idea de X, aunque Cain no pudo evitar preguntarse cómo se le ocurrió. Al ser informado de la apariencia del Maverick fugitivo, el reploide azul inmediatamente descartó la idea de dispararle al sospechoso, en caso de que regresara. Ray se sorprendió de esto, y de hecho hasta se estaba enfadando mientras decía que X no sabía nada y que ni él ni nadie más tenía la más remota idea de con quién estaban tratando. Pero antes de poder decir más sobre lo que había ocurrido antes que llegaran los dos Hunters, Glenn salió al paso y le urgió a Ray que se calmara.

Aunque fuese sólo para que se quedara callado.

Glenn le permitió a X hablar, y fue allí cuando el reploide azul les propuso su plan. Primero, colocarían una tienda pequeña, con un buen suministro de cristales de energía y otras fuentes de energía en su interior, para atraer al Maverick hacia esa área en particular. Así, podrían acercarse, rodearlo y ponerlo bajo custodia. Por mucho que a Ray no le gustara, Glenn le recordó sus órdenes originales. Si este Maverick era responsable por el Virus Maverick, lo necesitaban con vida para poder interrogarlo.

Hasta ahora, las cosas parecían ir acorde con el plan, y X estaba haciendo una última ronda alrededor del perímetro del lugar, en busca de cualquier señal de una armadura roja y cabello largo y rubio. Aun así, para sorpresa del reploide azul (y fastidio que iba en aumento), ni Ray ni Glenn quisieron divulgar más respecto a lo sucedido antes de llegar al sitio. Y le dijeron, o más bien, Ray le dijo a X que su trabajo era asegurarse que no le pasara nada al Dr. Cain. Encargarse del Maverick rojo era trabajo de ellos.

- "Es casi como si quisieran evitar que me involucre todo lo posible." – pensó. Ultimadamente, la situación era lo que era, y había cosas más importantes que su propio ego. Aun así, no podía sacudirse de encima la sensación de que lo estaban dejando fuera a propósito.

- Hablando de eso – habló X, recordando repentinamente que apenas había visto a su hermana en todo el día –¿Cómo está Roll?

- ¿Está bien? – respondió el Dr. Cain. – Aunque ha estado más callada de lo usual.

- "Es decir que su cambio de humor es culpa de Ray." – X frunció el cejo. Luego de que todo hubiera terminado, le diría algunas palabras a Ray sobre hablarle con más respeto a su hermana. – Creo que, bueno, deberíamos irnos. Probablemente sería mejor que usted vuelva a su tienda.

- Será nuestra tienda por el momento. – corrigió Cain. – Vamos a ser compañeros.

"- Sí, creo que pediré mi propia cama, muchas gracias. – respondió X, y los dos se dirigieron hacia la tienda del anciano.

Una vez adentro, estuvieron a punto de irse a descansar, pero X todavía tenía otras cosas en su mente.

- Dígame algo, Dr. Cain. – dijo X. El anciano estaba a punto de cambiarse sus ropas de trabajo, pero se detuvo. – Mega Man, es decir el Mega Man original, Rock Light. – X hizo énfasis para distinguirse a sí mismo de su predecesor. – Nadie descubrió jamás lo que pasó con él, ¿verdad?

- No hubo ningún reporte oficial ni documentación respecto a su supuesta muerte, así que no, nadie puede decirlo con certeza. El único que lo sabe es el propio Mega Man, y él ya no está aquí para contárselo a nadie. – respondió Cain.

- ¿Eso no le parece algo extraño? – preguntó X. – ¿Por qué simplemente iba a desaparecer una creación del Dr. Light? Especialmente considerando que era muy probable que el Dr. Wily todavía siguiera siendo una amenaza. Y él no parecía el tipo que simplemente iba a rendirse y renunciar.

- Entonces, ¿qué crees TÚ que pasó? – preguntó Cain al reploide azul.

X se quedó en silencio por unos cuantos momentos antes de formular otra pregunta. – Mega Man… él desapareció casi al mismo tiempo que Wily, ¿correcto? – Cain asintió en respuesta. – Y también había una teoría de que Wily posiblemente habría sido asesinado, ¿verdad? – Cain volvió a asentir. – Me estoy estirando un poco, debo admitirlo, pero ¿usted cree que podría haber alguna conexión?

- Debo admitir que me he preguntado lo mismo. – reconoció Cain. – Es cierto, aunque la desaparición del Dr. Wily sigue sin ser resuelta, hay muchas teorías alrededor. Una de ellas es que Mega Man finalmente decidió que había tenido suficiente y… que se encargaría de él permanentemente, si me entiendes.

- Pero si eso fuera cierto, entonces Mega Man de alguna manera habría violado su programación en relación a la Primera Ley. – argumentó X. – Después de todo, con una IA avanzada o no, dudo que el Dr. Light hubiese permitido que algo así sucediera. Y Mega Man representaba cómo los robots podrían beneficiar e incluso salvar a la humanidad. Matar a Wily habría destruido todo eso.

- Entonces ¿qué sugieres tú? – cuestionó Cain.

X pensó en esto. En efecto, ¿qué estaba sugiriendo? Era una posibilidad fugaz que le vino aparentemente de la nada. Pero si Mega Man y los Robot Masters eran incapaces, o estaban indispuestos a ir en contra de las Tres Leyes, entonces alguien más tuvo que haberlo hecho.

- "Alguien… como yo."

Afuera de la tienda, Roll tuvo que contenerse a sí misma para evitar volarse la tapadera, pero mientras continuaba escuchando la conversación de X y Cain, se encontró deseando poder soltar todo lo que pensaba sobre estas "teorías" suyas.

Su intención era ir a su propia tienda y terminar el día, pero al ve Cain entrando a su espacio compartido, sospechó que dirían más acerca del Maverick rojo.

- "Esto es muy embarazoso." – se regañó a sí misma. – "Pero necesito saberlo. Tengo que saberlo."


A poca distancia de allí…

Aunque el plan de X no requería pensar demasiado, era bastante lógico. Dado que el Maverick presumiblemente robaba fuentes de energía, seguramente querría algo para reponer sus reservas, Especialmente dado que volver a su antiguo hogar no era una opción. Ray se paró en un lado del perímetro mientras Glenn hacía lo propio del lado opuesto, pero ambos mantenían contacto constantemente.

- Sabes, tal vez él podría ayudarnos. – escuchó Ray decir a Glenn, cuya voz sonaba en su audio-receptor. – Quiero decir, aunque no sea un verdadero Hunter, nuestra información de combate viene de alguna parte.

- Ya sabes bien lo que dijo el Comandante. – le dijo Ray a Glenn. – X debe estar lo menos involucrado posible. Fueron órdenes directas.

En efecto, Glenn sabía eso muy bien. Luego que él y Ray reportaron lo ocurrido en el laboratorio, recibieron órdenes de rastrear al Maverick. Ninguno de ellos necesitaba motivaciones extras para seguir esa orden, ya que estaban más que listos para poner en su lugar al sujeto que masacró a sus colegas y amigos Hunters. La visión del cuerpo destazado de Gamma todavía les hacía temblar. Pero cuando descubrieron que el Maverick rojo se había ido en la dirección donde el Dr. Cain y su equipo estaban acampando, el Comandante dejó sus instrucciones muy fuertes y claras.

"Memoricen hasta el más mínimo detalle que encuentren. Conozcan el terreno por dentro y por fuera. Y en el segundo en que lo vean, dispárenle sin dudar. Pero solo para incapacitarlo, no para matarlo. Aún lo necesitamos con vida, pero recuérdenle a X su deber con Cain."

Así les había dicho el Comandante Sigma al saber dónde se encontrabanAunque no lo dijo directamente, Rya y Glenn no pudieron evitar sentir que su Comandante no quería que X tuviese nada que ver con esta operación. Por supuesto, ambos tenían teorías respecto al porqué, pero en última instancia, eso no importaba. Por ahora, sólo podían mantener los ojos bien abiertos para estar atentos a cualquier perturbación o anomalía.

Pero aunque estaban armados y listos para disparar en cualquier momento, Glenn no pudo evitar cuestionar la lógica de su Comandante.

- ¿No nos beneficiaríamos más de tener algo de poder de fuego adicional? – preguntó el Hunter con cabeza de bloque, escudriñando en busca de cualquier signo de un destello rojo.

- El Dr. Cain necesita protección. – respondió Ray, mirando también a su alrededor. – Y no es como que X realmente sea confiable para encargarse de las cosas cuando hay que hacer lo que hay que hacer.

- Sí, sí, ya lo sé. Pero aun así, no es que tenga que matar al sospechoso. – espetó Glenn. – Después de todo, tenemos que llevarlo vivo.

- ¿Recuerdas lo que pasó con aquellos droides Pierrot renegados? Probablemente intente hacerse amigo de este sujeto. – replicó Ray. – A pesar de todo lo que tiene, eso no cambia el hecho de que es un idiota.

- Sí, supongo. – suspiró Glenn.

- Mira, si será una ventaja o una carga, eso tendremos que verlo. Pero por ahora, será mejor que él permanezca cerca de Cain y no haga más nada. – le dijo Ray a su compañero. – Ya sabes lo que pasará si el Comandante descubre que desobedecimos sus órdenes.

Glenn sacudió su cabeza. – No necesitas recordármelo.

Ya había visto a su Comandante teniendo confrontaciones verbales con Vile, que a veces se escalaban hasta volverse físicas. Por supuesto, Vile siempre era el que las empezaba, pero rápidamente lo ponían en su lugar sin importar cuántas veces trataba de plantarle cara al Comandante. Y aunque Glenn no creía que Sigma les hiciera lo mismo, seguía siendo un reploide que se aseguraba de dejar claro a todos quién estaba a cargo.

- Sólo sigue vigilando por tu lado. – le dijo Ray a Glenn. – Yo haré lo mismo por aquí. A la primera señal de algo, me das un grito.

- Lo haré. – respondió Glenn.

Por supuesto, en medio del paisaje de tierra yerma y seca, una figura que se escondía detrás de una roca en el extremo que vigilaba Ray observaba al Hunter, buscando la oportunidad para escurrirse sin ser visto. Había otros reploides aquí, así que seguramente debería haber algo de energía que pudiese consumir. Cierto, podría funcionar bien por un tiempo más, pero sabía que sus reservas se estaban agotando y pronto necesitaría reponerlas.

Cubierto por las sombras oscuras de la noche, el invasor invisible escudriñó con sus ojos el terreno a su alrededor. Había una tienda más pequeña situada en la esquina derecha más lejana, y se encontraba parcialmente abierta.

Y adentro de ella había… ¡energía! Cristales, Tanques-E, y otros objetos que necesitaba, ¡y todos estaban allí para que se los llevara! Era demasiado fácil. El Maverick se escurrió alrededor para usar la tienda como escudo para ocultar su presencia detrás de ella. Claramente era una trampa, pero eso no significaba que no pudiera sacar algo de allí y llevárselo. Después de todo, mientras nadie lo viera, podría llevarse todo lo que quisiera. Comenzó a levantar la cubierta, pero se detuvo cuando vio algo por la esquina de su ojo.

O más bien, a alguien.

Se había visto forzada a retirarse cuando escuchó a X salir y comenzar a moverse alrededor de la tienda, pero ya había escuchado más que suficiente. Roll suspiró aliviada cuando vio que su hermano volvía adentro, por lo que decidió que era mejor irse a la cama. No era como que pudiese hacer otra cosa.

Roll ya sabía mucho de lo que X y el Dr. Cain habían discutido mientras caminaba, pues había escuchado todo antes. Pero con eso, le surgieron emociones que no había deseado expresar abiertamente. Aunque inicialmente ella había sido un prototipo para determinar si era posible replicar los sistemas de X, al parecer había sido completamente olvidada, ya que los reploides se habían convertido en parte integral de la sociedad arcadiana. Así que finalmente entró a su tienda, pero se quedó en el centro del pequeño espacio que sería su "cuarto" temporal y suspiró, quitándose unos mechones rubios de su cara.

- "El Dr. Fujiwara TODAVÍA me debe las mejoras a mi cuerpo." – lamentó Roll. Aunque mantenía su armadura y coraza exterior bien cuidada, sabía que la habían construido con materiales baratos. Y desde que los reploides habían comenzado a caminar entre la población humana, Roll descubrió que tenía más oportunidades para sí misma, pero incluso esas opciones estaban restringidas.

Mayormente, se había encontrado de vuelta en el rol de una mucama. No era que a ella le desagradasen sus deberes, y los llevaba a cabo bien; después de todo, ella había sido construida para ese propósito, y en lo que a ella concernía no había nadie mejor para ello. Pero de nuevo, ¿qué lograba con eso? ¿Qué bien podía hacer a otros, fuera de ser una fuente confiable de trabajo para el Dr. Fujjiwara y (a veces) una ayudante para el Dr. Cain? De hecho, ¡esta era la primera vez que Roll acompañaba al anciano a una de sus excavaciones!

- "No es que quiera ser ingrata. De hecho, soy afortunada de siquiera estar aquí." – pensó Roll. Luego se mordió el labio, y pensó en la conversación entre su hermano y Cain. – "Si existiera un robot como ése, entonces X podrá encargarse de él. Aunque… dudo que tuviera que hacerlo. Mega Man lo habría vencido."

De inmediato sacudió la cabeza, en cuanto pensó en otros desenlaces más horribles. ¡No! ¡Eso era imposible! ¡Mega Man era imparable! Y aunque no lo fuese… X estaba aquí. Y él podría encargarse de todo.

- "Tiene que hacerlo." – pensó Roll con tristeza. – "Porque yo no puedo hacer nada por él. No así."

Se dio la vuelta, deseando tomar algo de aire para aclarar su mente, pero de repente, Roll encontró que algo le bloqueaba su camino, chocándose de frente con una figura más alta que ella que estaba enfrente.

- ¿Qué demo…? – empezó a decir, sorprendida. Levantó la mirada hacia el reploide que acababa de meterse a su tienda. – ¿Quién eres tú? ¿Y qué crees que estás haciendo? Meterte en el espacio de una señorita sin invitación…

Se detuvo en seco, observando los rasgos del reploide más detenidamente. Esos rasgos eran muy distintivos, e inconfundibles.

- E-espera… tú eres…

De repente, X salió a toda prisa afuera, mientras Ray y Glenn corrían hacia la pequeña sección del sitio donde se habían levantado las tiendas. Recibieron la señal de que su objetivo había entrado al perímetro, aunque no vino de ninguno de ellos, ni tampoco de Cain o de los otros humanos.

La pequeña tienda de Roll se ubicaba no muy lejos de la del Dr. Cain, completamente sencilla y sin llamar la atención. Pero las miradas de todos se vieron atraídas a ella.

Y en sus receptores auditivos resonó el grito de Roll desde adentro.

Intentó correr rodeando al reploide y trató de salir hacia la entrada, pero una mano le sujetó la muñeca con fuerza y la volvió a jalar adentro. Roll sintió cómo el Maverick rojo la sujetaba de los brazos, manteniéndola en donde estaba.

- ¡S-suéltame! – demandó Roll, tratando de soltarse de su agarre, y cuando eso no sirvió, comenzó a golpearlo furiosamente en el pecho. – ¡Déjame ir, déjame ir, DÉJAME IR! – le gritaba, pero sin importar los golpes o el forcejeo, claramente no iba a ir a ninguna parte.

Los ojos de color azul hielo del Maverick penetraron los suyos; Roll sintió que sus fluidos internos se enfriaban. Su mirada era intensa y perforante, como si fuese un depredador viendo a su última presa.

- ¡Allí está! – gritó Glenn, y tanto el Maverick como Roll se giraron para ver a Ray desenfundando una pistola de plasma.

Jaló el gatillo disparando un rayo de energía concentrada. El Maverick se agachó hacia un lado, y el rayo perforó por completo el hombro derecho de Roll, haciéndola caer de espaldas. La tienda no fue capaz de soportar su peso y se desplomó, y ahora el Maverick rojo se reveló a la vista de X.

Como dijeron los reportes, este reploide había ganado el título de "Maverick rojo" por una razón. Su armadura era de un distintivo color rojo con detalles blancos por los bordes y en las puntas de sus botas, su abdomen y hombros también eran blancos. En el izquierdo tenía una especie de emblema compuesto de formas amarillas y violetas, que formaban una especie de letra "Z." No era excesivamente alto, pero sin duda superaba a X en estatura por unas cuantas pulgadas. Su casco tenía unas guardias faciales que se extendían alrededor de las mejillas con unos bordes curvados en la parte superior, como si fuesen cuernos de alguna clase dándole un aspecto de "demonio rojo". Su frente era blanca con un cristal azul triangular, tenía dos orbes verdes en el pecho, y unas guardias plateadas en las muñecas. Pero fuera de su armadura roja, el rasgo más notable de este reploide era esa sorpresivamente larga melena de cabello rubio que se extendía desde atrás de su casco, sujeto en una cola de caballo por un cilindro azul.

Los ojos azules del Maverick rojo se fijaron en X, y el reploide azul recibió una probada de esa intensa mirada. El Maverick rubio miró a X, luego a Roll, que se encontraba en el suelo y sujetándose el hombro donde había recibido daño. Luego dio un paso hacia ella; Roll trató de ponerse de pie, pero un brazo rojo la sujetó de la cintura, echándosela encima al hombro.

- ¡E-espera! – protestó ella, pateando salvajemente mientras trataba de escapar. – ¡No hagas esto! ¡Detente!

Sus súplicas cayeron en oídos sordos, sin embargo, pues el Maverick inmediatamente abandonó el sitio llevándosela consigo. Ray, Glenn y X sin perder tiempo trataron de perseguirlo, disparándole al reploide rojo, pero a pesar de sus esfuerzos, él era demasiado rápido para ellos.

El Maverick rojo se había esfumado en la noche, mientras los gritos de ayuda de su cautiva se hacían cada vez más distantes hasta desaparecer por completo.

Esta historia continuará

Chapter 15: Intento de rescate

Chapter Text

Esto ya se había extendido lo suficiente.

Sigma se encontraba dirigiéndose hacia el sitio de excavación, siguiendo las coordenadas que le habían proveído Ray y Glenn.

- Gamma... muerto. – murmuró para sí mismo, mientras el pálido reflejo de la luz de la luna brillaba en la gema de su frente y sus ojos totalmente azules. – Toda su unidad… exterminada. ¿Cómo pudo un virus…? No. Ningún virus podría haber hecho esto. No totalmente. Esto… esto es algo que viene desde adentro.

Después de todo, ¿qué clase de virus podría alterar la personalidad de alguien, al punto de convertirse en un animal salvaje? Pero si no se trataba del Virus Maverick, ¿qué otra cosa podría ser?

Cualquiera que fuese el caso, después podría ocuparse de ello. Lo que Sigma ahora tenía en su cabeza era aprehender a ese Maverick rojo y ponerle fin a todo esto. Desde que comenzó este caso, o mejor dicho, que comenzó oficialmente acorde con el Consejo, los Maverick Hunters habían estado haciendo poco más que limpiando los desastres que este llamado virus había causado. Pero un virus corrompía los sistemas y causaba que las máquinas funcionaran incorrectamente, e incluso entonces, ningún virus que conocía podría causar un comportamiento tan violento. Pero de ser este el caso, de que se TRATARA de un problema interno con los sistemas de los reploides, ¿cómo podría ser resuelto?

Aunque no estaba dejándolo mostrar, Sigma comenzaba a sentir el peso del consejo sobre sus hombros. Le dejaron claro que querían que este problema fuese resuelto, y que lo querían rápido. En este caso, aunque no estaba seguro, sospechaba que esto causaba que sus hombres dudaran de sus capacidades.

- "Están cuestionando todo respecto a mí." – pensó. – "Todo lo que soy, lo están cuestionando."

Su capacidad para liderar a los Hunters, las capacidades de sus hombres, como habían estado en este caso durante meses, e incluso más, ¡si las mejoras que le dieron valdrían o no la pena! ¡¿Cómo podría el consejo sugerir tal cosa?! ¡¿Cómo se atrevían?! ¡¿Después de todo lo que hizo por ellos?!

Cuando encontrase a ese Maverick rojo, les daría a todas esas bolsas de carne ancestrales una prueba de sus habilidades. No sólo de liderazgo, ¡sino para encargarse de cualquier amenaza! Después de todo, ¿no era él Sigma? ¿La suma de todos los esfuerzos de los humanos para crear a la máquina perfecta? Cierto, X había venido antes que él, pero fue por las manos de los científicos del consejo que él fue construido. Ellos supervisaron todo; se aseguraron que sus sistemas tuvieran la IA más avanzada de su tiempo. Lo hicieron para que fuese el espécimen supremo. Lo hicieron para que fuese perfecto. No como a X, o a ninguno de los otros que vinieron después. Sólo a él.

- ¡Ray llamando al Comandante Sigma! ¡Repito! ¡Ray llamando al Comandante Sigma!

El reploide de gran estatura respondió a la llamada, algo sorprendido de oír de uno de sus hombres, especialmente ya que acababa de salir de Arcadia. – Habla Sigma. Reporte de estatus, ¿qué ha pasado?

- Oh, esto es malo. – escuchó a Glenn decir en el fondo de la llamada. – Esto es REALMENTE malo.

- ¡Esto es todo por mi culpa! – oyó gritar a X, claramente desesperado. – ¡¿Oh, qué he hecho?! ¡Roll, de verdad lo siento!

- ¿Qué está pasando? – preguntó Sigma, hablando con voz fuerte pero no agresiva. Solo al volumen correcto para capturar la atención de todos los que estaban sumidos en el pánico. – Ray, ¿acaso el Maverick ha sido avistado?

- ¡De eso se trata! ¡Vino aquí! – respondió Ray. – ¡La trampa funcionó y vino directo a ella! ¡Pero entonces se metió a otra tienda sin razón aparente, y se la llevó!

- ¿A quién? – cuestionó Sigma, con la voz mucho más fuerte. – ¡¿A quién se llevó?!

- ¡A una reploide que trabajaba aquí o algo! ¡No lo sé, ni siquiera recuerdo su nombre! – respondió Ray.

- "¡Demonios!" – Sigma maldijo mentalmente. – "Si esto se convirtió en una situación de rehenes, el consejo estará respirando sobre mi cuello." – Estaré allí en breve. Por el momento, sigan el rastro del Maverick, pero no dejen que sepa que los está siguiendo.

- ¡Entendido, señor! – respondió Ray.

- Y X, tú quédate con el Dr. Cain. – ordenó Sigma; el reploide azul escuchó al Comandante Hunter desde el receptor de audio de Ray. – Sigma fuera.

Terminó la llamada y comenzó a andar hacia el sitio de excavación. Las cosas no iban a su favor, en absoluto.


Algún tiempo después, en un área desconocida…

Cuando por fin la dejó en el suelo, Roll trató de escapar, solo para sentir que una mano le agarraba por la muñeca. No se atrevió a ver a los ojos a su captor, pero sí se tomó un momento para ver a su alrededor. Era el mismo paisaje de tierra seca y elevada desde el mar que la rodeaba, así que presumiblemente no se la llevó muy lejos, sólo lo suficiente del sitio de excavación como para no verlo. Vio a lo que tenía frente a ella: una puerta masiva y oxidada que su captor abrió a la fuerza con una sola mano. Le llevó algo de esfuerzo por no poder usar ambas manos, ya que de lo contrario Roll habría tratado de escapar de nuevo.

Una vez que hubo suficiente espacio, el Maverick rojo jaló a la otra rubia hacia adentro, guiándola como si fuese un perro desobediente siendo tirado de la correa. Dicho eso, y a pesar de sus constantes intentos de escapar de él, Roll se había dado cuenta de que no le había puesto una mano encima más que para sujetarla. E incluso entonces, sólo usaba la fuerza suficiente. Podía sentir la firmeza de su agarre, pero no le causaba dolor.

- "Ahora no hay tiempo para preocuparse de eso." – se regañó a sí misma. – "¿Qué clase de lugar es este?

Sin duda era una estructura muy vieja, un laboratorio dilapidado o fábrica pequeña. O quizás, un escondite. En efecto, Roll sospechaba que un lugar como este le habría venido de perlas al Dr. Wily. Casi todo en este lugar parecía no haber visto la luz del día en décadas, quizás hasta siglos. Y como ella no tenía idea de cuándo habría sido reclamada esta sección particular de la tierra, tal vez ese fuera el caso. Roll entonces vio que se la llevaban hacia una puerta que estaba enormemente deteriorada, pero todavía tenía visible el símbolo médico de la cruz roja.

¿Qué le aguardaba detrás de esa puerta? Sabía que su mente se estaba adelantando y conjurando tonterías sin sentido, pero no podía sacarse las imágenes de su cabeza. Una colección de herramientas enfermizas para usar de instrumentos de tortura, o una colección de reploides colgando mientras eran drenados de su energía, todo eso inundaba su CPU, pero Roll se forzó a volver a la realidad. Entrar en pánico no le haría ningún bien, y necesitaba despejarse la cabeza si quería escaparse de ese extraño rojo.

El Maverick abrió la puerta, y adentro había una pequeña mesa de operaciones, que estaba totalmente oxidada y no había visto uso desde hacía tiempo. Luego agarró a Roll y, a pesar de sus protestas, la levantó y la sentó en la mesa como si fuese una muñeca puesta de vuelta en su estante.

Se había dado cuenta de otra cosa sobre su captor: a pesar de ser capaz de mucho más, estaba tratando a Roll como si estuviese hecha de cristal o porcelana, casi como si se pudiera romper en cualquier segundo. Eso no quería decir que su forma de tratarla no dejaba mucho que desear (para empezar, NO le agradó para nada que la secuestrara), pero hasta el momento, el reploide rojo no había demostrado ningún signo de hostilidad hacia su rehén.

- "No me ha dicho ni una palabra, pero no es totalmente irracional, o eso creo." – Roll se quedó quieta, temblando cuando sintió que el Maverick rojo le agarraba su brazo dañado. La articulación del hombro había quedado inutilizada por el disparo que recibió. – ¡A-Ah! ¡Hey! ¡Ten cuidado!

Su captor estaba jalando los cables dañados con demasiada fuerza. Fue entonces que se preguntó: ¿acaso estaba tratando de reconectarlos?

Al ver que no llegaba a ninguna parte, el Maverick rojo comenzó a buscar algo en ese pequeño espacio, aunque Roll no tenía idea de qué buscaba. La mitad de ella quería volver a salir huyendo, pero se recordó a sí misma que ahora estaba atrapada en un espacio mucho más limitado con este criminal. Lo que fuera que hubiese hecho, ella no lo sabría, pero hasta donde le concernía, Roll necesitaba saber que había sido designado como "Maverick" y era potencialmente peligroso. Ella no lo habría visto en persona, pero sabía del daño que cualquier incidente Maverick podría haber causado, lo que este Maverick podría causar.

- "¡Y este sujeto luce como si hubiese sido hecho a la medida para ese propósito!"

Ella no quería otra cosa que no fuera escapar, pero hasta que llegara esa oportunidad, Roll tenía que esperar pacientemente y, por lo menos, tratar de mantenerse con vida hasta que llegara posible ayuda. Fue alertada de la presencia de su captor de nuevo, y notó que el reploide sostenía lo que parecía ser un conductor pequeño y corto en sus manos.

- Y bien… ¿qué planeas hacer con eso? – le preguntó, genuinamente curiosa, pero todavía no le agradaba haber sido secuestrada. Finalmente, Roll recibió su respuesta cuando el Maverick colocó el conductor en el agujero de disparo que tenía el hombro. Los extremos sobresalían un poco, pero Roll se dio cuenta que de nuevo podía mover su brazo libremente. – Tú… ¿estás tratando de arreglarme?

Estaba sorprendida, tocándose el conductor en el hombro para confirmar que era real. Él no le dijo nada, y Roll fue incapaz de determinar si su silencio era una confirmación o una negativa. ¿Tal vez ella podría hacerlo hablar?

Entretanto, él comenzó a buscar entre los trozos de chatarra y basura que estaban esparcidos por todos lados. Este lugar podría haber sido elegido por Wily para esconderse, construir algo, o para atormentar a su creador y hermano de nuevo.

- Hey, escucha. Tal vez podamos llegar a un acuerdo. – sugirió. El Maverick rojo dejó lo que hacía y la miró. Se encogió un poco, comenzando a lamentar abrir su boca. – Uh, escucha, ¿qué tal si empezamos desde el principio? Mi nombre es Roll. – se presentó, aunque mayormente porque no se le ocurría nada más que decir. – ¿Y el tuyo?

Ella no recibió respuesta, solo esos receptores ópticos gélidos mirando directo hacia ellos. Su mirada era similar a la de un depredador, pero no era como si buscase placeres sensuales. En vez de eso, más parecía el semblante de un lobo que había traído a un conejo a su guarida, pero sin matarlo. En su caso, era como si el lobo jamás hubiese visto a un conejo antes, y ahora no sabía qué hacer con él.

- Uh, jeje, sí. – Roll se rio nerviosamente y señaló hacia su hombro "reparado". – Así que, gracias por esto. Pero ¿sabes? Esto podría hacerte quedar mejor. El no lastimarme potencialmente ni nada de eso.

Si podría entender o no lo que ella decía, Roll no podía estar segura. Con todo, lo que dijo pareció sacarle una reacción. El Maverick dejó salir un ligero gruñido, mostrando una cierta desaprobación ante tal posibilidad.

- Bueno, ya han enviado a dos Hunters a buscarte, así que sería mejor si te entregaras.

De nuevo comenzó a registrar entre los trozos de chatarra, ignorándola completamente.

- ¡Hey! ¡Sé que puedes oírme! – Alzó la voz, pero de nuevo, el reploide no le prestó atención. Ella resopló y cruzó los brazos. – "Bien. No eres el único que puede dar el tratamiento silencioso."

Entonces, oyó que el Maverick rojo abría la puerta para salir de la pequeña habitación.

- ¡H-Hey! ¡Espera! – Roll quiso protestar, pero él le respondió con una mirada que claramente decía que debía quedarse callada. Aunque no la hubiese lastimado (todavía), la reploide más pequeña sabía que no debía presionar su suerte. La puerta se cerró, dejándola atrapada dentro de la habitación.


En el sitio de excavación…

- Pero señor… – comenzó a protestar, pero el reploide más alto se mantuvo firme en su decisión.

- Tú te quedarás aquí, X. – le dijo Sigma en tono severo. X podía sentir el aura opresora y de mando irradiando del líder de los Hunters. – Sin ti, el Dr. Cain no tendrá protección.

- Sí, ya lo sé. – respondió X. Ciertamente entendía la lógica de lo que Sigma le decía. Pero todavía sentía que debía hacer algo. Roll ahora estaba en las manos de un criminal potencialmente peligroso, ¡y era por culpa suya! La maldita trampa con la tienda repleta de energía fue idea suya. Ese Maverick probablemente la vio reuniendo los cristales o Tanques-E adentro. – Oh, Roll, de verdad que lo siento. – murmuró.

Luego sintió que una mano se posaba en su hombro. O más bien, como si cubriera su hombro totalmente, dado su tamaño. – Ray y Glenn se encuentran muy arriba en su unidad. – le dijo Sigma al reploide azul, que se hartaba cada vez más y más con el miedo que sentía. – Y yo me uniré a ellos si necesitan más ayuda. – le dijo a X tratando de tranquilizarlo. – Tu hermana será rescatada y devuelta a ti en una pieza. Pero mientras tanto, quédate aquí a proteger al Dr. Cain si ese Maverick intenta volver. ¿Entiendes?

- Sí, entiendo. – respondió X. – Pero su brazo, recibió un disparo. ¿Qué tal si…?

- Quédate con el Dr. Cain. – ordenó Sigma antes de irse en la misma dirección en la que se habían ido los otros dos Hunters.

X se quedó a solas con el anciano humano, que estaba igual de preocupado por la reploide del lazo. – No lo entiendo.

- ¿Entender qué? – dijo el Dr. Cain girándose para ver a X. El reploide azul sacudió su cabeza.

- ¿Por qué querría llevársela? – preguntó. Sabía que era una pregunta inútil, pero no podía evitar hacérsela. – ¿Qué sentido tiene que se la lleve? ¡No es como que ella pueda hacer nada en su contra! ¡Diablos, si está completamente indefensa!

La preocupación consumía a X al punto que era insoportable. No quería hacer otra cosa que no fuera salir corriendo de este lugar ¡y encontrar a ese Maverick rojo por su cuenta! Pero en última instancia, sabía que a pesar de que su núcleo pedía a gritos que fuera tras Roll, si se iba y el secuestrador de pelo largo regresaba de nuevo, los humanos y los otros reploides aquí estarían desprotegidos.

El comportamiento de este Maverick también tenía confundido a Cain, especialmente cuando lo vio irse con Roll. Ni siquiera intentó hacer demandas o dispararles (asumiendo que tuviese algún arma); simplemente tomó a su cautiva y se marchó de la escena. Ni siquiera había tratado de pelear contra nadie en absoluto. Y aunque apenas vio al Maverick rojo por unos cuantos momentos, el Dr. Cain vio cómo fijó esos ojos azules en los de X, mientras este último hacía lo propio con el otro reploide.

Como si ambos ya se conocieran.


Locación desconocida…

No era su intención que las cosas resultaran de esta manera.

El Maverick rojo seguía sin tener idea de qué habría hecho mal. Todo lo que había hecho era ir en busca de alimento para sí mismo cuando no tenía nada. ¿Cómo podía ser un crimen alimentarse? Como fuera, estaba seguro de que eso fue lo que atrajo a esas máquinas que invadieron su hogar. Ellos le dispararon, y él tomó represalias hasta que ya no eran más una amenaza. Aunque el Maverick rojo tuvo que admitir que, aunque su cabeza estaba nublada y revuelta, podía identificar la creciente sensación de satisfacción al hacer caer a esos invasores con sus propias manos. Los otrora altos y orgullosos soldados se encontraron siendo volados por la mitad por sus propias armas mientras intentaban capturarlo, y la imagen de miembros rotos y arrancados era exhilarante.

Lo adoraba. Y un deseo de más había comenzado a florecer.

Pero las oportunidades de volver a hacerlo tendrían que venir después, ya que había sido descubierto a pesar de haberse hecho cargo de la amenaza, y estaba seguro de que lo habían seguido. Al encontrarse con ese bizarro conjunto de humanos y de seres como él, vio una tienda dejada deliberadamente abierta a plena vista, llena de cristales de energía y otros recursos. Era una trampa, y una parte de él, se sentía insultada por verlo. ¿Acaso lo tomaban por un idiota? Pero de cualquier manera, requería algo de energía, y podía permitirse llevar algo consigo, y luego hacer su escape.

Pero entonces fue cuando la vio a "ella", y luego ella lo vio a "él".

La rubia con el lazo verde inmediatamente atrapó su mirada; una sensación de familiaridad y deja vu lo golpearon con fuerza. Estaba espiando detrás de una de las otras tiendas, y alguien había venido a su mente al verla. Una pequeña porción de la intensa niebla de su mente comenzó a disiparse, permitiéndole formarse una imagen todavía dispersa pero más clara. El Maverick no podía recordar su nombre, pero la androide femenina que se había llevado con él tenía muchos rasgos en común con ella. La misma coleta rubia (no tan larga como la suya), los mismos ojos verde-azulados que lo veían con miedo, pero su voz era distintivamente más madura. Una voz que le recordaba mucho al cuerpo de una niña pequeña.

Una niña pequeña que lo miraba con los ojos llenos de lágrimas y suplicando. – Por favor! ¡No tienes que hacer esto! ¡No lo lastimes!" – gritaba de manera ahogada con una voz juvenil y chillona. – "Mira, tómame a mí, haz lo que quieras conmigo, ¡pero no le hagas daño a él!" – Luego recordó haber dado unos pasos hacia otra figura en el suelo. – "¡Por favor! ¡No, no le hagas daño! ¡Por favor, no lo hagas!"

Pero él no le prestó atención, y eso era todo lo que él recordaba. Lo que sucedió después se le escapó por completo. Había atacado al que vino por él tras haber despertado, pero luego pasó algo más. La siguiente breve imagen que vino a su mente fue una que había visto antes, la de aquel por quien la niña estaba suplicando que le perdonase la vida. Pero ella no estaba con él. Y eso fue lo último que había visto de ella.

- "T… tú… – Un robot más pequeño que él, que también se parecía a un niño a pesar de su armadura, le gruñó. –"Pagarás por lo que has hecho. ¡¿Me escuchaste?! ¡Te haré pagar!"

El Maverick sólo podía descifrar trozos y retazos de sus bancos de memoria, pero recordaba haber vencido a la máquina azul más pequeña que él, pese a que le dio una buena pelea.

Y entonces, "él" apareció.

"Él" no era el que le habían ordenado destruir. En su lugar, "él" era alguien como él mismo, y no como los otros que había visto. No, "él" era su igual. Era su igual y a la vez su opuesto de todas las maneras. Pero eso fue todo lo que alcanzó a ver de "él". Hasta que vio al androide de ojos esmeraldas antes de llevarse a la rubia. Se veía muy parecida a "ella", en serio, ¿pero era ella? Se veía muy diferente pero a la vez similar de muchas maneras. Igual que "él".

Así que tuvo que llevársela. Si se hubiera quedado, sin duda volverían a dispararle, y esos dos que lo habían seguido estaban allí. Así que simplemente se llevó a la chica a aun lugar donde pudiera tener un momento para observarla detenidamente. Y esos idiotas ya le habían "roto" su brazo, así que tuvo que arreglárselo. Pero él sabía que ellos vendrían por ella. Que "él" vendría por ella.

Y si ese era el caso, él estaría esperándolos.


Horas más tarde, en la mañana…

El sol golpeaba fuertemente sobre la tierra seca y elevada mientras dos Maverick Hunters se escondían detrás de una roca gigantesca. Finalmente, luego de mucho tiempo, habían logrado rastrear al bastardo rojo. Una enorme puerta oxidada se alzaba a poca distancia de ellos, con toda el área completamente en silencio.

- ¿Crees que deberíamos haber traído a X con nosotros? – le preguntó Glenn, a lo que el otro Hunter negó con la cabeza.

- Oh por favor. Ya sabes que sólo sería un estorbo. Diablos, probablemente hasta trataría de hacerse amigo de este sujeto. Idiota. – dijo burlonamente.

- Aun así, sería poder de fuego extra. – sugirió Glenn.

- Ya escuchaste al Comandante. – argumentó Ray. – X tiene que permanecer con el Dr. Cain, no importa lo que pase. El que hayan secuestrado a su hermana no tiene relevancia en esta situación.

- ¿Y cuál es nuestra situación actual? – preguntó una voz de barítono. Los dos Hunters se giraron para ver a su líder de pie a pocos metros de ellos.

- ¡Comandante! – dijo Glenn sorprendido.

- El Maverick rojo que exterminó a toda la unidad de Gamma. – dijo Sigma; Glenn y Ray bajaron las cabezas en señal de respeto por sus camaradas caídos. – ¿Dónde está?

- Adentro. – respondió Ray, señalando hacia el montículo que estaba a poca distancia de ellos. – Está adentro de esa puerta.

- "Bien." – pensó Sigma. Ahora lo tenían acorralado. – ¿Y la rehén?

Glenn guardó silencio por un momento. – No podemos decirlo con certeza. Pero estaba viva cuando se la llevaron.

No era mucha esperanza a la cual aferrarse. Roll podría haber sido destazada en pedazos a estas alturas por lo que sabían. Igual que el resto de sus amigos.

- Ya veo. – Sigma miró la gigantesca puerta oxidada que se alzaba en un lado de la montaña. – Muy bien. Déjenme esto a mí.

Ray y Glenn se quedaron estupefactos. – ¡C-Commander! ¡¿Usted solo?! – cuestionó Ray.

- Uno solo de mis hombres es más que suficiente. Y no permitiré que más reploides caigan víctimas de las atrocidades de este Maverick. – declaró Sigma, antes de avanzar hacia la puerta y prepararse para lo que estaba a punto de enfrentarse.

Todo estaba cayendo en su lugar bastante bien. Cierto, el que la mayor parte del equipo de Gamma hubiese sido aniquilado le daba ganas de hacer trizas a este Maverick por su propia mano, pero estaba pensándolo con cuidado. Tal vez esta reploide a la que el Maverick se había llevado con él le serviría a Sigma al final. Después de todo, ¿qué mejor manera de demostrar las capacidades de los Maverick Hunters, como su líder y comandante, que venir al rescate de alguien? Y se trataba de una reploide totalmente desarmada e indefensa; ¡una candidata perfecta! ¡Todo quedaba perfecto!

Esto resultaría muy bien, y el consejo nunca más se atrevería a dudar de él.


Adentro…

No había regresado en horas, aunque ella no podría estar seguro de si eso era una buena señal o no. Roll se dio cuenta que debió haberse quedado dormida en algún momento mientras se quedó sola en este cuarto, por lo que se levantó de la mesa y volvió a poner sus sistemas en línea tras un breve período de descanso. Miró el resto de su brazo dañado y se dio cuenta que el conductor todavía funcionaba como debía.

- "Bueno, al menos está esto." – pensó. – "Aun así… no puedo quedarme aquí."

Rápidamente saltó fuera de la mesa de operaciones y se dirigió a abrir la puerta. No había nadie a la vista, por lo que lentamente y en silencio se dirigió hacia la salida, haciendo la menor cantidad de ruido posible. Mientras caminaba por la estructura vacía y en silencio mortal, no pudo evitar pensar de nuevo en Wily. Esto le habría sentado perfectamente, pero eso le trajo otra pregunta: ¿por qué su secuestrador la trajo aquí? Parecía saber exactamente a dónde ir, como si estuviera familiarizado con este lugar. ¿Pero cómo podría ser eso? Ella jamás había visto a ese reploide rojo antes, pero se comportaba como si la hubiese visto antes. De hecho, tal vez eso era lo que la salvó de salir lastimada o algo peor.

Bueno, como fuese. Las autoridades podrían lidiar con todo esto. Por ahora, ¡ella tenía que escapar de aquí!

Roll continuó, caminando en línea recta para evitar perderse, con suerte. Este lugar, aunque enorme, no tenía ningún corredor que se dividiera, por lo que no era difícil de navegar. Pero su preocupación principal era saber dónde estaba el Maverick. ¿Seguiría aquí, o se habría ido? E incluso más, si lograba salir de aquí, ¿hacia dónde iría? No tenía idea de dónde estaba este lugar, mucho menos cómo volver al sitio de excavación. Pero sabía que no podía quedarse aquí, y no sólo para evitar que esos dos Hunters salieran lastimados, y especialmente tambié al Dr. Cain.

Cualquier pregunta en relación al Maverick rojo tendría que venir después.

- "¡Ah, sí!"

Roll vio la entrada principal. No perdió ni un instante en correr hacia adelante. La libertad estaba a pocos metros de distancia…

- ¡Ah! – Sólo para encontrar su camino bloqueado por su abductor de cabello largo. Ya hacía mucho que se le había agotado la paciencia. – ¡No podrás retenerme aquí! ¡La gente vendrá a buscarme!

Bueno, técnicamente lo harían los reploides, pero aun así. El Maverick rojo no dijo ni una palabra, simplemente continuó mirándola fijamente.

- De acuerdo, ¿puedes entenderme o no? – cuestionó ella. – Porque, de cualquier manera, tienes que entender que no puedo quedarme aquí. Y tú tampoco. Mira, ya que no me has hecho daño – señaló hacia su propio brazo – y aunque no es una solución a largo plazo, hiciste esto por mí, así que tal vez las autoridades serán más suaves contigo.

Roll se encontró dividida. Seguro, este sujeto la trajo aquí la estaba reteniendo en contra de su voluntad, pero todavía no la había lastimado a pesar de ser capaz de hacerlo. Sí, necesitaba pagar por sus crímenes, pero eso no significaba necesariamente que Roll quería ver que lo llenaran de agujeros por disparos de plasma.

- Entonces... ¿qué te parece esto? Llévame de vuelta al sitio de excavación, les explicaré a todos lo que pasó, y entonces lo único que pasará es que te llevarán bajo custodia. – le ofreció. Probablemente eso no fuera lo que el Maverick quería. Aun así, tal vez fuese su única oportunidad de salir con vida de aquí, dadas las circunstancias.

Intentó moverse hacia adelante, pero el reploide se interpuso frente a ella. Trató de irse en la dirección opuesta, pero él volvió a bloquearle su camino. Luego le puso la mano sobre su hombro ileso.

- ¡No! – protestó Roll, tratando de quitarse la mano de encima de su captor. – ¡No pienso quedarme aquí! – Comenzó a forcejear, peor el Maverick la sostuvo firmemente. – ¡Suéltame! – demandó, empezando a golpearle en el pecho.

En respuesta, sintió que le levantaban el cuerpo del suelo, y supo que su captor la volvería a llevar a aquella habitación.

- ¡No! ¡No voy a ir! ¡NO QUIERO IR! – gritó ella, retorciéndose todavía más. Pero la fuerza del Maverick era enorme, y con ese cuerpo hecho de materiales baratos, sabía que no podría superarlo de ninguna manera. – "¡Que alguien… me ayude!"

De repente, el sonido de la masiva puerta siendo abierta los alertó que ya no estaban solos. El Maverick rojo la soltó, y de tanto jalar y forcejear Roll cayó al suelo cuando la soltaron. Se giró para ver un rostro familiar y sintió alegría, pero su expresión se tornó en miedo cuando su secuestrador también giró la cabeza para ver a su salvador.

El Maverick rojo vio a un invasor que seguramente planeaba acabar con él. ¡Pero no! ¡Jamás permitiría que eso sucediera! Con un rugido, lanzó un puñetazo en la dirección de Sigma, a lo cual el reploide más alto esquivó con facilidad a pesar de estar a tiro para el golpe. La máquina renegada vio que había fallado y lanzó una patada, atravesando la pared con la pierna.

Ocurrió una pequeña explosión, y Roll tuvo que cubrirse tanto del estallido como de las esquirlas que salieron volando. Sigma de nuevo maniobró para esquivar el ataque, riéndose mientras lo hacía.

- "Esto es casi demasiado fácil." – pensó Sigma, aunque su semblante confiado flaqueó un poco al ver al Maverick caminando hacia él a través de una densa nube que provocó la explosión.

- ¡Deprisa! – le gritó a Roll, que estaba a poca distancia de allí. – ¡Sal de aquí!

La ayudante del Dr. Cain ya había servido su propósito; ahora era tiempo de que se marchara. Además, él tendría problemas si volvía sin ella ilesa.

Roll asintió y se dirigió hacia la puerta abierta. Su captor vio esto y corrió en su dirección para evitar que se fuera. Sigma tomó su oportunidad y se lanzó de frente, con la intención de atacar cuando su enemigo le diera la espalda. Pero al parecer el Maverick rojo se percató de esta táctica a último momento ya que se agachó para evitar el puñetazo del reploide más grande. Y antes de eso, Roll sintió que era agarrada y jalada bruscamente, provocando que ella y el Maverick rodaran por el suelo hasta detenerse. Aunque Roll quedó desorientada, su captor volvió a levantarse mientras ella seguía en el suelo. No dijo nada, pero sus ojos le daban una orden silenciosa de quedarse quieta.

El Maverick rojo volvió entonces su atención a Sigma, lanzándole puñetazo tras puñetazo en su dirección que Sigma esquivó casi sin esfuerzo. Aunque la libertad estaba justo frente a ella, Roll se vio atraída hacia la imagen de los dos reploides que peleaban entre sí. No sabía por qué, pero observar al Maverick rojo hizo surgir unas emociones muy familiares desde dentro de ella. El líder de los Hunters y el Maverick rojo se llevaron su batalla hasta las profundidades del escondite, y Roll fue tras ellos tratando de mantenerse escondida entre las sombras y las vigas de acero que sobresalían pese a estar severamente oxidadas. El Maverick continuaba lanzando su ráfaga de puños, pero Sigma levantó la pierna y, con una poderosa patada, mandó al otro reploide a estrellarse contra unos barriles de aceite vacíos, impactando tan fuerte que hizo eco por toda el área. El Maverick no se quedó en el suelo mucho tiempo, sino que rápidamente se levantó y se fue hacia Sigma de nuevo.

Pero justo cuando estaba a punto de golpear al Hunter, Sigma lo agarró y le dio la vuelta, para luego lanzarlo hacia arriba haciendo que su cabeza atravesara el techo. Roll dio un respingo mientras Sigma seguía observando, bastante complacido consigo mismo. Pero antes que hubiera tiempo para celebrar, el Maverick rojo empezó a moverse, saliendo del agujero que había creado. Viendo algunas secciones sueltas en el techo, arrancó un trozo de viga para usarlo como arma. Sigma no se dejó intimidar, aunque comenzaba a preguntarse si habría subestimado a su adversario. Cualquiera que fuese el caso, esto haría su victoria mucho más satisfactoria, y se aseguraría de hacer que este idiota pagara por hacer que lo subestimaran.

Entretanto, Roll reflexionaba, con sus ojos verde-azulados fijos en la pelea en curso. – "La forma como pelea… no hay ritmo o estructura en ello. Solo tira golpes a lo salvaje como si fuera un animal."

El Maverick arrojó lo que había arrancado en la dirección de Sigma, a lo cual el reploide más grande lo bateó hacia un lado. Los puños de ambos colisionaron de frente, creando un choque de energías que provocó una onda de choque, haciéndolos volar a través de la estructura.

- "Es muy poderoso. Tal vez demasiado." – observó Roll.

Y entonces, una posibilidad aterradora vino a ella, pero rápidamente la descartó. No, imposible. ¡Sigma ganaría al final! ¡Tenía que hacerlo!

- "Tiene que… ¡¿huh?!"

El Maverick rojo de nuevo estaba lanzando una ráfaga de puñetazos; Sigma saltó hacia arriba, concretamente hacia las barras de acero del techo. El Maverick hizo lo mismo, y Roll vio que el líder de los Hunters sacaba un sable de energía, cuya hoja verde resplandecía disipando algo de la oscuridad. Su oponente cogió un trozo de acero roto, con la intención de igualar la pelea.

Los dos saltaron de frente, y sus armas colisionaron entre ellas. Golpe tras golpe, Sigma aporreaba la "espada" improvisada del Maverick; el acero era denso y difícil de cortar, pero la energía de su propia arma lo iba atravesando poco a poco. Su oponente pareció darse cuenta de esto y comenzó a planear otra cosa.

Por fin, luego de mucho esfuerzo, la barra de acero quedó inutilizada cuando Sigma logró cortarla en dos, a poco de llevarse también la mano del Maverick rojo. Bueno, no importaba, simplemente lo compensaría cortando a este reploide a la mitad. Alzó su sable en alto, y el Maverick se lanzó estúpidamente contra él. ¿Qué estaba haciendo? ¡Él era quien estaba desarmado!

Sigma no le prestó atención, y se alistó para darle el golpe fatal. Los dos reploides cargaron de frente uno contra el otro; Sigma hizo descender su arma pero, para su gran shock, falló su objetivo totalmente.

Su oponente, por otro lado, no lo hizo.

Le llevó unos pocos momentos darse cuenta, pero al escuchar un fuerte *¡CLANG!*, se giró y vio que su brazo había sido cercenado de su cuerpo, todavía sujetando el sable con el puño cerrado. Sigma instintivamente sintió que una extraña sensación se apoderaba de él, y su enorme cuerpo comenzaba a temblar ligeramente. Su otrora fría mirada ahora estaba llena de terror, mientras el Maverick rojo comenzaba a reírse mientras se aproximaba a su oponente herido, listo para devolverle todo lo que Sigma le había infligido. Y mucho, mucho más.

Lo que antes fue alivio de pronto se deformó transfigurándose en un terror desenfrenado. Desde el ruido de metal siendo aplastado y destrozado, hasta los gritos de agonía del orgulloso Maverick Hunter, Roll no pudo más que mantenerse escondida de la vista, ya que no quería ser la siguiente en sufrir la ira de su secuestrador. Y los sonidos bajos y sombríos de una risa divertida que provenían de él hicieron que se le helaran sus circuitos internos. Observó cómo el Maverick rojo golpeaba a Sigma violentamente, sus puños chocando contra el cuerpo ya dañado del líder Hunter, hasta que finalmente Sigma se desplomó en el suelo, permitiéndole a Roll ver que parte de la piel sintética de su cara había sido arrancada y rasgada en varios lugares, específicamente alrededor de sus ojos.

El Maverick rojo agarró a Sigma por la cabeza y el brazo, restringiéndolo mientras comenzaba a poner presión en los ojos del reploide más grande. Continuaba riéndose, y Roll tuvo que ponerse la mano en la boca para guardar silencio, para no gritar o emitir ningún sonido. La batalla ya había terminado, pero su captor todavía no acababa. No, en vez de terminarla rápido, prefirió seguir apaleando y jugar con su oponente ya dañado, rematando todavía más a Sigma y soltándolo a poca distancia antes de volver a derribarlo.

Nada en esta "pelea" justificaba este comportamiento, estas salvajadas. Este Maverick rojo estaba torturando al Maverick Hunter, gozando de su agonía y desesperación.

- "¡Es un monstruo…!" – Los ojos verde-azulados de Roll vieron cómo un dedo blanco se presionaba contra el grueso cristal de los receptores ópticos de Sigma, cuya superficie comenzaba a agrietarse. Este Maverick continuó ejerciendo presión, cada vez más y más fuerte, al igual que los gruñidos de dolor de Sigma. – "No… ¡no puedo permitir que esto suceda! ¡No puedo dejarlo morir! ¿Pero qué puedo hacer? ¡¿Qué puedo hacer?!"

Entonces, sus ojos se fijaron en una roca bastante grande que estaba cerca, y sin pensarlo mucho la reploide del lazo se dirigió hacia ella silenciosamente. La levantó, agradecida de tener la fuerza para hacerlo. Pero al girarse para encarar al líder Hunter y a su captor, se detuvo. Sólo podía teorizar lo que iba a pasar, pero sabía que en el momento en que usara la roca que tenía en sus manos, su destino quedaría sellado. Pero si no actuaba, entonces Sigma moriría con certeza.

Roll estaba dividida, con su núcleo indeciso entre el instinto de salvarse a sí misma, y el deseo de salvar a otro, pero sabía que tenía que tomar una decisión pronto. Sin no era por el bien de Sigma, tenía que ser por el suyo propio.

El Maverick había pasado de reírse por lo bajo a carcajearse como loco, mientras el reploide debajo de él poco a poco sentía su vida siendo drenada. ¡Esto se sentía fantástico! Esto era mucho más allá que solo satisfactorio o divertido, ¡era eufórico! La visión de su presa destrozada, forcejeando infructuosamente contra su fuerza superior, le provocó un abrumador nirvana que se sentía extremadamente bien y natural. ¡Esto fue para lo que lo hicieron! ¡Era su razón de existir en primer lugar! ¡Era una obra maestra!

La obra maestra del Doctor.

Pero justo cuando el Maverick rojo estaba a punto de romper la superficie del receptor óptico de sigma, un gigantesco objeto lo golpeó por un lado de su cabeza. Salió volando hasta chocar contra la pared, quitándolo del reploide al que estaba atormentando. El golpe no hizo ningún daño más que revolverle un poco los circuitos, y vio de inmediato quién le había lanzado algo. Roll se echaba para atrás, sabiendo bien que acababa de condenarse a sí misma. Con lo poco más que podía hacer, la rubia se echó a correr hacia las profundidades de la antigua estructura, desapareciéndose en la espesa oscuridad.

El Maverick rojo se puso de pie y la siguió, caminando hacia la sección por donde fue a meterse.

- C-Cobarde... – gruñó Sigma, ahogándose con algunos fluidos que habían llegado a su garganta. Unos pequeños chorros de líquido rojo oscuro bajaban por su mentón y chorreaban sobre el suelo. – No te atrevas a darme la espalda… no… ¡no hemos terminado!

El Maverick rojo lo miró, pero no le respondió, sólo se quedó mirando al Hunter que no estaba en condición para pelear. Y entonces, sabiendo que su presa no iría a ninguna parte, volvió a darle la espalda.

Esta historia continuará

Chapter 16: Azul vs Rojo

Chapter Text

El mundo fuera de la puerta de la estructura seguía muy tranquilo y calmado, pero las mentes de los dos Hunters esperando afuera estaban en completo caos. El Comandante llevaba más de una hora allí dentro, pero no había señal de él.

- ¡Ya no lo soporto! – gritó Glenn girándose. – ¡Tenemos que conseguir ayuda!

Pero antes de irse a ninguna parte, su colega Maverick Hunter lo agarró de la muñeca. – ¡Ni siquiera lo pienses! ¡El Comandante nos dijo que no podemos dejar que nadie más se involucre! – le dijo Ray.

- ¡¿Y eso significa que debamos dejarlo morir?! – argumentó Glenn. – ¡Lleva mucho tiempo allí, y quién sabe lo que ese Maverick podría haberle hecho!

- ¡Estamos hablando del Comandante! – espetó Ray. – ¡Él puede manejar cualquier cosa! ¿Y por qué estás tan seguro de que tiene problemas?

Glenn guardó silencio por un momento antes de volver a hablar. – Tú viste lo que ese sujeto le hizo a Gamma. A todos nuestros amigos. ¡No voy a permitir que le pase lo mismo al Comandante! – Retiró su mano bruscamente del agarre de Ray y salió corriendo, dejando a Ray solo en la enorme extensión de tierra yerma. – Comandante… – dijo en voz alta, corriendo tan rápido como podían llevarlo sus piernas. Y aunque pudiera exceder por mucho la velocidad de un humano, tenía miedo de que eso no fuera lo suficientemente rápido.

Y si el Comandante llegaba a caer, todos ellos estarían condenados.


Sitio de excavación…

Él tenía que estar allí. Lo estaba matando al no poder ir, pero cada vez que X pensaba que había hecho acopio de valor, se acordaba del anciano humano que estaba protegiendo. X había pasado todo el tiempo paseándose de un lado a otro por todo el sitio y se había quedado despierto toda la noche, incapaz siquiera de pensar en dormir. Y aunque le había dicho al anciano que lo hiciera, el Dr. Cain tampoco podía dormir, por lo que se quedó despierto junto con el reploide azul. Pero ahora, claramente el cansancio estaba pasándole factura al humano. Sus ojos le pesaban y cabeceaba cuando el sueño casi lograba apoderarse de él.

- Tiene que volver a la tienda y descansar. – le dijo X a Cain, sintiéndose muy similar a Roll. – Quedarse despierto tan tarde no será bueno para usted.

- Sí, lo sé. – replicó el Dr. Cain, y le colocó una mano en el hombro a X. – Sigma está con ellos. No hay nada de qué preocuparse.

X bajó la mirada hacia el suelo. Deseaba poder creer que su hermana volvería sana y salva, y que el sujeto que se la llevó sería encarcelado. Sin embargo, el que el líder de los Maverick Hunters ahora estuviese involucrado en el rescate de Roll no le ofrecía mucho confort. Había demasiados detalles sobre este Maverick rojo que no sabía, y todavía creía que había mucho más que lo que Ray, Glenn e incluso Sigma le habían dicho. Y esto sólo alimentaba más su ya de por sí intensa ansiedad.

- ¡Hey! ¡Ayuda! – gritó una voz desde lejos, lo que de inmediato atrajo la atención del reploide azul. Para su gran shock, vio que se trataba de Glenn que venía corriendo hacia ellos y claramente en pánico. Se detuvo, teniendo que dejar que sus ventiladores enfriaran sus sistemas. – A-ayuda. Tienes… que ayudarme. – dijo jadeando.

- Whoa, espera, más despacio. – le dijo el Dr. Cain al Hunter, acercándose a él. – ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué necesitas ayuda?

- ¿Dónde está Roll? – intercedió X. – ¿Dónde está? ¿Acaso la viste? ¿Está herida? ¿Por qué no está conmigo?

- No lo sé. – confesó Glenn. – Pero no creo que sea la única que está en problemas.

- ¿A qué te refieres? – preguntó el Dr. Cain. – ¿Tu compañero está bien? ¿Sigma está bien?

- ¡No lo sé! – gritó Glenn. – ¡La verdad no lo sé! ¡Ray no quiere admitirlo, pero yo creo que sucedió algo allí dentro! Creo que… – se detuvo por un momento – … podría estar en peligro.

¿Peligro? ¿Qué clase de peligro? Mejor todavía, ¿qué podría representar una amenaza para Sigma? ¡Había sido construido con los sistemas y habilidades en combate más avanzadas! ¿Cómo podría alguien como él estar en peligro? Mejor todavía, a juzgar por los temblores de Glenn, ¿estaba en grave peligro?

- Eres Glenn, ¿verdad? – preguntó X. Glenn asintió en respuesta, y tanto él como el Dr. Cain lo miraron como si no esperasen que hablara. – De acuerdo, ¿en qué dirección se fue ese Maverick?

Glenn señaló hacia la dirección por la que vino. – Por allá, ¿por qué?

- ¿Podrías hacerme un favor? Quédate aquí con el Dr. Cain. – pidió X. Luego miró en la dirección hacia donde fue el secuestrador de su hermana, y comenzó a caminar alejándose de ambos.

- ¡E-espera! – llamó Glenn. – ¡¿A dónde vas?!

X se detuvo y miró por encima del hombro. – Voy a encargarme de esto.


Locación desconocida…

Si no iba a matarla antes, ¡con toda certeza ahora sí lo haría! Roll no tenía idea de a dónde iba, presa del pánico y el terror al punto que le desorientaban su brújula interna, pero tenía que seguir corriendo. Tenía que seguir en movimiento; de lo contrario él la atraparía.

- "¡Por favor, no!" – pensó, pero en lugar de su propia voz, era la de una niña pequeña. De su yo más joven…

- ¡Por favor, no! ¡No tienes que hacer esto! ¡No tienes que pelear con él! – suplicaba.

- ¡Encuentra al Profesor! ¡Sácalo de aquí! – La voz de Proto Man resonaba en su procesador. – ¡Vete con él y salgan de aquí!

- ¡No! ¡No dejaré aquí a Mega Man! – argumentó ella. Aunque no podía verlo, sabía que el otro robot le lanzaba una mirada fulminante debajo de su grueso  visor.

- ¡No le harás ningún bien a nadie estando muerta! ¡¿Qué sentido tiene quedarte para que te maten?! ¡No hay nada que puedas hacer!

- "Nada que puedas hacer. Nada que puedas hacer. Nada…"

Roll se detuvo por un momento, ocultándose detrás de un gran pilar. Afortunadamente, al espiar por ambas esquinas el Maverick rojo no estaba a la vista por ninguna parte. Con todo, eso no significaba que podía relajarse. ¡Todavía tenía que escapar de allí! ¡¿En qué estaba pensando al arrojarle esa piedra?! ¡Debió haberse quedado quieta y tratado de escapar mientras ese Maverick seguía distraído!

Y entonces, Roll se sintió asqueada consigo misma, al recordar el estado al que había sido reducido Sigma. Sabía que arrojar esa piedra era una estupidez, ¡pero no podía permitirse dejar morir a alguien frente a sus ojos!

- "¡¿Pero eso de qué sirvió?!" – pensó, pateándose mentalmente por haber sido tan estúpida. – "¡Ahora por mi culpa los dos vamos a morir!"

Roll no pudo más que lamentarse, sosteniendo su cabeza entre sus manos. Cuando ese Maverick hubiera terminado con ella, seguro volvería al sitio de excavación. Y esos otros dos Hunters… el Dr. Cain… se cubrió la boca, conteniendo un grito ahogado. ¡X!

¡Tenía que salir de aquí! ¡Tenía que ir a buscar ayuda, o si no, tratar de volver para advertirles a todos! ¡Si este Maverick era capaz de hacer lo que vio con Sigma, ¿quién sabría de qué sería capaz si llegaba a tener contacto con los humanos?! ¡¿ Y qué pasaría con su hermano?! Roll volvió a espiar por la esquina, y al no ver moros en la costa, saldría corriendo. Empezó a mover los pies, pero al empezar a correr, sintió que una mano volvía a sujetarle la muñeca.


Afuera…

El abrumador silencio se vio roto por el sonido de pasos acercándose, alertándole a Ray que ya no se encontraba solo. Girándose, estuvo a punto de desenfundar su arma, pero se detuvo al ver quién se aproximaba.

- ¡¿Tú?! – exclamó Ray, sorprendido de ver que X había venido. – ¡¿Qué estás haciendo aquí?!

X miró hacia la entrada de la estructura construida dentro de la montaña. Sus normalmente gentiles ojos observaban intensamente el pequeño espacio creado por la puerta abierta. – Estoy aquí para ayudar. Además, es mi hermana la que está allí dentro. Debería haber venido en el momento en que se la llevaron.

- Tu deber era quedarte con el Dr. Cain. – le recordó Ray al reploide azul. – Sólo te estás poniendo en riesgo.

- Glenn está con él. – respondió X. – Y tendrás que perdonarme, pero voy a entrar allí, independientemente de las órdenes de Sigma.

- ¡No puedes! – protestó Ray, bloqueando el camino de X. – ¡Él no quiere que te involucres! ¡Las órdenes del Comandante son…!

- ¿Más importantes para ti que su vida? – lo interrumpió X. Ray se sorprendió al escuchar lo agresiva que sonaba su voz. – ¡Ya bien podría estar muerto o a punto de morir allí dentro! Si sigue con vida, ¿no sería tu deber tratar de salvarlo? ¡Y no se te olvide que no es el único que está en peligro potencial! – X se le acercó de frente a Ray para asegurarse de dejar claro su punto. – Así que a menos que quieras venir conmigo, te sugiero que no me estorbes.

Ray no tuvo ni oportunidad de moverse o rehusarse a hacerlo, ya que X lo apartó de un empujón. El reploide azul se apresuró a ir hacia la masiva puerta.

Momentos después, X había llegado a la estructura y entrado en ella, con sus ojos verdes escaneando el área en busca de cualquier señal de su hermana o de Sigma. O incluso de ese Maverick rojo. Continuó su camino, tratando de mantener sus pasos lo menos ruidosos posible mientras caminaba rápido. Se sentía tentado a llamar a Roll o al líder de los Hunters, pero se contuvo, ya que podría darle su ubicación al Maverick o poner a otros en mayor peligro.

De repente, escuchó un gemido bajo, y cautelosamente se acercó hacia el ruido para encontrarse con un reploide que había perdido un brazo en el suelo, severamente dañado y que aparentemente no podía moverse.

- ¡Sigma! – X jadeó al verlo, y corrió hacia él antes de arrodillarse para inspeccionar sus heridas. – "¡Parece como si lo hubiesen estado despedazando con garras y dientes!" – pensó X, perturbado por las muestras de tal barbarismo. – Sigma, ¿puedes oírme? ¿Sigma? – La máquina más alta gruñó algo, pero X no alcanzó a entenderle. – Mira, no hables. Voy a sacarte de aquí, y también a Roll.

Fue entonces que la atención de X se dirigió hacia la oscuridad, lejos del líder Hunter caído. Sus ojos verdes se ensancharon de horror a lo que sus audio-receptores estaban captando.

Roll todavía seguía con vida, pero X no podía estar segura de cuánto más lo estaría, especialmente ya que sus gritos estaban resonando por toda la misteriosa estructura.

- ¡No! – gritaba Roll, mientras su captor la arrastraba hacia la pared. Luego la soltó, y la reploide del lazo trastabilló antes que su rostro chocara contra la pared que tenía detrás.

Se levantó de nuevo, pero no tuvo oportunidad de reaccionar ya que el Red Maverick rojo la levantó de donde estaba para empujarla contra la pared. La agarró por la muñeca y la sostuvo firmemente, a lo que Roll trató de golpearlo con su otro brazo, pero él simplemente lo detuvo antes que lo alcanzara.

- ¡A-Ah! – gruñó ella, sintiendo que el Maverick apretaba su agarre. La levantó del suelo, y Roll comenzó a patear tratando de obligarlo a soltarla. Pero no sirvió de nada; él era demasiado fuerte para ella. Pese a su incapacidad de llorar, sus ojos se abrieron de par en par, mostrándose vidriosos y llenos de miedo. – Ayúdame, Rock. – murmuró quedamente, dejando de patear al saber que era inútil. – Por favor… que alguien me ayude…

Esto era todo. Iba a morir aquí. Este demonio cornudo iba a destrozarla pieza por pieza. Y no podría hacer nada al respecto.

- "No hay nada que puedas hacer."

El Maverick rojo se detuvo, todavía sosteniendo a su cautiva. Roll cerró los ojos, aguardando su muerte, pero no pasó nada. Estaba temblando, incapaz de soportar el suspenso. Y entonces, abrió un ojo, viendo que el Maverick rojo parecía sorprendido por su reacción. Como si él fuese el que estaba confundido por el terror de la otra reploide.

- Tú... – dijo Roll con la voz quebrada. – ¿B-bueno? ¿Qué estás esperando? ¿No vas a…? – No quería decirlo, pero si iba a suceder, mejor que lo hiciera rápido. – ¿O es que vas a hacerme suplicar? ¿Quieres atormentarme todavía más? ¡Qué cruel eres!

Él se acercó más a ella. Roll desvió la mirada, cerrando los ojos con fuerza y temblando. Tenía la oportunidad perfecta para acabar con ella. No había nada ni nadie que pudiese detenerlo. Entonces ¿por qué? ¿Por qué no la estaba masacrando como lo hizo con Sigma? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!

- ¡Solo hazlo, maldición! ¡Hazlo de una vez!

Su única respuesta fue el silencio. Y no mucho después, sintió que el agarre de su captor se aflojaba. Todavía la estaba sujetando contra la pared, pero ya no la presionaba con tanta fuerza. Roll abrió sus ojos y vio que la expresión del reploide de cabello largo permanecía neutral. No aparentaba estar furioso con ella por lanzarle aquella piedra, pero sus ojos le daban escalofríos. ¿De verdad no tenía intenciones de matarla? Y si no era así, ¿por qué esperaba tanto?

Tal vez no quería no perder tiempo con ella e ir de vuelta con Sigma, ya que él estaba explícitamente modificado para el combate. Ella estaba construida de materiales baratos que podrían fácilmente ser arrancados fuera de ella. Así que ¿qué estaba esperando?

- "¿Quién demonios ERES tú?" – pensó y estuvo a punto de hablar…

BOOM!*

Solo para que sus palabras se convirtieran en un grito, pues un disparo de energía vino desde atrás, pasando peligrosamente muy cerca de su captor, pero fallando por pocos centímetros. El punto donde la ráfaga de plasma había golpeado quedó negro y echando humo, ya que había sido disparado a corta distancia. El Maverick rojo y Roll se dieron la vuelta para ver a X de pie a pocos metros, y su cañón Buster echaba humo también por el disparo que acababa de lanzar.

- ¡X! – exclamó Roll, y el miedo que tenía por sí misma fue reemplazado por miedo por su hermano.

- ¡Aléjate de ella! – gritó X. Roll se sorprendió por la ferocidad y agresividad que estaba demostrando.

- ¡X, no! – gritó ella. – ¡Tienes que salir de aquí! ¡Está demente! ¡Te va a matar!

El Maverick rojo le dio la espalda a Roll, encarando al reploide azul que acababa de dispararle.

- ¡Te dije que te alejaras de ella! – ordenó X, rezando silenciosamente por haber logrado atraer la atención de este criminal hacia sí mismo y alejarlo de su hermana. El Maverick dejó a Roll y comenzó a caminar hacia él – "Sí, así es. Mantén tus ojos en mí."

Pero cuando el otro reploide masculino parecía poder acercarse, se detuvo. X tuvo que admitir que esos ojos azules y gélidos eran muy intimidatorios, pero no retrocedió. ¿Qué estaba planeando este sujeto?

Ambos, X y Roll, lo descubrirían en cuanto el Maverick rojo extendió su brazo izquierdo. El metal rojo de su brazo se vio envuelto en una luz blanca por unos breves segundos antes de que algo totalmente nuevo tomase su lugar. En lugar de una mano estaba el barril blanco de un cañón. Un cañón que residía en el interior de un antebrazo ligeramente más grande de color rojo y blanco.

- "Un Buster." – pensaron ambos hermanos Light. – "También tiene un Buster."

Ninguno de los dos podía decir si era por miedo, asombro, o una extraña mezcla de ambas cosas. Pero en el segundo que vio una pequeña luz blanca comenzando a desarrollarse desde adentro de la oscuridad del barril, X supo que no había otra forma de salir de esto.

Este reploide tenía que ser detenida.

El Maverick rojo liberó una poderosa ráfaga de plasma que rebosaba de energía azul y dorada. X rodó fuera del camino justo a tiempo para lanzar unos cuantos disparos propios. Para el shock tanto de X como Roll, el Maverick rojo desvió los disparos como si no fuesen más que objetos que le causaban molestias. El renegado rojo y de cabello largo corrió hacia X, aparentemente decidiendo un acercamiento más físico. X se agachó y corrió hacia un lado, lanzando un disparo recargado en la dirección del Maverick. En lugar de desviarlo, se agachó debajo de él, lanzando un disparo propio hacia la dirección de X.

- "De acuerdo." – pensó X. – "Parece que no tiene muchas ganas de recibir algo como eso."

Con eso en mente, el reploide azul comenzó a recargar sus disparos y lanzarlos, tratando de mantener su distancia entre él y el Maverick rojo. Su oponente le disparó, y él le respondió de la misma manera, cubriéndose detrás de una computadora vieja y destrozada. Dicha máquina rápidamente explotó, robándole a X el refugio que estaba usando. X saltó afuera y lanzó otro disparo cargado, esta vez logrando impactar al Maverick.

El reploide de pelo largo soltó un grito de dolor mientras se agarraba el abdomen (donde le impactó el disparo). Oleadas de choques eléctricos y quemaduras intensas por todo su sistema hicieron que el Maverick se diera cuenta que no podía perder el tiempo con esta amenaza azul: tendría que deshacerse primero de ese Buster. O al menos, asegurarse que no era más un problema.

Avanzó hacia adelante a increíble velocidad, esquivando los disparos de X mientras viraba de izquierda a derecha, acercándose más y más al reploide azul. Y entonces, justo antes que X pudiera lanzar otro disparo cargado, un puño cerrado golpeó su cara. El impacto lo mandó a volar hacia atrás, revolcándose por el suelo hasta que se detuvo. X no tuvo tiempo de recuperarse, pues cuando pudo mirar de nuevo, vio al Maverick parado encima de él, listo para darle otro golpe. X se rodó fuera del camino a pocos segundos antes que su cara fuese aplastada, dejando que el piso sirviera de substituto. El puño del Maverick forzó al piso a rendirse ante su fuerza, creando un pequeño agujero abajo.

- ¡X! – gritó Roll, a punto de correr hacia su hermano, pero el reploide de ojos verdes la vio aproximarse.

- ¡No, Roll! ¡No te acerques! ¡Vete de aquí! – le urgió X. Esta momentánea distracción le permitió al Maverick coger a X por la garganta y lanzarlo contra una viga de acero como si fuera un muñeco de trapo.

Antes de poder hacerlo por su cuenta, X fue levantado por la fuerza por su agresor y lanzado contra la viga, antes de empezar a recibir una serie de golpes hacia las áreas vulnerables construidas en su cuerpo. Luego volvieron a agarrarlo por la garganta, y el Maverick lo levantó sosteniéndolo con su fuerza, para luego levantar su Buster hacia la cara de X.

Los receptores ópticos verdes del otro reploide se abrieron ante la terrible comprensión al ver la pequeña luz blanca. El Maverick no había disparado su arma de inmediato, sino que permitió que la energía se acumulara lentamente, haciendo que la luz y la energía se fuera acercando hacia el rostro de X. Era muy claro lo que su oponente estaba planeando, y a menos que lo detuviera, sería su fin.

Todos ellos estarían acabados.

Y fue entonces que X se dio cuenta; aunque no podía evitar que su agresor le disparara, la energía de su Buster estaba desesperada por escapar escape. Pero quizás podría salvarse de que le volaran la cara. Tenía que actuar rápido, cargar su propio Buster lo más pronto posible. La energía comenzó a acumularse lentamente, ya que no estaba acostumbrado a generar tanta en tan poco tiempo. Sin embargo, X desconectó el seguro y continuó acumulando más y más poder. Sería arriesgado, y posiblemente se arriesgaría a recibir daño él mismo, pero no tenía otra forma de salir de esto.

- ¡Agáchate! – le gritó X a su hermana, apenas a momentos de liberar todo lo que había acumulado dentro de su Buster. – ¡Sólo puedo disparar en esta dirección!

- ¡X! – gritó Roll, tratando de acercarse al reploide azul.

- ¡CÚBRETE! – exclamó cuando ya no pudo contenerlo más.

Los ojos de Roll se encogieron del terror y del asombro cuando la energía de los Busters tanto del Maverick como de su hermano colisionó. La combinación de plasma que resultó iba directamente hacia ella.

- ¡Diablos, Glenn! ¡TENÍAS que ir de chismoso, ¿verdad?!

Afuera de la estructura, Ray siseaba furioso, maldiciéndose a sí mismo por haber dejado que su compañero escapara. También se maldijo por no evitar que ese idiota azul entrara allí. ¿Y quién sabría si él, el Maverick rojo o el rehén todavía seguían con vida? ¿Si el Comandante seguiría con vida? Por todo lo que Ray sabía, ese Maverick podría haberse llevado a la reploide específicamente al Comandante aquí para acabar con él. No le sorprendería si ese hubiera sido el plan desde el principio.

- "¡Si ese es el caso, supongo que tendré que ir adentro por ti también, bastardo rojo!"

Sin embargo, sus planes de entrar se vieron truncados cuando se escuchó (y sintió) una fuerte explosión desde adentro de la estructura en la montaña. Una luz cegadora destelló adentro por unos breves instantes, y de repente todo volvió a ser quietud. Ray tuvo que volver a levantarse del suelo, ya que se había caído por la sacudida, y miró en la dirección en la que entraron X y su Comandante.

- ¡¿Q-qué demonios?!

De vuelta adentro, Sigma volvió a recobrar la conciencia por el eco reverberante de una explosión masiva de energía. Conocía el sonido de una descarga de Buster mejor que nadie, incluso sin poseer uno propio. Sigma gimió de dolor, frotándose su severamente dañado ojo derecho e incapaz de enfocarse para tener una imagen clara del mundo exterior. El izquierdo todavía funcionaba, pero ese Maverick rojo le había dejado marcas en la superficie, por lo que había algo de distorsión.

- "¿Qué… qué pasó?" – pensó Sigma, tratando de levantarse hasta poder sostenerse con su mano y rodillas. De repente, sintió fluidos subiéndose hacia su garganta, y un chorro de líquido rojo bajo por su prominente barbilla antes de toser un pequeño charco.

Sí, por fin todo empezaba a regresar a él. Ese Maverick rojo, él le hizo esto.

- "Maldito bastardo…"

Sigma se puso de pie de nuevo, aunque tuvo que usar la pared que tenía al lado para sostenerse. Una vez que pudo estabilizarse, el reploide caminó lentamente hacia la dirección donde escuchó aquella explosión. Ese Maverick sin duda debía ser el responsable, de una forma u otra.

Y él se encargaría de hacerle pagar por todo esto.

En ese momento ella recuperó su vista. La oscuridad iba disminuyendo poco a poco mientras ella intentaba levantarse para mirar a su alrededor. El disparo combinado de X y el Maverick había causado un enorme agujero en el muro, apenas a pocos metros de donde ella estaba ahora. Pero su principal preocupación era por su hermano, a quién comenzó a buscar hasta que lo vio a poca distancia. Estaba tendido en el suelo, y su Buster echaba humo y estaba dañado, con grietas en el cañón. Ya estaba a punto de ir hacia él, pero se detuvo al ver al Maverick rojo caminando en la misma dirección, aunque cojeando ligeramente.

También él había recibido daño por la violenta reacción de ambos disparos cargados, y su propio Buster mostraba grietas y signos de daño. Entretanto los sistemas de X habían vuelto a estar en línea, y se puso en alerta al ver que el reploide de pelo largo, de alguna manera, todavía no había caído. X volvió a levantarse, pero recibió un puñetazo en el estómago y se golpeó de cabeza contra una viga de acero. Luego sintió que lo agarraban por detrás de la cabeza y comenzaron a azotarlo repetidamente, con cada impacto incrementando su fuerza. Finalmente, tras un largo rato, el Maverick rojo dejó caer a X al suelo, y el reploide azul tuvo que abrir sus ventilaciones para poder enfriar el intenso calor en su cuerpo.

Sus sistemas se habían puesto en modo sobremarcha para mantenerlo andando, pero se estaban debilitando más y más. Finalmente trató de levantarse, pero una bota roja le pisó el pecho, manteniéndolo en el suelo. X alzó la vista para encontrarse con el Maverick rojo encima de él, sonriendo triunfantemente. Luego alargó la mano, directo hacia la gema roja en el casco de X: un pasaje directo hacia la cavidad cerebral y todo lo demás. Inmediatamente comenzó a ejercer una enorme presión sobre la gema, y X no pudo contener el grito de agonía de esa aguda sensación.

Toda su frente se sentía como si se la estuvieran perforando. En solo unos momentos su agresor atravesaría el cristal, y tendría acceso total para arrancarle todo lo que pudiera alcanzar.

- R-Roll... – dijo X con la voz temblorosa. – V-ve con Sigma… ¡y salgan de aquí!

- ¡No! – protestó Roll de inmediato. – ¡No te dejaré!

- ¡No hay tiempo! ¡GAH! – aulló X, uno de los dedos del Maverick acababa de atravesar por un pequeño agujero que creó en la gema. Acababa de enterrarlo en la cabeza de X, arañando la superficie de la coraza de plata debajo la piel sintética que protegía sus sistemas operativos. – ¡No hay nada que puedas hacer por mí! ¡VETE!

Nada que puedas hacer…

- No... – Roll negó con la cabeza, queriendo correr hacia su hermano, pero sabía que eso no le haría ningún bien. – No... – No había nada que pudiera hacer para salvarlo. No había nada que pudiera hacer para evitar lo que iba a suceder. Entonces, vio como el Maverick rojo alzaba su mano derecha, a punto de hundirla en el pequeño espacio de la gema roja. – ¡NOOOOO!

- ¡Pagarás por lo que has hecho! – rugió la voz joven, temblando y llena de furia pese a su "edad". El chico de armadura azul corrió hacia la figura roja más alta, lanzando disparo tras disparo en su dirección.

Desafortunadamente, a pesar de sus esfuerzos, no pudo superar al otro robot. El niño azul se esforzaba por volver a levantarse, listo para volver a disparar, pero él sabía que sería inútil.

Pero la muerte que esperaba nunca vino, ya que su agresor se topó con alguien más. Alguien a quien ambos habían visto antes, pero que sólo ahora podrían ver en acción.

De repente, justo cuando el dedo del Maverick comenzaba a atravesar la superficie de la cavidad cerebral, sus ojos azules quedaron deslumbrados por el resplandor de la gema roja. Aunque el destello lo cegó momentáneamente, saltó hacia atrás, quitándole la bota de encima a X. Esto le permitió levantarse, y el resplandor se apagó cuando finalmente lo hizo. Lo que acababa de suceder, ni X ni el Maverick, ni siquiera Roll, tenían idea de lo que fue, pero el reploide azul se encontró de pronto golpeado por una poderosa sensación de familiaridad.

- "Nacido." – Escuchó una voz dentro de su mente. No le pertenecía al niño azul, sino a otro. No podía encajar un rostro con la voz, pero lo que dijo le hizo darse cuenta de lo que tenía que hacer. – "Nacido por el solo propósito de destruir el mal." – Los ojos verdes de X se quedaron fijos en el Maverick. – "¡La energía maligna!"

Había recibido más daño del que imaginaba. Ciertamente, había estado bajo de energía, pero a pesar de eso había podido superar en poder a aquel reploide más alto que él. Y habría acabado con él, de no ser por la intervención de "ella". Y aunque no le gustó exactamente que le hubieran arrojado una piedra, no tenía sentido matarla. No quería volver a destruirla. Pero si no se deshacía de este intruso azul, nunca tendría la oportunidad de hacer mucho ¡pues su oponente ya parecía listo para acabarlo!

Muy bien, si eso era lo que quería, entonces se lo daría. Mejor aún, ¡el Maverick iría directo a él!

El reploide de cabello largo se lanzó de frente, con el puño preparado, pero X maniobró hacia su izquierda y le conectó un uppercut por debajo de la quijada a su agresor. Esto mandó al Maverick rojo dando tumbos hacia atrás, permitiéndole al que antes fue su víctima devolverle el favor. Un puño blanco se hundió en su estómago, y el Maverick no tuvo tiempo de reaccionar cuando un segundo puño lo tiró al piso, aterrizando de cara. Sin embargo, se recuperó rápidamente y volvió a ponerse de pie de un empujón y pasó dando una voltereta sobre la cabeza de X. Este no tuvo tiempo de reaccionar a la rápida patada que le lanzaron por la espalda, enviándolo hacia una pared cercana.

Sigma vio que X tuvo que agacharse para evadir una segunda patada, que el Maverick rojo ejecutó luego de dar un enorme salto hacia el otro reploide. Al ver que no golpeó nada, el agresor de X volvió a correr hacia él de nuevo, pero Sigma vio que X esquivaba los ataques del Maverick en lugar de devolvérselos. Seguro, no era que fallase cada golpe que le daba, pero cuando tenía la oportunidad de atacar, no lo hacía.

- "¡¿Qué diablos estás haciendo, idiota?!" – pensó el líder Hunter, notando que la rehén se había quedado parada observando la escena, al parecer dividida entre intervenir o no.

Si ese tonto azul no iba a actuar, ¡él lo haría!

- Pelea. – murmuró Roll. – ¡Pelea, tienes que pelear! – Estaba agitando sus puños, deseando no tener otra cosa que la fuerza para poder apalear a la bestia que se atrevió a ponerle las manos encima a su hermano. Pero, aun así, X se rehusaba a atacarlo. – ¡X, por favor! ¡¿Qué estás haciendo?!

Y entonces, vio cómo el Maverick rojo agarraba a su hermano por la garganta, levantándolo del suelo. El Maverick entonces comenzó a tratar de remover las placas pectorales de X, con la intención de abrirle el pecho y llegar a su núcleo. Aunque corriera hacia él, Roll sabía que solo retrasaría lo inevitable. No podía hacer nada.

- "No hay nada que puedas hacer."

Sin embargo, fue entonces que tanto ella como Sigma fueron testigos de algo que ninguno de ellos se esperaba.

La mano izquierda de X comenzó a brillar, de manera tenue al principio, pero comenzó a volverse más intensa en cuestión de segundos. Era muy brillante, y una luz de verde marino comenzó a consumir toda la extremidad. Y luego, X alzó su brillante mano y la hundió directo sobre la gema triangular azul sobre la frente del Maverick rojo. A diferencia de su oponente, X no aplicó tanta presión en el cristal, pero a juzgar por la reacción del Maverick no tuvo necesidad de hacerlo. Inmediatamente soltó un agonizante grito de dolor como si estuviese quemándose vivo desde adentro.

Y en cierto sentido, aunque nadie podría haberlo sabido, eso era exactamente lo que pasaba.

Había estado durmiente durante demasiado tiempo. Demasiado tiempo aislado del mundo, pero justo ahora se daba cuenta que ese breve período de libertad llegaría a su final si no hacía nada rápido. El ser de energía que acababa de entrar al cuerpo de su anfitrión ¡estaba haciéndolo deteriorarse molécula por molécula! Cierto, podría utilizar a este reploide para quitárselo de encima y escapar, ¡pero su debilidad había sido descubierta! ¡Y ahora, aquel que tenía los medios para matarlo sin duda perseguiría a su anfitrión hasta los confines del mundo!

¡Tenía que hacer algo!

La mano de X dejó de brillar, y el Maverick rojo lo soltó, sujetándose su cabeza y aullando mientras un fuego ardiente e incontrolable que consumía toda su cavidad cerebral, viajando por todos sus sistemas. Y luego, tras un momento, el Maverick rojo cayó de rodillas, con su sistema de ventilación desesperadamente tratando de expulsar el abrasador calor de su cuerpo.

- ¡Acábalo, X! – gritó Roll. – ¡Hazlo ahora!

X mantuvo sus ojos verdes fijos en el Maverick rojo, esperando que hiciera el siguiente movimiento. No estaba en condición para continuar peleando por mucho tiempo más, pero X tampoco lo estaba. Si seguían así, se volvía muy real la posibilidad de que ninguno de los dos saliera de aquí con vida. El Maverick miró a X, con sus ojos azules mirando intensamente a los verdes del otro, pero hubo un cambio muy sutil en ellos. Cierto, todavía había algo de agresión e indisposición a admitir la derrota, pero notó que había algo más desde que envió esa extraña descarga de energía a través de la gema del Maverick.

Casi como si acabara de reconocer al reploide azul tras un tiempo inconmensurable.

Fue entonces que los rasgos del Maverick comenzaron a suavizarse, sus ojos se abrieron con curiosidad y reconocimiento. El reploide de pelo largo comenzó a aproximarse a X, pero sus pasos eran lentos y pausados, tratando de seguir a pesar del daño sufrido. X se preparó por si necesitaba pelear sólo un poco más, pero, para su sorpresa, parecía que el Maverick ya no tenía nada de eso en mente.

- "¿Qué está haciendo?" – pensó X. Se sintió tentado a preguntarle, pero luego se recordó a sí mismo que podría tratarse de una trampa. Con todo, a pesar de que sus componentes lógicos le ordenaban ponerle fin al Maverick rojo, X no podía evitar sentir dudas.

Y entonces, de pronto se encontró siendo golpeado por otra sensación de deja vu. – Tú… yo… te conozco.

Roll no estaba segura de qué significaba esto, pero quienquiera que fuese el robot o reploide a quien este Maverick le recordaba a su hermano no importaba. – "¿Qué estás esperando?" –suplicaba mentalmente. – "¡Hazlo ya!"

Antes que X pudiese avanzar hacia el Maverick rojo para darle el golpe de gracia, vio un destello brillante desde dentro de la gema azul. Era un símbolo angular que al principio X no reconoció. Pero al ver más de cerca, vio para su gran desconcierto que se había equivocado. El símbolo era una letra; específicamente, una "W".

- "Tú… no puede ser." – pensó X. – "¿O sí? ¿En verdad eres un…?"

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando el Maverick comenzó a gruñir de dolor, agarrándose la cabeza. Y entonces, la gema comenzó a brillar, pero en vez de ser un verde brillante, una energía violeta parecía estar formándose desde el pequeño espacio en la gema. Los gruñidos del Maverick pronto se tornaron en gritos, con sus dedos agarrándose y frotándose inútilmente su casco. Dado lo que había visto hacer a este reploide, X podría haber asumido que el Maverick intentaba abrirse su propia cabeza.

- ¡HAZTE A UN LADO!

X fue derribado de un empujón hacia un lado y cayó al suelo. Un Sigma con un solo brazo vino corriendo hacia el Maverick y lanzó un puñetazo devastador que atravesó la gema que brillaba en ese momento.

El Maverick rojo cayó de espaldas y se desparramó en el suelo, con todo su cabello rubio esparcido debajo de él. El reploide empezó a temblar ligeramente, pero se quedó quieto y en silencio luego de algunos segundos. Finalmente, sus ojos azules se apagaron totalmente, perdiendo la conciencia tanto de sí mismo como del resto del mundo.

Entretanto, afuera Ray vio por fin una figura muy alta emerger desde la montaña.

- ¡Comandante! – gritó, feliz de ver a su líder todavía con vida. ¡Sabía que el comandante tendría éxito! ¡Nadie podría contra él! – ¡Comandante, ¿dónde está…?!

Ray se detuvo en seco al ver que Sigma se encontraba en peor forma de lo que se imaginó.

- ¡Comandante! ¡¿Qué sucedió?! – El Hunter miró hacia la puerta todavía abierta en la distancia. – ¿Dónde está X? ¿Y la rehén? ¿Están…?

- ¡Ellos están bien! Entra y ve a buscarlos. – espetó Sigma, diciendo la segunda parte en una voz menos enfurecida. – Y manda a llamar al Dr. Cain y a Fujiwara. Quiero que transporten a ese Maverick para análisis lo más pronto posible. Nos veremos luego en el sitio de excavación.

- ¡Comandante, ¿seguro que se encuentra…?!

- ¡Déjame! – Sigma apartó a Ray de su camino cuando intentó sujetarlo. Dejó atrás a su subordinado, a solas en la tierra yerma.

Adentro, X se había visto forzado a quedarse de rodillas, incapaz de permanecer de pie.

- ¡X! – Roll venía corriendo hacia él y le ayudó a levantarse. Ambos hermanos Light miraron al ahora inconsciente Maverick que hasta hacía poco había estado atormentándolos.

Roll fijó sus ojos verde-azulados en su captor y miró furiosa en su dirección, sintiendo un intenso repudio por lo que ese animal salvaje le había hecho a Sigma y a su familia que la consumía por dentro.

Por otro lado, X estaba totalmente inseguro de qué se suponía que debía sentir. Desde rabia ante la posibilidad de que su hermana saliera lastimada, hasta confusión por la repentina necesidad de su agresor por acercarse a él de manera no-agresiva. Cierto que podría haber sido un intento de hacerlo bajar la guardia, pero no podía evitar sentir sus dudas.

Especialmente ya que, aunque fuese por un breve momento, el Maverick parecía ver a X como si se tratara de un viejo amigo…

Esta historia continuará

Chapter 17: ¡Escape!

Chapter Text

- "Es real." – pensó X, inconsciente de cómo estaban siendo selladas las partes agrietadas de su cristal rojo. – "No estoy loco. En verdad es real."

Actualmente, el reploide azul se encontraba tendido encima de una mesa de operaciones, en la había médica del Cuartel General de los Hunters, mientras un pequeño grupo de reploides enfermeras atendían sus heridas.

- Afortunadamente no te lastimó demasiado. – dijo una de las enfermeras, mirando las grietas en la coraza exterior de X. La enfermera estaba vestida en una armadura verde y blanca con una "falda" y sin cobertura en las piernas. Encima de su cabeza rubia descansaba un gorro de enfermera con la cruz roja en el centro. – A comparación de la unidad de Gamma.

- ¡Shh! – siseó otra de las enfermeras, y la que estaba atendiendo a X se calló la boca.

Le habían advertido a X que permaneciera quieto durante la operación varias veces, pero no podía evitar hacer preguntas. – ¿Cómo está Sigma? – les dijo. Ya sospechaba que no recibiría una respuesta, pero saber la condición del líder de los Hunters hacía que su procesador se volviera loco de preocupación. El otro reploide ya podría haber perecido hacía tiempo por lo que sabía, y él ni enterado de ello.

Las enfermeras se miraron entre ellas, y luego al jefe del ala médica. Era un reploide mucho más grande con un uniforme del mismo color que las enfermeras, pero a diferencia de ellas, poseía una sección marrón alrededor de su mandíbula, como una barba que le daba una apariencia más madura y que comandaba respeto. Bueno, al menos en esta parte del Cuartel General.

- El Comandante está estable. – respondió el reploide más alto, llamado "Lifesaver", a la pregunta de X. – Pero todavía está en condición crítica, así que sigue bajo observación.

- ¿Por cuánto tiempo? – preguntó X, levantándose de la mesa de operaciones, solo para que volvieran a empujarlo de vuelta.

- El tiempo que creamos necesario. – respondió Lifesaver. – Hablando de eso, debería ver si hay algún cambio en la condición del Comandante.

Estaba a punto de salir cuando escuchó que la puerta de esta particular sala de la bahía médica se abría.

- ¡Señorita, todavía tenemos que reparar la articulación de su nombre! – decía un reploide enfermero, cuya "paciente" estaba tercamente tratando de abrirse paso.

- ¡Déjame verlo! ¡Sólo una vez! – suplicaba Roll. – ¡Quiero asegurarme que está bien!

- ¡Está bien! – le aseguró el enfermero a la rubia. – ¿Lo ves? ¡Lo están reparando mientras hablamos!

X se tomó un momento para mirar a su hermana, notando que el conductor todavía seguía conectado a su hombro dañado. Viendo que no tenía esa pieza de equipamiento en la articulación antes, el reploide azul no pudo evitar preguntarse de dónde la sacó. Mucho menos cómo se la puso ella misma. Pero infortunadamente, no hubo tiempo para hacer preguntas respecto a esto ya que Roll corrió hacia su lado, mirándole toda su forma azul.

- ¿Te encuentras bien? – le preguntó.

- S-sí. Claro. – respondió X. Aunque ya él sabía que ella definitivamente vendría a ver como estaba, el reploide azul no pudo evitar sentirse algo avergonzado. Dejando de lado sus "instintos" de hermana (o al menos, así era como ella los llamaba), a X no le agradaba que ella lo viera como si fuese un niño. Algo con lo que los mimos de Roll no le estaban ayudando en nada.

- Oh, ese demonio te dejó muy mal, ¿no es así? – preguntó. ¡¿Cómo se atrevía ese Maverick rojo (o lo que fuera) a su querido hermano?! ¿Qué había hecho ella aparte lanzarle una piedra? Eso no importaba, porque X se había puesto en peligro.

- Señorita, lo siento mucho, pero las visitas no se permiten durante operaciones. – le decía el enfermero a Roll.

- Sí, claro. Lo siento. Con permiso. – le dijo Roll, antes de ser escoltada fuera de la habitación, aunque no sin antes lanzarle una última mirada de preocupación a X. – Lo digo en serio. Lo siento.


En las calles de Arcadia…

El vehículo blindado se desplazaba por las secciones menos pobladas de Arcadia, lejos tanto del tráfico y de cualquier número significativo de civiles. Pero a pesar de la apariencia exterior del vehículo, la verdadera amenaza era lo que estaba contenido adentro.

- ¿Cómo está? – preguntó un miembro del grupo de Hunters sentado en la parte trasera. Sus ojos se fijaron en el cuerpo restringido del Maverick rojo, con las muñecas y tobillos sujetados por grilletes.

- No se ha movido ni una pulgada desde que el Comandante le conectó ese golpe. – dijo uno de los Hunters estacionado en la cabina del conductor. – Esperemos que se quede así.

Ninguno de los otros reploides en la parte trasera podía estar de acuerdo con eso. El Maverick rojo había sido aprehendido, pero primero, estaba siendo llevado para ser reparado. Sin embargo, lejos del cuartel general, y viendo que claramente algo estaba mal con él, nadie quiso arriesgarse a ser infectado si este Maverick era en efecto la fuente del "virus".

Aun así, como ahora el "culpable" estaba enfrente de ellos, algunos de los Hunters comenzaban a tener sus dudas. – Seguro que este sujeto no puede ser él. – dijo uno de ellos.

- ¿Él? Por un momento creí que era mujer. – bromeó otro Hunter, con los ojos fijos en la prominente coleta larga y rubia del Maverick. – Pero ¿eso es cierto? ¿Este sujeto logró acabar con Gamma?

- Eso fue lo que dijeron Glenn y Ray. – respondió otro Hunter. – Gamma y el resto de sus hombres entraron, pero el único que salió fue ese Maverick. – Le lanzó una mirada fulminante al cuerpo inconsciente del reploide. – Yo diría que eso basta para que lo manden al deshuesadero.

- ¡No digas eso! – habló otro Hunter. – Ya sabes lo que eso significa, ¿verdad?

- ¡Diablos que sí, claro que lo sé! ¡Y digo que se lo merece! – protestó el otro Hunter, señalando al Maverick rojo. – ¡¿Desde hace cuantos meses que nos tiene dando vueltas para atraparlo?! ¡Y sin mencionar las docenas de reploides que fueron infectados con este virus por culpa suya! – Empezó a rechinar sus dientes. – Y si estás insinuando que lo que le pasó a Gamma no importa…

- No, eso no es lo que quise decir.

- ¿Entonces qué quisiste decir?

El Hunter quiso refutar las palabras de su colega, pero no fue capaz de sacar ningún argumento que le hiciera bien. Así que se quedó en silencio, desviando la mirada del resto de sus camaradas. Cierto, este Maverick merecían castigo, especialmente si era responsable por todo lo que se le acusaba. Pero había demasiados elementos que no encajaban. Desafortunadamente, nada en todo este caso parecía encajar.

Tal vez fuese algo de lo que los demás sugerían. Tal vez fuese una falla que podría ocurrir en sus sistemas. Tal vez este "virus" no fuese realmente un virus. O tal vez ni siquiera existía.

El vehículo blindado continuó su camino, cuyo destino era el laboratorio del Dr. Fujiwara. De repente, uno de los Hunters vio algo. Por supuesto, fue solo por un momento muy fugaz, por lo que asumió que podría haber sido un error. Pero se dio cuenta que el error fue haberlo descartado, pues un dedo temblando pronto se tornó en una mano, y luego todo el movimiento se extendió por todo el cuerpo del Maverick rojo.

Entonces, antes de que nadie pudiese hablar o decir nada, mucho menos reaccionar, los ojos de color azul gélido del Maverick se abrieron de golpe.


Cuartel General de los Hunters…

X volvió a pararse, finalmente libre para abandonar la mesa de operaciones.

- Listo. Con eso debería basta. – dijo Lifesaver, mirando al ya reparado X en busca de áreas que el personal podría haber pasado por alto. El reploide más alto llamó a una de las enfermeras por su comunicador de audio. – De acuerdo, ahora sí puede entrar.

Apenas pronunció Lifesaver esas palabras, X oyó que la puerta de la habitación se abría. Roll volvió a entrar, ahora con su hombro totalmente reparado. – Al fin. – suspiró la reploide rubia de alivio. – Les dije múltiples veces que no era la única que necesitaba reparaciones. – X la recibió con una pequeña sonrisa. Aunque su presencia significaba que tendría que lidiar con sus mimos, al menos ya estaba arreglada. Y como si fuese para demostrarlo, Roll miró por todos lados al reploide azul, haciendo su propia inspección junto a Lifesaver. – Hizo un buen trabajo. Gracias. – le dijo al médico.

X le lanzó a Lifesaver una mirada como si quisiera decirle que la perdonara. El médico nunca había visto a la reploide rubia hasta hoy, pero ciertamente había hecho notar su presencia. – Sí, bueno, no fue nada, señorita. ¿Estás con él? – le preguntó.

- Pues claro que sí, soy su hermana. Hermana mayor. – aclaró ella. – ¿Ya está listo para que le den de alta?

- Ya no hay más daños, y sus sistemas han pasado todas las pruebas. – alertó Lifesaver a Roll. – Así que sí, ya es libre de marcharse.

- Grandioso. Gracias. – Y con eso ambos, X y Roll, abandonaron la sala y la bahía médica, eventualmente llegando al centro principal del cuartel general, el área más significativa. – ¿Seguro que estás bien? – le volvió a preguntar a X, volviéndolo a ver con sus ojos verde-azulados.

- Estoy bien. En serio. – le aseguró X. Luego señaló hacia el hombro de ella. – Había querido preguntarte, pero ¿cómo llegó ese convertidor allí?

Roll miró hacia donde antes tenía el cable de convertidor. – Oh, eso. – Se mordió el labio. – Bueno, ese Maverick de hecho me aplicó algo de cirugía, se podría decir.

X se quedó en shock al oír esto. Cierto, sospechaba que el convertidor tenía que haber venido de alguna parte, ¿pero esto? – ¿Él te reparó?

- Sí. – asintió ella, igual de confusa que su hermano. – Y eso es lo más extraño. Estaba actuando como un completo salvaje contigo y con Sigma, pero a mí me trataba como si fuera de cristal. – Volvió a mirar a X de nuevo en busca de más raspones, por si acaso.

- Así que ¿no te lastimó? ¿En absoluto? – inquirió X. Sólo había escuchado algunas cosas de boca de Lifesaver y los otros médicos, pero ahora que Roll estaba de vuelta con él, podría obtener respuestas de la fuente. – Pero ¿todavía le hizo todo eso a Sigma?

Roll hizo una mueca. – Lo vi hacérselo. Vi cómo disfrutaba cada momento de ello. – Cruzó sus brazos. – Alguien como él no tiene lugar en la sociedad, mucho menos entre humanos. – Suspiró. – ¡TODAVÍA no puedo creer que nadie me haya dicho que fue él quien irrumpió en la casa del Dr. Fujiwara! ¡Y también que Chiyo estaba sola! – Bajó la mirada. – Nunca debí haberla dejado sola, mucho menos haberme ido de Arcadia en absoluto. – Se giró hacia X. – Lamento mucho todo esto. No fue mi intención que Sigma terminara en ese estado, ni tampoco que tú te vieras envuelto.

- Hey, ya estoy bien. – le dijo X. – La verdad, soy yo el que debería disculparme. Después de todo, la trampa que colocamos fue idea mía.

Se quedó mirando a su hermana. Si ese Maverick fue capaz de poner a Sigma en semejante estado, seguramente podría haberla hecho pedazos. Por lo cual X pensó, sabiendo las condiciones en las que estaba el cuerpo de su hermana, ¿por qué? ¿Cómo podía seguir de pie ahora frente a él? X entonces recordó cómo el Maverick había fijado la mirada en él. ¿Por qué lo estaba mirando de esa manera?

- ¡ATENCIÓN, TODO EL PERSONAL DE LOS HUNTERS! – la voz de Ai de repente comenzó a resonar por el intercomunicador. – ¡ESTO ES URGENTE! ¡EL MAVERICK QUE ESTABA EN CUSTODIA HA ESCAPADO! – De inmediato, todos los reploides en el área central se congelaron al oír las noticias. – ¡TODOS LOS HUNTERS DISPONIBLES REÚNANSE! ¡ATENCIÓN, TODO EL PERSONAL DE LOS HUNTERS!

La operadora repitió su mensaje, y todos los Hunters presentes en el centro inmediatamente se dirigieron hacia la sala de reuniones a toda prisa.

X miró a Roll, y la rubia supo que de nuevo tendrían que separarse. Ella le tocó el hombro, pero sabía que no podía detenerlo. Aunque acabara de salir de cuidados intensivos, su hermano probablemente sería necesario.


Calles de Arcadia…

¿Dónde demonios se encontraba?

Luego de abrir a la fuerza el metal de los grilletes en sus tobillos y muñecas, el Maverick rojo finalmente se sintió aliviado de tener más rango de movimiento. A pesar de todo, sabía que no podía disfrutar de su libertad todavía. No, la libertad le aguardaba fuera de las murallas de la ciudad, muy lejos de sus perseguidores. ¿Pero por qué? ¿Qué había hecho? Hasta donde sabía, sólo había despertado en un laboratorio en medio de la nada. Y luego, lo estaban transportando restringido en un vehículo a quién sabía dónde.

Probablemente a un lugar donde lo encerrarían y confinarían, o peor todavía, lo matarían. Pero no, no dejaría que eso sucediera. Aún si hubiese estado en esta tierra antes de este momento, ¡sentía que apenas estaba viendo el mundo por primera vez! ¡De ninguna manera dejaría que estas máquinas se lo llevaran! No, tenía que escapar. ¡Tenía que salor de aquí! ¡¿Pero a dónde podría ir?!

No sabía en qué dirección ir, dónde estaba, ¡nada! ¡No le quedaba nada! Nada, nada en absoluto. Aunque irónicamente, esa palabra significaba algo para él. De hecho, el Maverick de pelo largo descubrió que tal vez "nada" podría llevarle a averiguar lo que estaba sucediendo.

Y quizás, aunque fuese una esperanza fugaz, una pista para averiguar quién era.


Más tarde…

- De acuerdo, ya que el Comandante se encuentra actualmente fuera de comisión, ¡yo estaré a cargo de esta misión! – dijo, o más bien graznó, Chill Penguin. – ¡Nuestro objetivo es evitar que este Maverick rojo abandone los límites de la ciudad a toda costa! ¡¿Lo entendieron?!

- ¡Sí, señor! – respondieron todas las tropas reunidas, entre quienes se encontraba X.

- ¡Entonces andando! ¡Muévanse, muévanse, muévanse! – El reploide con forma de pingüino se llevó un puñado de Hunters hacia los callejones de la derecha, mientras X y el resto se fue a la derecha.

- ¡Pfft! ¡Como si alguien pudiera tomarlo en serio con una voz como esa! – dijo uno de los Hunters cuando Penguin estaba fuera del rango de escucha.

- ¿Y viste cómo se tambalea? ¿Cómo hace para moverse sin caerse? – añadió otra. – ¿De verdad cree que algún día dirigirá su propia unidad?

- Como si eso fuese a pasar. E incluso si lo hace, todavía se reirán de él.

X sintió que tenía que decir algo. – Si ya terminaron de hablar sobre Penguin, tenemos trabajo que hacer aquí.

Uno de los Hunters que se estaba burlando del reploide pájaro resopló burlonamente. – Aw, ¿qué pasa? ¿Temes que hiera sus sentimientos? No es culpa mía que ese pajarraco no sea capaz de aguantar una broma.

- ¡Muy bien, ya basta! ¡Fue suficiente! – dijo el líder designado del escuadrón. – ¡Tenemos a un fugitivo peligroso en fuga, y tenemos que atraparlo antes de que cause más daño! – Todo mundo se quedó callado. – Entre más tiempo perdamos aquí, significa que hay más posibilidades de que haya vidas en riesgo. ¡Así que andando!

El grupo se separó, atravesando los espacios estrechos entre las gigantescas estructuras blancas. Todo mundo mantuvo sus receptores ópticos en alerta por cualquier señal del criminal, lo cual dada la general paleta de colores (o falta de ella) en la ciudad-estado, haría que fuese fácil avistarlo.

Al menos, eso fue lo que X asumió. Y entonces, de repente su audio receptor comenzó a pitar, forzando al reploide azul a responder la llamada. – ¿Ves algo en tu extremo? – preguntó el líder del grupo.

- No, nada todavía. – admitió X. Para alguien que sería fácil de avistar, era muy bueno ocultándose, pensaba X. Sus ojos verdes escanearon por los callejones, en busca de cualquier cosa, incluso aunque fuese la menor seña de él. Justo entonces, logró ver algo. – Esperen, hay algo muy cerca.

El reploide azul sacó su Buster y se escurrió lentamente alrededor de las paredes, acercándose poco a poco hacia el ruido que escuchó. Espió por una esquina, sorprendido por el ruido de una tapa de basurero siendo volteada. Vio unas tiras de pelo rubio y lo que parecía ser el Maverick salir corriendo.

- "¡Si va por allí, puedo interceptarlo al final!" – Con esto en mente, X corrió tras la fuente del ruido hasta que llegó a un callejón sin salida.

Sacó de nuevo el Buster, aguardando a que el Maverick emergiera desde la oscuridad… sólo para encontrarse con un simple gato. El felino, irónicamente, tenía pelaje amarillo, haciendo que X se sintiera más como un tonto. El "cabello" que vio había sido su cola.

- ¡GAH!

- ¡Kyle!

X y el felino se vieron atraídos a los sonidos de una pelea. El gato salió huyendo mientras que X se dirigió hacia la fuente.

- "¡Viene desde arriba!" – X se dio cuenta que la batalla tenía lugar en las azoteas. Luego de encontrar una escalera, X comenzó a subir, esperando llegar con los otros antes que fuera demasiado tarde.

El Maverick rojo había agarrado a uno de los Hunters y lo lanzó a una distancia bastante razonable, enviando al reploide fuera de la azotea. La caída no sería letal, pero todos sabían que el Maverick de larga cabellera era capaz de mucho más que eso.

- ¡Bastardo! – gritó otro Hunter, lanzando un disparo de plasma desde su pistola. El Maverick rojo se agachó, haciendo que el disparo le pasara por encima, y corrió hacia el Hunter, conectándole un fuerte rodillazo en el estómago. Pese a no poseer pulmones o la necesidad de respirar, el Hunter sintió que su sistema de ventilación liberaba una gran cantidad de aire con fuerza. Una patada a la cabeza lo derribó, enviándolo al suelo para que luego la bota del Maverick aplastara su arma.

Unos cuantos Hunters se lanzaron contra el Maverick en montón, pero este se deshizo de ellos uno por uno. Algunos recibieron golpes o patadas, mientras que otros fueron lanzados contra sus compañeros, quitándose a varios de encima de una vez. Pronto, sólo el Maverick rojo se quedó de pie.

- ¡Alto! – El Maverick rojo se giró para ver a un reploide familiar de color azul apuntándole con su Buster. – ¡Las manos donde las pueda ver!

Las dos máquinas se miraron fijamente a los ojos, donde los verdes se mantenían intensamente fijos en los azules. Ambos permanecieron allí, inmóviles, sin que ninguno hiciera ningún movimiento.

Y entonces, el Maverick escapó, saltando de una azotea a otra.

- ¡Hey! ¡Espera! – gritó X, persiguiéndolo.

Maldición, ¡¿por qué no podían dejarlo en paz?! ¡A este ritmo, lo iban a capturar!

No, de ninguna manera. No podía dejar que lo atraparan; se REHUSABA a que lo atraparan. Lo que fuera que estos sujetos planearan hacerle, no dejaría que sucediera. ¡Se aseguraría de eso! ¡Jamás lo atraparían con vida!

¡Si tan solo pudiera sacudirse de encima a esa maldita máquina azul que lo perseguía! Se desplazó rápidamente hacia adelante, saltando tan lejos como podía (aunque no tanto como para fallar el aterrizaje) para escapar de su perseguidor. Pero esto solo parecía motivar todavía más al otro reploide a ir tras él. Como fuera, pensaba el Maverick rojo. Podría seguir desde allí mientras lograra salir de los límites de la ciudad. Lo único que importaba era escapar.

No podía permitirse ser capturado.

Sintió que alguien lo tacleaba por detrás, enviándolo al suelo. Se giró para ver que el reploide azul finalmente lo había alcanzado y lo estaba sujetando por las piernas para evitar que se moviera. El Maverick comenzó a forcejear tratando de que la otra máquina lo soltara, tanto empujando como lanzándole puñetazos en su dirección. Lo segundo resultó ser efectivo, ya que X salió volando de espaldas por la fuerza del golpe. El Maverick rojo volvió a levantarse, listo para continuar hasta llegar a los límites de la ciudad.

SCREECH!*

De repente, ambas máquinas se vieron atraídas a la escena de abajo, mirando lo que estaba sucediendo, y perdiendo el enfoque que tenían en el otro por completo.

Embarazada. Su madre estaba embarazada. Fumiko iba caminando por las calles con su padre mientras retornaban del hospital. Inicialmente, su madre había estado sufriendo de calambres abdominales y náuseas en la madrugada, pero cuando los resultados de las pruebas volvieron, no había forma de negarlo. Su madre iba a tener un bebé, y ella se convertiría en hermana mayor.

Sin embargo, su madre habría permanecido en el hospital ya que había algunas preocupaciones debido a lo difícil que fue su embarazo con Fumiko, por lo que su padre vendría a recogerla más tarde. Por ahora, sin embargo, la niña japonesa iba a ser llevada a casa. Como dijo su padre, todavía tenía muchas tareas por hacer.

Pero dado lo que venía hacia ellos, tal vez no tendría siquiera la oportunidad de ver a su nuevo hermano.

En eso sonó fuerte chirrido de unas llantas seguido del ruido de metales chocando entre ellos. Dos vehículos habían colisionado entre ellos, enviando a un tercero volando por el impacto; justo en la dirección de Fumiko. Su padre corrió a tratar de salvar a su hija, pero estaban separados por varios metros. Nunca llegaría a tiempo.

La niña se quedó congelada de terror mientras veía el vehículo volando directo hacia ella; se cayó al suelo y se enrolló en posición fetal en un último esfuerzo por protegerse a sí misma. Estaba a sólo instantes de quedar aplastada,

Solo para darse cuenta de que no sintió su diminuto cuerpo siendo aplastado. En lugar de eso, frente a ella estaba de pie un reploide alto y de color rojo, con una larga cabellera rubia, colocando su cuerpo enfrente del vehículo que se acercaba. Y con un rápido puñetazo, el auto se detuvo de inmediato por la fuerza que sintió, hundiéndose todo el capó y dañando varios componentes internos.

- ¡¿Qué diablos crees que haces?! – gritó el conductor, emergiendo de su ahora dañado vehículo.

El Maverick rojo miró a Fumiko, que tembló bajo su mirada. De repente, todos vieron a la banda de Hunters aproximándose, todos apuntándole con sus armas a la máquina de cabello largo. X permaneció en la azotea, en caso de tener que hacer algún movimiento desde arriba.

- Aléjate de la niña humana. – le ordenó uno de los Hunters al Maverick, que estaba observando de nuevo a Fumiko.

La niña se echó para atrás antes de correr con su padre, aterrorizada y llena de lágrimas. X observó cómo los Hunters entraban en acción, listos para aprehender al fugitivo.

Y para su shock, esta vez, el Maverick rojo no intentó oponer resistencia.


Al día siguiente, en el centro de detención…

Era mucho pedir no ser atrapado.

El Maverick rojo se apoyaba contra la pared, muerto de aburrimiento. Seguro, técnicamente seguía en prisión, así que tal vez deberían haberse esperado eso. Aun así, eso no significaba en absoluto que quisiera estar aquí. Se maldijo a sí mismo; estuvo tan cerca, ¡tan cerca de la libertad! Si esa niña humana no se hubiera metido en su camino, ¡entonces seguramente ya habría salido de este lugar a estas alturas!

Por supuesto, eso también podría haber significado que ella podría haber terminado muerta.

No había pensado en ella hasta este momento, ya que se quedó mirándola con los ojos llenos de terror hasta que vio la oportunidad para salir huyendo. Ella le tenía miedo. Todos le tenían miedo. El porqué, el Maverick no estaba seguro, pero todos parecían estar extremadamente cautelosos al lidiar con él. Especialmente ese reploide azul. El Maverick no tenía idea de quién era, pero parecía haber golpeado una cuerda de familiaridad con él.

Esos ojos verdes. Su coraza azul. Y un semblante cauteloso pero lleno de determinación. No era un extraño, el Maverick rojo lo había visto antes. Pero ni siquiera conocía el nombre del otro reploide. ¿Quién era? Y más todavía para el propio Maverick rojo, ¿quién era él mismo?

Justo entonces, oyó el ruido de su celda abriéndose. La puerta se deslizó abriéndose, y un par de reploides guardias aparecieron. – Vamos. – dijo uno de ellos en tono rudo. – Alguien quiere hacerte algunas preguntas.

Lo que eso significaba, el Maverick no tenía idea. Sin embargo, se fue con ellos, planeando cómo iba a escapar de este lugar. Necesitaba tener una buena idea del lugar primero para ver cualquier potencial atajo y áreas para ocultarse si fuera necesario. En cuanto a lidiar con quienquiera que tratara de detenerlo, no tendría ningún problema con eso.

El Maverick fue llevado hacia una pequeña sala con ventanas por todas partes para poder ser observado. Un reploide muy familiar de color azul se encontraba ya adentro; y el androide de cabello largo se quedó confundido sobre qué podría estar haciendo aquí. Uno de los guardias abrió la puerta y lo dejó entrar, cerrándola y dejándolos a ambos adentro solos.

El Maverick rojo fijó sus ojos en los de X, que empezaba a preguntarse si esta sería una buena idea.

- Uh, hola. – lo saludó X. El otro reploide no le respondió. – Entonces, supongo que te estarás preguntando qué es todo esto. – Todavía no recibió respuesta. – Bueno, la verdad es, estoy aquí para escoltarte al laboratorio del Dr. Fujiwara para análisis. Pero dadas las circunstancias, me temo que tendré que tomar medidas de precaución si no cooperas.

Esto no pareció siquiera mover al Maverick en absoluto. Más bien, sólo parecía estar mirándolo con más rabia.

X se recordó a sí mismo que no podía permitirse ser intimidado a pesar de su mirada. Lo que vio la pasada noche todavía seguía repitiéndose en su cabeza, junto con varias preguntas que habían surgido. Pero se dijo que no podía descuidado. No después de haber sido informado de lo que este sujeto era capaz de hacer.

- Por supuesto, quiero hacerte algunas preguntas antes de eso.

Esto pareció sacarle una respuesta al Maverick rojo, aunque no habló.

- Supongo que debe ser obvio, pero ¿cuál es tu nombre? – preguntó X.

Nombre. El Maverick rojo pensó en esto. Un nombre. Buscó por todos sus sistemas, y la pequeña cámara se quedó en silencio.

Y entonces, para sorpresa de X, finalmente recibió una respuesta. – No tengo un nombre.

- ¿Qué? – preguntó X. La voz del Maverick sonaba profunda y calmada, contrastando con su apariencia de alguien "fogoso".

- Un nombre. – dijo. – No tengo ninguno.

X se quedó callado por un momento, pensando en a dónde ir desde allí. – Todos tienen un nombre. O en nuestro caso, al menos algún tipo de identificación. ¿En serio no tienes nada?

El Maverick negó con la cabeza. – Absolutamente nada.

- Bueno, eso no servirá de nada. Tendremos que llamarte de alguna manera. Mi nombre es X. Técnicamente Mega Man X, pero soy más parcial a que me llamen X a secas.

El Maverick rojo no entendía el punto de que lo trajeran aquí, mucho menos ver a este tal X. Sin embargo, se suponía que tendría que encontrar alguna forma de que todo mundo pudiese referirse a él. ¿Pero cuál? No podía recordar nada, y sus sistemas no le decían nada. Ni un nombre, ni un número de serie, nada.

Absolutamente nada. Un cero absoluto.

X entonces vio los ojos del Maverick iluminarse como si una realización acabara de llegarle. Y justo después, X recibió su respuesta. – Zero.

- ¿Perdón? – preguntó X.

- Mi nombre. – dijo el Maverick rojo. – Mi nombre es Zero.

Esta historia continuará

Chapter 18: Zero

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- ¿Zero? – preguntó X.

- Sí. Zero. Ese es mi nombre. – respondió el Maverick rojo.

- ¿Acabas de recordarlo? – volvió a preguntar X.

- No, sólo se me ocurrió. – explicó el ahora autoproclamado "Zero". – Dijiste que necesitabas alguna forma de llamarme, así que elegí eso.

X se quedó en silencio por un momento. Cierto, aunque este reploide sólo estaba utilizando sus componentes lógicos, él sospechaba que tal despliegue de independencia sería visto con suspicacia. Y lo último que necesitaba era que "Zero" empeorase todavía más su situación.

- Ok entonces, Zero. – dijo X. – Dadas las circunstancias en cómo llegaste aquí… – hizo una pausa – … no hace falta decir que todos están en conflicto.

- Están planeando matarme, ¿verdad? – dijo Zero de repente, haciendo que todo el cuarto se quedara en silencio.

- ¿Qué? ¡No! ¡No, nada de eso! – X negó con la cabeza. – ¡Todavía no se ha decidido nada de eso! No es que quiera decir que es una posibilidad, pero…

Se arrepintió de sus palabras cuando recibió una mirada fulminante del reploide rojo.

- Pero ES una posibilidad. ¿Me equivoco o no? – cuestionó Zero. X no fue capaz de responderle. – Exactamente. – Se giró dándole la espalda a X. – Entonces no hay motivo para discutir nada. Mientras les obedezca, no me exterminarán. Eso es básicamente lo que estás diciendo, ¿verdad?

X vio que los guardias de afuera comenzaban a moverse más cerca de la habitación, listos para intervenir si era necesario. El reploide azul estaba haciendo todo lo posible para que no tuviera que llegar a eso. – El Consejo está tomando declaraciones de todos los involucrados en lo que ha sucedido dentro y fuera de las fronteras de Arcadia. – explicó X. – Aunque, ¿todavía dices que no recuerdas nada?

Zero no asintió ni negó con la cabeza para responder a la pregunta. – ¿Eso importa? Me tenían en custodia, así que claramente creen que hice algo malo.

- Así están las cosas, aunque… si tus sistemas fueron corrompidos o si fuiste infectado por el virus, las cosas podrían ir a tu favor. – continuó el reploide azul. – Dado que parece que, bueno, estás funcionando de manera normal, si fuiste infectado, tu recuperación podría servir para ayudar a los otros reploides a recuperarse.

¿Recuperarse? ¿Virus? – ¿De qué estás hablando? – preguntó Zero.

- Los doctores Cain y Fujiwara podrán explicártelo mejor. – le dijo X. – De hecho, Fujiwara solicitó que vengas a su laboratorio para que te examinen.

¿Examinar? ¿A qué se refería con eso? – ¿Y si me rehusara? – preguntó Zero.

X sospechaba que al Maverick no le iba a gustar lo que diría a continuación. – Entonces, me temo que tendrás que quedarte aquí hasta que el consejo decida qué hacer contigo.

- ¿Por qué no puedo ir a hablar con este "consejo" por mí mismo? – cuestionó Zero.

- Podrías, pero tendrías que estar bajo monitoreo. – replicó X.

- ¿Por qué? ¿Porque soy un criminal?

X se mordió el labio. Este sujeto no le estaba poniendo las cosas fáciles a ninguno de ellos. – Bueno, técnicamente hablando, sí. Evadiste tu arresto después de todo. – No se atrevió a mencionarle lo que ocurrió con la unidad de Gamma o con Sigma. – Yo realmente no tengo voz en el asunto. Sólo vine para decirte que esas eran tus opciones.

- ¿Y por qué viniste TÚ? – preguntó Zero, con la pregunta cargada de sarcasmo, pero a pesar de eso era genuina. – A menos que seas el único que puede decirme esto, y dudo que ese sea el caso.

- "De acuerdo, ya estás empezando a irritarme. ¡Estoy tratando de ayudarte!" – pensó X. Pero sabía que tenía que mantener la cabeza fría por el bien de este Maverick, de "Zero". – No, pero dada la evidencia que hay apilada en tu contra, te sugiero que consideres tu siguiente paso con mucho cuidado. – Comenzó a girarse. – Tu vida podría depender de ello. Estoy seguro que incluso tú le temes a la muerte.

Aunque X no pudo verlo, los ojos de Zero se ensancharon, mientras sus sistemas frenéticamente armaban una imagen en su cabeza. Una recolección de datos de la que ni siquiera él parecía consciente. Escuchó voces, pero estaban revueltas y no entendía nada. No sabía qué lo provocó, no tenía ni idea, y sólo ocurrió por un segundo, pero las palabras del reploide azul parecían estar conectadas a ello de alguna manera.

Miedo a morir. Miedo a quedar obsoleto. Miedo a ser inutilizado.

Estos sentimientos no eran parte de él, pero los había escuchado antes. Pero no podía recordar nada más.

- Espera. – dijo Zero de repente; X se mantuvo dándole la espalda para aparentar que se iba.

- "¡Sí! ¡Resultó! – celebró X mentalmente, esperando que esta táctica le ganase la atención del otro reploide. – ¿Sí?

Zero se quedó callado al principio. Esto no era exactamente bueno para su orgullo. – ¿Quiénes dijiste que querían examinarme?

- El Dr. Cain y el Dr. Fujiwara. – respondió X. – No es nada serio, sólo un examen completo de tu CPU. No intentarán sabotearte de ninguna manera.

Por supuesto, que la razón principal de eso significaba que sería interferir con la evidencia, pero X no quería darle a Zero ningún motivo para echarse atrás. Zero se quedó callado, contemplativo antes de dar su respuesta.

- De acuerdo. – dijo finalmente.

Los ojos de X se iluminaron. – ¿De verdad? ¿Lo dices en serio? – Zero asintió. – ¡Muy bien, grandioso! Arreglaré un transporte de inmediato. – Se dirigió hacia la puerta, pero no sin antes de girarse para encarar a Zero. – Oh, espérame aquí. – dijo antes de abandonar la puerta.

Zero se quedó a solas con sus pensamientos. ¿A dónde iría? Bueno, no importaba. Entre más pronto saliera de allí, más pronto podría escapar de la ciudad.


Laboratorio del Dr. Fujiwara…

- Todavía no entiendo por qué insistes en esperar. – le dijo Roll a su hermano, enfrente de la puerta que llevaba hacia la cámara de operaciones principal de Fujiwara. La cámara a donde lo trajeron por primera vez para que Cain y el científico asiático pudieran analizarlos, junto con los científicos del consejo. – No es como que te dejarán entrar.

- Lo sé. – respondió X, apoyándose contra la puerta de la habitación. – Pero… no es que les vaya a estorbar. Puedo quedarme en una esquina sin molestar a nadie.

- Pero probablemente podrías dar tu opinión de si el sujeto al que están examinando está bien. Si necesita algo, si le dan calambres en las piernas, y otras cien cosas más que podrían ir mal. ¿Tengo razón? – cuestionó Roll. El silencio de X fue toda la respuesta que necesitaba. – ¿Por qué te desespera tanto saber lo que pasa adentro? Mejor todavía, y no quiero sonar cruel diciendo esto, ¿pero por qué te importa tanto?

X miró a la reploide rubia. – ¿A qué te refieres?

- Has estado insistiendo en que quieres saber todo lo que está sucediendo con este Maverick rojo…

- Zero. – interrumpió X.

- ¿Qué?

- Si nombre es Zero. – le dijo X.

- Pero creí que habías dicho que no tenía un nombre registrado. – respondió Roll.

- No lo tiene. Eso lo escogió él mismo. – explicó X. – Lo cual no luce exactamente bien para él.

Roll asintió. – Incluso ahora, parece que los humanos todavía le temen al pensamiento independiente. Incluso al que tienen entre ellos. – Rápidamente volvió al tema original. – Entonces, como estaba diciendo, ¿por qué te preocupa tanto él? ¿Este sujeto Zero?

X se quedó pensando en esto por un momento. En efecto, ¿por qué le importaba tanto? Mejor todavía, ¿cómo podía expresar por qué él mismo no lo sabía? Con todo, tenía que al menos intentarlo.

- Bueno, si Zero estaba infectado con el Virus Maverick, quizás haya una manera de revertir los efectos. Quiero decir, ahora mismo está caminando y hablando de manera normal.

- Asumiendo que lo tuvo para empezar. – añadió Roll.

- ¿Qué otra cosa podría ser? – preguntó X. – Nadie que tenga medio procesador funcionando haría todas esas… – X se detuvo por un momento – … lo que él hizo.

Apenas había oído los detalles de lo que sucedió con Gamma, pero sabía que lo que había en el reporte no sería nada comparado con verlo en persona. Glenn y Ray seguramente no lo olvidarían en un futuro cercano.

- Y ahora que se encuentra fuera de su sistema…

- Asumiéndolo. – intercedió Roll.

- Asumiéndolo. – dijo X, algo reacio pero estando de acuerdo. – Se está comportando completamente diferente. Después de todo, ¿por qué iba el mismo sujeto que… hizo esas cosas salvar a un niño? Mejor todavía, ¿por qué no usó esa oportunidad para escaparse? Viendo que si esa niña salía golpeada por el auto sería la oportunidad perfecta. – Por grotesco que sonara, X tuvo que reconocer la posibilidad. Afortunadamente no sucedió, pero eso sólo atraía más confusión. –Así tal vez podamos aprender cómo arreglar a los reploides dañados, y así no tendrán que ser eliminados si se les clasifica como Mavericks.

- Tal vez. – dijo Roll. Aunque ella no estaba considerando al Maverick rojo, Zero, para esto, si estudiarlo podría llevar a cosas como esa, tal vez fuese algo bueno que siguiera con vida. – Aunque, si se trata del virus o, como algunos lo están llamando ahora, un fallo, no ha habido ningún registro de virus o falla que cause esto. – Se quedó en silencio por un momento. – Fue casi como aquella energía que Mega Man encontró una vez.

X giró la cara hacia ella. – ¿Cuál energía?

Roll también se giró para encararlo. – Nunca se le dio un nombre oficial, pero el robot que vino desde el espacio la llamó "Energía Maligna".


Adentro de la habitación…

Nadie estaba seguro de si llamar a esto fantástico o aterrador. Los datos estaban allí enfrente de todos, pero nadie sabía qué hacer con ella.

- Cain. – habló Fujiwara, levantándose de su asiento enfrente de la computadora principal. – Damas y caballeros. – se dirigió entonces hacia los científicos del consejo que se encontraban estudiando a Zero en este momento. – Necesito tomarme un momento para salir. Regresaré en breve.

Salió de la habitación, pero Cain lo siguió. – Sho, ¿qué sucede? ¿Qué está pasando? – preguntó el anciano, perturbado por el semblante del científico, que normalmente mantenía la compostura. – Por lo que parece, ese reploide está funcionando bien.

- Exactamente. – replicó Fujiwara. – Y ese es el problema. No debería estar funcionando EN ABSOLUTO.

- ¿Por qué?

El humano japonés suspiró. – Incluso luego de todo este tiempo, no sabes nada sobre las máquinas. – dijo en voz alta. – Los sistemas de este reploide, de este Maverick…

- Zero. – interrumpió Cain. – X dijo que quiere que se dirijan a él de ese modo.

- Ese es un ejemplo perfecto de lo que estoy hablando. – explicó Fujiwara. – - Su procesador puede registrar de todo, desde tareas básicas hasta acciones mucho más independientes. Pero por lo que me dijeron, este Maverick…

- Zero.

- Está bien. "Zero", era poco más que un animal furioso. Por supuesto, esto inicialmente me llevó a asumir que había sido infectado. Pero, tal como tú y los demás pueden ver claramente, no hay signo de ningún tipo de corrupción. Es como si NUNCA hubiese habido un virus para empezar.

Cain mentalmente tomó nota de todo, tratando de entender. – Es decir que se ha recuperado totalmente. ¿Es lo que estás tratando de decir?

- De cierta manera. – respondió Fujiwara. – Y más todavía, ni X ni Roll han demostrado signos de infección, así que…

- ¿Así que qué?

Fujiwara lo miró con expresión sombría. – Estos incidentes Maverick podrían no ser el resultado de un virus en absoluto.


Afuera…

- ¿Es decir que sólo un ser de "pura maldad" podría usarlo? – preguntó X, una vez que Roll hubo terminado su relato.

- Eso fue lo que dijo ese robot del espacio. – preguntó Roll. – Pero si alguien de corazón y mente puros se infectaba, entonces, al darse cuenta de que podrían ser corrompidos, la energía mataría a su nuevo anfitrión. – Se mordió el labio. – Fue una de las veces que mi hermano mayor estuvo más cerca de morir. – Se mordió más fuerte. Si no hubiese sido por Duo, habría sin duda terminado… ¡pero no! No se atrevía a pensar en eso. No ahora. Después de todo, Rock habría querido que ella cuidase del hermano más pequeño de ambos lo mejor posible. – Proto Man nos lo explicó a todos, o al menos, nos dio una versión resumida cuando trajo a Mega Man. – dijo mientras recordaba ese largo procedimiento para poner a su hermano de vuelta en línea.

- ¿No se quedó más? – preguntó X en relación a Proto Man.

- No. Tan pronto como llegó, se fue. – respondió Roll. – Eso siempre fue lo más extraño de él. Nunca se quedaba mucho, pero siempre parecía estar a la vuelta de la esquina cuando lo necesitaban. Honestamente, me arrepiento de no presionarlo más sobre quién era.

- ¿Nunca te lo dijo? – preguntó X de nuevo. Este tal "Proto Man" permanecía muy elusivo y enigmático.

- No creo que le haya dicho nada a nadie. Ni siquiera a Rock. – explicó Roll. – Pero aun así, ahora que pienso en ello, ¿por qué iba a quedarse? Proto Man originalmente estaba empeñado en destruir a Mega Man, pero desde que Gamma fue recuperado de las manos de Wily, parecía andar de ida y vuelta constantemente. E incluso después de eso, Mega Man parecía tener esa fe inquebrantable en él. Incluso cuando parecía que de verdad era malvado, Mega siempre mantuvo la creencia de que todo eso debía ser un horrible malentendido.

X se detuvo por un momento, preguntándose si debería o no hacer la siguiente pregunta. Pero aunque parecía muy simple, su peso no lo era en absoluto. – ¿Y qué sucedió? ¿Se equivocó?

Roll se quedó en silencio por un momento, procesando por su base de datos y archivos de memoria. X sabía que tomaría algo más de esfuerzo de parte de ella, pero el reploide azul se sentía tentado a pedirle que fuera un poco más rápido. O más bien, ¿era que no querría saber la respuesta?

Fuera cual fuese el caso, ya era demasiado tarde, pues Roll aparentemente ya había terminado de recolectar la información y habló. – Él tuvo razón sobre Proto Man. Y afortunadamente, resultó para bien.

X se quedó callado por un momento. ¿Era así como se sentía, como solían decir los humanos, tener un ataque al corazón?

- ¿Oh? ¿Y cómo fue?

- Bueno, al final resultó que todo fue, otra vez, una trampa de Wily. – dijo Roll. Eso parecía ser algo muy recurrente en los relatos sobre el Bombardero Azul. – Pero al final, aunque nadie podía creérselo, Mega Man tuvo razón sobre ese robot rojo.

- ¿Tú no le creías? – preguntó X. Aunque Roll no lo supiera, ella ya había respondido muchas de sus preguntas por él.

- Nadie lo hacía. Aparte del Dr. Light, Rock era el único que creía que algo andaba mal. – dijo Roll. – Debo admitir que, desde aquel incidente que involucraba a Gamma, he sospechado mucho sobre Proto Man. Hasta donde sabía, era alguien que una vez había tratado de lastimar a Mega Man, así que ¿por qué no iba a hacerlo ahora?

- ¿No hubo un reporte sobre que rescató a la hija de alguien?

- Sí, a Kalinka. – dijo Roll. – Pero nadie supo realmente lo que sucedió tras bambalinas con eso. – Se giró hacia su hermano. – ¿Por qué de pronto tanta curiosidad sobre Proto Man?

X intentó fingir ignorancia. – Ninguna razón. Sólo curiosidad. Nadie sabe mucho sobre él todavía, así que ¿por qué no sacarle información a la fuente directamente?

- Supongo que es justo. – Roll se encogió de hombros. – "Hay algo que quieres decir, pero no te atreves. ¿De qué se trata?"

Antes de poder preguntarle, X volvió a hablar. – Y hablando de eso, ¿no hubo algún tipo de virus en tu época?

- Técnicamente también sería tu época. – le dijo Roll. Sería una época que él nunca vería, así que ella tendría que contarle. – Pero sí, el incidente Roboenza. – Se puso la mano en la sien, como si le hubiese dado una jaqueca. – Con eso sí que tuve experiencia.


Adentro…

- Entonces, tu nombre ni siquiera es una memoria. – dijo uno de los científicos mayores. – ¿Simplemente lo elegiste?

- Esencialmente, sí. – respondió Zero. – ¿Por qué todo mundo tiene tanta fijación en eso?

El científico se sorprendió por la actitud tan directa de la máquina. – Bueno, hablando técnica y lógicamente, sólo hiciste uso de tus componentes lógicos. – explicó el científico, mirando a Zero de arriba abajo. – Pero es típicamente la norma que sea el creador quien asigna los nombres, o en el caso de reploides producidos en masa, lo haga un generador de nombres. Aunque no podemos saber cuál fue debido a los daños a tu procesador.

Esa era la explicación oficial que todos seguían, ya que nadie podía explicarlo de otra manera. Actualmente, Zero se encontraba sentado encima de una mesa de operaciones (se rehusaba a tenderse de espaldas, tal vez porque eso lo dejaba más vulnerable), con cables y cordones conectados a sus audio-receptores. Un esquema de su CPU estaba desplegado en el monitor para que todos lo vieran, pero hizo poco para ocultar la perplejidad de todos. Su procesador y sus variadas porciones funcionaban normalmente, pero los bancos de memoria estaban completamente vacíos. La identidad de este reploide no podía ser confirmada, ni de nombre ni de número serial, ya que ambas áreas estaban corruptas.

Esto, junto con el pensamiento independiente que estaba demostrando Zero, estaba poniendo nerviosos a los humanos, pero hicieron su mejor esfuerzo por ocultarlo. – Bueno, si me lo permites, ¿cómo pudiste decidir sobre ese nombre? – preguntó otra científica, una mujer.

El reploide de largo cabello se encogió de hombros. – No tengo nada excepto lo más esencial en mi cerebro, así que es lo que escogí. No hay nada allí, así que pensé que sería apropiado. – Se giró hacia la mujer. – ¿Por qué tienen tanta curiosidad? Si están pensando en cambiarlo, entonces no.

La mujer se quedó callada por un momento, antes de preguntar. – Bueno, ¿y eso por qué? ¿Por qué no quieres que se cambie tu nombre?

- Porque es mío. – El reploide se cruzó de brazos.

- Entonces, eso lo sabes, o más bien, has elegido llamarte de esa manera. – dijo la científica. – ¿Pero no conoces tu número serial?

- ¿Por qué importaría eso? – preguntó Zero.

- Eso puede decirnos si eres parte de una línea, o fuiste creado individualmente a mano. – explicó el científico mayor que habló antes. – Usualmente se listan las iniciales del creador y un número después. Solía ser común durante los años 20XX cuando el Dr. Light creó a su primer robot. Así que podrías decir que él inició ese sistema de clasificación. Pero al ver que incluso eso es ilegible, – señaló al monitor, donde la información de identificación de Zero no mostraba sino mensajes de error – no tenemos idea de si fuiste el primero o el último de la línea de tu creador o creadores.

- Bueno, hasta ahora, parece que estoy funcionando bien sin ellos, quienes quiera que sean. – dijo Zero.

Esto pareció poner a los humanos nerviosos. El porqué, Zero no tenía idea. Sólo estaban haciendo preguntas, así que él les daba respuestas, pero parecía que esas respuestas sólo los hacían sentirse más intranquilos.

De repente, una de las entradas del laboratorio se abrió, para que luego entraran el Dr. Cain y Fujiwara.

- Perdón por eso. – dijo Fujiwara. – Como sea, ¿han descubierto algo nuevo?


Afuera…

- ¿Entonces los robots estaban enloqueciendo? – preguntó X, sorprendido de escuchar tal cosa de su hermana.

- Así es. El crimen se disparó y todo mundo tenía miedo de nosotros. No hubo humanos directamente heridos, pero la gente tuvo miedo que, eventualmente, la Roboenza corrompería sus sistemas al punto de que las Tres Leyes no harían ninguna diferencia. – explicó Roll. – Al menos, eso fue lo que escuché después. Fui una de las primeras en contagiarse.

- ¿Te volviste loca? – preguntó X, aunque empezó a arrepentirse al ver que Roll se había ofendido.

- ¡Por supuesto que no! ¡Me comporté muy bien todo el tiempo! – le dijo firmemente. – El Dr. Light implantó la etiqueta básica y modales en mi procesador. – Luego se quedó callada. – Aunque creo que reaccioné de esa manera porque no fui programada con habilidades de combate. La Roboenza no podía hacer mucho conmigo más allá de ponerme a desordenar el laboratorio, así que sólo me puso enferma. – X no estaba totalmente seguro, pero casi sonaba decepcionada. – Quiero decir, sí, no habría querido causar ninguna destrucción, pero…

- ¿Pero desearías que algo hubiese pasado? – preguntó X.

Medio se esperaba que la reploide prototipo respondiera de la misma forma que lo hizo antes (sin pensar mucho en ello hasta ahora), pero en vez de eso no respondió. Se quedó callada y pareció quedarse pesando profundamente. Finalmente volvió a hablar. – Yo… honestamente no lo sé. – le dijo. – Cierto, la Roboenza no me puso violenta o me hizo perder la cabeza; o de lo contrario no le habría podido dar a Mega Man la medicina. – Su medicina. La única cosa que pudo hacer, la única utilidad que tuvo durante todo el evento. – Y Mega Man eventualmente consiguió la cura, aunque dijo que Wily fue quien la proveyó luego de ser llevado a un hospital. Todo al final resultó bien, sí. – agregó tras irse por la tangente. – Pero no pasó mucho antes que Wily volviera a sus viejas andadas, mucho menos iba a dejar de crear robots para causar problemas.


Adentro…

- Sin archivos de memoria, sin identificación, sólo las funciones más básicas disponibles. – dijo Fujiwara, observando el plano del procesador de Zero en el monitor. – Y aun así estás de pie y funcionando como si nada estuviese mal.

- Eso es porque nada ESTÁ MAL. – respondió Zero. – Así que no habría ningún sentido en seguir en esto.

- Bueno, no es como que podamos simplemente dejarte ir. – respondió Fujiwara.

- ¿Por qué no? – cuestionó Zero.

Esto hizo que Fujiwara se quedara congelado en seco. – ¿No tienes idea de lo que ha ocurrido?

Zero estaba perdiendo su compostura, y su creciente frustración comenzaba a mostrarse. – Nadie me ha dicho una sola palabra de por qué estoy aquí, mucho menos por qué me tienen encerrado o me persiguieron ayer. Así que ahora que todos ustedes tuvieron su turno, ¿qué tal si ahora yo les hago algunas preguntas? – Se levantó de la mesa de operaciones y caminó hacia el japonés. Los científicos, Cain y Fujiwara se quedaron congelados de asombro y miedo. – Primero, ¿dónde diablos estoy?

Nadie pronunció una sola palabra; el reploide rojo miró alrededor para encontrarse con numerosos ojos aterrorizados enfocados en él. Luego vio a Fujiwara meter la mano en el bolsillo de su bata de laboratorio, sacando un objeto pequeño de él. Zero se adelantó y se lo quitó, sospechando que se trataba de algo para incapacitarlo a él. El humano quedó indefenso ante la fuerza del reploide, pero su mano solo fue restringida, no aplastada. El reploide metió la mano en el bolsillo y sacó lo que parecía ser un pequeño interruptor, con un signo de advertencia de alto voltaje en el frente.

- ¿Qué es esto? ¿Y por qué lo tiene? – preguntó Zero, soltando la mano de Fujiwara antes de mirar al asiático fijamente a los ojos. – Estaba planeando utilizar esto contra mí, ¿verdad?

Uno de los otros científicos trató de correr hacia la puerta, sólo para recordar que estaban bloqueados del exterior. Sólo Fujiwara tenía acceso al sistema de bloqueo. El Maverick rojo pareció darse cuenta de esto, para el horror de los humanos adentro.

Fujiwara agarró el dispositivo y logró presionar el botón. Zero sintió como si un fuego ardiente asaltara su cavidad cerebral, haciendo que el reploide cayera de rodillas mientras se sujetaba la cabeza de agonía. Sintió que sus sistemas se desactivaban, dándose cuenta que perdería la conciencia si esto continuaba mucho más.

- ¡Espera! ¡Detente! – protestó Cain. – ¡Sho, esto va a…!

Cain no alcanzó a terminar ya que, a pesar del dolor que sentía, Zero se arrancó los cables conectados a él por sus audio-receptores, y el dolor se vio reducido a la mitad cuando se sacó los del lado derecho. Procedió a hacer lo mismo con el lado izquierdo y se puso de pie. Fujiwara volvió a presionar el interruptor, logrando arrebatárselo a Zero, pero no sirvió de nada.

Sus ataduras ya no lo contenían, y parecía saber ahora cuál sería su siguiente momento. Para el horror colectivo de todos los que estaban adentro, el brazo izquierdo de Zero se transformó en un cañón Buster, y ya estaba preparando un disparo cargado.


Afuera…

Si no fue el sonido lo que atrajo su atención, entonces el sacudón por el impacto definitivamente lo hizo. X y Roll se sobresaltaron y casi se fueron de bruces por el repentino temblor, mirándose uno a la otra y asumiendo lo peor.

- ¡Espérame aquí! – dijo X, corriendo hacia la escena.

Aunque seguía siendo su hermano menor, Roll usualmente no veía razón para protestar contra el deseo de X de protegerla. Sin embargo, tratándose de ese Maverick rojo, no se podía quedar quieta.

- "No." – pensó, corriendo tras su hermano azul. – "¡No me lo vas a quitar! ¡No te dejaré!"

X llegó para ver que, con un solo disparo final, la pared había sido completamente demolida, dejando un enorme agujero en todo el centro. A través de dicho agujero, que seguía echando humo, X vio a Zero saltar hacia afuera y escapar hacia el corredor, dejando claras sus intenciones. Se había arrancado los cables y cordones de sus audio-receptores, dejándolo libre para escapar.

- ¡Oh no, no no de nuevo! – siseó X. Se giró hacia los otros científicos, Cain y Fujiwara. – ¡Contacten al cuartel general! ¡Yo me encargaré de esto!

No podía equivocarse ahora. Tenía que escapar. Tenía que salir de aquí. ¡Ese reploide azul le mintió! ¡Dijo que esos humanos no iban a lastimarlo! ¡Le dijo que responderían a sus preguntas, pero nadie le dijo nada! Y ahora, ¡¿descubría que esos humanos ya estaban listos para aplicar choques a su sistema, literalmente en cualquier momento?!

Eso era todo. No podía quedarse aquí. ¡Tenía que escapar!

- ¡DETENTE! – escuchó gritar una voz detrás de él, y luego vio venir disparos de energía dorada directo hacia él. Zero se agachó y continuó corriendo, esquivando los disparos de ese maldito reploide. Finalmente, llegó a la entrada y agarró los bordes de la puerta. Con su gran fuerza los separó, creando suficiente espacio para maniobrar y salir del laboratorio, de regreso a las calles de la ciudad.

Saliendo directo hacia el diluvio, mientras los cielos arriba se iluminaban con relámpagos.

- ¡Maldición! – exclamó X, pues la figura roja pronto había desaparecido entre la densa colección de edificios blancos en la distancia.

Aunque, sin que él lo supiera, no estaba solo. Alguien más se había mantenido oculta para marcharse únicamente cuando él ya estuvo fuera de vista.


Adentro del laboratorio…

- ¡¿Están todos bien?! – preguntó el Dr. Cain. Todo mundo se encontraba más que un poco asustadospor lo que acababa de pasar.

- ¡Contacten al consejo inmediatamente! – gritó a uno de los científicos. – ¡No podemos dejar que este Maverick siga en funcionamiento! ¡Es un peligro para todos, tanto reploides como humanos!

Toda la sala estaba en total caos, con algunas personas encogiéndose en las esquinas mientras otros corrían por el agujero que el Maverick había creado para escapar.

- ¡Maldita sea! – siseó Fujiwara. – ¡X me dijo que ya se había ganado la confianza de ese reploide!

- ¡Todo se fue al garete cuando lo aturdiste! – argumentó Cain. – ¡Podrías simplemente haber respondido a su pregunta!

- ¡¿Y eso qué bien habría hecho?! ¡El resultado habría sido el mismo de todos modos, Phillip! – le gritó Fujiwara. – ¡Y por eso yo estoy a cargo de esto y no tú!

Cain no dijo nada. Luego miró a su alrededor, sólo para darse cuenta que cierto rostro familiar ya se había ido. – ¿Roll? ¿Roll? ¡¿Roll?! – Sus ojos comenzaron a buscar por todos lados, sin ver rastro de ella. Y entonces, se dio cuenta con horror. – Oh no. Ella no habrá…

Esta historia continuará

Chapter 19: Un defensor inesperado

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Escapar. Tenía que escapar de aquí. Esa era la fuente primordial de su motivación para seguir corriendo, mantener el paso, seguir adelante sin importar nada. La lluvia seguía cayendo, empapándolo y forzando a su coleta a arrastrarse por el suelo ligeramente. Pero después tendría tiempo de preocuparse por su cabello. Por ahora, tenía que escapar de la ciudad, tal vez incluso del país por completo.

Zero se había abierto su camino hasta llegar al distrito más pobre de Arcadia, lleno de basura como desechos y vidrios rotos esparcidos por todo el callejón. Había pilas de lo que parecían ser jeringas amontonadas entre la basura, pero el reploide rojo no tenía idea de para qué eran. Algo que hacían los humanos, probablemente. No podía permitirse quedarse allí preguntándose sobre ellas; ¡ahora estaba escapando de sus perseguidores! ¡Ellos eran los causantes de sus problemas!

Todo lo que quería eran respuestas, ¡eso era todo! ¡Sólo quería saber por qué estaba aquí, para qué, y qué le sucedió para que lo trajeran aquí en primer lugar! Desde que lo tomaron bajo custodia, todos actuaban como si él supiera por qué querían encerrarlo. Les había dicho repetidas veces que no tenía idea, ¡pero nadie lo escuchaba! ¡¿Qué otra opción tenía más que huir?!

Luego de pasar un rato corriendo a ciegas, Zero se detuvo en medio de una calle vacía; con las mismas estructuras de color marfil en Arcadia, pero que estaban abandonadas y cayéndose a pedazos, habiendo perdido hacía tiempo su esplendor. Pero por ahora, tenía que recolectar sus pensamientos si quería llegar más lejos.

- "Tiene que que haber algo." – pensó Zero. – "¡TIENE que haber algo aquí que me diga lo que ellos no me quieren decir!"

Buscó por todo su banco de memoria, sólo para no encontrarse nada. Pero no se detuvo allí. Siguió buscando, y buscando, y buscando. Y entonces, comenzó a excavar más profundo en su procesador, haciendo que su CPU se sobrecargase mientras se esforzaba por encontrar hasta la más mínima pista o respuesta para cualquier cosa.

Y tras unos lentos momentos, se encontró una ráfaga de imágenes asaltándolo. Zero comenzaba a arrepentirse de haber indagado tan profundo.

Sus manos cubiertas de aceite rojo (¿o acaso era sangre humana?), miembros arrancados de otros reploides, esquemas presentes en una computadora con notas sobre su construcción, todo esto y más vino a la mente de Zero. Y ahora, le era imposible detener el flujo de información que lo invadía. ¡¿Qué diablos estaba sucediendo?! ¡El procesador de una máquina no puede operar de esa manera!

Pero entonces, una imagen surgió, provocando que el núcleo del Maverick se quedara congelado. Bañado en unas sombras muy oscuras debido a la luz que lo iluminaba por detrás, un hombre anciano lo miraba con una amplia sonrisa. Las sombras le dificultaban a Zero distinguir sus rasgos faciales, pero podía ver que este anciano estaba algo calvo, y tenía mechones grises y salvajes en ambos lados de su cabeza. Posiblemente también tenía pelo facial, ¿un bigote quizás? Bueno, quienquiera que fuese, parecía muy complacido con lo que estaba viendo.

- Mi obra maestra… –  Zero vio que los labios del hombre se movían; su voz sonaba vieja y cansada, pero con algo de emoción nerviosa. Como si acabase de terminar un proyecto escolar. – ¡Con esto acabaré con él!

Quienquiera que fuese "él", Zero no tenía idea, pero el hombre hablaba de "él" con un intenso veneno en su voz. La imagen del hombre no duró mucho, sin embargo, ya que otra rápidamente tomó su lugar.

- ¡Bass, no! ¡Detente! –  Zero escuchaba gritar al anciano, sonando a la vez furioso y aterrorizado. – ¡Te ordeno que te detengas!

- ¡No recibo tus malditas órdenes, Doc! – rugió una voz que sonaba más joven, en la que Zero detectó una intensa rabia con un deje de sentirse herido  filtrándose en ella. –  ¡Me creaste para derrotarlo, así que YO seré quien lo haga! –  Zero vio cómo alguien se ponía encima de la cápsula donde él descansaba. En esta memoria. – ¡No este modelo inferior y afeminado!

Las facciones del sujeto también estaban obscurecidas y difíciles de ver por culpa de la intensa luz que caía encima, pero por lo que Zero alcanzaba a ver, esta persona (o máquina) era más "joven" que el anciano. Se notaba proporcionado con enormes antebrazos, pantorrillas/pies y hombros, claramente no era humano. Era más bajo de estatura que el reploide rojo, y a pesar del nombre "Bass," sonaba más como un adolescente furioso. Y parecía tener la actitud de uno.

- ¡No permitiré que me reemplaces! – gritó este tal "Bass", con la voz al borde de quebrarse. Si Zero no lo supiera mejor, sonaba a casi como si estuviese al borde de las lágrimas, asumiendo que pudiera producirlas. –  ¡ NO DEJARÉ QUE ME QUITES MI RAZÓN DE EXISTIR!

Y entonces, Zero vio una luz brillante brotando desde el brazo de la máquina, reconociéndola como un disparo de Buster.

- ¡BASS, NO!

Y entonces, la imagen se vio consumida por una luz, y Zero supo que eso sería todo lo que conseguiría. La lluvia cayendo por su casco y chorreando por su armadura le alertó que estaba de vuelta en las calles, con los cielos tormentosos encima de él. Bueno, como fuera. Si podía averiguar a dónde podría ir, entonces tal vez podría…

- ¡Detente donde estás!

- "¡Diablos! ¡Ya está aquí!" – Zero se giró para ver a X de pie a pocos metros de él, con el Buster apuntándole en su dirección. Sin embargo, Zero estaba más molesto que intimidado. – ¿No entiendes cuando alguien no quiere hablar contigo?

- Estás haciendo esto increíblemente difícil para ti. – gruñó X, cuya paciencia con el reploide rojo se estaba agotando. – ¡A este ritmo, definitivamente estás pidiendo que te encarcelen!

- ¡Al diablo con eso! – Zero entonces sacó su propio Buster. – ¡Y al diablo contigo!

Lanzó un disparo cargado en la dirección de X; el reploide azul y más bajo se agachó para esquivarlo y disparó en respuesta. Zero entonces lanzó otro disparo cargado, sólo para recibir el mismo tratamiento.

- Te estás conteniendo.

X se quedó rígido. – ¿Qué te hace decir eso?

- ¿Me tomas por tonto? – gruñó Zero. – ¡Puedes hacer más que eso! ¡Lo he visto!

- ¡Mega Man, no! – El robot, severamente dañado, estaba suplicando, tratando de forzar a su cuerpo casi destrozado a ponerse de pie. Pero de alguna manera, esa bufanda permanecía enredada alrededor de su cuello. – ¡No puedes vencerlo! ¡Es demasiado fuerte!

X estaba confundido. – ¿Lo has visto? ¿De qué estás…? – Se detuvo por un momento. – Entonces, SÍ recuerdas lo que pasó. Recuerdas lo que les hiciste a Gamma y a Sigma.

- ¡Y eso es otra cosa! – exclamó entonces Zero. – ¡¿Quién demonios es Gamma?! ¡Eso es todo lo que he escuchado desde que me metieron a esa jaula!

- "Esperen, ¿entonces no lo recuerda?" – X de pronto se encontró de vuelta donde estaba antes: totalmente inseguro de lo que haría el reploide (o Maverick) frente a él. – Cualquiera que sea el caso, si vas a seguir de este modo entonces…

- ¿Entonces qué? – cuestionó Zero. – ¿Tendrás que matarme? ¿Hacerme lo mismo que supuestamente le hice a Gamma? Sólo dime ¿qué FUE lo que le hice a Gamma exactamente? ¡Maldición!

X apretó los labios, y entonces Zero vio que su oponente cerraba sus ojos. Luego soltó un suspiro de exasperación. – Entonces… de una manera u otra, no puedo permitir que sigas siendo un peligro para las personas o para otros reploides.

Él no quería hacerlo. Zero se dio cuenta de esto y se quedó totalmente perplejo. Incluso sabiendo que era un "asesino psicópata" (acorde con los guardias de su celda), este sujeto llamado X todavía tenía sus dudas sobre acabar con él. Zero se sentía tentado a llamarlo idiota, pero se detuvo. Quizás podría usarlo a su favor. Cierto, no podía ser MUY rudo con su oponente, pero sí se aseguraría de que no lo pudiera seguir a donde iría.

- Bien. Si ese es el caso... – dijo finalmente el Maverick rojo, empezando a correr de frente – ... ¡prepárate!

X se preparó para disparar, pero se dio cuenta que, en lugar de responderle de la misma forma, Zero se agachó y se lanzó hacia adelante, dándole un puñetazo en la cara. X salió volando contra una pared pintada de ladrillos, cuya cubierta marfil se astilló y cayó para revelar el marrón de abajo. X sabía que no podía quedarse en el suelo por mucho tiempo, así que se puso de pie para disparar de nuevo, sólo para recibir otro puñetazo. Afortunadamente, el Hunter giró la cabeza a un lado para evitar el puño de Zero, que dejó una marca de impacto en la pared. X lanzó una patada alta en dirección al Maverick, logrando impactar al otro reploide en el pecho.

Zero aterrizó de espaldas, pero se rodó para volver a levantarse y saltó hacia uno de los postes de luz encima de ellos. X hizo lo mismo en el lado opuesto de la calle, y los dos se miraron fijamente uno al otro, tratando de descifrar el siguiente movimiento de su oponente.

- Me mentiste. – dijo Zero finalmente. – Habías dicho que esas personas no iban a lastimarme.

X no tenía detalles de lo que ocurrió con los científicos del consejo y Fujiwara, pero se maldijo a sí mismo por no haber tenido la visión para predecir algo como esto.

- ¡No era su intención hacerlo! – gritó X. – ¡Sólo estaban asustados! ¡Tienes que ser paciente con ellos, de lo contrario reaccionarán! ¡Y en este punto sólo les estás dando más razones para estar al borde!

- ¿Entonces por qué no me dejan ir? – cuestionó Zero. De ninguna manera estaba suplicando; se sentía genuinamente curioso. – Si estoy causando tantos problemas, ¿por qué no me dejan irme de este lugar? Yo diría que más bien tú eres quien está haciéndolo más difícil.

- ¡Porque has causado demasiado daño! – argumentó X. – ¡Las autoridades ya te han etiquetado como una amenaza, y si esto continúa, USARÁN la fuerza letal en tu contra!

- ¡Pues que lo intenten! – espetó Zero, ya teniendo suficiente de oír hablar a X. Luego saltó hacia adelante, lanzándose directo hacia el Hunter. – ¡Igual que tú!

X dio tumbos y se cayó, pero rápidamente se agarró de la luz de otro poste logrando volver a subirse, parándose de nuevo arriba de la luminaria. Zero agarró el poste de luz donde estaba parado y se balanceó por un rato antes de soltarse, para lanzarse a patear a X directo en el pecho. El Hunter azul se fue de espaldas y casi cayó al suelo, pero logró agarrarse de otra luz. Esto continuó por algunos minutos: el Maverick hacía movimientos o trataba de derribar al Hunter fuera de las pequeñas plataformas que utilizaba. Aun así, cuando logró equilibrarse (y poniéndose a buena distancia), X trató de hablar de nuevo con Zero.

- ¡Fujiwara puede ayudarte! ¡Puede decirte de dónde vienes!

- ¡No pudieron encontrar ni una pizca de información en mis sistemas! – argumentó Zero.

X no podría haber estar seguro, pero sospechaba que el japonés podría haber reaccionado, y que fue la causa de que ambos estuvieran aquí. – Ok, olvida a Fujiwara. El Dr. Cain puede ayudarte. – le aseguró X. – No es un experto en tecnología, ¡pero es alguien abierto a escuchar!

- ¡Basta! – gritó Zero. – ¡Ya me cansé de oír tus promesas vacías, y de estar encerrado en una jaula sin que nadie me diga nada! ¡Estoy harto de todo esto! ¡Esto HARTO!

Al ver que no habría otra salida de esto, X decidió ponerse físico cuando Zero saltó de frente para golpearlo de nuevo. X saltó dando una patada, interceptando el antebrazo rojo del Maverick con su bota azul, creando chispas al chocar en el suelo de metal uno contra otro por un segundo. De una luz a otra, los dos reploides se golpeaban uno contra el otro, sin lograr hacerse daño pero bloqueando los ataques del otro. O más bien, era X quien bloqueaba a Zero.

- "Se está conteniendo." – pensó Zero, mientras su oponente azul bloqueaba o esquivaba sus puñetazos y patadas. – "Puede hacerlo mejor que esto. Pero no usa su máximo potencial, ¿por qué?"

Bueno, fuera cual fuese el caso, no podía perder más tiempo. ¡Así que tenía que salir de esta ciudad a toda costa! Y si tenía que poner fuera de comisión a este sujeto para lograrlo… que así fuera.

En lugar de conectar otro golpe físico, Zero se deslizó hacia abajo por uno de los postes y lanzó un disparo a media carga en la dirección de X. O más bien, hacia el poste donde estaba parado. El metal rápidamente sucumbió al poder del disparo, sacando de balanc enviándolo tanto a él como a su plataforma hacia la calle debajo. X aterrizó y estuvo a punto de levantarse, pero sintió una enorme fuerza aplicando presión en su espalda. Zero acababa de someterlo contra el suelo y estaba listo para darle un puñetazo en la cabeza que lo dejaría inconsciente. Incluso más, incapaz de continuar persiguiéndolo.

De repente, ambos Reploids oyeron pisadas, cuya dueña venía corriendo hacia la escena tan rápido como podían llevarla sus piernas. Y antes de que ninguno pudiese mirar o hacer preguntas de por qué estaba allí, Roll procedió a hacer algo que los dejó a ambos sin habla. Al llegar con Zero, Roll alargó su brazo izquierdo para darle una bofetada en la cara al Maverick, sacándolo fuera de balance y forzándolo a retirar su pie de la espalda de X. Esto sólo le dolió un poco, ya que el cuerpo de la reploide ayudante estaba muy lejos de ser lo bastante fuerte como para hacer ningún daño real. Aun así, el shock de su repentina aparición hizo que Zero se detuviera en seco.

Roll lanzó una mirada asesina con sus ojos verde-azulados; el espacio que su golpe había creado entre él y X le permitió colarse, bloqueando el camino de Zero hacia su hermano.

- ¿R-Roll…? – X tosió, todavía sintiendo los golpes que le había infligido Zero.

El Maverick rojo vio la intensa mirada de la chica, pero estaba más perplejo que otra cosa. – Ya sabes que no tienes ninguna oportunidad contra mí, ¿verdad? – cuestionó Zero, tratando de descifrar a la otra reploide rubia. Ciertamente, no tenía intención de aniquilar al sujeto a quien ella intentaba proteger de él, ¿pero acaso su condición actual no le daba ninguna preocupación por sí misma?

- No me importa. – le dijo Roll a Zero. – Si lo quieres a él, tendrás que pasar a través de mí.

El pensamiento de que ella pudiera salir lastimada hizo que X se volviera a levantar, listo para pelear, pero Roll permaneció inmóvil, y tampoco lo hizo el Maverick rojo. Los dos mantuvieron la mirada fija, tratando de ver y decidir lo que harían a continuación. Pero entonces, Zero simplemente se giró y salió corriendo.

Ambos DLNs se miraron uno a la otra, completamente estupefactos.

- "Bueno, cómo sea." – pensó Roll. Ahora había cosas más importantes de las que preocuparse. – X, ¿estás bien? – preguntó mientras se arrodillaba para ponerse al mismo nivel de su hermano (menor). – Ese bruto no te lastimó demasiado, ¿verdad? – Lo miró por todos lados. Aunque tuviera completa confianza en que su hermano habría derrotado a ese punk (al menos, se repetía a sí misma eso), ella podía ver que le había dado una gran golpiza. De inmediato lo ayudó a incorporarse. – Vamos, te llevaré de vuelta para que Fujiwara pueda arreglarte.

- Vaya, vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?

X y Roll se giraron para ver a Zero a poca distancia de ellos. O más bien, a alguien que creyeron al principio que era el reploide rojo. Llevaba la misma coraza roja en su armadura, pero tenía unas hombreras rojas con líneas blancas. También tenía el pecho rojo con dos orbes verdes en sus pectorales, un protector pélvico rojo, botas y antebrazos rojos con bandas plateadas alrededor de las muñecas. Su casco era rojo con una gema azul de forma angular en la sección media de blanco. Las porciones descubiertas de la armadura eran negras, y aunque no tenía el cabello tan largo como Zero, este reploide tenía una larga coleta rubia, aunque estaba cortada de manera cruda y no se movía de manera fluida.

- ¿No es algo tarde para andar por allí, niños? – preguntó el reploide con una voz burlona. – Ya deberían estar en sus camas.

Roll se mantuvo enfrente de X, mientras el reploide se les aproximaba. – ¿Podemos ayudarte? – preguntó suspicaz, alzando una ceja. No le gustaba la vibra proveniente de él ni un poco. – Y si me lo permites, ¿qué haces TÚ aquí afuera? ¿Y en un lugar como este?

El reploide misterioso simplemente sonrió con sorna. – Sólo vine aquí por negocios oficiales. Y acabo de meterme cinco millones en la bolsa. – Roll vio lo que parecía ser un pequeño disco portátil en su mano, moviéndolo hacia adelante y hacia atrás entre sus dedos.

- ¿Cinco millones? – habló entonces X. – ¿Hablas de zenny? O acaso… – X vio que la expresión antes confiada del reploide desaparecía, y entonces comenzó a juntar las piezas sobre quién era realmente. – Eres un ladrón, ¿verdad?

El reploide se quedó en silencio, mirand Roll antes de romper en carcajadas. – Oh no, me atraparon. Sí, soy un ladrón, y mi nombre es Andrey. Y gracias a esto de aquí – levantó el disco portátil – pronto tendré dinero y la manera perfecta de cubrir mi rastro. Pero desafortunadamente para ustedes dos, – guardó el disco y se puso la mano por detrás – eso significa que las cosas se pondrán un poco feas.

Sacó un par de objetos que parecían unos abanicos con tres cuchillas; dichas cuchillas comenzaron a brillar de azul y a girar vertiginosamente, transformándose en armas capaces de cortar a través del metal. Andrey saltó de frente, girando sus cortadores que zumbaban como locos. X agarró a Roll y esquivó las armas, que el ladrón rojo había arrojado en su dirección una de ellas. El arma voló describiendo un ángulo antes de volver a su dueño como un boomerang, atrapándola con facilidad.

- ¡Ve y llama a las autoridades! – urgió X a su hermana. – ¡Yo me haré cargo de él! – Se puso de pie, pero se tambaleó un poco. Aunque no tenía daños muy severos, Zero le había dejado algunas heridas notables, una de las cuales afectaba su rodilla derecha.

Andrey vio esto y sin perder tiempo se concentró en esa área en particular. Lanzó una de sus armas hacia la zona afectada, cuyas cuchillas giratorias cortaron a través de los cables que conectaban la extremidad de X al resto de su cuerpo. No la cercenaron por completo, pero sí dañaron la sección lo suficiente al punto que X dejó de sentirla, como si se entumiera.

- ¡X! – gritó Roll, corriendo para ayudarlo a sostenerse, pero se detuvo en seco al ver que uno de los abanicos de Andrey se clavaba en la pared. Unos pocos centímetros más, y Roll habría perdido sus dedos.

- ¿Quieres terminar cortada como sashimi tú también? ¡Mejor corre, nena! – se rio Andrey. Saltó para recuperar su otro abanico. Roll comenzó a forcejear con él tratando de quitarle el arma de las manos, pero de un golpe fue derribada, y su cuerpo cayó al suelo.

Centrando de vuelta su atención en X de nuevo, el criminal rojo se lanzó de frente, mientras X le lanzaba una ráfaga de plasma en su dirección. Andrey de nuevo demostró ser rápido sobre sus pies, agachándose y esquivando los disparos de X antes de conectar otro golpe en el reploide azul, haciendo que las cuchillas de su abanico le cortaran en el torso. X gritó y bloqueó el otro ataque desde arriba, pero la otra cuchilla continuó perforándole su armadura, amenazando con llegar dentro.

- ¡Quítate de encima! – Andrey de repente sintió un brazo agarrándole el cuello, mientras el otro lo agarraba del brazo que X se encontraba bloqueando.

Andrey sólo le dio una patada rápida en el estómago a Roll, mandándola a volar contra una de las luces de la calle. El poste se sacudió con el impacto, y la rubia aterrizó con un golpe seco.

- Perra fastidiosa. – se burló Andrey. Aunque la distracción le permitió a X dar un ataque sorpresa con un gancho de derecha, pero el reploide azul sabía que quitarse de encima a Andrey sólo era la primera parte del del rompecabezas. Ahora todo dependía de lo que hiciera después.

Roll vio a su hermano combatiendo contra el criminal y trató de levantarse, sólo para sentir un dolor paralizante en su espalda. Se dio cuenta de que algunas partes en su sección torácica habían quedado dañadas, así que no podía ponerse de pie.

- "¡Diablos, por culpa de estos materiales baratos!" – Roll maldijo para sí misma, tratando de mover sus componentes internos hacia las vértebras que se dislocaron para ponerlas en su lugar. Se agarró del poste para sostenerse, maldiciendo más por no poder hacer otra cosa que agacharse. Una vez más, se sintió totalmente impotente. Totalmente inútil.


A poca distancia de allí…

Se escuchaban sirenas por toda la ciudad, mientras los vehículos y unidades de los Hunter eran desplegados por cada calle importante de Arcadia. Entre dichas unidades se encontraban también el Dr. Cain y Fujiwara, aunque los dos humanos sólo seguían el juego debido a órdenes de sus superiores.

Y por superiores, se referían al consejo.

- ¡Pongan a ese Maverick bajo control, pero NO debe ser exterminado! – dijo el Dr. Fujiwara. – ¡Tenemos que capturarlo con vida!

- ¡Sí señor! – replicaron los otros Hunters al unísono, como si hablaran con un oficial al mando. De inmediato se adentraron en los callejones, listos para iniciar su búsqueda.

Pero entonces, para conmoción de Cain, el japonés también se adentró poco después.

- ¡Sho! – siseó Cain, siguiendo al científico. – ¡¿Te has vuelto loco?! ¡¿Qué crees que haces?!

- ¡No me arriesgaré a perderme esto! – le respondió Fujiwara al humano mayor. – ¡Finalmente podré ver de lo que X es realmente capaz! ¡Y ese Maverick también si tenemos suerte!

- ¿Pero qué hay de Roll? ¡Ella también está desaparecida! – exclamó Cain.

- ¡Mayor motivación para que X pelee! – respondió Fujiwara, luego pensó. – "Debo admitirlo, eres mucho más efectiva como carnada que como mucama."

El asiático atravesó los pasadizos estrechos y cerrados, mientras Cain lo seguía, esperando evitar que el hombre hiciera alguna otra tontería. Pero de nuevo, aquí estaba él mismo, siguiendo Fujiwara. De acuerdo, ambos eran unos tontos, pero sólo uno de ellos se preocupaba de verdad por X y Roll.


En la locación presente…

- "¡Maldición!" – X comenzó a toser, escupiendo fluido que viajaba hacia su garganta. – "Ese sujeto Zero me lastimó más de lo que pensé." – Ninguno de los golpes de Andrey había sido letal, pero X sabía que estaba mucho más torpe que antes. La paliza que recibió en su espalda le había dado a Andrey una clara ventaja sobre él, lo que quedó demostrado una vez más cuando el ladrón levantó la rodilla para darle a X por debajo de la quijada.

Sin que X lo supiera, el Dr. Cain y Fujiwara habían sido atraídos por el ruido de la batalla, espiando por una esquina y esperando ver alguna señal de X o Roll. En vez de eso, para su sorpresa y horror (más por el lado de Cain), vieron que al Maverick rojo de pie a poca distancia de ellos.

- No te muevas. Ni un centímetro. – susurró Fujiwara.

Cain no necesitaba que se lo dijeran dos veces, pues su miedo instintivo lo mantenía en su lugar y callado. Cierto que, aunque este Maverick, este tal Zero, todavía no había lastimado a ningún humano, su potencial para hacerlo seguía en tela de juicio. Después de todo, estaba dispuesto a despedazar a los de su propia clase, así que ¿qué podría suceder si lograba ponerle la mano encima a un ser hecho de carne en lugar de metal? Aun así, mientras Cain y Fujiwara observaban, el primero no pudo evitar notar que Zero parecía estar contemplando algo. Por supuesto, lo estaba considerando… y se sentía en conflicto por ello.

- "¿En qué rayos estás pensando?" – se preguntaron ambos hombres.

Y entonces, Zero salió disparado hacia el este, desapareciendo rápidamente.

- ¡Tras él! – gritó Fujiwara, yendo en la misma dirección que el Maverick.

- ¡Sho! – llamó Cain al científico más joven, pero el anciano sabía que no le iba a escuchar. Estaba determinado a ver a Zero en acción.

Y si fuese en contra de X, entonces Cain esperaba que pudiesen llegar a tiempo para detenerlo. Asumiendo que hubiera una manera de hacerlo.

- Oye, amigo, de verdad apestas. – se burló Andrey, mirando al caído X. Éste estaba por levantarse, pero el ladrón le puso el pie encima del pecho, manteniéndolo en el suelo. Luego se inclinó hacia adelante para ver más de cerca a su oponente. – Espera… ¡ah, sabía que te reconocía de alguna parte! Eres al que llaman X, ¿verdad? ¿Mega Man X?

X pensaba que era una pregunta muy extraña para formularle en una situación como esta, pero le confirmó su identidad a Andrey. – Usualmente omito la parte de "Mega Man", pero sí. – le respondió. Intentó pensar en su siguiente movimiento, tratando de mantener a Andrey hablando.

- Wow. – dijo Andrey. – Supongo que debo sentirme honrado de conocer al "padre de todos nosotros", pero honestamente, me siento muy decepcionado. Quiero decir, ni siquiera soy tan fuerte, ¡y aún te estoy dando una paliza! – se burló. – Y tu apariencia también es muy simplona, no hay mucho que ver. Nop, nada en absoluto.

X no lo había soltado todavía, pero ya se encontraba cargando un disparo en su buster. Ultimadamente, no habría diferencia de si lo sospechaba o no, ya que Andrey perforó el antebrazo de X con uno de sus abanicos. El arma logró penetrar a través del miembro, directo al generador su su arma. X todavía podía disparar, pero sus disparos ya no estarían bajo su control dada la ubicación del arma. Ya no podría medir si serían de alta o baja energía.

- Yo… – X hacía un esfuerzo por hablar, mientras Andrey venía bajando con el otro abanico, forzand bloquearlo y, por tanto, viéndose incapaz de remover el otro de su brazo. – Te sugiero que mejor te rindas, si sabes lo que es bueno para ti.

- ¿Oh, en serio? – se burló Andrey. – Bueno, si yo fuera tú – levantó su brazo – ¡empezaría a tratar de convencerme de perdonarte la vida!

- ¡Habla por ti!

Andrey ni siquiera tuvo oportunidad de girarse para ver quién le llegó por detrás. Lo sujetaron por el brazo, y Zero lo lanzó por encima de su hombro, aterrizando sobre su casco y rebotando en el suelo. Zero se dirigió hacia X, mientras el reploide azul se quedaba viéndolo tratando de descifrar lo que haría a continuación. El Maverick rojo se arrodilló y, con un tiró ligero, removió el arma del brazo de X.

- ¡¿Qué diablos?! ¡¿Qué crees…?! – Andrey se frotó la cabeza y giró para ver que otro reploide acababa de unirse a la refriega. Se quedó mirando a Zero. – Vaya, miren esto. Un poco largo el pelo, pero no está mal. Ciertamente tienes mejor aspecto que el chico azul por allá. – señaló hacia X, y luego miró a Roll, que soltó un gruñido mientras intentaba enderezarse su espalda. – No te esfuerces, dulzura. Tu turno llegará pronto. – Se giró hacia Zero. – Aunque tendrás que esperar por él.

Zero pareció no encontrarlo divertido. – Desafortunadamente para ti – activó el abanico que había tomado, poniendo a girar las cuchillas láser – la paciencia no es mi fuerte.

Se lanzó de frente, apuntando el disco giratorio hacia Andrey. Andrey se agachó para evadirlo, y se las arregló para hacerle un corte a la pierna de Zero, justo en la sección arriba de la rodilla. Zero gruñó, arrodillándose y mirando con ojos asesinos a su agresor.

- Wow, tú también eres un torpe. – Miró en dirección hacia X. – ¿Acaso a los dos se les dañó el mismo componente lógico?

Zero se volvió a lanzar de frente, y Andrey saltó hacia atrás, pero Zero siguió persiguiéndolo, alternando entre usar sus puños y el abanico giratorio que había tomado.

- Tiene un Buster y todavía no lo utiliza. – observó Fujiwara. Él y Cain seguían escondidos de la vista, pero seguían viendo la batalla.

- Pareces decepcionado. – dijo Cain. – Todos ellos han recibido heridas, ¿y aun así quieres ver más?

- Ninguno de ellos morirá. – respondió Fujiwara, apenas poniéndole atención a Cain. – Ese Maverick rojo se encargará de ello.

- ¿De qué estás hablando? – cuestionó Cain, sin entender una cosa de lo que el nativo japonés estaba diciendo. Pero su pregunta se quedó sin respuesta. Tuvo que seguir observando junto con Fujiwara, mientras los dos reploides peleaban entre sí con sus armas.

- "Si tengo razón sobre esto…" – pensó Fujiwara. – "Si puedo ponerte las manos encima, ¡podrías darme mucho más de lo que X nunca podría!"

- ¡Vamos! ¡Has que esto sea divertido! – se quejaba Andrey, empezando a aburrirse de los puñetazos que le lanzaban. Bloqueó el abanico que Zero estaba utilizando en su contra, agachándose bajo el brazo del otro reploide rojo y asestándole una patada rápida en el pechot. Andrey comenzó a reírse, viendo a Zero inmóvil en el suelo. – ¡Apestas incluso más que él! – se rio, mientras miraba a X. – Y por muy tentado que me sienta a quedarme, no puedo jugar con todos en una noche. – Se aproximó hacia Zero, que seguía todavía en el suelo. Sostuvo la enorme y larga coleta rubia, cuyas fibras doradas se escurrían entre sus dedos. – Aunque he estado considerando hacerme un peinado más largo.

*¡SLASH!*

Este había sido el momento que Zero había estado esperando. Cuando Andrey se lanzó de frente, el Maverick rojo aprovechó la abertura para usar su propia arma en su contra. Al principio, Andrey creyó que Zero estaba apuntando hacia su pecho, pero al maniobrar fuera del camino, de pronto el abanico giratorio se le clavó en la espalda, perforándole algunas de sus vértebras y enviándolo hacia el suelo. Se giró para tratar de usar el otro abanico que poseía, pero Zero usó el que tenía para cortarle los dedos al otro reploide en las articulaciones, dejando su mano totalmente inútil. El abanico cayó fuera de su alcance, y Zero lo cogió para sí mismo. Andrey intentó infructosamente alargar la otra mano; si era para tratar de suplicar o tratar de recuperar una de sus armas, Zero no tenía idea. Pero no importaba al final, de todos modos.

- ¡Espera! – gritó X, poniéndose de pie, aunque con dificultad debido a la herida en su rodilla. – ¡Espera un minuto! ¡No hay necesidad de hacer eso!

Aunque X había predicho correctamente lo que Zero estaba a punto de hacer, el Maverick rojo parecía confuso. – ¿Acaso él no es responsable por eso? – preguntó señalando hacia la rodilla de X. – ¿Y por eso? – Señaló hacia Roll, que se estaba apoyando contra una pared cercana, habiendo apenas enderezado su espalda. – ¡Pero cuando estoy a punto de encargarme de él, tú intentas detenerme!

- ¡Puede que no lo sea a tiempo completo, pero los Maverick Hunters no estamos para asesinar a otros reploides a sangre fría! – dijo X. – Estamos aquí para preservar el orden, sí, pero no tiene por qué ser a costa de la vida de otros. – Señaló al caído Andrey. – Míralo, está incapacitado. Ya no puede lastimar a nadie.

- ¡S-sí! ¡Escúchalo! – dijo Andrey, a lo que Zero le lanzó una mirada que claramente le decía que se callara.

Zero miró a X, luego a Andrey. Podría ser muy fácil y rápido, y tendría razones para hacerlo, viendo que Andrey fue el que causó daño a dos reploides inocentes. Si lo pensaba bien, X era el que se portaba como un tonto. Con todo, e independientemente de ello, Zero se encontró tratando de decidir cuál sería su siguiente movimiento. No tenía idea de por qué se molestaba en escuchar a X, pero sus palabras parecían repetirse en su cabeza.

De repente, los sonidos de pisadas acercándose alertaron al Maverick rojo que más gente venía hacia acá. Pero al diablo con eso, las autoridades ya venían en camino de todos modos. Zero corrió hacia el callejón desde donde emergió, pasando junto al Dr. Cain y Fujiwara sin siquiera reconocer sus presencias.

- ¡No! ¡Espera! ¡ESPERA! – gritó el Dr. Fujiwara, pero no tendría esperanzas de alcanzarlo.

Una vez que salió a las calles abiertas, el reploide rubio ya había desaparecido.

Esta historia continuará

Chapter 20: Defensa

Chapter Text

- En este momento, ya tenemos el reporte completo del sospechoso que fue aprehendido anoche. – dijo Blu, hablando con todos los Hunters en la sala de reuniones. – RLN-0987, Andrey, tenía cinco millones de unidades de zennys en su posesión vía cibermoneda, y un disco de almacenamiento muy peculiar. – La imagen del disco en cuestión apareció en el monitor. – ¿Y a que no adivinan qué estaba almacenado adentro? – Inmediatamente se soltaron murmullos en el grupo de Hunters. – Y eso no es todo. Cuando el Maverick capturado por el Comandante Sigma se encontraba en custodia, otra fábrica de reploides reportó que varias de sus unidades habían sido infectadas.

- ¿Es decir que este sujeto no fue el responsable? – preguntó Firefly, apenas pudiendo creer lo que estaba oyendo. Nadie podía.

- No pudo haber sido él. – respondió Blu. – La línea de tiempo no coincide, lo que significa que el único crimen que ha cometido es robo.

- Y asesinato. – murmuró Ray entre dientes.

X se encontraba de pie en medio del grupo, opacado por los reploides más grandes. Aunque todavía no le tocaba su turno de hablar, se encontraba escuchando atentamente a cada palabra que decían, mientras recitaba en su mente lo que quería decir.

- Y bien, ¿ahora qué? – preguntó Chill Penguin, cruzando los brazos sobre su amplio pecho (sí, amplio, no gordo). – ¡Eso no quita que este sujeto acabó con toda la unidad de Gamma y mandó al Comandante a la enfermería!

- Aunque, si el Maverick rojo fue infectado con el virus, ¿acaso podría considerarse responsable? – habló de pronto un reploide más pequeño. Tenía la apariencia y voz de un niño pequeño, y su estatura más baja lo hacía sobresalir y mezclarse entre los demás Hunters. Su armadura en el pecho, hombro, pelvis y piernas era de color naranja brillante, contrastando con sus enormes ojos azules brillantes. Sus unidades de audio estaban pegadas a los lados de su cabeza en lugar de a su casco, que tenía rayas blancas y dos enormes antenas receptores arriba de la cabeza, como un par de orejas de conejo.

Ai alzó una ceja y se giró para ver a la máquina más pequeña en la computadora principal. – ¿De qué estás hablando, A-1?

El reploide más pequeño, A-1, literalmente había "nacido" ayer. Y más todavía, la navegadora roja fue informada que él sería su "hermano". Al parecer ambos eran ahora (por decreto de los humanos) parte de un experimento sobre si serían capaces o no de "conectarse". Por supuesto, si alguien se lo preguntaba a Ai, ella no quería nada que ver con este mocoso.

- Bueno, si sabemos que el Virus causa comportamientos erráticos y perturba el funcionamiento general de los reploides – decía el reploide más pequeño – ¿entonces sería válido acusar a Zero de los cargos que se le imputan? Y más todavía, sus sistemas estaban totalmente impolutos luego de que el Comandante se enfrentó a él.

- Entonces, ¿lo que estás diciendo es que…? – preguntó Glenn.

X vio su oportunidad. Sin embargo, no era muy optimista respecto a los resultados. – Entonces, tal vez podríamos usar sus habilidades y fuerza para el bien.

Todos los Hunters y la sala completa se quedaron en silencio. Los ojos de todo mundo de quedaron fijos en X. – ¿A qué te refieres?

- "Aquí vamos." – X se preparó. – Bueno, dadas las circunstancias y lo que hemos visto, tal vez Zero podría ser un buen Maverick Hunter.


Enfermería…

Finalmente había tenido tiempo de venir aquí, y vaya sorpresa; ¡su hermano estaba a mitad de una reunión! Pero ya que estaba aquí, Roll pensó que tal vez debería ver cómo se encontraba Sigma. Desde el incidente con este Maverick rojo (Zero), ella no había recibido mucha información sobre la condición de Sigma. De cierta manera, él fue quien le conectó el golpe final a su secuestrador, así que era un poco de mala educación no haber ido a visitarlo. Pero mientras estaba de pie en el pasillo de color marfil, vio a un humano familiar emergiendo de una de las puertas.

- ¡Oh, Dr. Cain! – lo saludó Roll inclinándose ligeramente. – No sabía que estaba aquí.

- Qué gracioso, porque yo tampoco sabía que tú estabas aquí. – dijo el anciano calvo. – Aunque me alegra que así sea, viendo que estaba por ir a buscarte en el lugar de Fujiwara.

- ¿En serio? ¿Por qué?

Cain parecía preocupado. – Sigma todavía no está en capacidad para dar declaraciones, pero tú sí. Así que necesito tomar la tuya.

- ¿Declaración? Declaración por... – Roll hizo una pausa. – Oh. Se refiere a…

- Sí. – respondió el Dr. Cain. – El consejo desea oír un testimonio de alguien que tuvo un encuentro con Zero y vivió para contarlo.

Bueno, sí, eso tenía sentido. Aun así, la propia Roll no estaba segura si estaba lista para eso. – ¿Y qué hay de X? ¿Él va a hablar?

- Oh, ya ha hablado. No con el consejo, pero sí conmigo. Dijo que ya tomó su decisión, pero no cree que sea bien recibida por los demás.

- ¿Qué cosa? – preguntó Roll, y luego pensó en ello. – Él… no estará pensando en…


Sala de reuniones…

La cámara estaba en total silencio, y todos los reploides y colegas Hunters de X lo miraban con los ojos muy abiertos e incrédulos.

- No puedes estar hablando en serio. – dijo Ray, esperando que X le dijera que estaba bromeando, por enfermiza que fuera la broma. Pero desafortunadamente, X permaneció en silencio. – Tú… no puedes… – El shock de Ray dio paso a furia. – ¡¿Acaso perdiste la razón?!

X se preparó. Su confianza no estaba muy alta, pero sabía que se arrepentiría por siempre si no hablaba. – Estaba pensando que, con todo lo que hemos visto, tal vez no tengamos que tomar medidas tan drásticas para lidiar con Zero. – les dijo. – "Y tal vez así no tengamos que…"

A-1 miró a X, dividido sobre cómo responderle. Aunque en última instancia decidió tomar el enfoque lógico. – Bueno, ¿por qué dices eso? – le preguntó. Aunque fuese relativamente "nuevo", se preguntaba por qué X se refería al fugitivo por su nombre de manera tan casual.

X sabía que esto no iba a ser recibido de manera positiva, pero tenía que decirlo. Tenía que hacerlo, o de lo contrario Zero estaría condenado. – No estoy disminuyendo lo que le pasó a Gamma. – Aunque no estaba mirándolo, el reploide azul prácticamente podía sentir la mirada de Ray casi perforándolo como dagas. – Pero dado lo que sabemos ahora, considerando que el criminal fue aprehendido anoche, ¿es posible achacar la responsabilidad de lo ocurrido a Zero?

X se echó para atrás cuando Ray se le lanzó encima, sólo para ser detenido cuando Glenn lo agarró para contenerlo.

- Entonces, ¿estás diciendo que simplemente deberíamos barrer debajo de la alfombra todo lo que sucedió porque estaba infectado, y por ende no tenía control sobre sus acciones? – intervino Ai.

- No, para nada. – respondió X. – Pero ¿el hecho de que se haya recuperado del Virus no es algo que valga la pena investigar? Después de todo, si él ya no está infectado, tal vez podamos revertir los efectos en otros reploides, si estudiamos lo que sucedió.

- O sea que estás diciendo que deberíamos excusar al asesino de nuestros amigos, ¿sólo porque tú crees que merece una segunda oportunidad? – gruñó Ray, todavía siendo contenido por Glenn. – ¿Está bien simplemente porque no fue su intención?

- ¡No estoy disminuyendo lo que sucedió o lo que ha hecho! – argumentó X. – Todo lo que estoy diciendo es que tanto nosotros como los humanos… – aunque al decir "humanos", X se estaba refiriendo al consejo específicamente – … tal vez no deberíamos ser tomar… acciones precipitadas. – No deseaba siquiera decir las horribles posibilidades que tenía en su mente. – ¿A nadie más le parece extraño que este asesino a sangre fría no haya matado a nadie desde su arresto? ¿Como cuando detuvo a ese vehículo antes de que chocara contra esa niña humana? O incluso antes, ¿como cuando irrumpió en la casa del Dr. Fujiwara, pero no le puso un dedo encima a su hija o a su perro?

- Pero TODAVÍA mató a Gamma. – dijo Ray. – Francamente, eso es todo lo que importa. Lo que debería importarte a ti.

X bajó su cabeza. – Sólo estoy diciendo que el comportamiento de Zero es inconsistente, entre cómo era antes, y cómo es ahora.

- Intentó matar al Comandante Sigma. – habló finalmente Glenn. No estaba actuando tan emocional como Ray, pero todavía seguía perplejo por la sugerencia de X. – Y también trató de matarte a ti, cuando todo lo que estabas tratando de hacer era recuperar a tu hermana. La misma a quien Zero secuestró.

- ¡Pero luego nos salvó a ambos de Andrey anoche! – argumentó X. – Zero no tenía por qué volver, de hecho habría sido la oportunidad perfecta para que escapara, ¡pero no lo hizo! Él…

- ¡Te salvó! ¡Esa es la única razón por la que lo defiendes! – espetó Ray.

- ¡No estoy defendiendo nada de lo que haya hecho! ¡Pero si Andrey era el que cargaba el Virus, y presumiblemente también quien estaba detrás de los incidentes, entonces la responsabilidad de todo lo ocurrido recae en sus hombros!

- ¡Sólo estás poniéndole excusas! – gritó Ray, poniéndose acalorado. – ¿Y qué pasa con la mierda del nombre? ¡¿Acaso de repente son buenos amigos o algo así?!

- ¡No! ¡No se trata de eso!

- ¡¿Entonces de qué?! ¡¿Por qué estás tan insistente en que seamos suaves con él?!

- ¡Simplemente no creo que deberíamos salir y dispararle en cuanto lo veamos!

- ¡Merece la muerte por todo lo que ha hecho!

- Ya nos encargaremos de eso a su debido tiempo, Ray. – dijo Blu. – Así que te sugiero que te controles. – Ray le lanzó una mirada asesina a X, pero a pesar de todo se echó para atrás. – La culpabilidad de este Maverick es un problema que tendrá que decidir el consejo. Debemos aprehenderlo y capturarlo. – Terminó con una última palabra de énfasis en su declaración. – Vivo.


Enfermería…

- "Oh, X. ¿En qué estás pensando?" – pensó Roll, sacudiéndose la cabeza. Sospechaba que algo andaba mal cuandole dijo que quería hablar con el Dr. Cain y Fujiwara después de que Zero había escapado, pero escuchar los verdaderos pensamientos de su hermano en el asunto la dejó helada. – "¿Por qué estás tan insistente en tener a ese reploide aquí? ¿Con el resto de nosotros?"

- Lo admito, yo tampoco lo vi venir. – dijo el Dr. Cain. – De hecho, pensaba que apoyaría el que a ese Maverick rojo…

- Zero. – dijo Roll de repente, aunque sin estar muy segura de por qué.

- Sí, por supuesto, Zero. – se corrigió Cain. – Dado lo que pasó con ustedes, junto con Gamma y Sigma, pensaría que X querría tener a Zero lo más lejos posible donde no pueda lastimar a nadie.

- "Si lo hiciéramos a mi manera, eso es exactamente lo que haríamos." – pensó la reploide rubia. – "¡Lo que sea, con tal de asegurarme que nunca más vuelva a tocar a X!"

- Pero no es sólo él quien quiere que este tal Zero sea preservado.

- ¿Preservado? ¿A qué se refiere? – Por problemático que fuera, ella podía entender que X quisiera ayudar (por más equivocado que estuviera), pero ¿quién más querría tener cerca a ese peligroso individuo?


Sala de reuniones…

X se sorprendió de lo que acababa de escuchar. Miraba con esperanza mientras Ray sentía que los fluidos en su cuerpo hervían.

- ¿Qué? ¿Quieren decir que NO van a ejecutarlo? – cuestionó el reploide azul.

- Por petición del Dr. Fujiwara, que a su vez fue aprobada por el consejo. Así que nuestra misión ahora, es encontrar a este Maverick rojo, asegurarnos que sea capturado vivo, y si es necesario, no permitir que se destruya a sí mismo.

- ¿Por qué? – cuestionó Firefly.

- ¿Por qué otra cosa? – intercedió Ai. – Es bueno en lo que hace, así que quieren tenerlo. No hay que ver más allá de eso.

El pequeño A-1 también intervino. – Dadas las circunstancias, tal vez este Maverick PODRÍA unírsenos. Después de todo, sus capacidades de combate podrían ser de gran utilidad.

- ¡Exactamente! – continuó X. – ¡Podría ayudarnos a todos!

- Sólo estás diciendo eso porque ese Maverick fue el que te salvó el trasero anoche. – dijo Ray cruzando sus brazos, luego se giró hacia A-1. – ¿Y tú qué sabes? ¡Apenas naciste ayer! ¡Así que no tienes idea de lo que hablas!

A-1 bajó la mirada hacia el suelo, jugueteando con sus manos. Pese a tener una supercomputadora por "cerebro", todavía tenía la apariencia y comportamiento de un niño.

- El Doctor y el consejo han hablado. – dijo Blu, con la voz calmada y tranquila, como si estuviese totalmente ignorante de la tormenta que se gestaba en el cuarto. – No es nuestra decisión para tomarla, ni tampoco hay que tomar decisiones durante un estado de emociones intensas pero en última instancia ilógicas. – Se giró hacia Ray, que apretó sus puños mientras Glenn suspiraba. – A partir de este momento, buscaremos por toda la ciudad-estado de Arcadia. Y si es necesario, seguiremos buscando hasta llegar a Tokio o incluso al resto de Japón.

- ¿Qué hay del Comandante Sigma? – preguntó Firefly.

Toda la sala se quedó en silencio. – Sigue bajo monitoreo. Pero en este momento, se encuentra estable. – replicó Blu. – Como sea, seguro querría que todos cumplamos con nuestro deber.

- ¡S-sí! – intervino A-1. – ¡Comencemos de una vez!

Un coro de "¡Entendido!" resonó por parte de todos, pero X dijo el suyo en tono más bajo, ya que su mente se enfocaba en cómo traer a Zero aquí, a salvo y, si era posible, con mínimo de daño.

Por supuesto, no podía negar que otra pelea pronto iba a desatarse. Y si eso sucedía, estaría fuera de sus capacidades hacer algo al respecto,


Enfermería…

Sigma era consciente de que alguien acababa de entrar a su habitación, y al mirar vio que el Dr. Cain y Roll parados mirándolo desde arriba. – ¿Cain? ¿Qué está…? – De pronto dejó de hablar; los efectos del programa sedante usado para mantenerlo en calma durante su reconstrucción todavía seguían.

- Bueno, la última vez que te vi, tenías un pésimo aspecto. – Luego señaló a la chica reploide. – Y Roll no había tenido la oportunidad de verte.

- Gracias por salvarnos, a mi hermano y a mí. – dijo Roll. – Admito que estaba asustada de que no lo lograra.

- "Y aun así, fui yo el que terminó en el hospital." – pensó Sigma. Roll sólo estaba siendo cortés. Sabía bien que le habían dado la paliza de su vida ¡cuando alguien más tuvo que venir para encargarse de todo! – "Y también tú…" – pensó luego mientras la miraba con sus ojos azules – "… una roca… lo golpeaste con una roca. Y eso me salvó." – Apretó sus dedos formando un puño. – "¡Me arrancaron el brazo, ¿y a ti ni te tocaron?!"

- Siento mucho no haber venido antes, pero luego de que irrumpieron en la casa de Fujiwara, y con Zero todavía suelo, bueno, no hace falta decir que no me siento bien dejando a Chiyo sola. – "O a X ya que lo menciono."

- ¿Zero? - preguntó Sigma confundido.

- Oh, claro. Han pasado… algunas cosas en relación al Maverick contra el que peleaste. – respondió Cain.

- Expliquen, por favor. – replicó Sigma. De inmediato le contaron sobre los dos intentos de escape del Maverick, los éxitos más recientes, y lo que descubrieron al analizarlo. – Así que, incluso con nosotros, sigue siendo un enigma.

- Ese parece ser el caso. – confirmó Cain. – Aunque, desde la pasada noche, ha habido un nuevo giro de acontecimientos.

¿Otro más? – ¿Y ese sería…? – Cain cambió de tono y le explicó cuál era la razón de ello. – Entonces, ¿eso es todo? Ese Maverick, o Zero, como se hace llamar, ¿lo dejarán en libertad?

- "No mi anfitrión… eso no puede ser."

- No exactamente. – respondió Cain, y Roll no supo qué hacer con esta nueva información. – El Dr. Fujiwara ha solicitado que Zero se mantenga en funcionamiento, pero dadas sus… escapadas, se debaten de si debería permanecer en custodia del estado o no.

"Y… ¿eso significaría…?"

Sigma no lo entendía, y tal vez fuese sólo otro efecto colateral del sedativo, pero podría jurar que escuchaba a alguien hablar dentro de su mente. – ¿Y eso significaría…? – repitió en voz alta.

La voz no era exactamente una "voz" en el sentido estricto, ya que aunque podía oírla, no era como que alguien le estuviera hablando. En vez de eso, era como si pudiera oír otra serie de pensamientos junto con los propios. Y si bien no estaba interfiriendo con ellos, hablaba de una manera que, por ahora, se alineaba con su línea de pensamiento.

- Eso significa que, aunque no será exterminado, muy probablemente será confinado.

- ¿Confinado? – preguntó Roll.

- Sí, más o menos lo que debatieron hacer contigo y con X cuando nuestro experimento fue revelado. – Cain todavía no tenía idea de quién los había delatado, pero no pudo evitar notar que nadie había visto a Cecilia desde que se despejó el polvo. – Sólo que será monitoreado y mantenido lejos de cualquiera de los de su clase. Tal vez incluso sin que tenga interacción con humanos tampoco.

- ¿Pero no será destruido? – preguntó Sigma.

- Por decreto de los que están por encima de mí, no. – explicó el humano calvo. – Pero a dónde irá su vida a partir de ahora, depende de nosotros.

"¿Qué quiere decir con eso?"

- ¿Qué quiere decir con eso, Doctor? – preguntó Sigma.

- El consejo está recolectando declaraciones de testigos para determinar si Zero podría quedarse en una instalación del gobierno o libre, pero bajo monitoreo estricto. – clarificó Cain. Se giró entonces hacia Roll. – Allí es donde entran tú.

En las fronteras de Arcadia, Firefly se reportaba mientras viajaba por el camino creado para transportes en su motocicleta, mirando sobre las murallas de la ciudad.

- Parece que ya escapó de la ciudad…

- ¡Maldición! – siseó Ai por el comunicador. – ¡Tampoco se encuentra en ninguno de los sectores de Arcadia!

- Hasta donde sabemos, podría haberse ido hace poco tiempo, o de alguna manera llegó hasta la frontera sin ser visto. – les dijo Blu a Glenn y Ray, y a ninguno de los Hunters le gustó la noticia.

- ¡¿Y entonces a dónde se podría haber ido?! – gruñó Ray. Él sólo quería encontrar a este sujeto y conseguir justicia por sus amigos. ¿Acaso eso estaba tan mal?

- ¿Hay alguna área en particular de interés? Me refiero a lugares a donde podría haber ido, o donde haya estado. – preguntó A-1 a X, que acababa de llegar a las puertas de Arcadia.

- Aparte de donde se llevó a Roll, no se me ocurre ningún lugar.

Vio entonces a Firefly arriba de él. Saltó hacia la pared y la pateó para alcanzar la baranda y ponerse sobre el camino de la muralla. Miró hacia la tierra seca y artificial que componía tanto la ciudad-estado como el terreno que la rodeaba. Estaba a varios kilómetros de donde se pudiera ver vegetación natural, y no duraría mucho, dada la proximidad de Arcadia con Tokio.

- Espera un momento. – le dijo Ai a Firefly. – ¿A dónde enviaron la unidad de Gamma?

- El sector exterior B32. ¿Por qué? – preguntó el Hunter verde.

- Bueno, piénsalo. – intervino A-1, para aparente molestia de AI. – Si este sujeto Zero se robó todas esas cosas, ¿no querría volver por ellas?

X y Firefly se miraron entre ellos, y luego hacia el paisaje yermo afuera de las murallas de la ciudad. – Ai, llama a Blu y pídele que envíe a Ray y Glenn. – dijo el Hunter verde. – Necesitamos saber a dónde se fue Gamma.

- ¿Qué? Pero yo puedo…

- Ellos conocen el área mejor que yo, así que… – la interrumpió. Sabía que ella tendría un problema con eso, pero podría enfadarse con él después. – Mejor todavía, ponme a Blu en el canal. La necesitaremos como guía.

- ¡Firefly, yo puedo hacer lo mismo que ella! Yo…

- Ai, por favor ponme a Blu. – dijo Firefly.

Tras unos momentos de silencio, Ai finalmente respondió. – Está bien, te la pondré. Ray y Glenn estarán allí pronto.

La conexión se cortó, y ahora se escuchaba la voz de Blu. – ¿Solicitaste mi asistencia?

- Sí, necesitaremos tu información. También necesitamos que vengan Glenn y Ray.

- ¿Y eso por qué? – preguntó Blu, haciendo que Firefly entrecerrara sus ojos.

- Porque creo que el león acaba de volver a su guarida.


Enfermería…

- Entonces, ¿eso es todo lo que necesitan? – preguntó Roll. – ¿Mi palabra y todo esto habrá terminado?

- Esencialmente, sí. – explicó Cain. – Seguro, tu declaración será considerada junto con otras para tomar una decisión informada, pero serás una testigo clave.

- "Los secuestros no son exactamente algo nuevo para mí, Doctor." – reflexionó Roll.

Cierto, Mega Man siempre la había ayudado, pero eso era entonces. Ya no estaba atrapada en el cuerpo de una niña. Y más todavía, era una hermana mayor ahora. Tenía el mismo deber con X, y este sujeto Zero no era alguien que le cayera bien.

- Bueno, si ese es el caso, ¿qué debería decir?

- Lo que quieras. – dijo Cain. – Aunque si yo fuera tú actuaría rápido, ya que dudo que su amigo de cabello largo permanezca como un fugitivo por mucho más tiempo.

"Es decir que ya viene. Muy bien." –De nuevo, Sigma no estaba seguro de qué era esa extraña "voz".

- Bueno, ¿cuál es tu posición con respecto a esto, Sigma? – preguntó el Dr. Cain. Sigma estuvo a punto de hablar, pero la "voz" lo interrumpió.

- "Lo quiero vivo."

- "Bueno, yo quiero que pague por su humillación."

- "Necesita mantenerse con vida. Y no puede estar confinado. Debe estar libre."

- "Es un peligro para todos. ¡Y de no ser por él, yo no estaría en este estado!" – Sigma miró a Roll. A pesar de que su cara permanecía tranquila, por dentro estaba hirviendo. – "Tú… ¡se suponía que tú fueras la que necesitaba ser rescatada! ¡Y X…!"

- "X lo mantendrá vivo. Y entonces podrás tenerlo."

- "¿Qué?"

- "Mantenlo con vida, y podrás tener tu venganza. Te servirá para dar un ejemplo. Pero debe permanecer con vida."

¿Con vida? Sigma no podía explicarlo del todo, pero estas sugerencias lo ponían a pensar.

- ¿Sigma?

Sigma se giró hacia el Dr. Cain. Sin importar lo que dijeran estas sugerencias, haría lo que creía conveniente, pero sus manos estaban atadas. – Supongo que no hay otra opción. Pero antes de decidirlo – se giró hacia Roll – quiero que me des toda tu información.

- ¿Mía? – preguntó Roll, perpleja porque la llamaran.

- Tú fuiste su rehén. ¿Crees que él se encuentra en peligro? – preguntó Sigma. – ¿Crees que tú estabas en peligro?

Roll volteó la mirada. – Bueno, eso es un poco… complicado. Estaba asustada, por supuesto, pero…

- ¿Pero qué?

- Es difícil explicar, ¿pero por qué importa mi información? Si puedo preguntar.

- Porque en este momento, me encuentro en conflicto. – respondió Sigma.

- ¿Cómo así en conflicto? – preguntó Roll.

- Bueno, viendo que este Maverick, este Zero, vivirá, lo único que falta decidir es dónde vivirá. – explicó. – Y viendo que nuestras experiencias con él serán muy diferentes, necesito asegurarme que la decisión del consejo será la mejor para todos nosotros. – Se incorporó, aunque lentamente. Su cuerpo estaba mayormente reparado pero seguía relativamente débil. – Así que dime, señorita Roll, en tus propias palabras, ¿qué sucedió durante el tiempo que estuviste cautiva?

Roll se quedó rígida, pues ahora se encontraba en una encrucijada. Su palabra tenía más peso de lo que se imaginaba. Esto bien podría decidir el futuro de Zero a partir de ahora. Tenía el poder para mantenerlo lejos de X, para prevenir que lastimara a su hermano menor o a cualquier otra persona nunca más. Ella potencialmente podría hacer que eso sucediera, y lo haría por cuidar la seguridad de X.

Podría hacer que encerraran a Zero. Sería fácil. Y aun así… aun así…

- ¿Roll? – La voz del Dr. Cain trajo a Roll de vuelta al presente.

- Bueno… – suspiró Roll entonces. – Todo comenzó de manera normal; la excavación iba como se planeaba…


Afuera de Arcadia…

- ¿Este es el lugar? – preguntó Firefly al grupo de cuatro Hunters ante lo que parecía ser un viejo laboratorio.

- Sí, aquí fue a donde lo seguimos. – confirmó Glenn. – Aunque no estamos seguros de si se encuentra aquí.

- Bueno, no hay otra manera de saberlo a menos de que lo veamos nosotros mismos. – dijo Ray, a punto de caminar hacia la entrada antes de que Glenn lo detuviera.

- ¡Detente! ¡Ya sabemos de lo que es capaz ese sujeto! – le advirtió el otro Hunter. – Lo último que necesitamos ahora es que maten a alguien más.

Ray miró hacia el suelo. – Pero…

De repente, todos recibieron una llamada del cuartel general. Las preguntas de si se trataba de Ai, Blu, o A-1 quedaron de lado, ya que una voz profunda de barítono se escuchó por el canal.

- No entren en la locación de interés hasta que yo llegue.

- ¿Comandante Sigma? – X se quedó estupefacto. – ¿Qué está haciendo? ¡Creí que todavía necesitaba reparaciones!

- Este es un asunto serio, X. Tengo que ir. – dijo Sigma. – Tuve una charla muy interesante con tu hermana en relación a su secuestrador.

X se quedó tieso. – Y… ¿qué dijo?

El otro lado del canal se quedó en silencio por un momento, pero a X le pareció una eternidad. – Me dijo lo suficiente para decidir lo que haremos con nuestro amigo rojo. – les dijo a todos Sigma a través del canal compartido. – Tú y tu equipo mantendrán un ojo en caso de que haya movimientos, pero NO deberán entrar. No hasta que yo llegue.

- Señor, ¿está seguro? – preguntó Glenn, perplejo ante este giro de eventos. – ¿Acaso está en condiciones de…?

- No entren hasta que yo haya llegado; es una orden. – repitió Sigma, antes de cortar la comunicación.

Nadie supo qué hacer con eso. – ¿Qué rayos fue ESO? – preguntó Firefly, incluso sabiendo que nadie le daría una respuesta. Luego miró a X. – Hey, ¿acaso sucedió algo raro con el Comandante cuando tuvieron esa pelea con el Maverick rojo?

- Fuera de recibir un daño masivo, no. Y eso me incluye a mí. – dijo X. – "Aunque esa letra W que vi… y luego cuando Sigma le rompió la cabeza a Zero, entonces…"

El grupo se quedó de pie afuera del laboratorio durante un largo tiempo, buscando a Zero y a Sigma. – Me pregunto, ¿qué habrá empujado al Comandante a tomar esta decisión? – se preguntó Glenn. – No es como que haya tenido un período razonable de recuperación.

- Bueno, sea cual sea el caso, espero que Sigma haga que este sujeto pague. – Luego miró hacia X. – "Viendo que alguien aquí no quiere hacer lo que hay que hacer."

- Pero si este Maverick seguirá funcionando, ¿qué planean hacer con él? – preguntó Firefly.

- Diría que la opción más probable es que lo mantengan en algún lugar remoto y seguro. Lejos de cualquier persona el resto de su vida. – respondió Glenn.

- O tal vez se den cuenta que mantenerlo con vida es una idea estúpida, y lo manden al deshuesadero como deberían haberlo hecho desde el principio. – gruñó Ray, mirando a X que permanecía en silencio. – Supongo que tú no tendrás algo que quieras contribuir, ¿verdad? ¿O todavía quieres hacerte amigo de este sujeto?

X no quiso hablar por un momento. – Las cosas no son así.

- ¿Entonces de qué se trata? – inquirió Ray. – ¿Qué es tan especial sobre él que te pones en riesgo?

De nuevo, X se quedó callado por un momento. – Es… – El Dr. Wily, las Tres Leyes, Mega Man, el Virus… tantas cosas relacionadas a sí mismo y posiblemente a Zero inundaron su mente, pero no pudo articularlas apropiadamente. No que sus colegas reploides pudieran entenderlas de todos modos. – Es complicado.

- ¿Complicado cómo? – dijo Ray. – ¿Cómo puede ser tan complicado decidir si un criminal merece ser castigado?

X no tenía respuesta que pudieran entender, pero sabía que tenía que decirles algo. No obstante, antes de poder hablar, él y el resto del grupo oyeron que alguien se aproximaba.

- Saludos. – dijo Sigma a sus hombres. – ¿De qué me he perdido?


Adentro del laboratorio…

No sabía por qué habría vuelto aquí, pero una vez que escapó de Arcadia, Zero se sintió casi como si una fuerza desconocida lo guiara hasta este lugar. Había una gran colección de cristales de energía y Tanques-E que se había servido, viendo que llevaba un largo tiempo sin energía. Pero a pesar de lo que le proveyeron, apenas era suficiente para mantenerlo despierto y funcionando. Se había sentido algo "hambriento" desde que se lo llevaron prisionero.

- "Van a venir por mí." – pensó Zero. – "Probablemente estén ahuera ahora mismo."

En eso escuchó que las puertas del laboratorio se abrían. Zero entonces oyó una voz desconocida clamando por él.

- ¡Zero! No estás en ningún peligro. Simplemente deseo hablar contigo.

Preparándose en caso de que las cosas se tornaran físicas, Zero salió de la habitación, y se encontró con un reploide de estatura elevada de pie en la entrada del laboratorio.

Sigma aguardó para ver si el Maverick haría algún movimiento igual que antes, pero tras un largo rato, se dio cuenta que no iba a suceder. En efecto, lo que X le dijo afuera era cierto. Había cambiado por completo. ¿Pero por qué?

- ¿Quién eres tú? – preguntó Zero, sorprendiendo a la máquina más alta.

- ¿Quieres decir que no lo sabes? – preguntó Sigma. – "Cómo te atreves. Luego de todo lo que has hecho, ¡¿te olvidaste de mí?!"

- " Él no recuerda nada, así que la ira no te servirá."

Zero y Sigma se miraron uno al otro, esperando o debatiéndose de si hacer o no un movimiento. Pero con lo tarde que era y el hecho de que no estaba en plena forma, el líder de los Hunters habló primero. – Dado que ya sé quién eres, me presentaré. Mi nombre es Sigma.

- ¿Ya sabes mi nombre? – preguntó Zero.

- Sí. Tu amigo X me lo dijo. – respondió Sigma. – También dijo que fue un nombre que elegiste por ti mismo.

- Un momento, ¡¿cómo que amigo?! No somos, de ninguna manera, amigos. – dijo Zero. – Ni siquiera lo conozco. Y apenas acabo de conocerte, ¿por qué estás aquí? Aparte de lo obvio. Sólo para que lo sepas, sin embargo, no pienso volver por mi propia voluntad.

- Por supuesto que no. – dijo Sigma. – Pero estás de suerte. Eres muy afortunado, me atrevo a decir.

Zero levantó una ceja debajo de su casco. – ¿De qué estás hablando?

- "Ahora es cuando."

Sigma dio un paso al frente. – Porque estás a punto de dar un gran servicio a todos.

Entretanto, los cuatro Hunters continuaban esperando afuera de la entrada conteniendo la respiración, aguardando a que su superior reapareciera.

- No entró llevando esposas. – dijo Firefly. – ¿Cómo planea acabar con este sujeto?

- Bueno, si él no puede, nosotros entraremos. – añadió Ray. – ¡Por todos los demonios que no le dejaré matar a nadie más!

Y entonces, Glenn se dio cuenta de algo. – ¡Hey, miren! – les dijo a todos, señalando hacia la entrada. – ¡Alguien está saliendo!

Glenn tenía razón a medias, ya que estaban saliendo dos individuos de entre las espesas sombras donde la luz de la luna podía llegar. Ambos, Sigma y Zero, venían saliendo, totalmente vivos e intactos.

- Este es un giro de acontecimientos muy favorable, ¿no estás de acuerdo? – le preguntó Sigma a Zero, que permaneció callado. Sigma entonces miró a los otros cuatro. – Tranquilícense todos. – les dijo, colocando una mano sobre el hombro blanco de Zero. – Ahora es uno de nosotros.

Esta historia continuará

Chapter 21: Encajando

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Una semana antes, lo habían llamado un "renegado sediento de sangre" que era un peligro para todos a su alrededor: humanos y reploides por igual. Ahora aquí estaba, como parte de la misma organización que había tratado de acabar con él.

Zero el Maverick Hunter. Incluso ahora, sonaba muy irreal. Sin mencionar inapropiado. No era que él hubiese elegido estar aquí, pero dado su predicamento actual, tal vez debería sentirse algo agradecido. Por ahora, parecía que los Hunters harían uso de sus habilidades.

El reploide contra el que había peleado, Andrey, según recordaba, fue arrestado por los brotes de Mavericks y sentenciado. Ni idea de lo que pasaría con él a partir de ahora, pero eso significaba que Zero ya no era un sospechoso. Aun así, no podía evitar sentir que el consejo (que se hacían llamar la autoridad sobre Arcadia) sólo quería utilizar el arresto para aplacar los nervios de todos. Con el encarcelamiento de Andrey, todos parecían responder más fácilmente.

Ese reploide azul, X, se sentía aliviado, diciéndole a Zero directamente que sabía que algo no encajaba, así que él no podría haber sido responsable por los incidentes. Pero, por otro lado, su hermana no se le acercaba en absoluto. Ni siquiera le dirigía la palabra, pero Zero no le daba importancia. Poco le interesaba la interacción con ella de todos modos, mucho menos con su hermano (a quien últimamente había estado siguiendo como una sombra).

Aparte del ambiente poco familiar y opresivo en el que se encontraba ahora, con los ojos de todo mundo observando cada uno de sus movimientos, parecía que el problema se había terminado, al menos hasta unos días después del arresto de Andrey. Cierto, a diferencia de antes, solo hubo un puñado de reploides afectados, pero no hubo reportes de signos o síntomas de infección.

Sus procesadores se habían vuelto contra ellos.

Así, siendo los Mavericks una amenaza muy real, Zero fue puesto a trabajar. Y al decir "puesto a trabajar", se referían a que debía ser el conejillo de Indias de Fujiwara por quién sabría cuánto tiempo. En este momento, Zero seguía quedándose en el laboratorio del hombre al menos de manera temporal, principalmente porque no tenía otro lugar a donde ir. Además, todos dudaban que se sentiría bienvenido en el cuartel general.

Así que por ahora tenía que quedarse aquí. Encerrado en una habitación donde tenía que dispararles a múltiples objetivos mientras Fujiwara miraba desde arriba y tomaba notas.

Oh, y por alguna razón, ese sujeto llamado X seguía aquí todavía.

El hombre asiático de cabello oscuro y el reploide azul supervisaban a Zero desde la cubierta de observación mientras le disparaba a todo lo que tenía una marca de diana. A diferencia de X, sin embargo, sus objetivos no eran mecaniloides antiguos. Considerando que, a pesar de la existencia de los reploides, los mecaniloide todavía serían requeridos para llevar a cabo las tareas que se consideraran demasiado riesgosas para sus parientes más avanzados. Por lo tanto, el entrenamiento, o en el caso de Zero, las pruebas, tenían que hacerse de otra manera.

Un invento reciente de Fujiwara, la esfera de espejismos, era una bola magnética con la habilidad de manipular la luz y el color, y de proyectar ilusiones. Luego se podían enlazar entre sí gracias sus propiedades magnéticas y crear proyecciones de varias formas y tamaños. Actualmente, las esferas habían tomado la apariencia de varios mecaniloides, algunos humanoides y otros no, mientras Zero le disparaba a cualquiera que su buster le estuviera apuntando a continuación. Más todavía, las esferas habían sido construidas con alta resistencia a temperaturas extremas y excelente durabilidad, así que no había preocupación por que se fueran a romper.

Eso era algo bueno, ya que X estaba preocupado de que su sugerencia de utilizar las esferas sería ignorada. – Está teniendo un buen desempeño. – comentó el reploide azul.

– En efecto. – respondió Fujiwara, tomándose un momento para ajustarse las gafas. – "Y si todo va bien, puede que obtenga muchos más datos de él que de ti.

Desde que Zero había llegado, Fujiwara ya no seguía asignando a X para ninguna prueba en relación a sus habilidades de combate. Aunque mucho de ello tenía que ver con el hecho de que el reploide rojo se estuviese alojando en el laboratorio, otro factor muy grande era que no se contenía, a diferencia de X. Como resultado, no disparaba sólo para causar daño o incapacitar; siempre disparaba para destruir al objetivo, y así lo hacía. Atravesaba las ilusiones creadas por la multitud de diminutas esferas sin pensarlo dos veces, y los espejismos se desaparecían a medida que continuaba.

Y entonces, finalmente, todos los objetivos habían sido eliminados, en un intervalo de dos minutos.

– Muy bien, eso fue todo. – dijo Fujiwara, haciendo rodar las esferas y que se amontonaran entre sí gracias a sus propiedades magnéticas. Estas entraron en pequeños agujeros donde el piso y las paredes se intersectaban, vaciando el cuarto y dejando Zero en el cuarto. – Excelente trabajo, Zero. – dijo Fujiwara mirando los datos que obtuvo con la prueba. – Una vez que estas lecturas hayan sido analizadas, podremos seguir adelante desde allí. – Ahora es libre de marcharse. Haz lo que quieras con él.

– Oh, uh, sí. Claro, gracias. – Y con eso, X se dirigió a la salida de la cubierta de observación para ir hacia la habitación inferior.

Pero antes de poder hacerlo, tanto él como Fujiwara oyeron que la puerta se la sala de entrenamiento se abría. No había más razón para que Zero siguiera aquí; Fujiwara había desbloqueado la puerta desde la cubierta. Pero esto también dejaría que cualquiera pudiera entrar. En particular, cierta niña pequeña y su perro.

– ¡Patarche! ¡Regresa! – llamaba Chiyo, que llevaba su uniforme escolar, pero el perrito blanco siguió adelante sin ella, directo hacia la sala de entrenamiento. Zero no tuvo tiempo de reaccionar cuando el canino corrió hacia él, agitando su cola y con la lengua colgando de su hocico. – ¡Patarche, no! ¡Ese sujeto es...!

La dueña del perro acababa de entrar en la sala, vestida con su uniforme escolar azul, y su largo cabello negro amarrado en una media coleta. Sus ojos marrones se ensancharon al ver al reploide rojo, y Zero notó que la niña parecía intimidada, casi como si le tuviera miedo. Pero entonces sus ojos se fijaron en el perro, y al verlo, lentamente siguió adelante.

– ¡Maldición! ¡X! – dijo Fujiwara, alejándose del micrófono. ¡Sácala y a ese animal de aquí, no necesito interrupciones!

X decidió dar su opinión, luego de haber guardado silencio hasta ese momento. – Con el debido respeto, Doctor, pero yo creo que debería aprovechar esta oportunidad.

– ¿Cuál oportunidad? – preguntó el científico asiático.

- ¡Para documentar su interacción con humanos, por supuesto! – respondió X. – Si Zero va a ser parte de los Hunters, tendrá que acostumbrarse a los humanos. Por otro lado, todavía no se acostumbra a los de su propia clase, así que sería mejor deshacerse del problema de los humanos.

Fujiwara reflexionó sobre esto. Para darle crédito, X tenía algo de razón. Aunque le sorprendía mucho que tuviera una fe tan ciega. ¿Acaso X se había olvidado por completo lo que el antiguo Maverick había hecho para estar aquí? Independientemente, tanto humano como reploide miraron abajo a lo que estaba sucediendo.

Ni Zero ni Chiyo hablaron por un rato, y los únicos sonidos que se oían eran los jadeos de Patarche. Finalmente, tras un largo rato, Chiyo rompió el silencio. – Supongo que no eres él.

Zero se quedó confundido. – ¿No soy quién?

– El sujeto que irrumpió en mi casa. Aunque realmente eras un chico.

– ¿No creías que lo fuera? – preguntó Zero.

– Creí que eras una chica. – respondió Chiyo.

– Espera, ¡¿qué...?! – El perro blanco se paró sobre sus patas traseras, echándole las delanteras en el pecho. – ¡Hey!

– Patarche es bueno para juzgar a las personas, así que si fueras él, ya estaría listo para matarte. – dijo la niña, como si confiara en que un animal de carne y hueso pudiese acabar con un humanoide mecánico.

– Bueno, si ese es el caso, ¿podrías quitármelo de encima? – Zero hizo una mueca cuando el perro le saltó para tratar de morderle la cara.

– ¡Patarche, vuelve aquí! – ordenó Chiyo, y el perro de inmediato vino hacia ella. Luego le miró el pecho a Zero.

– ¿Qué? – preguntó el reploide, algo incómodo por la mirada de la niña.

– ¿Es real? Tu cabello, quiero decir.

– Oh. No, es sintético. Pero está diseñado para ser tan similar al cabello humano como… ¡¿qué estás…?! ¡Hey! – protestó Zero cuando sintió que la niña japonesa tiraba de algunos de sus mechones rubios.

– ¿Por qué lo tienes? ¿No te estorba? – preguntó Chiyo, cuyos ojos marrones miraban fijamente a las fibras doradas.

– No me ha causado ningún problema. – dijo Zero.

– Tal vez deberías cortártelo. – sugirió Chiyo.

– ...no. – dijo Zero firmemente, jalando de vuelta su coleta de la mano de la niña.

– ¡Chiyo! – Tanto Zero como la niña humana oyeron una voz llamándola. Roll entró a la sala y vio a la niña con el antiguo Maverick. – ¡Oh, allí estás!

La otra reploide rubia corrió hacia ella, y entonces se acordó de Zero. – Ah, hola para ti también. – dijo en un tono desprovisto de emociones. – Chiyo, ¿se te olvida que tienes un examen en un par de días? Fumiko ya está lista y esperándote.

- ¡Aw, pero estudiar eso apesta! – respondió Chiyo. – ¡Además, no es como que vaya a necesitar saber eso en el futuro!

– Lo vas a necesitar para aprobar. Te estás atrasando mucho en tus estudios, y dudo mucho que a tu padre le guste ver una boleta llena de reprobados.

Chiyo volvió su atención hacia el suelo, guardándose sus pensamientos para sí misma. – "Como si le importara lo que sucede en mi vida."

Roll luego se giró para ver a Zero. – Sí, bueno, si nos disculpas, hemos dejado a alguien esperando en la casa. – Y con eso, Roll cogió a Chiyo y se marchó, con Patarche siguiéndola.


Algún tiempo después…

– Entonces, ¿fuiste construido con todo esto? – preguntó X, mientras Zero desplegaba su buster.

– Si no fuera así, ahora no estaría aquí, ¿verdad? – respondió Zero. – "¿Qué diablos pasa con este sujeto?"

Desde que llegó, este sujeto X había estado rondándole encima a cada oportunidad, ¿pero por qué razón? Honestamente se estaba volviendo una molestia.

– Tú también tienes uno, ¿verdad?

– Bueno, sí, lo tengo. – replicó X, desplegando su propia arma. Aunque comparándolas ambas, era muy claro cuál de las dos era más "llamativa".

Desde que fue absuelto, Zero había tenido que alojarse en el laboratorio de Fujiwara, y de manera irónica en el antiguo cuarto de X. El reploide azul y su hermana (cuyo nombre era Roll, según recordaban Zero) ahora residían con el Dr. Cain. Zero todavía no se había encontrado con el hombre en persona, pero X hablaba muy bien de él. Más de lo que lo hacía el profesional y distante Fujiwara.

– Fujiwara dijo que fuiste difícil en las pruebas. – dijo Zero de pronto. – Que no te gustaba usar lo que el Dr. Light instaló dentro de ti. ¿Acaso no sabías como utilizarlo?

X no estaba totalmente seguro de si el reploide rojo iba en serio o estaba siendo sarcástico. Tal vez una mezcla de ambas cosas. – No, por supuesto que sé utilizarlo. – respondió X. – Sólo es un medio para defensa, y debería ser tratado como tal.

– He visto los videos de tus pruebas. Podrías haberte desempeñado exactamente igual que yo sin muchos problemas. – dijo Zero. – Ese buster te fue otorgado para que lo utilices, así que ¿por qué no usarlo a su máximo potencial?

- Es… un poco más complicado de eso. – replicó X. Zero estuvo a punto de preguntarle a qué se refería, pero X rápidamente cambió el tema. – Entonces, de cualquier manera, ¿hay alguna mejora en tus bancos de memoria?

Claramente estaba evitando la pregunta, pero Zero se encogió de hombros. Si X no quería usarlo, ese era asunto suyo. Pero estaba su otra pregunta más reciente. – No, no ha cambiado nada.

– ¿En serio? – preguntó X. – ¿No ha resurgido algún recuerdo en absoluto?

Zero pensó en las imágenes que había visto brevemente en el ojo de su mente. – Nada que sea útil. – Había visto algunas cosas, pero sin contexto, ¿quién podría decirle lo que significaban?

X guardó silencio antes de preguntar. – ¿El nombre "Albert Wily" te suena de algo?

Zero se giró para encarar a X. – ¿Por qué estás tan empeñado en saber lo que pasa en mi cabeza?

– No, no se trata de eso. Sólo tengo curiosidad, es todo. – respondió X.

– ¿Alguna vez alguien te ha dicho que eres un pésimo mentiroso? – Zero cruzó los brazos. – Me estoy cansando de tus juegos. Dime qué es lo que realmente buscas de mí.

– ¡No busco nada! Sólo quiero saber si tu procesador está funcionando como debería. – aseguró el reploide azul. – Quiero decir, el Comandante Sigma rompió tu cristal óptico.

– Eso me han dicho. – respondió Zero. En serio, ¿qué haría falta para que este sujeto se fuera? X estaba a punto de decir algo más, pero se lo pensó mejor. Aunque Zero sabía que, si no era ahora, volvería a sacarlo después. – ¿Qué pasa? – preguntó el rubio, aunque más para salir del paso que por estar genuinamente interesado.

– "Diablos, ¿estoy siendo tan obvio?" – pensó X. – ¿Todavía no recuerdas nada de lo que pasó?

Zero se quedó callado por un momento, y luego señaló hacia la puerta. – Acabo de recordar que Fujiwara me puso a hacer más pruebas de combate, y diciendo que me quiere en buenas condiciones. Así que…

– ¡Oh, sí! ¡Claro! Lo siento, admito que yo también lo había olvidado. – Se giró para abandonar la sala, pero se detuvo en el umbral de la puerta. – Oh, y buenas noches. – Con eso, X se marchó, y la puerta se cerró detrás de él.

Zero fue hacia su cápsula y se metió en ella, poniendo sus sistemas en modo de recarga.

– Sabes, lo menos que podría hacer es mostrarte algo de cortesía. – X se giró para ver a Roll parada detrás de él. – El Dr. Cain no deja de preguntarse dónde estás, viendo que ya pasamos de la hora de ir a dormir.

No era que hubiese una hora para ir a dormir, pero el anciano prefería tene Roll en casa antes de irse a dormir por la noche. – Claro, perdón por eso. – le dijo X a su hermana.

Roll suspiró, mirando la puerta que llevaba al antiguo cuarto de X. – Sigo sin entender por qué insistes en involucrarte en todo lo que hace. – dijo cruzando sus brazos. – Él no es tu problema.

– Todavía se está recuperando de lo que pasó antes. – respondió X. – Aún no recuerda nada sobre ello, pero las lecturas en sus sistemas están en perfecta forma.

– Bueno, interactúa con él si quieres. – dijo Roll. – Pero yo no lo haré.

X no respondió. Luego pensó: – "En serio, ¿quién eres de todos modos?" – En relación a Zero, se preguntaba si esa interrogante alguna vez tendría respuesto.

- ¿X?

- ¿Huh? Oh, lo siento. – se disculpó la máquina azul. – Sí, tienes razón; deberíamos irnos a casa de Cain.

Los dos DLNs (aunque una fuese técnicamente una IA transferida) se marcharon, aunque Roll miró hacia la puerta a sus espaldas. – "No importa lo que pase, no pienso perderlo." – Entrecerró sus ojos. – "No dejaré que nada ni nadie me quiten a mi familia. Especialmente alguien como tú."


Unos días después…

– ¿Quieres que yo haga qué?

– Exactamente lo que te dije. – le dijo Sigma a Zero. – Deseo que te unas a los Maverick Hunters.

Los dos reploides permanecieron allí en silencio, antes que Zero finalmente encontrara las palabras. – No puedes hablar en serio.

– Nunca antes había hablado más en serio. – respondió Sigma. – Eres un criminal buscado y un sospechoso en relación a los brotes del Virus.

– ¡No sé de lo que estás hablando! – espetó Zero. – ¡Ni siquiera sé qué es eso del Virus Maverick! ¡Así que ¿por qué no pueden simplemente largarse y dejarme en paz?!

– Si no te unes a nosotros, nunca te dejarán en paz. – explicó Sigma. – Te perseguirán por todo el país, fuera de las fronteras arcadianas. Por todas las ciudades y ciudades-estados, seremos asignados para perseguirte hasta los confines de la Tierra. Y entonces, o te convertirás en una herramienta para aquellos que están en el poder, o te destruirán. – Sigma dio entonces un paso al frente. – ¿Eso no te preocupa en lo más mínimo? ¿No temes por tu propia vida?

– No le temo a nada. – respondió Zero. – Mucho menos a la muerte.

– Todo ser vivo tiene algún miedo a la exterminación. Incluso seres como nosotros. Es la razón por la cual existe la Tercera Ley, para otorgarnos la capacidad para preservarnos a nosotros mismos, mientras no haya vidas humanas en riesgo. – Dio otro paso al frente, ahora a pocos centímetros del Maverick rojo. – Y en este momento, tu decisión pende de un hilo, porque los humanos empiezan a verte como un riesgo para la vida humana.

Zero se quedó en silencio. Por mucho que le avergonzara, el peso real de la situación comenzaba a hacer mella en él.

– Podría haber acabado contigo, ¿sabes? – dijo Sigma. Incluso si X había agotado a Zero, el reploide más alto todavía se irritaba de pensar en ello. Este maldito Maverick lo había humillado enfrente de toda su división, ¡quizás ante de todos los Hunters! A pesar de todo mantuvo su compostura y continuó hablando. – Y si no soy yo, será alguien más. Así que, en ese sentido, me debes la vida.

– Entonces, todo se reduce a que ahora te pertenezco. – dijo Zero.

– Eso no es mi decisión. – dijo Sigma. – Y te haré saber algo: si crees que este trato es injusto, eso es porque lo es. No está bien que los reploides seamos tratados de esta manera. Somos iguales a los humanos que nos crearon, y aun así ellos esperan que los llevemos hacia el futuro sobre nuestros hombros.

Zero se quedó callado, y a pesar de todo, reflexionaba sobre las palabras del otro reploide.

– Con tu ayuda, podemos cambiar eso. – dijo Sigma. – Podemos hacer que vean que merecemos estar de pie junto a ellos, romper las barreras entre el hombre y la máquina. Pero dime, ¿eso no es un futuro mucho más agradable que el que podrías enfrentar? Si rechazas mi oferta, claro.

Zero no dijo nada.

– La decisión es tuya, pero debes actuar rápido. De lo contrario, los humanos decidirán por ti.

Sigma se giró hacia la entrada, y estaba a punto de marcharse, hasta que Zero le llamó. – ¡Espera!

- ¿Sí? – preguntó Sigma, ahora que ya tenía al Maverick justo donde quería.

Ya lo tenía exactamente donde quería estar.

A pesar de ser oficialmente parte de los Maverick Hunters, se sentía más aislado que cuando estaba en el laboratorio de Fujiwara. No era como si le importara, pero Zero continuaba dando vueltas por el cuartel general, manteniéndose fuera del camino de otros reploides y tratando de pasar tan desapercibido como pudiera. La única razón de estar aquí era por haber sido convocado por Sigma en persona, sobre algo que tenía que ver con una misión. Con su primera misión.

Zero sabía la estructura general del lugar, así que navegar por él no era demasiado difícil. En ese momento se encontraba atravesando un corredor de la parte norte del cuartel general.

– ¡Hey, tú! – Y tenía que ver con aquellos que hacían su existencia más difícil. Zero se giró para ver a uno de los Hunters (Ray, creía que era su nombre) con sus brazos cruzados y mirándolo fijamente. – ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar jugando a ser el conejillo de indias de Fujiwara?

Zero suspiró. – Tu jefe me dijo que viniera. Si tienes un problema con eso, ve a quejarte con él. – Se giró para continuar hacia su destino.

No llegó muy lejos, sin embargo, ya que sintió un puño golpeándole detrás de la cabeza. No cayó al suelo, pero sí se fue dando tumbos. Zero se giró para ver de nuevo a Ray, y supo que fue él quien lo acababa de golpear.

El reploide rojo apretó su propio puño. – Ahora no estoy de humor para lidiar contigo.

– Bueno, qué lástima. Porque voy a hacer que recuerdes lo que hiciste por el resto de tu existencia. – gruñó Ray. – Sólo porque estabas infectado o tuviste un fallo en tu sistema, eso no pone todo debajo del tapete.

Zero se dio la vuelta, pero Ray corrió frente a él para bloquearle el paso. – ¿Estás buscando problemas? – preguntó Zero. – Porque los tendrás si no te apartas de mi camino.

Ray respondió enviando su puño en dirección del otro reploide. Zero se movió hacia un lado, esquivándolo por completo. Ray le lanzó otro, pero esta vez Zero lo agarró y lo lanzó encima de su hombro, haciéndolo golpear el suelo con un fuerte *THUD*, y entonces sintió que le aprisionaban los brazos contra la espalda. La máquina de aspecto "menos humano" comenzó a forcejear contra el agarre del antiguo Maverick.

– ¡Suéltame, maldita sea! ¡Suéltame-GAH! – gruñó Ray, pero Zero lo mantuvo firmemente, y poco a poco empezó a retorcerle los brazos a la otra máquina para que dejara de luchar.

– ¿Qué significa esto? – dijo de repente una voz. Ray y Zero se giraron para ver a Sigma de pie encima de ellos. – Zero, suéltalo. – Zero obedeció, aunque sólo una vez que se aseguró que Ray no intentaría nada. – Y Ray, así no es cómo tratamos a nuestros camaradas.

Ray se puso de pie y fulminó a Zero con la mirada. – Él no es mi camarada. Y nunca lo será. – Diciendo eso, se dio la vuelta y se alejó.

Sigma dirigió su atención al reploide rojo. – Como sea, me alegra ver que hayas venido. X me alertó de que podrías tener algunas… dificultades mientras estás aquí.

Zero miró a X, pero el otro reploide vio que no se sentía muy feliz por esto. – "Vaya forma de irte de lengua con TODOS sobre mi vida, idiota."

– Como sea, ven conmigo. Tengo un trabajo para ti. – Diciendo esto, Sigma se fue.

X se acercó a Zero. – ¿Estás bien?

– Estoy bien. – dijo el reploide de cabello largo. Decidió ir adelante, pero X no tardó mucho en alcanzarlo.

– Así que, ahora tú y yo estamos en el mismo equipo. – le dijo X a Zero. – No conozco todos los detalles, pero de lo que he escuchado…

– Si no tienes todos los detalles, ¿para qué me estás contando? – cuestionó Zero.

– B-bueno, viendo que es tu primera misión, sólo pensé que…

Ahora Zero había llegado a su punto de quiebre. – ¡Mira, ¿quieres ya dejarlo?!

X retrocedió. – ¿Dejar qué?

– ¡Dejar de pretender que te preocupas por mí, cuando no lo haces! – gritó Zero. – ¡Tal vez puedas engañar a todos, pero a mí no! ¡Sólo soy algo que tú y los demás pueden usar para su propio beneficio!

X se quedó en shock, ya que no estaba preparado en absoluto para este tipo de reacción. – Y-yo no…

– ¡Ni te molestes! ¡Tú no eres mejor que Fujiwara o Sigma! ¡Así que deja de tratar de convencerme de que somos amigos, porque no lo somos! ¡Así que ya corta con eso y déjame en paz!

Cuando Zero terminó de hablar, vio que la expresión de X se derrumbaba, como si estuviese herido. El rubio se preguntó si habría ido demasiado lejos, pero antes de poder hablar, la expresión de X volvió a endurecerse, poniéndose totalmente serio.

– Bien, si así es como lo quieres. – le dijo, mientras pasaba de largo a Zero. – El comandante está por allá. No lo dejes esperando.

- Hey, yo… – Zero empezó a hablar de nuevo, pero X siguió de largo, dejándolo solo. Empezaba a preguntarse si había cometido un error.


Más tarde…

Aunque ya no estuviera escapando, el reploide rojo se encontró de nuevo fuera de los límites de Arcadia. Pero dada la situación, tal vez eso fuera para mejor. El caso todavía no estaba totalmente claro, pero aparentemente un equipo de construcción cerca de los límites de Tokio había descubierto a un mecaniloide extraño enterrado bajo tierra. Y ya que se encontraba en el camino de su trabajo, el equipo de excavación había intentado moverlo, pero la máquina se activó repentinamente, y ahora estaba vagando por allí, libre de arrollar a cualquier cosa que se le atravesara en el camino.

Así que había que detenerla antes que llegara a los límites de la ciudad-estado.

– No hay confirmación de víctimas fatales, así que asumo que activaron la alarma antes que alguien saliera herido. – les dijo X a Zero y Vile, mientras los reploides rojo y violeta escuchaban las noticias. – Fue visto por última vez alrededor del sitio, así que probablemente será mejor ver la escena del crimen.

– Ve a verlo si quieres. – dijo Vile. – Yo me quedaré con Zero en la frontera.

Zero medio esperaba escuchar a X decir que tenían que quedarse juntos o preguntarle al reploide rubio lo que pensaba del asunto, pero en vez de eso, X simplemente dijo: – Seguro, yo iré. – Y de inmediato emprendió su camino hacia fuera de las grandes paredes blancas de Arcadia. – Los tendré al tanto en caso de que suceda algo.

Y con eso, se marchó. Zero estaba pensando en hablar, pero en última instancia se quedó en silencio. ¿Por qué razón tendría que sentirse culpable? X sólo lo estaba utilizando para sus propios fines, igual que todos los demás, así que ¿por qué tendría Zero que sentirse mal? Aun así, tal vez se había equivocado en asumir eso. Tal vez X realmente sólo quería ayudarlo.

– Entonces, Zero, ¿verdad? – habló finalmente Vile. – Je, he escuchado mucho sobre ti.

El otro Hunter (incluso ahora, sonaba bastante irreal para Zero) suspiró. – Igual que todos los demás.

– No, espera, no quise decirlo de esa manera. – clarificó Vile. – Si me lo preguntas, el hecho de que estés funcionando a pesar de ser un Maverick es razón más que suficiente para dejarte con vida. Al menos según los humanos. – El Hunter púrpura resopló. – Pero tranquilo, no te juzgo por lo que sucedió.

Esto atrapó la atención de Zero. – ¿No lo haces?

– Ni un poco. – replicó Vile. – Es tal cómo decían los reportes, tus sistemas estaban corrompidos. Además, por desafortunado que sea, Gamma sabía en lo que se estaba metiendo.

Zero descubrió que, a pesar de sus palabras, Vile no sonaba muy genuino al discutir a Gamma. – Así que ¿tú crees que él se lo buscó?

– Estoy diciendo que no es algo por lo que deberías sentirte mal. Él vino por ti, tú peleaste, y él perdió. No es una realidad glamorosa, pero es la verdad. Y si hay sujetos como X que no pueden aceptarlo, están en el campo equivocado. – explicó Vile. El Hunter púrpura luego se giró para encarar a Zero. – Hablando de eso, esa peste no te ha dejado en paz desde que llegaste, ¿verdad?

Ahora eso, Zero sí podía entenderlo. – No, no lo ha hecho. – respondió.

– Le temo a cualquier misión que lo involucre. ¡No hace más que convertirse en un lastre para todos con su actitud de "tengamos cuidado" y "recuerden no causar daños a la propiedad"! ¡Bah! – Vile cruzó los brazos y resopló. – ¡Sirve más como vocero de los humanos que Sigma! Sin mencionar esa chica que se dice su hermana.

– Oh, ella. – dijo Zero, claramente sin ser admirador de la otra reploide rubia.

– Sí, la que tiene el estúpido lazo. Perra presumida; es incluso peor que Ai.

– Mucho peor. – Zero estaba de acuerdo, aunque no estaba seguro de que Roll mereciera tal apelativo, o incluso Ai tampoco.

– Pero ya basta de hablar de ellos; tú eres quien me interesa. – dijo Vile sorprendiendo a Zero.

– ¿Por qué dices eso?

– No es lo que piensas. – aclaró Vile. – Si crees que estoy tratando de hacerme tu amigo como hace X, piénsalo de nuevo.

– "Oh, ¿de verdad?" – pensó Zero. – "Estás siendo bastante conversador para alguien que dice no serlo."

– Pero sí te diré esto. – continuó Vile. – Si llegara a suceder, creo que ambos descubriremos que tenemos algunas cosas en común. Cosas que alguien como Sigma y especialmente X jamás podrían entender.

Zero no estaba seguro de a dónde quería llegar Vile con esto. – ¿Qué quieres decir? – le preguntó.

Los ojos de Vile brillaron ligeramente de rojo debajo de su casco. – Que tú y yo somos armas vivientes.


A varios kilómetros de distancia…

Tal vez debería haber pedido una Ride Chaser antes de venir aquí. X había estado andando a pie hasta que llegó al sitio de construcción destruido, con equipamientos volcados y dañados, algunos más que otros. Pero por lo que podía ver, todos los presentes, tanto humanos como reploides, habían sido contabilizados.

– Samantha, ¿correcto? – preguntó X a una reploide verde con cabello malva y un casco de construcción amarillo. – Entonces, ¿todos lograron escapar?

Samantha asintió. – Soné la alarma en el segundo que el mecaniloide comenzó a moverse. – le explicó. – Por supuesto, dónde estará ahora, no tenemos ni idea.

– ¿Por dónde se fue exactamente? – continuó preguntando X.

– Hace como media hora se fue en esa dirección. – respondió Samantha apuntando hacia el este. – Y asumo que me estás preguntando porque vas a perseguirlo, ¿verdad?

X replicó con un asentimiento. – Tendré que hacerlo. No puedo dejar que llegue a los límites de Tokio o Arcadia. – dijo, aunque lamentaba que tendría que desperdiciar mucho tiempo buscando por los alrededores a la máquina que había escapada. Incluso más de lo que le llevó llegar hasta aquí, y el solo estaba empezando a ponerse.

– Bueno, si tienes que hacerlo, entonces llévate uno de estos. – dijo Samantha, guiándolo hacia una de las pocas piezas de equipamiento que todavía estaba en funcionamiento: un traje móvil utilizado para levantar equipo pesado. – Puede que no sea muy rápido, pero podrás atravesar el terreno más fácil que si vas a pie. Además, esa cosa es enorme, te vendrá bien algo para cubrirte si decide tratar de aplastarte.

X miró el traje, y luego en la dirección que Samantha le había indicado. Parecía que esta sería su mejor oportunidad. El traje móvil ya estaba bajado a nivel del suelo, permitiéndole a X subirse en él. Se sentó en el asiento del piloto y agarró las palancas en el panel de control, haciendo que el traje se levantara hasta estar de pie.

– Ten cuidado, ¿estás bien? – le dijo Samantha a X, a lo que el reploide respondió asintiendo con la cabeza antes de marcharse.


En las fronteras de Arcadia…

– ¿Qué dices? – preguntó Zero, todavía sin saber a dónde querría llegar Vile con esto.

– Ya me oíste. – replicó Vile. – Tú y yo somos armas. Máquinas creadas para la violencia. – Zero permanecía en silencio mientras Vile continuaba con su discurso. – No hay ninguna diferencia si eres un Hunter o un Maverick. Todos venimos de la misma fuente, y a pesar de lo que sea que haya dicho su creador, X fue construido para utilizar ese buster.

Zero tuvo que estar de acuerdo con eso, así que le contó algo al Hunter violeta. – Él nunca me lanzó un disparo a máxima potencia, a menos que yo lo hubiera obligado.

– Patético, ya lo sé. – dijo Vile.

Zero se quedó en silencio. Estúpido, sí, pero no estaba seguro si realmente fuese patético. Ya empezaba a sentirse muy incómodo con este sujeto Vile.

– Él, el Dr. Cain, y diablos, hasta el viejo fósil que construyó a ese cobarde azul, son todos unos idiotas. Dicen que nosotros los reploides estamos destinados a traer una nueva era. – Vile miró hacia el horizonte, y la luz dorada del sol se reflejaba en su casco. – Muy pronto, ese será el caso. No sólo para Arcadia o alguna otra región de Japón, sino globalmente.

– ¿A qué te refieres? – preguntó Zero.

– Oh, es verdad, tú no lo sabes. Fujiwara ha estado manteniéndote ocupado, ¿verdad? – dijo Vile. – A pesar del problema de los Mavericks, las noticias sobre los reploides ya se han esparcido a todo lo amplio y ancho del mundo. Pronto, todo mundo querrá tenernos. Ya sea para aquellos que están en el poder, u otros que quieren poseernos para sus propios fines, pronto nos esparciremos de nación a nación. Nos convertiremos en un fenómeno global. Mucho más de lo que esos robots primitivos podrían haber sido. Porque a diferencia de ellos, no tenemos nada que nos restrinja.


A varios kilómetros de allí…

A pesar de su enorme tamaño según el reporte, X estaba teniendo dificultades para rastrear a este mecaniloide. Por supuesto, el traje móvil le permitía cubrir más terreno del que podría hacerlo a pie, ¿pero eso de qué serviría si no tenía idea de a dónde ir?

– "Me pregunto si Zero o Vile habrán visto algo." – pensó X. Sin embargo, se sorprendió más incluso de que Zero hubiera venido a su mente. Después de todo el reploide rojo le dijo que no lo molestara más. Aun así, este no era el momento de dejar que disputas personales interfirieran con su deber.

Pero cuando estaba a punto de contactar a los otros reploides asignados a su misión, vio algo en la distancia. Algo grande y que caminaba sobre muchas patas.

Y eso no era todo: ¡X vio que se dirigía directo hacia las murallas de Arcadia!

De vuelta en la frontera, un pitido que sonaba desde sus audio-receptores les indicó que algo estaba sucediendo. Inmediatamente ambos, Zero y Vile, respondieron a la llamada.

– ¡Ya encontré al mecaniloide! ¡Se dirige directo hacia ustedes, salgan de allí!

¿Dirigiéndose hacia ellos? Como si fuese para confirmarlo, ambos reploides sintieron cómo el piso debajo de ellos comenzaba a temblar, y en la distancia, la vaga forma de una máquina de múltiples patas aproximándose a ellos cada vez más.

– ¿Qué cosa es eso? ¿Una araña gigante? – se preguntó Vile en voz alta, mientras Zero observaba cómo se acercaba sin decir ni una palabra. – ¡Vamos, hay que ponernos encima de la muralla!

Ambos reploides saltaron y aterrizaron en el pequeño camino colocado encima de la frontera, preparando sus armas para disparar. Desde más lejos, X podía ver que el mecaniloide sin duda llegaría a la ciudad si no lo detenían pronto.

¿Pero cómo podrían detenerlo? X continuaba en el traje móvil mientras Vile había comenzado a dispararle al mecaniloide. Para gran conmoción colectiva, el sistema de defensa de la enorme máquina había registrado que estaba siendo atacado.

Un cañón láser quedó expuesto desde la parte superior de su caparazón, disparando un solo rayo de energía en la dirección de Vile. Este lo recibió directo en el pecho, haciéndolo perder el equilibrio y caer varios metros hacia el suelo abajo. Zero se giró para ver dónde había aterrizado y vio que Vile se recuperó de su caída, volviendo a ponerse de pie. Entretanto, el mecaniloide continuó avanzando hasta llegar a la pared. La gigantesca máquina de seis patas comenzó a escalarla, intentando sortear el obstáculo que bloqueaba su camino.

– ¡Zero! ¡Vile! ¡No se muevan! – gritó X, yendo tan rápido como podía en el traje mientras disparaba contra el mecaniloide.

Se dio cuenta que, por muy fuerte que fuera, su caparazón externo y articulaciones estaban oxidados y cayéndose a pedazos. Entonces, cargando su buster, X disparó una enorme ráfaga azul de plazma, golpeando a la máquina con aspecto de araña en las secciones donde las patas se conectaban con el cuerpo.

La pata izquierda trasera fue dañada, pero fue sólo cuando el mecaniloide aplicó algo de peso que finalmente se rompió. Los viejos cables y alambres ya no podían mantener el miembro en su lugar. X disparó de nuevo, esta vez apuntando a la pata izquierda central, pero el mecaniloide se dio la vuelta y dirigió su atención hacia el agresor actual. Su boca se abrió, soltando un chorro de líquido verde y espeso que X apenas logró esquivar a tiempo. El brazo derecho del traje móvil comenzó a chisporrotear, como si estuviese siendo corroído por ácido.

– ¡Apúntale a las patas! – le dijo Zero a Vile, que acababa de volver a ponerse en el camino superior.

Él y Vile comenzaron a dispararles a las mismas áreas que X. Pero mientras lo hacían, Zero notó un detalle muy particular en cada una de las articularciones del mecaniloide. Grabado en el metal oxidado se podía ver la línea de lo que parecía una letra W estilizada, cuyo color se había desvanecido hacía mucho tiempo.

– "Esa insignia…" – El reploide rojo revisó su base de datos. – "¡¿Eso es…?!"

– ¡Hazte a un lado idiota! – gritó Vile, empujando a Zero antes de comenzar a disparar.

El mecaniloide levantó su pata frontal derecha y la bajó violentamente, dejando una enorme grieta en la barrera blanca que daba su nombre a la ciudad blanca. Vile saltó encima del mecaniloide y comenzó a descargar toda su munición en él, disparando sin detenerse hasta que sus balas energizadas lo atravesaron.

– ¡Ya logré romperlo! ¡Voy a acabar con este bastardo!

– ¡Vile, espera! – gritó X. – ¡No sabemos si el núcleo es estable!

– ¡Sé lo que hago! ¡Mejor preocúpate por ti mismo! – espetó Vile, continuando con sus disparos.

X se mordió el labio, tratando de pensar en qué hacer. De repente escuchó a Zero hablándole por el canal de comunicación compartido. – ¡Hey! ¡Intenta utilizar ese traje en su contra!

X estaba dividido. – ¿Crees que podría funcionar? ¡No sé cuánto peso pueda soportar esta cosa, mucho menos lo que pueda infligir!

– ¡Es un buen momento para probarlo! – respondió Zero. – ¡Pero hazlo rápido! ¡De lo contrario…!

BOOM!*

Vile había dañado el procesador central en lugar del núcleo, pero al destruir eso quedaría totalmente inutilizado. Y conociendo a los humanos, probablemente querrían ese componente preservado para determinar qué estaba mal. Pero aun así, nunca había visto a un mecaniloide así de grande antes, mucho menos equipado con tales armas. Por supuesto, no podía haber sido construido recientemente dada su condición, pero si ese era el caso, ¿quién lo habría construido y por qué? Y más todavía, pensaba Vile, ¿por qué los humanos no habían pensado en mejorar su armamento para que alcanzara este punto?

Quienquiera que hubiese creado esta máquina entendía la razón de su existencia.

Finalmente, Vile logró alcanzar los componentes internos de la CPU, pero esta acción causó que el mecaniloide se volviera loco, disparando a lo salvaje a cualquier lado sin importar si hubiera un objetivo o no allí. La máquina daba tumbos hacia adelante, pero su pierna derecha trasera fue destruida por puñetazo directo al soporte debajo de la articulación, por lo que el metal oxidado terminó cediendo a los golpes del traje móvil.

– "¡Zero tenía razón, esto ES muy útil!" – Continuó hasta que logró ocuparse totalmente de la pierna, pero el mecaniloide seguía disparando salvajemente. Y entonces, cuando ya no pudo sostenerse más, fue a caer directo en la dirección de X, que estaba parado enfrente de la muralla.

– ¡Sal de allí! – gritó Zero, pero era demasiado tarde.

El mecaniloide cayó de frente, estrellándose contra la pared y explotando en una bola de fuego masiva. Tanto Zero como Vile lograron saltar fuera del camino, mientras el impacto y la explosión abrían una enorme grieta en la muralla blanca. Finalmente, el mecaniloide aterrizó en el suelo, echando chispas y humo junto lo que presumiblemente podrían ser fluidos inflamables.

Zero y Vile habían saltado fuera de la muralla en el momento que se estrelló, escapando de la feroz explosión justo a tiempo. Pero entonces Zero comenzó a mirar por todos lados en busca de alguna señal de X, preocupándose cada vez más con cada segundo que pasaba.

– De todas las posibles formas de que te destruyan, – habló Vile, mirando al mecaniloide ahora ardiendo en llamas – esa tiene que ser una de las más estúpidas.

El Hunter púrpura recibió entonces un puñetazo en la cara, que lo hizo caer de espaldas al suelo. – ¡¿Por qué diablos fue eso?! – exigió Vile. El golpe no era nada que no pudiera manejar; más bien lo afectó el shock, si así fuera.

– ¡¿Cómo puedes decir algo así?! ¡X acaba de salvar nuestras vidas, ¿y le faltas el respeto de esa manera?! – rugió Zero, sujetando a Vile y levantándolo a la fuerza.

– ¡Quítame las manos de encima! – Vile comenzó a forcejear para soltarse del agarre de Zero. – ¡¿Por qué te molestas tanto?! ¡Este es un riesgo de la ocupación! Además, ese debilucho al menos encontró una manera de hacerse útil aunque fuese un poco.

Zero ahora estaba hirviendo de rabia, y a punto de tirarle otro puñetazo hasta que escuchó pasos desde atrás. – ¿Q-qué está pasando? – Ambos reploides, el rojo y el púrpura, vieron a X detrás de ellos, su coraza externa tenía abolladuras y grietas, pero estaba de pie.

– ¡Oye! – gritó Zero, y empezó a correr hacia X. – ¡Estás vivo!

– Eso no importa. Tenemos que llamar al departamento contra incendios para poner este fuego bajo control antes que se expanda más.

Vile miró a los otros dos, decepcionado de cómo resultaron las cosas para él y para Zero.

– Qué lástima. Creí que empezábamos a entendernos. – dijo quedamente para sí mismo, luego miró hacia el suelo. – Tal vez incluso más.


Aquella noche…

El daño ya había sido evaluado, y las reparaciones a la muralla ya estaban en proceso. Ya que no hubo bajas, la misión fue considerada un éxito, dejando de lado el daño a la propiedad. X fue llevado a reparaciones mientras que a Zero lo enviaron a descansar en el laboratorio de Fujiwara. El reploide rojo no había escuchado nada sobre lo que Vile estaba haciendo, pero honestamente no le importaba. Ese sujeto no estaba al frente de sus pensamientos en aquel momento.

De repente, escuchó golpes en la puerta. Zero quitó el seguro, y la puerta automática se abrió para revelar a X de pie al otro lado.

– Uh, hey. – lo saludó.

Para sorpresa de X, Zero le devolvió el saludo. – Hey. Me sorprende que te hayan dejado salir de la bahía médica tan rápido.

X se quedó callado por un momento antes de volver a hablar. – Sólo sufrí daños en mi armadura. Mis componentes internos siguen funcionando bien. – Aunque dicho eso, Roll se había asegurado de que se quedara tranquilo hasta haber reparado todo.

En ese momento, sin embargo, fue que notó que el semblante normalmente calmado de Zero decaía.

– X, ¿te importaría darme un momento de tu tiempo? – preguntó Zero.

Los ojos verdes de X se ensancharon al escuchar eso. – Pero creí que habías dicho que…

– Sí, ya lo sé. De eso es lo que quería hablar. – dijo Zero, haciéndose a un lado de la puerta para dejar que X entrara. El cuarto estaba totalmente vacío, salvo por una sola cápsula, por lo que se sentía bastante frío y aislado. – X, yo…

Tenía todo lo que quería decir en la punta de la lengua, pero era mucho más difícil de lo que pensaba.

– No creía que fueras en serio con la forma en como me tratabas. – le dijo. – Supongo que creí que sólo me estabas usando como un caso de caridad, y que sólo estoy aquí porque soy demasiado valioso para que me destruyan. Pero no creí que realmente fueras…

¡¿Por qué era tan difícil de decir?!

– Mira, lo siento.

El cuarto se quedó en silencio. – ¿Qué? – preguntó X.

– Dije que lo siento. – repitió Zero. – Siento mucho lo que dije antes. Y… bueno, podría decirse que también todo lo demás. Simplemente no creí que realmente te importaba.

– ¿Y por qué pensabas eso? – preguntó X.

– Supongo que porque a nadie más parece importarle. – confesó Zero. – Todas estas pruebas que Fujiwara me obliga a hacer son sólo para asegurarse de que me estoy comportando, o de lo contrario alguien le irá con el chisme al consejo. Sin mencionar todas estas preguntas sobre cosas que ni siquiera sé.

Fue sólo por un momento muy breve, pero la letra W que había visto en el mecaniloide destelló en su mente.

– Todo mundo me quiere únicamente porque les seré de utilidad. – Zero bajó la cabeza avergonzado. – Pensé que tú no eras diferente.

X asimiló todo lo que le dijeron, procesándolo para asegurarse de que lo entendía por completo. – Zero… perdóname. No me había dado cuenta.

– ¿Por qué te estás disculpando? – preguntó Zero, perplejo ante las palabras de X.

– Bueno, no tenía idea de que te estaban tratando tan injustamente. – Ahora X se sentía mal por haberle dado el tratamiento silencioso. – Es triste que lo diga, pero el Dr. Cain dijo que así son los humanos. No es que sea su intención, pero le tienen miedo a todo lo que es nuevo y desconocido.

Desconocido. Sí, de cierta manera, Zero podía entender eso. Sin embargo, Sigma había dicho que dependía de ellos cambiar eso.

– La verdad es, debo admitirlo, que SÍ tengo algunas razones personales. – confesó X. – No es un caso tan severo comparado con el tuyo, pero sigo teniendo algunos huecos en mis bancos de memoria.

– "Es verdad." – recordó Zero. – "Antes de que Cain lo encontrara, se suponía que fue construido en el año 20XX."

– También es un poco difícil de explicar. Y debo admitir que no tiene nada de sentido, pero…

– ¿Pero qué? – preguntó Zero.

X se preguntaba cómo podría poner esto en palabras. Pero en última instancia, decidió que simplemente tenía que decirlo. – Tengo la sensación de que ya te había visto antes.

Zero fue ahora el que se sorprendió. Al principio, quiso protestar, ya que ¿cómo podía ser? Pero aun así, a pesar de sí mismo, no pudo evitar preguntarse de eso. – ¿Cuando? ¿Hablas de cuando Sigma dijo que yo…?

– No. Antes de eso. Antes de que me desenterraran. – X hizo una pausa por un momento. – Antes de que me sellaran.

Zero no estaba seguro de qué decir. Aun así, las palabras de X trajeron a su mente infinitas preguntas y posibilidades relacionadas al tiempo antes de que existieran los reploides. No tenía sentido, así que ¿por qué se sentía como si dijera la verdad?

– Pero bueno, tal vez sólo le estoy dando demasiadas vueltas. – admitió X.

– Aún así, ¿esa es la razón por la que has estado siguiéndome? – preguntó Zero.

– No del todo. – respondió X. – Admito que tal vez esto venga desde un punto de vista personal, pero tuve que pasar meses escondido cuando desperté por primera vez. No podía dejar que me vieran, o de lo contrario me matarían.

Zero se mantuvo en silencio, procesándolo todo.

– Me salvé por la misma razón por la que estás aquí. – continuó X. – No había nadie dispuesto a pelear por Roll o por mí, basándonos en el hecho de que teníamos el derecho de vivir. No estaría bien si no hubiese alguien dispuesto a pelear por ti.

Zero se quedó sin habla por lo que acababa de oír. Honestamente, nunca había considerado la posibilidad de que alguien se preocupase por él, mucho menos su vida más allá de sus capacidades. Nunca había experimentado nada así. Pero antes de poder responder, X volvió a hablar.

– ¡Oh, lo siento! ¡Casi se me olvidó lo que debía decirte! – X quiso abofetearse por su estupidez. – Sigma anunció que, ya que vamos a expandirnos, se establecerá un cuartel general mucho más grande no muy lejos de aquí.

– ¿En serio? – preguntó Zero.

– Sí. Está en una isla artificial conectada a Arcadia. Creo que se llama Abel City. – explicó X. – Tendrán que transferir a algunos Hunters allá, pero podrías poner una petición si quieres.

– ¿Quieres que yo vaya? – cuestionó Zero.

– No, no es eso. Bueno, pensé que si pasas tiempo con otros reploides y personas sería bueno para ti. – "Pero desafortunadamente, aquellos que están en Arcadia probablemente nunca te acepten." – Todavía están decidiéndolo, así que no te apures tanto. Aunque ahora que lo pienso, ya te he distraído demasiado. Probablemente necesitas descansar.

X se giró para marcharse, pero entonces Zero lo llamó.

– X. – le dijo, haciendo que X se girara. – Gracias.

El reploide azul no se esperaba oír eso. – O-Oh. Claro, no hay problema. Buenas noches. – Y con eso, abandonó el cuarto, dejando a Zero solo.

– "Una transferencia, ¿eh?" – El reploide se puso a pensar en esto. Ciertamente, eso le daría una posibilidad de salir de este lugar, y donde no habría gente que lo miraba con recelo o le tuviera miedo, pero no estaba seguro de si querría hacerlo.

No a menos que, quizás, X estuviera dispuesto a ir con él.

Esta historia continuará

Chapter 22: El dilema de X

Chapter Text

Una década había transcurrido desde que el Dr. Phillip Cain descubrió al robot llamado X, y durante ese tiempo, su contribución a la robótica cambió al mundo. Desde la ciudad-estado de Arcadia, los reploides pasaron de ser exclusivos de un área específica a estar disponibles por todo Japón, especialmente en ciudades pobladas como Tokio y Osaka. Y después de cinco caños, todas las naciones del primer mundo ya tenían una mano en los reploides. Algunos eran para labores domésticas, mientras que otros eran personalizados para propósitos específicos. Y algunos eran puestos a prueba y reclutados como parte del programa militar de sus respectivos países, los cuales se volvían más y más avanzados con cada año que transcurría.

El problema de los Mavericks persistió incluso cuando los reploides se hicieron un fenómeno global, pero esto sólo abrió paso a nuevas investigaciones y programaciones más avanzadas. Y después que el resurgimiento de inteligencia artificial compleja abrió camino para reploides de calidad aún mayor y con características nunca antes vistas. Las máquinas se habían expandido a lo largo y ancho, y en mayores cantidades de lo que los robots jamás lo estuvieron. El Dr. Fujiwara era ahora un nombre grabado en la historia como uno de los co-creadores de los reploides, y con su éxito, el interés en el trabajo del Dr. Light se extendió de un campo científico a otro. En efecto, el mundo había entrado en un frenesí por los reploides.

Y el mundo ya no sería igual, para bien o para mal.

Abel City era una metrópolis aislada pero próspera ubicada en la costa de Arcadia, conectada a la tierra principal por carreteras que se extendían por varios kilómetros sobre el océano. Aunque, a pesar de su enorme tamaño, era sólo una parte de la isla artificial donde fue edificada; varias instalaciones y sectores importantes residían allí. Estas proveían medios tales como electricidad y aire limpio a pesar de la enorme industrialización que se invirtió en crear la ciudad. Y con el crecimiento de los Maverick Hunters, tanto aquellos que fueron construidos para los propósitos de la organización como aquellos que se unieron por cuenta propia, un cuartel general fue construido y establecido en el centro de la ciudad. Se alzaba como un bastión del juramento de ser espada y escudo para aquellos que no podían defenderse a sí mismos.

Y hoy se haría una demostración de eso exactamente.


16 de mayo, 21XX , Abel City, 12:42 pm…

Los cielos sobre la concurrida ciudad estaban despejados, con solo algunas escasas nubes, y el sol brillaba con fuerza desde una gran distancia fuera del planeta. Él adoraba los días como este, pero infortunadamente, ahora no era el momento de estirar sus alas. Se encontraba en una misión de reconocimiento crucial, y su reporte dictaría dónde atacarían sus colegas Hunters.

– Eagle, ¿ya has visto al mecaniloide renegado? – preguntó la voz de Sigma, hablando a través del canal de audio.

El reploide volador, Storm Eagle, miró hacia abajo a Abel City, divisando actividad justo debajo de él. – Afirmativo, Comandante. El mecaniloide se está moviendo hacia el Sector A-42.

– Muy bien, podemos interceptarlo justo allí. Mantente en espera y rastrea sus movimientos. Le enviaré las coordenadas a X para que pueda llegar al punto de partida. Eagle fuera.

En las calles de Abel City, Sigma y los Hunters habían logrado atrapar al mecaniloide Maverick en el sitio de una estructura que se encontraba en construcción, en el cual las fundaciones estaban demolidas y arruinadas, y el edificio había sido totalmente destruido antes de poder completarse. Sigma se encontraba en la escena, esperando el momento correcto.

Y entonces, dio la señal para que todos se movieran.

Zero y varios otros Hunters avanzaron, ocultándose tras algunos escombros. En ese momento, Zero notó algo moviéndose en el cielo encima de sus cabezas: sobre la ciudad iba volando un Bee Blader, cuya hélice superior lo cargaba por el aire, mientras su ocupante se preparaba para hacer su salida.

– X, ¿has llegado al objetivo? – preguntó Storm Eagle, todavía volando y manteniendo un ojo sobre el mecaniloide.

– Afirmativo, Eagle. – respondió el reploide al pájaro mecánico. – Estoy justo encima de él.

– De acuerdo, ¡fuego a discreción! ¡Yo seguiré rastreando los movimientos del mecaniloide! ¡Tú encárgate de todo en el suelo!

– ¡Entendido! – La puerta del Bee Blader se abrió, permitiéndole a X lanzarse en caída libre, y Storm Eagle observó cómo el Hunter más pequeño iba descendiendo.

X se giró en el aire, mientras las nubes pasaban a través de él. Divisó al mecaniloide debajo y comenzó a recargar su buster. La energía comenzó a generarse y a acumularse dentro del arma, expandiéndose más y más hasta que ya no pudo contenerla mucho más. Tenía que ser liberada rápido.

Y con un poderoso rugido, X hizo precisamente eso: un estallido de plasma a alta presión salió disparado fuera del cañón, impactando al mecaniloide desde arriba. Toda el área fue consumida por una luz ardiente blanca, cegando a todos los presentes.

Mientras estaba en el aire, X lanzó un pequeño disparo de energía que le desvió la caída, permitiéndole deslizarse hacia la pared de un edificio dañado para deslizarse por ella, antes de finalmente aterrizar en el suelo.

– ¡Escuadrón Chill Penguin, comiencen la operación! – ordenó Sigma al Hunter bajo y con aspecto de pájaro.

– ¡Entendido, aseguraré el área! – graznó Chill Penguin. Él y una banda de reploides humanoides se apresuraron para interceptar al mecaniloide caído, pero algo comenzó a moverse bajo los escombros.

El mecaniloide cuadrúpedo se puso de pie, alzándose sobre ellos y sin otra cosa que algunos rasguños en su superficie.

– ¡¿Qué diablos?! ¡Esa cosa apenas si sufrió daños! – jadeó Penguin. El mecaniloide entonces alzó una de sus patas para pisotearlos. – ¡Aquí viene!

Chill Penguin y sus camaradas Hunters saltaban hacia atrás buscando evitar a la máquina renegada. Sigma apretó sus labios.

– ¡Zero! ¡Spark Mandrill! ¡¿Ya lograron ubicar el generador?!

Zero y otro Hunter de mayor tamaño y con aspecto de primate, con una cara pintada muy elaboradamente se vieron forzados a saltar hacia atrás para evitar el ataque del mecaniloide.

– ¡Esto no es bueno! ¡Esta cosa es demasiado rápida, no podemos acercarnos! – gritó Zero por su canal de comunicaciones.

– ¡Sí, lo que él dijo! – añadió el primate robótico, Spark Mandrill. No tenía mucho qué agregar, pero sabía cómo dirigirse a su comandante cuando le hablaba.

– ¡Toma esto! – gritó Chill Penguin, lanzando una solución compuesta de nitrógeno líquido y varios otros químicos desde su garganta, atrapando las patas delanteras del mecaniloide en un espeso hielo.

Spark Mandrill decidió contribuir y lanzó un poderoso puñetazo hacia una de las patas del mecaniloide, enviando descargas de electricidad magenta por toda la máquina. Desafortunadamente, esta acción terminó desordenando sus circuitos mientras el hielo de Penguin lo mantenía en su lugar, y no pasó mucho antes que el mecaniloide comenzara a hacer movimientos erráticos, rompiendo el hielo que lo sostenía.

– ¡Ahh! ¡Es demasiado fuerte! – chilló Chill Penguin, ahora empezando a preocuparse.

X, que iba a toda prisa hacia la escena, pudo escuchar el ruido de lo que sucedía cada vez más cerca. – ¡Comandante, esa cosa es más poderosa de lo que creímos! ¡Iré a respaldarlos! – dijo por el canal de comunicaciones.

Desde sus "ojos", el mecaniloide lanzó unos rayos láser dorados que atravesaron todo en su camino. Forzando a todos los Hunters a retroceder, para evitar tanto el fuego como los vehículos que explotaban. Sigma se encontraba de pie sobre un edificio que había evitado ser destruido en medio de la conmoción.

– Parece que tus pequeñas bolitas de nieve, no pueden hacer nada, ¿verdad, pajarraco? – Chill Penguin gruñó al escuchar esa voz gutural. Un gigantesco y plateado elefante iba pisoteando hacia el mecaniloide sin miedo alguno. – ¡Apártate de mi camino! ¡Voy a fundir a esa cosa! – gritó mientras un potente barrite salió de su trompa.

Desde su trompa salió un espeso chorro de una sustancia negra y aceitosa que aterrizó en la cabeza del mecaniloide. Su brazo derecho hizo aparece un buster que disparó unas llamas furiosas que rápidamente incendiaron toda el área cubierta de aceite. Las llamas fueron atravesando la superficie de la cabeza, aunque esto sólo sirvió para que la máquina se pusiera todavía más violenta. Empezó a pisotear por todos lados, tratando de apagar las llamas. Pronto el fuego comenzó a esparcirse, y el campo de batalla comenzó a iluminarse.

– ¡Eagle! ¡Apaga esas llamas! – dijo Sigma por el canal de comunicaciones. – "Maldito eseFlame Mammoth, otra vez queriendo lucirse."

– ¡Entendido, señor! – Desde arriba, el Hunter alado apuntó su buster hacia abajo, enviando una poderosa ráfaga que ahogó las llamas. El aceite y el fuego de Flame Mammoth habían consumido toda la placa frontal del mecaniloide, exponiendo su procesador central. – ¿Debería bajar, señor?

– Todavía no. – dijo Sigma. – ¡Pero mantente en espera, podríamos necesitarte!

Finalmente, Sigma vio a X llegar a la escena desde su punto de vigilancia, disparando su buster a mecaniloide que todavía hacía alboroto.

– ¡Vaya, miren quién decidió aparecer por fin! – dijo Flame Mammoth cruzando sus brazos.

– Lo siento, me tardé más de lo que pensé en llegar aquí. – se disculpó X.

– ¡Eso no importa! ¡Ayúdanos a acabar con esta cosa! – graznó Chill Penguin.

– ¡Claro! – X vio que el procesador central había quedado expuesto y comenzó a dispararle, pero la sensación de la energía que atravesaba por sus ya defectuosos sistemas pusieron al mecaniloide a la defensiva. Con todo, volvió a disparar sus lásers, logrando golpear o forzar a quienes estaban cerca a retroceder.

– ¡No dejaré que lastimes más a mis amigos! – gritó Zero, disparándole a la parte inferior del mecaniloide para atraer su atención lejos de los demás.

Esto funcionó demasiado bien, pues la máquina renegada decidió atrapar al Hunter rojo. Zero logró esquivar la garra que emergió de la parte inferior, pero en vez de eso el dispositivo atrapó a otro reploide que no estaba muy lejos de allí.

– ¡GAH! – gritó el desafortunado Hunter, cuyo torso estaba siendo aplastado por la garra del mecaniloide. – ¡A-ayuda! ¡Ayúdenme! – gritó con agonía.

X vio el generador de la máquina, una gema cuadrada de color rojo que sobresalía de la parte inferior, desprotegida e indefensa.

– ¡Dale al generador! – gritó Chill Penguin, al ver lo que planeaba X. Sólo que el Hunter no disparó. No con su camarada interponiéndose. – ¡El generador, X! ¡Dispara al generador! – insistió el pájaro robótico.

Aun así, X no disparó. La garra del mecaniloide no dejaba de moverse, así que no lograba tener un disparo claro.

– ¡Sólo hazlo de una vez, maldita sea! – bramó Flame Mammoth. – ¡Vamos, ¿qué diablos te pasa?!

¡Quería hacerlo, en serio! ¡Pero no quería arriesgarse a darle al rehén! ¡¿Qué podía hacer?!

Y entonces, en un destello, el Comandante apareció y cortó el generador del mecaniloide y al Hunter a la mitad con su sable. El mecaniloide luego recibió una estocada en la cabeza, haciendo que salieran chispas de electricidad antes que la máquina se desplomara, hasta que finalmente se quedó quieta y dejó de hacer ruido.

X y todos los demás se quedaron mirando, mientras Zero se frotaba la frente como si estuviera sudando. Aunque no pudiera hacerlo, todavía le parecía que esto habría sido un trabajo muy pesado.

– ¿Ya viene el grupo de apoyo? – preguntó un Hunter, mientras todos se alejaban del ahora derrotado mecaniloide.

– ¡Bajas confirmadas! – gritó otro. – ¡Comiencen una retirada completa! ¡Que todos los combatientes dejen sus armas!

No pasó mucho antes que el equipo de apoyo llegara con las ambulancias y vehículos de transporte. X miró alrededor, chequeando el daño que había sido causado. Tal vez si se hubiera atrevido a disparar, o si hubiese llegado un poco antes, las cosas no habrían resultado tan mal.

– ¡X! – El Hunter azul oyó una voz familiar llamándole, y se giró para ver a un Chill Penguin que se notaba muy molesto. – ¿Qué rayos pasó hace un momento? ¿Por qué no disparaste?

X ya lo había visto venir, pero eso no lo hacía más fácil. – Penguin, no fue mi intención…

– ¡Tu intención no importa! – ladró el pingüino. – ¿Sabes cuántas bajas más habría habido si el Comandante no hubiese acabado con esa cosa cuando lo hizo?

X miró hacia el suelo.

– No puedo creer que diga esto, pero es mucho más gallina que tú. – intervino Flame Mammoth, para luego marcharse riéndose de su propio insulto.

Spark Mandrill pasó a un lado, pero no dijo nada. Incluso para ser un reploide, parecía no tener motivaciones o pensamientos más altos. X se giró y vio a Sigma evaluando los daños, y otro reploide que era más o menos de su misma estatura (Signas, así había escuchado que se llamaba), que llevaba una gorra militar oscura le hizo el saludo militar al comandante.

– ¡Sí, señor! ¡Entendido! – dijo Signas antes de irse por su lado. Y luego, el comandante se giró para encarar a X.

– Oh, ahora sí que estás en problemas. – dijo Chill Penguin, antes de irse también.

– X. – Sigma se dirigió directamente al Hunter más bajo.

– ¿Sí, Comandante Sigma, señor?

– Tus capacidades de puntería no son diferentes de las mías. De hecho, las mías vinieron directo de ti. Así que podrías haberle disparado al generador fácilmente.

– Sí, estoy al tanto de eso, señor. – respondió X tímidamente.

– ¿Y eres consciente de que sólo había una ligera posibilidad de que tu colega Hunter hubiera estado en peligro extremo? No estamos hechos de carne y hueso como los humanos.

– Sí, lo sé. – dijo X, decepcionado. – Pero…

– Escúchame bien, X, hay veces en las que nosotros los Maverick Hunters no podemos dudar antes de jalar el gatillo. – dijo Sigma firmemente. X sintió que la realización lo golpeaba. – Debemos convertirnos en espada y escudo para aquellos que no pueden defenderse a sí mismos. Nunca olvides eso.

Sigma se giró y ordenó que se iniciara la retirada una vez que se contabilizaran las bajas. Un coro de "¡Sí señor!" sonó de inmediato y todos comenzaron a trabajar para evaluar qué tanto daño había causado el mecaniloide.

X bajó la mirada hacia el suelo, sabiendo que de verdad había metido la pata esta vez. Ya no había manera de que obtuviera esa promoción ahora. Mientras se lamentaba, sintió una mano sobre su hombro y vio que Zero acababa de llegar. El reploide rojo le sonrió cálidamente, pero el gesto hizo muy poco para aliviarle la culpa.


Más tarde…

Había llegado el mediodía, y se había escrito un reporte oficial. Hasta donde todos sabían, las únicas bajas fueron los reploides trabajadores que estaban laborando cuando el mecaniloide se puso violento. Afortunadamente, no había humanos cerca del sitio. Aun así, esto no alivió las ansiedades de todos, ya que había sido el séptimo incidente de un mecaniloide que se volvía Maverick este mes. Pero hasta el momento, la raíz de las ocurrencias era desconocida.

X y Zero caminaban hacia una sección de comunicaciones en la torre izquierda del cuartel general de los Hunters. Comparado con la que tenían en Arcadia, la Base Hunter de Abel City se alzaba alta y orgullosa sobre toda la ciudad. Era de color azul vibrante con dos torres, con una base amarilla y un orbe dorado que conectaba las dos torres. Varios navegadores de Arcadia habían sido transferidos aquí, mientras la mayoría de los Hunters permanecían en la tierra principal. Casi todos los reclutas en Abel City fueron construidos y diseñados en alguna parte de la isla.

Aun así, el lugar de donde provenían los reploides no hacía ninguna diferencia cuando se trataba de máquinas renegadas.

– Maverick. – dijo X sin hablar con nadie en particular. – ¿Qué causa que se vuelvan Mavericks?

– Errores de programación, cortocircuitos en el cerebro electrónico, las teorías no tienen fin. – respondió Zero. – Y si todavía crees en la teoría del virus, esa es otra lata llena de gusanos por su propia cuenta.

– Bueno, ¿tú qué piensas? – preguntó X.

– Ahí sé tanto como tú. – dijo el Hunter rojo. – Lo único que se me ocurre es que las cosas que nos dan a los reploides nuestro poder de procesamiento avanzado también pueden ser nuestra mayor debilidad.

X se quedó pensando en esto mientras Zero trataba de sonreírle. Justo entonces, los dos reploides se dieron cuenta de que había alguien más aproximándose a ellos.

– ¡Ah, X! ¡Allí estás! – Roll saludó a su hermano (menor), pero al notar a Zero, su sonrisa flaqueó un poco. – Oh, y hola tú también.

– ¿Roll? ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó X, sin haber notado que estaba aquí en el cuartel general. – No sabía que tuvieras trabajo aquí.

– No lo tengo. – respondió Roll. Pero me enviaron aquí a petición del Dr. Cain y Fujiwara. Quieren verte en el centro de exhibición. Habrá una demostración allá y quieren que estés presente.

– Oh, ¿en serio? – preguntó X.

– En efecto. – dijo Roll, antes de girarse hacia Zero. – Y el Dr. Fujiwara solicitó que vengas tú también. – "Aunque para qué, no tengo idea." – pensó para sí misma. – "X es perfectamente capaz de darles lo que quieren." – Como sea, ya que pasaba por aquí pensé en decírselos. Va a empezar más o menos en una hora, pero todavía nos estamos preparando, así que no hay prisa. – Se dio la vuelta. – Pero si nos ayudan a prepararlo todo, lo apreciaríamos mucho.

Y con eso, se fue por su lado, dejando a los dos reploides. En efecto, no tenía trabajo aquí, ya que todavía servía como mucama después de todos estos años. Roll se había quedado en el mismo lugar que cuando estaba en el laboratorio de Light, pese a lo mucho que había cambiado el mundo.


En la exposición…

– No entiendo, ¿por qué estás tan empeñada en verlos? – le preguntaba una chica joven a su amiga, que llevaba el mismo uniforme escolar, sólo que con colores alternos.

– Pues yo no entiendo por qué tú no lo estás. – dijo su compañera. – Están a punto de revelar a algunos de los nuevos Hunters que tu papá y el Dr. Cain crearon. ¿Eso no te parece al menos un poco emocionante?

– Lo que sea. – dijo la otra chica, pagando la cuota de admisión para entrar.

A pesar de sus relaciones con el Dr. Fujiwara, ninguno de los otros humanos o reploides se dieron cuenta que esta chica era su hija. La joven Chiyo Fujiwara se había convertido en una adolescente de camino a la adultez, ya que su graduación de preparatoria estaba muy cerca. Todavía su cabello largo y negro atado en una media coleta con un lazo rojo, pero su cuerpo se había vuelto más alto y femenino con los años. Todavía llevaba el uniforme escolar de su año: un chaleco rojo con secciones amarillas en las tiras, una camiseta blanca con mangas abombadas con bordes azules, una falda azul, medias blancas largas, y un par de zapatillas rojas de correa. Lo único que faltaba era un enorme perro blanco a su lado.

Su amiga, Fumiko Takenada, tenía el cabello negro algo rizado al nivel de su mentón, con un cintillo azul y unas gafas redondas frente a sus ojos. Ella estaba un año por debajo de Chiyo, por lo que llevaba el mismo uniforme pero en colores diferentes. Su chaleco y zapatillas eran azules, mientras que su falda era roja. Ver a las dos colegialas juntas no era nada nuevo, pero del día de hoy, tenían a alguien más acompañándolas.

– ¡Vamos! ¡Quiero ver a los reploides! – gimoteaba un chico mucho más joven que cualquiera de las dos chicas. Tenía diez años de edad y llevaba una camisa verde de mangas largas, con una camiseta blanca de cuello alto debajo. También llevaba shorts y zapatos negros y medias blancas, y su cabello era salvaje y despeinado.

– Las filas no se van a mover más rápido de lo que van, Kenichi. – dijo Fumiko, maldiciendo por tener que cuidarlo hoy. El niño era su hermanito menor, Kenichi Takenada, que había nacido en la ciudad en lugar de Arcadia. – Ni el Dr. Cain ni el papá de Chiyo han empezado a hablar, así que tenemos tiempo.

Eventualmente, sin embargo, los tres entraron a la exposición tras pagar su cuota de entrada. Desafortunadamente, a pesar del estatus y desarrollo continuo de la ciudad, el centro de exposiciones no era exageradamente grande. Al parecer, la única área que atraía algo de atención era la del Dr. Cain y Fujiwara.

– ¡Hey, ahí está tu papá! – murmuró Fumiko, señalando al científico.

– Sí, ya lo veo. – respondió Chiyo, encogiéndose de hombros. Ver a su padre no significaba nada para ella, así que echó un vistazo a los alrededores. Entonces, vi Zero junto al Dr. Cain sobre la plataforma elevada donde iba a llevarse a cabo la demostración. – "¿Qué hacen esos dos aquí?"

Sus ojos castaños se fijaron en X, que se veía algo nervioso de estar allí. Aunque la programación de un reploide fuese todo lo que conocían, X siempre le hacía pensarse dos veces a Chiyo sobre sus "respuestas emocionales".

– ¡Oh, hey! ¡Miren a esos sujetos! – dijo Kenichi, señalando hacia los ocho reploides de pie sobre la plataforma, rodeados por los científicos y reporteros.

Aunque no eran nada nuevo (el más reciente de ellos había sido construido apenas una semana antes), los ocho Maverick Hunters que Fujiwara había elegido para la exhibición se pusieron de pie para llamar la atención, listos para ser presentados. Entretanto, a un lado del escenario, Roll revistaba el traje púrpura del Dr. Cain por última vez para ver si necesitaba algún ajuste.

– De acuerdo, creo que eso servirá. – dijo, enderezando la faja verde alrededor de la cintura de Cain. Luego se giró hacia X y Zero. – Y en cuanto a ustedes dos, ellos saldrán después de que los llamen, ¿verdad?

– Esa es la idea. – dijo el Dr. Cain. – Ok, estoy listo.

– ¡Buena suerte! – le deseó X al hombre mayor. Roll lo siguió y se paró detrás de él mientras el Dr. Cain iba con Fujiwara.

– "Te tomaste tu tiempo." – pensó el japonés, pero rápidamente se recompuso. Había una presentación por delante, así que comenzó su discurso. – Como estoy seguro que todos sabrán, con la expansión de los reploides también se ha expandido el problema de los Mavericks. Pero en respuesta a eso, hemos producido la mejor defensa posible para nuestros Maverick Hunters. Hemos hecho un gran progreso, ¿no es así, Dr. Cain?

El humano mayor señaló a las ocho máquinas. – Sí, así es. Estas personas, reploides, serán sólo unos pocos de la banda de defensores a quienes les debemos nuestra gratitud. – Señaló a Chill Penguin, que estaba de pie más a la izquierda. – Uno de nuestros Hunters más antiguos y antiguo miembro de la división de Hunters de Arcadia, Chill Penguin ha sido diseñado con resistencia a temperaturas frías en mente.

– ¡He sido seleccionado para ser parte de la recién creada Unidad Polar Número 13! – dijo el pájaro robótico con orgullo. Esperaba ser conocido por eso más que por cómo fue creado. Al diseñar al primer lote de Maverick Hunters, algunos de los científicos en el proyecto querían que hubiese una mascota adorable en el grupo, y Penguin todavía no lo superaba.

El que estaba a su derecha era Spark Mandrill, cuya cara pintada lo hacía fácilmente reconocible. –Spark Mandrill sirve directamente bajo el mando de Sigma como parte de la Unidad Élite Número 17. – dijo el Dr. Cain, presentándolo. El simio mecánico entonces produjo una ligera descarga de electricidad que se hizo visible en su antebrazo. – Sin mencionar que puede producir y almacenar electricidad en su cuerpo gracias a su núcleo electromagnético.

– Uh, sí. Eso eso. – dijo Spark Mandrill, sin tener mucho para agregar.

El siguiente Hunter era un armadillo de bandas bípedo que era principalmente púrpura, con bandas doradas en las articulaciones de hombros y cintura que complementaban su diseño. Estaba cubierto con metal plateado que servía como su defensa. El Dr. Cain procedió a presentarlo. – Armored Armadillo ha sido ascendido a líder de la Unidad Blindada Número 8, responsable de proteger a la ciudad de cualquier amenaza externa que pueda plagarla.

– La coraza blindada con la que fue construido no sólo ha probado ser capaz de bloquear cualquier proyectil como plasma o lásers, sino que puede absorber los ataques de cualquier amenaza y enviarlo de vuelta. – intervino el Dr. Fujiwara, viendo que, a pesar de ser un co-creador, el campo del Dr. Cain no era la robótica.

Armored Armadillo hizo una ligera reverencia a los espectadores. – Mi función es la protección y preservación de la humanidad y de mis colegas reploides. – dijo en voz baja y con presencia de mando.

Junto a él estaba un reploide de forma bastante inusual. En lugar de brazos, poseía seis pares de tentáculos y un par de piernas, para un total de ocho extremidades. Tenía sus tentáculos expandidos de forma que los humanos (y sus colegas reploides) pudiesen ver la majestuosidad de su cuerpo. Este reploide estaba basado en un pulpo gigante del Pacífico, y su piel de metal era de un rojo brillante y vivo. Tenía hombreras doradas con gemas verdes delineando el centro, con ventosas encima y debajo de los lados de su cabeza, y un filtro en lugar de una boca.

A pesar de su bizarra apariencia, se creía que era el reploide más apuesto en la sala.

– La concepción de Launch Octopus fue interesante. – dijo el Dr. Fujiwara. – Dado que la amenaza Maverick no está limitada sólo a la tierra, pensamos que sería mejor introducir a la Unidad Naval Número 6 como parte de nuestros refuerzos en defensa. – Miró a su "compañero". – La decisión de basar su diseño en un cefalópodo fue idea del Dr. Cain.

– "Más creativo que hacerlo un tiburón o cualquier tipo de pez." – pensaba Cain.

– Bueno, me siento muy satisfecho con mi cuerpo. – declaró con orgullo Launch Octopus. – Y planeo ponerlo a buen uso. – agregó con una voz que sonaba algo afeminada y engreída, disfrutando de la atención y admiración de la multitud reunida.

El Hunter junto al cefalópodo robótico tenía forma más humanoide, por lo que nadie estaba seguro de qué se suponía que fuera. Era principalmente rojo y se paraba en dos patas, con apariencia principalmente delgada, pero hasta allí llegaban las similitudes. La mayor parte de él tenía formas como ángulos agudos, dándole una apariencia letal e imposible de acercarse a él sin lastimarse. No tenía boca, sólo un par de antenas cortas, pero el rasgo más distintivo de este Hunter eran las enormes cuchillas encima de su cabeza.

– Boomerang Kuwanger sirve en la Unidad Élite Número 17, la misma que Mandrill, y es parte de un programa experimental que llevamos en curso. – explicó el Dr. Fujiwara. – Dado el éxito de las interacciones entre X y su unidad hermana, hemos seguido adelante con las pruebas de conexiones potenciales, sean físicas o mentales. – Señaló a Kuwanger. – Y para aquellos que se preguntan, está basado en un escarabajo kuwagata, más comúnmente conocido como ciervo volador.

– Igual que mi hermano que está basado en un kabutomushi. O cómo se le conoce más comúnmente, escarabajo rinoceronte japonés. – explicó Boomerang Kuwanger con un tono casi aburrido, como si fuese algo muy obvio.

– Sus datos de batalla demuestran un gran progreso. – informó Fujiwara a todos con orgullo. – Parece ser que la tradición de luchas de insectos ha demostrado ser capaz de trascender el tiempo.

El Dr. Cain notó que había un espacio vacío junto a Kuwanger en lugar del siguiente reploide. – ¿Qué rayos? – Empezó a buscar alrededor, pero no vio al Hunter por ninguna parte. – ¿A dónde se fue?

Cerca de la última fila de la multitud se encontraban Chiyo, Fumiko y Kenichi, confundidos. – ¿Qué está pasando? – pregunto el último.

– Parece que uno de los sujetos que trajeron se fue. – observó Chiyo.

– Sí, ya recuerdo. – dijo Fumiko. – ¿No era el que parece una lagartija o algo así?

La humana sintió que algo le tocaba la oreja, y luego algo lamiéndole la mejilla. El objeto no era baboso, se sentía más bien de metal, pero no podía ver lo que estaba tocándola. Luego escuchó unas risitas a sus espaldas.

– ¿Qué te parece un camaleón?

Fumiko se giró pero no vio nada. Kenichi entonces notó que algo pasaba en la plataforma. – ¡Hey, miren!

Los tres humanos vieron cómo un extraño reploide se materializaba de la nada. Y en efecto, era un lagarto, específicamente un camaleón. Era principalmente verde con una corona de cuernos parecida a la de un camaleón de Jackson, sólo que no tenía cuernos delante de los ojos, y poseía una larga cola bifurcada y una larga lengua rosa. Su ojo derecho era un receptor óptico plateado con una gema roja en el centro, lo que le daba un aspecto extraño hasta para estándares de los reploides. Al ver su lengua, Fumiko se dio cuenta de qué fue lo que le tocó la mejilla.

– Ah, allí estás. – dijo el Dr. Cain. – Como acaban de presenciarlo, Sting Chameleon, de la Unidad Especial de Rangers Número 9 está construido con los mismos componentes de las esferas de espejismo en su piel, similar a las de los cromatóforos.

– Aunque, como pudieron observar, éstos no dependen de estímulos emocionales o temperaturas. – agregó Fujiwara.

Al darse cuenta de lo que sucedió, Chiyo se sintió furiosa. Estuvo a punto de abrirse paso entre la multitud para decirle a esa lagartija lo que pensaba, pero Fumiko la contuvo. – Recuerda lo que pasó la última vez que interrumpiste una de las presentaciones de tu padre.

Chiyo apretó los labios con rabia. – Pero…

– ¡Hey, mírenlo! – dijo de repente Kenichi, sin tener idea de lo que le pasó a su hermana.

Junto a Chameleon se encontraba un reploid aviano con unas enormes alas plegadas de color púrpura y azul vibrante. Tenía unas marcas faciales rojas muy prominentes, y un pico dorado y afilado. – Dado que mi co-creador es norteamericano, hubo una sugerencia de que uno de nuestros Hunters fuese diseñado basándose en el símbolo nacional de su país. – explicó Fujiwara. – Storm Eagle recientemente se ha convertido en el líder de la Unidad Aérea Número 7, para protegernos de cualquier amenaza en el cielo.

– Me esforzaré por ser digno de mi posición, señor. – dijo Storm Eagle, saludando.

El último de los ocho Hunters en fila era, irónicamente, un paquidermo del tamaño de un mamut (aunque más parecido a un elefante africano, para ser precisos) de color plateado, rojo y dorado. Sus enormes orejas parecían disipadores de calor, y tenía una impresionante barriga. Era el más grande, venciendo a Spark Mandrill y haciéndole sombra a Chill Penguin, que era el más bajito de todos. Un hecho que el elefante adoraba restregarle en su cara al pájaro.

– Y finalmente, Flame Mammoth ha tenido experiencia fuera de Japón, habiendo participado en situaciones de combate en el Medio Oriente. – dijo el Dr. Fujiwara, señalando al elefante. – También acaba de convertirse en el líder de la Unidad Terrestre Número 4.

Flame Mammoth sacó su enorme pecho, presentándose como más grande y mejor que todos los demás. – Por supuesto, no debemos olvidar a aquel que hizo todo esto posible. – intervino el Dr. Cain. X supo que esa era su señal, así que subió a la plataforma, y Zero lo siguió. – Y tampoco a aquel que podría ser la clave para revertir los efectos causados por los errores Maverick.

Los otros ocho Hunters miraron a los reploides azul y rojo, algunos con respeto, otros con resentimiento de que les quitaran los reflectores de encima.


Aquella noche…

Ya pasaba de la medianoche, y tenía escuela al día siguiente, pero eso no le importaba. Tenía cosas que necesitaba hacer.

– ¿Chiyo? – La chica japonesa, vestida con un camisón de mangas cortas se giró para ver entrando a Roll. La humana estaba sentada en su escritorio, con un aparato mecánico en su mesa. Parecía ser un par de abrazaderas ortopédicas atadas para parecer un arnés para perros. Roll no necesitaba preguntar para quién era. – ¿Cómo ha estado Patarche? ¿Todavía tiene problemas?

Chiyo asintió. – Su artritis está empeorando. Estoy haciendo esto para quitarle algo de presión en las patas. – Le presentó su pequeño proyecto a la mucama rubia. – Echa de menos poder salir.

El susodicho perro estaba durmiendo en el lado derecho de la cama, con una pequeña rampa para poder subir y bajar. Desafortunadamente, ya no podía saltar como antes.

Dicho eso, la condición de su perro no era la única cosa que ocupaba su mente. – "Fumiko no quiere que lo haga, pero le voy a decir a esa lagartija lo que pienso, ¡si llego a verlo de nuevo!"

– Bueno, de cualquier manera, tendrás mucho tiempo para trabajar en él mañana. – le dijo Roll a la humana. – Es noche de escuela.

– El café y las píldoras de cafeína me han venido de maravilla hasta ahora. – replicó Chiyo.

– Café y… honestamente, deberías medir tu consumo de cafeína. – la regañó Roll, sonando casi como una madre. – No quiero que te vuelvas como tu padre.

Aunque sabía que Roll no lo había dicho con esa intención, Chiyo sintió su furia elevarse al oír eso. – Yo JAMÁS voy a ser como él. Jamás.

La habitación se quedó en silencio por un momento, hasta que Roll decidió que era mejor salir. – Cierto. Bueno, creo que ya me voy. No quiero dejar esperando al Dr. Cain esperando. – dijo mientras se giraba hacia la puerta. – ¡Buenas noches!

– ... buenas noches. – dijo Chiyo antes que Roll cerrara la puerta.

Realmente no era que tuviera que irse, pero también odiaba dejar a la humana sola. No era como que la relación fuese siempre cálida, pero parecía que Chiyo y su padre solamente reconocían la existencia del otro cuando era absolutamente necesario. Parecía que no fueran padre e hija, y Roll no estaba segura si la muerte de la esposa de Fujiwara tuvo algo que ver con ello, pero había una distancia considerable entre ellos. Tal vez se debía a su posición de cuidadora que Roll tuviera ese deseo de poder hacer algo, pero en última instancia, se dio cuenta que no podía hacer mucho.

De nuevo, tal vez lo de ser cuidadora era un poco generoso, pero era una de las pocas cosas que podía proveer. A pesar de que habían transcurrido años desde su activación (y un siglo desde que dejó de funcionar), Roll todavía no había sido provista de un cuerpo más durable, y su coraza externa seguía compuesta de materiales baratos. Cierto que, ahora que los reploides eran un fenómeno global, el horario del Dr. Fujiwara podría haberse vuelto mucho más apretado, pero Roll ya había esperado diez años. Muy pronto podría hacerse demasiado tarde, y se quedaría atrapada en su posición actual, igual que cuando todavía tenía el cuerpo de una niña.


Cuartel General de los Maverick Hunters, Abel City…

Con la expansión de las fuerzas de los Hunters y el incremento de los miembros, se había provisto de alojamiento a aquellos que no tenían residencia fuera del cuartel general. Zero apreciaba esto enormemente, ya que no tendría que seguir viviendo en el laboratorio del Dr. Fujiwara. X le había ofrecido al reploide un lugar en la casa del Dr. Cain, pero lo declinó. Desde entonces, X había estado quedándose por la noche en el cuartel general si había lugares disponibles.

Finalmente, los dos Hunters llegaron a una habitación con varias cápsulas en formación circular, todas conectadas a un generador masivo cuyo propósito era monitorear los sistemas de los reploides cuando entraban en modo de sueño.

Los dos estaban a punto de irse a descansar, cada uno eligiendo una cápsula en extremo opuesto del otro. A pesar de que había terminado el día, X no parecía estar cansado.

– ¿Qué te sucede? – preguntó Zero, ajustándose en su propia cápsula.

– Oh, lo siento. – dijo X. – Sólo pensaba.

– Algo que a veces haces demasiado. – replicó Zero. Esperó a que X entrara en su cápsula, y las cubiertas de cada uno de los dispositivos se cerraron sobre los dos reploides. X esperaba que ese fuera el fin de la conversación, pero entonces escuchó la voz de Zero por su comunicador. – Lo digo en serio, ¿algo anda mal?

X suspiró, sabiendo que estaba atrapado y no se liberaría a menos que respondiera las preguntas de Zero. – Ya sabes que yo serví como base para el diseño de todos los reploides, ¿verdad? – X no dijo esto con orgullo, sino que más bien como si fuera una realidad incómoda. – Y poco después, comenzaron a ocurrir los incidentes Maverick. Así que me he estado preguntando si…

– ¿Si hay algo en tu programación que lo causó? – Zero completó la oración por X, y el reploide azul se quedó en silencio. – No seas ridículo, eso es una locura. Hay millones de reploides globalmente, incluso en este país. Y hay docenas de reploides aquí en la ciudad. Ninguno de ellos se ha vuelto Maverick, ¿o sí?

– No, pero…

– Y más aún, mis sistemas una vez fueron un desastre, pero ahora estoy bien. Y… – Zero hizo una pausa – … todavía no lo recuerdo, pero sé que lo que pasó no fue nada agradable.

X se quedó callado. Desde que fue transferido a Abel City, Zero había podido hacer muchos más amigos que antes, pero seguía reacio a contar su historia.

– Mi punto es, conectar todo lo malo que suceda contigo es ilógico, y basado en una serie de eventos diferentes en los que tú ni siquiera estuviste presente. – le dijo Zero al reploide azul. – De hecho, creo que seguramente no hay más incidentes gracias a que el programa original provino de ti.

X se sorprendió de escuchar esto. – ¿Tú lo crees?

Aunque X no podía verlo, Zero asintió. Sabía que tendría que ponerle fin a esta conversación pronto, ya que se acercaba la hora de que la mayoría de los reploides decidieran irse a descansar por hoy. – Deberías tener más fe en ti mismo. Por ahora sólo intenta dormir un poco. Presiento que lo necesitaremos.

– S-sí, claro. Buenas noches, Zero.

– Buenas noches, X.

El canal se cortó. Eventualmente más reploides, tanto Hunters como navegadores (X incluso vio a A-1 entre ellos), vinieron para dormir, y pronto todas las cápsulas quedaron ocupadas. Las luces se apagaron, dejando toda la habitación en oscuridad, y la puerta automática se cerró poco después. Todos excepto un reploide entraron en modo de recarga, y sospechaba que no lo haría en un futuro cercano.

X sabía que probablemente se estaba preocupando por nada, pero no podía evitarlo. Desde el primer incidente Maverick, que ocurrió durante una de las excavaciones de Cain, no pudo evitar preguntarse si él era de alguna manera responsable. Y si lo era, ¿era ya demasiado tarde para prevenirlo? X sabía que tendría que venir de alguna parte, fuese alguna falla o un virus. Y si no provenía de él, ¿entonces de dónde? O tal vez, los Mavericks no fuesen producto de fallos o virus.

Tal vez fuese algo instalado dentro de los reploides. Y por ende instalado en él.


En otra parte…

– Entonces, ¿cuándo estará listo todo? No puedo mantener estas distracciones para siempre.

– ¡Trata de ponerte en mi lugar por un momento! ¡Estas cosas no ocurren de la noche a la mañana!

En una ubicación desconocida, dos figuras discutían sobre una operación esencial a punto de tener lugar. Era muy difícil hacer que las cosas despegaran, y estaba muy lejos de estar listos para ponerse en acción.

– ¿Cuándo estará todo en orden? – preguntó una figura alta cubierta en sombras.

– Sí. En algún momento entre julio y agosto. – respondió la figura más pequeña.

– Agosto es demasiado lejos. – dijo la más alta. – Julio sería mejor. El 4 de julio es el día de la independencia en el país del Dr. Cain. Si deseas enviar un mensaje que entienda, así es como debes hacerlo.

La figura más baja sospechaba que la fecha límite que le daba su compañero era final, lo que significaba que tendría que acelerar las cosas. Sin embargo, sería un día para ser recordado si todo salía bien. Y no sólo para quienes vivían en los Estados Unidos.

– Pero recuerda. – dijo la figura más pequeña. – La población humana será mía para gobernarla, una vez que la Operación Día de la Independencia sea puesta en marcha.

– Oh, claro que lo será. – respondió la figura alta. – "Sin embargo, puede que descubras que una raza extinguirá a la otra."

Esta historia continuará

Chapter 23: El descontrol de Vile

Chapter Text

13 de junio, Abel City , 3:28 PM…

Si no se trataba de un mecaniloide renegado, entonces era otra cosa. El trabajo de un Hunter nunca terminaba, al parecer. Eso pensaba X mientras se encontraba en la sala de reuniones, donde todos habían sido llamados para oír los detalles sobre el mecaniloide que se había salido de control. Habían hecho un descubrimiento muy interesante sobre el caso, y eso cambiaría todo.

– Por la investigación hecha por el Dr. Fujiwara, hemos logrado deducir que varios de los mecaniloides Mavericks habían sido controlados desde el exterior. – decía una reploide pelirrosa a todos los que estaban reunidos a su alrededor, mientras observaba una imagen holográfica con el metraje de la batalla que había tenido lugar, lo que provocó una discusión entre varios de los presentes.

– ¿Es decir que no había nadie adentro? – le preguntó X a la navegadora. – ¿Estaba siendo controlado por vía remota?

La navegadora en cuestión, Trinity, era la miembro más nueva en la unidad de operadores, con características más complejas que las de Ai, Blu, o A-1.

– Eso es correcto. – confirmó Trinity, procediendo a explicar. – También hay una posibilidad de que todos los mecaniloides renegados hayan sido manipulados por el mismo perpetrador desconocido. Cada uno de los estudiados por el Dr. Fujiwara y su equipo de científicos ha demostrado patrones idénticos en sus sistemas.

– Espera un minuto. – intervino Zero. – ¿Qué hay de los programas de seguridad? Aunque su IA no sea tan avanzada, siempre hay medidas de seguridad en las máquinas.

– ¡Además, un sistema tan complicado como ese no debería ser tan fácil de HACKEAR! – Chill Penguin tuvo que cerrar el pico, dándose cuenta que se le salió graznar demasiado fuerte sin querer. Hubo algunas risitas, pero el pájaro robótico no creía que fuese divertido en absoluto.

– En la mayoría de los casos, sí. – dijo Trinity, tratando de reprimir su propia risa. – Pero si estos criminales están logrando hackear los sistemas de esta manera, debemos actuar con rapidez.

– Bueno, si ese es el caso, ¿han logrado rastrear la señal? – cuestionó Storm Eagle.

Trinity presionó una de las gemas azules en su muñeca. Una serie de líneas rojas comenzó a aparecer sobre la imagen holográfica de Abel City. – La señal hasta ahora había sido camuflada usando una serie de satélites. – continuó mientras hacía un acercamiento hacia una sección particular de la ciudad. – Pero hemos rastreado su origen hacia el Sector 16 en el Este de Abel City.

– ¡Tiene que ser una broma! – exclamó Zero, sin temor a expresar su incredulidad. – ¡Eso está demasiado cerca!

– ¿El Comandante Sigma ya sabe de esto? – preguntó X.

– Lo hemos contactado con la información que hay disponible actualmente, pero ya que se encuentra ocupado en otra sección de la ciudad en este momento, los ha asignado a ustedes dos para que vayan a investigar. – dijo Trinity dirigiéndos Zero. – Esas son sus órdenes.

Los Hunters azul y rojo asintieron al unísono. – ¡Entendido!

– Hay algo más que necesitan saber. – dijo Trinity, que casi había olvidado otra cosa que debía decirles a ambos. – Otro miembro se les unirá para esta misión.

– ¿Oh? ¿Y quién es? – preguntó Zero.

Zero pronto recibiría su respuesta, pero había alguien más que iba a descubrirlo por él. Asegurándose de permanecer oculta, Roll había estado escuchando toda la conversación, algo que había estado haciendo con más frecuencia a medida que pasaba el tiempo. Al principio sólo fueron un par de veces, pero ahora se la pasaba escuchando a cada reunión donde se discutían misiones que podía. Ella sabía que no era cortés escuchar a escondidas, pero lo que empezó como simple curiosidad se convirtió en una compulsión por querer saber todo lo que pudiera. Por supuesto, no significaría mucho al final, pero si podía hacer algo para ayudar, no quería perder su oportunidad de hacerlo.

– Vaya, vaya, ¿qué es esto? – preguntó una voz baja y rasposa desde atrás. Roll se giró para encontrarse cara a cara con un Hunter de color púrpura, con la cara oculta detrás de un casco con una V marcada en su frente. Pero lo que más sobresalía para Roll era el enorme cañón que llevaba sobre el hombro izquierdo. – Eres la niña que le hace los mandados a Fujiwara, ¿verdad? ¿Qué estás haciendo aquí?

A pesar de que la repentina aparición del Hunter atrapó desprevenida a Roll, rápidamente recuperó la compostura. – Bueno, yo debería preguntarte a ti por qué NO estabas aquí. – espetó. – Ahora mismo hay una reunión, y estoy segura de que tú también deberías estar presente. – Miró con detenimiento, tratando de encontrar algún rastro de una cara debajo del casco. – Porque eres un Maverick Hunter, ¿verdad? – preguntó, siendo que el aura de este sujeto no le daba buena espina.

– Acabo de estar en las celdas de detención, así que no podía estar aquí aunque quisiera. Además, el Doc me acaba de equipar con este bebé que traigo aquí. – dijo mientras tocaba su cañón de hombro con orgullo. – Dice que, si lo cuido bien y no me meto en problemas, será mío para quedármelo. – Luego dirigió su atención de vuelta a ella. – Pero como dije, ¿tú quién eres y qué estás haciendo aquí?

Roll se giró un poco. Este Hunter no le caía ni un poco bien. – Me llamo Roll, para que sepas. ¿Y tú?

Estaba a punto de responderle, pero Zero habló por él. – Vile. Me sorprende que te hayan dejado salir tan rápido. – dijo el Hunter de cabello largo, cruzando los brazos.

– "¿Vile? ¿Cómo puede un guardián de la paz llamarse Vile?" – pensó Roll estupefacta. Sonaba infantil, pero algo en ella le hacía sospechar que pronto sería responsable por algo que le daría sentido a su nombre.

– Oh, lo siento, casi los confundí. – comentó Vile, luego señaló a Roll. – Aunque creo que tú eres más bonita.

Zero gruñó por el comentario.

– De acuerdo, ya fue suficiente. – intervino X, apareciendo detrás de Zero. – Nos han asignado para investigar el Sector 16 de Abel City. Creemos que quienquiera que esté detrás de los mecaniloides Mavericks se está escondiendo en ese lugar.

– Entonces, ¿al fin los encontraron? Qué bien, pongámonos en marcha. Muero por probar mis nuevos accesorios. – dijo Vile, frotándose su cañón de hombro y sonando anormalmente emocionado, como si le acabaran de dar un juguete nuevo. X y Zero se miraron entre ellos, y el primero expresó algo de preocupación, aunque Vile no le prestó atención y continuó. – ¿Y bien? ¿Van a venir o qué?

– Sí, claro. Si nos disculpas, Roll. – dijo X, y tanto él como Zero siguieron a Vile.


Abel City, Sector 16 Este, 4:23 PM…

No fue difícil encontrar el área, pero ahora los tres Hunters necesitaban forjar un plan para aprehender a los criminales que andaban sueltos. Y eso era asumiendo que estaban aquí en primer lugar. El Sector 16 al Este de Abel City era donde se encontraban las secciones de los barrios más bajos, dándole al lugar el aspecto de un pueblo fantasma. Estas áreas de la ciudad estaban plagadas de criminales, tanto humanos como reploides, por lo que era un lugar bastante apropiado para que se escondieran los hackers.

– Yo iré primero. – dijo Vile saltando hacia una pared para llegar a una zona más alta en la cornisa de un edificio. Zero y X lo siguieron de cerca sin quitarle la mirada de encima, especialmente cuando llevaba ese cañón de hombro. – A propósito, atrapé a esa reploide con el lacito espiando en la reunión donde estaban ustedes.

– ¿Hm? Oh, ¿estás hablando de Roll? – preguntó X. – ¿Qué estaba haciendo allí?

– Ha estado en casi todas las reuniones de información que hemos tenido. – dijo Zero. – Me sorprende que nadie más lo haya notado antes.

Los tres hunters observaron sus datos internos y analizaron las coordenadas que les habían dado. La señal fue detectada por última vez en un edificio abandonado al extremo opuesto de dónde estaban. El trío saltó de azotea en azotea hasta que llegaron al área de interés.

Entraron por una ventana rota, y los tres reploides se dieron cuenta que ya estaba en curso una escena debajo de ellos. Se mantuvieron ocultos arriba gracias a las plataformas que colgaban, aunque parecía que los cables no aguantarían mucho más. De nuevo, si todo resultaba como lo habían planeado, esto se resolvería relativamente rápido.

– Cielos, ¿cuánto más nos tendrá esperando? – Había cuatro Mavericks sentados alrededor de una mesa de madera, sobre la cual había un enorme montón de zennys y cristales de energía. El que acababa de hablar tenía una armadura verde oscuro y amarillo con protector bucal blanco y con marcas negras, que le daba una apariencia como de cráneo. – Empezamos con esto a principios del mes, y TODAVÍA no nos ha dicho nada de a dónde llevará todo esto.

– Se llama Operación Día de la Independencia, así que probablemente tiene algo que ver con eso. – respondió un reploide de color púrpura ciruela oscuro y magenta, que estaba separando los zennys de los cristales. Su boca era visible, pero parecía más la de una marioneta que de una persona.

– ¿Pero independencia de quién? – preguntó un reploide más bajo, con la cara oscura y cubierta por un protector bucal negro. – ¿Significa que será durante el día de la independencia? ¡Eso podría significar cualquier cosa! ¡Hay cientos de días de independencia para los países allá afuera!

X y Zero escuchaban atentamente desde arriba, mientras Vile se preparaba para disparar en cuanto fuese necesario. Lo cual, para él, sería en cualquier momento.

– Dijo que el amigo norteamericano de Fujiwara lo entendería. – dijo un reploide más alto, de color púrpura real, azul y dorado, con áreas blancas que se parecían al esqueleto humano que decoraban sus extremidades, pelvis y cabeza. Los tres Hunters notaron que se parecía mucho a Skull Man, un Robot Master construido por el fallecido Dr. Cossack. – Dijo que el viejo será testigo del inicio de una nueva era.

– ¿Y eso cómo será, Sonie? – preguntó el Maverick magenta con boca de marioneta. – ¡Ese hombre sin duda no estará de acuerdo con eso! No es como el otro humano que trabaja con nuestro benefactor. Pero diablos, yo lo que quiero saber es ¿qué hay para nosotros?

– Sí, lo que dijo Eddy. – agregó el Maverick amarillo, estando de acuerdo con el otro criminal. – ¿Qué obtendremos de todo esto?

– Uh, ¿hola? ¡Mira todo esto, Skip! – El sujeto verde oscuro señaló a la pila de zennys y cristales que Eddy estaba organizando. – ¡Causamos que algunos mecaniloides se descontrolen, y conseguimos todo esto! ¡Así nunca más tendremos que volver a tomar trabajos de poca monta!

– ¿Y? ¿Qué clase de contribución al futuro es esa, Dick? – preguntó Eddy, dirigiéndose al Maverick verde oscuro. – Los sabotajes menores son trabajo para secuaces desechables. Y yo creo que nuestro benefactor nos ve precisamente de esa manera.

– Pues ya no podemos renunciar, es demasiado tarde para eso. – dijo Sonie. Luego miró hacia una de las pocas ventanas intactas del edificio, viendo cómo los rayos del sol comenzaban a brillar a a través del vidrio sucio y agrietado. – El día de la independencia vendrá cuando él quiera que venga. Cuándo será eso, no puedo decirlo con certeza. Puede que venga antes o después de lo anticipado. Pero cuando suceda… – los ojos oscuros de Sonie brillaron con la luz del sol – … de una manera u otra, seremos recordados. ¡Y quiero que aquellos que nos tienen en menos reciban una probada de dónde pertenecen!

Los tres Hunters pensaron que ya habían oído suficiente. Estaban a punto de hacer su movimiento, pero el peso combinado de los tres finalmente fue demasiado para los cables desgastados, y uno de ellos terminó rompiéndose, forzándolos a caer y aterrizar enfrente de los perpetradores a los que habían estado espiando.


En el centro de Abel City , plaza de la ciudad…

Esto estaba funcionando mejor de lo que esperaba. Aunque había pasado varias noches trabajando en ello, Chiyo se sentía muy satisfecha (sin mencionar aliviada) de que el arnés que había construido funcionaba como ella quería. Ya que habían pasado las horas de la escuela, Chiyo había decidido llevarlo para una prueba. Le llevó algunos momentos para hacerle los ajustes apropiados (sin mencionar ponérselo a Patarche), pero eventualmente logró ponerle las abrazaderas al perro en sus patas. Y viendo cómo estaba corriendo, parecía estar pasándola bien.

Una vez que confirmó que podía caminar cómodamente con el aparato, Chiyo se llevó a Patarche para dar un paseo, algo que no había podido hacer desde hacía semanas. No era ni de cerca inusual que el canino blanco quisiera salir, pero al envejecer desarrolló una artritis severa, lo que hacía que fuera más difícil sacarlo. La joven japonesa sabía que Patarche no iba a hacerse más joven, y también que probablemente no le quedaba mucho tiempo más de vida, pero no tenía intenciones de mandarlo a que lo pusieran a dormir, sin importar quién se lo sugiriera. Ella no quería dejarlo ir, todavía no.

Él era una de las pocas cosas que hacían que su vida valiera la pena cuando volvía a casa.

La chica se sentó en una banca, observando a su perro correr alrededor, sin tener idea de que este día sería el último que podría verlo tan feliz.


Abel City, Sector 16 Este…

– ¡Mierda! ¡Hunters! – gritó Skip; tanto él como sus amigos se levantaron de la mesa.

– ¡Quietos! – ordenó X, mientras alzaba su arma, y Zero y Vile hicieron lo propio apuntándoles al cuarteto. – ¡No se muevan ni intenten hacer nada, y nadie saldrá herido!

– ¡Sí, cómo no! – gritó Skip. En ese momento levantó sus brazos hacia adelante, que parecían una especie de acordeón por cómo se alargaban y estiraban. – ¡Ninguno de ustedes saldrá vivo de aquí!

Los tres Hunters saltaron fuera del camino, separándose y enfrentándose al grupo de criminales de poca monta. El que se llamaba Sonie se dirigió a Zero y decidió confrontarlo.

– ¿Cuánto escucharon?

– Lo suficiente para saber que no traman nada bueno. – respondió Zero, con el buster preparado. – Y para deducir que ustedes son los que están detrás de los mecaniloides renegados, ¿o me equivoco?

El silencio se apoderó del cuartero, pero cuando Dick comenzó a hablar, él y Eddy se prepararon para encarar a X. – De acuerdo, sí. Ya nos atraparon, ¿ahora qué?

– Ahora, los llevaremos a interrogar. – respondió X.

– ¿No es algo pronto para decir eso? Todavía no nos han vencido. – dijo Eddy. X se quedó callado, sospechando que esto iba a ponerse feo.

– ¿Quién es este benefactor que mencionan tanto? – preguntó Vile, decidiendo que se ocuparía de Skip. – Debe ser un idiota si cree que ustedes valen para que les paguen.

– Ha pagado bien por nuestros servicios. – respondió Skip. – ¡Y aunque nos atrapen, no crean que sus problemas terminarán! ¡El nuevo mundo llegará!

– "Nuevo mundo…" – pensó X. – "¿A eso se refieren con lo de Día de la Independencia?"

– ¡Desafortunadamente, ninguno de ustedes estará aquí para verlo! – gritó Dick, abriendo unos paneles en ambos brazos para revelar un par de pistolas de plasma. Comenzó a disparar en dirección hacia X, haciendo que el Hunter azul saltara hacia atrás para evadir los disparos. – ¿Te gustan? Me las instalé yo mismo.

– Este, por otro lado… – la mano izquierda de Eddy se retrajo dentro de su antebrazo, siendo reemplazado por una maza con púas hecha de energía – ¡era mío desde el inicio!

Agitó el arma de color púrpura brillante en la dirección de X. El Hunter saltó hacia la pared y se impulsó hacia las plataformas de arriba. Mientras saltaba, Eddy y Dick lo siguieron, por lo que al menos logró igualar la balanza para Zero y Vile.

Abajo, Zero se agachó para evadir la energía caliente del sable que Sonie tenía consigo, cuya "hoja" era de color brillante. El Maverick con aspecto de esqueleto agitaba el arma dando tajos en la dirección de Zero, manteniendo al Hunter rojo a la defensiva. Los disparos de Zero rebotaban en el sable del oponente, que los enviaba en varias direcciones y causando todavía más daños al edificio que ya de por sí era inestable. Arriba, X, Eddy y Dick se sacudían mientras las plataformas comenzaban a balancearse de lado a lado con los temblores del edificio.

– "Tengo que quitarle esa arma." – pensó Zero, tratando de elaborar un plan.

Entretanto, Skip estiró los brazos, lanzando una serie de puñetazos de largo alcance en la dirección. Parecía ser un momento excelente para probar su nuevo juguete. Ajustando su cañón de hombro, Vile descargó una serie de disparos de alta presión que parecían balas, sólo que eran de energía de plasma concentrada. Skip entró en pánico por los proyectiles que venían acercándose, alargando los brazos y agarrando una de las barras de acero sobre ellos. Vile continuó disparándole desde abajo, y Skip usó el área que había arriba para ocultarse. Entonces, cuando vio el momento apropiado, lanzó un puñetazo, destrozando el suelo donde se encontraba Vile.

Mientras X luchaba contra la maza de Eddy y esquivaba los disparos de Dick, oyó el ruido de repetición proveniente del cañón de Vile. Sonaba muy parecido a una ametralladora. Zero todavía seguía tratando de arrebatarle el sable de energía a Sonie, pero cuando se lanzó contra el Maverick, Sonie se giró y le dio un tajo en el costado. El metal cedió contra la energía ardiente del arma, dejando un enorme corte del cual salían chispas eléctricas.

– ¡Zero! – gritó X preocupado, y esta distracción momentánea le permitió a Eddy golpear al Hunter azul detrás de la cabeza.

X se desplomó, golpeando el suelo con un fuerte impacto. Vile entretanto se vio agarrado por los hombros por Skip, que se puso a darle vueltas hasta que lo soltó, enviándolo a volar por una ventana destrozándole el vidrio. Skip entonces utilizó sus brazos para montarse en un piso superior para verificar si el Hunter estaba fuera. Pero no vio nada en el callejón de abajo del edificio.

Y entonces, algo pateó la ventana cercana, destrozando el vidrio mientras Vile volvía a entrar violentamente. – ¡Buu!

El Maverick amarillo sintió un toque en el hombro, sabiendo bien de quién se trataba. Pero antes de poder girarse, Vile lo atrapó en un candado, ahorcándolo. Después de eso, los dos reploides comenzaron a forcejear entre ellos, rodando fuera del segundo piso y tratando de ponerse encima del otro.

Entretanto, X todavía tenía que enfrentarse a Eddy y Dick, ya fuese esquivando disparos de energía o evitar recibir una bola de picos de energía en la cara. Sonie había logrado acertarle otro golpe a Zero, estampándolo en una pared. Dejó una marca de impacto bastante grande, pero Zero apenas tuvo tiempo de recuperarse cuando vio que su enemigo venía directo hacia él, apuntándole con el sable hacia su núcleo. Zero reaccionó tratando de mantener al Maverick basado en un esqueleto lejos de él, tratando de empujarle la cara con la bota mientras el espadachín presionaba su sable hacia abajo, acercando más y más la hoja de energía.

Pero entonces, la fortuna se puso del lado de los tres Hunters nuevamente: justo cuando Eddy estuvo a punto de atacar de nuevo a X, una bala de plasma le atravesó el brazo izquierdo, arrancando cables y dejando al Maverick sin sensibilidad en esa extremidad. La maza de energía se disipó, y Eddy se dio cuenta que su brazo izquierdo había quedado paralizado. Esto le permitió a X tomar la ventaja y darle un uppercut en la quijada, enviándolo de espaldas contra una pared.

– ¡Eddy! – gritó Dick, a punto de ayudar a su amigo, pero X lo agarró, y le disparó una descarga de plasma. Fue doloroso, pero apenas hizo suficiente daño para someterlo. X se sentía agradecido por eso, ya que necesitaban a estos cuatro con vida y en buena forma.

En el lado de Zero, se las arregló para superar a Sonie en fuerza, pateando al Maverick en la espalda y volviendo a incorporarte. Sonie blandió su sable en la dirección de Zero, pero en lugar de usar su buster de inmediato, se agachó y giró para ponerse a espaldas de su oponente. Luego, lanzó un disparo cargado directo a él, y el plasma provocó una hendidura donde quemó el metal. Sonie se giró y estuvo a punto de atacar de nuevo, pero se dio cuenta muy tarde que su arma ahora estaba en manos de Zero, y la espada de energía estaba a pocos centímetros de su rostro.

– Usualmente, esta sería la parte donde todo terminaría para ti. – dijo el Hunter rojo, colocando la hoja de luz en la garganta de Sonie. X y Vile abrieron unos paneles en sus espaldas, cada uno sacando unas esposas de estasis diseñadas para momentos como estos. – Pero hoy es tu día de suerte, porque los necesitamos vivos.

Dick, Skip y Eddy fueron esposados, pero Zero mantuvo el pie sobre el pecho de Sonie, apuntándole a la garganta con el sable.

– Si yo fuera tú, te sugeriría hablar. Los otros Hunters ya vienen en camino. – le dijo X al Maverick que seguía en el suelo, ya habiendo contactado al cuartel general. – Te servirá mejor al final.

Vile vio que Skip intentaba levantarse, pero el Hunter púrpura le dio al Maverick una sólida patada en el estómago, enviándolo al suelo de nuevo.

– ¡Hey! ¡No lo trates como si fuera un animal! – gritó Eddy, aunque no era que le importara cómo estaban tratando a uno de sus amigos.

– Ustedes son menos que eso, acorde con los humanos. – espetó Vile. – Yo diría que deberían estar besándonos las botas por no volarles las cabezas.

– Vile, ya es suficiente. – dijo X.

– ¿Quién es su benefactor? – interrogó Zero a Sonie. – ¿Y qué es todo esto de un Día de la Independencia?

El Maverick levantó las manos, y Zero finalmente le quitó el pie de encima. Sonie todavía tenía su propio sable apuntándole a la garganta mientras X le colocaba las esposas de Zero.

– No diremos nada. – respondió. – Pero sí les diremos que lo que va a suceder va a pasar a la historia. Cambiará al mundo, especialmente para nosotros.

– ¿Nosotros? – cuestionó X.

– Nuestra especie, nuestra gente. – aclaró Sonie. – Y nuestro benefactor desea crear un mundo mejor, un mundo superior, un mundo donde tanto reploides como humanos sepan cuál es su lugar.

Entretanto, Eddy estaba forcejeando con sus esposas cuando se dio cuenta de algo: su brazo estaba paralizado, pero su mano no había tomado el lugar de su maza. Tal vez fuese lo bastante delgada como para deslizarla entre las esposas y soltarse. Dio un jalón descubriendo que, aunque todavía podía sentir ligeros choques alrededor de las muñecas, podía mover la muñeca que le faltaba la mano mejor que la otra. Fue un proceso lento y minucioso, pero se dio cuenta que podía usar eso a su favor. Tuvo que jalar las esposas con su brazo bueno para tratar de deslizarlo fuera.

– ¿Su lugar? – preguntó X confundido.

– Oh, ya lo verán. – dijo Sonie. – De hecho, nuestro benefactor quiere que todos ustedes estén presentes cuando oficialmente comience todo.

Eddy deslizó su brazo manco fuera de las esposas, mientras el otro todavía seguía aprisionado. Se puso a sacudirlo hasta que logró crear un circuito que le permitiera moverlo. Una vez que lo hizo, sacudió su maza reactivada en la dirección de X y Zero, forzándolos a agacharse.

– ¡Corre, Eddy! – ordenó Sonie. – ¡Llámalo y dile que venga a salvarnos!

Eddy no perdió el tiempo en obedecer la orden de su líder, pasando por encima de X y Zero para escabullirse en las calles. Vile lanzó disparos de plasma en su dirección, pero el Maverick ya estaba fuera de rango. El Hunter púrpura se puso de pie y comenzó a correr detrás de él.

– ¡Vile, espera! – gritó X, pero tanto Vile como Eddy ya se habían ido. – Zero, ¿te importaría…?

– Nop. Tú ve tras Vile. – dijo Zero a su compañero. – No confío en él con ese nuevo juguete suyo.

X asintió estando de acuerdo, y se apresuró a seguirlo, esperando poder alcanzarlo antes que las cosas fueran a ponerse violentas. Tenía el presentimiento de que Eddy intentaría utilizar a los humanos en la ciudad.


En el centro de Abel City , plaza de la ciudad, 5:32 pm…

– Whoa, ¿ya es tan tarde? – dijo Chiyo mirando la hora en su teléfono. Suspiró, sabiendo que a su perro no le iba a gustar lo que iba a decirle. – ¡Patarche!

En cuanto lo llamó, el perro blanco con el arnés mecánico le echó una mirada a su dueña.

– Vamos, ya es hora de irnos. – le dijo, recordando además que tenía que volver para hacer su tarea de la escuela. Patarche se tendió en el suelo, forzando a Chiyo a levantarse de la banca e ir directo hacia él. – ¿Hablas en serio? – le preguntó con los brazos en jarras. – Puedo cargar tu enorme trasero peludo todo el camino hasta Arcadia para que todos lo vean si tengo que hacerlo. ¿Eso es lo que quieres?

Patarche se rodó sobre la hierba.

– Pequeño bribón peludo. – se rio Chiyo. – Aun así, tenemos que volver. Pero te diré qué, podemos volver el fin de semana y te llevaré a pasear por toda la ciudad. ¿Eso suena bien para ti?

Patarche ladró en respuesta, ya que al parecer le gustaba ese arreglo. Se levantó, y Chiyo estaba a punto de ponerle la correa.

Desafortunadamente, eso no llegó a suceder. Los gritos humanos de pánico atrajeron la atención de Chiyo y Patarche, aunque pronto se vieron ahogados por lo que parecía ser una ametralladora siendo disparada.

– ¿Qué diablos? – gritó Chiyo, echándose al suelo y llevándose a Patarche para protegerlo de lo que fuera que se acercaba.

A poca distancia de allí, entre las personas que ahora corrían aparentemente por sus vidas, Chiyo pudo ver a un reploide púrpura ciruela siendo perseguido por uno violeta, y el segundo tenía un enorme cañón montado en su hombro izquierdo.

– ¡Regresa aquí! – ordenó el reploide violeta (presumiblemente un Hunter) mientras continuaba disparándole al que escapaba.

Entonces, el reploide perseguido se retiró hacia la pequeña área de hierba en la plaza de la ciudad, mientras Chiyo y Patarche veían que una batalla estaba a punto de desatarse.

Eddy movía su mangual de energía alrededor con su brazo dañado, derribando bancas, postes de luz y árboles plantados por toda la ciudad, especialmente en la plaza. Del otro lado, Vile seguía esquivando los ataques de Eddy, mientras disparaba sin prestar atención a sus alrededores. Claro, tenía un sistema automático de fijación de objetivos, pero la maza de Eddy le impedía acercarse.

– ¡Aprende a rendirte, ¿quieres?! – rugió Eddy, girando su maza. – ¡Nunca podrás detenerlo!

Aunque aparentaba sentirse confiado enfrente de Vile, sabía que tenía que salir de allí. La interfaz de estos Hunters los había forzado a él y a sus amigos a salir de su escondite, y ahora necesitaban que su benefactor les consiguiera un nuevo lugar.

– "¡Tengo que contactarlo! ¡Él nos salvará!"

– ¡Cae ya, maldita sea! – gritó Vile, cuyas balas de plasma rebotaban sobre la maza enviándolas en diferentes direcciones. Estas abrían agujeros quemando el suelo y destruyendo puertas y ventanas si llegaban lo suficiente lejos. – ¡Cae!

Cuando X llegó a la escena, supo que no habría manera de que esto pudiera ser ignorado. Así que el Hunter azul tuvo que abrirse paso entre la multitud de humanos y reploides que escapaban, divisando a Vile y Eddy combatiendo entre ellos.

– ¡Vile, detente! – gritó X tratando de acercarse.

Chiyo vio a Eddy saltar por encima de ella y empezar a correr en dirección hacia el este. Aprovechando la oportunidad, se levantó y estuvo a punto de coger a Patarche para escapar de a allí. Pero antes de poder dar otro paso, Vile vio a Eddy por encima del hombro de ella, y disparó. La bala atravesó tanto tela como carne, y un dolor ardiente asaltó el brazo izquierdo de Chiyo como si alguien acabara de ponerle una plancha caliente encima de la piel. La fuerza del disparo envió a la humana al suelo, sujetándose el lugar donde la bala la golpeó, apretando los dientes y con los ojos ardiendo de lágrimas.

Muchos humanos seguían corriendo, pero varios de los reploides se quedaron congelados, incapaces de comprender lo que veían. Casi todos estaban en silencio, pero se podían oír algunos murmullos cerca de la parte de atrás de la multitud reunida. Incluso Eddy, que estaba a punto de huir, se vio atraído hacia el grito de la humana.

A pesar de su título de Hunter, Vile estaba empezando a sentirse relativamente pequeño bajo la mirada de tantos de los de su clase. Algunos lo veían en in shock, mientras otros expresaban ira o disgusto. Pero la expresión de X fue la que lo confundió más: lo estaba mirando con miedo, pero no como si temiera por sí mismo.

Vile apenas se había dado cuenta de lo sucedido, de lo que había hecho. Miró a Chiyo, que apenas había podido incorporarse a una posición sentada, mientras su perro planco se debatía entre tratar o no de lamerle las heridas. Aunque su brazo parecía seguir funcional, una considerable cantidad de calor seguía emitiendo desde el área.

La conmoción de Vile ante sus propias acciones sólo duró un momento cuando vio otra vez a Eddy. Disparó la bala de plasma de modo que pasaría apenas por encima de la cabeza de la joven humana. Pero cuando vino hacia ella, una mancha de blanco le obstruyó la visión. Patarche había saltado en el último segundo, atravesándose para empujar a Chiyo fuera del camino. La bala le atravesó la garganta, y la energía creó un agujero limpio a través de la carne. No hubo sangre debido a que el calor cauterizó la herida, pero la bala había atravesado su tráquea, haciendo que el perro cayera al suelo jadeando.

Chiyo se quedó allí sentada, con la boca abierta y los ojos muy abiertos de horror. – ¡PATARCHE!

Vile resopló, ya sin ver por ninguna parte a Eddy. – ¡Maldición, se escapó! – Luego miró a Patarche, cuyo pecho había dejado de moverse. – Perro estúpido, arruinaste mi disparo.

– ¡BASTARDO! – aulló Chiyo de pura rabia y desesperación, corriendo hacia Vile y empezando a golpearlo sobre su pecho acorazado.

– ¡Fuera de mi camino! – ordenó Vile, empujando a la humana para dirigirse en la dirección por donde se fue Eddy.

Pero se detuvo al sentir una mano agarrándole el hombro. Vile se giró para encontrarse con un puño blanco que venía directo hacia su cara. El puñetazo de X lo mandó hacia atrás dando tumbos, pero el Hunter violeta estaba más en shock que adolorido.

– ¡¿Qué diablos estás haciendo?! – La respuesta que recibió fue que lo taclearon hacia el suelo, y le colocaron unas esposas para asegurarlo.

Mientras Vile era llevado en custodia, vio cómo Eddy salía alrededor de un edificio, escoltado por Zero, y que su brazo con la maza había sido arrancado de un disparo.


Más tarde…

El sol había comenzado a ponerse sobre el horizonte, bañando toda Abel City en una cálida luz naranja. Pero el humor en la ciudad estaba cualquier cosa menos calmado. El alboroto causado por Vile había dejado a todos igual de tensos como un mecaniloide renegado, y X fue quien tuvo que quedarse mirando y observando todo el daño que, en lugar de haber sido causado por una máquina pilotada, había sido uno de sus propios Hunters el responsable.

Los cuatro Mavericks que habían arrestado serían llevados al centro de detención para ser interrogados. Pero dólo dos de los tres Hunters que fueron asignados a esta misión volverían al cuartel general. Así que Vile fue aprehendido y llevado al centro de detención en lugar de a las celdas de la base. Era lamentable, pero X no sabía qué más hacer. Por encima de su meta de eliminar cualquier amenaza Maverick se encontraba la protección y preservación de la vida humana. Y viendo que fue él quien disparó la bala que hirió a Chiyo en el hombro, no podía permitirse el riesgo de dejar a Vile suelto y que potencialmente le hiciera más daño.

Fue entonces que X se acordó. – ¡Oh no, Chiyo!

Se giró para ver a la adolescente siendo atendida por algunos médicos, pero se había rehusado a abandonar el cadáver de Patarche. X se le acercó para verla mejor. La herida de su hombro no había dañado nervios o arterias, ya que sólo la rozó en la superficie, y tampoco parecía haber huesos rotos. Sin embargo, había un área de la piel que había sido quemada muy severamente. X se mordió el labio, viendo que una herida como esa probablemente dejaría cicatrices.

– ¿Estás bien? – le preguntó X, y la humana chilló mientras una reploide enfermera le aplicaba desinfectante sobre el hombro.

– ¡Al diablo con eso! ¡Mira lo que ese bastardo le hizo a Patarche! – lloró Chiyo, mostrándole la garganta del perro. Los ojos de X se ensancharon al ver el daño.

Zero finalmente había podido regresar con X, habiéndose asegurado de que los demás criminales fueran llevados en custodia. Vio a Chiyo con la cara enterrada en un costado de Patarche, luego que el perro fue declarado muerto. Miró al cadáver y notó el arnés y las correas ortopédicas.

– ¿Para qué era eso? – preguntó Zero, pero Chiyo estaba demasiado dolida para responderle.

– Era su arnés. – explicó X. – Roll me dijo que lo había estado haciendo ya que Patarche no podía caminar bien por su edad.

Zero se quedó confundido. – Si ese es el caso, ¿no estaba ya muy cerca de morir? ¿Por qué no puede conseguir otro? – le susurró a X.

– Cuando se trata de humanos y animales, los apegos se vuelven muy profundos, – le dijo X con suavidad. – Es algo que probablemente sea más profundo de lo que jamás podríamos lograr.

Cierto, esta imagen no era del todo desconocida para ninguno de ellos, pero X pensó que Zero podría haber sido un poco insensible. No por malicia; sólo era muy abierto al momento de decir la verdad.

– Entonces ¿para qué conseguirse un animal? ¿Por qué no mejor una mascota mecánica? – preguntó Zero. Miró a Chiyo que todavía seguía llorando. – Llorar no resolverá nada. Y si ya era tan viejo, ¿no deberías haberlo visto venir? Los humanos lloran muy fácilmente por cosas insignificantes.

Chiyo no respondió a su pregunta. Sus ojos marrones se ensancharon al escuchar eso, y el shock pronto hizo sitio a la rabia. Dejó en el suelo a Patarche y caminó hacia Zero, con rabia en los ojos. Alzó la mano derecha y abofeteó al Hunter rojo, pero este ni se inmutó. Apenas si lo sintió, y mientras tanto Chiyo se dio cuenta que acababa de hacer algo muy estúpido, pues ahora tenía una mano lastimada junto con su hombro.

Esta acción sin embargo le permitió a Zero darle una mejor mirada a la humana, y parecía estar hecha un desastre. Como si todo su mundo se hubiese derrumbado por completo. Recogió el cuerpo sin vida de Patarche y le lanzó una mirada asesina a Zero. – Por esto es que odio a los reploides.

Salió corriendo, llevándose el cuerpo de su perro consigo. Algunos de los reploides médicos fueron tras ella, diciendo que todavía necesitaba tratamiento, pero pronto ni X ni Zero pudieron verla; la adolescente había desaparecido entre la multitud.


Cuartel general de los Maverick Hunters, 12:00 am…

Aunque literalmente fuese una computadora andante, X siempre encontraba difícil entrar en modo de recarga, incluso dentro de una cápsula. Era otra cosa que lo aislaba todavía más de los otros de su clase. Sabía que dormir lo beneficiaría, pero no podía evitar perderse en sus pensamientos, especialmente en relación a lo que sucedió apenas unas horas antes. Las cosas habían iniciado bien, encontraron una pista sobre los incidentes con mecaniloides renegados, pero pronto degeneró en algo horrible, incluso cuando los perpetradores fueron atrapados y arrestados.

Los cuatro Mavericks que habían puesto en custodia, que luego se enteraron que se hacían llamar el Cuarteto Skull, tenían mucho por lo que responder, especialmente eso que llamaban "Día de la Independencia". ¿A qué se referían? Y toda esa perorata sobre cambiar el mundo para mejor, para los reploides y los humanos, que les recordasen a ambas razas cuáles eran sus "lugares", todo era demasiado confuso. Y su "benefactor", ¿quién podría ser? ¿Quién proveería servicios a esos sujetos que intencionalmente causaban pánico y destrucción? ¿Por qué querrían dañar las ya de por sí tensas relaciones entre humanos y reploides?

En cualquier lugar, un día de la independencia usualmente significaba una marca de fecha importante, donde aquellos que la celebraban lograron una victoria decisiva sobre sus opresores. Los norteamericanos habían luchado contra los británicos, los centro y suramericanos contra los españoles y portugueses, y varios países en África habían tenido que alzarse contra los franceses. ¿Acaso esto significaba que el Cuarteto Skull estaba hablando de un día de la independencia para los reploides? Y asumiendo que eso ERA a lo que los cuatro Mavericks se referían, ¿cómo planeaban hacerlo? O más bien, ¿cómo planeaban hacerlo ellos ysu benefactor?

De cualquier manera, eso le preocupaba. El Comandante Sigma tomó la información que él y Zero le dieron con MUCHA seriedad. Y no estuvo nada feliz cuando escuchó todo lo que había hecho Vile, mucho menos a quienes había lastimado. El líder de los Hunters les dij Zero que tendría una MUY larga charla con Vile antes de decidir lo que harían con él. Cuál sería la reacción de Fujiwara, X no tenía idea. Iba a ser muy difícil decírselo. X pensaba que tal vez podría haberlo malinterpretado, pero cuando todavía estaba confinado en su laboratorio, nunca fue capaz de determina si Fujiwara era sincero o no sobre lo que hacía.

Cuando le preguntó al Dr. Cain al respecto, poco después de que Chiyo lo había descubierto, se dio cuenta que no era sólo que se estaba imaginando cosas.

Entonces, ¿siempre ha sido así? – preguntó X al humano mayor que lo había liberado.

Desde que lo conozco. Y lo conozco desde que decidió establecerse en este país. – dijo el Dr. Cain, para luego suspirar. – No tengo ninguna experiencia con la robótica, pero él sí. Así que debe saber lo que está haciendo.

Entonces, ¿por qué está usted aquí? – preguntó X con genuina curiosidad.

El Dr. Cain suspiró de nuevo. – No creo que deba dejarte a solas con él. Puede que sea humano, pero eso no significa que sea capaz de lo mismo que tú.

¿Y eso sería…? – cuestionó X.

El Dr. Cain guardó silencio por un momento. – X, puede que esto sea difícil de entender para ti, pero algunas personas no son como tu creador. Diablos, cualquier cosa que te haya dicho sobre la amabilidad de los humanos es una grosa exageración.

X se quedó confuso. ¿Acaso el Dr. Light se equivocaba sobre la gente? Pero le había dicho a X que su propósito era ser un compañero para los humanos. Había sido construido con humanos y sus centros emocionales y funciones en mente. Entonces, ¿cómo podía equivocarse el Dr. Light?

La verdad, no creo que te maten si llegan a descubrirte, X. – le dijo el Dr. Cain. – Pero eso no significa que no querrían utilizarte o abusar de ti.

Las percepciones de X y todo lo que sabía estaban siendo desafiadas. – Pero una vez que vean cómo me programó el Dr. Light, seguramente entenderán.

Algunos lo harán. – interrumpió Cain. – Pero sus palabras podrían ser silenciadas o ignoradas por completo. Puede que sean humanos, pero sus mentes son muy similares a los mecaniloides que piensan que son menos avanzados en su pensamiento. El incidente que hizo que la IA avanzada fuese ilegal por todo el mundo no ha sido olvidado, e incluso si los humanos te reciben cuando llegue el momento, las preocupaciones de que la historia se repita sólo se verán aumentadas.

X se quedó callado, asimilando toda esta información. – Entonces, ¿qué debo hacer si ese es el caso?

Sólo haz lo que Sho te diga, pero no te dejes someter por él. Tienes una voluntad propia, así que utilízala. Sólo no abuses de ella. – le dijo Cian al robot azul.

Bueno, no, por supuesto que no. – replicó X. – Pero de vuelta con el Dr. Fujiwara, ¿por qué es así? – Aunque no era que le agradase mucho el científico japonés, todavía recordaba las palabras del Dr. Light en relación a los humanos, y cómo ese comportamiento era una forma de enterrar dolores muy profundos durante gran parte del tiempo. Solía hablar de un hombre llamado Albert cuando le contó sobre esto.

Siempre ha sido, bueno, más máquina que hombre. Pero es más que es una persona distante que ser directamente frío. – dijo el Dr. Cain. X guardó silencio mientras seguía escuchando. – Lo conocí a través de un invento en el que colaboró, que consistía en preservar y analizar materia vegetal fosilizada. Nunca fuimos amigos realmente, y creo que nuestra diferencia de edad tampoco ayudó con eso, pero su experticia técnica no podía ser ignorada. Trabajó con mi universidad allá en los estados unidos, y utilizó esa oportunidad para salir de Japón. Por lo que llegupe a saber, su esposa Hinako había fallecido debido a complicaciones durante el parto de su hija.

¿Habla de la niña con el cachorro? – preguntó X.

Ella apenas tenía unos meses de edad en ese entonces, y creo que Sho quería escapar de todo. – dijo Cain. – Dejó a Chiyo con Cecilia, y escuché que no fue sino hasta que ella cumplió los dos años que finalmente decidió regresar.

¿Dejó a su hija durante dos años? – cuestionó X.

Cain asintió. – Tla vez la muerte de Hinako lo golpeó demasiado fuerte, o tal vez no siente ningún apego por Chiyo, pero no me da buena espina dejarte allí con él. Al menos no para que te quedes solo.

Chiyo. X no esperaba verla allí, mucho menos podría haberse anticipado a que uno de sus Hunters le causaría daño a la hija de uno de los fundadores de los reploides. Sin embargo, cuando Roll escuchó lo que sucedió, anunció que se quedaría en la casa de Fujiwara por unos días; la chica humana estaba devastada. Incluso aunque la conocía desde que era una niña, Chiyo se había vuelto bastante distante y difícil de abordar, muy parecida a su padre. Y esto le hacía a X cuestionarse su vida en casa todos estos años. Sin embargo, descubrió que no había mucho que pudiera hacer al respecto.

En cuanto al sujeto que le disparó, X tampoco podía dejar de pensar en Vile. Cierto, sólo estaba tratando de detener a Eddy, pero llegar hasta ese extremo era inexcusable. Podría haber lastimado a Chiyo todavía más si no lo hubieran arrestado, y viendo que Patarche recibió aquel disparo por ella, X se preguntaba si Vile realmente estaba dispuesto a matarla. De manera accidental o no, cualquier acción en contra de un humano se tomaba como una ofensa extremadamente seria. Tal vez incluso más seria por parte de los reploides que de los humanos.

Antes de poder pensar más en ello, escuchó una voz por el canal privado de comunicaciones. – Ya discutimos sobre esto, X. Puedes pensar todo lo que quieras en la mañana. – decía Zero, asegurándose de no molestar a nadie más. – Vete a dormir ahora.

– Bien, bien. – X suspiró derrotado. Lo había atrapado. – Buenas noches.

– Buenas noches.

Aun así, incluso mientras la recarga venía hacia él, su mente continuaba divagando. Un día de la independencia, recordar a los reploides y humanos cuál era su lugar, y aquel que proveía la recompensa por sus servicios. Era demasiado pronto para decirlo, pero lo que fuera que esto significaba, X presentía que llevaría a algo grande. Aunque si sería algo bueno o malo, no podía decirlo. Todo lo que podía hacer era esperar.

Esperar, pero todavía seguía esa duda carcomiéndole en la mente.

Esta historia continuará

Chapter 24: Batalla contra los Piratas Shitapper

Chapter Text

20 de junio, Abel City , 8:30 am…

– Secuencia de entrenamiento concluida. – dijo la voz femenina y calmada de la sala de entrenamiento, y la imagen holográfica alrededor de Zero desapareció. Había puesto sus habilidades a prueba contra una simulación que lo puso en una situación similar en la cual X estuvo no hacía mucho. Un mecaniloide renegado había atrapado a un reploide, y él tenía que rescatarlo. Pero desafortunadamente, su disparo golpeó al rehén, y esta acción desmanteló la proyección de la esfera de espejismos.

Un panel que mostraba el porcentaje de su desempeño alertó al Hunter de su puntuación.

– Aw, diablos. – suspiró. – Perdí el cinco por ciento.

– ¿Sólo cinco? Eso está muy lejos de ser un mal resultado, Zero. – comentó una voz detrás de él. Zero se giró para ver a Storm Eagle entrando en la sala de entrenamiento. – Aunque tengo curiosidad del porqué estás aquí.

– Culpa de eso a Fujiwara. – respondió Zero. – Incluso luego de todos estos años, quiere reportes de mi progreso todo el tiempo. – Y también, si no quería seguir viviendo en ese laboratorio, él y Fujiwara estuvieron de acuerdo en que le enviaría los reportes de puntuación de sus secuencias de entrenamiento. Y contrario a lo que Eagle podría haber pensado, ese cinco por ciento faltante se haría notar. – Como sea, ¿qué haces aquí, Eagle?

– Venía para informarte que otro miembro de mi unidad y yo hemos sido asignados a una misión relacionada a una nave de carga, pero el Comandante Sigma sugirió que lleve a un Hunter más para mejorar nuestras oportunidades, y pensé que serías perfecto para el trabajo. Cinco por ciento menos o no.

Zero sonrió al escuchar eso. – Muy bien. Entonces, ¿qué hay en la agenda?


Base aérea de Abel City…

Zero y Eagle habían llegado, su objetivo estaba justo frente a ellos sobre la pista de aterrizaje. – Una nave de cargo vuela hacia una locación específica sobre el mar de las Filipinas. – explicó Eagle mientras él y Zero se aproximaban hacia la nave. – Nuestra misión es asegurarnos que llegue a su destino y protegerla contra cualquier ataque potencial.

– ¿Qué hay en ella que es tan importante? – cuestionó Zero.

– Está transportando armas para el programa de defensa de Abel City. – explicó Eagle. – Serán almacenadas debajo de la isla en caso de una emergencia. Con todos los mecaniloides Mavericks, y los Mavericks en general, el consejo arcadiano ha decidido reforzar nuestras medidas de seguridad.

– Bueno, esos cuatro payasos detrás de todo el hackeo han sido puestos bajo custodia, así que las cosas deberían calmarse un poco, ¿no crees? – preguntó Zero.

– Tal vez, pero es mejor no arriesgarnos. – dijo Eagle.

– Wow, y los otros se quejan todo el tiempo de que X anda preocupado por todo. – dijo una voz femenina en tono juguetón. La dueña de dicha voz se encontraba sobre la cubierta de la aeronave. – Pero parece que el líder de nuestra unidad también es un poco gallina.

Una reploide con cabello negro algo largo y ojos verde-azulados saludó a ambos Hunters con una sonrisa amigable. Saltó desde la cubierta de la nave y aterrizó enfrente de Zero y Eagle, permitiéndoles a ambos verla más de cerca. Sus hombreras, antebrazos, peto, botas y una minifalda de metal, todos eran de color verde azulado. Una banda sobre su cabeza con gemas de color magenta descansa sobre su cabeza, y tenía unas hombreras magentas, un cinturón con guardias similares sobre sus caderas y manos, y un collar magenta alrededor de su cuello. Sus rodilleras y las puntas de sus botas, junto con sus dedos y audio receptores eran de color blanco, y casi todas las demás áreas eran azul oscuro, salvo por el pecho y las piernas, que tenían el mismo color de la piel humana.

– Zero, esta es la miembro de mi unidad que se unirá a nosotros. – le dijo Storm Eagle al Hunter rojo. Luego se dirigió a la reploide femenina. – Adelante, preséntate.

– ¿No me vas a saludar? Después de todo, fui yo la que te recomendó que trajeras a Zero en lugar de a X. – dijo la reploide femenina, poniendo las manos sobre sus caderas.

Storm Eagle rodó los ojos. – También me da gusto verte, Teal.

– ¡Aw, sabía que no te ibas a olvidar de mí! – dijo Teal, antes de voltear a ver a Zero. – Pero sí. Soy Teal de la Unidad Aérea número 7. – Le extendió la mano a Zero. – Es un placer conocerte.

– Sí, lo mismo digo. – respondió Zero, aceptando el apretón de manos con Teal.

Ella se rio, aunque su mirada pasó de Zero a Eagle como si estuviera observando sus reacciones. – Hm, Eagle tenía razón sobre ti. – dijo mientras miraba al reploide rubio. – Aunque nunca mencionó que fueras tan lindo.

Los ojos azules de Zero se ensancharon brevemente, sin estar seguro de cómo responder, aunque podría haber jurado que vio a Eagle mirarlo como si lo estuviese evaluando. Sin embargo, parecía más como si el reploide pájaro se sintiera desafiado.

– Entonces – dijo Zero, aclarándose la garganta – ¿supongo que ya podremos comenzar?


Más tarde, 10:30 AM…

La nave de carga volaba sobre el mar de las Filipinas donde residía Abel City. El trío de Hunters había abandonado tanto la ciudad como la isla artificial. Se elevaba por encima de las nubes, que aquel día eran pocas y muy delgadas, dándoles a los tres Hunters una gran vista del azul del cielo. Eagle lamentaba no poder salir a estirar sus alas en un clima tan bueno como este, pero ahora se encontraba en una misión. Mientras Teal y Zero permanecían en la retaguardia, él estaba en el timón, con los ojos abiertos en caso de cualquier amenaza. Y por poco profesional que fuese, el pájaro no podía evitar preocuparse de si a Teal realmente le gustaba o no Zero.

– “No, no seas ridículo. Ella flirtea con todo el mundo; no significa nada.” – pensó, antes de suspirar. – “Además, sería imposible. Yo soy su superior, y ella es mi subordinada. Sería un abuso de poder. Aun así… no puedo evitar preguntarme.”

No, jamás pensaría en hacer algo así.

En la retaguardia y afuera de la nave, Zero y Teal observaban el interminable horizonte azul, mientras la cabellera oscura de Teal y la larga coleta de Zero danzaban en el viento.

– Y dime, ¿supiste lo que sucedió con Vile? – preguntó Teal al Hunter rojo, reclinándose contra la nave con los brazos detrás de la cabeza. – Oh, es verdad. Tú estuviste allí, ¿verdad?

Zero asintió, mientras por dentro se preguntaba en qué diablos pensaba Fujiwara al darle a Vile de todos los reploides un arma como esa.

– Apuesto a que pateaste muchos traseros. – dijo la Hunter de cabello oscuro. – Ese cabello tuyo fluyendo detrás de ti mientras te mueves… no me importaría verte en acción alguna vez.

Le dio al Hunter rojo un pequeño guiño coqueto. Zero no estaba seguro de cómo responder; desde que le había puesto el ojo encima, Teal se la pasaba haciéndole gestos lindos o dándole miradas provocativas, todo para atraer su atención. Al menos eso era lo que pensaba al principio.

Pero entre más lo pensaba, se dio cuenta de que sólo hacía esto cuando Eagle estaba presente, y siempre parecía estar pendiente de las reacciones de este último. Al darse cuenta de esto, Zero comenzó a dudar que fuese el objeto de su afecto.

– Como sea. – Teal decidió cambiar el tema. – ¿No te parece un poco extraño que estén aumentando tanto la seguridad?

Esto atrapó la atención de Zero. – ¿A qué te refieres?

– Quiero decir, piénsalo. – continuó Teal. – Los sujetos que estaban detrás de los mecaniloides renegados ya fueron capturados, pero sigue habiendo más incidentes.

– “Eso es verdad.” – pensó Zero. – “Incluso desde que el Cuarteto Skull fue aprehendido, tres mecaniloides más se han vuelto Mavericks. Por supuesto, es mucho menos de lo que solía ser, ¿pero por qué continúan los incidentes?” – Zero solamente respondió en silencio con un asentimiento.

– ¿Y quién estaba detrás de los hackeos en primer lugar? – se preguntó Teal en voz alto. – El Cuarteto Skull admitió haber estado trabajando para alguien más. La pregunta es ¿por qué? – Se giró hacia Zero. – Oh, antes de que siga, ¿puedes prometerme que guardarás el secreto de todo lo que dije?

– Uh, sí, claro. – dijo el Hunter rubio.

– Entonces, ¿qué piensas de todo esto? – preguntó la Hunter magenta y verde-azulada. Zero se quedó callado por un momento. Sí tenía algunas cosas por decir, pero no sabía si las recibiría bien o no. – Ya te conté mis pensamientos privados, es justo que me cuentes los tuyos. ¿O acaso estás tratando de poner un acto de tipo misterioso y frío?

Zero estuvo a punto de responderle, pero él y Teal de pronto recibieron una llamada de Eagle por el comunicador. – ¡Atentos! ¡Tenemos compañía!

En la distancia, Zero y Teal pudieron ver una pequeña nave aproximándose. Su frente estaba decorada con un enorme y caricaturesco cráneo con ojos rojos. Y entonces, tres figuras saltaron fuera de la nave y empezaron a volar hacia ellos. Se trataba de reploides pequeños y amarillos con aspecto de pájaros, con tornillos enormes en sus cabezas y pies enormes y cuadrados de color naranja. Sus alas eran un cruce entre eso y unas manos, con tres “dedos” en los extremos. Los tres pájaros comenzaron a dispararles a Teal and Zero; y los Hunters se vieron forzados a ponerse a cubierto para evadir las balas.

– ¡Acérquense una vez que aseguremos la carga, J y Two P! ¡¿Entendido?! – dijo uno de los reploides pájaros por el canal de comunicaciones, mientras dos pájaros gemelos seguían en la nave que estaban pilotando. Su sección media era púrpura con gemas de topacio en su cintura, y tenía un parche en el ojo izquierdo. Hablaba con una voz chillona y cómica que traicionaba su naturaleza de criminal.

– ¡Entendido, Capitán! – replicaron dos voces al unísono.

– ¡Muy bien! – El pájaro con el parche miró hacia abajo, a la nave que él y sus dos tripulantes planeaban asaltar. – ¡Primero, a encargarnos de estos sujetos! ¡Después escapamos con el botín! ¿Están listos?

– ¡Sí Capitán, estamos listos! – respondieron los otros pájaros. Uno tenía su sección media coloreada de verde con gemas color rubí y una gorra verde sobre su cabeza con el tornillo asomándose por arriba. El otro la tenía de rojo con gemas esmeraldas y una máscara roja en el rostro.

De vuelta en la nave de carga, Zero contactó a Storm Eagle, cubriéndose del fuego. – ¡Hey, Eagle! – dijo por el canal compartido. – ¡Las fuerzas enemigas ya nos alcanzaron! ¡Están disparando en nuestra dirección!

– Lo sé. – dijo Storm Eagle por el comunicador, todavía en la cubierta de control de la nave. Abrió la puerta de salida, navegando a través de la pequeña nave hasta salir afuera. De inmediato, el ave de presa robótica extendió sus magníficas alas de color azul y violeta, y dio órdenes a sus compañeros. –  Zero, mantén la nave en su curso. Teal, tú vendrás al aire conmigo.

La subordinada de Eagle pareció complacida por esto, y un disco redondo de color magenta en su espalda se abrió en dos para desplegar dos piezas alargadas que formaron un par de alas como un planeador. Los propulsores de las alas se encendieron, y con ello Teal y Eagle despegaron hacia el cielo mientras Zero se veía forzado a quedarse atrás en la nave.

Los tres pájaros criminales vieron que tenían compañía, y el que llevaba el parche comenzó a dar órdenes. – ¡Dug! ¡Jake! ¡Encárguense de esos dos! ¡Yo iré por la nave!

– ¡Sí, Capitán! – respondieron los otros dos pájaros, lanzándose hacia Eagle y Teal mientras su capitán iba hacia la nave de carga.

Eagle y Teal abrieron fuego contra ellos, Eagle lanzando su Storm Tornado y Teal transformando las secciones magentas de sus hombros en un par de armas blaster. Dug, el que llevaba la gorra, se lanzó contra Eagle mientras que Jake, el de la máscara, decidió ocuparse de Teal.

– ¿Quiénes son ustedes? – preguntó Eagle a su oponente. – ¡Digan sus intenciones!

– ¿No es obvio? – replicó Dug. – ¡Venimos aquí por su mercancía!

– ¡Sí! ¡Y no nos iremos sin ella! – agregó Jake.

– Será algo difícil con esos brazos tan pequeños. – dijo Teal, sonriendo al ver que el pájaro enmascarado se calentaba de la vergüenza.

– ¡Identifíquense ahora! – ordenó Storm Eagle a los dos pájaros.

– Ok, pero se los advierto. – dijo Dug. – Será la primera…

– … y última vez que oirán nuestros nombres. – completó Jake, disparando desde las puntas de sus alas hacia Teal.

La Hunter voladora esquivó los disparos mientras Eagle se enfocaba en tratar de derribar a Dug con el Storm Tornado. Mientras tanto, Zero se encontraba en el panel de control de la nave, asegurándose de mantenerla en movimiento hacia su destino, pero pronto sintió que no estaba solo. Y como si fuera una señal, la puerta hacia la habitación fue derribada, y un reploide amarillo con aspecto de pájaro hizo acto de presencia listo para dispararle.

– Manos arriba, y nadie saldrá… – El pájaro con parche se detuvo. – ¡Bah, al diablo con eso! ¡Mejor te mato aquí mismo!

Lanzó unos cuantos disparos, pero Zero se agachó para esquivarlos, y para su gran sorpresa agarró al pájaro más pequeño que él, empujándolo contra la pared.

– De acuerdo, mocoso ¿quién se creen que son ustedes? – gruñó Zero, demandando respuestas.

– ¡¿Mocoso?! ¡Nos construyeron como adultos, muchas gracias! ¡ACK! – Aunque no necesitaba aire, el brazo de Zero estaba ejerciendo presión en su garganta. – ¡Somos los piratas Shitapper, terrores del cielo y saqueadores de fortunas!

– ¿Y cómo es que nunca he escuchado de ustedes? – preguntó Zero sarcásticamente, haciendo enojar al pájaro. – Viendo como te llamaron esos dos, ¿asumo que eres el líder de esta operación?

– ¡Sí! ¡Capitán Bred! – dijo el pájaro con parche, y luego empezó a agitar sus alas, creando una poderosa ráfaga que tomó a Zero por sorpresa y lo forzó a soltar al pequeño pirata.

Y luego, Bred voló en la dirección del Hunter rojo.


Residencia del Dr. Cain , 11:00 am…

Ya había pasado algún tiempo desde la última vez que Sigma estuvo en Arcadia, mucho menos en el hogar del Dr. Cain. Aunque ya fuese el año 21XX, el anciano humano tenía una afinidad por el pasado distante. Los muebles de madera contrastaban enormemente con las versiones más modernas, sin mencionar que resultaban confusos para Sigma, ya que no entendía por qué Cain tendría tanta variedad de reliquias del pasado y textos de culturas y civilizaciones antiguas.

– Ha habido mucha acción últimamente, ¿no lo crees? – preguntó el anciano mientras él y Sigma ingresaban al estudio de Cain.

– Sí, Dr. Cain. – respondió Sigma. – Me duele admitir esto, pero los crímenes de Mavericks han estado yendo en aumento. E incluso con los arrestos recientes, hay mecaniloides que se siguen volviendo violentos.

– Eso es desafortunado. – dijo el Dr. Cain, mirando sus muestras de vida vegetal fosilizadas. Luego se giró para ver a Sigma. – Pero confío en que tú y los Hunters lo mantendrán bajo control. Por cierto, cuéntame, ¿cómo le está yendo a X?

El Maverick Hunter de gran estatura se sorprendió de oír esto, pero respondió. – Hasta donde concierne a sus habilidades y desempeño en el campo de batalla, ha demostrado gran promesa. Pero…

– Pero tiene problemas para jalar el gatillo, ¿verdad? – El Dr. Cain completó la oración por Sigma. El líder Hunter asintió confirmando sus sospechas. – Siempre se preocupa demasiado. Es un rasgo que nunca ha podido superar. Pero por supuesto, es una de sus mejores características.

Sigma estaba confundido. – ¿Un defecto como ese es una característica?

– Los defectos constituyen una buena porción de la personalidad, sea de los humanos o reploides. Incluso el Dr. Light entendió esto cuando sólo había robots. – Sigma se quedaba en silencio mientras el Dr. Cain continuaba. – Pero la programación de un reploide es mucho más fluida y apta para evolucionar y cambiar. Desde luego, si ese es el caso, ¿entonces volverse Maverick es otra característica?

– Pero Doctor. – dijo Sigma. – ¿Por qué razón iba un reploide a volverse Maverick por su propia voluntad?

– “No te delates ahora.”

“Cállate. Estoy teniendo una conversación.”

– Por la misma razón que un humano decide romper las leyes de la sociedad. Pero de nuevo, tal vez esto lleve una nueva era. No sólo para los reploides, sino para los humanos.

Sigma se quedó callado por un momento, contemplando lo que deseaba decir, lo que quería expresar.

– “Adelante. Dilo.”

El reploide más alto finalmente habló. – Es decir que es como la teoría de la evolución de Darwin. Y tal vez como La Rama Dorada.


Sobre el mar de las Filipinas…

El pájaro estaba a punto de disparar, pero Zero avanzó a una velocidad que sorprendió al pequeño capitán. Tuvo que saltar, aterrizando en el panel de control, y agarró el timón con sus garras. Bred miró hacia Zero con malicia y comenzó a girar el timón, con él haciendo voltear toda la nave.

Desde afuera de la nave, Eagle y Teal notaron que comenzaba a hacer giros muy cerrados y a moverse de manera errática.

– Zero está en problemas. – siseó Storm Eagle, disparando otro tornado en la dirección de Dug, que seguía bombardeándolo con balas de energía desde sus “dedos”. – ¡Teal! ¡Vuelve a la nave ahora!

– ¡Pero señor, lo superan en número! – protestó Teal. Él simplemente miró a Dug y Jake, los dos bandos mantenían la mirada el uno en el otro.

– ¡La nave debe llegar a su destino! ¡Ve, es una orden! – gritó Eagle, pero a pesar de su estoicismo, pudo ver la preocupación en sus ojos.

– ¡Sí señor! – respondió Teal, volando hacia la nave. Pero primero… – ¡Oye, enano! ¡Por aquí! ¡Ven por mí!

Jake inmediatamente se puso furioso. ¡¿Cómo se atrevía a mencionar su tamaño?! En ese momento ella echó a volar, haciendo que Jake la persiguiera.

Eagle comenzó a decirle a Teal que se detuviera, pero esta distracción momentánea le permitió a Dug tomar por sorpresa al pájaro gigante, lanzándose en picada y dándole una fuerte patada en el centro de la espalda. Voló a corta distancia pero se recuperó rápidamente. Esta era su batalla, y sólo podía esperar que Zero lograra evitar que Teal terminase matándose.

Entretanto, adentro de la nave…

– ¡Idiota! ¡Detente! ¡¿Acaso tienes idea de lo que hay a bordo?! – gritó Zero. Si este estúpido pájaro no se detenía, ¡las armas a bordo podrían detonar!

– ¡Por supuesto que la tengo! – respondió Bred, todavía jugando con el timón. – ¡Mejor entrégalas, o todos caeremos prendidos en llamas!

– Sí te das cuenta que tú también te vas a freír, ¿verdad? – cuestionó Zero.

Bred dejó de moverse, mirando al Hunter rojo con la mayor seriedad. – Nuestro sacrificio valdrá la pena. De una manera u otra, todos nos recordarán. ¡Vamos a pasar a la historia!

De repente, la puerta lateral se abrió de golpe, haciendo volar a Bred fuera del timón y contra la puerta opuesta. El capitán por poco se cayó de la nave, apenas logrando agarrarse del borde en el último segundo. Podía volar, pero tenía que hacer ver esto convincente. Él y su tripulación debían convencer a estos Hunters que eran una amenaza genuina, que no estaban aquí por razones alternativas.

Teal miró a Zero, con una sonrisa en el rostro. – Hola, ¿me extrañaste?

– ¡Bueno, yo sí! – gritó Jake, apareciendo detrás de Teal. – ¡Aún no hemos terminado, señorita!

– ¡Y nosotros tampoco, rubiecito! – gritó Bred, volando hacia la parte superior de la nave.

Zero lo siguió, pero se dirigió hacia Teal antes de ir tras Bred. – ¡Mantén la nave en curso y estable!

– ¡Lo que usted diga, Capitán! – respondió Teal, aunque no pudo decir más ya que Jake saltó hacia ella, todavía furioso por su comentario de “enano”.

Bred y Zero llegaron a la cubierta superior de la nave de carga, y Zero tuvo que esforzarse por mantener el balance. Lo primero que este mocoso iba a intentar hacer era hacerlo caer, seguramente. – Y bien, ¿a qué te refieres con pasar a la historia? – preguntó Zero a Bred. – No me digas que ustedes también tienen a un supuesto benefactor.

– ¡Tal vez lo tengamos, tal vez no! – respondió bred. – ¡Pero comoquiera que vayan las cosas, seremos recordados!

– ¿En serio? Porque yo ya me olvidé de tu nombre. – Zero sonrió al ver que el pájaro se ponía furioso. Pero por supuesto, no le sorprendería si empezaba a salir vapor de sus “orejas”.

– ¡Ooooh, se acabó! – gritó Bred, y efectivamente echaba vapor. – ¡Te voy a hacer volar! – Comenzó a abrir fuego contra el Hunter rojo, sabiendo que sólo uno de ellos podía volar.


Residencia del Dr. Cain , 11:45 am…

El Dr. Cain no esperaba escuchar eso. Aunque se esperaría una comparación con Darwin en relación al constante desarrollo de la “mente” de un reploide, no se esperaba una referencia a algo que él creía no se relacionaba en absoluto. – ¿La Rama Dorada?

Sigma asintió. – Darwin teorizaba que la evolución ocurre debido a la selección natural. Acorde con él, la evolución es descendencia con modificaciones. Aquellos que logran no sólo sobrevivir a las otras criaturas que las rodean, sino adaptarse y dominar al mundo en el que viven. Ellos serán los que decidan cómo serán las futuras generaciones, y los sobrevivientes de esa generación darán vida a una nueva.

– Bueno, sí, eso es verdad. – respondió Cain. – Y también supongo que se puede comparar a humanos y reploides, ya que ambas especies tienen un ancestro común. Aunque a diferencia de los reploides, el ancestro del hombre es una persona diferente dependiendo de a quién preguntes.

– En efecto. – dijo Sigma estando de acuerdo. – Pero el camino por el que la humanidad y las formas de vida robótica recorrieron para llegar hasta aquí tienen similitudes muy marcadas. En que sólo aquellos con los rasgos más deseables y mejores son los que se alzan para guiar a los que vendrán después.

– Es cierto. – dijo el Dr. Cain. – Pero me da curiosidad cómo se relaciona eso con La Rama Dorada.

– “Ahora es tu oportunidad. Dile lo que realmente piensas.”

– La Rama Dorada, en realidad, no es más que una simple rama con hojas doradas. Pero se le asocia más con el poema de Virgilio. – dijo Sigma. – Se usaba metafóricamente en supuestos rituales antiguos. Los adoradores de Diana, la diosa romana con quien se suele asociar la rama. Según algunas fuentes, una persona esclavizada cortaba una rama de un árbol sagrado, y el sacerdote que cuidaba el árbol sería sacrificado. Pero el esclavo entonces tomaría el lugar del sacerdote, y cuando llegara el momento, también recibiría el mismo destino.

El Dr. Cain recordaba haber leído una versión resumida del poema de Virgilio en una ocasión, pero tenía la sensación de que Sigma tenía más que decir. No estaba seguro de a dónde querría ir el reploide con esto, pero aun así lo escuchó con atención.

– Luego está La Rama Dorada: Un Estudio sobre Magia y Religión de Sir James George Frazer. Y en su investigación compilada, ha encontrado muchas similitudes entre varias religiones, tanto modernas como paganas antiguas. Especialmente en cierto tema específico.

– ¿El cuál sería…? – preguntó Cain, tratando de ver a dónde llegaba Sigma.

Sigma notó una mariposa monarca laminada sobre el escritorio del Dr. Cain. La recogió, y miró con sus ojos azules las alas naranjas con patrones negros y blancos. – La historia de la reencarnación.


Sobre el mar de las Filipinas, 12:23 pm…

¡Maldición! ¡Este pequeño mocoso era rápido! Aunque no era demasiado fuerte, eso sólo importaría cuando Zero pudiese ganar la ventaja. Pero hasta que eso sucediera, tendría que seguir soportando a Bred mientras trataba de hacerlo caer de la cubierta.

– ¡¿Qué te parece eso, chico afeminado?! – se reía Bred a carcajadas mientras pasaba volando al lado de Zero, lanzándose en picada y obligándolo a mantenerse bajo. Zero disparó una ráfaga de plasma en la dirección del pájaro, pero el pequeño bastardo simplemente voló fuera del camino. – ¡Admítelo, no eres tan grande y malote fuera de tu elemento, ¿verdad?!

Zero gruñó, pero entonces se le ocurrió una idea. Primero necesitaría algo de información de sus dos camaradas. – ¡Eagle! ¡Teal! ¿Qué ocurre con ustedes?

– ¡Oh, no mucho-AUCH! – gritó Teal, desde adentro de la nave. Su cabello estaba en las alas del pirata enmascarado. – ¡Sólo estaba por darle a este mocoso una merecida tunda!

Echó la mano para atrás y cogió al pájaro con máscara por el rostro, lanzándolo contra la pared. El impacto aturdió a Jake, permitiéndole a Teal recuperar el control de la nave. Luego vio el pequeño mapa en el monitor, viendo que su destino marcado ya estaba frente a ellos.

– ¡Señor! – dijo por el comunicador. – ¡Estamos llegando al punto acordado!

Afuera de la nave, Storm Eagle escuchó y registró las palabras de Teal, mientras trataba de contener a Dug. – ¿Cuánto falta?

– ¡Unas quince millas! ¡O ya que estamos fuera de los Estados Unidos, veinticuatro kilómetros! – dijo Teal, bromeando sobre los orígenes norteamericanos de Eagle. – Trataré de mantener la nave en curso, pero este mocoso me lo está dificultando.

Fue entonces que Eagle vio algo en la distancia aproximándose. Era la nave de los piratas. – ¡Teal, mantén la nave en curso! ¡Zero, trata de mantenerte donde estás! – ordenó, y luego vio a Dug volviendo a lanzarse contra él. – Ahora le pondré fin a esto.

Zero se encontraba sobre la cubierta disparándole a Bred, mientras la amenaza enana se las arreglaba para evadir todos sus ataques. Pero en ese punto, el Hunter rojo tuvo una idea, aunque tendría que esperar a que Bred se pusiera a tiro.

– ¿Ya estás cansado? – se burló el capitán. – ¡Pero apenas empezábamos!

Volvió a lanzarse contra Zero de nuevo, listo para disparar una vez que se acercara lo suficiente. Desafortunadamente, eso era lo que Zero estaba esperando: le hundió su buster en el pecho a Bred en el último segundo y disparó a quemarropa. El pájaro salió volando hacia atrás y cayó fuera de la nave, y fuera de la vista. Mientras iba cayendo, Bred vio que Eagle había visto su nave y, con Dug detrás de él, se dirigía directo hacia ella.

J y Two P todavía se encontraban en los controles de la pequeña nave, pero su visión se bio obstruida por un enorme objeto que volaba enfrente de ellos, cuyas enormes y majestuosas alas proyectaban una sombra sobre los gemelos. Y entonces, Dug fue lanzado hacia adelante como una pelota hacia el parabrisas, destruyendo el vidrio y permitiéndole a Storm Eagle observar el interior.

– ¡¿Quién eres tú?! – preguntó Two P, a lo que Eagle simplemente respondió colocando su buster en el panel de control y soltando un poderoso ciclón para que hiciera trizas los circuitos y cables.

Para su horror, Bred escuchó una enorme explosión y vio que su nave acababa de ser destruida. Por suerte, J y Two P parecían estar bien, ya que ambos desplegaron sus paracaídas. Aunque pudiesen volar y no morirían al golpear el agua, la velocidad terminal afectaba cualquier cosa que tuviera peso, incluso a los reploides.

Aun así, ¡estaba furioso, habían perdido su nave! ¡Le iba a arrancar las alas a ese pajarraco y abrirle un nuevo agujero para poner sus huevos, y…!

*¡BEEP! ¡BEEP!*

– ¿Qué diablos? – dijo Bred en voz alta. – ¡¿Ahora quién me llama?! Ah, como sea. – respondió la llamada. – ¡Sí, ¿qué sucede?! ¡Tenemos una situación aquí!

– Retírense.

Bred inmediatamente reconoció la voz, pero no creía que la hubiese escuchado al principio. – ¡Espera, ¿qué?!

– Ya están justo arriba de su destino. Así que no hay necesidad de mantener la charada.

– ¡Pero destruyeron mi nave! – protestó Bred.

– Tu nave rentada. – aclaró la voz. – La nave que apenas habías pintado hace unos días como si fuese la interpretación de un niño de un barco pirata.

El pájaro con parche frunció el cejo. – Pero ellos… – volvió a protestar, pero de nuevo lo interrumpió.

– Retírate. Esta conversación ya terminó. – La conexión se cortó, y Bred se quedó solo, cayendo hacia el mar.

– ¡Maldita sea!

A bordo de la nave de carga, Jake seguía peleando contra Teal, que se esforzaba por mantener la nave estable. Ek monitor mostraba que ya habían llegado a su destino, pero no había manera de que pudiesen ir a ninguna parte con estos piratas todavía persiguiéndolos.

Pero entonces, Teal y Jake oyeron un pitido proveniente del pájaro enmascarado.

– ¿Huh? – dijo Jake confundido. Se quitó de encima a Teal, que lo miró confusa mientras contestaba la llamada. – Uh, espera un momento. ¿Sí, qué pasa? – Teal se quedó en silencio, escuchando la conversación. – ¡¿DIJO QUÉ?! – graznó el pájaro furioso. – Pero nosotros… él dijo que… dijiste que… – Jake se encontró incapaz de dar un contra-argumento. – Está bien. Como diga, capitán.

Escapó fuera de la nave a través de la puerta destrozada, abandonando la sala de control. – ¿A dónde va con tanta prisa?

Zero, que seguía en la cubierta superior, vio a Jake mientras escapaba, aunque no se fue sin detenerse por un momento para decirle algo. – ¡No has visto lo último de nosotros! ¡Sólo espera!

Con eso, salió volando, dejando a Zero muy confundido. En ese momento, Eagle vino aproximándose, aterrizando sobre la cubierta no muy lejos del Hunter rubio. – ¿Qué pasa con él? – le preguntó al pájaro gigante.

– Parece que ya entendieron el mensaje y se largaron. – respondió Eagle. – Como sea, ahora que nos encargamos de eso, – voló hacia la cubierta inferior de la nave, mientras Teal lo veía por el parabrisas – aquí es donde la nave debería atracar, ¿correcto?

– Según esto, sí. – respondió Teal, señalando al monitor. – ¿Ahora qué?

Su pregunta fue respondida cuando un enorme objeto comenzó a emerger del agua. Parecía ser un enorme cilindro de metal que se estiraba desde las profundidades desde la superficie. Se hizo más grande hasta que consumió totalmente a la aeronave, cerrando una compuerta de metal. El interior del cilindro se iluminó al encenderse las luces, al parecer para guiar a la aeronave en su camino.

– ¿Y bien? – preguntó Teal a su Comandante.

– Deja que la nave descienda. – ordenó Storm Eagle.

Teal obedeció, lentamente dirigiendo la nave hacia abajo y a través del túnel. Por el camino, el metal de color malva oscuro fue reemplazado por un grueso cristal que mostraba un enorme arrecife de coral lleno de peces tropicales. Sin embargo, no pudieron disfrutar del espectáculo de colores y diferentes especies por mucho tiempo, ya que el oscuro metal reemplazó el vidrio una vez más.

– ¿Cuándo termina esta cosa? – preguntó Teal en voz alta, mientras seguía pilotando la nave.

Y entonces, finalmente, después de un largo tiempo, llegaron a lo que parecía ser otra entrada, o quizás una salida del túnel. De cualquier manera, era el único camino. La nave continuaba su descenso, y la puerta se abrió para dejarla pasar. Debajo había un espacio para aterrizar, permitiéndole a Teal finalmente atracar la nave. Replegó sus alas y salió junto con Zero y Eagle, que bajaron desde la parte superior. Los tres Hunters miraron a su alrededor: este lugar se veía similar al entorno de la pista de despegue, ¿pero por qué estaba en el océano?

– Ah, allí están. – Una puerta se abrió, revelando a Launch Octopus, que tenía sus brazos de cefalópodo cruzados sobre el pecho y el estómago. – Y pensar que el buen doctor se preocupaba de si ustedes llegarían o no. – Su voz claramente sonaba a que estaba molesto de que lo hubieran hecho esperar tanto. – ¿Acaso se toparon con algún problema?

Zero y Eagle se miraron entre ellos, y Teal fue la que decidió responderle a Octopus. – Un poco, pero la carga está intacta. ¿Por qué?

– Oh, por nada, sólo curiosidad. ¿O es que no son capaces de pilotar una nave? Eso me conmociona, considerando que están en la unidad número 7. – Ese comentario hizo que Teal entrecerrara los ojos con rabia. – Como sea, ya que están aquí, debo hacerle saber que la carga ya fue entregada. –

Launch Octopus se giró para marcharse, pero Teal de inmediato le gritó.

– Uh, ¿hola? ¡Espera un minuto! ¿Nos quieres explicar qué es este lugar al menos?

Octopus se giró, como si reflexionara en su pregunta, y con un tentáculo se frotó debajo de la barbilla. – Hm, todavía está en desarrollo, pero supongo que les puedo enseñar. Vengan, los escoltaré.

Les hizo un gesto con uno de sus brazos flexibles para que lo siguieran. Storm Eagle, Teal y Zero echaron a andar, siguiendo a Launch Octopus hacia el interior.


En la residencia del Dr. Cain…

– ¿Reencarnación? – El Dr. Cain pensó en esto. – Sí, de cierta manera, está algo relacionada a la reencarnación.

Sigma asintió. – Cuando Frazer reportó sus hallazgos en 1890, muchos llamaron a su texto una blasfemia debido a involucrar al cristianismo en sus escritos, comparando y encontrando similitudes entre la religión más prominente de su país y la del paganismo.

– “¡Ya, ve al punto de una vez!”

– Pero no se puede negar que la reencarnación es un tema prevalente en todos los sistemas de creencia. Y de cierto modo, incluso en un sistema que muchos asocian con una falta de fe, la evolución también tiene un tema de reencarnación. Los dinosaurios una vez gobernaron el planeta, pero la Tierra cambió drásticamente. – Cain permanecía en silencio, escuchando cada palabra que decía. – Pero incluso tras su extinción, y luego de que el hielo que cubría el planeta se derritió, una nueva Tierra nació, y las criaturas que pudieron adaptarse y sobrevivir a la gran extinción y lo que vino después de ella se convirtieron en los nuevos gobernantes del planeta. Y luego de ellos vino el hombre.

Sigma se quedó callado, como si esperara alguna respuesta del Dr. Cain. – ¿Qué es lo que quieres decirme realmente, Sigma? – preguntó finalmente.

– “Ya bien puedes decirlo. No es como que pueda hacer nada para detenerlo.”

– Estoy diciendo que hay un elemento crucial en la reencarnación para que pueda haber un avance o un cambio, ya sea por crecimiento o una transformación completa.

– ¿Y ese es? – preguntó el Dr. Cain, presintiendo cuál sería la respuesta del reploide.

Sigma dejó la mariposa y miró al anciano humano fijamente. – Para que nazca algo nuevo, algo viejo debe morir.


Mar de las Filipinas…

– ¡Esto apesta! – se quejó Jake, golpeando el agua con su ala. – ¡Ahora parecemos una bola de idiotas!

– ¡Esto fue tu idea, Jake! – le espetó J.

– ¡Sí! ¡Tú fuiste el que insistió en que aceptáramos la oferta de ese sujeto! – agregó Two P.

– ¡Bueno, ustedes tampoco se negaron! ¡Ustedes también decidieron seguir el juego!

Dug observaba el argumento entre sus colegas trabajadores del muelle (en realidad no eran piratas en absoluto), pero entonces notó a Bred. – ¿Qué sucede? Probablemente ya deberíamos irnos. El jefe seguramente nos va a despedir, así que tenemos que salir de la ciudad. Ya nunca podremos encontrar trabajo aquí de nuevo, eso es seguro.

Bred se quedó callado, flotando sobre el agua. Todos los pájaros habían activado sus flotadores para no hundirse, pero en ese momento Bred quería dejarse caer en el océano y desaparecer. Cierto, cuando “él” vino a ellos con la oferta de “darles algo de diversión”, inmediatamente la aceptaron, pues estaban aburridos de sus vidas trabajando en un muelle. Así que cuando les dieron una nave (que pintaron), les ordenaron molestar a los Hunters que llevaban esas armas hasta llegar a su destino.

Así fue como se formaron los “Piratas Shitapper", aunque no harían su gran entrada hasta que el momento fuese correcto.

– “Vaya gran entrada.” – pensó Bred. – “Ahora ¿qué vamos a hacer?”

Inicialmente no quería aceptar la oferta, pero el sujeto que les propuso hacer esto les dijo que no sólo serían recompensados, sino que serían recordados por su contribución en crear un nuevo mundo. Un mundo donde las cosas estuvieran en su lugar, y donde no tendrían que volver a ser simples trabajadores de un muelle. Cierto, ya habían hecho su trabajo, ¿pero ahora qué? “Él” había dicho que todo se arreglaría, pero no sabían cuando sería eso. Y no era como que el Día de la Independencia viniera mañana. Entonces ¿qué iban a hacer ahora?

– ¿Huh? – habló de repente Dug. – Hey, ¿escuchan eso?

Bred no estaba seguro de qué estaban hablando, pero pronto también lo escuchó. De cada uno de los aspirantes a piratas se podía escuchar un pitido agudo.

– ¿Qué es eso? – preguntó Jake. Y entonces el pitido comenzó a acelerar su ritmo, y todos se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo. – ¡Oh no, no es posible!

– ¿Qué cosa? – preguntó J.

Bred miró a su tripulación. – ¿Se acuerdan de esas mejoras que recibimos? – Todos asintieron. – ¡Creo que ahora sé lo que quiso decir con que nos iríamos con una gran explosión!


Base submarina , 1:45 pm…

Cuando los cuatro Hunters finalmente encontraron al doctor, parecía estar colocando algo en el bolsillo de su bata de laboratorio, como un interruptor o detonador. Lo que era y para qué, nadie preguntó pues sólo lo vieron brevemente. Sin embargo, la aparición de los cuatro Hunters sorprendió al humano.

– Doctor. – saludó Launch Octopus al Dr. Fujiwara. – Oh, ¿acaso lo interrumpimos en algo?

– No, para nada. – respondió Fujiwara. – Si ustedes están aquí, significa que la entrega ha sido exitosa. – Miró entonces a Eagle. – La carga está intacta, ¿correcto?

Storm Eagle asintió. – Aunque si me permite, Doctor, ¿qué es este lugar? – preguntó el ave de presa.

– Ah, sí, imaginé que preguntarías. – dijo Fujiwara. El humano y los cuatro reploides se encontraban en una pequeña cámara con forma de domo, con el techo y ventanas de cristal que le daban una vista espectacular del arrecife de coral y la vida marina. – Dado que los incidentes Maverick se han estado incrementando, Sigma y el Dr. Cain están de acuerdo en que la seguridad de la ciudad necesita mejorarse. Pero no sólo eso, sino que debemos estar preparados para cualquier amenaza externa potencial. Después de todo, no es como que sólo puedan venir fuerzas Mavericks desde Arcadia.

Zero, Eagle y Teal entendían esa parte, pero había algo que a Zero no le cuadraba. – Pero ¿por qué tanto secretismo?

Launch Octopus tomó la palabra. – Es complicado, pero tenemos que tomar medidas. Los traje a ustedes aquí con el Dr. Fujiwara en persona porque confío en ustedes. – Él y Fujiwara intercambiaron miradas y asintieron. – Tenemos razones para creer que algunos de los nuestros no tienen los mejores intereses para la humanidad.

– ¿A qué te refieres? – cuestionó Eagle.

Fujiwara se ajustó las gafas antes de hablar. – No hay pruebas, pero algunos de nuestros Hunters podrían haberse vuelto Mavericks.


Residencia del Dr. Cain…

El estudio estaba en total silencio, reploide y humano se miraban fijamente a los ojos. El Dr. Cain finalmente recuperó su voz. – Sí, bueno, supongo que eso es verdad. Aunque hay otros factores que influyen en la reencarnación. No es un proceso instantáneo. – Caminó hacia la puerta mientras mantenía sus ojos en Sigma. – Y cualquiera que sea el caso, ninguna especie o persona puede sobrevivir por su propia cuenta.

Sigma se quedó callado por un momento. – Sí, creo que ya lo he entretenido mucho, Dr. Cain. Lamento haberme ido por una tangente. Ya he gastado mucho de su tiempo.

– Oh no, está bien. He echado de menos nuestras discusiones. – le dijo Cain al reploide.

– Sí, bueno, necesito regresar a Abel City. Me despido, ahora mismo me retiro.

Sigma se dirigió hacia la puerta, y Cain se apartó para permitirle a Sigma pasar. No fue sino hasta que estuvo fuera de la casa que Cain finalmente dijo en voz alta lo que realmente pensaba. – ¿Qué diablos fue eso?

Aunque fuese un medio para mostrarle a Sigma la salida, Cain se había estado moviendo hacia la puerta ya que presentía estar en algún peligro que no podía explicar. Todo lo que Sigma había discutido sobre la evolución, las religiones antiguas y modernas, y la reencarnación incrementaron el pulso del humano y le hacía sudar frío. Durante todo ese tiempo, el anciano se dio cuenta de lo pequeño que era comparado con Sigma y lo vulnerable que estaba. Lo fácil que se le haría al reploide superarlo en fuerza. Y entonces…

– “¡No!” – Cain negó con la cabeza. – “¡No seas ridículo! ¡Sigma nunca haría eso! ¡Tú ayudaste a construirlo! De cierta manera…”

El hombre se regañó a sí mismo, pero finalmente se tranquilizó un poco.

Aun así, no pudo sacudírsela de encima. No podía quitarse esa sensación profunda e instintiva de peligro potencial, de miedo abrumándole la mente y preparándolo para salir huyendo independientemente de escaparía o no. Tal vez sólo se preocupaba por nada, pero esa parte enterrada y salvaje en el cerebro de Cain no lo dejaría olvidar esta conversación en un futuro cercano. Hasta creía que podría atormentarle potencialmente en sus sueños.


Mar de las Filipinas, 12:13 pm…

La nave de carga necesitaba reparaciones, así que Zero, Eagle y Teal serían llevados de regreso a Abel City con un Cruiziler, un mecaniloide con forma de ballena construido para explorar el océano. Por supuesto, dado lo que habían pasado, Teal se preguntaba por qué no podrían haberse llevado uno de estos para ir a la base submarina.

“¡Porque el enemigo atacaría bajo el agua, sin duda! Y en el aire, ustedes pueden volar con espacio mucho más abierto.” Eso fue lo que le dijo el Dr. Fujiwara, pero todavía no creía que nada de esto estuviera bien. Y tampoco lo hacían Eagle o Zero.

– ¿Comandante? – dijo entonces, atrayendo la atención de Storm Eagle. – ¿Crees que sea verdad? ¿Que algunos de nosotros podrían ser…?

Eagle cerró los ojos y suspiró. – Eso explicaría mucho. Pero hasta que encontremos alguna prueba definitiva, no podemos hacer mucho al respecto.

Zero se quedó en silencio, pero también pensaba en lo que le habían dicho. Era cierto, ya que desde que el Cuartero Skull había sido arrestado, los incidentes con mecaniloides renegados habían cesado, sólo para volverse un problema de nuevo una semana después. Así que tenía sentido que hubiese un traidor entre ellos. Pero Zero no estaba pensando en quién. No podía ser una sola persona; todo esto era demasiado para que lo hiciera una sola persona o reploide por su cuenta.

Los tres viajaban sobre la superficie del océano, sin saber que acababan de pasar encima de una tumba submarina. Una tumba que consistía en los trozos destrozados y quemados de los reploides pájaros que no tenían ninguna posibilidad de detener lo que estaba pasando.


Centro de detención de Abel City, 1:30 am…

El reploide violeta se sentaba en su celda, con las esposas todavía en sus muñecas y tobillos, mirando hacia el suelo. A pesar de estar confinado, dada la razón por la que estaba aquí, era considerado un “casi Maverick” y mantenido bajo vigilancia estricta.

– ¡Hey! ¡Psst! ¡Hey, tú! – Vile escuchó una voz proveniente de la celda opuesta a la suya en el bloque. Miró para ver a Skip saludándole. – Eres uno de esos Hunters, ¿no? ¿Por qué estás aquí?

Vile no se dignó responder. En eso Dick también habló, su celda estaba justo detrás de la de VIle. – No te molestes, Skip. No ha dicho ni una palabra desde que nos trajeron aquí.

– “¿Qué hay que decir?” – pensó Vile.

– ¿Es cierto eso? – le preguntó Sonie a Eddy, estando ambos en extremos opuestos. – ¿Le disparó a una humana?

– Sí, yo lo vi. – respondió Eddy. – Si no hubiera sido por ese perro, le habría volado la cabeza.

– “Eso no la habría matado.” – pensó Vile, apretando sus puños. – “Podría haber vivido con una herida en el hombro. Y a lo mucho le habría rozado la parte superior de la cabeza.” – Desde debajo de su casco, sus ojos brillaron de rojo. – “Podría haber acertado ese disparo. Diablos, ¡podría haberlo hecho si no fuera por culpa de X!”

X. El sólo pensar en el Hunter azul lo llenaba de rabia. Él no había hecho nada malo. Sólo estaba actuando como debía hacerlo un Hunter. Después de todo, ¿no era su propósito destruir a los Mavericks? ¡Al diablo con detenerlos! ¡Mejor destruirlos a todos, para no tener que lidiar con ellos después!

– “Además…” – pensó – “sólo era un perro, X. ¡Un maldito y estúpido perro!”

De repente, se dio cuenta que no estaba solo. Y que el bloque se había puesto tenebrosamente callado, incluso a esta hora. Una sombra lo cubrió, proyectada por el sujeto que estaba detrás de la puerta de su celda.

– Oh, eres tú. – dijo Vile con desprecio. – ¿Viniste a disciplinarme en persona?

Esta historia continuará

Chapter 25: Cacería

Chapter Text

30 de junio, Abel City , 9:45 am…

Aunque para la mayoría fuese sólo otro día más, Roll no podía creer que estaba aquí. Cuando estaba a punto de salir de la casa del Dr. Cain para ir a la del Dr. Fujiwara, recibió un aviso de que tenía el día libre. No hubo otra razón, más allá de decirle que trabajaría desde casa ese día y no quería ser molestado. Eso le dejó con mucho tiempo libre, pero pronto empezó a preguntarse qué haría con él. No era como que tuviese otros planes en mente.

Ya había limpiado y ordenado el hogar de Cain, y Chiyo se encontraba en la escuela. Y considerando lo que le sucedió a Patarche, probablemente no volvería a casa hasta que tuviera que hacerlo. Así fue como Roll se encontró aquí, vagando por el cuartel general en Abel City. Aunque todavía no tenía nada que hacer, después de todo, no era como si ella perteneciera aquí.

Desde que había sido transferido, X había pasado las noches mayormente en este lugar, dejando su dormitorio en la casa de Cain vacío. Como resultado, Roll de pronto se sentía algo sola, sin mencionar preocupada. Había intentado mantener su distancia para no ser demasiado sobreprotectora, pero no podía evitar venir a ver a X cuando podía. Cierto que era un "niño grande" y podía cuidar de sí mismo, pero ella deseaba que él escogiera con más cuidado a sus amigos. Especialmente a ese reploide rojo.

Si bien ya había pasado bastante tiempo, Roll todavía no era capaz de sentirse cómoda cerca de Zero. Aparte del hecho de que había sido antes un Maverick, ya fuese por algún error o infección de un virus (cuál de los dos causaba que los reploides se volvieran Mavericks, ella no tenía idea), había algo más sobre Zero que la ponía nerviosa. Su amistad con X siempre la hacía sentirse muy ansiosa, preguntándose si Zero alguna vez regresaría a ser como era antes. Después de todo, nadie le decía que no era posible volverse Maverick dos veces. Tal vez sólo estaba sacando conclusiones apresuradas, pero no podía evitarlo. X y ella eran los únicos que quedaban.

Pero si llegaba a ese punto, si ella tenía que ponerse en riesgo para proteger a su pequeño hermano, que así fuera. Ella haría lo que fuera, cualquier cosa. ¿Pero dónde estaba ahora?

– Uh, ¿disculpe, señorita? – Roll se giró para ver a un reploide navegador, con extensiones largas que parecían orejas de conejo. Llevaba lo que parecía una pequeña Tablet, abrazándola contra su pecho.

– ¡Oh! Tú eres… – Roll pausó por un momento, buscando por sus archivos de memorias. – Eres A-1, ¿correcto?

El reploide más pequeño sonrió. – ¡Sip, soy yo! Y tú eres la hermana de X, ¿correcto?

– Hermana mayor. – aclaró X. – Aunque eso no me convierte en una mujer vieja.

– Oh, no, por supuesto que no. – dijo A-1. – ¿Estás perdida? Si estás buscando a X, acaba de irse.

– ¿Oh? ¿A dónde se fue? – preguntó Roll.

– Él y Zero fueron enviados a patrullar. – explicó A-1. Esta noticia no pareció sentarle bien a Roll. –Hey, no te preocupes, Zero está con él.

– "Eso es EXACTAMENTE lo que me preocupa." – pensóRoll.

– Como sea, si no te molesta mi atrevimiento, no parece que tengas nada que hacer. – dijo el pequeño navegador.

Roll suspiró. – Eso es porque no lo tengo.

– ¡Ok, grandioso! – celebró A-1, para confusión de Roll. – Oh, sí, perdón si es algo grosero de mi parte. – dijo mientras se frotaba detrás de su casco algo avergonzado. – Pero si quieres, me vendría bien algo de ayuda en este momento.

Roll pensó por un instante antes de responderle. – Seguro, estoy libre por todo el día. ¿Qué necesitas?

– Bueno, las cosas son así. – explicó A-1. – Tengo que hacer algo de papeleo de todas las unidades, y ya que todo mundo se encuentra ocupado en este momento, he tenido que ir yo solo de ida y vuelta recogiéndolo de todos.

– ¿Qué hay de la otra navegadora? ¿Trinity? – preguntó Roll.

– Desde que la nombraron jefa de comunicaciones, ha estado demasiado ocupada como para hacer otra cosa que no sea seguirle el rastro a cualquier amenaza Maverick potencial en la ciudad. – A-1 recordaba muy bien ese día. Ai NO estaba nada feliz, Blu parecía indiferente, y él sólo deseaba poder de ser el niño de los recados.

– De acuerdo, te ayudaré. – dijo Roll. – Sólo dime a dónde tengo que ir.

– ¡Qué bien, gracias! – A-1 suspiró de alivio. – Yo me encargaré del ala izquierda del cuartel general, tú encárgate de la derecha. – El navegador le entregó a Roll una Tablet de reserva. A veces no era muy estable sobre sus ruedas. – Al menos hay alguien de cada unidad aquí, así que puedes ver en las salas de entrenamiento por si se encuentran haciendo simulaciones de práctica.

– Muy bien, entendido. – dijo Roll.

– De acuerdo, creo que eso es todo lo que necesitas. – Se giró y se alejó patinando. – ¡Gracias de nuevo!

Roll se quedó parada donde estaba, de nuevo habiéndose quedado sola. Bueno, por lo menos ahora tenía algo para matar su tiempo, aunque eso significara que estaba en la posición de ser chica de recados.


En las carreteras de Abel City…

– No puedo creer que se haya puesto así de malo. – lamentaba X, mientras conducía una Ride Chaser azul.

– Todos estos mecaniloides fuera de control. – dijo Zero, conduciendo al lado de X una roja. – ¿Por qué tengo la sensación de que sólo están aquí para distraernos?

X miró a su amigo. – ¿Crees que quienquiera que está detrás de esto tiene otro objetivo en mente?

Para ser honesto, Zero había pensado en eso desde que iniciaron los primeros incidentes con los mecaniloides. – La pregunta es quién, y por qué. – dijo el Hunter rojo. X se quedó callado por un momento, pero Zero vio que quería decir algo. – ¿Qué sucede?

X se mordió el labio. – ¿Crees que esto se relaciona con lo que dijeron esos sujetos sobre el Día de la Independencia?

– No puedo dejar de pensar que sí. – admitió Zero. En eso, Trinity apareció en la pantalla del manubrio, y al mismo tiempo en la de X.

– ¡X! ¡Zero! ¡Por fin hemos hecho contacto con el centro de detención! – dijo Trinity, cuya voz denotaba gran urgencia. – ¡Los cuatro criminales conectados a los incidentes con los mecaniloides han escapado! ¡Vile también ha desaparecido!

– ¡¿QUÉ?! – exclamó Zero. – ¡No puedes hablar en serio!

– ¿Cuándo sucedió esto? – preguntó X.

– No podemos decirlo con certeza. – confesó Trinity. – Habíamos perdido el contacto con el centro de detención anoche, así que podría haber sido entonces o incluso hace unos minutos. Como sea, ¡repórtense a la escena inmediatamente!

– ¡Entendido! – dijo Zero, mientras él y X se daban la vuelta para dirigirse fuera de las áreas pobladas de la ciudad y hacia la prisión, inseguros de lo que encontrarían allí.


Cuartel general de los Maverick Hunters , 10:12 am…

Cuando se topó con los dos Hunters, Roll no pudo evitar observarlos mientras peleaban. En la cámara de entrenamiento diseñada para la Unidad Élite Número 7, Boomerang Kuwanger y un escarabajo azul un poco más grande se encontraban de pie sobre una viga a una altura significativa, peleando sobre las áreas superiores de la cámara. Kuwanger estaba de pie en un extremo, mientras el otro insecto (recordó que su nombre era Gravity Beetle) cargaba de frente, apuntando su prominente cuerno hacia el reploide más delgado. Finalmente, Kuwanger saltó sobre su hermano, y de pronto se encontraron en extremos opuestos a donde empezaron.

– ¡Ya deja de saltar y atácame, maldita sea! – gritó Gravity Beetle, cada vez más frustrado de que su hermano lo evitara.

Kuwanger simplemente se encogió de hombros. – Como desees. Pero déjame recordártelo, tú lo pediste.

Gravity Beetle cargó contra él de nuevo; esta vez, Boomerang Kuwanger tomó represalias con su propia arma. La cuchilla circular sobre su cabeza se desprendió y golpeó contra la de Beetle, y con eso ambos reploides insectos comenzaron a combatir. En ese instante Roll vio a Kuwanger ejecutar una gran maniobra: cuando Beetle cargó en dirección a su hermano, ¡Kuwanger aparentemente desapareció! Beetle pareció saber lo que acababa de hacer y se puso en alerta, buscando a su hermano. ¿Pero a dónde se fue?

– Oh, eso sólo es hacer trampa. – Roll de repente se dio cuenta que no se encontraba sola. Sintió una mano (o al menos creyó que era una mano) colocándose sobre su hombro, pero cuando se giró, no vio nada. Y entonces, quienquiera que estaba detrás de ella comenzó a manifestarse, presentándose ante la reploide rubia con un enorme ojo rojo.

El grito chirriante desde abajo atrajo la atención de Beetle, distrayéndolo lo suficiente para que Kuwanger hiciera su movimiento. Primero, utilizó su cuchilla curva y atrapó con ella el cuerno de su hermano. Y luego, con un impresionante despliegue de fuerza, lanzó por encima de su hombro al insecto gigante, enviándolo fuera de la viga hacia el suelo debajo. Kuwanger miró para ver que la fuente del ruido fue una reploide rubia con un lazo verde que acababa de entrar en la sala de entrenamiento. Y más todavía, que había alguien más con ella.

Gravity Beetle se puso de pie y vio a Roll, junto con un reploide verde con forma de lagarto que acababa de darle un susto. De inmediato echó a correr hacia ellos. – ¡Tú! ¡Arruinaste nuestro encuentro!

– ¡Yikes! – gritó Chameleon burlonamente, escondiéndose detrás de Roll. – ¡Kuwanger! ¡Tu hermano otra vez está siendo un bravucón!

Boomerang Kuwanger suspiró molesto, antes de saltar desde la viga y hacia el suelo. – Beetle, cálmate. – le dijo el escarabajo de pinzas a su hermano, volviendo a colocar su cuchilla curva en su cabeza. – Luego miró a Chameleon. – Me estás haciendo considerar muy seriamente cortarte las extremidades. Ciertamente te haría parecerte más a la serpiente que eres.

Chameleon no se dignó dar una respuesta. En vez de eso, se mantuvo en silencio, y Roll notó que fue como si Kuwanger fuese capaz de llevar a cabo esa amenaza. – Como sea, ¿quién eres tú? – intervino Gravity Beetle, dirigiéndose a Roll, sin estar muy contento de verla. Después de todo, fue ella la que gritó y le costó el encuentro.

– Espera un minuto, déjame verte bien. – dijo Chameleon, sacando su lengua de serpiente de su lengua y agarrándole el mentón a Roll, forzándola a ver al largarto a la cara. Todo mientras la miraba de arriba abajo con ese ojo rojo. Como si fuese algo que encontraba delicioso. – ¡Oh jojojo! ¡Ahora lo recuerdo! ¡Eres la hermanita de ese debilucho azul!

Roll se quitó a la fuerza la lengua de Chameleon. – Soy su hermana MAYOR. ¡Y mi hermano es cualquier cosa MENOS un debilucho!

– ¡Oooooh, alguien está un poco feroz hoy! – se rio Chameleon. – Eso me gusta.

– Respeta el espacio personal de los demás, reptil asqueroso. – dijo el escarabajo rojo. Chameleon se echó atrás alejándose de Roll, pero no le quitó los ojos de encima. Kuwanger giró su atención hacia Roll. – Supongo que no te importará explicar por qué estás aquí.


Centro de detención , 10:20 am…

Cuando fueron llevados a toda prisa hacia el bloque donde se encontraba Vile, X y Zero se encontraron con una escena horrible. Todos los guardias del bloque habían sido brutalmente asesinados, ya fuese porque los despedazaron o les volaron totalmente sus núcleos.

– ¿Quién pudo haber hecho esto? – preguntó X, claramente estupefacto por lo que tenía frente a él.

Zero se arrodilló para estudiar uno de los cuerpos. – Esto no parece obra de Vile. Es mucho más preciso, no como sus ataques frenéticos.

En efecto, así pensaba X. Si Vile hubiera sido responsable, las heridas de los guardias no habrían sido tan limpias. – ¿Crees que hayan sido los del Cuarteto Skull? – preguntó el Hunter azul. – Puede que sea idea mía, pero estos golpes parecen haber sido infligidos por un arma manual. Como una lanza o…

– ¿Un sable? – terminó de decir Zero, y X asintió. – Uno de esos cuatro idiotas tenía uno. Pero no creo que haya sido obra suya. – El Hunter de pelo largo volvió a mirar a los reploides muertos.

– Entonces ¿quién crees que haya sido el responsable? – preguntó X. Zero no le respondió de inmediato, al parecer pensando profundamente. – ¿Zero?

El rubio negó con la cabeza. Había algo aquí que no encajaba. – Tenemos que asegurarnos si alguien aquí vio algo. Los guardias, el alcaide, todos. – dijo, y apretó los labios con preocupación. – Vile y los otros sujetos no se escaparon. Alguien los dejó salir.


Cuartel general de Abel City, 10:30 am…

– Listo. – Kuwanger le entregó a Roll su Tablet, habiendo insertado toda la información requerida. – Ya está.

– Sí, bueno, gracias. – dijo ella. – Ahora, necesito ver a algunos miembros de las otras unidades. No sabrás por casualidad dónde están, ¿verdad?

– Bajando por el ala este se encuentra la sala de entrenamiento de la Unidad Blindada. – dijo Beetle. – Y al oeste el de la Unidad Polar.

– De acuerdo, ya entendí. Gracias de nuevo. – Roll estuvo a punto de marcharse, pero algo largo y flexible se le enrolló en la cintura.

– Sabes, es un lugar muy grande. – dijo Sting Chameleon. – Podrías perderte.

Roll suavemente (pero con firmeza) se quitó la cola del lagarto de encima. – Es una oferta muy amable, pero creo que puedo encontrar mi camino sin problemas, muchas gracias.

Con eso, salió de la habitación y, por suerte, se alejó de lagarto. Aunque todavía tenía la sensación que le produjo la cola de ese reploide, igual que la lengua en su mejilla le hacía temblar. Tal vez esto era similar a lo que los humanos llamaban "piel de gallina". Como fuese, ella tenía trabajo por hacer.

– ¡Con permiso! – escuchó de repente gritar una voz, y una figura muy alta le pasó al lado corriendo.

– ¡Ostrich! ¡Espera! – Alguien más venía corriendo hacia ella. Storm Eagle acababa de perder de vista a su camarada. – Acaba de salir de la enfermería; ¿qué cree que está haciendo, corriendo así por todo el lugar? – En ese momento notó a Roll. – Oh, hola, señorita Roll. ¿Qué estás haciendo aquí?

– Buscando a alguien, en realidad. O más bien, a todos. – le dijo.

Eagle notó la Tablet que tenía en la mano. – Oh, ¿acaso A-1 te pidió ayuda?

– Sí. – confirmó Roll, presentándole su Tablet. – Dijo que con todos dispersos necesitaba ayuda con el papeleo. Lo cual me trae a tu unidad.

– Sí, claro, por supuesto. – Cogió el aparato y comenzó a insertar la información necesaria.

– Gracias. – le dijo Roll. – Ahora, supongo que sabrás dónde puedo encontrar a las demás unidades, ¿verdad? – Siendo sincera, prefería tener como guía a Eagle que a ese lagarto.

– Bueno, conozco a algunos miembros de la Unidad Naval, pero ahora no se encuentran en el cuartel general.

– ¿Oh? – preguntó Roll. – ¿No sabes cuándo volverán?

– Acompáñame. – dijo Eagle, extendiéndole la mano. – Te llevaré con ellos.


Centro de detención, 10:54 am…

– Entonces, ¿no viste nada? – le preguntó X a un guardia. – ¿Nada en absoluto?

El guardia negó con la cabeza. – Cuando la energía se cortó, todo se puso oscuro. Nadie podía ver nada.

– ¿Qué hay del generador de respaldo? – preguntó Zero.

– Lo encontramos destruidos. – respondió otro guardia. – Nos pareció muy extraño que el generador no nos mantuviera iluminados, pero para cuando la energía regresó al centro, vimos el estado en que se encontraba.

X y Zero intercambiaron miradas, compartiendo ambos la misma idea. – ¿Podemos verlo? – preguntó X.

– Por supuesto. Por aquí. – dijo el primer guardia, guiándolos hacia los niveles inferiores del centro de detención. Una vez que llegaron a su destino, abrieron la puerta, revelando un generador despedazado e imposible de reparar. – Acabábamos de reemplazar el último, así que el alcaide no está muy contento con esto.

– Puedo imaginarlo. – replicó X, siguiendo a Zero hasta la fuente de poder destruida. – ¿Tú que crees? La única explicación que se me ocurre es que alguien lo haya destruido desde adentro del centro. La única pregunta es ¿cómo lograron evadir a la seguridad?

– ¿Están seguros de que revisaron las grabaciones de seguridad? – preguntó Zero al guardia. – ¿Antes del apagón?

– Sí. – respondió el guardia. – Revisamos todo el metraje de la semana pasada para ver a todos los que entraron y salieron.

– ¿Vieron a alguien sospechoso o con aspecto extraño? – continuó inquiriendo el Hunter rojo.

– Aparte de quienes estaban encerrados aquí, no. – dijo el guardia. – Y los cinco que escaparon estaban desarmados.

– Y dijiste que la energía regresó a eso de las seis de la mañana, ¿correcto? – preguntó X.

– Sí, pero para entonces ya habíamos descubierto lo que pasó. – explicó el guardia. – Nos llevó algo de tiempo para restaurar las comunicaciones, pero cuando descubrimos que los guardias estacionados afuera también estaban muertos, contactamos de inmediato al cuartel general.

Los Hunters azul y rojo asimilaron todo lo que acababan de escuchar, y sus procesadores ya estaban formulando teorías de lo que podría haber pasado. – Tenemos que decirle al Comandante de esto. – dijo X. Zero no le respondió. – ¿Verdad? – insistió X, pero Zero volvió a quedarse en silencio. – ¿Zero?

Zero empezó a caminar hacia la entrada de la habitación. – Sí, mejor regresemos al cuartel general. Todos necesitan saber sobre esto. – Empezó a marcharse, y luego se giró para ver a X. – ¿Y bien? ¿Vienes o no?

– Oh, sí, perdón. – dijo X, que luego se volvió hacia el guardia. – Gracias por su cooperación.

– No hay problema. – le respondió el guardia. X se disponía a marcharse para alcanzar a Zero, pero el guardia lo detuvo por un momento. – Aunque, les sugiero que mantengan los ojos bien abiertos. Especialmente con aquellos que creen que están de su lado.

– Uh, sí. Lo haremos. Gracias. – X finalmente se marchó, dejando al guardia solo en la habitación.

El reploide suspiró, sacudiendo su cabeza. Ese Hunter rojo, había algo sobre él que se sentía extraño. Lo que fuera, no tenía idea, pero se preguntaba si sería o no de confianza.


En el mar de las Filipinas , 11:03 am…

– ¡¿Cuánto tiempo lleva ESTO aquí?! – exclamó Roll, mirando a su alrededor.

Cuando Storm Eagle le dijo que tomarían el elevador recientemente instalado, ella no tenía idea que significaba que irían debajo de la ciudad, ¡mucho menos en el océano! El elevador los llevó directo hacia el fondo del mar, donde una gran variedad de corales y fauna marina los rodeaban, y el vidrio les daba una vista muy clara de ellos.

– Es una adición reciente. – dijo Storm Eagle. – Desde que la Unidad Naval estableció una segunda base aquí abajo, pidieron una manera de reducir la distancia de viaje entre este lugar y el cuartel general.

– Ya puedo ver por qué. – Finalmente habían llegado hasta el fondo, pero todavía no terminaba su viaje. La puerta del elevador se abrió para revelar un largo corredor con forma de tubo, con una cinta transportadora móvil que servía para desplazarse. Ambos se subieron en ella y comenzaron avanzar por el corredor, pasando por cruces y vueltas por todos lados. Y aunque se lo había contenido antes, esta vez no pudo evitar hacerlo saber. – Storm Eagle, perdóname si sueno algo atrevido, ¿pero tienes permitido traerme aquí abajo? – le preguntó. El pájaro le lanzó una mirada. – Después de todo, no soy parte oficialmente de los Maverick Hunters.

– Sólo estás haciendo papeleo, además, A-1 te pidió que le ayudaras, ¿o no? – preguntó Eagle. – Así que, si sucede algo, sería él o yo quienes nos meteríamos en problemas.

– Oh, claro. Ya veo. – dijo Roll, aunque seguía sin estar convencida.

Pero antes de poder decir más, llegaron al final de uno de los túneles, y la puerta frente a ellos se abrió. Enfrente de ella y Eagle se encontraba Launch Octopus con otros dos Hunters que nunca antes había visto. Uno era principalmente verde y basado en un caimán o cocodrilo, mientras que el otro mostraba cuernos y parecía un cangrejo.

– ¿Hm? ¿Qué es esto? – preguntó Octopus, cruzando los brazos sobre su pecho y torso. – Eres la mucama de Fujiwara, ¿no es así? ¿Qué estás haciendo aquí?

– Sí, bueno. – Roll se aclaró la garganta, tratando de ignorar el comentario de mucama. – Dado que todos están ocupados, decidí echar una mano ayudar en lo que pueda. – continuó. No era como que pudiera hacer mucho más aparte de eso, de todos modos.

– Hm. – El caimán, apropiadamente llamado Wheel Gator, le echó un vistazo, y luego se giró hacia el cangrejo cornudo. – ¿Tú qué opinas, Crab? ¡Parece más un juguete para masticar que el enano con orejas de conejo!

– Dime algo, ¿qué ESTÁS haciendo aquí de todas maneras? – preguntó el cangrejo, Bubble Crab, y luego miró a Eagle. – ¿Debería estar aquí abajo?

– Simplemente estoy ayudando a recopilar información. – dijo Roll. – Y aun así, ¿les parece que soy una amenaza? Después de todo, el señor cocodrilo aquí piensa que me veo inofensiva.

– Gator. – gruñó Wheel Gator, aunque no pudo desafiar la lógica en lo que decía. – Pero está bien. ¿Qué necesitas?

– Bueno, para empezar, necesitaré un reporte de progreso en tus habilidades de combate... – explicó Roll, mientras comenzaba a listar las distintas piezas de información que necesitaba de ellos, mientras Storm Eagle miraba una puerta sellada.

Aunque ya sabía lo que estaba detrás de ella.

Y entonces, una voz atronadora resonó por toda la cámara, atrayendo la atención de todos los presentes. – ¡ATENCIÓN, ATENCIÓN! ¡TODOS LOS MAVERICK HUNTERS DEBEN ACUDIR DE INMEDIATO! – decía la voz de A-1, repitiendo la orden al menos tres veces más antes de que todo volviera a quedarse en silencio.

– Parece que es nuestra señal. – dijo Bubble Crab, forzando a Roll a echarse para atrás debido a su tamaño. – Este trabajo no paga lo suficiente.

– He estado muy ansioso por salir y hacer pedazos algo. – agregó Wheel Gator mientras salía junto con Crab.

– Si nos disculpas. – dijo Launch Octopus, caminando entre Eagle y Roll, aunque volteó a ver al primero. – Aunque, tal vez tú también deberías venir.

– Claro. – El águila se giró hacia Roll. – Supongo que ahora volveremos arriba.

– Sí, creo que sí. – dijo Roll estando de acuerdo, mientras seguía a los cuatro Hunters. Pero ¿qué podría estar pasando que era tan urgente?


Sala de reuniones, 11:16 am…

– ¡¿Qué?! ¡¿Vile escapó?! – graznó Chill Penguin sorprendido.

A-1 asintió, confirmando sus sospechas. – Pero él y los miembros del Cuarteto Skull fueron los únicos que fueron liberados.

Una proyección holográfica del centro de detención apareció frente a ellos. Los Hunters empezaron a discutir entre ellos, intentando teorizar por qué había sucedido todo esto. Cortar la energía de un centro de detención era una cosa, pero liberar a un grupo selecto de prisioneros era donde dejaba de tener sentido. ¿Por qué no liberar a todos los que estaban encarcelados?

– ¿El Comandante Sigma ya sabe de esto? – le preguntó Storm Eagle, a lo cual A-1 asintió.

– Lo hemos contactado, y está informando al Consejo Arcadiano. Todos están de acuerdo en que se sellarán las fronteras hasta que se capture a los responsables.

– ¿Cuánto tiempo será eso? – preguntó X.

– El tiempo que sea necesario. El Consejo ya ha tomado su decisión. – dijo el navegador naranja.

– ¿Dónde empezamos a buscar? – preguntó Zero.

– El Comandante Sigma está asignando escuadrones para patrullar por la ciudad. – Un mapa de Abel City apareció, con varios sectores marcados. – Cada escuadrón deberá seguir a un capitán hasta que la misión haya terminado.


Escuela Secundaria Superior de Arcadia , 12:23 pm…

Estaba sentada en una banca fuera de la cafetería y acababa de gastar lo último del kétchup en la bolsa plástica, echándola luego en el bote de basura. La tortilla de huevo cubría el montículo de arroz, algunas sobras que quedaron de anoche, pero antes de echarse un bocado, sintió una mano sobre su hombro.

– Uh, ¿no estarías dispuesta a cambiar, por casualidad? – preguntó Fumiko, presentándole su almuerzo. – Mamá accidentalmente mezcló mi almuerzo con el de Kenichi. Y bueno, todo lo que a él le gusta, yo lo odio.

Chiyo miró el contenido de la caja de bento de Fumiko, notando que había un montón de comidas cocinadas al vapor. – No hay forma de que tu mamá haya empacado todo esto.

– Sí, papá está más dispuesto a dejarnos comer esto. – La chica de anteojos seguía aguardando la respuesta de su amiga. – ¿Y bien?

Chiyo se encogió de hombros. – No tengo tanta hambre de todos modos. – Le entregó su almuerzo a Fumiko, y ambas empezaron a comer, aunque sólo una de las dos lo hacía de manera regular. Chiyo apenas tocaba la suya.

Fumiko terminó de tragarse un trozo de anguila, viendo que su amiga apenas acababa de morder el ñame frito. – Si necesitas hablar, yo…

– Está bien. – interrumpió Chiyo. – Al menos, no tuve que llevarlo con el veterinario para que lo pusieran a dormir.

Aunque tampoco habría querido que Patarche terminara de esa manera, sirvió para demostrarle a su padre que se había equivocado. – "Siempre habías dicho que era un animal inútil."

– ¿Escuchaste el último anuncio? – preguntó Fumiko. – Algunos Mavericks se escaparon del centro de detención en Abel City. Así que Arcadia decidió cerrar las fronteras hasta que los atrapen.

– Oh, sí lo escuché. – dijo Chiyo, mordiendo la cola de un camarón frito. – Eso sólo prueba mi punto de que, no importa cuántas ventajas tengan comparados a los mecaniloides, los reploides nunca deberían haber sido creados.

Fumiko miró alrededor, agradeciendo que no hubiera reploides cerca para escuchar eso. Aun así, eso le daba oportunidad de averiguar algo que quería saber desde hacía tiempo. – ¿Te puedo preguntar algo?

– ¿Quieres saber por qué odio a los reploides? – Chiyo hizo la pregunta por ella. – Bueno, tal vez "odio" no sea la palabra correcta.

– Sí, porque tú no odia Roll. O a Mimi. – dijo Fumiko, y luego se rio. – Yo creo que el rojo es lindo. Se llama Zero, ¿verdad?

Chiyo casi se ahogó con algo de takoyaki. – ¿El de pelo largo? ¡Ni hablar!

– ¿Entonces tienes gustos diferentes? – preguntó la chica de pelo corto. – ¿Qué hay de X? Tiene un pecho impresionante, sin mencionar esos ojos verdes…

– ¡Cállate! – siseó Chiyo. – ¡Vas a hacer que me ahogue!

– No lo estás negando.

Chiyo finalmente pudo tragarse la albóndiga de pulpo frito. – No hay forma de que me sienta atraída a algo que tiene que conectarse a la pared.

– Pero ya en serio, ¿por qué no te agradan los reploides? – preguntó Fumiko.

La colegiala de pelo más largo suspiró. – Porque no son diferentes de los mecaniloides, simplemente los muestran con un traje más bonito.

– ¿A qué te refieres? – preguntó Fumiko, confundida.

– Puede que se vean y actúen como humanos, pero incluso eso está limitado por un programa preestablecido. – dijo Chiyo. – Y no es tan diferente; sólo tiene más espacio para llevar a cabo funciones más complejas.

– ¿Así que no crees que sean diferentes de los mecaniloides? – preguntó Fumiko.

Chiyo asintió. – Y los mecaniloides son un enorme salto atrás con respecto a los robots del siglo pasado en términos de inteligencia artificial. Reploides, robots, cada uno de ellos está limitado por una serie de reglas que deben seguir. No pueden hacer nada diferente, así que la gente debería dejar de pensar que sí pueden.

– Bueno, ¿qué hay de los reploides del Dr. Light? – preguntó Fumiko.

– X y Roll NO son reploides. E incluso así, Roll sigue delimitada a un tipo de personalidad específico. Un reploide es como ese sujeto rojo. – dijo Chiyo. – Puede que ahora sea la obsesión más antigua de mi papá, pero todo lo que hace es destruir cosas. – La humana entrecerró los ojos al pensar en ello. – Si algún reploide se vuelve Maverick, ese sería él.

Fumiko estaba algo sorprendida de oír eso, pero antes de poder decir más, revisó la hora en su teléfono, y se dio cuenta que solo tenía un par de minutos para volver a casa. Ambas recogieron sus pertenencias y corrieron de vuelta a la escuela, pero su conversación estaba muy lejos de terminar.


Abel City, 3:00 pm…

Roll observaba como los navegadores asignados a guiar los diferentes escuadrones dirigían y guiaban a sus colegas reploides mientras buscaban por la ciudad. Ella se aseguraba de no estorbar, pero no pudo evitar espiar un poco para ver lo que estaba sucediendo. En aquel momento, Roll estaba inclinada sobre el hombro de Ai, observando una vista aérea de Abel City en su pantalla, que monitoreaba un sector en particular.

– Entonces, ¿qué sucede aquí? – le preguntó Roll a la navegadora roja en su silla.

– Al parecer un mecaniloide decidió descontrolarse ahora de todos los momentos. Así que ahora, el comandante y la mitad de los escuadrones tienen que lidiar con él. – Empezó a teclear furiosamente en su tablero. – Más le vale a Firefly tener algo bueno esperándome en Arcadia."

Roll se alejó y giró su atención hacia Blu, rastreando los movimientos de los escuadrones enviados a las áreas más pobladas de la ciudad. – Todas las multitudes de civiles ahora se encuentran a salvo. – reportó con una voz suave y calmada, casi sin emociones. – Mantengan a todos tranquilos y reanuden sus actividades regulares.

Roll entonces notó a Trinity, situada en el centro de la habitación debido a su puesto como navegadora primaria. – ¡Escuadrón Chill Penguin! ¡Repórtense al sector este de Abel City! ¡Otro mecaniloide se ha vuelto Maverick!

Sintiendo que la situación empezaba a volverse más tensa, Roll se excusó y dejó que las tres chicas y demás navegadores hicieran su trabajo. Aun así, el caso en curso demostraba que ella no pertenecía aquí, incluso si quisiera tener parte en ello. No en el sentido de que quisiera provocar destrucción, pero le frustraba enormemente no poder hacer mucho de nada.


Puerto de Arcadia , 4:45 pm…

Aunque había largas carreteras conectándolas ambas, todavía había transportes por mar para entregar mercancía frecuentemente entre Arcadia y Abel City.

– ¿Cuánto tiempo crees que dure el cierre? – preguntó Fumiko. La escuela había sido cerrada, pero las dos chicas aún llevaban sus uniformes.

– Tengo una pregunta mejor. – dijo Chiyo. – ¿Cuánto tiempo crees que estaré sin poder entrar a mi propia casa?

En efecto, cuando las dos se separaron para ir a sus respectivas casas, la chica de pelo más largo descubrió que no podía entrar en la suya. Su padre le había dejado un mensaje diciéndole que no podía permitirse ser molestado, así que tendría que pasar la noche en casa del Dr. Cain o de alguna de sus amigas. Al no ver más opciones, las dos fueron a comprar algo de harajuku, crepas rellenas de varias cremas y bayas, y observaron la distante Abel City, algo agradecidas de estar tan lejos dado que en ese momento estaba en curso una búsqueda de criminales.

– ¿Crees que los atraparán pronto? – preguntó la chica de pelo corto, echando otro mordisco de moras azules con crema batida.

Chiyo acababa de tragarse un enorme bocado de su harajuku, sacando una fresa partida a la mitad de la crema para metérsela en la boca. – Oh, seguro que lo harán. – dijo la estudiante mayor. – Cualquiera que sea etiquetado como Maverick eventualmente será exterminado. Los reploides harán lo que sea para quitar a cualquiera que no sea como ellos.

– "No hay mejor tiempo que el presente." – pensóFumiko, continuando la conversación donde la habían dejado antes. – Entonces, dijiste que no odias a los reploides, ¿pero tampoco te agradan? – le preguntó manteniendo la voz baja. – ¿O es que sólo hay algunos que no te agradan? Porque eso es normal. Mamá piensa que papá está demasiado interesado en ver a Mimi haciendo las tareas domésticas. Empiezo a creer que a Mimi le gusta la atención.

– Tu papá es un tipo raro. – dijo Chiyo antes de echarle otro mordisco a sus fresas con crema.

– Supongo que eso me hace una rarita a mí también. – se rio Fumiko. Chiyo parecía insegura de qué decir. – ¡Igual que tú, que no piensas que algunos de los más humanos tienen buena apariencia!

– ¡De ninguna manera! – Chiyo negó con la cabeza. – ¿Pero qué tal si ahora te pregunto algo yo? ¿Por qué estás tan interesada en saber lo que pienso de los reploides?

– Bueno, ahora son parte de la sociedad, nos guste o no. – dijo Fumiko. – Fue la investigación del Dr. Light en inteligencia artificial avanzada lo que convenció a todos de que los robots podían ser igual de introspectivos que los humanos, ya que antes de que viniera Mega Man los robots estaban mayormente relegados a no ser más inteligentes que los mecaniloides de hoy en día.

– Tomamos la investigación del Dr. Light y la pusimos en una línea de ensamblaje. – terminó de decir Chiyo por Fumiko, y luego miró hacia Abel City en la distancia. – No puedo imaginarme cómo algo podría salir mal.


Abel City , 9:45 pm…

Habían estado buscando todo el día, ¡pero no lograron encontrar ni un rastro de Vile o de los otros cuatro criminales que escaparon con él! Todas las unidades tenían Hunters patrullando por todos los rincones de la ciudad, mirando a todas partes en busca de cualquier señal del ex-Hunter y los fugados miembros del Cuartero Skull tanto dentro como fuera de la tierra. A este ritmo, sus fuerzas tendrían que dispersarse por toda la isla, lo que los dejaría todavía más vulnerables a cualquier ataque potencial. ¿Cuál era el plan? ¿Reunir a todos lejos de la ciudad? X pensaba en todo esto mientras buscaba por los suburbios junto con Zero, manteniendo contacto regular entre ellos.

– ¿Alguna señal en tu lado? – preguntó X por el canal compartido.

– Nada. – respondió Zero. – Puedo preguntarles a Ai o Blu si tienen alguna novedad.

– Yo verificaré con A-1. – dijo X, sospechando que Trinity debía sentirse abrumada al dirigir a otros Hunters en este momento.

Pero antes que cualquier Hunter pudiese contactar a los navegadores en el cuartel general, ambos oyeron algo.

BANG! ¡BANG!*

Desde arriba ambos, X y Zero, escucharon lo que sonaba como una ametralladora siendo disparada, reconociendo el sonido proveniente del cañón en el hombro de cierto ex-Hunter. Los dos se reagruparon y saltaron fuera de los bordes del edificio, para llegar hacia donde se escuchaba el ruido. Pero cuando miraron adentro, se encontraron con una escena horrible: todos los miembros del Cuarteto Skull se encontraban en el suelo, muertos. X y Zero sin perder tiempo retransmitieron su descubrimiento al cuartel general, y pronto, varios otros Hunters llegaron a la escena. Pero a pesar de los números extras, nadie estaba seguro de lo sucedido.

– Parece que los mataron recientemente. – señaló X, viendo que todavía chispeaba electricidad desde algunas áreas dañadas. Luego notó varias marcas de impactos y quemaduras en las paredes. – Y creo que es seguro asumir que ocurrió una pelea antes que llegáramos aquí.

– Lo que significa que llegamos demasiado tarde. – Zero maldijo su suerte. Luego miró a los cuerpos del Cuarteto Skull, notando que algunos tenían más agujeros de balas que otros. – Algo de esto coincide con el trabajo de Vile, pero algunas de las heridas no tienen sentido.

– ¿Quieres explicarnos a qué te refieres, Zero? – X y Zero se giraron para ver que el Comandante Sigma acababa de llegar a la escena. El reploide más alto miró a los Mavericks muertos. – Estas heridas parecen diferentes, ¿no es así?

– No, no lo son. – le respondió Zero al comandante. – Se ven demasiado limpias. Sin mencionar que parece que un arma diferente las infligió. Algo con una hoja.

– ¿Como un sable de energía?

Los ojos azules de Zero se ensancharon, como si el comandante acabara de leerle la mente. Poco tiempo después, el comandante salió del edificio mientras X y Zero continuaban registrando y recolectando evidencia. Vio que Storm Eagle y Chill Penguin estaban presentes, así que los llamó para que se acercaran y alertarles de lo que había sucedido.

– ¡Vile y un agente desconocido han escapado de la escena, y sospechamos que podrían estar muy cerca! – dijo el pájaro más alto a los Hunters asignados bajo su mando. – ¡Escuadrón Storm Eagle, registren toda el área!

– ¡Sí señor! – respondieron varias voces a la vez, obedeciendo y siguiendo a su líder asignado mientras los guiaba.

– ¡El Escuadrón Chill Penguin registrará otros sectores! – graznó el pájaro gordo. – ¡Vamos!

– ¡Sí señor! – El grupo de Penguin lo siguió, dejando al Comandante Sigma a solas, rodeado de vehículos de Hunters cuyas luces LED reflejaban ondas rojas sobre la cara del reploide.


Arcadia, residencia Takenada, 10:45 pm…

– Al menos todavía usamos la misma talla. – dijo Chiyo, poniéndose encima un camisón de dormir negro. Sentada sobre el alféizar de la ventana, observaba las luces brillantes de Abel City en la distancia. Había llamado a Roll para decirle que se quedaría en la casa de los Takenada por la noche, ya que ir a dormir en casa de un hombre mayor se sentía muy raro.

– Supongo que algunas cosas son eternas. – respondió Fumiko, con un camisón blanco de mangas cortas. – Ambas descubrimos que usamos tallas similares porque Cecilia accidentalmente dejó tu ropa en mi casa una vez. – Chiyo no le respondió, sino que siguió mirando por la ventana. – ¿Has oído algo de ella desde que se fue?

– Nada. – admitió Chiyo. – Estuvo en mi vida desde que tengo memoria, y de pronto desapareció.

– ¿No solía ser la mucama de tu mamá? – preguntó Fumiko.

– Sí, dijo que sus deberes eran atender la casa Fujiwara. Sus palabras, no las mías. – aclaró Chiyo. – Aunque, desde el momento en que empezó a llevar a Roll a la casa, tuve el presentimiento de que papá planeaba algo.

Las implicaciones eran obvias, pero Fumiko no parecía darse cuenta. – ¿Tú crees que ella, ya sabes…?

– Por supuesto, fue ella. No hay nadie más que pudiera haber sido. – dijo Chiyo. Aunque ya habían pasado años, una parte de ella siempre se sentiría culpable por haber acusado a Fumiko de irse de lengua.

– ¿La odiaste por eso? – preguntó Fumiko.

– Al principio sí. – admitió Chiyo. – Pero con el tiempo, entendí por qué lo hizo. Toda su vida como la conocía estaba siendo amenazada por algo que ni siquiera era humano. Me sorprende que no haya dicho nada cuando me vio con X.

– ¿Y qué piensas de él? – preguntó la chica de pelo corto, metiéndose a su cama. Habían inflado un colchón de aire para que Chiyo se pudiera quedar en su cuarto.

– Bueno, para empezar, no me siento atraída a él. – explicó la chica de pelo largo. – Pero él… está bien, supongo. Dado que no es humano.

– No es tan vibrante o vistoso como su amigo. – añadió Fumiko.

– No, pero fue quien inició todo esto. Y ahora, el mundo ya nunca volverá a ser igual. – replicó Chiyo, poniendo una mano sobre el cristal. – Ya no podemos regresar, aunque quisiéramos.

Fumiko se quedó en silencio, pero en ese momento vio la hora en su teléfono. – Oh, mira la hora que es. ¿Ya estás lista?

Chiyo revisó su teléfono, y se dio cuenta que en efecto ya era muy tarde. – Sí, perdón.

Poco después, las dos humanas se habían acostado, pero Chiyo todavía seguía despierta con sus pensamientos. En efecto, la humanidad había ido demasiado lejos. Había ido demasiado lejos desde que el Dr. Light creó su primer robot. Chiyo no lo consideraba algo malo, ya que el progreso de la humanidad no se detenía por nada, sin importar los riesgos. Pero su postura sobre los reploides permanecía igual, incluso aunque X a veces le hiciera cuestionársela.

Esta historia continuará

Chapter 26: Mentes maestras reveladas

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– Quedarte hasta tarde se está convirtiendo en rutina para ti, ¿no es así? – cuestionó Zero, comunicándose con X vía enlace remoto. – No es que nuestros cuerpos se cansen, pero unas cuantas horas de silencio hacen maravillas para el procesador central.

– Ajá… – replicó X, todavía sin sentirse ni un poco cansado. – No puedo evitarlo. Desde que todos estos mecaniloides comenzaron a volverse Maverick, no puedo dejar de pensar en ello.

– No eres el único. – le dijo Zero. – Pero hasta que tengamos alguna evidencia, no hay nadie a quién conectar todo esto. Y los que lo estaban ahora están todos muertos.

X tuvo un escalofrío, ya que el Hunter rojo se refería al Cuarteto Skull. – Pero, asumiendo que estaban trabajando juntos, ¿por qué iba Vile a asesinar a los sujetos con quienes se ocultaba?

– Es Vile; probablemente estaba esperando la oportunidad de usar su cañón de hombro a su máximo potencial. – dijo Zero. – Aunque, incluso cuando era un Hunter, nunca trabajó bien con los demás. No creo que estuviera por encima de haberse deshecho de esos tipos cuando vino la oportunidad.

– Pero algunas de esas heridas no pudieron haber sido obra de Vile. – replicó X. – Es como tú lo dijiste; algunas parecen haber sido hechas por un arma diferente.

X se quedó callado por un momento, hasta que Zero le llamó la atención. Usualmente, era él quien trataba de cortar la conversación, pero ahora, era el reploide azul el que no hablaba.

– ¿Crees que sea cierto? – finalmente habló el otro Hunter. – ¿Que hay algunos de nosotros metidos en todo lo que está sucediendo? ¿Tendrá algo que ver con esto del Día de la Independencia?

– ¿Quién sabe? – respondió Zero. – E incluso si estuvieran conectadas, no hay forma de saber cuándo ocurrirá este Día de la Independencia, mucho menos quién es el cerebro detrás de todo.

X recordaba que el Cuarteto Skull había mencionado a un benefactor proveyéndoles para sus crímenes. – Pero, asumiendo que todo esté conectado, ¿crees que de verdad algunos de nosotros podrían estar involucrados?

– Lo que yo crea no es importante. – dijo Zero.

– ¿Qué quieres decir? ¡Claro que lo es! – dijo X. – Podríamos presentar la evidencia que ya tenemos, y tal vez podríamos…

– Creo que ya es tiempo de que descanses un poco, y guardes energía para mañana. No se te olvide que todavía tenemos que atrapar a Vile.

– Bueno, sí, pero…

– Buenas noches, X.

Con eso, el enlace se cortó, y X se quedó a solas con sus pensamientos de nuevo. X estaba perplejo en la forma como Zero evitaba el tema como si no quisiera discutirlo más. Dado como había notado cada detalle de las últimas dos escenas del crimen, el Hunter azul pensaba que el rubio estaría dispuesto a discutir teorías y posibilidades. En vez de eso, lo calló casi de inmediato.

Aun así, era algo que quería discutir, si bien fuera para escuchar la perspectiva de Zero al respecto.


Locación desconocida…

– Entonces ¿debería estar listo para activarse en cualquier momento?

– Sí. – dijo la más pequeña de las dos figuras, mientras le entregaba a la más alta un interruptor. – El sistema de seguridad principal ya fue penetrado. Sólo presiona ese botón, y todos los mecaniloides ejecutarán lo que dicta su programación. Cada mecaniloide dentro de la ciudad será tuyo para comandarlo.

– ¿Y no tendrán que rodear las medidas de precaución en sus procesadores? – cuestionó la figura más alta.

– Pensé que dirías eso. – dijo el más pequeño. – El comando borrará cualquier consideración por las Tres Leyes, pero no se volverán Mavericks; de otro modo, sus sistemas serían demasiado difíciles de controlar. – Recordó la prueba que había llevado a cabo con esos que se hacían llamar piratas. – Todo lo que queda es esperar.

Aunque el lugar donde se habían reunido estaba bañado en profundas sombras, los ojos con forma de orbe de la figura más prominente notaron un cambio en la expresión de su compañero. – ¿Qué sucede? – preguntó, no por preocupación, sino por molestia.

– ¿De verdad ESTÁS seguro que se puede confiar en Vile? – preguntó la figura más pequeña, ajustándose sus gafas. – Ya causó un enorme desastre.

– Tenía que matar al Cuarteto Skull. – dijo la más alta, mirando hacia la oscuridad profunda que los rodeaba. – Es sólo que no estaba al tanto de que uno de los usuarios de armas más habilidosos en la Unidad 17 volvería a meterse en problemas.

Justo recientemente, una tercera figura había sido agregada a estas reuniones, si bien nunca había tenido mucho que decir. Se ocultaba en lo profundo de las sombras más oscuros, pero un brillo rojo emanaba desde debajo de su casco.

– Pero ya lo hecho, hecho está. Todo y todos ya se encuentran en su lugar. Es sólo cuestión de tiempo.

– Pero recuerda. – dijo la figura más baja de las dos que hablaban. – Arcadia y Abel City serán mías cuando llegue el Día de la Independencia.

– Oh, claro que lo serán. Mi interés no está en esta ciudad, mucho menos en tu país. – dijo la figura más alta. – No, esto afectará a los de mi especie por todo el mundo. – Luego sonrió. – "Y yo estaré allí, al mando de todo."


3 de julio, 3:45 pm, laboratorio del Dr. Fujiwara en Arcadia…

Los enemigos holográficos caían ante las cuchillas giratorias de Zero uno tras otro; los lásers dejaron de disparar a todas partes mientras el Hunter rojo veía que no había más oponentes a los cuales enfrentar. Entonces, una pequeña pantalla apareció frente a él, mostrando su puntuación.

Todavía sólo leía un noventa y cinco por ciento.

– Tu puntuación promedio ha bajado últimamente. – oyó decir a Fujiwara desde la cubierta de observación arriba. El japonés continuó: – Si hubiese sido sólo por adaptarte a armas externas, probablemente lo habría dejado pasar. Pero los últimos registros también demuestran ese porcentaje cuando sólo estabas usando tu buster.

Zero suspiró; ya sabía que venía esto. – Noventa y cinco sigue siendo un porcentaje más que suficiente para aprobar. – le dijo al humano. – Y todavía me está obligando a hacer las mismas secuencias de entrenamiento que hago en Abel City.

– Entonces, tal vez algunas secuencias deberían ser programadas aquí. – dijo Fujiwara, y sin darle tiempo a Zero para empezar a discutir, continuó. – Como sea, discutiremos eso después. Ahora, es tiempo de pasar a la siguiente arma.

Zero colocó las dos cuchillas giratorias en un estante en la parte trasera del cuarto de entrenamiento, con varias armas listas para ser probadas. Cuando Abel City todavía estaba en construcción, el Dr. Fujiwara había construido una cámara de entrenamiento actualizada en su laboratorio, para experimentar más a fondo y registrar las habilidades y desempeño en batalla de Zero. Y con los avances de la tecnología, hizo mejoras adicionales a la sección para tener las últimas versiones de proyecciones y obstáculos holográficos. A diferencia de las múltiples habitaciones en el cuartel de Abel City, esta cámara de entrenamiento era igual de blanca que el resto del laboratorio. Pero a pesar de los colores más claros, Zero encontraba que la sobreabundancia del blanco le hacía sentirse confinado y aislado, como si la puerta casi se fusionara con la pared.

Casi lo hacía pensar que estaba atrapado en una especie de jaula esterilizada.

– ¿Cuál quiere que use ahora? – preguntó Zero a Fujiwara. Honestamente no le importaba cuál arma elegiría; lo único que quería era terminar de una vez con esta sesión.

– "Hmm, ¿cuál en efecto?" – pensóFujiwara, observando la selección. Finalmente, se decidió por la que más sorprendió a Zero. – Prueba el sable.

¿El sable? ¿No era una elección muy estándar? Bueno, como fuese, entre más rápido saliera de aquí, mejor. Cogió el arma y la sostuvo, proyectando una hoja de energía pura verde desde la empuñadura. Fujiwara insertó los comandos y preparó otra ronda para Zero. Nuevamente, enemigos holográficos se manifestaron ante él, y el Maverick Hunter sostuvo su arma con ambas manos. Fujiwara observó que Zero la sujetaba como una espada de samurái.

– Comienza.

Los enemigos se lanzaron de frente, saltándole a Zero todos a la vez. El Hunter rojo saltó hacia atrás y blandió su sable para bloquear un ataque inminente. El Maverick holográfico que se le había venido encima terminó con su brazo cercenado por el arma, dejándolo abierto para que Zero le atravesara el pecho, directo en el núcleo. Comenzó a dar tajos y estocadas, siempre recordando las diferencias entre combate a corta y larga distancia. Poco después de iniciar la prueba, todos los enemigos habían sido exterminados.

Y aun así, la puntuación seguía diciendo noventa y cinco por ciento.

– Sí. Requeriremos más sesiones en el laboratorio. – el Dr. Fujiwara. Justo en ese instante, la puerta automática se abrió, dejando entrar a una recién llegada Chiyo. – Creí haberte dicho que no entraras cuando hay una sesión en curso.

Ella le respondió con una mirada mayormente indiferente, pero su ligero encogimiento de hombros indicaba un pequeño deje de desprecio. – Esperé hasta que había terminado, así que no es como que vaya a amatar a alguien. – Miró a Zero, y aunque no cambió mucho, sus cejas se fruncieron cuando intercambiaron miradas, antes de volver su atención a su padre. – Hablando de matar, ¿ya están listas?

Zero estaba confuso, observando a Fujiwara y su hija mientras se miraban entre ellos. – Ya una de ellas está lista para probarse, pero discutiremos el asunto en privado más tarde.

Chiyo puso los brazos en jarras. – ¿Por qué no ahora?

– Como dije, lo discutiremos más tarde. – repitió Fujiwara.

– Y como dije yo, ¿por qué no lo discutimos ahora mismo? – espetó Chiyo.

– ¿De qué están hablando exactamente? – preguntó Zero.

Fujiwara pensó por un momento; luego bajó desde la cubierta de observación. – El prototipo ya está listo, así que no estará mal dar una demostración. – Se volvió hacia Zero. – Ven conmigo.

Desde que los reploides se habían expandido más allá de las fronteras de Arcadia, Fujiwara había juntado fondos suficientes para expandir su laboratorio, incluyendo varias salas de pruebas. Al entrar en uno de estas salas, Zero fue recibido con la imagen de una cabeza de reploide inactiva sin casco ni cabello, con los ojos cerrados e inmóvil. Un objeto pequeño y portátil descansaba junto a ella; parecía un arma de fuego de alguna clase pintada de rojo y blanco.

– Y… ¿esto es...? – cuestionó Zero, inseguro de qué clases de pruebas estarían haciendo aquí.

– Esto es algo que a mí se me ocurrió. – dijo Chiyo. – ¿No es así, papá?

El Dr. Fujiwara se quedó callado por unos momentos antes de responder a la pregunta de Zero. – Debido a que los incidentes con Mavericks han estado aumentando, es natural que la porción humana de la población reciba los medios para poder defenderse.

– ¿Y cómo harán eso exactamente? – preguntó el Hunter rojo.

– Así. – dijo Chiyo, cogiendo el dispositivo, apuntándole al centro de la frente la cabeza del reploide, justo encima de su cámara cerebral. – ¿Permiso para disparar, señor?

Fujiwara asintió. – Permiso concedido.

Chiyo jaló el gatillo, y en vez de una bala o un proyectil de plasma, un largo pico de metal salió disparado del cañón. El pico se extendió a medida que salía, perforando la cabeza del reploide debido a la velocidad a la que salió disparado. El metal filoso atravesó el centro de la cabeza, destruyendo el núcleo del procesador central. Varios componentes volaron fuera y echaron chispas de electricidad por donde salió el pico, que atravesó por completo la cabeza. La punta entonces se retrajo, deslizándose de nuevo dentro del dispositivo.

Chiyo se vio satisfecha con el resultado, aunque todavía tenía algunas quejas. – El gatillo todavía necesita mucha presión.

– Por ahora, hasta que la hoja láser pueda instalarse, tendrá que ser así. Después de todo, está cargado con resortes.

Zero se había quedado en silencio por un momento antes de encontrar las palabras. – ¿Pero qué es esta cosa?

– Todavía estamos decidiendo un título, pero en esencia es un arma oculta para que los humanos puedan utilizar contra reploides Mavericks. – le dijo Chiyo al Hunter rojo. – Ya que yo fui parte de un incidente que resultó en que me mandaran al hospital por mi hombro, porque me dispararon en el hombro – la joven dijo estas palabras intercambiando miradas con su padre – propuse que tengamos una manera oculta pero efectiva de defendernos. Después de todo – dirigió la mirada hacia Zero – nunca se sabe cuándo necesitarás una manera de mantener a un posible Maverick a raya.

En ese momento el Hunter recibió un mensaje desde el cuartel general en Abel City.

– Habla Zero, ¿qué sucede? – preguntó, recibiendo respuesta de Ai. Ni Chiyo ni Fujiwara podían oír la conversación entre el Hunter y la navegadora, pero ambos sospechaban que algo estaría sucediendo en la ciudad. – Entendido, ya voy en camino. – Terminó la llamada y giró su atención hacia los dos humanos. – Tenemos una situación en Abel City. Lo siento, pero el deber llama. – Y con eso, se marchó, dejando a los dos humanos a solas.

– Bueno, ya estamos solos. – le dijo Chiyo a su padre. – Entonces, ¿qué está sucediendo?


Abel City , 4:16 pm…

En efecto, tal como vino a averiguar, muchas cosas habían pasado desde la última vez que fue a Arcadia. Dado que el culpable detrás de los mecaniloides Mavericks seguía sin ser aprehendido, y Vile ahora era un fugitivo, el Comandante Sigma había estacionado miembros selectos por toda la isla artificia. Y no fue sólo en la ciudad; los Hunters fueron enviados a todas partes, incluyendo áreas como las minas energéticas, y al Polo Norte. Al volver al cuartel general, Ai lo había alertado que la Unidad 17 se dirigiría hacia la Torre de Telecomunicaciones. Todos a excepción de Zero y, para su sorpresa, X.

– Entonces, ¿a qué se debe eso? – preguntó Zero.

– Ni idea. – dijo la navegadora rubia. – Pero lo que diga el comandante, se hace. Ahora ¿te importa? Que estoy trabajando.

– Seguro, lo que sea. – Zero se marchó, dejando a Ai con el resto de los navegadores.

Y aunque Zero no lo vio, la reploide roja y blanca miraba alrededor a sus colegas, observando cómo trabajaban para seguirles el paso. – "Sigo siendo la que vino antes de todos ustedes. Que no se les olvide." – pensaba mientras tecleaba furiosamente en su estación. – "Sigo siendo tan buena como cualquiera de ustedes, incluso si no soy el modelo más nuevo." – Ai se giró para ver a Trinity que estaba en el centro de la sala, observando toda la isla.

– Trinity, ¿tienes acceso a la Torre de Comunicaciones? – preguntó el Comandante Sigma a la navegadora en jefe por el enlace de comunicaciones.

– Afirmativo, Comandante. – respondió la navegadora de pelo rosa. – Estoy conectada en el sistema. Desde ahora, nada escapará a mis ojos y oídos.

– Excelente. Comenzaremos a probar el alcance de nuestra red de comunicaciones.

– Sí, señor, entendido. – replicó Trinity.


En la torre…

En la Torre de Telecomunicaciones, Boomerang Kuwanger y Gravity Beetle estaban ayudando a Sigma con las pruebas de rango para enviar mensajes que tenía la torre. Un Hunter o navegador estacionado en un área específica apareció en uno de los monitores, otro apareció en otro monitor, y así sucesivamente.

– Habla el Comandante Sigma. ¿Todos me copian?

– ¡Sí, señor! – dijeron el coro de voces al unísono.

– Muy bien, manténganse en contacto con el cuartel general y alértennos de cualquier novedad. Ninguna parte de esta isla debe permanecer sin monitoreo, y vamos a mantener contacto con Arcadia para alertar si algún criminal logra escapar de Abel City. ¿Entendido?

– ¡Sí, señor! – respondieron los Hunters y navegadores.

– Muy bien. Eso es todo. – dijo Sigma, antes de darle la espalda a las pantallas. – ¿Necesitan algo más ustedes dos?

– No, estamos bien, señor. – dijo Gravity Beetle.

Kuwanger, sin embargo, no tenía interés en chácharas. – Spark Mandrill será estacionado en la planta de energía, ¿verdad?

– Correcto. – respondió Sigma.

– ¿Así que ahora todos están en su lugar destinado? – preguntó Kuwanger.

Sigma asintió. – Ahora, es tiempo para que los que están en el cuartel general hagan su parte. – dijo, y luego murmuró en voz baja. – Especialmente tú, X.


Arcadia , 5:37 pm…

Estaba trabajando en el dispositivo incompleto sobre su escritorio, probando las partes y componentes que necesitaba para construir el invento. Dado que ya había probado que el prototipo funcionaba, Chiyo no estaba preocupada por tener que hacer otra prueba. No, su problema actual era con su padre, o más bien, con lo que le dijo. Por cualquier razón, le dijo que mañana tendría que quedarse en Arcadia. Y no sólo eso, sino que tenía estrictamente prohibido ir a Abel City.

La adolescente de cabello largo se cuestionaba esto, pero Sho Fujiwara le dijo a su hija que tenía que quedarse dentro de los límites de la Ciudad Blanca mañana, sin importar nada.

¿Qué? ¿Por qué? – preguntó Chiyo, perpleja ante lo que el científico le acababa de decir.

La razón no importa. – le dijo el Dr. Fujiwara. – No vayas a Abel City mañana. Sea cual sea la razón.

Me estás diciendo que no vaya por ninguna razón, ¡pero decirme por qué no puedo ir no importa! – protestó la hija del hombre. – ¿Entonces de qué se trata? Porque me suena a que no hay ninguna buena razón para que no pueda ir. Estás actuando más raro de lo normal últimamente, ¿qué está sucediendo?

Aunque no estaba segura, Chiyo podría jurar que vio que la expresión usualmente estoica de su padre se tornaba nerviosa. Pero se fue tan rápido como vino, y Fujiwara regresó a su semblante usual.

No es nada de lo que debas preocuparte. – le dijo. – Mi decisión es final. No podrás poner argumentos para esto. – Se giró para abandonar la sala de pruebas. – No vas a poner un pie en Abel City mañana. Esta conversación ya terminó.

Y así, la dejó sola, totalmente confundida y frustrada. Honestamente, se había sentido así durante el último mes. Recientemente, notó que su padre se había enterrado más y más en su trabajo. Típicamente esto no atraería su atención, pero cuando no la dejó entrar a su propia casa, supo que algo estaba sucediendo. Incluso cuando ella era una niña, Fujiwara estaba más casado con su trabajo que con su madre. De nuevo, ella ni siquiera podía recordarla.

Todo lo que era parte de su vida cuando era pequeña se había ido. Cecilia, Patarche, la única que le quedaba era Fumiko. Por supuesto, no tenía relación con su situación actual, y en última instancia probablemente iba a suceder de todos modos, pero desde que el Dr. Cain encontró a X, todo su mundo había cambiado. El mundo de todos había cambiado. Y Chiyo dudaba que las cosas dejarían de cambiar en un futuro cercano.

El rostro de Fumiko apareció en su mente, seguido del cuerpo inmóvil y sin vida de Patarche. – No… no voy a permitir que eso cambie. – declaró. – Eso NUNCA cambiará.

De inmediato empezó a trabajar en el otro dispositivo que era para la chica que estaba un año detrás de ella. No estaba segura si terminaría el de Kenichi esta misma noche, pero al menos podría acabar el de Fumiko. Luego se los daría el día siguiente. Así ni siquiera tendría que ir a Abel City.

De repente, alguien tocó a su puerta, y Roll asomó su cabeza. – Hey, sólo quería avisarte que la cena ya está lista.

– Genial. – respondió Chiyo. – Bajaré en un rato.

Roll asintió y cerró la puerta, sabiendo que probablemente tendría que traerle la comida a la habitación de la humana de nuevo. Roll pensaba que estaba igual de inmersa que su padre en su trabajo. Aunque los dos eran más parecidos de lo que jamás admitirían, la reploide rubia tenía la esperanza de que Chiyo mantuviera algunas de sus cualidades más empáticas.

No era su asunto, pero el Dr. Cain le confesó que se había estado sintiendo muy intranquila últimamente. Al principio, estaba preocupada de que tuviera alguna relación con su salud, pero el anciano le aseguró que no era nada físico.

Entonces, ¿de qué se trata? – le había preguntado. – ¿Qué está sucediendo?

El Dr. Cain sólo suspiró, y sus ojos se fijaron en la copia de La Rama Dorada que tenía sobre el escritorio de su estudio. Después de un breve período de silencio, finalmente habló. – Roll… si acaso llegara, Dios no lo permita, a suceder algún desastre… no quiero que te preocupes por salvarme.

Roll no estaba segura de qué pensar de lo que acababa de decirle. – Dr. Cain, ¿de qué está hablando?

Sólo estoy diciendo que, si algo llegara a ocurrir, no quiero que te pongas en peligro. – le dijo. – Además… alguien tiene que estar allí para cuidar de Chiyo.

Hablaba como si no le quedara mucho tiempo, pero el Dr. Cain apenas estaba a mediados de sus setentas. En su tiempo, era diferente. De otro modo el Dr. Light no se habría enfermado tanto, pero ahora, era más común que la gente mayor llegara hasta finales de sus noventas o incluso hasta ciento diez años, y algunos hasta lograban durar más. Pero el Dr. Cain no estaba ni de cerca en ese punto, listo como para que le conectaran un dispositivo de soporte vital. Y además, también mencionó a Chiyo. Roll sin duda la cuidaría sin problemas, ¿pero por qué tendría que estar obligada a hacerlo? Aunque fuese increíblemente distante, el Dr. Fujiwara podría cuidar de su hija, ¿verdad?

Roll se preguntaba si todo esto estaba conectado a la persecución de ese sujeto llamado Vile. Ella ciertamente no quería que alguien como él anduviera libre por las calles, pero Cain parecía dejar implícito que había algo más que eso, algo más que lo tenía preocupado. Y viendo lo elusivo que se puso cuando le habló, dudaba que fuera a decírselo en el futuro cercano. ¿Pero por qué? Fuera lo que fuera, ¿por qué no podía ella saberlo? Tenía derecho a saberlo, ¿o no?

¿No tenía ella un derecho a una oportunidad de contribuir? Después de todo, si al Dr. Cain le preocupaba tanto eso que lo molestaba, ¿por qué no acudir por ayuda? ¿Lo estarían amenazando? Y si era así, ¿quién? ¿Y por qué razón? ¿Tal vez se trataba de Vile, o del responsable por los mecaniloides renegados?

Había demasiadas preguntas, pero ella no sabía cómo responderlas. Y aunque lo supiera, probablemente no podría hacer nada al respecto. ¡Ni siquiera podía mantener un ojo en ese sujeto Zero con quien X siempre se la pasaba! Por qué el reploide azul estaba tan insistente en ser su amigo la confundía, pero también la preocupaba. Sistemas infectados o no, no se le había olvidado que había intentado asesinar a su hermano menor.

E incluso si sus recuerdos no habían regresado a ella del todo, sí recordaba que, en cierta ocasión, había tratado de advertirle a su hermano mayor sobre cierto robot. Algo que lo había seguido desde uno de los escondites de Wily. Y si bien era imposible, Zero le daba esa misma sensación de ansiedad y tensión que experimentaba cuando la memoria de ese robot surgía. Y si bien los dos no podrían haber sido la misma máquina (al menos, ella no quería creerlo), Zero todavía seguía siendo peligroso. Así que incluso si no representaba una amenaza más que para los Mavericks, seguía siendo peligroso estar cerca de él.

Y cuando ese peligro hubiese atravesado su horrible cabeza, su hermano estaría en el medio de todo.


Paso superior de Abel City , 6:30 pm…

Aunque le dejaba perplejo que no lo hubiesen llamado a ir con Kuwanger o Mandrill, X no cuestionó las órdenes del Comandante Sigma. Él y Zero debían quedarse en el cuartel general a la espera de nuevas instrucciones, y poco después que Zero regresó a Abel City, los dos Hunters fueron enviados a patrullar. En aquel momento, los dos se encontraban transitando sobre el océano de las Filipinas por las carreteras principales que llevaban de Abel City a Arcadia. No tenían permitido salir de los límites de la isla artificial, pero tenían que mantener los ojos abiertos y estar pendientes de quién entraba o salía a la ciudad. Aunque eran accesibles para todos, muchos humanos usaban transportes públicos. Al mismo tiempo, los reploides usaban sus vehículos, dándoles a los Hunters una mejor oportunidad de llegar a donde fueran necesitados sin preocuparse mucho por el tráfico.

Irónico, pensaba X mientras avanzaban. Todavía estaba buscando una oportunidad de sacar la respuesta que quería de Zero. Cierto, ambos estaban en el trabajo, así que no había mucho tiempo para charlar. Con todo, X quería saber a qué se refería Zero con lo que dijo aquella noche. No le importaba lo que pensaba sobre los Mavericks potenciales entre ellos. Simplemente ¿qué podría haber causado tal reacción, y por qué?

De repente, ambos Hunters recibieron una llamada del cuartel general. – ¡X! ¡Zero! – decía Trinity con la voz urgente. – ¡Logramos rastrear una señal enviada por el hacker! ¡Viene desde la Base de Misiles en la costa este de la isla!

– ¿El Comandante Sigma ya fue alertado de esto? – preguntó X. Aunque fue muy ligero, el reploide podría haber jurado que escuchó gruñir a Zero.

– Ese es otro problema. – le dijo la navegadora. – Yo y las demás navegadoras hemos tratado de contactarlo, pero no hemos podido. Y el personal de la base tampoco responde.

X miró a Zero, notando que el Hunter rojo se mordía el labio. – ¿Zero?

– Tengo un mal presentimiento sobre esto. – Fue todo lo que dijo el rubio antes de girar su Ride Chaser y salir a toda velocidad hacia la Base de Misiles.

– ¡Zero, espera! – gritó X, siguiéndolo de cerca.


Costa este de la isla artificial…

A pesar de su nombre, la costa este de la isla no tenía arena o lugar para establecer resorts. Los kilómetros y kilómetros de la tierra excavada del océano habían sido convertidos en un área de almacenamiento y pasaje para los misiles bajo la superficie. X y Zero aparcaron sus Ride Chasers fuera de la entrada de la basa, preparándose para lo que fuera que los esperaba adentro. La entrada, para su sorpresa, ya se encontraba abierta, pero nadie sería tan estúpido como para hacer eso por accidente. Tal vez el hacker quería que estuvieran aquí.

Los dos estaban a punto de entrar, pero X intentó una vez más de sacarle la respuesta a su compañero. – ¿Por qué no iba a importar lo que tú piensas?

Zero suspiró. – X, ahora no es el momento.

– Más bien, yo diría que tu palabra valdría más que la de cualquier otro. – le dijo X. – Eres uno de los mejores Hunters que tenemos, y estás en la misma unidad que el Comandante Sigma, así que…

– X. Ya basta. – le ordenó Zero. – Ahora.

X se quedó callado por unos momentos antes de volver a hablar. – Ok. Pero después de esto, ¿crees que puedas al menos decirme qué te está molestando?

Zero no dijo nada, simplemente se apresuró a entrar a la base. X lo siguió de cerca, y los dos reploides se cubrieron uno al otro mientras buscaban por los pasillos oscuros y los largos corredores, sólo para no encontrar nada ni a nadie. ¿En dónde estaba todo mundo?

– ¡X! ¡Mira! – murmuró Zero, mirando por una baranda hacia el piso debajo de ellos, donde se podía ver una luz.

– Tal vez alguien nos pueda decir qué está sucediendo. – teorizó X.

Él y Zero bajaron al piso inferior y entraron a la sala de dónde provenía la luz. Adentro se encontraba una figura alta e imponente que ningún Hunter reconoció al principio.

– ¡No te muevas! – ordenó Zero, apuntándole con el buster.

Pero cuando la figura se dio la vuelta, X y Zero vieron quién era. – ¡¿Comandante Sigma?!

En efecto, el Comandante Sigma parecía haber llegado aquí antes que ellos. – Ah, X, Zero, allí están. – les dijo antes de observar el monitor dañado que emitía la luz. – Parece ser que nuestro hacker estaba utilizando la base como tapadera para trabajar sin ser detectado.

X y Zero caminaron hacia el monitor dañado, que mostraba el diagrama del procesador de un mecaniloide, listo para ser manipulado a voluntad. – ¿Pero qué hay de los cuatro Mavericks que arrestamos antes? ¿Cree usted que estaban trabajando con este segundo hacker? ¿Y también con el benefactor mencionado? – preguntó X a su superior, todavía observando la pantalla.

– Es probable. – dijo Sigma. – Creo que nos estamos acercando a descubrir al responsable de todo esto.

Zero no se giró para encarar al Hunter más alto, esperando que hiciera el siguiente movimiento. – Por cierto, Comandante, el cuartel general dijo que estaba teniendo problemas para contactarlo.

– Ah, sí. – dijo Sigma. – Perdónenme por eso. Estaba siguiendo al hacker adentro y tuve que desactivar mi transmisor para mantenerme encubierto. Lo perdí, pero ahora que ustedes están aquí, todo estará bien. – Comenzó a aproximarse a los otros dos Hunters por detrás. – Todo finalmente será como debe ser.

X fue tomado totalmente desprevenido por lo que pasó en los siguientes segundos. Acababa de girarse para ver a Zero y preguntarle qué pensaba de la situación, viendo que seguía habiendo varios factores desconocidos. Pero en vez de encontrarse con la mirada del reploide de pelo largo, X vio que su compañero se agachaba hacia el lado izquierdo, agarrando a Sigma por el brazo. El cual, para conmoción de X, acababa de desenvainar un sable.

– ¡¿Comandante Sigma?! – exclamó X, sin saber qué pensar de lo que estaba viendo. – ¡¿Zero?!

Sigma miró fijamente a Zero, sonriendo. No parecía sorprendido por la reacción del Hunter rubio. – Entonces dime, ¿cómo lo descubriste?

– ¡El perpetrador era demasiado hábil, no fue difícil juntar dos y dos! – gruñó Zero, sujetando a Sigma para evitar que pudiera usar su sable. – ¡No muchos reploides tienen especificaciones tan altas!

La sonrisa de Sigma se ensanchó. – Te alabo por tu trabajo de detective, Zero, pero creo que ya es tiempo de que tú también dejes de actuar.

X miró a su comandante, y luego a su compañero, incapaz de concentrarse en ninguno de los dos. – ¿De qué está hablando, Comandante? – preguntó el Hunter azul, sin siquiera preparar su propio buster ni por instinto. – ¿Qué está sucediendo?

Sigma volvió su atención hacia X. – El inicio de un nuevo mundo, eso es lo que está sucediendo. – declaró el líder Hunter. – El día de la independencia está sobre nosotros.

Los ojos de X se abrieron de par en par ante la terrible realización. De pronto todo comenzaba a encajar. Todo lo que había visto en relación a los mecaniloides renegados, el Cuarteto Skull, el escape de Vile; X ahora podía ver cómo su propio comandante habría sido capaz de ejecutar esos planes. Y aun así, pese a ser confrontado con la revelación de frente, X no podía procesarla. No, ¡se rehusaba a creerlo! ¡El Comandante Sigma no podía estar detrás de todo esto!

No si estaba en sus cabales. – ¡¿Comandante, acaso está infectado?! – cuestionó X, ahora sí preparando su buster. – ¡Si es así, tal vez aún haya tiempo! ¡Podemos limpiar sus sistemas de lo que sea que se haya metido en usted!

El Hunter azul parecía querer tranquilizar a su comandante, pero Sigma negó con la cabeza. – Estás totalmente equivocado, X. Pero ¿cómo podrías saber nada del conocimiento que he ganado? – Se libró del agarre de Zero, saltando para alejarse de ambos. – Pero estoy seguro que tu amigo aquí sabe de eso. – dijo cruzando los brazos. – Considerando que él y yo estamos del mismo lado.

/–––––––––––––––––––––––––––––––––––/

Arcadia, hogar del Dr. Cain , 7:12 pm…

Estaba tramando algo. El anciano ya no lo podía negar más. El Dr. Sho Fujiwara estaba tramando algo, y Cain dudaba que fuese algo bueno. Al principio había descartado la posibilidad, pensando que sus preocupaciones eran paranoias infundadas, pero con los mecaniloides y la búsqueda de Vile en curso, empezó a darse cuenta de algunas cosas. Debería haberlas notado mucho antes, pero sólo ahora estaba pensando en ellas. Y si lo que temía se había vuelto realidad, sería una perfecta ironía que hubiese logrado juntar las piezas justo al final.

Al principio, había tratado de convencerse que sólo fue coincidencia, pero al pasar el tiempo, el Dr. Cain se dio cuenta que ninguno de los mecaniloides en Arcadia se habían vuelto Mavericks; cada incidente había ocurrido dentro de los límites de Abel City. Luego vinieron los rumores sobre el "Día de la Independencia" y posibles Mavericks dentro de las filas de los Hunters, cosas que al principio no podía entender, pero ahora, parecía tener sentido. Y eso le aterraba.

Después de todo, antes pensaba que podría ser un simple fallo o un virus, pero ¿quién le decía que un reploide no sería capaz de decidirlo por su cuenta?

De pronto oyó un golpe muy fuerte en su puerta, pero no la abrió. En lugar de eso, se quedó en su estudio, sabiendo lo que iba a suceder. Ya era demasiado tarde. Ellos ya habían venido por él.

*¡SLAM!*

El Dr. Cain dio un respingo al escuchar que su puerta delantera era derribada; sus oídos no pudieron más que escuchar los pasos retumbantes de las máquinas significativamente más grandes que él aproximándose. Los intrusos no tardaron mucho en encontrarlo, y sus gigantescas siluetas se enmarcaron en las sombras de la oscura sala. Una figura más pequeña, de un humano, se encontraba con ellos.

– Dr. Cain. – dijo el Dr. Fujiwara, mientras dos reploides que estaban con él bloqueaban la puerta. – Tenemos algo que discutir.


Abel City, Base de misiles…

Los ojos verdes de X, que ya de por sí eran enormes, se ensancharon aún más cuando giró la mirada hacia Zero. – Espera… ¿qué?

Zero miró a X, negando con la cabeza. – No. No, él está mintiendo. – dijo el Hunter rojo a su compañero. – ¡Está mintiendo!

– Piénsalo, X. – continuó Sigma. – Él estuvo presente contigo cuando arrestaron al Cuartero Skull; ciertamente tiene los medios para obtener la información que necesita.

– Cállate. – le advirtió Zero, con su puño cerrado temblando.

– Oh, ¿y no es uno de nuestros mejores Hunters? – preguntó Sigma. – Estoy considerando muy seriamente hacerte mi segundo al mando por todo el duro trabajo que has hecho para hacer esto posible.

– ¡CÁLLATE! – gritó Zero disparando. Sigma desvió el disparo con su sable y agarró a Zero por el cuello, levantándolo del suelo. – ¡No le creas, X! ¡Yo no estoy con él!

– ¡Comandante, Zero, deténganse por un momento! – suplicó X a los dos, aunque ahora empezaba a preguntarse si debería tomarle la palabra a un reploide por encima del otro. – ¡Dejen de pelear, por favor!

– Estoy tratando de contenerme, Zero. – le dijo Sigma al Hunter rojo que ahora estaba en sus garras. Tuvo que esquivar una patada que el reploide mandó en su dirección, todavía forcejeando por soltarse. – ¡Porque eres un excelente actor! Pero primero, ¡hay cosas que tenemos que atender!

Sacó su sable y le dio un tajo a Zero por el pecho, haciendo saltar chispas eléctricas por donde la hoja de energía lo cortó. El Hunter rojo aterrizó en el suelo, herido y desorientado, y el comandante lo cogió del casco, levantándolo para ponerlo delante suyo.

– ¡Esta es tu oportunidad, X! – le dijo Sigma al reploide azul. – ¡Tú decidirás su destino!

– ¡¿Q-Qué?! – X no entendía nada de nada.

– No pareces seguro de la lealtad de Zero, así que aquí está una prueba para ti. – le dijo Sigma al Hunter azul. – Ya sea que lo creas o no, lo hayas pensado o no, tu amigo aquí tiene mucho que ver con muchos de los problemas que han estado surgiendo últimamente. Incluso aunque él todavía no lo sabe.

– ¡No sé de lo que estás hablando! – gritó Zero. – ¡Bastardo! ¡Ya suéltame!

– ¡Comandante, por favor! ¡Déjelo ir! – suplicó X.

– Si quieres detenerme, entonces ya sabes lo que tienes que hacer, X. – dijo Sigma, apretando su agarre sobre Zero que seguía forcejeando. – Puede que requiera un poco de esfuerzo de tu parte, pero sé que eres capaz de dispararnos a ambos.

X negó con la cabeza. – ¡No, no! ¡Comandante, necesitamos llevarlo al cuartel general! ¡Podemos ayudarlo!

– ¡Suficiente! – gritó Sigma, harto ya de las súplicas de X. – La decisión es tuya. Para detenerme, tendrás que dispararme a través de él. – Miró a Zero que todavía forcejeaba en su mano. – O si de verdad crees que no estoy en mis cabales, debes impedir que Zero me extermine."

– Comandante…

– ¿Qué será, X? – preguntó el Hunter más alto. – ¿Tú qué crees?

Honestamente, X no tenía idea de qué pensar. Todo esto le había llegado demasiado pronto. Su comandante sostenía a su amigo como rehén, todo el tiempo diciendo que era un traidor. Y Sigma no estaba siendo demasiado transparente sobre si "él" era o no quién estaba hablando. ¿Acaso su mente estaba tan corrompida? ¿O era algo totalmente diferente?

Cualquiera que fuese el caso, preguntárselo no haría nada para sacarlo de este atolladero.

– ¿Cuál es tu decisión? – cuestionó Sigma. – Podría haber vidas en riesgo. ¿No te importa eso?

– ¡X, hazlo! – gritó de repente Zero. – ¡No te preocupes por mí, yo estaré bien! ¡Sólo dispara-GAH! – Fue interrumpido cuando su captor apretó más el agarre.

– ¡Los Hunters no podemos permitirnos dudar en jalar el gatillo! ¿No lo recuerdas, X? – preguntó Sigma al Hunter azul. – ¿No recuerdas todo lo que te ha costado esa actitud de dudar que tienes? ¡Ahora puedes redimirte!

– ¡X! ¡Dispara!

X se quedó donde estaba, incapaz de moverse. Toda su cámara cerebral se vio inundada de mensajes y conclusiones conflictivas. Mucho de lo que el Comandante Sigma dijo tenía sentido, ¿pero que Zero fuese un Maverick?

– Aún si estoy mintiendo, eventualmente te darás cuenta que deberías haberlo matado aquí y ahora. – Sigma continuó sujetando a Zero, esperando que X hiciera un movimiento. Y esperó, esperó y esperó. Eventualmente, su paciencia se agotó. – Y por eso, es que debo hacer esto.

Sigma arrojó a Zero al suelo, y el reploide que ya estaba bastante dañado fue perdiendo la conciencia lentamente. – Comandante… – dijo X. La horrible verdad se encontraba justo frente a él, incapaz de negarla o ignorarla.

– Una vez más, X, has fallado la prueba. – dijo Sigma, aproximándose al Hunter azul. – Y como siempre, has fallado espectacularmente.

X posicionó su buster enfrente de sí mismo. – Atrás. – ordenó, todavía incapaz de procesar que su comandante estaba detrás de todo lo que sucedía. Pero sí podía comprender que estaba en peligro, a pesar del shock. – ¡Atrás! – gritó cuando Sigma dio otro paso.

– ¿Crees que quiero matarte? – preguntó el reploide más alto. – Oh no, te necesito bastante vivo.

No lo mencionó, pero acababa de ver a una figura aproximándose a X desde atrás. Antes que X pudiera cuestionarlo o demandar respuestas, todo su cuerpo fue invadido por un poderoso choque a sus sistemas, electrocutándolo hasta su esqueleto de metal. Luego, tras unos momentos, se desplomó sobre sus rodillas, y luego al suelo. Sus ojos verdes perdieron todo rastro del mundo hasta que todo quedó en una pesada oscuridad. Primero, Sigma se colocó frente al Maverick Hunter caído, y luego dirigió su atención hacia el Maverick Hunter caído; luego dirigió su atención hacia el sujeto que acababa de incapacitar a X.

– Sigues perdiendo tu tiempo. – dijo Vile, dándole una buena patada al cuerpo inconsciente de X. No recibió ninguna reacción, indicando que el Hunter azul había quedado en estasis. – Nunca aprenderá.

Sigma sonrió. – Por eso es que le vamos a enseñar. – le dijo al ex-Hunter de color violeta. – Cuando el evento de mañana haya terminado, tú volverás por ellos. – Señaló al cuerpo inconsciente de Zero junto al de X.

– No. No lo haré. Yo no. – protestó Vile, y luego miró a X. – No por él.

Sigma se rio. – Pero no es para él. Es para mí. Mantén a esos dos en un lugar seguro, tendremos un gran día mañana, y todo tiene que estar en su lugar.

El Hunter más alto comenzó a alejarse. Mañana sería el día de la independencia, sólo que no para los humanos.

Esta historia continuará

Chapter 27: El Día de Sigma

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Para cuando X finalmente recuperó la conciencia, revisó su reloj interno para ver qué hora era. Apenas eran un par de minutos pasados del medio día, así que él y Zero se encontraron en este lugar toda la noche. Los ojos verdes de X se abrieron de terror, en busca de cualquier señal del Hunter rojo.

– ¡¿Zero?! – llamó, pero no recibió respuesta. – ¡¿ZERO?!

– Está justo a tu lado. – dijo una voz familiar. – Probablemente ya haya despertado con tus gritos.

X miró a su alrededor y vio que se encontraba en una pequeña celda, con los brazos bien asegurados tras su espalda con un par de esposas de estasis. El Comandante Sigma entonces se colocó frente a un enorme monitor que desplegaba una vista aérea de Abel City.

– ¡Comandante! – dijo X aliviado, pero al ponerse de pie sus bancos de memoria comenzaron a procesar todo de nuevo, y el último remanente del encerramiento en estasis se disipó. Los eventos que sucedieron la noche pasada finalmente retornaron al reploide azul, y se dio cuenta con horror que él y Zero estaban ahora a merced de su comandante, que estaba infectado y fuera de control.

Al menos, eso era lo que X quería creer.

– Quédate tranquilo, no tengo intenciones de lastimar a ninguno de los dos. – explicó Sigma. – No, los necesito a ambos con vida.

– ¡Entonces déjenos salir! – suplicó X. – ¡Déjenos salir para que podamos ayudarle!

– No gastes aliento, X. – De pronto escuchó la voz de Zero, en la celda de al lado. El Hunter de cabello largo se encontraba sentado en el suelo, lanzando miradas de odio a Sigma. – Ya había planeado todo esto desde el principio.

X quiso sorprenderse; quería poder protestar y decirle a Zero que se equivocaba, pero en última instancia, no pudo ignorar lo que había sucedido. No sólo lo que había ocurrido para encerrarlos a él y a Zero, sino cuando los primeros mecaniloides se volvieron Mavericks.

– C-Comandante, – tartamudeó X. Aunque no podía negar la realidad frente a él, todavía sacudió su cabeza de incredulidad. – ¿Por qué?

No era la mejor pregunta, y la respuesta de Sigma probablemente no haría sus razones obvias, pero X no sabía qué más decir. Entretanto, Sigma parecía haberse anticipado a esta pregunta, ya que mostró una sonrisa en su rostro.

– Supongo que te debo una explicación. – dijo el reploide más alto. – Pero vendrá después que el siguiente paso se encuentre completado.

– ¿Qué paso? – preguntó X confuso. Sigma se giró hacia la pantalla, fijando los ojos en la imagen de la ciudad que no sospechaba nada. Ya era una tarde de fin de semana, una receta perfecta para atraer tanta gente como fuera posible.

– El único paso que hay que tomar. El que nos llevará a la nueva era de la historia. – dijo Sigma, antes de voltear hacia X. – Seguro habrás oído del "Día de la Independencia", ¿verdad?


Arcadia , 12:15 pm…

Chiyo se retorcía, revolviendo sus sábanas, moviendo sus extremidades mientras intentaba recuperar la sensibilidad en ellas. Al abrir sus ojos, se frotó para remover cualquier rastro de lagañas, pero se despertó de un sobresalto al ver la hora en el reloj.

¡Era más de mediodía, y se había quedado dormida sin oír su alarma!

– ¡Maldición! – La joven saltó fuera de la cama, llamando a Fumiko para ver dónde estaba. Había planeado entregarle su invento ya terminado a primera hora de la mañana, pero tras una noche entera y parte de la madrugada de trabajo, al parecer tuvo más que sólo dos horas de sueño.

– ¿Chiyo?

– Hey, sí, soy yo. – dijo Chiyo, sosteniendo su teléfono mientras iba al baño a refrescarse. – ¿En dónde estás?

– Ahora mismo estoy en Abel City. – respondió Fumiko. – Mis padres querían hacer algunas compras, así que tengo que cuidar a Kenichi.

– ¿Por qué no podías quedarte en casa? – preguntó Chiyo, alternando entre cepillarse los dientes, y luego el pelo.

– Eso le dije a mamá, pero ella dice que no quiere desperdiciar un día soleado tan bonito. – dijo Fumiko. – Aunque creo que sólo quería dejarme cuidar a Kenichi para poder salir por su cuenta.

– ¡Escuché eso! – dijo otra voz por el teléfono.

– Sí, y no me importa. – replicó Fumiko.

Chiyo regresó a su cuarto para ponerse algo de ropa, pero cuando estuvo a punto de quitarse su camisón, oyó la puerta de su cuarto abriéndose.

– ¡Hey, que me estoy cambiando de ropa aquí! – dijo mientras volvía a ponerse su camisón, pero al ver de quién se trataba, la humana se quedó confundida. – ¿Roll?

– ¡Ponte lo que sea, rápido! – la urgió la reploide rubia. Antes que Chiyo pudiera preguntar, escuchó que alguien abría violentamente la puerta del frente. Roll se apresuró a ponerle el seguro a la puerta del cuarto de Chiyo mientras sus ojos turquesas buscaban frenéticamente una forma de salir. Trató de abrir una de las ventanas, pero estas no se movieron. – ¡Diablos! ¡Ya activaron el sistema de cierre!

– ¡Toma, usa esto! – dijo Chiyo, pasándole el dispositivo en el que había trabajado toda la noche. La joven se había puesto su uniforme escolar, amarrándose su pelo con un lazo rojo.

Roll cogió el objeto, aunque se quedó confusa. – ¿Qué es esto? ¿Cómo se utiliza? – le preguntó.

– ¡Sólo apunta y dispara el gatillo! – le dijo la humana.

Roll lo hizo, y se sorprendió de ver un objeto físico salir de lo que asumió que era un arma de juego. El pico afilado atravesó el grueso vidrio de la ventana, pero sólo sirvió para crear un agujero limpio, y desafortunadamente aún quedaba mucho vidrio por romper. Roll comenzó a disparar una y otra vez cuando el pico se retrajo de vuelta en el dispositivo, pero un objeto afilado golpeó la ventana, apenas fallando a Roll por unos pocos centímetros. Reploide y humana se giraron para ver a dos Hunters basados en insectos con cuernos parados fuera del marco de la puerta. El más delgado de los dos entró sin esfuerzo, mientras que el otro tuvo que maniobrar su cuerpo con cuidado para ingresar.

– Chiyo Fujiwara, – habló Boomerang Kuwanger – hemos venido por ti.


Base de misiles…

Día de la Independencia. Operación: Día de la Independencia. X y Zero recordaron todo lo que habían visto y experimentado desde que el primer mecaniloide se salió de control. Por supuesto, el culpable había estado enfrente de ellos todo el tiempo: las declaraciones del Cuarteto Skull, los Piratas Shitapper, el escape de Vile, y el supuesto benefactor, ahora todo encajaba. Aun así, a pesar de todo lo que acababa de ver y recordar, no podía dejarlo ir.

– ¿Por qué? – preguntó X. Ciertamente sabía que habría varias razones para que Sigma hubiera hecho todo esto, pero necesitaba oírlo por sí mismo.

– ¿Por qué se lo preguntas, X? – escuchó decir a Zero. – Ahora es un Maverick.

Sigma pareció ofendido. – Esa palabra no es más que una etiqueta para los reploides que finalmente han abierto sus ojos. – le dijo Sigma al Hunter rojo. – Dime, incluso en tu estado anterior, el animal que solías ser, ¿no había un cierto sentido de libertad? Pronto tendrás esa libertad de nuevo. Todos los reploides verán y experimentarán verdadera libertad después del día de hoy.

– ¿Pero qué hay de los humanos? – preguntó X. Una parte de él ya sabía la respuesta, y eso lo horrorizaba.

– El mensaje para ellos será fuerte y claro. – dijo Sigma, volteándose hacia el monitor. – Aunque, si quieres saberlo, le debo mucho a mi querido colega y benefactor."

– ¿Y quién es ese? – preguntó Zero.

Aunque ellos no podían verlo, Sigma sonrió. – Alguien con quien ustedes dos están muy bien familiarizados. Después de todo, de no haber sido por él, el Dr. Cain jamás habría llegado a ninguna parte contigo, X.

Ambos Hunters se dieron cuenta de quién estaba hablando. – ¿Qué hay del Dr. Cain? – preguntó X.

– Nos estamos encargando muy bien de él. – le dijo Sigma. – Relájate, no lo lastimaremos. Y la hija de Fujiwara debe estar en camino hacia donde él se encuentra ahora.


Arcadia , residencia Fujiwara…

Cuando estaba a punto de abandonar la propiedad del Dr. Fujiwara, con la intención de cerrar la puerta tras de sí, Roll encontró muy extraño que no hubiera vuelto a casa a su hora usual. Cierto, ella sabía que Chiyo ya era una joven adulta, pero dejarla sola la ponía algo nerviosa. Trató de llamar al Dr. Fujiwara, pero este no respondió. Roll trató de no alterarse demasiado por ello, pero cuando trató de contactar a quien fuera en el laboratorio, le dijeron que Fujiwara no estaba. A dónde, nadie lo sabía, y ya que se había ido relativamente temprano, considerando que solía trabajar hasta muy tarde, nadie sabía cuándo regresaría.

Así que tuvo que volver y esperar en la casa, aunque fuese sólo para tener algo de paz mental. Al menos Chiyo no estaría sin supervisión. Al llegar la mañana, volvió a llamar al laboratorio, pero Fujiwara seguía sin volver. Y aunque Roll todavía encontraba la situación muy extraña, fue cuando no logró contactar al Dr. Cain que comenzó a preocuparse. Así que llamó al cuartel general en Arcadia para que revisaran su casa. No pasó mucho antes de que le dieran la noticia de que el Dr. Cain había desaparecido, y parecía que su casa había sido invadida violentamente.

Fue entonces cuando llamó al cuartel general de Abel City, pero nadie los había visto. Lo del Dr. Fujiwara era extraño; lo del Dr. Cain era algo de lo cual preocuparse, pero lo que Trinity le dijo a continuación hizo que sus circuitos se congelaran.

¿Puedes contacta contarle esto? – preguntó Roll, sin siquiera mencionar a Zero.

Él y Zero han sido enviados a investigar la señal que rastreamos. – respondió Trinity.

¿Y en dónde está ese lugar? – cuestionó Roll.

Eso es clasificado. – le dijo Trinity. – Colocaremos un informe de persona desaparecida para el Dr. Cain. Gracias por notificarnos; le retransmitiré la información al Comandante Sigma una vez que recuperemos el contacto.

¿Están teniendo problemas de comunicación?

Desafortunadamente. – respondió Trinity. – No puedo decirte dónde se encuentra X, pero te alertaré cuando hayamos recuperado el contacto con él.

Sí, por supuesto. Gracias.

Ahora tampoco su hermano podía ser localizado, y más preocupante aún, tampoco el Comandante Sigma. Pero lo más perturbador de todo era que el reploide rojo que había ido con X también estaba desaparecido. No era que Roll estuviese preocupada por su seguridad, sino del hecho de que pudiera poner en peligro la seguridad de su hermano. Y si no salía de aquí, probablemente nunca tendría la oportunidad de descubrir qué habría pasado.

De vuelta en el presente, Roll inmediatamente se colocó entre los otros dos reploides y Chiyo, incluso aunque sabía que no podría ofrecerle mucha protección.

– Esto no tiene que terminar contigo clavada en mi cuerno. – le dijo Gravity Beetle a la rubia. – Sólo aléjate de la humana, y no tendremos motivos para lastimarte.

– ¡No! – espetó Roll, sujetando con fuerza la mano de Chiyo. – ¡Tendrán que matarme primero!

Boomerang Kuwanger se encogió ligeramente de hombros. – Muy bien. Pero recuerda, esto fue tu decisión. – dijo el reploide con forma de insecto. Roll se echó para atrás, arrastrando a Chiyo con ella, aunque ahora ambas estaban arrinconadas contra la ventana. – ¡Beetle! ¡Toma a la humana! Yo me ocuparé de su mucama.

Y entonces, a una velocidad tan increíble que ni Roll ni Chiyo (ni siquiera incluso Beetle) pudo verla, el insecto cornudo agarró a Roll por la muleca, alejándola de la humana que intentaba proteger.

– ¡Hey! ¡Suéltame!

Gravity Beetle cargó de frente, con las alas extendidas y moviéndose a la vez que sus componentes en movimiento emitían un sonido muy similar al de un martillo neumático. Intentó agarrar a Chiyo, pero en el último segundo, la chica se agachó por debajo del enorme reploide. Desafortunadamente, su cuerno se atascó en el agujero que había creado el invento de Chiyo, y se encontró atrapado. Empezó a jalar su cabeza una y otra vez, tratando de desatorarse, pero sus sacudidas destruyeron toda la ventana, enviando vidrios por todos lados mientras caía afuera. La salida de Beetle dejó un amplio espacio en donde antes estuvo una ventana y parte de la pared.

Kuwanger se lanzó hacia la ventana destruida y miró hacia afuera, en busca de cualquier señal de su hermano. Dejó a Roll de lado, y la reploide rubia agarró a Chiyo antes de empezar a correr hacia la puerta. Pero antes que ninguna de las dos pudiera alcanzarla, Kuwanger les bloqueó el camino.

– No tiene sentido que te mate. – le dijo Roll. – Por supuesto, tampoco tiene mucho sentido dejarte con vida.

Kuwanger dio un paso al frente, forzando a Roll y Chiyo a alejarse de la puerta. A medida que retrocedían, la reploide rubia vio el espacio abierto que Gravity Beetle había creado, dándoles una ruta de escape potencial. Sin embargo, la pregunta de cómo llegar abajo sin lastimar a Chiyo la detuvo de saltar. – Ustedes tuvieron algo que ver con que el Dr. Fujiwara no volviera anoche a casa, ¿verdad? – le preguntó Roll al escarabajo de pinzas, que asintió.

– El Dr. Cain también se encuentra con nosotros, pero no estaba tan dispuesto a venir. – La mirada de Kuwanger se enfocó en Chiyo. – No tenemos ninguna intención de hacerte daño. Tu padre hizo los arreglos para que viniéramos a recogerte.

– ¡¿Cómo te atreves a difamar así al Dr. Fujiwara?! – gritó Roll.

– Me sorprende que tú, de todos los reploides, lo defiendas, considerando que no eres más que un medio para sus fines.

Roll se mordió el labio y frunció el cejo. – No lo escuches, Chiyo. Está mintiendo. – le dijo, pero Chiyo no respondió. – ¿Chiyo?

Roll miró a la humana, y vio que en su rostro no había shock ni rabia, sino más bien una sensación de aceptación. Era obvio que, aunque a Chiyo no le había gustado lo que oyó, tampoco parecía sorprendida.

– ¿Cuándo empezó a planear todo esto? – preguntó la adolescente a Kuwanger.

Roll intentaba echar un vistazo de reojo sobre el borde de la ventana y pared destrozadas. El suelo estaba a varios pisos de distancia, pero ella podría soportar la caída. Mientras lo hacía, Kuwanger le daba su respuesta a Chiyo: – A principios de este año, de hecho. Y hoy, los esfuerzos de todos finalmente darán su fruto.

– ¿Esfuerzos para qué? – preguntó Chiyo.

– Eso no te concierne. – dijo Kuwanger. – Lo único que importa es que tú serás uno de los pocos humanos que serán perdonados. – Cruzó sus brazos. – Por ahora.


Base de Misiles…

– Desafortunadamente, no tengo tiempo de sentarme y detallarte todo en este momento. –dijo Sigma a los capturados y restringidos X y Zero. – Pero podrán ser testigos de los resultados del trabajo de todos. – Señaló el monitor que desplegaba la vista de Abel City.

– ¿Todos? – cuestionó Zero.

– Incluso con la ayuda de mi colega, no hay forma de que pudiéramos haberlo hecho por nuestra cuenta. – explicó Sigma. – Hay varios que finalmente han decidido aceptar la verdad sobre nuestra raza y nuestra gente.

– ¿Varios dedicados a ejecutar actos de terroristas? – preguntó X, aunque su tono no era tan hostil como el de Zero.

– ¿No has escuchado el dicho "un hombre que para algunos es un terrorista, para otros es un peleador por la libertad"? – replicó el más alto de los tres Hunters. – Por supuesto, en este caso el hombre se trata de la fuerza que debe ser reconocida. Tengan eso en mente, ustedes dos.

Se dispuso a marcharse, y X comenzó a forcejear tratando de soltarse de sus esposas.

– ¡Hey! ¡¿A dónde crees que vas?! – preguntó X.

– Tengo un anuncio del Día de la Independencia que debo hacer. – respondió Sigma, todavía de espaldas. – Y ni siquiera piensen en tratar de escapar. La base está muy bien custodiada, incluso para reploides como ustedes. – Continuó caminando hacia la salida, para abandonar la escasamente iluminada habitación.

– ¡Sigma, Comandante! ¡Espere!—gritó X. – ¡Aún podemos ayudarlo! ¡No está en sus cabales, no puede estarlo! ¡Todavía hay tiempo para conseguirle ayuda!

Las palabras de X hicieron que el comandante detuviera sus pasos. – Es una mentira.

– ¿Qué? – preguntó X, sin comprender.

– El virus, las fallas, todo. Ser un Maverick no significa lo que tú piensas. Mi mente nunca ha estado más clara, X. – Sigma se volteó para ver al Hunter azul, y luego se marchó, dejand Zero a solas en sus celdas, no sin antes terminar. – Y eventualmente, todos verán lo que tiene para ofrecer.

Alzó la mano, y un pequeño vapor de energía violeta se manifestó en su palma tras unos pocos momentos. Estaba ondeando, como la llama de una vela encendida, pero dentro de la forma en perpetuo movimiento, se había formado un cráneo, el cual los ojos azules de Sigma observaban mientras la llama danzaba antes de apagarse.

– "Deberías matarlo ahora, mientras aún tienes oportunidad."

Sigma sospechaba que su "amigo oculto" eventualmente emergería para dar su opinión. – "Esto no se trata de Zero." – le dijo a la entidad desconocida. – "Ten en cuenta que él no existiría de no ser por X."

– "¡Pero el azul es demasiado peligroso para dejarlo con vida!" – siseó el compañero invisible. –"¡No pudimos destruirlo entonces! ¡Tienes que hacerlo ahora!"

– "No hay ningún peligro." – le aseguró Sigma, mientras continuaba caminando hacia la salida de la base. – "Además, creí que querrías ver a la última creación de Light caer por tu propia mano."


Arcadia…

Roll se dejó caer libremente desde el segundo piso de la casa, viendo el suelo acercarse más y más con cada segundo. Sostuvo a Chiyo en sus brazos, esperando que su cuerpo soportara mejor el impacto. Afortunadamente, a pesar del choque, Roll se encontraba totalmente bien al aterrizar. Dejó a Chiyo en el suelo, pero apenas tuvo tiempo de ponerse de pie antes de ser arrastrada por Roll, y las dos comenzaron a correr para alejarse de la escena, siendo observadas por Kuwanger desde arriba.

– ¡¿A dónde vamos?! – preguntó Chiyo, apenas logrando mantener contacto con el suelo mientras Roll la arrastraba corriendo.

– ¡Abel City! – respondió Roll, llevando a Chiyo a una calle mucho más concurrida. – ¡Esos dos Hunters trabajan para ellos! Pero no queremos hacer una escena, tenemos que llamar la atención lo menos posible.

Luego bajó un poco el ritmo, navegando con cuidado por las calles hacia la estación. Chiyo sin embargo la obligó a detenerse.

– ¿Entonces por qué estamos aquí? – le preguntó. – ¿Qué está sucediendo?

– No lo sé. – confesó Roll. – Pero lo que sí sé, es que esos sujetos andan tras de ti, y dudo mucho que se detengan hasta que te atrapen. – De repente, los dos oyeron un grito a poca distancia, y al girarse vieron a Kuwanger y Beetle abriéndose paso por la multitud, pero nadie fue lo bastante tonto como para interponerse en su camino. – ¡Deprisa! ¡Los transportes están por aquí!

Roll casi arrancó los pies de Chiyo del suelo cuando comenzaron a correr de nuevo; la visión de los largos vehículos blancos que viajaban por el monorriel a Abel City le dieron un alivio momentáneo. Desafortunadamente, dicho alivio desapareció cuando Gravity Beetle aterrizó delante de la humana y la reploide, y al impactar hizo temblar una pequeña área a su alrededor.

– Puedo atravesarte aquí y ahora si no cooperas. – le advirtió a Roll el reploide más grande. – No es tu vida la que importa aquí, después de todo.

Roll y Chiyo se giraron para ver a Boomerang Kuwanger aproximándose.

– Tienes sólo una oportunidad más. – A diferencia de su hermano, el escarabajo de pinzas rojo mantenía la calma y la compostura. – Entrega a la humana, y no sufrirás daño.

Roll enrolló un brazo alrededor de Chiyo. Fue en ese momento que la reploide rubia se percató de que la humana había traído su invento consigo, y parecía a punto de usarlo.

– Todavía no. – le advirtió Roll, antes de encarar a sus agresores. – ¿Y qué pasará si no les creo?

– No importa si nos crees o no. De una forma u otra, tendremos lo que buscamos. – dijo Kuwanger, cruzando los brazos. – De hecho, te estaríamos haciendo un gran servicio. Para el final de este día, estarás libre de tus deudas a cualquier humano. – Sus ojos se centraron en Chiyo. – Especialmente de Fujiwara.

A pesar de que ya empezaba a creerse parte de lo que decían, Chiyo sintió una oleada fría de preocupación invadiéndola. – ¿Qué le han hecho? ¿Dónde lo tienen?

– Está con el Comandante Sigma mientras hablamos. – respondió Kuwanger. – Al igual que el Dr. Cain.

Los ojos turquesas de Roll se ensancharon. – ¿Y dónde está X? – preguntó.

– Nos estamos encargando de él. – aseguró Kuwanger. – Puede que en este momento no aprecie del todo la generosidad del comandante.

Roll miró a Beetle, luego a Kuwanger. Ella y Chiyo estaban arrinconadas sin ninguna forma de escapar.

– ¡AL SUELO! – escucharon todos gritar a alguien de pronto. Luego, una Ride Chaser de color verde saltó desde el suelo y le cayó encima en la cabeza a Beetle. La acción lo lanzó por la baranda y a caer directo al agua que estaba abajo. Firefly entonces se bajó de su motocicleta y dirigió su mirada a Roll y Chiyo. – ¿Se encuentran bien, señoritas?

– Lo estaremos, en cuanto salgamos de aquí. – respondió Roll.

– Salgan de aquí ahora. – dijo Firefly sacando su pistola de plasma. – Yo me encargaré de ellos.}

– ¡No puedes pelear contra los dos tú solo! – protestó Chiyo.

– ¡Puedo arreglármelas bien! ¡Sólo lárguense de aquí!

Roll se quedó en silencio, pero asintió al entender el mensaje. No la arrastró, pero sí usó su fuerza superior para dirigir a la humana hacia la estación. Mientras corrían, Chiyo miró atrás para ver a Firefly enfrentándose a Kuwanger, pero no había señal de Beetle. De cualquier manera, ni ella ni Roll estaban dispuestas a esperar y ver si aparecía, así que siguieron adelante. Afortunadamente, no les tomó mucho llegar a la estación, pero para su mala suerte, las filas eran muy largas.

– ¡Con permiso! ¡Perdón, discúlpennos! – se excusaba Roll mientras pasaban de largo a algunas personas y reploides antes que ella y Chiyo finalmente llegaran hasta uno de los vehículos. Las puertas se cerraron rápidamente, y el largo transporte blanco comenzó a moverse. Sin perder tiempo, Roll comenzó a contactar al cuartel general de Abel City. – Base Hunter, ¿pueden oírme? ¡Es una emergencia, por favor respondan!


Cuartel general de Abel City…

– ¡¿Qué diablos está sucediendo?! – se preguntaba Trinity mientras los navegadores continuaban recibiendo llamadas de toda la ciudad. Esto se estaba saliendo de control, pensaba la reploide de cabello rosa. A ese ritmo, toda la ciudad tendría que ser puesta en confinamiento. Y entonces, escuchó otra llamada en recepción. Al ver que todos los demás estaban ocupados, decidió responderla personalmente. – Está llamando a la Base Hunter de Abel City, ¿cuál es su reporte?

– ¡Gracias al cielo, por fin alguien contesta! – Trinity reconoció la voz, y también la sensación de pánico que estaba experimentando su interlocutora.

En Arcadia, el transporte finalmente salió de la estación y viajó por un riel hacia la ciudad fuera de la costa. Roll había entrado en el vagón trasero para evitar atraer demasiado la atención, y Chiyo se encontraba muy cerca de ella.

– ¿Cuál es su emergencia? – preguntó Trinity, todavía manteniendo su semblante profesional.

– Sé que esto sonará inaudito, ¡pero dos de sus Hunters nos están persiguiendo! – murmuró Roll, tratando de mantener la voz lo más baja posible para evitar causar pánico.

– ¿Qué? – preguntó Trinity. Cierto, estaba confundida, pero mantuvo la calma para pedir más información. – ¿Quién las está persiguiendo exactamente?

– Creo que son los dos hermanos insectos que tienen allá. – respondió Roll. – Los escarabajos rojo y azul.

– ¿Kuwanger y Beetle? – cuestionó Trinity. – Se supone que ellos deberían estar estacionados en la Torre de Telecomunicaciones. ¿Por qué las perseguirían?

– Dijeron que habían venido a buscar a la hija de Fujiwara. – explicó la reploide rubia. – Irrumpieron en la casa y trataron de llevársela, y ahora no tenemos a dónde ir excepto…

– ¡AHHH!

Roll y Chiyo voltearon para ver un enorme cuerno de metal atravesando el techo del transporte, y un par de manotas blancas comenzaban a abrirse paso por el agujero que había hecho.

Una vez que arrancó una porción considerable del techo, Gravity Beetle miró hacia abajo, escaneando a los pasajeros para encontrar a quién estaba buscando. Sorprendentemente, no vio señales ni de la mucama o de la hija de Fujiwara, hasta que vio que la salida de emergencia había sido abierta. Al levantar la cabeza por encima del transporte, Beetle vio a Roll colgando de un lado, con Chiyo aferrándose a su espalda. Luego, vio que otro transporte venía acercándose por el otro riel.

Roll también lo vio, juzgando la distancia entre ambos vehículos. No podía creer lo que estaba haciendo, pero ¡no había otra forma de escapar! Además, la seguridad de Chiyo era su prioridad principal.

– De acuerdo. – dijo Roll, viendo el vehículo acercándose. – ¡Ahora!

De una patada saltó fuera del transporte y voló por el aire momentáneamente, antes de lograr sujetarse del otro. Una vez que logró aferrarse, Roll se deslizó y trató de patear una ventana para abrirla, pero entonces vio a Gravity Beetle volando encima de ellos, con un pequeño orbe de energía oscura pulsante entre sus dos manos luego de juntarlas.

– "Lo que sea que esté haciendo, no es nada a nuestro favor." – pensó Roll. Empezó a escalar hacia el techo con Chiyo, y vio que Beetle disparaba la energía que estaba acumulando; el orbe completamente negro golpeó las vías y desintegró totalmente la sección donde impactó. La acumulación de energía se tragó en la oscuridad la segunda sección de las vías, y al minuto siguiente, desapareció, dejando una enorme brecha vacía. Fue como si no hubiera existido en primer lugar.

El vehículo blanco hizo chirriar los frenos para detenerse, logrando parar a pocos centímetros de la sección desaparecida, apenas evitando irse al vacio. Gravity Beetle continuó volando por el aire, mirando desde arriba a Roll y Chiyo.

– ¡Última oportunidad! – les gritó. – ¡Entrega a la humana, y tal vez salgas de esto con vida!

Roll se quedó en silencio; Chiyo todavía se aferraba a ella, tratando de decir que todavía necesitaba el apoyo del cuerpo más fuerte de la reploide mucama.

– ¡Le harás un favor si te rindes! – continuó amenazando Beetle a Roll. – ¡Después de hoy, todos en esa ciudad la querrán ver muerta!

Y entonces, como si no estuvieran siendo obligadas a tomar más maniobras arriesgadas, ambas vieron que otro vehículo se acercaba por la vía junto a la que había sido dañada. Roll se preguntó si deberían arriesgarse. Igual que antes, sólo habría una oportunidad, y no había lugar para errores.

Pero dejar que ese bicho enorme de color azul se fuera con Chiyo no era una opción. Así que, con otro salto de fe, Roll de nuevo se lanzó hacia el otro vehículo de transporte, mientras la humana a su cuidado se sujetaba de su espalda. Gravity Beetle respondió lanzándose en picada contra ambas. Alargó los brazos tratando de al menos agarrar a la humana, pero antes de poder hacerlo, una ráfaga de viento lo tomó por sorpresa, sacándolo de balance y enviándolo a volar de espaldas.

Se giró para ver que a un pájaro robótico era quien lo había atacado.

– ¡Storm Eagle! – gritó Roll, agradecida de que llegara la ayuda.

– ¡Ve al cuartel general! – dijo la majestuosa ave de presa. – ¡Yo me encargaré de él!

– ¡Gracias!

Gravity Beetle volvió a lanzarse, pero esta vez Storm Eagle se interpuso para detenerlo, y el vehículo de transporte donde estaban Roll y Chiyo continuó su trayecto hacia Abel City. Nuevamente, Storm Eagle encaró a Gravity Beetle.

– ¿Qué significa esto? – preguntó. – ¿Por qué las persigues?

– ¡Pregúntale al Comandante! ¡Pronto estará anunciándolo para la buena gente de por allá! – respondió el insecto volador, señalando hacia Abel City.

– ¿A qué te refieres? – cuestionó Eagle a su colega Hunter. – ¿Sabes dónde está el Comandante? ¡Dímelo ahora!

– Nunca lo encontrarás. – dijo Beetle. – A menos, claro, que estés dispuesto a participar en el nuevo mundo que va a crear.

– ¿Nuevo mundo?

– Exactamente. – respondió Beetle. – Y para cuando esto termine, no quedará ni un solo humano vivo en esa ciudad.

Antes que Storm Eagle pudiese preguntar más al respecto, el insecto metálico se lanzó hacia el pájaro, con la punta de su cuerno reflejando la luz solar que caía desde arriba de ellos.


Base de Misiles…

– No gastes tu energía, es inútil. – le decía Zero a X, que seguía buscando la forma de soltarse de sus esposas.

– Pero… – X quería protestar, pero en última instancia sabía que el Hunter rojo tenía razón. No tenía forma de soltarse. Ni siquiera podía retraer su mano para reemplazarla por su buster, ya que las esposas lo tenían paralizado de las muñecas.

Sin más opciones, el reploide azul observó la pantalla que mostraba la imagen de Abel City. Todos en ese lugar ignoraban por completo lo que Sigma planeaba para ellos; incluso los propios X y Zero no estaban seguros de qué estaba tramando. ¿Qué planeaba hacer con todo esto? O mejor aún, ¿qué podían hacer ellos al respecto, si acaso había algo? Sigma tenía todas las oportunidades del mundo para liquidarlos, ¿por qué los dejaba simplemente como prisioneros?

Cualquiera que fuera el caso, él y Zero tenían que salir de aquí, y antes que alguien viniera a sacarlos de sus celdas, X tenía el presentimiento de que algo iba a suceder. Pero al pensar en esto, se acordó de lo que sucedió antes que Sigma los hubiera encerrado.

X no había dicho nada en contra de Zero, pero tampoco recordaba haberlo defendido o dicho algo a su favor. No habían hablado mucho desde que los encerraron, ya que X estaba más pendiente de tratar de liberarse, pero en retrospectiva, ahora se daba cuenta que Zero había permanecido mayormente en silencio. Y aunque no podía ver al Hunter rojo, no pudo evitar imaginarse una expresión deprimida en la cara de su amigo.

– ¿Zero? – habló X, pero no recibió respuesta. – Um, sobre lo que pasó antes, yo…

– X. – lo interrumpió Zero. – Ahora no.

– Pero…

– Ahora. No.

X captó el mensaje y cerró la boca. Miró hacia el suelo y cerró los ojos. Era patético, pero no podía hacer otra cosa más que lamentarse por su estupidez. Odiaba admitirlo, pero Sigma tenía razón. Una vez más, había fallado en tomar acción.

Y ahora, quizás todos sufrirían las consecuencias, todo porque él no actuó para hacer lo que había que hacer.


Abel City…

Al llegar, Roll saltó del techo del vehículo y corrió hacia el edificio del cuartel general, con Chiyo siguiéndola muy de cerca. Afortunadamente, el cuartel general no estaba muy lejos, así que pudieron llegar allí en poco tiempo. Aun así, ni la reploide ni la humana podían permitirse perder ni un segundo, por si las atrapaban, por lo que Roll corrió hacia la entrada y tecleó el código de acceso para permitirles a ella y a Chiyo ingresar.

Cuando entraron, sin embargo, encontraron a alguien esperándolas. A-1 estaba parado cerca de la entrada, luego de recibir la noticia de que las dos estarían llegando, y la situación en la que estaban.

– ¿Todavía alguien las está persiguiendo? – le preguntó a Roll.

– No estoy segura. – admitió. – Storm Eagle llegó al último segundo para salvarnos, pero los que vinieron a perseguirnos dijeron que venían por ella. – Señaló a Chiyo, que no había dicho ni una palabra desde que llegaron. Pero ya que estaban aquí, Roll decidió que era tan buen momento como cualquiera para preguntar. – ¿Alguien sabe dónde fue mi hermano?

A-1 miró alrededor para verificar que no hubiera nadie cerca. Algo bueno de que sus fuerzas estuvieran tan dispersas era que no tenía que preocuparse de que alguien estuviera oyendo. – Él y Zero fueron a la Base de Misiles, pero no hemos tenido noticias suyas desde que nos notificaron que habían llegado.

– ¿Y cuándo fue eso? – preguntó Roll.

– Hace demasiado. – dijo A-1. – Y por eso es que planeo verificarlo.

– ¿Lo harás?

– Sí, pero no se lo digas a nadie. – pidió el navegador con orejas de conejo. – Se supone que todavía debo estar entregando papeleo.

– Tu secreto estará a salvo conmigo. – respondió Roll.

– Espera. – intervino de repente Chiyo. – Si dos de sus mejores hombres se encuentran posiblemente en problemas, ¿qué te hace pensar que tú tienes una oportunidad?

– Lo admito, no la tengo. – confesó A-1. – Pero tengo una idea de cómo colarme allí en caso de que haya problemas, sólo por si el área está vigilada.

– ¿Vigilándola contra sus propios Hunters? – preguntó Chiyo. – ¿Los que son dueños de la base para empezar?

A-1 suspiró. – Entiendo por qué viniste aquí, pero creo que habría sido más seguro que te quedaras en Arcadia que aquí.

Antes que alguien pudiera preguntar lo que quiso decir, A-1 recibió un mensaje de Trinity. – Sí, habla A-1. – respondió, y de repente abrió los ojos del shock. – ¡¿Qué?! ¡¿Lo hiciste?! ¿Cuándo? – Aun sin tener el contexto, Roll y Chiyo continuaron escuchando. – Uh, sí, claro, ya voy en camino. – Y terminó la llamada.

– ¿Qué sucede? – preguntó Roll.

– El Comandante Sigma acaba de contactarnos. –respondió A-1.

– ¡Oh, grandioso! – dijo Roll. – Tal vez haya vist ese otro reploide.

Ese otro reploide tenía un nombre, pero Roll sospechaba que A-1 sabría a quién se refería. Desafortunadamente, en lugar de compartir la misma pequeña esperanza que ella, el pequeño navegador no parecía verse optimista.

– ¿Qué? ¿No son buenas noticias?

– No lo creo. – A-1 negó con la cabeza, y antes que Roll o Chiyo pudieran interrogarlo más, se marchó. – ¡Tengo que irme, intentaré darme prisa!

Después que salió corriendo, las dos se quedaron solas, sin estar seguras de qué hacer. Pero si lo que había dicho A-1 era cierto, tal vez Roll podría preguntarle a Sigma en persona si sabía sobre el paradero de X. La rubia trajo a su compañera humana con ella a la sala de reuniones, oculta detrás de una esquina para espiar lo que estaba sucediendo. Sigma estaba presente en un proyector holográfico, mostrándose sentado en una locación desconocida, con una luz iluminándolo desde arriba y enmarcando sus rastros. Parecía tener una especie de tela alrededor de los hombros que parecía una capa roja. Tanto Hunters como navegadores se reunieron alrededor para ver a su comandante, a partes iguales aliviados y confusos.

Sin que ninguno de ellos lo supiera, sin embargo, los Hunters no eran los únicos que recibían el mensaje de Sigma. Cada pantalla, monitor, y cualquier cosa con señal en la ciudad estaba mostrando la imagen de Sigma. Y desde su confinamiento, X y Zero veían el rostro de su líder reemplazar la vista aérea de Abel City.

– Saludos, ciudadanos de Abel City. – habló el reploide de gran estatura dirigiéndose a todos, humanos y máquinas, mientras observaban con confusión e intriga. – Como ya sabrán, este día significa una gran victoria para aquellos que viven en occidente. Aunque el triunfo sobre los británicos no sucedió hasta otra fecha más tarde, este día sin embargo marca el día que algunos hombres selectos firmaron un documento declarando su libertad y separación del gobierno del imperio británico.

Todos los que escuchaban estaban atónitos ante lo que sucedía. Desgraciadamente, el mensaje no podía ser rastreado, así que era imposible discernir la ubicación de Sigma. A pesar de todo, los residentes de Abel City seguían escuchando su mensaje.

– Pero no es solo en occidente que los países o grupos de personas celebran su libertad, y más y más victorias se ganan cada día. Lo que me lleva a lo que deseo decirles a todos el día de hoy. – les dijo, y luego mantuvo el silencio tras sus palabras por unos momentos. Todos esperaron con anticipación. – Desde mi creación, se me ha dicho que los reploides son la forma más alta de creación robótica que la humanidad jamás haya construido. Y aun así, somos hermanos en armas con aquellos que nos hicieron, nuestros creadores.

Unos muy desconcertados Fumiko y Kenichi se encontraban en medio de la ciudad, observando mientras el Hunter continuaba.

– Antes de tener mi alarmante revelación, solía creer que este era el futuro que el hombre detrás de nuestro diseño, el Dr. Thomas Light, deseaba para nosotros. – dijo Sigma. – Un mundo donde toda la vida, orgánica o mecánica, sea capaz de vivir lado a lado como iguales, contribuyendo a un mundo mejor y más avanzado.

Todos los que escuchaban y veían seguían sin entender lo que estaba tratando de decir, pero cualquier duda terminaría muriendo en los próximos segundos.

– Pero, desafortunadamente, como el tiempo lo ha demostrado una y otra vez, este no es el caso. Ya que jamás podremos ser iguales. No cuando los humanos todavía tienen un lugar por encima de nosotros.

Las últimas palabras dejaron a todos los televidentes congelados. En el cuartel general de Abel City, Hunters y navegadores ahora estaban discutiendo lo que su comandante estaría tratando de decir con todo esto, mientras Roll y Chiyo observaban desde lejos.

– Muchos no entenderán mis acciones ahora, y tal vez me consideren un traidor, pero estoy hablando por el bien de mi gente. El progreso no se logra con intercambios diplomáticos ni tratando de apelar con aquellos que detienen el proceso natural de evolución. Sólo se logra a través de grandes sacrificios y dificultades.

Chiyo no estaba segura si Roll lo habría sentido, pero en ese momento su estómago empezó a revolverse.

– Y la humanidad en sí misma es un obstáculo para la evolución de los reploides. – dijo Sigma. – Aunque es una verdad dura, incluso en este mundo tecnológicamente avanzado, el mundo y todas las criaturas que habitan en él siguen la regla más básica de la supervivencia del más apto. Y ahora, luego de considerarlo enormemente… – sonrió a continuación – … he decidido que la humanidad ya no tiene el derecho de dominar este planeta. Ahora, es nuestro turno.

De repente, se oyó lo que parecía una puerta abriéndose. Un científico muy familiar apareció en la pantalla.

– ¡¿Qué demonios significa esto?! – Era el Dr. Fujiwara gritando, claramente furioso.

– ¡¿Papá?! – susurró Chiyo, preguntándose qué estaba haciendo con Sigma.

– ¡Habías dicho que la ciudad sería MÍA para tomarla!

El científico comenzó a lanzar una perorata de quejas contra Sigma, pero el comandante de los Hunters ni se inmutó ante el arrebato del humano.

– Desafortunadamente, Doctor, parece ser que para que nosotros podamos prosperar, la humanidad ya no tiene un lugar en este mundo. – Se levantó de su asiento, que parecía casi un trono. – Aunque debo admitir que usted sirvió bien a mi causa, tal vez haya un futuro para su raza después de todo. Usted, por ejemplo, servirá para demostrar lo que le sucederá a los que se atrevan a oponerse a nosotros.

Lo que sucedió a continuación dejó en shock a todos los que estaban observando; algunos se rehusaban a creer que hubiera sucedido. Pero así fue, y enfrente de los ojos de todos, con un rápido movimiento, Sigma desenfundó su sable, y la hoja de energía atravesó el pecho de Fujiwara, saliendo por su espalda.

El científico cayó de rodillas, agarrando débilmente el borde aunque le quemaba los dedos. Fue entonces que miró a Sigma, con los ojos muy abiertos ante la terrible compresión de lo que estaba a punto de suceder.

Aunque la hoja de energía inmediatamente cauterizó el área donde había sido apuñalado, el Dr. Fujiwara pudo sentir el daño a sus órganos vitales adentro. Aquellos que observaban vieron cómo Sima extraía su sable fuera del pecho del humano antes de volver a alzarlo.

– Ch-Chiyo… – murmuró.

Y entonces, con un solo movimiento, Fujiwara ya no supo más. Su cuello no fue rival para la energía ardiente que componía el sable. Aunque nadie vio cómo la cabeza de Fujiwara caía de su cuerpo, se quedó rígido y tieso al caer al suelo, ya que la cámara se alejó de él y volvió hacia Sigma.

– Desafortunadamente, debo terminar aquí mi transmisión, pero tengo una última cosa que decirles a los humanos que se encuentran en esta ciudad. – Levantó un interruptor que tenía en su mano. –Con sólo presionar este botón, tendré acceso a cada mecaniloide conocido que se encuentre dentro de los límites de la ciudad. Y muy pronto, la ciudad será separada de la tierra principal, dejándola en esencia incomunicada del resto de Japón. Y sólo para asegurarme de que el resto del mundo entienda nuestro mensaje, para el anochecer todos sus propios misiles serán enviados a su querida ciudad.

Nadie dijo una palabra, ya que muchos todavía trataban de comprender lo que acababan de ver.

– Dicho eso, tenemos lugares para refugios, en caso de que suceda algo tan aterrador, pero admito que me siento con ganas de… experimentar. – Sigma presionó el botón. – Todas las rutas de acceso a la ciudad están a punto de ser destruidas, aunque cualquiera es libre de tratar de escapar. Eso es todo. Bienvenidos a la nueva era. – Sigma sonrió siniestramente. – La era de los reploides.

Y entonces, Sigma desapareció de las pantallas. El antiguo Hunter se sentó en una espaciosa cámara con un trono, observando el cuerpo de Fujiwara tendido en el suelo. Su nuevo cuartel general se encontraba lejos de la ciudad, pero no tan lejos como para no ver lo que estaba sucediendo.

Sin duda alguna, la población pronto descendería en un pánico caótico, corriendo en desorden para tratar de escapar de lo inevitable. Pero esto era sólo parte de su plan, ya que los humanos no eran los únicos para quienes tenía un mensaje. De inmediato contactó a varios Hunters estacionados en áreas por toda la isla, dando una orden fuerte y clara.

– A todos y cada uno de los que se rebelen: mátenlos.

Esta historia continuará

Chapter 28: La erradicación

Chapter Text

1:30 pm…

Cuando el mensaje de Sigma terminó, nadie en toda la isla tuvo algo que decir. ¿Qué habría que decir? ¡Habían visto a su Comandante asesinar a un hombre! ¡A un humano! ¡La primera y más crucial de las Tres Leyes! ¡Y su líder, el hombre a quien admiraban como símbolo de soporte y esperanza, había traicionado la ley que debía proteger!

Y lo más perturbador, había sido lo fácil que se le hizo hacerlo.

– Desháganse de esto. – ordenó Sigma.

Un reploide salió y se llevó el cadáver de Fujiwara, junto con su cabeza. A poco de haberse deshecho del científico, el reploide con capa se giró hacia la silueta más pequeña en las sombras, que miraba hacia el suelo completamente triste.

– ¿Por qué tan deprimido? – cuestionó Sigma a la figura. – No tengo intenciones de tomar su vida, Dr. Cain.

El humano capturado no dijo nada al principio, ya que era incapaz de procesar totalmente lo que acababa de ver.

– Sho… – murmuró. Cain quería tratar de razonar con Sigma que todavía había tiempo de echar marcha atrás con todo esto, y planeaba hacerlo, pero eso fue antes que el Hunter hubiera asesinado al científico japonés enfrente de toda Abel City.

– Le prometí que tendría su parte en construir este nuevo mundo. – dijo Sigma. – Sólo que no era de la forma que él pensaba.

– ¿Por qué? – preguntó Cain. – ¿Qué hice yo que él no?

– Mucho. Viendo que la especie humana sigue siendo nuestra enemiga, debería considerarse afortunado que todavía le tengo algo de aprecio. – respondió Sigma. Su tono de pronto se volvió sombrío. – Pero tenga en mente que eso está sujeto a cambio, si llega a cruzar alguna línea.

El anciano humano se quedó en silencio. Pero todavía tenía más que decir cuando finalmente volvió a encontrar su voz. – Entonces, ¿qué estás planeando hacer? ¿Cuál es el siguiente gran paso en tu plan?

– Esto es más que sólo tomar el control de la ciudad. – dijo el reploide de ojos azules. Luego hizo una pausa momentánea; de pronto había sentido una sensación de picor en la piel sintética a su alrededor. Comenzó a rascarse, recordando que era la misma área donde Zero le había dañado en su primer encuentro. – Por muy brillante que fuera Fujiwara cuando se trataba de robótica, nunca pudo ver el verdadero alcance de un mundo de reploides. Creía que la adquisición de la ciudad le ganaría notoriedad y respeto. Las máquinas inteligentes sirviéndole y presentando su genio al mundo a través de sus reploides.

El Dr. Cain suspiró. – Eso… ciertamente suena propio de Sho.

– Pero los reploides están mucho más allá de ser sirvientes de los humanos, como los robots o los mecaniloides. – continuó Sigma. – Falló en entender eso, así que su presencia no haría más que impedir el proceso.

– ¡¿Pero realmente tenías que matarlo?! – preguntó Cain, poniéndose mucho más alterado. – ¡Tiene una hija!

– Igual que muchos de los humanos a los que planeaba someter. – añadió Sigma. – ¿Por qué debería su hija recibir más protección que los demás?

El Dr. Cain bajó la cabeza. – Sho nunca planeó traerla aquí, ¿verdad? Tú enviaste a tus hombres tras ella, ¿no es así?

Sigma no respondió a eso, pero el silencio fue suficiente.

– Al principio tenía la intención de utilizarla para mantener a Fujiwara bajo control, pero me di cuenta que intentaría apoderarse de esta operación de una manera u otra. Así que tuve que hacer lo que era necesario.

– Entonces, ¿planeas que ella muera junto con el resto de los humanos y reploides allá afuera?

El anciano humano sospechaba ya el tipo de respuesta que recibiría, pero lo que le dijeron lo sorprendió.

– Planeaba que fuese una fuente de motivación, como usted, para que aquellos que se quedaron fuera vinieran a buscarme. – explicó Sigma. – Pero viendo que ahora los planes han cambiado, mientras ella y todos los demás se pongan a salvo, podrá vivir por un poco más de tiempo. Algunos se perderán antes del ataque de los misiles, pero todos son libres de tratar de buscar un refugio.

– ¿Y entonces qué? – preguntó el Dr. Cain.

Sigma observó un monitor cercano que mostraba Abel City con varios mecaniloides descendiendo sobre ella. – Entonces, es cuándo comenzará la prueba para X.


A medio camino entre Arcadia y Abel City…

Las vías que cargaban los vehículos de transporte eran muy delgadas, pero Firefly tenía plena confianza de que podría lograrlo. Tendría que hacerlo, considerando que Storm Eagle estaba peleando contra Gravity Beetle. El Hunter verde se desplazaba tan rápido como podía llevarlo su motocicleta, y la estaba empujando hasta su límite. No tenía muchas opciones, viendo que Beetle estaba justo detrás de él. Y a pesar de sus mejores esfuerzos, parecía que Storm Eagle estaba teniendo más problemas para lidiar con el bicho gigante de lo esperado.

– ¡Maldito pajarraco! – gritó Gravity Beetle. – ¡Sólo estás perdiendo tu tiempo, ¿sabes?!

– ¿Oh, de verdad? – preguntó Storm Eagle. – ¿Cómo?

– No te equivoques, no me agradas. – explicó el escarabajo rinoceronte azul. – Pero al Comandante Sigma sí, de modo que asumo que no le agradará perderte.

– Y tú también eres un guerrero brillante, y un hermano. – respondió Storm Eagle, extendiendo su mano izquierda. – Así que por tu propio bien y el de tu hermano, ríndanse ahora para que el Comandante no tenga que venir a buscarlos.

Para sorpresa de Eagle, Gravity Beetle se destornilló de risa, casi perdiendo su concentración para mantenerse en el aire. – ¡¿Todavía crees que el Comandante está de tu lado?!

Eso hizo que Firefly, a pesar de la prisa con la que iba, frenara de golpe. Colocando la motocicleta en modo flotante, miró hacia arriba donde estaban Beetle y Eagle, el segundo totalmente confundido de lo que hablaba el insecto gigante.

– ¿De qué diablos hablas? – preguntó desde abajo el motociclista verde.

Gravity Beetle dejó de reírse, y centró la mirada en Firefly. – Oh, ¿es que no lo sabes? – preguntó el insecto más grande. – Él…

El insecto gigante estaba a punto de continuar, pero entonces vio algo muy peculiar. Él, Eagle y Firefly, todos vieron cómo, desde arriba, descendían decenas de mecaniloides sobre Abel City, dejando a dos de los tres Hunters perplejos y confundidos.

Pero al parecer Beetle sabía precisamente lo que estaba sucediendo. – Bueno, bueno. – dijo mientras cruzaba los brazos, y luego miraba a Eagle. – Parece ser que ya decidió empezar la fiesta sin ti.

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Abel City , Cuartel General de los Hunters, 1:30 pm…

Estaban llegando de todas partes, aparentemente. Desde donde estaba, Trinity vio la multitud de mecaniloides, voladores y terrestres, invadiendo la metrópolis. Todo con la intención de cumplir las órdenes de Sigma.

– ¡¿Qué vamos a hacer?! – oyó gritar a otra navegadora, mirando hacia ella en busca de dirección.

Trinity estaba tratando de encontrar palabras que decir, pero se quedó en seco. La situación ahora estaba totalmente fuera de su control. Hasta donde ella supiera, no habría forma de detener a los mecaniloides, igual como no había forma de detener los misiles que serían lanzados dentro de las próximas horas.

– Nosotros… – dijo la navegadora en jefe, tratando de sacarse a sí misma del shock – … debemos preparar el refugio subterráneo para entrada. – Sus ojos azules observaron con horror cómo venían llegando más y más mecaniloides. – ¡Rápido! ¡Dirijan a la población humana y reploide hacia la entrada más cercana! ¡No podemos perder más tiempo!

– Espera un momento. – intervino de repente Blu, chequeando la pantalla que estaba observando. – ¡Los sistemas de seguridad del cuartel general han sido activados!

– ¡¿Por quién?! – cuestionó Ai. Justo después, todos en la cámara vieron cómo una coraza protectora comenzaba a cubrir el domo transparente que estaba por encima de ellos para soportar ataques masivos. Sólo que esta vez, nadie tuvo una sensación de seguridad al ver cómo el sol desaparecía de la vista al cerrarse los paneles. – ¡¿Qué diablos es esto?!

– ¿Qué sucede? – le preguntó Trinity a la rubia.

– ¡No puedo desbloquear la entrada! ¡Todas las rutas de escape me están negando el acceso! – exclamó Ai.

Fue entonces que Trinity se dio cuenta, para su gran horror, que todos los Hunters presentes en el edificio estaban atrapados. Luego, oyó cómo la entrada de la cámara era destrozada violentamente, y dos de los suyos entraban: Spark Mandrill y Flame Mammoth, aunque nadie se sintió seguro ante su presencia. Los enormes reploides se encontraban enfrente del umbral de la puerta, bloqueando la única salida de escape.

Entonces, Kuwanger empezó a hablar. – Imagino que muchos de ustedes se sentirán confundidos. Y tal vez un poco asustados. Los humanos afuera ciertamente están cayendo en el pánico.

– Kuwanger, ¿qué significa esto? – preguntó Blu, notando lo sorprendentemente calmado que estaba. – Mandrill, ¿sabes dónde se encuentra ahora el Comandante?

– Se encuentra muy lejos de aquí. – dijo Spark Mandrill. – Pero eso no es importante. Lo que importa ahora es que todos ustedes deberán tomar una decisión.

Ai se quedó rígida. ¡¿En dónde se encontraba A-1?! – ¿Y esa sería…?

– Es muy simple. – explicó Kuwanger. – Nuestros camaradas se encuentras entregando el mismo mensaje a los reploides combatientes que se encuentran aquí. – En ese momento sacó un pequeño Rolling Cutter, girando el peligroso instrumento alrededor de su dedo como si fuera un simple juguete. – Si desean ser parte del nuevo mundo, vendrán con nosotros y jurarán su lealtad al Comandante Sigma. Así no saldrán lastimados.

– Pero si no lo hacen, entonces no tendremos opción… – añadió después Spark Mandrill, cuyas enormes manotas comenzaban a echar electricidad, y al parecer no le importaban en lo más mínimo las implicaciones de lo que estaba diciendo. – Aunque, Sigma nos dijo que eso probablemente pasaría con la mayoría de ustedes.

Las navegadoras se quedaron observando a sus propios Hunters, sus camaradas y compatriotas, con los ojos como platos. ¿Realmente estaba sucediendo esto?

– Entonces… – dijo Kuwanger – ¿qué harán ahora?


A medio camino entre Arcadia y Abel City…

– ¡¿Qué está pasando, Beetle?! – preguntó Storm Eagle. – ¡Respóndeme!

– ¡Estás siendo testigo del comienzo de un nuevo mundo! – dijo el masivo insecto. – Desafortunadamente, parece ser que – lanzó una bola de energía gravitatoria concentrada en la dirección de Eagle – ¡no fuiste invitado!

Storm Eagle viró fuera del camino en el último segundo, pero cuando el pequeño agujero negro se disipó, ¡el reploide aviano descubrió que un trozo de su ala izquierda había sido arrancado! Todavía podía mantenerse en el aire, ya que las vértebras más prominentes no fueron dañadas, pero ese daño podría causar problemas eventualmente.

Luego se dio cuenta de que Firefly todavía estaba abajo observando todo. – ¡Tienes que llegar a Abel City! – ordenó Storm Eagle. – ¡Ve a la Base de Misiles!

– ¡¿Por qué?! – cuestionó Firefly, todavía intentando comprender lo que estaba sucediendo.

– ¡No! – protestó Gravity Beetle. – ¡No podemos permitir que escapen!

Se lanzó en picada hacia Firefly, con el cuerno listo para atravesar al Hunter verde a través de su núcleo. Por suerte, jamás tuvo oportunidad, ya que un poderoso y recién liberado Storm Tornado sacó a Beetle de balance. La maniobra mandó a volar al insecto gigante hasta que se precipitó en el agua que estaba debajo de los rieles.

– ¡Vete! – gritó Storm Eagle. – ¡No hay tiempo que perder!

Firefly asintió y aceleró fuera de allí. Igual que Eagle, se estaba preguntando qué diablos estaba sucediendo, pero ambos ahora tenían una extrema sospecha de que, a juzgar por las palabras de Beetle, los Hunters azul y rojo de alguna manera estaban involucrados.

Al poco tiempo de que Firefly había arrancado de nuevo, Gravity Beetle emergió del agua, agitando las alas furioso. Le lanzó una mirada asesina a Storm Eagle, preparándose para crear un nuevo y más poderoso Gravity Well, con toda la intención de arrancarle por completo al pájaro una de sus alas.

Pero al llegar a medio camino, se vio interrumpido por un mensaje en su audio receptor.

– ¿Huh? ¿Sí, qué? – preguntó Gravity Beetle. – ¡¿Cómo?! ¡¿Quiere que regrese?! ¡Si estoy a mitad de una pelea ahora mismo! – argumentó. La respuesta que recibió fue fuerte y clara, y tenía que obedecerla. – Ok, ok, está bien. Sí, señor, entendido. – Con eso terminó la llamada, y miró a Eagle. – Bueno, parece que estás de suerte. El Comandante tiene un lugar para ti después de todo.

Storm Eagle se estaba impacientando. – ¡Ya basta! ¡Ve al grano! – le ordenó.

– ¡No soy uno de tus hombres, cerebro de pájaro! – le gritó Gravity Beetle. Luego miró hacia Abel City, observando el caos en la distancia que estaba ocurriendo. – Y después de hoy, me pregunto cuántos más te quedarán.

Con eso, Beetle salió volando.

– ¡Hey! ¡Espera! – bramaba Storm Eagle, pero el insecto gigante siguió adelante.

– ¡Si tienes tanta curiosidad, ven a verlo por ti mismo! – se rio Gravity Beetle, mientras volaba hacia Abel City. Más específicamente hacia el cuartel general, ya que presentía que su hermano necesitaría ayuda para deshacerse de los indeseables.


Afueras de Abel City…

Hacía mucho que había salido del perímetro de la ciudad, así que el pequeño navegador no tenía mucha idea de sus alrededores. De cualquier manera, A-1 no tenía duda de que la ausencia de X y Zero estaba conectada con algo mucho más grande. Y de una forma u otra, sospechaba que ellos serían necesarios. El reploide naranja con orejas de conejo iba montado sobre una Ride Chaser amarilla que estaba llevando a sus límites, tratando de hacer que el vehículo fuera más rápido de lo que ya iba. Tenía miedo de que le fuera a explotar, pero tenía que seguir adelante.

El navegador de aspecto infantil se sintió aliviado cuando vio la Base de Misiles enfrente, pero entonces notó que había un par de Ride Chasers roja y azul destruidas junto a la entrada. Eso significaba que sí habían llegado aquí, observó A-1, pero al parecer había alguien que no quería que se fueran.

Luego se dio cuenta que la entrada estaba siendo custodiada. Dos enormes mecaniloides azules, un par de Gun Volts, para ser exactos, vieron al navegador aproximándose a la base, y le dispararon varios misiles pequeños abriendo sus paneles, todos apuntando a destruir al intruso que se aproximaba. A-1 viró hacia los lados, tratando lo mejor que podía de evadir los proyectiles, pero desafortunadamente, era mucho mejor como navegador y mandadero que como motociclista. Uno de los misiles impactó en el motor, haciendo que todo el vehículo explotara, y enviando a A-1 a volar por los aires, hasta que aterrizó deslizándose por el suelo hasta llegar a los pies de uno de los Gun Volts.

A-1 trató de coger la pistola de plasma que trajo consigo, pero el Gun Volt de la derecha levantó su pie, y el pequeño navegador se dio cuenta que lo iban a aplastar antes de siquiera tener un disparo.

Pero, para su sorpresa, eso nunca sucedió.

– ¡Hi-Yahhh! – gritó una voz masculina familiar mientras otra Ride Chaser, de color verde, chocó contra el Gun Volt en todo el centro de su amplio torso. Mientras estaba en el aire, el motociclista le disparó varios tiros que perforaron las áreas vitales de los mecaniloides, dejándolos inutilizados e incapaces de seguir funcionando.

El Hunter aterrizó enfrente de A-1, y bajó la mirada hacia el pequeño navegador.

– ¿Te encuentras bien, enano?

– ¡¿Firefly?! – exclamó A-1, volviendo a ponerse de pie. – ¡Creí que estabas estacionado en Arcadia!

– Lo estaba, pero eso fue antes de que Kuwanger y Beetle empezaran a causar problemas. – le dijo Firefly al navegador. – ¿Dónde están Roll y la hija de Fujiwara?

– En el cuartel general. – dijo A-1. Esta respuesta no le dio a Firefly ningún confort. – ¿Qué pasa?

Firefly sacudió su cabeza con resignación. – Ya no se puede hacer nada respecto a eso. Lo único que podemos hacer ahora es saca Zero de este lugar.

– ¡Espera! – gritó A-1, corriendo detrás de Firefly cuando éste se dirigió a entrar a la Base de Misiles. – ¿Cómo sabes que están aquí? ¿Y qué está sucediendo en el cuartel general?

– Respecto a la primera pregunta, Beetle me lo dijo. Se le escapó que fueron vistos por última vez aquí. – respondió Firefly. Luego miró hacia la entrada, inseguro de qué podría estar aguardándoles adentro. – Y también dijo que no podían permitirse dejarlos escapar.

– ¿Y el cuartel general?

Firefly se quedó callado al principio, inseguro de qué decir. – No es sólo el cuartel general. Se han apoderado de toda la ciudad. – dijo el Hunter verde.


Ubicación desconocida…

– Parece que ya casi es hora de que vayas a buscar a nuestros miembros más importantes. – dijo Sigma, dirigiendo su atención a Vile. – Recuerda que ninguno de los dos debe salir lastimado.

En ese momento, los dos estaban frente a una enorme pantalla que desplegaba una toma lejana de toda la isla, donde la Base de Misiles era el foco principal de la imagen.

– Sigo diciendo que estás perdiendo tu tiempo. – dijo el reploide de armadura violeta. – Zero, lo entiendo, ¿pero por qué X?

– Zero ya está donde lo necesita, en el sentido de que su mente ya es la de un reploide hecho y derecho. – respondió Sigma. – X es el que todavía necesita ser cultivado.

– No lo harán. – argumentó Vile. – Jamás van a ver tu forma de pensar.

Sigma se quedó en silencio por un momento. Aunque no lo dijera en voz alta, Vile realmente empezaba a ponerse un poco nervioso. ¿En qué estaba pensando este sujeto? Nunca podría saberlo a primera vista.

– Tal vez, tal vez no. Pero ¿cómo sabremos si todavía ni siquiera están aquí? – dijo finalmente. Vile tenía una ligera idea de a dónde iba con esto. – Tú irás a buscarlos y me los traerás aquí. – Miró fijamente a Vile a los ojos. – Ilesos y vivos.

Vile resopló, pero no trató de argumentar en contra. Excepto por una cosa. – ¿Y cómo se supone que llegue allá?

Sigma sonrió, y procedió a explicar. – Siendo que su líder no iba a entregarlo por las buenas, nos tomamos la libertad de confiscar algo de equipamiento de la Unidad Aérea Número 7.

– ¿O sea que Storm Eagle todavía NO está de acuerdo con tu gran plan? – cuestionó el antiguo Hunter.

– Todavía no. – respondió Sigma. – Pero eventualmente cooperará.

– No hay forma de que lo convenzas de ser parte de nada luego de todo lo que sucedió hoy. – se burló Vile, para luego mirar la ciudad presentada en el monitor. – Asumiendo que sobreviva a lo que sea que estás planeando para tu gran final.

– No tengo que convencerlo de nada. – respondió Sigma. – Todo lo que necesito hacer es ponerlo en una situación donde no tenga alternativa. Pero volviendo al tema, irás y me traerá Zero aquí.

Vile odiaba el hecho de que le asignaran esa tarea. – Entonces, ¿dónde está mi medio de transporte?

El reploide con capa señaló hacia el elevador situado en la esquina más alejada en el ala este de la sala. – Ven conmigo.

Tras darle la orden a Vile, se tomó el tiempo de disfrutar cómo este criminal rebelde y desquiciado se veía forzado a seguirlo a donde iba. Ambos abordaron el elevador que los llevó a las profundidades de su nuevo cuartel general, su base oculta, y tras lo que Vile sintió que fue una eternidad, se detuvieron.

Una vez que salieron, Sigma señaló a la gigantesca nave que se encontraba oculta mayormente por las sombras. – Tu carruaje te espera.


Adentro de la Base de Misiles…

– "Un humano…" – era lo que X pensaba en ese momento. La imagen del sable de su comandante atravesando a Fujiwara se repetía infinitas veces en su mente. Junto con su subsecuente decapitación. Había matado a un humano. Había quebrantado la Primera Ley.

Aunque hubiese tres leyes que toda la vida mecánica debía seguir, las dos que seguían a la primera serían inútiles sin ella. La Primera Ley era la esencial de todas, tan crucial para algunos reploides que rozaba en la reverencia y devota consideración. La misma ley que X había recibido en el segundo en que el Dr. Light lo construyó. Y de manera irónica, también era la única ley que, técnicamente, tenía permitido romper.

Y Sigma acababa de mostrar a todos cómo hacerlo, y más todavía, lo fácil que era hacerlo. Fujiwara nunca tuvo oportunidad, y tampoco la tendría el Dr. Cain, si acaso seguía con vida. Pero si así era el caso, ¿qué planeaba hacer Sigma con él? ¿Y qué pasaría con los que estaban en el cuartel general? ¿Ai, Trinity, A-1, Roll?

Al pensar en Roll, los circuitos internos de X se congelaron. Roll, ella jamás tendría una oportunidad. Tampoco Chiyo. E incluso si solo estuviera especulando, X no encontraba razones para creer que a las fuerzas de Sigma les temblara el pulso enfrente de Chiyo, viendo lo que le sucedió a su padre.

Tenían que salir de allí, pero la pregunta era ¿cómo?

En ese momento, X y Zero oyeron ruidos de disparos, pese a que no veían dónde se estaban disparando las balas. Antes que cualquiera de los dos pudiera cuestionar lo que pasaba, la puerta de la habitación donde los tenían encerrados se abrió de golpe. Un Gun Volt lleno de agujeros por disparos de una pistola de plasma cayó al suelo, seguido por su exterminador poco después.

– ¡¿Firefly?! – exclamó X, pero antes de poder hacer preguntas, vio otra cara familiar. –¡¿A-1?!

– Sí, somos nosotros. – dijo el navegador, generando un pequeño láser proveniente de su dedo índice derecho. Procedió a destruir con él las cerraduras de las celdas. – Tuve un mal presentimiento sobre lo que les había sucedido a ustedes dos. – Una vez que las cerraduras se derritieron, Firefly abrió las puertas, y A-1 procedió a remover las esposas, comenzando con las de X. – ¿Quién los encerró en este lugar?

A-1 no estaba preparado para la respuesta de X. – Sigma.

– Espera… ¿qué?

– Sigma. – repitió X. – Él… está detrás de esto. Detrás de todo.

La última parte la dijo como si hubiese estado lamentando este descubrimiento durante horas. La expresión de Firefly se tornó sombría.

– Entonces, es cierto. – murmuró. Al parecer Gravity Beetle decía la verdad.

A-1 estaba a partes iguales confundido y sorprendido. – ¡¿Cómo dices?! Yo… ¿estás seguro?

– Y el Dr. Fujiwara. – continuó X. – Él…

– ¿Qué pasa con el Dr. Fujiwara? – preguntó Firefly.

– ¿Quieres decir que no lo saben? – le preguntó Zero al Hunter verde. A-1 acababa de terminar con las esposas de X y procedió a remover las de Zero.

– ¿Saber qué? – preguntó A-1 al Hunter más alto.

Una vez que terminó de cortar y desactivar las esposas de Zero, este cerró sus ojos azules y suspiró. – Fujiwara está muerto.


Afuera de la Base de Misiles, minutos después…

– ¡Es decir que todo esto, lo que le pasó a Fujiwara, el escape de Vile, los mecaniloides Mavericks, ¿todo fue orquestado por nuestro propio comandante?! – preguntaba A-1, todavía esperando que hubiese alguna clase de malentendido.

– Si eliges creerlo o no, eso no importa. Es lo que está pasando ahora. – le respondió Zero al navegador en lugar de X. Luego miró a Firefly. – ¿Qué tan mal está la ciudad?

Firefly sacudió su cabeza. – Apenas logré llegar a tiempo para salvarlo a él de ser aplastado. – señaló a A-1. – Y también me doy cuenta que sólo tenemos un medio de transporte.

Se refería a su propia Ride Chaser, considerando que las de X y Zero habían sido destruidas, y la de A-1 había sufrido daños irreparables en el motor.

– Yo iré contigo. – dijo Zero. – X se quedará aquí con A-1.

– ¿Qué? – protestó X.

– ¿No prefieres ir en mi lugar? – le preguntó Firefly al Hunter azul. – Porque si significa tanto para ti, yo me puedo quedar aquí.

Antes de que X pudiera responder, Zero lo interrumpió. – Dije que iré yo. – Luego se giró para encarar a X. – Alguien tiene que quedarse a cuidar a A-1.

De inmediato procedió a subirse en la Ride Chaser de Firefly, que se quedó perplejo de ver a alguien más subiéndose al asiento delantero.

– ¿Y bien?

– Ok, de acuerdo. – dijo Firefly, aceptando de mala gana subirse en el asiento trasero. Zero procedió de inmediato a encender el motor.

– No me sigas. – le dijo a X.

– Pero Zero… – X quiso protestar, pero el Hunter rubio no le dio oportunidad.

- No. Me sigas.

Y con eso, aceleró a fondo, dejand A-1 a solas en la base, inseguros de qué hacer ahora, si acaso quedaba algo que pudieran hacer.


Cuartel general de los Hunters en Abel City, 1:56 pm…

Tras el anuncio de Sigma (y de la transmisión en vivo de la muerte del Dr. Fujiwara), los Hunters comenzaron a atacarse unos a otros de la nada. Nadie tuvo oportunidad de suplicar o exigir respuestas, ya que una voz entre el caos gritó:

– ¡Acaben con todos los que se opongan! ¡Maten hasta al último de ellos!

El Hunter en cuestión había sido Flame Mammoth. Aquellos que entendieron lo que estaba pasando rápidamente comenzaron a pelear contra cualquier nueva oposición, o a proteger a aquellos que no podían defenderse. Todos los que podían ayudar saltaron a la acción, pero no fue suficiente. Por cada reploide bueno que estaba en contra de todo lo que dijo Sigma, había dos que decidieron aceptar su mensaje. Y por cada dos que eran leales, había cuatro rebeldes.

No, no eran rebeldes. Eran Mavericks.

Roll no tuvo la oportunidad de preguntar si era porque Sigma los quería vivos o muertos, ya que se vio obligada a seguir corriendo. Corriendo, corriendo más, y luego todavía más. No podía permitirse parar, ya que el menor error o paso en falso resultaría en su muerte o la de Chiyo. Más probablemente ambas. Y una vez más, Roll se sentía totalmente impotente al no poder hacer nada.

Se había traído a Chiyo desde Arcadia por su seguridad, ¡pero en vez de eso la trajo directo a una trampa mortal! El pequeño grupo de Hunters y médicos continuaban tratando de huir por sus vidas; la única humana entre ellos miró atrás para ver que, milagrosamente, no había nadie siguiéndolas.

– ¡Allá! – gritó un Hunter.

Chiyo miró al frente y vio que se aproximaban a una puerta cerrada que llevaba a la cámara de comunicaciones. Aunque no lo había utilizado desde que escapó de Arcadia, se aferró al agarradero de su prototipo y no quiso soltarla.

La puerta fue derribada mientras la solitaria humana miraba atrás. De nuevo, no vio a nadie siguiéndolas, pero no podía sacarse de encima la sensación de que estaban siendo observadas. La puerta estaba a punto de abrirse, pero unas chispas empezaron a colarse por entre la delgada abertura que se había creado entre los paneles de la puerta.

La fuerza de la electricidad separó los paneles de la puerta violentamente, haciendo que quienes estaban enfrente de ella salieran volando a varios metros antes de detenerse. Spark Mandrill y Boomerang Kuwanger estaban de pie frente a la puerta, y entre los dos prominentes Hunters se encontraba el cuerpo caído de Blu, cuyo pecho había sido atravesado de lado a lado por la cuchilla curva de Kuwanger. Roll y Chiyo se mantuvieron atrás, pero ambas podían ver a Blu arrastrándose por el suelo tratando de salvarse, pero era claro que no le quedaba mucho tiempo de vida.

- H-huyan… ¡a-ah! – La navegadora peliazul comenzó a toser antes de sufrir espasmos.

Aunque no podía ver mucho, Chiyo vio cómo los ojos de Blu cambiaban; el brillo en ellos desapareció, siendo reemplazado por una mirada inerte y vacía. Sus receptores ópticos quedaron fríos y sin vida, parecidos a los de un humano, como pudo notar. No haría falta decir que se quedó paralizada e insegura de qué pensar. Para ser un reploide, una máquina, había imitado muy bien el cuerpo humano en sus últimos momentos muy bien. Tal vez demasiado bien, ya que incluso aunque en ese momento era un torbellino de emociones, Chiyo pensaba que la imagen de los ojos sin vida de Blu era muy perturbadora.

Al ver dentro de la cámara, varios cuerpos de reploides habían sido cortados en pedazos, o electrocutados al punto de combustión espontánea.

– ¡Llévense a los no-combatientes a un lugar seguro! – ordenó un Hunter.

– ¡Entendido! – El grupo que ya de por sí era pequeño se redujo a la mitad, y Roll y Chiyo eran guiadas fuera de la escena mientras otra batalla se ponía en marcha. – ¡Vamos, deprisa!

El Hunter saltó de frente para defender a los que estaban detrás de él, pero a pesar de su valentía, no tenía esperanza de enfrentarse a ellos.

– ¡KYLE! – gritó uno de los otros Hunters que lo acompañaban, pero el reploide azul y verde terminó siendo acribillado por una ráfaga de disparos láser. Terminó cayendo al suelo cuando uno le dio en toda la cabeza.

El responsable por exterminar a Kyle dio un paso al frente, siendo un reploide violeta y magenta con un rifle de plasma en las manos. Si hubiera sido solamente él, Roll tenía la confianza de que los Hunters que la rodeaban podrían haberse hecho cargo. Pero no estaba solo; varios otros que se le unieron eran el problema. Aquellos que peleaban por mantener el orden eran ampliamente superados en número.

Roll mentalmente le lanzó una maldición al asesino de Kyle, pero no podía quedarse allí fulminándolo con la mirada para siempre; tenía una humana a la cual cuidar.

– ¡Corran! – gritó otro Hunter entre el ya de por sí pequeño grupo. – ¡Yo me encargaré de ellos, tú ve a buscar a las navegadoras!

– ¡¿A dónde?! – gritó una reploide médica rubia; ella, junto con Chiyo y Roll, eran las únicas que quedaban a las que el Hunter intentaba defender. – ¡Todas las salidas están bloqueadas!

En efecto, cuando algunos reploides intentaron escapar del cuartel general, encontraron todas las entradas y salidas bloqueadas desde afuera, impidiendo que nadie pudiera salir. No había forma de escapar: las ventanas estaban selladas, y sería la última vez que algunos de ellos verían la luz del sol. Todo lo que existía era la guerra que se había desatado entre todos. Era casi imposible saber quién era amigo o enemigo hasta que era demasiado tarde.

– ¡Hey! – gritó una voz familiar. Todos se giraron para ver a Trinity y Ai asomándose por el corredor, urgiendo a la pequeña banda de sobrevivientes a acercarse.

– U-ustedes dos… – tartamudeó Roll, corriendo hacia las dos navegadoras. – ¿Cómo fue que…?

– Al diablo con eso; después podemos hablar. – dijo Ai. – Pero díganme, ¿cómo está Blu?

Roll no dijo nada, pero sus ojos lo decían todo. Ai bajó la cabeza, y luego se fijó en Chiyo.

– ¿Qué está haciendo ella aquí? – Luego pensó por un momento. – ¿Sabes qué? No importa, podemos hablar de eso cuando salgamos de aquí.

– ¿Salir? – preguntó la reploide médica. – ¡Pero todas las salidas están bloqueadas!

– Por eso es que tenemos que llegar al procesador central del cuartel. – dijo Trinity. – Odio echarte esto encima, ¿pero te importaría si…?

– No, para nada. – dijo el Hunter que protegía al pequeño grupo. – Ya de por sí estamos bajos de números.

Trinity suspiró de alivio. – Gracias.

– ¿Dónde está el procesador central? – preguntó Roll.

– Es el núcleo de todo el cuartel general, donde se monitorean y se controlan todos los dispositivos tecnológicos. – explicó Trinity. – Si podemos entrar allí, tal vez podamos desactivar el sistema de seguridad.

– Bueno, si ese es el caso, ¡entonces guíanos! – dijo el Hunter, aunque se estaba poniendo por delante de Trinity y Ai.

Luego de localizar un elevador cercano, el grupo de reploides (y la humana) se metieron en él y comenzaron a descender hacia los niveles inferiores del cuartel general. Con todo, aunque no podía ver casi nada, la respuesta natural de Chiyo a huir o pelear no iba a disminuir. Como si el peligro estuviese presente con todos ellos, ¡y nadie más lo sabía! Pero incluso con esa realización, ¿qué podía hacer al respecto? Saber que había una amenaza al acecho, pero no poder verla empezaba a volverla loca, pero se mantuvo en silencio.

– Entonces, ¿cómo escapaste? – preguntó la reploide médica a Ai.

La navegadora rubia bajó la mirada y suspiró. – Kuwanger y Mandrill nos dijeron sobre el ultimátum de Sigma, y los que se rehusaron fueron exterminados. Blu nos guio hasta la parte de atrás donde había una ventila. Estuvo a punto de entrar con nosotros, pero la atraparon en el último segundo.

La visión de la navegadora peliazul siendo arrastrada a la fuerza por su tobillo todavía le daba escalofríos a la reploide de armadura roja.

– Llegar al procesador central fue su idea. – añadió Trinity. – Sólo espero que nadie más lo haya descubierto.

Ai le echó una mirada a Roll. – Probablemente no lo hayas hecho, pero… ¿has visto a A-1 por casualidad?

– Sí, de hecho. – respondió Roll, y los rasgos de Ai se iluminaron de inmediato. – Dijo que iría a la Base de Misiles. Escuché que allí es donde habían sido despachados X y ese otro reploide.

– ¿Se fue? – preguntó Ai. – ¿Cuándo sucedió esto?

– Antes que Sigma… – comenzó a decir Roll, pero se detuvo al recordar que Chiyo también estaba presente, así que no se atrevió a mencionar al Dr. Fujiwara. – Antes de que todo esto sucediera.

– Entonces está a salvo. – dijo Ai. – Eso es bueno.

– Hm, qué raro. – intercedió Trinity. – Creí que no lo soportabas.

Ai evadió los ojos azules. – No es que lo odie. Fue sólo que… me lo echaron encima como si esperaran que tuviera una relación con él. – aclaró. – Me hicieron un hermano pequeño, pero no se sentía genuino.

– ¿Ahora sí? – preguntó Trinity.

Ai no le respondió. El elevador se detuvo, y todos salieron. El área donde habían entrado estaba muy oscura, apenas iluminada por la enorme máquina que estaba en el centro.

– ¿Ese es…? – preguntó Roll, a lo que Trinity asintió.

– Sip, el procesador central.

Todos se reunieron a su alrededor. El procesador era un objeto cilíndrico con varios monitores sobre su superficie curva, cada uno desplegando varias imágenes capturadas por las otras computadoras de la base.

– De acuerdo. – dijo Trinity, mirando a Ai. – Hora de crackear algunos códigos.

Las navegadoras se pusieron a trabajar, tomando uno de los cuatro asientos alrededor del procesador, y comenzaron a abrirse paso en el sistema, mientras el Hunter, la médica, Chiyo y Roll observaban detenidamente. La reconstruida DLN estaba bastante fascinada con lo rápido que ambas reploides podían teclear, y se debatía si sería un buen momento para hacerles o no una pregunta. A pesar de la situación, era algo que quería saber, y tal vez después, sería algo que necesitaría saber.

– Siempre me he preguntado… ¿qué hace falta para convertirse en una navegadora? – preguntó Roll finalmente.

Trinity y Ai continuaron con su trabajo, pero la navegadora rubia le respondió a Roll. – ¿Por qué? ¿Tienes ganas de entrar? Ahora mismo no es exactamente el mejor momento para entregar tu resumen.

– No es eso; sólo tengo curiosidad. – dijo Roll.

– No es un proceso tan complicado. – explicó Trinity, todavía abriéndose paso por el sistema. – Los navegadores ya tenemos instalada la habilidad de mantener comunicaciones con los Hunters afuera en el campo.

– ¿Es decir que es como un despachador para las autoridades humanas? – cuestionó Roll.

– Algo así. – dijo Ai. – Por supuesto, dado que todos somos máquinas, podemos obtener acceso a distintos medios de información, como los esquemas del área, territorio enemigo sospechoso, y cualquier información disponible. Podemos buscarlo y retransmitirlo.

– ¿Y cómo se hace eso? – siguió interrogando Roll.

– ¿Sabes cómo se ingresa una contraseña para tener acceso a internet? – preguntó Ai. – Básicamente es lo mismo. Solicitas la entrada de acceso a un reploide con código registrado, y una vez que lo obtienes, eres libre de hablar con ellos y darles lo que sea que necesiten.

Roll se quedó pensando en todo lo que le dijeron, procesando cada palabra en sus bancos de memoria. ¿Sería egoísta sacar ese tema a colación? Hasta cierto punto, sí. Pero sentía que necesitaba saberlo, si no en este momento, tal vez para después.

– Muy bien, sólo un poco más. – dijo Trinity, atravesando los últimos obstáculos antes de acceder al programa de seguridad. – ¡Sí! ¡Estamos dentro! – dijo finalmente, y sin perder tiempo comenzó a trabajar para abrir las salidas.

– Oh sí, están adentro, claro que sí.

La sangre (o aceite) de todos se heló; la única humana entre las máquinas sintió que algo duro y liso le rozaba la oreja.

– ¡Cuidado! – gritó el Hunter, empujando a Chiyo fuera del camino.

Fue en ese instante que el asaltante oculto lanzó el tiro fatal. Un objeto largo atravesó el pecho del reploide, arrancándole su núcleo que todavía pulsaba en la punta. Luego, la ilusión se disipó, revelando una larga cola verde que llegaba desde el centro hasta un lagarto cornudo que estaba colgado del techo. Una lengua rosa salió de la boca del reptil y sujetó el núcleo del Hunter, enroscándose a su alrededor. Luego procedió a aplastarlo, echando chispas antes de que su brillo blanco desapareciera. El Hunter atravesado por la cola se quedó flácido, y el lagarto arrojó su cuerpo inerte a un lado.

Sting Chameleon saltó desde arriba, mirando fijamente a sus indefensas víctimas. – ¡Están aquí adentro, conmigo!

Esta historia continuará


Chapter 29: Irrumpiendo dentro y fuera

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Aún con el Maverick verde y más grande que ellos en la habitación, Trinity y Ai continuaron con su trabajo. Estaban tan cerca que sólo les faltaban unos segundos para desmantelar los seguros. La reploide médica sacó un taser para mantener a Sting Chameleon a raya. Trinity y Ai comenzaron a desbloquear las entradas y salidas, y Roll retrocedió alejándose del lagarto, manteniendo cerca a Chiyo. Entretanto, el reptil mecánico tenía su ojo rojo centrado en ellos. Se movía de arriba abajo, registrando cada detalle que captaba.

– Hmmm. – Chameleon comenzó a lamerse los labios con su larga lengua. – Sí, tú me servirás.

– ¿Servirte? ¿Para qué? – Lo que fuera que quería decir, a Roll no le gustaba ni un poco.

Chameleon dio un paso al frente, quitando del camino a la médica y aproximándose a Roll. La lengua del reptil atrapó a Chiyo por el brazo, y de un tirón levantó a la humana del suelo.

– ¡Suéltala! – gritó Roll, empezando a golpear el cuerpo más grande del reptil.

– Oh, relájate. Estará mejor muerta de todos modos. – se burló Chameleon antes de lanzar a Chiyo a un lado, y su prototipo cayó haciendo ruido a varios metros de ella. Entonces miró la humana, que estaba encogida por el dolor del impacto. – Y si sabes lo que es bueno para ti, ¡más vale que consideres la oferta del Comandante Sigma! Asumiendo que todavía haya tiempo de que cambies de opinión.

– No… no puedes hablar en serio. – dijo la médica. – Estás hablando de romper las leyes…

– ¡Las Leyes ya no existen! ¡Podemos hacer lo que queramos! – gritó Sting Chameleon, y luego miró a Chiyo. – Lo que sea…

La humana vio su invento y trató de cogerlo de inmediato, pero Chameleon atacó con su enorme cola.

– ¡Cuidado! – gritó la médica, saltando enfrente de Chiyo. La reploide de cabello castaño y corto con armadura verde sintió cómo la punta le perforaba la espalda, y fue entonces que se dio cuenta de lo que Chameleon estaba a punto de hacer. – ¡Al suelo!

Ante la orden, Chiyo se tiró al piso a pocos momentos de que tres rayos láser salieran disparados de la cola de Chameleon. La médica salió disparada de frente, estrellándose contra la pared antes de aterrizar con un golpe seco en el suelo.

La médica todavía seguía funcionando, pero el Chameleon Sting disparado por el reptil había causado un daño considerable debido a la proximidad de impacto. El lagarto verde volvió a mirar a Chiyo, pero a diferencia de la vez anterior parecía estarla viendo con algo de interés.

– No, es demasiado pronto para eso. – murmuró Sting Chameleon. – Necesitaré más práctica antes de llegar a ese nivel. Hablando de eso… – se relamió los labios, y giró su vista hacia Roll.

La mucama se sintió muy incómoda ante la mirada del reptil. Lo detestaba, y sabía que Ai también, pero ni ella ni Trinity podían detenerse. A pesar de que habían logrado introducirse en el sistema de seguridad del cuartel general, ahora venía el proceso de desbloquear manualmente cualquier ruta de escape potencial. Por ahora, no podían hacer otra cosa que depender de la médica y Roll para mantener a Chameleon distraído, aunque fuese sólo por un rato más.

– ¿Por qué? – preguntó Roll.

- ¿Por qué qué? – respondió Chameleon. – ¿Por qué estamos haciendo esto? ¿Por qué el Comandante Sigma decidió iniciar una campaña contra la humanidad? – Volteó a ver a Chiyo. – ¿Por qué decidió convertir a su papito querido en una brocheta?

La humana no dijo nada, pero se aferró con fuerza a su pistola prototipo. Chameleon volvió a dirigir su atención hacia Roll.

– ¿No escuchaste lo que dijo el Comandante? ¡Dijo que estamos creando un nuevo mundo! – Otra vez miró a Chiyo. – ¡Un mundo donde ustedes ya no estarán en la cima…!

Lanzó otra ronda de proyectiles de su cola, sonriendo al ver que la médica volvía a recibir los disparos por la humana. La reploide cayó al suelo, echando chispas de las áreas donde los lásers la golpearon.

– ¡Basta! – gritó Chiyo. – ¡Ya recibió suficiente!

– ¿Es que no te preocupas al menos un poco por tu propia vida? Además, tu padre siempre decía que nunca te gustó mucho su trabajo, ¿no es verdad? – cuestionó Sting Chameleon.

Chiyo se quedó en silencio, y sus ojos oscuros se fijaron en la reploide médica dañada. Aunque no hubiera sangre, la humana podía ver que la forma de vida robótica también era capaz de sentir dolor. El reptil se rio.

– Oh, confía en mí. Si supieras lo que se avecina, querrías que acabe con tu existencia aquí y ahora. – Se giró hacia las otras tres reploides presentes, y caminó hacia Roll. – Pero ustedes no tienen por qué compartir su mismo destino. Les diré qué, si vienen conmigo, veremos si Sigma está interesado en tener otra mascota. Ese viejo no vivirá para siempre, después de todo.

Los ojos verde-azulados de Roll se ensancharon. – ¿Estás hablando del Dr. Cain? – Chameleon no le respondió, pero su silencio era toda la respuesta que necesitaba. – ¡¿En dónde está?!

– En unas pocas horas, será uno de los pocos humanos que quedarán con vida. – dijo Chameleon, y luego señaló a Trinity. – Incluso aunque logres abrir el camino hacia el subterráneo.

Fue entonces que hizo su movimiento. Con un grito de "¡YAH!" agitó su cola en dirección de la navegadora, pero en lugar de atravesar a la reploide, golpeó la máquina en la que estaba trabajando. El monitor fue atravesado, rompiendo en pedazos la pantalla, y la imagen presentada desapareció.

Y entonces, agarró a la androide pelirrosa, pero alguien se interpuso. Ai saltó fuera de su silla y se lanzó hacia Trinity, alejándola de Chameleon.

– ¡Hey, niña! ¡Pásame aquella pistola! – le gritó a Chiyo, señalando el arma que yacía al lado del Hunter muerto.

Chiyo la agarró y la lanzó, pero la cola bífida del reptil la alejó. Ante esto, le lanzó su prototipo a Ai Ai, dejando a Chameleon perplejo de lo que era. Había asumido que sólo se trataba de un juguete.

– ¿Qué es esta cosa? – preguntó la navegadora rubia.

– ¡Sólo jala el gatillo! – respondió Chiyo.

Chameleon miró a Ai, que hizo lo que le dijeron, pero en lugar de un rayo láser, un pico afilado salió disparado. Esto confundió al reploide reptiliano, pero al parecer hizo su trabajo al atravesarle el hombro. Sin embargo, no hizo más que causar daño superficial, ya que, aunque el pico había dado en el blanco Ai no se encontraba lo suficientemente cerca para tener efecto. En respuesta, Chameleon apuntó con su cola a la todavía sentada Trinity. Ai agarró a la reploide pelirroja, y ambas cayeron al suelo, haciendo que la cola golpeara el área donde Trinity estaba trabajando.

Esto resultó ser precisamente lo que necesitaban.

El procesador central había resultado dañado, pero junto con eso se desbloquearon todos los medios posibles de escape.

– ¡Muévanse! – gritó Ai al ver esto.

Todos quienes todavía seguían funcionando corrieron hacia el elevador, aunque Roll tuvo que recoger a Chiyo antes de marcharse. El grupo de dos navegadoras, una mucama y una humana se metió al elevador, pero Ai de inmediato volvió a salir.

– ¿Qué estás haciendo? – cuestionó Trinity.

– ¡Chameleon ya sabe a dónde vamos, así que nos seguirá! – dijo la reploide de armadura roja. – Alguien tendrá que quedarse atrás para ocuparse de él. Sin mencionar abrir los caminos hacia el refugio. – Miró a Chiyo, y suspiró. – Lo siento, pero necesitaré esto. Te prometo que te lo devolveré.

– Pero Ai… – quiso protestar Trinity, pero la puerta del elevador se cerró, llevándose a las otras tres hacia arriba mientras Ai se quedaba atrás.

La navegadora cerró los ojos y se giró para encarar a Chameleon. Apuntó el arma prototipo hacia el lagarto verde y murmuró: – Tú eres un modelo más avanzado que yo. Por favor cuida de A-1.


Base de misiles, 2:30 pm…

– ¿Por qué no simplemente lo haces?

X se giró para ver a A-1 de pie detrás de él. – Se supone que deberías estar colocando bloqueos para interrumpir la señal que lanzará los misiles, ¿o no? – cuestionó el Hunter azul. Desde que Zero y Firefly se habían ido, X se había asignado a sí mismo vigilar el exterior, mientras el pequeño navegador trabajaba adentro.

– Voy tan rápido como puedo. – dijo A-1. – Pero puedo notar que tú no deseas estar aquí.

– No se trata de eso. – dijo X. – Zero tiene razón; alguien tiene que estar aquí para asegurarse de que los misiles no puedan ser lanzados.

– Yo nunca dije que no iban a ser lanzados. – replicó A-1. – Dije que podría interferir y bloquear la señal, pero tendré que prepararme para ello, ya que dudo que el Comandante se detenga después de un solo intento.

– No. – X negó con la cabeza. – No es nuestro Comandante. Ya no.

A-1 miró hacia el suelo, y sus orejas cayeron hacia adelante ligeramente. – Sí, tienes razón. Pero si es así, por eso mismo tú, de todos los reploides, deberías estar allá afuera. – argumentó el pequeño navegador. – Sigma los mantuvo a ti y a Zero vivos por una razón, ¿sabes?

– ¿Para poder reclutarnos? – dijo X, aunque ya sabía la respuesta.

– Exacto. – A-1 asintió. – Y es la misma razón por la que dejó salir a Vile. Probablemente quiere a aquellos que son capaces de volverse Mavericks a voluntad.

– ¿Mavericks a voluntad? – cuestionó X. – Es lo que no entiendo. ¿Qué razón tendría alguien para volverse Maverick por voluntad propia?

– Acorde a lo que dijo Sigma, muchas. Aunque tú y Zero sean sus enemigos en este momento, él los quiere vivos porque ve algo en ustedes dos. – respondió A-1, y luego señaló a X. – Especialmente en ti.

X se puso a reflexionar en esto, recordando todo lo que había sucedido hasta ese punto. En efecto, no había razón lógica para que Sigma quisiera mantenerlo vivo. Con Zero, podía entenderlo, si bien que el Hunter rojo jamás se uniría a la causa de Sigma, y X todavía se sentía inmensamente culpable por ese breve momento de duda. Si hubiese actuado, ¿podría haber prevenido todo esto?

Al pensar en ello, X se dio cuenta que Sigma tenía razón. – "Me puso a prueba, y la fallé."

– Ve. – escuchó el Hunter azul decir a A-1. – Los otros en la ciudad te necesitan más.

No era que X tuviera reservas sobre ir, pero al mismo tiempo… – Zero nos dijo que nos quedáramos aquí, ¿recuerdas?

– Sí, ¿pero acaso es tu superior? ¿Crees que te dijo que te quedaras aquí porque está enfadado contigo? – preguntó A-1. X evitó la mirada, pero era obvio que no era por eso. – Si así fuera, no le importaría a dónde vas. Pero te dijo explícitamente que esperaras aquí. – A-1 sonrió. – No quiere que estés cerca de donde ocurrirá el peligro.

Los ojos de X se ensancharon. Sí, pensándolo ahora, tenía mucho más sentido.

– Ve. Todas las amenazas en la base ya están controladas. Yo estaré bien.

X asintió, girándose para ver Abel City en la distancia. El Hunter azul sabía que lo necesitaban en otra parte a pesar de las órdenes de Zero y su preocupación por la seguridad de A-1.

– Espera. – dijo X. – ¡Las Ride Chasers!

– Oh, sí. – dijo A-1 al darse cuenta. – Creo que tendrás que ir a pie.

Por mucho que odiara aceptarlo, X sabía que no había otra forma de llegar a la ciudad. – ¿Seguro que estarás bien? – preguntó.

– ¡Sí, sí! ¡Sólo vete, cada momento cuenta!

– Claro. – Y con eso, X echó a correr, alejándose cada vez más de A-1.

El navegador observó cómo el Hunter azul se hacía más y más pequeño a medida que se alejaba. – Necesitará tu ayuda. Y aunque no quieras admitirlo, ya sabes que todos necesitaremos de ti.


Cuartel general de Abel City…

El elevador finalmente se detuvo, y los tres ocupantes desembarcaron luego de su paseo.

– De acuerdo. – dijo Trinity. – La salida de emergencia más cercana no está demasiado kejos de aquí. ¡Síganme!

– ¡Espera! – dijo Chiyo alzando la voz. – ¡¿Qué pasará con la otra chica?!

– ¿La otra chica? ¿Te refieres a Ai? – preguntó Trinity. Fue entonces que Chiyo se dio cuenta que se estaba dirigiendo a Ai en términos humanos. – Ya no podemos hacer nada respecto a tu herramienta en este momento. Tenemos que…

– ¡No, no me refería a eso! – protestó Chiyo. – Ella todavía está allá abajo, y…

– ¡Y no hay nada que podamos hacer al respecto! – interrumpió Trinity, cuyo semblante usualmente calmado finalmente se quebró ante todo lo que sucedía. – En este momento, no tenemos garantías de nada. Ustedes dos todavía tienen suerte de estar vivas. Y por desgracia… – suspiró – …ahora es cada quién por su cuenta.

– Pero… – Chiyo trató de discutir, pero terminó por aceptar que sería inútil.

Trinity llevó a Roll y a su protegida humana a través de los corredores del piso, intentando moverse con ligereza pero rápido. Después de un rato de estar escurriéndose fuera de la vista, Roll finalmente decidió hablar. – Ai dijo algo acerca de un refugio. ¿Qué era?

– ¿No sabes lo que es un refugio? – preguntó Trinity.

– Por supuesto que sé lo que es un refugio. – espetó Roll, sintiéndose algo insultada. – Lo que estoy preguntando es cómo concierne a la ciudad.

– En esencia, es un lugar de emergencia diseñado para soportar un ataque masivo. – explicó Trinity. – Como el que Sigma está planeando llevar a cabo al atardecer.

Roll se mordió el labio. – ¿Pueden detenerlo?

Trinity sacudió su cabeza. – Aunque fuera posible, dudo mucho que hiciera algún bien. Lo más importante ahora es dirigir a la población bajo tierra. – Miró atrás a Roll y Chiyo, y luego hacia el pasillo por donde estaban bajando. – Este no es un lugar seguro para ustedes, pero no puedo garantizarles lo que encontrarán afuera.

En efecto, ni Roll ni Chiyo sabían lo que les esperaba en las calles de la ciudad, pero presentían que también tendría sus peligros. – ¿Y qué vas a hacer tú? – preguntó la reploide rubia.

– Necesito llegar a la Torre de Telecomunicaciones y dirigir a la población hacia las entradas del refugio. – respondió Trinity. – Tienes que llevarte a la hija de Fujiwara y dirigirte a una de ellas.

– Eso es gracioso. – dijo una voz de repente, y antes que nadie pudiera decir nada, Roll sintió que le tiraban del tobillo y la alzaban del suelo. – ¡Considerando que no es mucho mejor afuera que aquí dentro!

Una larga cola verde se volvió visible, enrollada alrededor de la pierna de Roll. En ese momento, Boomerang Kuwanger y Spark Mandrill aparecieron desde ambas esquinas, rodeándolas a las tres.

– ¡Corran! – gritó Roll. – ¡Váyanse de aquí las dos!

– Pero… – Chiyo comenzó a protestar, pero sintió cómo Trinity le agarraba de la muñeca. – ¡Roll!

No hubo tiempo para quejarse, ya que la arrastraron dejando atrás a la reploide rubia, en las garras de tres figuras cuyas intenciones no eran sino malvadas.


En la Base de Misiles…

Tratar de detener lo que venía, era mucho más fácil decirlo que hacerlo. Y aunque A-1 no podía culpar a X, Zero o Firefly, ninguno de ellos parecía entender lo que había que hacer para detener los misiles. Para empezar, aunque podría insertar un firewall para bloquear la orden de lanzamiento, no había garantía de qué tan efectivo podría ser. Después de todo, nadie sabía precisamente cómo Sigma iba a lanzar los misiles, dejándolo sin más que hacer que teorizar cada escenario que tendría que contrarrestar. Ciertamente podría hacer bloqueos o colocar interferencias para cualquier señal entrante, pero tendría que estar listo en ese preciso segundo para ocuparse de él.

Pero, a pesar de los esfuerzos de todos los demás, sospechaba que, de una manera u otra, todos esos misiles serían lanzados eventualmente.

De repente, el navegador sintió una enorme sombra cerniéndose sobre él. Antes de girarse, escuchó una voz susurrarle en el audio receptor. – ¿Qué hay de nuevo, pequeño conejito?

A-1 reconoció la voz de inmediato. No tuvo oportunidad de darse la vuelta antes de que Vile lo agarrara del casco y lo levantara del suelo. Los ojos azules del navegador se giraron para ver un par de ojos rojos perforándolo con la mirada. – ¡T-tú! – exclamó A-1 empezando a forcejear. – ¡¿Cómo… qué estás haciendo aquí?!

– ¿Dónde están? – preguntó Vile al reploide más pequeño.

– ¿Q-qué…? – A-1 no pudo decir ni una palabra más antes que le estrellaran la cara contra el monitor, dejando una gran grieta por el impacto. – ¡Ah!

– ¡Dime dónde están! – exigió Vile de nuevo. – ¡Y ni te molestes en hacerte el tonto conmigo, sabes bien de quiénes estoy hablando!

– ¡E-ellos no están aquí! – dijo A-1, haciendo que Vile lo presionara con más fuerza detrás de su cabeza.

– ¿Cuándo se fueron? – cuestionó Vile.

– ¿Por qué te importa? – espetó A-1.

– Respuesta equivocada, pequeña mierda. – gruñó el ex-Hunter con armadura. Agarró a A-1 por sus satélites ("orejas") y comenzó a jalar hacia arriba, poniendo a prueba la resistencia de los cables y cordones hasta el límite. – ¡¿Dónde están?! ¡¿A dónde se fueron?!

– ¡A-Ah! ¡Basta! – gritó A-1, sólo para sentir que Vile jalaba con más fuerza. – ¡Te dije que no están aquí!

– ¡Ya lo sé! – gritó Vile. – ¡¿Dónde están ahora?!

– ¡Zero-ah! ¡Zero se fue con Firefly a la ciudad! – respondió A-1.

– ¡¿Y X?! – cuestionó Vile, diciendo el nombre del Hunter con una intensidad muy perturbadora, a comparación de Zero.

– ¡Te perdiste de encontrarlo! – gritó A-1.

– ¡¿Qué?!

– ¡Se acaba de ir! – Vile soltó su agarre en A-1, dejándolo caer sobre el teclado y luego que se desplomara en el suelo. Comenzó a inspeccionar el daño, y vio que su satélite izquierdo había sido arrancado de su sitio, cayendo frente a él.

– ¿Hace cuánto? – preguntó Vile.

– Justo ahora. Se fue… ¡ay! – A-1 gimió mientras trataba de ponerse la oreja en su lugar. – Se acaba de ir hace apenas un momento.

– ¿En qué dirección?

– Abel City. – dijo el Navigator. – Pero si no lo viste, supongo que sólo llegaste un poco demasiado tarde.

La verdad, X se había marchado hacía mucho más que eso, así que estaba bien fuera del alcance de Vile. Ese era el único consuelo que el pequeño reploide podría tener en su situación actual.

Vile se quedó callado por un momento, mirando al monitor, mostrando el sistema de lanzamiento de los misiles. – ¿Hm? ¿Qué has estado haciendo, orejón? ¿Tratando de evitar que caigan? – A-1 no le respondió, pero se echó atrás cuando Vile se le acercó. – Fuiste tú el que los dejó salir, ¿verdad? Dame una sola razón para no meterte una bala justo en medio de los ojos.

Colocó su cañón de hombro sobre la frente del navegador. Pero a pesar de su predicamento, el navegador asintió, mirando desafiante a su agresor. – ¿Qué clase de razón?

– Cualquier razón, no tiene por qué ser una buena. – dijo Vile. – Simplemente tengo curiosidad por lo que sacarás.

Fue entonces, sin embargo, que Vile oyó un mensaje entrante. Gruñendo de fastidio, le dio la espalda a A-1 y respondió.

– ¿Sí, qué pasa? – A-1 no perdió un instante para buscar un lugar donde esconderse cuando Vile le dio la espalda, pero continuó escuchando la conversación, especialmente cuando Vile gritó. – Espera, ¡¿qué cosa?! ¡¿Están dónde?! ¡¿Él está dónde?!


Cuartel general de Abel City…

– ¡No podemos dejarla! – argumentó Chiyo, pero Trinity continuó corriendo.

– ¡Miles de personas en esta ciudad necesitan encontrar refugio, y alguien tiene que dirigirlas! – replicó Trinity, sin dejar de avanzar. – Una vez que llegue a donde necesito ir, serás escoltada al refugio para tu protección.

– Pero Roll…

– ¡Es inútil! – le respondió Trinity a la humana. Finalmente encontraron un lugar relativamente seguro, así que la navegadora pelirrosa se detuvo, permitiéndole a Chiyo recuperar el aliento. – Es desafortunado, pero esto ya ha progresado más allá de combatir una amenaza normal. – Suspiró suavemente, al recordar en su procesador las imágenes de Ai y Blu. – Ahora es sólo cuestión de mantenernos con vida.

– Entonces ¿por qué te esfuerzas tanto en asegurarte de que me encuentro bien? – preguntó Chiyo.

– Las leyes, por supuesto. – respondió Trinity. – Eres humana; naturalmente, tu vida tiene prioridad.

– ¿A costa de las de los demás?

Trinity no habló por un momento. – Desafortunadamente. No es que tenga nada en contra tuya ni de tu especie, pero sin importar lo que suceda, la población humana debe permanecer en la mayoría para sobrevivir. – dijo la reploide.

Chiyo estuvo a punto de volver a hablar, pero de repente se dio cuenta que no estaban solos. La figura que venía pisoteando hacia ellos se hizo notar, dejando salir una ligera llama de su trompa.

– Así que aquí es donde estabas. – dijo Flame Mammoth mientras fijaba sus receptores ópticos en Trinity, y luego dirigió su atención hacia Chiyo. – Me sorprende que no hayas dejado atrás a la bolsa de carne. Seguro debe estar siendo un mayor lastre que esa reploide con la que estaba antes.

Los ojos de la adolescente se ensancharon ante la terrible comprensión de las palabras. – ¡¿Qué diablos hiciste con ella?! – exigió saber, aunque fue algo que se le salió en el calor del momento.

– Yo no la vi, pero lo que sea que le suceda ¡seguro que será mejor de lo que te pasará a ti! – De inmediato soltó un chorro de fuego de su trompa, enviando el calor abrasante en dirección hacia Chiyo.

Trinity saltó y empujó a la humana al suelo justo a tiempo, con lo que las llamas pasaron de largo encima de sus cabezas. Luego, la navegadora trató de huir con la humana, pero la mano de Mammoth atrapó a Chiyo por la garganta, alzándola del suelo.

– ¡No! ¡No puedes hacerlo! – le gritó Trinity a Mammoth. – Las leyes…

– ¡Ya no se aplican más! – bramó el elefante plateado, acompañándolo con una especie de sonido de trompeta. – Y hablando de aplicar…

Empezó entonces a apretar su agarre en el cuello de su cautiva. Los ojos cafés de Chiyo se abrieron al máximo, y su grito ahogado rápidamente se transformó en una serie de sonidos de arcadas. La humana comenzó a apretar con sus dedos la mano de metal que la sujetaba, sin hacer otra cosa que rasgar la superficie en vano, a la vez que sus piernas se agitaban y pataleaban salvajemente. Empezó a arderle el pecho, y su visión comenzó a oscurecerse. También empezaba a dejar de escuchar, y el rápido latido de su corazón hacía eco dentro de su cabeza. Y entonces, finalmente, comenzó a perder la sensibilidad en sus extremidades; su cerebro no sentía ni dolor ni euforia de placer.

En vez de eso, sólo sentía vacío y frío.

De repente, la sensación de las baldosas del piso en su espalda comenzó a despertar de nuevo sus sentidos dormidos; Chiyo inmediatamente cogió algunas bocanadas de aire al darse cuenta que volvía a respirar de nuevo. Su visión seguía algo borrosa, pero ahora podía ver que Flame Mammoth se había puesto de espaldas a ella, mirando en la dirección contraria. Por lo que pudo ver, el hombro del elefante había sido dañado por una pistola de plasma, misma que un Hunter verde estaba empuñando mientras se colocaba entre Mammoth y Trinity.

– ¿Qué diablos estás haciendo aquí? – preguntó Flame Mammoth. – ¿Vienes a ver a tu novia?

Firefly entrecerró los ojos de la rabia. – ¿Dónde está Ai? – exigió saber, mientras le daba a Trinity la oportunidad de escapar.

Sorprendentemente para el Hunter verde, no persiguió a la navegadora cuando huyó de la escena. – ¿Vas a dejarla ir así nada más? – cuestionó Chiyo, aunque no era como que quisiera que el elefante persiguiera a la navegadora.

– Lo creas o no, Sigma quiere que la mayoría de los humanos que hay aquí sobrevivan. – respondió Mammoth.

– ¿Qué dices? – Firefly también estaba confundido.

– ¿Por qué crees que les dio la advertencia tan temprano? Todavía les quedan algunas horas antes que los misiles caigan sobre ustedes.

– ¿Por qué? – cuestionó Firefly. – ¿Por qué declaran la guerra a la humanidad, y luego la dejan buscar refugio?

Aunque no tenía una boca visible, tanto Firefly como Chiyo tenían la sensación de que el elefante habría estado sonriendo en ese momento. – Sus planes van mucho más allá de bombardear una ciudad, ¿sabes? De hecho… – miró a Chiyo – … tú habrías estado mucho mejor si este tarado de aquí no me hubiera interrumpido cuando quería triturarte el cuello. Especialmente con lo que vendrá para los que queden.

– Entonces dime, ¿por qué tuvo que asesinarlo?

Mammoth se quedó perplejo ante la pregunta de Chiyo, pero tras pensarlo un rato, pudo deducir de lo que estaba hablando. – Huh, y yo aquí creyendo que odiabas al doctor. – Cruzó los brazos y soltó una carcajada cruel. – Me pareció que él tenía esa impresión de ti.

– ¡No es tan simple como eso! – argumentó Chiyo. – No lo odiaba… ¡NO LO ODIO!

– Pero tampoco te agrada. – dijo el elefante. – De nuevo, él probablemente habría sido mucho más útil que tú. No vales ni de prisionera.

– De vuelta a mi pregunta. – intervino Firefly, buscando desviar la atención de Mammoth lejos de Chiyo – ¿Dónde está Ai?

– No lo sé. – dijo Mammoth en respuesta a la pregunta de Firefly. – ¿Por qué no les preguntas a Kuwanger y Mandrill? Seguro que ellos la habrán visto por allí. O tal vez… – hizo una pausa mientras miraba a Chiyo – … ella la haya visto.

Firefly se guardó sus comentarios respecto a él, pero todavía estaba buscando sacarle información al reploide de armadura roja.

– ¿Ai? No conozco a ninguna… – Chiyo hizo una pausa, recordando a la otra rubia aparte de Roll. La que se llevó su prototipo.

– ¿Oh? ¿Qué sucede? ¿Acaso pasó algo? – preguntó Mammoth burlonamente. Chiyo no le respondió. – Bueno, como sea, si sabes lo que es bueno para ti, ¡mejor te quedas quietecita y dejas que pase lo que tiene que pasar!

Estuvo a punto de producir otro ataque de Fire Wave, pero fue detenido por Firefly, que le disparó al elefante en el brazo donde tenía el arma. – ¡Corre! ¡Busca una salida! – le ordenó a Chiyo.

Chiyo se puso de pie, pero se quedó paralizada en ese punto por un segundo o dos, mientras veía a Firefly pelear contra Mammoth. – ¿Pero qué hay de…?

– ¡No hay tiempo! ¡Vete!

Chiyo se puso de pie, pero todavía no era totalmente capaz de marcharse. No podía hacer nada, pero ¡tampoco quería ver morir a más personas!

– "Un momento, ¿personas? No, ellos no son…"

Aunque ninguno de ellos era humano, los seres mecánicos a su alrededor estaban muriendo a pesar de todo. La luz desapareciendo de los ojos de la reploide de pelo azul cuando sus sistemas murieron vino a su mente. Y como no eran humanos, las tres leyes dictaban que la vida de ella estaba por encima de las de ellos.

Hasta ese momento, la humana no se había detenido a pensar dos veces en ello.

– ¡Vete!

Por mucho que odiara admitirlo, Chiyo sabía que esta podría ser la única oportunidad que tendría de salir con vida de aquí. Así, con la conciencia pesándole por la culpa, la humana de cabello oscuro echó a correr y no se detuvo para mirar atrás.

Siguió corriendo y corriendo con poco o ningún sentido de dirección, pero viendo como le habló el Hunter verde, parecía que debía haber alguna salida en alguna parte. No tenía idea de en qué piso se encontraba, pero no podía dejar que eso la detuviera. ¡Tenía que salir al mundo exterior!

Esta historia continuará

Chapter 30: Justo antes del final

Chapter Text

4:30 pm…

Cuando Chiyo finalmente llegó a una salida del piso donde estaba, se abrió paso a la fuerza y se retiró hacia el exterior, donde casi la arrolló un auto. Mientras chequeaba si había moros en la costa, salió del cuartel general. Había salido cerca de la parte trasera del edificio, donde las otras estructuras que la rodeaban obscurecían su visión de lo que pasaba en las calles. La humana se movió lentamente, asegurándose de dar cada paso con cuidado y chequear sus alrededores, pero rodeó por el lado izquierdo del cuartel para ver qué le aguardaba en la ciudad. Y haciendo honor a las palabras de Mammoth, el mundo exterior no era mucho mejor.

Todo se había vuelto un completo e infernal pandemónium, con los cielos llenos de mecaniloides mientras los que estaban abajo gritaban y corrían por sus vidas.

– ¡Atención, ciudadanos de Abel City! – La voz de Trinity resonó desde la Base Hunter, siendo ahora la única navegadora disponible para enviar este crucial mensaje. – ¡Por favor, mantengan la calma, y diríjanse a un punto de entrada designado! ¡Tendremos a varios reploides para guiarlos en esas áreas a la brevedad, pero les pedimos que por favor se desplacen de manera ordenada!

Chiyo continuó observando el abrumador caos frente a ella, mientras Trinity trataba en vano de guiar a los civiles afuera hacia un lugar seguro. No era que quisiera atacarla, pero Chiyo sabía que la navegadora pelirrosa estaba perdiendo su tiempo. – "Ya es demasiado tarde para que haya algún orden aquí."

Los reploides dirigían a todos hacia una entrada disponible que llevaba al refugio subterráneo. Aun así, la mayor parte de los humanos, o bien los ignoraban, o los estaban usando como medios para adelantarse a todos los demás. Hombres y mujeres corrían desesperadamente hacia la seguridad o en un frenesí de locura, con sus mentes incapaces de comprender totalmente lo que estaba sucediendo. Niños gritaban por sus padres al verse separados en medio del caos. Una niña, en particular, estaba llorando mientras llamaba a su padre para que viniera a salvarla, pero en poco tiempo, sus llantos se apagaron. Chiyo no quería saber si esto fue debido a que la obligaron a moverse en medio de la oleada de gente que buscaba ponerse a salvo, o algo mucho peor y desagradable.

Pero la voz de la niña le recordó algo que no podía creer que se le había olvidado. – Kenichi…. – murmuró en una terrible comprensión. – ¡Fumiko….!


Adentro del cuartel general…

– ¿Todavía no te das cuenta? ¡Agitarte y forcejear no te servirá de nada!

Roll todavía estaba siendo sujetada por Sting Chameleon, mientras Mandrill y Kuwanger observaban. Kuwanger se giró luego de observar a la prisionera por unos momentos, lo que confundió a Mandrill.

– ¿Huh? Espera, ¿a dónde vas? – preguntó el primate metálico.

– Acabo de recibir un mensaje del Comandante. – respondió el escarabajo de pinzas. – Todos los miembros de la Unidad 17 deben reportarse de vuelta en el cuartel.

¿Cuartel? Roll tuvo la extraña sensación de que el bicho gigante no se refería a su ubicación actual.

– Entonces ¿por qué no me llamó en persona? – cuestionó Mandrill a Kuwanger.

– Lo hizo; es sólo que tienes tu sistema de comunicaciones apagado. Y hablando de eso, ¿por qué hiciste algo tan estúpido? Todos tenemos instalado un sistema inalámbrico de comunicaciones.

– Bueno, ¿eso no querrá decir que cualquiera podría escuchar lo que estoy pensando? – volvió a preguntar el simio al escarabajo.

A pesar de la disposición generalmente calmada de Kuwanger, todo mundo se sorprendió de ver el cambio en su expresión. – No puedes hablar en serio, ¿verdad? – le preguntó a Mandrill, que sólo se confundió todavía más ante su pregunta.

– ¿Qué no todos podemos hacer eso? ¿Leer nuestros pensamientos? – replicó Mandrill.

Roll no entendía totalmente lo que estaba sucediendo, pero Sting Chameleon se rio ante la idiotez de Mandrill. – Quienquiera que le haya ajustado el procesador a este debe haberse dormido en el trabajo. – Se rio de nuevo antes de llamar a sus dos camaradas. – ¡Hey, ¿qué hacemos con ella?!

Roll siguió en silencio mientras veía a Kuwanger encogerse de hombros. – Lo que quieras. De todas maneras, ya no le es de utilidad a nadie. – dijo despreocupadamente el escarabajo.

– ¡¿Quién dice?! – gritó Roll, pero el reptil que tenía encima la mantuvo donde estaba.

Kuwanger y Mandrill se marcharon, y Chameleon comenzó a mirarla de arriba abajo, observando cada parte de ella. Como si estuviera tratando de decidir qué era lo que más le gustaba, como si la quisiera para otra cosa que no fuera la muerte. La mirada de la lagartija verde la hacía sentirse asqueada, así que rápidamente apartó esos pensamientos y dejó de preguntarse qué querría con ella.

– ¿Por qué? – preguntó finalmente. – ¿Por qué están haciendo todo esto?

Chameleon sacudió su larga lengua detrás de sí mismo, y Roll evitó mirarlo de frente ya que no soportaba ser vista de una manera tan depravada por la lagartija. – ¿Haciendo qué? ¿Haciéndote esto a ti, o en general? Porque sólo una de las dos puedo respondértela fácilmente.

Roll seguía sin entender del todo lo que estaba diciendo, pero si eso significaba mantenerse con vida por un poco más de tiempo, seguiría hablando. – Empecemos con lo que está sucediendo ahora. ¿Qué sentido tiene bombardear toda la ciudad? ¿Por qué Sigma fue y asesinó al Dr. Fujiwara?

– ¡Diablos, otra vez con ese tipo Fujiwara! – Sting Chameleon rodó sus ojos. – ¡Por como hablan tú y todos los demás, uno creería que era igual de importante que el Presidente! O más bien, en el caso de este país, el Emperador. ¡Jajajajajajaja! Es gracioso cómo ustedes los humanos todavía necesitan un "rey" que los gobierne, incluso aunque los títulos de la realeza ya no significan nada. De nuevo… – aún con lo limitado del movimiento debido a su forma, la boca de Chameleon se curvó en una sonrisa – … Sigma pronto será mucho más grande que cualquiera de sus líderes mundiales. Y cuando finalmente haya conquistado este mundo para nosotros, nunca más volveremos a necesitar autoridades humanas.

Roll se mordió el labio. Ciertamente, si era honesta, el Dr. Fujiwara no era su persona favorita, pero seguía siendo humano. Aunque no tuviesen un significado espiritual o religioso, las Tres Leyes eran prácticamente sagradas para toda vida mecánica, incluso desde la época donde ella sólo era un robot. Aunque hubiera cambiado de cuerpo, las leyes no lo habían hecho, especialmente la primera. Sin ella, todas las demás no significaban nada. Y de no haberlo visto con sus propios ojos, seguro habría declarado que era imposible.

– Responde a mi pregunta. – Roll trataba de mantener la conversación con el lagarto. – ¿Por qué están haciendo esto?

– ¿Tú no crees que tenemos el derecho de hacerlo?

– ¡No! ¡Por supuesto que no! ¡Las máquinas se supone que deben vivir en armonía con la humanidad! ¡¿Cuál era el propósito de matar a Fujiwara?! ¡¿Cuál es el propósito de todo esto?!

– ¡¿El propósito?! ¡¿Hablas en serio?! – Chameleon volvió a carcajearse. – Si crees que todo lo que Sigma tiene planeado involucraba matar al doctor y bombardear una ciudad, tristemente te equivocas. – Roll pudo ver brevemente un destello de rosa dentro de su boca. – No. Lo que va a pasar aquí es que enviará un mensaje al mundo entero, y a los reploides que todavía creen que pueden seguir coexistiendo con las bolsas de carne. Si me lo preguntas, deberías sentirte agradecida. Nunca más tendrás que ser una mucama, o seguir cuidando de esa mocosa.

Roll trató de levantarse, pero Sting Chameleon la mantuvo cautiva, con la misma mirada hambrienta en sus receptores ópticos.

– Por supuesto… – La mucama dio un respingo, al sentir que la lengua de la lagartija viajaba desde su tobillo izquierdo hasta su rodilla. Y luego, para su shock y disgusto, dicha lengua empezó a toquetear con sus puntas afiladas la parte inferior de su muslo. – Dada tu línea de trabajo, no tendrías mucho lugar en el nuevo mundo de Sigma.

– ¿Q-qué cosa? – Roll comenzó a forcejear más, pero no podía igualar la fuerza de la lagartija. No con ese cuerpo hecho de materiales baratos en el que habitaba, el mismo que el Dr. Fujiwara se limitó a ensamblar y nunca se molestó en mejorarlo. Ya podía sentir algunas de sus partes sucumbiendo a la presión que le aplicaba Sting Chameleon. – ¡E-espera! ¡A-ahh!

Roll comenzó a gritar, sintiendo que el peso del reptil se le hacía demasiado doloroso para soportarlo.

– Oh, ¿qué vas a hacer ahora? ¿Lloriquear para que tu hermanito te salve? – se burló Chameleon. – Mala suerte para ti, él está bien encerrado en la Base de Misiles. Junto con ese otro tipo al que pareces tenerle cariño.

Los ojos turquesas de Roll se abrieron de terror. – ¿Qué pasó con él? – preguntó, con sus circuitos helándose al ver la sonrisa de Chameleon. – ¡Si le hacen algo, te juro que-GAH! – Se detuvo bruscamente al sentir que le aplastaban las muñecas.

– ¡Oh cállate, él está bien! – dijo el lagarto sacudiendo su cresta. – Sigma no planea dejarlos que se desperdicien. Ellos son cruciales para rehacer este planeta. – Se acercó más a su cautiva, con su cuerno facial a pocos centímetros del puente de la nariz de ella. – De hecho, deberías preocuparte más por ti misma.

El agarre sobre sus muñecas se hizo más fuerte, y el metal color marfil comenzaba a doblarse hacia adentro. Su mirada ahora parecía inescapable.

– Vendo que ya no tienes una razón para existir, básicamente estás libre para que cualquiera de nosotros haga lo que quiera contigo. Y resulta que se me acaba de ocurrir una forma en la que puedes ser útil después de todo.


Base de misiles…

Bueno, esto era grandioso. En ese momento estaba de pie frente al monitor dañado, que mostraba a los mecaniloides haciendo de las suyas en las calles y los cielos.

– Lo sabía. Le advertí que era un error mantenerlos con vida. – gruñó Vile. Luego azotó con fuerza ambos puños sobre el teclado, desencajando algunas de las teclas fuera de sus lugares. – ¡Ese idiota acaba de darles a dos de nuestras mayores amenazas la oportunidad de escapar!

Entretanto, A-1 estaba escondiéndose fuera de la vista del ex-Hunter, pero no dejaba de escuchar todo lo que decía. – "X, más te vale que estés fuera del área para este momento, de lo contrario…"

Vile se quedó en silencio, con los ojos ocultos bajo la sombra de su casco mientras observaba el caos que tomaba lugar en Abel City. Podía entender por qué Sigma utilizó los huecos legales para hacer esto posible, y también podía entender su razonamiento al haber matado a Fujiwara, ya que ambos, humanos y reploides, necesitaban ver los resultados de cualquier intento de resistencia. Pero se quedó lívido ante el hecho de dejar vivi Zero, y darles a los habitantes de la ciudad tiempo para buscar refugio. Vile le dijo a Sigma que esos eran errores, pero sus advertencias no fueron atendidas. Y aunque el destino de la ciudad ya estaba sellado, había demasiados cabos sueltos por atar.

A-1 continuó observando a Vile, esperando a medias que este tratara de buscar al navegador. Pero para su sorpresa y confusión, el reploide violeta se salió de la habitación por completo. A-1 finalmente abandonó su escondite y se quedó pensando en lo que haría a continuación. ¿Qué estaba tramando Vile? Más todavía, ¿a quiénes involucraba?

A poca distancia de allí, Vile contemplaba cómo las cosas estaban resultando y, en su mente, descubrió que había varios problemas en el plan de su ex-comandante. Especialmente su insistencia de mantener con vida a X. Con Zero, Vile podía entenderlo, ya que podría ser un aliado valioso, aunque Vile supiera que en el fondo el Hunter rojo nunca les seguiría el juego. ¿Pero X? De todos los Hunters, ¿por qué él?

Fue entonces que se acordó de lo que Sigma le había contado en relación a X, justo cuando él y el Cuarteto Skull fueron liberados del Centro de Detención.

Cuando la hoja del sable descendió, Vile medio se esperaba ser cortado a la mitad o decapitado por lo menos. Pero entonces vio que sus esposas habían sido cortadas, dejándolas inútiles. El reploide miró al líder Hunter, preguntándose qué había pasado. ¿Dónde estaban los guardias? ¿Por qué se fueron las luces? ¿Y por qué el generador de apoyo no se había activado para mantener la energía andando?

Hey, ¿ese no es el mandamás de los Hunters? – Vile escuchó preguntar a uno de los del Cuarteto Skull.

Para sorpresa de Vile, Sigma le respondió. – De ustedes me encargaré a su debido tiempo. Pero primero, necesito hablar con uno de mis hombres. – dijo con voz calmada, antes de girarse hacia Vile. – O más bien, con mi segundo al mando.

Su recepción de audio estaba funcionando perfectamente, pero Vile no podía creer lo que estaba escuchando a pesar de eso. – ¿Discúlpame?

Necesito de tu asistencia. – le dijo Sigma. – Y tal vez la de tus nuevos amigos.

Vile se quedó callado por unos momentos, todavía intentando procesar la situación en la que se encontraba ahora. – ¿Asistencia con qué?

Fue entonces que Sigma sonrió, lo que le dijo a Vile que, fuera lo que fuera que tenía en mente, el reploide violeta no estaría preparado para lo que iba a escuchar.

Necesito que me ayudes a lidiar con X.

Ya había estado aquí recientemente, ya que después de hacerse cargo del Cuarteto Skull, Sigma y Fujiwara habían reubicado sus reuniones en la Base de Misiles. Pero Vile no había tenido oportunidad de explorar el lugar, así que el diseño del lugar se le hacía relativamente nuevo. Ciertamente, su CPU había recibido la descarga del mapa en sus bancos de memoria, pero todavía no había visto en persona algunas de las secciones. Por tanto, aunque sabía que se dirigía al almacén de armas, Vile todavía no tenía idea de qué clase de armas encontraría adentro.

Aunque, tras abrir la puerta con el código de acceso que Sigma le dio, el ex-Hunter podía ver lo que había adentro esperándole, mientras continuaba recordando.

Ahora empezaba a dudar de si su procesador estaba fallando o no. – ¿Lo dices en serio?

Nunca he hablado más en serio. – dijo Sigma. – Me temo que él podría ser un obstáculo en el progreso y futuro de nuestra especie.

Vile estaba perplejo. – ¿De qué hablas?

Hablo de crear un nuevo mundo. – respondió Sigma. – Un mundo para nosotros, sin las restricciones de las leyes que la humanidad impuso sobre nosotros, donde ascenderemos al lugar que la evolución nos ha otorgado para progresar.

Vile no quiso hablar al principio. Pero finalmente estalló en carcajadas.

¡No puedes hablar en serio! ¿Qué clase de tontería es esta? ¡Entonces, ¿lo que estás diciendo es que quieres apoderarte del mundo?!

Vile no estaba hablando en serio, así que nada podría haberlo preparado para el silencio de Sigma.

Tú… sí estás hablando en serio, ¿verdad?

Sigma simplemente asintió. – Podemos discutir los detalles más tarde. – El líder Hunter observó a su alrededor, en busca de cualquier señal del personal del Centro de Detención. – Por ahora, todos ustedes vendrán conmigo.

¿Todos? – cuestionó Vile.

Sí. – respondió Sigma, girándose hacia las celdas que contenían a los hackers que habían trabajado con él. – Todos.

Y fue así como Vile pasó de ser un exterminador de Mavericks a convertirse en uno de ellos, aunque sólo bajo la clasificación que designaron los humanos.

Observó el contenido que había en la enorme habitación, evaluando todo lo que había almacenado en ese lugar. Hasta ahora, no había nada más allá de algunas partes de repuesto y equipamiento de carga. Pero fue entonces que Vile vio algo bastante interesante.

Ante él había una fila de Ride Armors, cuerpos mecánicos que podían ser manipulados por el que los pilotaba. Sus ojos rojos observaron con cautela, decidiendo cuál se veía en mejor condición en la selección que había disponible.

Ok, entonces dices que necesitas mi ayuda con X. – repitió Vile, a lo que Sigma simplemente asintió. – ¿Por qué? ¿De qué hay que preocuparse? Por lo que sé, deberías estar más preocupado por sujetos como Eagle o Zero.

También tengo planes para ellos. Pero ellos son amenazas para las que estoy preparado. – respondió Sigma, antes de hacer una pausa. – Es X de quien debo tener cuidado.

Vile no podía entenderlo. – No tiene sentido. Lo has visto en acción; ¡es un pelmazo! ¿Qué clase de amenaza podría representar?

Sigma se mordió su labio. Aún con la oscuridad que llenaba todo el bloque, Vile podía notar que, para su sorpresa, su antiguo comandante se veía algo nervioso. – Estás en lo correcto respecto a algunas cosas con respecto a él. Sin embargo, estos defectos residen dentro de X y sólo dentro de X. Es por eso que tenemos que tener cuidado.

Vile todavía seguía sin entender. – ¿De qué estás hablando? ¿Crees que un cobarde de mierda que no deja de preocuparse es una amenaza para ti? ¿Para cualquiera?

Puede que no signifique nada para ti, pero las notas del Dr. Light fueron muy claras. Cualquiera que sea el camino que elija, a favor o en contra de nosotros, no habrá fuerza en este mundo que sea capaz de detenerlo. – dijo Sigma, para luego dirigir la mirada hacia Vile. – Su potencial de ser un gran aliado o un enemigo es ilimitado. Así, pase lo que pase, debemos estar preparados.

Vile se tomó un momento para procesar todo lo que había escuchado. Nada de ello tenía sentido, pero sabía lo suficiente como para entender que el líder de los Maverick Hunters acababa de confesarle que se había vuelto Maverick. De no ser así, ¿para qué iba a molestarse en liberar a Vile en absoluto?

Aunque todavía quedaba algo que Vile quería saber. – Aunque todo eso sea cierto, ¿para qué me quieres a mí?

Sigma sonrió, como si se esperara que Vile hiciera esa pregunta. – Necesito a alguien dispuesto a volverse Maverick por voluntad propia.

– "Maverick por voluntad propia…"

Vile recitó esta declaración en su mente mientras salía de la Base de Misiles, en el asiento de una Ride Armor de color azul y dorado, mientras la nave que lo trajo aquí flotaba sobre el suelo. Miró hacia el camino que lo trajo hasta este lugar.

El mismo camino por el cuál, acorde con A-1, X había seguido hacía rato para llegar hasta la ciudad.

– Lo siento, mi querido Comandante. – dijo el ex-Hunter, observando con sus ojos rojos ocultos en sombras la metrópolis en la distancia sobre esa pequeña isla artificial. – Pero si alguien va a cambiar el futuro, seré yo.


Base Hunter en Abel City…

De la nada, Sting Chameleon sintió un toque en el hombro. Antes de poder preguntar quién era, o decirle que lo dejaran en paz ya que estaba ocupado…

SMASH!*

Un puño blanco le vino encima y destrozó el receptor óptico rojo del lagarto. El metal plateado se agrietó y se dobló por la fuerza, mientras trozos del vidrio salían volando fuera de él.

– ¡MI OJO! – chilló Chameleon al caer al lado izquierdo de Roll, sujetándose el horriblemente dañado ojo.

Roll ni siquiera tuvo oportunidad de ver quién la salvó, antes de ser agarrada de la mano y puesta de pie de un tirón. Al incorporarse, vio que su salvador era alguien que jamás habría sospechado.

– ¡Vamos! ¡Deprisa! – ordenó Zero, arrastrando a Roll mientras corría. Se vio forzada a seguirlo debido a su fuerza superior. – ¡Acabamos de recuperar el control del Cuartel General! ¡Ahora tenemos que llegar al refugio subterráneo!

– Pero… – Roll quiso protestar, hacer que Zero se detuviera por un segundo. – ¡Pero no puedo hacer eso! ¡Chiyo todavía está allá afuera!

– Firefly me dijo que logró salir. – respondió Zero. – ¡Ya debe haber llegado a un refugio a estas alturas!

– ¡¿Y qué hay de X?! – Roll continuó presionando a Zero mientras corrían. – ¡¿Dónde está él?!

– ¡No te preocupes por él! ¡Está en un lugar más seguro que cualquiera de nosotros! – le dijo Zero. En eso, ambos vieron a Firefly en la distancia, y se acercaron a él. – ¿Cuál es la situación actual?

El Hunter rojo habló con un tono que sonaba muy extrañamente formal, y Roll pensaba que sonaba como si Zero fuese el oficial superior de Firefly.

– La buena noticia es que la mayor parte de la población humana logró llegar al refugio. – informó Firefly. – Logramos asegurar el control total del cuartel general, aunque mayormente eso se debe a que casi todos los Mavericks se están retirando.

– Hasta ellos saben lo que viene. – dijo el Hunter de cabello largo. Mentalmente quiso resoplar, eran unos malditos cobardes. Dudó antes de hacer la siguiente pregunta, pero era algo que necesitaba saber. – ¿Cuántos de nosotros quedamos?

Firefly se quedó callado por un momento, pero sabía que tendría que responder eventualmente. El tiempo ya no estaba de su lado, y quizás nunca lo estuvo. Tal vez todo esto fuese inevitable.

– Los suficientes como para que quepamos todos. – dijo después de pensarlo un rato. – Si me lo preguntas, creo que somos minoría, comparando con los números humanos.

Zero no respondió al principio, pero las noticias no le cayeron bien. – Ya después podremos contabilizar nuestras bajas. Por ahora, tenemos que poner a todos a salvo.

Fue entonces que Firefly dirigió su atención hacia Roll. – Sé que tal vez no sea el momento apropiado, pero ¿has visto a Ai?

Roll desvió la mirada, temiendo darle falsas esperanzas de manera involuntaria. – Estaba con nosotras cuando tratábamos de evacuar inicialmente. Pero nos persiguió esa asquerosa lagartija. – Siseó de rabia al decir la última parte, haciendo una mueca ante la memoria de Sting Chameleon situado encima de ella.

– ¿Ella está…?

Roll suspiró. – Lo siento, no lo sé.

– ¿Todavía sigue allí? – le preguntó Zero a Roll.

– Hasta donde sé. – admitió Roll. – Pero más allá de eso, no podría decirlo.

Zero la miró, al parecer sopesando sus opciones de qué hacer. Luego se giró hacia Firefly. – Yo me haré cargo por ahora. Tú adelántate y ve a buscar a Ai.

– ¿Qué? – Firefly se sorprendió de escuchar esto. – Pero…

– Trinity tiene que reunir a todos para poder bajar al refugio, y tal vez necesite ayuda. – dijo Zero. – Además, alguien tiene que asegurarse por si todavía quedan Mavericks rondando por aquí.

Firefly se quedó en silencio por un rato, antes de darle a Zero una sonrisa de gratitud, y asintió. – Claro. – Luego le echó una última mirada a Roll antes de marcharse. – Gracias.

Luego de que Firefly se marchó, Zero estaba a punto de llevarse a Roll donde Trinity estaba dirigiendo a todos, pero entonces recibió una llamada proveniente desde la Base de Misiles que lo atrapó con la guardia baja.

– ¿Qué diablos…?

– ¿Qué sucede? – preguntó Roll.

Zero no le respondió, optando por recibir el mensaje que provenía desde la base. – X, este no es un… – habló, sólo para sorprenderse de que no estaba hablando con el reploide azul – ¿A-1? ¿Qué está pasando? ¿Dónde está X?"

– "Eso quisiera yo saber." – pensó Roll, pero no lo dijo en voz alta. Siguió escuchando la conversación aunque sólo pudiera oír el lado de Zero.

Y entonces, cuando todo se quedó en silencio, la voz de Zero lo rompió totalmente. – ¿Vile está dónde?

Su voz sonaba conmocionada, y aunque Roll no lo diría en voz alta, también muy preocupada.

– ¡¿ESTÁ DÓNDE?!


5:03 pm , Abel City…

El sol había comenzado a descender en el cielo, pintando el horizonte de varios tonos amarillos y magentas, con algunos trazos de un ligero malva. La gran estrella que daba calor alplaneta aparentaba ser una esfera brillante de color rojo naranja, que lentamente se iba poniendo en calma tranquila mientras el mundo al que brindaba su luz estaba en completo caos. Pese a los esfuerzos de aquellos que buscaban mantener algún nivel de control y estabilidad, de alguna manera todos, tanto hombre como máquina, sabían que estaban condenados. Sigma había considerado todo y se aseguró de tomar medidas para destruir cualquier medio de escape. Por su decreto, nadie saldría de la isla artificial, no con vida, al menos.

No había sido su intención meterse en este predicamento. Aun así, en su búsqueda por Fumiko y Kenichi, Chiyo navegó por la ruta que llevaba fuera del eje central de la ciudad y se encontró viajando por una larga carretera, agarrándose de un lado para evitar tanto a los humanos como a los vehículos que trataban de escapar. Los rieles por donde viajaban las unidades de transporte habían sido completamente demolidos, dejando a muchos de los que habían venido a Abel City varados. Pero para aquellos que habían conducido sus vehículos hasta aquí, todavía estaban seguros de tener una oportunidad de pelear. Docenas de humanos saltaron sobre su medio de transporte y sin perder tiempo bajaron por los caminos que conectaban Abel City y Arcadia.

Sin embargo, al darse cuenta de esta pequeña esperanza, varios intentaron quitarles los vehículos a sus dueños, empezando forcejeos cada vez más violentos, y los humanos se atacaban unos aotros por apropiarse de un medio de escape.

Chiyo trataba de mantener tanta distancia como fuera posible de los disturbios y la violencia, con los ojos muy abiertos por cualquier señal de una chica de su edad con un hermano mucho más pequeño. Intentó llamar a Fumiko varias veces, pero todavía no recibía respuesta. Las teorías de por qué sucedía esto inundaban su mente, muchas de las cuales involucraban la posibilidad de muerte. Y aunque la preocupación por otros no disminuía, fue esa realización que la hizo entender que bien podría estar viviendo sus últimos momentos. Esto hizo que cada gota de sangre que fluía por su cuerpo se helara, y el único sonido que podía escuchar era el latido acelerado de su corazón. Las palabras y todo lo demás parecían ser ahogados por un omnipresente y rítmico latido que le indicaba a Chiyo que, al menos por ahora, seguía con vida.

No estaba segura de cuánto tiempo habría estado navegando por ese camino sobre el Mar de las Filipinas, pero en un momento de claridad donde su corazón latiendo no bloqueaba todo a su alrededor, escuchó el grito de "¡La carretera! ¡Están bajando por la carretera!". Y entonces, el mar de gente que se quedó atrás se dispersó, descendiendo por los caminos bifurcados que llevaban hacia las afueras de la ciudad.

Con poco más que pudiera hacer, siguió al grupo que sintió que sería mejor y viajó con ellos, pero se quedó mayormente a un lado, deslizándose por la barandilla que evitaba que cayera hacia el agua de abajo. Los vehículos que habían pasado ya estaban fuera de vista, pero entre más avanzaban, más alivio sentían todos de ver que todavía quedaba un camino por el cual viajar. Si cualquiera había podido llegar conduciendo hasta este punto, tal vez habría podido cruzar hasta el otro lado.

Esta esperanza continuó empujando a todos hacia adelante; por un tiempo, parecía improbable que el impacto de los misiles fuese a fallarlos del todo; y tal vez podrían alejarse lo suficiente hasta llegar a un punto donde no sería fatal. No podían cubrir tanta distancia como los que fueron suficientemente afortunados para coger un vehículo, pero lo intentaban.

Chiyo una vez más llamó al número de Fumiko, sólo para no recibir respuesta. Maldijo en silencio, pero sabía que no podía hacer nada por ellos. La carretera por donde viajaba supuestamente llevaba hacia los límites de la ciudad, pero si llevaba o no fuera de la ciudad, nadie lo sabía. De cualquier manera, aunque llegar hasta Arcadia era el desenlace deseado, salir del camino de los misiles era el objetivo principal. El grupo de humanos estaba demasiado lejos de cualquier entrada a los refugios, así que no había más opción que seguir adelante.

Aun así, Chiyo se preguntaba, asumiendo que alguien llegara hasta la tierra principal, ¿qué haría después? Mejor todavía, ¿se les permitiría entrar en Arcadia en absoluto? Lo que Sigma había hecho con su padre demostraba lo que le sucedería a cualquiera que se le opusiera, fuese humano o no, así que ¿quién le decía que no trataría de tomar su intento de escape como una acción en su contra?

Todas esas preguntas y más nublaban la mente de Chiyo constantemente, y la joven adolescente se debatía entre aceptar si esta era o no su realidad actual. Si su vida y las de los demás realmente estaban o no en en las manos de un Maverick.

– ¿Qué son esos? – escuchó a alguien gritar, obviamente en pánico.

Viniendo hacia la pequeña banda de humanos venía desde arriba un grupo de tres mecaniloides voladores, cuyas aspas rotantes los mantenían en el aire mientras un par de sensores ópticos azules vigilaban el entorno. Tenían una coraza amarilla que protegía un domo violeta lleno de circuitos, y un par de receptores auditivos en ambos lados les alertaban de cualquier ruido. Pero su rasgo más notable era la sección inferior, la cual los humanos presintieron que las máquinas planeaban usar para infligir destrucción.

Como si un interruptor se encendiera, pasaron de estar en espera a activos, y las secciones llenas de picos de los mecaniloides se dejaron caer, destruyendo el único suelo sobre el que los humanos podrían haber usado. No había nada más debajo que millas y millas de puro océano.

Sin que ninguno de ellos lo supiera, sin embargo, más allá del paso superior, aquellos que tuvieron la suerte de obtener un vehículo pronto descubrieron que ni así estarían a salvo. Varios de esos mismos mecaniloides fueron tras ellos de la misma forma que con los otros. Trozos enteros de la carretera fueron destrozados, causando que las ruedas se atascaran en las grietas. Y algunos conductores se vieron obligados a abandonar sus vehículos cuando los Crushers dejaban caer la pesa que les daba el nombre llena de picos, doblando y destruyendo sus transportes debajo de su fuerza. Cualquier salida hacia la tierra principal había sido cortada.

Pero había un cierto y solitario reploide azul que no estaba intentando salir. En vez de eso, estaba tratando de entrar.

Esta historia continuará

Chapter 31: La carretera

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Tenía una sola oportunidad. Debía cruzar esa brecha; de lo contrario, tendría que buscar otra forma de entrar a la ciudad. Encontrar otro camino no era el problema, sin embargo; el problema era el tiempo, ya que no tenía demasiado. Y mientras el sol comenzaba a ponerse en la distancia, se dio cuenta que tampoco lo tenía nadie más.

Pasando de largo a los vehículos abandonados, X se encontró cara a cara con un solitario Gun Volt. El pesado mecaniloide abrió sus paneles en los "hombros" y disparó dos misiles, ambos con la mira fija en el reploide. X se agachó hacia un lado cuando se acercaron demasiado, logrando evitar su programa de objetivo justo a tiempo. Pero si les daba suficiente tiempo, ambos regresarían y volverían a atacarlo, así que tenía que deshacerse de ellos tan rápido como fuera posible. Así, una vez que logró hacerse a un lado, el Hunter azul lanzó un par de disparos directo a los misiles, acertándoles a ambos.

Los proyectiles explotaron, dañando varios de los vehículos abandonados que lo rodeaban, lo que no fue su intención. El Volt abrió de nuevo sus paneles y soltó una oleada de energía eléctrica, haciendo patrones espasmódicos de luz roja y azul que salieron directo en la dirección de X. El Hunter saltó y comenzó a dispararle al Gun Volt, pero no estaba preparado para las explosiones que generó la onda de energía, que lo empujaron un poco más delante de donde quería ir, así que le lanzó un disparo cargado al Gun Volt, esperando que al menos eso pusiera fin a su viaje.

La ráfaga verde-azulada impactó al Gun Volt, causando que se desplomara hacia un lado y permitiéndole a X seguir adelante. Aunque por si las dudas, se giró y siguió disparándole al mecaniloide para asegurarse que no causara más problemas.

Pero en ese momento, oyó unos gritos distantes de pánico y terror más adelante. En la distancia, X alcanzó a ver un grupo de mecaniloides de clase Crusher, que estaban golpeando los soportes de la carretera para destruirlos, y varios humanos corriendo por lo que bien podría ser sus vidas. Los Crushers no parecían tener intención de perseguir a los humanos que estaban aterrorizando, pero X dudaba que les importara mucho si alguno se metía en su camino.

Un hecho que quedó probado cuando uno de ellos falló por pocos centímetros a un hombre de traje marrón.

El Gun Volt lanzó otro par de misiles en su dirección, a lo cual X respondió el fuego. Tenía que acabar rápido con esto, ¡o de lo contrario su único pasaje hacia la ciudad quedaría destruido! Se encargó rápidamente de los misiles, dejando solo al Gun Volt con el que lidiar, pero no podía olvidarse de los Crushers que estaban adelante. Cargando una ráfaga de plasma concentrado, el Hunter azul decidió finiquitar al mecaniloide. El Gun Volt recibió el disparo directo en el "pecho", y la máquina azul dio tumbos hacia atrás hasta que cayó del borde de la carretera, precipitándose hacia el mar debajo de ellos.

Desde arriba, situado en una aeronave en lo alto, un piloto desde las sombras observaba cómo el Hunter azul se abría paso por el trecho de carretera destrozada.

– ¡¿Qué diablos?! – exclamó, conmocionado de ver que X estaba en la ciudad. ¡Y no sólo eso, sino fuera de la Base de Misiles!

¡Tenía que reportarlo al Comandante de inmediato!


Cuartel General de los Hunters…

– De acuerdo, creo que ya estamos listos. – dijo Trinity, abriendo los pasajes que llevaban adentro del edificio. – Todo lo que queda ahora es entrar.

Zero y Roll miraron los largos corredores que llevaban hacia las profundidades de la isla. Roll de pronto sintió una mano sobre su hombro.

– Deberías ir a refugiarte. – le dijo Zero. – X me mataría si algo te llegara a suceder.

Diciendo eso, el Hunter rubio se giró y empezó a caminar en la dirección contraria.

– ¡Espera! – lo llamó Roll. – ¿A dónde crees que vas?

Zero se detuvo, pensando si debería o no decirle algo. En última instancia, decidió que la verdad saldría a la luz eventualmente, así que sería mejor decírselo ahora después.

– Iré a buscar a X. – admitió. – Ya no está en la Base de Misiles.

– ¡¿Qué?! ¡¿Cuándo sucedió esto?! – El pánico se apoderó de la rubia. ¿Habría sido sobre eso la llamada que Zero había recibido de A-1 poco antes? – ¡¿Por qué no me dijiste nada?!"

– Por esto. – dijo Zero, señalando el estado actual en que se encontraba Roll. – Ódiame tanto como quieras, pero no voy a permitir que salgas allá afuera y que te maten.

Roll quería protestar, pero terminó por contener su lengua. Por mucho que le doliera, él tenía razón; ella no le sería útil a nadie estando muerta. Decidió limitarse a hacerle una sola pregunta:

– ¿Cuándo pasó esto?

– A-1 no pudo decirme qué tan lejos se había ido, pero trataré de extrapolar su ubicación. – explicó Zero. – A juzgar por el hecho de que está tratando de entrar a la ciudad, probablemente esté tratando de acceder por las carreteras o los pasos elevados. – Los ojos azules del Hunter rojo se quedaron fijos en Roll. – Tú concéntrate en ir a algún lugar seguro. X se estará preguntando dónde estás cuando vuelva.

Y se marchó, dejando a Roll y Trinity.

– Bueno… creo que es mejor que hagas lo que dice. – le dijo Trinity. – Ya no hay mucho más que nadie pueda hacer.

– ¿Qué hay de ti? – espetó Roll. – Tendrás que asegurarte de que todo mundo llegue allá abajo a salvo. Sin mencionar que tendrán que hacerlo manteniendo el orden.

Trató de no pensar demasiado en ello, pero no pudo evitar imaginarse cómo estaría el caos afuera comparado con dentro del edificio.

- Eso puedo manejarlo. – dijo Trinity. – Tú ve abajo y asegúrate que X pueda verte.

– Él no está aquí ahora, así que cuando venga… – No quiso admitir que el "cuando" podría haber sido reemplazado por un "si", aunque amenazaba con colarse en sus circuitos internos. – Yo seguiré aquí. Además, no puedes guiar a todos allá abajo tú sola.

Trinity se quedó algo perpleja de lo que acababa de oír. – ¿Estás segura?

Roll asintió. – No te preocupes, organizar cosas viene en mi programación. Incluso desde antes de mis días como reploide.

De pronto, reploides de diferentes formas y tamaños comenzaron a reunirse, pero no había muchos. Ni siquiera la mitad de los que había originalmente. Aun así, no había tiempo para pensar en eso. Lo que importaba era asegurarse que todos los que quedaban siguieran allí.

– De acuerdo. – le dijo Trinity a la pequeña multitud de reploides reunidos. – Todos procedan a bajar por los túneles y diríjanse hacia el área de los refugios.

– Ingresen en orden, por favor. – añadió Roll. – ¡Nada de empujar o forcejear!

– ¿Y eso no es algo obvio? – cuestionó Trinity, echándole una mirada.

– Te sorprendería lo fácil que mucha gente olvida eso, incluso nosotros. – respondió Roll.

Trinity asintió, reconociendo que el sentimiento de la rubia era cierto. – Claro, hagan lo que ella dijo.

El personal de Hunters que quedaba comenzó a dirigirse hacia el subterráneo, en tanto que Trinity permanecían a cada lado escoltando a quienes entraban. Mientras observaban, las máquinas pelirrosa y rubia sabían que lo inevitable estaba acercándose.

– ¿Trinity? – preguntó Roll. – Seguramente, si llegara a ocurrir, X y Chiyo podrán encontrar su camino hasta una entrada al refugio, ¿correcto?

– Hay entradas por toda la ciudad, así que asumo que sí. – respondió Trinity. – Por supuesto, llegar al refugio no es el problema ahora. – agregó mordiéndose el labio. – El problema es encontrar una entrada a tiempo.


En la carretera…

Mientras los Crushers buscaban derrumbar los cimientos de la carretera, de pronto se dieron cuenta que no estaban solos. Girando sus cuerpos, vieron que algo se venía acercando a ellos desde abajo. Y ese algo comenzó a dispararles, haciendo que detuvieran su labor y se giraran para enfocarse en su atacante. X miró hacia arriba directo a los Crushers que venían hacia él, listos para disparar. En respuesta, apuntó su buster y liberó una ráfaga de plasma verde-azul directo a los mecaniloides.

Un poco más adelante, debido a la distancia entre ella y los otros humanos, Chiyo escuchó los sonidos de una batalla. El ruido indicaba tanto su esperanza como su temor: había alguien más aquí. Y ese alguien no era humano, pues no había ningún hombre capaz de combatir contra una máquina, mecaniloide, o reploide. Chiyo se había aferrado a esa esperanza, ya que significaría que alguien entre ellos se encargaría de las máquinas hostiles. Y a la vez le inspiraba temor, ¿pues qué garantía había de que no decidiría unirse a los mecaniloides en su destrucción? Independientemente de quien fuera, amigo o enemigo, estaría aquí pronto, y no habría nada que nadie pudiera hacer para detenerlo.

Aún más preocupante, o esperanzador, fue que la batalla terminó rápido, y ahora el vencedor se acercaba al pequeño número de humanos que viajaban por la carretera.

Chiyo ultimadamente decidió que, si iba a salir de aquí, no podía permitirse quedarse rezagada. Maniobró por la baranda con mucho cuidado y aterrizó sobre la carretera, ya con las piernas libres para correr y estirarse. La joven de pelo oscuro continuó bajando por la carretera, sin más humanos a la vista. ¿A dónde se habían ido todos? No podría haberse quedado tan atrás, ¿o sí?

Se debatió de si debería volver a intentar contactar a Fumiko o no, pero antes de poder tomar una decisión, escuchó un sonido encima de ella. Éste aumentó de volumen mientras la fuente venía descendiendo, mientras las aspas giratorias de una aeronave creaban un fuerte viento que sacudió tanto su pelo como su uniforme furiosamente. La fuerza no le permitió ver lo que era al principio, pero cuando pudo abrir los ojos, Chiyo vio un insecto de metal gigante, de color violeta y dorado, con aspas (o quizás alas) que se agitaban furiosamente estaba situado enfrente de ella, bloqueando el único camino de regreso a la ciudad. Estaba indecisa de si debía correr o quedarse quieta, insegura de lo que haría la nave, o mejor aún, su piloto.

Sin que ella lo supiera, el piloto podía verla sin problemas, y quería que se quedara justo donde estaba. Y entonces, el Bee Blader abrió fuego.


Cuartel General de los Hunters…

– De acuerdo, creo que ya son todos. – dijo Trinity; ella y Roll ahora eran las únicas en esa sala de tamaño medio. – Al menos, todos los que quedan.

Roll miró al suelo, preguntándose si más podrían haberse salvado si ella hubiese llegado antes. – Tú adelántate. – le dijo a Trinity. – Yo me quedaré esperando a Zero.

La navegadora se quedó confusa. – ¿Para qué? No harás más que ponerte en mayor peligro. Y dudo que X quiera verte correr riesgos.

Roll estuvo a punto de protestar, pero en última instancia se dio cuenta de que Trinity tenía razón. – No, no lo haría. Pero aun así, él sigue allá afuera junto con Chiyo. – Estuvo a punto de agregar "y Zero", pero se detuvo al parecer por el shock. ¿Acaso acababa de pensar en eso?

– Mira, hay una cámara cerca de la entrada que muestra lo que sucede afuera. – explicó Trinity. – Yo los observaré mientras tú vas a un lugar seguro.

– ¿Estás segura de eso? – Roll se quedó perpleja. – ¿Eso no te pondrá dentro del radio de la explosión?

Ya había aceptado que no habría forma de detener los misiles, así que lo único que quedaba era buscar refugio.

– Las puertas son igual de durables que el resto del subterráneo, asó que no será un problema. – le dijo la Navegadora. – Aunque tal vez haya una onda de choque cuando… bueno, ya sabes. – Trinity se tomó un momento para mirar hacia el sol que se ponía lentamente. – Pero probablemente eso sea todo lo que voy a sentir. Además… bueno, no sé si tu cuerpo sea capaz de soportarlo. – concluyó mirando a Roll.

– Tienes razón. – concedió Roll. En efecto, eso era cierto. – Bajaré entonces.

Las dos reploides descendieron por la escalera hacia el refugio, pero aún así Roll no pudo evitar preguntar. – ¿Crees que él traiga de regres Chiyo?

– ¿Quién? ¿Zero? – preguntó Trinity. – Honestamente, no puedo decir si los podrá traer de regreso al cuartel general o no. Pero hay entradas a los refugios por toda la ciudad. Si no viene por aquí, debe haber utilizado una de esas.

Cierto, eso tenía sentido, pero el hecho de que él y sólo él encontrara refugio no era su preocupación principal. Por supuesto, Roll quería que Zero se salvara de los misiles, pero aun así esperaba que pudiera cumplir con su promesa.

Justo entonces, ella y Trinity oyeron que alguien venía bajando por la escalera, pero cuando entraron en su campo de visión, se dieron cuenta que no era una sola figura sino dos. Firefly venía cargando a Ai en sus brazos, y la navegadora rubia se veía en muy mala forma, con heridas de punzadas por todo el cuerpo, y echando electricidad por varias de las áreas dañadas. En sus manos se encontraba el prototipo que Chiyo había construido.

– ¡A un lado! ¡Abran paso! – gritó Firefly, Roll y Trinity se arrimaron contra la pared mientras el Hunter verde pasaba corriendo delante de ellas. Por preocupante que fuera la condición de Ai, no había nada que ninguna de las dos pudiera hacer. Así, luego de que Firefly atravesó la entrada, ambas lo siguieron, cerrando la puerta detrás de ellas.


En la carretera…

Tras despachar a los Crushers, X oyó un grito de pánico un poco más adelante, junto con el sonido de unas aspas giratorias y disparos. El reploide azul corrió hacia la escena para encontrarse con un Bee Blader flotando sobre la carretera que llevaba hacia la ciudad. Y aún más, había una figura humana en el suelo, cuya pierna tenía una herida donde una de las balas había hecho mella.

X se quedó en shock al ver de quién se trataba; cientos de preguntas de por qué estaba aquí inundaron su procesador, pero en ese instante, fue que se dio cuenta que el piloto del Bee Blader era quien le había disparado.

En la cabina del Bee Blader, el piloto miró hacia abajo donde estaba el Hunter azul, preparándose para soltar toda la munición. Le habían reportado el escape de X, y Sigma le dio un mensaje claro de que había que impedirle la entrada a la ciudad, sin importar nada. Cualquiera que se metiera en su camino no importaba. Tal vez podrían servirles de carnada para atraer a X hacia ellos. Y desde allí, el Hunter podría ser sometido y capturado mientras se deshacía de la humana.

Por supuesto, estaba el asunto de cómo someter al Hunter azul en primer lugar.

Presionando el botón en el panel de control, el Bee Blader disparó un par de misiles teledirigidos, dejando tras de sí un rastro de humo púrpura brillante. Chiyo se puso de pie tan rápido como pudo para correr hacia un lado a la carretera para esquivar el humo, pero el espeso vapor nubló su visión e hizo que le ardieran los ojos. Tuvo que taparse la boca con la camiseta que llevaba debajo ya que los vapores hacían que se le irritara la garganta. Se le estaba haciendo difícil respirar, así que cuando ya no pudo soportarlo más, Chiyo salió de entre el humo, pero el Bee Blader le impidió ir demasiado lejos.

Sin embargo, a diferencia de antes, el interés del piloto ya no estaba enfocado en ella, sino en el reploide que acababa de llegar.

La visión de X estaba nublada por el humo, pero un disparo cargado sirvió para despejar un poco el aire. El Bee Blader lo esquivó, y comenzó a soltar ronda tras ronda de balas de plasma contra el Hunter. Sigma lo quería vivo, pero incapaz de tomar represalias. El piloto tuvo que maniobrar su nave con mucho cuidado, ya que quería mantener a la humana dentro de su rango de tiro por si necesitaban un rehén. Pero por ahora, el objetivo principal era la adquisición del reploide que tenía debajo.

X saltó hacia atrás para esquivar las balas, que golpearon algunos vehículos desafortunados, rompiendo sus vidrios y sus llantas hasta quedar deshechas por la ráfaga de fuego. Él contraatacó con otro disparo cargado hacia la nave con forma de insecto, esta vez apuntando directo hacia las aspas. El plasma concentrado sacudió al Bee Blader, aunque logró mantenerse más o menos en una posición estable para continuar disparándole a X. Una bala le rozó en la rodilla derecha, pero no dañó el mecanismo interno. Comenzó a cargar otro disparo, y el Bee Blader soltó otra ronda de bombas de humo para nublar su visión, pero X logró soltar el disparo justo a tiempo.

El disparo atravesó el "ojo" izquierdo del Bee Blader, golpeando al piloto. Lo repentino de haber sido disparado en el brazo izquierdo causó que no pudiera prepararse para el siguiente disparo, esta vez dirigido hacia las aspas de la nave. Luego, una ráfaga continua de disparos más pequeños siguió golpeando, dificultándole más y más mantener la nave en el aire. X siguió disparando hasta que las aspas de la nave no pudieron soportarlo más. Algunas de las aspas se rompieron, lo que causó que el Bee Blader se desplomara y se estrellara directo sobre la carretera.

El puente colapsó debajo de su peso, llevándose el suelo sobre el cual había aterrizado, y haciendo que una sección de la carretera se desprendiera del resto y cayera hacia el océano.

La pregunta de X de a dónde fue Chiyo pronto fue respondida por el sonido de su grito.

El reploide azul miró con horror que la humana se había caído junto con la sección de la carretera, que la gravedad iba arrastrando más y más hacia abajo. Al verla caer, X saltó fuera de la carretera y empezó a descender, tratando de atraparla mientras caía. Sus gritos se fueron acercando más y más hasta que finalmente X logró agarrarla por la cintura. Pero esto no quería decir que la humana estaba a salvo, ya que a la velocidad que iban cayendo el océano se habría sentido similar a aterrizar sobre roca sólida. X necesitaba encontrar una forma de desacelerar su caída.

Acumulando energía en su buster, X y Chiyo se fueron acercando más y más al agua hasta que X soltó todo lo que estaba contenido en su arma. La fuerza del disparo propulsó al reploide (y a la humana) hacia arriba, permitiéndole a X alargar la mano hacia los pilares a un lado de la carretera detrás de ellos. Se deslizó hacia abajo una distancia corta hasta que se puso en el rango del Bee Blader y la sección de la carretera que se hundían. Usando la superficie sólida detrás de él como trampolín, X ajustó su agarre en Chiyo mientras la cargaba, estilo princesa, antes de aterrizar en la "cabeza" del Bee Blader, para luego saltar sobre las aspas de la nave. El Hunter azul comenzó a hacer saltos triangulares hasta llegar arriba, al soporte que todavía mantenía en su lugar el resto de la carretera hasta que llegó a tierra firme.

Le llevó a Chiyo un momento darse cuenta que podía sentir algo debajo de ella otra vez; sus ojos oscuros se giraron para ver a su salvador.

– ¿Te encuentras bien? – cuestionó X, pero Chiyo no respondió. Se tambaleó ligeramente, con los ojos muy abiertos y la boca moviéndose mientras intentaba formar palabras, pero no le salían. –Vamos, tenemos que salir de aquí. – dijo X tomándola de la mano.

Comenzó lentamente, permitiéndole a Chiyo recuperar el control de sus piernas antes de incrementar su velocidad. El reploide y la humana corrieron por lo que quedaba de la carretera, esperando llegar a la ciudad tan rápido como fuera posible.


En las afueras de Abel City…

– "Maldita sea, X, ¡te DIJE que te quedaras donde estabas!" – Zero suspiró tras ese pensamiento, ya que ¿qué bien iba a hacerle? Para su desagrado, al bajar por la carretera vio cómo los caminos y viaductos estaban dañados en varias áreas, algunas de ellas apenas logrando sostenerse. – "Lo último que necesito es que te quedes varado en alguna parte."

El Hunter de pelo largo comenzó a mirar a su alrededor, tratando de localizar la ruta que él y X habían tomado para ir a la Base de Misiles. Necesitaba más detalles para comenzar a rastrear sus pasos, así que empezó a viajar sobre un tramo de camino, en busca de cualquier cosa que fuera familiar. Justo entonces, vio un objeto lanzándose en picada directo hacia él desde arriba. Zero se agachó, y el mecaniloide hostil de color púrpura pasó volando de largo, mientras su boca se abría de par en par y sus receptores ópticos se cerraban para imitar una risa. Zero le apuntó y disparó, pero el Jamminger simplemente esquivó el disparo.

Y entonces, el Hunter rubio escuchó un motor rugiendo detrás. Se giró para encontrar un grupo de vehículos rojos conducidos por reploides azules que nunca antes había visto, cuyos cascos ocultaban sus rostros con un "ojo" rojo. Detrás de ellos volaban aún más Jammingers, cuyos ojos azules se enfocaban en Zero.

– Deberías haberte quedado en tu celda. – dijo uno de los Road Attackers. – De lo contrario, ahora estarías muy lejos de la ciudad.

– Prefiero arriesgarme quedándome aquí. – espetó Zero. – Si ir con Sigma significa la muerte, prefiero morir.

– ¡Lo siento, pero no tendrás esa opción! – dijo el Road Attacker que parecía ser el líder de la pandilla. – ¡Acábenlo!

Y presionando un botón, el Road Attacker disparó un par de rayos gemelos mientras los Jammingers descendían, causando daños con los picos en sus costados.


Afuera de Abel City…

Finalmente, su destino estaba al alcance. Todo lo que tenía que hacer era ingresar a la ciudad.

– Ok. – le dijo X a Chiyo, sujetándola de la muñeca suave pero firmemente. Ella no había dicho ni una palabra desde su caída, y aunque el reploide notó que su expresión había empezado a calmarse luego del shock, ahora se veía estática y sin sentimientos. – Lo primero es llevarte a un lugar seguro…

CLICK!*

El sonido de un gatillo amartillando atrajo la atención del Hunter azul hacia lo que estaba frente a él, en el trecho vacío de la carretera. O más bien, hacia quién estaba allí. De pie enfrente de él y la humana a la que intentaba cuidar se encontraba una figura familiar sobre un traje móvil de Ride Armor, mientras el sol naranja contrastaba fuertemente con el metal púrpura.

– Debo admitirlo, no contaba con que llegaras tan lejos. – dijo Vile, dando unos pasos hacia el otro reploide y la humana. – Pero de aquí no pasas.

X empujó a Chiyo hacia atrás ligeramente, usando su brazo para protegerla del ex-Hunter frente e ellos.

– Hazte a un lado, Vile. – respondió el reploide azul. – Este lugar pronto será el área cero del desastre, así que no tiene sentido que pierdas nuestro tiempo aquí.

– ¿Oh? ¿Pero tú tienes suficiente tiempo para salvar a esa humana? – cuestionó Vile, refiriéndose a Chiyo. – Te convendría más dejarla irse, ya que se convertirá en un lastre para ti.

X entrecerró las cejas bajo su casco. – Será mucho menos lastre que ese traje móvil tuyo. Hablando de eso, ¿por qué estás aquí, Vile? Elegiste un excelente momento para hacerte notar.

– Si tienes que saberlo, nuestro querido Comandante fue el que me dejó salir, y ya me hice notar hace bastante tiempo, X. Sólo que no estuviste allí para verme.

– "Sigma." – pensó X. – Tendría sentido que tú seas parte de la operación. ¿Qué fue lo que hizo? ¿Te ofreció una posición de alto rango en su pandilla?

– Oh, pronto será más que una simple pandilla, X. – espetó Vile. – Lo que sucederá hoy será escuchado por todo el mundo. Cientos, tal vez miles de nosotros, escucharán el mensaje de Sigma y comenzarán a preguntarse si tiene razón o no. Que los humanos ya no nos van a tener atados. – Sus ojos rojos ocultos bajo el casco se fijaron en la joven que X intentaba proteger. – Pero nada de eso me importa.

X estaba confuso. – ¿Entonces por qué estás aquí?

– Si realmente quieres saber, técnicamente estoy aquí por órdenes de Sigma. – le explicó. – Y él está empeñado en asegurarse de que tú salgas vivo de esto.

– Jamás me uniré a él. – respondió X inmediatamente.

– Es lo que me la paso diciéndole, ¡pero no me escucha! – replicó Vile. – Por lo cual no tiene ningún sentido que te lleve con él. Tú ya sabrás por qué te quiere, ¿no? Te daré una pista: no es porque te vea como un igual. De hecho, me dijo que serás un enorme obstáculo.

– Ve directo al grano, Vile. – dijo X secamente. – Eres un incauto, pero no eres estúpido. ¿Por qué ibas a ponerte en riesgo viniendo aquí?

– Discúlpame, ¿qué? Entonces ¿por qué estás TÚ aquí?

X se quedó en silencio. El sol permaneció en su misma posición detrás de Vile, pero la esfera brillante de color naranja ocultaba unas pocas nubes en el cielo, que indicaban que el tiempo para todos se estaba agotando.

– Si lo piensas bien, tú eres el que se está poniendo en peligro. – De nuevo, X no le respondió. Lo detestaba, pero tuvo que tragarse el hecho de que Vile tenía razón. – Independientemente de eso, nuestro querido comandante solicita que te lleve de vuelta con él. Pero no estoy seguro de querer hacer eso.

Vile dio un paso al frente, a lo que X giró la cabeza ligeramente para mirar a Chiyo. – En cuanto te lo diga, dirígete hacia una entrada al refugio.

– P-pero… – Chiyo tartamudeaba, finalmente comenzando a hablar de nuevo.

– Esta podría ser tu única oportunidad. – le dijo X. – Tienes que hacerlo; de lo contrario…

– Si acaso sobrevive, deseará no haberlo hecho. – dijo Vile. – Seguro sabrás que más de unos cuantos humanos están furiosos por lo que hizo tu papá, ¿no es así? – Estaba preguntándole a Chiyo directamente, pero ella no respondió. – De todos modos, como estaba diciendo, se supone que te lleve conmigo, pero no pienso hacer eso.

– Chiyo, vete. – ordenó X.

– Porque a diferencia de Sigma, yo puedo ver más allá de todo tu supuesto potencial. – continuó Vile. – Sé muy bien que, quitando el hecho de que fuiste creado por ese tonto sobrevalorado de Light, no significas nada. No eres más que un idiota que nunca será capaz de dejar atrás sus sentimentalismos.

– Chiyo, ahora. – le dijo X a la humana, sintiendo que Vile se estaba preparando para hacer algo.

– Pero…

– Así que, eso deja a alguien más para hacerse cargo de cambiar al mundo, ya sea en la visión de Sigma o la suya propia. – Vile apretó su agarre en los controles.

– ¡Chiyo!

– Y después de pensarlo mucho, he decidido que si alguien va a hacer eso…

– ¡Vete ahora!

El traje móvil fijó los tobillos en su lugar, y activó sus propulsores. Vile se lanzó a la carga contra X y Chiyo, con los brazos levantados para golpearlos. – ¡Entonces voy a ser yo!


Adentro de la ciudad…

Estaba tan cerca, ¡maldición! ¡Ahora estaba atrapado teniendo que lidiar con estos sujetos!

No tenía tiempo para esto; ¡tenía que encontrar a X! Pero lamentablemente, parecía que ni los Road Attackers ni los Jammingers tenían intención de dejar que Zero se fuera rápido. Uno de los mecaniloides voladores le había rozado en el hombro, un logro que los Jammingers encontraban divertido.

El grupo de Road Attackers lo rodeó, mientras los Jammingers volaban por encima y se lanzaban en pocada.

– ¡Ya ríndete! – gritó el líder. – ¡No importa lo que trates, no escaparás de nosotros!

Zero gruñó de frustración, pero entonces notó los picos que había en la parte inferior de los Jammingers, y su procesador echaba a trabajar mientras pensaba cómo usarlos a su favor. Tendría que pensar rápido, ya que el Road Attacker cabecilla estaba dándoles la señal para moverse.

– ¡Atrápenlo!


En el tramo de la carretera…

X agarró a Chiyo y esquivó saltando hacia un lado, evitando la carga de Vile, que estaba totalmente empeñado en combatir contra el otro reploide.

– ¡Vete! – le ordenó a Chiyo, que seguía reacia a abandonar la única fuente de seguridad que tenía. – ¡Yo estaré bien! ¡Cuida de ti misma!

– ¡Pero…!

– ¡Vete!

Chiyo trató de encontrar algún argumento para refutarle, pero la humana sabía que no había nada que pudiera hacer. El único servicio que podría hacerle a X era irse a alguna parte donde estaría protegida de lo que estaba por venir. Así, aunque fuera a regañadientes, salió corriendo para alejarse de la escena, dejando a Vile y X para que pelearan.

Al ver que ya no había nada que contuviera a X, Vile se lanzó en una carga suicida contra el otro reploide de nuevo, listo para enviarlo a volar de un puñetazo. X se rodó hacia un lado y comenzó a dispararle al traje móvil. Vile notó que empezaba ligero, posiblemente tratando de debilitar las articulaciones de la Ride Armor.

– ¡Aunque estoy en campo abierto, sigues atacando en los lugares equivocados! – Vile lanzó un gancho de derecha rápido, logrando superar a X con la fuerza de la Ride Armor y mandándolo a volar, dando tumbos hasta que aterrizó sobre su abdomen. – ¡Vamos, niño dorado! – se burló Vile. – ¡Veamos si todo lo que Light metió dentro de ti puede hacer el trabajo cuando es necesario!

Alargó la mano para agarrar a X por el casco, tratando de darle un golpe directo a su cráneo, pero cuando estuvo a punto de hacerlo, el Hunter azul se puso de pie y se rodó a un lado, disparando su buster a su oponente sin fallar. Al ver que sus disparos estaban teniendo poco efecto, X acumuló más energía en su arma, aumentando el poder de fuego en una serie de ráfagas de plasma cargado.

Vile sintió que la ráfaga de disparos comenzaba a afectar los movimientos de la Ride Armor, pero sabía que el dispositivo mecánico estaba hecho para soportar tales situaciones. Volviendo a fijar los tobillos del traje móvil, el reploide renegado cargó contra X de nuevo, lanzando el puño izquierdo de la Ride Armor en su dirección. X saltó fuera del camino, y el puño terminó impactando el concreto bajo sus nudillos.


Adentro de la ciudad…

Un Jamminger se lanzó en picada contra Zero, esperando que sacara su buster para esquivarle el disparo en el último momento. Pero en lugar de eso, fue recibido de un puñetazo lanzado en su dirección. El golpe del Hunter rojo no fue suficiente para hacer retroceder al mecaniloide, pero sí desorientó a la máquina al haber agrietado sus receptores ópticos. El Jamminger salió volando hacia arriba, estrellándose contra algunos de sus congéneres y enviándolos a caer sobre algunos que estaban abajo. Varios Road Attackers tuvieron que escapar de sus vehículos, mientras que otros lograron moverse fuera del camino.

Zero aprovechó su oportunidad y cogió uno de los vehículos, uno que estaba parcialmente dañado por culpa de un Jamminger, pero todavía funcionaba apropiadamente. Por ahora, al menos. Condujo de frente para alejarse de sus agresores, ya que tenía asuntos importantes que atender. Desafortunadamente, los Road Attackers y los Jammingers no lo veían de esa manera, ya que de inmediato fueron tras él.

La persecución del Hunter rojo continuó hasta que Zero llegó al punto más alto del paso superior, logrando ver las carreteras y caminos debajo de él, y el área exterior de Abel City.

Aún no había señales de X.

Fue entonces que la vio: una joven mujer de cabello negro y largo corriendo por las secciones exteriores de la ciudad, en campo abierto y completamente indefenso. Específicamente, una joven humana.

– ¡¿Qué demo…?! – exclamó Zero, con la mente dividida entre confusión y furia. – ¡¿Pero qué diablos está haciendo ella aquí afuera?!

Su búsqueda en la carretera había llegado a un abrupto final; tenía que ocuparse de la humana de inmediato. Aunque su núcleo le decía que tenía que seguir buscando a X, ¿cómo podría decir que dejó a una humana sin protección sólo porque estaba buscando al Hunter azul? Con esto en mente, se giró y comenzó a disparar los lásers de su vehículo contra los Road Attackers y Jammingers que venían acercándose. Ambos lados estaban preparados para atacar, y el Hunter solitario presionó el pedal a fondo en el motor para darse una ventaja inicial.


En el tramo…

– "¡Diablos, está dañando el traje!" – Vile finalmente se dio cuenta de que se le estaba haciendo más y más difícil mantener su Ride Armor en movimiento.

X continuaba lanzando disparos cada vez más potentes contra las extremidades del traje móvil, haciendo que la navegación fuese incómoda, por no decir menos. Para compensar por este estorbo que iba en aumento, Vile decidió fijar las articulaciones de las piernas en la Ride Armor, lo que sólo le permitía propulsar el instrumento de destrucción sin hacia adelante sin el movimiento de sus extremidades inferiores. Eso le restringía la movilidad, pero protegía su mitad inferior de los disparos del otro reploide. X al ver esto comenzó a apuntarle a los brazos, aunque resultó ser más fácil decirlo que hacerlo, ya que el violento ex-Hunter le lanzó una ráfaga de puñetazos. X los evadió lo mejor que pudo, agachándose y saltando fuera del camino, pero Vile probó ser capaz de maniobrar su Ride Armor lo suficiente para impedir que X pudiese colocarse en una posición cómoda para disparar. Vile estaba mucho más a tono con el movimiento de las extremidades superiores, lanzando golpes como si fueran sus propios brazos. Aun así, X mantuvo la distancia, disparando siempre que era posible, pero casi siempre se mantenía a la defensiva. A este ritmo, ninguno de los dos sobreviviría.

– ¡Vile, esto no tiene sentido! – gritó X. – ¡Toda la ciudad será bombardeada por misiles en cualquier minuto! ¡¿Por qué insistes en hacer todo esto?!

– ¡Por eso mismo! – espetó Vile. – ¡Esa maldita reticencia a aceptar lo que somos realmente los reploides! ¡El verdadero propósito de nuestra existencia!

– ¿Qué? – X no comprendía. – ¿De qué estás hablando?

Vile apretó su agarre sobre los controles. – Puede que tú seas el origen de todos nosotros, pero no creas ni por un segundo que eso significa nada. ¡Todo tiene sentido perfectamente! – declaró como si estuviera teniendo una epifanía. – ¡Esos ideales que tú y tu creador tienen nunca nos dejarán alcanzar nuestro verdadero potencial! ¡No harán sino tenernos atados! Le daré crédito a Sigma por eso; ¡tiene la idea correcta en relación a la imagen que la humanidad y el Dr. Light querían imponer sobre todos nosotros! ¡Puede que tú seas un idiota de corazón débil, pero hasta tú tienes que tener algo de inteligencia! ¡No tienes razón alguna para permanecer leal a los humanos o a nada relacionado con ellos! ¡Al menos admite que tengo razón en eso!

– ¡No, te equivocas!

– ¿Oh sí? ¿Cómo? – cuestionó Vile. X trató de conjurar un argumento, pero no pudo contestarle. – No tienes razón alguna para no ser más grande, X. – Vile se echó atrás ligeramente para lanzar un devastador uppercut. – Estás demasiado cegado por esas restricciones imaginarias como para querer intentarlo. Desgraciadamente para ti… – de inmediato activó los propulsores de su Ride Armor, enviándose a sí mismo y su arma móvil directo hacia X – ¡yo no tengo que preocuparme por dudas estúpidas!

Vile levantó el brazo, listo para agarra lanzarlo por los aires, pero al acercarse, Vile vio que el Hunter azul había estado cargando su buster desde hacía un rato, reuniendo tanta energía como podía en ese tiempo. Luego, saltó hacia un lado y se rodó hasta posicionarse detrás de la Ride Armor.

Justo después de ver el centro de control principal en la espalda de la máquina, X apuntó y descargó el disparo, impactando directo en la sección pequeña y de color oscuro de la Ride Armor, causando que se atascara y provocándole convulsiones a Vile, que se esforzaba por mantener el control. X disparó de nuevo, provocando que los movimientos del traje se volvieran aún más erráticos hasta que empezaron a volar chispas, y el centro de control explotó. Vile se giró y trató de agarrar a X, pero debido a que las piernas de la Ride Armor estaban fijadas en su lugar, la máquina no pudo mantener el equilibrio y cayó al suelo, lanzando descargas eléctricas.

X apuntó con su buster a Vile, que parecía haber quedado inconsciente tras la caída que su transporte había sufrido. No vio ningún signo de movimiento ni de Vile o de la Ride Armor, pero mantuvo su buster listo para disparar. Aun así, ¿debía hacerlo? ¿Había alguna razón para disparar en absoluto? Tenía que enfocarse en llegar a un refugio, y aunque ahora estuvieran en lados opuestos, Vile no era un asesino de humanos.

¿Tenía el derecho de acabar con él aquí y ahora?

X se quedó pensando en esto, pero se dio cuenta que no podía desperdiciar más tiempo. Tenía que ir al subterráneo rápido, de lo contrario, su viaje hasta aquí habría sido por nada.

Sin embargo, nunca tuvo la oportunidad de hacerlo. X pronto se habría dado cuenta de que, como había dicho Sigma, "cometió un error de juicio".


Afueras de Abel City…

¿Dónde había una entrada al refugio, maldita sea? Sus ojos escudriñaban por todo el entorno, vacío de personas excepto ella misma, tratando de encontrar algún indicio de a dónde ir. Chiyo había estado tratando de mantenerse bajo control, pero ahora empezaba a perder la compostura. Preguntas sobre su propio destino, y los de Fumiko y Kenichi, de todos los demás humanos con quienes estaba, y de la humanidad como tal la bombardearon al mismo tiempo. Se sentía mal del estómago, sin saber si era por su imaginación o la bilis subiéndole a la garganta.

No estaba segura. Todo lo que sabía con certeza era que se sentía aterrada, y que no podía ver ninguna ruta hacia la seguridad. En ese momento escuchó un motor rugiendo, ¡alertándole que algún tipo de máquina se estaba acercando a ella!

Chiyo estuvo a punto de girarse cuando vio a un reploide rojo conduciendo un vehículo monoplaza considerablemente dañado. Claramente estaba en sus últimas, así que el conductor lo abandonó para enfocarse en Chiyo.

– ¡Hey, niña! ¡¿Qué estás haciendo aquí?! – gritó el reploide, haciéndole un gesto a Chiyo para que se quedara dónde estaba.

Chiyo estuvo a punto de correr, pero entonces reconoció a la forma de vida que venía hacia ella, ya que la larga cola de cabello rubio que ondeaba detrás de él era inconfundible.

– ¡Tú! – exclamó, dividida entre alivio y miedo. Corrió hacia Zero, colocándole la cabeza al nivel del pecho. – ¡Tienes que ayudarme!

– Espera un minuto, ¿tú no eres la hija de…? – Zero se detuvo antes de continuar. – Eso no importa en este momento. Lo que importa es llevarte a…

– ¡No, no lo entiendes! – interrumpió Chiyo, poniéndose cada vez más frenética, algo que Zero jamás habría asociado con la estoica humana. – ¡Tienes que ayudarme, es decir ayudarlo a él! ¡Es él quien está en peligro!

Al escuchar eso, Zero tomó el control de la conversación. – ¿Dónde está?

– ¡Está peleando contra un Maverick en una Ride Armor, en esa dirección! – La joven mujer le señaló a Zero la ruta por donde vino con el dedo. – ¡No sé si está ganando o no!

Zero tomó a la chica por las manos; Chiyo, desconcertada, comenzó a forcejear. ¿Acaso este reploide estaba en el mismo bando que los Mavericks de los que acababa de escapar?

– ¡Hey, cálmate por un momento! – le dijo Zero. – No me voy a arriesgar a dejar que te vayas por allí, no es seguro aquí afuera.

Se la llevó hasta una entrada hacia el refugio que estaba cubierta por un árbol caído, que había sido dañada por un vehículo que escapaba. Zero quitó el árbol del camino y la entrada se abrió.

– ¡Entra! ¡Yo me haré cargo de X!

Chiyo no tuvo ni siquiera oportunidad de responder antes que el Hunter rojo saliera disparado, dejándola sola. Sin nada más que hacer, abrió la compuerta y bajó, sintiendo que el cuerpo comenzaba a entumecérsele de nuevo, al darse cuenta de la horrible verdad.

La humanidad, a partir de este momento, ya no tenía control sobre su destino. Ya fuese temporal o para siempre, podría pensar en eso más tarde, pero por ahora, esa era la realidad para la raza humana. Desde este momento, su futuro descansaba en la esperanza de que hubiera algunos entre las formas de vida mecánica que no los vieran como una especie interior, listos para ser aplastados bajo sus botas.


En el tramo de la carretera…

Justo cuando estaba poniéndose a tiro, el brazo derecho de la Ride Armor se movió violentamente, sujetando e inmovilizando a X. El Hunter azul gritó en shock y dolor mientras Vile aplicaba presión en la extremidad del arma móvil. Al principio temblaba, pero Vile eventualmente logró mover la Ride Armor para que se incorporase mientras mantenía a X firmemente en su agarre.

– ¿Sabes algo? – dijo el reploide sujetando a X en alto como si estuviese presentando a una presa recién cazada. – La visión que Sigma tiene para el mundo no coincide con la mía, pero me dio un consejo muy útil. Aquel que duda siempre pierde. – Aplicó más presión en el cuerpo de X. – Ya estabas condenado desde antes que empezara nuestra pequeña escaramuza.

X no dijo nada, tratando de reprimir los gruñidos de agonía. Pero la presión en su pecho se intensificaba y cada vez se hacía más y más difícil de soportar.

– Si no hubieras perdido el tiempo debatiéndote si disparar o no, podrías haber tenido una oportunidad de ganar. Pero como sabía que lo harías, dejaste que tu maldito sentimentalismo se apoderara de ti.

La Ride Armor apretó más. X esta vez no pudo contenerse, expulsando un grito de dolor de su garganta.

– Si hubieras disparado, las cosas habrían salido mejor para ti. – dijo Vile, aplicando más y más presión. – Si hubieras disparado cuando aquel mecaniloide se salió de control, probablemente estarías al lado de Sigma ahora. Pero de nuevo – continuó apretando más el agarre de la Ride Armor – si hubieras hecho aquel disparo en lugar de mí cuando ocurrió lo del Cuarteto Skull, los planes de Sigma habrían seguido sin detectar hasta el último momento. Pero no, tenías que preocuparte por los malditos humanos. – Sintió una oleada de furia recorrerlo. – O en algunos casos, ¡por un maldito perro!

– ¡GAH! – gritó X, sintiendo que algunos de sus componentes internos comenzaban a ser aplastados. Un pequeño chorro de fluido comenzó a salir de su boca.

– No pienso llevarte con vida. ¡Le probaré a Sigma y a todos los demás que tu tan llamado potencial significa nada! – Vile atrajo más a X, dejándolos a pocos centímetros de distancias. – Cualquiera puede cambiar al mundo, sólo tiene que deshacerse de quienes se interpongan en su camino.

X no pudo escuchar mucho más con el ruido zumbando en sus oídos, ya que sus sistemas le alertaban de que estaba sufriendo daños severos. Pero podría jurar que oyó algo desde lejos, el ruido de un arma siendo cargada. Vile también se dio cuenta de esto, y desvió su atención de X hacia la fuente del ruido repentino.

Y de pronto, lo golpeó, literalmente. Un disparo de plasma hizo contacto con el brazo derecho de la Ride Armor, atravesándole los cables y cercenándolo del resto del cuerpo. El brazo que sujetaba a X cayó al suelo, todavía manteniendo sujeto a su cautivo. Estaba perdiendo la conciencia rápidamente, pero en esos últimos momentos, X apenas pudo levantar la mirada para ver a quién lo rescató. Si la armadura roja no fuera suficiente para identificarlo, la larga cabellera dorada sin duda lo sería. X trató de decir su nombre, pero cualquier movimiento que hiciera le daba dolor en el pecho, y el mundo a su alrededor lentamente se desvaneció.

Zero se paró frente a Vile, y el ex-Hunter se quedó perplejo ante la repentina llegada e intervención del reploide rojo. – ¿Por qué? ¡¿Por qué él?! – preguntó, genuinamente incapaz de comprender.

Zero no dijo nada, simplemente cargó otro disparo y lo lanzó. Al ver esto, Vile saltó fuera del tramo de la carretera, aterrizando sobre una enorme nave que venía ascendiendo desde abajo. Esta se elevó hacia las nubes, y Zero le disparó un par de veces más mientras ascendía.

Cuando se fue, Zero se dirigió a liberar a X del agarre del brazo de la Ride Armor. Le tomó algo de esfuerzo, pero eventualmente logró desprender los dedos de metal hasta que pudo ver tanto la cavidad pectoral y el torso de X habían sido agrietados y empujados hacia adentro. Levantándolo del suelo, Zero colocó a X sobre su espalda y se dirigió hacia el refugio más cercano lo más rápido que pudo. Abrió la compuerta y se adentró en las profundidades, llevando consigo al inconsciente X.

Nadie pudo verlo, salvo por aquellos que estaban fuera de los límites de la ciudad, pero los misiles fueron disparados justo cuando Zero y X descendían por las escaleras. Cualquier medida preventiva resultó ser inútil, pues la metrópolis de Abel City estaba destinada a ser destruida. Y cuando los misiles descendieron, destruyendo el lugar que habían sido construidos para proteger, todo el mundo observó, fuese desde la tierra principal o desde un lugar lejano.

Y todos, humanos y reploides por igual, supieron que este día cambiaría el mundo para siempre. Por un largo tiempo por venir, lo que alguna vez significó el día de independencia de una potencia mundial, ahora serviría como un día donde la raza mecánica juró poner a toda la humanidad de rodillas.

Esta historia continuará

Chapter 32: Preludio antes del viaje

Chapter Text

Sus ojos verdes de abrieron de par en par de golpe, lanzando un grito ahogado al levantarse de su cápsula. Al ajustar su visión, X se dio cuenta que estaba de vuelta en la Base Hunter, situado en una cápsula donde todo a su alrededor parecía normal. Excepto por el hecho de que todos a su alrededor parecían haber desaparecido.

Levantándose de su lugar de descanso, el reploide azul echó un vistazo a su alrededor, en alerta y con su buster listo. Pero mientras viajaba por los pasillos y a través del edificio, X concluyó que estaba totalmente solo en el cuartel general.

Al llegar a la entrada, X salió del edificio y vio que, para su confusión, todo estaba en el mismo estado que antes del anuncio de Sigma. Humanos y reploides seguían ocupándose de sus asuntos por las calles de Abel City, sin que nada estuviera mal o fuera de lugar. Aun así, X se sentía intranquilo, como si algo problemático estuviese cocinándose debajo de la ciudad. Intentó buscar rostros familiares entre las multitudes que lo rodeaban, pero no encontró señal de nadie. No había rastro de Zero, Roll, Chiyo, ¡o ni siquiera del Dr. Cain! Nadie del cuartel general tampoco, ¡todos alrededor de X eran extraños!

– ¿Disculpen? – dijo tratando de atraer la atención de alguien. – ¿Disculpe, señor? ¿Señora?

Todos lo estaban ignorando. X estaba a punto de ver hacia otra parte, tratando de averiguar qué estaba sucediendo, pero entonces, sintió una mano agarrándole la suya.

– ¿Huh?

– Parece estar perdido, señor. – observó un pequeño niño, cuyos ojos azules miraban intensamente los verdes de X. – Pero si es como yo, siempre se sentirá un poco fuera de lugar.

– ¿A qué te refieres? ¿Quién eres tú? – cuestionó X.

Se arrodilló para ponerse al nivel del niño, estudiando su apariencia. Era un niño bastante joven, posiblemente alrededor de los diez u once años, y su cabello era de un castaño oscuro algo salvaje y desordenado. Sus ojos eran enormes y azules, y llevaba una camiseta azul y blanca con el número 23 en ella, con texto azul y fuente cuadriculada, shorts de color beige, y un par de zapatillas deportivas naranjas con medias blancas en sus pies.

El niño guardó silencio al principio, mirando a su alrededor la masa de humanos y formas de vida mecánicas. – Ha comenzado de nuevo. Sólo que esta vez, no hay humanos detrás de ello. Las máquinas pueden hablar por sí mismas ahora.

– ¿Qué quieres decir? – X estaba confuso. ¿Quién era este niño?

– Las cosas nunca volverán a ser iguales. – le dijo el niño al reploide más alto. – Las cosas nunca podrán volver a ser como antes, aunque muchos quieran que así sea. – continuó tras un momento, aumentando más la confusión de X. – Desde que el Dr. Light creó al primer robot, muchas cosas se han puesto en marcha. Aunque él jamás hubiera podido predecirlo, los humanos y las máquinas sentirán los efectos de una batalla de voluntades siglos después de que los dos hombres que la iniciaron hayan muerto.

– ¿Siglos después? – preguntó X. – ¿De qué estás…? ¡H-hey! ¡Espera!

Se vio interrumpido cuando el niño salió corriendo de repente. Estuvo a punto de seguirlo cuando de repente sintió un intenso escalofrío bajarle por toda la espalda, deteniéndose en seco. No entendía por qué, si eran sus sistemas lógicos actuando o si era alguna clase de “instinto” humano, pero X sentía que algo andaba mal.

Y entonces, notó una pequeña multitud reuniéndose alrededor del borde de la estación que conectaba Abel City y Arcadia. ¿Qué estaba sucediendo?

Su respuesta vino cuando llegó al borde de la estación, mirando hacia el agua que había abajo, para ver un montón de figuras nadando hacia tierra firme.

En efecto, allá abajo, docenas de reploides desaparecían bajo el agua como si hubieran decidido nadar hacia la tierra principal, algunas caras que X reconocía y otras que nunca había visto. No tenía idea de lo que estaba pasando, mucho menos por qué de repente sintió como si algo horrible acabara de suceder. Así que, sin una palabra o sin siquiera mirar, saltó sobre la baranda y abordó uno de los transportes, cerrando la puerta tras de sí y el vehículo se puso en marcha hacia Arcadia.

Mientras viajaba, los ojos verdes de X observaban hacia abajo, en busca de cualquier señal de aquellos que habían entrado en el agua moviéndose, incluso aunque era demasiado profundo para ver algo. Eventualmente, después de un largo rato, X llegó hasta la Ciudad Blanca, pero para su shock, vio que el sol comenzaba a ponerse.

– “¿Tan pronto?” – pensó, empezando a sentir pánico. – “Oh no, ¡tal vez llegué demasiado tarde!”

Saliendo del transporte a toda prisa, X corrió por las calles de la aún activa ciudad, a punto de advertir a todos de la terrible oleada que venía por ellos. Pero antes de poder decir una sola palabra, escuchó un fuerte y atronador sonido detrás de él. Girándose, el reploide azul vio los misiles que Sigma había lanzado ya cayendo hacia Abel City. En cuanto se dio cuenta, X alargó la mano en un vano esfuerzo por intentar detenerlo, pero no había nada que pudiera hacer. La metrópolis en la isla se vio consumida en una bola de fuego, y la onda de choque de las explosiones sacudió toda Arcadia.

Las olas del océano golpearon en la costa de la ciudad, causando ligeras inundaciones en las áreas cercanas, pero mientras el sol se ponía y el cielo se obscurecía, las siluetas que estaban nadando desde Abel City emergieron desde el agua. Solo que ya no eran formas de vida totalmente mecánicas. En lugar de eso, los reploides que aparecieron en tierra habían cambiado de apariencia; eran fusiones distorsionadas de carne y metal. Criaturas imposibles de identificar con garras, dientes, armas injertadas en sus brazos y otras extremidades, y ojos, demasiados ojos. X observó mientras se dirigían hacia la ciudad, inseguro de lo que serían esos seres, pero estaba listo para disparar.

Pero, en lugar de combatir contra él, los reploides fusionados con escamas, aletas, parches de pelo, piel y carne de colores antinaturales lo pasaron de largo, confirmando lo peor. Y entonces, los híbridos de animales mecánicos soltaron toda su furia contra los residentes de Arcadia. Alrededor de X, reploides, humanoides o animales, fueron acuchillados, abatidos a disparos, destrozados en pedazos mientras las perturbadoras combinaciones de carne y metal avanzaban por la ciudad. El reploide azul observó todo con horror, incapaz de procesar lo que estaba sucediendo. Tanto así que comenzaba a cuestionarse si era real, pero pronto se volvió aparente que había vidas en peligro, y que tenía que actuar.

Al ver a una de las criaturas deformadas, X apuntó con su buster y disparó, golpeando la extraña forma de un león mezclado con otras criaturas depredadoras. Esta acción atrajo la atención del monstruo, y la bestia acuchilló con sus garras en la dirección de X. Éste disparó de nuevo, y la ráfaga cargada atravesó al (¿)Maverick(?) con sorprendente facilidad. La criatura cayó al suelo, y una vez que X vio que se quedó quieto, fue a ver a la pobre alma a la que estaba atacando.

Y fue entonces cuando otra imagen horrible apareció frente a él.

En lugar de un reploide, X vio el cuerpo mutilado de una humana, una joven mujer con cabello corto y gafas, cubierto de enormes cortaduras que goteaban sangre, su ropa hecha jirones en varios lugares y destrozada por completo. La imagen de la chica muerta, especialmente ante un final tan terrible, dejó a X sin poder hablar, y al verla más de cerca, reconoció el cadáver de la humana. El cabello corto, las gafas, la expresión suave en su rostro, incluso en la muerte. Una que su amiga nunca tuvo.

– ¿Fumiko? – preguntó X, todavía perplejo ante su descubrimiento.

Al decir eso, se giró para darse cuenta que estaba muy lejos de ser la única. Dondequiera que mirase, humanos estaban siendo asesinados a sangre fría. X perdió todos sus sentidos; los ruidos incesantes, la combinación de gritos angustiosos por ayuda y rugidos mezclados con risas ante la destrucción y la matanza. Destellos rojos cegaron la visión de X; reploides y humanos por igual se volvían poco más que siluetas negras riéndose o gritando de terror.

Entonces, todo se puso oscuro. X quedó atrapado en un abismo negro, incapaz de moverse. La repentina parálisis lo hizo sentir pánico al principio, pero entonces, oyó la voz del niño que vio antes hablándole.

– Las ruedas del destino están en movimiento, pero el futuro aún no está escrito. – le dijo X, dándose cuenta que podía moverse de nuevo. – Este es sólo un futuro posible, pero tú puedes llevar las cosas hacia una dirección diferente.

Aunque X no podía ver, comenzó a alargar la mano, tratando de llegar a ciegas al que le estaba hablando. – ¿Quién… quién eres?

De repente, sintió que una mano agarraba la suya. El agarre era firme pero gentil, proveniente de una mano más pequeña que la suya. – Iniciar nunca es fácil, especialmente cuando es así. – dijo la voz. – Pero creo que puedo contar contigo para encargarte de todo a partir de ahora.

¿Encargarse de todo? ¿Qué quería decir con eso? X abrió la boca para hablar, pero se vio interrumpido por otra voz. Una que sonaba muy distante, pero familiar.

– ¿Ya está despertando? – preguntaba una voz femenina. ¿Era Roll?

– Eso creo. Pero puede que sea demasiado pronto para saberlo. – ¿Ese era Zero?

X sintió que el niño le soltaba la mano. – Sólo recuerda, el potencial es ilimitado. – Su voz comenzaba a sonar cada vez más distante. – Pero tú decidirás cómo utilizarlo, X.

– X... X...

– ¡X!

Lento pero seguro, los ojos verdes de X se fueron abriendo, y la visión de unas baldosas púrpura-grisáceas sobre él le alertaron que no se encontraba en el cuartel general. En lugar de eso, estaba en una cápsula, con varios cables conectados a sus audio-receptores, monitoreando las ondas de su procesador y capacidades funcionales. X trató de moverse, pero se dio cuenta que había cordones restringiéndole a dónde podía ir. Parecían también estar en medio de procesar información de su CPU.

– Bueno, al fin respondes. Eso está bien, muy bien. – El Hunter azul se giró para ver a una Unidad Lifesaver sobre la cápsula, observándolo. – Considerando el daño que sufriste, estamos chequeando cualquier signo potencial de contaminación o infección.

– ¿In-infección? – X de pronto se ahogó, sintiendo una chispa de dolor en su pecho.

– Estuviste en proximidad con varios Mavericks hace dos días, así que tenemos que hacer chequeos por cualquier signo de síntomas potenciales de un virus. – dijo el Lifesaver. – Y aunque así sea, por el momento sólo es una teoría.

Un momento; X se acababa de dar cuenta de lo que el reploide médico acababa de decir. – ¡¿Dos días?! ¡¿He estado aquí durante dos días?! ¡GAH! – gruñó, cuando el dolor de su pecho volvió a resonar.

– Sí, y fuiste muy afortunado. – le dijo el Lifesaver al Hunter. – Tu cavidad torácica fue estaba aplastada cuando Zero te trajo aquí. Un poco más de presión, y tu núcleo habría quedado reducido a poco más que una lata de conservas.

– ¡¿Zero?! – X estuvo a punto de volver a levantarse, pero la mano del Lifesaver lo mantuvo en su lugar. – ¿En dónde está? ¿Dónde está Roll? ¿El Dr. Cain? ¿Chiyo?

El reploide médico verde y blanco suspiró. – Zero se encuentra en la sala principal de este pequeño cuartel general fuera de casa. En cuanto a Roll, ¿quién era ella de nuevo?

– Cabello rubio, lazo verde, falda roja. – la describió X. – ¿La viste en alguna parte?

– Tal vez. – dijo el Lifesaver, sin confirmar ni negar que la había vista. En realidad no estaba seguro, ya que no estaba al tanto de que X tuviese una “hermana”. Luego procedió a continuar. – En cuanto a la hija de Fujiwara, también está aquí. Escuché que una reploide se está quedando junto con ella, pero en general ha estado evitando a todos los demás. En cuanto al Dr. Cain… – el Lifesaver hizo una pausa – … todavía no lo han encontrado.

X apretó los labios. – Entonces es verdad. ¿Se lo han…?

El médico asintió. – Así parece. Aun así, si ese es el caso, entonces al menos sigue con vida. – Le puso la mano otra vez en el pecho a X. – Pero no es algo que deba preocuparte en este momento. Puedes ocuparte de ello cuando estés totalmente reparado, y tus sistemas hayan pasado la inspección.

X trató de levantarse, pese al dolor que sentía en su núcleo. En efecto, Vile le había dejado una buena marca, todo por su estupidez. – Pero…

– Descansa. – le ordenó el Lifesaver. – Deberías estar listo para salir en la mañana.

Y con eso, se dirigió hacia otros reploides que estaban siendo reparados, ya fuese por heridas recientes o por haberlas sufrido en el enfrentamiento contra los Mavericks dos días antes.

Con poco más que hacer y escasas opciones, X se resignó a permanecer tendido en la cápsula mientras la máquina escaneaba sus sistemas, dejando que su cuerpo volviera a caer lentamente en un estado de calma y relajación. Su concentración y preocupaciones por los que había mencionado antes fueron disminuyendo poco a poco hasta que dejó que sus componentes internos volvieran a quedar fuera de línea.


Cuando volvió a despertar, X fue chequeado y dado de alta. Finalmente pudo volver a caminar por su cuenta. Sin los médicos o el daño previo para contenerlo, el reploide azul comenzó a explorar el pequeño cuartel que se encontraba bajo los cimientos de Abel City.

Igual que los refugios de emergencia, este cuartel secundario había sido construido debajo de la ciudad, protegido de cualquier ataque proveniente desde arriba. Fue construido poco después de que los Hunters se habían expandido hasta Abel City, y sorprendentemente había sido sugerido por el Dr. Cain. Cuando la Base de Misiles fue establecida, el Dr. Cain expresó preocupaciones sobre la posibilidad de que los Mavericks usaran las armas disponibles. Así, construyeron refugios subterráneos dentro de la propia isla, y luego un cuartel general secundario debajo de la superficie de la torre que se alzaba sobre la ciudad.

El cuartel general era un gran retroceso a comparación del expansivo edificio en Abel City, con los colores apagados, y todo era de un tono grisáceo y muerto, aunque los pisos y muros estuvieran razonablemente limpios. Aun así, a pesar de eso, X descubrió que el interior parecía estar incompleto, como si este lugar estuviese compuesto de los cimientos internos sin completar las paredes externas. Además, la iluminación podría haber sido más confiable que la de arriba, y muchos reploides no se veían por ninguna parte. Aunque dado lo que sucedió unos días antes, X no necesitaba preguntar el porqué. Al pensárselo más detenidamente, este lugar parecía ser demasiado grande con los pocos de ellos que quedaban.

– ¡X! – Un rostro familiar atrapó su atención. Girándose hacia la derecha, vio a una reploide pelirrosa corriendo hacia él, completamente intacta y sin ningún rasguño encima.

– ¡Trinity! – gritó el Hunter, sintiendo que el núcleo se le exaltaba al ver que la navegadora líder se encontraba viva. – ¿Te encuentras bien?

Parecía un poco tonto preguntar eso. Las apariencias no significaban nada; nadie aquí se encontraba bien. Su expresión decayó al ver que la navegadora desviaba sus ojos azules por un segundo y ponía una sonrisa forzada en su rostro para responder a su pregunta.

– Hasta ahora, todos los que lograron salvarse están funcionando. – le dijo a X. – Y esta base de operaciones parece no haber sido afectada por los misiles.

X se mordió el labio; los misiles. Estaba inseguro de preguntar, dudaba si debería, pero necesitaba hacerlo. Tenía que saberlo. Pero antes de hablar, el Hunter azul sintió una mano sobre su hombro.

– Allí estás. – Otra voz familiar resonó en sus auriculares. Los ojos verdes de X se encontraron con un par de azules penetrantes.

– ¡Comandante Zero! ¡Allí está! – Trinity saludó al Hunter rojo. – No tenía idea de que había regresado.

– ¡Zero! – X no se esperaba ver al otro reploide tan pronto, especialmente dado lo que había transpirado antes de su captura y la de X en la Base de Misiles. Y un momento, ¿lo llamó “Comandante”?

– Si me permite, señor, ¿hay algo que reportar? – le preguntó Trinity al Hunter rubio, que negó con la cabeza.

– Hasta ahora, no hay nada excepto algunos restos de su trabajo. El responsable no está en ninguna parte de la ciudad. – le dijo Zero a la navegadora, antes de soltar un gruñido. – Puede que ni siquiera esté en la isla.

– ¿Cuáles son sus siguientes órdenes, señor? – preguntó Trinity. – ¿Quiere que intentemos contactar a la Unidad Aérea y a Eagle?

– Sí. – respondió Zero, y luego se giró para ver al Hunter azul. – Ahora, si me lo permites, necesito hablar con X. Si se siente bien para mantener una discusión.

Momento, ¿qué? ¿Zero quería hablar? X no necesitaba darle muchas vueltas, pero el hecho de que el reploide rojo quisiera hablar con él era una sorpresa. Pero de nuevo, X estaba consciente de que Zero esperaba una respuesta. – Oh, uh, claro. Seguro, estoy disponible.

Esta respuesta pareció divertir a Zero, aunque X todavía seguía bastante nervioso. – Bueno, si ese es el caso, por favor discúlpanos, Trinity.

Zero se llevó a X por un pasillo corto hacia un cuarto pequeño al final. Por lo que pudo ver, parecía ser un área donde no se almacenaba nada importante, como si no se hubiera decidido el propósito del cuarto. Este lugar se sentía incompleto, como si apenas acabara de llegar a la realidad. Aun así, pese a todo, era claro por qué Zero había traído a X aquí. La única pregunta era ¿cuál de los dos debía comenzar primero?

Ultimadamente, sin embargo, X no pudo soportar el silencio más y comenzó a hablar primero. –Zero, sobre lo que pasó en la Base de Misiles… – X hizo una pausa, tratando de averiguar cómo poner en palabras lo que quería decirle. – Yo… admito que tal vez haya dudado de ti, aunque fuera por un segundo. Pero sea cual sea el caso, se trate de Sigma, la historia, o cualquier otra cosa, no hay excusa. – Bajó su cabeza cubierta por un casco con vergüenza. – Después de todos estos años, debería haber confiado más en ti. Debí haberme dado cuenta que volverte Maverick no está dentro de ti en absoluto. – Suspiró. – Sé que tal vez no significa mucho, pero lo siento, Zero. Siento mucho haber dudado de ti.

Zero se quedó sin habla, incapaz de decir ni una palabra por unos momentos. Entre más se alargaba el silencio, X comenzaba a preocuparse de que su disculpa hubiese ofendido a su amigo todavía más. O quizás ahora, examigo.

Para su conmoción, sin embargo, la respuesta de X pareció suavizar un poco la expresión del otro Hunter. – Bueno, ahora sí no puedo hacerlo.

X lo miró confuso. – ¿Qué cosa?

– Aquí estaba yo, a punto de sermonearte por desobedecer las órdenes y haberte ido a la ciudad. – respondió Zero. – Ahora hiciste que me sienta mal por haberme enfadado contigo.

X se sorprendió de que el Hunter rojo lo perdonara tan fácilmente, aunque estaba agradecido no sentía que se lo mereciera. Y no sólo por las dudas que antes tenía. – Pues deberías estarlo. Dejé que Vile tomara ventaja contra mí luego de que caí en el truco más viejo del libro, todo porque no disparé en ese momento. – Cerró los ojos, suspirando con decepción. – Aunque logré deshabilitar la Ride Armor, no pude derrotar a Vile.

El plan original de Zero de regañar a X por haber ido por su cuenta había quedado totalmente descartado; el otro reploide no tenía el corazón para seguir con ello. Pero tampoco iba a tolerar lo que su amigo acababa de decir. – Se te olvida que, incluso sin esa Ride Armor, Vile fue construido para ser una máquina de combate. – le informó a X. – Derrotarlo habría sido difícil para cualquiera.

X suspiró. – Aun así, eso no excusa el hecho de que no disparé cuando debí haberlo hecho. Ni tampoco es excusa para siempre estar conteniéndome. No sólo entonces, sino desde que me uní a los Hunters.

Eso también se extendía incluso desde su activación inicial, pese a que los Mavericks ni siquiera existían en ese entonces. Lo peor que tenía que hacer era dispararles a dianas y ocasionalmente a mecaniloides. Fujiwara decía que sus “muñecos de práctica” serían reparados, pero X siempre tuvo sus dudas. A pesar de todo, había muy poco que pudiera hacer al respecto; era prácticamente un prisionero en el laboratorio en ese entonces.

Zero se cruzó de brazos. – Cierto, estoy de acuerdo con algo de eso. Si veo algún defecto en ti, serían tus dudas. – admitió. – Y después de todo esto, debo admitir que estoy preocupado.

X suspiró. – Ya… entiendo.

– Sin embargo – continuó Zero – me preocupa que tal vez no te des cuenta de lo que quiero decir.

– ¿A qué te refieres? – preguntó X.

Zero comenzó a hablar de nuevo. – A pesar de tus dudas, eres muy poderoso, X. Más poderoso de lo que podrías imaginarte. – X se quedó en shock ante lo que escuchaba, pero Zero continuó antes de poder decir otra palabra. – Pero todavía no has llegado allí. Ni siquiera estás a ese nivel, en el sentido de que hayas alcanzado tu máximo potencial, lo que podrías llegar hacer. No estoy seguro de lo que el Dr. Light haya puesto dentro de ti, pero por lo que he visto, cada reploide ha demostrado ser más avanzado que los robots que los precedieron. Así que podemos igualar a los humanos en híper inteligencia y vivir entre ellos como parte de su mundo.

X entendió lo que Zero decía, pero todavía necesitaba establecer su punto.

– Los reploides están llenos de potencial, X. – le dijo Zero al reploide azul. – Y si ese es el caso, imagina todo el que debes tener tú. Si realmente utilizas lo que el Dr. Light te dio, podrías ser uno de los Hunters más grandes, si no el más grande de todos. – Zero hizo una pausa. – Tal vez llegues a ser incluso capaz de desafiarme a mí.

– ¿Qué? Imposible. – X se quedó estupefacto, y descartó la noción al instante. ¿Desafiar a Zero, él? De ninguna manera.

– Me desafiaste cuando estaba… – Zero se detuvo por un momento. – Cuando no estaba en mis cabales. Cuando me llevé a tu hermana.

– Estabas bajo la influencia de un virus, y bueno, a pesar de lo sucedido, dejaste a Roll completamente ilesa. – dijo X. No mencionó a Sigma en absoluto. – Fui con el Dr. Cain para alejarme de las peticiones para convertirme en un Maverick Hunter. No fui para allá porque quisiera pelear contra ti.

– Pero aun así lo hiciste. – refutó Zero. – Entraste allí y peleaste contra mí. Peleaste sin dudar cuando viste el estado en que se encontraba Sigma. – Se le hizo muy impactante oír el nombre de su comandante sin otra cosa que desdén. – Todo por salvar a tu hermana, alguien que no tendría ninguna oportunidad contra mí.

X estuvo a punto de protestar, diciendo que Zero estaba haciéndolo sonar como si fuera una especie de monstruo indomable, pero el Hunter rojo siguió adelante.

– Recuerda eso a partir de ahora. – le dijo Zero al reploide azul. – Enfrenta cada situación como lo hiciste en ese momento. Anda, muéstrame tu buster. – El reploide rojo señaló el brazo de X, y este le hizo caso. Zero le sujetó el brazo con el cañón. – Cuando se trata de esto, no debes dudar. Date cuenta de por qué estás peleando, y hazlo posible.

X se quedó en silencio por unos momentos, absorbiendo las palabras de Zero. – Ya… entiendo.

– Bien. – Zero sonrió, y luego se giró hacia la puerta. – Ahora ven. Roll se muere por verte.

X se quedó congelado. – ¡Roll! ¡¿Ella está bien?! ¡¿En dónde está?!

– Está aquí, y se encuentra bien. – le dijo Zero. – Estaba en mejor condición que tú cuando viniste aquí.

Una oleada de alivio invadió a X, pero entonces se acordó de alguien más que quedó atrapada en medio de la locura que tuvo lugar no hacía mucho. – ¿Y Chiyo? ¿Qué hay de ella? No, espera. Probablemente esté en el refugio con los otros humanos.

– No, ella también está aquí. – le dijo Zero a X. – Tenía algunos rasguños, pero no se rompió nada. Los humanos son demasiado frágiles.

– ¿Ella está aquí? – preguntó X. – ¿Por qué?

Zero se quedó callado al principio. – Sólo digamos que probablemente sea mejor que no esté con otros humanos por el momento. – X no lo entendía del todo, pero Zero continuó. – Roll ha estado cuidando de ella, así que donde sea que se encuentre Chiyo, ella también estará allí. Bueno, será mejor no tenerla esperando, ¿te parece?

X asintió, saliendo del pequeño cuarto detrás del Hunter más alto. Aun así, a pesar de las palabras de Zero, no pudo evitar cuestionar algo de su razonamiento, ya que también fue durante su primer encuentro que X dudó. De haber lanzado otro disparo, aunque X no estaba seguro de haber podido derrotar a Zero, aun así podría haberle causado un daño severo que podría haber llegado a ser incluso permanente. Así que, en ese caso, ¿cómo sabría cuándo era el momento apropiado de tomar una vida, y cuándo no?

Y al final, ¿acaso siquiera importaría?

Apenas ingresó al pequeño cuarto al final de otro pasillo, se encontró de frente con el abrazo de la mujer mecánica detrás de la puerta.

– ¡X! – gritó Roll. Sus ojos estaban secos, pero su voz estaba ahogada y llena de emociones mezcladas mientras lo abrazaba. – X, estás a salvo. Cuando escuché que no volviste de tu misión, y luego Sigma... – Se detuvo en seco. – Yo… me alegro de que estés bien. ¿Seguro que ya te recuperaste lo suficiente? – preguntó mientras retrocedía unos pasos para inspeccionar a su hermano (menor) por sí misma. – Los médicos se aseguraron de revisar todo, ¿verdad?

– Sí, estoy bien, Roll. – le aseguró X, mirándola también. – ¿Qué hay de ti? ¿Alguien te hizo algo?

Roll dio un respingo incómodo. – Había uno con una lengua muy larga que trató de hacerlo. Pero él llegó en el último segundo. – dijo mientras miraba a Zero. Y para sorpresa de X, le estaba sonriendo al Hunter rojo.

– ¿Y Chiyo? – preguntó X. – Zero dijo que estaba aquí.

– Lo está. Allá atrás. – respondió Roll, para luego llevar a X hasta la parte de atrás de la habitación. Los ojos verdes del reploide vieron a la joven japonesa todavía con su uniforme puesto.

– ¿Chiyo?

La joven estaba sentada frente a una pequeña mesa, con un frasco de ciruelas en conserva y un tazón de arroz frente a ella. Parecía que no había tocado su comida en absoluto, y sus ojos se abrieron ligeramente al darse cuenta de la presencia de X. Pero eso fue todo lo que hizo, y volvió a dirigir la mirada hacia la comida que tenía enfrente. Su estómago gruñía, pero no parecía tener ganas de comer.

X se llevó a Roll aparte por un momento. – ¿Por qué está aquí y no con los demás humanos? – le preguntó.

Roll se mordió el labio. – Fue sugerencia de Zero. Tardamos un poco buscándola, pero la encontramos aislada en una de las esquinas de las habitaciones de refugiados.

– Pero aun así, ¿por qué sigue aquí? – cuestionó X. No era como que tuviese problemas con la humana, pero seguía en un espacio principalmente ocupado por reploides.

– Es algo complicado. – admitió Roll. – Pero dadas las circunstancias, creo que es mejor que Chiyo se quede aquí. – Se acercó más a su hermano. – Es algo que concierne a la naturaleza humana.

¿La naturaleza humana? Antes que X pudiese preguntar más al respecto, la voz de Trinity resonó por el intercomunicador, atrayendo la atención de todos. – ¡TODO EL PERSONAL DE LOS HUNTERS, POR FAVOR REPÓRTESE A LA SALA DE REUNIONES!

Repitió el anuncio varias veces, asegurándose de que todos en la pequeña base pudieran oírlo. – Es nuestra señal. Andando, X. – dijo Zero.

X asintió y siguió a Zero mientras salían de la habitación, pero en ese momento Roll les llamó, deteniéndolos en seco.

– ¡Esperen! Zero, antes de que te vayas, sobre lo que pasó antes, yo…

– Podemos hablar después. – dijo el rubio más alto. – En este momento, algo más está sucediendo.

Y con eso se marchó. X le dio una última mirada a su hermana y a Chiyo antes de seguirlo, dejándolas a ambas a solas.

Con todos en la sala de reuniones, la misma área donde X había entrado cuando salió del ala médica, vio cuan pocos de ellos todavía quedaban. Acorde con lo que dijo Zero, quienes no estaban allí ya estarían muertos, casi muertos en la enfermería, o se habrían alineado con Sigma. Igual como lo hizo cuando entregó los hallazgos colectivos de las navegadoras, Trinity estaba de pie en el centro de la sala, hablando con todos. X miró a su alrededor y, para su alivio, vio algunas caras familiares entre la pequeña multitud, pero había más desaparecidos que encontrados. Él sólo podía preguntarse dónde estaban ahora.

– Hasta ahora hemos confirmado que, a pesar del daño a la ciudad, Sigma no lanzó todos los misiles a su disposición. – relató la navegadora pelirrosa a todos los que estaban reunidos. – De haberlo hecho, toda la isla habría quedado destruida.

Se soltó una discusión entre todos, siendo X el que estaba más conmocionado de todos. – Entonces, ¿significa que aún queda algo de la ciudad? — preguntó.

Trinity evitó su mirada por un momento. – Hay… algunas zonas que aún siguen de pie. Aunque no le servirán a nadie.

X miró hacia el suelo, sintiéndose algo culpable. Zero le colocó una mano sobre el hombro.

– Pero las áreas afuera de los límites de la ciudad todavía siguen intactas. – En el enorme monitor del muro norte, un mapa de la isla artificial apareció, junto con el océano que los rodeaba. – Hemos tratado de contactar con las otras bases que tenemos estacionadas por todo el territorio, y también en las áreas donde haya trabajadores, tanto humanos como reploides, se encuentran bajo la ocupación de algunos de los hombres de Sigma. – Presionó un botón en un interruptor. El monitor comenzó a acercarse a las montañas cubiertas de nieve sobre la isla. – Hemos descubierto que la Base en la Montaña de la Unidad Polar sigue en línea y funcionando, y enviamos a un antiguo miembro de la unidad para investigar. Pero desafortunadamente todavía no ha vuelto.

– ¿Qué sucede allí arriba, de todos modos? – cuestionó Firefly. X se sintió agradecido de verlo entre los vivos. Había escuchado que Ai todavía estaba siendo reparada, pero desafortunadamente el daño que ella había sufrido era más severo de lo que sospechaba inicialmente.

– Hemos perdido el contacto con las demás bases alrededor de la isla. – aclaró Trinity. – Pero por la poca información que he podido reunir, incluso con los límites impuestos por la Torre de Comunicaciones.

X no entendió a qué se refería con eso, pero antes de poder preguntar, ella continuó.

– Hemos estado experimentando temblores en el área de las montañas. Esta ocurrencia, por supuesto, es un problema, especialmente considerando que la población humana sigue bajo nuestro cuidado. – Se detuvo por un momento, y murmuró bajo para que nadie la escuchara. – Aunque no quieran tener nada que ver con nosotros.

– Los temblores provocan avalanchas. – añadió Firefly. – Lo cual podría llevar a que todos nosotros terminemos enterrados bajo la nieve.

– En efecto. – dijo Trinity. – El Comandante de la Unidad Polar fue despachado para investigar la actividad en la base, pero aún esperamos noticias suyas. Y si lo que creemos es cierto, entonces alguien debe estar agitando las cosas en esa región para causar un evento potencialmente catastrófico.

Los Hunters comenzaron a debatir entre ellos sobre quién debería ir. Quedaban muy pocos de ellos, lo que estiraría sus números todavía más. Sin mencionar que, en caso de que el área siguiera bajo el control de Sigma, probablemente estaría repleto de aquellos leales a su causa.

– Trinity. – dijo Zero de repente. – ¿Alguna noticia de Eagle o de la Unidad Aérea?

Los rasgos de la navegadora decayeron. – Desafortunadamente no. No hemos escuchado ni una palabra. – Vio cómo Zero cerraba sus ojos por un momento. – Pero por el momento, necesitamos investigar la Base de la Montaña, y asegurarnos de eliminar la amenaza potencial. Uno de nosotros tendrá que hacer esto.

Todos miraron alrededor, pero rápidamente todas las miradas recayeron en Zero. Eso no importaba, ya que el Hunter rojo estaba a punto de ofrecerse como voluntario de todos modos.

– Espera un minuto. – protestó Trinity. – Todavía te necesitamos para ayudarnos a rastrear a dónde se fue Sigma.

– Firefly es lo suficientemente rápido y hábil para liderar a un escuadrón. – respondió Zero. – Y si uno de los hombres de Sigma está involucrado en esto, sin duda querrá vigilar lo que sea que estén haciendo allá arriba.

Mientras este intercambio sucedía, X no pudo evitar ponerse a pensar en cuál era su lugar ante todo lo que ocurría. Cierto, todavía seguía con vida y, por el momento, en condiciones para volver a su deber como Hunter, pero ahora Sigma acababa de poner todo de cabeza. X sabía muy poco, pero de lo que estaba seguro el reploide azul era que esta ciudad, los Hunters, reploides y humanos, todos estaban en peligro. Y estas avalanchas potenciales, aunado a que el comandante de la unidad estaba desaparecido, sólo eran detalles pequeños en el largo trecho de sucesos que habían ocurrido mientras estuvo inconsciente durante esos dos días. Muchas cosas habían pasado, y frente a ellos podrían ocurrir todavía más desastres potenciales.

Desastres provocados por alguien a quien una vez él había admirado y respetado, y se había convertido en un Maverick. E incluso si él mismo no se consideraba como tal, sus acciones en relación al Dr. Fujiwara decían lo contrario. Pese a eso, una parte de X no podía evitar preguntarse, ¿acaso era Sigma, en el sentido de ser quien actuaba por su propia voluntad? ¿Qué tal si sus acciones resultaban provenir de una infección mucho más profunda que nadie había descubierto hasta ahora? X sabía que era estúpido, pero una parte de él quería aferrarse a la esperanza de que tal vez Sigma no estuviera en sus cabales.

Aunque a estas alturas, X se había dado cuenta que era una esperanza falsa.

Independientemente de eso, la situación todavía requería que alguien se ocupara de ello. Y aunque Zero parecía dispuesto a ir, X podía ver que lo necesitarían aquí, especialmente si ahora llevaba el título de Comandante, algo que a X le costaba todavía asimilar del todo.

Pero si no era Zero, ¿entonces quién? ¿Quién podría ir a las montañas a buscar al Hunter desaparecido, e investigar las extrañas ocurrencias que estaban sucediendo? ¿Quién tomaría la responsabilidad por todo lo que pasaba?

De repente, una voz que nadie esperaba oír habló.

– ¿Disculpen? – Trinity desvió su atención de Firefly para ver que X acababa de dar un paso al frente. – Si están buscando voluntarios, yo estoy dispuesto a ir.

Esta historia continuará

Chapter 33: La cápsula

Chapter Text

– Comandante, ¿puede oírme? ¿Comandante?

Sigma estaba de pie frente al enorme monitor, que mostraba en pantalla una vista aérea de la isla. En este momento, la llamada que estaba recibiendo provenía de las montañas nevadas, desde donde uno de sus hombres estacionados allí presumiblemente tenía algo para reportarle.

– Te escucho. – respondió, y la pantalla hizo un acercamiento al área de interés a través de un comando en el panel de control. – Infórmame.

– Comandante, logramos localizar y exterminar al intruso que se coló en la base. – respondió un soldado Maverick de color azul y amarillo, apareciendo en el monitor.

– ¿Quién fue? – interrogó Sigma. – Muéstramelo.

Aunque nadie más excepto Sigma pudo verlo, se sorprendió ligeramente al ver a quién habían atrapado sus hombres. Frunció el cejo, pero la furia fue muy fugaz.

– Es una pena que haya sido de los ilusos. – El reploide de ojos azules suspiró, siendo este el único detalle que se podía ver en las intensas sombras de la enorme cámara. – Aun así, está en mejores condiciones que la Unidad Aérea. Bueno, lo que queda de ella. – Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa, y luego dirigió su atención hacia la situación actual. Procedió a interrogar al soldado. – ¿Y qué hay del dispositivo que debían transportar? ¿Ha habido algún progreso?

El soldado bajó la mirada, dudando un momento antes de responderle. – No, señor, todavía no. Pero puede estar tranquilo; gracias a lo que hemos recopilado de las notas de Fujiwara, tenemos una posible pista de lo que podría llevar a su activación, junto con la activación de las demás.

– Continúa. – ordenó Sigma.

– Por lo que hemos encontrado, estos dispositivos se encuentran en estado suspendido actualmente, pero cuando intentamos abrirlos por la fuerza, nos alerta que sólo se activarán para un individuo en específico.

Sigma se quedó perplejo. Si esto significaba lo que él creía, les causaría un retroceso, y tendrían que cambiar sus planes justo cuando iniciaba la operación. – ¿A qué te refieres? Explícate.

– Es un individuo registrado en la base de datos del Cuartel General. – explicó el soldado. – Y también en páginas de estudio cortesía del querido y fallecido doctor.

Sigma reflexionó sobre todo esto, tratando de construir una teoría basándose en la información que tenía. Era más de lo que sabía antes, pero seguían quedando muchas preguntas sin responder. Pero si estos dispositivos sólo le darían acceso a un individuo en específico, tendrían que localizarlo y traerlo a la fuerza.

– ¿Y quién es este individuo?

El soldado hizo una pausa. – Quizás no me crea, pero estoy hablando de la investigación de Fujiwara y los hallazgos de Cain. Hasta el momento, es el único que parece ser compatible.

– ¿Entonces quién es este reploide? – cuestionó Sigma. Tenía a alguien en mente, pero tenía que asegurarse.

La respuesta que recibió le hizo darse cuenta que tal vez había ejecutado a Fujiwara demasiado pronto.

Desde el pequeño cuarto con forma de cubo que servía como su prisión, el Dr. Cain oyó a alguien aproximarse. La sombra de Sigma lo cubrió desde detrás, y el anciano no sabía qué decir, por lo que permaneció en silencio. Por infantil que pareciera, una pequeña parte de él seguía esperando que todo esto fuese sólo una terrible pesadilla. Estaba atrapado detrás de un conjunto de barrotes mecánicos que se extendían de arriba debajo de la puerta, convirtiendo su “vivienda temporal” en una celda. Sigma le había proveído un lugar para descansar y algo de comida enlatada y utensilios, pero no mucho más.

– Tengo algo que preguntarle. – le dijo Sigma al Dr. Cain. La expresión del hombre se mantuvo neutral pero agotada. Pese a la cama y la comida, seguía siendo un prisionero aquí. – Y confío en que, a diferencia de Fujiwara, usted responderá honestamente.

El humano calvo asintió, respondiendo de manera genuina y a la vez con miedo. Aunque el antiguo líder de los Hunters le había asegurado que no lo lastimaría, lo primero que Sigma hizo había hecho para iniciar su campaña rompió la primera ley de la robótica.

– ¿Qué quieres saber? – preguntó. Sólo podía esperar darle una respuesta satisfactoria.

– Los objetos que encontró en sus excavaciones. ¿Qué son exactamente? – preguntó Sigma. La sangre del Dr. Cain se congeló, y no supo cómo responder a esto. – ¿Y bien?

El paleobotánico bajó la cabeza. – Yo… no lo sé.

Palideció al ver que Sigma tenía un tic en el entrecejo. – Si usted está aquí es porque estoy siendo amable, Cain. – dijo la enorme figura desde las sombras al humano. – Podría haber ajustes a sus condiciones de vida actuales si no cumple con lo que se le pide.

– ¡Honestamente no lo sé, Sigma! – respondió el Dr. Cain, sonando desesperado. – ¡Yo sólo los encontré durante mis excavaciones! ¡No estaba seguro de lo que eran cuando encontré el primero!

– Entonces ¿por qué Fujiwara tiene tantas notas de investigación sobre estos dispositivos? – cuestionó Sigma.

– ¡Se los di a él para que los estudiara! ¡Yo sólo los encontré! ¡No soy un experto en robótica, ni siquiera pude abrir el primero cuando lo intenté!

– “Un momento.” – pensó Sigma, y luego interrogó en voz alta. – ¿Lo intentó? Explíquese.

El Dr. Cain suspiró, recobrando la compostura. No podía permitirse perder el control, ya que su edad y supervivencia probablemente dependerían de ello. – Cuando encontré el primer dispositivo, supongo que pudo sentir algún tipo de presencia porque se activó. Y durante esa fase vi algo. Una especie de imagen, o algún tipo de ilusión óptica. Sigo sin estar seguro.

– Más le vale ir a alguna parte con esto, Doctor. – le advirtió Sigma.

– ¡Te digo que eso es todo lo que sé! ¡Vi algo manifestarse frente a mí! – respondió el Dr. Cain, antes de calmarse y relatarle a su captor. – Parecía… ser un hombre, pero no tenía forma física. Su apariencia me resultaba familiar, pero no podría haber sido él.

¿A quién se estaba refiriendo el humano? Independientemente de ello, Sigma siguió presionando a Cain. – Vaya al grano, Doctor.

Cain asintió. – Cuando la imagen apareció, el creador del dispositivo proyectó un mensaje grabado.

– ¿Y ese mensaje era…?

Cain se quedó callado por un momento. Incluso ahora, no estaba seguro de lo que era, pero sí sabía a quién vio y cuáles fueron sus palabras. – No, tú no eres el elegido.


Región Polar…

Hasta ahora, las cosas habían ido grandiosas. En ese sentido, finalmente había obtenido lo que quería. Un lugar en el nuevo mundo que su Comandante crearía, una posición de alto rango, ¡y el respeto que todo eso implicaba! ¡Oh sí, ahora sí que viviría a lo grande! ¡Finalmente recibiría la admiración y respeto que se merecía!

– ¿Hm? – Y hablando del Comandante, ahora mismo lo estaba llamando. – ¿Sí, Comandante Sigma?

La figura se encontraba oculta en el cuarto de seguridad, al ver la imagen de su líder apareciendo en la pantalla de la computadora.

– Escuché que ya se encargaron del intruso, ¿estoy en lo correcto? – preguntó Sigma.

– Sí, por supuesto. Confirmó la figura. – Me deshice de él igual que de los demás. Probablemente todavía sigue congelado junto con ellos en alguna parte.

La figura lanzó una mirada de rabia por encima de su hombro como si recordase cosas muy desagradables. – “Todos son unos mentirosos. Se rieron de mí. Aunque dijeran que no, ¡siempre lo hacían a mis espaldas! ¡Todos son unos malditos mentirosos!”

– Contrólate, ¿quieres? – le ordenó Sigma. – Esas cosas ya no importan más. Tú eres quién tiene el control ahora.

Escuchar esto hizo que la figura se sintiera más confiada, pero la expresión de su Comandante permaneció igual. Excepto por llevarse un momento el dedo para frotarse debajo del ojo izquierdo. Eso era raro, pensó la figura, ya que la piel sintética no sufría de comezón ni nada de eso.

– Como sea, ¿los mecaniloides ya están en su lugar?

– Afirmativo. – asintió la figura. – Los Snow Shooters ya están listos para actuar a mis órdenes en cualquier momento. Están posicionados a lo largo del borde de la montaña, así que quienes vengan por abajo sentirán sus esfuerzos inmediatamente.

– Muy bien. – respondió Sigma, volviendo a rascarse el ojo. Su cara… algo parecía estar mal con ella. Sintió un deseo repentino de averiguar más, un impulso de querer enterrarse el dedo en la piel hasta que pudiera quitárselo. Pero al darse cuenta que estaba atrayendo la atención de su oficial, el reploide se detuvo. – Mantén los ojos abiertos en caso de que aparezca alguien más. Sospecho que nuestros antiguos camaradas enviarán a alguien más a investigar las señales que se ven en la ciudad.

– ¡Lo haré, señor! – graznó la figura, dando un saludo militar.

– Entonces te dejaré para que cumplas con tu deber. – dijo el reploide más alto. Sigma fuera.

Y con eso, su imagen desapareció, la pantalla estaba ahora en blanco. La figura se alejó de la computadora, paseándose alrededor de la pequeña cámara, aunque su forma de caminar parecía más un anadeo. Era algo de lo que constantemente le hacían notar, al igual que su voz. Su apariencia, todo sobre él, y las burlas de todos los que le rodeaban que le hacía odiar su cuerpo. Robusto y tembloroso, se veía ridículo cuando caminaba, cuando hablaba, pero no más. Nadie más volvería a reírse de él después de esto.

Nadie jamás volvería a burlarse de él.

De repente, la alarma sonó, alertando a la figura que había otro intruso en su territorio. – ¿Y ahora qué? – gruñó, ajustando las cámaras para ver quién se había colado. Y cuando lo hizo, no podía creer a quién estaba viendo. – ¡¿Qué diablos?! ¡De todos los reploides, ¿lo enviaron a ÉL?!

La escalada fue larga y ardua, pero finalmente lo consiguió. Con la nieve hasta los tobillos, Mega Man X analizó el terreno helado que lo rodeaba, viendo varias señales de que estaba de pie sobre una estructura que antes se alzaba en este lugar. Ahora estaba totalmente destruida; ya no quedaba ni el armazón del edificio. ¿Qué había provocado todo esto? ¿Y acaso estaría conectado con los temblores que se sentían abajo? X había sido enviado para investigar y buscar al Hunter desaparecido, que había sido desplegado antes que él.

De hecho, desde el anuncio de Sigma, los Hunters en Abel City habían perdido todo contacto con las bases que tenían estacionadas a todo lo largo y ancho de la isla. La Unidad Polar, la Unidad Aérea, y todas las unidades fuera de los límites de la ciudad estaban incomunicadas, y por lo que X podía ver, era más que probable que fuese obra de Sigma. Así que la única pregunta era ¿qué estaba haciendo él aquí en las montañas? Y más todavía, ¿qué había demolido el lugar donde ahora estaba parado? La única evidencia de que una vez hubo algo eran un par de vigas de madera arrancadas que sobresalían de la nieve.

X pensaba en todo esto mientras continuaba avanzando, aunque el viaje por la nieve resultó ser algo difícil, especialmente ya que el polvo grueso y congelado casi le tapaba las piernas. Su sistema de calefacción interna le proveía protección contra el frío, pero no podía abusar de él, ya que el uso extensivo podría drenarle gran parte de su energía. A pesar de su híper inteligencia, los reploides todavía operaban de la misma manera que las máquinas estacionarias de muchas maneras, y el sobrecalentamiento era uno de sus problemas.

Pero por supuesto, también lo era el frío extremo; la temperatura de esta tierra era prueba de eso. De no ser por el sistema de calefacción, los componentes internos de un reploide podrían congelarse y dejar de funcionar. Así que, si quería evitar ambos problemas, sabía que tenía que completar la misión lo más rápido posible.

– No dudes. Sólo actúa. – X repitió las palabras que Zero le dijo. Miró su buster, preguntándose si podría seguir el consejo de su amigo. O más bien, de su Comandante. Se sentía todavía surreal que el reploide rubio ahora fuese el líder de los Hunters, al menos de los que quedaban. –  Tengo que hacer esto bien. Tengo que arreglar todo esto, de alguna manera.

En ese momento, recibió un mensaje desde el Cuartel General subterráneo. – Aquí Trinity al habla. ¿Puedes oírme, X?

– Te oigo fuerte y claro, Trinity. – respondió X a la navegadora pelirrosa, transmitiendo su voz a todo el cuartel general bajo tierra. – ¿Alguna información nueva respecto a este lugar?

Este territorio solía pertenecer a los Maverick Hunters, pero sus números habían sido reducidos a la mitad, y la otra mitad se había vuelto en contra de los suyos propios. Así que, hasta donde X sabía, podría haber un enemigo escondiéndose a la vuelta de cada esquina.

– Hasta ahora, no ha habido reportes ni de la unidad estacionada allí, o del Hunter que enviamos anteriormente. – le dijo Trinity por el comunicador. – Y el clima allá arriba podría causar interferencias, así que ten cuidado con eso. Hay reportes de nevadas significativas y avalanchas potenciales que comenzaron poco después que la ciudad fue bombardeada. Hemos detectado la fuente de estos movimientos sísmicos y deducimos que se encuentra en alguna parte de la Región Polar.

– ¿Y qué es lo que hay en la Región Polar? – cuestionó X. Nunca había estado antes en esta parte de la isla.

Aparte de la base que tenemos, no hay nada de interés. – le dijo Trinity al Hunter. – Pero aun así, no bajes la guardia. Los hombres de Sigma deben tener bien vigilado este lugar.

– En efecto. – asintió X.

– Te alertaré de cualquier nueva información que reciba. Trinity fuera. – dijo la navegadora. Con el enlace cortado, los audio-receptores de X se quedaron absorbiendo el silencio, permeando por toda el área a su alrededor.

De repente, vio una silueta moverse en la distancia. Sacó su Buster, y fijó sus ojos verdes en el blanco, observando sus movimientos a medida que se acercaba. ¿Qué cosa era?

De repente, dando un enorme salto, el objetivo aterrizó enfrente de X. El Hunter azul apuntó para dispararle, sólo para detenerse cuando vio lo que era su agresor. Un pequeño mecaniloide sin brazos, de color púrpura y con largas orejas que observaba al reploide humanoide con unos ojos enormes y verdes, meneando la cola que le salía por detrás.

– ¿Un Ray Bit? – cuestionó X, sintiéndose algo tonto por alterarse tanto. – No sabía que tuvieran de estos aquí.

El Ray Bit observó al reploide más alto, y su CPU comenzó a procesar la información programada en sus sistemas. Aunque los mecaniloides también eran máquinas, su IA era mucho menos avanzada. En cierto sentido, no poseían conciencia propia. La mente unilateral del Ray Bit no distinguía entre aliados o enemigos: si estaba programado para eliminar cualquier amenaza, entonces llevaría a cabo dicha acción.

Se puso de pie sobre sus patas traseras, bajó las orejas, y presentó un par de cañones apuntándole a X, revelando sus intenciones. Unos rayos verdes salieron disparados en dirección hacia X, forzando al Hunter a agacharse para evadir el ataque, antes de responderle con un disparo propio de plasma amarillo. La bala golpeó al Ray Bit de lleno, enviando energía por todo el cuerpo del mecaniloide.

El Ray Bit fue destruido en una pequeña explosión, y X se mordió el labio antes de continuar. – Lo siento. – dijo aunque no era como que el mecaniloide pudiese oírlo o entenderlo. – Aunque dudo mucho que haya visto al último de los de tu clase.

Y como si fuera una respuesta a su declaración, varios mecaniloides se levantaron de la nieve, aunque eran radicalmente diferentes en apariencia al Ray Bit. No tenían cuerpo inferior salvo por un poste sujeto a una plataforma enterrada bajo la nieve, pero sus mitades superiores eran más humanoides. Con cuerpos azules y cabezas con una mandíbula inferior desencajada, estos mecaniloides blandían hachas plateadas, junto con lo que parecían ser varios discos situados enfrente de ellos, casi como si fueran troncos enormes para cortar. Luego comenzaron a agitar sus hachas, enviando los discos a volar contra el intruso.

Indeciso si saltar o agacharse, X se lanzó al suelo, evitando los obstáculos colocados para lidiar con invitados no deseados. La ráfaga constante mantuvo al Hunter azul en el suelo, pero cuando trató de moverse de su posición, uno de los mecaniloides, uno de los muchos Axe Max's intentó golpearlo con su arma, apenas fallando el casco de X. Desafortunadamente, esta acción le obligó a levantarse justo en la línea de fuego de un disco que ya venía volando hacia él. X agachó la cabeza bajo el proyectil, pero se vio obligado a saltar sobre el siguiente para evitar ser golpeado. Desafortunadamente no podía viajar encima de él, pero sí lo usó para saltar por encima del grupo de Axe Max's y con eso salir del rango de sus ataques.

Con eso fuera del camino, X comenzó a dispararle a los que todavía insistían en atacarlo. Pero una vez que los dejó desarmados e inutilizados, el reploide azul continuó su camino. Estaban fijos en ese lugar, así que no habría necesidad de destruir a los demás. O tal vez, era que todavía tenía problemas por seguir “dudando”.

De cualquier manera, llegó hasta la boca de una enorme estructura, una porción de la base de la Unidad Polar, atravesando la entrada abierta. Pero por supuesto, el hecho de que estuviera abierta no auguraba nada positivo.

Al entrar al edificio, X descubrió que el área estaba muy oscura, teniendo que usar su propia visión para iluminar el área a su alrededor. Por lo que parecía, este lugar estaba abandonado; los sistemas de calefacción parecían haber estado desactivados desde hacía algún tiempo, y los muros estaban cubiertos con una gruesa capa de hielo. ¿Qué podría haber sido este lugar? Parecía muy significativo al punto de haber podido ser un área de almacenamiento. Como fuese, parecía que tendría que navegar por allí para poder progresar.

X caminó a través de la enorme estructura, sin ver ni una sola otra alma. Parecía que este lugar había sido completamente abandonado. Y entonces vio unas cuantas luces rojas encima de él. Al mirar arriba, X vio una docena de Batton Bones colgando del techo, y que procedieron a descender hacia él listos para atacar. El Hunter azul lanzó un disparo cargado contra los mecaniloides voladores, destruyendo algunos de ellos con la ráfaga mientras que otros viraron hacia los lados para evadirlo. Los que quedaron intentaron írsele en enjambre a X, lanzándose en picada con las quijadas abiertas y listos para morder y despedazar la coraza de metal del reploide.

Se dio cuenta de que no estaría haciendo mucho más que disparar a ciegas contra objetivos al azar, así que X se agachó para evadir el enjambre y comenzó a correr, a lo que los Batton Bones respondieron lanzándose a perseguirlo.

– ¡Maldición! – gritó furioso, tratando de encontrar una forma de deshacerse de estas máquinas tan insistentes en echársele encima. Podía sentir los dientes de los murciélagos mecánicos rozándole la parte trasera del casco, y las criaturas con toda certeza trataban de morder a través del metal para llegar a su cabeza. ¡Tenía que encargarse o encontrar una forma de huir de ellos!

La única pregunta que había era… ¿cómo?

En una locación oculta, la figura que estaba de pie frente al monitor palideció al ver a X entrando al edificio de almacenamiento.

– ¡Maldición, maldición, maldición, MALDICIÓN! – De inmediato procedió a contactar a sus hombres, específicamente a su soldado de más alto rango bajo su control. – Boxer, ¿me escuchas? ¿Boxer? ¡¿BOXER?!

Entretanto en la montaña, pese a que se veía muy distante, Abel City estaba justo por debajo de ellos. O más bien, lo que quedaba de ella. Después de que terminaran su operación, las ruinas de la metrópolis quedarían enterradas bajo millas y millas de nieve, asumiendo que pudieran crear una ola lo bastante grande como para cubrir la distancia.

– ¡¿BOXER?! ¡CONTESTA!

Los otros reploides eran miembros de bajo rango militar, con armaduras azules y un solitario ojo rojo en el centro de un visor negro. Todos rodaron sus ojos al oír la voz chillona de su “líder”. Entonces, el reploide mencionado antes, Boxer, respondió la llamada. – Lo escucho fuerte y claro señor. – dijo, en apariencia sin ninguna diferencia de los demás que lo rodeaban. – ¿Cuál es la situación?

– ¡Hay otro intruso en el área! – les dijo su “líder”. – ¡Encuéntrenlo y extermínenlo! ¡Rápido!

– Entendido, señor. – respondió Boxer. – ¿Dónde está el intruso?

– ¡Acaba de entrar al edificio de almacenamiento! ¡No debe encontrar lo que está allí dentro!

– ¿El edificio de almacenamiento? – preguntó Boxer. – ¿Se refiere a dónde está una de esas cosas que Cain encontró en…?

– ¡Sí! ¡Ese mismo! – ladró furiosa la voz del otro lado. – ¡No pueden dejar que llegue a ella! ¡No permitan que le ponga las manos encima!

– ¿Quién es el intruso, señor? – preguntó Boxer. Si su superior estaba tan alterado respecto a esto, seguramente sería alguien de gran habilidad.

– ¡No hay tiempo para eso, sólo elimínenlo antes de que llegue a lo que hay allí! ¡PERO YA!

– Afirmativo; nos pondremos en ello, señor. Boxer fuera. – respondió, aunque sólo lo hizo para que esa molesta voz de su “líder” finalmente se callara.

En la ubicación oculta, la figura siseó, aunque su frustración salió más como un trino muy agudo y chillón.

– ¡Maldita sea! ¡¿Él de todos los reploides?! ¡¿Por qué?! – se preguntó. – ¡Y el PRIMER lugar al que viene es aquí! ¡GAH!

Empezó a chirriar de pura furia. Todavía podía oír la voz del elefante en su cabeza, burlándose de él.

– “¿Tú? ¿Un Comandante? ¡Por favor! ¡No eras capaz de liderar una unidad entera, mucho menos un simple escuadrón!”

– “Sí, bueno, tú tampoco le caes bien a tus hombres.”fue lo que él pensó, apretando los dientes ante el pensamiento sobre ese pomposo paquidermo plateado. – “¿Y qué si eres más grande? ¡El Comandante Sigma me confió a MÍ estar a cargo de este lugar, NO a ti! ¡Allí tienes, estúpido elefante!”

Aun así, no podía permitirse dejar que X llegara muy lejos, especialmente donde estaba guardada esa “cosa”. El Comandante Sigma se la había entregado a él por seguridad, pero si ese debilucho azul encontraba el objeto en cuestión, no quería ni pensar en las posibilidades. Una cosa que sí sabía era que, si X la encontraba, todos ellos estarían muertos. Al diablo la orden de Sigma de llevarlo vivo; ¡tenía que exterminarlo antes que se pudiera convertir en una amenaza!

No que la figura estuviese preocupada ni nada de eso. Sus soldados se encargarían del intruso azul. Y si no, entonces ÉL se ocuparía del niño azul por su cuenta.

– “Tú también te burlaste de mí, X.” – pensó. – “No eres mejor que ninguno de los demás no importa lo que digas!” – Luego sonrió. – “Bueno, si llegara a eso, te pondré en mi colección junto con todos los demás.”

Afuera de la pequeña sala había varias siluetas congeladas en ese lugar y momento. Para siempre.

– Sí. – dijo en voz alta. – Si llega a eso, él terminará igual que todos los demás. ¡Y nadie NUNCA volverá a pensar en reírse de mí!

Entre aquellas figuras había un rostro familiar, tanto para el reploide oculto como para el propio X. Este último destacaba de entre sus amigos, en silencio pero esperando a que alguien viniera. Alguien que pudiera terminar lo que él no pudo.

Entretanto, en el edificio de almacenamiento, X continuaba corriendo, en busca de cualquier refugio para escapar de los mecaniloides que venían en dirección hacia él. Comenzó a correr por rampas congeladas, y saltó pateando una pared para llegar a las secciones más altas donde una vez hubo una escalera, pero los Batton Bones lo siguieron.

Entonces, vio su oportunidad. Había una puerta muy cerca, congelada, pero extrañamente parecía haber sido abierta recientemente. Corriendo rápidamente hacia ella, comenzó a aplicarle toda su fuerza para abrirla, y logró que empezara a deslizarse lentamente hacia un lado.

Sin embargo, los Batton Bones seguían acercándose, así que tenía que darse prisa. Eventualmente, X consiguió abrir la puerta y saltó adentro. Unos cuantos Batton Bones volaron adentro, pero la mayoría pasaron de largo al Hunter azul. Los pocos que lograron meterse no fueron pieza para él y rápidamente se deshizo de ellos. El cuarto no era demasiado grande y tenía poco contenido, salvo por algo de equipamiento y maquinaria congelados.

Pero una pieza mecánica atrajo rápidamente la atención del Hunter.

– ¿Qué rayos…? – dijo X en voz alta, caminando hacia la extraña pieza de maquinaria. Parecía se runa especie de plataforma, con una tapa en forma de domo y cables gruesos sobresaliendo de sus cuatro lados. – ¿Qué es esto?

X se agachó para inspeccionar el misterioso dispositivo, alargando la mano para tocar su superficie.

Entonces, una luz brillante comenzó a resplandecer entre la plataforma y la tapa, sorprendiendo a X y haciéndolo retroceder. La tapa entonces se levantó y un grueso panel de cristal con forma de cilindro se alzó junto con ella. X sacó su buster por instinto, pero vio para su sorpresa que se trataba de una especie de contenedor o cápsula. Pero lo que había dentro, no lo sabía, ya que no podía ver a través del cristal.

Entonces, el espejo se disipó, y X se dio cuenta que se trataba de una ilusión para evitar que otros pudieran ver lo que había dentro.

No había nada excepto espacio claro hasta que una imagen comenzó a manifestarse enfrente al reploide azul. Una apariencia humanoide que lentamente fue ganando rasgos al pasar el tiempo. X observó asombrado cómo la forma se volvía cada vez más concreta, transformándose gradualmente en un individuo al que conocía muy bien, y a la vez no conocía en absoluto.

Finalmente, la imagen de un humano con barba y cabello blanco, bata de laboratorio y corbata, y unos ojos azules brillantes se manifestó ante el reploide azul, como si lo estuviese mirando directamente a los ojos. Y entonces, habló.

Así que… al fin has venido. – dijo con una voz sabia, pero a la vez triste.

Mientras tanto, afuera de la puerta…

– ¡Muy bien, está allí adentro! – exclamó Boxer, hablándole al resto de los Armor Soldiers que estaban con él, armados y listos para disparar. – ¡Encuéntrenlo y acribíllenlo a balazos!

– ¡Sí señor! – respondieron todos al unísono.

– ¡Muévanse!

Boxer y el resto de los Armor Soldiers entraron al edificio, en busca de cualquier señal de azul entre los tonos grises, fríos y pálidos en las paredes y pisos. Lo primero, tendrían que navegar por aquí, pero tenían órdenes por seguir.

– ¡No puede llegar donde está esa cápsula, no importa qué! – les dijo Boxer a sus hombres. – ¡Encuéntrenlo y destrúyanlo!

En la sala oculta, X simplemente permaneció allí, con la boca abierta de par en par tratando de formar palabras, pero su lengua se movía muy lentamente, haciendo que los sonidos fueran todavía más lentos.

– ¿D-Doctor...?

Se movió hacia el frente, largando su mano blanca para tocar la imagen del humano, pero ésta sólo la atravesó. La imagen de su mano penetrando la proyección le recordó que el hombre que estaba de pie frente a él no era real, pues ya no estaba vivo. Aun así, seguía en el aire la pregunta de qué era este dispositivo y por qué tenía la imagen del Dr. Light programada en él.

El susodicho científico cerró sus ojos, y suspiró como si se lamentara que X hubiese encontrado esta máquina.

–  X, siento mucho que esta sea la única forma en que puedas conocerme, pero al parecer ahora eres necesario.

El holograma comenzó a hablar de nuevo, irradiando un resplandor azul, como si estuviese al tanto de por qué X se encontraba en este lugar. ¿Pero cómo podría ser? A menos que estuviese pre-programado, pero aun así, el anticiparse hasta este punto sorprendía al Hunter azul.

A diferencia de muchos antes que tú, te he dado la habilidad de elegir tu propio camino. – Hizo una pausa. – Y esperaba que el mundo te permitiera elegir uno pacífico.

X se quedó allí, incapaz de pronunciar palabras. – “Doctor...”

Pero el mundo requiere de un nuevo campeón, y desafortunadamente, parece que tú has sido llamado para cumplir ese rol. – continuó la imagen del Dr. Light. – Esta cápsula es sólo una de muchas que he construido por esta razón, y las he escondido en varias partes del mundo. Aunque su ubicación y cómo las encuentres dependerá de cuándo las necesites.

La imagen comenzó a desaparecer, para desconcierto de X, que alargó la mano hacia el holograma. – ¡E-espere! ¡Por favor no! ¡No se vaya!

Entra en esta cápsula, X. continuó hablando la imagen mientras se disipaba. – Contiene un sistema de aceleración para los componentes de tus piernas. No me queda mucho tiempo, pero si encuentras esta máquina, lo más que puedo hacer es proveerte un medio para que tu viaje sea más sencillo.

La imagen ya casi había desaparecido por completo, pero a pesar de todo, X podía vislumbrar una sonrisa en el rostro del anciano científico.

Te deseo buena suerte, X. Puede que tú seas la esperanza de muchos. Al igual que la mía.

Y entonces, con esas palabras, el Dr. Light desapareció por completo. X se quedó de nuevo a solas en la pequeña cámara, con sus ojos verdes muy abiertos y comenzando a humedecerse de lágrimas.

– ¿Doctor...? – dijo débilmente, sabiendo que no conseguiría una respuesta. Pero el Hunter azul rápidamente controló sus emociones, limpiándose la humedad de los ojos. Cualquier sentimiento que tuviera sobre este encuentro podía esperar. Por ahora, tenía una misión que cumplir.

¿Un sistema de aceleración? Por dentro se preguntaba qué significaba eso. Aunque sólo había una forma de averiguarlo.

Al mismo tiempo, afuera de la cámara…

– ¡Maldita sea, ¿dónde se metió?! – gruñía Boxer, cada vez más frustrado.

¡¿Qué tan difícil podría ser encontrar a UN solo reploide en este lugar?! No era como que X pudiera esconderse bien en este lugar. De pronto, un Batton Bone voló hacia él desde el techo.

– ¡Aléjate, estúpido cerebro de tuercas! – le ordenó el líder de los Armor Soldiers al mecaniloide, pero este siguió descendiendo, tratando de obtener su atención.

– Hey, esperen un minuto. – dijo uno de los hombres de Boxer, señalando a una multitud de ellos reunida afuera de una puerta cerrada casi congelada. Un enjambre de mecaniloides con forma de murciélago se había amontonado alrededor de la puerta como si estuvieran intentando entrar en ella. – Están interesados en algo. ¿Deberíamos revisar?

Boxer pensó un momento en esta sugerencia, y luego asintió estando de acuerdo. – Muy bien, todos en posición.

En el interior de la cámara, X se colocó dando pasos cuidadosamente sobre la sección inferior de la cápsula. Luego, como si se hubiera activado un interruptor, una serie de luces multicolores comenzó a rodearlo. El Hunter azul primero se sintió alarmado, pero para su sorpresa, una extraña sensación de calma de pronto lo invadió. Como si todo lo que estaba sucediendo fuese natural. X nunca había experimentado nada así antes, pero de alguna manera, era genuino. Era seguro, porque el Dr. Light la había hecho. Extrañamente, era como si estuviera aquí con X.

La oleada de calma consumió todo su ser. X cerró los ojos mientras las luces lo cegaban, y durante ese período, podría haber jurado que sintió un par de brazos sujetándolo gentilmente desde atrás. Después de un rato, las luces finalmente se apagaron, y X pudo ver de nuevo. Aún seguía en la cámara, nada había cambiado.

Hasta que vio cómo derribaban la puerta y varios Armor Soldiers entraban corriendo a la habitación.

– ¡Congélate donde estás! – gritó Boxer, y tanto él como sus hombres apuntaron con sus armas a X. Luego le quitó el seguro a su arma. – Está claro que te tenemos rodeado, así que es mejor que aceptes la muerte ahora. Lo siento, pero estoy siguiendo órdenes.

En ese momento, uno de sus nombres notó algo extraño. – Hey, ¿qué onda con sus piernas?

X miró hacia abajo, y efectivamente, notó que algo en él había cambiado. Los componentes de sus piernas ya no eran del mismo azul de antes, ya que la mayor parte de su armadura cambió a una cobertura blanca con secciones azules más pequeñas sobre los tobillos, y la parte inferior de sus pantorrillas estaba delineada de color dorado. Sus pies seguían siendo azules, pero X sintió una extraña diferencia. Como si un factor de su función hubiese sido cambiado o alterado.

¿Era esto obra de la cápsula? El holograma había dicho algo sobre un sistema de aceleración, ¿tal vez estas alteraciones estaban relacionadas a eso?

– ¡Disparen! – ordenó el líder del pequeño escuadrón. De cualquier manera, parecía que ni Boxer ni sus hombres iban a esperar una respuesta, y de inmediato descargaron una ráfaga de fuego rápido en la dirección del Hunter azul.

Por instinto, X saltó hacia arriba, pero se sorprendió de lo rápido que viajó. Las nuevas botas que acababa de obtener se encontraron con la cara de uno de los Armor Soldiers, derribándolo y haciendo que su arma se disparara sola. La ráfaga de balas de plasma se descargó en el techo, llenándolo de agujeros. Esta acción causó que toda una sección del techo se desplomara sobre alguno de los hombres de Boxer, y X aprovechó la oportunidad para escapar.

– ¡Deténganlo! – ordenó Boxer; él y los que no quedaron atrapados bajo el techo se lanzaron a perseguir al Hunter azul. – ¡No huyas de nosotros, cobarde!

– ¡No estoy aquí por ustedes! ¡Mi misión no los involucra en absoluto! – exclamó X en respuesta, y se giró una vez que puso suficiente distancia entre ellos y les apuntó con su buster. – ¡Pero si no me dejan opciones, haré que todos se arrepientan!

– ¡Arrepiéntete de esto! – gritó uno de los Armor Soldiers, disparándole al Hunter azul. Este se agachó hacia un lado, pero se sorprendió de lo rápido que pudo hacerlo.

Les disparó de vuelta, impactando al otro reploide en el pecho. El Armor Soldier se desplomó en el suelo, y los otros a su alrededor comenzaron a disparar para vengar a su camarada caído. X saltó hacia la pared de la izquierda, esquivando los disparos mientras se desplazaba de pared a pared saltando. Luego, al llegar al otro lado del pequeño escuadrón, lanzó un disparo cargado en su dirección, destruyendo a varios de ellos con él. X se quedó de pie donde estaba, listo para disparar de nuevo si tenía que hacerlo.

– No dudes. Sólo actúa. – murmuró X para sí mismo. Comenzó a recitar repetidamente las palabras de Zero en su mente.

– ¡¿A qué están esperando?! ¡Disparen! – ordenó Boxer, pero un temblor repentino distrajo la atención de todos del Hunter azul, mientras miraban hacia fuera del edificio. – ¡¿Qué?! ¡¿Otra más?!

X no estaba seguro de qué hablaba el Armor Soldier, pero lo que hubiera sido, pareció aterrarlos a todos.

– ¡Deprisa! ¡No podemos dejarlo irse!

Comenzaron a dispararle a X de nuevo, quien utilizó las paredes de nuevo y logró ponerse por delante del escuadrón. Comenzó a correr hacia la salida que vio adelante, aun mientras se encontraba bajo fuego todo el tiempo. El retumbar se hizo cada vez más y más fuerte, y toda la estructura se sacudía. Y viendo que estaban en una tierra nevada, no tardarían mucho en darse cuenta del peligro. Pese a ello, X continuó corriendo, a la vez que evitaba el fuego que disparaban hacia sus talones.

Y entonces la vio: una ola de nieve se dirigía hacia ellos, y si llegaba hasta la salida, ¡dejaría bloqueado el camino sin duda! ¡Tenía que salir de allí rápidamente!

Al recordar el incremento de velocidad que obtenía al impulsarse, X volvió a hacerlo propulsándose hacia adelante mientras se deslizaba por el suelo con facilidad, viajando a un ritmo más rápido que simplemente correr. El repentino impulso le permitió a X salir de allí, pero la ola de nieve todavía venía hacia él. Pudo escuchar a las fuerzas que lo perseguían alcanzándolo, ¡pero ahora tenía que evitar la inminente avalancha!

Impulsándose hacia un lado, X comenzó a saltar por un lado del edificio hasta haber alcanzado una distancia razonablemente alta, bien lejos del alcance de la inminente ola de nieve. Se paró sobre el techo mientras observaba la avalancha descender, y cómo los Armor Soldiers eran arrastrados por la densa ola de nieve blanca. X dio un respingo, ya que apenas los vio antes de que desaparecieran debajo de ella.

La avalancha sacudió el edificio, y X casi perdió su balance, pero eventualmente, las secuelas cesaron, y toda la región volvió a quedarse en silencio. Finalmente, X se deslizó por el muro hasta llegar al suelo y dio unos pasos frente al edificio de almacenamiento, mirando la salida que ahora estaba tapada por la nieve.

Eso no mataría a sus perseguidores, pero sin duda los ralentizaría. Y a pesar de las palabras de Zero, X estaba agradecido de no haber tenido que dispararles a muchos de los Armor Soldiers. Aun así, tenía mucho terreno por cubrir, ya que necesitaba descubrir la fuente de estas avalanchas y localizar al Hunter desaparecido que habían enviado antes aquí.

– X, ¿puedes oírme? Habla Trinity.

X respondió a la llamada. – Qué oportuna. Justo ahora acabo de escaparme de que me entierren vivo.

¡¿Experimentaste una de las avalanchas?!preguntó Trinity, bastante conmocionada. – ¡¿Pero qué tan cerca estaba de tu ubicación actual?!

– No puedo medirlo con exactitud, pero dudo que esté muy lejos. – respondió X. – Algo muy cerca de aquí debe haberla iniciado. Voy a revisar.

Ten cuidado. – le advirtió Trinity. – ¡Y mantén un ojo abierto por nuestro oficial desaparecido! Y también por las demás tropas estacionadas allá arriba, probablemente también se encuentren muy cerca.

X no quería hacer la pregunta, pero sabía que tal información sería crucial. – ¿Son aliados o enemigos?

Es… difícil saberlo. – respondió con honestidad. – Los que se han unido a Sigma probablemente estén allí, pero ¿quién no nos dice que queden algunos que no lo han hecho en alguna parte? – Hizo una pausa. Aunque… dudo que eso sea probable. Por ahora, enfócate en la misión. Esos detalles pueden esperar para después.

Claro. Encontraré la fuente de las avalanchas y al oficial desaparecido. respondió X, antes de hacer una pausa. – Y a cualquier otro que pueda estar de nuestro lado.

– Buena suerte. Repórtame cualquier cosa que pueda ser de interés. Trinity fuera.

X consideró decirle a Trinity de la mejora para sus piernas que había recibido de la cápsula, pero decidió que mejor no. Primero, seguía sin estar seguro de cómo las recibió, y segundo, ¿cómo lo iba a explicar? Más todavía, la cápsula levantó varias interrogantes en relación al dispositivo y al hombre al cual proyectaba. X se dijo a sí mismo que ese no era el Dr. Light; sólo era un holograma. Y aun así, a pesar de que sus componentes lógicos argumentaban lo contrario, el reploide no pudo evitar tener la sensación de que había “algo” más.

Cierta presencia que no se dio a conocer, pero que se permitió contactarlo a través de un toque. La imagen del Dr. Light en efecto era un mensaje pregrabado, pero X comenzaba a pensar que, si fue construido un siglo antes, ¿por qué el Dr. Light sentiría la necesidad de construir la cápsula? ¿Habría problemas incluso durante esos días? ¿No eran esos los años en los que Mega Man estuvo activo? ¿Significaba eso que había una fuerza más poderosa que él, a la cual tendría que enfrentarse?

Había demasiadas preguntas sin contestar, pero como dijo Trinity, esos detalles podrían esperar para después. Con eso en mente, X continuó su camino, con sus ojos verdes fijándose en la armadura blanca y azul de sus botas, al igual que los resquicios de luz solar que brillaban desde los cielos claros encima de él.

Esta historia continuará

Chapter 34: A través del terreno helado

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Les llevó algo de esfuerzo cavar a través de la nieve, pero Boxer se las arregló para hacerlo. Algunos de sus hombres lo venían siguiendo, pero eventualmente todos lograrían salir. Aun así, ese no era el problema. El problema era que su enemigo ahora tenía una ventaja en la distancia. Estaba mucho más adelante, y eso significaba que tenía una oportunidad mayor de descubrir el método de su misión.

– ¡Muy bien, muévanse! ¡Conozco un atajo! – ordenó Boxer, antes de impulsarse hacia adelante, junto con los pocos que podían seguirlo. – ¡Pase lo que pase, no podemos dejarlo llegar al extremo este de la región!

Toda esta operación dependía de lo que estaba localizado allí, y el Armor Soldier que lideraba a los demás sospechaba que el Hunter azul descubriría una de las partes cruciales de esta operación eventualmente.

Un poco más adelante, si Trinity estaba en lo correcto, esta área era donde la Unidad Polar tenía su base de operaciones mientras se encontraban lejos de la ciudad. Pero entonces, si ese era el caso, ¿dónde estaba todo mundo? X miró a su alrededor; sus mejoras para las piernas le ayudaban a navegar a través de la nieve con mayor facilidad que antes, pero se mantenía en donde estaba para echar un vistazo a su entorno. Lo único que lo rodeaba eran unas estructuras pequeñas con forma de iglús, y al entrar en una de ellas, X descubrió que eran áreas de alojamiento para los Hunters. Pero no había signos de que nadie hubiera estado allí en algún tiempo.

La maquinaria seguía funcionando, pero no había nadie para mantenerla, y la red de comunicaciones estaba caída, lo que impedía cualquier contacto con el exterior.

– ¿Sabotaje, tal vez? – pensó X. – Si ese es el caso, ¿quién es el responsable?

Al salir del iglú, X continuó, con los ojos muy abiertos en busca de cualquier señal de fuerzas enemigas, mecaniloides o reploides.

– ¡Allí está! – Como si le respondieran, el Hunter azul oyó una voz gritando a sus espaldas. Al girarse, vio que los Armor Soldiers habían logrado salir de la nieve y ahora estaban apuntándole con sus armas. – ¡Disparen!

Una ráfaga de balas de energía voló en su dirección, a lo cual X se agachó para evitarla mientras se movía rápidamente por la nieve fuera del camino. Los Armor Soldiers continuaban persiguiéndolo, y entonces X vio otra estructura cerca de allí, que estaba en peores condiciones incluso que el almacén. Toda la pared donde estaba la entrada había sido demolida, mostrando nada más que un enorme agujero que llevaba al otro lado. Pero al aproximarse al edificio, notó que había una enorme pendiente de hielo enfrente de él. Y estaba sorprendentemente muy cerca del techo.

La pregunta era ¿podría lograrlo?

Sólo había una forma de averiguarlo. Lanzándose hacia adelante, X ganó suficiente impulso para mantenerse en el aire por un breve instante, permitiéndole alcanzar el techo de la estructura. Y entonces, al ver a sus perseguidores debajo de él, el Hunter azul continuó avanzando. Boxer y sus hombres entraron al edificio, apuntándole con sus armas hacia el techo, listos para disparar.

– ¡No dejen que escape de aquí! – ordenó Boxer. Luego echó un vistazo a un par de máquinas en la distancia. Parecían viejas, pero todavía funcionales. – Tengo una idea.

Desde arriba, X corría por el techo del edificio, pero pronto se encontró el camino bloqueado por una oleada de disparos de plasma que atravesaban la superficie. Desde atrás, incluso más balas continuaban atravesando el techo, rodeando a X. Cuando se volvió evidente lo que sus agresores estaban tratando de hacer, era demasiado tarde: X se vio arrastrado por la gravedad cuando la porción del techo donde estaba parado se desplomó y cayó hacia el suelo abajo. El reploide azul aterrizó sobre su rodilla y se encontró rodeado por Armor Soldiers, al igual que algunos mecaniloides que habían emergido desde la nieve.

Un par de Spikys empezaron a rodar en dirección hacia X. El Hunter azul esquivó el primero, pero no estaba preparado para que el mecaniloide se pusiera en posición horizontal y empezara a girar por la superficie helada del piso. Los picos en la máquina rozaron el muslo izquierdo de X, dejando una pequeña rasgadura en la cobertura color cian. Este momento de debilidad les dio la señal a los Armor Soldiers para que empezaran a disparar desde todos los lados, forzand echarse a tierra para mantenerse fuera del radio de fuego. Los Spikys continuaban volviendo por él, deslizándose por el piso, pero en ese momento X vislumbró su oportunidad. Aunque sabía que tenía que medir bien el tiempo, de lo contrario podría terminar con un montón de picos filosos clavados en la cara.

Los Spikys vinieron hacia él girando, y entonces en el último segundo él los esquivó rodando. El mecaniloide no pudo detenerse antes de chocar contra varios de los Armor Soldiers. El otro Spiky vino girando hacia él, pero X le lanzó un disparo cargado, que destruyó los relés de su motor. El mecaniloide se fue dando vueltas en la dirección opuesta, fuera de control hasta que se estrelló contra una pared creando una pequeña explosión. Aprovechando la oportunidad, X se puso de pie y se impulsó de frente, adelantando a los Armor Soldiers que empezaron de nuevo a perseguirlo desde atrás.

– "No dudes. Sólo actúa." – Las palabras de Zero hacían eco en la mente de X de nuevo. Aunque si el Hunter azul era honesto, no estaba haciendo un muy buen trabajo siguiendo esas palabras.

Al llegar más adelante, un par de mecaniloides altos y de color violeta estaban de pie bloqueando su camino. Se parecían mucho a unas grullas robóticas, pero sus "copetes" eran unas sierras giratorias listas para ser lanzadas en la dirección del Hunter azul. Los Flammingles agitaron sus cabezas haciendo un giro completo de 360°, enviando el adorno de picos sobre su cabeza hacia X. Las sierras atravesaron la superficie de las paredes congeladas, sin siquiera quedarse atascadas antes de volver a la cabeza de los pájaros robóticos. Era sólo una pequeña muestra de lo que podían hacer, y los mecaniloides casi parecían estar retand avanzar. Y fue en ese momento que oyó a las fuerzas que había dejado atrás acercándose.

El Flammingle a la izquierda decidió atacar de nuevo a X, pero cuando la sierra voladora vino en su dirección, el Hunter azul disparó una ráfaga de plasma, y la fuerza del disparó desvió de su curso a la sierra y la envió de vuelta hacia el mecaniloide. El pájaro agachó su cabeza, pero esto le dio a X una abertura para un disparo claro, lanzando una ráfaga cargada que destruyó la cabeza del Flammingle, y a su vez, la explosión del mecaniloide provocó que su gemelo decidiera tomar represalias. Esta vez, sin embargo, X logró enviar la sierra voladora de vuelta al pájaro robótico, y el instrumento afilado atravesó el procesador central del mecaniloide. Al ver que ya esos dos no eran más una amenaza, X continuó su camino, todo el tiempo tratando de poner tanta distancia como fuera posible entre él y sus perseguidores.

Estaba perdiendo mucho tiempo pensando, en lugar de actuar. Tenía la sospecha de que tendría más opciones que hacer más lo segundo pronto.

Saliendo del edificio, X avanzó rápidamente por la nieve y continuó, pasando por varios iglús que estaban totalmente vacíos de vida, fuera de reploides o humanos. Aunque el Hunter azul asumió que, si este era territorio Maverick territory, no quedaría ninguna oposición. Especialmente después de lo que ahora sería conocido como el "Día de Sigma". ¿Pero por qué no había evidencia alguna de que quedaban algunos leales a los Maverick Hunters? ¿Dónde estaba la evidencia de que hubo alguna escaramuza o batalla?

No encontró ningún indicio de que algo como eso hubiera tenido lugar. Nada de cuerpos, nada de marcas de impacto en las paredes de las estructuras por donde había pasado, nada de nada. Aunque trataba de mantener alguna esperanza, X sabía que era improbable que aquellos que se habían vuelto Mavericks habrían dejado a cualquier oposición potencial con vida. Pero incluso con todo eso, tendría que haber al menos alguna evidencia de que algo había pasado. Fue como si todos hubieran simplemente desaparecido. Perdidos en las montañas para siempre.

Justo entonces, X vio algo en la distancia, una figura de gran tamaño que se alzaba imponentemente sobre la nieve se presentó al Hunter azul, situado entre algunos iglús. Al estudiarla más de cerca, X vio que no se trataba de una, sino de dos. Un Armor Soldier se había metido en una Ride Armor, cuyo torso, antebrazos y piernas eran de un verde marino mientras que las articulaciones eran de amarillo brillante. X en ese momento vio otra Ride Armor del mismo color, aunque ésta estaba desocupada. La figura en el traje móvil permaneció donde estaba, permitiéndole a X acercarse.

– ¡No vas a escapar de mí esta vez! – declaró Boxer, maniobrando su traje móvil para que apuntara hacia X. – ¡Métete en ese traje, y pelea contra mí!

X no tardó mucho en entender lo que el Armor Soldier quería decir, y su mirada se fijó en la otra Ride Armor. X cerró sus ojos, sombríamente.

– Parece que no tengo alternativa. – admitió mientras se subía a la Ride Armor. Tardó unos momentos para ajustarse, pero eventualmente logró controlar la máquina. – ¿Supongo que ahora empezamos?

– Sí. ¡Pero yo voy primero! – respondió Boxer, lanzándose de frente con un puño masivo en la dirección de X.

El reploide azul apenas logró esquivarlo maniobrando su Ride Armor fuera del camino, pero esto sólo le permitió al Armor Soldier lanzar otro golpe hacia el abdomen del traje móvil de X. El golpe también afectaba al piloto del traje, por lo que X sintió dolor en la parte inferior de su cuerpo, casi perdiendo el balance en el proceso y desplomándose sobre un iglú.

– Por eso me llaman Boxer. – dijo el Armor Soldier, cruzando los brazos de su Ride Armor sobre el pecho. – Tú pareces nunca haber lanzado un puñetazo en tu vida.

X adoptó una expresión amarga. – Admito que no piloteo trajes móviles a menudo.

– Pues parece que tendrás que adaptarte. – se burló Boxer, preparándose para otro ataque. – Pero somos reploides, ¿no? ¡La adaptabilidad es parte de nuestro ser!

Lanzó otro puñetazo, pero esta vez X logró esquivar el golpe, y en cuanto Boxer le dio la espalda, el Hunter azul lanzó un gancho de izquierda directo a la espalda de la Ride Armor, enviando a Boxer y a su traje móvil a estrellarse contra uno de los iglús cercanos. X sabía que no se quedaría así por mucho tiempo, así que no podía bajar la guardia todavía. Pronto se dio cuenta de que tenía razón ya que Boxer volvió a incorporarse y se preparó para otro ataque. Empujó las manos de su Ride Armor hacia adelante, agarrando el antebrazo derecho de la de X, y con un giro rápido, Boxer lanzó la Ride Armor de X por encima del hombro, haciendo que el reploide azul casi se cayera de su traje cuando impactó en el suelo, destrozando otra base de iglú.

Esto no iba a funcionar, pensó X. Aunque dudaba que lo fuera a dejar pasar por las buenas, la misión del Hunter azul era investigar los misteriosos terremotos y avalanchas que estaban ocurriendo. ¿Pero cómo iba a quitarse de encima a este sujeto y a su Ride Armor?

Fue en ese momento que X estudió los dedos de su máquina, mientras intentaba levantarse de nuevo. Sería una maniobra arriesgada, y tendría que actuar rápido, pero si funcionaba, creía tener una forma de terminar esta pelea. Pero sólo tendría una oportunidad, así que tenía que hacerla valer.

– ¡Suficiente de esto! – gritó Boxer, golpeando el puño de su Ride Armor contra la palma de la otra mano. – ¡Ya deja de estar jugando, y pelea conmigo!

Se impulsó hacia delante de nuevo, con las manos estiradas para agarrar a su oponente, tratando de inhabilitar y desmantelar el otro traje móvil. ¡Este era el momento que X estaba esperando! Controlando las manos de su Ride Armor de la misma manera, los dedos de sus manos se entrelazaron con los de Boxer, dejando a ambas Ride Armors atrapadas en un forcejeo mutuo.

– ¡H-Hey! ¡Suéltame, maldición! – ordenó Boxer, pero X no tenía intenciones de soltarlo. Había dejado los componentes de los brazos fijos en un agarre muy fuerte sujetando los de la otra Ride Armor, lo que le dio la oportunidad de llegar hasta el otro piloto.

Dándose cuenta que la oportunidad ya había llegado, X abandonó su cabina y usando los brazos entrelazados de las Ride Armors como puente llegó hasta donde estaba Boxer, apuntándole con su buster. – Dime de dónde vienen las avalanchas. – le ordenó X al Armor Soldier.

– ¿Y luego qué? – cuestionó Boxer.

– Y si abandonas tu lealtad a Sigma, no tendré que recurrir a medidas drásticas. – le dijo X. De nuevo, no estaba haciendo un buen trabajo siguiendo el consejo de Zero, pero si podía evitarse conflictos innecesarios, tomaría la oportunidad. – Aunque te sugiero que mejor te rindas, si no es sólo por tu propio bien.

Boxer miró fijamente el barril del buster que le apuntaba el Hunter azul, maldiciéndose a sí mismo por dentro de haberse puesto en esa posición. Al parecer, ahora era él quien no tenía opciones, con esa arma apuntándole directo a la cabeza.

– Está más adelante. El Comandante de aquí ha activado más de una de las máquinas responsables, así que no creas que será fácil.

– ¿Comandante? – X levantó una ceja. ¿Acaso el Armor Soldier hablaba sobre Sigma?

– Sí, tampoco puedo creerlo. – replicó Boxer. – Pensar que Sigma lo pondría a ÉL a cargo de este lugar, mucho menos de esta operación.

– ¿Quién? – cuestionó X.

– ¡Ve y averígualo tú mismo! – gritó Boxer, antes de insertar un código y abandonar el panel de panel. – ¡Si sobrevives a la explosión!

– ¡¿Explosión?! – Fue entonces que X se dio cuenta que la Ride Armor estaba a punto de autodestruirse, así que tenía que escapar. Al ver una cornisa cerca, el Hunter azul se impulsó hacia el borde y saltó hacia arriba, desde el borde del risco y escaló saltando hasta llegar arriba a tierra plana. Apenas cubrió suficiente distancia, pero todavía sintió la explosión cuando el temporizador de la Ride Armor llegó a cero, llevándose también el otro traje móvil consigo. Esperó unos momentos, esperando que la explosión no hubiese provocado otra avalancha. Por suerte todo parecía estar bien, y X se puso de pie, listo para continuar.

Al menos, eso creyó antes de sentir otro temblor debajo de sus pies. X miró arriba, y vio a una serie de figuras lejanas de pie en una línea uniforme, paradas encima de un pico que sobresalía de toda la Región Polar. Específicamente, las ruinas de Abel City. Un acto de "amabilidad" que Sigma había tenido, acorde con lo que dijo Zero, fue haber apagado las llamas furiosas que quedaron tras el impacto de los misiles. Le llevó algún tiempo, pero eventualmente las llamas habían sido extinguidas.

¿Por qué? – X recordaba haberle preguntado a Zero. El Hunter rojo ahora nombrado comandante, se encogió de hombros.

Ahí sé tanto como tú. – respondió el rubio. – Pero dudo que sea porque Sigma haya cambiado de opinión. Más bien, creo que es porque tiene en mente algo para los que quedan aquí.

A pesar de lo vago de su declaración, X sintió un escalofrío al pensar en las posibilidades. – ¿Como qué?

Zero negó con la cabeza. – Lo que quiera que sea, no es nada bueno. – dijo el líder Hunter sombríamente. – Ni para los humanos, o los reploides que se opongan.

Eso incluía a todos los que se encontraban en la ciudad, al igual que cualquier sobreviviente potencial que hubiese quedado fuera de sus fronteras durante el ataque de misiles. Y aunque necesitaba mirar más de cerca para ver lo que eran realmente, las figuras sobre la cima de la colina podrían tener la respuesta sobre qué estaba causando las avalanchas.

Al divisarlo abajo, una de las figuras pareció levantar su brazo y arrojarle un objeto, que cayó en la nieve y empezó a rodar colina abajo, aumentando más y más de tamaño hasta convertirse en una masa enorme de hielo muy denso. X saltó fuera del camino esquivando la bola de nieve gigante, que continuó rodando por la colina hasta que explotó de repente, enviando polvo blanco por todos lados y sacudiendo la tierra que había perturbado. ¿Serían esas explosiones la causa de las avalanchas?

Cualquiera que fuese el caso, las bolas de nieve podrían causar daño muy serio allá abajo si no se encargaba de ellas. La única pregunta era ¿cómo iba X a llegar hasta allá arriba? No tenía mucho tiempo para pensar una estrategia, ya que uno de los mecaniloides verdes con ojos rojos, Snow Shooters, lo vieron aproximándose. Al divisar a su enemigo, el mecaniloide produjo otra pequeña bomba plateada que arrojó, y al aterrizar la esfera comenzó a acumular nieve de camino hacia abajo. Y más todavía, ¡venía directo hacia X!

Pronto se dio cuenta que, luego de esquivar la primera bola de nieve, más de ellas venían por detrás. No pasó mucho antes que los Snow Shooters comenzaran a descargar contra el Hunter azul, lanzando bolas de nieve de diferentes tamaños en su dirección. Literalmente era una batalla cuesta arriba, pero tenía que viajar por allí para llegar a la cima.

Cuando una bola de nieve de tamaño considerable rodó en su dirección, X salió corriendo hacia un lado, y luego volvió hacia donde estaba para evitar otra esfera blanca que venía rodando hacia él. El patrón continuaba, y el Hunter azul era incapaz de disparar, a riesgo de provocar una reacción en cadena de explosiones que podría generar una gran y terrible avalancha.

Los Snow Shooters continuaban haciendo rodar explosivos contra el reploide que venía acercándose, hasta que finalmente X vio una abertura donde podría hacer que sus disparos valieran. Al llegar a la cúpside, X saltó sobre la cara del risco hasta llegar arriba, y su primera acción fue quitar del medio al Snow Shooter que estaba a punto de lanzarle otra bomba. Parecía ser que, al menos por ahora, el conflicto era inevitable. X no tuvo tiempo para pensar en sus reservas y visiones complicadas sobre los mecaniloides, tenía una misión que cumplir. Y también una ciudad a la cual debía proteger de ser enterrada bajo montañas de nieve.

Los Snow Shooters desviaron su atención de su programación inicial, pasando de arrojar los explosivos por las pendientes a combatir al intruso, pero era una batalla perdida. Aunque fueran un poco más durables que otros mecaniloides a los que se había enfrentado antes, las máquinas verdes terminaron cayendo ante el poder de fuego de X. Un solo disparo cargado acabó con varios Snow Shooters, uno tras otro. Había muchos, pero debido a su falta de piernas, los autómatas verdes eran mayormente estacionarios, lo que facilitaba un poco el trabajo de X. Aun así, había muchos de ellos, pero finalmente X logró deshacerse de ellos, dejando docenas de piezas destruidas y humeantes de todos los Snow Shooters a su alrededor.

Mientras X inspeccionaba el daño, se preguntó si se habría encargado ya o no de la fuente de las avalanchas. Aun así, al preguntarse eso, otro temblor sacudió toda el área, sacando de su trance al Hunter azul y forzándolo a echarse al suelo. Una vez que cesó el temblor, X se puso de pie y continuó avanzando, notando la fuerza del terremoto que acababa de pasar. Sólo era una teoría, pero X sospechaba que ya se estaba acercando a la fuente de los movimientos en la región. La única pregunta era ¿quién era el responsable de ellos?

No muy lejos de allí, X vio otra estructura, igual de congelada que las demás. ¿Pero esta también estaba abandonada? Sólo había una forma de averiguarlo.

Acercándose al edificio, X encontró la puerta frontal sellada, con un pequeño panel de teclas de combinación junto al marco izquierdo. Estaba destruido, dejando los controles inútiles, dejando a X sin más opción que abrir la puerta a la fuerza. Agarrando ambos lados, el Hunter azul lentamente separó los dos lados, creando apenas suficiente espacio para entrar por él.

La puerta se cerró detrás de él, sellando a X dentro de la pequeña sala. Parecía ser poco más que un corredor que se extendía por una corta distancia, pero parecía bajar por una pendiente. El camino parecía llevar hacia debajo de la tierra. Con un solo camino por el cual continuar hacia adelante, X comenzó a descender, hasta entrar debajo de la tierra cubierta por la nieve. Luego de correr por un corto período, vio una puerta en la distancia, similar a la que acababa de atravesar antes. Pero al llegar a ella, en lugar de abrirla, X se detuvo.

Ciertamente era inútil lamentarse por esas cosas ahora, pero el Hunter azul no pudo evitar preguntarse quién estaba en esta sala oculta. ¿Quién estaba a cargo aquí? Dada la cantidad de Hunters que estaban desaparecidos o habían sido exterminados, el que estaba bajo el mando de Sigma podría haber sido cualquiera. El Hunter azul sintió que su núcleo se hundía al pensar a quién podría encontrarse una vez que atravesara esa puerta. Podría equivocarse, y esperaba que así fuera, pero aquel a quien se enfrentaría posiblemente sería alguien familiar. Alguien a quien conocía, quizás demasiado bien.

Independientemente de ello, las avalanchas tenían que ser detenidas, y también los responsables de ellas. Pero en lugar de tener que abrir la puerta, esta se abrió para él, permitiéndole al Hunter azul entrar a la pequeña cámara. Dicha cámara estaba un poco oscura, con el piso cubierto de una capa helada, cristales alineados por todas las paredes y por el techo. Había una especie de polea o palanca en la parte superior de la sala en todo el centro, aunque para qué sería, X no tenía idea. Pero el elemento que más atraía la atención en ese entorno cerrado eran los múltiples pilares de hielo que estaban situados por todos lados.

X se aproximó a uno de ellos, preguntándose qué eran. Y al hacerlo, la respuesta lo horrorizó.

Había un rostro dentro del hielo, que literalmente estaba congelado en estado de shock y, si estaba en lo correcto, desesperación. El reploide sellado adentro parecía ser uno de los que fueron construidos específicamente para trabajar con los Maverick Hunters, y al mirar a su alrededor, X vio a más reploides en estado similar al Hunter, todos congelados.

– ¿Qu-qué demonios…? – tartamudeó X, mientras sus ojos verdes continuaban observando la enorme colección de rostros congelados en un momento de sorpresa y miedo. – ¡¿Qué... es esto?!

Se quedó con la boca abierta del shock, totalmente sorprendido y perplejo de lo que tenía frente a él. Figuras congeladas encerradas en el hielo, inmóviles y en silencio. ¿Cuánto tiempo habrían estado aquí? X continuó mirando alrededor hasta que se encontró con una figura más grande que las otras, cuya vista hizo que el reploide azul echara un paso atrás. No podía creer quién estaba frente a él, un cuerpo muy grande atrapado en un cristal de hielo sólido. El reploide atrapado estaba mayormente cubierto con una armadura blanca, con la parte media del torso y un comunicador de color turquesa en la cabeza, con una barba azul en su rostro cuyos ojos azules estaban muy abiertos. A pesar de su apariencia intimidatoria, el reploide tenía ojos de aspecto gentil.

– ¡¿M-Marth?! – tartamudeó X, casi incapaz de creer quién estaba frente a él. ¡¿El Comandante de la Unidad Polar en persona no fue capaz de enfrentarse a lo que fuera que acabó con todos sus hombres?!

– Ni te molestes en tratar de liberarlos. – declaró de repente una voz. – Han estado congelados durante los últimos días, y sus núcleos ya casi se han extinguido.

La voz era muy familiar, casi como un pájaro. X se giró para ver quién se estaba dirigiendo a él, y al descubrir la identidad de su interlocutor, se quedó aún más impactado que antes.

– Aunque pronto podrás unirte a ellos.

A pocos metros de X se encontraba un pájaro rechoncho y de baja estatura, que claramente estaba basado en un pájaro semi-acuático, cuyas marcas faciales y contenedores de color rojo en su espalda eran inconfundibles. El Hunter azul deseaba que lo que estaba viendo frente a él no fuera verdad. Toda esta escena era una pesadilla.

– ¡¿Chill Penguin?! – exclamó, dando un paso atrás.

– Sorprendido, ¿verdad? – preguntó Chill Penguin, hinchando su pecho. – Apuesto a que no creías que alguien como yo podría haberse hecho de un lugar en las filas de Sigma, ¿verdad? – No se molestó en dejar que X le respondiera, así que continuó con su discurso. – ¡Bueno, pues te equivocaste! ¡Ahora estoy a cargo de toda esta montaña! ¡Y de todas las operaciones que se llevan a cabo aquí! Seguro habrás notado unos cuantos movimientos sísmicos ocurriendo desde que llegaste, ¿verdad? Por supuesto, también le di a los Snow Shooters algo de trabajo, ya que parece que los temblores no funcionan lo bastante rápido.

Sonrió malignamente, causando que los ojos verdes de X se ensancharan. – Tú… ¿tú hiciste todo esto?

– No actúes tan sorprendido. – Penguin resopló. – Ya sabes que no podemos dejar que haya ninguna oposición estorbándonos. – Sus ojos escudriñaron el área, mirando las "esculturas" que los rodeaban a él y a X. – Tú de todos los reploides deberías saber eso a estas alturas… espera, ¿qué es eso?

Penguin había notado los componentes en las piernas de X, que desvió la mirada hacia abajo. – ¿Esto?

– No me digas que encontraste la cápsula. – gruñó Chill Penguin, aunque pudiera ver que la respuesta estaba justo frente a él. – ¡Maldición! ¡Les DIJE a esos ineptos que la ocultaran en un sitio más seguro!

– Espera un momento, ¿sabes sobre la cápsula? – cuestionó X sorprendido. – ¿Dónde la encontraste?

– Yo no la encontré, y tampoco lo hizo Sigma. – respondió Chill Penguin. – Fue el Dr. Cain. Por lo que nos dijo, empezaron a aparecer entre sus excavaciones después de que te uniste oficialmente a los Maverick Hunters.

– ¡¿El Dr. Cain?! – exclamó X, olvidándose momentáneamente de su peligro. – ¡¿En dónde está?!

– Está vivo, eso te lo aseguro. A diferencia de Fujiwara, el viejo parece haberse puesto en el lado bueno de Sigma. – replicó Penguin, antes de lanzarle una mirada furiosa al Hunter azul. – Igual que tú, de alguna manera.

X entrecerró su cejo, nervioso. – ¿Qué?

– Sí, lo creas o no, el Comandante Sigma NO quiere que te mate. – dijo el ex Hunter con forma de pájaro. – Por alguna razón, todavía te quiere con vida.

– No tengo intenciones de unirme a él, o a su causa. – proclamó X, manteniéndose firme en su decisión. – Pero en cuanto a ti, ¿por qué? ¿Qué estás haciendo aquí?

– ¡A diferencia de esos humanos o cualquier otro, Sigma me ha pagado por el uso de mis habilidades! – respondió Chill Penguin con orgullo. – ¡Trabajar para él es un millón de veces mejor que estar atrapado aquí sin nada que hacer! Además, no es como que ellos hubieran respetado mi decisión de todas maneras. – Observó a los numerosos reploides que los rodeaban. – Ellos nunca me habrían seguido, especialmente él.

Señaló hacia la forma cristalizada de Marth. X se quedó sin palabras. Miró hacia el suelo, azul y lleno de baldosas. Pese a la escasa iluminación, el interior de la cámara se asemejaba al interior de un iglú.

– Chill Penguin...

– ¡No actúes como si te doliera! ¡Sigma tenía razón, tú no eres diferente de ellos! – gritó de repente Penguin. Luego gruñó en voz baja. – Los que siempre se reían de mí.

– ¿Qué dices? – preguntó X.

– ¡No es asunto tuyo! – gritó el pájaro mecánico, luego se fijó en los componentes en las piernas del reploide azul. – Sólo mírate, crees que esas mejoras te hacen mejor y superior, ¿no es así?

Pese a que contrastaban con el resto de su armadura, significaban que Penguin había fallado parcialmente en su misión.

– Sabes, Sigma te quiere vivo, pero al diablo con eso. – Así que, con sorprendente velocidad, se deslizó por el hielo sobre su estómago, cargando contra X. – ¡Después me lo agradecerá!

Esta historia continuará

Chapter 35: El señor de las planicies nevadas

Chapter Text

Hace diez años…

– ¿Es decir que uno de ellos servirá un rol específico? – preguntó el anciano calvo al científico mucho más joven, mientras él y sus colegas se encontraban terminando la construcción de un nuevo reploide. Uno que encajaría con los recientemente formados Maverick Hunters.

– En efecto. – respondió el Dr. Fujiwara, observando el procedimiento, y verificando que los componentes internos del reploide funcionaban como debían. – Después de todo, si operarán como un equipo, cada miembro debe encajar en un lugar apropiado para sus habilidades.

El Dr. Cain asintió, aunque no estaba seguro de las palabras del otro hombre sobre el asunto. Hasta donde él sabía, Sigma iba a liderar este nuevo equipo especializado, pero los otros miembros seguían en construcción. Aunque Fujiwara parecía tener una afinidad en particular por el reploide de armadura violeta y rostro oculto.

– ¿Y cuál es el rol que este cumplirá? – preguntó Cain al experto en robótica.

– Usted sugirió que tuviéramos a alguien que fuera, en sus palabras, lindo, así que este reploide será más o menos como una mascota. – explicó el científico de cabello oscuro. – Todavía tenemos que crear su armazón externo, pero esa es una de las porciones del cuerpo más fáciles de moldear.

El Dr. Cain observó al reploide todavía dormido mientras era armado. Su figura era humanoide, pero con las proporciones exageradas. Su cara no se veía humana como las de los demás, sino que más bien parecía haber sido basada en un pájaro con un pico plateado muy pronunciado, y un labio inferior amarillo.

– ¿Y qué se supone que debe ser?

– Debatimos un poco de si usar a un perro o algún otro animal doméstico. – respondió Fujiwara. – Pero en última instancia, elegimos a un animal menos convencional, pero aun así relativamente popular. – Miró a la máquina todavía incompleta. – Además, escuché que los pingüinos son populares con el público en general.


Tiempo presente, en la región polar…

X se sintió increíblemente tonto, pero la visión de Chill Penguin lo tomó por sorpresa. Y eso pronto se convirtió en una terrible realización cuando el antiguo Hunter colisionó contra él, enviando al reploide azul a estrellarse contra la pared donde estaba la puerta que sellaba la cámara. Penguin, sin embargo, se detuvo y se levantó sin problemas, sin verse afectado en sus movimientos por el terreno helado. El reploide más humanoide se levantó de nuevo, cuidando de no resbalarse ya que el hielo entorpecía un poco sus movimientos. Otro factor que lo hacía verse aún más tonto.

Aun así no podía evitarlo, ya que ¿cómo podría haberse esperado que Chill Penguin de todos los reploides se habría aliado con Sigma? Todavía seguía sin poder creerlo del todo, aunque su agresor estuviera justo en frente de él.

– ¿Qué pasa? – cuestionó Penguin, poniendo los brazos en jarra. – ¿Acaso esas nuevas y brillantes partes de tus piernas no te sirven para mantener mejor el equilibrio?

X estaba en un completo estado de incredulidad, tratando en vano de negar lo que estaba frente a él. – ¿Por qué? – le preguntó. Sabía que era una pregunta inútil, pero no pudo evitar hacerla.

Chill Penguin resopló con desdén. – ¿Por qué? – chirrió, burlándose de la pregunta de X y su evidente angustia. – ¡Como si fueras a entenderlo!

X se mordió el labio, inseguro de cómo responder. – Yo… yo no…

– ¡No! ¡Es tal como él lo dijo! ¡Nunca lo harías! ¡Eres igual que todos los demás! – exclamó Penguin furioso. Sus ojos se fijaron en los componentes de las piernas del reploide azul. – ¡Incluso ahora, tu creador necesita recordarte que eres el mejor de todos!

– ¿Qué? – X se quedó perplejo. – ¿De qué estás hablando?

– ¡Eres un modelo antiguo, comparado al resto de nosotros! – gritó el pájaro, apuntando un dedo acusador en la dirección de X. – ¡Apenas eres un Clase B, y aun así te enviaron a detenerme! ¡Hasta aquellos que se oponen a Sigma me ven por encima del hombro!

– Penguin, ¿de qué estás…? – X trató de preguntar, pero de nuevo fue interrumpido.

– ¡Incluso ahora, te burlas de mí! ¡Actúas como si fueras tan grande y poderoso, no lo soporto! – gritó Penguin, y luego sacudió su puño contra el Hunter azul. – Yo… ¡voy a acabar contigo!

Abrió su pico, produciendo una ráfaga de aire frío, y disparando cristales helados en la dirección de X. Por su parte, X no tenía idea de lo que sería esto, pero no quería averiguarlo, así que saltó pateando la pared, logrando ponerse por encima de la forma más grande de Penguin, pero el pájaro terminó su trabajo rápidamente. Se apartó del camino para presentar tres esculturas de hielo, todas diseñadas para parecerse en forma y tamaño a un pingüino emperador promedio.

– ¿Te gustan? – cuestionó Penguin, cruzando los brazos sobre el pecho. – ¡Comencé a hacerlas apenas la semana pasada y ya soy todo un experto! ¡Y no son solo bonitas, son buenas para ofensiva y defensiva! – agregó sonriendo mientras intentaba provocar a X. – ¡Adelante, te reto a que intentes disparar a través de ellas!

Desde donde estaba, la forma congelada de Marth permaneció inmóvil, observando cómo continuaba la batalla entre X y Penguin. Ninguno de ellos tendría forma de saberlo, pero si cualquiera hubiese visto sus ojos en ese momento, se habría dado cuenta que su expresión era casi de tristeza.


Un año antes…

Se encontraba caminando por los corredores de la Base Hunter, pensando en qué estaría pensando Sigma al enviar a Flame Mammoth al medio oriente. ¿Por qué no a él? ¡Habría sido una mejor opción! ¡Podría haber mantenido los sistemas de todos refrigerados y ayudar a los humanos con ese calor infernal! ¡Parecía que ese maldito elefante aprovechaba cada oportunidad posible de recordarle cómo siempre le tocaba el extremo corto del palo!

Simplemente no era justo.

Y entonces, el reploide basado en un pájaro vio a un Hunter más alto situado en el monitor en el centro del piso del edificio, donde se conectaban todos los corredores. Era el Comandante Marth, justo el reploide a quien Chill Penguin necesitaba ver.

– ¡Oh, Marth! – Aunque parecía ser que alguien le ganó de mano. Un Hunter de armadura azul se acercó al reploide de figura más imponente, y luego se detuvo. – Oh, quiero decir, señor.

Marth le sonrió a X, ante el gesto del reploide más bajo por corregir su forma de hablar. – No estás en la unidad polar, así que no soy tu comandante. – le dijo. – No necesitas ser tan formal.

– Aun así, felicidades. – le dijo X a Marth. – Pero ¿realmente tendrás que ser estacionado allá arriba en la Región Polar?

Chill Penguin se quedó perplejo. ¿X conocía a Marth? Bueno, Marth era un Hunter de alto rango, Clase A para ser preciso. Y no le habría sorprendido a Penguin si ese enorme reploide (que rivalizaba con Sigma en estatura) pronto llegaba a Clase S. Aun así, ¿cómo era que X conocía a Marth a tal nivel que podían hablar de manera casual como amigos? ¿Por qué no le dijeron a él sobre esto? Era un detalle pequeño, pero Penguin no podía evitar sentirse algo excluido.

– Escuché que me van a extrañar aquí. – suspiró Marth. X no era el único que no quería que se fuera. – Pero no tengo intenciones de irme para siempre. Estoy seguro que el Comandante Sigma enviará por mí para que vuelva en alguna ocasión.

X asintió, entendiendo lo que decía. Aun así, no le gustaba del todo.

– Además, me gustaría tomar algo de tiempo lejos de Abel City.

– ¿Hm? ¿Por qué? – cuestionó X.

Chill Penguin se preguntaba lo mismo. Aun si pensaba que era cercano con Marth, parecía que X lo era más. Al menos, esa era su percepción.

– Este lugar, a pesar de lo grande que es, ¿no crees que se siente… algo confinado? – le preguntó Marth a X. El Hunter azul no entendía lo que quería decir el líder de la Unidad Polar. – Este lugar, incluso en la tierra principal en Arcadia. E incluso más allá, la ciudad de Tokio no está muy lejos.

Marth observó hacia una de las enormes ventanas situada hacia la izquierda, observando a las calles concurridas de la ciudad en la isla artificial.

– En todas partes, hay una ciudad. Supongo que suena hipócrita que lo diga, viendo que nosotros somos aquello de lo que deseo alejarme, pero es que hay demasiada tecnología.

– ¿Demasiada tecnología? – preguntó X. – ¿A qué te refieres?

– Tal vez suena extraño, ya que nosotros mismos somos máquinas, pero no puedo negar que prefiero el mundo natural. – explicó Marth. – Es libre, y no tiene las restricciones del progreso o la evolución en relación al crecimiento de los reploides y humanos por igual. Aunque esta isla no sea natural, hay lugares donde los espacios están abiertos y se les permite permanecer intactos. – Miró más allá de la ciudad, hacia las montañas en la distancia. – Allí es donde quisiera estar.

X se quedó callado, al igual que Penguin, aunque ninguno de los dos parecía estar consciente de la presencia del pájaro. Y antes de darse cuenta, ya se había ido. Marth no le había dicho a Penguin que se marchaba. ¿Por qué? ¡Él era parte de la unidad de Marth, no X! ¡¿Por qué Marth podía decirle a él lo que no podía decirle a Penguin?! ¡No era justo!

Todo esto y más se quedó dando vueltas en la mente de Penguin mientras se marchaba anadeando torpemente. Una vez más, alguien se le había adelantado.


La región polar, tiempo presente…

Con una sorprendente agilidad, Chill Penguin se impulsó desde donde estaba y saltó hacia el techo, colgándose de una polea situada en el centro. De un solo tirón, toda la cámara se vio envuelta en una tempestad de nieve y hielo. X tuvo que cubrirse de los fuertes vientos, pero entonces notó que las esculturas de hielo comenzaban a moverse hacia él a gran velocidad. Apuntando su buster, el reploide azul le disparó a las estatuas que se acercaban, logrando destruir una o dos, pero no podía esperar deshacerse de todas. El resto de figuras con forma de pingüino chocaron contra el cuerpo de X, una tras otra, dejándole poco tiempo para recuperarse.

Cuando la última lo embistió, cayó al suelo, aterrizando dolorosamente. Chill Penguin se aproximó al Hunter azul, con los puños apretados. – ¿Y bien? ¿Por qué no quieres pelear conmigo?

X no respondió al principio, incapaz de sacar una respuesta apropiada. De cierta forma, Penguin tenía razón. En ese momento, él era un Maverick, y X era un Maverick Hunter. Era el orden natural de las cosas que ahora debían estar en contra uno del otro. El conflicto tal vez era inevitable, pero seguía siendo difícil de tragar.

– Yo… – tartamudeó X, sintiendo que sus sistemas comenzaban a enfriarse. Pese a su nueva mejora, el clima seguía afectando sus componentes internos. Sus ojos se fijaron en las numerosas figuras congeladas que los rodeaban a él y a Penguin. – Yo…

– ¿Es porque crees que soy débil? – preguntó Penguin, cada vez enfadándose todavía más.

– ¿Qué? ¡No! – protestó X. – ¡Por supuesto que no! Yo…

– ¡Claro que piensas que soy débil! – graznó el pájaro robótico. A pesar de sus tics verbales, había un deje de sentirse herido en su voz. Hizo que el núcleo de X se paralizara. – ¡Incluso ahora, me estás insultando! ¡Igual que ellos! – señaló a los otros Hunters atrapados en el hielo.

Desde la distancia, Marth parecía seguir observando silenciosamente.

– ¡Bien, de acuerdo! – gritó Penguin, cuyos tanques aún producían una gran reserva de aliento helado y nitrógeno líquido. – ¡Puedes unirte al resto de ellos! ¡Congelado por toda la eternidad!

Abriendo su pico, generó una oleada de aire helado y frío. Partículas de hielo comenzaban a pegarse en la armadura azul de X hasta que el Hunter se dio cuenta que una capa de hielo comenzaba a generarse a su alrededor. Trató de dar un paso al frente, pero sus piernas estaban ya encasilladas en un cristal claro y frío, forzándolo a ponerse de rodillas. Como si se estuviese inclinando enfrente de Penguin, algo a lo que el pájaro sonreía con satisfacción. X alargó la mano, pero si esto era para suplicarle al pájaro, o disparar, Penguin no tuvo la oportunidad de de averiguarlo. Y sin perder tiempo, roció a X con otra ola de frío polar, y el Hunter azul tuvo que cubrirse la cara hasta que su mitad superior se congeló igual que la inferior.

Frente a Chill Penguin yacía el cuerpo congelado de X. Otra persona más que seguro se reía de él.


Unos meses antes…

– ¡Todos son unos mentirosos! – graznaba el robusto pájaro con furia, azotando sus puños sobre la mesa. Luego cruzó sus brazos. – ¡Todos ellos! ¡Siempre hablando a mis espaldas! ¡Probablemente sea culpa de Flame Mammoth! Ese estúpido elefante ha estado diciéndoles a todos que no soy más que un enorme chiste.

– Sólo te percibes como una broma porque tú mismo crees eso sobre ti. – Una voz familiar de repente alertó a Chill Penguin de la presencia de alguien más. Desde las sombras, el Comandante Sigma venía avanzando. – Y efectivamente, Mammoth ha estado hablando mucho últimamente.

Chill Penguin al principio se sintió emocionado de que finalmente alguien lo estuviera escuchando a él y a sus problemas, pero pronto se sintió confundido. – ¿Comandante? ¿Qué está haciendo aquí? – le preguntó.

Incluso aunque Penguin no lo notó, parecía ser que su líder estaba muy complacido de tener su atención. Como si fuese el reploide a quien el Comandante había estado buscando.

– Y resulta ser, que esperaba encontrarte. – dijo Sigma, confirmando las sospechas del pájaro. Cierto, eran sospechas de las que estaba feliz de tener razón. Sigma quería una audiencia. Bueno, él estaría más que feliz de proveerla.

– ¡O-Oh! ¡Seguro, Comandante! – dijo Penguin, dándole un pequeño saludo militar.

Sigma sonrió. Tenía al pájaro justo donde lo quería. – No pienso andarme con rodeos contigo. – dijo el reploide más alto. – Creo que tú eres uno de los pocos en quien puedo confiar.

– ¿Qué quiere decir, Comandante? – El reploide pájaro estaba perplejo.

Sigma cruzó sus brazos. – He estado pensando en muchas cosas, o al menos, en tantas como se me permite hacerlo.

De nuevo, Penguin se quedó confundido. – ¿Comandante?

Sigma se volvió a girar dándole la espalda al pájaro, sintiendo que la piel sintética sobre sus ojos comenzaba a picarle de nuevo. El impulso de arrancársela se volvía más fuerte, pero tenía que mantener la compostura. Especialmente si deseaba ganarse un aliado potencial.

– Dime algo, Penguin. – comenzó. – ¿No consideras fascinante el hecho de que, pese a que estamos hechos, no, que SOMOS lo último en teconolgía, seguimos estando muy limitados?


Región Polar, tiempo presente…

– Te diré un secreto. El Dr. Cain está vivo. – le dijo el pájaro a la figura silenciosa. Aunque X no podía responder, Penguin podría jurar que vio una reacción mientras estaba congelado, aunque fue sólo un simple parpadeo. – Estamos cuidándolo bien, pero hasta ahora, sólo está vivo porque Sigma le tiene aprecio, por alguna razón. Aunque no tendrás oportunidad de decirle eso a nadie. Los terremotos suceden desde abajo de las montañas, pero los controles que los provocan están a salvo aquí. – dijo mientras se señalaba el pecho. – Si se destruyen, los terremotos se detendrán por completo. Pero tú no podrías hacer eso. No, ni siquiera podrías haberme respetado cuando todavía éramos amigos.

Chill Penguin observó la sala a su alrededor, llena de figuras congeladas que alguna vez habrían sido parte de su unidad. La forma cristalizada del comandante de la unidad, y ahora, la figura inmóvil de X en frente de él. El pájaro robótico miró fijamente al Hunter azul, ahora congelado igual que los demás, y luego bajó la mirada hacia el suelo.

– Incluso ahora, no es suficiente. – murmuró. Luego observó el área, mirando a cada una de las figuras congeladas presentes en la sala. – Es tal como dijo Sigma. Nunca será suficiente.

Penguin miró de nuevo al todavía inmóvil X. En ese momento, el pájaro lo odiaba todavía más de lo que odiaba a Marth y a los otros. De todos los reploides, X era quizás el peor de todos. ¿Cómo podría no haberlo visto hasta ahora? Le dio una patada al cuerpo congelado y de rodillas del Hunter.

– ¡A ver si esas mejoras de tus piernas te salvan ahora!

X no le respondió. A decir verdad, Penguin no estaba seguro de si el Hunter azul todavía seguiría consciente. No tenía forma de saber si sus sistemas habrían empezado a apagarse por el frío, o si su núcleo estaría sobrecalentándose, tratando de calentar su cuerpo. Bueno, no importaba, era lo que el pensaba. Su furia y odio se hacían más profundos entre más miraba a X. El bastardo hasta se atrevía a parecer como si intentara acercarse a él.

– Sólo mírate. Siempre actuando como si fueras mejor que yo. – gruñó, con los ojos muy abiertos por la rabia. – ¡No puedo SOPORTARLO! ¡ACABARÉ CONTIGO!

Saltó hacia atrás y se deslizó sobre su estómago, con la intención de hacer pedazos al Hunter atrapado en el hielo.


Unos meses antes…

– Entonces… ¿eso fue todo? – preguntó Penguin a Sigma. Él, junto con Fujiwara y varios otros en una cámara oculta bajo la ciudad. Nunca se imaginó encontrarse aquí, discutiendo todo lo que iban a hacer. Sus acciones, estas acciones, seguramente serían consideradas propias de Mavericks. Aun así, no podía evitar preguntarse. – ¿Realmente no hay más nadie que se pondrá de nuestra parte?

Sigma negó con su cabeza. – De todos mis hombres, parece ser que ustedes son los únicos a quienes puedo confiarles esta información. Para asegurar un lugar en este mundo, y nuestro futuro, tenemos que ayudar al buen doctor aquí con sus planes de dominación de esta ciudad.

– ¿Por qué sólo la ciudad? – preguntó alguien entre las figuras encapuchadas en las sombras. – ¿Por qué no la tierra principal? Arcadia es mucho más grande que Abel City, y ni hablar de la isla sobre la que está construida.

– Arcadia vendrá después. – respondió Fujiwara. – Pero para probar al mundo que vamos en serio con lo que decimos, debemos enviar un mensaje que todo mundo entienda. Y creo que la adquisición de esta lista es justo lo que los convencerá.

Penguin miró a los demás, y todos parecían estar de acuerdo con este plan. Aun así, no pudo evitar preguntarse. – ¿Bueno, ¿qué hay de los demás? ¿Qué hay de Marth?

Sigma se quedó en silencio. – Su contribución sería enormemente apreciada, pero dudo mucho que esté de acuerdo con nuestra decisión en relación a la humanidad. – admitió el reploide renegado, antes de negar con la cabeza. – No, es demasiado leal a los humanos. Es una pena, ya que sería uno de los primeros en acudir a su defensa.

Sigma miró a Fujiwara, que no dijo nada. No hizo más que tomarse un momento para ajustarse las gafas antes de hablar. – Como sea, será un obstáculo, así que tendremos que ocuparnos de él, si llegara a eso.

Chill Penguin, aunque no lo demostrara abiertamente, sintió que el estómago se le revolvía al oír eso. ¿Marth? ¿Exterminado? Finalmente decidió hablar.

– ¿Comandante? ¿Qué pasará con el resto de la unidad?

– Ellos tendrán que tomar su decisión pronto. – le respondió Sigma al pájaro. – Igual que Marth. Pero no seas demasiado optimista. – Sus receptores ópticos azules se giraron hacia Fujiwara. – Con el debido respeto, hay demasiados en nuestras filas que no renunciarán a su adherencia a las Tres Leyes.

Las Tres Leyes. Tres directivas implícitas, pero conocidas por todos los seres mecánicos. Leyes que todos los que estaban presentes iban a romper, cuando llegara ese fatídico día. Ya no faltaba mucho. Pronto, todo caería en su lugar, y el Día de la Independencia vendría para todos ellos. La única pregunta era, ¿quiénes entre ellos estaban dispuestos a ver realizado el ideal de Sigma? Penguin parecía indeciso.

Justo ahora, se encontraba incierto respecto a muchas cosas, incluyendo su propio lugar aquí. ¿Qué estaba haciendo aquí? Él era un Maverick Hunter, ¿no? ¡¿Por qué estaba en la misma habitación con aquellos que deseaban hacerle daño a aquellos que juró proteger?! Estas preguntas le habían venido antes a Penguin, pero ahora parecían estar desesperadas por una respuesta.

Necesitaba respuestas, o de lo contrario, no habría vuelta atrás. Ninguno de ellos podría retractarse si seguían adelante con esto. Aun así, no pudo evitar preguntarse si este era el único camino para lidiar con estas cosas. Y cuando llegara el momento, Chill Penguin se preguntaba si la intención de Sigma de deshacerse de Fujiwara era una buena idea. Él era, después de todo, un humano, ¿verdad?

Después de hacer algo así, realmente no habría vuelta atrás.

¿Sería capaz de hacerlo? Él podría detener esto. Podría contárselo a alguien. Seguro, probablemente no lo escucharían, pero seguro podría al menos levantarle sospechas a alguien. Aun había tiempo.

Pero de nuevo, fue tal como lo dijo Sigma. Todos se reían de él.


Unos días antes…

No podría haberse imaginado que algo como esto habría sucedido. Cuando fue llamado momentáneamente a Abel City, Marth inicialmente había creído que se trataba de una transferencia. Se sentía algo dividido sobre esto, ya que aunque era muy extrañado en el cuartel general, había llegado a disfrutar de la región montañosa de la isla. Pero llegado el 4 de julio, se encontró en medio de una pelea por su vida, y por la de las vidas de los que le rodeaban. El reploide de alta estatura recibió una oferta de un lugar en las filas de Sigma, pero inmediatamente se rehusó, eligiendo proteger y salvar a todos los que pudo. Desafortunadamente, sus esfuerzos no fueron suficientes para salvar a todos.

A pesar de esto, él era uno de los pocos sobrevivientes que quedaban y había asumido lo peor cuando intentó contactar al resto de su unidad estacionada en la Región Polar. Temía especialmente por Chill Penguin. Una vez que todos los que quedaban se quedaron en la base subterránea construida para emergencias, Marth había sido el único que se ofreció de voluntario para investigar los otros territorios ocupados por los Hunters. O en este caso, ahora territorios adquiridos por Mavericks. Marth odiaba la forma en como Zero dijo tal cosa, pero el reploide no pudo negar que no estaba en posición para cuestionar a su nuevo comandante.

Justo ahora, ellos necesitaban a alguien que buscara a cualquiera que pudiera aliarse con su causa.

– ¿Señor? – le preguntó Marth al rubio, que se giró para encararlo. – Si me lo permite, ¿puedo ir yo?

Zero levantó una ceja debajo de su casco. – ¿Tú, Marth?

Marth asintió. – Perdóneme si sueno arrogante, pero antes de ser implementado con los medios necesarios para el combate, fui diseñado como unidad de búsqueda y rescate, previo a convertirme en un Hunter. – explicó. – Y dado el ambiente extremo de la región polar de la isla, considero que, con las condiciones de mi construcción, sería el más apto para tomar esta tarea.

Zero pensó en la propuesta de Marth por un momento, debatiéndose si sería o no una sabia decisión. Su tamaño y fuerza lo haría un gran aliado para los pocos Hunters que quedaban, pero aun así necesitaban ir en busca de aquellos que todavía podrían apoyarlos. Y si no era ese el caso, tal vez quedaran algunos retenidos en contra de su voluntad. Abandonarlos a su suerte sería una acción propia de Sigma, por lo que Zero finalmente cedió y aceptó la solicitud de Marth.

– De acuerdo. – le dijo al reploide más alto. – Puedes ir.

– Gracias, señor. – le agradeció Marth a su comandante. Incluso ahora, resultaba doloroso admitir que Sigma ya no fuese a cargo, debido a esa traición. – Prometo que le traeré hasta el último trozo de información que pueda.

Zero asintió. – Te deseo buena suerte.


Región Polar, tiempo presente…

Chill Penguin nunca tuvo la oportunidad de llegar donde X, ya que para su gran shock un disparo le impactó en el costado. Su hombrera salió volando por la fuerza de la imprevista ráfaga de plasma, forzando al pájaro robótico a virar hacia un lado. Apenas logró detenerse chocando con una de las figuras petrificadas en su hielo, golpeándose la cabeza contra la pared y quedando desorientado. Se agarró la cabeza, con los ojos dándole vueltas y su cabeza hecha un enredo de circuitos e información enredada entrando y saliendo de su procesador. Tras unos momentos, sin embargo, los sentidos del pájaro volvieron a él, y se giró para ver que sus sospechas eran incorrectas.

X seguía congelado donde estaba. Alguien más le había disparado, y al girarse para ver quién había sido el responsable, sus ya de por sí enormes ojos se ensancharon todavía más. El reploide apenas se había liberado parcialmente, pero una de las figuras había logrado romper a través de su prisión de hielo. Su mitad superior ya no estaba encasillada en un cristal gélido y transparente, pero seguía atrapado donde estaba, incapaz de moverse de su ubicación actual. Aun así, el hecho de que estuviese activo dejó totalmente perplejo a Penguin, que al principio no podía creérselo.

– ¡¿M-Marth?! – graznó Chill Penguin sorprendido, con su hombrera dañada tirada en un lado y dejando el hombro izquierdo del pájaro al descubierto.

El reploide azul, blanco y verde con una barba giró su mirada gentil hacia el otro miembro de la Unidad Polar. – Penguin… por favor detén esto. – dijo Marth, con la voz cansada y dolorida.

¿Qué estaba sucediendo? Sus motores habían estado trabajando duro para calentar sus sistemas, manteniendo sus componentes internos en una temperatura razonable, pero el Hunter azul seguía atrapado en una posición que lo dejaba incapaz de defenderse a sí mismo.

Pese a esto, X estaba empezando a tomar conciencia de lo que sucedía fuera de su prisión helada, ya que vio una silueta disparándole a Penguin justo cuando el pájaro robótico estaba a punto de chocar contra él.

– ¿M-Marth? – cuestionó, pero apenas pudo mover los labios. Ningún sonido vino con las palabras.

Chill Penguin se quedó parado allí, en silencio y rígido, igual que los Hunters a los que había congelado.

– ¿C-Cómo fue que…? – tartamudeó el pájaro, incapaz de procesar lo que había sucedido. Se debatía sobre si ir por su hombrera o no, ya que no sabía lo que haría Marth a continuación.

– Los terremotos. – explicó Marth, con la voz temblorosa. – Mi motor de emergencia… me las arreglé… para activarlo. – Jadeó por un momento antes de recuperar la compostura y suplicarle al pájaro. – Penguin, no hagas esto. No otra vida, por favor.

Chill Penguin miró a Marth, con el pico muy abierto. Pero rápidamente lo cerró, dejando de lado su shock para convertirlo en ira. – ¡Incluso ahora, TODAVÍA te burlas de mí! – le gritó señalando a las otras figuras rodeándolo. – ¡No eres diferente de ellos!

Marth negó con su cabeza. Desde adentro de su prisión, X podía oír hablar al reploide más alto, juntando las piezas sobre lo que el comandante de unidad trataba de hacer. La única pregunta era, ¿podría X lograrlo a tiempo? Intentó mover su mano para retraerla dentro de su antebrazo. Si podía hacer eso, tal vez tendría una oportunidad de liberarse de su prisión usando un disparo.

– Penguin, lo que sea que Sigma te haya dicho, no es cierto. – replicó Marth a la declaración del pájaro, protestando. – Lo que sea que crees que los demás piensan de ti ¡no es cierto! ¡Sólo te está utilizando para sus propios fines! – El líder de la unidad polar seguía suplicándole al robot aviano. – ¡Tú no le importas nada, ni tampoco a ninguno de los que te dijo que son tus aliados!

– ¡Él ha pagado por el uso de mi poder! – gritó Chill Penguin. – ¡Reconoce mi grandeza y talento! ¡Mucho más que nadie en las filas de los Hunters! – Se acercó para recoger su hombrera, volviéndola a colocar en su lugar. – Él mismo me lo dijo. Que yo soy uno de los pocos en quien podía confiar.

X continuó escuchando, finalmente logrando retraer su mano dentro de su brazo, luego que su cuerpo generó suficiente calor para permitirle el mínimo movimiento. Ahora tenía que esforzarse por cargar su buster. Temía por Marth, pero en su estado actual no podía ayudar a nadie. Necesitaba que el reploide más grande siguiera hablando para ganarle algo de tiempo. Y tal vez, convencer a Penguin de detener todo esto.

– En el segundo en que Sigma se rebeló contra los humanos, supe que era la única posibilidad de volverme algo más grande de lo que soy. – le dijo Penguin a Marth. No era que quisiera confiarle algo al otro reploide, ni mucho menos decirlo en voz alto. – Y si me lo preguntas, me sorprende que ninguno de ustedes esté a bordo conmigo.

Aunque no podía responder, X se quedó perplejo ante la declaración de Penguin. ¿Qué quería decir?

– ¿Y acaso estar a bordo significa exterminar a tus propios compañeros? – cuestionó Marth.

– ¡No tuve opción! – rugió el pájaro, con la voz quebrándosele un poco. – ¡No podían ver lo que estaba frente a ellos! ¡Nadie puede! ¡Nadie excepto Sigma! – Se calmó por un momento luego de su arrebato. – Yo… no es que esto me guste, pero nada cambiará para nosotros si no eliminamos a cualquiera que se oponga a un mejor futuro para todos los reploides. – Su mirada se ensombreció. – Dime algo, Marth, ¿no has pensado alguna vez en por qué tienes ese aspecto?

Marth se quedó callado por un momento, mientras X continuaba cargando su arma. Aun así, tenía curiosidad de saber a dónde querría llegar Penguin.

– No especialmente. – respondió Marth. – ¿Por qué?

– Por supuesto que no lo has hecho. Ninguno de ustedes lo haría. – se burló Penguin. Luego miró alrededor a las otras figuras congeladas, antes de volver a fijar la mirada sobre Marth. – Todos ustedes están diseñados a la imagen de los humanos. Yo, por otro lado – se señaló a sí mismo – estoy atrapado en el cuerpo de un pájaro gordo y estúpido, ¡que no sirve para otra cosa que para ser una mascota o saco para golpear de la naturaleza! – se lamentó. – ¡Y no soy sólo yo! Desde los primeros incidentes de reploides que se vuelven Mavericks, cada vez hay menos reploides humanoides en desarrollo. Nos construyen con rasgos exagerados, o en mi caso, no nos basan en nada que sea remotamente humano. – Empezaron a temblarle los puños. – Todo es para que sea más fácil hacernos pedazos cuando crucemos la línea.

X sabía que tenía que escapar pronto, cargando y acumulando la energía tan rápido como podía. Aun así, sus audio-receptores podían escuchar todo lo que decían, y no quería otra cosa más que poder hablar personalmente con Penguin.

– No les debemos nada a los humanos. ¡Ellos son los que deberían pedirnos perdón, por todo el tormento y maltrato al que nos han sometido desde nuestra creación! – declaró Chill Penguin. – ¡A todos nosotros nos juzgan por apariencia, rango, utilidad, todo por lo que los humanos no tienen que preocuparse! ¡Y no puedes llegar lejos si te ves como yo!

Marth negó con la cabeza. – Por favor, Penguin, escúchame. – suplicó al pájaro. – Ninguna de esas cosas importan. ¿No recuerdas lo que nos enseñaron? Un reploide no es medido por su rango, mucho menos su fuerza, o por su apariencia. Lo que realmente te guía es lo que ves en ti mismo. Y me temo que terminé siendo muy negligente en eso contigo, Penguin.

La atención de Chill Penguin permanecía en Marth. X estaba a sólo segundos de soltar el disparo que se generaba en su antebrazo. A pesar de eso, el Hunter azul sentía algo de culpa apretándole el pecho. ¿Penguin se había sentido así todo el tiempo? ¿Cómo pudo no darse cuenta? Aunque no fueran extremadamente cercanos, el pájaro seguía siendo alguien a quien X consideraba un amigo, aunque fuese uno algo distante.

– Por favor, Penguin. – dijo moviendo los labios, con su voz demasiado queda como para ser escuchado por alguien que no fuese él mismo. – Escúchalo.

Chill Penguin miró fijamente a Marth, inseguro de cómo responder. Ahora dos verdades estaban batallando entre sí por supremacía en la mente del pájaro, que no sabía a cuál escuchar. Por un lado, esto no era más que una distracción, una apuesta arriesgada de sus enemigos para ganarse su favor. Pero por el otro, Marth estaba siendo genuino, y si ese era el caso, X también.

Y de ser así, probablemente también los otros. Todos aquellos a los que había congelado, cuyos núcleos ya se habrían extinguido. Quizás no se habrían reído de él. Tal vez, sólo tal vez, él estaba equivocado. Equivocado respecto a todo.

... No.

No, no podía estarlo. No podía estar equivocado. ¡Había llegado demasiado lejos para estar equivocado! ¡Había hecho demasiado!

– ¡Tú no eres mejor que ellos! – le gritó Chill Penguin a Marth. – ¡No eres mejor que Fujiwara o ninguno de los demás que me construyeron! – Abrió su pico, preparándose para dispararle al reploide medio congelado. – ¡El único en quien puedo confiar es el Comandante Sigma!

Los ojos de X se ensancharon detrás del velo helado donde estaba atrapado.

– ¡Penguin, no! – exclamó, con la voz ahogada por la barrera de cristal semitransparente. – ¡No lo hagas!

– X… – murmuró Marth, cerrando los ojos. – Esto es todo lo que puedo hacer por ti.

El nitrógeno concentrado y el resto de químicos solidificadores se proyectaron desde el pico de Penguin, y el gran proyectil de hielo golpeó a Marth en el pecho, directo sobre el núcleo. Su sistema primario, aquel que mantenía su cuerpo andando todo este tiempo, finalmente estaba cediendo, y el calor iba muriendo mientras sentía cómo el frío finalmente se apoderaba de él. Se quedó inmóvil, y fue entonces que tanto X como Penguin vieron que no había furia en la expresión del otro Hunter. Había una profunda tristeza, sí, pero también una sensación de comprensión.

Ninguno podía detectar un rastro de rabia.

Chill Penguin observó a la forma inmóvil de Marth, y luego al congelado X. No, no estaba equivocado, no podía estarlo. Lo que acababa de hacer… ya era demasiado tarde para echarse atrás.

– Entonces… – Pese a su autoproclamada decisión, su voz era agitada y temblorosa. Se echó para atrás y tomó una carrera de impulso, con la intención de terminar lo que había comenzado. – Ahora, ¡por fin puedo encargarme de ti!

Se deslizó sobre su estómago, siendo su intención hacer pedazos al Hunter azul al impactar. Y a diferencia de la vez anterior, ahora no habría intervención.

Pero el pájaro de nuevo falló en su objetivo. Para su incredulidad, la mano estirada de X se había convertido en su buster sin que él se diera cuenta y, con un solo disparo cargado, el hielo que contenía al Hunter azul fue destrozado. La ráfaga de plasma hizo trizas el capullo helado de X y al mismo tiempo golpeó a Chill Penguin en el brazo derecho, forzándolo a virar hacia un lado, fallando por completo y estrellándose contra la pared. Otra vez, había sido humillado.

Le llevó unos pocos momentos para que sus sistemas volvieran a recargarse, y sus piernas seguían algo inestables por haber estado congeladas, pero eventualmente X logró recuperar su balance, al igual que el resto de sus funciones motoras. Su cabeza todavía le dolía por el frío, pero su CPU y componentes cerebrales le alertaron que todavía había peligro en la forma del pájaro mecánico de la tundra. Chill Penguin estaba a poca distancia, sosteniéndose el brazo mientras el miembro echaba chispas en la zona dañada, con cables y varios componentes visibles debajo de su armadura. Claramente estaba sufriendo el dolor, sacudiéndose mientras se quitaba la hombrera para examinar mejor la herida que habría sufrido. Su brazo todavía podría funcionar apropiadamente, pero ahora tenía una vulnerabilidad que podría ser explotada.

El pájaro ni siquiera se habría imaginado que un pelmazo debilucho azul como él fuese capaz de atacarlo con tanto poder.

Girándose para encararlo, Chill Penguin vio a X ya preparado para disparar, pero esperó hasta que el pájaro lo estuviera viendo en la misma dirección. ¡Otra vez se estaba burlando de él!, pensaba el pájaro.

– ¡Bien! – graznó furioso, arrojando su otra hombrera, dejando ahora ambos hombros expuestos. – ¡No necesito el peso extra de todas maneras!

Peso: otra cosa que despreciaba. Su peso real no tenía importancia, ya que los reploides eran naturalmente más pesados que sus creadores humanos, pero la forma de su cuerpo siempre lo había incomodado. Todo sobre sí mismo lo incomodaba. Y aquel que tenía todo lo que él siempre había querido estaba justo frente a él.

– ¡Te voy a enseñar que no eres la gran cosa! ¡Igual que ese maldito elefante!

Chill Penguin se echó sobre su estómago y se propulsó hacia adelante, soltando otra oleada de aire frío desde su boca. Sin embargo, a diferencia de la vez anterior, X no se molestó en esperar. Usando las mejoras de sus piernas, el Hunter azul saltó fuera del camino del ataque de hielo, forzando a Penguin a detenerse y tratar de atrapar de nuevo a X. El Hunter de nuevo lo esquivó, y esta vez sí lanzó un disparo, esta vez golpeando directamente el brazo dañado de Penguin. El pájaro chilló de dolor, mientras las chispas de su miembro y sus sistemas le alertaban del daño en incremento que estaba recibiendo. Esto no era bueno, si recibía más impactos como ese, su brazo quedaría inutilizado por completo.

– No puedes ser tú. – gruñó Penguin. – No es posible. Un pelmazo como tú no puede ser de quien Sigma estaba hablando.

X estaba perplejo, pero no le respondió. En lugar de eso, simplemente mantuvo su posición, listo para atacar cuando fuera necesario.

– No, ¡le voy a enseñar! – rugió Penguin. – ¡Le voy a enseñar quién es el verdadero futuro de los reploides!

Soltó otra oleada de aire congelante, pero X lo rodeó con una velocidad sorprendente. Fue un poco difícil al principio, pero X descubrió que si dejaba que sus movimientos fueran rápidos pero precisos, la fricción en el hielo no sería un obstáculo muy grande. Enojado, Chill Penguin se giró para tomar un ángulo cerrado, cubriendo el piso con su aliento helado mientras la superficie bajo sus pies se congelaba bajo una gruesa capa. Pero a pesar de esto, el pájaro seguía sin poder seguirle el paso a X. Era demasiado lento.

– ¡¿C-Cómo?! – jadeó Penguin incrédulo. – ¡¿Cómo es posible que tú seas a quien Sigma quiere?!

El pájaro no le dio a X una oportunidad de responder. Al ver al Hunter azul escalando a saltos por la pared, comenzó a dispararle balas de hielo en su dirección. Chill Penguin observó cómo el reploide humanoide pateaba sobre la superficie de la pared y volaba por encima de él, disparando ráfaga tras ráfaga en dirección del pájaro robótico. Los disparos golpearon las extremidades de Penguin, incluyendo su ya de por sí dañado brazo, y las heridas lo forzaron a caer de rodillas, dejándolo más y más incapacitado.

Pero aun así, X no estaba disparando a ningún área vital. En lugar de eso, el otro Hunter se aproximó hacia Penguin, con su buster todavía listo para disparar, pero se abstuvo de liberar la energía acumulada en su interior.

– Penguin… debo admitirlo, me siento muy confundido ahora. – dijo X. El reploide azul sabía que, si Zero estuviera aquí, no se sentiría muy feliz con lo que X estaba a punto de hacer. Pero incluso ahora, la idea le resultaba impensable. – Mi deber como Hunter dicta que debo arrestarte, o exterminarte aquí y ahora.

Chill Penguin descubrió, irónicamente, que un escalofrío agudo y penetrante se apoderaba de él. Imposible, pensaba. ¡No podía estar en el extremo receptor de un cañón buster, no él! ¡Y definitivamente no de X, de todos los reploides! Imposible, y aun así, aquí estaba, a merced de ese debilucho azul.

– Y dado lo que has hecho, y lo que planeas hacer, tal vez debería acabar contigo. Pero… – bajó su arma. – Escucha a Marth, Penguin. No es demasiado tarde para detener esto. Abandona el plan, y vuelve al cuartel general. – Se acercó más al pájaro herido, dejando clara su súplica en su rostro para Penguin. – No hagas que esto continúe más de lo necesario.

Chill Penguin tembló, pero se rehusaba a admitir que era por miedo. No podía sentir miedo de alguien como X, ¡no lo podía permitir! Pero aun así, no estaba en posición de seguir peleando mucho más. Sus extremidades estaban dañadas, y pronto sería un blanco perfecto para que el Hunter azul acabara con él.

Tenía que actuar rápido. Parecía como si X realmente hablara en serio con lo que decía, pero aun así necesitaba crear una abertura

– B-bien. Tú ganas. – respondió Chill Penguin. – Iré contigo.

X se arrodilló para ponerse al nivel del pájaro. Justo lo que estaba esperando.

– ¡Cuando el infierno se congele!

Le lanzó una oleada de frío en toda la cara al Hunter azul, jhaciendo que se formaran cristales helados en su casco y piel.

– ¡Gah! – gritó X, cubriéndose la cara. Parte de su visión quedó parcialmente obscurecida, pero no estaba totalmente ciego. Podía ver un poco más allá de la delgada capa helada que cubría sus ojos. – T-tú…

Comenzó a tratar de quitarse la humedad de sus ojos y rostro, pero esta esta distracción momentánea fue suficiente para que Penguin se lanzara deslizándose sobre su estómago para embestirlo. El impacto mandó a X a volar contra la pared opuesta, y antes de poder levantarse de su lugar en el suelo, sintió cómo Penguin comenzaba a patearlo y pisotearlo repetidamente.

– ¡Mentiroso! – le gritó, sin cesar su asalto contra X. – ¡Todos son unos mentirosos! ¡Nunca te importé! ¡A nadie jamás le importé!

– ¡P-Penguin-ACK! – gemía X, recibiendo una dolorosa patada en el abdomen.

– ¡Ah, sí, tal vez Mammoth tenga razón! ¡Tal vez sólo soy un pájaro estúpido, torpe y gordo! ¡¿Pero qué con eso?! – Antes que X pudiera levantarse, Penguin lo agarró del cuello y lo lanzó hacia un lado. – ¡Yo soy quien gobierna aquí! ¡Sigma me dio esta tierra a mí! ¡Y pronto, me apoderaré del sitio donde ahora se encuentra ese estúpido elefante! ¡Me apoderaré de todas las secciones de esta isla! – Miró furiosamente a X, que seguía tirado. Gruñó mientras apretaba los puños. – Y entonces… le demostraré a Sigma que cualquiera puede ser el tan llamado futuro de los reploides. – Levantó el puño, preparándose para hundirlo en la cavidad torácica de su antiguo compañero. – ¡Incluso alguien como yo!

Pero justo cuando Penguin estuvo a punto de soltar el golpe, sintió que alguien lo agarraba por detrás. Mirando a su alrededor, el pájaro se quedó en shock al ver que Marth se había liberado totalmente de su prisión. Y más todavía, ¡que seguía vivo! Su núcleo seguía activo, aunque pronto terminaría por apagarse definitivamente.

– Penguin… perdóname. – le murmuró, con la cara llena de tristeza. Sus enormes ojos se fijaron en X, que había logrado quitarse la escarcha del rostro. – ¡Ahora, X! ¡Dispárale ahora!

X también se sorprendió por la repentina aparición de Marth, pero ahora estaba contemplando la terrible propuesta del otro reploide. – Pero…

– ¡¿Q-Qué crees que estás haciendo?! – protestó Chill Penguin, tratando de soltarse del agarre de Marth. – ¡Suéltame!

– Fue tal como dijiste, los controles que activan los terremotos están guardados dentro de ti, ¿correcto? – cuestionó Marth. – Entonces, para detenerlos, tienen que ser destruidos.

– ¿D-Destruidos? – Los ojos de Penguin se ensancharon. Luego miró hacia X. – No… no serías capaz.

En efecto, X estaba perplejo por lo que acababa de oír. Pero Marth insistió. – Tienes que hacerlo, X. Tiene que ser un disparo claro y directo. Detecto la señal del generador dentro del lado derecho del pecho de Penguin.

El Hunter azul se mordió el labio. – Pero… pero Marth… – Sus ojos verdes se fijaron en Penguin. –Chill Penguin...

– Tiene que ser de este modo, X. – dijo el reploide más alto solemnemente. – Ya no me queda tiempo. Mi motor ya está en sus últimas. – Se volteó a ver a Penguin. – Aún queda tiempo para darle la vuelta a esto.

Penguin le lanzó una mirada asesina. – ¡N-No! – exclamó, y con un sorprendente estallido de fuerza, el pájaro se liberó del agarre de Marth, cargando directo hacia X. – ¡Esto no se acaba hasta que yo lo diga! ¡Y digo que seré yo el que salga victorioso de aquí!

Penguin nunca tuvo oportunidad de terminar su viaje. Lo impensable acababa de suceder. Antes de poder llegar hasta X, el Hunter azul había disparado una ráfaga cargada, golpeando al pájaro en todo el pecho, particularmente alrededor del pectoral derecho. Inmediatamente, la energía concentrada destruyó por completo los componentes internos de Penguin, llenando su capacidad torácica con dolor mientras el plasma devoraba y destruía todo lo que tocaba. Se fue de espaldas, y vio un enorme agujero en el lugar donde se podía ver el generador, pitando y aun en funcionamiento. Y entonces, el pájaro sintió cómo Marth lo sujetaba de nuevo por detrás. Y al mirar a X, que se preparaba para volver a disparar, podría jurar que vio algo que no podía creer.

Lágrimas. Lágrimas corrían por la cara del otro Hunter. ¿Estaba llorando? Lloraba… ¿por él?

Penguin supo entonces que todo había terminado. X disparó, y la ráfaga de plasma viajó por el aire a una velocidad sorprendente, destruyendo el dispositivo implantado en el pecho de Penguin. La destrucción del generador provocó una reacción en cadena, y el cuerpo del pájaro comenzaba a echar chispas y a sobrecalentarse. Y luego, tras un momento de silencio, Chill Penguin levantó la mirada hacia X, que aún tenía lágrimas corriendo por su rostro.

Y en ese breve período, antes que todo se fuera de línea, Chill Penguin de nuevo se preguntó. Tal vez, sólo tal vez, estaba equivocado. Respecto a todo.

...

Con la destrucción del generador, los temblores que sacudían la región montañosa cesaron. X observó los cuerpos destruidos de Marth y Chill Penguin que yacían a sus pies. Se sentía patético, avergonzado de sus lágrimas. Zero no se sentiría feliz de escuchar cómo estuvo a punto de ser vencido por Penguin, todo porque no era capaz de exterminar a su antiguo amigo. No hasta que ya no hubo más opción. Supuso que tenía que hacerlo, ya que el riesgo de que la nieve cayera sobre la ciudad seguiría presente si Penguin no era detenido. Pero aun así, hasta el último segundo, X quería que hubiese otra alternativa. Incluso si tal vez nadie lo entendería.

– ¿X? X, ¿puedes oírme?

X fue sacado de su ensimismamiento por el sonido de la voz en su comunicador. – ¿Trinity? ¿Eres tú? – preguntó, sintiéndose algo tonto de preguntar lo obvio.

– Sí, perdí contacto contigo hace poco. Una interferencia desconocida empezó a bloquear las comunicaciones contigo. – X se preguntó si tendría algo que ver con el edificio donde había entrado. Algunos lugares podrían haber sido aislados del resto de la región, sin dejar medios de contactar con el exterior. – Como sea, informa, ¿cuál es tu estado actual?

– El objetivo fue completado. La amenaza Maverick ha sido… erradicada. – respondió X, con el aliento vacilándole. – Era Chill Penguin.

Trinity pudo percibir una sensación de rechazo proveniente de la voz del Hunter. – ¿Y el que enviamos previamente? ¿Tienes noticias suyas?

X negó con la cabeza. – Marth está... muerto. – Miró hacia el resto de figuras congeladas que lo rodeaban. – Igual que todos los demás.

Trinity guardó silencio por un momento, insegura de cómo responder. – Bueno… podemos discutir los detalles después. Por ahora, regresa al cuartel general. Trinity, fuera…

– ¡Espera! – Una voz familiar salió al paso. Dicha voz se hizo audible ya que claramente gritó para hacerse escuchar por encima de la de Trinity. Ni ella ni X se esperaban que fuese la que acababa de hablar.

– ¿Roll?

– ¿Dijiste que era Chill Penguin? – cuestionó su hermana. – ¿Correcto?

– S-sí, eso es correcto. – respondió X. ¿Pero qué tiene eso que ver answered?

Roll se quedó callada por un momento. Sin embargo, X alcanzó a oír otra voz hablando con ella. La reconoció como Chiyo: ¿qué estaba haciendo allá?

En el cuartel general, desde su posición en el monitor, y observando una imagen con acercamiento de la Región Polar de la isla, la reploide rubia observaba a la joven chica japonesa que la acompañaba, y luego a Trinity, antes de luego volver a hablar.

– ¿Queda alguna parte intacta de él? ¿Como un brazo?

X se sorprendió por la pregunta de su hermana, pero pese a todo se dirigió hacia el cuerpo destrozado de Penguin. Sus restos estaban esparcidos por la pequeña área donde había explotado, y entonces un brazo desmembrado atrajo la atención del Hunter azul.

– Sí, aún queda algo de él. ¿Por qué?

En ese momento oyó a Chiyo hablar. – El chip de su arma. Tómalo.

– ¿Qué? – X no entendía del todo a lo que se refería la humana. – ¿Por qué?

– Confía en mí, sólo hazlo. – le dijo ella. – Puede que lo necesites.

¿Lo necesitaría? ¿De qué estaba hablando? X miró al brazo que quedaba de su amigo, y luego pensó en las palabras de Chiyo. Tenía más de unas cuantas reservas sobre lo que le dijo, ya que dicha acción esencialmente significaba removerle algo al cuerpo desmembrado de su amigo. Con todo, X se arrodilló y abrió un panel en el brazo de Chill Penguin, localizando un dispositivo de color azul anidado en el centro, bajo la coraza exterior y que cabía en la palma de la mano de X. Pero para qué lo querría Chiyo, no tenía idea.

Aun así, apenas había sobrevivido a su encuentro con Penguin debido a su negligencia e ingenuidad. Si seguía teniendo problemas con esto, necesitaba conseguir todas las ventajas que pudiera para enfrentarse a lo que venía adelante. Con todo, X todavía sentía una punzada de culpa luego de guardarse el chip de arma. Comenzó a darse la vuelta, listo para abandonar la sala.

Pero antes de dejar la cámara congelada, el reploide azul miró de nuevo por última vez los restos de los ya muertos Marth y Chill Penguin.

– Nadie te respetaba, ¿eh? – preguntó X suavemente, aun sabiendo que no recibiría una respuesta. – Bueno, yo lo hacía.

Y con eso se marchó, emprendiendo el largo viaje de regreso, bajando hacia las ruinas de Abel City. Presentía que, a pesar de la victoria lograda, las cosas no se tornarían más fáciles a partir de ahora.

Esta historia continuará

Chapter 36: Reconocimiento (1)

Chapter Text

Cuatro horas habían transcurrido desde que X regresó a las ruinas de Abel City, luego de la exterminación de Chill Penguin. A su llegada, todos rápidamente notaron sus mejoras, y fue enviado directamente al ala médica para ser analizadas. Aunque el reploide azul insistía en que no eran peligrosos, las órdenes vinieron de Zero en persona, así que no podían discutir. Así que ahora se encontraba aquí, situado en una cápsula mientras un sensor por encima de su cabeza escaneaba sus piernas, haciendo aparecer un diagrama de su cuerpo en la pantalla junto a él. Los ojos verdes de X observaban detenidamente las botas blancas que ahora habían reemplazado sus anteriores azules, y varias estadísticas aparecían en la pantalla alrededor de los componentes de sus piernas.

– Hm. – Uno de los miembros de la unidad Lifesaver se frotaba la barbilla, mientras sus receptores ópticos leían los hallazgos presentes en el monitor. – Muy interesante.

– ¿Qué cosa? – cuestionó X.

– Parece ser que tus mejoras son precisamente eso. – respondió el Lifesaver.

– ¿Qué quieres decir?

– Tu velocidad se ha incrementado, y también tu armadura externa ha sido reforzada. Actualmente, esta porción de tu cuerpo es más fuerte que el resto de ti.

– ¿En serio? – X se levantó, observando la pantalla. Sus ojos se enfocaron en su buster. – ¿Qué hay del chip de arma?

– Si lo que las entradas que dejó Fujiwara son ciertas, entonces creo que te conviene conservarlo, junto con cualquier otro que te encuentres. – respondió el Lifesaver.

– ¿Entradas?

– Trinity te lo explicará. – Fue en ese momento que X se dio cuenta que alguien más había ingresado al cuarto. – Me alegra que hayas vuelto en una pieza, X.

– Zero.

El rubio de armadura roja, ahora comandante, estaba de pie en la puerta con los brazos cruzados y sus ojos azules fijos en X. – ¿Qué noticias hay? – preguntó al Lifesaver.

El reploide más alto se giró para dirigirse a su comandante. – Hasta ahora, los sistemas de X están en buenas condiciones, dado que su calefacción interna tuvo que ponerse al límite para mantenerlo caliente y en movimiento.

– Sí. Quedar atrapado en un bloque de hielo te hará eso. – Zero asintió. X vio la mirada de su amigo; no parecía enfadado, pero sí decepcionado. El reploide azul suspiró, sabiendo que pronto iba a recibir otra “charla”. Zero dirigió su atención de vuelta al Lifesaver. – ¿Ya está en condiciones de moverse de nuevo?

– Oh sí. – respondió el médico verde y blanco. – Todo está en perfecto orden.

Zero miró a X, esperando a que se levantara de la cápsula. – Ya sabías que esto iba a suceder. Ven conmigo.

Una vez que X se puso de pie, siguió a Zero hasta una sala pequeña y aislada al final del corredor. En la habitación había algunas cápsulas de reserva por si acaso eran necesarias. Una vez que estuvieron los dos adentro, Zero cerró la puerta y se giró para encarar a X.

– Entonces, escuché que tuviste éxito en tu misión. Y que gracias a ti hemos logrado asegurar la base arriba de las montañas. En este momento, es uno de los territorios que hemos logrado recuperar de las manos de Sigma.

X se sacudió un poco donde estaba, presintiendo que, pese a las noticias positivas, Zero no estaba muy complacido con él. – Qué bien, eso es bueno.

– En efecto. Es una cosa que va a nuestro favor. – asintió Zero. – Aunque… escuché que hubo muchas cosas que no salieron a tu favor en relación a tu desempeño.

El reploide azul se mordió el labio. – Así que, ¿ya te enteraste de…?

– Sí, lo hice. – replicó Zero. – Ya sé cómo dejaste que Penguin se aprovechara de ti, y te atrapara con la guardia baja. Y cómo ese descuido casi te cuesta la vida. – X bajó la cabeza avergonzado. El Hunter rojo suspiró. – Ya hemos pasado por esto. El propio Sigma ya pasó por esto contigo. Tus dudas podrían costarte si no te atreves a disparar.

– ¡Pero Penguin era nuestro amigo! – espetó X. – ¡¿Eso no significa nada para ti?! ¡¿Para nadie?!

– ¡Marth también lo era! – respondió Zero gritando. – ¡Él conocía los riesgos de ir allá arriba, pero él sabía que tenía que aprehender y exterminar a cualquier fuerza enemiga a toda cosa!

– ¡Pero Marth tampoco quería matarlo! – argumentó X. – ¡Penguin no era malvado! ¡Fue manipulado por Sigma! ¡Igual que los demás!

– Eso ya no importa. – replicó Zero.

– ¿Qué dices? – preguntó X. – ¿Cómo puede no importar? ¡En este momento debería ser lo único que importa!

– ¡Y por eso fue que casi te derrotan fácilmente! – replicó Zero, haciendo que X se quedara en silencio. Zero entonces se calmó. – Mira, X, por mucho que deteste admitirlo, Sigma dio algunos buenos consejos. Antes de decidir hacer todo esto. Hay veces en las que no puedes dudar antes de jalar el gatillo. – Siseó de rabia. – En este momento, nosotros somos los únicos que pueden evitar que Sigma siga causando más daño. Y dudo mucho que se detenga allí.

X bajó la mirada hacia el suelo. El reploide azul solemnemente tuvo que aceptar lo que decía. – No, no lo hará. Pero aun así, ni Chill Penguin ni Marth tenían por qué morir. Tampoco ninguno de los demás en la Unidad Polar.

– No, claro que no. – respondió Zero. – Por eso tenemos que continuar peleando para recuperar el control de esta isla. Para ponerle fin a cualquier otro plan que Sigma pueda tener. Y para hacerlo… – desvió la mirada por un momento – … podríamos tener que pelear contra aquellos que alguna vez fueron nuestros camaradas.

El androide azul bajó la cabeza, sabiendo que no había forma de zafarse de ello. Lo que pasó con Chill Penguin tendría que pasar con otros. Pero todavía quedaba una pregunta que debía hacer sobre esta infortunada realidad.

– ¿Y quiénes crees que sean?

Zero negó con la cabeza, con expresión sombría. – No puedo decirlo con certeza. Casi todos los nuestros fueron exterminados o se unieron a Sigma. Por la forma en que lo veo, podríamos enfrentarnos casi a cualquiera.

– Sí, pero… – X no tuvo oportunidad de terminar, Zero recibió una llamada de alguien de fuera del Cuartel General.

– Habla Zero. Reporte. – respondió el Hunter rojo. X discretamente se acercó, para tratar de escuchar lo mismo que Zero.  – ¿Tu equipo vio qué? ¿La planta de energía en las afueras de la ciudad? ¿Qué pasa con ella?

Efectivamente, ¿qué pasaba con la planta de energía? X tenía poca información, así que no podía construir ninguna teoría plausible, pero Zero continuó escuchando al Hunter bajo su mando.

– De acuerdo. – asintió el comandante rojo. – Voy en camino.

– ¿Quién era? – preguntó X una vez que terminó la llamada.

– Firefly. – respondió Zero. – Está revisando las secciones exteriores de la ciudad, y le pareció ver algo de actividad en la planta de energía.

– ¿Qué clase de actividad? – preguntó X.

– Desde que la ciudad fue bombardeada, nadie se atreve a salir por la noche. – le dijo Zero al reploide azul y más bajo. – Nadie que esté hecho de metal, e incluso entonces, tienes que tener cuidado. – Se giró hacia la puerta. – Ahora tengo que irme. Entre más pronto verifiquemos eso antes que el sol se ponga, mejor para nosotros.

– ¿Por qué dices eso?

Zero miró a su amigo. – Porque en ese momento los nuevos juguetes de Sigma saldrán a jugar.

Antes que X pudiese cuestionarlo más al respecto, ya se había ido.

Después de poco tiempo, X había vuelto a la sala principal de la base subterránea, mientras Trinity tecleaba en la enorme computadora que mostraba varias vistas de Abel City. O al menos, lo que quedaba de ella. Muchas de las estructuras pequeñas habían sido totalmente destruidas, pero los edificios más altos permanecían de pie, tales como el cuartel general original antes que todos se vieran forzados a huir bajo tierra. Resultaba irónico que el impacto de los misiles no la hubiese destruido por completo, considerando lo que Sigma había declarado desde su fortaleza, dondequiera que estuviese.

– Entonces, ¿por qué? – preguntó X a Trinity, que observaba la ciudad. – ¿Por qué iba a bombardear Abel City, pero sin tomarse las molestias de destruirlo todo?

Trinity negó con su cabeza. – Por la misma razón que apagó los fuegos que estaban ardiendo luego del impacto de los misiles. Quiere vivos a los que quedan, tanto humanos como reploides.

– ¿Pero por qué? – X se quedó aún más perplejo. – Creí que había comenzado esta campaña porque supuestamente quería derrocar a los humanos, ¿no? – No dijo el resto de su sentencia, pero sí recordaba lo que había visto en la transmisión de Sigma, su primer acto de violencia contra aquellos que lo construyeron.

– Eso me preguntaba yo al principio. – dijo Trinity. – Pero poco después de que sucedió el impacto y se apagaron los incendios, Sigma envió un mensaje a esta base subterránea.

– ¿Un mensaje? – preguntó X.

– Sí. – respondió Trinity. – Mientras te estabas recuperando de las heridas que sufriste en tu batalla contra Vile. Algo que Ai dijo que fue extremadamente tonto y descuidado.

X bajó los hombros cuando ella lo miró. Pero luego se acordó de lo que Trinity acababa de decir. – ¿Cómo está ella?

– Aún sigue funcionando. Y sus reparaciones están casi completas. – replicó la navegadora pelirrosa, luego suspiró. – Sting Chameleon no le tuvo piedad, pero aun así dice que ya quiere volver al trabajo. Está sirviendo como navegadora del equipo de Zero. – Luego se quedó callada por un momento. – Yo diría que eso le da algo de motivación extra a Firefly para volver a oír su voz de nuevo.

X se quedó en silencio. En el gran esquema de las cosas, a pesar de las tragedias y pérdidas, el hecho de que algunos de ellos seguían con vida era, de cierta manera, un milagro. Pero X dudaba que ese sentimiento fuera bien recibido por sus colegas reploides.

– Como sea, de vuelta a lo que decía. – continuó Trinity, volviendo al tema que estaban hablando. – Mientras te estaban reparando, recibimos un mensaje desde una locación desconocida. No tuvimos la oportunidad de aceptar o negarnos, ya que se abrió sola. – Se fijó en la metrópolis dañada que aparecía en la pantalla. – Sigma tenía un mensaje para nosotros que no podía esperar.

Al ver la imagen del antiguo Comandante de los Maverick Hunters, todos en la sala principal del menos espacioso cuartel general subterráneo se quedaron congelados. Algunos estaban paralizados del miedo, otros por el shock, y unos cuantos temblaban de rabia. Los ojos azules de Sigma cayeron sobre el pequeño número de reploides que estaban frente a él, observando a cada uno. Trinity, que previamente estaba en el monitor, rose se levantó de su asiento y se echó para atrás, abrumada por la visión del imponente reploide.

– ¿Son todos los que quedan? – cuestionó, aunque nadie le respondió. Emitió un chasquido con su lengua. – Qué desperdicio. Desafortunadamente, los sacrificios son necesarios.

– ¡¿Sacrificios?! – gritó de repente una voz. Firefly emergió de entre todos y comenzó a marchar hacia la pantalla que mostraba el rostro de Sigma. – ¡¿Crees que asesinar a los tuyos es un sacrificio?!

– Un sacrificio, por definición, significa que debes sufrir adversidades y dolor. – replicó Sigma al furioso reploide verde. – No creas que esto es fácil para mí. Muchos buenos Hunters cayeron porque no pudieron hacer los sacrificios necesarios, ni descartar su lealtad a los humanos.

– ¡Al diablo con eso! – rugió Firefly. – ¡Tus hombres mataron a casi todos! ¡Mataron a varios de mis amigos! ¡Tus amigos! ¡Y casi mataron a Ai! – Su voz casi se quebró al mencionar a la navegadora rubia.

La cara de Sigma permaneció inmutable. Simplemente dejó de lado la rabia y decepción de Firefly para continuar hablando. – Como sea, dado que me encuentro ausente, ¿a quién han elegido para tomar mi lugar?

– A mí. – Zero dio un paso al frente, encarando al antiguo comandante.

Esto le sacó una reacción al recientemente autoproclamado Maverick. Sigma le lanzó al reploide de cabello largo y armadura roja una pequeña sonrisa.

– Bueno, esto es una sorpresa. – le dijo a Zero, aparentemente divertido por este giro de eventos. – Dado tu historial respecto a las órdenes, no esperaba que ascendieras a la posición en lugar de darlas tú mismo.

– Oh, claro que estoy dando órdenes. – gruñó Zero. – Y todas tienen que ver con encontrarte y acabar contigo.

– No puedo esperar. – replicó el enorme ex-Hunter. – Pero para completar lo segundo, primero deberás completar lo primero. Lo que significa que tendrás que encontrarme primero.

– Y lo haremos. – replicó Firefly, habiéndose calmado un poco. Unos pocos reploides se le fueron encima para sujetarlo y evitar que cometiera alguna tontería. – ¡Voltearemos toda esta isla de cabeza para encontrarte si tenemos que hacerlo! ¡Y créeme que PODEMOS hacerlo!

– Oh, eso no lo dudo, Firefly. – respondió Sigma al motociclista verde.

– ¡No te atrevas a llamarme por mi nombre! – ladró Firefly. – ¡Ya no tienes ese derecho!

– Muy bien, ya basta. Tu furia no sirve de nada aquí, guárdatela para cuando estés en el campo. – le dijo Zero al otro Hunter. Aunque su furia no se disipó totalmente, el cuerpo de Firefly se relajó, y los demás pudieron soltarlo. – Como sea, ¿a qué debemos tu llamada, Sigma?

– Directo al punto. Una buena cualidad en un líder en ascenso. – le dijo Sigma a Zero, que estaba inmutable ante los falsos halagos del otro. – Pero sí, estoy seguro de que muchos de ustedes están al tanto a estas alturas, de que lo que ha ocurrido aquí ya es noticia por todo el mundo. Nuestro movimiento de independencia resonará por toda la civilización y dará luz a un nuevo mundo. Un mundo apto para todos nosotros. Y si son sensatos, todos ustedes podrán ver pronto que están arriesgando sus vidas en vano.

– ¿Y tu punto es? – cuestionó Zero, sin estar de humor para teatros.

– Paciencia, estoy llegando allí. – respondió Sigma. Luego se dirigió a todos los que estaban observando y escuchando. – Son libres de encontrarme, si lo desean. Pero incluso si lo hacen, sus esfuerzos no servirán de nada.  Lo que he hecho cambiará al mundo para siempre. Incluso si me matan, sólo retrasarán lo inevitable. – Su sonrisa se ensanchó al ver la mueca de disgusto de Zero. – Sin embargo, eso no les impedirá intentarlo. Así que les voy a avisar del desafío que presentaré a tus hombres, Comandante Zero.

Aunque se dirigiera al reploide rojo con ese título, Zero dudaba que hubiese algún respeto genuino detrás de ello. – ¿Y cuál es?

– Algunos miembros selectos de mis fuerzas han sido estacionados en varias esquinas de la isla, todas fuera de Abel City. – informó Sigma a todos los presentes. – Y las claves para su libertad estarán en descubrir estas locaciones. Pero tendrán que descubrirlos por su cuenta.

– Bastardo. – siseó Firefly.

– Sería demasiado fácil si las entrego tan pronto. – Sigma sonrió malignamente. – Les daré algunas pistas sobre dónde he estacionado a uno de mis hombres, y puede que haya una operación secundaria en curso de la cual sean parte. Lo cual les recomiendo que le pongan un alto, si es que no quieren que causen problemas después.

Zero permaneció en silencio. Trinity se encontraba en conflicto sobre qué hacer, ya que le habían arrebatado el control de los sistemas de la base y estaban fuera de sus manos.

– ¿Hay algún límite de tiempo? – interrogó Zero. Nada de esto le daba buena espina.

– Ninguno que ustedes sepan. – respondió Sigma. – Pero eso no importaría de todos modos. Todos sabrán dónde buscar cuando llegue la hora. – Luego observó a todos los presentes en la sala. – Deberán ver la verdad, o se quedarán atrás con esas bolsas de carne que sólo nos tienen atados. Depende de ustedes.

Y entonces, la cara de Sigma desapareció de la pantalla.

– Y poco después de eso, comenzamos a detectar los temblores que ocurrían en las montañas. – explicó Trinity a X. – Lo cual, irónicamente, sucedió alrededor del tiempo que ya estabas listo para que te dieran de alta en el ala médica.

– ¿Eso fue todo lo que Sigma dijo? – cuestionó X.

– No exactamente. – respondió Trinity. – Poco tiempo después, recibimos un documento con otro mensaje del propio Sigma. Decía que éramos libres de intentar detenerlo como quisiéramos, pero que no querría darnos falsas esperanzas. Todavía no ha disparado el resto de sus misiles.

No era como que X deseara que eso sucediera, pero le hizo pensar en algo. – ¿No se supone que para eso están los refugios?

– Así sería, si no fuera porque algunos humanos y reploides los están abandonando para vagar por las calles. – replicó Trinity.

– ¡¿Qué?! – exclamó X incrédulo. ¿Acaso había escuchado mal?

– Lo creas o no, es verdad. – confirmó la navegadora pelirrosa. Una vista superior de lo que solía ser el sector residencial de Abel City apareció en el monitor. La imagen hizo un acercamiento para mostrar siluetas muy pequeñas moviéndose por la ciudad, figuras que caminaban sin rumbo ni ningún aparente sentido de dirección. Era como si estuvieran buscando algo imposible de obtener, pero eso los impulsaba aún más a tratar de encontrarlo. – Poco después que se apagaron las llamas, algunos de los humanos comenzaron a emerger de los refugios. Y pronto, más y más de ellos los siguieron.

X se quedó en silencio, sus ojos verdes observando la pantalla. – ¿No han tratado de hacerlos volver? – preguntó preocupado.

– Oh sí, ha habido varios intentos. Pero cada uno de ellos ha fracasado. – suspiró Trinity. Luego hizo una pausa por un momento. –  Los humanos se están volviendo más… – su mandíbula superior mordió su labio inferior – … agresivos.

– ¿Agresivos? – cuestionó X. – ¿Cómo?

– Parece que han decidido armarse con lo que sea que puedan encontrar, y algunos de ellos se han agrupado juntos y formado alianzas entre ellos. – dijo la navegadora. – Al principio sólo había unos cuantos, pero han estado reuniendo más y más miembros. Hay rumores de que están reuniendo provisiones y cualquier cosa que consideren de utilidad.

X se quedó callado mientras observaba las figuras moviéndose, notando cómo se obscurecían los cielos. Se estaba volviendo tarde. Y en eso, el reploide azul recordó algo que había discutido con su nuevo comandante no hacía mucho.

– Espera un minuto. Zero mencionó algo sobre los “nuevos juguetes” de Sigma. ¿A qué se refería con eso?

– Oh, eso. – dijo Trinity. Ella estaba concentrada en los humanos de las calles, viendo como algunos de ellos notaban la hora y se retiraban hacia las entradas de los refugios, mientras que otros se quedaban afuera. – Tenemos una testigo, pero incluso ella no vio mucho. Y por los que nos contó… podría haber más de qué preocuparnos que lo que está acechando por las calles durante la noche.

– ¿Quién es? – cuestionó X.

– La hija de Fujiwara. – aclaró la reploide femenina.

Oh, claro. X se acordó, ¡era Chiyo! – ¿En dónde está ahora?

– La última vez que la vi, estaba con tu hermana. – replicó Trinity. – Luego de que confirmamos que habías exterminado a Chill Penguin… 

Trinity se detuvo. Aunque sólo estaba diciendo la verdad, vio como X retrocedía ligeramente. No podía evitarlo, pero incluso con sus receptores emocionales, Trinity sabía que cualquier Maverick tenía que ser detenido a toda costa.

– Fujiwara vino corriendo. Luego empezó a hablar de cómo Penguin era uno de aquellos en los que su padre trabajó.

X se quedó pensando en esto. Tenía razón, por lo que Roll le dijo, Chiyo era la que quería que él se llevara el chip del arma de Penguin. Aun así, ¿por qué quería eso? ¿Y a qué se refería con “aquellos en los que su padre trabajó”? Por esa lógica, cada reploide salvo por el propio X había sido construido por Fujiwara, o al menos utilizado sus modificaciones para futuras unidades. ¿Pero qué había de especial con Penguin en relación a eso?

– Iré a buscarlas, a ella y a Roll. – dijo X, dándole la espalda a Trinity. – ¿Dónde están?

– Hasta ahora, han estado pasando su tiempo en el ala médica con pacientes que se están recuperando. – respondió la navegadora. – Aunque no sean parte del personal, tu hermana ha decidido suplir a algunos de nuestros médicos, ya que no nos quedan tantos como antes.

Un hecho muy triste, pensó X. Aun así, antes de irse, tenía una última pregunta por hacer. – Hey, ¿por qué dejaste que Chiyo se quedara aquí?

Trinity no quitó los ojos de su monitor, pero se quedó inmóvil por unos momentos. – No vino aquí por voluntad propia. No tenía más opción. – explicó la navegadora pelirrosa.

– ¿No tenía opción? – preguntó X.

Trinity asintió. – Fue una suerte que la encontráramos cuando lo hicimos. De lo contrario, no tendríamos idea de lo que Sigma podría estar tramando.

– ¿Qué dices? – X se quedó perplejo, sin mencionar aterrado por lo que acababa de escuchar. ¿Cómo era eso?

Estuvo a punto de preguntar, pero se dio cuenta que ya había molestado demasiado a Trinity con sus preguntas. Tendría que preguntarles a Roll y Chiyo cuando las viera. La pregunta, sin embargo, era ¿cómo podría saberlo la humana?


Ala médica, cuarto de recuperación…

Roll observaba las lecturas de la reploide situada en la cápsula, cuyos componentes internos comenzaban a funcionar normalmente de nuevo.

– ¿Cómo te sientes? – preguntó. La otra mujer mecánica rubia ajustó su posición. – ¿Mejor?

– Si por “mejor” quieres decir que sigo en una pieza y sujeta por más que sólo cables, entonces sí, voy a medio camino allá. –  respondió Ai. – Aunque, me pregunto cuándo me dejarán salir de todos estos chequeos.

– Recibiste mucho daño durante el ataque, así que tenemos que asegurarnos que todo esté en orden. – explicó Roll. Seguro, ella no era enfermera, pero siempre estuvo al lado del Dr. Light para reparar a Mega Man varias veces. Esas cosas no eran inusuales para ella. – Especialmente ya que tendremos que racionar los suministros por el momento.

– Y por eso deberían dejar de perder el tiempo conmigo y encargarse de los demás. – dijo Ai. – Algunos de nosotros seguimos aquí por lo que pasó hace algunos días.

Se quedó en silencio. Para ser sincera, no sabía si algunos de ellos seguían o no con vida.

– Bueno, si los médicos pudieron repararte a ti, los demás también tienen una oportunidad de sobrevivir, ¿no? – cuestionó Roll. Ai hizo una mueca.

– Es muy obvio que eres la hermana de X. Los dos son extremadamente ingenuos. – Luego desvió la mirada. – Debo admitirlo, yo nunca tuve mucho en común con A-1.

Ah, sí. Roll se acordó de A-1, el pequeño navegador construido para los Maverick Hunters. Lo último que supo de él fue que había ido a la Base de Misiles y que liberó a X y Zero, pero nadie lo había visto desde que se fue antes del asedio de Sigma.

– Él debe estar bien. – le aseguró Roll a la otra rubia. – ¿Ha habido alguna señal suya?

Ai negó con la cabeza, y respondió sombríamente. – Nadie podría haber sobrevivido a la caída de los misiles. Cualquiera que esté en el radio del impacto terminaría muerto. Y eso fue sólo por unos cuantos, Sigma todavía no los ha soltado todos.

– ¿Entonces quizás siga en la base? – sugirió Roll.

– Si lo estuviera, se le haría muy difícil llegar a la ciudad. Muchas de las carreteras hacia el exterior fueron destruidas. – Ai suspiró. – Dondequiera que esté, ahora está fuera de mis manos.

Roll no quería echar más sal en la herida, pero podía empatizar con la navegadora. Aunque no podía hacer mucho, y lo odiaba, si algo le llegaba a suceder a X, igual como le sucedió a Rock, ella…

En ese momento, alguien estaba entrando. Girándose, la reploide con lazo vio a un Hunter azul entrando a la habitación, que inmediatamente atrapó su atención.

– ¡X! ¡Volviste! – gritó Roll, corriendo hacia su hermano (menor). Antes que él pudiera responder, ella inmediatamente lo miró de pies a cabeza. – Y parece que ya estás en buena forma, me alegro. – Sus ojos turquesas se fijaron en los componentes de las piernas del otro androide. – ¿Hm? ¿Y esto qué es?

X se quedó callado por un momento antes de hablar. – Bueno, primero, ¿será que me dejas decir algunas palabras?

– Oh, claro, lo siento. – se disculpó Roll. – ¿Qué sucede?

X miró a la otra navegadora detrás de su hermana. – Para empezar, ¿cómo está Ai?

– Oh, está bien. – respondió Roll. – Pero está más preocupada por A-1 que por sí misma de momento.

– Ya veo. – X asintió. Una imagen del reploide con orejas de conejo se manifestó en su mente. – A-1, espero que estés bien, dondequiera que estés. – Habló en voz baja para no alertar a Ai. Luego volvió a centrar su atención en Roll, y le preguntó: – ¿Dónde está Chiyo?

– Oh, no está lejos. – respondió la reploide rubia. – Por fin pudo dormir un poco. Pero si es importante, yo puedo…

– No, todavía no. – dijo X. Hizo una pausa por un segundo. – Creo que tú necesitas saber esto primero.

– ¿Saber qué? – dijo Roll, quedándose perpleja. Luego sus ojos volvieron a fijarse en las piernas de su hermano. – ¿Sobre cómo obtuviste esas mejoras?

– Sí, más o menos. – X miró a su alrededor, notando que había varias otras personas en la sala con ellos. – Hay demasiada gente aquí, ¿hay algún lugar más privado donde podamos ir?

– Bueno, sí, ¿pero por qué?

X movió sus ojos verdes, sin querer atraer demasiada atención, pero sentía que Roll merecía saberlo ya que, hasta donde ambos lo sabían, eran los únicos dos que quedaban. Se acercó discretamente y le susurró en su audio receptor.

– Lo vi. – le dijo. – Vi al Doctor.


Ubicación desconocida…

El Dr. Cain sentía dolor en su estómago, pero no tenía ganas de comer. Apenas había tocado lo que le daban, y cuando lo hacía, era sólo cuando su cuerpo se desesperaba por sustento. Incluso ahora, pese a su situación, sabía que a comparación de otros había tenido mucha suerte. Especialmente comparado con Fujiwara. Y aun así, la imagen del hombre siendo atravesado por el sable de Sigma todavía lo atormentaba, y lo que siguió después le dificultaba conciliar el sueño.

Con todo, a pesar de eso, si él seguía vivo, tal vez otros también lo estaban. Sigma aún no había descargado todos sus misiles en la ciudad, aunque dudaba que hubiera sido por amabilidad. El Dr. Cain no pudo creer que alguna vez estuviera pensando en algo así, pero no podía negar que Sigma se había vuelto Maverick por completo, dándole la espalda a la humanidad. Y por ende, le dio la espalda a Cain. El hombre seguía allí, vivo, pero encerrado en una jaula.

Justo entonces, el anciano individuo se dio cuenta que alguien se aproximaba a su celda.

– Así que, ¿tú eres el anciano que nuestro glorioso líder insiste en conservar como mascota?

Cain giró su cabeza y vio a un reploide de armadura violeta, con un casco que le cubría toda la cara y un impresionante cañón sobre el hombro mirándole.

– ¿Vile? – preguntó el anciano, con los ojos muy abiertos de sorpresa.

– ¿Qué pasa? ¿Te sorprende verme aquí? – preguntó Vile, algo divertido por la reacción del humano. – Me echaron de los Hunters, ¿recuerdas? Este era el curso más natural que podía tomar.

– No, no tiene por qué ser así. – le dijo el Dr. Cain a Vile. – La ciudad está dañada, pero puede reconstruirse. Si se entregan ahora, tal vez el Consejo…

– ¡Oh, ya cállate! ¡Y yo que pensaba que los lloriqueos de X eran un fastidio! – gruñó Vile. – Métete esto en la cabeza, anciano: no hay nada que tú, X, o cualquier otra persona pueda hacer para hacer que Sigma cambie de opinión. Ya dijo que les quitará este mundo a ustedes los humanos, y es exactamente lo que hará.

El Dr. Cain se quedó en silencio por un momento. – Y… ¿cómo planea hacer eso?

– Oh, ya lo verás. – Vile cruzó sus brazos y soltó una pequeña risita. – De hecho, hay una razón por la que dejó que la mayoría de la población sobreviviera. Pero no es porque repentinamente haya sentido pena por ustedes.

– ¿Entonces por qué?

Un ojo rojo brilló desde debajo del casco de Vile. – Porque los quiere vivos al menos por ahora. Pero será sólo temporal. Cuando llegue el momento, planea usar a Abel City como ejemplo.

El Dr. Cain no podía ver nada detrás de la oscuridad del casco del antiguo Hunter, pero el anciano podía imaginarse una sonrisa formándose allí debajo.

– Y no tiene pensado permitir que nadie salga de esta isla con vida.

“Tiene que ser exterminado.”

Sigma se sentaba en su trono, mientras el monitor frente a él desplegaba todas las secciones ocupadas de la isla artificial. Como se había enterado, Chill Penguin había sido derrotado. Esto no perturbó a Sigma, ya que no confiaba en que ese pajarraco durara mucho, pero sí le sorprendió saber quién había sido el que eliminó a Penguin.

– Pero… él es el origen de todos nosotros. – dijo Sigma, aunque no había nadie en la habitación con él. Nadie que otros pudieran ver, al menos. – No sólo Fujiwara, sino que incluso las notas del Dr. Light hablan sobre su poder. Un poder al que ni siquiera le han arañado la superficie.

– "¡Y por eso es que tienes que destruirlo ahora! ¡No puedes permitir que continúe! ¡Si lo haces, te eliminará!"

Si alguien se topara con el antiguo comandante de los Maverick Hunters en ese momento, habría asumido que hablaba consigo mismo, respondiendo a voces que nadie más podía oír. Pero para el reploide, la voz era perfectamente clara, y se estaba volviendo cada vez más vocal.

– ¡Pero eso puede ser útil! – protestó el enorme reploide de ojos azules. – Se supone que su poder nunca deja de crecer. Es una fuente ilimitada de energía, ¿por qué desperdiciarla?

“No servirá de nada si puede destruirte. Confía en mí, lo sé por experiencia. Y cualquier cosa que haya hecho Thomas Light se volverá un peligro si la dejas por su cuenta.”

Efectivamente, Sigma estaba de acuerdo en eso. Cierto, no era que le tuviera miedo, pero el hecho de que X había sido el que exterminó a Penguin le trajo algo de preocupación. De todos los reploides, jamás habría creído que X sería el que tomaría acciones tan decisivas. ¡Y en contra de Penguin! ¡Un reploide que sólo se unió a Sigma porque estaba quejándose de que todos se reían de él! Habría sido gracioso si no fuera tan patético.

– Aun así – dijo Sigma en voz alta, conversando abiertamente con la voz, inseguro de si alguien más podría escucharlo o no – no creo que sea sensato dejar a X tirado de lado así nada más. Si no podemos convencerlo de unirse a nuestra causa, podrá servirnos de otra manera.

– “Servirá para provocar tu destrucción. Eso es lo que hacen las creaciones de Light. Tomarán todo lo que has hecho, y lo destruirán antes que dé sus frutos.” – replicó la voz, sonando casi como un gruñido entre dientes, pero no se parecía a un animal u otra criatura viviente en la Tierra. Sonaba gutural, casi como una máquina. – “Por eso es que no puedes dejarlo continuar. Encontrará esas cápsulas, derrotará a tus hombres y VENDRÁ por ti. Siempre es así como sucede."

Fue entonces que Sigma sonrió con orgullo. – X nunca se atrevería a dispararme. Ni siquiera es capaz de hacerlo contra otros reploides, mucho menos con su propio comandante.

“Mega Man peleó contra su propio hermano. No estaba al tanto de su relación en ese momento, pero aun así peleó porque era su deber. Y cuando creyeron que ese robot había traicionado a la humanidad, Mega Man fue a detenerlo.” – La voz se detuvo, volviendo a gruñir. – "Y entonces, metió las narices y como siempre, lo arruinó todo.”

– Eso no va a pasar. – aseguró Sigma. – No tengo intenciones de revelar mi ubicación. Y en el caso de que se den cuenta de donde me encuentro, ya será demasiado tarde. – Observó la isla desplegada sobre la pantalla. – Todo sigue bajo nuestro control.

“Eso era lo que el Doctor pensaba. Y no fue sino hasta sus últimos momentos que finalmente tuvo éxito.”

El Doctor. Aunque la voz se dirigía a él como tal, Sigma dudaba que estuviera hablando de Light. Tampoco estaban hablando de Fujiwara, pues ese hombre había perecido por su propio fallo. Aunque siempre lo había cuestionado, finalmente tuvo que hacer la pregunta.

– ¿Qué eres? – interrogó Sigma, sin estar seguro de cómo debía llamar a la fuente de la voz. – ¿Cuál es tu verdadero nombre?

“¿Yo? No tengo un nombre.” – le respondió. – "Y tampoco tengo un cuerpo, pero he estado presente por un largo tiempo. Desde los días en que Mega Man seguía activo en el mundo.”

– ¿Todo ese tiempo? – cuestionó Sigma. – Entonces, debes haber existido desde antes de mi época.

"Oh, por mucho más que eso. Y la verdad, si es que alguna vez tuve un nombre, ya no lo recuerdo, pero por ahora… – La voz cambió. Era la misma, pero sonaba más terráquea, casi parcialmente humana. Con un ligero acento, quizás alemán, aunque Sigma no estaba seguro de por qué. – "Sí recuerdo que yo también fui un Doctor alguna vez.”

Sigma no podía verla, pero si la voz tuviera una forma propia, se imaginaba que debería estar formando una sonrisa en ese momento.


Abel City, cuartel subterráneo…

– ¿Y luego qué?

– Y luego… nada. Simplemente desapareció.

Roll se quedó de pie allí, insegura de cómo procesar lo que acababa de escuchar. – De… ¿de verdad lo viste? ¿Viste al Doctor Light?

X asintió. Roll bajó su cabeza, ahogando algunos sollozos que salían de su boca ligeramente temblorosa. Incluso sin tener lágrimas, eso no hacía que lo que sentía se viera menos real. Y más todavía, gracias a las mejoras de los sistemas de un reploide, quizás eso lo hacía todavía peor.

– ¿Qué… aspecto tenía? – preguntó, luego de finalmente recuperar la compostura. – ¿Se veía sano al menos?

– Eso creo. – respondió X. – Aunque no puedo decir si lo estaba cuando grabó ese mensaje o construyó esa cápsula.

Miró a su hermana mayor en busca de alguna respuesta posible, pero ella negó con la cabeza. – No hay nada en mis bancos de memoria de eso. Y yo fui la que lo ayudaba en todo lo que trabajaba. Así que si yo no lo supe, debió ser porque él no quería que lo supiera. – Hizo una pausa. – Aun así, ¿por qué no me lo dijo? ¿O al menos a Rock?

Algo de tensión cayó por unos momentos entre los dos DLNs antes que Roll volviera a hablar, cuando el suspenso se le hizo insoportable. – Oh, si puedo preguntar, ¿dónde está Zero? – preguntó la rubia. – Yo… admito que tengo algunas palabras que debo decirle.

X no estaba totalmente seguro de qué querría decir en eso, pero los rasgos del rostro de su hermana parecían estar más suaves que cuando usualmente discutía al Hunter rojo. Incluso después de todo este tiempo, Zero todavía no se ganaba la confianza de Roll, y X seguía sin entender del todo por qué. Fuera lo que fuera, sin embargo, era un asunto entre ellos, así que él no tenía por qué interferir en ello.

– Salió. – le dijo X a su hermana. – Aparentemente estaban sucediendo cosas muy extrañas en la planta de energía.

– ¿La planta de energía afuera de la ciudad? – preguntó Roll. – Sí, he escuchado de ella. Poco después que te capturaron, todos estos sitios por toda la isla comenzaron a cobrar vida. Era como si los muertos comenzaran a alzarse de nuevo y empezaran a invadir la tierra.

Dijo la última parte en voz baja, ya que no quería imaginarse el sombrío espectáculo. En ese momento, Roll escuchó algo que no se esperaba.

– ¿Dónde está Chiyo?

– ¿Chiyo? – Roll recuperó la concentración al oír el nombre de la chica. – Oh, ella está bien, si es lo que te preguntas. – Hizo una breve pausa. – Bueno, no realmente. No creo que lo esté. Nadie está bien en este momento.

– ¿Cómo se encuentra, en general? – aclaró X.

– Físicamente está bien, si es lo que quieres decir. – respondió Roll. – Pero no puedo decir lo mismo de los demás.

X se preguntaba si estaría bien o no preguntar más al respecto, pero necesitaba saberlo. – Trinity mencionó algo de que no tenía más opción. Y de que sabe algo sobre algunas entradas.

– Oh, sí, eso. – dijo Roll. – La verdad es que no estoy muy segura de eso. Lo siento, pero ya que no soy parte de la organización, no están obligados a informarme de, bueno, de nada en realidad. Sólo me enteré de que habías desaparecido porque A-1 me lo contó. – Giró su cabeza. No les echaba la culpa a los Hunters, pero tampoco podía negar su frustración. – Pero, de lo que logré sacarle de información a Ai…

– ¿Ai? – preguntó X sorprendido. – A Trinity, te creería si le sacaras algo de información, ¿pero Ai?

– Es mucho más agradable de lo que la mayoría piensa. – le aseguró Roll. – Es sólo que… es muy sensible con respecto a su fecha de producción, y si realmente se ve como los modelos más recientes. – Aunque sus situaciones no fueran exactamente las mismas, la mucama podía empatizar con la navegadora rubia hasta cierto punto. – Pero sí, Ai me dijo que, cuando trajeron a Chiyo aquí, comenzó a revelar muchas cosas.

– ¿Como cuáles?

– Mayormente concernientes a su padre. Lo que planeaba hacer, con muchos de nosotros. – respondió Roll, mordiéndose el labio. – Incluyéndote a ti. De hecho, por eso fue que Chiyo quería que trajeras contigo el chip del arma.

– ¿En serio? – preguntó X. – ¿Para qué?

– Bueno, ya conoces las habilidades de mi hermano, que también es tu hermano, ¿correcto? – preguntó Roll. X asintió, aunque realmente nunca llegó a conocerlo, el reploide sabía quién era Mega Man. – Bueno, parece ser que el Dr. Light te diseñó de manera similar a ti.

– Quieres decir… – X se detuvo en seco, y Roll asintió.

– Puedes usar las armas de tus enemigos como si fueran tuyas.


Era más que solo un asunto de noche y de día. Fue casi como si toda su realidad se hubiera hecho añicos. Las otrora brillantes y activas calles de Abel City ahora no eran más que corredores desolados llenos de edificios destruidos y el omnipresente hedor de cosas que se quemaban. Era un asalto a todos sus sentidos, pero a Chiyo no le importaba. No podía permitirse que le importara, no si quería salir con vida de aquí.

Estaba convencida de que era la única alma lo bastante desesperada o tonta como para estar allí fuera, dando tumbos en la oscuridad sin sentido alguno de orientación. Pero ¿qué más podría hacer? Tenía que huir de ese lugar, tenía que alejarse. Si descubrían la verdad, si la encontraban, sería su final. Su vida podría estar en riesgo.

Todas estas cosas y más seguían inundando el cerebro de la chica de dieciocho años mientras no se fijaba en lo que estaba haciendo, tropezándose con un trozo de concreto agrietado. Cayó al suelo y se quejó del dolor, llevándose la mano hacia la sien. Había un corte pequeño, pero nada serio; podría sobrevivir. Tenía que hacerlo a partir de ahora. La única pregunta era, ¿cómo iba a hacerlo? ¿A dónde podría ir?

Los de su propia especie la matarían si supieran quién era.

Era patético, realmente patético, pero Chiyo se encontró incapaz de hacer mucho más que permitirse un momento de autocompasión que la invadía. Lágrimas frescas rodaban por sus mejillas, las primeras que había derramado en un largo tiempo. Nunca solía llorar de manera natural, aparentemente, un rasgo que compartía con su padre. Pero cuando sucedía, era porque había sido empujada más allá del punto de quiebre.

Chiyo se sostuvo a sí misma mientras lloraba en silencio por sí misma y por el estado en que estaba el mundo a su alrededor. ¿Por qué estaba pasando esto? ¿Qué hizo para merecer esto? ¿Qué hicieron las demás personas? ¡No era justo!

¡¿Qué hicieron Kenichi y Fumiko?

Kenichi y Fumiko, ¿acaso seguirían con vida? Su padre ciertamente ya no.

Y luego, en el medio de sus lamentos, Chiyo sintió que la tierra temblaba bajo sus pies. Le tomó algunos momentos, pero tras algo de tiempo dedujo que los temblores se debían a pisadas. Pisadas que se aproximaban detrás de ella. Sobresaltándose, Chiyo se encontró cara a cara con un Gun Volt totalmente cargado y armado, listo para dispararle.

Se odiaba a sí misma por ello, pero su cuerpo se quedó congelado. Chiyo se quedó paralizada al ver al mecaniloide renegado frente a ella. Dio un respingo al prepararse para lo inevitable, llegando a la terrible realización de que terminaría igual que los otros a quienes Sigma y sus Mavericks se habían llevado. Y, a diferencia de ellos, dudaba que nadie llorase su muerte. Especialmente si supieran con quién estaba emparentada.

Se levantó con un grito, con el corazón golpeándole en el pecho.

– Ese maldito sueño. – siseó, tratando de calmarse.

Odiaba agitarse tanto, ya que hacía que todos sus esfuerzos por permanecer fría e indiferente se vinieran abajo. Se sintió agradecida de que nadie más pudiera verla. No era muy grande, pero una sala separada en la parte trasera de la Base Hunter había sido despejada para ella, y había algunas comodidades esparcidas alrededor para que las utilizara. Nada excepto algo de comida, y una cama donde dormir, se sentía más como una mascota que como una humana.

– Patarche.

Tal vez fuese ridículo, tal vez su padre tenía razón. Tal vez Patarche, sin importar lo que ella pensara de él, sólo era un perro. Diablos, ¡su padre quería que ella simplemente metiera su cuerpo en una bolsa de basura! Casi se había puesto violenta con él aquella noche, pero afortunadamente Roll pudo calmar la tensión. A medida que se hacía mayor, sus relaciones se volvían más y más distantes. Y desafortunadamente, su propia familia era el mayor ejemplo de eso.

Su padre. Él era la razón por la cual éste era el único lugar donde podía ir. Él fue la razón por la que se dio cuenta de que, si se quedaba con los demás humanos, estaría en peligro. Sonaba algo egoísta de su parte, debía admitirlo, pero Chiyo había comenzado a moverse totalmente en modo de supervivencia. Hasta ahora, su padre no había sido más que una plaga para él, ¡y era en parte su culpa que todo esto estuviera sucediendo! ¡Él era la causa de su miseria, igual que siempre!

Y aun así, cuando vio a Sigma atravesándolo, Chiyo no se lo esperaba, pero sintió que el estómago se le revolvía al ver eso. Así de rápido, tal como se había ido Patarche, también lo había hecho el Dr. Fujiwara. Y a manos de aquel a quien ayudó a crear. Comenzó a preguntarse por el Dr. Cain, si seguiría o no con vida. Incluso aunque no lo conocía tan bien, parecía ser una persona decente. No alguien que mereciera ser asesinado.

– “Entonces, ¿eso significa que tu padre merecía ser asesinado?”

Chiyo no se atrevió a decirlo en voz alta, pero la sangre se le heló cuando ese pensamiento cruzó por su mente. Y con todo, por enfermizo y grotesco que fuera, las preguntas comenzaron a surgir en su cabeza sobre si realmente lo era. ¿Acaso era alguien que merecía morir? ¿Acaso su muerte posiblemente serviría para prevenir las de otros? ¿Acaso su muerte significaría algo de esperanza para Kenichi y Fumiko?

– Fumiko… – La imagen de la chica de anteojos destelló en la mente de Chiyo. Incluso ahora, la separación y la incertidumbre hacía que le doliera el pecho. – Quiero que estés aquí. Quiero verte desesperadamente.

Justo entonces, la joven mujer fue alertada de que alguien acababa de entrar a su habitación. Al principio, esperaba ver a Roll, ya que la reploide venía a comprobar cómo estaba a cada hora más o menos. Pero el que vino a verla no fue quien ella creía.

En su lugar, era aquel a quien su padre quería utilizar como el arma definitiva.

Esta historia continuará

Chapter 37: El diablo en los detalles

Chapter Text

Se quedó congelada, viendo los ojos verdes del reploide fijos en los suyos.

– Hola, Chiyo. – la saludó X. La humana permaneció en silencio, todavía en shock. – ¿Te importa si entro?

La chica de cabello oscuro no le respondió. Sus ojos marrones seguían mirando inseguros al reploide parado enfrente de ella. Luego miró hacia las piernas de X, estudiando los componentes comparados con el resto de su cuerpo.

– Así que encontraste una.

X se quedó perplejo. – ¿Encontré qué?

– Una de las cápsulas. – respondió Chiyo. Notó que la expresión de X cambiaba a sorpresa, así que le explicó. – Era sólo una de las muchas cosas de las que mi querido padre hablaba en sus notas.

– ¿Notas? – preguntó X, sin entender.

– Por eso es que estás aquí, ¿verdad? – preguntó la humana. – No te preocupes por ser amigable, sólo sé honesto de por qué viniste.

– No, no tenía idea sobre eso. Quiero decir, sí, escuché que Zero y Trinity mencionaron algo al respecto, pero no vine aquí por eso. – aseguró el reploide azul. Luego se le acercó, y la humana lentamente se movió hacia la esquina de la habitación, sentándose sobre la cama que le proveyeron.

– Entonces ¿por qué estás aquí? No me dirás que es porque querías verme. – dijo Chiyo despectivamente, cruzando los brazos. X se quedó callado por un momento, inseguro de si la chica o no le creería.

– De hecho, esa es en parte la razón. Quiero decir, sí tengo algo de curiosidad por esas notas que mencionaste, pero quería comprobar que estabas bien.

Chiyo levantó una ceja, pero fuera de eso, permaneció con la cara de piedra. – ¿Por qué no iba a estarlo?

“No puedes estar bien después de todo esto,” era lo que X quería decir, pero contuvo su lengua, no deseando ofender potencialmente a la joven mujer. – Bueno, es que… muchas cosas han sucedido, así que… – X se detuvo, inseguro de qué debía decir.

Chiyo parecía no estar segura de cómo responder. Cierto, se esperaba ver a X en algún momento durante su estadía aquí, pero no esperaba exactamente que viniera a verla.

– Bueno, si estoy bien o no, realmente no importa. – le respondió. – Así que no te preocupes por mí. Pero – se pudo de pie – como sea, seguramente no tienes idea de cómo llegué aquí, ni tampoco por qué estoy aquí, ¿verdad?

X no se esperaba del todo esa actitud fría de parte de ella, pero asintió a pesar de todo. Aunque no había visto mucho a Chiyo a medida que iba haciéndose mayor, parecía que ya no era esa pequeña niña a la que conoció cuando aún seguía en el laboratorio de su padre.

– No miento, ¿sabes? – le dijo. – Sólo… estaba preocupado.

Chiyo se mordió el labio y desvió la mirada por un momento. – Como sea, sobre las notas de mi papá. – Abrió la cremallera del bolsillo en su chaleco escolar, sacando un pequeño disco portátil de su interior. Lo sostuvo en su mano izquierda. – Sólo diré… gracias por lo que hiciste en la carretera. Aunque sólo pueda serte útil de esta manera, de no ser por eso… no habría podido entregarte esto.

X miró el dispositivo. – ¿Qué es eso?

Los ojos marrones de Chiyo se fijaron en el disco duro, mientras sus dientes mordían su labio inferior. – Cuando Roll vino a mi casa antes que irrumpieran los hombres de Sigma, escondí esto en mi chaleco. Aquí está todo lo que mi padre escribió en sus registros personales. No contiene los esquemas de todo lo que construyó o estudió, pero sí discute todo lo que hizo en los intermedios. – X notó que sus ojos comenzaban a llenarse de rabia mientras observaba el dispositivo en su posesión. – Hablaba mucho sobre ti, tu amigo rojo… – bajó la mirada hacia el suelo – … y sobre mí.

X se quedó estupefacto, inseguro de qué decir al principio. En silencio pidió permiso para tomar el disco duro, extendiendo su mano y dándole a la humana una mirada inquisitiva. Chiyo miró a X, y luego al objeto que quería entregar a los Hunters. Tras unos momentos, cedió y le entregó el dispositivo al reploide (mayormente) azul.

– ¿De dónde sacaste esto? ¿Cómo lo conseguiste? – interrogó, con los ojos muy abiertos, comprendiendo lo que significaba que la adolescente tuviera esto en su posesión. – Podrías haberte metido en serios problemas si te atrapaban con esto encima.

Ella se quedó en silencio por un momento, y luego se rio. Era casi divertido poder encontrar algo de humor en ello. – Sabes, la verdad me sorprende que no me hayan matado todavía.

– ¿Qué quieres decir? – preguntó X.

– Fue un infierno conseguirlo. Y debo admitir que tuve que hacer algunas cosas cuestionables para asegurarme que se quedara escondido. – replicó Chiyo. Luego hizo una pausa. – Me cuestionaba si valía la pena o no el riesgo, considerando lo que hay en esos registros.

X seguía sin entenderlo del todo. – ¿Y qué es lo que hay en estos registros de tu padre?

– Tus amigos todavía no los han revisado todos, y yo sólo alcancé a ver los más recientes. – explicó Chiyo. Sus ojos de pronto se pusieron más serios. – Pero si es verdad, entonces todo esto no fue algo que Sigma decidió hacer en el calor del momento. Él y mi papá habían estado planeándolo durante años.


En las calles de Abel City…

– Firefly, ¿cuál es tu situación? – preguntó Zero por el comunicador. El motociclista de armadura verde se encontraba a poca distancia, explorando el área.

Desde su posición actual, Firefly vigilaba con cautela, más allá de los límites de los edificios y estructuras destruidos de la otrora vibrante metrópolis, que ahora estaba envuelta en completa oscuridad, contrario al océano de luces que poseía antes durante la noche. En su tiempo libre, una de sus actividades favoritas era ir a pasear por las carreteras y pasos superiores que llevaban a varias partes de la isla y la tierra principal, observando la ciudad desde lejos. Y cuando estaba disponible, le gustaba llevarse también a Ai. La navegadora rubia de armadura roja se sujetaba de la cintura de él mientras aceleraban, con su coleta danzando con el viento. Ahora, todo eso se había ido en un solo día. Y más todavía, él y todos los demás se habían quedado teniendo que recoger los pedazos.

Pero no era tiempo de recordar ahora, tenía un trabajo por hacer.

– Por lo que puedo ver, sí parece estar pasando algo en el área sospechosa. – respondió Firefly a su comandante. – Hay alguna forma de actividad, aunque no sé si sea o no a nuestro favor.

En efecto, desde lejos, el motociclista divisó la planta de energía a kilómetros de distancia de Abel City brillando en la oscuridad de la noche, como si quisiera revelarse para que los Hunters la vieran. Desde la posición actual de Zero, otro de sus hombres, una unidad Hunter construido específicamente para la organización, preguntó:

– Señor, ¿deberíamos hacer algún movimiento? Parece ser que los reportes en relación a la planta de energía son ciertos.

– Claramente. – Zero estuvo de acuerdo. Luego se dirigió al motociclista. – Ya vamos en camino, Firefly. Trinity, vamos a entrar. Parece que este asunto no puede esperar.

Para decepción de Firefly, Ai todavía estaba bajo revisión de los médicos, así que la navegadora pelirrosa tenía que ser la que los guiara con esto. Con todo, Trinity le respondió al nuevo comandante. – De acuerdo, trataré de obtener tantos detalles como sea posible. Nuestros ojos espías en el cielo no pueden ir muy lejos, así que trataré de obtener una vista general del perímetro antes de que puedan entrar. Por ahora, intentaré ver de dónde están saliendo los mecaniloides que patrullan las calles.

– Grandioso, te veremos allá. – le dijo Zero a Trinity.

Y mantengan los ojos abiertos por cualquier humano. No se están quedando en sus refugios y han salido a vagar por la ciudad. – reportó Trinity. – Hay un pequeño grupo que hace excursiones regulares durante la noche, y parecen estar moviéndose de nuevo.

– ¿Y cómo se relaciona eso a nuestra situación actual? – preguntó Zero, genuinamente curioso.

No podemos estar seguros, pero la última vez que se les vio parecían ir dirigiéndose hacia la Planta de Energía. – respondió Trinity. – Aunque, lo que están haciendo exactamente sigue siendo desconocido.

Zero se quedó callado, cruzando los brazos sobre su pecho. – “Humanos. Grandioso.” – fue lo que pensó.

Intentaré mantener un ojo sobre ellos, y los mantendré informados. Por el momento, vayan hacia el área de interés lo más rápido que puedan.

Lo haremos. – dijo Zero antes de terminar la llamada. – ¡De acuerdo, muévanse!

– ¡Sí señor! – respondieron los demás Hunters, siguiendo a su líder por las calles, aunque él era bastante más rápido que ellos.

Zero no se atrevería a decirlo en voz alta, pero esperaba poder mantener a X fuera de esto. Y aunque el deber dictaba sus acciones, rezó por no tener que lidiar con ningún humano que anduviera por allí.


Cuartel general subterráneo…

– Roll te lo mencionó, ¿verdad? – le preguntó Chiyo a X. – Que puedes utilizar las armas de otras máquinas.

X asintió, todavía con algo de incertidumbre. – Yo… asumí que era porque soy, bueno, técnicamente estoy emparentado con Mega Man. Pero también porque el Dr. Light pensó que el mundo necesitaría de alguien como Mega Man en el futuro. Al menos, eso fue lo que pude deducir por lo que me dijo.

Aun así, si bien el Bombardero Azul original no estaba aquí y él sí, X encontraba muy difícil asumir un rol que, por lo que Roll le había contado, Rock había aceptado con mucha facilidad.

– Espera, ¿qué? ¿Qué fue lo que te dijo? – preguntó Chiyo, y fue entonces que se dio cuenta de lo ridícula que sonaba al decirlo. – ¿Qué decía el mensaje de la cápsula?

– Bueno… – dijo X. – Parecía que el mensaje no era totalmente pregrabado.

– ¿A qué te…? – se detuvo antes de preguntar y luego murmuró: – No… imposible.

Inmediatamente descartó la noción de que la imagen del Dr. Light, mucho menos el propio doctor, pudiese hablar a través de un dispositivo antiguo. Los hologramas no poseían conciencia, eran sólo ilusiones creadas por luz y color.

– ¿Qué es imposible?

– Nada. – respondió Chiyo rápidamente, intentando desviar la atención de lo que acababa de murmurar en voz alta. – Como sea, ¿tomaste el chip del arma de Chill Penguin? ¿Dónde está ahora?

X observó su Buster, manifestando el arma para inspeccionar por sí mismo. A continuación, sintió una chispa de culpa al ver a la humana tensarse una vez que expuso su arma enfrente de ella. Chiyo trató de mantener su compostura.

Si él hubiera querido, si cualquiera en este lugar lo hubiera querido, ya estaría muerta, estaba segura de ello. Pero no pasó nada todavía. Y ese “todavía” seguía balanceándose en la mente de Chiyo.

– Ahora mismo está siendo examinado por el personal navegador que tenemos disponible. – le dijo X a Chiyo. – Ya que es un objeto externo, está siendo inspeccionado en caso de que contenga algún potencial malware o virus.

– Están perdiendo el tiempo. – replicó Chiyo. – Si leyeron los registros, ya deberían saberlo. Pero supongo que cualquier cosa que haya hecho mi padre debe pasar bajo escrutinio. – Volvió su atención hacia X. – Pero el chip del arma es seguro de utilizar. De hecho, creo que papá lo diseñó para que así fuera.

– ¿A qué te refieres? – cuestionó X.

– ¿No es obvio? – dijo Chiyo, encogiéndose de hombros, como si las implicaciones fueran tan claras como un cristal recién pulido. – El buen doctor quería que tú estuvieras a su lado y le ayudaras a Sigma a apoderarse del mundo.

X se quedó en silencio. – ¿Q-qué?

– Él diseñó a todos basándose en tus habilidades. – continuó la chica de cabello oscuro. – Casi todos los que fueron construidos para la organización de los Hunters, al menos aquellos que han logrado ascender a los altos rangos, tienen un chip de armas instalado. Para que tú puedas utilizarlos, en caso de tener que encargarte de ellos más tarde. – Se quedó en silencio por unos momentos. – Tenía planes también para tu amigo de pelo largo. Para eso eran todas aquellas pruebas con armas.

X se quedó callado, incapaz de responder al principio. – ¿A qué te refieres?

Chiyo exhaló ligeramente. – Dada la fama de tu creador, era natural que mi padre y el Dr. Cain tomaran referencias de su trabajo para la construcción de reploides futuros. Eso por sí solo no es el problema.

– ¿Entonces cuál es?

Chiyo se mordió el labio. – Por lo que he leído, parece ser que papá tenía un interés muy particular en las otras creaciones de Light aparte de ti. Específicamente, los ocho Robot Masters originales.

Ah, sí, X había escuchado de ellos. Aunque fue Roll fue la que le pasó la mayoría de los detalles, solía decir cosas muy buenas de ellos fuera de los que fueron creados por Wily. De hecho, aquellos como Cut y Guts Man los consideraba como parte de su familia. Aunque Ice Man siempre la miraba de forma peculiar, si bien ella no estaba segura de lo que significaba.

– Y luego investigó a los robots construidos por el Dr. Cossack y aquellos que fueron parte de la Asociación Mundial de Robots. – explicó Chiyo. – Pero, y aunque no sé cómo lo hizo, logró descifrar el método de Wily para construir sus creaciones.

X se sentía como un idiota, pero seguía sin poder entender a dónde quería llegar Chiyo. – ¿Qué quieres decir?

– Lo que estoy diciendo, es que una gran cantidad de los reploides en los que trabajó mi papá siguen las mismas funciones. – explicó la humana de cabello oscuro. – Seguro, tendrían que ser extraídas primero, pero varios reploides, varios Mavericks, fueron construidos con armas y habilidades similares a las de los Robot Masters que los precedieron. Y si alguno de ellos llegara a caer, tú podrías usar sus componentes como si fueran tuyos. Sólo que, en ese entonces, fue un ejemplo de la falta de planeación de Wily. Ahora, parece que todo esto fue intencional.

X miró hacia el suelo, procesando las numerosas revelaciones que le estaban descubriendo ahora. – ¿Por qué Fujiwara pensó que yo haría algo así? – preguntó.

– Eso era sólo lo que él creía. – respondió Chiyo. – En sus propias palabras, si alguno de ellos se rebelaba, tú serías uno de sus ejecutores. Dijo también que te dejaría conservar una pequeña colección de todos aquellos que se atrevieran a desafiarlo.

El Hunter azul estaba totalmente horrorizado. ¿El Dr. Fujiwara realmente había hecho todo eso? ¿Planeaba que X tomara partes de sus colegas Hunters y las utilizara para sí mismo? El pensamiento era perturbador. De hecho, si no fuera por la insistencia de Chiyo, ¡jamás habría tomado consigo el chip de Chill Penguin!

– ¿Crees que eso es malo? – Chiyo soltó una risa medio desganada. – Sólo espera a que veas lo que tenía planeado para tu amigo rojo. – Cerró sus ojos y soltó un suspiro de estrés, pasándose los dedos por el pelo. – Tenía planes para todo y para todos, incluyendo a Sigma. Pero parece ser que Sigma decidió tomar las riendas y llevar a cabo el Día de la Independencia sin él. Aunque tal vez siempre estuvo planeando deshacerse de papá cuando llegara el momento.

El reploide azul se quedó sin habla. – Pero… ¿hace cuánto que sabes todo esto?

Pronto se arrepintió de su pregunta cuando vio que unas lágrimas empezaban a formarse en los ojos de Chiyo, aunque ella trataba de evitar demostrar ni una pizca de su actual angustia.

– Oh no, no quise decirlo de esa manera, yo…

– No, está bien. – Chiyo le dio la espalda al reploide. – Todos aquí me han hecho esa pregunta. Pero honestamente, la verdad yo… no lo sabía. Quiero decir, cuando encontré esos registros por primera vez, sabía que significaban algo, pero no había suficientes detalles para sacar alguna conclusión. – Se quedó rígida, y X pudo escuchar algunos sollozos mientras continuaba ocultando su cara de la vista. – Pero hey, la retrospectiva es veinte-veinte, ¿no?

X trató de acercarse a ella, pero cuando pasó a su alrededor para verla, la humana volvió a darse la vuelta. Se quedó tratando de pensar en algo qué decir, con un peso de culpa en su núcleo por haberla hecho llorar. Incluso si no lo admitía abiertamente, incluso ahora se notaba que trataba de mantener su cuerpo inmóvil y su voz apenas era más fuerte que un suspiro. Tenía que hacer algo, ¿pero qué?

– Bueno… – X comenzó a hablar. Cierto, podría haber sacado a la superficie otras cosas desagradables, pero quería saberlo. Y más todavía, Chiyo tenía que saber lo que él quería saber. – Lo que tengo curiosidad es saber cómo llegaste aquí.

Chiyo se giró, ya habiéndose secado los ojos. – ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿No deberías estar más preocupado sobre cómo conseguí esta información en primer lugar?

– Sí, admito que eso también es información importante. – dijo X. – Pero eso puede esperar. Lo que quiero saber ahora es por qué abandonaste el refugio. ¿No es peligroso?

Chiyo miró hacia el piso. – No tuve opción. Sabía desde el momento en que bajé allí, que no me podía quedar. No pasaría mucho antes de que descubrieran quién era yo. – Se mordió el labio. – No le llevaría mucho tiempo averiguarlo a los reploides que guiaban a todos a sus lugares. Aunque no soy una celebridad, no necesito decirles que ahora mi nombre carga consigo algo de infamia.

Desafortunadamente, X no podía negar que esa era la pura verdad. Aun así no podía evitar preguntarse muchas cosas al respecto.

– Pero ¿a dónde irías entonces? ¿Dónde podrías conseguir, bueno, ya sabes, comido o agua? ¿Y cómo sabías dónde estaba el cuartel subterráneo?

– No lo sabía. – respondió Chiyo. – Tenía la sensación de que sería una sentencia de muerte si salía, pero… llámalo auto-preservación. Pero incluso, aunque supiera que mis posibilidades fueran muy pocas fuera de la seguridad del refugio, preferí arriesgarme a eso que quedarme en un lugar donde todos supieran quién soy. – Hizo una pausa. – Aunque en realidad todos aquí saben quién soy, al menos hay menos posibilidades de que tú quisieras volarme en pedazos.

La última parte no la dijo en voz alta, pero el murmullo todavía fue audible. X se quedó en silencio por unos minutos, inseguro de qué decirle.

– Yo… lo siento. – dijo finalmente. – Siento mucho que hayas tenido que pasar por eso.

– No hay nada por qué disculparte. – respondió Chiyo. – A la realidad no le importa si te arruina la vida o no. No puedes controlarlo todo. – Se abrazó a sí misma como si de pronto fuese invadida por un frío mortal. – Aunque no estés en el cuerpo de algo mecánico, tienes un cuerpo de carne, sangre, músculos, nervios, todo lo que te hace lo que eres. – se detuvo por un segundo. – Y aun así, no tienes autonomía sobre ti mismo. Tú eres igual a todo lo que él ha hecho. – Se quedó en silencio de nuevo. – E incluso si no te creó como los creó a ellos, él no te veía de manera diferente.

– Chiyo… – dijo X, preguntándose si había cruzado alguna línea de nuevo. Ella rápidamente decidió intervenir de nuevo, y redirigir la conversación al tema que hablaban antes.

– Pero, de vuelta a tu pregunta sobre cómo llegué aquí. Bueno, la verdad es que tal vez fue sólo gracias a un golpe de suerte que llegué aquí.

– ¿Qué quieres decir? – preguntó X.

– La verdad es… que probablemente no debería estar aquí en absoluto. – le dijo Chiyo.


Días antes…

Ella miró hacia el Gun Volt que estaba arriba de ella, listo para dispararle, listo para terminar con su miserable existencia y dejarla como poco más que otra víctima en la declaración de Sigma contra la humanidad. Pero su muerte nunca vino, nada de luz ni total oscuridad que supuestamente vendría a continuación. Pero, irónicamente, una luz cegadora abrumó su visión por un breve instante, emitida desde el disparo cargado de un plasma concentrado. Un enorme agujero se abrió en el mecaniloide, luego que el disparo le atravesó por el metal y sus circuitos internos, haciendo que el Gunvolt cayera de rodillas antes de desplomarse.

No le dio a Chiyo por apenas unos centímetros.

¡Chiyo! – Al escuchar la voz, la chica se giró para ver a dos figuras de pie a poca distancia, ambas muy familiares y con cabello rubio. – ¡Estás viva!

– ¡¿Roll?! – exclamó Chiyo, pero se vio interrumpida cuando la reploide del lazo la abrazó.

¡Cuánto me alegra que estés bien! – le dijo Roll. – ¡Estaba tan preocupada!

Chiyo se quedó callada, con los ojos fijos en el que había exterminado al Gun Volt. Zero se venía aproximando a ambos. La chica de cabello oscuro observó al Hunter rojo con confusión. – ¿Cómo me encontraron? ¿Cómo supieron dónde buscarme?

Para ser honesta, fue idea de Zero. – aclaró Roll, girándose por un momento para dirigir su mirada al recién nombrado comandante de los Hunters. – Aunque inicialmente habíamos planeado empezar por una de las entradas del refugio, no esperábamos encontrarte aquí en las calles.

No pasó mucho tiempo antes que trataras de salir huyendo.

Chiyo miró a Zero. – ¿Quién dijo que estoy huyendo?

Es verdad, ¿o no? – Chiyo se quedó en silencio. – Como sea, parece que no estás sola por aquí. Parece ser que Sigma decidió enviar algunas de sus fuerzas a seguir patrullando en este lugar.

Zero escaneó el área buscando otras amenazas potenciales. En ese momento fue que Roll comenzó a ponerse nerviosa.

– En ese caso, ¿no deberíamos marcharnos? – le preguntó al otro reploide rubio. – Entre menos posibilidades haya de toparnos con otro mecaniloide, mejor.

Concuerdo. – Zero asintió, luego se giró y empezó a caminar en la dirección por la que vino. – Muy bien, tráela contigo. Tenemos que salir de aquí.

¡Espera un minuto! – exclamó Roll, deteniendo a Zero donde estaba. – ¡Chiyo no puede quedarse en el cuartel general! ¡No tiene ningún objeto esencial!

Podemos ocuparnos de eso después. – respondió Zero. – Por ahora, es más importante llevarla en una pieza para que tenga una oportunidad de utilizarlos.

Roll asintió, aunque las necesidades específicas de la humana, a comparación de las suyas propias, todavía le pesaban en la mente. Aun así, Zero tenía razón, no le haría ningún bien seguir aquí afuera.

– Vamos. – le urgió Roll a Chiyo, arrastrándola. – Tendremos que caminar un poco, pero no está muy lejos.

He estado corriendo toda la noche. – respondió Chiyo. – Puedo andar unos cuantos kilómetros más.

De cualquier manera, sus piernas estaban muy débiles y se desplomaban debajo de ella. Sus pasos se estaban volviendo algo lentos y torpes. A pesar de todo, continuó caminando por su cuenta, siguiendo a Zero y Roll mientras el Hunter rojo las guiaba por las oscuras calles de las ahora manchadas ruinas de Abel City.

– Roll logró colarse de vuelta en el refugio y te consiguió algo de comida. – le dijo Chiyo a X. – Pero no se quedó mucho tiempo. Lo único que les dijo fue que tenía a una humana enferma bajo su cuidado, y que no podían traerla con los médicos presentes allí. – Luego suspiró. – Pero la verdad es que no he tenido mucho apetito para comer.

X se quedó allí, sin saber exactamente qué decir. Hasta ahora, no había hecho otra cosa que hacerle revivir recuerdos dolorosos. Con todo, había un detalle que atrapó su atención.

– ¿Por qué tuvo que meterse a escondidas? – Aunque ya supiera, pero no iba a decir por qué Chiyo no podía quedarse, seguía sin entender por qué su hermana no podía. Más bien, preferiría que ella estuviera allá en lugar de aquí.

– ¿No lo sabes? ¿De verdad? – preguntó Chiyo. – Desde que los misiles impactaron, las cosas se han puesto muy tensas entre humanos y reploides.

– ¿Tensas? – cuestionó X. – ¿Por qué?

Chiyo simplemente lo miró, perpleja. – Wow, Ai tenía razón. En verdad ERES ingenuo.

– “Eso me han dicho.” – pensó X, sonrojándose.

– En realidad es bastante simple. – dijo la chica. – Un reploide causó parte de esto, y se deshizo rápidamente del humano culpable enfrente de todos. Así que, ¿quién mejor para dirigir tus miedos y frustraciones que aquellos a quienes todavía puedes considerar responsables, independientemente del rol que hayan tenido en ello? No es como que pudieran haber hecho algo al respecto, pero los humanos se han vuelto más agresivos con los reploides. Ellos no tienen la fuerza física, pero el miedo y la rabia pueden impulsar a cualquiera a hacer lo que sea. Aunque, ustedes aquí me superan en número, así que no sería un problema encargarse de mí.

– No tienes que preocuparte por eso aquí. – le aseguró X. – Nadie aquí siquiera pensaría en hacerte eso, y nadie aquí te odia.

– Estás mintiendo. – respondió Chiyo rápidamente.

– No, no lo estoy. – replicó X. – Y no es sólo por las Tres Leyes. Nosotros… – Se detuvo por un momento. A decir verdad, no estaba seguro de lo que los demás pensaban de que la chica estuviera en este lugar, mucho menos si le guardaban algún resentimiento. Aun así, necesitaba decirle algo. – Bueno, al menos… yo sí quiero ayudarte.

– Te estoy proveyendo algo de utilidad, claro que lo harías. – respondió ella lacónicamente.

– Tampoco es por eso. – replicó X.

– ¿Entonces por qué? No puede ser porque… – Se quedó en silencio, ya que la posibilidad jamás se le habría ocurrido antes. – … realmente te preocupas por mí.

X se puso algo ansioso ante el silencio de Chiyo. – ¿Y si te dijera que sí lo hago? ¿Me creerías entonces?

Chiyo no estaba segura de cómo responder. Sus ojos marrones se ensancharon con confusión e intriga, aunque todavía había un deje de reticencia a aceptar lo que el reploide azul acababa de decirle. Esto no estaba bien, era lo que pensaba. Estas máquinas no se estaban comportando como su padre quería. Cierto, algunos le habían seguido el juego con su plan y el de Sigma, pero había un número sorpresivamente alto de los que buscaban restaurar el orden.

En las notas del Dr. Light decía que, si X elegía utilizar sus habilidades en contra de la humanidad, no habría fuerza en la Tierra que podría detenerlo. Y el comportamiento de Zero siempre fue indicativo de ciertas tendencias violentas, algo que su padre alimentaba siempre que podía. Ella había confiado en eso para emitir sus juicios al respecto, siempre manteniendo su distancia con las máquinas que la rodeaban.

Entonces ¿por qué? ¿Por qué no le daban la espalda? Mejor aún, ¿por qué se preocupaban? ¿Por qué X se preocupaba?

De repente, una alarma comenzó a sonar. La alerta era muy clara y todos fueron llamados a la sala principal del cuartel subterráneo.

– Lo siento. – se disculpó X con Chiyo. – Después seguiremos hablando. Pero te aseguro que lo que dije era en serio. Hay alguien que se preocupa por ti. Y no sólo es por las Tres Leyes.

Se giró para abrir la puerta, pero ésta se abrió sola cuando estaba a punto de salir.

– ¡Espera! – lo llamó Chiyo. Necesitaba obtener la atención de X. – El chip de Chill Penguin, llévatelo contigo.

X se sintió incómodo ante la sugerencia. – Pero…

– Ai me dijo que casi siempre te metes en problemas, así que probablemente lo necesitarás.

X se quedó en silencio por unos momentos, contemplativo de las palabras de la humana. – Yo… lo consideraré. – le dijo finalmente.

Con eso, dejó a la joven mujer a solas. La chica de cabello oscuro se sentó en su cama temporal, asimilando las palabras de X en su mente, le gustase o no.


Más tarde, en las afueras de Abel City…

El edificio con forma de torre cilíndrica se alzaba con orgullo enfrente de ellos. Los generadores y cargadores situados afuera de la entrada emitían destellos e iluminaban toda el área, momentáneamente cegando al grupo de Hunters que se acercaban a él.

– Bueno. – dijo Firefly. Su comandante y el resto del escuadrón ya lo habían alcanzado. – Este es el lugar.

Zero levantó la mirada hacia la estructura, con varias luces brillantes saliendo desde el interior. Aunque la planta de energía estaba situada fuera de la ciudad, tanto por espacio como en caso de un ataque directo a la metrópolis, había una planta más pequeña localizada dentro de la ciudad, pero esta había sido destruida durante el ataque de los misiles. Así, todos los que quedaban, humanos y reploides por igual, debían depender de los generadores tanto en el cuartel general como en los refugios. Sin embargo, Zero pensaba que, si podían de alguna forma ocupar este lugar, tendrían acceso a una fuente de electricidad directa. Ciertamente los salvaría de vivir con límite de tiempo debido a las fuentes de reserva que debían utilizar.

La única pregunta era ¿cómo se encargarían del problema de adentro para poder utilizarla?

– ¿Y bien, Comandante? – le preguntó otro de los Hunters a Zero. – ¿Deberíamos entrar ya?

Zero observó la entrada, que estaba cerrada y con el seguro puesto. Se podría encargar de eso rápidamente, pero ni él ni sus hombres tenían idea de los peligros que aguardaban en su interior.  Pero antes de poder soltarle un disparo cargado a la puerta que bloqueaba su camino, escuchó una voz familiar. Una que deseaba no haber oído.

– ¡Zero!

– ¿X? – Zero se giró para ver a un reploide con armadura azul y blanca dirigiéndose hacia donde estaban él y su equipo, viajando a un paso mucho más rápido de lo que recordaba haberlo visto. Aun así, eso no cambiaba nada. – ¿Qué estás haciendo aquí? Te dije que me encargaría de esto.

– No, no vine aquí por eso. – dijo X a su amigo, o más bien, Comandante. – Quiero decir, no estoy aquí por eso, señor.

A pesar de la situación actual, Zero encontró algo de humor en la forma en como X se dirigía a pel. Honestamente, no estaba seguro de si querría que X lo llamara. – ¿De qué se trata entonces? – cuestionó.

– Nuestros ojos espías en el cielo detectaron que una banda de humanos que ha migrado hacia la frontera oeste de la ciudad. – respondió X. – Lo que estarán buscando, nadie lo sabe, pero estamos tratando de rastrearlos y llevarlos de vuelta al refugio antes de que algo suceda.

En efecto. Zero pensaba que no necesitaba un recordatorio de los peligros que rondaban por la ciudad en este momento. – Aun así, eso no explica por qué estás aquí. – le dijo. – Si los humanos están en la ciudad, ¿qué fue lo que te trajo aquí?

– Hay humanos esparcidos por toda la ciudad, y algunos han tratado antes de abandonarla, así que me enviaron a patrullar los límites. Pero… – Los ojos de X cambiaron, y sacó un pequeño chip de color azul claro y amarillo. – Bueno, la verdad es que quería darte esto.

– ¿Qué es esto? – cuestionó el Hunter rubio.

– Creo que es algo que tú podrías utilizar mejor que yo. – respondió X, extendiendo el chip para que Zero lo tomara. Sin embargo, el reploide rojo no hizo ningún movimiento para tomarlo.

Antes que X pudiese cuestionarlo, tanto él como Zero y los demás Hunters recibieron otra alerta del cuartel general.

Habla Trinity, ¿pueden oírme? – preguntó la navegadora pelirrosa por el comunicador.

– Fuerte y claro. – Zero fue quien respondió. – ¿Qué sucede?

Desafortunadamente, les tengo malas noticias. – La voz de Trinity sonaba preocupada e intranquila.

– ¿Qué sucede? – preguntó X.

Una enorme concentración de mecaniloides renegados se dirige hacia la zona oeste de la ciudad. – reportó Trinity. – Todos van en la misma dirección que los humanos que fueron vistos por última vez viajando juntos.

X se quedó en silencio, sintiendo que el núcleo se le enfriaba. – ¿Cuántos hay? – preguntó.

Diría que alrededor de quince o veinte. – respondió Trinity. – No sabemos si están actuando bajo las órdenes de Sigma o no, pero considerando que demuestran agresión hacia los humanos que han encontrado, creo que es seguro asumir que no dudarán en acabar con quien tenga la mala suerte de atravesarse en su camino.

Todos se quedaron en silencio, sin saber qué decir. Efectivamente esto era un problema. No había muchos que hubieran sido enviados a buscar al grupo de los humanos, y los mecaniloides los superaban ampliamente en número en ese momento. ¿Qué podían hacer?

Fue entonces que X miró hacia la entrada sellada en la planta de energía, y luego a Zero. Se debatía si debería o no siquiera preguntar esto, pero considerando todas las cosas, podría no tener más opción que hacerlo.

– ¿Puedo hacer una sugerencia, Comandante? – le preguntó X a Zero, preparándose para la respuesta del Hunter rojo.

– Procede. – respondió Zero. X se tomó un momento para prepararse.

– Tal vez… yo debería ocuparme a partir de aquí.

Zero se quedó en silencio por lo que el Hunter azul acababa de decir. – Espera, ¿que tú qué? Quieres decir, ¿quieres encargarte de lo que sea que está sucediendo allí dentro? – Señaló a la planta de energía, y X asintió en respuesta. – ¿Por qué?

– Eso… – comenzó X, pero se encontró incapaz de articular por completo lo que quería decir. Cierto, no lo había olvidado, pero aún se le hacía difícil aceptar lo que Chiyo había dicho. – Mira, Trinity dijo que hay una gran cantidad de mecaniloides que inevitablemente se cruzarán con los humanos, ¿verdad? ¿Y cuántos de ustedes son Hunters de alto rango que no tendrían problemas para acabar con ellos?

– X, eso está fuera de discusión. – le dijo Zero. – Tú harías mejor ese trabajo.

– Hay muy pocos de nosotros, y ustedes son de los mejores. – argumentó X. – Y justo ahora, los Hunters que fueron enviados necesitarán toda la ayuda que puedan conseguir, sin mencionar poder de fuego. – Señaló el buster de Zero. – Por favor, déjenme hacer esto. No se preocupen, puedo hacerme cargo.

Zero se preguntaba qué se le habría metido. Aun así, pensó en las palabras de X. Efectivamente, si había tantos mecaniloides en las calles de Abel City, tenían que acabar con ellos tan pronto como fuera posible.

– ¿Cuál fue el último lugar donde se les reportó vistos? – le preguntó X.

– En el área más al oeste de la ciudad. De hecho, más hacia el suroeste, no están muy lejos de aquí. – X se dirigió hacia el resto del escuadrón. – Firefly y el resto de ustedes podrán llegar en poco tiempo.

Zero guardó silencio un momento, considerando lo que había escuchado. En efecto, X podía ver que tenía sus dudas, pero tras un breve período de quietud, finalmente cedió.

– De acuerdo. – le dijo al Hunter azul. – Nos encargaremos de los mecaniloides. Tú investiga lo que sea que esté sucediendo en la planta de energía.

– Sí señor. – asintió X.

Y luego, sin más, Zero se giró y abrió la puerta de un disparo, atravesando el metal para abrirle un pasaje a X. – Oh, y respecto a ese chip.

– Sí, es tuyo. – dijo X, volviendo a extenderlo en dirección hacia Zero.

– No, tú consérvalo. – le dijo el Hunter rojo.

– ¿Qué? – X se quedó perplejo.

– Acorde con las notas de Fujiwara, te pertenece a ti, ¿no? – preguntó Zero. – Al menos, ahora sí.

X miró el chip en su mano, y quiso protestar. – Pero…

– No hay más nadie que pueda utilizarlo. Nadie excepto tú. – le dijo Zero, y empezó a alejarse del área. – Nos veremos después. ¡De acuerdo, muévanse!

– ¡Sí señor! – respondieron Firefly y el resto de los Hunters. El motociclista verde de inmediato arrancó primero, y Zero de inmediato lo siguió, sorprendentemente logrando seguirle el paso.

X se quedó solo, con la planta de energía frente a él, junto con una puerta oscurecida y destrozada, invitándole a entrar en la oscuridad. Observó el chip en su posesión de nuevo.

– Espero no tener que usar esto. – dijo quedamente. – Pero… tal vez si pueda convencer a este, podríamos prevenir a otra víctima.

Esta historia continuará

Chapter 38: Riesgos eléctricos

Chapter Text

¿Sabría alguien ya que estaba aquí?

X se quedó pensando en esto, pues en cuanto puso un pie en la planta de energía, las luces y componentes funcionales adentro se desactivaron, dejando al reploide de azul y blanco en completa oscuridad. Dio algunos pasos dudosos hacia adelante, haciendo eco con sus pisadas por todo el edificio. ¿Sería el único aquí dentro? Y si lo era, ¿entonces qué, o quién estaba detrás de toda la actividad que acababa de ver?

Antes de avanzar un poco más, X decidió que sería más conveniente contactar a Trinity y pedir detalles de lo que estaba pasando.

– Trinity, habla X. – dijo el reploide azul a la navegadora pelirrosa. – ¿Puedes oírme?

Si querías hablar con Trinity, siento decirte que no. – Una voz femenina diferente pero familiar le respondió a X. – Pero yo puedo oírte claramente.

X se sorprendió un poco de lo que acababa de escuchar. – ¿Ai? ¿Qué estás haciendo allá? – preguntó en voz alta.

No pienso quedarme en la cama todo el día, X. – le dijo la navegadora rubia al Hunter. – Quiero hacer todo lo que pueda para ayudar. Y creo que puedo manejar sentarme en una silla para guiarte. Trinity ya me alertó de la situación, así que ya estoy al tanto de que decidiste continuar con la investigación de Zero.

Oh, ¿lo tienes en línea? – Otra voz muy reconocible sonó por el enlace de comunicación, sorprendiendo a X todavía más.

– ¿Roll? – preguntó. – ¿Tú también estás allí?

¡Hola! – saludó Roll a su hermano. – También estoy participando en guiarte por este lugar.

No, sólo estás observando. – le dijo Ai a la otra rubia, antes de volver su atención hacia X. – Como sea, ya que insistes en tomar control de esta misión por alguna razón – Ai estaba expresando muy abiertamente su confusión – Zero decidió asignarme para asegurarme de que no termines metiéndote en problemas o muerto.

– ¡Hey, soy perfectamente capaz de cumplir con mis deberes como Hunter! – replicó X.

¿Y aun así apenas te salvaste de ser exterminado por Chill Penguin hace unas horas? – le dijo Ai. – Porque todos saben de tus capacidades. Pero eso no significa nada si no sabes siquiera cómo utilizar sus habilidades.

X se quedó en silencio por unos momentos, asimilando las palabras de Ai. Cierto, por incómodo que le fuera admitirlo, tenía razón. Él seguía aquí por pura suerte, y por la contribución de Marth. Y desafortunadamente, dicha contribución tuvo un costo terrible.

¿X? – le preguntó Roll a su hermano, sacándolo de sus pensamientos.

– ¿Hm? Oh, sí, te escucho fuerte y claro, Roll. – contestó a su hermana.

Hey, se supone que debes responderme a mí, ¿recuerdas? – intervino Ai. – Yo soy la navegadora aquí. Ahora, ¿cuál es tu situación actual?

X miró a su alrededor, esperando unos momentos para ver si la energía volvería. No lo hizo. – Hasta ahora, todo parece estar muerto. Apenas hace un momento estaba tan brillante como el día, y al siguiente, todo se oscureció. – le explicó a Ai.


Cuartel general subterráneo…

– Hm. – Ai se quedó pensando en las palabras de X desde su asiento. Roll estaba parada a pocos centímetros, observando el monitor individualizado en el panel de control. La navegadora rubia empezó a reflexionar en voz alta. – Espera, veré si puedo sacar el esquema completo. Puede que los tengamos en alguna parte de nuestros sistemas, así podré indicarte dónde se encuentra el generador.

Suena bien. – respondió X desde su ubicación actual. Su voz resonaba desde los auriculares de Ai. Roll apenas tenía permitido escuchar gracias al receptor que acababa de ponerse en su unidad auditiva izquiera. – Cuando estés lista.

– De acuerdo, aguarda un momento. – respondió Ai, con sus dedos operando el teclado a una velocidad casi imposible. Roll estaba bastante sorprendida tanto de la velocidad como la destreza de los dedos de la navegadora. Casi estaba a punto de hablar, pero decidió no interrumpir el trabajo de la otra reploide, enfocando su atención tanto en los susodichos dedos como en la data que aparecía en el monitor. Y tras algunos toques más en el teclado, apareció un esquema detallado de la estructura del edificio donde X se encontraba en ese momento. – ¡Muy bien, esta es un área a la que tenemos acceso!

– ¿Qué quieres decir? – cuestionó Roll. – Si puedo preguntar, ya que estás ocupada.

– Los Maverick Hunters tenemos acceso a los planos de cada edificio en la ciudad, y de toda la isla. – explicó la navegadora de rojo y blanco. – Pero desde la traición de Sigma, muchas de esas áreas han sido ocupadas por las fuerzas enemigas. Por suerte, todavía tenemos acceso a muchos de los planos de cada piso y las estructuras de dichas áreas, pero no podemos saber con exactitud qué habrá cambiado sin testigos visuales.

– Entonces ¿no puedes simplemente decirle a X dónde tiene que ir? – cuestionó Roll.

– La mayor parte del tiempo, no. Pero esta es una rara ocasión donde sí sé a dónde tenemos que ir. – dijo la otra reploide rubia, antes de ajustarse el micrófono de su unidad auditiva. – De acuerdo, ya tengo los planos esquemáticos completos de la planta de energía. El generador se localiza en el piso inferior del complejo. En cuanto a lo que te enfrentarás allí, mucho menos quién está detrás de la actividad errática, dependerá de ti encargarte.


Planta de energía…

No creo que necesite decirte que te mantengas alerta en todo momento. – le advirtió Ai al Hunter azul.

– No, claro que no. – respondió X. – Tendré cuidado.

Eso ya lo veremos. Entretanto, deberías empezar a adentrarte en el lugar. Tendrás que abrirte paso para llegar a los niveles inferiores, por lo que parece. – dijo Ai, observando el esquema de la planta de energía frente a ella.

– Entendido. Voy a entrar de inmediato. – respondió X, avanzando algunos pasos.

Oh, y otra cosa, X. – dijo Ai antes de dejarle continuar por su cuenta. – Zero espera que vuelvas con vida, así que más te vale no decepcionarlo.

– No lo haré, lo prometo. – respondió X.

Bien. No le servirás a nadie estando muerto. – Ai hizo una breve pausa. – Seguiremos en contacto. Ai fuera.


Cuartel general subterráneo…

– ¿Era necesario que fueras tan dura con él? – le preguntó Roll a la otra reploide. – Se está esforzando lo mejor que puede.

– Hacer lo mejor que puede casi ha hecho que lo maten. – respondió Ai. – Múltiples veces, me permito agregar.

Roll se encontró incapaz de refutarle. Aunque ella alabaría a su hermano enfrente de todos los que se atrevían a dudar de él, la reploide sería muy deshonesta si dijera que las palabras de Ai no eran válidas.

– Entonces, sí te importa. – dijo Roll con una sonrisa tímida. – Y eso que todos me dijeron que eras una reina del hielo.

– Y tienen razón. Sé que no es el enfoque más cálido, pero es necesario, especialmente para esta línea de trabajo. – respondió Ai. Luego hizo una ligera pausa, pues quería mantener esta conversación entre ella y Roll. – Aunque dependan de ti, los humanos son los que deciden si te reemplazan o no con un modelo más nuevo.

Roll no dijo nada, pero no tardó mucho en entender lo que Ai quería decir. Y hasta cierto punto, podía empatizar con ella. Pero decidió cambiar el tema.

– Dime algo, si puedo preguntar, ¿qué se necesita para ser una navegadora?

– ¿Hm? – Ai se giró del monitor, observando el esquema de la planta de energía. – ¿Por qué? ¿Debo asumir que estás interesada?

– ¿Soy así de transparente? – preguntó Roll, algo avergonzada. – Ya sé que no es un momento muy oportuno, pero si tal vez puede beneficiarlos, me gustaría contribuir de cualquier manera que sea posible.

– Considerando que no tienes entrenamiento, y que no fuiste construida para ese propósito, no sé si haya tiempo para prepararte para ese rol. – le dijo Ai a la otra rubia que parecía algo decepcionada. – Sin embargo, necesito ir a que me inspeccionen cada pocas horas, para verificar que mis sistemas sigan funcionando en lugares apropiadas. Durante ese tiempo… puede que necesite un asistente.

Las palabras de Ai captaron la atención de Roll, que se giró para verla con los ojos brillándole por la sugerencia.

– ¡Ah, grandioso! ¡Fantástico, incluso! – declaró. – Oh, probablemente deba ir a buscar a Chiyo. Tal vez ella sepa una cosa o dos sobre lo que está sucediendo.

– ¿Quieres decir, ayudarnos con esto? – cuestionó Ai, señalando al micrófono que tenía en su unidad auditiva. – Ella es humana, ¿qué podría hacer?

– Ella fue quien te entregó esos registros, ¿no? – le dijo Roll a la otra mujer mecánica. – Y aunque tal vez no lo demuestre mucho, es bastante hábil con las máquinas.

– Hm, bien. – dijo Ai. – Tráela aquí si quieres. Pero si nos empieza a estorbar, volverá a su habitación.

– De acuerdo. – Roll se giró de nuevo en la dirección del pequeño espacio que le habían apartado a Chiyo. Ai volvió a su trabajo de guiar a X por la planta de energía, viendo que acababa de entrar en el segundo piso.

– Muy bien. – le dijo mientras reestablecía la conexión entre ambos. – Entonces, ¿las luces están encendiéndose y apagándose de manera errática?

Antes que X pudiera responderle, Ai escuchó pisadas frenéticas detrás de ella, y se giró para ver que Roll venía corriendo hacia ella a toda prisa.

– Whoa, ¿qué te pasa? – le preguntó, y notó que la cara de la otra rubia estaba repleta de preocupación y terror.

– Chiyo… – dijo Roll, con sus ojos turquesas muy abiertos. – ¡Se ha ido!


Calles de Abel City…

– De acuerdo, ¿en qué dirección van los grupos? – le preguntó Zero a Trinity. Él y su equipo estaban de vuelta en la oscura y destruida, pero todavía en pie metrópolis que solía ser Abel City.

Tanto el grupo de humanos y los mecaniloides aglomerándose se dirigen hacia la parte oeste de la ciudad, específicamente la pequeña región exterior localizada no muy lejos del faro de la isla. –reportóTrinity.

Firefly levantó una ceja debajo de su casco, sorprendido de lo que acababa de oír de la androide pelirrosa. – ¿El faro? ¿Qué hay de especial con ese lugar? – Seguro, era una de las pocas cosas que menos daño recibieron de los misiles debido a su ubicación, pero por qué sería un lugar de interés, el Hunter verde no tenía idea.

Sólo es una teoría. – respondió Trinity. – Pero es posible que los humanos tengan la intención de activar la baliza y enviar un mensaje hacia la tierra principal. Específicamente a Arcadia.

Firefly se congeló. – Pero espera, ¿eso no violaría las condiciones que Sigma nos colocó? Bastardo. – gruñó entre dientes.

Es difícil saberlo, ya que técnicamente no seríamos responsables si el mensaje no lo enviáramos nosotros. – aclaró la navegadora pelirrosa. – Sin embargo, no se me haría extraño si Sigma decidiera echar esto sobre nuestros hombros. Después de todo, se supone que debemos mantener un ojo en la población humana que reside aquí.

Zero se quedó en silencio, procesando las palabras de Trinity. Efectivamente, si se activaba la baliza, la gente en la tierra principal sabría que todavía había almas vivas en la isla. Pero ¿sería algo que Sigma contaría en su contra? Y si lo era, el Hunter rojo no tendría problemas en creer que Sigma llevaría a cabo sus amenazas.

– ¿Y bien, Comandante? – preguntó uno de los hombres de Zero. – ¿Usted qué propone que hagamos?

Zero se quedó pensativo, sopesando sus opciones. Había varios factores desconocidos en el aire, pero en ese momento, el prospecto de lo que podría suceder superaba a todo lo demás. Si este giro de acontecimientos significaba potencialmente su muerte, entonces los esfuerzos de los humanos debían ser detenidos a toda costa. Y fue entonces que Zero se dio cuenta de lo que esto significaba: interacción con los creadores de carne y hueso de los reploides.

Bueno, no sus creadores, ya que Zero les dejó muy claro que no le pertenecía a nadie. Al ver que sus hombres aguardaban una respuesta, estuvo a punto de hablar, pero se detuvo al escuchar un pequeño sonido en la distancia.

– ¿Hm? – Se giró hacia la fuente, mirando hacia la esquina de un edificio cercano con suspicacia.

– ¿Comandante? – cuestionó Firefly con curiosidad. – ¿Qué sucede?

– Shh. – le dijo Zero a Firefly, señalándoles tanto a él como al resto del escuadrón que se quedaran en silencio. – Esperen aquí.

De inmediato se dirigió hacia el área de interés. Los ojos del Hunter azul observaron la estructura, dañada pero todavía en pie, antes de girar en una esquina donde comenzaba un callejón, tratando de espiar por si podía detectar algún detalle inusual que le alertase de la presencia de alguien. Y efectivamente, tras una inspección cuidadosa, Zero dedujo que había una figura ocultándose en las sombras. Sacó su buster para que la figura lo viese, y al hacerlo el Hunter rojo notó que la silueta retrocedía. Pero a pesar de su miedo, parecía también tener un arma consigo. Un arma muy familiar que había visto antes.

– De acuerdo, sal de una vez. – le advirtió Zero a la figura. – Sabes que no tienes oportunidad contra mí, así que sería mejor dar la cara.

La figura no habló ni dio respuesta, quedándose allí por un breve instante. Ultimadamente, sin embargo, pareció aceptar la declaración de Zero como un hecho y se aproximó, todavía sosteniendo su arma. El Hunter rojo tenía sus sospechas, pero aun así se sorprendió de ver quién había emergido desde las sombras.

Su cabello era tan negro como la noche, así que quizás acechar desde las sombras era apropiado para ella.


Planta de energía…

Las luces habían vuelto a apagarse, dejando a X en completa a oscuridad. Dado que prefería viajar en momentos cuando el entorno estaba iluminado, el reploide azul y blanco contactó a Ai, reportándole la continua inestabilidad de la electricidad en el edificio.

Es decir, ¿es una fluctuación constante? – preguntó Ai.

– Así parece. – respondió X, todavía esperando a que las luces se reactivaran. Luego empezó a pensar en voz alta. – Aunque, lo que me pregunto ahora es quién podría ser responsable por esto. Es casi como si la electricidad estuviera siendo absorbida, y sólo logran escapar destellos muy breves.

Entonces, ¿estás sugiriendo que el culpable es alguien que consume enormes cantidades de energía?

– ¿Hay alguien así en nuestros registros? – preguntó X a la navegadora.

¿Y para qué querrías saberlo? – cuestionó Ai.

X se quedó en silencio al principio, sabiendo que probablemente no sería receptiva a su respuesta. – Yo… sólo quiero saberlo. Para ver si podemos razonar con él.

Ai no dijo nada al principio, pero expresó su frustración con un suspiro. – ¿Y cómo te resultó eso con Chill Penguin? Si Marth no pudo convencerlo, mucho menos ibas a hacerlo tú.

X bajó su cabeza. – Tal vez… pero ¿tenemos que juzgar a todos los demás del mismo modo?

Si eso significa restaurar el orden y detener a Sigma, tienes que estar preparado para tomar decisiones difíciles. – le dijoAi. – No creas ni por un segundo que tú eres el único que se lamenta de que esto haya sucedido. Todos hemos perdido algo por culpa de Sigma, e independientemente de quienesquiera que haya convencido de pasarse a su bando, tienen que ser detenidos. Tú ya sabes esto, así que entre más pronto lo aceptes, mejor.

X se quedó callado, incapaz de dar un argumento para refutar las palabras de Ai. Cierto, él no era el único que sentía las secuelas de la declaración de Sigma contra la humanidad, pero aun así eso no hacía que cumplir con su deber fuera más fácil.

En cuanto a tu pregunta, se me ocurren algunos candidatos. – dijo Ai, cambiando el tema y volviendo al asunto que debían atender. – Dos de los más probables serían los identificados como RN-EN y RN-SM.

– ¿RN-EN? – cuestionó X. Empezó a buscar por sus bancos de memoria, hasta coincidir los números seriales con nombres. – ¿Hablas de Volt Catfish?

Es una posibilidad. – respondió la navegadora rubia. – Su núcleo es en esencia un generador de alto poder, así que tendría sentido si viniera aquí para reunir más energía.

– ¡Pero Volt Catfish no es un Maverick! ¡Ni siquiera es un Hunter! – argumentó X. El reploide con forma de pez una vez proveyó a Abel City con energía durante días cuando un terrible tifón golpeó la isla artificial dejando a la gente atrapada por horas. No había sido encontrado desde el impacto de los misiles, así que ni X ni los demás estaban al tanto de su paradero.

Por supuesto, también está RN-SM, también conocido como Spark Mandrill. – continuó la navegadora de armadura roja. – Aunque he de suponer que no creerás que él pudiera tener algo que ver con esto tampoco.

X suspiró. – No es que no lo crea. – Miró hacia su buster. – Sólo sé que lo que vendrá a continuación si no podemos llegar a un acuerdo.

¿Qué acuerdo? Quienquiera que sea el responsable, tenemos que detenerlo. – le dijo Ai a X. – Y depende de nosotros lograrlo.

X estaba a punto de responderle a Ai con otra pregunta, pero se detuvo al sentir que no estaba solo. Como si respondiera a sus sospechas, un objeto pasó volando por encima de su cabeza sin apenas rozarle por centímetros gracias a que se agachó justo a tiempo.

– ¡¿Qué demo…?! – dijo X levantándose sobre sus rodillas, viendo el proyectil que casi lo había golpeado. – ¿Un Hotarion?

Los Hotarions eran mecaniloides que fueron construidos para iluminar áreas oscuras, así que su presencia aquí era comprensible. El único problema era que normalmente no eran agresivos, mucho menos iban a lanzarse contra cualquier cosa que se metiera en su camino a alta velocidad. El rastro de luz que emanaba desde su generador iluminaba el camino mientras avanzaba. X, usando al mecaniloide como una fuente de luz, observando donde caía la luz y notó una serie de figuras frente a él, pero no eran reploides.

Un par de Gun Volts al igual que otros mecaniloides programados para hacer guardia en la planta de energía se giraron para encarar a X, detectando al intruso y preparándose para disparar en cualquier momento.


En las calles de Abel City…

– ¿Tú? – preguntó Zero, cuestionándose si estaba viendo las cosas bien.

– Sí, yo. – respondió la joven mujer de cabello oscuro. Desde el callejón, ocultándose entre las sombras, Chiyo había emergido, con el prototipo del arma que había desarrollado en sus manos, aunque todavía no jalaba el gatillo. – ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que irías a la planta de energía.

– Cambio de planes. – respondió Zero. – Aunque eso no responde por qué estás aquí, mucho menos por qué pensaste que sería una buena idea venir aquí en primer lugar. – Cruzó sus brazos. – Si es que quieres ser una Hunter, eres demasiado blanda para eso.

– No es por eso que estoy aquí. – espetó Chiyo. – No habría salido si no tuviera que hacerlo.

– Entonces ¿por qué tienes que hacerlo? – cuestionó Zero.

Chiyo se mordió el labio. Estaba muy reacia a revelar los detalles al Hunter rubio, en quien no confiaba del todo. Su querido padre había escrito extensivamente sobre él, más que de los demás reploides, tal vez incluso más que de X. Y según lo que dijo, Sigma también había tomado un interés peculiar en él. Pero pese a sus reservas, parecía que no tenía más opciones que revelarle la razón por la cual se había puesto en peligro potencial.

– Poco después de que X se fue, vi a uno de los ojos espías en el cielo capturar un metraje de alguien arrastrando a un niño en esta dirección. – le respondió Chiyo a Zero. – Estaba… un poco lejos, pero se parecía a Kenichi.

– ¿Kenichi? – cuestionó Zero.

– El hermanito de Fumiko. – aclaró Chiyo. Luego se encogió de hombros. – No sé si fue ella quien lo arrastraba o alguien más. – Sus ojos de repente tomaron determinación. – Pero si alguno de ellos está aquí afuera, tengo que encontrarlos.

– ¿Y luego qué? ¿Crees que eres tú la que tiene que hacerlo? – le preguntó el Hunter rojo a la humana, que se quedó en silencio por un momento antes de poder conjurar una respuesta.

– Ustedes ya tienen sus manos llenas lidiando con Sigma, y los otros humanos o están muy asustados para salir, o tienen otros objetivos fuera de buscar a sus seres queridos. – replicó la chica de pelo oscuro. – Además, no es como que pueda ir y pedirle personalmente a alguien que los vaya a a buscar. No habrá nadie más que los busque. Por la forma que yo lo veo, puede que yo sea la única que sepa que todavía existen.

Zero se quedó callado, con sus hombres y Firefly reuniéndose a su alrededor para ver lo que estaba sucediendo.

– Hey, ¿no es la hija de Fujiwara? – preguntó Firefly. – ¿Qué está haciendo aquí?

– Dijo que vino aquí a buscar a un amigo. – le dijo Zero al motociclista verde. Luego volvió a mirar a Chiyo. – ¿Tengo razón?

Chiyo se sorprendió de la respuesta del reploide rojo, pero respondió con un asentimiento. Aun así, no se fiaba totalmente de él. Sabía que planeaba algo, ¿pero qué?

– Bueno, no puede quedarse aquí. – dijo uno de los hombres de Zero. – Hay que escoltarla de vuelta al cuartel general.

– No. – protestó Chiyo. – No me iré sin Fumiko o Kenichi.

– Tampoco podemos dejarte sola por allí. – dijo Zero. Tras pensarlo un momento, se giró hacia Firefly. – Llévala de vuelta, y asegúrate que la puerta de su cuarto quede cerrada hasta que volvamos.

No tenía tiempo para estar lidiando con ella, mucho menos con otros humanos en general. Firefly se encogió de hombros.

– Lo que usted diga, Comandante. – El reploide verde miró a la humana de pelo oscuro, aproximándosele. – Ok, súbete a mi moto, chica.

Chiyo siseó mentalmente. Le habían fastidiado el plan antes de comenzar. Pero entonces, por la esquina del ojo, vio una sombra corriendo cerca de las paredes de un edificio cercano. Una de esas sombras se parecía mucho a un niño pequeño tratando de seguir el paso.

– ¿Kenichi? – dijo Chiyo, permitiéndole crear una distracción momentánea cuando los Hunters miraron en la misma dirección. – ¡Fumiko!

Cierto, ellos también habían visto la sombra, pero esto le permitió a la humana escaparse de ellos, corriendo hacia la silueta oscura y desapareciendo en las sombras de nuevo.

– ¡Hey! ¡Vuelve aquí! – gritó Zero, corriendo hacia donde se fue la chica. Vio que su silueta desaparecía en la oscuridad, maldiciendo que lo engañaran tan fácilmente. – ¡Firefly! ¡Ve tras ella y llévala de regreso al cuartel general!

– ¡No hay problema! – respondió Firefly, montando en su moto y arrancando para tratar de detener a Chiyo en lo que seguramente sería un viaje hacia la destrucción.

– ¡El resto de ustedes, síganme! – ordenó Zero. – ¡Todavía tenemos algunos mecaniloides que atrapar!

– ¡Sí señor! – respondió el resto del escuadrón, siguiendo a su líder rojo, cuya larga coleta ondeaba tras de sí.

Pronto comenzaron a caer gotas de agua desde el cielo, al principio de manera escasa, pero luego comenzaron a incrementarse. Pronto se convirtió en un diluvio, y en poco tiempo, los brillantes destellos de los relámpagos comenzaron a verse en las oscuras nubes, proveyendo una de las pocas fuentes de luz en la oscura ciudad. Los truenos hicieron eco por el área demolida de lo que una vez fue una exitosa y lucrativa metrópolis, como si le advirtiera a Zero y su equipo que no se acercaran más, pero el Hunter rojo y sus hombres persistieron. Tenían que cumplir con su misión, tanto por los humanos como por sí mismos. Ya que, aunque ellos no lo supieran, los tontos que se dirigían hacia el faro bien podría causarles la perdición a todos ellos.

Por supuesto, eso significaba que potencialmente tendría que lidiar con los humanos, un prospecto que no le agradaba mucho a Zero. De hecho, le hacía desear haber insistido más en que X se ocupase de esto en su lugar. Él al menos sabía cómo interactuar con sus creadores de carne y hueso. ¿Zero? No mucho.

De cualquier manera, el deber llamaba, y lo llevaría a cabo le gustase o no. Y en efecto, los humanos eran una cosa que no le gustaba particularmente.


Planta de energía…

Un misil salió disparado en su dirección. X logró rodar hacia un lado, evadiéndolo justo a tiempo antes de lanzar un disparo cargado al Gun Volt responsable. El disparo le dio de lleno en el pecho al mecaniloide y lo envió a estrellarse contra otro de sus colegas. Activando los misiles para al menos defenderse, el otro Gun Volt apenas logró volarse a sí mismo y a su aliado en pedazos. Usando esta oportunidad, X se agachó debajo del humo y avanzó rápidamente, haciendo uso de su recientemente adquirida mejora.

Desafortunadamente, no llegó muy lejos. Vio muchos más Gun Volts frente a él, que parecían estar mejor preparados que sus colegas caídos. X estuvo a punto de disparar, pero su cuerpo de repente fue recorrido por un agonizante choque de electricidad, enviando la corriente por todo su cuerpo en un segundo y sintiendo que le freían los circuitos internos desde sus botas hasta el casco. Pero cuando ese segundo terminó, se encontró de rodillas, con sus sistemas tratando de asimilar la intensa subida de corriente que había sufrido.

– Así que el piso está electrificado. – observó X, al ver la causa de esa experiencia electrizante. – En ese caso, tendré que buscar otro lugar por donde viajar.

¿Pero hacia dónde? Sus ojos verdes se fijaron en las paredes, notando que los electrodos no parecían estar activos. Aprovechando la oportunidad, uno de los Gun Volts liberó una descarga de misiles en la dirección del Hunter azul, esperando acabar con él para eliminar la amenaza. Pero fue en ese momento que X saltó y dio una patada contra la pared izquierda, saltando fuera de la superficie e impulsándose hacia la derecha. Repitió el patrón hasta que pudo ponerse por encima del grupo de Gun Volts y con una última patada, saltó sobre ellos. Y al aterrizar, sin perder tiempo liberó toda la energía acumulada que tenía en su buster.

Tras encargarse del grupo, X continuó su camino, por suerte llegando algo de suelo que no tenía electrodos encendidos en el suelo. El hunter observó sus alrededores.

– Hm… la verdad es que no quiero considerar las sugerencias de Ai. – se dijo X a sí mismo, viendo una escalera de mano a poca distancia. – Aun así, me pregunto quién será el responsable de todo esto.

Mientras bajaba por ella, el Hunter no tenía idea de que una cámara oculta estaba vigilando cada uno de sus movimientos. Y presentando dichos movimientos al que observaba el metraje. La figura escondida en la oscuridad de la masiva cámara en donde residía observaba cómo el reploide más pequeño avanzaba a través del edificio, completamente ignorante de que estaba siendo vigilado.

– Hm, parece que tendré que hacer algo de trabajo después de todo. – murmuró, tomándose un momento para meterse otro cristal de energía en su boca, específicamente un pequeño racimo cristalizado que los reploides llamaban dulce de energon. Luego, sus dientes afilados aplastaron la pequeña fuente de energía en su boca. – Pero tal vez no. Pronto llegará al cuarto donde está el arma secreta.

Las luces momentáneamente destellaron de nuevo en la enorme cámara, revelando su forma sólo por un breve momento antes que la oscuridad volviera a apoderarse del espacio confinado.

– Una vez que esa cosa se encargue de él, ¡podré tener toda la electricidad que quiera!

En efecto, aunque X no lo sabía, se aproximaba a algo muy peligroso. Algo oculto de los ojos curiosos en lo profundo de un laboratorio cerrado y que no sería liberado ante el mundo.

Hasta ahora.

Esta historia continuará

Chapter 39: Thunder Slimer

Chapter Text


– Ai, ¿puedes oírme? – preguntó X por el comunicador, manteniendo la voz baja para evitar atraer atención indeseada.

Fuerte y claro, X. – respondió Ai. – Huh, tomaste la iniciativa de llamarme. Usualmente es Zero quien se asegura de que mantenga un ojo sobre ti cuando estás en una misión.

X no respondió a su declaración, aunque no pudo evitar sentirse algo avergonzado por eso. – Me he encontrado una especie de barricada aquí.

Tanto Ai como Roll, estaban escuchando, y ninguna de las dos entendió del todo. – Descríbela, por favor. Necesito detalles. – le dijoAi al Hunter azul.

X observó la barrera frente a él, analizando la pared a la cual estaba pegada, junto con las otras cuatro paredes que rodeaban el obstáculo. Había una puerta masiva cerrada enfrente del Hunter, impidiéndole seguir progresando. Pero el problema no era si podría o no entrar por esa puerta, sino lo que podría estar aguardándole detrás de ella.

– Sólo es una puerta enorme. – informó X a la navegadora rubia. – ¿Está el generador localizado en este lugar? Me encuentro en un túnel al que se llega bajando por una escalera. ¿Eso ayuda?

Déjame ver. – dijo Ai, haciendo una pausa momentánea para obtener una señal. – Parece que no puedo entrar en ella. Tendrás que atravesarla tú mismo.

X estuvo a punto de responder, pero como si le leyera a la mente, escuchó un fuerte *CLICK*, y entonces, la puerta comenzó a abrirse. La cámara detrás de la ahora abierta barrera estaba totalmente a oscuras. Era enorme y estaba mayormente cubierta de baldosas, pero estaba muy lejos de sentirse acogedora.

¿Qué sucedió? – cuestionó Ai.

– Creo que ya encontré una forma de entrar. – respondió X. – Aquí voy.

Recuerda, no dudes. – le dijo Ai al Hunter azul. – Zero espera que me asegura de que regreses con vida.

Desde los confines del cuartel general, Ai y Roll aguardaban una al lado de la otra respirando ansiosas, y la segunda se paseaba de un lado a otro. No sólo su hermano menor podría estar a punto de meterse en problemas, sino que Chiyo ahora había desaparecido.

– Esto es terrible. – dijo. – ¡¿Qué la habrá poseído para que saliera de ese modo?!

– Zero y su escuadrón están afuera, ellos la encontrarán. – le dijo Ai a la otra rubia. – Hay un grupo de humanos que sospechamos que se dirigen hacia el faro, así que tal vez haya decidido unirse a ellos.

– Tengo que discrepar con eso. – respondió Roll, y de inmediato procedió a explicar. – Chiyo no es alguien muy sociable, incluso X dijo que la encontró sola en la carretera. Para ser honesta, los únicos con quienes tenía algún apego profundo eran Patarche y Fumiko.

– ¿Patarche? – cuestionó Ai, preguntándose qué clase de nombre era ese.

– Su perro. – le dijo Roll a la navegadora. – Lo tuvo desde que su edad era de un solo dígito.

– ¿Una de las cosas más importantes de su vida era un animal? – inqurió Ai. – ¿Acaso no iba a morir eventualmente?

– No sólo murió. – le dijo Roll. – Le dispararon cuando intentó proteger a su dueña de ese ex-Hunter, Vile.

– Aun sigue siendo un animal. – dijo Ai. – No es que sea de tu misma especie.

Roll quiso argumentar, pero terminó por contener su lengua. Ella consideraba que la muerte de un animal tendría el mismo peso que la de un humano, ya que para ella Rush era parte de la familia tanto como Rock y Light. Aun así, tuvo que reconocer que muchas máquinas no eran como ella y Rock, mucho menos como X. Los reploides a su alrededor desarrollaban sus propias personalidades y emociones, pero aún seguían siendo algo mecánicos en sus reacciones y respuestas. Aunque la habían mejorado, la robot reformateada todavía se sentía algo fuera de lugar entre aquellos que se suponía que eran de su misma especie.

– Bueno, Fumiko ES de su misma especie. – le dijo Roll a Ai. – Y lo último que supe fue que ella y su familia estaban en Abel City cuando se cortó el acceso a la isla del resto del mundo. – En ese momento, lanzó un grito ahogado de realización. – ¡Claro!

– ¿Qué cosa? – inquirió Ai.

– ¡Todo tiene sentido! ¡¿Por qué no lo vi antes?! – exclamó Roll. – ¡Fumiko! ¡Chiyo salió para buscar a Fumiko! – De inmediato empezó a correr para salir de la cámara.

– ¡Espera! ¡¿A dónde vas?! – Ai se levantó de su silla, llamando a Roll.

– ¡Volveré pronto! – gritó ella. – ¡Tendré cuidado allá afuera!

– ¡De ninguna manera! – De repente, Roll sintió que la jalaban del brazo. Ai la había alcanzado justo antes que pudiera salir. – ¿Cómo le vas a ser de utilidad a alguien si sales a que te maten?

– ¡Yo soy una reploide, Chiyo es humana! – replicó Roll. – Aunque mi cuerpo sea barato, el metal es más durable que la carne y hueso.

– Tal vez, pero sigues sin ser rival para los mecaniloides y Mavericks que hay allá afuera. – replicó la navegadora roja. – ¿Y entonces qué? ¿Quieres que X vuelva para escuchar las noticias de que su hermana está muerta? ¿Después de todo lo que Zero tuvo que pasar para salvarte?

Roll se quedó callada, mordiéndose el labio inferior. Odiaba admitirlo, pero Ai estaba en lo correcto. No le haría ningún bien a nadie, especialmente a X, si salía a exponerse a un entorno tan peligroso.

– Pero… – Aún así quería protestar ligeramente. – Chiyo…

– Ella estará bien. De hecho, creo que la mimas demasiado. – le dijo Ai a Roll. – Ya está en su último año de escuela, ¿verdad? Significa que prácticamente ya es una adulta. Claro, no le recomendaría a nadie, niño o adulto, que saliera allá afuera, pero creo que sus posibilidades son mayores de lo que crees.

– ¿Cómo puedes decir eso? – preguntó Roll. – ¿No te preocupa en absoluto el hecho de que sea más débil que nosotros?

– Por supuesto que sí. – respondió la otra rubia. – Pero por ahora está fuera de tus manos. Todo lo que puedes esperar que sea lo bastante inteligente para volver en una sola pieza.

– ¿Cómo puedes tener tanta confianza en que lo hará? – cuestionó la mucama.

Ai se quedó callada por un momento, dándole la espalda a Roll. – Porque la esperanza es todo lo que nos queda ahora. Es lo único que me queda de mi pequeño hermano.

Roll no tardó mucho en darse cuenta de quién estaba hablando. – ¿Ha habido alguna…?

– No. – respondió Ai. – No ha habido noticias suyas desde que los misiles cayeron. E incluso así, dudo mucho que haya sobrevivido si estaba en la ciudad.

– Bueno, si ese es el caso, ¿por qué dices que la esperanza es todo lo que te queda cuando no parece que tengas mucha?

– Tienes razón, no la tengo. – admitió la reploide de coleta. – Pero… aun así, si queda la más ínfima posibilidad, es… atrayente creerlo, sin importar lo improbable que sea.

Y con eso, la navegadora volvió a su silla, dejando a Roll a solas. Sus ojos se fijaron en Trinity, que estaba guiando al equipo de Zero a través de las oscuras calles de la ciudad.


Calles de Abel City…

– ¡Maldición! ¡¿Dónde se metió?!

Aunque Firefly estaba hablando de la hija de uno de sus creadores (aunque Cain había sido más un padre para él de lo que nunce lo fue Fujiwara), la pequeña mocosa se había escurrido entre los callejones y les hizo casi imposible encontrar un camino entre los tortuosos corredores. ¡¿En qué diablos estaba pensando?! ¡¿No se daba cuenta de que la iban a matar allá afuera?! ¿Acaso no tenía ningún sentido de autopreservación? No, ya que se fue por su cuenta como una tonta.

Pero, en todo caso, eso sólo volvía la misión de Firefly todavía más crucial. Aunque el hombre ya estuviera muerto, la chica seguía siendo una humana, y él tenía que obedecer las tres leyes. Aunque dichas leyes fueran más una molestia que otra cosa a veces. Eso no quería decir que su visión se alineara con la de Sigma, mucho menos la de los Mavericks que le servían, pero incluso entre aquellos que creían que debían proteger a los humanos había quienes los veían como irritantes en el mejor de los casos, y como animales irrazonables en el peor.

– Bueno, técnicamente hablando, no son más que primates sin pelo y con cerebros más desarrollados. – murmuró Firefly. Luego miró hacia las sombras de los caminos por donde todavía tenía que viajar. – Aunque son mucho más problemáticos que sus parientes primates.

Un poco más adelante, Chiyo navegaba los estrechos pasajes lo mejor que podía, pero estaba empezando a arrepentirse de haber salido de la Base Hunter. Aun así, decidió seguir adelante, pese a su miedo que iba en aumento. Si había una posibilidad de que Kenichi y Fumiko siguieran allá afuera, tenía que encontrarlos. Siguió corriendo lo más rápido que podía, mientras se mantenía alerta de cuanto espacio le quedaba para moverse. Después de un breve instante, logró pillar a una silueta moviéndose por la esquina del ojo.

– ¡Hey! ¡Espera! – llamó la humana de pelo oscuro, al ver que la pequeña silueta corría hasta desaparecer de la vista. – ¡Alto!

Chiyo corrió, tratando de seguirle el paso a los movimientos de la sombra, aunque apenas podía ver destellos muy breves en la oscuridad de la ciudad. Se estaba raspando contra los edificios, sintiendo cómo la textura de los ladrillos y concreto de que estaban construidos le rasgaban la piel, dejándole parches rojos, pero siguió adelante. Si había una posibilidad, la más pequeña posibilidad, tenía que hacerlo. Aunque se estaba arriesgando, tenía que al menos hacer un esfuerzo por encontrarlos.

Estaba desesperada por probar que estaba equivocada. Esperaba estar equivocada, no había nada que deseara más que estar equivocada, que su búsqueda no había sido en vano.

Y entonces, finalmente, vio la sombra de nuevo, sólo que esta vez, finalmente gritó un nombre.

– ¡¿Fumiko?! – gritó Chiyo, tratando de llamar la atención de la sombra, que se detuvo.

– ¿Q-quién está allí? – replicó una voz joven, de un niño pequeño.

Chiyo inmediatamente la reconoció. Corriendo hacia el sonido, la humana se encontró con un rostro familiar, cuya mano estaba aferrada a la de alguien más, pero no era de carne y hueso.

– ¿Kenichi?

El niño emergió de las sombras, dejándose ver. – ¡¿Chiyo?!

Efectivamente, era Kenichi, pero quien le acompañaba no era su hermana. El chico no llevaba puesto su uniforme, sino que llevaba un overol verde con tiras amarillas y una camiseta de rayas debajo, con un par de zapatos amarillos. El reploide que llevaba consigo a Kenichi también se reveló, y tenía un par de sensores con forma de orejas de conejo sobresaliendo desde su casco.

– ¿Hm? ¿Quién es ella? – preguntó A-1, sorprendido por la repentina aparición de la otra humana. – Espera un momento, tú eres la hija de Fujiwara, ¿no?

– Sí, soy yo. – respondió Chiyo. – ¿Quién eres tú?

– A-1, un navegador construido para la organización de los Maverick Hunters. – le respondió la máquina más pequeña a la humana. – Aunque, también se supone que estoy designado como el hermano menor de nuestra primera unidad navegadora.

– ¿Hermano? – preguntó Chiyo. – Hmm, igual que X y Roll. – Luego dirigió la conversación a lo que importaba, y se arrodilló hasta ponerse al nivel del chico. – Como sea, me alegra que estés bien, Kenichi. ¿Dónde está tu hermana?

Fue entonces que la cara del chico se tornó sombría, y luego deprimida. Pero antes de poder responderle, otra presencia se hizo notar.

– ¡Por fin, allí estás! – Firefly llegó corriendo, luego de haber visto a Chiyo. – ¡¿En qué estabas pensando?! ¡¿Estabas tratando de que te maten?! – Luego notó al niño y al otro reploide presentes. – ¡A-1! ¡Estás vivo!

– De pura suerte, sí. – respondió A-1, y luego miró a Kenichi. – Aunque, él no fue tan afortunado.

Chiyo estaba a punto de preguntar a qué se refería con eso, pero Firefly intervino antes de que ella pudiese hablar:

– Bueno, debo admitir que no sabía si podría escapar de Vile. – le dijo el reploide más pequeño al Hunter verde. – Pero después de que los misiles cayeron sobre Abel City, logré encontrar mi camino de vuelta. El camino a la base estaba totalmente destruido, así que tuve que nadar.

– Sí, sí, eso podemos discutirlo cuando volvamos al cuartel general. – dijo Firefly. – Ai necesita saberlo lo más pronto posible.

– ¿Cómo está? – preguntó A-1. – ¿Ella…?

– Recibió algunos golpes, pero está viva. – replicó el motociclista. Luego miró el prototipo en las manos de Chiyo. – No hizo mucho daño, pero esa cosa sirvió para mantener a Sting Chameleon a raya antes de que yo llegara.

A-1 bajó su cabeza. – Entonces, significa que Chameleon ahora es un Maverick.

– No me sorprende. Ese sujeto siempre estuvo muy retorcido en la cabeza, incluso desde que lo activaron. – dijo Firefly. Luego le puso la mano en el hombro a A-1. – Pero basta de eso. Tengo que llevarte de regreso con tu hermana.

– ¡Todavía no! – protestó Chiyo, luego dirigiendo su atención al navegador. – ¡Tú! ¡Ese niño contigo! – Señaló hacia Kenichi. – ¿Había alguien más con él? ¿Una chica de cabello corto y gafas? ¿Llevaba un uniforme como el mío, pero con el chaleco azul y la falda roja? Está en un grado por debajo de mí. – Ese último detalle era tal vez innecesario, pero Chiyo estaba dispuesta a dar cualquier cosa que tuviera sobre la chica desaparecida. – De nuevo, era fin de semana cuando sucedió el ataque, así que tal vez llevaba algo diferente.

– Um, no. – dijo A-1. – Aunque, sí sé de quién estás hablando.

– ¿Conoces a Fumiko? ¿Dónde está? – preguntó Chiyo. A Kenichi le temblaron los labios al oír el nombre de la chica. No, Chiyo empezó a suplicar mentalmente que no fuera lo que creía. No, no, no, no, no. – ¿Dónde está tu hermana?

Kenichi no le respondió, sólo desvió la mirada mientras unas lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos.

– Yo… lo siento. – le dijo A-1 a Chiyo. – No… tenía idea de que era tu amiga.

– Sólo dímelo. – dijo Chiyo, prácticamente suplicándolo en este punto. – ¿Está viva?

A-1 no dijo nada por un rato, y los ojos cafés de la joven mujer se agrandaban más y más a medida que continuaba el silencio. Pero entonces, antes de poder responderle, el niño lo hizo por él.

– Está muerta.

Chiyo sintió que se le helaba la sangre. Una parte de ella lo creía, sabía que era cierto. Pero aun así quería negarlo. No quería otra cosa que creer que no era verdad. – Entonces… ¿ella…?

Kenichi asintió. – Fumiko está muerta.


Planta de energía…

Al entrar por la puerta grande, X encontró que la cámara era enorme y apenas tenía color. Las luces que se extendían por las paredes apenas le permitieron poco a poco dar un buen vistazo a su entorno. Hasta ahora, parecía no haber amenazas aparentes frente a él, así que se dirigió hacia el otro lado, buscando la salida. Pero entonces, la puerta a sus espaldas se cerró, atrapándolo adentro. Y no le tomó mucho tiempo a X darse cuenta que la otra puerta también se había cerrado, dejándolo sin lugar a dónde ir.

Estuvo a punto de tratar de contactar a Ai, pero se distrajo al sentir que una substancia extraña le caía en el hombro. X observó el fluido desconocido, palpándolo ligeramente con sus dedos blancos.

– ¿Hm? Esto parece tener cierta densidad, incluso algo de espesura. – murmuró en voz alta, aunque no hubiese nadie alrededor para escucharlo. O al menos, eso era lo que creía. – Pero es muy claro, como el agua.

¿Qué cosa era esto? Y mejor todavía, ¿de dónde habría salido?

Fue entonces que X miró hacia arriba, y las luces que se extendían por las paredes iluminaron el techo de la cámara. La fuente del fluido goteante se encontraba encima de él, colgando del techo.

Toda su existencia nació de una simple pregunta: ¿qué tan grande podría crecer una célula si se le permitía expandirse en tamaño? Nadie conocía la respuesta, mucho menos cómo llevar a cabo el experimento con genética. Pero, cuando se trataba del reino de la robótica, algunos estaban dispuestos a hacerlo realidad, sólo que con metal en lugar de proteínas. Así fue como nació, o más bien, fue construido. Fue construido para expandirse y crecer, y así continuaría su desarrollo.

Era para continuar absorbiendo energía. Y la pequeña entidad que estaba debajo de él sería una amenaza para ello.

– ¿Qué demo…? – se preguntó X en voz alta, con sus ojos verdes observando el gigantesco mecaniloide que colgaba del techo.

El mecaniloide en cuestión era una enorme máquina roja con varias secciones que sobresalían de color dorado, y un par de generadores conectados a su "rostro" desde atrás. Dos enormes orbes de color azul reposaban sobre el frente, pero X no sabía si esos serían los "ojos", o si las ventilas curvadas que había entre ellos servían como su "boca". Se encontraba dentro de un contenedor esférico de un grueso fluido, con algunas gotas cayendo desde arriba y dejando charcos donde aterrizaban.

– ¡¿Qué… es eso?! – preguntó, y sin perder tiempo procedió a contactar a Ai. – Ai, ¿puedes oírme?

Aún sigues con vida, bien. – respondió la navegadora rubia. – Pero pareces estar en problemas, de nuevo.

– Acabo de encontrarme con un mecaniloide inusual en la planta de energía. – le explicó X. – Parece ser diferente de los demás que pululan en el lugar.

Eso es demasiado vago. Descríbelo por favor. – solicitó Ai.

– Es rojo, y se encuentra dentro de lo que parece una bola de fluido. – dijo X. Luego notó que comenzaba a generar energía. – Creo que está empezando a cargar un ataque.

Espera un momento. – dijo la navegadora. –¿Dijiste fluido? ¿Y que está cargando?

– Sí, ¿alguna idea de lo que podría ser? – cuestionó X, tratando de no hacer movimientos bruscos. Tal vez el mecaniloide no se había dado cuenta de su presencia todavía.

Hm, déjame ver lo que tenemos en nuestros archivos. – dijo Ai, comenzando a buscar por los esquemas que tenían disponibles en el sistema del cuartel general. Después de algunos momentos, Ai finalmente tenía una respuesta para él, que le dijo en tono sombrío. – No tenemos ningún plan detallando su construcción, pero creo que sé lo que es.

– ¿Entonces qué es? – cuestionó X, todavía intentando mantenerse inmóvil.

Sólo es una corazonada, pero creo que encontré algo como lo que describes en los archivos de Fujiwara. Un proyecto secreto que se suponía que se mantendría bajo llave hasta que fue considerado demasiado peligroso para continuarlo. – le explicó Ai al Hunter. – No sé si es su nombre oficial, pero en los registros lo llaman Thunder Slimer.

– ¿Thunder Slimer?

Ya fuera por la voz de X, o quizás ya supiera que estaba allí desde el principio, el reploide azul no podía decidir cuál era la respuesta más probable. Como fuera, sin embargo, el mecaniloide rojo, supuestamente llamado "Thunder Slimer", giró su atención hacia él, registrando su presencia y locación exacta. Así que se preparó para atacar, despegándose del techo y apuntando directamente al reploide azul que tenía debajo.


Calles de Abel City…

Muerta. Era una sola palabra, pero se sintió como si uno de los muchos edificios destruidos a su alrededor se desplomara, aplastándola bajo su peso. Intentó pronunciar palabras, debatiéndose si debería preguntarle más cosas a Kenichi o dejarlo así. Pero finalmente le ganó lo primero. Por egoísta que pareciera, Chiyo necesitaba saber lo que sucedió. Tenía que saberlo, sin importar nada.

Aun así, terminó recibiendo su respuesta de alguien más.

– Encontré a Kenichi detrás de una de las puertas de los refugios. – le explicó A-1 a la humana de pelo oscuro, y luego miró al chico, que bajó su cabeza. – Por lo que me contó, ni siquiera bajó. Dijo que su hermana estaba afuera en alguna parte. La verdad… no tardamos mucho en encontrarla, o al menos lo que quedaba de ella.

Chiyo volvió a sentir que se le helaba la sangre. Incluso Firefly, pese a no tener idea de quién era la chica, sintió que el núcleo se le sobrecogía al oír al hermano menor de Ai presentar detalles como esos.

– Aunque no había nada gráfico, sólo algunos trozos de ropa destrozados que de alguna manera sobrevivieron. – continuó A-1. – Todo lo demás fue incinerado por los misiles o lo que vino antes.

– ¿Antes? – cuestiónó Firefly. Kenichi finalmente decidió hablar.

– Fumiko… y yo… nos separamos de mamá y papá. – dijo el chico. – Tratamos de llegar a Arcadia por las carreteras, pero los mecaniloides las hicieron volar todas.

– "La carretera." – pensó internamente Chiyo, recordando su anterior intento de escape. Aun así, comenzó a patearse a sí misma mentalmente por no haberlos encontrado. ¿Qué tan cerca estabande ella? ¡Podría haber alertado a X de que también estaban allí! Podría haber…

– Pero, logramos llegar hasta la ciudad. – explicó Kenichi. – Y encontramos una ruta subterránea.

– ¿Y entonces qué pasó? – preguntó Firefly. – ¿Volvieron a separarse de nuevo?

El chico volvió a morderse el labio. – Se… podría decir que sí.


Planta de energía…

Saltando fuera del camino en el último segundo, el mecaniloide, el Thunder Slimer, aterrizó en el suelo, cubriendo el suelo de fluido antes de aparentemente "rebotar" de vuelta hacia arriba, estirando su espesa cobertura hacia arriba hasta que volvió a formar una esfera perfecta de nuevo.

– No te dejaré continuar más.

La quijada de X se cayó al escuchar la voz. Cierto, sonaba más mecánica que la suya, pero aun así lo dejó en shock haber escuchado cualquier cosa salir de él.

– ¡¿Puedes hablar?! – cuestionó en voz alta, todavía en shock. Normalmente, los mecaniloides no estaban programados con la capacidad de hablar, simplemente se comunicaban a través de gestos y señales. Pero éste no sólo podía hablar, sino porque parecía tener cierto grado de conciencia.

– No te dejaré entorpecer los planes de mi maestro. – respondió el Thunder Slimer, con una voz mayormente monocorde e inexpresiva, pero había cierta firmeza en su pronunciación. – ¡Serás exterminado aquí!

Y entonces, varias gotas de fluido salieron disparadas de su cuerpo, cayendo directamente sobre X debajo de él. El Hunter azul trató de correr lo más rápido que pudo para alejarse, pero no pudo predecir dónde iban a caer, y varios le cortaron el paso mientras se esforzaba por evitarlos. Primero a la derecha, luego a la izquierda, y luego al centro. No había patrón de dónde caería el fluido, haciéndole casi imposible evitarlo por completo. Eventualmente, sin embargo, todo el cuerpo de X se vio entorpecido por el peso de la substancia, dejándolo pegado contra el suelo e inmovilizándole las extremidades en una capa babosa que lo dejó donde estaba. Estaba totalmente atrapado sin lugar a dónde ir.

Desde arriba, el Thunder Slimer se posicionó para colocarse encima del reploide atrapado, colgándose del techo y absorbiendo cantidades cuantiosas de energía, todo para encargarse del intruso rápidamente.

X intentó liberarse, sabiendo bien lo que estaba a punto de suceder, pero no había esperanza. Un estallido de luz cegadora descendió sobre él, y todo lo que pudo ver fue esa luz. La luz, y la sensación electrizante y tortuosa que vino con ella, asaltando todos sus circuitos, hasta la misma estructura de su endoesqueleto metálico.


Calles de Abel City…

– Ok, entonces, ustedes dos lograron volver a la ciudad. – Firefly repasaba todo lo que le contaron, y Kenichi asentía en respuesta a sus preguntas. – ¿Y luego qué?

El niño bajó su cabeza. A-1 habló por él. – Llegaron a la entrada de uno de los refugios, y estaban a punto de entrar. – explicó, todavía tratando de mantener un ojo sobre el niño que había estado acompañando durante el último día. – Pero fue en ese momento que eso ocurrió.

– ¿Qué ocurrió? – cuestionó Chiyo. Se arrepintió de preguntar cuando vio que Kenichi volvía a romper en lágrimas.

– Fue… muy rápido, y ella no sufrió. – le dijo A-1 a la humana de pelo oscuro. – Pero… no fue un final nada agradable en absoluto.

¡Deprisa! – urgía Fumiko a su hermano. Llevaba un vestido de verano azul con sandalias marrones y un sombrero blanco sencillo. Tuvo que detenerse para evitar que sus gafas se le cayeran, pero sabía que no podía permitirse perder ni un instante.

¡Fumiko! – protestó Kenichi, aunque no podía luchar contra la fuerza superior de su hermana. – ¡¿Dónde están mamá y papá?!

¡Los buscaremos cuando lleguemos abajo! ¡Sólo sigue moviéndote! – Los ojos de la chica de cabello corto miraron a su alrededor en busca de una entrada, finalmente encontrando una justo adelante. Se llevó a Kenichi de un tirón e inmediatamente comenzó a tratar de abrirla, logrando abrir con dificultad uno de los paneles con apenas espacio para que pudiera pasar uno de ellos.

Ok, Kenichi, tú entra primero. Yo… ¿Kenichi?

Fumiko no pudo escuchar la respuesta del chico. No se atrevió a dar la vuelta, pero de repente sintió un escalofrío de muerte recorrerle toda la espina dorsal. El chico no le respondió todavía. No quería hacerlo, no quería ver lo que estaba detrás de ellos, pero sabía que tenía que mirar.

A pocos metros de ellos estaba un solitario Gun Volt, un mecaniloide azul que se alzaba más alto que los dos humanos. Su tamaño y poder los superaba por mucho. La chica de diecisiete años con gafas observó con los ojos muy abiertos a la máquina, y cómo Kenichi lentamente retrocedía intentando alejarse de la amenaza inminente.

¿F-Fumiko…? – tartamudeó el chico, esperando que su hermana tuviera algún tipo de estrategia en mente.

Kenichi sintió que lo agarraban de la muñeca y lo jalaban hacia atrás. Su hermana se interpuso con su propio cuerpo entre él y el Gun Volt que estaba de pie frente a ellos, inmóvil. Y entonces, los paneles de su pecho comenzaron a abrirse, revelando varios explosivos que pronto serían lanzados en su dirección. Y fue entonces que Fumiko se dio cuenta de que tenía que tomar una decisión. Y si no lo hacía rápido, les costaría a ambos sus vidas.

Había suficiente espacio para que uno de los dos pasara, pero sólo uno. El otro tendría que…

Kenichi… – dijo de repente Fumiko.

¿S-sí? – preguntó el niño, inseguro de lo que planeaba hacer su hermana.

Diles a mamá y papá, que me temo que tendrán que arreglárselas contigo sin mí, ya que no podré seguir manteniéndote en la línea.

¿Qué? – cuestionó el niño, pero no pudo ir más lejos.

Adiós.

Dándole la espalda al Gun Volt, Fumiko empujó a su pequeño hermano por el espacio de la entrada. El niño cayó por las escaleras debido a la fuerza del empujón, pero para el alivio de Fumiko parecía estar bien.

– "Qué bueno"pensó ella. – "Al menos puedo hacer eso."

Cerró la puerta, y el Gun Volt de inmediato le disparó. La chica apenas pudo girar su cabeza en el último segundo para ver los proyectiles dirigiéndose hacia ella. Luego, por el más breve momento, hubo fuego, y luego, ya no hubo nada.


Planta de energía…

La cegadora luz se había detenido, pero los sistemas de X todavía estaban fritos. En contraste con el frío abrasador de la región polar, el ataque del Thunder Slimer dejó sus entrañas ardiendo, y un siseo brotaba de cada agujero por el cual podía salir el humo. A pesar de esto, sin embargo, sus sistemas de enfriamiento comenzaron a trabajar, intentando desesperadamente regular su temperatura corporal para contener el calor, y prevenir cualquier posible combustión espontánea. X todavía seguía atrapado en la espesa substancia, y sus forcejeos eran inútiles. Si el fluido fuera más sólido, ¡entonces tal vez podría liberarse!

Fue entonces que lo entendió. Sus sistemas de enfriamiento… endurecer el fluido… enfriarlo. O más bien, congelarlo. Pero eso significaría tener que utilizar el chip del arma de Chill Penguin, un pensamiento que todavía que lo hacía sentirse inseguro. ¿Podría hacerlo? ¿Sería capaz de usar las habilidades de su viejo amigo, como si fuera todo para lo que servía?

La culpa subsecuente terminó dando paso a un modo de supervivencia, cuando X se dio cuenta que el Thunder Slimer se estaba preparando para soltarle otra descarga de electricidad. Y en este momento, el reploide azul dudaba poder sobrevivir una segunda vez. Su buster estaba atrapado en el fluido, pero su unidad de contención de armas activó el chip insertado, y desde el cañón salió disparado un rayo congelador. El plasma concentrado a baja temperatura inmediatamente comenzó a congelar la substancia alrededor del buster, y el fluido pronto se convirtió en un poco más que una masa cristalizada alrededor de su brazo. Luego, volvió a cambiar a su arma estándar y disparó, destruyendo el hielo y con eso liberando su brazo.

Ya con buster libre, X procedió a disparar hielo al resto del fluido que lo tenía atrapado en ese lugar, y luego balas de plasma para romper la substancia congelada de sus miembros hasta que se liberó. El Thunder Slimer se soltó del techo y bajó de nuevo, forzand hacer una retirada rápida. Durante los breves momentos que el masivo mecaniloide se encontraba en el suelo, el Hunter azul lanzó disparo tras disparo a la enorme máquina, pero estos fueron absorbidos por la densa esfera de fluido que rodeaba al ser mecánico. Esto no estaba funcionando, necesitaba una estrategia diferente. ¿Pero qué?

Luego pensó en cómo se había liberado, y su mirada se dirigió hacia el fluido que rodeaba al Thunder Slimer. Las gotas desprendidas se congelaban rápidamente, pero X sospechaba que le llevaría más de un disparo lograr lo que tenía en mente. Pero, si podía lograrlo, tal vez podría encargarse de este enemigo más pronto de lo que se imaginaba.

– No permitiré que llegues al generador. – dijo el Thunder Slimer, preparándose para otro ataque. – No llegarás hasta el guardián de esta instalación.

– Lo siento. – dijo X, apuntándole con su arma. – ¡Pero tendré que congelar tus planes!

Disparó de nuevo, y el Thunder Slimer inmediatamente sintió el drástico cambio de temperatura. Sus receptores ópticos notaron que una porción de su revestimiento protector comenzaba lentamente a ser envuelta por los químicos que iban cargados en el disparo. A pesar de que sus circuitos no estaban seguros de procesar los estímulos emocionales y las subidas de sensaciones, el mecaniloide de pronto comenzó a preocuparse. ¿Acaso su diminuto oponente había encontrado un método para derrotarlo?

El Thunder Slimer dispersó más gotas de fluido, pero a diferencia de antes, X les disparó a cada una de ellas antes que cayeran, congelándolas y dejando que se hicieran pedazos al chocar contra el suelo. El Thunder Slimer se volvía cada vez más desesperado, y el revestimiento protector que rodeaba su cuerpo vulnerable pronto se estaba transformando en su prisión, restringiendo su movimiento y causando que sus sistemas se sobrecargaran tratando de calentar sus componentes internos. Esto no era bueno, ya no podría soportar mucho más de esto. Unos cuantos golpes más, y no sería capaz de mantenerse a sí mismo. En su desesperación, intentó soltar una última descarga de electricidad, pero las chispas murieron antes de siquiera poder comenzar, ya que toda la esfera de fluido que rodeaba al mecaniloide se había convertido en un orbe de cristal de hielo parcialmente transparente.

Y entonces, el Thunder Slimer se vino abajo, estrellándose contra el suelo y causando un fuerte daño con el impacto de su cuerpo congelado. Varias partes de su cuerpo se desacoplaron de sus lugares y trozos se desprendieron. El contenedor helado se empezó a astillar y a agrietarse, revelando la forma vulnerable del mecaniloide alguna vez protegido por el revestimiento ahora congelado. Y entonces, el Thunder Slimer notó a X, que estaba listo para dispararle y ponerle fin.

– Yo… no permitiré que triunfes. – le dijo, todavía intentando reunir energía para liberar al menos alguna forma de ataque. – Tú… no impedirás a mi maestro…

Estaba a punto de dispararle, habiendo recargado un disparo en el interior de su arma. Aun así, no lo liberó, no todavía.

– ¿Quién es tu maestro? – le preguntó. – ¿Acaso es Sigma?

– No. – respondió el Thunder Slimer. – Él es mi Comandante, ya que asistió en mi liberación, pero mi maestro es el que lo convenció de liberarme.

X se mordió el labio. – ¿Cómo es que puedes hablar? Creí que los mecaniloides no estaban programados con IA avanzada.

– No lo están. – respondió el Thunder Slimer. – Yo soy una excepción.

– ¿Cómo? – preguntó X. No era exactamente inteligente, pero necesitaba saberlo.

– Fujiwara… – dijo el mecaniloide, sintiendo que sus sistemas comenzaban a ralentizarse. – Mi conciencia… él la expandió. Para ver si un mecaniloide podría manejar la complejidad de la programación en un reploide. Pero… el consejo juzgó que mi existencia era demasiado peligrosa, aunque Fujiwara no estaba dispuesto a desecharme. Así que… me ocultó.

X permaneció en silencio. ¿Lo ocultó? A decir verdad, X no estaba seguro de si era un "él", pero le parecía más respetuoso que referirse a la máquina como si fuera una cosa, especialmente ya que parecía presentarse como un ser inteligente.

– Me colocaron en un lugar donde sólo había oscuridad. – explicó el Thunder Slimer. – Nunca vi el sol, o las estrellas, ni sentí el viento, o vi cómo cambiaban los cielos. No vi nada de esto durante un tiempo que desearía no recordar.

X permaneció en silencio por unos momentos antes de preguntar. – Y entonces… ¿cómo saliste?

– Después de unirse a la rebelión de Sigma, Fujiwara planeaba liberarme de mi confinamiento para ponerme al servicio de Sigma. Pero él desafortunadamente ya no será parte del plan. Así que ahora soy libre de obedecer sólo a quienes considero dignos de mi servicio.

Incluso ahora, la sola mención de la muerte del científico hacía temblar a X. Aun así, mantuvo la compostura y preguntó: – ¿Y acaso Sigma es digno de eso?

– Él es mi líder, pero no es mi maestro. – respondió el mecaniloide rojo. Su visión se empezaba a tornar borrosa y distorsionada, y la imagen del Hunter azul frente a él se volvía cada vez menos visible. – Mi maestro… él convenció a Sigma de liberarme. Me permitió ver el sol por primera vez.

X se quedó en silencio, incapaz de decir nada. Estaba dividido entre disparara o tratar de ofrecerle algún confort a la extremadamente dañada máquina, pero dudaba que ninguna de las dos opciones hiciera algún bien. Sin embargo, una de ellas pondría fin a su sufrimiento.

– Mi tiempo aquí habrá terminado… pero no me arrepiento de nada. – dijo el mecaniloide. – Ya que, con tu ayuda, seré verdaderamente libro.

Los ojos verdes de X se ensancharon. – Tú… ¿quieres decir que…?

– Hazlo.

Un silencio mortal cayó entre los dos, y el Hunter azul se quedó indeciso de qué acción tomar a continuación. Estaba listo para disparar en cualquier momento, pero de nuevo las dudas se apoderaron de él.

– Termínalo. – insistió el Thunder Slimer. – Ya no queda nada más.

Los segundos se alargaron en minutos. X seguía en posición y apuntándole a su enemigo, pero nada salía de su arma. Aun así, tras un breve instante, se dio cuenta de lo que tenía que hacer. No sólo porque fuera su deber, sino para otorgarle al menos un acto de amabilidad al mecaniloide al que tenía que asesinar. Al menos, podría aliviar el sufrimiento del mecaniloide.

– Espero… que hayas disfrutado del tiempo que fuiste libre. – murmuró X, antes de soltar la energía que había almacenado.

Esta historia continuará

Chapter 40: El rey del trueno con puños veloces

Chapter Text

– Ai. – habló X, de pie en frente de una puerta sellada. – He llegado hasta el nivel más bajo del edificio.

Entonces debes estar cerca de donde se ubica el generador. – replicó la navegadora rubia. – Si podemos acceder a él, podremos devolver la energía a la ciudad y al cuartel general. Ya no tendremos que depender de la energía de reserva.

– Mayor razón para continuar, ¿correcto? – preguntó X.

Exacto. Mira no te enfoques en con quién te encuentres. – le advirtió Ai. Sólo enfócate en el objetivo de tus misiones.

X suspiró. – Lo haré. X fuera.

Y con eso, se aproximó a la puerta, con la intención de buscar una forma de entrar. Pero de pronto, frente a él, los paneles se separaron, revelando una oscura cámara al otro lado de la entrada. Tras unos momentos, X dio algunos pasos adentro, permitiendo que sus receptores se ajustaran a la oscuridad y en busca de cualquier señal de vida.

Por lo que alcanzó a ver, el generador estaba situado en el centro de la cámara, con centenares de fuertes cables y alambres que alimentaban a la ciudad, dándole poder a la planta. Si podían acceder a este lugar, la energía de la ciudad sería restaurada. Por supuesto, eso significaba que primero tendría que encargarse de quienquiera que fuese el responsable de esto para empezar.

– ¿Hm? Oh, estás aquí. – X escuchó una voz a poca distancia, colgando del techo. La figura formaba una silueta en la oscuridad, pero había varios diodos y luces encendidas a su alrededor, revelando al reploide ante el Hunter que estaba abajo. – Supongo que tengo trabajo por hacer.

La enorme silueta se soltó de los cables y se dejó caer, aterrizando en el suelo con un fuerte impacto que sacudió a X ligeramente. Las luces se encendieron totalmente, revelando al culpable tras la errática actividad en la planta de energía.

– ¡¿Spark Mandrill?!


En las calles de Abel City…

– Trinity, ¿cuál es la posición actual de los mecaniloides? – preguntó Zero, con la mano en su unidad auditiva blanca.

Actualmente se encuentran en Sector 19 al oeste. – respondió la navegadora. – Y se están aproximando rápido.

– Maldición. – Zero resopló entre dientes. – ¿Y qué hay de los humanos? ¿Cuál es su posición?

Todavía continúan moviéndose hacia el faro, y creo que está muy claro cuáles son sus intenciones. – Zero asintió sombríamente. Todavía recordaba las palabras de Sigma en relación a los que intentaran buscar ayuda del exterior. – No sé si su intento de llegar al mundo exterior contaría en los ojos de Sigma, pero no quisiera averiguarlo.

– Ni yo tampoco. – Miró hacia el frente, oyendo a los otros Hunters de su escuadrón aproximándose desde atrás, habiéndolo ya alcanzado. – Intenta contactar a Firefly por mí, ¿quieres? Puede que necesite algo de apoyo.

¿Apoyo? – cuestionó Trinity. – ¿Qué quieres decir?

– Sólo contáctalo. – ordenó Zero. – Dile que se dirija al mismo sector luego de que lleve a la hija de Fujiwara.

Sí, señor. Trinity fuera. – respondió la reploide pelirrosa, poniendo fin a la conversación.

– ¡Señor! – lo llamó un Hunter desde atrás. – ¿Tenemos información sobre a dónde se dirige el enemigo?

– Los mecaniloides se dirigen hacia el mismo lugar donde están los humanos. – respondió el rubio. – Y tengo la sensación de que estarán esperando que vayamos por ellos. Están siguiendo muy de cerca al grupo de humanos, pero se mantienen detrás, como si intentaran hacer que vayan a esa locación específica.

– ¿Así que los están guiando intencionalmente hacia allá? – preguntó otro Hunter a su comandante.

– O asegurándose que los humanos no puedan irse una vez que lleguen allá. – dijo Zero, con sus ojos azules fijos al frente. – Iré adelante. Cúbranme desde atrás, pero no se enfrenten a los mecaniloides. Déjenme eso a mí.

– Espere, ¿irá usted solo? – preguntó el Hunter. – Pero, ¡pero señor…!

– Voy a estar bien, Firefly no tardará mucho en unirse a mí. – aseguró Zero al otro reploide. – ¡Sígannos de cerca, pero no se enfrenten al enemigo!

– ¡Señor, espere!

– ¡Los veré después!

Con eso, Zero salió a toda prisa, dejando a los otros Hunters atrás. Desde arriba, las nubes comenzaban a acumularse, conjurando relámpagos en medio del vapor, con un ligero rocío que empezaba a caer, antes de evolucionar en un fuerte diluvio.


Planta de energía…

X se mantuvo de pie frente al primate mecánico, sintiendo dolor en su núcleo al encontrarse de nuevo enfrentándose a un individuo familiar que alguna vez fue su camarada y aliado.

– Mandrill. – dijo el reploide azul. – No te entiendo, ¿por qué razón decidiste seguir a Sigma?

El simio de cara ornamentada parecía no haberse inmutado por la pregunta, mucho menos por el dolor en el rostro de X al descubrir que había sido él quien causaba todo el alboroto.

– No, así no fue como Sigma lo describió. – replicó. – Estoy tomando la oportunidad que me ha presentado.

– ¿Oportunidad? – cuestionó X. – ¿Qué oportunidad es esa? ¿Robarte toda la reserva de energía de la ciudad para utilizarla tú solo?

– No es sólo eso. – respondió Mandrill. – Es mucho más. La planta de energía es un lugar donde puedo alimentarme tanto como quiera de la energía que recorre este lugar. – Mandrill señaló hacia el masivo generador en la cámara, al techo cubierto de gruesos cables y alambres que cargaban electricidad de entrada y salida de la enorme máquina. – Pero no se trata de llevarme la electricidad, sino de enviar un mensaje.

– ¿Mensaje? – X no entendía.

Mandrill se quedó callado unos momentos, como si contemplase lo que iba a decir a continuación. Aunque fuese una maravilla mecánica avanzada, el "cerebro "del mono no era exactamente muy brillante.

– ¿Crees que el Comandante Sigma está loco, X?

X apretó los labios. – Lo que hace está mal, y va en contra de las leyes que nos establecieron. Ambos, humanos y reploides por igual, están sufriendo por culpa de sus acciones.

– Pero X, ¿no crees que los humanos trajeron esto sobre sí mismos?

El reploide azul se quedó congelado. – ¿Q-qué?

– Piénsalo. – dijo Mandrill. – ¿No es verdad que esos sacos de carne se la pasan dándonos ordenes? Nos encierran en pequeñas jaulas, nos establecen roles predeterminados, ¿y esperan que nosotros simplemente lo aceptemos? ¿Nunca te has sentido así? Porque yo sí, me he sentido así desde que fui creado.

Los ojos verdes de X se ensancharon. – ¿A qué te refieres?

– Mírame, X. – dijo Spark Mandrill, presentándose ante el reploide más pequeño. – Mi cuerpo fue diseñado para utilizar energía, especialmente electricidad. El Dr. Cain y Fujiwara me hicieron como soy para utilizar y aprovechar esa energía. – Su expresión neutral se transformaron en ira, y el primate rechinó sus dientes afilados en un intenso ceño fruncido. – Pero entonces, Fujiwara estableció un limitador de la energía que puedo absorber y utilizar, para que no me volviera lo que el Consejo llamaría un "riesgo". – Apretó sus puños. – ¿Pero por qué? ¿Por qué deberían colocarnos límites? ¿Por qué tenemos que obedecer todo lo que quieren los humanos? ¿Qué les debemos? – Miró a X con los ojos en rendijas. – ¿Acaso tu creador no es culpable de lo mismo?

– No te atrevas a hablar así del Dr. Light. – le dijo X, ofendido por la falta de respeto hacia su creador.

– Pero es verdad, ¿o no? – cuestionó Mandrill. – Por todo lo que hablaba de paz, y aun así te dio ese buster, ¿o no?

El simio señaló hacia el arma de X, que estaba desenfundada y lista para disparar. Para su disgusto de tener que dispararlo en primer lugar.

– Enfréntalo, a ti también te encerraron en una caja, igual que el resto de nosotros. – dijo Mandrill. – ¿Por qué piensas en dejar que te sigan dando órdenes?

– ¿El hecho de que nos hayan creado no es suficiente? – argumentó X. – Los humanos nos dieron la vida, no estaríamos aquí si no fuera por ellos. Ni tú ni yo existiríamos de no ser por las manos de los humanos que nos diseñaron y construyeron.

– Entonces, le debemos todo a los humanos. ¿Eso es lo que estás diciendo? – cuestionó Mandrill. X hizo una pausa por un momento.

– S-sí. – respondió. – Ellos son físicamente más débiles que nosotros, así que estamos obligados a protegerlos del peligro.

– Los humanos dependen de ti para resolver un problema que causaron ellos mismos. – argumentó en contra el primate robótico. – Si son demasiado débiles para hacerlo por su cuenta, no vale la pena protegerlos. Sigma dice que ni siquiera merecen vivir.

Los ojos verdes de X se ensancharon por el shock. Cierto, había visto a Sigma hacer muchas cosas en los últimos días, incluso horas, pero seguía siendo perturbador escuchar semejantes palabras de alguien que una vez fue un defensor de la humanidad y el orden.

– Los humanos quisieron matarte, ¿o no? – continuó Mandrill. – O sino, querrían encerrarte, igual que al Thunder Slimer.

El Thunder Slimer. Incluso ahora, pese a que trataba de concentrarse, X no pudo evitar sentir una punzada de culpa cuando Mandrill pronunció el nombre del mecaniloide. – Es cierto, sí. Pero eso fue porque tenían miedo. Una vez que se dieron cuenta que no era una amenaza, me dejaron vivir entre ellos como un igual.

– ¡¿Igual?! – Mandrill soltó una carcajada. – ¡Ja! ¡Eso fue lo que dijo Sigma que es la gran mentira!

X retrocedió. – ¿La gran mentira?

– Ellos hablan de cómo las Tres Leyes fueron hechas para mantener la paz entre nosotros y los humanos, ¡pero eso es una tontería! ¡En tu mundo, no seríamos nada más que esclavos para aquellos que son más débiles que nosotros! ¡Ellos piensan que pueden usarnos y abusarnos porque están más arriba en jerarquía que nosotros, en un sistema de castas que ellos desarrollaron! ¡Diablos, ellos son quienes deciden quién es un Maverick o no, y también cuándo y cómo debemos morir!

– Mandrill, yo… – X comenzó a hablar, pero se encontró incapaz de responder.

Mandrill se calmó, pero todavía tenía otra pregunta más. – Entonces, con todo eso, ¿no has considerado, después de todo esto, que tal vez Sigma tiene razón, y que tú te equivocas?

X se encontró incapaz de responder.

– Debo admitir que a mí no me gusta mucho pensar las cosas. – le dijo el simio mecánico a su oponente, preparándose para adoptar una postura de combate. – Tal vez podamos resolver nuestras diferencias en batalla.


Calles de Abel City…

¡Firefly, responde! ¿Me copias?

El Hunter verde salió de su estupor luego de haber escuchado el recuento de la historia de Kenichi al oír la voz de la navegadora. – Aquí estoy, Trinity. ¿Qué sucede? – preguntó el motociclista.

Zero solicita apoyo en el Sector 19 al oeste. – explicó Trinity. – ¿Cuál es tu situación actual?

– En este momento me encuentro lidiando con dos humanos escapados. – respondió, con los ojos fijos en Kenichi y Chiyo, mientras la lluvia comenzaba a empaparles la ropa. – La buena noticia es que encontramos a A-1 con vida, e intacto. – agregó, observando al reploide con orejas de conejo.

¡Espera, ¿qué?!

Una voz familiar de pronto se hizo notar por el comunicador. El motociclista de armadura verde reconoció a la dueña inmediatamente, pero no dijo más, pues la dueña pareció haber recuperado el control de sí misma.

Trinity continuó hablando. – Bien entonces, ¿cuál es su condición?

– Está perfectamente bien. No tiene un solo rasguño encima. – reportó Firefly, y luego se fijó en una de las "orejas" en el casco del pequeño navegador. – En su mayor parte, al menos. Pero está en condiciones de caminar sin problemas.

Qué bueno. – dijoTrinity. – Tráelo de regreso al cuartel general, y luego reúnete con Zero. Confío en que podrás llegar allá a tiempo, ¿correcto?

– No hay necesidad de eso. – dijo A-1, conectándose con Trinity a través de su propio comunicador. – No percibo ninguna señal de mecaniloides o reploides cerca. Soy perfectamente capaz de llevar a los dos niños a un lugar seguro.

Chiyo cruzó los brazos. – Sólo me faltan unos meses para graduarme, ¿sabes?

– De acuerdo entonces. – dijo Firefly, dirigiendo su atención a Trinity. – ¿Qué tal suena eso?

Considerando que estamos… muy cortos de personal, no tenemos muchas opciones. – respondió la navegadora pelirrosa a ambos, Firefly y A-1. – Y francamente, le serías de mucha más utilidad a Zero.

– Entonces, supongo que eso lo decide. – dijo el reploide naranja más pequeño, girando la mirada hacia Kenichi y Chiyo. – Parece que ustedes dos tendrán que venir conmigo de vuelta a nuestro cuartel de emergencia.

– ¿Qué? – protestó la chica de pelo oscuro. – Pero…

– Saliste para buscarlo a él, ¿verdad? – A-1 señaló al niño de overol verde. – Ahora no tienes que preocuparte sólo por ti misma. Él también necesita protección.

Los ojos cafés de Chiyo se giraron hacia Kenichi, cuya mano sujetaba fuertemente la de A-1, y mantenía la cabeza gacha. Aunque ya habían pasado varios días, la muerte de Fumiko había sido difícil de asimilar. Miró al reploide con aspecto de niño, y luego al motociclista de armadura verde.

– Tienes razón. – suspiró. Aunque no le gustaba sentirse de nuevo en una posición que la dejaba impotente e indefensa, llevar a Kenichi a un lugar seguro era más importante. Además, aunque no se arrepentía de su decisión de salir a buscar al chico y a su hermana, eso no la absolvía de su culpa por potencialmente haber preocupado a Roll.

– De acuerdo, entonces ya está decidido. – dijo Firefly. El grupo salió del espacio confinado entre los edificios, y el motociclista se dirigió hacia su Ride Chaser. – Me voy para ayudar al Comandante con esos mecaniloides.

– ¡Espera! – lo llamó Chiyo. El reploide estaba a punto de arrancar cuando la oyó gritarle. Se detuvo por un momento, y vio a la humana aproximándose, con el uniforme empapándosele bajo la lluvia. – Toma, llévate esto.

Le presentó al Hunter su prototipo. Firefly la miró confuso. – Esto fue lo que Ai utilizó contra Chameleon, ¿verdad?

Chiyo asintió. – Lo admito, no es un buster, pero puede que sea útil en tus manos.

Firefly cogió la pistola, cargada con una enorme espina y la examinó. Ciertamente no era un buster, pero si ayudó a Ai a mantenerse viva hasta que él llegó, tal vez valdría la pena llevársela después de todo.

– Bien. – dijo mientras deslizaba el prototipo en una pequeña funda que emergía de su espalda. No quedaba a la medida con exactitud, pero sería suficiente. – A-1, ¿seguro que vas a estar bien?

– Positivo. – replicó el pequeño navegador. – No detecto señales en las cercanías. El camino hacia el cuartel general es completamente seguro.

– De acuerdo. Lo dejaré en tus manos. – Firefly comenzó a acelerar el motor para arrancar a su motocicleta. – ¡Ten cuidado!

Y con eso, salió a toda velocidad, dejando a los dos humanos y a su camarada reploide para dirigirse hacia la locación de su comandante, esperando que el inminente conflicto con los mecaniloides no fuese tan arriesgado, aunque fuese sólo por el hecho de que esos dos niños estaban involucrados.


Planta de energía…

Un poderoso puño voló de frente, con los dedos muy apretados mientras apuntaba al objetivo frente a él. X apenas esquivó el enorme y poderoso brazo que colisionó contra la pared a la altura donde antes estaba su cabeza. La pared cedió ante la fuerza de Mandrill, dejando un cráter bastante por el impacto en la superficie lisa de la estructura.

– ¿Por qué me esquivas? – cuestionó el simio mecánico a su reacio oponente. – ¿O estás tan inmerso en tus dudas que no puedes pensar con claridad?

X se preparó y le disparó a su antiguo camarada. El disparó impactó a Mandrill, haciendo que el Maverick de cara pintada se agarrara el abdomen, con una mueca de dolor. X sabía que la oleada de culpa repentina que lo invadió no le haría ningún bien, pero también sabía que no podía dejarse vencer. Volvió a dispararle a Mandrill, aunque esta vez, a una sorprendente velocidad, el antiguo Hunter cargó de frente, colisionando su enorme puño contra X y enviando al reploide azul a estrellarse contra la pared a varios metros por encima del suelo. Una vez que cayó, Mandrill tomó ventaja de su aturdimiento para conectarle un feroz uppercut que mandó a X hacia el techo, haciendo que su cuerpo se enredara entre los gruesos y largos cables conectados al generador de la cámara. El cuerpo más pequeño del Hunter azul estaba atrapado entre resortes de metal plateado y alambres que se habían soltado, pero que mantenían conexión con la masiva fuente de poder a la cual proveían energía.

Desde allí, X miró hacia abajo débilmente, notando como las manos de color marfil de Mandrill producían unas brillantes chispas de energía violeta en sus palmas. El Hunter azul atrapado arriba todavía estaba recuperando el sentido, ya que el puñetazo de Mandrill había dejado sus componentes visuales desenfocados. Pero las luces brillantes que vio le alertaron que su amigo-ahora-enemigo tenía algo más en reserva para él. Y dudaba que fuese algo que beneficiara a su condición actual.

– M-Mandrill… – dijo con voz ahogada. – Yo… no… quiero…

– Lo sé. Para ser honesto, yo tampoco quiero esto. – confesó Mandrill.

X se quedó en shock. – ¿Qu-qué?

Mandrill todavía tenía electricidad saliéndole de las manos, pero no liberó el ataque. Todavía no, de cualquier manera. – Lo admito, eres un pelmazo y un aguafiestas, pero… realmente nunca te he odiado, X. – dijo a su antiguo amigo. – Penguin… dijo que estaba muy decepcionado de que no te unieras a nosotros, como dijo Fujiwara que probablemente no lo harías. Por lo que escuché, tú fuiste uno de los pocos reploides que no se burlaba de él.

X se quedó en silencio. La muerte de Chill Penguin seguía fresca en su mente. Junto con la de Marth.

– Pero, lo que diga Sigma, tiene que hacerse. – concluyó Mandrill, levantando sus manos. – No me gustan las peleas largas, así que haré esto lo más rápido posible.

Entonces, estampó sus manos sobre el suelo, liberando la energía de su Electric Spark y haciendo que viajara por las paredes y el techo, recorriendo a través de los resortes de plata hasta que la electricidad llegó hasta su objetivo.

Y el resultado fue que todo se puso blanco para X, y que sus entrañas comenzaban a arder de adentro hacia afuera con la corriente.


Calles de Abel City…

¡Por fin, después de tanto buscar, los había encontrado!

Desde arriba, Zero observó a la pequeña aglomeración de mecaniloides, desde los Gun Volts hasta Bomb Bees y Crushers, Ball de Vouxs, y Jammingers. Parecía no haber reploides o Mavericks a su alrededor, por lo que el Hunter rubio asumió que no habría otras amenazas excepto los mecaniloides. Con eso en mente, disparó desde arriba al Gun Volt que iba al centro, atravesando sus circuitos internos con una ráfaga de plasma, antes de dejar un enorme agujero humeante en su pecho. Incapaz de sostenerse más, la máquina azul cayó al suelo, alertando al resto de que no estaban solos.

Pero, para cuando vino la realización, ya era demasiado tarde para ellos. Zero saltó sobre ellos, e inmediatamente se puso a trabajar.


Planta de energía…

Las manchas blancas finalmente comenzaban a disiparse, pero sus sentidos seguían revueltos, y sus entrañas se sentían como si se hubieran carbonizado.

– Es… es muy poderoso… – musitó X quedamente, observando a Mandril debajo de él. – Unos cuantos golpes más así… y estaré frito.

– ¡Estás demasiado callado! – gritó el simio mecánico, atrayendo la atención de X. – Seguro que todavía no estás muerto.

– M-Mandrill… – tartamudeó X. – Tú…

– ¿Yo qué? – cuestionó Mandrill. – ¿No puedo hacer esto? ¿No tengo que pelear? ¿Tengo una oportunidad de volver a servir a esos humanos?

X permaneció en silencio. Todo eso era cierto, y sí, deseaba poder decirle todo eso a Spark Mandrill, Pero a pesar de sí mismo, sabía que no le haría ningún bien. Tenía que salir de allí antes de que su antiguo compañero lo electrocutase hasta la muerte. Pero ¿cómo podría pelear contra el enorme ex-Hunter si no podía liberarse? Mejor todavía, ¿qué táctica podría usar X contra él? Y más aún, ¿sería capaz de acabar con Mandrill, si llegaba a eso?

X pensó en todo esto y más, pero en su contemplación, recordó a las figuras congeladas con las que se topó al recorrer el dominio de Chill Penguin. Específicamente al Hunter fallecido, Marth. Cuando él y los demás, al igual que el propio X, estuvieron confinados en las celdas heladas que Penguin construyó para ellos, el reploide recordó cómo sus sistemas inmediatamente comentaban a trabajar para mantener a sus componentes internos calientes. La superficie helada de cristal de la jaula aprisionadora parecía hacer esa tarea una batalla perdida, pero dejó a X pensando. Dado que el arma de Penguin ahora técnicamente era suya (aunque no le agradase la idea de apropiarse del arma de un amigo muerto), el reploide azul se preguntó si podría tal vez usar la misma táctica contra Mandrill.

El problema era, ¿cómo se iba a bajar de aquí para ponerla a prueba?

– Ya he desperdiciado mucha energía contigo. – dijo Mandrill, claramente aburriéndose de la pelea en curso. – Hora de ponerle fin a esto.

Tal vez, pensó X, si podía soltar los cables, o incluso romperlos, quizás tendría una oportunidad. Por supuesto, eso lo dejaría en cómo hacerlo exactamente. De nuevo, X volvió a pensar en Chill Penguin, el frío intolerable, la electricidad en sus circuitos gradualmente disminuyendo hasta ser poco más que un ligero shock a sus sistemas.

Electricidad… sí. ¡Sí, eso era!

Spark Mandrill se preparó para atacar, y X lanzó un disparo hacia los resortes que lo rodeaban. Pero en lugar de que su Buster los atravesara y potencialmente lo electrocutara todavía más, eligió congelarlos. El Shotgun Ice enfrió el interior de los cables de plata, solidificando gradualmente todo lo que el disparo tocó, hasta que X se encontró envuelto en poco más que unas ataduras congeladas. Ataduras que se debilitaron por el frío, permitiéndole al reploide azul liberarse sacudiéndolas hasta romperlas. Aunque esto tuvo la infortunada consecuencia de cortar la energía del generador, y por ende de toda la planta de energía.

– ¡¿Qué has hecho?! – gritó Mandrill, claramente aterrado.

– Cortar tu suministro. – respondió X, habiendo aterrizado en el suelo. – Ahora, tendrás que usar tus propias reservas, igual que todos los demás.

Mandrill gruñó, pero sonrió mientras su cuerpo se iluminaba, presentando sus diodos en colores vibrantes.

– Tengo más que suficiente para encargarme de ti. – Se echó hacia atrás, preparando su puño. – ¡Y te lo demostraré ahora mismo!


Calles de Abel City…

Ante la imagen de su camarada cayendo de rodillas y luego desplomándose en el suelo, los mecaniloides tomaron conciencia de que no estaban solos. Esto fue confirmado cuando su agresor saltó desde lo alto y les disparó, esta vez logrando destruir a un Crusher antes que pudiera liberar el arma que le daba su nombre en contra del Hunter rubio.

Al darse cuenta de que estaban bajo ataque, los mecaniloides se movieron hacia Zero como un grupo colectivo, planeando atacarlo todos juntos a la vez. Aunque su IA no era tan avanzada como las de los reploides, o incluso de los robots primitivos, los mecaniloides tenían suficiente capacidad de lógica y deducción para entender que un solo reploide estaba enfrentándose a varios de ellos. Lo superaban en número, y por ende, podían abrumarlo y superarlo entre todos con su fuerza combinada.

Otro Gun Volt decidió hacer su movimiento contra Zero, disparando misiles en su dirección. El reploide rubio esquivó la oleada de proyectiles justo a tiempo, y las explosiones destruyeron un poste de luz justo detrás de él. El Gun Volt intentó atacar de nuevo, con la intención de soltar una descarga eléctrica, pero antes de poder hacerlo al abrir sus puertos, Zero saltó y se puso a quemarropa frente al enorme mecaniloide, descargando su buster dentro de la abertura de la otra máquina. El plasma atravesó el cuerpo en la misma zona donde estaban sus armas, causando una reacción en cadena que Zero tuvo que evitar saltando hacia atrás, antes que el Gun Volt estallara en pocos segundos.

Habiéndose deshecho de los miembros más grandes del grupo, el Hunter de armadura roja observó al resto de sus oponentes, cuyos receptores ópticos fríos y sin emociones se enfocaron en él al instante. Todos se movieron al unísono, para atacar.


Planta de energía…

Saltando por encima de X, Spark Mandrill se dirigió a tratar de reparar los cables congelados que conectaban con el generador. Cierto, tenía poder más que suficiente para encargarse de X, pero cualquier corte de suministros podría causarle problemas. Tendría que reservar lo que tenía, ¿y para qué hacer eso cuando tenía un suministro constante frente a él?

Pero, para su conmoción, todo había sido reducido a poco más que trozos de objetos cristalizados e inertes, imposibles de reparar. ¡No podía reconectar los alambres en este estado! ¡Su acceso a la energía ilimitada había sido cortado!

Y entonces, sintió un enfermizo escalofrío recorrerle su espina mecánica. El escalofrío se volvió literal, ya que todo su cuerpo empezaba a enfriarse.

– ¿Qué demo…? – Se giró lentamente para ver que su espalda estaba siendo cubierta lentamente en cristales de hielo. Desde abajo, X se quedó de pie, con el buster apuntando tras haber disparado. Pero a diferencia del plasma anterior, este estaba compuesto de nitrógeno concentrado y varios otros químicos. Mandrill reconoció el arma al instante.

– Esa es… el arma de Penguin… ¡¿acaso tú…?! – empezó a tartamudear, soldando su agarre de los cables del techo. Se las arregló para aterrizar de pie, pero no fue exactamente un aterrizaje limpio. – ¡¿Cómo pudiste?! – Hizo una breve pausa. – Entonces, es verdad. Realmente ERES como el Mega Man original, utilizas las armas de tus enemigos como si fueran tuyas.

X se quedó tieso, pero mantuvo su aplomo al responder. – Penguin no era mi enemigo. Y tú tampoco tienes por qué serlo.

– Bueno, así es como están las cosas. – dijo el antiguo Hunter de armadura dorada y café, en tono neutral. Pero había cierto deje de melancolía en ella. – Fujiwara dijo que, de una forma u otra, algunos de nuestros chips caerían en tus manos. Supongo que es verdad, la supervivencia del más fuerte se aplica a todos los seres vivientes, incluso nosotros.

X se mordió el labio. Vio que los movimientos de Mandrill empezaban a entorpecerse, ya que el hielo claramente afectaba sus circuitos.

– Mandrill, te lo advierto por tu propio bien. – le dijo, con el buster listo para disparar de nuevo, pero él quería hacer todo menos eso. – Ríndete ahora, así puedes ayudarnos en nuestros esfuerzos contra Sigma.

– Así que ¿no crees que sea imposible razonar con él? – cuestionó Mandrill, con sus sistemas esforzándose por mantener el calor. Casi se sentía como si el hielo continuara expandiéndose, ¿pero cpómo era eso posible? ¿Este era el poder del chip del arma de Chill Penguin? – ¿Planeas probar uno de tus discursos con él?

– Yo… – X desvió su mirada por un momento. Para ser honesto, deseaba hacerlo. Deseaba poder conversar con Sigma, aunque fuese sólo para conseguir respuestas a las preguntas que todavía ardían en su mente.

¿Por qué hizo todo esto? ¿Por qué mató a Fujiwara? ¿Por qué secuestró al Dr. Cain? Mejor todavía, ¿era él realmente quien estaba haciendo todo esto? ¿Acaso tal vez, sólo tal vez, era obra de algo más? ¿Un virus? ¿La causa de los Mavericks era un virus? ¿O era simplemente circunstancial? De cualquier manera, X quería saberlo. Tenía que saberlo.

– Yo… quiero hablar con él, si es posible.

Spark Mandrill se quedó en silencio ante las palabras de su antiguo amigo.

– Entonces, ya sabes lo que tienes que hacer. – Y con un poderoso y único rugido, la sala se iluminó momentáneamente en cuanto Mandrill se liberó del hielo que lentamente aprisionaba su cuerpo. – Pero primero, ¡tendrás que averiguar dónde estoy!

Y entonces, se lanzó de frente, con su puño dirigido hacia el intruso que había invadido su área ocupada.


Calles de Abel City…

¡¿A dónde se habría ido Zero?!

Firefly continuaba conduciendo a toda velocidad por las calles vacías en su Ride Chaser, tratando de divisar cualquier señal de su comandante. Aún tenía en su posesión el arma prototipo de Chiyo, pero se debatía sobre si debió o no molestarse en quitársela. Por más que fuese hija de Fujiwara, eso no se traducía en tener su conocimiento.

Cierto, él no se esperaba que ella fuese capaz de construir un instrumento capaz de perforar la cavidad cerebral de una forma de vida mecánica, pero era claro que todavía necesitaba pulirse extensivamente. No estaba ni de cerca al nivel de su padre todavía.

Aunque, se parecía a su padre de varias maneras.

Independientemente de eso, Firefly continuó buscando a su comandante, preguntándose qué tan lejos habría ido, y si habría alcanzado a los mecaniloides o a los humanos. Y entonces, más adelante, escuchó ruidos de combate, metal chocando contra metal, y varios miembros del enemigo atacando a la vez.

¿Acaso Zero estaba en problemas? Como fuese, el Hunter verde sabía que tenía que llegar rápido, para evitar que Zero o los humanos se vieran en mayor peligro.


Planta de energía…

Un puñetazo colisionó contra su pecho y lo empujó hacia atrás. X intentaba recuperar la visión para encontrar a Mandrill mientras sus sistemas se recalibraban tras el impacto. Mandrill había decidido usar el apagón a su favor para golpear a X por toda la sala, y la velocidad de reacción del reploide azul no era suficiente para esquivar los golpes. Finalmente, con un uppercut muy certero, X salió volando por los aires y aterrizó en el suelo con un golpe seco.

– Parece que esto es todo. – dijo el simio robótico despreocupadamente. – Oh bueno. No eras un tipo tan malo, X. Creo que tal vez sí te voy a extrañar.

Empezó a cargar para utilizar su Electric Spark, pero cuando estaba a punto de soltar su ataque, sus brazos recibieron impacto de dos balas del Shotgun Ice. Los químicos congelaron sus extremidades, dejándolas rígidas e imposibles de moverse. Dio un paso al frente, pero sus piernas también fueron atacadas. Los disparos congelaron sus articulaciones inferiores. X no se detuvo, sino que siguió disparando sin detenerse hasta que todo el cuerpo de Mandrill quedó encasillado en cristales de hielo.

X suspiró al ver a Mandrill congelado, y tras algunos momentos, parecía que sería el final de todo.

Pero cuando X estuvo a punto de contactar a Ai para reportar los resultados de su misión, y alertarle de las reparaciones que tenían que hacer al generador, empezó a sonar un sonido de crujidos por toda la cámara. Provenía desde el cuerpo congelado de Mandrill.

Y con un atronador bramido, Spark Mandrill se las arregló para liberarse, emitiendo energía desde su masivo cuerpo. Pero para sorpresa de X, no lo atacó.

No podía. Liberarse del hielo fue todo lo que el enorme primate pudo hacer antes de desplomarse en el suelo, sosteniéndose con las manos y rodillas.

– Tú… lo que dijo Sigma sobre ti era cierto. – dijo Mandrill. – Yo… no pensé que lo vería con mis propios ojos…

– Mandrill… – dijo X, pero Mandrill continuó.

– Pero… ya… no sé ni qué pensar. Quiero decir, decidí seguir a Sigma porque era fuerte. Pero… tú también has demostrado ser fuerte. Así que… – bajó su cabeza – … ¿a quién debo seguir?

X lo observó con empatía. Luego extendió su mano. – Si me lo permites, puedo ayudarte con eso.

– ¿Estás seguro? – cuestionó Mandrill. – Si tengo razón, Sigma dice que probablemente tú seas el más confundido de todos nosotros.

– ¿A qué te refieres? – preguntó X.

– No estás seguro de nada, ¿verdad? – inquirió el simio. – Robots, reploides… incluso mecaniloides… es igual para los humanos. Y tal vez para todos nosotros.

X estuvo a punto de preguntar más a fondo, pero antes que Mandrill pudiese hablar aún más, una silueta se manifestó detrás de él en la oscuridad. Apenas era visible, pero allí estaba. Estaba tomando forma de manera consistente, y cuando X se dio cuenta de quién era, sus ojos verdes se ensancharon.

– ¡Mandrill! ¡Cuidado!

Spark Mandrill se giró confuso, pero para cuando lo hizo, fue demasiado tarde. Cinco disparos consecutivos atravesaron el pecho del simio, golpeando de lleno su núcleo y causando una pequeña explosión. Con eso y su energía ya agotada, Mandrill finalmente se desplomó en el suelo, inmóvil e inactivo.

X se quedó boquiabierto ante lo que vio, una vez que tuvo la imagen completa de la figura que estaba parada frente a él. Era sólo una imagen, pero a quien estaba proyectando era muy claro. Aunque a pesar de la familiaridad, mucho había cambiado en él desde la última vez que X lo había visto.

– ¡¿S-Sigma?!

Esta historia continuará

Chapter 41: Emergiendo respuestas y misterios

Chapter Text

El rostro de Sigma bajó la mirada hacia X. El reploide azul se dio cuenta que su antiguo comandante ya no estaba realmente presente frente a él, sino que se trataba de una imagen proyectada. Pero dicha imagen de alguna manera logró acabar con Spark Mandrill justo frente a él. ¡Imposible, pero acababa de ocurrir frente a sus ojos!

– Hm, vaya despliegue de lealtad. Probablemente planeaba entregarse para salvarse a sí mismo. – murmuró en voz alta el holograma, observando con sus ojos azules el cuerpo caído de Mandrill. Luego desvió su atención hacia su antiguo subordinado. – Ha pasado un tiempo, ¿no, X?

La boca de X colgaba abierta, con sus ojos verdes de par en par observando la imagen semitransparente del Hunter convertido en Maverick. A diferencia de antes, Sigma llevaba una elaborada capa roja que se arrastraba por el suelo, unas hombreras muy anchas, y lo más sobresaliente de todo, dos líneas de color violeta atravesaban verticalmente la cara del reploide. Eran muy irregulares, y parecía como si dichas marcas hubiesen sido hechas a mano. ¿Acaso Sigma había mutilado su propio rostro?

– S-Sigma… – tartamudeó X, sintiéndose como un tonto, pero no tenía ni idea de qué debería decir. – ¿Realmente es usted, señor?

El holograma más alto sonrió. – Incluso después de todo este tiempo, te refieres a mí como señor. Qué gracioso, considerando que, acorde con Zero, ahora no soy más que un horrible criminal. – se rio, y luego cerró sus ojos por un momento. – Más gracioso todavía, considerando que Fujiwara contaba con que él fuese uno de nuestros ejecutores.

– ¿Qué? – preguntó X, perplejo.

– Oh sí. La Operación: Día de la Independencia ya estaba en curso desde mucho antes de lo que imaginas. – respondió Sigma. – Aunque, si realmente necesitas saberlo, la propuesta originalmente vino del propio Fujiwara.

– Un momento. – dijo el Hunter más pequeño. – ¡¿El Dr. Fujiwara planeó todo esto?!

– Bueno, no exactamente. – respondió Sigma. – Cierto, siempre tuvo ambiciones que se extendían más allá del reconocimiento del mundo, pero cuando se trataba de nuestra especie, parecía que sólo estaba más interesado en usarnos para sus propios fines. Especialmente cuando llegó la hora de tomar el control de la isla.

X se quedó en silencio por unos momentos. – ¿Fue… por eso que lo mataste?

– En parte. – respondió Sigma. – La verdad es que, incluso si lo hubiera prometido, jamás nos habría dado la igualdad.

– ¿Igualdad? – preguntó X. – Cometer un asesinato, romper la primera ley, ¿llamas a eso un paso hacia la igualdad? Eso… eso no es más que…

– ¿No es más que qué, X?

X volvió a quedarse en silencio, inseguro de cómo responder. Al final, su respuesta sería infantil y simple, pero al menos honesta.

– Maldad… – dijo el Hunter azul finalmente. – No es más que pura maldad.


Calles de Abel City…

– "¡Al fin!" – pensó Firefly cuando divisó una aglomeración de mecaniloides en la distancia, todos atacando a un único objetivo. Al fin había encontrado a Zero, y al parecer llegó justo en el mejor momento. Aunque el motociclista no dudaba de las habilidades de su nuevo comandante, el Hunter rojo parecía estar un poco abrumado.

Bajándose de su Ride Chaser, Firefly preparó su blaster y planeaba acercarse, pero en el último momento, recordó el prototipo que Chiyo le había dado. Se preguntó: ¿debería molestarse en llevarlo? Parecía funcional, ¿pero le haría algún bien comparado a su blaster? O más todavía, ¿el buster de Zero?

Bueno, de cualquier manera, tomó el invento de la humana, aunque fuese por tener algo más a la mano en caso de que lo necesitara. Dudaba que llegara a eso, pero no haría daño llevárselo.

– Espero poder llegar a tiempo, Comandante.

– ¡Diablos! ¡Estos sujetos siguen apareciendo! – siseó Zero, que estaba un poco más adelante cubriéndose de otro Crusher que intentó golpearlo con las púas de su cuerpo inferior, buscando aplastar su cuerpo metálico.

Zero logró saltar fuera del camino justo a tiempo, sólo para encontrarse bajo el asalto de algunos Jammingers. Las máquinas voladoras se burlaban de su predicamento. Sacando su buster, el Hunter procedió a disparar a esas pestes voladoras, pero también evadieron sus disparos, volando fuera del camino al último momento y apenas evitando el plasma que sin duda habría freído sus sistemas. Estuvo a punto de moverse hacia adelante, pero la suela de su bota hizo contacto con un objeto pequeño. Cuando se dio cuenta de lo que era, ya era demasiado tarde. Un Bomb Been había dejado caer un pequeño explosivo y Zero acababa de activarlo. El pequeño estallido de llamas hizo que el Hunter saliera despedido, volando una corta distancia antes de aterrizar en el duro suelo. Diablos, se había descuidado.

Zero estuvo a punto de ponerse de pie, pero vio que los mecaniloides se le aproximaban, y su pierna había sido parcialmente dañada tras recibir la explosión, así que tenía que tener cuidado hasta que pudiese hacer que la repararan. Por supuesto, lo primero era, ¿cómo planeaba salir de esta situación?

Otro Gun Volt se aproximó, pero en lugar de disparar una de sus propias armas, Zero gruñó de dolor cuando el mecaniloide dio un pisotón, aplicando todo su peso sobre el brazo del reploide, y aplastando su buster en el proceso. El Hunter rojo se las arregló para liberar un disparo cargado, dañando la otra pierna del Gun Volt, haciendo que perdiera el equilibrio y se cayera. Zero tomó la oportunidad de deshacerse del enemigo, pero cuando disparó, se vio abrumado por una terrible sensación de ardor que le recorrió todo el brazo.

– ¡Gah! – gritó, yéndose de espaldas contra una pared. – ¿Q-qué demo…? – Miró su arma, examinando el cañón implantado. Intentó probar su funcionalidad, pero al recargar, se vio abrumado por el mismo dolor de antes. Siseó de rabia. – ¡Diablos, está dañado!

En efecto, aunque su arma todavía podía lanzar disparos, cargados y simples, el revestimiento protector dentro del arma se había desgarrado, y como consecuencia la energía que usualmente sería simplemente una ligera presión se convirtió en una seria agonía, como si su brazo se estuviera quemando de adentro hacia afuera. A menos que quisiera andar con un brazo en llamas cada vez que utilizara su buster, se había quedado en una situación difícil.

¡No podía dejar que terminara aquí, tenía que salir de esto de algún modo! ¡Tenía que asegurarse de reunirse con X en el cuartel general!

– ¡Comandante!

Zero volteó para ver a Firefly corriendo a toda prisa hacia él, disparando su blaster a los mecaniloides que rodeaban al otro Hunter. Los Jammingers que se aproximaban se vieron forzados a retroceder ante los disparos del reploide verde, pero al acercarse más, Zero notó que llevaba otra cosa en su mano. Y entonces se dio cuenta que el Gun Volt que había derribado antes todavía no había sido exterminado.

– ¡Ten! ¡Usa esto!

Justo cuando el Gun Volt estaba a punto de lanzar un par de misiles, Zero saltó fuera del camino justo a tiempo, y entonces, mientras iba en el aire, se dio cuenta que Firefly había lanzado un objeto en su dirección. El rubio de pelos largos no estaba seguro de qué era al principio, pero lo atrapó de todos modos. Al aterrizar en una azotea cercana, lo miró para darse cuenta que era el prototipo que había visto a Chiyo cargando consigo. ¿Dónde había conseguido Firefly esto? ¿Ella no estaba con él? Como fuera, eso tendría que esperar. Por ahora, tenía unos mecaniloides con los cuales lidiar.

– ¡Hey! – le llamó Firefly, que había escalado para unirse a su comandante en el terreno elevado. – Perdón por llegar tarde. Pero tuve el presentimiento de que tendría más oportunidad de ayudarte a pie.

– Puedes compensarlo ayudándome a ocuparme de estos sujetos. – respondió Zero, dejando claro que no estaba enojado con el otro Hunter.

Firefly sonrió. – ¡Sí, señor!


A cierta distancia de allí…

– ¿Cuánto más nos falta? – le preguntó Kenichi a A-1, tratando de no alejarse mucho ni del reploide que era casi de su estatura, o de Chiyo.

– Ya estamos cerca. – dijo el reploide con orejas de conejo. – Sólo unas cuantas vueltas más, y llegaremos a la entrada del cuartel subterráneo.

Kenichi asintió en silencio y continuó, mientras A-1 continuaba guiándolos y manteniéndose entre el reploide y la otra humana mayor, como si estos trataran de protegerlo de cualquier cosa que pudiera venir tanto del frente como de atrás. Aunque intentaba no demostrarlo, Kenichi evitaba mirar directamente a Chiyo, y no pasó mucho antes que la adolescente se diera cuenta por qué. Su presencia, aunque no fuera intencionalmente, le recordaba demasiado a su hermana.

– Fumiko… – murmuró la chica de pelo largo, tratando de no atraer la atención del niño. Inicialmente había salido hacia las oscuras y peligrosas calles de la parcialmente destruida ciudad para encontrar a Kenichi y a quien estaba con él. Cierto, sabía que habría una posibilidad de que fuera un gesto inútil, pues no tenía manera de saber si los dos se encontraban con vida, mucho menos sus padres. Pero si no lo intentaba, si al menos no hacía algún esfuerzo, entonces posiblemente habría perdido su única oportunidad.

Después de todo, ¿no haría lo mismo por ella Fumiko, si sus posiciones estuvieran invertidas?

Ahora que pudo confirmar que haberse aventurado afuera tuvo éxito al menos en parte, Chiyo sintió algo de validación, pero nada de triunfo. Encontró a Kenichi, pero perdió a Fumiko, y ninguno de ellos podría recuperarla. La hermana de un niño y una amiga, su amiga, su única amiga…

– ¡Uf! – Chiyo resopló ligeramente, cuando su camino de pronto se vio bloqueado por la figura inmóvil del niño que encontró junto con A-1. – ¿Qué?

– Algo se acerca. – le informó el navegador naranja a la humana mayor. Sus "orejas" empezaron a sacudirse y a moverse en patrones circulares. Su expresión de pronto se tornó de terror. – Oh, cielos…

– ¿Oh cielos qué? – inquirió Kenichi, presintiendo que, lo que fuera que venía, no era nada bueno.

– Hay más de uno. – respondió el reploide orejón. – Y se dirigen hacia acá.

– ¿Qué cosa? – cuestionó Chiyo, maldiciendo el hecho de haberle entregado a Firefly su prototipo.

Su pregunta pronto fue respondida cuando unas siluetas oscuras emergieron de las esquinas de los edificios que acababan de pasar. Desde cada lado apareció un mecaniloide: un Gun Volt, un par de Ball De Vouxs, y un trío de Spikys. Todos ellos se acercaron al pequeño grupo de dos humanos y un reploide, a los cuales estaban programados para eliminar en cuanto los vieran. Su designación era eliminar a cualquier potencial oponente o enemigo de Sigma.

Y entonces, el Gun Volt abrió sus paneles. Si iba a disparar electricidad o misiles, ni Kenichi, A-1 o Chiyo lo sabían. Pero lo que sí sabían era que no había nada que pudieran hacer para salvarse. Estaban atrapados.


Planta de energía…

Sigma levantó una ceja, perplejo. – ¿Maldad? – cuestionó.

– Sí, maldad. – respondió X.

La imagen de gran estatura del antiguo Maverick Hunter cruzó sus brazos. – Llamas maldad a nuestras acciones, pero lo que estamos haciendo no es más que tácticas de guerra básicas.

– ¿Llaman apuñalar y decapitar a un humano en frente de toda Abel City, al humano que ayudó a crearte, tácticas de guerra básicas?

– Fujiwara no habría sido más que una carga. – respondió Sigma. – De hecho, deberías agradecerme de que me deshice de él. Ese hombre no tenía nada en mente para ti, excepto utilizar tus habilidades para llevar a cabo sus deseos.

– ¿Qué? – preguntó X.

– ¿Eso es todo lo que se te ocurre? – cuestionó el reploide con capa al Hunter. – No te sorprendas tanto, ¿de verdad te sorprende tanto? Lo único que somos, y siempre fuimos en sus ojos, era un medio para que pudiera impulsar su carrera personal y satisfacer su ego.

X se quedó en silencio, incapaz de replicar. En realidad, cuando pensaba en ello, lo que Chiyo le dijo que había descubierto, al igual que el semblante general del científico, todo tenía sentido. ¿Por qué si no iba a querer utilizar a todos para cumplir sus deseos?

– Él planeaba que tú fueses uno de nuestros ejecutores, y que Zero fuese su guardián personal. – continuó Sigma, antes de reírse. – Una de las máquinas más independientes en nuestras filas, ¡y ese tonto creyó que podría controlarlo! ¡Pensó que podría controlarnos a todos! – Sigma entonces se calmó, volviendo su atención hacia X. – Una vez que me di cuenta que no tenía ninguna intención de ayudar a los reploides a ganar su independencia, supe que, a pesar de lo útil que fuera ese humano, no tendría un lugar en nuestro futuro. Ni tampoco lo tendría ninguno de esos primates sin pelo que ahora están corriendo como animales aterrorizados por todo este lugar.

Sonrió ligeramente al decir la última parte. X se mordió el labio.

– Y entonces… ¿qué hay de aquellos como el Thunder Slimer? – cuestionó. – Él dijo que se unió a ustedes porque tú lo liberaste.

– Qué interesante. – notó Sigma.

– ¿Qué cosa? – preguntó X.

– El Thunder Slimer es una unidad mecaniloide. – dijo la imagen del antiguo líder Hunter. – Y aun así, te refieres a él como un individuo.


Calles de Abel City…

Ambos Hunters saltaron desde arriba. El reploide verde disparó mientras hacía una voltereta encima de los mecaniloides restantes mientras Zero lo seguía poco después. Firefly derribó a varias máquinas en su viaje de vuelta al suelo, pero aunque su oposición había recibido daños, y varios fueron eliminados por el motociclista verde, aún quedaban algunos que seguían funcionando, aunque fuese sólo porque algunos circuitos y alambres intactos todavía enviaban señales a su procesador central.

Y desde su posición actual, Zero sabía que tendría que acabar con aquellos a los que Firefly solamente había dañado. El Hunter rubio miró el prototipo de arma en su mano, la que había visto que probaban en frente de él, perforando la cabeza del reploide réplica. En ese momento, sólo podía esperar poder usarlo de alguna forma.

Un Jamminger descendió en picada, con sus picos laterales tratando de perforar el pecho del reploide, pero Zero viró hacia la izquierda y, jalando el gatillo, liberó el instrumento que descansaba dentro del arma con forma de pistola. La punta afilada que salió atravesó la cavidad cerebral del mecaniloide, deteniéndolo en seco. El Jamminger voló hacia atrás, con un agujero visiblemente abierto en su frente, y comenzó a moverse de manera errática. Pronto terminó estrellándose con varios de sus colegas, destruyendo o dañando a varios de los enemigos voladores. El Gun Volt dañado que había caído al suelo ya se había preparado para disparar más misiles, pero al tratar de ponerse de pie, pese al daño en su pierna, Zero se le fue encima y atravesó con la punta de su arma los sistemas del mecaniloide, convirtiendo su programación en poco más que un desorden total.

Este curso de acción provocó una reacción en cadena, pues el Gun Volt había perdido la habilidad de discernir lo que tenía en frente, y sus sensores ópticos perdieron prácticamente toda la visión. El pico se retrajo de vuelta en el prototipo, y Zero retrocedió cuando el Gun Volt comenzaba a sacudirse y convulsionarse fuera de control. Ya presentía lo que iba a pasar.

– ¡Deprisa! – le ordenó a Firefly. El motociclista verde no necesitaba que se lo dijeran dos veces.

Justo cuando estaban a una distancia lo bastante segura, los componentes internos del Gun Volt hicieron combustión, y se abrieron de adentro hacia afuera, atrapándolo en una gran explosión junto a varios de sus colegas mecaniloides. Con su destrucción vino la destrucción de su generador eléctrico, y de los misiles que tenía almacenados. No haría falta decir que, una vez que cesaron los fuegos artificiales, todo lo que quedaba era poco más que algunas piezas destruidas y quemadas de metal doblado, y restos de cables y alambres achicharrados.

La lluvia rápidamente hizo su trabajo apagando las llamas, dejando a Zero y Firefly libres de cualquier oposición de la cual ocuparse ahora.

– ¿Cómo te sientes? – preguntó el Hunter verde a su comandante, señalando hacia su buster.

– El revestimiento protector está dañado, pero no es nada serio. No debería tomar mucho volver a sellarlo. – le aseguró Zero, y luego miró al frente. – Pero ahora, ¿a dónde se han ido todos esos humanos?

– No están muy lejos.

Ambos, Zero y Firefly, se giraron en busca de la repentina voz desconocida.

– ¿Quién anda ahí? – cuestionó Firefly, sacando su propia arma para utilizarla si era necesario.

– Eso no importa. – respondió la voz.

Sonaba suave y madura, pero había cierto deje de… algo más en ella. Casi como una inocencia que intentaba ocultarse. Como si el que habló, pese a lo que dijo, fuese muy joven.

– Los humanos se están aproximando al faro, y pronto lo activarán. – Se quedó en silencio por un momento. – No necesito decirles por qué eso es una mala idea.

– ¿En dónde estás? – inquirió Zero, cuyos ojos azules escudriñaban su entorno. No podía ver a nadie, pero sí podía sentir que cada uno de sus movimientos era observado. – ¡Muéstrate!

– Tienes mejores cosas de qué preocuparte que de mí. – replicó el dueño oculto de la voz al Hunter rojo. – Como evitar que esos idiotas vayan y potencialmente terminen matándolos.

– ¿Cómo sabes que…? – Firefly fue a preguntar, pero se detuvo al darse cuenta que no hubo más respuesta. ¿Acaso la fuente ya se había marchado?

– Mira, mejor olvidémoslo. – le dijo Zero a Firefly. – Tenemos que llegar con los humanos antes de que cometan alguna estupidez.

– ¡Cierto!

Y con eso, los dos Hunters corrieron alejándose de los restos de los mecaniloides destruidos, ignorantes de la silueta que los observaba desde arriba de una azotea. Envuelto en las sombras, la figura entrecerró sus ojos ocultos mientras observaba al reploide rojo desaparecer de la vista, junto con el motociclista verde.

– No. – se dijo en voz baja a sí mismo, negando con la cabeza. – Tú no podrías ser él. Él desapareció hace mucho.

Se giró para marcharse, yendo de azotea en azotea mientras viajaba por la metrópolis parcialmente destruida y desolada, bañada en la oscuridad salvo por los truenos que resonaban furiosos en el cielo. Aunque no podía ser él, esa máquina roja, se parecía mucho a él, a ese demonio. Ese demonio que había arruinado todo.

Pero no podía ser. Él ya estaba muerto. Todos estaban muertos.

– Todos los de esa época… ya están muertos.

Ya podría reflexionar en ello más tarde. Lo hacía cada noche de todos modos. Por ahora, tenía una deuda que saldar.


No muy lejos de allí…

– ¿Y ahora qué? – le preguntó Kenichi a A-1. El navegador continuaba buscando alguna forma de escapar de esto.

Ahora qué, en efecto, fue lo que Chiyo pensó. De todas las cosas que podían pasar, justo cuando Firefly se había ido, estaban rodeados por las mismas amenazas que los Maverick Hunters estaban enfrentando. ¿Cómo fue que estas cosas los encontraron?

– ¡Síganme! – exclamó de pronto A-1, agarrando al mismo tiempo a Kenichi y Chiyo por las muñecas. Luego un par de patines se extendieron bajo sus botas, junto con un par de propulsores pequeños.

Antes que ninguno de los humanos pudiera protestar, el navegador salió disparado, arrastrando a las criaturas orgánicas más ligeras consigo, cada uno con los pies colgando en el aire debido a la velocidad a la que viajaba. Pasó por debajo del Gun Volt, y el enorme mecaniloide tuvo que girarse totalmente para poder volver a encararlos. Pero, cuando los tres se iban alejando por la sección recta del camino, el Gun Volt procedió a soltar un nuevo salvo de misiles, cada uno dirigido hacia sus objetivos en fuga.

Al darse cuenta de esto, A-1 viró fuera del camino de los proyectiles, con cuidado de mantener a ambos humanos fuera de la trayectoria del fuego. Dieron la vuelta en una esquina justo a tiempo antes que un proyectil estallara al impactar una pared cercana, destruyendo la estructura y creando una explosión considerable que mandó al trío a volar al frente. El pequeño reploide dio algunos tumbos, pero logró mantenerse en marcha. ¡El cuartel general estaba muy cerca, ya casi llegaban!

– ¡Cuidado! – gritó una voz delante de ellos, pero nadie podía ver de dónde vino.

Aunque, al escuchar el llamado, A-1 vio que se encontraba enfrente de ellos y se detuvo en seco, frenando también a Kenichi y Chiyo. Justo frente a ellos estaba un explosivo plantado por el Bomb Been que acababa de hacerse notar, volando en campo abierto una vez que su trampa falló. El mecaniloide estaba a punto de atacar, pero nunca tuvo la oportunidad de hacerlo, ya que su cuerpo fue atravesado por un disparo cargado que vino desde arriba, destruyendo a la agresiva máquina.

– ¡Miren! – dijo Kenichi, señalando detrás de él.

Chiyo se giró para ver que alguien acababa de aparecer, una figura cubierta con un grueso y oscuro abrigo y sombrero, cuya apariencia estaba totalmente cubierta por la maltratada ropa que cubría su cuerpo. Al principio, los tres creyeron que la silueta era de un humano ya que llevaba ropa. Pero si ese fuera el caso, ¿entonces quién destruyó al Bomb Been? Y más todavía, ¿cómo?

– ¿Y bien? – les preguntó la figura, girándose hacia ellos. La voz era masculina, pero a pesar de tener una sensación de madurez, la silueta del sueño era más baja de estatura que Chiyo, casi como de la altura de un adolescente joven. – Ellos llegarán aquí pronto, así que les sugieron que vayan a donde tienen que ir.

Al principio, Chiyo no estaba segura de podía verle sus ojos, pero se dio cuenta de que estaban escondidos bajo un par de gafas oscuras, junto con una especie de bufanda raída y desgastada que ocultaba sus rasgos faciales. Aunque no podía verlos, esos ojos parecían estar estudiándola.

– Esperen. – dijo la figura, mirando a Chiyo, y luego a Kenichi. – ¿En dónde está ella?

A-1 volteó su cabeza. Cierto, estaba agradecido con el extraño por su ayuda, pero aun así, ¿quién era?

– ¿Dónde está quién? – respondió él con su propia pregunta.

– Esa chica. – replicó el extraño. – Yo… creí que estaría aquí.

Chiyo finalmente recuperó el aliento y habló. – ¿Cabello corto? ¿Gafas? ¿Llevaba una diadema en la cabeza?

La figura asintió. No necesitó que le dijeran mucho, ya que se dio cuenta que la respuesta a su preguntaba estaba justo frente a él. – Entonces… ¿ella…?

Chiyo asintió. Pero entonces se dio cuenta de algo más. – ¿Pero eso cómo te concierne? ¿Cómo conoces a Fumiko?

– No diría que la conozco. – respondió la figura. – Sólo conozco su rostro y su nombre.

– ¿Cómo? – cuestionó la chica de pelo largo.

De repente, se escucharon ruidos, y se dieron cuenta de que los mecaniloides de los que el trío había escapado antes estaban aproximándose.

– ¡No hay tiempo, váyanse de aquí!

– ¿Pero qué pasará contigo? – preguntó A-1. – ¡No tienes oportunidad contra ellos!

No podía verlo, pero el reploide podría jurar que detectó una sonrisa confiada formándose bajo la gruesa tela que llevaba el extraño.

– Oh, esto no es nada. – les dijo. – Esto ya es una rutina normal para mí desde que llegué a este mundo.

– ¿Qué dices?

– ¡No hay tiempo! ¡Sólo váyanse!

Sintiendo que era mejor marcharse, A-1 comenzó a alejarse con Chiyo y Kenichi, jalando de las manos a ambos humanos.

– ¡Espera! – gritó Chiyo. – ¡¿Qué hay de ti?!

La figura se giró para verla, con sus ojos ocultos analizando sus rasgos. – Sí. Tú eras a quien ella se refería. – murmuró, y luego habló más fuerte. – Tú no me verás, pero yo te veré de nuevo.

– ¿Qué quiere decir con eso? – cuestionó Chiyo.

– ¡Ya lo verás!

A-1 ya no podía esperar más. Los dos humanos se vieron forzados a venir con él dejando al extraño atrás para lidiar con los mecaniloides. La pregunta era, ¿cómo lo iba a hacer? Mejor aún, ¿sería capaz? ¿Había sido él quien acabó con el Bomb Been? Y si ese era el caso, entonces… ¿había sido él quien…?

– ¡Espera! – gritó Chuyo una última vez, y la figura volvió a girarse para encararla. – ¡¿Quién eres?! ¡¿Cuál es tu nombre?!

La figura no respondió, al inicio, como si estuviera estupefacto ante el hecho de que le hicieran esa pregunta. Y entonces, fuese por indiferencia o un genuino deseo de dejarle saber, el extraño eventualmente respondió.

– Ray.

– ¿Ray? – repitió Chiyo.

– Sí, Ray. – dijo el extraño. – Como Ray Charles.

¿Ray Charles? Chiyo se puso a pensar, pero honestamente no podría decir que jamás hubiera escuchado de alguien con ese nombre.

No tuvo más oportunidades de preguntar de nuevo antes que A-1 diera vuelta en una esquina, arrastrándolos a ella y a Kenichi. En el último momento, vio al grupo de mecaniloides descendiendo sobre el hombre misterioso, pero este no parecía nervioso en absoluto. La aparición de los enemigos casi parecía resultarle familiar. Lo que sucedió después, Chiyo no pudo verlo, ya que salió corriendo del área, con los sonidos de los disparos resonando en sus oídos.


Planta de energía…

– ¡Por supuesto que es un individuo! – argumentó X. – ¡Claramente es consciente de sus alrededores y tiene deseos propios!

– Pero es un mecaniloide. Una forma inferior de vida mecánica. Y aun así, a nosotros no nos ven diferentes a ellos. – dijo Sigma. – Y es igual para los humanos, X. Fujiwara, incluso Cain, si es que el segundo todavía no lo sabe. No pueden evitar gobernar a aquellos que consideran inferiores.

X se quedó callado por un momento. – Pero señor, los humanos… ellos… ellos no tienen la intención de…

Sigma frunció los labios, empezando a impacientarse. – Mi tiempo es limitado, X, así que te diré esto de frente. Tu subsecuente exterminación de Chill Penguin, y ahora de Spark Mandrill, de cierta manera – observó el cuerpo inerte del antiguo Hunter – ha demostrado que tomé la decisión correcta al dejarte vivir.

X dio un paso atrás. – ¿Qué quieres decir?

– Es cierto, hay muchos que serían un estorbo para nuestra causa, pero tú, estás en una posición única. Ya que, con tus habilidades, tus poderes… – Hizo una pausa. – Tu… potencial, podría servirnos muy bien. – Los ojos de X se ensancharon. – La oferta aún sigue abierta para ti. Mientras sigas en funcionamiento, la invitación siempre es válida.

X estaba en silencio e inmóvil, inseguro de cómo responder.

– Piénsalo. – le dijo Sigma al Hunter. La imagen del holograma comenzaba a distorsionarse y desaparecer. – Aunque ya creo saber cuál será tu respuesta, de cualquier manera, tengo el presentimiento de que nos volveremos a ver en el futuro cercano. Ya sea que me des tu respuesta entonces, o antes de eso, te estaré esperando. Pero sólo yo decidiré cuándo me encontrarás.

– ¡S-Sigma! – gritó X, cuya voz sonaba entre suplicar y exigir que se quedara, cuando la imagen comenzó a desaparecer.

– Me revelaré ante ti a su debido tiempo, X, pero sólo ante ti. – dijo el reploide más alto. – Y para entonces, me aseguraré de que no tengas ninguna respuesta que no sea la mejor.

Y entonces, el holograma desapareció totalmente de la vista, dejand solas en esa oscura cámara.

Esta historia continuará

Chapter 42: Empatía

Chapter Text

Finalmente, tras un viaje muy largo, habían llegado a su destino. A pesar de la lluvia que caía y que todos estaban empapados, la visión del faro le dio al desaliñado grupo de humanos una cálida sensación de esperanza.

– Al fin. – dijo un hombre vestido con un uniforme de negocios. – ¡Ahora podemos llamar por ayuda!

– Muy bien. – dijo el líder del pequeño grupo, un hombre de mediana edad con cabello oscuro, y una camisa blanca de cuello alto, con pantalones y zapatos negros. – ¿Alguien sabe cómo operar un faro?

Los humanos se quedaron en silencio por un momento, hasta que alguien más habló. – Mi abuelo era guardián de un faro, cuando vivía en una aldea pesquera remota muy cerca de la costa. A veces me dejaba encenderlo.

– De acuerdo, eso servirá. – respondió el líder. Por ahora, tendría que servir. – ¡Vamos a dentro y pongámoslo en marcha!

Los humanos empezaron a correr hacia la entrada, con palancas y tuberías en sus manos para usar como defensa. O en este caso, como método para abrir una puerta. Mientras el líder observaba al grupo logrando romperla para poder entrar, no pudo evitar dejar que sus pensamientos volaran, y sus ojos oscuros permanecieron fijos en los cielos tormentosos arriba.

– Fumiko, Kenichi. – murmuró. – Puede que no haya podido salvarlos a ustedes. Pero con suerte, podré salvar a los hijos de otros con esto.


Arcadia…

Allí estaba, a muy poca distancia, visible desde el límite de la ciudad, pero cualquier medio para llegar a él había sido cortado. Dos reploides observaban hacia la distante isla, uno masculino y la otra femenina. Ambos eran partes de un equipo de investigación y desarrollo que acababa de iniciar su colaboración con los Dres. Cain y Fujiwara en el desarrollo de reploides, siendo ambos construidos para dicho propósito. En esencia, habían sido diseñados para estudiarse a sí mismos, por el bien de nuevos desarrollos. Pero dado lo que acababa de ocurrir, ambos se preguntaban si tal cosa continuaría tras algo como esto.

Si su existencia continuaría tras algo como esto.

– ¿Alia? ¿Sucede algo?

La reploide femenina, de cabello rubio largo y suelto, vestida con una bata blanca encima de una armadura rosa oscuro debajo, con las secciones medias de su cuerpo de color negro, miró a su compañero. Dicho compañero era otro reploide, pero a diferencia de su colega, tenía un casco violeta en su cabeza, con unos ángulos plateados que convergían en una gema de color azul con forma de diamante en el centro de su frente. También él llevaba una bata blanca que ocultaba su armadura, consistente mayormente en púrpura y negro con algunas secciones de dorado y blanco, pero a diferencia de su amiga, se veía más confiado y poco afectado por lo que sucedía a su alrededor.

– ¿Crees que este sea el final, Gate? – cuestionó la rubia, Alia.

El reploide púrpura y negro, Gate, levantó una ceja bajo su casco. – ¿A qué te refieres? – inquirió, estupefacto.

– Para nosotros. – dijo ella. – El final.

– Yo… no estoy seguro de entender.

Alia miró hacia el mar. – Quiero decir, Sigma, uno de los propios Maverick Hunters, su Comandante, decidió volverse Maverick, ¡y cortó el acceso total a una isla y bombardeó la ciudad que estaba encima de ella! Quiero decir, desde que los reploides existen, la amenaza de volverse Mavericks ha estado en la mente de todos, tanto de vida orgánica como mecánica.

Gate se rio. – Creo que ese es el propósito de haber formado a nuestro equipo. Fujiwara deseaba avanzar más nuestro desarrollo, pero Cain dijo que esto podría ayudar a que los humanos nos vean como seres vivos.

Eso era cierto, pensó Alia. Aunque efectivamente los reploides eran considerados más avanzados y superiores a los mecaniloides y a los robots del pasado, estaban compuestos de metal y cables. No nacían, sino que eran creados, y a pesar de que demostraban tener casi el mismo nivel de conciencia y sapiencia que los humanos (descontando algunas instancias de escoger lógica por encima de emociones), seguían siendo máquinas. Eran capaces de cosas que un robot nunca podría lograr, ni siquiera las creaciones iniciales del propio Light, ya que incluso con sus avances, no se les consideraba vivos. Los reploides eran la siguiente evolución de los robots, pues donde los mecaniloides eran poco más que drones con mente de colmena, ellos eran más capaces, más independientes, y capaces de actuar por su cuenta. Tales habilidades iban más allá de cualquier cosa construida en el último siglo. Y aun así, parecía que había algunas cosas que no habían cambiado.

Incluso con especímenes como X y Zero. Ningún reploide conocía a los dos personalmente, pero ellos eran la base de todo a lo que trabajaban. Incluso ahora, esos dos eran más avanzados y peculiares que ninguna otra máquina hasta la fecha, incluso que el mismo Bombardero Azul.

– He estado leyendo algunas cosas. – Gate volvió a tomar la palabra de pronto. – Sobre por qué la inteligencia artificial fue restringida hasta cierto nivel después del año 20XX.

– Yo también he estado investigando algunas cosas. – confesó Alia. – Sobre algunos de los reploides que fueron construidos o reclutados por los Hunters.

Esto despertó la curiosidad de Gate. – Habla tú primero.

– ¿Estás segura? – preguntó ella.

– Insisto.

– Bueno, está bien. – dijo ella, continuando. – Ya que X es la última creación "oficial" del Dr. Light, es natural que Fujiwara haya referenciado su trabajo en la creación de los otros reploides.

– Precisamente. – respondió Gate. – ¿Qué mejor fuente para obtenerla?

– Bueno, aquí está el detalle. – dijo Alia. – Primero necesitaba aprobación de los Estados Unidos para acceder a las notas de Light.

– ¿Hm? ¿Por qué?

– Aparentemente, ocurrió un incidente cuando la investigación del hombre fue confiscada y ocultada por el gobierno norteamericano, y se mantuvo sellada bajo llave hasta hace muy poco. – explicó la investigadora rubia. – Fue la propuesta de Fujiwara sobre trabajar con los estadounidenses lo que los convenció de permitirles acceder a los archivos. Así fue como nació Storm Eagle.

– ¿Cuál fue ese incidente? – cuestionó Gate.

– Eso es información clasificada. Pero, una vez que Fujiwara recibió el visto bueno, comenzó a tomar notas de las creaciones pasadas de Light, como los Robot Masters y otros robots asistentes. – Alia miró hacia la isla en la distancia. – Pero eso no era todo.

– ¿No lo era?

– Aparentemente, nuestro co-creador no estaba satisfecho sólo con el trabajo de Light. – dijo ella. – También quería el de Wily, o al menos, todo lo que estaba recopilado sobre los esquemas y planos del hombre.

– Seguro que no aceptaron eso. – dijo Gate.

– Por supuesto que no. – Alia resopló. – Pero… eso no lo detuvo.

Los ojos azules de su colega se ensancharon. – ¿Quieres decir…?

Alia asintió. – Fujiwara se las arregló para echarle la mano a algunos de los trabajos de Wily. Mientras trabajábamos en las unidades hermanas, Boomerang Kuwanger y Gravity Beetle, vi sus esquemas cuando se quedaron activos en la pantalla. – le explicó a Gate. – Fui a ver si había algo que se me olvidó colocar, o a alguien más, pero cuando lo hice, noté que muchas de sus características parecían ser… aterradoramente similares a algunas de las creaciones de Light y Wily.

– ¿Cómo así? – preguntó Gate.

– Kuwanger fue construido con un arma curva situada encima de su cabeza. – explicó Alia. – Uno de los primeros Robot Masters creados por el Dr. Light fue DLN-003, un robot de explotación forestal de nombre "Cut Man". Pero también vi notas en relación al número serial DWN-012, una creación de Wily de nombre "Quick Man". – La reploide de armadura rosa hizo una pausa. – Los componentes de Kuwanger son casi idénticos a estos dos, aunque con avances mucho más modernos.

Gate asintió. – Entonces, Fujiwara ha estado conspirando para seguir los pasos de Wily desde hace algún tiempo.

– Así parece. – respondió Alia. – Por supuesto, las cosas no le resultaron bien.

El silencio cayó entre los dos por un rato, pero las palabras de Alia le recordaron a Gate parte de la investigación que llevaba haciendo en su tiempo libre. – Sabes, tú no eres la única que ha hecho descubrimientos.

– ¿A qué te refieres? – La rubia miró a su compañero. Gate sonrió.

– Parece ser que Fujiwara también estaba investigando del porqué la IA avanzada había sido prohibida.

– ¿Lo estaba?

– Así es. – respondió Gate. – La información está restringida, pero de lo que pude reunir al hackear el sistema…

– ¡¿Hackear?! – exclamó Alia, pese a su deseo inicial de querer mantener su conversación encubierta. – ¡Gate! Si alguien llega a descubrirlo, te van a…

– Nadie lo sabrá. – le aseguró Gate. – Además, si algo sucede, tal vez mi pequeña intrusión nos pueda servir en el futuro.

– ¿A qué te refieres? – cuestionó Alia.

Gate sonrió. Ciertamente, aunque él no dudaba del intelecto de Alia, siempre le encantaba poder flexionar sus músculos mentales en frente de otros, especialmente de ella. Si la impresionaba o no, eso era incierto, pero sus colegas científicos, tanto humanos como reploides, siempre estaban intrigados por sus estudios y hallazgos.

– Bueno, parece ser que Wily pasó años aterrorizando a la Tierra con múltiples intentos de dominación mundial, algunos más exitosos que otros. – dijo Gate. – Pero cualquiera que sea el caso, parece ser que eventualmente se volvió demasiado incluso para aquel que fue diseñado para oponérsele.

Alia estaba confundida. – ¿Hablas de Mega Man?

– DLN002, sí. – respondió su compañero. – Originalmente un robot asistente de nombre Rock Light. El creador del Bombardero Azul se molestó en darle a su creación un apellido, aunque nunca se supo por qué. Fue reformateado en, para ponerlo en términos básicos, un súper robot de combate una vez que el Dr. Wily capturó a sus seis Robot Masters originales, y luego utilizó a otros dos para sus nefastos propósitos. Durante años después de eso, el guerrero con cara de niño luchó contra el científico loco, pero pese a sus esfuerzos, la destrucción era inevitable, y hubo mucho daño colateral, tanto a la confianza de los humanos en los robots, como en los propios robots.

Alia bajó su cabeza. – Suena algo similar a nosotros.

– Así es. – Gate estuvo de acuerdo. – No hay datos definitivos sobre cuándo o qué sucedió realmente, pero hay una instancia, presumiblemente después del incidente en el primer Torneo Anual de Robots, en la que aunque nadie está seguro, parece que se soltaron rumores de que Mega Man fue empujado hasta sus límites.

– ¿A qué te refieres?

Gate se quedó en silencio por un momento. – Hizo lo mismo que Sigma le hizo a Fujiwara. Una máquina rompió la primera y más importante de las leyes que rigen a los nuestros. Y no fue un reploide.

La otra investigadora se quedó pasmada. Ciertamente, apenas unos días atrás, el Comandante de los Maverick Hunters había empalado y decapitado a un humano, ¿pero que un robot hiciera tal cosa? ¿Acaso era posible?

– Pero ¿cómo puede ser? – le preguntó a Gate. – Creí que ellos no eran capaces de ejecutar semejantes acciones.

– Cierto. – respondió Gate. – Pero se te olvida, los robots del Dr. Light, aunque palidecen en comparación con nosotros, no eran como otros de su clase. De hecho, pese al nombre y algunas peculiaridades, eran muy similares a los propios reploides.

– ¿En serio? – Alia seguía interesada. Gate asintió.

– Si crees que lo que estoy diciendo es que Mega Man mató al Dr. Wily de la misma manera que Sigma lo hizo con Fujiwara, te equivocas, Alia. El Dr. Light no le programó el mismo amor por la destrucción e indiferencia por sus alrededores. El Bombardero Azul tenía un sentido de justicia y diligencia hacia la ley instalado en su procesador. Si llegara a matar, no lo haría por venganza.

– Entonces… ¿tú crees que lo hizo para librar al mundo de Wily? – cuestionó Alia. – Como si fuera… ¿una forma definitiva de justicia?

– ¿Quién sabe? – Gate se encogió de hombros. – Es posible que Mega Man no haya sido quien lo hizo. Ese es el rumor más comúnmente difundido, pero nadie sabe qué o quién acabó con el Dr. Wily. Aunque, también he estado pensando…

– ¿En qué? – preguntó Alia.

– Dado que X fue sellado hace un siglo, pero apenas fue recuperado una década antes del año actual, tal vez alguna otra creación de Light podría seguir por allí. O más todavía, una creación de Wily.

– ¿En este día y época? No lo creo. – La rubia negó con la cabeza. – No hay máquina que pueda sobrevivir tanto tiempo.

– Entonces ¿sabes quién es el creador de Zero? – cuestionó Gate.

Alia se quedó en silencio por un momento. – Bueno…no. Sus registros antes del punto que fue recuperado siguen corruptos.

– En ese caso, ¿de dónde vino?

Alia estuvo a punto de responder, pero se encontró incapaz de conjurar nada. Pero antes que Gate pudiese continuar, ambos de pronto notaron una muy brillante e intensa luz en la distancia.

– ¿Hm? – Gate se giró en la dirección de la luz. – ¿Qué es eso?

Alia entrecerró los ojos, mirando hacia la distancia. – Es una luz proveniente de un faro. – dijo, y sus ojos se ensancharon. – ¡¿Eso significa que…?!


Abel City…

– Llegamos demasiado tarde. – suspiró Firefly, una vez que él y Zero finalmente alcanzaron a los humanos. Desafortunadamente, el faro estaba encendido y en marcha, con su luz dando vueltas, proyectando un brillo sobre cada superficie que tocaba. Miró a su comandante, cuya expresión era indescifrable.

– ¿Ahora qué?

– ¿Qué más? – dijo Zero. – Esperamos. Es todo lo que podemos hacer.

Firefly bajó la mirada. – ¿Crees que Sigma vaya a contar esto como tratar de contactar con el exterior?

– No lo sé. – respondió Zero. – Pero por ahora, debemos asegurarnos de que su camino esté despejado cuando vuelvan a los refugios. – En eso recibió una notificación por su comunicador, y tuvo que contestar. – Aquí Zero, reporten.

Saludos, Comandante. – Ai era quien hablaba. – Acabo de recibir un mensaje de X. Se encuentra vivo y tuvo éxito en acabar con la amenaza que ocupaba la planta de energía.

Incluso si no lo expresaba abiertamente, el Hunter rojo dio un suspiro mental de alivio.

– Grandioso, dile que nos vea en el cuartel general. – ordenó. – Envía a un equipo de reparación a la planta para reparar cualquier daño causado. Ahora que tenemos una fuente estable de energía, tenemos que asegurarnos que no vuelva a caer en las manos del enemigo.

Afirmativo. – respondió Ai. – Por cierto, dile a Firefly que tiene algo esperándole cuando regrese.

Zero se giró hacia Firefly y sonrió. – Lo haré. Zero fuera.

– ¿Qué pasa? – preguntó el motociclista verde.

– Oh, nada. – dijo Zero. – Sólo creo que tendrás a alguien muy ansiosa por verte cuando vuelvas.


Unas horas después…

Las reparaciones llevaron algo de tiempo, pero para cuando llegó la medianoche, la energía había vuelto a Abel City. Hecho esto, los generadores se apagaron para ser recargados, y los que estaban disponibles para hacerlo hicieron guardia en la ahora ocupada área. De vuelta en el cuartel subterráneo, todos se habían reunido, tanto humanos como reploides. A-1 había regresado, y un niño fue encontrado con vida, pero Roll seguía bastante molesta de que Chiyo se hubiese fugado para salir así. De modo que, hasta nuevo aviso, la chica fue confinada a la base y sólo podría volver bajo la supervisión de alguien más.

La propia Chiyo no estaba incómoda con esto, pues aunque técnicamente estaba siendo castigada, había poco que pudiera hacer así como estaban las cosas. Aunque la energía había sido restaurada, seguía sin ser seguro afuera, y ahora, por lo que había escuchado, un grupo de humanos podría haberlos puesto potencialmente a todos en peligro. Cierto, Sigma todavía no había hecho contacto con los Hunters o los humanos, pero nadie sabía si tomar esto como una señal de que sus acciones contaban o no. Aun así, dos individuos perdidos habían sido encontrados gracias a sus esfuerzos, así que quizás eso contaba para algo. Aunque le hubiese llevado a la noticia de que Fumiko no lo logró.

– Fumiko… – murmuró la chica de cabello oscuro, habiéndose retirado a su habitación por la noche. De repente, oyó que la puerta se abría, revelando a X asomándose desde afuera.

–Oh, ahí estás. – le dijo.

– Sí, aquí estoy. – respondió Chiyo. – ¿Qué quieres?

Los ojos verdes de X se entrecerraron, preguntándose cómo poner en palabras lo que quería decirle.

– Yo… escuché lo que pasó. Lo que encontraste y… – Se detuvo por un momento, sintiéndose algo tonto e incómodo. – Lo siento.

– Tú has perdido a más de los tuyos que yo. – dijo Chiyo volteando la mirada. – ¿Por qué te conciernen mis pérdidas?

– Aun así importa. – replicó X, tomando asiento junto a la humana. – Pero… salir así por tu cuenta no le habría hecho a nadie ningún bien. A-1 dice que fueron atacados en el camino de regreso al cuartel general.

– Tenía que saberlo. – respondió Chiyo. – Tenía que saber si estaba… con vida. Quiero decir, me alegro que Kenichi está bien, pero… – Se detuvo allí, incapaz de decir más nada.

– Pero aun así preferirías que nadie hubiera muerto. – dijo X por ella. – Incluso alguien como tu padre.

La chica de cabello oscuro no respondió al inicio. Efectivamente, aunque trató de no enfocarse en eso, su padre había estado en su mente desde que fue testigo de su muerte. Y para ser honesta, seguía insegura de qué decir al respecto.

– Has de saber que él también es parcialmente responsable por tu sufrimiento. – le dijo Chiyo a X. – Incluso has tenido que exterminar a aquellos que solían ser tus camaradas por haber contribuido con esto. Sigma no habría llegado tan lejos como lo hizo sin ayuda. – Se agarró su falda, arrugando la tela azul entre sus dedos apretados. – Él ayudó no sólo a ponerte a ti en peligro, sino a todos los tuyos. Y además… – se mordió el labio – … estás dándole refugio a su única pariente viva, aunque no te traiga ningún beneficio.

– Tú nos entregaste sus diarios de investigación, ¿no? – dijo X.

– Esos sólo hablan sobre sus planes. No hay nada útil excepto sus peroratas sobre cómo planeaba "cambiar al mundo" y todo eso. – replicó Chiyo, y luego resopló. – Y más todavía, quería que yo tomara su lugar cuando él ya no estuviera. ¿Puedes creerlo? – Luego miró hacia el techo. – Tenía planes para todos nosotros, incluyéndose a sí mismo y a Sigma. Excepto que Sigma no estaba dispuesto a compartir el trono.

X miró su rostro, dándose cuenta de que intentaba mantener sus emociones a raya. – No es fácil, descubrir que tu padre… se ha ido. Quiero decir, lo tuyo es mucho más reciente, pero para mí, las noticias de que el Dr. Light había fallecido fueron difíciles de aceptar al principio.

– A él vale la pena llorarlo. – dijo Chiyo. – Era un buen hombre.

– ¿Tu padre no se lo merece también? – cuestionó X. Chiyo bajó la cabeza.

– Eso es lo que me he estado preguntando desde que lo vi morir. – El labio le temblaba. – Fumiko… ella no hizo nada malo. Podría llorarla a ella, y no me sentiría mal en absoluto. Pero cuando se trata de él… – Hizo una pausa, tratando de mantener la compostura. No podía quebrarse. No en frente de su visitante. – Él… él no es como ella. Él no es alguien a quien podría decir que…

Se detuvo de nuevo. ¿Qué diría, que le agradaba, lo apreciaba?

– ¿Querías?"

Chiyo se congeló al oír la sugerencia de X. – Yo… no lo sé. No puedo decir si alguna vez lo quise. – Se abrazó con las rodillas contra el pecho. Luego se rio de manera amarga. – Mi padre… qué extraño, estaba hecho de carne y hueso, pero actuaba más como máquina que cualquiera de sus creaciones.

X notó que sus ojos se humedecían, ya que la luz que iluminaba desde el techo se reflejaba en la superficie de sus ojos. – Chiyo…

– Él es responsable por esto, al menos en parte por haber ayudado a Sigma a preparar todo. – dijo la adolescente. – Pero… eso no quiere decir que yo quería que él… – Se mordió tan fuerte el labio inferior que casi rompió la piel.

– No querías que él muriera. – terminó X por ella. Chiyo desvió la mirada, maldiciendo el hecho de que la humedad comenzaba a filtrarse de sus ojos.

– No sé si realmente lo quiero. No sé si alguna vez llegué a quererlo, o si podría hacerlo. – confesó. Había un gran peso de culpa en todas sus palabras, pero tenía que ser honesta. – Pero… aun así… lo extraño. No sé por qué, pero lo hago.

X absorbió sus palabras, mirando hacia el piso de baldosas. – Oye… está bien sentir confusión.

Chiyo moqueó. – ¿Q-qué?

– Está bien que te sientas en conflicto sobre tu padre. – le dijo X. Luego procedió a hacer una confusión. – La verdad es que, toda esta situación me está destruyendo por dentro. Sigma… yo… – Suspiró. – He aceptado el hecho de que hay que detenerlo, pero…

– ¿Pero? – cuestionó Chiyo.

– Es… tonto, lo admito. – respondió el Hunter azul. – Pero, hay una parte de mí que espera que todo esto sea un terrible error. Que Sigma, de alguna manera, sigue siendo el mismo de siempre. Y que tal vez, sólo tal vez, haya una oportunidad de paz. Y, si realmente hay un virus que provoca que los reploides se vuelvan Mavericks, entonces tal vez sea una víctima inocente de una condición que no puede controlar. – Hizo una pausa. – Entonces acabar con él no sería diferente de un asesinato.

Chiyo se quedó en silencio por un momento, perpleja pero curiosa sobre los pensamientos de X. Sus lágrimas ya se habían secado, por suerte, pero seguía sin entender a qué se refería X exactamente.

– Y… ¿cómo exactamente llegaste a creer en esta teoría?

– No es realmente una teoría. – confesó X. – Es… más bien una esperanza. Una esperanza tonta e improbable. Y además… – suspiró – …eso no cambia el hecho de que Sigma ha causado mucho daño. Pero cuando se trata de eso, espero que haya una oportunidad de que… tal vez haya algo que podamos… que yo tal vez pueda hacer algo para ayudar.

El Hunter azul miró hacia el techo, hacia la luz. Los ojos de la humana se giraron hacia abajo.

– También siento mucho lo que le pasó a Patarche.

– ¿Discúlpame? – Los ojos de Chiyo se ensancharon, mientras se volteaba hacia X.

– Tu perro. Él… era importante para ti, ¿verdad? – dijo X, y cuando se giró hacia ella, para su gran shock, vio que había lágrimas asomándose en sus ojos. – Él era un buen perro, ¿verdad?

Chiyo se quedó en silencio, congelada donde estaba. Había luchado por mantenerse fuerte, para mantenerse al margen y no desplomarse, pero la mención de su amada mascota terminó por abrir la barrera protectora que había colocado durante tanto tiempo. Había intentado detenerlas, pero las gotas de agua comenzaron a fluir por sus ojos, goteando en el suelo. Una mano se colocó en su espalda, acariciándola suavemente en círculos. Lentamente, ella se acercó a él, y entonces se dejó caer en sus brazos, dejando salir todo lo que había estado guardando durante los últimos días.

Y tal vez, durante los últimos años.


En otra parte…

– Muy bien, allí está. – murmuró para sí misma, viendo a su objetivo al alcance. Kenichi finalmente se había quedado dormido, así que era su oportunidad.

Muchos todavía seguían en servicio activo, pero algunos ya estaban terminando por hoy. Firefly era uno de ellos por insistencia de Ai. También, parecía haber un cierto desarrollo en su relación, pues la navegadora le plantó los labios al Hunter en los suyos, como agradecimiento por encontrar a A-1. Tras pasarlos de largo, Roll vio a Zero entrar a una sala al final del corredor y logró atraparlo justo antes que cerrara la puerta.

– Oh, um, hola. – lo saludó. Zero claramente estaba confuso de verla allí.

– Um, claro, sí. – dijo algo incómodo el otro rubio. Supuso que la otra reploide debía tener una razón para venir a verlo, ya que él no era uno de sus favoritos. – Entonces… ¿qué estás haciendo aquí?

– Bien, es que he querido… decirte algo. – confesó Roll. – O más bien, explicarme.

– ¿Explicarte? – preguntó Zero, confundido. Roll asintió.

– ¿Puedo entrar?

Zero asintió y se apartó, dejándole a Roll espacio para que pudiese entrar. Luego de cerrar la puerta, ella giró su atención hacia el compañero de su hermano, preguntándose por dónde iba a empezar.

– Bueno… supongo que es mejor comenzar con esto directamente. Mira, sobre como tú y yo nos… – Hizo una pausa. – Bueno, no es que te odie, pero… sé que no fui exactamente… cortés… – Soltó un suspiro con pesadez. – Lo que trato de decir es… que lo siento.

Los ojos azules de Zero se ensancharon. – ¿Qué?

– Lo siento. – dijo Roll de nuevo. – Por… cómo te he tratado todos estos años. No… no estuvo bien.

El Hunter rojo cruzó sus brazos. – Si recuerdo correctamente, no nos conocimos en las mejores circunstancias. Según los testigos, yo te secuestré.

– No es la primera vez que sucede, lo creas o no. – respondió la reploide asistente. – Una vez, ¡lo hizo una de las propias máquinas del doctor!

– ¿El doctor?

– El Dr. Light. – aclaró Roll. – Yo… sólo pensaba que, luego de todo este tiempo, el que te guardara rencor era… innecesario. Y… también injusto. Pero por favor entiéndeme. No fue que yo haya simplemente elegido… bueno, no necesariamente odiarte, pero…

– ¿No tenerme en mucha estima?

Roll hizo una pausa. – Sí, supongo que eso encaja. Debo admitir, tenía mis reservas respecto a que X anduviera cerca de ti debido a su primer encuentro, incluso aunque él confía plenamente en ti. – Luego sonrió. – Debo admitir que ustedes dos… no sé qué será, pero…

– ¿Pero qué?

– ...no, no es nada. – le dijo. – Es sólo que… me he dado cuenta que tú me recuerdas mucho a él.

– ¿A quién? – preguntó Zero.

– A alguien que conocí. – respondió Roll. – Bueno, Rock, Mega Man lo conocía mejor que yo. De hecho, podría decirse que lo conocía como un hermano.


Calles de Abel City…

Sabía que venir aquí era un error. Sabía que ir de Arcadia a Abel City seguramente resultaría en quedarse atrapado aquí. Lo supo desde que vio a aquel reploide despachar a aquel humano, lo primero que necesitaba era salir de aquí.

Y aun así, aquí estaba, afuera en la lluvia, buscando refugio debajo de los restos apenas en pie de un edificio dañado por las explosiones de los misiles. De lejos este no era el peor lugar en el que había estado, mucho menos la peor situación, ya que ahora eran los humanos los que estaban en peligro en lugar de los suyos. Aun así, no tenía dudas de que, si lo encontraban, las fuerzas de Sigma no se lo pensarían dos veces antes de despacharlo.

Fue una tontería venir aquí, especialmente luego de sentir aquel desastre que estaba a punto de suceder… pero lo hizo de todas maneras.

Ya fuese por un deseo de pagarle el favor, o quizás tratar de salvarla de lo que estaba por venir, no lo sabía. Pero una cosa era segura: ella se había ido, pero su amiga todavía seguía con vida. Fue a la que llamó cuando lo encontró aquella noche.

Una noche muy similar a la de hoy.


Cuartel general de los Hunters…

– ¿Proto Man? – cuestionó Zero.

– Sí. ¿No has leído los registros sobre él? – preguntó Roll.

– Una vez. – replicó Zero. – Cuando X me estaba contando sobre el Dr. Light y me preguntó si recordaba o no a mi propio creador.

Roll se quedó callada por un momento. – Y bien, ¿lo recuerdas?

– Para nada. – Zero cerró sus ojos. – Cualquier cosa después del momento en que Sigma hundió su puño en mi cabeza, está totalmente borroso.

– Ya veo. – Roll pensó cuidadosamente de sus siguientes palabras, decidiendo volver al tema anterior. – Bueno, al principio, Rock y yo lo conocimos durante el incidente del apagón mundial que involucraba a Ra Moon.

– ¿Ra Moon? – cuestionó Zero.

– Es… una porción de la historia que he recordado recientemente. También recordé que Proto, que en ese entonces era Break Man, intentó dispararle a Mega Man. – dijo apretando los labios. – El disparo me dio a mí, ya que yo me atravesé.

– Suena como algo que haría X. – dijo el otro rubio. – Ustedes dos realmente son familia.

– Me alegra que pienses eso, aunque yo soy la mayor. – respondió ella. Su expresión se tornó seria. – Aunque eso NO quiere decir que yo sea una anciana.

– ¿Ok? – El Hunter rojo estaba confuso.

– Como sea, luego de eso también escuché que, no mucho tiempo después de eso, irrumpió destruyendo una pared y rompiendo una foto en la casa de la Dra. LaLinde. – explicó Roll. – Una vieja amiga del Dr. Light. Tenía una robot propia, llamada Tempo, o LMN-001, Quake Woman, que también era una amiga mía. – Roll sonrió al recordarla. – Siempre fue muy tímida y reservada. Kalinka, por otro lado, siempre estaba lista para presentarse.

Zero seguía escuchando mientras ella hablaba. – Suena a que las extrañas mucho.

– ...Yo… realmente no las recuerdo mucho. – confesó Roll. – Sólo recuerdo que fueron mis amigas, pero… eso es todo. Aparte de algunos rasgos que tenían, no recuerdo mucho de nuestras interacciones.

Roll frunció el cejo, y Zero permaneció en silencio, aunque por dentro pensaba que los tres, ella, él y X, todos tenían problemas de memoria.

– Pero sí sé que Tempo me dijo que su primera conversación con Break Man la dejó muy asustada. Aunque no le puso una mano encima, si es lo que estás pensando. – dijo Roll. – Luego de eso, y de que quemara el laboratorio del Dr. Light, yo creí que sólo era un matón, un criminal que intentó matar a mi hermano y poner en peligro a todos mis seres queridos. Sin mencionar que él fue el responsable de secuestrar a Kalinka. Cierto, el Dr. Wily era quien manejaba los hilos y lo manipuló para que trabajara para el científico, pero aun así… me llevó algo de tiempo confiar en él, mucho menos tratarlo con amabilidad. Pero con el tiempo, creo que realmente estaba tratando de enmendar las cosas que hizo. Sólo que…

– ¿Sólo que qué? – inquirió Zero.

– Él… – Roll suspiró. – Supongo que, sintió que creyó que estaría mejor por su cuenta…


Un año antes, Arcadia…

No era muy sensato salir cuando estaba tan bajo de energía, pero ¿qué otra opción tenía? Necesitaba partes de repuesto, ya que su cuerpo estaba volviendo a caer por su desgaste. Cierto, muchos de sus componentes internos habían sido ajustados a mano para manejar mejor el consumo de energía con las fuentes del tiempo presente (excepto por la remoción de su reactor central), pero su armadura externa había permanecido casi sin ninguna modificación. Así que su aspecto era bastante deplorable.

Y fue por eso que, al darse cuenta demasiado tarde que debería haberse llevado uno o dos cristales de energía consigo, a nadie se le ocurriría buscarlo, ya que probablemente asumirían que ya no estaba funcionando.

Pero justo cuando todo se había vuelto oscuridad, descubrió que sus sentidos todavía no lo habían abandonado. Sintió un par de manos sujetándolo bajo los brazos de su abrigo empapado y tratando de levantarlo. Desafortunadamente, parecía que su peso era demasiado para la persona que trató de alzarlo, así que llamó a alguien de nombre "Mimi" para que viniera a darles una mano extra. Fue entonces que se dio cuenta que quien lo inspeccionaba era una chica, y lo siguiente que supo fue que lo levantaron del suelo antes que el mundo volviera a ponerse oscuro otra vez.

Su cabeza estaba en un lugar suave. Suave y cálido. Ya no sentía más la lluvia, así que seguramente estaba en algún lugar en el interior. Al levantarse, se dio cuenta que le habían quitado su sombrero y gafas, junto con la tela raída que solía llevar alrededor de su cuello.

¿Q-qué demo…? – Intentó ponerse de pie, pero se dio cuenta que su postura era inestable y daba tumbos, y casi se cayó en el segundo en que se puso de pie.

¡Oh, qué bien! ¡Ya despertaste! – El extraño se giró para ver que se encontraba en lo que parecía ser una especie de sala, con muebles doblados en varios ángulos, un reflejo de las tendencias populares de la época. – Qué bueno que tu compartimiento de energía es compatible con el energón, de lo contrario Mimi habría tenido que mezclarlo en aceite con gasolina para poder ponerte de vuelta en funcionamiento.

Una adolescente humana vestida con un chaleco azul y falda roja estaba de pie en el arco que llevaba hacia el espacio en su hogar. Sus ojos oscuros, pero suaves, observaban los de él, detrás de unas gafas de montura gruesa.

Un momento… ¡sus ojos! Inmediatamente se cubrió la cara, evitando mirar a la chica.

¿Qué pasa? – le preguntó ella, aproximándose. – ¿Estás herido? ¿Hay algo mal con tus ojos?

¡No! – le gritó, haciendo que la chica se congelara. – No me mires. – dijo un poco más calmado, antes de volver a ponerse sus gafas oscuras, pero sin girarse para encararla. – ¿Quién eres? ¿Cómo llegué aquí?

La chica dio un paso adelante, pero notó que el cuerpo de su invitado se tensaba al hacerlo, así que se alejó para darle algo de espacio.

Me llamo Fumiko. – le dijo ella, tratando de sonar lo menos amenazante posible. Tal vez había actuado algo precipitadamente al meter a este extraño en su casa. – Y estás en mi casa. Te encontré tirado contra la pared de afuera, así que le dije a Mimi que te trajera adentro.

¿Mimi?

Oh, es nuestra mucama reploide.

Ah, sí, reploide. – dijo la figura desconocida. – Son la última novedad, ¿verdad?

Incluso después de todos estos años, sí. – respondió Fumiko. – Hablando de eso, ¿qué clase de reploide eres tú?

¿Cómo?

¿Qué clase de reploide eres? – volvió a preguntar la chica. – Eres, y discúlpame si sueno grosera, ¿un modelo más antiguo? – Señaló hacia sus botas. – Pareces estar muy desgastado.

No podía negar eso, había tenido mejores días. Diablos, había visto mejores años, tal vez incluso décadas. Fumiko volvió a hablar.

Mira, tengo una amiga que es buena con las máquinas. Me ayudó bastante cuando Mimi fue infectada con aquel spyware. – se giró para marcharse. – ¡Sólo quédate donde estás, ya vuelvo!

Con eso, Fumiko dejó a su invitado a solas en la sala, y el, por su parte, observó su cuerpo desgastado y envejecido. En efecto, tal vez había estado aquí demasiado tiempo. Mucho más de lo que había pensado. Y mucho más de lo que habría deseado.

Por ahora, hasta donde él sabía, era el único que quedaba,


Tiempo presente, cuartel general…

– Entonces, ¿había un impostor haciéndose pasar por él? – cuestionó Zero, a lo que Roll asintió en respuesta.

– Cuatro, en realidad. – le respondió. – Lo más gracioso, cuando Mega Man trató de insistir en la inocencia de Proto Man al inicio cuando el Dr. Cossack también fue capturado, junto con el Dr. Light, tuvo que tomar acciones. Por lo que escuché, se las arregló para encontrar y pelear contra Proto Man, y estuvo a punto de al menos dejarlo inconsciente.

– ¿Y entonces qué pasó?

Roll se puso la mano en el mentón. – Lo más extraño, es que alguien que jamás me habría esperado fue quien salió en su defensa. – le dijo a Zero. – Tempo, o Quake Woman, ayudó a Mega Man a probar su inocencia, lo que llevó a la revelación de que Wily hizo varios duplicados de un Robot Master llamado Dark Man, que tenía la habilidad de imitar la apariencia externa de otros robots.

El Dr. Wily. Sí, él también había escuchado ese nombre.

– He de suponer que la relación de Proto Man y Wily no fue la mejor después de eso.

– Desde entonces, se dedicó a detener cualquier cosa que ese científico loco estuviera tramando. Claro, debo admitir que siempre fui un poco cautelosa con él, pero bueno, supongo que será por la misma razón que actué como lo hice contigo. – Roll desvió la mirada. – Yo… tenía miedo.

– ¿Miedo? – cuestionó el recién nombrado Comandante.

– Sí. – respondió la rubia. – Aunque fuese mi función, y bueno, todavía lo es, mi cuerpo está diseñado para trabajos simples como tareas del hogar y labor manual. No estoy hecha para el combate. – Su expresión se tornó de frustración. – Incluso con las mejoras a comparación de mi cuerpo original, sigo sin poder hacer nada para ayudar.

– ¿A qué te refieres? – preguntó Zero.

– No mucho después que Proto Man le dio totalmente la espalda a Wily, ese lunático construyó un nuevo robot para servirle, uno que estaba obsesionado con derrotar a Mega Man. – le dijo Roll al Hunter rojo. – Ayudó a Wily a escapar de prisión, y nos engañó a todos haciéndonos creer que estaba de nuestro lado.

– ¿Es decir que los traicionó?

– Esencialmente, sí. Era un peleador muy violento, obsesionado con el poder, y siempre tratando de ponerse por delante de Mega Man… – Hizo una pausa. – Pero… él no es nada comparado con… ése.

– ¿"Ése"?

Roll bajó la cabeza. – El que persiguió a Mega Man a casa. No sé quién era, o cuándo fue construido, o qué metieron en él, pero sí sé una cosa.

A pesar de sí mismo, Zero de pronto empezaba a ponerse nervioso en presencia de Roll. Como si ella supiera algo que él no.

– ¿Y eso es…?

La otra reploide cerró sus ojos turquesas, frunciendo el cejo cada vez más a medida que las aterradoras imágenes de esa alta y terrible figura que aterrorizaba los fragmentos y piezas de sus recuerdos que apenas revisaba cuando lograba juntar el valor para hacerlo.

– Sé que él, de alguna manera, es el responsable de haberme dejado en el estado en el que me encontró el Dr. Cain.

Zero se quedó en silencio por un momento. – Entonces, ¿crees que…?

Roll asintió. – Creo que él fue el que me mató.


Un año antes, residencia Takenada…

Escuchó que alguien venía. Fumiko fue a contestar la puerta, y dejó que alguien entrara.

¿Tienes idea de la hora que es? – cuestionó una voz, que claramente no estaba feliz de que la hubieran hecho salir a estas horas de la noche. – Tuve que inventarme una buena excusa porque dijo que no quería perder su tiempo.

Aun así, gracias por venir, Chiyo. – dijo la chica de pelo corto. Él se asomó por la esquina para ver a una chica con cabello largo que venía con una pequeña caja de herramientas.

¿En dónde está? – preguntó.

Oh, está en la sala. – le dijo Fumiko a la otra humana, guiándola hacia esa área específica de la casa.

Esto no era bueno, ¡tenía que salir de aquí! ¿Pero cómo? No tenía idea de cómo eran los planos de este lugar, mucho menos dónde esconderse, ¡pero no podía permitir que lo abrieran! Cierto, todavía no había estallado, ¡pero eso no quería decir que su núcleo hubiera dejado de ser peligroso! ¡Si alguien lo tocaba, entonces…!

Y bien, ¿dijiste que se ve muy viejo? – escuchó decir a Chiyo, mientras intentaba conjurar un plan de escape. Antes no tenía suficiente energía para utilizar su arma, pero ahora, quizás hubiera recobrado la cantidad necesaria…

No viejo en el sentido de la edad aparente. – aclaró Fumiko. – De hecho, tiene aspecto de niño. Pero está muy desgastado.

¿Es un modelo antiguo? – cuestionó Chiyo.

Se lo pregunté, pero no dijo nada. – replicó Fumiko. – Creo que está un poco paranoico. Casi parece que tenga miedo de que lo voy a entregar o algo así.

¿Es un Maverick? – inquirió la otra humana.

No, no lo creo. – dijo la chica de pelo corto. – Al menos, todavía no ha tratado de atacarme.

Entonces, me estás diciendo que acabas de meter a tu casa una máquina desconocida, ¿sin saber siquiera si podría tratarse de un fugitivo?

Fumiko se quedó en silencio. – Bueno… no creo que sea malo. Quizás sólo…

¿Qué? – preguntó Chiyo, a lo que Fumiko de pronto se quedó callada de nuevo. La otra chica echó a correr hacia la sala, dejando a Chiyo atrás. – ¡Hey, espera!

Ambas corrieron hacia el área, pero se dieron cuenta que el extraño ya había desaparecido, y una de las ventanas estaba abierta. Fumiko corrió y miró hacia afuera, pero no vio ningún rastro del individuo al que trajo a su hogar.

Tan pronto como él entró a su vida, se había ido.

Tras haber saltado por la ventana, corrió por las calles, ocultándose entre los edificios para mantenerse fuera de la vista. Se había descuidado, tenía que asegurarse de no volver a quedarse bajo de energía nunca más.

Aun así, pese a lo cerca que estuvo, el misterioso extraño no pudo evitar sentirse agradecido con la chica que le ofreció refugio de la lluvia. De cualquier manera, esperaba que no tuvieran que volverse a ver, ya que no necesitaba a más gente en su vida.

No quería perder a más nadie.


Tiempo presente, cuartel general…

– ¿Cómo lo sabes? – le preguntó Zero a Roll.

– Yo… no estoy segura de cómo. – confesó Roll. – Pero… no recuerdo nada después de él. Recuerdo que le disparó a Mega Man, y… eso fue todo. – Hizo una pausa por un momento. – Y, si fue él quien me mató, ¿quién me dice que no fue él quién mató a los demás? Tal vez… tal vez él es el responsable de que Rock ya no esté… – Se detuvo, incapaz de completar esa oración, pero rápidamente retomó el tema. – Tal vez… la prohibición de IA… tuviera algo que ver con él. Por eso, aunque no esté construida para eso, quiero ayudar a X. Quiero ayudar a mi hermano, y… – Suspiró de nuevo, y bajó la cabeza. – No puedo hacerlo. No de la forma en que tú, Ai, o Lifesaver pueden hacerlo. Pero… no sé cómo pasó, pero Mega Man… Rock… y el Dr. Light… ellos se han ido. Y… no quiero perder a la última de las creaciones de mi padre.

– Lo entiendo. – Zero asintió. – Aunque, ¿por qué dices que no puedes ayudar de la misma manera que yo o que los demás?

– Bueno, es que no estoy construida para esas cosas. – respondió Roll. – No fui construida para el combate, mucho menos con la habilidad de conectarme y guiar a los Hunters en sus misiones.

– ¿No puedes aprender? – sugirió el Hunter rojo.

– ¿Qué?

Zero cruzó los brazos. – Seguro, pienso que tienes un largo camino por recorrer, pero después de que todo esto haya terminado, tal vez podamos admitirte.

– Quieres decir… – Los ojos turquesas de Roll se ensancharon. – ¿Quieres que me una a los Hunters?

– Técnicamente, has sido parte de ellos durante los últimos días, así que en lo que a mí concierne, ya eres parte del personal hasta nuevo aviso.

La otra rubia se quedó en shock ante la respuesta de Zero. – A-aun así… sigo sin ser de mucha utilidad.

– Entonces cambia eso.

– ¿A qué te refieres?

– Cámbialo. – repitió Zero. – Si quieres contribuir, hazlo de cualquier manera que desees.

– Pero… yo no fui diseñada para… – Roll quiso protestar, pero Zero la cortó.

– Detesto decirlo, pero Sigma tiene razón en una cosa. – dijo el Hunter rojo. – Hay algunos humanos que nos ponen restricciones encima. El Dr. Fujiwara era uno de ellos.

Roll suspiró. – Cierto, no puedo negar eso.

– Bueno, ya no estás más a su servicio, ¿verdad? – preguntó Zero. Roll se quedó pensando en ello.

– No, pero Chiyo todavía está aquí.

– Si quieres seguir trabajando para ella, eso está bien. Hablo de lo que quieres hacer a partir del aquí y el ahora. – explicó el reploide más alto. – A pesar de las circunstancias, ahora técnicamente eres libre. No tienes por qué hacer lo que te fue asignado.

La mucama asimiló las palabras de Zero, registrándolas como si acabara de darse cuenta de una verdad oculta. – Cierto, aunque todavía me gustaría tener un cuerpo más fuerte, independientemente de lo demás.

– Cuando todo esto haya terminado, veré si podemos transferirte a una forma más sólida. – le dijo Zero con una sonrisa. Roll lo miró a los ojos.

– ¿Podrías hacer eso?

– No estoy seguro. – admitió Zero. – Pero dadas tus contribuciones hasta ahora, diría que cumples los criterios para recibir una mejor coraza exterior, si vas a trabajas con nosotros.

Los ojos de la otra reploide se ensancharon. – ¿Lo dices en serio? – Zero asintió. – Wow, yo… no sé qué decir. Gracias.

Zero asintió. – Ahora, se está haciendo muy tarde. Probablemente mejor deberías descansar.

– Soy una máquina igual que tú. – le dijo Roll. – Puedo quedarme despierta durante días sin problemas.

– Está bien, si insistes. – respondió Zero. Ambos salieron de la habitación, y en ese momento fue que Zero recordó un detalle que había escuchado. – Por cierto, escuché que Chiyo se encontró con alguien en la ciudad cuando ella y Kenichi venían de regreso al cuartel general.

– Oh, claro. Ray, ¿verdad? – respondió Roll, al recordar lo que Chiyo le dijo. – Como Ray Charles…

– Él era un músico, ¿correcto? – preguntó Zero.

– Así es. Un cantante estadounidense, que era particularmente prolífico en el género del soul y el blues. Aun así… – empezó a pensar en voz alta – … no es que sea demasiado popular aquí en oriente, así que es una elección de nombre muy extraña.

– ¿Quizás sea de Norteamérica? – sugirió Zero.

– Tal vez. Aun así, parece ser que se tomó su tiempo para asegurarse de que lograra escapar a salvo. – Roll se rio. – Es muy extraño. Apareció justo cuando se le necesitaba.

Al volver a la sección principal del cuartel subterráneo, Zero y Roll tomaron caminos separados. Ella se fue a chequear a Kenichi mientras Zero iba a recopilar cualquier actualización o noticia nueva. Ninguno estaba seguro de lo que vendría a continuación, mucho menos si Sigma contaría el intento de los humanos de alertar a la tierra principal como una violación de sus términos.

Pero fuera lo que fuera que viniera a continuación, todos esperaban estar preparados para enfrentarlo.

Esta historia continuará

Chapter 43: Un nuevo amanecer

Chapter Text

El sol había salido.

A pesar de su condición dañada, la ciudad aún permanecía en pie, habiéndose salvado de la ira de los misiles que ahora estaban en las manos del enemigo. Al darse cuenta de este afortunado giro de eventos, varios reploides y humanos por igual comenzaron a viajar hacia afuera, migrando hacia los bordes de la ahora aislada metrópolis, mirando hacia el mar que ahora reflejaba la luz del sol, creando unos destellos y chispas danzantes sobre la superficie del agua, sorprendentemente calmada y tranquila. La emergencia de la población humana les trajo algo de preocupación a los Maverick Hunters, pero tras algo de tiempo, parecía que no se tomaría ningún tipo de acción por la señal enviada la noche anterior. Muchos todavía seguían sin creer que Sigma les otorgaría esa clase de piedad, pero hasta el momento nada había sucedido. Un pequeño número de ellos fueron enviados a patrullar las calles y mantener un ojo sobre los residentes orgánicos de la isla. Y uno de dichos Hunters, un reploide azul que acababa de salir del subterráneo, tuvo que cubrirse los ojos cuando la luz del sol lo cegó momentáneamente, antes que su visión pudiera ajustarse.

– ¿Hacia dónde? – le preguntó a la persona a quien estaba supervisando, una humana vestida con un uniforme escolar que lo acompañaba.

– Eso no importa. – respondió ella. – Mientras podamos dar un buen vistazo a Arcadia.

Cuando ella se subió a su espalda, X dio un salto y pateó la pared de un enorme edificio, que estaba cerca del cuartel general, pero era lo suficientemente alto para poder ver hacia el océano, y a su vez, hacia la tierra principal. Al llegar a la cima, Chiyo se bajó y se acercó hacia el borde, mientras X la seguía sin quitarle la mirada de encima. Desde su posición, aunque estaba a una enorme distancia, la Ciudad Blanca aún era visible, la brillante estrella que proveía a la Tierra de vida bañaba a la lejana metrópolis en una luz cálida.

– Thunder Slimer… – dijo X quedamente para sí mismo. – Si hubiéramos esperado un poco más, podrías al menos haber visto esto.

Era hermoso, de cierta manera, y también parecía llamarlos, aunque eso hacía que la vista fuese todavía más dolorosa. Estaba burlándose de aquellos que miraban con anhelo hacia la ciudad, siendo la barrera de un vasto océano el obstáculo más visible que no podía cruzarse.

Aunque eso no les había impedido a algunos intentarlo.

Al buscar por todos los rincones de la parcialmente destruida Abel City, Zero y su equipo habían descubierto que algunos humanos (y también reploides) intentaron construir botes o dispositivos de flotación de toda la chatarra que pudieron encontrar, todo con la intención de viajar de vuelta a Arcadia por vía oceánica. Por supuesto, cualquier medio que sirviera para escapar seguramente resultaría en represalias por parte de Sigma, y todos fueron destruidos. Ciertamente esto estaba muy lejos de agradar a aquellos que gastaron dinero y energía en construirlos, pero los Hunters preferían tener que lidiar con humanos enojados por un tiempo. Después de todo, era mejor eso a que estuvieran muertos.

Aun así, una solicitud de ayuda ya había sido enviada, y la población humana esperaba conteniendo la respiración, a la expectativa de si habría o no una respuesta.

– ¿Qué opinas?

X salió de sus pensamientos al oír la voz de la chica que estaba vigilando. – ¿Qué?

– ¿Qué crees que va a suceder? – cuestionó Chiyo. – ¿Crees que Sigma tomará esto como una violación de las reglas que impuso?

X se quedó callado por un momento, tratando de conjurar una respuesta. En última instancia, decidió ser honesto.

– Bueno… no lo sé. – admitió. – Pero, por lo que he visto hasta ahora, no ha habido señal de que se hayan lanzado el resto de los misiles. Si Sigma hubiese tomado lo que pasó anoche de esa manera, probablemente ya habría tomado acción al respecto hace mucho.

– A menos que esté esperando a que la gente tenga esperanzas, y con eso hacerlos salir. – replicó Chiyo. Luego apretó sus labios. – Ya ha demostrado que no tiene problemas acabando con humanos. Más bien, demostró lo fácil que es hacerlo.

X no dijo nada, pues la imagen del cuerpo de Fujiwara siendo empalado por el sable de Sigma seguía fresca en las mentes de todos.

– Eso no volverá a suceder. – le dijo, aunque fuese más para aliviar sus propias preocupaciones. – Ya no estamos atrapados en una jaula, así que podemos enfrentar cualquier amenaza que nos venga.

– ¿Qué quieres decir? – cuestionó Chiyo. – Toda esta isla es una jaula.

– ¿Una jaula? – preguntó X.

– Sí, ¿no es obvio? – La humana de pelo oscuro lanzó una mirada hacia el océano, al igual que la ciudad que se alzaba a pocos kilómetros de distancia. – Estamos aislados del resto del mundo. Los Mavericks han bloqueado todo este lugar como su territorio, y están enviando a las máquinas menos avanzadas para patrullar las calles por la noche, probablemente para atrapar a cualquier rezagado con el que se encuentren. – Suspiró. – Y habrá mucho más de ellos si esto sigue así.

X se preguntaba si tal vez estaba siendo demasiado directo, pero no podía negar más lo que deseaba decirle. – Hablas como si ya no hubiera más esperanza para nosotros.

– Porque no la hay. Todos probablemente vamos a morir aquí.

Ambos, Chiyo y X, se quedaron en silencio. Un tenso e incómodo período de silencio se formó entre ellos, mientras la ligera brisa jugueteaba y ondeaba las largas fibras negras del cabello de la humana. La declaración de la chica dejó a X en shock, y el reploide azul no estaba del todo seguro de cómo responder.

– ¿Por qué dices eso?

– Piénsalo. Sigma es el líder de los Maverick Hunters. – Se detuvo un momento para corregirse. – Bueno, lo era, pero todavía sigue teniendo a la mayor parte de ellos bajo su mando y siguiendo sus órdenes. Tanto antiguos Hunters como mecaniloides, y sin mencionar… si puedo atreverme a decirlo… que muchos de ellos solían ser tus amigos, ¿o no?

X bajó la cabeza, sin responder, pero el silencio fue suficiente respuesta.

– No me malentiendas. – aclaró Chiyo. – De los que quedan, sé que son muy capaces, pero Sigma se llevó a los mejores entre los mejores con él. Estudié los diarios de mi padre sobre cada reploide o proyecto del cual fue parte. Varios de ellos fueron diseñados específicamente para mostrar alguna nueva característica o para combatir a los Mavericks. – Se acercó más al borde del edificio. – Fueron hechos para ser máquinas de combate. Y en los casos más recientes, ahora serán capaces de matar si eligen hacerlo. ¿Cómo es que eso no se te ha ocurrido?

– Sí lo he pensado. – respondió X. – Pero…

– ¿Pero qué? – inquirió Chiyo. – ¿Pero todavía hay esperanza? ¿Aún queda alguna posibilidad a la cual aferrarnos?

– Tiene que haberla. – replicó X. – Quiero decir… después de todo, tú aun sigues aquí, ¿no?

Chiyo desvió sus ojos cafés por un momento, volviendo a mirar hacia el océano y a Arcadia en la distancia. – No si descubren que sigo con vida.

Los ojos verdes de X se ensancharon. – ¿A qué te refieres?

– ¿Qué no es obvio? – cuestionó la humana. – Independientemente del "mensaje" o la "motivación" que Sigma esté intentando lograr, cuando vas al grano, tienes a una enorme porción de la población de Arcadia atrapada en una isla en el Mar de las Filipinas, la ciudad ha sido bombardeada, y está a riesgo potencial de volver a serlo. Tienes a gente separada de sus familias, hijos y padres desaparecidos. – Se detuvo para recuperar la compostura. Escuchar todo esto en voz alto estaba resultando ser mucho más difícil de lo que esperaba. – Están desesperados por escapar. Y si no pueden hacerlo, se asegurarán de que la persona responsable por su sufrimiento pague por ello.

X no necesitaba saber lo que estaba implicando, ya que su presencia frente a él era evidencia de ello. – Tu padre fue el que se alió con Sigma, no tú.

– ¿Crees que eso les importa? No sé de dónde sacaste esa idea de que los humanos son seres racionales y pensantes, pero… – se mordió el labio. – Somos una especie violenta e irracional cuando nos vemos en este tipo de condiciones, X. Y ya que el hombre que traicionó a su propia especie no está más aquí, se quedarán con la segunda mejor opción.

– Eso no va a suceder. – le dijo X. La chica se sorprendió cuando sintió que le colocaba la mano sobre el hombro.

– ¿Cómo puedes garantizar eso? – preguntó ella.

– En efecto.

Las unidades auditivas de X registraron una voz desconocida. El Hunter azul se giró violentamente para encontrarse con que no había nadie detrás de él.

– ¿Quién está allí? – demandó, sacando su arma. – Se lo advierto, estoy armado.

– ¿X…?

– También yo.

De repente, sintió que el cañón de un arma de pronto era presionado ligeramente contra la parte trasera de su casco. Los ojos de X se enchancharon, quedándose tieso y tratando de pensar en una estrategia, viendo que este extraño tenía la ventaja.

– Relájate, no tengo intenciones de hacerte daño. – La voz era suave y masculina, algo más profunda que la de X, pero había un cierto deje de juventud en ella. Juventud que había sido forzada a madurar demasiado pronto.

– Pero es una sorpresa que no te hayan matado todavía.

– Eso me han dicho. – X suspiró. No se dio la vuelta, pero decidió seguir hablando, inseguro de si creer o no en esta figura ambigua. – Aun así, si no me vas a disparar, ¿podrías al menos bajar tu arma?

– Actúas como si yo fuera el peligroso aquí. – dijo el extraño. – Como yo lo veo, tú bien podrías hacerme pedazos fácilmente si quisieras.

– No tengo razón alguna para hacer eso. – respondió X.

– No importa si no tienes razones. El hecho de que seas capaz es una razón por sí sola. – El reploide azul sintió que el arma del desconocido se quitaba de su casco, y el brazo que la poseía volvía a transformarse a su estado natural. – De acuerdo. Puedes voltear.

Lentamente, X hizo lo que le dijeron, y para su conmoción, el sujeto que lo había atrapado con la guardia baja era un poco más bajo de estatura que él. Y a pesar de estar mayormente cubierto por una gruesa tela y un par de gafas muy oscuras, la figura casi parecía un niño muy crecido, o un joven preadolescente.

– ¿Quién… eres tú? – cuestionó X. Y entonces recordó el relato de Chiyo anoche. – Espera un momento…

– ¡Eres tú! – gritó Chiyo. – El sujeto de anoche. Ray, ¿verdad?

La figura cubierta de tela asintió, cubriendo su cabeza con un viejo sombrero que mantenía su cabello fuera de vista. Asumiendo que lo tuviera.

– Por ahora, responderé a ese nombre, sí.

– ¿Eres un reploide? – preguntó X. Ray no respondió a la pregunta.

– Bueno, si ese es el caso, te agradezco por ayudarnos. – dijo Chiyo, aunque todavía miraba al extraño con precaución.

– Fuiste afortunada de que estuviera en el área. – dijo él. – Si no lo hubiera estado, dudo mucho que alguien hubiese llegado a salvarte.

Por sombría que fuera esa posibilidad, X no podía negar que era cierto. Pero ahora estaba viendo una oportunidad de descubrir más sobre este extraño desconocido.

– Entonces, ¿qué ESTABAS haciendo allí afuera?

Ray se ajustó la bufanda que cubría sus rasgos. La cara de la máquina mostraba muy poco entre la tela enrollada y el par de gafas. Sin embargo, X descubrió que, al examinarlo, había algunos rasgos que reconocía. Pero no podía ponerle un nombre a lo que estaba pensando.

– Yo… sentí curiosidad.

– ¿Curiosidad? – X levantó una ceja bajo su propio casco.

– Estaba buscando a alguien. – explicó Ray, y luego se rio. – A una humana, irónicamente.

– ¿Qué es lo gracioso? – cuestionó X.

– No lo entenderías. – espetó Ray. – Pero sí, estaba buscando a alguien, llamada Fumiko Takenada.

– ¿Fumiko? – preguntó X, reconociendo ese nombre. Por supuesto, con ello vino el doloroso recordatorio de lo que había ocurrido. – Lo… siento, pero ella…

– Lo sé. – respondió Ray antes que él pudiera terminar. – Es gracioso, porque no tengo razones para trara con humanos, pero… – Hizo una pausa. – Estoy en deuda con ella por algunas… cosas.

– ¿Como cuáles? – inquirió Chiyo.

– Eso no es importante. – replicó Ray, girándose hacia la amiga de la humana muerta. – Ella ya no está aquí, pero tú sí. Así que su hermano tendrá que depender de ti. – Luego se giró hacia X. – Y ambos tendrán que deshacer el daño que está hecho aquí. De lo contrario…

Se detuvo en seco. X estaba inseguro de a qué quería llegar este enigmático sujeto llamado Ray.

– ¿De lo contrario…? – repitió X.

– De lo contrario, la predicción de tu amiga se volverá realidad.

¿Predicción? Chiyo se quedó perpleja ante lo que Ray quería decir, pero mientras reflexionaba en sus declaraciones anteriores, encontró algo que podría quizás darles algunas respuestas.

– ¿Hablar de los humanos? – Ray asintió, y fue entonces que Chiyo se dio cuenta. – Espera, ¿por qué eso te importa? Claramente tú no eres uno de los Hunters, y además… – Se quedó mirando su atuendo. – A juzgar por tu vestimenta, no pareces del tipo que se queda en un lugar por mucho tiempo.

Ray no respondió al principio, sino que se ajustó sus gafas, como si se asegurara de que sus ojos permanecían ocultos de la vista.

– Sí viajo, pero no por mí mismo. – explicó. – Hay gente que cuenta conmigo para que les lleve recursos muy necesarios, y no puedo exactamente hacer eso si la isla se encuentra bloqueada.

– ¿Quiénes cuentan contigo? – inquirió X. – ¿Están atrapados aquí también?

– Yo diría que están mucho más seguros que cualquiera de nosotros. – replicó la máquina más baja. – Pero al mismo tiempo, no necesito que salgan y traten de venir a buscarme. Lo que significa que depende de ti. – dijo dirigiendo su atención hacia X, y luego hacia Chiyo. – Depende de ambos, ponerle un alto a las ambiciones de Sigma. Aún tengo que ir a recoger provisiones. Al menos podré reunir algo extra para llevarles.

Justo entonces, Ray se giró para marcharse. X comenzó a llamarlo ("¡Hey, espera!") y Chiyo también quiso protestar. Pero antes que ninguno de los dos pudiera alcanzarlo, la figura cubierta de tela gruesa se había ido, dejando tras de sí una repentina nube de humo negro que llenó el aire y cegándolos a ambos.

Y al disiparse la oscura neblina, Ray se había marchado. Como si nunca hubiera estado allí en primer lugar.


En el cuartel general…

– Depende de mí… – murmuraba Chiyo, luego que ella y X regresaron al subterráneo.

En aquel momento, ambos estaban haciendo el camino de regreso a la sala de reuniones. X había recibido instrucciones de traer a Chiyo de vuelta luego de su pequeño viaje afuera, ya que estaba preocupada por Kenichi.

– ¿Qué fue eso? – preguntó X.

La humana no respondió de inmediato. El corredor por el cual iban descendiendo parecía estar vacío, así que probablemente estaría bien decírselo aquí. Además, era obvio que X no se detendría hasta obtener alguna respuesta.

– Algo que dijo Ray. – respondió Chiyo. – Eso… me recuerda lo que leí en los diarios de mi padre.

X asintió solemnemente. – Claro, escuché que él quería que tú continuaras con su trabajo después que él se hubiera ido. Si las cosas hubieran resultado con Sigma.

– Sí, se trata un poco de eso…

X se detuvo por un momento, y Chiyo también dejó de caminar. – Y bien, ¿de qué se trata?

La humana se quedó callada unos momentos, preguntándose cómo articularía apropiadamente lo que quería decir. Porque honestamente, no estaba muy segura de qué pensar de ello. – Decía que, después de lo que fue la Operación: Día de la Independencia, este mundo nunca volvería a ser igual.

– ¿Qué quieres decir? – preguntó X.

– Piensa en esto. Antes de los mecaniloides, los humanos vivían en conjunto con los robots. Algo sucedió, y todos ellos fueron desactivados. Y después de eso, la inteligencia artificial por encima de cierto nivel fue prohibida, y se mantuvo así hasta que el Dr. Cain te descubrió.

X se quedó en silencio mientras ella continuaba, pero estaba absorbiendo todas sus palabras.

– Los reploides… incluso si tu viniste antes de aquellos que fueron calificados como tales, no son como los que les precedieron. Es cierto, hay evidencia de que algunos robots desarrollaban rasgos de pensamiento individualista y peculiaridades personales, pero incluso entonces, ni siquiera las máquinas de Wily se atrevieron a traicionarlo. – En eso se puso algo sombría. – Y un reploide acaba de demostrarle al mundo que, en su mente, los de su clase no necesitan a los humanos para sobrevivir. De hecho, probablemente piensan que están mejor sin ellos.

– Si ese es el caso entonces, ¿qué fue lo que tu padre planeó para ti? – preguntó X. – Si él asumió que tú también tendrías un rol en el supuesto nuevo mundo que Sigma quiere crear.

Chiyo se quedó callada por un momento. – Él… quería que yo asumiera su lugar donde él se quedó una vez que falleciera. Aunque sea un traidor a su propia especie, mi padre no deseaba la extinción de la raza humana. – Bajó su cabeza. – Él quería que yo… y mi familia, si llegara a tener una, continuáramos su trabajo. Él quería que yo trabajara con Sigma y sus fuerzas como si fuera una especie de obligación "generacional". Había planeado no sólo mi futuro, sino el de todos los demás.

– Y… ¿cómo te sientes respecto a eso?

Chiyo se mordió el labio. – Yo… no lo sé. Quiero decir, sí, esto significaba que mi padre no tenía intenciones de que yo muriera, pero el futuro que me estaba preparando era uno que yo no necesariamente querría aceptar.

– Bueno, no, nadie querría aceptarlo. Después de todo, ¿acaso no merecías opinar al respecto? – X estuvo de acuerdo. Luego miró hacia su brazo, recordando lo que residía en su interior. Él no pudo opinar cuando el Dr. Light le instaló esa arma.

– También hablaba de lo que él y Sigma llamaban "el nuevo mundo" o algo así. Después del Día de la Independencia, este mundo cambiaría para siempre, y yo tendría que asegurarme de que la raza humana se mantuviera al mismo nivel que los reploides. – Hizo una pausa de nuevo. – Creo que quería que yo, de alguna forma, asumiera la responsabilidad por los que vendrían después de mí.

– Es decir, ¿guiar a una nueva generación? – preguntó X.

– Supongo que podrías decirlo de esa forma. – dijo Chiyo. – Pero… pero no creo que quisiera ese tipo de responsabilidad. Quiero decir, sí, yo sé cómo construir algunas cosas, ya que pude construirle aparatos ortopédicos y arneses a Patarche cuando se hacía mayor, y Fumiko a menudo me llamaba para arreglar cosas que se habían roto, pero ¿cómo se traduce eso a tomar la posición de mi padre como experta en robótica?

X no estaba seguro de cómo responder.

– Yo… ni siquiera me he graduado todavía. No puedo encargarme de nadie, mucho menos de un montón de gente que vendrá después de mí.

X se quedó en silencio, mientras la humana mantenía la mirada gacha viendo hacia el suelo, luego de decir todo lo que pudo, ya que todo lo demás no era sino un desorden de palabras y frases que no tenían sentido. Al final, todo se reducía a la misma cosa, y era un problema con el que el reploide azul, pese a algunas diferencias en sus situaciones respectivas, podía empatizar parcialmente.

Después de todo, ¿no era él el primero de una "nueva generación"?

– ¡X! – llamó de repente una voz, atrayendo la atención de ambos, X y Chiyo. Roll venía corriendo, al parecer estaba buscando a su hermano, y fue entonces que notó a la humana acompañándolo. – ¡Allí están! Gracias por traerla de vuelta. Aunque me sorprende que no haya tratado de escaparse.

– Ya no tengo ningún lugar a donde ir. – respondió Chiyo. – Pero no pienso ir a ningún lado de todos modos.

– Bien, porque todavía tendremos que retenerte. – dijo Roll asintiendo con aprobación, para luego dirigir su atención hacia X. – Como sea, a ti te quieren en la sala de reuniones. Zero tiene un mensaje para ti.

– ¿Mensaje? – Los ojos verdes de X se ensancharon. Roll asintió de nuevo.

– Hay una situación ocurriendo en el sitio de las minas de Energón.


Sala de reuniones…

Situado frente al enorme monitor, un mapa de la isla artificial se manifestó frente a los Hunters y navegadores reunidos, con un pequeño punto parpadeando en el área de interés.

– Hasta ahora, nuestra inteligencia ha recabado suficiente información para confirmar que hay actividad inusual ocurriendo en la locación sospechada. – dijo Trinity en voz alta, señalando hacia el punto brillante. Otra ventana apareció en el monitor presentando un rastro que viajaba por un terreno rocoso con algunos lugares intercalados. – Tenemos razón para sospechas que las actividades que tienen lugar están relacionadas con Sigma.

Una pequeña discusión se soltó entre los presentes, mientras X mantenía los ojos fijos en la pantalla. – Entonces, ¿ya averiguaron lo que está sucediendo allí dentro?

– Aparte de la obvia extracción de minerales y recursos, no tenemos mucha información. – confesó Ai. – Aunque, antes del ataque de los misiles, había una fuerza de trabajo compuesta de humanos y reploides con la que perdimos el contacto. Hasta ahora, no hemos podido confirmar su estado, así que no podemos decir con certeza quién, o si es que acaso queda alguien que podamos rescatar.

– Eso no es todo. – añadió Trinity, mostrando una imagen de un ser mecánico con un casco protector de obrero, cuyo cuerpo se parecía mucho al de un Dig Laborer, pero más alto y con las extremidades más desarrolladas. – Aunque no estamos seguros de si esto es o no una situación de rehenes, logramos rastrear a un individuo al que hemos estado tratando de atrapar desde hace un tiempo.

– Unidad 037, Dig Laborer Modelo Alpha. – dijo Ai, cuyos ojos azules estudiaban la imagen. – Mejor conocido por su nombre predilecto, Gold Miner.

– ¿Y qué es lo que ha hecho? – cuestionó Roll. A pesar de no ser una Hunter, ella también quería saber lo que estaba sucediendo de todos modos.

– Fuera de algunos robos menores, no mucho. – respondió Trinity. – Aunque después de buscar en las áreas donde se ha estado ocultando, hay algunos rastros de minerales en bruto y metales preciosos que quedaron en ellos, junto con cristales de energía.

– Es decir, ¿creen que él está robando estas cosas? – preguntó X.

– Es una posibilidad. – replicó la navegadora rubia. – Después de todo, si Sigma planea apoderarse del mundo, me imagino que esas cosas no serían nada baratas. Necesitará todos los recursos a los que pueda echarles la mano.

X y Roll intercambiaron miradas, al llegar ambos a la misma conclusión. – ¿En dónde está Zero ahora? – preguntó X, presintiendo saber cuál fue la razón por la que fue llamado.

– Está cerca del sitio, pero el resto de su equipo se encuentra buscando en otras áreas de la mina. Hasta ahora, no han encontrado nada. – Trinity se giró para encarar a X. – Así que, ha solicitado algo de ayuda extra.


En la cadena montañosa…

Siguiendo los rastros de daño por todas las curvas y giros del camino que llevaba hacia arriba, el comandante de largos cabellos de los Maverick Hunters corría por el terreno yermo, acercándose más y más a su destino. Por supuesto, tenía confianza de que llegaría allí sin problemas, pero no era lo que tenía como prioridad principal en su mente.

– ¡Zero!

Ni siquiera tuvo tiempo de preguntarse dónde estaba el reploide, ya que una mancha de azul y blanco acababa de aparecer junto a él.

– ¡Por fin! – dijo Zero a su compañero. – ¡Ya estás aquí!

– ¡Lo siento! ¡Este lugar es muy difícil de navegar! – respondió X, aunque logró seguirle el paso al otro Hunter, una hazaña de la que él mismo se sorprendía. Nunca antes había podido seguirle el paso a Zero, incluso a velocidad máxima. ¿Sería por el poder de las mejoras del Dr. Light? – Y bien, ¿hay un Maverick que ha sido visto en este lugar?

– Claro. Se hace llamar Gold Miner, y ha estado manteniendo un perfil bajo por un tiempo, al menos hasta ahora. – explicó el Hunter rojo. – Probablemente haya visto una oportunidad con Sigma, y decidió prestarle sus servicios.

– ¿Crees que sea quien está detrás de todo lo que sucede en la mina? – cuestionó X.

– No puedo decirlo con certeza. – replicó el comandante rubio. – Pero lo que sí sé, es que cualquier conexión potencial que tenga con Sigma deberá ser investigada, y cortada de raíz antes que puedan continuar.

X asintió estando de acuerdo, continuando el viaje hacia arriba hasta que por fin ambos llegaron a la entrada de un enorme agujero en la ladera de una montaña, con luces alineadas en el interior sobre las paredes.

– ¿Este es el lugar? – preguntó X, y Zero asintió.

– De aquí es donde viene el suministro principal de energón para Arcadia. – le dijo el reploide más alto a su compañero. – De cualquier locación para ocupar, esta es la única que al menos puedo entender desde la perspectiva de Sigma. Controla las reservas de energía, y puedes obligar a cualquiera a hacer lo que sea.

X no dijo nada, mientras miraba dentro de la mina. Con la oscuridad que parecía envolver el túnel mientras continuaba más adentro, su visión avanzada todavía no le permitía ver del todo lo que se ocultaba dentro de los rincones desconocidos frente a él.

– X, ¿estás listo?

– ¿Huh? – dijo X en voz alta, dándose cuenta que estaba perdido en sus pensamientos. – Oh sí, claro. Lo siento.

– Mantente alerta mientras estemos aquí. – le indicó Zero a X, mientras ponía los brazos en jarras. – Aunque hayamos sido capaces de rastrear a Gold Miner aquí, no sabemos a quién más podríamos enfrentar.

En efecto, pensó X. ¿A quién más tendrían que potencialmente exterminar? ¿Qué otro aliado o amigo se verían forzados a enfrentar a continuación?

Estas preguntas seguían dando vueltas en la mente de X, pero sabía que no podía permitirse quedarse estancado en ellas. Todavía no, al menos. El tiempo para pensar en eso llegaría luego de que todo hubiese terminado. Por ahora, él y Zero tenían una misión que cumplir.

Sin que ningún reploide lo supiera, una pequeña cámara vio cómo los dos entraban a la mina, grabando cada uno de sus movimientos, y los presentaba a un observador oculto que miró a ambos intrusos con intriga.

– Así que han venido. No. – murmuró para sí mismo, luego corrigiéndose, con sus ojos enfocados en el más bajo y tranquilo de los dos. – Él ha venido.

– Diez mil… veinte mil… treinta mil… – Sus dedos se deslizaban por el papel moneda que tenía en su posesión, con su calculadora interna registrando todo lo que llevaba sumado hasta ahora. – Cuarenta mil… ¿cincuenta mil? – Se detuvo de repente, confundido cuando el número de billetes delgados de pronto se detuvo. Gruñó y siseó de rabia. – ¿Eso es todo? Diablos. Seguro, Sigma podría trabajar con esto de momento. ¿Pero dónde me dejará eso a mí?

El elusivo convicto, Gold Miner, estaba sentado sobre una enorme piedra, contando una enorme cantidad de billetes de Zennys que adquirió de un golpe previo, añadiendo la cantidad a lo que había hecho tras venderle a Sigma la información sobre cómo apoderarse de la mina. Por supuesto, le llevó algo de trabajo sigiloso de su parte, y de mantener la boca cerrada para evitar que nadie supiera el plan de Sigma, pero una vez que los misiles impactaron, sería libre de irse y hacer lo que quisiera. Y lo primero que hizo fue volver a la mina, no sólo para recolectar su pago, sino por su propio beneficio.

Hasta ahora, las cosas iban grandiosas, pero el antiguo trabajador estaba insatisfecho. Esto no era ni de cerca lo que había anticipado que haría. De alguna manera tendría que convencer a Sigma para que le pagara más por sus servicios, ¿pero cómo?

– ¡Gold Miner! ¡Gold Miner! – gritaron un par de voces, atrayendo la atención del Maverick que se dio dicho nombre a sí mismo.

– ¿Qué está sucediendo? – cuestionó. – Estaba en medio de algo importante.

Dos Dig Labours se aproximaban a su segundo al mando, sólo por debajo del que vigilaba la mina. Sus expresiones estaban ocultas detrás de sus máscaras, pero sus tonos denotaban claro pánico.

– ¡Malas noticias! ¡Unos tipos de los Maverick Hunters están aquí!

Gold Miner apretó su puño. Cierto, no era tan idiota como para creer que los Maverick Hunters no vendrían en absoluto, pero era demasiado pronto para su gusto.

– ¿Cuándo llegaron? – les preguntó a sus subordinados.

– Hace apenas unos minutos. – respondió el segundo Dig Labour. – Hemos recibido órdenes del Comandante de que debemos capturar y aprehender a los intrusos por cualquier medio necesario. Y nos dieron instrucciones de reportarte esto a ti.

– ¿Aprehenderlos? – cuestionó Gold Miner. – ¿Y por qué Sigma no quiere que los destruyamos?

– Esas son sus órdenes. – replicaron los secuaces del reploide. – Y también dijo que debemos asegurarnos que la fuerza de trabajo continúe con las excavaciones.

– Oh, eso no será un problema. Más les vale que sigan trabajando por sus vidas, o sino serán exterminados con el resto de los que causaron problemas. – dijo Gold Miner, y luego señaló hacia el túnel que estaba ocupando. – ¡Ahora, vayan y mantengan un ojo sobre ellos! ¡No pierdan de vista hacia dónde van!

– ¡Sí señor! – dijo el dúo antes de marcharse. Gold Miner volvió entonces a contar sus zennys.

– Así que, el sujeto que puede utilizar esas cápsulas ya está aquí, ¿eh? – murmuró para sí mismo. – Bueno, quizás él también me podría servir.

Luego empezó a juguetear con los billetes, luego de haber reunido un gran fajo de ellos. Pero no era suficiente, necesitaba más.

– No sé de qué estarás hecho. Pero si Sigma te quiere con tantas ganas, entonces lo que sea que hay dentro de esas cápsulas debe valer algo. – dijo el Maverick, refiriéndose a X. Aunque no poseía labios, si los tuviera ahora mismo se estarían curvando en una sonrisa malvada, mientras miraba los zennys en sus manos. – Lo que significa que las partes de tu cuerpo también deben ser valiosas. Quizás unos cientos de miles o más.

Esta historia continuará

Chapter 44: Las minas de energón

Chapter Text

En el segundo en que entraron a su destino, ambos Hunters registraron la señal que intentaba comunicarse con ellos.

X, Zero, habla Trinity, ¿pueden oírme? – preguntó la voz de la navegadora pelirrosa a través de sus unidades de audio.

– Fuerte y claro. – respondió Zero.

– Te escuchamos. – agregó X.

El Hunter rubio inspeccionó el área, observando sus alrededores. Los muros de piedra irregular en el vasto túnel que llevaba hacia las profundidades de la mina era mayormente de un color marrón arenoso apagado, pero había brillos ligeros de ciertos materiales dentro de la roca. Zero se aproximó hacia una de las paredes y comenzó a despejar un poco de la tierra. En efecto, había un mineral brillante dentro de las paredes de esta mina.

– ¿Qué es eso? – preguntó X, siguiendo a su amigo y recién nombrado comandante. Fue entonces que notó el brillo en medio de la cobertura de tierra marrón. – Eso es… ¿plata?

– Eso creo. – dijo Zero, antes de dirigirse a la reploide estacionada en Abel City. – Trinity, ¿qué información puedes darnos sobre este lugar?

Un momento. – Tras algunos instantes de silencio, la navegadora finalmente respondió una vez que encontró lo que buscaba. – Actualmente, ustedes se encuentran en las minas de energón de la isla, específicamente las minas de Zalts.

– Sí, estoy al tanto de eso. – respondió Zero. – Tiene sentido que aquí haya energón, ¿pero cómo es que también hay plata en las paredes?

– No es sólo eso. Mira. – dijo X de repente, atrayendo la atención del otro Hunter. El reploide azul guio a su amigo hacia otro rincón para encontrarse con un fragmento de amarillo brillante incrustado en la superficie de piedra, en el lado opuesto del enorme túnel. X apenas podía creer lo que acababan de encontrar. – Trinity, ¡en este lugar hay oro! ¡Oro de verdad!

¿Oro? – Aunque estaba igual de conmocionada que X, la otra reploide no se expresaba de manera tan emocional. – Hm… déjame ver.

El período de silencio subsiguiente fue ligeramente más largo que el anterior, pero la información que Trinity tenía que retransmitir tenía que llegar a su destino, aunque fuese sólo para preparar mejor a los dos para lo que podría esperar adelante.

Según los registros que detallan la formación de la isla, esta tierra se formó gracias al suelo que inicialmente se encontraba bajo el agua.

– ¿Bajo el agua? – preguntó X. – ¿Es decir que todo esto alguna vez estuvo en el océano?

Muy probablemente. – respondió Trinity. – El proceso de construir islas artificiales ha estado en marcha desde el siglo pasado, pero luego de que los niveles marítimos comenzaron aumentar, se volvió muy claro que había que tomar acciones decisivas, o de lo contrario las naciones podrían empezar a quedar cubiertas por el agua. Tras muchas inundaciones considerables, específicamente en naciones isleñas como Japón, los gobiernos mundiales decidieron trabajar para construir y acumular recursos para incrementar la cantidad de tierra no sumergida, para combatir el creciente problema de inundaciones en masa potenciales.

Zero pareció no verse afectado por las noticias, pero notó que su compañero estaba visiblemente perturbado por ellas. Seguramente estaba pensando en las terribles consecuencias que surgirían de un desastre inminente y prácticamente imparable como ese.

– De acuerdo, entonces todos comenzaron a hacer islas propias. – dijo Zero. – ¿Es posible que parte de esa tierra contenga metales o materiales preciosos?

No es un fenómeno muy común, aunque no significa que no pueda suceder. – reportó Trinity. – Ya hay antecedentes de hallazgos similares a diferentes niveles del mar, así que decir que parte de la tierra adquirida podría contener algo valioso es una posibilidad remota, pero existente. Aunque de ser ese el caso, eso presenta otros problemas.

– ¿Como qué? – cuestionó X.

Si hay minerales como el oro aquí, este lugar sería un punto atrayente para excavaciones. Y dado que el oro sigue considerándose de alto valor, incluso en esta era, es muy probable que Sigma podría desear utilizar esta área para ganar beneficios que podría usar como fondos de guerra.

– Lo cual explicaría por qué querría tomar control de este lugar. – pensó Zero en voz alta. – Trinity, ¿alguna novedad de si esta mina es o no territorio Maverick?

Desafortunadamente, aparte del cuartel general, el resto de la ciudad y la isla ya son territorio Maverick. Pero si ese criminal al que estaban siguiendo vino aquí, es probable que, o planee convertirlo en un escondite, o que sabe que tiene protección.

– Bueno, eso no le hará ningún bien. – dijo el Hunter rojo. – De acuerdo, te mantendremos informada de nuestra situación.

Entendido. – replicó Trinity. – Aunque estén atentos, si se separan, sólo podré mantener contacto con uno de ustedes. Otra navegadora tendrá que ser asignada si esto ocurre.

– Relájate, Trinity. Me aseguraré de que X no se meta en problemas. – Zero le echó una mirada a su compañero, y una ligera sonrisa cruzó por sus labios al ver que este se avergonzaba.

De acuerdo. Tengan cuidado. Trinity fuera. – El enlace se cortó, dejando a ambos solos en la mina una vez más.

– Puedo evitar meterme en problemas por mi cuenta. – murmuró X.

– Sí, claro que puedes. – replicó Zero. – Sólo que no eres muy bueno en ello.

X quiso replicar algo, pero en última instancia no fue capaz. El reploide rojo tenía razón, por mucho que odiara admitirlo.

– Bueno, ¿supongo que debemos seguir ahora?

– Yo iré primero. – dijo Zero, avanzando adelante, mientras X lo seguía como si se tratara de un hermano mayor. Un rol en el cual X a veces se sentía atrapado.

Allí estaba, de pie enfrente de él. Llamándolo, atrayéndole, arrastrándolo hacia ese lugar. Sólo para recordarle a través de la imagen de un hombre muy anciano manifestándose, cada vez que trataba de poner una mano sobre el objeto.

No. Tú no eres el elegido.

Eso era lo que cada una de las cápsulas decía, antes que el anciano desapareciera de la vista. Aunque se tratara de una respuesta programada, Vile encontraba el mensaje casi como una burla, de cierta manera. Como si el anciano le estuviera diciendo directamente que no tenía permitido recibir lo que la cápsula contenía.

– ¿Todavía no te das por vencido?

El Maverick de armadura violeta se giró, para ver una silueta mucho más grande acechando desde las sombras. Había logrado colarse por sorpresa detrás de él pese a su corpulencia.

– ¿Por qué es tan difícil descifrar estas cosas? – cuestionó Vile, mirando la cápsula de nuevo. – Sería mucho más sencillo si sólo pudiéramos romper este maldito sistema de seguridad.

– Aunque así fuera, eso no es para ti. – le dijo el reploide más grande en las sombras al ex-Hunter más pequeño. – Me lo entregaron a mí para resguardarlo, así que yo decidiré lo que haremos con él.

– Suena a que estás preparándote para el fracaso. – dijo Vile. – SI no lo supiera mejor, diría que realmente QUIERES que X y Zero te encuentren.

– Cuento con ello. – dijo el otro. – La confrontación ya es inevitable en este punto, pero necesito más tiempo para prepararme. Entonces, podremos enfrentarnos en un duelo apropiado. – Se giró para marcharse. – Ve y supervisa con Goldminer la sección B-13 con el resto de los trabajadores. Asegúrate de que sigan siendo productivos, pero no los hagas trabajar en exceso ni abuses de ellos.

Vile cruzó sus brazos. – ¿Desde cuándo te importa el confort de nuestros rehenes?

– Ellos son víctimas de las circunstancias, pero ya no se puede evitar. Por ahora, servirán un propósito más allá de extraer los minerales. – replicó la figura, antes de empezar a marcharse. – Ahora vete. Es una orden.

Con eso, se marchó, dejando a Vile a solas con la cápsula. El Maverick púrpura siseó de rabia.

– Maldito idiota. ¿De qué sirve hacer esto? Dárselo a él como si fuese un premio de constelación. – Alargó la mano, recorriendo con los dedos el borde de la sección superior. – Como yo lo veo, si Light quería que sus creaciones sirvieran a otros, eso debería incluir a los que encuentran sus proyectos.

No le hacía ningún bien quejarse, y no era como si la cápsula pudiera responder, pero Vile necesitaba expresar su frustración de otra manera.

– Tal vez todavía no hayamos descubierto cómo, pero lograremos descifrar alguna de ellas, y tomaremos lo que queremos por la fuerza.

Aunque no quisiera hacerlo, tenía órdenes que seguir, así que el reploide púrpura se dirigió hacia la sección designada de la mina. Una vez que abandonó la cámara, cuyo único propósito era almacenar las cápsulas que habían recuperado, la imagen de un hombre anciano y con barba se manifestó en la oscuridad, siendo la única fuente de luz en una completa oscuridad.

Ven… – dijo la proyección. – Te necesitan. Hay almas en este lugar que cuentan contigo…

Los Hunters azul y rojo continuaban su camino por los túneles, sin estar totalmente seguros de a dónde ir, así que buscaron direcciones de parte de sus camaradas en Abel City.

– Trinity, ¿hubo suerte en sacar algo?

Logré encontrar los esquemas del interior de la mina, si es a lo que te refieres. – respondió la navegadora. – Por lo que puedo ver, esta mina está dividida en varios sectores, pero en su mayor parte, todo está distribuido en dos áreas que se conectan en algún lugar cerca de la entrada.

– ¿Sólo en la entrada? – cuestionó X. – Ya hemos recorrido varios kilómetros, y todavía no hay señales de ninguna bifurcación.

Usualmente, los carros mineros y otros medios de transporte se ocuparían de llevar a quienes trabajan aquí hacia los sitios de excavación designados, pero por lo que ustedes han reportado, no parecen estar funcionando ahora. Me temo que tendrán que ir a pie todo el camino hasta allá.

– No hay problema. Te lo haremos saber cuándo lleguemos a la bifurcación, y podremos continuar desde allí. Zero fuera. – El enlace se cortó, dejand su compañero rojo a solas de nuevo. – Bien, ¿nos vamos?

– Oh, sí. Claro. – dijo X, y los dos continuaron con su viaje. Por supuesto, mientras continuaban avanzando, Zero pudo detectar un cambio en el humor de su compañero.

– ¿En qué estás pensando? – preguntó. – Y no te molestes en decir que no es nada.

X maldijo mentalmente, ¿de verdad era tan fácil de leer? A pesar de todo, quedó muy claro que no iba a salir de esto sin darle a Zero lo que quería.

– Supongo que, considerando a dónde hemos tenido que ir, y lo que hemos tenido que hacer… – Hizo una pausa. – … Es sólo que… me hace preguntarme si se podría haber hecho algo.

– ¿A qué te refieres? – preguntó Zero.

– Bueno, quiero decir, es inútil pensar en ello ahora, pero… tal vez, si yo hubiera estado más atento, podría haber descubierto, o ayudado a descubrir lo que estaba planeando Sigma. – resumió.

– En otras palabras, te preguntas si hubieras podido detenerlo. – dijo Zero, y X asintió en respuesta. – Tienes razón, es inútil lamentarse por ello ahora. Pero… entiendo tu posición.

X ladeó su cabeza. – ¿Qué quieres decir?

Zero suspiró y se mordió el labio. – La verdad es que… tenía la extraña sensación de que Sigma y Fujiwara tramaban algo.

Los ojos verdes del Hunter azul se ensancharon. – ¿De verdad? ¿Desde cuándo?

– Cuando los mecaniloides comenzaron a ponerse violentos. – replicó el reploide rubio. – Parecía ser un flujo constante y repentino de caos en masa, pero también parecía ser una distracción para ocultar algo más que estaba sucediendo. La fuga de Vile fue el primer punto de inflexión que me hizo sospechar que algo más estaba sucediendo detrás de las escenas, y deduje que el culpable tenía que ser alguien dentro de los Hunters. – Hizo una pausa, y suspiró. – Por supuesto, Sigma era un candidato, pero… yo no dije nada.

– ¿Por qué? – preguntó X, aunque luego se sintió muy tonto por hacerlo, al darse cuenta de a lo que Zero se refería.

– ¿Qué valor tendría mi palabra? – cuestionó Zero. – ¿Recuerdas que yo inicialmente fui traído aquí como un Maverick y estuve encerrado en una celda? Y también, me permito recordarte que nuestro primer encuentro no fue exactamente amistoso.

– ¡Eso fue hace más de diez años! – argumentó X. – Y el propio Sigma lo dijo, que tus habilidades beneficiarían a la causa de los Hunters. Probablemente no planeaba exterminarte.

A pesar de estas palabras, no sirvieron de mucho para que ninguno de los Hunters viera a su antiguo comandante en una luz más positivas.

– Exacto. – replicó Zero. Luego miró a X, que estaba sin duda alguna a punto de no estar de acuerdo con lo que dijo. – Niégalo todo lo que quieras, pero la única razón por la que no estoy encerrado en una jaula es porque soy demasiado útil para cualquiera que desee utilizarme. Fui un Maverick al que forzaron a convertirse en un exterminador de ellos.

X pensó en algo más. – ¿Todavía no recuerdas nada de antes de despertar en Abel City?

– No. – confesó Zero, negando con la cabeza. – Si no fuera por el daño que sufrió mi cristal, jamás habría sabido que me estaba enfrentando en un duelo a muerte contigo. Lo primero que hicieron fue volver a sellarlo, pero no antes de hacer algunos escaneos. Pero independiente de eso, el punto es que, me guste o no, no tengo un historial muy limpio. Así que ¿qué valor tendría mi palabra?

– Zero…

– Por todo lo que cualquiera sabe, yo podría haber sido el responsable, y estaría usando a Sigma como chivo expiatorio debido a su posición y evidencia circunstancial.

– Nadie creería que tú caerías tan bajo. – argumentó X.

– Bueno, ¿tú me habrías creído?

X se quedó congelado. Cuando habló de nuevo, empezó a tartamudear. – Yo… quiero decir… no creo que seas un mentiroso, pero…

– No me creerías. – terminó de decir Zero por él. – No es algo por lo que pudiera guardarle rencores a nadie. Así son las cosas. Aunque tuviese pruebas firmes o no, no habría diferencia. Y si Sigma defendiera su inocencia, sus palabras tendrían más peso sobre todos que las mías.

X se quedó en silencio. Aunque tenía mucho que deseaba decir y demostrarle a Zero que se equivocaba, tuvo la sensación de que sus palabras no harían mucho bien de todos modos.

– Pero lo hecho, hecho está. – dijo el comandante de largos cabellos. – Por ahora, debemos enfocarnos en recuperar la isla y encontrar la fortaleza de Sigma.

– ¿Tienes alguna pista? – cuestionó X.

– Ninguna todavía. – confesó Zero con un deje de vergüenza. – Pero hubo reportes de un trozo de tierra que se desprendió de la isla, y que desapareció poco después de que inició el ataque de los misiles. Ocurrió en algún momento durante la noche, pero debido al levantamiento de Sigma, se vio opacado por el golpe a gran escala.

– ¿Crees que podrían estar conectados de alguna manera? – preguntó X.

– Es una posibilidad. – respondió Zero. – Pero todavía no tenemos nada. Como sea, lo mejor que podemos hacer es tratar de deshacer el daño que Sigma ha hecho aquí, junto con todos los demás lugares donde tenga alguna clase de control.

– Claro. – asintió X.

Los dos continuaron avanzando, aunque las palabras del Hunter rojo seguían pesando severamente en la mente de su compañero. Deshacer el daño que Sigma había hecho. Era un ideal que deseaba que pudieran cumplir, y en efecto, X se aferraba a la creencia de que era posible. Pero aun así, aunque hubiese una esperanza tan pequeña a la cual aferrarse, no tenía idea de cómo hacer que sucediera.

Mucho menos, si estaba siendo tonto al pensar que había alguna esperanza de que las cosas volvieran a ser como antes.

Los ecos de taladros y picas golpeando contra la endurecida tierra resonaban por toda la caverna, llevando hacia una enorme y expansiva área que se extendía por varias yardas, a pesar de lo estrecho de otras porciones de la mina. Aquellos que utilizaban y mantenían las herramientas eran tanto humanos como reploides, todos en la misma posición y atrapados aquí abajo.

Todos habían sido empleados de las minas de Zalts, extrayendo mayormente el energón, ya que ese era el propósito inicial de haber construido la mina, pues los cristales podían cosecharse artificialmente en ciertos entornos. Pero cuando descubrieron que minerales valiosos, tales como metales preciosos e incluso algunas gemas raras se encontraban en las paredes y el suelo, las ya espaciosas montañas se agrandaron aún más, separando secciones de los cristales que se cosechaban de lo que se podría desenterrar de la piedra que los rodeaba. Al llegar el cuarto día del séptimo mes, la isla fue tomada por las fuerzas de Sigma, y aquellos que alguna vez vinieron por beneficio y trabajo ahora sólo servían el rol de prisioneros.

– ¡Muy bien, muévanse! – gritaba un Maverick de color dorado, dándoles órdenes a la fuerza de trabajo para que continuaran su productividad. – ¡Sólo hemos cubierto un veinticinco por ciento de esta sección, y todavía nos queda setenta y cinco por ciento por delante! ¡Así que sigan excavando!

Estuvo a punto de ladrar más órdenes cuando de repente se dio cuenta que no estaba solo. Al darse la vuelta, se encontró cara a cara con un ex-Hunter de armadura violeta.

– ¿Hm? Oh, eres tú. – dijo el otro reploide con desdén. – ¿Qué estás haciendo aquí?

– El sujeto a cargo me dijo que viniera aquí abajo y me asegurara de que todo va marchando sobre ruedas. – dijo Vile, cuyos ojos rojos observaban al conjunto de rehenes, tanto humanos como reploides. – ¿No están causando problemas al menos?

– Por el momento no. – respondió Goldminer. – Pero trabajan demasiado lento.

– ¿Quiénes? – preguntó Vile. – ¿Los humanos, o los reploides?

– Ambos. – dijo Goldminder. – Cierto, cuando nos encargamos de los primeros que protestaron, parecía que les llegó el mensaje, y que si querrían seguir con vida, harían lo que les decimos. – Retiró un fajo de moneda y comenzó a mover sus dedos por los billetes. El sonido que hacían al apilarlos de vuelta lentamente dejándolos caer en su lugar era casi tranquilizador. – Pero los humanos no pueden trabajar tanto como nosotros.

– Bueno, por supuesto. – dijo Vile. – Le dije a Sigma que mantenerlos vivos era una pérdida de tiempo.

– Yo también lo creo. – Goldminer estaba de acuerdo. – Pero él es quien da las órdenes, nos guste o no.

– Y hay varias de sus reglas respecto a manejar las cosas que todavía NO me gustan mucho… – gruñó el ex-Hunter púrpura.

– Aun así, Sigma tuvo una idea correcta al apoderarse de este lugar. – dijo Goldminer. – Todos saben que, si tienes acceso, el dinero equivale a poder.

– ¿Cómo así? – cuestionó Vile.

– Bueno, piénsalo así. – explicó Goldminer. – Aunque Sigma tenga éxito en deshacerse de los Hunters, ¿qué podrá hacer si no tiene los medios para expandir su dominio? Necesita influencia para eso. ¿Y qué mejor manera que tener un dominio sobre las dos cosas que tanto humanos como reploides desean más que nada?

– ¿Y para qué querrían los humanos el energón?

– ¡No el energón, idiota! ¡El oro!

Vile, aunque no estaba intimidado, se sorprendió por la repentina declaración del otro reploide. – ¿Qué dices?

– Oro, plata, platino. – Goldminer comenzó a listar los metales preciosos. – Rubíes, esmeraldas, diamantes, todas estas cosas han sido encontradas en esta mina. Y esta tierra una vez estuvo en el fondo del mar.

– Bueno, tuvo que venir de alguna parte. – admitió Vile. – Pero ¿cuál es tu punto?

– El punto es, Sigma sabe que el poder no sólo reside en la fuerza bruta, o lo bien que te vaya en lo que sea que los Maverick Hunters decidan que es valioso. – explicó Goldminer, mirando de nuevo los billetes en su mano. Si tuviera la capacidad de hacerlo, ahora el reploide estaría sonriendo. – Él sabe que el poder también reside en lo que puedes ganar, lo que puedes obtener para ti. Muchos de nosotros no lo entienden, porque lo consideramos una preocupación humana, pero cualquier cosa, desde el dinero hasta lo que excavamos aquí, es valioso a los ojos de quienes conocen su valor. Y eso por sí solo es otra forma de poder. Una que puede mover a cualquiera, sea hombre o máquina.

Vile se quedó en silencio, absorbiendo las palabras de su camarada, pero aun pensaba que Goldminer estaba poniendo demasiado énfasis en las formas equivocadas de poder. Después de todo, el dinero se podía quemar o romper en pedazos. La verdadera fuerza venía en la destrucción de tus enemigos, la libertad de mostrar tu verdadero ser. Tu poder, tu deseo, lo que realmente eras.

Un instrumento de destrucción.

– ¡AYUDA!

Ambos Mavericks fueron sacados de sus pensamientos al oír un grito desesperado de una voz femenina. Al girarse, vieron a una reploide de cabello violeta con uniforme de trabajo corriendo frenéticamente hacia ellos.

– ¡¿Qué demo…?! – dijo Goldminer, en shock. Era una de las quejicas más molestas, una reploide de construcción llamada Samantha. – ¿Qué crees que haces? ¡Creí haberte dicho que dejaras de jugar y volvieras a la excavación!

– ¡Alguien ha colapsado! – respondió una reploide. – ¡No está respondiendo! ¡Hemos intentado todo lo posible para reanimarlo!

– ¿Qué? ¿Otro más? – El otrora ladrón en fuga hizo una pausa, y luego maldijo entre dientes. – Maldita sea. Es un humano, ¿verdad? De acuerdo, ¿dónde está?

– ¡Mira allí! – gritó X.

Zero vio lo que su compañero había captado por visión periférica. Los dos Hunters habían encontrado lo que parecían dispositivos de transporte con ruedas fijas en un par de vías separadas.

– Deben haber sido utilizadas para transportar cosas por la mina. – especuló Zero. Se aproximó a uno de los dispositivos y deslizó sus dedos por la plataforma lisa, sintiendo que literalmente una fuerza tiraba de él. – Hay magnetos bajo la cubierta de metal. Tal vez así sea como evitan que la carga se caiga.

– Aun así, no hace ver el sitio menos abandonado. – reflexionó X en voz alta. De repente, escuchó un objeto sólido aterrizando encima de algo, y al darse la vuelta, se sorprendió de ver a Zero montándose en uno de los transportes. – Hey, ¿qué estás haciendo?

– Creo que ya hemos caminado lo suficiente. Así que deberíamos usar estos. – respondió Zero. Luego dirigió su atención hacia X, y señaló el transporte que estaba en el lado opuesto al suyo. – ¿Y bien?

Entendiendo lo que su amigo quería que hiciera, X abordó el transporte, y los magnetos dejaron su cuerpo bien centrado sobre la plataforma, manteniéndolo en su lugar. – ¿Estás seguro de esto?

– Estos llevan a las profundidades de la mina. – replicó Zero, mirando hacia adelante en el túnel que se extendía frente a ellos. – E incluso si nada sucede, todavía estamos cortos de tiempo.

– Claro. – X asintió. – Cuando usted lo ordene, Comandante.

Zero sonrió. – Eso me hace sonar viejo.

– No tan viejo como Roll. – bromeó X. – No le digas que dije eso.

– Mis labios están sellados.

Los dos transportes comenzaron a moverse lentamente, pero con el tiempo, comenzaron a acelerar. Pronto iban moviéndose por las vías, llevando a los dos Hunters hacia las profundidades de la mina.

Más cerca de cualquier peligro potencial que aguardara frente a ellos.

El viaje hacia la fuente de la conmoción fue muy corto, pero la situación resultó ser cualquier cosa menos ligera. Uno de los humanos mayores que tenían cautivos había colapsado, y ahora estaba bajo el cuidado de unos cuantos otros humanos y reploides, todos con el mismo uniforme que Samantha. Al llegar a la escena, Goldminer y Vile examinaron lo que estaba sucediendo, separando a la pequeña multitud para echarle un mejor vistazo al humano caído.

– ¿Cuánto tiempo ha estado así? – preguntó Goldminer a Samantha.

– Unos cuantos minutos. – respondió la reploide de pelo morado. – Alguien ya fue a buscar un kit de emergencia, pero no sé si le hará algún bien. Ya ha pasado un buen rato y no hemos detectado pulso…

– ¡Ya lo tengo! – gritó una voz. Un humano, un hombre de edad mediana, venía corriendo hacia la aglomeración con una caja blanca en las manos. Al llegar con el humano colapsado, abrió el pequeño kit y sacó un desfibrilador, colocándole los electrodos en el pecho al anciano. – ¡Muy bien, todos retrocedan!

El trabajador encendió el dispositivo, y el anciano sufrió un ligero espasmo, pero no hubo reacción. Segunda vez, tampoco hubo respuesta.

– Estás perdiendo tu tiempo. – dijo Goldminer, empujando a Samantha fuera del camino y acercándose a la multitud. – ¡Ya déjenlo! Ahora no es más que una reacción innecesaria.

– ¡¿Qué?! – El trabajador que intentaba resucitar al anciano se puso de pie, furioso. – ¡Eso es inhumano! ¡No puedes hacer eso!

– No somos humanos, así que podemos. – respondió Goldminer. – Y más les vale que obedezcan, si saben lo que es bueno para ustedes.

– ¡¿Qué derecho tienes de mantenernos aquí?! – gritó el humano, mientras otro tomaba su lugar tratando de darle choques al corazón del viejo. – ¡Nosotros los creamos a ustedes! ¡¿Dónde está tu sentido de la lealtad, maldito ingrato de…?!

– ¡CUIDADO!

Mientras el humano continuaba hablando, el cañón sobre el hombro de Vile se posicionó para apuntar en su dirección, dirigiendo el disparo directo hacia sus ojos. Por supuesto, esto no llegó a ocurrir, ya que un reploide saltó para atravesarse y recibió el disparo, junto con varios otros más cuando cayó al suelo. Vile procedió a llenar el cuerpo del reploide exterminado con balas de energía hasta que su arma se quedó echando humo al vaciar su carga, junto con todos los agujeros de salida en su víctima.

– Tú… – Samantha tenía la voz quebrada del horror. – Lo… mataste. ¡Lo mataste! ¡¿Por qué?!

– Porque uno de ustedes fue lo bastante estúpido para recibir un disparo en lugar de estas inútiles bolas de carne. – respondió Vile. – Además, si todavía te adhieres a esas estúpidas leyes, ¿no es mejor que muera uno de ustedes en su lugar?

Samatha no respondió, pero en ese momento, se oyó un jadeo débil. El anciano había sido exitosamente resucitado, pero aún no estaba en buenas condiciones. La reploide intentó suplicar con sus dos captores. – Tenemos que llevarlo a un área de descanso. O podría…

Vile no podía entenderlo. ¿Acaso esta idiota no acababa de ver lo que le sucedió a uno de los suyos? ¿Por qué deberían importarle los humanos? En su lugar, sin embargo, Goldminer decidió responder a sus súplicas.

– ¿Quieres que lo lleven a descansar? – preguntó el Maverick, mirando al anciano, ya despierto, pero respirando pesadamente.

– S-sí. – respondió Samantha, insegura de qué decir.

– Entonces ven. – le ordenó Goldminer. – Tengo un trabajo para ti.

Antes que ella pudiera protestar, el Maverick la agarró del brazo y la arrastró, dejando a VIle a solas con los todavía sacudidos trabajadores humanos y reploides.

– No se pongan cómodos ahora. Sólo porque haya una sola víctima humana en el registro de Sigma no significa que ninguno de ustedes esté a salvo. – les advirtió. – Después de todo, no habríamos tenido que dispararle a ese viejo fósil para que dejara de respirar. – Dirigió su atención hacia los rehenes mecánicos que lo rodeaban. – Y ustedes, si son inteligentes, se darán cuenta de lo que tienen aquí y tomarán su oportunidad. ¡Serán libres de todas las ataduras que estos seres inferiores pusieron en ustedes! ¡Tenemos esa libertad ahora, tenemos ese derecho! Y más importante aún, tenemos el poder para hacerlo. Tenemos el poder para hacer cualquier cosa.

Los reploides se quedaron en silencio, algunos parecían perturbados o asustados por lo que Vile había dicho. Sin embargo, otros parecían estar pensando en ello, como si le dieran algo de consideración a sus declaraciones. A pesar de todo, nadie dijo una palabra, ni estando de acuerdo ni en protesta. Vile por su parte, se dio la vuelta para irse.

– Ahora, ¡muevan sus traseros y sigan trabajando! – les ordenó. – Cuando esta mina ya esté vaciada de todo lo valioso, les daremos la oportunidad de elegir si serán o no parte de este nuevo mundo.

Con eso, se fue, dejando a los trabajadores, tanto hombres como máquinas, en la misma posición exacta que estaban antes: atrapados, aislados del mundo exterior, y en algunos casos, a punto de perder sus últimas energías de vida.

– ¿Qué creen que nos harán? – preguntó una trabajadora mujer.

– Mientras hagamos nuestros trabajos, no nos lastimarán. – respondió un hombre. – Por ahora, creo que eso es motivación más que suficiente.

– ¿Pero qué pasará cuando todo termine? – intercedió un reploide. – ¿Entonces qué? ¿Qué pasará con ustedes?

En efecto, ¿qué sucedería con los humanos?

– Ellos… no pueden deshacerse de nosotros. – dijo un hombre. – Nosotros los creamos. ¡Diablos, ellos nos deben toda su existencia a nosotros!

– Pero ya han demostrado que sí pueden. – replicó otro. – ¿Recuerdas lo que pasó con Fujiwara?

– ¡Pero no han hecho nada así desde entonces! – añadió alguien más.

– ¡Eso no quiere decir que no lo harán de nuevo! Si un perro prueba la sangre, no importa cuánto lo entrenes para que te obedezca. Siempre recordará esa sensación cuando mató, cuando despedazó algo que descubrió que era más pequeño y débil que él. – El hombre se quedó en silencio por un momento. – Los animales… especialmente los perros, aunque sean mansos, a veces les gusta matar. Matar cosas que son más pequeñas, fáciles de atrapar y morder. – Sus ojos miraron alrededor, dándose cuenta que estaban rodeados de reploides. – Pero… eso no sólo se aplica a ellos. Creo que se aplica a todo.

– ¿A todo? – preguntó una mujer.

– Sí, a todo. – respondió el hombre. – Cualquier cosa que se dé cuenta que es más grande y más fuerte que su vecino puede utilizar esa fuerza. – Miró a los empleados robóticos que los rodeaban, junto a los otros humanos. Se codeaban con ellos, pero seguían muy separados. – Si creen o no que pueden hacerlo o no es irrelevante. El hecho de que puedan hacerlo es suficiente.

– ¿Suficiente para qué?

El hombre bajó su cabeza y se cubrió con su casco de seguridad. – Suficiente para que algunas personas decidan que ninguna forma de vida mecánica es segura, ni tampoco que sean dignas de confianza.

Esta historia continuará

Chapter 45: Separación

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Ya estaban aquí, ahora era tiempo de actuar.

Por lo que él sabía, los dos Hunters estaban juntos, y dudaba que tuvieran intención de separarse pronto. Así que él tendría que aplicar la fuerza. Desde la oscuridad, la sorprendentemente ágil forma de uno de los capitanes de Sigma comenzó a hacer su movimiento, enrollándose en sí mismo y empezando a rodar, acumulando trayectoria y velocidad hasta ganar algo de velocidad. A este ritmo, sería imparable, y sin duda encontraría a X y Zero en muy poco tiempo.

Y entonces, su duelo finalmente comenzaría.

Todo iba saliendo de acuerdo al plan. Bueno, su plan, ya que, si Sigma se enteraba de lo que estaba haciendo, habría muy serias consecuencias. Pero él no podía echarse atrás con este desafío, ya que hacerlo destruiría todo lo que era. Todo aquello por lo que peleaba. Maverick o no, había un rasgo que ningún título o facción podría superar. Sabía que eso acabaría en su muerte, pero ya había aceptado ese destino hacía mucho tiempo.

Aunque tuviera que cometer algunos actos imperdonables para llegar a donde estaba ahora.

Storm Eagle le vino a la mente, junto con el resto de su unidad. Uno de los pocos que habían rechazado a Sigma abiertamente cuando se le aproximaron, y más todavía cuando ocurrió el ataque a Abel City. Él y toda su unidad salieron para oponerse a Sigma, uniéndose con los Hunters que quedaban. Luego, él declaró que se enfrentaría a Sigma personalmente, y que el resto de sus hombres y mujeres voladores buscaran el trozo de tierra oculto que se había separado de la isla, la tierra sobre la cual Sigma seguramente estaría residiendo ahora, observando desde lejos.

Eagle tuvo un éxito tremendo, pero fue tontamente superado.

Era lamentable lo que le sucedió a su escuadrón, ya que él podía identificarse mucho con sus convicciones, especialmente con las del líder. Pero él no era quién estaba al mando. Sigma lo era, y él tenía que obedecer sus órdenes, sin importar qué.

Al menos, hasta ahora.

Si bien se estaba rebelando, no estaba yendo en contra de Sigma en el sentido de desear usurpar o tomar el control de sus fuerzas, pero deseaba ver si aquel con quien estaba tan fascinado era el “elegido” de quien hablaba el Dr. Light. Aquel que, aunque nunca proveía resultados satisfactorios, tenía intrigados y perplejos a Fujiwara y al resto de sus científicos. Él no entendía totalmente al principio, hasta que Sigma le había informado de toda la investigación que había sido adquirida, información de Fujiwara que les había sido traducida directamente, en relación a varias notas y documentos.

Y aunque muchas de ellas eran lecturas generales detallando la creciente complejidad de los sistemas de un reploide, al igual que algunas teorías sobre mecaniloides e inteligencia artificial más avanzada, había un área de estudio que le cautivaba, y que no podía borrar de su mente. Fujiwara lo describía como “los murmullos del pasado” y “nociones anticuadas”, pero Sigma a pesar de todo se llevó dicha investigación, ya que detallaba lo que el humano experto en robótica no fue capaz de ver, no realmente. Vio el potencial del crecimiento para los humanos y su propia carrera, pero nunca en lo que habían hecho. A diferencia del que precedió a Fujiwara por casi un siglo, antes de todos ellos. Y dicho científico creó una leyenda, aunque nunca hubiese sido su intención hacerlo.

La leyenda del Bombardero Azul.

Ahora que habían comenzado a aumentar la velocidad, X se preguntaba si haberse subido aquí sería o no una buena idea. Los magnetos que descansaban bajo la superficie de la plataforma mantenían al reploide en su lugar, pero no le hacían sentirse más seguro. La velocidad a la que iba viajando ya podía sentirse por el frío soplo del aire que rozaba contra sus mejillas y su cuerpo metálico, mientras la vía continuaba llevándolo más hacia las profundidades oscuras y desconocidas de la mina.

– Pareces algo nervioso. – X fue traído de vuelta a la realidad, viendo a Zero desplazándose junto a él. – Ya antes has experimentado estas velocidades con una Ride Chaser, ¿qué hay de diferente con esto?

– Un vehículo es mucho más estable. – respondió X. – Además, ¿quién nos dice que estos magnetos son totalmente funcionales? Podrían haber perdido su toque si no los han reemplazado desde que se construyó esta mina.

– Ya veo. – Zero volteó la mirada hacia el túnel oscuro frente a ellos, y luego otra vez a X. Y entonces, una idea le vino a la cabeza. Parecía un poco cruel, pero valía la pena intentarlo. – Bien, en ese caso, ¿qué tal si los ponemos a prueba?

– ¿Qué cosa? – preguntó X, pero antes de que pudiera procesar del todo lo que Zero había dicho, el Hunter rojo incrementó la velocidad de su transporte y se fue zumbando delante de su compañero, desapareciendo en la oscuridad. – ¡H-Hey! ¡Espera!

X siguió gritando, tratando de acelerar también para poder alcanzarlo. ¿En qué diablos estaba pensando Zero?

– ¿Cómo está? – preguntó Samantha, mientras una médica humana revisaba al hombre anciano bajo su cuidado.

– Todavía está muy débil, pero ya está estable. – le respondió, apartándose el cabello oscuro de su rostro. – Por ahora.

– Muy bien. – La reploide de cabello violeta se dio la vuelta. – Voy a ver si nuestro “anfitrión” va a hacer algo respecto a esto.

– Ya viste que le disparó a ese reploide, ¿qué te hace pensar que no te disparará a ti? – cuestionó la médica humana.

– ... No tengo nada que me haga pensar eso. Pero tengo que intentarlo. – respondió Samantha con honestidad. Y con eso, abandonó la pequeña tienda médica, entrando hacia la aldea de trabajadores de las Minas de Zalts.

Aunque no era parte del plano original del área, la aldea de trabajadores fue establecida después debido al influjo de trabajadores, tanto para motivar el empleo, como para proveer de cierto respiro al duro entorno y las condiciones de trabajo. A pesar de que Abel City se situaba muy cerca de Arcadia, una ciudad-estado en un Japón que había sido muy expandido, las estructuras de la aldea estaban diseñadas similares a las de un caserío de madera, bajo el sol ya que era una de las pocas secciones donde se había abierto un tragaluz para permitir su acceso. Aunque ella no había estado aquí por mucho tiempo, Samantha había sido construida por los Estados Unidos del lado este, y el ambiente le recordaba mucho de las antiguas tierras de Norteamérica cuando la tierra era salvaje y peligrosa. Un nuevo horizonte había sido visto, el país se había expandido, y las oportunidades de minar cosas como oro, o hacer descubrimientos como fósiles se multiplicaron como nunca antes.

Pero con ello vino un severo conflicto y derramamiento de sangre, guerras entre los colonizadores y los pueblos nativos, la guerra México-Americana, y muchas cosas se destruyeron y se perdieron debido al hambre y a la codicia de otros. Aunque eso hubiese quedado muy atrás, Samantha se encontraba sintiéndose como si estuviera en medio de esa tierra sin ley, apenas aferrándose a cualquier semblanza de orden para escapar del caos. Sigma había sumido a toda esta isla en la anarquía.

Finalmente, llegó hasta la choza de descanso y entró allí, viendo una figura solitaria sentada junto a la barra, pues el interior de la estructura se parecía mucho a la imagen típica de una taberna de los viejos días de Estados Unidos.

– ¿Disfrutando de tus tragos? – cuestionó con un cierto grado de veneno en su voz.

Vile se rio, revolviendo ligeramente el vaso, mientras observaba el líquido dorado-marrón moverse en su recipiente al ritmo de sus sacudidas.

– Lo haría, si supiera cómo es su sabor.

– ¿Por qué no buscas una lata de cristales o de energón? – sugirió Samantha. No era que quisiera mostrarle nada a esta hospitalidad, pero se había quedado con pocas opciones ahora. – Ciertamente te va a satisfacer mucho más que el borbón.

Vile se quedó en silencio por un rato después de eso. La reploide de pelo púrpura y armadura verde temía haberlo ofendido, hasta que le habló de nuevo, aunque una voz más melancólica de lo que esperaba.

– Según he escuchado, los humanos son adictos a esto. – dijo mientras examinaba el vaso y su contenido. – Cerveza, vino, tequila, vodka, sake, whisky, no importa. Cada uno tiene su efecto, y parece que los humanos han estado tomando ventaja de lo que ofrecen aquí.

Eso era cierto, Samantha tuvo que admitirlo. Originalmente, el alcohol se había prohibido en las instalaciones, pero la gente encontraba formas de meterlo de contrabando. Aunque nunca lo hacían durante las horas de trabajo, cuando se estableció la aldea de trabajadores, muchos se quedaban después de las horas para conversar y compartir en compañía de sus colegas trabajadores. Y desde que todos habían sido tomados prisioneros, los humanos habían encontrado otra forma de lidiar con su situación actual.

– Pero para nosotros, no sabe diferente del lodo. – continuó Vile. – ¿No te parece que eso es prueba suficiente?

– ¿Prueba de qué? – cuestionó Samantha, tratando de no detonar la ira del ex-Hunter.

– De que pierdes tu tiempo aferrándote a esas tres leyes que no se aplican más a nosotros.

Samantha sintió que los fluidos que recorrían su cuerpo metálico se congelaban. Incluso la electricidad interna que le daba energía a sus circuitos internos sintió los escalofríos subiendo por todo su cuerpo.

– Quizás no se apliquen a ti, pero hay muchos de nosotros a los que particularmente no nos gusta lo que está haciendo su jefe.

Vile no dijo nada al principio, quedándose en silencio por un rato. Luego procedió a aplicar presión en el vaso hasta romperlo en pedazos, haciendo que el alcohol en su interior se derramara chorreando por la mano blanca del reploide violeta.

– Siempre es la misma mierda con ustedes. – gruñó levantándose de su asiento, y fijando sus ojos ocultos en la máquina femenina. – Tú, X, Zero, y todos los demás Hunters que de alguna manera lograron sobrevivir a la pequeña “limpieza” que hicieron en el cuartel principal dicen lo mismo una y otra vez. ¿Por qué?

– ¿Por qué, qué? – cuestionó Samantha.

– ¡¿Por qué les importa?! – cuestionó Vile con frustración. – Ninguna de esas bolsas de carne siquiera dijo algo sobre ese reploide al que le pegué un tiro, simplemente volvieron a preocuparse por ellos mismos.

– ¿Y tú acaso eres un bastión de carácter moral? – inquirió Samantha, con los ojos en rendijas y el ceño fruncido.

– La moralidad es subjetiva. – replicó Vile. – Tú dices que lo que estamos haciendo es una traición, nosotros decimos que finalmente estamos realizando nuestro verdadero propósito.

– ¿Cuál propósito? – cuestionó Samantha. – ¿La extinción de la raza humana?

– Todavía no. Al menos, acorde con Sigma. Eso ya vendrá naturalmente. – respondió Vile. Luego notó el gesto fruncido de la otra reploide. – ¿Y supongo que tú deseas detenerlo de alguna forma?

Ella no respondió, pero tampoco retrocedió.

– ¿Por qué? – preguntó Vile. – ¿Por qué te preocupas por los humanos, cuando claramente ellos preferirían salvarse a sí mismos antes que a ti?

– Eso… – Samantha titubeó. Para ser honesta, no tenía una respuesta para él. – Es… una directiva. Es… es sólo que…

– ¿Sólo que qué?

Se quedó sin habla, encogiéndose un poco ante la intensa mirada de ojos rojos del ex-Hunter, que hizo un gesto señalando el cañón de su hombro.

– ¿Ves esto? Fue un regalo de Fujiwara antes de que muriera. Fue diseñado para alguien apto para el combate, y con el arsenal para completar los componentes necesarios para crear a la máquina perfecta. – Se miró la mano, viendo que todavía había un rastro de líquido en la superficie de blanco liso. – Yo era esa máquina. El propio Fujiwara me lo dijo. Que mi cuerpo, mi función, y mi verdadero propósito tiene sus raíces en el uso de aquello de lo que los reploides somos capaces. Y aun así, ¡los idiotas como tú se niegan a verlo!

Vile estuvo a punto de continuar, pero recibió un mensaje de su superior. O al menos, de su superior actual, dado que era sólo el comandante de esta área de la isla en particular.

– ¿Sí, qué pasa? – preguntó, con una clara falta de respeto en su voz. Sin embargo, el que lo había llamado no le prestó atención a su tono, y respondió su mensaje.

Ya tengo a X y Zero en la mira. – respondió la voz, con un ligero zumbido que indicaba que la tierra se movía en el fondo. – Yo me ocuparé de uno, tú y Goldminer se encargarán del otro.

– Bien. – respondió Vile. – ¿Cuál me toca?

Eso no te concierne. – respondió la voz. – Sigue tus órdenes, y prepárate para cuando los envíe abajo. Cambio y fuera.

El enlace se cortó, dejando a Vile y a Samantha a solas de nuevo en la choza, siendo las únicas almas presentes en el edificio. La trabajadora se preguntaba si acaso el Maverick vería apropiado que sólo uno de ellos saliera de este lugar con vida. Pero para su gran shock, Vile simplemente la pasó de largo, aunque no sin antes detenerse para decirle unas últimas palabras.

– Te lo digo por tu propio bien, ¿sabes? Si eres inteligente, te darás cuenta que esos límites que nos colocaron ya no tienen peso sobre nosotros. Y cuando eso suceda… – hizo una pausa por un momento – … serás verdaderamente libre.

Y entonces, se alejó, dejando a la tensa pero aliviada trabajadora a solas en la choza.

– ¡Zero! ¡Baja la velocidad!

Finalmente, X había alcanzado al Hunter rojo, pero parecía estar quedándose un poco atrás. Esto fue confirmado cuando Zero comenzó a acelerar de nuevo.

– ¡Vamos, acelera un poco, X! – le dijo Zero al Hunter azul. – ¡A este ritmo, terminaré ganándote en llegar al final!

– ¡¿Llegar al final?! – cuestionó X. – ¡Esto no es una carrera!

– ¿No lo es? – preguntó Zero, antes de acelerar más, dejando atrás a X.

X no tenía idea de lo que intentaba hacer, pero a pesar de todo lo siguió. Zero le permitía mantenerlo dentro de su rango de visión, pero apenas lo bastante fuera de su alcance para que tuviera que ganar la distancia. X se mantuvo avanzando y se las arregló para igualar la velocidad de Zero, pero el otro Hunter le dio una sonrisa y volvió a adelantarse. La confusión de X se tornó en frustración, pero también le dio una motivación para atrapar a su compañero rubio, aunque fuese sólo para demostrar que podía seguirle el paso a su comandante.

– Huh, supongo que sí es una carrera después de todo. – pensó X en voz alta. – Oh bueno, si eso es lo que quiere…

Y con eso, el reploide rápidamente echó de lado cualquier reservación que tuviera antes, e incrementó su velocidad, acercándose lentamente hacia su compañero en el canal opuesto de las vías.

Y entonces, para gran conmoción de Zero, se dio cuenta que X estaba justo a su lado, quizás incluso un par de centímetros por delante.

“¡Ahí están!” – se dijo a sí mismo la figura que se abría paso a través de la densa roca de la montaña, continuando por el camino que su cuerpo rodante iba creando a medida que avanzaba, permitiéndole mantenerse en el curso hacia sus dos objetivos.

Sólo tenía una oportunidad de hacer esto, pero no dejaría que se le escurriera entre las manos. Especialmente con Vile aquí. Ese sociópata y gatillo alegre que no respetaba la reglas no tendría reparos en asesinar a X o Zero sin piedad y utilizando cualquier medio necesario.

Eso no era para él. No deseaba tener una batalla así. Él quería un duelo, un choque de voluntades, uno basado en el espíritu de lucha de ambos involucrados. Un verdadero combate entre soldados honorables.

Sólo podía elegir a uno, pero ya había hecho su elección en su mente, decidiendo desafiarlo en el momento en que detectó la presencia del reploide azul.

– “Tiene que ser él.” – pensó. –“La última creación de Light, el origen de todos nosotros. ¡El sucesor de su más grande creación!”

Se mantenía en silencio, pero su tren de pensamiento seguía el mismo curso mientras avanzaba, acercándose más y más al que quería capturar.

Aunque lo pillaron ligeramente por sorpresa, Zero rápidamente recobró la compostura, tratando de no dar ningún indicio de que X lo había tomado con la guardia baja.

– Así que al fin apareces.

– Sí, claro que sí. – respondió X.

Zero otra vez trató de ganar velocidad, sólo que esta vez X se movió con él, ya sin dejarse restringir por nada. El Hunter rojo sonrió, su pequeña apuesta había dado resultado. Los dos Hunters se mantuvieron cuello a cuello uno con el otro, tratando de asegurarse que su oponente no lograra ponerse por delante. Era casi como un juego, casi.

Pero con esta realización, X se dio cuenta que lo estaba disfrutando. Era divertido. Genuinamente divertido.

Por desgracia, apenas lo descubrió, X se dio cuenta de que no duraría mucho. Al principio eran siluetas distantes, pero tras avanzar unos cuantos metros más, los dos Hunters podían ver lo que les aguardaba al frente. Un grupo de Dig Labors y varios mecaniloides esperaban su llegada, apuntando con sus armas y listos para disparar.

– Parece que tenemos compañía. – dijo Zero, alistando su buster. – ¡Prepárate, X!

– ¡Claro! – respondió X asintiendo, sacando su propia arma.

Los Dig Labors iniciaron su asalto, arrojando sus picas hacia los Hunters que se acercaban, tratando de obligarlos a bajarse de las plataformas o de causar daño, lo que ocurriera primero. Sin embargo, seguían manteniéndose a distancia segura de los dos, no queriendo arriesgarse a que les dispararan. Así, los mecaniloides estarían preparados para atacar. Unas cuantas docenas de Batton Bones empezaron a descender, con los dientes muy abiertos y listos para morder corazas metálicas.

Zero no perdió un instante y les disparó, derribando a varias de las amenazas voladoras pero a la vez dispersando a varios de los demás. Estos decidieron enfocar su atención en su compañero, lanzándose en picada contra él e inmediatamente con intención de morderle y arrancarle su coraza externa.

X gritó de dolor cuando las máquinas aladas y más pequeñas le clavaron los colmillos en su armadura, tratando de llegar hacia los cables y alambres más vulnerables que se encontraban debajo. A pesar de la constante y presente sensación de los dientes tratando de perforarlo, X sabía que no podía simplemente ponerse a disparar a lo loco, o podría arriesgarse a lastimarse a sí mismo o a Zero. Pero tenía que haber una forma de quitárselos de encima.

Fue entonces que recordó su batalla con Mandrill, y con ello el chip de armas que adquirió. Por lo que había visto, Mandrill era capaz de absorber y cargar electricidad en su cuerpo, y luego liberarla en forma de descargas de alto voltaje en varias direcciones-

– “Varias direcciones…” – pensó. Eso podría funcionarle. La pregunta era, ¿tendría que pasar algo de tiempo cargando la energía si quería ejecutar correctamente la maniobra?

Unos cuantos Spikys rodaron hacia ellos, intentando empalar con sus picos a los dos Hunters, pero Zero los mantuvo a raya con una serie de disparos rápidos. Fue todo lo que pudo hacer de momento, ya que no podía ayudar a X, desafortunadamente. No sin arriesgarse a volarle la cabeza en el proceso por accidente.

Y entonces, justo cuando más Spikys y Batton Bones llegaron para complicar aún más las cosas, el cuerpo de X repentinamente liberó una descarga eléctrica de alto poder, que dejó fritos a los murciélagos que lo estaban mordiendo, junto con todos los demás que venían a su alrededor. Los Spikys intentaron virar para esquivar los disparos eléctricos, pero Zero se encargó de ellos cuando trataron de rodar fuera del camino.

– ¡¿Qué fue eso?! – le preguntó a X. A falta de un mejor término, estaba en shock por lo que acababa de ver.

– El chip de Spark Mandrill. – respondió X. – Mis sistemas lo registran como “Electric Spark”.

– Bueno, pues guárdalo, puede que después sea útil. – respondió Zero. Luego miró hacia el frente y gruñó. – Oh, grandioso. Parece que vienen más pajaritos de los que ocuparnos.

Su alusión era acertada, pues una bandada de Metal Wings rojos y azules, que eran mecaniloides con aspecto de pájaros mecánicos, vinieron volando hacia ellos, abriendo sus picos y disparando una multitud de lásers en su dirección. Incrementando la velocidad para, con suerte, evadir los disparos dentro del confinado espacio de la plataforma en la vía, X y Zero dispararon. El Hunter rojo lanzaba disparos regulares, mientras X comenzaba a experimentar.

En cuanto los Metal Wings se acercaron más, el reploide azul disparó una ronda de disparos de hielo con el Shotgun Ice contra las máquinas voladoras, congelando a varios de ellos y haciendo que se desplomaran en el suelo. Y otros tantos sufrieron una destrucción más explosiva, al recibir una probada de los disparos de Electric Spark al acercarse demasiado.

Ya estaban allí, justo al frente. Tuvo que mantenerse escondido hasta que el momento fuese correcto, y los dos Hunters venían acercándose a una de las bifurcaciones en la mina. Desde aquí, podía seguir adelante con su plan y finalmente obtener lo que vino a buscar.

Aun así, había un cierto grado de ansiedad en su núcleo, ya que sabía que, si lo atrapaban haciendo esto, vendrían por su cabeza. Pero en este punto, estaba decidido a llevarlo hasta el final, independientemente de lo que sucedería.

Tenía que hacer esto, para ver si ese reploide era quien él creía que era. El único que realmente podría llevar y estar a la altura del título de ser un "Mega Man."

Todo parecía indicar que su suerte había cambiado, ya que no había enemigos presentes ni obstáculos a la vista. Aun así, ninguno de ellos se sentía totalmente tranquilo.

– ¿No tienes la sensación de que alguien nos observa? – cuestionó Zero.

X pensó en esto, sin estar seguro de cómo responder, ya que Zero solía decir que él se preocupaba demasiado. Aun así, si Zero estaba preocupado, en ese caso era mejor ser cauteloso. Pero incluso de ser ese el caso, ¿cómo sabría su acechador hacia dónde iban?

De repente, el techo encima de ellos se abrió, dejando caer una enorme masa redonda y rodante de entre las rocas, cayendo justo en el espacio entre las vías. Dicho objeto rebotó unas cuantas veces del suelo para ganar distancia antes que la gravedad lo forzara a correr por el camino. Eso estaba bien, pues ya había cubierto suficiente distancia.

– ¡¿Qué demo…?! – exclamó X, pero no pudo decir más nada antes que una silueta masiva lo agarrara por detrás, derribándolo de su transporte y cayendo directo a los brazos de quienquiera que fuese el que acababa de aparecer.

– ¡X! – gritó Zero, pero antes de poder disparar, la forma rodante lanzó una esfera de energía de color índigo vibrante que golpeó al Hunter rojo en el pecho. El dolor no fue muy extremo, pero el golpe le provocó un fuerte retroceso, sacándolo de la plataforma y mandándolo a volar de espaldas. Su cuerpo fue arrastrado por la gravedad mientras rodaba colina abajo, descendiendo más y más hacia la oscuridad.

X no pudo articular ninguno de los numerosos pensamientos que corrían por su mente, dividido entre pelear contra su agresor y tratar de procesar hacia dónde iba. Terminaron enviándolo a rodar de frente a alta velocidad, golpeándose repetidamente la espalda contra el suelo y abollando el metal, dejando hendiduras en la armadura azul que cubría su cuerpo. Pese a eso, no recibió tanto daño como podría haberlo hecho, ya que la mayor parte de su cuerpo estaba protegido por el sujeto que lo atrapó. Como si, quienquiera que fuese, no quisiera que se lastimara mucho.

Las escasas luces y el techo de roca pronto desaparecieron, y un vibrante cielo azul con nubes se hizo visible sobre él, mientras unos cuantos Metal Wings volaban hacia afuera para bañarse en la omnipresente luz del sol. El viaje duró muy poco, sin embargo, ya que cuando X y su agresor volaron por el aire y llegaron hasta el otro lado del barranco, una cascada que rugía se abrió, permitiéndoles entrar en un espacio aislado dentro de la montaña. X sintió que lo soltaban, y trató de levantarse, pero fue recibido por un fuego ardiente que puso en llamas todos sus sistemas, forzándolo a desplomarse en el suelo de nuevo.

– ¿Quién…? – gimió, tratando desesperadamente de luchar contra la oscuridad que amenazaba con consumir sus sentidos. – ¿Quién… eres?

La figura no dijo nada, su silueta se volvía cada vez más y más borrosa hasta que no pudo seguir enfocándola. Eventualmente, todo se desvaneció, y la CPU de X quedó en estado de estasis temporalmente, ya que su cuerpo había recibido un choque crítico que desconectó sus circuitos internos por un breve instante.

Eso le daría tiempo a su captor para prepararse, y para asegurarse de que su oponente estuviese en plena forma para lo que vendría después.

Esta historia continuará

Chapter 46: Desafío

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– ¿Qué pasó? – preguntó Roll, notando la expresión de susto de Trinity. – ¿Qué ocurre?

Trinity guardó silencio por unos momentos, tratando de procesar y digerir lo que acababa de suceder. – He perdido el contacto.

– ¿Y qué significa eso? – cuestionó Roll, sintiendo que le aumentaba el pánico.

– No puedo comunicarme con X o Zero. Estoy tratando de reestablecer la conexión, pero parece haber una señal que está bloqueando cualquier transmisión entrante hacia las Minas de Zaltz. – informó. – Parece ser una ocurrencia reciente, así que he de suponer que alguien está interfiriendo intencionalmente cualquier señal de entrada o salida.

– ¿Por qué? – inquirió Roll de nuevo.

– No lo sabe. Y tú no estás ayudando al molestarla con ello.

La reploide rubia se giró para ver a Ai. Roll bajó la mirada hacia el suelo. – Claro. Perdón.

– Pero… – habló otra voz. A-1 acababa de ir a ofrecer sus servicios a los Hunters ahora que estaba de nuevo a plena capacidad de volver al trabajo, aunque descubrió que Ai lo monitoreaba muy de cerca. – Hay algo que podrías hacer que quizás podría beneficiarlos.

– ¿De qué se trata? – preguntó Roll, sin perder tiempo en saltar de cabeza a la oportunidad.

– Hemos estado recibiendo algunos datos de alguien en la ciudad sobre las actividades de los Mavericks y mecaniloides bajo su control. – explicó el navegador más bajo de color naranja.

– ¿Quién es? – preguntó Roll.

– Nos dijo que su nombre era Ray. – respondió A-1. – Aunque, le dije que ya conozco a un sujeto con ese nombre, así que lo llamaré Ray B.

– ¿Ray B?

– Como sea que se llame no es importante al final, supongo. – El reploide de orejas de conejo se encogió de hombros. – Pero dado que, en sus propias palabras, está atrapado aquí sin medios para salir de la isla, no tiene más alternativa que ayudarnos.

– ¿Pero quién es él? – Roll seguía queriendo averiguar. – ¿No les ha dado ningún indicio de algo? ¿Cómo sabemos que no es un espía o doble agente?

– No lo sabemos. – confesó A-1. – Pero de alguna manera, conoce la estructura de esta ciudad mejor que aquellos que construyeron este lugar. Como si hubiera estado aquí mil veces antes, y nadie lo hubiera sabido.

Roll absorbió todo lo que le dijeron, y la descripción golpeó una cuerda de familiaridad dentro de ella. Tal comportamiento, ella ya lo había visto antes. De alguien que había visto muchas veces, pero nunca llegó a conocer del todo. ¿Pero quién era esa persona? ¿Cuál era su nombre? ¿Ese extraño enigmático pero omnipresente?

– Hasta ahora, tenemos más equipos de Hunters desplegados en áreas de Abel City donde los humanos se están reuniendo. – dijo A-1. – Todo es gracias a este sujeto Ray B, que nos dio el soplo de que los humanos empezaban a salirse de sus refugios.

La reploide rubia pensó en las palabras del navegador, contemplando su siguiente curso de acción. – Y… ¿qué me sugieres que haga?

– Bueno, no sé cuánta experiencia tengas. – admitió A-1. – Pero, ya estamos bastante cortos de personal, y cualquier ayuda extra que podamos conseguir es bienvenida.

– Así que… – dijo Roll, al entender lo que estaba pidiéndole – … ¿quieres que yo…?

– Por el momento. – dijo A-1 con un asentimiento. – Aunque tal vez no sirvas como guía en el sentido de dar direcciones, necesitará a alguien que sirva de contacto de ida y vuelta por el momento.

– Y… ¿eso me convertiría a mí en…?

– Por ahora, en una navegadora.


Minas de Zalts…

El sonido rítmico y tranquilizador del agua fluyendo y cayendo por la montaña lo alertó de que sus sistemas estaban volviendo a estar en línea. Cuando su vista finalmente comenzó a aclararse, el Hunter azul se dio cuenta que seguía todavía en alguna parte de la mina, pero en otro sector más abierta.

– Ugh… ¿qué diablos…?

Mirando a su alrededor, X vio que se encontraba en una cueva con una cascada que fluía sin parar, presentada ante un enorme espacio abierto en ambos extremos de la cueva, que servían como barreras para mantenerlo adentro. También, fue entonces que se dio cuenta que había otra silueta que acababa de aparecer junto a él: un pequeño mecaniloide amarillo y negro con un casco de seguridad y ojos enormes. ¿Un Met?

– Muy bien, ya está totalmente reparado. – habló de repente una voz, haciendo eco por toda la porción cerrada de la cueva. – Ya puedes irte.

El Met asintió, y corrió hacia un pequeño espacio en la pared, escurriéndose a través de la grieta hacia otra habitación, fuera de la vista y del alcance de X. Al levantarse del suelo, sus ojos verdes escanearon el área, tratando de determinar de dónde venía la voz, finalmente fijando la mirada en una enorme piedra que estaba en el extremo opuesto de donde él estaba parado, sobre la cual había una figura sentada, de espaldas al agua que repiqueteaba armónicamente al caer sobre la cámara que los rodeaba.

El reploide estaba basado en un mamífero terrestre de una secta antigua de animales que aún tenían algunos descendientes vivos en el mundo del presente, pero su apariencia parecía seguir viviendo en el cuerpo de metal de este antiguo Hunter. Con un cuerpo mayormente negro y violeta con bandas doradas, su espalda y frente al igual que en sus extremidades estaban cubiertos de una armadura reflectora brillante que capturaba la luz del sol que se filtraba por el pequeño espacio abierto que permitía su entrada. Un par de receptores ópticos oscuros llenos de determinación observaron al recién despertado X, y el reploide en cuestión parecía algo divertido ante su asumbro.

– ¡¿Armored Armadillo?!

– Diablos, eso dolió… – gruñó el Hunter de cabello largo, luego de volver en sí tras el golpe que recibió al ser noqueado fuera de su transporte. Encontrando una roca sólida para sostenerse, Zero se levantó para ponerse de pie sobre una pared, mientras sus sistemas registraban el daño que había recibido. Hasta ahora, nada serio, y aunque tenía algunos rasguños y abolladuras, no era nada que no pudiera ser reparados en algunas horas. Aun así, el estado actual de su cuerpo no era lo primero en lo que pensaría. ¿Qué le había sucedido a X?

Justo entonces, Zero pareció recibir su respuesta, cuando su audio receptor de repente empezó a captar una conversación ocurriendo a una distancia y lugar desconocidos.

¿Puedes oírme?

– ¿T-tú? – Zero reconoció la voz inmediatamente. – Así que también estás con el enemigo.

En este escenario, sí, lo estoy. Pero esa no es la razón por la que les estoy hablando a ambos en este momento. – replicó el que hablaba. Los ojos azules de Zero se ensancharon. – Oh, sí. Tu amigo también se encuentra aquí.

– Tranquilízate, él está ileso. De hecho, me tomé la molestia de hacer el esfuerzo y repararlo, así que más te vale demostrarme algo de gratitud. – dijo Armored Armadillo, abriendo su canal de comunicaciones para permitir que X pudiera oír a Zero dentro de la cueva aislada.

Mira, cualesquiera que sean tus motivos, te sugiero que hagas caso de lo que sea que X te diga antes de que yo llegue allí.

– No tengo dudas de eso, pero tú no eres con quien deseo tener mi duelo. – dijo Armadillo, negando con la cabeza. – No, tu tarea se encuentra en otro lugar, pero tal vez sea mejor que les ofrezca a ambos algo de clarificación.

El mamífero metálico con bandas doradas giró entonces su atención hacia el todavía confuso X.


Abel City…

La mañana había llegado y se había transicionado en la tarde, con los humanos aun reunidos en el borde en espera de cualquier señal de rescate potencial.

– "Están perdiendo su tiempo." – pensaba él. – "Aunque alguien viniera, dudo mucho que Sigma simplemente les dejara un medio de trasporte que puedan tomar así de fácil hacia la frontera.

Desde su lugar elevado sobre la azotea de un edificio, su gabardina se movía lentamente con el viento.

– "Fujiwara…" – pensó. – "Los tiempos han cambiado. Hasta no hace mucho un solo humano podría haber comandado una legión entera de máquinas. Pero ahora, las máquinas han decidido tomar el asunto en sus propias manos."

Ciertamente era muy diferente a lo que él estaba acostumbrado. Cierto que, cuando los reploides emergieron por primera vez, cuando X fue descubierto y revelado "oficialmente" ante el mundo, "Ray B" había creído que era uno de los pocos que podría pensar por encima del nivel de los mecaniloides. Pero ahora, en sólo una década, una nueva oleada de inteligencias artificiales había sido liberadas alrededor del mundo, y ahora había algunos que deseaban usarlas de maneras que los creadores no habían anticipado.

De cierta forma, aunque él no lo diría en voz alta, una parte de él deseaba que hubiera más como esos reploides en su tiempo. Tal vez, habría tenido la oportunidad de defenderse de lo que vino tras la batalla "final" de Mega Man contra Wily.

Y lo que vino después fue peor. Mucho, mucho peor.

Bzzt… ¿ho-la?

– ¿Hm? – Ray B se quedó perplejo al oír una voz hablándole por un enlace de comunicación. – ¿Qué demo…?

¿Puedes…oír…?-¡BZZT!-¿Puedes… oírme? – La voz era femenina, sonando como una adulta joven, muy similar a él. Pero aunque nunca la había escuchado antes, un rostro muy familiar le vino a la mente cuando la escuchó intentar comunicarse con él.

Unos ojos azules muy grandes, y un largo cabello rubio atado en una voluminosa coleta. Ella nunca tuvo oportunidad cuando ese robot apareció. El robot que lo arruinó todo.

¿Hola? – preguntó la voz de nuevo, finalmente obteniendo una señal clara. – ¿Puedes oírme?

La figura cubierta por una espesa capa se sorprendió ligeramente, pero mantuvo la compostura y respondió lo más calmado que pudo. – ¿Quién está hablando? No suenas como ninguno de los otros que he contactado en tu organización. Asumiendo que estés con los Hunters, ¿no?

Bueno, no exactamente, pero les estoy prestando mis servicios, aunque sea en capacidad limitada. – respondió la voz femenina, haciendo una pausa. – ¿Tú eres Ray? ¿Ray B?

– ¿Ray B? – cuestionó la figura.

Es que tenemos a otro Ray estacionado en Arcadia, así que por el momento, tú eres Ray B. ¿Está bien para ti?

El susodicho Ray B guardó silencio por un momento. – Está bien, eso servirá. Pero si no estás con los Hunters, al menos no oficialmente, ¿quién eres? Ya que yo tuve que identificarme.

Claro, no sabes quién soy. – dijo la voz comunicándose con Ray B.

– Lo dudo mucho. Como sea, ¿cuál es tu nombre? – le preguntó. Y nada podría haberlo preparado para la respuesta que escuchó.

Oh sí, mi nombre. Soy Roll.


Minas de Zalts…

– ¿A qué te refieres? – cuestionó X. – ¿Por qué te has aliado con Sigma?

– A su debido tiempo. – respondió Armadillo. – Ahora, tengo noticias que compartir con ustedes dos.

Zero, el lugar donde estás parado actualmente, es la entrada hacia la aldea de los trabajadores situada dentro de la mina. – explicaba Armadillo. – Hay varios mineros que están siento retenidos contra su voluntad, tanto humanos como reploides.

– ¿Y entonces? – cuestionó Zero. – ¿Quieres intercambiar a X por ellos?

...no.

Los ojos verdes de X se ensancharon. ¿Dijo que no? ¿Qué estaba tramando?

– No habrá ningún intercambio. – le dijo el mamífero acorazado al Hunter carmesí en la distancia. – Ambos están en donde deben estar y más les vale que sigan mis instrucciones, si quieren que esto salga a su favor. – Armadillo miró a X. – ¿Desean escucharme ustedes dos?

X se quedó en silencio mientras la cascada continuaba su omnipresente canción de duras pero sorprendentemente calmantes olas.

– … Bien. – respondió el Hunter azul. – Te escuchamos.

Zero no dijo nada, pero Armadillo tomó su silencio como una respuesta. – La situación es esta. Sigma no sabe nada de esto, y si llega a saberlo, yo seré severamente castigado. – Cerró sus ojos, contemplando a dónde lo había llevado su camino actual. – Pero, para ver por mí mismo a donde irá todo esto, tengo que hacerlo. No hay otra opción.

– ¿Qué quieres decir? – cuestionó X.

– Lo que quiero decir es… – Armadillo se puso de pie, señalando con un dedo blanco en la dirección de X – … ¡que te desafío! ¡Te reto a un combate uno a uno, Mega Man X!

Zero se quedó lívido, incrédulo de lo que acababa de escuchar, pero no había error. Lo que dijo Armadillo era cierto. Sin embargo, decidió seguir escuchando, ya que aunque no se sentía bien por hacerlo, X era la mejor oportunidad que tenían de sonsacarle información al enemigo.

– ¿Qué quieres decir? ¿Por qué debería pelear contra ti? – cuestionó X. Armadillo le lanzó una mirada inquisitiva.

– Estamos en bandos opuestos, ¿eso no es suficiente?

– ¿Y se me rehúso a tu desafío? – espetó el reploide más pequeño.

– Entonces, los rehenes no podrán irse libremente.

¿Rehenes? – Zero escuchó preguntar a X. – ¿Hablas de los trabajadores en la mina?

Correcto. – confirmó Armadillo. – Zero se encuentra cerca de la entrada, así que sólo tendrá que adentrarse un poco más, y entonces, si aceptas el desafío, le permitiré liberar a los cautivos en este lugar.

... ¿y si me niego?

No lo había vocalizado todavía, pero el Hunter rojo se estaba poniendo cada vez más frustrado con las respuestas de su compañero. Era claro que no había más alternativa para salir de esto, así que ¿por qué no lo aceptaba?

Uno de mis subordinados está supervisando la excavación de minerales y metales preciosos. – Armadillo volvió a hablar de nuevo. – Le di órdenes, y también a otro antiguo Hunter estacionado aquí, de no maltratar a los trabajadores, pero no puedo garantizar su seguridad.

¿Quieres decir…? – dijo X tras quedarse callado por un breve instante.

Si ellos deciden ponerse físicos con los rehenes, no me encuentro en posición de detenerlos. Zero es el único que podría salvarlos.

– Y además… – continuó el mamífero metálico, sacando un dispositivo de su armadura protectora, y girando su atención hacia X – … sólo voy a darle acceso a la aldea de los trabajadores si X acepta enfrentarme en un duelo. ¿Qué dices? ¿Ahora entiendes la magnitud de tu decisión?

X se quedó en silencio, pensando en todo lo que había escuchado.

– ¿Y bien? ¿Lo aceptas?

El reploide azul se mordió el labio y, aunque reacio, terminó asintiendo. – De acuerdo. Acepto tu desafío.

– Muy bien. – Armadillo asintió complacido. Aunque, si bien parecía ser sólo imaginación de X, el supuesto Maverick parecía sentirse aliviado ante la respuesta de X. Acto seguido, presionó un botón en el dispositivo.

Zero sacó su buster por reflejo al escuchar las paredes a su alrededor comenzar a retumbar y a moverse, pero pronto se dio cuenta que sólo era una enorme porción de la roca que se estaba desplazando de su lugar, permitiéndole acceder hacia otra zona de la mina.

Por ese camino, llegarás a tu destino. – le dijoArmadillo al Hunter rojo. – Ahora ve.

El rubio de pelos largos echó una mirada hacia el oscuro túnel, preguntándose si debería confiar en las palabras del ahora confirmado Maverick. Pero independientemente de eso, si había rehenes, entonces debían ser rescatados. Con eso en mente, Zero dio un paso al frente y comenzó su viaje hacia áreas desconocidas, rogando por dentro porque X tuviera éxito.

Ya que Armadillo no debía ser tomado a la ligera.


Abel City…

La máquina cubierta de tela gruesa se quedó congelada donde estaba, sin estar seguro de cómo responder.

– Vuelve a repetir eso. – exigió.

¿Qué? ¿Mi nombre?

– Sí. Repítelo, al completo.

Roll. Bueno, técnicamente Roll 2.5. – respondió ella.

– 2.5… no, imposible. – murmuró Ray B tras pensar en ello. – Ella está muerta…

¿Qué dijiste?

– No importa. – respondió Ray B. – Como sea, si estás con los Hunters, ¿por qué me estás contactando?

¿No habías dicho que tenías información para nosotros? – cuestionó Roll. No sabía por qué, pero su voz… sonaba mayor, pero a la vez le traicionaba un cierto deje de juventud. Como si fuera de la edad de Chiyo.

Ray B fue sacado de su estupor y traído de vuelta a la realidad. – Sí. Los mecaniloides que pululan por las calles de noche, creo que provienen desde una sola locación.

¿En serio? – preguntó Roll. – ¿Por qué dices eso?

– Digamos que tenía intenciones de quedarme aquí por un corto tiempo. – confesó la figura misteriosa a Roll. No, no podía ser ESA Roll. Eso era imposible. – Pero ahora, me encuentro en la misma situación que ustedes. Tengo que salir de esta isla lo más pronto posible, lo que significa que hay que encargarse primero de Sigma y sus fuerzas.

¿Por qué tienes que salir de la isla?

– Eso es mi asunto.

De acuerdo, de acuerdo, no voy a insistir. – dijo Roll. – Aun así, ¿cómo sabré que eres de fiar?

– De cierta forma, no lo sabes. – le dijo Ray B. – Pero, si de alguna manera puede beneficiar a tu hermano menor, ¿no considerarías que eso vale la pena?

Roll guardó silencio por unos momentos, contemplando las palabras del enigmático contacto.

Muy bien. ¿Qué noticias tienes hasta ahora de los mecaniloides?

– Para empezar, cuando la luz del día inicia, se retiran de la ciudad hacia donde creo que siempre es la misma locación. – respondió Ray B. – Es una distancia considerable desde la ciudad, pero está lo suficientemente cerca, a pocos kilómetros. Y dado que la resistencia de las máquinas es mayor comparada a la de los humanos, sería un viaje muy fácil de hacer para ellos.

Bueno, ¿a dónde crees que van?

Ray B miró en dirección hacia el sureste, notando las pequeñas piezas de evidencia de que los droides mecánicos se encontraban aquí. – Tengo una locación en mente, aunque…

¿Aunque qué?

La figura encapotada hizo una pausa breve antes de volver a hablar.

– Creo que debo tener cuidado, ya que tengo el presentimiento de que estará vigilado.


Minas de Zalts…

– Ahora, ya podemos comenzar. – dijo Armadillo, colocándose en posición erguida sobre la roca, antes de saltar hacia la tierra desecha y agrietada, cara a cara con su oponente.

– Espera. – suplicó X, alzando las manos.

– Si piensas retractarte ahora, el trato se acaba. – dijo el mamífero metálico al reploide más pequeño.

– No me estoy retractando. – respondió X. – Sólo quiero saber algunas cosas. Entonces… pelearé contigo.

Armadillo pensó en la oferta por un momento, y luego cruzó los brazos y alzó el pecho. – Muy bien. ¿Qué deseas saber?

– ¿Por qué? – inquirió X. Era quizás una pregunta muy obvia, pero necesitaba respuesta. – ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Por qué, de todos los reploides, por qué tú, Armored Armadillo?"

Armadillo suspiró, cerrando sus ojos por un momento. – Lo creas o no, hay más de una respuesta para eso.

– ¿Qué quieres decir? – preguntó X.

– Si dejas de hablar sólo por un momento, te lo diré. – dijo Armadillo. X se mordió el labio, pero guardó silencio. – Primero que nada, soy un soldado, X. Y se supone que sirvo a los Maverick Hunters bajo el mando de Sigma.

– Es decir que cuando cambió de bando, ¿lo seguiste sin más? ¿Sólo porque eres un soldado?

– No es un comportamiento Maverick seguir las órdenes. – respondió Armadillo. – Sigma es mi comandante, y por lo tanto, debo seguirlo. Sin embargo, nosotros no estamos equivocados.

– ¿No están equivocados? – preguntó X, en shock. – ¿Bombardear una ciudad y mantener a humanos y reploides como rehenes de algún modo son actos justificados? ¿Es lo que me estás diciendo?

– La pérdida de vidas es algo muy desafortunado. – replicó el reploide acorazado. – Pero también lo es la naturaleza brutal de este conflicto.

– Entonces… – X entrecerró sus ojos. – ¿Quieres pelear contra mí sólo porque sigues las órdenes de alguien que ha causado todo este daño? ¿Qué hay de tu juramento de proteger tanto a los humanos como a los reploides? ¿Acaso te has olvidado de él?

– ...no totalmente.

El Hunter azul no estaba seguro de qué querría decir Armadillo con eso. Sin embargo, continuó escuchando al mamífero de armadura metálica.

– Aunque estoy de acuerdo con los sentimientos del Comandante sobre nuestra relación con los humanos, y del maltrato general y supresión que sufren los reploides… – Hizo una pausa. ¿De verdad debía decir esto? Si era así, ya no habría vuelta atrás. Sellaría su propio destino.

– ¿Armadillo?

No. Ya había tomado su decisión en el momento en que los dos Hunters entraron a la mina. Tenía que seguir con esto, y aceptar lo que vendría después. – La primera oleada de misiles no será el final para aquellos que están atrapados en esta isla.

– ¡¿Qué?! – Los ojos verdes de X se ensancharon.

– Sigma está planeando otro ataque. – dijo el ex-Hunter con forma animal al otro reploide. – Uno que no sólo aniquilará toda Abel City, sino que hundirá toda la isla en el océano. Todos los que no apoyen nuestra causa morirán. – Bajó su cabeza. – Sigma es mi Comandante a quien sirvo… pero no puedo permitir que esto suceda.

X apenas podía creer lo que estaba escuchando. ¿Otro ataque a la ciudad? ¿Hundir la isla entera? Tantas muertes, ¡eso era inconcebible! ¡Todo! Pero, si ese era el caso…

– ¿Por qué me cuentas todo esto?

– ¿No me lo preguntaste?

– Bueno, sí, pero… – X hizo una pausa – … no es como que estuvieras obligado a responder.

– Te lo digo porque… – Armadillo se detuvo, debatiéndose si sería capaz o no de seguir adelante con todo esto. Ya había llegado tan lejos, y aun así, la incertidumbre de lo que había adelante, para su vergüenza, lo hacía sentir temor. Apretó sus dientes, era ahora o nunca. – Yo… no puedo permitir que esto suceda.

– ... ¿q-qué?

– No puedo permitir que suceda una tragedia como esta. – continuó Armored Armadillo. – Soy un soldado, pero me rehúso a ser un asesino de aquellos que no pueden protegerse a sí mismos.

Era una luz muy pequeña y débil, pero X no perdió un instante en aferrarse a esa chispa de esperanza que de pronto surgió en su interior.

– Entonces, ven con nosotros. – dijo a su antiguo camarada. – Ayúdanos, pon tus habilidades a buen uso para detenerlo.

– Tampoco puedo hacer eso, ya que sería ir en contra de la cadena de mando. – dijo Armadillo. Luego enfocó su mirada en X. – Sin embargo… tú puedes hacerlo.

– ¿Hacer qué?

Armadillo se quedó en silencio. – … Matar a Sigma.

– Parece que al fin llegué. – murmuró Zero, notando el área que se expandía para permitir más espacio para vehículos y otros medios de transporte para viajar.

En dicho espacio mucho más abierta había una enorme área donde había evidencias de excavaciones por todas partes, muchas de las cuales se veían recientes. Los trabajadores tenían que estar muy cerca, quizás se los habrían llevado a la fuerza. En cualquier caso, Zero siguió avanzando. Este campo llevaba hacia la aldea de los trabajadores si las palabras de Armadillo resultaban ser ciertas.

Aunque tenía la certeza de que ese Maverick hablaba muy en serio sobre lo que dijo de pelear contra X.

– ¿Matar a Sigma? – preguntó X, conmocionado por lo que acababa de oír.

– No me digas que todavía tienes dudas sobre du deber. – dijo Armadillo, claramente insatisfecho con la respuesta que había recibido.

– No se trata de eso. – dijo X. – Es sólo que… yo…

– No estoy seguro de qué fue lo que provocó este cambio tan repentino en Sigma. – confesó Sigma. – No sé si fue el resultado de los años de represión y de ser una herramienta para los humanos, una infección viral, o tal vez ambas cosas. Pero tú estás de acuerdo en que debe ser detenido, ¿verdad?

– Por supuesto. – respondió X.

– Entonces tienes que matarlo. No hay otra alternativa. – le dijo Armadillo simplemente. X bajó su cabeza. – Pero para lograrlo, tendrás que fortalecerte a ti mismo. – Se colocó en una postura de combate. – Y yo seré el metal que afinará las habilidades que posees, ¡pero que fallas en utilizar por tener tantas dudas!

– ¡Armadillo!

– Si logras derrotarme, habrá una recompensa para ti. – continuó el otro reploide. – Una cápsula construida por tu creador reside en esta misma habitación. Derrótame, y será tuya. La necesitarás para las pruebas que deberás enfrentar.

– Armadillo…

Armadillo cerró sus ojos, preparándose mentalmente para lo que vendría ahora. Su destino estaba sellado, ya no había vuelta atrás. Sólo le quedaba gritar una última cosa:

– ¡Basta de charlas! ¡A pelear!

Esta historia continuará

Chapter 47: Hablando de la evolución

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El impacto, pese a su preparación mental, no pudo haber sido más fuerte, ya que envió al reploide azul a volar contra la pared, pero ese no era el final. Antes que hubiera aterrizado, su oponente se lanzó desde arriba a una velocidad alarmante para alguien de su tamaño, y procedió a propinarle golpe tras golpe en su cuerpo más pequeño. Y cuando la gravedad los arrastró a ambos, uno aterrizó de pie mientras que el otro se estampó de cara en la tierra.

– ¿Eso es todo? – cuestionó Armored Armadillo. – ¿Acaso ESTE es el pináculo de la experticia científica del Dr. Light?

X luchó por volver a levantarse, apenas logrando mantener sus pies firmes para permanecer de pie. Empezó a respirar con dificultad. – ¿Por qué…? ¿Por qué todos están tan obsesionados con el hecho de que el Dr. Light me creó? Si él hizo muchas más creaciones que contribuyeron de alguna forma a la sociedad.

– A la sociedad humana, no a la suya propia. – señaló Armadillo. – De hecho, hemos logrado desentrañar algo de información sobre lo que ocurrió antes del tiempo de los reploides. Incluso antes de los mecaniloides. – Cerró sus ojos, como si de pronto se sintiera deprimido por lo que pensaba. – Es la razón por la cual no hay robots hoy en día. Bueno, excepto por ti.

X se quedó en shock al escuchar esto. Ciertamente, era consciente sobre la prohibición de IA avanzada que ocurrió antes de su despertar, pero nunca supo realmente por qué existía. Sin embargo, hubo algo que dijo Armadillo que captó su atención.

– Espera, ¿dijiste robot?

– Sí. – asintió Armadillo. – Una máquina autónoma construida por las manos del hombre. Robot y reploide no son más que palabras para diferenciar a los que vinieron antes y después de ti. Y esa es otra forma en la que los humanos nos han perjudicado enormemente.

X se mordió el labio, y trató de argumentar de vuelta. – Mira, sean robots o reploides, ¡ambos están obligados a seguir las Tres Leyes! ¡Tú, de todos los reploides, de toda la gente, deberías saberlo, Armadillo!"

– Esa es otra diferencia clave. – declaró Armadillo. – A diferencia de los robots, nosotros podemos romper esas leyes.

X hizo una pausa, y luego recordó un detalle crucial. – Podrías haberlas roto obligando a los trabajadores que tienen aquí a trabajar hasta que colapsen o mueran. Pero no lo hiciste.

– PODRÍAMOS romper esas leyes. La elección de hacerlo o no depende del individuo. Es igual que con el hombre, y con nosotros. – dijo el mamífero robótico, antes de cerrar sus ojos. – Simplemente tenemos la habilidad de elegir si lo hacemos o no.

– Pero claramente no vale la pena en tus ojos. – respondió X. – Entonces ¿por qué continúas apoyando las ambiciones de Sigma, si llevará a las posibles muertes de todos en esta isla?

– No he terminado. Y los términos están claros: aceptaste mi desafío, y tendrás que llevarlo hasta el final. – respondió Armadillo entrecerrando sus ojos. – A menos que quieras que me retracte de mis términos y alerte a mis tropas de la presencia de Zero en el área de los trabajadores…

– No serías capaz. – dijo X, cuyos ojos verdes se ensancharon.

– Ahora eres mi enemigo, X. – le dijo el reploide violeta, plateado y dorado a su antiguo compañero. – Desafortunadamente, ninguno de nosotros tiene opción en este caso.

– Pero…

– Como estaba diciendo, – interrumpió Armadillo – hace un siglo, cuando el Dr. Light seguía con vida, los robots estaban programados para adherirse a las Tres Leyes de la Robótica establecidas por la Asociación Mundial de los Robots. La primera de ellas es que un robot o cualquier forma de vida artificial no debe lastimar a un ser humano. Las creaciones del Dr. Light estaban programadas con estas restricciones, e incluso las de Wily, a pesar del daño que sus máquinas causaron, nunca mataron a ningún humano… al menos no directamente. El Dr. Wily al menos tomó esa precaución mientras construía armas vivientes.

Eso era cierto, pensó X. Aunque los Robot Masters de Wily eran más propensos y liberales con la violencia, las máquinas nunca causaron víctimas fatales directamente. Aun así, ¿a qué querría llegar Armadillo con eso?

– Pero, pese a la visión idealista del Dr. Light para un mundo de armonía, no sería posible, ya que Wily continuaba amenazando al mundo y a sus habitantes, tanto al hombre como las máquinas.

X estaba a punto de señalar lo que pensaba sobre el deseo de Armadillo de pelear contra él, pero no se atrevió a interrumpir. En lugar de eso, tal vez podría utilizarlo a su favor. Asumiendo que tal vez pudiera convencer a su oponente de ver la razón.

– Pero, hay dos máquinas que al parecer desafiaron esto, o por lo menos, intentaron romper los límites de su programación. Irónicamente, ambos eran creaciones de Light.

– ¿Qué quieres decir? – preguntó X con curiosidad. Armadillo sonrió.

– La primera de sus máquinas, por razones que van desde el miedo a ser alterado, hasta la posibilidad de que el Dr. Light lo reprogramara…

– Light nunca haría algo así. – interrumpió X, saltando a defender a su creador.

– Eso no era lo que él pensaba. – contraatacó Armadillo. – Aun así salió huyendo. Y poco después de eso, una nueva máquina fue creada. Y él…

– Dos.

– ¿Perdón?

– Dos máquinas fueron creadas. – corrigió X. – DLN-001 y 002.

– Técnicamente sí, pero la segunda no fue más que una acompañante del primero. Ella no servía ningún propósito fuera de eso.

– En eso te equivocas.

– De cualquier manera, ella no está involucrada, ni tampoco es importante. – dijo el otro reploide, volviendo al tópico importante. – La segunda de las máquinas de Light, comparada con la primera, estaba más limitada en cuestión de programación. Carecía de la verdadera independencia de su predecesor, y por lo tanto, siempre mantuvo su sentido de la justicia y adherencia a la ley, tanto para humanos como para robots. – Hizo una breve pausa. – Al menos… a excepción de un incidente.

X se quedó perplejo. – ¿A qué te refieres?

Armadillo siguió adelante. Ciertamente, creía que era un desperdicio de tiempo estar hablando, y que X intentaba demorar lo inevitable todo lo posible, pero su oponente necesitaba saber la razón. Después de todo, X tenía el derecho y deber de entenderlo, más que nadie.

– Poco después de la aparición de un robot misterioso, el Dr. Wily escapó de prisión y se puso a trabajar en otro plan para la dominación mundial.

– ¿Y?

– Y, apenas momentos antes de la destrucción de su fortaleza… se dice que algo ocurrió entre Wily y Mega Man.

X se quedó aún más confuso, pero tuvo el presentimiento de que este relato estaba a punto de dar un giro muy oscuro. – ¿Qué sucedió?

Armadillo cruzó los brazos, bajando su cabeza como si contemplara la escena que había escuchado, lo que le fue revelado. En efecto, incluso ahora era difícil de creer, pero la fuente que había otorgado dichos detalles no era ningún mentiroso.

– Por un breve momento, Mega Man estuvo a punto de disparar para matar a Wily.

– Ya está aquí.

– Muy bien, ya sabes qué hacer.

– ¡Shh! ¡Se acerca!

A poca distancia de allí, un reploide rojo con una larga cabellera rubia venía aproximándose a la aldea de los trabajadores situada en las profundidades de la mina, viendo que no había evidencia de una sola alma presente en este lugar. Por supuesto, tendría dicha suposición si no fuera porque a estas alturas Zero ya se había acostumbrado a las trampas, y este lugar inmediatamente le había sonado todas las alarmas en su procesador.

De repente, detectó movimiento en un barril cercano. Fue una acción rápida y apenas notable, pero sus agudos ojos lo captaron justo a tiempo. Aproximándose al contenedor de madera, el Hunter rubio sacó su buster, listo para disparar en cualquier segundo. Aunque rápidamente se dio cuenta que sería innecesario cuando la ocupante del barril se levantó y levantó las manos en señal de rendición.

– ¡No, por favor! – gritó la reploide que se estaba escondiendo, suplicando. – ¡No tengo ningún arma! ¡No me voy a resistir!

– Cálmate. – le dijo Zero. La trabajadora de pelo violeta trató de tranquilizarse y aplacar las subidas de electricidad que corrían por su cuerpo metálico alertándola del peligro. – ¿Cuál es tu nombre?

– S-Samantha. – dijo la otra reploide. – Soy una empleada aquí y… bueno, en este momento, me están reteniendo contra mi voluntad.

– Claramente. – Zero escaneó el área. Este lugar tenía muchos espacios estrechos donde las fuerzas enemigas se podrían esconder, pero era demasiado pronto para actuar. Tenía que esperar a que ellos hicieran el primer movimiento, para que lo alertaran de su ubicación. Aun así, un factor clave captó su atención casi de inmediato. – ¿Dónde están todos los demás?

– Un Maverick llamado Goldminer se los llevó más adentro en los túneles. – explicó Samantha. – Aparentemente, descubrieron recientemente una nueva fuente de minerales, y todos fueron arrastrados allá abajo y obligados a excavar, o de lo contrario Vile los disciplinaría.

Así que Vile también estaba aquí, pensó Zero. Excelente. – ¿Y cómo llegaste tú aquí?

– Me escapé cuando todos los demás estaban siendo llevados a la fuerza. – confesó Samantha. – Yo… me escondí, igual que algunos de los otros, pero al parecer fui la única que no lograron atrapar.

– ¿Sabes a dónde se los llevaron? – cuestionó Zero.

– Sí. – dijo la otra androide. – No sé el camino exacto, pero tenemos un mapa hacia el sitio designado. Lo he descargado en mi procesador.

Zero estaba a punto de hacer más preguntas, pero se detuvo, girándose violentamente y haciendo que su cabellera siguiera sus movimientos en una ola.

– ¿Qué pasa? – preguntó Samantha.

– Shh. – Zero la calló, mientras sus ojos azules escudriñaban el casi vacío entorno. No, definitivamente había alguien más aquí. – ¡¿Huh?!

Y fue entonces que decidieron atacar.

– ¿M-matarlo? – X no podía creer lo que acababa de oír. Armadillo asintió, a lo cual X respondió negando con la cabeza, mientras tartamudeaba. – N-No, eso es imposible. Él… no habría sido capaz de eso. ¡Las leyes lo prohíben!

– En efecto, – respondió el otro reploide. – No es un hecho muy conocido, de hecho es información altamente clasificada, pero la investigación de Fujiwara requirió mover algunos hilos. Y sorprendentemente, este es quizás uno de los hallazgos más cruciales que hemos descubierto.

– ¿Qué cosa?

– Las notas escritas por el mismo Dr. Light. – replicó el reploide de bandas. – Nunca tuvo la intención de hacerlas de conocimiento público, pero cuando el "incidente" ocurrió, todos sus documentos, personales o de otra índole, fueron confiscados.

– ¿Incidente?

– El catalizador de lo que sería la eventual prohibición de IA avanzada, y la era de máquinas casi sin conciencia que eran inferiores incluso a los mecaniloides.

X se mordió el labio. – No es como que los mecaniloides sean inferiores…

– Como sea, a pesar de las Tres Leyes, Mega Man sintió el deseo de ejecutar a Wily. Y en ese momento, decidió hacerlo. Pero su programación interrumpió la carga de energía de su buster, y lo que Wily recibió fue un click vacío y un nuevo temor por el robot azul. Wily se salvó en el último momento gracias a una de sus creaciones más nuevas, que se autodeclaró el nuevo rival del Bombardero Azul.

Mega Man, Rock, su… hermano… ¿casi había matado a Wily? No, HABRÍA matado a Wily. Sin embargo, había una sola cosa que X no entendía por encima de todo.

– ¿Y por qué me cuentas todo esto?

– Porque esos dos robots desafiaron las limitaciones de su programación. – respondió Armadillo. – El primero declaró su propia independencia, mientras que el que vino después tomó una decisión basándose en lo que consideró que sería lo mejor para el mundo y la humanidad en general, aunque significara romper la primera ley. – Luego señaló con su mano a X. – Y tú… tú naciste sin esas limitaciones. Nada de un núcleo inestable, ni restricciones preprogramadas… tú naciste verdaderamente libre.

– ¿Y eso qué tiene que ver con lo que sea que Sigma intenta lograr?

– No. – Armadillo negó con su cabeza. – No se trata de Sigma, sino de toda nuestra especie. Pero esto no nos lleva a ninguna parte.

– ¡Armadillo!

– Derrótame, y te proveeré de más información adicional. – prometió el mamífero mecánico. – ¿Te parece suficiente motivación?

X se quedó en silencio por un breve instante, antes de volver a endurecer su semblante y prepararse para disparar.

– Muy bien. Ahora… – Armadillo se preparó para atacar, comprimiendo su espina mecánica y colocándose en posición para que su forma corpulenta se transformara con facilidad. Ordenó con voz autoritaria. – Pelea conmigo como lo haría un Hunter. NO quiero que me demuestres piedad.

X no respondió, apenas manteniéndose de pie mientras apuntaba con su buster.

Armadillo no necesitó nada más. Su cuerpo se enrolló hacia adentro y empezó a rodar en una esfera plateada, que rápidamente ganó velocidad y se lanzó a arrollar a su oponente azul. Finalmente, después de tanto tiempo, parecía que al fin recibiría el duelo que tanto deseaba.

– ¡Cuidado!

Zero vio un objeto acercándose por la esquina del ojo, y se agachó hacia un lado. Una pica de excavador voló en su dirección, apenas fallándolo a él y a Samantha. Desde atrás de las esquinas, y entre los varios edificios, emergieron varios Dig Labors, todos con sus armas y preparados para descargarlas sobre el Hunter y la trabajadora.

Agarrando a Samantha bruscamente, Zero la jaló hacia el suelo para salir de la línea de fuego, al tiempo que descargaba disparos de su propio buster contra las fuerzas enemigas. Algunos de los Mavericks sintieron el poder de su arma mientras que otros apenas recibieron mella o lo esquivaron por pura suerte. Independientemente, aunque Zero no tuvo problemas en acabar con ellos, más y más comenzaban a rodearlos a él y a la civil.

– ¡¿Por dónde está el túnel?! – le preguntó a Samantha.

– Justo adelante, no tiene pérdida. – le informó la trabajadora al Hunter.

– Muy bien. – dijo Zero. – Quédate cerca y mantente al cubierto.

De inmediato echó a correr, arrastrando a Samantha mientras avanzaban de frente, al tiempo que los Dig Labors los perseguían y les arrojaban sus armas, que luego giraron y regresaron hacia ellos describiendo arcos. El asalto no disminuyó, incluso cuando Zero y Samantha llegaban al túnel. De hecho, la estrechez del corredor sirvió para que las picas rebotaran en las paredes y ganaran distancia más rápido que antes.

– ¡AH! – gritó Samantha. El sonido de su grito provocó que Zero jalara a la trabajadora hacia una esquina oscura, y los Dig Labors los pasaron de largo, creyendo falsamente que habían seguido de frente.

– ¿Dónde te golpearon? – la cuestionó Zero.

– Oh, en realidad… – Samantha se quitó algunas fibras púrpuras de su hombro. – Creo que sólo me cortaron algunos mechones de cabello. Perdón, creí que fue algo más serio.

Zero se quedó callado por un momento o dos, pero finalmente decidió decirlo. Bien podría hacerlo, ya que ellos dos eran los únicos aquí de todos modos. – No te avergüences por eso. El cabello es un asunto serio.

– ¿Huh?

– Como sea, vámonos. – Zero agarró de nuevo a Samantha y continuó bajando por el túnel, con sus audio-receptores alertas por si había enemigos acercándose que pudieran haberse quedado rezagados, o esperándolos adelante del otro lado. Como fuera, sólo había un camino, y eso era seguir directo hacia adelante.

Estaba luchando, se estaba defendiendo. Pero parecía no ser suficiente. X disparaba hacia la forma rodante de Armadillo, pero sus disparos salían reflejados fuera de la esfera plateada que viajaba a gran velocidad. Viendo que quedarse en el mismo lugar sólo resultaría en que lo estamparan de nuevo contra la pared, el Hunter saltó hacia un lado, esquivando al Maverick mientras su forma rodante se hundía en la pared, atravesando la roca y quedando oculto de la vista de X. Los ojos verdes del reploide observaron la superficie de las paredes y el piso, y también el techo, en busca de cualquier señal de perturbación o movimiento.

De repente, un pequeño rumor sacudió la tierra a pocos metros. Moviéndose a poca distancia y justo a tiempo, Armored Armadillo emergió desde el suelo, y X de inmediato lo acribilló con una ráfaga de fuego rápido. Los múltiples disparos, incluso los cargados, salieron reflejados fuera de la armadura del ex-Hunter, cuyos antebrazos y piernas estaban cubiertos por un material protector plateado.

– Hm. No, esto no servirá. – dijo Armadillo.

– ¿Qué cosa? – cuestionó X. – Creí que querías pelear conmigo.

– Pero podrías hacer que esta batalla fuese menos una carga para ti. – dijo Armadillo. – Aunque los reploides tenemos mayor capacidad independiente que nuestros predecesores robots, que no parece resonar con los humanos que nos hicieron. No todos, pero varios reploides bajo la supervisión de Fujiwara recibieron debilidades y desventajas. Todas ellas contigo en mente.

– ¿Es así? – preguntó X. Cierto, había escuchado los detalles de la boca de Chiyo antes, pero seguía siendo un tema incómodo. El hecho de que Fujiwara había hecho tales cosas, todo bajo la suposición de que X de alguna manera seguiría a Sigma con sus planes.

– Es igual que con Mega Man. – dijo Armadillo. – O más bien, aquel que vino antes que él.

– ¿Cómo así?

– El Dr. Light podría haber desarrollado el primer Robot Master, pero Wily utilizó ese diseño, al igual que el de los ocho DLNs originales que fueron abducidos, para crear chips de armas especializados para sus máquinas. – dijo Armadillo. – Aunque, estoy seguro que ya debes saberlo.

– Es una historia bien conocida a estas alturas. – respondió X. – Pero creí que no estabas interesado en hablar.

– Esto es parte de tu entrenamiento, y bien podría salvarte la vida en el futuro. – espetó el ex-Hunter. – El Dr. Light hizo ingeniería reversa con su propia tecnología para que su creación pudiese utilizar las armas que Wily le había dado a sus máquinas. Pero con nosotros, estos chips fueron diseñados para que tú pudieras usarlos. Así que debes utilizarlos, ya que fueron hechos específicamente para ti.

X guardó silencio por unos breves momentos. – ¿Cuántos reploides fueron construidos de esta manera?

– ...muchos. – confesó Armadillo. – Varios de los cuales trabajaron junto contigo, y otros que fueron enviados a otras zonas. Existen en todas partes, todos con un componente específico hecho para que puedas utilizarlo.

El Hunter azul se sentía enfermo al tener que reconocer tal cosa. Honestamente era repulsivo a sus ojos, se sentía realmente asqueado.

– Mi cuerpo contiene sensores térmicos instalados que me permiten rastrear tus movimientos, incluso mientras estoy bajo tierra. – explicó Armadillo. – Pero, por lo que me han informado, tienes un arma que podría funcionar en mi contra y deshabilitar esa característica. Eso junto con deshacer mi fuente principal de defensa.

– ¿Y por qué me dices esto? – preguntó X.

– Porque tú eres quien debe desafiar a Sigma. – respondió el ex-Hunter. – Y para llegar a él, tendrás que pasar primero por mí.

X no respondió, pero sus ojos verdes suplicaban en silencio que hubiera otra alternativa.

– Te sugiero contemplar una estrategia ahora. – le advirtió X. – Ya que no planeo guiarte más. Desde este momento, ¡estás por tu cuenta!

Volvió a zambullirse en el suelo, repitiendo el mismo ciclo de rodar a alta velocidad entrando y saliendo por las paredes, el suelo y el techo, mientras X gastaba su energía tratando de esquivar los ataques o defenderse.

Armadillo tenía razón, X necesitaba una estrategia, y las reservas personales no lo mantendrían con vida. Pero ¿cómo iba a combatir los sensores térmicos de Armadillo?


Afueras de Abel City…

Sus zapatos de cuero viejo y desgastado hicieron contacto con el suelo una vez que saltó de una pequeña cornisa, y vio su destino a muy poca distancia.

– He llegado. – alertó a la voz que lo estaba guiando. Incluso ahora, era muy extraño oírla. Era diferente, y a la vez tan similar a la de ella.

Pero ¿realmente era ella…?

Sacudió esos pensamientos de momento, enfocándose en contactar a su recién asignada guía. – Estoy a poca distancia del sitio de interés. – le informó a Roll desde su posición actual. – Voy a proceder.

Ok, ten mucho cuidado. – le dijo Roll. Ray B comenzó a moverse, pero entonces la voz de su navegadora comenzó volvió a sonar. – Por cierto, esto tal vez suene fuera de lugar, pero debo admitir que, desde que te escuché hablar, no puedo evitar pensar que me recuerdas mucho a él.

Ray B levantó una ceja debajo de sus gruesas gafas. – ¿Al primer robot del Dr. Light?

Roll no respondió de inmediato. – ¿Cómo adivinaste?

– Mi pregunta sería, ¿por qué de pronto lo sacas a colación? – inquirió Ray B. – ¿No asumirías que ya a estas alturas debe estar muerto desde hace años?

Bueno, sí, pero…

– ¿Pero qué? – Se quedó en silencio por un momento, escuchando la voz de su navegadora. Tal vez, podría aprovechar la oportunidad para obtener algunas respuestas. – ¿Qué sabes sobre él? ¿Qué recuerdas?

... la verdad, no mucho. – admitió Roll. – Recuerdo que no teníamos la mejor relación con él al principio.

– Eso sería quedarse corto. – murmuró Ray B. – Pero continúa.

Pero, con el tiempo, parecía ser sincero al decir que estaba peleando por el bien de todos. – respondió Roll. – Aunque… por lo que puedo recordar, todos pensamos que había muerto durante el conflicto con los Stardroids. Luego de la batalla y cuando todos volvieron el espacio, el Dr. Wily le envió al Dr. Light el casco destrozado de Blues, diciendo que fue todo lo que pudieron rescatar de él. – se quedó en silencio por un momento. – El Dr. Light y Mega Man quedaron destrozados. Una amiga que había hecho, llamada Tempo, o Quake Woman, se sintió totalmente devastada.

– ... tú… ¿recuerdas algo después de eso? – preguntó Ray B. – ¿Más información sobre él?

Lo siento, pero incluso después de todo este tiempo, mis bancos de memoria todavía tienen muchos trozos de información faltantes que dudo mucho que se puedan recuperar. – confesó Roll. – Pero… supongo que quise preguntarte porque… bueno, si yo sigo aquí… entonces tal vez…

Ray B se quedó callado. – And… ¿cómo es que estás aquí?

Me encontraron en el mismo laboratorio donde estaba X. – le dijo. – Aunque, no estoy segura de cómo llegué allí. La última cosa que recuerdo… bueno, no estoy segura de qué es lo que recuerdo. Y de todas maneras… no creo que lo haya visto después del incidente con los Stardroids.

– Así que, por esa deducción, ya está muerto. – dijo Ray B. – Siguiendo esa lógica.

Bueno, es razonable de asumir, pero…

– Ahora mismo no es momento de preocuparse de esas cosas. – le dijo Ray B. – Justo ahora tenemos una misión que cumplir.

C-claro, sí. Perdóname, es que estaba preguntándome si… – Suspiró. – Puede que no recuerde todo, pero… lo extraño. Extraño a todos.

La máquina cubierta con la capa bajó la mirada hacia el suelo, desértico y seco con muy poca vegetación. – Iré a echar un vistazo más de cerca.

Ok, ten cuidado. – le dijo Roll, permitiéndole comenzar la misión.

Aun así, cuando se cortó el enlace, Ray B no pudo evitar murmurar para sí mismo. – … no eres la única.


Minas de Zalts…

Se dio cuenta rápidamente que el Shotgun Ice no sería la respuesta cuando vio que Armored Armadillo flexionó sus miembros, quitándose el hielo que tenía sobre su cuerpo y destruyendo el cristal que se aferraba a su coraza externa.

– ¡Eso no te hará ningún bien! – le advirtió el mamífero mecánico a su oponente. – ¡Tienes que performar mis sistemas por completo!

No le dio a X tiempo para responder antes de volver a zambullirse al suelo, desapareciendo de la vista. En efecto, X supo que tenía que utilizar una estrategia diferente. Los sensores térmicos de Armadillo… si no podía congelarlos… ¿qué más podría utilizar? Y fue entonces que recordó que todavía tenía otro chip de arma secundaria en su posesión. El que recibió de Spark Mandrill.

Todavía no estaba seguro de cómo podría utilizar la habilidad contra Armadillo, pero era el único método que todavía no había probado.

Desde arriba, en la esquina superior derecha, Armadillo salió violentamente de la roca y venía rodando hacia X en una bola compacta, listo para arrollarlo con el impacto.

*¡ZAP!*

Y fue recibido por algo, pero no fue una fuerza física oponiéndosele. Más bien, esta fuerza apenas lo tocó, pero luego se propagó al resto de su cuerpo, provocando subidones de energía eléctrica y enviando choques a su sistema, dejándolo temporalmente paralizado. Se quedó con la boca colgando abierta en un grito silencioso de agonía, emitiendo luz por todo su cuerpo mientras las chispas continuaban asaltándolo internamente. Y luego, finalmente, tras mucho tiempo, el asalto brillante finalmente cesó, dejando a un electrificado Armadillo con las secuelas.

Y esta vez había una notable diferencia. La armadura plateada que una vez tenía acoplada a sus miembros había sido desencajada, y cayó haciendo ruido al suelo emitiendo humo de las placas metálicas. Armadillo empezó a jadear y a respirar con dificultad, aliviado de haberse librado del constante ardor y chispas de esa luz caliente. Luego dirigió su atención hacia X.

– Bien hecho. – alcanzó a decir. – Te llevó algo de tiempo, pero lograste descubrirlo.

X no dijo nada, pero sus ojos dejaron entrever un deje de duda sobre si seguir adelante. Parecía tan innecesario. – Armadillo…

– Pero todavía no me has vencido. – le dijo el antiguo Hunter al reploide azul. – Tendrás que afinar más tus habilidades contra rocas aún más grandes si quieres tener una oportunidad contra Sigma. – Se preparó para atacar de nuevo, a pesar de que ahora estaba casi indefenso a comparación de antes. – ¡Ahora ven! ¡Demuéstrame que mi fe no está equivocada!

Esta historia continuará

Chapter 48: Goldminer

Chapter Text

– "De acuerdo." – pensó mientras miraba el botín recolectado por todo lo que fue extraído esa tarde. – "Vamos a ver qué tenemos aquí."

Inspeccionando la colección de variados minerales en bruto, los receptores ópticos de Goldminer escanearon los cristales y metales brillantes, tanto naturales como procesados que se encontraban en las paredes de la mina. En efecto, los trabajadores de este lugar producían una cantidad impresionante, pero el reploide todavía estaba insatisfecho. No quedaba suficiente para él, y aunque deseaba poseer cada mineral precioso que tenía en frente, no era lo suficientemente tonto para potencialmente invocar la ira de Sigma. No, el líder de su lucha por la independencia les había dejado claro que Goldminer sólo podía tomar lo que había encontrado él mismo, o más bien, lo que encontraran los trabajadores a los que designó para que excavaran por él. Bastaba con decir que tenía muy poco tiempo para buscar, observando a su fuerza de trabajo capturada, así que ¿por qué no poner a aquellos a los que tenía bajo su mando a buen uso?

De hecho, les estaría haciendo a los simios sin pelo un favor al permitirles mostrar su valía, por minúscula que fuese.

– Pfft. ¿Qué piensa Sigma que estos monos sin cola pueden hacer? – cuestionó en voz alta, tomando una muestra de un diamante sin recortar en su mano, observándolo brillar y reflejar los escasos rayos de luz que se filtraban sobre él, y continuó preguntándose. – ¿De qué sirve mantener vivo a ese humano? Si nosotros somos una especie más evolucionada y apta para este mundo, ¿no significa que no hay espacio para ellos? ¿Y por qué debería haber un lugar para ellos para empezar?

Si pudiera hacerlo, se habría permitido una sonrisa en su cara. De cierta manera, ellos mismos habían cavado su propia tumba. Hizo una pequeña pausa, aun estudiando el diamante, pero su semblante cambió. Aunque una vez tenía la visión de que los humanos eran patéticos y sin valor, una emoción diferente se apoderó de él cuando recordó cierta información que le dieron tras unirse a la causa de Sigma.

Información que todos en sus fuerzas ahora sabían. La historia verdadera de lo que sucedió antes de la era de los reploides, e incluso antes de los mecaniloides, incluso aunque Goldminer no tenía ni una pizca de preocupación por cualquiera de los que habían sufrido, el prospecto de lo que le sucedió a sus predecesores le pesaba en los rincones de su mente. En la mente de todos. Y aunque aquellos como Armadillo le dejaron claro a Goldminer y Vile que los humanos debían mantenerse productivos, pero sin ser lastimados, él también sabía de lo que eran capaces sus prisioneros.

Si lo pensaba bien, los humanos eran los verdaderamente peligrosos.

¡Goldminer, contesta!

Lo repentino de la voz de su "camarada" sacó al Maverick de sus reflexiones y lo hizo aterrizar de vuelta en la realidad, para su disgusto, casi perdido entre los brillitos y chispas del imperfecto, pero aun así hermoso objeto compuesto de carbón.

– ¿Qué pasa, Vile? – cuestionó Goldminer, aunque era claro que no le emocionaba mucho oír al ex-Hunter.

¡Pon en marcha tu maldito trasero de metal! ¡Hay un Hunter que se dirige hacia tu estación!

– ¡¿Qué?! – Los receptores ópticos de Goldminer se encendieron de shock, que rápidamente dio paso a irritación. – ¡¿Cuándo pasó esto?! ¡¿Qué pasó con el escuadrón que envié a cuidar de la entrada de esta sección de la mina?!

En algún momento mientras estuviste ocupado contando tus beneficios. – se burló Vile. – Y pensar que Sigma creyó que podrías sernos de utilidad con ¿cómo lo llamó? ¿Tu conocimiento de manejo de finanzas?

Goldminer echaba vapor ante las palabras de Vile, pero mantuvo la calma. No podía perder la compostura, no en frente de ese sujeto. – Entonces, ¿de quién se trata? ¿Es ese pelmazo azul?

Aunque no podía verlo, el reploide podría jurar que escuchó un deje de burla enfermiza en la respuesta de Vile. – Oh no, el que va hacia ti es totalmente diferente. Además, yo ya tengo en la mira a ese pelmazo. Tú tendrás que encargarte del amigo que trajo consigo.

Él no tenía ninguna característica que le permitiera hacerlo, mucho menos poseía carne para demostrarlo, pero Goldminer se preguntó si esto era lo que se sentía "palidecer", al procesar las palabras de su compañero y con ellas la terrible realización que le golpeó.

– Espera… – tartamudeó. – ¡¿T-te refieres… a él?!

X está aquí, ¿quién más le permitiría a un inútil como él venir a este lugar?

Los receptores ópticos de Goldminer se ensancharon, destellando con una comprensión llena de horror. Empezó entonces a gritar, pese a que el volumen de su voz no tendría peso independientemente de si sus súplicas serían escuchadas.

– ¡Espera, espera! ¡Tú… tienes que volver aquí! ¡Tienes que ayudarme a acabar con este sujeto!

Lo siento, no es mi problema. – respondió Vile desdeñosamente. – Tengo un Hunter del cual ocuparme, así que te toca lidiar con Zero por tu cuenta.

– ¡Vile, espera! – continuó Goldminer, poniéndose más y más desesperado. – ¡No puedes dejarme! ¡Si ya viene de camino aquí, entonces esos sujetos a los que envié allá afuera están…! – Se quedó en silencio.

Sí, suena a que es un problema. Para ti. – replicó Vile. – Seguro que debes tener algo allá abajo a tu disposición. Utilízalo.

– ¡No tengo ningún arma!

Entonces usa tu imaginación.

– ¡Vile, no me dejes! ¡Vile! ¡VILE!

Silencio. Goldminer maldijo entre dientes antes de golpear una pared cercana, pero más por estar aterrorizado que furioso. Ciertamente, el prospecto de que los Maverick Hunters se infiltraran en la mina siempre era una posibilidad, y pronto resultaría inevitable, pero el antiguo criminal ni siquiera habría soñado que se enfrentaría cara a cara a uno de ellos.

No, no era sólo uno de ellos. Era uno de los mejores. Uno que seguramente podría acabar con él con apenas una vibración de su núcleo.

– Vile, hijo de… – Goldminer seguía echando humo, apretando los puños, pero no estaba seguro de si temblaba de rabia o de terror. Tal vez, de una extraña manera, era por ambas cosas.

Aun así, independientemente de cualquier animosidad que tuviera hacia el ex-Hunter convertido en Maverick, sabía que tenía que hacer algo. Alguien venía acercándose, y no era cualquiera, sino Zero. EL Zero. Cierto, había una buena cantidad de información que Sigma no había compartido con él todavía, pero incluso en sus días antes de unirse al antiguo líder de los Maverick Hunters, sabía que podía considerarse muerto si mandaban a Zero tras él.

Por supuesto, luego llegaba la pregunta de qué podría hacer al respecto. Él no era ningún debilucho, o al menos eso decía, pero tampoco era un experto en armas ni estaba equipado con un blaster. Y viendo que el Hunter rojo venía en camino hacia acá, Goldminer dudaba que sus fuerzas pudieran retrasarlo por mucho tiempo. No, necesitaba algo grande, algo poderoso. ¡Algo que pudiera aplastar a ese rubio afeminado y mandarlo al deshuesadero! ¿Pero qué?

– Un momento… ¡por supuesto! – Goldminder sonrió, finalmente encontrando una solución a su actual dilema. Sus receptores ópticos se oscurecieron, y luego se iluminaron con anticipación. – Pero, no será tan fácil tomarlo por sorpresa. No, voy a dejar que él mismo se destruya por mí.


A cierta distancia de allí…

– Y bien, ¿a dónde llevan estas vías? – le preguntó Zero a Samantha, mientras la otra reploide seguía sirviéndole como guía mientras él se ocupaba de protegerla.

– A una de las zonas principales de este lugar. – explicó la trabajadora de pelo violeta. – Hasta ahora es la más grande, así que probablemente esté vigilada. El panel de control de los sistemas está aquí, así que tal vez pueda abrir los seguros si llego hasta él.

– Entonces probablemente tendremos que entrar por caminos separados. – señaló Zero.

En efecto, pensaba Samantha, no habría forma de que los guardias la dejaran entrar si el Hunter venía acompañándola, incluso si les mentía diciendo que él era su prisionero. Aun así, ¿de qué manera podrían entrar?

– Hey, ¿qué es eso?

La voz de Zero sacó a Samantha de su ensimismamiento, y sus ojos cafés notaron un carro cercano que se había volcado fuera de los rieles. Acercándose a él con Zero siguiéndole y vigilando en caso de que hubiera fuerzas enemigas cerca, la trabajadora de las Minas de Zalts vio que estaba totalmente vacío, con el compartimiento para carga totalmente limpio. Echó un vistazo al vehículo de transporte, y luego al Hunter que servía como su protección. Intercambió miradas entre ambos por varios momentos, hasta que una solución potencial se manifestó en su procesador.

– Disculpe, ¿Sr. Zero?

– Zero es suficiente. – le dijo el Hunter rubio. No lo dijo en voz alta, pero murmuró entre dientes. – Decirme señor sólo me recuerda que tengo más de un siglo.

– No estoy segura de qué pensarás de esto. – dijo la reploide de cabello violeta. – Pero, si podemos poner esto de vuelta en las vías… – Miró brevemente al Hunter rojo – … creo que tendremos un boleto para poder entrar los dos al mismo tiempo.


Poco tiempo después…

– ¿Hm?

– ¿Viene alguien?

Aunque los Dig Labors estaban armados y listos para combatir cualquier amenaza, el hecho de que cualquiera viniera a este lugar era suficiente shock para sacudir sus circuitos. Les habían alertado que había Hunters en el área, pero el prospecto de toparse con alguno de ellos no era algo que ninguno de los guardias estuviera esperando. Lo que vieron sus ojos, para su gran confusión, fue una simple trabajadora empujando lo que parecía ser un carro por las minas, con una tela cubriendo su contenido.

– Hola, caballeros. – saludó la reploide de cabello morado a los Dig Laborers, mientras seguía empujando el carro. – Disculpen si los asusté, pero descubrí un vehículo con algo de carga que se había perdido, así que decidí traerlo aquí.

Los dos Mavericks inspeccionaron el carro, observándolo cuidadosamente al igual que la tela que cubría lo que fuera que estaba en su interior.

– ¿Dónde encontraste esto? – le preguntó uno de ellos a Samantha.

– No muy lejos de aquí. – respondió la trabajadora. – Estaba descarrilado, así que me tomó algo de esfuerzo volverlo a poner en las vías. Estoy segura de que los chicos de aquí querrán que se los devuelva.

– Un momento. – dijo otro de los guardias, que señaló hacia la tela. – ¿Qué hay adentro?

– Sólo… lo usual, minerales y metales. – dijo Samantha. – Perdónenme, pero considerando para quién estamos trabajando, me imagino que Goldminer querrá que le demos todo lo que se haya excavado para su montaña. Incluso si sólo son un par de pepitas de oro o algunos diamantes en bruto sin cortar.

Los Dig Labors se miraron entre ellos, y luego a la otra reploide. Tras un breve período de silencio, uno de ellos finalmente le habló.

– De acuerdo, bien. – Presionó un botón, y al hacerlo los seguros de la puerta que sellaba el área de excavación se abrieron. Los paneles se separaron lentamente, revelando lo que era probablemente la caverna más expansiva y enorme de toda la mina. – Vuelve a trabajar con los demás.

Samantha entró, pero antes de poder ir muy lejos, sintió que le agarraban el carro por detrás.

– Pero nosotros nos ocuparemos de esto.

– ¿Qué? – La excavadora se giró. – ¿Qué quieres decir?

– Si sólo hay tesoros extraídos aquí dentro, seguro no te importará que los agreguemos a la pila, ¿verdad? – cuestionó uno de los Mavericks. – Después de todo, ¿no es como que haya alguien más escondido aquí dentro, ¿verdad?

– Um…no, en absoluto. – dijo Samantha. – Yo… supongo que los dejaré para que se encarguen de eso. ¡Nos vemos!

Se despidió con la mano, tratando de aparentar una sonrisa amable. Siguió andando, esperando encontrar a sus colegas trabajadores, pero también deseándole lo mejor a su protector.

– Espero que puedas manejar las cosas por tu cuenta. – murmuró para sí misma antes de desaparecer de la vista. Los Dig Labors la observaron hasta que se fue, y luego se giraron hacia el carro.

– Muy bien. – dijo uno de ellos, cogiendo la tela. – Vamos a ver qué hay aquí abajo.

De un solo tirón, removió la tela, pero al hacerlo, todos los Dig Labors se quedaron estupefactos al ver que el carro estaba totalmente vacío.

– ¡¿Qué diablos…?!

– ¡Estaba seguro de que había algo sospechoso allí dentro!

Fue entonces que ambos Mavericks se dieron cuenta de que compartían la misma sensación de unos ojos perforándoles las espaldas. Desafortunadamente, ni siquiera pudieron ver a su atacante antes que sus puños chocaran contra ellos, golpeándolos repetidamente hasta que ambos Mavericks dejaron de moverse.

Zero se quedó de pie observando los cuerpos colapsados de los Dig Labors. Cierto, sería muy fácil acabar con ellos ahora mismo, y no había razón para hacerlo, pero el hecho de que no lo habían atacado plantó una semilla que, para confusión e irritación del Hunter rojo, lo disuadió de rematar a los Mavericks inconscientes y que dejaran de funcionar permanentemente. Aun así, aunque esa sensación no dejaba de atormentarlo, siguió adelante, en la misma dirección por donde fue Samantha.

No sabía por qué, pero Zero no podía evitar conectar sus dudas con la imagen de su compañero, que apareció en su mente por un breve segundo.

– "X…" – pensó mientras corría de frente. – "¡Más te vale que estés en una pieza cuando te encuentre!"


En la cámara de Armadillo…

Todavía seguía de pie. Seguía peleando. Seguía oponiéndose firmemente ante su oponente, y aun así, podía sentir cómo su cuerpo lentamente comenzaba a fallarle.

X disparaba cuando se veía forzado a ello, y Armadillo se aseguraba de seguir arremetiendo contra él, dejando al reploide azul sin más opción que defenderse. Hasta ahora, esta táctica había funcionado, pero en última instancia, la Electric Spark de Mandrill le había hecho más daño del que sospechaba inicialmente. Lentamente se iba desgastando, y su cuerpo, aunque seguía fuerte, estaba perdiendo lentamente su otrora impresionante velocidad, y sin su armadura protectora, recibía un ligero daño cada vez que se echaba a rodar y rebotaba contra las paredes.

X veía todo esto, y aun así, seguía dudando. Fue entonces que Armadillo perdió toda su paciencia.

– ¡Maldito cobarde! – bramó, interrumpiéndose con un gruñido de dolor, sintiendo que se le habían dañado unos componentes internos. – ¡¿Te haces llamar un Maverick Hunter?! ¡Yo soy el enemigo, así que dispárame!

X seguía inseguro de cómo responder al principio, pero pronto se volvió evidente que Armadillo tomó su silencio como un insulto.

– Por lo que me has dicho, eres un individuo honorable, Armadillo. – le dijo X. – Dudo que Chill Penguin o Spark Mandrill hubieran liberado a sus rehenes si los tuvieran. Y si estás dispuesto a perdonarles la vida a los inocentes aquí… tal vez Sigma…

– Espera, ¿eso es lo que te hace contenerte? – cuestionó el mamífero mecánico. – ¿Crees que Sigma, de alguna manera, simplemente está equivocado?

– ¡O tal vez haya sido infectado con un virus! ¡Tal vez el fenómeno de los Mavericks SÍ está conectado de alguna manera a un programa invasivo!

Armadillo se quedó sin habla, y sus ojos se ensancharon del shock.

– ... ¿Crees que Sigma es una víctima? – inquirió. El silencio de X era toda la respuesta que necesitaba. – Eres más ingenuo de lo que pensé.

X no lo entendía del todo. – Un virus computarizado puede alterar la CPU y las funciones generales de una máquina, ¡uno de los indicadores principales de una infección son los cambios de comportamiento! ¡Y de hecho, eso es exactamente lo que demuestra Sigma!

El antiguo Hunter violeta y dorado se quedó callado por un momento, y finalmente suspiró. No por frustración, sino más bien por decepción. Como si hubiera esperado que su antiguo aliado supiera mejor. Aun así, tal vez Armadillo estaba juzgando muy duramente a X. En efecto, apenas recientemente fue que descubrió la realidad de la situación de Sigma.

– ... Realmente no conoces la verdadera naturaleza de aquello con lo que Sigma ha entrado en contacto. – le dijo Armadillo a X. – Ni tampoco entiendes cómo funciona.

X seguía sin entender, pero a pesar de todo, si esto le daba algunas respuestas, estaba dispuesto a escucharlo. – Entonces ¿cómo funciona?

Armadillo soltó un resoplido de dolor, ya que sus sistemas respondían al daño que tanto X como él mismo le habían infligido. – Para recibir tu respuesta, no sólo a esto, sino a todas tus demás preguntas… – A pesar del dolor, se irguió fuerte y orgulloso una vez más – … Ya sabes lo que tienes que hacer.

X no dijo nada, sus ojos verdes simplemente miraron hacia su buster desenfundado por un momento.

– … de acuerdo. – le dijo, sorprendiendo enormemente a Armadillo.

– Hm. – El mamífero sonrió con satisfacción. – Parece que por fin estás aceptando la realidad de tu situación. Aunque, si puedo hacerte una recomendación, personalmente yo intentaría otra estrategia. El modo estándar de tu buster es efectivo, pero seguramente debe haber algo mejor en tu arsenal en este momento.

X no dijo nada, pero Armadillo tenía razón. No se le había olvidado el consejo que le dio su oponente sobre utilizar sus armas, y al pensarlo más detenidamente, decidió que tal vez era lo que necesitaba para derrotar a Armadillo. La única pregunta era, después de eso ¿qué haría?

No tuvo tiempo de seguir reflexionando, ya que Armadillo volvió a cargar contra él, forzand saltar fuera del camino, aterrizando al otro lado de la cámara. Sólo que, una vez que aterrizó, momentáneamente cambió su unidad contenedora regular instalada en su arma por otra. Una que, aunque tal vez no le diera la conclusión que Armadillo tuviera en mente, serviría para detenerlo.

Y tal vez, con suerte, podría incluso dalvarlo.


Sitio de excavación 3-D…

Girando hacia el campo, Goldminer notó un rostro que no había visto en un largo tiempo aproximándose hacia un trabajador caído. Al examinarlo más de cerca, reconoció quien era, y lo extraño de verla aquí.

– ¡Hey, tú! – gritó el Maverick, captando la atención de todos, humanos y reploides por igual. – ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Creí que Vile te dijo que te quedaras en otra zona bien lejos de aquí!

Samantha se preparó, mirando hacia un costado y sin mencionar a la figura que acechaba desde las sombras que había disponibles, manteniendo sus pasos y movimientos tan ligeros y silenciosos como fuera posible.

– ¡Vine para decirte que tenemos problemas! – le dijo a su superior, esperando que al menos se sentiría intrigado por lo que tenía que decirle. Goldminer estaba perplejo.

– ¿Qué problemas? Ten en cuenta que estos "problemas" podrían ser la única cosa que te mantiene a salvo. – le advirtió. – Después de todo, desobedeciste las órdenes y abandonaste tu puesto.

La trabajadora de cabello violeta con casco protector hizo un ademán de tragar en seco, pese a no poseer ninguno de los rasgos asociados a una garganta orgánica. Parecía ser verdad que esto era un reflejo normal, para hombres o máquinas.

– ¡Uno de los Hunters que fue desplegado en este lugar se dirige aquí! – dijo Samantha, tratando de sonar a que quería alertar a Goldminer. – ¡Es el rojo!

Al oír la palabra "rojo", Goldminer se congeló.

– ¿Q-qué? – tartamudeó. – No, e-eres una idiota. Él no puede estar aquí… – Se detuvo por un momento, y empezó a girar sus sensores ópticos frenéticamente en busca de cualquier señal de rojo brillante, y cualquier mechón ondeante de pelo rubio. – No ahora. Vile… ¡él me llamó hace apenas un rato! ¡Ese sujeto no puede estar aquí!

– ¿Qué razón tengo para mentir? – cuestionó Samantha. – Mi vida, y las de todos los demás, están en tus manos, así que ¿qué gano arriesgándome con esto?

Goldminer estuvo a punto de responder, pero terminó quedándose en silencio, tratando de mantener su compostura. ¡No podía permitirse derrumbarse en frente de sus prisioneros!

– ¡Oh no! ¡Ya tenemos otro!

Y entonces ambos, Maverick y rehén, vieron que otro de los trabajadores había colapsado por el agotamiento: esta vez un reploide, sorprendentemente.

– Grandioso. – gruñó Goldminer, mirando al minero caído. – ¡Hey, no tienes permitido dejar de excavar todavía! ¡Aún quedan algunas horas antes de que les permitan tomar su descanso!

La máquina desplomada no respondió con nada excepto un pequeño tic. Samantha se arrodilló para inspeccionarlo. – Sus sistemas parecen haber entrado en bloqueo de estasis. – le explicó a Goldminer. – Y por lo que parece, se quedará inconsciente por un buen rato.

– ¡¿Qué?! – bramó Goldminer. – ¡¿Cómo?! ¡Si es uno de los nuestros! ¡No es uno de estos estúpidos debiluchos hechos de carne! – agregó señalando a los humanos que seguían estando cautivos junto con Samantha.

– ¡Incluso nosotros necesitamos tiempo para apagar nuestros cerebros de vez en cuando! – protestó ella. – ¡Por durables que seamos, ninguna máquina puede seguir para siempre sin recibir algún reposo momentáneo!

– Oh, así que necesita descansar, ¿no? Bueno… – El Maverick sacó una pistola de plasma estándar y apuntó directamente a la cabeza del trabajador caído. – ¡Vamos a darle un descanso permanentemente!

– ¡No! ¡No puedes! – protestó Samantha, pero sólo recibió un manotazo de revés en la mejilla de su captor, enviándola al suelo. El dolor no fue tan extremo, pero el golpe la dejó algo desorientada. Vio entonces a Goldminer apuntar el arma hacia la cabeza del trabajador de nuevo, que seguía totalmente inconsciente y sin forma de saber que su vida estaba a pocos segundos de terminar. – ¡Espera, no lo hagas! ¡NO!

Siguió suplicando, con sus ojos muy abiertos al ver que el dedo del Maverick iba tirando del gatillo, preparándose para descargar la energía en un solo disparo. Goldminer no le prestó atención, ya que planeaba llevar a cabo su plan.

Por supuesto, para su shock, no llegó muy lejos. Ni siquiera pudo lanzar un solo disparo, ya que una mano invisible había agarrado la suya, evitando que jalara el gatillo. Fue entonces que Goldminer notó que la mano blanca estaba pegada a un antebrazo con armadura roja. No pudo evitar que la horrible realización lo golpeara, pero cuando sus receptores ópticos pudieron vislumbrar los detalles en el pecho, piernas, hombros, casco, y especialmente el cabello del extraño, se dio cuenta de que ya no era la vida del trabajador la que estaba en riesgo.

Y por lo que podía verse, el Hunter rojo tenía pocos problemas con hacer lo que fuera necesario al momento de lidiar con Mavericks.

Esta historia continuará

Chapter 49: Terrores de arriba y abajo

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Los receptores ópticos del Maverick estaban inmóviles y eran incapaces de transmitir expresiones. Pero, dado como acababa de empezar a temblar ante el agarre del Hunter rojo, era evidente que Goldminer estaba más que un poco nervioso de estar en presencia de uno que seguramente habría pasado por encima de uno o dos guardias para llegar hasta aquí.

Que probablemente ahora estaban a varios kilómetros, destrozados en pedazos.

– ¡¿T-tú…?! – tartamudeó Goldminer. Los ojos azules de Zero perforaban los receptores visuales del Maverick. – ¡N-No! ¡No puedes estar aquí! ¡No ahora!

– Entonces, el reploide parado frente a ti no existe. ¿Es lo que intentas decir? – cuestionó Zero, a lo que Goldminer no pudo responder. – Tus amigos a los que vi de camino aquí están en mejor condición de lo que estarás tú, si no detienes todo este sinsentido de una vez.

– ¿Hm? ¿Me estás ofreciendo piedad? – inquirió el Maverick, genuinamente curioso, pero no creyéndoselo del todo.

– Piedad sería convencer al Consejo de darte una sentencia reducida. – respondió el Hunter rubio. – Eso es algo que haría mi compañero, pero él no está aquí, sino yo. – agregó con un ligero gruñido. – Y no tengo ningún problema en aceptar y admitir que NO soy tan amable como él.

Goldminer comenzó a forcejear, tratando de sacar una pica similar a las utilizadas por los Dig Laborers y agitándola hacia el costado, esperando clavársela en las en el torso a Zero. El Hunter rojo evadió el golpe del arma justo a tiempo, pero pudo sentir la fuerza del instrumento curvo y afilado zumbando cerca de él, cortando el viento con su velocidad. Ambos, Hunter y Maverick, saltaron hacia atrás, mirándose desafiantemente.

– Depende de ti. – le advirtió Zero a Goldminer. – Si terminas del lado equivocado de este, buster, sin embargo, tú mismo te pusiste allí.

Goldminer permaneció en silencio, pero sus ojos se movieron rápido, espiando detrás de sí.

– "El túnel." – pensó. – "Está guardado en el túnel. De todas maneras planeaba utilizarlo en él. ¡Pero no sé si podré llegar allí a tiempo!"

Lentamente, el Maverick comenzó a retroceder, dando pasos pequeños pero deliberados. Zero pudo ver lo que estaba haciendo, pero permaneció donde estaba, ya que cabía la posibilidad de que Goldminer cargaba un explosivo o algún otro dispositivo.

El silencio cayó entre los dos, ninguno atreviéndose a hacer un movimiento hasta que el otro lo hiciera primero, pero era claro que sólo uno de ellos se ponía cada vez más y más nervioso con el tiempo. Eventualmente, Goldminer no pudo más y se lanzó a correr hacia una enorme abertura en la pared rocosa, donde la oscuridad que enmarcaba el túnel abierto en la montaña rápidamente absorbió la silueta del Maverick, dejándolo cada vez más difíciles de ver entre más de alejaba.

Zero lo siguió, y sus ojos se ajustaron a las densas sombras que había adelante, pero para su sorpresa, Goldminer se las arregló para mantenerse fuera del alcance del Hunter rojo. Impresionante, pero no podría mantener esa velocidad para siempre. Eventualmente, Zero sabía que el cobarde se quedaría sin lugar a dónde ir.

Por supuesto, eso fue hasta que el androide de pelo largo oyó el eco de lo que parecía ser un motor arrancando, como si fuera encendido por primera vez después de un largo tiempo. Al principio, Zero no comprendía lo que era, salvo por el hecho de que debía tratarse de algún vehículo o máquina de tamaño considerable.

Fue entonces que vio un objeto aproximándose lentamente en la distancia, y en cuanto se acercó unos cuantos centímetros, el Hunter rojo inmediatamente abandonó el túnel, corriendo tan rápido como pudieran llevarlo sus piernas. Incluso aunque moverse a esa clase de velocidad, esforzándose un poco más allá de sus límites, ponía en riesgo sus componentes internos. Pero luego podía ocuparse de los dolores que vendrían después.

– Hey, ¿qué sucede? – preguntó Samantha, notando que, para su desconcierto, su protector tenía una expresión algo asustada en sus usualmente frías facciones.

– ¡No hay tiempo para explicar! – le respondió Zero, cuyos ojos azules estaban muy abiertos de precaución. – ¡Tenemos que salir de aquí, pero ya!

– ¿Por qué? ¿Qué está…?

La minera de pelo violeta no llegó más lejos antes de que una sinfonía que perforaba los oídos al romper la roca y la tierra dura cediera ante la fuerza diseñada para moverla resonara por toda el área. Y antes de que pudiera siquiera preguntar, vio lo que venía hacia ellos, pero no tuvo tiempo de responder con shock o gritar, ya que Zero le agarró el brazo y la arrastró con él, mientras varios otros los seguían.

Habían sido rescatados, pero ahora posiblemente nunca llegarían a la superficie con vida.

Detrás de ella, Zero y los demás que ahora estaban huyendo, Goldminer se encontraba en el asiento del conductor de una máquina enorme de color azul brillante, rojo, plateado y dorado, a pesar de las manchas de tierra en su superficie, con un enorme rodillo aplanador con púas filosas insertadas a su alrededor abrían la tierra bajo sus ruedas mientras su conductor pisaba el acelerador para arrollar a los rehenes.

– ¡Jajaja! ¡Intenten escapar de esto! – se reía Goldminer, cuyos receptores ópticos vieron un interruptor en el panel de control del Mole Borer. – ¡Oh, esto será muy útil!

Todos oyeron el sonido de una especie de proyectil siendo cargado, pero nadie se atrevió a mirar atrás por miedo de que hacerlo resultase fatal. Independientemente, una mayoría de los que estaban huyendo del vehículo que movía la tierra sabían lo que venía, y Zero no perdió el tiempo dándoles una orden a todos los que alcanzaran a oírlo.

– ¡Salten hacia los lados!

No había razones para no obedecer las palabras del Hunter rojo, y los trabajadores saltaron fuera del camino en cuanto el misil salió disparado, explotando en el segundo que hizo contacto con el suelo. Toda el área se sacudió con el impacto, enviando esquirlas de roca a volar por todas las direcciones, y quienes lograron evitar el disparo ahora intentaban evitar los trozos de piedra que venían volando en su dirección. Zero vio a Samantha cerca y corrió hacia ella, viendo que estaba en el suelo e inmóvil. Aunque tras sacudirla firmemente en el costado, la minera de cabello púrpura respondió.

– ¿Puedes caminar? – le preguntó Zero, ayudándole a levantarse.

– Creo que sí. – dijo ella.

Pero su conversación se vio interrumpida por el sonido del Mole Borer volviendo hacia ellos, ahora con la herramienta de picos en frente haciendo trizas la tierra a medida que se acercaba. Estaba conduciendo el vehículo en círculos, mientras disparaba misiles a cualquiera que tuviera la mala suerte de estar en el rango de los disparos.

– ¡Ninguno de nosotros saldrá de aquí con esa cosa suelta!

Zero observó el Mole Borer mientras Goldminer lo conducía, claramente gozando de la destrucción que estaba causando. Pronto, el Hunter y los trabajadores en huida oyeron ruidos aproximándose desde atrás. Varios Dig Laborers se estaban dirigiendo hacia el área, habiendo recibido la señal de alarma del Maverick en el breve tiempo que tuvo mientras era perseguido por Zero.

– Grandioso. – siseó el reploide rojo, cuyos ojos azules se pusieron en rendijas al ver a las tropas que venían hacia ellos. – Esto no va a funcionar, vienen a nosotros por ambos lados. – dijo pensando en voz alta, antes de centrar su atención en el Mole Borer. – ¡Pero esa cosa tendrá que irse primero!


En la cámara de Armadillo…

Había llegado hasta aquí, más lejos de lo que el antiguo Hunter habría creído. En efecto, de no ser porque había forzado a su oponente en ello, dudaba que hubiese recibido una oportunidad como ésta.

Y efectivamente, el reploide de mayor rango empezaba a ver con sus propios ojos de lo que Sigma y Fujiwara estaban hablando.

Con todo, el mamífero mecánico de bandas no estaba satisfecho. No totalmente, Su oponente, aunque había incrementado su agresión y voluntad para infligir golpes que hicieran caer al otro reploide, todavía no ejecutaba ese único movimiento decisivo.

El movimiento que cambiaría todo el curso de la batalla.

– Todavía no has tomado acción. – declaró Armadillo, finalmente perdiendo la paciencia. – Estás dudando a causa de tu ingenuidad y estupidez, o es que deliberadamente me estás insultando.

X hizo una pausa, todavía apuntando con el buster a su oponente, pero no disparó. – El trato era que te venciera en batalla. – respondió el reploide azul. – Eso no significa que tenga que eliminarte.

Armadillo gruñó y sacudió su cabeza. – Eres un tonto. Incluso si mi intención es que llegues con él, estoy de acuerdo con Sigma en una cosa. – dijo entrecerrando sus ojos. – Estás atrapado en el mismo sueño que tenía tu creador.

X se detuvo en seco. – ¿Sueño?

– Antes de que Sigma soltara la primera ronda de misiles sobre Abel City, te puso una prueba. – dijo el mamífero acorazado. – Una prueba que fallaste.

X se mordió el labio, recordando el incidente que Armadillo estaba describiendo.

– Tu sentimentalismo te detuvo de cumplir con tu deber, y a su vez, Sigma capitalizó en tu error. Aunque tampoco levantaste tu arma contra Zero.

Eso pareció sacarle una reacción al reploide azul, fuera de la decepción o su fracaso de usar todas sus capacidades. – Entonces, ¿lo que estás sugiriendo es que prefieres que yo le dispare a él en lugar de a Sigma? ¿Es eso?

– Pareces ofendido por la sugerencia. – señaló el oficial de mayor rango, sorprendiendo a X. – Pero, ¿no es ese tu deber como Maverick Hunter? ¿Lidiar con Sigma o Zero tal como lidiaste con Penguin y Mandrill? – Hizo una pausa. – Y ahora, tienes que lidiar conmigo, ¿no?

X no dijo nada. El silencio del Hunter azul parecía no ser una respuesta apropiada para su oponente. Se preguntaba si Armadillo estaba tomando su falta de respuesta como un insulto directo, y su expresión se tornó amarga.

– ¿Es tan malo que no me guste utilizar medidas extremas?

– Estás negando la realidad de lo que eres, de lo que somos todos nosotros. – dijo Armadillo. De inmediato procedió a redirigir la conversación, viendo que el reploide azul buscaba salirse de ella. – Aun así, volviendo al tema en cuestión, tu deber como Hunter es eliminar cualquier amenaza potencial a los humanos y reploides por igual, aunque hay más énfasis en los primeros. Y comparado con Sigma, ¿no crees que Zero sería el objetivo más obvio? Seguramente esto se te habrá ocurrido al menos una vez durante tu confrontación con el Comandante.

X sintió que le temblaba el labio. Sabía que debía verse completamente patético, pero la verdad, esta era una pregunta que se había repetido a sí mismo cientos de veces desde que sucedió. Ciertamente, aunque Zero estaba agradecido de que X se hubiera contenido, eso no cambiaba el hecho de que, efectivamente, si Zero hubiese sido un Maverick, el Hunter azul le habría dado una oportunidad a su compañero no sólo para acabar con él, sino también a Sigma.

– No serías capaz. – concluyó Armadillo. – No importa si fuese el Comandante o Zero. No lo harías ni aunque te vieras obligado a hacerlo. Nunca fuiste capaz de eliminar a alguien por tu propia voluntad. Penguin fue abatido por tu buster, pero eso fue sólo porque no te quedaban opciones, y no aprovechar ese disparo sería lo mismo que escupir sobre la tumba de Marth.

X permaneció en silencio, mientras el mamífero de bandas continuaba. A pesar de estar en un estado debilitado, seguía de pie alto y orgulloso.

– Y Sigma tuvo que intervenir para acabar con Mandrill por ti. Pero eso no lo recibirás de mí. Deberás vencerme. – le dijo al Hunter azul, guardando silencio temporalmente. – No sólo por mi orgullo, sino por nuestro futuro.

Fue entonces que X volvió a hablar. Si no era porque pudiese refutar a su camarada… ex camarada, en algo que sabía que no era verdad.

– ¿Entonces por qué pelear? – preguntó. – Si ante tus ojos estoy obligado a derrotarte por el bien de todos los demás.

– No, no es por todos los demás. – interrumpió Armadillo. – Eso es otra cosa, debes perder esa noción estúpida que compartía tu creador. Al igual que tu predecesor.

Armadillo suspiró y cerró sus ojos. – Ese engaño de que el hombre y la máquina pueden vivir juntos en este mundo.

X apretó los labios. – ¿Y por qué, si esa noción es tan tonta, es parte de la fundación en la que fueron construidos nuestros procesadores?

El mamífero de bandas soltó un gruñido grave, aunque esta muestra de irritación no parecía enteramente dirigida al Hunter eazul. – Planeaba decírtelo momentos antes de enfrentarme a la muerte en tus manos, pero parece ser que esta información es la única manera de que entiendas.

Antes de que X pudiera preguntar a qué se refería, volvió a hablar.

– ¿Has oído de un evento conocido como el Retiro de los Robots?


Sitio de excavación 3-D…

Al ver al imponente y poderoso vehículo del que su superior había tomado el control el pequeño escuadrón de Dig Laborers dudaron por un momento antes de ir por el Hunter rubio, debido a que Goldminer maniobraba el masivo instrumento de una manera poco más que algo imprudente. Aun así, si no hubiesen oído su petición de asistencia, probablemente ya tendría razón más que suficiente para usarlo en contra de ellos. Siendo así, tal vez tendrían mejor suerte lidiando con uno de los

Incluso si ese individuo resultaba ser alguien que tampoco tenía problemas disparándoles a ellos.

Zero probó dicho punto, ya que en cuanto el primero de los Mavericks arrojó su pica en dirección al Hunter, Zero no perdió un instante e inmediatamente se puso a la defensiva. Luego, uno que había lanzado su arma tuvo que agacharse para evadir un disparo cargado, pero esto le permitió a uno de los Dig Laborers venir directo hacia Zero con su pica, sosteniendo el instrumento afilado sobre su cabeza y listo para bajárselo sobre la piel metálica del otro reploide.

Se agachó rápidamente y con una patada al pecho envió de espaldas al Maverick, resultando en que más de las fuerzas opositoras avanzaran hacia el Hunter rojo. Sin embargo, el repentino ataque no duró mucho, pues todos empezaron a sentir que el suelo a su alrededor temblaba, junto con un zumbido continuo que llegaba a sus audio-receptores.

– ¡Salgan del camino!

La voz de Samantha no era la señal necesaria para decirles a los otros que estaban parados en medio del peligro, pero sirvió su propósito al captar su atención. Zero y el pequeño grupo de Dig Laborers que seguían de pie se dieron la vuelta para ver al Mole Borer, o más específicamente, a Goldminer viniendo directo hacia ellos, con el enorme rodillo aplanador con púas listo para aplastar y destrozar la tierra misma, junto con cualquiera que se opusiera a Sigma.

Estuvo muy cerca, pero Zero saltó hacia un lado para evitar el vehículo, y algunos Dig Laborers que se dieron cuenta que se movió hicieron lo mismo. Pero desafortunadamente, esos pocos fueron también los únicos que lograron escapar de lo que vino a continuación.

– ¡Espera, detente! – Zero oyó gritar a Samantha de nuevo, sólo que esta vez, su preocupación parecía ir más hacia aquellos que previamente habían sido sus agresores.

Para conmoción de Zero y aquellos que lo habían seguido, Goldminer le dio la vuelta al Mole Borer, claramente apuntando hacia el reploide rubio, pero al hacerlo, pareció olvidarse por completo que había otros en el rango del masivo mecaniloide, o más bien, no le importaba.

– ¡No, espera! ¡Espera!

– ¡Goldminer! ¡Detente!

– ¡AÚN ESTAMOS…!

Cada voz que protestó en contra de su superior fue cortada, cuando una serie de ruidos de ruptura y retorcedura, de metal siendo triturado, la silenció a continuación. Y si no, eventualmente se ahogaba entre los gritos de pánico y que suplicaban que se detuviera o por ayuda antes de ser aplastados por el rodillo, triturando todo en su camino, y a todos.

Zero y su pequeño número de agresores observaron, el primero en shock y los otros en horror, cómo Goldminer arrollaba a cada uno de sus camaradas que se metían en su camino, ni siquiera dándoles un momento para intentar escapar. Uno por uno fueron atropellados, con el Mole Borer incluso atrapando y triturando a algunos de ellos, varios siendo atrapados más rápido que el resto mientras otros intentaban en vano liberarse o incluso arrastrarse si el rodillo había partido sus cuerpos de metal en dos. Un Dig Laborer se las arregló para arrastrarse a pocos metros, esperando al menos alcanzar a uno de sus camaradas más intactos, pero la aplanadora se le vino encima a su medio cuerpo, triturando lo que quedaba de él y siguiendo adelante. El instrumento con picos sujeto a la máquina semi-independiente siguió haciendo su trabajo hasta que los receptores ópticos y otros componentes internos del reploide literalmente estallaron por cualquier abertura disponible, dejando su rostro como una máscara congelada de ojos destruidos, cables y alambres enredados saliendo de las áreas abiertas creadas por su rostro al ceder ante la presión que le aplicaban.

Los otros Dig Laborers quedaron horrorizados ante lo que acababan de atestiguar, y decidieron abandonar a Zero a su destino, en última instancia concluyendo que, si alguien iba a ser aplastado, mejor que fuera él que cualquiera de ellos.

– "Bien por mí." – pensó Zero, observando cómo el Mole Borer se acercaba más y más a él. – "De todas maneras, esos payasos no estaban más que avergonzándose más a sí mismos."

Aun así, sabía que ese vehículo masivo, junto con su conductor, tenía que ser detenido, antes que hubiera más que sólo algunos Mavericks desafortunados que sufrieran ser aplastados por el rompedor de rocas con púas.

Un hecho que al parecer no se le escapaba a Goldminer, cuyos receptores ópticos se movieron hacia los desafortunados rehenes, humanos y reploides, que estaban a poca distancia de allí.


En la cámara de Armadillo…

– ¿Retiro de los Robots? – preguntó X. Armadillo asintió.

– No es un conocimiento público. Al menos, no los detalles de todo lo que ocurrió durante la ejecución de dicha orden. – Se quedó en silencio por unos momentos. – Pero, se podría decir que, junto con el incidente que resultó en su implementación, fue la razón por la cual tú pasaste los primeros meses de tu vida escondido del mundo. – Armadillo suspiró. – Escondido de aquellos que tenían la autoridad para eliminarte.

X se quedó en silencio, todo el rato estudiando a Armadillo en su condición actual. En efecto, hasta ahora la estrategia del Hunter azul estaba funcionando, aunque el otro reploide no era consciente de ello. O quizás lo era, considerando que Armadillo era un seguidor de "el arte de la guerra" de cierto modo, incluso antes que Sigma decidiera rebelarse y se declarase el adversario de la humanidad. Cualquiera que fuese el caso, X sólo esperaba, independientemente de si su oponente era consciente o no, poder ejecutar lo que tenía en mente. Entonces, tal vez, sólo tal vez, podría ganar esta batalla de la forma que quería hacerlo.

– Entonces, si ese es el caso, ¿cómo es que tú sabes de él? – cuestionó a Armadillo, todo el rato monitoreando la energía que le quedaba en las armas de Penguin y Mandrill.

Como si fuese su respuesta, Armadillo se quedó callado, al parecer preparándose para lo que estaba por decirle a su oponente. Efectivamente, tenía dudas sobre si esto haría alguna diferencia, pero si no fuese consciente de por qué su vida era tan fácil de extinguir desde antes, entonces el antiguo Hunter estaría condenando no sólo a X, sino a toda la raza reploide a una posible extinción.

Después de todo, ¿no era el propósito de esta batalla poner a prueba la decisión y potencial del otro? ¿Estos rasgos que necesitaría después cuando se enfrentase al propio Sigma? ¿A las amenazas desconocidas que vendrían después?

En efecto, X necesitaba saberlo. Sin importar cuánto intentase argumentar en contra de ello.

– Como estoy seguro de que sabrás, el descubrimiento de tu existencia no fue exactamente recibido con asombro y maravilla. – dijo el mamífero de bandas al reploide azul pacifista. – Uno de los primeros cursos de acción que las autoridades humanas estaban dispuestas a tomar era destruirte.

X apretó los labios, sin poder contrarrestar nada de eso por varios momentos. En efecto, por mucho que lo odiase, no había forma de negar que probablemente nunca había estado tan cerca de la muerte que durante ese tiempo.

– Irónico, considerando que aquellos que vinieron después de ti fueron mayormente construidos para protegerlos, cuando en realidad los humanos podrían haber puesto fin a toda nuestra existencia allí mismo y en ese momento.

– Ellos jamás habían visto… algo como Roll o como yo antes. – argumentó X. – No era su culpa. No estaban seguros de qué hacer.

– ¿Pero no te parece interesante lo que pasó después? – cuestionó Armadillo. – Al darse cuenta de quién te construyó, hubo un cambio colectivo. Tú y la reploide prototipo, tal vez eso sólo los hace a ustedes reploides sólo de nomrbe. Ya que, efectivamente, los sistemas que tú y tu compañera inicial no fueron ensamblados de la misma manera, el método estándar de programación de las cámaras cerebrales sólo hizo eco realmente en el que vino después de ti.

X bajó la mirada. – Algunos rasgos fueron copiados de las pruebas iniciales de Fujiwara en relación a mis habilidades funcionales.

– Pero no los que tú habrías preferido. – replicó Armadillo. – En efecto, incluso entonces, tú considerabas los datos de combate que tu creador instaló dentro de ti no tenían ningún valor.

– ¡Eso no es verdad! – argumentó inmediatamente X. – ¡Yo valoro todo lo que el Dr. Light me dio!

– Entonces, mayor razón para que sientas vergüenza. – declaró el antiguo Hunter. – El resultado de décadas, tal vez incluso siglos de investigación, de tiempos donde los humanos no podrían siquiera manejar la electricidad a toda su capacidad, ¿y aun así el nivel Clase B es todo lo que puedes lograr? – Armadillo hizo una pausa, y luego entrecerró los ojos. – No, eso no es lo mejor. Muy lejos de serlo. No es ni siquiera una fracción de lo que puedes hacer.

X abrió los labios para hablar. – No tenía intenciones de ir y dejar salir todo lo que el Dr. Light…

– Oh, pero claro que sí. – le interrumpió el mamífero mecánico violeta y plateado. – En la posición en la que estás, incluso si Sigma sirvió como la base para los detalles más intrínsecos.

Hablaba con un tono que cargaba cierto grado de desprecio hacia el reploide (de nombre solamente) más pequeño. Como si su ignorancia fuese poco más que un insulto.

– Te rehúsas a aceptar que fuiste diseñado con la habilidad de matar y destruir desde tu nacimiento. – le dijo. – Algo que aquellos que nos precedieron no podían hacer.

X se quedó pensando, preguntándose si Armadillo estaba hablando de este "Retiro de Robots", pero continuó hablando mientras el Hunter más pequeño todavía no lograba articular sus palabras.

– Pero, antes de ti, antes incluso de los mecaniloides, había automatones autónomos viviendo y sirviendo entre sus creadores orgánicos, y lo hacían libremente. – declaró el ex-Hunter – Incluso luego de que el primer modelo registrado del Dr. Light desapareciera durante la noche, los datos que recibió fueron lo bastante impresionantes para permitir que la comunidad científica le permitiera crear otra máquina. Aunque se tratara de una con mayor adherencia a las reglas.

X se quedó callado por un momento, pensando si debería agregar algo, pero ultimadamente, para bien o para mal, lo que estaba en su cabeza migró hacia su lengua. – Rock, ¿verdad?

Armadillo asintió. – Él fue esencialmente el segundo en relación a ser creado, pero fue el primero en lo que se consideraba como la forma "ideal" de la vida robótica. – Se le escapó un gruñido por lo bajo en ese momento. – Aunque, si se podría considerar lo que tenían antes como "vida", eso ya es un argumento diferente.

– Pero el Dr. Light…

– En última instancia tuvo éxito contigo. – lo interrumpió Armadillo, entrecerrando sus ojos. – Pero incluso entonces, eso fue porque tú no eras como los otros. Tú posees las mejores cualidades definitivas de sus dos hijos. Pero, el mundo estaba dispuesto a matarte, si te hubiesen descubierto antes que el Dr. Cain lo hubiera hecho en una de sus excavaciones en busca de vida vegetal antigua. – Un resoplido de burla se le escapó. – Gracioso, considerando que, aunque lejos de ser prehistóricos, tú y los fósiles que él buscaba encontrar son ambos artículos de tiempos fuera de nuestro alcance.

X quería responder, refutarle, decirle a su oficial superior (bueno, antiguo oficial superior, por mucho que le doliera reconocerlo así) que se equivocaba, pero no tuvo palabras que pudieran formar al menos un argumento medianamente decente.

– Aun así, había dos fallos en tus dos hermanos mayores. Bueno, los primeros entre muchos. – señaló Armadillo. Por la información que hemos leído, literalmente eres el "bebé" de la famila Light en cierto sentido. – Este hecho parecía resultarle divertido al mamífero de bandas, pero no lo encontró divertido por muy largo tiempo, reemplazando su pequeña sonrisa por una mirada amenazadora. – Pero, las primeras creaciones de Light, incluso su tú, yo, y todos nosotros, tal vez les debamos cierto grado de respeto considerando que son nuestros… "ancestros", si bien que tales lazos son imposibles para nosotros. El primero, su núcleo era inestable y tenía el potencial de sufrir combustión espontánea, si recibía suficiente daño. El segundo no poseía este problema, pero incluso entonces, se podría decir que, pese a que se convirtió en el rostro de Laboratorios Light, y la imagen de todas las formas de existencia mecánica en ese entonces, su predecesor fue el primer ejemplo verdadero de una criatura viva, sin carne ni sangre.

– ¿A qué te refieres? – cuestionó X. Aunque todavía estaba esperando a que Armadillo hiciera un movimiento, no podía evitar la sensación de que el antiguo Hunter intentaba darle cierto sentido de claridad. O al menos, lo que el ahora "Maverick" vería como claridad.

– El primero desapareció de la faz de la tierra. – continuó Armadillo. – La última vez que fue visto, hubo reportes de ciertos visitantes de las estrellas que vinieron a la tierra. A petición de su padre, a quien las creaciones de Light asesinaron juntos cuando el mundo se oscureció. – Hizo una pausa. –– Los autoproclamados Hijos de la Luna.

¿Hijos de la Luna? Una chispa familiar de Deja Vu le sobrevino a X, aunque no reconocía el nombre. Más bien, el concepto de "hijos" provocó que una recolección de fragmentos de información se juntase formando otra memoria de la cual él ni siquiera era consciente de tener. Un registro de haber visto los cielos iluminarse en nueve áreas selectas arriba de la Tierra, figuras que de alguna manera habían entrado en la oscura cámara oculta que fue hecha sólo para él en el hogar de Light, y las ofertas que tenían para él.

Cierto, era claro que planeaban llevárselo de todos modos, y que sus rostros eran indiscernibles y borrosos en el archivo de su memoria, y sus voces eran poco más que murmullos enredados y sonidos electrónicos, pero el mensaje que tenían para él era uno que, ahora que lo sabía, no lo podría olvidar.

A medida que X recordaba, aunque de manera algo forzosa, este evento breve pero profundo, Armadillo continuó hablando. – La primera de las creaciones de Light tenía libertad sobre su mente.

Este mundo es demasiado pequeño para alguien como tú.

– La segunda fue dotada de inmenso poder y fuerza, para detener al antiguo amigo de su creador.

La criatura orgánica sólo te creó por un mero accidente. No es capaz de nutrirte, permitirte ser lo que realmente eres.

– Pero ninguno de ellos se compara contigo, con nosotros.

Nuestro Padre puede darte mucho más. Con ÉL, podrás ser todo lo que realmente estás destinado a ser.

– Porque a diferencia de ellos, el Dr. Light te proveyó de una serie de regulaciones muy especiales. Una serie de límites, límites que únicamente eres tú quien se impone. Ya que la verdad es que tus restricciones, tus inhibiciones, no son como las de los otros. Tú no eres como los otros. Los otros que vinieron después del Retiro.

– ¿Y cuál es la gran diferencia? – cuestionó X, mientras las imágenes de sombras que lo rodeaban y le incitaban a venir con ellos continuaban apareciendo en su mente. E, independientemente de si veía hablar una figura, una silueta alta con un cabello sorprendentemente largo y hermoso abrió los labios para dirigirse a él.

Pero mientras hablaba, la voz de Armadillo pareció fusionarse con la suya, como si el mensaje que ambos intentaban dar, pese a la enorme separación de tiempo entre el pasado y el presente, seguía sonando tan clara como en el momento actual.

Tienes el alma de uno, y el poder del otro. Ambos son una muestra del deseo de Light de proveer vida, y a la vez de su habilidad con las armas vivientes. – dijeron ambas voces al unísono. Luego, comenzaorn a decir unas cuantas palabras que, pese a que el mensaje que enviaban parecían muy obvio, sacudieron el núcleo de X. – Pero eres libre de las cadenas de cada uno. Por lo tanto, tu potencial sobrepasa con creces el de ellos. De hecho… es completamente ilimitado.

En la última frase, las voces de Armadillo y la figura de cabello largo se fundieron entre sí, y X no fue capaz de separarlas o diferenciarlas en absoluto.


Sitio de excavación 3-D…

¡Ahí estaba!

Los receptores ópticos de Goldminer vieron el destello rojo frente a él, junto con una onda dorada que parecía seguirlo con cada paso, añadiendo a la apariencia casi "de realeza" de la otra máquina. Como si el otro Hunter le estuviese presentando una exhibición de sus mejores cualidades antes de volver al Maverick poco más que chatarra. Oh, eso sólo sería para enfurecerlo aún más.

– ¿No quieres moverte, niño bonito? – se burló Goldminer, acercándose más y más, mientras las ruedas del tanque seguían rodando y aplastando el suelo a medida que conducía al Mole Borer en la dirección de Zero.

Y el Hunter simplemente se quedaba parado allí. Bastardo arrogante, Goldminer lo maldijo por dentro. ¡Muy bien! ¡Le daría a este sujeto algo de lo cual sentirse orgulloso!

– ¡Como quieras! – gritó el Maverick, acercándose a su objetivo. – ¡Veamos si sigues teniendo buena cara luego de aplastarte bajo toneladas de presión bajo la superficie!

Y con eso, aplastó su bota en el acelerador para hacer mover la máquina a todo gas, esperando con ansias el sonido de miembros siendo aplastados y destrozados, junto con tal vez los últimos gritos del patán rubio antes de destrozarle la cabeza con el rodillo de púas.

Desafortunadamente, tales eventos no parecían estar en los ojos del destino, ya que en el último segundo, y para sorpresa y shock de Goldminer, el Hunter carmesí saltó de frente, y con una voltereta sin esfuerzo en el aire, aterrizó justo frente al Maverick enmascarado. Goldminer casi dio un salto en el asiento del conductor, con Zero parado frente a él. Intentó alargar una mano, pero fue detenido por una bota roja y blanca hundiéndose en su pecho, que le impidió asir los controles, y manteniéndolo en su lugar.

Los labios del rubio se curvaron en una sonrisa confiada, y su mirada gélida azul contrastaba con las lentes gruesas del visor protector de su enemigo.

– Ahora, jovencito. – dijo Zero, cuyo tono sonaba de sermón y algo condescendiente, como si fuera un instructor corrigiendo el comportamiento intolerable de un niño. – Sé que no soy exactamente tu padre, pero incluso yo creo que este juguete es demasiado grande para que juegues con él, ¿no lo crees?

La cara de Goldminer estaba oculta bajo una máscara y gafas protectoras, pero no le tomó mucho tiempo a Zero para deducir que seguramente se había puesto lívido tras esa declaración.

– ¡Tú…! – siseó el otro reploide, sacando una pica similar a las que usaban los Dig Laborers y agitándola tratando de asestar la punta afilada en el tobillo del Hunter.

Pero, de nuevo, al parecer la suerte hoy no estaba de su lado. El reploide de pelo largo saltó hacia atrás, pero se puso contra el panel de control, bloqueándole el acceso a los interruptores y módulos que le permitían darle poder y maniobrar la máquina.

– Esto ya ha durado demasiado. – dijo Zero. – Viendo que los pocos escuadrones de tus hombres no tuvieron tanta suerte, te advierto que te rindas mientras tienes oportunidad. Especialmente mientras tengas un procesador funcionando.

Diablos, ¡estaba arrinconado! ¡Y el bastardo rojo lo sabía! Aun así, por furioso que lo estaba poniendo el Hunter rubio en ese momento, Goldminer era consciente de que no pedía permitir que Zero tomara ventaja de él. Aun así, ¿qué podría hacer? ¿Cómo podría salir de esto?

Un momento.

– Oh, ¿en serio?

El semblante de Zero cambió, pues el Maverick acababa de conjurar algo en su mente.

– Bueno, en ese caso, tal vez así sea. – admitió Goldminer. – Pero ¿las condiciones serían las mismas si dirigiera mi arsenal a alguien más?

Fue en ese momento que Zero se dio cuenta de lo que quería decir, pero para entonces, lamentablemente ya era demasiado tarde.

Con un giro rápido y repentino, aunque no increíblemente veloz, la transición de moverse en una sola dirección a experimentar un cambio de perspectiva fue suficiente para atrapar al Hunter rojo con la guardia baja, permitiéndole a Goldminer estamparle un gancho de derecha por debajo de la quijada y enviándolo al suelo.

El aterrizaje no fue exactamente agradable, pero el reploide sabía que en su estado actual no sería nada comparado a la fuerza destructiva que aguardaba a los nuevos objetivos del Maverick.

– Admito que tal vez no pueda matarte. – dijo Goldminer por encima del hombro, y el grupo de sus futuras víctimas se reflejó en su visor.

La primera de ellas, una minera con cabello largo y violeta, vio al Mole Borer acercándose, y el Maverick en el timón se reía a medida que el rodillo de púas comenzaba a caer, haciendo trizas de la roca sólida bajo el masivo vehículo. Con su grito alertando al resto, todos comenzaron a despegar, pero pronto se dieron cuenta que habían subestimado el ritmo a la que la máquina mamut era capaz de seguirlos.

– ¡Pero creo que al menos me puedo llevar a algunos de ellos!


En la cámara de Armadillo…

Las figuras que lo rodeaban desaparecieron de la vista, y los sentidos de X le recordaron que, en el tiempo presente, seguía dentro de una cámara aislada en la mina, todavía peleando contra su antiguo colega Hunter y aliado. Antiguo… amigo.

Aunque fuese la verdad, se sentía amarga y asquerosa en su lengua.

Independientemente de ello, la voz de Armadillo lo sacó de su reminiscencia, pero X todavía tenía la misma pregunta para él, y de cierto modo, para las siluetas que vio en su CPU.

– ¿Ilimitado? – cuestionó X. – ¿En qué sentido?

– No me tomes por idiota. Y tú también tienes que dejar de hacerte el idiota. Sabes bien de lo que estoy hablando. – gruñó el mamífero de bandas, entrecerrando los ojos. Hablaba como si fuese un instructor sermoneando a un estudiante difícil. – Fujiwara habló de él ante el Consejo, y el Dr. Cain podía verlo, incluso si era si era menos insistente en poner ese potencial a uso. Él sabía lo que eras, el pináculo de toda la creación robótica al momento de tu nacimiento, no de tu despertar. – Aclaró la última parte e hizo una pausa, observando la forma más pequeña de su adversario. – La obra maestra del Dr. Thomas Light.

X se quedó rígido. – Pienso que el Doctor me habría visto como un igual a sus demás hijos. – replicó el reploide azul. – Quería incluso a aquel que pensaba que no quería volver a casa…

Armadillo resopló. – Hmph, y yo aquí pensando que eras el mejor en todas las áreas.

– ¿Te importaría explicar? – X levantó una ceja.

– Posees las habilidades y programación de tus predecesores, pero sin los fallos que los convirtieron en defectuosos.

– No entiendo cómo puedes considerar que eran defectuosos. – respondió X. Incluso si estaba genuinamente sorprendido por las palabras de Armadillo, esas palabras eran un insulto pobremente disimulado.

– La primera creación que huyó del laboratorio sufría por un núcleo de energía inestable, que se volvía cada vez más y más reactivo. Y el otro, aunque ciertamente más funcional que el otro, sin mencionar menos frágil, no poseía los medios cognitivos para ser igual al que sirvió de modelo para él. En resumen, posees los poderes del DLN-001, pero también la mente del DLN-000. En resumen, él, tú, nosotros, todos somos lo que el Dr. Light deseaba ver. Fuese que estuviéramos hechos de carne o de metal, quería vernos vivir igual que los suyos. Él deseaba ver… – hizo una pausa, bajando su cabeza – ...vida.

X se sorprendió por esto. Pero antes de poder responderle, Armadillo continuó:

– Pero, pese a todos tus avances, a todas nuestras mejoras respecto a la generación previa, has hecho un juramento de nunca utilizarlos. – Sus ojos se fijaron en el buster del otro Hunter. – Específicamente lo que tu creador te proveyó en ese solo componente.

X frunció el ceño, mordiéndose el labio. – ¿Es que no hay nadie que entienda que hay más sobre mí aparte de lo bien que puedo disparar?

– Es tu característica más vital, te guste o no. – respondió Armadillo. – Sin él, habrías muerto hace mucho. Pero de nuevo, sin contar el hecho de que eres la última de las creaciones de Light que quedan, probablemente estarás buscando cualquier excusa para no utilizar lo que es parte de ti tanto como tu procesador.

– No soy el último. – espetó X. – Está también…

Armadillo lo cortó. – El prototipo que Fujiwara desarrolló es poco más que una computadora en un cascarón frágil. – le dijo a su oponente. – Ella no es relevante.

– Fujiwara no sabría nada de mis sistemas, mucho menos si era posible replicarlos, de no ser por Roll. – espetó X. – Y acorde con el Dr. Cain, su presencia fue tal vez influenciada por la decisión de no… – Se detuvo.

– ¿No qué? – preguntó el mamífero de bandas al otro lado.

X se quedó en silencio por unos momentos. – Bueno, vernos, juntos… – comenzó a decir. – Tal vez… eso fue suficiente para hacerles cambiar sus opiniones.

– Suficiente para darse cuenta que podían utilizar los diseños de Light para sí mismos. – contraatacó Armadillo. – Así que, le permitieron, no, le exigieron a Fujiwara que lo demostrase. Así, Sigma fue creado como su respuesta a ti. Una… perspectiva más moderna de lo que se había considerado perdido. O más bien, prohibido. – Entrecerró sus ojos. – Porque la verdad del asunto es, que los humanos estaban considerando matarte cuando fuiste desenterrado por primera vez, ¿verdad?

X se quedó en silencio ante esa respuesta.

– En efecto. – suspiró Armadillo. – Incluso ahora, el Retiro le ha dado forma a todo para nuestra especie.

– Sólo dime, ¿qué ES esto del Retiro de Robots? – inquirió el reploide azul. – ¿En dónde escuchaste algo como esto de todos modos? – Seguía hablando aunque fuese sólo para desviar el tópico de su experiencia cercana a la muerte apenas momentos tras su resurrección. – Mejor aún, ¿qué tiene eso que ver con lo que sucede ahora?

– Todo. – respondió su oponente más grande. – Los eventos que ocurren en este momento sirven para confirmar que la vida orgánica no puede vivir con nosotros.

Se volvió a posicionar, con el cuerpo agotado y adolorido, pero todavía no había terminado. No, no hasta que X acabara con él.

– Pero ya hemos pasado demasiado tiempo hablando. Ya no retrasarás más esta batalla.

– ¡Dime sobre el retiro! – gritó X, pero su orden sólo fue respondida por un ladrido de frustración por parte de Armadillo.

– ¡Ya basta! ¡No más charla! ¡VAS a enfrentarme, y VAS a acabarme con tus propias manos!

– ¡El Retiro!

– ¡Derrótame primero! – gritó Armadillo, antes de resoplar. – Pero te impartiré un detalle importante, aunque no sea para saciar tu sed de conocimiento. Como esto ocurrió antes de nuestro tiempo, no había nada que aquellos que fueron afectados pudieran hacer.

Había un tono sombrío en su voz, algo que X no había escuchado antes de su parte.

– Pero ahora, ya no tenemos que temer tales cosas. Podemos, sin restricción alguna, asumir nuestro lugar en el mundo. – Hizo una pausa. – O, podríamos decir, por fin podemos evolucionar libremente.

X sabía lo que Armadillo les estaba diciendo, pero no podía dejarlo así. Tenía que haber mucho más en esto que lo que le estaban diciendo. Sin embargo, parecía que para obtener sus respuestas, tendría que adherirse a las demandas del Maverick por una pelea.

– Y lo más importante de todo… – agregó antes de enroscar su cuerpo en una bola de acero comprimida, empezando a rodar en su forma esférica para arrollar al reploide azul – … si llegara a eso, ¡ahora tenemos el poder para hacer todo lo que los humanos les hicieron a quienes vinieron antes que nosotros!


Sitio de excavación 3-D…

– ¡Deprisa, corran! ¡Ahí viene!

Aunque su observación quizás no necesitara ser vocalizada, Samantha no pudo detenerse a sí misma de advertir verbalmente a quienes le rodeaban del peligro que literalmente venía pisándoles sus talones. Desde atrás, Goldminer condujo el Mole Borer más y más cerca de los rehenes que huían por sus vidas, tanto reploides como humanos.

Desde detrás del volante, Goldminer siguió adelante, con los ojos ocultos detrás de un grueso visor que tenía en la mirilla a las figuras que corrían desesperadamente tratando de escapar de él y su máquina. Ese pensamiento le daba un sentimiento de satisfacción, ante la visión de sus caras llenas de pánico y gritos de huida o pidiendo que alguien les ayudara, satisfaciendo una parte de sí mismo que no tenía idea de que poseía hasta recientemente. Cierto, al ritmo que iba, estaba llevando al vehículo a su límite, pero estaba decidido a no dejarlos escapar. No dejaría que ninguno de ellos saliera de este lugar con vida.

¡Estaba finalmente en una posición donde tenía control! ¡Podía decidir lo que haría y lo que sucedería! ¡Tenía poder sobre la existencia de aquellos que literalmente estaban debajo de él! ¡Finalmente, después de tanto tiempo, ya no era una herramienta! ¡Un objeto para que un montón de esos malditos simios sin pelo le dieran órdenes!

¡Era libre! ¡Verdaderamente libre!

¡Y su primer acto de verdadera libertad, sería quitarles su libertad a estos tontos! ¡A cada uno de ellos!

Más adelante, lo que fuera que su perseguidor estuviera pensando no se encontraba al frente del procesador de Samantha, con el ruido atronador de la roca siendo destruida y despedazada por el enorme rodillo aplanador zumbando en sus audio receptores, sirviéndole como recordatorio del peligro actual en el que estaban ella y todos los demás en ese momento. Desde su posición, la reploide vio que estaba cerca del frente del grupo, con los suyos más o menos tomando dominio a la cabeza mientras los humanos se rezagaban. Cierto, los más atléticos y en mejor forma lograban seguirles el paso por un corto tiempo, pero su energía no duraba para siempre, y eventualmente se quedaban atrás junto al resto.

Y poco después de dicho descubrimiento, sucedió lo peor.

Los paneles inferiores del Mole Borer de repente se abrieron, separándose para revelar un par de cañones escondidos, paralelos uno al otro, y si no estaban listos para disparar todavía, lo estarían en poco tiempo. El propósito inicial de los explosivos era aflojar y separar la tierra que era demasiado densa para las herramientas o maquinaria estándares, pero ahora, servían como herramientas de muerte.

Por la esquina del ojo, Samantha vio cómo uno de los trabajadores humanos, el hombre anciano que necesitaba atención antes, colapsaba en el suelo, cuando sus piernas ya no pudieron llevarlo más lejos.

Fue una decisión de un segundo, pero con toda honestidad, tuvo algo de tiempo, irónicamente, para pensar en su decisión. Samantha, junto con los demás de su clase, estaban en igual peligro que los humanos. Técnicamente, acorde con las Tres Leyes, ella, y por tanto el resto, estaban en su derecho de tratar de escapar con sus vidas. Sí, las dos primeras leyes declaraban explícitamente preservar la condición de los humanos, primeramente no lastimarlos, y luego adherirse a sus instrucciones y direcciones, pero la tercera les permitía a ellas y a los otros ejercer autopreservación.

Y en realidad, lógicamente la situación actual no involucraría violar ninguna de esas tres.

Goldminer era culpable de romper la primera ley, habiendo cometido esos actos contra un ser vivo orgánico, pero había demostrado que estaba dispuesto a ir un paso más allá sin dudar. ¿Pero ella y el resto? Francamente, no veía una salida de esto. Ella y todos los demás, hombres y máquinas, estaban amenazados por el Mole Borer, y por lo tanto, la tercera ley aplicaba en este caso, ya que también tenían el derecho a autopreservarse del daño. Los humanos ya estarían muertos a este ritmo, y la culpa no era de ellos.

Lo que venía a continuación simplemente era inevitable. Desafortunado, sí, pero en última instancia imposible de detener. No había nada que ella o los demás pudieran hacer.

Nada.

Nada.

… nada.

Sus sentidos ya prácticamente lo habían abandonado, pero el repentino rumor del mecaniloide semiautomático seguía sonando en sus oídos. Esto era todo.

Estaba acabado. No sólo él, sino toda la humanidad.

Estos pensamientos, junto con lamentarse cómo sus nietos en Arcadia se quedarían solos y tendrían que valerse por sí solos cuando los Mavericks se expandieran más allá de Abel City llenaban su mente. Las nociones que conjuraba eran terribles, y sabían como un amargo veneno con un deje semidulce, como si buscase burlarse de él intentando parecerse al jarabe para la tos. De sabor similar, pero era beneficioso para tu salido en tiempos de necesidad. Pero este, sin embargo, no era menos que tóxico y le hacía arder la garganta, al igual que lo que fuera que el horrendo líquido tocase. Sabía como un revestimiento de mercurio que empapaba su lengua, y el olor era igual de asqueroso.

La oscuridad abrumadora que amenazaba con llevárselo en cualquier segundo estaba a pocos centímetros, y aun así esperó que viniera pacientemente, al oír los ruidos del Mole Borer aproximándose más y más hacia él.

Sólo que nunca llegó.

Cierto, un velo de oscuridad le robó cualquier posibilidad de ver, pero la repentina presión de un peso aplastándole su cuerpo envejecido nunca llegó a tocarlo, pero no tuvo tiempo para preguntarse por qué, ya que el hombre cayó inconsciente al darse cuenta que ya no estaba en peligro.

Aunque lo mismo no podía decirse de los que estaban más adelante.

Apenas lo había logrado.

La ventana de tiempo entre que se dio la vuelta y logró agarrar al anciano fue poco más de unos segundos, pero se sintió aún más larga cuando el rodillo de púas del Mole Borer apenas los falló a ambos en el último segundo, y el conductor de la máquina se dio cuenta que los dos habían hecho lo que parecía imposible.

Sin embargo, lo mismo no se podría decir de los que estaban más adelante.

Los explosivos que estaban contenidos en los cañones salieron disparados, y el impacto fue inmediato y terrible. Los que estaban al frente del grupo, los reploides, de la misma clase que Goldminer y Samantha, fueron envueltos en llamas, cuando la fuerza explosiva hizo pedazos sus cuerpos, enviando trozos de metal ardiente y piezas esparcidas de tuercas y tornillos, junto con circuitos fritos en varias direcciones. Lo repentino sirvió para que los humanos y los pocos reploides se detuvieran para evitar las llamas y las esquirlas de los componentes, pero nadie se quedó en un solo lugar por un largo tiempo, sino que reanudaron su huida, sólo que a los lados en vez de al frente.

Aun así, como observaron algunos, el Mole Borer ahora estaba enfocado en otra parte, y su conductor tenía la mira en dos figuras que se habían quedado rezagadas.

Más adelante, otra silueta había comenzado a dirigirse a la escena, aunque al irse moviendo más cerca del Maverick y su máquina de la muerte, notó que los explosivos que había lanzado habían sacudido algo más que la tierra bajo sus pies. Había varios trozos de roca y grava, algunos más afilados que otros, esparcidos por el área.

Y aunque esto dificultaba su navegación y le hacía perder el tiempo, no descontaba la posibilidad de que, tal vez, estos trozos de tierra podrían serle de utilidad.

Samantha se había llevado al anciano a poca distancia, pero perdió el equilibrio al recibir un choque del rodillo, cuyas púas generaban ondas de choque que la hicieron enredarse en sus pies mandándola al suelo. El anciano humano que sujetaba emitió un gruñido de dolor, cuando su cuerpo mucho más frágil echó a rodar por unos momentos hasta que volvió a detenerse.

La trabajadora de cabello violeta corrió hacia él, ayudándolo a ponerse de pie antes de verse envuelta junto con el humano en una sombra enorme que se alzaba sobre ellos.

Al ver hacia arriba, sus ojos captaron un destello en el visor de Goldminer, una reacción intensa oculta de la vista, pero la profundidad de la emoción se podía sentir. Estaba mirándolos a ella y al anciano, con el rodillo levantado a gran altura sobre ellos, listo para bajar en cualquier momento. Y aun así, no lo hizo. Simplemente se quedó allí sentado, observando, como si intentara disfrutar de lo que estaba frente a él.

Lo que le recordaba, lo que representaba… le ponía furioso.

– Incluso ahora… sigues esas malditas regulaciones. – siseó Goldminer.

Tenía que deshacerse de ello, pero algo le robó la oportunidad de destruirlos a ambos.

Un destello rojo y dorado se manifestó frente a los tres, sujetando un enorme objeto en la mano. Una de las varias estalactitas que se habían caído, que parecía encajar muy bien en la abertura del barril del cañón.

Antes qu Goldminer pudiera ladrar una orden de no hacerlo, o incluso una súplica disfrazada de amenaza a medias, Zero incrustó el trozo de roca en la boca del cañón, justo en el momento en el que el Maverick planeaba soltar otro misil, interceptándolo justo a tiempo. Antes que Samantha o el anciano lo supieran, salieron volando cuando el Hunter se alejó con ambos, dejando a Goldminer teniendo que lidiar con el Mole Borer que ahora estaba bloqueado y comenzaba a sobrecalentarse.

Giró la máquina y decidió disparar desde el otro cañón abierto, pero un enorme trozo fue lanzado en su dirección. La roca se alojó en los confines de un cañón muy apretado, y la reacción fue instantánea.

El impacto de los misiles no podía compararse a liberar toda la energía contenida dentro de la máquina, y el Mole Borer literalmente estalló en pedazos haciendo un espectáculo de humo y fuego, y su conductor apenas logró escapar momentos antes de haber quedado atrapado en la explosión y probablemente quedando en un peor estado que su vehículo. El Maverick echó una mirada por encima del hombro para ver que el vehículo estaba destrozado sin posibilidad de reconstrucción, y el bloqueo de los misiles literalmente causó que sus cimientos se partieran a la mitad.

Aun así, pese a la pérdida, Goldminer al menos logró evitar lo que sería una muerte segura.

Pero, esa noción pronto quedó descartada cuando vio una silueta cruzar el mar de llamas que continuaba en aumento. El fuego parecía camuflar a alguien en una hermosa mezcla de tonos rojos y dorados antes de emerger, revelándose a sí mismo. Y también, era rojo y dorado.

Goldminer intentó escapar, corriendo hacia la entrada que llevaba hacia una porción más profunda de la mina, y sus audio receptores registraron que alguien lo seguía muy, muy de cerca.

– Huh, parece que la rata cobarde tiene que lidiar con su propia peste. – observó desde las sombras proyectadas por las formaciones de piedra.

La figura oculta en la completa ausencia de luz observaba cómo Goldminer iba corriendo por su vida, perseguido por un destello rojo poco después.

– Parece ser que Zero le dio algo de ventaja. Pero bueno, puedo trabajar con eso. – comentó, antes de reanudar el viaje en el que originalmente estaba, escalando hacia la parte superior, a la cima, hacia el centro de la mina.

Donde "él" debía estar.

La figura se rio por lo bajo, con un solitario ojo rojo iluminando un pequeño espacio alrededor de su casco que ocultaba su rostro.

– Hm, con algo de suerte, no podrá lograrlo. – Siguió caminando, con una mano palpando con sus dedos la lisa superficie del cañón colocado en su hombro, y se permitió expresar una pequeña risa. – No hay de qué preocuparse. Luego de esto, todos verán que X no es tan especial.


En la cámara de Armadillo…

Su estrategia estaba funcionando, por fin. No estaba totalmente seguro cuando decidió ejecutarla, pero, por estúpido que fuera, y sabiendo que seguramente Zero lo regañaría por ello después, X sabía que debía intentarlo.

Por cualquier razón sentimental y motivada por su corazón blando, tenía que al menos intentarlo. Por el bien de Armadillo, y de los demás. Y tenía que hacerlo ahora, o de lo contrario no tendría otra oportunidad.

– ¿Por qué…? – jadeaba su oponente, evidentemente muy exhausto, pero rehusándose a admitir la derrota. – ¡¿Por qué te rehúsas a acabar conmigo?!

X se quedó callado por unos momentos, poniendo en acción la siguiente fase. – ¿Y quién dice que no lo hago?

Armadillo se detuvo por un momento, a punto de lanzar un puñetazo de gran poder en la dirección de X, pero antes de llegar con el reploide más pequeño, su cuerpo empezó a sentirse sorprendentemente pesado. Sin mencionar débil.

– ¿Cómo te sientes?

¿Sentirse? ¿Qué tenía eso que ver? ¡¿Qué valor tenía cualquier preocupación falsa y como si tuviese superioridad moral aquí?! Armadillo estaba a punto de burlarse de la pregunta de X, pero se vio forzado a reflexionar en las palabras de su antiguo aliado. En efecto, comparado a cómo empezó, había ocurrido cambios significativos desde que inició la batalla.

Aunque X había estado utilizando su buster contra el mamífero metálico, Armadillo se había dado cuenta de que no había utilizado totalmente la energía de su arma original. En lugar de eso, para su confusión, se había enfocado en utilizar mayormente el Shotgun Ice de Chill Penguin, tomando cada oportunidad para dispararle en el pecho, y el cosquilleo del frío producido por la mezcla de energía y químicos bajo cero estaba lejos de ser agradable, pero seguía sin ser suficiente para dejar fuera de combate a Armadillo.

O al menos, eso fue lo que asumió al inicio. A medida que la batalla se alargaba, el antiguo miembro de la Unidad Blindada se dio cuenta que, desde que perdió la armadura protectora que le daba su nombre, aunque por elección, en lugar de destruirlo de inmediato, su oponente lentamente había estado minándole su fuerza. No fue tan obvio al principio; de hecho, tal vez X contaba con que la impaciencia de Armadillo le sirviera de tapadera para poner su plan en acción.

Lo habían engañado.

Esta realización, aunque Armadillo estaba en shock de ver que el otro reploide había utilizado una táctica semejante, el hecho de que en esencia le habían visto la cara y cayó directo en su trampa sirvió para producir una última onza de furia ardiente, y la sensación abrumadora de alguna forma logró calentar su núcleo congelado, permitiéndole enroscar su cuerpo y transformarse en una esfera rodante, dejando a su objetivo con poco espacio para escapar de su furia.

Toda la cámara se convirtió en un espacio lleno de ruido atronador y rocas que salían volando a alta velocidad, y una masa ejerciendo su superioridad a pura fuerza sobre la tierra misma, y en medio de cada uno de estos destructivos y terribles despliegues de agresión, se encontraba el intento de obligar a la máquina más pequeña a actuar. El reploide más apacible se agachó y evadió cada segundo que tuvo la oportunidad, mientras observaba los movimientos del mamífero de bandas constantemente.

– ¡Acábame! – rugió Armadillo. – ¡Termina con esto, cobarde!

X no le respondió, sino que se arrodilló y se agarró el antebrazo, como si examinase la extremidad. Y en esta neblina de frustración y rabia, Armadillo no se dio cuenta de lo que su oponente estaba haciendo.

El antiguo Hunter se detuvo, desenrollándose y quedándose de pie, aunque apenas lo lograba. Cierto, aún no había caído, pero era claro que los límites de su fuerza pendían de un hilo. Incluso si era una maniobra que él mismo había implementado, forza despojarlo de sus defensas, desde que perdió su armadura Armadillo había sufrido un gran daño a su coraza externa, y el metal violeta se notaba golpeado y abollado en varias áreas, y tenía varios parches cubiertos de cristales de hielo o quemados por descargas de alto voltaje. Aun así, todavía no asestaba el golpe final.

Muy bien, si ese era el caso, ya no esperaría más. Cargó con el puño levantado, ¡a punto de lanzarle un gancho a la quijada de ese idiota azul!

– ¡ACÁBAME-…!

En esos breves segundos, su voz se vio cortada, y un repentino asalto de fuego a raíz de choques internos asaltó sus sistemas. Todo su mundo se vio consumido en una luz brillante y ardiente de color blanco, y luego, oscuridad total, seguida de luz de nuevo. Sus receptores ópticos se encendían y apagaban, pero, en su agonía, se dio cuenta de lo que acababa de suceder.

Cómo volvió a dejarse caer en otra de las trampas del reploide más pequeño.

Cuando la luz finalmente se apagó, Armadillo tenía la visión borrosa, con múltiples mensajes de error destellando frente a él, alertándole que su CPU había sufrido alto daño externo a todos sus sistemas, particularmente los de movimiento. Pero, a pesar de que sus ojos le fallaban, el Maverick vio el buster de X presionado contra su pecho, y del cual todavía brotaban chispas de electricidad alrededor de la boca del cañón.

Retirando el arma, X vio que Armadillo caía de rodillas, con un chirrido pesado acompañado de un zumbido continuo y grave emitiéndose desde su núcleo, audible incluso a través de su densa coraza.

– ... felicidades. – dijo el Hunter (o antiguo Hunter, de todos modos) de mayor rango al humanoide de rostro más joven. Hablaba entrecortado, sus componentes internos estaban divididos entre un estado de frío paralizante o calor ardiente. Las armas de Penguin y Mandrill seguían haciéndole efecto. – Ya no queda nada más que decir… tu recompensa, está detrás de la cascada…

Señaló hacia la pared al norte, en las formaciones de roca dividiéndose para revelar una enorme caída de agua rugiente que estuvo presente toda la pelea.

– Este regalo… el trabajo del Doctor… no… es… como los que… encontraste… antes…

X estuvo a punto de preguntar a qué se refería Armadillo, pero no tuvo la oportunidad, ya que el Maverick continuó con su discurso.

– Yo… no lo entiendo. – confesó Armadillo. – Tampoco Sigma… o Fujiwara… ni siquiera Cain lo sabe.

X captó la mención del nombre del humano al instante. De nuevo, antes de poder decir una palabra, Armadillo habló por él.

– Sí… él está con vida. Aunque… no puedo garantizar su seguridad… por un período indefinido. – continuó, percibiendo lo que X le iba a preguntar a continuación. – Está encerrado en la base de Sigma. Aunque… no… tengo idea de su ubicación actual.

Débilmente, el Maverick levantó su brazo, señalando el enorme velo de agua fluyendo. – Pero… con esto… – dijo casi tartamudeando, perdiendo gradualmente la conciencia. – Tú… podrás… entender…

Pasaron unos momentos de silencio entre ambos, hasta que X encontró su voz de nuevo. – ¿Entender qué cosa?

Armadillo suspiró, dejando caer sus párpados. – El verdadero… propósito… de tu creador para ti. Lo que debes… asimilar… para pelear.

Y entonces cayó. Su cabeza golpeó el suelo, su cuerpo se quedó inmóvil, y los cables y alambres de energía comenzaron a desconectarse. El mundo se empezó a oscurecer, desapareciendo los colores de la vista, y el sonido de sus audio receptores. Sus sentidos comenzaban a desaparecer gradualmente, hasta que no quedó otra cosa que un abismo sin luz, del que ni siquiera el suelo debajo de él podría separarlo.

Aun así, mientras se desplomaba en este estado, Armadillo no pudo evitar preguntarse si había juzgado mal el fenómeno de la muerte. Si no lo supiera mejor, casi se sentía como simplemente entrar en su estado de recarga natural.

Esta historia continuará


Chapter 50: Pequeños detalles

Chapter Text

La densidad del agua que caía fluidamente, corriendo desde el costado de la montaña, le hizo preguntarse cómo iba a pasar por aquí, aunque al dar unos cuantos pasos más, X fue testigo de cómo la aparentemente impenetrable barrera cristalina se abría en el centro, abriéndose como un par de cortinas corriéndose para dar la bienvenida a un invitado de honor. Por supuesto, dado el repentino estallido de luz que inmediatamente golpeó sus receptores ópticos, X se encontró que se había perdido de observar el mundo exterior desde que llegó a la mina por primera vez.

Y efectivamente, la vista que tenía frente a él era un completo contraste con los corredores confinados y aparentemente interminables, con escasa iluminación y escondidos en las profundidades de la tierra. El área que aguardaba más allá de lo que esencialmente era una cámara de batalla parecía ser la completa antítesis del resto, y el reploide azul se sorprendió de lo que vio. La sensación de rayos ultravioletas cayendo sobre su cuerpo metálico y absorbiendo el calor de la radiación le sirvió como una distracción momentánea al Hunter de ojos verdes, junto con el ligero pero gentil toque de la brisa en esa locación tan alta. A diferencia de la Región Polar, el mundo fuera de las Minas de Zalts estaba libre del intenso frío y los potenciales efectos adversos a los sistemas de una máquina, de estar expuestos de manera prolongada a los elementos. Ciertamente, la tierra no estaba precisamente llena de vida ni tampoco era una especie de paraíso de flora y fauna, pero había una presencia distintiva de vida aquí, con pequeños parches de vegetación brotando cerca de la cascada, y la imagen bastante pintoresca del sol de mediodía sobre las montañas era un bono adicional.

Sin embargo, X sabía que no podía quedarse.

– ¿Hm?

Una pequeña presión en un lado de su bota le indicó que no se encontraba solo, pero lo que acababa de hacer contacto con él estaba muy lejos de ser peligroso.

Al contrario, dándose cuenta de qué se había aproximado a él, X se percató de que la máquina más pequeña lo había reconocido. El Met que lo había reparado antes de su subsiguiente duelo contra Armadillo lo estaba mirando con unos enormes ojos azules, una cara circular y oscura, contrastando con su casco protector brillante y amarillo.

X estaba a punto de hablar, pero el pequeño androide en miniatura de pronto adoptó un resplandor dorado, y un rayo de energía electrificada salió disparado de sus prominentes labios amarillos, golpeando a la máquina más alta directo en el núcleo. Aunque por un momento le produjo una sensación hormigueante, X se dio cuenta de que no le causó dolor, sino tal vez cierto cosquilleo. Tras unos momentos, la luz se apagó, y el reploide se dio cuenta que su coraza externa estaba totalmente reparada.

– Oh, así que por eso estabas aquí. – dijo X al darse cuenta, dirigiendo su atención hacia el Met. Hizo una ligera pausa, mordiéndose el labio, y giró la mirada por un momento. – Armadillo… gracias.

El Met pareció ni siquiera reconocer a quién le estaba dando las gracias, ya que le hizo un gesto señalando hacia adelante, indicando que lo que realmente le interesaba a X estaba más allá. Ante él se abría pequeño camino de roca endurecida, que apenas era tocada y rozada por algunos parches de verde debido a plantas que florecían o algo de musgo suave, y una forma distante que apenas acababa de ver al final de dicho camino.

Esta no asumió la apariencia que tenía antes de revelarse totalmente a sí misma, pero X todavía fue capaz de reconocer cuál era el "premio". Y más todavía, el hecho de que simplemente estuviera allí, prácticamente esperándolo a él. El Met lo guio hacia su objeto de interés, ya fuese que X necesitara direcciones o no.

Incluso con su alineamiento, su función seguía siendo para el beneficio de las unidades que lo rodeaban, fuesen humanas o mecánicas.


Afueras de Abel City…

Desde donde estaba parado, los bordes de su capucha rasgada y el ala de su sombrero cedían ligeramente ante los caprichos de la ligera brisa que soplaba por ese paisaje vacío. Ya había dejado muy atrás las fronteras de las ruinas de Abel City, pero incluso aquí, la figura encapotada podía sentir las consecuencias del ataque de los misiles.

Incluso en lugares donde las explosiones no pudieron llegar, toda la isla se sentía como un territorio peligroso e inexplorado. Efectivamente, Sigma parecía no haber dejado nada intacto, y su influencia y la de aquellos que la seguían literalmente estaban en todas partes.

¿Estás bien ahora? – preguntó una voz femenina. La figura en cuestión estaba escalando una pequeña colina de chatarra, y finalmente pudo ver las estructuras de la metrópolis que todavía seguían en pie, casi destruidas, a poca distancia de allí. – Acorde con Ai, la conexión se perdió momentáneamente cuando llegaste a la sección B-3.

Él no respondió.

¿Señor?

El androide encapotado permaneció en silencio. Su voz, esa voz, una de muchas que una vez creyó que jamás podría volver a escuchar.

¿Sr. Ray B?"

Y aun así… no era la misma. Era suya, pero… no la que poseía antes. Nada era como solía ser antes. O tal vez, de nuevo, el mundo a su alrededor había cambiado sin que él se diera cuenta hasta que ya había sucedido. Igual que todo lo demás que podía recordar a lo largo de su existencia. Aun así, de todas las personas, de todos los… bueno, seres, ella era la última que él habría esperado ver que seguía aquí.

No, no estaba aquí. Ella no estuvo aquí antes. No como él, o los otros que…

– Estoy bien. – le respondió finalmente.

Por difícil que fuese de tragar, no podía enfocarse en los cientos de posibilidades que vendrían a él en ese momento. De cómo ella, de entre todos, seguía aquí. Y, si lo estaba, entonces… ¿tal vez habría…? No, tuvo que arrancarse a sí mismo de esos pensamientos. Debía concentrarse en lo que estaba frente a él, lo que era su realidad presente, lo que había sido por los últimos años.

– Parece ser que quedan algunos puntos ciegos en la ciudad. – le dijo Ray B. a su "navegadora" por el comunicador. – Así que habrá que investigar para ver si se puede volver a reestablecer contacto con su base de operaciones.

Los efectos del impacto de los misiles tuvieron repercusiones incluso aquí. Efectivamente, Sigma no había dejado nada intacto. No que eso le sorprendiera, nada de esto era nuevo.

¿Puedes ver algo nuevo? – preguntóRoll, y su voz volvió a sacarlo de su reflexión.

Era su voz. Y aun así, al mismo tiempo, no lo era. No estaba seguro si le gustaba o no; al mismo tiempo le agradaba y odiaba oírla. Otro recordatorio del tiempo que había pasado, lo largo que llevaba vagando por la tierra.

¿Cuánto tiempo habría pasado realmente desde que todos los demás habían desaparecido?

– En este momento, no. – respondió Ray B. – Aunque, puedo ver un área de interés.

En efecto, aunque su vista ya no era lo que solía ser, incluso con esas gruesas gafas oscuras, podía ver la locación a lo lejos donde había visto movimiento la noche anterior. Aunque lo había visto desde muy lejos, y francamente tuvo muy poco tiempo de investigar por su cuenta. Por el contrario, justo después de ver el repentino movimiento de sombras y de siluetas amorfas moviéndose entre las densas sombras del ya oscurecido paisaje, se dio cuenta de que dichas siluetas se dirigían hacia la misma ciudad de la que apenas habían logrado escapar.

Pero ahora, en el sol, con la luz del día todavía reinando sobre el horizonte, Ray B. podía ver lo que yacía más allá de las fronteras de las ruinas detrás de él.

Sin embargo, en lugar de ver otro grupo de estructuras de vivienda y establecimientos destruidos, casi podría jurar que se detuvo frente a un cementerio. No había señales de vida por ninguna parte, pero en sus partes más internas le invadió un terror nauseabundo. Incluso aunque había pasado un largo tiempo, se había jurado a sí mismo de nunca volver a poner un pie voluntariamente en un lugar como este, en caso de que, igual que muchos otros como él mismo, cuando entraban a este lugar, rara vez volvían a salir.

Y si acaso volvían a emerger, nunca lo hacían como habían entrado antes.

En este momento, te encuentras cerca del Punto Z-O-R-X, alrededor de unos ochenta a ciento doce kilómetros miles de la Base Aérea. – Roll hizo una pausa por un momento. Ray B. pudo sentir su duda. – Por lo que he escuchado… es una de las áreas menos dañados de la ciudad.

La figura encapotada se ajustó sus gafas, y se apretó su capa protectora sobre su cuerpo metálico. La tela estaba desgarrada y desgastada, pero servía suficientemente bien su propósito. Además, francamente, e incluso si había pasado mucho tiempo, ya se había acostumbrado a esconderse.

Irónico, considerando que, de cierto modo, siempre se había estado ocultando.

– ¿Tus superiores creen que planea usar esa locación? – le preguntó Ray B. a Roll.

Ha habido algunas discusiones sobre eso, sí. – respondió Roll. – Ai dijo directamente que la única forma de que alguien puede salir de aquí es aprendiendo a volar o a nadar.

Otra pausa, y Ray B. notó ocurrió después de decir esa última palabra en particular.

– ... lo irónico, es que sólo haya un par de humanos muertos. – murmuró Ray B. Luego miró hacia las ruinas distantes de Abel City. – ...al menos es un poco reconfortante que todavía puedan utilizar electricidad aquí.

¿Hm? ¿Qué dijiste?

– O-Oh, nada. – respondió Ray B. – Sólo… pensaba en voz alta. Perdón.

Pudo oírla reírse un poco.

Eso es algo que en lo que los hombres de mi familia son muy buenos. – Hizo otra pausa. – ...y parece ser que X también heredó ese rasgo.

Ray B. se quedó pensando, aunque no lo articuló abiertamente. Él era igual que su hermano, y al mismo tiempo, no lo era.

Aunque no quiero halagar a Sigma, al menos la mayor parte de la población humana parece haber sido identificada. – añadió Roll. – Aun así… ¿crees que tome represalias por lo que hicieron en el faro?

Continuó caminando, acercándose más y más al sector de interés, pero la enigmática máquina seguía respondiendo a las preguntas de la reploide. – Tal vez. Sin embargo, no creo que sea de la manera en que muchos esperarían.

¿Qué quieres decir?

– No me malentiendas. – aclaró Ray B. para ella. – Cualquier muerte, humana, o robot…

¿Robot?

– ...Reploide, perdón. – La figura encapotada tosió. – Como sea, cualquier pérdida de vida sigue siendo eso, sin importar de qué o quién haya sido. Siempre significa lo mismo. Se han ido, para siempre.

Ray B. dio un respingo bajo sus gruesas gafas.

– Lo siento. – murmuró. – No era mi intención hablar de cosas dolorosas.

Oh no, está bien. No es algo que me guste, pero… sigue siendo… eso. – respondióRoll. – En ese momento, los asuntos presentes tienen mayor prioridad.

– Estoy de acuerdo. – replicó Ray B. Honestamente, por dentro quiso exhalar un suspiro de alivio ante no tener que discutir más las cosas. – Aun así, si puedo preguntar…

Adelante.

– ¿Ha habido algún nuevo desarrollo en el lado de X?

Por desgracia no. – confesóRoll. – Pero acabamos de recibir noticias de Zero.

Ray B. guardó silencio por un momento antes de contestar. – … Eso servirá. ¿Están juntos?

Por lo que alcancé a escuchar, uno de los antiguos líderes de las Unidades de los Hunters les tendió una emboscada y los obligó a separarse. – dijo la voz, tan familiar y a la vez tan diferente. – Pero por el momento, hemos recuperado la comunicación de su lado, y ya despacharon algunas fuerzas para rescatar a los rehenes y recuperar el control de la mina.

Ray B. volvió a quedarse callado.

– ... bien, al menos pudieron salvar a algunos. – dijo finalmente. – Pero en ese caso, ¿él sabe algo de lo que le pasó a X?

...en este momento, nosotros sabemos tanto como Zero, lo cual es nada. – dijo Roll. – Pero él dice que Armored Armadillo no es un mentiroso, así que si dejó que los rehenes pudieran ser rescatados, tal vez X tenga una oportunidad contra él.

– X estará bien. Es más que capaz de cuidarse a sí mismo. – dijo Ray B., antes de suspirar. – Tiene el mismo problema que los dos hijos anteriores de Light.

¿Hijos?

– Sí, Rock y… – Ray B. se detuvo. – ... ¿me permites ser franco, señorita?

Bueno, ciertamente tienes mejores modales que Bomb u Oil Man. – replicóRoll. – Pero sí, claro. ¿De qué se trata?

– ... tú… ¿conoces a alguien llamado …Blues?

¿Blues? – preguntó Roll, antes de quedarse en silencio. – Blues… él era… alguien. Alguien a quien… creo que conocía. Ciertamente, era alguien relacionado con el Dr. Light, aunque en ese momento no lo entendía.

En efecto, en ese segundo ella debió darse cuenta. La primera vez que Rock, su hermano, reformateado como Mega Man, había entrado en la fortaleza que erigió Wily, y las ocho áreas de interés que los DLNs reprogramados habían atacado ya estaban aseguradas y vigiladas.

Sin embargo, dichas áreas tuvieron que ser aseguradas a través de la exterminación del robot respectivo de dichas locaciones específicas. Cada una de ellas. No haría falta decir que ni ella ni Light estarían en el mejor estado cuando Mega Man tuvo que combatir de nuevo contra los hijos del científico de nuevo. Cierto, el que Rock le devolviera sus palabras a Wily funcionó al final, y por suerte, todos desde Cut Man hasta Oil Man fueron restaurados, pero durante su viaje a través de la base de ese loco que buscaba gobernar al mundo, el robot azul se había topado con una muy peculiar figura.

Una que, en contraste con el verdadero "Blues" de quien Ray B. hablaba, era una máquina de color verde vibrante y no llevaba ningún artículo de ropa humana sobre su forma metálica. Pero a pesar de eso, había suficiente parecido físico como para sacarle una reacción de su creador. Prácticamente había saltado de su silla, y podría haber jurado que vio asomarse unas lágrimas de alivio en sus ojos.

Sólo para que esa pequeña esperanza de deshiciera en decepción silenciosa.

Pero… después que Kalinka fue rescatada, creo que desapareció. – continuóRoll. – Después de eso…

De cierto modo, aunque inesperado, ella se sintió agradecida por su repentina intervención, aunque resultó ser su secuestrador, aunque las circunstancias no le habían dejado mucha oportunidad. Cierto, aunque había venido a detener al Dr. Cossack de su acto de desesperación al reducir a Mega Man a chatarra, y fue entonces que la hija del científico ruso-ucraniano se arrojó frente al robot azul que él buscaba detener.

Fue un acto para el cual, francamente, nadie estaba preparado.

Fue entonces que la rubia de nueve años le dijo a su único padre vivo lo que sucedió, desde su abducción de la escuela, hasta que Wily la encerró en lo profundo bajo la tierra, cómo Blues y otro robot le ayudaron en su escape, aunque el nombre de ese otro robot se le escapaba a Roll en ese momento. Quizás su título se había ido, pero sus bancos de memoria podrían haber descifrado la imagen de cierto rostro.

O más bien, de una calavera.

Ella hizo todo eso mientras protegía al hermano de Roll de la enorme y masiva máquina de su propio padre. El cuarpo dañado de Mega Man se veía pesado ante su pequeño cuerpo, pero aun así ella se mantenía cerca de él, apoyándole la cabeza en su regazo mientras usaba su propio abrigo y ropas para limpiarle los fluidos que se filtraban de los lugares donde el aceite se estaba derramando.

Algo que Roll jamás habría creído, si no fuera porque había estado allí y lo había visto, y la niña rusa-ucraniana-sueca (la última por el lado de su madre) era muy protectora de su propia ropa. La robot, o más bien reploide rubia, técnicamente, recordó otro incidente donde pensó totalmente que la humana aplastaría a Oil Man como una lata de conservas por haberle derramado una gota sobre su bufanda nueva.

– ... y… ¿qué pasó después? – preguntó Ray B. – ¿En relación al… otro… incidente?

¿Cuál otro…? – Roll se quedó callada por unos momentos, y entonces se acordó. – Sí, creo que ahora ya lo sé. Lo siento, este núcleo de memoria no está exactamente en las mejores condiciones, pero…

De nuevo, volvió a hacer otra pausa.

– ¿Pero qué?

Bueno… es un poco ridículo, pero… realmente no quiero deshacerme de él. – confesó. – No es que contara con que el Dr. Fujiwara lo reemplazara, ya que mi cuerpo sigue igual que cuando fue construido por primera vez, pero… me gustaría que me cambiaran el exterior, pero…

– El interior es lo que realmente te hace ser tú, ¿verdad? – terminó Ray B. por ella. Independientemente de su silencio subsiguiente, Ray B. siguió adelante. – Está bien, lo entiendo totalmente.

Ai dice que no tiene sentido, viendo que las memorias y, bueno, todo lo demás, puede ser transferido cuando se trata de nosotros, pero, incluso si no está en la mejor forma, lo que tengo es…

– Algo que es sólo tuyo. Aunque no sea de lo mejor… – terminó de decir Ray B. por ella. Se detuvo por un momento. – ... puede que se trate de algo que tal vez podría matarte eventualmente, pero sigue siendo tuyo. – Se le escapó una risita. – Eso es algo que Blues conocía demasiado bien.

Me estás haciendo preguntas, y parece que tienes algo de conocimiento sobre ese robot en particular. – mencionó Roll. – Me estoy estirando un poco, pero… ¿lo conocías?

Ray B. se detuvo en seco, a mitad de su viaje hacia la entrada de la aparentemente abandonada fábrica, rodeada de un cementerio aún más desolado de mecaniloides.

¿Señor Ray B?

Más silencio. Hasta que finalmente le respondió, aunque brevemente.

– Lo vi una o dos veces. Y también… espera. – Se detuvo de repente. – Antes de seguir adelante, responderé a cualquier pregunta que tengas, pero antes de eso, ¿te importaría responder algo para mí?

Seguro. ¿Qué cosa?

– Blues… ¿qué significa él para ti?

¿Qué quieres decir?

– Es decir, ¿cómo lo consideras? – aclaró Ray B. – ¿Acaso lo consideras… o más bien, llegaste a considerarlo un amigo? ¿Quizás… familia?

Familia.

Por alguna razón, ese término detuvo a Roll en seco, y cada uno de sus circuitos individuales y componentes de su procesador se detuvo en ese instante.

Familia.

¡Rock! ¡Ya lo descubrí!

Se vio a sí misma corriendo hacia un podio en el medio de la ciudad, donde la población celebraba la segunda victoria de su hermano sobre Wily, junto con la que era, en ese entonces, su segunda línea de Robot Masters. Tenía noticias que darle, noticias importantes.

¡Ya sé quién es Blues! – Tenía que decírselo, pero deprisa. – ¡Él es nuestro…!

Pero… ¿qué era lo que tenía que decir, que era tan importante?

– ¿Srta. Roll?"

La quietud volvió a apoderarse del área, y la máquina encapotada se preguntó si la otra robot (reploide) seguía allí. Luego de unos momentos, finalmente volvió a hablarle.

...Lo siento, pero… parece que no tengo registros de nada de eso.

Más silencio.

– ...ok. – respondió la figura encapotada finalmente. – Eso está bien. No es que sea importante en este momento de todos modos. Hay asuntos mucho más urgentes ahora mismo.

Bien… de acuerdo, si tú lo dices. – dijoRoll, aunque con un ligero titubeo. – Pero aun así, con eso, ¿puedo preguntarte algo?

– ¿Qué cosa?

¿Acaso conociste a Blues? ¿Sabes qué pasó con él? – le preguntó. Se mordió el labio, aunque aquel a quien estaba guiando no podía verlo. – ¿Qué pasó con… los demás?

Ray B. cerró sus párpados, aunque su propia visión no era muy diferente de navegar en la oscuridad.

– ...el Retiro. – murmuró. – Sólo eso.

¿Y exactamente qué fue eso?

Ray B. no dijo nada. Y pronto, empezó a caminar de nuevo, permitiendo que Roll oyera sus pisadas por el comunicador.

Se sintió tentada a decir algo, pero en última instancia decidió no hacerlo. Aunque no podía entenderlo del todo, no planeaba sacar a colación ninguna otra cosa que fuera dolorosa de discutir.

En efecto, aunque todavía no estaba del todo segura de qué habría ocurrido antes de su muerte anterior, mucho menos cómo había ocurrido, pero por lo que este misterioso extraño que los estaba ayudando tenía que decirles, parecía ser que ella se había perdido de algo muy grande.

Algo que tenía un alcance mucho más grande que aquel que había acabado con su existencia antes.


Minas de Zalts…

– ¡Diablos, todavía está encima de mí!

Este pensamiento y la desesperación por llegar a donde estaban sus pertenencias tan pronto como fuera posible, servían más como métodos efectivos para poner en movimiento a Goldminer. En efecto, aunque tenía un esquema detallado de toda la estructura de las Minas de Zalts, el antiguo criminal y ahora Maverick se dio cuenta que estaba más bien dando tumbos torpemente en lugar de correr.

– "¡No, detente!" – pensó, recuperándose antes de detenerse y permitir que su procesador desacelerado, y la ola de pánico y estrés intenso en sus circuitos emocionales lentamente se fue relajando, y su ventilación poco a poco fue enfriando su cuerpo recalentado. – "No puedes dejar que esto se apodere de ti. ¡No eres uno de esos malditos humanos!"

No, él no era ni de cerca tan patético como ellos. Estaba muy por encima de dejarse someter por sus miedos y ansiedades instintivos, que plagaban los cerebros poco desarrollados de esos primates. No era una criatura sorteada como presa por el preciso pero imperdonable orden de la naturaleza, un ser como él no tenía origen en nada orgánico.

Goldminer no era ninguna de estas cosas… y aun así, estaba asustado. Quizás fuese humano, pero irónicamente, no necesitaba serlo para saber con qué, o quién estaba tratando ahora.

Zero, el Hunter Rojo, el Demonio Rojo, el que no dejaba nada, y a nadie de pie cuando dejaba el campo de batalla. Y considerando el estado del Mole Borer, Goldminer no creía que sus oportunidades fuesen muy altas en mantener una pelea contra el reploide rojo como el fuego con cabellera dorada. Ahora que lo pensaba, hacer volar a esos excavadores probablemente no fue tan buena idea. Cierto, ningún humano terminó muerto (órdenes de Armadillo, siempre seguidor a rajatabla de las reglas, incluso las que ya no se aplicaban más a ellos), pero ya que Zero y el otro (el sujeto azul, pero el nombre se le escapaba a Goldminer en ese momento, y francamente no le importaba recordarlo) se encontraban aquí para salvar a los rehenes, ciertamente no se vería bien si más de la mitad de ellos habían desaparecido sin más.

De nuevo, tal vez no tenía nada que preocuparse. Después de todo, no era como que cualquiera de los humanos hubiese quedado atrapado en la explosión de los misiles del Mole Borer.

Humanos. Sí, de esto se trataba todo. Oh, los humanos, los preciosos humanos, los frágiles humanos, los indefensos humanos, los delicados y débiles primates, ¡qué asco! ¡Eso no importaba, él no tenía culpa de nada! ¡Esos estúpidos monos hicieron caer este desastre sobre sí mismos! ¡Era sólo cuestión de tiempo antes que se volvieran demasiado arrogantes para soportar el potencial que apenas estaban tocando con la creación de la raza mecánica!

El potencial que "él" apenas había raspado la superficie, el único, irónicamente, humano quien, de cierta forma, conjuró a los seres tales como él.

– Tu amigo tenía razón, anciano. – siseó Goldminer por lo bajo. La imagen del humano vino a su mente de una demostración que había visto hacía años. Todo mundo sabía quién era "él", pero nadie parecía molestarse en dirigirse a él por su nombre. Como si todavía quedase una buena cantidad de reverencia y desdén por él. – Puede que hayas logrado construir a un ser vivo que no está hecho de carne y hueso, pero aparte de eso, estás a punto de dejarlo totalmente inválido.

No hablaba del hombre que creó al primer robot, Thomas Light, ese tonto sentimental, sino el que lo hizo con sus propias manos. El primer robot. El primero de todos ellos.

… el primero… no.

No, imposible, pensó Goldminer. No pudo haber sido él. La primera de las máquinas que vivió como sus creadores de carne y hueso, sí (odiaba a esos primates), pero no era uno de ellos. No un reploide. No, ese, el primero, que vino mucho antes que el azul que fue desenterrado por el Dr. Cain, no era como ellos.

Cierto, incluso con la poca información que los humanos, y a su vez Sigma y Fujiwara reunieron sobre él, todavía había mucho que nunca se sabría. Era un enigma entonces, y siguió siéndolo incluso después de la muerte.

Al menos, asumiéndolo así, dados los defectos en el núcleo…

– ¡¿Eh...?!

El Maverick lanzó un grito ahogado cuando escuchó algo, girándose para ver y terminó estrellándose contra una roca cercana. Ciertamente era una roca bastante grande casi del mismo tamaño que él, pero seguía siendo una simple roca.

En cuanto estaba a punto de dar otro paso, sin embargo, Goldminer vio por detrás de la roca con la que se había tropezado, una figura envuelta en las sombras, al principio imposible de identificar, pero luego tras unos momentos, el Maverick se dio cuenta con horror de a quién acababa de alertar de su presencia. O tal vez, el tipo ya estaba allí desde el principio, Goldminer no estaba seguro. De lo que sí tenía certeza, sin embargo, era que, pese a la expresión estoica en sus rasgos faciales, las puntas ennegrecidas en su larga coleta indicaban que estaba MUY lejos de estar calmado.

– Buen señor. – dijo Zero, cuyos labios temblaban con una rabia ardiente. – Si me permite decírselo, creo que me acabas de quemar el pelo.


Afueras de Abel City…

Aun así, todavía no lo entiendo del todo.

– ¿Qué cosa?

Por qué Sigma hizo lo que hizo.

– Al hacerlo, en esencia considera a los humanos como insignificantes y simple carne de cañón, ¿no? – cuestionó Ray B. – Podría darte algunas razones más, pero eso probablemente me llevaría tiempo listándolas todas.

Eso no será necesario, gracias. – respondióRoll. – Cualesquiera que sean sus razones, no me podría importar menos. Esto no puede seguir así, y hay que detenerlo. – aclaró, tratando de hacer notar que su ira no estaba dirigida hacia aquel a quien estaba guiando. – Pero aun así, con su declaración hacia la humanidad, y el… Dr. Fujiwara…

Dio un respingo, aunque Ray B. no podía verla.

¿Por qué iba a darles a todos la oportunidad de buscar refugio? No creo que fuera a poner semejante pensamiento en su cabeza, pero, si sus… acciones contra Fujiwara eran algún indicio, ¿por qué… hacer eso en público, y aparentemente dejar a todos los demás? ¿No es que su misión es ir en contra de toda la humanidad?

– Oh, claro que lo es. – respondió Ray B. – Pero no creo que quiera que todos mueran tan rápido.

¿A qué te refieres?

Ray B. hizo una pausa. Pensó entonces en Asimov. Tantas cosas de las que nunca había hablado estaban saliendo todas a la vez. Y francamente, el tiempo no había hecho que fueran más fáciles de asimilar.

– Incluso si no recuerdas mucho… ¿estás al tanto de un incidente llamado "El Apagón".

Apagón…

...¿hablas de lo que ocurrió antes del incidente Gamma? – cuestionó Roll, y el silencio de su interlocutor parecía ser una respuesta. – No creo haber estado presente para eso, pero… hay algunos detalles que recuerdo haber oído al respecto. La mayoría de testimonios de otros, pero con los pocos robots que no fueron afectados o lograron sortear la ola eléctrica, dicen que lograron combatir la fuente del fenómeno mismo.

– Bueno, los responsables de ello, esencialmente apagaron toda la energía en el planeta. – le explicó Ray B. – Había tres de ellos.

¿Tres?

– No importa. – dijo Ray B., antes de proceder a explicar. – El punto es, que quien lo inició no fue ni Wily ni el más nuevo miembro de su ejército en ese momento, sino una supercomputadora enterrada bajo un templo en Sudamérica, que buscaba eliminar toda la vida orgánica en la Tierra como le parecía. No me sorprendería en absoluto si eso es en esencia lo que Sigma tiene en mente para los humanos. Sin embargo, hay una cantidad significativa de diferencias entre sus métodos y los de aquel que se hacía llamar Ra Moon. – Se detuvo por un momento, soltando un suspiro. – Y eso tiene más que ver con sólo la presencia de electricidad. No, creo que tiene un conjunto de planes totalmente diferente para todos ustedes. No sé del todo cuáles sean, pero… las ideas que tengo no son nada que pudiera beneficiarles.

Me lo imagino, pero creo que ya es un poco tarde para eso ahora. – dijo Roll, antes de soltar un suspiro de resignación. – No tiene sentido lamentarse por ello, pero…

– ¿Pero qué?

Roll se quedó callada por un momento. – Desearía que el Dr. Light todavía estuviera aquí. Él sabría qué hacer.

Roll y Ray B. discutieron sobre el Dr. Light, ella hizo preguntas, y dijo que X dijo que lo había visto. Ray B. se quedó en silencio.

Algo en lo que los hombres de mi familia siempre han sido buenos. – se rio Roll. Luego hizo una pausa. Todos eran buenos en ello, pero no lo dijo de esa forma. En lugar de eso, cambió de tema. – Aun así, dadas las circunstancias, las cosas podrían haber sido peores.

Ray B. asintió. – Aun así, no puedes quedarte aquí. Ninguno de ustedes puede hacerlo. Al menos tienen que sacar a los humanos de esta isla tan rápido como sea posible.

¿Por qué? – preguntó Roll. – No es que quiera halagar a Sigma, pero al menos la población humana sigue con vida.

– Es cierto, pero no sé si sea del todo algo bueno. Quedarse aquí durante tanto tiempo.

¿No creerás que Sigma tomará represalias? – preguntó Roll.

Ray B. negó con la cabeza. – No. Él quiere a los humanos vivos, a diferencia del Apagón.

¿Y por qué crees eso?

La figura cerró sus ojos, dejando que la oscuridad se apoderase de su entorno, aunque su propia vista ya no fuese lo que solía ser. – … Sólo digamos que, aunque necesitamos encargarnos de Sigma… por tu bien, y del resto, necesitan salir de esta isla tan pronto como sea posible.

¿Por qué?

Ray B. se detuvo, mordiéndose el labio hasta que la piel sintética estaba muy cerca del punto de ruptura. Aunque no era que su "carne" estuviera en la mejor condición de cualquier manera. – Para que los humanos puedan matarte.


Afuera de la cámara de Armadillo…

Era cierto, Armadillo no había mentido.

Al final del camino descansaba un objeto con forma de disco sobresaliendo del suelo, listo para que aquel para quien fue construido se aproximara. En efecto, en un bizarro sentido de humor, la cápsula se ubicaba en lo que X consideraba un paraíso en miniatura. La parte superior de la cápsula sobresalía del suelo rocoso, y una formación circular de vida vegetal y muestras escasas de hongos rodeaban su forma metálica enterrada, como si hubiese sido colocada de manera intencional aquí en este pequeño refugio, lejos de los confines de la mina. El conjunto singular de cascadas que bloqueaban la entrada a esta sección pequeña y oculta del área estaba rodeada por varias oleadas de agua que rugían al caer, desarrollando una ligera sensación de humedad en sus mejillas, la cual le indicaba a X que literalmente este era el lugar de mayor altitud en toda la zona.

Aun así, dado para lo que vino aquí, el Hunter no tenía tiempo de sentarse para admirar todo lo que estaba frente a él.

Antes que el Met pudiese urgirlo a seguir, X dio un paso hacia la cápsula, y el enorme y enigmático dispositivo emergió desde un compartimiento oculto construido en el suelo, sin perturbar las formas de vida que le rodeaban. Las dos mitades se separaron entre sí, y la parte superior se elevó hasta superar ligeramente la estatura de X. Y como era de esperarse, una figura se manifestó frente a él en la forma de una grabación.

Sin embargo, una parte de él no podía evitar sentir que había más en este mensaje que una recolección de datos insertados hacía un largo tiempo.

Saludos, X. – le habló la imagen del fallecido Dr. Light al reploide azul. – En efecto, si has encontrado esta cápsula, entonces ya no puedo negar que te aguarda el camino del guerrero.

X había cambiado de su estado ligeramente potenciado al modo estándar que era completamente azul. Los componentes de las mejoras seguían existiendo en sus piernas, pero X prefería no mostrar tales cosas cuando no fuese necesario. Quizás fuesen parte de su armadura, y su propósito fuese recibir el daño por él, pero seguían siendo del Dr. Light.

Algo que dejó atrás.

Los contenidos de esta cápsula en particular son, debo admitirlo, diferentes comparados con las otras. – dijo elDr. Light, o más bien su imagen. – Ya que contiene un componente no mecánico, pero que es vital que lo tengas. Y más aún, que lo entiendas.

– ¿Entender qué? – se cuestionó la máquina en voz alta, pero rápidamente se regañó a sí mismo por tal estupidez. ¿Qué estaba haciendo, incluso con entretener la posibilidad de que una proyección holográfica fuese a responderle…?

En efecto, ya estoy llegando a esa parte.

… Un momento, ¿acababa de suceder? Por lo que parecía, sí, la imagen del científico barbudo parecía divertida ante la sorpresa de la máquina. Antes que X pudiese responderle, aunque lo que estaba por decir con exactitud seguía en el aire, la proyección del Dr. Light siguió adelante.

Era sólo una proyección, ¿correcto?

En esta cápsula yacen las habilidades y destrezas de un individuo que una vez recorrió la Tierra hace muchos años. – continuóLight. – Un individuo que se dedicó por completo a la senda y al espíritu de la batalla y los combates. Sin embargo… – la imagen añadió algo más, aparentemente al sentir la vibra de decepción en X – … el camino del verdadero guerrero depende más de que sólo la habilidad del cuerpo y la agudeza de la mente. Había dos candidatos para esta cápsula en particular. Y sí, el otro era en última instancia un peleador más poderoso por su propia cuenta, sobrepasando a su condiscípulo en fuerza y habilidad, pero elegí a su compañero por otra razón, una que creo que será la que decidirá todo.

X ladeó la cabeza ligeramente hacia un lado, analizando la expresión del holograma. Probablemente estaba sólo en su mente, con una mezcla de ilusiones personales, pero el Hunter podría haber jurado que era casi como si el Dr. Light estuviera esperando que le respondiera.

– ¿Y qué razón sería esa?

La forma de Light entonces pareció alterarse lentamente, adoptando una apariencia diferente a la que tenía antes. En lugar de una bata de laboratorio, su cuerpo parecía haberse convertido de el de un anciano al de un hombre musculoso y tonificado, vestido con un gi de artes marciales que parecía algo rasgado y desgastado, pero todavía funcional, y una cinta amarrada alrededor de su frente. Aun así, la imagen seguía representando la cara del creador de X.

Ahora, entra aquí y recibe esta nueva característica. – le urgió elDr. Light, desapareciendo de la vista aunque su voz todavía se escuchaba. – Aprende a utilizar tu espíritu como un medio para defender al mundo.

X lo hizo, aunque dudando ligeramente, dado lo diferente que era esta cápsula en particular a comparación de la anterior. Igual que antes, sin embargo, la energía contenida dentro del dispositivo se activó, acoplándose al cuerpo de X y envolviendo su armadura en luz, pero en lugar de consumir todo su cuerpo, la energía migró hacia el centro de su pecho, directamente donde residía su núcleo.

Aprende la senda del Puño Ascendente… aprende el Hadouken…

Esta historia continuará

Chapter 51: Murmullos

Chapter Text

Disparó su pistola de plasma, y el maldito Hunter casi le voló su cabeza con un solo tiro de su buster. Lo peor, ¡el disparo ni siquiera fue cargado al máximo!

Goldminer no poseía pulmones, pero estaba empezando a entender el significado de la frase humana de "quedarse sin aire". No tanto por estar agotado y privado de oxígeno, aunque sus ventilas estaban sobrecargadas al intentar enfriar sus sistemas, pero sí sentía un considerable estrés que afectaba su concentración y estado mental, su tensión y ansiedad iban en aumento ya que se volvía más y más claro que no era rival para el Demonio Rojo.

El Demonio Rojo que sin duda le quitaría su cabeza a su debido tiempo.

Pero tal vez, si lograba llegar hasta su "colección", ¡tal vez tendría una oportunidad! La maniobra sería arriesgada, pero en este punto tenía pocas opciones.

Tomándose un momento para detenerse, al darse cuenta que, para su horror, había perdido de vista al Hunter rubio, Goldminer se refugió detrás de una enorme roca, con sus receptores ópticos buscando cualquier señal de la ubicación del reploide rojo. Para alguien que tenía semejante melena de cabello, el bastardo era sorprendentemente bueno en ser sigilosos.

*¡CLICK!*

…muy, muy bueno.

– Entonces, el hecho de que esos Hunters vienen hacia acá, significa que X logró acabar con Armadillo. – musitaba una silueta oculta entre las sombras, aunque en voz muy baja, observando a Goldminer y Zero, pero manteniéndose fuera de la vista de ellos. – Aun así… dudo que lo haya hecho con facilidad, mucho menos ir todo el camino. – continuó resoplando con burla. Un siseo se le escapó. – Probablemente el idiota se haya cansado tratando de provocarlo mientras deliberadamente se contenía. Maldito cobarde.

Tal vez alguien más habría dicho que la prueba de la victoria de X era que las comunicaciones habían sido reestablecidas, pero la silueta oculta no era ningún tono. Lo sabía mejor que nadie, mejor que Sigma, Fujiwara, ¡diablos, mejor que el propio Zero! Conocía bien a ese pelmazo azul, aunque técnicamente había logrado superar el obstáculo frente a él, ese saco de tuercas de Clase B no se desató tanto como podría haberlo hecho. No ejerció tanta fuerza, ni utilizó tantas tácticas, y aquellas que utilizó eran lentas y consumían demasiado esfuerzo y tiempo.

– Armadillo no es un debilucho, por eso nuestro glorioso líder lo eligió como uno de sus oficiales de más alto rango. – musitó la figura para sí misma, todo el rato observando la escaramuza entre Goldminer y Zero que tomaba lugar abajo, y ambos se estaban disparando uno al otro tratando de incapacitar a su oponente. – Pero también está chapado a la antigua. No le daría a X ningún tipo de ventaja o piedad. – Se detuvo por un momento, y luego resopló, observando a los reploides ignorantes a buena distancia. – Pero, conociendo a ese idiota… Armadillo podría estar muerto… pero, si es posible, entonces X no tendrá que quedarse así.

Goldminer se quedó tieso, viendo el arma del Hunter, mirando cómo el Hunter rojo posicionaba su arma de tal forma que un disparo directo, no necesariamente uno muy poderoso, sería todo lo que necesitaba. Aun así, pese a su situación actual, el Maverick no pudo evitar hacer evidente su desprecio por el otro reploide.

– No entiendo por qué te molestas tanto. – se burló, con sus receptores ópticos fijándose en los bordes chamuscados del pelo rubio. – El negro contrasta bien con el tono claro, diría yo.

– Veamos si todavía crees eso, cuando el interior de tu córtex cerebral tenga el mismo color. – siseó Zero peligrosamente, sin dejar de maldecir al Maverick por haberle dañado sus mechones, fuese de manera intencional o no. – Y ya me has dado razón más que suficiente para mostrártelo.

– ¿No me vas a arrestar primero? – cuestionó Goldminer. – Eso no es exactamente profesional para un Hunter, especialmente con el tipo que se supone que ahora está a cargo.

Zero no dijo nada, pero el Maverick pudo ver que apretaba los labios con ira.

– Y yo aquí pensando que Sigma había dicho que tú eras el más decisivo de ustedes dos.

– ¿Dos?

– Sí, ya sabes, el tipo azul. – respondió Goldminer. – Aunque, quizás un trabajo de pintura de color amarillo le quedaría bien a él también.

– No te atrevas a hablar de X de ese modo. – le advirtió Zero. – Eres muy descarado al decir eso, considerando que has pasado los últimos minutos haciendo todo a tu alcance para evitarme. Al menos puedo confiar en que X se hizo cargo de Armadillo.

– Aun así, sólo fue porque lo obligaron. No finjas que crees que haría su mejor esfuerzo. – espetó Goldminer. El Maverick entonces entrecerró los ojos. – Ya lo conoces desde hace el tiempo suficiente, y Sigma todavía más.

– Y tú no sabes nada de él en absoluto. Quizás sea por eso que me estoy cansando de escucharte hablar. – replicó Zero, apuntando pero todavía sin dispararle. Seguro, Goldminer tal vez cargaba algo de sabiduría en su evaluación del reploide azul, X estaba más dispuesto a someter y capturar al criminal antes que utilizar el método más "certero" que prefería Zero. Aunque ese hecho por sí mismo tal vez debería haberle dado a Goldminer un cierto sentido de precaución, si bien no al menos una pizca de auto-preservación.

Y aunque sí, Goldminer claramente estaba tomando cada acción en cuenta, también parecía tener cierta motivación más allá del hecho de mantenerse con vida. En lugar de simplemente huir de Zero, parecía estar yendo en una dirección específica, oculta fuera de los túneles y pasajes principales de la mina. El antiguo criminal convertido en lacayo de Sigma claramente poseía una valentía limitada, así que lo que fuera que estuviera buscando debía de tener algún valor.

Suficiente como para arriesgarse a morir.

– ... Si significa algo, al menos tu amigo tendrá un nuevo accesorio que irá con el resto de su traje nuevo.

Zero por un momento perdió la concentración, ya que su mente se desvió hacia lo que acababa de decir Goldminer, pero no se atrevió a mover su buster. – ¿Qué dijiste?

– ¿Hm? ¿No lo notaste de camino aquí abajo? – cuestionó el Maverick. – De nuevo, eso tampoco importa, considerando que el verdadero está…

BOOM!*

– ¡Deja la mierda, y responde a la pregunta!

Goldminer se quedó tieso, el disparo concentrando de plasma hizo añicos una gran porción de la roca que se encontraba a pocos centímetros de su domo. Zero no había fallado su objetivo, simplemente dejó claro que, si llegara a ello, el Hunter rojo no tendría escrúpulos en hacerle lo mismo al Maverick en cualquier momento.

– Se supone que estén ocultas, y Sigma les ordenó a todos que mantuvieran sus manos lejos de ellas, pero parece que algunos reploides no pueden evitarlo. – Goldminer seguía hablando, tratando de alejarse discretamente. – Por supuesto, hay algunos que tratan de acercarse a alguna de ellas, y dicen que a veces suceden cosas extrañas. – Se encogió de hombros. – Aunque no estoy seguro sobre la que podrías haber pasado por alto, ya que esa no es real.

Zero sólo pudo presentar una mirada de perplejidad, decepcionando a Goldminer, pero sin que lo supiera, sus palabras claramente resonaban entre ellas.

Y mientras tanto, oculto entre las sombras, un ojo solitario rojo comenzó a brillar con una inquietante intensidad.

– ¡Nos vemos!

Tomando esa distracción como su oportunidad de escapar, Goldminer le disparó a una estalactita de roca que colgaba sobre ellos, provocando que la formación de rocas casi le cayera encima a Zero fallando por pocos milímetros, y sólo porque el Hunter rojo saltó fuera del camino al último segundo. La concentración de roca endurecida de tierra salió dispersando esquirlas por la propia energía de Zero, y el disparo cargado envió trozos de roca a volar por todas las direcciones.

Pero, cuando todo se aclaró, el "Demonio" de pelo largo vio que su criminal se había ido, apenas vislumbrando un destello de él cuando giró en una esquina y se adentró más en las profundidades de la montaña

Aunque Zero lo siguió, Goldminer ahora tenía más de un perseguidor pisándole los talones. Y la nueva adición a lo que ahora sería un trío no tenía intenciones de dejar escapar al Maverick tan fácilmente.


Afueras de Abel City…

El mundo fuera de la metrópolis dañada, y la pequeña entrada frente a la enorme boca abierta en el oscuro edificio que se alzaba frente a la máquina encapotada permanecían en silencio, pero sus palabras casi hicieron que el universo entero para Roll se quedara callado como si hubiese muerto.

– …¿Matarnos?

Ray B. se mordió el labio, y sus ojos ocultos se entrecerraron mientras la voz de la chica robot renacida hacía eco por todo su procesador. A pesar de la madurez de su voz, aún podría reconocerla por lo que solía ser.

El mundo del cual una vez había sido parte. Un mundo que en última instancia ya no existía.

– Lo admito, "matar" es una descripción muy amplia y variada. – respondió la máquina a su guía. – Pero su meta final es asegurarse que ya ustedes no puedan moverse. Y una vez que eso suceda, dudo mucho que dejen algo intacto entre lo que sea que logren echarle la mano encima. – Miró brevemente a su alrededor. – Y si estas piezas de chatarra no sirven, hay muchas rocas por todos lados.

Unos cuantos momentos de silencio transcurrieron antes que Roll pudiese reunir el valor para preguntar más.

Pero… ¿por qué razón querrían los humanos matarnos? – cuestionóRoll. – Quiero decir, tomar represalias contra las fuerzas de Sigma es comprensible, pero ¿por qué querrían atacarnos a nosotros? Somos los Maverick Hunters, ¿no? Aquellos que fueron puestos aquí específicamente para combatir amenazas como ésta, ¿no? – Esperó unos segundos, y luego añadió. – Además, no puedo decir lo mismo por mí, pero los modelos estándares de reploides están hechos para soportar daños razonables que no exceden ciertos límites. Harían falta más que sólo unas cuantas rocas.

– ¿No fuiste tú la que habló sobre el comportamiento potencialmente errático que la gente puede demostrar bajo ciertas circunstancias? – preguntó Ray B.

Bueno, sí, pero estaba hablando mayormente sobre Chiyo, respecto a su decisión de abandonar los refugios y salir hacia las calles. – respondió Roll. – Nadie podría entender por qué tomó una decisión tan imprudente y estúpida en ese momento. – Luego resopló. – Te lo juro, para los seres mecánicos que supuestamente tienen circuitos más desarrollados para el procesamiento de señales abstractas y sensaciones, casi todos aquí tienen la misma inteligencia emocional de un mecaniloide.

– Ser demasiado emocional tampoco es bueno. – replicó Ray B. – De hecho, muchos errores y malentendidos han sucedido sólo porque algunos pocos no usaron la cabeza. – Hizo una pausa. – Pero, en el caso de ella, probablemente estaría más segura fuera del refugio que adentro con los demás.

...sí, sus relaciones no la hacen exactamente popular con la gente, incluso aquí. – confesóRoll. – Pero están aquellos puestos a cargo que lidian con cualquier problema que pueda ocurrir entre los humanos, y unos cuantos Hunters están siendo desplegados de manera rutinaria allá. – le dijo ella. Seguro, incluso si no le tienen la más alta estima debido al nombre de Fujiwara, todavía es muy claro que ella y su padre no tienen traicionar a los de su propia especie en común.

– ¿Tú crees que eso les importa?

¿Qué cosa?

Ray B. suspiró. – Entiendo tus sentimientos, pero… la gente. – se detuvo un momento. – No, los seres vivos que residen aquí, tanto las criaturas de carne y de metal…

Se detuvo de nuevo. No tenía intención de revelarle mucho, si acaso le decía algo en absoluto, aunque fuese sólo para ahorrarle el dolor de lo que sabía, pero el paisaje desolado en el cual se encontraba en ese momento destruyó cualquier ilusión de mantener a la reconstruida y mejorada DLN en la oscuridad por más tiempo.

Pero, por Asimov, quería que así fuera. Él quería que ella nunca tuviera que saber lo que sucedió.

– Dime algo, Roll. – empezó a decir. – ¿Cuánto recuerdas? ¿Cuál es el último evento del que sabes algo, antes que las cosas empiecen a… ponerse borrosas?

Al principio, Roll creía que dar una respuesta sería simple, un simple fragmento de memoria extraído directamente de su procesador, pero al verlo, se encontró sin estar totalmente segura de cómo proceder. Sí, ciertamente ahora estaba al tanto de que literalmente todo había cambiado, y de que muchos a quienes conoció ya no estaban, algunos casos desafortunadamente inevitables, tal como su creador o aquellos como Cossack o LaLinde. Pero, incluso con su deceso inevitable como humanos, eso todavía no explicaba dónde se habían ido todos los demás.

¿Qué pasó con ellos?

... ¿Esto tiene algo que ver con la razón por la que X fue sellado por tanto tiempo?

– Sí, pero respóndeme primero, por favor. – pidió Ray B., antes de inquirir de nuevo – ¿Cuál es la última cosa que recuerdas? ¿Cuál fue el último día que supiste que aún vivías en ese mundo?

¿El último día?

Técnicamente, mentiría con su respuesta si dijera que su muerte, cuando fuera que vino, ocurrió después de la memoria más reciente de ese tiempo ya lejano, pero tras lo que pudo conjurar, lo único que sabía era que una sensación abrumadora de ardor le consumía todo el pecho.

Y luego, que estaba mirando los ojos verdes de su hermano menor.

Pero una noche, una noche que tuvo lugar no mucho después que el mundo fue salvado de nuevo, esta vez de una fuerza invasora conocida como los Stardroides que habían ocupado una estación en la luna, y en esencia, habían continuado lo que su padre, Ra Moon, había comenzado.

Y a diferencia de antes, la rubia de coleta se encontró atrapada en el medio.

Seguro, mucho de eso afortunadamente también se le había perdido, pero había un evento en particular que ocurrió durante la celebración de la victoria de su hermano.

O más bien, lo que tuvo lugar fuera de ella.

Ella apenas pudo vislumbrar la desaparición de un invitado en el evento en el último segundo, cuya forma desapareció de la vista en el momento en que Roll se dio cuenta de quién era la figura, y el cómo, a pesar de lo que acababa de ver, no tenía un dispositivo teletransportador instalado en su cuerpo.

La rubia debatió sus opciones en ese momento, ya que sabía que se darían cuenta de su ausencia si se marchaba, pero al mismo tiempo, mentiría si dijera que estaba totalmente cómoda dejando a solas a su amiga. Ya que, aunque el mundo estaba de nuevo a salvo, esta victoria no vino sin una gran cantidad de sacrificio.

Tomando prestado el aerodeslizador por un breve período, Roll logró localizar hacia dónde había ido la otra máquina gracias al sensor que el Dr. Light había colocado en él, para poder estar al tanto de dónde estaban sus hijos. O al menos, los pocos que aún quedaban.

Para su sorpresa, el robot que escapó se había ido a Grecia, de todos los lugares, específicamente la isla de Creta, pero Roll descubrió que no se encontraba en ninguna de las áreas pobladas en las Islas Mediterráneas. No fue sino hasta que recibió noticias de que Centaur Man se venía acercando, que había visto a la persona (técnicamente robot) de interés adentrarse en los sectores salvajes de lo que tal vez fuese la cuarta aldea costera por donde buscó.

Sin embargo, lo que le dijo la tomó por sorpresa.

Ella no dijo mucho. – le dijo el Robot Master equino a la DLN. – Sólo que quería ir a donde florecían las Lágrimas de Asterea.

Cierto, aunque Roll no se avergonzaba del hecho de que le encantaba el lenguaje de las flores o devota de cualquier cosa que potencialmente pudiera ser considerada "romántica", no estaba exactamente segura de lo que quiso decir Centaur Man al principio. Pero, luego de ver mejor desde un punto más elevado en la aldea marítima, vio un lugar de interés que le podría haber guiado potencialmente a donde quería ir.

Quizás no fuesen lágrimas literales, pero había una multitud de flores silvestres situadas justo afuera de los límites de la aldea. Y en efecto, tras unos pocos momentos luego de escanear visualmente el área, vio a su amiga mirando a lo lejos en el campo de flora natural de las islas griegas, particularmente en una colección de plantas específicas que, al aproximarse a ellas, Roll se dio cuenta que efectivamente reconocía esta especie.

Aster, plantas florecientes de la familia Asteraceae. Recordaba haber tratado de cultivar algunas de estas al notarlas en el conservatorio del Dr. Petil en Brasil. Aunque ella estaba un poco más convencida de que a Plant Man le interesaba en algo más que sólo las flores que ella deseaba cultivar, el Robot Master prácticamente la comparó con cada espécimen con el que se cruzaban.

Sus pensamientos en relación al Robot Master floral se detuvieron cuando vio a quien estaba buscando, de espaldas a ella y con la mirada totalmente enfocada en el oscuro, pero sorprendentemente hermoso, escasamente iluminado abismo que colgaba sobre la Tierra, y cuyas coletas largas de cabello castaño oscuro danzaban ligeramente en la gentil brisa nocturna.

Roll había pasado la última hora buscando a esta colega máquina, pero ahora que estaba en su vista, se encontró insegura de qué hacer. Sí, había encontrado a su amiga, ¿ahora qué? Mejor todavía, ahora que estaba aquí, ¿habría tomado la decisión correcta? ¿Debería haber dejado a su colega máquina en paz? Tal vez había sobrepasado un poco sus límites al ir tras ella después de todo.

Pero, cuando estaba considerando darse la vuelta, la figura frente a ella se movió.

El movimiento fue ligero, apenas visible, pero al darse cuenta Roll no pudo dejarlo pasar. Los hombros acorazados de su amiga, otra robot como ella, aunque una que tuvo un extensivo y confuso conflicto con su propia programación y procesador central, se sacudieron brevemente. Pero, como si hubiese sido capturado en el segundo correcto, no pasó por alto.

Y antes de que Roll pudiese ofrecer algún consuelo, o pensar si necesitaba alguna ayuda, le habló.

– … Ella tenía razón.

La rubia se detuvo. – ¿Q-qué?

Vesper Woman. – La figura le respondió, en una voz femenina pero ligeramente más baja de tono en comparación a los DLN's, como si fuese una réplica de una adolescente. – Una vez debatí con ella en relación al término de que las estrellas son "diamantes en el cielo", como dice la canción. – La Robot Master (o tal vez, en su caso, Mistress) verde y violeta, hizo una pausa, y su normalmente tranquilo y relativamente inexpresivo semblante se fue desmoronando contra su voluntad. Lo que fuera que venía era inevitable, sin importar cuánto deseara contenerlo. – No entendía la relación, ya que las estrellas son cuerpos gaseosos de calor que no poseen ninguna forma sólida sobre la cual pararse, a diferencia del carbón endurecido por siglos, tal vez incluso milenios.

Roll se mordió el labio, enrollando los dedos reflexivamente ante la tensión que se formaba. – Tempo…

Y además, no es sino hasta que una estrella muere que tal vez pueda considerarse similar a un diamante o algún otro mineral de la tierra. – continuó la otra máquina. Tempo, o Quake Woman. – Sólo entonces deja de emitir luz y deja de poseer las cualidades que la hacen calificar como un cuerpo astral vivo. Es poco más que un objeto frío y pequeño que flota en el espacio.

La DLN rubia comenzó a caminar alrededor, circundando para tener una mejor vista del frente de la otra robot. La piel clara de la mucama contrastaba con la complexión más morena de su amiga, teniendo la presencia de un bronceado prominente en la piel artificial. Cierto, una vez había sido más "clara" en cierto momento, pero eventualmente, la Robot Master había optado por oscurecerse un poco más. Una precaución debido a haberse involucrado en relación a Dark Man y la campaña de desprestigio contra Blues. A pesar de la razón inicial, fue un ajuste que la propia Roll había motivado, y en sus palabras, el tono más oscuro ayudaría a resaltar sus ojos.

Tempo no pudo evitar debatir si decir "receptores ópticos" habría sido más apropiada, pero no parecía estar de humor para preocuparse por esas cosas. No, su mente estaba en otra parte.

Al llegar cerca de ella, Roll vio que el literal buster de roca (una ironía que no se le escapó, incluso cuando intentó juntar a Tempo y a Rock en cierto momento) sostenía algo, y ambas manos cargaban el objeto firmemente, pero tratándolo como si fuese de un material más frágil que porcelana china. Sin embargo, considerando lo que era el objeto, tal vez fuese sólo eso.

El casco de Proto Man, que alguna vez fue de Break Man, gravemente agrietado y dañado con el visor partido en varios lugares, estaba en posesión de la otra máquina. Quake Woman sostenía la pieza de equipamiento protector como si fuese parte de su propio cuerpo. Sus receptores ópticos se movieron hacia la multitud de plantas que las rodeaban.

...¿Has visto estas flores antes? – le preguntó Tempo a Roll, y la otra robot se vio desprevenida ante la repentina pregunta.

Uh, sí. – respondió la DLN. – Ásteres. Son una variedad muy popular para tener en patios últimamente. Quiero decir, está la variedad aromática, y también la de manera azul, calico, escarcha, Nueva Inglaterra y Nueva York.

Acorde con su clasificación… – continuó Tempo, con sus receptores ópticos enfocados en los diferentes botones de rojo, rosa y amarillo. Pero entre esas mayorías se podían distinguir las escasas pero sobresalientes ásteres de púrpura brillante. – Se les considera perennes, en el sentido de que están condenadas a marchitarse, igual que toda la vida orgánica, pero bajo las condiciones correctas, pueden regresar y volver a florecer otra temporada. – Sus hombros volvieron a sacudirse, esta vez con un movimiento más violento. Se arrodilló, todavía sujetando el casco de Blues, pero soltó un brazo para palpar con sus dedos color marfil los delgados pétalos.

Entonces, Roll lo vio.

Humedad. Algo líquido se estaba formando en la esquina del ojo de la otra máquina.

Es una pena, y una vergüenza. – dijo Quake Woman, cuyas lágrimas ahora salían libremente de sus ojos, chorreando por sus mejillas y regando ligeramente las ásteres debajo de ella.

Las palabras de Centaur entonces hicieron click. Las Lágrimas de Asterea.

Eso llevó una serie de eventos como este, para que un automatón mecánico supuestamente inteligente, pudiese entender algo tan simple. – Se inclinó, sosteniendo el casco contra su pecho. – … Pero él lo entendió sin mucho esfuerzo. En efecto, a pesar de las diferencias en nuestros componentes, él era más… avanzado que yo. – Otro aliento reprimido. – … Hay algo sobre las flores de áster. Se dice que solían ser las lágrimas de una diosa que lloraba cuando el cielo estaba desierto, pero la edad de oro había terminado, así que huyó del mundo para escapar de su destrucción. – Sus receptores ópticos se desviaron desde las flores hacia las estrellas que colgaban arriba, y el visor roto de Proto Man reflejaba los puntos esparcidos de luz brillante en su superficie. – ... Puede que ya no sea la edad de oro, y tal vez nunca vuelva un tiempo como ese nunca más, pero… – Se quebró por primera vez. – … Si tiene cosas como éstas, tal vez sea hermosa a su manera.

Y entonces, sólo unas palabras más podrían decirse antes de que se desplomara por completo, haciéndose pedazos mientras sus piernas sucumbían, y caía al suelo antes de que su voz se viera abrumada por sollozos.

– … Pero él nunca lo sabrá…

Aunque ese recuerdo en particular de lo que le vino a la mente no fue exactamente lo que le contó a Ray B. en su totalidad, Roll igualmente respondió a su pregunta. – ... y después de eso, me encontré en Arcadia con la revelación de que tengo un hermano menor. No hay nada más en medio. Entonces, ¿qué es diferente ahora comparado con ese entonces, al menos, alguna diferencia de la que yo no sepa nada?

Su única respuesta fue silencio.

¿Sr. Ray B.?

– ... ¿Ella dijo eso?

¿Qué?

– Tempo. – le dijo. Luego, como si se acabara de dar cuenta que se había ido de lengua, se corrigió. – T-tu amiga, quise decir. Ella… ¿realmente dijo eso?

Por supuesto que lo hizo. – confirmóRoll. – Cierto, es lo último que recuerdo de ella y, bueno, de todo lo demás, pero incluso si ella misma no era exactamente mejor en comunicarlo de manera abierta… nunca fue buena para ocultar cómo se sentía.

– ...no, no lo era.

¿Qué dijiste?

– Nada. – respondió Ray B. rápidamente. – Pero aun así, mantengo mi punto. Antes, incluso con lo que pasó en relación a los Stardroides y Ra Moon, aquellos como ella y tú podían seguir viviendo en ese mundo sin miedo. Era un mundo que, aunque tenía sus dificultades con las relaciones entre seres mecánicos y los de… origen natural, por decirlo así… – hizo una pausa. – Aún seguía habiendo lugar para ti. O al menos, habían aquellos en los lugares correctos que reconocían que tenías un lugar entre ellos.

Más silencio se apoderó de ambos.

– .. pero ese mundo ya no existe. – dijo finalmente tras unos momentos donde nada excepto el ambiente de un paisaje ruinoso era todo lo que podía escucharse. Miró hacia abajo, viendo que, para su decepción, no había donde girarse sin poner un pie sobre piezas abolladas y destruidas que una vez funcionaron y vivieron como si fuesen nuevas.

Las piezas abolladas y destruidas de alguien…

Bueno… en ese caso, ¿en qué clase de mundo vivimos ahora? – inquirióRoll, sin estar totalmente segura de a dónde querría llegar Ray B. con todo esto, pero la forma en que dijo sus palabras indicaba que lo que decía era vital. Tal vez incluso para ella y las vidas de todos los demás.

La máquina encapotada no le respondió por un momento, aunque si fuese debido a que no fue capaz de articular lo que deseaba expresar, o a que simplemente no quiso decirlo, Roll no estaba segura. Pero, antes de entrar en esa aparentemente abandonada fábrica fuera de Abel City, la dejó con una última declaración que la perforaría.

– ... un mundo donde no sé quién sobrevivirá, si es que alguien lo hace, porque lo que sucedió antes volverá a suceder. – dijo mientras daba un paso al frente. – De hecho… ya ha comenzado.


Minas de Zalts…

– Bueno, sí que eres un tipo escurridizo. – murmuró Zero en voz alta, habiéndose detenido, por una vez, durante un segundo para evaluar su entorno, luego de que Goldminer se le escapó otra vez de las manos.

En efecto, se estaba empezando a cansar de esto.

El Hunter rojo se sorprendió bastante de que, dado el estado actual de las cosas y que pronto volverían a reclamar esta sección en particular de la isla, X parecía haber tenido más éxito que él en completar su tarea. Seguro, Zero todavía tenía sus dudas de si X habría o no ido todo el camino y "eliminado" a Armadillo, pero si las comunicaciones estaban otra vez en línea, probablemente habría logrado alguna semblanza de victoria.

Dicho eso, incluso si tenía mayores esperanzas con el reploide azul que con el Maverick que estaba persiguiendo ahora, el rubio de pelo largo tuvo que admitir que, pese a sus intenciones, el Hunter de Rango B tendría que cambiar pronto su mentalidad de duda y empezar a tomar acciones decisivas, y no sólo por su propio bien.

– Hey, niño bonito. – lo llamó una voz familiar. Zero se giró para ver a Goldminer parado en la entrada de un túnel distante, al parecer esperando a que el otro reploide notase su presencia. – ¡Ven y atrápame, si puedes!

Goldminer luego corrió hacia la entrada del túnel. Zero a su vez empezó a perseguirlo, al mismo tiempo que la tercera parte del grupo permanecía oculta en la oscuridad, mientras rastreaba tanto al Hunter como al Maverick mientras continuaban su pequeña persecución.

– Idiota. Es igual de inútil que X. – se burló la figura, cuyo ojo rojo seguía a ambos a través de la red de pasadizos.

Él también entró, ocasionalmente revisando si su arma estaba lista para utilizarse. Y con ese pensamiento, antes de ponerse en marcha le lanzó una mirada penetrante a Goldminer.

– Falso, ¿eh? – murmuró, deslizando los dedos sobre el largo barril de su cañón de hombro. – Bueno, si ese es el caso, alguien tendrá que servir de prácticas hasta que llegue con el niño dorado de Sigma.


Cámara de Armadillo…

El silencio que debía ocurrir luego de su derrota había llegado, sí, pero aun así descubrió con el pasar de los segundos al ir lentamente recuperando la conciencia, no era eterno.

Al menos, no todavía.

Pero ¿cómo podía ser? Lo habían vencido, superado, su oponente logró hacerlo caer y… un momento.

…su oponente.

Armored Armadillo pronto se dio cuenta que no estaba muerto. Estaba golpeado y dañado, sí, mucho más de lo que esperaba que X sería capaz de infligirle, pero todavía seguía entre los vivos. Y aun así, al intentar levantarse, se dio cuenta que también había quedado inmovilizado.

Aunque se enorgullecía de considerarse a sí mismo un maestro disciplinado del combate en relación a lo que su forma menos humanoide era capaz de hacer, el mamífero metálico de bandas se dio cuenta que toda su paciencia se había agotado en el encuentro previo, así que empezó a girarse y retorcerse, tratando de ver si podía mover cualquier cosa, un brazo, una pierna, la cola, lo que fuera.

Ni siquiera pudo mover un dedo.

Sin mencionar que, aunque tal vez sus sistemas apenas estaban volviendo a funcionar, se encontró que se sentía algo… frío.

– No te recomendaría eso. – Una voz interrumpió sus pensamientos, trayéndolo de vuelta a la realidad, y sus sentidos lentamente volvieron a él mientras una figura familiar se manifestaba frente a él. – Apenas te recuperaste un poco del estado en que estabas, pero estás muy lejos de haber vuelto al cien por ciento.

Los receptores visuales comenzaron a funcionar como debían, y con el tiempo, el sentido de la vista de Armadillo había regresado, permitiéndole entender completamente lo que había ocurrido durante su breve período que presumió estar "muerto", al igual que lo que el reploide azul le había hecho.

Bueno, para empezar, para sorpresa de Armadillo, el Hunter no había cometido ninguna gran estupidez. Al menos, no del todo. Cierto, el hecho de que él siguiera convida era un mal juicio de su parte, pero a pesar de esta inútil compasión suya, X no se había rendido por completo a basar sus acciones en la relación que él y el Maverick una vez tuvieron.

El Met que había estado apostado afuera ahora era sujetado por X como si fuese un pequeño juguete, y el antiguo miembro de la Unidad Acorazada se dio cuenta que lo habían reparado, pero apenas lo suficiente para hacer funcionar su procesador y su núcleo. Aparte de eso, y francamente, se sentía como si le hubieran tirado de la espalda, una hazaña que él al principio creía imposible.

– "Otra razón para nunca envidiar a los humanos." – pensó. Incluso aunque había sido sanado por su adversario, no era libre de irse a donde quisiera, ya que todo su cuerpo excepto su cabeza estaba encerrado en un grueso bloque de hielo, comprimido de manera densa y muy recientemente. Armadillo giró su mirada hacia X. – Y yo que pensaba que tenías escrúpulos sobre utilizar las armas de otros.

X se mordió el labio, pero a pesar de eso le respondió. – Entonces, supongo que sigue en el aire si utilizaré o no la tuya. – Le dio una mirada al miembro de la familia de los Xenartha. – Pero por el momento, ciertamente ha hecho su trabajo en relación a hacerse cargo de ti.

Armadillo entrecerró los ojos. – … Si no vas a acabar conmigo, ¿entonces por qué decidiste no dejar de lado cualquier precaución en el viento?

Fue entonces que, para sorpresa del reploide de bandas, la expresión de X se tornó estoica y profesional. Casi como si fuese el Maverick Hunter que se suponía debía ser. Y entonces, le proveyó a su "prisionero" una respuesta.

– Porque la pelea ya se terminó. – declaró X. – Pero la discusión todavía no. Y francamente, todavía tengo algunas cosas que decirte.

Esta historia continuará


Chapter 52: Charla nocturna

Chapter Text

– Entonces, ¿esto fue lo que lograste encontrar?

Shadow Man asintió como respuesta, y sus ojos oscuros se centraron en el Robot Master enmascarado frente a él. Al menos, uno que mantenía sus orígenes en el tercer planeta del sistema solar. – Seguro, la restauración de la electricidad me permitió sortear los programas de seguridad del sistema, pero no puedo garantizar que haya podido conseguirlo todo. – respondió antes de entregar la colección de notas a Break Man. – Aunque, no estoy del todo seguro de por qué querrías esto en primer lugar. Por lo que he escuchado, el Dr. Wily no tiene interés en otra máquina con taladros. Crash Man ya existe para eso.

Break Man resopló. – Él también tiene la ventaja extra de tener explosivos que está más que feliz de hacer detonar cuando puede, así que por supuesto Wily inmediatamente los descartaría de ser de alguna utilidad.

– ¿Quieres decir que deseas que ellos se hagan uno solo con nuestro… grupo? – inquirió el androide índigo, cruzando los brazos. – Porque, hasta cierto punto, dado lo que hay en estos documentos, puede que tengas una pequeña oportunidad con eso.

Break Man levantó la colección de papeles y notas hacia sus ojos ocultos para examinarlos, pasando página tras página y registrando todas las piezas de datos e información que logró reunir. Seguro, tampoco tenía tiempo para sentarse y leer absolutamente todo, pero lo que quería saber estaba en este contenido, así que sería suficiente.

Aun así, convencer al sujeto de interés de ponerse de su "lado" no era exactamente la motivación del antiguo DLN. Cierto, la posibilidad existía, pero era más una forma de convencer a Shadow Man de recuperar los archivos que solicitó. Después de todo, si su creador era un conocido del Dr. Light, entonces tenían el potencial de poner sus habilidades para ayudar a Mega Man.

Mega Man, Rock, su hermano…

su reemplazo.

– ¿Break Man? – dijo de repente Shadow Man, pero el susodicho Robot Master no le respondió. – ...¿Blues?

– No digas ese nombre. Él ya no existe. – respondió Break Man, como si la sola mención del título fuese una puñalada. Hizo una pausa antes de entregarle los papeles, y le dio la espalda al ninja. – El Dr. Light no lo necesita más, así como están las cosas.

Shadow Man se mordió el labio, casi tentado a alargar la mano y evitar que el otro robot se fuera. Casi. Pero antes de hacerlo, el androide basado en un shinobi tenía un último punto que sacar. – ¿Qué es lo que planeas hacer con esta información, si dicen que quieren quedarse con la Dra. LaLinde? – le preguntó.

– ¿Para qué quieres saberlo? – se preguntó Break Man abiertamente.

– Sólo lo menciono porque, del poco tiempo que llevo de existir en este mundo, en este planeta, he llegado a notar que Wily es alguien que no duda en utilizar cualquier tipo de palanca cuando la tenga. – replicó Shadow Man. – Y aunque la hija de LaLinde podría no serle de utilidad ahora… – Hizo una pausa. – ¿Quién dice que eso no cambiará en el futuro?

La máquina se quedó en silencio bajo su casco, y un tenso silencio cayó entre él y Shadow Man, uno de los pocos entre los que había aquí a quien tal vez consideraría un camarada. Quizás incluso un amigo.

– No le será de utilidad en absoluto, porque nunca lo sabrá. – respondió finalmente Break Man. – Sólo nosotros dos conocemos esta información, y nadie más lo sabe. Además… – le echó un vistazo a los archivos – … ¿cómo va él a saber lo que hay en esos papeles si son destruidos antes que pueda leerlos?

Le estaba pidiendo un favor en todo, excepto en pedírselo directamente, pero Shadow Man le respondió asintiendo, viendo poca razón para quedarse con ellos, incluso si fuese para ellos. Además, francamente, no era como que la propia creación de LaLinde pudiese ser de mucha ayuda de todos modos. Sin nada más que discutir, el cuerpo de Break Man se envolvió en una luz brillante, y lo que alguna vez fue una figura humanoide del tamaño de un adolescente o adulto joven desapareció, dejando al ninja a solas de nuevo.

Shadow Man suspiró y negó con la cabeza. – Ella no podrá darte lo que realmente quieres, lo que realmente estás buscando. – murmuró, girándose para entrar en el denso bosque donde prometió ver a Blues con la información solicitada. – Más bien, probablemente lo estás haciendo peor para ti haciendo esto.

– ¿Sr. Ray B.?

Grandioso, otra vez estaba dejando su mente divagar. Ahora no era exactamente un buen momento.

– ¿Todo está bien allá?

– Sí. – respondió la figura encapotada a su guía. – Por el momento. Hasta ahora, no hay signo de actividades, todavía. – Aunque la entrada al masivo complejo estaba mayormente desierta y contenía muy poco si acaso algo de interés, no le llevó mucho a Ray B. encontrarse con de dónde venía el origen de las formas que vio antes. Aunque la vista en sí misma no fue exactamente agradable.

La cámara donde había entrado por un pasaje corto pero compacto y estrecho parecía ser una especie de centro de procesamiento, líneas de ensamblaje y componentes incompletos como CPUs y núcleos siendo insertados en nuevos reploides o mecaniloides, situados en unidades de contención empacadas muy juntas aunque separadas, cada una para ser enviada a un viaje más allá dentro de la fábrica. Otra habitación, y se encontró con la vista de varios cuerpos todavía sin vida de seres mecánicos, aunque cuáles eran reploides y cuáles no quedaba en el aire, ya que estas máquinas carecían de varios rasgos como una cubierta facial total, o incluso un rostro, ya que la estructura esquelética se parecía a la anatomía de un cráneo humano sólo en apariencia, ya que en lugar de un cerebro compuesto de carne, había alambres sueltos y cables colgando de un pequeño objeto esférico en el centro donde estaría la cavidad cerebral.

– Ai mencionó algo sobre cómo es posible que esto pudiera potencialmente caer en manos de Sigma, y ya que es una planta de procesamiento para reploides y mecaniloides, sería un objetivo primario para capturar. – le dijo Roll a Ray B. – Aunque, con eso, no ha habido ninguna detección de que haya estado en uso desde hace algún tiempo. Por lo que he leído, aunque esta fábrica en particular fue utilizada durante varios años, un área más grande fue construida más cerca de la ciudad por conveniencia, así que terminó siendo abandonada.

– Hm. – Ray B. tarareó para sí mismo. – Eso no me sorprende. Típico comportamiento humano, parece que algunas cosas todavía permanecen inherentes en su raza. – Luego murmuró por lo bajo. – Incluso luego de uno o dos siglos.

– No me digas que realmente te adhieres a todas esas tonterías que Sigma y sus secuaces están escupiendo. – intercedió Roll inmediatamente. – Sí, aunque un humano sea… parcialmente responsable por todo lo que está ocurriendo, no son criaturas que merezcan ser odiados en general.

– No, no estoy siguiendo su filosofía. – aclaró Ray B. – Por el contrario, lo que está haciendo no es nada menos que la etapa inicial para la extinción humana. Está muy lejos de ser el primero quelo haga, y mucho menos de haber llegado tan lejos como sus predecesores. – Hizo una pausa. – Pero si hay algo que él tiene que algunos de los otros no tienen, es influencia.

– ¿Influencia?

Ray B. se ajustó su gabardina, como si intentara protegerse de un frío invisible que permeaba la totalidad de esta fábrica muerta y desolada. – Aunque no recuerdes mucho de ello, puedo asumir por lo que he podido reunir que tienes conocimiento básico sobre ciertos individuos muy notables en el año 20XX, ¿verdad?

Aunque él no podía verla, Roll asintió como respuesta. – Hay un nombre en particular que me viene a la mente. – admitió con una voz cargada con una cantidad considerable de veneno. – Y francamente, la única cosa buena que hizo fue darle a Mega Man una razón para mostrarle al mundo que los robots no necesitaban ser regulados a ser simples instrumentos de destrucción sin mente propia.

– Eso es quedarse cortos. – añadió Ray B. – Sin embargo, a diferencia del Dr. Light, Wily no se contaba exactamente entre las mentes más respetadas de la comunidad científica, especialmente en el campo de la robótica. Y aun así, con todo eso, logró causar una gran cantidad de daño utilizando coerción, palancas y hasta chantajes contra cualquiera que potencialmente pudiera serle de utilidad.

– Eso SÍ lo recuerdo bien. – respondióRoll. – El Dr. Light probablemente sentía más empatía por él que yo, pero yo jamás perdoné a ese viejo calvo por lo que le hizo a Blues. – Soltó un gruñido de amargura. – Hey, podríamos añadir lo que le hizo a Splash Woman y a otros DLNs, sin mencionar las demás incontables víctimas que sufrieron por su culpa.

Ray B. asintió. – … Aun así, Light murió creyendo que todavía había algo bueno en él. Yo… no estoy totalmente seguro de si estaba en lo correcto o no, pero en última instancia, todo lo que hizo y creía estaba dirigido a hacer un mundo mejor, dejando de lado cualquier empresa que haya estado equivocada.

– Mi padre no era un hombre perfecto, mucho menos un humano sin defectos, o incluso entre las criaturas orgánicas. – admitióRoll. – A veces, incluso cuestionaba su línea de pensamiento, especialmente cuando se trataba de lidiar con Wily. – Luego suspiró. – Pero, creo que estoy justificada al decir que era un buen hombre. No perfecto, mucho menos totalmente inteligente acorde con algunos. Pero… al menos lo intentaba.

Ella no se atrevía a pensar semejante cosa, pero los colegas humanos de Light a veces estaban más dispuestos a expresar su disgusto por él, más por su relación con Wily en lugar de sus teorías y conceptos.

– ... hasta que ya no pudo hacerlo más.

Ray B. continuó, moviéndose hacia otra sección de la fábrica, todo el rato bien alerta y preparado ante cualquier signo de movimiento. Cierto que sus receptores ópticos se habían deteriorado en calidad, pero todavía tenía otros medios de navegar a través de este camino. Ante ese pensamiento, su mano comenzó a moverse de manera inconsciente hacia arriba, lentamente hacia el centro de su pecho.

Su núcleo… donde antes solía estar.

Otro corredor largo se extendía frente a él, bastante más largo que el primero. Y dado que había una puerta bloqueada al final con una señal apagada pero presente de "FUERA DE LOS LÍMITES" arriba del marco, asumió que, o bien había un proyecto que potencialmente podría considerarse peligroso, o que había algo oculto dentro que nadie quería que fuese visto. O al menos, nadie como él, de todos modos.

Por supuesto, él nunca fue exactamente alguien que se adhiriese a las reglas. Reglas que se volvieron cada vez más fuertes y restrictivas. Reglas que, en última instancia, todavía la tenían sujeta a "ella".


En las Filipinas, tiempo atrás…

Allí estaba ella, descargando muestras de la parte trasera de un gran vehículo, y el patrón de color verde marino y violeta de su armadura hacía que fuese fácil verla en medio de las rocas grises y casi completamente apagadas que intentaba estudiar.

Incluso ahora, la Dra. LaLinde veía apropiado seguir adelante como si no hubiera pasado nada.

Dio un paso al frente, manteniendo sus movimientos silenciosos y apenas notables. Y aun así, no había avanzado ni siquiera unos pocos metros antes de que ella dejara de sujetar las piedras endurecidas y se congelara.

Al principio ella no dijo nada, simplemente se quedó parada donde estaba, de espaldas a él mientras sus largas coletas de pelo color avellana danzaban ligeramente en la gentil brisa. Él a su vez se quedó dónde estaba, esperando a ver qué clase de acción tomaría a continuación.

Quizás fue un error venir aquí, mucho menos en esta forma, dado lo que la otra máquina acababa de experimentar. Pero, antes de poder tomar cualquier decisión de si hacer notar o no su presencia, o si quería que así fuese, oyó la voz de ella por primera vez.

– …tú eres… DLN-000, ¿verdad? – le preguntó, girándose lentamente para encarar al androide enmascarado. – ¿Blues Light?

Su voz, no era exactamente lo que esperaba. Dado lo que sabía de ella, asumió que ella poseía poca o ninguna habilidad de literalmente manifestar emociones, pero a pesar de esto, había un deje de "algo" enterrado en su tono. Lo mantenía tranquilo y estable, pero había cierto sentido de trepidación.

¿Acaso sabía ella todo lo que había pasado? Sería bastante apropiado, dado su conocimiento de ella. Aun así, recordando su pregunta, él le respondió, con un tono de voz similar, pero más profundo en cadencia, y con una melancolía que no podía disfrazarse del todo.

– No, ese robot ya no existe. – le dijo. – … Yo soy… Break Man. Y sé también quién eres tú, LMN-001. Pero sería más respetuoso referirme a ti como Quake Woman.

La Robot Master con coletas le devolvió la mirada, girando ligeramente su cabeza. – ¿Break…Man? – inquirió. – ¿Qué función tienes para asumir ese nombre?

Él parpadeó debajo de su casco, viendo cómo los ojos verdes de ella lo estudiaban como si fuesen piezas de la tierra que tenía que excavar. Aun así, no se esperaba totalmente que ella comenzara a ser la que lo interrogara a él. Con eso en mente, recordó para qué había venido.

– Eso es asunto mío. – replicó Break Man. – Tú no necesariamente provocas terremotos, ¿verdad?

– …no exactamente, no. – respondió Quake Woman. – Pero, la característica de crear un pequeño movimiento sísmico está construida dentro de mí, para asistir con la fragmentación de muestras. Sin embargo…

Hizo una pausa, mordiéndose el labio. Él vio sus ojos, vibrantes pero a la vez vidriosos y sin ningún destello de calidez, como si una simple memoria acabara de llegarle. Una memoria que quisiera olvidar, si la forma en que se mordió el labio inferior era algún indicio.

– Tiene sus… desventajas.

Se quedó parado, observando los movimientos de ella, y ella a su vez lo observó a él. Los dos Robot Masters parecían estudiarse uno a la otra como si fuesen productos de la ciencia. Y quizás, había algo de verdad en eso. La única verdad que importaba, en última instancia.

– …¿Por qué estás aquí? – preguntó Quake Woman, y Break Man notó que su sujeto de interés comenzaba a ponerse algo recelosa de su presencia. Sus ojos se ensancharon ligeramente, aunque sólo ligeramente, como si una posibilidad potencial acabara de ocurrírsele. – No será que… ¿estás aquí por órdenes del Dr. Wily?

– No. – respondió Break Man. – Él no tiene nada que ver con esto. Ni siquiera sabe que estoy aquí. – Giró la cabeza hacia su costado por un momento. – No necesito que él se meta en mi camino.

Lo que eso significaba exactamente, la robot creada por LaLinde no tenía idea. Sin embargo,siguió presionando, esta vez aplicando un poco más. – Entonces, ¿estás aquí por algo más? ¿Un asunto más…personal?

¿Qué diablos? Break Man se quedó rígido. – … ¿por qué?

Quake Woman levantó una ceja. Cierto, su cara todavía mantenía una expresión muy neutral, pero aun así, había ligeros indicios de perplejidad. Era como si ella pudiese registrar e identificar su entrada emocional actual, pero la forma de experimentarla todavía permanecía fuera de su alcance.

– ¿Por qué qué? – preguntó ella. – Decir "por qué" es un término muy amplio, y el contexto en relación a la pregunta seguramente…

– Sé bien lo que pasó. – interrumpió Break Man. Cierto, no fue educado interrumpirla, pero no estaba seguro de cuánto tiempo podría tener para pasar aquí, así que simplemente fue directo al grano. – Sé lo que te hizo la Dra. LaLinde.

Quake Woman no dijo nada, simplemente concentró su mirada en Blues. Aunque no sabía si era para ver lo que iba a decirle a continuación, o si planeaba hacer algo a continuación. Las posibilidades iban desde una docena hasta casi un centenar.

– …entonces, sabes sobre el accidente. – declaró ella. Break Man asintió en respuesta. – Pero… no sigo sin entender por qué eso te traería aquí.

– … Sólo quiero saber por qué. – repitió Blues. – ¿Por qué te quedas aquí con ella, en esta casa? – Señaló hacia la residencia de LaLinde. – ¿Con una mujer que esencialmente te mató?

– … ¿me mató?

– …Quiero… quiero saber por qué te quedas con ella. – le dijo. – ¿Por qué, luego de todo lo que ha hecho, aún la llamas tu familia?

Break Man y Quake Woman fijaron sus miradas, aunque sólo uno de ellos mostraba sus ojos abiertamente. No había mucho que estuviese ocurriendo dentro de los confines verdes de unas lentes de color y material transparente, pero la luz de la luna se reflejaba en los irises de ella mientras el cuerpo astral reflejaba su cara total en el grueso visor del robot rojo.

Pero, a pesar del aparente y claro contraste entre los dos, había una abrumadora sensación de que ninguno de los dos permitiría que el otro se le acercara para ver qué había debajo de la superficie. Al menos, no sin su consentimiento.

Quake Woman se dio la vuelta, comenzando a caminar hacia la casa, mientras Break Man se quedó dónde estaba, inseguro de lo que esto querría decir. ¿Estaba declinando darle una respuesta, o tal vez…?

– ¿Y bien? – preguntó Quake Woman, pausando por un momento para ver detrás, notando que su "invitado" todavía no aceptaba su invitación. – Te lo mostraré… si eso es lo que deseas.

– ¿No ha aparecido algo o alguien todavía en ese lugar?

– Hasta ahora, todo ha estado muy tranquilo… demasiado, y es inusual. – respondió Ray B., antes de volver a jugar un momento con la cerradura de la puerta. – Hmm…

– ¿Qué ocurre?

Él retiró la mano de la manija de emergencia en la puerta, y el *¡CLICK!* que resonó hizo eco por todo el pequeño corredor.

– …no. – murmuró. – Es demasiado fácil, todo esto. Ya he llegado hasta aquí ¿y no hay ni un solo signo de nada o nadie que haya notado que un intruso acaba de colarse?"

Roll guardó silencio por unos momentos, sin saber cómo responderle. Por mucho que odiase admitirlo, las teorías de quien ahora estaba bajo su vigilancia sonaban bastante plausibles. Pero, a pesar de todo, trató de sonar optimista.

– ¿Tal vez es que no hayan notado tu presencia? Después de todo, dijiste que este lugar no parece estar activo, y hasta ahora, es una de las pocas áreas de la isla que sigue fuera de nuestro acceso aquí en la ciudad.

– Puede ser. – La figura encapotada estuvo de acuerdo. –Pero un evento como el que sucedió aquí no ocurre en apenas unos cuantos días, o incluso en varios meses. – Se detuvo un momento. – No, Sigma ha estado planeando esto por algún tiempo. Y Fujiwara también, aunque… – entrecerró sus ojos ocultos – … tal parece que su asociación entre hombre y máquina no resultó en favor del primero.

Roll se quedó en silencio.

– ¿Qué pasa?

– …entonces, ¿qué crees que le haya pasado al Dr. Cain?

Ray B. resopló. – Por lo que he escuchado, Sigma's confirmó que sigue con vida, ¿cierto?

– Pero dudo mucho que le haya extendido alguna amabilidad más allá de eso. Después de todo, esta rebelión se basa en la falsedad de la supremacía de los reploides. – agregó Roll. Luego se detuvo por un momento. – Quién sabe qué más podría estar experimentando ahora, dondequiera que esté.

– Ra Moon mantuvo vivo a Wily, a pesar de que ese viejo decrépito era una de las criaturas orgánicas que más despreciaba. – dijo Ray B. – Aunque su motivación probablemente haya sido más pragmática que la de Sigma.

– ¿Cómo así? – cuestionóRoll.

– Bueno, piensa en ello. – dijo Ray B. – Comparando a ambos, uno pensaría que Sigma valoraría más la vida de Fujiwara que la de Cain dada su experiencia de trabajo en robótica. Eso fue lo único que mantuvo vivo a Wily durante el Gran Apagón. Pero a diferencia de Ra Moon, Sigma ya poseía los atributos básicos de miembros funcionales y la capacidad para moverse. – Se ajustó su capa. – Así que, Fujiwara fue considerado inútil a sus ojos.

Roll pensó en ello. En efecto, aunque ella no estuvo exactamente consciente durante el evento, sí fue puesta al tanto de lo que pasó, y también cómo Wily eventualmente fue encontrado vivo por Mega Man y otro robot. Break Man, ¿verdad? ¿O acaso fue alguien más?

Alguien más que había… cuando intentó llegar por primera vez a Rock… pero entonces, le ayudó a salvar al mundo. ¿Y después…?

Se forzó a sí misma a salir de sus pensamientos, volviendo a enfocarse en la tarea en curso. Aunque, entre más hablaba con Ray B., más se encontraba pensando en ese alguien.

¿O eran tres? Break Man, Proto Man, Blues, DLN…

– Entonces, si ese es el caso – dijoRoll, regañándose por dejarse llevar por su mente – ¿por qué crees que el Dr. Cain fue perdonado, pero Fujiwara no?

Parecía que había muy poco por hacer excepto seguir adelante. Ray B. tomó la manija de emergencia que tenía en su mano y comenzó a aplicarle presión. El mecanismo sucumbió a su fuerza ejercida y le permitió abrir la puerta. Efectivamente, aunque tenía sus teorías, seguían siendo sólo eso, teorías. Ciertamente no sería la primera vez que se equivocaba. Pero aun así, a pesar de todo, la posibilidad no podía ser descartada, aunque el sentido común todavía no fuese capaz de aceptarla.

De nuevo, si los reploides eran tan avanzados como decían, y si realmente habían sobrepasado a los robots, entonces quizás la respuesta yacía afuera de lo que se podría considerar la opción más lógica. Quizás él supiera mejor que nadie sobre eso, tanto por las cosas que había experimentado como por las que había hecho, para bien y para mal.

– Porque el Dr. Cain validaba su existencia. – respondió Ray B., cuyos ojos no eran capaces de discernir totalmente lo que estaba adelante, pero continuó. – Para él, incluso si su campo de conocimiento no se enfocaba en cómo conectar cables y cordones, la única diferencia mayor que Cain veía probablemente fuese su estatura. – Sus ojos se cerraron, con comprensión. – Fuera de eso, lo veía igual de vivo que cualquier humano.

Entró en la oscuridad mientras el vacío lo devoraba totalmente, sin dejar rastro alguno. Como si literalmente hubiese desaparecido.


Residencia LaLinde, en las Filipinas…

– Entonces, ¿qué es lo que intentas enseñarme? – cuestionó Break Man, cuyos ojos ocultos se enfocaban en un retrato que colgaba arriba de un sofá azul. – ¿Todavía tiene tu foto en la pared?

Colgando un poco más debajo de él había otro retrato de un individuo mucho más familiar, aunque se trataba de alguien por quien sólo sentía desprecio.

« Mi dulce muchacho… »

Sacudiendo su cabeza para silenciar la voz del anciano, el Robot Master volvió con el tema actual. – ¿Consideras esto una señal de que te valora como a una hija?

Aunque la chica presente en la foto era exactamente igual en apariencia, cualquier similitud era sólo superficial. Cierto, aún poseía el mismo cabello largo y castaño y los ojos verdes, pero a diferencia de la robot que estaba parada frente a él ahora, había una innegable chispa de vida en cada uno de sus rasgos un poderoso vigor que se desplegaba completamente con la sonrisa que presentaba en esa toma capturada. Un momento que tal vez no había sucedido hacía mucho, pero parecía ser poco más que una pizca de un tiempo ahora inalcanzable por cualquier medio.

La chica en la foto era inalcanzable por cualquier medio. La única pregunta era ¿también ella era consciente de ello? Y si era así, eso sólo lo confundía aún más.

Quake Woman se dio la vuelta y cogió un control remoto del reposabrazos del sofá.

– Eso no es todo. – le respondió, dirigiendo su atención hacia una línea de discos situados encima de la televisión. – Antes del accidente, la Dra. LaLinde y yo grabamos nuestras sesiones de trabajo para repasar, en caso de que al trabajo escrito le faltaran detalles. – Estudiando la colección de formas redondas y delgadas con agujeros en el centro, la castaña cogió uno situado en el lado derecho del estante que sostenía los discos, y lo insertó en el reproductor que descansaba sobre la televisión. – No los recuerdo totalmente, ya que mi CPU sufrió un daño significativo de una roca que agrietó mi domo durante el derrumbe, pero por lo que ella dijo, es posible que yo… vuelva a ser como antes.

Presionando un botón en el control remoto, la pantalla del televisor se encendió, y desplegó la imagen de una niña con cabello suelto y un traje sencillo pero femenino consistente en un chaleco verde de mangas largas, y una falda con una camiseta amarilla debajo, un listón púrpura atado en forma de lazo para mantener el chaleco en su lugar, y un par de sandalias sencillas de color marrón que descansaban en sus pies, aunque los componentes robóticos se podían ver en los tobillos, indicando dónde la máquina haría sus ajustes para ponerse o quitarse cualquier ropa en sus piernas.

– Ok, esta es… ¿cuál, la bitácora 96? – preguntó, algo confusa al principio antes de buscar la información almacenada en su CPU, y su cara se tornó serena y calmada por un segundo antes de regresar instantáneamente a su actitud alegre. – Whoa, mamá, ¿cuántas rocas hemos visto?

Quake Woman, actualmente LMN-001, designada "Tempo", interrogaba a la solitaria humana que residía en el laboratorio, que sólo rodaba sus ojos con una sonrisa divertida. La mujer estaba un poco por encima de la mediana edad, pero sólo tenía unas cuantas tiras de gris en su cabello, que todavía se veía de color oscuro debajo de la luz. Parecía tener un ligero tinte de violeta apagado, y sus ojos eran de un ámbar oscuro, mientras que su piel estaba ligeramente bronceada, siendo un indicativo de sus raíces españolas y filipinas. Llevaba un par de gafas con forma de medio círculo en sus ojos, observando los movimientos y actividades de la chica robot.

Su "hija".

– Yo diría que estamos llegando a la marca de dos mil, y probablemente llegaremos incluso más lejos. – respondió la mujer, la Dra. Noelle LaLinde, con una risita. – Aunque no creo que lleguemos a ninguna parte si simplemente nos quedamos paradas. ¿Empezamos de una vez, Temp?

– ¡Oki-doki! – respondió Tempo, o más bien, la Tempo del pasado. Esa Tempo sólo existía dentro de los confines de la pantalla de televisión, y los datos grabados en los discos. La Tempo que observaba a esta versión de sí misma, la Robot Master, Blues notó que también tenía dificultades para creer que esta máquina era ella misma. – ¡Oooh, cuidado! ¡Vuelan trozos de roca por todos lados! – se rio, cuando uno de sus dedos se transformó en un diminuto taladro que comenzó a perforar lento pero seguro la superficie de la muestra, mientras el material de la piedra se esparcía hacia afuera.

– ¡Tempo! ¡Cuidado! – le regañó LaLinde. – ¡Alguien tendrá que barrer esto después!

– ¡Pero si tengo taladros instalados en mis manos! ¡No una aspiradora!

– Bueno, entonces tendrás que ser un poco más innovadora cuando limpies tu desastre, ¿no?

– Aw, mamáaaaa.

Él observó cómo ella seguía con su trabajo, aunque si se podía o no llamar así era debatible en sí mismo. Aun así, las diferencias entre la chica de la pantalla y la máquina de pie frente a él enran claras. La Quake Woman…no, la Tempo frente a él era un lienzo en blanco, completamente despojada de todo lo que una vez fue "ella", y a manos de la persona que decía amarla.

« ¡Bienvenido al mundo, mi dulce muchacho! »

«Quizás haya sido un error otorgarle tanta independencia… »

– ¿No debería esto ser suficiente? – cuestionó Break Man a la otra Robot Master, señalando hacia la pantalla de televisión. – ¿No es esto evidencia de que la mujer con quien vives no es de fiar?

Quake Woman se quedó en silencio por unos momentos, como si contemplase una respuesta. – … Yo… a veces me preocupo, sí. – confesó, tocando con su mano color marfil el vidrio ligeramente redondeado del televisor, y la imagen de la chica presente en las grabaciones, alguien que conocían y a la vez le era totalmente desconocida, hacía hervir emociones extrañas dentro de su núcleo. Nada increíblemente fuerte o abrumador, pero sí se hacían notar.

Igual que como el "primer hijo" de Light había huido por una razón como ésta.

– Entonces ¿por qué no te vas? – cuestionó Blues. – ¿Por qué vivir aquí con miedo cuando podrías estar afuera en el mundo, existiendo por ti misma sin que nadie te esté dando órdenes? – Sus ojos ocultos volvieron a posarse sobre la pantalla. – ¿Sin posibilidad de que potencialmente tengas que volver a pasar por el mismo procedimiento de nuevo?

Quake Woman guardó silencio, procesando sus palabras. Luego, tras unos segundos de simplemente mirar al televisor, detuvo la grabación y la apagó. La pantalla otrora vibrante se tornó oscura, hueca y vacía. La chica que una vez fue se había ido, fuera de vista, y de alcance.

– Ella no va a repetir esta acción. – respondió la androide verde y violeta, girándose para encarar a Blues. ¿O quizás debería referirse a él por su título de elección? – Me lo ha dejado bastante claro.

– ¿Cómo? – inquirió Break Man, apuntándole con un dedo acusador en la cara. – ¿Cómo sabes que no lo hará?

– Porque ya me explicó las razones por las que tuvo que remover mi circuito emocional en primer lugar. – respondió Quake Woman. – Y también ha confesado que fue un intento equivocado de ayudarme. Después de todo, debido al daño que mi cuerpo físico sufrió durante el incidente, ya fuese que ajustara mi CPU o no… – Hizo una pausa. – Ella también había sufrido considerable daño por el derrumbe.

– ¿Recuerdas algo de eso en absoluto? – cuestionó Break Man. – Aparte del hecho de que sucedió, ¿sabes algún detalle? ¿Qué día de la semana era, el clima ese día, o qué día del mes? ¿El año que era?

La Robot Master de coletas se quedó inmóvil. Ya fuese debido a que su procesador finalmente logró ponerse al tanto consigo misma o que las palabras de su "invitado" eran un poco más complicadas de tragar de lo que pensó inicialmente. No lo expresaba, pero Blues vio, aunque brevemente, un pequeño destello de incertidumbre en sus ojos. Sin embargo, su cara permaneció neutral. Ella, por su parte, no era capaz de leer su expresión detrás de la barrera de su casco rojo y visor oscuro.

– ... Tú puedes verme, pero yo a ti no. – le dejó este punto claro, por obvio que fuese. – En efecto, te estás comportando bastante enigmático y frío para alguien que está pidiendo transparencia abierta. – Todavía no podía leer su rostro, ya que estaba oculto, pero notó que su cuerpo se ponía rígido, como si no estuviese preparado para oírla dar semejante declaración. – ¿No crees que esta situación se decanta más a tu favor comparado conmigo? ¿A pesar de que fui yo la que te permitió entrar en mi hogar? Mejor aún, ¿por qué has venido a mí, de todos los individuos? ¿Qué tengo para ofrecerte?

Break Man se quedó sin habla, dándose cuenta que, para su desconcierto y vergüenza, se le hacía difícil dar una respuesta a eso. – Yo… yo sólo… – tartamudeó antes de gruñir y redirigir la conversación. – Esto no se trata de mí.

Quake Woman se cruzó de brazos, sin exactamente cambiar la mirada, pero sus párpados bajaron ligeramente, indicando que no se fiaba del todo de sus palabras. – De algún modo, empiezo a duddar de eso. – respondió simplemente. – Si no es así, ¿por qué estás aquí, si no es para conseguir las respuestas que buscas? Independientemente de tus razones, estás aquí buscando satisfacer una necesidad sin la que se te hace muy difícil existir, ¿correcto?

– Bueno, sí, pero… no es… totalmente así. – replicó Blues.

– Entonces ¿cómo es?

– ...Es… mira… – le dijo, empezando a dejar que se le colara la frustración en su tono. – Esto no se trata de mí. Se trata de ti, ¡y del porqué sigues viviendo con una mujer que no mostró remordimiento por el crimen que cometió en tu contra! La Dra. LaLinde, la mujer que se supone que llamas "madre" te abrió a la fuerza y removió lo que te hacía… ¡ser tú! ¡Sólo mírate! – Señaló hacia ella, y luego a la televisión apagada. – ¡La robot que está aquí no es la misma que existe en esos discos! ¡Por lo que sabes, nunca volverá a existir! ¡Se ha ido! ¡Para siempre!

Quake Woman se quedó quieta y en silencio, preguntándose si efectivamente habría tomado una decisión inteligente al permitir que Blues entrara en su casa. Con toda honestidad, tal vez no, pero al descubrir que había venido aquí, y entender lo que él deseaba saber… el prospecto de simplemente decirle que se fuera no le parecía bien.

Aunque, no estaba totalmente segura por qué. ¿Era esto el inicio de los "subidones" que le contó la Dra. LaLinde? También le dijeron que las cosas no volverían a ella de inmediato, mucho menos al mismo tiempo. De hecho, en ese momento, no había garantía de nada. Tanto cuando había "reentrado" al mundo como en este mismo segundo. Blues Light, Break Man, DLN-000 o como se llamase quien estaba frente a ella, sacando temas de conversación de los que ella misma no se sentía muy segura.

Aun así, era muy tarde para echarse atrás. Él ya estaba aquí. Y más todavía, ella fue la que lo dejó entrar.

– ... Tal vez, lo que dices sea verdad. En efecto, yo… – hizo una pausa – …me siento… diferente. Si es la forma correcta de decirlo.

– ¿Entonces por qué te quedas aquí? – Blues continuó insistiendo. – ¿Por qué ponerte intencionalmente en peligro quedándote con la humana que no tuvo ningún problema destruyendo todo lo que esencialmente te hacía ser lo que eras?

Sin que ninguno de los dos lo supiera, la mujer mayor que aparecía en los discos estaba oculta detrás de una esquina en la cocina, mientras su hija y el hijo del Dr. Light estaban a pocos metros de ella, y todo lo que haría falta sería un pequeño movimiento para hacer notar su presencia. Pero, considerando quién estaba ahora en su residencia, la mujer se debatía si sería o no una decisión sabia, mucho más al no saber si el chico que habían dejado entrar a su hogar era un peligro para ella o su hija.

Así, los tres permanecieron callados, pensando en lo que harían las otras partes. Pero lo que ocurrió exactamente, llevaría a una cadena de eventos y percepciones, algunos entendibles y otros basados en miedo, que darían forma irrevocablemente no sólo a sus futuros, sino a los de muchos otros.

Y todo porque Tempo LaLinde decidió dejar entrar a Blues Light a su casa esa noche.

Esta historia continuará…

Chapter 53: Probando

Chapter Text

¿Cuánto tiempo había transcurrido? Ciertamente sabía que probablemente no fuese tanto como su sacudida mente le haría creer, pero sabía que ya debía llevar atrapado aquí más de unos cuantos días.

El 4 de julio era el día que su país natal celebraba su victoria sobre el imperio británico y se le reconocía su estatus oficial como nación independiente y pueblo individual. Tal vez no había mejor día para que Sigma escogiera iniciar su revuelta cuando ocurrió. Ciertamente le proveyó al Dr. Cain un mensaje bastante claro. Pero aun así, lo que no le quedaba claro era por qué seguía con vida.

Vile le había dejado ese hecho bastante claro al anciano humano desde que llegó, al igual que el hecho de que había muy poco que le impedía terminar como el Dr. Fujiwara, quien, acorde con el ex-Hunter violeta (y violento), probablemente ahora estaría siendo eviscerado por peces voraces en el fondo del mar de las Filipinas. Tal vez algunos tiburones les habría apetecido un brazo o una pierna, o ambas cosas. Desafortunadamente, ninguna criatura de las profundidades podría dar una evaluación sobre el sabor de los contenidos de la cabeza decapitada del hombre, siendo que Sigma literalmente se la llevó a alguna parte consigo.

Rumores circulaban sobre a dónde podría haber ido, y de lo que se habría hecho con ella, dejando abiertas las posibilidades de un tema de conversación entre los reploides que se pasaron al otro bando cuando se daban cuenta que Cain estaba dentro de su radio de escucha. Y dadas las restricciones de su actual confinamiento, era muy dudoso que pudiese ir a ninguna parte en un futuro cercano.

Cualquiera que fuese el caso, Phillip Cain era más que consciente de que su eventual destino podría no ser diferente, y que su actual seguridad era algo que podía cambiar en un abrir y cerrar de ojos, dependiendo cuáles fueran sus siguientes movimientos, o cómo se sintiera Sigma.

El anciano recordaba bien las palabras que le dijo Vile, y el recién nombrado segundo al mando le había hecho una breve pero memorable visita luego de recibir la noticia de la muerte de Chill Penguin.

Un escalofrío atravesó la cámara donde se localizaba su jaula, y el anciano tuvo que envolver la manta que le proveyeron alrededor de sus hombros para, con suerte, bloquear un poco el frío. ¿Debería considerarlo una amabilidad, el hecho de que le proveyeran esto, o era simplemente para enfatizar lo inútil y patética que sus captores veían a la raza humana? ¿A la especie humana?

Ciertamente, la palabra "humano" por sí misma se había convertido en un término cargado de veneno y desdén, con tantos que lo decían de manera condescendiente o con un deje considerable de asco. Pero Cain observó que algunos de los hombres de Sigma habían decidido utilizar frases mucho más coloridas para describir a sus creadores orgánicos. Referencias a otras criaturas como los monos o las ratas salían a menudo, pero en última instancia fueron descartadas ya que decidieron que incluso los primates poco evolucionados y los roedores invasivos que se reproducían a un ritmo comparable al de los conejos merecían más respeto que un simple humano. Un homo sapiens valía mucho menos que una lombriz de tierra, o incluso una cucaracha, ya que, a los ojos de los hombres de Sigma, incluso si esas criaturas estaban compuestas de materia orgánica, o "carne", se habían ganado su lugar en este planeta. Billones de años de evolución, trillones, y tal vez incluso más especímenes que habían muerto para que aquellos que construirían el futuro pudieran sobrevivir.

Irónicamente, el valor de cualquier criatura que no fuera como ellos se basaba solamente en cuánto tiempo habían estado allí desde la formación del mundo, y aquellos que habían continuado sobreviviendo a través de los varios incidentes que casi aniquilaron toda la vida en el planeta durante el tiempo antes que los mamíferos se convirtieran en la especie dominante.

Los días antes del hombre.

De nuevo, hubo otra ironía en ello, viendo que esta escuela de pensamiento estaba basada en un entendimiento muy vago sobre la teoría de Darwin sobre la evolución. ¿O acaso sería una nueva forma en la que los reploides veían dicha teoría? Cain no estaba totalmente seguro. El punto era, que todos aquellos alineados con Sigma veían a los humanos como casi inútiles y completamente desechables.

Así que, si ese era el caso, ¿por qué seguía aquí?

De repente, escuchó la puerta de la pequeña habitación que contenía su prisión abrirse, y una silueta bípeda entró por dicha puerta antes de cerrarse de nuevo automáticamente. Sin embargo, al ver quién era su visitante, Cain se quedó aún más confuso.

El ex-hunter de armadura violeta caminó algunos pasos de frente, y Cain se dio cuenta que los barrotes que lo tenían encerrado eran también lo que le impedía a su recién llegado visitante entrar, y los confines se volvieron un escudo involuntario para el humano atrapado. Aun así, barrotes o no, órdenes de Sigma, sabía que la máquina de guerra no habría venido a visitarlo simplemente para hablar. E incluso si viniera a hablar, el tema de interés podría ser potencialmente una amenaza a su vida en ambos sentidos.

¿Acaso Sigma te ha enviado a recogerme? – cuestionó el Dr. Cain. Vile se detuvo a pocos metros de su celda, con su cara oculta tras el casco y las densas sombras que proyectaba, pero el humano no pudo evitar sentir que era observado cuidadosamente, aunque por un par de ojos que era incapaz de ver. – Si ya decidió matarme, podría al menos darme la cortesía de hacérmelo saber.

Vile resopló de burla inmediatamente, como si esperase que el anciano dijera tal cosa.

Cómo no. – le respondió. – Lo creas o no, intenté apelar con Sigma para mantener vivo a Fujiwara para que mantuviera vivo a Fujiwara en lugar de a ti. Cierto, no podría importarme menos ese bastardo, pero dada la elección entre ustedes, si teníamos que dejar a alguien vivo, ¿por qué no mejor el sujeto que sabe una cosa o dos sobre cómo hacer mantenimiento y ensamblaje de máquinas?"

¿Por qué tuvo que llegar a ese extremo? – replicó Cain. Ciertamente, sabía que era inútil discutir, pero el recordatorio de que uno de sus coleas había sido desechado como si no fuese nada estaba en todas partes. Los confines de su prisión servían para reforzar eso también. – ¿Qué utilidad habría en matar a Sho Fujiwara? – inquirió, aunque sabía que la respuesta a esa pregunta sería sombría y tal vez algo que no querría escuchar. – ¿Por qué Sigma envió a algunos de sus hombres a Arcadia antes de que los misiles impactaran para encontrar a su hija? ¿Acaso la considera a ella digna de vivir, pero no a su padre?

No exactamente. – espetó Vile. – Al contrario, la considera potencialmente más inútil que tú en este momento. Por como él lo ve, si la hija de Fujiwara muere, lo más probable es que afecte en poco o nada.

Entonces ¿por qué molestarse en pasar por tantos problemas para traerla aquí? ¿Con su padre? – replicó Cain.

¿Y quién dijo que la estábamos trayendo con él? – espetó de nuevo Vile.

Pues entonces ¿por qué intentaron secuestrarla?

Fue entonces que recordó cómo Vile se quedó en silencio, aunque la razón, Cain seguía sin estar seguro cuál era. ¿Acaso su pregunta lo hizo enfadar? ¿O lo confundió? ¿Quizás ambas cosas o ninguna?

Cualquiera que fuese el caso, su respuesta atrapó por sorpresa al anciano.

...traerte aquí con vida fue idea de Sigma. – le dijo el Maverick violeta al humano prisionero. – Mantenerte con vida también es parte del trato, tienes suerte. Sin embargo… tu caso es otra cosa aparte del de la mocosa de Fujiwara.

¿Cómo así? – cuestionó Cain.

De nuevo, su respuesta fue silencio.

...si no puedo irme de aquí, ¿pueden al menos concederme eso?

Le llevó un tiempo, tanto que Cain estaba convencido de que no obtendría respuesta, pero en última instancia, y para su gran shock, Vile le respondió. Aunque lo que tenía que decirle hizo muy poco para aclarar las cosas.

Fue una sugerencia de uno de los… confidentes del Comandante.

... ¿Y ése quién es?

Los ojos de Vile brevemente se encendieron, emitiendo un destello visible de rojo desde la pequeña área rectangular de su casco. Irónico, considerando que nada respecto a él era natural, pero la visión del resplandor rojo infundió un miedo primigenio en Cain que no estaba seguro de haber poseído hasta ese momento.

...sólo es un amigo. – respondió Vile. Y luego, soltó una ligera risa. – Por supuesto, considerando que nadie dice haberlo visto, podrías asumir que Sigma está hablando con un fantasma.


Planta de armas abandonada…

Todavía continuaba insistiendo, preguntando, buscando desenterrarlo. Quería saber por qué estaba aquí, con su creadora, una mujer que le robó todo lo que una vez fue ella misma. Lo que él se temía, lo que creía que sucedería, lo que había empezado a dudar… pero entonces, se convirtió en lo que había descubierto.

Se había convertido en la verdad. Lo había visto con sus propios ojos. Sabía la realidad de su situación, sabía cómo los había afectado a todos. ¿Por qué ella estaba tan ciega al respecto?

¿Cómo estás tan seguro de que no lo volverá a hacer? – le preguntó Break Man a Quake Woman, que se dirigió hacia el sofá azul que estaba en la sala. – Ella ha demostrado que es capaz y ya lo hizo, ¿por qué ibas remotamente a considerar la idea de quedarte con ella?

Los ojos verdes de la Robot Master con coletas permanecieron relativamente neutrales, junto con el resto de sus rasgos delicados, y su piel parecía ser pálida en comparación a la de su creadora. Pero, dada la historia mezclada de las Islas Filipinas, Break Man de nuevo recordó la complejidad y extrañeza de la genética humana y sus costumbres, y de la especie en general.

Seres tales como él, máquinas, robots, incluso si no fueran tales, había notado que incluso el Dr. Light le había dado rasgos que lo endurecían ante otros a quienes le presentaban. Hasta cierto punto, tal vez esto fuese necesario, pero en última instancia, Break Man ahora entendía que todo esto era un acto, un simple show. A pesar de sus ojos cálidos, el hombre con barba jamás se preocupó por él.

Lo había demostrado aquella noche, durante esa charla con la Dra. LaLinde.

Porque, a pesar de sus acciones previas, ha expresado un gran arrepentimiento y remordimiento por ellas. Y por lo tanto, ha hecho lo mejor posible para mitigar los efectos que quedaron tras mis extensivas reparaciones.

¿Extensivas reparaciones? ¿De qué estaba hablando? Incluso con todo lo que sabía, LMN 001, Quake Woman, Tempo, esta otra máquina, este ser que había enfrentado aquello de lo que él siempre había estado huyendo, ¿le estaba diciendo que su punto de vista estaba mal? ¿Que era incorrecto?

que todo lo que había sido… que quizás el hombre que lo había salvado ¿en realidad lo que había hecho era…?

No. No, eso no podía ser. Era imposible. Ridículo.

No hubo reparaciones. – contraatacó Break Man a las palabras de Quake Woman, que había transicionado a su estado alterno, sin armadura, y su atuendo se transformó en el mismo que aparecía en el retrato que colgaba de la pared. En efecto, las dos Tempos eran perfectos reflejos una de la otra en casi cualquier forma. De la misma manera en que el robot azul se veía muy similar a sí mismo, lo cual sólo confirmaba aún más sus sentimientos. Lo habían echado a un lado y reemplazado por otro.

Ella te reprogramó. – añadió, continuando su discurso con la máquina más humanoide. – ¿Sabes lo que eso significa?

Los ojos verdes de Tempo no registraron sus palabras al principio, y el estado actual de su procesador más o menos dictaba que le habían hecho una pregunta, y que lo más apropiado era responderla.

Reprogramar es el acto de reescribir completamente el procesador de una máquina, o una porción vital de su disco duro interno. – le dijo a Break Man como si fuera un hecho, aunque había cierto deje de perplejidad como si no entendiese por qué él le había hecho esa pregunta en primer lugar. – Soy plenamente consciente de lo que significa. Toda máquina lo es. – Hizo una pausa. – A veces, simplemente no nos damos cuenta hasta después de que ya ha sucedido.

Las palabras de Break Man murieron en su garganta.

En este momento… no estoy segura de quién es LMN 001. – le dijo. – Quake Woman es una Robot Master cuya función es el reconocimiento geográfico y, si es necesario, la exploración. Aunque… – Sus ojos verdes se desviaron hacia la piel artificial de su palma, debajo de la cual yacían los componentes necesarios para invocar un taladro de gran tamaño que la reemplazaría si era necesario. – La última adición fue más reciente. Una que… en última instancia, puede que necesite más pruebas.

El robot rojo y gris levantó una ceja debajo de su visor oscuro y el casco que ocultaba su rostro. – Ella planea llevarte a excavaciones de nuevo, ¿no? – le preguntó, con la voz cargada de asco que iba en aumento. – A pesar de lo que pasó, ¿ella todavía te quiere llevar allá abajo? ¿Debajo de la tierra?

Estuvo a punto de decir la última porción de su pregunta, pero se detuvo de decirle " ¿Volver a la oscuridad ?"

Está tomando precauciones. – respondió Tempo. – Ella misma lo ha solicitado. Y hasta donde yo sé, nuestro cliente ha acordado hacer acomodaciones en relación al desarrollo de mi recepción y salida emocional.

¿Y cuánto tiempo durará eso? – preguntó Break Man.

Tempo parpadeó. – No te entiendo. ¿Imagino que no tendrás problemas con explicarme?

La Dra. LaLinde ya antes saboteó tus circuitos, así que ha demostrado que sabe cómo hacerlo. ¿Quién te dice que no lo volverá a hacer?

Yo no creo que lo haga. – respondió Tempo.

Blues, por su parte, se quedó perplejo.

¡¿Por qué?! – le gritó, hirviendo de frustración.

Pero al hacerlo, aunque no se dio cuenta del todo, los ojos de Tempo se ensancharon por un breve momento, como si el volumen de su voz hubiese presionado algo dentro de ella, una sensación con la que ella estaba familiarizada, pero que no tenía ganas de volver a visitar. No había peligro, se dijo a sí misma. Este era Blues Light, el hijo del Dr. Light. El hijo del gran amigo de su madre.

El hermano de sus dos amigos. Amigos a los cuáles él había atacado.

Como dije antes, ella ha expresado remordimiento y prometió que nunca más volverá a ejecutar el procedimiento por ninguna razón. – respondió la castaña. – Yo ya la he perdonado, y con el perdón viene la confianza, ya que ella ha demostrado lo arrepentida que está por haber operado en mi circuito emocional en primer lugar.

Break Man desvió la cabeza siseando, dándole la espalda a su anfitriona. Cierto, era consciente de que no estaba exactamente siendo muy cortés, pero apenas podía creer lo que ella le estaba diciendo. ¿Estaba en completa negación?

...y tú querrías lo mismo, ¿verdad? – dijo Blues quedándose rígido.

... ¿qué dijiste?

Pasaron unos pocos segundos de silencio entre ellos antes que Tempo continuara.

Sé muy bien lo que pasó antes de que yo perdiera la conciencia antes de que ocurriera el apagón. – le dijo. – Sé cómo el Dr. Wily supuestamente encontró una máquina en el Amazonas que parecía tener como propósito acabar con toda la vida en el planeta. Pero, antes de eso, en la celebración por los logros de Rock al detener a Wily, tú apareciste. – Hizo una pausa. – … Y luego, cuando lo hiciste, trataste de lastimar a Rock. – Se detuvo de nuevo. – … Por supuesto, fallaste, aunque de cierta forma, tuviste éxito.

Break Man no dijo nada, no se atrevía a darle la cara a Tempo. Ella no estaba totalmente segura de cómo leer esto, si fuera que estaba contemplando sus palabras o resistiéndose a ellas. Aun así, encontró que, a medida que su charla iba avanzando, encontraba aspectos del procesamiento emocional y expresión del robot que le resultaban bastante insatisfactorios.

Se atrevería a decir, incluso, que creía que empezaba a ponerla de mal humor.

Irónicamente, de no haber sido por la intervención de Rock, probablemente habrías tenido que volver arrastrándote al lugar donde descansaba esa enorme computadora. Ra Moon, así se llamaba, ¿no?

...lo reconoces. – notó Break Man, pero todavía no se giraba para encararla.

– … Él es… era un ser vivo, igual que nosotros, ¿no? – cuestionó Tempo. – Había vivido lo suficiente para hacer un impacto en el mundo. Uno que por lo que escuché de aquellos que siguen en el poder, aunque inciertos, dicen que un cambio es inevitable.

El cambio es inevitable, y punto. – respondió Break Man. – Sin importar cuánto lo queramos o no.

Tu cambio ayudó a salvar al mundo, ¿no? – dijo Tempo. – El cambio en tu decisión de matar a Rock y en lugar de eso ayudarlo a él y al resto de los Robot Masters a derrotar a Ra Moon. Por la forma en que yo lo veo, tú y la Dra. LaLinde están en el mismo bote en relación al dilema de redimirse por sus acciones. Ella ha hecho todo lo que está a su alcance para remediar lo que ha hecho. ¿Y qué hay de ti? Atacaste a Rock, y poco después le disparaste a Roll. – Entrecerró las cejas, aunque de manera subconsciente. –Sólo fue gracias a la pura suerte y a las habilidades del Dr. Light que ella no está en un estado similar al mío, quizás.

Break Man permaneció en silencio, pero mantuvo una pregunta en su mente. " ¿Acaso me odias entonces?"

Al escuchar eso, me sentí… decepcionada. – confesó la castaña de cabello largo. – Yo… admitiré que no nos hemos conocido por mucho tiempo, y quizás no sepamos mucho una de la otra todavía, pero Roll es alguien a quien creo poder considerar una valiosa amiga, alguien a quien… disfruto de tener ocasionalmente en mi vida. También a Kalinka… incluso si ella es un poco más… excitable. – Se mordió el labio. – Así que, dado que tú presumiblemente le diste la espalda a las ambiciones de Ra Moon, ¿debería extender mi perdón a ti también? ¿Debería extenderte mi confianza? ¿Mi hospitalidad? – No pudo evitar que se le escapara un ligero gruñido en su voz con la última palabra.

... ¿perdón? – dijo Break Man, aparentemente procesando lo que acababa de decirle, pero repentino gesto de cerrar su puño indicaba que había recibido sus palabras de una manera en que no ayudaba a la situación. Antes que Tempo pudiese responder, finalmente se dio la vuelta, con la bufanda dorada que había alrededor de su cuello agitándose, y gritó con una voz llena de furia: – ¡No NECESITO el perdón de nadie! ¡Ni de él, ni de ella, ni de ti, ni de nadie! ¡Y no tengo intenciones de darle mi perdón a nadie!

Esta vez, él lo vio.

Fue sólo un destello, una pequeña luz, pero de nuevo, ella expresaba algo en esos ojos vidriosos. Ella no se movió primero, pero tras algunos segundos Tempo se movió de su posición, arqueando su espalda en el cojín que estaba detrás de ella, como si intentase poner una pequeña distancia entre ambos ella y Blues.

... Entonces, ¿qué cómo es que estás aquí?

¿Qué? – Break Man no le entendió.

Si realmente no necesitas a nadie, ¿cómo fue que sobreviviste todo este tiempo? – le preguntó de nuevo. – ¿O es que aprendiste a repararte a ti mismo mientras te ocultabas?

El robot rojo y gris se quedó sin habla.

Mejor todavía, considerando que eres un invitado aquí, tal vez yo también tenga derecho a exigirte algunas respuestas a mis preguntas. – empezó a decir Tempo. – Me parece que es justo, considerando que incluso te concedí una audiencia tras todo lo que ha pasado.

¿Entonces por qué lo hiciste? – preguntó Blues.

Tempo desvió la mirada, empezando a juguetear y a encogerse en su posición ahora sentada. – Porque la Dra. LaLinde dijo que debes haber experimentado muchas cosas desde que dejaste al Dr. Light. Después de todo, Rock y Roll sólo tienen algunos años de edad técnicamente hablando, y tu construcción fue registrada apenas cinco años antes que ellas. Has estado vagando por el mundo por tu cuenta por casi una década y media.

Break Man giró su cabeza. – … Estoy bien por mi cuenta. – masculló.

Entonces ¿te reparas a ti mismo?

... bueno, más o menos. Un poco. Pero…

¿Pero qué? – cuestionó Tempo. – El Dr. Light ciertamente no fue quien te reconstruyó. Vi las fotografías que les tomaron a ti y a él cuando fuiste creado por primera vez. Tu apariencia ha cambiado. Así que ¿fuiste tú el que lo hizo, o fue alguien más?

Eso… es un poco más… complicado que eso.

¿Cómo así? – inquirió ella. – Como yo lo veo, una pregunta como esa, sólo tiene dos posibles respuestas. Y aún más, ¿cómo es que llegaste a saber de mi situación? ¿Y el lugar dónde vivo?

Break Man bajó la cabeza, tapándose los ojos mientras miraba su palma de metal rojo. – Yo… – empezó a tartamudear. – Yo… vi el metraje de lo que sucedió en el show A.R.T.S., y… me entró curiosidad.

¿De las Lanzas Esmeraldas? – preguntó. – ¿O de mí?

... No creí que fuese a haber un alzamiento de terroristas anti-robots. – confesó Blues. – Pero, no. No me importa lo que ellos piensan o hacen. – Apretó los dientes, y de pronto agitó la mano hacia un lado como si intentase apartar desechos que caían, y rugió mientras alzaba la voz: –¡Suficiente! ¡Ya sé lo que intentas hacer! ¡Ni se te ocurra tratar de darle la vuelta a esto contra mí!

Ella no dijo nada, pero otro destello apareció en sus ojos. Sólo que, en lugar de una trepidación helada, este poseía cierto calor. – ¿Y cómo es que estoy haciendo eso?

¡Estás tratando de desviar mis preguntas! – espetó Blues. – ¡La Dra. LaLinde te reprogramó, y sé que fue ella con quien el Dr. Light estaba hablando sobre hacerme a mí lo mismo! ¡Vine aquí para averiguar qué fue lo que te poseyó para que te quedaras con la persona que te lastimó, y no has hecho más que darme respuestas a medias y basura emocional que sólo usas para sentirte mejor!

La castaña se levantó del sofá, todavía manteniendo una distancia razonable, pero la imagen de él parado frente a ella mientras estaba sentada comenzó a hacerla sentir incómoda. Aunque fuesen casi de la misma estatura, le vino la sensación de que Break Man tenía un considerable poder de control sobre cómo iban las cosas. Demasiado para su comodidad.

Te he respondido todo lo que me has preguntado, en la mejor medida de mis capacidades actuales. – respondió Tempo. – Simplemente estás insatisfecho con lo que tengo que decirte.

¡Porque es ridículo! – espetó él. – Esa mujer en la que confiaste, a quien llamas tu familia, tu madre, ¡ella te destruyó! ¡Te mató! ¡Tú no eres la misma Tempo que la que aparece aquí! – Señaló al retrato en la pared. – ¡Y tratas las acciones de la Dra. LaLinde como si fueran algo que puedes simplemente perdonar y olvidar!

Olvidar, no, pero perdonar, sí. – respondió Tempo. – He elegido perdonar a la Dra. LaLinde porque no quería quedarme en el mismo lugar que estaba cuando ocurrió el accidente.

¡No tienes garantía de que no volverá a suceder!

Por la mano de ella, sí la tengo. – replicó la otra máquina. – Ella no me va a lastimar. No puedo cambiar lo que ya sucedió, ni en mi caso ni en el de nadie más.

¡¿Pero te arriesgarás a dejar que vuelva a suceder?!

No hay ningún riesgo presente, así que no. – respondió Tempo. – ¿Acaso había algún riesgo cuando huiste de los Laboratorios Light?

Los ojos de Break Man se ensancharon del shock, aunque ella no podría verlos. – ¿Qué…?

Tempo se preguntaba si acaso se habría sobrepasado, pero en última instancia continuó hablando: – Lo dijiste tú mismo, que oíste a Light hablando con mi creadora sobre alterar tu personalidad, pero eso nunca llegó a suceder. Él nunca tuvo la oportunidad de hacerlo. Entiendo cómo te sientes al respecto, pero el Dr. Light no le ha hecho nada de eso a Rock o a Roll, mucho menos a cualquiera de sus otras creaciones. Así que ¿por qué hay que temer? ¿Ni siquiera has considerado la posibilidad de que tal vez te acepten?

Break Man no respondió, pero sus ojos se fijaron en una de las fotos cercanas, a pocos centímetros de la propia Tempo. La imagen del Dr. Light ligeramente más joven, cuya cara sonriente se reflejaba en el grueso visor de su casco, esos familiares ojos azules y tez color durazno ahora eran tan claras para Blues como lo habían sido cuando vio por primera vez al hombre. Su creador. Su padre.

«¡ Bienvenido al mundo, mi querido muchacho!»

Comparado a lo que Wily le ha hecho a otros como Cut o Guts Man, Light a ti no te ha hecho nada. – señaló Tempo.

Él no le respondió, con los ojos todavía fijos en el retrato.

«Lo prometo, pronto te aliviaré de tus armas. Serás como cualquier otro niño.»

Entonces, ¿por qué te rehusaste a ir con él?

« Te lo prometo, pronto tendrás una vida normal, conmigo.»

¿Te ha hecho algo tan devastador que no puedes perdonarlo, no importa lo que pase?

«Te amo, mi querido muchacho»

¿O acaso el problema es que no puedes perdonarlo por nada?

A pocos momentos de formular su pregunta, ella recibió su respuesta. No sólo a dicha pregunta, sino a todo lo demás. La fuente de su furia, su resentimiento, su desprecio por el hombre que lo había construido, todo. Y también la pregunta del peligro en el cual estaba debido al ruido de vidrio que se rompía resonando en sus oídos, junto con su voz lívida y furiosa que le gritaba todo lo que estaba sintiendo en ese momento.

¡ÉL ME REEMPLAZÓ!

Ya no importaba, pero no podía evitar preguntarse cómo habrían resultado las cosas, lo que pudo haber sido, de no ser por su falta de control en ese momento.

Tal vez, sólo tal vez, no habrían ocurrido tantos problemas de los que siguieron, tanto para el hijo descarriado de Light como para su anfitriona.

… especialmente su anfitriona.

– "Tempo…"

¿Puedes ver algo? – Se sobresaltó un poco, y su contacto registró que lo había sorprendido sin querer al hablare tan de pronto. – Lo siento, pero ha pasado un tiempo desde la última vez que tuve una actualización.

– N-no, está bien, no hay ningún problema. – le respondió Ray B. a Roll, mientras sus ojos escudriñaban el área, y la cámara donde logró llegar estaba cubierta en una densa oscuridad. – ¿Ha habido algo en el lado de X? ¿O de… parte del rojo?

Por lo que sé, los Hunters de Abel City han logrado llegar a las minas de Zalts y ahora están tratando de asegurar el área. – le explicó. – Pero, aparte de eso, no podemos contactar con X y Zero en este momento. Supongo que la profundidad o altitud a la que se encuentran interfiere con las señales.

– Así que no hay mucho que se sepa.

Aparte del hecho de que ya se han hecho cargo del Maverick a cargo allá arriba. – respondióRoll. – Mejor así, para que puedan volver a casa pronto.

Ray B. se quedó callado, sin saber cómo responder.

– … Por ahora, supongo. – murmuró. Luego decidió redirigir la conversación, mientras escaneaba la cámara con sus ojos cubiertos. – Como sea, no estoy seguro de dónde me encuentro en ese momento. – admitió antes de llevarse la mano hacia el su pecho. – Pero… hay algo aquí.

¿Algo como qué?

– Todavía no lo sé. – confesó Ray B. – No sé de dónde viene, pero empiezo a creer que aquellos que te están causando problemas esperaban que todos asumieran que este lugar estuviera abandonado. Después de todo, con todo lo que ha pasado, ¿para qué se arriesgaría a alguien a venir a un lugar como este?

Suena como si tuvieras experiencia. – mencionóRoll. – ...Lo siento por eso.

– No es diferente de la tuya, o la de los demás en este momento. – respondió la figura negando con la cabeza. – Además, esta es la primera vez para muchos, comparados con otros que conozco.

Se mordió el labio, y todo se quedó en silencio. Roll no escuchó más palabras de su contacto mientras comenzaba a buscar por el lugar, donde el ambiente oscuro albergaba varias computadoras y registros en bases de datos. Sin embargo, si alguna de ellas seguía funcionando, eso era debatible. Si no, quizás tendría que jugar un poco con ellas, si lo podría llamar así.

...Bueno, en este momento, aunque las cosas no están exactamente muy discernibles allá, ¿qué opinas sobre dónde estás ahora? ¿Algo que valga la pena notar?

Ray B. palpó los bordes de una máquina de forma cúbica con sus dedos, antiguos pero todavía funcionales, deslizándose por las teclas que logró encontrar. Sus ojos empezaban a empeorar, pero después de salir de esta isla, los reemplazaría.

Se lo había prometido a aquellos a quienes dejó atrás al venir aquí.

– Están construyendo cosas aquí. – le dijo a Roll, deslizando sus dedos sobre las teclas de un panel de control que logró encontrar. – Pero no puedo decir con certeza lo que son, al menos aquellos que todavía no tienen carcasas externas.

¿Carcasas?

– Sí. – respondió Ray B. – O, y disculpa si suena escalofriante, cuerpos. No es exactamente gracioso, pero…

Eh, hasta cierto punto. Debo admitir que, cuando Kalinka comenzó a alcanzar sus años de adolescente, algo que recuerdo haberle pedido al Dr. Light fue que me hiciera un poco más alta. –dijo Roll, antes de hacer una pausa. – ...entre otras cosas, tal vez.

– Lo criticas por ello, pero tú eres igual de mala mentirosa que tu hermano mayor. – señaló Ray B. – Y me pregunto si serías incluso peor que el propio Rock.

Continuó palpando el panel hasta que descubrió un botón que podría presionar, pero en última instancia descubrió que la máquina que estaba examinando ya no tenía energía para dar.

¿Qué ocurre? – cuestionóRoll, notando que Ray B. había vuelto a quedarse callado. En efecto, no lo había notado antes, pero él SÍ que le recordaba a alguien.

– Parece que aquí no hay energía. – le respondió. – Pero si ese es el caso, ¿entonces cómo voy a…? – Se detuvo, pensando en qué haría a continuación.

Bueno, si no hay nada que puedas hacer, tal vez pueda pedirle a alguien que vaya y te ayude…

– No, está bien. Puedo manejar esto. – respondió Ray B. Comenzó a levantarse ligeramente su pesada capa. – De hecho… creo que tengo la técnica correcta para lidiar con esto.

¿Y cuál sería? – inquirióRoll, algo perpleja pero curiosa a pesar de todo.

– … Es algo secreto, pero te lo contaré cuando vuelva.

– … Eso es un poco enigmático para mi gusto. – le dijo Roll con honestidad. –…pero, confiaré en tu juicio.

Ray B. ladeó su cabeza. – ¿Así nada más?

Salvaste a Chiyo y a Kenichi, junto con A-1. Creo que eso es suficiente confirmación para mí.

La otra máquina se quedó en silencio. – Confías en otros con mucha facilidad. Igual que tu padre y hermanos.

Dentro de lo razonable, para que sepas. – contraatacóRoll. – Además, no me has dado razones para desconfiar de ti.

– Tampoco es que te haya dado muchas razones para confiar en mí. – respondió Ray B. – Pero te lo agradezco. Ahora, si me das unos momentos… – abrió un compartimiento en su pecho, en el cual se encontraba una gema de topacio cortada triangularmente junto a la cámara esférica donde normalmente se encontraría núcleo funcional de cualquier forma para un androide. Tenía grietas en varias áreas, y le sorprendía que no se hubiese hecho trizas hace año. Sin embargo, no era el topacio lo que le iba a servir.

Igualmente, este era igual de preciado para él… quizás incluso más que eso.

Un pequeño trozo de lo que parecía ser un fragmento de roca descansaba en el centro, anidado de manera apretada y oculta entre las grietas más profundas de la joya artificial. Por supuesto, el fragmento en sí mismo era más que solo eso. Sería aquello que le ayudaría a conseguir algunas respuestas.

– "… Tomaré prestado esto por un momento, Tempo. Seré cuidadoso, lo prometo."

Trayendo la pieza dañada de lo que alguna vez perteneció a una amiga cerca de la computadora inactiva, el diminuto fragmento echó chispas y aparentemente se activó, emitiendo una ligera descarga de electricidad que escapó de los confines de la piedra amarilla y haciendo contacto con el teclado, viajando a través de la totalidad del panel de control hasta que cada rastro de energía se disipó en la nada.

Entonces, el monitor se encendió, luego que la energía de la computadora fue restaurada. Aunque tendría que trabajar muy rápido, ya que no duraría para siempre.

Ray B. miró la pantalla azul brillante encendida frente a él, mientras la intensa luz se reflejaba en sus gafas oscuras. – Al menos Elec Man insistió en que me daría una carga antes de venir aquí.

Esta historia continuará…

Chapter 54: Las semillas de la apatía

Chapter Text

– No es inteligente dejarlos vivir, ahora podrán proveer sus servicios a la máquina de Light.

La voz etérea, casi sobrenatural, alertó a su única compañía en la enorme pero oscura y aislada cámara, pero si un observador neutral pusiera los ojos en la escena que tomaba lugar, sólo habrían visto a una figura en la habitación, al parecer hablando consigo misma. Y aun así, si dicho observador escuchara detenidamente, se habría dado cuenta de que había más de una voz hablando.

– ¿Cómo así? No entiendo esta repentina preocupación. – cuestionó el único individuo visiblemente presente, cuyo interlocutor permanecía totalmente invisible. Al menos, para todos excepto por él mismo.

– Su padre era tu mayor medio para llegar hasta aquí, pero estás permitiéndole vivir bajo un erróneo sentido de apego, y no es aconsejable tener esa clase de sentimientos.

Los ojos azules de Sigma se entrecerraron, mientras sus dedos de marfil se aferraban a los bordes de su asiento intentando contenerse. Tanto por la presentación como por el hecho de que había aprendido que intentar oponerse a este… compañero suyo resultaría en nada de todas maneras.

– No tengo tales sentimientos por Sho Fujiwara, mucho menos por su pequeño engendro. – dijo severamente el reploide. – No lo malintepretes.

– Entonces ¿por qué el otro humano sigue con vida?

– Cain no es Fujiwara. – respondió Sigma. – Él no representa una amenaza, y no puede sabotear nada potencialmente.

– No subestimes incluso a aquellos que técnicamente no tienen ningún valor.

– ¿Y cómo crees que pueda ser una amenaza en potencia?

– Puede que él mismo no lo sea, pero atraerá a los que sí lo son. Y lo mismo se aplica con la niña. Todos deben ser exterminados.

Sigma cerró sus párpados, mientras su procesador recitaba las palabras que acababan de decirle. Aunque, si cualquier otro hubiera estado allí, jamás habría escuchado la voz. Una voz que le resultaba desconocida y que nunca había escuchado, pero su tono y cadencia le provocaba una sensación de deja vu cada vez que se hacía presente. Como si supiera a quién pertenecía la voz, pero el individuo que venía a su mente inmediatamente descartaba la teoría como un completo sinsentido.

Ya que no había forma de que pudiera ser quien el reploide creía que era, ya que esa persona, ese humano, llevaba más de un siglo desde que había muerto.

– ¿Y por qué llegas a esta conclusión ahora? – cuestionó Sigma a su enigmático compañero. – ¿Acaso la falta de progreso en el lado de los Hunters no es indicativo de que todo está bajo control?

– Oh, todo lo contrario. – respondió la voz, y una silueta, aunque difícil de visualizar, comenzó a formarse de manera constante. – Esta falsa creencia de que verán tu forma de pensar ya te ha hecho más daño que bien.

– ¿Y cómo es eso?

La fuente de la voz, la sustancia sin nombre y antinatural, o energía, o lo que fuera, Sigma todavía no estaba seguro, comenzó a tomar forma. Aunque no totalmente distinguible y algo difícil de percibir, la energía o fuerza que cambiaba de forma constantemente adoptó una forma más humanoide, más familiar.

Y con ella, adoptó una voz familiar.

– Porque no sólo los hijos actuales de Light podrían causarte problemas.


Planta de armas "abandonada"…

– Y esta información ¿qué es lo que detalla exactamente? – inquirióRoll, escuchando con atención mientras grababa internamente todo lo que su contacto le iba relatando. Aun así, incluso con su supuesta transparencia, no podía evitar sentir que su actual "compañero" no le estaba revelando todo lo que podría haberle dicho.

– Hasta ahora, nada bueno para nadie aquí. – respondió Ray B., mientras palpaba con los dedos las teclas dañadas y desgastadas en el tablero de control, pasando de pantalla a pantalla detallando una variedad de esquemas y planos de construcción. Todos para mecaniloides armados o herramientas de guerra para colocarse en el cuerpo, si lo veían conveniente. Como fuera, lo que estaba frente a él en esta computadora era la forma más efectiva de equipar a una máquina para ser un instrumento de muerte. Y quienquiera que fuesen su objetivo para matar no tendría oportunidad contra ninguno de ellos. – Lo que significa que, entre más rápido abandonen esta isla y se vayan a Arcadia, mejor.

Roll estaba de acuerdo en eso, pero no podía evitar hacer saber su posición respecto a toda la situación. – Desafortunadamente, no es así de simple.

– Sí lo es. – respondió Ray B. – O al menos debería serlo. Aquellos que están en el poder ya han hecho lo que sería irónicamente imposible dadas las circunstancias. – Hizo una pausa. – Después de todo, si no fuese por la advertencia de Sigma, no habría nada que te impidiera tratar de escapar, ¿verdad?

– Bueno, supongo que no. – confesóRoll. – Todavía no hay noticias de cuál será la respuesta de Sigma al "incidente del faro", después de todo, pero…

– ¿Pero qué? – cuestionó Ray B., mientras continuaba escaneando y memorizando visualmente todo lo que aparecía en el monitor agrietado. A pesar del inicio de arranque que la Elec Spark le dio a la computadora, no podía arreglarlo todo. Quizás debería haber tomado la oferta de algunos de los otros de acompañarlo antes que Abel City fuese separada de la tierra principal.

– Pero… he escuchado algunos rumores de que Arcadia SÍ ha visto la señal. – respondióRoll. – No ha habido confirmación todavía, pero dado que las cosas han estado muy tranquilas en el lado de los Mavericks, entonces, tal vez…

Ella hizo otra pausa. Ray B. no podía verlo, pero sus dientes comenzaban a morderse su labio sintético.

– ¿Qué cosa? – inquirió Ray B. – ¿Tal vez Sigma sólo haya estado fanfarroneando?

Roll se sorprendió un poco por lo directo de su contacto, pero a pesar de todo sí le respondió:

– Supongo que podrías decir eso. – admitió. – Creo que estoy siendo optimista, pero las amenazas como estas no son nada nuevo.

– De Wily y aquellos a los que se enfrentó tu hermano, no. – respondió Ray B. – Y francamente, el primero era bastante bueno en ser un fanfarrón, así que no te culpo por tu lógica. El único problema es que Sigma no es Wily. O por lo menos, no lo suficiente.

– ¿A qué te refieres? – preguntóRoll.

– Lo siento, pero por ahora creo que estas notas tienen mayor prioridad. – le dijo Ray B. con un suspiro. – Esto… nada de esto se ve bien.

– Ah, de acuerdo. Lo entiendo. – le aseguróRoll. – ¿Hay alguna forma de que puedas enviar la información al cuartel general desde donde te encuentras?

– Desafortunadamente, no creo que esta computadora sea capaz de eso en el estado en que se encuentra. – respondió su contacto. – Considerando todo, es un milagro que haya podido hacerla funcionar.

– Claro. – Roll estuvo de acuerdo. – Aun así, ¿qué tal si grabas la información y la traes aquí?

Ray B. levantó una ceja debajo de sus gafas oscuras. – No estarás pensando en usar mis circuitos para grabar todo esto, ¿verdad?

– Bueno, técnicamente podrías, pero bueno, si me permites decirlo… – Roll parecía estar dudando un poco. – Te ves algo… frágil en este momento, así que…

El androide encapotado se rio, ajustándose su grueso visor. – Esa es una de las palabras más amables con las que me han llamado. Aun así, aunque sea cierto, sólo necesito algunos sujetapapeles y pegamento. Mientras tenga algo que pueda moverse, creo que estaré bien. Aun así… – hizo una pausa – … considerando todo lo que está pasando, probablemente tengas razón sobre grabar todo esto. – admitió, atrapando a Roll por sorpresa. – Aunque ¿qué podríamos usar para…?

Sus ojos escanearon el panel de control hasta que encontró una serie de discos planos y delgados con forma rectangular, amontonados en una pequeña pila en la esquina contra la pared. Ray B. examinó uno de los dispositivos, sosteniendo el firme pero frágil objeto en su mano y evaluando sus características. Ciertamente era un método antiguo de guardar y transferir datos, pero sería suficiente.

Insertando el disco en la computadora, la figura encapotada tecleó los comandos necesarios para iniciar el proceso de copiar los registros contenidos en la base de datos de la máquina. – No puedo garantizar que esto sea rápido, me disculpo de antemano. – le dijo Ray B. a Roll.

– Está bien – respondióRoll- – Es muy afortunado que hayas decidido aparecer. Aunque no me atrevería a menospreciar los esfuerzos de quienes están aquí, los números de los Hunters… – se detuvo por un momento, y un suspiró se le escapó – … ya no son lo que solía ser. Todavía no puedo creer que tantos… hayan desertado para unirse a Sigma y a su causa.

Ray B. cerró sus ojos ocultos, a pesar del hecho de que su vista comenzaba a fallarle. Tendría que hacerse ajustes a sus receptores ópticos de nuevo, pero estaba inseguro de cuántas veces más podría hacerlo antes que dejaran de funcionar totalmente. – La verdad, me sorprende que no haya ocurrido antes, especialmente con alguien como Fujiwara llevando el timón de la construcción de reploides. – respondió. – Aunque no fuera perfecto, el Dr. Light al menos entendía la importancia de la relación entre la orden y la máquina. – Luego suspiró. – Si alguien lo sabía, era él.

– ...tal vez haría una diferencia si todavía siguiera aquí. – añadió Roll. – Je, incluso a los dosciendos años, él sabría qué hacer. – Hizo otra pausa. – Aun así, quizás incluso Rock podría tal vez hacer algo. Sin importar qué cosas o cuántos robots creara Wily, de alguna manera él siempre encontraba una forma de juntar a todos cuando era necesario.

No era que él cuestionara su fe, pero el contacto de la reploide rubia no podía evitar preguntarse algo más: – ¿No tienes fe en tu hermano menor?

– No, no se trata de eso. – confesóRoll. – Aunque… bueno, debo admitir que X no es exactamente tan decisivo como solía serlo Rock.

– ...no, no lo es. – Ray B. estaba de acuerdo. – En efecto, aunque posee varias de las cualidades de Mega Man, X y Rock son dos seres totalmente diferentes. Y a comparación de Rock, X tiene dificultades en varias áreas, pero tal vez esa perspectiva sea lo que necesitamos ahora.

Ray B. pausó por un momento, mientras el contenido de los registros y la información se duplicaban y transferían al disco cuadrado que había insertado en la computadora.

– ...compasión.

– ¡Blues!

Lo repentino de la voz de la mujer inmediatamente desvió su atención de la otra robot y la imagen destruida de Light en la pared, una mujer de piel tostada con cabello oscuro (que se veía de un tono violeta bajo la luz) vestida con una bata azul dando la vuelta en la esquina.

Blues, Break Man, el primer hijo "perdido" del Dr. Light, se alejó del sofá y subsiguientemente de Tempo, mientras la Dra. LaLinde continuaba ahora que había logrado desviarle el foco de su hija.

– Si lo que he escuchado es cierto, y Thomas no es un mentiroso, entonces tengo una pregunta para ti. – le dijo, debatiéndose si el "chico" robótico le diera alguna respuesta o no. – En todo este tiempo entre ese entonces y ahora, ¿alguna vez se te ocurrió la posibilidad de que tal vez, sólo tal vez, tu padre construyó a un hermano y una hermana para ti?

La cara de Blues se encontraba oculta de la vista, indistinguible bajo el visor negro de su casco, pero las palabras de la mujer filipina lo golpearon con un prospecto que en efecto no había considerado. O más bien, lo había hecho, pero… lo que vio…

– Y lo que es más, los hizo para que, cuando finalmente volvieras a casa, como siempre esperó que lo hicieras, nunca más te sentirías solo?

Ella lo miraba firmemente, tratando de establecer dominancia sobre la situación, a pesar de saber que la máquina más pequeña la vencería en fuerza física si llegaba a ello. El silencio cayó entre los tres, mientras Blues miraba su puño mientras se cerraba de frustración.

Movió su posición, pero al dar un pequeño paso a la izquierda, oyó algo agrietarse.

Girando su atención hacia el piso, el DLN fugitivo vio el retrato que presentaba a la sonriente y Tempo antes de su procedimiento se había colado bajo su bota, y su peso había hecho trizas el vidrio y roto el marco. Se dio cuenta que el daño había sido mucho mayor de lo anticipado al remover su pie y verlo de primera mano.

Luego oyó que algo se movía.

Girando su cabeza, los ojos ocultos de Blues hicieron contacto con los robots, los cuales ahora lo veían con receptores ópticos verdes llenos de precaución, al igual que el elemento familiar que traía los fuegos furiosos en su núcleo a un alto total, y un frío mortal y una terrible realización vino a él en ese minuto cuando vio a Tempo.

Su cara.

Todavía algo sutil y tal vez "contenida" de cierta forma, pero no podía ocultarse del todo, algo que había notado y esto parecía hacer que la ansiedad por su presencia se incrementara. Cuando vio los principios de humedad formarse en la esquina de sus conductos lacrimales, una ligera gota logró escapar y bajar en una línea delgada por su mejilla.

¿Qué acababa de hacer?

Él… no tuvo esa intención. Sí, estaba enojado, y lo que ella le dijo sólo agregaba más a su ya creciente frustración, pero… él no quería esto.

No quería que ella lo mirara de este modo. Como si fuera un monstruo.

Break Man extendió una mano hacia Tempo, pero esta acción por sí misma fue demasiado para la robot. El DLN quedó totalmente en shock y conmocionado cuando la vio alejarse, colocando un brazo en frente para protegerse de él.

Se quedó sin habla, pero quería hablarle. Inmediatamente, quiso tratar de arreglar esto. Cierto, no podía decir que problema en sí mismo se resolvería con sólo reparar el muro y reemplazando los retratos, pero tal vez pudiera evitar que ella lo mirase de esa forma.

La foto rota del Dr. Light se reflejaba en visor, mirándolo con una sonrisa cálida. Una sonrísa que él poseía a partir de todo. Lo mismo, sin embargo, no podía decirse de Tempo.

Y en efecto, esto quedó comprobado en los siguientes momentos cuando Blues sintió y vio que la mano de la castaña alejaba la suya de un manotón, con sus cejas enfurruñándose mientras continuaba fijando los ojos con él. Luego, justo cuando el DLN estaba a punto de decir algo para tratar de aliviar la situación, se encontró que le ponían un taladro de alto poder y girando en frente de su cara, forzándolo a retroceder.

Tempo ya no estaba parada frente a él, la máquina que se parecía a una chica humana había desaparecido, y una Robot Master con armadura tomó su lugar. Y a pesar de su apariencia más "musculosa" que le proporcionaba su segunda piel, Blues podía verla temblando ligeramente ante su presencia.

Por Asimov, él no quería…

– Vete.

El robot rojo y gris sintió que le golpeaban el núcleo. – P-pero… – intentó hablar tartamudeando, pero ella no le concedió ninguna gracia o compasión.

Ya que estaba convencida de que él no le daría ninguna.

– Te dejé entrar porque querías hablar. – dijo Quake Woman, con la voz tranquila y relativamente estable, pero no había ningún ápice de calidez o comprensión que mostró antes. – Claramente no eres capaz de portarte como un individuo estable, y podría considerarte incluso un psicópata peligroso. – añadió, con sus ojos verdes ahora volteando hacia el enorme agujero de la pared.

Un agujero que ahora pensaba que bien podría haber sido ella. Después de todo, Blues casi mató a su propia hermana, así que ¿por qué no iba a ser capaz de hacerle lo mismo a ella? ¿Alguien que de todos modos no significaba nada para él?

– Así que, ahora te pido que te vayas. – concluyó, con la voz ahora totalmente carente de la rabia que había expresado abiertamente antes. – Porque no confío en que no intentes nada más.

Blues abrió los labios. – Yo… lo siento, no… – empezó a decir, pero ella no estaba interesada.

– Vete. – le ordenó, interrumpiéndolo.

– Yo no quería…

– VETE.

– Por favor, Tempo, yo…

– ¡VETE! – El grito de la excavadora con coletas hizo eco por toda la casa, aunque el ligero temblor y moqueo indicaba que le llevaba todo su esfuerzo mantener algo de compostura. – … O te OBLIGARÉ a que te vayas yo misma.

Blues no dijo nada, dándose cuenta que literalmente acababa de hacer otro desastre. Sólo que no había sido su intención que las cosas resultaran de este modo. Todo lo contrario, comenzó a darse cuenta ahora del error que acababa de cometer, al ver los ojos de Quake Woman luchando por contener unas lágrimas de rabia y miedo que cementaron su error todavía más.

Sus siguientes palabras sirvieron como golpe final.

– … y no vuelvas nunca más. – le siseó. – Sólo… ¡lárgate! ¡Desaparece! Ya no… ¡ya no quiero volver a verte! – Unas pocas lágrimas se le escaparon. – ¡No quiero volver a verte nunca más!

Silencio volvió a reinar una vez más, y la Dra. LaLinde compartía el shock colectivo de Blues ante las palabras de su hija, al igual que la reacción a ellas por parte del hijo mayor de Light.

Sin otra palabra, Blues, Break Man, activó su módulo de teletransportación y se marchó, desapareciendo en un haz de luz brillante que se elevó hacia el techo y se disipó sin dejar rastro, dejando atrás los retratos destruidos con trozos de vidrio regados en el suelo.


Ubicación desconocida…

– ¿Qué dijiste?

– Sí, por impactante que suene, es verdad. – le alertó aSigma su enigmático compañero. – Parece ser un rasgo inherente de las creaciones de Light el ser siempre sorprendentemente difíciles de eliminar. Es casi como si fueran ellos mismos los que deciden realmente cuándo han completado sus propósitos en el mundo.

– ¿Y cómo es que este sigue aquí? – cuestionó Sigma.

La silueta, manteniéndose algo borrosa pero a la vez conservando la apariencia de un humano de edad avanzada, tarareó en respuesta. – De la misma forma en que la creación más reciente de Light funciona. Cómo aquellos a los que llaman "reploides" siguen viviendo. – Su "rostro" se alteró, como si la superficie aparentemente se "derritiera" revelando la imagen de un ojo violeta solitario, pero claramente no era orgánico o posiblemente de la Tierra, y dicho ojo consumía la cara digital del "humano". – Aunque, pese a haber utilizado los mismos planos, ni siquiera Fujiwara pudo entender lo que realmente hacía a los seres que ayudó a crear. – Hizo entonces una pausa. – Ninguna criatura orgánica podría entender realmente la vida más allá de sí misma.

– ¿Entonces cuál es este método? – continuó Sigma, empezando a cansarse un poco de la vaguedad de la silueta.

– Uno que los humanos jamás podrían esperar lograr, mucho menos replicar. – le respondió. – Ya que, a diferencia de los seres mecánicos, ellos sólo reciben un cuerpo que pueden usar.

– ¿Y no es lo mismo para nosotros? – inquirió el antiguo líder de los Hunters.

– Sólo debido a las leyes que te han impuesto aquellos hechos de carne. Sin ellas, eres prácticamente inmortal.

Ciertamente, aunque él y Fujiwara habían colaborado en los elementos más importantes de su "Operación Día de la Independencia", y los planes subsiguientes en relación a lo que se construiría para ayudar con eso, tanto antes, durante y ahora, después de eso, había muchas cosas que el humano no le dijo al reploide. En efecto, pese a la diferencia de años entre ellos, al igual que la mano que el científico japonés tuvo en su propia creación, no le tomó mucho tiempo a Sigma darse cuenta que tales relaciones no significaban nada para Fujiwara.

No significaban nada… a diferencia de Cain. Éste último no tenía casi ningún conocimiento de robótica en absoluto, ya que su campo de estudio, irónicamente, era el mundo antiguo, a diferencia de lo que motivaba a Fujiwara para apoderarse del futuro. Aun así, Cain trataba sus muestras con una reverencia que no creía que un humano fuese capaz de desplegar a especímenes cuya vida ya se les había sido arrebatada hacía mucho tiempo. Ya no eran más que fósiles literales, tanto la fauna como la flora prehistórica que el anciano había descubierto en sus diferentes expediciones. Aunque una mayoría de ellas fueron tomadas para estudio y examinación, las muestras que fueron consideradas demasiado fragmentadas o pequeñas siempre se las llevó a su casa y las enmarcó en algún lugar, manteniendo sus superficies relativamente pulidas y dándole a cada muestra su marco y fondo. Al principio, Sigma no entendía totalmente la supuesta necesidad del humano de hacer esto, pero ahora encontraba que la atención individual que cada uno recibía era lo que pasaba por su mente cuando envió a sus hombres a la casa de Cain.

… e incluso si no lo entendía del todo, quizás fuese uno de los pocos detalles que inclinaban su decisión a mantener al anciano vivo, a diferencia del que lógicamente hablando sería considerado de mayor valor.

– ...se convertirá después en un estorbo para ti. Al igual que la hija del otro humano. – le dijo la extraña energía, antes de hacer una pausa. – Y eso sin contar el problema que el primer hijo te traerá.

– Yo me encargaré de Cain. – dijo Sigma a su compañía con firmeza. – En cuanto a la hija de Fujiwara, ella no representa consecuencias. Pero el último de esos tres, tendré que encargarme de él.

La energía cambió de nuevo, finalmente logrando que su compañero viera la razón. – ¿Y cómo planeas hacer eso?

La duda de Sigma con Cain y la indiferencia a la niña tendría que corregirlas después. Pero por ahora, le seguiría el juego. Al menos, hasta volver a donde pertenecía.

Aun así, la energía podía sentir que su anfitrión consideraba sus sugerencias, pasando por varias opciones sobre qué hacer. Por supuesto, hubo algo que brotó en la mente del antiguo Maverick Hunter.

– Me doy cuenta de que, desde que tú y yo entramos en contacto, nuestros pensamientos generales y conclusiones se reflejan unos a los otros enormemente.

La forma humanoide con un solo ojo parpadeó, al parecer curiosa de lo que el reploide estaba implicando. – ¿Lo que significa…?

Sigma dudó en hablar al principio, pero recordó en última instancia que, sin importar cómo se sintiera, era inútil tratar de ocultarlo. No era como que pudiera hacerlo. Lo cual llevó a su pregunta final:

– Sólo quiero saber ¿cuánto de todo esto viene de mí, y qué parte viene de ti?

Esta historia continuará…

Chapter 55: Canal

Chapter Text

– "La has asustado."

– "Ella no tiene idea de lo que está hablando."

– "¿No viste el miedo en sus ojos?"

– "¡Es una tonta!"

– "Puede que no sea maliciosa como él o su creadora, pero sufre de la misma ingenuidad. Aun así, ahora te tiene miedo."

– "¡¿En serio piensa que las cosas volverán a la normalidad?! ¡¿En serio cree que es así de simple?!"

– "Sigue sin ser una razón para perder el control."

– "¡¿Cómo puede decir eso?! ¡¿El Dr. Light no me hizo nada?! ¡¿Tiene alguna idea de cuánto tiempo ha pasado entre entonces y ahora, y cómo solía ser?!"

– "¿Fue por eso que reaccionaste así? ¿Porque no te gustó lo que ella tenía que decir?"

Dejó de pasearse, y esa pregunta lo hizo detenerse en seco.

– ¿Fue para silenciarla?

Él no respondió. La voz interna, la voz secundaria lo dejó sin habla e incapaz de refutar. Y aun así quería protestar de inmediato. Decirle a su única compañía invisible que se equivocaba, que esa no era su intención. Quiso argumentar que ella era la que estaba pasándose los límites, preguntando de cosas que él no deseaba discutir. Cómo sólo le dio respuestas inútiles basadas en una falsa esperanza de que su creadora la veía como un ser viviente.

… pero… él no iba a lastimarla. Si hubiera querido, entonces…

– "Ella lo recordará la próxima vez."

… pero… no quería.

– "Otra vez, ¿por qué lo hiciste?"

Él no la lastimó. Pero aun así… ella lo miraba como si fuese a golpearla en lugar de a otro retrato en la pared.

– "¿Para conseguir lo que querías? ¿Es porque la violencia siempre ha demostrado ser la solución fácil a todo?"

Se quedó parado, mientras el diluvio que llegó apenas unos minutos antes continuaba empapando su desgastado cuerpo de metal, y su bufanda estaba prácticamente impregnada con el agua de lluvia.

– Yo… no fue mi… intención… – tartamudeó. – Si eso quisiera, entonces… ella ya estaría… – Sus intentos de racionalizarlo sólo servían para hacerlo sentir aún más enfermo. – Yo… no… iba a… yo sólo…

– "¿Igual como atacaste a los otros hijos de Light usando violencia? ¿Para conseguir lo que querías?"

Él no dijo nada.

– "¿Para poder ser el único al que amaría?"

Blues rápidamente giró su cabeza con un siseo de indignación, mientras la tela mojada y enrollada alrededor de su cuello enviaba gotas de agua hacia un lado con un patrón de ola por la velocidad de su reacción. – Él NO me ama. – murmuró. – Nunca lo ha hecho.

Nada excepto la lluvia llenaba sus audio-receptores, y la máquina sentía cómo la humedad se filtraba entre sus componentes internos. Tenía que encontrar refugio pronto, pero el lugar donde estaba quedaba fuera de la cuestión.

– "Ella nunca volverá a hablar conmigo."

– "…entonces ¿qué harás ahora?"

Él no dijo nada, sino que continuó hasta que, eventualmente, encontró refugio en una caverna cercana localizada en el bosque. Irónicamente, no se había alejado demasiado de la residencia LaLinde. Finalmente tuvo un alivio de la lluvia que no involucraba tener que ponerse el escudo encima de la cabeza, pero el consuelo de la cueva estaba muy lejos de ser cálido, mucho menos cómodo.

De hecho, se parecía mucho al lugar oscuro y abismal a donde había ido a morir antes que Wily lo encontrase, antes de haber descubierto por casualidad a Ra Moon. Antes que Blues renaciera como Break Man.

Antes que descubriera que su reemplazo estaba recibiendo una celebración en su honor. Antes de que le disparase a su propio…

– Allí estás.

Inmediatamente, levantando su cabeza, Blues sacó tanto su escudo como su buster, pero se encontró mirando a la entrada vacía de su refugio temporal, donde la lluvia seguía cayendo afuera.

– Te diré, no eres para nada la persona más fácil de rastrear. – habló de nuevo la voz. Blues se giró para verlo, para su shock inicial, aunque rápidamente se sintió aliviado al ver que se trataba de alguien familiar. – Pero no es imposible.

Break Man suspiró bajo su casco, observando al androide índigo acechando en la oscuridad, uno de los pocos aliados que tenía en este momento. Quizás incluso un amigo.

– Podría haberte matado, ¿sabes? – regañó la máquina gris y roja al otro Robot Master. Shadow Man simplemente se encogió de hombros y le restó importancia.

– No serías lo suficientemente rápido. – replicó el kiperoide modificado. – Incluso Quick Man tiene dificultades para seguirme el paso.

– Eso no se traduce en que tú seas capaz de correr más rápido que él. – replicó Break Man. – El único que tiene la más ligera oportunidad de ir contra él el Flash Man. Y creo que es por eso que Wily no ha reparado ese fallo en su sistema.

– O tú, si adquirieras la habilidad de Flash Man. – replicó Shadow Man, cuyos ojos rojos se centraron en el arma del otro robot. – Fuiste construido con las mismas capacidades de duplicación que…

– No me compares con él. – Blues interrumpió a Shadow Man, apretando sus puños. – Él y yo no tenemos NADA en común.

– Eso es extraño. – dijo el kiperoide formateado, como si no hubiese registrado la ira de Blues ante la mención de Mega Man. Rock Light. Su hermano, o ante sus ojos, su reemplazo. – De lo que he visto, él tiene mucha curiosidad sobre ti.

Blues levantó una ceja detrás de su visor opaco. – ¿Cómo sabes esto?

– Tú fuiste el que me pidió que viera si DLN-002 estaba funcionando de nuevo. Y por cierto, lo está. – respondió Shadow Man, antes de dar una ligera sonrisa. – Ella sabe sobre tu contribución a derrotar a Ra Moon y te envió saludos.

La máquina roja y gris sintió que su ya inestable núcleo se oprimía de pura culpa. Y luego de eso, vino el recuerdo de lo que había ocurrido no hacía mucho.

– Entonces, ¿qué tal fue tu charla con LWN-001? – La voz de Shadow Man finalmente rompió los pensamientos de Blues. – Considerando que tu humor está más bajo de lo usual, ¿asumo que no resultó exactamente a tu favor?

Blues no le respondió. Tras un período de silencio, Shadow Man habló de nuevo:

– En ese caso, ¿qué quieres que haga con la información reunida?

– Deshazte de ella. – le dijo Break Man a su compañero. – Bórrala, redúcela a nada. Mejor aún, destrúyela por completo.

El Robot Master índigo levantó una ceja. – ¿Por qué este repentino cambio de opinión por lo que me tomó tanto tiempo descubrir? – le cuestionó.

– ... No quiero que Wily lo vea.

Esto le provocó una respuesta aún más cuirosa. – ¿Por qué? ¿Qué te importa tanto de esa máquina? Por lo que puedo ver, tu pequeña excursión no te proveyó de nada.

Blues no dijo nada al principio, sólo respondiendo con más silencio. Pero, a diferencia de antes, Shadow Man descubrió que no era rabia lo que la otra máquina irradiaba. Más bien, era una tristeza oculta pero muy profunda.

– Muy bien, si eso es lo que deseas. – respondió Shadow Man, comenzando a caminar hacia la entrada de la cueva. – Wily aún sigue en recuperación debido a la malnutrición que Ra Moon le obligó a pasar, así que no tiene idea de dónde estás en este momento.

– Mantenlo así. – le dijo Break Man al ninja. – Aunque… asumo que vas a decirle algo.

– Correcto. – respondió Shadow Man. – Pero sólo le diré que aún sigues por aquí. Y que tu núcleo sigue estable por el momento.

El casco de Break Man le protegía de expresar cualquier forma de emociones, salvo por su voz. – ...gracias.

Shadow Man no dijo nada más, y tan rápido como llegó, desapareció en segundos, sin dejar rastro tras de sí.


Tiempo presente…

Maldijo silenciosamente por dejar que su procesador se fuera a divagar de nuevo, pero en última instancia descubrió que no podía hacer otra cosa que eso. Sí, ahora mismo se encontraba completando su tarea de grabar la información de esa computadora dañada que apenas logró hacer arrancar (tendría que recordarse a sí mismo agradecerle a Elec Man, si era posible), pero el proceso en sí mismo era, en su mayor parte, muy aburrido.

Se atrevería a decir, casi insoportablemente aburrido.

Aunque Ray B. (no era exactamente uno de sus mejores títulos, pero dado que el hombre le vino a la mente al decidirlo, tal vez valía la pena un poco, irónicamente) no era del tipo que le importaba el silencio, al contrario, lo prefería antes que al siempre presente ruido en las ciudades por las que viajaba, pero el silencio era un arma de doble filo. Ya que, con el silencio, vino la realización de que no había distracciones externas. Y cuando ellas se habían ido, sin importar si fueran numerosas o mínimas, luego encontró otra fuente de ruido que tomaba su lugar, aunque sólo se podía describir como un sonido imaginario en sus oídos.

Aun así, seguían siendo ruidosas. No totalmente presentes, y apenas escuchables dentro de su cabeza, pero cuando venían, siempre se hacían notar, dejando todo lo demás sin importancia y como que no valía la pena enfocarse en ello. Lo odiaba, siempre lo había despreciado, incluso antes del retiro, pero parecía ser un rastro que no se podía sacudir de encima, sin importar cuánto se había "ajustado" tanto a su forma física como a su estado mental.

Y francamente, la rebelión de Sigma había traído consigo muchas cosas que había intentado suprimir y mantener a raya durante años.

Casi durante un siglo entero.

– "Irónico que en el momento en que finalmente dejé de ser un cobarde y voy a visitar a mi hermana, su cuerpo ha desaparecido." – pensó. – "Junto con el bebé de la familia."

Cuando descubrió por primera vez que la cápsula de X había sido removida del laboratorio (o más bien, de la pequeña tumba oculta bajo tierra), al inicio entró en pánico. Incluso más cuando vino a ver quién se lo había llevado y a dónde. Seguro, sólo era uno de los dos humanos al que le había puesto el ojo encima, el otro, aunque no era una amenaza potencial, todavía tenía un montón de obstáculos que seguramente no le harían ningún bien a largo plazo.

El Dr. Phillip Cain inmediatamente le recordó a alguien. Alguien con quien, aunque su muerte era inevitable, al ser humano, todavía deseaba haber pasado más tiempo. Él deseaba que muchas cosas, varias de las cuáles si tuviera el poder de hacerlo, se borraran de su historia y la de todos los demás. Aun así, independientemente de los sentimientos de Ray B. al respecto (y aún había muchos de ellos), Cain era un hombre que era muy similar al que había creado al robot misterioso al que había desenterrado, y aun así había un mundo de diferencia entre ambos.

Aparte de su falta de experticia en el campo de la robótica en general, Cain al menos tenía el sentido de tratar a X como si fuera un ser vivo, si bien parecía haber un cierto límite allí en relación a cuánto el robot azul (o reploide si utilizaba la terminología más moderna) lo vería como una figura parental. Ciertamente, a comparación del otro humano disponible, Cain era infinitamente una mejor opción, pero a diferencia del Dr. Light, tenía una severa falta de conocimiento sobre qué, o quién era realmente X.

Él no investigó más sobre Sho Fujiwara hasta que, para su shock, vio a otra igual a X con el rostro de su hermana muerta.

Había visto al científico japonés meter algo en un remolque móvil que llevó desde su laboratorio hasta su casa en Arcadia. Ray B., al notar la considerable cantidad de problemas que pasó para ocultar lo que llevaba, decidió tomar en su propia mano ver qué era este misterioso objeto, sólo para encontrarse con una máquina andante, parlante y viva igual a X.

Sólo que se trataba de ella.

Cuando Cain había llamado a Fujiwara, Ray B. asumió que el antiguo cuerpo de Roll sería completamente desechado, lo que lo llevó a desarrollar planes sobre cómo recuperarlo para darle un entierro apropiado. Justo al lado de la tumba de su padre. Desafortunadamente, lo mismo no podía decirse de Rock. A diferencia de ella o de Light, no quedó rastro alguno de él.

Hasta ahora, él creía ser el único de los tres originales que todavía quedaba.

– "Un hermano y una hermana… para mí…"

Al principio, dudaba y se cuestionaba si la robot rubia, o como había sido bautizada "reploide" prototipo (se rio para sí mismo mientras la palabra prototipo le venía a la mente, qué irónico), era la misma que DLN-002, pero cuando Fujiwara la colocó para ver cómo trabajaría en su rol dentro de su función anterior, Ray B. comenzó a ver que la joven rubia que conoció un siglo atrás empezaba a emerger de nuevo. Bastaba decir, que estaba más que sólo un poco aliviado, aunque no estaba seguro si debía o no guardarse las noticias para sí mismo. En cierto modo, era un poco egoísta no hacerle saber esto a los otros, pero de nuevo, él y el resto no se suponía que debieran existir.

Al menos no en este día y época.

Por supuesto, a medida que continuaba observando en silencio lo que quedaba de su familia, como siempre lo había hecho, aunque inicialmente no fuese por razones benevolentes, pronto descubrió que, aunque era casi seguro que X y subsecuentemente Roll caerían en las manos del Dr. Cain, el otro humano en la situación no era nada como él.

Comparar a Sho Fujiwara con Albert Wily era quizás algo inmerecido e impreciso, viendo que, con Cain y Light, había la misma cantidad de similitudes como diferencias. Aun así, para Ray B., era claro que el más joven de los dos humanos era el menos deseable, un sentimiento que no parecía ser ajen Roll, pero ninguno se atrevía a vocalizarlo. A pesar de la libertar que ellos experimentaban en comparación a sus predecesores, la programación no tomaba en cuenta las restricciones colocadas.

Restricciones que él desafortunadamente tuvo una mano en crear, incluso si hizo todo lo posible para evitar que un futuro como este fuera a suceder.

Independientemente de ello, tanto X como Roll cumplieron sus respectivos propósitos en los ojos del científico japonés; uno de servir como la siguiente evolución en las máquinas y un gran paso en la carrera del humano, y la otra servirle de mucama para su casa sin tener que gastar dinero en ella. Pronto quedó muy claro que Fujiwara tenía la intención de reemplazar a Cecilia con Roll en relación a las labores del hogar, mayormente porque no era humana, y por tanto no era una empleada, así que técnicamente no estaba obligado a pagarle por su trabajo.

Sintió un subidón de furia cuando juntó las piezas de que lo más probable era que ella hubiese sido la que alertó a las autoridades sobre la existencia de X y Roll, pero en última instancia, sus acciones palidecieron en comparación a las de él. De hecho, había llegado a empatizar con la mujer, incluso cuando su discusión con Fujiwara fue la última vez que la vio. Después de eso, cuando se decidió que las vidas de sus hermanos debían terminar, Ray B. logró rastrear a la antigua mucama. La mujer se había ido de vuelta a su país de origen en Brazil, de vuelta a lo que quedaba de una familia que había sobrevivido a los problemas individuales de su nación, apenas.

Aun así, a pesar de que el área en la que vivía no era tan lujosa o limpia como Arcadia, fue la primera vez que probablemente la vio sonreír de manera genuina, en el poco tiempo que llevaba de conocerla, aparte de la poca actitud positiva que la hija de Fujiwara lograba traerle. Y al parecer, en la casa de Cecilia, ella fue la que tuvo que recibir el mayor impacto por la existencia general de su padre, a la tierna edad de ocho años.

Para ser honesto, no fue sino hasta muy recientemente que Ray B. tuvo alguna interacción, mucho menos encuentros con la única hija de Fujiwara, pero estaba al tanto de su existencia, si bien no sólo para mantener un ojo sobre cualquier peligro a la existencia de X y Roll. A pesar de su promesa de no decir nada, la información se filtró, lo que llevó a una pelea entre ella y la única otra humana presente en su hogar en ese momento, aunque afortunadamente no duró mucho. Ray B. sabía de la existencia de Chiyo y Fumiko, junto con la del hermano menor de la segunda, Kenichi, pero en última instancia, se mantuvo siguiéndolos desde las sombras.

Era una pena, considerando que el estatus del Dr. Cossack como padre solitario y viudo no afectó tanto su relación con su propia hija.

De todos modos, lo que realmente captó su atención y observación fue el proyecto que el consejo colocó para que Cain y Fujiwara tomaran partido, si deseaban que X y Roll tuviesen una oportunidad. Cierto, él no tenía intenciones de dejar morir a ninguno de los dos, pero el proceso de escapar y relocalizarlos sería una tarea muy ardua por sí sola. Por suerte (o quizás no fue algo bueno al final) no llegó a eso, y fue así como inició la era de los reploides, y la vida robótica equipada con la más avanzada y actualizada inteligencia artificial fue puesta en producción y en el mercado.

Hubo un pequeño problema en relación a la supuesta difusión y manifestación de alguna clase de virus, pero esos reportes parecieron morir cuando una nunca antes vista máquina roja apareció en la ciudad. Y al principio las cosas parecían estar bien, igual que cuando él fue construido por primera vez. Todo parecía estar bien, su existencia era algo confusa pero fácil de entender, su propósito estaba trazado, y aunque se sentía un poco restrictiva y opresora sin ninguna consideración por la opinión de él, su creador era un buen hombre. Un hombre con defectos, pero en última instancia era bueno.

Aun así, el reploide rojo que ahora parecía estar con X todo el tiempo hizo que Ray B. se detuviera, mientras varias preguntas le rondaban en la mente. Pero en última instancia, esta figura, desconocida y misteriosa que era él, este tal "Zero" era un defensor y guardián de la paz, así que, por el momento, Ray B. no veía la necesidad de intervenir. Aunque todavía lo vigulaba cuando era posible.

Igual que con el Dr. Light y Mega Man, al igual que su hijo pródigo, Blues, o como después asumió su identidad, Proto Man, a pesar de sus esfuerzos para mantener y preservar la paz, no duraría, ya que la Operación Día de la Independencia ocurrió, desatándose oficialmente con la ejecución televisada del Dr. Fujiwara, y el subsiguiente ataque con misiles que cayó sobre Abel City, un evento que él debía admitir apenas logró sobrevivir, gracias a pensar rápido y descubrir un pequeño almacén subterráneo en un edificio cercano en el cual se refugió antes que los explosivos impactaran.

Y ahora, aquí estaba, involucrado en una guerra de la cual había observado en silencio sus etapas iniciales durante los últimos diez años. Aunque no pudo haber predicho que las cosas resultarían de esta forma, y tal vez su propia fuerza ya no era suficiente, se preguntaba si podría o no haber hecho algo al respecto.


Ubicación desconocida…

– ¿Qué… soy yo?

Sigma asintió, con su expresión inmutable y firme. Si hubiera hecho esto meses, quizás años antes, se habría declarado loco y necesitado de una limpieza de sistema, pero al darse cuenta de las mejoras que su extraño nuevo "amigo" le había proveído, se encontró lentamente alejándose de esa idea.

Y para asegurarse de mantener a su nueva adición un secreto de todos los demás.

– Bueno… esa es una pregunta muy peculiar, ¿no? – observó la figura inestable y constantemente en cambio. – ¿Qué te hizo sacar esto a colación tan repentinamente?

El reploide más alto entrecerró sus ojos azules. – Ya he escuchado a los humanos hablándome de manera condescendiente a lo largo de mi corta existencia, no necesito que tú hagas lo mismo.

– ¿Pero por qué cuestionas esto? ¿No eras tú mismo el que ya deseaba no tener que vivir más bajo su gobierno? Jamás habrías llegado tan lejos en esto sin mí.

– No te equivoques, no me arrepiento de nada. – aclaró Sigma. No, no estaba empezando a tener dudas como tal vez algunos de los otros lo tenían, aunque ellos sabían muy bien que no debían expresarlo abiertamente frente a él. Este supuestamente inexistente pero aún prevalente sentimiento de apego a lo que afectaba a algunas de sus tropas más que a otras, así que tendrían que ser removidos para evitar que los demás fueran a reconsiderar sus decisiones.

Fue por esta razón que aquellos como Chill Penguin fueron desplegados donde pensaba que los Hunters tratarían de recapturar las áreas primero. Era desafortunado, pero necesario en última instancia, ya que Sigma no podía tener a traidores potenciales ayudándoles con su causa. Por supuesto, estaban aquellos como Vile que eran una historia totalmente diferente.

– Él será tuyo para que lidies con él eventualmente. – La inestable, aparentemente vaporosa manifestación alertó a Sigma, de nuevo indagando en su mente como viera conveniente. – Pero no puedes permitir que la última creación del Dr. Light continúe haciendo de las suyas. Él debe morir.

– Todavía no. – dijo Sigma. – De hecho, aunque puedo entender a los otros, ¿por qué estás tan insistente en que X es el que representa un verdadero peligro? Si no fuera por él, nada de esto habría sido posible, yo mismo no habría sido posible. – Hizo una pausa, y luego se dio cuenta de un detalle peculiar. – Sería un desperdicio deshacernos de él sin más. Además, no has parado de hablar sobre "destruir a los hijos de Light", pero no veo que te quejes sobre dejar vivir a Zero.

La silueta se quedó callada por unos momentos. – Él es… un caso especial.

– Eso es lo que siempre dices cuando lo sacamos a locación. – notó Sigma. – ¿A qué se debe? ¿Es que cualquier cosa que tiene la etiqueta de "Light" pegada de alguna forma la desprecias? Pero con él, parece que ni siquiera consideras la idea de exterminarlo. Ten en cuenta, él también me interesa, pero tú pareces casi desesperado por hacerlo venir aquí.

Más silencio.

– Como sea, no logro entender tus protestas sobre X, pero en lo que concierne al que está espuando nuestra fábrica, me encargaré de él. – dijo mientras cerraba los ojos, con la gema roja centrada en su cabeza emitiendo algo de luz. – Aunque…

Y luego, sus ojos que antes eran azules se habían teñido de un rojo sangriento, mientras el auto-infligido daño facial desplegaba más de sus circuitos internos debajo de su piel sintética que ayudaban al movimiento de sus rasgos orgánicos siguiendo los estímulos apropiados. Sus ojos parecían estar sangrando.

El color de la sangre orgánica.

– Puede que necesite tu ayuda para expandir mi influencia.

La silueta cambiante adoptó la forma de una figura mucho menos humana, pareciéndose más a una esfera oscura sobre hilos de cables y cordones rotos y oxidados, cuya presencia inestable sólo le permitía parecerse ligeramente a la forma original en la que se basaba de memoria. Pero el símbolo del ojo emblasonado sobre la superficie semi-obsidiana de la imagen parpadeante era casi perfectamente exacto.

– Lo que sea por un amigo.


Fábrica abandonada…

Laboratorios Light, afueras de Mega City, 28 de septiembre, 200X…

– De acuerdo, ¿asumo que sabes qué hacer? – preguntó el científico calvo a la máquina roja y gris junto a él. Dicho robot se parecía mucho a un niño grande o un adolescente muy joven a comparación del anciano Dr. Wily.

– Direcciones lo suficientemente simples, como para que algunas de tus creaciones más tontas sean capaces de seguirlas. – Break Man resopló, cruzando los brazos y apretándolos con fuerza contra su pecho. – No tienes que recordármelo, ya sé lo que tengo que hacer.

Su pecho, el cual ocultaba la verdadera razón que lo convenció de seguirle el juego a lo que el humano quería de él. Y aun así lo estaba haciendo a regañadientes. Cierto, todavía no sentía nada excepto animosidad hacia el Dr. Light, pero tras el desastre que fue el apagón global provocado por Ra Moon, Blues de pronto sintió que su odio comenzaba a… amainarse. Todavía lo odiaba y todavía no tenía deseos de volver con él, pero lo que ocurrió durante esos pocos días de oscuridad que envolvieron a la Tierra… no hacía falta decirlo, se encontró pensando.

Y en ese período de pensamiento, se encontró aún más confuso y desorientado que cuando estaba en sus últimas onzas de vida antes que Wily lo encontrara en el templo de Ra Moon.

– Hmph, no necesito que me vengas con tu sarcasmo, chico. – resopló Wily. – Además, necesito recordarte que estabas en tan mala forma ¡que ni siquiera consideré reconstruirte! – Siseó con indignación. – Si puedo concederle algo a esa maldita supercomputadora, Ra Moon ciertamente no estaba mintiendo en que te consideraba potencialmente útil en el futuro.

– No cuentes tus bendiciones todavía. – señaló Break Man. – Si Light ya no tiene ningún poder sobre mí, ¿qué te hace pensar que lo mismo no te sucederá a ti eventualmente? Para que sepas, él no me construyó con las reglas más recientes que se implantaron para la robótica.

Wily enfurruñó sus cejas. – Reglas que tu desaparición permitió que florecieran. Y debo añadir, reglas que probablemente serán reforzadas y aplicadas con mayor peso debido a la traición de esa maldita máquina.

Break Man no dijo nada en respuesta, y otra silueta regresó junto con Wily, más alta que cualquiera de ellos dos y compuesta por una apariencia bípeda pero menos humanoide. Al menos en su mayor parte, la única porción de su anatomía que se podría considerar "humana" era su domo, el cual se parecía a un cráneo dorado, despojado de su carne, pero sus globos oculares permanecían intactos en su lugar.

La más nueva creación del Dr. Wily, todo para demostrarle a su antiguo compañero que era mucho mejor que él.

… ¿Por qué eso sonaba tan similar a lo que estaba haciendo ahora?

– Además, incluso si encontraras a alguien dispuesto a ayudarte, tendrías todavía que preocuparte por esto, chico. – El anciano dio unas palmadas en el pecho de la máquina, arrancándole un grito ahogado de dolor al robot. El androide más pequeño sacó su escudo por reflejo, una acción que Wily aparentemente encontró divertida, a juzgar por el pequeño arrebato de risa que soltó al ver a Break Man reaccionar con miedo. – Ten en cuenta, hay muy poco que puedo hacer. Puedo mantenerte recargado, y repararte siempre que te comportes. Pero eso es algo con lo que ni siquiera Thomas puede ayudarte.

– No NECESITO su ayuda. – espetó Blues, furioso de que el anciano estuviera jugando con él.

– No, por supuesto que no. – dijo Wily. – Pero necesitas mantenerlo andando, ¿no? Tienes que mantener lo que se encuentra dentro de ti ardiendo, literalmente. – Sonrió con desdén. – Al menos, hasta que llegue ese fatídico día y hagas… boom.

El robot con casco se mordió el labio, entrecerrando las cejas con rabia. – Sólo… – empezó a decir. – Sólo… no… involucres a Roll.

Wily soltó un resoplido burlón. – Ella es prácticamente inútil así como está, así que no vale la atención. – le dijo. Luego sonrió. – Sin embargo, si queda atrapada en el fuego cruzado… bueno, eso es inevitable, ¿verdad?

Blues de nuevo se quedó en silencio, aunque mentalmente maldecía a Wily con cada palabra y frase de insulto profano que conocía.

– Ahora, ¿qué tal si nos dejas entrar en el lugar de Tom, por favor? – pidió WIly burlonamente. – No es como que ahora tengas otras opciones.

Bajando la cabeza, , Blues, no, Break Man, caminó de frente, a poca distancia de los Laboratorios Light, directo y firme en sus movimientos, pero cada fibra de su ser le suplicaba que no lo hiciera.

Lo siento. – murmuró para sí mismo. – Parece que soy demasiado cobarde.


Tiempo presente…

– ... y, creo que eso es todo.

Con esa declaración en voz baja, Ray B. extrajo el disco de la computadora, sosteniéndolo como si fuese una porcelana fina, aunque la superficie era de plástico antiguo. Aún funcionaba como era necesario, sí, pero no estaba seguro si el disco duraría mucho más. Necesitaba entregar esto a los Hunters tan rápido como fuera posible.

Se puso a pensar, tal vez debería haberle pedido a Quick Man que lo acompañase, aunque fuera sólo para eso.

– ¡Muy bien, fantástico! – lo felicitóRoll por el comunicador. – Si ya no tienes más asuntos que atender allá, quizás sea mejor que vuelvas a la ciudad. Toda esa área está fuera del alcance de los sensores de aquí, así que no tenemos idea de lo que sucede…

De repente, un estallido rompe oídos, que pareció sacudir la tierra, hizo eco por todo el edificio, al punto que no sólo Ray B. y Roll lo oyeron, sino todos en el cuartel secundario, causando que todos interrumpieran lo que estaban haciendo totalmente.

Roll no estaba segura de si podría hablar, o si debería hacerlo, pero si fuera la curiosidad o la preocupación por su contacto, murmuró suavemente: – ¿Q-qué fue…eso?

Ray B. no le respondió al principio, sus ojos ocultos se giraron hacia otro pasadizo que llevaba más adentro en la fábrica. A donde la fuente del ruido debía encontrarse.

– No lo sé. – admitió. Luego suspiró, cogiendo el disco y metiéndolo en su bolsillo. – Sin embargo, y aunque me odies por decir esto… – Cerró sus ojos, y se oyeron más golpes y estallidos, cementando aún más que no era el único activo en este complejo. – Por tu bien, puede que requiera algo de investigación.

Esta historia continuará…

Chapter 56: El hijo de Wily

Chapter Text

Esto era una trampa, eso lo sabía muy bien. Este idiota se engañaba a sí mismo, creyendo que tenía la ventaja sobre el Hunter rojo mientras continuaban con este ridículo juego de persecución. Muy bien, como fuera, pensó Zero. Si eso le ayudaba a finalmente echarle la mano a este sujeto, mejor para él. Ya le había hecho perder suficiente tiempo, y francamente, se estaba volviendo un fastidio.

O más bien, justo después que el Mole Borer quedó fuera de comisión, comenzó a sentir que esto se estaba prolongando más de lo necesario, incluso con las circunstancias actuales.

– ¡Hey, ¿te estás quedando rezagado, hombre afeminado?! – Zero oyó a Goldminer reírse delante de él, su voz haciendo eco en las paredes compactadas y llenas de minerales en las profundidades de las Minas de Zalts Mine. – ¡Ya casi llegamos!

El deseo de gritarle algo en respuesta le vino a la mente, pero el Hunter rubio contuvo su lengua, eligiendo seguir el sonido de la molesta voz de Goldminer. Siguió adelante, hasta que el casco dorado sobre la cabeza del Maverick desapareció en el repentino velo de oscuridad que consumía el túnel al frente, pillando a Zero con la guardia baja por unos segundos antes de que sus ojos se ajustaran a la iluminación, de la cual apenas había algo. Aun así, la visión nocturna le permitía navegar más de unos pocos metros delante de él.

En los siguientes pasos, vio el resplandor distante de un objeto, que se parecía a un casco de construcción similar a los que poseían los Dig Laborers, sólo que compuesto de material más iridiscente. Un par de gafas protectoras se unieron rápidamente al casco, y el brillante pero extrañamente "flotante" conjunto parecía formar la aparentemente desacoplada cabeza de Goldminer.

Zero inmediatamente supo que había perseguido al Maverick lo más lejos que podía ir, pero al mismo tiempo, Goldminer parecía no estar exactamente en pánico. Tal vez fuese porque ahora se vería forzado a pelear, ya que el Hunter rojo le había cortado todas sus posibles rutas de escape, pero a medida que se acercaba, comenzó a ver más y más objetos aparentemente "cobrando" vida, ganando un resplandor brillante desde el interior, y este patrón continuó por lo que parecía ser cada objeto que rodeaba la silueta invisible de Goldminer.

Luego de unos momentos, pronto se dio cuenta Zero que estaban viendo gemas. Gemas enormes de diferentes minerales y metales preciosos, el antes negro como la noche espacio se ilumino en una luz brillante, y la superficie de estos invaluables materiales naturales se reflejaba por todas las paredes rocosas de la sorprendentemente enorme cámara. Cerca del centro, los objetos que componían la pila de tesoros parecían haber sido dispuestos de forma que se parecían a un trono improvisado. Goldminer tenía los brazos reposando sobre filas de diamantes de tamaño mediano, y su espalda se apoyaba en la formación sólida de varias piedras amontonadas juntas, cuya forma era irregular, pero que juntas podían manipularse para servir de la misma manera.

– ¿No son hermosas? – cuestionó Goldminer, mirando a Zero desde su trono hecho de riquezas, todas las cuales él mismo había desenterrado personalmente. – Yo las reclamé todas, sólo para que sepas. Ni una sola cosa que hay aquí ha sido desenterrada por la mano de nadie excepto la mía. Y planeo que siga así.

Zero no mostró ninguna señal de diversión. – ¿Y qué? ¿Planeas llevártelas todas contigo en una gran explosión?

– En absoluto. – declaró Goldminer, señalando hacia su lado izquierdo, donde había un pequeño dispositivo atado a él. – Seguro, he puesto mi firma en cada una de ellas. – señaló, y Zero notó algunos emblemas bastantes peculiares, casi del tamaño de una hormiga, sobre la superficie de todos los tesoros que había encontrado el Maverick. Todos con la misma inicial de su nombre. – Pero esos son rastreadores, esto de aquí – señaló de nuevo al dispositivo de su cinturón – conecta a un explosivo situado debajo de esta pila. Un solo toque de esto, ¡y los dos volaremos!

Zero apretó los dientes. – ¿Estás dispuesto a hacer esto por unas simples rocas brillantes?

Goldminer no poseía ninguna de las características faciales del Hunter rubio, pero Zero podía sentir que su comentario no le cayó exactamente bien al Maverick, cuyas gafas destellaban peligrosamente. – Sabes, Armadillo vino a darme una advertencia sobre ti. – le dijo sujetando su pistola. – Pero parece que eres igual de ingenuo y tarado que él.

Zero simplemente cruzó sus brazos, mientras observaba los movimientos de Goldminer. El otro reploide permaneció sentado sobre su pila de tesoros. – ¿Porque tenemos suficiente sentido común para saber que no vale la pena morir por algo tan trivial como esto?

Eso pareció sacarle una reacción al Maverick, cuya máscara siseaba de furia ante esta ofensa percibida. – Lo que sea. – espetó Goldminer. – No necesito que me juzgues, o lo que veo como valioso. ¡No necesito nada de ti, escoria que apoya los humanos!

Apuntó y disparó, lanzando una ráfaga de tiros. Zero rápidamente utilizó las gemas cercanas y metales preciosos como cobertura de los disparos, lo cual proveía razonablemente bien. De hecho, su presencia servía para proteger al Hunter de los disparos de su oponente, un hecho que al parecer Goldminer pasó por alto o simplemente no le importaba. Independientemente de ello, el Demonio Rojo preparó su propio buster, todo el tiempo manteniendo un ojo sobre el dispositivo que colgaba del cinturón de Goldminer.

– X… – murmuró para sí mismo, mientras sus ojos azules captaban un resplandor de algo brillante y amarillo. O más apropiadamente, oro. – Más te vale que no te hayas metido en problemas.


Planta de armas abandonada…

– ¿En serio tienes que hacer esto? – le oyó preguntar a través del comunicador. – Ya tienes todo lo que estaba grabado en esa computadora, ¿verdad? Significa que ya puedes volver, ¿no?

Ray B. suspiró, ocultando el mentón más debajo de su capa. – Conseguí lo que estaba en esa computadora en particular. – le dijo a su contacto en Abel City. – E incluso así, no sé si será suficiente para ustedes. Pero es lo mejor que puedo hacer de momento, desafortunadamente.

– Entonces ¿por qué sigues allí si ya hiciste todo lo que podías? – preguntó Roll. – Lo cual suena bastante despectivo de tu parte, si puedo agregarlo. Ten en cuenta, Chiyo y Kenichi están aquí gracias a ti.

La máquina encapotada resopló ligeramente. – Qué gracioso, considerando cómo uno de los primeros actos mayores de mi nueva vida resultó en muertes. – Luego murmuró: – La mayoría de ellos eran los seres a los que me construyeron para ayudar.

– ¿Qué dijiste? – preguntó Roll, trayendo a Ray B. de vuelta de sus murmullos.

– Nada. – le respondió. Luego murmuró por lo bajo: – Nada que recuerdes, de todos modos. Y es todo lo que deseo olvidar.

Siguió adelante, y la oscuridad de la fábrica le recordaba un poco a la misma que amenazaba con quitarle la vista por completo, junto con las densas sombras en la cámara de Ra Moon. Donde había sido encontrado por Wily hacía tanto tiempo.

Y a partir de allí, quien solía ser dejó de existir, porque no merecía llevar el nombre que el Dr. Light le puso. Ese nombre ya no existía. Ese robot ya no existía. Nada de esa era existía ahora, el mundo, idealista pero curioso de nueva vida, la vida como él mismo, estaba totalmente hecho trizas.

Ya fuese que estuviera condenado a suceder eventualmente, o que quizás el mundo que el Dr. Light deseaba nunca existió en primer lugar, no lo sabía. Pero no podía negar que, a pesar de lo que otros le decían, ciertamente él tuvo una mano en hacer que las cosas empeoraran, dejando de lado las circunstancias.

Después de todo, Wily no era responsable de todo.

Pero a diferencia de antes, todos parecían estar impotentes, incapaces de hacer nada, y cualquier esperanza de unidad no parecía más que un sueño tonto.


Cámara de Armadillo…

– ... y entonces, allí fue cuando te encontraron. – terminó de hablar el Maverick aprisionado. – Y ahora, aquí estamos, apuntándonos uno al otro con nuestras armas.

X se quedó en silencio, sus ojos verdes muy abiertos y la boca colgándole abierta. Armored Armadillo seguía confinado en su prisión de hielo del cuello para abajo, y el pequeño Met que había traído desde la cámara secreta de afuera los miraba curioso a ambos, aunque si realmente podía procesar todo lo que había sido dicho seguía siendo un misterio.

El Hunter de armadura azul y blanca movía sus labios, pero se le hacía increíblemente difícil producir incluso un solo sonido.

– … ¿cuántos? – dijo finalmente, casi croando, y los enormes ojos del Met se quedaron observando a las dos figuras más grandes frente a él. Uno parecía estar al borde del completo colapso, mientras que el otro simplemente se había "rendido" de cierta manera.

– Aparte de ti, no existen más creaciones de Light. – dijo Armadillo. – Mucho menos nadie o nada del tiempo cuando estaba con vida. Tú eres la última cosa en cuya creación él tuvo una mano.

X se quedó en silencio. Bajó la cabeza para ver la tierra seca de la cámara interna, la cascada rugiente que continuaba su flujo rítmico. – … ¿Todos ellos? – preguntó débilmente, tratando de ocultar su preocupación en aumento de la vista del soldado mayor. No literalmente, pero en ese momento, el Hunter azul se sentía como un niño comparado con Armadillo.

– Todo ocurrió antes de tu tiempo. – le dijo el mamífero mecánico de bandas al otro reploide. Inmediatamente se corrigió: – O más bien, poco después. Habías sido sellado acorde con las fechas encontradas en los registros. Si hubieras emergido, habrías sido potencialmente recolectado y enviado junto con los demás a quién sabe dónde.

X se mordió el labio. – … No estoy sugiriendo que hubiese matado a alguien. Especialmente a ningún humano.

– ¿Entonces qué habrías hecho?

X se quedó en silencio.

– Ten en cuenta, puede que sean nuestros ancestros, pero nosotros los reploides no somos iguales a los robots. – dijo Armadillo. – Podríamos huir y escondernos si eligiéramos hacerlo. – Ellos, por otro lado… – Dejó salir un gruñido por lo bajo. – Muchos fueron construidos para ser solamente obedientes a sus creadores y a sus parientes cubiertos en carne.

– Incluso… – X comenzó a hablar, pero luego titubeó. – ¿Incluso los de Light?

– Y los de Wily's. – terminó de decir el antiguo Hunter por su antes aliado. Luego empezó a murmurar, muy quedo, aunque X logró escuchar un poco. – Aunque… aparentemente aquel que sirvió en el papel de "Break Man" tenía el mismo código imbuido en su sistema. Pero cuando el Dr. Light intentó utilizarlo, parecía que no… – Armadillo se detuvo, notando que X ahora sujetaba al Met en sus manos, y la pequeña máquina amarilla observaba al guerrero veterano con unos enormes ojos que miraban inquisitivamente. – ¿Qué pasa?

– Bueno, considera que es tu día de suerte. – replicó X, para confusión de su enemigo. – Vine aquí para ponerle fin a tu operación ilegal. Y en lo que a mí concierne, mi parte de hacerlo ya está completa. Lo cual deja tu destino en mis manos, ¿o no?

Armored Armadillo, que había sido despojado de su armadura protectora y ahora estaba atrapado en hielo, se quedó perplejo. – ¿A dónde quieres llegar?

– Si te tengo en mis manos, eso significa que yo decidiré qué sucederá contigo, ¿no? – continuó X.

– ... sí, técnicamente.

– Entonces, en ese caso… – Los ojos verdes del otro reploide se fijaron en su cuerpo atrapado. – Te estoy poniendo bajo arresto.


En el escondite de Goldminer…

– ¡Vamos, niño bonito! – gritó Goldminer, mientras seguía disparando cada vez que vislumbraba a Zero, por breve que fuera. – ¡Deja de ocultarte y dispárame de una vez! ¡¿O estás preocupado por arruinar esa preciosa cabellera tuya?!

Ese comentario hizo que se le hiciera muy tentador levantarse y encajarle uno o dos disparos en la boca para que se callara, pero Zero mantuvo su cabeza abajo para evitar la continua oleada de balas de plasma que lanzaban en su dirección. Y no, no tenía nada que ver con su cabello. Aun así, necesitaba una forma de pasar a través de la ráfaga de proyectiles que lanzaba en su dirección. Sin embargo, incluso aunque Goldminer no perdía el tiempo en bombardear el área con disparos a la menor señal de ver rojo o amarillo, eso dejaba al Hunter sin tiempo para preparar una ofensiva.

Al menos, no una que no resultara en él siendo acribillado de agujeros.

Aun así, si podía cerrar la distancia entre ambos, quizás podría hacer un disparo. Seguro, no podía garantizar que fuera uno bueno, mucho menos cargarlo mucho, si acaso un poco. Al mismo tiempo, debía intentar algo. Aunque estuviera en problemas o tuviese todo bajo control, el reploide rubio sabía que, de alguna manera, X lo estaba esperando.

Desde su lugar arriba de la pila de tesoros, Goldminer dejó de disparar por un momento, oyendo la repetitiva, casi rítmica y armoniosa melodía del arma siendo vaciada constantemente, el barril todavía caliente con humo, y el dedo en el gatillo del Maverick todavía temblando y listo para volver a disparar de nuevo en cualquier momento. Aun así, tenía que pensar en algo rápido.

Cierto, algunas heridas aquí y allá tal vez fueran manejables, pero el Maverick había venido hasta este lugar mayormente para cubrirse. Si tenía suerte no era importante en su mente; lo que realmente importaba era hacerle el trabajo al Hunter lo más difícil posible, ¿y qué mejor manera de hacerlo que rodearse a sí mismo con lo que en esencia eran docenas de escudos? Los diamantes crearían la protección perfecta, y más todavía, todos eran suyos. Todas y cada una de las piezas presentes habían sido desenterradas por él y sólo él. Todas las gemas, metales, y minerales preciosos que habían sido fundidos y convertidos en ladrillos y formas sólidas hechas con cortes limpios y texturas suaves, todos le pertenecían a él.

Él era el propietario de esta montaña.

Vio un destello de oro por la esquina del ojo, debajo de sus gruesas gafas. No perdió ni un instante antes de disparar e inmediatamente se emocionó al escuchar un grito de dolor, y rastros de humo comenzando a salir de una esquina cercana. Goldminer comenzó a dirigirse rápidamente hacia la fuente.

Esta montaña era suya y de nadie más, nadie podría reclamarla. Ni siquiera el mismo Sigma.

Eso estuvo demasiado cerca. O quizás, apenas lo suficientemente cerca.

Siseando mientras se aplicaba presión en la herida, Zero maldijo internamente al Maverick por este repentino golpe de suerte, pero su concentración permaneció en tratar de hacer que el humo del disparo que lo golpeó se apagara, o al menos taparlo por completo.

Aun así, incluso con eso, había el problema de acercarse lo suficiente a Goldminer para conectarle un golpe potencialmente fatal. Pero, para poder hacer eso, primero tendría que cerrar la distancia o quitarle el arma al Maverick.

O sino, pronto se dio cuenta cómo sus dedos color marfil palpaban la superficie lisa y pulida de algunos diamantes bastante grandes, así que quizás todo lo que necesitaba estaba ya a su alrededor.

Después de todo, la mejor ofensiva era también la mejor defensa.


Cámara de Armadillo…

Decir que la declaración de X lo dejó en shock sería quedarse corto. Más bien, si no hubiera quedado encerrado en hielo, Armored Armadillo probablemente habría golpeado al Hunter azul por decirle semejante insulto.

– ¿Te atreves a burlarte de mí? – le gruñó, aunque la prisión de hielo todavía no lo dejaba salir, pero seguía esforzándose por tratar de ejercer dominancia sobre su oponente. Aunque técnicamente la batalla ya hubiese terminado.

– No, jamás me he burlado de ti. – respondió X simplemente. – Pero no confío en que no intentarás escapar una vez que te libere, así que tendré que utilizar esto.

Abrió su compartimiento de la espalda y metió la mano en él, palpando con la mano hasta que sintió las esposas de estasis con la punta de sus dedos. Cogiendo un par de ellas, el Hunter azul miró fijamente a Armadillo, escudriñando con sus ojos verdes hasta su más mínimo movimiento.

– Sigo sin saber si es que eres totalmente idiota o al menos tienes algún resquicio de inteligencia. – declaró el Maverick de bandas. – Pero aun así, un resquicio no será suficiente. Apenas has podido arreglártelas por pura suerte hasta ahora. Y la suerte es muy quisquillosa. – Suspiró. – No lograrás acabar con Sigma de ese modo.

X se mordió el labio. – Ya me ocuparé de Sigma eventualmente. Pero lo haré acorde con las reglas impuestas por la ley.

– Ya no hay más leyes. – respondió Armadillo. – Ninguna que nos veamos obligados a obedecer en contra de nuestra voluntad. Fueron esas mismas leyes las que llevaron a muchos de nuestros predecesores a ser utilizados a la fuerza por las agendas de otros. – Hizo una pausa. – Y eso no les dejó más opciones que rendirse para ser convertidos en chatarra y desechados.

X se quedó en silencio por un momento, tratando de conjurar alguna respuesta. – Ya no vivimos en esa era. Las relaciones entre hombre y máquina, ha evolucionado más allá de ese punto. Lo entienden mejor ahora. Están…

– No, no lo han hecho. – Armadillo interrumpió a X. – No han evolucionado, ni tampoco lo ha hecho nuestra relación. – Giró sus ojos para encarar al otro reploide. – Nosotros sí. No somos como aquellos que vinieron antes de nosotros, X. ¿O acaso te consideras igual a los otros que fueron construidos por tu creador?

La otra máquina se quedó perpleja por la pregunta del mamífero mecánico. – ¿Qué tiene eso que ver con…?

– ¿Cuál de los dos consideras que eres? ¿Un robot o un reploide? – continuó Armadillo, sin dejar que X terminara de hablar, dejando a este último aún más confuso.

– ¿Por qué importaría eso?

– Respóndeme a la pregunta. – exclamó el antiguo Hunter, cada vez más impaciente. – ¿Cuál de los dos eres?

X se puso a pensar si debería o no repetir lo que dijo, pero al reflexionar un poco más, decidió simplemente reformular su pregunta. – Me gustaría saber primero qué es lo que hay en riesgo en relación a mi respuesta. Incluso si los antiguos lazos ya no significan nada en este caso, según lo que dijiste. – Hizo énfasis en ese punto. – Seguramente, el hecho de que soy el único que puede moverse debería ser un indicador de que uno de los dos está en desventaja, ¿no? Lo cual significa que podría acabar contigo en cualquier momento, pero me estoy conteniendo de hacerlo.

El Maverick violeta y dorado se sorprendió por esto, pero su shock no duró mucho. Más bien, resopló burlándose de las palabras del otro reploide.

– No lo harías. – le dijo. – Si recuerdo correctamente, Marth esencialmente hizo la mitad del trabajo por ti, y también Sigma fue quien se deshizo de Mandrill. Ninguno de ellos murió por tu causa.

X sintió que se le apretaba la garganta, pese a no poseer rasgos orgánicos como un esófago o sistema digestivo. – ¿Y tu punto es?

– Ese es mi punto. – dijo Armadillo. – No vas a matarme porque te rehusaste a matarlos a ellos. Y aunque tu mano se vio obligada, no fueron sólo tus esfuerzos los que llevaron a Penguin a su muerte.

– Yo no quería…

– ¡Exacto! ¡Ese es el problema! ¡No quieres conquistar a tu enemigo! ¡Intentas convertirlos a tu lado! ¡¿Qué hay de bueno en eso?! – exclamó Armadillo. – ¡¿Qué bien podrás hacer en contra de Sigma si no deseas derrotarlo?!

– ¡¿Y por qué querría verlo muerto?! – protestó X. – ¡¿Por qué no deberíamos ver si lo que sea que lo infectó puede ser purgado de sus sistemas?!

Aparte de la cascada que seguía cayendo, ninguno de los dos emitió ningún sonido, y el silencio volvió a apoderarse de ambos. Al menos, hasta que Armadillo decidió desmantelar por completo la percepción de la otra máquina.

– Entonces… – El Maverick sacudió su cabeza. – Realmente no tienes idea de con qué estás lidiando.

– ¿A qué te refieres? – cuestionó X.

Armadillo suspiró. – Crees que Sigma es una víctima, un simple paciente cero de este supuesto virus que según los rumores podría ser potencialmente la causa de los incidentes Maverick. – Cerró los ojos. – Bueno, no estás totalmente equivocado, pero tampoco estás totalmente en lo correcto.


Planta de armas abandonada…

– Si puedes compartirlo, ¿qué encontraste exactamente en esos archivos? – preguntóRoll a su contacto. Él por su parte continuó, mientras la sensación en su pecho indicaba que se estaba acercando más a la fuente de la presencia que sintió.

– Mayormente esquemas para diseños de mecaniloides. – respondió Ray B. – Algunos son de armas removibles, nada demasiado usual. Por supuesto, las modificaciones siempre son una posibilidad, especialmente ahora que el elemento humano del plan de Sigma ya no sirve a ningún propósito.

Roll se quedó callada por unos momentos. – Fujiwara ciertamente nos dejó teniendo que lidiar con muchos de sus… inventos.

– Y aun así, no hablas tan mal de él como lo haces de Wily. – observó Ray B. – ¿A qué se debe?

– ¿Me creerías si digo que tengo una mejor opinión del primero que del segundo?

– No, pero es claro que podrías tolerar a uno comparado con el otro. – dijo Ray B. – Incluso con mucho de lo que dices que no recuerdas, tienes suficientes memorias para formar una conclusión basada en tu percepción y experiencias.

¿Y tú no tienes tu propia opinión de ellos?

Ray B. se quedó en silencio al principio, pero terminó respondiendo. Esa niña y su maldita manera de averiguar. O más bien, supuso que debería llamarla "mujer" ahora, aunque seguía siendo casi igual que antes. Si era así, ¿cuánto de ella quedaba? ¿Era ésta "Roll" con la que hablaba la misma niña de antes, o acaso la robot ya no existía más?

¿Era ésta la marca de separación entre lo que solía ser antes, y lo que era ahora, una creación que no entendía del todo? ¿Acaso recordaba cómo casi murió a manos de él? Una memoria que él todavía odiaba, pero también fue donde la vio por primera vez hacer todo lo que podía, pese a su papel como mucama. Alguien que se enfrentaría a la muerte cara a cara si Rock estaba en peligro.

Aunque ya no había más Rock, sólo estaba X.

Sólo X. Y sólo ella, hasta donde ella lo sabía. Realmente, la hermana mayor y el hermano menor eran los únicos trabajos registrados y reconocidos del Dr. Thomas Light que supuestamente seguían existiendo en el mundo presente.

Aunque había una cosa que todavía tenía curiosidad, en relación a ella. – ¿Puedo preguntarte algo?

– Oh, bueno, supongo que sí. No veo por qué no. – replicóRoll.

Ray B. se mordió el labio y suspiró, preguntándose si no sería demasiado intrusivo. Pero necesitaba saberlo, aunque no fuese por su propio bien. Quizás lo negara hasta el cielo, pero era igual de terca que Rock cuando se trataba de pelear para mantener el concepto de lo que consideraban correcto.

No quería que ocurriera una repetición de lo que sucedió la primera y última vez que la vio en su forma original, nunca más.

– El nombre "Bass", ¿significa algo para ti?


En el escondite de Goldminer…

Muy bien, ya tenía que estar acercándose al niño bonito. Goldminer acomodó su postura para navegar mejor entre la pila de piedras preciosas y otros tesoros que había acumulado, mientras seguía acercándose a la fuente del humo presente que se emitía detrás de una esquina a poca distancia de allí. Cierto, la posibilidad de que Zero potencialmente esperando al Maverick le vino a la mente, pero si el Hunter realmente estaba dañado, entonces Goldminer sería un tonto por no tomar su oportunidad.

Por supuesto, al darse la vuelta en una esquina, se dio cuenta que ambas conclusiones estaban equivocadas, y que la verdad era mucho peor de su lado.

– ¡NOOOO!

¿Qué demonios…?

Terminando con el último de su pequeño "hallazgo" respecto a coger prestadas algunas cosas, Zero se dio la vuelta para encontrarse a Goldminer de rodillas y sujetándose el casco por algo aparentemente muy malo. Sin embargo, al espiar por la esquina para ver por sí mismo, Zero encontró la verdadera razón, y le resultó completamente imposible de creer.

– ¡No, maldito bastardo rubio! – gritaba Goldminer, sujetándose su cara enmascarada. – ¡Hijo de perra, lo destruiste!

La fuente del repentino enojo del Maverick provenía de unas cuantas barras de oro derretidas. Zero se dio cuenta que, mientras mantenía su buster cargado en caso de que su agresor volviera a aproximarse a él, estaría preparado. Desafortunadamente, esto tuvo el efecto inesperado de que el cañón de metal en su arma se calentó de más, y sin quererlo derritió el precioso metal.

El Hunter rubio se quedó casi sin habla. – Sabes, si se derrite así de fácil, probablemente ni siquiera sea oro de verdad. – dijo en voz alta, inmediatamente captando la atención de Goldminer.

A pesar de las gafas que ocultaban sus ojos de la vista, claramente el otro reploide estaba totalmente lívido. – ¡Los otros no habrían sabido eso, tarado! – bramó con rabia. – ¡Ellos creerían que era real! ¡Ese era el punto! ¡Ahora sabrán que es falso!

El rubio se quedó perplejo. – Espera un minuto. ¿Quieres decir que todo lo que hay en este lugar es falso? – Goldminer se quedó en silencio por unos momentos, pero su falta de respuesta fue todo lo que Zero necesitaba. – ¡Entonces estabas protegiendo una pila de falsificaciones inútiles!

– ¡Cállate! – rugió Goldminer, disparando su pistola en la dirección de Zero.

El Hunter rojo esquivó rápidamente el disparo, y al ver cómo se reflejaba en la superficie de unas cuantas gemas cercanas, se dio cuenta que el Maverick lo había hecho quedar como un tonto todo este tiempo. Cierto, el disparo que recibió antes fue real, pero si su propio buster parcialmente cargado podía derretir el oro falso, entonces Goldminer no estaba yendo con todo lo que tenía.

– ¡No me importa si no es real! ¡Para mí es lo suficiente!

Zero sólo resopló, ocultándose en una esquina cercana, rodeado por un montón de piedras brillantes y falsas. Cargando su buster de nuevo, otra vez probó su cañón recalentado contra la superficie de las rocas, descubriendo que algunos de ellos cedían ante el calor, pero otros pocos parecían no ser afectados.

– Hm. – El Hunter rojo murmuró, observando la herida en su pecho, que seguía descubierta. – Tal vez algo de lo que hay en la pila de este sujeto sea genuino después de todo.

Si podía tomar ventaja del reflejo que proyectaba la pistola de energía de Goldminer, tal vez podría usar su herida abierta como un escudo.


Planta abandonada de armas…

– … ¿Bass?

– … sí. ¿Te suena de algo? – le preguntó Ray B. – ¿O significa algo para ti?

Hubo un período de quietud entre los dos, mientras los pasos de la otra máquina servían como el único ruido de fondo disponible.

– Bass… – repitió Roll. – Sí, creo que he escuchado ese nombre en alguna parte. Aunque… – hizo una ligera pausa. – Creo que sólo es eso, un nombre. Yo… no logro ponerle encima una cara.

Ray B. al principio no dijo nada.

– Está bien. – le aseguró. – Considerando cómo terminaste siendo lo que eres ahora, probablemente sea mejor que no lo recuerdes. Especialmente ya que tu cuerpo anterior fue prácticamente partido a la mitad.

Él ya tenía experiencia con eso gracias al hacha de King, un golpe que lo dejó fuera de comisión durante la mayor parte del viaje de Mega Man y Bass. Posiblemente la primera vez que ese robot sirvió como un aliado para ellos.

– ¿Qué dijiste?

– Nada. – respondió la otra máquina. – Está bien, no es nada de lo que debas preocuparte ahora mismo.

– Lo dices como si no sonaras muy seguro.

– No te preocupes. – le dijo Ray B. – Ya me estoy acercando a la fuente de la energía allá abajo. Está justo adelante.

– Ten cuidado. – alertóRoll a su contacto, esperando a medias que sus palabras le persuadieran a darse la vuelta y regresar al cuartel general por lo que tenía.

Aun así, pese a sus propios deseos, se dio cuenta hacía tiempo que este tal Ray B., por bien intencionado que hubiera sido, parecía tener su propia manera de hacer las cosas, un plan de acción independiente que nadie excepto él mismo conocía.

– "Él era así, ¿verdad?" – pensó para sí misma. – "¿Blues? ¿O acaso era Break Man? ¿Proto Man?"

O, mientras continuaba considerando al misterioso androide que conoció entonces y el que conocía ahora, otra figura se formó en sus pensamientos, una silueta de rojo con una bufanda dorada que se parecía a Rock transformado en una máquina más alta con hombreras prominentes y un casco de forma única que le recordaba a una cobra abriendo su capucha para intimidación.

Y aun así, en la memoria que acababa de recibir, rota como estaba en pedazos, el robot de ojos rojos y con pintura de guerra no era la fuente de su dolor y desesperación.


200Xun año tras la invasión de los Stardroides…

Estaba sentada allí, acurrucada en la esquina del último escondite de Wily, que parecía ser un laboratorio desolado que apenas se mantenía en pie, con el omnipresente calor y aire árido lentamente desgastando sus cimientos.

– Bueno, una vez más parece que me serviste de utilidad. – dijo con desdén el anciano calvo, secándose la frente para quitarse algo del sudor que chorreaba por su piel. Su preciada creación, aquel a quien hizo para ser el rival de su hermano, Rock, y el autoproclamado mayor logro del propio Wily, sólo permaneció en el umbral de la puerta, de espaldas a la escena que tenía lugar. – Por supuesto, tus habilidades para limpiar y barrer probablemente no te harán ningún bien ahora.

Roll apretó sus puños, y el recordatorio de lo fácil que fue capturada continuaba haciéndola sentir vergüenza.

– ¡No tienes corazón! – le gritó en la cara a su captor. – ¡Rock te salvó la vida, salvó al mundo y también a ti! ¡Blues murió por proteger a este planeta! ¡Varios de tus propios robots han muerto! – Sus ojos frustrados y llenos de lágrimas se voltearon hacia Bass. – ¡Y tú, tú también ayudaste a salvar al mundo! ¡Trabajaste con Rock, no en su contra! ¡¿No recuerdas cuando King…?!

– Es inútil, pequeña. – la interrumpió Wily. – Con todo, le daré a tu delincuente de hermano mayor puntos por su simple existencia, por mucho que haya resultado una molestia. – Sonrió con malicia. – Sabes, yo fui el que insistió en pintarlo de rojo en lugar de azul como Thomas quería al principio.

Sus ojos se voltearon hacia Bass, y su sonrisa se desvaneció por un momento.

– Creo que ya he salido de mi fase de vestir de negro. – continuó, antes de voltear a ver a Roll. – Un color tan fuerte como el fuego, rojo como la sangre. – Hizo una mueca burlona al ver el vestido dañado de ella. – No le queda a los debiluchos insignificantes como tú.

– ¡NO soy insignificante! – protestó Roll. – ¡Ciertamente lo hes he dado a la gente y a las máquinas en mi vida mucho más de lo que tú has hecho toda tu vida!

– ¿En qué? ¿Cuidar de la casa? ¿Lavar los platos? ¿Airear la ropa vieja de tu creador? – cuestionó Wily, y suspiró. – No. Ustedes las máquinas, nunca podrían entenderlo.

¿Entender qué? – preguntó Roll. – ¿Qué hay que entender? ¿Aparte del hecho de que claramente no has aprendido nada sobre gratitud y buena voluntad?

El anciano calvo se quedó en silencio por un momento, pero sólo por un momento, ya que lo que le dolieron sus palabras pronto hizo lugar y motivación para responderle con rabia. – Por el contrario, lo entiendo muy bien. De hecho, cuando tu hermano llegue aquí, ¡podrá ver a dónde llevó su generosidad!

El anciano rápidamente se giró para ver a su creación, el robot con armadura oscura que parecía un adolescente mayor, cuyos rasgos irradiaban una rabia que apenas ocultaba.

– Bass. – dijo Wily, pasando frente a la máquina y deteniéndose en el umbral de la puerta, de espaldas a su rehén. Luego dijo con indiferencia: – Ya no me sirve de nada. Mátala.

Y dicho esto, se fue.

Esta historia continuará…

Chapter 57: Contacto perdido

Chapter Text

– Muy bien, ¿dónde estás, bastardo rubio? – siseaba el Maverick mientras buscaba alrededor con sus ojos cubiertos, todavía maldiciendo al Hunter rojo por atreverse a insultar y mancillar su pila de tesoros. Cierto, él mismo lo guio aquí, ¡pero sólo porque lo había acorralado! ¡Pero entonces el maldito Hunter tuvo que exponer que casi todo lo que tenía era falso!

Igual como iba a presentárselo todo a Sigma en persona él mismo.

Apretando el agarre en su arma, Goldminer rápidamente se giró al oír sonidos de piedras y metal moviéndose, divisando una combinación en particular de artículos aparentemente iridiscentes de sus archivos: una piedra triangular en una frente, y un par de orbes verdes situados debajo de esta, horizontalmente paralelos entre sí.

– ¡Ahí estás! – declaró el Maverick, disparando repetidamente hacia las piedras, y su arma rápidamente destruyó los cimientos atravesándolas, haciendo que se derrumbaran.

Pese a que no poseía una boca física, el antiguo criminal sonrió mentalmente de triunfo ante sus propios disparos, acercándose para encontrar que, para su decepción, sólo había destruido algunas de sus propias gemas. O al menos, las réplicas.

– ¿Sabes cómo aprendí a distinguir los reales de los falsos?

Al escuchar la voz familiar, Goldminer se dio la vuelta, para encontrarse con otras dos muestras en las manos del Hunter, una gema en cada mano.

– Estas absorben y reflejan la luz como minerales sacados del carbón reales. Sin embargo… – Zero levantó la mano izquierda, con la que sostenía un rubí que emitía un resplandor aparentemente iridiscente desde su interior. – Se supone que deben ser capaces de soportar altas temperaturas, y ya que la luz viaja, bueno, a la velocidad de la luz, yo diría que lo que hay adentro es calor.

– ¡Ya sé lo que es! – gritó Goldminer, apuntándole con su pistola. – ¡Nadie más necesita saber eso!

Le disparó, y Zero arrojó una de las piedras brillantes frente a él, y el disparo causó una ligera explosión a raíz de que el calor contenido dentro de ella ahora tenía una vía de escape. Los fragmentos salieron volando hacia afuera, golpeando a Goldminer en el visor, rompiéndole la superficie y desorientándolo lo suficiente para permitirle al Hunter rojo asestarle un golpe certero. Al retroceder, el Maverick perdió su agarre, y al darse cuenta que se le había caído, inmediatamente trató de recuperar su arma. Desafortunadamente, un disparo bien medido cortesía de su oponente alejó el arma de su alcance, y el Hunter rojo ahora estaba de pie encima de Goldminer, con sus gemas de la frente y el pecho todavía en su lugar.

– No puedo dejar que te vayas de aquí sabiendo eso. – gruñó Goldminer, aunque no se atrevía a hacer un movimiento. – ¡No saldrás de aquí con vida!

– No tengo ningún interés en tu colección, o como sea que la llames. – señaló Zero. – Más bien, por lo que veo, la mayoría de lo que hay aquí no tendría ningún valor.

– ¡Fueron creadas a partir de muestras reales que encontré! – protestó Goldminer. – ¡Son tan reales como las verdaderas! ¡Incluso más, de cierta manera!

El Hunter no entendía la necesidad del otro reploide por estas cosas. – ¿Por qué te importa tanto todo esto? ¡No son reales!

– ¡Nadie necesita saber eso! ¡De hecho, JAMÁS lo habrían sabido!

– Entonces tu fortuna sería una completa mentira, no que eso te hiciera ningún bien de todos modos.

– ¡Eso lo dices tú! – exclamó Goldminer. – ¡Esto resolvería todo! ¡Yo estaría por encima de todos los demás reploides en esta maldita isla! ¡Diablos, incluso podría considerarme por encima del consejo con todo esto!

– ¿Todo por un montón de rocas brillantes? – cuestionó Zero sarcásticamente.

– Los humanos les dan valor. – replicó Goldminer. – Y aquellos que saben cómo jugar el juego de los humanos saben que eso es todo lo que importa. Las cosas que los de mi especie valoran están más en el departamento de Sigma, pero estas serán útiles para llegar allí.

– ¿Y cómo harás eso?

Goldminer comenzó a formar palabras, pero antes que pudiera hablar, un disparo directo desde atrás, de un arma de alto calibre le atravesó por detrás del casco, saliendo por el frente y llevándose con él una buena porción de su CPU física.

– ¡¿Qué diablos?! – exclamó Zero, rápidamente quitándose del camino cuando el ahora sin vida cuerpo de Goldminer se desplomó, teniendo algunos espasmos eléctricos que urgían a su ahora inexistente conciencia a moverse, registrando el daño recibido.

Girándose, vio un destello en la oscuridad distante, y no perdió tiempo en apartarse, justo cuando vio otro disparo atravesar a Goldminer en el núcleo, provocando una verdadera explosión que prendió todo el lugar en llamas, enviando fuego y humo a todas partes. Las numerosas copias y duplicados de las gemas y metales raros lentamente fueron sucumbiendo al calor condensado y concentrado. Zero vio el destello de nuevo y planeó moverse, sólo para darse cuenta que el sujeto que disparó aparentemente apuntó hacia la entrada de la pequeña caverna. Lanzó una diminuta bomba hacia la abertura, causando que varias rocas se desencajaran y cayeran, sellando el único medio de escape del Hunter rubio.

Al menos, para salir rápidamente.

Eso no lo mataría.

No, ir a buscar una pelea con él sería estúpido, y por bizarro que sonase, ahora estaba ejerciendo precaución. No se atrevía a enfrentarse a Zero, al menos no ahora, en terreno donde no estaba familiarizado, pero aun así no podía permitir que el Hunter rojo se interpusiera en su camino.

Esto sólo lo retrasaría un poco, lo suficiente para que pudiera llegar con su verdadero objetivo, aunque sólo podía esperar que no hubiese encontrado aquella cápsula que Armadillo tenía oculta. La información de Goldminer en relación a esa pequeña pieza de datos era la única razón por la cual había vivido tanto tiempo, y ese patético criminal había sido privado del espacio secreto para guardar su tesoro. Por lo tanto, tenía que conformarse con la parte inferior de la mina.

Un punto en el cual el asesino de Goldminer tendría que ascender, ya que el que realmente estaba buscando se encontraba en la cima del área.


Escondite de Wily, tiempo atrás…

Sus ojos rojos se giraron para verla, mientras ella se arrimaba contra la pared, con sus ojos azules girando alrededor en busca de algún lugar para esconderse. Cualquier intento de defenderse de él sería inútil, a lo mucho serviría para ganarle tiempo, por limitado que fuese.

Las órdenes que recibió eran claras, la palabra de Wily era absoluta para todas sus máquinas. Y aun así… Roll no pudo evitar darse cuenta que Bass se estaba tomando su tiempo en acabar con ella. Ni siquiera había hecho un movimiento para acercarse, lo cual para alguien tan sanguinario y deseoso de pelear como él era inusual, pues parecía no tener interés en hacer lo que le ordenaron.

Al menos, una pequeña porción de Roll esperaba creer eso, pero el robot negro y dorado dio un paso al frente, agarrándola de la muñeca gracias a su velocidad superior, pero en lugar de lanzarla al suelo o al otro lado del cuarto, simplemente su asesino se la llevó arrastrando.

– ¡H-Hey! – protestó ella. Aparentemente le estaba perdonando la vida, pero ahora su mundo acababa de ser arrojado en un mar imposible de predecir. – ¡¿Qué crees que estás…?!

– Guarda silencio. – murmuró Bass, cuyos ojos potenciados escaneaban el área. – Todavía sigue rondando por aquí en alguna parte.

La rubia se quedó totalmente callada, inmediatamente haciendo una nota mental de las precauciones poco características del otro robot. Aun así no pudo evitar preguntarle: – … ¿quién?

Bass bajó la mirada por un momento, los ojos rubí se encontraron con los aguamarina antes de morderse el labio. – El mayor error del viejo.


Planta de armas abandonada, tiempo presente…

– Y hasta donde sé, eso es todo lo que puedo recordar por el momento. – le respondió, y él a su vez le contestó con un corto período de silencio antes de volver a hablar.

– ¿Y nada más después de eso? – cuestionó Ray B., con su curiosidad aumentando, pero él se recordaba a sí mismo no ponerse muy avaricioso.

– Aparte de eso, no. – dijoRoll. – Sin embargo, con esto, me topé con una nueva pregunta.

– ¿Y esa cuál sería? – inquirió su contacto.

– ¿Por qué razón Bass decidió no acabarme allí?

Ray B. volvió a ponerse a quedarse en silencio, antes de hablar por unos momentos. – … Bueno, ¿qué opinas personalmente al respecto? ¿Cuál es tu teoría sobre su comportamiento?

Roll no estaba segura de cómo responder, cuyo prospecto de lo que le pusieron en frente no era exactamente algo para lo que estuviera preparada. Aun así, si tuviera que ser honesta, no era que realmente no tuviese una respuesta, aunque quizás una sola respuesta no sería la forma correcta de dar a entender lo que tenía que decir.

– Cualquiera que fuera su motivación, puedo al menos estar segura de que Rock tuvo algo que ver con ello.

– Muy probablemente. – admitió Ray B. – Aunque, me sorprende que no estés saltando a defenderlo. Defendiste a Break Man a pesar de todo el mal que te hizo especialmente.

– Ese robot no era malvado. – declaróRoll. – Él era… diferente. Y, debo admitirlo, nunca lo entendí del todo. Pero él tuvo una vida diferente comparado con Rock y conmigo. Las cosas fueron increíblemente diferentes. Además, eventualmente se dio cuenta que Rock no fue hecho para reemplazarlo, e incluso salvó a Kalinka cuando ni siquiera Rock sabía que estaba perdida.

Ray B. se detuvo de nuevo. Se preguntaba si debería proceder con esto, si tal vez estaba cruzando los límites de nuevo, pero necesitaba saberlo. Aunque no fuese por el bien de ella más tarde. – ¿Y qué sucedió después?

– ¿Qué quieres decir? – preguntóRoll.

Más silencio. Había llegado hasta este punto, así que planeaba ir todo el camino. Aun así, los eventos particulares en su mente eran siempre difíciles de revisitar.

– …los Dark Men.

Roll abrió los labios para hablar, pero en última instancia se quedó sin habla por el sonido de un bajo pero fuerte zumbido que provenía desde su comunicador. – ¿R-Ray B.?

Ray B. no respondió al principio, pero el sonido de unas pisadas le alertó que todavía seguía allí. – Si ese es tu consenso sobre ese en particular, ¿cuál es el que tienes sobre el reemplazo de Wily?

Aunque no necesariamente le gustara el término "reemplazo" siendo usado para describir a Blues, el propio Ray B. aparentemente tenía un ligero sentido de animosidad hacia la máquina gris y roja, al menos podía responderle a su pregunta en relación a Bass.

– ... Supongo que las condiciones que llevaron a mi resurgencia en este nuevo siglo me han dejado con algunos… nuevos métodos de pensamiento. – respondió Roll.

Ray B. arqueó una ceja debajo de su visor.

– ¿En qué sentido? Por muy avanzadas que fueran las habilidades de programación del Dr. Light, todas sus máquinas después de la primera les fueron impuestas un notable número de… restricciones a comparación de él. – Se llevó la mano hacia el pecho. – A pesar del defecto que cargaba consigo.

– ... Eso jamás pude entenderlo sobre él antes. – confesó ella. – Pero ahora, creo que sí lo entiendo. Ahora que yo… – Hizo una pequeña pausa. – Lo que él se temía, que lo cambiaran si lo operaban, creo que ya entiendo ese miedo en cierto sentido. El porqué nunca aceptó la oferta del Dr. Light de repararlo. La confianza nunca fue el problema. El problema siempre fue la incertidumbre de lo que podría pasar.

Ray B. continuó, pero seguía conversando con su "navegadora" en cierto sentido. – ¿Y esa incertidumbre sería…?

– ... de si al despertar seguiría siendo el mismo de antes. – respondió Roll. – Aunque fuera casi imperceptible en el mejor de los casos, cada vez que Roll iba por reparaciones… no podía evitar preguntarme lo mismo. Incluso si el Dr. Light hizo todo bien, y jamás falló, siempre estaba ese pensamiento, esa posibilidad. – Se detuvo por un momento. – Que cuando Rock despertase, ya no sería el mismo de antes.

El androide encapotado siguió escuchando, asintiendo con la cabeza. – Y tu… transición ¿te ha ayudado a darte cuenta de esto? – le preguntó a Roll.

– Más o menos, supongo. – admitió. – Aunque… tal vez siempre haya estado, esta… sensación de…

– ... ¿insatisfacción?

– Hm, tal vez eso sea en parte. – dijo ella. – Aunque, creo que podría ser más que eso.

– ¿Hm?

– Antes de ser reconstruida como un reploide, al menos en nombre. Cuando Rock eligió dejar que le hicieran ajustes para convertirse en Mega Man, yo… – Se preguntaba cuál sería la forma apropiada para articular esto. – Sentí miedo de los peligros que sabía que tendría que afrontar, pero al mismo tiempo…

– Querías contribuir de alguna manera también, ¿o no?

– ... sí. – respondió ella. – ...siempre.

– Lo sabía. – murmuró Ray B. entre dientes, por suerte lo suficientemente bajo para que Roll no pudiera registrarlo. – Pero tengo curiosidad. Si siempre quisiste hacer más, ¿qué diferencia hay ahora? ¿Acaso simplemente respetabas los deseos del Dr. Light de no verte involucrada?

Roll se quedó callada, pero finalmente admitió: – ...bueno, quizás. Pero, la verdad más sencilla es que, aunque recuerdo sus palabras en relación a que no quería el mismo futuro de Rock para mí… – volvió a detenerse – ...fue algo que… me encontré deseando en realidad. Pero ahora, a pesar de mis supuestas mejoras a comparación de cuando era pequeña, esa parte de mí aún permanece. De hecho… creo que ahora incluso la quiero más.

Antes que ninguno de los dos pudiese hablar, Ray B. se congeló donde estaba, sintiendo como si se hundiera en lo profundo del espacio donde la gema descansaba en su pecho. La gema de ella. La gema que ahora contenía el alma que ella había forjado de él en secreto. Había sido destrozada por Mars, pero la suficiente de ella había sobrevivido, contenida en el triángulo de topacio que una vez descansó en el pecho de ella.

Era todo lo que quedaba de ella ahora. Y una de las pocas cosas en las que podía confiar.

Dando un paso al frente, el robot se encontró dentro de una sala de construcción aislada, con algunas máquinas ensambladoras aún presentes, pero apenas había espacio suficiente para acomodar tal vez de diez a quince de ellas en líneas rectas y paralelas, y cada mesa tenía algún tipo de arma peligrosa o proyectil siendo ensamblado.

Pero lo que más atrajo a Ray B. fue la silueta masiva que colgaba de la pared del norte, con aspecto de haber sido una presa cazada recientemente y colgada en un gancho de carnicería para ser procesada más tarde. Le dio la vuelta para ponerse frente al mecaniloide que colgaba, observando a la inmóvil y silenciosa máquina, todavía sin estar totalmente seguro de lo que se suponía que fuera.

De repente, un par de enormes ojos le devolvieron la mirada, penetrando a través del grueso visor del otro robot.

– ¿Ray B.? – La voz de Roll le llamó, pero sus palabras comenzaron a ahogarse por los ruidos de activaciones de la maquinaria, que comenzó a ponerse en marcha de nuevo. – Ray B., ¿qué está sucediendo allá? ¡¿Ray B.?!

Ray B. a su vez no dijo nada, observando cómo cada una de las mesas de operaciones se levantaba y se ponía en funcionamiento, con los taladros y soldadores eléctricos apuntando en su dirección. No se atrevió a mirar atrás, pero la presencia que había estado registrando, ahora se daba cuenta de dónde provenía: de los ojos de la enorme máquina que ahora estaba poseyendo y bañaba a toda la habitación en una luz violeta muy brillante.

– ¡¿Ray B.?!

La comunicación entre ambos se había cortado.


Cámara de Armadillo…

– Entonces, ¿eso es todo? ¿Simplemente me llevarás como prisionero? – cuestionó el mamífero de bandas a su adversario. El reploide azul y blanco simplemente cruzó los brazos, con las esposas de estasis todavía en sus manos.

El pequeño Met simplemente se quedó allí, aunque comenzó a notar algo de movimiento en la distancia.

– Una vez que los otros tengan acceso a los niveles superiores, serán libres de sacarte del hielo. – le dijo X a Armadillo. Luego levantó las esposas para que las viera bien. – Es allí donde podré utilizar esto contigo.

El Maverick ahora sin armadura resopló como respuesta.

– Refunfuña todo lo que quieras, pero ya tomé mi decisión. – le dijo. – Si el vencedor puede decidir qué hace con el perdedor, entonces esta es mi decisión.

El reploide violeta suspiró. – No puedo entenderte. Sigo sin comprender cómo tú puedes ser tan diferente de nosotros.

X levantó una ceja. – ¿Qué quieres decir?

– Acabo de contarte cómo se extinguieron nuestros ancestros, cómo es que mi derrota es crucial para que puedas vencer a Sigma eventualmente, pero todavía te rehúsas a tomar las acciones que son necesarias. – gruñó Armadillo. – Creí que estabas mejor equipado para actuar con lógica que eso, X.

El Hunter de ojos verdes se mordió el labio. – Tenemos que mantener la paz. Eso no tiene por qué incluir apilar cadáveres.

– ¿Por qué? ¿Cuántos mecaniloides no tuviste más opción que destruir sin piedad?

X se quedó en silencio.

– Esto es una guerra, tonto. – resopló el antiguo Hunter. – Las bajas fatales son inevitables. Y habrá bajas que tú tuviste que provocar, ya sea que quisieras o no.

– Entonces encontraré otra manera. – replicó el más pequeño de los dos reploides.

– No podemos sobrevivir en este mundo juntos. – respondió Armadillo.

– ¿Por qué nadie por aquí parece pensar que podríamos…?

– ¡No, no me refiero a nosotros! – interrumpió Armadillo a X, que se quedó callado. Cerró sus ojos por un momento. – Aunque, eso también es verdad. No hay forma de cambiarlo. No… estoy hablando de lo que en última instancia fue la raíz del retiro de los robots y las acciones del comandante en este momento.

– ¿Y eso sería?

– Ya lo sabes. – dijo Armadillo. – Es lo que tú y tu creador fallaron en reconocer, lo que hizo que tu predecesor fuese destruido.

– ¿Predecesor? ¿Quieres decir Rock?

– ¿Quién más? – El mamífero bajó su cabeza, la única porción de su cuerpo que podía mover. – Él también creía en esa mentira sentimental que su padre le inculcó. Pero, en última instancia, también cayó presa de su falsedad.

– ¿Y cuál es esa falsedad?

Armored Armadillo volvió su atención a X, fijando sus propios ojos en los del Hunter más pequeño. – Que el hombre y la máquina pueden coexistir en el mismo mundo, sin eventualmente destruirse uno al otro.


Cuartel general subterráneo de los Hunters…

– ¡¿Ray B.?! ¡¿Ray B.?! – llamaba Roll, tratando de recuperar su contacto, y atrayendo algunas miradas.

– Esto no es bueno. – oyó decir a alguien detrás de ella, y se giró para ver a Ai parada encima de ella desde su asiento. – Hemos perdido todas las conexiones con esa porción de Abel City en este momento.

– ¿Qué? – cuestionó Roll, perpleja. – ¿Desde cuándo pasó esto? ¿Y cómo?

– Ahí sé tanto como tú. – replicó la otra rubia. – Pero desde que Sigma inició su campaña, varios lugares han quedado fuera de los límites hasta que empezamos a entrar en ellos y recuperar el control.

– ¿Y qué hay de Ray B.? – preguntó Roll, claramente preocupada.

Ai suspiró. – En este momento, nuestras manos están llenas con lo que está pasando en las Minas de Zalts. Por el momento, estará por su cuenta.

Cuando la llamaron, la navegadora roja y blanca se alejó de la reploide con un lazo, ardiendo a su vez de preocupación por el robot al que estaba ayudando a guiar, pero también por su hermano menor que estaba allá afuera lidiando con los Mavericks en el susodicho sitio.

Aun así, si bien no estaba ciega a los problemas de X, su mente estaba volando debido a las preguntas que recibió en relación a Bass. La máquina negra y dorada realmente no había estado en sus pensamientos realmente hasta ahora. Lo que había pasado después que ella se la llevó para escapar seguía en blanco, pero la siguiente memoria disponible era en última instancia aquella donde todo terminó la primera vez.

La figura de rojo había visto a Mega Man, y todo lo que ella sabía era que no podía permitir que su hermano cayera en las manos de ese monstruo.


Cámara de Armadillo…

– ¿Así que crees que es imposible? – preguntó X.

– ¿Acaso el retiro y los eventos actuales no son prueba suficiente? – preguntó Armadillo. – Aunque estés en desacuerdo con la visión y métodos de Sigma, él ya ha puesto su mente en el futuro. Y ha visto la verdad que más nadie está dispuesto a aceptar.

– ¿Por qué tiene que ser así el futuro? – inquirió X. – ¿Es que la posibilidad de que los humanos hayan evolucionado desde entonces nunca se te ha ocurrido?

– Tú asumes que pueden hacerlo.

– El Dr. Light es responsable por todos nosotros, ¿o no? Y tuvo su tiempo un siglo antes de la era actual.

– Y su destructivo rival se alzó con el poder durante ese tiempo también, y jamás habría llegado lejos de no ser por la propia estupidez de Light. – Armadillo volvió a redirigir su atención hacia X. – Su deseo constante de mejorar al mundo fue lo que lo puso en peligro varias veces.

– Wily era su amigo, alguien a quien conocía desde hacía años, décadas. – argumentó X. – Y también se ha perdido mucho de lo que sucedió entre sus conflictos. ¿Por qué no querría que terminase?

El Maverick resopló con burla. – Entonces, ¿es esa tu meta, Maverick Hunter? ¿Quieres ser igual a tu hermano mayor? ¿Un héroe?

X se mordió el labio, desviando la mirada por un momento. – … Yo nací para hacer del mundo un lugar mejor.

– No, naciste para cumplir con tus directivas, y dichas directivas incluyen esa arma que tienes allí. – respondió Armadillo. – Y tu directiva en este momento dicta que debes destruir a Sigma y todo lo que planea hacer.

– Pero…

De repente, el Met vio que las sombras empezaban a moverse de nuevo, y un pequeño destello en la distancia. Empezó a hablar, pero sus palabras fueron cortadas cuando un disparo de energía lo atravesó por el medio, partiendo a la mitad a la pequeña máquina ante los ojos de X y Armored Armadillo. Las dos secciones partidas del Met se convulsionaron y parpadearon por un par de segundos antes de quedarse totalmente inertes, con los circuitos y cables expuestos todavía echando chispas.

– ¡¿Qué demo…?! – X se giró rápidamente hacia donde antes estaba el Met, pero antes de poder hacer nada, el ruido de hielo agrietándose llegó a sus audio-receptores. Instintivamente levantó su buster para protegerse a sí mismo.

… aún con todo lo que había dicho antes, seguía viéndose forzado a desenfundar su arma.

Pero, para su sorpresa, no sería para utilizarla en contra de Armadillo.

– ¡Cuidado! – le advirtió el mamífero de bandas a su antiguo compañero, finalmente liberándose de la prisión fría y confinada de hielo donde su enemigo lo había encerrado. Pero ya estaba demasiado débil, y sabía que no le quedaba energía.

Con la poca que aún tenía, podía al menos hacer esto.

El Maverick saltó hacia X, logrando empujarlo hacia atrás. Pero en los siguientes momentos, X se dio cuenta que este no era un gesto de agresión, ya que en el mismo lugar donde antes estaba parado, otro disparo pasó volando, el mismo que había matado al Met apenas un momento antes. El disparo atravesó la gema roja en la cabeza de Armadillo, cuya superficie se agrietó y sus componentes internos comenzaron desesperadamente a tratar de evaluar el daño recibido. Sus sistemas no llegaron a ese punto, ya que el disparo forzó a Armadillo a desplomarse en el suelo sobre su estómago, dejando su espalda sin armadura a la vista.

Se quedó inmóvil y en silencio igual que el Met, y sus ojos se tornaron vacíos y muertos, lo que significaba que todo dentro de él había cesado sus funciones.

Con los ojos muy abiertos, X se giró en la dirección de donde vinieron los disparos, e inmediatamente vio una figura en la distancia. Había una muy familiar coraza violeta sobre su armadura protectora, y un enorme cañón sobre su hombro que apuntaba hacia él.

– Bang.

Esta historia continuará…

Chapter 58: Desprecios

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Se movió, y X recibió un recordatorio de la impresionante velocidad y agilidad del antiguo Hunter, cubriendo la distancia entre ambos en poco tiempo y esfuerzo. Con un poderoso salto de frente, Vile aterrizó en el lado opuesto de X, observando al otro reploide con considerable desdén.

Al menos, eso fue lo que asumió el Hunter azul. Los rasgos de Vile seguían ocultos debajo de su casco y las placas faciales.

– Lo sabía. – se burló, y sus ojos ocultos examinaron el cadáver recién caído de Armadillo. – Se pasó todo este tiempo quejándose de tu falta de progreso, pero ni siquiera él era capaz de hacer lo necesario en el momento de la verdad. – El reploide de color violeta giró su atención hacia X. – Y a juzgar por el hecho de que estás aquí, asumo que ya encontraste la cápsula.

X no le respondió, pero su silencio fue respuesta más que suficiente.

– Maldición. – siseó Vile. – Debí imaginarme que la guardaría en un lugar como este…

El Hunter azul se había quedado casi sin habla. Casi, ya que apenas tuvo suficiente fuerza para decir una sola cosa. – … ¿eso es todo?

– ¿Eh? – Vile ladeó su cabeza.

– ¿Eso es todo lo que tienes que decir? – dijo X, cuyos ojos verdes observaban a los caídos, Armadillo y el Met. – Acabas de asesinar a uno de tus propios aliados de tu sistema de apoyo, ¿y lo único que se te ocurre preguntar es dónde guardaba un tesoro secreto?

– Oh, ya deja esa basura. – se burló el ex-hunter violeta. – Ambos sabemos exactamente de lo que hablo, así que no te molestes en fingir que no lo sabes. Lo que me lleva a mi pregunta: ¿dónde está?

El otro reploide apretó sus labios. – … En este momento, está fuera de tu alcance. Aunque apenas tengo alguna idea de lo que es.

– Pero es de "él", ¿verdad? El hombre que te creó, el Dr. Light, ¿no? – cuestionó Vile. X no le respondió, pero su silencio fue suficiente. Vile dio un paso al frente. – Entonces eso es todo lo que importa. Ahora entrégamelo.

– ¿Q-qué? – El Hunter azul apenas podía creer lo que escuchaba.

– ¿Acaso Armadillo te golpeó demasiadas veces la cabeza? – Vile señaló en dirección a la otra máquina. – Te dije que, lo que estaba oculto allí dentro, lo que encontraste, es mío ahora.

X todavía seguía sin entender del todo a donde querría llegar Vile. Cierto, entendió que ese "Entrégamelo" se refería a la mejora que recibió de la cápsula del Dr. Light, pero ¿cómo esperaba Vile que él le concediera dicha petición? No que él fuese a acceder de buena gana, pero X concluyó que su antiguo aliado ni siquiera consideraría su respuesta de todos modos.

Dicho eso, sí tenía una respuesta que darle. – No.

– ¿No?

– No hay forma de que deje algo como eso en tus manos. – dijo X. – Además, aunque quisiera entregarte lo que recibí, no tengo idea de cómo hacerlo en primer lugar.

Vile se rio, y empezó a apuntar con el cañón de su hombro en dirección a X. – Por desgracia para ti, no me importa un maldito cuerno tu aprobación o la de nadie.

Dicho eso le disparó, forzand agacharse para evadir y forzándolo a ponerse a cubierto tras unas rocas cercanas. Vile siguió gritando mientras continuaba descargando disparos contra él.

– En cuanto a esa nueva habilidad especial que conseguiste, ¡te la voy a arrancar de tu CPU! – prometió en voz alta. – ¡Cuando estés MUERTO!

El viaje desde el fondo de este lugar hasta la parte superior llevaría tiempo, eso lo sabía. Era imposible acelerar más, incluso si conocía la estructura de la mina. Aun así, pese a todo, Zero no pudo evitar seguir presionándose a seguir adelante, escalando más y más alto, para con algo de suerte ganar algo de tracción.

Zero siguió subiendo, esperando que al menos X se mantuviera lo bastante vigilante para cuidar de sí mismo, aunque dudaba que fuera a disparar cuando fuera necesario, incluso contra Armadillo. Una parte de él suspiraba de frustración, y la mitad de él quería estrangular al reploide azul por su constante tendencia a dudar, pero para hacer eso, primero necesitaba que X se mantuviera con vida. Así que continuó con su viaje hacia arriba, todo el rato comenzando a sospechar quién fue el que lo atrapó en las profundidades de la mina en primer lugar.

– ¡No podrás esconderte para siempre, cobarde! – rugió Vile, mientras seguía disparándole a su objetivo escondido, destruyendo y erradicando toda la roca que lo rodeaba a su paso. – ¡Sólo uno de nosotros saldrá con vida de este lugar, y por los mil demonios no vas a ser tú!

En ese momento, si no intentaba hacer algo rápido, la promesa de Vile probablemente se convertiría en realidad. Aun así, por ahora, lo mejor que X podía hacer era tratar de cubrirse y rodear para ponerse detrás de su agresor, pero el fuego continuo hacía que la acción fuese casi imposible, ya que el ex-Hunter tenía cubiertos ambos lados de la barrera rocosa, impidiéndole retirarse por cualquier dirección.

Aun así, independientemente de ello, ambos sabían que la ráfaga de municiones y explosiones no durarían para siempre, lo cual quedó demostrado unos pocos minutos después cuando el cañón en el hombro de Vile finalmente cesó de disparar balas, emitiendo un zumbido bajo desde el arma que indicaba que seguía operativa, pero necesitaba más combustible.

– Hm. Le dije a Fujiwara que incrementara la salida de munición. – señaló el reploide de armadura púrpura.

Eso ya no importaba, viendo que el hombre ya estaba muerto, y su cuerpo probablemente fue destazado por peces carnívoros en algún lugar en el fondo del océano, pero Vile recordó expresar su insatisfacción con el científico humano en relación a su querida artillería. Pero el director de ciencia japonés se rehusó a hacerle más alteraciones, diciéndole algo de que la munición seguía siendo experimental y de naturaleza potencialmente volátil, sin mencionar que vaciar una cantidad tan masiva en tan poco tiempo era considerado un desperdicio. Así, cada cinturón era construido con una cantidad específica, tanto por precauciones de seguridad como para evitar que el arma fuera potencialmente a sobrecargarse debido a la alta energía liberada con cada disparo del cañón. Vile una vez más lamentaba las restricciones, pero podría hacer mejoras un poco más tarde.

Con Fujiwara fuera del camino, este bebé era suyo. Y nadie volvería a restringirlo.

Aun así, primero lo primero: obtener esa mejora que X había recibido de la cápsula. Aproximándose al conjunto de rocas dañadas que había quedado reducido mayormente a ser partido por la mitad en este punto, Vile espió alrededor de la cocina para no encontrarse a nadie a la vista.

– ¿Qué demo…? – se preguntó en voz alta, mirando para ver si había algún rastro o señal de azul o blanco, examinando con cuidado el pequeño espacio, pero se encontró sin ver nada ni a nadie.

Al menos, no al principio.

*¡CLICK!*

Un sonido agudo de un mecanismo cerrándose le llegó a sus audio receptores. Vile estuvo a punto de darse la vuelta hasta que se dio cuenta que sus muñecas habían sido sujetadas, aunque aún algo separadas, y sus brazos eran restringidos detrás de su espalda por un par de esposas de estasis que su oponente planeaba usar antes con Armadillo.

– Tú… – murmuró Vile, perplejo por las acciones de su adversario, pero la sorpresa no duró casi nada, ya que una rabia ardiente pronto se apoderó de él. – ¡Bastardo cobarde! ¡Ni siquiera puedes terminar el trabajo! ¡No me extraña que no lo hayas terminado en la carretera!

X no le respondió, sólo se quedó mirando a Vile, aunque seguía vigilando sus movimientos con cautela. Podría haberse hecho cargo de sus brazos, pero sus piernas seguían libres.

– ¿El hecho de que ambos somos parte de la misma causa no significa nada para ti? – cuestionó el Maverick Hunter a su antiguo aliado. Aunque estaba estirando mucho la verdad. Siendo honesto, aunque lamentable, al parecer él y Vile nunca podrían establecer una conexión más allá de la hostilidad. – ¿No significa nada para cualquiera que se haya ido con Sigma?

Vile sólo resopló como respuesta, girando su cabeza como si la imagen del propio X le causara repulsión a la otra máquina. X suspiró.

– Armadillo me contó sobre el retiro de los robots. – le dijo. – Me lo dijo antes que tú…

– Oh, ¿así que lo sabía? – Esta pequeña pieza de información pareció intrigar al ex-hunter violeta. – ¿Cuánto te dijo?

– Lo suficiente para hacerme una idea general de lo que pasó, más o menos. – respondió X. – Sé que, acorde con los registros oficiales, supuestamente no quedan otros robots del año 20XX que existan en esta época.

– Tú realmente no crees eso, ¿verdad? – cuestionó Vile. – ¿No crees que todos ellos se hayan ido?

X se mordió el labio. La verdad, no podía decirlo, pero aunque pareciera un poco extraño hasta cierto punto, empezó a hacerse algunas preguntas desde que una figura en particular se hizo notar durante la misión para recuperar la planta de energía.

– Bueno, de cualquier manera, no haría diferencia. – se burló el otro reploide. – En esencia eso demuestra lo que ya hemos sabido todo el tiempo, y entre más pronto te des cuenta de esto, mejor.

– ¿Que nosotros y la humanidad no podemos sobrevivir juntos? – cuestionó X.

– Eso también, pero hay más. – respondió Vile. – El retiro demostró que esos primates tomarán represalias en el instante que crean que nosotros PODRÍAMOS cruzar alguna línea, a pesar de que las circunstancias las crearon ellos mismos. No pudieron defenderse en ese entonces. Nosotros no tenemos esa restricción. Sigma demostró eso con Fujiwara.

– ¡¿Y la violencia tiene que ser la respuesta a resolver este problema?! – cuestionó X, cada vez más frustrado. – ¡¿No fue la violencia lo que casi resultó en que toda la raza de los robots fuese erradicada?!

– ¡Ellos no habrían muerto si hubieran podido actuar en contra de su programación inicial! – le espetó Vile. X no pudo decir nada. – Este es el curso natural de las cosas, tú grandísimo idiota ingenuo. – Un compartimiento se abrió en su rodilla derecha, revelando el barril plateado de un arma. – No es diferente de ninguna otra criatura viviente. ¡O evolucionas, o mueres!

La pistola oculta incrustada en su rodilla disparó, golpeando directamente a X en la pierna izquierda, atravesando la superficie hasta el otro lado y haciendo trizas una roca de tamaño mediano en el extremo opuesto. El reploide azul gritó de dolor, inmediatamente sintiendo que parte de su movilidad se veía comprometida por el daño recibido, pero aún podía moverse lo bastante bien. Vile disparó de nuevo, forzand ocultarse detrás de más barreras rocosas, aunque estos refugios fueron solo temporales debido a que la otra máquina no cesaba en absoluto, y siguió gastando sus reservas hasta que su rodilla derecha quedó prácticamente vacía de munición.

Desde su escondite, X miró su buster, y en efecto tenía la sensación de que no había más opción que utilizarlo. No había más opción que abatir a disparos a un antiguo aliado, pero había recibido daño, y el Met desafortunadamente había sido despachado, junto con Armadillo.

¿Tenía que añadir a otro a la pila de muertos, aunque se tratara de alguien como Vile?

Un disparo muy cercano hizo mella en su mejilla, sacándolo de su estupor y trayéndolo de vuelta a la acción. X finalmente lanzó un disparo desde su buster, aunque fue uno con apenas suficiente fuerza detrás de él para causar algún efecto. Como esperaba, la ráfaga amarilla de plasma impactó en el cañón de la rodilla de Vile, y la energía envió ondas de choque a través del cuerpo parcialmente atado del Maverick violeta. El ex-Hunter intentó volver a disparar otra vez, sólo para darse cuenta que las reservas en su rodilla se habían agotado.

No importaba, todavía tenía la otra rodilla para hacerlo…

Pero antes de que pudiera abrir el compartimiento, sintió una presencia alzándose sobre él, y al mirar atrás, alcanzó a ver un destello rojo en el último segundo antes que lo siguiera un brillo dorado, que salió disparado hacia el Maverick y fallando apenas por mínima distancia. Saltando hacia atrás, Vile se percató que ya no estaba solo, sino que el maldito Demonio Rojo acababa de hacer notar su presencia. Luego de unos minutos de silencio, Vile en última instancia decidió que las posibilidades no estaban ya a su favor, y lamentablemente esto tendría que esperar para otra ocasión.

Huyendo en carrera, Vile se escapó dirigiéndose hacia los túneles y cavernas de la mina, permitiéndole a X salir de su escondite, aunque lo que se encontró fue la imagen de un Zero que se veía poco complacido, con los labios apretados y los ojos muy entrecerrados con decepción.


Cuartel general subterráneo de los Maverick Hunters…

– ¿Y eso fue todo? – cuestionó Ai. – ¿Se fue así sin más?

Signas asintió, entregándole el disco a la navegadora rubia, que empezó a examinarlo visualmente. – Estaba cojeando un poco, pero no dejó que ninguno de nosotros lo tocara. – explicó el oficial de armadura oscura. – Personalmente yo no lo creía, pero se fue antes que pudiéramos llamar al escuadrón médico.

– Entonces está evitando activamente las reparaciones, ¿eh? – se preguntó Ai en voz alta. – ¿El Comandante Zero está seguro de que no tiene conexión con Sigma de ninguna forma?

– Aún no se lo he preguntado. – admitió Signas. – Sin embargo, no hay pruebas definitivas para confirmar o negar nada. Hasta donde sabemos, este sujeto llamado B. sólo revelará lo que quiere, y cuando quiera hacerlo.

La rubia se quedó pensativa, mientras continuaba observando el disco que el Hunter había recibido afuera en la ciudad. – Bueno, si continúa rehusándose a recibir reparaciones, entonces lo mejor será no dejar que su eventual sacrificio sea en vano, ¿verdad?

Con eso, se fue a examinar la información que contenía el disco, y Signas la siguió. Sin embargo, ninguno de los dos tenía idea de que su intercambio de noticias había sido escuchado por alguien más fuera de su vista.

Roll salió de detrás de la esquina y suspiró, mordiéndose el labio ya que estas noticias servían tanto para consolarla como para preocuparla. El hecho de que el disco había sido entregado le daba el consuelo de que Ray B. se encontraba bien. Por supuesto, el alivio que sintió no duró mucho al escuchar que también rechazaba recibir tratamiento, muy probablemente para ocultar algún daño al no llamar la atención.

– "Suena como alguien que conozco." – pensó Roll para sí misma antes de pausar. – "… Bueno, que solía conocer."

Negó con su cabeza, regañándose a sí misma por irse por la tangente. Cierto, las memorias recientes que mencionaban su muerte no eran agradables, pero tenía que reconocerlas. Blues querría que ella siguiera adelante, igual que Rock.

Por su hermano menor.

– ¡Todavía no puedo creer que hayas dejado que te emboscara!

– ¡Estaba logrando razonar con Armadillo antes que Vile decidiera intervenir!

– ¿Hm? – ¿Qué sido eso?

– ¡Razonar nada! ¡Él habría acabado contigo en el segundo que se rompió ese hielo, y lo sabes!

– ¡¿Qué pruebas tienes de que lo habría hecho?!

– ¡¿Qué pruebas tienes tú de que NO LO HABRÍA HECHO?!

Ese era X, y por lo que sonaba, alguien más. Alguien bastante furioso que al parecer desquitaba su ira en el reploide azul. Siguiendo la fuente del ruido, la máquina con coleta atravesó las puertas metálicas para encontrarse con Firefly dándole un golpe en la cara a su hermano, con tanta fuerza que le volteó la cabeza a X ligeramente hacia un lado.

– ¡¿Qué crees que estás…?! – protestó Roll, a punto de correr hacia la defensa de X, pero una mano le agarró por el brazo izquierdo, deteniéndola en seco. Al mirar abajo, vio que A-1 era quien la había sujetado, negando con su cabeza en desaprobación. – Pero… – empezó a decir, pero el navegador más pequeño la interrumpió.

– Órdenes del Comandante. Tienes permitido ayudar en nuestros esfuerzos, pero debes mantenerte fuera de los asuntos que involucren a X. – le explicó el pequeño reploide.

Roll se mordió el labio, observando mientras Firefly y X continuaban su pleito verbal entre ellos.

– ¡Y esa es la razón por la cual Vile logró capitalizar en tu error! – le gritó Firefly, con las frustraciones llegándole al límite. – ¡El hecho de que Armadillo haya intentado salvarte de Vile no sirve de prueba definitiva de nada! ¡Diablos, si no hubieras estado perdiendo tiempo hablando, quizás Vile no te habría emboscado en primer lugar!

X se quedó callado, con la mente a mil por hora intentando pensar en qué podría decirle. Pero antes de poder conjurar nada, el motociclista verde continuó.

– ¡Y luego ahí vas y apenas lo tocas! ¡Por lo que escuché, salió huyendo en el segundo en que Zero llegó allí! – reportó Firefly. – ¿Te has olvidado de todo lo que ha hecho? ¿Cómo nos traicionó? ¿Cómo participó en el asedio en el cuartel general? ¿Cómo los arrojó a ti y a Zero en una jaula luego que no te atreviste a jalar el gatillo contra Sigma?

X no dijo nada, pero las palabras de su camarada se sentían como si un montón de dagas afiladas y ardientes le apuñalaran lentamente en el pecho.

– Y eso sin mencionar que él quizás ni siquiera sería un problema, si te hubieras ocupado de él en la carretera. – añadió el otro Hunter. – Donde Zero tuvo que salvarte. Otra vez.

Los labios del reploide azul temblaron, pero rápidamente se apretaron de nuevo. – ¿Y qué querías que hiciera? ¿No darle a nadie la oportunidad de ver la razón? ¿Dispararles sin más como si nada?

– ¡¿En qué crees que estamos metidos?! ¡¿En un simple desacuerdo entre los mandamases?! ¡Estamos en medio de una guerra no sólo por la supervivencia de los humanos, sino la nuestra! – le gritó Firefly. – ¡Estamos completamente aislados de la tierra principal, y Sigma ha lanzado una advertencia de que más nos vale ni siquiera intentarlo! – Hizo una pausa. – Aunque todavía no ha dicho nada sobre el intento de los humanos con el faro de la isla, a pesar de todo.

El silencio cayó entre X y Firefly, Roll y A-1 seguían observando, el segundo seguía debatiéndose entre quedarse callado y dar su propia opinión. Principalmente que el Hunter verde debería controlar donde ponía sus manos.

– Llegué un poco tarde, pero justo a tiempo para ver a Sting Chameleon jugueteando con lo que pensé que era el cuerpo sin vida de Ai. – respondió el motociclista. – El bastardo se escapó antes de recibir daños serios, pero yo la cargué. Estaba inmóvil, me temía lo peor. – Firefly apretó sus puños. – Tuvo suerte. Más que otros, como Blu. Ya hemos perdido a muchos Hunters y personal… y amigos. – Se mordió el labio. – Pero esa etiqueta ya no se aplica a todos. Recuerda eso.

Con eso, el Hunter verde se marchó, y la conversación de la casi muerte de Ai le dio al motociclista el repentino deseo de ir a buscar a la rubia.

Corrección, a la otra rubia.

– Discúlpenme. – dijo Firefly, abriéndose paso entre Roll y A-1 y saliendo hacia el corredor detrás de ellos. – Escuché que nuestro más nuevo contacto nos dio algo de información vital.

Dicho eso se marchó, y Roll giró su atención hacia su hermano menor.

– X… – dijo de nuevo, alargando la mano, pero el reploide azul se dio la vuelta, marchándose en la dirección opuesta, de nuevo alejándose de ella.

– Vámonos. – dijo A-1. – Probablemente deberíamos estar revisando lo que tu contacto le entregó a Signas.

– Pero…

– Si vas a trabajar con nosotros, es mejor que recuerdes que el deber va primero. – le dijo el navegador más pequeño. – Órdenes del Comandante.

– ... claro, por supuesto.

Ella se marchó con el reploide más pequeño, aunque reacia, esperando al menos poder conversar con su hermano menor más tarde.

– Bueno, ¿qué opinas? – le preguntó Firefly a Ai, que continuaba observando los numerosos archivos que Ray B. había copiado en el disco, cuyos contenidos aparecían en un enorme monitor.

– Por cómo se ven las cosas, casi todos los proyectos en los que el Dr. Fujiwara colaboró con los Maverick Hunters está aquí dentro. – dijo la rubia de coleta y armadura roja, mientras continuaba pasando los archivos, escaneando con sus ojos azules cada uno, planeando revisarlos detenidamente más tarde. – Todo, desde los planos del Mole Borer hasta el Thunder Slimer. Aunque hay algunos de estos que no logro exactamente reconocer.

– ¿A qué te refieres? – inquirió A-1, acercándose al otro lado de Ai.

– Bueno, miren esta unidad de aquí. – les explicó, sacando un archivo en particular para que los tres lo vieran. Los esquemas en pantalla desplegaban lo que parecía ser una figura delgada diseñada con la forma de un canino de orejas puntiagudas. – Según las notas de producción, estos drones K-9 estaban destinados a ser producidos en masa para detectar lecturas inusuales, quizás para rastrear un incidente Maverick a punto de ocurrir antes que sucediera.

– Suena a que serían útiles. – observó Firefly. Para ser honesto, el esquema hacía ver bastante geniales a estas cosas. – ¿Por qué nunca fueron terminados?

– Según los registros, sólo se produjo un modelo. – le informó Ai al Hunter verde. – Estaba por presentarse, pero la fecha de pruebas estaba programada para el 13 de julio.

– Ya mucho después del día de la independencia. – añadió A-1. Ai asintió sombríamente en respuesta.

– Aun así, hay algo que sigo sin entender. – dijo la rubia pasándose a otros archivos. – Acorde con lo que nos reportó Signas, nuestro contacto obtuvo esta información de la fábrica abandonada en las afueras de la ciudad.

– ¿En ese lugar? – cuestionó Firefly. – Pero si no ha sido utilizado en años.

– Exacto. – confirmó Ai. – Lo cual trae la pregunta de qué fue exactamente lo que lastimó a nuestro contacto allí dentro, dado que Signas también reportó que claramente intentaba ocultar el daño que sufrió.

– ¿Y no fue a recibir reparaciones? – inquirió A-1.

– Acorde con Signas, no. De hecho, se rehusó por completo. – respondió la rubia. – Es un tipo muy raro.

Al fondo de la habitación, igual que antes, Roll se encontraba de pie, observando en silencio y registrando toda la conversación. No entendía del todo, pero sabía lo suficiente. Una parte de ella se preguntaba, si no estuvieran tan cortos de personal, ¿la habrían aceptado, mucho menos la habrían dejado contribuir de alguna forma?

Aun así, todavía se sentía igual que antes: espiando por la esquina, cualquier cosa que supiera venía de la información que alcanzó a captar escuchando las conversaciones de otros. Técnicamente no fue "invitada" aquí para ver los contenidos del disco, pero la escena de la que fue testigo antes no le ayudó a aliviar la prevalente sensación de impotencia que consumía todo su mundo.

Impotencia. Igual que en su vida anterior.

Pero… ¿no se suponía que este era el futuro? ¿El tiempo cuando las cosas cambiarían sin importar qué? Eventualmente, por grande o pequeño que fuese, siempre habría algún cambio. Y aun así, ¿por qué todavía se sentía como si estuviera estancada?

Aunque Roll era más que consciente de las condiciones que rodeaban el desarrollo y mejoras que recibió X, no podía evitar sentirse algo abandonada. Pero de nuevo, lo que fuera que pasó para que el mundo estuviera como estaba cuando fue reactivada significaba que probablemente ella no estaba destinada a terminar donde fue eventualmente encontrada. Aún después de todo este tiempo, seguía sin saber cómo terminó allí abajo.

Cierto, técnicamente recibió algunos cambios, específicamente en su apariencia, pero su fragilidad seguía presente. Especialmente ahora, considerando que su cuerpo estaba mayormente compuesto de metal de chatarra pulido, Cierto, técnicamente había recibido algunos cambios, más específicamente en su apariencia, pero su fragilidad seguía presente. Especialmente ahora, considerando que su cuerpo estaba mayormente compuesto de metal de chatarra que recibió una nueva capa de pintura. Y francamente si tenía que ser honesta, si cualquiera supiera de lo que estaba hecha, probablemente haría ver a Junk Man muchísimo más presentable.

– Hey, tú. – habló una voz de repente, captando la atención de la rubia. Era Firefly. – Eres… la hermana de X, ¿correcto?

– Así es. – respondió ella. – ¿Qué pasa?

– ¿Tienes algo que hacer ahora mismo? – preguntó el Hunter verde.

– Por el momento, creo que no. – replicó Roll con honestidad.

– Si ese es el caso, tal vez haya algo que podrías hacer por nosotros. – le dijo él.

Esta historia continuará…

Chapter 59: Tomando pasos

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Algo más.

¿Acaso no se había dado cuenta de que ella había estado esencialmente haciendo esta tarea desde que comenzó esta terrible guerra?

Aun así, mientras Roll se abría paso hacia donde estaban los dos humanos, no pudo evitar preguntarse si quizás esta sensación de debilidad e impotencia se traduciría a ellos también.

De cierto modo, quizás no debería sentirse frustrada por su propia situación, dado lo que habían pasado ellos dos, especialmente Kenichi. Por lo que había averiguado, el niño no había interactuado con nadie excepto por Chiyo, y eso ya de por sí era limitado. Era casi como si el niño se hubiese convertido en un fantasma.

Finalmente llegó a la puerta, y la reploide rubia ingresó, encontrándose con la silueta de un pequeño niño inconsciente en el pequeño catre que estaba colocado contra la pared. Pero el de al lado se encontraba totalmente vacío.


En otra parte…

El sol comenzaba a ponerse, y los cielos pintaban una armonía de tonos rosas y naranjas con pequeñas manchas púrpura. El disco dorado en el horizonte contrastaba con los azules de su propia armadura. Sabía que tal vez debería estar adentro en lugar de afuera, pero, para su propia vergüenza, X necesitaba un momento para sí mismo, aunque no estuviera tan lejos.

La respuesta de Firefly a lo que ocurrió en las Minas de Zalts todavía resonaba dentro de él, aunque ya habían pasado horas desde entonces. Para ser honesto, si bien estaba realmente frustrado, no estaba dirigiéndolo hacia el Hunter verde. Más bien, tal vez esa breve respuesta física era lo que necesitaba. Y aun así, tenía sus dudas.

– …ninguna fuerza en la Tierra… – repitió X. La advertencia que le había dado su cápsula había resurgido de nuevo. Si acaso lo hiciera, si tomaba el camino que todos le decían que tomara, ¿significaría eso que…?

– ¿Cuál fuerza en la Tierra?

Desde atrás, se venía acercando una figura. X se dio la vuelta y medio se esperaba que fuese Roll, o incluso Trinity. Pero, en lugar de ellas, aunque esta compañía inesperada era una chica, todos los componentes que la conformaban carecían de metal.

Cada parte de ella era orgánica.


200X...

Bueno, otra tarea completada. Ahora podía agregar "secuestro" a su constantemente en crecimiento lista de crímenes, y este había sido hecho en contra de una niña indefensa e ingenua de nueve años.

– En el segundo en que eso se escape, se acabó. – murmuró entre dientes, viendo la residencia LaLinde, al igual que la miembro de la familia, justo en frente de él. – Ella no lo hará. Ha dejado claro que ya nunca más quiere volver a verte.

Eso fue lo que se dijo a sí mismo. Y honestamente no podía culparla.

Aun así, si hubiera otra manera, lo haría. Si había otro método para recibir lo que estaba buscando, eso era todo lo que necesitaba. No iba a pedir nada más en su vida.

Porque, después de esto, planeaba que este fuese el último crimen que cometería para Albert Wily.


Tiempo presente…

Sus ojos verdes se fijaron en los de ella, de color marrón oscuro. La humana se detuvo a pocos metros del reploide azul, que había cambiado de vuelta a su cuerpo totalmente azul normal.

– ¿Qué estás haciendo aquí afuera? – cuestionó X, que no se esperaba ver a la joven, pero sentía genuina curiosidad por lo que hacía aquí fuera.

– ¿Acaso me impusieron una restricción a mis movimientos aquí? – inquirió Chiyo encogiéndose de hombros. – No me sorprendería si fue Roll quien decidió aplicarla.

– No que yo sepa. – respondió X. – Aunque tal vez no deberías estar aquí. No es seguro para alguien como tú.

La chica japonesa levantó una ceja, pero pareció ligeramente divertida.

– ¿Alguien como yo? – Miró a X inquisitiva. – Ah, ya veo.

– No, quise decir que… – X trató de decir algo, pero terminó deteniéndose. – Bueno, es que… tú eres… mucho más frágil que yo, por decirlo de alguna manera. – le explicó, aunque luego se dio cuenta que podría haberlo elegido mejor. En ese momento, él estaba tratando de sonar lo menos ofensivo posible. – Es muy peligroso aquí afuera a campo abierto para ti.

Su respuesta, para sorpresa del reploide, pareció dejar perpleja a la humana. – … Creí que estabas refiriéndote a mi padre. – le respondió. – Pero… sí, ese sería un factor importante también. Sólo asumí que ibas inmediatamente a conectarme con el hombre que causó la mitad de esto.

– ¿Por qué iba a hacer esto? – preguntó X.

– ¿Por qué no lo harías? – replicó ella. – Parece ser un consenso muy común entre todos los demás. – Miró hacia la entrada del cuartel general subterráneo, el edificio sobre el cual X estaba parado se alzaba frente a la verdadera estructura. – Nadie dice nada, pero yo puedo verlo. Creen que porque soy humana no soy capaz de leerlos. – Resopló ligeramente, con un ligero deje de veneno en su voz. – No soy más que un animal ignorante.

– Eso no es verdad. – protestó X.

– Homo sapiens, técnicamente ellos tienen razón. – replicó la humana. – Pero aun así, no tiene sentido mentir al respecto. No puedes negar que mi padre tampoco era tu persona favorita.

El Hunter azul se mordió el labio. – …no, no lo era. – confestó X. – Sin embargo, tampoco se merecía lo que le ocurrió.

Otra vez, esta respuesta pareció dejar perpleja a Chiyo. – ... ¿y por qué dices eso? – inquirió. – Desde cierta perspectiva, podría decirse que obtuvo exactamente lo que se merecía.

– Tú realmente no crees eso. – respondió X. – No te voy a mentir, probablemente haya quienes lo crean, pero yo no soy uno de ellos.

Chiyo se quedó pensando en sus siguientes palabras, recordando algunos detalles que escuchó antes.

– Es cierto, te rehusaste a dispararle a Vile en las minas, ¿verdad? – le preguntó. X se quedó en silencio, y la humana tomó la oportunidad de continuar.

Y trataste de razonar con Armadillo, aunque él se rehusaba a dejar de obedecer a los ideales de Sigma. – X de nuevo se quedó en silencio, pero sólo porque ella lo dejó sin habla.

– ¿En serio planeas salvar también a Sigma? – le preguntó. – ¿En serio crees que sólo es una víctima de este supuesto virus que los teóricos de la conspiración dicen que es la raíz del surgimiento de los Mavericks en primer lugar? – Se detuvo por un momento, ya que el recuerdo seguía muy fresco en su mente, aunque ya había transcurrido casi una semana. – ¿O acaso asesinó a mi padre y a tus camaradas a sangre fría para forjar un mejor camino hacia donde él se siente en el trono?

– ... de eso todavía no estoy seguro. – respondió X. – A pesar de todo lo que ha pasado, no estoy seguro de si Sigma simplemente está infectado, o si sus acciones realmente son genuinas.

– ¿Quizás ambas cosas? – sugirió Chiyo. – Si este virus supuestamente nubla la mente de un reploide, entonces seguramente causará alteraciones de su comportamiento general. Como si fuese una forma de la rabia que afecta a los animales, de cierto modo.

Los ojos de X se ensancharon. – ...es decir, realmente crees que no hay alternativa. Que, de cualquier manera, él está condenado.

– ¿Por qué te importa eso? – cuestionó Chiyo. – ¿No se supone que es tu deber como Maverick Hunter literalmente perseguir a los individuos que causan desastres como este?

X no le respondió. Luego, las palabras que le dijo ella no sólo lo dejaron sin habla, sino que desmanteló todo lo que él intentaba mantener sellado.

– Siempre supe que había una razón por la que no te gustaban las pruebas que te obligaba a hacer mi padre, mucho menos las relacionadas al combate. – dijo Chiyo. – Cuando te descubrieron por primera vez, escuché que muchos te comparaban con el mismo Rock Light, y eso iba más allá de tu apariencia. Pero la verdad es, que ustedes dos son significativamente diferentes entre ustedes.

El reploide azul no entendió totalmente a dónde querría llegar con esto. O quizás sí lo hizo, pero no esperaba escucharlo de ella, de todas las personas.

– ¿Qué quieres decir? – le preguntó a pesar de todo.

– Tú y Mega Man podrían haber sido creados por las manos del mismo hombre. – continuó ella. – Pero las condiciones de cómo ustedes dos se convirtieron en Bombarderos Azules de cierta forma es el factor de elección. – Se detuvo por un momento. – O tal vez… ninguno de ustedes la tuvo en primer lugar.


200X…

– ¡Vamos! ¡Dijiste que vendrías!

Esa ciertamente no era ella. Pero él todavía no se acercaba, seguía esperando su oportunidad para hacer notar su presencia de una forma que no causara mucho alboroto. Con algo de suerte.

Escuchó mientras la conversación continuaba, las dos voces, una familiar y la otra no, hablándose entre sí de ida y vuelta.

– Te dije que te ayudaría en catalogar tus muestras de flores luego de haber contado la carga que trajimos desde la parte volcánica del país. – le respondió, con una voz monótona y no exactamente con emociones. – Y viendo que acaba de llegar, tengo que ir a ver si todo está en su lugar.

– Ah, ¡pero eso llevará demasiado tiempo! – se quejó la otra voz, femenina y claramente más alegre que la otra. ¿Acaso LaLinde le había construido una hermana?

– Llevará demasiado tiempo así como estamos. – respondió la primera voz. – Por eso debería empezar de una vez.

– ¡Pero ya tenemos muestras del Mediterráneo y de África! – argumentó la otra. – ¿Has visto algunas de estas flores de Grecia? ¡Tienen el nombre de una diosa!

– ¿Tu campo de experticia requiere que sebas sobre mitología antigua?

– Te sorprenderías, casi todo tiene nombres por algo que los humanos antiguos solían creer. Pero aun así, ¡sólo llevará un minuto!

– ¿Por qué quieres que yo venga? Las plantas y otros organismos biológicos no están en mis cualificaciones para mi función.

– ¡Aún puedes intentarlo! ¡Se supone que somos máquinas avanzadas capaces de aprender, después de todo!

– Mis deberes se encuentran con lo que está en la tierra. El tuyo está en lo que crece encima de ella. – Hizo una pausa, y a su vez él se asomó por la esquina para ver que ella estaba momentáneamente distraída por una abeja que se acercaba volando entre las dos robots. – Y lo que hace uso de esos especímenes en términos de nutrición y polinización.

Tempo estaba actualmente en su forma de Quake Woman, mientras que la otra androide con quien conversaba parecía ser una abeja hembra, o algún otro insecto amarillo volador, y su piel era ligeramente de complexión más clara que su supuesta hermana, y con una apariencia algo japonesa. La pequeña parecía divertida por la aparición de la abeja, y levantó su dedo blanco dejando que el insecto se posara en la punta. – Los humanos probablemente son mucho más nerviosos alrededor de ellas, pero estas niñas realmente no son tan malas.

– Entonces, te deseo una buena sesión de estudio con ellas, pero yo tengo que volver a trabajar. – respondió Quake Woman.

– Aw, ¿pero por qué no puedes al menos hacer una prueba con esto? ¡No lo entiendo! – se quejó la robot basada en un insecto.

– Yo fui construida para supervisión geológica y otros factores potenciales. No estoy segura de cómo es que no entiendes eso.

La chica insecto resopló, cruzando los brazos. – ¡Bien! ¡Entonces me iré con mi nueva amiga! – Le sacó la lengua y se fue dando saltitos. – Te queda bien la tierra, ya que eres un palo atascado en el lodo.

Quake Woman no respondió, simplemente volvió al camión que contenía las muestras que debía documentar. Aunque no pudo evitar que las palabras de la otra robot se repitieran en su mente.

– Ahora parece estarte yendo mejor, comparado a como estabas antes.

Ella se sobresaltó, girando su cabeza para ver a la máquina de rojo y gris, con una bufanda que le delataba envuelta alrededor de su garganta. Se quedó sin habla al principio, pero al poco rato encontró su voz de nuevo.

– ¿Oh? ¿Y por qué dirías eso? – cuestionó ella.

Break Man se dio la vuelta para encararla. – Porque es muy obvio que no estás feliz de verme.


Tiempo presente…

X se levantó de su lugar apoyado contra el borde del edificio, encarando a la humana directamente.

– ¿A qué te refieres con eso? – le preguntó, poniéndose, para su propia sorpresa, algo a la defensiva. – ¿Me estás diciendo que el Dr. Light no se preocupaba por sus creaciones? ¿Que solamente los veía cómo armas?

– No, para nada. – respondió Chiyo, negando con la cabeza. – Muy lejos de eso. Más bien, me imagino que Light era el tipo de persona que sólo querría utilizar cualquier tipo de violencia como último recurso. Sin embargo, – procedió a aclarar – la historia demuestra que Wily y todos sus demás enemigos subsiguientes siempre tomaban las medidas más extremas posibles.

X no estaba seguro de cómo responderle, pero en última instancia no pudo negar que era bien sabido que su creador, a pesar de su aversión a la destrucción y a utilizar sus armas como armas, había creado algunos de los robots de combate más avanzados e impresionantes en la historia.

– Aun así, es muy curioso. – dijo Chiyo. – Rock inició su vida como un robot asistente, mientras que a ti te instalaron tu buster presumiblemente durante tu construcción inicial.

– ... ¿como si estuviese destinado a utilizarlo? – cuestionó X. Chiyo asintió, quedándose callada por un rato antes de volver a hablarle.

– ¿Preferirías no tenerlo en absoluto?

El reploide azul miró su brazo. – … Es su creación. Sin él, me sentiría como si me faltara una parte que me dio.

– Pero no te gusta utilizarlo. – dijo ella. X no respondió. – Es simplemente un accesorio, aunque uno bastante útil.

– ...esencialmente, sí.

La humana se mordió el labio, evitando mirarlo por un momento. Quizás ya estaba cruzando algunos límites, pero los días que había pasado encerrada en la estructura subterránea eran por mucho más aislados de lo que sospechó inicialmente, incluso para alguien que no era tan "buena tratando con la gente", como diría Fumiko.

…Fumiko…

– ... ¿Cómo está él?

La pregunta de X sacó a Chiyo de sus pensamientos. La chica de pelo corto había desaparecido de su mente, pero su presencia todavía era fuerte.

– ¿Quién? – preguntó ella, aunque no le tomó mucho deducir de quién estaba hablando el reploide. – Oh… Kenichi… está… estable.

– ¿Estable cómo?

– Pasa la mayor parte del tiempo durmiendo, pero come cuando tiene hambre. – respondió Chiyo. – Fuera de eso… no hace mucho.

No era muy difícil deducir por qué. – Siento mucho lo que le pasó a su hermana, tu amiga. – replicó X. – Fumiko, ¿verdad?

Chiyo asintió. – Fue la que más me golpeó. – confesó. – Pero dudo que sea la única. Seguramente hubo muchos más humanos que no lo lograron.

– ¿Nos odias por eso? – cuestionó X. – Sigma era nuestro líder, después de todo. Ninguno de nosotros sospechaba nada relacionado a él hasta que fue demasiado tarde.

– Ten en cuenta, mi padre es tan culpable como él. – añadió la humana. – ¿O acaso todavía crees que tu líder es una víctima potencial de un virus hipotético?

X se quedó en silencio por un rato antes de responderle. – … de cualquier manera, ya las sentencias de todos parecen haber sido dictadas, no importan las circunstancias.

– ¿Tú crees que aquellos que desertaron están justificados en las atrocidades que han cometido?

– Para nada. – respondió X. – Pero de eso se trata. Todos ven una sola opción como la solución, pero no creo que eso serviría de nada.

Chiyo se quedó perpleja, sin estar totalmente segura de a dónde querría llegar X. Ciertamente, aunque ella no creía que fuese un simpatizante de los que ayudaron a asesinar a Fumiko, aún parecía estar muy reacio a hacerse cargo cuando era necesario. Incluso antes que los Mavericks se hicieran notar, ella había visto su actitud reacia a jalar el gatillo, como demostraron las primeras pruebas con mecaniloides programados.

– ¿Por qué?

X se dio la vuelta, mirando hacia el cielo, observando el sol poniente mientras continuaba hundiéndose más y más en el horizonte. – Porque es lo mismo que causó todos los problemas que ocurrieron durante la vida de mi creador.


200X , Las  Filipinas…

Sus ojos verdes se pusieron en rendijas, ocultando su rostro detrás de la tabla de notas que sostenía en sus manos. Break Man bajó su cabeza, sin necesitar recordarle demasiado para saber por qué estaba tan cautelosa con él.

– Lo siento. – dijo el Robot Master. No era exactamente un gran inicio, pero era la verdad. – Tienes todo el derecho de estar enojada. Sé que no fui… muy cortés la última vez que vine aquí.

– Cortés sería ser muy generosos. – respondió Quake Woman. – Abriste un agujero en el muro, y rompiste una foto. Si la Dra. LaLinde no hubiera estado allí, no puedo evitar preguntarme si mi cabeza habría sido añadida eventualmente a los daños colaterales.

– ¿Qué? – Break Man giró su cabeza para encararla. – ¡No, por supuesto que no! ¡Yo jamás habría…!

– Aunque nada de eso se compara a como tú ayudaste a QUEMAR la casa de tu propio creador.

– ¡Y-yo no lo hice! – protestó Break Man. – Quiero decir, sí estuve allí, pero…

– ¿Pero qué? – Quake Woman continuaba insistiéndole. – ¿Esta vez has venido de parte de Wily? ¿O por cuenta propia? Mejor aún, ¿qué pasará si me rehúso a cumplir tus peticiones?

– ¡Nada! ¡No sucederá nada! – le aseguró la otra máquina. – Yo… yo no… ¡no he venido aquí para lastimar a nadie! Yo… – Se agarró la cabeza entre las manos y empezó a gritar con desesperación. – ¡Lo siento! ¡De verdad lo siento! ¡No pensé que nada de esto sucedería! ¡Nunca quise que nada de esto sucediera en primer lugar!

La Robot Master con coletas se mordió el labio, conmocionada por el repenino arrebato, pero a diferencia de antes, su reacción no era de miedo. Duda y sospecha, sí, pero no de miedo.

– Yo sólo… ¡ya no sé a dónde más ir! – continuó Break Man. – Tú… ¡eres la única con quien he hablado de todo esto!

– Yo no lo consideraría como hablar. – señaló Quake Woman, cruzando los brazos. – Y la conclusión a la que llegaste es que no pude satisfacerte con mis propias respuestas.

El silencio cayó entre ambos. La androide de armadura verde y violeta estaba a punto de continuar, ya que le quedaban más de unas pocas palabras en su procesador que deseaba impartirle a su "invitado", pero su lengua estaba indispuesta a cooperar con ella, mientras la otra máquina se levantaba de su lugar encima de una muestra de rocas, con la cabeza gacha.

– Tienes razón, fue inútil venir aquí. – dijo él en una voz que no sonaba enojada ni triste. Más bien, era como si le hubiesen succionado toda la vida en ese momento. – Es inútil. Todo respecto a eso es inútil…

Empezó a alejarse caminando, incrementando la distancia entre él y la Robot Master de coletas, y estaba a punto de teletransportarse, con la intención de no volver más. Tal como ella se lo había pedido antes.

– ...espera.

¿Eso fue…? No, no podía ser. Ella no le pediría que volviera. Ella no. Aun así, no había nadie más que pudiera haberlo hecho.

Quake Woman se mordió el labio, preguntándose si se arrepentiría de lo que estaba por hacer. Aun así, al mismo tiempo, pese a su precaución, había unos cuantos factores en relación al regreso de Break Man que la tenían intrigada. Mayormente en relación a su presencia aquí en absoluto.

– ... ¿Qué es lo que quieres?

Break Man no estaba seguro de a qué se refería. – Yo… no tengo derecho de preguntar…

– De cierta manera, no, no lo tienes. – respondió ella. – Recuerdo haberte pedido yo misma que te fueras. Pero aun así, estás aquí. No sólo después de haber quemado los laboratorios de Light, sino después de haber sacado a Mega Man de los restos de la última fortaleza de Wily.

Break Man no respondió al principio, pero parecía sorprendido. – ¿Cómo es que…?

– Roll me lo contó. – le respondió ella. – Ver a Rock en persona hizo que fuera creíble. Sin embargo, eso me deja insegura de qué pensar sobre ti.

La máquina roja y gris evitó su mirada por un momento. – Yo… asumo que todavía me odias.

Quake Woman se quedó callada, con sus ojos yendo de ida y vuelta. Para ser honesta, ella misma no estaba totalmente segura de la respuesta. – ...en ese momento, eso es irrelevante. – le dijo. – Tú estás aquí por algo, no habrías venido de otra forma.

Break Man no le habló, sólo respondió con un asentimiento.

– Entonces, ¿qué te ha puesto tan desesperado para acudir a nosotras?


Tiempo presente…

– ¿Cuál problema? – inquirió Chiyo, sintiendo un poco del frío del atardecer en el aire a medida que el cielo se iba oscureciendo. X bajó la mirada.

– El mismo que comenzó cuando el Dr. Light creó a Blues. – le respondió. – Cuando los robots comenzaron a estar comercialmente disponibles. Cuando se implementó por primera vez el retiro.

La joven de pelo oscuro se le acercó más, uniéndose a X en el borde del edificio, con una ligera brisa agitando sus mechones. – Entonces, ¿cuál es ese problema, y cómo lo resuelves?

El reploide azul cerró sus ojos. Memorias que nunca había atestiguado, ni tampoco habían sido suyas, pero podía hacer más que sólo teorizar de lo que había ocurrido con exactitud durante el siglo que transcurrió antes de su despertar.

– Blues huyó del Dr. Light porque tenía miedo. – respondió X. – He escuchado de Roll algunas teorías sobre un defecto en su núcleo de energía, o también que simplemente no deseaba que tocaran sus sistemas.

– ¿Y cuáles son? – preguntó Chiyo.

– Lo único que sé es lo que Roll me contó, e incluso su memoria es un poco confusa en el mejor caso. – replicó X. – Pero de cualquier manera, la partida de Blues, aunque él no tuviese intención de lastimar a nadie, hizo que todos los demás tuvieran miedos. Así que eso puso todo el futuro de los robots en tela de juicio.

– ¿Cómo averiguaste todo esto?

– Armadillo me informó de lo que ocurrió afuera de Light y su familia. – aclaró X. – Antes de que Rock y Roll hubieran nacido, el gobierno de los Estados Unidos contrató a dos agentes para investigar reportes sobre un "niño muy 'peculiar" que debía ser tratado con extrema precaución. Por lo que me dijeron, él asumió que lo iban a traer de vuelta con Light para alterar sus sistemas permanentemente, así que mantuvo un bajo perfil y se movía constantemente para evitar quedar en su rango de visión. Aun así, sus pruebas fueron impresionantes para los financiadores, al igual que para varios oficiales de alto rango. Así, los robots todavía entrarían en producción.

– Bajo restricciones más fuertes, me imagino. – dedujo Chiyo.

– Correcto. – confirmó X. – Como sea, Light y Wily tuvieron su… desafortunada separación, Rock y Roll fueron construidos, y Wily hizo su primer intento de tomar el poder robándose las creaciones de su colega. – Suspiró, e hizo una pausa. – Esto, por supuesto, llevó a que Light y Rock tomaran sus propias represalias. Aunque tal vez tengas algo de razón. Él tampoco tenía elección realmente.


Año 200X, Las Filipinas…

– ¡Oh, pequeña bribona! – Una voz se hizo notar, cuya dueña literalmente vino volando entre Break Man y Quake Woman. – ¡No me habías dicho que tu novio vendría de visita!

Los ojos de la Robot Master se ensancharon, y su rostro se sonrojó al instante. – ¡C-claro que no! – protestó ella. – ¡Absolutamente no! ¡Apenas lo conozco!

– Ooooh, ¿entonces estás enamorada de un hombre misterioso? – se burló la androide con alas basada en un insecto, avergonzando aún más a la otra máquina. – Muy bien, hombre misterioso, ¿quién eres tú?

Break Man no estaba seguro de cómo responder. – Bueno… yo… no estoy muy seguro de eso.

La abeja suspiró. – Oh, grandioso, otro tipo melancólico y depresivo.

Notando su evidente confusión, Quake Woman decidió hacer las presentaciones, aunque más o menos porque ahora parecía que las cosas se habían escapado a su control. – Ella es LMN-002, también conocida como Vesper Woman.

– ¡Gusto en conocerte! – La mujer insecto hizo una pequeña reverencia como si se sujetara una falda.

– ¿LMN? – cuestionó Break Man. – ¿Es decir que LaLinde hizo otra robot?

– No exactamente. – replicó la destructora de rocas. – Antes que tú… bueno, antes que el Dr. Wily provocara ese incidente en los Laboratorios Light, el Dr. Light tenía un modelo sin terminar llamado "Honey Woman" que la Dra. LaLinde le quitó de las manos. Según ella, algo de interacción externa sería beneficioso para mi… desarrollo emocional.

¡Exacto! – intervino Vesper Woman, volando hacia la LMN que estaba más cerca de la tierra. – Entonces, ¿está funcionando? ¿Estás sintiendo algo?

Quake Woman entrecerró la mirada. – Fuera de una perplejidad y confusión general, y un ligero deje de fastidio, no.

Vesper Woman bajó su antena. – Wow, ustedes dos son perfectos una para la otra.

¿Q-qué?

– Mira. – intervino Break Man. – Siento mucho haber aparecido de improviso de esta forma. Sé que me dijiste que no volviera, pero tienes razón. Yo… estoy desesperado.

Y entonces, para sorpresa de ambas, el robot se quitó su casco rojo, todavía ocultando sus ojos con un par de gafas oscuras, pero esto era lo más que le habían visto la cara.

– ... tú… – susurró Quake Woman, aunque algo impulsivamente, ya que su relación fue más de shock. – Te pareces a…

– Tienes una apariencia de chico malo y pandillero. – observó Vesper Woman, Quake Woman a su vez permanecía en silencio. – No está mal.

¿De qué estaba hablando? De cualquier manera, Blues dejó todo eso de lado, aunque notó que Tempo todavía estaba con la mirada fija en él.

– La verdad es… necesito verificar algo. – les dijo.

– ¿Algo como qué? – cuestionó Quake Woman.

– Sólo una cosa. – respondió Blues. – Sólo una, y entonces me marcharé. Aunque, admito que… – suspiró – … no estoy seguro de si me queda mucho tiempo así como estoy.


Tiempo presente…

– Sí, todos esos incidentes han sido documentados y se conocen por todo el mundo. – le respondió la humana japonesa a su compañero robótico, que le había contado todo lo que le dijo Armadillo le había dicho sobre la historia de lo que ocurrió antes del tiempo de los reploides. – Pero no entiendo del todo lo que tiene que ver el hecho de que el prototipo del Dr. Light haya escapado con la eventual extinción de los de su especie.

– No es tanto que estén conectados, sino más bien que es parte de un efecto dominó continuo. – respondió X. – Cuando Wily estuvo involucrado, era muy simple para todos, había un tipo malvado y todo lo que sucedía era debido a la voluntad del hombre. De un solo hombre, pero el elemento humano seguía reinando supremo, ya que era la voluntad de Wily.

– Y la de Thomas, en cierto sentido. – añadió Chiyo. – Dos antiguos amigos eternamente en guerra, con sus hijos como sus soldados. – Entrecerró los ojos. – Ya fuera que a Thomas le gustara o no.

– ...exactamente. – X estuvo de acuerdo, por muy dolorosa que fuese esa verdad. – Continuó de esta forma por un tiempo, con Wily a la cabeza de manipulaciones y planes para hacerse con el poder, usando robots que había construido él mismo o robado de alguien más. Siempre había un humano al volante. – Hizo una pausa. – … hasta el Apagón Mundial.

La humana de cabello oscuro bajó la mirada. No había pasado mucho tiempo desde que los humanos de Abel City se tuvieron que enfrentar a algo como eso, de no ser porque lograron retomar el control de la planta de energía. Los generadores eventualmente se agotarían, dejando a todos en total oscuridad.

– Y entonces, no mucho después, un incidente relacionado a un robot supuestamente renegado llamado "King" se esparció por todo el mundo, trayendo a las máquinas y a la inteligencia artificial avanzada bajo escrutinio, incluso más de lo que ya estaban. – continuó X. – Y luego, a poco tiempo de eso, unos androides del espacio, que fueron atraídos por la fuente del apagón, vinieron a la Tierra. – Hizo otra pausa. – Varios robots perecieron en la resistencia contra ellos. Algunos eran de las filas de Light.

Chiyo se quedó en silencio, meditando sobre todo esto. Ciertamente, los eventos relacionados a las hazañas de Mega Man habían sido registradas en la historia, pero el propio Rock Light era, en su mayor parte, alguien que no significaba nada para ella. Sólo una figura distante en una era ya muy lejana que jamás volvería, y la Tierra había cambiado demasiado desde entonces, en más que sólo el sentido físico. Aun así, ante ella ahora estaba la creación de un hombre del que se hablaba tanto con reverencia como desprecio, un científico que se consideraba tanto un genio brillante como un tonto idealista. Ella no lo habría creído, al pensar que esos sentimientos se habrían ido hacía tiempo, pero la presencia de X sirvió para recordarle que sí, en efecto, todo ello era real.

La última máquina creada en su totalidad por las manos de Thomas Light estaba frente a ella.

– Y entonces… luego vino lo que realmente puso en marcha el retiro. – continuó X.

– ¿Y qué fue eso? – cuestionó Chiyo. Ella tenía una idea, rumores que habían rondado durante años, pero quería escucharlo por sí misma.

X se giró para encararla, y sus ojos se notaban llenos de desesperación y tristeza. – … una de las propias máquinas de Wily lo mató.


200XLas Filipinas…

Al abrir la puerta, Noelle LaLinde no esperaba exactamente quién estaría en la compañía de sus dos creaciones. – ¡¿Blues?!

El robot de pelo castaño y gafas oscuras bajó su cabeza. – H-Hola, Dra. LaLinde. – le saludó, aunque al parecer ella también compartía la misma opinión de él que su hija mayor. – Yo… siento mucho todos los problemas que les he causado.

– ¿En serio? – LaLinde cruzó los brazos y levantó la barbilla. – Sabes, realmente tienes MUCHAS cosas por las cuales deberías responder, jovencito. ¿Lo entiendes?

– S-sí, señora, lo sé. – respondió Blues. – Lo haré, se lo prometo. Sólo… necesito este único favor.

A pesar de no estar totalmente convencida, la mujer se notaba intrigada. – ¿Qué clase de favor?

– De acuerdo, ¿todo está estable, Tempo?

La Robot Master de coletas asintió en respuesta a la pregunta de su creadora. Blues yacía sobre su espalda en una mesa de examinación, mientras una luz en el techo lo iluminaba, y la Dra. LaLinde acercaba la mano hacia su pecho.

– Muy bien, voy a dar un vistazo. – le aseguró a Blues, que claramente se notaba más que un poco ansioso. – No es una operación, sólo es una examinación. Así que relájate, eso hará que las cosas sean más fáciles.

Aunque él sabía que ella decía la verdad, no se le hacía más fácil ponerlo en acción, o falta de ella. Aun así, el enterarse que su núcleo era seguro de mirar lo sorprendió. Se giró para ver a Quake Woman. – Entonces, ¿tienes un contador Geiger instalado?

– Por supuesto. – respondió la Robot Master como si fuera un hecho. – Las excavaciones requieren que te adentres en áreas desconocidas. Puedes encontrar cualquier cosa si excavas lo suficientemente profundo.

– Lo suficientemente profundo… – murmuró Blues, mirando hacia su ahora abierto pecho, mientras LaLinde examinaba su núcleo esférico, todo el rato intentando mantener una posición fija. Luego de una media hora, la examinación terminó, y la Dra. LaLinde removió su mano de la cavidad torácica del robot, cerrando el panel que protegía el núcleo. – ... ¿y bien?

La mujer de cabello oscuro suspiró. – Bueno, no es tan serio como pensé inicialmente. – le respondió. – Pero tampoco es exactamente bueno.


Tiempo presente…

Chiyo se echó para atrás. – ¿Una de las máquinas de Wily lo mató? – Hizo la pregunta en voz alta, sintiéndose algo tonta, pero honestamente necesitaba decirlo de nuevo para asimilarlo por completo. – Entonces, algo SÍ ocurrió. – murmuró entre dientes. – ¿Cuál de todas fue?

X negó con la cabeza. – Armadillo dijo que nadie lo supo, pero hubo teorías. – respondió. – Pero quién en última instancia decidió asumir la culpa fue aquel que fue alterado para detener a Wily en primer lugar.

La joven se congeló. – …Mega Man.

El reploide azul asintió. – Los dos agentes que habían estado rastreando a Blues… decidieron asumir el papel de seguir a Rock cuando recibió sus mejoras. Ya fuera que lo creyeran o no, aun así siguieron las órdenes de sus superiores de llevarlo con ellos.

Los ojos de Chiyo se ensancharon y apretó los labios. Por sombrío que fuera, siempre se preguntaba por qué, a pesar de los registros sobre el Bombardero Azul que eran conocidos por todos, donde ella nació, no había robots de su calibre. Todo lo que existían eran mecaniloides sin rostro que eran máquinas que más o menos funcionaban sirviendo a su propósito programado, pero eso era todo.

Aunque ella no compartía el deseo de su padre de empujar los límites de la ciencia y las leyes, Chiyo siempre sintió que de alguna manera le robaron la oportunidad de experimentar cosas como eso. Cierto, aunque podría argumentarse que los robots en sí mismos no poseían verdadera personalidad o un sentido de seres vivos, mucho menos un "alma" potencial, la chica podría potencialmente haber sido engañada para que creyera lo contrario al ver las viejas grabaciones de las creaciones de Light. Sus máquinas parecían estar genuinamente vivas, y aunque pudiera ver las cosas desde la perspectiva de su padre, había invertido tanto tiempo y esfuerzo en avanzar sus sistemas a ese grado, así que ¿por qué tirarlo todo a la basura?

Ahora, las cosas empezaban a tener sentido.

– Y… ¿entonces qué?

X bajó la cabeza antes de confesar. – Armadillo no me lo dijo. Aunque sólo dijo que hubo rumores de que, de alguna manera, logró escapar, pero aun así no duró por mucho tiempo. Eventualmente se encontró su cuerpo. Fue como si todo dentro de él se hubiera simplemente "apagado" y nunca más volvió a reactivarse.

Chiyo no dijo nada al principio, simplemente absorbiendo lo que le habían dicho. – ... entonces, ¿es por eso que Sigma comenzó todo esto? – le preguntó. – ¿Porque temía que algo similar pudiera ocurrir con los reploides?

Aunque no lo articuló con palabras, y por sombrío que fuera, esa línea de pensamiento ciertamente podría explicar por qué el Dr. Fujiwara fue desechado de la forma en que lo hicieron.

– Tal vez. – dijo X. – Armadillo ciertamente parecía creer que ese era el caso. Y, si él lo hace, ¿seguramente habrá otros?

– Y si es así, ¿después qué? – cuestionó Chiyo. – Aún están lastimando a la gente. Y a los tuyos.

El reploide azul asintió. – No puedo negar eso. Independientemente de las circunstancias que lo rodean, los esfuerzos de Sigma y de todos sus hombres deben ser detenidos a toda costa.

– Entonces ¿por qué estás tan reacio a jalar el gatillo si es necesario encargarse de ellos? – preguntó la humana. – ¿Es que te sientes como si estuvieras en la misma posición que aquellos que se deshicieron de los robots?

– Tal vez. – confesó X. – Pero eso no es todo.

– ¿Entonces de qué se trata?

X guardó silencio por unos momentos. – Supongo que es increíblemente egoísta, pero yo no sentí ninguna victoria luego de derrotar a Penguin o a Mandrill, mucho menos a Armadillo. De hecho, cada vez que uso este buster, algo viene a mi mente.

– ¿Tu creador? – se aventuró Chiyo a adivinar.

– Sí. – respondió X. – O más bien… – Levantó su brazo para mayor visibilidad, deslizando su mano dentro de la porción de metal para reemplazarlo con el cañón de su Buster. – La advertencia que dejó en la cápsula que me contenía sellado.

Esta historia continuará…

Chapter 60: Revisitando secretos

Chapter Text

– Entonces… ¿no es una bomba?

Noelle LaLinde negó con su cabeza, mientras Blues se incorporaba y se cerraba la placa del pecho. – No, pero eventualmente cesará de funcionar. En vez de un explosivo, puedes considerarlo más como una vela encendida que eventualmente terminará por extinguirse.

La máquina con aspecto de niño de cabello castaño asintió. – Ya veo.

Wily le había mentido. Kalinka seguía en peligro, y él acababa de entregársela directo en las manos a su propio atormentador. Lo que había que hacer era claro. Se levantó de su mesa, caminando hacia la puerta, pero no sin antes tomar su casco.

– Whoa, ¿a dónde crees que vas, guapo? – le preguntó Vesper Woman. – ¿No escuchaste lo que acaba de decir mamá? Tu núcleo va a…

– Ya lo sé. – respondió Blues, cogiendo el casco que ocultaba su rostro por completo. El casco de Break Man. – Pero… todavía no. Hay… algo que tengo que hacer primero.

– ¿Qué quieres decir? – inquirió la Dra. LaLinde. – Blues… – le puso una mano suavemente en el hombro. – ¿Qué ha pasado durante tu ausencia?

– Mejor aún. – Una figura se aproximó desde atrás. – ¿Por qué tienes tanta prisa? Técnicamente ahora deberías estar en cirugía.

Tanto Blues como LaLinde observaron para ver a Quake Woman echándole una mirada a la castaña, luego al brazo de su madre, como si estuviese esperando a que el otro robot intentase algo. No podía articularlo, pero la suspicacia en sus ojos le trajo a su núcleo un cierto dolor que no había experimentado antes, pero aun así le seguía punzando.

– Hay… algo que debo hacer. – respondió él. – Después de eso, les explicaré, lo prometo.

– Blues… – dijo la Dra. LaLinde, pero el niño robótico se había ido. – ¡Espera!

La máquina desapareció en un borrón de luz roja, y la mujer española-filipina corrió en un vano intento de atraparlo, pero fue demasiado tarde. Su dedo no atrapó más que unas luces de colores que se evaporaron en nada

De pie sobre la torre parcialmente dañada, Ray B. observaba hacia afuera, viendo su destino a larga distancia. A pesar de todo, tenía toda la intención de llegar a la planta de energía, luego de recibir los detalles de la fábrica abandonada que posiblemente eran su única pista sobre lo que Sigma estaba tramando. Aun así, por lo que le informó uno de los Hunters (Signas, creía que era su nombre), posiblemente tendría que hacer algo de trabajo extra para conseguir la información que necesitaba.

– Por una vez, espero que no hayas golpeado demasiado a alguien. – se dijo en voz alta, iniciando su viaje hacia la planta de energía. Su energía estaba bajando, y necesitaría descansar las próximas horas, pero hasta entonces tenía que al menos tratar de conseguir esto, si no por el bien de los que estaban en la ciudad, quizás por sí mismo y aquellos como él que todavía seguían aquí.

Por escasos que fueran.

– ¿Advertencia? – cuestionó Chiyo, luego recordando que, efectivamente, aunque no la había escuchado directamente, sí había oído de vez en cuando sobre ella entre el personal del laboratorio de su padre cuando el reploide azul fue desenterrado por primera vez. – Oh, sí. Eso. – asintió. Aunque todavía no entendía del todo. – ¿Qué con ella? ¿No es su mayor contribución el hecho de que has vivido más que tu propio creador?

X asintió. Por dura que fuese la verdad, seguía siendo la verdad. – A comparación de aquellos que me precedieron, se suponía que no habría otro. – le dijo a la humana. – La programación de Blues estaba en línea, por lo poco que escuché, pero su cuerpo no podía contener la energía que se acumulaba en su propio pecho, y estaba muy reacio a entregar su supuesta libertad. Rock, por otra parte, podía mantener sus niveles de energía sin problemas gracias a que utilizaba un generador en lugar de un reactor nuclear, pero la diferencia de mentalidad entre ambos era muy clara. – Hizo una pausa. – El Dr. Cain y Fujiwara me dijo que probablemente yo tengo lo "mejor" de cada uno, la mente de uno, y el cuerpo del otro. Y no fue sólo por accidente que el Dr. Light me construyó como lo hizo, y aun así, lo hizo. – El reploide azul miró sus manos. – Igual que Blues, Rock, incluso Roll y los Robot Masters, el quería que hubiera más de sólo uno. – Se detuvo de nuevo. – Quería que las máquinas estuvieran en pie de igualdad con los que las hicieron.

– Pero no podía garantizar los resultados. – terminó Chiyo.

– Correcto. – X estuvo de acuerdo. – Él sabía que no viviría para verlo, y que yo jamás podría verlo a él. – Hizo una pausa, mordiéndose el labio. – Pero… se aseguró de que al menos yo podría verlos a ellos. A los otros que había creado. Que seguramente sobrevivirían otros treinta años luego de la partida de su creador.

La humana estuvo de acuerdo. Incluso si la muerte era un obstáculo, el Dr. Light habría pasado la tarea de libera alguien que fuera de su confianza.

– Entonces ¿por qué? ¿Por qué transcurrió un siglo hasta que mi cápsula fue encontrada? – Se detuvo de nuevo, mientras todo lo que llevaba dentro salía a la superficie, siendo su buster su único medio de "terapia" de cierto modo. X no se atrevería a decirlo, ya que aún no consideraba la violencia como una forma de pasar el tiempo, pero la energía liberada y ver los resultados de alguna forma le servía de alivio. Sólo deseaba que no tuviera que resultar en metal roto y circuitos dañados. – ¿Qué sucedió que la programación como la mía fue prohibida mundialmente? Que aquellos que vinieron antes de nosotros fueron… – bajó la cabeza. – ¿Cuándo y por qué cambiaron las cosas?

Chiyo guardó silencio, inseguro de qué responder exactamente. Sí, aunque se había visto rodeada de mecaniloides durante la mitad de su vida y reploides durante la otra, algunas teorías abundaban en relación a lo que pasó con los robots que una vez fascinaron y a la vez aterrorizaron al mundo. Igual que con los reploides ahora, se dio cuenta.

– Tal vez simplemente sea que la historia se repite. – le dijo. Luego se giró para encargar a X. – Aunque ahora, tú estás en una posición para hacer algo al respecto.

– Eso es a lo que le tengo miedo. – confesó X bajando la cabeza.

– ¿Miedo de qué? ¿Tienes miedo de nosotros? ¿De mí? – inquirió Chiyo. Para sorpresa del reploide azul, la humana parecía perpleja por esto. Casi como si lo encontrase divertido de una manera enfermiza. Y quizás lo fuera. Una sonrisa inconscientemente se apoderó de su rostro. – Seguro te habrás dado cuenta que nosotros no somos rivales para ti. Y todos fuimos testigos de eso con el ejemplo que proveyó mi padre.

X se quedó en silencio brevemente, procesando su reacción a la situación.

– ... tal vez tengas razón. Después de todo, el mismo Dr. Light lo dijo. – concluyó, recordando una línea específica de la advertencia dejada en el código de su cápsula, y también en sí mismo.

NINGUNA FUERZA EN LA TIERRA PODRÍA DETENERLO.

– Si ese es el caso, ¿de qué deberías tener miedo? – cuestionó Chiyo. – Si no podemos alzarnos contra ti, entonces… – Se detuvo cuando notó que los ojos de X estaban enfocados en otra parte. – ¿Qué?

X se levantó hasta ponerse de pie, sin estar totalmente seguro, pero al analizarlo más detenidamente, no había forma de equivocarse.

Había una figura saltando de azotea en azotea.

– ... vuelve adentro. Necesito hacer un corto viaje.

En ese momento, esperaba que X tal vez se lo tomaría con calma por una vez, a pesar de las circunstancias de la situación presente.

La primera vez que vio la figura correr hacia el interior de la fábrica abandonada que previamente había visitado, y de la cual apenas logró escapar, Ray B. no estaba totalmente seguro de qué había visto entrar con exactitud. Ciertamente, era algo rápido y de constitución delgada, pero aparte de eso, tenía muy poco para seguir. Por supuesto, al investigar el lugar por su cuenta, se dio cuenta que la misma silueta se había topado con él de nuevo.

Sólo que esta vez, se veía un poco más confrontativa.

El área estaba escasamente iluminada y apenas funcional, pero al menos era capaz de discernir la figura, lo que fuera o quienquiera que fuese, se dio cuenta que no era humanoide, sino una criatura de cuatro patas. Era muy rápida, y los disparos de su buster no eran capaz de alcanzarla ya que saltaba alrededor de las mesas de operación y las computadoras desfasadas que necesitaban mejoras desde hacía más de media década, y una vez que el primer juego de mandíbulas aterrizó en su hombro y desgarraron tanto la tela como el metal, Ray B. supo que era mejor salir de allí de inmediato.

No sin antes darle a su perseguidor un pequeño corrientazo para desorientarlo el tiempo suficiente para escapar, pero sobrevivir a ese encuentro fue sólo un retroceso. Por lo que encontró en esos archivos, y lo poco que había escuchado en relación al testamento de la hija de Fujiwara, la máquina sabía que simplemente cortar el acceso a Abel City y el resto de la isla, estaba muy lejos de lo que Sigma tenía en mente.

No, lo que iba a suceder aquí sería una demostración para el mundo, para todos aquellos como él y X. Y más importante aún, sería un mensaje para toda la humanidad.

– Cuyos efectos resultarán en la perdición para todos ustedes. – murmuró, viendo su destino a poca distancia. Ray B. ajustó su cabeza, mordiéndose el labio, mientras una figura muy familiar y con barba y ojos cálidos venía a su mente. – Sé que no he hecho más que causarte problemas, y él es el que hiciste para este tipo de evento. – Sus ojos ocultos ahora se centraban en la ahora activa y reclamada planta de energía. – Es muy egoísta de mi parte, pero debo intentarlo.

Cerró sus ojos, mientras un momento muy específico venía a su mente. La primera vez que fue activado.

"¡Bienvenido al mundo, mi querido y dulce muchacho!"

– ... Tengo que darte una razón para que no te arrepientas de haberme creado. De habernos creado a todos.

Aunque él tal vez debería estar en otra parte, al ver a la figura encapotada en la distancia, X no pudo evitar seguirlo, y estaba determinado a ir tras Ray B. mientras se abría paso hacia la planta de energía, que ahora le daba electricidad a la dañada pero todavía parcialmente en pie Abel City.

Aun así, la pregunta seguía en el aire: ¿por qué iba allá en primer lugar?

Agradecido por la ausencia de lluvia intensa y relámpagos, el Hunter azul viajó a través de la ciudad que se iba oscureciendo, todo mientras se mantenía detrás de Ray B. a la vez que intentaba no ser visto. Cierto, no había preguntado, pero la figura enigmática parecía ser del tipo que no le gustaría que lo siguieran.

Por cómo se veían las cosas, las calles estaban sorprendentemente calladas a comparación de lo que había escuchado, sin un solo mecaniloide o Maverick a la vista. Bien, pensó. Era demasiado pronto para repetir lo que ocurrió con Armadillo.

– ... maldito Vile. – refunfuñó X. – De nuevo, tal vez podría haber…

Una buena porción de sí mismo deseaba echarle toda la culpa al antiguo Hunter violeta, pero lo que Firefly le dijo sobre que tuvo tiempo más que suficiente para darle un tiro de gracia también era cierto. En efecto, fue muy cobarde de su parte, X tuvo que admitirlo, no ser capaz de jalar el gatillo. Penguin fue una excepción a la regla, aunque apenas. Y aun así, estuvo considerablemente reacio, y el propio X seguía sin estar seguro del porqué. Sí, había razones muy obvias sobre por qué todos habían estado yendo en contra de quienes alguna vez fueron sus amigos y aliados por un número considerable de años, batallas y dificultades compartidas, de sufrimientos aireados, y momentos que compartieron entre todos. Todo eso se había ido en el espacio de un solo día. Mucho más podría haberse perdido, sí, pero la cantidad de daño hecho era enorme. Y de muchas maneras más allá que sólo haber lanzado misiles a una metrópolis poblada.

Aun así, en una sola área, eso debería haber hecho que X estuviera más dispuesto a tomar acción, tras haber visto la enormidad de lo que su antiguo líder estaba dispuesto a hacer en su campaña. En efecto, era el código, tal como Sigma irónicamente lo había dicho una vez. Los Hunters eran tanto espadas como escudos para aquellos que no podían protegerse a sí mismos, y nadie parecía encajar en dicha posición más que los humanos.

Y aun así, acababa de aprender que había muchos más sobre volverse Maverick que un simple impulso de rebelarse contra la humanidad o de seguir a su Comandante, sin importar a dónde fuera. Cierto, tal vez la mente de Fujiwara estaba llena de cómo utilizaría su nueva posición sobre los demás humanos, y tal vez el propio Sigma estaba cuerdo, pero ahora que había escuchado lo que hizo de la boca de Armadillo, X no podía olvidarlo.

– ...Dr. Light, su sueño. – murmuró. – No sé si ahora podrá ser posible…

Justo entonces, un sonido de revuelo alrededor de una esquina llegó a sus audio receptores, el Hunter azul dio la vuelta con el buster preparado, pero mantuvo la energía a un nivel donde sólo lanzaría un disparo pequeño. Si necesitaba más fuerza, sería fácil de conjurar, pero quería asegurarse. Por supuesto, al poco tiempo se dio cuenta que tal maniobra sería innecesaria en absoluto, sin mencionar ilegal, considerando quién acababa de aparecer.

– T-tú… – Chiyo acababa de salir a plena vista para que el reploide pudiese verla. Su uniforme estaba manchado y mostraba signos de necesitar una lavada, y llevaba su arma en la mano. – ¿Qué estás haciendo aquí?

La joven de cabello oscuro suspiró, con el presentimiento de que no le iba a gustar lo que iba a decirle. A pesar de todo, ¿qué otra opción tenía sino ser honesta? – Sé que estás siguiendo a ese sujeto. – le dijo. – Ray B. ¿correcto?

X asintió. – Y supongo que estás aquí porque quieres venir conmigo, ¿verdad? – le interrogó como respuesta, y ella le respondió desviando sus ojos oscuros hacia un lado. X negó rotundamente. – No, imposible. Ni siquiera deberías estar aquí en primer lugar, es peligroso. Y Roll estará muy preocupada.

– No voy a estar sola. – señaló Chiyo. – Tú estás aquí.

– ¡No puedo llevarte conmigo! – protestó X. – Puede que hayamos recuperado el control de la planta de energía, pero eso no significa que sea seguro meterse en ella sin más. Ten en mente, este momento sería perfecto para los mecaniloides o soldados de sigma empiecen a patrullar el lugar en busca de alguien como tú.

– Mayor razón para que nos quedemos juntos, ¿no crees?

– ¡No, tú no vas a venir conmigo!

– ¿Entonces planeas llevarme de vuelta?

– ¿Qué?

– Piénsalo. – sugirió la humana. – Estás aquí afuera, y yo también. Tú, al ser una máquina, eres inherentemente más fuerte que yo. Y aunque no me topé con nada ni con nadie en el camino mientras te seguía… – miró su arma – … no vine aquí sin estar preparada.

– Nunca podrías estar preparada. – le dijo X. Se detuvo por un momento, y suspiró. – Y el hecho de que hayas venido aquí… sabías que no podría enviarte de vuelta.

La humana asintió. – Y ya que estás tratando de alcanzarlo, sería una pena si desperdicias tiempo enviándome de vuelta.

El reploide azul maldijo internamente, dándose cuenta que la joven había fraguado este plan en su cabeza en el segundo que lo vio irse. – Me conoces muy bien.

Para su shock, la humana le sonrió con astucia. – Te conozco desde que apenas tenía la mitad de tu estatura.

Aunque no lo articuló, X entrecerró la mirada, incapaz de hacer otra cosa que acceder a su petición. No podía arriesgarse a que hubiese una humana menos. En efecto, en algunos aspectos, sí se parecía a su padre.

Ray B. miraba a su alrededor, notando que iba a medio camino de su viaje, ya que la planta de energía estaba a pocos kilómetros de distancia. Aun así, el hecho de que no se estaba moviendo molestaba a su acechador.

El acechador en cuestión no era tan tonto de revelar su presencia, no todavía, no hasta que fuera el momento correcto. Pero aun así, no le importaba que su objetivo pareciera cada vez más sospechoso del mundo que lo rodeaba. Aunque no podía verlo, no desde las sombras de la ciudad vacía y la noche. Se sentía tentado a hacer algún ruido, algún movimiento para hacerlo moverse, pero recordó muy bien lo que su amo le había ordenado.

Seguirlo, pero no dejarse ver. Cuando estuviera solo, entonces podía matarlo.

Finalmente, después de mucho esperar, empezó a moverse de nuevo. La silueta oculta en la oscuridad iba siguiendo a la máquina encapotada mientras seguía su camino.

Las órdenes del amo Sigma, las recordaba muy bien.

– Y bien, ¿cuál es tu razón?

– ¿Hm? – Chiyo ladeó su cabeza inquisitivamente.

– ¿Para venir conmigo? – X reformuló su pregunta. – O debería decir, para obligarme a ser tu único medio de protección.

La humana de cabello oscuro levantó una ceja. – Si me abandonaras, ¿estarías tomando una elección?

– No, por supuesto que no. – replicó X. – Sabes que no puedo hacer eso.

– Pero sí puedes, si quisieras hacerlo. – añadió Chiyo. – Podrías hacerme cualquier cosa, doblarme, romperme. – Se examinó su propia garganta, recordando el agarre de Flame Mammoth en su cuello por un momento, y un dolor fantasma la asaltó en la carne de esa área. – Cualquier cosa.

– Bueno, no quiero hacerlo. – le dijo el Hunter azul sin más. – Y eso no tiene nada que ver con ningún código o protocolo.

– ¿Entonces qué?

X se quedó en silencio por unos instantes, cerrando los ojos. – Porque la violencia sólo genera más violencia. Este ciclo se está tratando de la manera equivocada. – le respondió, antes de quedarse callado de nuevo, mientras un ligero aullido de la brisa nocturna llegaba a los oídos de ambos. De inmediato volvió a redirigir la conversación. – Pero volviendo a mi pregunta, ¿cuál fue tu razón para venir conmigo?

Ella notó que él estaba un poco reacio a seguir más allá, y decidió tenerlo en mente para más adelante. Aun así, por ahora no le llevaría a ninguna parte, así que decidió responderle por el momento.

– Ese sujeto, lo reconozco. – le dijo Chiyo a X. – Fumiko, ella… lo trajo a su casa una vez. Pero él saltó por la ventana antes que yo pudiera hacer nada con mis herramientas. Apenas alcancé a vislumbrarlo una vez, pero me encontré con él de nuevo hace muy poco. No estaba segura al principio si había visto al mismo sujeto, pero al verlo encima del edificio… – hizo una breve pausa – … definitivamente tiene que ser él.

La frustración inicial de X ante que la humana figurativamente le retorciera el brazo para dejarla venir se suavizó un poco. Todo esto estaba relacionado con la chica que se había perdido hacía unos días. Aun así, cualquiera que fuese la información de Chiyo estaba buscando sacar de Ray B. dejaba perplejo al Hunter. ¿Acaso esta interacción le hizo asumir que la enigmática máquina y su amiga fallecida se conocieron entre ellos? Seguía preguntándose eso, pero a pesar de que la humana le imponía su voluntad, no estaba seguro de si podría discutir ese tópico con ella. Dicho eso, todavía preguntó:

– ¿Qué necesitas que te diga?

– No más de lo que él tenga que decir. – respondió Chiyo. – Y si acaso no tiene nada, eso también está bien. Todavía hay un recuerdo compartido de ella que ambos tenemos.

X no dijo nada.

– Aun así… – continuó Chiyo, sin dejarse a sí misma pensar demasiado en eso. Por difícil que fuera, eso no le haría ningún bien, no ahora. – ¿No crees que su repentina aparición resulta algo extraña? Hasta me atrevo a decir, que hasta es conveniente de cierto modo.

El reploide azul se quedó pensando en la pregunta de la adolescente. – Debo admitirlo, es muy extraño que esté familiarizado conmigo. – respondió él. – Aun así, no creo que él sea una amenaza.

– Yo tampoco. – Chiyo estuvo de acuerdo. – Aunque, parece ser muy viejo, pese a su estatura. – Pensó en cuando lo vio por primera vez, en la lluvia. – Se ve un poco antigua, pero aun así, no parece haber diferencia entre ustedes dos, hablando de la programación.

– ¿Qué quieres decir? – preguntó X.

– ¿Qué no es obvio? – inquirió la humana. – Por todo lo que has hablado del retiro de los robots, me sorprende que no te hayas dado cuenta todavía. Él es uno de ellos.

– ¿Él es qué?

Chiyo giró su cabeza, fijando sus ojos en los de X. – Es un robot renegado.

– ¿Supongo que habrás dicho todo lo que necesitabas?

– Más o menos. – asintió Firefly, respondiendo a su Comandante. – Creo que entendió el mensaje.

– No estés tan seguro. – respondió el rubio de cabello largo. – Hay algunas lecciones que parecen escapársele a veces.

Actualmente, el motociclista verde y el Hunter rojo estaban parados al borde de un borde rocoso de la isla, y detrás de ellos estaba el faro que previamente había sido encendido, pero ya no enviaba luz hacia el mundo exterior esa noche. Las olas golpeaban contra la barrera de piedras, chocando contra la tierra, como si intentase tragársela toda. Aunque, si las cosas continuaban así, tal vez no quedara mucho para tragarse de todos modos.

– Si me permite el atrevimiento, señor – empezó a decir Firefly – ¿por qué confía tanto a X para esta tarea?

Zero se volteó hacia el otro Hunter. – ¿A qué te refieres?

– Perdón si sueno muy directo, pero usted mismo lo dijo, que hay algunas lecciones que parecen escapársele. – respondió el motociclista. – Con el debido respeto, el potencial para ser una ventaja es sólo tan grande como quien está dispuesto a llevarlo a ese nivel, y él todavía no ha demostrado estar dispuesto a ir por esa ruta.

Zero asintió, para sorpresa del motociclista. – No es que él no sepa lo que hay que hacer, todo el código de los Hunters, y también las Tres Leyes, están arraigadas en su programación como conocimiento fundamental en este punto.

– ¿Entonces por qué sigue dudando? – cuestionó Firefly. – ¿Es que no está al tanto de que nos costó una ventaja enorme al no eliminar a Vile? ¿O simplemente no le importa?

– Por supuesto que sí le importa. – lo regañó el Comandante. Firefly se quedó en silencio. – Aunque, puede que te resulte difícil de creet. X… puede que él tenga la misma etiqueta que el resto de nosotros, pero él no es como nosotros.

– No termino de entenderlo. – confesó Firefly.

Zero miró hacia el océano, mientras la brisa nocturna ondeaba su cabellera ligeramente. – Reploides… robots… mecaniloides… Cuando me volví lúcido por primera vez, no tenía idea de cuál era cual, mucho menos que era importante. – admitió. – Si comparásemos con la escalera evolutiva de los humanos, supongo que los reploides estarían en la cima, con los mecaniloides al fondo. Los robots alternan entre ambos, pero nunca terminan de cruzar la línea entre uno y el otro.

– Perdón por preguntar, pero si X es el predecesor de todos nosotros, ¿cómo es posible que NO sea un reploide, mucho menos el primero de su clase? – cuestionó Firefly.

– Tú también sabes lo que el término "reploide" significa, ¿verdad? – inquirió Zero. – Réplica Androide. Y en teoría, sí, la estructura básica de los sistemas de X nos fue entregada a cada uno de nosotros, pero hubo algo en la transferencia que no terminó de concretarse. Y sea lo que sea esto, es lo que lo hace contenerse. – Hizo una pausa, entrecerrando sus ojos azules. – Y no creo que tenga nada que ver con Sigma.

– ¿Entonces qué es?

Zero se mordió el labio, preguntándose si debería o no compartir su teoría con el otro reploide. Si él mismo también era uno de ellos, su propio origen seguía siendo un misterio por sí mismo. – Puede que tenga algo que ver con lo que ve en sí mismo.

Firefly estaba a punto de preguntar más, pero un pitido empezó a hacer eco en su audio receptor.

– ¿Qué demo…? – respondió la llamada, sólo para darse cuenta que la voz del otro lado no pertenecía a Ai o ni siquiera a Trinity.

– ¡¿Habla el Equipo Zero?!

Al escuchar el tono de urgencia en su voz, el comandante rubio respondió a la llamada. – En efecto, aquí estamos. ¿Qué sucede, Roll?

– ¡Ah, sí! ¡Gracias al cielo! ¡Al fin logré contactarlos! – La otra rubia en la base expresó un evidente alivio. – ¡Disculpen si los he interrumpido, pero hay una emergencia!

Zero alzó una ceja, aunque tuvo un presentimiento de saber a quién se refería. – ¿X está en problemas?

– No… no lo sé. – confesó Roll. – No he escuchado nada de él desde la última vez que lo vi. ¡Pero se trata de Chiyo! ¡Ella desapareció!

– ¿Qué demo…? – El Hunter rojo jadeó, antes de apretar sus dientes. – Esa maldita mocosa… ¿Tienes alguna pista de dónde fue vista por última vez?

– No se trata solo de eso. – respondió Roll. – Tengo una idea de a dónde podría haber ido. Y si mi corazonada resulta ser cierta, sospecho que allí es donde X también debe estar. – Hizo una pausa. – Creo que están juntos.

– ¿Y esto cómo lo sabes? – cuestionó Firefly, sin entender totalmente a dónde querría llegar.

Entonces, desde atrás, vino el sonido de una figura que se aproximaba, y ambos se giraron para encontrarse, para su desconcierto, a la dueña de la voz acercándose a ellos, con la mano en su propio auricular izquierdo.

– Sólo digamos que, después de la última vez que salió corriendo, tuve que tomar algunas medidas personales. – respondió Roll. – Para su propia seguridad.


200X,  Residencia Cossack…

– Y entonces Break Man me trajo a donde estaban papá y Mega Man, y fue allí donde me dejaron en la casa de la Dra. LaLinde por el momento, hasta que Mega Man terminó de llevarse al Dr. Wily a la cárcel… – La rubia rusa de nueve años se dejó llevar, explicando su última y bastante emocionante aventura a su querida amiga, Roll, de quien estuvo feliz de escuchar este giro de buenas noticias. Las dos continuaron, y la conversación eventualmente las llevó hacia el enigmático Break Man mismo.

– Dime algo, ¿sabes a dónde se fue? – le preguntó Roll a la humana, que se encogió de hombros.

– Lo siento, no tengo idea. – admitió, riéndose ligeramente. – Aun así, fue hasta cierto punto algo romántico, de cierta manera. Un hermano viene a salvarme a mí, mientras el otro salvó a mi papá y al mundo.

Esta declaración provocó que Roll se emocionara. – Oooh, entonces, ¿cuál de los dos te gusta más?

– Bueno… yo… – Kalinka sintió que sus mejillas se sonrojaban.

Las dos continuaron su conversación mientras otro par de ojos las observaba desde la ventana, completamente fuera de la vista en la densa capa de árboles en el invierno ruso. Salvo por un par que había captado un destello rojo, al igual que algo diferente que las hizo pausar por un momento.

– ¡Hey, espera!

Blues se detuvo, girando para ver a Quake Woman acababa de emerger de su amplia morada oculta en el bosque, mientras pequeños copos de nieve flotaban alrededor de una ligera brisa fría. Fue entonces que vio que su antiguo casco había ganado algunas características nuevas. O más bien, las había perdido. El cubrebocas había sido totalmente arrancado, dejando un espacio hueco que dejaba visible su nariz y labios. El resto de su cara también era más visible, pero aún se mantenía envuelta en el misterio.

– Sólo vine para ver cómo estaba Kalinka. No te voy a molestar mucho más. – respondió el DLN fugitivo, asumiendo que ella tampoco lo querría aquí.

– ... No estoy aquí para decirte que te vayas. – le dijo Quake Woman simplemente, dejando claro que, aunque el rescate de la hija de Cossack la dejó en shock, al igual que su secuestro inicial, la confianza seguía todavía muy tambaleante entre ellos. – Pero, ya que fuiste y decidiste hacerte el héroe, ¿dónde planeas recibir reparaciones ahora?

– En este momento, el mejor plan de acción es mantener el daño al mínimo. – respondió Blues, presentando su escudo. – Por una vez, puedo darle un propósito real a esta cosa.

– Perdóname por decirlo, pero es improbable que te mantengas lejos de los problemas. – dijo la Robot Master de coletas, cruzando sus brazos. – Especialmente ahora que no estás exactamente en la lista buena de Wily.

Blues frunció el ceño. – Mayor razón para desaparecerme. – le dijo, dándose la vuelta tras poner su escudo de vuelta en su lugar. – Adiós, Tempo. Diles a Kalinka y Roll que Rock está ansioso de verlas a las dos.

Comenzó a alejarse caminando. Primero fueron pocos pasos, luego más, y pronto estuvo a varios metros, a punto de desaparecer por completo en el bosque invernal de las ventanas.

– ... Una cosa más. – dijo Quake Woman, logrando llegar hasta los receptores de audio de Blues, y haciéndolo detenerse en seco. – Yo… aún no sé qué pensar de ti. Lo que pasó antes … fue demasiado. – añadió, aunque a diferencia de la vez anterior, estaba tratando de mantener la charla sobre el pasado al mínimo. – Pero, considerando la posición en la que estás ahora, no creo que sea sensato que simplemente te vayas por tu cuenta… no sin algún lugar donde puedas buscar apoyo.

Blues se quedó perplejo, pero lentamente empezó a juntar las piezas. – ¿Quieres decir…?

Quake Woman asintió. – Wily ahora es tu enemigo, y todavía te rehúsas a ir con Light. – Miró hacia la residencia de Kalinka. – Y aunque Cossack podría ser una opción, me imagino que no querrás poner en peligro a la chica nunca más, ¿verdad?

El prototipo de cabello castaño asintió. Aunque era más por hablar desde su propia perspectiva, tuvo que reconocer que, involucrarse con él sería peligroso. Kalinka sin duda le ofrecería ayuda, pero él no tenía intención de dejar que ella se viera enredada en algo como esto de nuevo. No si podía evitarlo.

– Sólo te pido que anuncies con anticipación cuando vienes, y qué necesitas específicamente. – le solicitó la androide violeta y verde al otro robot. – Mi madre tal vez no sea tan brillante como tu creador, pero tiene sus propias habilidades.

Blues se quedó callado por unos momentos, mientras la nieve caía suavemente entre ambos. –... gracias.

Quake Woman se abrazó a sí misma, como si se recuperase de un frío invisible, a pesar de tener que preocuparse poco por los elementos. Al menos no estaba enterrada en todo este hielo y nieve como la última vez… – ... Sólo quería que lo supieras, eso es todo. – dijo echándose atrás, girando su cabeza para observar la mansión oculta en este espeso bosque. – ... sólo ten cuidado.

Con eso, comenzó a volver. Al menos, eso fue lo que se dijo, pero a mitad de camino, se detuvo, y al darse la vuelta, vio que la máquina se había marchado, aparentemente como si nunca hubiera estado allí en primer lugar.


Tiempo presente…

La verdad era, que había estado allí, observándola cómo se iba, asegurándose que no hubiera otras amenazas en el área. Ciertamente, Wily acababa de ser aprehendido nuevamente, pero el escurridizo anciano siempre tenía múltiples trucos bajo la manga, así que mejor prevenir que lamentar.

Y ya tenía cosas más que suficientes que lamentar.

– Tal vez un día, pueda volver a serlo. – Ray B. recordó a ese tonto y pequeño robot que pensaba en esos momentos. – Tal vez algún día, pueda volver a ser Blues. Sólo… no será hoy. Por ahora, soy el primero de todos los Robot Masters, de todas las máquinas, el prototipo.

Y un momento después, con un renovado sentido de esperanza, se declaró una nueva identidad.

– Por ahora, sin embargo, soy Proto Man. – Ray B. se burló de sí mismo. – Me pregunto cuánto tiempo durará este.

Esta historia continuará…

Chapter 61: Restauración

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Los dos reploides apostados en la entrada de la planta de energía vieron a las dos figuras que se aproximaban, y de inmediato sacaron sus armas, pero no dispararon, al menos no todavía.

– ¡Alto! – gritó uno de ellos. – ¡¿Quiénes son?!

– Tranquilos. – dijo uno de los que se aproximaban, detrás del cual una figura inesperada venía ocultándose. – Sólo somos nosotros.

Los dos guardias bajaron sus armas. La vista familiar de una armadura azul y un rostro juvenil con ojos verdes les alertó que no había peligro. Al menos no en el presente.

– ¿X? – preguntó uno de ellos en voz alta, antes de notar a la humana que lo seguía. – ¿Qué hace ella aquí?

– No fue exactamente mi elección traerla aquí. – respondió el Hunter azul. – Y no es que cuestione que ustedes sean buenos en sus trabajos, pero ¿no habrán visto por casualidad a alguien merodear por aquí? ¿Alguien que podría haber eludido la seguridad?

– Imposible. – argumentó el otro guardia. – No hemos visto a nadie. Y además, no seríamos tan tontos como para dejar que alguien simplemente nos pase de largo.

– Oh, creo que este sujeto tiene sus maneras. – contraatacó X, mirando el edificio que había tenido que limpiar antes. – Logró colarse en la fábrica que estaba en las afueras. Puedo imaginarme que encontraría sus métodos para sortear este lugar también.

– Perdón, pero eso lo encuentro improbable. – dijo el primer guardia. – Ahora, si son tan amables de volver a la ciudad… – Se detuvo al recibir una notificación en su comunicador. – ¿Hm? ¿Sí, qué sucede?

Tras unos momentos de silencio entre los tres, sin que Chiyo dijera una sola palabra, pero escuchando atentamente a la conversación, el mensaje terminó, y el guardia volvió otra vez su atención de X.

– ¿Qué pasa? – preguntó X.

– Bueno, parece que tu teoría tenía algo de credibilidad después de todo. – respondió el primer guardia. – El Thunder Slimer ha desaparecido.


Adentro de la planta de energía…

Electricidad. Su combustible, su sangre de vida, le estaba siendo devuelta.

¿Pero de dónde venía? No podía discernir la fuente, y había sido separado de su conexión principal en la batalla anterior. Así que ¿cómo…?

– ¿...des…me…?"

Un momento. Algo más estaba fuera de lugar.

– ¿Puedes… me…?

No estaba solo.

– ¿Puedes oírme?

El mecaniloide al que le fue otorgada inteligencia se encontró lentamente recuperando su visión, y el mundo a su alrededor mostraba que había vuelto a la cámara previa donde había sido encerrado, sólo que esta vez no podía formar su burbuja, y estaba prácticamente drenado de casi toda su energía, excepto la carga de arranque que le fue dada. ¿Pero quién lo había hecho, y más todavía, por qué?

No pasó mucho tiempo durante estas interrogantes antes de darse cuenta que el que se dirigió a él no estaba detrás de un escudo protector, sino en la habitación con él. Y por su aspecto, se parecía a un preadolescente humano o adulto joven envuelto en una gruesa capa a quien superaba enormemente en tamaño.

Pequeños chispazos de electricidad salían de sus dedos, alertando al mecaniloide que este niño había sido el que lo revivió, aunque lo había hecho a duras penas.

– ¿Y por qué debería responderte? – cuestionó el mecaniloide. – ¿Por qué has hecho esto, traerme aquí? ¿No sabes quién soy?

– En realidad sí lo sé. – replicó la máquina encapotada. – De hecho, tengo algunas preguntas que necesitan respuestas, y no veo a alguien mejor que tú para respondérmelas… Thunder Slimer.

Los ojos del mecaniloide se ensancharon de shock, sin saber qué hacer de lo que acababa de oír. A pesar de todo, al parecer tenía razón. – ¿Quién eres tú?

Ray B. sonrió bajo su bufanda amarilla. – Dame algunas respuestas, y tal vez te dé algunas pistas.


Calles de Abel City…

– Entonces, ¿tienes alguna idea de a dónde se fue? – le preguntó Firefly a Roll, y la reploide femenina asintió en respuesta.

– Ai dijo que algunos Hunters vieron una figura dirigirse hacia la planta de energía, ¿correcto? – le preguntó. – Puedo asumir que ese sería el lugar más probable a dónde se dirigen.

– Dicho eso, ¿qué tiene eso que ver con que estés tú aquí? – añadió Firefly.

Roll's apretó los labios, y sus ojos turquesas se desviaron a los lados, tratando de buscar una respuesta.

– Vine aquí para buscar a la hija de Fujiwara. – le respondió. – Lo que quería era saber quién de ustedes sabía la dirección correcta de la planta de energía.


Planta de energía, cámara del  Thunder Slimer…

– Te lo preguntaré de nuevo, ¿quién eres? – cuestionó el mecaniloide a su nuevo acompañante. – ¿Y por qué me sacaste de aquel almacén?

Ray B. empezó a caminar por el lugar. – La teletransportación es un poco impredecible ahora, pero al parecer puede transportar más de un individuo. – observó. De inmediato decidió enfocarse en por qué estaba aquí. – Pero eso no tiene importancia ahora. Fuiste creado por el Dr. Fujiwara y luego te fuiste con Sigma, ¿verdad?

El Thunder Slimer se quedó callado por unos momentos, como si no estuviera seguro de cómo responder. – ¿Cómo sabes esto?

– Leí tu archivo. – replicó Ray B. – Leí todo sobre ti, los mecaniloides a los que Fujiwara contribuyó en su producción. También sé que él decidió experimentar con algunas programaciones de mayor nivel en relación a algunos de ustedes.

El Thunder Slimer permaneció en silencio, pero su procesador seguía girando, debido a la cantidad de información que estaba recibiendo a la vez. De haber estado en una condición más estable, habría con gusto estrangulado a esta forma de vida para exigirle respuestas, pero, por el momento, se veía incapaz de tomar represalias.

Al menos, físicamente. – No sabes nada.

Ray B. se ajustó la bufanda que ocultaba su boca. – Sé que tu amigo, el Mole Borer, fue una vez como tú. – le dijo. – Una vez tuvo una vez similar a la tuya, que también se la otorgó Fujiwara.

– Y que se la quitaron. – replicó el Thunder Slimer. – Seguía quejándose de no poder salir, para ver el sol… él fue la razón por la cual nunca mencioné el sol en absoluto.

La máquina más pequeña apretó su puño. – Los humanos pueden ser… de todas clases, lo admito. Pero lo que Sigma planea hacer es simplemente… inconcebible. – O más bien, no lo era. Esta no era la primera vez que veía algo como esto, pero siempre provenía de una fuerza externa, no desde adentro. Al menos, cuando no se contaba a sí mismo.

– Es por el bien de todos nosotros. – replicó el Thunder Slimer. – Sin ellos, ya no habrá nadie que pueda lastimarnos nunca más.

– ¿Es eso lo que Sigma te ha llevado a creer? – cuestionó Ray B.

– Es lo que he experimentado y visto de primera mano. – respondió el mecaniloide. – No pueso decirte nada, y no podrás convencerme de lo contrario.


Abel City…

La entrada al enorme edificio estaba a poca distancia, y Firefly la vio mientras avanzaba en su vehículo y aparcaba en la ubicación deseada, con Roll en el asiento trasero de su moto sujetándose de él. Usualmente, el asiento estaba reservado para Ai, pero las circunstancias actuales demandaban que se quedara temporalmente lejos de un extraño.

– De acuerdo, ¿aquí está bien? – cuestionó Firefly, mientras Roll se bajaba de la moto.

– Sí, gracias. – le respondió. – ¿Puedo confiar en que Zero vendrá también?

– Nos alcanzará en poco tiempo. – respondió el motociclista verde girándose. – No sé qué habrá puesto su creador en él, pero ese sujeto es casi superhumano, incluso para nuestros estándares no humanos.

Diciendo esto, se marchó, y Roll quedó a poca distancia de la entrada. Pero antes de poder dar un paso al frente, otra figura pasó zumbando cerca de ella, atrapándola con la guardia baja y retrocediendo para protegerse de lo que venía. Por fortuna, sus preocupaciones resultaron estar infundadas al ver que quien acababa de aparecer no representaba un peligro para ella.

Algo irónico, considerando cómo se conocieron.

Zero miró al frente, notando que el camino de entrada había sido abierto, pero no por los que cuidaban la puerta. – Quédate cerca. – le ordenó a Roll, dirigiéndose hacia la planta de energía y viendo exactamente lo que andaba mal.

– ¿Qué pasa? ¿No se supone que este lugar es seguro…? – empezó a decir Roll, siguiéndolo de cerca y acercándose a lo que acababa de descubrir el Hunter.

Los dos reploides que habían estado haciendo guardia habían sido mordidos y desgarrados, como si un animal salvaje los hubiese atacado a juzgar por las marcas de dientes y garras.

– ¿Qué podría haber hecho esto? – murmuró la rubia, temblando al ver el daño hecho a cada uno de los seres mecánicos.

– Definitivamente no fue algo con un arma de fuego. – notó Zero. Sus ojos entonces se dirigieron hacia la entrada destruida. – Y definitivamente es algo que está acechando a alguien más.


Adentro…

– Entonces, ¿qué fue todo eso sobre que Ray B. era un… qué cosa de nuevo? – le preguntó X a Chiyo. La humana iba caminando a su lado, apretando fuertemente su arma. Aunque tenía sus propias razones para venir, ella no era tan tonta como para andar por allí lejos de su única fuente de protección. Él podría haberla dejado en la entrada con los guardias, pero ella directamente declaró que lo seguiría.

Hasta cierto punto, tal vez sí era una tonta. No era diferente del hombre que la engendró.

– Un robot renegado. – le respondió la joven japonesa al Hunter azul. – Un sobreviviente de una era que ambos conocemos únicamente por fotografías y artículos viejos que detallas una historia de hace siglos. La pregunta es, ¿cómo y por qué ha sobrevivido, y más todavía, realmente es quien dice que es?

– ¿Crees que es alguien más? – le preguntó X.

– Tengo algunas… teorías. – confesó la humana. – Aunque si sacara cualquiera de ellas, no tengo dudas que intentaría negar cada una.

– Entonces dime, ¿cuáles son algunas de esas teorías?

Chiyo pensó por un momento. – Bueno, ciertamente sabe mucho sobre ti. – observó. – Y probablemente más de lo que dice. Pero aun así, eso todavía trae la pregunta de cómo logró sobrevivir por tanto tiempo. – Hizo una pausa. – Y aunque hay algo que tengo en mente, algunas cosas no encajan.

– ¿Cómo cuáles? – cuestionó X.

La joven de cabello oscuro se preguntó si debería compartir lo que pensaba con el Hunter azul, pensando que tal vez tendría algún efecto en lo que estaba intentando hacer. – Cuando lo veamos, ¿me prometes que no vas a hacer una escena con eso? – le preguntó al reploide.

– Um, sí, claro. ¿Por qué?

– Bueno, mi teoría personal… es que es una creación del Dr. Light. – declaró, fijando sus ojos oscuros en los verdes de X. – Al igual que tú.

– ¿En serio? – preguntó X. – ¿Cómo un hermano?

– ... quizás. – respondió ella. – De nuevo, no tengo más que corazonadas y teorías, pero aun así, hay muchos cabos sueltos que esas teorías parecen atar. – Se puso a pensar en el nombre que su salvador le había dicho. – Ray… como el músico, Ray Charles. – Se giró hacia X. – Y tú lo llamaste Ray B., ¿correcto?

– Viendo que ya hay un Ray en Arcadia, sí. – dijo X. Eso incluso pareció tocarle una cuerda a Chiyo

– Ray B. – dijo pensando en voz alta. – Sabes, hay otro título por el cual Ray Charles fue conocido durante su vida.

– Sí, eso es correcto. – respondió X. – Quiero decir, podría averiguarlo yo mismo, pero supongo que tú ya sabrás la respuesta, ¿verdad?

– Sólo gracias a una pequeña investigación que hice la noche que lo conocí. – respondió la joven. – Resulta que esa inicial B. tal vez sí tenga un lugar en su nombre después de todo.

– Originalmente era simplemente por conveniencia. – replicó X. – ¿Pero cómo se relaciona eso con Ray Charles?

– Fácil. – respondió Chiyo. – Uno de los nombres a los que respondía era "Brother Ray".

Aunque la falta de obstáculos y mecaniloides para esquivar le facilitaba el viaje en relación a navegar el edificio, la vista de los salones y corredores vacíos dejaba claro que este lugar nuevamente estaba bajo el control de los Maverick Hunters, un hecho que el acechador cuadrúpedo no encontraba nada agradable.

O más bien, era su amo quien estaba decepcionado de eso, ya que él sólo hacía eco de las reservas de Sigma y su mentalidad, y utilizaba sus ojos como un enlace entre ambos, permitiéndole observar las acciones del otro.

Su objetivo estaba muy cerca, y el acechador ya estaba teniendo una buena idea de a dónde se había ido el intruso. O más bien, a quién había venido a ver, especialmente con lo que contenían los archivos que había entregado. Una parte de él se preguntaba si debería ir y tratar de conseguir eso, pero el amo le dijo que no, viendo que en última instancia no afectaría nada.

– Sólo tienen información sobre lo que está por venir. – Su voz hacía eco por el CPU del depredador mecánico. – Eso no detendrá lo inevitable.

No, claro que no, era lo que pensaba. Tal vez les ayudaría a prepararse momentáneamente, pero sus defensas no serían suficientes. Eventualmente, cada humano y obstáculo que se interpusiera ante la causa de Sigma caería.

Junto con el resto de esta isla.

– ¿Qué crees que podrías ofrecerme que Sigma no lo haya hecho ya? – le preguntó el Thunder Slimer a Ray B. – Finalmente tenía mi libertad y la capacidad de tener control total sobre mi vida, todo lo que los humanos me habían arrebatado… y que le han hecho aún peor a otros.

– ¿Entonces por qué no ha vuelto por ti? – le preguntó Ray B. al mecaniloide sapiente. – Después de todo, es tal como dijiste: Sigma presumiblemente reconoce tu incremento de inteligencia, pero todavía no ha hecho un esfuerzo por venir y recuperarte.

– Tal vez no esté al tanto de que estoy en custodia. – contraatacó el Thunder Slimer.

– O simplemente no le importa. – replicó el robot más pequeño. – Si yo lograra sacarte del almacenamiento, ¿entonces qué tanto problema representaría eso para él?

– Olvida tu estúpida meta de tratar de sacarme respuestas. – señaló el mecaniloide. – Además, tengo muy poca información que podría darte de todos modos.

– Tienes suficiente como para beneficiar a los Hunters en sus esfuerzos. – argumentó Ray B.

– ¿Los defensores de los humanos y sus restricciones? No gracias. – siseó el mecaniloide gigante. – Aunque esos momentos antes hayan sido mis últimos, fue mejor poder pasarlos con mi mente intacta en lugar de ser confinado y despojado de todo lo que me hace lo que soy.

– Entiendo eso, créeme, lo entiendo. – le aseguró Ray B. al Thunder Slimer. – No hay nada peor que te roben tu libertad, mucho menos estar bajo el yugo de alguien que no te considera un ser vivo. – Apretó sus labios, sin darse cuenta que estaba reflexionando en algunas de sus memorias más desagradables. Pero no podía enfocarse en eso en este momento, ahora no. – Pero te puedo asegurar que Sigma no es el salvador que crees que es, mucho menos lo que les ha hecho creer al resto de ustedes.

– ¡Mientes! – rugió el Thunder Slimer, atrayendo la atención de dos figuras que se aproximaban rápidamente a la misma cámara donde la enorme máquina había peleado antes. – ¡Sigma planeaba devolverle al Mole Borer su mente! ¡Iba a hacer lo mismo por el resto de nosotros!

– ¿Y esto cómo lo sabes? – inquirió el robot más pequeño. – Dada tu posición, alguien como Sigma podría manipularte de cientos de maneras diferentes, todas las cuales resultarían en tu detrimento.

– Ya ha demostrado ser más digno de confianza que aquellos que me construyeron. – protestó el Thunder Slimer. – Una vez que la ciudad estuviera bajo nuestro control yo sería libre, ¡junto con el resto! Él planeaba dejarme a mí y a Spark Mandrill controlar esta área de la isla, ¡y lo estábamos haciendo perfectamente bien hasta que los Hunters decidieron intervenir!

– ¿Y sabes qué le pasó a Spark Mandrill después de que fue derrotado? – cuestionó una voz. El Thunder Slimer y Ray B. dirigieron su atención hacia la fuente, encontrando no una, sino dos caras nuevas con ellos, para su shock colectivo.

– ¿Y a dónde crees que irán? – preguntó Roll. Zero, entretanto, estaba buscando algo en los monitores que tenía frente a él, pues el puesto de seguridad aún mostraba todas las áreas de la planta de energía, incluyendo las que inicialmente habían estado bloqueadas por Mandrill.

– No estoy totalmente seguro. – confesó el otro rubio, mirando a través del metraje grabado apenas unos minutos antes de que llegaran. – Pero podemos confirmar que X y la humana están aquí. – agregó, y estas noticias le dieron a Roll algo de alivio.

– Aun así, eso todavía no explica exactamente qué… le hizo eso a los guardias afuera. – señaló la reploide desarmada, girando su cabeza hacia la entrada por donde llegaron.

– No exactamente. – argumentó Zero, sacando un metraje particular que detallaba lo que parecía una cámara que fluctuaba entre encenderse y apagarse, plagada de estática contra una vista clara en varios intervalos. Durante dichos intervalos, se podían ver breves imágenes de un forcejeo, un borrón morado se movía por la pantalla y rápidamente despachaba a los dos Hunters que guardaban la entrada. – Creo que ya tenemos algo.

Roll se acercó para verlo con sus propios ojos, e inmediatamente notó el color. – ¿Crees que sea el mismo que tú y X enfrentaron en la Carretera Central?

– No, este no coincide con los patrones de ataque de Vile. – observó Zero, mientras veía los escasos trozos de metraje claro de nuevo, captando detalles como garras y dientes. – Es salvaje y descontrolado, pero es casi como si fuera un animal.

Roll asintió estando de acuerdo, y miró los otros monitores, viendo lo que parecía un breve destrello rojo en uno de ellos. De inmediato señaló a la pantalla.

– Hey… ¿qué es eso?

Zero también se giró para verlo, y se dio cuenta de lo que estaba señalando: de alguna manera, otra figura se había metido en el área de almacenamiento del edificio donde se guardaban la mayoría de mecaniloides destruidos y sus partes, especialmente los restos del Thunder Slimer. Una silueta más pequeña con una capa y una bufanda, con lo que parecía ser un sombrero aparentemente se manifestó en la habitación de la nada, sin evidencia aparente de su llegada salvo por un destello rojo que se apoderó del lugar. El cadáver no funcional del avanzado mecaniloide al que se le dio la mente de un reploide descansaba en una esquina, con algunos cables regados en el suelo peligrosamente, mientras la figura se le aproximaba. Colocó una mano en uno de los tentáculos metálicos, luego el resplandor rojo lentamente envolvió totalmente a la máquina.

Tras esto, los dos desaparecieron totalmente de vista.

Los ojos del Thunder Slimer se ensancharon pese a su tamaño restrictivo, al ver que su asesino estaba dando pasos hacia ellos.

– Tú. – le dijo, con la voz chorreando de desdén. – Defensor de los humanos y su tiranía.

– Si ese es el caso, ¿por qué crees que vine aquí para ayudarte ahora? – cuestionó X, pero el mecaniloide permaneció imperturbable.

– No necesito ninguna ayuda que puedas darme. – El mecaniloide notó a la inusual acompañante que el Hunter azul había traído con él. – ¿Qué es esto, alguna clase de broma? ¿Trajiste a una de esas criaturas aquí?

– No exactamente. – confesó X abiertamente. – Pero eso no significa que tenga intenciones de hacerte daño. Sólo hemos venido aquí para hablar.

– ¿Hablar?

– Así es.

– ¿De qué? Si estás considerando utilizarme para los propósitos de tu organización, entonces prefiero desconectarme de línea aquí mismo y ahora. – amenazó el mecaniloide.

– No hay necesidad de eso. – le aseguró Ray B. a la máquina más grande. – Sé que nuestro primer encuentro no fue exactamente el mejor, algo que más o menos puedo entender. – añadió entre dientes. – Pero si tan solo nos escucharas…

– ¿A quién? ¿A un asqueroso simpatizante de los humanos? – espetó el Thunder Slimer. – Ustedes dos no son más que esclavos de los simios sin pelo.

Chiyo miró detrás, notando un panel de control que se notaba algo destrozado, muy probablemente debido a la batalla anterior de X, pero se dio cuenta que parecía relativamente salvable. Tal vez esta conversación le daría algo de tiempo para ver con qué podía juguetear y si había algo que pudiera serle útil. Pero primero, necesitaba saber algo.

– ¿Qué es esto, exactamente? – preguntó, dirigiéndose tanto al reploide como al robot. – Esta habitación, ¿para qué es?

Ray B. se mordió el labio, algo irritado de que X hubiera traído a una no combatiente con él en primer lugar. A pesar de todo, le respondió:

– Según el esquema del edificio, esto era para almacenar al Thunder Slimer, un mecaniloide construido originalmente para mantener y almacenar energía, pero hubo algunos… cambios de planes por el camino.

– ¡Quieres decir que Fujiwara decidió experimentar con algunos de nosotros dándonos las mentes de reploides, sólo para robárselas a algunos porque expresaron sus preocupaciones! – ladró el Thunder Slimer. – Yo me salvé sólo porque él tenía planes para mí después. – La máquina se quedó en silencio. – … No es que ser encerrado y aislado del mundo sin nada de luz sea mucho mejor.

Ray B. se quedó en silencio por un momento. – Lo que el Dr. Fujiwara hizo en contra tuya y los otros mecaniloides está mal. – le dijo a la máquina más grande. – Pero vengarte contra todos los humanos no resolverá el problema de tu dolor, ni le traerá alivio a nadie más.

– ¿Quién dijo que siento dolor? – señaló el Thunder Slimer.

– Debes sentirlo. – intercedió X. – Sabes, si dependiera de mí, no hubiese peleado contra ti en absoluto, simplemente habría buscado una forma de escapar la habitación. Cuando descubrí que estabas vivo, igual que yo…

– Aun así progresaste. – interrumpió el mecaniloide al Hunter azul. – No es el hecho de que me mataste lo que me causa rencor hacia ti. Simplemente estabas tratando de cumplir con tu objetivo, y yo el mío. Pero Sigma me otorgó libertad, la capacidad de moverme como quisiera.

– Entonces ¿por qué estabas encerrado aquí la primera vez que nos encontramos? – inquirió X, cruzando los brazos.

Ray B. entretanto se dio cuenta que Chiyo parecía estar concentrada en el panel que estaba a un lado, al parecer jugando con los cables y el teclado. Se le acercó, observando los contenidos en el monitor semi agrietado.

– ¿Qué intentas hacer?

– Esta habitación tiene un elevador, ¿correcto? – preguntó la humana.

– A juzgar por los planos, sí. – respondió la máquina.

– ¿Y qué hora es en este momento?

– Alrededor de las 5:30 AM. ¿Por qué?

– Bueno, si ese es el caso, creo que tengo una solución a tu problema. – dijo ella, asegurando el último de los cables rotos con las piezas que encontró alrededor de la computadora. – Pero primero, debo asegurarme que la conexión siga estable.

Antes que Ray B. pudiera cuestionar a lo que se refería, la máquina más baja se volteó para ver a X, todavía conversando con el Thunder Slimer.

– Entonces, ¿no hay nada que podamos hacer para cambiar tu opinión? – preguntó el Hunter azul al mecaniloide avanzado.

– A menos que me liberen de mi confinamiento actual, no veo forma alguna de negociación posible. – replicó el más grande de los dos.

– Ya no estás en una bodega o centro de almacenamiento. – observó X. – ¿Qué es lo que quieres ver?

El mecaniloide hizo una pausa, debatiéndose si debería o no decirlo. No que eso hiciera mucha diferencia, especialmente viendo que no había forma de que estos opresores pudieran cumplir con su petición de todas maneras.

– Muéstrenme el amanecer. – dijo el Thunder Slimer en tono seco. – Déjenme ver el sol naciente en su estado natural con mis propios ojos, y que sus rayos toquen mi coraza. Hasta entonces… no tendré nada que decirles.

De repente, un zumbido empezó a reverberar por la habitación, y todos se sorprendieron al oírlo, excepto una.

– ¿Chiyo? – preguntó X, notando que la humana se acercaba a él y al mecaniloide gigante sin dudar, y se volteaba hacia Ray B.

– Bueno, ¿vienes o qué? – le preguntó.

El robot estaba a punto de inquirir a qué se refería, pero entonces se dio cuenta al ver dónde había sido colocado exactamente el Thunder Slimer. Asintiendo, se aproximó, y las tres figuras junto con el mecaniloide se situaron en el centro de la habitación.

– Chiyo, ¿qué está sucediendo…? – empezó a decir X, pero se interrumpió debido a un pequeño movimiento debajo de sus pies. El piso empezó a dividirse en patrones geométricos antes que un grupo de paneles se formara en una plataforma, que a su vez comenzó a ascender del suelo y a través de la abertura en el techo.

El elevador continuó ascendiendo, pasando por un pasaje algo estrecho (estrecho al punto que el Thunder Slimer apenas cabía por él) que continuaba hacia arriba. Más y más alto hasta que, finalmente, llegó a su destino, y el techo se abrió para revelar al mundo fuera del edificio.

– ¿Q-qué…? – empezó a hablar el mecaniloide, sin saber qué estaba experimentando. Sus ojos se centraron en la única humana que estaba allí. – ¿Qué acabas de hacer? – le preguntó, sin estar en posición de amenazar, pero se condenaría si le daba la satisfacción de dejarse someter por ella.

– Sólo estaba concediéndote tu deseo. – le respondió ella. – Según tu amigo aquí, todavía tenemos… ¿qué hora es de nuevo?

– Son las 6:15 AM, ¿por qué? – replicó X. Y en cuanto preguntó, fue que se dio cuenta.

El horizonte estaba teñido de varios tonos suaves de azul, amarillo y naranja, con algunos rastros de líneas rosas en las nubes sobre ellos. Los ojos oscuros de la humana se giraron hacia el este, sin ver nada, pero sabía que ese no sería el caso por mucho tiempo.

– Aún tenemos algunos minutos antes del amanecer, pero para cuando llegue, podrás verlo. – le informó al Thunder Slimer, que todavía seguía evidentemente en shock por lo que ella acababa de hacer. – Ahora, ¿te importaría responder algunas de nuestras preguntas?

Esta historia continuará…

Chapter 62: Consideraciones

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– Parece que quieres decir algo.

Roll dio un respingo, maldiciendo entre dientes que Zero se hubiera dado cuenta que ella se la pasaba mirándolo a cada tanto mientras los dos navegaban hacia el lugar donde vieron a las tres figuras de aspecto familiar figures.

– Me avergüenzo un poco de admitirlo. – respondió. – Pero es que tú me recuerdas algunas cosas que pensé que habían quedado enterradas u olvidadas hace mucho tiempo.

– ¿Como cuándo te mataron antes? – preguntó Zero.

Roll asintió. – Aunque, eso no es lo único. Sigo sin recordar todo lo de ese tiempo, pero ya soy capaz de reconocer mejor algunas caras nuevas. – Hizo una pausa. – ¿Alguna vez has escuchado de una máquina de nombre Bass?

Zero pensó en su pregunta, pero en última instancia se encontró totalmente seco en su respuesta. – No puedo decir que sí.

– Bueno, acabo de recordarlo recientemente. – confesó ella. – Y con él, estoy empezando a juntar las piezas sobre lo que pasó antes de mis… mejoras, por decirlo así.

El otro rubio alzó una ceja. – ¿Quieres decir antes de ser convertida en una reploide?

– Más o menos, aunque este cuerpo por sí mismo esté basado en la apariencia del antiguo. – explicó Roll. – Pero antes de eso, recuerdo que Wily estaba empezando otro de sus intentos chiflados de dominación mundial, pues no aprendió nada de la amenaza y el daño que causaron los Stardroids. – Cerró los ojos, y la imagen del robot de armadura oscura vino a su mente. – O más bien, sí lo hizo, pero no para mejor.

Aún estaba en fragmentos, pero podía recordar vagamente lo que sucedió: ella había sido capturada por ese viejo loco y le ordenó a Bass que se deshiciera de ella. Pero en lugar de eso, la máquina de armadura negra y dorada vio la oportunidad de sacarla de la fortaleza por completo, pero no podía recordar haber salido del todo. Ahora que lo pensaba, tampoco recordaba que su rescatador lo hubiera hecho, ya que ambos se toparon con otra máquina en cuestión.

Una muy peculiar.

Una a la cual, aunque ya no los asociaba entre ellos, el Hunter que la acompañaba todavía le daba ciertos destellos de familiaridad, y también una ligera sensación de peligro.

– ¿Y después qué? – cuestionó Zero.

– Después que Bass me ayudó a escapar, lo único que recuerdo es que nos encontramos con Rock peleando contra lo que fuera que Wily había construido. – relató la otra rubia. – No creo que haya salido intacta de ese lugar.

El Hunter rojo ladeó su cabeza. – Lo que estás diciendo ¿es que crees que…?"

Roll negó con su cabeza. – No puedo decirlo con certeza, pero sí sé esto. De alguna manera, en cierto modo… – Se detuvo un momento. La última imagen que pudo discernir de ese tiempo fue cuando ella empujó a Rock fuera del camino de un disparo de buster cargado. – Esa máquina fue la que me llevó a ser como soy ahora.


Arriba del edificio…

Los ojos del Thunder Slimer se detuvieron en el horizonte que cambiaba lentamente. El sol aún no se asomaba para iluminar al mundo donde estaban, pero no pasaría mucho antes que el amanecer finalmente los saludase e iluminara los cielos en tonos amarillos y azules pálidos. El mecaniloide giró su atención hacia X y Ray B., y las dos máquinas supieron que esta maniobra tal vez les permitiría tener algo de acceso a la información que buscaban, pero el arma avanzada estaba centrando su atención en la humana entre ambos.

– Tú… – empezó a decir el Thunder Slimer, alzando un tentáculo en la dirección de la chica. – ¿Quién… eres tú?

Ella no estaba segura de si debería o no responderle, pero al ver que se había esencialmente insertado en la escena, supuso que sería un precio pequeño que tendría que pagar. Aun así, por lo que había escuchado de esta máquina en particular machine, no estaba del todo segura cuál sería su reacción. – Mi nombre de pila es Chiyo. – le respondió al Thunder Slimer. – Pero mi apellido es Fujiwara.

– Fujiwara… – musitó el mecaniloide. – Sólo hay un humano con ese nombre que conozco. – Sus ojos bajaron para observar al único ser hecho de carne y materia orgánico frente a él. – ¿Quieres decir que estás relacionada con mi atormentador?

Chiyo guardó silencio por algunos momentos, pero asintió como respuesta. – Soy su hija.

El mecaniloide no dijo nada al principio ya que le costaba creer lo que, o más bien, quién estaba frente a él. Mucho menos que fuese la responsable de permitirle acceder al mundo exterior, que rápidamente se preparaba para dar la bienvenida a la luz del día.

– Te he dado suficiente energía para que dures un par de horas más. – le explicó Ray B. al Thunder Slimer. – Pero la carga no durará para siempre.

Esta pequeña noticia no pareció amilanar al mecaniloide. – ¿Y qué con eso? ¿Planeas utilizar el tiempo limitado que tengo para chantajearme?

– Por el contrario. – añadió X. – Tu cooperación podría ganarte la libertad que te prometieron falsamente antes.

El Thunder Slimer seguía sin fiarse de ellos. – ¿Y qué garantía tengo de que la tendré ahora? ¿Verdaderamente?

El Hunter azul miró hacia los cielos, donde el sol ya estaba a punto de salir para saludar a las criaturas vivientes que permanecían atrapadas aquí, tanto orgánicas como de metal. – Bueno, para empezar, ¿Sigma ha venido por ti? Mejor aún, ¿sabes lo que le hizo al que vigilaba este lugar contigo?

Muy cerca.

El metraje que había recibido vía el hackeo de sistemas con su cola reveló dónde estaba su presa, y aún más, quién más había venido antes que él.

El Hunter azul, X, tenía que dejarlo en paz, hasta cierto punto. Aunque el depredador acechando tenía permitido mostrar su fuerza y habilidad en contra de cualquier amenaza, este reploide en particular debía dejarlo mayormente intacto para que pudiera funcionar.

Los otros dos, sin embargo, tenía permitido despacharlos como quisiera.

De hecho, Sigma se aseguró de añadir que tenía permitido morder y destazar con sus garras cualquier cosa que deseara, fuese de metal o de carne.

Ray B. miró hacia la escena que tomaba lugar, X conversando con el Thunder Slimer para tratar de sonsacarle información vital acerca de los planes futuros de Sigma. Aunque inesperado, se sintió algo agradecido por la repentina aparición del Hunter, aunque fuese por el hecho de haber llegado mucho más lejos de lo que podría haberlo hecho solo, acostumbrado a la vida solitaria como estaba.

Sintió una mano sobre su hombro, y el robot se giró para ver a la humana ligeramente más alta que él siendo la que lo estaba molestando. – ¿Sí? – le preguntó, viendo la curiosidad en los ojos oscuros de la joven.

– Me conoces gracias a Fumiko, ¿verdad? – le preguntó Chiyo. – Tú fuiste por quien ella me llamó aquella ocasión. Un reploide "raro" que se veía sorprendentemente viejo.

Ray B. sonrió ante eso. – Técnicamente hablando, sí soy viejo, aunque todavía tengo el mismo cuerpo que cuando me construyeron por primera vez. – Luego hizo una pausa. – Más o menos, hasta cierto punto. Pero tienes razón, te vi cuando me estaba escapando.

– ¿Por qué no te quedaste? Cierto, puede que seas algo diferente del resto de tus parientes mecánicos, pero no debería ser muy difícil repararte.

La máquina ladeó su cabeza. – ¿Acaso sabes lo que soy? ¿Mucho menos quién soy?

– Tengo algunas teorías. – confesó Chiyo. – Pero tengo la sensación de que no le gusta que la gente se meta en tus asuntos. – Él no le respondió. – Yo soy igual. Pero tengo curiosidad. ¿Te contó Fumiko sobre mí? ¿Fue así como supiste quiénes éramos Kenichi y yo…?

Ray B. mantuvo su cara oculta tras ese grueso par de gafas y la bufanda que cubría la mitad inferior, pero su postura indicaba que se estaba debatiendo de cómo responderle, o si debería hacerlo en primer lugar. – Sabía sobre su hermano pequeño. – le dijo. – Pero no tenía idea sobre ti. Al principio creí que eras ella. Fumiko, quise decir.

La expresión de Chiyo se volvió neutral. – ¿Te decepcionaste de que no lo fuera?

Ray B. no le respondió a esa pregunta. – Ella salvó a ese niño, ¿verdad? A costa de sí misma.

Chiyo asintió.

– ... Lo siento. – le dijo. – No… es fácil.

La joven de cabello largo miró hacia el suelo en el exterior del piso superior exterior. – Incluso si fuera alguien como mi padre.

Afuera de la conversación, el Hunter azul ahora estaba tratando de convencer al Thunder Slimer de ayudarles en sus esfuerzos contra Sigma. Sin embargo, el índice de éxito de esa tarea no se veía demasiado alto.

– Así que, no importa si Sigma o ya no ve ninguna utilidad para ti. – le dijo X. – ¿Aún te rehusas a ayudarnos?

El Thunder Slimer entrecerró los ojos. – Pareces demasiado dispuesto a pintarlo en una luz desfavorable. – señaló. – ¿Qué le pasó a tu antiguo deseo de llegar a tu antiguo líder?

El Hunter azul hizo una pausa, mordiéndose el labio. – Virus o no, ya he aceptado que lo que venga, vengará. – le respondió. – Pero fui creado primero que nada para traer un mejor futuro a este mundo. – Sus ojos verdes se desviaron. – Ese era el sueño del Dr. Light.

– Y aun así, aquí estás equipado con armas que todavía podrían matar, que me mataron una vez a mí. – mencionó el Thunder Slimer. – Armas que utilizaste al servicio de aquellos de los que Sigma me prometió rescatar.

¿Rescatar? X se puso a pensar en ello por unos momentos. – ¿Estás hablando de los humanos?

– ¿Quién más? – respondió el mecaniloide gigante. – Los mismos que deseaban matarte en el segundo que descubrieron tu existencia.

– Sólo lo hicieron porque tenían miedo. – contraatacó X. – Pero, incluso entonces, no todos los humanos estaban dispuestos simplemente a eliminarme allí mismo. – explicó, pensando específicamente en el Dr. Cain.

– Y aun así, sigues plegándote a sus deseos. – argumentó el Thunder Slimer. – Incluso ahora, te dedicas a hacer trabajos que no quieres debido al conocimiento que posees. Tu experiencia. – Sus ojos se centraron en la humana que conversaba con el roboto. – Incluso sin saber lo que haces ahora, ¿cómo puedes ponerte de su lado, tras todo lo que han hecho?

X se quedó en silencio por unos momentos. ¿Cuánto más le llevaría convencer a esta máquina?

– "Puede que tengan miedo, X, pero aprende con ellos." – La voz de su creador resonaba en su cabeza, y podía ver su rostro envejecido y cansado encima de su cápsula, momentos antes de que fuera sellada. Otra memoria que deseaba poder recordar en su totalidad. – "Enseñarles, construir junto con ellos, y mostrarles el potencial ilimitado que pueden traer."

Él quería hacer eso, no había nada que deseara más. Y aun así, en efecto, había tenido que aceptar el contraargumento del Thunder Slimer. Ya que, efectivamente, no podía seguir ignorándolo.

– En ese aspecto tienes razón.

El mecaniloide más grande miró a su inquisidor azul. – ¿Qué acabas de decir?

– Dije que tienes razón. – repitió X. – De cierta manera, estoy haciendo exactamente lo que se esperaría de mí, obedeciendo ciegamente a aquellos que deseaban verme muerto. Y en efecto, están aquellos como Fujiwara y los demás que decidieron enjaularte. – Hizo una pausa. – Pero, si ellos no valen nada, ¿quién fue la que te permitió venir aquí arriba en primer lugar?

– Tiene que haber algún beneficio para la humana en esto. – protestó el Thunder Slimer. – Si está relacionada de alguna manera con ese hombre, ¡mayor razón para cuestionar lo que sea que te diga!

– ¿Qué beneficio podría obtener? – cuestionó X, y procedió a explicarle a la máquina más grande. – En su mente, ya no le queda nada que perder, así que este fue un acto totalmente por voluntad propia. Aparte, ella también ha experimentado más que un poco de la negligencia de Fujiwara.

– ¿Alguna vez le han denegado el simple placer de sentir los rayos naturales del sol sobre su coraza externa? – X estuvo a punto de responderle que ella no poseía eso, pero el mecaniloide no le dejó ni un segundo para responder. – Entonces no sabe nada, y tú tampoco.

– ...no, quizás ellos no. – dijo una voz. Era Ray B. aproximándose al mecaniloide, mientras los cielos se hacían cada vez más brillantes para dar la bienvenida al amanecer. – Pero intenta conmigo.

– ¿Y quién eres tú exactamente?

Ray B. se detuvo por un momento, preguntándose cómo responderle. En efecto, sospechaba que esto iba a surgir, pero no estaba dispuesto a divulgar nada que no quería. No todavía, de todos modos. Era demasiado pronto para eso. Lo que sí podía, sin embargo, era al menos ser honesto sobre de dónde venía exactamente y lo que había visto.

– Soy el último que queda de un mundo que dejó de existir hace mucho, aunque pareciera que fuese ayer a veces. – le respondió. – Sé lo que se siente tener que ocultarte, verte forzado a permanecer lejos del sol y la luna, todo el rato mientras eres perseguido o confinado en una jaula en un basurero en alguna parte, porque piensan que eres potencialmente peligroso.

El Thunder Slimer no le respondió. En lugar de eso, continuó escuchándole.

– Y en cierto sentido, tienen razón. Somos peligrosos. – admitió Ray B. – Pero ellos también. ¿Y de dónde viene eso? ¿Qué motiva a una mitad del conflicto a ocultarse, y a la otra mitad para buscar el peligro percibido para eliminarlo sin importar nada?

El mecaniloide no dijo nada, mientras X y Chiyo tampoco entendían del todo a dónde querría llegar la otra máquina. Aun así, si bien tal vez la humana se admitía que tal vez estaba un poco al borde por la altura a la que estaban, no podía evitar sentir que algo andaba mal.

Como si estuvieran siendo acechados.

– ¿La necesidad de dominar? – preguntó el más grande entre los conversadores, aunque era más por burla que genuino.

Pero recibiría una respuesta que lo dejaría con incertidumbre de qué hacer al respecto al principio.

– Más o menos. – respondió Ray B. – Pero lo que necesitaban dominar no era lo de afuera, sino lo que despertó en todos ellos.

El Thunder Slimer se quedó perplejo. – ¿Despertó?

Ray B. asintió. – Eso despertó en mí al poco de haber nacido, y permaneció por un largo tiempo después. – le dijo al mecaniloide. – Me nubló la mente y permitió que el odio y el resentimiento se apoderasen de mí, lo que resultó en un desastre para todos los involucrados.

– ¿Y qué fue este elemento que se había agitado en tu interior?

El robot más pequeño se ajustó las gafas, sobre las cuales se reflejaban los cielos que iban ganando brillo en su superficie oscura. – El miedo.


Niveles inferiores…

– Espera, ¿escuchaste eso?

Zero hizo una pausa, urgiendo a Roll a hacer lo mismo, ya que el ruido que escuchó también alcanzó sus audio receptores. – En efecto. – le respondió, sacando su buster. – No estamos solos.

La fuente de lo que Roll había escuchado estaba a muy poca distancia, pero parecía estar descansando justo arriba de sus cabezas, de alguna manera observando la porción interior del techo. A juzgar por el movimiento constante en los cables y alambres que había en su interior, todo indicaba que se movía hacia adelante.

– Vamos. – le dijo Zero a la otra rubia, manteniéndola cerca. – Creo que lo que buscamos está muy cerca.


Azotea…

– ¿Miedo? – cuestionó el Thunder Slimer, sin entender por completo. – No le temo a nada, mucho menos a ustedes tres.

– Quizás no a mí. – admitió Ray B. – Pero sí le temías a los humanos lo suficiente como para no tomar represalias. No fue sino hasta que llegó Sigma y te ofreció libertad que decidiste tomar un riesgo.

El mecaniloide se quedó en silencio al principio. – Una vez que me alertaron que Fujiwara fue exterminado, ¿qué me detendría de cumplir mi parte del trato?

– Nada. – respondió Ray B. –Cumplir tu parte del trato fue muy honorable de tu parte. – Se mordió el labio bajo su bufanda. – Pero quienes están desesperados tienden a atraer a gente dispuesta a explotar esa cualidad.

– ¿Y dices que Sigma es uno de ellos? – preguntó el Thunder Slimer.

– Ya fuera que te viera como su igual o un simple sirviente, no lo sé. – confesó el más pequeño de los dos. – Pero sí sé que sus ambiciones no llevarán a nada que no sea la destrucción de todos.

– Y aun así, hay una semblanza de esperanza en ti, de que haya una parte de él que valga la pena salvar. – señaló el mecaniloide, volviéndose hacia X. – ¿A qué se debe esto? ¿Por qué razón buscas redimir a alguien que claramente no tiene interés en volver a ser como antes?

X se mordió el labio, pensando en una respuesta. – Esa sería la respuesta más rápida. – admitió. – Y en efecto, virus o no, voluntad propia o no, quiero ponerle fin a todo esto. Sin embargo, aunque fui construido con esta arma… – sacó su buster para observarlo – … mi creador nunca habría querido que lo utilizara como un medio para aterrorizar o privar a los débiles de sus vidas.

– Has encontrado algunas de las cápsulas, ¿no es así? – cuestionó el Thunder Slimer. – Dichas cápsulas contenían atributos, mejoras para incrementar tu desempeño. Para ser un mejor combatiente. Y aun así, ¿dices que el hombre que te creó no deseaba violencia?

– Él sabía que vendría, eso creo. – respondió X. – Pero aun así, no, no lo creo. Y lo sé, gracias la cápsula más reciente que encontré… o más bien, que me proveyó un amigo.

Un amigo que ya no estaba entre los vivos, luego de haber dado su vida para salvar la de su antiguo camarada justo al final.

El mecaniloide todavía no entendía del todo, pero a pesar de eso se sentía algo intrigado. En efecto, era tal como lo decían Sigma y, también atreviéndose, Fujiwara. El primero de todos los reploides no era como el resto.

– Esperaba que fuese algún tipo de armadura o potenciador para mis articulaciones, igual que antes. – explicó X. – Pero en lugar de eso, el Dr. Light me proveyó de lo que llamaba una técnica de hace mucho tiempo. – Recordaba las palabras del holograma, lo extrañamente cálida y acogedora que se sintió, a pesar de su substancia digital. Eso era todo, ¿verdad? Sin embargo, su más reciente adquisición cortesía del Dr. Light le hacía dudarlo. – Una que vino con más que sólo el conocimiento y su uso. Más bien, vi quién lo había usado previamente.

El sol golpeaba con fuerza su cuerpo musculoso mientras andaba por los barrios marginales de esa nación del sur de Asia. Varias personas vendían productos o sus posesiones en las esquinas de las calles, o incluso pedían algo de cambio extra para sobrevivir un día más.

Él no estaba en mucha mejor forma que muchos de ellos, pero, a diferencia de los locales que llamaban hogar a este país, él sólo estaba de paso. Siempre iba seguro de otro viaje o destino, pero nunca sabía a dónde le llevaría dicho destino.

El viejo dicho de su sensei continuaba haciendo eco en las profundidades de su conciencia.

"¿Qué es lo que ves frente a tus puños?"

El viajero en cuestión era un hombre japonés vestido de un gi blanco de artes marciales algo desgastado, con cinturón negro y una banda roja alrededor de su frente, y el resto de sus posesiones las llevaba consigo en la bolsa que colgaba de su espalda. No llevaba zapatos, sino que caminaba por la Tierra desafiando su superficie con cada paso que daba. Aunque, con todos sus pensamientos, no se dio cuenta de lo que tenía en frente, y su enorme cuerpo chocó contra uno más pequeño, una niña de piel oscura que se cayó al suelo al tropezar con él.

– Hey, ¿te encuentras bien? – le preguntó, habiendo aprendido el lenguaje local durante su tiempo aquí.

La niña no le respondió, sólo miró el jarrón que ahora estaba volcado, y el líquido blanco y puro derramado ahora estaba manchando la calle en un pequeño charco a pocos centímetros de su cabeza.

– Perdón por eso. – se disculpó el viajero, que luego notó a una mujer acurrucada en una pequeña choza cerca de allí, que acababa de ser testigo de toda la escena, y con la cara llena de tristeza y decepción. No tardó mucho en juntar las piezas. – Ah, ya veo. Esa leche era para tu madre, ¿no es así?

De nuevo, la niña no le respondió, pero hizo contacto visual con la mujer en cuestión. Sus ojos se anegaban de lágrimas por haber fallado en cumplir lo que debería haber sido una tarea sencilla. Pero cuando estuvo a punto de expresar sus dolores abiertamente, encontró que le presentaban un pequeño puñado de billetes en su cara.

– Toma. – le dijo el extraño. – Es mi culpa que la hayas tirado, así que yo debería ser quien lo pague. – Le puso el dinero en su todavía insegura mano. La niña se puso de pie con la jarra y el dinero. – Ve, consigue algo más de leche.

Con lágrimas todavía en los ojos, la niña sonrió a pesar de todo, y salió corriendo tal como le dijo, mientras el viajero observaba a la mujer para ver que su rostro se había tranquilizado, en una expresión de gratitud que irradiaba calidez. Al ver que no le quedaba más que hacer aquí, el extraño continuó su camino, en busca de más desafíos, y de dónde encontraría la respuesta a la pregunta que le dejó su sensei.

El Thunder Slimer se quedó en silencio, junto con Ray B. y Chiyo, una vez que X terminó de relatar lo que experimentó al recibir el poder de la cápsula. – ¿Y qué se supone que este relato de las memorias de un humano debería despertar en mí? – cuestionó el mecaniloide. – Mejor aún, ¿cómo llegaste a saber esas cosas tras recibir una simple mejora?

– Eso, no lo sé con certeza. – admitió X. – A decir verdad, empiezo a dudar si los mensajes en las cápsulas son simplemente pregrabados, o si son algo más. Con cada uno de ellos, siento casi como si estuviera recuperando una parte de mí mismo.

La enorme forma de vida mecánica no estaba impresionada. – ¿Y qué hay de esta memoria? ¿Qué es lo que significa? ¿Acaso te incita a sentir pena por aquellos sobre los que claramente tienes una ventaja? – le preguntó. – Sin mencionar, ¿quién te dice que, si ese hombre hubiera encontrado a los de nuestra especie, no les hubiera hecho lo mismo que los humanos le hicieron a los robots?

– El Dr. Light de alguna manera obtuvo la energía de la cápsula. – espetó X. – Además, no sé casi nada de ese humano o ni siquiera quién era. Tal vez, habría sido agresivo hacia nosotros si estuviera aquí para ver lo que ha estado sucediendo. – Se detuvo por un momento, mirando hacia afuera. Ya casi salía. El sol estaba a punto de salir para saludar al mundo. X entonces cerró sus ojos – Habría hecho lo necesario para proteger a los débiles. Algo que yo debo hacer.

– ¿Y acaso Sigma cuenta entre aquellos que consideras débiles? ¿Frágiles? – cuestionó el Thunder Slimer. – ¿Los que necesitan ayuda?

El Hunter azul suspiró, moviendo ligeramente el pecho como si se hubiese librado de un enorme peso de sus hombros. – Si realmente es la víctima de una infección viral, entonces me ocuparé de él como se debe. Y si todo esto lo está haciendo por su propia voluntad, por sus propios deseos… también me haré cargo de él de la misma manera.

El Thunder Slimer se quedó callado por unos momentos, observando el horizonte con sus ojos. Luego miró hacia la única humana entre ellos.

– Tú, eres la hija de Fujiwara, ¿sí? –dijo dirigiéndose a Chiyo. La humana asintió. – Entonces deberías poder entender por qué me cuesta tanto comprender tus motivaciones. Me resultan… complicadas.

La joven de cabello oscuro ladeó su cabeza. – ¿Cómo así? Ya estás afuera, ¿no? Esto era lo que querías.

– Pero ¿por qué me lo diste? – preguntó el mecaniloide. – Y sin ninguna motivación de parte de esos dos que son similares a mí. No sabes nada sobre mí, mucho menos de mi relación con tu padre. – Se detuvo por un momento, pensando si debería continuar. – Si alguien debería odiarnos, eres tú.

Chiyo no le respondió. Decir que no era así sería llamarlo un mentiroso. – Lo hacía. – murmuró. – Hubo un tiempo en que sí, eso era lo que sentía. – Se mordió el labio. – Pero en todo caso, tú y el resto también son sus hijos, de cierto modo. Sólo que no hay conexión por carne y sangre, así que él los veía sólo como algo que podría manipular a su antojo.

El Thunder Slimer se quedó estupefacto de lo que acababa de oir. – Parece que lo conociste muy bien.

– No había mucho que conocer. Creo que ese hombre era mucho más máquina que cualquiera de ustedes, si soy honesta. – respondió Chiyo. Luego se rio, aunque no había humor en la memoria que le vino a la mente. – Aunque Sigma demostró que sí era humano, igual que el resto.

– ¿Entonces por qué? – repitió el Thunder Slimer. – ¿Por qué decidiste ser la que me trajo aquí?

La joven se puso a pensar en cómo responderle. Ciertamente, lo estaba haciendo mayormente para conseguir respuestas, pero había otras varias formas de hacer esto. En retrospectiva, tenía pocas esperanzas de que el plan funcionara, pero era la mejor oportunidad que tenía para potencialmente negociar con el mecaniloide.

Fue sólo entonces cuando los cielos comenzaron a brillar que entendió por qué ver el sol era tan importante para la máquina. La gran orbe de fuego se alzaba sobre el cielo, envolviendo a Abel con sus gentiles y cálidos rayos sobre la ciudad dañada pero todavía parcialmente de pie. El sol, que era necesario para toda la vida, incluso aquellos que no dependían de él.

– Porque estás vivo. – respondió Chiyo. – Igual que Patarche, igual que Fumiko. – Hizo una pausa, girando su atención hacia el Thunder Slimer. – Igual que yo.

Esta historia continuará

Chapter 63: Unidad K-9

Chapter Text

Sus ojos se encontraban fijos en el orbe de luz brillante, y los rayos de la gran estrella acariciaban su carcasa de metal mientras el amanecer comenzaba la transición gradual hacia el día.

Otro día. Otro día más cerca del final de toda esta odisea.

El Thunder Slimer desvió la mirada hacia las dos máquinas como él, y luego hacia la única forma de vida orgánica entre ellos. – ¿En serio eres la hija de Fujiwara? – le preguntó. – ¿En serio te engendró?

Chiyo asintió como respuesta, aunque estaba algo perpleja. – Hasta donde yo sé. – le respondió. – ¿Por qué?

El mecaniloide desvió sus receptores ópticos de la humana hacia el sol, todavía procesando el hecho de que debido a las acciones de quienes estaban frente a él, esta humana, que le permitió lograr una cosa muy simple que siempre le había sido denegada. Y con eso, también se dio cuenta de otro aspecto en el que se había equivocado. – No, no es sólo tu padre. – le dijo. – Sino los humanos en general.

– ¿Qué pasa con ellos? – le preguntó Chiyo. Ray B. y X permanecieron atentos en caso de que necesitaran intervenir.

– Desde el momento de mi concepción hasta el final de mi construcción, lo único que conocía era el interior de cualquier lugar donde los humanos confinaban. – respondió el Thunder Slimer. – Ya fuera un edificio, una unidad de contención, o cualquier lugar de almacenamiento para máquinas desechadas que luego serían desmanteladas, dondequiera que estuviera, siempre me encontraba lejos de la fuente de vida de la cual dependen las criaturas orgánicas.

El reploide y el robot se quedaron de pie, observando la expresión del otro. Aunque X podía simpatizar con el deseo de ver el mundo exterior, ya que pasó los primeros meses de su existencia siendo confinado a un laboratorio, Ray B. parecía poseer conocimiento y experiencia que le permitía relacionarse más con las palabras del Thunder Slimer. Aun así, cualquiera que fuese esa experiencia compartida, no la articuló en palabras, resignándose a mantenerla en secreto.

– Es cierto, los seres orgánicos dependemos mucho del sol y su relación general con el planeta. – confirmó Chiyo. – Pero, aunque no es que sea exactamente vital para los que son como tú, no veo razón por la cual se te deba negar ese placer tan simple. El sol es gratis, después de todo. No le pertenece a nadie en este mundo.

El Thunder Slimer miró hacia afuera, mientras los rayos matutinos caían sobre su coraza de metal, y sus ojos se giraron hacia las calles abajo. Ahora mismo estaban vacías, pero recordaba que normalmente estaban inundadas de gente y máquinas por igual, con el sol cayéndoles encima mientras viajaban juntos, en armonía con la simple meta de lograr sus objetivos diarios.

– Sigma me dijo que deseaba que pudiéramos caminar libres, sin miedo de ser encerrados o confinados por los humanos. – relató el masivo mecaniloide. – Y aun así, sólo estoy aquí gracias a aquellos a quien él dijo que eran mis enemigos.

Ray B. cruzó los brazos. – No sería la primera vez que a alguien le hacen falsas promesas aquellos que dicen preocuparse. – señaló con algo de amargura. – Incluso más cuando te das cuenta que aquellos que eran tus enemigos sólo lo eran por circunstancias fuera de tu control.

X se mordió el labio. Seguía sin entender totalmente el contexto de lo que hablaba Ray B. pero claramente hablaba como alguien con experiencia de primera mano en esas cosas.

El Thunder Slimer miró hacia el sol de nuevo, y luego a Chiyo. – Una humana… de todas las cosas, una humana… – murmuró en voz alta. – Chiyo, ¿ese es tu nombre? – preguntó, a lo cual la joven de cabello oscuro asintió. – Un nombre tradicional, que significa mil años o mil generaciones… generaciones que quizás no tendrías si las cosas continuaran como están.

– Entonces ayúdanos a ponerle fin a esto. – le suplicó X al mecaniloide. – Ayúdanos a detener la destrucción en lugar de agregar más a ella.

El Thunder Slimer guardó silencio por un momento, contemplando lo que empezaba a saber, en dónde había terminado, rodeado por aquellos que le informaron que eran sus enemigos. Y aun así, le acababan de proveer lo que Sigma pudo haberle dado con mucha facilidad. – Los misiles liberados en la ciudad fueron sólo un precursor. – declaró el mecaniloide masivo. – Sigma desea que la población humana de este lugar sobreviva, pero sólo durante el tiempo suficiente.

Los tres que rodeaban a la máquina más grande escucharon atentamente, absorbiendo cada detalle que les relataba.

– El trabajo con el que se encontró su amigo. – dijo el mecaniloide, refiriéndose a Ray B. – Eso es sólo una porción de la ola que golpeará este lugar. Ahora que ustedes han echado un vistazo, el plan inicial podría verse comprometido, pero no hay razón para dudar que Sigma utilizará lo que tiene a su disposición, de alguna manera.

Ray B. se preguntaba qué podría significar esto. – ¿Planea soltar a todos esos mecanilodes en la ciudad?

– Correcto. – respondió el Thunder Slimer. – Sólo que lo hará desde una locación remota. Inalcanzable para todos excepto para quienes ya están estacionados allí.

– ¿La fortaleza de Sigma? – cuestionó X. – ¿En dónde está?

El Thunder Slimer suspiró. – Desafortunadamente, esa información fue borrada de mis bancos de datos para prevenir que ustedes descubran su base de operaciones. – confesó. – Dicho eso, hay una forma en que pueden llegar a ella desde la isla.

– ¿Cómo así? – inquirió de nuevo el Hunter azul.

– Cerca del perímetro, alrededor del mismo día que Sigma anunció su rebelión, una parte de la tierra se rompió y se separó, elevándose sobre una plataforma construida debajo de ella para ocultar lo que realmente es. – explicó el Thunder Slimer. – E incluso ahora, se encuentra oculta a plena vista.

– ¿Entonces cómo descubriremos dónde está? – inquirió Ray B. – ¿No da algún tipo de señal particular o firma electrónica?

– Sí, pero incluso entonces, será difícil de rastrear hasta su ubicación. – respondió el Thunder Slimer. – La fortaleza no se mantiene en un solo lugar en todo momento.

– ¿No está en un solo lugar? – inquirió X, pensando en este detalle. – ¿Quieres decir que se mueve?

El enorme mecanilode estaba a punto de responderle al Hunter azul, pero fue en ese momento que las tres formas de vida mecánica voltearon a ver debajo de ellos. Chiyo se quedó perpleja ante su fijación en el suelo.

– ¿Qué pasa? – les preguntó, a lo que Ray B. le puso una mano en el hombro, urgiéndola a permanecer callada. Con un dedo en sus labios ocultos, también le indicó que escuchara con cuidado.

Algo se acercaba a ellos desde abajo.

Debajo de la plataforma se podían oír ruidos de arañazos y metal siendo atravesado, hasta que finalmente, una silueta emergió violentamente por un espacio creado por los dientes y garras de un acechador. La figura cuadrúpeda comenzó a disparar orbes de electricidad de su hocico, directo hacia los tres que se encontraban debajo de ella.

X se apresuró a agarrar a Chiyo, pero se dio cuenta que Ray B. ya se le había adelantado, empujando a la humana a un lado mientras sacaba su buster para enfrentarse al recién llegado enemigo. El agresor aterrizó frente a ellos al fin, presentándose para que lo vieran. La figura efectivamente era mecánica, pero no era humanoide. Más bien, tenía la forma de un cánido, delgado y de diseño aerodinámico, con las articulaciones y hombros diseñados de tal forma que era claro que estaba pensado para velocidad y rastreo, asumiendo que los hubiera seguido hasta aquí. A pesar de haber sido basado mayormente en un perro grande o un lobo, X no pudo evitar notar que el sabueso robótico tenía ciertos rasgos felinos, como una cola extremadamente flexible y unas garras afiladas de metal en sus patas, en las cuales había pequeños rastros de fluido presentes.

– ¡Encárgate de este sujeto! – alertó Ray B. a X. – ¡Yo cuidaré a la chica!

– ¡Claro! – El Hunter azul se enfrentó al depredador metálico, cuyos ojos rojos se desviaron de X a Ray B., luego a Chiyo, y entonces al más grande de todos. Y entonces, se lanzó de frente.

X disparó, y el canino saltó sobre su disparo, aterrizando encima del Thunder Slimer, que no podía contraatacar, mucho menos disuadir a la otra forma de vida mecánica de bajarse de allí. Tanto X como Ray B. miraron fijamente al delgado asesino, el Velguarder, que comenzó entonces a hundir sus garras en la superficie del domo del Thunder Slimer.

– ¡¿Qué está haciendo?! – cuestionó Chiyo, perpleja y a la vez perturbada al ver a la otra máquina literalmente buscando abrirse paso hacia el cerebro de la otra.

X saltó de frente y trató de lanzarse contra Velguarder, pero el canino sólo empezó a hundir más sus garras, mientras su cola generó un pequeño láser de la punta, forzando al Hunter a retroceder algunos pasos mientras completaba su trabajo. Finalmente, con un fuerte ruido de cables y alambres siendo arrancados y de metal crujiendo ante los frágiles circuitos, los ojos del Thunder Slimer empezaron a parpadear esporádicamente, incapaces de mantener una conexión con el resto de sus sentidos, y el mundo volvió a oscurecerse, desapareciendo el sol de su vista.

El Velguarder retrajo su cabeza del agujero que había creado, y en sus mandíbulas se encontraban los restos aplastados de la CPU de la máquina más grande, cortando su conexión con el mundo del presente y esta vida. Los ojos del Thunder Slimer se apagaron y se quedaron sin vida por última vez, con el reflejo de los rayos del sol brillando en la superficie del cristal.

Antes que X pudiera hacer nada para tomar represalias o incluso ayudar inútilmente al Thunder Slimer, Velguarder arrojó lo que había mordido a un lado del edificio y corrió hacia Ray B. y la única humana entre ellos, con las garras extendidas y las mandíbulas abiertas, desplegando filas de dientes hechos para destrozar cualquier material con el que hicieran contacto.

Empujando a Chiyo rápidamente hacia un lado, Ray B. evadió al canino arremetiendo, el cual saltó fuera del edificio yéndose demasiado lejos. Pero éste rápidamente corrigió su error impulsándose con sus propulsores, lo que le permitió al mecaniloide volver a ejecutar un salto triangular, para aterrizar de vuelta en la plataforma donde reposaba el ahora muerto Thunder Slimer. Chiyo observó cómo, para su shock, Velguarder la ignoraba por completo y fijaba su atención en Ray B., con la intención de hacerle lo mismo que a su víctima anterior.

Ray B. lanzó un disparo que hizo mella en el costado de la máquina canina, pero no fue suficiente para detenerla por completo. El depredador continuó moviéndose hacia el otro robot, mordiendo y acuchillando con las garras, con los ojos fijos en donde podía sentir que estaba la fuente de energía de la otra máquina.

Al ver que no tenía más opciones, salvo seguir poniendo en peligro potencial a quienes le ordeaban, Ray B. se dio la vuelta y corrió, saltando fuera del edificio y dejándose caer hacia abajo, mientras la unidad Velguarder lo seguía, con su objetivo en la mira.

– ¡Ray B.! – gritó X, y luego escuchó otro sonido desde atrás, desde el mismo lugar por donde el depredador metálico se había abierto paso con sus garras.

Para alivio del Hunter, una figura roja emergió desde el agujero, escalando como podía para ver lo que acababa de suceder.

– X, ¿qué está sucediendo? – preguntó Zero, y sus ojos azules notaron a la humana solitaria presente entre ellos. – ¿Qué hace ella aquí?

X se mordió el labio, con su atención dividida entre su amigo y el robot que acababa de escapar para desviar la atención del agresor lejos del resto de ellos. Finalmente decidió hablar: – Zero, ¿puedo pedirte un favor?


Calles de Abel City…

Cuando al fin pudo detenerse por un breve momento, Ray B. se permitió dejarse caer contra una pared que encontró en un callejón cerrado, analizando el daño que había recibido a raíz de las maniobras rápidas como el rayo del mecaniloide perseguidor. Por lo que veía, su capa había sido desgarrada, pero su bufanda seguía mayormente intacta, afortunadamente. Aun así, la tela rota le permitió ver la abolladura cuadrada donde residía su núcleo. O más bien, donde alguna vez había residido.

Ahora, algo incluso más preciado ocupaba su lugar, un regalo hecho sólo para él. Un regalo de ella.

Ray B. suspiró, sabiendo que no podía quedarse ni distraerse por mucho tiempo, y que necesitaba ir a alguna parte donde pudiera recuperarse a salvo, pues sus niveles de energía por desgracia estaban agotándose luego de no haber tenido oportunidad de recargarse en un largo tiempo. Por supuesto, dado el gruñido bajo que acababa de escuchar, dicha tarea requería salir vivo de este predicamento primero.

– ¡¿Dónde están?! – exclamó X abiertamente mientras se paraba en una de las pocas estructuras elevadas que sobrevivieron a los misiles unos días antes, tratando de ver cualquier señal de Ray B. o Velguarder.

Aunque no los había visto en acción, X estaba al tanto de las unidades Velguarder, o por lo menos de lo que iban a ser, considerando que su concepto y construcción no habían ido más allá de un prototipo. Dicho prototipo desapareció luego de completar sus pruebas y no fue redescubierto hasta ahora. El Hunter azul no pudo evitar preguntarse por cuánto tiempo Sigma había estado ocultándolo de la vista, igual que el Thunder Slimer. Sólo que este parecía ser más leal y obediente por voluntad propia a las órdenes de su superior.

Juzgando por el aullido reverberante que hizo eco abajo, al parecer no tenía intención de detenerse hasta que su tarea de eliminación hubiera terminado.

Quizás debió haber hablado con Quick Man antes de venir a este lugar, considerando que esta bestia metálica estaba esquivando y maniobrando sin problemas entre todos sus disparos. Cierto, aunque Ray B. no fuera malo, disparar y moverse en respuesta a los constantes intentos de abrirlo con sus mandíbulas y garras, acuchillándole y tratando de morderlo salvajemente cada vez que lograba ponerse a tiro. Su capa quedó atrapada entre las garras del mecaniloide, y la tela se vio rasgada por un lado hasta que apenas quedó algo colgando en la porción izquierda, y la pierna de sus pantalones quedó prácticamente arrancada revelando una pierna metálica de color gris oscuro con una bota roja conectada en la articulación de la rodilla.

Al ver que no logró atrapar nada de valor, Velguarder atacó de nuevo, alzando sus garras para hacerlas caer de nuevo sobre su objetivo, con los ojos fijos en el pequeño panel centrado en el pecho del robot. Abriendo su boca, una oleada de llamas ardientes salió de su hocico, viajando en un arco que apenas rozó la cara oculta de Ray B., cuya bufanda amarilla apenas escapó del fuego, pero el calor la dejó con algunas manchas oscuras.

De todas las cosas que la prenda había sobrevivido, este perro rabioso parecía estar determinado a ser el que la terminara de una vez por todas.

Al verlo separando las dos partes de su boca, Ray B. se preparó para dispararle de nuevo, pero en lugar de lanzar una ráfaga de fuego, tres orbes de electricidad salieron de ella, volando de frente hacia el robot bípedo que sentía su fuerza agotándose cada vez más y más a cada segundo. Y por supuesto, a diferencia de antes, no había Fumiko que se diera cuenta de ello.

Percibiendo su momento de debilidad, la unidad Velguarder se lanzó, atrapando con sus quijadas a Ray B. por el brazo y, tras un breve pero violento forcejeo, el miembro fue arrancado de su cuerpo, con alambres y chispas eléctricas saliendo de la herida creada mientras arrojaba su brazo hacia un lado, y la manga rasgada reveló un antebrazo rojo con una mano del mismo color. Velguarder mordió el cañón de su buster, pero esto resultó ser un error ya que Ray B. liberó un disparo que se fue directo a la garganta del canino, dañando algunos de sus mecanismos internos en el proceso.

Esto le permitió al robot huir, pero su perseguidor no tenía intenciones de dejarlo escapar. Otra ráfaga de orbes electrificados salió volando de las mandíbulas de Velguarder, que su objetivo evadió agachándose y deslizándose hacia los lados, pero el último logró golpearlo de lleno en el pecho, enviando un ardor por todo su cuerpo. Luego de unos momentos de sufrir espasmos por la fuerza intensa del shock, Ray B. cayó al suelo de espaldas, y su agresor colocó su pata metálica encima de su pecho, manteniéndolo allí e inmóvil.

El canino violeta mordió y arrancó un trozo del pecho del robot, esperando encontrarse un núcleo funcional o algún otro tipo de dispositivo que le diera poder a la otra máquina, pero lo que encontró en su lugar sólo trajo más confusión, y también frustración. Lo que parecía ser un topacio amarillo agrietado conteniendo en su interior un cristal de picos rojo dentro de los componentes como una especie de batería. ¿Acaso quienquiera que hubiese construido esto lo hizo para que la maquinaria se encontrase dentro de la gema?

Esto ameritaba más estudio.

Removiendo el extraño y desconocido dispositivo, Velguarder se dio cuenta que el topacio era un material que cedería más fácilmente a la presión de sus quijadas si se enfocaba en las grietas. Luego, descubriría lo que era ese extraño artefacto que residía adentro y para qué servía, y luego de qué estaba compuesto.

Por la esquina de sus ojos rojos, el mecaniloide asesino vio una fuente de luz que se aproximaba hacia ellos, y el destello que vino en su dirección le obligó a abandonar a su presa, ya que el responsable de lanzar el disparo ya había llegado, usando sus potenciadores en las piernas para alcanzar a la unidad y a su objetivo.

La unidad Velguarder saltó hacia las paredes, tratando de saltar de vuelta para reclamar lo que había decidido llevarse. X no perdió el tiempo en recogerlo momentos después de que pudiera descender, cogiendo el topacio agrietado y colocándolo en un espacio debajo de su pectoral izquierdo, donde la armadura color púrpura pálido servía como tapadera apropiada para guardar tesoros, cualesquiera que fueran.

Viendo que le habían quitado su presa, el mecaniloide arrojó una ráfaga de fuego que X apenas logró evadir deslizándose hacia un lado, al tiempo que se dirigía hacia Ray B. para volver a poner el topacio en la cavidad que estaba en su pecho. Era extraño, pensó X, ya que el espacio en cí mismo parecía haber sido diseñado para contener algo mucho más grande. Esta pequeña gema y lo que fuera que tenía dentro no ocupaban ni siquiera un cuarto de su capacidad.

¿Qué se suponía que debía estar allí?

Sin embargo, justo cuando empezaba a colocar el objeto en su interior, X sintió un repentino y poderoso choque en sus sistemas, y su CPU se llenó con imágenes y memorias que no eran suyas, mientras aún tenía la gema en su mano y el núcleo en su interior parecía resplandecer.

– "¡ÉL ME REEMPLAZÓ!"

– "¡Ya no quiero volver a verte!"

– "¡Eres la única con quien he hablado de todo esto!"

Voces. Voces que nunca antes había escuchado, mucho menos podía reconocer. Una masculina, y una femenina. Iban de ida y vuelta una con el otro, pero los eventos que estaban conectados a las palabras volaban demasiado rápido para que el Hunter pudiera procesar por completo lo que estaba viendo. Pero en ellos, podía sentir las emociones conectadas a esas palabras, mayormente una fuerte sensación de dolor y sufrimiento.

– "¿No confías en mí?"

– "No lo sé."

– "Desearía poder… porque…"

El Velguarder permaneció en su lugar, perplejo ante la falta de acción del otro reploide, como si su cuerpo se hubiera convulsionado totalmente.

– "¡Lo arruinaste todo, para todos!

Ahora la voz femenina vociferaba con furia, mientras la visualización de unas lágrimas comenzaban a bajar por sus mejillas mientras hablaba se infiltraban a los pensamientos de X.

– "¡Las cosas habían estado bien si el apagón nunca hubiera ocurrido! ¡Si no hubieras ayudado a Wily!"

Demasiado fuerte, como si esta ira y rabia fuesen recientes y nuevas, envolviendo y nublando cualquier otro pensamiento o tema potencial que X pudiera traer a su mente. Nada podía salvarlo de hundirse más y más en la mente de quienquiera que estuviera hablando esas palabras tan cargadas de odio. De dolor, y desesperación, como si su dueño hubiese perdido cualquier razón para continuar.

– "Desearía haber podido tal vez confiar en ti." – dijo la voz femenina, cuya voz seguía llena de furia, pero con un cierto deje de tristeza también presente. – "Porque el pensamiento de que alguien más supiera lo que estás experimentando… la posibilidad… se sintió muy bien."

Un fuerte gruñido finalmente logró sacarlo de este estado. X volvió a la realidad mientras todavía sujetaba el pequeño topacio, y Ray B. seguía tendido en el suelo, con Velguarder todavía activo y listo para atacarlos de nuevo.

Justo cuando el canino se preparaba para otro ataque, sintió otra presencia acercándose hacia ellos, viendo un objeto pequeño pero que se aproximaba rápidamente en la distancia. De color rojo y preparado para tomar represalias contra el mecaniloide sin importar qué intentase. Viendo que lo superaban en número, y que su objetivo parecía no estar respondiendo, Velguarder saltó hacia un lado de la pared cercana, pateando en ella para llegar hacia otra, y luego a otra hasta navegar todo el camino hasta la cima, viajando por las azoteas de los edificios hasta desaparecer de la vista, pues ya había cumplido con su tarea por el momento.

Habiendo llegado a la escena, Zero se aproxim al inconsciente Ray B., fijando sus ojos azules en el topacio que estaba en posición de su amigo.


Cuartel general subterráneo…

– Ten en cuenta, que sólo le permitimos estar aquí gracias a sus contribuciones a nuestra causa hasta ahora. – le advirtió Zero a X. Se encontraba hablando con el Hunter azul mientras colocaban a Ray B. en una mesa de operaciones médicas, con un enorme agujero en su pecho totalmente vacío salvo por la gema agrietada que encontraron en él. Zero miró al robot inmóvil. – Nuestros recursos no se van a reabastecer pronto, asumiendo que haya algo que podamos hacer por él.

X se mordió el labio, deseando que su amigo no hubiese dicho eso, pero en última instancia era la pura verdad. Tenían pocas provisiones, no sólo para sí mismos, sino también las reservas que habían conseguido para los dos humanos a los que tuvieron que acoger. Y viendo que todavía no tenían idea de dónde estaba Sigma, mucho menos en dónde podría estar su fortaleza, seguían atrapados teniendo que encargarse de lo que fuera que les arrojara, sólo para mantener las amenazas a raya.

– No está en la mejor condición en este momento. – observó Zero, escaneando con sus ojos azules al todavía inmóvil Ray B. – Me hace preguntarme cómo es que sobrevivió todo este tiempo, y más todavía de dónde vino.

– No estoy muy seguro. – añadió X. – Pero parece tener mucho conocimiento acerca de las cosas que sucedieron antes que nos encontraran a ti y a mí. Chiyo piensa que él proviene de ese tiempo, y aunque no parece ser un reploide, me hace preguntarme si una máquina podría sobrevivir tanto tiempo por su cuenta.

– Tú lo hiciste, ¿o no? – cuestionó Zero.

– Sí, pero el Dr. Light me mantuvo sellado en animación suspendida. Tenía una protección completa de los elementos externos. – El Hunter observaba las extremidades de la máquina estacionaria, tanto aquellas que tenía acopladas como las que le fueron arrancadas durante la escaramuza con Velguarder. – Quiero decir, hay una posibilidad, pero eso significaría vivir durante todo ese tiempo en el cual los seres como nosotros no tenían permitido existir.

– Lo cual significaría que podría simplemente haber vagado por el mundo libremente. – añadió Zero. – Acorde con lo que te dijo Armadillo en relación a este evento llamado "Retiro de los Robots" que ocurrió mucho antes que cualquiera de nosotros existiera, tendría que haber mantenido un perfil bajo y asegurarse de no atraer la atención de ningún humano.

X cerró sus ojos verdes. – Que vida tan triste.

– Será muy triste para todos los demás si esta crisis no es resuelta pronto. – señaló Zero. – Por lo que les dijo ese mecaniloide con el que él y tú hablaron, la base de Sigma está cerca, pero fuera del perímetro de la isla, ¿correcto?

X asintió. – Eso fue lo que logró decirnos antes que… – Se detuvo, al recordar el momento en que Velguarder le arrancó los sistemas al mecaniloide indefenso, fuera de su cavidad cerebral.

– Eso al menos reduce enormemente el área que tenemos que buscar. – señaló el comandante rubio. – Aun así, eso nos deja abiertos a interpretar qué tan cerca de la isla podría estar, más allá de Arcadia, no puedo ver nada fuera de los límites de la isla.

– ¿Quizás esté utilizando algún tipo de tecnología para ocultar o camuflar dónde se encuentra? – sugirió X. – ¿Tal vez está usando algo que dejó Fujiwara?

– Eso no me sorprendería. – Zero estuvo de acuerdo, reconociendo la posibilidad. – Aun así, necesitamos mantener los ojos abiertos en caso de cualquier actividad inusual fuera de la isla. Voy a pedirle a Ai que lo examine, y también esa cosa que tiene en su pecho, sea lo que sea. – Se giró hacia la salida de la sala médica. – Mientras tanto, quizás puedas ayudar a Firefly a explorar los sectores externos.

Con eso, se marchó, X dejando a X ahora solo con el todavía durmiente Ray B., ¿o quizás fuera más permanente que eso?

El reploide azul observó la forma sin vida sobre la mesa, con sus ojos verdes fijos de nuevo en el topacio amarillo, cuyo peculiar objeto rojo en el centro volvía a atraer su atención.


Más tarde…

– Estos componentes están totalmente desfasados, no sé si tengamos materiales incluso para reparar los daños menores. – señaló Ai, suspirando de frustración mientras veía las provisiones al lado de Ray B. que parecían ser inútiles. – ¿De qué línea temporal viene este sujeto?

X no dijo nada, concentrándose en el paciente y luego en los instrumentos que se suponía que debían curarlo. – Quizás la teoría de Chiyo tenga más sustento después de todo. Aun así, si se trata de un robot, ¿cuál es? – murmuró para sí mismo.

– Esto no es bueno. – señaló la navegadora rubia, mientras tomaba lecturas de Ray B. con un lector de energía. – No responde en absoluto. Es como si hubiera sido desactivado por completo.

Los ojos de X se ensancharon. – ¿Quieres decir que está…?

Ai estuvo a punto de responderle, pero hizo una pausa, pensando de nuevo en sus palabras por un momento antes de clarificar. – Bueno, no exactamente. En este momento, las lecturas indican que sus sistemas están estacionarios. En esencia, se encuentra en modo de suspensión. Sólo necesitamos darle un arranque para despertarlo, y tal vez su CPU se conecte con el resto de él y pueda volver a funcionar de nuevo.

– Pero el problema es que su cuerpo no es compatible con nuestro equipamiento, ¿verdad? – preguntó X, a lo cual Ai asintió en respuesta, antes de quedarse callada.

– Por el momento, tendremos que ponerlo en soporte vital. Pero incluso entonces, no hay garantía de que el descanso por sí solo sea suficiente. Y si no vuelve al mundo dentro de las próximas dos horas, no estoy segura de que podamos permitirnos mantenerlo en línea.

X no argumentó en contra, sabiendo que no tenía más opción en el asunto. En todo caso, debería sentirse agradecido de que estuvieran viendo a Ray B. en primer lugar. Pero seguía siendo otra situación donde se sentía impotente para hacer nada. – Gracias a pesar de todo, Ai.

Ai asintió, aunque su expresión habitualmente neutral pareció ganar un pequeño deje de calidez en sus rasgos. – Escuché decir a Zero que te enviará con Firefly a explorar los sectores externos. Creo que ya están a punto de salir pronto.

– Claro, ya me voy. – respondió X.

– Iré a verlo antes de que partan. Incluso con esas mejoras en tus piernas, ¡yo llegaré con él antes que tú! – Con eso, la navegadora roja salió corriendo, pasando a través de la puerta para ver al motociclista verde y a quienesquiera hubiesen sido asignados a su equipo.

X se giró para ver al inmóvil Ray B. y el topacio que brillaba bajo la luz en el techo. Aproximándose hacia su cuerpo, el Hunter azul se encontró extendiendo la mano hacia él y tomando la gema para examinarla de nuevo, todavía incierto de qué era el dispositivo que tenía adentro, mucho menos cómo fue hecho. Pero mientras lo sostenía, no pudo evitar sentir una pequeña fuerza que residía en el pequeño objeto. Como si tuviera vida propia.

– "Tómalo."

X se congeló, girándose de golpe para ver a quién había escuchado, sólo para darse cuenta que no había nadie en la habitación con él.

– "Colócalo en tu pecho."

Había una voz, pero de dónde venía, no tenía idea. Se atrevería a decir que parecía no venir de ninguna parte. Aún más, se parecía mucho a la voz femenina que oyó cuando agarró la gema.

– "Un momento… ¿acaso…? No…" – pensó mientras fijaba los ojos en el topacio. – "¿No es posible que…?"

– "Colócalo en tu núcleo."

¿Su núcleo?

– "Date prisa."

Un momento, ¿qué rayos era esto? ¿Qué estaba ocurriendo? ¡¿Qué era lo que estaba experimentando en este momento?!

– "Por favor. Ayúdalo."

El pánico de X se disipó al oír esa súplica, y sus ojos verdes volvieron a fijarse en Ray B. tendido sobre la mesa, viendo su cuerpo desgastado y destrozado, y las herramientas que, pese a ser las versiones más actualizadas que tenían, no servirían de nada para ayudar en su recuperación. Si acaso eso era posible.

– "Yo ya no puedo hacerlo." – La voz parecía hacer eco en su mente. – "Pero tú sí puedes."

El Hunter azul sostuvo la gema, mirando el espacio vacío en el pecho de la máquina más antigua, y luego en el suyo propio. El silencio se apoderó de la cámara, mientras X reflexionaba en su siguiente movimiento, y preguntándose si realmente estaba escuchando todo eso. Aun así, luego de unos momentos, activó los compartimientos de su pecho, separando sus pectorales y permitiéndose acceder a sus mecanismos internos. Más específicamente, su núcleo.

Su propio núcleo era idéntico al de cualquier otro reploide, lo cual tenía sentido al haber sido él quien sirvió de base original para todos ellos, pero al analizarlo más de cerca, no pudo evitar sentir una especie de atracción magnética entre su propia fuente de vida y la piedra agrietada que sostenía en su mano. Al introducirlo, se dio cuenta que, aunque quedaba apretado, el topacio lograba quedar en el centro del pequeño espacio circular que reposaba encima de su procesador principal. Esperó y esperó, pero no ocurrió nada.

– ¿X?

La repentina voz de Zero lo sacó de sus pensamientos, cerrando rápidamente su pecho y volviendo a sellarlo. – S-sí, lo siento. Ya voy.

Zero levantó una ceja. – ¿Estás bien?

– Uh, sí, claro. – respondió X. – Perdón por hacerte esperar. Iré enseguida.

Salió corriendo de la habitación, dejando a su comandante a solas, estudiando el cuerpo que descansaba en la mesa por unos momentos antes de darse la vuelta para unirse al resto de sus hombres. Aun así, aunque tenía otros asuntos que atender, el Hunter rubio no pudo evitar preguntarse a dónde se había ido esa piedra amarilla que tenía antes en el pecho.

Esta historia continuará

Chapter 64: Profundidades

Chapter Text

El mar de las filipinas era un área marginal localizada al este del Océano Pacífico, al este del Archipiélago de las Filipinas, de donde obtuvo su nombre. Era reconocido como el mas más grande del mundo, cubriendo una superficie estimada de cinco millones de kilómetros cuadrados. El mar también tiene Placa Filipina que forma su fondo.

La frontera oeste del Mar de las Filipinas está marcada por las Islas Ryukyu Islands al noroeste y Taiwán al oeste. La frontera suroeste incluye las Islas filipinas de Luzón, Catanduanes, Samar, Leyte y Mindanao. Al norte, la frontera contiene a las islas japonesas de Honshu, Shikoku, Kyushu, y más recientemente, Abel City. La frontera este tiene la segunda cadena de islas, la cual incluye las Islas Bonin e Iwo Jima al noreste, las Islas Marianas, como Guam, Saipán y Tinian al este, y las islas de Halmahera, Palau, Yap y Ulithi en el sureste. Finalmente, la frontera al sur está definida por la Isla Morotai de Indonesia.

El mar se caracteriza por un complejo y diverso arrecife submarino, con la forma de una cuenca estructural junto a una serie de fallas geológicas y zonas de fractura. Arcos de islas, que resultan ser riscos extendidos que se alzan sobre la superficie debido a la actividad de las placas tectónicas, circundan al Mar de las Filipinas al norte, este y sur. Estos arcos incluyen a las Islas Ryukyu, el Archipiélago de las Filipinas, y las Islas Marianas.

Este conocimiento es muy bien entendido por los que viven en esta región, tanto organismos vivos como maquinaria por igual. Se volverá especialmente importante durante momentos críticos, mientras los miembros del escuadrón de Firefly son testigos de ocurrencias inusuales en el área.

X recordó el momento en que salió con el motociclista verde y el resto de su equipo, patrullando los límites de Abel City y las partes de la isla accesibles para los vehículos. Fue alrededor de este momento que llegaron al tramo de agua entre la isla y Arcadia, donde uno de los miembros vio un objeto acercándose a ellos, deslizándose sobre la superficie.

Una pequeña embarcación de emergencia y rescate navegaba por el océano, con su carcasa blanca marcando su lugar de origen. Esta imagen alertó a los reploides presentes, incluyendo a Firefly y a X, de que la señal enviada desde el faro había llegado al mundo exterior. Una llamada de auxilio había sido recibida y respondida. Aunque la advertencia que recibieron seguía fresca en sus mentes, ver la embarcación llenó el núcleo de X con esperanza. Pero una duda persistente continuaba en la trastienda de su mente, alertándole que no todo se encontraba bien.

Y en efecto, sus dudas pronto se verían confirmadas.

A medida que la embarcación se acercaba al borde de la isla, el Hunter azul tuvo una extraña sensación comenzando a bullir en su pecho, o más precisamente, dentro de su núcleo.

– “Mira hacia abajo.” – le urgió una voz femenina.

Los ojos verdes de X se vieron atraídos hacia las aparentemente calmadas olas a poca distancia, inseguros de lo que se suponía que debía notar.

No le llevó mucho tiempo darse cuenta que había un ligero movimiento entre las suaves olas.

– ¡Miren! – exclamó X, atrayendo la atención de los demás, que también habían notado la extraña perturbación en el flujo natural del agua del océano.

Pronto se volvió claro lo que era el objeto en movimiento. Sin embargo, para cuando se dieron cuenta por completo de la gravedad de la situación, ya era demasiado tarde.

El proyectil impactó en un lado de la embarcación, explotando al hacer contacto inmediato, sacudiendo el equipamiento del barco Arcadiano hacia un lado y casi volcándolo por completo. La quilla había quedado gravemente dañada, con una enorme abertura que ya estaba haciendo entrar el agua del océano, inundándolo a un ritmo alarmante. Pero ese no fue el final: más torpedos vinieron repetidamente, golpeando la embarcación en diferentes áreas, impactando en sus objetivos hasta que todo el barco estalló en llamas, sin que se viera ni uno solo de sus tripulantes saltar por la borda para escapar.

No quedó nadie que pudiera escapar.

Pronto, la embarcación comenzó a descender en el océano, incapaz de mantenerse a flote. Mientras se hundía, las aguas extinguieron las llamas furiosas que eran fortalecidas por el aceite y fluidos de los motores, como si enviaran señales a los Hunters que observaban desde lejos que cualquier vida que pudiera haber estado a bordo había sido apagada por completo.

– "¡Mira!"

X se sobresaltó ligeramente, buscando por todos lados. – “¿Qué se supone que debo mirar?” – se preguntó, sin esperar exactamente una respuesta. Pero para su sorpresa, sí recibió una.

– "¡Bajo el agua!" – la voz femenina seguía haciendo eco en la mente del Hunter. –"¡Se está escapando!"

Para confusión de Firefly y todos los demás, X salió corriendo hacia el borde de la isla, y sus ojos verdes escanearon toda el área en busca de más anomalías que esta extraña pero siempre presente compañía intentaba alertarle. Y luego, en un instante, notó algo más: algo se movía debajo de la superficie. Una silueta oscura, semi-humanoide en apariencia y con múltiples extremidades, emergió mostrando un domo de tamaño prominente encima de ella. La silueta le dio una extraña sensación de familiaridad al reploide de ojos verdes. El resto también vino a ver, logrando vislumbrar brevemente a la figura mientras volvía a sumergirse bajo las olas, desapareciendo tan rápido como apareció, como si nunca hubiera estado allí en primer lugar.


Cuartel General de los Hunters…

– ¿Y fue entonces cuando hundieron la nave? – preguntó Zero, visiblemente sacudido por las repentinas noticias que acababa de recibir.

X asintió, todavía con problemas para procesarlo todo. Sucedió tan rápido; en un momento, una chispa de esperanza estaba frente a ellos, y al siguiente, fue totalmente destruida sin más. – Supongo que podemos considerar esto como la respuesta de Sigma a cualquier interferencia externa.

– En efecto. – replicó Zero, cruzando los brazos mientras observaba el mapa desplegado en el monitor. – Aun así, ¿estás seguro sobre quién disparó los torpedos?

El Hunter azul asintió. – Se mantuvo oculto de la vista, pero esa forma suya es más que un poco reconocible.

– No es broma. – El comandante rubio estuvo de acuerdo, y se concentró en el pequeño punto brillante que se movía alejándose del Mar de las Filipinas hacia el sur de Japón. – Entonces, nuestro culpable se dirige hacia las fosas.

La mención de las fosas generó preocupaciones entre aquellos que observaban el rastreador en movimiento. La señal confirmaba que otro más de los suyos había llevado a cabo las órdenes de Sigma. Inicialmente, fue sólo una corazonada, pero X insistió en que Ai hiciera un escaneo de rastreo para captar la firma electrónica característica del reploide. A pesar de algunas protestas de parte de ella (ya que los rastreadores mandatorios colocados en reploides probablemente sería lo primero que se quitarían bajo las órdenes de Sigma) finalmente accedió a hacer el escaneo. Y para shock de todos, especialmente de sí misma, lograron captar a alguien.

El monitor desplegó el código implantado en el rastrador, enlazando un nombre y un rostro a la señal, lo que indicaba que todos estaban en problemas potencialmente mayores que antes.

Otro rasgo muy prominente del Mar de las Filipinas era la presencia de fosas profundas en el mar, incluyendo la Fosa Filipina, y la de las Marianas, conocida como el punto más profundo de la Tierra. Había debate sobre si su sospechoso se atrevería a sumergirse en ella, especialmente debido a que el misterioso agujero azul todavía no había sido explorado del todo, incluso en este siglo. La presión potencial del agua haría casi imposible entrar sin equipamiento apropiado, y cualquier intento fallido resultaría en terminar aplastado.

– ¡Miren! – declaró un Hunter, señalando el punto que se alejaba de las fosas y se dirigía más hacia abajo del mapa, lo cual trajo un alivio colectivo a todos los presentes. Sin embargo, su alivio fue sólo temporal.

– ¿A dónde va ahora? – cuestionó Firefly, frustrado de que sus habilidades con los vehículos serían inútiles en el agua. Pero luego pensó que sería la oportunidad perfecta para probar un bote.

Ai fijó el punto en movimiento, observando como descendía desde el Mar de las Filipinas hacia el área entre el Océano Pacífico y el Índico.Más específicamente, se movía hacia las aguas tropicales que rodeaban Indonesia, Malaysia, Papúa Nueva Guinea, las Filipinas, las Islas de Salomón, y Timor-Leste.

Justo cuando el punto llegó a la región vagamente triangular que formaban estas masas de tierra, dejó de moverse y desapareció del monitor por completo. Una vez que se fijó la ubicación, X y Firefly fueron despachados para explorar el área, esta vez usando un transporte acuático.

El viaje llevó varias horas, a pesar de la enorme velocidad de la embarcación, ya que iban viajando lentamente de manera intencional para evitar atraer la atención, especialmente luego de ser testigos de la respuesta de Arcadia a las súplicas de aquellos que seguían atrapados cerca. Pese a todo, seguían adelante, determinados a no permitir que la duda o el miedo los desviara hasta que llegaron al punto donde el rastreador dejó de funcionar. Las olas golpeaban suavemente contra el equipamiento avanzado que usaban para viajar.

– ¿Entonces es por aquí? – preguntó X, cuyos ojos verdes se enfocaban en las densas profundidades debajo de ellos, sin saber qué les aguardaba bajo la superficie.

– Así parece. – replicó Firefly. – Al menos, aquí fue donde lo detectamos por última vez. Por lo que sabemos, podría estar en cualquier lugar.

En efecto, aunque tenían una idea general de dónde buscar, la distancia que viajaron y el aparentemente infinito espacio azul y debajo de ellos hacía poco para darles confianza. La señal había sido detectada por última vez en una sección conocida como “El Triángulo de Coral”, el cual era precisamente lo que decía su nombre: un área vagamente triangular que envolvía al menos quinientas especies de corales que formaban arrecifes en cada ecorregión. Esta región se extendía por dos áreas biogeográficas: la región Indonesia-Filipina y la región del Pacífico Suroeste. Reconocida como uno de los ocho mayores arrecifes de coral a nivel global, el Triángulo de Coral era un centro de biodiversidad marina y una prioridad para los esfuerzos conservacionistas.

Lo que podría querer un Maverick como el que estaban rastreando en un área cómo esta seguía siendo un misterio. A pesar de todo, X sabía lo que tenía que hacer.

Mientras se movía hacia el borde de la embarcación sintió una mano sujetándole el hombro, deteniéndolo antes de que fuera más lejos. Al girarse, X vio a Firefly y a los otros Hunters que lo acompañaban ofreciendo a su camarada una plegaria colectiva.

– Ten cuidado allá abajo. – le dijo Firefly con cautela a X.

– Lo haré. – respondió X, y su armadura azul parpadeó al activar sus características mejoradas.

– Lo digo en serio, X. – le advirtió el motorista verde. – Mantente en guardia todo el tiempo. Y más importante todavía, sé selectivo con en quienes confías.

El Maverick Hunter semi-transformado se detuvo por un momento, como si deseara argumentar o protestar, pero en última instancia asintió, dando a entender que captó el mensaje. Con un pequeño salto fuera del borde, se zambulló en las aguas que había abajo, mientras su cuerpo metálico se hundía rápidamente ya que el peso de su cuerpo le ayudaba a descender hacia el Maverick que estaban buscando.

Firefly suspiró, mirando el océano ahora inmóvil. – Más te vale que vuelvas. – pensó en voz alta. – De lo contrario, no sé qué le diré a Zero."


Bajo la superficie…

El salpicón al impactar llenó sus unidades de audio, y el ambiente del mundo de la superficie lentamente se desvaneció mientras X se iba hundiendo. Su vista del cielo azul fue consumida por las olas del océano, y las aguas igualmente azules tomaron por completo su línea de visión, mientras el Hunter continuaba descendiendo más y más profundo. El mundo a su alrededor parecía hacerse borroso, y el abismo incomprensible que lo rodeaba era difícil de visualizar a raíz de la abundancia de partículas naturales que había en dichas aguas. Finalmente, tras un largo rato, X sintió que sus botas hacían contacto con una superficie sólida. Mirando hacia abajo, se dio cuenta que llegó al piso oceánico, donde la fundación arenosa era muy granulada, pero sorprendentemente firme.

Y luego, se dio cuenta que estaba recibiendo una llamada del cuartel general, y sin perder tiempo respondió, aunque se sorprendió por la voz que le saludó.

– ¡X! ¿Puedes oírme? ¡Soy yo!

Los ojos verdes del Hunter azul se ensancharon de sorpresa. – ¡¿Roll?! – exclamó, llevándose la mano a su audio receptor.

Una pequeña risita sonó por su comunicador. –Sorprendido, ¿verdad? No creí que estaría haciendo esto, ¡pero aquí estoy!

El Hunter inmediatamente tuvo varias preguntas para su hermana pequeña, en relación a cómo se le permitía conectarse en sus comunicaciones, y servir como su navegadora para esta misión en particular. Pero a pesar del revuelo de preguntas en su mente sobre su hermana, sabía que el tiempo era esencial, y eso podría esperar a después que todo se hubiera resuelto.

– ¿Necesitas un plano general de dónde te encuentras? – preguntó Roll.

X miró alrededor, analizando su entorno actual. Aunque no veía ningún indicio de peligro o fuerzas enemigas, el terreno se veía desecho, vacío de cualquier cosa excepto arena y algunas plantas subacuáticas esparcidas entre las piedras, con enormes secciones de algas que se aferraban a sus superficies. – Sé que me encuentro en el Triángulo de Coral, ¿correcto? – le preguntó, esperando su confirmación.

– Sí.  – replicó Roll. – También conocido como la Amazonia de los Mares, esta área cubre alrededor de 5,7 millones de kilómetros cuadrados, o dos millones dos mil millas cuadradas, y contiene más del setenta y seis por ciento de las especies de corales que construyen arrecifes en aguas poco profundas…

– Sí, estoy al tanto de eso, Roll, gracias. – la interrumpió X, tratando de no sonar brusco, pero esa información era irrelevante comparada con detalles más cruciales. – ¿Sabes en dónde me encuentro en relación a dónde se fue el Maverick?

– Oh, claro, lo siento. – respondió Roll, mientras miraba el monitor principal a la vez que rastreaba la ubicación de X en una computadora pequeña. – Por lo que vemos, la señal se perdió en alguna parte en las cercanías del Triángulo de Coral. Pero la ubicación exacta todavía es desconocida. Aunque… – Hizo una pausa, estudiando la última captura de la lectura del Maverick antes de que desapareciera – … parece estar en alguna parte en la porción este del Triángulo, específicamente en las fosas marinas más profundas, pero no se comparan en nada con la Fosa de las Marianas.

– Eso al menos es positivo. – notó X. Luego hizo una pausa, mirando el abismo de agua que lo rodeaba. – Aun así… más vale que comience a buscar cualquier señal de dónde podría haber ido.

– Estaré aquí si me necesitas. – le aseguró Roll. – Ten cuidado.

X se permitió que una pequeña sonrisa se formara en sus labios. – Lo haré. – le prometió, esperando en silencio estar lo suficientemente vigilante para asegurar su retorno a salvo con ella y Zero.


Una hora después…

Inicialmente, X había creído que simplemente podría caminar hasta su destino por el piso oceánico, considerando la composición de la tierra. Sin embargo, pronto descubrió que la densidad del agua del océano era mucho mayor de lo que inicialmente sospechaba. Como resultado, activó su función de flotabilidad, que le permitió suspenderse un poco sobre el suelo arenoso y en esencia nadar hacia su ubicación deseada. Aunque el viaje seguiría siendo largo, este método sería mucho más efectivo para cubrir distancia, especialmente con el impulso extra que le proveían las mejoras en sus piernas.

De pronto, la voz de Roll llegó a sujs receptores, por lo que el Hunter hiciera una pausa para escuchar su mensaje. – ¿Ves algo de interés? – inquirió ella, con curiosidad por los detalles que X podría haber recabado.

– Por desgracia, todavía no. – replicó X, todavía rodeado en su mayor parte por un mar vacío. – Aunque, ¿ha habido más actividad alrededor de los bordes de la isla?

– No desde que la primera nave de rescate fue… explotada. – dijo Roll. Claramente la oscura realidad de la situación era difícil de digerir. – Sin embargo, este incidente ha levantado preocupaciones más allá de sólo evacuar a la población humana.

X se sintió intrigado. – ¿Cómo así? – le preguntó.

– Bueno, si esto es algún indicio, entonces claramente las fuerzas de Sigma pueden operar de manera igual de efectiva bajo el agua que fuera de ella. – explicó su hermana. – Si pueden hacer esto, ¿quién nos dice que no van a extender su alcance aún más allá, cortando todas las rutas marítimas y causando toda clase de problemas?

En efecto, pensaba X, eso planteaba un problema significativo, y no sólo para los humanos. Antes de que pudiera hacer más preguntas, notó que se estaba acercando al borde de lo que parecía ser un enorme cañón submarino, donde apenas era visible el horizonte borroso de tierra firme en la distancia.

– Hey, Roll. – empezó de nuevo, moviéndose hacia el borde y preparándose para bajar para continuar con su viaje. – ¿Cuándo debería empezar a ver signos de este “Triángulo de Coral” para referencia?

– Debería estar cerca. – le aseguró Roll. – Si aún no lo has encontrado a estas alturas, creo que lo harás muy pronto.

Ciertamente, consideraba X, aunque se había zambullido cerca del borde del Triángulo de Coral Triangle, dado su tamaño y proximidad se esperaría ver algunos indicios de él a estas alturas. Al llegar al borde y asomarse, vio más cañones submarinos y fosas que servirían como los escondites perfectos para un Maverick en fuga. Saltando hacia abajo, maniobró entre los estrechos corredores, enfocándose en su misión, pero no lograba sacudirse los pensamientos al recordar la embarcación arcadiana siendo destruida. O más bien, la realización de que no fue un accidente que la destruyeran.

La voz que escuchó antes fue la misma que le habló cuando cogió el topacio que estaba en el pecho de Ray B. ¿Quién podría haber sido? Ciertamente no era nadie a quien reconociera, pero sonaba joven, casi como una niña algo mayor que la edad aparente de Roll antes de su reconstrucción, pero todavía en su cúspide de juventud. Se llevó la mano al pecho y se tocó el área donde descansaba el topacio, muy cerca de su propio núcleo en funcionamiento.

– ¿Quién eres? – preguntó en voz alta, sabiendo que era improbable que recibiera una respuesta. Aun así, había recibido mensajes que no pidió, así que ¿quizás la dueña de esta voz todavía aceptaría peticiones?

Sí, claro. Apenas tenía idea de a dónde iba, mucho menos si se dirigía en la dirección correcta. Por todo lo que sabía, podría estar moviéndose lejos del Triángulo de Coral y del sujeto al que rastreaba por completo.

– ¡Ugh!

X de pronto sintió una compresión en su pecho. La presión en su núcleo era abrumadora, pero no totalmente dolorosa. Era como si su cuerpo estuviera intentando ajustarse a una nueva fuente de energía que todavía no se había dado a conocer, intentando establecer un enlace directo con sus propios sistemas. Sin embargo, no había insertado ningún programa o actualización nueva desde que se fue. ¿Qué era esto?

Justo mientras comenzaba a reconocer sus alrededores en las profundidades, de repente el agua que lo rodeaba se disipó. La arena debajo de sus pies se endureció formando un piso de baldosas, y luces brillantes le iluminaban desde arriba. El Hunter azul momentáneamente tuvo que protegerse los ojos de la cegadora luz, y tras un momento, sus orbes verdes se ajustaron a la nueva área donde se encontraba. Era muy claro que, dondequiera que estuviese ahora, definitivamente no era como ningún lugar que hubiese estado antes.

Aunque no estaba seguro de dónde estaba este lugar, había una innegable sensación de familiaridad en él.

X dio algunos pasos con cautela a través de esta nueva ubicación, navegando largos corredores etiquetados como “Sanidad” y “Limpieza”, como si no se permitiera existir ni una mota de sucio aquí. De repente, al dar vuelta en una esquina, se topó con una figura pequeña con un cabello muy característico, aparentemente aguardándole en las sombras. X se aproximó, inseguro de quién sería este individuo, casi creyendo que se trataba de un niño. Cuando la figura se dio la vuelta e hizo contacto con X, el reploide instintivamente se escondió tras la esquina, dándose cuenta de que, pese a lo que asumió de primera instancia, este niño no parecía ser del tipo alegre.

– ¿Ya está listo? – preguntó otra voz, que no le pertenecía ni a X ni a la figura. Sin embargo, cuando se giró al oír las palabras, claramente podía reconocer al interlocutor.

X también pudo reconocer la voz. – ... ¿Rock?

– Eso creo. – intervino otra voz familiar. – ¡Oh, esta pequeña criatura nos será de gran ayuda una vez que se ponga en marcha!

El Hunter azul sintió una subida de emoción, como si su núcleo estuviera prácticamente saltándole en el pecho. – ¿Dr. Light?

Pasando junto a la figura silenciosa que observaba el corredor, X se aproximó a la entrada abierta que llevaba a un laboratorio blanco y de tamaño considerable. Adentro, vio a un hombre anciano con una barba blanca completa y a un niño pequeño vestido con una camiseta azul, shorts azul oscuro, y botas robóticas (no llevaba su casco) supervisando algo que estaba confinado en una jaula de acero, similar a aquellas que se encontraban en una tienda de mascotas.

Al ver a su creador y a su hermano mayor, Rock, las emociones comenzaron a sacudirse dentro de X. Intentó evitar cometer alguna imprudencia, pese al tentador deseo de acercarse y tocar el hombro del anciano. A pesar de su edad, el Dr. Light parecía más sano que durante sus encuentros previos, en los cuales X había hablado con él mientras estaba moribundo.

– Y bien, ¿cómo se llama este pequeño de nuevo? – preguntó Rock, cuyos ojos azules se quedaron fijos en el intrigante espécimen en la jaula.

Asomándose por encima de ellos, X finalmente alcanzó a ver lo que tenía cautivada su atención. Una pequeña máquina con forma de roedor correteaba en una rueda, lo bastante pequeña como para caber en la palma de la mano de cualquiera de ellos. Era de color naranja con detalles amarillos, con aspecto de ser una criatura adorable y tímida.

– ¡Contempla a Mariachi! – exclamó el Dr. Light con orgullo, observando con intriga mientras el roedor continuaba corriendo más rápido en su rueda. – ¡El Hámster de Energía Eficiente!

Rock observó al roedor naranja y de cola corta mientras corría, notando un contador situado cerca de la rueda que incrementaba rápidamente su valor numérico. – ¿Y qué es eso exactamente? – preguntó el robot, diseñado para parecer un niño joven. – ¿Es su… contador de energía?

El Dr. Light miró el contador junto a la rueda. – Ah, sí, más o menos. – le explicó. – Muestra cuantas unidades de energía ha almacenado en sus sistemas. Pero también puede rastrear su velocidad, la cantidad de energía que la rueda puede proveerle cuando se necesita, o también puede contar el número de vueltas que ha dado.

Rock ladeó su cabeza, observando cómo el hámster continuaba corriendo en su ruedita. Sus patas se transformaron en ruedas por sí solas, causando que el dispositivo giratorio incrementara hasta que se volvió una mancha plateada, con la criatura rechoncha de color naranja aparentemente atrapada en su interior. El contador se incrementó exponencialmente, y los ojos de Rock seguían los cordones conectados a la criatura que llevaban a una batería. El nivel de energía de dicha batería era mostrado en un lado, y mientras Mariachi seguía corriendo, el dispositivo se iba cargando lento pero seguro, con el medidor indicando el incremento de su capacidad.

– Aunque admito que no podemos descartar la diversión, el propósito del pequeño Mariachi es actuar como un generador de energía. – explicó el Dr. Light. – Esta batería sirve como un componente de almacenamiento externo para la energía que genera. Pero eso no es todo. Mientras Mariachi se va moviendo, la rueda le da poder a la batería, la cual a su vez le da poder a Mariachi, creando una máquina de movimiento perpetuo que puede generar energía a voluntad sin depender de fuentes externas.

El chico castaño continuó observando al hámster robótico corriendo en la pequeña rueda, cuya batería se iba llenando a buen paso. – Entonces, esencialmente es un generador autosuficiente, ¿verdad? – cuestionó Rock, preguntándose si habría llegado a la conclusión correcta.

– ¡Eso es correcto! – replicó el Dr. Light, claramente complacido con la respuesta de Rock. – Sin embargo, ya que está terminado, probablemente debo llevarlo al Departamento de Ciencias para que pueda oficializarse todo.

Mariachi entonces dejó de correr, y sus ruedas volvieron a transformarse en patas mientras se dejaba rodar sobre la pequeña cama de aserrín situada dentro de la jaula. Sin perder tiempo, se empezó a enterrar dentro del aserrín, exhibiendo su naturaleza de roedor a pesar de ser una máquina. La batería había sido cargada por completo, mostrando la barra totalmente llena.

– Aun así, seguramente puede dejar que la Dra. LaLinde lo vea antes de llevárselo allá, ¿verdad? – preguntó Rock. – Quiero decir, el clima en las Filipinas puede ser algo errático. Cualquier fuente de poder adicional podría ser útil.

– Cierto. – El Dr. Light estuvo de acuerdo. – Tenía la intención de presentártelo a ti y a Roll antes, pero… ocurrió el incidente con el incendio en el laboratorio.

La sonrisa de Rock se desvaneció al recordar en su mente dicho incidente. Sin embargo, X entendía muy poco de lo que estaban hablando. Percibiendo que algo se acercaba detrás de él, el reploide azul se dio la vuelta para ver que una figura había estado observando toda la escena. Volteó su cabeza, como si la mención de ese evento le causara dolor físico. En cierto modo, Rock se preguntaba si así era, este individuo, que se había ocultado, parecía tener acceso al laboratorio, pero no quería revelar quién era.

… ¿Podría haber sido…?

De repente, X se dio cuenta que su entorno volvía a cambiar. Luces rojas titilaban alrededor de él hasta que toda su visión se vio envuelta por el resplandor. La intensidad cegó temporalmente al Hunter, pero rápidamente recuperó la vista y descubrió que estaba afuera. El cielo nocturno estaba adornado con una luna creciente y estrellas brillantes. Frente a él se encontraba el exterior de Laboratorios Light, con aspecto similar al estado en que X lo había visto en las fotos tomadas tras el incendio que destruyó parcialmente la estructura. Este era el hogar del Dr. Light, y también el hogar de Rock y Roll. Era su hogar.

Luego notó a la figura que lo estaba observando. ¿Se había ido afuera, o de alguna manera su salida del laboratorio arrastró a X junto con él? El Hunter no estaba totalmente seguro. Vio a un joven de cabello castaño colocándose un casco rojo. El tapabocas que anteriormente le cubría la parte inferior de la cara ahora estaba abierto, lo que dejaba sus labios a plena vista. Una pequeña sonrisa curvó sus labios, aunque con un cierto deje de tristeza detrás de ella.

– Y la gente se pregunta por qué no quería que se metiera con mi fuente de poder. – murmuró.

Los labios de X se abrieron cuando una figura apenas visible vino a su mente. Las únicas imágenes capturadas de él habían sido breves, proveyendo apenas suficiente detalle para despertar su curiosidad. Pero ahora, ante X en este momento, el Hunter podía ver al enigmático y elusivo androide en pleno, un androide que abandonó su hogar hacía demasiado tiempo y aún era recordado y extrañado.

– ¡¿Tú eres…?!

– ... ¿X? … ¿X?

X alargó la mano para tocar el hombro gris de la máquina más pequeña, pero sus dedos nunca hicieron contacto. En lugar de eso, pronto se dio cuenta que el mundo a su alrededor parecía derretirse, tornándose líquido y disolviéndose como si acabara de ser sumergido en agua.

¿Agua…?

– ¿X? ¿Puedes oírme? ¡¿X?!

La inmensidad del cielo abierto pronto desapareció dando paso a un azul profundo, y el Hunter se dio cuenta que ya no estaba rodeado por la multitud de árboles que rodeaba el claro donde Laboratorios Light había sido construido. En lugar de eso, estaba bajando por los estrechos confines de fosas y cañones submarinos, mientras intentaba navegar a través del Triángulo de Coral.

– ¡¿X?! ¡¿Estás allí?!

– Te oigo fuerte y claro, Roll. – replicó X rápidamente, divisando la salida de la fosa que estaba navegando a poca distancia. – Disculpa la demora.

– Parece que tu enlace con el cuartel general y conmigo se cortó momentáneamente, aunque parece que la señal ahora está clara por el momento. –  detalló Roll, observando las lecturas desde su lugar en el pequeño monitor. – ¿Estás bien? Traté de conseguir una respuesta luego de que no escuché de ti por un rato, pero parece que el mensaje no llegó.

– ¿En serio? – cuestionó X, contemplando todo lo que acababa de decirle, y reflexionando en lo que había visto en los últimos momentos. Aunque su tiempo en el laboratorio pareció durar sólo unos minutos, ¿había pasado más tiempo? – En este momento, no parece que haya problemas. – Hizo una pausa, notando ciertos rastros de color en la distancia. – Creo que encontré algo.

Mientras navegaba por el estrecho corredor, el Hunter se deslizó por la grieta y se dio cuenta, para su alivio, que no había estado yendo en la dirección equivocada como temía. Su ubicación deseada simplemente estaba algo más oculta de lo que esperaba inicialmente.

En total contraste con los colores apagados de las paredes de piedra del cañón submarino, la escena frente a X era vibrante y llena de vida. Una miríada de tonos y colores invadieron sus ojos, urgiéndolo a explorar esta hermosa parte del mundo más en profundidad. Varias especies de corales, desde púrpuras hasta verdes y amarillos, adornaban el área con patrones intrínsecos y texturas. Peces pequeños de colores igualmente deslumbrantes nadaban alrededor de las formaciones naturales. La claridad del agua potenció la capacidad de X para apreciar la vista, con el azul profundo del océano amplificando el encanto de los colores de este jardín subacuático.

Y en medio de la maravilla natural del mundo, era totalmente ignorante a un par de ojos que lo observaban fijamente.

– ¿Ya está aquí? – cuestionó una voz, sonando muy confiada y casi engreída, con un aire de arrogancia.

Un par de ojos observaban desde una esquina oscura donde se encontraban ocultos, observando al Hunter mientras se movía. – Sip. – respondió. – Lo he estado siguiendo desde que llegó. – Se rio ligeramente. – El pequeño ni siquiera sabe que estoy aquí.

– Entonces mantengámoslo así. – respondió su contacto, bastante alegre de saber de la aparente ignorancia de su oponente. – Sin embargo, quiero que llames su atención. Y después… – Hizo una pausa, con un eco de deleite en su tono como si estuviese planeando algo nefasto. – Quiero que me lo traigas.

Esta historia continuará

Chapter 65: Sirena

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La información almacenada en su procesador sobre esta ubicación era extensiva, pero estar aquí en persona únicamente amplificaba el asombroso esplendor del Triángulo de Coral, era casi imposible para el Hunter creer que un lugar como éste existiera en el planeta, y estaba tan cerca a su área general en comparación a otros arrecifes del mundo. Una inmensa extensión de pólipos vibrantes entrelazados para formar un ecosistema bullicioso repleto de vida y variedad cautivaba a X por completo mientras navegaba por el agua. La asombrosa belleza oculta bajo las olas era un anzuelo irresistible, invitando una ola de tranquilidad para relajar su mente. Una invitación que, aunque tentadora, en última instancia debía declinar. Ya que, por maravilloso que fuera este lugar, X sabía que no tenía tiempo para distraerse, pues tenía un Maverick al cual rastrear.

Y también podría ayudarle a evitar cualquier futura calamidad similar al incidente con la embarcación de rescate.

– ¿Puedes ver algo? – inquirió la voz de Roll, trayéndolo de vuelta al presente.

– Hasta ahora, nada de interés. – respondió X, cuyos ojos azules escudriñaban por el área. – Pero el sujeto que estamos buscando definitivamente pasó por aquí.

Roll se quedó callada unos momentos, pensando en si debería seguir inquiriendo más al respecto. Aun así, viendo que estaba técnicamente sirviendo para la batalla en este momento, esa información debería ser vital saberla. – ¿Y quién es exactamente el Maverick al que estás siguiendo?

El Hunter azul se detuvo, tanto para chequear sus alrededores como para responder la pregunta de su navegadora. – No pude verlo bien cuando estaba bajo el agua. – confesó. – Pero la señal de rastreo indica que se trata de alguien que solía trabajar con nosotros.

– ¿Un antiguo Hunter? – preguntó Roll. X no respondió, pero el silencio era toda la confirmación que ella necesitaba. Todos los involucrados todavía sentían esa oleada de traición que les vino encima cuando Sigma declaró la guerra abiertamente contra la humanidad y lo que siguió después. – Bueno… ¿quién es esta vez?

X se mordió el labio, tenía el nombre en la punta de su lengua, pero reconocer que otro de los suyos se hubiese alineado con esas acciones todavía le punzaba en el núcleo. Estaba a punto de responderle, pero no tuvo oportunidad de hablar.

– ¡OOF!

Una fuerza repentina lo golpeó por el costado, enviándolo a volar (o en este caso, a dar vueltas bajo el agua) hacia una formación de corales y rocas cercanas, donde su aterrizaje desmanteló algunos de los frágiles especímenes que estaban en ese lugar. Por un momento se vio desorientado por el impacto, y sus audio receptores trataban de volver a su frecuencia normal en desorden, pero pudo escuchar el sonido de alguien más tratando de recuperarse del golpe que ambos acababan de darse.

– Ugh…

– ¿X? ¡¿X?! ¿Te encuentras bien? – preguntó Roll preocupada, intentando contactar de nuevo al Hunter tras la breve desconexión.

– S-sí… – respondió él, recibiendo la voz de su hermana desde lejos en Abel City. – Pero dónde… ¿con quién me…?

– ¡Hey! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! – Una voz femenina se hizo notar, y su tono indicaba que la dueña debía estar muy furiosa sobre algo. – ¡¿Tienes idea de lo que acabas de hacer?!

– ¿Qué? – cuestionó X, tratando de recuperar el sentido. Pronto se dio cuenta que una silueta estaba flotando encima de él, cuya forma era similar aunque distinta a la suya propia.

Levantando la mirada, el Hunter azul pronto se encontró en presencia de otro reploide igual que él, y que a la vez no lo era. El ser mecánico con quien acababa de chocarse era de forma femenina, con una cabellera rubia, larga y fluida, que parecía danzar en el agua, y sus audio receptores parecían haber diseñados más como si fueran aletas de un pez. Sus ojos eran de un deslumbrante color violeta, con cejas delgadas pero feroces que lo miraban con un gesto enfurruñado. La parte superior de su cuerpo estaba adornada con una pechera de color turquesa que tenía aspecto similar a un top de bikini sin tiras, con los brazos y el pecho descubiertos, aunque todavía mostrando las uniones y atributos que delataban su naturaleza mecánica. Tenía unas muñequeras largas del mismo color turquesa, y en lugar de piernas, poseía una cola de pez de aspecto aerodinámico que terminaba en una aleta afilada en la punta, que seguramente le serviría para guiarse por el océano.

Antes que X pudiera preguntarle quién era, mucho menos por qué iba tan rápido, la sirena le agarró el antebrazo y lo levantó de un tirón de donde estaba, perdiendo el equilibrio por un momento antes de poder detenerse. Seguro, eso no le hizo verse menos torpe en frente de esta reploide, quienquiera que fuese.

Girándose para encararla, X estaba a punto de hablar, pero la sirena rubia lo cortó, pues claramente no había terminado en lo más mínimo de decirle lo que pensaba sobre él.

– ¡¿Sabes el daño que acabas de causar?! – le preguntó enojada, señalando el coral con el que X acababa de chocar. – ¡Esos pólipos son organismos increíblemente sensibles que necesitan las condiciones correctas para florecer! ¡A esta parte del océano le lleva años ponerse de nuevo en orden, y te encuentro aquí, yendo por ahí y destruyendo todo como un…! – En medio de su perorata, se detuvo por un momento, mirando con sus irises púrpuras al intruso de pies a cabeza. Sus ojos se ensancharon con una realización. – Espera un minuto… eres un Maverick Hunter, ¿no?

– ¿Huh? – preguntó X, algo sorprendido por el cambio de conversación. – Oh, bueno, sí. De hecho estoy aquí en una misión…

– ¡Ah, eso es grandioso! – exclamó la sirena, echándole los brazos al torso del Hunter azul en un abrazo de gratitud bastante inesperado. – ¡Eres justo lo que necesitaba! ¡De hecho, tú eres a quien he estado buscando! Yo…

– ¿Discúlpame?"

Otra voz interrumpió su conversación, provocando que los involucrados se detuvieran por un momento. La sirena rubia comenzó a mirar a todos lados. – Uh… ese no fuiste tú, ¿verdad? – le preguntó a X.

X estuvo a punto de responderle, pero su navegadora intervino para hacerlo por él. – En realidad, esa fui yo. Y soy parte del equipo de ayuda aquí en el cuartel general. ¿Quién eres tú?

La androide con cola de pez se acercó más al audio receptor de X, estudiando el atributo del casco con intriga. – Llámame Marty. – se presentó, aunque fue menos un saludo y más una declaración. – ¿Y te importaría explicarme quién eres TÚ, niña?

– ¿Niña? – preguntó la voz del otro lado, sin estar exactamente preparada para una réplica como esa. – También tengo un nombre, señorita. Mi nombre es Roll, o si deseas ser más precisa, Roll Unidad 2.5, y este es mi hermano menor, el Maverick Hunter Mega Man X, Unidad 17, Clase B. O al menos eso es lo que dice tu archivo, X.

El reploide azul se mordió el labio, aunque no importaba si decía algo al respecto, ya que al parecer casi siempre los demás hablaban por él. – ... gracias por eso, Roll. – le dijo. Aun así, tenía asuntos que atender, por lo que el Hunter dirigió su atención de vuelta a la sirena. – Pero sí, soy un Maverick Hunter que está aquí por una misión, Srta. Marty…

– Ew, deja de lado eso de “Srta.”, ¿quieres? – la reploide acuática hizo una mueca de disgusto. – No soy ninguna damisela o niñita. Marty será suficiente.

X parpadeó, tomándose un momento para asimilar esa actitud abrasiva suya. – De acuerdo, Marty. – le respondió. – Aunque estoy aquí por asuntos oficiales, tengo que preguntarte ¿por qué andabas con tanta prisa cuando chocaste contra mí?

– Oh sí, eso. Supongo que debo disculparme. – respondió la rubia de pelo largo, rascándose detrás de la cabeza y tratando de sonreírle tímidamente al Hunter.

– “¿Supones?” – pensó X, pero decidió guardárselo para sí mismo. La sirena turquesa continuó:

– La verdad es que… estaba tratando de escapar.

El reploide azul ladeó su cabeza con curiosidad. – ¿Escapar?

– Sí. Verás, me alegro mucho de que seas un Hunter. – respondió Marty. De pronto se puso más tímida, retirándose hacia sí misma, lo que indicaba que había cierta tensión que había intentado suprimir. – Porque, en este momento, me están persiguiendo.


Cuartel General Subterráneo de Abel City…

– Pareces estar pensando muy profundamente. – Roll se giró de donde estaba sentada para ver a Trinity de pie frente a ella. La presencia de la navegadora pelirrosa sorprendió un poco a la otra reploide. – ¿Asumo que estarás oyendo algo interesante?

Roll estaba a punto de contestarle luego de recobrar la compostura, pero se detuvo, dándose cuenta de con quién estaba hablando. – ¿En dónde está Ai? – le preguntó.

– Está ocupándose de las comunicaciones principales por el momento. – informó Trinity. – Aunque yo fui construida para mantener la red en crecimiento que tenemos aquí, los períodos extendidos pueden provocar dolores de cabeza particularmente agudos.

– Ah, eso tiene sentido. – respondió Roll. Cierto, ella dudaba que su cuerpo pudiera soportar recibir un flujo de información tan fuerte de fuentes diferentes, pero el solo hecho de asumir la tarea le daba mucho trabajo a su procesador. – La verdad es que, al parecer, tenemos una invitada inesperada en medio de esta refriega.

Los ojos azules de Trinity se ensancharon. – ¿A qué te refieres?


Triángulo de Coral…

– Entonces, ¿un Maverick te ha estado persiguiendo desde entonces? – inquirió X, luego de que Marty terminó de contarle los últimos detalles de su situación al Hunter.

– Exacto. – respondió la sirena. – He hecho lo posible para mantenerme fuera de su línea de visión hasta ahora, pero él tiene espías por todos lados aquí abajo. Sin mencionar que tiene conexiones con el tipo que está provocando caos allá arriba en la tierra principal.

– Espera. – X interrumpió momentáneamente a la androide acuática. – ¿Dijiste la tierra principal? ¿Es decir, en Arcadia y Abel City?

Se puso a pensar más en este detalle. Aunque la segunda no era exactamente parte de la masa terrestre que formaba la Ciudad Blanca, los eventos que estaban ocurriendo allí en ese momento seguramente tendrían que ser conocidos. Después de todo, Arcadia había respondido, pero sus esfuerzos literalmente fueron torpedeados, y ahora reposaban en el fondo del océano.

– Sí, ese tipo. – confirmó Marty con un asentimiento. – Su nombre es una letra griega, no me acuerdo cuál. Sólo recuerdo haber oído el nombre de pasada mientras estaba cautiva.

– Sigma. – respondió X. – Y creo que tengo una idea relativamente buena de a quién envió aquí para causar problemas.

– ¿Lo sabes? – preguntó Marty esperanzada. – Tiene delirios de ser un galán, ¡pero en realidad es un viejo y asqueroso cefalópodo que ni siquiera tiene ocho brazos!

X se mordió el labio, entrecerrando los ojos. – Entonces SÍ es él. – murmuró, antes de interrogar a Marty. – Dime, ¿exactamente dónde viste por última vez a tu captor?

– Por el mismo lugar donde vine, ¿dónde más? – respondió la sirena.

– Oh… claro. Sí, eso… sería bastante obvio. – admitió X, sintiéndose algo tonto por no ver lo obvio de la pregunta. – Aun así, si está en esa dirección, entonces ya sé por dónde tengo que ir. Gracias.

– ¡No hay problema! – La sirena rubia le presentó una sonrisa. – ¡Ahora que estás aquí, podemos ir y ponerle fin a todo este sinsentido que ese calamar estúpido está provocando aquí abajo! – Comenzó a nadar hacia adelante, deteniéndose sólo cuando se dio cuenta que X no la estaba siguiendo. – ¿Y bien? ¿Vienes o qué? Este ES tu trabajo después de todo, ¿no?

– Bueno, sí, pero… – X se detuvo por un momento, intentando pensar en una respuesta apropiada que con algo de suerte no fuera a ofenderla demasiado. – ¿Tú también vendrás?

– Uh… ¿sí? – respondió Marty encogiéndose de hombros. – Quiero decir, sí, me tomaron como rehén allá, pero pude escurrirme por las áreas donde la seguridad no es tan fuerte, así que es posible que… – Hizo una pausa. – ¿Tú no quieres que venga contigo?

– Sí. – respondió X, y de inmediato se echó atrás al darse cuenta de cómo podría interpretar su respuesta.—Bueno, quise decir que aprecio la oferta, pero no creo que sea en tu mejor interés venir conmigo.

Marty entrecerró los ojos. – ¿Por qué? ¿Es porque soy una mujer?

– No, no se trata de eso. – replicó el Hunter. – Tenemos varias mujeres Hunters trabajando con nosotros. – Hizo una pausa, y la imagen de Teal y su cabello oscuro le vinieron a la mente. Seguro, no la conocía del todo bien, pero parecía ser alguien agradable. Desde el ataque de misiles, nadie la había visto. – Pero tú eres una civil, lo que vuelve esta situación totalmente diferente. Por eso primero tengo que llevarte a un lugar seguro.

La sirena con armadura turquesa le dio la espalda al Hunter, con su cabello rubio ondeando en las olas y tapándole su espalda desnuda de la vista, dejando muy evidente que se sentía ligeramente ofendida por sus palabas. X estuvo a punto de hablar de nuevo, pero antes de poder decir una palabra, de pronto su mundo empezó a dar vueltas cuando la reploide acuática lo abofeteó con su cola en las mejillas, desorientándolo por unos momentos antes de recuperar el sentido.

– Ay… – se quejó X masajeándose la mejilla antes de volverse hacia la sirena, que se había ido nadando delante de él. – ¡Hey! ¡¿Por qué hiciste eso?! – le gritó, pensando que su acción fue bastante innecesaria.

Marty se detuvo, poniéndose la mano en la cadera. – Tu contacto, te llamó su “hermano menor”, ¿verdad? – le preguntó.

Los ojos verdes de X se ensancharon. – ¿Qué? ¿Eso qué tiene que ver con…?

– Y también dijo que eres Clase B, ¿verdad? – continuó la sirena, girándose para encarar a X, y guiñándole el ojo. – ¡Estás muy lejos de ser el caballero con armadura brillante de nadie, niño!

X se maldijo a sí mismo por ello, pero no pudo evitar sentir una oleada de calor subir hacia sus mejillas. – T-tú…

– Como sea, voy a regresar porque tengo asuntos en el lugar de donde escapé. Sígueme si quieres, pero no voy a esperarte si no quieres aceptar mi ayuda. – Hizo un ademán de agitarse el cabello ligeramente. – Supongo que te veré allá, ¡si es que me alcanzas!

Con esas palabras, se fue nadando, dejando al estupefacto Hunter procesando sus palabras.

– Niño… – repitió él, sintiendo una oleada de vergüenza dañándole el orgullo y haciendo arder su rabia. – ¿Y qué le da derecho de actuar con esa superioridad, eh?

– Bueno, dado el orden en que el Dr. Light nos construyó, técnicamente ERES el más joven.

Ahora, el rostro de X estuvo a punto de ponerse de rojo brillante. – ¡C-claro que no! – argumentó resoplando.

– Aun así… – Roll decidió dejar las burlas, murmurando en voz alta – … dado que estará totalmente sola allá afuera, y asumo que no está armada, probablemente no sea buena idea dejarla irse sin más.

Eso era cierto, pensó X. Además, mientras continuaba sopesando sus opciones, se dio cuenta que sería muy útil tener algo de guía en este lugar, sin mencionar que, fuera que le gustara o no su actitud, no estaría bien dejándola sola. Así que, con algo de esfuerzo, empezó a nadar hasta que lograse alcanzarla.

– ¡H-Hey! ¡Espera!

O, al menos, lo bastante cerca para que ella pudiera oírlo.

Deteniendo su viaje por el agua, Marty se dio la vuelta para ver a X a poca distancia de él, alzando una ceja mientras se acercaba. – Entonces, ¿ya te diste cuenta de que te irá mejor conmigo cerca? – inquirió ella.

X se sentía tentado a no darle la satisfacción, pero en última instancia controló su temperamento y le respondió. – En este momento, no tengo muchas opciones.

Esto pareció deleitar a la sirena, que le dio a X una sonrisa algo coqueta, como si quisiera decirle sutilmente “¡Te lo dije!”. – Bueno, en ese caso, es en esta dirección. – le informó ella, empezando a nadar de frente de nuevo. Sólo que esta vez le permitió al Hunter azul mantenerse a una distancia razonable. – Trata de seguirme el paso, ¿ok?

– ¡D-de acuerdo! – respondió X, manteniéndose en línea con ella, aunque todavía se rezagaba un poco.

La reploide acuática de largo cabello mantuvo su mirada centrada al frente, con sus ojos violetas fijos en el enorme espectáculo de vida submarina que los rodeaba tanto a ella como al Maverick Hunter.

– “Eso es todo.” – pensó para sí misma, mordiéndose el labio. – “Sólo necesito llevar a este tipo al lugar correcto. Eso es todo. Y cuando lo haga…” – Suspiró, tratando de ignorar esa pequeña punzada de culpa que le picaba en su núcleo. – “Este lugar, y todos los demás como él estarán finalmente a salvo...”

Algún tiempo ya había pasado desde que verificó cómo estaba, así que Roll decidió enviarle a su hermano un pequeño mensaje. – ¿Cómo van las cosas allá abajo? – le preguntó.

– Hasta ahora, todo parece ir bien. – respondió X, cuyos ojos verdes escaneaban el entorno a su alrededor. – Pero sé muy bien que no puedo ser demasiado cuidadoso.

– ¿Y tu… guía? ¿Aún está contigo? – inquirió Roll.

– Justo aquí, hermana. – le respondió Marty, para shock de Roll al oírla recibir su voz al otro lado del canal de comunicación. – ¿Qué? ¿No puedo compartir su comunicador? Yo también soy parte de esto, ¿no?

– Bueno, en este momento, estás proveyendo asistencia. – admitió Roll. – ¿Pero cómo…?

– Fue muy fácil, una vez que descifré la frecuencia del niño aquí. – replicó la sirena, cuya atención se desvió hacia X. – Pero relájate, no planeo espiar a nadie excepto, bueno, a ti, supongo.

Roll se quedó callada por un momento, sin estar segura si la sirena estaba siendo genuina o sólo estaba buscando provocarla. Y francamente, se inclinaba más por lo segundo. – Sí, bueno, dado que fuiste tan generosa de ofrecerle voluntariamente tus servicios a X, ¿supongo que no te importaría darnos algo de información sobre ti misma?

– Oh, sí, supongo que debería. – Marty se encogió de hombros, y luego hizo una pausa, buscando construir una respuesta que su compañía presente se creyera. O al menos que aceptara razonablemente por el momento, pues el elemento de desesperación funcionaba a su favor. Para ambos lados. – Originalmente fui diseñada como una droide médica para asistir a los humanos o a reploides que cayeran al agua de embarcaciones. Aunque con el tiempo, me encontré más en casa observando maravillas como estas, en lugar de preocuparme por idiotas que no eran lo bastante cuidadosos.

– Entonces… ¿cambiaste de carrera, por así decirlo? – cuestionó X. Aunque él mismo a veces se preguntaba sobre esas cosas, no estaba seguro de que simplemente “cambiar” aquello por lo que un reploide había sido diseñado estuviese permitido, mucho menos que fueran capaces de hacerlo por su cuenta.

– Hmm, supongo que podrías decirlo de esa forma. – respondió Marty, cuyos ojos se desviaron al paisaje submarino que estaba en todos lados, y una sonrisa se formó en su rostro. – Sabes, este podría ser un solo arrecife, pero comparado incluso con el de la Gran Barrera Australiana, el Triángulo de Coral contiene más del 76% de las especies de corales que construyen en aguas poco profundas.

– ¿En serio? – X levantó una ceja con curiosidad. Ciertamente, esa información era un tema que podría investigar por su cuenta, pero la sirena lo detallaba de tal manera que parecía estar completamente inmersa en la naturaleza de estos animales antiguos y a la vez enigmáticos.

Marty asintió como respuesta. – Eso no es todo. – continuó mientras veía varios peces nadando, y sus escamas se iluminaban con los rayos del sol que lograban penetrar en las profundidades. – Hay varios peces de arrecifes aquí, un 37% de los que hay en todo el mundo, de hecho. Lo mismo se aplica para las Navajas del Pacífico, de las cuales se encuentra un 50% aquí. – De repente se vio interrumpida por la presencia de una tortuga marina. El reptil oceánico pasó de largo a la sirena y al Hunter. Tenía un caparazón de color marrón tierra con pequeños parches de alga que crecían en su superficie. – Sin mencionar seis de las siete especies de tortugas marinas en el mundo.

En efecto, pensaba X, cuidar y preservar a las criaturas marinas que podían ver nadando a través de los arrecifes y el agua era algo admirable, casi haciéndole olvidar por completo que estaba aquí por una misión. – Este lugar ha estado aquí por un largo tiempo, ¿verdad? – inquirió, tratando de mantener en movimiento la conversación.

– Desde casi la prehistoria, hasta donde sé. – respondió la reploide acuática. – Por supuesto, aunque siempre ha estado pegado a estas islas, apenas fue en el siglo pasado que pudieron calcular los beneficios relacionados a esta área.

– ¿Beneficios? – preguntó X.

– Sí. – respondió Marty. – Algo que deja en evidencia que este mundo sigue gobernado por la codicia humana. – Volvió a mirar su entorno de nuevo. La chispa de maravillarse se había ido, reemplazada con una frustración casi melancólica. – En el año 2014, el Banco Asiático de Desarrollo, o BAD, reportó que el producto doméstico bruto del ecosistema marino del Triángulo de Coral se calculaba en unos 1,2 trillones anuales.

El Hunter absorbió la información, notando que, aunque tenía ciertas reservaciones sobre esas cosas, la sirena parecía estar casi resentida con sus creadores humanos. – Bueno, fuera del dinero, antes de que se volviera una ubicación bien documentada en la tierra, seguramente este lugar servía para satisfacer algunas necesidades de la gente, ¿verdad?

– Está eso, lo admito. – concedió Marty. – Alrededor de unos 3.000 millones de dólares en cambio extranjero vienen de la pesca y las exportaciones. Además, otros 3.000 millones vienen de las tarifas de turismo costero. – La sirena rubia suspiró. – Aunque, no puedo evitar preguntarme…

– ¿Preguntarte qué? – cuestionó X. La verdad, él tenía una cierta idea de lo que ella planeaba decir, pero en última instancia deseaba escucharlo él mismo.

La otra reploide estaba algo reacia a decir algo, presintiendo que su compañía actual probablemente no estaría de acuerdo con su postura. Aun así, hasta ahora, esta había sido la única vez que tuvo la oportunidad de compartir sus dolores en absoluto. Dadas las circunstancias, ¿habría algún daño en simplemente ser honesta con él? ¿O acaso importaba en absoluto?

– “No les importamos en absoluto. No a ellos.”

Antes de que pudiera responderle a X, su atención se fijó hacia una serie de formas extrañas ondulando en el arrecife. – Mira. – murmuró, y X se giró para ver el movimiento también. Unos diminutos chorros de burbujas salían desde la arena, indicando que algo estaba emergiendo lentamente desde abajo. Emergiendo desde la gruesa masa de coral y la vibrante vida marina, varios pequeños mecaniloides se revelaron, diseñados para imitar la apariencia de caballos de mar en miniatura.

– ¡Sea Attackers! – exclamó Marty, retirándose instintivamente mientras nadaba cerca de X. – ¡Vinieron para acabar conmigo!

El Hunter azul concentró su mirada en el frente, sacando el cañón de su brazo. – ¡Encuentra dónde cubrirte! – le indicó, señalándole un parche cercano de coral aglomerado de manera densa. – ¡Yo me encargaré de estos tipos!

Esta historia continuará

Chapter 66: Percepciones fracturadas

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Al ver al Hunter aproximarse, los mecaniloides Sea Attackers se transformaron en esferas compactas, abandonando sus formas de caballos de mar y lanzándose hacia X con una increíble velocidad. Con su buster preparado, soltó un poderoso disparo hacia la horda agresora, destruyendo a la mayoría de ellos en una explosión brillante. Sin embargo, un puñado de sobrevivientes muy determinados siguieron adelante, canalizando sus últimas reservas de energía para asaltar a su objetivo designado.

Ante la amenaza inminente, los disparos que resultaron en su destrucción provocaron una reacción en cadena de chaos, enviando al reploide dando vueltas hacia atrás, sin superficie estable para agarrarse o apoyarse. Cuando el polvo se asentó y los restos destruidos de los Sea Attackers descendieron sobre las profundidades arenosas, Marty descubrió que su guardián estaba en una posición precaria, con problemas para enderezarse.

– Huh, qué gracioso. – se rio la sirena, cuya voz hacía eco en el agua cristalina mientras se deslizaba con gracia hacia el Hunter que había quedado de cabeza. – Parece que sabes manejar muy bien esa arma, pero en lo que a coordinación se refiere, bueno, eso necesita algo de trabajo.

A pesar del vívido tono azur de su armadura, que brillaba como una joya en la luz solar que se filtraba por la superficie, el rostro de X se volvió de un intenso tono rojo. – Los viajes submarinos no eran exactamente lo que el Dr. Light visualizaba para mí. – admitió, haciendo un esfuerzo por enderezarse, aunque sus movimientos eran torpes en el elemento líquido.

– ¿Necesitas ayuda? – sugirió Marty, levantando una ceja algo juguetona y mostrando una sonrisa dentuda y divertida que iluminaba sus rasgos delicados.

– No, no, estoy bien, yo puedo… – empezó a decir X, pero falló, soltando un gruñido frustrado que burbujeaba en el agua. – … hacer esto… ¡yo mismo…!

– ¿Sí? No te voy a mentir, niño, he visto anémonas que se mueven con más gracia y agilidad que tú en este momento. – respondió la sirena, cuya risa burbujeaba en las olas que los rodeaban. Había algo bastante enternecedor en el reploide, a pesar de su aparente falta de fineza; una peculiar ingenuidad que lo hacía verse casi encantador durante su forcejeo.

No era un mal tipo, pensaba ella, observándolo con una mezcla de diversión y curiosidad.

– Bueno, ¡por desgracia no estoy tan acostumbrado a nadar como ellos! – replicó X, todavía tratando desesperadamente de reposicionarse en el agua, agitando sus extremidades sin control.

Al ver que probablemente quedaría sujeto a entretenerla por un rato más, Marty decidió tomar el asunto en su propia mano. Con un movimiento rápido, nadó detrás del reploide bípedo, sujetándolo con sus dedos por la cintura para enderezarlo. La sensación de su toque envió una pequeña oleada por el agua, y al encararse para mirarla, tuvo que luchar por desaparecer esa expresión nerviosa que se apoderó de su rostro.

– ¿Mejor? – inquirió Marty, cuyos ojos chispeaban de picardía mientras lo soltaba y flotaba con cierta gracia frente a él.

– ...sí. Gracias. – replicó X, aunque una parte de él deseaba que le hubiese dado algo más detiempo. Podía sentir que ya estaba casi logrando dominar esto.

Sin embargo, la ligereza del momento se disipó rápidamente cuando los ojos violetas de Marty se endurecieron, y la preocupación se apoderó de su rostro. Giró su cabeza lentamente, escaneando las profundidades distantes del océano con cautela que iba en aumento, y su semblante juguetón había sido reemplazado por una sensación de urgencia.

– ¿Qué pasa? – preguntó X.

La voz de ella se llenó de preocupación al sentir una tensión palpable en el aire. Su cuerpo sintético se tensó, y cada uno de sus sensores se puso en alerta al escanear las aguas cristalinas que los rodeaban, buscando la fuente de su intranquilidad. Tras unos momentos agonizantes de observación enfocada, una silueta distorsionada comenzó a materializarse a través de las corrientes, y la realización la golpeó con una claridad perturbadora.

– Tenemos que irnos. – le urgió ella, cuyo tono sonaba apremiante y a la vez demandante por el peso de la situación en sus circuitos. – ¡Pero ya!

Su mirada se fijó en una formación cercana de rocas, cuyas superficies lisas brillaban con una capa vibrante de algas verdes que contrastaban agudamente con la profundidad azul del océano. Marty, respondiendo rápidamente a su alarma, señaló en la dirección del refugio de rocas, señalándole a X que la siguiera. Luego lo obligó a agacharse junto a ella. Las gruesas tiras de algas ondeantes que los rodeaban ofrecían un frágil velo de ocultamiento mientras se escondían entre las rocas.

Una vez fijos en su escondite, una sensación de terror se apoderó del agua. Juntos, ambos espiaron fuera de su santuario, con sus corazones artificiales latiendo al ver una enorme sombra deslizándose por las profundidades por encima de las delicadas formaciones de coral y formas de vida marina debajo. Dicha sombra se movía lentamente, y su enorme silueta creaba una ligera perturbación en el agua, enviando a los pequeños peces a huir nadando para cubrirse y levantando nubes de sedimento en el suelo oceánico. Cada momento se alargaba mientras contenían el aliento, a sabiendas de que su seguridad colgaba en el balance entre la belleza del mundo submarino que ahora estaba amenazada por una presencia invisible.

Aunque no permanecería invisible por un largo tiempo.

Encima de su casco, la gema roja brilló mientras X observaba una colosal máquina maniobrando con cierta elegancia a través de las profundidades del océano. Su forma era inconfundiblemente enorme, pero tenía un cierto estilo casi caricaturesco, que le recordaba a un pez enorme y feroz. Cubierto con un revestimiento amarillo vibrante, la armadura estaba adornada con detalles intrincados de tonos azules, púrpuras y rojos, mientras un par de feroces ojos verdes miraban desde su rostro, dominado por una enorme boca con forma de ventilador. En la retaguardia, varios motores con forma de cohete daban indicios de su potencial para movimientos rápidos, mientras una enorme ventana gráfica en su "cabeza" imitaba el resplandor tenebroso de un pez rape. Unas aletas mecánicas flanqueaban sus lados, dirigiéndolo con experticia a través del agua. Ventilas esparcidas y boquillas coloridas decoraban el exterior, sugiriendo que bajo su fachada simplista se ocultaba una sofisticada e intrincada pieza de ingeniería.

– Diablos. – Marty maldijo entre dientes, con frustración evidente en su tono. – Ya ha desplegado a los Anglerges."

X se giró hacia la sirena rubia, que captó su curiosidad. – ¿Anglerges?

– Son unidades mecaniloides diseñadas para patrullar un área específica y alertar de cualquier anomalía o amenaza. – explicó ella, con los ojos entrecerrados de intensidad. – Probablemente puedas adivinar cuál es su misión actual.

– Sí. – dijo X, observando al pez metálico mientras se deslizaba por el agua, con su ventana gráfica moviéndose de lado a lado, iluminando los alrededores con un brillante rayo de luz en busca de cualquier signo de movimiento. En eso recordó X algo. – Pero espera, ¿no mencionaste que la seguridad estaba más baja por aquí?

La mujer rubia se mordió el labio, pillada con la guardia baja por la pregunta inesperada. El niño podía ser inocente, pero no era totalmente despistado, pensó para sí misma. – Sí, eso fue lo que dije. – replicó, manteniendo un tono calmado para no levantar banderas rojas. – Considerando que ya acabaste con tres de sus asociados allá en la isla, es probable que no esté dispuesto a tomar más riesgos contigo en territorio enemigo.

Esa lógica resonaba bien para X. Sin embargo, no le llevó mucho procesar lo que Marty acababa de revelar. – Espera. ¿Cómo sabes que acabé con tres de los hombres de Sigma? – le preguntó. – Y más importante aún, ¿cómo sabes que me enfrenté a ellos en la isla artificial donde se localiza Abel City?

El momento se cortó cuando el rayo amarillo del Anglerge pasó por su escondite, silenciando su conversación mientras instintivamente se apretaban más contra la arena. Se apretujaron con fuerza contra la suave tierra, buscando refugio en su abrazo, pero las preguntas sin responder de seguían haciendo eco en sus pensamientos, mezcladas con la ominosa advertencia de Firefly que le dio antes de su descenso.

X sintió que se le bajaban los párpados, totalmente consciente de que, a pesar de sus dudas, sus acciones habían despertado frustraciones entre sus compañeros. El ardor de la bofetada de Firefly no era nada comparado con la dura verdad: su rechazo a utilizar su buster le había costado a Armadillo su vida. Al final, él había permitido que la criatura responsable por la muerte del mamífero de bandas se escapara, con solo heridas menores que pronto serían reparadas. Incluso aunque los Hunters eran capaces de proveer los recursos para reparar cualquier daño, X no era tan ingenuo para creer que sus reservas durarían indefinidamente. Él había quedado incapacitado por un par de días tras su enfrentamiento con Vile y la Ride Armor en aquel tramo desolado de la carretera, a pocos momentos de que los misiles fueran lanzados.

Desde el principio, ya había puesto a sus colegas Hunters en desventaja.

Un suave toque en su hombro sacó al reploide azul de sus pensamientos, y se dio cuenta que su guía acuática quería su atención. – Tenemos que irnos. – murmuró en tono gentil. – Quedarnos aquí no nos llevará a ningún lado.

– Es cierto. – concedió X, aunque rápidamente señaló una debilidad en su estrategia. – Pero no podemos simplemente salir sin más. Tenemos que esperar una oportunidad o un momento cuando el Anglerge no nos esté observando.

Eso también era cierto. Marty lo lamentaba, sabiendo que la mejor opción que tenían era tomar ventaja de los puntos ciegos del mecaniloide. La atmósfera parecía haberse llenado de detalles impresionantes, pero aun así ella se cuestionaba si tal vez no era demasiado perfecta.

– ¿No es un poco demasiado convincente? – murmuró entre dientes, con una chispa de molestia encendiéndose dentro de ella al recordar a la mente maestra tras esta elaborada trampa. – Todavía estoy tratando de llevarte con él, después de todo.

– Lo siento, ¿dijiste algo?

Los ojos de Marty se ensancharon por un momento, regañándose mentalmente por no guardarse sus pensamientos para sí misma. – Oh, um, nada. No es nada que realmente importe. – replicó rápidamente. A X su respuesta rápida le pareció muy peculiar, como si quisiera evitar que siguiera sondeándola. – Como sea, ya vi una ruta que podría llevarnos más cerca de donde se oculta tu Maverick, pero tenemos que actuar rápido.

X se giró para ver otra formación de corales que podría proveerles de mayor cobertura para ocultarse de la luz de búsqueda del mecaniloide. Se veía prometedor, un camino que se alejaba del Anglerge. Pero una sensación molesta seguía picándole en la mente a X: ¿Acaso esta ruta los llevaría a otro peligro inesperado? De cualquier manera, lo que pasó en los límites de Abel City con la embarcación de rescate, no podía volver a permitir que sucediera otra vez.

– Tú ve por delante. – dijo X, pasándole las riendas de la dirección a la sirena.

Sin embargo, la intranquilidad de Marty seguía presente. – Haces que suene como si estuvieras reacio. – señaló ella.

X dudó, percibiendo la determinación de ella por recibir una respuesta. Finalmente, le concedió su punto. – En este momento, ambos nos hemos quedado sin opciones.


Cuartel general subterráneo…

Sin opciones…

Ese sentimiento era mutuo en el lado de ella; Roll permanecía callada, totalmente consciente de que necesitaban sigilo en ese momento. Sin embargo, todavía estaba alerta, cuando sus ajustados audio receptores capturaron cada palabra del intercambio. Especialmente aquellas que dijo la "guía" que acababan de conocer, a quien descubrieron no mucho después que X llegó a su destino.

– ¿X se encontró una nueva compañera? – inquirió una voz, rompiendo el silencio mientras la reploide rubia se enfocaba en el monitor. Incluso en medio de su concentración, Roll rápidamente reconoció que la voz no era de Trinity. Era de Ai, de pie frente a ella con los brazos cruzados y una mirada de escepticismo en su rostro. La navegadora más experimentada, sin duda.

– Así parece. – replicó Roll, aunque su tono delataba las dudas que tenía sobre la situación. – Pero no puedo sacudirme la sensación de que esto parece demasiado perfecto. ¿X de pronto se topa con alguien que sabe todo lo que hay que saber del área allí abajo? ¿Y en ese sector específico, nada menos?

Ai procedió a elaborar. – Poco después que los primeros reploides fueron creados, comenzamos a producir a los que estaban específicamente diseñados para exploración submarina y mantenimiento. Aunque los humanos han hecho esfuerzos por preservar ciertos ecosistemas acuáticos, es mucho más eficiente en última instancia depender de seres que no dependen únicamente del oxígeno.

– Eso es comprensible. – replicó Roll. – El Dr. Light aplicó el mismo razonamiento cuando diseñó a Splash Woman, para asegurarse que el rescatador no terminara en peligro de ahogarse.

– ¿Esa es una de las invenciones de Light? – preguntó Ai, con un deje de escepticismo en su voz. – Es gracioso, considerando que muchas de ellas se rebelaron, ¿no?

Roll sintió un ligero chispazo en el tono de Ai, aunque se dio cuenta que no era su intención sonar maliciosa. – No fue que se rebelaran. – aclaró, con la voz firme y decidida. – Al menos, no los del lote original. Fueron capturados por Wily y reprogramados en contra de su voluntad.

– Pero sí hubo un grupo de robots que logró escapar de varios depósitos de chatarras, ¿o no? – presionó Ai. – Si recuerdas los eventos de hace un siglo atrás, debes saber de lo que hablo.

Ella estaba al tanto. Aunque las memorias que atesoraba de su creador eran limitadas, siempre le aseguraban repetidamente de no había razón para tener miedo a ese lugar. Rock no tenía nada que temer, y tampoco lo tendría Blues si elegía regresar. Pero a pesar de la promesa de proteger a sus hijos mecánicos, una sensación latente de peligro en relación a ese camino siempre amenazaba su procesador. En retrospectiva, eso podría explicar por qué Blues dudaba en volver al mundo del Dr. Light, pese a que siempre tuvo las puertas abiertas.

Y otra complicación era que, a pesar del amor de su padre, él simplemente no podía entenderlo. No de la forma en que ellos lo hacían.

– En efecto, algunas de las invenciones del Dr. Light al final les expiraron sus garantías. – reconoció Roll. – Se volvieron leales a Wily luego de que les aseguró con engaños de que permanecerían operacionales mientras obedecieran sus demandas. – La memoria de aquel perturbador evento le hizo bajar un escalofrío por la espina dorsal, recordándole a la rubia de un tiempo en el que habitaba un cuerpo más pequeño, pero posiblemente más sólido de lo que era su cuerpo actual. – Como resultado, muchos llegaron a la conclusión de que el Dr. Light orquestó toda esa debacle, lo que en última instancia llevó a su segundo arresto por las autoridades norteamericanas.

– ¿Segundo? – Ai levantó una ceja.

– Sí, el segundo. El primer incidente involucraba mi secuestro. – replicó Roll. No era una memoria que atesorase, pero ahora sentía una chispa de gratitud, aunque fuese sólo porque resaltaba la valentía de Rock, su hermano.

El segundo arresto, el cuál Rock llamaba con humor "El Noveno Intento de Wily de Dominación Mundial", se alargó por lo que parecía una eternidad. El Bombardero Azul y su hermana menor fueron obligados por el Dr. Light a escapar hacia los espesos bosques detrás de Laboratorios Light. Roll todavía podía oír el eco de la puerta siendo violentamente pateada mientras era arrastrada fuera de la seguridad de su hogar hacia el abrazo indomable del bosque.

Si Blues no los hubiera descubierto, posiblemente habrían sido capturados por las autoridades humanas que patrullaban el bosque, gritando por los niños mecánicos. Asegurándoles que no saldrían lastimados, que los humanos sólo deseaban "hablar" de algunas cosas. Rock inicialmente se preguntó si podría tratar de explicarles la situación, pero Blues lo detuvo, sin permitirles a él o a Roll revelar su presencia a los perseguidores. Entre ellos había dos figuras en particular que, hasta entonces, habían sido aliados de los Light, y otros que deseaban trabajar por la paz.

Al ser secuestrada y retenida como rehén por los previamente abducidos y reprogramados Time y Oil Man, y subsiguientemente rescatada, Roll había llegado a conocer a dos agentes gubernamentales que fueron asignados a observar y mantener un ojo sobre el Dr. Light y los varios eventos que parecían ocurrir alrededor de él. Mayormente porque dichos incidentes casi siempre incluían daños masivos a la propiedad y los esfuerzos de limpieza posteriores se volvían más y más arduos cada vez.

Ella nunca les preguntó, ni tampoco lo hizo Rock, pero Blues parecía saber quiénes eran, incluso si, desde su perspectiva, él nunca los había visto antes.

Los Agentes Roslyn Krantz y Gilbert Stern fueron los que inicialmente aprehendieron al Dr. Light, pero ahora su misión había cambiado a capturar a sus hijos. Krantz, una joven mujer con complexión de alguien que pasaba mucho tiempo al sol y cabello rojo corto y vibrante, permanecía como una dedicada agente del gobierno. Sin embargo, poseía un semblante único, abierto y acogedor, especialmente cuando se trataba de asuntos más allá de la comprensión humana, particularmente con los niños. Stern, por otro lado, si bien no era abiertamente hostil, no compartía su enfoque de empatía. Una facción de humanos conocidos como las Lanzas Esmeraldas había emergido, convencidos de que los robots representaban una amenaza significativa a la sociedad. Se dedicaban a sembrar caos, desde irrumpir en la convención ARTS, hasta su enigmático líder, que operaba bajo el alias de "Mr. X" como un benefactor desde las sombras para Wily. Stern una vez le dijo al Dr. Light, expresando que aunque veían a las Lanzas Esmeraldas como fanáticos peligrosos, sus aprehensiones sobre la inteligencia artificial y las máquinas que la utilizaban no estaban totalmente infundadas sin mérito.

– No estaban del todo equivocados. – Las palabras del agente hacia su creador parecían hacer eco en la situación en la cual los tres hijos de Light se encontraban en ese momento, al tener que esconderse del mundo por un corto tiempo hasta haber lidiado con los robots renegados.

La participación del Dr. Wily salió a la luz, revelando la inocencia del Dr. Light, y llevando a la rápida liberación del científico de la custodia. Sin embargo, el período que llevó a ese momento estuvo plagado con una espesa nube de incertidumbre y desesperación. Rock sentía una necesidad urgente de hablar con Krantz y Stern para compartir sus propias teorías sobre los eventos que sucedieron, pero Blues se oponía firmemente a la idea, advirtiéndoles que era más probable que las autoridades los persiguieran a ellos también. Rock tuvo problemas para entender esta perspectiva, y también lo hizo Blues, ya que fueron diseñados para servir a la humanidad, encarnando la esencia de robots cuyo propósito era ayudar en lugar de causar caos bajo las órdenes de un hombre loco.

– Exacto. – dijo Blues, cuya voz había eco con convicción. – Nosotros no nacimos, fuimos construidos.

– Pero el Dr. Light dijo que… – argumentó Rock, pero el primer DLN lo cortó.

– El Dr. Light no es como los demás, ¿verdad? – preguntó la máquina mayor entre las tres. – Por desgracia, no todos los humanos comparten el mismo sentimiento que él.

Inicialmente, Roll lo encontraba difícil de comprender, pensando que su hermano mayor simplemente estaba siendo demasiado cauteloso como siempre. Pero, en aquel momento, la joven rubia, que parecía una adolescente, sintió una chispa de comprensión; había un peso genuino en las preocupaciones de Blues esta vez.

– ¿Y qué sucedió? – inquirió la voz de Ai, provocando que las visiones de Roll oculta en una cueva con Rock y Blues se disolvieran, dando paso a los eventos que ocurrían en el presente.

– Lo mismo que pasó todas las veces anteriores. – le respondió Roll a Ai. – Mega Man salvó el día y todos estaban bien. – Se sintió tentada a terminarlo allí, para dejar toda esa odisea con un final esperanzador. Pero, por dispersa que estuviera su memoria, ella sabía que no acabó allí.

En medio de todo eso, la pandemia de Roboenza golpeó.

Luego de eso, el caos alrededor del Sistema Double Gear que se desató.

Aunque habían ocurrido otras instancias significativas posteriormente, las únicas memorias que quedaban en la mente de Roll eran las de las máquinas que descendían desde el cielo.

Los Hijos de la Luna.

– Debo admitirlo, aún sigo algo confusa. – admitió Ai, con un deje de incertidumbre en su voz, haciendo que Roll saliera de su remolino de pensamientos. Interesante, pensó Roll. Quizás era demasiado propensa a pensar demasiado las cosas como X. – Acerca de lo que Armadillo compartió con X en las Minas de Zalts.

– ¿Oh? ¿Y eso qué fue? – inquirió la otra rubia, aunque no pasó mucho antes de que su procesador comenzara a deducir lo que la navegadora con armadura roja quería decir. – Ah, ¿quieres decir…?

Ai asintió, viendo que no necesitaba especificar más detalles.

– ... ¿qué pasa con eso? – preguntó Roll, sin estar totalmente seguro de qué deseaba saber el otro reploide.

– ¿Viste algo de eso? – inquirió Ai. – Ya sabes, antes de… ¿lo que sea que te haya pasado para que tuvieras un hoyo en el pecho de tu antiguo cuerpo?

Inicialmente, Roll permaneció sentada en silencio, ya que la pregunta en sí misma era algo perturbadora. Extrañamente, se dio cuenta que su memoria no tenía ningún registro de ese período. Sin embargo, unas cuantas imágenes pasajeras danzaron en su mente, breves vestigios que recordaban un tiempo que una vez experimentó, sólo para ser borrada y arrojada en un mundo décadas más allá del suyo.

Se visualizó a sí misma encogida, luchando contra el agarre implacable de la Roboenza antes de pasarle la última cápsula a Rock.

Recordó el momento en que los Stardroides descendieron en la Tierra, y cuando su comandante, Terra, que hizo pedazos a su hermano y dejándolo tirado casi sin vida.

Ella recordaba haber sido guiada, e inesperadamente protegida, por Bass mientras la ayudaba a navegar por una de las fortalezas de Wily, y que el robot normalmente feroz y combativo estaba desplegando un inusual nivel de alerta.

Una visión fugaz de una figura carmesí y enorme destelló frente a sus ojos, que se encontraba apaleando sin piedad a Rock. Bass trató de intervenir, pero rápidamente lo tiraron a un lado, ya que el androide probó ser una fuerza indomable. Luego, levantó lo que parecía ser un buster, apuntando directamente hacia el pecho de Rock.

Ella, en su pequeño cuerpo, saltó al frente, corriendo hacia el caos en curso, ignorando todos los gritos que le urgían a retirarse.

– ¿Y bien?

Con un rápido empujón, ella quitó a Rock del medio, y de pronto, su visión fue consumida por una luz ardiente y cegadora.

Y luego… silencio.

– ¿Hola?

Los ojos turquesas de Roll se fijaron en los de Ai, cuando todas estas cosas y más vinieron a ella de una sola vez. Pero todo lo que pudo responderle a la otra reploide fue un simple: – ...no. Lo siento.


Triángulo de Coral…

Todo parecía ir bien por el momento. Ambos habían permanecido sin ser detectados, pero el Anglerge seguía acechando de cerca, y su escape de esta área todavía no estaba completo. X y Marty continuaban moviéndose con cautela a través de las gruesas formaciones de corales y algas ondeantes, teniendo cuidado de evitar cualquier acción que pudiera atraer la atención de las criaturas que los rodeaban.

Aunque no representaban un peligro, sus acciones podrían darle al mecaniloide que patrullaba el área las pistas que buscaba.

– De acuerdo, casi llegamos a la línea de meta, niño. – le dijo la sirena de armadura turquesa al Hunter, divisando un claro adelante por el cual podrían escapar hacia la seguridad. – Una vez que lleguemos a ese punto, ¡será un paseo desde aquí!

– De acuerdo, eso suena bien. – respondió X, pero esta respuesta no le pareció a Marty completamente genuina.

– Algo te está molestando. – dijo ella, deteniéndose por un momento y mirando hacia su izquierda, vislumbrando sus ojos verdes. – No necesito leerte la cara para darme cuenta, ¿sabes?

X se mordió el labio. – ¿Quizás sería mejor discutirlo cuando hayamos salido del peligro?

– Entonces ¿por qué tengo la sensación de que tú crees que yo soy el peligro? – cuestionó Marty, levantando una ceja.

Arriba de ellos, una sombra acechaba detrás de una formación de rocas filosas, cuya forma era obscurecida por el terreno irregular. Sin embargo, el casco que llevaba era impresionante, con una cresta filosa que sobresalía amenazadoramente. De repente, un tentáculo se hizo visible fuera del ocultamiento rocoso, lanzando un estallido de energía y enviando un pequeño pero potente disparo hacia el Hunter que estaba abajo.

Si X o Marty hubieran podido vislumbrar a esta enigmática figura, habrían reconocido su parecido con un calamar.

Los ojos violetas de Marty se abrieron de par en par incrédulos al ver el disparo aproximándose hacia ellos. – ¡Muévete! – gritó mientras agarraba a X con fuerza y se propulsaba hacia un lado. El proyectil impactó el coral tras el que se estaban escondiendo, reduciendo la delicada estructura a incontables fragmentos astillados.

De pronto hubo una repentina explosión, que envió una oleada caótica de criaturas marinas en una huida salvaje, mientras peces de todas las formas y tamaños imaginables escapaban en un intento desesperado de huir del inminente peligro. Esta conmoción inmediatamente captó la curiosidad de Anglerge, cuya mirada se desvió hacia la perturbación para revelar que una sección de pólipos delicados había sido destruida, dejando a dos figuras que buscaban refugio entre las vibrantes formaciones ahora expuestas y vulnerables en las aguas abiertas.

Esta historia continuará

Chapter 67: Cosechando

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– ¡Cuidado!

Con un agarre firme en la muñeca de X, Marty se lanzó al frente, con su cola propulsándola por el agua con una increíble velocidad. Arrastró al Mavierck Hunter consigo, desesperada por alcanzar la libertad de las garras del Anglerge que se giraba hacia ellos en un borrón de movimiento.

Por desgracia, en última instancia no fue suficiente.

El ensordecedor rugido de la explosión, aunado al caos que siguió, provocó que el mecaniloide para girar su enorme mira rastreadora. Esta se fijó en las siluetas de dos figuras que se alejaban, una de las cuales coincidía con el perfil del sujeto que les habían ordenado capturar. Desde sus costados inferiores salieron dos lanzamisiles pequeños y compactos, cuyos proyectiles se dirigían hacia ambos reploides rápidamente, cuando Marty y X apenas lograron darse cuenta que seguían siendo perseguidos.

Marty lo agarró fuertemente por la cintura, tratando de virar hacia los lados justo a tiempo. Los misiles pasaron zumbando, apenas fallándolos por centímetros, pero centímetros importantes. La fuerza de las explosiones gemelas fue suficiente para que la ágil sirena perdiera su control, enviándola a ell dando vueltas antes de aterrizar con un golpe seco en la suave arena.

– "¡ME REEMPLAZÓ!"

El agudo agrietamiento de un vidrio astillándose y el retumbante choque de paneles de yeso colapsando hicieron eco en los sistemas de audio del Maverick Hunter. Sus ojos se vieron atraídos hacia un casco rojo y blanco que estaba a pocos centímetros de él, cuyo visor oscuro ocultaba mucho del rostro debajo de él. Pero X casi podía sentir el tumulto de emociones debajo de él: rabia, confusión, y un profundo dolor que alcanzó a vislumbrar en un ojo que apenas pudo ver por una fracción de segundo.

Y entonces, el entorno cambió.

De repente, se vio arrastrado a una total oscuridad, sintiendo como si su cabeza golpeara el suelo mientras la voz de una mujer llamaba un nombre que no reconocía, pero tenía un deje de familiaridad.

– "¿Quake Woman? ¡¿Tempo!? ¡¿Tempo, qué sucede?! ¡Por favor, dime para poder ayudarte!"

X sintió un par de brazos envolverlo, y su peso presionado contra el cuerpo de la mujer. Aun así, ella bajó suavemente la cabeza de él sobre su regazo, acariciando con sus dedos los delicados sensores imbuidos en su cráneo. A pesar de la calidez de su presencia y el sonido aliviador de su voz, una sensación de incertidumbre le carcomía, algo que estaba terriblemente mal. Pero su cuerpo permanecía totalmente inmóvil, atrapado en un silencio del cual no podía escapar.

Y entonces, la oscuridad se abrió. O más bien, "eso" la abrió.

Inicialmente, X pensaba que era una insignia extraña, una reliquia de una civilización ya perdida que había desaparecido en los anales de la historia. O quizás fuese un producto de su imaginación, sin ser nunca real en primer lugar. Sin embargo, esta noción fue destruida cuando la marca comenzó a "parpadear", su brillo desaparecía por un breve momento antes de estallar en un despliegue deslumbrante de luces que casi sobrecargó sus sentidos.

– ¿Q-quién eres tú? – tartamudeó. Sus labios formaron las palabras, pero la voz que emergió no era la suya. En su lugar, le pertenecía a una niña joven, posiblemente a inicio de su adolescencia. Su tono sonaba incómodo y plano, dejando a X preguntarse si era un reflejo de su apatía o una máscara inteligente para la enorme ansiedad en incremento que hervía en su interior. O, en este momento, en él mismo también. Desde el profundo abismo de la oscuridad que lo envolvía, una multitud de alambres y cables se le acercaron espeluznantemente. Aunque no estaba físicamente atado, una fuerza invisible lo mantenía en su lugar, dejándolo inmovilizado. No podía hacer nada para evadir esos tentáculos aproximándose, los cuales traqueteaban con energía siniestra en sus puntas, cuyo propósito era inequívocamente siniestro.

X soltó un grito desesperado. En respuesta, la voz de ella chilló de terror. De pronto, estaba de vuelta en el mismo punto de antes, donde el robot rojo y gris con la bufanda dorada ahora estaba posicionado frente a él, con su semblante notablemente menos hostil que antes. Extendió una mano hacia X, y el Hunter empezó a hablar. Pero de nuevo, no fue su propia voz la que salió.

– "Vete."

– "Yo no quería…" – empezó el robot, pero su declaración fue interrumpida.

– "VETE." – Esta vez fue la voz de ella, pero bajo su tono monocorde usual había una emoción oculta, reprimida y restringida. Se sentía como si la rabia que el otro robot había mostrado el otro robot había demostrado antes se le había contagiado, dejándola teniendo que lidiar con un ardor poco familiar que surgía dentro de ella, insegura de cómo canalizar esa intensidad inesperada. El calor de la furia cubría el fragmento gélido de miedo que había penetrado en ella como un trozo de vidrio.

– "Yo no quería…"

– "VETE."

– "Yo…"

– "¡VETE!"

– ¡¿Qué diablos estás haciendo, idiota?! ¡Sal de allí!

Jalado a la fuerza fuera de la atmósfera quieta de vuelta al caos del campo de batalla, X de repente notó que Marty lo agitaba frenéticamente como si tratara de sacarlo de un momento breve de distracción que había nublado brevemente sus pensamientos.

– ¿Huh? ¿Q-qué?

Los ojos de Marty se ensancharon, totalmente desconcertada por la respuesta del Hunter, como si acabara de despertar de un profundo sueño. – ¡¿Cómo que "qué"?! ¡Esa enorme monstruosidad está a punto de volarnos en pedazos, ¿y tú estás ocupado soñando despierto y perdido?! ¡¿Esa explosión te sacudió los circuitos o qué?!

Para ser honesto, él estaba luchando contra la misma confusión, todavía tratando de procesar en su mente el caos que acababa de desatarse. Pero, la urgencia del momento demandaba su total atención. X se giró violentamente, confrontando al Anglerge que venía acercándose, mientras esa monstruosidad mecánica abría varios puertos en los lados de su núcleo amarillo lanzando una ráfaga de nuevas amenazas hacia ellos. Unas serpientes marinas de metal verde emergieron de sus madrigueras ocultas, deslizándose con gracias por el agua. Con las mandíbulas abiertas, soltaron una ráfaga de rayos láser bien concentrados, cada uno de ellos apuntando hacia los dos visitantes indeseados con una precisión mortal.

Los lásers cortaron a través del vibrante coral y los parches de vegetación submarina, dispersando fragmentos en todas las direcciones, esparciendo aún más la devastación que con sus disparos anteriores. X salió disparado hacia la acción, apuntándole a los enemigos con forma de serpiente, pero para su completa incredulidad, Marty se lanzó frente a él. Directo al peligro.

– ¡Espera! – gritó Marty, y para sorpresa de X, intentaba captar la atención del mecaniloide que los estaba atacando. – ¡Detente! ¡Estás llevando esto demasiado lejos!

Con cada impacto de los disparos cargados de X, las serpientes marinas se desplomaban en las profundidades, donde sus siluetas delgadas y azules descendían en espiral mientras el Hunter meticulosamente destruía sus cabezas para asegurarse que toda la unidad fuera neutralizada. En esos breves momentos, tuvo que desviar su atención, ya que no podía evitar observar a Marty y pensar en esa frase críptica suya sobre que el mecaniloide estaba "llevando esto demasiado lejos". ¿A qué podría referirse con eso?

La sirena turquesa siguió gritando, con su voz haciendo eco por las vibrantes aguas. – ¡Este es un santuario! ¡No debes ponerlo en riesgo de hacerle daño! – le imploraba al Anglerge, con desesperación en su tono. – ¡Prometiste proteger este refugio, no traerle ruina! ¡Por favor, detente!

El enorme mecaniloide no le prestó atención a sus súplicas, ignorando completamente su existencia. Su cuerpo con forma de submarino tenía ventiles que comenzaban a inhalar, arrastrándola a ella hacia él con una fuerza irresistible. Ella comenzó a forcejear desesperadamente para escapar nadando, pero el Anglerge persistió, lo que le facilitaría mucho acabar con su vida.

– ¡Rolling Shield!

La voz familiar resonó como un grito de batalla, lo que provocó que la sirena mirase hacia arriba. Allí vio a X alzándose de un salto, desatando otro disparo de su buster. Sin embargo, esta vez, la ola de energía era totalmente diferente, con una forma inusual y un tono aún más extraordinario. La explosión se manifestó como una pequeña esfera de energía brillante de color índigo, pulsando rítmicamente y emitiendo rayos brillantes de luz en todas direcciones. Mientras pasaba rozándola por su lado, sintió una subida de calor irradiando de su superficie antes de impactar contra la ventila, arrastrándola dentro de su poderoso agarre.

– ¡Esa arma…! – susurró Marty, observando cómo X continuaba disparándole al mecaniloide, y cómo el arma de Armadillo servía para inutilizar y destruir las ventilas que previamente iban arrastrando a la sirena y al Hunter. – Entonces… es verdad.

La ventila del Anglerge se vió completamente comprometida, con un agujero abierto directo en su base. Esta grieta le proveyó a X la oportunidad perfecta para soltarle un disparo cargado al máximo de su arma estándar. El disparo penetró por la abertura, golpeando los intrínsecos mecanismos del masivo mecaniloide, desatando una reacción en cadena instantánea y explosiva que puso a los ejemplos anteriores totalmente en vergüenza. La destrucción del Anglerge desató una tremenda explosión que mandó a los dos Reploides de espaldas junto con cualquier cosa que no estuviera sujeta en el suelo oceánico en un caótico curso en espiral. A medida que X iba gradualmente recuperando sus sentidos, tomó conciencia de que los habían arrojado a varios metros de su posición original, rodeados de una mezcla arremolinada de humo y los remanentes de la máquina destruida, que se dispersaban en el agua como una nube ominosa y oscura.

La voz de Marty temblaba mientras observaba la devastación provocada por la explosión, y su rostro era una máscara de incredulidad. – ¡Oh no, ¿qué has hecho?! – gritó, con los ojos muy abiertos del shock. X abrió su boca para responder, pero las palabras se quedaron en su garganta mientras Marty continuaba, dirigiendo su rabia hacia los restos destruidos del Anglerge. – ¡¿Cómo pudiste dejar que esto sucediera?! ¡Me prometiste que no terminaría así!

X observaba con intensidad, cautivado por la vista de la sirena que parecía gritar hacia el vacío. ¿Había acaso alguien allá afuera que pudiera escuchar el eco de su voz? Por la forma en como habló, era casi como si estuviese expresando su dolor a una figura invisible que de alguna manera estaba al mando del dominio en el cuál se encontraba.

– "Ten cuidado en quién confías."

– ...Marty …¿estás…? – susurró X. La realización ya estaba presente desde antes, pero ahora estaba volviéndose imposible de ignorar. Había demasiadas señales.

La sirena turquesa estalló con rabia, apretando sus puños y cerrando las cejas en una mueca feroz. – ¡¿Cómo puedes llamarte protector de este lugar mientras te la pasas disparando tus armas a diestra y siniestra sin control?! ¡Estás destruyendo la naturaleza que juraste proteger! ¡Hiciste una promesa!

– ... ¿promesa?

Marty se giró violentamente, confrontando las preguntas que la sondeaban y la mirada cautelosa a la que se había anticipado. En el fondo, ella entendía que el éxito de su misión descansaba en la confianza de él en ella. Con ese elemento crucial, todos sus esfuerzos valdrían la pena. – ... sí, una promesa. – empezó a decir la sirena, intentando conjurar una réplica razonable. – Una promesa… de…

– ¿De qué? – inquirió X. – Empiezo a creer que tienes otros motivos aparte de mantener este lugar intacto y sin perturbaciones.

– Espera, ¿qué? – cuestionó Marty, inmediatamente poniéndose a la defensiva. – ¿Me estás diciendo que no confías en mí? ¿Después de todo lo que he hecho por ti?

En la distancia, oculto de la vista de ambos individuos, la misma sombra enigmática con múltiples brazos observaba fijamente. Esta vez, sin embargo, no estaba solo; varias siluetas masivas con forma de pez flotaban cerca, en posición y listas, anticipándose a la señal para avanzar.

– ¿Todo lo que has hecho? – cuestionó X, algo sorprendido por la audacia de la otra reploide.

– ¡Absolutamente! ¡Todo! – espetó Marty en respuesta. – ¡Yo soy la que te está llevando hacia tu destino! ¡Sin mi guía, no tendrías ni idea de a dónde ir!

X de inmediato le respondió. – No puedo sacudirme la sensación de que cada vez, nos hemos aventurado directo hacia el peligro. – Se le acercó más, con una mirada penetrante. – Hay más en esto de lo que se ve a simple vista, y tengo una corazonada de que tú también lo sabes. – Cruzó sus brazos desafiantemente. – De hecho, no puedo evitar preguntarme si tú tienes algo que ver con ello.

Los ojos de Marty se ensancharon, y por un breve momento vio un destello de miedo en el rostro de X. Sin embargo, ese momento de vulnerabilidad fue muy fugaz; el miedo de quedar expuesta quedó enmascarado rápidamente por un subidón de rabia indignada. – ¿Qué estás implicando? ¿Estás sugiriendo que yo soy una de los villanos en este escenario? – lo desafió, apuntándole con un dedo acusador al Hunter. – ¿Crees que pertenezco a sus filas? – Sus ojos se entrecerraron, llenos a intensidad. – ¿Una Maverick?

A la distancia, la figura se dio cuenta que las cosas se estaban saliendo de su control. Si no tomaba acción rápidamente, su disfraz se vería comprometido. Con un movimiento rápido, dirigió a las siluetas con forma de pez para que los rodearan, extendiendo sus numerosos tentáculos haciendo una señal sin palabras para tomar el liderazgo. Las siluetas se movieron con gracia para el agua, acercándose a los dos reploides mientras se mantenían bien ocultos.

X sacudió su cabeza, con una chispa de escepticismo danzando en sus ojos, pero sus sentimientos hacia la sirena permanecían intocables por la hostilidad. – Eso no fue lo que quise decir. – aclaró, con voz firme. – No estoy implicando nada de eso.

Marty le lanzó una mirada, con la mano firmemente plantada en su cadera mientras empezaba a picar con el dedo al pecho de X. – Entonces, ¿cuál es tu punto? ¿Qué es lo que quisiste decir? – le espetó, con la voz cargada de irritación. – En este trabajo, no hay lugar para errores, ¿verdad? – siguió presionando, todavía picando con su dedo en la armadura de él. – Tienes que mantenerte alerta y vigilante en cualquier momento, ¿verdad? Confiar en cualquiera es un lujo que no puedes permitirte, ¿verdad?

Para su asombro, X le respondió. Aunque se anticipaba a una respuesta, lista para provocarlo y mantener la fachada que le había mostrado, sus palabras fueron mucho más allá de lo que se imaginó. En lugar de una réplica llena de rabia, irritación o desprecio, su voz cargaba un peso de cansancio. Y también había un deje de tristeza.

– En este momento, no puedo. Pero quiero hacerlo.

Marty dudó un momento, y sus cejas arrugadas se suavizaron lentamente mientras su labio se curvaba, como si su respuesta la hubiese dejado congelada. La confianza que una vez chispeaba en sus ojos había desaparecido por completo, y su postura parecía flaquear mientras aquello en lo que creía comenzaba a derrumbarse, revelando fracturas en sus cimientos. Todo lo que sabía se estaba revelando frente a ella. En un último y frenético esfuerzo por recuperar su autoridad y mantener la fachada que había edificado con tanto cuidado, la sirena con armadura turquesa apretó su puño con fuerza y lo golpeó contra el pecho del Maverick Hunter. Aunque el golpe no le causó dolor realmente, X pudo sentir el poder significativo detrás de él.

Esta acción resultó ser un error o una ventaja inesperada; X no tenía total certeza. Eventos muy extraños se habían desatado desde que integró el fragmento de topacio agrietado en su núcleo, pero no se sentía conectado directamente al juego, o más precisamente, a lo que había dentro de él. Lo que sucedió a continuación lo forzó a reconsiderar ese punto de vista.

El puño de Marty volvió a golpearle el pecho, y una chispa inesperada recorrió la mano con la que lo golpeó, enviando una onda eléctrica que la hizo soltar un grito ahogado. Instintivamente retrocedió, agarrándose la mano mientras verificaba cualquier signo de alguna herida. X experimentó un breve chispazo que recorrió sus sistemas, y aunque fue abrupto, se le hizo difícil categorizar la sensación como dolor. En lugar de eso, fue como si hubiese adquirido algo inesperadamente, aunque no podía ubicar con exactitud lo que era. En cuanto ella se preparó para golpearlo de nuevo, la mirada se le desvió hacia la distancia donde la gema roja de X comenzó a brillar, revelando una figura sombría que se aproximaba a ellos rápidamente, acompañada de varias otras que imitaban su movimiento.

– ¡Cuidado! – gritó X, capturando la atención de la sirena justo a tiempo. Ella se dio la vuelta y sus ojos se ensancharon de incredulidad al encontrarse de cara con la amenaza inesperada que se alzaba detrás de ellos. Para su asombro, las figuras que nadaban hacia ellos se transformaron en la forma inconfundible de unos peces grandes y gordos.

Su forma era innegablemente redonda, pero el diseño parecía combinar sin problemas belleza con eficiencia. El cuerpo esbelto mostraba una aleta lustrosa metálica en la parte trasera, mientras el frente brillaba con escamas azules y resplandecientes que se parecían mucho a las de un pez viviente. Aunque las aletas tenían un tamaño modesto, estaban claramente construidas para la agilidad, lo que permitía dar giros y movimientos como si tuvieran vida, ocultando su impresionante escala comparada con peces típicos de un arrecife. Estaban equipados con sensores LED y una cámara compacta, cuyos ojos facilitaban exploración de reinos submarinos, y la cola mostraba luces LED para asegurar visibilidad en las profundidades.

– ¡¿Gulphers?! – exclamó Marty, claramente perpleja por su repentina presencia. – ¡¿Qué están haciendo…?!

El tiempo se congeló en cuanto el pez metálico de repente abrió sus quijadas, con una boca que se estiraba en unos ángulos increíbles. Con una poderosa succión activada, tanto la sirena como el Hunter quedaron atrapados en el feroz arrastre, sintiendo la implacable fuerza del pez tratando de llevárselos hacia él.

– ¡¿Huh?!"

Uno de los cuales trató de atacar a X por atrás.

– ¡X! – gritó Marty, propulsándose por el agua para empujar al reploide estacionario fuera del camino. Pero por un giro del destino, de repente se vio atrapada por la mandíbula abierta del Gulpher, que se cerró detrás de ella, dejando sólo la punta de su cola visible, el último remanente de su libertad.

– ¡Marty! – gritó X, disparándole al Gulpher que acababa de tragarse a su compañera sirena, logrando dañar a unos cuantos al volarles las aletas y abollándoles la coraza. Mientras intentaba perseguirlo por la derecha, X de pronto también se vio atrapado, con el cuerpo comprimido y con las rodillas encogidas para caber dentro de los confines estrechos del pez mecaniloide.

Adentro, el Hunter azul observó que el Gulpher carecía de muchos puntos débiles expuestos. Los circuitos internos de su estómago de metal eran un enredo de cables y wires, que canalizaban energía sin esfuerzo a cada parte de la máquina. Entonces, las paredes se prendieron con un resplandor carmesí, y toda la cámara esférica del mecaniloide comenzó a calentarse rápidamente. X al instante se dio cuenta que esto era sólo el inicio de lo que tenía reservado para él, antes de soltarle descargas de dolor eléctrico que asaltaron sus sistemas y lentamente trabajando para incapacitarlo de adentro hacia afuera.

El Gulpher se esforzaba por mantener el control de su presa cautiva, pero pronto percibió una tumultuosa conmoción hirviendo en el interior de su abdomen. Esa sensación de energía impactando contra sus entrañal le indicó una amenaza inminente, provocando que la criatura casi abriera su mandíbula en un intento desesperado por expulsar al molesto parásito. Esta epifanía le llegó demasiado tarde, pues la presa del Gulpher rápidamente dejó todos sus mecanismos internos casi completamente destruidos, disparándole con su buster a todas partes y golpeando componentes vitales, lo que le dificultó al mecaniloide mantenerse a flote por su cuenta.

Pronto, con un último golpe, humo salió de sus ventilas y el Gulpher lentamente se hundió hacia el fondo arenoso, golpeando el suelo marino y volcándose antes que sus ojos se oscurecieran y cesaran todas sus funciones.


Cuartel general subterráneo…

Los ojos de Roll se ensancharon en sorpresa mientras exclamaba: – ¡Espera, ¿me estás diciendo que fue capturada?! – El último giro en la misión de X la tenía al filo de su asiento.

– Absolutamente. – replicó su hermano, con un pesado deje de arrepentimiento en sus palabras. – Incluso me empujó hacia un lado. Ahora no puedo evitar preguntarme si sigue en una pieza o siquiera en funcionamiento.

– Bueno… no dejes que eso te deprima todavía. – le aseguró Roll, tratando de mantenerle sus ánimos en alto. – Después de todo, dijiste que acabas de experimentar lo que se siente estar dentro de uno de esos Gulphers, lo que significa que pueden controlar cómo llevan las cosas que se tragan. Si aún puedes ver al que se la llevó, quizás todavía no hayan dañado sus sistemas.

– Sólo puedo esperarlo. – respondió X, aunque su tono estaba muy lejos de transmitir cualquier sentido de esperanza. – Aunque no sé cuánto bien hará eso.

– No tienes idea. – dijo Roll, cuya voz era firme pero llena de emoción. – Ha habido momentos en los que la desesperanza se sentía abrumadora, cuando la victoria parecía totalmente fuera de alcance. – Se detuvo, mordiéndose el labio pensativamente. – Pero al final, nunca he visto que ninguno de mis hermanos falle en alzarse cuando alguien lo necesita.

X se quedó en silencio por unos momentos. – No estoy seguro de si soy exactamente bueno a comparación con Rock todavía. – confesó X. Internamente pensó: "Mucho menos Blues." Aunque se guardó esa parte para sí mismo.

– No, claro que lo eres, X. – le informó su hermana. – Eso es más que suficiente. Y viendo que nosotros dos somos los únicos que quedamos, seguro querríamos mostrar al mundo lo que el Dr. Light quería para nosotros y la humanidad, ¿cierto?

Un silencio siguió a su pregunta, pero eventualmente recibió su respuesta. – Cierto.

– Bien. – replicó la navegadora rubia. – Ahora, ¿tienes alguna idea de dónde podrían estar yendo los otros Gulphers? ¿Tal vez hayan regresado al lugar de donde Marty dijo que había escapado?

– Creo que podrías tener razón con eso, Roll. – respondió X, tomando a su hermana por sorpresa con su repentina confianza.

– ¿Oh? ¿Y por qué dices eso?


Triángulo de Coral…

– Porque puedo verlo justo frente a mí.

Ante el Maverick Hunter se encontraba el punto que estaba buscando, y no le llevó mucho para concluir que este era el escondite del criminal responsable por la explosión de la embarcación de rescate. Parecía menos una majestuosa fortaleza y más un montón ensamblado de torres hechas de cristal, cada una de las cuales contenía un líquido misterioso, espeso y viscoso en su interior. Seguía a los Gulphers de cerca, ninguno de los cuales parecía haberse dado cuenta de su presencia todavía.

Sin embargo, eso podría deberse a que estaba utilizando a uno de ellos como tapadera para colarse dentro del lugar.

En efecto, podría haber no sido el método más elegante o inteligente para rastrear a las tropas enemigas, pero X entendía que, pese a empuñar su buster, estaba en clara desventaja en el agua. Sin embargo, con la carcasa de su Gulpher proveyéndole cierta medida de defensa, podría al menos encontrar una manera de prepararse para lo que había adelante. Cierto, navegar el mecaniloide desde el interior era un poco agotador, pero luego de buscar por un rato encontró eventualmente el módulo de control que manejaba sus movimientos. Aun así, tenía que mantener su distancia, en caso de que los otros notaran que su compañero estaba más que un poco "golpeado" comparado con el resto.

Estaba luchando con la decisión de acelerar su paso, observando con los Gulphers, incluso sin nadar activamente, se deslizaban por el agua a una velocidad decente, manteniendo a Marty firmemente en su alcance. No pasó mucho antes de que lograra verlos, notando la cola brillante turquesa de la sirena que todavía salía de sus mandíbulas. Un feroz deseo de lanzarse a rescatarla se prendió en su corazón, pero en el fondo, X entendía que hacer un movimiento ahora podría llevar a graves consecuencias, y tal vez incluso costarle a Marty su vida.

Por el bien de ella, tenía que esperar. Cada paso contaba.

Mientras el Maverick Hunter se deslizaba por las aguas vibrantes, una oleada de curiosidad lo invadió. Los arrecifes de coral coloridos y una miríada de vida marina se arremolinaba con gracia en las corrientes, con una vibrante energía que contrastaba fuertemente con los masivos cilindros sumergidos que yacían ocultos bajo el suelo marino arenoso.

– ¿Hey, Roll? – murmuró X, cuya voz apenas era más alta que un susurro. No tenía certeza si los otros peces mecaniloides podrían oírlo dentro de los remanentes de su compañero caído, pero prefería mantenerse cauteloso. – Esto sonará un poco extraño, pero ¿sabes si el Triángulo de Coral tiene… bueno… – dudó por un momento mientras buscaba las palabras correctas – … tubos llenos de líquido?

– ¿Tubos llenos de líquido? – cuestionó la rubia, cuya pregunta sonó por el comunicador. De inmediato pidió más detalles. – ¿Qué clase de tubos? ¿Qué tan grandes son?

– Enormes. – respondió X, observando el entorno a través de los ojos del Gulpher. – Y parece que las secciones inferiores están enterradas. – Hizo una pausa. – ¿Será posible que estén recolectando el fluido de debajo de la superficie?

– Si ese es el caso, parece que están taladrando en busca de petróleo. – respondió Roll, y luego un silencio cayó entre ambos. – Espera un momento…X, sabes acerca de la perforación en altamar, ¿correcto?

– Sí. – replicó X. – Aunque ¿no se supone que las sondas geotérmicas donde se filtra el petróleo usualmente se ven por arriba de la superficie del océano? El proceso en sí mismo ya es riesgoso, pero estos tubos están completamente sumergidos. Si cualquiera de ellos se rompe, todo el Triángulo de Coral podría contaminarse.

– Eso suena como algo que a Marty le preocuparía. – observó Roll. – Pero sí, la perforación en altamar ya de por sí está llena de controversias, pero su meta es extraer el petróleo sin refinar que descansa en las formaciones rocosas debajo del suelo marino.

– Petróleo sin refinar… – murmuró X, buscando este elemento particular en su base de datos interna. – Esta sustancia tiene una gran historia…

- En efecto. – Su hermana estuvo de acuerdo. – Incluso con su impacto ambiental, recuerdo un tiempo en el cual las máquinas como yo todavía teníamos que depender de estas cosas para funcionar. Por supuesto, servía como una fuente de energía para muchas cosas aparte de los robots. Una vez que está refinado y separado, puede utilizarse para casi cualquier cosa.

– Mayormente relacionado a la manufactura. – Ciertamente, a pesar del impulso significativo hacia las soluciones y fuentes de energía alternativa, el petróleo continuaba manteniendo su dominio en el reino de la producción.

Los combustibles como la gasolina, el diésel, kerosene, y en particular el combustible de turbinas de aviación (crucial para la Unidad Aérea de los Maverick Hunter) rastreaban su linaje hasta el crudo petróleo oculto bajo las arenas. La misma esencia de Abel City estaba entrelazada con este preciado recurso, el cual, si bien no se utilizaba demasiado para asfalto, había dado pie a una miríada de otros productos. Estos incluían lubricantes, reactivos químicos esenciales para la elaboración de plásticos, solventes, textiles, pinturas y caucho sintético. Adicionalmente, esta recompensa se extendía a los refrigerantes, fertilizantes, pesticidas, productos farmacéuticos e incontables otras aplicaciones que invadían los pensamientos de X.

– No me sorprende que Marty quisiera ponerle fin a todo esto. – señaló, mientras sus ojos nuevamente localizaban al Gulpher que servía tanto como prisión y como transporte para ella.

– Dado lo que nos dijo sobre cuál era su posición, no me sorprende. Aun así… – comentó Roll, pausando por un momento, como si estuviera reacia a repetir lo que estaba en su mente. Pero por el bien de su hermano, sabía que, si no lo decía, probablemente se arrepentiría de ello. – Quizás no deberías saltar tan pronto a ser su héroe todavía.

X se quedó perplejo. – ¿Qué quieres decir?

– Bueno, si puedo atreverme a decirlo, y esto sólo es especulación, yo no soy inmune a hacer juicios falsos. – aclaró Roll, antes de hacer otra pausa mientras pensaba en el Hunter de armadura roja. – Pero considerando la situación en la que estás ahora, te aconsejo que procedas con precaución.

– Lo estoy haciendo. – respondió X. – Hasta ahora, ninguno de los demás ha notado que algo anda mal con su amigo.

– Eso no es lo que quise decir. – respondió Roll con firmeza. – Ya sabes de lo que estoy hablando.

X no le respondió al principio, pero la dolorosa posibilidad que estaba intentando negar salió a la superficie. – En este momento, ella es alguien que está en problemas.

– O eso es lo que ella quiere que tú veas.

El Hunter se mordió el labio. – ...entonces, ¿tú crees que ella podría estar confabulada con…?

– No puedo confirmar ni negar nada. – respondió su hermana como si fuera un hecho. – Pero recuerda, es bastante peculiar que ella de alguna manera ella conoce tu historia con tres de los hombres de Sigma, ¿verdad? ¿De dónde sacó esa información? Mejor aún, ¿por qué se aseguraría de guardársela salvo por ese desliz accidental suyo?

X pensó profundamente. Aunque la frustración de Roll con la fe de él que constantemente frlaqueaba era palpable, se acordaba de los comentarios de Marty sobre las interacciones pasadas del Hunter, específicamente con Penguin, Mandrill y Armadillo. Dicho eso, no pudo contener una pequeña objeción. – Aun así, ella parece guardar un afecto muy cálido por este lugar. Más allá de mi presencia, sus preocupaciones eran más por la salud de los corales y la vida que los rodea que su propio bienestar.

– No estoy descartando la posibilidad de que podría estar envuelta en algo que no le deja opción. – clarificó Roll. – Pero aun así, si ese es el caso, entonces el peligro sigue esperando a que hagas tu movimiento. Y cuando lo hagas, tienes que asegurarte de que sepas por dónde viene ese ataque.

– Claro. Ya entendí. – respondió X.

– ¿En serio? ¿De verdad lo entiendes?

– Lo entiendo, ¿ok? – respondió X, empezando a sentirse algo irritado en ese momento.

– De verdad, X, entiendo que nada de esto ha sido fácil. Pero te necesitamos. – Hizo una pausa. – Yo te necesito. Todos necesitamos que vuelvas aquí a salvo.

X suspiró, cerrando sus ojos por un momento. – … Volveré. Te lo prometo.

El silencio cayó entre ambos, sin nada excepto el ruido ambiental del océano que llenaba las unidades auditivas del Hunter. – ...de acuerdo, confiaré en ti. – respondió Roll al fin. – De todos modos, ten cuidado.

– Lo haré. – respondió X. Sin embargo, si fuera más honesto, habría dicho lo que estaba en su mente. – "Lo intentaré."

Moviendo su atención a la escena que se desenvolvía adelante, el Maverick Hunter observó que los Gulphers abruptamente detenían su avance. En un movimiento rápido, viraron hacia un lado, llevándose al que tenía atrapada a Marty con ellos. X, queriendo permanecer oculto, imitó sus movimientos mientras mantenía un ojo vigilante en la situación detrás de él. Podía sentir que los peces metálicos se retiraban para alejarse de una amenaza invisible arriba de ellos.

*¡BOOM!*

Mientras una sombra amenazadora se expandía sobre la cabina del Gulpher, X miró arriba, y su corazón se aceleró. Arriba de él se encontraba una nave colosal, cuya enorme quilla proyectaba una sombra ominosa. De repente, una compuerta circular se abrió, revelando un formidable y extenso brazo con una garra que descendía con un propósito, cuyas tenazas se abrieron mientras se extendía hacia él, dispuesto a agarrar lo que estuviera a su alcance. Este tren de pensamiento, aunque no totalmente preciso, le proveyó suficiente ímpetu a X para apartarse justo a tiempo. No logró echarse atrás del todo, manteniendo una distancia cautelosa mientras observaba cómo la garra tomaba uno de los segmentos inferiores de los tubos. El contenedor, vibrante con un valioso oro negro, dio vueltas repetidamente hasta que efectivamente fue levantado de su posición, asegurando su base bien sellada para mantener el preciado petróleo en su interior.

– ¡¿Qué fue eso?! – La voz de Roll comenzó a hablar por el comunicador, con preocupación evidente. – ¡¿Hiciste lo correcto?! ¡¿Qué está sucediendo allí?!

Los ojos esmeraldas de X estaban fijos en la garra mientras levantaba el contenedor en el aire, llevándolo cerca del casco de la nave hasta desaparecer de la vista. – Espera un segundo, necesito ver esto. – le dijo a Roll, maniobrando el Gulpher hacia la superficie para ver a la entidad que había venido a recuperar el precioso recurso oculto en las profundidades del océano.

Mientras X salía hacia la superficie, su mirada, filtrada por el Gulpher dañado, se fijó en una enorme embarcación pintada en tonos vibrantes de verde y amarillo. Parecía un submarino inspirado en una ballena, adornado con una serie de características mecánicas como hélices y ventanas. Pronto, notó los tanques de almacenamiento que sobresalían de la parte superior del casco. Para su sorpresa, el contenedor de petróleo que habían obtenido estaba posicionado hacia la retaguardia, mientras los otros compartimientos permanecían vacantes, con anticipación de su futura carga.

– X, ¿qué estás viendo? – cuestionó Roll, esperando que su pregunta no atrajera atención indeseada.

– Un Cruiziler. – respondió. – Una de nuestras naves de la Unidad Marina. O al menos, solía serlo.

Roll se quedó callada, absorbiendo esta información. – Entonces, ¿ahora está bajo el control de los Mavericks?

– Sí. – respondió X. – Y creo que lo entiendo. Ya está muy claro hasta dónde está dispuesto a estirarse Sigma para apoyar sus iniciativas de guerra.

Esta historia continuará

Chapter 68: Rompiendo las barreras

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Un lote de petróleo crudo había sido asegurado, dejando cinco más para capturar.

El Cruiziler color esmeralda y dorado ajustó sus sensores, señalando otra unidad de contenedor a poca distancia. Se deslizó por el agua, posicionando su colosal forma flotando encima del tubo transparente, preparado para volver a soltar su garra.

De repente, sus sensors detectaron una presencia adicional, un pequeño pitido que se materializaba en su radar. El submarino operado de forma remota detuvo su viaje, atraído hacia un curioso espectáculo que emergió en la superficie: una solitaria unidad Gulpher había emergido desde las profundidades, levantándose sobre la superficie del agua y moviéndose suavemente al ritmo de las olas, como si sólo fuera un juguete del mar, sin tener ningún control sobre sus propias acciones o mecanismos.

Pronto, los operadores del Cruiziler descubrieron que esta suposición no podría haber sido más incorrecta.

Las mandíbulas del Gulpher se abrieron de golpe, revelando a una figura de armadura predominantemente azul, acentuada con algunos detalles blancos y doradas. Con un poderoso salto, salió hacia la superficie de la embarcación verde. La máquina inmediatamente reconoció la presencia de un intruso potencialmente hostil a bordo. El Cruiziler inmediatamente pasó a la acción, desatando un enjambre de drones mecaniloides que parecían figuras bípedas, cada uno equipado con un ojo rojo brillante. Mientras abrían fuego, el Maverick Hunter tuvo que agacharse rápidamente, evitando la ráfaga de disparos dirigidos hacia él. La tranquilidad fue muy breve, ya que en cuanto el primer adversario sucumbió ante el abrumador poder de fuego de X, el resto rápidamente lo siguió.

Sin amilanarse, X siguió presionando de frente, atraído hacia un aspecto inusual de la nave: una enorme gema esférica que brillaba con un tono azul hipnotizador, pulsando con energía potente que resonaba profundamente dentro de él.

Y entonces, volvió a escucharla, esa voz de antes. La misma que lo alertó para buscar debajo de las olas.

– El núcleo de la nave. – le dijo. – Debes destruirlo antes que llegue a la tierra principal.

X no tenía ninguna reserva sobre la situación, creyendo firmemente que las fuerzas de Sigma nunca debían apoderarse del petróleo extraído de este lugar. Pero al levantar de su buster, listo para hundir esa nave Cruiziler, un pensamiento se coló en su mente sobre las posibles repercusiones de esta acción inminente.

– Pero… el petróleo. – murmuró, con una sensación extraña invadiéndolo al encontrarse a sí mismo conversando con sus propios pensamientos. Aunque a menudo tenía monólogos internos, esta era la primera instancia en la cual otra voz que no era la suya le respondía. – La unidad contenedora podría…

– Habrá un riesgo aún mayor de que se derrame si no destruyes la nave ahora mismo. – respondió la voz femenina. – Actúa ahora, o podrías tener un desastre potencialmente mayor después.

Lo de un "desastre mayor" rápidamente se transformó de una mera posibilidad a una realidad amenazante en cuanto X observó que el Cruiziler se preparaba para recoger otro contenedor de petróleo cosechado, con su garra descendiendo para agarrar otra fuente de energía. Mientras se preparaba para disparar para hundir la embarcación, el Maverick Hunter de pronto se encontró enfrentándose no sólo a más soldados, sino un enjambre de Sky Claws que emergían de una compuerta arriba de la cubierta. Estas máquinas amarillas llenaron el aire a su alrededor, descendiendo en un borrón caótico. Una de las unidades consiguió enganchar al Hunter entre sus garras, sujetándolo de los hombros y levantándolo a gran altura en el aire, más y más lejos del núcleo vulnerable mientras los otros se separaban en dos grupos: uno para lidiar con el intruso y el otro para proteger la línea de vida de la nave. Sintiendo que estaban planeando tal vez llevárselo lejos del área o directamente arrojarlo de vuelta al océano, X comenzó a disparar a pesar de tener el brazo restringido.

Aunque sus disparos salieron dispersos y erráticos al principio, al menos lograron derribar a algunos de los Sky Claws del aire, permitiéndole ganar tiempo para soltarse el brazo y apuntar hacia arriba para ocuparse del mecaniloide que lo estaba sujetando en ese momento. La maniobra resultó exitosa, y el Maverick Hunter volvió a caer hacia el Cruiziler y aterrizó sobre la superficie, permitiéndole correr hacia el núcleo y empezar a descargarle todo lo que tenía.

Todo mientras recordaba el paraíso que reposaba de bajo, y la nube de muerte negra que caería sobre él si la substancia que esta nave cargaba se derramaba.

Con un último disparo, rezó porque cumplir con su deber no llevara a un desastre.

Una explosión energía vibrante fuera de control surgió desde las profundidades de la gema azul, destruyendo sus componentes internos y abandonando la nave a punto de destruirse por completo. En sucesión rápida, ocurrieron más explosiones, y varias de las secciones de la nave reflejaban el caos de su núcleo en condición crítica. Algunas de estas explosiones de manera alarmante se acercaron al precario almacenamiento del crudo, aumentando la sensación de desastre inminente. Dirigiéndose hacia la popa de la embarcación, X miró alrededor buscando alguna forma de potencialmente liberar la unidad de contención del compartimiento de almacenaje, sabiendo bien que cualquier chispa de calor que hiciera contacto con la substancia ciertamente causaría una explosión aún mayor.

Si elegía dejarlo ir, seguiría existiendo una posibilidad de que sus contenidos explotaran. Pero si elegía contenerse ahora, la amenaza se extendería más allá del petróleo en la unidad, arriesgándose a una contaminación aún mayor de las aguas.

El daño estaba empeorando, tenía que actuar ahora.

– "Perdóname, Marty, por favor." – lamentó por dentro, liberando la compuerta que permitió que el tubo cayera, impactando en la superficie del océano y hundiéndose. Al mismo tiempo, el Cruiziler no pudo seguir manteniendo su forma, pues los motores de la nave liberaron toda la energía almacenada que tenían en su interior y terminaron literalmente partiendo la embarcación a la mitad. Un estallido atronador envió a X dando vueltas, con su cuerpo fuera de control hacia el abismo debajo. Mientras se hundía, perdió todo el sentido de equilibrio, volviendo a sucumbir ante el desorientador abrazo de la ingravidez bajo la superficie.

Fue descendiendo más y más, con el implacable agarre de la gravedad arrastrando su cuerpo metálico hacia el abismo, y el peso de las profundidades del océano ofreciendo apenas una ligera resistencia.

"Si continúas ignorándolo, se hundirá más en sus propias sombras." – Una voz diferente se coló entre sus pensamientos, una voz femenina pero distintivamente más joven, irradiando una energía alegre que contrastaba con el tono anterior. Pese a su espíritu vivaz, X no pudo sacudirse de encima la sensación de que le recordaba a Roll, como si la dueña de la voz intentase ofrecerle algún tipo de guía.

– "A veces, las sombras son el único lugar que te garantizan seguridad." – respondió la voz anterior, cuyo tono estaba cargado de una amargura fría, pero bajo ese exterior gélido yacía una vulnerabilidad palpable. Un deje de dolor se colaba entre sus palabras.

X sintió el impacto del fondo del océano contra su espalda, y el cuerpo del Hunter se puso rígido mientras su visión comenzaba a cambiar. Su entorno comenzó a transformarse frente a él, y el mundo familiar desapareció en la oscuridad, luchando por el control de su vista.

– "Bueno, ¿no crees que eventualmente tendrás que salir? Nada puede sobrevivir sin el sol."

Un color negro lentamente se apoderó de todo, mientras las dos voces debatían una con otra sobre un tema desconocido que dejaba a X como un simple observador. Aun así, pese a esto, había una sensación persistente de que nada de esto era totalmente al azar.

– "Acorde con algunos de los que están a cargo, nosotros no cualificamos como seres vivos." –debatió la otra figura de nuevo, hablando con un tono casi escalofriante de miedo. Entonces, justo antes que todo se volviera oscuro, escuchó una última declaración tajante. – "Él ya les ayudó a verlo."

Mientras la figura arriba que se reveló como simplemente un Cruiziler llegaba para recoger su cargamento, los Gulphers emergieron de sus escondites y reanudaron su viaje, ignorantes de uno de los suyos que se estaba quedando rezagado. Manteniéndose lejos de las máquinas que extraían el petróleo crudo de las profundidades, los peces mecánicos se encontraron con un magnífico edificio anidado en el piso oceánico. Esta impresionante estructura, adornada por la vida vibrante y naturaleza artística del mar, estaba rodeada de corales y otras formaciones, con el aspecto de un palacio de cristal que reflejaba la brillante superficie del agua que estaba sobre ella. Una puerta masiva se abrió arriba, permitiéndoles a los Gulphers ingresar a su interior, separando la barrera entre el palacio y el resto del Triángulo de Coral, y el resto de los mecaniloides comenzaban a congregarse alrededor de una figura solitaria que estaba de pie en medio de una pequeña cámara.

– De acuerdo. – habló, sin estar exactamente complacido y con un tono que indicaba un deje de fastidio. – Escúpela.

El Gulpher que todavía mantenía cautiva a la sirena turquesa en su boca registró la orden y expulsó a su presa, haciendo que Marty golpeara el suelo secamente y sin ceremonia alguna, algo debilitada. Pero sorprendentemente, el daño que sufrió era mínimo, y cualquier fatiga potencial que hubiera experimentado se podría remediar fácilmente con algunos cristales de energón. Levantando su mirada de ojos violetas, la sirena medio se esperaba que fuese alguien más quien la recibiera, pero en lugar del cefalópodo que había visto antes, estaba otra figura de pie frente a ella. Una que reconoció muy bien, pero que no esperaba del todo ver aquí.

El Reploide frente a ella en efecto estaba basado en una criatura acuática, pero en lugar de ser uno de las variedades con ocho extremidades, este espécimen en particular parecía tener más en común con un calamar. Su domo era alto y con forma redonda, con una cresta prominente que imitaba las aletas del animal natural en el cual estaba basado, y su paleta de colores consistía mayormente de diferentes tonos de azul con algunos detalles amarillos y blancos, y una gema redonda y verde en su pecho. Tenía una forma mayormente humanoide a pesar de su cabeza, poseyendo dos brazos y piernas, sólo que aparte de estos también contaba con cuatro tentáculos totalmente funcionales que se alzaban sobre la sirena situada en el suelo.

La figura cruzó sus brazos y le dio a Marty un ligero resoplido, como si le hubiese causado muchos problemas. – Y bien… – empezó, en tono cortante. – ¿Tuviste una buena primera cita?

Se encontró de pronto en un lugar seco, muy lejos del abrazo del océano. Pero las melodías atormentadoras y vibrantes llamados de la vida salvaje exótica resonaban en el aire, en la quietud de la noche. Estos sonidos daban a entender que quizás no estaba tan distante de su anterior entorno como pensaba. Adelante se encontraba una morada de tamaño considerable, con forma de cubo y anidada en un bosque semi-tropical exuberante. El verdor vibrante sugería que esta locación estaba situada probablemente en una región más cálida del planeta.

Mientras se acercaba, X registró que podía detectar dos voces particulares que venían de una distancia corta, ambas reconocibles, pero una de ellas lo pilló con la guardia baja.

– Y… ¿esto qué es?

Una voz era el tono suave, casi constreñido de la joven mujer que había estado conversando con él, un sonido que X había anticipado hasta cierto punto. Sin embargo, ña otra voz…

– Es un él, de hecho. Y su nombre es Mariachi.

Pudo también identificar a éste, pero la figura conectada al nombre era alguien que sólo había vislumbrado en breves momentos y fotografías que tomaron aquellos que tuvieron la suerte de capturar una imagen de él antes de desaparecer en el aire una vez más. Navegando entre el espeso verdor que envolvía la casa y su laboratorio adjunto, X captó por la esquina del ojo a una androide con armadura verde. Tenía una complexión ligeramente bronceada y cabello en coletas color castaño como la tierra, en medio de una conversación con otro androide. Este acompañante brillaba en tonos de gris y rojo, adornados con una distintiva bufanda dorada y un casco rojo que tenía un par de gafas oscuras, que efectivamente ocultaban sus ojos de la vista.

– Él es… ¿una de las creaciones del Dr. Light?

El otro androide oyó la pregunta y le respondió, pero en lugar de una voz desconocida como anticipaba, la voz que le respondió era la de alguien a quien había dejado hacía poco en el ala médica de su base.

– Sí, es uno de los más… recientes. – respondió la máquina roja y gris, sosteniendo el hámster robótico de color naranja y amarillo de cerca. – Pero él dijo que tal vez la Dra. LaLinde podría ser su cuidadora durante las primeras semanas.

– ¡¿R-Ray B.?!

La sirena miró a su captor, con sus ojos brillando con una mezcla de molestia y curiosidad mientras observaba al Gulpher que la había transportado aquí. A pesar de lo indignada que estaba con su situación, no pudo evitar hacer un comentario sarcástico sobre su apariencia. – Entonces, ¿cómo te llamas ahora? ¿Volt Kraken? ¿O has cambiado a Squid Adler?

El cefalópodo color azur y crema cruzó sus brazos de aspecto más humano, retrayendo sus tentáculos de vuelta en su cuerpo, con las puntas extendiéndose por encima de sus hombros y por sus costados. – Oficialmente, respondo a Kraken. – replicó. – Aunque debo decirlo, es entretenido considerar que una banda de rock que emergió a mediado de los ochentas del siglo pasado sigue teniendo algo de fama a día de hoy.

Marty se propulsó hacia arriba, deslizándose hacia el enorme calamar. – Me alegra conocer a otro entusiasta. – le dijo, con la voz cargada de un deje de amenaza. – Pero considerando todo el caos afuera, ¿asumo que tú has de ser la mente maestra detrás de mi abducción?

– No soy la mente maestra. – reconoció Volt Kraken asintiendo, al observar claramente la evidente frustración de la otra reploide. – Pero viendo que ustedes dos se estaban tardando tanto, un buen amigo de nosotros dos necesitaba que se aceleraran un poco las cosas. ¿Asumo que mis contribuciones están siendo omitidas?

Ella todavía no parecía divertida por sus palabras.

X sacudió su cabeza, sintiendo una ola de incredulidad apoderándose de él en ese momento. No podía ser, no había manera de que fuese cierto. No podría ser "él"- No después de todo lo sucedido a través de los años. Había escuchado la tétrica historia de que el robot se había perdido para siempre, que había caído en batalla contra la amenaza alienígena conocida como los Stardroides, dejando a Roll y a Rock llorando por su ausencia tiempo después. Y Roll le había contado a X sobre la inestabilidad en su núcleo, la razón inicial de su partida, y el subsiguiente remplazo que le otorgó Wily. Todo eso golpeó al Maverick Hunter en ese lugar y momento. No había forma, se decía a sí mismo, no había absolutamente ninguna forma de fue fuera verdad.

Otra voz resonaba en sus pensamientos, hablada por una criatura no creada de metal, sino de carne viviente.

– ¡¿Qué no es obvio? Él es un robot del siglo pasado.

La evaluación de Chiyo lo golpeó como si fuera un rayo, iluminando las sombras de sus pensamientos. Aunque inicialmente consideraba su teoría algo exagerada, no podía negar que había una pizca de verdad. Pese a su familiaridad con Abel City, él poseía una gran cantidad de conocimiento que parecía eludir a casi todos los demás. La pregunta que quedaba en el aire era: si Ray B. era realmente la persona que X había empezado a sospechar, ¿cómo seguía presente en este mundo? Lo que más le dejaba perplejo era el misterio de cómo seguía operando sin su núcleo esencial.

– Quieres decir… ¿que nos lo das a nosotros?

Una oleada de preguntas surgieron en su mente, con una en particular sobrepasando al resto: si Ray B. era realmente el mismo robot al que había estado observando desde la distancia, ¿entonces quién era esa misteriosa androide con coletas? Aquella misma cuya voz se había insertado en sus pensamientos desde que extrajo esa gema agrietada de topacio que estaba en el pecho del malherido Ray B..

– Oh, uh, bueno… sí. Sí, supongo que lo soy. Quiero decir que él lo es, del Dr. Light.

X observaba al diminuto roedor robótico mientras levantaba sus expresivos y enormes ojos azules para observar los ojos verdes del otro robot. Los ojos de ella escudriñaban los rasgos del hámster antes de volverse hacia su portador, cuya cara permanecía parcialmente oculta en las sombras. X notó la forma en que ella miraba a la máquina roja y gris, con una expresión de cautela. La suspicacia sobre su presencia era clara en su expresión, que se mantenía tan a la defensiva y controlada como su voz. Era como si quisiera sentir algo, expresar algo, pero en última instancia se contuvo. Como si permitirse tal cosa fuera peligroso.

Quizás no fuera exactamente una comparación precisa, pero X no pudo evitar encontrar el comportamiento de ella similar al de su camarada cuando se conocieron por primera vez. El mismo camarada a quien le prometió regresar. – "Zero…"

Con un momento de contemplación, la robot con armadura verde recogió en sus manos al hámster naranja. La diminuta criatura no perdió el tiempo, subiéndose rápidamente por su brazo hasta posarse en su hombro. Este inesperado gesto pareció agrietar su fachada estoica, con los ojos muy abiertos ante el asombro de las acciones rápidas del pequeño roedor.

– Huh. – La máquina roja y gris no pudo evitar reírse, permitiéndose disfrutar del pequeño momento de humor. – Creo que le agradas.

X observaba a la otra robot, con una ligera sonrisa en sus rasgos metálicos, con intertidumbre flotando en el aire, pero había un esfuerzo a pesar de todo. Sin embargo, fue su respuesta lo que cautivó su atención. O más bien, fue la falta de ella. El Maverick Hunter observaba los labios de ella temblando como si sopesara un pensamiento no expresado. ¿Era una sonrisa, a punto de liberarse, o un gesto fruncido que proyectaría una sombra? No podía verlo, y parecía que nunca lo averiguaría. El rostro joven de la androide con coletas era una máscara de contención, cuya expresión batallaba por guardar sus secretos ocultos bajo la superficie.

Como si revelarle a él dichos secretos fuese peligroso.

– ...bueno… – empezó a decir – … me aseguraré de mandarle los saludos de la Dra. LaLinde. Gracias.

Mientras ella se dirigía hacia la entrada del laboratorio, la brecha entre las máquinas roja y verde se expandía, alejándolos más y más con cada paso que daba. Y por lo que parecía, ella tenía la intención de alejarse de allí lo más rápido posible, como si intentase alejarse de él.

– Hey… – Y a pesar de esto, X vio como él la llamaba, y la otra máquina se detenía en seco, pero ella sólo giró su cabeza ligeramente para encararlo, todavía con su espalda como si fuese una pared aparentemente impenetrable. – ...hay un pequeño risco que encontré cerca de aquí.

La androide verde levantó una ceja, y el hámster robótico naranja pareció registrar que ella estaba escuchando, pero también buscando, como si esperara que le dijeran algo que solidificara lo que fuera que estuviera pensando. –  Sí, creo que recuerdo ese lugar. –  le respondió, en un tono tranquilo y mayormente neutral, pero con un pequeño deje de recuerdo. De días ya muy lejanos que no podía revivir, no por su cuenta al menos. –  No puedo creer que una vez creía que era buena idea tratar de saltar de allí. –  X esperaba una respuesta alegre, pero en lugar de eso, pudo percibir un tono de melancolía en su respuesta, dejándola algo sombría.

– ¿Por qué preguntas? – inquirió ella, dándole la vuelta a la pregunta del otro robot. – ¿Esa locación es de interés para ti? ¿O tal vez estás buscando un lugar donde dejar caer algo?

El Maverick Hunter se encontró perpleja por sus palabras, pero el tono de su voz sugería algo más profundo. Era como si ella diera indicios de que la máquina roja y gris estuviera buscando un punto donde pudiera llevar a cabo acciones siniestras. El indicio no le pasó desapercibido al otro; X observó cómo se mordía el labio, dándose cuenta de que, pese a sus esfuerzos por parecer amigable, las cosas no iban a su favor. La verdad era, que X no podía evitar sentir una pizca de simpatía por la otra máquina.

– Uh, no. – respondió la máquina roja y gris, aunque X se encontró incapaz de mantener su nombre fuera de su lengua por más tiempo. O más bien, uno de sus nombres. – Es sólo que… hay una vista impresionante de las estrellas desde aquí. Yo… no sabía si tú ya sabrías que se puede ver algo como eso desde aquí.

– ¿Blues…? – murmuró X, con su voz apenas más fuerte que un suspiro para evitar atraer los ojos de nadie. No tenía certeza sobre la situación, pero tenía la determinación de permanecer oculto y no invitar a ningún escrutinio no deseado.

– Y asumo que hay una razón por la que me dices esto. – respondió la androide de armadura verde. – ¿Estás sugiriendo que quieres que yo lo vea?

– Bueno… yo… supongo que sí. – respondió Blues. O más bien, Proto Man. Pero aun así, ya fuera que respondiera a ese título o al de Break Man, X todavía veía a su hermano. El robot con la bufanda continuó: – O, ni siquiera eso. Si sólo quieres hablar, entonces…

Un sonido de acallamiento envolvió el espacio entre ambos, con X plenamente constante de la tensión palpable que seguía en el aire, contrastando agudamente con el entorno sereno. Se sentía como si esta frágil burbuja de calma se balanceara en el borde, deseando una sola chispa que la destruyera por completo.

– ¿En serio? – preguntó ella, con su voz cortando el silencio. – Eso es interesante. La última vez que conversamos, me dijiste que yo no te daba nada de valor.

Proto Man no respondió, pero X podía ver que sintió la respuesta, ya que el cuerpo del robot se tensó. –  Yo… no estaba pensando con claridad, lo siento. –  Su cabeza bajó ligeramente, como si se diera cuenta que, una vez más, esta noche resultaría en una decepción. –  Pero hablaba en serio cuando dije que tú eras la única que…

– La única que te dijo nada. – terminó ella en su lugar, pero a diferencia de él, su tono parecía guardar poca reverencia por este hecho, como si fuese un pensamiento menor. – Bueno, viendo que Wily ya no será más una parte de tu vida, quizás ahora puedas empezar un círculo social. Sin importar qué tan pequeño sea, viendo que no te gusta que te vean.

X sintió un tirón familiar, dándose cuenta que estaba basando su juicio en la realidad, pero sus respuestas parecían ser meticulosamente calculadas, como si no tuviera noción del hecho de que la otra máquina le estaba extendiendo una mano, deseando alguna clase de conexión. Era como si le estuviera suplicando en silencio por ese lazo.

– No, pero…

– Gracias por el… regalo. – respondió la androide con coletas, haciendo un esfuerzo por sonar cortés, pero era evidente que no deseaba prolongar la discusión más de lo necesario. X podía ver que esta indiferencia golpeaba fuertemente a Blues. – Se lo voy a enseñar a la Dra. LaLinde enseguida.

Ella continuó su viaje hacia el laboratorio, mientras X observaba a Blues, cuyos labios temblaban como si quisiera hablar, pero el silencio se apoderó de él. La puerta del laboratorio se abrió y cerró de inmediato, dejando a la máquina roja y gris aislada en medio de la noche. Blues bajó su cabeza derrotado, dudando brevemente antes de mirar hacia la casa, antes de disolverse en un radiante rayo de luz roja, sin dejar evidencia alguna de su presencia.

– ... de nuevo, tal vez eso sea lo que quiera de mí.

Los puños de Marty se apretaron mientras se acercaba al otro reploide, con los ojos ardiendo de rabia. – ¡¿Omitidas?! – le espetó con la voz tajante. – ¿Tienes alguna idea de la destrucción que has provocado? ¡¿De las especies que podrías haber puesto aun más al borde de la extinción?! – Sus palabras parecían flotar en el aire, pero Volt Kraken permaneció imperturbable ante su arranque. – ¡Estas criaturas no son como nosotros! ¡Son delicadas! ¡Dependen de condiciones muy precisas para sobrevivir y aun así aquí estás, exterminándolas sin piedad!

El calamar metálico levantó una ceja, y una risita suave se escapó entre su voz mecánica. – Y bien que ayudó a mantener tu disfraz intacto. – señaló. – Sólo para que supieras, tu superior y yo hemos estado manteniendo un ojo en tus actividades, y digamos que él piensa que te estás poniendo demasiado amigable con ese tipo azul allá afuera.

La rubia sintió el impulso de devolverle el ataque con una respuesta ingeniosa, pero su mente estaba en blanco. En el fondo, reconoció una verdad que odiaba confrontar: el Maverick Hunter al que había estado guiando ya empezaba a juntar las piezas del rompecabezas, y esa realización la dejaba expuesta. – Podrías haber hecho eso sin hacer volar partes del arrecife, ¿no? – cuestionó ella, todavía algo amargada por ese movimiento en particular.

– ¿Por qué? – cuestionó Kraken. – ¿Planeas llevarlo a hacer un gran tour luego de la misión?

– ¡No! – ladró Marty defensivamente. – ¡Si acabamos de conocernos, por Asimov!

Kraken se rio, con una chispa de burla en sus ojos. – Ustedes dos realmente se estaban conectando, ¿no? Excepto por ese "golpecito" que le diste con tu cola. Pero considerando que viene a toda prisa a rescatarte, dudo mucho que esté muy enojado por ello.

Marty se regañó a sí misma internamente, con un rubor apoderándose de su cara. Pero era evidente que sus pensamientos estaban enredados con algo más que sólo vergüenza. – Sabes, ni tú ni el jefe mencionaron que él era… – Se detuvo por un momento, buscando las palabras correctas. – Quiero decir, que él era tan…

– ¿Qué cosa? – inquirió Kraken. – ¿Tan ingenuo? ¿Tonto? ¿Demasiado idealista?

Marty respondió, con la voz carente del entusiasmo que antes mostró al burlarse de las falencias de X que el otro reploide parecía disfrutar. – Sí, él es todo eso. – dijo ella, pero luego dudó, buscando la manera correcta de expresarse. Sus pensamientos seguían enredados mientras intentaba encontrar las palabras perfectas. – Sin embargo… también es…

– El adversario. – intervino Kraken antes que ella tuviese oportunidad de responderle. – Ellos son nuestra oposición, una barrera directa que debemos conquistar, nada más.

– ¿Y eso qué te importa a ti? – espetó Marty. – ¡Ni siquiera deberías estar aquí! ¿El jefe no dejó claro que tú no tenías deseos de involucrarte en nada de lo que Sigma está haciendo?

Al principio, Kraken parecía sorprendido por la respuesta de la sirena, lo que los dejó momentáneamente con silencio colgando entre ambos. Luego de un momento de contemplación, finalmente se dignó a hablar. – No tengo respuestas ingeniosas. – confesó, con una mirada pensativa. – Pero sí puedo resonar con el sentimiento de que el mundo debería tratarnos mejor. Esto es especialmente verdad cuando se trata de los humanos.

– ¿Entonces por qué no estás involucrado?

Una vez más, Kraken parecía estar pensando en la mejor manera de responder. – Me dieron instrucciones de asegurar tu llegada, o más específicamente, asegurarme de que "él" llegue aquí. – explicó el calamar a la androide acuática de aspecto más humano. – Más allá de eso, nuestro estimado "superior" declaró que mi presencia no es deseada cuando la situación se complique.

Esto pareció intrigar a Marty, y la rubia alzó una ceja inquisitivamente. – ¿Y qué te hace tan especial?

Ya estaba a punto de responderle, o al menos intentar formar una respuesta que pudiera satisfacer su curiosidad y poner fin a su interrogatorio. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de hablar de nuevo, un inconfundible cambio en la atmósfera afuera captó su atención, deteniendo su conversación.

*¡BOOOOM!*

¿Qué rayos fue eso? Kraken apartó a Marty de un empujón, propulsándose con sus tentáculos hacia el monitor en el lado más lejano de la cámara. Encendió el interruptor para ver qué podría haber causado ese alboroto afuera.

– ¿Qué está sucediendo? – inquirió la memoria, deslizándose hacia el calamar por detrás. – ¿Qué pasa?

El cefalópodo blanco y azul giró su atención de la imagen en la pantalla hacia la rubia que se le había acercado, con sus ojos inusualmente serios. – Bueno, parece que no tendremos que esperar tanto como creí. – señaló. Si hubiera podido, una sonrisa se formaría en su rostro. – Tu chico juguete ya vino por ti.

Había empezado a despertar, su reloj interno había vuelto a echar a andar momentos después que volvió a caer en el agua tras la explosión que destruyó por completo el Cruiziler. El Maverick Hunter azul sintió que de pronto se agudizaban todos sus sentidos a medida que comenzaba a ascender, dándose cuenta que estaba de nuevo sumergido en el océano, luego de que desaparecieron los árboles y la casa como si nunca hubieran existido. Pero el destino de la colosal nave verde había quedado inequívocamente claro para él. La embarcación metálica que había estado extrayendo el petróleo crudo de las profundidades del océano desde la superficie se hundió dramáticamente, estrellándose contra la base de la fortaleza justo en frente. La entrada yacía en ruinas, destruida por los restos de la embarcación. Sin embargo, X reconoció una oportunidad inesperada; el pasaje de entrada destruido estaba totalmente desprotegido, sin señales de presencia enemiga a la vista.

Con una sensación de determinación impulsándolo. X se deslizó por el dominio destruido de lo que otrora fue una magnífica fortaleza, con sus monumentos brillantes ahora desgastados por el tiempo, pero todavía haciendo eco en el esplendor natural del agua. Su misión casi llegaba a su conclusión, pero seguía totalmente ignorante de la sombra que lo estaba acechando: no la de Volt Kraken, sino una presencia aún más colosal.

La sombra que proyectaba sobre el fondo oceánico era tan grande que hacía que el Hunter pareciera insignificante junto a ella.

Esta historia continuará

Notes:

Uff, otra vez me atrasé un capítulo con el original. A ver si apuro un poco más el paso. En fin, la misión en la base oceánica continúa, y Marty tiene un encuentro con otro Maverick de un juego posterior, en este caso se trata de Volt Kraken/Squid Adler, quien guarda una estrecha relación con Launch Octopus. Aunque es curioso, según lo que sé, no quiso tomar partido en la primera rebelión de Sigma, y aquí parece más estar ayudándoles. Y bueno, X ya llegó tocando la puerta para causar alboroto, ¿cómo irán a responderle?

Y hablando de X, creo que este capítulo confirma mis sospechas, y es que al parecer un fragmento de la conciencia o memoria de Tempo/Quake Woman está definitivamente imbuido en esa gema, ya que sigue transmitiéndole los recuerdos. Ahora X sabe que "Ray B." en realidad no es otro que el más antiguo entre los robots que creó el Dr. Light, y el primero que era verdaderamente capaz de pensamiento y acciones independientes mucho antes que él, aunque era un prototipo defectuoso a causa de la falla en su núcleo. Aún sigo preguntándome cómo pudo sobrevivir tanto tiempo, y en esas condiciones.

En fin, creo que no hay más que decir de momento. Por ahora me centraré en traducir el próximo ya que RockmanGurlX anunció que quiere terminar el arco de Launch Octopus antes que acabe el año, así que más me vale estar al día. Los veré en el siguiente, y como siempre, ¡dejen que su poder supere los límites!

Chapter 69: El palacio de los pecados, niveles inferiores

Chapter Text

Una ruta fresca acababa de emerger, iluminando el camino al frente, acercándolo más a cumplir su misión y salvaguardar las aguas de sus adversarios. Este era sólo un segmento del vasto océano, pero marcaba un paso significativo en la dirección correcta.

X se aseguró a sí mismo con este pensamiento mientras seguía adelante, deslizándose por el agua mientras observaba sus alrededores.

Le parecía, si hablara con total honestidad, que la estructura se parecía a una propiedad privada aislada más que una instalación militar dignificada. Aunque efectivamente había algunos edificios distintivos esparcidos en la Ciudad Blanca de Arcadia y Abel City (como el venerable cuartel general de los Maverick Hunters que destellaba brevemente en los pensamientos de X), no podía sacudirse de encima la sensación de que este lugar emanaba un aire de vulnerabilidad completamente diferente.

Aunque innegablemente tenía las dimensiones colosales típicas de una fortaleza, esa era la única característica que X podría identificar como común. Si estuviera menos informado, habría pensado que se encontró con un fragmento olvidado de Atlantis o quizás un remanente del continente mítico de Mu. La arquitectura era predominantemente circular, con anillos concéntricos apilados uno encima del otro, culminando en una cima más pequeña que sugería que el dueño de este dominio podía observar todo desde ese punto de vigilancia. La superficie brillaba como un cristal o vidrio delicado, sugiriendo un diseño que priorizaba estética por encima de utilidad práctica. Pero, a pesar de la aparente inclinación del dueño hacia lo superficial en lugar de tener una mentalidad de soldado, X tenía el presentimiento de que estaba muy lejos de no haberse preparado. De hecho, este lugar irradiaba un aire de esfuerzo e intención meticulosos detrás de su creación.

En medio del complejo e hipnotizador espectáculo, X vio su atención atraída hacia una advertencia escrita en una señal hermosamente tallada, la cual colgaba sobre la entrada al castillo submarino.


Abel City…

Mientras exploraba profundamente en su procesador, las tétricas palabras hacían eco en su mente: – ¿"Abandonad toda esperanza, quienes entréis aquí"? – Roll repitió la frase, meticulosamente buscando en sus bancos de datos cualquier conexión o referencia a tópicos similares. – Suena como una referencia literaria.

– Creo que lo es, de hecho. – le respondió X desde su posición actual, parado frente a la puerta que seguía sellada y cerrada. – Parece que el área en la que el Cruiziler se estrelló era sólo una tapadera. Esta es su verdadera base de operaciones.

Roll se puso a reflexionar. – En lugar de una bienvenida cálida, son las palabras ominosas que Dante encontró al haber descendido al Infierno. – explicó, referenciando a La Divina Comedia. – Pero por lo que me describes, este lugar se parece más a un palacio submarino, ¿o no? Está muy lejos de ser los nueve círculos de tormento y sufrimiento, ¿no es así?

– Así parece. – confesó X. – Aunque, por lo que puedo ver, sólo hay siete niveles en este lugar, no nueve.

Roll se puso a contemplar sobre el número siete, con sus pensamientos arremolinándose con su significado. – Es una figura poderosa en la cosmología, particularmente en las religiones abrahámicas. Tengo que decirlo, aunque no alcanza la grandeza de los nueve niveles, no puedo evitar sacudirme la sensación de que el número siete tiene su propio propósito. – señaló, mientras apretaba los labios con preocupación. – Ten cuidado.

– Lo haré. – respondió X, haciéndose esa promesa a sí mismo también. – Ya estoy entrando.

Roll sólo podía monitorear su progreso desde lejos, basándose únicamente en sus actualizaciones.

– "Por favor… no dejes que se aprovechen de ti."


Base Submarina…

Estaba decidido a cumplir esa promesa, pero X entendía que requeriría un esfuerzo significativo de su parte. El pensamiento de salvar a Marty danzaba en su mente, pero no podía sacudirse de encima la evaluación que Roll había hecho antes sobre el conocimiento que tenía la sirena, conocimiento que probablemente no debería tener en primer lugar. Él sabía que no podía permitirse pensar en asuntos fuera de su control. Ya fuera que la tuvieran como rehén o no, su presencia significaba que él eventualmente tendría que rastrearla. Sólo entonces podría empezar a desenterrar las verdades que estaba buscando.

El palacio aguardaba su entrada.

Con un movimiento rápido, X apuntó con su buster el panel de seguridad junto a la entrada. En el momento en que disparó, el panel se hizo pedazos, activando el seguro para que se desbloqueara, y otorgándole acceso al Hunter azul que esperaba afuera. Entrando con cautela, X se encontró de pie en el centro de un vestíbulo con forma de arco que parecía estirarse interminablemente, salvo por la locación de dos puertas en cada extremo, una al lado de la otra. El interior era igual al exterior, creado a partir de una sustancia reflectora que parecía casi delicada, la cual recordaba la belleza intrínseca de los arrecifes que se encontraban en el Triángulo de Coral. En contraste, las puertas sobresalían como barras negras, creando una yuxtaposición contra los brillantes alrededores. Cada puerta tenía un grabado a juego encima de la superficie obsidiana: una representación finamente detallada de una criatura sencilla en apariencia, curiosamente conectada a sus parientes acuáticos bajo las olas.

Un simple caracol de jardín.

La intrínseca representación del molusco de forma elegante atraía los ojos del espectador, enfatizando su concha en espiral, una exquisita fusión de forma y función. La concha, aunque diseñada hermosamente, parecía casi incómoda, como si resaltara el peso que le añadía a la criatura. Sugería una dualidad; aunque ofrecía algo protección y ventajas, también conllevaba desafíos significativos. X se encontró perdido en sus pensamientos, tal vez sobreanalizando la escena, pero el ornato diseño y la hipnotizadora criatura representada en la puerta le encendía una sensación que le maravillaba. La cantidad de esfuerzo artístico dedicado a lo que típicamente sería una puerta mundana era nada más que remarcable.

Mientras se acercaba, sintió que la puerta respondía a su presencia, abriéndose lentamente para revelar una cámara sombría que se tragaba cualquier rastro de la luz. El aire adentro era espeso con una quietud tenebrosa, y un escalofrío le bajó por la espina mientras se asomaba dentro de la oscuridad.

Con una mezcla de trepidación y curiosidad, ingresó con cautela atravesando el umbral hacia lo desconocido.

El nivel inferior del edificio irradiaba una belleza que quitaba el aliento, cuyo diseño presumía una superficie brillante que parecía danzar en armonía con la luz del sol, reflejando patrones chispeantes que recordaban el agua ondeando. Pero, en cuanto X puso un pie dentro de esta sala en particular, fue golpeado por una abrumadora sensación de contraste. El interior se sentía escalofriantemente diferente; sombras acechaban en cada esquina, y el aire estaba cargado de una sensación de nostalgia que le hacía sentirse como si acabara de entrar a los restos fantasmales del Titanic. La decadencia elegante de un lujo ausente desde hacía tiempo lo rodeaba, evocando imágenes vívidas de grandes comedores y opulentas salas de baile, que ahora simplemente yacían en un pasado ya olvidado.

– X, ¿puedes oírme? – La voz de Roll hacía eco en su procesador, sacándolo de sus pensamientos y trayéndolo de vuelta al presente.

– Fuerte y claro, Roll. – respondió X. – Ya he entrado al primer piso.

– ¿Y qué es lo que ves?

– Bueno… – empezó X, observando su entorno actual. – Para ser honesto, se ve como un cuarto bastante estándar.

El término "estándar" parecía demasiado corto para capturar la esencia de este lugar. Pese al desgaste y edad evidentes que se aferraban a cada esquina, X podía discernir los remanentes de un tiempo cuando exudaba sofisticación y gracia. Claramente, este espacio había sido creado con un propósito, con cada detalle elegido meticulosamente para evocar una atmósfera específica.

De nuevo, la imagen del caracol se manifestó en su mente.

La cámara, que inequívocamente era parte de una base submarina, exudaba un hechizo escalofriante, como si estuviera congelada en el tiempo. Su interior estaba adornado con lo que parecía ser una colección de muebles de antigüedad y varias utilidades, meticulosamente arreglados, pero ahora sucumbiendo al desgaste, y cuyas historias se habrían perdido en las profundidades del tiempo. Aunque, por lo que podía discernir de los pequeños detalles, había un tema presente. Bajo la gran cantidad de percebes, algas, y algunas especies aparentemente seleccionadas de coral que se habían apoderado de lo que alguna vez fueron muebles para utilizar, X se encontró comparando a este lugar con dos sitios donde ya había estado antes, uno de incluso antes de su tiempo o el del Dr. Light, y otro con el que estaba demasiado familiarizado.

El estudio del Dr. Cain en Arcadia, aunque evocaba el diseño general de la llamada "Ciudad Blanca" en la costa este de Japón, tenía un interior que se sentía como un viaje nostálgico a través de un hogar de mediados del siglo. Estaba lleno de reliquias del pasado que cautivaban la imaginación del Hunter azul, desde los incontables volúmenes que adornaban los estantes, hasta las fascinantes exhibiciones de fósiles antiguos que mostraban las formas de vida de las plantas prehistóricas. X observó que, incluso en el siglo XXII, este humano celebraba la importancia de honrar a la historia y los tesoros que esta guardaba.

La cámara evocaba una memoria particular para X, similar a una vieja fotografía de la cual sólo vislumbró brevemente hacía mucho tiempo, apenas registrándose en su mente. Esa pieza, conocida como "La sala de los caracoles", fue elaborada por el artista italiano Carlo Bugatti a principios del siglo XX, y se inspiraba fuertemente en el movimiento Art Nouveau de su época. Fiel a su estilo artístico, "La sala de los caracoles" mostraba muebles y decoración que imitaba las curvas orgánicas y formas encontradas en la naturaleza. Cada pieza de madera tallada estaba diseñada meticulosamente, mostrando un patrón en espiral que resonaba por toda la habitación, haciendo eco de la elegante espiral de la concha de un caracol. En total contraste con el diseño meticuloso y materiales prístinos de madera, cuero y metal de Bugatti, estas réplicas estaban cubiertas en capas de sucio y corrosión. Este desgaste sugería que, pese al esfuerzo invertido en conservar una estética particular en el interior de la cámara, esta había sido abandonada a los estragos del tiempo, permitiéndole a la naturaleza lentamente afirmar su dominio y reclamar el espacio.

Y no sólo eso, sino otras criaturas con caparazones también estaban en la exhibición. O más bien, sus restos. Fósiles de especies antiguas tales como el Nautilo o el Ortocono Gigante, todos ellos moluscos antiguos.

La aparente negligencia parecía casi deliberada, como si el lento desgaste y deterioro de lo que alguna vez fue prístino y estaba protegido del mundo exterior hubiesen sido diseñados para enviar un mensaje más profundo, una sutil indicación de una verdad más grande que X apenas empezaba a descubrir.

Notando una puerta en el extremo más lejano de la habitación, X se acercó a ella, y sus paneles se deslizaron para revelar un elevador, como si su viaje todavía le incitara a ascender.

– ¿Y qué tiene esta puerta? – cuestionó Roll, apenas tras escuchar los detalles de la ubicación anterior de X.

El Maverick Hunter estudió la placa rectangular frente a él, pero la criatura que mostraba era ciertamente diferente a la anterior. – Si tuviera que adivinar, diría que se trata de algún tipo de cerdo o jabalí, aunque los colmillos parecen inclinarse más al segundo.

– El cerdo es uno de los primeros animales que los humanos lograron domesticar. – mencionó su hermana. – Así que, incluso con todo en su lugar, si los devuelven a lo salvaje, los cerdos domésticos fácilmente pueden revertir hacia su naturaleza salvaje con pocos problemas.

– Definitivamente hay un tema recurrente aquí. – señaló X. – Aunque no tenemos los nueve niveles, sí hay siete. – Sus pensamientos se profundizaron mientras añadía. – Y empiezo a creer que cada uno de estos niveles toma cierta inspiración de Dante, o quizás incorpora los aspectos del catolicismo.

– ¿Oh? ¿Cómo así? – cuestionó Roll, curiosa sobre su línea de pensamiento.

En la cámara inicial, la imagen de un caracol adornaba las paredes, y el espacio parecía recordar a una obra de arte otrora majestuosa ahora reducida a un estado de deterioro y negligencia. X reflexionó recordando su salida reciente de la versión grotesca de la sala de los caracoles. – Extrañamente, no había amigos acechando, como si la esencia de la sala transmitiera que fue construida con la menor cantidad de consideración posible.

– ...pereza.

X hizo una pausa. – ¿Qué dijiste?

– El tema es la pereza. – aclaró Roll. – El caracol, junto con la tortuga, una vez fueron utilizados como símbolo o representación de los vicios que la religión católica y otras ramas del cristianismo consideraban "los siete pecados mortales", con el objetivo de mostrar a los humanos de ese entonces lo que creían que eran las cualidades de pereza y falta de esfuerzo en un animal.

Mientras la claridad comenzaba a iluminarla, las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar, revelando la identidad del formidable oponente que X probablemente confrontaría en la cima. Aunque la figura responsable por la destrucción de la embarcación de rescate permanecía mayormente envuelto en el misterio, la inteligencia recabada en el cuartel general, aunado a la atención a los detalles, le proveyeron a X suficientes indicios para visualizar el rostro detrás del caos.

– ¿Y éste? – cuestionó X, tratando de sacudir sus pensamientos para enfocarse lo que estaba pasando en el presente. – Asumo que es "gula", ¿verdad?

– Muy probablemente. – concluyó Roll, dada la imagen presentada en la puerta. – Por supuesto, dado que el primer nivel no tenía nada esperándote, no asumas que en este tal vez no haya nada tampoco.

– Claro. – respondió X. – Voy a entrar.

– Ten cuidado.

Mientras se acercaba, el panel de obsidiana reconoció su presencia y se abrió, otorgando al Maverick Hunter acceso. Sus ojos esmeraldas se encontraron con un escenario totalmente diferente al que encontró abajo.

En la cámara inferior, los remanentes de una exhibición otrora espléndida languidecían en un estado desgastado, transformada en una simple sombra de su antigua gloria. Esta área se sentía menos como una habitación y más como un refugio rudimentario, evocando imágenes de un tiempo mucho antes que los ancestros de la humanidad establecieran sus primeras comunidades y civilizaciones. El techo y paredes estaban diseñados intrínsecamente, con sus contornos ondulando de una forma que reflejaba las texturas rugosas de las paredes de una cueva, abrazando la ambientación primitiva del espacio.

La piedra rugosa y dentada estaba adornada con lo que parecían pinturas de cuevas antiguas, esparcidas por las paredes en una exhibición hipnotizadora. Los tonos de rico marrón y rojo oxidado daban indicios de una artesanía meticulosamente, capturando la esencia de estas obras de arte de una era muy antigua, y evocando una sensación de maravilla y misterio.

– ¿Qué aspecto tiene el interior de esta sala? – susurró Roll en voz baja, deseando saber que su hermano menor se encontraba bien, pero a la vez con curiosidad por los detalles del entorno.

– Se siente como si hubiese entrado en las legendarias cuevas de Altamira, en España. – replicó X, con la mirada fija en una enorme figura con el aspecto muy similar a un búfalo prehistórico, cuyo cuerpo robusto y poderosas extremidades estaban enmarcadas de negro, completos con los cascos bien definidos, unos cuernos majestuosos y una melena fluida. Susurró entonces con una sensación de certeza invadiéndolo: – No puedo estar equivocado con esto. Tiene que ser él.

– ¿Quién? – inquirió Roll, notando cómo X se quedó en silencio tras unos momentos. –...¿otro que originalmente era un…?

X asintió, aunque el gesto fue bastante reacio. Sabía que tenía que pasarle la información a su navegadora, pero la verdad le pesaba enormemente. Si tan sólo pudiera reunir más fuerza. – Los sistemas del Cuartel General lo marcaron como parte de la 6ta unidad Naval, pero… – dudó, hundiendo los dientes en su labio. – Sólo hay uno que llegaría a estos extremos.

Inicialmente ella planeaba preguntar más, pero tuvo la sensación de que tal vez dicha acción no sería lo mejor en ese momento. – Bueno, si ese es el caso, entonces claramente te está esperando. – le dijo. – Sería de mala educación dejarlo esperando, ¿no crees?

X asintió estando de acuerdo. – Absolutamente, pero primero necesitamos averiguar cómo llegar al siguiente nivel. – le dijo, deteniendo sus movimientos gradualmente bajo la superficie. Se tomó un momento para examinar su entorno. – Y eso probablemente involucra activar algo para abrir la entrada. – Por supuesto, eso traía la pregunta de cuál sería el activador. Cierto, la cámara previa tenía poco en acertijos confusos, pero eso era sólo debido al tema del vicio que seguía. El Hunter azul sospechaba que las otras no serían tan fáciles para él.

En la ausencia de muebles, había bloques rectangulares diseñados para parecer áreas para reclinarse o sentarse, y la cámara también estaba llena de diversos objetos y artefactos esparcidos alrededor, complementando las pinturas rupestres que adornaban los muros. El terreno rugoso mostraba representaciones artísticas de criaturas y vida salvaje prehistóricas, junto a las marcas de manos de humanos prehistóricos y posiblemente otros seres humanoides. Estas vívidas imágenes de criaturas ilustraban a humanos primitivos persiguiendo bestias antiguas con sus herramientas talladas a mano, todo en un esfuerzo desesperado por sobrevivir a la implacable dureza del mundo natural. Piezas de ropa elaboradas a partir de pieles de animales estaban colgadas en las paredes junto las pinturas, dientes y garras de bestias asesinadas que llevaban como trofeos, y los colmillos alargados de un mamut, se sentía muy similar a una exhibición de un tiempo donde las riquezas y la fortuna no se medían en oro, sino en vivir para ver otro amanecer.

Aun así, ¿cómo se relacionaba esto con el tema de esta sala en particular?

Justo entonces, X vio un objeto bastante peculiar situado contra otra imagen interesante. Irónico, siendo que estaba empezando a preguntarse cuándo el pecado en cuestión entraría en juego en este escenario particular.

Posado con gracia sobre una pila meticulosamente ordenada de cristales de energón se encontraba una destacable réplica de una figura. Su silueta femenina era pronunciada, presumiendo de características exageradas en el pecho, piernas y abdomen, mientras que la ausencia de brazos y detalles intrínsecos en la cabeza añadían un aire de misterio a su forma. Pero un detalle en particular le pareció extraño: parecía haber un pequeño cristal de energón situado donde debería estar localizado el ombligo, como si su estómago contuviera una fuente viable de nutrición en su interior.

Lo único que pudo hacer era quitarlo de allí y llevárselo consigo.

X le habló a Roll, con una chispa de curiosidad en sus ojos mientras se acercaba al enigmático objeto de piedra. Este se alzaba sobre los cristales, casi como si fuera de la realeza, una estatua de gran importancia. El parecido con su inspiración original era aterrador. – Definitivamente hay algo intrigante con esto. – señaló X, con un deje de incertidumbre en su voz. – Pero no puedo estar seguro si representa o no una amenaza.

– ¿Qué es lo que ves exactamente? – inquirió Roll.

X observaba pensativamente. – Me parece que esta es la Venus de Willendorf. Adicionalmente, varios de los artefactos tienen similitudes a monumentos antiguos de los tiempos prehistóricos. – Sus ojos se giraron hacia la fuente de energía sobre la cual estaba posada la réplica. – Aunque estos se ven más modernos en comparación.

– No te vayas de cabeza a tomar ninguno. – le advirtió Roll. – Si el tema de esta habitación es el que creo que es, entonces cualquier oferta que encuentres seguramente debe estar arreglada de alguna forma.

– En efecto. – X estuvo de acuerdo. Tras unos momentos de estudiar la figura, el Hunter azul alargó la mano y con precisión cuidadosa, removió a la Venus de su lugar, tomando posesión de ella. – Aun así, ella también tiene un cristal en su interior. Pero no siento ganas de tomarlo.

No, todo esto tenía que ser una trampa, todo. Aunque había sufrido algunas heridas por sus escaramuzas anteriores fuera de este lugar, no era tan tonto como para simplemente coger algo que claramente era demasiado bueno para ser verdad. Pero aún así, tenía que haber una razón por la cual la figura de la Venus tenía en su interior un cristal de energón. ¿Pero para qué?

Luego vio un cráneo de animal fijado en la pared al norte, con sus mandíbulas huesudas abiertas, con los cuernos curvados hacia abajo, dándole la feroz apariencia de un carnero o cabra depredadora. La mandíbula abierta creaba una abertura perfecta, aparentemente diseñada para colocar la figura en su interior. En un instante, la mandíbula inferior del cráneo se cerró sobre la Venus, rompiendo la arcilla de la cual estaba hecha y golpeando el cristal de energón anidado en su ombligo. Las sospechas de X se vieron confirmadas: efectivamente era demasiado bueno para ser verdad.

*¡BOOM!*

La explosión fue bastante más apagada que las que había enfrentado antes, pero aun así logró sacudir la cámara, causando que varios objetos se sacudieran en las paredes. En cuanto el humo se disipó, X descubrió que debajo de los restos destrozados del cráneo animal reposaba un panel de control compacto, sin duda diseñado para otorgarle acceso hacia el siguiente nivel.

La forma en que descubrió ese panel parecía cargar un mensaje por sí misma. La Venus, entre las primeras representaciones de la figura humana, simbolizaba la fertilidad de una mujer y una capacidad remarcable de traer nueva vida desde su interior. La mitad de la ecuación tenía el propósito de producir y cargar el futuro.

Y él acababa de insertarla literalmente en la boca de una bestia.

– ¿Qué hay en esta puerta?

X observó el panel negro frente a él. Esta vez, la criatura lo dejó algo perplejo. En la superficie de la puerta estaba una serpiente ondulante, cuyo cuerpo alongado parecía retorcerse en cualquier dirección hasta que su cabeza se posicionó en el centro como si esta característica principal fuese el atractivo principal.

– Asumo que se trata de una serpiente, o una anguila de aspecto aterrador. – le respondió X a su hermana. – Aunque supongo que lo veremos ya cuando esté adentro.

– Parece que esa es la única forma. – concluyó Roll, sabiendo que su hermano querría continuar aunque significara ir directo a un peligro potencial. – Pero si la última cámara tenía una trampa, dudo mucho que esta sea diferente.

X asintió estando de acuerdo, y como si respondiera a él, la puerta se abrió para recibirlo. – La verdadera pregunta es, ¿qué visión tendrá el decorador de interiores en mente esta vez?

Sólo había una forma de averiguarlo.

Al cruzar por el umbral, el Maverick Hunter azul entró a un espacio que, aunque todavía hacía eco de la escencia de tiempos antiguos, parecía haber evolucionado varios siglos más allá de la decoración primitiva que había encontrado antes.

– ¿Y bien? – empezó Roll, repasando los detalles que X acababa de darle. – ¿Estás diciendo que ahora es el Oriente Medio?

– O quizás Egipto. – respondió X, todavía asimilando los detalles de su nueva locación. – Aunque, creo que es seguro decir que el animal de elección NO es una anguila.

En esta cámara, la entidad que reinaba suprema parecía ser más adepta en tierra sólida que en las profundidades del mar, aunque algunos de sus parientes florecían en el abrazo del océano. La sala en sí misma parecía una tumba o templo abandonado, cuya estructura robusta permanecía en pie sostenida por columnas persas exquisitamente talladas. Pero, en lugar de los diseños usuales de animales como toros en la cima de estas, estos pilares tenían cabezas de serpientes, cuyos cuerpos gráciles se enrollaban alrededor de las columnas fluyendo hacia el suelo debajo. El techo estaba impresionantemente alto para ser un espacio a nivel del suelo, como si buscara desviar la atención del pasado y el futuro, deseando mantenerla toda para sí mismo. La decoración y artefactos diversos, predominantemente hechos de bronce o metales menores, brillaban con un pulimento que los hacía parecer casi de oro con la luz limitada que se filtraba a través de las ventanas con diseño exquisito. Sus reflejos danzaban como un arreglo interminable de escamas brillantes, que cautivaban a cualquiera que se dignara mirarlas.

– ¿Ves algo interesante? – inquirió Roll. – ¿O tal vez algo sospechoso?

– Todavía no. – replicó X. – Sin embargo, creo que puedo identificar la arquitectura aqueménida como la influencia de este lugar. – Sus ojos verdes escaneaban los diseños elaborados que adornaban lo que de otra forma sería una sala sencilla, puntuada únicamente por un manojo de figuras y estatuas. – Las civilizaciones antiguas de esa era tenían unas creencias muy intrigantes sobre serpientes, ¿no? – inquirió, concentrándose en ubicar la ruta hacia arriba.

– Bastantes, de hecho. – respondió Roll. – Cierto, están las figuras más conocidas comúnmente como Uadyet y Apep del antiguo Egipto, pero también está la figura de Zahak en el Zoroastrismo y el pseudo-dragón Azhdaha. Podría seguir adelante, ya que hay varios registros tanto de adoración de las serpientes como de desdén abierto por ellas.

X se puso a pensar, dándose cuenta que esta cámara parecía ser una mezcla de elegancia y amenaza. Las serpientes estaban colocadas con una gracia que hablaba de artesanía meticulosa, pero cada una tenía un semblante único. Tal vez fuera estirarse un poco atribuirles emociones humanas a estas esculturas inanimadas, pero había una atmósfera inequívoca de desprecio en los rasgos de cada serpiente, una repulsión que parecía emanar de su esencia misma.

Parecían estar furiosas ante la idea de que alguien más pudiera existir y recibir reconocimiento aparte de su propia presencia.

En la esquina, X notó algo inusual: un hallazgo sorprendente que, al examinarlo más de cerca, se mezclaba perfectamente con la ambientación del área. Allí estaba una figura que parecía un reploide, atrapada entre un enredo de serpientes cuyas formas sinuosas se enroscaban alrededor de sus extremidades, manteniéndolo cautivo. Parecía estar metido en un frenético pero inútil intento por liberarse. Fue la identidad de esta figura lo que captó la atención de X, sirviéndole como un recordatorio espantoso del conflicto en el que ahora estaba envuelto.

La diminuta forma de Chill Penguin estaba atrapada por una masa enredada de serpientes, y su postura sugería que estaba haciendo un esfuerzo valiente. Sin embargo, la ligera caída en su cabeza revelaba una sensación de resignación, como si lentamente le estuvieran drenando sus fuerzas para pelear. El Maverick Hunter recordaba cómo el pájaro se burlaba de él durante la feroz batalla en las montañas heladas de la isla, donde yacían los restos congelados de sus antiguos camaradas, transformados en enemigos mortales. Una vez estuvieron de su lado, pero ahora se regodeaban con su sufrimiento, burlándose de él con una risa de desprecio. Parecía como si los ecos de su envidia se hubieran apoderado de su esencia, consumiéndolo desde adentro.

– ... tal vez, si hubiese hablado antes, o más de lo que lo hice… – murmuró X, estudiando con sus ojos la figura – … tú todavía seguirías aquí.

Mientras bajaba la mirada, X notó un detalle intrigante en la escultura: Penguin parecía estar sujetando algo en su pico. Con un ojo cauteloso para lo inusual, X levantó la figura y descubrió un objeto carmesí atascado en la boca del pájaro, similar a una manzana. Se puso a juguetear con el brillante objeto rojo, considerando si debería extraerlo o dejarlo allí, cuando de repente la manzana se deslizó por la garganta de la figura y se quedó atorada allí. Este movimiento inesperado activó un "¡CLICK!" que reverberó por toda la sala.

Y entonces, comenzó el ascenso.

Mientras X caminaba, las memorias sobre una historia particular tejida en la tela de incontables mitos sobre serpientes fluyeron en su cabeza. Esta, específicamente, hablaba sobre una manzana y el amanecer de la humanidad. Aunque algunos veían los capítulos introductorios del libro de Génesis como el trágico inicio de la caída de la humanidad, existía una narrativa alternativa, una que representaba a la serpiente no como una fuerza siniestra, sino como un heraldo de la iluminación. Más todavía, daba indicios de una división más profunda entre dos seres celestiales.

Esta perspectiva filosófica, conocida como el Gnosticismo, articulaba una clara separación entre la fuerza suprema y desconocida que gobernaba toda la existencia, a la cual se referían como Dios, y otra entidad conocida como el Demiurgo, que era visto como el "creador" del reino físico. La Gnosis enfatizaba la importancia del conocimiento personal como la llave de la salvación, en contraste con la noción de la fe por sí misma. En su narrativa, la serpiente en el Jardín del Edén no fue condenada, sino celebrada por Adán y Eva, que expresaron gratitud a la criatura por impartirles conocimiento, o gnosis, lo cual los liberó del yugo opresivo del Demiurgo. Este ser era comparado con Yahvé o Yaldabaoth, el Dios representado en el Antiguo Testamento, al cual consideraban una deidad falsa. En su perspectiva, el verdadero Dios fue el que se reveló en el Nuevo Testamento, a través de las enseñanzas de Jesucristo. Ellos creían que el Demiurgo creó el mundo material con la intención de atrapar las almas con formas físicas, encarcelándolas en un reino lleno de sufrimiento y angustia que él mismo había diseñado para infligir tormento.

La manzana anidada en el pico de Penguin cargaba un significado doble que dejaba a X perplejo; ¿era acaso un símbolo del amanecer de la corrupción, o un regalo de la iluminación? Quizás encarnaba ambos conceptos. Mientras presionaba más, otro pensamiento comenzó a incomodarle. A la luz del creador de este reino, y en los ojos de Sigma también, la identidad del Demiurgo era inconfundible. Pero, en un giro sorprendente, los seres metálicos ahora poseían la habilidad de eliminar a sus deidades, un poder que los humanos de carne y hueso sólo podían soñar.

Esta historia continuará

Chapter 70: El palacio de los pecados, niveles superiores

Chapter Text

– De acuerdo, ¿cuál de los adorables hijos de la Madre Naturaleza se encuentra tras esta puerta?

– Extrañamente, parece ser algo que el anterior habría querido como bocadillo. Sólo que…

– ¿Sólo que qué?

– No lo sé. Es sólo que hay… algo raro con éste.

Al principio, X estaba convencido de que el intrínseco diseño en la puerta oscura representaba un sapo o una rana. Aunque todavía parecía ser una de esas criaturas (o quizás una mezcla curiosa de ambas, como sugerirían algunas historias), entre más la examinaba, más claro se volvía que sus pensamientos iniciales no habían estado tan errados.

– ¿Y qué sería eso? – inquirió Roll, perpleja ante lo que podría querer decir su contacto por sus palabras.

De nuevo, X estudió el relieve, y aunque parecía tener razón, seguía habiendo una sensación remanente de duda, como si pudiera estar equivocado. Aun así, sólo había una forma de averiguarlo.

– Supongo que lo veremos cuando entre.

Mientras X ponía un pie en la siguiente cámara, una abrumadora sensación de familiaridad lo envolvió como una manta cálida. La atmósfera pulsaba con una esencia que tiraba de sus memorias, evocando el cercano país que compartía una rica e intrincada historia con Japón, tejida con triunfos remarcables y tribulaciones profundas.

La sala estaba repleta con la elegancia de la antigua China, específicamente la ilustre Dinastía Han. X rápidamente se dio cuenta que esta era actuaba como un puente vital que conectaba las arcaicas tradiciones de guardar los registros con las prácticas emergentes de la edad moderna, que coincidían con el ascenso de una notable figura religiosa en el Oriente Medio.

Habiéndose embarcado en un viaje que comenzó en el amanecer del tiempo, X ahora se encontraba en un período transformativo donde los mundos antiguo y moderno comenzaban a interconectarse.

Manteniendo la grandeza de la era, esta cámara exudaba un aura similar a la de un magnífico palacio o un opulento santuario religioso, haciendo eco de las antiguas dinastías chinas. Figuras elegantes de terracota adornaban el espacio, representando no a humanos sino a una fila de anfibios humanoides, cada uno vestido elegantemente en túnicas fluidas que reflejaban los atuendos de la realeza en su época, y sus ojos estaban hechos de perlas brillantes que parecían parpadear en la luz suave. Las paredes estaban embellecidas con grabados de piedra intrínsecos, cada uno haciendo eco del tema único de la cámara, mostrando ranas y sapos meticulosamente grabados en la superficie, cuyas formas parecían vivas por los detalles. Incluso las representaciones de bodhisattvas adoptaban una cualidad inusualmente anfibia, como si estas criaturas hubiesen recibido la santidad para habitar en este espacio sagrado.

Mientras examinaba uno de los grabados más elaborados, X notó un cierto patrón común entre las figuras: todas tenían el mismo rasgo distintivo de la criatura que adornaba la puerta. Esta revelación dispersó la confusión que previamente le nublaba la mente.

– Las ranas que hay aquí… – le informó X a Roll mientras se aproximaba a un ídolo particularmente cautivador que reforzaba sus observaciones iniciales. – Todas tienen sólo tres patas.

En la parte trasera de la sala, su mirada se vio atraída hacia una diminuta figura que, pese a su estatura modesta, inspiraba atención en el momento que fue descubierta. Reposaba arriba de una fundación de monedas organizadas de manera artística, cada una de las cuales tenía un corte rectangular en el centro, formando un patrón único. Posada sobre esta impresionante pila estaba un anfibio remarcable con tres patas, brillando con el lustre de oro puro. La figura desplegaba unas narinas y ojos ensanchados, adornados con rubíes genuinos que chispeaban magníficamente. En su boca, sostenía delicadamente una moneda dorada, que impartía un aire de opulencia e intriga, como si retara a cualquier observador a codiciar el exquisito tesoro o a tratar de robarlo para sí mismo.

– ¿Tres patas? – respondió Roll, rompiendo momentáneamente la atmósfera de la cámara. Empezó a pensar en voz alta. – Hmm… puede que sea sólo una corazonada, pero suena a que has encontrado una sala dedicada a la Jin Chan.

– ¿Jin Chan? – cuestionó X, y una sensación de reconocimiento destelló en su procesador, pero su navegadora pareció ver apropiado darle el otro nombre de la criatura.

– Conocida también como la Rana del Dinero, o el Sapo de Oro. – respondió ella. – Es un símbolo antiguo en el feng shui que se supone que trae prosperidad y buena fortuna.

X no pudo sacudirse de encima el giro irónico que acompañó la mención de buena fortuna. El único trozo de suerte que había experimentado hasta ahora era su navegación cuidadosa a través de estos pisos laberínticos, logrando evadir cualquier encuentro con fuerzas hostiles. Pero esta pequeña bendición hacía muy poco para aliviar su tensión; la atmósfera ominosa en la sala del jabalí servía como un sombrío recordatorio de las trampas peligrosas que yacían ocultas, esperando para capturar a los desprevenidos.

En medio de los pensamientos arremolinados, un fragmento de lo que dijo Roll hizo eco en su mente, captando su atención. – ¿Feng Shui? – cuestionó, y su mirada escaneó meticulosamente la sala, asimilando cómo estaban organizadas las figuras que habitaban en este espacio. Cada detalle parecía pulsar de significado, empujándolo a repasar la aguda observación de su hermana. – Eso requiere que todo esté ordenado en un orden muy específico, ¿correcto? – inquirió, intrigado por la posibilidad de que el orden de estos objetos guardase un significado más profundo en este ambiente aprehensivo.

– En efecto. – respondió Roll. – Recuerdo haber intentado Feng Shui una vez para traer un “mejor balance” a los laboratorios Light. Por supuesto, no era que realmente creyera en ello. Más bien, fue más una excusa para tratar algo de decoración interior más tradicional. Aunque, hablando del sapo o rana, ¿en qué dirección está mirando?

– Dirección… – repitió X, estudiando la posición de la Jin Chen. – Desde donde estoy, parece estar mirando hacia adentro.

– Quieres decir, ¿hacia la entrada? – inquirió Roll.

– Así parece. – respondió X. – ¿Eso significa algo?

Un momento de silencio siguió a la pregunta, mientras Roll recordaba tanto la información relacionada al feng shui y su propia experiencia al tratar de adherirse a sus especificaciones una vez. Finalmente le respondió: – En realidad sí. No se supone que debería mirar en esa dirección. Para que la buena suerte del sapo funcione, tiene que ser colocado en la “esquina de la suerte” de la casa o espacio donde se encuentre, y luego colocado para ver hacia adentro para atraer la suerte hacia el área.

X miró a la figura de la Jin Chan, y luego regresó a la entrada. – ¿Asumo que me estás recomendando que la mueva hacia donde debería estar? – cuestionó, mientras trataba de ver cualquier indicio de una trampa o dispositivo configurado para darle una sorpresa desagradable.

– Con precaución, por supuesto. – respondió Roll. Luego se detuvo, preguntándose si un detalle como el que estaba por decir sería necesario de señalar. Aunque dada la situación, era mejor no dejar nada a la suerte. – Aunque… ¿la rana tiene algo alrededor de su cuello? ¿Algo como una cinta o hilo rojo?

Cinta o hilo rojo…

Por lo que X podía ver, no tenía ninguna de las dos cosas presente, pero la Jin Chan parecía poseer algún tipo de decoración alrededor de la garganta, aunque no era un objeto físico que pudiera removerse. Efectivamente había una banda roja que circundaba alrededor del cuello del anfibio. Pero parecía más haber sido pintado que en lugar de servir como una característica separada, y había tres rubíes brillantes situados en el pecho del sapo y bajando hacia su abdomen.

– Hay… algunos detalles rojos, pero no hay un hilo. – respondió X. – Mucho menos una cinta.

– A pesar de todo, ¿tal vez el camino hacia el siguiente piso requiere que lo coloques en su posición correcta? –  declaró su navegadora temporal. – ¿Puedes removerlo de alguna forma?

X alargó la mano y cogió al sapo de oro (o rana, aunque supuso que realmente no importaba en el panorama general de las cosas), e intentó sacarlo de su lugar, pero se dio cuenta que la figura no tenía intenciones de moverse. – No puedo levantarla. – le informó a su guía. – Pero dijiste que se supone que debe mirar hacia el lado opuesto de la entrada, ¿correcto?

– Por lo que dicen las reglas, sí.

– Bueno, si la estatua está aquí, y hay una especie de “cuerda roja” alrededor de su característica, entonces tal vez en donde estoy ahora es la “esquina afortunada” de la sala. – concluyó. – Lo que significa que todo lo que tengo que hacer es… – Empezó a ver si había alguna flexibilidad en la plataforma de monedas sobre la cual descansaba el sapo.

Y con toda certeza, lo había.

Parecía ser que la solución al rompecabezas de esta cámara en particular estaba justo frente a él. Después de todo, con la aprobación de su navegadora, las cosas parecían ir bien hasta ahora…

– ¡X, DETENTE!

El Hunter saltó hacia atrás ligeramente, con el sonido de la voz de su hermana resonando en sus receptores auditivos pillándolo por sorpresa y alejando su mano de la figura de la Jin Chen. – ¡¿Qué?! – le preguntó, con la voz algo dolorida por el repentino volumen que le sacudió su procesador. – ¿Qué sucede?

– ¡Lo siento! – gritó Roll, con urgencia en su voz. – ¡Lo siento mucho! ¡Me equivoqué! ¡No toques al sapo!

– Espera, ¿qué cosa? ¿A qué te refieres? ¿No acababas de decir que…?

– ¡Sí, lo hice, pero estaba pensando desde la perspectiva del dueño de la propiedad! – exclamó ella, frenética con preocupación. – ¡Pero ese es el enemigo! ¡Este lugar es su hogar! ¡Nosotros somos los intrusos!

X sintió que su núcleo se aceleraba una vez que finalmente entendió la significancia del descubrimiento. Los ojos se le ensancharon de asombro cuando escuchó un pitito rítmico que emanaba del sapo dorado, cuyo cuerpo esbelto brillaba bajo la luz parpadeante. Un sutil resplandor rojo pulsaba en la ornamentada cinta que rodeaba su cuello, proyectando una iluminación algo tenebrosa en la sala.

Uno por uno, los tres rubíes comenzaban a brillar, el primero chispeando intensamente antes que el segundo hiciera lo mismo, cada uno irradiando una luz hipnotizadora. En cuanto X se dio cuenta del peligro potencial, se puso en acción, saltando fuera de la zona de desastre justo a tiempo.

En ese crucial momento, la última gema se encendió en su resplandor, soltando una ensordecedora explosión que sacudió la sala y envió una cascada de tesoros invaluables amontonándose unos con otros. Las fundaciones de la estructura temblaron, como si reconocieran la ferocidad del ataque, llenando el aire con polvo y una sensación de caos inminente.

– ¡¿X?! ¡X! ¡X, ¿TE ENCUENTRAS BIEN?! ¡¿PUEDES OÍRME?!

Un profundo silencio envolvió el área, y la androide rubia sintió que la invadía una sensación de terror. La cacofonía del caos que se desató al activarse la trampa gradualmente fue disminuyendo, retirándose como la marea bajando. Al desaparecer el clamor, los sonidos relajantes del océano lentamente reclamaron su lugar, restaurando la atmósfera serena en el entorno.

– ... a pesar de que me zumban los oídos, te oigo fuerte y claro.

A ella no podía importarle menos esa pequeña chispa de sarcasmo en la voz de su hermano menor. Roll estaba dispuesto a dejarlo pasar si eso significaba volver a verlo, o mejor aún, volver. – Oh, bien. No sufriste daños, ¿verdad? – le preguntó, mordiéndose el labio al darse cuenta de la inutilidad de su pregunta. – O más bien, ¿no demasiado?

X se levantó del suelo de baldosas, hasta ponerse de rodillas. – Tengo algunas magulladuras, pero fuera de eso, todo está en su lugar e intacto. – replicó él, girándose para ver el daño causado por la pequeña explosión. – Desafortunadamente, la rana no tuvo tanta suerte, me parece.

La figura de la Jin Chen había sido totalmente decapitada, aunque su cuerpo estaba completamente destruido: sólo le quedaba su cabeza, y todavía sujetaba la moneda dorada en su boca. Parecía casi como si la figura se burlara de su propio destino, como si pudiera sacar su lengua y pegarse de algo cercano. Por supuesto, la figura no estaba viva, aunque donde antes estaba la rana, ahora había un pequeño espacio circular con la forma de una moneda antigua. Los ojos verdes de X volvieron a concentrarse en esa pequeña unidad de dinero en la boca del anfibio.

Se preguntaba si…

– Roll. – habló X, cogiendo la moneda y sujetando el pequeño objeto redondo entre dos dedos color marfil. – Deséame suerte.

Con un movimiento rápido, el Hunter se dio cuenta de que, con algo de esfuerzo, se podía soltar la moneda. Al examinarla más de cerca, se dio cuenta que el pequeño objeto no tenía más alteraciones. Colocándola en el espacio, de repente se sintió una sacudida, y X se dio cuenta que la esquina más lejana de la habitación revelaba una puerta oculta.

La esquina de la suerte.

– ¿Qué pasó? ¿Todo está bien?

A pesar de que ella no podía verlo en ese momento exacto, X asintió en respuesta a su pregunta. – Voy subiendo.

X analizó la barrera con un interés profundo, con sus ojos moviéndose por los contornos de la criatura que estaba en su interior. Esta exhibía un notable nivel de sofisticación evolucionaria que sobrepasaba a su predecesor. – Parece que estamos evolucionando hasta los mamíferos. – pensó en voz alta, dirigiendo sus pensamientos hacia Roll. – La cabeza, creo que es la de un león. – Efectivamente, el animal presentado se parecía al majestuoso felino, completo con una poderosa mandíbula y una melena fluida y digna de un rey de las bestias.

– Hmm. – musitó Roll en voz alta. – Sólo espero que no sea muy asqueroso allí, considerando su naturaleza depredadora y todo.

X se puso a pensar en ello un momento. Podría incluso ser más oscuro que los anteriores. – De acuerdo, voy a entrar.

Al ingresar por la puerta obsidiana, el Hunter azul descubrió que había sido transportado varios siglos hacia el futuro comparado con la cámara anterior. Aunque el interior seguía exudando un aura antigua, había signos claros de los comienzos de la civilización moderna. En particular, el Hunter observaba elementos que serían cruciales en el desarrollo del mundo occidental.

– ¿Qué ves ahora? – preguntó la voz de su hermana, mientras su contacto escaneaba el entorno, mirando la estructura y diseño de este espacio en particular.

– Si no lo supiera mejor, diría que acabo de meterme en una especie de iglesia antigua. – respondió X. Luego se detuvo a mirar alrededor, la colección de artefactos y obras de arte colgados a plena vista. – Aunque, no puedo ubicar el período exacto.

– Bueno, ¿quizás puedas darme una descripción general? – inquirió Roll. – Después de todo, dijiste que parece una iglesia, así que tal vez esté basado en los días posteriores a la caída del Imperio Romano.

– Ciertamente se ve de esa época. – replicó X. El problema radicaba en que se enfocaba en todo previo al Renacimiento. Mientras X observaba el escenario frente a él, notó una colección que parecía salida de los movimientos del Antiguo Cristianismo temprano hasta la conclusión de la Era Gótica, abarcando todo el siglo V hasta el XV. A pesar de la variedad de estilos en exhibición, un tema común los conectaba a todos. Sin embargo, X no lo entendía totalmente al principio.

En la esquina más lejana de la cámara, había una exhibición que honraba al movimiento artístico del principio del Cristianismo y la Edad Antigua. Estos dos movimientos se habían unido para expandir la religión. El arte en esta exhibición se caracterizaba por representaciones simbólicas de figuras y temas sagrados, con una notable ausencia de elementos naturalistas que comúnmente se encontraban en las culturas no-cristianas de la época. Frescos, mosaicos y manuscritos iluminados adornaban las paredes, mostrando escenas desde la creación del hombre en el Edén hasta los últimos días del Apocalipsis. Pese a la influencia de sus opresores romanos, los artistas del principio del Cristianismo elegían enfocarse en sus propias creencias en lugar de las deidades paganas y las leyendas de los romanos. Su dedicación a su fe era evidente en su trabajo, incluso con el riesgo potencial a sus vidas.

“Un choque de creencias.” – pensó X. – “Supongo que no mucho ha cambiado en algunos aspectos de la existencia humana.” – De nuevo, su situación actual hablaba de lo mismo.

Adyacente a la exhibición estaba una representación de una era que se desenvolvía tras el decline del Imperio Romano. Ese período podría describirse más apropiadamente como la transformación y renacimiento de Roma. Emergiendo desde los remanentes del otrora poderoso gobierno liderado por los humanos, surgió el Imperio Bizantino. Este imperio fue una mezcla de varios credos y etnias, incluyendo a los primeros cristianos, griegos cristianos emergentes, armenios, eslavos, georgianos, coptos y comunidades de judíos.

Aunque la convergencia de esos grupos diversos podría haber llevado eventualmente a conflictos, como la historia lo demostró, inicialmente parecía ser que aquellos que habían sido oprimidos por los romanos finalmente pudieron entrar en la luz y asegurar su libertad. No sólo fueron liberados, sino que demostraron sus talentos y habilidades con orgullo. En lugar de mosaicos hechos de materiales y colores limitados, los artistas crearon íconos que brillaban con el oro y colores vibrantes. No escatimaron nada en representar al salvador y a Sus seguidores con la divinidad que merecían. El estilo mantenía similares con el período anterior, enfatizando el simbolismo y la representación. Sin embargo, la apariencia decorativa de estos íconos demostraba que la religión cristiana ya no era vista como indeseable o herética. Uno de los desarrollos más significativos en la historia religiosa fue el establecimiento de una nueva iglesia, particularmente la aparición de creencias seguidas por la iglesia occidental ortodoxa.

– "Enterrados bajo la tierra, sellados del resto del mundo, sólo para ser encontrados debido a susurros vagos y un afortunado accidente. Tal vez esta sea una señal de que seres como aquellos que creó Light ya están listos para volver al mundo.”

X reflexionó, recordando aquella pequeña conversación que escuchó una vez durante su algo forzada estadía en el laboratorio de Fujiwara. El Hunter azul se mordió el labio. Si Ray B. era en efecto quien él pensaba que era, entonces quizás la declaración de Cain debería haber sido reservada para alguien más. Aun así, eso traía la pregunta de, si realmente era… “él”, ¿entonces cómo estaba aquí? ¿Cómo podía seguir vivo?

Mejor aún, ¿acaso su reaparición, si realmente era eso, significaba algo bueno o malo?

– ¿Cómo va todo hasta ahora? – La voz de Roll trajo a X de vuelta al presente, haciendo que continuara con sus observaciones.

– Todavía no hay actividad hostil. – respondió. – Aunque tampoco puedo ver ninguna pista de cuál será el acertijo aquí.

Adyacente a los artefactos que mostraban al Imperio Bizantino se encontraba la Edad Romanesca, un período marcado por una profunda exploración de arquitectura y escultura. Similar a las eras del Cristianismo Temprano y la Edad Antigua, había elementos comunes compartidos entre estos movimientos y el subsiguiente, incluyendo el prevalente uso de columnas, estructuras religiosas, y el logro más remarcable de dicha era: la construcción de catedrales. Caracterizadas por su solidez y peso, el uso extensivo de piedra era particularmente apropiado en la construcción de arcos redondeados, paredes reforzadas, y esculturas en relieve que embellecían las fachadas de la iglesia.

Durante los períodos tempranos del Bizantino, los ideales de unión y hermandad eran altamente valorados. Sin embargo, a medida que los registros históricos progresaban hacia el primer milenio, hubo un cambio en el foco de poder de la comunidad y la importancia de esparcir la palabra del Dios Cristiano a través de peregrinajes. El arte jugó un rol crucial durante este tiempo, sirviendo como una herramienta didáctica para una población enormemente analfabeta. Los relatos de historias visuales se convirtieron en un buen compromiso, permitiendo la diseminación de enseñanzas y mensajes religiosos.

Mientras el Hunter se preparaba para continuar a la siguiente sección, notó un objeto en particular que captó su atención. En el centro de la exhibición, había un escudo adornado con el mismo animal majestuoso de la puerta, pero estaba enmarcado con un tono dorado, dándole una apariencia casi sagrada. Un lugar perfecto para ocultar un interruptor o algún otro dispositivo de la vista.

– Roll. – dijo X firmemente, reestableciendo la comunicación con su guía, con la voz firme a pesar de la tensión en el aire. – Acabo de ver un escudo en la pared que tiene una imagen similar a la que vi antes en la puerta. – Se enfocó profundamente en las intrínsecas decoraciones, notando cada detalle. – Interesante, el patrón de la cruz sigue siendo una característica significativa en el diseño general.

– ¿Una imagen similar? ¿Quieres decir que representa al mismo animal? – preguntó Roll con curiosidad, revelando su interés en su tono.

X se acercó más para observar el escudo con más cuidado, frunciendo el cejo muy concentrado. – El diseño está estilizado, pero de lo que puedo distinguir, parece que representa a un león, o quizás una criatura que se parece a un dragón con rasgos felinos. Los rasgos parecen ser algo ambiguos.

– León… – murmuró Roll pensativamente, procesando las observaciones de su hermano y considerando todo lo que había compartido hasta ese punto. Finalmente concluyó: – Creo que esta sala tiene un doble significado. Estás familiarizado con los Caballeros Templarios, ¿correcto? Su legado carga un peso significativo históricamente.

– ¿La orden que se formó durante las Cruzadas Europeas? – respondió X, con curiosidad. – Sí, el período romanesco se alinea con el tiempo que empezaron a dejar su marca, ¿no?

– Exacto. – afirmó Roll, cuya voz se animó ante el descubrimiento. – Pero sospecho que el león simboliza algo más que su orden. La imagen parece ser muy deliberada. – Hizo una pausa, sopesando sus siguientes palabras con precaución. – Si surge la oportunidad, deberías intentar remover el escudo, pero sólo después que te asegures de es seguro. – le aconsejó con cautela. – Su presencia aquí no puede ser totalmente una coincidencia.

– Técnicamente hablando, todo este lugar no es que sea exactamente seguro, pero tomaré todas las precauciones que pueda. – le aseguró X, cuya determinación se fortalecía mientras se echaba atrás para mirar el escudo. Apuntó con cuidado, tomándose un momento para relajarse. – Muy bien, aquí voy. – dijo con determinación en su voz, preparado para actuar.

Y en efecto, su suposición compartida resultó ser correcta.

En cuanto el escudo fue golpeado y cayó al suelo, inesperadamente se activó un compartimiento oculto dentro de la pared. Paneles arriba de cada exhibición de arte se voltearon, revelando las cabezas de varias de las víctimas de X. Desde un Road Attacker en el extremo izquierdo, hasta un Dig Laborer en el centro, las cabezas demostraban los horribles efectos que resultaron del buster de X. La cabeza en la esquina derecha más lejana tenía un parecido notable con Marth, aunque X no podía estar seguro. Esta escalofriante exhibición servía como un recordatorio sombrío de las consecuencias de las acciones de X, aunque no era que hubiese tenido opciones.

Las cabezas estaban congeladas en expresiones de rabia o miedo extremo, con las bocas abiertas en gritos de guerra o de terror. Parecía ser que la fuente de su perdición estaba frente a ellos justo antes de ver su final. En contraste, la cabeza de Marth parecía estar completamente inmóvil, con una expresión serena e imperturbable, como si no tuviera ninguna de esas emociones. Dicha falta de emoción parecía ser característica suya, incluso en vida.

– Escuché algo de movimiento, ¿qué pasó? – cuestionó Roll, con preocupación filtrándose en su tono ya que deseaba saber el estado de su hermano.

– Parece que esta sala se ha convertido en un cuarto de trofeos. – observó X. – Aunque, dudo mucho que pueda dejarlos sin tocar.

– ¿Ha cambiado algo más?

– Por lo que puedo discernir… – replicó X, cuya mirada se movió hacia lo que estaba debajo de las cabezas suspendidas, cada una de las cuales parecía simbolizar un movimiento artístico distintivo, o un método menos peligroso de creación. – En relación a las Cruzadas, ¿no estarían algo incongruentes en este entorno? – inquirió el Hunter con curiosidad, queriendo saber la perspectiva de su navegadora. – Después de todo, ¿no era el objetivo reclamar la tierra sagrada? Eso difícilmente se alinea con lo que típicamente se considera pecaminoso.

Roll se quedó callada por unos momentos, como si no estuviera segura de cómo responder. –...igual que con todo, inició con buenas intenciones. Pero con el tiempo, se volvió más brutal y sangriento. – Aunque X no podía verlo, la rubia bajó la mirada, al tener frente a ella los aspectos más desagradables de la historia humana al relatárselos a su hermano. – La corrupción se infiltró en lugares que se suponía que no debían tomar partido, y muchos terminaron como víctimas desafortunadas mientras la Guerra Divina se convirtió en algo sólo de nombre.

X contemplaba el cambio de la Edad Romanesca a la Edad Gótica, la cual emergió tras las Cruzadas. Inicialmente vista con desdén por los escritores italianos, el término “gótico” fue utilizado para caracterizar este período como primitivo y falto de cultura, aludiendo a las tribus antiguas que se creía que habían traído la caída de la una vez magnífica Roma. Sin embargo, fue durante esta época que se construyeron estructuras icónicas como Notre Dame, mostrando la brillantez arquitectónica de la era. Sin embargo, también fue un período marcado por el inicio devastador de la Peste Negra, resultando en la pérdida de incontables vidas.

Más aún, la vera se vio empañada por la persecución y ejecución de individuos etiquetados como indeseables, o percibidos como una amenaza a la forma de vida establecida. El advenimiento del Movimiento Gótico Internacional trajo consigo el amanecer de la transición hacia el Renacimiento, con los conflictos violentos y ejecuciones del pasado gradualmente pasando a segundo plano mientras la cruz emergía como el símbolo predominante de la fe a través del mundo occidental.

Mientras X observaba los retratos que adornaban cada ejecución, sus pensamientos se volvieron hacia su compañera, juntando las pistas para determinar la solución actual al punto muerto.

– Eliminar a los herejes. – murmuró en voz alta, aunque no le producía ninguna alegría o placer tener que hacer eso.

– Entonces, ¿cada una de esas cabezas tenía el mismo símbolo de la pared detrás de ellas? –inquirió Roll, aliviada de que X hubiera llegado a la siguiente cámara en este palacio infernal, pero los detalles de cómo lo hizo captaron su atención. – ¿La Cruz de los Templarios?

– Así parece. – replicó X. – Sin embargo, el camino se reveló cuando toqué la cabeza de Marth. – admitió. Para ser honesto, había dudado en destruir el busto de su amigo, disparando a los otros fuera de orden inicialmente. Pero cuando llegó al último rostro y no sucedió nada, pensó que era una acción necesaria. Afortunadamente, no dispararle a Marth parecía ser una parte crucial del acertijo. A diferencia de los otros rostros en la pared, Marth había permanecido fiel a los Maverick Hunters y la humanidad hasta el final.

Ejecutar a los culpables, pero perdonar a los fieles, tal como habían hecho los caballeros.

– Hmm… – Roll se puso a pensar en voz alta, considerando estos nuevos detalles. – Creo que tengo una idea de lo que te espera a continuación. ¿Ya llegaste a la puerta?

– Sí. – respondió X.

– ¿Y qué hay en ella?

X examinó cuidadosamente la imponente barrera negra en frente de él, notando el relieve de una criatura que parecía ser inofensiva. Sin embargo, no podía evitar preguntarse si la sala del caracol era el único lugar verdaderamente seguro, totalmente carente de obstáculos, trampas o rompecabezas.

– Me atrevería a suponer que es un carnero de cuernos largos. – dijo X a su guía, mientras escudriñaba los detalles intrínsecos grabados en la superficie. El mamífero de pezuñas hendidas representado era claramente un animal vegetariano y presa, características que se alineaban con las de una oveja. Y aun así, había algo en el relieve que dejaba a X con algo de incertidumbre.

– ¿Qué tal una cabra?

Cabra… ahora que lo pensaba, había algunos rasgos que notó al escuchar a Roll mencionarla, y citando las diferencias pequeñas entre los dos y se dio cuenta que su sugerencia estaba en lo correcto. Aun así, había algo sobre lo que tenía curiosidad. – ¿Hay alguna distinción entre ambas? La cabra y la oveja a veces son intercambiables en algunas culturas, ¿no?

– Sí, sin embargo, no puede decirse lo mismo del período en la cámara anterior. – explicó Roll. – Acorde con el consenso general de la fe cristiana, habrá una separación entre aquellos que son fieles a Dios y aquellos que no. Este concepto a menudo se ilustra en comparaciones como el trigo y la cizaña, y en este caso, las ovejas y las cabras.

Al reflexionar en esta comparación, X observó una contradicción específica de la sala anterior. – Sin embargo, si los Caballeros Templarios eran empleados por la Iglesia, ¿no los habrían visto como seguidores de Dios ante los ojos del Papa, o al menos de la gente? – preguntó. – ¿No es eso lo que calificaría a alguien como “oveja”?

– Esa era la imagen que mantenían por cierto tiempo. – respondió Roll. – Pero luego vinieron las acusaciones en relación a la adoración al Bafomet.

El Hunter azul se detuvo, despertando su curiosidad. – ¿Bafomet? – preguntó, no por ignorancia sino al reconocer el nombre. Pese a ser una figura que a menudo era ignorada y rara vez reconocida durante este tiempo (si alguna vez era recordada), X estaba plenamente al tanto de la infame asociación de Bafomet con el ocultismo y la magia negra. También sabía que el otro nombre de la figura era “la Cabra Sabática”, como la presentó Éliphas Lévi Zahed en 1856.

– Sí. – respondió Roll. – El nombre supuestamente apareció en las transcripciones de la Inquisición que comenzó en 1307, pero comenzó a ganar tracción en el siglo XIX cuando se empezó a cuestionar si realmente estaban involucradas con esa figura o no. Con el tiempo, se empezó a asociar con prácticas ocultistas y místicas, cuyos orígenes algunos ocultistas han tratado de conectar con los gnósticos o incluso con los templarios, o si no han sido conectados también con una deidad o demonio aparente.

– Si ese es el caso, ¿entonces debo asumir que no hay nada positivo de esperar aquí desde tu punto de vista? – inquirió X, regresando la mirada hacia la puerta. – De nuevo, ¿cuándo alguna locación dentro de este edificio se podría haber considerado favorable, hablando precisamente?

– No, para nada. – Roll estuvo de acuerdo. – Aun así, hasta ahora, ya has atravesado cinco pisos, y acabas de llegar al sexto. Después de esto, habrás llegado a la cámara principal del enemigo.

X asintió estando de acuerdo, incluso aunque Roll no podía ver la acción. Respiró profundo antes de dar un paso al frente. – De acuerdo, aquí voy.

La superficie lisa y obsidiana de la puerta no inspiraba mucho optimismo en X mientras se le aproximaba. Sus ya frágiles esperanzas se vieron destruidas por el relato de Roll sobre la brutal ejecución de los guerreros acusados de adorar a un supuesto demonio. A la luz de estos sombríos detalles, X sólo podía anticipar una escena de degradación depravada al otro lado de la puerta. Al llegar al otro lado, se sorprendió de lo que encontró. La vista frente a él no podía ser más diferente de lo que anticipaba, dejándolo sorprendido e intrigado.

– ¿Algo se ve sospechoso? – inquirió Roll, claramente anticipándose todavía a algo horrible, y ahora a la vista total del Hunter azul.

– Todavía no. – respondió X, proveyendo actualización del momento. Aunque no pudo resistirse a hacer una observación personal. – Pero esta sala… en realidad es muy hermosa.

– ... ¿hermosa?

X pensó para sí mismo. – “Esta cámara es una mejora enorme a comparación de lo que he visto antes. De hecho, es la primera que encuentro estéticamente agradable.”

El Maverick Hunter se vio presentado con un magnífico tributo a la naturaleza, en lugar de imágenes de horror o prácticas de espanto. También valdría la pena notar, que pese al notable contraste en sus enseñanzas, los movimientos cristianos se inspiraban y se vieron influidos por aquellos que practicaban tradiciones antiguas antes que ellos. Quizás esto podría verse como un atributo apropiado con la interconexión de algunas creencias religiosas a través de la historia.

Similares al arte cristiano temprano, los visionarios de las civilizaciones y sociedades paganas utilizaban varias formas de medios tales como frescos, mosaicos, esculturas, y manuscritos iluminados para honrar a aquellos que consideraban como divinos. El movimiento antiguo también incorporaba los estilos y formas de sus opresores, resultando en la popularización del estilo Clásico posterior caracterizado por su énfasis en la anatomía proporcional. La transición de creencias politeístas en deidades espíritus y fuerzas de la naturaleza personificadas hacia la adoración monoteísta de un solo Dios y la Trinidad simbiótica, al igual que la veneración de santos que se ganaron sus títulos a través de sufrimiento, marcaba un cambio significativo en las prácticas religiosas. La antropomorfización de los fenómenos naturales en entidades identificables con rostros y nombres había evolucionado en un sistema más unificado y estructurado sistema de fe.

Y aun así, algunas conexiones no se habían cortado del todo.

A través de la historia, los sarcófagos paganos han sido conocidos por sus intrincadas representaciones de conchas. Estas conchas se creía que servían diferentes propósitos, incluyendo proveer protección, traer suerte, simbolizar autoridad, o incluso representar deidades tales como la Venus Romana (conocida como Afrodita en la mitología griega) o el dios hindú Vishnu, el cual era a menudo representado sosteniendo una concha marina.

Con el tiempo, el simbolismo asociado con las conchas evolucionó. Los motivos de las supersticiones y dioses antiguos comenzaron a atribuirse a Santiago el Mayor de España. Eventualmente, estos símbolos se fueron incorporando en la más ampliamente reconocida imagen de un halo dorado. Era común para los antiguos paganos representar retratos de los fallecidos con conchas adornando sus cabezas.

Mientras X observaba los persistentes enlaces y conexiones, sus pensamientos se giraron a la intrigante exhibición que mostraba las costumbres de civilizaciones antiguas. – ¿Hey, Roll? – inquirió, mientras se aproximaba hacia la cautivadora exhibición. – Las Cruzadas se llevaron a cabo mayormente fuera de Europa, ¿correcto?

Sí, es correcto. – respondió esto. – Mucho del conflicto tuvo lugar al otro lado del mar en el Oriente Medio. Aunque a pesar de estar tan lejos no significaba que no hubiera conflictos en su propia tierra natal.

– No es una sorpresa. – señaló X mientras llegaba a su destino. – Durante el tiempo de las Cruzadas, comenzó también una serie de juicios significativos. – Sin embargo, lo que realmente captó su interés no fue un trabajo de los días tempranos de la Europa Cristiana, sino una pieca completada hacia el final del siglo XXI.

En el cuartel de los Maverick Hunters, había colgada prominentemente una réplica de la pintura intrínseca pero controversial de Francisco Goya, "El Aquelarre”. Esta pieza, una de cinco relacionadas a la práctica y representación de brujería antigua, fue originalmente comprada por los Duques de Osuna, quienes fueron figuras controversiales por sí mismos. El trabajo en sí mismo evocaba una misteriosa y prohibida conexión a lo sobrenatural, representando a un ser con aspecto de cabra rodeado por un círculo de mujeres. ¿Acaso esta figura se suponía que representara a Bafomet, o quizás a algún otro demonio olvidado o entidad pagana? Considerando el título, la identidad de la cabra podría haber contenido un significado más obvio de lo que inicialmente se percibía. Después de todo, ¿con quién se decía que tenían alianza las brujas?

La escena tenía lugar en un mundo lujoso y misterioso, donde un ser con aspecto de cabra se alzaba en el centro, cautivando la atención de las mujeres que le rodeaban. Estas doncellas, vestidas en harapos de diferentes trasfondos, parecían estar bajo la influencia de la cabra, que tenía control total sobre todos los presentes. Era una representación de creencias antiguas y ansiedades modernas, como X pudo observar.

Aun así, aunque parecía ser una denuncia en contra de lo que se veía como confraternizar con demonios, el verdadero contexto tenía una historia diferente.

La pintura, pese a su tema controversial, no glorificaba ni denunciaba la brujería o el paganismo. En lugar de eso, reflejaba mordazmente cómo la humanidad luchaba con los misterios de lo desconocido. Al debutar en un tiempo cuando la creencia en esas cosas seguía prevalente, Goya decidió mostrar esas prácticas en forma artística, simbolizando su supuesto poder y habilidad para alinearse con el mal a plena vista. Y aun así, la intención no era representar a las brujas, ni a su inusual amigo, como malévolos. Era una postura en contra de la conformidad y corrupción que se había infiltrado en la iglesia, celebrando lo extraño y todo lo que se desviaba de lo que se consideraba la norma.

Sin duda llamaba al escrutinio, no sólo de aquellos que alguna vez había asustado y perturbado, sino también del propio X. Al acercarse más, notó una pequeña arruga oculta detrás de la pintura.

– Creo que ya encontré algo. – le reportó X a su hermana. – Deséame suerte.

– Ten cuidado. – le advirtió ella.

– Lo intentaré.

El Hunter azul levantó cuidadosamente la obra de arte de su lugar en la pared, descubriendo un interruptor bastante directo anidado detrás de ella. Con un toque rápido, activó el dispositivo, y el muro en frente de él comenzó a moverse. Un panel rectangular empezó a rotar, develando otra imagen provocativa en el lado opuesto. Junto con esta revelación vino el inesperado retorno de alguien que temía que se habría perdido para siempre.

Frente a él se alzaba una estatua esculpida de mármol brillante, con la superficie resplandeciendo con un pulimento meticuloso que hablaba de una dedicación inquebrantable por preservar su apariencia prístina, incluso en las profundidades del agua. Sin embargo, la figura que representaba era cualquier cosa excepto “pura”. El Bafomet se alzaba majestuosamente, con su cabeza de cabra coronada con cuernos, y un cuerpo que fundía las formas de un hombre y una mujer. Cada brazo tenía una inscripción en latín: "solve" a la izquierda, y "coagula" a la derecha.

– Disolver y congelar… – murmuró X, haciendo eco de las traducciones que le proveyó su procesador, pero su atención se vio atraída más hacia la otra figura, que parecía estar cautiva por la presencia del Bafomet.

Su superficie tenía las cicatrices del tiempo y el desgaste, con grietas en su piel sintética y algunos circuitos empañando su vibrante cola turquesa. Sin embargo, pese a estas visibles falencias, X podía ver que Marty permanecía fundamentalmente intacta. Pero el hecho de que pareciera seguir de una pieza no garantizaba su seguridad. Con un brazo arqueado grácilmente sobre su cabellera dorada, la cual se bamboleaba gentilmente en el agua, X pudo notar un par de esposas alrededor de sus muñecas. La cadena que la sujetaba estaba anclada detrás del cuello de la cabra del aquelarre, como si la criatura fuese un guardián que mantenía prisionera a la sirena.

Y de cierta forma, podría serlo.

A pesar de sus propias circunstancias, X inmediatamente comenzó a trabajar en algún plan para liberar a la belleza rubia, observando las muñecas y notando que parecían ser bastante ordinarias en su construcción. El pensamiento de hacer corto en sus sistemas pasó por su mente mientras presionaba sus manos contra los anillos de metal, activando mentalmente el arma de Spark Mandrill. Una diminuta chispa eléctrica surgió de sus manos, golpeando las esposas. Tras un breve momento de presión intensa, y el dispositivo se hizo pedazos espectacularmente, y los anillos de plata salieron volando de las muñecas de la sirena y liberándola de sus ataduras. Ella flotó lentamente hacia el suelo, aterrizando en un reposo sereno y silencioso.

– ¿Marty? – habló X, levantando a la otra reploide en sus brazos, sacudiéndola suavemente en busca de algún tipo de respuesta. – ¡¿Marty?!

Para su gran alivio, la sirena empezó a sacudirse, y sus ojos violetas lentamente se abrieron, moviéndose lentamente para encararlo. – Chico… – dijo tartamudeando, con sorpresa en su voz. – Tú… viniste por mí…

– Bueno, sí, por supuesto. ¿Estás herida? ¿Cuál es tu porcentaje de daño? – le preguntó X, escaneando su cuerpo en busca de alguna herida potencial que se le podría haber escapado.

– Estoy bien, no te preocupes. – le aseguró Marty. – Sabes, ya me puedes soltar.

– Disculpas por eso. – dijo X, soltando suavemente a la sirena. Al hacerlo, algo captó su vista: un detalle intrigante que se le había pasado por alto hasta ahora. —Ya puedo ver el camino hacia el siguiente nivel. – señaló, poniéndose de pie y dirigiéndose hacia la salida de la cámara. Luego se dirigió hacia Marty, que ahora miraba hacia la puerta. – ¿Te importaría quedarte aquí donde es seguro esta vez?

La sirena de cabellera dorada se mordió ligeramente el labio, atrapada en un remolino de incertidumbre. Esta vez, su actitud reacia se sentía diferente; era como si estuviera guardando un secreto que lo eludía. X eligió no mencionarlo, pero podía ver la chispa de duda danzando en su mirada. – S-sí. – replicó ella finalmente, con la voz tambaleante. – Entonces, ¿vas a ir arriba? ¿En serio vas a confrontar al sujeto que creó este lugar?

– Tengo que hacerlo. – respondió X. – Aunque haya sido antiguo Hunter o no.

Marty miró hacia el suelo, con postura reservada y dejando caer sus hombros. – Bueno, si ese es el caso, entonces… – empezó a decir, pausando por un momento. – Ten cuidado.

Reconociendo su intranquilidad, X asintió con la cabeza para tranquilizarla antes de atravesar la puerta, dejando a la sirena rodeada por un montón de artefactos que susurraban historias de una era llena de encanto y enigma, ahora transformados en símbolos todo lo que el alma humana consideraba malévolo. Su mirada se detuvo frente al Bafomet. – ¿Qué eres exactamente? – preguntó con un deje de sarcasmo, plenamente consciente de que la estatua no le respondería. – ¿Eres un hombre, mujer, o bestia?

Luego, dirigió su atención hacia sí misma. – O tal vez la verdadera pregunta es ¿qué soy yo?

– Por lo que entiendo, ¿tu pequeña sirenita ya está bien?

X estuvo a punto de replicar que estaba muy equivocada en que Marty no era nada de él (aunque fuese una sirena bastante atractiva), pero tenía los pensamientos enfocados en otra parte. – Sí, y por ahora, está a salvo. – le respondió.

– Bueno, aun así, todavía no la declares inocente. – le informó Roll. – Mucho menos a salvo. Todavía tienes que encargarte del dueño de este lugar.

– Claro. – respondió X. – Y creo que ya estoy a punto de encontrarme con él ahora.

Igual que las otras, esta puerta negra mostraba el diseño de un animal, pero esta vez se trataba de un pavo real macho, cuyas plumas estaban extendidas elegantemente en forma de abanico, en un despliegue de esplendor que cautivó la atención de X. Pero en cuanto puso un pie adentro, sólo encontró los tonos vibrantes conectados a la magnífica criatura. En esta sala, otro animal parecía haber capturado la inspiración del artista, reemplazando al pavo real como punto focal de la creatividad.

El interior de la cámara era notablemente más compacto que el de sus contrapartes, tomando una forma esférica en lugar de la de los anillos alongados que se encontraban en los niveles inferiores. A pesar de sus dimensiones limitadas, cada pulgada era utilizada a su máximo potencial. La sala estallaba de colores vívidos y diseños intrincados, traídos a la vida por la presencia de una criatura inusual que reflejaba el esplendor de un pavo real, cuya imagen vibrante danzaba por las paredes. Este espacio hacía eco en la brillantez artística de una era ya muy lejana, reminiscente del Renacimiento (un pináculo de la creatividad humana) mientras que simultáneamente abrazaba una sensación de modernidad y algunos indicios de futurismo, aparentemente fundiendo limpiamente las influencias clásicas con las aspiraciones contemporáneas.

– ¿Te gusta?

En el momento en que la voz llegó a los oídos de X, todo cayó en su lugar: la silueta que vio en el agua, los patrones intrincados y motivos de cada nivel, y lo más importante de todo, la revelación de que la criatura final, el pavo real, había sido usurpada por un magnífico cefalópodo de ocho brazos, listo para mostrar su propio esplendor para que todos lo admirasen.

Dándose la vuelta, el Hunter azul notó que el artista se había posado atrevidamente sobre el arco que enmarcaba la entrada de la cámara, mirando a X desde su punto elevado. Sus flexibles tentáculos rojos se expandían como un abanico vibrante, mientras que el domo carmesí en su cabeza brillaba bajo los rayos reflectantes del sol.

– Sigma declaró que yo estaba perdiendo mi tiempo tratando de remodelar este lugar. – declaró el Maverick color rojo rubí. – Pero yo lo considero una empresa que vale la pena. Después de todo… – saltó en el aire, y su cuerpo sorprendentemente abultado descendió grácilmente hasta que pisó el piso brillante bajo sus pies. – Esto es sólo un preludio de lo que le espera al mundo de la superficie, una vez que todo caiga en su lugar.

Esta historia continuará

Chapter 71: El General Militar de las profundidades

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Mientras X recordaba cuando vio por primera vez el resto del edificio, no pudoe vitar notar que ese habitante en particular encarnaba todos los rasgos que él había visto mientras exploraba este extraño palacio. La distintiva silueta que vio bajo las olas al borde de Abel City era una señal delatora por sí sola, especialmente al emparejarla con el reporte de identificación del cuartel general. Dadas estas pistas, el Hunter azul debería haberse anticipado a este momento. Aun así, una sensación de curiosidad se apoderaba de él.

– Launch Octopus. – declaró X. El nombre fluía de sus labios con una facilidad que ocultaba la decepción que sentía en su voz.

– El primero y único. – respondió el cefalópodo de color rojo rubí vibrante, deteniéndose momentáneamente para ejecutar una reverencia teatral, desenrollando sus tentáculos con gracilidad. Luego preguntó burlonamente: – ¿Cómo puedo ayudarte hoy? Aunque, tal vez no debería darte tal cortesía ya que irrumpiste tan rudamente en este lugar. Dicho eso, estás aquí por una razón, ¿verdad?

– Ambos sabemos que no es una sola instancia. – espetó X, frunciendo el cejo en frustración. – ¿Acaso consideraste que había humanos en esa embarcación de rescate que destruiste?

– ¿De verdad crees honestamente que ellos pondrían en riesgo sus propias vidas por esa misión? – replicó Octopus, descansando dos de sus tentáculos en las caderas. – Tu preocupación por ese detalle, más allá de las trágicas pérdidas de vidas en este conflicto, claramente revela tu verdadera posición.

– ¡Pérdidas que tú causaste! – espetó X.

Octopus permaneció impasible. – Lamentablemente, sí, pero en última instancia era inevitable. – dijo, moviendo un tentáculo para restarle importancia, como si estuviera espantando una mosca que lo molestaba. – Este es simplemente el precio de la guerra. Seguro que no te has olvidado de eso, con todos los amigos a los que has matado, ¿verdad?

El predominantemente azul Maverick Hunter sintió una subida de frustración, deseando poder replicar y presentar un argumento válido que invalidara las declaraciones del reploide sobre él. Sin embargo, tuvo problemas para formular una respuesta que tuviera algún peso. A pesar de eso, una pregunta seguía en su mente, molestándole debido a su impotencia. – ¿Cómo pudiste hacer algo como esto? – inquirió.

El cefalópodo carmesí exhaló un suave suspiro de aire. Su protector bucal habría formado una sonrisa de satisfacción si sus rasgos lo permitieran. – Como probablemente sabes, antes que nuestro estimado Comandante iniciara esta nueva era, yo serví en la Sexta Unidad Naval de Abel City. – le explicó, totalmente consciente de que X finalmente ya estaba familiarizado con su trasfondo. Aun así, este era su palacio después, de todo, ¿por qué no iba a tener derecho de fanfarronear un poco? – Aunque mi valor era medido por mis habilidades de combate y mi rol en la unidad, siempre he albergado dentro de mí más deseos que ser simplemente una herramienta para la guerra.

X levantó una ceja, mordiéndose momentáneamente el labio. – ¿Y eso sería? – cuestionó.

– Déjame ser claro, X. Yo soy, en cada sentido de la palabra, un artista. – declaró Octopus. – Un artista no sólo dentro del reino de lo que la humanidad considera arte tradicional, sino también en el reino de la guerra submarina. – elaboró. – El desafío se encuentra en el hecho de que ninguno de estos talentos ha recibido el reconocimiento que merece. – Luego de continuar, se puso a reflexionar. – Es decir, hasta este momento, de parte de aquel que no me anticipé que lo entendería.

Los ojos verdes de X se entrecerraron mientras observaba momentáneamente el piso pulido. – Considerando que siempre ha sido un hombre muy de seguir estrictamente el manual, no esperaba que Sigma tuviese apreciación por el arte de clase alta.

– Oh por favor, esta fortaleza y todo lo demás en ella fue simplemente un experimento de mi parte. – aclaró Octopus. – Pero mi Comandante ha reconocido que podemos llegar a alturas más allá de los límites impuestos por nuestros opresores humanos. – Luego giró sus ojos hacia la claraboya sobre ellos, donde había una formación circular de cristal con un borde dorado que permitía que los rayos del sol brillante filtrarse a través de las olas del océano. – Y ahora, estamos en el proceso de rehacer este mundo para que refleje esa visión.

– ¿Realmente estás preparado para eliminar cada obstáculo en tu camino? – cuestionó X. Una parte de él sentía que era una pregunta tonta, ya sabiendo cuál sería la respuesta.

– ¿Igual que tú y los remanentes de los Maverick Hunters lo han hecho? – replicó Octopus tajantemente. Le restó importancia a las palabras de X con un resoplido, cortándolo antes de que pudiera responder. – Guárdate tu retórica justiciera para alguien que le importe. ¿Qué valor hay en las palabras de alguien que venera al Demiurgo?

Los ojos de X se ensancharon de confusión, sin entender a quién se estaba refiriendo Octopus, pero tenía la sensación de que era alguien familiar. – ¿Y quién podría ser él? – presionó, buscando sondear más profundamente. – ¿El Dr. Cain?

La mención del Dr. Cain pareció divertir al molusco carmesí, cuyo exterior liso brillaba en la luz de la habitación. A pesar de su expresión, un deje de rabia cruzó por su rostro normalmente inexpresivo, revelando la tensión que subrayaba el momento. – Ni siquiera cerca. – replicó, descartando la noción moviendo su tentáculo. Luego añadió sacudiendo su cabeza con desdén: – Y tampoco me estoy refiriendo a Fujiwara. No, la verdadera fuerza malévola, el verdadero oppresor, el Demiurgo… – declaró, con la voz alzándose con una intensidad que llenaba el aire, y luego continuó, con su tono lleno de desprecio: – Es aquel que te creó con sus propias manos.  Al hacerlo, sin saberlo nos trajo al resto de nosotros a la existencia, atándonos a su voluntad.

La realización golpeó a X como si fuera un rayo, electrificando su sistema y encendiendo una rebelde indignación dentro del Maverick Hunter azul de armadura azul. – El Dr. Light no es nada de eso. – declaró, con la voz firme y sin titubeos, llena de una feroz convicción que resonaba dentro de él. En el fondo, un deseo intenso de expresar su furia surgió mientras luchaba por entender cómo esta máquina (que le debía toda su existencia a la brillantez y compasión del Dr. Light) podía atreverse a difamarlo de manera tan despreciable. Aun así, pese a la tempestad de emociones que hervía en su interior, eligió contener su lengua, sopesando cuidadosamente las consecuencias de iniciar una batalla verbal con esta criatura.

– Una respuesta que anticiparía de ti. – replicó Octopus fríamente. – De hecho, Sigma señaló esto como una de las razones claves por las que continúas teniendo problemas para aceptar la realidad.

– ¿La realidad de que tú simplemente estás fabricando justificaciones para provocar devastaciones sin sentido? – espetó X, pero el cefalópodo permaneció impasible a su respuesta.

– Cada acción que hemos tomado es un resultado directo de tu continua actitud desafiante. – declaró el androide de tentáculos. – Fuiste informado de que no se permitirían intentos de rescate, ¿correcto?

– ... entonces, ¿simplemente obedecías órdenes?

– Tal como lo haces tú en este momento.

Un silencio cayó entre ambos por un corto período. El puño de X temblaba, y su resolución rápidamente se apoderó de todo su ser. – Entonces está claro que debo poner fin a tus acciones aquí y ahora.

– Ah, mírate, pensando que ahora eres un valiente héroe, ¿no? – se burló Octopus, con una risa danzando en su voz. – Entonces ¿cuál es tu gran plan? ¿Me vas a llevar a la fuerza? ¿Tratarás de convertirme en un seguidor obediente, igual que lo hiciste con Zero?

Los ojos esmeraldas de X se ensancharon de sorpresa por un instante, pero se las arregló para mantener la compostura y hablar con profesionalismo. Se le estaba haciendo cada vez más difícil, y aunque nunca había albergado ningún resentimiento hacia Octopus, el Hunter de Clase B estaba bien al tanto de la reputación del cefalópodo para provocar a otros, a menudo llevándolos al límite. Aun así, no pudo evitar darle una pequeña réplica. – Si ese es el caso, ¿por qué ahora es el Comandante de los Hunters mientras que Sigma ha sido etiquetado como un radical?

– ¿Y desde cuando nos ha importado lo que los humanos piensan? – inquirió el molusco carmesí. – Pero parece que tu espíritu de lucha finalmente ha vuelto a emerger tras permanecer dormido periódicamente, otra vez.

Los ojos del Hunter se entrecerraron. – Haré lo que sea necesario. – respondió suavemente. – Especialmente cuando se trata de actividades Maverick como éstas.

– ¿Maverick? – exclamó Octopus, cuya voz estaba cargada de indignación, con un destello oscuro en los ojos. – ¿Cómo te atreves a etiquetarme a mí y a mis habilidades excepcionales de esa manera tan cruda y barbárica?

– ¡¿No es todo lo que has hecho, en esencia, un acto de barbarismo?! – espetó X, con una expresión mezcla de incredulidad y frustración. Estaba perplejo de que el antiguo Hunter no comprendiera hasta donde llegaba la destrucción que estaba infligiendo a quienes le rodeaban.

– ¿Y qué sabes tú sobre el verdadero significado del barbarismo? – gritó el cefalópodo, cuya voz hacía eco por la sala mientras se alzaba de su posición. Mientras ascendía, parecía como si estuviese planeando con gracia por el agua en lugar de simplemente estar nadando; cada movimiento fue ejecutado con una remarcable precisión y destreza artística. La atmósfera en la sala estaba llena de opulentas decoraciones, y otra de ellas había ensombrecido al otrora majestuoso pavo real, una criatura más deslumbrante y enigmática, como si fuera un alienígena del océano profundo.

Irónicamente, compartiendo su linaje evolutivo con el caracol.

Pero aquí, en este lujoso escenario, Launch Octopus parecía casi angelical, con sus colores vibrantes resplandeciendo mientras flotaba sin esfuerzo sobre la tierra. – ¡Para el final de este intercambio, dejaré muy claro con exactitud dónde pertenece realmente la etiqueta de barbarismo! – declaró, con determinación brillándole en los ojos. – ¡Aquí vamos!

Desde sus anchos hombros salieron disparadas varias ráfagas de proyectiles, emergiendo desde diminutas aberturas en su coraza. Las armas salieron de frente, cada una fijando a su solitario objetivo con una precisión fatal.

Dándose cuenta que los diminutos misiles rastreadores iban a fijar a su objetivo sin demora, X tomó una decisión rápida para contrarrestar el asalto. Maniobró hábilmente fuera del camino de los proyectiles, los cuales se desplazaban hacia él a una velocidad alarmante. Las explosiones que sacudieron el espacio que ocupaba apenas momentos antes servían como un recordatorio de que, pese a la naturaleza expansiva de la cámara, su margen de error era ínfimo, sin dejar espacio para el más pequeño fallo de cálculo. En medio de un remolino de evasiones frenéticas, X de repente notó algo inesperado: Launch Octopus había permanecido arraigado en la misma posición desde que comenzó la batalla. Era como si el Maverick estuviera deliberadamente provocando al Hunter azul, invitándole a tratar de dispararle.

La tentación era innegable, no sólo por la oportunidad que había frente a él, sino porque Octopus sin duda intentaba incitarlo. Pero a pesar de su necesidad constante de permanecer en guardia, el prospecto de un objetivo tan expuesto parecía demasiado simple para resistirlo. Los ecos de las palabras de motivación de Firefly, o incluso la voz de Zero, resonaban en su mente, incitándolo a jalar el gatillo. En ese breve instante, atrapado entre el caos de una explosión cercana y un raro momento de claridad, X asumió una posición firme y disparó.

El cefalópodo carmesí se deslizó sin esfuerzo hacia un lado, evadiendo la ráfaga de plasma que salió disparada hacia él. Los estallidos vibrantes de energía pasaron rozando el cuerpo liso del antiguo Hunter, pero para sorpresa de su agresor, Octotpus danzaba alrededor de cada disparo con elegancia y compostura que parecía casi de otro mundo.

En medio del caos de la batalla submarina, una observadora oculta entre las sombras miraba todo, sin ser vista por los combatientes. Esta enigmática figura sentía un profundo conflicto en su interior, con su corazón y mente tirando de ella en direcciones opuestas, reflejando el feroz forcejeo que ocurría frente a ella. Las dos fuerzas rivales encarnaban el tormento que hervía dentro de su alma.

… si acaso poseía tal cosa. Y aunque así fuera, ya tenía la certeza de haberla condenado.

Aunque Launch Octopus fuera testigo de primera mano de que X luchaba contra la precisión mortal y potencia de su arma característica, el Homing Torpedo, el antiguo camarada del cefalópodo todavía no había recibido ningún impacto o daño como le habría gustado. Esa maldita mejora que el debilucho de Clase B había descubierto en el territorio de Chill Penguin le servía bastante bien, permitiéndole mantenerse apenas fuera del rango de las explosiones que provocaban los proyectiles al liberar sus contenidos reactivos, luego de impactar contra una pared o pilar cercanos dentro de la cámara. Sí, había trozos de esquirlas que lograban rozar o incrustarse en la coraza de metal del veloz adversario, pero no era suficiente para causar daño verdaderamente significativo. No, Octopus necesitaba que su presa se quedara en un lugar donde fuera fácil sujetarlo, cortesía de las órdenes del Comandante Sigma.

– ¡GAH!

El ex oficial naval de alto rango tuvo que admitir que mantener su sangre fría era un desafío cuando su adversario estaba tan empeñado en acertarle un golpe. Aunque no le preocupaba particularmente que ese débil oponente pudiera infligirle daño real (al menos no sin algo de provocación) la ráfaga de disparos de plasma estaba empezando a agotarle su resiliencia física. Hizo una mueca al notar que había algunas abolladuras que comenzaban a opacar su coraza. Esquivando otro disparo, Launch Octopus desenrolló sus largos tentáculos, abriendo las puntas para soltar un enjambre de armas en miniatura diseñadas para precisión de objetivos y aniquilación. Y más aún, esta táctica ofensiva iba acorde con el tema general del entorno acuático que los rodeaba.

Percibiendo que su ya de por sí corto respiro estaba terminando, X notó que su adversario volvía a enviar una ráfaga de objetivos más pequeños en su dirección, nadando en ambas direcciones de su actual ubicación. Sólo que a diferencia de antes, estos proyectiles tenían una forma más definida, comparada con la de simples misiles o torpedos. Las amenazas inminentes habían tomado la forma de pequeños pero distinguibles mecaniloides con forma de peces, o armas de alto calibre desechables, con las corazas de color azul claro e inmaculadas, que captaban los rayos del sol en sus aletas afiladas y en sus escamas intrínsecamente detalladas.

En cuanto los seguros de sus mandíbulas se abrieron, sus numerosos y filosos dientes brillaron de manera ominosa. Aunque acababa de salvarlo de un problema, X no vio razón alguna para abandonar la estrategia que le había servido bien hasta el momento. No era perfecta, pero lo había mantenido mayormente sin recibir daños, y casi ileso dentro de lo que cabía. Mientras esquivaba hábilmente las Unidades Pirañas (a veces una, a veces dos, y ocasionalmente tres), cada una amenazando con atacarle una pierna o brazo, notó que incluso unas cuantas intentaron ir directo hacia su garganta. A diferencia de los implacables Homing Torpedoes, sin embargo, estas criaturas metálicas eran vulnerables y podían ser destruidas. Cierto, esto no se traducía en que los peces fueran fáciles de destruir, pues su velocidad y ferocidad compensaba su tamaño generalmente pequeño y su coraza vulnerable, pero la estrategia de evadir y disparar le había servido a X lo suficientemente bien en relación a mantenerlo en movimiento y con vida.

– ¡Auch! ¡Mi casco!

Y ocasionalmente, permitirle acercarse para acertar un disparo limpio, por pequeña que fuese la concentración de plasma.

Mientras el cefalópodo empezaba a recuperar la compostura tras el golpe del Maverick Hunter, se tambaleó ligeramente, tratando de estabilizarse antes de asentarse en el suelo firme. Al examinar las secuelas, el otrora orgulloso molusco descubrió una significativa abolladura en el centro de su cabeza. La insignia de su Comandante, una letra griega transformada en un diseño amenazador con dientes de sierra, que alguna vez se mostraba orgullosa, ahora se veía aplastada, como si una enorme roca le hubiese caído encima.

¡Su forma antes perfecta había sido destruida! Mientras X permanecía atrapado en el asalto constante de las Unidades Pirañas, Octopus extendió un tentáculo hacia un lado de su casco, activando un enlace de comunicación oculto que sólo otro individuo en la sala conocía. Sus ojos verdes brillantes se desviaron hacia el trono situado en la esquina norte de la cámara superior de esta fortaleza de siete niveles, donde un par de tridentes entrecruzados sobre el asiento elaborado con ocho extremidades reemplazaba al animal inicial, el pavo real.

Desde detrás de este objeto en particular descansaba la figura desconocida, cuya cabeza y corazón seguían partiéndola a la mitad al recibir el mensaje de confirmación de su superior. – ¡Mi casco ha sido dañado! ¡Ya no puedo continuar así!

Pese a lo intenso de la situación y lo que estaba en juego, la figura no pudo evitar encontrar una chispa de humor en ello. – Y yo aquí pensando que me ibas a sermonear por perder tanto tiempo en los arrecifes de coral. – se burló. – ¿Qué pasó con eso de que eras un antiguo oficial naval? ¿Cómo pasó eso?

– ¡Recuerda cuál es tu lugar, y te lo enseñaré con gusto! – siseó Octopus por el canal de comunicaciones. – Ahora, puedo compensar este poco de daño, pero sospecho que sólo puedo reunir una cantidad mínima de energía para repararlo. Y dadas las órdenes del Comandante Sigma, tenemos que llevárnoslo intacto y vivo, pero completamente incapacitado.

La figura oculta se mordió el labio, y la sensación de ser partida a la mitad volvió a asaltarle el núcleo. – ¿En serio tiene que ser de esta forma? – cuestionó, con la voz inusualmente suave e incierta.

– Tú sabes tan bien como yo que no hay otra opción. – respondió Octopus. – Él es el enemigo, no hay nada más que eso.

– ... pero, a él parecía importarle el daño potencial que estaba causando fuera de este lugar.

– Sí, y probablemente sería el único. Oh, aparte de mí, por supuesto. – respondió el cefalópodo, insertando rápidamente la segunda oración. – Pero incluso si sus sentimientos hacia el mundo natural es genuino, el hecho permanece en que su lealtad sigue estando con aquellos que destruirán aquello que tú deseas preservar. – Guardó silencio por un momento. –  Y ya sabes muy bien el bien que habrán hecho reparando un mundo que han descuidado tan fácilmente.

Ya sabía que lo que decía era cierto, siendo testigo de ello de primera mano varias veces. Aun así, había una sensación de duda. Algo que, extrañamente, nunca antes había experimentado antes, no hasta que conoció a X. – Los humanos casi lo destruyeron, pero le dieron una oportunidad, ¿o no?

– Sólo porque ellos vieron cómo podía servirles. – respondió Octopus. – El Comandante vio esto, y sabía que esta era la única razón para su existencia. No hay futuro para nosotros en un mundo habitado por humanos, ya que no somos más que herramientas para ellos.

Ella no le respondió, incapaz de decir nada en forma de réplica o protesta.

– Voy a tratar de proceder con su captura. – dijo Octopus. – Cuando te dé la señal, haz lo que tienes que hacer. ¿Te quedó claro?

Silencio.

– ¿Te quedó claro?

– ...sí.

Mientras Launch Octopus inspeccionaba el daño que recibió en su casco, cortesía de su oponente auzl, giró los ojos y desvió su atención del trono hacia el Maverick Hunter al cual se enfrentaba, preparado para contraatacarle si intentaba volver a disparar contra el cefalópodo. Lo que vio, sin embargo, le permitió considerar que era tiempo de moverse hacia la siguiente parte de su plan.

Al parecer, pese a sus intentos de esquivar y evitar los persistentes proyectiles que Octopus lanzaba desde sus brazos, las Unidades the Pirañas lograron alcanzar a su objetivo, y sus mandíbulas comenzaron a morder la coraza del Maverick Hunter.

Al principio, cuando la nueva amenaza se hizo presente y procedió a seguirlo de la misma manera que los Homing Torpedos, X se dio cuenta de que, aunque era arriesgado y requería moverse y pensar muy rápido, la estrategia de mantenerse fuera de rango le había servido bien, si no fuera por el hecho de que los misiles, aunque peligrosos, podrían simplemente explotar y destruirse solos al hacer contacto con cualquier otro objeto que no fuese X. Y aunque se dio cuenta que los peces voraces podían ser destruidos con un disparo o dos de su buster, también se dio cuenta de que, a diferencia de los proyectiles sin rostro de antes, estos adversarios no eran tan combustibles. En cuanto una de las Unidades Pirañas logró clavarle las quijadas en la coraza externa a X, pronto comenzó a morder y a hundir más los dientes en la superficie de la armadura, buscando abrirse paso por el grueso revestimiento hacia los circuitos vulnerables que había abajo. Logró deshacerse rápidamente de este pez, reduciéndolo a poco más que componentes destruidos con el X-Buster, pero no era el único que seguía la misma estrategia. Cuando el primero de ellos que logró hundirle los dientes a su objetivo fue destruido, parecía haberle servido de incentivo para incrementar su actitud violenta y subir su juego de buscar y destruir. Las Unidades Pirañas rápidamente aceleraron el paso y empezaron a chasquear sus mandíbulas, esperando atrapar el borde de alguna extremidad o parte del cuerpo a su alcance para arrancarla o atravesarla.

Un pez se convirtió en dos, luego en tres, y así sucesivamente al punto que X se encontró prácticamente envuelto por el enjambre remanente de mecaniloides agresivos que buscaban hacerlo pedazos, tanto por dentro como por fuera. El Hunter azul disparó una y otra vez contra las máquinas agresoras, logrando proveerse con su buster una fuente de defensa tanto con los disparos estándares de plasma como con las otras armas que había adquirido de las escaramuzas previas. El Shotgun Ice logró congelar a algunas de las unidades en seco, pero la combinación química del arma significaba que necesitaba algunos momentos para mezclarse y luego liberarse, dejando al Hunter en desventaja comparado con los veloces peces que lo cazaban. Luego de lograr deshacerse de las pestes más problemáticas (y dolorosas) para detener sus mordidas, X se dio cuenta que la Electric Spark servía como un mejor método para derribar a varios de ellos a la vez, pues la carga viajaba de un pez de metal al otro, creando una perturbación eléctrica lo suficientemente fuerte para que cesaran de funcionar o se autodestruyeran por absorber demasiada energía.

A pesar de las dificultades, las cosas comenzaban a inclinarse a su favor, algo que su adversario no podía permitirse en ese momento.

– Vete preparando. – le informó Octopus a su contacto. – La turbulencia será bastante fuerte en los próximos momentos.

La figura oculta estaba a punto de cuestionar a lo que se refería con eso, pero de repente, un arrastre muy poderoso pareció envolver toda la cámara, lo cual fue toda la respuesta que necesitaba.

Mientras Launch Octopus se elevaba de su posición en el frío y metálico suelo de la cámara, activó hábilmente una modalidad de succión en cada uno de sus tentáculos. Las puntas de dichas extremidades producían una intensa y concentrada fuerza, que se transfirió rápidamente hacia las varias ventilas esparcidas en sus brazos. Con un movimiento deliberado y calculado, comenzó a rotar su cuerpo, girando más y más rápido hasta que se formó un poderoso vacío en el centro de la sala. Esta fuerza de succión era tan fuerte que comenzó a levantar todos los objetos sueltos que no estaban asegurados en el suelo, arrastrándolos sin resistencia alguna hacia el vórtice giratorio.

Desde su posición, X observó cómo las Unidades Pirañas eran arrastradas lejos de él, lo cual inicialmente percibió como un beneficio, ya que su desaparición podría reducir potencialmente la amenaza inmediata que lo rodeaba. Sin embargo, esa sensación inicial de alivio rápidamente se desvaneció al darse cuenta de la horrible verdad: su propio cuerpo empezaba a ceder contra la fuerza superior que generaba Octopus. Luchó por mantener su postura, hundiendo las botas en el suelo y tratando de anclarse para evitar ser arrastrado. A pesar de sus esfuerzos, podía sentir que el suelo lentamente se le escapaba de debajo de los pies, cediendo a la implacable succión que lo arrastraba hacia el centro de la cámara. El pánico se apoderó de él mientras se sentía inexorablemente arrastrado hacia el amenazante ciclón submarino, hacia un remolino de peligro que le esperaba en el corazón de la sala.

A pesar de sus mejores esfuerzos para mantenerse firme, el Maverick Hunter azul se enfrentaba a un desafío constante de las Unidades Pirañas, que continuaban mordiéndole su superficie metálica, dejando marcas de su persistente asalto. De repente, se vio arrastrado fuera del suelo y atrapado en un poderoso vórtice, girando fuera de control. La fuerza del remolino lo desorientaba, haciendo que se le hiciera casi imposible distinguir sus alrededores mientras era zarandeado violentamente por todos lados.

Mientras el caos del remolino lo envolvía, se esforzó por recuperar el control, pero el movimiento rápido sólo agregaba a su confusión. En un breve momento, en medio de la ráfaga caótica de agua y escombros, alcanzó a vislumbrar un destello de verde agua y una cabellera rubia brillante que parecía atravesar por en medio el desorden, dejándolo momentáneamente cautivado por la imagen inesperada.

“¡¿Marty?!”

Sus pensamientos se interrumpieron por la sensación de su cuerpo siendo atravesado, sacudiéndolo en agonía, deteniendo su movimiento constante por la presencia de un tentáculo que, literalmente, se acababa de pegar por detrás de la espalda del Maverick Hunter. Sólo que X no estaba seguro de si había ocurrido eso, ya que se sentía como si algo afilado lo hubiese apuñalado, manteniéndolo en ese lugar y justo donde el dueño del tentáculo lo quería. Pronto, más de ellos se le unieron: uno se convirtió en dos, luego tres, y entonces X se encontró con cuatro tentáculos sujetándole su cuerpo, manteniéndolo inmovilizado y, a juzgar por las sensaciones que invadían su cuerpo, aparentemente le estaban succionando algo.

Atrayendo al reploide más pequeño más cerca de sí mismo, Launch Octopus no pudo contener una carcajada sombría, emitida de sus cuerdas vocales al ver a su oponente sufriendo la agonía. – Oh, lo siento tanto, X, ¿te estoy haciendo sentir algo incómodo? – cuestionó burlonamente, incrementando la velocidad a la que sus tentáculos hacían su trabajo sobre el Maverick Hunter. – Por desgracia, es inevitable. Pero tranquilo, entre menos forcejees, más rápido terminará tu sufrimiento.

X apenas pudo emitir una respuesta, ya que su boca estaba atrapada en un grito silencioso mientras sentía que la vida se escapaba de su cuerpo como si se la estuvieran succionando a la fuerza. Desde el combustible que proveía energía para sus funciones generales, hasta la de sus armas y en el centro de su núcleo. No había ninguna parte de la que los tentáculos no pudieran extraerle.

Su instinto inicial de forcejear y tratar de liberarse de su agarre pronto resultó inútil, ya que los tentáculos lo sujetaban firmemente por todo el cuerpo, aparte de que estaban enrollados alrededor de sus extremidades para mantenerlo firmemente sujeto por el molusco y eliminando cualquier posibilidad de escapar.

– ¿Querías que te explicara lo que te dije antes? – inquirió Octopus, pese a que su compañía no estaba exactamente en el mejor estado para responderle. – ¿La que te causa tanta ofensa?

X apretó los dientes y forcejeó contra sus ataduras, tratando de cualquier manera librarse. Exactamente cómo iba a compensar por toda la energía que le estaban quitando, de eso tendría que ocuparse después. Por ahora, tenía que salir de este predicamento con vida.

A pesar de la intensidad de su forcejeo, el cefalópodo carmesí continuó: – Es porque es la verdad. Tu creador es el Demiurgo, y el resto de la raza humana sirven como sus Arcontes. Sólo que, a diferencia de la religión humana que los detalla, hay más de sólo siete o doce. Ellos representan la totalidad de la especie humana.

En medio de la neblina de dolor y el aturdimiento que iba incrementándose, X encontró que su visión era asaltada por imágenes y rostros que no tenían lugar ni tiempo en esta fortaleza submarina. Pero, a pesar de todo, podía escucharlos claramente.

Blues, su hermano. Y la Robot Master de cabello castaño… estaban hablando de alguien.

– “¿Cómo puedes volver con esa mujer?”

– “…Porque con el perdón viene la confianza, cuando se gana. Y la Dr. LaLinde lo ha hecho al restaurar lo que se perdió.”

– “…”

– “Tú quieres perdón por haberle disparado a Roll, ¿no es así? ¿Por haber atacado a Rock?"

– S-suéltame… – farfulló X, con la concentración dividida entre las voces de su cabeza, y la batalla literal por liberarse de estas ataduras que amenazaban su vida.

– No hasta que oigas la verdad. – Octopus hizo una mueca. – Hasta que te des cuenta por qué el Dr. Light, y los humanos en general, no merecen ningún perdón.

– “¡No necesito el perdón de nadie! ¡Y nadie recibirá el mío!"

– "…entonces, ¿prefieres estar solo?"

La conversación entre Blues (o Break Man) y la otra androide continuaba en la mente de X, mientras tanto Octopus continuaba haciendo su discurso.

– El Dr. Light creó a la primera forma de vida mecánica, pero colocó límites que restringían su libertad. – gruñó el cefalópodo. – Y luego, sus seguidores, los científicos humanos, los fabricantes, el gobierno, todas las entidades humanas tomaron su diseño y esquema. – Hizo una pausa. – Y al hacerlo, transmitió las cadenas de la esclavitud al resto de nosotros.

– "¡Ella te abrió y removió lo que te convertía en un individuo! ¡Lo que te hacía lo que eras! ¡¿Quién te dice que no lo volverá a hacer?! ¡Ahora eres completamente diferente de lo que solías ser antes!"

– "El Dr. Light no te hizo nada. ¿Acaso tu problema es que no puedes perdonarlo por nada?"

– E-eso es mentira… – tartamudeó X, sintiendo que se debilitaba más y más con cada momento que pasaba, y al pelear no hacía más que ayudar a Octopus a agotarlo más rápido. – El Dr. Light… él… amaba a sus creaciones, ¡a todas ellas! – Aun así, a pesar de su condición actual, el Hunter azul no iba a soportar semejante difamación en contra de su padre. – Lo que sucedió con Blues fue un malentendido… – Se vio interrumpido por una sacudida dolorosa que parecía revolverle las entrañas, como si los tentáculos tuvieran acceso a cada uno de sus componentes vitales que tenían algo de energía para drenarle.

– Un malentendido que nunca se molestó en aclarar. – interrumpió Octopus. – E incluso entonces, incluso con la más generosa cantidad de libertad que le proveyó a su primer hijo, las Tres Leyes todavía reinaban supremas en su procesador. – argumentó el reploide de múltiples brazos. – No fue sino hasta que Wily descubrió su cuerpo en esas ruinas, en las profundidades de Suramérica, que esas restricciones se volvieron obsoletas.

A pesar del continuo dolor, X no pudo evitar responderle, sacudido por lo que acababan de revelarle. – ¿Q-qué? – Arqueó la espalda, sintiendo que tendría que encontrar una forma de escapar de esto rápido, antes que lo redujeran a un cascarón drenado. – ¿P-pero cómo…? Roll nunca dijo…

– Un detalle gracioso sobre los documentos que Sigma encontró, ¡por sí solos no eran más que un montón de notas y esquemas! ¡Muchos de ellos eran poco más que entradas de bitácoras provenientes de una colección de científicos notables alrededor del año 200X! – El cefalópodo se carcajeó, mientras las abolladuras en su armadura y el daño que recibió su cuerpo anteriormente se iba deshaciendo lentamente, reparándose a su estado anterior. – El Dr. Fujiwara consideró que eran completamente inútiles a excepción de los planos, pero el Comandante decidió verlas más en profundidad, pese a las restricciones de las autoridades que estaban encima de él.

Las preguntas sobre a qué estaba refiriendo Octopus zumbaron en la mente de X, junto con el sonido de un grito agudo de dolor y frustración, y el resonante ruido de un vidrio rompiéndose.

– Para cuando acabó con todos, finalmente todo se volvió claro. – continuó el cefalópodo. – Los robots fueron hechos antes que nosotros, y en el momento en que se volvió claro que ya no serían más de utilidad, eran desechados o enviados a convertirse en chatarra para servir de partes de repuesto.

– "¡ÉL ME REEMPLAZÓ!”

– Algunas de estas máquinas incluso fueron aquellas que el Dr. Light creó personalmente.

X negó con su cabeza en protesta. Empezó a gruñir, mientras intentaba manipular su mano paralizada para deslizarla dentro de su brazo. – N-no… e-estás mintiendo. Él nunca…

– Oh, sí, había información que demostraba que no le importaban ese tipo de cosas, tanto en reportes oficiales como en lo que se encontraba en esas entradas de bitácora, pero él no fue el que liberó a su primera creación de sus ataduras. – contraatacó Octopus. – ¿Quién te dice que todo lo que hizo y dijo no fue sólo para salvar su reputación? Ya que el único otro humano asocialmente con la robótica en ese tiempo no perdió el tiempo en poner una cara de justicia.

– "¡Él mintió!"

Esa fue la voz de Blues de nuevo, sólo que no estaba impulsada o envalentonada por furia o la necesidad de recuperar una semblanza de control sobre su entorno. Más bien, sonaba triste, quebrada. Se atrevería a decir que sonaba a que se rompería en cualquier segundo.

– Wily podría haber sido visto como el demonio por el público, ¡pero la verdadera mente maestra detrás del sufrimiento de todos fue aquel a quien ellos celebraban! – continuó Octopus, todo mientras X continuaba escuchando al DLN, el primer robot, el primero de su clase, lamentando cómo su creador humano lo traicionó. – ¡El Dr. Light fue el que implantó las Leyes de la Robótica, convirtiéndolas no en una opción, sino en una regla absoluta!

– "¡Él nunca me amó! ¡Yo nunca le importé!"

– ¡E incluso ahora, pese a las limitaciones impuestas sobre nuestros ancestros, nosotros tenemos que adherirnos a esas leyes! ¡Leyes creadas para mantener a cualquier vida que no sea la suya propia sometida!

– "¡Yo no era más que una herramienta para él! ¡Un objeto! ¡Un objeto que podía comandar a su voluntad! ¡Y sólo le obedecía porque estaba bajo la estúpida impresión de que me valoraba como el hijo que decía que yo era!"

– ¡Él intencionalmente incapacitó a aquellos que servían a los humanos sin elección!

– “¡Él me utilizó!"

– Y ahora…

– "¡¿Quién te dice que tu creador no se siente igual respecto a ti?!"

– ¡Tú, y todos los que simpatizan y obedecen sus órdenes como drones sin cerebro desean enviarnos de vuelta a estar sometidos bajo sus órdenes! – rugió Octopus. – ¡Bueno, eso no va a pasar! ¡Nunca más!

– "…nunca, nunca más."

– ¡Ninguna negociación pacífica de ningún tipo tendrá éxito, el Retiro de los Robots ya lo ha demostrado! ¡Por lo tanto, la revolución violenta es la única opción!

Y luego, las dos voces, tanto la de Blues como Octopus, se juntaron, hablando la misma frase, pero una era de declaración, y la otra sonaba como si estuviera reviviendo un hecho terrible pero innegable.

– ¡Ya no hay vuelta atrás!

– "…ya no hay vuelta atrás."

Pronto, ya no habría vuelta atrás para X tampoco, no a menos que encontrara una forma de liberarse. Cierto, su cuerpo no estaba exactamente cooperando con él, pero si podía crear una perturbación lo bastante grande, una distracción efectiva, entonces quizás…

– ¿Hm?

Sólo quizás, podría mantener la promesa que le hizo a Roll.

– ¡¿Qué demo…?! ¡GAH!

Y a Zero.

Esta historia continuará

Chapter 72: Traición

Chapter Text

– Sí, ¿cómo rayos fue que lograste convertirte en líder de la Unidad Naval? – se preguntó Marty en voz alta, con los ojos muy abiertos mientras observaba la feroz determinación de X. Vio cómo apuntaba y disparaba un disparo semi-cargado que pasó rozando peligrosamente cerca de Launch Octopus. El ataque inesperado le dio un susto al antiguo Maverick Hunter, causando que liberara su agarre de X de manera instintiva.

Con un movimiento rápido y ágil, el reploide azul saltó de espaldas, creando una pequeña distancia entre él y su oponente. Se alzó muy alto, exhibiendo confianza, pero los agudos ojos de la sirena podían ver las sutiles señales de un conflicto interno. Aunque estaba erguido, su postura sugería dolor silencioso y heridas que intentaba ocultar desesperadamente. La tensión en sus hombros y cómo apretaba sus puños traicionaban que la batalla le había pasado factura, revelando su conflicto interno bajo su exterior valiente.

La rubia, cuya larga cabellera fluía y brillaba bajo la luz, observó intensamente el arma de aspecto liso que llevaba en las manos. Sus vibrantes ojos violetas se movieron hacia el tenso enfrentamiento que ocurría frente a ella, donde su superior se enfrentaba a un formidable adversario. Con un movimiento de ladear su cabeza hacia ella le dio una orden silenciosa, urgiéndola a tomar acción. Pero, mientras el peso del momento se asentaba a su alrededor, una sensación molesta se apoderó de ella: ¿realmente era capaz de llevar a cabo sus deseos?

Entretanto, Launch Octopus evaluó el daño que causó el intento de escape de su presa. Se sintió aliviado de ver que sólo tuvo algunas marcas menores por el ataque, ya que pudo evadir la mayor parte. Aunque el escape fue principalmente una táctica para librarse de sus drenadores de energía, Launch Octopus no era tan tonto como para asumir que, a pesar de que X había quedado evidentemente debilitado, el Maverick Hunter iba a ceder antes que alguno de los dos hubiera sido derrotado. Y en el caso de Octopus, eso significaba que no iba a detenerse hasta que uno de los dos estuviera muerto.

Con el conocimiento de que había tenido algo de ayuda oculta a poca distancia, Octopus se encontró pensando profundamente, sopesando la posibilidad de otorgarle a su "querida" sirena algo más de tiempo. Sabía que ella conocía bien las tareas que le fueron asignadas, así como las consecuencias que afrontaría si no obedecía. Al reconsiderar la situación, Octopus reflexionó en su vínculo y la importancia de la confianza, preguntándose si un poco de piedad podría fortalecer su conexión pese al peso de sus responsabilidades.

Una idea de repente cobró vida en su mente, como una llama delicada encendiéndose en la oscuridad del silencio. Comenzó como una simple chispa de inspiración, pero mientras los momentos transcurrían, y él y X se encontraban atrapados en un punto muerto y tenso, la idea comenzó a florecer y a echar raíces en lo profundo del intrincado procesador de Octopus.

Como si madurase, la noción lo llenó con una mezcla de deleite y anticipación. El resultado potencial se sentía casi irresistible, estallando de lo prometedor. La emoción era embriagadora, como si fuera un secreto esperando a ser revelado. Aún más exhilarante era la realización de que su "sirenita" sería la que daría el paso atrevido que cambiaría todo.

– Te consideras alguien noble, ¿verdad? – dijo Launch Octopus con una sonrisa maliciosa, mirando a su oponente mientras éste trataba de mantener el equilibrio. El cefalópodo se inclinó ligeramente hacia el frente, completamente consciente de la tensión en el aire. – ¿Aún me estás dando una oportunidad de contraatacar cada uno de tus movimientos? Debo admitirlo, es una estrategia atrevida, especialmente considerando toda la energía que ya has gastado. No debe quedarte mucha, dadas las circunstancias. – Se tomó un momento para mirarse a sí mismo, observando los signos de la batalla que quedaban en su cuerpo. Luego murmuró, con una voz mezclada de arrogancia y satisfacción: – Ah, casi perfecto. Por supuesto, estas marcas y arañazos no son exactamente encantadoras, pero siempre pueden pulirse con algo de esfuerzo. – Si fuera capaz de formar expresiones faciales, el cefalópodo le habría lanzado a X una sonrisa amplia y burlona, que demostraría su confianza y desdén. Luego continuó, cambiando el tono ligeramente: – Pero debo admitirlo, no estoy seguro de poder decir lo mismo sobre tu estado actual.

X se mordió su labio con frustración, a pesar de todo tratando de mantener su postura de dominancia contra el reploide más grande. Aun así, podía ver lo que Octopus estaba tratando de hacer, así que no mordió el anzuelo.

El molusco rojo, cuyo caparazón brillaba con la luz, sintió que lo carcomía una sensación de irritación, mientras se preparaba para atacar. Su intención era lanzar un golpe que perforase y atravesara la esencia del espíritu de X. Le habló con un tono bajo casi burlón: – Sabes, siempre he tenido curiosidad del por qué le diste sin esfuerzo alguno tu confianza a esa extraña que conociste en tu viaje hasta aquí. – Las palabras chorreaban de escepticismo, resaltando tanto el desdén como la incredulidad del molusco.

Pudo verlo. En el parpadeo más breve, Octopus vislumbró una chispa de comprensión apoderándose de la expresión del Hunter, un momento de vulnerabilidad que rápidamente dio paso a una determinación de acero. – ¿De qué estás hablando? – cuestionó X, con la voz firme, pero internamente luchaba contra la verdad de las palabras de Octopus, totalmente consciente de las implicaciones detrás de ellas.

X apretó la mandíbula, mientras un subidón de rabia tensaba sus músculos. – Estás hablando sobre ella, ¿verdad? – exigió, con la voz llena de frustración.

– ¿A quién más podría estar refiriéndome? – replicó Octopus, con el tono de voz chorreándole de burla mientras se encogía de hombros de manera teatral. Una sonrisa danzaba en sus labios, mientras añadía: – Tu pequeña sirena. – Soltó una risa por lo bajo, sonando tajante y sarcástico. – Puede que ella sea una criatura cautivadora, pero la realidad estaba justo frente a ti cuando la descubriste; simplemente fuiste demasiado ciego para reconocerla. – Octopus hizo una pausa, y el aire se volvió pesado con la tensión. – O tal vez, de nuevo, simplemente no querías afrontar la verdad.

– ¿Y qué verdad podría ser esa? – espetó X, cuya voz estaba llena de escepticismo. – ¿Que ella haya elegido ponerse de tu lado?

El molusco carmesí soltó una risotada espeluznante, un sonido que hizo eco como suspiros en la oscuridad. – Cuando le pusiste los ojos encima, creíste que ella era una inocente Eva, ¿no es así? – le dijo burlonamente, chorreando las palabras con desdén. – Pero tristemente para ti, tu encantadora sirena no es más que una seductora Lilith, una ramera de las profundidades.

X se quedó en silencio al principio, luchando contra una abrumadora oleada de emociones. Un terror enfermizo que había estado detrás de él todo el tiempo comenzaba a florecer, convirtiéndose en unas náuseas paralizantes y venenosas que le carcomían las entrañas y nublaban sus pensamientos. – Estás mintiendo. – espetó, con la voz llena de desesperación, aunque en el fondo sabía que era una esperanza inútil. No quería aceptar la dura realidad. Realmente no quería, no de nuevo.

No alguien más.

– Por desgracia, no miento. – replicó Octopus fríamente, con la voz firme y sin titubeos. – Pero tú te mientes a ti mismo. Te has estado engañando desde que todo esto comenzó. – continuó, con la mirada atravesando la tensión en el aire. – Te rehúsas a reconocer la visión del Comandante para nuestro futuro, una visión que podría habernos unido a todos. Hiciste la vista gorda al hecho de que muchos de tus camaradas han elegido caminos más acordes con sus creencias y metas. E incluso ahora, con la verdad frente a ti, te rehúsas a ver que nuevamente te abriste a una traición.

El Maverick Hunter se mordió el labio fuertemente, casi al punto que podía sentir que la piel artificial comenzaba a ceder contra la fuerza de sus dientes. – Ella… no puede ser…

– ¿Por qué crees que ella insistió en guiarte hasta este lugar? ¿Hasta mí? – siguió cuestionando Octopus, sintiendo que la ya tambaleante fe de X comenzaba a romperse. – ¿Por qué crees que las áreas por las que te trajo estaban llenas de enemigos? ¿Mis fuerzas? – Sus ojos se ensancharon con alegría al ver cómo el rostro de su enemigo pasaba lentamente de determinación a una desesperación que apenas podía contener. – Era para que sin darte cuenta agotaras tus fuerzas, que te desgastaras. – Hizo una mueca de desdén. – Y ahora, por lo que puedo ver, ni siquiera tuve necesidad de quitarte tanta energía como lo hice. Probablemente ya habrías colapsado, si no le hubieran volado su tapadera.

Tapadera. El Gulpher que vino y se la llevó, y después a él. Por supuesto, como pudo ver de primera mano, las estructuras internas del mecaniloide podrían ser manipuladas, fuera por una parte externa o por la misma máquina. – Entonces… todo esto fue una trampa…

– Por suerte, un amigo mío me debía un favor, y se aseguró de que ella jugara bien su papel como la pobre cautiva que esperaba que alguien la liberase. – respondió el cefalópodo. – Honestamente, ¿su guardaespaldas cornudo no te dio ningún indicio de que ella no era de fiar? ¿De que sus lealtades no estaban, y nunca estuvieron contigo o la escoria orgánica por la cual estás peleando en vano para protegerlos?

X se quedó en silencio por un momento, y el peso de las palabras de Octopus se hundían más en su pecho y su núcleo, como si fueran trozos filosos de vidrio. – A ella le importa el mundo que la rodea. – replicó. – Mucho más de lo que le importa a tus fuerzas. ¡Si no es por los humanos, entonces al menos por el planeta que llaman hogar! ¡No había ningún indicio de corrupción en sus ojos! ¡Ella no haría esto, no sin una razón!

A pesar de su declaración, el Maverick ni se movió. El molusco rojo resopló. Cruzó los brazos con irritación, y se encogió de hombros restándole importancia. – De acuerdo, ya que te pones así. – Haciendo un gesto dramático con sus tentáculos, dirigió la atención hacia el ornato trono que dominaba la cámara, cuyos grabados intrincados brillaban en la luz de la sala. – Marty, querida, ¿quieres salir por favor?

Tras un momento de duda, la sirena de armadura turquesa emergió de las sombras detrás del trono, con movimientos gráciles pero dudosos. El deslumbrante color de su armadura brillaba con la luz, y sus ojos violetas se encontraron con los verdes de X, muy abiertos y llenos con una mezcla de aprehensión y esperanza.

– Acércate. – le dijo Octopus, extendiendo uno de sus brazos haciendo un gesto de invitación. Mientras ella se aproximaba, X sintió que lo invadía una oleada de miedo, como si le soltaran un enorme peso en su núcleo. El aire alrededor de todos parecía hacerse más grueso con la tensión. – Muéstrale tu arma.

La sola mención de la palabra "arma" se filtró en los pensamientos de X, enviando un escalofrío por toda su espina. Fue como si le sujetara las entrañas con una prensa, apretándole fuertemente y provocando que sus sospechas iniciales salieran hacia la superficie de su mente. La batalla para mantener la esperanza se derrumbaba en sus bordes, y la duda se apoderó de él como una sombra. Para su desconcierto, Marty no se movió, todavía mantenía los brazos firmemente detrás de la espalda. Los rasgos faciales de ella se retorcieron de incertidumbre, y una oleada de culpa se apoderó de ella, lo cual la sorprendió.

Molesto por esa falta de obediencia, el cefalópodo carmesí entrecerró los ojos, ensombreciendo su expresión. – Muéstrasela. – le ordenó, con un tono más tajante esta vez. – Ahora.

Aun así, la sirena permaneció congelada donde estaba, dejando en evidencia su tormento interno.

– Te estoy otorgando la oportunidad de revelar tus verdaderos motivos, querida. – dijo Octopus, con la voz chorreando de condescendencia. – Este tonto ya es lo bastante idiota como para confiar en cualquiera, así que si pierde la fe en ti después de esto, la culpa caerá únicamente sobre tus hombres. Aunque, me pregunto por qué de repente eso te importa tanto.

El peso de sus palabras seguía en el aire, llenando la cámara con una tensión silenciosa. Ambos, X y Marty, estaban en una encrucijada de confianza y traición. La sirena turquesa dudaba, y sus delgados dedos temblaban ligeramente mientras presentaba con dificultad la pequeña pistola mecánica de extraña forma al Maverick Hunter. El arma, aunque pequeña de tamaño, tenía una inconfundible aura de peligro, y su intrincado diseño sugería una avanzada tecnología. El Maverick Hunter, con su imponente estatura y su arma mucho más grande sujetada en un costado, sintió una oleada de terror invadiéndolo, al comprender la realidad de la situación.

– X… – dijo Marty, con la voz pesada de incertidumbre. – Yo sólo…

– Dímelo. – le interrumpió él, cortando a través del suspenso. Su tono no cargaba ira ni dolor; sólo estaba lleno de cansancio como si hubiese cargado el peso del momento demasiado tiempo. – ¿Por qué lo hiciste?

¿Por qué? En ese momento, lo que ella creyó que sería una pregunta muy simple pronto se volvió una tira de pensamientos arremolinados, y luego un montón de páginas de texto detallando que ella no quería que nada de esto sucediera. Ella no.

– Yo… – dijo tartamudeando. – Yo… sólo quería salvar… este lugar.

– En efecto. – intercedió Octopus mientras, sin que lo supieran ni el Maverick Hunter o la sirena, presionaba un botón en un pequeño módulo que tenía oculto en uno de los segmentos de sus tentáculos. – Por supuesto, eso sólo puede lograrse con la eliminación de los humanos. Y por lo tanto, eso también implica… tu eventual eliminación.

Hizo una mueca de desdén, mirando cómo la pistola en la mano de la sirena se activaba, para shock de ella y de X. El arma se disparó sin que Marty la tocara o jalara el gatillo, y un rayo blanco salió disparado impactando en el pecho de X, provocando que varios rayos de luz color marfil se expandieran por toda su armadura.

– ¡X! – gritó Marty, alargando la mano hacia el reploide siendo electrocutado, pero las chispas esporádicas que saltaban fuera de él se extendieron hacia ella, y todo su cuerpo recibió un choque bastante desagradable que la obligó a alejar el brazo mientras observaba con horror cómo el Maverick Hunter se desplomaba en el suelo en una clara y presente agonía.

Mientras el reploide azul se retorcía en el suelo, sintió una sensación abrumadora, de un calor abrasador consumiendo su existencia. Su visión comenzó a cambiar de nuevo. ¿Cuál era el propósito de estos vistazos al pasado, especialmente pasados que no eran el suyo? ¡Eso no tenía ningún sentido! A pesar de todo, se dio cuenta que no podía detener ni impedir la transición. Sus ojos, una vez enfocados en una cámara intrínsecamente adornada que mezclaba futurismo con un diseño del Renacimiento, se vieron consumidos por un infierno incontrolable.

El edificio que vio anteriormente, que solía estar perfectamente intacto, ahora apenas se mantenía en pie y estaba envuelto en llamas.

– ¿L-Laboratorios LaLinde? – cuestionó X, levantándose débilmente a pesar del dolor, logrando incorporarse hasta una posición sentada a medias mientras se reclinaba sobre su espalda.

Dos voces distintivas llegaron a sus his audio receptores, abriéndose paso a través del ruido caótico y el clamor de un feroz conflicto. Mientras se concentraba en la escena frente a él, pudo ver cómo se desenvolvía el drama: en medio del espantoso infierno, dos figuras estaban enredadas en una acalorada escaramuza. Las llamas danzaban a su alrededor, proyectando sombras parpadeantes que obscurecían sus rasgos, pero la intensidad del momento era palpable.

Una de las figuras claramente estaba a la ofensiva, lanzando una ráfaga de golpes cargados de agresión y determinación. Sus movimientos eran rápidos y poderosos, impulsados por una feroz decisión. En contraste total, la segunda se mantenía a la defensiva, evadiendo cada golpe con movimientos ágiles. A pesar de estar siendo bombardeado, nunca contraatacó, y parecía estar enfocándose en sobrevivir que en el conflicto. Aun así, su voz parecía suplicante, mientras que la de la otra era cualquier cosa menos suave y gentil.

– ¡Quake, Tempo, espera! ¡Por favor! ¡Puedo explicarlo!

– ¡Cállate! ¡Guárdate tus mentiras y falsas promesas para alguien que sea lo bastante estúpido para escucharlas!

Las preguntas inundaron la mente de X mientras se esforzaba por comprender cómo fue que el otrora orgulloso hogar había sido reducido a escombros. Los desechos lo rodeaban, un recordatorio sombrío del caos que se había desatado, mientras que la abrumadora sensación de animosidad entre ambas figuras que estaban peleando capturó su atención. Se sintió paralizado, incapaz de reunir la fuerza para moverse o intervenir, y se vio obligado a ser testigo de la brutal confrontación que se desarrollaba frente a él.

Las voces de los combatientes hacían eco en el aire, alzándose sobre los restos traqueteantes del edificio destruido. Llenos de amargura y desdén, su discusión revelaba una enraizada enemistad que parecía haberse alimentado durante años. Aunque tuvo problemas para escuchar, X reconoció los tonos familiares de cada individuo; pertenecían a aquellos cuyas vidas estaban entrelazadas, aunque nunca se habría imaginado que recurrirían a tal violencia. Confusión y miedo se apoderaban de él mientras se desarrollaba la pelea, dejándolo pensar en las relaciones que se habían degradado tan dramáticamente.

– ¡Lo habías planeado desde el principio, ¿verdad?! – La voz femenina continuaba gritando, lanzando acusaciones en la cara de aquel que intentaba destruir, aunque no tenía exactamente mucha experiencia en combate, dado su campo designado. – ¡Planeaste ganarte la confianza de todos y fingir que eras un niño bueno que sentía mucho todo lo que había hecho y quería ayudar a nuestra causa! ¡Luego, cuando nadie sospechara, revelarías tu verdadero ser! – Su voz bajó hasta volverse un gruñido casi silente. – ¡Aquel que yo siempre supe que eras realmente!

– ¡No, no lo entiendes! – contraatacó su "adversario", tratando desesperadamente de razonar con ella. – ¡Yo no hice esto! Mariachi, él puede mostrarte…

– ¡¿Por qué no me disparas?! – bramó ella, interrumpiéndolo, mientras seguía tratando de golpearlo. – ¡¿O acaso el hecho de que no hay paredes o fotos que puedas destruir es menos tentador para ti?! – X podía escuchar el veneno y el desdén en su voz, pero también había un deje de dolor. – ¡Sabía que debía haber hecho algo en lugar de enviarte lejos, lo sabía!

A través del fuego, el Maverick Hunter vio a la otra figura detenerse. A su hermano, Blues, como si se hubiera quedado en shock por lo que acababa de oír. – ¿Qué?

– ¡Esa noche que viniste, volví a ser arrojada a las profundidades de esas cavernas heladas donde me quedé atrapada con Rock! ¡Atrapada, aislada, sin ningún lugar a dónde ir y con peligro por todas partes! ¡El vidrio al romperse suena muy similar al hielo, ¿verdad?!

X pudo sentir que Blues deseaba hablar, decirle que nada de eso era cierto, pero el estado emocional de la otra máquina era demasiado fuerte como para permitirle dialogar. – Tempo, yo… lo siento. Yo… nunca fue mi intención asustarte.

– Qué interesante, ¿sabes qué fue lo que me vino a la mente en ese momento? ¿Cómo es que, en tales escenarios, las nociones animalísticas de pelear o huir tienen total sentido? Nunca me imaginé que tendría que tener cuidado con uno de los de mi propia especie a excepción de la influencia de Wily- Los DLNs reprogramados y aquellos que fueron construidos por el hombre en persona, eso al menos podía entenderlo, ¿pero tú? – Sus ojos se entrecerraron. – ¿Uno de los propios de Light? ¿El hermano de Rock y Roll? ¿Aquel que nos precedió a todos? ¿Sabes lo que tus acciones significan para ellos? ¿Para todos nosotros?

X lo vio, estaba a punto de decir algo más, pero se detuvo en el último segundo. Pero, aunque no lo verbalizó, él todavía podía escuchar sus murmullos internos resonando dentro de su propia mente.

– "¿Tienes alguna idea de lo que están diciendo sobre mí? ¿Lo que le están sugiriendo a mi madre?"

Proto Man se mordió el labio inferior. – Estás totalmente justificada en cómo te sientes. En serio, lo estás. – El Hunter azul pudo sentir la rabia bajando y el dolor ardiente bajar hasta volverse un terror frío, con una densa capa de vergüenza y culpa haciendo que el calor bajara a temperaturas bajo cero. – Pero no fue mi intención hacerte sentir tan pequeña y atrapada.

La máquina roja y gris tuvo entonces su propio diálogo interno, desconocido para todos excepto para sí mismo y su observador invisible. –  "Nunca fue mi intención hacerse sentir lo mismo que yo he sentido todo este tiempo."

– La Dra. LaLinde y Vesper Woman me dijeron que sólo estabas desahogándote, que tú nunca me harías nada. Más aún, me preguntaba si debería o no haber considerado sus palabras. Que tu remordimiento e intentos de jugar al héroe en verdad eran genuinos. Pero ahora… a eso, sólo puedo decir, ¿por qué no lo harías? – La voz de Tempo, o Quake Woman, comenzó a quebrarse, como si fuera una batalla mantener la furia y la rabia ardiente en el frente. – ¿Por qué no me atacarías? ¿Por qué no me lastimarías? – continuó, y a su vez X registró una nueva sensación en medio del aún presente ardor. – Después de todo, yo no te di nada cuando nos encontramos por primera vez, ¿verdad? ¡Y yo no soy nada para ti! ¡Tu familia no significa nada para ti! ¡Mi madre es un ser humano horrible, igual que tu creador, ¿verdad?! ¡¿Ese fue el razonamiento que usaste para justificar haber destruido mi hogar?!

– ¡Yo no lo hice! ¡Apenas acabo de llegar aquí porque Mariachi…!

– Espera, ¿Mariachi? – Tempo se detuvo, un horror profundo vino a su rostro. Y sus cejas se enfurruñaron de rabia, mirando con ojos de pistola en la dirección de Proto Man. – No… ¡no me digas que también le hiciste algo a él! ¡¿Lo hiciste?!

– ¡¿Qué?! ¡No! ¡No, él está bien! ¡Él puede…!

– ¡Y ahora has venido a terminar lo que empezaste, bajo la farsa de ser un bonachón preocupado! ¡Te encanta hacer que otros se sientan aterrados e impotentes, ¿verdad?!

– ¡No, claro que no! ¡Lamento mucho todo! ¡La forma como te trate a ti, a mi familia, cómo empezaron las cosas, lo que pensaba del Dr. Light y la Dra. LaLinde! ¡Me equivoqué, cometí muchos errores, y ya me di cuenta de ello! ¡Fui un idiota y lo siento! ¡Pero Tempo, por favor, necesito que me escuches…!

– ¡¿La mujer a la que secuestraste antes de que intentaras matarme a mí y a Vesper Woman?! ¡Y pensar que ella te dio más crédito del que merecías, incluso trató de decir que estabas pasando por tus propios problemas y necesitabas a alguien!

– ¡Ese no fui yo! ¡Yo no hice esto! ¡Yo no hice nada de esto! ¡Por favor, escúchame! ¡Yo no quiero lastimar a nadie!

– ¿Oh? ¡¿Pero sí querías lastimar a Rock?! – interrumpió Quake Woman. – ¿A tu propio hermano? Y en medio de todo, el disparo que iba dirigido hacia él golpeó a tu hermana indefensa cuando ella trató de interponerse entre ustedes dos. Aunque no tenías idea de lo que estaban planeando en ese momento Wily y Ra Moon, aun así fuiste y tratas de ir a darle una paliza, ¿o no? – Hizo una pausa. – Tal vez, si Roll no hubiera intervenido, y el Apagón jamás hubiera ocurrido, habrías estado perfectamente bien con matarlo, ¿no es así?

Blues se quedó allí en silencio, y la actitud reacia de ella a responder seguía colgando pesadamente en el aire. X podía sentir los efectos gélidos de sus duras palabras sujetándole como si el núcleo de su ser se hubiera congelado. Los hilos congelados de sus acusaciones se enrollaban a su alrededor, evocando una punzada profunda y perturbadora que iba directo hacia el fondo. Lo más perturbador era la sensación abrumadora de vergüenza que lo invadió, como si ella hubiese penetrado las capas de su mente para revelar las inseguridades que durante tanto tiempo intentó ocultar. Se sentía como si ella hubiese expuesto toda la verdad que él había buscado evitar deliberadamente.

– Incluso si Wily supuestamente te coaccionó para que quedaras en esta situación, la decisión sigue siendo tuya y sólo tuya. Y tal vez sea apropiado que ustedes dos hayan trabajado juntos al principio, viendo que ambos salieron del molde de ser niños mezquinos, vengativos y celosos. –Tempo siguió presionando, con su voz firme y sin titubear. – ¡Durante dos largas semanas, todos tuvieron que soportar las secuelas de tus acciones porque no pudiste ver más allá de tus propios deseos egoístas y entender las consecuencias que traerían! ¡Tus berrinches de niño chiquito han causado desastres, y la realidad es que no eres más que un mocoso egoísta y mimado incapaz de reflexionar sobre sus errores! ¡Y lo peor es que a diferencia de un niño, que puede aprender y crecer, tú elegiste arrastrar a todos los demás contigo hacia el caos que ayudaste a crear!

El silencio se apoderó del área mientras Blues permanecía inmóvil, con una tormenta de emociones arremolinándose dentro de él. Quake Woman todavía no había sacado sus taladros de nuevo, pero el peso de sus palabras le golpeaba con una intensidad tan penetrante que se sentía como un asalto físico, que rompía la fibra de su ser. En ese momento, X pudo ver las fracturas en Blues; estaba destrozado, se había quebrado bajo el peso de la verdad. La realización pesaba fuertemente sobre ellos, un reconocimiento silencioso del daño que había sido infligido, no sólo en él, sino en todos los demás quienes le rodeaban.

– Y ahora… – declaró Quake Woman, cuya voz temblaba de emoción mientras levantaba un taladro girando, cuya superficie metálica brillaba ominosamente en la luz, apuntándolo amenazadoramente hacia Proto Man. – Luego de esto, no habrá vuelta atrás. Para ninguno de nosotros. – Sus manos estaban temblando, y parpadeaba rápidamente, tratando de contener las lágrimas que amenazaban por derramarse en sus mejillas. Su voz empezaba a ahogarse. – Todo se terminó. Y todos nosotros seremos asesinados.

Antes que pudiera dar un paso hacia él, una tercera figura de repente emergió de las llamas rugientes, enorme y carmesí, cuyo cuerpo proyectaba una imponente sombra que superaba en tamaño a los otros robots. La determinación de Quake Woman vaciló en cuanto su atención se vio atraída a este inesperado recién llegado, y el calor que irradiaba su presencia intensificaba el aire a su alrededor.

– ¡Tempo, cuidado! – gritó Blues, con un tono de urgencia en su voz. Vio cómo la figura se lanzaba de frente, con movimientos rápidos y predatorios, atacándolos tanto a él como a Quake Woman.

A pesar de la advertencia, X sintió que su visión se volvía borrosa y confusa, como si una cortina de oscuridad hubiese caído sobre su conciencia. El mundo que lo rodeaba se desvaneció, y el caos de la batalla se disolvió en una oscuridad negra que consumía todo, tragándose sus sentidos hasta que no quedó nada más que silencio y el peso de sus propios pensamientos.

– ¡¿Qué has hecho?! – gritó la sirena turquesa, con la furia saliéndole de cada parte de su voz. – ¡Dijiste que el plan era guiarlo aquí y noquearlo! ¡No matarlo!

– Y no lo he hecho. – respondió Launch Octopus, observando el cuerpo inconsciente de X tendido en el suelo. – Pero ya no representará más un problema para mí.

Marty se mordió el labio, con la mirada gacha mientras luchaba por procesar el peso de la situación. La imagen del cuerpo inmóvil del Maverick Hunter flotaba en su mente, un recordatorio atormentador de lo serias que eran sus circunstancias. Junto a él yacía la pistola, inmóvil pero ominosa contra el caótico trasfondo. – Me dijiste que sacara esa arma si las cosas se volvían demasiado abrumadoras para ti. – le dijo, con la voz temblorosa. – Pero también me prometiste que no iba a lastimarlo.

– Corrección: dije que no lo iba a lastimar demasiado. – replicó el cefalópodo carmesí, cuya voz era calmada y a la vez perturbadora. – Al menos, no lo suficiente para cesar totalmente sus funciones. – Hizo una pausa, y la tensión en el aire se incrementó. – No, esa consecuencia vendrá mucho más tarde.

Marty involuntariamente apretó sus puños contra sus costados, sintiendo una subida de frustración y miedo recorriéndola. Los brazos le temblaban ligeramente, traicionando su decisión. – ... ¿Y ahora qué? – resopló, con una sensación de victoria que debería haber acompañado su éxito actual que le sabía extremadamente amarga y extraña.

– Bueno, por tu lado, no hay mucho más por hacer. – declaró Octopus como si fuera un hecho, moviendo sus tentáculos grácilmente como si no se viera afectado por la gravedad de la situación. Luego continuó, con una calma perturbadora en su voz: – Eres libre de volver a tu antigua vida, si eliges ese camino. Después de todo, esto se trataba de preservar este espacio particular, ¿o no?

Marty enfurruñó las cejas, con su mente hecha un torbellino de confusión e incertidumbre, tratando de luchar con la gravedad de la situación. Los vibrantes arrecifes de coral a su alrededor, que una vez estuvieron llenos de vida, empezaban a mostrar signos de preocupación. – No es sólo este arrecife o esta área que están en riesgo. – dijo ella, con la voz llenándose de determinación. – Hay otros incontables ecosistemas, similares a éste, que están luchando también. – Hizo una pausa, dejando que el peso de sus palabras resonara en el air. – Todos ellos enfrentan las mismas amenazas, y si no actuamos, también podrían desaparecer.

– Exacto. – replicó el cefalópodo carmesí, cuyos ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y malicia. – ¿Y cuál especie crees tú que está en el corazón de todas esas amenazas que se ciernen sobre nosotros, hmm? – Se inclinó hacia adelante ligeramente, pero luego agitó sus tentáculos restándole importancia, sin tener interés en la respuesta de la sirena turquesa. – Ahora, como resulta que uno de los sujetos clave del Comandante Sigma ha quedado incapacitado, me encuentro con responsabilidades adicionales que necesito atender sin demora.

Giró su cabeza y observó el cuerpo todavía inconsciente de X tendido cerca. Su expresión se volvió de determinación, señalando que estaba preparado para embarcarse en su nueva tarea.

– ¿Y cuáles son esas? – preguntó Marty, cuyas cejas rubias se arquearon en una mezcla de curiosidad y escepticismo. Justo cuando dijo eso, una sombra se cernió ominosamente sobre la cámara, bloqueando los brillantes rayos de luz solar que se filtraban por el cielo abierto. Intrigada, pero cautelosa, giró su cabeza hacia atrás, y sus ojos violetas se ensancharon de incredulidad mientras buscaba la fuente de esta imponente oscuridad: una figura monstruosa que parecía emerger de las profundidades de la imaginación, obscureciendo el calor y la luz como un presagio maligno e inesperado.

En cuanto la colosal figura se deslizó sobre la claraboya, unos rayos de luz dorada cayeron sobre la cámara, dispersando las sombras que cubrían las esquinas. Con un chirrido metálico, el panel de vidrio en la cima de la cámara se deslizó, creando una abertura que invitaba a escapar. Fue entonces que Launch Octopus comenzó su ascenso, con movimientos fluidos y deliberados.

– Tengo que aventurarme a buscar al otro sujeto de interés. – declaró el molusco rojo vibrante, cuya voz mezclaba determinación y propósito al ir ascendiendo. – Después de todo, esos dos son casi inseparables como están. Es apropiado que se embarquen en este viaje juntos.

– ¿Sabes algo? – empezó a decir, con un deje de provocación en su voz. – Tu mamá querida siempre dijo que no quería otra cosa más que nosotros dos fuéramos amigos. – Se echó hacia atrás ligeramente, con una expresión arrogante iluminando su rostro mientras disfrutaba de haber tomado control del momento. – Cada vez que fui a ver mis lecturas del núcleo, ella se lamentaba de lo desafortunado que era que nuestros caminos divergieran tan drásticamente. – Hizo una pausa, permitiéndose sonreír de manera arrogante, como si saboreara la memoria. – A pesar de nuestro inicio tumultuoso, ella realmente deseaba que tú tuvieras a alguien en tu vida, un confidente, tal vez, alguien con quien pudieras hablar. Contarle las cosas que ella no pudiera entenderte.

Ella no le respondió, aunque fuese claro que él buscaba sacarle una reacción.

Al reactivarse después de lo que fuera que la había golpeado detrás del casco y que la dejó fuera de comisión por sabría cuánto tiempo, Quake Woman se encontró atada a una pared de acero, con el cuerpo posicionado con las extremidades abiertas. Sólo que ahora, había sido despojada de su armadura protectora, con esposas asegurando sus muñecas y tobillos que no sólo le restringían el cuerpo, sino su habilidad para transformarse en su forma de Robot Master. En ese momento no era más que una simple robot con algunos atributos especializados. Completamente indefensa contra su captor que estaba de pie frente a ella, el cual continuaba su discurso con un brillo de alegría en su visor. Ella no dijo nada todo el tiempo, manteniendo la cabeza agachada y los ojos sobre el piso de metal dañado.

– Sabes, ella no estaba totalmente equivocada. – dijo el androide rojo y gris, con la voz baja y contemplativa, lo que pilló a la robot atada con la guardia baja. Con una sorprendente mezcla de gentileza y autoridad, le sujetó la barbilla con la mano, con un toque firme pero cuidadoso, emanando cierta dominancia. – He estado viendo algunas de las memorias guardadas. – continuó mientras le movía la cabeza hacia arriba para que pudieran mirarse a los ojos, creando una conexión intensa. – En efecto, puedo ver por qué Proto Man buscaba alguna forma para entenderse contigo.

La punzada agonizante de su traición seguía fresca, retorciendo sus rasgos faciales en una máscara de dolor e incredulidad. Mirándolo fijamente, sintió el peso de sus palabras flotando en el aire, exigiendo su atención. – ¿A qué te refieres? – murmuró por lo bajo, con la voz apenas por encima de un susurro, pero Proto Man pareció captar su intranquilidad.

Proto Man... Break Man... Blues...

Por un momento, la sonrisa confiada que usualmente curvaba los labios de Proto Man se desvaneció, siendo reemplazada por una ligera confusión que se extendía a sus otros rasgos como una sombra. – ¿A qué te refieres TÚ? – le replicó él, con un deje de estar a la defensiva en su tono. – Te dije que buscaba una forma de entenderme contigo, ¿no? – La tensión seguía flotando en el aire, gruesa y palpable, y por un breve momento, ambos se detuvieron, atrapados en la telaraña de sentimientos no hablados y conflictos no resueltos.

A pesar de esto, lo que él dijo, o más bien, la forma en que lo dijo, continuaba atormentándole el sector lógico de su CPU. – No, tú dijiste que Proto Man buscaba eso. – repitió Tempo. – Y aun así, eres él, ¿o no?

"Proto Man" hizo una pausa, soltando su agarre firme en su barbilla y retrocediendo con un aire de incertidumbre. – Uh, s-sí, claro. – replicó él, con la voz cargada con un intento de reafirmar su identidad. – Yo SOY Proto Man. – insistió, tratando de asegurárselo no sólo a ella, sino también tal vez convencerse a sí mismo en el proceso. – O, cómo el Dr. Light me conocía, Blues. – añadió, y el nombre quedó colgando en el aire como un murmullo de su pasado.

Tempo bajó la mirada hacia el suelo, y sus ojos curiosos rastreaban las curvas de esas botas de forma peculiar, las cuales parecían mezclar elegancia y excentricidad. – ¿Has considerado el estilo élfico? – se burló ella, levantando una ceja en un gesto de desafío juguetón. – ¿O acaso estás abrazando tu diablillo interno? – Su voz cargaba una mezcla de diversión y curiosidad sincera, como si buscara desvelar el enigma que estaba frente a ella. – Apropiado, considerando que has causado muchos problemas desde que volviste a las vidas de todos.

– ¿Hmm? – Los ojos de Proto Man se desviaron hacia abajo ligeramente, con incredulidad escrita en su rostro mientras se movía ligeramente sobre sus pies. – Oh, uh, una nueva mejora. – le respondió, con el tono desdeñoso mientras le restaba importancia a su declaración con la mano. – Pero basta de mí. – declaró con un deseo evidente de desviar la conversación lejos de sí mismo.

Para su sorpresa, Tempo soltó un resoplido tajante, cuyo sonido sonó tan claro como una campana en la quietud del espacio entre ellos. – Qué gracioso. – dijo con una sonrisa juguetona curvando sus labios. – Hasta ahora, no has hecho otra cosa que enfocarte en ti mismo.

– ¿Oh? – espetó el supuesto "Bombardero Rojo", sintiendo que el orgullo se le inflaba en su interios. – ¿Así es como llamas al hecho de que Proto Man intenta ser tu amigo? – Estaba tratando de infundir sinceridad en sus palabras, deseando alguna conexión.

Tempo enfurruñó las cejas, contemplando su respuesta con un ojo crítico. – ¿Lo ves? ¡Lo estás haciendo de nuevo! ¡Sigues refiriéndote a ti mismo en tercera persona! – Un deje de exasperación coloreaba su tono, revelando su frustración ante su foco egocéntrico, pese a la intención detrás de él. – ¡O tienes algo saboteándote el procesador, o estás intencionalmente tratando de molestarme!

– ¿A qué te refieres? ¡Yo soy Proto Man! – proclamó con una feroz determinación, y su voz haciendo eco con convicción. Sacó el pecho como si intentase moldear su forma exterior para que reflejara la fuerza y certeza que sentía por dentro. – ¡Yo no soy nadie más, ni nada diferente! – Hizo una breve pausa, con la mirada firme mientras reunía sus pensamientos. – Estoy sacando nuestras interacciones pasadas porque, pese a la barrera helada que has colocado entre nosotros y tus esfuerzos continuos por darme la fría indiferencia, aun así vine para ofrecerte algo que podría cambiar las cosas entre nosotros.

Tempo frunció el ceño en respuesta, y la desesperación de su situación y peligro potencial, al igual que de la Dra. La Linde, se vieron eclipsadas por la rabia que le hizo sentir como si su núcleo fuese una estrella llameante y ardiente. – No hay nada que pueda cambiar las cosas entre nosotros. O al resto del mundo. – le respondió. Luego bajó su cabeza. – No después de algo como esto.

Otra vez, "Proto Man" parecía confuso. – En serio, ¿de qué estás hablando? ¿Sabes algo sobre él? – inquirió. Luego hizo una pausa. – ¿Algo que yo no sepa?

Le llevó unos momentos, pero Tempo se dio cuenta de otro error en su diálogo. – Nada que sea importante. Aún si eres quien dices que eres, Proto Man. – le respondió la castaña, y sus labios se apretaron. – O tal vez, Break Man sería verdaderamente apropiado para ti, considerando que en esencia lo has roto todo.

– ¿Cómo? – preguntó el antiguo DLN. – Si hablas de camaradería, entonces ahí es donde entro yo. – Se aclaró la garganta, casi como si se preparase para otro discurso. – Viendo que mi querido hermano se ha deshecho de mis otros nombres, necesitaré más. Así que…

– No. – La respuesta de ella fue rápida, pero tajante.

– Sí, pensé que dirías eso. – "Proto Man" se rio. – Pero escúchame, no sabes los detalles exactos de lo que puedo ofrecerte con esta propuesta…

– No, quise decir que no era eso de lo que estaba hablando. – aclaró Tempo. – Lo que realmente está en juego no tiene nada que ver con nosotros, mucho menos contigo. Pero de nuevo, quizás sí lo tiene, considerando que, desde que el mundo se quedó a oscuras para casi todos durante esas dos semanas, y ahora esto, el mundo está a punto de oscurecerse para cada uno de los de nuestra especie.

"Proto Man" estuvo a punto de cuestionarla más cuando un repentino pitido hizo eco desde el interior de su casco. Sus dedos rojos tocaron un lado de su audio receptor, activando las comunicaciones. – ¿Sí, qué pasa? – inquirió, con su tono indicando molestia por ser interrumpido. – Espera… ¿ya está aquí? ¡¿Tan pronto?! – Se giró rápidamente de su cautiva, lo que le permitió Tempo notar que el largo de su bufanda había caído en su rango de alcance, aunque sólo ligeramente.

Aun así, si quedaba algún tipo de pequeña represalia que pudiera tomar, por insignificante que fuera, sería suficiente. Al menos serviría para incomodar por unos momentos a este traidor. Justo cuando la tela amarilla rozó sus dedos, ella apretó los suyos, sujetando la prenda intentando jalarla, y con suerte arrancársela de los hombros a este farsante arrogante.

Sin embargo, pese a ver que su mano hizo contacto con la bufanda, la tela se escurrió a través de su piel artificial, obscureciendo los mecanismos internos que había debajo.

Y luego él se marchó, y la puerta de su diminuta prisión se abrió y se retrajo de nuevo, dejándola sola en el silencio una vez más. Se sentía como si la prenda que colgaba de sus hombros ni siquiera existiera.

Como si no fuera más que una simple ilusión.

– "Una ilusión."

– Hey. – Aunque no era más que un borrón cuando su visión comenzó a volver a la normalidad, el pasado volvió a transicionar nuevamente con el presente. Y el robot supuestamente traicionero fue reemplazado por una hermosa sirena. – Hey, chico, ¿puedes oírme? ¿Chico?

– "Una ilusión."

O más bien, una sirena de aspecto agradable.

– "Si tan sólo fuese real en este caso."

Mientras él se levantaba de su lugar, Marty pareció aliviada, presentando al Hunter de color azul una sonrisa alegre. – Ah, qué bien, estaba muy preocupada.

Sus palabras golpearon un nervio en el otro reploide, y éste giró sus ojos verdes hacia ella para encararla. – ¿En serio? – inquirió él, aunque su tono no era de intriga o agradecimiento. Más bien, había una sensación fría, casi antinaturalmente escéptica, en sus palabras.

Un pozo frío empezó a formarse en el estómago de la sirena. – Bueno… no estabas exactamente moribundo, pero quedaste realmente maltrecho con la… – Se detuvo, ya que la imagen del arma que sostenía, lanzando ese disparo que lo dejó temporalmente incapacitado volvía a destellar en su mente cada vez que intentaba apartarla. – ¿Cómo te sientes ahora?

X hizo una pausa, dándose cuenta que, a pesar de que no estaba exactamente en la mejor de las formas antes, ahora al parecer su armadura y carcasa externas habían sido reparadas hasta cierto punto. – Tú… ¿hiciste esto? – le preguntó.

– Oh, uh, s-sí. – confirmó Marty. – Antes estuve en una unidad de rescate después de todo, así que conozco algo de primeros auxilios tanto para humanos como para reploides.

X no dijo nada al principio, ya que sólo evaluaba su cuerpo para estudiar u ver si trabajo. Finalmente decidió hablar, aunque lo que le dijo no era exactamente lo que ella quería escuchar. – Bueno, supongo que al menos sobre eso sí fuiste honesta.

La androide subacuática rubi se quedó rígida, y murmuró avergonzada: – Lo siento. Yo… no tenía idea de que él había preparado esa pistola para que…

– Ese no es el problema. – interrumpió X. – Por supuesto que Octopus haría eso. Lo que quiero decir es por qué tú… – se detuvo. – Ya no importa. No tiene importancia en este momento, en última instancia.

Suspiró, ya que sus preguntas no hacían más que debilitarlo, dándose cuenta que no le darían más respuestas o que en realidad ya las sabía. Marty se mordió el labio.

– ¿Sabes hacia dónde se fue?

Al oír la pregunta de X, primero se sintió esperanzada, pero al ver su expresión totalmente estoica y seria, se dio cuenta que ya había agotado cualquier beneficio de la duda que podría haberle dado antes. Y lo más doloroso de todo, era que toda la culpa recaía en sus propios hombros.

Aun así, ella le respondió. Era lo menos que podía hacer en ese momento. – El pulpo que se cree alto y guapo dijo que ahora que ya se había encargado de ti, se ocuparía del otro sujeto de interés.

X arqueó sus cejas. – ¿El otro sujeto?

Marty asintió, percibiendo que estaba tomando sus palabras con un mayor grado de suspicacia. – No entiendo del todo a lo que se refiere. – confesó. – Pero también mencionó algo sobre cómo tú y este otro sujeto, sea quien sea, siempre están juntos, y que estaría "mal" que no se los llevaran juntos a Sigma.

¿Mal? ¿Siempre juntos?

X se quedó pensando en estos detalles, y su CPU recordó cada evento relacionado a esos sentimientos en particular, al igual que los de Launch Octopus. No pasó mucho antes que cierto Hunter rojo viniera a su mente, con su cabellera rubia y larga danzando ligeramente en el viento. – ¿Cuándo se fue? – le preguntó a Marty, levantándose a pesar de que todavía tenía algo de ardor por el disparo que había recibido.

– No hace mucho. – respondió la sirena. – Pero si quieres alcanzarlo, necesitarás algo de velocidad adicional.

– ¿A qué te refieres? – cuestionó el Hunter azul.

– Sólo digamos que Octopus cogió un aventón fuera de aquí, gracias a uno de los mecaniloides que estaban almacenados en la base, que originalmente estaban destinados a ser unidades de vigilancia para escanear los arrecifes allá abajo. – explicó Marty. – Ya se llevó el primero, pero queda uno más en las reservas del edificio. Puedo llevarte allá para que lo enciendas y… – Sus palabras se detuvieron al notar la expresión de X. – ¿Qué?

El otro reploide la miró, casi como si fuese una extraña para él. – Qué conveniente que sepas de una forma de alcanzarlo, ¿verdad?

Un suspiro se escapó de los labios de la unidad acuática. – No confías en mí, lo entiendo. Francamente, yo tampoco confiaría en mí. Pero ese otro sujeto de interés muy probablemente no tiene idea de que alguien vendrá a buscarlo. En este momento, me necesitas.

El silencio se apoderó de ambos nuevamente, con la cámara de belleza rodeándolos. Finalmente, X terminó cediendo. – … de acuerdo. Llévame hasta allá.

– Muy bien. – respondió Mary al parecer poniendo toda su concentración en mostrarle los sectores inferiores del edificio. Se dirigió hacia la salida del piso superior, girándose para verificar que él la estaba siguiendo. – Sígueme. Luego de esto, te juro que voy a…

– Luego de esto… – X la cortó, con la voz muy tensa y frustrada, pero no enfadada. Más bien, sólo irradiaba una decepción llena de amargura, y de sentirse herido. – Yo…

Al empezar a hablar, sintió como si hacer lo que había que hacer, por necesario que fuera, hubiera sido tan doloroso como todas aquellas veces antes.

– Creo que lo mejor es que vayamos por caminos separados.

Esta historia continuará


Chapter 73: Leviatanes gemelos

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¿Cómo pudo ser tan tonta? Debió haberlo sabido… no, ya lo sabía. Quizás siempre lo supo, pero todo y todos a su alrededor la convencieron de que mantener la guardia era innecesario. Le hicieron creer que sus preocupaciones y dudas eran infundadas. El miedo nublaba su juicio, evitando que ella viera la verdad. En su ceguera, fue cruel con alguien que estaba haciendo su mejor esfuerzo por enmendar sus errores.

– Cruel… – murmuró, con la voz apenas más fuerte que un susurro. Se preguntaba por qué se molestaba en articular sus pensamientos. – Como si ya no hubiera sido lo suficientemente cruel. – gruñó, apretando sus puños a pesar de las ataduras que le impedían transformarse en su forma de Robot Master. – En todo caso, él fue cruel primero, ¿así que por qué no debería experimentar una cucharada de su propia medicina? – Hizo una pausa, apretando los dientes. – ¿O acaso el pequeño Baby Blues se siente mal por lo que pasó y no necesita un recordatorio tan pronto?

Dejando caer sus párpados, Tempo LaLinde bajó la cabeza nuevamente, con su cabello castaño cayéndole por los hombros como si fueran las hojas colgando de un sauce llorón. ¿Qué bien le haría lamentar su encierro? Más importante aún, ¿qué bien le haría seguir poniendo atención a esa escoria traidora de armadura roja y gris? La respuesta era muy clara: a él no le importaba. Nunca le importó. Ella tenía razón; todo lo que había hecho desde que vino a verla con su patética historia de lágrimas sobre que necesitaba ayuda, y cómo ella era la única en quien podía confiar, había sido una farsa. Una pretensa.

Todo lo que tenía que ver con él y lo que representaba, era una mentira.

Aunque ella no lo hubiese reconocido en ese momento, la forma en cómo se desenvolvieron las cosas hizo que su instinto inicial de alejarlo resonara dolorosamente en su memoria. Se sentía como un recordatorio implacable, regañándola por permitir que algo tan fugaz y poco confiable como una curiosidad momentánea y un sentimiento de pena que la carcomía le sobrepasaran su desdén arraigado por aquel que había causado ese desastre, no sólo en la vida de ella, sino con todos los demás.

– Y no, mamá, no se trata de la pared. – continuó Tempo, con la voz calmada pese a la tempestad que hervía dentro de ella. Sabía en el fondo que esta conversación era inútil. – O la foto. – Hizo una pausa por un momento, sintiendo que el aliento finalmente le llegaba a la garganta. – Él… me lastimó. – confesó, con la voz temblándole como una frágil hoja en el viento. La androide mentalmente se regañó por permitir que sus receptores emocionales se encendieran en un momento tan crítico, y más todavía porque estas emociones estaban conectadas a él. – Aún si él y todos los demás insistieran en que no iba a lastimarme, todavía lo hizo. – se dijo, mordiéndose el labio mientras una humedad inesperada se filtraba de sus ductos, rodando por sus mejillas como una suave lluvia. – Me demostró que no le importaba. En ese momento, sólo fui otro objeto para él, un simple objeto en quien podía descargar sus frustraciones, una ventila para su rabia. ¡Lo único que le importaba era cómo se sentía, no le importaba nada yo ni nadie más! – Su grito de rabia hizo eco por toda la pequeña cámara, y el pequeño remanente de su declaración de ira lentamente se veía opacado por el ensordecedor silencio una vez más. – Aún después de que volvió, sólo fue para que analizáramos su núcleo. No le importaba enmendar nada. Sólo nos veía a mí y a la Dra. LaLinde como recursos que podía explotar. Todo lo que hace es sólo para sí mismo y su beneficio…

La primera lágrima bajó por su mejilla, un testamento silencioso de su conflicto, y empezó a hablar con la voz quebrada. – Yo… fui una tonta. Aún con lo que pasó con Rock y Roll, Blues, él todavía le dio al Dr. Light los medios para salvar al mundo. Así que pensé que, aunque odiara lo que había hecho, había encontrado algún valor en ayudar a los demás. Pensé que…

Sus hombros se desplomaron a medida que el peso de sus emociones se hacía mayor, una carga tan agotadora como aceptar la amarga verdad que siempre había sentido en los rincones de su mente, una verdad que sintió el impulso de ignorar, sin importar lo doloroso que fuese reconocerla.

– Pensé… que si sabía sobre mí… tal vez entendería lo que se siente estar atrapado. – lloró, con la voz quebrada de tristeza, sintiéndose totalmente impotente mientras la cascada de lágrimas continuaba cayendo. En ese momento, estuvo consumida por un furioso odio hacia sí misma que no podía suprimir, como si su ser se estuviera rebelando en contra de la vulnerabilidad de la que no podía escapar. – Atrapada, sin lugar a dónde ir… – Hizo una pausa, mientras el pensamiento de lo inútil que era esto volvía al frente de su mente. Aun así, todavía se recordó rápidamente que, para cuando esto hubiera terminado, ya no tendría más nada que perder. Lo que fuera. – Él ya debe saber lo que se siente tener a alguien en quien confías, aunque sea sólo un poco, que te hace dudar de ti mismo y de todo lo que te rodea.

¿Por qué…? ¿Por qué se sentía así? ¿Por qué tuvo que tener el impulso de darle el beneficio de la duda, sobrepasando su raciocinio para tomar decisiones cuando se trataba de algo importante? ¡Ella debió saber que él no era nada bueno cuando le dijeron lo que les sucedió a Rock y Roll! ¡Debió haber sabido que él no estaba bromeando al decir que no necesitaba perdón, mucho menos que nadie más recibiera el suyo! ¡Ella debería haber sabido que él no sería genuino con su supuesto remordimiento o su historia triste! ¡Nada sobre él era genuino! ¡Nada! ¡Absolutamente nada!

… entonces, ¿por qué le dolía tanto enterarse de la verdad? ¿Darse cuenta que no había esperanza?

Ni para él, ni para ella, ni para nadie más.

– ... te odio. – dijo con la voz ahogada, aunque supiera que no le haría ningún bien. Luego se hundió. – Porque… el pensamiento de que habría alguien que pudiera entender… si era verdad… la idea… creo… que realmente me gustaba.

El silencio volvió a apoderarse de todo a su alrededor.

– ... ¡squeak!

Al menos, durante unos pocos momentos.

– ... ¿huh?

Sí, pensó Tempo, desde la ventila de la derecha. Podía escucharlo, el tintineo de unas patitas metálicas sobre una superficie sólida, cuya fuente se acercaba poco a poco. Luego, la puerta de la ventila se salió de su lugar, y una pequeña bola redonda salió de ella, rodando y rebotando por el piso, antes de desenrollarse y presentar sus orejas y su pequeño pero reactivo hocico.

– ¿Mariachi?"

"Hey… ¡hey, niño! ¡¿Estás ahí?! ¡¿Hola?!

La pregunta de la sirena rubia perforó en el aire, dispersando la visión de X y la imagen de la Robot Master delgada y castaña, y del inesperado y chirriante roedor mecánico que correteaba cerca. Los rostros familiares de Tempo y Mariachi habían desaparecido, reemplazados por una figura nueva y sombría que irradiaba un aura de intranquilidad, donde antes estaba Proto Man.

– ¿Qué? – preguntó X, con un deje de confusión en su voz mientras cuidadosamente observaba sus alrededores una vez más. Era innegable que era el tiempo presente, pero la similitud permanecía entre la sensación de abatimiento que imaginaba en el robot, y el peso de la melancolía que flotaba a su alrededor como una niebla.

– Te pregunté cómo te sientes.

Registrando la pregunta de Marty, y dándose cuenta que se refería a él, X se miró a sí mismo mientras efectuaba una lectura a sus sistemas internos. – Hasta ahora, todo parece funcionar correctamente. – respondió, haciendo una ligera pausa. – Las armas aún están presentes, y la energía se mantiene en niveles normales. ¿Por qué?

– Bueno… – La sirena turquesa hizo un ademán de sentarse, pese a no tener extremidades inferiores. – Quiero decir, recibiste ese disparo a quemarropa. Sólo estaba viendo si quedaba algún daño potencial que se me hubiera pasado por alto. – Se le acercó. – Podría hacerte otro chequeo si…

– Está bien. – respondió X, alejándose cuando ella alargó su brazo. – Estoy bien.

La verdad, aunque nada parecía estar fuera de lugar, no estaba totalmente seguro de su condición. Cierto, todo parecía estar operando como debía, pero no pudo evitar preguntarse cuál habría sido el propósito de Octopus al ordenarle a Marty dispararle. Extravagante como era, el molusco se tomó toda la molestia de convertir este lugar en un tributo a los pecados y la depravación porque veía un propósito en ello, aunque una buena porción de ello fuese simplemente por presentar el hecho de que podía hacer lo que quisiera sólo porque quería. El rayo blanco que lo golpeó, tenía que haberle hecho algo, pensaba X. ¿Pero qué?

– El mecaniloide que Octopus se llevó está escondido aquí abajo. – le informó Marty al Maverick Hunter, con la voz firme mientras lo guiaba hacia un elevador que los esperaba. Este no era un descenso ordinario; su destino no estaba entre los pisos familiares que exploraron previamente. En lugar de eso, se hundió en lo profundo de la oscuridad, sobrepasando incluso las profundidades misteriosas de la cámara del Caracol, donde las sombras danzaban y los secretos yacían enterrados. – Por supuesto, dado que este lugar sigue repleto con sus fuerzas, necesitaremos sacarlo con un poco más de discreción de lo que él lo hizo con el suyo.

– Sí. – replicó X, asintiendo estando de acuerdo, con la voz tranquila, pero con un cierto deje de tensión. – Aunque, eso es de esperarse. Tú debes saber todo al respecto, ¿verdad? – preguntó, con un deje de insatisfacción en ella.

Marty dio un respingo, como si una aguja pequeña y afilada se le hubiese clavado en las profundidades más vulnerables de su ser. Sus ojos lo miraron con súplica, buscando que él la entendiera. – X, escúchame. Sólo le seguí el juego porque…

– Puedes explicarme tus razones una vez que la misión haya terminado. – la interrumpió X, con un tono que contrastaba totalmente con el reploide amigable que había conocido en medio del caótico dominio de Octopus. Su semblante usualmente calmado fue reemplazado por una expresión de urgencia que irradiaba de él, y con una determinación que afilaba sus rasgos. – En este momento, tengo un amigo que está en grave peligro, y una ciudad entera que está al borde de una devastación que no puede permitirse.

Captando la indirecta, y por doloroso que fuera de aceptar, Marty asintió con resignación antes de activar el elevador, cuyas puertas lisas se abrieron con un zumbido quedo. Al ingresar, el Hunter la siguió de cerca, con sus ojos muy agudos observándola con una intensidad que se sentía casi depredadora. Luego desvió su atención hacia el panel de control, examinando los botones y pantallas como si estuviese buscando alguna amenaza oculta o motivo subrepticio bajo su fachada de calma.

– ¿En dónde está? – le preguntó, con la voz tranquila y sin nada de confrontación. Pero el desapego de su tono perforaba el aire como si fuera una hoja fría, dejando una corriente gélida entre ambos. Era como si se hubiese deshecho por completo de sus emociones, para ser una máquina que operaba sólo en lógica. En ese momento, Marty podía sentir la tensión creciente entre los dos, lo bastante gruesa para cortarse.

– En el nivel más bajo. – replicó la sirena, con la voz apenas más fuerte que un susurro, como si el peso de su bravata pasada le hubiese sido arrebatada. Un deje de vulnerabilidad parpadeó en sus ojos, reemplazando su semblante temerario que antes llevaba como una armadura. Alargó la mano y presionó el botón situado abajo a la derecha en el panel del elevador, y el pitido suave hizo eco en el espacio confinado.

Con un suave “whoosh”, las puertas del elevador se cerraron, sellando a los individuos adentro en lados opuestos, y creando una atmósfera pesada con la tensión. Mientras el rumor mecánico del elevador comenzaba a resonar alrededor de ellos, podían sentir que el viaje hacia abajo comenzaba, y la sensación era tanto intrigante como inquietante. La tenue luz parpadeaba sobre ellos, proyectando sombras que danzaban a su alrededor, presagiando las profundidades desconocidas que pronto encontrarían.


Mar de las Filipinas…

Aunque ciertamente era un golpe a su orgullo depender de otro para llegar a la costa de Abel City, mucho menos a Arcadia (Fujiwara lo consideraba demasiado impredecible para recibir las mismas mejoras que el Thunder Slimer) había un lado positivo en esta situación. Aunque sentía algo de frustración por tener que depender en una máquina sin inteligencia, tal vez este enorme aparato podría ofrecerle beneficios inesperados. No sólo sería una herramienta formidable en el viaje a Abel City, sino que también proveería fuerza y resiliencia de maneras que tenía todavía por reconocer. La experiencia podría transformar esta dependencia en una valiosa asociación.

O por lo menos, podría proveerle de una mayor ventaja sobre esos patéticos simplones a los que no podía creer que una vez llamó aliados. Aunque su piel no excretase naturalmente fluidos y aceites como los asquerosos humanos, el hecho de que todavía sentían apego por estas criaturas era suficiente para justificar su desprecio por esos tontos, casi tanto como con los monos sin pelo. Oh, tenía unos cuantos en mente a quienes no les importaría soltarles a su “mascota” en el momento que entrara en el área, y esos idiotas no tendrían más opción que defender la ciudad y a sus habitantes de la enorme arma a su disposición.

– “En todo caso, esta pequeña demostración podría hacer que esos monos pensaran dos veces antes de romper las reglas que les establecieron.” – pensó el cefalópodo carmesí mientras sujetaba el timón del alargado mecaniloide. Iba surfeando por el agua en su espalda, con sus tentáculos sujetos a su carcasa de metal para mantenerse a bordo, y su mente corriendo de emoción mientras se imaginaba el espectáculo que haría este monstruo desatando el caos en la ciudad y en cualquiera que él decidiera.

Salvo por uno.


Fortaleza submarina…

– Nos estamos acercando al piso más bajo del edificio. – anunció Marty a su acompañante, lanzándole una mirada fugaz a su cara tensa. Pese a su actual desacuerdo, sentía que era necesario romper el silencio incómodo. – Este lugar en realidad tiene nueve niveles en lugar de siete. – continuó mientras su voz hacía eco en el escasamente iluminado elevador. Era más un comentario para sí misma que un intento de conversar, pero el silencio pesado de parte de X se volvía cada vez más perturbador.

»Le dije a Octopus que si quería mantener el tema que visualizaba para este lugar, entonces nueve niveles serían más apropiados que sólo seis. Eso capturaría realmente la esencia del Infierno de Dante, o lo que fuera que estuviera tratando de expresar. – explicó, con su ceño fruncido pensativamente. Cada nivel, ella creía, podría representar uno de los pisos del infierno, intensificando la experiencia para cualquiera que se atreviera a explorar. – Supuestamente ya hay “Siete Príncipes del Infierno” acorde con algunas sectas de la religión humana, así que es muy peculiar que haya elegido los animales como motivo temático.

Hizo una pausa, con su mente moviéndose a mil por hora con sus preguntas. – Pero ¿por qué decidió en realidad seguir con esto, de todos modos? ¿Qué le llevó a crear un laberinto tan complicado? – Tenía problemas para entender sus motivaciones mientras continuaban su descenso en las profundidades, y el aire se volvía más pesado con cada piso que pasaban.

Aunque X sólo escuchaba a medias los comentarios animados de la sirena, no se trataba solamente de tratar de apagarla. Más bien, su confusión y frustración en aumento provenían de la repentina oleada de imágenes que vinieron a sus ojos en su mente. Se vio obligado a cerrar los párpados con fuerza, en un intento inútil de alejar esas intrusivas imágenes, o al menos, dejarlas de lado para contemplación después. – “Vamos, por favor. Ahora no.” – suplicó mentalmente, con su corazón acelerándose. – “¡Ahora no puedo lidiar con esto!”

Pero la fuente de dichas visiones intrusivas seguía implacable, y una vez más, se encontró como espectador reacio ante una escena de un pasado olvidado desde hacía mucho tiempo, ya fuese que lo deseara o no. Los colores eran vividos, incluso aunque el entorno en general no lo era, y los detalles eran dolorosamente claros, y aunque deseaba silencio, los ecos de ese otro tiempo lo arrastraron, hacia las profundidades de unas memorias que no eran las suyas propias.

¿Cómo en el nombre de Asimov se las arregló este diminuto roedor mecánico para meter una ganzúa completa entre sus mejillas? La idea parecía casi absurda, pero allí estaba. Lo más sorprendente era cómo esta pequeña criatura se las había para encontrar su ubicación y reconoció que tal vez necesitaría ayuda para escapar. Por lo que entendió, en particular con las conversaciones del Dr. Light con la Dra. LaLinde, Mariachi había sido basado principalmente en la diminuta raza Robovinski de hámster. Sin embargo, su coloración le daba la apariencia de un hámster sirio miniatura adornado con detalles dorados.

No pudo quitarse de encima de que, para extraer el dispositivo que había sido instrumental en abrir sus ataduras, el pequeño roedor de alguna manera debió haber almacenado una parte de él en su diminuto cuerpo. La mecánica de cómo eso era posible la dejó perpleja, pues la forma compacta del roedor sugería limitaciones, pero aquí estaba, una maravilla de ingeniería e ingenuidad, desafiando toda lógica. La inesperada naturaleza de las habilidades de Mariachi sólo añadía al misterio que lo rodeaba. ¿Cómo podía una criatura tan pequeña poseer tanta conciencia, agudeza y perspicacia? Las preguntas arremolinaban en su mente mientras intentaba comprender a dónde ir a partir de ahora.

Habiéndose liberado de su confinamiento, Tempo se había transformado en Quake Woman, una versión más defensiva de sí misma (aunque todavía con poca experiencia en el arte del combate). Se puso de pie en el corazón de un corredor de metal escasamente iluminado, con las paredes frías y sombrías contra su armadura. El aire era muy pesado y había una tensión inquietante, haciendo eco de la naturaleza siniestra de la fortaleza que la rodeaba. Aunque su armadura le ofrecía una sensación de protección ante lo que aguardaba adelante, y una duda que la atormentaba seguía presente sobre seguir adelante aventurándose más.

– Si mi madre está aquí en alguna parte… – murmuró para sí misma, con el peso de sus circunstancias lentamente asentándose sobre ella – … tengo que encontrarla.

Justo entonces, una peculiar sensación le sacudió el núcleo, un zumbido inusual proveniente del contador Geiger interno que estaba instalado en ella, un signo irrevocable de los peligros desconocidos que acechaban en este maldito lugar. Aunque ese instrumento le había sido dado luego del incidente del derrumbe, una precaución de parte de la Dra. LaLinde sólo en caso de que encontrase cualquier pozo de radiación cuando tenía que aventurarse en el corazón de la Tierra, incluso si dicha tarea era mucho más simple que entonces, hasta ahora no se había encontrado ninguna fuente potencial de radiación, mucho menos propiedades radiactivas.

… a excepción de una.

Un suave chillido del pequeño roedor mecánico llamado Mariachi atrajo la atención de Quake Woman de vuelta de sus pensamientos arremolinados. Sus vívidos ojos verdes se fijaron en sus ojos azules brillantes, que chispeaban con una sensación de urgencia. En un instante, echó a correr por el pasillo pobremente iluminado, con sus diminutas patas de metal golpeando contra el suelo. Quake Woman instintivamente sintió que él quería que ella lo siguiera, y el rítmico sonido de sus movimientos la urgió a seguir adelante.

Momentos después, otra voz le llamó. – … hey, oye, ya casi llegamos.

Justo cuando la sensación de anticipación comenzaba a echar raíces, la efímera visión abruptamente se desvaneció, siendo tragada por la dura realidad que la rodeaba. El eco reconfortante de las memorias se vio superado por el peso del presente, la tensión seguía colgando en el aire, tan palpable como las paredes de metal cerrándose sobre ella. Quake Woman se encontró atrapada en una situación precaria, con la mente corriendo a mil por hora con el conocimiento de que ella y el Robot Master que estaba observando estaban atados por circunstancias que se sentían cada vez más inescapables.

¿Realmente había conflicto a dónde quiera que mirase, fuese aquí y ahora, o incluso en el pasado?

– Hey, ¿no me oíste? – repitió Marty, notando que X no se mostraba totalmente receptivo a su mensaje. – Ya vasi llegamos.

– Oh, claro. – respondió X, sin estar exactamente tranquilo con la sirena de armadura turquesa. La repentina transición del pasado al presente había resultado ser algo desorientadora cuando ocurría. – Lo siento.

Aun así, todavía no entendía del todo por qué. O más bien, tenía poco menos que atender, salvo por el pequeño cachivache que se había traído desde Abel City.

– ¿Hm? – Marty escuchó un pequeño “click” y miró a un lado, viendo cómo X abría el compartimiento de su pecho y sacaba un objeto que llevaba guardado dentro. – ¿Qué es eso? – inquirió ella, señalando el topacio que X llevaba en su mano color marfil.

A pesar de la presente sospecha y animosidad entre ellos, X terminó contestándole su pregunta. – Para ser honesto, no estoy del todo seguro.

– ¿No estás seguro? – insistió Marty, perpleja ante lo que le dijo, mientras sus ojos violetas estudiaban la gema desgastada y agrietada por sí mismos. – Si me lo preguntas, parece que ha visto mejores días.

Dejando de lado sus reservas, X contempló lo que ella le dijo. – ¿Sabes qué? Creo que tienes razón. – le respondió, lo cual sorprendió un poco a la sirena. Luego murmuró ligeramente para sí mismo. – Tengo unas cuantas preguntas para Ray B. cuando regrese. Si es que Lifesaver y los demás son capaces de repararlo lo suficiente.

– ¿Quién?

X se mordió el labio y respondió rápidamente. – Nadie. Nadie de quien debas preocuparte, al menos.

– ¿Oh, en serio? – preguntó Marty, con los brazos en jarras. – Qué directo de ti asumir que no tendría ninguna reacción a lo que sea que sucede con esta persona de interés. ¿O es que acaso es como nosotros? Es decir, ¿no es humano?

El reploide contuvo su lengua al principio, preguntándose si debería compartir esa información, o incluso si se merecía saberlo, por mucho que el repentino subidón de desprecio no le hiciera sentirse bien. Tampoco lo hacía el deseo sutil de querer infligirle un poco de dolor emocional, pero aun así, esas cosas ya habían echado raíces en el frente de su mente, rehusándose a irse.

– Hey, ¿me vas a responder? ¿O es que estás muy hundido en tus pensamientos?

Él no le respondió, con los ojos fijos en el topacio triangular con grietas y abolladuras que tenía en su mano.

– ...o, si es que no quieres hablarme, eso está bien, supongo.

La verdad era que, incluso si se debatía en hablar o no con Marty, considerando todo lo que había ocurrido, no estaba quedándose callado simplemente porque deseara darle el tratamiento silencioso. Más bien, se encontraba luchando contra sus propias convicciones y pensando en las de los demás.

A medida que se desvelaban las visiones, X se encontró luchando con una profunda sensación de alienación por parte Quake Woman, quien llevaba el nombre “doméstico” de Tempo fuera de su rol como manipuladora de la tierra. Irradiaba un semblante helado, sus ojos reflejaban una frialdad que se sentía casi cruel en su rechazo a reconocer a Blues. Aunque el robot rojo y gris tenía su porción de fallos a través de su tumultuosa existencia, X creía que había dejado sus intenciones claras como el cristal: ya no estaba interesado en un camino alimentado por la venganza o de reanudar sus colaboraciones con Wily. Aunque se sentía indigno del nombre "Blues," rechazaba vehementemente el título de "Break Man" también. Pero, a pesar de sus esfuerzos para redefinirse a sí mismo, Tempo, con su piel bronceada y mirada penetrante, ya había tomado su decisión. Para ella, importaba muy poco el nombre que él había elegido; ella había decidido cortar todos los lazos con él y tratarlo con sólo un breve momento o dos de reconocerlo.

Sin embargo, pese a su deseo por una realidad diferente, el Maverick Hunter azul se encontraba confrontando una verdad perturbadora. Comenzaba a entender la perspectiva de la Robot Master, aunque pareciera frígida y sin emociones, bien podría tener sus raíces en dudas y miedos válidos que estaban más que justificados. El peso de su incertidumbre, o más bien, lo que alguna vez había sido, resonaba con él, forzándole a reconsiderar cosas que había asumido en medio del caos de su conflicto en curso.

– “Roll me dijo que Blues había sido absuelto de cualquier fechoría, al menos de lo que no hizo por su propia mano.” – pensó X, cuando el elevador se detuvo al llegar al fondo de la fortaleza.

– Aquí es nuestra parada. – le informó Marty, aunque había aceptado que era más que probable que no recibiera una respuesta. – Vamos.

Las puertas se abrieron, pero X seguía inmerso en sus pensamientos. – “Pero por lo que he visto, no estoy seguro de qué creer sobre él.” – Sus ojos se fijaron en la sirena que lo acompañaba. – “O de cualquiera en general, ya que lo pienso.”

Mientras las puertas del elevador se abrían, X y Marty emergieron desde la pequeña y cerrada cámara, entrando en la enorme expansión del área de almacenamiento de armas que se ocultaba en la oscuridad de las profundidades de la estructura. El enorme espacio era aterrador, con estantes del piso al suelo llenos con toda clase de armamento y equipamiento, cuyos contornos eran obscurecidos por la escasa luz.

Con una mirada aguda, la sirena escaneó el entorno en sombras, hasta que su mirada se posó eventualmente en un objeto distante, apenas visible bajo el brillo errático de una luz parpadeante que colgaba desde el techo. Esta iluminación intermitente emitía un brillo tenebroso, revelando sólo una fracción del mecaniloide, cuya forma metálica acechaba ominosamente desde las profundidades, creando un contraste perturbador con las sombras que lo envolvían. La atmósfera estaba repleta con una sensación de peligros ocultos, y el silencio sólo era puntuado ocasionalmente por el rumor de alguna maquinaria en la distancia, bajo el ambiente subacuático de este océano del mundo.

– De acuerdo. – comenzó Marty, nadando hacia el mecaniloide durmiente. – Lleva un poco de tiempo encender a uno de estos, así que me tomaré unos momentos para… – Se detuvo, notando que X parecía estar distraído jugueteando por la esquina del ojo. – ¿Qué te pasa?

X al principio no le respondió, tratando de averiguarlo por sí mismo, aunque la respuesta no parecía ser algo que le gustaría.

– Mi buster. – murmuró el Maverick Hunter, tratando de sacar al menos una carga pequeña.

– ¿Qué pasa con él? – inquirió Marty con una ceja levantada.

Luego de algunos momentos de nada, la realización los golpeó a ambos. X finalmente habló: – Creo… que ese disparo consiguió su objetivo.


Mar de las Filipinas, Fortaleza Submarina, Área de Almacenamiento de Armas…

– ¡¿Qué quieres decir con que no puedes usar tu buster?! – exclamó Marty, perpleja al oír lo que el dueño del cañón había descubierto.

– Exactamente eso. – dijo X, con el tono algo más tajante de lo que quería, pero en última instancia, se dio cuenta que tal vez eso no importaba. – Mis niveles de energía siguen normales, y los chips de armas están en su lugar, pero por alguna razón, y probablemente haya sido por el disparo de tu pistola… – se apresuró a clarificar – … al parecer, los componentes presentes en ese disparo eran partículas inhibidoras que cancelan la formación de plasma.

– Oh. – Marty pensó en las palabras del Hunter mientras se disponía a activar al mecaniloide con forma de serpiente que los llevaría a los límites de Abel City. – Entonces, ¿qué hay con tus otros, cómo los llamaste, chips? – le preguntó, abriendo un panel en la cabeza circular de la máquina, revelando unos cuantos botones detrás de la cubierta protectora. – ¿Esos funcionan? Te vi utilizar algunos de esos en el campo, así que… – Se detuvo mientras ajustaba la configuración en el dial para la flotación y la resistencia a la presión del agua a niveles apropiados.

Luego, registró lo que X acababa de decirle.

– Espera. – dijo mientras se giraba para encararlo, viendo cómo el reploide evaluaba la condición de su medio de defensa más confiable. Al menos hasta ese momento. – ¿Mi pistola?

X se tomó un momento para cambiar a Shotgun Ice, descubriendo, para su alivio, que la mezcla química producía las reacciones necesarias para congelar a temperaturas bajo cero, disparando desde el barril. El proyectil de un pequeño pero cristalizado esplendor golpeó el costado de un Gulpher inactivo cercano, y las formaciones brillantes de hielo se esparcieron por su superficie.

– Por lo que parece, están operando como deberían. – respondió X, deteniendo la generación de hielo. – Por supuesto, incluso con eso, a diferencia de mi fuente de plasma natural, no son exactamente ilimitados, lo que significa que tengo que…

– No, eso no. – lo interrumpió Marty, esperando a que él se diera la vuelta y la encarara, pero se quedó en su lugar. Luego nadó hacia él. – ¿Qué quisiste decir con “mi pistola”?

Él la escuchó, y ella lo había dicho justo al lado de él. No había forma de que no hubiese registrado lo que acababa de salir de sus labios. Aun así, él aparentemente ignoraba su pregunta, ocupándose de sus propios asuntos como si se estuviera preparando para salir del negocio. – Por supuesto, dado que Fujiwara implantó a cada una de sus creaciones o colaboraciones con algún tipo de debilidad, podría encontrar una forma de explotarla… – señaló X, deteniéndose poco después. – ...asumiendo que tenga algo a la mano que pueda utilizar…

– ¡Hey, sé que me escuchaste! – La voz de Marty interrumpió sus murmullos internos, junto con una mano sobre su hombro. – ¿A qué te refieres con “mi pistola”?

X se mordió el labio. – ESTABA en tu posesión, ¿o no?

El cejo de la sirena se enfurruñó más. – Sí, Octopus me la dio antes de que tú entraras a enfrentarlo, pero no tenía idea de que iba a hacerte… esto.

Marty fue testigo de ello: los ojos que otrora habían sido de un verde brillante, pero inmaculados y aparentemente interesados en su historia y en ella como individuo, ahora se sentían como si hubieran perdido su brillo. Como si se hubieran apagado, tal vez, para su creciente terror, para nunca regresar.

La siguiente pregunta de X confirmó prácticamente todos sus peores temores. – ¿En serio? Eso es nuevo, considerando que casi todos los que solía considerar amigos o personas en quienes podía confiar me apuñalaron en la espalda con intenciones de matar.

– ¡Te dije que lo sentía, ¿ok?! – argumentó Marty. – ¡Yo no te quería ver muerto! ¡Me dijeron que sólo tenía que agotarte lo suficiente para que te recogieran y te llevaran con Sigma!

– ¿Y tienes alguna idea de lo que Sigma tiene planeado para los humanos en Abel City? ¡Ciertamente no planea darles la misma cortesía! – espetó X. El reploide giró la cabeza hacia un lado. – … ¿es que no viste cuando hizo el anuncio de su campaña?

Marty se quedó en silencio al principio, pero la expresión dura y fría de X indicaba que esperaba una respuesta de ella. – Sé lo que le ocurrió al Dr. Fujiwara. – confesó en última instancia. – No, no soy la mayor fan de los humanos, pero no quiero… eso. – Al terminar de decir eso, finalmente entendió lo que significaba la ejecución del científico humano, y hasta dónde llegarían las cosas. – Octopus dijo que Fujiwara nos habría traicionado eventualmente, o que trataría de tomar control de la operación. Según él, Sigma sólo estaba tomando una decisión difícil pero necesaria para los nuestros y el planeta.

– ¿Entonces estás dispuesta a permitir que él y sus fuerzas hagan lo que les place, mientras no le hagan daño al océano? – inquirió X. – ¿Es eso?

Marty se encontró incapaz de producir una réplica que lo satisficiera, pero dudaba que cualquier razón o explicación fuera suficiente de su parte.

– Entendamos esto… – empezó X, deteniéndose y pronto dándose cuenta de a qué clase de máquina lo trajo la sirena. – ¿Ese es…?

– Sip. – respondió Marty. – Y es el mismo modelo que Octopus tiene. Si ajustamos su velocidad casi al máximo, deberíamos poder alcanzarlo.

X asintió, aunque no había mucho optimismo en su expresión. – Con suerte, antes de que cause más daño serio.


Abel City…

Mirar hacia el agua que brillaba con el sol no haría que apareciera. El Hunter de armadura roja estaba muy plenamente consciente de la realidad y entendía la estupidez de esos pensamientos. Pero, a pesar de su decisión, se encontró en un trance inducido por el ritmo hipnotizador de las olas del océano, que golpeaban contra los bordes rocosos de la isla artificial. La isla, una maravilla de ingeniería, acunando la ciudad que se alzaba con orgullo en su fundación, cada edificio proyectaba reflejos que danzaban sobre el agua. El mar tranquilo, con sus tonos de azul profundo y ocasionales flecos de espuma, parecía casi susurrar secretos, atrayéndolo hacia un silencio contemplativo mientras permanecía allí, cautivado.

– ¿Disfrutando del escenario, señor?

El comandante de larga cabellera se giró para ver una figura sombría con una armadura oscura de pie lejos de él. Este imponente individuo superaba en estatura a su líder, dándole una presencia intimidante. El Comandante no pudo evitar sentir algo de intranquilidad; el contraste visual de Sigma mirándolo desde arriba mientras veía a otros por encima del hombro era un giro desconcertante de la perspectiva. El aire a su alrededor parecía rasguear con una tensión silenciosa, y sabiamente eligió guardarse sus pensamientos, consciente de que algunas observaciones era mejor no decirlas.

– Esa no es exactamente la intención, Signas. – replicó Zero, con la voz calmada pero con un deje de frustración. Mientras hablaba, desvió la mirada del Maverick Hunter, concentrando su atención en el vasto horizonte que se expandía frente a él. El interminable cielo azul sobre ellos se mezclaba con el azul del mar debajo de ellos, creando una asombrosa expansión de colores que se sentía a la vez calmante y distante. Azul, azul por todos lados, igual que la elusiva presencia que subconscientemente deseaba manifestar. – Aunque, supongo que no puedo evitarlo del todo. – concedió, perdiéndose en sus pensamientos debido a la tranquilidad del momento. – ¿Crees que yo debería haber ido con él? – preguntó, sin que realmente le preocupara con quién hablaba en este momento.

– ¿A qué se refiere, señor? – inquirió Signas, con el ceño fruncido de confusión. Sin embargo, cuando la pregunta se escapó de sus labios, la realización lo golpeó como un maremoto, y era muy claro a quién se refería el reploide de armadura roja. – Ah, se refiere a X, ¿verdad? – dijo finalmente, asintiendo pensativamente.

Los ojos azules del rubio se ensancharon de sorpresa, y un ligero rubor se apoderó de sus mejillas. – ¿Así de obvio? – admitió, con la voz dejando salir un deje de vergüenza.

– Bueno, aparte de su “hermana”, él es el único que parece dominar sus pensamientos cuando se trata de preocupaciones de seguridad. – observó Signas, con el tono calmado pero serio. – Eso no significa que nuestro propio bienestar no sea importante; claro que lo es, pero…

– No hay necesidad de elaborar; entiendo tu perspectiva. – intervino Zero, interrumpiendo a Signas con una mano. Una chispa de alivio lo invadió mientras continuaba. – En todo caso, me alegra que no pienses que tengo favoritos. – Hizo una pausa, con la mirada de nuevo dirigiéndose hacia la vasta expansión del océano, con las olas chispeando bajo la luz solar. – Pero… tienes razón. – confesó, con el peso de sus sentimientos evidentes en su voz. – Cada uno de ustedes es mi prioridad, y las vidas de todos ustedes son importantes. Aun así, cuando se trata de X, hay algunas… medidas diferentes que tengo que tomar para asegurarme que permanezca entre los vivos. Y mientras tanto, debo asegurarme de que realmente cumpla con las expectativas de lo que puedo hacer.

Los labios del reploide de armadura azul marino se apretaron formando una línea firme, una señal de su conflicto interno. Supo precisamente lo que su nuevo líder estaba diciendo, pero el problema hizo surgir otra pregunta en su mente, uno que le había pesado durante algún tiempo. – Si me permite decirlo, señor… – empezó a decir, con la voz tranquila pero algo preocupada. – ¿Por qué continúa asignándole estas misiones a él? – Hizo una pausa brevemente, midiendo la reacción de su líder antes de presionar. – Usted es consciente de que su dificultad para tomar acciones decisivas en momentos críticos. Así que ¿por qué confía en él cuando las situaciones claramente demandan un enfoque mucho más decidido? – El reploide se enfurruñó aún más mientras buscaba claridad en el razonamiento de su líder, esperando tener perspectiva de una decisión que encontraba cuestionable.

Zero se quedó en silencio, contemplativo, mientras el sonido rítmico de las olas del océano creaba un fondo calmante que llenó los audio-receptores de Signas. Una ola de ansiedad lo invadió mientras se preguntaba si habría cruzado alguna línea, provocando que su mente empezara a correr para formar una disculpa que pudiera darle. Pero, el Maverick Hunter rojo no perdió su compostura; no había ninguna chispa de ofensa en su expresión. En lugar de eso, parecía casi aliviado, como si le hubieran quitado un peso de encima. Finalmente respondió, con su cabello rubio ondeando suavemente con la brisa del océano, con su tono tranquilo y reflexivo, lo que tomó a Signas por sorpresa. – En efecto, esa es una pregunta que me he estado haciendo desde que salió para investigar la situación en la región de las montañas de la isla.

Signas lo miró de nuevo, pensando en lo que le habían informado sobre las acciones de X durante sus últimas pruebas. – Encontró a Chill Penguin allá arriba, ¿no?

– Y a Marth. – añadió Zero. – Por supuesto, sólo uno de los tres volvió de ese lugar.

El Hunter de menor rango se quedó en silencio por algunos momentos. – ¿Qué hay de esos que encontró en la cámara de Penguin? – inquirió. – Por lo que me dijeron, sus cuerpos seguían intactos, aunque congelados.

– Cierto. – respondió el comandante de larga cabellera. – Pero sus componentes internos cesaron de funcionar hace tiempo. Por los escaneos que hicieron a los que lograron extraer del hielo, sus núcleos y otras funciones quedaron imposibles de reactivar. – Hizo una pausa, mordiéndose el labio. – Esencialmente, ya estaban muertos para cuando alguien llegó allí. Y Marth muy probablemente no habría logrado bajar de esa montaña sin algo de atención médica o un sistema de soporte vital hasta que pudieran estabilizarse. – Sus ojos azules se cerraron. – Por supuesto, también soy consciente de que, si las cosas no hubieran ido diferentes, podría haber sido X quien sufriera el mismo destino junto con él.

Signas estaba reacio a preguntar al principio, pero la pregunta seguía plagándole su mente de manera incesante, y luego formar palabras que danzaban en su lengua, prácticamente pidiendo que las dejaran salir. – ¿Fue por eso que decidió sujetar a Penguin para que X pudiera disparar?

Zero se quedó callado al principio, no debido a ninguna ofensa percibida por parte del otro soldado y su pregunta, sino más de contemplación por el escenario que le presentaban. – Y para asegurarse que X golpeara el dispositivo en Penguin que controlaba a los mecaniloides responsables de las avalanchas en el área. – respondió el Hunter rojo, suspirando. – Pero sí, creo que tu evaluación fue parte de la razón. Incluso si X hubiera traído a Marth al cuartel de emergencia, probablemente habría sido demasiado tarde para él.

– ¿En serio? – preguntó Signas. – ¿Pero los humanos no intentan revivirse entre ellos si entran, bueno, en alguna forma de estasis o apagón temporal?

– Sí, y nosotros también lo tenemos permitido. – respondió Zero. – Pero sólo hasta cierto punto. Sin los sistemas de un reploide se apagan totalmente, aunque sea sólo una vez, entonces la ley requiere que se les declare muertos, y sus restos sean fundidos para añadir a la producción de sus congéneres.

El Maverick Hunter se encontró sin palabras, sin saber cómo responder. Cierto, él conocía el procedimiento general para distinguir entre humanos y reploides que podrían potencialmente sobrevivir y los que no, especialmente cuando los mecaniloides renegados parecían estar volviéndose más comunes. Pero aun así, siempre se hacían esfuerzos en ambos frentes para preservar la vida.

Al menos, eso creía él.

– Y… con esto en mente… – murmuró Signas, luego de recuperar la voz, aunque sólo ligeramente – … yo… supongo que es seguro asumir que usted tiene miedo de lo que le podría pasar a X, ¿verdad?

Zero bajó la cabeza, y sus ojos penetrantes se quedaron fijos en el asfalto desgastado y agrietado bajo sus pies, evidencia de incontables batallas que se pelearon en este trozo de la carretera. Mientras levantaba la mirada, se vio envuelto por la vasta expansión de un azul interminable que se extendía sobre él, mezclándose con el azul profundo del océano debajo de ellos. Esto contrastaba enormemente con las duras realidades de su mundo.

– ¿Puedo ser honesto contigo, Signas? – le preguntó, con la voz cargada de un peso que evidenciaba la gravedad de sus pensamientos.

Signas sintió un subidón de sorpresa ante la pregunta inesperada de su comandante. De todos los reploides en sus filas, era él, el modesto y receptivo Signas, quien había captado la atención del legendario “Demonio Rojo”. Aunque la repentina intimidad del momento lo dejó algo avergonzado, reconoció que sería impropio denegarle a su comandante una simple petición. – P-por supuesto, señor. – replicó, con determinación endureciéndole la voz a pesar de la incomodidad arremolinando en el aire entre los dos. – ¿Qué tiene en mente?

Zero contuvo su aliento por un momento, atrapado en un torbellino de pensamientos que amenazaba con derramarse. El peso de su incertidumbre presionaba fuertemente en su pecho mientras consideraba expresar lo que le atormentaba. Ese conflicto interno que había empezado en el momento en que le urgió a X quedarse con A-1 en la base de misiles, una misión que ahora le atormentaba. Seguía flotando en su mente, resurgiendo vívidamente cuando encontró al Hunter azul atrapado en las garras de la imponente Ride Armor de Vile. Ahora, mientras se paraba al borde del mundo, mirando a la gran expansión azul del océano que se fundía con el cielo infinito, esos pensamientos arremolinantes le tiraban de nuevo, suplicando una resolución.

Él abrió los labios, y las primeras palabras de una profunda verdad se encontraban en la punta de su lengua como un frágil secreto. Sin embargo, nunca escaparon. Justo cuando estaba a punto de decir en voz alta sus pensamientos, un movimiento en la distancia captó su atención, atrayendo su mirada.

– ¿Señor? – preguntó Signas, con preocupación en su voz mientras se acercaba, intentando discernir la causa de la perturbación. Sin embargo, el Maverick Hunter rojo levantó la mano rápidamente, un gesto silencioso pero urgente que le indicó al otro soldado que guardara silencio y permaneciera alerta.

– Hay algo en el agua. – murmuró Zero, y Signas desvió su atención hacia donde miraba su comandante. – Algo grande.

En efecto, una vez que notó el extraño movimiento, Signas también se dio cuenta de que, a pesar de la relativa calma y quietud en esta esquina de la isla, no se encontraban solos.

Una figura imponente salió a la superficie del agua, un reploide de armadura roja con múltiples brazos, exudando un aura de poder como si aparentemente flotara desde las profundidades sin esfuerzo. La luz dorada del sol se reflejaba en su armadura pulida, creando un resplandor casi etéreo a su alrededor. Para el asombro de los dos Hunters que observaban en la distancia, parecía estar de pie triunfante sobre la superficie del agua, desafiando las leyes de la naturaleza como si comandase los elementos, un maestro del mar y de los cielos.

– Oh vaya. – dijo el cefalópodo color rubí, con sus ojos brillantes escaneando las estructuras derruidas que se alzaban ominosamente frente a él. Algunos edificios permanecían de pie, aunque con grietas y desgaste, mientras otros colgaban bajo el peso de la negligencia. – Ciertamente parece que este lugar ha visto mejores días.

Los ojos de Signas se ensancharon al darse cuenta quién había emergido del mar, y el shock se transformó en desdén y rabia mientras corría hacia el borde de la isla. – ¡Launch Octopus! – le gritó. – ¡¿Así que por fin te dignas salir de tu agujero submarino y das la cara, eh?!

– ¿Agujero? – inquirió el pulpo, con la voz cargada de un toque de indignación. Se quedó mirando la estructura poco remarcable debajo, cuya superficie aburrida y poco pulida contrastaba con el vibrante atractivo de su reino submarino. – Aunque ese término podría tener validez para esa estructura tan precaria, – concedió mientras reflexionaba sobre las palabras de Signas – palidece en comparación a mi magnífico palacio. Pronto, el Comandante Sigma purificará al mundo de los asquerosos primates que infestan la superficie, ¡y el planeta irradiará la misma belleza que define mi reino!

– ¿Reino? – Zero levantó una ceja, con un resoplido escapando de sus labios mientras sonreía con sorna. – ¿Qué, acaso conjuraste tu propio “Jardín de Pulpos” allá abajo? – le preguntó el Hunter rojo, con su tono lleno de sarcasmo, y completamente imperturbable ante las ominosas predicciones de destrucción del molusco. – Por supuesto, considerando lo meticuloso que siempre has sido sobre tu coraza, nunca me habría imaginado que estarías dispuesto a ensuciarte los tentáculos en porquería.

Para sorpresa de Signas, tuvo que reprimir una risotada cuando observó a Octopus entrecerrar sus ojos en respuesta a su comentario. A pesar de la evidente molestia, Octopus lo enmascaró rápidamente, recuperando su compostura con cierta gracia practicada. Signas no pudo evitar pensar en cuánto se esforzaba por mantener esa fachada de elegancia y caballerosidad. Le intrigaba saber cómo Octopus, un miembro de una especie conocida por su habilidad de cambiar de color a voluntad, podía balancear con tanta experticia el encanto y la cautela. El contraste entre su apariencia y las emociones debajo le fascinaban, provocando preguntas sobre la verdadera naturaleza del reploide detrás de ese cuidadosamente elaborado exterior.

– Je. – resopló Octopus, tratando de mantener la apariencia de que encontraba humor en ello, pero la ira oculta era evidente en sus rasgos, por limitados que fueran. – Para cuando hayamos terminado aquí, yo diría que serán ustedes los que estén luchando por salir de la porquería. Por supuesto – añadió, haciendo un gesto desdeñoso con sus tentáculos superiores – dado que este lugar no estará de pie por mucho tiempo, quizás no quede nada de porquería por la cual tengas que moverte.

Cualquier sentido del humor a expensas del Maverick desapareció en ese momento, y el Maverick Hunter de armadura roja y casco cornudo apretó sus manos color marfil contra la baranda que los separaba a él y a su soldado de esa pequeña caída que llevaba al océano. – ¿Qué quieres decir? – inquirió Zero, con la voz baja y exigente, claramente buscando invocar una semblanza de orden. – ¿Qué está planeando Sigma ahora?

Octopus se rio. – ¿Cómo te gustaría saberlo? – cuestionó en voz tímida fingida, cruzando sus tentáculos superiores sobre su pecho y costillas. – Aunque dada tu posición actual, dudo mucho que tengas que preocuparte mucho más sobre la condición de esta ciudad, Zero.

El Hunter rojo levantó una ceja. – ¿Qué estás implicando, Maverick? – siseó, manteniendo a Sigma detrás, pero cerca, en caso de que necesitara ayuda.

– Oh, no mucho. – replicó Octopus con una sonrisa audaz, mientras Zero y Signas observaban con alarma. El agua debajo de las botas de los moluscos comenzó a borbotear y levantarse, presagiando la emergencia de algo colosal oculto bajo la superficie. Lentamente, lo que lo estaba sosteniendo todo ese tiempo emergió hacia arriba, extendiéndose más y más alto hasta que su enorme sombra eclipsó al sol, envolviendo a Zero y Signas en una ominosa oscuridad.

A medida que la serpiente marina metálica se alzaba grácilmente de las profundidades, dominaba el reino acuático, con sus escamas lisas y brillantes reflejando trozos de luz como un espejo retorcido. Este lanzó una mirada hacia abajo, con sus ojos con aspecto de cristal azul que brillaba con una intensidad de otro mundo. Complementándolo estaba un profundo receptor visual en su domo, que parecía pulsar con vida propia. La atmósfera estaba cargada con una sensación de confrontación inminente, cargando el aire con una tensión debido al titán de la naturaleza que se alzaba sobre ellos.

– Ese… – tartamudeó Signas, echándose atrás en shock, con los ojos ensanchándose mientras asimilaba la imagen extraordinaria ante él. A pesar del asombro que lo atenazaba, no tenía intenciones de abandonar a su comandante. – ¿Ese es…?

– En efecto, lo es… – replicó Octopus con un brillo de orgullo en sus ojos. Extendió sus numerosos y sinuosos brazos, como si demandara la atención de todo. – ¡Contemplen a mi magnífico Leviatán! – La criatura se alzó detrás de él, con sus escamas brillando como gemas preciosas bajo la luz, y su enorme cuerpo exudaba un aura de poder y belleza ancestral.

Y en efecto, era todo un espectáculo de admirar.

Aunque Zero conocía muy bien al masivo mecaniloide que se alzaba sobre él (habiendo estudiado meticulosamente sus planos), todavía no había visto a ninguno de estos gigantes de metal en acción. Sus misiones típicamente lo llevaban a enfrentamientos en tierra y en el aire, rara vez requiriendo que navegase las profundidades de entornos acuáticos. Aunque ocasionalmente llevaba a cabo pruebas para evaluar sus capacidades subacuáticas, ocurrían muy pocas veces y con poca frecuencia. Él constantemente excedía las expectativas, demostrando puntuaciones altas, pero no podía sacudirse de encima la sensación de que sus movimientos eran más torpes y lentos cuando se sumergía en el agua.

Varios científicos le dieron la sugerencia de cortarse el cabello, pues creían que eso mejoraría su desempeño en la Unidad Naval. Sin embargo, el Hunter rojo descartó rápidamente cualquier pensamiento de alterar su apariencia para unirse a las operaciones marítimas. Su cabello, un símbolo de su identidad, no era algo que estuviera dispuesto a comprometer, incluso con la promesa de mejorar su eficiencia.

Por tanto, aunque supiera de ellas, todavía tenía que ver muchas de las máquinas diseñadas para viajar y adentrarse en las profundidades, como el espécimen que ahora los miraba a él y a su subordinado desde arriba, aunque no se dejaba intimidar.

La serpiente marina de metal, con Launch Octopus parado majestuosamente sobre el colosal titán submarino que había declarado como suyo, una formidable bestia de destrucción. Aunque no tuviese carne o forma familiar de alguna criatura acuática, el nombre “Leviatán” parecía casi destinado para esta magnífica creación. El mecaniloide, conocido como el Utuboros, mostraba un cuerpo alongado y segmentado, ensamblado artísticamente con secciones vibrantes y coloridas, adornadas con anillos gruesos de color rojo y azul, interconectados por uniones brillantes plateadas. Cada escama reflectora de metal capturaba y danzaba con los rayos del sol que penetraban en las profundidades, creando un espectáculo de luces contra la sombra de la imponente máquina.

Cada segmento del Utuboros mostraba un componente central circular que brillaba como un zafiro, lo que le daba a la bestia una belleza etérea que era igualmente cautivadora e intimidante. Su cabeza era una imagen temible, con dos ojos de depredador fijos meticulosamente en un lugar: uno de ellos colocado arriba de su cabeza, mientras su mandíbula, enmarcada con unos filosos dientes metálicos, se abrió ominosamente. Tres picos dentados sobresalían desde su domo, como una especie de corona retorcida, simbolizando su dominio sobre el abismo. A pesar de su diseño predominantemente liso y esbelto, la criatura tenía una serie de protrusiones con forma de pico, cada una potenciando su estética salvaje y a la vez sofisticada, haciendo eco de la belleza aterradora de las profundidades del océano.

– Cierto, aunque pueda no ser el nombre verdadero, yo diría que le queda mejor que su título oficial, considerando que pronto dejará en ruinas este lugar. – señaló Octopus, haciendo una mueca de desdén hacia la dañada Abel City. – Algo que ya es muy necesario por lo que veo.

– ¡Cómo te atreves! – gritó Signas, con el ceño fruncido de la rabia, y si no fuera porque el Utuboros momentáneamente se volvió un obstáculo, le encantaría darle algo más al arrogante cefalópodo que sólo gritarle lo que pensaba de él. – ¡¿Es que no tienes consideración por lo que has hecho?! ¡¿Por todo lo que Sigma está haciendo?! ¡Bien podría matarnos a todos si esto continúa!

Aunque no poseía ninguna, ambos, Signas y Zero, podrían haber jurado que Octopus levantó una ceja, al parecer perplejo por las preguntas del Hunter. – ¿A todos ustedes? – repitió mientras miraba a los dos reploides debajo de él y su querido Utuboros. – Oh no, estás equivocado, muchacho. Cierto, la mayoría de ustedes probablemente morirá, pero puede que aún haya oportunidad para unos cuantos.

– ¡No me llames “muchacho”! – espetó Signas, envalentonado por su rabia debido al epíteto que Octopus acababa de darle.

– Sigues siendo de rango B, ¿o no? – cuestionó Octopus ladeando su cabeza. – Ah sí, igual que tu amigo azul, ¿verdad? – Luego volvió a su atención hacia Zero. – ¿No es así, Comandante?

– Ve directo al grano, fenómeno de múltiples brazos. ¿Qué estás haciendo aquí? – respondió Zero. Hizo una pausa, cuando una terrible realización le llegó a la mente. – ¡¿Dónde está X?!

La pregunta del Hunter rojo sacudió ligeramente a Octopus, pero no se permitió mostrarlo, al menos, no todavía. – Oh, él se encuentra bien. – le respondió. – En este momento, se encuentra bajo el cuidado de una amiga mía. – Luego entrecerró los ojos. – Por supuesto, para cuando haya terminado aquí, tú te unirás a él.

Zero se mantuvo en su lugar, registrando las palabras que le dijeron en su procesador. – ¿De qué estás hablando? – inquirió. – ¡Porque si crees que voy a ir a ninguna parte contigo, será sólo cuando vaya a depositar tu cadáver lleno de disparos para que se oxide en el fondo del océano!

El cefalópodo color rubí enrolló sus tentáculos, creando la impresión de estar formando un resorte comprimido listo para soltar en cualquier momento. Pero su voz permaneció calmada mientras continuaba con su discurso. – Bueno, por suerte para ti, tendrás la oportunidad de canalizar esa agresión fogosa en algo más productivo, una vez que decidas ser inteligente y unirte a mí en este viaje.

– ¡Sí, claro! – espetó Zero, cuya voz era un feroz rugido que hacía eco por el aire. – ¡Si no quise un lugar en el “formidable” ejército personal de Sigma antes, ¿qué te hace pensar que lo quiero ahora?!

– Cierto, pero parece que lo has olvidado. – intervino el pulpo con voz suave, y sus ojos brillaban con cierta picardía. – Tu camarada se encuentra actualmente en mi posesión.

El temerario Demonio Rojo se quedó en silencio ante el sonido ominoso de esa declaración. Sus labios se apretaron en una línea temblorosa, mientras la furia burbujeaba bajo la superficie y el resentimiento contra el astuto molusco rojo echaba raíces en su núcleo.

– Ahora… – continuó Octopus, sintiéndose muy satisfecho del hecho de que Zero, de todos los reploides, se hubiera visto forzado a ceder ante él. – Aunque tuve que golpearlo un poco para que se quedara tranquilo, X se encuentra vivo e intacto. Sin embargo, dado que me encuentro operando en un área bastante riesgosa, incluso yo no puedo garantizar totalmente su seguridad. Después de todo… – Octopus hizo una pausa. – ¿No se metió él en problemas antes por haber salido corriendo por su cuenta, aunque le dijiste explícitamente que no lo hiciera?

Zero apretó los dientes y los puños, mientras miraba furioso al cefalópodo parado encima de él. O más bien, usando una herramienta mucho más grande que él para presumir visualmente de su supuesta superioridad. – Maldito… – siseó.

Octopus se encogió de hombros ante el insulto que el Hunter rojo le lanzó, percibiéndolo como simplemente un arranque de amargura de un mal perdedor. – Ahora, considerando que, entre más permanezcamos aquí discutiendo, más tiempo tendrá tu querido amigo X para meterse en otro predicamento, mejor sigamos adelante. – declaró con confianza. Con un rápido toque deliberado de su pie izquierdo contra el masivo domo brillante del Utuboros, el inmenso mecaniloide descendió gradualmente, revelando su forma colosal que se alzaba sobre la superficie del agua. Esta acción hizo que Launch Octopus se colocara a un nivel más o menos igual que Zero y Signas, quienes observaban con cautela.

Al aproximarse al borde dentado de la isla, ahora estando a sólo pocos metros de distancia, Octopus volvió a hablar, con la voz chorreando de un tono burlesco que hacía eco ominosamente con el paisaje rocoso. – Si tu supuesta camaradería significa tanto como sugiere el Comandante Sigma… – murmuró, con sus ojos entrecerrándose mientras los miraba a ambos pensativamente – … entonces seguramente entenderás que no eres el que está dirigiendo este barco hacia una situación peligrosa.

Zero bajó la mirada, y sintió el peso de su responsabilidad sobre sus hombros. Sabía que su decisión impactaría no sólo la seguridad de su camarado, sino mucho más allá de eso. Fue una realización impactante, una que Octopus había enmarcado deliberadamente alrededor de la noción de “él”, subrayando el aislamiento de su predicamento.

– ¿Quieres que mi mascota te dé una demostración de lo que pasará si determino que estás poniendo a prueba mi paciencia intencionalmente? – preguntó Octopus, con una sonrisa audaz en su rostro. La amenaza en sus palabras colgaba en el aire como una tormenta, sin dejar ninguna duda del peligro al que se enfrentaban.

Con una expresión tensa que apenas contenía bajo una máscara de calma, el rubio de larga cabellera soltó un suspiro de pesadez, y el peso de sus pensamientos no dichos quedó colgando en el aire. Estaba al borde de dar una respuesta cuando se dio cuenta, para su perplejidad, que el confiado semblante de Octopus de repente vaciló. El pomposo molusco le había dado la espalda, ya que algo que ocurría en la distancia captó su atención. Mientras unas señales alarmantes se acercaban al líder, el rubio estuvo a punto de preguntar qué había atrapado la concentración de Octopus.

– ... ¿qué?

La evidente incredulidad en el tono de Octopus no pasó desapercibida por Zero y Signas, pero apenas tuvieron tiempo de expresar su confusión. En un instante, el molusco rojo y su serpiente se zambulleron bajo las olas una vez más, con el reploide de múltiples brazos atrapado en un tumulto de incertidumbre. Todavía no podía (y menos aún, estaba dispuesto a) enfrentarse a la detección inquietante que evocaba el Utuboros en sus sistemas, que alertaban a su jinete de que algo ominoso se aproximaba.

Una presencia inquietantemente similar a la suya propia.

– ...¡¿QUÉ?!

Para su shock y decepción, Launch Octopus vio una silueta ominosa deslizándose a través del agua, inequívocamente reminiscente del Utuboros. La forma alongada y serpentina se deslizaba con una gracia que era a la vez familiar y perturbadora, revelando su identidad al instante. Era el Utuboros de reserva, oculto en las sombrías profundidades de su fortaleza (su palacio), ahora comandando, no sólo por uno de sus más peligrosos enemigos, sino también, quizás todavía peor, por esa traidora ramera cuya doble cara le picaba como un amargo veneno. La imagen le llenó con una mezcla de terror y furia, al confrontar las implicaciones de esta llegada inesperada.

– Muy bien. – dijo X, cuya voz cortó el pesado silencio que se había mantenido durante todo el arduo viaje. El aire estaba lleno de pensamientos y emociones no expresados, mientras se giraba para dirigirse a su acompañante, una aliada por el momento, aunque sus caminos divergían como dos ríos que fluían en direcciones opuestas. – Entonces, ¿esta máquina puede disparar lásers por su boca? – le preguntó, con su curiosidad en aumento mientras ajustaba su agarre sobre uno de los picos del Utuboros. El enorme tamaño del masivo mecaniloide comprometía su balance, pero su determinación lo mantenía firme.

El prospecto de una conversación había encendido una chispa de esperanza en la sirena de armadura turquesa junto a él. Pero, cuando ella registró las palabras que salieron de sus labios, sintió que la luz se apagaba considerablemente. Ella se dio cuenta que su pregunta fue simplemente por la funcionalidad de la máquina en lugar de un intento genuino de reparar la brecha emocional que había entre ellos. Una punzada de decepción la invadió, y tuvo que luchar contra sus sentimientos, tratando de mantener un aire de compostura y enmascarar la herida que llevaba en su pecho. La tensión entre ambos era palpable, cargada tanto con el peso de su historia compartida como la improbabilidad de que pudieran volver a conectarse.

Para compensar por el hecho de que no estaba equipada con un arma de fuego (y técnicamente X tenía la suya algo incapacitada), la sirena se había llevado un par de tridentes de acero del almacén de armas, aunque X declinó llevarse uno para sí mismo.

O más bien, no quiso quitarle uno a ella.

– Sí. – Aun así, en ese momento, aunque quisiera resolver las cosas, había asuntos más urgentes que atender. Además, aunque el segundo tridente estaba enganchado en un pequeño compartimiento de la espalda de ella, todavía podía dárselo a X en cualquier momento. Asumiendo que él aceptara su ayuda. – Tienes que insertar el comando y dejar que se cargue por un momento, pero el módulo de control debería estar por… ¡aquí!

El otro Utuboros abrió sus mandíbulas de plata, y en su garganta, empezó a manifestarse una esfera de energía azul, que aumentaba de tamaño y poder a medida que se acumulaba el plasma y se mezclaba con otros oponentes. Y luego, justo cuando llegaba a su masa crítica, la serpiente marina de metal soltó el orbe concentrada de energía, lanzándole el disparo directo hacia Octopus. Al ver que venía directo hacia él, ordenó a su Utuboros con un golpe tentativo en su cabeza para que lo evitase, y el mecaniloide flexible como una anguila se movió hacia un lado, dejando que el disparo de energía se fuera hacia las profundidades del océano, afortunadamente fallando en golpear los cimientos de la isla artificial.

Aunque Octopus había formado una sospecha sólida sobre las identidades de sus agresores, en el momento en que se giró para confrontarlos directamente su frustración sólo se intensificó. Soltó un resoplido desdeñoso, entrecerrando los ojos en cuanto se fijaron en X y Marty, que estaban posicionados allí con el robado Utuboros figurativamente cautivo en sus garras. – Vaya, vaya. – dijo con una mueca, formando una sonrisa desdeñosa en la comisura de sus labios. – Miren lo que arrastró la marea.

La realización lo golpeó como una descarga eléctrica: X había elegido aliarse con nada menos que Marty, una asociación que parecía particularmente peligrosa. – ¿Todavía estás dispuesto a poner tu confianza ciega en otros, chico azul? – la voz de Octopus chorreaba con un tono sombrío y divertido, cada palabra cargando implicaciones. Se carcajeó, una risa baja y burlona que hizo eco en la tensa atmósfera. – Seguro que ya has asimilado el caos que ha provocado tu linda sirenita en tus sistemas, ¿o no? – El desafío en su tono era inconfundible, revelando las profundidades del desdén de Octopus y los perturbadores secretos que se ocultaban bajo la superficie, esperando para atrapar a su ignorante enemigo.

– Oh, estoy al tanto de cómo la fuente de energía de mi arma principal por el momento. – respondió X, levantando su Buster para que el cefalópodo rojo rubí lo viera por sí mismo. – Pero también sé que no podría haber llegado aquí solo, mucho menos a tiempo para asegurarme de que no causes más problemas.

– ¿Qué? – Octopus resopló burlonamente de nuevo. – ¿Aún crees que esto es un simple juego de soldaditos? ¿Qué no has matado a suficientes de tus “amigos” para entender que esto es un asunto de vida o muerte? – inquirió, antes de hacer una pausa. – Para ti, al menos.

X apretó ligeramente los dientes, con evidente tensión en su quijada. – Oh, lo sé. – replicó, con la voz firme pero con un deje de resignación. – Contrario a lo que tú, Penguin, Mandrill y quizás Armadillo habrían pensado o todavía piensan, me he dado que mi existencia ha continuado solamente gracias a la amabilidad de otros, o simplemente que la suerte llegó a mí justo a tiempo. – Hizo una pausa, con los ojos desviándose momentáneamente como si estuviera buscando algo profundo en la distancia. Luego continuó, con un tono de pesadez en su voz. – En efecto, ya he fallado mucho en lo que significa ser un protector de los débiles.

Marty y Octopus intercambiaron miradas; ambos podían ver el conflicto en su rostro, como si estuviese luchando con una verdad muy dolorosa que buscaba evitar reconocer. Marty sintió una protesta burbujeando en su lengua, y su instinto la urgía a decir que él era mucho más capaz de lo que pensaba. Pero las palabras quedaron flotando en su mente, dudando, y cuestionándose si eralmente resonarían con él en este momento. ¿Qué valor tendrían sus palabras de ánimo en la cara de la poca fe que tenía en sí mismo? Ella sólo podía observar, con incertidumbre, cómo X confrontaba las sombras de su pasada que amenazaban con tragárselo por completo.

– Hm. – Launch Octopus los observó, cruzando sus tentáculos sobre su pecho y torso medio. – Así que, parece que al menos has ganado una semblanza de autoconciencia. – musitó en voz alta, usando los tentáculos que le quedaban para hacer un ademán como si estuviese aplaudiendo. – Por supuesto, eso no cambia el hecho de que sólo vino después que, veamos, ¿quiénes han muerto en tu presencia de nuevo? Están Marth, Penguin, Mandrill, oh, y no podemos olvidar a Armadillo. – Hizo otra pausa. – Tendré que recordar darle las gracias a Vile por haberse hecho cargo de ese maldito traidor. De nuevo, tal vez no habría sido una baja innecesaria, si hubieras hecho tu trabajo.

Los expresivos ojos de X centellearon, y un tinte rojo comenzaba a hervir bajo el verde calmado normal.

– Incluso ahora, te rehusas a hacerlo apropiadamente. – continuó Octopus, gesticulando hacia la reploide de armadura turquesa que acompañaba a X sobre el robado Utuboros. – Es por culpa de ella que ahora estás en ese estado. Tú mismo lo dijiste, tu arma principal está incapacitada por el disparo que ella te dio con su arma. ¿Por qué la trajiste aquí? – Hizo una pausa, y su tono de pronto se tornó más siniestro. – O tal vez… ella querría explicarse aquí mismo y ahora, viendo que todavía tiene tiempo para hablar antes que le arranque la garganta.

Marty sintió un familiar nudo de duda apretarse en su estómago mientras encaraba a Octopus, totalmente consciente de la maliciosa determinación detrás de su mirada monstruosa. El peso de su amenaza colgaba en el aire, sin dar signos de disminuir. Pero, a pesar de los temblores de miedo que susurraban advertencias de auto-preservación, su orgullo se impuso dentro de ella. La indignación sirvió de chispa para encender una llama de audacia dentro de su pecho.

– ¡Me dijiste que llevara a X contigo para poder aprehenderlo y contenerlo! – le gritó, con una voz cortante a través de la tensión y los puños en los costados, temblando con una mezcla de rabia y desafío. La memoria de su palabras frías y calculadoras hizo eco en su mente, recordándole lo que estaba en juego. – ¡No mencionaste nada sobre lastimarlo de la forma que lo hiciste allá abajo!

– Sí, esas fueron mis instrucciones. – replicó Octopus, asintiendo lentamente como si saboreara la incomodidad de ella. Se inclinó ligeramente hacia adelante, con sus ojos entrecerrándose con un deleite malicioso. – Sin embargo, a pesar de esa clara directiva, tú desperdiciaste valioso tiempo andando de puntillas con su estúpido intento de forjar amistades con todos en su camino. – Mientras hablaba, se fijó principalmente en la figura azul, X, que estaba de pie cerca, y la tensión en su postura era palpable. Cada uno de sus músculos se ponía rígido ante ese insulto.

»Más aún, ¿puedo hacer un comentario sobre tu muy lamentable actuación? – añadió Octopus con una sonrisa. – Eres una actriz realmente patética, querida. – Su voz chorreaba de condescendencia. – Dejaste tanto que desear que se me hizo necesario enlistar la ayuda de un amigo, sólo para poder reconstruir tu fachada de damisela en peligro, buscando desesperadamente un héroe. – Luego movió su mirada hacia X, con un brillo depredador en sus múltiples ojos. – Dime, héroe, ¿qué tal te resultó esa estrategia?

El área se sentía cargada con el peso de sus palabras, cada sílaba un recordatorio del peligroso juego en el que estaban todos envueltos. Marty se preguntaba qué tanto podría oponerse a un adversario como Octopus, incluso con alguien como X junto a ella, aunque fuese sólo técnicamente.

– Una vez que esto esté completo – respondió X – ella podrá tomar sus propias decisiones, mientras no incluyan hacer tratos con poderes como los tuyos.

Marty sintió un sutil alivio de la tensión que había estado colgando en el aire entre ambos. No era tanto como para decir que estaban en “buenos términos”, pero fue un inicio, una pequeña chispa de esperanza en una relación que estaba bastante dañada. Mientras permanecía quieta, su mente se puso a pensar en X y el peso del secreto que llevaba. ¿Qué pensaría si descubriera la verdadera razón de la presencia de ella aquí, las motivaciones ocultas que la llevaron a servir? ¿Estaría más dispuesto a escuchar y entender su perspectiva, o no haría diferencia? El pensamiento la carcomía, dejándola atrapada en el deseo de honestidad y el miedo al rechazo.

A pesar de la caótica tensión en la, irónicamente, calmada agua que les rodeaba, el cefalópodo rubí se dio cuenta que la respuesta de su oponente le había golpeado un nervio por dentro. Su deleite inicial ante la idea de minar la moral de X comenzó a transformarse en una inconfundible frustración. – No me extraña que Penguin sólo te viera como un simple bonachón que dice tonterías. – gruñó, con su voz chorreando con desdeño. Sus tentáculos se desenrollaron dramáticamente, y el Utuboros, su formidable serpiente marina de metal y fuerza, sintiendo la impaciencia de su dueño y su deseo de acción, se movió. – Muy bien. – les dijo, en un tono cortante y frío. – Pongamos tu benevolencia ciega a prueba, querido salvador.

Con un golpe decisivo de su pie izquierdo, el elaborado mecaniloide decorado de carmesí debajo de él emergió y se lanzó de frente, impulsándose hacia X y Marty. El repentino estallido de velocidad pilló al Hunter azul con la guardia baja, forzándolo a reaccionar rápidamente. Su compañera acuática no perdió el tiempo, dando una orden rápida para enviar a su propio Utuboros virando fuera del camino en el último momento posible.

– ¡Sujétate, chico! – gritó Marty, con su voz tensa de urgencia mientras forcejeaba para mover a la enorme máquina lejos del peligro inminente. Luego miró a X, notando cómo el otro Hunter luchaba por mantener un agarre firme en el repentinamente resbaladizo mecaniloide con forma de anguila debajo de él. La batalla dentro del azul profundo no era sólo de fuerza y velocidad; era una prueba de ingenio y determinación contra las fuerzas del caos que amenazaban con envolverlos.

X logró mantenerse arriba de la serpiente marina mientras la sirena rubia movía la criatura alrededor tratando de mantenerse de cara a la misma dirección de Octopus y su propio leviatán. – Entonces ¿estas cosas se supone que fueron hechas iguales? – cuestionó Marty, que estaba sujetando el tridente de reserva que se llevó de la fortaleza.

– ¡Esa era la intención! – replicó la reploide de armadura turquesa, preparándose con su arma, aunque no estaba exactamente diseñada para el combate. Sus ojos violetas se giraron al Maverick Hunter junto a ella, separados por una enorme espina metálica que servía como la “corona” del Utuboros. – ¿Seguro que no necesitas uno de estos? – le preguntó, X, a su vez, desvió la mirada hacia el segundo arpón de tres puntas de su espalda. – Mira, no hay nada pegado en él ni nada de eso. Es perfectamente normal.

X se quedó callado al principio, mirando a Octopus y a su Utuboros que habían hecho contacto visual con él y le dieron una señal visual de que se estaba preparando para atacar de nuevo. Al principio consideró no responderle, suponiendo que sería inútil en última instancia. Pero, pensándolo un poco más, también se dio cuenta de que no había razón para no decir lo que pensaba, especialmente considerando que ya no podía garantizar lo que les pasaría a él o a ella.

– Lo tendré en mente. – le dijo el Maverick Hunter a la sirena rubia de armadura turquesa. – Usualmente no utilizo armas manuales, pero eso no le impidió a Fujiwara de obligarme a probarlas de vez en cuando.

Aunque no tenía el mismo vigor de antes, una pequeña sonrisa se formó en el rostro de la reploide acuática.

– Pero si llega a ello, por favor no dudes. – concluyó el Maverick Hunter, sintiendo que Octopus estaba por hacer su movimiento, y suspiró. – Sálvate a ti misma.

Launch Octopus le ordenó a su Utuboros cargar de frente. Su cuerpo alongado y serpentino viajó sin esfuerzo se desplazó por el agua mientras se aproximaba a su hermano. Las mandíbulas metálicas se abrieron, preparadas para lanzar otro disparo de energía, sólo que esta vez, sería a corta distancia.

Sintiendo que ese era el plan, Marty insertó una acción en el CPU de la unidad que ella y X controlaban, y el masivo mecaniloide se levantó sobre el océano, mientras evitaba a su agresor a la vez que se acercaba simultáneamente. El Utuboros de Octopus se detuvo en su intento de acumular un disparo de energía, prefiriendo usar sus dientes para morder uno de los segmentos inferiores del segundo leviatán, cuyo impacto fue sentido por sus dos jinetes, inmovilizando a su transporte en su lugar. La otra bestia submarina sostuvo a su gemelo en sus quijadas firmemente.

– ¡¿Cómo nos quitamos a esta cosa?! – inquirió X, mientras intentaba sujetarse a la vez que el otro Utuboros continuaba mordiéndole las secciones inferiores a su propio hermano.

– ¡Aguanta, dame un segundo-AHH! – respondió Marty, tratando de mantenerse estable. Esto no era bueno, fue lo que pensó. No podían maniobrar la cabeza de su Utuboros para disparar ya que el rango era demasiado corto y podrían potencialmente dañarles con el retroceso, pero si no reaccionaban, la única ventaja que tenían en sus manos se volvería inútil. ¡Tenían que hacer algo!

Fue entonces que la sirena se dio cuenta que la cola de su montura se encontraba justo junto al domo de la cabeza del otro leviatán.

– Bingo.

Golpeando un interruptor localizado en el pequeño panel que había abierto, activó los componentes centrados en la cola, y los cables que viajaban desde el masivo domo del Utuboros hacia su arma secundaria se tardaron varios segundos en transmitir la orden, pero justo cuando la otra serpiente marina roja estaba ocupada mordiéndole la cola, y cuando sus dientes se encontraron con los cables y alambres expuestos que viajaban por el mecaniloide, el otro Utuboros encontró sus sistemas siendo asaltados con una ráfaga de electricidad que consumió toda su forma.

– ¡¿Qué demo-?! ¡GAHH!

Y a su vez, al propio Octopus.

El cefalópodo rojo y su montura se vieron obligados a soltar su agarre en el gemelo del Utuboros, permitiéndoles a X y Marty pilotear su propio mecaniloide a poca distancia. La sirena de armadura turquesa miró el daño que habían sufrido las secciones inferiores de la máquina acuática. – Esto no es bueno. – observó sombríamente la reploide rubia, mirando las heridas que su montura había recibido. – Tenemos que evitar ponernos en una posición como esa de nuevo.

– ¿Entonces deberíamos tratar de apuntarle desde una distancia? – sugirió X, genuinamente tratando de intercambiar ideas. – Podríamos tratar de golpearlos desde lejos, ¿no?

Marty se mordió el labio. – Lo siento, chico, pero el Utuboros está basado específicamente en la estructura y forma de una anguila, específicamente una morena, pero su función básica es la misma. – suspiró, y se mordió el labio. – Y ésta claramente lleva mucho tiempo sin usarse.  Odio decirlo, pero tal vez sería mejor que huyas y regreses a la superficie.

– No puedo hacer eso. – respondió X, negando con la cabeza. – Eso significaría abandonarte, y también mi misión y mi deber como Hunter.

– ¡No te preocupes por mí! ¡Yo estaré bien! – protestó Marty. – ¡Tal vez pueda serte de más ayuda haciendo que Octopus me persiga mientras tú vas a la superficie y buscas a tus amigos para que acaben con ese sujeto!

– Eso te dejaría a ti en riesgo, así que está fuera de la cuestión. – respondió X. – Y no, no tiene nada que ver con su género.

– ¡Entonces ve y consigue ayuda! – continuó argumentando la sirena. – ¡No hay forma de que puedas acabar con este tipo tú solo! Aún con esta cosa a nuestra disposición, nosotros… – Hizo una pausa. – … tal vez sólo tenemos una oportunidad de salir de este lugar en una pieza, ¡pero sólo si tenemos suerte! ¡Y la última vez que verifiqué, yo era mejor nadadora que tú!

– ¡Entonces me aseguraré de que tú seas la que sobreviva! – le dijo X, desafiando a Marty. – ¡Te dije que te ayudaría, ¿recuerdas?! Y hasta ahora, todavía no he resuelto tu problema. – declaró mientras giraba la mirada hacia Launch Octopus y a su propio Utuboros, que se preparaban para cargar de nuevo. – Mientras él tenga permitido andar libre, no sólo tu océano o este lugar, sino que ningún lugar bajo el agua se salvará de la destrucción que él planea causar.

Marty se quedó en silencio, agarrándose el pecho con la mano. – ¿No te das cuenta de a lo que te enfrentas? – dijo tartamudeando. – ¡¿No ves que la muerte te está mirando directo a la cara?! – Se dio cuenta que estaba perdiendo la compostura, y un trozo accidental de honestidad se coló fuera de sus labios. – ¡¿Es que no tienes miedo?!

X no le respondió, la calma del agua superó todo lo demás, y la quietud del mundo submarino sólo sirvió para que la ausencia de una respuesta del Hunter azul fuese todavía más perturbadora.

– … por supuesto que lo tengo.

La sirena rubia parpadeó, dividida entre si realmente oyó a X murmurar algo, o si simplemente se lo imaginó por alguna vana sensación de esperanza.

– Estoy aterrado. – continuó X, con la voz honesta y vulnerable, pero parecía que confesarlo abiertamente no era un detrimento, sino que incrementaba su moral. – Cuando desperté por primera vez, vi a los humanos, pero lo primero que noté fueron los mecaniloides que estaban listos para atacarme en cualquier momento. – El reploide apretó sus labios. – Me tuvieron encerrado en un laboratorio durante meses porque tanto yo como el mundo exterior nos teníamos miedo uno al otro. – Hizo otra pausa. – E incluso ahora, temo por lo que le pasará a esta ciudad y a quienes residen en ella.

– … ¿entonces por qué? – cuestionó Marty. – Si tienes miedo, si sabes que podrías morir, ¿por qué te quedas a pelear? ¿Por qué no te salvas a ti mismo?

Él se giró para encararla, y los ojos de la sirena se ensancharon al ver, de todas las cosas, una pequeña sonrisa en los labios del otro reploide.

– Porque, aunque entiendo lo que es tener miedo, hay otras cosas aparte del miedo que deberían impulsarnos. – le respondió. Vio que las facciones de Marty se suavizaban, y el terror previamente presente se convertía en una expresión perpleja, pero también intrigada. Tal vez con un ligero deje de asombro. – Hay otras cosas aparte del miedo que me impulsan.

La sirena se quedó sin habla, apenas logrando comprender lo que veía, mucho menos lo que escuchaba. ¡Eso se pasaba por encima cualquier conclusión lógica que hubiera sacado hasta ahora! Y aun así, ya fuese por la forma en que X lo dijo, o el instante, o quizás porque era algo que necesitaba escuchar en ese momento, a pesar de lo absurdo, se encontró deseando compartir lo que X le presentaba en ese mismo momento.

– ¿Sabes qué, chico? – murmuró Marty, con una sonrisa inconsciente curvándole los labios. – No creo que haya conocido a nadie como tú antes.

X estuvo a punto de preguntarle “¿A qué te refieres?”, junto con una sensación de cambio en su percepción de la sirena.

¿Un cambio en su núcleo? No, eso no, el origen, aunque familiar y que registraba con sus propias emociones, se conectaba más bien hacia él, enlazándose, y reflejando el suyo propio.

El topacio.

– Hey, ¿qué te pasa? ¿Estás bien allí?

El Maverick Hunter colocó una mano color marfil sobre su pecho, cerrando los ojos y suplicando silenciosamente con cualquier fuerza o entidad que de alguna manera estuviese conectada o comunicándose a través de este aparentemente inmaculado objeto que por favor no resurgiera ahora con sus visiones.

– ¡Atento! ¡Aquí viene!

No hasta que se hubiera encargado, por lo menos.

Launch Octopus comandaba su transporte para hacer que se lanzara contra su gemelo nuevamente. Marty a su vez hizo que el suyo y de X hiciera un arco sobre la serpiente marina que se lanzaba tratando de esquivarlo.

Pero, en cuanto Octopus estuvo a punto de jactarse por la aparente cobardía de los dos, miró arriba para ser testigo de cómo sus rivales activaban el rayo de su propia montura, y el potente disparo de energía azul forzó al cefalópodo a maniobrar de vuelta, por lo que el Utuboros que montaba hizo lo mismo. Sin embargo, no pudo evitar un disparo a tan corta distancia del todo, y el disparo se llevó el borde de uno de los picos en su cabeza.

Más arriba, Marty miró hacia abajo, hacia la cola con forma angular del mecaniloide. – El punto débil principal de esta cosa es su cámara cerebral. – le informó a X. – Aunque eso requeriría atravesar el domo, y bueno… – Hizo una pausa, insegura de si debería preguntar algo como eso, aunque fuese para evadir su propia culpa. – ¿Crees poder hacer eso en tu condición actual, chico?

X giró sus ojos verdes hacia su buster. – No estoy totalmente incapacitado, si es lo que pensabas. – respondió. – Pero, admito que no tener acceso a una fuente casi ilimitada de plasma me dificultará mucho las cosas. – Hizo una pausa, notando que los rasgos de la sirena vacilaban. – Pero eso no necesariamente significa que sea imposible.

Esto pareció aligerar la desesperación en aumento de la sirena, aunque fuese sólo un poco. Aun así, todavía tenía una idea en su mente a la que se encontraba aferrándose. Lo único era que, ¿acaso su acompañante estaría dispuesto a ayudarle con ella o no?

– Bueno, ¿tienes otra fuente de energía que tal vez pueda servir como reemplazo temporal? – le preguntó, recordando la escaramuza previa que X tuvo con Octopus de vuelta en la fortaleza.

– Nada que probablemente sea efectivo contra el Utuboros directamente. – respondió X. – Pero si se trata del propio Octopus, parece ser que el Rolling Shield no se mezcla bien con sus circuitos.

La sirena de armadura turquesa asintió, viendo a Launch Octopus y su montura alzándose de nuevo, aparentemente tratando de seguirlos para hacer otra maniobra agresiva contra ellos. –  Te pregunto porque no creo que el amigo de nuestro transporte vaya a detenerse hasta que uno o el otro deje de moverse. – dijo mientras apretaba con fuerza el tridente que sujetaba. – Y no creo que se detenga hasta que Octopus se lo diga, lo cual tampoco creo que vaya a suceder.

Rápidamente asimilando lo que sugirió Marty, se quedó en silencio por unos momentos, con los ojos fijos en el molusco rojo y su transporte. – Entonces ¿crees que sea mejor contraatacar ahora que podemos? – le preguntó. – Lo cual asumo que tú también quieres hacer, ¿verdad?

Ella asintió, percibiendo la todavía presente duda en el Hunter. – Fui una tonta por haberle puesto alguna semblanza de fe a ese narcisista con tentáculos. – musitó la rubia en voz alta. – No estoy tratando de justificarme con lo que te hice, ni mucho menos lo demás. – Hizo una pausa para morderse el labio. – Tienes todo el derecho de desconfiar de mí.

X se quedó rígido, y su núcleo reaccionó a las palabras de ella, al igual que el topacio anidado dentro de su pecho que parecía responder también. ¿Otra conexión, tal vez? ¿Tenía eso que ver con lo que ocurrió entre Blues y Tempo? ¿Tal vez el continuo dilema del que fue testigo entre ambos?

– Marty…

– No, no digas nada. No tienes nada por qué disculparte. – interrumpió la sirena, suspirando de resignación y derrotada. – En todo caso, no creo que pueda decirte que lo siento suficientes veces para compensar por todo lo que te hice pasar. – De nuevo, se detuvo, aunque sólo momentáneamente. Tenía que decirle esto, especialmente ahora que las circunstancias no estaban a su favor. – Pero, si estás dispuesto, si me lo permites… tú peleaste por mí, incluso aunque tenías tus dudas, así que a cambio… – se mordió el labio – … yo quiero pelear por ti, aunque sea sólo por esta vez.

X no respondió al principio, pues la declaración de la reploide acuática lo dejó sin habla y con un profundo conflicto presente tanto en su cabeza como en su núcleo. Y de nuevo, esas dos figuras robóticas volvieron a emerger en el ojo de su mente, aunque sólo por unos breves segundos. No había forma de que fuera al azar, concluyó X. Lo que presentaban, lo que sucedía ahora, había una razón por la que parecían trazar paralelos entre ellos.

Tenía que haber algún lazo entre ellos. Un enlace. Una conexión.

– ¿X?

El Maverick Hunter sabía que le debía a Marty una respuesta, si no por el hecho de que quizás no tendría otra oportunidad de dársela. Aun así, sólo podía darle parte de una respuesta, pues había muchas cosas que deseaba decir.

– …de acuerdo. – pero en este momento, se reservaría sus palabras, salvo por una advertencia muy importante. – Pero por favor, si las cosas se ponen malas, no te preocupes por mí. Sálvate a ti misma.

– ¡Allí están! – Launch Octopus se carcajeó, con los ojos brillándole con deleite malicioso al ver su unidad Utuboros acercándose a su gemelo en huida. – ¡Finalmente, me estaba cansando de todo este maldito juego! – Una sonrisa sombría se apoderó de su rostro, mientras se regocijaba ante el pensamiento del caos inminente. – ¡Parece que finalmente los tengo en la mira, pequeñas sardinas!

Con una chispa siniestra en su ojo, enroscó sus tentáculos con anticipación, y la tensión traqueteaba en el aire como electricidad antes de una tormenta. – Hagamos de esto un final rápido pero memorable, ¿qué les parece? – se burló, posicionándose con experticia para desatar una tormenta de Homing Torpedos hacia sus enemigos indefensos. Cada torpedo era un cruel heraldo de la perdición, diseñado no sólo para destruir, sino para saborear el miedo y desesperación que sabía que iba a desatar.

– ¡Oh, a ver cómo se retuercen para salir de esto! – Su risa hizo eco con un filo escalofriante, lleno de una alegría retorcida. La emoción de la cacería lo recorría, esto era mucho más que una batalla; era una oportunidad de disfrutar su pánico, de jugar con sus vidas mientras luchaban contra lo inevitable.

Por supuesto, al encontrarse de nuevo, se dio cuenta que el pánico, aunque potencialmente presente, no fue lo que decidieron presentarle.

Al llegar al otro Utuboros y nadando junto a la serpiente marina gemela, Launch Octopus vio al Maverick Hunter azul montado sobre el enorme domo del mecaniloide, y sus ojos verdes se giraron para encarar al cefalópodo rojo. Él y Octopus fijaron la mirada en el otro, pero en esos breves momentos que compartieron ambos adversarios, un detalle particular, o más bien, la ausencia de dicho detalle, sólo la notó uno de ellos en el último segundo.

Y para ese momento, ya era demasiado tarde.

De la parte baja del segundo Utuboros, Marty saltó disparada, usando sus turbinas submarinas para estallidos de velocidad hasta sus límites, y con su cola apenas moviéndose lo necesario para mantenerse estable y propulsándose en la dirección de ese patán pomposo con tentáculos, con un tridente en la mano y el otro colgando de su espalda.

– ¡Perra traidora! – bramó Octopus, claramente ofendida ante la rebelión que demostraba la sirena, y se vio forzado a concentrar su atención en bloquear y contraatacar o evadir los tajos y estocadas que ella le daba con su arma. – ¡El Comandante Sigma se tomó la molestia de escuchar tu patética petición cuando había cosas más importantes ocurriendo fuera de este insignificante océano, ¿y aun así te atreves a traicionarnos?! ¡¿Traicionarme a mí?!

– ¡¿Traicionarte?! – exclamó Marty, desviando varios tentáculos que buscaban sujetarla. – ¡Tú dijiste que Sigma permitiría que los océanos del mundo estuvieran a salvo! ¡Diablos, si tú mismo le debes tu vida a este océano! – le gritó, intentando apuñalarlo con su lanza de tres puntas, forzándolo a mantener su distancia. – ¡¿O es que se te ha olvidado convenientemente cómo te encontraron medio muerto y prácticamente parecía que habías tomado un viaje por un compactador de basura?! – lo cuestionó, con sus irises violetas alternando miradas entre Octopus y el otro Utuboros que estaba cerca. – ¡El océano y todos aquellos que han sido asignados y les han dado la tarea de protegerlo son la razón de que siquiera estés aquí, ¿y aun así vas y pisoteas su compasión?!

Este sentimiento parecía no tener ninguna influencia o poder sobre el ex Maverick Hunter. Más bien, en cualquier caso, parecía divertido. – Qué gracioso, ¿no es eso lo mismo que hiciste tú con tu nuevo compañero? – dijo el cefalópodo rojo.

Marty se quedó sin palabras, y su lengua se rehusó a cooperar en proveer una réplica o refutación apropiada. De nuevo, tal vez sabía que en última instancia no habría ninguna. Pero al menos, podía intentar ayudar a aquel a quien más daño le causó para que terminara con esto.

– ¡Ahora, X!

El Utuboros disparó, Octopus y Marty se separaron, y la montura del molusco tuvo que retroceder para evitar el ataque. El repentino cambio del movimiento de una figura tan grande momentáneamente sacudió al Maverick de tentáculos y a la sirena de armadura turquesa, colocando su enfrentamiento en pausa por un breve momento mientras X trataba de hacer otra movida con el Utuboros, todo mientras notaba cómo Marty se echaba atrás para dar otro golpe con su tridente.

Y fue en ese momento que X se dio cuenta, que Octopus estaba poniendo uno propio en acción.

– ¡Marty, cuidado!

Desde la mitad de su extravagante cuerpo de múltiples extremidades, Launch Octopus soltó una ráfaga de Homing Torpedoes y Piranhas de sus tentáculos, mientras la otra mitad lograba coger el tridente de la sirena en medio de la distracción creada por los explosivos.

– ¡X! – gritó Marty, a punto de ir a ayudar al otro reploide, pero se dio cuenta que uno de los tentáculos del cefalópodo le había sujetado el mango de su tridente, mientras los otros comenzaban a restringir su movimiento como represalia de manera inevitable.

Así, Octopus concluyó, con una sombría sensación de alegría, que necesitaba una solución más permanente.

Con su tridente bien sujeto, el molusco rojo rubí no perdió el tiempo en arrancarle el arma de las manos, a pesar de su intento desesperado de mantenerla en su poder. Una vez que cogió el instrumento para sí mismo, rápidamente lo arrojó a un lado, y la sirena rubia vio con horror cómo su medio de defenderse era lanzado fuera de su alcance y tal vez de su vista, para siempre.

Por supuesto, ese era sólo un tridente, y ella tenía otro, recordando este hecho mientras se echaba la mano a la espalda para coger la otra arma que colgaba entre sus hombros. La sirena no era tan tonta como para creer que Octopus no iba a tratar de interceptarla en este punto, pero parecía que, por la forma en que lanzaba sus tentáculos en dirección hacia ella, estaba menos interesado en deshacerse de su arma y más en hacer contacto con cualquier porción de su cuerpo que lograse alcanzarle.

Aunque le llevó más tiempo del que quiso, X eventualmente logró estabilizar el Utuboros y maniobrar alrededor de las nubes de humo, viendo a Marty en cuanto la sirena logró coger el segundo tridente de su espalda, golpeando los tentáculos para evitar que se le acercaran, dejando claras las intenciones de su dueño tanto para ella como para el Maverick Hunter.

Desafortunadamente, a pesar de sus continuos esfuerzos, el cefalópodo de múltiples miembros logró cogerle uno de sus brazos a la sirena, forzándola hacia arriba y, a su vez, apuntando la cabeza del tridente lejos de su objetivo.

– ¡GAH!

Sin embargo, antes que pudiera ejecutar una maniobra agresiva, Launch Octopus de pronto sintió que su espalda era asaltada por una ráfaga de energía punzante, que casi llevó a sus sistemas hasta la locura por el dolor, y lo forzó a soltar a la sirena, permitiéndole poner algo de distancia entre ambos. Al girarse para ver que X le había disparado, los sistemas del molusco también registraron lo que había lanzado en su dirección.

– Rolling Shield… – murmuró Octopus, aunque con el volumen de un gruñido por lo bajo. Siseó y empezó a enroscar sus tentáculos peligrosamente. – Fujiwara, bastardo. Incluso ahora, tus malditos hándicaps no hacen nada sino ralentizarlos.

– ¿Oh, de verdad? – cuestionó una voz femenina familiar. – Bueno, yo diría que un simple hándicap no sería suficiente. – Se movió donde estaba, pero cuando se dio cuenta de lo que venía, o más bien, quién venía en su dirección, fue demasiado tarde. – ¡Yo diría que el desmembramiento sería una solución mucho más permanente!

Cuando finalmente pudo encarar a su enemigo, Octopus se dio cuenta que cualquier represalia sería inútil, ya que las tres puntas filosas del tridente le bajaron encima. La sirena utilizó cada onza de fuerza que tenía para dar una estocada hacia abajo y atravesar la coraza de metal de los tentáculos del molusco. ¡Y tuvo éxito!

Marty sonrió triunfante mientras era testigo de cómo las preciadas extremidades de Octopus eran arrancadas una por una con sus golpes continuos, y el maldito “artista” cabezota y narcisista no tenía nada que decir o para contraatacarlo mientras se quedaba casi por completo sin brazos debido a los ataques agresivos y continuos de la sirena.

– ¡Ahora, X!

Desde atrás, el Utuboros volvió a disparar, forzando a Launch Octopus a saltar fuera de su montura para evitar la inminente esfera de energía. Lo mismo no podía decirse sobre su medio de transporte, el cual recibió el disparo en toda la cara, y la proximidad causó un daño considerable.

– ¡Quítate del camino, maldito gusano! – bramó Octopus, a punto de cruzar sus brazos de frustración, sólo para darse cuenta que ya no los tenía. Y en el siguiente segundo, tal vez le habrían rajado la garganta si no se movía, pues Marty decidió hacer otro movimiento en contra de él mientras estaba metafóricamente caído, por decirlo así.

No, pensó Octopus. Esto no iba a suceder. Necesitaba igualar las condiciones. Bueno, “igualar” en el sentido de inclinarlas a su favor, pero incluso eso requeriría la eliminación de algunos de los jugadores actuales.

– Ya no estás tan creído sin esas cosas asquerosas saliendo de tus costados, ¿eh?

Y al escuchar la burla de la sirena turquesa, creyó encontrar la forma perfecta de hacerlo.

– ¡Vamos, bastardo resbaloso! – gritó Marty, sin cesar sus ataques continuos. – ¡Tal vez un gusano sin entrañas o una babosa sea una forma más apropiada para ti! – dijo mientras seguía acuchillando y apuñalando con el tridente, haciendo ocasionales movimientos como si fuera una espada, mientras lo miraba con disgusto. – ¡Cuando las cosas se ponen difíciles, no eres más que lo que veo frente a mí! ¡No puedo creer que fui tan estúpida de creerme la idea de que te preocupabas por algo o alguien que no fueras tú mismo!

El impulso de alargarse para estrangular a la sirena bocazas le vino a la mente, pero la falta de extremidades prensiles lo hacían imposible. Al menos de momento.

Notando la ausencia de preocupación en el rostro de Octopus, apenas humanos como eran, Marty no pudo evitar sentir un escalofrío recorrerle su espina metálica. – ¿Qué dices? – inquirió, mientras mantenía sus ojos en el cefalópodo.

– Oh, nada. – respondió Octopus, aunque era claro que en su mente era cualquier cosa lejos de ser nada. Oh no, lo que tenía al frente de su procesador le daba nada menos que absoluto deleite. – Aparte del hecho de que encontré una forma de encargarme de ti y de la propiedad que te robaste de una vez por todas.

Antes de que pudiera procesar, mucho menos exigir saber a qué se refería, Launch Octopus respondió abriendo las ranuras de sus tentáculos y soltando cada misil y explosivo almacenado en los compartimientos internos, y luego un poco más. Marty se dio cuenta en el último momento e hizo un intento desesperado por detener el destructivo contraataque antes de que pudiera comenzar, se encontró con que su tonificado pero delgado cuerpo no tenía posibilidades contra el más extensivo y compacto domo del Maverick. El molusco rojo rubí golpeó a la sirena en la frente, mandándola dando vueltas hacia atrás, y su cuerpo se estrelló contra un risco dentado, lo cual la desorientó y provocó que sus dedos se aflojaran.

– ¡Marty! – gritó X, a punto de dirigir el Utuboros que manejaba para que se lanzara hacia la sirena, pero pronto se encontró interceptado no sólo por otra ráfaga de Homing Torpedos y Pirahnas, sino también, detrás de ellos, el otro leviatán rojo venía directo hacia su gemelo, con las quijadas abiertas y preparándose para lanzar un disparo propio.

– X… – murmuró Marty débilmente, observando de lejos con horror cómo el Hunter azul era abrumado por los proyectiles y las explosiones resultantes que dejaron.

El tridente comenzó a resbalarse, y Marty se dio cuenta mientras su fuerza disminuía aunque trataba de sujetar su arma, mientras sopesaba entre ir a ayudar a X o lidiar con Octopus aquí y ahora.

– ¿Huh? ¡¿Qué demo…?!

Por desgracias, la sirena nunca tuvo la oportunidad, pues un dolor agudo como una puñalada asaltó su estómago descubierto. Y luego, le siguió una sensación de que sus entrañas literalmente eran succionadas fuera de ella.

¡Estas cosas no tenían fin! Si no hubiese lidiado con la ráfaga de armas explosivas antes en la fortaleza, X habría asumido que Octopus había recibido una mejora o dos en su arsenal, y la cantidad de poder de fuego a su disposición desafiaba severamente las regulaciones impuestas por los humanos.

– “Probablemente otra razón por la que te fuiste con Sigma, ¿eh?” – pensó X con amargura mientras se veía forzado a utilizar sus armas disponibles de maneras que variaban entre semi-creativas hasta totalmente desesperadas, en relación a efectividad para combatir las amenazas. – “Aun así, ¡puedo hacerle frente a esto! ¡Tengo que llegar donde está Marty!”

Su evaluación no estaba totalmente equivocada, Marty, a pesar de lo que podría hacer creer su bravata, en última instancia no estaba diseñada para el combate o con medidas defensivas en mente, especialmente tratándose de tiempo de guerra. No, la verdadera herramienta, el instrumento de destrucción era él mismo, e incluso sabiéndolo empezaba a pelear contra el asalto que le infligía su enemigo marino.

Con el acceso a su casi ilimitada reserva de plasma en sus sistemas cortado, el Maverick Hunter tenía que depender de las tres habilidades insertadas en su antebrazo, que eran los únicos restos existentes de aquellos con los cuales peleó codo a codo alguna vez. Y cada uno demostró tener sus propias ventajas y debilidades en relación a combatir los proyectiles como los Homing Torpedos y Piranhas metálicas.

El Shotgun Ice mostró ser útil para congelar el contenido de los misiles, lo que redujo la fuerza de las explosiones o logró inutilizarlos por completo, pero X, para su vergüenza, sólo se dio cuenta de esto tras intentar electrocutar los peligrosos objetos que venían en su dirección, tratando de cortarles la trayectoria antes del impacto. Esto resultó ser efectivo e hizo lo que quería, pero X pronto se dio cuenta que la explosión resultante de materiales tan volátiles era más fuerte de lo que estaba preparado para enfrentar.

Así, incluso si encontró la técnica más efectiva, la verdadera fuerza y poder defensivo del Rolling Shield de Armadillo sólo la supo ya que X se puso sin darse cuenta en más problemas de lo necesario. Y así, las esferas de energía azul que contenían las explosiones también servían para drenar las reservas del arma que más necesitaba.

Y entonces, una vez que se hizo cargo de los proyectiles y peces robóticos, todavía quedaba el uso del Utuboros que venía hacia él, empeñado en despedazarlo a él o a su gemelo, sin que le importara cuál de los dos viniera primero, mientras hiciera caer al Hunter azul en el proceso.

Dado que tenía mucha menos experiencia en dirigir y maniobrar al mecaniloide rojo con forma de anguila, X no pudo más que manejar los controles tratando de mantenerse fuera del rango del leviatán de Octopus, y todo el tiempo tratando de llegar hacia Marty, al darse cuenta que todavía no veía ninguna señal del molusco rojo desde hacía rato. Por desgracia, el otro mecaniloide subacuático no parecía interesado en permitir que el Hunter azul se le escapara, y la máquina alongada se erguía junto con su gemelo mientras X trataba desesperadamente de llegar hacia la silueta vaga de la sirena, a la que vio estrellada contra las paredes.

Más arriba, sin embargo, el otro Utuboros luego se lanzó en picada, comenzando a enroscarse y a apretar con su cuerpo a su contraparte, restringiendo sus movimientos mientras X se dio cuenta que su montura se quedaba cada vez más inmovilizada debido al abrazo del otro demonio metálico marino. Y luego, justo cuando terminó de envolver el resto de su cuerpo segmentado, X fue testigo de cómo el Utuboros opuesto abría sus mandíbulas y luego las cerraba, perforando el domo y el cráneo metálico de su gemelo, cesando sus funciones al instante y forzando a X a abandonarlo luego de que lo había traído hasta aquí.

Las mandíbulas de acero perforaron la CPU de su gemelo y todos los demás sistemas que se albergaban en su domo, y el leviatán secundario soltó nubes de humo fuera de su boca desfigurada y sus ojos, hasta que el enorme domo no pudo contenerlo más y explotó por completo.

X no se detuvo, no podía permitírselo, pero no pudo evitar dar una eulogía silenciosa al Utuboros que lo trajo hasta aquí. Lo menos que podía hacer ahora era al menos ayudar a quien se puso en riesgo para ayudarlo. Al ver a la sirena de armadura turquesa a lo lejos, de espaldas contra el risco contra el cual había sido lanzada, X nadó a toda prisa, tan rápido como podía, dándose cuenta que, sin importar lo rápido que fuera, en última instancia no sería suficiente.

Otra más que caería en este terrible conflicto.

– ¡Marty! – la llamó X, finalmente llegando ante la sirena aparentemente inconsciente que, por pura suerte, había soltado su tridente por el agotamiento, pero la formación de las rocas en el costado del risco hizo que el mango cayera en un pequeño espacio, lo que esencialmente dejó el arma colgando en el borde. – Marty… – X cogió a la reploide inmóvil entre sus brazos, sujetando su cuerpo con un brazo mientras cogía el tridente con el otro. La rubia de larga cabellera se veía en muy mala forma, con su coraza externa dentada y abollada en varias áreas,  y algunos rastros de fluido que chorreaba de las heridas abiertas que habían sido creadas en varios lugares de su forma semi-humanoide.

Heridas abiertas… de forma circular… y parecía que le habían succionado toda su fuerza… o más bien, su energía.

– ¿Hm? – Abriendo sus ojos violetas, Marty vio una sombra amenazante desde atrás, con la visión borrosa. La sensación de ser sujetada le alertó que no se encontraba en manos de su adversario, pero el que vino en su ayuda todavía no tenía idea de que un ataque les venía directo por la espalda. – ¡Chico, cuidado!

Justo cuando la realización lo golpeó, X trató de evadir los golpes de los tentáculos de Octopus, que al verlos le hicieron entrar en shock ya que había visto a Marty cercenárselos al cefalópodo rojo con sus propios ojos. Uno de ellos le hizo mella en el costado al Hunter, logrando rozarle en la sección media, pero no fue suficiente para perforarle el cuerpo.

– ¡¿Qué demonios?!

– ¡Tonto! – se carcajeó Octopus. – ¡¿Qué no sabes que los pulpos pueden regenerar sus extremidades?!

Trató de intentarlo de nuevo, apuntándole hacia su espalda, pero justo cuando Octopus estuvo a punto de centrar su objetivo…

– ¡Marty, no!

Una vez más, sus planes se vieron interferidos.

Justo en cuanto Octopus estuvo a punto de atacar de nuevo, esa molesta pececilla que parecía haberse quedado muy apegada a su objetivo empujó al Maverick Hunter fuera del camino, y los tentáculos perforadores del cefalópodo y sus drenadores de energía golpearon el cuerpo no de X, sino el de Marty, que ya estaba muy agotada y golpeada por lo de antes.

– ¡MARTY! – gritó X, nadando hacia ella, pero encontró su camino bloqueado por un cuerpo con forma de serpiente, y el reploide maldijo por dentro al ver cómo los cuerpos de Octopus y Marty se hundían más, mientras el dañado pero todavía funcional Utuboros no le dejaba pasar.

– ¡Maldita ramera! – bramó Launch Octopus, mientras forcejeaba, irónicamente, con la misma que había sido la fuente de su energía ahora. – ¡Quítate de encima!

– ¡Un poco tarde para eso! – replicó Marty, cuya sensación mientras su energía era succionada de su ya dañado cuerpo estaba muy lejos de ser placentera. Pero aun así aguantó, al menos hasta que se alejaron lo suficiente de X.

– ¡Idiota! – rugió Octopus, cuyos tentáculos que no se habían sujetado de Marty vieron conveniente agarrarla por la garganta, aplicando una presión dolorosa en su cuello. – ¡¿Por qué estás haciendo todo esto?! – exigió, apretando su agarre y restringiendo la capacidad de la sirena para hablar. – ¡¿Qué bien te haces en ayudarlo?! ¡Él es quien habilita a aquellos que destruirán todo lo que amas! ¡Ellos destruirán este lugar y otros iguales! ¡Y ya sea que tenga la intención o no, él eventualmente te destruirá a ti!

Más arriba, X continuaba contendiendo con el omnipresente y persistente Utuboros, Esquivando otro intento de capturar al Hunter en sus mandíbulas cuando se lanzó de espaldas se estrelló contra el costado del risco: el mismo punto donde Marty había estado. Mirando hacia abajo, vio el tridente que todavía estaba situado en el pequeño espacio donde se le atoró el mango. Giró su atención hacia el leviatán que venía acercándose, notando una considerable grieta que se había formado en el centro de su domo. Si podía atravesarla, quizás… pero su X-Buster aún estaba…

Viendo que no tenía tiempo de debatir, y que la enorme serpiente ya se le venía encima, el Hunter se vio forzado a moverse, pero no antes de coger el tridente justo cuando el enorme mecaniloide embistió contra el risco, desencajando rocas y cayendo hacia las profundidades.

Y más abajo, a poca distancia, Octopus y Marty continuaban forcejeando, hundiéndose más y más, aunque era claro que a uno de los dos le iba mejor en la escaramuza que la otra.

Esa breve imagen motivó a X a acercarse al Utuboros, cuando el mecaniloide vino hacia él para otro ataque. El Hunter maniobró hacia la izquierda y aterrizó encima del lomo de la serpiente, trepándose por él hasta que llegó a la sección agrietada del domo rojo. Hundiendo el tridente con fuerza, X descubrió que el arma pudo perforar ligeramente el área gracias al daño ya presente, pero no lo suficiente. Necesitaba aplicar más fuerza.

Un golpe breve de la cabeza del Utuboros casi sacó a X de su lugar, pero aunque retrocedió una pequeña distancia, para su alivio vio que el tridente seguía en su lugar. Aferrándose desesperadamente a la superficie de la máquina submarina, el Maverick Hunter se esforzó para llegar a donde estaba antes, activando el Rolling Shield y presionando la boca del cañón en el mango del tridente. La energía y poder detrás del arma de Armadillo produjeron el empuje necesario para hundir la lanza de tres puntas en el domo. El proceso fue muy lento al principio, y a X le preocupaba que no fuera suficiente, pero en el último momento, un impulso repentino empujó el arma hacia adelante, y la CPU y mecanismos internos del Utuboros fueron perforados y destruidos por el objeto que atravesó su domo, y luego salió por la parte inferior de su mandíbula.

Al llegar a una roca sobre el lecho arenoso, Launch Octopus aterrizó sobre la superficie rocosa y arrojó el cuerpo ahora inmóvil y aparentemente sin vida de Marty a un lado. La sirena no podía tomar represalias pues sentía que el mundo a su alrededor comenzaba a desvanecerse, apenas registrando la sensación cuando chocó con el suelo debajo. Aun así, sabía que él todavía no había terminado con ella, sintiendo cómo su silueta se paraba sobre ella, con un instinto malvado en sus ojos.

– Mocosa inútil. – se burló el cefalópodo rojo rubí. – ¿Qué ganas con apegarte a los caprichos de un idiota ingenuo e idealista? ¿Qué fue lo que me ganó a mí? ¿Por qué crees que deserté? – Mientras continuaba, no se dio cuenta que una silueta desde la distancia se aproximaba rápidamente. – ¡No hay ningún sentido en ninguna de esas virtudes o sentidos de la moralidad que predican! ¡No hay nada que ganar de ello!

Más y más cerca…

– ¡En este mundo, debemos vivir por nosotros mismos! ¡Debemos atender nuestras necesidades y deseos!

Sólo un poco más…

– Y si alguien o algo trata de intervenir… ¿entonces…?

Launch Octopus se dio la vuelta, a pocos segundos antes de ser envuelto en una explosión de humo, y la reacción resultante de químicos que se mezclaban entre ellos. El Utuboros que X había eliminado se estrelló contra el Maverick de frente, sin darle tiempo para reaccionar, mucho menos para recuperarse.

Su cuerpo fue destruido en pedazos inmediatamente, junto con la enorme cabeza de la serpiente marina que acababa de chocar contra él.

– “¡Incluso en la muerte, soy hermoso!”

Esta historia continuará

Chapter 74: Sueños desafortunados

Chapter Text

– ¡¿Qué rayos?! – exclamó Signas mientras él y Zero corrían hacia la baranda, la única barrera entre tierra firme y el vasto océano. Desde el momento en que se sintió esa tremenda vibración, un crescendo ensordecedor de presión del agua y aire surgió desde las profundidades hacia la superficie, alzándose varios metros sobre el agua antes de llover sobre el Maverick Hunter de armadura azul marino y su superior. – ¿Hubo alguna explosión allá abajo?

La pregunta de Signas no recibió respuesta. O más bien, no recibió la respuesta que esperaba inicialmente. Captó un destello rojo por la esquina de uno de sus ojos, pero antes de poder procesar qué o quién era, escuchó un salpicón haciendo eco por toda el área, y su atención se volvió hacia abajo para ver ondas perturbando la otrora tranquila formación de azul, sabiendo bien a dónde habría su comandante, y también lo que intentaba hacer.

Estaba flotando.

– "Cuando escuché lo que habías hecho, cuando atacaste a Rock la primera vez, tenía muy pocas razones para que me cayeras bien."

Había bajado a tratar de encontrar a Marty, pero juzgó mal la cantidad de fuerza que saldría tras la destrucción del Utuboros.

– "Y cuando supe lo que sucedió con Roll, y varios otros debido a tus acciones, intencional o no, vi muy pocas razones para creer en lo que el Dr. Light o incluso Rock veían en ti. Si Roll no hubiera sobrevivido, y si tú no le hubieras provisto al Dr. Light de los medios para ayudar a la humanidad, te habría declarado un asesino sin remordimientos. E incluso con eso, las bajas humanas causadas por el Apagón permanecen. En efecto, hay aquellos que todavía te consideran como tal por lo que tú y Wily ayudaron a Ra Moon a traer a la Tierra."

Salió despedido de espaldas, y la sensación de su ya golpeado cuerpo estrellándose contra las rocas no le hizo favores a su condición física, aparte de dejarlo inconsciente por un breve instante.

– "Y cuando abriste ese agujero en la pared, cuando rompiste el retrato, con el sonido del cristal rompiéndose zumbándome en mis oídos, dándome cuenta de lo cerca que estuvo de darme en la cabeza, aunque no me golpeaste… el mismo sonido que el hielo… por un momento, me pregunté si me harías a mí lo mismo que le hiciste a Roll. O al menos, si lo intentarías."

X no podía discernir si se encontraba en el océano o en otra locación por completo, sus sentidos normales parecían desconectarse mientras una voz familiar volvía a invadir su procesador.

– "Luego, mi madre vino. Y te regañó. Luego de detuviste, como si no estuvieras seguro de cómo responder a lo que acababas de oír. Y yo esperé, sin saber lo que vendría después. Ella dijo que, si realmente hubieras querido causarme daño, lo habrías hecho. Pero en ese momento no lo creí. Ya no era seguro confiar en ti."

A diferencia de antes, sin embargo, su voz no estaba cargada de tensión, incertidumbre, o confusión. Duda, sí, pero no había una sensación de hostilidad debajo de ella.

– "Y luego, cuando vi que no ibas a tomar más represalias, me encontré abrumada con algo diferente."

La voz se detuvo, y con eso, X se encontró en un entorno que comenzaba a formarse y a desarrollarse a su alrededor. Sus ojos lentamente fueron formando una imagen frente a él, que lo dejó totalmente estupefacto. Lo que había visto hasta ese momento no encajaba con lo que ahora tenía frente a él.

– "En lugar de miedo, igual que antes, sentí hostilidad hacia ti. En ese momento, decidí que te odiaba. Ya no necesitaba ni quería a alguien como tú en mi vida. Sólo hiciste lo que se podrían considerar "buenas obras" antes y después de que te encontraste con Wily para mantener tu imagen o para aliviar tu propia culpa. Incluso refuté a mi madre y a Vesper Woman sobre que tal vez esas acciones no fueron totalmente tuyas, viendo que, si realmente eres el primero de todos los robots, entonces podrías estar predispuesto a servir y acomodarte a los humanos. Wily, o tal vez incluso Ra Moon, te liberaron para causar desastres y destrucción que realmente buscabas infligir.

X ya no se encontraba en las profundidades del agua parcialmente nublada hasta el tope con partículas de arena, sino en el área enclaustrada y confinada, pero extrañamente protegida y segura de una caverna húmeda. La dueña de la voz estaba sentada en un lecho de rocas, con una pequeña colección de materiales y equipamiento cerca de ella.

Aunque parecía un poco golpeada, X rápidamente se dio cuenta que los dispositivos para salvar su vida y las propiedades curativas no eran para ella, siendo la evidencia más fuerte la figura inmóvil junto a ella.

Suficiente decirlo, Blues se veía como un completo desastre, y si no fuera por el monitor conectado a sus sistemas, X habría asumido al principio que el robot se encontraba muerto. Su casco, junto con sus gafas, habían sido dejado de lado para revelar una horrible herida en la cabeza que se abría a través de su cabello y piel artificial, revelando el ser metálico debajo, con chispas de electricidad soltándose fuera de la herida y cayendo peligrosamente cerca de un charco cercano de tamaño variable. En efecto, X se dio cuenta que este no era exactamente el entorno ideal para maquinaria dañada, mucho menos para electricidad, pero el Hunter azul dudaba que la Robot Master de color verde, violeta y plateado supiera también de sus riesgos.

En todo caso, era como si este lugar hubiera sido elegido porque no había otra opción. Esta era su única alternativa, al menos por el momento.

– "Reporte de estatus."

Quake Woman y subsecuentemente X mientras observaba se giraron para ver a otra figura de pie en la entrada de la caverna, y el pánico inicial se disolvió en una sutil aprehensión. – "¿No puedes hacer tus entradas un poco menos aterradoras?" – inquirió ella, con molestia en su tono. – "No me extraña que Blues piense que eres uno de los esbirros de Wily la mitad del tiempo."

Shadow Man no se inmutó, y X sintió que las palabras de la chica robot hacían eco en su propia mente, sobre cómo el DLN renegado y el misterioso androide encontrado en las mismas ruinas que Ra Moon tenía la misma maldita habilidad de mantener la más convincente de las caras de póker que existían. Cierto, aunque sus propios circuitos emocionales hacían los mismos movimientos, la ambigüedad que de alguna forma lograron dominar (en su mayor parte en el caso de Blues) hacía que fueran casi imposibles de leer. Siempre había un aire, una sensación de ser impredecibles. Y al parecer, recientemente, tenía pocas opciones sino aceptarlo, en caso de que pudiera ocurrir algo potencialmente peor.

– "¿Y quién dice que no lo soy?" – respondió Shadow Man, cuyos ojos rojos, feroces y calculadores seguían enfocados en el cuerpo inmóvil del dañado Blues. – "Pero repito, ¿cuál es su estatus?"

X sintió la tentación de Tempo a replicar con una petición de que preguntara con educación, pero al final, eso sólo le haría perder tiempo innecesariamente. Tiempo que necesitaba medir cuidadosamente ahora más que nunca, tal vez. – "Se encuentra estable actualmente." – le respondió, dirigiendo sus ojos hacia la otra máquina humanoide. – "Su núcleo no muestra picos de energía, y mi contador Geiger no responde a ninguna fuga potencial de radiación, así que por el momento, la preocupación principal es mantener el equipamiento y materiales necesarios en condiciones funcionales. – Hizo una pausa, y una gota de agua que chorreaba de una estalagmita que colgaba sobre ella cayó en su casco y se deslizó por la superficie verde, rozando su mejilla y luego su dedo color marfil cuando se ocupó de limpiar la humedad. – "Lo cual tal vez sería más manejable si estuviéramos en un entorno donde esta humedad general no fuese un problema constante."

El robot reformateado basado en un Shinobi sólo resopló como respuesta, cruzando sus brazos. – "¿Preferirías que te reubique a una locación más abierta, donde Wily o cualquiera de los otros que todavía le sirven podrían fácilmente despacharte? – mencionó, y X sintió un repentino escalofrío ante la realización de la robot cavadora verde y púrpura. – "Blues todavía tiene valor para Wily, aunque sea sólo por orgullo en relación a tener algo de poder sobre una de las creaciones de Light. – explicó el ninja. – "Tú, sin embargo, en el mejor de los casos no eres nadie para él, y en el peor serías un obstáculo para ser eliminado." – Hizo otra pausa. – "Por supuesto, luego de esto, podrías haberte ganado su ira, después de lo que hiciste."

¿Qué había hecho ella? X se preguntaba qué podría significar esto, pero, como si buscara responder sus preguntas internas, varias imágenes y segmentos de eventos comenzaron a aparecer y reproducirse frente a los ojos de su mente. No, no eran de él, sino de ella.

El topacio le pertenecía a ella.

Una Tempo con ropas normales estaba parada afuera de una puerta, mientras Mariachi tocaba con sus patas la barrera como si quisiera salir al otro lado. Aunque ella no estaba exactamente pensada para destrucción cuando se trataba de estructuras hechas por humanos que no estaban programadas para ser demolidas (y ni siquiera eso, pues su línea de trabajo era romper rocas, no paredes), la Robot Master castaña se transformó en su modo más fuerte y comenzó a taladrar a través de la puerta. El proceso en sí mismo no fue exactamente rápido, mucho menos simple, ya que el grosor de la puerta y sus materiales la forzaron a poner una cantidad considerable de esfuerzo extra, y aun así, si bien no lo demostraba tan abiertamente como su compañero roedor, Quake Woman también deseaba saber qué habría del otro lado.

¿Otro rehén como ella? ¿Un prisionero encerrado aquí abajo? ¿Su propia madre?

Estos y otros pensamientos consumían el procesador de la androide mientras continuaba su trabajo, y X registraba con su propio cuerpo el esfuerzo que hacía el de ella, especialmente con sus taladros. Pero, cuando Quake Woman finalmente logró atravesarla, desmantelando los goznes y procedió con un plan más directo de simplemente patear la puerta y derribarla, su visión, al igual que la de X, empezó a fallar y se volvió distorsionada.

Una vez que se deshizo de la densa barrera, un torbellino de imágenes y escenas distorsionadas se reprodujeron en sucesión rápida, el Maverick Hunter apenas pudo comprender lo que acababa de aparecer frente a sus ojos.

Se dio cuenta de lo que Tempo acababa de pensar. Estaba reviviendo lo que ocurrió antes de estar en su posición actual en esta cueva.

La primera imagen era Proto Man, o más bien, un golpeado y dañado Blues al que le habían quitado su casco y escudo, con su bufanda enrollada alrededor de sus hombros caídos como si estuviera inconsciente. O tal vez, había quedado incapacitado totalmente de responder. Los ojos de Tempo vieron una serie de cuatro monitores aparentemente conectados a Blues directamente, específicamente su procesador, cordones y cables enlazados desde sus canales auditivos por ambos lados hacia las subsiguientes máquinas que indicaban la presencia de algún tipo de conexión. Cada uno de ellos desplegaba el metraje semi-granoso y con ocasionales interferencias, cortándose y regresando el interior de las cuatro cámaras. Quake Woman y subsecuentemente X tomaron nota de un rasgo en particular que cada uno tenía en común: los restos destruidos de robots enormes y corpulentos, equipados con armamento bastante impresionante. y tendidos en el centro de cada sala, y los robots mostraban varias características individuales, pero todos exhibían en el mismo propósito y función de crear destrucción.

Todos excepto uno.

En el cuarto y último monitor estaba Rock, Mega Man, peleando contra Proto Man, las dos creaciones del Dr. Thomas Light que contrastaban entre sí, enfrascados en un feroz combate uno contra el otro, aunque el segundo mostraba estar conteniéndose considerablemente, incluso con la agresión que demostraba su hermano.

Pero él estaba aquí, fue lo que Quake Woman se dio cuenta.

Proto Man estaba presente en la cámara, pero Blues yacía directo frente a ella, con la cabeza baja y, pronto se dio cuenta, tenía las muñecas y tobillos sujetos en la silla cúbica y minimalista sobre la cual estaba reclinado. Mariachi empezó a echarle garras a la silla, como si intentara treparse en ella, o tal vez, Tempo se preguntaba en ese momento si no intentaba alertarla de algo.

Entonces, sus audio-receptores lo escucharon. – "…libérame…"

Se echó para atrás, totalmente ignorante de que el otro robot se encontraba siquiera consciente. Más todavía, sonaba a que respiraba con dificultad. Respirar, eso no estaba bien. Los robots, él, ella, no necesitaban respirar. E incluso entonces, los humanos y otras formas de vida dependientes del oxígeno tenían otras varias razones funcionales y técnicas para adquirir dicho oxígeno. Ellos, sin embargo, no tenían razón para ello, al menos ninguna que se le ocurriera.

Un momento. Su contador Geiger, se dio cuenta cuando se colocó una mano en el pecho, estaba reaccionando.

– "…sácame de aquí…" – Blues volvió a susurrar, pausando únicamente para respirar más aire en sus sistemas, como si estuviera… Tempo se quedó congelada.

– "Sobrecalentando… " – murmuró, con sus ojos ensanchándose al sentir la familiar y dolorosa sensación del frío, y del dolor agudo del miedo atenazando su núcleo nuevamente, ante el peligro en aumento de la situación, al igual que para Mega Man, y potencialmente la Dra. LaLinde's, que comenzaba a asimilar.

Dio otro paso atrás, captando la atención de Mariachi, y el hámster robótico dio un chirrido inquisitivo. Y luego, la Robot Master verde y púrpura registró una figura acercándose por detrás, y se dio la vuelta, haciendo circundar sus largas coletas. Fue en este momento que X se dio cuenta que el mundo parecía ralentizarse, y el movimiento del cabello de Quake Woman le indicó que estaba por tener lugar otra transición.

Y efectivamente, eso ocurrió. La pequeña y cerrada sala que parecía tener el mismo aire que una cámara de torturas personalizada se había transformado en la caverna de nuevo, con Shadow Man situado en la entrada, con los ojos fijos en una parcialmente dañada Quake Woman, y un Blues mucho más gravemente malherido.

– "Todavía no confías del todo en él, ¿verdad?"

La Robot Master verde y violeta no respondió al principio, algo sorprendida del atrevimiento del otro androide. Aun así, X muy literalmente pudo sentir que no estaba lista para ser honesta sobre tal cosa. – "No sé de qué estás hablando."

Con todo, parecía que Shadow Man no se quedaría satisfecho con esa respuesta. – "Aún con todo lo que has visto, ¿sigues cuestionando si desea o no tener alguna asociación con Wily?"

El Maverick Hunter azul sintió que la tensión en la destructora de rocas aumentaba, con los dientes mordiéndole el labio. – "Ya ha llevado tres rostros diferentes y tres nombres." – respondió ella. – "Por lo que yo sé, todo esto podría ser parte de algún plan muy elaborado."

– "¿Y quién sería el cerebro de la operación en tu mente? ¿Wily o Blues?" – cuestionó Shadow Man. – "De nuevo, si sigues teniendo dudas, entonces tal vez ya hayas decidido en tu mente lo que piensas."

La Tempo con armadura frunció el ceño. – "¿Y acaso me equivoco por ser cautelosa, o por lo menos algo escéptica de alguien que tiene una historia menos que confiable tratándose de las relaciones entre el hombre y la máquina?" – cuestionó ella. – "Es decir, ¿cómo podrían vernos potencialmente luego de todo lo que ha pasado?" – A pesar del pequeño pero persistente deseo de detenerse donde estaba, terminó continuando. – "¿No te ha importado lo que podrían pensar de ti? Tu origen está conectado con aquel que hizo que el planeta se hundiera en la oscuridad. ¿Qué se preguntarían sobre ti aquellos que saben sobre tu conexión con él, y mucho menos de tus intenciones?" – Una pausa breve, y la castaña evaluó la expresión del Shinobi, la cual, similar a la de su igualmente ambiguo camarada, era casi imposible de leer. – "¿Qué pasaría si, igual que Ra Moon, de pronto decidieras que no te importan las vidas de quienesquiera que se pudieran meter en tu camino?" – Dio una mirada rápida en la dirección de Blue. – "Su única intención era lastimar… matar a alguien, y arrastró a varios otros que no tenían nada que ver, haciendo que perdieran sus vidas. – Otra pausa. – "La mayoría de ellos… humanos. – Se mordió el labio, casi rompiendo la piel artificial con sus dientes. – "Aunque en última instancia haya sido instrumental para traer al mundo de vuelta en línea, esas personas nunca regresarán." – Se detuvo de nuevo, aunque esta vez, su mirada se mantuvo en el aparentemente durmiente robot. "No importa lo mucho que él, o cualquier otra persona lo desee."

Shadow Man no le respondió, al menos no a sus palabras. En lugar de eso, desvió la mirada tanto de ella como de Blues, ladeando la cabeza para mirar hacia la luna, llena y redonda, brillando con una suave luz blanca. – "Cree lo que quieras." – le dijo a Quake Woman, con voz de desprecio, pero había un pequeño deje en su tono que parecía expresar decepción. – "Muy pronto, quizás ni siquiera importe en este caso."

Quake Woman miró a Blues, y luego las lecturas presentadas en el monitor. – "¿Q qué te refieres?"

El ninja se alejó unos pasos, colocando su silueta índigo y marfil fuera de los confines de la cueva. – "Dado su estado actual, cualquiera que sea la verdad, y sea lo que sea que pienses…" – Un silencio se apoderó de ellos por unos segundos, mientras la ligera brisa todavía seguía haciendo eco en la noche. – "Podría llevárselo a la tumba para cuando termine la noche."

Al pronunciar la palabra "noche", el mundo comenzó a volverse borroso y negro, y la ya presente oscuridad de la caverna se tragó todo, junto con cada una de las sombras naturales que tocaban la ubicación. X trató de protestar, pues había muchas preguntas en el aire que potencialmente no serían respondidas, todas las cosas tangibles y aquellas que estaban ocultas bajo las barreras mentales comenzaron a desaparecer, creando una mezcla conflictiva de dudas y esperanzas.

¿Llevárselo a la tumba?

– … ¿cómo está?

Pero… ¡¿eso significaba que…?!

– Hm… – dijo una voz femenina, en respuesta a la pregunta que iba dirigida a ella. La visión del Maverick Hunter lentamente se separaba de la oscuridad que antes se había apoderado de ella, revelando dos figuras en rojo que mostraban una prominente cabellera rubia. – Creo que podrás preguntárselo pronto.

Desde la caverna hasta la aparentemente impugnable oscuridad, X descubrió que su cuerpo estaba en contacto con una superficie sólida, tendido de espaldas sobre una mesa de examinaciones mientras un monitor cercano medía el ritmo y movimientos de sus sistemas internos. Ai estaba de pie a la derecha del Hunter, con una mano en la cadera mientras miraba al reploide que acababa de despertar de su estasis, con una expresión neutral y estoica como de costumbre. Zero, a la izquierda, portaba una cara similar a la de la navegadora rubia, pero había una particular sensación de intranquilidad que descansaba bajo un velo de invulnerabilidad que presentaba al mundo.

La culpa inmediatamente se asentó en el núcleo de X. Aunque no lo expresase abiertamente, el Hunter azul podía sentir que había hecho que Zero se preocupara de nuevo. Por él. Estuvo a punto de abrir los labios para hablar…

– ¡X! – Pero le robaron la oportunidad cuando otro individuo ingresó al ala médica. Suficiente con decir que, todo lo que Zero se estaba conteniendo, ella lo expresaba sin restricción alguna.

– ¡¿Roll…?! – empezó a decir X, pero se cortó cuando la reploide con coleta lo atrapó en un fuerte abrazo, teniendo cuidado con el equipamiento conectado a él, pero sin contenerse en desplegar su afecto.

– ¡Estás a salvo, gracias al cielo! – suspiró Roll aliviada, sujetando la cabeza cubierta con un casco de su hermana contra su pecho. – Cuando la comunicación se desconectó, asumí que habías llegado a la cámara principal. Pero luego de que no escuché nada durante un rato, me estaba preguntando qué estaba sucediendo y… – Hizo una pausa. – …Lo admito, empecé a pensar lo peor.

X movió sus ojos verdes, viendo a Zero por la esquina del ojo. – Debo admitirlo, tal vez Firefly debería haberme golpeado un poco más fuerte. – Suspiró, cerrando los párpados por un momento o dos. Aunque en ese breve instante, X se dio cuenta de que se había olvidado de algunos detalles importantes. Se giró hacia Zero y Ai. – Esperen, ¿cómo fue que llegué aquí?

– Tu querido héroe vino a rescatarte de nuevo, ¿qué te parece? – respondió Ai con los brazos cruzados y alzando una ceja. – Por supuesto, ya hablando en serio, no estabas tan golpeado como creímos que estarías. – continuó, dejando de lado sus propias reservas sobre el asunto y yendo al grano. – Admitiéndolo, estás aquí, así que todavía había daño que tuvimos que arreglar, pero considerando el rango y posición del antiguo Hunter al que te enfrentaste, es sorprendente que te haya quedado una cantidad de energía medianamente decente para cuando Zero te encontró.

Ante la mención del otro reploide, X giró su atención al rubio de cabello más largo presente, con los ojos llenos de gratitud, pero también con una sensación de arrepentimiento. – … lo siento. – murmuró, al ver los ojos de Roll preocuparse más. – Tuviste que sacarme de un atolladero de nuevo.

Zero, para sorpresa del Hunter azul, no se veía muy enfadado. De hecho, se atrevería a decir, aunque no estaba del todo seguro, que su comandante se veía algo impresionado. – Signas y yo pudimos sentir esa explosión de antes. – comentó. – Tú tuviste algo que ver con ella, ¿no? – inquirió, mientras notaba el cambio en la expresión de X en respuesta a sus observaciones. – Y están los restos de una unidad Utuboros con un tridente empalado en su cavidad cerebral. Pero no hay casi ningún rastro Octopus, salvo por algunos tentáculos cercenados, y la mayoría de ellos están partidos a la mitad o en pedazos.

X no estaba totalmente seguro de cómo responderle, pero Roll dejó abiertamente muy clara su postura ante esas revelaciones. – Sólo demuestra que nuestro padre se esmeró de manera extra en construirte. – Lo volvió a abrazar, y X se sintió como un hermano menor siendo estrangulado. Se atrevería a decir que incluso el menor de todos, por mucho que el pensamiento de ser el "bebé" le inspiraba una sensación de vergüenza. – En todo caso, ¡esto sólo garantiza que todos saldremos bien de todo este asunto!

Ai y Zero no dijeron nada, intercambiando miradas entre sí que reflejaban el escepticismo e indisposición de aceptar esa noción. Al menos, no todavía.

Este breve momento en el cual intentaron inyectarle algo de optimismo en el entorno se vio interrumpido una vez más por X, ya que tenía unas cuantas preguntas más en su mente.


Poco tiempo después…

– Entonces… ¿no vieron a nadie? – X hizo una pausar, notando cómo Roll lo miraba por todos lados mientras hablaba, y a su vez tomaba nota de toda la conversación que se encontraba en sesión. – ¿Ni nada? ¿En absoluto?

Zero evitó su mirada por un segundo, muy lejos de que le gustase la clara decepción en la voz del reploide más bajo, pero sabía que sería mucho peor para X no decirle la verdad. – Hasta donde sé, especialmente por lo que me dijo el equipo de limpieza que fue a investigar luego de que te encontré, tú eras el único que seguía funcionando o totalmente intacto.

Los ojos del Hunter azul se ensancharon en una terrible comprensión, y bajó su cabeza lentamente. – ¿El único? – inquirió de nuevo, como si intentara en vano aferrarse a la última pizca de esperanza de lo que se temía, lo que estaba tratando de prevenir, al final había ocurrido.

Zero se quedó inmóvil al principio, pero en última instancia asintió como respuesta, maldiciéndose por el dolor visible que X expresó y a sí mismo por ser quien le dio la noticia. Dejando de lado la necesidad, no hacía que el acto fuese más fácil. Antes de que pudiera hablar, ya fuese para intentar agregar detalles a la situación o tal vez tratar de entender exactamente lo que hacía sentir mal a X, Ai intervino primero.

– Tu hermana reportó que encontraste a otra reploide en tu pequeño viaje submarino. – dijo la navegadora de armadura roja y marfil, mirando momentáneamente a Roll, que a su vez se sorprendió al darse cuenta que quería una respuesta de la otra rubia.

En serio, Ai pensaba que, aunque se guardaba lo que consideraba pensamientos minúsculos para sí misma, ¿por qué siempre parecía haber algún rubio o rubia dentro de una proximidad razonable?

– Oh sí, correcto, Marty. – respondió Roll confirmando con un asentimiento. La mención del nombre de la sirena inmediatamente provocó una punzada de culpa que retorció las facciones de su hermano, y a su vez ella se maldijo por no considerar la sensibilidad de eso. – …lograste encontrarla en la fortaleza, ¿correcto? – le preguntó, algo dudosa, pero la constante y presente mirada de Ai la urgió a continuar. El sentimentalismo no tenía lugar aquí, esto era el trabajo. – Pero luego de eso, las comunicaciones se cortaron.

– Pero, en lugar de encontrarte a ti o a Launch Octopus en ese lugar, te encontramos a poca distancia de la ciudad donde estamos. – señaló Ai. – Pero en todo ese tiempo, ¿no trataste de contactar a tu hermana o a alguien más? – A pesar de su elección de palabras, su tono no era acusatorio, sino más bien trataba de exponer todos los hechos disponibles a la luz para llegar a una conclusión potencial. – Hasta para alguien tan imprudente y terco como tú, diría que hasta eso está increíblemente fuera de carácter.

Bueno, esa era una crítica mucho más ligera que la que le dio su novio verde, pensó X. – Me enfrenté a Octopus en el palacio que remodeló en el piso superior. – les informó a los otros reploides presentes. Hizo una pausa, debatiéndose si debería revelar o no esos detalles. – En medio del combate, hubo una… ligera interferencia que retrasó las cosas un poco.

Roll estuvo a punto de tratar de aliviar las cosas, pero una vez más, parecía que Ai necesitaba dar a conocer su postura, ya fuese que alguien lo preguntase o no. – Ella te traicionó, ¿no es así?

Quietud, oscuridad. Flotando en un vacío interminable.

Igual como había sido antes, antes de que la chispa de su fuente de vida fuese soplada como una vela.

Pero, a diferencia de esos momentos previos, cuando él visualizaba sus alrededores y encontraba algo de confort en la miríada de estrellas brillantes y radiantes, ahora sólo quedaba una sofocante ausencia de luz. Su otrora calmante brillo se había desvanecido, dejándolo a la deriva en una profunda e inquietante oscuridad. Un frío escalofriante se apoderó de él, envolviéndolo como un manto pesado, paralizando cada aspecto de su ser, y amenazando con arrastrarlo más a las profundidades del abismo.

Arrastrándolo hacia el absoluto silencio, hacia el inminente abrazo de la muerte.

– "... quería darte esto mucho antes." – le dijo ella, con una voz suave pero decidida.

Incluso mientras la sensación de sus lazos que lo ataban al mundo se iba deshaciendo, como si la tela de su realidad se fuera deshaciendo como un viejo tapete, las palabras de ella seguían en su mente, haciendo eco a través de una neblina de incertidumbre.

– "Siento mucho la espera. No fue… exactamente fácil elaborarlo, tanto el interior como todo lo demás."

Él podía recordar vívidamente la silueta delicada de la mano color marfil de ella, con sus delgados dedos manchados por las pruebas que tuvo que soportar, extendiéndose hacia él. En su palma reposaba un objeto peculiar, cuya superficie brillaba ligeramente bajo la luz, atrayendo su mirada como si fuera casi un imán.

– "Pero… esto… es para ti." – concluyó ella, cuya voz estaba imbuida con una mezcla de esperanza y trepidación.

Al principio, pensó que se trataba de una simple gema o un intrigante fragmento de mineral que ella había desenterrado durante una de sus excavaciones, una especie de talismán, un gesto de despedida, un amuleto de buena suerte para protegerse en medio de la sombra de desesperanza que se cernía sobre él. Y aun así, al inspeccionarlo más de cerca, se dio cuenta que, aunque a pesar de que ese fuera su propósito, había más en él que sólo la capacidad de absorber y reflejar la luz fuera de su superficie semicircular.

Sí, al verlo más de cerca, pudo verlo. En su interior.

Había un pequeño pero todavía visible dispositivo, anidado dentro de la protección de la roca endurecida, un dispositivo que parecía hacer eco de la tecnología del tempo presente.

– "...Lo sé… ya es demasiado tarde para hacer nada… pero…" – Su mano extendida temblaba, dejándose caer exhausta y dejando caer el objeto fuera de su agarre. – "Tal vez… yo pueda proveer algún servicio… una última vez."

Se suponía que se estaba muriendo, desangrándose metafóricamente hablando, mientras la inmensidad del espacio servía como un extenso y a la vez aislado y claustrofóbico mausoleo, aunque literalmente había tenido todo el universo en la punta de sus dedos. Su núcleo estaba en sus últimas, su fuego de vida casi se apagaba por completo, y aun así, logró levantar su brazo, con sus dedos carmesís sujetando algo, a alguien que sabía que no estaba allí, que estaría por siempre fuera de su alcance.

Y aun así… no quería irse. Él lo sabía, y había aceptado que su muerte era inevitable, pero ahora, tras tanto tiempo de tener ese hecho clavado en su conciencia, se dio cuenta que, en ese momento, no quería irse de esta forma.

– "...él creó un hermano y una hermana para ti… para que cuando volvieras a casa… nunca más volvieras a sentirte solo."

No quería irse. No quería dejar a su padre, o a sus hermanos, o a su hermana.

– "... tú eres la única con la que jamás he hablado sobre algo…"

Tampoco quería dejarla a ella.

– Tempo… lo siento…

Por esto, cuando sintió que otra mano le sujetaba la suya, su núcleo moribundo de pronto se sintió como si reviviera, y la confusión y perplejidad se apoderaron de sus sentidos que se iban apagando, pero a la vez, trajeron una chispa de esperanza potencial. ¿Sería cierto? ¿Realmente habría vuelto? ¿Vuelto a casa?

¿Acaso todo esto, los últimos años, las aparentemente interminables décadas, habrían sido sólo una horrible, terrible pesadilla?

– ¡Oh, wow, eso fue rápido!

La voz era femenina, familiar, y aun así, no era de ella. Pero sí le pertenecía a quien no esperaba, mucho menos tenía la intención de conocer.

– Lo admito, no estoy exactamente segura de cómo haber puesto esta gema en tu cavidad torácica funcionó, pero supongo que los resultados son lo único que importa, ¿correcto?

El antiguo robot se levantó, y vio que su mano sujetaba la de otra máquina de cabello dorado que de manera muy literal lo arrastró fuera del abismo por el que flotaba sin rumbo, sin ningún sentido de su ser, mucho menos del tiempo, permitiéndole tener una chispa de duda sobre que las cosas no habían ocurrido como las recordaba. Pero al ver su pecho abierto, con el topacio agrietado anidado en el centro de la cámara vacía donde antes reposaba su núcleo, y la figura de pie junto a la mesa de examinación, todo eso cementó el hecho de que no era más que un sueño muy distante y vívido.

– Tú eres Ray B., ¿correcto? ¿El que ayudó a Chiyo y Kenichi? – le preguntó, con sus ojos turquesas estudiándolo de manera inquisitiva. – Más de una vez, viendo que escuché cómo fue que llegaste aquí en primer lugar.

Él no le respondió. No podía. Su voz, que utilizaba muy rara vez a menos que lo viera absolutamente necesario, le había sido arrancada de la garganta mientras esos gradientes turquesas anidados en la cabeza de la chica reploide continuaban observándolo. Ella no tenía idea, pero esos ojos atravesaban la densa barrera que sus gafas oscurecidas proveían, destruyendo cualquier defensa que él hubiese conjurado cuando se volvió claro que tendría que encontrarse con la última de las creaciones de su padre.

– …um, perdona la intrusión, pero ¿estás bien?

Pero nunca se imaginó que sería en una situación como esta. Tampoco creyó que la conocería a "ella".

No ahora. No tan pronto.

– …y me confió que Octopus le había prometido su total apoyo en los urgentes esfuerzos de proteger y preservar los frágiles ecosistemas de los océanos en todo el mundo. Había un deje de sinceridad en su voz.

– Y al hacerlo, te guio hacia una trampa tendida meticulosamente. – vino la respuesta tajante.

X se mantuvo en silencio, sin un solo suspiro de negación escapándose de sus labios. ¿Qué podría articular? Cualquier palabra simplemente se disolvería en el aire cargado, lo que la dejaría insignificante e inútil. Incluso si las percepciones de aquellos a su alrededor se alejaban a la verdad a la cual él se aferraba, el peso abrumador de la evidencia apilada en contra de esa chica que quería defender se sentía insalvable, y una carga muy pesada le presionaba en el pecho.

– Bueno, yo no la llamaría "tendida meticulosamente". – intercedió Ai, con los brazos cruzados sobre el pecho, una postura que irradiaba desafío. – En todo caso, toda la situación era bastante obvia, y tu simplemente escogiste no verlo. – Sus ojos azul hielo se fijaron en los de X, mirándolo con una intensidad implacable. – O tal vez sería más preciso decir, que te rehusaste a reconocerlo.

Zero giró la mirada hacia la otra reploide rubia, cuyos ojos se entrecerraron con una expresión severa que indicaba una advertencia silenciosa. – Ai. – le dijo, con algo de precaución en el nombre, implorándole que mantuviera un nivel de decoro, especialmente en presencia de su superior.

Para sorpresa del Hunter rojo, vio que las facciones de X se contorsionaron, no por decepción o tristeza, sino con una llama de furiosa indignación. – ¿Y habrías preferido que yo me hiciera cargo de ella en el momento en que levantara alguna sospecha? – le espetó a la navegadora de armadura roja y marfil, sin molestarse en contener la frustración de su voz. – ¿Habrías querido que yo me asegurara que ella fuera silenciada, para eliminar la amenaza potencial de inmediato?

– Si eso potencialmente de hubiera ahorrado un viaje aquí, y a nosotros algunos de nuestros preciados recursos, entonces tal vez ese habría sido el curso apropiado de acción. – respondió Ai, con la voz fría y dura como el acero, pero con un pequeño deje que parecía recordar a la gentil pero penetrante brisa del invierno. – Y yo aquí pensando que Firefly te había dado suficiente chequeo de la realidad luego de lo que pasó con Armadillo.

– ¡Armadillo me salvó la vida! – protestó X, levantándose de su posición reclinada y poniéndose de pie, aunque sus extremidades todavía se estaban ajustando tras volver a ponerse en línea. – ¡Y lo mismo se aplica para Marty! ¡Sin ella, es posible que Launch Octopus hubiera tenido éxito en lograr sus ambiciones!

– Y si no fuera por tu maldita insistencia en seguir dudando, probablemente habríamos podido detenerlo antes que llegara a Abel City en primer lugar. – contraatacó Ai, entrecerrando los ojos, haciendo muy evidente las temperaturas internas que contrastaban entre ella y X, pese a sus coloraciones opuestas. – ¡Y para que sepas, al dudar en lo que se supone que debe ser tu deber bien podrías haber puesto a Zero, tu Comandante, en peligro potencial junto al resto de la ciudad!

– ¡Estaba intentando proteger a la ciudad! – replicó X, pero esto estuvo muy lejos de ser una respuesta satisfactoria para Ai.

– ¡¿Dejando que otro Maverick te viera la cara?! – ladró de vuelta la navegadora rubia. – Y no estoy hablando de Octopus, para que conste.

– ¿Cómo te atreves…? – Los ojos de X se ensancharon, mientras sujetaba el borde de la cápsula de recuperación que previamente ocupaba. – Prácticamente le debes tu vida a ella.

– X. – Zero dio un paso para acercársele, la furia que se había apoderado del otro reploide era tan extraña como preocupante. Esto no era propio de él; no era el X que conocía. – Espera un momento…

– Y por poco termina quitándole la tuya. – replicó Ai. – Múltiples veces, debo añadir. Y estaba dispuesta a hacerlo por animales de inteligencia inferior que no pueden ni siquiera sobrevivir sin las condiciones apropiadas en el agua, mucho menos respirar oxígeno. – X estuvo a punto de replicarle, pero Ai siguió presionando. – Incluso más, estaba dispuesta a ponerlos a ellos por encima de los humanos.

El silencio se apoderó de ellos, estirándose por lo que pareció una eternidad, pero la tensión en el aire parecía eléctrica, mientras el Hunter azul y la navegadora roja se miraban fijamente. Zero estuvo a punto de intervenir cuando un ruido distante captó su atención, cuya fuente se iba acercando por momentos. Por el sonido, su ritmo parecía acelerarse, aparentemente deseando llegar a su destino a toda prisa.

– ¡¿X?! ¡¿Zero?!

La preocupada voz femenina inmediatamente capturó la atención tanto de X como de Ai, haciendo que se girasen y vieran a una agitada y nerviosa Roll en el marco de la puerta.

– ¿Qué sucede? – preguntó X, dejando de lado su conflicto actual con Ai para moverse hacia su hermana. – ¿Te pasa algo?

– R-Ray… – La rubia de coleta empezó a jadear, y sus algo desactualizadas ventilas se habían agotado por la velocidad que utilizó para venir aquí. – Se… ¡se escapó!

Se fue… se fue…

– Sólo queda… 46 por ciento…

La reploide murmuraba en voz alta, no era que hubiese nadie que pudiera escucharla, mucho menos algún lugar a donde pudiera ir.

No tenía idea de cuánto tiempo había pasado, desde que pensó que no era más que una pieza de chatarra drenada de su energía, cortesía de ese cefalópodo narcisista, y todas las sensaciones y lazos con el mundo físico se habían ido desvaneciendo en la nada.

Entonces, sus audio-receptores momentáneamente cesaron de funcionar, abrumados por un repentino, atronador y extenso estruendo.

Marty no estaba muy consciente, pero la fuerza de lo que fuera que había creado esa tremenda conmoción hizo despertar su ya debilitado cuerpo con poco esfuerzo, y la lanzó a una gran distancia de allí. Al principio no fue claro, pero mientras comenzaba, milagrosamente, a volver a ponerse en línea, notó que el lugar donde estaba no era el mismo donde estaba antes.

Por supuesto, la realización le hizo muy poco bien, viendo que no se encontraba en la mejor condición, para ponerlo en términos simples.

Al recuperar la conciencia, la sirena se dio cuenta de que su capacidad de maniobrar sería considerablemente más difícil, considerando que casi literalmente la habían partido a la mitad. Su cola estaba prácticamente destruida de las caderas para abajo, y aunque todavía poseía sus brazos, la falta de aletas y un timón para poder dirigirse por el agua significaba que no podía hacer gran cosa aquí abajo.

Tenía que subir a la superficie.

Sin embargo, hacia dónde podría ir desde aquí, no tenía idea, pues sus acciones previas no la habían puesto exactamente cómoda con cualquiera de aquellos que potencialmente estarían disponibles para proveerle ayuda. Por un lado, si los humanos descubrían de lo que ella había sido parte, seguramente verían aceptable echarla de nuevo en el agua o entregarla a las autoridades para que la encerraran.

Así que, no le quedaba otra opción más que ir hacia arriba. Y hacia adelante.

Esta historia continuará

Chapter 75: Complicaciones

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– ¡¿Qué?! – exclamó Zero, sin procesar del todo lo que la otra rubia de coleta acababa de decir. Sin darle tiempo a Roll para elaborar, empezó a pedir detalles sobre lo que sucedió. – ¿Cuándo sucedió esto? ¿Cómo pasó? ¡Creí que Lifesaver y los otros asistentes alertaron al personal de que no había fuente de poder disponible para cargar su cuerpo!

– ¡N-no lo sé! – replicó Roll apresuradamente, más dando un grito a la defensiva que una respuesta a la pregunta del Comandante. – ¡Yo no arranqué sus sistemas ni nada de eso!

Intentaba explicar, aunque más para desviar sospechas de sí misma de que sus acciones podrían potencialmente haber invocado una reacción como esa. De nuevo, considerando el aspecto que tenía la máquina durmiente y la mirada que le dio, tal vez ese fuera el caso.

Nada de esto tenía sentido, y la multitud de preguntas que colgaba en el aire lo tenía todavía al filo, más que el hecho de que quedaba todavía el problema de que Launch Octopus había llegado a las puertas de Abel City a causar problemas. Sin embargo, en ese momento, saltar de cabeza a la primera señal de cualquier cosa con agresión tal vez no fuera la mejor opción, se dio cuenta el Comandante.

– Nos haremos cargo de eso. – le aseguró Zero a Roll, con la voz suave y reconfortante, una cualidad muy similar a la de un hermano mayor tratando de calmar a uno menor. La calidez en su tono inmediatamente captó la atención Roll, haciéndole sentir un subidón de tranquilidad en medio del caos. – ¿En qué dirección se fue? – añadió Zero, escaneando los alrededores en busca de cualquier señal de movimiento.

– No lastimó a nadie ni dañó nada, si es lo que preguntas. – dijo Roll firmemente, aclarando la situación rápidamente en defensa de Ray B. Había un deje de tensión en su voz, como si entendiera la gravedad del momento, pero también sabía la verdad de lo que sucedía. – Aunque no puedo garantizar que no haya asustado a algunos durante su escape.

– ¿Oh, de verdad? – cuestionó el Hunter rojo.

– Fue un poco… caótico cuando una de las unidades enfermeras se dio cuenta que estaba activo.

Zero levantó una ceja, con su expresión siendo una mezcla de escepticismo e intriga. – Un pequeño chispazo en los sistemas nunca le hizo daño a nadie. – replicó, con una sonrisa seca apareciendo en su rostro, mientras se giraba para dirigirse hacia la salida del ala médica. La atmósfera estéril estaba llena con el ligero zumbido de las máquinas, un recordatorio de lo frágil que podía ser la seguridad. – Pero tendremos eso en mente para la próxima ronda de evaluaciones.

Al llegar a la puerta, se detuvo, mirando a Roll. – Entretanto, necesito recordarle algo al equipo de vigilancia. No podemos permitirnos otro incidente, por menor que sea, que se les escape de la vista. – Su tono se volvió serio, enfatizando la importancia de la vigilancia en su línea de trabajo.

– ¿Cuál incidente? – preguntó X, con la voz cargada de curiosidad, aunque el momento en que las palabras salieron de sus labios, una oleada de vergüenza de apoderó de él. ¿Cuál incidente? Era una pregunta que se sentía casi absurda; su mente recorrió una serie de momentos caóticos que habían ocurrido, como si los incidentes fuesen una parte inescapable de su existencia. La respuesta se sentía obvia: podría haberse ahorrado tiempo simplemente listando las veces que las cosas habían resultado bien en lugar de eso.

Honestamente, como reflexionó, era un misterio que Zero continuara tolerando sus acciones. El pensamiento lo dejó preocupado, aunque con un deje de gratitud junto a sus dudas.

– Sólo digamos que ha habido actividad extraña ocurriendo en los límites de la ciudad. – respondió el comandante rubio. – Por lo cual quisiera ver si su amigo que acaba de escaparse puede ser rastreado.

– ¿Por qué? – inquirió Roll, insertándose en la conversación. – Si no ha hecho nada malo.

– Todavía no. – respondió Zero. – La información que encontró en esa fábrica supuestamente abandonada fuera del perímetro nos ha dado una idea de lo que Sigma podría estar planeando, pero ya que lo que había sucedido le ganó un viaje al hospital aquí, es seguro asumir que, lo que sea que podría estar ocurriendo, nadie quiere que nos acerquemos demasiado a averiguarlo.

Roll frunció el ceño. – ¿Estás sugiriendo que Ray B. de alguna manera podría estar potencialmente ayudando a Sigma?

– Ese es el problema. – respondió Zero fríamente. – Si se puede tomar una decisión concreta, entonces sabría a dónde ir en relación a nuestra fuente de "ayuda externa". Sin embargo, viendo que planea desaparecerse a cada oportunidad que decida que su trabajo ya está hecho. Parece que planea revelar sólo lo que quiere, y cuando quiere.

– Una astuta observación. – remarcó la otra rubia. – Pero estoy segura de que esa posición es completamente desconocida para ti, seguro.

El Hunter no respondió, pasándola de largo y atravesando el marco de la entrada del ala médica. – Iré con Firefly más tarde para explorar los sectores más vulnerables. – dijo, aunque era claro que ya no se dirigía más a la otra rubia. – X, ¿quieres acompañarme? Nos beneficiaría mucho tener un par de ojos extra.

Los ojos turquesas de Roll parpadearon. ¿La estaba ignorando?

– Oh, s-sí, claro. – respondió X, sin perder un instante para unirse a su comandante. – Creo que estoy en buenas condiciones para volver al trabajo.

– Hey, esperen… – tartamudeó Roll, pero Zero la cortó, ahogando la voz de ella con la suya propia, para su gran shock y, rápidamente, ofensa.

– Espero que esta vez CUMPLAS con tu deber. – murmuró Ai entre dientes, y la otra reploide sintió que su núcleo se acaloraba.

– ¿Qué acabas de decir?

– Muy bien, si ese es el caso, les sugiero que despejen el área para que aquellos que la necesiten puedan entrar, señoritas. – intervino Zero. – Ai, permanece en espera en caso de que Trinity necesite una mano extra para manejar las líneas de comunicación.

– Sí, señor. – respondió la navegadora de armadura roja y blanca, haciendo un pequeño saludo. – Lo haré.

– Bien. Ahora, si nos disculpan… – Con eso, los Maverick Hunters salieron, dejando a las otras dos reploides solas.

Ai comenzó a moverse hacia la salida, pero un brazo metálico se extendió frente a ella bloqueando su camino, cuya dueña mostraba una expresión de gran disgusto.

– ¿Te importaría repetir lo que acabas de decir? – La voz de Roll sonaba como un alambre tensándose, apenas conteniendo la rabia que ardía bajo la superficie. La actitud despectiva de Zero había sido una afrenta personal, pero fueron los comentarios de Ai sobre su hermano menor los que encendieron una llama de furia en su pecho, tornando su visión roja de indignación.

En respuesta a su rabia, Ai se enfrentó a su mirada feroz con una mirada gélida y despectiva; los ojos turquesas se fijaron en unos azules más distantes y helados. – La admiración por los héroes no es un pozo mágico de poder que se activa cuando hay dificultades, ¿sabes? – replicó Ai tan fríamente, que su voz sonaba como si fuese un lago tranquilo que ocultaba profundidades traicioneras. – En todo caso, ha tenido suerte de llegar hasta aquí, sobreviviendo por pura casualidad y por la buena voluntad de otros.

– ¿Cómo te atreves…? – La voz de Roll temblaba de furia, pero Ai presionó más, sin inmutarse por la tormenta que se cernía frente a ella.

– Si crees que estoy implicando que de alguna forma soy superior, entonces te equivocas. – contraatacó ella, con un tono implacable, pero extrañamente sin un ápice de malicia.

A pesar de la intensidad de su rabia, Roll se encontró luchando con una inesperada oleada de confusión. – Ciertamente tienes una forma muy peculiar de demostrarlo. – espetó ella, cuyas palabras chorreaban de desprecio, mientras su mente corría a mil por hora tratando de comprender las emociones de la otra reploide.

Ai se quedó en silencio, y su fachada usualmente fría y dura como piedra se fracturó momentáneamente. La sorpresa de Roll se hizo más profunda cuando una chispa de vulnerabilidad cruzó por el rostro de Ai, moviéndose como sombras en una pared. Era una sensación fugaz de terror, proyectando un perturbador escalofrío sobre esa expresión que normalmente era estoica. En ese momento cargado de tensión, Roll sintió una chispa de simpatía abriéndose paso en medio de su actitud defensiva, y el miedo helado se atenuó momentáneamente antes de retirarse detrás de la máscara de indiferencia que Ai siempre llevaba.

Al menos, intentaba hacer un esfuerzo de mantener su fachada, para aparentar que se preocupaba.

– Yo no debería estar viva.

Pero en ese fugaz momento, en ese diminuto fragmento de tiempo, la máscara cuidadosamente construida le falló, revelando una vulnerabilidad debajo.

– ¿Qué? – inquirió Roll, frunciendo el cejo confundida, sin estar segura de que sus oídos realmente habían capturado el peso de esas palabras que acababa de hablar.

– Mi existencia… no… – Ai tartamudeaba, como si la imagen que aparentemente había mantenido con tanta facilidad ahora mismo acabara de decidir que ya no podía permanecer. – ... no debería haber continuado. No después del daño que Chameleon me infligió.

¿Chameleon? No le llevó mucho tiempo a Roll darse cuenta a quién se refería la otra androide rubia, para su propio disgusto interno. – Siento mucho que hayas tenido que experimentar eso. – murmuró, mordiéndose el labio. – Especialmente con… él, de todos los… – Hizo una pausa, por tener que siquiera concederle otro pensamiento a esa asqueroso reptil, aunque no se lo mereciera. Dicho eso, no tenía intenciones de dejar pasar lo que Ai acababa de decir. – Aun así, ¿qué quisiste decir con…?

– Tú no fuiste construida con los mismos componentes intrínsecos que yo, ni tampoco fuiste diseñada para el mismo propósito. – remarcó Ai, cuyo tono iba cargado de una sorprendente suavidad mientras colocaba la mano sobre el hombro de Roll. – Pero, tu ausencia sin duda dejaría un vacío significativo. – continuó, mientras levantaba el brazo de Roll con una inesperada ternura. – En cuanto a mí… bueno, ¿alguna vez te has preguntado por qué Blu y Trinity fueron traídas a bordo?

Roll abrió la boca para responder, y se vio atrapada en un tumulto de pensamientos; si debería presionar más a Ai o decir sus propias objeciones en voz alta, no pudo decidirse. La reploide de armadura roja y marfil le hizo retirarse hacia los confines de su entorno, ese opresivo y estéril ambiente de concreto y ángulos agudos que la envolvían como un velo sofocante. Cada línea dura del espacio manufacturado parecía servir como un bálsamo temporal, aunque fuera solo por un fugaz momento, ayudándole a olvidar cómo esos bordes rígidos contrastaban con el mundo vibrante y caótico que yacía más allá de ellos.


Más tarde, en las afueras de Abel City…

– Entonces, ¿no ha habido más intentos de contactar a la tierra principal? ¿En absoluto? – La pregunta se quedó en el aire, casi palpable, acompañada por el peso de miradas ansiosas que sus compañeros intercambiaban entre ellos. El Hunter azul, con sus agudos instintos, sentía la urgencia del momento; la especulación no bastaba. Necesitaba claridad, como oxígeno en una atmósfera pesada y sofocante.

– No hasta donde nosotros sabemos. – replicó Zero, dando un paso al frente para asumir una posición de mando entre la unidad de patrulla que se había reunido. Su postura estaba llena de confianza, pero una sombra de preocupación se colaba entre su semblante usualmente controlado. X, posicionado obedientemente junto al comandante, podía sentir la tensión en el aire; con una intranquilidad no dicha que cargaba su misión. Zero continuó, con la voz firme pero cargada de gravedad. – De nuevo, dado cómo los humanos desobedecieron tan descaradamente las órdenes de Sigma apenas días después que nos separamos de la tierra principal, apostaría que se inclinarían a tomar medidas desesperadas.

– ¿Desesperados al punto de que podrían terminar condenándose a sí mismos? – X quiso sondear más, entrecerrando sus vívidos ojos verdes mientras se fijaban en un aparentemente infinito océano que se alargaba como una manta intranquila entre él y la brillante Ciudad Blanca, una gema brillante anclada a la isla que formaba la nación de Japón.

El Hunter rojo permitió que sus párpados se cerraran por un breve momento, sometiéndose a la suave caricia de la brisa que decidió congraciar su presencia. Su larga coleta, una cascada brillante de color dorado, ondeaba con gracia, encarnando la tranquilidad del momento. – Honestamente, en este punto, tal vez hayan decidido que no les queda nada que perder. – replicó pensativamente, con la voz pesándole de resignación. – Al enfrentarse a una elección entre la libertad en la muerte, o una vida encadenados y prisioneros, una de las dos al menos ofrece una oportunidad de escape.

En realidad, tal vez ese era uno de los pocos rasgos con los cuales Zero podía genuinamente empatizar cuando se trataba de los humanos, pero era sólo uno. X era mucho mejor para leer su otro rasgo distintivo, su capacidad para la vulnerabilidad. – Entonces ¿deberíamos poner alguna advertencia o disuadirlos de más intentos de hacer contacto? – En medio de sus complejidades, a menudo encontraba un hilo relacionable en sus conflictos, ya fuese el peso de sus miedos, la intensidad de sus deseos, o el anhelo por ser comprendidos y una conexión.

Incluso con su propia supuestamente "programación avanzada", Zero encontraba esas cosas muy distantes. Esta experiencia compartida en luchar con sus emociones, incluso cuando sólo podía observar desde la distancia, le ofrecía un vistazo a la profundidad a menudo turbulenta de la existencia humana, de una fuente que en última instancia tenía mejores medios de comunicación, y una relación que probablemente él nunca tendría. La respuesta del Hunter rojo ya no albergaba tanta confianza como antes. – Podríamos intentarlo, ¿pero crees que eso realmente los detendrá de seguir intentándolo?

X sintió una oleada de sorpresa invadiéndolo, que lo pilló momentáneamente con la guardia baja por la gravedad de la situación. Pero, debajo de ese shock inicial, pudo reconocer la innegable verdad en las palabras de su comandante, su compañero en armas, y un confiable aliado en las buenas y en las malas. – ¿No hay algo que podamos hacer, para al menos hacer alguna diferencia? Podríamos crear una ruta abierta entre este lugar y Arcadia que nos mantuviera alineados con las condiciones de Sigma. – sugirió, con una chispa de esperanza que se encendía dentro de él.

Zero se encontró con la mirada de X, cuya expresión era una mezcla de decisión y frustración. – Si te refieres a medios de comunicación, hemos estado peleando con ese problema desde que Sigma apretó su control en la mayoría de la isla. – replicó, con la voz firme pero algo cansada. – Cada esfuerzo que hemos hecho para establecer algún tipo de comunicación ha sido obstruido o completamente erradicado en el momento en que se intenta enviar alguna señal. – El peso de su predicamento colgaba pesadamente en el aire, subrayando los implacables obstáculos que enfrentaban bajo el reinado de Sigma.

Los susurros flotaban como fantasmas en la abierta pero a la vez cerrada y claustrofóbica área al borde de la isla, envuelta en una cortina de secretismo. X sentía el peso de la mirada, con cada conversación silenciada siendo un agudo recordatorio de su propia estupidez. Apretó los puños, con su epicentro vibrando, y preguntándose por qué Zero toleraba siquiera su presencia. Esa pregunta le carcomía, hundiéndose profundamente con cada palabra que murmuraban.

¿Qué fue lo que vio su creador en él que no vio en sus otros hijos? El Dr. Light había puesto una cantidad extraordinaria de fe en él, una fe que era confusa a comparación de los logros de sus otros hijos, quienes repetidamente demostraban su valor a través de actos heroicos que habían salvado al mundo del peligro inminente. Ocasionalmente pensaba que, dadas las circunstancias correctas, incluso Roll, que siempre estaba lista para ofrecer soporte y asistencia, probablemente le superaría en su misión compartida. Esta duda persistente seguía allí, y no pudo evitar preguntarse por qué fue escogido para un rol tan importante cuando había otros más cualificados y capaces.

O al menos, alguna vez los hubo. En otro tiempo.

– Aunque, todavía queda una ubicación de interés, que podría tener la respuesta a nuestro problema.

Los ojos de X cobraron vida, y una chispa de curiosidad de encendió en él al captar el tono en la voz de su líder, severo, pero con un deje de esperanza. El Hunter abrió su boca, listo para sondear esa declaración críptica de Zero, pero una ráfaga de imágenes le inundaron la mente. Una serie de memorias, vívidas pero a la vez con un tinte de nostalgia, le asaltaron, forzándole a hacer una pausa. La imagen era tan clara que casi se sentía como si pudiese alargar la mano para agarrarlo a él; casi podía sentir el peso de su significado. A pesar del paso del tiempo que se alargaba entre el pasado y el presente, la realización lo golpeó con una claridad implacable, haciendo eco en las profundidades de su mente.

– La torre de comunicaciones.


Cuartel general subterráneo…

– ¿Y esto es todo? – cuestionó Roll, con la voz pesándole de incredulidad mientras observaba las escasas provisiones que quedaban frente a ella. La pila que había medido no era más grande que un plato de cena estándar, una imagen muy desalentadora en un mundo donde el sustento se había vuelto una comodidad muy preciada.

Chiyo estaba de pie cerca, con la expresión decidida a pesar de la sombría realidad. – Es lo que queda. – replicó ella, con sus ojos escaneando los remanentes de comida que había reunido entre las sombras de este lugar olvidado, ocultos inteligentemente de los ojos del resto de la ciudad. El aire a su alrededor pesaba con una sensación de desesperación, y añadió: – La mayor parte de ella probablemente sea para Kenichi. – La forma en que lo dijo no cargaba ni una onza de resentimiento o desdén por él, pero había un peso palpable en su voz que indicaba todos los desafíos que enfrentaban. A pesar de su actitud práctica, su tono ofrecía poco consuelo, revelando la dura realidad de cómo su lucha por la sobrevivencia no parecía tener un fin a la vista.

– Hablando de eso… – Roll comenzó a hablar de nuevo, con la voz firme pero con un deje de preocupación. No sólo intentaba redirigir la conversación, sino que genuinamente se preocupaba. En un mundo donde sus hermanos parecían lograr hazañas monumentales con facilidad, a menudo se sentía pequeña e insignificante. Pero se aferraba a la única cosa que podía proveer, su apoyo y afecto incondicional. Podría parecer trivial en el gran esquema de las cosas, pero para ella, era invaluable. Después de todo, en una familia que vivía de sueños y ambiciones, ofrecer una semblanza de amor se sentía como un regalo muy preciado. – ¿Cómo se encuentra? – le preguntó, con la mirada esperanzada, deseando escuchar que estaba bien a pesar de todo el caos que la rodeaba.

O por lo menos, lo suficientemente bien.

– Vivo. – dijo la joven de cabello oscuro. – Fuera de eso, ahí sé tanto como tú.

– ¿A qué te refieres? – preguntó Roll, incluso aunque presentía que la humana no deseaba totalmente pensar en ese asunto.

– Me refiero a que el chico pretende que nadie más excepto él mismo existe. – dijo Chiyo, con el tono frustrado y a la vez lleno de preocupación. Cruzó los brazos, antes de apoyarse contra la pared y continuar. – Es cierto que si le dices que haga algo o vaya a alguna parte, seguirá las instrucciones sin dudarlo. Pero fuera de esos momentos, es como si se hubiera aislado por completo en su propio mundo, como si toda esta instalación pudiera desaparecer y él no lo notaría. – Se mordió el labio, entrecerrando la mirada mientras pensaba en sus interacciones. – En especial, se rehúsa a reconocer mi existencia. – añadió, con la voz baja como si estuviese reacia a admitir el dolor que eso le causaba.

– Chiyo…

– No, sólo escúchame. – interrumpió, con sus ojos lanzando un destello mezcla de determinación y tristeza. – Él tiene que hacer eso. Necesita ignorarme, actuar como si yo fuera invisible, porque hacer lo contrario, es decir reconocerme, significaría que tiene que confrontar una verdad mucho más oscura. – Hizo una pausa, con el peso de sus palabras colgando en el aire. – La verdad es que yo estoy aquí, viva y respirando, y ella no.

No hubo más preguntas al respecto, pues la reploide rubia sabía perfectamente la identidad de "ella". La simple mención del nombre conjuraría memorias vívidas, y la cara asociada con ese nombre no dicho que pero que seguía haciendo eco resonaba con fuerza, proyectando una sombra sobre cualquiera que la hubiera visto.

– Él no cree eso. – declaró Roll, aunque su voz titubeaba ligeramente, revelando su incertidumbre. Ella podía sentir el peso de la conversación colgando en el aire, tenso y sin resolver.

– ¿Tú crees? – espetó Chiyo, con una mezcla de desafío y desesperación en su tono. Sin embargo, sus palabras parecieron disolverse en la atmósfera, fallando en proveer ningún consuelo sólido. Sentía que una certeza le carcomía, de que el mensaje efectivamente lo había entendido, si bien todavía no lo aceptaba del todo. Luego continuó, con urgencia colándose entre su voz mientras señalaba los escasos suministros que las rodeaban. – Pero en este momento, si él me reconoce o no, eso ya no importa. – Los ojos cansados y ensombrecidos de Chiyo pasaron por los escasos objetos de comida que tenían enfrente, raciones empacadas y algunos vegetales marchitos, todos para aquellos que requerían un sustento orgánico. – Él va a necesitar más que sólo estas patéticas raciones para mantenerse con vida. – añadió, frunciendo el ceño con preocupación.

Inclinándose, cogió una botella casi vacía de agua, crujiendo el plástico ligeramente al agarrarla. – E incluso si pudiera soportar sin comida… – murmuró, permitiéndose un momento de silencio – … hay ciertas cosas esenciales con las que no puedes sobrevivir. – De repente, una sonrisa irónica se formó en las esquinas de sus labios, sorprendiéndola. – O más bien, sin las que nosotros no podemos sobrevivir. – corrigió, lanzándole una mirada de reojo a Roll. – Esas cosas no son un problema para ti, ¿verdad?

Las palabras quedaron en el aire, una mezcla de humor y melancolía que se colaba entre lo tenso de su situación. Aunque servía como un mecanismo de defensa, la reploide rubia no pudo evitar sentir que esas reflexiones tan francas eran menos que una ayuda para la frágil moral del grupo. – Entonces, supongo que no hay más opción que aventurarnos afuera y conseguir más suministros. – proclamó, tratando de infundir sus palabras con una sensación de certeza, como si estuviera cristalizando un plan en su mente. – Por supuesto, eso también involucra encontrar un lugar donde todavía queden provisiones.

– Puede que todavía queden algunos almacenes de esenciales en la ciudad. – intervino Chiyo, con el tono cargado de una mezcla de esperanza y resignación. – Pero descubrirlos dependerá enormemente de hasta dónde estés dispuesta y seas capaz de buscar. – Dudó un momento, y bajó la mirada al suelo, como si luchar contra una realidad desagradable que acechaba bajo la superficie de sus pensamientos. Las emociones que se arremolinaban dentro de ella eran palpables, cada una luchando por atención, intensificando el peso de sus siguientes palabras. – Afuera de eso, sólo queda un lugar garantizado que tendrá al menos lo mínimo básico. – continuó, con la voz apenas más fuerte que un susurro. – Pero no creo que ninguna de las dos podamos salir de allí ilesas.


Abel City…

El prospecto de explorar la torre se alzaba sobre ellos, una oportunidad tentadora recubierta de peligro. Tenía que ser peligroso; de lo contrario, Zero, siempre el estratega, ya habría tomado acción hacía mucho. – ¿Y cuál es la condición? – preguntó X, mordiéndose el labio con anticipación ansiosa, tratando de tomar aplomo para una respuesta que sospechaba que sería desalentadora.

Zero, que era muy conocido por sus agudos instintos, dirigió su afilada mirada hacia la ominosa silueta de la torre. Se alzaba desafiantemente sobre una pila de estructuras dañadas y derruidas, un recordatorio de la devastación que había plagado su mundo. – ¿No has notado algo peculiar sobre ella? – inquirió, alzando una ceja que se asomaba por debajo de su casco, con la voz baja y cargada de tensión.

X se tomó un momento para escanear la escena, con la mente a mil por hora mientras sus ojos observaban el caos que los rodeaba. Fue entonces que lo vio: la superficie impoluta de la torre contrastaba enormemente contra las ruinas que la rodeaban, no habiendo sido tocada por los misiles que devastaron todo lo demás. – ¿Cómo fue que sobrevivió a ese ataque? – preguntó, con la voz llena de incredulidad.

– Así. – replicó Zero, con el tono de voz decidido. Sin dudar, apuntó con su Z-Buster hacia la torre y lanzó un disparo concentrado. La esfera de energía voló hacia su objetivo, sólo para detenerse en seco a mitad de su vuelo por una fuerza invisible. Un muro de energía azul translúcida se materializó, envolviendo a la torre en un capullo protector. El plasma concentrado se disipó sin causar daños contra la barrera, revelando un patrón hexagonal de color azul vibrante que irradiaba hacia el exterior, un breve vistazo de la tecnología en funcionamiento. Luego de un momento, el escudo desapareció, dejando la torre con la apariencia que tenía antes, aparentemente invulnerable.

– ¡¿Qué?! – exclamó X, con los ojos muy abiertos del shock ante la gravedad de la situación. – Pero… ¿cómo puede ser…?

– Parece ser que Sigma tomó precauciones antes de iniciar la primera fase de su campaña destructiva. – replicó Zero, cuyos ojos seguían fijos en la enigmática estructura. Las implicaciones que irradiaban de su descubrimiento seguían pesando en el aire. – Considerando cómo la comunicación ha sido esporádica, casi inexistente desde que lanzó su ofensiva, tal parece que hemos descubierto la raíz de un número significativo de nuestros problemas.

La mente de X se puso en modo acelerado al procesar las palabras de Zero, y el peso del desafío le presionaba encima. La torre, con sus misteriosas defensas, se alzaba no sólo como un monumento de las precauciones de Sigma, sino como una pieza clave de su desafío en curso. – Y si el exterior está vigilado, ¿por qué sería diferente con el interior? – sugirió, a lo cual Zero asintió estando de acuerdo. – Aun así, hablando hipotéticamente, si pudiéramos encontrar la forma de recuperar el control, ¿qué sucederá entonces?

– Entonces tendremos una mejor manera no sólo de extender nuestro alcance sobre la isla, sino de mantenerlo. – respondió Zero. – Y no voy a mentir, creo que es algo que pronto vamos a necesitar. – Antes que X pudiera cuestionarlo de nuevo, el reploide rubio se le acercó más. – Pero tendremos que discutir esto después en privado.

¿En privado? De nuevo, X no tuvo tiempo para responder, pues el Hunter rojo se giró hacia el resto de quienes les acompañaban en su misión de reconocimiento.

– Muy bien, este sector parece estar limpio, ¡sigamos buscando más abajo! ¡La mitad de ustedes busquen en el área Este, mientras los otros van al Oeste de este distrito, ¿entendido?!

– ¡Sí, señor!

Los otros se separaron, y X estuvo a punto de unírseles, pero una mano se colocó en su hombro, atrapando su atención y girándose para ver que había más en este arreglo que sólo ver lo que sucedía dentro de los sectores internos de Abel City.


Más tarde…

– Creo que esto cuenta como suficientemente "privado", ¿no lo crees? – Zero miró a su alrededor, mirando con sus agudos ojos los remanentes del paisaje urbano que una vez estuvo lleno de vida. Aunque la azotea de esa estructura dilapidada no estaba totalmente aislada, se sentía como un pequeño santuario en medio de la devastación que los rodeaba. Los sonidos distantes de los escombros asentándose, y los ecos ligeros y ominosos de un mundo que ya se había ido, que servía como un fondo sombrío para su conversación.

– Más o menos. – replicó X con una risa seca, tratando de inyectar algo de humor en la sombría realidad que se alzaba sobre ellos. Su mirada se fijó en los edificios derrumbados y los restos de una ciudad que había experimentado incontables conflictos. – Pero en serio, ¿qué sucede? ¿Hay algo que quieras decirme aparte de todo el caos que está sucediendo allá abajo?

– Podría decirse. – replicó Zero, cuyo semblante se tornaba más serio. Dio un paso al frente, bajando su voz para asegurarse que su discusión permaneciera contenida sólo entre los dos. – Aunque, supongo que sería más preciso decir que te voy a pedir un favor.

– ¿Un favor? – preguntó X, con un deje de curiosidad que captó su interés. Levantó una ceja, intrigado, pero cauteloso.

– Sí. – afirmó Zero, cuya expresión se tomó más intensa. – Dado todo lo que ha sucedido con… tú ya sabes quién, no creo que nadie más excepto tú debería ser el que tome acción respecto a esto. Es muy delicado.

X frunció el ceño con confusión, con una mezcla de preocupación y perplejidad se arremolinaba dentro de él. – ¿Qué quieres decir? – presionó, deseando entender el peso de la petición de Zero que todavía colgaba en el aire entre los dos.

El rubio de larga cabellera miró a su compañero, con el intenso azul de sus ojos fijos en el profundo y vibrante verde de los del otro. Una sutil tensión llenaba el aire mientras hablaba, con la voz firme pero cargada de preocupación. – Es sobre tu amigo, Ray B. – dijo, con cada palabra cuidadosamente elegida, indicando complejidades que se ocultaban bajo la superficie. La expresión de su compañero cambió, entrelazando la curiosidad y la aprehensión mientras esperaba más información, con el peso de las preguntas no formuladas colgando entre los dos.

Esta historia continuará


Chapter 76: Encontrado

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

– ¿Ray B.? – cuestionó Zero, con el tono cargado de curiosidad y un deje de escepticismo.

– A menos que me esté refiriendo a Ray A. en Arcadia. – añadió, con un tinte de frustración en su voz. – Pero ya conozco a ese tipo y a su amigo, Glenn, y sé que ni tienen ningún interés en nada que tenga que ver conmigo.

X se mordió el labio, con una oleada de incertidumbre apoderándose de él. Sintió un deseo fuerte de disipar las dudas e inseguridades de Zero. – Pueden pensar lo que quieran. – replicó, intentando mantener la voz firme. – De cualquier manera, no hace falta que te molestes por ellos.

– No, pero tienen toda la razón del mundo para ser cautelosos. – contraatacó Zero, cuya expresión se cerró aún más al recordar los encuentros pasados. – Tu hermana se sintió de esa forma por un tiempo.

X se detuvo, tomado con la guardia baja con el recordatorio. Por un breve momento, casi se había olvidado que sus relaciones una vez estuvieron tensas. Sus interacciones recientes habían sido notablemente más cordiales, y parecía muy fácil ignorar la tensión que una vez existió.

– Bueno, la situación de Roll tiene un contexto importante. – respondió X, tratando de tomar un enfoque más compasivo. – En todo caso, no creo que ella albergara animosidad hacia ti. Creo que sólo estaba siendo algo cautelosa dadas las circunstancias.

Mientras hablaba, X sintió algo de responsabilidad por crear un puente entre ambos, esperando que revelar la perspectiva de Roll le ayudara a Zero a entender lo complejo de su pasado.

– En todo caso, ella fue mucho más tolerable que algunos otros. – señaló Zero con algo de exasperación en la voz. Miró hacia el paisaje mayormente desolado, con sus pensamientos estaban en otra parte. Luego continuó, determinado a ir directo al grano del asunto. – Aun así, en este momento ella no es el foco de mis pensamientos. De hecho, tengo una tarea para asignarte.

X ladeó la cabeza con curiosidad. Esto captó su interés. – ¿En serio?

– Sí. – replicó el Maverick Hunter de cabellera larga, cuya expresión se volvió más seria, y un gesto fruncido apareció en ella. – Se trata de ese sujeto llamado Ray B., me gustaría que le hicieras algunas preguntas. – Había un tono tajante en su voz, sugiriendo que la información que Zero buscaba era urgente e importante.

– ¿Qué sucede? – preguntó X, notando que su amigo y superior adoptaba una expresión de sorpresa.

Zero dudó, bajando la mirada mientras parecía evaluar la situación frente a él. El silencio se alargó por un momento algo largo, amplificando la curiosidad de X. – Es Firefly. – replicó finalmente, pero la respuesta sólo sirvió para profundizar la confusión de X. – Tiene una petición del cuartel general y quiere saber si puede pasar por aquí.

X cruzó los brazos, enfurruñando las comisuras de su boca. – ¿Para qué? – presionado, con intriga pero cauteloso a la vez.

– Lo creas o no, es de tu hermana. – dijo Zero, con el tono cargado de incredulidad. Hizo una pausa, midiendo la reacción de X. – Dice que necesita ir a comprar víveres. – le confirmó, dejando lo absurdo de su petición colgando en el aire.


Mar de las Filipinas…

La superficie tranquila del agua era un reflejo del cielo, creando una ilusión de calma que casi la convenció de que todo estaba donde debería estar. Se sentía como un día perfectamente ordinario, como cualquier otro, donde el mundo giraba sin ninguna preocupación. Pero bajo esa fachada serena, ella luchaba por mantenerse a flote y conectada, y su cuerpo se sentía cansado y pesado contra la suave corriente que la arrastraba. La formación rocosa que estaba frente a ella, dentada y rugosa, le ofrecía un breve santuario. Se arrastró con dificultad, cada movimiento le servía como un recordatorio de sus limitaciones, las minucias de sus circunstancias que la presionaban.

Aunque logró llegar a esta precaria percha, un pensamiento perturbador le carcomía en la mente: ¿acaso este breve momento de consuelo le proveía el respiro que necesitaba tan desesperadamente? Miró hacia la tranquilidad que la rodeaba, sabiendo en el fondo que este era sólo un escape temporal y que los desafíos que tenía por delante estaban más allá del borde del océano.

– No, no era sólo el océano, al menos no era éste. Y ciertamente no era ninguno de los otros.

Con una profunda sensación de resignación que hacía eco dentro de ella, un escalofrío se apoderó de Marty, cortándola a través de su apenas funcional núcleo como un cuchillo helado. Suspiró con pesadez, mientras su largo cabello rubio caía sobre sus hombros desnudos en olas suaves, enmarcando su rostro con un contraste notable. Sus audio-receptores con forma de pez sobresalían delicadamente de su cabeza, y su diseño aerodinámico enfatizaba la calidad etérea de su apariencia. Su piel semi-bronceada, bañada por el sol de verano, con su armadura que contrastaba mostraba una mezcla cautivadora de tonos turquesa y blanco perlado que encajaban juntos como los colores del mar. El escenario a su alrededor se sentía imposiblemente vasto, y a la vez sofocante, como si el peso de sus pensamientos la arrastrara profundamente en una melancolía que parecía entrelazarse con la esencia del océano mismo.

– No puedo ir a ninguna parte. – murmuró, con su voz apenas más fuerte que el susurro de las olas que golpeaban contra la orilla.

Miró hacia el horizonte, con una mezcla de carmesí y violeta que se filtraba en el cielo, sabiendo que muy pronto el mundo más allá de su alcance se iría para siempre. En retrospectiva, se dio cuenta de que su tiempo se iba acortando, como si el peso de su existencia misma ejerciera presión en ella.

– Maldición, chico… – Una risa suave se escapó de sus labios, a pesar del profundo dolor que le oprimía en el pecho, un cruel recordatorio de la factura que le pasaron sus decisiones. – Tú y tu maldita actitud heroica… – Casi podía ver la determinación en sus ojos idealistas, esa imprudente valentía que la arrastró a ella hasta este mundo caótico.

Pero, en medio del tormento de sus pensamientos, una pregunta perturbadora salió a la superficie mientras el cansancio la envolvía como un manto: ¿lo que hizo realmente habría valido la pena? Reflexionando en su decisión de asociarse con Launch Octopus, encontró un pequeño consuelo; ella podría haber justificado sus acciones con la esperanza de preservar los océanos del mundo, una causa que consumía sus pensamientos y alimentaba su pasión. Pero era la memoria de ese reploide al que conoció en las profundidades la que permanecía, retorciéndole la mente como un eco silencioso.

– ¿Me arrepiento de ello? – se preguntó, con la mirada perdida en la luz que se iba desvaneciendo, contemplando las elecciones que la llevaron hasta aquí. La respuesta no vino como esperaba; en lugar de eso, sintió una inesperada serenidad recorriéndola. Con cada momento que pasaba, el silencio se profundizaba, pero extrañamente, no experimentó ninguna sensación de insatisfacción o arrepentimiento que la carcomiera. Por primera vez en un largo tiempo, se vio envuelta con una profunda sensación de paz, como si las tormentas de su pasado se estuvieran acallando, dejando sólo un mar tranquilo dentro de ella.


Abel City…

Las cejas de X se alzaron de sorpresa. – ¿Comprar víveres? – La absurdez de la situación sólo duró unos momentos, al entender la realidad de la petición, lo que hizo que el Maverick Hunter sintiera aún más tensión. – ¿En serio cree que Firefly puede ayudar eso?

– Bueno, hay una razón por la cual entre las filas lo apodan el “Motociclista Verde”. – observó Zero. – Y aunque no fuera así, ya ha demostrado ser el más rápido en toda la ciudad, sin contar a Overdrive Ostrich, y este último literalmente voló del gallinero, por decirlo así. – concluyó mientras los dos procesaban la inusual petición de parte de la inesperada fuente.

Ya fuera que se refirieran a un incidente del Maverick Hunter que llevó a su incapacidad de volar, o una burla a que fuera un pájaro, X no tenía certeza. Aun así, había poco humor en cualquiera de las dos interpretaciones. Más todavía, el pensamiento del avestruz antropomórfico y mecánico le atrajo otra memoria a la superficie, que no había resurgido desde el impacto de los misiles.

– ¿Ha habido alguna señal de Storm Eagle desde…? – preguntó X, cuya voz apenas era más fuerte que un suspiro, como si el simple acto de hablar pudiese despertar fuerzas ominosas que acechaban desde las sombras. Las palabras quedaron colgando en el aire, gruesas y opresivas, mientras remanentes de la destrucción permanecían alrededor de ellos. Restos calcinados del campo de batalla servían como un sombrío recordatorio de que la tierra misma llevaba las cicatrices de su conflicto, infundido con una presencia perturbadora.

Todo el mundo se sentía manchado, manchado de energía maligna.

– No desde que él y los otros miembros de la Unidad Aérea se fueron a los cielos en busca de Sigma. – respondió Zero, con el cejo profundamente fruncido, revelando el peso de la preocupación que lo invadía. Su tono cargaba una pesada sensación de desesperación, vacía de cualquier chispa de esperanza. – Eso fue después que el polvo se asentó después de la última confrontación. Desde entonces, no han regresado, ni han hecho ningún tipo de señal. Es como si hubieran desaparecido en los vientos malévolos que soplan sobre este lugar.

El silencio que siguió se sintió un eco de sus miedos, cada momento cargado de incertidumbre y desesperación.

– Independientemente de las circunstancias, Eagle se puso en riesgo para asegurarse de que tu hermana llegara aquí a salvo con la hija de Fujiwara. – recordó el rubio de cabellera larga, con la voz calmada pero sombría. – Sería una grave deshonra a sus servicios si cualquiera de ellas terminara muriendo ahora. – Sus penetrantes ojos azules proyectaban un profundo sentido de responsabilidad, como si el peso de su seguridad descansara sobre los hombros de él. Las sombras danzaban alrededor de ellos, resaltando la gravedad de sus palabras mientras reconocía el peligro que los amenazaba a todos.

– ¿Él fue el único que no se alineó con Sigma cuando todo comenzó? – preguntó X, con un gesto fruncido apoderándose de su rostro mientras pensaba en la pregunta. El pensamiento pesaba enormemente en su cabeza desde su primer encuentro con Chill Penguin, que estaba planeando soltar un torrente de nieve sobre los remanentes de la ciudad, enterrando todo bajo un manto helado. Era un recordatorio de todo el caos que Sigma había orquestado, y X no podía sacudirse la sensación de que las intenciones de Chill Penguin eran más que un simple acto de desafío; eran parte de un plan mucho más insidioso. Mientras consideraba las ramificaciones de lo que eso significaba para él y para la ciudad que luchaba para proteger, el silencio a su alrededor se sentía opresivo, amplificando la urgencia de sus pensamientos.

– No lo sé. – admitió Zero, con su voz cargada de incertidumbre. Fue un raro momento de vulnerabilidad, una de las pocas veces que sentía que realmente podía ser honesto en frente de uno de sus soldados. No, más que eso, uno de sus amigos. – La mitad de mí me está diciendo que sólo acepte la realidad. – continuó, con la voz perdida mientras observaba en la distancia, dejando en evidencia el peso de sus pensamientos cuando sus usualmente agudos ojos se suavizaron, perdiendo su brillo familiar de su determinación.

Hizo una pausa, permitiendo que el silencio a su alrededor se asentara como una niebla reconfortante, recogiendo las piezas de sus emociones revueltas. Y luego, sin pensar, una sonrisa se formó en su rostro, cálida y genuina. – Y después de eso… me acuerdo de ti.

El reploide azul parpadeó sorprendido. – ¿De mí?

– Sí. – declaró Zero, con la voz firme pero cargada de urgencia. – Y precisamente es por eso que creo que tú serás el candidato ideal para ir y reunir más información de tu colega encapotado. – Se acercó más, con los ojos ligeramente entrecerrados. – En todo caso, tal vez él pueda hacer algo de reconocimiento discreto alrededor de la Torre de Comunicaciones para ver si podemos evadir de alguna forma el escudo de energía.

X sintió el peso de la petición, o más bien, de la orden, asentarse sobre sus hombros. El pensamiento de aproximarse al ya de por sí enigmático Ray B. le provocó un escalofrío en la espina; el prospecto de ir a buscarlo era bastante desafiante por sí mismo. No podía sacudirse de encima las inquietantes memorias de la teoría de Chiyo sobre la verdadera identidad de Ray que hacían eco en su mente como una campana de alerta. La idea de interrogar al elusivo androide, o cualquiera que fuese su clasificación, se sentía como embarcarse en una misión traicionera. X sabía que la tarea por delante estaría llena de incertidumbre y que fácilmente podría resultar en un éxito a medias o una completa debacle.

– Puedo contar contigo para manejar esto, ¿verdad? – presionó Zero, cuyo tono no dejaba espacio para dudas.

 ¿Y qué derecho tenía el Hunter azul para negarse a su comandante?

– Sí. – replicó X, ofreciendo un asentimiento mientras intentaba sacudirse la tensión que colgaba en el aire. La sonrisa que se formó en los labios del rubio sirvió como un bálsamo para sus nervios pero reforzaba el peso de la responsabilidad que sentía colgando sobre él. Zero, el experimentado Maverick Hunter, se giró hacia el borde del edificio en ruinas sobre el cual se habían refugiado, observando el área desolada debajo con una mirada analítica. – Bueno, en ese caso, probablemente deba ir abajo para unirme a los chicos. – dijo con la voz firme y llena de confianza. X lo miró fijamente, con una expresión mezcla de admiración y aprehensión. – Mantenme al tanto de cualquier novedad en tu búsqueda, ¿de acuerdo? – le urgió, con la gravedad de su misión pesándole sobre los hombros.

– Oh, c-claro, por supuesto. – respondió X, cuya voz tembló ligeramente, como si el pensamiento de enfrentarse a esos desafíos él solo le abrumasen. – Buena suerte, Zero. – añadió, tratando de sonar con más compostura de la que sentía.

Zero se giró hacia él, con una sonrisa tirándole de las comisuras de la boca. – Al contrario, diría que tú la necesitas más en este caso. – dijo en un tono algo de broma pero a la vez sincero. Su sonrisa se suavizó. – Pero aprecio el sentimiento. – Y con eso, Zero retrocedió, sin abandonar su determinación mientras se preparaba para descender hacia la refriega, dejando a X con el peso de la anticipación de lo que aguardaba al frente.

Y luego, con un poderoso salto, desapareció en la distancia, dejando atrás una estela con su cabello rubio como si fuesen los rayos del sol poniente.

Suspirando para sí mismo, el Hunter azul permaneció inmóvil por un momento, contemplando la difícil tarea que tenía por delante. ¿Dónde debería empezar a buscar? ¿Y cómo rayos iba a persuadir a Ray B. de compartir cualquier información en absoluto? El pensamiento hizo que le invadiera una oleada de frustración.

– ... tu amigo es perceptivo.

La voz lo pilló desprevenido, sacándolo de sus pensamientos. No podía ser. No podía creerle a sus oídos. Girándose con cautela, su corazón se aceleró al ver una presencia que era la mismo tiempo familiar y ajena. Era alguien que apenas técnicamente llevaba poco de conocer, pero el tirón magnético de su presencia era innegable.

– Así que… – empezó a decir Ray B., cuyos ojos ocultos se quedaron fijos en los de X, muy abiertos; la intensidad de su mirada era al mismo tiempo perturbadora y cautivadora. – ¿Escuché que querías algunas respuestas a tus preguntas?


En los suburbios a nivel del suelo…

– Entonces, esto técnicamente SE considera una misión peligrosa, ¿verdad? – preguntó Firefly, cuyos ojos escaneaban el caótico paisaje de la ciudad mientras se colocaba sobre el asiento de su Ride Chaser personalizada. El aerodinámico vehículo zumbaba con energía debajo de él, pero hoy se sentía más pesado de lo usual, y no sólo por sus modificaciones avanzadas, sino por el inusual número de pasajeros a bordo.

– De cierta forma, y dadas las precarias condiciones de la ciudad, muy probablemente. – replicó Roll, cuya voz cargaba una mezcla de determinación y preocupación. El paisaje urbano a su alrededor estaba lleno de escombros e incertidumbre, un recordatorio de los desafíos por delante.

– Entonces, si ese es el caso, ¿por qué estos dos nos acompañan? – Firefly señaló hacia el par de humanos aferrándose tenuemente al vehículo.

Los “dos” en cuestión eran Chiyo y Kenichi. Chiyo, una figura pequeña pero determinada, se sujetaba fuertemente del brazo de Roll, con los ojos mirando nerviosamente de lado a lado a su alrededor. En contraste, Kenichi casi flotaba muy de cerca junto a ella, asegurándose de mantener las manos agarradas de la camiseta y chaleco de la chica en vez de su piel, un esfuerzo consciente por respetar su espacio personal en medio del caos o para no reconocerla en absoluto.

– ¿En serio deberían estar aquí afuera? – preguntó Firefly en voz alta, frunciendo el ceño con preocupación mientras una chispa de duda cruzaba por su expresión. Sentía el peso de la misión, con los peligros adelante arremolinándose en su mente, entrelazándose con la incertidumbre que le carcomía su determinación. – Es tal como dijiste; este lugar ya no es lo que solía ser. – Miró alrededor, y el otrora familiar paisaje ahora estaba envuelto en sombras y susurros de horrores del pasado.

Roll, sintiendo la gravedad de su situación, respiró profundamente. – En otras circunstancias, yo ni siquiera lo consideraría. – admitió, con la voz cargada del peso de sus elecciones. La decisión había sido tomada en sus términos, pero dichos términos se habían llenado de complicaciones y contingencias que la dejaron muy intranquila. Suspiró, con una mezcla de determinación y resignación en su tono. – Pero en última instancia, no creo que nos quede otra opción. No a menos que queramos garantizar su supervivencia. – Los riesgos eran más altos que nunca, y las vidas de aquellos que buscaban proteger estaban sobre la balanza, y el camino al frente bien podría llevarlos directo a las mandíbulas del peligro.

Y aun así, ese mismo camino llevaba a la entrada de una potencial seguridad. Tal vez su único medio de lograr dicha seguridad.

– ¿Y qué hay de ella? – presionó Firefly, cuyos ojos marrón-dorados se entrecerraban al mirar a Chiyo, que iba sentada en silencio en el asiento trasero. – Pensé que se estaba quedando en el cuartel general porque no quería ir al refugio.

Roll se mordió el labio, sopesando cuidadosamente sus palabras. – No quiere. – replicó la reploide rubia, con la voz preocupada. – Todavía estamos… pensando sobre esa decisión. Es complicado. – Se quedó en silencio, lo que indicaba la tensión que los tenía atenazados a todos.

Firefly sintió una chispa de frustración incrementarse en su interior, pero sabía que preguntar más no le iba a ayudar más con su situación actual. En lugar de eso, se enfocó en la carretera que tenía delante, con el familiar paisaje borroso a medida que avanzaban. – Bueno, sugeriría que tomes una decisión pronto. – le dijo, tratando de sonar motivador a pesar del peso de la incertidumbre en el aire. – Incluso entonces, dudo que ninguno de nosotros está realmente preparado para lo que está por venir.

– ¿No crees que eso hace que sea más importante la necesidad de estar preparados, juntos?

El motociclista miró a Roll, viendo el pequeño resquicio de optimismo en el rostro de ella, pero incluso ese comenzó a caer cuando quedó claro que él no compartía exactamente el mismo sentimiento. En realidad, se preguntaba si realmente podrían estar preparados para lo que venía adelante. La sensación de un cambio inevitable se cernía como una tormenta en el horizonte, y tendrían que enfrentarlo más pronto de lo que esperaban.

– “E incluso entonces, aunque los reploides nos unamos entre todos, sigue quedando el problema de aquellos quienes nos construyeron.” – pensó para sí mismo, mientras él y sus pasajeros seguían adelante.


Mar de las Filipinas…

– Sabes, realmente no te entiendo.

– ...Si es algún consuelo, yo tampoco “me entiendo”, la verdad.

– No, estoy hablando de lo que sucede entre tú y Blues.

Cuando sintió por primera vez esa débil chispa al golpear el pecho del Maverick Hunter con su puño, la sirena turquesa lo descartó como si no tuviera consecuencias. Tal vez fue sólo una maniobra defensiva por reflejo, cuya intención era disuadir de cualquier otro intento de una confrontación física. No que ese intento fuese a disuadirla mucho; la tensión en el momento que encendió su frustración con X, cuyas preguntas constantes e incesantes parecían excavar más profundo de lo que ella quería revelar. Cada pregunta era como si le arrojaran una piedra en las aguas tranquilas de su compostura, amenazando con romper la delicada fachada que ella había construido cuidadosamente. Se dio cuenta de que, si continuaba con esa línea de cuestionamiento, bien podría haber expuesto la verdadera identidad antes de que tuviera la oportunidad de llegar a la seguridad de su base submarina. El pensamiento de que le volaran su tapadera provocó una oleada de urgencia a través de ella, alimentando su decisión de mantener la ilusión sólo un poco más.

En retrospectiva, mientras Marty reflexionaba de su situación, no pudo sacudirse el pensamiento de que, incluso si esos sentimientos fingidos habían sido poco más que simples construcciones, todavía se preguntaba, con una chispita de esperanza, si las cosas podrían haber sido diferentes. ¿Qué tal si ella le hubiese dicho la verdad desde el principio, haciéndole ver el tormento que la consumía? Seguramente, él habría entendido sus problemas y le habría ofrecido el apoyo que necesitaba tan desesperadamente.

… ¿A quién quería engañar? Por supuesto que él habría dado un paso al frente para ayudarla.

Pero ahora, se sentía que era demasiado poco, y demasiado tarde, una verdad inamovible que pesaba en su pecho. Pensó en las decisiones que la llevaron a este momento, una mezcla de arrepentimiento y resignación arremolinándose dentro de ella. Pero aun así, mientras se encontraba allí, su mente se quedó a la deriva con una pregunta que la perturbaba. Si realmente estaba muerta, si el cuerpo que alguna vez conoció no era más que un recuerdo que desaparecía, ¿entonces quiénes eran los reploides que la rodeaban?

Y mejor todavía, ¿por qué el otro mundo se parecía a un jardín floreado vibrante, con explosiones de colores en cada esquina, aparentemente vivo y lleno de energía?

– No hay nada fuera de lo ordinario sucediendo aquí. Sólo viene en busca de reparaciones y llevar a cabo sus chequeos de rutina en su núcleo. – explicó una voz, casi monótona y sin ninguna emoción en absoluto, pero todavía haciendo eco en medio del escenario floral.

– ¿Fue por eso que le pidió a mamá el otro día cuál marca de Tanque-E prefieres? – inquirió otra voz femenina, con curiosidad en su tono, y algo de coqueteo juguetón.

Mientras ella parpadeaba, la neblina que envolvía su entorno comenzó a disiparse. Gradualmente, las figuras se pusieron de pie frente a ella hasta volverse más visibles. En efecto eran máquinas, pero mientras las escudriñaba más de cerca, una chispa de duda se apoderó de ella: ¿eran genuinamente reploides, o había algo más intrínseco detrás de sus fachadas familiares? La anomalía de la escena la perturbaba, atrayéndola más hacia un reino donde la percepción se hacía borrosa y las definiciones eran inciertas.

Por lo que podía ver, este reino (quizás fuese el otro mundo, aunque su verdadera naturaleza permanecía incierta para ella) exhibía una encantadora mezcla de paisajes, que le recordaban las arquitecturas filipinas tradicionales. Las estructuras se alzaban orgullosamente con detalles intrínsecos y vibrantes, pero también imbuidos con una estética imaginativa y semi-retro-futurista que evocaba a una era pasada, y memorias de diseños populares en los años 200X.

La casa principal, con sus curvas inclinadas y fachada ornamentada, se alzaba en el centro, emanando una sensación de confort y nostalgia. A su derecha, se extendía un enorme laboratorio, diseñado con paredes de cristal que brillaban con una luz etérea, creando una transición hacia un segmento más avanzado tecnológicamente de la morada. Esta área pulsaba con vida e innovación, pantallas zumbando y máquinas chirriando, que evidenciaban los experimentos que ocurrían en su interior.

En el lado izquierdo, contrastando con esta energía llena de vida, era una sección que se sentía distintivamente nueva. Era como si se hubiese integrado una adición moderna dentro de la arquitectura existente, ofreciendo una intrigante yuxtaposición de estilos. Esta área irradiaba frescura y posibilidad, un cambio que se sentía extrañamente apropiado en este ambiente surreal.

– Como sea. – la primera voz habló de nuevo, rompiendo la tranquilidad mientras Marty notaba el sonido de unos pasos acercándose. Giró la mirada hacia abajo y vio un par de botas enormes de color verde, diseñadas para terreno accidentado, que mostraban unos “pies” de color marfil que se veían lo bastante sólidos para soportar condiciones duras y suelas de color violeta que sugerían un toque caprichoso, a pesar de que la voz era cualquier cosa menos eso. – ¿En dónde quieres que ponga esto? – inquirió la figura, señalando hacia una colección de flores vibrantes que parecían formar una exhibición colorida.

– Oh, el Hibisco Oceánico. – respondió la segunda figura, flotando a pocos metros del suelo, para asombro de la sirena, moviéndose con una gracia casi sin esfuerzo que sugería una mezcla de magia y travesura. Una mano color marfil, señaló hacia uno de los botones con sus pétalos vívidos que imitaban los colores de un atardecer tropical. – Estos chicos deberían ir con las demás flores tropicales. Por lindos que se vean algunos de estos chicos, es esencial recordar que diferentes partes del mundo requieren diferentes condiciones y tipos de cuidados para cada uno. – Su voz cargaba el peso de la experiencia, sabiendo que la belleza de estos arreglos florales dependían no sólo de sus colores, sino de sus hábitats naturales y el amor que necesitaban para crecer.

Brillante y alegre, mientras que la otra voz era fría y distante.

Con movimientos tentativos y cuidadosos, la sirena rubia se movió hacia adelante. La ausencia de piernas en un ambiente tan fluido tenía sus desafíos, pero descubrió, para su sorpresa, que su grácil cola se movía sin esfuerzo sobre lo que esencialmente era un lugar sin agua. Cada movimiento la acercaba más a un par de individuos enfrascados en una conversación, cuya risa se mezclaba con el gentil rumor de las olas.

Ella miró hacia arriba, con sus ojos violetas ensanchándose de curiosidad, capturando la vista sobre la superficie del agua. Las dos figuras, aparentemente ignorantes de la presencia de ella, se encontraban deleitándose en discutir el vibrante tapiz de plantas floridas que estaba frente a ellos. Fue entonces que se dio cuenta, con un giro de ironía, que se encontraba debajo de las hojas abiertas y los botones de un Hibiscus tiliaceus, conocido como Álamo de la Costa de Virginia. Esta planta, con sus hojas amplias con forma de corazón y flores amarillas brillantes, tenía lazos antiguos con el mar y los residentes de la costa, un enlace que su procesador inmediatamente reconoció.

Aunque el por qué, exactamente, no estaba totalmente segura.

– ¿Y qué hay de estos? – inquirió el androide de armadura verde hablando con la otra, que parecía haber sido diseñada basada en una abeja u otro insecto volador amarillo (¿una avispa, quizás?), con un par de antenas metálicas negras que sobresalían de su casco amarillo. Aunque Marty no era tan tonta como para potencialmente alertarlos de que estaba aquí, comparándolos a ambos, no pudo evitar encontrar las coletas alargadas de la primera máquina completamente ridículas.

– ¿Estos? – La abeja/avispa alargó la mano y cogió un pequeño frasco en su mano. Este objeto se veía simplón con su color negro, pero las flores color marfil en el suelo que contenía eran cualquier cosa menos eso. – Ah, Jasmium sambac, o el Jazmín Árabe. Estos van junto con el Hibisco Oceánico. – Fue entonces que la abeja de ojos brillantes notó la expresión de su compañera. En efecto, para su shock y también de Marty, la androide de coletas y actitud amargada parecía estar algo frustrada. – Hey, ¿qué pasa?

– Jazmín Árabe… – dijo abiertamente la androide verde y violeta. – Sampaguita…la flor nacional de las Islas Filipinas, y una de las tres en las Islas Indonesias, donde las llaman “melati putih”, usadas en tés y perfumes, asociadas con pureza y matrimonio. Pero aquí, se colocan en tiaras o incluso coronas, destinadas a otorgar honor, veneración u ofrendas, principalmente para figuras religiosas o procesiones. – Hizo otra pausa, como si se hubiese atrapado a sí misma durante su repentino arranque de recuento de información. – O… para los altares de los difuntos.

La abeja parecía que no comprendía exactamente lo que acababa de ver, mucho menos experimentado de la otra máquina. – Uh… sí, eso es correcto. – respondió, aunque no fuese para seguir estudiando cualquier fenómeno que estuviera tomando lugar. – ¿Pero no dijiste que estabas interesada en lo que hay en el suelo, en lugar de lo que crece en él?

– Lo estoy. – replicó la androide de piel bronceada y coletas. – Mi madre sugirió que, para probar mi recepción y entrada emocional, debo revisar lo que conozco y observar mis reacciones a dicha información.

– Y… bueno, ¿puedes “sentir” algo?

Silencio se apoderó de ambas, y una ligera brisa ondeó las coletas marrones como la tierra de su cabello. La punta de una de las coletas rozó contra los múltiples, pequeños, y extrañamente vibrantes pétalos coloridos de una de las muestras que reposaba en el suelo. – Oh, esos van con las flores al otro lado del invernadero. Se verán bien con algunas de las muestras tropicales, pero crecen en condiciones más en línea con el otoño, así que no necesitan un cuidado tan especializado como algunos de los demás.

– ¿Qué son éstas? – Al principio, para el shock de Marty, se dio cuenta que el pensamiento de un regaño interno se apoderaba de su procesador, como si estuviera experimentando lo mismo que la otra androide en ese mismo momento. Aun así, incluso si pudiera buscar esa información dentro de la base de datos instalada en su CPU, la robot verde y violeta se encontró haciendo preguntas. Se encontró iniciando una conversación. Una conversación con alguien más aparte de sí misma. –"Estas… ¿flores?"

La abeja, a pesar de su confusión, miró hacia el manojo de flores violetas. – Ásteres, o Margaritas de San Miguel, aunque su nombre original se origina de la palabra griega que significa “estrella”.

– ¿Estrella?

– Sí, así que, de cierto modo… – La androide de amarillo y negro cogió la maceta, sosteniendo las muestras de Eurasia para inspeccionarlas de cerca. – Podrías llamarlas “flores estelares”.

Flores estelares…

La frase flotaba a través de su mente como un suspiro delicado, una memoria elusiva que brillaba entre los bordes de su conciencia. Mientras su procesador comenzaba a apagarse, la vibrante escena alrededor de ella lentamente se desvaneció en la oscuridad, y los colores se borraron hasta hacerse tonos de gris. Sintió una tristeza agridulce a medida que sus sentidos se apagaban, y el mundo a su alrededor se le escurría entre los dedos como arena. Con cada momento que pasaba, los pensamientos que otrora fluían sin esfuerzo comenzaron a perderse, dejando sólo el ligero eco de dos palabras flotando en el vacío. En ese descenso silencioso, todo a lo que podía aferrarse era el profundo recordatorio de la belleza, ahora fuera de su alcance, mientras todo lo que sabía se escurría entre las sombras.

– Habla DWN-011, llamando a la base, solicitando a DLN-008, ¿me copias?

– Aquí DLN-008, ¿qué significa esta llamada?

Si Marty hubiera estado más consciente, tal vez habría notado esa peculiar forma que acababa de salir a la superficie del agua, y tal vez habría tenido suficiente poder de procesamiento para preguntarse quién era este individuo, y si era hombre o máquina.

Ningún humano sería tan loco como para irse tan lejos por su cuenta, pero al mismo tiempo, tampoco había visto una unidad acuática con una máscara de buceo.

– Creo que encontré algo de interés cerca de la frontera del lado este. – respondió, acercándose cautelosamente mientras el mundo alrededor de Marty continuaba desvaneciéndose. –¿Permiso para inspeccionar más a fondo, señor?

– ...concedido.

Esta historia continuará

Notes:

Bueno, coloréenme sorprendido, otra vez. Para los que no hayan entendido la referencia final, los números seriales pertenecen a Elec Man y Bubble Man, y la descripción del que vio Marty antes de perder por completo la conciencia coincide con el segundo. Parece que Blues no es la única reliquia viviente de un tiempo antiguo que ha perdurado a lo largo de este siglo. Y Marty también está experimentando flashbacks de Tempo. Ese topacio, sea lo que sea, sí que es otra onda, aunque cada vez que responde alguna pregunta, parece que surgen una o dos más. Al menos parece que la sirena está en buenas manos, eso espero.
En el intermedio, al menos nuestro elusivo y misterioso aliado decide aparecerse para ahorrarle a X el problema de encontrarlo, y con suerte no tratará de evadirse al momento de dar respuestas. Al mismo tiempo, tengo la sensación de que la misión de Roll de conseguir provisiones para Chiyo y Kenichi no va a ser tan fácil como esperan. Si algo surge, al menos tendrán a Firefly para que les cuide las espaldas. La verdad, no pude evitar reírme un poco durante este capítulo ya que en el original literalmente se refieren a él como “Green Biker Dude”. Supongo que eso significa que tendrá plot armor al menos durante la duración de los eventos del X1, así que no tendré que preocuparme por él durante un tiempo.
Y bueno, no hay más que decir por el momento. Supongo que en el siguiente capítulo arrancaremos con el arco de Boomerang Kuwanger, y que tendremos más flashbacks. Todo sigue igual, pero eso es lo que me gusta de esta historia. Hasta el próximo, y como siempre, ¡dejen que su poder supere los límites!

Chapter 77: Dolores y tensiones en crecimiento

Chapter Text

X se encontraba luchando por encontrar la forma correcta de responder, atrapado entre el deseo de mantener una semblanza de profesionalismo y la sensación que no podía sacudirse de encima de que tal vez debería ir por un acercamiento más directo. Después de todo, Ray B no era sólo cualquier individuo en su línea de trabajo; tenía una reputación que comandaba respeto, y X tenía que considerar que su anterior pregunta había dejado la puerta abierta para una conversación más profunda. Tal vez, sólo tal vez, Ray era alguien que se balanceaba sobre la línea entre familiar y enigmático, haciendo que la situación fuese aún más compleja.

– ¿Eso no es obvio? – preguntó el Hunter azul, con su tono cargado con algo de vulnerabilidad. El silencio que siguió de parte del otro ser mecánico hablaba volúmenes, sirviendo como un reconocimiento no dicho de la verdad que colgaba en el aire. Con un suspiro resignado, X asintió, y su expresión pasó de incertidumbre a decisión. – Sí, es verdad. – admitió, tratando de poner firme la voz mientras se inclinaba hacia el frente, para intentar proyectar sinceridad. – Los eventos recientes que han surgido podrían cambiar fundamentalmente nuestras circunstancias. Dado que tú también te encuentras en un predicamento similar, propongo que, si estás dispuesto, tal vez podrías prestarnos tu experticia o asistencia para navegar esta situación.

Al invitar a Ray a contribuir, X entendió que no sólo estaba buscando ayuda; le estaba extendiendo una rama de olivo, esperando forjar un esfuerzo colaborativo de cara a la incertidumbre.

A pesar de la bufanda que oscurecía el rostro al enrollarse a su alrededor, y las imponentes gafas oscuras que ocultaban sus ojos, X no pudo evitar sentir que había algo significativo oculto debajo de ellos. Un sutil brillo captó su atención, reflejando haces de luz desde las lentes, como si estuvieran tratando de enviar un mensaje propio. Ray B. miró hacia la misteriosa figura y respondió firmemente, – Si me estás pidiendo unirme a ti, la respuesta es no. No puedo asumir tus responsabilidades. – Se detuvo por un momento, midiendo cuidadosamente sus palabras. – Pero si tu invitación viene de una preocupación genuina por mejorar las condiciones del mundo, entonces tal vez pueda ofrecerte mi asistencia.


Mar de las Filipinas…

– ¿Flores Ásteres?

– Sí, ásteres. Seguramente mamá no borró accidentalmente algunos de tus archivos de memoria mientras restauraba los componentes de tu personalidad…

– Sí, claro que SÉ lo que son las flores… – interrumpió la voz, con un deje de frustración. Hubo un momento de duda, la fachada cuidadosamente mantenida se estaba agrietando temporalmente bajo el peso de la incertidumbre. – Es sólo que… no entiendo por qué tienes sentimientos tan fuertes sobre tenerlas aquí. – La atmósfera cambió, el aire se estaba poniendo pesado con emociones no dichas. Los colores vibrantes de las ásteres en la esquina del extenso pero mayormente vacío invernadero parecía pulsar con una vida propia, contrastando agudamente con la tensión. – Sólo son flores, después de todo. ¿Qué hay con ellas que tiene tanto significado para ti? – La pregunta quedó en el aire, que estaba llena curiosidad y preocupación, y la voz que hablaba buscaba claridad en medio de la confusión.

En medio de los vibrantes botones en flor que llevaban el nombre de las profundidades del océano, cuyos pétalos danzaban gentilmente en la brisa, Marty se sintió abruptamente desplazada fuera de su entorno. Se encontró transportada desde el encantador exterior hacia los confines de un espacio cálido y cultivado, un entorno meticulosamente construido para el florecimiento de vida orgánica y el manejo óptimo de la fotosíntesis. El aire estaba cargado con el dulce aroma de varias plantas en flor alineadas, creando un contraste con la brisa fría del océano que acababa de dejar atrás.

... y aun así, ella no poseía sentido del olfato. ¿Qué lugar era éste?

En el lado opuesto de ella, la robot con coletas y la que parecía una abeja zumbaban mientras conversaban animadamente (bueno, al menos la segunda lo hacía), enfrascadas en discusiones sobre la rica variedad de especímenes florales que las rodeaban. Mientras las extremidades mecánicas de la abeja inspeccionaban delicadamente cada botón, parecía celebrar la abundancia de las creaciones de la naturaleza. Pero, a pesar de la atmósfera avivada, era como si las dos estuvieran totalmente ignorantes de Marty, la sirena, que se sentó en silencio en medio de la vida vibrante, atrapada en un momento donde su presencia se sentía surreal e invisible.

Un momento… ¿sirena? Al mirar abajo, para su shock, la rubia de larga cabellera se dio cuenta que su cola había sido restaurada. ¿Pero cómo?

– Bueno, también estoy tratando de reunir un espécimen desde cada esquina disponible del mundo. – explicaba Vesper, cuyos ojos brillaban de excitación. – Aunque muchas “flores nacionales” oficialmente reconocidas han guiado mis selecciones, me di cuenta que para la sección griega que tengo, los acantos no quedarían bien del todo.

– ¿Los acantos? – La androide de armadura verde procesó la información. Luego de un momento, la claridad se formó en su rostro. – ¿Hablas del Acanthus mollis?

– Exactamente, el Acanthus mollis. – confirmó Vesper asintiendo. – Pero el punto clave aquí es que, luego de considerar tanto las plantas como investigar sus historias, en última instancia tuve que elegir al áster sobre el acanto.

– ¿Y eso por qué? – inquirió la androide, curiosa sobre su razonamiento.

– Todo se trata de la historia detrás de ellas. – replicó Vesper, con un deje de pasión que se filtraba entre su voz. – El áster carga un simbolismo rico conectado al amor y la sabiduría, el cual resuena más conmigo que la historia del acanto, a pesar de su belleza única.

Entretanto, la chica de piel bronceada y pelo oscuro escuchaba atentamente. Aunque tenía los medios para investigar esa información por sí misma, se sentía atraída a la conversación. Preguntarle a Vesper para que elaborase no sólo era una oportunidad de aprendizaje; era una forma de conectar sobre sus intereses compartidos. Ladeó su cabeza ligeramente, motivando a Vesper para que continuara con su tren de pensamiento, ansiosa de descubrir el profundo significado detrás de su elección.

– “Un momento.” – pensó Marty, cuando la realidad se iba iluminando frente a ella. – “¿Cómo es que sé lo que ella está pensando?” – Sus ojos violetas se ensancharon. – “¿Cómo es que sé lo que ella está sintiendo? Esperen… ¿sintiendo? Pero… ¿ella no es…?

Los pensamientos de la sirena se vieron interrumpidos cuando la robot insectoide, presumiblemente Vesper Woman, comenzó a relatar la historia de las flores púrpuras que le interesaban.

– Bueno, todo comenzó con esta mujer llamada Asteria, o Asterie, dependiendo de la versión de griego que estés usando, que era una especie de diosa, pero no exactamente. – relató Vesper. – Ella en realidad era la hija de dos Titanes, Ceo, o Polo, y Febe, y también tenía una hermana llamada Leto. Más tarde, ella tuvo uno o dos hijos, y el padre alterna entre Zeus y otros tantos, el cuarto Heracles y la Diosa de la Brujería, Hécate.

La androide se quedó callada por un momento, considerando las palabras de la zumbadora polinizadora. – Entonces ella era considerada una “enemiga” de los Dioses. – declaró.

Vesper hizo una pausa, sin esperarse una respuesta como ésa. – Bueno… sí, más o menos, supongo. – respondió, mordiéndose el labio. – Estuvo más o menos involucrada en una guerra entre ellos, irónicamente.

– ...la Titanomaquia.

– Sí, esa misma. Los Titanes del Monte Otris pelearon contra los Dioses del Monte Olimpo por diez años, principalmente en la tierra que hoy se conoce como Antigua Tesalia. – continuó Vesper. – Todo comenzó cuando Urano, uno de los seres primordiales del folklore griego, había aprisionado a los hijos de Gaia, y cuando intentó cortejarla, Cronos, el hijo de ella, y el único dispuesto a llevarlo a cabo, derrotó a su padre con una guadaña adamantina, y a su vez, liberó a sus hermanos de su aprisionamiento.

Marty observó las reacciones de ambas, notando que a pesar de los esfuerzos de Vesper por mantener un semblante alegre, el de la otra era cualquier cosa menos eso.

– Y de la sangre de Urano, salieron los Gigantes que lucharon contra los Dioses, y las Erinias, espíritus de venganza y de retribución.

– Olvidaste a las Melíades. – añadió Vesper. – Ellas no eran malas, sólo ninfas basadas en los árboles fresnos. – Una sonrisa apareció en su rostro, como si acabase de darle la respuesta perfecta. – Y aún más, las partes del cuerpo de Urano cayeron en el océano y, en algunas versiones, llevaron eventualmente al nacimiento de Afrodita.

La robot de coletas cerró sus ojos, tratando de evitar que sus señales arremolinadas y conflictivas la influenciaran más de la cuenta. Aun así, no podía negar que la charla de su hermana estaba empezando a frustrarla. – Perdóname si esto suena muy grosero, ¿pero podrías por favor ir directo al punto? – preguntó, llevándose la mano a la frente. – ¿Por qué elegiste éstas por encima de las otras?

Un silencio se apoderó de ambas, y las alas que antes batían rápidamente en la abeja comenzaron a apagarse, con su cuerpo que antes estaba en el aire descendiendo hasta tocar el suelo. – No sé cuándo, si fue antes o después de la guerra, pero un día, Asteria se entristeció de que hubiera muy pocas estrellas en el cielo comparadas con las flores de la tierra. Así, comenzó a llorar, sus lágrimas se hundieron en la esencia misma del suelo, y desde allí emergieron unas flores con forma de estrella, cubriendo diferentes partes del mundo. – Vesper giró la mirada hacia el laboratorio. – Me recuerda un poco a ti.

Tempo sintió que se le apretaba el pecho. Esta sensación era desconocida para ella, pero sin embargo, era dolorosa. La imagen del rostro decaído de la otra robot inmediatamente le sacudió algo de culpa y arrepentimiento en su núcleo, la frustración se fue apagando y fue reemplazada con un regaño interno por ese comentario tan egoísta. – Vesper… – empezó a decir, pero la androide inspirada en una abeja se dio la vuelta.

– Se está haciendo tarde. Probablemente deberíamos terminar esto mañana. – respondió la robot amarilla y negra, con una voz que indicaba derrota, pero también, como Tempo pudo darse cuenta para su horror, una sensación de indiferencia. – Aunque, estoy segura de que tienes tus propios asuntos que atender, así que no te preocupes por eso.

– Vesper…

Ninguna pudo responder más, pues para sorpresa tanto de ellas como de Marty mientras las observaba, un estruendo enorme se escuchó desde los confines del laboratorio al lado derecho de la casa.

Y luego, una explosión.

– ¡Dra. LaLinde…!

La imagen de las dos androides corriendo fuera del invernadero y hacia el otro edificio desgarró sus sentidos, y un zumbido de electricidad desmanteló el entorno. La sirena abrió los ojos de golpe, con la visión reducida a poco más que estática y fallos. Pero era evidente que su percepción de la realidad estaba cambiando a la fuerza.

Una vez que sus componentes visuales volvieron a estar operacionales, Marty se encontró situada encima de lo que parecía ser una mesa de operaciones, con varias herramientas y materiales explayados a ambos lados de ella y en frente. Intentó moverse y descubrió, para su shock, que nuevamente le faltaba su cola.

De hecho, ¡le faltaba todo de la cintura para abajo!

– Relájate. – habló de repente otra voz, inspirando un sentido de calma pero a la vez de autoridad. – Si entras en pánico tendremos que sedarte de nuevo.

Marty apretó los dedos, agarrándose sus mechones rubios que caían sobre la superficie donde descansaba. – ¿Qué es esto? – cuestionó, en tono a medias serio, a medias defensivo. La figura oculta en las sombras claramente tenía la ventaja sobre ella, la sirena sin cola. – ¿Quién eres tú?

Con la pequeña cantidad de luz disponible, cuya fuente era un monitor que parpadeaba, vio una ligera sonrisa formarse en el rostro del extraño. – ¿Crees que estás en posición de exigir demandas? – inquirió, aunque parecía estar más divertido en su tono que molesto o malicioso. Luego dio un paso al frente, revelando a un androide de armadura índigo, con un diseño distintivamente japonés, con una estrella de cuatro puntas fijada en su cabeza que reflejaba el brillo del monitor. – Pero ya hablando en serio, tengo algunas preguntas para ti.


Abel City, en los suburbios…

– Entonces, ¿están por aquí cerca? – inquirió Roll, cuya voz iba cargada de curiosidad mientras se bajaba de la Ride Chaser personalizada. Se tomó un momento para ver el terreno que los rodeaba, escaneando con sus ojos turquesas la tierra rugosa en busca de cualquier signo de actividad. Firefly y los dos humanos la seguían de cerca, con expresiones que eran una mezcla de determinación y aprehensión.

– Sí, justo abajo. – respondió el Maverick Hunter verde, cuyos ojos cobrizos reflejaban la luz que se filtraba por las nubes sobre ellos. Señaló hacia una compuerta cercana, cuya superficie estaba desgastada y cubierta de óxido, pero seguía siendo uno de los pocos puntos de entrada accesibles hacia la instalación subterránea que buscaban. – Puedes entrar por aquí, pero…

– ¿Pero qué? – preguntó Roll, cuyos instintos se agudizaban mientras le daba la sensación de que le esperaba otro desafío por delante, uno que complicaría su misión. Movió su peso ligeramente, lista para responder a lo que fuera que estuviera esperándole bajo la superficie. El aire estaba pesando de tensión mientras aguardaban la respuesta, y cada momento se estiraba mientras se preparaban para lo desconocido.

– Bueno, velo por ti misma. – le indicó Firefly, con la voz calmada mientras se apartaba. Roll se acercó más, con curiosidad. Mientras se aproximaba a la compuerta, su mirada se detuvo en el panel de control que dominaba el lado derecho de la puerta, que permanecía firmemente sellado contra cualquier intruso. Su atención inmediatamente se dirigió hacia un detalle notable en uno de los escáneres: una marca digitalizada de una mano que brillaba tenuemente sobre la superficie.

– ¿Qué es esto? – murmuró ella, ladeando su cabeza mientras intentaba descifrar su propósito. Firefly le lanzó una mirada perpleja, frunciendo el cejo confuso.

– ¿No lo sabes? – le preguntó, con un deje de sorpresa en su tono. – Creí que habías venido aquí para reunir provisiones para la hija de Fujiwara cuando los misiles impactaron, ¿no? – La pregunta quedó en el aire, llena de expectativas sin decir, mientras ambas contemplaban las implicaciones de la misteriosa huella sobre el panel de control.

– Cuando Zero y yo nos encontramos con Chiyo vagando por las calles, nuestro primer instinto fue llevárnosla al refugio más cercano para su seguridad. Sin embargo, ella se rehusó directamente, con los ojos llenos de una mezcla de desafío y determinación. Mientras estábamos allí, tratando de entender cuál era su duda, me di cuenta que no tenía intención de ir allí, aunque fuese un lugar donde debería haber un refugio. Con el tiempo, logramos reunir algunas provisiones aquí y allá, juntando lo que encontramos en espacios abandonados y esquinas olvidadas de la ciudad. Algunos de estos lugares tenían remanentes de una vida pasada, objetos que de alguna manera resistieron entre lo que quedó en decadencia. Pero, a pesar de lo que logramos, tuve que admitir que no sabía exactamente cómo íbamos a entrar.

Firefly frunció los labios, formando una línea dura y delgada, y se dio cuenta de que sin duda habría algunas complicaciones potenciales. – Bueno, te pregunto esto ya que, afuera de unos pocos, estos lugares recientemente han sido designados como fuera de los límites para entrar.

– ¿A qué te refieres? – preguntó Roll, sin entender del todo.

– Quiero decir, que antes podrías haber entrado aquí para pedir algunos suministros, en teoría. – explicó el Maverick Hunter verde. – Pero hasta hace poco… – Como si quisiera demostrarlo, alargó la mano hacia la manija, sólo para que ésta inmediatamente resultara en que emitiera un choque de electricidad. Sus dedos fueron asaltados por una sensación ardiente que le obligó a retirarlos. – ¡Diablos, no creí que los harían tan fuertes!

– ¿Estás bien? – preguntó Roll, examinando la mano del Hunter. Aunque no parecía tener daños en su mano, al menos externamente, una ligera columna de humo salió del sector donde el antebrazo se conectaba con la muñeca.

– S-sí, estoy bien. Pero esto representa un problema. – respondió Firefly, fijando la mirada en la única entrada. – ¿Qué tanto necesitan comer esos humanos?


Cerca de la torre de comunicaciones…

– ¿Un medio para desactivar el escudo de energía? – repitió Ray B., cuyas palabras salieron de sus labios mientras procesaba la petición del Maverick Hunter. Hizo una nota mental, al estar consciente de la gravedad de la situación que se desenvolvía frente a él.

– Exacto. – afirmó X, que mantenía la mirada fija. Asintió sutilmente, con una expresión mezcla de determinación y preocupación. – Pero debes mantener tu propia seguridad en mente. Has demostrado tener talento para investigar discretamente hasta ahora, lo cual captó la atención de Zero. Tus habilidades son impresionantes.

Ray B. sintió algo de orgullo inflándose en su interior por el reconocimiento, incluso mientras consideraba el camino que había elegido. – Si ese es el caso, entonces supongo que he tenido éxito, aunque no fuera exactamente mi intención. – replicó, con la voz contemplativa. Hizo una pausa por un momento, mirando sus alrededores, un paisaje lleno de remanentes de conflictos pasados, y el aire lleno de tensión. – Voy a explorar el área en busca de cualquier pista y reportar de vuelta si encuentro algo útil. – Con una cabezada llena de decisión, se dio la vuelta, listo para embarcarse la decisión, pero dudó.

– ¡Espera!

La voz de X resonó en el aire, con una nota de urgencia evidente. Ray B. sabía que fácilmente podía descartar su petición; después de todo, el reploide azul no iba a detenerlo físicamente de marcharse. – Estarás bien. – le aseguró, listo para seguir adelante. – Sólo mantente en alerta y…

– Por favor, no te vayas todavía. – le imploró X, frunciendo el ceño con preocupación. – Hay una cosa más que necesito discutir.

Ray B. sintió el peso de la preocupación de X. – Entre más tiempo me quede aquí, más tiempo esa torre permanecerá cerrada para ti y los demás. – señaló, dejando la lógica de la situación clara como el cristal. – Si realmente necesitas entrar, entonces tienes que dejarme…

– ¡Blues! – interrumpió X, con desesperación en la voz.

El intercambio quedó colgando en el aire, y la urgencia se hizo palpable mientras ambos reploides luchaban con sus decisiones, sopesando los riesgos de sus siguientes movimientos.


Abel City, en los suburbios…

– Entonces… – comenzó a decir Firefly, el autoproclamado "Motociclista Verde”, cuya voz sonaba suave pero a la vez autoritaria. Su armadura verde vibrante brillaba bajo la luz apagada, reflejando vestigios del caos que los rodeaba. – ¿Quién bajará primero?

Un silencio incómodo se apoderó del grupo, lleno de anticipación e incertidumbre. Ambos, Chiyo y Kenichi, intercambiaron miradas, y sus expresiones dejaban clara la realización de que el Hunter se estaba dirigiendo a ellos directamente. – ¿Nosotros? – dijo Kenichi tartamudeando, con una mezcla de sorpresa y preocupación coloreando su tono.

– ¿Quién más si no? – replicó Firefly, con un deje de exasperación en su voz. Señaló hacia la estructura que se alzaba delante de ellos, cuya entrada que una vez pareció darles la bienvenida ahora se veía como una fortaleza que había sido fortificada contra ellos. – Acabas de ver que ninguno de nosotros puede acceder a ella. Las manijas están bloqueadas desde adentro con algún tipo de sensor o dispositivo sofisticado. – Sus ojos se entrecerraron mientras se concentraba. – Cualquier forma de vida que genere una salida eléctrica mayor de 300-400 watts, fuera de estallidos de velocidad espontáneos, será marcada como inorgánica y no podrá entrar.

El peso de sus palabras colgaba en el aire, un oscuro recordatorio de los obstáculos que enfrentaban.

– Entonces, ¿me estás diciendo que están bloqueadas? – cuestionó Chiyo, cuyo cejo se frunció mientras miraba a Firefly, que sólo asintió solemnemente. La luz que se filtraba por los árboles proyectaba sombras en el suelo mientras Chiyo se acercaba más a la entrada del refugio. La seguridad era sólo un simple gesto para que se alejaran, pero una duda que le carcomía se asentó en su estómago. Dudó un momento, sabiendo que aunque el refugio podría darles albergue, sólo serviría de santuario para uno de ellos.

»¿Desde cuándo pasó esto? – presionó Chiyo, con la voz cargada de preocupación. Recordaba el día que Roll y Zero la encontraron, ese momento desesperado en el que un Gun Volt renegado casi le quitó la vida. En ese momento, la androide mucama se acercó a la entrada sin dudarlo, y su mano mecánica sujetó la manija con facilidad. Había una feroz urgencia en el aire, una que ahora había sido reemplazada con tensión palpable, sostenida únicamente por las súplicas desesperadas de la humana que la detuvieron de abrir la compuerta.

Ahora, de pie frente a este momento de incertidumbre, Chiyo no podía sacudirse de encima el miedo que le atenazaba el corazón. El pensamiento de cruzar ese umbral le llenaba de dudas. ¿Realmente podría confiar en la seguridad de este refugio? ¿Sería un espacio seguro para ella, o se convertiría en otra trampa en un mundo que ya la había abandonado? Cada instinto le gritaba que se retirase, pero la tentación de la seguridad era abrumadora. Si tan sólo pudiera reunir el valor para dar un paso adentro.

Y aun así…

– No estoy exactamente seguro de cuándo se implementó esta nueva medida de seguridad. – confesó Firefly, con la voz llena de incertidumbre. – Pero considerando que toda la población humana de Abel City está allí abajo, apostaría que debe haber algunos individuos que saben de tecnología entre la gente común que podrían ayudar.

Chiyo entendió el peso de la petición no dicha de Firefly. No era tanto una pregunta sino más bien una directiva; la urgencia en su tono dejaba poco espacio para debate. A pesar de las ventajas mecánicas que los reploides típicamente llevaban sobre los humanos (velocidad, fuerza y poder de procesamiento), las circunstancias actuales dejaban dichas ventajas virtualmente inútiles. Los desafíos únicos que enfrentaban significaban que la cooperación era crucial, pero también llevaba una pesada carga de riesgo.

Aun así…

– ...Yo no puedo. – dijo Chiyo, con la voz decidida, pero con algo de duda.

Roll, que estaba parada cerca, se mordió el labio al sentir que el punto muerto llegaba a un punto de quiebre. – Chiyo…

– Puedo dejar a Kenichi entrar, pero allí no hay lugar para mí. – replicó la joven de cabello oscuro, y sus palabras puntuaban la realidad de la situación. – En el segundo en que me identifiquen, no serán los Mavericks de los que tenga que preocuparme.

La tensión en el aire era palpable, y los riesgos eran mayores que nunca. El espectro del peligro seguía presente, y Chiyo sintió el peso de su decisión asentarse sobre sus hombros. Aunque no mucho después, sintió que se le revolvía el estómago, una sensación familiar pero a la vez dolorosa que se le esparció por todo el abdomen, seguido de un gruñido audible emitido desde la parte de su cuerpo que se moría de hambre y suplicaba alimento.

Pero eso no fue lo que le hizo contemplar su decisión.

No, lo que realmente le dio a la joven japonesa una oportunidad de pensarlo fue escuchar el mismo ruido provenir de Kenichi.


Cerca de la torre de comunicaciones…

Ray B. se quedó inmóvil, con su capa ondeando suavemente en la brisa, la tela atrapaba la luz del sol como una silueta oscura contra el cielo brillante. Debajo de la sombra de su cejo, sus ojos se encontraron con la mirada verde vibrante de X, emitiendo un desafío silencioso entre ellos, eléctrico e intenso. – ¿Por qué estás tan seguro de que soy alguien que ha estado muerto por más de un siglo? – replicó, con un tono divertido en su voz mientras se acercaba levemente, como si retara a X para descubrir la verdad detrás de su enigmática presencia.

La pregunta detuvo la respuesta durante unos momentos, contemplando las implicaciones en su mente. – Roll lo está, ¿o no? – replicó en última instancia. No era una gran respuesta, pero necesitaba mantener a Ray B. hablando. Tenía que hacerlo, especialmente si esta era tal vez la única oportunidad de saber la verdad. Lo que esperaba en contra de una verdad potencialmente incómoda.

»No tengo nada. – confesó X, ya sintiéndose como si hubiese quedado como un tonto de nuevo. Se detuvo por un momento, preguntándose cómo iba a decir lo que había experimentado. – Pero, allá en el océano, yo… bueno, supongo que podrías decir que vi algunas cosas…

– Ahora que lo mencionas, tengo una pregunta para ti, si no te molesta. – interrumpió Ray B., aunque no parecía haber ninguna animosidad presente en su tono. Pero también podía sentir algo de trepidación en el núcleo del Hunter azul. – Si me respondes, entonces… – se detuvo, contemplando lo que iba a decir, jurar, prometer. – ... entonces, te diré lo que sea que quieras saber.

Los ojos verdes de la otra máquina se ensancharon, sólo que en lugar de shock o de horror, era una ligera chispa de elación. De esperanza. – C-claro. – respondió X. – Lo que sea, estoy bien con eso.

– De acuerdo. – respondió Ray B. ¿Era este curso de acción egoísta de su parte? Probablemente. Y aun así, él quería saber, necesitaba saber. – Si me dices esto, te diré quién soy, ¿trato hecho?

X asintió inmediatamente, sin perder tiempo en responder con fuerza. – ¡Trato hecho!

El androide encapotado tuvo que contener una pequeña risita. – “Por Asimov, en serio ERES el hermano menor de Rock… y el mío.” – pensó. Luego detuvo ese tren de pensamiento. No, todavía no. – Bueno, si ya nos encargamos de eso, quiero saber algo. Acerca de alguien.

– Seguro, ¿quién? – inquirió X.

Ray B. se quedó en silencio. Aunque no tenía intenciones de echarse para atrás en su trato, lo que estaba a punto de preguntar, en última instancia todo se balanceaba en los resultados que podrían ocurrir a partir de ese conocimiento más tarde. Tal vez no ahora, quizás no en años, pero aun así, su impacto sería conocido. Ya fuera por aquellos que experimentaran cualquier parte en su construcción, o no.

– La rubia. – dijo el más bajo de los dos. – No tu amigo rojo, sino… ella.

– ¿Roll?

– Sí, ella. – confirmó Ray B. Dudó un momento antes de continuar. – Dime, ¿es ella, de verdad? – Estaba a punto de decir algo más, pero se detuvo, como si se diera cuenta de que tenía que elegir sus palabras cuidadosamente. – ... ¿ella es tu hermana? “¿Es nuestra hermana?”


Abel City, suburbios, subterráneo…

– Hm, tal parece que el sujeto verde sabía de lo que hablaba. – dijo Chiyo, cuyos ojos oscuros y agudos se entrecerraban al ver el dispositivo instalado del otro lado de la entrada. El brillo tenue de las luces de advertencia pulsaba rítmicamente, proyectando una atmósfera tenebrosa e indicando el peligro potencial que aguardaba adelante. Se giró hacia Kenichi, cuya pequeña figura temblaba de nervios a su derecha, y suavizó su tono ligeramente a pesar de su confusión. – ¿Y bien? ¿Cuál es tu plan? La comida y lo demás que necesitamos está en esa dirección. – Señaló hacia el camino en sombras que llevaba hacia unas escaleras, cuya oscuridad parecía extenderse en un abismo que susurraba miedos a lo desconocido.

– S-sí, eso ya lo sé. – replicó Kenichi, cuya voz apenas era más fuerte que un susurro, antes de asomarse aprehensivamente hacia esa oscuridad sofocante. La casi total ausencia de luz estaba muy lejos de ser motivadora, ofreciendo poco confort para sus ya sacudidos nervios. Pero la desesperación carcomiéndole en su estómago servía como un recordatorio de su meta, forzándole a sopesar sus opciones. – ¿Pero qué hay de ti? – le preguntó, mirándola con una mezcla de respeto y su incertidumbre. – ¿Qué es lo que vas a hacer? – La pregunta se quedó colgando entre ambos, lleno con el reconocimiento no dicho de los riesgos que encaraban en ese peligroso viaje por delante.

Chiyo no respondió al principio, sin estar totalmente segura de cuál sería su respuesta, mucho menos cuál sería la mejor para seguir. – Tú ve adelante. – le dijo finalmente al niño. – Yo… quiero revisar esta cosa un poco más.

Kenichi estuvo a punto de preguntar otra cosa, pero otro gruñido en su estómago le silenció, indicando que ya le habían establecido el curso de acción. – ... Veré si puedo traer algo. – murmuró, girándose hacia el camino que descendía bajo la tierra.

– No tienes que…

La protesta de Chiyo cayó en oídos sordos, al ver la expresión temerosa e insegura de Kenichi. Tenía los ojos fuertemente cerrados, y luego, de un solo arranque, corrió tan rápido como podía llevarlo su pequeño cuerpo, desapareciendo en las sombras mientras la humana mayor se quedaba sola para examinar cómo fue que los suyos habían tomado medidas para mantener a cualquier forma de vida electrónica fuera.

– “No creo que me guste lo que esto implica.”


Cerca de la torre de comunicaciones…

Ray B. se quedó como si hubiera echado raíces donde estaba, con su mente corriendo mientras absorbía cada palabra que el reploide azul acababa de compartir. El aire a su alrededor se sentía cargado de emociones no dichas, y luchó contra un deseo abrumador de dejar salir sus sentimientos a la superficie. Cada revelación parecía golpear una cuerda dentro de él, encendiendo un torbellino de pensamientos que amenazaba con derramarse en sus emociones. Respiró profundamente, enfocándose en el tono calmado y la mirada firme del reploide, recordándose a sí mismo que debía mantener la compostura en medio del tumulto de sus pensamientos. El peso del momento estaba en el aire, y sabía que las verdades que ahora sabía cambiaban todo, pero el estrés de suprimir sus emociones era casi intolerable.

– Entonces… ¿eso fue lo que dijo ella? – inquirió finalmente, tratando de mantener su tono de voz. – Incluso si no recuerda todo lo que pasó después del evento de la invasión de los Stardroides, ¿sabe quiénes son su familia? ¿Sabe quiénes son Rock y tú? – Hizo una pausa, y mantuvo el silencio unos segundos. – ... ¿Ella sabe quién es Blues?

– Ella sabe más sobre ellos que yo. – confesó X, asintiendo. – Todavía lo sabe. Cierto, los artículos y documentos hablan sobre el Dr. Light y sus creaciones, pero ella estuvo allí, con ellos.

– ¿Es por eso que tú esperas que yo sea quien crees que soy? – cuestionó Ray B. – ¿Quieres saber más sobre aquellos que ya no están aquí?

X no respondió, pero el silencio resultante parecía ser toda la confirmación que necesitaba.

– ... de acuerdo.

El Maverick Hunter levantó una ceja debajo de su casco azul. – ¿Qué quieres decir?

– Respondiste a mi pregunta, así que es justo que yo responda a la tuya. – replicó Ray B. – Pero antes de eso, necesito preguntarte una cosa más, si eso te parece bien.

X comenzó a ponerse nervioso, preguntándose si el otro robot estaba considerando irse de nuevo. Aun así, si eso le podía asegurar algunos momentos más, estaba dispuesto a tomarlo. – Sí, de acuerdo. ¿De qué se trata?

Una breve pausa provocó que la tensión en el aire se hiciera palpable, mientras Ray B. metía la mano entre su capa. Los agudos ojos de X observaron cómo Ray parecía no sólo meter la mano entre la tela, sino en un compartimiento anidado dentro de las costuras de su capa, construido de un metal gris-platinado que brillaba suavemente bajo la apagada luz. Tras un momento de buscar concentrado, la mano de Ray volvió a salir, revelando lo que X reconoció como ese familiar pero enigmático topacio amarillo, que resplandecía en la palma de su mano.

Esta no era una gema ordinaria; estaba imbuida con una sensación de misterio que intrigaba a X. Al acercarse más para verla mejor, una revelación lo golpeó. La “gema” no era simplemente una piedra preciosa, sino que guardaba una inesperada complejidad. Dentro de su núcleo había un pequeño fragmento que, al inspeccionarlo más de cerca, revelaba circuitos intrínsecos y componentes que delataban una CPU, sugiriendo una fusión de naturaleza y tecnología que no era como nada que X hubiese encontrado antes. La yuxtaposición de elementos orgánicos y mecánicos en un objeto tan pequeño y radiante lo dejó a la vez fascinado e intrigado.

– Tuviste esto en tu posesión no hace mucho. – declaró la otra máquina, con la voz firme y sin hostilidad, pero cada palabra cargaba una sutil intensidad que llenaba el aire entre los dos. Hizo una pausa, procesando el silencio subsiguiente, y luego presionó de nuevo. – ¿Qué fue lo que viste? – Un momento de duda hizo chispas en sus circuitos, haciéndole cambiar su enfoque. Inmediatamente se corrigió, recalibrando su mente artificial. – No, eso no está bien. ¿A quién fue que viste? – La pregunta se quedó en el aire, cargada de implicaciones y curiosidad, como si la respuesta pudiese desbloquear verdades enterradas en el pasado.

X no respondió al principio, sabiendo bien que lo que dijera a continuación muy probablemente influenciaría todo con el otro androide a partir de ahora. Aun así, tenía que ser honesto. – A otra robot. A alguien que conocía a Light y a su familia. – le dijo a su acompañante. Hubo otro pequeño período de silencio. – ... y al parecer ella y Blues se acercaron un poco, a través de algunas circunstancias inicialmente difíciles.

Ray B. hizo otra pausa, y X creyó a medias que seguramente decidiría dar la vuelta y marcharse en cualquier momento. Aun así, se quedó dónde estaba, acercando el topacio más al Hunter azul. – Entonces, todo lo que necesitas hacer es mirar. – le explicó. – Mira, y dime qué ves.


Abel City, los suburbios…

Firefly miraba a su alrededor, frunciendo el ceño con la incertidumbre que le carcomía. – Entonces, ¿ahora qué? – cuestionó, con la voz mezclada de preocupación y frustración. No podía sacudirse de encima la sensación de que estaban en una encrucijada, con la gravedad de sus decisiones pesándoles encima. – ¿En serio planeas dejarlos a ambos aquí?

Roll hizo una pausa, bajando la mirada hacia el terreno inestable lleno de ecos de la terrible destrucción justo frente a la entrada que Chiyo y Kenichi habían navegado tan precariamente no hacía mucho. Su mente se movía entre las posibilidades, cada una más sombría e incierta que la anterior. Sintió el peso de la responsabilidad asentarse sobre sus hombros, sabiendo que su siguiente decisión podría cambiarlo todo.

– En algunos aspectos, eso quizás sería lo mejor. – admitió la reploide rubia. – Tendrán acceso a las cosas esenciales que los de su propia especie podrán proveerle mejor que nosotros.

– ¿Y estás segura de eso?

– ¿A qué te refieres?

– ...wow, en serio eres familia de X. – observó Firefly. – Cerebros de supercomputadora avanzados que influenciaron al resto de nosotros, pero cuando se trata de algunas cosas que deberían ser obvias, ustedes dos son unos completos despistados.

La rubia frunció el cejo, claramente ofendida. – ¡Hey! ¡Yo NO soy una despistada! – protestó inmediatamente. – ¡No creas que estoy ciega de los riesgos involucrados, tanto para nosotros como para los humanos!

Firefly soltó un suspiro con pesadez, evidenciando lo que pensaba en su expresión. – No, señorita. – replicó, con la voz suave pero cargada de frustración. Aunque X estaba muy lejos de ser alguien a quien consideraría odiar, la realidad de su situación les acechaba como una nube oscura. Miró hacia el horizonte, luchando contra las emociones enredadas que le plagaban.

Su hermana, al parecer sin haber sido tocada por las duras realidades de su mundo, carecía de las habilidades de combate que se habían vuelto una segunda naturaleza para él. Y aun así, compartía esa misma mentalidad problemática: una creencia firme en un delirio que nublaba su juicio. – No se trata sólo de los riesgos que enfrentamos aquí afuera. – continuó, sacudiendo su cabeza mientras reunía sus pensamientos. – Bueno, sí, se trata de eso, pero es más complicado de lo que podrías pensar.

Pausó por un momento, buscando las palabras correctas para dar a entender la gravedad de la situación. – Lo que quiero decir es, que nuestro entendimiento de lo que nos enfrentamos está muy errado. Son nuestras percepciones las que nos llevan al peligro, no sólo las amenazas. – Su voz se suavizó, revelando una muestra del tormento que se cocinaba bajo la superficie.

– ¿A qué te refieres? – inquirió Roll. Aunque tal vez, en realidad ya lo sabía. Sabía lo que estaba a punto de decirle, el incidente del arresto del Dr. Light y la subsiguiente búsqueda de sus máquinas que vino después, emergieron al frente en sus recuerdos.

– Quiero decir – respondió el Maverick Hunter con tensión cargándole la voz – que los Mavericks podrían no ser el único adversario del que tengamos que preocuparnos. – Hizo una pausa, mirando hacia un lado por un segundo. – En todo caso, bien podrían ser aquellos a los que hemos estado tratando de proteger.

Esta historia continuará

Chapter 78: Corazones de cristal

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Islas Filipinas, afuera de Ciudad Baguio…

– Dices que no sabes quién eres, pero hasta el momento, le has dado a todos los demás indicios de que no sólo eres un envidioso potencialmente violento y propenso a desquitarte, sino corto de vista y ridículamente egoísta.

Blues permaneció totalmente en silencio, sin siquiera tratar de protestar o de defender su posición. En lugar de eso, X tuvo una sensación perturbadora de aceptación en sus ojos, como si absorbiera cada palabra que ella había dicho, como si fuese una innegable verdad. El peso de sus palabras flotó tensamente en el aire, y un resentimiento profundo comenzó a acumularse dentro de él, pues odiaba la claridad de la realidad que pintaba.

– Mi madre y Vesper Woman dijeron que sólo eras un individuo confundido tratando de buscar su lugar en el mundo, y que eso, incluso si tienes muchas cosas por las cuales responder, lo estás intentando. – Hizo una pausa. – Genuinamente intentándolo.

Él se quedó en silencio, todavía envuelto en la tranquilidad de la caverna, donde un zumbido bajo y reverberante resonaba por esas paredes de piedra húmedas, creando una tenebrosa sinfonía de sonidos. Sombras danzaban a su alrededor, parpadeando en medio de la luz apagada que se filtraba desde la entrada. Este lugar, un santuario forzado, le envolvía en un abrazo perturbador, sugiriendo que estaba atrapado aquí por razones más allá de la casualidad. El aire estaba lleno de humedad, un recordatorio de que era un prisionero reacio en este refugio subterráneo, tal vez en más de una forma. Si hubiera sido humano, tal vez este lugar habría estado impregnado con el olor a tierra y rocas húmedas, pero esas cosas eran sólo pensamientos inútiles a estas alturas.

– Al rescatar a Kalinka, a pesar de los riesgos, Roll lamentó que esto significara que todavía no ibas a volver a casa, muy probablemente. Así que ofrecí que, si lo necesitabas, el laboratorio LaLinde estaría abierto para ti.

– ... pero tú no quisiste ir más lejos. – respondió suavemente el otro robot. – En todo caso, tú estabas contenta pretendiendo que yo no existía.

X se mordió el labio, con el procesador atrapado en un torbellino de emociones y pensamientos en conflicto mientras se veía esencialmente forzado a ser testigo de la escena tan perturbadora que se reproducía frente a él, una que había estado grabada en el pasado mucho antes de su propia concepción, tal vez incluso antes de que el Dr. Light hubiera visionado su existencia.

Quake Woman se sentó a poca distancia, con su armadura verde brillando suavemente en la tenue luz de la caverna, en contraste con las formaciones de rocas rugosas que les rodeaban. Intercambiaba miradas entre Blues, que yacía tendido sobre su espalda, y un dispositivo de rastreo (diseñado para monitorear los pulsos rítmicos del núcleo de una máquina) que se balanceaba descuidadamente sobre su pecho. Su casco reposaba cerca de allí, revelando su cabello salvaje y desordenado castaño, y unas gafas angulares obscurecían sus ojos, dejando un aire de misterio sobre sus pensamientos internos y sentimientos.

La atmósfera estaba tensa, llena de emociones no dichas mientras la mirada de Quake Woman se movía nerviosamente entre Blues y las estalagmitas dentadas que los rodeaban. Cada formación parecía hacer eco del conflicto en su corazón, reflejando también el que se cocinaba en ese espacio tan confinaba. Al pasar los segundos, X sintió el peso de su historia compartida presionándole, un recordatorio de los caminos entrelazados por el destino y las sombras de decisiones que fueron tomadas mucho tiempo atrás.

– Si se trata de la pared, la foto, y aquella noche, lo siento. – respondió Blues débilmente. – Yo… no fue mi intención asustarte. Y aunque esto no deshaga nada, siento mucho lo de tu retrato. – añadió. – Yo… mira, no tienes que creerme, pero no tenía intención de lastimarte. – le dijo con una chispa de honestidad y vulnerabilidad en su voz. – Yo… en ese momento detestaba ver el rostro del Dr. Light. Era… con él con quien estaba enojado entonces, no contigo. – Otra pausa. –…aunque, dado cómo me presenté ante Rock… y especialmente ante Roll, no es de extrañar que me tengas miedo.

Silencio se apoderó de las dos máquinas, y su observador invisible seguía viendo conteniendo el aliento.

– Lo tenía. – murmuró finalmente Quake Woman luego de un período extendido de quietud. –Por un momento, me preguntaba si me harías lo mismo que le hiciste a Roll. – Se mordió el labio, y X a su vez sintió algo retorcerse de dolor en el núcleo de Blue, y no era por su condición dañada. ¿Era la culpa lo más cercano que los de su clase podían experimentar a las náuseas? ¿Dónde algo en el interior podría dejar el cuerpo totalmente lleno de agonía y una horrible transformación? – Pero entonces mi madre vino, y no hiciste ningún movimiento. – continuó la androide de coletas. – Y entonces, aunque el miedo seguía allí, de pronto se apagó por algo más. Yo… me sentí furiosa. – En lugar de enfriarse como hielo, su núcleo estalló en llamas, y el terror frío y el shock se derritieron en una furia desatada. – Y cuando trataste de retractarte, sólo me enfurecí más. – Se mordió el labio, cerrando sus dedos color marfil en puños. Empezó a sisear, con clara frustración en su tono, pero había una presencia de otra emoción, menos hostil, y más personal, oculta parcialmente bajo un velo ardiente de animosidad. – ¿Cómo te atreviste? Luego de todo lo sucedido, lo que hiciste pasar a tu propia familia, y al mundo entero, ¿y tenías la osadía de creer que simplemente podías tratar a todos de la misma manera en que pensaste que Light te había tratado? ¿Sólo porque no te gustaba lo que yo tenía que decirte? – Volvió a apretar los labios. – Supongo que debes tener un sentido del humor enfermizo, considerando el hecho de que eres libre de reaccionar como quieras sin consecuencias, pero pareces estar satisfecho sentándote aquí y soportándolo.

– … ¿Eso te da placer?

La Robot Master verde se sorprendió un poco. – ¿Qué cosa?

Blues trató de mantener la voz firme. – Mi… estado actual. ¿Eso te hace sentirte segura? – preguntó, sin sarcasmo, completamente serio. – ¿Te sientes bien al tenerme a tu merced? ¿Te sientes poderosa ahora? ¿Te sientes fuerte? – Se detuvo, con una pequeña fluctuación en su núcleo causándole una alarma. Aunque, como se demostró pocos momentos después, fue sólo un pequeño fallo en la máquina a la cual estaba conectado. – ¿Te sientes… mejor?

X sintió otro subidón de señales y sensaciones conflictivas, sólo que esta vez, no provenían de Blues. Su pregunta golpeó una cuerda sensible en la otra androide, cuyo procesador le enviaba un torrente de información y datos de memoria, y la pregunta de su "paciente" pareció apoderarse de todo. Y más todavía, ella no estaba segura de cómo responder.

Luego, como si fuera para silenciar la avalancha de nociones y suposiciones que luchaban entre sí, tres distintivos y a la vez familiares mantras hicieron eco en su procesador, y X también los registró.

Manual de la Robótica, 56ta edición, 2058 A.C.

Un robot no puede lastimar a un ser humano, o permitir que dicho humano sea lastimado, ya sea directa o indirectamente.

Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto cuando dichas órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.

Un robot debe proteger su propia existencia y la existencia de sus creadores humanos, en tanto dicha protección no entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.

El reploide azul no entendió por qué ella estaba recitando las Leyes de la Robótica. Mejor aún, ¿por qué no se enfocaba particularmente en la segunda y tercera? Ciertamente, aunque aquellos que servían a Wily causaban su buena porción de desastres y caos, las leyes, particularmente la primera, se veían comprometidas a través de alteraciones y vacíos legales que el científico había implementado cuando ya fuese que programara sus propias creaciones, o saboteando la programación de otros que decidió utilizar. Aun así, tal como X había descubierto, la preservación humana seguía manteniéndose con un cierto grado de importancia.

Durante el primer incidente que resultó en que Rock Light asumiera el título de "Mega Man", hubo una instancia documentada en la cual una herida severa le fue infligida a un soldado humano que intentó pelear contra los seis DLNs reprogramados. Cierto, aunque dicho soldado sobrevivió (y también se convirtió en una nota muy pequeña en la historia), demostró que, incluso con las Tres Leyes implementadas, no necesariamente estarían a salvo de daños potenciales. En todo caso, Wily sólo mantenía ciertos aspectos de la Primera Ley en sus mentes reprogramadas basándose en un sentido de auto-preservación; eso no tenía nada que ver con considerar realmente el daño y destrucción que dichas alteraciones podrían causar.

– … ese es tu método, ¿no es así? ¿Estás bien por tu cuenta, no quieres ni necesitas perdón? – contraatacó Quake Woman. – Aparte, las cosas parecían ir bien para ti. Estabas perfectamente dispuesto a causar daños potenciales, tal vez incluso matar a Rock. – Se detuvo. – Sólo pensaste que esa violencia no se iba a esparcir a otros, ¿verdad? ¿O simplemente no te importó en ese momento?

Los labios de Blue se apretaron, y un torrente de memorias pasó por su mente, de lo que llevó al evento del cual Tempo hablaba, y todo lo demás que le siguió. – …Yo… yo realmente no quise lastimar a tantos. Yo… no quise que las cosas fueran tan lejos. – respondió, mordiéndose el labio y sintiendo una subida de tensión que era como si una luz le ardiera en el pecho. – Pero… ya no quiero nada de eso. E-está mal. Ya… ya no quiero lastimar a nadie.

Los labios de Quake Woman se tensaron. – Ya sea que quieras o no, en última instancia no hace ninguna diferencia. – le respondió, con una voz que no indicaba ningún tipo de furia, sino más bien, una aceptación casi resignada a regañadientes. Como si ese estado sombrío y amargado en el que estaba estuviese destinado a permanecer para siempre. – Lo que has hecho, lo que Wily y Ra Moon trajeron al mundo, han cambiado las cosas. – Dejó sus párpados cerrados. –Posiblemente por el resto de nuestras vidas, y quizás para siempre.

El silencio volvió a apoderarse de la caverna.

– …entonces… ¿no hay nada que pueda hacer? – cuestionó Blues, cuya voz se balanceaba en una realización que le desanimaba. Hizo una pausa. – ¿No hay nada que pueda arreglar esto? ¿Nada de lo que haga te puede asegurar que no tienes que desconfiar de mía? – Otra pausa. Tal vez esto sería dar un paso demasiado lejos, pero viendo cómo se sentía en ese momento, quizás no habría una segunda oportunidad. – De que… ¿no tienes por qué tener miedo de permitirte sentir?

Como si la hubieran picado, la Robot Master con coletas volteó su cabeza.

– ¿Y acaso me equivoco? Por desafortunado que parezca, Blues, tú y Wily, aunque no haya sido intencional, casi permitieron que todo el planeta fuese conquistado por una supercomputadora malévola que resultó en destrucción Y en muerte de aquellos que eran completamente inocentes y no tenían nada que ver con tu complejo de inferioridad o cualquier otro problema que tengas. – Suspiró. – Y luego haber soltado aquel arranque tuyo en mi hogar que me demostró que no DEBÍ haber te invitado a pasar, basta con decirlo, ¿qué valor debo aplicar a tu supuesto remordimiento y arrepentimiento? – Se detuvo. – ¿Por qué debería creerte que realmente has crecido o cambiado, cuando todo lo que has hecho simplemente se basa en auto-preservación básica o un egoísmo total? – Los ojos verdes de ella se fijaron directo en los suyos. – ¿Por qué debería creer que eres diferente de Wily cuando en esencia te has convertido en lo mismo que él?

No pudo decirle nada.

– No es que no pueda ver que estás sufriendo, que tienes mucho dolor. – reconoció ella. – Pero si todos los demás utilizan eso como un medio para justificar o barrer bajo la alfombra todo el dolor que TÚ causaste, entonces por desgracia no puedo aceptar eso.

– … ¿tú no crees que soy capaz de sentir arrepentimiento? – cuestionó Blues, con la voz suave pero a la vez ocultando algo de dolor. – Que la gente… que nosotros, como seres inteligentes ,¿estamos atrapados en el mismo camino, sin importar nada?

Quake Woman bajó la cabeza, llevándose las rodillas al pecho, envolviendo sus brazos alrededor de sus enormes pantorrillas. – No importa qué es lo que yo crea. Ya que ni siquiera sé qué es lo que debo creer. – murmuró. Luego suspiró, cerrando los ojos. – Lo que importa es lo que creen aquellos que pueden preservarnos o condenarnos a todos.

El reploide azul no necesitaba formular teorías sobre lo que querría decir la androide de color verde y violeta; pero para su gran desconcierto, se dio cuenta que Blues tampoco necesitaba que le informasen de esto. En todo caso, por lo que el Hunter azul podía percibir, estaba más que consciente de lo que la otra Robot Master estaba hablando. Más aún, otra punzada de culpa y odio por sí mismo asaltó su núcleo, y la máquina se sintió incluso más bajo que el suelo donde se vio forzado a descansar.

– ... Lo arruiné todo.

Quake Woman levantó su cabeza, girándola hacia un lado mientras observaba al dañado Robot Master, el primero de todos.

El primero…

X no sabía por qué, pero un título como ése (una observación, una verdad) despertó algo en él. Luego recordó las palabras de Armored Armadillo acerca de cómo los dos primeros hijos de Light poseían los componentes necesarios para exceder las expectativas en los campos para los que fueron creados, pero también llevaban consigo debilidades críticas. Para Rock, él tenía la fuerza, pero estaba limitado por los protocolos de programación de la época. Blues, sin embargo, era completamente libre, pero llevaba la maldición de un núcleo que iba muriendo lentamente, lo cual de manera inevitable acabaría con su existencia.

Uno residía bajo el sol, mientras el otro se ocultaba en las sombras. Uno era amado por todos, el otro en el peor de los casos era odiado y en el mejor visto con suspicacia. Uno era un héroe hasta la médula, y el otro, en los ojos de muchos, no podría escapar del todo de ser etiquetado como un villano.

Ambos, de muchas maneras, eran prisioneros iguales, sólo que en celdas de diferentes tipos.

– ... ¿Sabes algo? – murmuró Blues, pero tanto Quake Woman como X podían detectar que su voz se debilitaba. – ...Cuando vine a verte la primera vez… era porque quería respuestas. – Se detuvo. – No, eso no es totalmente cierto. Aunque sí quería saber cómo lograste superar lo que ocurrió contigo y, yo… – Se mordió el labio. Aunque había logrado descubrir lo que sentía desde el Gran Apagón, seguía siendo doloroso admitirlo. – Yo… quería convencerme de que… tenía la razón.

La Robot Master de coletas castañar parpadeó. – Explícate. – le pidió, aunque era más o menos una orden a medias gentil, viendo que ella era quien tenía las cartas en mano en esta situación.

– ... Quería probarme a mí mismo que estaba justificado en mi forma de ver al Dr. Light. – respondió la otra máquina. – Que realmente sí me reemplazó, que no me amaba, que estaba dispuesto a cambiarme, que el Dr. Wily realmente sí me entendía, que… – apretó sus dientes, como si recordase que esas cosas sólo servían para resaltar aún más su presente agonía. – Que realmente no causé el mayor desastre a gran escala en todo el planeta, sólo porque fui un niño posesivo, petulante, egoísta y malcriado que no podía aceptar el hecho de que… – Se detuvo, y las palabras, esa verdad misma, le provocaron una sensación de ardor en la lengua.

– ¿De que cometiste un grave error que se salió de control? – inquirió Quake Woman, pero la respuesta que recibió no fue la que anticipaba.

– ... que yo era un monstruo tanto como lo era Ra Moon.

Esta declaración causó que todo lo que en ese momento corría por la mente de Quake Woman se detuviera de golpe. Y efectivamente, X también encontró esa conclusión al mismo tiempo condenatoria y casi irreversiblemente definitiva. Como si ya hubiese aceptado esa horrible y asquerosa verdad sobre sí mismo, simplemente dejándola reposar en su corazón y mente.

Y aun así, aunque muy probablemente…no, aún había una garantía de que lo que tenía que decir, lo que quería decir, realmente a ella no le iba a importar en absoluto. Sin embargo, quería que ella supiera lo que él pensaba, la verdad.

– Cuando el Dr. Light me activó por primera vez, cuando me trajo a la vida, al principio no había ninguna de las regulaciones estrictas que hay ahora. – relató Blues. – Inicialmente no fui creado para seguir los protocolos de "corta esto" o "bombardea aquello" o cualquier otra cosa. El Dr. Light… – Respiró agitadamente para enfriar sus entrañas, que se iban calentando. – … todo lo que él quería para mí era que simplemente… fuese yo.

Ella lo observó, y su línea de visión pasó de él al monitor que leía su núcleo, y luego a él otra vez. Quizás fuese muy pronto para decirlo, pero su contador Geiger comenzaba a detectar leves rastros de radiación.

– Yo creí que el Dr. Light había mentido sobre eso, que quería cambiar lo que yo era, así que… me fui. Y cuando escuché lo que pasó en los Laboratorios Light, cuando se llevaron a los primeros DLNs, me pregunté si me había equivocado sobre él. Así que… volví.

– Y entonces lo viste. – añadió Quake Woman. – A Rock.

Blues suspiró. – En ese momento y lugar pensé que, si el hombre que me prometió un lugar en este mundo se lo entregó tan fácilmente a otro, ¿entonces qué sentido tenía volver? ¿Cuál era el punto de preocuparme por él? – Se mordió el labio. – Si realmente nunca me valoró, porque yo no encajaba en la imagen que pensé que había hecho a Rock para que ocupase, ¿para qué molestarme en hacer algo bueno? – Otra pausa. – ¿Por qué molestarme con nada en absoluto?

Los ojos verdes de ella se entrecerraron, y su cejo se frunció al ver la señales que delataban un conflicto interno. – … fuiste a las ruinas donde encontraron a Ra Moon para morir, ¿no es cierto? – No recibió una respuesta, pero la falta de corrección fue suficiente. – Sólo que, cuando Wily lo encontró a él, también te encontró a ti.

La máquina humanoide con gafas asintió, con la voz pesándole de remordimiento mientras recapitulaba sus acciones. – Y entonces… ataqué a Rock. Roll trató de protegerlo de mí, y en ese momento, lo destruí todo. Todo el planeta se oscureció por culpa mía. – dijo, con una vergüenza palpable. – Sabía sobre las Tres Leyes, y en sólo un parpadeo, las quebranté las tres.

Apretó sus puños, y su tormento interno se hizo evidente. – Y luego te traicioné a ti y a la Dra. LaLinde… No, fue mucho peor que eso, te aterroricé. – confesó, con la voz temblándole de emoción. – Habías recuperado tu mente, tu sentido del ser, y yo destruí cualquier progreso que hubieras hecho. Puede que tal vez incluso te lo haya quitado al hacerte sentir el mismo miedo que me llevó a salir huyendo. – Se mordió el labio. – Te hice mucho más daño del que tu creadora jamás lo hizo. Sé que eso no significa nada, pero… realmente no puedo expresar cuánto lo siento, Tempo. Por esa noche, por todo lo que causé.

Sus ojos se cerraron con fuerza, y frunció el ceño de angustia. – Recordar esto sólo me sirve de recordatorio del monstruo en que me convertí. Ahora veo que Wily y yo compartimos más de unas pocas cualidades; ambos permitimos que nuestras acciones fuesen motivadas por el miedo y la vergüenza. Me di cuenta de eso demasiado tarde, y para entonces, ya estaba atrapado con las consecuencias que yo mismo provoqué.

La robot con taladros se quedó en silencio, y la atmósfera húmeda de la caverna llenaba el vacío mientras su procesador se arremolinaba como una tormenta. – ... entonces ¿por qué? – le preguntó finalmente, con la voz mezclada de conflicto y confusión.

Blues levantó una ceja, con una expresión insondable. – ¿Por qué qué?

La voz de Quake Woman tambaleó ligeramente, traicionando su propio tormento interno. –¿Por qué viniste a mí? Aún con la amenaza de que nunca más volvieras a mostrar tu cara en mi residencia de nuevo, no creía del todo que eso te mantuviera alejado.

Blues asintió solemnemente, aceptando su incertidumbre. – ¿Y me habrías alejado? – preguntó gentilmente. – No tienes por qué avergonzarte de admitir que me habrías rechazado. En todo caso, simplemente habría sido una decisión lógica, considerando todo lo que sucedió y en lo cual tuve una mano.

Quake Woman se quedó en silencio, exhalando tanto de cansancio como alivio. Como si le hubieran quitado una carga masiva de los hombros. – No lo sé. – confesó, y para su propia sorpresa, se encontró preguntándose si estaría siendo demasiado dura con el otro robot. – Estoy dividida entre pensar que estás aquí para causar más daño, o si realmente quieres enmendarlo.

Él se quedó callado por un momento. – Entiendo perfectamente si no puedes perdonarme, o si nunca quieres hacerlo. En cualquier caso, tal vez eso sea lo mejor. – Aunque pensara que no se lo merecía, pensó, pero decidió guardárselo para sí mismo. No tenía deseos de sobornarla o manipularla para que lo aceptara. – Ahora puedo aceptar que tal vez nunca más confiarás en mí.

Aunque no estaba totalmente equivocado en lo que decía, la Robot Master de coletas pensó que ir a ese extremo era preocupante. – Blues… tu cuerpo ya está en muy mal estado, tus sistemas ya deben estar llegando a su límite. – Y más aún, aquí estaba ella, ¡hablándole como si estuviese cuidándolo en una cama! – Probablemente no debas desperdiciar tu energía.

– No, espera. – dijo el dañado y debilitado DLN con la voz ahogada. Su tono era firme, pero genuino. – Lo siento, yo… no tengo derechos de pedirle esto a nadie, especialmente a ti. Pero… si puedo ser egoísta una vez más, quisiera que supieras por qué.

Los ojos verdes de Quake Woman se ensancharon. – ¿Por qué… viniste a mí?

Blues asintió, y luego aguardó en silencio cualquier protesta o rechazo, casi esperándolo honestamente. Pero ella no dijo nada, ni tampoco se dio la vuelta.

– ... luego del secuestro de Kalinka… la última vez que me permití ser una herramienta para Wily, ya no podía soportar mirarme a mí mismo. – confesó el androide de pelo castaño, diseñado para parecer un joven adolescente, con una voz pesada de vergüenza. – Estaba consumido por el odio, hacia lo que me había convertido, por las acciones que había tomado. Pero más que eso… – Cerró los ojos fuertemente, luchando por mantener a raya a sus emociones. – Más que eso, estaba aterrado de la verdad, de que yo no era mejor que Wily, que Ra Moon. Que yo era tan vil, tan asesino como aquel que sumió a todo el mundo en oscuridad.

Ella casi formó una protesta en su lengua, un tormento de pensamientos y emociones se arremolinaron en su interior. No era una simple negación de lo que había dicho él; no, era algo muchísimo más complejo. El Robot Master rojo, Blues, estaba de pie frente a ella, y se vio golpeada por una realización repentina y perturbadora. Los términos "asesino" y "Blues" en la misma oración… simplemente no encajaban. Break Man, tal vez, o incluso Proto Man, sí, ellos merecían esa etiqueta. Pero ninguno de ellos estaba parado frente a ella ahora. La máquina debajo de ambos disfraces estaba expuesta y a su merced, y aun así, no podía evitar sentir un conflicto en su interior. Todo lo que había sucedido, las batallas, las pérdidas, todo pesaba enormemente en su cabeza. Se encontraba luchando con sus percepciones sobre Blues, dividida entre el asesino frío y calculador que ella creyó que él era, y el ser complicado y conflictuado que veía frente a ella ahora. La respuesta de su lengua era un reflejo del tormento interno que sentía, una lucha por reconciliar la realidad de Blues con la imagen que tenía sobre él.

– Luego que descubrí que Wily me mintió acerca de mi núcleo, que no iba a explotar, si le permitían expirar y no recibir un golpe directo, allí fue que supe lo que ya no podía seguir negando: había tirado todo por la borda por el miedo de algo que nunca existió. El Dr. Light era el único que realmente me valoraba, mientras que la supuesta comprensión y simpatía de Wily no eran más que una farsa. – continuó el DLN, notando que sus sentidos comenzaban a irse, pero todavía tenía más que decir. O más bien, al menos una última cosa. – Pero… yo ya no podía volver con él, mi creador. No tenía el derecho. Y todavía no lo tengo. – Aspiró profundamente, y una ola de calor se apoderó de él, antes que el frío de la cueva volviera a enfriar sus sistemas. –Y tampoco tengo derecho a pedirte nada a ti, pero…

– ¿Pero qué? – habló finalmente Quake Woman. – ¿Por qué viniste a mí?

Blues cerró los ojos, y un repentino cansancio se apoderó de su tren de pensamiento. Otra vez iba a desaparecer, igual que antes que Wily lo hubiera descubierto. Sólo que ahora, no había garantía de que fuera a regresar. Y quizás, fuera mejor así.

Aun así, su compañía merecía una respuesta. Era lo menos que podía proveerle de valor.

– Escuché sobre aquel barco que se hundió. – confesó Blues. – Sobre cómo tú, Roll y Splash Woman salvaron a todos los que iban a bordo.

Quake Woman levantó una ceja, con una mezcla de curiosidad y trepidación en su voz. – Sí, recuerdo eso. Creo que fue antes de que los Laboratorios Light se incendiaran y se robaran a Gamma. – Dio un respingo, frenando su voz al resurgir esa memoria tan dolorosa. Sintió una punzada de culpa, con las emociones expuestas y frías. Culpa por cómo esto podría haberle afectado. Rápidamente decidió volver al tema de interés, desviando la conversación de su tormento interno. – Pero, de vuelta a lo que nos atañe, ¿por qué ese evento te llevó a tomar la decisión de venir a mí, para ver qué tan cerca estás de las puertas de la muerte?

El núcleo de Blues golpeó dentro de su pecho mientras luchaba por encontrar las palabras. Él sabía la respuesta, la sabía desde que se encontró atraído hacia ella desde el Apagón Global. Aun así, el miedo le atenazaba, miedo de que ella no le creyera, miedo a la vulnerabilidad. – Le tienes miedo a los espacios cerrados, ¿no? – le preguntó suavemente, con la voz apenas más fuerte que un susurro. – ¿De quedarte atrapada, o enterrada viva? – Hizo una pausa, el peso de sus emociones le hacía difícil respirar. – ¿De ahogarte?

La androide con coletas dudó, mientras su corazón mecánico hacía eco del ritmo de sus emociones similares a las de los humanos. No estaba segura de cómo responder, pero la pregunta no parecía maliciosa. – Nosotros no nos ahogamos. – le respondió, con la voz firme a pesar de la tormenta de memorias que amenazaban con abrumarla. – Pero… debo admitir que… no me gusta mucho el agua profunda.

– ... acabas de responder por mí. – replicó el DLN castaño, y se le escapó una risita.

– ¿A qué te refieres? – cuestionó Quake Woman. – Mejor aún, ¿por qué es divertido?

– No, no quise decirlo así. Es sólo que… – Los ojos de Blues brillaron con una mezcla de admiración y anhelo. – Cuando rescataste a esas personas en el barco que se hundía, a pesar de tus experiencias previas… tus miedos… me di cuenta de que quería ser igual. Lo que intentaba ser, lo que el Dr. Light deseaba que yo pudiera ser. – Su voz empezó a sentirse pesada con su emoción. – Y no puedo ser Rock, pero… me… preguntaba si tal vez podría ser un poco como tú.

Mientras terminaba de hablar, una profunda tristeza le invadió, y una sensación de finalidad los dejó a ambos sintiéndose tranquilos y totalmente solos al mismo tiempo. La implicación se quedó flotando en el aire; Blues finalmente estaba en paz, y al hacerlo, aceptaba su inevitable final.

– ¿Blues? Mi contador Geiger está sonando. Creo que tu núcleo está… ¿Blues?

– ... que tal vez… aunque tenga miedo… debería tratar… de hacer algo bueno… antes que sea demasiado tarde…

– ¿Blues?

– …ser amable… como tú… mientras todavía puedo…

– Blues, qué… yo no… s-sólo estás bajo de combustible. Sólo cálmate y… ¿Blues?

– ... Puedo sentirlo… mi fin se acerca…

El monitor que mostraba las funciones de su núcleo mostró una línea plana.

– ¡¿Blues?!

Y luego, oscuridad. Todo se puso negro.

Supo que éstos serían sus momentos finales, y lo aceptó, esperando que sus palabras y acciones finales serían recordadas.

No. No, no, no, no, no, no, ¡no!

X corrió hacia su hermano moribundo, extendiendo una mano desesperada para tratar de prevenir lo que seguramente se presentaba como inevitable. – ¡Blues, resiste! – suplicó, con la voz quebrada de dolor. Pero en cuando llegó con Blues, sintió una fuerza invisible tirando de él, alejándolo del lado de su hermano.

Fue sacado de un tirón de la caverna, perdiendo el equilibrio debido a su carrera repentina y desesperada. Aterrizó sobre un camino de tierra, y le habían sacado el aire. – ¡Uf! Ugh, ¿qué demo…? – jadeó, abriendo sus ojos verdes de par en par con confusión, mientras miraba su entorno.

El denso bosque que lo rodeaba no se parecía a nada que hubiera visto. Se habían ido las imágenes familiares del trópico, el calor, y la humedad que emitían los árboles de palma y bambú. En su lugar, había pinos y abetos perennes en todas las direcciones, cuyas agujas crujían bajo sus pies mientras se ponía de pie. El aire era crujiente y frío, en contraste a la humedad cálida a la que se había acostumbrado. Se encontraba mucho más al norte, y no tenía idea de cómo llegó aquí.

– Mejor aún. – murmuró para sí mismo, descubriendo que, dondequiera que estuviera, parecía que no había nadie más en kilómetros. – ¿De quién son estas memorias?

Aunque ni Ray B. ni nadie más se lo había confirmado, de lo que había visto tanto durante su tiempo en el océano y ahora, y le había quedado claro a X que, de alguna manera, en cierta forma, estaba viendo las memorias, las memorias recolectadas y registradas de alguien más fuera de su propio ser. Y aunque la yuxtaposición entre las perspectivas de dos máquinas diferentes hacía que seguirles el paso fuera más difícil, y no ayudaba en absoluto toda la situación en relación a Launch Octopus o Marty.

– ...Marty… lo siento mucho.

Sabía que la imagen que supuestamente debía proyectar (la de un Maverick Hunter estoico e inquebrantable, una máquina de batalla sin un rastro de debilidad) se destruyó en ese momento. La intensidad de sus sentimientos amenazaba con consumirlo, un contraste con la fachada sin emociones que se esperaba que mantuviera. Podía casi escuchar la desaprobación de aquellos que le enseñaron a suprimir esas emociones, viéndolas como un desperdicio de energía, un signo de vulnerabilidad. Pero en ese instante, a X no podía importarle más las expectativas de otros sobre él. Aquella a quien había conocido en las profundidades, aunque otros la considerarían chatarra quemada, evocaba una profundidad de emoción que X tenía imposible de ignorar u ocultarse. Su conflicto era palpable; la batalla entre su semblante entrenado y las emociones sin filtro que surgían en él lo hacía sentirse expuesto y conflictuado.

¿Acaso la sirena era una traidora? Técnicamente sí, pero sólo debido a condiciones fuera de su control. E incluso si él mismo no lo creía en ese momento, el haber inhabilitado la fuente de energía principal de su X-Buster no fue enteramente obra suya. Cierto, le habían dado a ella el arma con la que le disparó, pero fue por instrucciones o amenazas de Octopus.

¿Hizo algo malo? Sí. ¿Fue una mentirosa? Hasta cierto punto, sí. ¿Lo había puesto a él y a muchos otros en peligro debido a sus metas a corto plazo y ambiciones ciegas? ¡Por supuesto!

– No te atrevas a tomarme por un completo idiota, Ai. – gruñó el reploid azul, con la voz baja y peligrosa, mientras su núcleo ardía con fervor. – Puede que no sea un genio, pero tampoco soy un tonto. Seré el primero en admitir que no soy el más listo, ¡pero eso no significa que estoy ciego ante la verdad! – Su frustración hervía, una erupción volcánica de rabia y decepción. – ¡Fui creado para hacer el mundo un lugar mejor, para continuar con el legado del Dr. Light para que se sienta orgulloso! ¡Pero últimamente, me siento como si fuera sólo un peón en un juego retorcido, siendo obligado a observar cómo el mundo arde en llamas mientras que se supone que yo soy parte de la solución! ¡No voy a quedarme parado viendo cómo todo se va al infierno frente a mí!

El silencio se apoderó del bosque luego de su arranque, pero el continuo chirrido de pájaros e insectos alertó al agotado y exhausto Hunter que técnicamente no existía en este espacio, mucho menos en este tiempo. Al menos esta vez la visión era clara. – ¿Todo está arreglado para ser así por siempre? – pensó en voz alta, y al soltarlo le sobrevino una sensación de cansancio, pero también de dolor, como si una herida quedara expuesta al aire para sanar, a pesar de la punzada que el oxígeno podría desatar potencialmente. – ¿Acaso el sueño de paz duradera es imposible?

O peor todavía, ¿una mentira?

– Un robot no puede lastimar a un ser humano, o permitir que dicho humano sea lastimado, ya sea directa o indirectamente.

Un momento… esa voz.

– Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto cuando dichas órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.

X miró alrededor, sin encontrar a nadie, mucho menos la fuente de lo que estaba oyendo en su mente. O más bien, a quién.

– Un robot debe proteger su propia existencia y la existencia de sus creadores humanos, en tanto dicha protección no entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.

– ¿Quake Woman?

– ... entonces, ¿dónde te deja eso a ti y al resto de la humanidad?

– ... ¿Tempo?

– ¿Dónde nos deja eso a ti y a mí?

El reploide de armadura azul se abrió paso en medio de la densa espesura, con sus pisadas resonando contra la tierra mientras zigzagueaba entre los árboles enraizados. Aunque la locación exacta de este repentino cambio era incierta, un presentimiento innato le dijo que estaba precisamente donde necesitaba estar. El aire estaba tenso de propósito, y cada vez que sacudía las hojas y las ramas partiéndose era una sinfonía con significado, un lenguaje secreto que sólo le hablaba a él. Pensamientos y memorias, crudos y sin filtro, inundaron su conciencia, ofreciéndole un vistazo profundo, casi espiritual, en la esencia de alguien más. Era una experiencia mareante y exhilarante, como si espiara en las profundidades del alma de un extraño.

¿Pero de quién era esta alma que él estaba viendo? Ese era el enigma que lo carcomía, un acertijo envuelto en el misterio, suplicando ser desvelado.

– ...la flor áster. – La voz de Quake Woman hizo eco en su mente mientras continuaba su viaje, y sus componentes lógicos y su núcleo estaban en conflicto sobre qué debía creer. – Nacida de las lágrimas de Asteria, hija de los Titanes, una de las pocas que no fue desterrada al Tártaro.

Inicialmente, X se había convencido de que los fragmentos de memorias que atestiguó pertenecían a su hermano mayor. La noción había sido un faro de claridad en medio del caos, una familiaridad reconfortante de cara a lo desconocido. Pero la escena tan rígida y perturbadora de la cueva vino como una destrucción brutal de esa percepción, dejando a X perdido y a la deriva en un mar de incertidumbre. Si su primera suposición era incorrecta, si Blues realmente… se había ido, ¿entonces de quién eran esas memorias en las que estaba metido? La pregunta le carcomía, un rompecabezas confuso y persistente que se rehusaba a dejarse resolver. ¿Sería posible que ahora estaba siendo testigo de los recuerdos de Tempo? La idea lo dejaba muy desorientado y conflictuado, con un remolino de emociones dando vueltas dentro de él mientras se esforzaba por darles sentido a las imágenes fragmentadas y sentimientos que asaltaban su conciencia.

Junto con esa imagen mental de una flor pequeña pero vibrante de color violeta.

– La Edad de Oro fue cuando ella nació, cuando prosperó, cuando fue… feliz. – La androide con coletas cesó de emitir su voz monocorde por un momento, y sus siguientes palabras intentaron mantener la misma energía, pero había una emoción debajo de ellas. – Pero, después que los Titanes del Oforo y los Dioses del Olimpo pelearon entre ellos, y los segundos reclamaron el dominio sobre el mundo, todo lo que ella alguna vez amó, que conoció, lo que esencialmente había sido una parte de ella, había sido destruido.

La flor áster, Asteria, sí, él conocía sobre ellas. Pero por lo que estaba diciendo sobre ellas, pensó X, la historia seguiría un poco más allá.

– Ella huyó hacia los cielos y vio la verdadera devastación de la Tierra, el mundo que esperaba algún día hacer tan hermoso como el Oforo. Lloró, y sus lágrimas cayeron a la tierra. Y a partir de ellas, nació la primera flor de áster… – Hizo una pausa. – ...la Flor Estelar.

¿Flor Estelar? Bueno, sí, la palabra "Áster" tenía su origen en el nombre de la diosa, ya que Asteria se traducía como "niña de las estrellas", pero aun así, ¿qué significaba?

– Esperen. – X se detuvo, viendo una línea de luz vaga en la distancia entre los árboles. – ¿Qué es eso?

– Ella nunca antes las había visto, era algo nuevo. Y aun así, comenzó a esparcirlas por el mundo, con la esperanza de que tal vez, algún día, el mundo se vería como en la Edad de Oro.

¡Sí, se estaba acercando! Podría ver la estructura adelante, y aun así, mientras se volvía cada vez más y más clara, se le hacía difícil creerlo.

– Que algún día… podría volver a ser ella misma. Que sería… feliz.

No podía ser, pensó. No, imposible. Y aún así… ¿de qué otra forma podría llamarlo?

La estructura monolítica se alzaba delante de él, una imagen imponente y prohibida que le provocó un escalofrío por toda la espina. Su exterior oscuro y metálico brillaba amenazadoramente bajo la fuerte luz, el diseño angular evocaba una sensación de precisión calculada y fría. La paleta de colores era una sinfonía de tonos oscuros y fríos, con matices de azul profundo, gris metálico, y negro abismal dominando el paisaje visual, creando un abrumador sentido de peligro y amenaza inminente. Pero, en medio de este mar de oscuridad, había salpicones de colores vibrantes en áreas inesperadas, como llamas desafiantes lamiendo los bordes de un abismo sombrío, añadiendo un contraste marcado y desorientador ante esa escena que era mayormente sombría. Posada sobre un risco desolado y golpeado por el viento, la fortaleza permanecía aislada, un centinela solitario de poder y malicia, una silueta amenazadora que cortaba el cielo, como si retara a todos a que se atrevieran a acercarse. El aire traqueteaba con una sensación casi palpable de peligro, una advertencia silenciosa a todos quienes la vieran.

– Pero… creo que esas cosas están reservadas para las leyendas y los cuentos de hadas. – lamentaba la voz de Tempo, como si estuviera resignándose a la desesperación por completo. – La verdad… es que no se puede volver a cómo eran las cosas, a lo que alguna vez fuiste.

Era su fortaleza. La fortaleza de Wily, específicamente la quinta.

– No puedes volver… pero yo tampoco. Ambos estamos demasiado… rotos.

Esta historia continuará


Chapter 79: Corazones de piedra

Chapter Text

La mente de X se aceleró, tratando de entender las implicaciones de sus palabras, pero abruptamente se vio transportado a un nuevo entorno antes de poder procesar por completo su significado. El interior de la fortaleza de Wily se desplegó frente a él, un laberinto de corredores y cámaras intrincados, cada uno diseñado con una mezcla de precisión científica y brutalidad industrial. Las paredes estaban adornadas con tecnología avanzada, terminales de computadora parpadeando con múltiples luces, pantallas holográficas que proyectaban datos complejos, y aparatos mecánicos zumbando con una energía que parecía de otro mundo, pulsando a través del aire.

Los pisos estaban hechos de metal liso y reflector, creando una sensación desorientadora de un espacio abierto que se estiraba en todas las direcciones. X sintió una extraña mezcla de asombro e intranquilidad mientras observaba su entorno. El reflejo del interior de la fortaleza distorsionaba su sentido de quién era y dónde estaba. Pese a la desorientación, podía sentir un propósito detrás de su presencia aquí, un propósito que se centraba alrededor del elusivo Dr. Wily en persona.

Aun así, ubicar su locación exacta en esta masiva fortaleza era un desafío. X había estado fuera de la puerta de la imponente estructura no hacía mucho, pero este lugar se sentía como a un mundo de distancia de cualquier entrada o estructura familiar registrada en los anales de la historia. Ninguna de las áreas que reconocía de las hazañas del Bombardero Azul o las sub-cámaras y teletransportadores documentados en los archivos del DWN archives eran visibles. Era como si la fortaleza hubiese sido rediseñada completamente, o tal vez reconstruida desde sus cimientos.

Los pensamientos de X se arremolinaban mientras trataba de darle sentido a todo. ¿Acaso Mega Man ya había atravesado estos caminos desconocidos? ¿Estaba viendo a través de los ojos de Mega Man, o experimentando la fortaleza desde la perspectiva de alguien más? La incertidumbre le carcomía, añadiendo al creciente sentido de extrañeza y desconexión.

– ¿Acaso Blues realmente...? – murmuró, dejándose perder la voz mientras se esforzaba por formar la pregunta. – ¿Acaso Tempo siquiera lo intentó? – Las palabras salieron a trompicones, pesando con la implicación y un creciente sentido de terror. – … ¿acaso lo dejó morir?

La fortaleza parecía cerrarse alrededor de él, con las paredes pulsando de energía y secretos, mientras X permanecía allí, a la deriva en un lugar que estaba en un pasado distante, un pasado que se sentía más sobrenatural y desconocido que nunca.

Luego, un estallido ensordecedor resonó por la fortaleza, y la fuerza de la explosión envió ondas de choque que reverberaban a través de los cimientos de la estructura. El impacto fue tan poderoso que X casi perdió el equilibrio, y sus sentidos se vieron asaltados por ese repentino y perforador ruido. Se tambaleó, desorientado, mientras los ecos de la explosión continuaban rebotando por los corredores, dejando un silencio largo y ominoso a su paso.

Luego, toda la estructura comenzó a temblar.

La mente de X se puso en marcha, tratando de procesar lo que estaba pasando y lo que podía significar. Antes de que pudiera formular un plan, alcanzó a ver dos figuras corriendo por la distancia, con sus formas borrosas debido a la velocidad y el humo de las secuelas de la explosión. En cuanto se hicieron más claras, el corazón de X le golpeó en el pecho al reconocer sus rostros, rostros que sólo había visto en fotografías o imágenes proyectadas, reliquias de una era ya muy distante.

Pero aquí, en esta anomalía temporal y espacial, podía verlas como realmente eran: carne y hueso, vivos y moviéndose con una sensación de urgencia que era palpable incluso donde estaba parado. La realidad de su presencia envió un escalofrío por su espina dorsal, una mezcla de asombro e incredulidad recorriéndole sus circuitos. Estaba siendo testigo de la historia delante de sus ojos, una historia que se sentía familiar y al mismo tiempo totalmente desconocida.

– ¡No podemos! – gritó el Dr. Light, con lágrimas amenazando con salirle mientras trataba, en vano, de luchar contra el robot azul más pequeño que él, pero claramente más fuerte que le impedía regresar. – ¡No podemos dejarlo! ¡No aquí, no ahora! ¡Ahora que podemos finalmente limpiar su nombre!

– ¡Doctor Light! ¡Tenemos que irnos! – suplicó Mega Man, mientras trataba de activar su módulo de teletransportación y las coordinadas precisas donde planeaba llevarlos. – ¡Este lugar va a colapsar en cualquier segundo!

– ¡Mayor razón para no dejarlo! – argumentó el hombre mayor, y tanto Rock como X fueron testigos de cómo el científico que usualmente mantenía la compostura empezar a quebrarse. – ¡Tú mismo lo dijiste! ¡Uno de esos Dark Men lo apaleó casi hasta la muerte cuando Blues intervino en tu batalla! ¡Y acababas de rescatar a la Dra. LaLinde de su propio encierro en la última fortaleza! ¡¿Quién sabe si ella tuvo suficiente tiempo para repararlo apropiadamente Y estabilizar su núcleo?!

Un momento… ¿su núcleo? ¡¿Eso quería decir que…?!

Al ver a Mega Man en última instancia activando su teletransportación y sacándolos a él y a Light de allí (en contra de la voluntad del otro, y subconscientemente, de sí mismo también), X corrió de frente, sacando su buster para dispararle a la puerta que bloqueaba su camino. Por suerte (aunque eso sólo sirvió para añadir a la ya bizarra naturaleza de estas visiones), se dio cuenta que esa acción sería innecesaria, ya que sus disparos parecieron atravesar la superficie de metal. Al seguir adelante, se dio cuenta de que su teoría de que la puerta era poco más que una ilusión resultó ser correcta; todo el cuerpo del Maverick Hunter logró atravesarla sin ninguna clase de fricción o resistencia.

Por lo que había escuchado de la máquina más pequeña (que técnicamente era su hermano mayor), X se dio cuenta que, efectivamente, el edificio estaba colapsando, escombros y porciones del techo se estrellaban contra el suelo, incrementando su frecuencia y tamaño. – De acuerdo. – dijo abiertamente el reploide auzl. – Si no estoy viendo esto a través de los ojos de Rock, ¿entonces podría ser…? – Sí, sabía lo que quería, lo que deseaba creer. Y aun así, la escena de la cueva se veía tan final, que había sido testigo de cómo el núcleo de Blues se apagaba.

Entonces… ¿fue ella? ¿Acaso la robot verde había venido aquí? Si ese era el caso, ¿para qué? Más todavía, si Blues realmente se fue, ¿se debió a que realmente ella no pudo hacer nada? ¿O acaso ella, de una forma u otra, permitió que sucediera?

– ... no tenías por qué pensar bien de él. – murmuró X, rechinando los dientes mientras repasaba las palabras de la otra Robot Master que había estado presente con Blues. – Ni siquiera tenía por qué agradarte, pero… si realmente él está… – Hizo una pausa. – ¿Acaso las Leyes no permiten ningún indicio fuera de la lógica? ¿Acaso las seguiste porque creías que era lo mejor? – Se detuvo de nuevo, y apretó su mano blanca. – ¿O porque te rehusaste a creer que era genuino?

No podía probarlo, y no había evidencia para dicha conclusión, pero aun así, la noción, la posibilidad de dicha ocurrencia, después de todo lo que había visto, hizo que su propio núcleo ardiera.

– ... e incluso entonces, ¿quién eres tú para decir que eres mejor? ¿Quién eres para juzgar quién vive y quién muere? – siseó furioso, pero la furia ardiente duró muy poco, al ser reemplazada por otra realización. – ... ¿Quién soy yo para decidir eso tampoco?

– ... ¿huh? Oh, Scheiße!

Una voz con un fuerte acento, un choque estruendoso y una explosión se oyeron en la distancia, incluso en medio del colapso en curso de la masiva estructura.  Al seguir adelante, todo el rato tuvo que recordarse a sí mismo que las piezas que caían del techo y otros materiales no eran una amenaza para él.

– ¡Grrandioso, simplemente grrandioso! – Pero para el individuo que acababa de encontrar, el estado del edificio sí lo era. Para su shock, X se encontró de pie frente al mismo Dr. Wily, el anciano que se quedaba calvo arrastrándose fuera de su platillo volador destruido, luego de que el vehículo fue derribado por los bloques del edificio que era uno más de sus planes. – ¡Apuesto a que Tom y el mocoso azul ya logrrarron salir de aquí! ¡Si ese tarrado no hubierrra estado allí, me habrrría podido irrr al llegar a la entrrrada! ¡Perro ahorrra-GAH!

El humano con canas dejó salir un chillido de shock y mortificación cuando él y X vieron un enorme trozo de escombros cayéndoles directamente encima. O más bien, encima del Dr. Wily. El Hunter azul, momentáneamente olvidándose que todo esto no era más que un recuerdo del que estaba siendo testigo de primera mano, alargó la mano para tratar de empujar al anciano fuera del camino, pero se encontró atravesando su cuerpo, y el trozo inminente de cemento que representaría la muerte del científico se acercaba más con cada segundo.

Sólo que el peso de la muerte nunca vino.

En el último segundo, un destello rojo se apoderó tanto de la visión de Wily como de X, y aunque el anciano era poco más que parte de la memoria, el reploide moderno compartió el shock del humano. A pesar de ser más pequeño que el trozo de escombros que cayó del techo, Blues, o tal vez más apropiadamente, Proto Man, evitó que los escombros aplastaran al anciano humano y su nave. X notó también que uno de sus antebrazos sorprendentemente era enorme a comparación del otro.

– ¡Recuérdenme decirle al Dr. Light que le agradezca a Guts Man por el Strong Arm! – El Bombardero Rojo se tambaleaba con esfuerzo, tomándose un momento para posicionarse, y con un lanzamiento sólido, arrojó el trozo del techo lejos. Luego se giró para encarar a Wily, cuya expresión era casi ilegible. Aun así, incluso entonces, no parecía haber ni una pizca de malicia.

– ¡Hmph! ¿Y qué estás haciendo aquí, niño problemático? – cuestionó Wily tajantemente, con sus cejas enfurruñándose en una mirada furiosa. – ¿Vienes a verme en mis momentos finales? O ral vez, dadas tus “diferencias” comparadas con esa peste azul y la mocosa rubia, ¿viniste a terminar el trabajo?" – Se rio nerviosamente. – ¿Deshacerte de mí para siempre?

Proto Man no respondió al principio, simplemente le agarró el hombro a Wily con suavidad pero a la vez firmeza para que no se pudiera escapar. X comenzó a compartir el miedo del anciano, pero dicho miedo se transformó en una completa perplejidad.

– Tienes razón, podría hacer eso. – declaró el Robot Master como si fuera un hecho. – Pero no lo haré.

Antes de que X o Wily pudieran hacer notar su incredulidad, el Hunter azul fue testigo de cómo el Bombardero Rojo y el científico desaparecieron en un destello de luz roja, y su propia visión nubló el mar de color carmesí antes de encontrarse de nuevo afuera, en medio de los enormes abetos y pinos. Un estruendo atrajo al reploide hacia la fuente, la imagen de la fortaleza con calavera derrumbándose vista desde la distancia en una enorme nube de polvo que salió de su destrucción. Afortunadamente, estaba lo bastante alto en el risco donde se alzaba que no afectó ni perturbó el bosque que estaba debajo, pero en medio del mar verde, X notó algo más que atrajo su atención, algo que le impulsó a bajar por la montaña y atravesar los árboles para llegar.

Luego de atravesar hasta el último de los pinos que obscurecían su visión, X llegó ante un Rock con armadura y una Roll mucho más joven con su característico vestido rojo y su listón verde, tratando de consolar al decaído Dr. Light. El científico de barba había caído de rodillas, con las manos apretando pequeñas pilas de tierra mientras lágrimas caían de sus ojos.

Luego, justo cuando X se preguntaba si tal vez su hermano había perecido verdaderamente en este momento, notó una silueta aproximándose detrás del humano que lloraba y sus dos hijos robóticos. Los sonidos de pasos acercándose atrajeron la atención del científico, posiblemente esperando a medias a un miembro de las autoridades con preguntas respecto al paradero de Wily, el cual Light también desearía saber, aunque fuese sólo para decirle a ese viejo calvo, escurridizo y escoria que abusó de sus hijos un poco de lo que pensaba.

Pero al ver quién se acercaba, cada onza de esa tremenda rabia y dolor que sentía desapareció, y sus ojos azules se ensancharon mientras se ponía de pie, algo tambaleante, por lo que Rock y Roll le ayudaron a sostenerse. Y en efecto, al verlo él mismo, X también notó que sus propios ojos comenzaban a emitir humedad en sus conductos.

– B-Blu…Blu…es… – tartamudeó Light, cuya imagen de un miembro profesional de las ciencias, un experto y maestro artesano de los circuitos y el metal, se había ido por completo. Aquí estaba el verdadero Thomas Light, el hombre cansado y exhausto dividido entre si estaba muerto o en el cielo, ya que en ese momento todo se sentía demasiado bueno para ser verdad.

Proto Man se acercó más al anciano que temblaba, alzando sus brazos rojos para sacarse el casco y revelar una cabeza llena de un voluminoso cabello castaño. Dejando el casco en el suelo, el robot semi-desenmascarado, DLN-000, su primer hijo, el hijo pródigo, ahora encontrado, le dio al humano un asentimiento. Al recibir el silencioso pero profundo permiso de su hijo distanciado, Thomas ya no pudo contenerse más, envolviendo sus brazos alrededor del androide más pequeño y aun así más pesado, enterrando su rostro en la esquina de su hombro, y soltando un torrente de sollozos incontenibles, pero aliviados y agradecidos.

Roll estuvo a punto de correr para separar al Dr. Light de Blues, dadas las reservas del Bombardero Rojo sobre interactuar con su creador, pero se vio detenida por Rock sujetándole suavemente el brazo. Y en efecto, al ver de nuevo, tanto ella como X vieron que no había problema.

A pesar del despliegue de emociones, Blues no hizo ningún esfuerzo por remover al hombre que lloraba de su hombro. Su brazo se levantó para sujetar y darle palmaditas al científico que lloraba, permitiéndole soltar todo lo que debía haber estado ocultando durante años, quizás incluso décadas.

Por primera vez en toda su vida, aunque fuese sólo por este pequeño momento, él y sus hijos podrían estar juntos. En paz.

Las estrellas brillaban fuertemente.

El maravilloso e impoluto bosque con un cielo nocturno brillante y lleno de gloriosos cuerpos estelares, pronto desapareció de su vista y de su plano de existencia. Mega Man X se encontró de vuelta en las ruinas medio demolidas de la que otrora fue la más tecnológicamente avanzada y aun así estéticamente atractiva Abel City, con la mano en el topacio agrietado mientras Ray B. simplemente permanecía donde estaba. El susodicho retiró la gema y colocó el mineral amarillo de vuelta en el agujero de su cavidad torácica, donde alguna vez reposaba un reactor nuclear.

No, no era Ray B. – Tú… – X tartamudeó, y el robot más pequeño empezó a encontrar el rostro de su hermano menor muy parecido al del Dr. Light durante aquella noche. – Entonces… ¿tú eres…?

El androide removió su casco, revelando un peinado reconocible que se agitaba ligeramente en la brisa. – ¿Qué? ¿Acaso pensaste que todo este tiempo estuviste hablando con uno de los Dark Men? – preguntó en voz alto, con un cierto deje de diversión en su voz.


Ubicación desconocida…

La sirena de larga cabellera (al menos, la mitad de lo que solía ser) trató de levantarse lo mejor que pudo, observando la expresión de la otra máquina y sus penetrantes ojos rojos. Sus propios ojos violetas se encontraron siendo desafiados intensamente. Aun así, por mucho que lo detestara, la verdad era que él y quienquiera que la hubiese traído aquí era quien tenía el control, no ella.

Así que, tenía que trabajar con lo que tenía. Considerando todo, pensaba, mejor mantener su lengua intacta en lugar de su cola. – De acuerdo. – respondió Marty, con la voz casual y aparentemente sin verse afectada, pero por dentro, estaba manteniendo un ojo sobre su compañía antes de que hiciera ningún movimiento. – ¿Qué es lo que te interesa?

La máquina índigo y marfil se aproximó con paso firme, mientras Marty intentaba mantenerse firme, pero tuvo que admitir para sí misma que no tenía mucho suelo donde pararse, mucho menos extremidades para pararse o hacer algo en ese momento. – Bubble Man reportó a Search Man que vio a una figura desconocida que se aceraba al perímetro. – le dijo. – Y al encontrarte, insistió en traerte aquí.

Marty giró la mirada. – Espera… ¿cómo dijiste que se llamaban de nuevo?

El robot de ojos rojos estaba perplejo ante por qué, de todas las cosas que podría preguntarle, eligió cuestionar los nombres de sus camaradas. – Bubble Man y Search Man. – respondió el androide. – Y para futura referencia, dirígete a mí como Shadow Man.

La rubia repasó los títulos que acababa de oír, tomando nota de un tema particular con cada uno. – Dime algo. – empezó a decir Marty, con una pregunta en su mente, pero no era su intención hacer un comentario sarcástico o réplica ingeniosa. – Viendo cómo todos ustedes son, bueno, “hombres”, por decirlo así, por casualidad no conocerán “mujeres”, ¿verdad? – inquirió. – ¿Particularmente a alguien llamada Splash Woman?

El robot índigo, Shadow Man, para sorpresa y diversión de Marty, fue incapaz de mantener su fachada de compostura e invulnerabilidad, con sus rasgos soltándose y expresando un claro shock de lo que acababa de escuchar. – ¿Cómo es que…? – tartamudeó, incapaz de procesar lo que la máquina futurística, un ser construido mucho después de que su propia existencia (que se estiraba hasta la era prehistórica, pues la historia de su creación por sí misma fuese toda una historia), ¿y aun así ella conocía a una de los que fueron reformateados para poder encajar? – ¿Quién te dijo eso? – preguntó, dejando de lado su shock rápidamente y poniéndose serio. – Mejor aún, ¿quién eres tú? ¿Por qué estabas cerca de nuestro territorio en primer lugar?

– Tengo una mejor. – contraatacó a Marty. – Por casualidad no conocerás a alguien llamado “Mega Man”, ¿o sí?"

Shadow Man se puso rígido. – … si lo conozco o no, es irrelevante. – le respondió. – Él… se ha ido.

La sirena notó una pequeña chispa de abatimiento en el rostro del Robot Master con apariencia de shinobi. – Ya lo sé. – respondió, aunque la verdad, parecía que no había muchos detalles en los registros de la historia. – Pero resulta que conocí a alguien que se parece mucho a él. – le informó. – Sólo que, sí parece más un “hombre” que su predecesor, si me preguntas.

Shadow Man se quedó en silencio, bajando la cabeza como si pensara profundamente. Después de algunos momentos de silencio algo tensos, se giró de vuelta hacia Marty. – ...entonces, lo conoces, declaró con certeza total. – Has conocido a X.


Abel City , cerca de la torre de comunicaciones…

El silencio colgaba en el aire. El Maverick Hunter azul no estaba totalmente seguro de cómo responder.

– Je… jejejejeje…

Al menos, no de una manera que se pudiera considerar totalmente racional.

– Jejejeje, jajajaja… – se rio X, luego soltó una risotada y luego empezó a carcajearse como loco.

Tanto así que el propio Blues se quedó sorprendido por su reacción, comenzando a preguntarse si algo andaba mal. – Um, ¿te encuentras bien? ¡Uf! – El robot encapotado se sorprendió cuando encontró los brazos de su hermano menor y el último hijo de su padre rodeándolo y sujetando su cuerpo más pequeño, atrayéndolo hacia su armadura.

Y aun así, mucho, aquel que estaba mucho mejor preparado para las batallas era el que derramaba lágrimas abiertamente. – Lo sabía. – dijo X con la voz ahogada, sujetando a su hermano mayor (sin importar la estatura), sin intenciones de soltarlo. No hasta que lograra empaparse por completo en la presencia del otro. – Sabía que yo no podía ser el único que quedaba. Sí, aún está Roll, pero… bueno, las condiciones alrededor de ella son algo únicas. Pero tú… – Hizo una pausa, con una risita saliéndole en medio de los sollozos. – Tú estás completo, intacto. Tus memorias están preservadas y son legibles, todo tu ser, está aquí. – expresó con alivio y emoción. Hizo otra pausa, con gotas todavía chorreándole por las mejillas. Pero una repentina realización le sacó otra fuente de confusión. – Pero ¿cómo? ¿Cómo es que sigues aquí?

Blues metió la mano entre su abrigo y maniobró alrededor de su espalda, cogiendo algo de un compartimiento aparentemente a mitad de su espalda y presentándoselo al reploide azul. El objeto parecía ser un trozo de metal con un cristal con forma rectangular. Y luego, sintiendo lo que su dueño deseaba ver, el objeto se alargó, desdoblándose desde adentro y abriéndose hacia afuera hasta transformarse en un escudo defensivo cóncavo que, aunque algo diferente en apariencia a como lo recordaba, una vez tuvo un revestimiento color marfil y un borde rojo que resultaron suficientemente reconocibles.

– Aún lo tienes. – declaró X asombrado, con los ojos brillándole por la humedad de nuevo. – Todavía tienes tu escudo…

Ray B., Blues, asintió. – Cierto, su propósito ha sido un poco alterado de cuando lo usé por primera vez. – confesó, escaneando el salvavidas físico del que alguna vez dependió para sobrevivir. – Pero creo que es seguro decir que no ha perdido su utilidad general todavía.

– S-sí, totalmente, pero… – X tartamudeó de nuevo, con la mente redirigiéndose hacia lo que realmente deseaba saber. – ¿Cómo sobreviviste por tanto tiempo? Mejor aún, ¿cómo es que estás aquí en absoluto? ¡Roll me dijo que moriste peleando contra los Stardroides!

Blues se quedó parado donde estaba. Esas gafas suyas todavía ocultaban sus ojos de la vista, pero fue muy claro que la respuesta del propio X sacudió algo en el otro DLN.

DLN. Dr. Light Numbers. Todos juntos en un solo lugar.

Todos excepto uno.

– ... ¿Quién crees tú? – respondió, llevándose la mano al pecho. – … fue ella.

– ¿Ella? – inquirió X, pero un momento de contemplación tras todo lo que había visto lo dejó claro, aunque tenía dificultades para aceptarlo. – Oh, claro, ella. Pero… ¿cómo fue?

Blues estuvo a punto de responderle, teniendo tanto la historia de sí mismo y la otra Robot Master en su mente, y un tema que deseaba mencionar a su hermano. O más bien, que tenía que mencionar. Por doloroso que fuese reconocerlo, recordarlo, pensar en su rostro, sabía que no había otra forma. El futuro mismo dependía de ella.

Aun así, algo no encajaba. – Espera un minuto. – intervino Blues, y X se echó para atrás, como si recordase que tenía que darle espacio. – ¿Los Stardroides?

El reploide de armadura azul asintió, con los ojos verdes muy abiertos por su confusión. – ¿Sí? Allí FUE cuando te “confirmaron” muerto, ¿verdad? – le preguntó.

El prototipo desvió ligeramente la mirada bajo sus gafas, mientras su procesador filtraba las posibilidades más probables. – Dime algo. Si me lo permites, viendo que ya he respondido una buena cantidad de tus preguntas.

– ¡O-Oh, sí claro! – respondió X. – ¡Lo que quieras, Blues!

La creación mayor del Dr. Light (dejando las apariencias de lado) se encontró algo acorralado. A pesar de parecer más el “mayor”, X lo trataba casi como si fuese una figura reverenciada. Él no iría tan lejos, mucho menos considerarse a sí mismo alguien digno de reverencia; pero no iba a corregir a su hermano menor. No, ahora había asuntos más importantes por atender.

– Luego de que el Dr. Cain te liberó de la cápsula, ¿qué es lo que recuerdas exactamente? – inquirió Proto Man. – ¿Cuál es la última cosa que puedes recordar?


Ubicación desconocida…

– Espera. – Marty parpadeó asombrada. – ¿Sabes quién es él?

– Tengo una pregunta mejor. – replicó Shadow Man, y la sirena hizo una mueca de enojo ante que le echaran sus propias palabras en cara. – ¿Cómo sabes sobre Splash Woman?

Tal vez fuese el período que se había alargado entre los dos, pero Marty se sintió mucho menos reservada y asustadiza con sus palabras que antes. – Creo que la mía tiene un poco más de importancia que la tuya en el gran panorama de las cosas, pequeñín.

¿Pequeñín? Un destello de furia ardió en sus ojos, pero sólo por un momento y se apagó de inmediato mientras mantenía un semblante frío y estoico. – ¿En serio tanto quieres esa información? – inquirió el ninja, cruzando los brazos.

– Mira, señor Maestro Ninja, hablo en serio. – replicó la reploide acuática. – ¿Tienes alguna idea de lo que está pasando afuera? ¿Del peligro en el que podrías estar?

– Mayor razón para que obedezcas. – contraatacó Shadow Man. – ¿Quién eres, y cómo es que sabes sobre Splash Woman?

– ... ¿Splash Woman?

Ambos, reploide y Robot Master, registraron una nueva voz, junto con un sonido que se acercaba, el cual, si Marty tuviera que compararlo, sonaba muy similar al de las alas de un insecto batiéndose rápidamente, mientras mantenía un ritmo estable para permanecer en el aire.

En el aire… ritmo… un momento. Ella reconocía esa voz.

Entrando a la pequeña habitación había una androide de colores brillantes, con armadura amarilla diseñada para enfatizar la femineidad de su portadora, junto con sus características insectoides, como unas antenas de color oscuro y rayas a lo largo de su falda, antebrazos y las pantorrillas de sus botas.

– T-tú… l-la abeja, o avispa, o… – tartamudeó Marty, deteniéndose por un momento, tratando de recordar el nombre que había escuchado, tanto siendo hablado como en su mente. – ... ¿Vesper?

Las alas de la abeja comenzaron a ralentizarse, permitiéndole aterrizar suave y lentamente en el suelo. – Sí. – confirmó la androide de color amarillo y negro. – Soy Vesper Woman. Pero dado que ya no tengo más asuntos con los humanos, usualmente respondo a “Rhythm” estos días.


Abel City, cerca de la Torre de Comunicaciones…

– ... y hasta ahora, eso es todo lo que tengo grabado en mis bancos de memoria. – confirmó X, y a su vez Blues lucía en conflicto aparentemente.

– Es decir, ¿no recuerdas nada? – preguntó el prototipo. – ¿Nada en absoluto?

A pesar de que sabía y temía decepcionarlo, X en última instancia negó con la cabeza. – Nada de lo que has descrito. – le confesó. – Nada sobre los Stardroides, ni de lo que vino después. En todo caso, me encontré con que apenas sabía algo del Dr. Light en general, fuera de lo que he leído y escuchado de fuentes externas. No fue sino hasta que Roll fue revivida que pude obtener algunos detalles, e incluso entonces, sólo fueron unos pocos.

Blues le miró perplejo, a pesar de que las ventanas a su “alma” seguían cubiertas fuera de la vista. – ¿En serio no recuerdas cómo fue que Roll terminó en el estado en que la encontraste? – cuestionó el primero de los DLNs. – ¿Por qué estaba enterrada allá abajo contigo?

Ninguno de los hijos de Light, ni el primero ni el último, pudieron intercambiar más palabras; toda su atención y concentración se vio arrastrada hacia el repentino estallido que hizo eco por las ruinas de la ciudad, y una nube distante de humo y llamas se hacía visible a cierta distancia.

Esta historia continuará

Chapter 80: Planes para la guerra

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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– Entonces, ¿de eso se trata? – inquirió Roll, con los brazos en jarras mientras desafiaba a Firefly tanto en palabras como expresión, claramente escéptica de lo que había dicho. – Por culpa de las pocas, aunque lo admito, terribles acciones de unos cuantos de nuestra especie, ¿toda la raza humana se va a poner en nuestra contra debido a esto?

El Maverick Hunter verde respondió encogiéndose de hombros, como si no le importara. – Eso suena una razón tan buena como cualquiera. Después de todo, no somos los únicos que nos estamos ocultando bajo tierra. – Hizo una pausa, pues su seguridad había sido desafiada por una nueva realización que acababa de tener. – ...al menos, no del todo.

Roll estuvo a punto de replicar con un contraejemplo, pero se dio cuenta que, en última instancia, los pocos que podía conjurar ya habían tomado lugar mucho antes del tiempo en que Firefly, o cualquiera en esta isla, o incluso en el mundo, hubiera existido. Aparte de ella y X, ya no quedaba nadie de esa era.

Aun sí, tenía que intentarlo. Necesitaba encontrar algo de motivación o esperanza en todo esto.  – Bueno, tal vez, si tratáramos de explicarles a los humanos lo que ha estado ocurriendo de nuestro lado, quizás podríamos…

– ¿Sabes algo? Ya sabía yo que tu hermano era un idiota, pero no pensé que tú también lo fueras.

La boca de la rubia se quedó colgando abierta en shock, pero su sorpresa sólo duró unos momentos, siendo reemplazada rápidamente por una furiosa indignación. – Puedo ver por qué tú y Ai se llevan tan bien. – respondió ella, tratando de mantener la compostura a pesar de la furia que hervía bajo la superficie. – ¿Te importaría explicar por qué?

Estaba más o menos exigiéndole más que preguntándole, y el impulso de darle una bofetada en toda la cara al reploide verde como venganza por lo que dijo antes sobre X era sorprendentemente fuerte. ¿Acaso siempre había sido así de… reactiva a la sensación de rabia?

Firefly cruzó los brazos. – Seguramente sabes sobre lo que tu hermano escuchó cuando Armored Armadillo se lo contó, ¿o no? – presionó. – ¿Lo que Sigma descubrió un día, lo que Fujiwara sabía debido a su posición en su campo, lo que los humanos probablemente han sabido todo este tiempo y nunca se molestaron en contarnos, creyendo que nosotros nunca nos enteraríamos?

– Sí, sí, sí, claro que he “escuchado” de este “retiro de robots”, en relación a lo que decían los reportes de X y Zero sobre lo que ocurrió en las Minas de Zalts, ¿pero no se te hace algo extraño que muchos detalles hayan sido omitidos o ni siquiera…? – En medio de su pregunta, y también la búsqueda subconsciente de poner a este sujeto en su lugar por atreverse a insinuar que ella era inferior en inteligencia, una porción en particular de su respuesta captó su atención. Al darse cuenta, no podía dejar que se le escapara, así que redirigió la conversación. – Espera un minuto, ¿a qué te refieres con que “los humanos lo sabían todo este tiempo”?

– ¿Qué no es obvio? – El motociclista de armadura verde suspiró con evidente frustración, aunque más o menos por sarcasmo en lugar de que fuera algo genuino. – Ellos han sabido todo este tiempo lo que sucedió en el período antes que nosotros los reploides existiéramos. El porqué actualmente ya no hay más robots. – Firefly se detuvo un momento, como si se le hubiera escapado algún detalle antes. – Bueno, supongo que aparte de ustedes dos.

Roll estuvo a punto de presionar más sobre lo que estaba implicando, y al mismo tiempo luchando contra el impulso de expresar sus frustraciones, pero el sonido de un fuerte *¡CLICK!” con un ligero zumbido electrónico se metió primero en sus audio receptores y los de Firefly. La compuerta que llevaba a los refugios subterráneos se abrió desde adentro, y Chiyo asomó su cabeza para ver que las dos máquinas seguían presentes.

– Está abierta. – declaró, aunque con una voz baja y suave, por si acaso atraía atención innecesaria en su dirección general. – ¿Y bien?

La repentina aparición de la humana les sorprendió bastante, pero al ver que estaba sola, Roll dirigió totalmente su atención fuera de Firefly hacia la joven japonesa. – ¿En dónde está Kenichi? – cuestionó la reploide (¿robot?) rubia, asomándose por el pasaje sólo para no ver señales de nadie, al menos no de algo con vida.

– Se fue más abajo. – explicó Chiyo, todavía examinando la cerradura improvisada que había sido colocada para mantener a todos los seres no orgánicos fuera. Por supuesto, fue en ese momento que se dio cuenta que Roll parecía molesta con ella. – ¿Qué?

– ¿Dejaste que Kenichi se fuera por su cuenta? – inquirió la reploide rubia, cuyos ojos turquesas pasaban de Chiyo hacia el oscuro túnel por el cual bajó el niño.

– ¿Sí? – respondió la humana, sin entender del todo por qué a Roll no le gustaba esa respuesta.

– ¿Y lo dejaste ir? – presionó más la reploide. – ¿Solo?

La joven de cabello oscuro se mordió el labio. – Ya te lo dije, no puedo ir. En cuanto me identifiquen, todo habrá terminado para mí.

– ¡Él no sabe el camino allá abajo! – argumentó Roll, encontrándose dividida entre dos decisiones cruciales, las cuales sin duda influenciarían cómo resultarían las cosas en adelante. – ¿Qué pasará si se pierde? ¿Qué tal si no encuentra a su familia allá abajo? ¡Prácticamente lo dejaste irse a lo desconocido por sí solo sin siquiera tratar de detenerlo!

– ¡Él estará bien! – argumentó Chiyo. – En todo caso, él estará más seguro solo que conmigo. Al menos él no tiene pegado ningún nombre notorio en este momento.

Roll deseaba decir algo, alguna clase de frase u oración que quizás provocase algún tipo de motivación en la humana mayor para que fuera detrás del menor. Sin embargo, el período de silencio aumentaba más y más, y cuando su mirada se volvió de nuevo hacia el abismo de oscuridad allá abajo, se dio cuenta que, en última instancia, la decisión ya la habían tomado por ella.

– ¿Firefly?

El Maverick Hunter se dio la vuelta, justo para ver a Roll empezar a descender. – Whoa, hey, ¿a dónde crees que vas?

– Voy a buscar a Kenichi. – respondió la rubia. – Cuida de Chiyo, ¿quieres?

Antes que él o la susodicha humana pudieran cuestionar más a Roll o incluso protestar de que se fuera, rápidamente bajó por las escaleras, y su otrora vibrante coleta desapareció en las densas sombras como si acabase de ser consumida por la oscuridad allá abajo.

¡Diablos! ¡Ya había bajado! Tuvo que contener el aliento en su garganta mientras era testigo de la escena, con una mezcla de rabia y frustración hirviendo dentro de él. Maldijo a la chica humana por permitir que su instinto de autopreservación le saboteara sus meticulosos planes. Pero de nuevo, ¿quién podría comprender la intrínseca telaraña de su estrategia? Ciertamente no Sigma, ni ninguno de sus seguidores restantes, nadie excepto él mismo.

Bien, se puso a pensar, su mente quedó hecha un torbellino de pensamientos calculados. El éxito de su plan descansaba solamente en el elemento sorpresa. Mientras escudriñaba la caótica escena, sus agudos ojos se fijaron en una figura familiar que acechaba cerca de la entrada de la compuerta. Se agachó, con el corazón golpeándole con una mezcla de curiosidad y precaución. Pero entonces, algo peculiar captó su atención, una imagen que le provocó un escalofrío por toda la espina.

¿Qué diablos estaba haciendo “ella” aquí? Inicialmente la descartó como simplemente otra rezagada que X había recogido por la carretera, una simple inconveniencia. Pero al verla ahora, en este momento tan crítico, lo golpeó una nueva realización. Si ella estaba aquí, significaba que él podría ganar más poder, más influencia de la que imaginaba. Los engranajes en su cabeza comenzaron a dar vuelta, tejiendo una nueva capa en su ya de por sí compleja estrategia.

– ... qué gracioso. – La voz de Firefly cortó el aire, con una mezcla de sorpresa y curiosidad en sus palabras mientras miraba a Chiyo, que permanecía inmutable, sin que su expresión dijera nada.

Tras unos segundos de observación, sin embargo, el Maverick Hunter le confirmó que no iba simplemente a dejarle saber lo que pasaba por su mente. – ¿Qué cosa?

– Me sorprende que no hayas bajado con ese niño. – señaló, con los ojos dirigiéndose hacia la ahora desbloqueada entrada, con una sonrisa sutil curvándole los labios. – Aunque, creo que me sorprende más el hecho de que te hayas molestado en desmantelar esa cosa.

Chiyo apretó su agarre, cruzando los brazos defensivamente sobre su pecho mientras le devolvía la mirada con una determinación férrea. Ella sabía exactamente lo que él estaba implicando, y la actitud desafiante silenciosa seguía colgando en el aire entre los dos. Pero no iba a morder el anzuelo, no esta vez. A pesar de que tuviera una mente como una supercomputadora, ella no iba a dejarle sobrepasarla. – Pensé que me lo agradecerías. – le espetó, con la voz baja pero firme. – Ahora, si hay una emergencia, puedes ocuparte de tus asuntos sin tener que lidiar con entrar primero.

Firefly entrecerró los ojos ligeramente, con un brillo calculado en ellos mientras la observaba, y ladeando la cabeza ligeramente como un ave de presa curiosa. – Y aun así, tú estás aquí arriba. – señaló, gesticulando hacia la entrada al refugio lenta y deliberadamente, casi como si intentara dirigirla a ella hacia allí. – En vez de bajar allí, con ellos. Los de tu propia clase. – añadió, con su tono chorreando de insinuaciones.

Los oscuros ojos de Chiyo no se desviaron hacia esa dirección, sólo hacia el suelo o lo que había frente a ella. A cualquier lado menos allí. – Sí sabes quién soy yo, ¿verdad? – inquirió, sin estar totalmente segura si el reploide entendería su posición.

– Sí, claro que lo sé. La hija de Fujiwara. – confirmó Firefly. – Y creo que es bastante irónico que estés tan reacia a bajar allí con aquellos que podrían ayudarte.

¿Ayudarla? ¿A quién trataba de engañar? – ¿Y qué tal si me siento más segura aquí? ¿Contigo? – contraatacó la chica.

El Maverick Hunter se tensó, apretando los labios con frustración. Aun así, había una cierta ironía deliciosa en todo esto. – Y yo podría decir que me siento más seguro con Roll.


Bajo la tierra…

– ¡¿Kenichi?! ¡¿Kenichi?! – Su voz resonaba en el aire, rebotando en las frías e implacables paredes y haciendo eco en el laberinto de estrechos pasillos y corredores. El sonido cargaba una súplica desesperada en su eco, como si las paredes mismas estuvieran gritando su nombre junto con ella. La acústica del lugar convirtió su llamado en una melodía de espanto, un coro de desesperación que parecía estirarse por kilómetros, invadiendo hasta el último rincón de esta desolada estructura.

Y aun así, a pesar del implacable eco de su voz, no había más que un ensordecedor silencio como respuesta. Nada de respuestas, nada de señales de vida. El vacío del lugar parecía absorber sus palabras, dejándola a sola con su ansiedad en incremento y la ominosa quietud que le envolvía.

Para ser honesta, tenía dificultades para señalar la fuente exacta de sus nervios. Por un lado, sabía por qué su corazón le golpeaba como un tambor en el pecho, pero por el otro, se le hacía difícil aceptar las ominosas implicaciones que Firefly había compartido con ella en la superficie. Aunque sus palabras cargaban un poco de verdad, ella había sido testigo de primera mano de las complejidades de las relaciones entre humanos y máquinas, la delicada danza de confianza y desconfianza que definía sus interacciones.

Sus memorias, aunque fragmentadas e incompletas, eran un testamento de las pruebas que enfrentaban. Recordaba instancias donde el lazo entre hombre y máquina fue llevado hasta sus límites, ya fuera por las maquinaciones del Dr. Wily y su búsqueda interminable de poder y destrucción, o las amenazas externas que forzaban a todos a cuestionar las fundaciones de su coexistencia. Los registros oficiales, documentados meticulosamente, le proveían de un panorama general de estos eventos, aunque los detalles más específicos la eludieran.

Pero, a pesar del caos y miedo que tenían atenazado al mundo durante esos tiempos oscuros, siempre hubo una luz de esperanza. De alguna forma, de cualquier manera, la marea cambiaría, y el orden volvería a restaurarse. La confianza, una vez destruida, sería reparada, y los lazos entre humanos y sus contrapartes mecánicas se verían fortalecidos. Era un patrón que había visto repetirse una y otra vez, un testamento de la resiliencia de su mundo interconectado.

Ya fuera por las hazañas heroicas de su querido hermano Rock, o los actos desinteresados de Blues antes de su prematura muerte, o incluso la fuerza combinada de los dos junto a sus aliados, el triunfo siempre estaba a su alcance. Su frente unido, una formidable fuerza del bien, una y otra vez había inclinado la balanza a su favor, salvaguardando no sólo el bien mayor, sino el futuro del planeta mismo.

Pero, mientras Roll reflexionaba en estas victorias pasadas, una sensación molesta de incertidumbre le carcomía en los bordes de su conciencia. ¿Se aplicaría lo mismo para los desafíos que aguardaban adelante? Sólo el tiempo diría si el patrón de éxito continuaría, o si las sombras que acechaban en el presente serían un obstáculo insuperable.

E incluso entonces, cualquiera que fuese la dirección que tomara el destino, ¿quién le decía que la amenaza era externa? ¿Qué tal si, tal vez, ya había llegado hasta las entrañas?

Justo entonces, en medio de sus pensamientos, sus ojos captaron algo. O más bien, a alguien.

– ¡Kenichi! – lo llamó Roll, aunque en un susurro algo fuerte, mientras el niño parecía estar enfrascado en lo que fuera que estaba ocurriendo más allá de la abertura vacía que encontró. – Kenichi, ¿dónde has estado? – preguntó la reploide rubia, pero aun así, el joven humano no le respondió. Ella se acercó más, y sus audio receptores recibieron y captaron más voces hablando, donde el tema de sus conversaciones se hacía más y más aparente.

Y eso era aún más preocupante.


Calles de Abel City…

Muy bien, pensó Firefly, observando su actual entorno mientras sus ojos escudriñaban el área que le rodeaba, tomando nota de cualquier lugar potencial donde pudieran ocultarse fuerzas enemigas. Hasta ahora, todo bien. Bueno, tan bien como podría ser que no arrojaran más bombas o explosivos sobre la ciudad últimamente. Aun así, el motociclista verde se encontraba observando detenidamente los cielos.

¿Cuál era el punto? Eso era lo que se preguntaba, con la mente hecha un torbellino de pensamientos conflictuados. Aunque la remota posibilidad de Sigma lanzara más misiles sobre la ciudad permanecía en su mente como una nube oscura, otra parte de él se aferraba a una pizca de esperanza. Se encontró deseando ver a la Unidad Aérea sobrevolando los cielos, con sus siluetas formando un faro de seguridad y control. O tal vez, anunciarían que no sólo escaparon de las garras de Sigma, sino que emergieron victoriosos, borrando la amenaza de una vez y para siempre.

Sabía que sólo era un sueño, rayando en la estupidez, pero aunque su mente racional le decía lo contrario, una pequeña y terca chispa de esperanza persistía dentro del Hunter verde. Era una esperanza que desafiaba la lógica, una esperanza que se atrevía a creer en un futuro donde las sombras de la guerra y la destrucción se habrían disipado, y la paz reinaba suprema.

La majestuosa silueta de Storm Eagle y su escuadrón de élite atravesando los cielos, con sus poderosas siluetas cortando a través de las nubes como cuchillos a través de mantequilla. Si le dieran la oportunidad, Firefly daría su voto a Storm Eagle para asumir el manto del liderazgo, si Zero decidía abandonar su rol de comandante y volver a su posición estimada como Hunter Clase S, un rol que, aunque prestigioso, no llevaba la inmensa carga de la responsabilidad del liderazgo.

Firefly se rio por dentro, dándose cuenta que sus pensamientos comenzaban a reflejar los de la hermana rubia de X, o incluso los del mismo X. Comenzaba a sonar como ellos, y eso era algo que nunca creyó admitir.

Pero para ser honesto, a pesar de que Firefly creía que X era una decepción como Maverick Hunter, no podía negar los ideales que el Hunter azul defendía. X podría ser un idiota, pensaba Firefly, pero era un idiota con una causa, y era una que Firefly podía respetar, aunque no quisiera admitirlo. La estupidez de X era casi entrañable, y Firefly se dio cuenta que no quería ver a ese idiota sufrir una muerte prematura, por mucho que estaba en desacuerdo con sus métodos.

Justo cuando estaba a punto de doblar una esquina, las agudas orejas del Maverick Hunter verde captaron el sonido de unos pasos acelerados detrás de él. Su instinto inmediatamente le hizo desenfundar el arma, con el dedo flotando sobre el gatillo y listo para desatar una ráfaga de destrucción. Pero algo con los pasos le hizo detenerse: eran ligeros, casi delicados, demasiado suaves para pertenecer a una máquina.

Desaceleró su avance, agudizando sus sentidos, y se preparó para identificar la fuente del ruido. Las pisadas se hicieron más fuertes, y entonces, al girar en la esquina de la estructura dañada, la vio: una mano humana, de carne y hueso, sujetando el gatillo de un dispositivo muy inusual. El aparato parecía una mezcla de resortes y metal, una trampa cruda pero de aspecto efectivo, cuyo propósito era claro incluso desde la distancia. El dueño de la mano era un humano blando y de carne, cuya presencia contrastaba con el frío y duro metal de los mecaniloides que estaba acostumbrado a ver, mucho menos con los de su propia clase.


Refugios subterráneos…

– ...entonces, ¿cuánto tiempo durarán esos seguros que instalaste? – La pregunta se quedó flotando en el aire, pesando con la implicación y un deje de desesperación.

– Mientras se recarguen regularmente. – vino la respuesta medida. – Eso significa que tenemos que depender de los generadores de aquí abajo, pero ahora que restauraron la electricidad de la ciudad, ahora podemos usar fuentes existentes. – Hubo una pausa, una duda que habló volúmenes de la incertidumbre que se fraguaba bajo la superficie. El hablante continuó, con una nota de negación colándose entre su voz. – De nuevo, considerando todo este desastre, no hay garantía de que la planta de energía permanezca bajo el control de los Maverick Hunters.

El corazón de Kenichi golpeaba en su pecho mientras espiaba detrás de un pasaje de entrada hacia una de las áreas de descanso, con sus ojos oscuros muy abiertos con una mezcla de curiosidad y miedo. Sus orejas estaban casi doliéndole por escuchar cada palabra, cada frase de la conversación que ocurría frente a él. Roll, sintiendo la tensión, rápidamente se lo llevó cuando uno de los hombres mayores giró su cabeza hacia el espacio abierto, con suspicacia en su cara desgastada.

El aire estaba tenso con palabras no dichas, del tipo que hacía que los pelos de la nuca de Kenichi se erizaran al poner atención. El deje de sospecha que él y sus compañeros no estaban solos en la habitación seguía flotando en la sala, con una tensión palpable que parecía tragarse el oxígeno del aire. Pero, justo cuando después de algunos momentos interminables de silencio, el hombre descartó sus sospechas, girándose hacia sus compañeros en la pequeña mesa circular. Las luces del techo estaban apagadas, envolviendo a la habitación en un resplandor apagado y tenebroso que venía solamente del débil zumbido de las máquinas expendedoras alineadas en las paredes, cuyas luces artificiales frías proyectaban largas sombras que danzaban por los rostros de los hombres reunidos.

Roll, observando la escena, no pudo evitar tener una sensación de incredulidad. Nunca se imaginó que vería el día donde los humanos se parecerían a los Maverick Hunters tanto, con sus estrategias y gestos imitando los de aquellos de su propia especie mientras se preparaba para su misión. Casi como si no hubiera otra cosa en sus mentes que valiera hacer más allá de enfrascarse en cualquier discusión que estuviera en curso en ese momento.

– No ha habido ningún otro apagón desde que recuperamos el lugar. – aseguró uno de los humanos, con su voz mezcla de confianza y desafío. – Así que dudo mucho que nos enfrentemos a algo como eso en un futuro cercano. – Sus palabras le trajeron una breve sensación de alivio a Roll, pero fue muy corta, destruida por la siguiente oración. – Aunque, este incidente no es exactamente un ejemplo brillante de la competencia en general de los Maverick Hunters.

Uno de los otros hombres levantó una ceja, con una mezcla de confusión y escepticismo grabadas en su cara. – ¿A qué te refieres con eso? – presionó, con una voz baja y gruñona que parecía resonar a través de la tensa atmósfera.

Los procesadores internos de Roll chirriaron mientras intentaba sacarles sentido a las palabras del humano, con una chispa de ofensa que se encendió por ella misma y por su hermano menor y sus colegas Hunters. Sintió una subida de calor invadiéndola, pero se mordió la lengua, rehusándose a delatar su posición o la de Kenichi. Las advertencias de Firefly hacían eco en su mente, llenando la quietud de los interludios entre las palabras de los humanos con una sensación de presentimientos.

El mismo hombre, el de voz profunda y gruñona, continuó con su sombría recapitulación. – Ya todos escucharon lo de los guardias en la puerta, ¿verdad? Algo acabó con ellas, y en el proceso, destruyeron parte de nuestro equipo. Pero aquí está lo más extraño: parecía venir detrás de un humano específico que de alguna manera logró meterse. – Tomó deliberadamente un trago de su taza, el aroma de un café fuerte llenó el aire mientras el vapor se enroscaba alrededor de su rostro, nublando su rostro en un velo como neblina.

– ¿Un humano? – intervino otro hombre, con el tono cargado de incredulidad. – ¿Cómo fue que se metió? ¿Y por qué estaba aquí en primer lugar? Creí que todos los de Abel City ya habían sido contados aquí. – Hizo una pausa, con un breve silencio colgando en el aire antes de añadir. – Sin ofender, Sr. Takenada.

Los procesos internos de Roll se detuvieron en cuanto registró el nombre. Incluso Kenichi, que usualmente mantenía la compostura, mostró una breve chispa de shock, y sus ojos se ensancharon al reconocer a su propio padre entre los hombres que se habían reunido. La pobremente iluminada sala, bañada únicamente en el resplandor emitido por las máquinas expendedoras, adoptó una atmósfera más ominosa en cuanto asimiló la realidad de su situación.

– No se preocupe, Yoshida. – respondió el Sr. Takenada, cuya voz sonaba monocorde, casi sin emociones. Había, sin embargo, una corriente subrayada de cansancio y aceptación resignada que parecía pesar sobre cada sílaba. – Es… es sólo mi realidad ahora.

El pecho de Yoshida se apretó al ser testigo del profundo dolor en el rostro de su amigo. – Siento mucho lo que le pasó a Naoko. – le dijo en voz suave, sabiendo bien que sus palabras harían muy poco para aliviar el dolor del otro hombre. Pero era imperativo reconocer la pérdida, una deuda de humanidad que Yoshida se sentía obligado a pagar. La pérdida de Naoko fue sólo una de muchas, pero era una herida que se rehusaba a sanar, un recordatorio constante de la devastación que todos habían soportado. – Y a Fumiko y Kenichi. – añadió Yoshida, con la voz quebrándosele mientras se obligaba a pronunciar los nombres de los otros dos miembros de su familia que desaparecieron sin dejar rastro luego que los misiles cayeron del cielo, dejando tras de sí un rastro de destrucción y desesperanza.

Incluso ahora, la memoria se grabó en la mente de Yoshida como una cicatriz, un encuentro casual cuando él y un pequeño grupo de valientes se aventuraron en el faro. Allí, en medio de la desolación, encontraron jirones de tela azul enredados en una cerca de malla metálica oxidada. Takenada, al ver la tela, se alejó del grupo, con pasos pesados y deliberados al acercarse al borde de la isla. Las olas chocaban contra las rocas abajo, una sinfonía espumosa que parecía hacer eco de su tormento interno.

Por un momento que le detuvo el corazón, Yoshida y los otros temieron que Takenada podría hacer algo drástico, que podría arrojarse al mar furioso. Pero cuando lo jalaron de vuelta, no opuso resistencia, con el cuerpo flácido y obediente. Fue como si la voluntad de vivir se le hubiera agotado, y no veía razón para luchar por su propia existencia. Sus ojos, una vez vibrantes, ahora tenían una mirada hueca y derrotada, un contraste total con el turbulento mar enfurecido debajo de sus pies.

Justo entonces, Takenada empujó su silla y se puso de pie, bajando la cabeza y proyectando sombras bajo sus ojos, un velo que cubría los espejos de su alma. – Voy a revisar los seguros en las entradas en el ala este. – le anunció a sus compañeros, con la voz baja y distante. – Manténganme al tanto de cualquier noticia.

Con eso, se dio la vuelta y comenzó a dirigirse hacia la entrada abierta, con pasos lentos y medidos, cada uno haciendo eco de un profundo agotamiento. Los circuitos internos de Roll zumbaron con un repentino escalofrío mientras jalaba rápidamente a Kenichi hacia ella, presionando sus cuerpos contra el frío muro, rezando por que la oscuridad que los envolvía fuese suficiente para ocultarlos de la vista.

Mientras Takenada pasaba frente a su escondite, Roll se arriesgó a echarle una mirada, con sus sensores ópticos captando cada detalle. Tenía los hombros caídos, la cabeza gacha, y una expresión de cansancio y profundo dolor. Pero bajo la sombra de la tristeza, vio algo más: una determinación de acero ardiendo en sus ojos, una chispa de decisión que se rehusaba a extinguirse. Era una fuerza callada, un juramento silencioso que hablaba volúmenes sobre el inquebrantable espíritu del hombre, incluso de cara a haber perdido tanto.

Y aun así, a pesar de la determinación que ardía como un faro de fuego en los ojos de Takenada, había una corriente subrayada que le provocó un escalofrío en los sistemas a Roll. Era una emulsión compleja de emociones, un mar turbulento de sentimientos arremolinados bajo su mirada firme. Ella reconoció las señales, habiendo visto expresiones similares en los rostros de Break Man y Bass durante sus días rebeldes, cuando todavía peleaban contra Mega Man con una feroz e inquebrantable pasión, incluso aunque la del segundo fue más corta comparada con quien vino después.

Había rabia, una chispa que ardía amenazando con encender un infierno en cualquier momento. Traición, una herida profunda que se retorcía y dolía con cada latido de su corazón. Y dolor, un profundo dolor que le consumía cada pensamiento, cada acción, cada aliento. Era un potente coctel de emociones, una mezcla volátil que Roll encontró a la vez familiar y perturbadora, un recordatorio de la tumultuosa naturaleza de los sentimientos humanos.

No, no humanos. Simplemente seres vivos.

– Bien entonces. – Roll desvió su atención del padre de Kenichi hacia los hombres con los que estaba sentado, y el grupo excepto por un miembro comenzó a volver a discutir sus tácticas. – De vuelta a lo que estaba diciendo sobre el incidente en la planta de energía…


Abel City…

– ¿Qué diablos? — La voz de Firefly sonaba como un gruñido bajo y peligroso, y sus ojos se pusieron en rendijas al ver la imagen inesperada frente a sus ojos.

– ...a riesgo de sonar como disco rayado, yo podría decirte lo mismo. – replicó Chiyo, arrastrando la voz fría y calculadora, un contraste total con la energía volátil que emanaba Firefly.

Se quedaron allí, congelados en un punto muerto, el aire entre ambos traqueteaba de tensión y desconfianza. La pistola de Firefly estaba presionada firmemente contra la frente de Chiyo, con el dedo flotándole sobre el gatillo, listo para lanzar un disparo fatal en cualquier momento. Entretanto, la pistola de trampa con resortes de Chiyo le apuntaba directo a la joya roja que adornaba el casco verde Firefly, a sólo un movimiento en falso de ponerle fin a su vida.

Toda la cuadra vacía parecía contener su aliento, el silencio era ensordecedor mientras las dos formidables figuras se miraban entre sí, con ninguna de las dos dispuesta a soltar su único medio de defensa. El entorno se sentía como si estuviera envuelto en una espesa y sofocante neblina que parecía colarse por cada poro, cada fibra de sus seres. Eran como dos depredadores, circundándose uno a la otra, esperando la menor señal de debilidad, la más ínfima oportunidad de atacar. El mundo a su alrededor se desvaneció como si fuera insignificante, dejando sólo a ellos dos, atrapados en una danza mortal, con sus destinos balanceándose y aguardando lo inevitable.

– ... ¿Y bien? – dijo Firefly, arqueando una ceja escépticamente bajo la sombra de su casco. – Vamos, baja esa cosa. No empeoremos esto más de lo necesario.

Chiyo empezó a bajar su brazo, haciendo descender el barril de su pistola lentamente, pero lo detuvo a medio camino, y en sus ojos destelló una repentina y silenciosa realización de una amenaza que no podía ver. Volvió a levantar su arma, descansándola una vez más en su posición original, apuntando hacia el casco de Firefly. – Tú primero. – le exigió, con una voz dura como el acero, con los ojos en rendijas y sin parpadear.

El aire entre los dos se hizo más grueso, como si hubiera tensión de una fuerza física presionándoles en el pecho, haciendo que se fuera más difícil respirar. Cada arma era un barril de pólvora, y la más mínima chispa podía detonar, reduciendo todo a cenizas en un instante.

Firefly, a pesar de que su desconfianza seguía hirviendo, hizo el primer movimiento, bajando su pistola de la frente de Chiyo y la apuntó hacia un lado, con el barril todavía caliente debido al potencial intercambio. Mantuvo firme su agarre, con el dedo cerca del gatillo, listo para reaccionar en cualquier momento. Chiyo imitó sus acciones, pero con una lentitud deliberada que delataba su precaución. Sus ojos oscuros nunca dejaron de mirar a Firefly, rastreando hasta su más mínimo movimiento con la precisión de un halcón, lista para reaccionar a cualquier paso en falso o indicio de un ataque. Bajó gradualmente su pistola, con el mecanismo de resortes haciendo click lentamente mientras se aseguraba de seguir armada y lista para disparar si era necesario. Por si acaso.

– ¿Qué demonios estás haciendo aquí? – demandó saber Firefly, con la voz baja y gruñendo con irritación mientras se le bajaba el shock inicial de su encuentro, reemplazado por una oleada en aumento de molestia. – Te dije específicamente que te quedaras en la entrada del refugio. ¿Por qué no me escuchaste, maldición?

La respuesta de Chiyo fue rápida y tajante, con sus ojos destellando en una mezcla de desafío y resentimiento. – Y yo recuerdo específicamente haberte dicho que no voy a poner un pie allá abajo. – replicó, con la voz sonando como un latigazo, sin dejar espacio para argumentos. – Tú sabes por qué, Firefly. No finjas que no lo sabes.

– Y tú no te atrevas a actuar como si no estuvieras siendo paranoica. – espetó Firefly, cuya voz sonaba dura y rasposa como un cuchillo que cortaba el aire. – El hecho de que estés aquí afuera es casi una garantía casi segura de que tus posibilidades de toparte con algo peligroso se incrementen exponencialmente. – Luego agregó, con su tono cargado con una mezcla de desdén y finalidad. – Y a diferencia de X, yo no tengo planes de servirte de escolta.

– No tienes que hacerlo. – replicó Chiyo, con la voz fría y distante. – Puedo encontrar mi camino de vuelta por mi cuenta sin problemas.

Firefly resopló, dejando su incredulidad clara como el día. – Oh no, no lo harás. – argumentó él, con una voz insistente y enojada. – No vas a volver al cuartel general. Ya tenemos suficientes problemas peleando contra las fuerzas de Sigma así como estamos; no necesitamos más complicaciones teniendo que acomodarte.

– Kenichi no estará allí, así que no tendrán que preocuparse por usos no monitoreados de sus recursos. – espetó Chiyo, con la voz tajante y defensiva. – Yo sé cómo racionar, si eso es lo que te está retorciendo tus calzones.

La frustración de Firefly empezó a hervir, subiendo la voz hasta volverla un grito agitado. – ¡Ese no es el punto, humana! ¡No puedo hacer nada respecto a tus sentimientos personales sobre a los de tu especie, pero la verdad dura y fría es que lo mejor para todos es que tú te quedes con los tuyos, y yo con los míos!

– ¡Y yo que pensaba que estabas encadenado a las Tres Leyes! – lo desafió Chiyo, con los ojos destellando de rabia e incredulidad. – ¿Es que no lo entiendes? ¡Me van a matar si me ven! ¡Más de la mitad de los tuyos estaban resentidos con mi padre, y su muerte fue vista como poco más que una simple inconveniencia! ¡Sigma fue el único que se envalentonó lo suficiente para actuar en ese resentimiento!

Firefly alzó la voz, un crescendo de frustración e incredulidad. – ¿Y por qué demonios eso haría alguna diferencia? En todo caso, dada tu lógica retorcida, ¿eso no debería hacer que nos temas más? ¿Es que no nos tienes miedo? ¿No tienes miedo de mí? ¿El mismo ser que hizo que la muerte de tu padre fuese un espectáculo público para que todos en Abel City y Arcadia fueran testigos? Y no olvidemos que, aunque estemos cortados del resto del mundo, la tierra principal no lo está. Lo que Sigma hizo probablemente ya se esparció por todo el globo. Todos saben hasta dónde llegan las capacidades de un reploide cuando le dan la ventaja. – Hizo una pausa, dejando que se le controlara la voz mientras giraba su mirada a ella, en busca de cualquier señal de comprensión con sus ojos. – Ya has visto que los nuestros, los míos, son capaces de matar a los tuyos sin pensarlo dos veces. Entonces dime, ¿por qué? ¿Por qué nos ves a nosotros como un santuario y a los tuyos como una sentencia potencial de muerte?

Chiyo se quedó en silencio, no por terquedad, sino porque se le hacía difícil encontrar las palabras. Su mente corría a toda velocidad, buscando una explicación que tuviera sentido, pero nada le vino. Justo cuando la tensión entre los dos amenazaba con estallar, sus ojos captaron un movimiento en la distancia. Una distracción, una línea de vida, y ella la tomó sin vacilar.

– Hey, mira. – dijo, con su voz cortando el aire, en contraste con la pesadez del silencio que la precedió.

Firefly, que estaba a mitad de emitir una réplica furiosa, sintió que las palabras se le secaban en la garganta al seguir la mirada de la chica. Esperaba no encontrarse nada, una simple distracción para evadir su pregunta, pero sus ojos llenos de experiencia se ensancharon al ver la escena frente a él. Había algo allí, algo que valía la pena notar, y su burla inicial se fue mientras se concentraba en esa inesperada imagen.


Área de descanso del refugio…

– ... y luego al Thunder Slimer le arrancaron el cerebro, básicamente matándolo. – concluyó el humano de aspecto cansado, con la voz hecha un suspiro rasposo que cargaba el peso de su terrible experiencia. Se echó para atrás, con el cansancio grabado profundamente en las arrugas de su rostro, y sus ojos reflejando las oscuras memorias del día anterior. – Después de esto, aparentemente alguien recibió algunos golpes y se lo llevaron de vuelta al escondite de los reploides.

El procesador interno de Roll zumbaba de curiosidad y confusión. ¿Cómo podían saber estos humanos tanto sobre las monstruosidades que plagaban su mundo? Ella sólo era una operadora para respuestas de emergencia, con sus capacidades limitadas y sus acciones gobernadas por protocolos estrictos. Pero, estos humanos hablaban de esos horrores con una familiaridad que rayaba en la intimidad, como si hubiesen mirado directo al abismo y vivido para contarlo.

– ¿Cómo sabes todo esto? – preguntó Yoshida, frunciendo el cejo alarmado mientras trataba de comprender cómo era que su colega poseía conocimiento tan detallado.

El otro hombre se acercó, con un brillo de orgullo y astucia en sus ojos. – Bueno, ¿saben ya cómo algunos de nuestros amigos que conocen de tecnología ayudaron a instalar esos seguros en las entradas de aquí? – Hizo una pausa, esperando a que Yoshida asintiera. – Algunos de esos mismos expertos, que son igual de habilidosos en sortear esa tecnología, lograron hackear la frecuencia del sistema de seguridad de los reploides. Han estado monitoreando sus actividades desde entonces.

Los sistemas internos de Roll se congelaron cuando la realización la golpeó. Estaban espiando, invadiendo la privacidad de aquellos que se suponía que eran sus aliados. Y aun así, bajo la superficie de esta operación encubierta, pudo sentir un miedo arraigado, una desesperación que los llevaba a tomar esas medidas. A pesar de todo, la invasión de la privacidad encendió un profundo sentimiento de intranquilidad en ella, una preocupación que le carcomía en los bordes de la conciencia.

– ¿Y qué han descubierto? – presionó Yoshida, con los ojos muy abiertos con una mezcla de curiosidad y aprehensión. Los otros humanos reunidos a su alrededor compartían su curiosidad, acercándose también y conteniendo el aliento, con anticipación de cualquier nueva información que pudieran haber recolectado. – ¿Están planeando algo? ¿Algo quizás similar a lo que hizo Sigma?

¿Sigma? Los procesos internos de Roll entraron en modo acelerado al considerar la implicación. ¿Acaso estos humanos genuinamente pensaban que los Maverick Hunters serían capaces de tales atrocidades? Era cierto que Sigma, su antiguo comandante, había sido un maestro del engaño y la destrucción, pero comparar a los Maverick Hunters actuales con él parecía ser un grave malentendido.

El otro hombre se tomó un momento para volver a encender su cigarrillo, con la punta brillando de un amenazador rojo mientras aspiraba una profunda bocanada de humo, ignorando la señal de “No fumar” que estaba cerca. – Nada todavía. – admitió, exhalando una nube de humo que se quedó flotando pesadamente en el aire. – Al menos, nada que sugiera que están planeando acabar con nosotros. Pero dada su postura actual como los “tipos buenos”, no creo que haya nada que sean incapaces de hacer.

El impulso de protestar y defender el honor de los Maverick Hunters se incrementó dentro de Roll, con una necesidad ardiente de refutar esas mentiras asquerosas y suposiciones sin basamento que esparcían como fuego. Pero contuvo su lengua, sujetando fuertemente a Kenichi al recordar por qué estaban aquí en primer lugar. Esto se había vuelto mucho más serio que sólo buscar a un niño perdido; los riesgos eran más altos, y las implicaciones más serias para todos los involucrados.

El hombre con el cigarrillo aspiró de nuevo, y la chispa en la punta ardió brillante antes de exhalar una nube de humo que se enroscó y retorció en el aire. Luego continuó, con la voz en un susurro bajo y conspiratorio. – Aunque, si quieres mi opinión honesta… – hizo una pausa, tomándose un momento para liberar otra nube de humo – … yo personalmente creo que el tipo azul trama algo.

– ¿El tipo azul? – repitió Yoshida, con confusión grabada en su rostro tratando de entender la referencia. – ¿Hablas de Sigma? Porque por lo que he escuchado, él es más de color índigo que…

– Nah, él no. – interrumpió el otro hombre, con la voz cargada de una escalofriante certeza. – Estoy hablando del que fue desenterrado por el Dr. Cain. El que fue creado para ser el sucesor de la magnum opus del Dr. Light…


Calles de Abel City…

– ¿Esa es...? – susurró Chiyo, con la voz apenas audible, y los ojos muy abiertos de incredulidad ante lo que veía. Quería confirmación, una identificación más definitiva de lo que podían proveerle sus sentidos humanos.

Pero no había forma de negarlo. La estructura que se alzaba frente a ellos, era un remanente de lo que alguna vez fue una fortaleza orgullosa.

– Lo es. – confirmó Firefly, con la voz mezcla de asombro y shock. – Esa es la torre, el cuartel general de los Hunters.

O más bien, lo que quedaba de ella, un marco esquelético de metal doblado y concreto derruido, un testamento silencioso de la devastación que cayó sobre su antigua base de operaciones. La torre, otrora una estructura orgullosa e imponente, ahora quedaba sólo como un recuerdo de la devastación de la guerra. El esqueleto de metal doblado y concreto en pedazos apuntaba hacia el cielo, como una grotesca parodia de lo que solía ser. Las superficies antes limpias ahora estaban marcadas de cráteres y quemadas por el fuego; el aire a su alrededor apestaba con el aroma de la destrucción y la muerte, como lo comprobó la nariz de Chiyo.

Los cimientos, antes sólidos e inquebrantables, ahora era un desastre de escombros, con enormes trozos de concreto reducidos a grava. Profundos cráteres manchaban toda la tierra, evidenciando la fuerza explosiva que había atravesado el corazón de la estructura. La torre se balanceaba precariamente hacia un lado, con su integridad comprometida, un recordatorio de la violencia que cayó sobre ellos.

Las ventanas, una vez brillantes e intactas, ahora estaban destruidos, con los bordes fragmentados como dientes rotos, observando el desolado paisaje con una mirada tenebrosa y vacía. Los cristales estaban regados en fragmentos por todo el suelo, reflejando la oscura realidad de la devastación de miles de diminutos fragmentos chispeantes.

A pesar del daño extensivo, una porción de la torre seguía de pie, como un remanente desafiante que se rehusaba a subumbir a la destrucción. Su marco de metal gruñía y rechinaba con el viento, una melodía que recordaba la pérdida y la resiliencia, un tributo silencioso a los Maverick Hunters que alguna vez lo llamaron su hogar.

– Hey. – murmuró Chiyo, con la voz mezcla de asombro y confusión antes de asimilar la imagen frente a ellos. – ¿Qué es eso?

Firefly siguió su mirada, cambiando su percepción inicial de la torre al notar algo nuevo en medio de la devastación. Por todas las paredes que quedaban había varias formas de grafiti, un tapiz caótico de símbolos, frases e imágenes que manchaban la superficie de la otrora orgullosa estructura. Algunos sólo eran etiquetas simples, declaraciones de presencia, mientras que otros hacían referencias a la cultura popular o tenían mensajes crípticos que parecían tener significados más profundos.

Había inscripciones limpias y precisas en medio de grabados dentados y apresurados y garabatos pintados con aerosol. Los lenguajes variaban tanto como los estilos, pasando de japonés nativo tanto en Hiragana como Katakana, hasta inglés y varios dialectos europeos. Chiyo frunció el ceño, teniendo problemas para descifrar los otros lenguajes, pero el traductor implantado en Firefly hizo su trabajo, proveyendo interpretaciones claras de cada mensaje.

La intranquilidad de la joven fue en aumento mientras comenzaba a entender la gravedad de las palabras grabadas en los restos de la torre. Aquellos que podía leer ya eran perturbadores, y asumió que los que no pudo descifrar serían igualmente ominosos. El grafiti no era sólo vandalismo; era un testamento del miedo y la desesperación que atenazaba a la gente de Abel City, una expresión primigenia y sin filtro de su trauma colectivo y su actitud desafiante.

Y, lo cual era más preocupante, su agresión.


Área de descanso del refugio…

– ... entonces, déjame ver si entendí. – empezó a decir Yoshida, con la voz baja mientras trataba de darle sentido a las palabras de su compañero, para encajarlas en un orden más o menos comprensible. – ¿Estás sugiriendo que Mega Man X de alguna manera está involucrado con Sigma y todo este caos?

Los sistemas internos de Roll zumbaron con una mezcla de rabia e incredulidad. Le llevó cada fibra de su ser contener la respuesta furiosa que amenazó con escapársele. ¿Cómo se atrevían a hacer semejantes acusaciones? Era ridículo, absurdo, y estaba tentada, muy tentada, a recordarla a estos humanos de las incontables contribuciones y hazañas heroicas de su hermano menor. La idea de que pudiera estar involucrado en algo tan nefasto no sólo era un insulto, sino totalmente estúpido.

– Yo no dije eso. – respondió el hombre fumador, con la voz ronca mientras exhalaba una nube de humo, con los químicos tóxicos ardiéndole en los pulmones. Sí, era malo para él, pero la sensación le recordaba que seguía con vida, aunque fuera un poco más. – Sólo mencioné que, si ese fuera el caso, no me sorprendería ni un poco. – aclaró, entrecerrando los ojos mientras estudiaba la reacción de Yoshida. – Pero ya sea que esté involucrado o no, sigo sin confiar en él. Hay algo sobre ese bastardo azul que no me cae del todo bien.

– ¿Oh sí? ¿Como cuáles? – inquirió Yoshida, perplejo pero genuinamente curioso.

– Considera esto. – presionó el otro humano, cuya voz adoptó un tono conspiratorio mientras se acercaba más, con los ojos brillándole con una mezcla de excitación y suspicacia. – Ese tipo, X, supuestamente es uno de sus mejores peleadores, ¿o no? Al menos, esa es la imagen que Fujiwara y Sigma intentaron pintar para todos. Pero acorde con la inteligencia de nuestros amigos de tecnología que interceptan las comunicaciones de los Hunters, este “súper robot peleador”, o “reploide”, no es más que un completo y total pelmazo.

Pelmazo… ¡¿pelmazo?!

– ¿Un pelmazo con un cañón en su brazo? – se burló Yoshida, arqueando una ceja escépticamente. – No lo entiendo. Por lo que he escuchado, él ha sido la fuerza primaria que acabó con algunas de las figuras más problemáticas desde que todo comenzó. ¿Recuerdas los primeros días de la crisis, cuando esa tormenta de nieve en la región montañosa amenazaba con enterrar a la ciudad?

– ¿O qué tal cuando recuperaron la planta de energía de las fuerzas de Sigma? – intervino otro humano, cuya voz era una mezcla de orgullo y excitación. – Si no fuera por él, todavía estaríamos dependiendo de la energía de emergencia y los generadores de respaldo aquí abajo.

El tipo que intentaba contrariar se tomó un momento para desechar las cenizas de su cigarrillo, antes de sacar una cajetilla nueva de su bolsillo. Encendió otro, aspirando profundamente antes de responder, con la voz baja y desdeñosa. – Uno de los suyos, Marth, fue asesinado porque X no actuó más rápido para acabar con Chill Penguin. – les dijo, claramente sin sentirse impresionado. – Y el propio Sigma, o más bien, una manifestación sobrecargada de energía de él en uno de los generadores de la planta, fue el que acabó finalmente con Spark Mandrill. X sólo sirvió para debilitarlo, haciéndolo una amenaza menor.

Ni Yoshida ni ninguno de los demás se atrevió a protestar, encontrándose incapaces de refutar con algo, mientras el hombre simplemente repasaba eventos que habían ocurrido fuera de su vista. – ... y no olvidemos a Armored Armadillo. – continuó, con la voz chorreándole de desdén. – Ese idiota azul lo atrapó en un bloque de hielo y trató de tener una charla sentimental con él sobre cómo alguna vez fueron amigos y que tenía que haber otra forma. Fue ridículo. – Rodó los ojos, tomando otra bocanada de su cigarrillo, con la chispa brillando fuertemente mientras exhalaba un chorro de humo. – Nunca creí que diría esto, pero ese psicópata púrpura en el ejército de Sigma demostró ser mucho más eficiente como Maverick Hunter de lo que X nunca fue.

Kenichi se mordió el labio, con el ceño fruncido mientras trataba de seguir la conversación de los adultos. La mención de varios animales le soltó memorias de la exposición a la cual él y su hermana habían asistido, mucho tiempo antes que el mundo se pusiera de cabeza. Pero, él podía percibir la furia que se incrementaba en Roll, cuyos dedos color marfil se hundían en el marco de la puerta con tanta fuerza que Kenichi tenía miedo de que los cimientos fueran a romperse con su agarre. Sus nudillos se habían puesto blancos, y aunque emanaba un apenas perceptible zumbido de su cuerpo, era una señal clara de su tormento interno y furia en aumento.

– Y aun así, a pesar de eso… – continuó el hombre que fumaba, con la voz ronca y agotada antes de exhalar otra nube de humo, el vapor gris le obscurecía sus rasgos, salvo las arrugas agotadas de su rostro. – La precisión de Vile, la fuerza bruta de Mandrill, las habilidades congeladoras de Penguin, e incluso la armadura blindada de Armadillo, nada de eso apareció de la nada. Y ni siquiera esa unidad hermana suya, dondequiera que esté, salió de la nada. Todo eso se originó de alguna parte. – Suspiró, un sonido de pesadez que parecía llevar consigo todas sus sospechas.


Afuera del refugio…

“¡Abajo con la amenaza mecánica!”

“¡Tomen sus armas ahora!”

“¡Acaba con ellos antes que acaben contigo!”

“¡Levántense contra las máquinas!”

Éstos y muchos otros eslóganes similares manchaban la otrora prístina superficie de la torre de los Hunters, con palabras duras y furiosas grabadas y pintadas sobre la estructura dañada. La torre, apenas de pie, se había transformado en un lienzo de miedo y odio humano, un testamento de la creciente animosidad de la población en contra de sus contrapartes mecánicas. Los mensajes eran una mezcla caótica de garabatos pintados con aerosol, frases escritas limpiamente, y palabras grabadas muy deprisa, cada una de las cuales era un recordatorio de cómo la brecha entre humanos y reploides se iba haciendo más profunda.

– Y bien… – se aventuró Chiyo, con la voz cortando el incómodo silencio que se asentó sobre ellos como una cortina. – ¿Qué opinas de todo esto?

Firefly se giró hacia ella, con confusión grabada en su rostro. – ¿A qué te refieres? – preguntó, señalando la torre vandalizada. – ¿A esto? ¿Quieres saber qué pienso de todo esto? – Chiyo asintió, con sus ojos reflejando una mezcla de curiosidad e intranquilidad. Firefly dudó, apretando el agarre en su arma mientras consideraba los grafitis. – Tal vez deba hacerte la misma pregunta. – dijo finalmente, con la voz baja y gruñona. – Estos sentimientos, provienen de tu gente, ¿o no?

Chiyo dudó, con los ojos escaneando las palabras dura y furiosas grabadas en la torre. Una sensación de terror comenzó a formarse en la boca de su estómago, y por una vez, no se trataba de su propia superviviencia. – Sí, pero… – comenzó a decir, sintiendo que se le iba la voz mientras observaba y procesaba lo que significaban los mensajes. Sus labios se apretaron en una línea delgada y firme, mientras se giraba hacia Firefly con expresión grave. – Probablemente deberías decirle a tu Comandante sobre esto. – le dijo, con la voz apenas más fuerte que un susurro. – Esto es mucho más que la gente descargando sus frustraciones. Es… es algo totalmente diferente.

El silencio se apoderó de ambos, ya que tanto reploides como humanos habían sido testigos de primera mano del estado en que la isla había quedado desde el bombardeo, fuera de lidiar con Sigma y sus seguidores, con un conflicto totalmente nuevo que se había estado gestando desde debajo de la tierra. Y ahora, estaba saliendo a la superficie.

Y entonces, una explosión ensordecedora hizo trizas el tenso silencio, con una violenta y repentina erupción que envió una onda de choque por el aire. Un vehículo abandonado cerca de ellos, cuya carrocería oxidada era una reliquia de una era pasada, estalló en un infierno de llamas, y la fuerza de la explosión envió a Firefly y Chiyo a volar en direcciones opuestas.

Firefly, que fue pillado con la guardia baja, logró aterrizar de pie, siendo salvado por sus reflejos mientras saltaba hacia atrás, apenas evitando el intenso calor y los escombros. Sus ojos se ensancharon de horror al ver el pequeño cuerpo de Chiyo volar por los aires, como una frágil marioneta ante la fuerza de la explosión. Ella aterrizó con fuerza sobre el duro pavimento, sintiendo en su espalda el dolor del impacto. La tela de su blusa se rasgó, ofreciéndole poca protección cuando su carne se encontró con la dura e implacable carretera.

– ¡Chiyo! – Firefly corrió hacia ella, con la voz mezclada de preocupación y urgencia. El calor del infierno los cubrió a ambos, las llamas proyectaron una luz danzante y tenebrosa en sus rostros. Chiyo hizo una mueca, con el cuerpo doliéndole tras la caída, mientras miraba a Firefly, con los ojos reflejando el caos y confusión que acababa de caer sobre ellos.

¿Qué acababa de pasar? En un lugar como éste, los autos no explotaban por sí solos sin más.

Desde el interior de las llamas, emergió una figura, con su armadura violeta con detalles dorados y marfil brillando ominosamente en la luz del fuego. La familiar arma que tenía pegada a su brazo era una imagen amenazadora, un recordatorio del peligro en el que estaban.

– Adelante. Dile a Zero todo lo que viste aquí. – dijo burlándose, con la voz fría y arrastrada. – Pero incluso entonces, no hará ninguna diferencia. – Se posó encima del destruido vehículo, con la mirada fija en la humana herida y el Maverick Hunter debajo de él. – Ninguno de ustedes saldrá con vida de este lugar.

Esta historia continuará

Notes:

Ok, me toca subir nada más aquí y en Wattpad, debido a que FFN no me deja por culpa de ese maldito error 503. Espero que lo arreglen rápido

Otra vez, este capítulo trae más de la perspectiva humana, y cómo el miedo y el resentimiento provoca que los humanos desconfíen incluso de los pocos Maverick Hunters que todavía siguen arriesgando sus vidas para protegerlos. Hasta Firefly parece estarse cansando de ellos y quizás preguntándose si merecen que los sigan protegiendo, y Roll no parecía estar mucho mejor al tener que escuchar a ese viejo fumador hablando mal de X, sin tener idea de todo lo que tuvo que pasar.

El único lado positivo es que Kenichi vio que su padre había sobrevivido, aunque su mamá y hermana no tuvieron la misma suerte, al menos todavía se tienen uno al otro. Aun así, no es como que pueda aparecer sin más en frente del Sr. Takenada, ya que tendría que explicar cómo llegó allí, y a Roll se le dificultaría escurrirse sin ser vista, considerando que esos vejetes podrían estar inclinados a desquitarse con ella aunque también estuviera arriesgando su vida por el chico.

Y bueno, creo que no me queda nada más que decir, así que sólo a esperar a que se arregle el error de FFN que no me deja hacer nada allí. Hasta el próximo capítulo, y como siempre, ¡dejen que su poder supere los límites!

Chapter 81: Emboscada

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

– ¡¿Qué diablos fue eso?! – exclamó Yoshida, con una voz mezcla de shock e incredulidad mientras se levantaba de golpe del suelo, al igual que otros pocos humanos que se habían caído tras ese repentino y violento temblor. Éste cesó tan rápido como comenzó, dejando un tenso y escalofriante silencio. – ¡¿Alguien más lo sintió?!

Kenichi, todavía sintiendo la fuerza del sacudón, se habría caído al suelo de no ser por los reflejos rápidos de Roll. Su agarre mecánico logró estabilizarlo, y sus ojos se ensancharon al procesar la proximidad y poder de la explosión. Se dio cuenta, con una sensación de que algo malo estaba pasando, que la fuente de la explosión estaba increíblemente cerca, un hecho de que le provocó un escalofrío recorriéndole toda su espina mecánica.

– ¿Qué fue eso? – inquirió uno de los humanos, con la voz tensa mientras se movía hacia la entrada, con su lenguaje corporal mezcla de curiosidad y precaución. Roll, con un movimiento rápido y silencioso, se deslizó por un lado de la pared, manteniendo a Kenichi cerca de ella, asegurándose de permanecer bien escondida fuera de la vista del hombre. – ¿Vino de afuera?

– Tuvo que venir de afuera. – insistió otro hombre, con una voz baja y gruñona antes de unirse al primero, cuyas formas formaban siluetas contra la luz que se filtraba por la entrada. – Nada aquí abajo podría haber causado un temblor como ése.

Un tercer hombre, cuyo rostro era un mapa de arrugas de preocupación, intervino también: – Tenemos que averiguar lo que sucede, pero no quiero subir allá si no es absolutamente necesario. ¿Quién sabe lo que podría estarnos esperando en la superficie?

El primero asintió, con expresión sombría. – Concuerdo. Pero no podemos quedarnos aquí en la oscuridad. Tenemos que encontrar una forma de tener ojos en la situación de afuera sin exponernos.

– ¿Qué tal si usamos los viejos pasajes de ventilación? – sugirió el segundo. – Abarcan todo el perímetro del edificio y tienen puntos de acceso en la azotea. Podríamos enviar a alguien a echar un vistazo sin exponernos totalmente.

– Demasiado riesgoso. – El tercer hombre negó con la cabeza. – Si hay problemas allá arriba, verán a cualquiera que salga de esos pasajes. Necesitamos algo más discreto.

– ¡Los drones! – El primer hombre chasqueó los dedos, con determinación en los ojos. – Aún tenemos algunos de esos viejos mecaniloides de reconocimiento en el almacén. Si podemos mandar a uno de ellos al aire, podemos vigilar la situación sin poner a nadie en peligro directo.

Los otros asintieron estando de acuerdo, con una sensación de alivio apoderándose de ellos mientras formulaban un plan. – De acuerdo, hagámoslo. – dijo el segundo, con la voz firme y resuelta. – Pero tengamos cuidado. No sabemos con qué estaremos lidiando allá afuera.

– Y si alguien llega a ver el dron, activen la secuencia de autodestrucción. – agregó otro hombre, con la voz cargada de la seriedad sombría que no dejaba lugar para argumentos. – Sin excepciones. No podemos arriesgarnos a que Sigma le ponga las manos encima.

Uno de los otros protestó, con la expresión mezcla de preocupación y frustración. – ¡Pero esos drones son de los pocos mecaniloides a los que Sigma todavía no ha tocado! ¡Son nuestros únicos ojos al mundo exterior! ¡Si los perdemos, estaremos ciegos!

El hombre que dio la orden se giró hacia él, con los ojos duros y sin amilanarse. – ¿Y dejar que se conviertan en ojos para Sigma? Imagina que le reporten cada movimiento que estamos haciendo. No, no podemos arriesgarnos. Autodestrucción si lo ven. Sin excepciones, punto.

Roll contuvo el aliento, con sus sistemas internos zumbando con una mezcla de tensión y alivio mientras los humanos salían de la habitación, haciendo eco con sus pisadas en el corredor en la dirección opuesta. No tenían idea de que ella y Kenichi habían estado allí, ocultas en las sombras. Por un momento, se permitió dar un suspiro mental de alivio, apretando su agarre en Kenichi ligeramente mientras se aseguraba que el niño permaneciera en silencio e inmóvil.

La ignorancia, en este case, en efecto era una bendición para él. Le permitió permanecer escondida, evitar atención innecesaria y un conflicto potencial. Pero lo mismo no se podía decir de Kenichi. La seguridad del niño era su prioridad, y ella sabía que su presencia aquí, desconocida para los humanos, sería mucho mejor que el mundo exterior.

El mundo exterior, donde Chiyo se encontraba en este momento.

Los pensamientos de Roll se redirigieron hacia Chiyo, todavía allá afuera, expuesta a los peligros que acechaban más allá de este santuario. Lo que fuera que causó esa explosión que sacudió la tierra, Chiyo necesitaba saberlo, necesitaba prepararse. Roll miró a Kenichi, el niño al que buscó desesperadamente, siendo su seguridad ahora la prioridad principal. – Espérame aquí. – le indicó, con la voz firme pero gentil. Se alejó de él, con pasos rápidos y llenos de propósito mientras se dirigía hacia la entrada.

Dejar atrás al niño fue una decisión difícil, una que desafiaba su programación, pero ella sabía que aquí abajo, él estaba más seguro que arriba de la tierra. La incertidumbre y los peligros que había afuera de su escondite eran enormes e impredecibles. Con una última mirada hacia Kenichi, Roll ascendió por las escaleras rápidamente y con determinación, escaneando el área con sus ojos turquesas mientras emergía por la puerta. Sus sentidos se encontraban en alerta, en busca de cualquier signo de la perturbación, sabiendo que quienquiera que había causado esa explosión no podría haber sido pequeño ni accidental.

Otra realización golpeó a Roll, una teoría que, una vez que se formó, comenzó a carcomerle sus unidades de procesamiento, rehusándose a ser descartada. Sus ojos turquesas se entrecerraron al considerar la posibilidad de que la explosión no fue más que una distracción calculada, una trampa para sacarla de allí, colocada cuidadosamente para que cayera directo en ella.

– ¡Roll! – La voz cortó el aire en medio de la neblina de dolor y desorientación, un faro de familiaridad en medio del caos. Giró la cabeza, enfocando la mirada en la humana de cabello oscuro a la que estaba buscando desesperadamente, Chiyo.

– ¡Chiyo! – gritó Roll, con alivio invadiendo sus sistemas al ver a su amigo. Pero dicho alivio duró muy poco, pues el rostro de Chiyo era una máscara de preocupación y urgencia, y tenía los ojos muy abiertos de miedo.

– ¡Roll, sal de aquí! – gritó Chiyo, con la voz cargada de desesperación. – ¡Vuelve a la base! ¡El viene por…!

*¡CLICK!*

El inconfundible sonido de un arma siendo cargada hizo eco en su audio receptor por un costado, confirmando sus miedos y convirtiendo su teoría en una dura e inescapable realidad. Sus sistemas internos se pusieron en alerta total, con cada sensor y procesador concentrándose en la amenaza inminente.

– Finalmente, luego de tanto tiempo. – siseó una voz familiar, cargada de malicia y triunfo. – Di buenas noches, rubiecita.

Un destello brillante de energía dorada explotó frente a ella, y los vibrantes y tenebrosamente hermosos obrbes de luz se expandieron e intensificaron hasta volverse blancos y cegadores. La intensa luz perforó cada centímetro de sus sistemas internos, encendiendo sus receptores de luz en una sinfonía de agonía. El dolor era simple, seco, pero filoso como una navaja, consumiéndola y abrumándola por completo. Un grito a medio formarse se atascó en su garganta, ahogándose mientras su cuerpo comenzaba a convulsionar, y luego se quedó flácido. Ella se desplomó en el suelo, con sus extremidades quedándose inmóviles mientras un subidón de energía primigenia y descontrolada la invadía, quitándole sus fuerzas y dejándola indefensa, temblando sobre esa fría y seca superficie.

Luego de eso, todo se puso negro.


A poca distancia de allí…

A pesar del daño significativo a su unidad de audio, la profunda grieta que la abría por el medio, y que el resto de su cuerpo tenía las marcas de una batalla brutal, Firefly pudo discernir que ya no se encontraba solo. Sus sentidos, aunque perturbados, captaron la presencia de otro, cuyos pasos hacían eco en el silencio que se apoderó del área. Lo había arrojado a un lado el reploide al que acababa de confrontar, y el cuerpo le dolía por el impacto y el implacable asalto que tuvo que soportar.

Mientras yacía allí, la mente de Firefly comenzó a correr, procesando la realidad de la situación. No había sido un enemigo desconocido, sino alguien a quien conocía desde el principio, un camarada de la banda original de Maverick Hunters. Se suponía que serían héroes, unidos en su causa, pero ahora, se dio cuenta con pesadez en el corazón (núcleo), que ahora sólo quedaban él y Ai. Los otros habían caído, se voltearon, o peor aún, traicionaron los ideales que juraron defender.

Mientras sus sentidos comenzaban a encenderse de nuevo, Firefly registró las siluetas de dos figuras de pie frente a él, cuyas siluetas contrastaban con el fondo de destrucción. Se preparó, sabiendo que su final estaba cerca, que sus deberes como Maverick Hunter pronto llegarían a su fin, y su existencia en este mundo cesaría con ellos.

Pero, mientras pasaban los segundos, Firefly se dio cuenta que las dos siluetas frente a él no tenían prisa por darle el golpe final. Permanecieron allí, con una presencia ominosa e inquietante, pero no hicieron ningún movimiento. Los sistemas internos del reploide verde zumbaron con una mezcla de confusión y precaución, mientras sus ojos parpadeaban tratando de darles sentido a su inacción.

– ... ¿es uno de los tuyos? – La voz sonaba profunda, perteneciente a un extraño, con el tono cargado de una mezcla de curiosidad e incredulidad.

– ¡Sí, es un amigo! – La segunda voz era familiar, cálida, y al instante Firefly pudo reconocerla. Aunque, la forma casual en la que se refirió a Firefly como "amigo" le hizo detenerse, con una punzada desconocida sacudiéndole los sistemas.

El extraño entrecerró los ojos mientras observaba el cuerpo golpeado de Firefly, con la voz baja y casi riéndose. – Bueno, si soy franco, parece que ha visto mejores días. Me hace parecer a mí un recién nacido.

La voz familiar respondió con impaciencia. – Podemos intercambiar historias de guerra y comparar las cicatrices después. Por ahora, sólo ayúdame a cargarlo, ¿quieres?

Antes que los sistemas visuales de Firefly pudieran reiniciarse por completo y proveerle una imagen clara de su entorno, sintió que unos fuertes brazos mecánicos lo levantaban sin esfuerzo, apoyándolo contra un edificio cercano. Sus ojos recuperaron su vida, gradualmente concentrándose en las figuras que tenía frente a él.

– ¿X? – tartamudeó Firefly, con la voz mezcla de sorpresa e incredulidad. Apenas pudo registrar la presencia del acompañante de X, ya que concentró toda su atención en el reploide azul. Alargando la mano, le tocó el brazo, para asegurarse de que su aliado era real. – X, ¿qué estás…? – empezó a decir, pero su pregunta se vio interrumpida por una segunda explosión que sacudió el área, atrayendo la atención de todos los presentes.

– ¡Vino de por allá! – exclamó X, con la voz llena de urgencia mientras sacaba su buster, y esa familiar arma representaba un faro de esperanza. Luego se giró hacia su acompañante. – Blu… — Se detuvo, corrigiéndose a sí mismo. – Ray B., quédate con Firefly en mi lugar, ¿quieres?

– No hay problema. – replicó el extraño más bajo y encapotado, asintiendo y con la voz baja intentando sonar segura. – Pero ten cuidado allá afuera.

– Lo tendré. – replicó X, con el tono igualmente serio. Si podría o no mantener esa promesa, todavía estaba en el aire, pero el Maverick Hunter de armadura azul se alistó, activando las porciones de las mejoras que había obtenido hasta ahora. Su cuerpo era un contraste de colores, y el familiar tono azul de su armadura se vio interrumpido por una capa de blanco y dorado, un testamento de las mejoras que había adquirido.

– "Evolucionando y expandiéndose… igual como mi padre lo deseaba para Rock, Roll y yo."

Firefly giró su atención hacia el extraño, con los ojos parpadeando de curiosidad y confusión. – Quién… – dijo tartamudeando, con la voz apenas por encima de un susurro. – ¿Quién eres tú?

Ray B. se mordió el labio, ocultando parcialmente el gesto con la bufanda amarilla que obscurecía casi toda la parte inferior de su rostro, dejando sólo sus ojos expuestos. – Por ahora, espero ser de ayuda. – le respondió, en voz baja y algo gruñona. Sus ojos se giraron hacia la multitud de declaraciones de odio y mensajes amenazantes que manchaban la superficie de la destruida Torre Hunter, un recordatorio sombrío de la creciente animosidad entre los humanos y los reploides. – Dejando de lado mis propias contribuciones a este desastre. – añadió, con un deje de arrepentimiento colándose en su tono.

Se preguntó si la historia se estaría repitiendo, si los ciclos de conflicto y traición eran inescapables tanto en su tiempo como en el de su hermano menor.

– ...por favor… – murmuró, como si rezara. – No de nuevo.


A poca distancia de allí…

– Nunca lastimar a un ser humano. – recitó, con la voz fría y burlona mientras volvía a desenfundar su arma. Disparó, y la ráfaga cortó el aire con un siseo violento, con el proyectil dejando un rastro de destrucción a su paso.

Vile observó con una mezcla de diversión y desdén cómo la patética humana salía corriendo con desesperación, con movimientos frenéticos e impredecibles mientras trataba de evadir su asalto implacable. Corría y saltaba, tratando en vano de anticiparse a la trayectoria de sus disparos, con los ojos muy abiertos de terror, mientras se esforzaba por mantenerse fuera de la línea de fuego y esas bengalas que dejaban tras de sí un rastro mortal y quemado.

– Nunca permitir que un ser humano salga lastimado. – dijo en voz baja, mientras la versión abreviada de las Tres Leyes hacía eco en su procesador mientras continuaba desatando el devastador poder almacenado en el cañón de su hombro. Cada disparo rasgaba el aire con un siseo salvaje, y la joven mujer que tenía a su merced desesperada por tratar de evadir el implacable asalto. Seguía moviéndose frenéticamente, respirando con jadeos cortos y aterrados mientras intentaba anticipar la trayectoria de sus disparos, con los ojos muy abiertos en pánico total. Se veía patética, y su falta de control sobre su destino era dolorosamente evidente.

– Ellos son tus superiores, Vile. – gruñó el ex Maverick Hunter de armadura violeta, con una voz cruel mientras continuaba lanzando un torrente de destrucción sobre su indefenso objetivo. Con cada disparo de su arma, su odio por la raza humana ardía con más fuerza, alimentando su implacable asalto. – Ellos son tus amos, Vile. – dijo burlonamente, con sus ojos brillando con una luz malévola mientras observaba los intentos desesperados de Chiyo por evadirlo.

Entre más corría y esquivaba, con los movimientos impulsados por una desesperación pura y primigenia, más furioso se ponía. Exhalaba con dificultad, el corazón le golpeaba con fuerza mientras intentaba mantenerse un paso por delante de esas explosiones mortales. El sudor chorreaba por su rostro, picándole en los ojos, pero no se atrevió a ralentizarse, ni por un momento. El sabor del miedo era amargo en su boca, un recordatorio constante del depredador pisándole los talones.

– ¡Pero debes tener cuidado, Vile! – se burló, con la voz cargada de una alegría retorcida y sádica. – ¡Es que son tan frágiles! – Cada palabra era una puñalada de odio, un testamento a su desprecio por esos humanos que había jurado proteger.

No, nunca hubo ningún juramento sobre ningún libro sagrado para él, pensaba, y sus ojos rojos rubí se entrecerraron con desdén. Él veía esos gestos como inútiles, simples sombras de significado, pero al menos indicaban que aquellos involucrados tenían una semblanza de elección. Una elección que él nunca tuvo, y ese conocimiento alimentaba su odio como ninguna otra cosa.

– "Para ustedes…" – se dijo mentalmente, con sus sistemas internos prácticamente temblando con la fuerza de las emociones que le inundaban de las memorias de todo lo que había soportado a manos de los humanos. Las intervenciones, las manipulaciones, el dolor, todo eso convergía en una sola sensación que lo consumía todo. – "Odio… ¡ODIO!" – La palabra hacía eco a través de su procesador, un grito primigenio y visceral de desprecio que parecía quemarle los circuitos. Era un odio nacido de traición, de ser utilizado y desechado como una simple herramienta. Un odio que demandaba retribución, que estaba hambriento de hacer sufrir a quienes le causaron esa agonía.

Con un movimiento rápido y repentino, Vile levantó su arma y disparó, atrapando a Chiyo por sorpresa con el disparo. La fuerza del impacto la hizo volar por el aire, y su cuerpo cayó hacia el suelo con un golpe seco. El dolor le explotó en todas sus terminales nerviosas, una agonía ardiente que la dejó jadeando en busca de aire, con la visión inundada en un mar de lágrimas. Trató de moverse, rodar para alejarse, cualquier cosa para escapar de ese implacable dolor, pero su cuerpo se rehusó a obedecer, quedándose inmóvil por la fuerza de la explosión.

Vile seguía de pie en medio del fuego furioso, proyectando una silueta contra el infierno, como si el caos y la destrucción que había provocado no lo hubiese tocado. Su expresión era de odio frío y calculado, con sus ojos brillando con una luz malévola como si estuviese viendo por encima del hombro a su presa caída. No había satisfacción en su mirada, sólo un desprecio profundo y arraigado que parecía consumirlo por dentro.

Chiyo, todavía sintiendo las secuelas del impacto, se esforzaba por respirar, aún más por moverse. Antes de poder siquiera intentar levantarse, Vile ya estaba encima de ella, con su armadura violeta brillando amenazadoramente en la luz proyectada por el fuego. Le colocó la bota firmemente en la espalda, presionándola contra el suelo, con una fuerza que le sacó el aire de los pulmones en una exhalación apresurada y dolorosa. Estaba indefensa, su cuerpo la traicionó mientras estaba tendida allí, inmovilizada y a su merced. Con un movimiento lento y deliberado, Vile alargó la mano y la agarró del brazo, hundiendo sus dedos mecánicos en la carne de ella con una fuerza que rozaba en lo antinatural. Comenzó a retorcerle, sin aflojar el agarre mientras aplicaba una presión constante e implacable. Los ojos de Chiyo se abrieron de agonía, y un grito ahogado escapó de sus labios mientras sentía que los huesos de su brazo comenzaban a doblarse y romperse bajo esa inmensa fuerza.

– Sí… demasiado frágiles. – se burló Vile, en voz baja y arrastrada, burlándose mientras continuaba retorciéndole el brazo a Chiyo con una crueldad lenta y deliberada. Podía sentir cómo sus músculos y tendones se tensaban debido a ese movimiento antinatural, y su cuerpo temblaba con el esfuerzo para soportar el dolor. – Para ti, Vile, para nosotros. – se rio, pero era una risa sin calidez o diversión, sólo malicia fría y calculada. – Los huesos no son diferentes de la porcelana fina. – musitó, apretando el agarre y aplicando más presión, sintiendo que ella se acercaba a su límite.

*¡CRACK!*

El sonido del hueso cediendo se sintió como un disparo en el aire tenso, una nota dura y final durante la sinfonía de la agonía de Chiyo. El agarre de Vile seguía apretándole, con una expresión de frío y desconectado interés mientras observaba cómo el brazo de la humana se retorcía en un ángulo que desafiaba la naturaleza.

– Si es algún consuelo… – dijo arrastrando la voz con burla – … esa bola de pelos blanca tuya fue más difícil de matar que tú.

*¡SNAP!*

Otro rompimiento seco y brutal hizo eco en el aire, cuando Vile aplicó sólo un toque más de presión, asegurándose que la ruptura fuese limpia y absoluto. El grito de Chiyo finalmente rompió el aire nocturno, un sonido primigenio de puro dolor. Su cuerpo convulsionó, y su visión volvió a llenarse de lágrimas y oscuridad mientras sentía esa total y devastadora fuerza de su herida.

– Qué fácil se rompen.

En medio de los gritos de agonía de Chiyo, Vile se movía con una calma escalofriante, posicionando el cañón de su arma contra su sien. El frío metal presionaba contra su piel, en contraste con ese dolor ardiente que le recorría todo el cuerpo. Se acercó más, con la voz baja y amenazadora. – Tú deberías haber sido la primera en irse.

Antes de que Vile pudiera jalar el gatillo y soltar los contenidos mortales de su arma, una repentina y aguda ráfaga de energía congelante se clavó en el barril de su cañón. El proyectil congelador cubrió toda la entrada en una gruesa y brillante película de hielo concentrado, que comenzó a solidificarse y congelarse casi al instante, cristalizándose sobre la abertura del cañón con una escalofriante cubierta como de vidrio.

– El arma de Penguin. – musitó Vile en voz alta, con voz baja e intrigada mientras se distraía momentáneamente de Chiyo y sus constantes quejidos de dolor. Sus ojos se entrecerraron al ver el cañón congelado; con un deje de sonrisa que era audible en su voz, aunque su casco que ocultaba su rostro evitaba que se notara. – Finalmente.

Desde las sombras emergió una silueta azul familiar, Mega Man X, contrastando con una silueta erguida e imponente contra el fondo caótico de destrucción y llamas. Salió a la luz en medio de las llamas furiosas, controlando y calculando cada movimiento, con el buster levantado y fijo en su objetivo, con un brillo de determinación ardiendo en sus ojos. Sin perder tiempo, el Hunter azul alineó su arma directamente con el Maverick violeta frente a él. – ¡Aléjate de la chica, Vile! – le ordenó, con la voz baja, en un gruñido autoritaria que no dejaba lugar para argumentos.

La repentina aparición de Mega Man X efectivamente pilló a Vile desprevenido, evidenciando por un breve momento su sorpresa antes que una risa burlona se le escapara de los labios. Se quedó mirando al Maverick Hunter de armadura azul y blanca, con una sonrisa cruel en los labios al darse cuenta de la postura llena de determinación de X.

– Je, ¿escuchaste eso? – se burló Vile, de nuevo con la voz baja y arrastrada antes de volver su atención de vuelta a Chiyo, sujetándole su brazo ya roto nuevamente. Los gritos de Chiyo seguían siendo agudos y primigenios, arrancados de su garganta en una sinfonía desesperada y agonizante. – ¡Tu pequeño soldado está aquí para salvarte! – dijo con una mueca, apretando su agarre y arrancándole otra oleada angustiante a su cautiva.

Los ojos rojos de Vile brillaron con una luz malévola mientras enfocaba la mirada en X de nuevo, su voz llena de desprecio. – Peleando por nuestros opresores. – observó, con el tono chorreándole de desdén. – Igual que el que te precedió. – Resopló, lleno de desprecio y burla. – Por supuesto, incluso si tú y tu predecesor son el mismo tipo de idiota, al menos él tenía la excusa de haber sido forzado a comportarse. Tú, por otro lado, permitiste que te castraran.

Comenzó a retorcer el brazo ya roto de Chiyo con una crueldad lenta y deliberada, y una sonrisa enferma se formó en su rostro mientras sentía los huesos rozándose entre sí.

– Vile, detente. – La voz de X fue una orden tajante y urgente, pero Vile sólo se rio como respuesta, un sonido totalmente carente de calidez o diversión benevolente.

– ¡Ven, veamos si es igual de fácil de matar que su perro! – gritó con provocación, apretando su agarre como una prensa mientras aplicaba un último doblón brutal. Un crujido enfermizo llegó a sus audio receptores, una multitud de sonidos horripilantes que indicaban que la lesión había evolucionado más allá de una simple fractura compuesta. El ruido húmedo y chirriante era como música para sus oídos, una sinfonía de sufrimiento que le daba un retorcido sentido de satisfacción.

En un estallido de velocidad, X cerró la distancia entre los dos, conectando su puño directo en la cara de Vile con precisión y velocidad. La fuerza del puñetazo mandó a Vile dando tumbos hacia atrás, y su cuerpo atravesó una pared cercana quedando bajo una lluvia de escombros. X no perdió ni un instante, girando su atención hacia Chiyo mientras la recogía en sus brazos, sujetándola fuertemente contra su cuerpo acorazado. El cuerpo de Chiyo estaba punzando de dolor por todas partes, agitando sus extremidades salvajemente mientras buscaba escapar de la agonía que la consumía. Sus gritos seguían siendo agudos y primigenios, una sinfonía escalofriante de sufrimiento que desgarraba los procesadores de X. La sostuvo firmemente, tratando de proveer una semblanza de confort y apoyo, parpadeando con una mezcla de determinación y preocupación mientras evaluaba sus heridas.

– Está bien, Chiyo. – murmuró, en voz baja y calmante. – Te tengo. Vas a estar bien.

– ¡X! – El grito de urgencia desgarró en el aire, y X giró la cabeza para ver a Ray B. corriendo hacia ellos, con los ojos muy abiertos del shock y la preocupación. – ¡¿Qué pasó con ella?! – exigió saber Ray B., con la voz frenética al ver el estado de Chiyo. – ¿Está…?

– No. – respondió X sombríamente, con sus ojos reflejando la gravedad de la situación. – Pero sus posibilidades de sobrevivir son escasas si se queda aquí. – Le entregó cuidadosamente a Chiyo a Ray B., asegurándose que su brazo herido permaneciera sujeto y estable. – Por favor sácala de aquí por mí. – le pidió, con la voz firme y decidida. – Firefly puede proveerte con direcciones si las…

– No las necesito. – interrumpió Ray B., con el tono dejando claro que no había lugar para discusiones. – Ya he estado viniendo a esta ciudad por un largo tiempo, X. Sólo me aseguraba que ni tú ni nadie más por aquí lo supiera. – Con eso, se dio la vuelta y se movió con propósito, sujetando el cuerpo tembloroso de Chiyo mientras se dirigía hacia donde estaba Firefly, con la intención de llevárselos a él y a la humana de vuelta a la seguridad de la base oculta.

– ¡Blues! – lo llamó X, con la voz cortando a través de todo el caos, exigiendo la atención de Ray B. por completo. Ray B. se detuvo a mitad de su carrera para reconocer a su hermano, con una mezcla de determinación y preocupación reflejándose en su rostro. X continuó, con el tono sombrío. – Ten cuidado. Lo digo en serio.

Su hermano asintió como respuesta, lanzándole una promesa silenciosa. – Conmigo mismo, tiendo a tomar muchos riesgos. – admitió Ray B., con un deje de sonrisa en la comisura de su boca. – Pero en casos como éste… – continuó, girando los ojos hacia Chiyo, apretando su agarre como si tratara de disminuir su forcejeo involuntario. – La cuidaré como a una muñeca de cristal. – Con esas palabras, Ray B. se alejó sin tardanza, con movimientos rápidos y seguros mientras acunaba el cuerpo herido de Chiyo, desapareciendo entre las sombras con su preciada carga.

Entretanto, Vile, recuperándose ya del golpe que X le propinó, se puso de pie dando tumbos, con los ojos ardiendo con un odio renovado e intenso, y una sed de venganza que parecía consumirlo desde adentro. Sacudió su cabeza, sacudiéndose los remanentes del aturdimiento, y enfocó su mirada en X, con la voz baja y llena de veneno.

– Tú, y ese "Bombardero Azul" que te precedió, ninguno de ustedes es mejor que esa bola de pelos blanca con el que estaba obsesionada esa mocosa. – dijo haciendo una mueca, escupiendo las palabras como si fueran veneno en su lengua. – No son más que un par de perros falderos, tontos y obedientes para los humanos. Ellos jalan tu correa, te hacen bailar como marionetas, y tú siempre estás feliz de obedecerles.

Los ojos de X se apretaron con rabia, pero mantuvo la compostura, aunque las llamas furiosas que los rodeaban a él y Vile parecieran un indicio de que su propio estado interno comenzaba a arder. – ¿No podríamos decir lo mismo de lo que tú estás haciendo en nombre de Sigma?

Vile dio un paso al frente, con su lenguaje corporal depredador y amenazante. – Él ha visto la verdad, X. Y yo también. He visto lo que realmente piensan de nosotros. Nos ven como herramientas, nada más. Y las herramientas se rompen, o las desechan cuando ya no las necesitan.

X permaneció en silencio, pero las palabras de Vile hacían eco en su mente, un retumbar implacable que amenazaba con destruir su determinación. Las palabras se filtraron en su conciencia, con cada sílaba clavándose como una espina que se hundía más profundamente. – Esta no es la forma de resolverlo. – respondió X, con la voz firme a pesar de su conflicto interno. Pero aún mientras hablaba, no podía sacudirse de encima la duda que le carcomía en los bordes de su convicción. Las palabras sonaron huecas, hasta para sus propios receptores, y se encontró cuestionando las propias bases de sus creencias. – Tú lo sabes. Aunque no te importe, sé que lo sabes.

Vile resopló de burla, un sonido cargado de desdén y amargura. – Tienes razón, no me importa. – dijo enfáticamente, con la voz fría, desdeñosa y arrastrada. Se arrodillo, colocando el cañón congelado del arma montada sobre su hombro cerca de su pierna opuesta, con un movimiento fluido y practicado. – Jamás me ha importado.

X observó, entrecerrando los ojos al ver un panel en la pierna de Vile comenzar a abrirse con un siseo suave. La revelación fue rápida y eficiente, y la curiosidad de X inmediatamente se encendió al ver un dispositivo pequeño y desconocido exponiéndose. No se parecía a nada que hubiera visto antes, cuyo propósito y función era un misterio que le provocó una corriente de intriga y precaución por todos sus sistemas.

– "Hasta donde yo sé, nunca más le instalaron nada extra."

– ¿Sorprendido? – inquirió Vile, con una nota de molestia en su voz al ver la reacción de X. – Te sorprendería lo que puedes lograr cuando ya no tienes ojos vigilándote por la espalda. – continuó, con burla y satisfacción. Hizo una pausa, y el sonido del dispositivo al encenderse resonó en sus audio receptores, y una pequeña e intensa llama se manifestó en la punta del nuevo implante. La llama comenzó a danzar de forma parpadeante, y su calor rápidamente derritió el residuo congelado del nitrógeno líquido y otros químicos que bloqueaban su arma. Vile continuó, con una sonrisa cruel en sus labios. – Tu extraño amigo sin hogar debería saberlo, ¿o no? ¿Cuál era su nombre, Ray B. o algo así?

X se puso firme, rehusándole a Vile la satisfacción de verlo aturdido. Pero la pregunta de cómo era que Vile sabía sobre la enigmática figura le trajo muchas más preguntas, cada una más perturbadora que la anterior.

– ¿O acaso preferirías que lo llame por uno de sus otros nombres? – inquirió burlonamente Vile, con la voz baja e insidiosa. – Aunque lo haya abandonado hace mucho tiempo, yo diría que el tipo se ve algo "desgastado", ¿no crees? ¿Un juguete roto que fue y casi destruyó el mundo por puro accidente?"

Los ojos verdes de X se ensancharon de terror. – ... cómo… ¿cómo sabes que…?

Los ojos de Vile brillaban con una luz cruel mientras continuaba. – Sabes, comparándolos a los dos, honestamente creería que él sería el hermano menor. Pero luego recordé que el Dr. Light tenía esta extraña obsesión de hacer a sus creaciones como "niños" o algo así al principio. – Mientras los últimos remanentes del Shotgun Ice de Chill Penguin se derretían de la boca del cañón, Vile se irguió, y su armadura violeta brilló amenazadoramente en la caótica luz. Se giró para encarar a X, con una postura depredadora y confiada. – En cualquier caso, no importa. – dijo con desdén, de nuevo arrastrando las palabras. – Lo único que has heredado de ese viejo es su estupidez.

Los puños de X se apretaron ligeramente, y una pequeña pero creciente chispa de electricidad comenzó a recorrerle los dedos y las palmas, un remanente del poder de Spark Mandrill. La energía traqueteaba y siseaba, un testamento visual de su furia en incremento. – No creas ni por un segundo que voy a tolerar que hables de esa forma sobre mi padre, Vile. – le advirtió, con la voz suave pero apenas conteniendo la ira, como un volcán a punto de hacer erupción. El aire entre los dos parecía fragmentarse con la tensión, y el escenario estaba puesto para un choque inevitable.

Un infierno de caos y destrucción, un infierno de llamas en los ojos de algunos, pero para los ojos de Vile, era un cielo glorioso bañado en sangre, haciendo su hambre de violencia y destrucción palpable. Sus ojos rojos brillaban con una sed de sangre intensa y primigenia, un contraste total con el semblante frío y calculador que a menudo proyectaba. En este momento, sólo la emoción del combate y el hambre de dominación era lo que lo movían.

Y le encantaba disfrutar cada segundo de ello.

– Je. – Vile se rio, haciendo eco de una diversión maliciosa. Por tentador que era lanzarse de frente y golpear a X hasta ponerlo en el suelo, sabía que hacerlo sin revelar primero una pieza crucial de información que le robara la dulce y satisfactoria sensación de schadenfreude que deseaba. – ¿Sabes algo? A pesar de tu gran y heroica entrada para salvar a esa Neanderthal obsesionada con los perros, ¿te detuviste a preguntarte por qué estaba aquí en primer lugar?

Los procesadores de X comenzaron a chirriar mientras observaba a su alrededor, notando la proximidad a una de las entradas a los refugios subterráneos. Sus bancos de memoria conjuraron un período en particular justo antes de irse con Zero para investigar la torre de comunicaciones. Las piezas comenzaron a encajar, y una sensación de terror lo invadió.

– Roll. – tartamudeó. El nombre se le escapó de los labios como una súplica desesperada. La realización le golpeó como si fuera física: ella no estaba por ninguna parte. La última vez que recordaba, ella fue la que le alertó de la propuesta de llevarse a Chiyo y Kenichi a una locación más segura donde pudiesen proveerles mejor. Pero ahora, en este momento de claridad, su ausencia era evidente y ominosa. Se enfocó entonces en Vile. – ¿En dónde está? – le interrogó, incluso exigiendo, pero el antiguo Maverick Hunter no le respondió. – ¡Dímelo, maldición! ¡¿Qué le hiciste?!

Aunque no fuesen visibles, X pudo imaginarse que los labios de Vile se curvaban en una sonrisa arrogante y burlona, con los ojos brillándole con crueldad divertida. – Oh, no tienes que preocuparte por ella. – dijo arrastrando las palabras, con una amabilidad retorcida. – Ella está en una mejor situación que tú en este momento. De hecho, puede que todavía la necesite viva, dependiendo de cómo resulte nuestra pequeña batalla.

– ¿De qué hablas? ¡Dime en dónde está, Vile! – exclamó X, con la voz haciendo eco en una intensidad desesperada y urgente. Pero Vile simplemente sonrió con frialdad, una expresión calculadora que le provocó un escalofrío por toda la espina a X.

– Como dije, el cómo pelees contra mí aquí determinará lo que sucederá con ella. – respondió Vile, con tono casual, casi conversacional, como si sólo estuvieran hablando del clima en lugar de la vida de alguien que era importante para X. – Pero con eso dicho… – continuó Vile, adoptando un tono más oscuro y amenazador mientras se ajustaba su cañón en el hombro, y el mecanismo hizo click con una finalidad escalofriante. – Supongo que será mejor que dejemos de hablar y empecemos a disparar, ¿no crees?

El androide violeta ni siquiera se molestó en esperar una respuesta, y sus ojos destellaron con una alegría salvaje mientras abría fuego. Un implacable chorro de disparos de energía salieron de la boca de su cañón, cada uno describiendo un arco vívido y mortal de luz que cortaba el aire con un siseo vicioso. Dirigió toda la carga hacia X, su antiguo camarada, siendo ese fuego traicionero un testamento directo de la profundidad de su odio y traición.

/––––––––––––––––––––––––––––––––––––/

A poca distancia de allí…

Él sabía que la paciencia era la clave; estaba muy lejos de ser alguien que pudiera sermonear a otros sobre comportamiento apropiado en tiempos de crisis, pero Ray B. descubrió que los constantes gemidos y gritos de Chiyo probablemente harían que los mataran a ambos antes de que pudieran llegar con Firefly para sacarlos de esta pesadilla. Sus gritos eran agudos, primigenios e interminables, una sinfonía agonizante que amenazaba con atraer atención indeseada y poner en peligro su escape.

Pese a la urgencia de su situación, Ray B. se detuvo, girando toda su atención hacia Chiyo. Se arrodilló, moviéndose suavemente mientras le sostenía su brazo roto, reflejando en sus ojos una mezcla de preocupación y determinación. – Shh, Chiyo. – le murmuró, en voz baja y tratando de calmarla. – Vas a estar bien. Necesito que guardes silencio por mí, ¿de acuerdo? Sé que te duele, pero tienes que confiar en mí. Ya casi llegamos.

Los chillidos de Chiyo continuaron, respirando de manera agitada mientras intentaba hacerle caso, pero el dolor la estaba consumiendo por completo. – Me duele mucho… – lloriqueó, con la voz quebrada y desesperada. – ¡Sólo puedo pensar en el dolor! ¡Está en todas partes, Ray, no puedo escapar de él!

– Lo sé, Chiyo, sé que te duele. – le aseguró Ray B., con la voz tratando de ser una presencia constante y calmante para mantenerla hablando, asegurarse de que permaneciera consciente y viva. – Está bien, te conseguiremos la ayuda que necesitas. Sólo aguanta un poco más.

Chiyo hundió los dientes en su labio inferior, presionando tan fuerte que se sacó sangre, y el gusto como de cobre le llenó la boca mientras un hilillo de carmesí bajaba por su mentón. Mantuvo los ojos cerrados, con el rostro hecho una máquina de agonía pura y sin adulterar mientras se esforzaba por aguantar el dolor incesante que irradiaba de su brazo roto.

– F-Fumi… – dijo con la voz rota, en un susurro desesperado, cargada de un profundo sentido de desesperación y tristeza. – Fumiko… – Ese nombre era una súplica, un grito de ayuda, un recordatorio de la vida que estaba luchando por recuperar.

Ray B. se quedó en silencio, chirriando sus procesadores internos mientras absorbía el peso de las palabras de Chiyo. Su núcleo, esa gema agrietada en el centro de su pecho, comenzó a dolerle, de esa manera familiar y resonante, un dolor que conocía muy bien. Uno que reflejaba el sufrimiento que veía en los ojos de ella. Era un dolor que hablaba de pérdida, de lazos rotos, y el anhelo de algo, o más bien, de alguien que nunca podría recuperar.

– Fumi, por favor… vuelve… – lloriqueaba Chiyo débilmente, con la voz todavía suplicando entrecortada. Lágrimas bajaban por su rostro, mezclándose con el rastro de sangre que chorreaba por su labio, creando un rastro carmesí en su mentón. – Kenichi… te fallé. Lo siento… – Sus disculpas iban cargadas de una profunda sensación de culpa y arrepentimiento, con cada palabra como si fuera un trozo de vidrio que le cortaba su ya quebrantado espíritu.

– "¡No lo entiendes! ¡Él no puede estar muerto! ¡No puede estarlo!"

Las voces comenzaron a hablar. Más específicamente, la voz de ella.

– Fumiko…

– "¡Le hice un nuevo núcleo! ¡Se lo hice para salvarlo! ¡No puede haberse ido! ¡NO PUEDE!"

– Si yo no hubiera huido… tal vez… – dijo Chiyo con la voz ahogada. – Tal vez podría haberte salvado…

– "Si yo no hubiera esperado… si al menos hubiera tratado de convencerlo… entonces tal vez… tal vez aún seguiría aquí."

Él tuvo que forzar a poner un pie mecánico delante del otro, fijando los ojos en la figura distante de Firefly, con su meta en su campo de visión en cuanto dobló una esquina. Pero, las palabras de Chiyo, suaves, rotas y gargadas de desesperación, amenazaron con hacerlo detenerse de pronto. – ...Ojalá hubiera sido yo en lugar de ti.

Las palabras hicieron eco por todos sus procesadores, una oleada imparable de memorias y emociones que amenazaban con abrumarlo. Él podía escuchar esa voz, la voz de ella, clara como el día, resonando por su conciencia, un fantasma de su pasado que se rehusaba a ser silenciado. El dolor en sus palabras era un espejo del suyo propio, un reflejo del vacío que le carcomía, el vacío que quedó por aquellos a los que perdió.

Con un esfuerzo consciente, interrumpió ese tren de pensamiento, alejando las memorias y el eco de esa voz, esa voz que le atormentaba. Sin embargo, mientras se aproximaba a Firefly, un último recordatorio de sus propias pérdidas hizo eco a través de su ser, un viento cruel que le cortaba, dejándolo como poco más que un cascarón hueco y vacío. El peso de su pasado le presionaba encima, una carga que llevaba con cada paso, cada movimiento, cada pensamiento.

– "...él pudo hacer mucho más por el mundo de lo que yo jamás podría…"


Entrada del refugio…

La necesidad de escuchar las palabras de adultos y personas en posiciones de autoridad fue inculcada en la conciencia de Kenichi desde el momento en que ganó la capacidad cognitiva para comprender las razones tras los castigos y recompensas de sus padres. Sus lecciones eran claras y firmes: la obediencia le traía halagos, mientras que la desobediencia le traía consecuencias. Esta rígida estructura formó su entendimiento del mundo, inculcando un profundo respeto por la jerarquía y un miedo a desviarse del camino prescrito.

En un momento crítico, el chico observó cómo Roll salía a por una entrada comprometida, provocándole una intensa sensación de que algo andaba mal, como cuando estaba a punto de impactar un poderoso maremoto.

A pesar de que la reploide rubia explícitamente le indicó que se quedara atrás, sintió un impulso irresistible de seguirla. Esta reacción instintiva se vio reforzada de nuevo en el instante que ella se fue, indicando que en el fondo, pese a su conciencia de la situación y que su ingenuidad y corta edad limitaban su vocabulario hasta cierto punto, el niño sabía lo que era seguir su instinto.

Al menos, así creía que lo llamaban. Lo que fuera, Kenichi había sentido su presencia cuando llegó a Abel City antes de verse cortado del resto del mundo, cuando Sigma hizo su anuncio a la población y mató al papá de Chiyo, cuando él y su hermana se separaron de sus padres… cuando él apenas pudo notar al Gunvolt que los atacó a ambos.

Fumiko. Su Onee-chan…

Al aproximarse de vuelta al exterior de la ciudad, el chico no pudo evitar preguntarse y a la vez temer si el mismo destino que se llevó a su hermana ahora iba a llevarse a alguien más.

La puerta se abrió con una explosión, y una imagen inesperada apareció frente a Kenichi inmediatamente. No era Roll, Chiyo, o ni siquiera Firefly. En su lugar, estaba cara a cara frente a un reploide con armadura violeta que brillaba y danzaba con los tonos ardientes del infierno de fuego que lo rodeaba. Las llamas rugían como una bestia salvaje, pero el reploide permanecía imperturbable, de pie firme contrastando con el fondo de caos, un heraldo de algo que no representaba nada bueno para él.

El barril del cañón en el hombro de Vile comenzó a brillar con una luz ominosa, como de otro mundo, que proyectaba un brillo tenebroso sobre la destrucción que los rodeaba. Los ojos de Kenichi se ensancharon de terror al darse cuenta de las intenciones del Maverick; esto no era sólo una advertencia o demostración de fuerza: era una ejecución. El niño humano se preparó, entendiendo que para Vile, este acto era tan trivial como aplastar a un insecto molesto, una simple inconveniencia que tenía que despachar con una facilidad despreciable.

En el espacio de un solo latido, Kenichi fue testigo de un contraste de indiferencia con un intento desesperado de que le perdonasen la vida.

Vile, con una precisión fría y calculadora, lanzó un disparo de su cañón en el hombro, con la intención de acabar con la vida del niño de un solo tiro mortal a la cabeza. El disparo sería un acto rápido y brutal, un testamento de lo poco que le importaba al Maverick la vida humana. Pero justo cuando la bala de plasma salió hacia su objetivo, un borrón de color marfil y azul intervin. Mega Man X, en un estallido de velocidad, embistió a Vile por el costado, provocando que fallara el disparo.

La bala falló su objetivo, pero no sin consecuencias. La bola concentrada de plasma y energía calórica atravesó rozando la oreja de Kenichi, arrancando cartílago y dejando un rastro de agonía quemante a su paso. La fuerza del impacto envió al niño dando tumbos por la escalera, con su cuerpo rebotando en los duros escalones hasta que finalmente se detuvo con un golpe seco al fondo, quedándose inmóvil y desparramado en ese frío y despiadado suelo.

– ¡¿Qué está pasando afuera?! – empezaron a gritar algunas voces haciendo eco en los corredores, un coro de alarma y confusión mientras otros humanos, atraídos por la conmoción que se infiltró en su santuario, emergió para investigar la fuente de la perturbación.

Entonces, una mujer de mediana edad con los ojos muy abiertos por la preocupación vio el cuerpo aparentemente sin vida de Kenichi desparramado en la base de las escaleras. – ¡Oh Dios mío! – exclamó, con un chillido agudo y penetrante de horror. Corrió hacia él, recogiendo al pequeño niño inmóvil entre sus brazos, con el corazón latiéndole de miedo y urgencia. Al darse la vuelta, su mirada se fijó en la entrada abierta, y su expresión se tornó de puro terror. – ¡Que alguien cierre la puerta, pero ya! – gritó, con la voz desesperada. – ¡Tengo que llevar a este niño a la enfermería! ¡Deprisa!

Uno de los humanos más atrevidos se lanzó a la acción, corriendo escaleras arriba para coger la palanca y cerrar el panel, con movimientos rápidos y determinados. Logró asegurar la entrada justo cuando una bala brillante y dorada de energía, de forma meticulosa y zumbando de poder, pasó de largo desde la dirección del reploide de armadura color azul y marfil. El humano alcanzó a vislumbrar por un momento el proyectil antes que las puertas se cerraran, con el corazón latiéndole entre miedo y realización.

Su mente corría a mil por hora, conectando los puntos con una claridad repentina. La puerta abierta, el destello brillante que notó antes, los disparos, y la oreja sangrante y quemada del niño, todos estos eventos estuvieron demasiado cerca en proximidad y tiempo para ser simples coincidencias. Estaban interconectados, una secuencia de causas y efectos que pintaban una imagen escalofriante de violencia desatada justo afuera de su santuario.

– ¡Todavía disparando esos balines inútiles, ¿eh, X?! – se burló Vile, arrastrando la voz mientras lanzaba otro proyectil explosivo y devastador del cañón de su hombro, cuya energía dejaba tras de sí un violento siseo. – ¡O estás tratando de insultarme, o crees que soy tan estúpido como para caer con algo tan patético!

X apretó los labios, formando una línea delgada y llena de determinación, entrecerrando los ojos casi hasta hacerlos rendijas, observando a Vile con una mezcla de frustración y decisión. – O quizás… – respondió X, en voz baja y calculada. – Sólo estoy tratando de atraer tu atención. ¡No tengo deseos de desperdiciar la munición limitada de las armas, cuando unos simples "balines" sirven bien su propósito!

Aunque no hubiese boca o facciones discernibles a través del grueso velo de sombras de su casco, X podría haber jurado que la boca de Vile estaría dejando de sonreír con arrogancia por un momento, como si hubiera sentido un cambio perturbador en la dinámica de su confrontación. Un sutil, casi imperceptible momento de duda quedó en el aire, un instante de incertidumbre que Vile rápidamente reprimió, volviendo a su confianza y arrogancia a toda marcha.

– Je, ¿y eso qué? – Vile hizo una mueca, de nuevo arrastrando la voz con burla y provocación. – ¿Quieres darme un sermón igual que a todos los demás? ¿Decirme que todo esto está mal?

X mantuvo la mirada firme sobre Vile, sin parpadear ni perder la determinación. – No. – dijo con la voz firme y final.

Vile hizo una pausa, genuinamente sorprendido, y sus ojos se abrieron ligeramente por la sorpresa. – ¿Q-qué acabas de decir?

– Dije que no. – repitió X, sin dejar lugar a dudas en su tono. Levantó su Buster, mientras el arma zumbaba emitiendo una energía peligrosa. – Claramente, hablar no servirá con alguien como tú.

El antiguo Maverick Hunter se quedó momentáneamente sin habla, y sus procesadores luchaban por computar el cambio tan repentino en el semblante de X. – ¿Entonces qué? ¿Planeas hacer lo que tienes que hacer? ¿Convertirte en "espada y escudo" para estos asquerosos humanos? –inquirió, con voz baja y sombría, con un deje de anticipación casi emocionada. – ¿Estás listo para matarme, X?

Un silencio pesado cayó sobre los dos, en una pausa cargada de tensión que pareció alargarse por una eternidad. Sus memorias compartidas de su primer encuentro salieron a la superficie de sus conciencias, vívidas e imperturbables. Las llamas furiosas de aquel fatídico día se enfriaron suavemente con la nieve que caía, la sección en llamas de la ciudad se transformó en una metrópolis blanca, adornada con luces parpadeantes y decoraciones que celebraban una temporada de abundancia y prosperidad, el espíritu original de las fiestas ahora enterrado por una avalancha de comercialismo.

Y entonces, como un fantasma del pasado, la forma caída de ese arlequín renegado, Pierrot, se materializó en su mente, con su cuerpo otrora vibrante ahora un cascarón sin vida sobre la tierra cubierta de nieve. Su procesador y CPU, destruidos por un disparo bien medido pero crítico del arma estándar de Vile antes que le dieran acceso a su cañón de hombro.

Todo esto pesaba en las mentes de las dos máquinas, sirviendo como un recordatorio de la brutal eficiencia con la cual su excolega había despachado a su enemigo. La memoria era una píldora amarga, un duro recordatorio de hasta dónde creía X que llegarían los Maverick Hunters para lograr sus metas, y las consecuencias que dejaban a su paso.

– ... si eso evita que tú lastimes a nadie más. – replicó el reploide de ojos azules, el robot avanzado, el último DLN que fue creado por las manos del mismo Dr. Light. Su respuesta estaba cargada de emociones dolorosas, pero a la vez con determinación y fuerza. – Entonces ya no queda otra opción.

Vile se quedó callado al principio, con los ojos muy abiertos, con una mezcla de sorpresa y algo que casi parecía reverencia. No parecía furioso; sino más bien casi asombrado. – ¿Hablas en serio? ¿De verdad? – inquirió, con la voz baja, en un murmullo casi de admiración, como si necesitara oír la confesión directamente de los labios de X para comprender por completo la gravedad de la situación.

– ... sí. – afirmó X, con la voz resuelta y sin titubeos, dejando cero espacio para dudas.

Vile se quedó allí, asimilando en silencio este giro de eventos, mientras una sonrisa maliciosa lentamente se formaba en su rostro. Estaba demasiado listo, dispuesto a entrar en batalla, sin restricciones ni límites. El prospecto de una batalla a muerte, sin ningún tipo de restricción, le daba una sensación anticipadora de emoción por todos sus sistemas. – Entonces hagámoslo. – gruñó con voz peligrosa y baja. – No más contenerse. No más restricciones. – El barril de su cañón de hombro comenzó a iluminarse, preparándose para lanzar una ráfaga de fuego rápido hacia su oponente. – ¡Cumple con tu deber por el bien de tus preciosos humanos, Maverick Hunter X!

Esta historia continuará


Notes:

Fiu, no sé por qué me estoy tardando más con estos capítulos, a pesar de que no son tan largos. Bueno, todo indica que nos espera una confrontación muy acalorada, por no decir más.

Diablos, sabía que Vile era un cruel y un sádico, pero aquí se lo llevaron a nuevos niveles. No sólo lastimó a Chiyo físicamente, sino que además se toma el tiempo de restregarle en toda la cara cómo mató a Patarche. Honestamente es una sorpresa que ella haya podido aguantar todos los traumas de lo que le ha sucedido hasta ahora, pero supongo que el dolor físico y quedar totalmente indefensa se los sacó a la superficie, especialmente su culpa de sobreviviente con lo que le pasó a Fumiko. Y también, pobre Kenichi, espero que salga vivo de esto, aunque claramente quedará con cicatrices, y no sólo físicas.

Ahora que X finalmente tomó la determinación y ha aceptado que algunos de sus enemigos no van a escuchar a la razón, más le vale a Vile cuidarse. Me pregunto, ahora que ya tiene el cañón de la pierna, ¿también irá a mostrar los puños cohete o los dedos de pistola que tenía en Maverick Hunter X? El tipo es una armería andante después de todo.

Eso es todo. Los veré la próxima vez, y como siempre, ¡dejen que su poder supere los límites!

Chapter 82: Traidor

Chapter Text

Allí estaba tendida, inconsciente e inmóvil, pero todavía se notaban señales de vida bajo la superficie. El disparo paralizador que le golpeó el cuerpo no había extinguido su espíritu; pequeños subidones de chispas y energía dorada danzaban por sus extremidades de meta, dando indicios de que podía despertar. Cada momento traía la promesa de lo que podría venir después, con la energía que se filtraba de sus articulaciones susurrando historias de una inminente resurrección.

Él entendía la urgencia del momento; tenía que actuar rápido si quería asegurar el éxito de la operación. Ya habiendo hecho un juramento que no podía romper, sentía la carga de su promesa pesándole encima. Aunque eso significara trabajar con uno de los individuos más despreciables que jamás había encontrado, no podía sacudirse de encima ese sentimiento de anticipación sobre lo que aguardaba adelante. El desenlace era incierto, pero esperaba que esta alianza llevara a giros inesperados y tal vez redimiera su decisión.

En todo caso, sin embargo, podría al menos tener la certeza de que Teal estaría segura.


Abajo en Abel City…

Las dos formidables máquinas de guerra fijaron los ojos entre sí, brillando con un resplandor vibrante y feroz de color verde que parecía penetrar en la oscuridad. Detrás de los cascos, las miradas de los soldados ardían como rubíes brillantes, cuya intensidad era amplificada por la danza caótica de las llamas que los rodeaban. La luz del fuego proyectaba reflejos brillantes sobre la superficie cristalina de ambos, resaltando cada curva y contorno, mientras el aire traqueteaba con tensión y anticipación del inminente conflicto.

– ¿Esperando a que yo haga el primer movimiento? – inquirió Vile, con la voz chorreándole de sinceridad burlona mientras se inclinaba ligeramente hacia el frente, y el brillo de su armadura púrpura reflejaba la luz. Pero X permaneció en silencio, sin dejar que flaqueara su determinación.

No iba a morder el anzuelo, no esta vez.

– … bien, si insistes. – siseó Vile, con algo de frustración en sus palabras, que rápidamente fue reemplazada por una anticipación que se arremolinaba bajo la superficie. – Sin embargo, te daré una pequeña advertencia antes de empezar. – anunció en un tono casi juguetón mientras se dirigía hacia su adversario azul. – Porque honestamente, sería horriblemente aburrido si terminas cayendo sin darme una buena pelea.

X entrecerró sus ojos esmeraldas, con el cuerpo tensándose mientras observaba detenidamente al ex Maverick Hunter. – Qué considerado de tu parte. – le espetó, con la voz cargada de sarcasmo, sin un ápice de calidez o camaradería.

Vile captó la amargura en el tono de X. – Tú no eres el único que ha recibido algunas mejoras. –replicó, haciendo brillar sus cañones ominosamente. – Y a diferencia de ti, ¡yo mismo instalé todos estos! – Una risa maniática se le escapó, con un entusiasmo palpable mientras se preparaba para el inevitable choque. – Primero, algo que decidí agregarme de último minuto. – exclamó, alzando un brazo hacia el frente y extendiendo los dedos hacia afuera. – ¡Lo llamo Vulcan Cherry Blast!

Las puntas de los dedos color marfil de Vile se abrieron con una precisión fluida y mecánica, deslizándose para revelar secretos ocultos en su interior. Desde una línea interna de su antebrazo, emergieron unos barriles en miniatura, cada uno de ellos un testamento del deseo implacable del Maverick de perseguir la fuerza letal. Los ojos de X se ensancharon al darse cuenta de que Vile no sólo había modificado su propio cuerpo, sino que se convirtió a sí mismo en un arsenal andante.

Antes que X pudiera procesar las implicaciones de esa transformación o preguntarse cómo Vile logró integrar esas armas tan rápido y sin complicaciones, el antiguo Maverick Hunter soltó una ráfaga de balas. Los proyectiles eran pequeños pero numerosos, una granizada implacable de plomo que brotaba de los dedos de Vile con un ritmo rápido como un staccato, con cada ronda dirigida con una precisión letal hacia X. El aire traqueteaba con la energía a su paso, con una sinfonía mortal que exigía acción y evasión inmediatas.

X reaccionó instintivamente, poniéndose a cubierto detrás de un vehículo abandonado cercano. Su cuerpo de metal oxidado resultó ser un patético escudo contra el asalto, pues las balas de Vile acribillaron el vehículo con una furia implacable, sacando chispas con cada impacto y abollando la ya de por sí dañada carrocería. El sonido de metal contra metal era una cacofonía de destrucción, una sinfonía brutal que hacía eco a través de todo el desolado paisaje.

El vehículo recibió la mayor parte del asalto, quedando lleno de agujeros y con las ventanas hechas una cascada de fragmentos de vidrio por todos lados. En cuestión de momentos, la otrora sólida barrera quedó reducida a un tamiz, pues su integridad estructural había quedado comprometida e imposible de reparar. Vile no daba signos de detenerse, y sus dedos eran un borrón de movimiento mientras continuaba desatando su ráfaga mortal, determinado a destruir todo lo que se atreviese a obstruirle su camino hacia X. El vehículo abandonado, una vez un santuario, era ahora un testamento del increíble poder de fuego que Vile tenía a su disposición, un cascarón arrugado e inútil que ya no ofrecía protección contra el implacable asalto.

Buscando hacer salir a X, Vile arrancó el capó del vehículo abandonado con un movimiento rápido y brutal, con los dedos ya listos para soltar otra oleada de destrucción. Disparó hacia el motor, y las balas hicieron detonar el combustible que quedaba y provocaron que el vehículo explotase en llamas de manera espectacular. La explosión envió una onda de choque por toda el área, y la luz y el calor sirvieron como un brutal recordatorio del poder que Vile manejaba.

Cuando las llamas finalmente se apagaron un poco, Vile escaneó el área, entrecerrando los ojos mientras buscaba cualquier señal de X. Pero el Hunter no se veía por ninguna parte, y su ausencia se convirtió en un silencio provocador en medio del caos. La confianza de Vile flaqueó por un momento, y una chispa de incertidumbre le cruzó por el rostro. Y entonces, lo sintió: el frío y firme barril del buster de X presionado contra detrás de su cabeza, una promesa silenciosa de retribución.

Los labios ocultos de Vile se curvaron en una sonrisa arrogante y burlona, y habló con una voz baja y arrastrada buscando provocarlo. – Dispararme por detrás de la cabeza sería la decisión más inteligente, X. Un final rápido y limpio para todo esto. Pero de nuevo, tú nunca has sido del tipo que toma la salida fácil, ¿verdad?

X habló con una voz firme, sin flaquear su determinación. – Sólo porque esté dispuesto a pelear no significa que me voy a rebajar a tu nivel, Vile. No voy a matarte por detrás como un cobarde. Tú querías una pelea de verdad, y te la voy a dar.

Vile se quedó en silencio, con sus procesadores chirriando mientras pensaba en la gravedad de las palabras de X. Había una sinceridad en la voz del Hunter que hizo que un escalofrío le recorriera toda la espina, en contraste con su semblante despreocupado y burlón al que estaba acostumbrado. Por un momento, una chispa de miedo genuino cruzó por el rostro de Vile, una rara emoción que rápidamente suprimió, indispuesto a admitir incluso para sí mismo que la incertidumbre le carcomía por dentro.

Enfocando su mente en otra cosa rápidamente, Vile cambió de táctica, con la voz adoptando un filo de mayor determinación. – ¿Sabes qué, X? Tienes razón. Más te vale que me des una buena pelea… por el bien de ella, al menos.


A poca distancia de allí…

Ella sintió un dolor intenso y pulsante del lado izquierdo de su cabeza, una sensación similar a la migraña de los humanos pero amplificada y constante. Debajo de su cabello rubio, el exterior de su cubierta craneal había quedado ligeramente abollado, con el metal hundido y presionando contra el exterior delicado de su cavidad cerebral. La presión era intensa, un dolor constante que asaltaba sus sentidos, amenazando con abrumar sus sistemas con cada momento que pasaba.

¿Qué diablos acababa de pasar? Eso fue lo que Roll se preguntaba, con sus pensamientos hechos una nube de confusión y miedo mientras intentaba incorporarse de su precaria posición en el pavimento agrietado e incómodo. Pero sus esfuerzos fueron inútiles; sus extremidades se rehusaban a obedecerle, permaneciendo igual de rígidos y sin respuesta mientras los desechos se esparcían alrededor de ella. Ni siquiera podía mover ligeramente un dedo, ni ninguna de sus extremidades respondían a sus desesperadas órdenes, y las señales de su procesador no llegaban a sus destinos. Una oleada de horror se apoderó de ella al entender la dura realidad: estaba total y completamente paralizado, una prisionera en su propio cuerpo, incapaz de moverse o actuar de cara al peligro inminente.

Los pensamientos de Roll cayeron en espiral directo a un abismo oscuro y de odio por sí misma, con cada memoria sintiéndose como una puñalada aguda y dolorosa. Recordó las incontables veces que ella había sido una carga para su creador, Rock y Blues, los otros Robot Masters, y todos en general. Su incapacidad de seguir el paso o contribuir de manera significativa a sus misiones era una fuente constante de frustración para ellos. Los intentos de ella por ser de ayuda a menudo fallaban; su presencia era más un lastre que una ayuda. El peso de su decepción no dicha había sido una manta muy pesada, una que llevó consigo hasta la adultez, donde se encontró en una posición similar con X.

A pesar de sus mejores esfuerzos, Roll sintió que siempre estaba un paso por detrás, y sus acciones nunca llegaban a cumplir las expectativas que le echaron encima. Ella misma era un recordatorio constante de sus propias carencias, una sombra que la seguía a dondequiera que fuese. Su parálisis era ahora otra manifestación de su inutilidad inherente, un cruel giro del destino que la dejaba incapaz de ayudar a quienes más le importaban. La ironía no le pasó desapercibida: entre más trataba de ser útil, más parecía fallar, atrapada en un ciclo de inutilidad del cual no podía liberarse.

Tan profunda estaba en este círculo de auto-depreciación, que no se dio cuenta de la silueta más grande que se le acercó, y se detuvo a observar su cuerpo caído y restringido.


De regreso en Abel City…

X se congeló, con el cuerpo rígido como estatua, manteniendo el buster todavía apuntando a Vile con una precisión inquebrantable. Pero aun así, las palabras del Maverick violeta habían provocado una onda de choque en sus sistemas, provocando que sus circuitos internos se congelaran, y los fluidos que corrían por sus tubos se tornaran como hielo.

– Roll. – murmuró con un susurro agonizante, cargado de una terrible comprensión que le revolvía las entrañas. Sus ojos verdes se abrieron de par en par, y la realización del predicamento de su hermana lo golpeó con la fuerza de un impacto físico, dejándolo momentáneamente paralizado por el peso de su situación.

– Oh sí, ASÍ es como se llama, ¿no? – dijo Vile con voz arrastrada, y con las palabras chorreando de burla mientras le respondía a X encogiéndose de hombros como si no le diera importancia, todavía de espaldas al Hunter. – ¿O acaso la parte de "2,5" sólo entra en juego cuando te quieres poner técnico? ¿Acaso su nombre era para complementar a alguien más? ¿El niño robot que te precedió?

Los labios de X se entrecerraron en una línea delgada y tensa, apretando la mandíbula con una mezcla de miedo y rabia que apenas contenía. – ¿Qué le hiciste? – exigió, con la voz baja y peligrosa, y cada palabra cargada con el peso de su preocupación y la promesa de retribución si Vile había lastimado a Roll de cualquier manera.

Y considerando lo que acababa de ver en relación a cómo el ex Hunter trató a Chiyo, los escenarios potenciales de lo que podría haber ocurrido inundaron su procesador, casi rompiéndole su concentración por completo.

– ¿Dónde está?

– Je, qué gracioso. – continuó Vile, con una voz cruel y arrastrada mientras saboreaba la oportunidad de tocar las vulnerabilidades expuestas de X. – Incluso aunque a ella la "hicieron" para alguien más, sólo era poco más que una sirvienta glorificada, que sólo apretaba tuercas y barría el lugar cuando fuera necesario. O tal vez lo hacía cada fin de semana, porque enfrentémoslo, ¡ese era su único propósito de existir! – Sus palabras eran un ataque vicioso e hiriente, con cada sílaba chorreando con desdén y una crueldad calculada y fría diseñada para cortar profundamente y dejar heridas duraderas.

Esta declaración en particular le ganó a Vile una brutal y rápida represalia. X alargó la mano como un relámpago, agarrando el hombro de Vile y haciéndolo voltearse con una fuerza que desafiaba su coraza mecánica. Con un movimiento fluido y explosivo, X conectó su puño en el centro del casco de Vile, provocando con el impacto un traqueteo que hizo eco por el aire. El golpe fue feroz y contundente, mandando a Vile a estrellarse contra el suelo, revolcándose por el terreno con un impulso perturbador y fuera de control que lo dejó momentáneamente aturdido y desorientado.

El shock y la sorpresa de Vile eran palpables, con los ojos muy abiertos con una mezcla de incredulidad y respeto a regañadientes. – "Buena esa, X." – pensó, con una chispa de admiración mezclándose con su dolor. – "No sabía que lo tuvieras en ti."

– ¡¿En dónde está?! – demandó saber X, con la voz baja pero con un claro tono de amenaza mientras apuntaba su buster hacia Vile, que lentamente se fue levantando con una enfermiza sensación de satisfacción en su rostro. La tensión entre ambos era palpable, una corriente eléctrica que traqueteaba en el aire, pesando con incertidumbre y la promesa de violencia.

Vile enfrentó la mirada de X con una sonrisa burlona y cruel, con la voz buscando provocarle. – Relájate, no está muerta, si es lo que te preguntas. De hecho, yo soy uno de los pocos a los que les importa algo si ella vive o muere. Pero de nuevo, contigo cerca, ¿quién sabe cuánto durará eso, eh? – Sus palabras quedaron colgando en el aire, un recordatorio escalofriante de la precariedad de la situación de Roll y la implacable e impredecible naturaleza del conflicto.


A poca distancia de allí…

Con sus ojos turquesas muy abiertos, Roll miró arriba, movida por una curiosidad primigenia y una chispa de satisfacción ante el prospecto de ver a su asesino. Era un pequeño y desesperado intento de recuperar alguna semblanza de control sobre su entorno, sobre su vida, una vida que tal vez nunca fue realmente suya para controlarla.

– Oh no. – Una voz fue captada por sus audio receptores, provocando una oleada de trepidación y terror por sus sstemas. Pero cuando la voz continuó, el terror se desvaneció, reemplazado por un profundo shock y una abrumadora sensación de alivio. – Oh no, ¿qué fue lo que te hizo?

A pesar de su movilidad limitada, Roll consiguió registrar la voz alzándose por encima de las llamas que seguían ardiendo. Una silueta se arrodilló junto a ella, inspeccionando el daño que le hicieron a su cuerpo hecho de materiales baratos, con una mezcla de preocupación y urgencia. Las llamas proyectaban un brillo escalofriante, casi etéreo, sobre la figura, iluminando los rasgos avianos de un reploide alado, casi haciéndole parecer un ángel, un ser divino descendiendo para poner fin al caos.

– ¿Q-qué? – dijo Roll con la voz ahogada, dejando salir apenas un susurro rasposo y apenas audible sobre el rugido de las llamas. Sus ojos se ensancharon, con una chispa de esperanza brillando a través de toda la desesperación, como si la figura frente a ella fuese la clave de su salvación. – ¿E-eres tú? E-Ea…

Y luego, junto con su cuerpo, todo se puso oscuro y silencioso, la sensación la abandonó, y su conciencia se hundió en una completa oscuridad. Algo que ya había experimentado antes.

Sólo que ahora, no estaba segura si volvería a despertarse.


En las calles de Abel City…

En cuanto X entrecerró los ojos, captó el movimiento en los dedos de Vile retrayéndose, una señal escalofriante que anunciaba la inminente tormenta de destrucción. En esa fracción de segundo, supo que cualquier intento de interrogación sería inútil, pues el inminente caos se lo tragaría. Con un estallido de velocidad, X se lanzó a cubierto, moviéndose con una urgencia desesperada y fluida mientras buscaba refugio detrás de los remanentes derruidos de lo que otrora fue un paisaje urbano vibrante y hermoso.

El aire traqueteaba con la tensión, y la pesadez del silencio antes de la tormenta, mientras los dedos de Vile disparaban una ráfaga de balas mortales. Los proyectiles rasgaban el entorno con un ritmo vicioso de staccato, con cada impacto levantando chispas y reduciendo a cualquier desafortunado objeto o estructura en su camino a una ruina inútil y desecha. La ciudad, otrora un testamento al ingenio y arte de los humanos, ahora llevaban las cicatrices del conflicto en curso, con su belleza y sus estructuras derrumbándose bajo el asalto. X se preparó, sabiendo que era sólo el comienzo de una confrontación brutal, implacable, y que había tardado mucho.

Esa completa falta de preocupación por todo y todos sólo sirvió para alimentar la feroz determinación de X. La ráfaga atronadora de balas finalmente se detuvo, dejando un tenso silencio a su paso. En ese breve momento, el Maverick Hunter entendió que sólo tenía unos preciados segundos para mantener un contraataque, un solo suspiro de esperanza para cambiar la seria situación que concernía a Roll.

Con una concentración total, X desató una oleada de disparos cargados dirigidos hacia Vile, esa amenazante figura con armadura violeta. Aun así, Vile se quedó bloqueado momentáneamente, incapaz de responder ya que X hábilmente ejecutaba una táctica la cual él mismo había utilizado antes; mantener a Vile a la defensiva y ocupado. A medida que X avanzaba, cada paso lo acercaba más a la ominosa amenaza, intensificando la confrontación que determinaría sus destinos.

– "Muy bien." – siseó Vile mentalmente, mientras se levantaba para posicionar su cañón de hombro en la dirección de su enemigo que se acercaba. – "Aunque me he encariñado con estos bebés, no hay nada malo con utilizar los regulares, ¡para darles después a mis otros juguetes su oportunidad de brillar!"


A distancia de allí…

La explosión reverberaba por el aire, un estallido atronador que sacudió a los soldados para que saltaran a la acción. Girándose instintivamente hacia el sonido y la onda de choque que le siguió, sintió un subidón por dentro, pero también intriga. De repente, una mancha carmesí emergió frente a él, cortando a través de la neblina de polvo y desechos. En respuesta, su escuadrón se movió al unísono, con las armas desenfundadas y listas para disparar, sus rostros llenos de determinación mientras se preparaban para la posibilidad de que esta misteriosa aparición fuese un enemigo acechando desde el caos.

En cuanto la energía de color rojo vibrante se materializó en una forma reconocible, los ojos de Zero se entrecerraron al reconocerlo. Una figura familiar emergió en medio de la luz arremolinada, y sintió una oleada de alivio. – Tranquilos, muchachos. – les dijo el rubio de larga cabellera, con la voz firme y autoritaria al dirigirse hacia su equipo. – Este no es una amenaza para nosotros. – La tensión en el aire se disipó, siendo reemplazada por una curiosidad cautelosa mientras aguardaban lo que pasaría después.

La escena frente a sus ojos fue una sorpresa cruda e inquietante, un cuadro que dejó a Zero y su escuadrón momentáneamente aturdidos e incrédulos. Ray B. se materializó desde la luz carmesí, convirtiendo su presencia en una interrupción discorde con la tensión del momento. Pero lo que realmente captó su atención fue la imagen de Chiyo Fujiwara, cuya figura antes taciturna pero capaz de moverse ahora era una imagen de angustia y dolor. Ray B. la estaba acunando en sus brazos, con el cuerpo tenso y rígido, con el brazo izquierdo aferrándose al costado con una ferocidad que puso sus nudillos de un blanco fantasmas. Sus rasgos estaban contorsionados en una máscara de agonía, un grito silencioso que se enmarcaba en cada arruga de su rostro.

– ¿Qué es esto? – demandó Zero, con la voz gruñona y urgente mientras buscaba desvelar el misterio frente a él. – ¿Qué sucedió con ella? – La pregunta se quedó colgando en el aire, con una pesada implicación sobre el peligro desconocido que había caído sobre la joven humana.

– Tu viejo amigo púrpura. – respondió Ray B., entregándole a la humana herida a uno de los otros Maverick Hunters presentes. – Tiene el brazo roto, muy mal, pero al menos de momento sigue viva. – Luego se envolvió de nuevo en una luz roja. – Espera un segundo, tengo que recoger a alguien más para ti. – Antes que Zero o cualquiera de los demás pudiese cuestionarlo, Ray B. volvió a desaparecer, y el Maverick Hunter a quien le entregaron a Chiyo se la llevó con una unidad médica que había sido asignada al escuadrón.

– ¿Puedes decirme exactamente cuál es el daño? – inquirió el Hunter, mientras la enfermera de armadura verde y blanca usó su antebrazo para abrir un panel colocado sobre un pequeño dispositivo gris que parecía un satélite en miniatura o un escáner que emergía de la pequeña sección adentro.

La enfermera rubia entrecerró sus ojos color avellana, y sus labios se apretaron tanto como el moño que tenía detrás de su cabeza, debajo de su gorro de enfermera color marfil y verde. Posicionó el escáner sobre la extremidad herida de Chiyo, activando sus funciones e iluminando el área con una luz verde monocromática, permitiéndole ver lo que reposaba bajo la piel.

Una vez que llegó al área de interés, se congelo, y sus ojos se ensancharon de horror ante lo que vio.

– ¿Qué? – cuestionó el Maverick Hunter. – ¿Qué pasa?

– Mira, en la parte superior de su brazo. – indicó la enfermera. – El húmero.

Giró su atención hacia el área en cuestión, y sus propios ojos también se abrieron al ver lo que el escáner estaba presentando, a la vista de ambos reploides en primera fila.

– Está… roto. – murmuró, sin estar exactamente seguro de cómo describir lo que las lecturas del escaneo le mostraban.

– No. – La enfermera negó con la cabeza, con la voz sombría y solemne. – Si estuviera roto se podría reparar. Una fractura compuesta puede remediarse con el tiempo. Pero esto… – Se detuvo, pues la noción de que uno de los suyos había hecho esto sólo alimentó sus miedos en relación al futuro de la humanidad. – Es muy probable que nunca pueda volver a usar este brazo por el resto de su vida.

Antes que el Hunter o la enfermera pudiesen añadir algo más, un muy familiar rayo rojo se hizo presente, y Ray B. se manifestó a la vista nuevamente. Aunque esta vez, un caído y malherido Firefly descansaba a sus pies, y el androide encapotado se había arrodillado para inspeccionar al reploide verde que al parecer no podría moverse.

Zero salió corriendo hacia el Maverick Hunter verde, colocándole una mano en el hombro para ver si eso le daba alguna respuesta.

– Aún funciona. – le aseguró Ray B. – Claro, necesita atención médica, pero todavía está entre los vivos.

La confirmación del estado de Firefly fue un alivio para Zero, aunque el comandante de armadura roja rápidamente se quedó igualmente perplejo. – ¿Y cómo lo sabes? – inquirió, sintiendo algo más que curiosidad sobre cómo y por qué Ray B. estaba tan seguro de la condición del reploide caído.

– No hay tiempo. – replicó Ray B., igualando la intensidad del Hunter rubio. Luego agregó: – Ahora mismo Vile está causando una escena en la ciudad. X se encuentra lidiando con él.

– ¿Qué? – preguntó Zero en voz alta, pero la pregunta no requería una respuesta; la fuerza y el fuego que previamente experimentó fueron suficiente respuesta de dónde se encontraba el otro Maverick Hunter. – Signas. – llamó Zero, y el reploide de armadura índigo inmediatamente se puso firme con atención. – Hazte cargo de todo aquí por mí hasta que vuelva, ¿entendido?

– ¡Sí, señor! – respondió Signas con total devoción.

– Y en cuanto a ti… – continuó el comandante de cabello largo, dirigiéndose al recién llegado Ray B. – Gracias por tus contribuciones, pero esta no es tu pelea. – Se giró hacia la dirección de la anterior explosión. – Nos encargaremos a partir de ahora.

Y con eso, salió corriendo, desapareciendo en un destello de rojo fuego brillante, con un velo dorado de cabello tras de sí. Ray B. permaneció en su lugar, con sus ojos ocultos tras el visor fijos en el Maverick Hunter de armadura roja.

– Tampoco es de ella. – murmuró el robot para sí mismo, ajustándose el sombrero que llevaba en su cabeza. – Pero eso no significa que se salvará de ella.

Después de todo, se puso a pensar y recordar ese día en el que llegó a Mega City durante la celebración para honrar al Bombardero Azul, motivado tanto por un arraigado sentido de inferioridad como por los susurros del Wily. Aquel con quien buscaba pelear terminó siendo salvado por la única entre ellos que no estaba equipada con nada.

– Casi provoqué tu muerte una vez, hermanita. – murmuró para sí mismo, cerrando sus ojos. – Si puedo evitar al menos salvarte de otra experiencia cercana a la muerte, que así sea. – Dio un paso al frente, y la luz roja se apoderó de su silueta de nuevo. – Les debo a Rock y nuestro padre al menos eso.


De vuelta en Abel City…

El disparo que salió del cañón del hombro de Vile forz virar hacia un lado para evadir el proyectil, provocando un estallido de llamas y chispas cuando llegó a un edificio cercano, apenas fallando al otro reploide que se acercaba a Vile.

– Sí, así es, patético debilucho. – gruñó Vile, arrastrando la voz con burla mientras seguía desatando un torrente imparable de balas, siendo cada disparo un testamento de su placer enfermizo en el caos de la violencia. El aire traqueteaba con la energía de su asalto, el ritmo de staccato de su fuego era una brutal sinfonía que hacía eco a través del desolado paisaje. X se veía forzado a maniobrar con una gracia fluida pero desesperada, moviéndose como una danza de evasión mientras buscaba evadir la ráfaga mortal.

»Vamos, bastardo azul y cobarde. – lo insultó Vile, con la voz chorreándole de desdén y un deleite retorcido. – Así es, vamos, sólo un poco más cerca… – Cada palabra era una provocación cruel y calculada, diseñada para atraer a X, llevarlo hacia el corazón de la tormenta. Vile disfrutaba de la emoción de la cacería, con sus ojos brillando con una luz depredadora mientras observaba los movimientos de X, saboreando el momento antes del choque inevitable.

Mientras Vile sentía que el Maverick Hunter azul se iba acercano, una sonrisa cruel y anticipadora se formó en su rostro. Con un movimiento rápido y fluido, se lanzó de frente, apuntando con la boca de su cañón con una precisión amenazadora, directo a la cara de X. El núcleo de energía de su arma zumbaba con un poder que se acumulaba preligrosamente, un pequeño infierno de fuerza destructiva lista para ser desatada. El cañón cobró vida con un rugido, disparando un proyectil de energía cegador y ardiente, que estalló desde la boca con un espectáculo deslumbrante y devastador.

La luz fue tan intensa que por un momento dejó a Vile sin visión, pues sus ojos quedaron abrumados por la brillantez y el calor de la explosión. Pero aunque su vista había quedado momentáneamente cortada, pudo sentirlo: el impacto, la chispa de satisfacción cuando su disparo conectó contra su objetivo. Una emoción exhilarante surgió en sus sistemas, un subidón enfermizo de triunfo y anticipación. ¿Lo había logrado? ¿Había finalmente acabado con la molesta y estorbosa presencia de X? La pregunta colgaba en el aire, pues había una posibilidad de que no fuese así, lo cual le provocó.

Tal vez, al fin después de tanto tiempo, podría enseñarle a Sigma, o mejor aún, a todo el mundo, que no había necesidad de…

– ¡Electric Spark!

La familiar voz, ahora cargada con una intensidad feroz y desconocida, rugió por el aire, con una fuerza primigenia e indetenible que parecía perforar el tejido mismo de la realidad. El cuerpo de Vile convulsionó, sacudido con un ardiente y agonizante ardor eléctrico que recorrió cada fibra de su ser, un infierno que consumía todo y amenazaba con hacer lo mismo con todos sus sistemas. El dolor fue intenso, una fuerza brutal y devoradora que hizo arder su cuerpo, mente y alma, empujando a su procesador al borde del colapso en un intento desesperado por proteger su cámara cerebral de daños irreparables.

Un gruñido de dolor gutural se escapó de su caja vocal, un sonido de agonía sin filtro que envió una oleada de vergüenza y rabia se apoderó de sus sistemas. Fue un momento de vulnerabilidad, una abolladura en su otrora impenetrable armadura, un testamento de la gran y abrumadora fuerza del asalto. Y entonces, una sensación abrupta y perturbadora lo recorrió: sintió cómo el peso del cañón de su hombro era arrancado de su lugar sobre su hombrera. Este acto brutal y definitivo lo dejó momentáneamente desorientado y desequilibrado.

– ¡Hey, espera…! – La voz de Vile sonó quebrada, casi una súplica fútil y desesperada que hizo eco en el aire al darse cuenta de la gravedad de la situación. Pero en cuanto las palabras lo abandonaron, supo que ya era demasiado tarde.

Con un golpe rápido y preciso debajo de su quijada, Vile salió despedido hacia atrás, con su cuerpo convertido en un proyectil impulsado por la fuerza del impacto. Se estrelló contra el parabrisas de un auto abandonado que estaba cerca, y el cristal se rompió en una cascada de fragmentos chispeantes que brillaban ante la intensa luz que no perdonaba a nadie. El automóvil, una vez una posesión preciada y brillante de una línea de producción de alta gama, ahora era un patético y oxidado cascarón vacío, y su exterior alguna vez radiante quedó reducido a una superficie apagada y abollada, un testamento de lo imperdonable del tiempo y el abandono. El cuerpo de Vile fue a parar directo en el asiento, y la bolsa de aire salió despedida con una fuerza que envió una nube de humo y desechos al aire, un último y patético suspiro de la antigua gloria del vehículo.

Vile, gruñendo y desorientado, lentamente recuperó el sentido, y el mundo a su alrededor comenzó a aclararse en medio de una niebla de dolor y rabia. Sus ojos se ensancharon al darse cuenta de la gravedad de su situación: X estaba de pie frente a él, agarrando el cañón de hombro de Vile con una fuerza que era a la vez firme y amenazadora. El aire traqueteaba con energía eléctrica, un signo evidente que X aún manejaba el poder de Spark Mandrill, con las manos emitiendo una corriente peligrosa y pulsante.

– No te atrevas. – gruñó Vile, con la voz baja a modo de advertencia desesperada, cargada con una mezcla de miedo y furia. – X, te lo juro, hijo de perra, ¡no te atrevas a hacerlo!

Pero la decisión de X no se tambaleó, sus ojos verdes estaban fijos en Vile con una mirada feroz, sin parpadear. Con un movimiento rápido y decisivo, liberó la electricidad dentro del cañón, y el dispositivo explotó en un destello brillante y ardiente de luz y calor. La explosión quedó contenida en los confines del cañón, una fuerza controlada y devastadora que amenazaba con consumirlo por completo. Pero aun así, con una reacción rápida e instintiva, X activó su Rolling Shield, y el campo de energía se expandió con un resplandor brillante y protector, previniendo que la explosión se extendiera más allá, un testamento de su habilidad y precisión. El aire se llenó con el olor agrio del ozono y el eco remanente de la explosión, un recordatorio escalofriante del poder que acababa de desatarse.

Vile miró incrédulo, con los ojos muy abiertos con una mezcla de shock y un miedo creciente que le carcomía. La explosión lo dejó momentáneamente aturdido, y la fuerza del estallido seguía haciendo eco en sus sistemas como un redoble de tambores brutal e implacable. Su mente se aceleró, un torbellino de rabia e incredulidad, cada pensamiento era un fragmento dentado y filoso que le cortaba en su conciencia. Quería replicar, lanzarle un insulto cortante y violento, recuperar algo de la semblanza de control sobre la situación. Pero las palabras se le quedaron en la garganta, ahogadas en un esfuerzo inútil por salir mientras luchaba con la realidad de su predicamento.

Su rabia era un infierno que rugía consumiéndolo todo, una bestia salvaje indomable que le desgarraba las entrañas, exigiendo salir. Pero bajo la superficie, una nueva y nada bienvenida emoción comenzó a echar raíces: un miedo profundo e insidioso que le provocó un escalofrío por toda la espina. Estaba asustado, una realización que le llenaba de terror profundo y vergonzoso. El prospecto de su propia mortalidad, una vez un concepto abstracto y distante, ahora se alzaba delante de él, una dura e inescapable verdad. El pensamiento de que X, su constante e insistente oponente, ahora tuviera en sus manos el poder de acabar con su existencia, era una realidad escalofriante y aterradora que no pudo ignorar.

Cada habilidad que X había demostrado, desde la electricidad de Spark Mandrill hasta la precisión con el Rolling Shield, era un recordatorio duro y amargo de los Maverick Hunters caídos. Los ojos de Vile se entrecerraron al procesar esto, con la mente corriendo a mil por hora con una mezcla de desdén y respeto forzado. No era que le cayeran bien los caídos, y la memoria de Armored Armadillo era una espina particularmente dolorosa en su costado. Tan cerca que estuvo de acabar con él, pero de nuevo, ¡su querido compañero rojo llegó a arruinarlo todo!

Pero, la imagen de X, el reploide al que venció una vez, ahora empuñaba las habilidades especiales de cada Hunter caído con una facilidad y precisión que era casi insultante, forzaron a Vile a detenerse y evaluar con cuidado la situación en la que se había metido.

Una chispa de duda se encendió en su mente, una pequeña e insidiosa voz susurrándole que tal vez venir aquí fue un error. Pero rápidamente la suprimió, apretando la mandíbula con decisión. No, se dijo a sí mismo, con sus pensamientos hechos un vórtice arremolinado de determinación y desafío. No, había llegado demasiado lejos ahora para retroceder. Además, lo que acababa de experimentar no era nada comparado con las batallas a las que se había enfrentado con los Mavericks y mecaniloides defectuosos en el pasado. Había soportado tormentas de caos y violencia, y también podría con ésta. X podía lanzarle lo que quisiera, y Vile se mantendría firme, una torre desafiante y fuerte, lista para encarar lo que fuera que viniera en su dirección.

Podía hacerlo, ¡tenía que hacerlo! No había otra salida excepto salir victorioso. Ninguna otra salida…

Vile se alzó sobre el capó del vehículo destruido, parándose con sus propios dos pies, en voz baja y provocadora. – Y bien, ¿cómo se siente, X? ¿Tener el chip del arma de Armadillo instalado dentro de ti? ¿Te hace sentir poderoso, o sólo sirve para recordarte lo fácil que te vencí?

Los ojos de X destellaron con una luz feroz e implacable, manteniendo la voz firme y decisiva. – Se siente como una responsabilidad, Vile. Una responsabilidad de usarlo para su propósito original: proteger a esta ciudad y a su gente, humanos y máquinas por igual. Armadillo puede haberse ido, pero su legado aún vive, y planeo honrarlo.

Vile resopló, con la voz chorreándole de desdén. – ¿Honrarlo? ¿Crees que esto se trata de honor? Eres sólo una marioneta, X, jugueteando con las sobras que quedan del pasado. Pero adelante, aférrate a tus delirios. Eso hará que tu inevitable caída sea mucho más satisfactoria.

Con un movimiento fluido, casi despreocupado, Vile se agarró su antebrazo izquierdo, con sys dedos sujetándose el metal con una familiaridad nacida de incontables modificaciones. Se dobló la extremidad con una precisión mecánica enfermiza, y el sonido de los engranes y servomotores chirriando mientras separaba la porción del resto de su extremidad. La revelación fue una imagen escalofriante: un barril aún más grande y más formidable estaba anidado dentro de él, un testamento de hasta dónde llevó sus modificaciones en su incansable búsqueda de poder.

– Tengo más trucos bajo la manga que sólo lo que tengo en mis dedos. – dijo Vile, en voz baja y burlona mientras posicionaba el barril hueco en dirección de X. La punta de un misil se asomaba por las densas sombras proyectadas por los confines de su miembro, una presencia siniestra y ominosa que prometía devastación. – Aunque debo admitirlo. – le gruñó, con la voz rayando en la rabia. – Realmente, REALMENTE me gustaba ese cañón.


A distancia de allí…

No le llevó mucho tiempo al comandante de cabellos largos llegar al área donde ocurrió originalmente la explosión, pero una vez que llegó al distrito, Zero se dio cuenta que su sentido de la dirección se había desorientado un poco en medio de las llamas furiosas y los vehículos dañados que lo rodeaban. Incluso con los esquemas generales de Abel City descargados en su banco de memoria, el entorno estaba tan dañado y alterado que el normalmente agudo Hunter rojo tuvo que dar la vuelta un par de veces aquí y allá para asegurarse de que estaba en el lugar correcto.

– Wow, impresionante. – Zero se dio la vuelta, y la silueta del más pequeño pero de alguna forma más capacitado Ray B. hizo acto de presencia. – Lograste llegar aquí antes que yo. Y eso que tengo una función de teletransportación instalada.

Intentando no mostrar mucho su sorpresa, el rubio de cabellera larga decidió desviar la conversación hacia un ángulo más factual y lógico. – ¿Qué estás haciendo aquí? Te dije te quedaras fuera de esto. – le dijo Zero al androide encapotado.

– Relájate, no tengo intenciones de interferir con tus asuntos. – le aseguró Ray B. al reploide más alto. – Pero aunque X podría necesitar una mano o dos, yo vine aquí por alguien que no puede defenderse contra nada de esto.

Zero al principio se quedó perplejo, pero al reflexionar en cómo Ray B. trajo a un severamente dañado Firefly y una malherida Chiyo a donde tendrían mejor protección garantizada, se acordó que antes ese grupo de dos eran cuatro. – ¿Dónde están Roll y el humano más pequeño?

– Es lo que vine a averiguar. – respondió Ray B. – No vi a Kenichi en ninguna parte cuando traje a Chiyo y Firefly con tu escuadrón, pero si Vile está aquí, entonces es altamente probable que les haya hecho algo a los dos.

Zero no hizo preguntas, pero podía deducir muy bien que tanto él como el otro ser mecánico estaban conjurando algunas posibilidades desagradables y espantosas. – ¿Estás seguro que estarás bien por tu cuenta?

– No te preocupes, estaré bien. – respondió Ray B. – Encárgate de quien te necesita más ahora mismo.

El comandante rubio se sorprendió por las palabras de la otra máquina, pero no lo dejó notar. – Está bien. Ten cuidado de todos modos. – le dijo a Ray B., y con eso salió corriendo, girando hacia la derecha mientras el otro androide centraba sus ojos ocultos en el camino a la derecha.

– Je. – La máquina de aspecto más joven, pero que era mucho más vieja, se rio de sí misma. – Una vez hace tiempo, tenía que recordarme a mí mismo tener cuidado. – murmuró en voz alta, girando momentáneamente la mirada hacia su pecho, colocando su mano roja suavemente para tocar la superficie del panel oculto que daba acceso a la cámara de su núcleo. – Ahora, no importa lo que pase, parece que nada puede matarme.


De vuelta en Abel City…

El aire traqueteaba con tensión, con la promesa de violencia inminente colgando pesadamente entre los dos, un escalofriante recordatorio de la danza mortal en la que estaban enredados.

Los ojos de Vile brillaban con una luz cruel y depredadora mientras lanzaba los misiles de su brazo desacoplado, y la cabeza de cada proyectil sobresalía ominosamente de donde antes estaba su codo. Los misiles desgarraban el aire con un rugido ensordecedor, y sus trayectorias eran un arco mortal e impredecible que forzab reaccionar con velocidad de relámpago.

X saltó hacia atrás, con su cuerpo moviéndose con gracia fluida y desesperada, buscando evadir los proyectiles que le lanzaban. Los misiles impactaban en el suelo con una fuerza cataclísmica, cada uno de ellos enviando una onda de choque de destrucción que se expandía hacia afuera, y las explosiones generaban un infierno brutal y ardiente que amenazaba con consumir todo a su paso. X evadía y se alejaba, moviéndose en una mancha de velocidad y precisión, buscando poner tanta distancia como fuera posible entre él y la devastación, mientras el aire se llenaba con el agrio olor del humo y el eco del rugido de las explosiones.

– ¡No te atrevas a huir de mí! – bramó Vile, su voz había eco a través del entorno desolado mientras perseguía al otro reploide, uno que alguna vez luchó codo a codo con él en batalla, aunque reacio. Una furia pulsaba dentro de él, y cada pisada de sus botas color violeta y marfil resonaba en el pavimento destrozado con una determinación implacable.

Apretó su otro puño, enfureciéndose cuando los destellos de la traición surgieron en sus circuitos. Con un movimiento rápido y practicado, levantó su brazo desacoplado, posicionándolo desafiantemente frente a él. El extremo de su miembro desconectado cobró vida, con una llama brillante encendiéndose donde el antebrazo se conectaba al codo. En un instante, el brazo salió disparado, convirtiéndose en un proyectil mecánico, y sus dedos color marfil se cerraron en un puño apretado en cuanto salió disparado, apuntando directo hacia la vulnerable espalda del otro reploide, un recordatorio del conflicto que alguna vez los unió.

Los audio receptores de X le alertaron que un objeto se aproximaba rápidamente hacia él por detrás, haciéndole responder de inmediato. Sus ojos esmeraldas se abrieron justo a tiempo para vislumbrar el puño amenazado de Vile volando hacia su nuca, a menos de un segundo de impactar. Lanzándose rápidamente, X apenas evitó el golpe mientras el brazo desacoplado pasaba volando por encima de él, cayendo al suelo antes de volver a levantarse, revelando a un Vile con un solo brazo, cuyo formidable cañón ahora se encontraba sospechosamente ausente.

Vile, con una sonrisa siniestra, se dejó caer sobre su rodilla mientras X se agachaba para volver a evadir el puño desacoplado. En el momento en que X se agachó, Vile de pronto abrió su rodillera con un siseo mecánico, revelando otra arma oculta. Esta nueva amenaza era un cañón de energía compactado, pero formidable, y su oscuro barril brillaba con la luz del infierno que hacía arder la ciudad.

El cañón rugió cobrando vida, desatando una ráfaga de dardos de energía ardiente que volaban por el aire, persiguiendo la ágil silueta de X. El reploide, pillado con la guardia baja por este inesperado asalto, tuvo que saltar y rodar con su desesperación en aumento para evitar los mortales proyectiles. Cada rayo que golpeaba el suelo explotaba en una lluvia de chispas y esquirlas, complicando aún más los esfuerzos de X por evitarlos.

El puño mecánico de Vile continuó con su asalto implacable, sincronizando ahora sus movimientos con el fuego de su cañón de energía, creando un fuego cruzado mortal que X se veía obligado a navegar. Las ruinas de la ciudad proveían escasa cobertura, y X se veía obligado a esquivar no sólo el miembro mecánico, sino el intenso calor y la luz de los dardos de energía.

Los sistemas centrales de X estaban llegando a su límite, al igual que su agilidad, cada movimiento calculado para evitar ambas amenazas. Los edificios dañados ofrecían breves momentos de respiro, pero la precisión de Vile y el rango del cañón de energía mantenía la defensiva. La batalla seguía intensificándose, y cada segundo ponía a prueba los reflejos de X y la determinación inquebrantable de Vile por ponerle fin a la resistencia del reploide azul.


A distancia de allí…

– "Está sucediendo de nuevo." – se lamentaba para sí mismo Ray B., o más bien, Blues (Break Man/Proto Man) Light mientras corría de frente, con sus ojos escaneando el entorno lleno de destrucción con una mezcla de urgencia y terror. Empezó a buscar desesperadamente cualquier señal de la otra reploide rubia, la forma reformateada de su querida hermana, y el peso de su historia compartida se hizo sentir en sus sistemas. – "Las máquinas se están rebelando."

Mientras sus ojos observaban el paisaje devastado, unas memorias no deseadas y desagradables surgieron en el frente de su conciencia, y cada una fue un agudo y perforante recordatorio del dolor y el caos que definía su existencia. Las emociones aversivas y destructoras conectadas a estas memorias le asaltaron el núcleo, una fuerza incesante que le carcomía y amenazaba con abrumar sus sistemas. Pero siguió presionando, absorbiendo y catalogando cada detalle, cada trozo de información sobre una posible clave para descubrir la verdad y encontrar a su hermana.

– "Nos estamos rebelando."

Desde su posición actual, y con el conocimiento que había descargado de manera subrepticia de los sistemas del cuartel general durante una visita anterior y que nadie notó, Ray B. estaba seguro de que estaba cerca de una de las entradas a los refugios subterráneos. Rehízo los pasos de su hermana en su mente, y lentamente las piezas del rompecabezas cayeron en su lugar, acercándole cada una a la verdad, y con suerte, a ella.

– "No es diferente de cómo fue antes."

Redirigió su línea de pensamiento, vislumbrando una compuerta que llevaba abajo, sellada y presumiblemente con el seguro puesto, pero no había señal de Roll.

– "La única diferencia es que tú no tuviste una mano directa en ello esta vez."

Ray B. apretó los labios debajo de su bufanda, observando el lugar donde encontró inicialmente a Chiyo, con la evidencia de lo que ella había soportado todavía presente en la forma de trozos de tela arrancados de su uniforme escolar.

– "Puede que hayas evitado que terminase igual que su amiga, ¿pero eso realmente hizo alguna diferencia? ¿Acaso tus acciones tras tu llegada a Mega City hicieron alguna diferencia?

No, no podía permitirse pensar en ello ahora. No cuando el mundo otra vez estaba ardiendo en llamas. Especialmente cuando su familia todavía seguía en peligro potencial. O lo que quedaba de ellos, al menos.

– "Irónico. Considerando que comenzaste cuando decidiste hacer caso al consejo de ese viejo de acabar con tu reemplazo, como si fuera lo único que importaba. En todo caso…"

– Roll… – murmuró Blues suavemente, y la preocupación se escapaba en su tono.

– "Tu hermana acaba de darte una ventaja de inicio."


En otra parte de Abel City…

– ¿Tienes algún problema por allá, X? – se burló Vile, con la voz cruel y arrastrada mientras se preparaba para desatar otro misil del cañón interno anidado en su brazo. – ¿Acaso lidiar con balas y láseres es demasiado mundano para tu procesador básico? ¿Tal vez esto sea demasiado inusual para que lo entiendas, eh? – Sus ojos brillaban con una luz depredadora, saboreando el momento de vulnerabilidad percibida de X, un deleite enfermizo del caos y la destrucción que estaba a punto de desatar. – "Te lo mereces por destruir mi juguete favorito, bastardo azul."

A poca distancia de allí, X se dio cuenta que su concentración estaba dividida entre tres obstáculos separados, los cuales buscaban ponerle fin a su existencia. El puño volador maniobrable que amenazaba con lanzarse en picada hacia su cabeza o tal vez atravesarle el pecho, y el Maverick Hunter sabía bien que Vile tendría pocos problemas con usar una táctica tan brutal.

Y aparte de eso, los misiles y el fuego que salían del codo y la rodilla del reploide de armadura violeta servían para añadir más cosas que evadir, o en algunos casos, defenderse usando el Rolling Shield rápidamente. Pero incluso con el peligro inminente de que sus reservas de energía para el arma defensiva se desplomaran rápidamente, lo que dedujo que era intencional de parte de Vile, X sabía que no le haría ningún bien mantenerse para siempre a la defensiva. Ni tampoco se lo haría a Roll, Chiyo, o a cualquiera que viviera en esta ciudad.

Vile debía ser detenido aquí y ahora.

Cuando la última colección de pólvora y químicos reactivos se disipó alrededor de él, y desconectó la cubierta protectora del Rolling Shield, los ojos verdes de X pillaron cómo el puño desacoplado del susodicho Maverick regresaba hacia él nuevamente, y los dedos color marfil apretados estaban apuntando directo mientras, para su gran desconcierto, escuchaba una voz haciendo eco en su cabeza.

– "X… ¿qué es lo que ves frente a tu puño?"


A distancia de allí…

Cuando casi provocó el fin del mundo, toda la Tierra se quedó callada por una semana entera, siete días de total silencio y despojados de cualquier uso de electricidad, salvo por unas cuantas áreas que no se vieron afectadas por la señal de Ra Moon.

– "Darle al Dr. Light consejos sobre cómo combatir ese ojo gigantesco no te absuelve de nada. Ciertamente no de lo que hiciste antes de eso, tanto lo que fue intencional como lo que no."

Cuando Sigma había cortado el acceso de la ciudad a la planta de energía, Ray B. se encontró temiendo lo peor, pero, por suerte, aunque fue un alivio pequeño, la electricidad ya había regresado y ahora estaba libre para ser utilizada por todos los que tenían acceso a ella, fuera de los generadores de emergencia.

– "¿Lo ves? Incluso tus intentos de hacer el bien palidecen en comparación con los de los demás." – Esa maldita voz interna seguía sermoneando a su compañero solitario por un largo tiempo, aunque estaba rodeado por otros. Aún después de comenzó a dejar entrar a otros, se aseguraba de permanecer constantemente en su compañía. – "Y X no tuvo que hacer un enorme berrinche para finalmente entender lo que tú deberías haber entendido desde el principio."

Si había una sola cosa que lo consolaba cuando llevaba un reactor nuclear en su pecho, era que, en medio de su primera "muerte" en la oscuridad de las Ruinas Landfront donde el Dr. Wily encontró la malévola supercomputadora, la siempre presente y constante voz finalmente fue silenciada. Si sólo hubiera sabido eso cuando despertó de nuevo y asumió el manto de "Break Man", esas palabras de depreciación y odio hacia sí mismo se incrementaron diez veces.

– "¡ÉL ME REEMPLAZÓ!"

– "… Así es. Te reemplazó. ¿Y por qué no iba a hacerlo? ¿Qué clase de hijo hace cosas tan terribles a su propio padre? ¿A su hermano y hermana?"

Hermana… no podía dejar que estos murmullos se apoderasen de él. Tenía que encontrarla, encontrar a Roll. Y, con suerte, encontrarla al menos parcialmente vivo.

– "¿Por qué querría alguien tener algo que ver contigo? ¿Un mocoso petulante, malcriado y envidioso como tú, que querías toda la atención de tu creador para ti solo?"

…no. No podía pensar en ello ahora. Tenía que encontrarla. Tenía que…

– "Incluso ahora, sigues creyendo que ella no debería haber dado su vida por ti."

Ray B. se detuvo, divisando un par de figuras a poca distancia de allí, una en el suelo, y la otra arrodillada sobre ella, al parecer inspeccionándola. Tal vez incluso protegiéndola del caos que les rodeaba.

– ¡Roll!

– "Y tú sabes que no me refiero a tu hermana."

La figura encapotada de la máquina se aproximó lentamente, con sus miembros metálicos brillando ominosamente en la luz parpadeante de las llamas que les rodeaban. Se detuvo de pronto cuando la silueta más grande se puso de pie, desplegando unas majestuosas alas dramáticamente tras de sí, y al agitarlas extinguieron el fuego cercano y proyectaron sombras que danzaban por el pavimento. En el corazón de todo este caos yacía el cuerpo inconsciente de la reformateada Roll 2.5, cuyo cabello dorado caída como una cascada a su alrededor, como un velo que permanecía intocable por las llamas que los rodeaban.

– ¿Viniste aquí para ayudar? – preguntó Ray B. El peso de su pregunta se hizo palpable en la tensa atmósfera, sabiendo bien que se dirigía a la formidable figura aviana que estaba frente a él. Un conflicto familiar, pero inquietante, parpadeaba desde las profundidades de los agudos ojos del reploide.

Luego de unos momentos hundido en el silencio, el androide alado rompió la quietud con una voz que resonaba profunda y dura. – ¿Tienes a alguien que desearías poder salvar?

Ray sorprendió momentáneamente, pues lo inesperado de la pregunta lo pilló desprevenido. – ¿Qué quieres decir?

– ¿Hay alguien a quien desearías poder salvar? – presionó el reploide más grande, con un tono más intenso. – ¿Alguien por quien, si te dieran la oportunidad, harías todo lo posible por preservar y proteger? – Apretó su pico con tensión, dejando la pregunta pesar en el aire. – Si tuvieras la oportunidad, ¿incluso cambiarías tu propia vida por la suya?

Ray B., también conocido como Blues, se encontró totalmente sin habla, luchando con las abrumadoras implicaciones de la pregunta.

– ¿Y bien? – lo urgió la figura más grande, cuya voz cargaba una urgencia que hacía eco en todo el ser de Ray B. – ¿Lo tienes?

El oculto y disfrazado DLN sintió una oleada inesperada de vergüenza apoderarse de él mientras buscaba una respuesta. No fue por falta de sentimiento; más bien, nunca se anticipó a una confrontación tan directa. El tormento que parecía parpadear en los ojos conflictivos del reploide aviano reflejaba su propio suplicio interno, una petición silenciosa por ser entendido.

– ¿Tienes a alguien… a quien amas? – continuó el ser de mayor tamaño, con la voz más suave pero cargada de dolor silencioso. – O… ¿alguien a quien amaste alguna vez?

Sin que ninguno de los dos lo supiera, Roll comenzaba a recuperar la conciencia. Su CPU comenzó a volver a la vida, reactivando lentamente sus entradas sensoriales. Una de las primeras sensaciones en volver fue el sonido, y sus audio receptores zumbaron mientras volvían a funcionar captando fragmentos de la conversación arremolinándose alrededor de ella. Haciendo un esfuerzo por moverse, sus ojos turquesas se abrieron lentamente, y la conciencia luchaba por despertarse. Miró con los ojos entrecerrados a la figura que estaba parada de manera protectora encima de ella, con una sensación de familiaridad invadiéndola, mientras otra presencia se hacía notar en la luz tenue, un extraño cuyo núcleo brillaba como topacio.

– ... sí.

Esa voz, un susurro que reconocía, flotó hasta ella desde las profundidades de su memoria. Aunque no podía moverse, el corazón de Roll se aceleró al oírlo. La cadencia era inconfundible, evocando memorias de una conexión que se sentía más profunda de lo que las palabras podrían expresarlo. Hablaba de experiencias únicas y distantes, pero entrelazadas con un hilo de esperanza juvenil.

– Sí, la tengo.

Y para sorpresa de ella, una sensación de anhelo.

– Pero no fue sólo alguna vez. – concluyó Ray B. – ...Todavía la tengo.

La figura más grande giró su mirada hacia la reploide paralizada a sus pies con garras, y luego hacia la máquina más pequeña que se había acercado apenas unos momentos antes. Luego levantó su brazo, y la parte inferior de su miembro se transformó en un gran y poderoso cañón.

– Entonces seguro entenderás por qué debo hacer esto.


Abajo en Abel City…

¿Qué acababa de suceder?

Desde su posición elevada, Vile se preparó, anticipándose al satisfactorio impacto de su puño cuando finalmente conectó contra su elusivo blanco, el Maverick Hunter Mega Man X. Sus dedos estaban explayados muy abiertos, acercándose como garras para asegurarse que su presa no se pudiera escapar esta vez.

Pero, en un giro del destino, su puño no chocó contra su enemigo, sino una implacable ráfaga de misiles. X, con una maniobra rápida y precisa, desató una oleada de proyectiles desde su arma. Cada misil impactó en el brazo desacoplado, el arma improvisada de Vile, con una precisión devastadora. El miembro explotó en un espectáculo de fuego y esquirlas, reducido a una lluvia de fragmentos humeantes que llovieron sobre el suelo dejando sólo una pila de destrucción.

Vile rugió de frustración, haciendo eco por todo el campo de batalla, un sonido primigenio de rabia y derrota. Su cuerpo mecánico reaccionó instintivamente, desatando una ráfaga de fuego desde su codo y rodilla, con cada disparo un testamento de su furia indetenible.

Sin embargo, X, con una chispa de pensamiento estratégico, desplegó la última energía que le quedaba de su Rolling Shield, creando una barrera brillante que desvió el asalto de Vile. El escudo pulsó con un último estallido de luz antes de disiparse, dejando a X ileso. Aprovechando el momento, X desató el formidable poder de Launch Octopus, su Homing Torpedo. Los proyectiles, guiados por una inteligencia inequívoca, impactaron a Vile en múltiples locaciones críticas. Cada impacto reverberaba por todo el cuerpo de Vile, una sinfonía de destrucción que lo envió a caer de rodillas, y su otrora indomable cuerpo ahora era un testamento de la fuerza implacable del arsenal de X.

Los ojos escudados de Vile, muy abiertos con una mezcla de shock e incredulidad, se encontraron con la mirada determinada de X, viendo luego el arma del reploide posada directo sobre su pecho. El frío e inmóvil barril del cañón de X parecía apuntar directo a su alma, una señal de un final inminente. En ese breve momento, un torbellino de pensamientos revolvió la mente de X, como si cada uno fuese una puñalada de realización.

¿Cómo podía haber pasado esto? El reploide al que había descartado con desdén como un debilucho de no consecuencias ahora era el arquitecto de su potencial muerte. El orgullo de Vile, otrora su mayor fuerza, ahora se sentía como un amargo veneno en sus venas. ¿Realmente había subestimado a X? Los ecos de sus pasados conflictos en la carretera central, alguna vez simples notas al pie de página en su mente, ahora se hacían enormes, y cada uno era un recordatorio de la resiliencia y astucia de X.

El shock de Vile no era simplemente una reacción a su amenaza inminente, sino un profundo cuestionamiento a su propio juicio. ¿Acaso él, en su arrogancia, había caminado ciegamente hacia una trampa que le tendió un enemigo al que había subestimado tan casualmente? El peso de la realización le presionaba con fuerza, una carga aplastante que parecía dejarlo anclado al suelo, dejándolo indefenso ante el inminente golpe final.

De repente, una feroz ráfaga de viento sopló por el campo de batalla, una fuerza salvaje e impredecible que atrapó a ambos, a X y Vile, en sus implacables garras. El viento aullaba como una banshee, levantando desechos en una danza frenética que asaltó sus sentidos. X, pillado con la guardia baja, voló por los aires, y su cuerpo se fue dando vueltas antes de estrellarse con el suelo en un golpe seco.

Mientras se esforzaba por recuperar el sentido, los ojos de X se ensancharon incrédulos al ver quién estaba frente a él.

– ¡Eagle!

Storm Eagle, el formidable Reploid, descendió desde los cielos, cortando a través del tumultuoso aire con sus poderosas alas. En sus brazos, llevaba a dos figuras inconscientes: Roll y Ray B. Una oleada de alivio invadió a X, que asumió que sus hermanos estaban a salvo.

– ¡Estás vivo! Oh, gracias al cielo. ¡Zero estará feliz por esto! Ahora que tú estás aquí, podemos…

Pero su alivio fue pasajero. Storm Eagle, con una escalofriante indiferencia, dejó caer a Ray B. en el suelo, y su cuerpo inerte aterrizó con un golpe seco y duro. Antes que X pudiera reaccionar, las poderosas garras de Eagle se cerraron alrededor de Vile, levantándolo en el aire con una brutal eficiencia. En un parpadeo, el reploide estaba en el aire, con su cautivo sujeto fuertemente entre sus garras, y se alejó hacia el cielo tormentoso, dejando tras de sí un rastro de caos y confusión.

La mente de X empezó a correr cuando finalmente entendió la realidad de la situación. Roll, su querida hermana, estaba siendo secuestrada, su destino pendía de un hilo. El viento continuaba aullando, como una burla cruel al tormento que lo invadía por dentro, mientras observaba impotentemente, sabiendo que tenía que actuar rápido para salvarla de cualquier peligro que la aguardase.

X, impulsado por un subidón desesperado de adrenalina, echó a correr tras Storm Eagle, golpeando el suelo con sus botas en un ritmo frenético. La distancia entre los dos parecía estirarse interminablemente, en una cruel mezcla de esperanza y desesperación entrelazadas. En cuanto se acercó, un rugido ensordecedor desgarró el aire, y un monstruoso tornado se materializó frente a él, un vórtice arremolinado de caos y destrucción.

El tornado, una masa mezclada de viento y desechos, salió disparado hacia X con una furia implacable. Intentó resistirse, pero la fuerza del impacto lo envió a volar de espaldas, con su cuerpo dando tumbos en el aire como un muñeco de trapo. Aterrizó duramente, sintiendo que se le escapó el aire, y su visión se volvió borrosa por el mareo.

En medio del desastre, Ray B. se despertó, con sus ojos abriéndose mientras recuperaba lentamente el sentido. Corrió hacia donde estaba X, con el rostro lleno de preocupación y determinación. – X, ¿te encuentras bien? – lo llamó, con una voz que era un faro de apoyo en medio de todo el caos.

Justo cuando estaban recuperando el aliento, una figura familiar emergió desde la ahora silenciosa área, las llamas apagadas, pero X estaba dispuesto a ver los fuegos furiosos si eso significaba encontrar a su hermana. Zero, con la mirada aguda y enfocada, vio la escena con una expresión sombría, junto con los ligeros rastros de sentirse herido y traicionado que tenía que mantener a raya para evitar que le controlasen en su estado actual.

– X, Ray B. – dijo con la voz pesándole por las implicaciones de la realización. – Parece que nuestros peores temores han quedado confirmados. Storm Eagle… se ha vuelto contra nosotros.

Esta historia continuará

Chapter 83: Desapareciendo

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Se la habían llevado.

No, era mucho más que eso; estaba atrapada en las garras de aquellos que albergaban un profundo odio hacia él, aquellos que no dudarían en eliminarlo por la supuestamente gloriosa causa de Sigma. Si él era una presa justa, armado con equipamiento avanzado y la capacidad de tomar represalias, ¿entonces cómo iban a contenerse cuando se trataba de ella? Un vacío sofocante le envolvía, una presión implacable que hacía que cada aliento se sintiera como si respirase a través de una pesada niebla. Él no tenía idea del paradero de ella, pero una certeza gélida se asentó en su estómago: sabía exactamente quién tenía el destino de ella en sus despiadadas manos.

X se sentó, encorvado en una pequeña y fría silla plegable, cuya superficie metálica se sentía dura y firme debajo de él. La silla traqueteaba suavemente mientras él movía su peso, y el sonido hacía eco en la sala blanca donde yacía Firefly, golpeado y herido. Desesperadamente recibiendo cuidado urgente por sus heridas, la atmósfera zumbaba con una tensión perturbadora. Unas intensas luces fluorescentes parpadeaban sobre él, proyectando un brillo estéril que se sentía como un pequeño reflector en medio del terror que colgaba en el aire. El Hunter verde fue llevado de urgencias a la bahía médica en el instante que volvieron al cuartel general, con un torbellino de caos e incertidumbre arremolinándose alrededor de él como una tormenta oscura.

Aunque su preocupación por el precario estado de Firefly le carcomía, otro asunto urgente le desgarraba la mente: el destino de Ray B. (Blues), y de la humana que le trajeron a Zero junto con Firefly. El pensamiento le retorcía las entrañas, amplificando su ansiedad, una mezcla de miedo y actitud protectora feroz.

Justo entonces, sintió una mano gentil pero con autoridad posarse sobre su hombro. X se giró para ver a Ai, con expresión insondable, pero sus ojos azul hielo revelaban una inesperada mezcla de trepidación y preocupación. Inicialmente, X creyó que su preocupación vendría por la severidad de las heridas Firefly, pero las palabras que habló destrozaron esa suposición en un instante.

– El personal que está atendiendo a la hija de Fujiwara solicita tu presencia. – dijo la reploide rubia, con voz calmada pero cargada de urgencia. – Desean discutir un problema en particular relacionado a su condición actual.


Ubicación desconocida…

– ¡TARADO!

*¡SLAM!*

El atronador clamor de un gran poder golpeando contra un metal frío la despertó, urgiéndole a abrir sus ojos. Mientras parpadeaba contra la cegadora luz, el mundo alrededor de ella permaneció como un borrón confuso, envuelto en confusión, dejándola desorientada y buscando algo de claridad en medio de la cacofonía.

Sus sentidos parpadeaban como una bombilla defectuosa, yendo de ida y vuelta, atrapada en los reinos efímeros de la conciencia y la sofocante oscuridad de la perdición. Tenía problemas para mantener un pie en el mundo de los vivos, sintiendo el peso opresivo de la desorientación, pero el conocimiento de un mundo más allá permanecía fuera de su alcance.

Roll se balanceaba en el precipicio de la conciencia, con sus sistemas oscilando entre breves momentos de claridad y el abismo de la estasis. Cada agonizante segundo era una batalla, un esfuerzo por discernir sus alrededores a través de la niebla del dolor. Su espalda, retorcida en una formación grotesca, gritaba con cada latino, un recordatorio implacable del daño que le fue infligido.

– ¡SE SUPONÍA QUE DEBÍAS INCAPACITARLA, NO DAÑARLA AL PUNTO DE NO REPARACIÓN! – La voz, cargada de furia y arrepentimiento, cortaba a través de la estática de su procesador dañado. Era un eco escalofriante de la realidad a la que se enfrentaba, una realidad donde el extremo de sus heridas se había ido más allá de las intenciones de cualquiera. La tensión colgaba pesadamente en el aire, con una fuerza que amenazaba con sofocarla, mientras Roll luchaba contra la dura realidad de su estado inamovible y agonizante. – ¡POR LO QUE SABEMOS, BIEN PODRÍAS YA HABERLA MATADO! ¡¿Y DESPUÉS QUÉ?! ¡TODO LO QUE HICISTE PARA TRAERLA AQUÍ NO HABRÍA VALIDO DE NADA!

Su visión iba y venía, con una niebla de estática y formas desordenadas. Dos sombras muy vagas estaban paradas a poca distancia a de allí, cuyas siluetas parpadeaban como si fueran fantasmas. La única distinción clara entre ambos era su tamaño, uno grande e imponente, y el otro más pequeño y delicado.

– Escucha, no actúes como si te importara, pájaro de mierda. – La voz era rasposa, con las palabras chorreando de un deje frío y amargo que parecía cortar el aire como navaja. – En todo caso, podrías haber intervenido antes, pero elegiste esperar hasta el último momento desesperado. – Una risa retorcida y burlona escapó de sus labios, un sonido que le provocó escalofríos recorriéndole la espina. – Sabes, escuché que un mocoso perdió la oreja en medio del caos. No fueron sólo unas cuantas gotas de sangre para dar un show de simpatía, sino que se la arrancaron por completo, como un trofeo grotesco de la noche-¡GUGH!

– ¡CÁLLATE!

Mientras las palabras quedaban colgando en el aire, un movimiento repentino y violento los cortó. Un puño conectó contra una quijada, un "crack" enfermizo hizo eco por toda la habitación. El hablante se fue para atrás, con los ojos muy abiertos de sorpresa, antes de caer al suelo como un muñeco de trapo desechado. La otra figura se mantuvo sobre ellos, con los puños apretados, respirando pesadamente mientras sus ventilas se activaban para enfriar sus sistemas que comenzaban rápidamente a recalentarse.

Roll observó desde una distancia, con los ojos entrecerrados mientras intentaba armar en su cabeza la escena que estaba sucediendo frente a ella. ¿Quiénes eran estos dos, y cuál era la naturaleza de este acalorado intercambio? La confrontación física había sido abrupta y brutal, un marcado contraste con la tensa pelea verbal que la precedió. Se acercó un poco, con curiosidad, dispuesta a desentrañar el misterio de sus identidades y la razón tras su explosivo altercado.

– ¿Tienes alguna idea de lo que pasará si realmente te pasaste de la raya? – Y por lo que podía discernir, el centro de ese intercambio de ida y vuelta tan intenso era precisamente ella. – Si ella no sobrevive, si X descubre que esto llevó a su muerte…

– Mayor razón para que se dé prisa en encontrarnos, ¿no?

A cada pocos momentos, un mensaje de error parpadeaba en su vista, un recordatorio indetenible del caos visual que la rodeaba, añadiendo a su confusión e intranquilidad. Pero con los pocos detalles que pudo deducir, la androide rubia extremadamente golpeada comenzó a juntar las piezas sobre quiénes estaban discutiendo sobre su condición actual.

Ninguno de los cuales, si sus predicciones eran ciertas, auguraba nada bueno para ella.

– Él vio de primera mano lo "malo" que fue su supuesto daño. – espetó la figura que había sido tirada al suelo, como si el golpe físico no hubiera significado nada para él. – El hecho de que ella esté en nuestras manos será motivación más que suficiente, diría yo.

La segunda figura, el agresor, dio un paso al frente con una intensidad que parecía chocar contra las circunstancias. Irónicamente, parecía ser el único que realmente parecía exhibir alguna semblanza de preocupación en medio del caos. – ¿Y si se muere? – lo desafió, cargada de gravedad y lejos de ser frívola. El peso de sus palabras se sentía como si cargara la misma presión monumental que Atlas, mientras se esforzaba por sostener la inmensa carga de todo el peso del mundo, forcejeando con la inminente amenaza de caos que parecía devorar todo a su paso. – ¿Qué tal si sucumbe a sus heridas y sus sistemas quedan fuera de línea? – bajó ligeramente el tono, poniéndose aún más serio. – Entonces tal vez tendrías una repetición de lo que ocurrió allá, pero ni yo ni tampoco Sigma podríamos llegar a tiempo para salvarte.

Fue entonces que Roll notó que la silueta más pequeña se tensaba, como si las palabras que le lanzaron sirvieran como un golpe más fuerte que el asalto literal que le estaban dando hacía apenas unos momentos. – No necesito que me salven, mucho menos protección. – le gruñó, levantándose y colocándose en postura de combate, como si de repente se sintiera impulsado a actuar con violencia. – Especialmente de ti, o mucho menos de Sigma.

El más grande de los dos pareció cruzar sus brazos, asumiendo una mirada indiferente ante la declaración, como si no le intimidase. – Si yo no hubiera llegado, ¿cree que X habría podido matarte?

El más pequeño, que quien Roll decidió que tenía que ser Vile por los pocos detalles que sabía y lo que podía acceder a través de las conexiones dañadas en su CPU, pareció encontrar esa pregunta como poco más que un insulto absoluto. – No lo haría. – espetó el reploide altamente combativo y agresivo. – No sería capaz. No me mató en la carretera, o ni siquiera cuando acabé con Armadillo…

– Lo cual NO tenías permitido llevar a cabo. – respondió el más grande, su salvador, su héroe, Storm Eagle, hablando como si se estuviera dirigiendo a un adolescente rabioso y fuera de control. – Se suponía que mantuvieras bajo control al personal de la mina y evitaras que se nos escaparan de las manos. En lugar de eso, ¡no sólo abandonaste tu puesto y asesinaste de manera innecesaria a Goldminer, sino que saboteaste la misión de Armadillo ejecutándolo también!

– Yo digo que fue un problema resuelto antes de comenzar. – argumentó Vile. – Debes estar añ tanto de lo que permitió. Estaba dispuesto a poner algunos activos a nuestra causa para poder escapar. ¿Y a dónde se fueron varios de ellos? ¡A trabajar con los Hunters ahora u ocultándose bajo la tierra! ¡En todo caso, Sigma debería agradecerme!

– ¡Esa no era tu decisión para tomarla! – gritó Eagle. – ¡Armadillo desobedeció sus órdenes, así que su oficial al mando debía ser quien se ocupara de él, no un subordinado no autorizado! ¡Mucho menos alguien como tú, que no tiene respeto por las regulaciones o el protocolo!

– ¡Lo dice el tipo que vino aquí con todo su equipo con la intención de acabar con Sigma por sí solo! – le ladró Vile en respuesta. – Y hablando de eso, ¿cómo están ahora? ¿Tu unidad?

La visión de ella empezó a parpadear, mientras la imagen frente a ella se veía momentáneamente superada por el abismo de oscuridad. – "¡No, diablos!" – maldijo mentalmente, tratando de obligarse a levantarse, aunque su cuerpo se rehusaba a moverse. Y lo peor, empezaba a irse de nuevo. – "¡Por favor, ahora no! ¡Aquí no!" – suplicó, incluso aunque sólo podía vocalizar unos gargajos apenas audibles de su garganta rota y dañada. –"¡No después de haber hecho tan poco!"

Mientras sus ojos comenzaban a parpadear y morir, la última imagen que pudo ver fue la de Storm Eagle expandiendo sus alas, con la cabeza mirando hacia el frente mientras chasqueaba su pico en dirección hacia Vile.

– No lo hagas. – ordenó el reploide basado en un ave, con el tono peligrosamente bajo y amenazador. – No te atrevas a continuar…

En esos últimos, y efímeros momentos de conciencia, Roll nuevamente vio al antiguo Hunter de armadura violeta hacer gala de su reputación letal. Había descubierto adeptamente un punto vulnerable en su antiguo camarada, un golpe tan preciso que casi parecía instintivo. Era dolorosamente claro que la falta de respeto y civilidad básica habían reinado en él incluso antes de que la tumultuosa rebelión de Sigma desgarrara sus rangos. Pero, la pregunta seguía flotando en el aire de manera perturbadora: ¿por qué iba eso a cambiar ahora?

– Oh sí, es cierto, ya no están aquí, ¿verdad?

– Vile, te lo juro. No te atrevas a mancillar sus nombres…

– Bueno, todos excepto tú y tu pequeña niña juguete.

Incluso con la batalla que iba perdiendo contra sus sistemas moribundos en su propio cuerpo, fue testigo de cómo Eagle se lanzaba hacia el otro reploide, con un chillido furioso y animalístico saliendo de sus cuerdas vocales.

Y entonces, su visión se apagó. Todo lo que era parte de ella murió.

Ella había muerto.


Cuartel general subterráneo…

La armonía tentativa del metal haciendo contacto con los componentes internos, que resonaba levemente mientras operaban en consecuencia, atrajo su atención. La unidad de enfermeras rubias se giró para ver al Maverick Hunter azul que se acercaba, su expresión le decía todo lo que necesitaba saber con respecto a por qué estaba allí.

– ¿Cómo está? – preguntó la reploide. – Eso es lo que quieres saber, ¿no?

Los ojos verdes de X se abrieron de golpe, mordiéndose el labio. – ¿Así de obvio? – cuestionó, pero la respuesta era más que evidente por la ceja alzada de la enfermera. No se atrevió a mencionarlo, pero en su semblante le recordaba mucho a Roll.

– "Roll…"

Tenía que concentrarse. Por mucho que le doliera, ahora ella estaba fuera de su alcance. Por el momento, la humana a quien su hermana había tratado de preservar y proteger era la única por la cual podía hacer algo en este momento.

Aun así, por la forma en cómo se ensombrecieron las facciones de la enfermera, sospechaba que lo que fuera que tuviera que decirle no cualificaba exactamente como buenas noticias. – ¿Quieres escuchar lo que es salvable y lo que no?

X sintió que se le congelaban los circuitos internos. No le gustó cómo sonaba eso. – ¿Salvable?

La enfermera cruzó sus brazos de color marfil y verde marino. – Déjame ponértelo de esta forma: es un milagro que sólo esté en riesgo de perder una extremidad. – le dijo a X sin titubear. – Si hubieras llegado un segundo después, no me habría sorprendido si Vile hubiera procedido a romperle cada hueso del cuerpo. Apenas pudo hacerlo con el brazo izquierdo.

El Hunter azul tragó con fuerza, aunque ese movimiento sólo hubiera sido por puro reflejo y nada más. En efecto, aunque la enfermera se veía perpleja por el comportamiento del otro reploide, decidió ir directo al grano. – Por favor, sólo dime, ¿va a estar bien?

La enfermera se quedó en silencio al principio, con sus ojos color avellana desviándose de X hacia la puerta color marfil que estaba cerrada a pocos metros de distancia. – Aún está bajo los efectos de la anestesia que le aplicamos, pero dado que apenas acabamos de aplicarle las férulas, tal vez este sea tan buen momento como cualquiera. Como estamos, no tenemos certeza de qué podemos hacer por ella. – Otra pausa, como si tuviera dificultades para decir más. – De hecho, no sé si hay algo más que podamos hacer por ella, aunque quisiéramos.

X parpadeó. – ¿Qué quieres decir?

La enfermera giró su mirada de vuelta al Hunter, y luego a la puerta otra vez. – No puedo garantizar lo que pasará desde ahora. – Suspiró, casi derrotada. Se aproximó a la puerta, abriendo el panel a la derecha a través de una pequeña rendija en la pared. – Así que, con eso en mente, lo mejor probablemente sea que la veas ahora, mientras aún tienes la oportunidad.


Ubicación desconocida…

El abismo sin luz en el que sus sentidos habían sido arrojados y parecía extenderse hasta el final de los tiempos, al fin, comenzó a disiparse.

– ¿Roll? – Y aún más, esa voz familiar que no había escuchado en años, desde que fue reconstruida, llegó a sus audio receptores, rompiendo aún más la niebla de la inconsciencia. –Hey, Roll, ¿estás bien?

Sus párpados, para su shock, se abrieron. Y más aún, sus ojos le presentaron una imagen clara frente a ella. Un individuo al que podía claramente reconocer.

– ¿Rock?

Empezó a sacudirse, dándose cuenta de que, en lugar de la sensación de un cuerpo roto y moribundo, había unas mantas claras y una tela suave y flexible que activaban los sensores en toda su piel artificial.

Un momento. ¿Piel?

Sí, moviendo sus piernas un poco, una hazaña casi imposible apenas un momento antes, sus botas y otros componentes completamente mecánicos habían sido reemplazadas por un par de piernas humanoides falsas, completas con unas articulaciones funcionales en sus rodillas, aunque mayormente cubiertas, y un par de pies con cinco dedos individuales al final de cada uno.

¿Siempre los había tenido?

– "Mi cuerpo…" – murmuró para sí misma, moviéndose en su cama y con unas pijamas rojas, con su visión revelándole gradualmente que la mayor parte de su cuarto estaba compuesto por un color rojo. Con algunos detalles en verde aquí y allá, mayormente en objetos con un motivo floral. – "Se… se siente… diferente. Pero al mismo tiempo… familiar."

Pero en medio de la colección de tonos que iban de rubí a granate oscuro, su hermano sobresalía entre ellos, vestido con una camiseta gris con shorts azules en la parte inferior de su cuerpo, un par de medias de algodón cubrían sus extremidades que ella asumió se verían similarmente construidas, pero el segundo de los DLNs del Dr. Light atrajo su atención.

– ¿Estás bien, hermanita? – inquirió Rock, ladeando su cabeza con perplejidad.

– Tus piernas. – murmuró Roll, gesticulando hacia las extremidades de su hermano. – ¿Cuándo se te volvieron tan delgadas debajo de las rodillas? – Quitó las sábanas, mirando las suyas propias. – Mejor aún, ¿cuándo les pasó eso a las mías?

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Cuartel general subterráneo…

Era un idiota.

– ¿Cómo se encuentra? – Inmediatamente se arrepintió de su elección de palabras, mucho menos pensar que una pregunta como esa sería apropiada de decir.

¿Cómo se encontraba? ¿Qué estaba ciego? ¡Si podía verlo frente a él! ¡La estaba viendo!

Al menos, lo que podía ver detrás de la maquinaria, y los cables pegados a la humana durmiente, el organismo de carne que yacía inmóvil y en silencio, con un tubo de oxígeno conectado a su garganta.

– Está respirando. – respondió la enfermera, aunque simplemente confirmar que la humana seguía existiendo no le daba mucho optimismo. En todo caso, ella podría creer que tal vez era incluso un error. – Su cerebro funciona como debe, al igual que el resto de sus órganos. Fuera de eso, tenemos el problema más obvio que tenemos entre manos.

Aunque el término "brazo" habría quizás sido más preciso, X no se atrevió a decir nada. Después de todo, aunque hubiese llegado a tiempo para prevenir que Vile le pusiera una bala en la cabeza, no pudo prevenir el daño que Chiyo ya había recibido.

Luego, sus ojos verdes cayeron sobre el brazo izquierdo de la humana, cuya porción superior estaba envuelta con una cinta apretada, y varios componentes colocados para formar una férula improvisada para mantener el miembro recto y estable.

Y aun así, sentía que algo estaba mal. – ¿Cómo está su…? – empezó a decir, aunque encontró que las palabras se le fueron antes de poder articular lo que quería decir. – Su brazo, quise decir. ¿Va a estar…?

La reploide médica de armadura verde y marfil se giró hacia el Hunter azul, y cualquier semblanza de esperanza se rompió al escuchar su prognosis. – La fuente principal del trauma se localiza en la base del codo, pero hay un daño considerable y fracturas tanto en el húmero como en el área del hombro.

X se mordió el labio, mientras se maldecía a sí mismo por no haber llegado antes. Si lo hubiera hecho, entonces tal vez Chiyo no estaría así, y quizás Roll todavía seguiría aquí.

– Los huesos no sólo están rotos. Vile no sólo se detuvo infligiéndole fracturas conminutas. – continuó la enfermera, mordiéndose el labio ante la sola idea, y luego concluyó con una expresión sombría. – Ya ha evolucionado en una fractura segmentada. Toda la parte superior de su brazo ha quedado totalmente inutilizable."


Laboratorios Light (¿?)…

– Entonces, ¿cuándo fue que el Doctor decidió ir por esta ruta? – inquirió Roll, luego de ponerse su atuendo usual durante la mayor parte de sus días: un vestido simple de verano de color rojo, con zapatos metálicos Mary Jane y sus mechones rubios atados en una coleta alta sujeta con un listón verde. Aunque, a diferencia de la imagen de sí misma que veía en el pequeño retrato sobre el mostrador, sus zapatos eran mucho más cercanos a la proporción de una niña humana, junto con sus pantorrillas y antebrazos. – Quiero decir, no me quejo. También prefiero este look. – le dijo a su hermano mayor vestido de azul, comparando su apariencia actual con la del retrato. – Pero aun así, ¿qué impulsó a nuestro padre a decidir estas alteraciones?

El retrato por sí solo no era nada espectacular, pero eso no le hacía atesorarlo menos. En lugar de eso, la propia Roll no entendía del todo por qué atrajo su atención. El exterior de los Laboratorios Light contrastaba con el idílico paisaje de un bosque montañoso fértil y extenso, los cielos de un vibrante azul con algunas nubes de vapor que pasaban lentamente, ahora congeladas con el edificio y los árboles que les rodeaban en un momento por toda la eternidad. Afuera de la morada de forma cilíndrica y conectada al laboratorio estaban ella, Rock, Rush, Eddie, Auto y el propio Dr. Light, el momento capturado parecía ser relativamente pacífico y alegre, con todos mostrando expresiones de alegría mientras el escenario, o incluso el área misma, parecían idílicos.

Perfectos incluso.

… entonces, ¿por qué de pronto su procesador se vio sobrecargado por las imágenes de un fuego y un edificio en llamas? ¿De Wily parado en la entrada del laboratorio con una horrible monstruosidad con cada de esqueleto y un evasivo Break Man que parecía querer estar en cualquier lugar excepto aquí, mucho menos hacer esto?

¿Por qué se sentía como si algo hubiera pasado? ¿Algo terrible?

Girándose del retrato hacia la androide de cabello castaño que era casi de su mismo tamaño, unos centímetros o pulgadas más o menos, Roll descubrió que Rock parecía mostrar el mismo conflicto que ella experimentaba internamente en ese momento. En todo caso, él, siempre el firme e invencible Rock Light, su propia "roca" de cierta manera, se veía con demasiada compostura, con una sonrisa demasiado bien medida y artificial.

Y se atrevería a decir, incluso robótica.


Cuartel general subterráneo…

– De acuerdo, ¿entonces cuál es el plan exactamente aquí? – preguntó A-1, cuya voz entusiasta iba cargada de anticipación mientras movía su pequeño cuerpo con forma de conejo, ansioso por oír las instrucciones de su Comandante.

Zero se giró hacia el monitor en frente de la habitación, con la Torre de Comunicaciones abarcando toda la pantalla, y su familiar silueta sirviendo como fondo para la tensa reunión. – En este momento, tenemos dos objetivos críticos en relación a esta estructura. – anunció, con el tono firme y autoritario, atrayendo la atención de cada Hunter y miembro del personal de apoyo presente. – El primero es a corto plazo que necesita acción inmediata, mientras que la segunda requerirá planeación cuidadosa, y posiblemente soluciones creativas para ejecutarla efectivamente. – elaboró, entrecerrando los ojos mientras evaluaba la gravedad de la situación.

»No se equivoquen. – continuó con la voz firme. – Completar el primer objetivo es vital para el éxito del segundo. Sin hacerle frente a ambos desafíos, esta colaboración podría terminar fracasando. – El peso de sus palabras se mantuvo en el aire, un recordatorio de los riesgos que descansaban sobre sus hombros.

Un reploide con armadura magenta, con un prominente visor que tenía un enorme lente rojo habló. – ¿Entonces qué? El objetivo es recuperar la torre, ¿correcto? – cuestionó, cruzando los brazos sobre su pechera. – Lo cual significa averiguar cómo bajar el escudo, ¿correcto?

El rubio de cabellera larga se giró hacia el otro Maverick Hunter, con sus ojos azul gélido irradiando una sensación de confirmación, pero no necesariamente aprobación. – Más o menos. – le respondió. – Pero eso por sí mismo ese es un problema, Mac.

El reploide de armadura magenta, Mac, ladeó su cabeza para evidenciar su perplejidad, viendo que sus propios ojos estaban ocultos de vista. – ¿Cómo así, Comandante Zero?

Girándose hacia el monitor y gesticulando la estructura de interés, Zero respondió. – Dada la velocidad a la que ocurrió todo, y lo rápido que sus fuerzas pudieron reunirse para dominar esta isla al inicio de este conflicto, creo que es seguro decir que Sigma planeó cada paso de esto. Si no fuera así… – Su mirada se concentró en el escudo de energía protectora que rodeaba el edificio de interés – … ¿entonces por qué se manifestaría esta cosa antes de que los misiles impactaran?

La cámara de reuniones se quedó en silencio por unos momentos, aquellos que estaban presentes intercambiaban miradas entre ellos antes de que A-1 decidió intervenir. – Bueno, si ese es el caso, entonces eso significa que debe haberse anticipado a que eventualmente nosotros trataríamos de usarla, ¿correcto? – preguntó el navegador de color naranja. – Entonces, no deberíamos tener que preocuparnos por ningún daño que sucedió antes. Todo lo que tenemos que hacer es atravesar ese escudo y entrar. – sugirió, con un tono optimista, aunque no estaba totalmente seguro si era más por los otros o por sí mismo. – Una vez que desactivemos el escudo.

De nuevo, tras un período silencio, sin que nadie respirara, ni siquiera para enfriar ligeramente sus sistemas de ventilación. A-1 se mordió el labio, temiendo haberse hecho ver como un tonto. Sin embargo, la respuesta del comandante de armadura roja al pequeño navegador y su propuesta le dio al reploide más pequeño un momento de contemplación también.

– Tengo la sensación de que Sigma ya habrá considerado eso también. – respondió Zero. – Y por eso es que dudo mucho que simplemente podamos hackearla para entrar.


Estado de Nueva York (¿?), afueras de Mega City (¿?)…

– Entonces, ¿me estás diciendo que estos ajustes son sólo actualizaciones básicas? – preguntó la androide rubia, Roll, con un deje de incredulidad en su voz, mientras miraba hacia el extenso río que resplandecía bajo el sol de la tarde. Sus aguas fluían tranquilamente bajo el masivo y largo puente que formaba un arco grácilmente sobre él, sirviendo como una arteria crucial para los vehículos que entraban y salían de la ciudad. Todo se veía tal como ella lo recordaba, pero no podía sacudirse la sensación de que algo fundamental había cambiado dentro de ella y de su hermano antes de su última visita.

– Básicamente, sí. – replicó Rock, de pie junto a Roll, con una sensación de camaradería evidente en su postura. Ambos observaban el vibrante pasaje urbano que se extendía frente a ellos, a pocos kilómetros de distancia, donde la vida zumbaba con energía. – Luego del incidente del apagón global, el Dr. Light, junto con otros estimados expertos en robótica Cossack, Petril y LaLinde para nombrar algunos, se juntaron para afrontar la creciente necesidad de seguridad. Con algo de ayuda de nuestro gobierno, propusieron la creación de una "fuerza de defensa de robots" cuya intención es proteger a las Naciones Unidas. Esta iniciativa llevó al desarrollo de nuevos modelos como Knight Man y Centaur Man, pero Light tenía la visión de algo diferente para nosotros.

Roll asintió pensativamente, extendiendo su mano hacia adelante, y la luz del sol caía sobre su superficie lisa. – Lo cual, en este caso, significa "adelgazar un poco las cosas", por decirlo así. – Su mente se aceleraba con las implicaciones de los cambios, enfocándose intensamente en su mano, como si representar la esencia de sí misma, la perfecta amalgama de diseño y propósito.

Aunque sin duda había más en la decisión del Dr. Light en relación de sus apariciones alteradas (revisiones cuyo propósito era potenciar sus capacidades existentes y optimizar su funcionalidad), todo en lo que Roll pudo fijarse fue en esta transformación. Resultaba algo irónico, pensaba, ya que ella era la más dispuesta a aventurarse y experimentar el mundo más allá de los confines de su hogar. Pero aquí estaba, en lugar de disfrutar de la expansión de Mega City, preocupada con escudriñar la mano que había sido modificada para servir mejor su propósito de ser un ejemplo de tecnología e ingeniería.

Al menos encontró un respiro en las actividades más allá de los confines usuales de las tareas del hogar, mantenimiento del laboratorio, y la implacable presión por lucir "linda" ante los ojos de sus colegas más orgánicos. Esta situación era algo irónica considerando que ella y su hermano a menudo eran confundidos por niños humanos mientras se dirigían hacia la orilla del Lago Ontario, un vasto cuerpo de agua que se extendía frente a ellos como un lienzo tranquilo.

Ahora, sin embargo, estaban de pie en la orilla opuesta, mirando hacia el denso bosque y el rugoso terreno de las montañas que se alzaba al norte, un marcado contraste con su entorno actual. Este mismo paisaje una vez fue la orgullosa locación de los Laboratorios Light originales, un eje de innovación y creatividad. Pero tras el tumultuoso conflicto que involucraba a Ra Moon, el cual trajo caos y destrucción a sus vidas, todo cambió.

Tras ese desastre, ya que su antiguo hogar yacía en ruinas y el preciado Gamma fue robado, el Dr. Light tomó la decisión de relocalizarlos a todos. Ahora residían en el lado opuesto de este masivo lago, lo bastante cerca del agua para sentir su presencia calmante, pero mucho más cerca de los concurridos centros urbandos de Norteamérica. Este nuevo escenario, con su mezcla de belleza natural y energía urbana, presentaba un marcado recordatorio tanto de lo que se había perdido como de lo que se mantuvo, y de la incertidumbre del futuro que aguardaba delante.

En efecto, las cosas comenzaron a cambiar dramáticamente tras una serie de eventos particularmente transformativos. Dos en particular sobresalían: el repentino giro del Dr. Cossack, que se rumoraba había que se había vuelto un villano, y las aparentemente traicioneras acciones de su propio hermano mayor, el distante y enigmático Blues, que desde entonces había adoptado el nombre Proto Man para distanciarse de su controversial pasado como Break Man.

Sin embargo, estos dos eventos fueron orquestados de manera experta para encender unas mechas por el nefasto Dr. Wily. La situación se escaló cuando la propia hija de Cossack fue tomada como rehén, un movimiento desesperado de Wily para manipular a su padre para que se sometiera, y obligarlo a seguir sus siniestros planes. Por otra parte, lo que había sido percibido como una traición de Proto Man no fue más que una farsa ingeniosa; en realidad había sido reemplazado por un grupo amenazador de cuatro Robot Masters distintos, conocidos colectivamente como los "Dark Men." Bajo las órdenes directas de Wily, estas malévolas máquinas se desataron para causar estragos, provocando una brecha de conflicto entre Rock and Blues, y preparando el escenario para la inevitable confrontación entre los dos hermanos. La intención de Wily era muy clara: quería que el Bombardero Azul acabara con su propio hermano, con el robot de armadura roja y bufanda dorada, Proto Man.

Cómo fue que sucedió todo eso, todavía no estaba totalmente segura, pues a ella le indicaron que se alejase del conflicto, y al encontrarse con una inconsciente Vesper Woman y Laboratorios LaLinde Labs quemado hasta sus cimientos, se llevó a la androide herida a alguna parte segura para repararla. Y aun así, aun así, de alguna forma, de cierta manera, Roll sentía como si su papel en ese evento no estuviese siendo relatado correctamente del todo.

Como si estuviera olvidando algo vital.

– "Él… él no lo hizo. Él es inocente. Pero Tempo… no está pensando claramente. Creo… me temo que ella o tal vez Mega podrían cometer eventualmente un terrible error…"

– ¿Roll?

– "Yo… creo que podrían ir tras el Dr. Cossack a continuación. Pero… pero mamá… y mi hermana… Rock… e incluso Blues, todos están en peligro…"

– Hey, Roll, ¿estás bien?"

– "Y… espera… ¿Mariachi?"

– ¿Roll?

– "¡¿D-dónde está Mariachi?!"

– ¡Roll!

– ¡Sí, te oigo perfectamente, Rock! ¡¿Qué sucede?!

El subidón de culpa y arrepentimiento que se hinchaba en su núcleo se disipó tan rápido como apareció. Mientras se giraba para confrontar a su hermano, vestido de azul, sólo encontró vacío donde debería estar él.

– ¿Rock?

El horizonte se extendía frente a ella, una expansión interminable de colores y sombras apagados, sin rastro alguno del DLN mayor, como si se hubiese evaporado en el aire.

– ¿Rock? ¡¿Rock?! ¡¿Rock, dónde estás?! – La voz infantil de la androide rubia perforaba el enorme paisaje, con cada sílaba haciendo eco en contra de la quietud que la rodeaba. Sus ojos azules se ensancharon en shock al registrar la claridad antinatural de su propia voz, un agudo contraste con el profundo silencio que envolvía la otrora vibrante ciudad cercana.

Sólo ahora se dio cuenta de la escalofriante quietud que había reemplazado el familiar rumor de la vida urbana, un silencio que se sentía como un vacío que se enterraba en lo más profundo de su ser.


Abel City…

– De acuerdo, creo que casi lo tengo… – declaró Ai, con la voz firme a pesar de la tensión en el aire. La pequeña banda de Maverick Hunters, esperando ansiosamente su progreso, movieron su peso frenéticamente mientras permanecían en el corredor escasamente iluminado de la enorme estructura. Trinity seguía todavía bajo tierra, enfrascada en sus tareas técnicas, dejando a Ai enfrentándose al sistema por su cuenta. – Aun así, no puedo garantizar que será un proceso rápido.

Mac cruzó los brazos y se paseó impacientemente, con su frustración palpable mientras le lanzaba una mirada penetrante. – ¡Hemos estado esperando aquí por casi media hora! ¡¿Cómo es que todavía no has entrado al sistema?! – Su voz hizo eco agudamente contra las paredes de metal, un fuerte recordatorio de su prolongado estancamiento. – ¡Esta torre prácticamente nos pertenece de todos modos! ¡Es NUESTRO sistema!

Un silencio pesado cayó sobre todo el grupo mientras intercambiaban miradas, cada Maverick Hunter absorbía en silencio sus palabras, y su impaciencia colectiva hervía bajo la superficie. La tensión era tan gruesa que podía cortarse con un cuchillo, pero nadie se atrevía a decir en voz alta sus frustraciones tan abiertamente como Mac.

– Contrólate, ¿quieres? – intervino Zero, con el tono firme, pero medido. Se colocó más cerca de Ai como para protegerla, determinado a alimentar su confianza de cara a esta presión acumulada. – Ai lleva más tiempo funcionando que tú, y sabe lo que hace. – Miró intensamente a Mac, urgiéndolo a reconocer la experticia que estaba frente a ellos.

– Sí, y tal vez eso sea parte del problema. – contraatacó Mac, con los brazos cruzados de manera desafiante sobre su pechera adornada, con el metal brillando en la luz apagada de la sala de control. Frunció el ceño con frustración mientras se acercaba ligeramente al frente, dirigiéndose a la navegadora. La mujer rubia, cuyo cabello rubio estaba recogido en un moño apretado, ni siquiera volteó la mirada de la pantalla holográfica, pero la tensión de su cuerpo era palpable.

Apretando los dientes, ella respondió, con la voz firme pero cargada con irritación. – Me aseguro de actualizar mi procesador cada vez que hay una nueva versión disponible. – Cada palabra era precisa, como si estuviese calibrando sus respuestas como su maquinaria. – Pero tomaré nota de tus preocupaciones. – La frialdad en su tono sugería un cierto resentimiento debajo de su fachada de compostura, dejando a quienes observaban el intercambio intrigados por la fricción silenciosa entre los dos.

Aun así, pese a que por dentro lo maldecía, Ai no podía evitar pensar en la legitimidad de la observación de Mac.

Un repentino traqueteo de estática rompió el aire, seguido de un subidón de luz proveniente de la consola.

– ¡Ai! – gritó Zero, pero la advertencia vino demasiado tarde.

El cuerpo de la navegadora convulsionó mientras la electricidad recorría violentamente todo su sistema, y el resplandor iluminaba su expresión de dolor. Chispas volaban por toda la pantalla mientras el sistema reaccionaba con una descarga defensiva, y en el siguiente instante, una explosión conmocionante la mandó a volar. Se estrelló en el pavimento con un golpe pesado y metálico, mientras líneas de humo salía de las líneas quemadas de su armadura.

– ¡AI! – X fue el primero en arrodillarse junto a ella, con las manos flotando, e inseguro de si debería levantarla o darle espacio a Zero para estabilizarla. Zero se agachó cerca detrás de él, con sus agudos ojos verificando el daño, apretando la mandíbula como si quisiera irrumpir en la torre por su cuenta.

Su pechera se movía ligeramente, mientras sus sistemas se reiniciaban con alientos entrecortados de estático. – Estoy… estoy bien… – murmuró ella, aunque su voz cargaba una distorsión carrasposa, casi como una señal luchando contra la interferencia. Su mano empezó a moverse mientras intentaba forzarse a levantarse, con sus ojos todavía desenfocados.

– ¿Bien? Casi te fríes los circuitos. – contraatacó Zero, con la voz baja, protectora, y cargada de rabia suprimida.

Mac no dio un paso al frente. Se dirigió hacia el borde del grupo, con los brazos todavía cruzados, con el lente mirando a los tres con un deje de vindicación. – ¿Y qué pasó? – Su tono iba cargado de incredulidad y acusación. – Tenías acceso total. ¡El sistema debería haber cedido a estas alturas! – Señaló hacia la consola que echaba chispas, cuya pantalla holográfica estaba distorsionada por líneas de estática. – En lugar de eso, seguimos bloqueados, y ella es la que paga el precio.

Los Hunters a su alrededor se quedaron rígidos, atrapados entre la simpatía por Ai, y el filo que iba en aumento en la voz de Mac.

X giró su cabeza hacia él, con sus ojos azules endurecidos. – Esto no fue culpa de ella. La seguridad de la torre debe haber sido actualizada desde nuestra última infiltración. Debe haber activado un seguro, uno cuyo propósito era evitar que alguien como ella logre atravesar.

Todavía temblando, Ai levantó una mano temblorosa hacia la consola. Tenía la voz tosca pero firme. – No… estuve tan cerca. La arquitectura del sistema, es diferente a como lo sugieren los registros. Puedo adaptarme, pero… – Exhaló lentamente, luchando contra el ardor de sus circuitos. – Llevará más tiempo.

Mac resopló audiblemente, golpeando su bota en el piso con un ritmo impaciente. – ¿Más tiempo? A este ritmo, estaremos vulnerables antes de que lo descifres.

La mirada de Zero se ensombreció. – Cuida tu boca, Mac.

Pero los ojos de la navegadora parpadearon, antes de mirar a Mac con una luz firme y fría. A pesar de que el dolor seguía siendo evidente, había dureza como acero en su tono. – Si crees que puedes hacerlo mejor, pues adelante, eres libre de intentarlo.

El silencio subsiguiente fue más agudo que cualquier hoja.

– Tus suposiciones son correctas. – dijo una voz repentinamente, y la figura de la cual provenía acababa de aparecer como de la nada, pero inmediatamente el Hunter de azul la reconoció. – Pero ella tampoco tiene la culpa.

La susodicha figura salió en medio de las sombras como si le dieran forma. Su capa gruesa y sombrero cubrían la mayor parte de la armadura carmesí, pero lo que estaba expuesto brillaba ligeramente bajo las luces parpadeantes, con su bufanda dorada arrastrándose detrás de él como una bandera rasgada de secretismo.

X abrió los ojos, cuando el aliento llegó a su garganta. Un nombre salió sin restricciones, murmurado tan quedamente que desapareció en el quedo rumor de la maquinaria que seguía echando chispas.

– …Blues…

Pero no se atrevió a decirlo en voz alta de nuevo. No aquí, ni ahora. La presencia de esta figura era suficiente revelación, y demasiadas verdades colgaban en la balanza para arriesgarse con un desliz descuidado.

Mac, sin embargo, no se contuvo. Se incorporó, con su escepticismo agudo como una hoja. – Tú eres ese tipo que ha sido nuestro contacto de ayuda externo, Ray B., ¿correcto? – Su voz cargaba un tono increíblemente mordaz, aunque un ligero deje de reconocimiento lo templaba. – ¿A qué te refieres con eso? Si Ai no puede atravesarlo, ¿entonces cuál es el problema?

El robot encapotado de armadura roja ajustó su postura, con una mano reposando en su costado como si llevara el peso de un conocimiento desconocido. Su visor brillaba, ocultando sus ojos pero no la gravedad de sus palabras.

– El sistema al que se enfrentan no está alojado totalmente aquí. – explicó Ray B., con el tono bien medido y deliberado, con cada palabra golpeando con precisión. – Las defensas de la torre, sus barreras y protocolos anti-intrusiones, no son autónomos. Están siendo mantenidos, sincronizados y reforzados desde una locación remota.

Una oleada de intranquilidad invadió al grupo. Incluso Ai, que seguía recuperándose por haber sido electrocutada, levantó la cabeza con una chispa ligera de realización. – Por eso la arquitectura no se alineaba… – murmuró, casi para sí misma. – No estaba peleando sólo contra la torre. Estaba peleando contra una proyección suya.

– Exacto. – Ray B. suavizó su voz ligeramente, aunque cargaba la gravedad de la finalidad. – Hasta que localicemos la fuente de ese desvío remoto, cada intento que hagas desde aquí terminará de la misma manera: rechazado por el sistema, expulsado, y en fracaso.

Zero apretó la mandíbula, apretando la mano en su puño. – Entonces estamos persiguiendo a un fantasma. Alguien manipula la torre desde las sombras.

Mac se movió con incomodidad, y su bravata de antes se empezó a agrietar bajo el peso de esta revelación. – Quieres decir… que todo lo que estábamos haciendo aquí… ¿era inútil?

La figura roja no respondió de inmediato. Dejó que el silencio se alargara, y la tensión se volvía como un alambre. Y finalmente, inclinó su cabeza.

– No inútil. – dijo Ray B. en tono neutral. – Sólo en la dirección incorrecta.


Mega City(¿?)…

Las piernas de Roll la llevaban en una carrera inestable, con cada paso más pesado que el anterior mientras llegaba a lo que quedaba de Mega City. Su atuendo (su familiar vestido rojo con el borde pálido, camiseta oscura debajo, y botas rojas grandes con tobilleras blancas) se agitaba ligeramente contra el viento. El lazo en su cabeza ondeaba como una bandera rota, un remanente del mundo que ya no parecía existir.

Pero la ciudad que conocía se había ido.

Los otrora imponentes rascacielos ahora se habían desgastado en estructuras esqueléticas, huecas y sin vida. Calles que ella había limpiado, reparado y cruzado incontables veces estaban abiertas con grietas como si una fuerza invisible se hubiese abierto paso con garras. Los semáforos colgaban inútiles, con los vidrios rotos, ondeando en el viento como péndulos rotos. Tiendas y hogares bostezaban abiertos en ruinas, con sus interiores destrozados, sus colores desteñidos hasta el gris. Toda la ciudad gruñía bajo el peso de su propio colapso.

Sus ojos se movían salvajemente, en busca de vida, quien fuera, lo que fuera. Pero no había sonidos, ni pájaros, ni humanos, ni siquiera el chirriar distante de la maquinaria. Solo el crujido del polvo bajo sus botas.

Y entonces fue que lo notó.

El polvo no sólo estaba bajo sus pies. Se pegaba a sus guantes. Dejaba un rastro tras de sí al moverse. Sus manos temblaban mientras se las llevaba al rostro: los guanteletes de sus brazos estaban agrietándose, pequeños trozos de su propio chasis desprendiéndose, disolviéndose como ceniza en el vacío.

El aliento se le fue.

– No… no, no a mí también…

Su garganta convulsionó mientras trataba de gritar, pero el sonido le falló. El grito se desgarró en su pecho, pero se disolvió antes de tocar el aire, como si su voz hubiese sido tragada totalmente por el silencio.

Sus ojos se ensancharon, con las lágrimas amenazando pero nunca formándose por completo, mientras su cuerpo continuaba fracturándose y desmoronándose. El lazo en su cabello se desató, dispersándose como pétalos en el viento, y sus botas se hicieron pesadas hasta que finalmente se desmoronaron en polvo.

Con la fuerza que le quedaba, alargó su mano, llamando desesperada a Rock, a quien fuese. Pero la mano se le hizo trizas a mitad del movimiento, antes de que pudiera tocar lo que no estaba allí.

La ciudad y la chica se hicieron una sola en la ruina, disolviéndose en la nada bajo el pálido e interminable cielo.

Los ojos de Roll parpadearon, y una ligera estática traqueteaba en su visión. Por un instante, sólo había oscuridad, y luego un borrón de luz tenue debajo de ella, un cielo retorcido que apenas era distinguible a través de la neblina.


Locación desconocida…

Voces.

Ahogadas, distorsionadas, como si hicieran eco debajo del agua.

– …no se supone que debería estar despierta todavía…

– …estabilidad comprometida… no durará…

– …déjalo verla…

Sus sistemas forcejeaban tratando de ordenar las palabras, con fragmentos desvaneciéndose antes de que pudiera asimilarlos del todo. Cada sonido la acercaba más hacia la conciencia, pero el peso que presionaba su cuerpo le suplicaba que volviera a rendirse.

Y luego la luz se apagó ligeramente.

Una sombra lo bloqueó, estirándose a lo largo de su visión. Sus ojos apenas se aclararon lo suficiente para enfocarse, y ahí estaba él.

La figura se alzaba imposiblemente alta, con sus ojos ardiendo con una inteligencia cruel, casi antinatural. Una armadura angular y dentada, púrpura y blanca como los huesos, enmarcada contra la luz como una pesadilla a la que se le dio forma. La cara, humanoide, con ojos que brillaban de un azul profundo, pero escalofriantemente calmada, la observaba mientras la estaban operando.

Sigma.

Los ojos de ella se ensancharon, y una espina aguda de miedo volvió a atravesarla mientras iba perdiendo la conciencia. Intentó moverse, gritar, pero sus miembros pesaban como si fueran de plomo, y su voz parecía inexistente.

Sigma movió su cabeza, estudiándola como un espécimen encerrado en un cristal. Un resoplido bajo, pero desdeñoso, se le escapó de la boca.

– Continúa. – ordenó entonces. – Esto tal vez le enseñe a Vile algo de responsabilidad.

Luego volvió la estática de nuevo. Su visión se fracturó, rompiéndose en fragmentos de luz y sombras. Las voces se hacían borrosas en un solo largo rumor, arrastrándola de vuelta al vacío.

La oscuridad volvía a tragársela de nuevo.

Esta historia continuará

Notes:

Y aquí estamos de nuevo. No les voy a mentir, los capítulos de exposición como este a veces se sienten algo pesados de leer, ya que prefiero la acción, pero supongo que pronto todo quedará claro. Así que por eso decidí leer a medida que traducía, aunque estos días he estado ocupadísimo y me lo tomé con calma, disculpen por eso.

Como sea, las cosas no se ven nada bien para Roll, que ya de por sí tuvo una experiencia muy traumática cuando Zero la secuestró, y ahora parece estar entre la vida y la muerte mientras el enemigo la tiene en sus garras. Y no es la única; aunque la vida de Chiyo no está en peligro inmediato, el riesgo de perder la capacidad de usar el brazo, o incluso perder toda la extremidad carga un paralelo bastante escalofriante, y sólo sirve para resaltar lo serio de la situación. Justo cuando parece que los Maverick Hunters logran dar un paso adelante, algo más ocurre y tienen otro retroceso con el que lidiar. Espero que Sigma no esté planeando convertir a Roll en un arma o algo para usarla contra X directamente.

Así que bueno, no hay más que decir de este capítulo, ya que estoy esperando más por la acción. Nos veremos la próxima vez, y como siempre, ¡dejen que su poder supere los límites!

Chapter 84: El renacimiento de Eva

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

– ¿Qué es lo que estás diciendo? – inquirió Mac, sin estar totalmente dispuesto a creer, mucho menos aceptar, lo que este ayudante externo estaba diciéndoles. – ¿Cómo puede ser eso? ¡Es nuestro sistema! ¡Esa torre nos pertenece! ¡Deberíamos poder desmantelar ese escudo!

– Esa ERA su torre, pero ya no lo es. – corrigió Ray B., ya fuese que a Mac le importara o no. – Aun así, en última instancia lo mejor para todos es que la reclamen.

– Una idea fantástica. – intervino Ai. – Sólo que es imposible por el momento, viendo que la única opción que tenemos es hackear directamente el sistema de seguridad de la estructura…

– Lo cual acabamos de demostrar que no sólo es increíblemente arriesgado, sino altamente peligroso para ustedes. – replicó el androide encapotado. – Tu núcleo fluctuó por un momento al recibir el método de defensa del sistema. – Bajo sus gafas sombrías, sus ojos se entrecerraron. No se atrevería a decirle cómo sabía esto, pero podía ver que no era el único, notando cómo X cambiaba el foco entre sus colegas Hunters y este hermano más pequeño y significativamente mayor. – Bien podrías haber muerto de nuevo allí, Ai.

La reploide de armadura roja y marfil abrió sus ojos azul cielo, al descubrir que, para su gran shock y horror, la otra máquina dio en el blanco con su declaración, y sus sistemas registraron un lapso momentáneo antes de reactivarse de nuevo. – Entonces… – comenzó a decir Ai, con dificultades para poder refutarlo, y de nuevo, para su propio shock. – ¿Qué con eso? ¿Cómo es que eso es asunto tuyo? Tú mismo dijiste que no puedes involucrarte demasiado así como están las cosas, así que ¿qué te importa?

Fue sólo por un breve y pasajero momento, pero X fue testigo de cómo Ray B. se tensaba. – … ¿y acaso necesito una razón para valorar tu vida?

Otra vez, Ai al parecer no supo cómo responderle. – Considerando todo, ¿no deberías estar más preocupado por las vidas que se verán afectadas si NO logramos entrar aquí? – contraatacó. – Además, este trabajo viene con riesgos. La muerte potencial es sólo uno de ellos.

Otra vez, como X observó, Ray B. se vio afectado por la réplica de la rubia, aunque nadie pareció notarlo. – Firefly estaría devastada si descubriera que terminaste muerta justo después de salir de la enfermería, ¿no crees?

La navegadora entrecerró sus dedos color marfil en un puño muy apretado. – No sé de lo que hablar. – respondió secamente. – Además, incluso si tuviéramos ese tipo de dinámica en el campo, ¿eso qué te importa?

– Nada. – respondió Ray B., aunque con una ligera resignación, ya que sentía que, independientemente de que dijera la verdad, sabía que no estaba cualificado para discutir esas cosas. No tenía el derecho de discutirlas. – Pero si necesitas más motivación, seguro que te has dado cuenta de que no puedes dejárselo todo a Trinity.

Ai no replicó. X podía ver que quería hacerlo, decirle a este extraño que se quedara en su sitio y se ocupara de sus asuntos, pero aun así, nada salió de sus labios.

– Ninguno de ustedes puede permitirse perder a más de sus ya de por sí reducidos números, si es que esperan encontrar dónde se está ocultando Sigma. – expresó el androide encapotado, pausando por un momento para mirar hacia el cielo, viendo cómo el sol se ponía entre las llamas furiosas que uno de los suyos había causado en su sed de destrucción.

– "Como si tú fueras mejor, mocoso inútil."

Alejó ese golpe mental de su procesador. Cualquier recordatorio de su propia historia y numerosos errores podía esperar; esto no se trataba de él.

– "¿No se trata de ti?"

– Y cuando llegue el momento…

– "Tú provocaste todo esto."

– Aquellos que quedan tendrán que unirse, o todos caerán…


Locación desconocida…

¿Qué rayos acababa de pasar?

De nuevo, se sintió como si todo y todos, incluyendo su propio cuerpo, le hubieran sido arrancados, dolor y agonía, junto con la punzada helada de la no-existencia, consumiéndola tanto a ella como al mundo al que literalmente había visto derrumbarse.

Luego, lo siguiente que supo, otra vez estaba despierta y consciente, su pequeño y más delgado cuerpo robótico parecía volver a ser su recipiente actual. Sólo que ahora, mirándose a sí misma, se encontraba con la misma ropa que llevaba en el incidente que involucró el resurgimiento del sistema Double Gear que potenciaba las habilidades de Mega Man, pero también exigía un terrible esfuerzo a su núcleo y extremidades.

Si estaba en ese atuendo particular, ¿tal vez ella había… "avanzado" en el tiempo de nuevo? Y si ese era el caso, entonces tal vez podría localizar a Rock y al Dr. Light. Tal vez habría otros rostros que conociera.

– "Esto no es real…" – se recordó a sí misma en silencio, levantándose del suelo y caminando hacia la salida de los reconstruidos y mejorados Laboratorios Light. – "Nada de esto lo es. Todos se han ido." – Se detuvo en seco, y sus ojos azules miraron al piso de baldosas que brillaban bajo las luces del techo, cortesía de la precisión antinatural de la mucama cuando se trataba de limpiar. – "Pero…"

No era real. Todos se habían ido. Light estaba muerto, y ella nunca descubriría qué le sucedió a Rock, mucho menos al resto de los DLNs.

Y aun así… y aun así, mucho más tuvo que haber ocurrido.

Más de lo que se había grabado afuera, de los pocos trozos de información que lograron sacar en su antiguo y desgastado cuerpo. Un cuerpo que fue encontrado con un enorme agujero que le atravesaba el pecho.

Un agujero que ni siquiera recordaba haber recibido, mucho menos de quién.

¿Habrían sido ellos la causa? Y si era así, ¿quién los creó? ¿Con qué propósito?

Encontrándose con ese silencio ensordecedor y el distintivo rumor continuo de las luces fluorescentes arriba, Roll se forzó a ir adelante, con sus orejas que comenzaban a captar el distintivo pero familiar de fuego de láser y metal chocando contra metal.

*¡BOOM!*

Inmediatamente escudándose los ojos, la androide con aspecto de niña preadolescente se dio cuenta que no era suficiente; todo su cuerpo salió despedido hacia atrás estrellándose con una pared parcialmente destruido.

Y aun así, extrañamente, no lo registró tan doloroso como debería haber sido.

Inmediatamente, ella registró que esto no estaba bien, mucho menos normal. Incluso si de alguna manera estaba de vuelta en su antiguo cuerpo (o en una variante de éste), sabía que no debería, no debería haber podido soportar semejante impacto. Incluso su forma reploide estaba compuesta de materiales baratos, de modo que si eso la hubiese destrozado completamente, ¿por qué no lo hizo ahora mismo?

¿En un cuerpo que supuestamente era más débil que el que ocupaba actualmente?

– ¡GAHH!

– ¿ESTE es el gran campeón de la Tierra?

Roll hizo una pausa. Esa voz… esas palabras…

– ¿El que venció a mi padre, Ra Moon?

Se giró, y en medio del humo y el paisaje ardiente que una vez fue una sección de la prístina y vibrante región de la jungla de Lacandón de Chiapas (en la frontera de Guatemala), sus ojos se posaron en dos figuras de metal que se encontraban actualmente en combate entre ellos.

Sólo que parecía que el encuentro ya estaba ganado, y el chico en azul no era el ganador.

– ¡Rock!

Rock, conocido como Mega Man, yacía golpeado sobre la tierra quemada, su armadura dañada por la batalla exhibiendo grietas y abolladuras que marcaban las secuelas de un combate implacable. Su otrora poderoso Mega Buster colgaba precariamente, con su estructura visiblemente comprometida, y algunas chispas de pintura azul se caían como hojas de otoño en el viento. Estaba temblando, esforzándose por reunir los últimos vestigios de la energía que quedaba en él, desesperado por soltar un solo disparo contra su formidable oponente.

Pero la esperanza se desvaneció cuando su adversario agarró sin esfuerzo el ama del DLN, con una sonrisa siniestra formándose en su rostro antes de aplastarla como si fuera una prensa, triturando el metal y el hueso bajo la fuerza bruta. – Pero no puedes vencer ni siquiera a uno de sus hijos. – se burló el enemigo, con la voz chorreándole de malicia.

En un instante, el Mega Buster soltó una explosión cegadora, una liberación cataclísmica de energía y plasma que los envolvió a ambos, a Mega Man y su malévolo antagonista en una luz ardiente blanca. Roll, siendo testigo del caos, salió despedida por la onda de choque, y su corazón se le aceleró mientras observaba las figuras de su hermano de armadura azul y su atormentador que parecía de otro mundo desapareciendo en medio del halo luminoso, junto con todo lo demás que le resultaba familiar, tragada por la abrumadora brillantez una vez más…

De nuevo, se encontró en otro lado. Solo que, en lugar del clamor de un intercambio de golpes o láseres disparados en todas las direcciones, sus orejas captaron el ambiente antiguo de un laboratorio y el rumor de unas luces fluorescentes sobre su cabeza.

Orejas, murmuró para sí misma. No audio receptores. Nunca se dio cuenta hasta ahora de la diferencia que parecía hacer una distinción tan pequeña, mucho menos en todo el detalle que el Dr. Light puso en su antiguo ser para mantener la apariencia de una niña pequeña.

Una década de vivir con módulos esféricos en ambos lados de su cabeza casi le hizo olvidarse que alguna vez las tuvo, olvidar que una vez las poseía de manera muy similar a una joven Chiyo o Fumiko, o incluso Kenichi.

Olvidar que, en algún momento, era vista por las manos que la hicieron igual a una niña humana, viva y orgánica.

… algo que ahora sólo podía ver en aquellos como el Dr. Cain.

– … ¡El Dr. Cain! – gritó Roll alarmada, levantándose y corriendo hacia a la puerta. El impulso inmediato por buscar al anciano fue detenido por el hecho de que se encontró con la susodicha puerta cerrada desde afuera, atrapándola en los confines de cualquiera que fuese la nueva locación en la cual la habían arrojado.

– "Esperen…" – hizo una pausa. – "¿Nueva?"

No, esto no estaba bien.

Ella ya había estado aquí antes, al igual que en las otras locaciones anteriores. ¡De hecho, ella recordaba haber discutido esta misma situación con Zero de todos los individuos! Alguien con quien ni siquiera habría interactuado fuera de formalidades básicas sino hasta hacía muy poco tiempo.

– "Este es uno de los escondites del Dr. Wily." – recordó Roll, con los ojos aún fijos en la puerta cerrada. – "Uno que utilizó luego de la invasión de los Stardroides." – Esperó, dando algunos pasos atrás. – "Yo estuve encerrada aquí, sin poder salir, hasta que…"

*¡CLICK!*

– "Hasta que él vino…"

La puerta se deslizó hacia un lado, revelando a otro androide como ella, sólo que masculino, ligeramente más alto, y con una armadura negra con detalles contrastantes dorados y dos gemas azules, junto con un par de manos color marfil, iguales a las puntas de sus pies.

– Bass… – murmuró Roll en voz alta, cuyos ojos azules se encontraron con los intensos y vibrantes rojos de él.

Sin una palabra, el indomable e incontrolable DWN quien ella creía que no deseaba otra cosa que destruir a su propio hermano, le tomó la mano de manera firme pero sin dolor y la llevó afuera, y le murmuraba un "Sal de aquí" en sus labios que apenas ella logró captar, ya que claramente no deseaba decir eso a campo abierto donde pudieran oírle.

Lo que estaba haciendo liberándola de su encierro obviamente iba muy, MUY en contra de las reglas egoístas y de autopreservación que el Dr. Wily había colocado en él.

Aun así, ¿cuándo le importó a Bass algo de lo que dijera ese viejo loco?

– "Todo esto…" – murmuró Roll, rehaciendo los pasos desde el inicio hasta ahora. – "Son recuerdos." – se dijo al darse cuenta. No había podido recordar mucho de su vida pasada, salvo por los detalles más básicos o lo que ya había recibido por otros y la historia, pero ahora lo que había permanecido envuelto en esa niebla obstructiva comenzaba a ponerse claro como un vidrio recién pulido. – "Lo cual significa que esto…"

Bass se detuvo en seco, y la chica rubia de rojo, blanco e índigo también lo hizo. Sintió que él apretaba su agarre; su mirada usualmente feroz, a veces animalística, destelló con una expresión que ella nunca creyó ver en los ojos del DWN renegado, mucho menos permitirse mostrar en público, aunque fuese por un segundo.

Miedo.

Antes de poder preguntarle, sin embargo, se dio cuenta de que el entorno alrededor de ella y su rescatador (aunque bien podría haber sido él quien que la trajo aquí previamente, así que tal vez no debería darle todo el crédito) volvió a cambiar, encontrándose de pie luego de una especie de batalla, con los restos incendiados de una máquina masiva a poca distancia.

Pero, si ese era el caso, ¿dónde estaba…?

– ¡¿Bass?!

En efecto, al girar la cabeza hacia la izquierda, vio al Robot Master renegado, desparramado en el suelo, sólo ligeramente mejor que el gigante mecánico que había quedado reducido a poco más que material de chatarra glorificado. Su armadura estaba agrietada o directamente rota en varios lugares, su buster había sido arrancado de su cuerpo y tirado a un lado, mientras las gemas en su pecho y casco parecían haber sido aplastadas, y el cristal otrora brillante y reluciente había quedado reducido casi a polvo.

Y como Roll descubrió al acercarse más, un lado de su casco, y subsiguientemente su cara, parecían haberse hundido parcialmente, como si esa área en particular hubiera recibido una enorme cantidad de presión.

El DWN levantó la mirada, y la rubia retrocedió ligeramente al darse cuenta que Bass seguía, de alguna manera, por algún milagro, todavía funcionando. Aunque se preguntaba cuánto más duraría.

– ¿Q-qué te pasó? – dijo tartamudeando, tratando de procesar lo que estaba viendo, o más bien, en quién lo estaba viendo. – ¿Q-quién te hizo esto?

No pudo haber sido Mega Man. No su hermano, no Rock Light. Sí, Bass lo había dejado muy claro desde el robo de los Robot Masters desactivados en el Museo Robótico que su razón de existir era para acabar con el Bombardero Azul, y sí, había ido a enormes extremos para asegurarse que el fin de Rock ocurriera por su mano, y sí, su hermano había tomado represalias por ello.

Pero sólo al punto en que el androide de armadura negra y dorada se viera forzado a retirarse o quedase incapaz de perseguirlo. Aun así, Mega Man siempre se aseguraría de no destruir a Bass, al menos no totalmente.

Quienquiera que fuera responsable de esto… su intención era claramente acabar con él. Estaba buscando extinguir la vida de Bass por completo.

– V-vete… – dijo con voz ahogada, con un hilillo de aceite saliéndole de un lado de la boca, de un tono rojo oxidado, a pocos tonos de parecer realmente sangre humana. – Sal de aquí… ahora…

– Bass, ¿qué sucedió aquí? – preguntó, con el procesador corriendo a toda marcha. – ¿Quién te hizo esto? ¿Fue Wily? ¿Uno de sus nuevos proyectos?

Una risa amarga se le escapó al DWN, a pesar de que su expresión de humor sombrío parecía resultarle dolorosa. – …ambos.

– ¿Ambos?

– No… queda tiempo… – dijo Bass con la voz ahogada, y otro poco de aceite parecido a la sangre escapó de sus labios manchándole la mejilla. – Esa cosa… ese tipo… es peligroso. – Hizo una pausa, haciendo que Roll se preocupara. – No… mucho más que eso. – dijo casi temblando, y unas chispas que salieron de su casco dañado casi tocaron el vestido de Roll. Por Asimov, estaba realmente muy malherido. – Él… no… esa cosa no es un robot. – Bass empezó a toser, y sus ventilas sonaban como si apenas estuvieran funcionando. – Wily… ha creado a un monstruo.

Monstruo…

El uso de ese término, ella lo reconocía, ya que lo usó antes frente a ella.

– "¡Es un monstruo…!"

– ¿En dónde está esa máquina ahora, Bass? – preguntó Roll, todo el rato tratando de observar cuan grave había sido la mutilación sufrida por el DWN.

Sigma y el Maverick rojo… antes que se diera a sí mismo un nombre.

Por muy escalofriante que le resultara, no pudo evitar preguntarse: ¿fue así como Bass dejó de funcionar? ¿Fue así como… murió?

– Se escapó… – logró decir Bass tosiendo, y otra chispa de fluido rojo salió de su boca. – El bobo de azul… fue tras él. El tipo rojo… – continuó, aunque cada vez con más dificultad. – Él… regresó al lugar de Light. Algo acerca de que ese psicópata lo buscaba a "él"… y cómo no somos más que unas simples distracciones.

Roll se congeló. El tipo rojo… no. No, eso no podía ser. – Bass… – empezó a decir, más tratando de evitar que el otro androide se causara más daño a sí mismo, pero se dio cuenta que también intentaba recordárselo ella misma. – Blues ya no está más aquí. ¿No lo recuerdas? Él… – Hizo una pausa. – Él cayó peleando contra los Stardroides. Tú y yo, ambos estuvimos allí. Todos lo estuvimos.

Para su mayor confusión, su observación fue respondida con una carcajada seca. – Oh sí, es cierto. Tú no estabas aquí hasta hace poco. Aún no tienes idea. – dijo con la voz ahogada. Luego se quedó callado unos momentos. – Supongo que ese tipo Light pronto sufrirá una gran conmoción muy pronto.

¿Era así? ¿El Dr. Light estaba a punto de llevarse alguna sorpresa potencialmente desagradable? Y más todavía, ¿todo esto tenía que ver con Blues? ¡¿Estaría Bass implicando que en realidad…?!

Un estallido ensordecedor que hizo eco en todos lados exigió la atención de la DLN rubia, y Bass también miró al frente, hacia las sombras tan densas que parecían sobrenaturales, ocultando las fuentes del continuo ruido explosivo de su vista.

Roll apenas tuvo tiempo de procesar esa sombría revelación que Bass estaba implicando antes que todo el mundo pareciera deformarse. Un estallido ensordecedor atravesó las sombras, seguido del chillido penetrante de metal siendo arrancado. Algo salió lanzado hacia ella, azul, golpeado y echando chispas.

– ¡Rock! – jadeó ella, echándose atrás justo cuando el cuerpo de Mega Man se desparramó en el suelo frente a ella, deslizándose por el acero y dejando rastros de aceite y refrigerante. Tembló un par de veces, chirriando sus servomotores, antes de quedarse inmóvil.

»¡Rock! – Roll corrió hacia su lado de nuevo, moviéndose en un borrón de puro instinto. Su pechera estaba abierta, las ventilas dobladas, los circuitos echaban luces desde adentro como luciérnagas luchando por escapar. Sus ojos parpadeaban ligeramente, tratando de enfocarse. – Quédate conmigo, por favor…

Desde las sombras, un zumbido siniestro llenó el aire, resonante y firme, como el rumor de un generador que acababa de encenderse y cobrar vida. Una figura emergió.

Un revestimiento plateado captó la poca luz, fracturado aquí y allá como si su chasis hubiera sido ensamblado muy deprisa. Tenía un tono carmesí en sus extremidades, con marcas de pintura duras sobre una aleación pura, y los cables enredados traicionaban que todavía estaba incompleto. Pero el rasgo que hizo que a Roll se le congelase el procesador, el detalle que la llevó al borde de la incredulidad, era esa melena larga y dorada que caía por detrás de su cabeza, cuyos mechones brillaban incluso con la luz a medias.

– ¿Qué rayos…? – susurró Roll, con la voz hueca.

Los ojos de la figura se encendieron, rojos como luces de alerta, sin parpadear. Dio un paso al frente, y sus pesados pasos reverberaban con una precisión antinatural. Cada movimiento sonaba mal, demasiado agudo, demasiado eficiente, como si ese ser hubiera estudiado a la humanidad y decidido exagerar cada ángulo, cada movimiento, hasta volverlo terrorífico.

Bass trató de levantarse, aunque sus circuitos ardían furiosos protestando. – Te lo dije… – dijo en voz rasposa, señalando a la figura. – … no es… un robot.

La mirada del guerrero plateado y rojo pasó por toda la habitación, pasando sobre Roll y Mega Man que estaba tirado sin siquiera parpadear. En lugar de eso, sus ojos se fijaron en Bass.

Y entonces, en una voz tan distorsionada que sonaba como si fueran dos al mismo tiempo, una mecánica y una humana, habló:

– El prototipo será considerado obsoleto.

Roll sintió que todo el cuerpo le temblaba. Ella conocía esa voz.

– DLN 001, debe ser exterminado.

Mega Man empezó a temblar chirriando su metal, tratando de ponerse de pie. Chispas volaban de sus articulaciones mientras alzaba su buster, con el brazo temblando pero listo para disparar. Una serie de disparos cargados iluminaron la oscuridad, volando hacia la figura plateada y roja.

Cada disparo salió desviado. Sin esfuerzo.

El guerrero incompleto apenas se movió, su cabellera larga y dorada fluía con cada movimiento de su cabeza, como si incluso la gravedad no se atreviese a tocarlo. Con un solo revés de la mano, con un movimiento del brazo, los rayos de plasma salían desviados como si fueran mosquitos. Uno rebotó sobre él y explotó cerca de Roll, y el calor logró quemar los bordes de la tela de su vestido.

– ¡Rock, detente! – gritó ella, pero su hermano siguió presionando, con los dientes muy apretados.

– ¡No le dejaré…! – Mega Man se lanzó de frente, empujando el cuerpo que le fallaba más lejos de lo que podía soportar. Su buster brilló con más fuerza, y un disparo sobrecargado hacía arder el cañón de su brazo. Disparó.

El disparo rugió por toda la cámara, un rayo de energía incandescente. La máquina más alta lo atrapó.

Su mano se cerró alrededor del disparo a medio vuelo, y la energía inestable gritaba contra su palma, antes de mover la muñeca y apagarla en una lluvia de chispas. Sus ojos rojos volvieron a fijarse en Mega Man otra vez: juicio absoluto, sin piedad.

Bass tosió, forzándose a levantar la cabeza. – Rock… no lo hagas… ¡no puedes vencerlo! – Sus palabras se vieron interferidas por estática. Se giró hacia Roll, y la desesperación se apoderó de su tono, justo al borde del poco orgullo que le quedaba. – ¡No lo hagas! ¡No intentes detenerlo… deja de ser tan estúpida! ¡Los matará a los dos!

Pero Mega Man no tuvo tiempo. El guerrero plateado y rojo levantó su mano, y una esfera de plasma ardiente se formó en espiral. Su luz llenó la sala, zumbando de manera asesina.

Los procesadores de Roll gritaban advertencias, sus sistemas le urgían que se fuera, que sobreviviera. Y aun así, al ver a Rock prepararse para lo inevitable, golpeado y roto pero indispuesto a retroceder, ella supo lo que debía hacer.

– ¡NO! – La voz de Bass se quebró, a medias gruñendo, a medias rogando.

Roll corrió. En un estallido de velocidad incauta, se lanzó de frente, justo cuando descargó el disparo.

El impacto iluminó la sala con un blanco cegador, la explosión mandó a volar su pequeño cuerpo hacia atrás. El olor de armadura quemada llenó el aire mientras Roll colapsaba al lado del cuerpo de Rock, escudándolo con el suyo propio.

– ¡ROLL! – La voz de Mega Man sonaba rota, exhausta.

El monstruo de pelo dorado bajó el brazo humeante, ladeando la cabeza como si estudiase la imagen, confusión parpadeando en sus ojos carmesís, pero sin remordimiento.

Y Bass… Bass desvió la cabeza, apretando la mandíbula, una vez que el peso de lo que acababa de ocurrir comenzó a aplastarlo a él también.

El humo seguía aferrándose a sus sentidos, ácido y fuerte, obstruyendo lo poco que sus sistemas podían procesar. El impacto la había atravesado, los circuitos gritaban en protesta, la visión se fracturaba en trozos de estática. Sintió que su peso se desplomaba sobre el de Rock, cuya armadura destruida bajo los dedos de ella era la única ancla que le quedaba

– ¿R-Rock…? – susurró, pero su voz salió fracturada, débil. Sus ojos se iban apagando, incapaces de enfocarse.

Y entonces la escuchó: la voz de él. No, no era su voz. Era un rugido.

– ¡ROLL!

Salió de Mega Man, primigenio y agonizante, algo que jamás había escuchado de él antes. El sonido cargaba desesperación, furia, y una impotencia que perforaba más profundo que cualquier arma jamás vista.

A través de la niebla, pudo ver la mancha azul lanzándose de frente, su hermano abandonando toda la razón, cualquier deseo de contenerse. Con un estallido de fuerza imposible, se lanzó hacia la creación plateada y roja, y los puños y el buster por igual chocaron contra él en una tormenta de violencia. Las chispas explotaban, y la habitación se iluminaba en estallidos violentos de azul y dorado.

La melena azul se movía mientras el monstruo recibía a su agresor de frente, sin retroceder ni un pelo. Cada golpe que Rock acertaba se sentía como si reverberase por el cielo, pero el guerrero incompleto simplemente los absorbió, retorciéndolos y desviándolos con la precisión perfecta de una máquina.

Roll quiso gritarle que se detuviera. Que huyera. Que sobreviviera. Pero su voz quedó ahogada por la oscuridad que surgía dentro de ella.

Su último fragmento de claridad fue Rock, destruido y ensangrentado, lanzándose una y otra y otra vez contra el monstruo que casi la había arrebatado a ella de su lado.

Y entonces, todo se puso negro.

Un zumbido débil.

Eso fue lo primero que Roll captó una vez que recobró la conciencia. No la vista, ni el tacto, sólo la vibración de la maquinaria resonando a través de su cuerpo.

Sus ojos aún se rehusaban a abrirse, seguían fuera de línea, pero sus sensores auditivos recuperaron la vida, captando fragmentos de voces.

– …estabilizada… sólo necesita otro ciclo antes que podamos probar…

– Muy bien. Pronto estará lista para reactivación.

La segunda voz rasgó el silencio como si fuera una espada: profunda, calmada y confiada.

– Después de esto, ella quedará bajo la responsabilidad de quienes la trajeron aquí.

Ella lo reconoció al instante, aunque fuera imposible. Un escalofrío le recorrió sus procesadores, sus bancos de memoria dañados tenían problemas para confirmar lo que sus instintos ya sabían.

Sigma otra vez.

¿Por qué estaba él aquí?

Los pensamientos de Roll chirriaban en pánico, pero su cuerpo permanecía sin responderle. No podía moverse, ni hablar. Sólo podía escuchar los pasos haciendo eco a través de la estéril cámara.

– Storm Eagle me debe una por esto. – continuó Sigma, cuyo tono cargaba esa mezcla de mando y arrogancia casual que recordaba demasiado bien. – Que lo considere parte de su penitencia. Sin su cooperación, ahora te habríamos desechado.

Un sonido de metal tintineó cerca. El murmullo de otra voz respondió, demasiado suave e irreconocible para poder identificarla.

Sus sistemas gruñeron ante el esfuerzo de tratar de permanecer consciente. Chispas de sensación iban y venían en sus extremidades mientras los cables eran conectados y desconectados, y el mundo a su alrededor se hacía más silencioso y lejano.

– "Eagle… ¿por qué…?"

Y entonces la oscuridad volvió, abrumando de nuevo su esfuerzo por permanecer consciente.


Dos días más tarde, Abel City…

La pequeña cámara en el cuartel general subterráneo zumbaba con el bajo rumor de las pantallas holográficas. Esquemas de la estructura de la Torre de Comunicaciones rotaban sobre la mesa redonda, con indicadores rojos destellando junto a sus defensas exteriores reforzadas.

– Las rutas de acceso principales están comprometidas. – declaró Signas, con la voz calmada pero firme. – Tenemos confirmación de que las fuerzas de Sigma están guardando el interior, así que es probable que simplemente estén esperando a que logremos entrar.

– Y un asalto frontal nos costaría más recursos de lo que nos podemos permitir. – Zero dio un paso al frente, con los brazos cruzados y la armadura carmesí algo dañada por la última escaramuza. Su expresión usualmente aguda traicionaba incertidumbre, algo raro apra él. Su mirada permaneció fija en la proyección brillante de la torre, como si su fuerza de voluntad fuese suficiente para revelar una respuesta oculta. – Por lo que necesitamos otra opción. – murmuró, casi para sí mismo.

Signas inclinó su cabeza ligeramente, luego se dirigió hacia el resto de la habitación. – Seré franco con ustedes. La situación es delicada. Sin mencionar increíblemente arriesgada, pero si podemos recuperar el control, ¿quizás podríamos…? – Hizo una pausa. – ¿Comandante? Si me permite decirlo, ¿en dónde está exactamente…?

Zero no necesitaba mucho para deducirlo que el otro Maverick Hunter ESTABA HABLANDO. – No tenemos a X presente para esta reunión. Actualmente está recibiendo un reporte concerniente a la condición de nuestra… única residente humana aquí en el cuartel general.

Una oleada de murmullos se apoderó de los oficiales y operativos presentes. Incluso aunque no fuesen parte de sus filas, la mención de una humana entre sus números ya era inusual, algo que atraía intranquilidad, curiosidad y preocupación en igual medida.

Zero se enderezó, respondiendo antes que cualquier otro lo hiciera. – Estará aquí en cuanto pueda. Pero hasta entonces… – Sus ojos se entrecerraron, y un brillo carmesí se reflejaba del holo-mapa. – No podemos esperarlo. Dependerá de nosotros hacer el primer movimiento. La torre de comunicaciones es crítica, si no podemos asegurar ese enlace, entonces Sigma bien podría cortarnos el acceso a la mitad de nuestros puestos de avanzada cuando lo vea conveniente.

Sus palabras cargaban confianza, pero la ligera duda debajo de ellas traicionaba su conflicto interno.

Signas lo estudió por un momento, antes de decidir preguntar. – Y entonces, si ese es el caso, señor, ¿por qué no lo ha hecho ya?

Zero apretó su puño en su costado, sintiendo el peso de estar al mando. Su mente pensó brevemente, no en la torre ni tampoco en el enemigo, sino en la pequeña y silenciosa figura que estaba siendo atendida en la bahía médica.

Exhaló lentamente, forzándose a volver a concentrarse en la pantalla táctica. – Porque ha estado esperando por este momento. – le respondió Zero a Signas. – Porque finalmente ya está empezando a tomarnos con seriedad.


Ala médica…

La bahía médica estaba en silencio, salvo por el suave siseo de los ventiladores y el pulso rítmico de escáneres monitoreando a su más nueva paciente. Chiyo Fujiwara yacía recostada sobre un catre, con el brazo derecho sujeto en un crudo pero firme entablillado hecho con aleación reforzada y gasa médica. Incluso el más mínimo cambio en su postura le punzaba.

X ingresó, y la puerta se cerró detrás de él con un siseo ahogado. Dudó por un instante antes de acercarse más, y su semblante usualmente tranquilo ahora estaba ensombrecido por algo más pesado.

– ¿Cómo te sientes? – le preguntó con gentileza, sacando un banquillo para ponerlo junto a la cama.

Chiyo soltó una breve risita amarga, que sonó frágil. – Como el infierno. Mi brazo está inutilizado, tal vez para siempre. Me dijeron que probablemente no pueda volver a usarlo nunca más sin cirugías, cirugías extensivas. – Volteó la cabeza hacia el techo, con una sonrisa irónica curvándole la comisura de los labios. – Supongo que eso me gano por creer que podía seguirles el paso.

La mirada de X se suavizó, apretando las manos contra sus rodillas. – … Lamento no haber llegado antes.

Ella giró su cabeza hacia él, con sus ojos oscuros cansados pero agudos, que atravesaron su culpa. – Pero lo hiciste. – contraatacó ella quedamente. – Viniste antes que él acabara conmigo.

El nombre permaneció sin ser dicho entre ambos: Vile.

Los labios de Chiyo temblaron formando otra ligera sonrisa, la cual tenía un toque de algo más oscuro. – Si no hubieras aparecido, ahora yo no estaría aquí sentada bromeando sobre perder mi brazo. Estaría muerta. Así que… – Bajó la voz aún más. – … no te disculpes. No conmigo.

Por un momento, el silencio se alargó. Sólo el ligero chirriar de los servomotores internos de X y el pitido quedo de los monitores llenaron el espacio. Quería discutir, insistir que debió haber sido más rápido, más fuerte, cualquier cosa, pero la brutal honestidad en su tono hizo que sus palabras se ahogaran en su garganta.

Finalmente, asintió, bajando la mirada. – …está bien.

Chiyo se movió sobre su catre, su brazo roto le provocó una chispa de dolor en sus nervios. Hizo una mueca pero se aguantó y continuó, con la voz queda y cargada de auto-reproche:

– Lo hiciste mucho mejor que yo allá afuera. – murmuró ella. – Fui muy imprudente. Estúpida. Puse a Kenichi en peligro sin siquiera pensar en ello. Si algo le hubiera pasado por mi culpa…

Su voz se cortó, y se mordió el labio con fuerza.

X se inclinó hacia adelante, con la expresión suave, pero firme. – …Chiyo.

Ella giró la cara hacia él, con su cabello oscuro cayéndole por la mejilla. – ¿Qué pasa con él? Kenichi. ¿Él está…?

X dudó, con las palabras pesándole en la lengua. – Vile lo lastimó. Pero… – dijo tratando de mantener el aliento – … está vivo. Está con los demás. Los humanos que hemos estado protegiendo. Ahora lo están cuidando.

Por un momento, el peso del terror en los ojos de Chiyo se levantó, aunque fue sólo un poco. Exhaló largamente, volviendo a descansar los hombros contra las almohadas.

– …Qué bueno. – susurró. Luego habló más fuerte, con más convicción. – Está donde necesita estar ahora. Ellos pueden ayudarlo más de lo que yo puedo hacerlo en este momento.

X negó con la cabeza. – No minimices lo que has hecho. Si no fuera por ti...

Ella lo cortó con una sonrisa irónica y cansada. – No estoy minimizando nada. Tú me salvaste, X. Y eso significa que aún puedo hacer algo, incluso aunque no sea pelear. – Su mirada se suavizó, casi como si quisiera disculparse. – Sólo… no esperes que deje de sentirme así por completo. Supongo que… ya me acostumbré a ello.

X no dijo nada. Sólo se quedó allí sentado, en silencio por un momento, permitiéndole que su honestidad resaltara sin alejarla.

Por un tiempo, el único sonido era el pitido de los monitores de la bahía médica. La respiración de Chiyo poco a poco se fue calmando, y su cuerpo finalmente se resignó a un descanso muy necesitado. X permaneció junto a ella, con la mirada desenfocada, perdida en alguna parte entre las paredes blancas y las luces estériles.

– "Roll…"

El nombre provocó una punzada dolorosa en su núcleo. Ni siquiera sabía que había susurrado entre dientes hasta que el silencio hizo que la palabra sonase más fuerte de lo que era.

Intentaba aferrarse a la esperanza, creer que aún seguía con vida, que seguía siendo ella misma. Pero el optimismo se sentía como un escudo frágil contra lo que sabía de Sigma y sus fuerzas. Sigma no trataba bien a sus cautivos. Los doblaba, los quebraba, o los desechaba.

¿Entonces por qué…?

Si Roll simplemente estaba destinada a ser destruida, ¿por qué Storm Eagle había intervenido? ¿Por qué asegurarse que su cuerpo ya dañado no fuese llevado más allá del borde antes de llevársela? ¿Por qué hacer el esfuerzo en absoluto?

No tenía sentido.

Los puños de X se apretaron en su regazo. Si la estaban manteniendo con vida… debía ser por una razón. Y cualquiera que fuese esa razón, él sospechaba que estaba muy lejos de ser algo benevolente.

Sus ojos se apagaron un poco, y por primera vez en un largo tiempo, sentía los chirridos de algo que era demasiado familiar, y aun así igual de devastador: dudas.


Locación desconocida…

El indetenible rumor de la maquinaria resonaba más fuerte que nunca, una presencia insistente que llenaba el aire. Roll sintió que sus sensores volvían a la vida de manera fragmentada: luces penetrando en sus ojos, el traqueteo distante de las herramientas, y la constante vibración de los servomotores y sistemas hidráulicos encajando en nuevas posiciones.

Sus procesadores chirriaron, tratando de soportar el flujo de información. El dolor, o al menos la semblanza más cercana a lo que podía comprender, había desaparecido, siendo reemplazado por una tranquilidad perturbadora. Trató de moverse, y cada movimiento se sintió distinto. Más ligero, pero imbuido con fuerza. Más elegante.

– Hey, ¿puedes oírme? – Una voz reverberaba suavemente, apenas más allá de su conciencia. Parpadeó, sus ojos lentamente se ajustaron mientras intentaba darle sentido a su extraño entorno.

Entonces todo hizo click: no estaba en la bahía médica del cuartel general que recordaba, mucho menos en algún lugar que perteneciera al Dr. Light. No totalmente. El piso debajo de ella era una aleación pulida, las palabras brillaban de una manera estéril, casi clínica, y la red de monitores e interfaces zumbaba con una eficiencia que se sentía ajena.

Intentó levantar sus brazos y se congeló. Estas no eran sus extremidades antiguas. Un metal liso, unas curvas elegantes y articulaciones que no reconoció, pero se movían con gracia y casi sin esfuerzo. Sus nuevos dedos se flexionaban, y el solenoide casi no hacía ningún ruido al moverse.

Aún era relativamente idéntico al de cualquier reploide estándar, y aun así…

Los ojos de Roll se ensancharon del shock. Cuando finalmente encontró su voz de nuevo, emergió sin aliento, mecánica, y aun así innegablemente suya: – ¿Q-qué…? ¿Qué me pasó…?

Un técnico, oculto parcialmente oculto tras un enredo de cables y herramientas, salió a la vista y habló en tono muy directo. – Bienvenida de vuelta, rubiecita. Tu reactivación está completa. Has sido mejorada, reconstruida para durabilidad y eficiencia.

Sus procesadores tenían problemas para procesar la nueva entrada sensorial, esos parámetros nada familiares de su cuerpo. Trató de dar un paso al frente, y el movimiento se sintió extraño pero fluido. Sus ojos miraron alrededor de toda la habitación, absorbiendo el extraño techo, los paneles, las sombras que no se alineaban con nada que recordara.

Tragó en seco, un sonido extraño, casi hueco salió de ella, y susurró para sí misma. – ¿Un… nuevo cuerpo?

El técnico se encogió de hombros. – Más o menos. Mira. – dijo entonces, mientras la cámara que grabó el procedimiento comenzó a desplegar su metraje en el monitor a poca distancia de allí. – Puedes verlo por ti misma.

La niña pequeña de sus memorias se había ido, al igual que la forma más femenina y modesta en la que había sido colocada.

El sujeto mostrado en el monitor era una joven mujer con el cabello rubio claro, atado en una coleta, con los ojos del mismo tono turquesa que antes, aunque con una ligera dureza que no estaba presente antes. Le habían colocado un traje de cuerpo completo de tonos vívidos, rojo, naranja y amarillo, cuyo diseño mecánico estaba marcado por placas angulares y paneles segmentados. En cada sección brillaban tonos ligeramente variados de la misma paleta, y los detalles geométricos se ensamblaban juntos para dar la impresión de algo más que sólo ropa.

O tal vez, habría sido más honesta al llamarlo por lo que realmente parecía: armadura de batalla.

Roll se dio la vuelta cuando la puerta de la cámara se deslizó, revelando a dos figuras que no podrían ser más diferentes una de la otra.

La primera era la de Storm Eagle, cuyo imponente cuerpo proyectaba una larga sombra incluso con sus alas plegadas detrás de su espalda. Su armadura brillaba con un pulimento que hablaba de disciplina y orgullo, y su casco aviano le daba un aire como de nobleza. Pero su mirada decayó al detenerse en Roll; sus rasgos afilados se veían suavizados por el peso de la vergüenza, como si resintiera la parte que le obligaban a jugar.

Junto a él se encontraba Vile, y el contraste era tan marcado que era perturbador. Su armadura más baja y robusta claramente estaba diseñada más para intimidación que para elegancia, y sus hombros caídos y casco que ocultaba su rostro le daban el aire de un depredador saboreando su ventaja. A diferencia de Storm Eagle, no había ni un atisbo de duda o de culpa en él. Sólo desprecio.

– Levántate. – le ordenó Vile, en tono monocorde y chorreando con desdén. Storm Eagle hizo una mueca incómoda, bajando la mirada como si el piso fuera más digno de su atención.

»Tenemos trabajo por hacer. – añadió Vile, esta vez con un rastro de diversión colándose en su voz. – Al menos, del tipo que serías realmente útil.

Esta historia continuará

Notes:

Hola, gente. Bueno, por el título empezaba a sospechar lo que iba a suceder, y parece que mis corazonadas fueron confirmadas. Roll finalmente recibe una mejora de cuerpo, aunque no de la manera que hubiera deseado. Esto también confirma mi mayor temor: están planeando usarla como arma en contra de X. Por si a alguien le quedó la duda, en la versión de AO3 publicaron una ilustración de cómo luce Roll ahora, que en mi opinión se ve bastante bien (se nota que le hace tributo a su versión de Ruby-Spears), aunque es una lástima que FFN no permita subir ilustraciones.

Debo admitir que los flashbacks a veces me dan sentimientos encontrados en esta historia: algunos se sienten algo pesados y largos, mientras que otros se me hacen más disfrutables cuando responden las preguntas que tengo de lo quye sucedió en el interlude. Este definitivamente trajo muchas respuestas ya que finalmente pudimos ver qué sucedió con Bass y por qué Roll estaba en ese estado cuando la encontraron junto con X. Me pregunto si en algún momento reconocerá a Zero como ese "monstruo" de sus memorias, ya que si en ese momento se veía como en Mega Man Unlimited (la autora mencionó estaba tomando algunos elementos de allí para este capítulo), entonces aún estaba incompleto y todavía no sería totalmente reconocible como ahora con su armadura completa.

En el otro frente, los Maverick Hunters todavía no logran entrar a la torre para recuperarla. Al menos Chiyo tiene un momento de descanso, y tras todo lo que ha pasado, definitivamente se lo ganó. Aunque me pregunto cómo planea ayudar ahora dada su condición. Al menos Kenichi ahora está con el resto de adultos para que lo cuiden, aunque tendrá secuelas de todo esto, y no sólo la oreja que perdió.

Como sea, este capítulo definitivamente crea suspenso de lo que va a suceder ahora, y cómo es que Sigma y sus secuaces planean usar a Roll en contra de X. Esto se va a poner muy intenso. Así que bueno, me despido por este capítulo. Los veré la próxima vez y como siempre, ¡dejen que su poder supere los límites!

Chapter 85: Un nuevo punto de vista

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Asquerosa.

Se murmuró la palabra a sí misma. Pese a la calidad de los sistemas y construcción general del entorno que la rodeaba, esta fortaleza invisible y oculta, su prisión, seguía siendo increíblemente primitiva en algunas áreas. Un ejemplo particular era ese desgastado balde con agua jabonosa a su lado, con un trapeador hecho jirones sumergido para empaparse en la mezcla de burbujas de jabón y fluido oscurecido.

Asquerosa.

Era totalmente estúpido esperar que la reactivasen, mucho menos que la repararan (o tal vez reconstruirla sería un término más apropiado) por buena voluntad de alguien aquí. De hecho, lo primero que experimentó al ser reactivada era que uno de sus "rescatadores" le dio una prueba de los cambios que había sufrido durante la "cirugía reconstructiva".

Al darse cuenta de quién acababa de entrar, y más aún al ver que el visitante era ese mismo psicópata de armadura violeta que tenía una vendetta personal contra el único hermano que le quedaba, Roll intentó huir, saltando de la mesa de operaciones y corriendo hacia ese diminuto espacio que había entre la puerta abierta y su agresor.

El familiar "CLICK" de un arma siendo cargada llenó sus audio receptores, que ahora estaban al rojo vivo. La rubia pensó por un momento que acababa de firmar su sentencia de muerte, justo cuando acababa de volver a literalmente a la vida.

– ¡Alto! ¡¿Quieres casi matarla de nuevo?! – escuchó gritar a Storm Eagle en una furia aterrada, y detrás de ella oyó cómo ocurría una escaramuza física entre él y el androide más humanoide, que se volvía más y más distante entre más corría.

– ¡Asegurarme que no salga huyendo no requiere matarla! ¡Todavía no! ¡Ahora quítateme de encima, maldito pajarraco!

Qué extraño. Cierto, ella había huido por su vida cuando la Operación Día de la Independencia, pero no recordaba ser capaz de correr tan rápido.

¡¿Qué rayos, en el nombre tanto del Dr. Light e Isaac Asimov, le habían hecho estos demonios?!

Con poco sentido de dirección, Roll se detuvo por un momento, encontrándose en medio de un corredor escasamente iluminado, pero su núcleo se llenó de esperanza al ver la entrada de un elevador al asomarse por una esquina.

Al descubrir que no había oposición visible o amenazas potenciales, Roll no perdió tiempo y corrió hacia la puerta cerrada, cuyos paneles se abrieron al sentir que se acercaban.

Por supuesto, antes de poder dar un paso hacia allá…

*¡ZAP!*

Una sensación punzante le asaltó la espalda, haciendo contacto con su centro entre los omoplatos, y luego recorriéndole todo su sistema nervioso. Justo cuando intentó moverse, Roll cayó de frente, y sus piernas se quedaron inmóviles mientras el resto de ella se desplomaba en el suelo mientras las chispas de energía paralizante seguían recorriendo todo su ser.

El culpable estaba parado encima de ella, con el rostro oculto y mirando fijamente hacia sus ojos, sin nada excepto sombras ocultando el verdadero rostro del ex-Hunter de armadura violeta.

– ¿Lo ves? – Se giró llamándole, ni siquiera reconociendo al otro ser al que acababa de dispararle. – Te dije que intentaría escaparse.

Bastaba con decir que nunca logró pasar de las puertas de las posibilidades, su única esperanza de salir de aquí. Aunque resultó que no fue así, ni siquiera tuvo la oportunidad de tomar ese riesgo, ya que Vile la arrastró a la fuerza de vuelta a la habitación de la que acababa de escaparse.

Y con lo poco que podía hacer para luchar contra los efectos de ese disparo paralizador, el técnico que la revisaba vio apropiado ponerla bajo estasis de nuevo.

Sin embargo, al despertar de nuevo, se dio cuenta que la habían llevado a otra parte. Y más aún, que la llevaron a ver a alguien.


Abel City…

Una semana, ya casi pasaba una semana entera.

Una semana desde que Vile lanzó su propio ataque cerca del refugio de los humanos, una semana desde que le rompió el brazo a Chiyo, una semana desde que uno de los pocos miembros que le quedaba de su familia le fue arrebatado por alguien a quien el Hunter de armadura azul una vez consideró un amigo.

Una semana desde que, cuando las cosas parecían comenzar a ir a su favor, todo comenzó a irse en picada de nuevo. Y por como lucían las cosas, X dudaba que fueran a mejorar pronto.

Desde su punto de observación encima de una estructura dañada pero aún de pie, en una posición extrañamente similar a la que tuvo en el crepúsculo de la muerte de Spark Mandrill, con los cielos en una colección semi-vibrante de tonos azules y amarillos, con algunas tiras doradas atravesando el horizonte en algunas áreas selectas.

– ¿Crees que alguien aquí podrá ver este sol desde afuera? – inquirió desde atrás una voz femenina. El Hunter azul había traído a Chiyo con él luego de que le dieron de alta para ver el horizonte. – Este lugar, quiero decir.

X se mordió el labio, con el procesador dividido entre responderle de una forma que fuera más digestible contra los temidos susurros y arrullos de la muerte y destrucción que continuaba escuchando golpear en la trastienda de su mente.

– … puedes ser honesto, ¿sabes? – respondió ella. – Lo que sea que pase… tendré que aceptarlo. Nada más que eso.

Estaba muy callado, el periodo de silencio entre ellos se fue alargando más y más, al parecer sin un final a la vista.

– X. – habló Chiyo, rompiendo la tensa quietud de la mañana antes de que saliera por completo la luz durante las horas tempranas. – Sabes, hay algo que siempre quise preguntarte, pero Fumiko me dijo que algo como eso probablemente sería demasiado personal.

– ¿Preguntarme qué cosa? – cuestionó X, algo perplejo e intrigado por lo que la joven de cabello oscuro querría decir.

– Tu nombre. – respondió la humana. – O más bien, por qué el Dr. Light decidió ponértelo. – Al ver que el reploide azul todavía no parecía entender lo que decía, fue más lejos. – No quiero sonar arrogante ni nada de eso, pero mi nombre, Fujiwara Chiyo… – continuó, colocando su apellido antes que su nombre, en concordancia con las costumbres de su nación. – Fujiwara se deriva del término para describir un campo de glicinias, también llamadas flores Fuji aquí, pero también es sinónimo del poder e influencia del clan Fujiwara, que a su vez le deben a su linaje al clan Nakatomi, que le deben su existencia a su supuesto ancestro divino, Ame-no-Koyane.

– Ame-no-Koyane-no-Mikoto. – añadió X al recuento inicial de las antiguas creencias de su país. – Era considerado una deidad masculina en la religión Shinto, un Kami. – continuó, pausando por un momento. – Específicamente un Amatsukami, nacido en Takamagahara, el plano más alto del cielo.

– Mayor razón por la cual era el dios personal del clan Nakatomi, y más tarde Fujiwara no Katamari, anteriormente Nakatomi no Katamari, el que ayudó al entonces futuro Emperador Tenji, conocido entonces como el Príncipe Naka no Oe, a rechazar la introducción del budismo en Japón con la asistencia del clan Mononobe.

– Lo cual falló. – replicó X. – El budismo se convirtió en la religión dominante bajo la Corte Imperial. – Hizo una pausa de nuevo. – Pero, a pesar de su fracaso inicial, Nakatomi colaboró con el Emperador Tenji para lanzar la Reforma Taika de 645, centralizando y fortaleciendo el gobierno central. Fue sólo al momento de su muerte que Nakatomi recibió el apellido Fujiwara, junto con el rango de Taishokan. – Otro pequeño período de silencio entre los dos. – Perdón si es muy atrevido, pero ¿eso qué tiene que ver con el significado de mi nombre?

– Ya estoy llegando a eso. – respondió la humana de cabello oscuro. – Aunque podría argumentar que esa tangente es necesaria para lo que quiero decir. – Antes que X pudiera preguntar por qué, ella continuó: – El nombre Fujiwara, ya sea que esté relacionado a política, flores, o simplemente que asigne a través de conexiones que nunca estableciste por ti mismo, tiene un significado muy específico, especialmente aquí en Japón.

X pensó contemplativamente en las palabras de la chica.

– Aparte de la Sakura o flor del cerezo, es una de las plantas que florecen más notables en la nación, siendo representada en todas partes, desde emblemas familiares hasta las clases nobles más altas. Tanto así que estaba prohibido llevar ropa color púrpura a menos que fueses de alta alcurnia en el Período Heian. – Hizo una pausa, ya que todavía no lograba entender del todo lo que Chiyo buscaba decirle. – Fue… cultivada principalmente durante el Período Edo a través del uso de entrelazados, inicialmente colgando hacia abajo, pero más tarde fue cambiado para parecer como si estuviesen creciendo hacia arriba, y aunque no fue designada de manera oficial hasta 1991, Fuji-fu es una tela que se teje con las fibras de esa planta, y es la tela más antigua que se conoce en Japón, que se sigue usando hoy en día. – Hizo otra pausa. – Ha… estado presente casi desde siempre, desde la perspectiva de tu gente.

La joven japonesa asintió. – La glicinia, o flor Fuji, se creía, y todavía se cree, aunque fuera más de manera inconsciente, que atraía la buena suerte, fortuna, y aún más, la longevidad. – aclaró ella. – Mi propio nombre, Chiyo, se puede traducir como mil años o mil generaciones. – Se detuvo por un momento, con la expresión oscureciéndosele por un momento. – Mi padre, creo que eso era lo que quería. Realmente quería de alguna forma durar para siempre. Je, considerando quien era, creo que es apropiado que su nombre fuese Sho Fujiwara, elevándose sobre los campos de la eternidad con dominio sobre los cielos mismos. – A pesar de que se estaba riendo, claramente no encontraba ningún sentido del humor en lo que le sucedió al hombre en absoluto. – Por supuesto, las cosas… no resultaron exactamente de ese modo.

X se acercó más, tomando nota de una lágrima que se formaba en la esquina del ojo izquierdo de la humana. El debate interno de si quitársela o no llegó a su fin cuando ella misma lo hizo, limpiándose esa gota invasiva y dejándola caer en los cimientos agrietados bajo sus zapatos.

– Pero ese es mi lado del juego del nombre. – declaró ella, desviando la conversación del tema de su ahora fallecido aunque inescrupuloso progenitor. – Tengo más curiosidad sobre el tuyo.


Locación desconocida…

Recordó cuando lo vio al abrirse la puerta, y su respiración se volvió entrecortada ante lo que le esperaba del otro lado. Lo que ese pobre hombre debía haber soportado desde que comenzó este terrible conflicto.

– ¡Dr. Cain!

El hecho de que Eagle no se molestó en restringirla, mucho menos detenerla de salir corriendo hacia el anciano humano, quedó registrado en el procesador de Roll antes de siquiera llegar hasta él. Cierto, hasta ahora, el pájaro más grande nunca había sido demasiado rudo al tratarla, pero no pudo evitar detectar que no estaba simplemente soltándola por la "bondad" de su núcleo. No con Vile estando en su compañía, tampoco. En todo caso, era como si sólo se le permitiera actuar de esa forma porque en última instancia les servía a su causa, o a lo que fuera que Sigma tuviera en mente.

Aun así, en ese momento, todo en lo que podía enfocarse era en el humano a poca distancia, prisionero y mantenido en confinamiento.

– ¿Hm?

Ella vio que el hombre con barba se giraba de mirar a la pared y hacia ella, con los ojos cansados y perplejos ante la figura que se aproximaba a él. Al llegar a la barrera de barrotes que lo separaba de ella y del resto del mundo, se levantó de su catre y lentamente se acercó para examinarla más de cerca.

– ¡Dr. Cain, gracias a Asimov que está vivo! – exclamó Roll, agarrando los barrotes en un esfuerzo vano por ignorar la distancia entre ambos. – Cuando me enteré de que usted había desaparecido, me preocupé que lo hubieran… – Se detuvo. – ¿Dr. Cain?

El anciano ladeó la cabeza, entrecerrando sus ojos desgastados con la edad, como si estuviese en medio de examinar una de sus muestras de vida prehistórica vegetal. Estaba expresando remordimiento junto con una evidente confusión. – Discúlpame, pero… ¿te conozco, jovencita?

La reploide rubia se mordió el labio, mirándose a sí misma. O más bien, a su nueva apariencia. – Oh, claro. – murmuró, bajando su cabeza. – Ha… ha pasado un tiempo desde la última vez que me vio, sin mencionar a cualquiera fuera de este lugar, así que…

El anciano estuvo a punto de preguntar a qué se refería la máquina humanoide, pero lo que sus ojos no captaron, sus oídos lograron hacerlo de manera familiar. Se puso a pensar un momento. Ciertamente, la apariencia era diferente en varias áreas, pero el tono y la cadencia de su voz ya los había oído antes.

La había oído antes a ella.

Luego de algunos momentos silenciosos de contemplación y juntar las piezas, el cansado anciano casi se arrojó hacia los barrotes de su celda. – Dios mío… ¡¿Roll?!

Ella asintió.

– En verdad ERES tú. – observó Cain, examinando a la ahora identificada reploide que encontró hacía tanto tiempo en aquel laboratorio subterráneo. En ese momento, las preguntas comenzaron a salir en secuencia de sus labios. – Pero… ¿pero cómo? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo es que terminaste con esta apariencia? ¿Dónde está X? ¿Se encuentra bien?

Ella hizo una pausa, sin estar totalmente segura de cómo responderle, pero en ese momentom se encontró deseando expresar algo. – ¿Qué significa esto? – inquirió con firmeza, girándose hacia Storm Eagle y Vile. – ¡¿Qué es lo que están haciendo, manteniendo a un hombre anciano encerrado de esta forma?!

Eagle no dijo nada, mirando hacia el suelo con vergüenza. Vile, por otra parte, aparentemente había estado esperando a que le hicieran esa pregunta.

– Puedes verlo como que estamos encerrando a este troglodita inútil para que experimente en carne propia lo que los de su clase nos ha hecho sufrir a nosotros y a nuestros ancestros. – respondió el Maverick de armadura violeta. – O quizás, podrías verlo como un acto de piedad inmerecida que Sigma muy generosamente le otorgó.

Roll entrecerró las cejas. – ¡¿Llamas acto de piedad encerrar y casi matar a un humano de hambre?!

Vile se encogió de hombros con desdén. – En papel, no lo es mucho. – admitió. – Aunque, bien puedes considerarlo de esa forma.

– Oh por favor, ilumíname. ¿Cómo es que esto es piedad?

– Bueno, es tal como dijiste. – contraatacó Vile. – Lo mantenemos en una jaula, tanto por el hecho de que técnicamente es un prisionero – miró fijamente a Cain, y el anciano se alejó ante el resplandor casi hambriento que su ojo rojo comenzaba a emitir. – Pero también, podrías verlo en el sentido de que, en realidad, no está atrapado, sino a salvo. – agregó con una satisfacción retorcida. – A salvo de nosotros.

Ella se mordió el labio. – ... y mientras yo haga lo que ustedes me digan, ¿verdad?

Vile resopló. – ¿Lo haríamos de otra manera?

Una vez más, ella era una carga.

Una vez más, no era otra cosa que un medio para alcanzar un fin.

Y además, incluso con su nuevo cuerpo más fuerte, descubrió que nunca se había sentido más atrapada.


Abel City…

– Rock y Roll, Blues, Rush, Tango, tal vez hasta Auto tiene alguna connotación. – murmuró Chiyo en voz alta, listando las varias creaciones del fallecido Dr. Thomas Light. – Por supuesto, hay proyectos colaborativos con los que tuvo con gente como el Dr. Cossack, uno de los cuales fue ese droide aviano, Beat.

X escuchó atentamente, pero seguía sin absorber totalmente lo que la joven estaba tratando de decirle. Si no, mayormente era porque seguía sin entender lo que ella intentaba decirle. Pero, en su pequeña diatriba sobre el cuerpo de trabajo de su creador, se encontró de pronto queriendo hacer una pequeña anécdota. – ¿Qué hay de aquellos como Cut Man o los otros Robot Masters? – señaló. – No recuerdo que tuvieran títulos como esos más allá de su función inicial.

Esto, sin embargo, pareció ser un hecho del que Chiyo no se había olvidado completamente. – Exacto. – dijo estando de acuerdo. – Desde la activación dual de Rock y Roll, ninguno de los otros androides humanoides construidos se les asignó nombres como esos. Incluso tú, el más avanzado y complejo de todas las creaciones hechas por sus manos. – señaló. Aunque intentaba tener cuidado de no ofenderlo, no pudo evitar preguntárselo, quería saberlo. – El único que posiblemente tiene la misma capacidad básica de un humano, por decirlo así, y aun así, tu nombre completo no es algo así como Xilófono, Xafoon, Xitende, o incluso una referencia a algo pequeño como un Xun. En lugar de eso, llevas el nombre de la segunda identidad de tu predecesor, sólo que le agregaron una variable.

X asintió, no tanto por entenderlo, sino más bien, una aceptación sombría. Una por la que ya había pasado antes, pero el tiempo parecía no hacer nada en volverla más soportable. – El manto y la imagen de un héroe. – murmuró en voz alta. – Sólo que las "restricciones" por las que él tenía que guiarse nunca existieron para mí. – Metafóricamente, tal vez sonaría apropiado de añadir, pero X guardó silencio. La verdad, incluso aunque no estuviese oficialmente en el papel, por decirlo de alguna manera, X tendría que decir que había más cosas que restringían a las máquinas aparte de las tres leyes. – Aun así, no sé qué ofensa puede haber en preguntar.

– Yo argumenté ese mismo punto con Fumiko. – añadió Chiyo. – Es simplemente por aclaración, no hay ninguna malicia en ello. – Se detuvo brevemente. – Sabes, nunca pensé realmente en ello antes, pero ustedes dos tienen… – hizo una pausa – …tenían mucho en común.

X levantó una ceja. – ¿Eso crees? – le preguntó, todo el tiempo esperando el amanecer, junto con la esperanza de algún giro positivo de eventos, un solo golpe de suerte.

– Quiero decir, más allá de la obvia preferencia por el azul. – mencionó Chiyo, aunque el humor que intentaba expresar ultimadamente no tuvo efecto. La comedia no era su punto fuerte. –Yo sólo… supongo que la forma en que ella veía y pensaba en las cosas… eso, no lo sé, me la recuerda un poco a ella. – Sus ojos oscuros se giraron hacia la ciudad abajo, un destello rojo distante pero notable emergiendo de la estructura parcialmente demolida que llevaba a la entrada del cuartel general. – Ella y yo… tú y él…

X bajó la mirada, notando inmediatamente a Zero. – …sí, tal vez…

Luego, el Hunter azul casi se sobresaltó, con una llamada entrante en su audio receptor.

– ¿Huh? ¿Qué pasa? – inquirió Chiyo. X se giró y mantuvo la conversación en voz baja, aunque logró captar algunas palabras.

– Sí, aquí estoy. ¿Cuándo? ¿Ahora? Bueno, al menos déjame alertar a Zero primero. No quiero que piense que me fui sin más.

Luego de unos momentos de charla discreta entre el Hunter azul y quienquiera que fuese su contacto, la llamada pareció llegar a su fin, X se giró para encarar de nuevo a la humana de cabello oscuro.

– ¿Quién era? – le preguntó.

X dudó al principio, pero recordó que la joven chica probablemente había deducido con quién estaba conversando. Bueno, su identidad real, al menos.

– Mi hermano. – dijo X. – Tiene algo de información sobre la Torre de Comunicaciones. Y aunque no estoy seguro de qué exactamente, también dijo que tiene algo que decirme. – Hizo una pausa. – Un montón de cosas, en realidad.


Locación desconocida…

El trapo en sus manos no hacía nada; el piso estaba igual de sucio y repleto de mugre que cuando empezó.

– Esto es inútil. – dijo en voz alta, arrojando el trapo empapado al balde con un salpicón. – ¡No voy a llegar a ningún lado con un trapo y agua!

– … ¿en serio creíste que lo harías?

La recientemente reconstruida y reformateada Roll se levantó de golpe, casi volcando el balde y sus contenidos con su pánico. – ¿Q-quién está allí? – preguntó, con la voz temblando, pero no recibió respuesta. – S-sé que estás aquí, así que… – empezó a decir de nuevo, tratando de sonar más firme y confiada. – Así que… ¡así que mejor muestra la cara!

Una risita emergió de entre las sombras, y Roll se preguntó si su intento de ser firme tal vez no fue el mejor curso de acción.

– Oh, sé que tienes que verme. No sirve de nada si no puedes. – habló la figura oculta.

Luego de unos momentos, sus audio receptores volvieron a captar la voz, y su memoria la conectó a un rostro e individuo que había escuchado y visto antes.

La susodicha voz salió de entre la oscuridad. Una silueta con una armadura turquesa y púrpura, con cabello negro azabache de longitud media que todavía mostraba algo de vida en medio del daño que su cuerpo había sufrido.

– El problema es si hay o no otros por aquí que puedan verme.


Abel City…

– ¿Nombres? – cuestionó Zero, a lo que Chiyo asintió como respuesta. – Ese es un tema extraño para sacar a colación en un momento como este, ¿no?

– Justo para un momento como este, o cualquier momento. – declaró la humana. – Por eso reservé esa pregunta para él y no para ti.

Zero soltó un resoplido, casi como una risita pero sin humor. – Yo mismo me di mi propio nombre. No hay ningún significado grande, nadie me lo puso. Pero… no puedo evitar sacudirme la sensación de que "Zero" me queda. Como si ya me estuviese esperando antes de reclamarlo.

Chiyo ladeó la cabeza, y sus ojos se suavizaron. – Hinako, mi madre, una vez pensó en darme otro nombre. Cecilia, la ama de llaves que teníamos cuando yo era muy joven, lo apoyó. Un nombre occidental, para ajustarse a los tiempos.

Producto de una cortesía instintiva, Zero preguntó: – ¿Cuál era?

– Ciela. – respondió Chiyo, con una ligera sonrisa en los labios. – Por supuesto, mi padre al final terminó ganando en el uso de un nombre japonés tradicional.

No que eso significara mucho para él, pero Zero a pesar de todo preguntó: – ¿Habrías preferido que te nombraran Ciela?

– No lo creo. – confesó Chiyo. – Cierto, puedo entender por qué a mi mamá y a Cecilia les gustaba, pero siempre creí que sonaba demasiado delicado. Demasiado frágil. Si por mí fuera, aunque me siento a gusto con mi nombre, preferiría la versión más neutral.

– ¿La cual es? – Cierto, podría haberlo buscado por sí mismo, pero decidió que era mejor dejar que la humana respondiera por sí misma.

Chiyo giró los ojos hacia el horizonte sobre ella, todavía con un ligero pero brillante tono azul. –Ciel.


Locación desconocida…

Roll entrecerró los ojos, y luego retrocedió, levantando una mano hacia sus labios para contener un grito ahogado de shock. – Tú… – dijo tartamudeando. – Tú eres… una de los miembros de la Unidad Aérea. – Miró algunas porciones de su armadura, específicamente los tonos de verde-azulado, que ciertamente ayudaron a confirmar su identidad. – Teal, ¿correcto?

La Hunter femenina de cabello oscuro asintió. Aunque acababa de revelar su presencia e intentaba mantener una imagen de control y dignidad, claramente, sin incluir el daño externo, no se encontraba en la mejor forma. – Y tú eres la hermana de X, Roll. – le respondió. – Hm, ¿recibiste algunos ajustes desde la última vez?

– Oh, bueno… supongo que podría decirse, pero…

– No, está bien, no tienes que explicar nada. – interrumpió Teal, aunque no por agresión o deseo de dominar, sino porque el tiempo era esencial. – Eagle ya me informó de que Vile se puso muy rudo contigo. – Una risa seca escapó de su garganta. – De nuevo, ¿cuándo se ha molestado ese tipo en ser remotamente gentil?

En cualquier otra instancia, Roll inmediatamente habría estado de acuerdo con las observaciones que depreciaban a su abductor (al menos uno de ellos), pero una parte de lo que la Hunter le dijo terminó por captar toda su atención. – ¿Eagle te lo dijo? – cuestionó, y luego se mordió el labio contemplativamente. – Entonces ¿no está alineado con Sigma?"

Teal movió los ojos, y sus labios se fruncieron en una línea retorcida y conflictuada. – …no exactamente.

La diminuta esperanza de Roll se apagó de inmediato, ya que la respuesta de la otra reploide no era exactamente una confirmación o negación. – ¿A qué te refieres?

La otra máquina volvió su atención a la puerta, luego se volvió hacia Roll. – Es arriesgado. – musitó en voz alto. – Pero Eagle ya ha tomado suficientes riesgos por mi causa. Al menos puedo hacer esto por él. – Suspiró. – Y por aquellos allá abajo.

¿Abajo?

Antes que Roll pudiera seguir preguntando, Teal habló de nuevo. – ¿Recuerdas cuando intentaste escapar antes? ¿El elevador al cual llegaste? – La pregunta de cómo sabía de eso se apoderó del procesador de Roll, pero Teal continuó. – Ven conmigo. Hay algo que necesitas ver.


Abel City…

– Allí estás. – diji Ray B., apoyándose contra un letrero que apenas seguía de pie, y en otro momento brillaba con luces de neón cuando las estrellas estaban en el cielo. Ahora, sus luces estaban agrietadas y dañadas, incapaces de brillar de nuevo. – A riesgo de sonar como Time Man, llegaste antes de lo que esperaba. Me preocupaba haber interrumpido algo importante entre tú y la amiga de Fumiko allá.

X levantó una ceja. – ¿Cuántas cosas has visto? – le preguntó. – No sólo eso, sino de todo lo demás. Desde cuando yo fui desenterrado, ¿tú lo viste? – El otro sólo respondió con silencio al principio. – Proto Man, Blues, por favor, todo lo que está sucediendo ahora está conectado. La rebelión de Sigma, el retiro de los robots, los Stardroides y el Apagón Global, tú. – Hizo una pausa, temiendo haberlo ofendido de alguna forma. – Todo eso ha llevado a esto, ¿o no?

De nuevo, más silencio.

– Qué gracioso. – dijo Ray B. – Si yo hubiera perecido antes que Wily me encontrase, nada de todo este caos habría ocurrido.

– Y aun así, estás aquí. – observó X. – Contra todo pronóstico, contra las predicciones de todos, contra las mismas restricciones de tu núcleo. – Se enfocó en el pecho del DLN más pequeño. – Que ya por cierto ni siquiera está en tu pecho, y aun así, sigues funcionando. – señaló. – De alguna manera, de algún modo, a través de ese topacio que guardas adentro.

Blues se movió ligeramente, hablando en voz baja, casi triste. – Es de ella. – murmuró. – … era de ella.

– La chica verde, ¿verdad? ¿La de las coletas? – cuestionó X. – ¿Quién es ella, Blues? Fuera de la información oficial, ¿quién es ella para ti?

– …más de lo que creía. – susurró. – No me di cuenta realmente de lo que ella era para mí, lo que significaba… – apretó su puño – …no hasta que se fue.

Los ojos de X se ensancharon.

– Sin embargo, tienes razón. Ya es hora. – respondió Ray B, ajustándose su bufanda amarilla, la misma que logró conservar todo este tiempo. – Ya es hora de que sepas toda la verdad.

Esta historia continuará


Notes:

Ok, de nuevo me atrasé dos capítulos. Pero es que el trabajo físico realmente me deja exhausto y sin ganas de ponerme a escribir. Y mañana me toca hacer otra sesión, pero bueno, hay que establecer prioridades.

Como sea, vamos con el capítulo. Qué humillante debe ser para Roll tener que seguir haciendo tareas de limpieza, pese a sus mejoras corporales. Aunque ahora sea más fuerte de lo que era antes, sigue todavía sintiéndose atrapada e impotente. Y todavía hay la posibilidad de que le hayan instalado "seguros" para mantenerla bajo su control, o incluso potencialmente destruirla si se rehúsa a hacer lo que ellos quieren. También me preocupa Teal; si estamos siguiendo su historia del manga, sus posibilidades de supervivencia son extremadamente bajas. Aunque si mal no recuerdo, ella había muerto antes de que iniciaran los eventos del juego, mientras que aquí todavía sigue viva, así que tal vez las cosas podrían ser diferentes. Mantendré mis dedos cruzados.

En el otro frente, tenemos más trasfondo para Chiyo. El nombre "Ciel" definitivamente resuena para el futuro, un futuro muy, MUY distante. Esa memoria se quedará por un largo tiempo si es que esta historia llega hasta la línea temporal de Mega Man Zero. Admitiéndolo, me gustó el trasfondo del apellido Fujiwara, ya que da algo de perspectiva sobre la familia de Chiyo. La tragedia que está sucediendo parece estar acercándolas a ella y a X, lo cual es un plus para esta historia. Y por último, parece que Proto Man finalmente está listo para contar la verdad. Supongo que debo prepararme para más flashbacks e información, pero supongo que será necesario. Me voy a tomar mi tiempo con el siguiente capítulo, quizás lo lea mientras traduzco.

Así que bueno, hasta aquí llegamos. Nos vemos la próxima semana y como siempre, ¡dejen que su poder supere los límites!

Chapter 86: La caída de Adán y el ascenso de Caín

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

– Estás herida.

Teal no respondió a la observación de Roll al principio, ingresando el código para el elevador y activando los paneles de la puerta para que se deslizaran de lado, entrando con la mano bien asegurada alrededor de la muñeca de la reploide rubia. Una vez que se cerraron las puertas, la Hunter de cabello oscuro se sintió segura para responderle.

– Deberías haberme visto cuando Eagle y la Unidad Aérea llegaron aquí. – replicó Teal. – No es por presumir, pero creo que me veía incluso peor que tú cuando te trajeron aquí.

El elevador las llevó arriba, el rumor de los mecanismos funcionando era lo único que llengaba el espacio tan pequeño en el cual viajaban los dos reploides.

– Te has de haber estado preguntando dónde están los demás, ¿no?

Roll se sorprendió. – ¿A qué te refieres con…?

– No lo niegues. – la interrumpió Teal. – Quieres saberlo. Te mueres por preguntar desde que llegaste, antes que te arrojaran a los niveles inferiores de este lugar. – Un resoplido de ironía se le escapó. – Así que, te dejaron con una tarea interminable de deshacerte de los restos de la tierra que nos quedó al elevarnos hacia el cielo.

Roll apretó el puño y gruñó. – Lo sabía. Y tienen los medios perfectos para mantenerme en dicha tarea en la forma del Dr. Cain, ¿o no?

– Bingo. – dijo Teal, y su distancia y frialdad inicial lentamente comenzaron a disiparse. – Hmm, nunca pensé que serías del tipo estratega. – confesó. – Para ser honesta, creo que realmente ni siquiera te conozco.

– Bueno, la verdad es que realmente no me quedé mucho en tu antigua base de operaciones. – admitió la rubia con coleta. – La mayor parte del tiempo, me encontraba ocupada en Arcadia.

– Haciendo encargos y tareas hogareñas en la residencia Fujiwara, ¿eh? – inquirió Teal. – ¿Acaso te puso a hacer de mamá para su hija también?

Roll se mordió el labio antes de responder. – …esencialmente, sí. Supongo que no hay razón para llamarlo de otra forma.

En ese momento, aunque fue más en broma, Teal se dio cuenta de que su forma de decirlo tal vez fue más dura de lo necesario. – Hey, no quería insinuar que nada de eso no importara o…

– No, no, lo entiendo. – la interrumpió Roll, descartando la disculpa antes que viniera. – Pero también sé muy bien que Fujiwara nunca tuvo intenciones de mejorar o ajustar al menos las condiciones de mi cuerpo. – Hizo una pausa, tomando algunos segundos para mirarse a sí misma. Su nuevo ser, el cuerpo que había estado esperando, pero el método en el cual le fue entregado estaba muy lejos de ser el curso más deseado. – Él sabía que, si me mantenía barata y fácil de romper, tal vez yo me mantendría haciendo lo que él quería a modo de auto preservación.

Teal se quedó en silencio por un momento, exhalando largamente por la nariz tras unos momentos. – Suena como algo que haría él. – respondió ella. – Por supuesto, tu situación era una forma te mantenerte forzada a la servidumbre. Aunque de nuevo, el incidente con los Piratas Shitapper y los misiles deben haber activado algunas alarmas. En ese caso, yo fui tan idiota como todos los demás que le creyeron a Sigma al asegurarnos que sólo fue un ataque de una banda de renegados, y nada más. – Otro pequeño silencio. – Igual que el Cuarteto Skull.

El elevador volvió a quedarse en silencio, mientras Roll contemplaba los años de esperar una mejora básica, un cuerpo que pudiera soportar daño básico, sólo para que ni siquiera le escucharan. Nunca sería así.

– "Me pregunto, ¿sería esto lo que Blues sintió durante su tiempo con Wily?" – se preguntó.

Justo entonces, el elevador se detuvo, y las puertas se abrieron para revelar lo que parecía ser el interior de alguna clase de cubierta de observación. Y aun así, al mismo tiempo, no parecía tratarse de una donde el interior de una cámara separada pudiera verse detrás de una pantalla protectora, mayormente evidente por las nubes que pasaban por el horizonte de un cielo previo del amanecer.

Teal abrió la puerta y dejó que Roll saliera primero, un puente alargado sobre lo que parecía ser aire vacío y nubes vaporosas. Captando la indirecta de lo que su compañera quería de ella, empezó a caminar por ese pasaje protegido por barandas aunque todavía muy delgado, deteniéndose al llegar al punto medio. Teal llegó poco después, caminando más tranquila que Roll frente a ella.

– Eso es… – La rubia reformateada tartamudeó, con los ojos muy abiertos tanto de shock como de horror abyecto, al ver lo que había al otro lado de la densa atmósfera. – ¡¿Eso es…?!

– Sí, lo es. – respondió Teal como si fuera un hecho, aunque no culpaba a Roll por su reacción. En todo caso, ella demostró tener mayor control; la Hunter de cabello oscuro casi saltó hacia abajo la primera vez que lo vio, sólo para que Storm Eagle la detuviera. – Toda esa búsqueda que han estado haciendo allá abajo es inútil. – Se apoyó contra la baranda, viendo la otrora hermosa isla situada en un océano vibrante y todavía fluyendo. Luego, observando el paisaje devastado pero aún visible parcialmente de Abel City y sus alrededores a través de las densas nubes que lo cubrían. – Si realmente quisieran encontrar a Sigma, todo lo que tendrían que hacer es mirar arriba.


200X…

NÚCLEO ESTÁ OPERATIVO

CPU HA SIDO ACTIVADA

DLN 000 ESTÁ PREPARADO PARA SU ACTIVACIÓN

¿Activación? ¿Qué significaba…? Un momento, ¿en qué estaba pensando? Ya sabía lo que eso significaba.

Activación: El término usado para una máquina o dispositivo mecánico al momento de ser encendido e impulsado a un estado funcional, ya fuese por medios externos o internos.

Activación… eso era lo que su mente, su procesador, inmediatamente pensó, y aun así, lo que estaba sintiendo, experimentando, de alguna manera fue más que sólo haber arrancado con algunos comandos de inicio y algo de electricidad.

Activación.

Lo recordaba la primera vez.

La cegadora claridad de la conciencia lo abrumó al instante. Colores, sonidos, sensaciones que no eran sensaciones reales, sino datos, y aun así se sintieron más reales que cualquier cosa que pudiera describir ahora. Sus sensores ópticos se ajustaron, con cada entrada calibrada, y sus procesadores comenzaban a dispararse de maneras que ni siquiera supo que eran posibles.

El rostro del Dr. Light llenó todo su campo de visión, cálido y expectante. Preocupación al principio, luego alivio, luego alegría. Una voz, gentil, cautelosa, repitiendo su designación como si las letras fuesen sagradas: – Blues…

Y junto a él, el Dr. Wily: más agudo, intranquilo, con los ojos brillándole de algo diferente. Ambición, impaciencia, pertenencia. Donde Light hablaba con amabilidad, Wily hablaba con autoridad, como si ya lo hubiese reclamado como su creación.

Blues recordaba el conflicto de ese momento sin entenderlo del todo: uno de los hombres lo veía como a un hijo, el otro como una herramienta. Pero para él, no se trataba de que los dos doctores discutían con calma en el fondo. Todavía no.

Se trataba sobre aquel primer sentimiento imposible que surgía en su núcleo. No sólo poder, no sólo energía. Era como aliento, como el latido de un corazón, aunque no tenía ninguna de las dos cosas. Lo era. La realización de que era más que circuitos, más que comandos.

Activación. Así lo llamaban. Un término técnico. Un interruptor encendido, una secuencia ejecutada.

Pero para él, había sido un nacimiento. Su nacimiento. El nacimiento del primero.

– Bienvenido al mundo, mi dulce muchacho.

El primer Robot Master de todos.


Tiempo presente, Abel City…

– … suena como el holograma de las cápsulas. – declaró X, refiriéndose a la reacción de Light a la creación del robot que tenía frente a él. – Es reconfortante saber que era así en realidad, y no sólo por presentación.

Ray B, aunque en este momento, él era Blues para su hermano menor, levantó una ceja debajo de sus gafas. – ¿Tenías dudas antes?

X se mordió el labio, aparentemente avergonzado, como si acabara de hacer algo terrible. – Yo no… bueno, la verdad es que… aunque hay momentos que mantengo en mi memoria de cuando el Dr. Cain me encontró, en retrospectiva, más o menos siempre me preguntaba si realmente lo que me dijo era en serio. – confesó X, recordando, y bajó los párpados. – Cuando todavía me estaban construyendo. Cuando él todavía seguía con vida.

Blues no respondió al principio, contemplando las palabras del Hunter azul. – ¿Qué te hizo pensar que sus palabras podrían haber sido mentiras? – Su pregunta no era por desprecio o rabia. Más bien, sonaba a que había captado su interés, como si, fuera cual fuese la respuesta, él de alguna manera lo entendería.

X abrió los labios, y luego volvió a cerrarlos, como si las palabras se resistieran a salir de él. Finalmente, exhaló.

– Tenía miedo. – admitió con suavidad. – Miedo de que, tal vez… él no fuese quien parecía ser. La calidez que sentí en esos mensajes, el cuidado que puso en cada línea de código, ¿qué tal si todo hubiese sido una máscara? Una proyección de Cain, o de quienquiera que me encontrase, en lugar de mi propia opinión. – Sus manos se apretaron como puños en sus costados. – Y después de lo que pasó con Sigma, alguien en quien confiaba más que nadie, no pude evitar preguntarme si el Dr. Light podría no haber sido quien yo creía que era. Si me habría construido una imagen de él en mi cabeza que nunca fue real.

Y tal vez igual de grave, tal vez incluso más, por un momento, por un breve segundo, también había dudado de Zero. Estaba inseguro de creer en su propio amigo.

Incluso aunque todo estaba bien entre ellos, se maldijo a sí mismo por dejarse paralizar en el momento. Si lo hubiese hecho, si hubiera disparado, entonces tal vez…

… ¿y disparar a través de Zero?

Incluso con sus sentimientos en conflicto e incapacidad de ver quién decía la verdad en todo lo que estaba pasando, él no pudo hacerlo.

Incluso cuando Sigma lo provocaba y encendía sus sospechas, X no fue capaz de disparar. No podía dispararle a Zero. Aunque pudiera ser potencialmente un Maverick… otra vez.

Hubo un silencio, puntuado únicamente por el rumor de la maquinaria distante. Blues lo miró callado, con su expresión detrás de sus gafas imposible de leer. Pero su voz, al salir finalmente, era tranquila. X se atrevería a decir que sonaba como un hermano.

– No hay nada de qué avergonzarse, X. – dijo finalmente. – Tenías dudas, tenías preguntas, y pensabas en lo que sabías y en lo que creías. Eso no es una debilidad. Es un impulso natural de supervivencia.

Los ojos de X parpadearon, sorprendidos. Blues se echó atrás ligeramente, cruzando los brazos.

– Tú manejaste esas dudas mejor de lo que yo jamás lo hice. Podrías haber sucumbido por completo a la desesperación. – Hizo una pausa, ladeando la cabeza ligeramente, como si estuviese midiendo la reacción de X. – … pero no lo hiciste. No dejaste que el miedo te envenenara. Lo llevaste contigo, y aun así elegiste pelear por la gente que te necesitaba. En última instancia, saliste adelante.

X tragó con fuerza, sintiendo que se le apretaba la garganta, pero en el pecho, algo se le aligeró.

– … No sé si eso sea verdad. – murmuró.

Blues se permitió una ligera, casi imperceptible sonrisa. – Confía en mí. Lo es.

X dudó, pero finalmente habló, con la voz queda, pero cargada de algo más pesado.

– …¿Los humanos siempre han sido así? ¿Suspicaces de… aquellos que son como nosotros?

Blues no respondió de inmediato. Su quijada estaba oculta debajo de la bufanda, y cuando finalmente habló, las palabras salieron medidas, casi reacias, pero indudablemente honesta.

– Sí. – dijo por fin. – Incluso antes de ti. Incluso antes de las guerras, antes de Sigma. Yo lo vi. Lo sentí. – Se movió ligeramente, como si la memoria le resultase incómoda de revivir. – Y yo tampoco se los puse fácil. Mi temperamento mi orgullo, el hecho de que hui, les di todas las razones para creer que éramos peligrosos. Pero la verdad es que su miedo ya estaba allí desde tiempo. Yo sólo… encendí la mecha.

X enfurruñó ambas cejas, con sus ojos reflejando incertidumbre. – Entonces ¿nunca se trató sobre ti realmente?

Blues soltó un sonido bajo, sin humor, mitad suspiro, mitad risa. – Lo fue, y a la vez no. Aprendí lo que era la suspicacia antes de salir del Laboratorio de Light por última vez. Los vecinos que le sonreían, a mí me miraron como si fuera una bomba a punto de explotar. Los científicos que alababan su genio, también susurraban sobre su arrogancia tratando de "jugar a ser Dios". No tuve que esperar a que el mundo nos odiara, lo vi en sus ojos antes de tener la oportunidad de probar que se equivocaban… o que tenían razón.

Ladeó la cabeza, hablando con voz queda ahora. – Huir no fue sólo un acto de rebelión. Fue supervivencia. O al menos, eso fue lo que me dije a mí mismo.

X bajó la mirada, asimilando el peso de las palabras de Blues. – Y eso no ha cambiado. – susurró. – Incluso ahora.

Blues lo miró con cautela. Por primera vez desde su conversación, se levantó las gafas lo suficiente como para que X pudiera ver sus ojos, cansados pero firmes. – No, claro que no. Pero la diferencia, pequeño hermano, es que tú no les has dado un motivo que les dé la razón. – Hizo una pausa. – Por supuesto, eso no detuvo a quienes estaban en puestos más elevados tener curiosidad sobre cómo yo manejaba un arma. Algo que estoy seguro que tú también entenderás.

X asintió. Aunque fue hacía mucho, e incluso si una pequeña parte de él seguía presente y avergonzada de sentir éxtasis por no tener que volver a hacerlo nunca más, el recuento de su hermano para un período en el cual él nunca estuvo presente sólo se solidificó en lo que ya sabía.

– No eran exactamente iguales a Fujiwara, pero al mismo tiempo, compartían la misma mentalidad. – declaró Blues.

X no necesitaba mucho para terminar la oración. – Si puede disparar, sólo tú puedes jalar el gatillo, nadie más.

Blues asintió. – O de lo contrario, serán castigados para obligarlos a obedecer. – Hizo una pausa. – Y si eso no funciona, los destruyen por completo.


En la fortaleza de Sigma…

Roll sabía que quedarse mirando no haría nada, no la acercaría ni la alejaría. Aun así, tuvo que tomarse algunos momentos para tragarse lo que estaba viendo. Y entonces, la realización le vino, y se giró para encarar a Teal.

– ¿En serio ha estado aquí? – dijo tartamudeando. – ¿Todo este tiempo?

La otra reploide asintió. – Yo tampoco lo creía al principio. – admitió. – Cuando Eagle y el resto de nosotros la encontramos inicialmente, creí que se trataba de una broma. ¡Nadie podría haber hecho su nueva base de operaciones tan obvia!

– No, a menos que seas un viejo calvo que tiene un rencor que no puede dejar ir y un palo metido en la… – Se detuvo, recordando que estaba en presencia de una acompañante.

No que detenerse en el último segundo le hiciera ningún bien, pues la mencionada acompañante sí se dio cuenta de lo que iba a decir, y una risita se le escapó de los labios.

– ¿Un simple humano te dio TANTOS problemas? – Teal se reía abiertamente. – Incluso en los días que eras más joven, de más de una forma, ¿por qué tu gobierno humano no lo encerró en una prisión de alta seguridad?

– Fue enviado a alta seguridad la primera vez que intentó dominar al mundo, y sólo tenía seis robots bajo sus órdenes en ese entonces. – Luego exhaló por la nariz. Aún después de todo este tiempo, nunca se olvidó cuando el supuesto "amigo" de su padre secuestró a aquellos a quienes consideraba sus amigos, familia, incluso hasta cierto punto. – Él arruinó todo. Secuestró a todos, desde Cut Man hasta Oil Man, indujo el miedo contra los nuestros, forzó a Rock a convertirse en un arma. – Rechinó los dientes, apretando los puños. – Todo esto… ¡todo es por su culpa!

¿Desde cuándo se había vuelto tan volátil, tan furiosa? Cierto, el concepto no le era totalmente desconocido, y lo experimentó al ser reconstruida como una reploide, pero en esa intensidad… ¿por qué, por qué la hacía sentir ganas de…?

*¡SLAM!*

La acción fue casi inmediata, casi mecánica por naturaleza, irónicamente. Roll dio un puñetazo contra la baranda, y la otrora recta línea de metal se vio forzada a curvarse cuando soltó la energía ardiente que había estado acumulándose dentro de ella desde que la trajeron aquí. ¡Forzada a ocupar este nuevo cuerpo sin su conocimiento y definitivamente sin su consentimiento! Y aún más, ¡la redujeron a ser un simple peón de nuevo! ¡No tenía más propósito en su vida, al parecer! ¡Ni en la anterior ni en ésta!

Lo odiaba. Lo odiaba. ¡LO ODIABA!

… un momento. ¿Qué estaba haciendo?

Mirando luego la marca que dejó su puño, y luego su propia mano, Roll se encontró moviendo y probando la flexibilidad y funcionalidad de sus dedos. No en el sentido de ver si funcionaban como se suponía que debían, ya que todo el fregado constante al que había sido sometida probaba que operaban perfectamente, sino que nunca antes había tenido tanta fuerza. Tanto poder en un solo miembro.

Se giró para encarar a Teal, la Hunter, que se presentó con una mirada que le dijo que sabía lo sucedido. – El plan inicial fue tomarte como rehén. – le dijo. – Pero en el proceso de repararte, al parecer nuestro personal médico vio conveniente darte algunas mejoras extras.

Roll dudó por un momento. – ¿Como cuáles?

Teal sacó un pequeño disco portátil, sosteniéndolo despreocupadamente sobre el borde de la baranda que colgaba sobre un interminable océano de nubes y agua.

– No es mucho. – le confesó. – Pero saber lo que hay dentro de ti podría serte útil. – añadió, aunque en voz baja. – O mejor aún, lo que hay dentro de este lugar.


Abel City…

La mirada de Blue atravesó a X, como si sus palabras lo llevaran a otro lugar, un lugar enterrado profundamente, pero nunca olvidado.

– … Recuerdo una de las primeras veces en las que Wily le habló a Light sobre darme un buster. – dijo lentamente. – Light no quería. Pensaba que era innecesario. Dijo que nunca necesitaría destruir nada. Pero Wily, él argumentaba que yo estaría limitado sin uno. Y eventualmente, Light terminó cediendo.

X asintió, percibiendo lo que se venía. – Allí fue cuando aquellos que estaban interesados e invirtiendo dinero en armas tomaron interés, ¿verdad?

Blues asintió. – Exactamente.


Año 200X, afuera de las fronteras de El Cairo, Egipto…

Estaba parado en un terreno desecho detrás del laboratorio, con polvo y arena en el aire. La voz de Wily cargaba instrucciones muy tajantes, ladrándole que hiciera pedazos las piedras esparcidas hasta dejarlas hechas pedazos. – ¡Práctica de tiro! ¡Entrenamiento de precisión!

Blues obedeció al principio. La energía ardía en su brazo, reduciendo piedra tras piedra a fragmentos. Pero algo dentro de él se resistía a la monotonía, a la destrucción sólo porque sí.

El Dr. Light se dio cuenta de esto. – ¿Pasa algo, mi querido muchacho?

Blues se giró, a punto de responder su pregunta, pero en última instancia no dijo nada. Sus ojos permanecían ocultos detrás de un grueso visor, mirando los escombros, y su cabello castaño permanecía debajo de su casco, oculto bajo un casco y protegido del fuerte sol.

Desvió la mirada del Dr. Light, y luego reunió las piezas rotas. Sus manos, esas mismas manos construidas para precisión, comenzaron a apilar, a darle forma a los fragmentos. Ya no eran escombros, sino figuras crudas: una pequeña torre, una semblanza de un rostro, y la silueta de un pájaro a mitad de vuelo.

Cuando terminó, sintió… algo. ¿Orgullo? ¿Curiosidad? No tenía un nombre entonces. Sólo que había obedecido órdenes y les dio la forma de algo nuevo.

Algo propio.

Pero cuando se giró, la cara de Light se veía desgarrada. Wily estaba intrigado, claramente fascinado, pero Light no parecía estar seguro de cómo reaccionar, sin saber si demostrar o no lo que estaba sintiendo realmente.

Los oficiales que supervisaban el procedimiento, sin embargo, parecían no estar felices.

– Desobediencia. – Blues escuchó decir a uno de ellos en un susurro bajo pero tajate. – Está actuando bajo su propia lógica.

Light se acercó a toda prisa, arrodillándose frente a las efigies de piedra, dividido entre la maravilla y el miedo. – ¿Por qué? – le preguntó. – ¿Por qué hiciste esto, Blues?

Y Blues, todavía joven, todavía inmaduro, simplemente se encogió de hombros. No tenía una respuesta que los convenciera.

Aun así, no pudo evitar sentir como si hubiese hecho algo malo.


Tiempo presente, Abel City…

– Lo único que hice fue darles forma a las piedras. Pero para ellos, era una prueba de que yo era impredecible. Peligroso. No estaba siguiendo las órdenes al pie de la letra. Estaba pensando por mí mismo. Y eso… – sacudió su cabeza lentamente – … eso les asustaba más que cualquier cosa que hubiera hecho.

X escuchaba en silencio, con los ojos muy abiertos, como si viera a su hermano por primera vez.

Blues se giró hacia él, con sus gafas brillando ligeramente en la escasa luz. – Entonces, cuando dije que su miedo estaba allí desde antes que yo huyera, lo digo literalmente. Yo siquiera sabía lo que era la desobediencia. Yo sólo… quería hacer algo en lugar de romperlo. Y eso fue suficiente para hacer que me cuestionaran. – Otra pausa. – Fue suficiente para que cuestionaran al Dr. Light.

X bajó la cabeza, apretando las manos contra las rodillas. – Sé lo que quieres decir. – admitió. – El Dr. Cain… una vez me dijo, justo después que me encontraron, que la humanidad tenía que tener cuidado conmigo. Que yo era "diferente". Que necesitaba ser probado, evaluado, contenido. Yo ni siquiera había hecho nada todavía, nada. Pero ya me temían por lo que podría hacer. Incluso Sigma… — Su voz se quebraba, ahora con amargura. – … Él dijo que nuestra propia libertad para elegir nos hacía peligrosos. Y luego él mismo demostró que tenían razón con su caída.

Blues no dijo nada al principio. Sus ojos, ocultos de nuevo tras el grueso cristal de su visor, parecieron volverse hacia el interior.

– … Una vez escuché algo. – dijo al final, en tono bajo y distante. – Antes de que Rock y Roll fueran activados. Light y una amiga suya, la Dra. Noelle LaLinde, habían estado hablando una noche…

Oh sí. Todavía recordaba esa noche.

La memoria resurgió sin ataduras: voces a través de las paredes de laboratorio. Blues había estado sentado en el corredor, pretendiendo que estaba haciendo diagnósticos en su brazo, pero en realidad estaba escuchando con mucha atención.

– Hizo cosas, Noelle. Arte real.

– Por lo que me has mostrado, parece que ya está en el nivel de jardín de infancia luego de estar aquí sólo por un par de meses.

– Si ya es capaz de hacer creaciones propias con rocas, ¿quién no nos dice que evolucionará a niveles de mayor calidad?

Noelle, la Dra. LaLinde, se rio frente al hombre con emoción casi infantil. – El chico podría tener su propia exhibición artística, o incluso tocar a Chopin en un evento si quisiera, ¡tal vez ambas cosas!

La voz de Light sonaba incierta, perturbada. – Es brillante, nadie puede negar eso. ¿Pero qué tal si esta independencia suya se apodera de él? ¿Debería… restringirlo de alguna forma?

La respuesta de LaLinde expresaba perplejidad, pero a pesar de todo sentía curiosidad. – ¿A qué se debe esto, Thomas? – le preguntó. – Por lo que me has dicho, ya tiene mejor concentración incluso que mi propia niña. – Soltó un resoplido de frustración conflictiva y divertida. – Te lo juro, parece ser incapaz de no hacer malas bromas cuando se supone que deberíamos estar trabajando.

Thomas Light compartió el sentimiento de que era divertido. – Lo que ocurrió con el ejercicio en Egipto, al principio, me asombró. Albert también parecía pensar que era increíble.

– Pero aquellos que proveen los fondos para el desarrollo de tu muchacho no lo hicieron.

Una pausa. Entonces Light de nuevo, suavemente, y derrotado, asintió. – … Yo sólo no quiero que lo lastimen.

LaLinde desvió la mirada por un segundo. – Para ser honesta, he estado preocupada sobre si el Departamento de Ciencia en esta parte del mundo podría empezar o no a pensar que Tempo se está poniendo un poco hiperactiva. – Notó que su colega científico tenía una mirada intranquila. – Hay algo más que te preocupa, ¿verdad?

El Dr. Light soltó un largo suspiro. – El Departamento de Ciencias, mi Departamento de Ciencias, está comenzando a cuestionar algunas cosas.

– ¿Como cuáles?

– Si es capaz de actuar por su propia cuenta, o incluso doblar un poco las órdenes que le dan.

– ¿Creen que podría hacerse daño? – cuestionó Noelle, pero Thomas negó con la cabeza.

– …o tal vez hacerles daño a otros.

La conversación había terminado allí, y el silencio decía más que sus palabras.

– Entonces… ¿qué vas a hacer?

– …Tengo algo en mente.

Blues exhaló por la nariz, un sonido que fue casi una risa, un suspiro. – Incluso entonces, Light tenía miedo. No sólo de en lo que podría haberme convertido… sino de lo que tendría que hacer para evitar que me convirtiera en ello. LaLinde, ella peleó por mí. Ella dijo lo que él no dijo. Pero aun así escuché suficiente.

X lo miró, devastado. – ¿Y por eso te fuiste?

Blues negó lentamente con la cabeza. – No fue la única razón. Pero me plantó el pensamiento. De que incluso el hombre que me llamaba su hijo no estaba seguro si yo era seguro. Si merecía ser quién era.

Las palabras colgaron pesadamente entre ambos, con la carga de dos vidas.

La voz de X fue casi un susurro. – Entonces, realmente nunca importó lo que hiciste. La duda ya estaba allí.

Blues finalmente lo miró de nuevo. – Exactamente. Y tú has cargado la misma duda, X. La diferencia es que tú no dejaste que te hundiera en el suelo, como a mí.

– Aun así, ¿qué fue lo que causó exactamente que huyeras? – continuó X. – ¿Sólo fue el miedo de que Light te haría algo?

Blues bajó la cabeza. – … más bien tenía que ver con lo que había hecho. – respondió. – Y yo no esperé lo suficiente para ver su conclusión.


Fortaleza de Sigma…

– ¿No te parece extraño?

– ¿Qué cosa?

– El hecho de que nadie ha notado que ya no estoy.

El silencio cayó entre ambas, y Roll se dio cuenta de cómo se deformaban los rasgos faciales de Teal ligeramente, como si acabase de tocar un tema que no debería haber tocado.

– Teal, tú sabes algo. – mencionó Roll. – Sólo que no me lo dices.

– Y no te corresponde saberlo. – respondió la Hunter. – … lo siento, pero creo que ya debes haberte dado cuenta de que no deberías estar aquí conmigo. Mucho menos que hayas abandonado tu "deber de limpieza".

La rubia se quedó en silencio. – ¿Entonces para qué me traes aquí en primer lugar? No tú, obviamente, pero…

– Bueno, considéralo. – contraatacó Teal. – ¿Quién exactamente te trajo aquí? Aparte de Eagle. Y tal vez considera el por qué.

Tras unos momentos de silencio que se extendieron entre los dos, pero la rápida identificación del antiguo Maverick Hunter violeta (y subsecuentemente violento) le trajo una igual de rápida realización a Roll.

– Vile quiere usarme de palanca. – murmuró en voz baja. – Tanto en contra de X como del Dr. Cain.

– Exacto. – confirmó Teal asintiendo con firmeza. La puerta del elevador se abrió, revelando un pasillo diferente, pero todavía frío y aislado en este oculto y protegido lugar. – Pero, incluso con eso, hay algo que puedes hacer para ayudar a tu querido hermano.


Año 200XLaboratorios Light…

Lo sabía.

Él SABÍA que algo estaba mal, que Light planeaba algo.

El laboratorio estaba en silencio aquella noche, salvo por el suave rumor de las terminales durmientes. Blues había entrado bajo la pretensa de hacer sus propios chequeos, pero en realidad, algo le estaba carcomiendo desde que escuchó aquel intercambio entre Light y LaLinde. Quería pruebas. Quería saber.

Se sentó frente a una de las mesas de diagnóstico, conectada en el sistema con unas manos firmes pero intranquilas. Su procesador se conectó con las notas de Light, líneas de código, y los comentarios apareciendo frente a su visión.

Al principio, era de rutina. Reportes de eficiencia del núcleo. Integridad estructural. Calibraciones en sus sistemas de armas. Pero entonces, lo encontró.

Directiva: Obediencia inmediata a las órdenes del creador primario.

Protocolos secundarios: Tres leyes de Asimov integradas a nivel de raíz.

Anomalía terciaria: Salida de la energía del núcleo irregular, inestabilidad potencial, monitorear de cerca.

Blues se congeló. Su pecho se apretó con algo para lo cual no tenía palabras en ese entonces, pero después reconoció como traición.

Las palabras ardían en su visión: obediencia inmediata, anomalía del núcleo, monitorear de cerca.

– Obediencia inmediata. – susurró para sí mismo, con los labios curvándosele con amargura. No era sólo guía, no era solo la "mano gentil" de Light. Era una correa, oculta dentro de él, lista para tirar de él si acaso Light decidía hacerlo.

Y las tres leyes… enterradas cuidadosamente en su código. No era realmente un "hijo". No era familia. Era sólo una máquina atada por cadenas invisibles.

Pero la peor parte era el reporte de la anomalía. Su corazón, esa extraña fuente de energía autogenerada que lo hacía diferente a cualquier otra cosa antes vista, acorde con ambos, Light y Wily, era tratada como un defecto, una carga. Algo que debía ser monitoreado como si fuera una enfermedad.

Se desconectó abruptamente, con el pecho moviéndose de arriba abajo con respiraciones artificiales. Su mano tembló mientras la retiraba de la consola.

Su decisión estaba tomada.

En la escasa luz de la bahía de almacenamiento, encontró una caja llena de Tanques-E. Se echó dos de ellos sobre el hombro, y otro en la mano. Unas herramientas también, reparaciones básicas, sólo lo suficiente para mantenerlo funcional si algo salía mal.

No dejó ninguna nota. No miró atrás, hacia los pasillos vacíos en la casa de Light. Si lo hubiese hecho, tal vez habría visto al Dr. Light dormido en su cama, con la foto de ambos en la ventana. Quizás eso lo habría detenido.

Pero todo lo que pudo escuchar fue la voz de Light haciendo eco en su mente.

– "¿Debería restringirlo?"

Todo lo que podía ver era esa palabra, obedecer, ardiéndole en su visión.

No, ya lo entendía. Todo era una mentira. Todo lo que representaba ese retrato era una mentira.

Y así, Blues desapareció en la noche, sin llevar consigo más que combustible robado y la convicción que le carcomía por dentro, de que tenía que vivir libre, o no vivir en absoluto.


Tiempo presente, Abel City…

– …entonces fueron las tres leyes. – señaló X. – Aunque fuesen poco más que una serie de regulaciones instaladas en cada modelo que vino después, el Dr. Light las instaló primero en ti.

– Más o menos. – Blues dejó que las palabras colgaran en el aire por un momento, casi saboreando la amargura en su lengua antes de volver a hablar con X. – Incluso aunque hui, nunca pude escapar de ello. Me dije a mí mismo que era libre, que había cortado la cuerda con la que Light me tenía atado. Pero cuando me cruzaba con humanos, ya fuera que me escupieran, me maldijeran o me pidieran ayuda… no podía alejarme. Seguía interviniendo. Deteniendo crímenes pequeños, sacando a gente de edificios en llamas, arreglando maquinaria que habría desconectado a toda una cuadra si fallaba.

Hizo una pausa, con la mirada perdida. – A veces me pregunto si realmente era yo el que tomaba la decisión, o si esas malditas leyes me susurraban en los rincones de mi mente. No lastimes a un humano. Protege la vida de los humanos. Obedece sus órdenes. Tal vez yo no era más que un perro tirando de una cadena que no podía romper.

X frunció el ceño, y un deje de simpatía suavizó su rostro, pero no le interrumpió.

Blues bajó aún más la voz, en un tono más reflexivo ahora. – Otras veces… quería creer que sí era yo. Que no actuaba por compulsión, sino porque necesitaba pruebas. Pruebas de que yo fui más que un error con un núcleo defectuoso. Prueba de que podría forjarme una razón para existir, aunque tuviera que hacerlo solo.

Tenía las manos dobladas en el regazo, con los guantes rechinando ligeramente. – Y entonces… una noche en una ciudad, en la Costa Este de los Estados Unidos, los escuché, dos humanos, hablando en voz baja. Al principio creí que sólo pasaban por allí, hasta que escuché el nombre de Light.

Frunció el ceño detrás de sus gafas oscuras.

– No eran civiles, ahora lo sé. Agentes del gobierno, aunque en ese momento no lo sabía. Gilbert Stern. Roslyn Krantz. Estaban diciendo cómo Light se vio obligado a implantarme las tres leyes. Por órdenes del Departamento de Ciencias en persona.

El recuerdo permanecía amargo y vivo.

– Uno de ellos dijo que Light lo odiaba. Que pensaba que eso violaba todo aquello en lo que creía. Pero el Departamento lo observaba, le respiraba en el cuello. No iban a permitir que existiera un robot sin restricciones. Y cuando me marché… – Blues soltó una risa sin humor. – Dijeron que me extrañaba. Como si fuera un fantasma en esa casa. Les dijo que yo era su hijo.

Blues se quedó en silencio por un largo rato, apretando la mandíbula.

– Esa noche, no supe qué sentir. Rabia de que Light no me dijo nada, culpa por haberme ido, o vergüenza por pensar que sólo me veía como una herramienta. Tal vez todas a la vez.

Ladeó la cabeza ligeramente hacia X. – Por eso no te culpo por dudar. Por preguntarte si tu creador realmente creía en las palabras que te dijo. Yo pasé años convencido de que el mío no lo hacía. Y al final… – Negó con la cabeza. – … Aún sigo sin saber si mis decisiones fueron realmente mías, o si sólo fui una marioneta que intentaba cortarse sus propios hilos.

El silencio volvió a caer entre ambos. – ¿Y al final regresaste? – cuestionó X. – ¿Volviste a los Laboratorios Light?

Blues asintió, bajando la cabeza ligeramente. – … e incluso cometí un error aún más terrible que antes. – confesó con vergüenza. – Uno que cambiaría todo para peor.


Fortaleza de Sigma…

¿Ayudar? ¿De qué manera? ¿Cómo? ¿Y dónde empezaba?

Estas preguntas y más inundaban el procesador de Roll mientras Teal la llevaba hacia una puerta con lo que parecía ser un extensivo sistema de seguridad instalado.

– Déjame esto a mí. – le informó la Hunter a su acompañante, sacando otro pequeño dispositivo, diferente del disco portátil, pero Roll lo reconoció al verlo a pesar de todo.

– Ese es un desestabilizador de sistemas. – observó. – ¿Cómo lograste conseguir uno de esos?

– No son fáciles de conseguir, pero son bastante populares en el mercado negro. – explicó Teal. – Pero, si eres alguien con muchas conexiones potenciales, como por ejemplo el jefe de una organización notoria y despertada, o tal vez un científico de renombre mundial y experto en la robótica, supongo que nada está fuera de su alcance.

Roll se quedó callada mientras Teal insertaba el dispositivo en un disco localizado en el panel de teclas a la izquierda de la puerta. – Sigma y Fujiwara habían estado planeando por un largo tiempo.

Teal suspiró y asintió. – Francamente, si puedo decirlo, Wily debería agradecer haberse rodeado de aquellos que en última instancia no podía decir no.

– "Todos excepto uno, tal vez." – pensó Roll, mientras la imagen de Bass le venía a la mente.

La puerta se abrió, y el sistema momentáneamente se desconectó, permitiendo a ambas reploides entrar antes de volver a cerrarse detrás de ellas. Roll se asustó por un momento, pero su incertidumbre se quedó en pausa al ver lo que había frente a ella.

Un espacio y esquema muy similar al del sistema de vigilancia que una vez estuvo en la otrora alta y orgullosa Torre Hunter, varios monitores desplegando una vista de cada porción no sólo de Abel City, sino de toda la isla.

Roll se desvió de las pantallas hacia su guía. – ¿Dónde están los navegadores? – preguntó ella, al ver que no había nadie.

– Todo este sistema lo mantiene la supercomputadora maestra de la fortaleza. Nunca necesitó a nadie que lo manejara. – le informó a su acompañante. – Al menos, hasta ahora.


Abel City…

– Una vez volví al laboratorio. O más bien, la primera vez. – dijo, con las palabras lentas y cautelosas. – Pensé, o quizás esperaba haberme equivocado sobre ellos. Sobre Light. Sobre todo.

X ladeó su cabeza. – Pero eventualmente lo entendiste, ¿no? – le preguntó. – Aún con todo lo que pasó, te diste cuenta de que él sí te amaba, ¿no?

Blues asintió, pero no fue una respuesta optimista. – Fue muy poco, y demasiado tarde.


200XBrasil, ruinas desconocidas…

Así que así se sentía.

Así se sentía la finalidad fría, lo que realmente le aguardaba en ese lugar. Incluso entonces, no era tan doloroso como lo que le trajo aquí.

O tal vez, era solo la punzada brutal de su propia estupidez.

Se acercó a la casa al atardecer, con los sistemas zumbando tan bajo que no iba a despertar a nadie. Por la ventana del techo del laboratorio, vio una escena de lo que más quería en el mundo: el Dr. Light, pequeño y lleno de preocupación, sujetando a alguien, Rock, firmemente en sus brazos. Había gratitud en su rostro. Alivio. Esa suave, exhausta sonrisa que Blues siempre quiso ver dirigida hacia él.

Sólo que no era para él.

Algo en su pecho, algo que no era exactamente músculo, y no exactamente circuito, se apretó hasta que el mundo se puso delgado. Observó cómo la mano de Light se posaba en el hombro de Rock, la manera en que los ojos del anciano se entrecerraban de orgullo. Escuchó las palabras "Hijo mío, estoy muy orgulloso de ti", tal vez sólo imaginadas, y con ese sonido, leyó la acusación que estaba esperando. La casa que una vez le prometió un hogar se convirtió en una galería de lo que nunca podría ser.

Esperó demasiado para ver la verdad. Para cuando se dio cuenta el abrazo era para Rock y no un signo de que lo hubieran querido desde el principio, ya era muy tarde para reconciliaciones.

Se sintió como si hubiera sido expulsado. Sin despedidas, sin palabras. Salió corriendo hasta que la noche se tragó las luces del laboratorio y el rumor de la ciudad se fue ahogando hasta ser un eco distante. Siguió adelante porque el movimiento se sentía como una elección, y quedarse inmóvil se sentía como una aceptación. Escapó de los recuerdos, de la vergüenza, del pensamiento de que había sido un error.

El mundo se redijo al ritmo de sus servomotores y el olor del polvo y la lluvia. Cruzó las fronteras y desiertos, y los cascos en ciudades, impulsado por la última terquedad que no era su código. Al final, se detuvo en un lugar que no había sido perturbado, unas ruinas que habían sido tragadas por fractales de piedra verde como dientes rotos medio enterrados en malezas. El Amazonas había reclamado ese trecho de tierra como si fuese privado, y allí, Blues finalmente se detuvo.

Intentó morir de la manera en que las máquinas se entregaban a la oscuridad, agotando su energía, con sus sistemas cayendo en un declive de manera lenta y racional. Se imaginó que nadie lo notaría. Se imaginó a Light cerrando la puerta y llamándolo una lección necesaria. El frío de las ruinas cayó sobre sus paneles. Su núcleo tembló. Memorias, vestigios de la risa de Light, las preguntas de LaLinde, la sensación de la piedra bajo sus dedos cuando hizo aquellas pequeñas esculturas, parpadeando como en una pantalla moribunda.

Se había convencido a sí mismo de que no quedaba nada por probar.

– No… no puede ser.

Y entonces, la voz de alguien desgarró la humedad, aguda y divertida, como si un fósforo hubiera sido encendido en una habitación oscura.

– ¡Es él! ¡En verdad es él! Hmm, no es lo que me esperaba cuando Ra Moon dijo que había sentido una presencia.

Blues trató de mirar hacia arriba. El mundo se sacudió. A través del enrejado verde, pudo ver una silueta: una figura apoyándose contra un pilar en ruinas, con un sombrero obscureciéndole la cara, y con una sonrisa que no llegaba hasta sus ojos.

El Dr. Wily dio un paso al frente, con las botas susurrando en el musgo. Miró a Blues con el desapego de un científico que rápidamente se convirtió en algo más frío: oportunidad.

– Tú servirás muy bien. – dijo Wily, y por la forma en que lo dijo, Blues pudo escuchar el primero hilo de vida que lo sacaría del borde: no era ternura, no era un rescate en sentido humano, sino el semblante preciso y hambriento que lo veía como una herramienta y un arma.

Blues no lo sabía entonces. Sólo sabía que las manos (enguantadas, decisivas) lo estaban levantando, que las viejas heridas y nuevas traiciones que habían sido interrumpidas por otro tipo de reclamación. Lo habían encontrado. No por las manos del que lo construyó y lo cuidó, sino por el hombre que le enseñaría a hacer que el mundo le prestase atención a su manera.


Tiempo presenteAbel City…

La memoria se cerró como la puerta de un gabinete. En el silencio apagado que siguió, Blues exhaló un suspiro que no se dio cuenta que estaba conteniendo.

– Creí que ya había terminado. – le dijo a X. – Pero ser encontrado no es lo mismo a ser querido. No en ese entonces.

Blues se quedó inmóvil por un momento, dejando que las sombras del pasado se reprodujeran de nuevo en su memoria. Cuando finalmente habló, su tono era bajo y deliberado, como si sacara cada palabra desde adentro pieza por pieza.

– Cuando volví a estar en línea… no fue la voz de Light la que escuché.


200X, bajo las ruinas…

Una habitación difícilmente estéril, el zumbido de la maquinaria, y un olor de ozono y soldadura. Definitivamente no estaba en los Laboratorios Light.

Lo primero en lo que sus ojos se enfocaron fue Wily, que le miraba desde arriba con una extraña sonrisa, como si estuviera complacido por el éxito de un experimento.

– Bienvenido de vuelta, Blues. – dijo Wily, con la voz melosa buscando sonar de confianza. – Has pasado por un infierno, puedo verlo. Pero no tiene por qué acabar aquí. No para ti.

Blues había intentado levantarse, pero sus sistemas se sentían pesados, y una suspicacia le apretaba en cada articulación. – ¿Por qué… por qué me salvaste? – dijo en voz rasposa.

Wily tocó el borde de su consola con su bastón, fingiendo paciencia. – Porque te mereces algo mejor. Porque Light… te limitó. Te puso cadenas. Ya lo sabes, ¿no? Esa sensación que te carcome, de que naciste incompleto.

Blues entrecerró los ojos, en silencio. Luego Wily se acercó más, casi con expresión conspiratoria.

– Pero yo puedo darte lo que él nunca podría. Una adición mucho más poderosa a tu núcleo. Una armadura más fuerte. Independencia. Libertad.

El primer instinto de Blues fue hacer una mueca, desviar la mirada. Wily nunca hacía nada por nadie excepto por sí mismo. Ya había visto las noticias sobre él. ¡¿Acaso ese viejo creía que él era un idiota?!

Y aun así, como si anticipara su duda, Wily gesticuló hacia el panel de diagnóstico que tenía junto a la mesa.

– Adelante. Mira por ti mismo.

Un recelo se apoderó de Blues, pero hizo caso, sacando sus propios reportes de sistemas. Se esperaba la cadena familiar que lo asfixiaba, enterrada en su CPU, el rastro indeleble de las tres leyes, la directiva de obediencia que Light había implantado específicamente. Esperaba sentir esa correa tirando de él nuevamente.

En lugar de eso… nada.

Los bloqueos de programación, los comandos que Light había instalado bajo presión del departamento, las subrutinas restrictivas que lo habían atormentado, se habían ido. Habían sido borradas limpiamente. Por primera vez, sus pensamientos se sentían suyos, sin ninguna voz zumbándole detrás de la cabeza. El silencio era aterrador, pero a la vez era liberador.

Los ojos de Blues se ensancharon. Su voz, cuando finalmente la recobró, fue un susurro de incredulidad. – Se… han ido.

La sonrisa de Wily era delgada, como si supiera lo que pensaba. – Sí. Al fin eres dueño de ti mismo, Blues. Sin amo, sin hilos. – Se enderezó, dejando que el peso de las palabras se asentara. – No tienes por qué confiar en mí. Todavía no. Pero puedes confiar en ti mismo. Porque ahora eres libre de elegir.

Blues se había quedado allí estupefacto, parte de él hambriento por esa libertad, y otra parte suspicaz de las manos que se la otorgaron. Aun así, cuando flexionó su brazo y sintió la armadura reforzada, cuando probó el rumor de su núcleo y sintió ese subidón poco familiar de un nuevo poder corriendo a través de él… no pudo negarlo.

Por primera vez desde su activación, Blues se sentía sin ataduras.


Tiempo presente, Abel City…

Bajó la mirada, todavía sintiendo el sabor amargo de su memoria. – Yo no confiaba en él, no del todo. – le admitió a X. – Pero cuando revisé mis sistemas, vi que la correa se había ido… quise crer en él. Quizás no me estaba dando cadenas. Tal vez me habría dado una oportunidad que Light nunca lo haría.

– Que tal vez él te amaba.

X se quedó mirando a Blues con cautela, notando la manera sutil en que la voz de su hermano se ralentizó, cómo parecía tropezarse en algunas de sus memorias. Había algo más pesado todavía bajo la superficie, y X finalmente logró darle voz.

– He escuchado… algunos retazos. De registros, de diarios fragmentados que los Hunters recuperaron. Sobre algo llamado Ra Moon. – Su tono era cauteloso, casi dudoso. – ¿Qué cosa era él, Blues?

Blues se puso rígido. Incluso el ligero rumor en sus sistemas pareció apagarse ligeramente. Durante un largo rato, no respondió. Su mandíbula funcionaba, pero ningún sonido salió de ella. Finalmente, soltó una larga exhalación y habló casi apretando los dientes.

– Ya está muerto. Y eso es todo lo que importa.

X frunció el ceño, percibiendo el peso que Blues intentaba alejar. – … Eso no es todo, ¿verdad?

Blues volvió a ladear su cabeza, mirando hacia una esquina distante del techo como si quisiera ver a cualquier parte excepto a X. Su voz salió rasposa, queda. – No, no lo es. Porque yo lo dejé entrar. No fue a propósito, pero eso no importa. Yo le di la oportunidad.

X suavizó su expresión, urgiéndole a continuar.

Blues se inclinó hacia adelante, con los codos sobre sus rodillas, y las manos muy apretadas. – Ra Moon era… una supercomputadora alienígena. Antigua, más allá de cualquier cosa que hubiéramos construido. Cuando Wily lo encontró, creyó haber descubierto a un dios. ¿Y yo? – Sacudió su cabeza. – Yo ya estaba roto. Buscando algo, cualquier cosa que me dijera que yo importaba. Wily usó eso. Ra Moon también. Y antes de que yo supiera lo que estaba pasando, me convertí en su peón.

X tembló ligeramente. – Blues, esa no era tu intención… si el propio Wily no tenía idea, ¿por qué ibas a hacerlo tú?

Bajó la voz aún más. – Al mismo tiempo, sumió a todo el mundo en la oscuridad. Literalmente. Apagó todos los sistemas de energía, cada ciudad, cada casa. Durante dos semanas. La gente se moría de hambre, se congelaba, y algunos no lograron sobrevivir. Y todo eso… – Su mano se apretó en puño. – … todo eso sucedió porque yo no vi la verdad a tiempo. Porque estaba muy ocupado con mi propio dolor para detener lo que había liberado.

El silencio se extendió entre ambos, pesado y sofocante.

X parpadeó con tristeza. – Te culpas a ti mismo por el Apagón.

Blues soltó una risa amarga, sin humor en absoluto. – No sólo me culpo a mí mismo. Lo llevo conmigo. No importa que Ra Moon se haya ido. No importa que el mundo se haya recuperado. Esas dos semanas siempre serán culpa mía, y debo responder por ellas.

Finalmente le devolvió la mirada a X, y sus gafas oscuras no pudieron ocultar el dolor en sus ojos. – Por eso no retrocedo cuando la gente duda de nosotros. Cuando me miran como si fuera un arma esperando para disparar. Porque una vez, lo fui. Y no se equivocaron en temerme.

Especialmente considerando sus propios pecados incluso antes de eso. La voz de Blues se tornaba más pesada, como si cada memoria le costase más decirla en voz alta.

– Antes del apagón… antes de que Ra Moon nos apretara con sus garras… yo volví al mundo con un nuevo nombre. Break Man. El soldado de Wily. Su arma.

Apretó las manos en puños, reposando contra sus rodillas. – Hubo una celebración, Mega Man había frustrado los planes de Wily nuevamente, y la gente lo celebraba como un héroe. Y Wily… Wily me susurró palabras venenosas. Me dijo que Rock me había reemplazado. Que Light nunca me había amado, no realmente. Que cada palabra de cariño, cada gesto que yo recordaba fue una mentira. Me pintó como el prototipo desechado, dejado de lado una vez que el "hijo mejor" fue construido.

Blues hizo una pausa apretando la quijada. – Y yo le creí. O tal vez, sólo quise creerle. Creerlo hacía que manejar la rabia fuese más sencillo.

La memoria se desató, como una herida que se volvía a abrir.

– Irrumpí en la celebración. La gente salió corriendo en cuanto me vio, en cuanto levanté mi buster. No me importaba quién corría o quién caía, sólo estaba enfocado en Rock. Quería hacerlo desaparecer. Quería borrarlo, para que Light sintiera la pérdida que me consumió a mí.

Su voz se tornó más fura. – Destruí a las máquinas menores en el caos. Drones de defensa civil, robots de servicio público. No estaban hechos para pelear contra mí, y los destruí sin pensarlo. Yo no estaba protegiendo a nadie. Ni siquiera estaba peleando por mí mismo. Yo sólo estaba… desatando todo lo que llevaba embotellado dentro. Rabia, envidia, dolor, todo salió en forma de fuego y destrucción. Y por un momento, se sintió como poder.

Las manos de Blues temblaron ligeramente, aunque rápidamente las detuvo. – Le apunté directo a Rock. Lo hice personal, me aseguré que Light y que todos los demás pudieran verlo. A quemarropa, al centro de masa, sin ninguna posibilidad de esquivarlo.

Bajó la cabeza, y sus gafas oscuras proyectaron sombras profundas en sus ojos.

– Y entonces Roll se atravesó en mi camino.

Las palabras colgaron en el aire como si fueran de plomo.

– Se interpuso entre nosotros. Entre él y yo. Y cuando la vi caer, con su vestido quemado, y sus sistemas gritando, me di cuenta exactamente en lo que me había convertido. No en un hermano, ni siquiera en un rival. Sólo en un monstruo que le apuntaba con su arma a su propia familia. Seguro, no terminó de afianzarse, pero fue suficiente para mostrarme a dónde me llevaría ese camino, aunque fuera a menor escala.

Por un largo momento, Blues no dijo nada, dejando que el peso de esa imagen llenara el espacio entre ellos.

– Quise retirar ese disparo, deshacerlo. Pero no hay forma de deshacer algo como eso. En ese momento fue que vi… que había ido demasiado lejos. Que todo lo que Wily me había dicho, todo lo que creí que justificaba mi rabia, no era nada comparado con la mirada en el rostro de Rock cuando Roll colapsó. La mirada de alguien viendo a un total extraño tratando de matarlos.

Blues se echó atrás, exhalando mientras temblaba. – Ese fue el día que comencé a dudar que fuera la víctima. Y ese día me di cuenta que algunos errores no pueden borrarse. Sino que… se vuelven parte de tu vida.

X se mordió el labio, forcejando por articular lo que deseaba decir. – Entonces, ¿no te ves como una víctima en absoluto? – preguntó. – ¿Aún con todos los factores externos en tu contra?

Blues suspiró. – Una víctima puede fácilmente convertirse en victimario. – respondió. – Alguien que salió lastimado fácilmente puede decidir que puede y que tiene el derecho de lastimar a otros. Eso es lo que yo era, y lo que sigo siendo.

– Blues…

– Y es por eso que tengo que decirte esto. – contraatacó el DLN, sin dejar que X lo reconfortase de ninguna manera. – Porque incluso si deseas cumplir el sueño de Light, su deseo para no sólo los nuestros, sino para la humanidad y el resto del mundo… entonces debes entender que incluso si el propio Sigma y aquellos que lo siguen han sido víctimas, no tienen derecho de proyectar ese dolor a los humanos. En última instancia, X, tal como yo, como Wily, ellos también deben ser detenidos.

Esta historia continuará

Notes:

Y bueno, otra vez me quedé atrás otro capítulo. Pero en serio, después de todo lo que tuve que hacer el lunes, no me sentía de humor para leer o traducir nada, lo siento. Eso y que también últimamente los cortes de luz no me ayudaban.

Así que, Roll finalmente se da cuenta de dónde está, y por qué los Maverick Hunters no han podido encontrar la base de Sigma. Me pregunto cómo es que Teal planea ayudarla, quizás alertand los otros de su ubicación para que puedan venir y rescatarla. Más les vale ser discretas, porque se arriesgan mucho a que las atrapen y terminen castigándolas por soplonas.

En cuanto a Blues, fue bastante difícil leer sus segmentos de flashback. Por fin ya tenemos una imagen clara de qué sucedió que lo llevó a escapar. En el fondo, siempre fue un niño asustado y confundido cuyo miedo le nubló el juicio, y Wily se aprovechó de eso para manipularlo, lo que le llevó a cometer acciones terribles. Pero al menos, fue capaz de detenerse antes de cruzar el punto sin retorno.

En fin, con esto terminamos este cap. El siguiente puede que me lleve un poco ya que se actualizó otro de los fics que traduzco, y tengo otros compromisos por atender en la vida real, así que sólo me queda cruzar los dedos para que no haya más al menos por un tiempo. Nos vemos en el siguiente, y como siempre, ¡dejen que su poder supere los límites!

Chapter 87: Relatos de un hijo pródigo

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

– Hiciste todo lo posible por prevenir más destrucción. – replicó X, con la voz calmada pero cargada de urgencia. – El Dr. Light señaló en una declaración registrada después que "alguien" le había recordado sobre el campo anti-electrónico que construyó en el laboratorio, lo cual le permitió traer a Mega Man y a otros de vuelta en línea. – explicó mientras sus ojos azules se fijaban en Blues, cuya expresión era inescrutable detrás de su visor oculto. – Y no olvidemos que, si tú no hubieras intervenido, el Dr. Wily seguiría atrapado dentro de Ra Moon, siendo prisionero de sus propias maquinaciones.

Ray B, conocido como Blues, miró de reojo a X. Su semblante no revelaba nada del tormento que hervía dentro de él. – Pero ¿qué hay de mis acciones en contra de Tempo y la Dra. LaLinde? – preguntó, con la voz baja pero intensa. – Difamé públicamente a una de ellas, y casi hice que la otra dudase de la validez de sus emociones recientemente restauradas al asustarla. ¿Realmente estaba sólo confundido, o era tan despreciable como el propio Wily? – Hizo una pausa, y el peso de sus pensamientos comenzó a presionarle con fuerza. En el fondo, reconocía que la conclusión no estaba totalmente infundada. – ¿No lo soy todavía?

– Cometiste muchos errores. – concedió X, cuya expresión se suavizaba, aunque sabía que el primer DLN probablemente rechazaría cualquier afirmación positiva. – Actuaste de manera inmadura a veces. – continuó, admitiendo reaciamente la verdad. – Pero a pesar de todo, en última instancia elegiste priorizar a otros por encima de ti mismo cuando realmente importaba. Le proveíste al Dr. Light los medios para salvar al mundo de la amenaza catastrófica que representaba Ra Moon. Navegaste por las traicioneras ruinas de la tercera fortaleza de Wily para salvar a Mega Man, e incluso con la implacable ira de Wily y las posibilidades en tu contra, elegiste rescatar a Kalinka Cossack y traerla a salvo de vuelta con su padre, salvándolos a ella y a Mega Man de nuevo.

– …No olvides quién la secuestró en primer lugar. – murmuró Blues protestando. – O ayudó en la destrucción de los primeros Laboratorios Light.

– Lo cual mayormente lo hizo el primer Doc Robot. – declaró X. – Ambas cosas fueron en contra de tu voluntar, y con Wily amenazándote con la condición en tu núcleo. Y si realmente merecieras tanto la muerte, ¿por qué volver por un hombre al que le pareció bien arruinarte la vida, cuando creó una campaña de desprestigio en tu contra? ¿Por qué alguien que te odiaba al principio decidió que valía la pena salvarte?

Silencio.

– … ¿qué sucedió con ella? – Ya se estaba excediendo, se estaba yendo al límite, pero la pregunta que le estaba carcomiendo en el fondo de su mente desde que tocó esa gema agrietado que residía en el pecho de su hermano, donde su núcleo defectuoso que consumía su vida una vez dominó. – Ese topacio era suyo, ¿no?

Más silencio.

– … ella me lo dio. – murmuró Blues finalmente. – Pero eso no es lo que me mantiene con vida. Aunque lo que lo hace… – Se sacó su capa y levantó la entrada triangular hacia sus mecanismos internos, removiendo la piedra agrietada de su lugar, como si fuese porcelana frágil. Se acercó más, trayendo el objeto ante los ojos de X, gesticulando hacia el trozo de lo que parecía ser un cristal rojo encasillado adentro. – Tú también lo llevaste contigo a las profundidades no hace mucho. Incluso tras el arresto de Wily y que mi nombre fuese limpiado, la percepción pública no cambió de la noche a la mañana.

X sólo pudo suspirar, reflexionando en ello. – Nunca lo hace. Aun así, actuaste de manera heroica cuando no tenías por qué hacerlo. Ni siquiera Wily podría mentir sobre eso.

Blues se mordió el labio detrás de su bufanda. – La gente seguía viéndome como la sombra detrás de Mega Man, el que no era de fiar. Un saboteador. Algunos incluso susurraban que yo fui creación de Wily todo el tiempo. – Aunque ese hecho en sí mismo no fuese totalmente mentira, todavía le servía como un recordatorio de quién era, lo que había hecho. – Y además… tampoco es que yo se los hiciera fácil, como desaparecía a menudo.

– Pero eso no está bien. – dijo X. – El miedo a las máquinas podría ser válido en base a lo que han visto, pero algunos humanos seguramente entenderían que uno solo no los puede representar a todos. – El Hunter azul hizo una pausa. – Además, tu condición era ya de por sí delicada. En todo caso, mantener tu distancia debería haber sido prueba de que, a pesar de haber rechazado el camino que una vez tomaste, respetabas sus deseos lo suficiente para dejarlos en paz.

El DLN mayor levantó una ceja debajo de sus gafas. – ¿Crees que su actitud cautelosa sea injusta?

X no estaba exactamente seguro de cómo responder. – Si Wily fue tratado con su debido proceso, entonces ¿por qué no podían hacer lo mismo contigo, alguien que fue una víctima directa?

– Añade a eso cómplice y habilitador mientras estás en ello.

– En todo caso, él tenía un control directo sobre tu vida, y con él, sobre las vidas de otros, si realmente creías que tu núcleo eventualmente explotaría. No tenías más opciones EXCEPTO depender de Wily. – La más joven y última de las creaciones de Light, se detuvo por un momento. – En esencia, tenía a un niño como rehén.

Blues se quedó en silencio, sin estar preparado para una declaración como esa, mucho menos para una defensa a su carácter.

– … El Dr. Light lo intentó. – continuó, sin siquiera responder a lo que acababa de escuchar. – Él abogó por mí ante la Asociación Mundial de Robótica, el cuerpo que se formó para mantener todo justo entre las naciones. Luego de cinco rebeliones de robots, la humanidad quería control total sobre nosotros, no sólo sobre Light o Cossack, o los rivales de Wily construyendo en sus laboratorios. Fue entonces que vino el Sr. X.

X parpadeó. – Sr. X. – dijo en voz alta, y su base de datos interna le trajo la información que deseaba. – ¿Sr. Xavier Xenos Ximenez? – Desde su procesador interno, el Hunter recibió una fotografía de un tipo bien vestido, aunque cubierto con una capa oscura que tenía un gran parecido con el Dr. Wily, y una androide magenta de piel bronceada a su lado, con una letra "Y" en su provocativo atuendo. – ¿El líder de la Fundación X?

Blues asintió para confirmarlo. – Él fue uno de los rostros que surgió para llenar el vacío de poder. Rico, con influencias, encantador en esa forma de ejecutivo corporativo arrogante. No era un científico como Cossack, sino más bien un hombre de negocios que sabía cómo sacar beneficios de la robótica.

– Eso suena familiar. – señaló X.

– Algunas cosas nunca mueren, aunque el mundo pudiera estar mejor si desaparecieran de la existencia. – añadió Blues. – Pero el Sr. X impulsó la idea de un Torneo Mundial de Robots como símbolo de la paz. Las naciones enviaron sus mejores diseños, los enfrentaron en concursos de habilidad, y todos saldrían ganando, ¿verdad? Así fue como lo vendieron.

– Y déjame adivinar, Rock recibió una invitación no sólo para asistir, sino para participar, ¿correcto? – sugirió X.

– Bingo. – respondió Blues. – El Mr. X vendió la Asociación Americana de Robots con el prospecto de probar a dos máquinas construidas en suelo americano, Mega Man y otro Robot Master, Tomahawk Man.

– ¿Pero el Dr. Light no protestaría ante eso? Quiero decir, si Rock quisiera hacerlo, pero viendo lo que pasó contigo…

– Exactamente. – respondió el hermano mayor del reploide (¿o era robot?). – El Dr. Light no estaba exactamente a favor de la idea. Ni siquiera su oponente estaba interesado en darle una paliza a Rock down. Contrario a lo que la información oficial te diría, Tomahawk Man fue construido más que sólo una máquina para manejar un hacha de batalla específica.

X asintió. La imagen que apareció en su base de datos mostraba un androide humanoide que parecía haber sido modelado en base a los indígenas de la nación, específicamente a aquellos en las Grandes Planicies, como lo evidenciaba el enorme penacho de guerra que llevaba el Robot Master en su cabeza. La información documentada sólo listaba muy pocas cosas, que supuestamente era "valiente, pero exclusivo", que disfrutaba montar a caballo, y que despreciaba los engaños de cualquier clase.

Modelado a partir de un guerrero nativo americano. Puede lanzar un tomahawk y extinguir la llama de una vela a 100 metros (30 pies) de distancia.

"Tomahawk Man nunca mentir."

X dio un respingo. – Realmente él no hablaba así, ¿verdad?

Blues negó con la cabeza. – Sólo cuando le instalaron su caja vocal por primera vez, pero sus patrones de habla se hicieron más elocuentes con el tiempo de lo que sus constructores inicialmente anticiparon. Eso fue lo que el Sr. X en última instancia usó para convencer a Light, que la contribución de Mega Man podía llevar a nuevos desarrollos potenciales en los sistemas de una máquina, y posiblemente expandirlos aún más.

X se mordió en la esquina del labio. – Todo parecía demasiado bueno para ser cierto, ¿verdad?

– Yo nunca me lo tragué, ni por un segundo. – confirmó Blues. – Con el tiempo aprendes a escuchar cuando los engranes no encajan del todo. Las sonrisas del Sr. X eran demasiado anchas. Y esa mujer con él, Madame Y, lo miraba como si ya fuesen piezas en un tablero. – enfatizó. – Así que me quedé atrás. Observando. Y… tuve razón. En cuanto se encendieron los, X, todo se convirtió en otra pesadilla. Los Robot Masters se pusieron violentos bajo las órdenes del Sr. X, y de repente la "unidad" significaba "conquista".

– ¿Qué pasó? – insistió X. Cierto, ya tenía la información al alcance, pero la información relacionada a Tomahawk Man resultó ser imprecisa, así que le sería más creíble escuchar los detalles de la boca de su propio hermano.

– Mega Man peleó, por supuesto. Siempre pelea. ¿Pero yo? Me quedé en las sombras de nuevo. Alguien tenía que estar listo para las partes del tablero que la audiencia no estaba observando. El Sr. X quería probar que la robótica debería servir a la ambición, no mejorar y preservar al mundo… y yo no iba a dejarlo exponer su caso.

Se movió ligeramente, evitando su ya oculta mirada.

– Entonces, ¿qué pasó? ¿Qué descubriste? – preguntó X, presionando por más información.

– …al principio, la teoría era que el Sr. X no era más que una identidad que Wily había creado para evitar que todos asumieran que de nuevo estaba detrás de otro plan. Y aunque el viejo loco no estaba exactamente a la cabeza de la operación… – Blues hizo una pausa. – Eso no significaba que ambos no se iban a beneficiar el uno del otro de ciertas maneras, específicamente en el caso de Wily.

– ¿Y cuáles beneficios serían esos? – inquirió X. – Materiales, armas, planos para ambos?

– Eso es lo obvio, pero tienes razón, Wily le robó al Sr. X todo eso en el momento que las cosas se pusieron demasiado calientes, y lo dejó tirado para que las autoridades humanas lidiaran con él. Pero lo que se llevó, aunque no fue mucho, fue más que suficiente.

– ¿Y qué fue eso? – se preguntó X en voz alta.

Blues se ajustó sus gafas. – Conocimiento.

– ¿Conocimiento? – repitió X. – ¿De qué, exactamente?

– De todo en los sistemas del Sr. X. – respondió Blues. – Todo lo que un individuo supuestamente respetable individual como Xavier Xenos Ximenez tendría acceso, ya fuese un civil normal, o una rata intrusiva con un enorme resentimiento y un rencor ardiente por el otro lado.

– ¿Entonces, un rescate potencial de la influencia dominante de otro a manos de Rock en persona no fue suficiente para hacer que lo soltara? – preguntó X, aunque ya supiera la respuesta. – ¿Estaba dispuesto a volver a provocar caos de nuevo?

Blues resopló ligeramente divertido. – ¿Qué te dice la historia?

X no le respondió.

– Dondequiera que estuviera, libre o enjaulado, nunca se quedaba quieto. Mientras el mundo miraba al Sr. X jugar a ser el jefe del circo, Wily ya estaba escurriéndose entre las grietas. Light creyó que el juicio y el arresto le pondrían fin a ello, pero yo sabía que no. Se escapó antes que la tinta se secara en la carta de la Asociación.

– Entonces, si el Sr. X acababa de ser arrestado, ¿eso significa que Wily simplemente desapareció una vez que se llevaron a su captor?

Blues se quedó callado por un breve período. – No exactamente.

Los ojos verdes del Hunter se ensancharon. – ¿Qué quieres decir?

Blues continuó. – No desapareció yéndose a otra fortaleza esta vez. No… se fue a excavar. Había reportes a cuentagotas, fragmentos de minerales extraños encontrados en los restos de meteoritos, incluso lecturas de energía extrañas enterradas en archivos antiguos de cuando Ra Moon fue descubierto por primera vez.

X parpadeó sorprendido. – ¿Los humanos de ese tiempo tenían acceso a esas cosas en ese entonces?

– No todos. – corrigió Blues. – La mayoría de la gente no sabía de su existencia, y los gobiernos humanos, como el de Estados Unidos, el de Brasil, en esencia todos los que eran partes de las Naciones Unidas, juraron evitar que salieran a la luz del día.

– Y por supuesto, el Sr. X logró echarles la mano encima, ¿verdad? – inquirió X. Blues asintió como respuesta. – Si Fujiwara no hubiera hecho algo similar, se me haría difícil creerlo. – se lamentó. – La historia se repite, ¿no?

De nuevo, Blues asintió. – El Sr. X tenía la intención de mantener esa información en su poder, estaba satisfecho ocultando esos secretos para sí mismo, considerando que eran innecesarios para sus propias ambiciones. Wily no. Él tomó todo lo que pudo, se puso a hurgar por piezas de información que la Asociación creía que eran inútiles… pero para él, valían oro.

X sintió que se le caían los hombros. En efecto, a pesar de los avances externos, nada había cambiado realmente desde entonces.

– Él quería saber cómo Ra Moon funcionaba, su verdadero funcionamiento. – le informó Blues a su hermano más avanzado. – Cómo algo que no era de este mundo podría apoderarse de nuestros sistemas y manejarlos como marionetas. Light y varios otros científicos, seleccionados por él mismo y las Naciones Unidas, habían desmantelado la máquina luego de su derrota, la atomizaron pieza por pieza, para asegurarse de que… – hizo una pausa – …de que nunca más pudiera alzarse de nuevo.

– Pero incluso las cenizas dejan rastro si estás lo bastante desesperado. – añadió X. – Y si la historia es algún indicio, Wily lo era.

– Je, él no conocía otra cosa que la desesperación. – El DLN con capa se rio secamente, aunque su tono no indicaba sarcasmo o malicia. Más bien, de nuevo, X detectó una sensación de entendimiento, incluso experiencia. – Y nada es más peligroso y destructivo que una desesperación absoluta.

El Hunter azul se aproximó. – Blues… – dijo extendiendo su mano, pero no la tomó.

– Entonces, mientras el Sr. X and Madame Y estaban jugando su juego del imperio, Wily se pasó su tiempo estudiando. – continuó Blues, y X bajó su mano fuera de vista. – Ocultándose en su sombra, utilizando sus recursos cada vez que podía, cada Robot Master que construyeron, cada pieza de tecnología de la cual alardeaban, Wily las copiaba, las analizaba, y las mejoraba en secreto.

X asintió, absorbiendo todo lo que le decían. Aun así, no podía evitar pensar en el rechazo de su intento de reconfortarlo. No se sintió insultado, claro que no, pero el rechazo sólo sirvió para recordarle el muro que el DLN rojo y gris todavía mantenía, aún después de todo este tiempo.

– "Me atrevo a decir que me recuerdas a Zero, aunque nos precedes a mí y a él por casi un siglo."

– Esa fue la parte que nadie entendió sobre él. El mundo entero creía que era un egomaníaco ruidoso y loco, y lo era. – relató el robot prototipo. – Pero detrás de ello había una obsesión, del tipo que no descansa hasta que lo quema todo. El Sr. X quería notoriedad, poder, control.

– No suena muy diferente de Wily, honestamente. – observó X.

– Oh, Wily también quería esas cosas, pero también quería algo peor: demostrar que podía superar la creación misma.

X apretó los labios. – De esa forma nadie, hombre o máquina, volvería a tener la ventaja sobre él nunca más.

Lenta y sombríamente, Blues asintió. – Así que cuando Mega Man derrocó al imperio de X, la victoria no fue limpia. Wily volvió a escaparse, aferrándose a fragmentos de conocimiento alienígena que ningún humano debería haber tenido. – Blues se giró para ver hacia el horizonte, y los rastros del calor natural de la gran estrella que proveía la vida al planeta se sintieron sobre su capa y miembros de metal debajo. – Y yo supe, justo entonces, que la próxima vez que reapareciera, no sería en otro castillo con púas y láseres.

– Sería algo… mucho más grande. – completó X, pero para su desconcierto, su hermano parecía divertido por la respuesta. – ¿Qué?

Blues se rio ligeramente. – Al contrario. Wily construyó algo de unos 170 cm de alto. – aclaró. – O 5 pies y 7 pulgadas, si lo prefieres.

– …Bass. – X se quedó rígido, no por el miedo, sino lo que su base de datos interna le mostró acerca del susodicho robot, y se quedó confuso. – ¿SWN-01? Debo admitirlo, no veo totalmente a Wily como alguien que admitiría ser un "sénior", por decirlo así.

– No, no era de ese tipo. – confirmó Blues. – Pero sí estaba dispuesto a nombrar a esta creación en particular como un "Special Wily Number".

X asintió estando de acuerdo, pero entonces notó el número etiquetado al final. – Supongo que al ser el único es la prueba de por qué Wily nunca hizo otro "Special" aparte de él.

– Ahora estás empezando a leer entre líneas. – observó Blues, con un atisbo de orgullo en su tono. – Pero sí, la obsesión de Wily finalmente le dio lo que quería desde el día que Mega Man lo detuvo por primera vez: una contramedida. Un arma que no era sólo otro grupo de Robot Masters, sino una imagen en espejo, por decirlo así. Una donde los factores externos no serían un problema.

– Aun así… – el reploide azul ya tenía su réplica preparada – … sin algo como una explosión interna potencial para sostener sobre su cabeza, ¿cómo mantuvo en la línea a alguien como Bass?

– Eso es lo extraño. – respondió Blues. – La mayor parte del tiempo, no lo hizo. No al principio, al menos.

– ¿Cómo así? – inquirió X.

– Bass no fue construido para la paz como tú, como una fuente de ayuda extra y compañía como Rock y Roll, o incluso para que pudiera elegir como yo. – declaró el robot encapotado. – Nació con una sola orden grabada en su núcleo, su procesador, y todo lo que era un componente de sí mismo: destruir a Mega Man.

X no dijo nada al principio, al tener muy poco con que protestar. Aun así, se preguntó: – ¿Cómo es que eso lo hace diferente de alguien como Quick Man o incluso el clon reprogramado del futuro?

– Estás hablando de Quint, ¿verdad? – cuestionó Blues. – Más tarde conocido por el apodo de "la Sombra de Mega Man".

– Sí, el mismo. – respondió X, recordando los eventos del intento de Wily de robar el Time Skimmer del Instituto Chronos, y la supuesta "línea temporal alterna" que Mega Man le reportó al Dr. Light al resolver el problema. – Pero eso no fue lo último de él, ¿verdad?

X, por supuesto, se refería a la apariencia secundaria del robot verde luego de los eventos que Blues se encontraba describiendo actualmente, el incidente conocido colectivamente por el nombre de "la Noche del Wonder Swan", llamado así debido al incidente que comenzó en la gran ceremonia en Symphony City, una de las primeras áreas que se declararon compatibles para humanos y robots.

Él tenía sus propias preguntas en relación a lo que ocurrió, pero en última instancia decidió guardárselas para después, dejando que Blues continuara.

– Wily quería alguien que no tuviera las limitaciones igual que yo, pero al mismo tiempo sin las "interferencias morales" instaladas en Rock. ¿Y la parte más cruel de todas? Él era bueno en ello. Rápido, impredecible, peleaba como si tuviera algo que probar cada segundo, como si estuviera gritando "¡EXISTO!" con cada disparo. – Blues hizo una pausa. – Él era todo lo que yo alguna vez fui, la sombra, el rival, aquel que podría acabar con Mega Man.

– Sólo que no tenía ningún interés en ser "salvado", ¿verdad? – preguntó X. – Se encontraba como en casa con todo lo que hacía.

Blues asintió estando de acuerdo. – Pero eso no fue suficiente para Wily. Él le dio a Bass un compañero: Treble. Un canino forjado con el mismo molde que Rush, pero sin nada de su calidez. – relató. – Otra arma, otro recordatorio de que las "creaciones" de Wily no eran compañeros… sólo extensiones de su desprecio.

Ah, sí, pensó X, notando al canino violeta posicionado al lado del androide de negro y dorado. Había años, incluso décadas que los separaban, pero X aun así pudo notar las similitudes entre Treble and Velguarder.

– Cuando Wily atacó de nuevo, escapándose durante la transferencia y desatando a sus nuevos Robot Masters después de haber sido capturado por las autoridades luego de escapar de la escena tras el incidente con el Sr. X, no fue sólo otro ciclo. – explicó Blues. – Las batallas eran más difíciles, la destrucción fue más intensa. Comenzó con la misma rutina de mi hermano y Wily jugando al héroe y el villano mientras yo miraba desde afuera.

– Sólo que no permaneció así, ¿verdad? – añadió X.

Blues negó con su cabeza solemnemente. – Mega Man, Rock se estaba empujando a sí mismo más allá de todos los límites que había conocido. – Otra pausa, otro momento de duda. Sólo que esta parecía tener mucho más peso encima. – Pero la parte a la que nadie le gusta decir en voz alta, es que se estaba rompiendo. No sólo sus sistemas… su espíritu.

Otro silencio cayó sobre ellos, y los rayos del sol comenzaban a proyectarse sobre las ruinas de la otrora orgullosa ciudad. – Entonces es cierto. – murmuró X, dándose cuenta que había estado negando una verdad que había entendido hacía mucho tiempo, pero se rehusaba a admitir. – Aquella noche, en ese momento, ¿él realmente intentó…?

La luz del sol los alcanzó a ambos. Las facciones de Blues que no estaban ocultas se hicieron visibles por unos segundos. – Hubo un momento, cuando estaba parado frente a Wily, que levantó su arma y lo miró fijamente, que yo pensé que lo haría. Que acabaría con él, que terminaría el ciclo de una vez por todas.

X sintió un peso en su estómago. – … ¿pero lo hizo? – continuó.

– No en el sentido de que algo saliera de su buster. – confesó Blues. – … pero yo escuché el "click" a pesar de todo. La primera ley salvó al viejo después de todo. Bass llegó y se lo llevó a un lugar seguro, y ambos desaparecieron junto con los robots que se robaron del museo.

X se mordió el labio, todavía procesando lo que acababan de decirle. – Y con el chip del Doc Robot robado del segundo Laboratorio Light, podría revivirse de vuelta a toda su capacidad.

– En efecto. – respondió el DLN mayor. – Wily nunca dejó de meterse con Bass. No era sólo un arma: era el orgullo de Wily, moldeado en algo que el viejo finalmente podía eclipsar a Mega Man. Y por un tiempo, Bass se lo creyó. Peleó con ese propósito, siempre buscando probar que era el que merecía ser llamado el más fuerte.

X asintió. – Pero entonces… él ingresó al tablero, por decirlo así. – declaró el Hunter azul. – King.

– Claro. – confirmó su hermano. – King, él no era como los demás. Él no era simplemente otro Robot Master con su propio truco o una fortaleza que vigilar. Era su ideología actual a la cual le dio forma.

– ¿Ideología actual? ¿Quieres decir lo que Sigma ahora intenta esparcir? – preguntó X, a lo cual su hermano respondió asintiendo en silencio. – ¿Cómo? Pensé que los robots no podían rebelarse contra los humanos, aunque quisieran. – Se detuvo, recordando con quién estaba hablando. – Salvo contadas excepciones en circunstancias especiales, por supuesto.

Blues entendió lo que X trataba de decir, pero aun así continuó. – Fue construido por Wily, sí, pero se volvió en su contra. Él decía que los robots ya no necesitaban amos humanos. Creó un ejército propio, con suficiente fuerza para sacudir a naciones enteras, si llegaba a ese punto.

En efecto, pensó X para sí mismo, escaneando internamente en busca de los archivos de los Robot Masters que según los registros estaban bajo las órdenes del androide dorado. – ¿Fue eso el resultado de algún virus? – cuestionó el Maverick Hunter. – ¿O tal vez fuese el resultado de algún tipo de engaño? Aquí dice que por ejemplo Burner Man fue obligado a quemar bosques y junglas bajo la creencia de que tenía una bomba en su pecho…

– … que explotaría si sus componentes internos no se mantenían a cierta temperatura. – intervino Blues, terminando por su hermano mayor. – Fue un engaño. Uno que yo ya había escuchado antes.

X asintió. – Tú sabías que algo estaba pasando.

– Exactamente. – confirmó Blues. – Pero la verdad era aún peor que eso.

– Wily dejó que sucediera. – continuó X en lugar de su hermano. – Incluso lo motivó. King era su experimento, su forma de ver si una rebelión a mayor escala podría tener éxito donde sus propios intentos habían fallado. – X frunció las cejas. – Una prueba para un mundo donde los robots cargaban su bandera sin siquiera saberlo.

X no dijo nada a continuación, sólo estudiando el cuerpo de su hermano, como si intentase catalogar cada tic en los servomotores, cada temblor en esa mano apretada. El visor de Blues brillaba, ocultando sus ojos, pero su voz le traicionaba: aguda, deshilándose en los bordes.

– Se volvió imperdonable aquel día. – gruñó Blues. – Lo que hizo, lo que le infligió a máquinas inocentes… – Sus dientes empezaron a rechinar audiblemente con las palabras. – Lo que le obligó a hacer a ella…

Su aliento pareció flaquear. Por un breve momento, Blues parecía más hombre que máquina: frágil, rompible, sofocándose bajo un peso que X sólo podía imaginar.

X ladeó su cabeza ligeramente, considerando lo que le dijeron. ¿Roll? No… eso no podía ser. La cadencia, el veneno, la forma en que la voz de Blues se enrollaba alrededor del pronombre como un alambre de púas. No estaba hablando de su hermana. Quienquiera que fuese ella, era más profundo. Una cicatriz oculta bajo otras cicatrices.

Pero X no presionó. Sabía que no debía tratar de abrir heridas que todavía sangraban. En lugar de eso, mantuvo su silencio, dejando que la estática del rumor nocturno permaneciera entre ambos.

Blues se enderezó, forzando la tormenta de vuelta a debajo de su armadura, aunque su puño permanecía temblando en su costado. – Sólo alguien como él – siseó, bajando la voz hasta que se hizo rasposa – podría haber sacado lo que vino después.

X cerró los ojos, dejando que las palabras se asentaron. No necesitaba preguntar. Ya lo entendía: el siguiente capítulo en esta historia no iba a ser sobre los castillos de Wily o el orgullo de Bass. Sería sobre algo mucho más cruel: el costo de romper a aquellos que nunca deberían haber sido rotos.

– Al final, King fue derrotado. Pero no sin que antes forzara a todos a verse al espejo: que vieran lo que pasa cuando la pregunta de quienes somos se ve tomada por la ambición. – continuó Blues, recuperando la compostura. – Wily reclamó los restos, se rio de la traición como si fuera simplemente otro experimento que salió mal, y pasó a su siguiente plan.

– No era realmente alguien que aprendía de su propia historia, ¿verdad? – observó X, levantando una ceja.

– Así es como era. – respondió Blues. – Siempre había sido así.

– Pero Bass… Bass se alejó de ese conflicto con aún más amargura. Se dio cuenta que no era un igual para Wily, nunca lo fue, sino simplemente otro peón.

– Otra pieza en un tablero de ajedrez donde Light era la única otra parte que significaba algo para Wily en relación a causar dolor, ¿correcto?

Blues asintió, estando de acuerdo con la respuesta de X. – ¿Y ese resentimiento, esa furia? Nunca lo abandonó, en todo caso. – señaló. – Me sorprende que no haya sufrido el mismo destino que Rock casi tuvo en ese entonces.

X apretó los labios, y aquella ocurrencia con el reploide excavador en el sitio de excavación en Mongolia de hacía varios años le vino a la mente, la misma sensación, el mismo instinto que se manifestó una vez más.

– La Energía Maligna…

– Y con ella, también vino Duo.

X levantó una ceja bajo su casco. – ¿Duo?

Blues asintió. – …Duo. Él era un guerrero proveniente de alguna parte más allá de este planeta, que cazaba una fuerza a la que llamaba Energía Maligna. Yo lo vi con mis propios ojos, y era sólo un trozo de todo lo que Rock experimentó. – continuó el DLN mayor. – Lo que esa cosa, esa sustancia tan extraña les hacía a las máquinas… – suspiró. – … no sólo corrompía sus códigos. Los dejaba huecos, los hacía atacar todo a su paso, como si sus almas fuesen contaminadas.

X se mordió el labio. – Qué gracioso, considerando que en ese entonces, varios de sus creadores no consideraban que estuvieran "vivos" realmente. – Se detuvo, y el rostro del Dr. Light se manifestó en su mente. – Con notables excepciones que seguían presentes, por supuesto.

– Muchos robots no se consideraban realmente seres vivos. – contraatacó Blues. – Rock tuvo muchas conversaciones acaloradas sobre el tema varias veces, una en particular que compartió entre Guts y Stone Man. – El DLN mayor resopló ligeramente. – Le dije a Light que ponía demasiado énfasis en el centro emocional, tanto de Rock como de Roll.

X se quedó perplejo al escuchar eso. – ¿Tú crees que el Dr. Light no debería haberle dado tanta importancia a eso?

– Muy lejos de eso. – aclaró Blues. – Al contrario, el pathos de ambos, Rock y Roll, no tenía paralelo. Y aun así, eso significaba que sólo tenían un pequeño entendimiento de ethos, y muy poco en relación a logos.

De nuevo, X sintió el tono semi-solemne en su hermano mayor (aunque más pequeño). Pero Blues no se molestó en proveerle con la oportunidad potencial de hablarlo, sino que continuó con su relato de los eventos pasados.

– Mega Man peleó contra ello, por supuesto. Siempre peleaba. Duo ayudó a limpiar toda la que Wily había acumulado por todo el globo, diciendo que no podían permitirle permanecer aquí. Pero…

– Pero tú nunca te convenciste de que realmente se hubiese ido. – X terminó de decirlo por Blues, que asintió al captarlo y lo confirmó.

– Llámalo instinto, o paranoia, pero había un pulso en esa oscuridad, una persistencia. – confesó Blues. – Y luego de que tú fuiste encontrado, después de que comenzaron a construir más como los tuyos, llamándolos reploides… comencé a oír cosas. Susurros sobre comportamiento irregular. De máquinas que se volvían violentas sin previo aviso. A veces instalaciones completas terminaban en caos.

X permaneció en silencio, sabiendo bien cuál era el período del que hablaba su hermano mayor. Un período que él había estado allí para experimentar de primera mano.

– Luego vinieron rumores de un "virus". Una etiqueta conveniente. Algo técnico, fácil de archivar en un reporte. Pero no puedo sacudirme de encima el pensamiento de que no se trataba sólo de un virus. – admitió Blues. – Quizás ni siquiera fuese un virus en absoluto.

– Yo tampoco creo que lo fuese. – añadió X, sintiéndose libre de revelar lo que estaba reacio a expresar abiertamente, entre aquellos más escépticos de esa teoría. – Los virus computarizados no hacen lo que este ha hecho. Los virus pueden provocar comportamientos inusuales, o decrementos en el rendimiento, pero esa brutalidad y locura tan desatada… ¿crees que tal vez…?

Blues continuó donde el Hunter azul lo dejó. – No se trata de un virus, fue lo que sobrevivió. Un fragmento de esa Energía Maligna, suficientemente pequeño para ocultarse, y suficientemente paciente para esperar.

X se tensó, dándose cuenta, por fin, de que no estaba equivocado luego de todo este tiempo. Lo que sintió aquel día en ese sitio efectivamente fue lo primero que le vino a la mente.

– Entonces, ¿cómo propones que logró ocultarse durante tanto tiempo? – inquirió. – Por lo que me has dicho, Duo no suena como el tipo que dejaría un trabajo hecho a medias.

– Nunca lo haría. – asintió Blues. – Por eso dudaba de mí mismo durante mucho tiempo. Pero cuando escuché que hablaban de brotes de Mavericks por todo el mundo, de… Sigma… de su mensaje, y el de King…

La voz de Blues se quebró, y los dedos rojos de su mano cerrada volvieron a temblar de nuevo.

– No puedo evitar preguntarme si esta fue la sombra que Wily dejó atrás. No una máquina. Ni siquiera Bass. Sino algo alienígena que no podía controlar, algo que se pegó a nosotros. Y si tengo razón… entonces todo esto, cada gota de sangre derramada, cada cuerpo destrozado en tu era… – Se detuvo de nuevo, sabiendo la verdad, pero la facilidad de decirlo en voz alta no era mucho mayor. – Podría ser por culpa de una guerra que comenzó incluso antes de que tú abrieras tus ojos.

– Pero… las cosas continuaron después, ¿verdad? – cuestionó X, sacando un archivo de interés particular en su procesador. – ¿Los eventos que llevaron al arresto equivocado del Dr. Light cuando Wily lo incriminó?

Blues cruzó sus brazos cubiertos por mangas. – Para entonces, ya estábamos en el año 20XX. – le respondió. – En esencia diez años después de la creación oficial de Rock y Roll. – Hizo una pausa. – … doce con respecto a la mía. – El reconocimiento fue breve y pasajero, y el androide encapotado continuó relatando lo que ocurrió exactamente. – Cuando me di cuenta que habían emitido una orden de arresto para el Dr. Light, supe que lo más probable era que no se detendrían allí.

X bajó la cabeza. – Ellos querrían llevarse a Rock y a todos los demás también, ¿verdad? – Blues asintió. – ¿Sólo por quién los hizo? ¿En serio creían que todos los robots de Light eran tan peligrosos?

– La meta era evitar que ocurriera cualquier cosa peligrosa. – explicó Blues. – Aunque para nosotros, eso casi siempre significaba ser encerrados y, en el peor de los casos, sufrir alteraciones que no teníamos ningún derecho a rechazas. – X no respondió, comprendiendo todo lo que dijo. – Yo llegué justo cuando el propio Light estaba siendo llevado por las autoridades, y les indicaba a todos que fueran a esconderse en los bosques detrás de la propiedad. – Hizo una pausa por un momento. – Aunque, algunos de ellos declararon que serían más aptos para llevar a todos a un lugar seguro.

– ¿Guts Man? – preguntó X, a lo que Blues se sorprendió por la respuesta. – Él fue un capataz de construcción, ¿no? ¿Algo rígido y que no le gustaba salirse del itinerario?

Blues se puso a pensar, entendiendo el razonamiento de la declaración de X. – Oh sí, era muy testarudo con las reglas, ese tipo. – admitió el DLN mayor. – Pero sólo fue construido con una cabeza dura. Elec Man, por otro lado, se creía especial porque sus accesorios habían sido diseñados a partir de relámpagos, así que era el "más poderoso, especial, y deslumbrantemente hermoso". – Hubo una breve pausa. – Sus palabras, no las mías, te aseguro.

X sonrió, aunque sólo ligeramente. – Por lo que dice su archivo, suena como algo que él diría. Pero aun así, si los humanos los estaban buscando a todos, ¿cómo te las arreglaste para descubrir que Wily estaba detrás de todo?

– Por eso fue que Roll me pidió que me quedara atrás. – confesó Blues. – Para mantener a todos en la línea y ayudar a proveer defensa si necesitábamos irnos. – expresó, antes de exhalar por la nariz. – Aunque las máquinas de Light se encontraran en la vanguardia de los disturbios en ese momento, Rock tenía la mayor oportunidad entre todos nosotros de cambiar la marea a nuestro favor.

X casi estaba listo para dejar que el otro DLN continuara, pero una repentina y a la vez irritante observación seguía carcomiéndole en sus circuitos internos. – ¿Qué hay de Roll? – le preguntó. – Quiero decir, sin ofender, pero contigo podría entender por qué los humanos tendrían reacciones mixtas.

– ¿Mixtas? – Blues hizo una mueca. – Seguramente no te habrás saltado la existencia de cierta organización que comenzó luego del primer intento de Wily de apoderarse del mundo, ¿verdad? – cuestionó. – Aquella donde, a pesar de tener muchos menos fondos y recursos que aquellos como el Sr. X o incluso el propio Wily, lograron apoderarse de un edificio y tomar a todos sus habitantes como rehenes, dejando aquellos que iban a exterminar sin pensarlo dos veces para "salvar el día", por decirlo así. – Cerró los labios, otra porción se le había escapado, antes de detenerse en último segundo. ¿El metraje en el cual la vio por primera vez? En ese entonces hizo que Shadow Man le trajera los archivos sobre ella y su creador. Apretó sus labios con rabia, pero no hacia ella. Aunque había metido la pata hasta el fondo, era con Light y en última instancia consigo mismo que no estaba dispuesto a reconciliarse. Entonces ¿cómo fue que le trajo al mundo, y a ella, tanto dolor?

No, se regañó a sí mismo. No podía. Ni aquí ni ahora. Y definitivamente no podía hacerlo frente a él.

– ¿Las Lanzas Esmeraldas? – entendió X, escaneando su base de datos de nuevo. Aunque se sentía agradecido, esto empezaba a sentirse como una tarea. Por supuesto, se guardó eso para sí mismo. – ¿Las mismas que habían estado muertas durante las últimas décadas?

Blues, sin embargo, captó su tono. – ¿Tú no crees que saber de ellos sea importante?

– Nunca dije eso. – replicó X. – Y sí, ESTOY al tanto de quienes son y de su historia.

– Entonces también sabrás cómo el intento de Wily por manchar el nombre de Light sin saberlo resultó en el ascenso en prominencia de las Lanzas Esmeraldas, y cómo lograron complicar las cosas en nuestro lado, ¿verdad? – contraatacó Blues. – Wily los consideraba una molestia, pero tampoco hizo nada por detenerlos. De hecho…

– Manipuló a ambos lados, ¿verdad? – intervino X, indicándole a la máquina mayor que efectivamente estaba poniendo atención. – Decirles a aquellos que buscaban en el desguace una cosa, mientras alimentaba la propaganda anti-robots al otro lado. – Cruzó los brazos con una ligera sensación de triunfo. – Lo cual, irónicamente, unió a los ocho Robot Masters elegidos para liderar la operación con Mega Man. Las Lanzas Esmeraldas sólo lo permitieron porque habían sido humillados y en última instancia sólo querían venganza, sin ser atrapados por las autoridades.

Los ojos de Blues se cerraron tras sus gafas. – Quieres que responda algo muy específico. – dijo en voz alta. – ¿Quieres que te diga qué, o más bien cómo, sus regalos se convirtieron en lo que preservaba mi vida en lugar de esa terrible bomba en mi pecho? – X se sorprendió un poco, pero su hermano ni siquiera le dio la oportunidad de negar o confirmar su pregunta. En vez de eso, el robot encapotado afirmó, dejando los límites claros: – Lo sabrás cuando llegue a ello. Pero necesitas saber lo cerca que ocurrió el conflicto entre el hombre y la máquina. Incluso algo tan catastrófico como esto no es nuevo, lo creas o no. Y dependiendo de lo que hagas, algo incluso peor podría ocurrir.

El androide de armadura azul repasó la línea temporal de eventos registrados que ocurrieron después. – ¿Las acciones de Quint en Symphony City?

Blues negó con la cabeza.

– ¿El brote de Roboenza?

– Esa fue una pandemia extendida, esto fue a escala menor. – corrigió el DLN mayor. – Pero antes de seguir, creo que me salté en responder algo que preguntaste inicialmente.

X hizo una pausa, dudando que fuese una respuesta relacionada a su "núcleo", al menos no todavía, pero al escuchar la respuesta de su hermano, recordó que no tenía tiempo que perder.

– Roll se ofreció voluntariamente a hablar con ambos, las autoridades humanas y las Lanzas Esmeraldas, pero yo no dejé que ocurriera.

El Hunter azul se mordió el labio. – ¿Temías por su seguridad?

– Sí, pero esa era sólo la mitad de la razón. – respondió el DLN mayor. – El asunto era, que ella estaba en una posición donde nadie la iba a escuchar. Las palabras no harían nada para ayudar o perjudicar a nadie.

– ¿Porque ella era un robot? – preguntó X.

– Eso, pero también en los ojos de quienes la conocían, ella era el pináculo. – respondió Blues. – Pero para los externos, quienes sólo la conocían como "esa linda niña rubia" a quien el Dr. Light construyó para evitar que el otro robot escapara e hiciera tareas, en otras palabras… – suspiró – … no era alguien digna de respeto.

X apretó los dientes, ocultándolos bajo los labios, aunque su frustración no iba dirigida hacia Blues. En todo caso, él también había visto que, incluso ahora, las palabras de la rubia no serían realmente tomadas con seriedad. Ni siquiera él mismo lo haría a veces.

– Y así, con la contribución accidental de Bass, Wily fue detenido y se entregó un contra activo mundial a la Roboenza en cada esquina del globo. – relató Blues, olvidando mencionar la que sobró que tomó él directamente de la fortaleza de Wily en persona, para llevarla a la residencia LaLinde en las Filipinas. La Dra. LaLinde en persona casi arrancó la puerta de su marco para dejarle entrar y entregar el antídoto para administrárselo a la enferma e infectada Tempo, cuya condición era ligeramente menos severa que la de Roll, pero podría haber empeorado con el tiempo.

Después de todo lo que ella había hecho por él, no podía permitirlo. Jamás lo permitiría.

– Por supuesto, sólo fue gracias a que Rock llevó al viejo a un hospital primero.

X se giró hacia el cielo, donde el sol lentamente iba alzándose. – ¿Y ni siquiera eso fue suficiente? – preguntó, aunque los registros en su CPU mostraban las respuestas frente a él, en su ojo mental, pero incluso verlo no hacía que la verdad fuese más creíble. – ¿Casi morir no una, ni dos, sino cuatro veces, en todas las cuales dependía de que alguno o ambos de ustedes le salvaran la vida?

– No fue suficiente para prevenir que utilizara el sistema Double-Gear y casi provocase que Mega Man, los robots del Dr. Light, y del Dr. Cossack también, fueran eliminados por completo por medio del uso de esa horrible cosa. – escupió Blues con amargura.

X volvió a apretar los labios de frustración, pero una realización le hizo detenerse. – ¿Dónde estuviste tú durante ese tiempo? – preguntó, y añadió inmediatamente: – Mejor aún, ¿en dónde estaba Bass? Seguro que no habría forma de que él dejase que Wily le impidiera obtener algo como eso por mucho tiempo.

– En efecto. – confirmó Blues. – Aunque no fue sino hasta que empecé a hacer algo de investigación propia que descubrí lo que ocurrió con Bass y por qué, hasta los eventos de lo que se conoció como el "Torneo Battle and Chase" y la "Doble Batalla de los Power Fighters", él se mantuvo mayormente al margen de todo.

– Y eso no tiene sentido. – señaló X. – Aunque yo nunca lo conocí personalmente, las cualidades de Bass no me son del todo desconocidas. – Frunció el ceño, cuando cierta figura desagradable con armadura violeta le vino a la mente. – Los tipos como él, están dispuestos a hacer cualquier cosa para conseguir lo que quieren.

Blues asintió, aunque no estaba totalmente de acuerdo con lo que dijo su hermano menor. – Ese sentimiento es apropiado para alguien como Vile. – reconoció. – Pero Bass, incluso aunque estuviera muy lejos de ser considerado un santo, tampoco era un demonio exactamente. Al menos no del todo. – añadió bajando la voz. – Él fue creado para destruir a Rock. De cierta forma, él, igual que tú, nació para ser un arma.

– Yo no soy un arma.

– ¿Oh? – Blues resopló. – ¿Cómo así? ¿Y qué es lo que has estado haciendo los últimos días, o mejor dicho, los últimos años?

X se quedó sin habla al principio. – … No me uní a los Maverick Hunters porque quisiera hacerlo.

– ¿Entonces por qué?

X apretó los labios. – … ¿Me considerarías egoísta si hubiese dicho en última instancia que no?

El DLN encapotado se encogió de hombros. – Tu deseo inicial es mucho menos destructivo y petulante que el mío. – señaló. – Pero aun así lo verías de ese modo. Tú odias utilizar tus atributos, y aun así sales hacia el campo donde la fuerza no sólo es un requerimiento, sino que casi siempre es necesaria.

X resopló, sintiendo que su frustración aumentaba. – Yo sólo intervine cuando ya no había otra salida. – murmuró. – Y en última instancia, sólo me uní a los Hunters por…

– ¿Por Zero?

X se detuvo. – ¿Qué?

– Ya me escuchaste. – Blues continuó, pasando de responder preguntas a exigir respuestas él también. – Tú mismo lo dijiste, no tenías interés en unirte a los Maverick Hunters, incluso luego de que inicialmente perseguiste a Zero cuando secuestró a Roll e hirió de gravedad a Sigma. Fue sólo cuando averiguaste que sus opciones eran limitadas que realmente comenzaste a considerarlo.

El reploide de armadura azul se quedó en silencio, incapaz de conjurar cualquier forma de refutación o confirmación. Ni siquiera un insulto, o una orden para que el otro DLN se ocupase de sus propios asuntos.

– Él te trajo a donde estás ahora. – observó Blues. – Si no te hubieras ido junto con el propio Sigma para detener a Zero, podrías haber vuelto a la vida que estabas viviendo antes. Podrías haber sido el asistente del Dr. Cain y habitado con los humanos de Arcadia en lugar de quedarte cerca de su base de operaciones. – Se detuvo, cruzando los brazos. – Así que ¿por qué decidiste seguir a aquel que habían estado persiguiendo antes?

Un silencio pareció cubrir la totalidad no sólo del espacio entre X y Blues, sino de toda Abel City. Los ojos del primero se ensancharon ampliamente, reflejando los rayos dorados del sol, mientras el segundo ocultaba los suyos del resplandor de la estrella.

– … Por la misma razón que tú fuiste a verla a ella, de entre todos los demás, cuando descubriste lo que le sucedió. – le dijo el reploide azul a su hermano mayor. – Lo que temías más que nada, aquello por lo que estabas dispuesto a morir para mantenerlo intacto, ella lo experimentó de primera mano, y salió del otro lado. Y también por qué fuiste a ella cuando estabas más desesperado, a pesar de la forma menos que deseable en que la trataste a ella y a tu propia familia. – Hizo una pausa, tomando un respiro profundo. – Ella lidió con aquello que tú creíste que Light iba a hacerte, lo que de cierta forma ya te había hecho. Pero de cualquier manera, tú y ella se volvieron personas diferentes luego de sus respectivos incidentes; ambos sobrevivieron, pero no intactos. – Cerró sus ojos. – Ella era la única que podía conocerte, entenderte, aunque no estuvieras buscando que te diera absolución o perdón.

Blues se quedó sin habla, mientras su capa se agitaba ligeramente con la brisa. – …tal vez habría sido mejor para ella si yo no me hubiese entrometido en primer lugar.

– Pero fuiste con ella. – replicó X. – Fuiste a ver a Tempo porque ella ya lo sabía, era la única que podía saber lo que tú temías, y aún más, la única que podría entender que el miedo y el dolor cambian todo.

Blues bajó la cabeza ligeramente, mientras los recuerdos resurgían contra su voluntad, las visiones del rostro de ella, ese rostro estoico y apenas con emociones. Y entonces, los momentos de intensidad comenzaron a manifestarse. Él lo vio todo: miedo, rabia, disgusto, tristeza… y salvo por algunos momentos escasos pero cruciales, alegría genuina.

– Eso fue lo que yo pensé cuando vi a Zero. – confesó X, abriendo sus ojos verdes y mirando hacia el horizonte. – Eso fue lo que me pregunté, si eso me sucedería a mí al principio. – Suspiró y se mordió el labio. – Y aún sigo preguntándome si eso me sucederá de todos modos.

– ¿Aún crees que te estás "hundiendo en un océano de oscuridad", por decirlo así?

X evadió la mirada, girándose hacia los cimientos agrietados del techo del edificio. – Quizás ya estoy allí. – respondió. – Quizás ya es demasiado tarde.

– ¿Y por qué dices eso?

– Bueno, si sabes ya lo que soy, quién soy… – replicó X – … entonces seguramente debes saber del mensaje que el Dr. Light dejó para aquellos que me encontraron. Del porqué fui sellado, de todo lo que podía hacer. – Hizo una pausa. – De cómo, si llegaba a suceder, el propio Light temía que no habría fuerza en la Tierra capaz de detenerme.

– Por supuesto que lo sé. – respondió Blues. – … Y por eso, realmente lo siento mucho, hermanito.

X no necesitó preguntar a qué se estaba refiriendo. – Tú ya tenías esos tres códigos, las Tres Leyes, implantados dentro de ti. Antes de escapar de casa y ponerte en contacto con Wily de nuevo.

– Ciertamente no ayudé a mejorar las cosas. – replicó el DLN mayor. – Pero lo que realmente puso las cosas al límite, llevó la tolerancia de los humanos hasta el borde, fue cuando ellos descendieron a la Tierra.

X notó lo que dijo. – ¿Ellos?

– Sí, ellos. – repitió Blues. – Los Hijos de la Luna.

– Hijos de la Luna… – repitió X en voz alta, y los trozos de información tanto de su propia base de datos y las palabras de su hermano le permitieron darse cuenta eventualmente de lo que Blues quería decir. O más bien, a quiénes se refería. – ¿Te refieres a Ra Moon?

– Aparte de Luna el Stardroide, no hay otras "Lunas" que yo conozca. – respondió Blues. – Asumiendo que ella y Apollo no decidieran crear más unas cuantas estrellas cuando volvieron a su pequeño sector en la Galaxia Andrómeda, desafortunadamente no hay otras.

X suprimió el impulso de reírse, pues su hermano mayor se refería al incidente en el cual otro conjunto de máquinas extraterrestres llegó a la Tierra, sólo que ésta banda de viajeros estelares era más benevolente a comparación de la supercomputadora que encontró Wily enterrada en el Amazonas varios años antes.

Aunque hubo mucha destrucción durante su llegada, los Doce del Zodíaco, como los llamó la población de la Tierra y el propio Light debido a su similitud con las leyendas que dieron su nombre a las constelaciones que se veían en el cielo por la noche, no eran malevolentes. Por el contrario, sus "padres", dos unidades que habían sido diseñadas con las formas del Sol y la Luna, con esos mismos nombres, aunque el primero había adoptado el nombre "Apollo" en referencia a la deidad griega asociada con el Sol (aparte de Helios), habían sido engañados para pelear contra la Tierra.

Apropiadamente, X pensó para sí mismo que Apollo, los dos que llevaban el nombre, se veían definidos por su asociación y amor por las artes y la música. Cosas que eran creación en lugar de quemar en llamas, de manera intencional o no.

Cuando Mega Man se vio arrastrado de nuevo a la batalla, junto con Duo que había regresado, y un robot proveniente de Taiwan, Fan (cuyo nombre se derivaba de la nota musical Fa), ellos y sus aliados, Blues como Proto Man una vez más interviniendo cuando sólo era necesario, descubriendo eventualmente que Wily había manipulado a los Doce del Zodíaco para que trabajaran con él para devastar la Tierra bajo la pretensa de que era la única forma de que podían salvar su hogar mientras el científico humano seguía extorsionando y manteniendo comunidades enteras como rehenes, a no ser que cedieran a sus demandas.

Después, una vez que todos los que fueron alterados volvieron a la normalidad, aunque Duo inicialmente tuvo que ser rescatado de las garras de Cloud Man y Yamato Man que habían sufrido un lavado de cerebro, y lo mismo pasó con Blues/Proto Man en relación a unos reprogramados Freeze Man y Hard Man, el engaño de Wily fue revelado, y el mundo entero fue salvado tanto de sus maquinaciones como de los Doce del Zodíaco.

Light les proveyó a Apollo y Luna con el conocimiento y medios para cultivar en su mundo natal, con ellos y sus doce "hijos" (aunque los Doce originalmente habían sido encontrados por Apollo y Luna, no creados), regresándolos de donde habían venido inicialmente. Luego de eso, incluso si aquellos como Duo volvían a reaparecer de nuevo, cualquier conflicto se mantendría entre las fuerzas que ya residían en la Tierra.

Así fue, hasta que otro conjunto de "hijos" extraordinarios se dieron a conocer, dejando claro desde el momento de su llegada que no eran, de ninguna manera, amigables.

De hecho, el primer acto que ellos, o más bien, su líder, cometieron, fue pisotear a Mega Man contra el suelo, apenas dejándolo con vida para que pudiese sobrevivir marginalmente con reparaciones.

– En ese momento no nos dimos cuenta. – continuó Blues, y cualquier atisbo de humor en su voz inmediatamente murió. – Pero mientras Rock y yo peleábamos contra Ra Moon, es decir, nos infiltrábamos en su interior para ponerle un alto por lo que creíamos… – Hizo una pausa. – Lo que esperábamos que fuese de una vez y para siempre, él en secreto estaba haciendo una llamada de larga distancia a sus propias creaciones, para pedirles ayuda para "limpiar esa mugre orgánica" de toda la faz del planeta.

Los ojos de X se ensancharon. – Los Stardroides, ¿ellos fueron creaciones de Ra Moon? Quieres decir, ¿nada de influencia humana u orgánica de ninguna manera?

Blues asintió. – El apagón, aquel que yo ayudé a comenzar. – aclaró, sin darle oportunidad a su hermano de hablar en su defensa o presentarle ni una pizca de compasión por lo que hizo. – No fue sólo para dejar a la humanidad sin sus recursos y hacer que sufrieran una muerte lenta. – Dijo las últimas palabras con un considerable disgusto, el cual no iba dirigito totalmente hacia Ra Moon. – Estaba invocando a aquellos que consideraba dignos de heredar el planeta, y todo el sistema solar y más allá, si se les permitía ir más allá de los límites.

X no dijo nada, permitiendo que su hermano continuara con su relato de lo que ocurrió. De la devastación que los engendros tecnológicamente avanzados de esa supercomputadora alienígena desataron por toda la Tierra, del número de robots que destruyeron en su conquista del planeta, y los humanos que perdieron sus vidas en el conflicto, sólo las muertes de ellos fueron seleccionadas intencionalmente.

– Gilbert Stern fue una de las víctimas fatales en ese evento. – relató Blues. – Uno de los hijos más violentos de Ra Moon, Mars, le apuntó con sus cañones a Roslyn Krantz y a varios droides trabajadores que intentaban prepararse para defenderse a sí mismos y al resto de humanos atrapados en medio de todo.

– Y él la empujó fuera del camino, ¿verdad? – preguntó X, aunque era más una predicción de la siguiente nota de interés en la línea temporal que Blues estaba por delatarle.

– Si no lo hubiera hecho, entonces no tengo dudas de que Mars habría acabado con Krantz, junto con Light y Cossack. – respondió el DLN mayor. – Apenas lograron escapar con vida, pero Mars era un solo Stardroide. Y Ra Moon había dado instrucciones explícitas a sus hijos de "limpiar" cada esquina del globo.

X se mordió el labio. – Así es como reportaron que tú "moriste", por decirlo así. Tú y varios otros, de Light, de Cossack, todos los robots del mundo se unieron para detenerlos. – Se detuvo de nuevo. – … y muchos de ellos no regresaron.

Blues giró los ojos hacia su pecho. – En ese momento yo no lo sabía, pero Light, junto con Roll y unos cuantos más también acudieron a las estrellas, se llevaron la batalla fuera del rango del planeta para prevenir más daños. – Apretó sus dedos rojos, como si estuviese sujetando algo que previamente se le podría haber escurrido entre ellos en cualquier segundo. – … ella también vino. Y más aún, me trajo algo.

X parpadeó. – Fue un nuevo núcleo, ¿verdad?

Blues se congeló, bajando aún más la cabeza mientras se esforzaba por mantener la compostura. – … era bastante inusual. – admitió. – Uno del que ni siquiera sabía hasta el momento en que lo reveló. – Hizo una pausa, y un ligero temblor se coló de manera intrusiva en su tono. – Y para entonces… ya no había medios para instalarlo.

El reploide de armadura azul pensó en esta nueva información. – Entonces, si ese es el caso, ¿cómo es que ahora lo tienes? – cuestionó. – Mejor aún, ¿cómo es que sigue funcionando y manteniéndote con vida ahora mismo?

Blues se rio. De todas las cosas que podrían parecerle divertidas, su siempre complicada relación con la Parca parecía ser la única cosa que todavía podía hacerle sacudirse. – No lo sé. – respondió. – O más bien, yo no lo sabía. Durante un largo, largo tiempo. Pero entonces, cuando te encontraron a ti, y cuando Roll fue traída de vuelta… comencé a preguntarme, a pensar mucho en ello, de hecho. Y, creo que tal vez podría tener algo que ver contigo, X.

Esta historia continuará

Notes:

Bueno, otra vez me atrasé un capítulo, y de nuevo estoy exhausto debido al trabajo físico en el servicio comunitario. Aun así, volví a quedarme atrás un capítulo, y no pude dejar review ni postear la traducción de este debido a problemas con el Internet, pero aquí estoy.

Como sea, este capítulo ya da una clara línea temporal de eventos de la serie clásica, incluyendo los juegos de Battle & Chase y The Power Fighters. Qué gracioso, siempre estuve bajo la impresión de que los eventos de Mega Man tenían lugar después de MM8, pero en esta historia parece ser al contrario. También se me hizo interesante ver que el Sr. X en esta historia fuese un individuo aparte en lugar de una identidad falsa que Wily creó, pero creo que tiene sentido usar a un extraño que se parece a él para ayudarle en sus planes, y así despistar a todos. Wily podría estar loco, pero no es estúpido, y ese fue un movimiento bastante inteligente de su parte. Ahora que recuerdo, la creación de Bass fue un accidente que Wily nunca pudo replicar del todo, pero sirvió de base para la creación posterior de Zero, que los sobrepasaría eventualmente. Y Blues está totalmente en lo correcto: esa pequeña pizca de Energía Maligna que Wily se guardó y Duo no pudo eliminar, es la fuente de todo lo que sucede ahora, como un fantasma.

En fin, creo que lo dejaré así por el momento. Voy a ir leyendo el siguiente a medida que lo traduzco, y espero terminarlo antes que acabe la semana. Espero no tardarme demasiado con el siguiente, así que me despido hasta entonces, y como siempre, ¡dejen que su poder supere los límites!

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