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Language:
Español
Stats:
Published:
2024-07-08
Completed:
2025-03-31
Words:
301,533
Chapters:
150/150
Comments:
11
Kudos:
29
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1
Hits:
972

ISTTO

Chapter Text

Lessas despertó al llegar la mañana, y Sayed, quien lo había estado vigilando, también se encontraba adormilado, hasta que el roce de las pestañas de Lessas en su palma lo trajo de vuelta a la realidad. Aunque la piel de sus manos, endurecida por los callos, debería haber perdido toda sensibilidad, pudo percibir perfectamente el cosquilleo de aquellas largas pestañas deslizándose. Sorprendido por la sensación, Sayed retiró el brazo de inmediato.

Al apartar la mano que había estado cubriendo los ojos de Lessas, lo primero que vio fueron esos grandes ojos de color violeta, abiertos de par en par, como si intentaran comprender la situación. Pronto, una ligera sombra de rubor apareció en las pálidas mejillas de Lessas, cuyos ojos, llenos de asombro, se detuvieron un instante. Sayed lo observó sin apartar la vista.

«¿Por qué parece tan sorprendido?»

Inclinó la cabeza con cierta confusión. Recordaba que, cuando era niño, solía velar su sueño de la misma manera, así que esta situación no debería resultarle tan desconocida. Mientras reflexionaba, Sayed desvió la mirada hacia los resquicios de luz que se colaban por las tablas del granero. Era cierto que la hora era avanzada. Quizás Lessas estaba simplemente asombrado por haber dormido tanto.

─ Todavía es temprano. No ha dormido mucho, así que si regresamos ahora, no habrá problema.

Al escuchar el murmullo de Sayed, las pestañas de Lessas temblaron visiblemente. El tenue color rosado de sus mejillas se tornó de inmediato en un rubor más intenso mientras se incorporaba con rapidez. Una vez sentado, preguntó en voz baja.

─ ¿He actuado de esta manera en mi sueño?

Su voz, aún con el tono grave propio del recién despierto, era sorprendentemente profunda en comparación con su delicada apariencia. Aquel tono, más bajo de lo habitual, resultaba desconocido incluso para Sayed, quien percibió la diferencia respecto al que recordaba del refugio, medio año atrás. Inesperadamente, el pensamiento de que esa voz profunda era la que podrían escuchar quienes pasaran la noche a su lado hizo que un escalofrío le recorriera.

─ No planeaba incomodar al duque mientras dormía. Podría haberme apartado, o... en fin, lamento lo ocurrido.

Lessas, normalmente tan hábil con las palabras, parecía genuinamente desorientado, lo cual Sayed encontró encantador. Sin poder evitarlo, se permitió observarlo con cierta curiosidad hasta que recordó la situación y decidió que era hora de calmarlo y preparar la partida, ya que habían pasado demasiado tiempo en el granero.

─ No tiene de qué preocuparse, Alteza. Solo actué así porque parecía que no estaba cómodo, y decidí intervenir por mi cuenta. Si lo incomodé, le pido disculpas.

Lessas se quedó inmóvil, como si esa respuesta lo tomara completamente por sorpresa. Su expresión pasó de una inesperada alegría a una melancolía que se hizo evidente cuando sus cejas, antes relajadas, comenzaron a fruncirse.

─ No, de ninguna manera. Nunca me incomodaría algo que hiciera el Archiduque. Al contrario, fue un gesto tan amable que no me atrevería ni a imaginarlo. Yo…

Dejó la frase a medias mientras pasaba una mano por su cabello, soltando un leve suspiro, y luego le dedicó esa sonrisa habitual que parecía querer decir que todo estaba bien, aunque su expresión dijera lo contrario. Era la misma sonrisa que mostraba cuando algo no estaba bien.

─ Si el Archiduque me trata con tanta amabilidad, me resulta difícil contenerme. Así que, por favor, no sea tan atento conmigo, especialmente si desea que mantengamos la distancia.

Las palabras que Lessas pronunció eran las mismas que Sayed le había dicho la noche anterior, antes de dormir. Después de su charla con Tiaki, Sayed las había olvidado por un momento. Sabía que esto era precisamente lo que había pedido, y debería sentirse satisfecho con la respuesta de Lessas, pero no era así.

─Entiendo.

─Sé que para usted puede no significar gran cosa, siempre ha sido amable conmigo, pero… simplemente… yo solo… lo quiero mucho.

Mientras pronunciaba esas palabras, Lessas apartó la mirada. Sayed sintió que algo se atascaba en su garganta al escuchar esa confesión. Hubo algo que deseó decir en ese instante, pero no podía darle forma a las palabras. Sentía el pecho cálido y extraño, como si algo en su interior quisiera encontrar una respuesta pero no supiera cómo.

─ No soy una persona amable, Alteza. Hubo más ocasiones en las que fui cruel que en las que lo traté bien. El pasado que usted recuerda de mí no es más que un recuerdo lejano. Ni siquiera ahora soy un servidor que realmente lo trate como debería.

─ Los Titer no son sirvientes, Ed. Son la razón por la que Solias pudo nacer. No tienen que servir a la familia real. Así que usted tampoco necesita observar ningún formalismo conmigo.

Lessas se llevó la mano a los labios y, luego, lentamente se puso de pie. Desde su posición más elevada, miró a Sayed y extendió la mano hacia él, aunque enseguida la retiró, consciente de sí mismo.

─ Además, usted siempre ha sido una persona amable. Aunque la situación alrededor nunca haya sido favorable, jamás abandonó sus obligaciones. Incluso cuando me odiaba, nunca hizo nada que pudiera herirme gravemente, aun cuando tenía razones de sobra para despreciarme.

Sayed escuchó aquellas palabras, ignorante del daño que le había causado en su vida pasada. Había sido un pecador, permitiendo que alguien muy preciado para Lessas muriera por su propia indiferencia. Y, por primera vez, Sayed deseó que Lessas no recordara el error de su pasado, pero no por las dudas que le había inspirado antes. Esta vez, era por miedo a decepcionarlo.

Se trataba de sentimientos completamente distintos. Ahora, Sayed deseaba no defraudar a Lessas.

─ Lamento haber demorado tanto. Volvamos antes de que mi hermano cause problemas mayores.

Ante el comentario de Lessas, Sayed asintió finalmente, percatándose de cómo, al estar junto a él, las preocupaciones parecían desvanecerse, olvidando incluso las prioridades. Con esa determinación, ambos se dispusieron a marcharse. Antes de abandonar el granero, sus miradas se cruzaron, y Lessas le dedicó una sonrisa ligera, algo que, por algún motivo, perturbó a Sayed.

Quizás, después de todo, las tonterías de Tiaki realmente lo habían afectado más de lo que pensaba.

Después de lavar su rostro con el agua que el granjero había dejado preparada y de prometer un agradecimiento, Sayed se dispuso a partir. Al parecer, el hombre seguía un tanto temeroso tras las advertencias de Tiaki y no paraba de ofrecer ayuda adicional, aunque Sayed amablemente declinó. Sin embargo, al ver a Lessas listo para partir, sintió un ligero arrepentimiento.

«Tal vez debería haber aceptado algo de comida.»

─ ¿Tiene hambre, Alteza? ─preguntó Sayed mientras se acercaba a Lessas, quien esperaba sujetando las riendas de su caballo. Recordó entonces la manzana que había recibido y decidió ofrecerla.

─ Estoy bien.

─ Lleva más de un día sin comer, ¿no es así?

─ Eso es igual para usted, Archiduque.

─ No habrá combate inmediato, así que yo puedo soportarlo ─replicó Sayed. Comer era una necesidad que él atendía sólo por energía en situaciones de guerra, pero tratándose de alguien tan joven como el príncipe, era más importante. Después de dudar un instante, extendió la manzana hacia él. Lessas que sostenía las riendas del caballo, parpadeó.

─ Cuidar de mi superior es parte de mi deber, así que no se sienta incómodo. Recuerdo que le gustaban las manzanas.

Lessas observó la manzana roja y brillante en la mano de Sayed antes de alargar la suya, dudando un poco. Finalmente, aceptó la fruta, pero propuso con cautela.

─ Entonces, compartámosla.

─ Sería mejor que la consuma en el camino. Como usted dijo, no sabemos qué está tramando el príncipe heredero ─Sayed subió a su caballo, y después de un breve silencio, Lessas preguntó.

─ ¿Realmente desea la caída de la casa Sildras?

─No quiero que todo salga según los deseos del príncipe heredero. Es hora de dejar de ver solo los árboles y observar el bosque completo.

Si Aster pretendía deshacerse de Zion, entonces Sayed debía detenerlo. En un momento en que necesitaban a todos los Titers posibles, perder a un aliado por una simple venganza no era una opción.

─Entonces haré todo lo que esté a mi alcance para cumplir con tus deseos ─respondió Lessas con una sonrisa radiante.

Ante aquella expresión serena, Sayed sintió que el peso incómodo de su decisión se aligeraba, incluso cuando había sido una elección en contra de sus propios sentimientos. La sonrisa de Lessas le desorientó la vista un momento, y cuando intentaba apartar la mirada, Lessas se le acercó, como recordando algo.

─ Por favor, llévate la manzana, Archiduque. Sé que te gusta.

Sayed miró la manzana con expresión impasible y, tras una breve pausa, se inclinó hacia la mano extendida. Acercó sus labios hasta rozar la fruta y, clavando los dientes, dio un mordisco. El crujido resonó, dejando una marca clara sobre la piel de la manzana mientras el jugo dulce llenaba su boca. El sabor logró suavizar su expresión, disipando la molestia de antes.

─ Como dijiste que la compartiríamos, para mí esto es suficiente ─murmuró, limpiándose el jugo de los labios con la lengua.

Ante aquellas palabras, Lessas pareció sorprendido y se quedó inmóvil, igual que cuando despertó esa mañana, mirándolo fijamente.

─ Si esto te resulta incómodo, puedes tirarla.

─No… no es eso, Ed, es solo que… ─respondió Lessas, apretando la manzana contra su pecho como si temiera que se la arrebataran. Con un leve temblor, dio media vuelta y sujetó las riendas de su caballo con fuerza, mientras su pecho subía y bajaba visiblemente.

─Cada vez que haces algo así, siento una dicha tan intensa que casi podría morir ─susurró Lessas, su voz mezclando alegría y dolor.

Antes de que Sayed pudiera intentar ver su rostro, Lessas ya había subido al caballo y arrancado a toda velocidad, sin mirar atrás. Sayed apretó las riendas y le siguió, sintiendo, por primera vez en su vida, el impulso de retractarse de sus palabras. Quizás fue porque, aunque no lo admitiera, había algo extrañamente doloroso en ver a Lessas huir de él.

 

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