Chapter 1: PRÓLOGO
Chapter Text
Estalló una ventisca. El aire áspero mezclado con cristales blancos agitó el bosque bruscamente, y Sayed apenas pudo mantener la cabeza en alto. El frío invernal que lo había acompañado durante toda su vida, hoy parecía extraño y desagradable. Cada lugar que tocaba se congelaba y le dolía como si su piel se estuviera desprendiendo.
La boca se llenó de sangre mientras tosía desde su interior. La sangre coagulada se regurgitaba en su pecho con cada latido. Un olor agrio y amargo se extendía por todas partes. A pesar de que la blanca nieve caía, el suelo estaba completamente rojo. Levantando a duras penas sus párpados congelados que parecían no moverse, contempló lentamente la escena frente a él.
La sangre salpicaba los rostros pálidos y sin vida que se extendían por todas partes. Los cuerpos apilados en capas sobre la fría tierra formaban pequeñas colinas aquí y allá. Innumerables personas yacían en silencio, sumidas en el sueño eterno. No había ni un solo cuerpo intacto. Los cadáveres estaban plagados de enormes heridas como si hubieran sido cortados de un solo golpe por una poderosa fuerza. Los rostros de los muertos, todas ellas, parecían estar llenas de conmoción y vacío, como si no pudieran entender lo que había sucedido.
Sayed sabía lo que había causado esas heridas. También sabía de quiénes eran las caras de aquellos que yacían en el suelo. Sí, lo sabía muy bien.
─ ¡Ahí está! ¡Lo encontramos!
─ ¡Todos, por aquí!
Desde lejos se escuchó un grito, y luego la sensación de una presencia se hizo más fuerte. En cuestión de minutos, las energías que habían recorrido rápidamente una distancia considerable rodearon la espalda de Sayed. Las sombras se formaron alrededor de Sayed en un abrir y cerrar de ojos. Fuertes ondas de energía, no muy distintas a las suyas, le atravesaron la piel. Eran los guardianes y caballeros del reino que lo habían estado persiguiendo todo este tiempo.
─Eliminaré las sombras tanto como sea posible para evitar que este demonio pueda usar sus poderes.
Al oír la voz del hombre, una luz blanca más brillante que el sol se extendió por el aire. Sin embargo, incluso con la luz que teñía todo de un blanco resplandeciente, no pudo ocultar la tragedia ante sus ojos.
─ Zion, ten cuidado de no acercarte demasiado a él.
─ Entendido Nova, prepárate para degollarlo en cualquier momento. Stella, átalo.
Los pasos silenciosos, enterrados en la nieve, se acercaban cada vez más. Sayed permaneció de rodillas, con la vista fija hacia adelante, sin hacer el menor movimiento. Podía sentir las miradas tensas y nerviosas clavadas en él mientras permanecía inmóvil.
Entonces la tierra helada retumbó comenzando a vibrar, y las raíces secas de enredaderas brotaron de la dura tierra. Las robustas raíces de los árboles se aferraron a Sayed con fuerza, desde los tobillos hasta los muslos y la cintura, inmovilizándolo por completo. Fue solo después de que todo su cuerpo quedara fuertemente atado, las personas se acercaron lentamente a él. Una sombra se cernió sobre el rostro de Sayed.
─ Eras conocido como el demonio de Solias, y al final, hiciste honor a ese nombre.
Una voz llena de odio resonó en lo alto. Sayed no levantó la cabeza ni reaccionó en absoluto. Solo siguió mirando los cuerpos sin vida que había estado observando desde antes. El hombre cuyos ojos se posaron en el lugar donde Sayed estaba mirando, gruñó de manera angustiada, como si el espectáculo ante él fuera más insoportable y desenvainó la espada que había mantenido oculta.
─ Sí, todos ellos son vidas inocentes que mataste.¡Ni siquiera puedo contarlas!
Con un grito de agonía, el hombre blandió la espada como si fuera a degollar a Sayed, pero antes de que la hoja tocara su cuello, la mujer que estaba a su lado lo detuvo.
─ ¡Zion, detente! No tenemos autoridad para ejecutar al Titer.
─ ¡Este horrible demonio debe morir cuanto antes!
La palabra demonio resonó en los oídos de Sayed. Los sonidos que se escucharon fueron amortiguados y borrosos, como si su audición se hubiera dañado. La sangre que había estado brotando desde su frente recorrió sus cejas y se acumuló en sus pestañas. Las pestañas pesadas y empapadas de sangre enrojecieron su visión. En medio de la escena teñida de rojo brillante, Sayed se dio cuenta de que todos esos cuerpos frente a él eran las vidas que había arrebatado con sus propias manos.
Y no de cualquiera, sino de aquellos que él, como protector de Titer, debía cuidar.
Poco a poco, los recuerdos teñidos de un negro profundo comenzaron a resurgir lentamente. Fue una experiencia extraña. Como si estuviera viendo las acciones que había realizado a través de un cristal, las cosas que había hecho comenzaron a tomar forma en su mente, una a una. Fue como observar las acciones de otra persona.
El último mes del invierno. Había luchado día tras día contra monstruos invasores, conocidos como Nieras, sin descanso. Cada vez que usaba su fuerza, perdía el conocimiento, y cuando recuperaba la conciencia, se daba cuenta de que estaba matando lo que no debía de matar, en lugar de a quienes tenía que proteger.
«¿Por qué demonios... sucedió esto?»
En tiempos antiguos, existieron Titers que habían perdido el control de sus poderes, pero nunca antes había ocurrido una matanza tan grande en la historia. Aunque hubo quienes no pudieron diferenciar entre Nieras y los humanos, nunca antes se había visto a un Titer matar a su propia especie de manera tan brutal.
Es absolutamente incomprensible. Sayed había sido excepcionalmente cauteloso al evitar desbordamientos de poder, incluso más que otros. Cada vez que usaba su poder,siempre buscaba a su guía y mantenía una afinidad perfecta con él. Aunque la afinidad no fuera perfecta, siempre había tenido a su guía cuidándolo, por lo que algo como esto no debería haber ocurrido...
No tenía ni idea de lo que había sucedido. No podía entender desde dónde empezó a ir mal, y mucho menos el por qué de repente se desencadenó justo al borde del frío extremo, no comprendía la causa detrás de ello.
─ Nova, Zion. Retírense. Su Majestad ha llegado.
De repente, los gritos y constantes rugidos que habían estado retumbando en sus oídos se calmaron. En medio del repentino silencio se escuchó el sonido de pasos que se acercaban. El crujir de la nieve resonaba en cada pisada hasta que finalmente un hombre alto se detuvo frente a Sayed. En medio de la ventisca, el olor a viento húmedo y a sangre que empapaba el aire fue reemplazada por un suave aroma a alpiste. Tan tenue como para que solo Sayed pudiera percibirlo.
─ ¡Su Majestad, por favor...! Le suplico perdone las vidas inocentes.
Sayed apenas pudo girar y levantar la vista. Su mirada pesada finalmente se posó en un rostro pálido gentil. El sol naciente de Solias, el príncipe Lessas. El pequeño y joven muchacho al que una vez Sayed tenía que mirar hacia abajo, ahora lo miraba desde una estatura aún más alta que la suya.
─ Archiduque Axid.
A diferencia de los demás, su voz sonó sin agitación. No tembló de ira ni se estremeció de odio. Simplemente fue tranquila y fría como siempre lo había sido. Los ojos que solían sonreír mientras miraban a Sayed con los destellos del cielo nocturno, habían cambiado desde hace mucho tiempo.
Su mirada era fría e indiferente, como si incluso expresar emociones fuera una pérdida de tiempo.
─ ¿Es esto lo que querías? ¿Derramar tanta sangre simplemente porque no eres capaz de controlar tu propio poder?
Con una mirada de genuina perplejidad, Sayed frunció los labios en respuesta a la pregunta. Su columna que había estado inmóvil ante la avalancha de acusaciones que llovían sobre él, pareció estremecerse cuando las condenas por los atroces hechos dejaban al descubierto la terrible verdad. No sabía qué decir, pero de alguna forma sentía que debía decir algo. Sin embargo, lo que salió de su boca no fue su voz, sino un charco de sangre negra.
Una tos grave y retumbante resonó mientras la sangre se derramaba. Cada vez que su pecho se hinchaba y hundía vomitaba sangre. El príncipe Lessas por un momento observó la escena en silencio.
Su cuerpo, que era más fuerte que el de cualquier otra persona, ahora estaba al límite debido al ataque combinado de los poderes de todos los Titers del reino. Incluso aunque no lo degollaran, de todos modos iba a morir. La muerte estaba cada vez más cerca. Las entrañas de Sayed se convirtieron en una herida abierta, y su piel se volvió tan pálida como la nieve.
─ No hay nadie que te salve. El príncipe heredero me ha delegado para tomar una decisión.
Ante las palabras de que el príncipe a quien había estado sirviendo todo este tiempo no vendría a rescatarlo, Sayed cerró los ojos. Era lo que esperaba desde el momento en que recobró la conciencia y se dió cuenta de lo que había hecho. La cantidad de personas que había matado durante su arrebato eran incontables. En esta situación, ni un rey, ni siquiera un príncipe heredero sería capaz de salvarlo. Nadie podía hacerlo.
Toda una vida de lealtad había sido en vano. Se preguntó si todas las vidas que habían sido sacrificadas bajo la orden del príncipe habían sido solo para llegar a este trágico final. El príncipe heredero, que lo había acogido bajo su protección con la promesa de descubrir la verdad sobre la misteriosa muerte de su madre, terminó por no cumplir nada.
Aunque nadie podría haber predicho que se descontrolaría de esa manera y no había nada que pudiera hacer al respecto, la ausencia de su maestro y guía, quien solía estar a su lado para calmarlo, resultaba desgarradoramente miserable.
En lugar de ira y traición, le invadió una sensación de amargura. Estaba hueco y con una terrible desesperación, como si su corazón se hubiera vaciado por completo. Como si su alma, que no había sentido nada tras un largo tiempo, recobrara repentinamente las emociones, y Sayed fuera aplastado por una soledad insoportable.
¿Toda una vida corriendo sin mirar atrás para que este sea el resultado final?
Desde la injusta pérdida de su madre, Sayed había vivido con un único propósito en mente. Había jurado asegurar el ascenso al trono del príncipe heredero, quien prometió desentrañar la inocencia de su madre, matando a tantos Nieras como fuera necesario para consolidar su posición y vigilar al segundo príncipe, Lessas, para mantenerlo a raya. Lo único que quedaba a su lado era el príncipe heredero, pero no estaba presente en ese momento. Ni para perdonarle la vida, ni siquiera para verlo morir.
Era frustrante, simplemente frustrante.
Sayed abrió los ojos con dificultad para mirar a quienes lo rodeaban. Un hombre con ojos llenos de rabia lo miraba fijamente, Zion, el querido Titer de todo el reino. Nova, la joven que lo admiraba y seguía de cerca, y Stella, quien lo había cuidado durante un tiempo, incluso después de que Sayed acabara con todos los que lo rodeaban. Entre todos estos Titers, solo Sayed se sentía indigno.
Ahora aquí se encontraba completamente solo. Bajo las miradas despreciativas de todos aquellos que conocía, incluso abandonado por el señor a quien había servido.
Apartando la mirada de sus antiguos compañeros, Sayed dirigió su mirada hacia el príncipe Lessas. Al ver el rostro pálido de Sayed, sin voluntad de rebelarse, el príncipe silenciosamente colocó la punta de su espada en el centro de su pecho. Las pupilas violetas, como el cielo nocturno, miraron fijamente a Sayed. Al observar el rostro indiferente y frío, Sayed de pronto recordó algo del pasado.
{ ─ Ed. No me abandones.... }
Hubo un tiempo en que solo Sayed abrazaba al joven príncipe. Desde el día en que le tendió la mano al príncipe del palacio abandonado donde nadie lo buscaba, el príncipe lo siguió como un pajarillo. Pero eso fue un pasado lejano. Cuando Sayed anunció que no lo buscaría más en medio de la caída de su familia, el príncipe se aferró a sus pies llorando, desesperado, como si su estatus no importara.
En el momento en que sus ojos púrpura, empapados de lágrimas, brevemente se superpusieron con los ojos del príncipe del presente, Sayed llegó a una dolorosa realidad. Todas esas personas que estaban al otro lado eran aquellos a quienes Sayed había traicionado personalmente.
─Nunca jamás habrá alguien tan terrible como tú en este mundo.
El príncipe cerró la boca como si ya no quisiera decir nada más. Las venas azules se hincharon en la mano blanca que sostenía la empuñadura de su espada. Después de un breve silencio, sus dedos largos y rectos se apretaron en torno a la empuñadura. La mano que había tomado una decisión se movió en un instante.
Sayed sintió un sonido sordo cuando la espada se hundió en él. Una agonía intensa y helada atravesó sus huesos y se clavó profundamente en su cuerpo. Le costaba respirar. Su corazón, que apenas latía, parecía rasgarse, anunciando su fin. El dolor fue momentáneo, como un destello. No pasó mucho tiempo antes de que su conciencia comenzara a desvanecerse.
En un camino que pareció efímero y eterno a la vez, Sayed se enfrentó a una intensa sensación de arrepentimiento. Se preguntaba si todos los momentos que había vivido hasta el final habían sido realmente lo que deseaba.
Sí, al menos una cosa era segura. Sayed nunca deseo quitar tantas vidas. Aunque vivió sin permitir que nadie se interpusiera en su propósito, siempre mantuvo en su corazón el compromiso de cumplir con su deber. Incluso sacrificar algunas vidas para proteger a muchas más, también fue parte de esa determinación.
Si pudiera retroceder en el tiempo de alguna manera, aunque fuera solo por un día, habría deseado detener todo esto, incluso si eso significaba quitarse la vida. Pero al final comprendía que era solo el arrepentimiento tardío de alguien moribundo y que esto era algo imposible de evitar.
La conciencia teñida de nostalgia se desvaneció. Cayó una oscuridad profunda sobre él y ya no sintió nada. Con la sensación de que su cuerpo que albergaba su alma desaparecía, llegó el inevitable final.
Sumido en la oscuridad y desvaneciéndose en ese momento, Sayed fue repentinamente arrastrado por una extraña ilusión. El palacio real a plena luz del día estaba ardiendo y los Nieras escalaban los muros destrozados. Innumerables personas eran pisoteadas o devoradas por monstruos de todas formas y tamaños, y el sol que iluminaba el cielo desapareció en un abrir y cerrar de ojos, dando paso a una noche sin luna. Finalmente, los Nieras recuperaron su noche y masacraron sin piedad a todos los que huían. La sangre fluía como un río y los gritos llenaban el aire.
«¿Qué diablos es esto...?»
Sayed miró ansiosamente a su alrededor. No había rastro de los Titer que debían exterminar las Nieras. Mientras tanto, la gente estaba siendo devorada por los Nieras con gritos desgarradores.
«¡Alto, basta! ¿Dónde demonios está todo el mundo?»
El grito de Sayed no fue audible. Simplemente resonó horriblemente en su mente. Para cuando innumerables muertes se escribían en sus ojos, el lugar frente a él cambió.
En medio de un palacio en ruinas, Sayed vio al príncipe Lessas parado solo con una espada en la mano. A sus pies había numerosos caballeros caídos en la lucha. Aunque no se podía ver la expresión del príncipe, parecía estar mirando fijamente algún lugar con su cuerpo empapado en sangre. Frente al solitario príncipe, una gigantesca criatura Niera, como ninguna que hubiera visto antes, proyectó su sombra. Un monstruo parecido a una serpiente hecha de pesadillas retorcidas, abrió sus enormes fauces y se abalanzó hacia Lessas.
Y en el momento en que la boca de la criatura se tragó al príncipe, Sayed abrió los ojos.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter 2: PURGATORIO
Chapter Text
─ ¡Oh, ah, ah...!
Sayed se levantó con el cuerpo empapado en sudor. Respiró agitadamente mientras apartaba cabellos pegados a su frente con una mano temblorosa. Se sentía asqueado, con el estómago revuelto, como si hubiera despertado de una pesadilla horrenda. Aunque parecía haber presenciado algo, cuando recobró el sentido, no logró recordar nada.
Su cuerpo temblaba por completo, se sintió como si hubiera caído desde una gran altura y se hubiera estrellado contra el suelo. Era un dolor familiar. Una sensación como la que experimentaba cada vez que se acercaba el invierno, después de usar sus habilidades de manera forzada. No era raro sentirlo. Sin embargo, lo extraño era la propia situación en la que estaba sintiendo esa sensación.
«De seguro estoy muerto. Incluso si no me hubieran ejecutado, mi cuerpo ya debería estar muerto.»
Sayed levantó la mano para comprobar su pecho. La sensación en la punta de sus dedos era suave. Su cuerpo, frío y pálido, no presentaba ninguna herida al tacto. Era obvio que su cuerpo debería estar destrozado, con todos y cada uno de los huesos fracturados, pero no era así.
Con el ceño fruncido, Sayed levantó la vista. El cuarto sombrío le resultaba muy familiar. Los viejos muebles estaban intactos y en la chimenea ardía leña. No había diferencia alguna a la habitación en la que solía vivir.
«¿Es este el infierno?»
Mientras escaneaba la escena que desafiaba toda lógica, se levantó de la cama. Podía escuchar como ondeaba su túnica empapada de sudor. Pisó descalzo el frío suelo de madera y caminó hacia la ventana. Al apartar las gruesas cortinas y abrirla, una feroz tormenta de nieve irrumpió con un estruendo ensordecedor.
El frío penetrante le erizó la piel. El olor a ramas secas transportadas por el viento y el gélido frío que la envolvían eran demasiado reales. El paisaje con interminables campos blancos de nieve era la viva imagen de la tierra donde había crecido, pero pasó por su mente que quizás este era su infierno. Quedar atrapado en un lugar de frío y soledad eterna podría ser el castigo más apropiado para él.
─ Mi Señor, ¿ha tosido? ¿Puedo pasar?
En ese momento, junto con un golpe, se escuchó una voz que lo llamaba desde afuera. Sorprendido y con expresión perpleja miró en dirección a la puerta, para luego avanzar y abrirla. Con un movimiento rápido, detrás de la puerta entreabierta había un joven sosteniendo una jarra de agua para lavarse. Al verlo, los ojos de Sayed se abrieron de par en par.
─ ¿Quilly?
Quilly es el hijo del mayordomo y ha sido el escriba de Sayed desde una edad temprana. Fue una de las pocas personas que había compartido su infancia con Sayed, pero falleció hace 5 años debido a "ese incidente" que ocurrió en el primer día del festival que marcaba el inicio de la temporada de invierno. Nunca había esperado volver a ver a esa presencia que desapareció después de haber quedado reducido en cenizas, por lo que, incluso Sayed, que solía ser imperturbable, se sintió momentáneamente conmocionado.
─ ¿...? ¿Está usted bien, mi Señor? No parece tener un buen aspecto en su rostro.
La sorpresa también pareció haber afectado a Quilly. Con los ojos entrecerrados examinó detenidamente a su amo.
─ ¿Debería llamar al médico? Los que han sido convocados con antelación por la ceremonia de inicio están esperando, así que vendrán rápidamente.
La palabra ceremonia capturó la atención de Sayed. El Quilly que tenía frente a él actuaba como si aún estuviera vivo. La tarea de ayudar al señor del norte, quien se encontraba sumamente ocupado antes de la ceremonia de inicio, era el rol que Quilly debía desempeñar.
Quilly formaba parte del peso que cargaba Sayed sobre los hombros. Uno de los que debía proteger, pero no pudo. Quilly siempre fue leal y fiel. Aunque no hubiera señales evidentes de sumisión, siempre corrió al servicio de Sayed, y aún cuando otros le dieron la espalda, él permaneció a su lado en silencio.
Aunque para el propio Sayed si era aplicable, Quilly no era alguien que perteneciera al infierno. Quilly no era rival para el asesino que arrebató cientos de vidas. Para Sayed, quien creía que si había una vida después de la muerte, solo podía ser el infierno, esta situación era inexplicable.
Incapaz de deducirlo por su cuenta, recurre a la única opción que le queda, preguntar y averiguarlo por sí mismo. Sayed endureció más su ya fría expresión y le preguntó a Quilly.
─ ¿Dónde estoy?
Los ojos de Quilly se abrieron como platos al escuchar la pregunta. Incapaz de ocultar su confusión, apenas consigue responder.
─ ¿Qué?
Quilly, que no alcanzaba a entender el significado de sus palabras, empezó a ser bombardeado con preguntas que parecían más un interrogatorio.
─ ¿Desde cuándo has estado aquí y qué ha pasado con las heridas de mi cuerpo?
Quilly escuchó la ráfaga de preguntas de Sayed con una expresión desconcertada, y después de finalmente conseguir ordenar sus pensamientos, empezó a responder cada una de ellas.
─ ¿Dónde estamos, mi Señor? ¿No es este el ancestral territorio del ilustre linaje de Prósius que ha custodiado el norte durante generaciones? Soy el leal y servicial Quilly, que ha estado a su servicio durante más de veinte años desde mi nacimiento. Mi Señor, ¿se encuentra bien?
Quilly parecía ser la misma persona sacada directamente del pasado. No, ahora se veía mucho más joven que en el último recuerdo que tenía de él. En ese recuerdo, Quilly era un joven de la misma edad que Sayed, pero ahora, que se acercaba a los treinta años, a los ojos de Sayed se veía mucho más joven.
─ Y en cuanto a las heridas, ¿a qué se refiere? ¿No ha estado ocupado en el castillo preparándose para el invierno durante las últimas semanas? ¿O acaso ha vuelto a salir a rondas de inspección por su cuenta?
Sayed miró a Quilly con una peculiar admiración mientras lo examinaba detenidamente. Los recuerdos son como pequeños granos de arena que eventualmente debemos dejar ir, sin importar cuánto intentes aferrarte a ellos, se escurrirán a través de las manos. A pesar de que no había olvidado nada sobre Quilly, contemplar la escena como si hubiera regresado al pasado resultaba extraño. El solo hecho de estar a su lado llenaba el entorno de ruido y vitalidad. Era una diferencia que no había notado durante mucho tiempo, ya que a su lado sólo permanecía el silencio.
─ Esto es tan real.
Las sensaciones que sintió, incluido el Quilly frente a él, parecían reales. Era casi como si hubiera retrocedido en el tiempo y regresado al pasado.
Fue entonces cuando se le vino a la mente un deseo que había repetido justo antes de morir. Si de algún modo pudiera retroceder en el tiempo, haría cualquier cosa para evitar los errores que había cometido.
Ofreciendo incluso su alma por ello, lo anhelaba desesperadamente, pero solo era el lamento de un moribundo. Si el tiempo pudiera retroceder por un simple deseo como ese, el mundo sería un caos por las persistentes lamentaciones de los muertos. Por supuesto, Sayed no era un simple mortal. Él era un Titer, un ser dotado con la habilidad de proteger la humanidad de los monstruos que dominaban esta tierra desde el principio de los tiempos. Desde la fundación del reino de Solias, los Titer han sido dotados de habilidades especiales, y esas habilidades siempre han sido tan extraordinarias como impredecibles.
Sin embargo, por muchos poderes extraños que haya en el mundo, nunca escuchó hablar de uno que pudiera cambiar lo sucedido. E incluso si tal habilidad existiera, no había manera de explicar por qué le ocurrió a él. Además, no había ningún Titer capaz de retroceder en el tiempo para devolver a la vida a Sayed. Simplemente porque todos los Titers que existían detestaban a Sayed.
Así que, la sensación de regresar al pasado es simplemente una ilusión. Estaba claro que era una repugnante alucinación creada por el infierno. Solo hay una forma de despertar de este engaño.
Una vez tomada la decisión, Sayed actuó de inmediato. Ignorando a Quilly, se apresuró a regresar a su habitación y se dirigió a la cama. Sorprendido por el brusco comportamiento de Sayed y por no haberle dado ninguna respuesta, Quilly preocupado lo sigue sin saber que hacer ni qué decir.
─ Tu silencio está poniendo muy ansioso a este Quilly. Y para empeorarlo, parece como si el hombre de pocas palabras, hoy estuviera realizando algún tipo de ritual silencioso.
Ignorando los murmullos de Quilly a su lado, Sayed sacó la daga que había dejado debajo de la almohada. Cuando Sayed levantó inesperadamente el puñal, los ojos de Quilly se abrieron de par en par y, sin dudarlo, Sayed cortó su propia muñeca.
─ ¡Señor Sayed!
La afilada hoja se deslizó fácilmente a través de la piel. Sangre roja brotó sobre su pálida piel blanca. Quilly, sorprendido, corrió y agarró la cintura de Sayed.
─ ¿Por qué haces esto de repente, eh? ¿Acaso lo anterior era una señal de que te ibas a lastimar? No, esto no tiene sentido. ¿Hay alguien afuera? ¡Doctor! ¡Llamen a un médico!
La repentina conmoción sumió los pasillos en el caos. Los gritos de pánico de Quilly hicieron correr a los criados.
─ Ay dios, ay dios.
Lamentó Quilly entre sollozos, mientras Sayed, ignorando sus lamentos, miraba fijamente su brazo ensangrentado. Una intensa oleada de dolor abrasador se propagó a lo largo de sus venas y se extendió por todo su cuerpo, como si estuviera consumido por las llamas, y las cosas que lo rodeaban, que había considerado ilusiones, no desaparecieron y continuaron como estaban.
El profundo corte no se desvaneció, sino que se abrió mientras Sayed la enfrentaba. Como si esto fuera real.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Los disturbios que comenzaron temprano en la mañana habían dejado el lugar en un completo desastre. Quilly comentó después del tratamiento, que su señoría parecía estar enfermo, tanto en mente como en cuerpo, y los sirvientes susurraban en el fondo mientras deambulaban debido al repentino alboroto.
─ ¿Dicen que el señor está loco? ¿Qué está poseído por un demonio?
─ ¿No era ya un demonio desde el principio? Seguro que está siendo castigado por las almas en pena que ha matado.
─ ¿Y si también nos matan a nosotros?
Sayed se sentó en la cama sin prestar atención a los susurros del pasillo. Para Sayed, cuyos sentidos están especialmente desarrollados entre los Titers, los susurros carecían de sentido, pues ya sea que estuvieran más allá del pasillo era tan similar a como si hablaran justo frente a él.
Pero los venenosos murmullos en su oído no le hicieron daño. Las palabras que maldecían solo sonaban cansinas para él. Incluso las palabras llenas de odio y desprecio que había escuchado en los últimos momentos de su vida.
{ ─ Nunca jamás habrá alguien tan terrible como tú en este mundo. }
De repente, ese par de ojos violeta, fríos como el hielo, cruzaron por su mente. El joven que siempre fue gentil y amable con los demás, era frío como sólo Sayed podía serlo. A pesar de ser conocido como un bondadoso príncipe que nunca odiaba a nadie, Sayed se convirtió en la excepción, provocando incluso odio en aquellos que solían apreciarlo.
¿Cómo pasó esto?
La familia Prosius, guardianes de Axid, conocida por poseer a los Titers más poderosos de todos y proteger la tierra del norte, donde el invierno llega primero, alguna vez fue respetada en todo el reino. Sin embargo se ganó una mala reputación debido a un incidente que ocurrió cuando Sayed alcanzó la mayoría de edad.
Serena, la madre de Sayed y la matriarca de Prosius, hirió a seres inocentes debido a un estallido de furia.
Cada vez que utilizan su habilidad, la longitud de onda interior del Titer, fuente de su poder, se ve alterada. Si continúan usando sus habilidades sin la guía adecuada, eventualmente pierden el control y se vuelven agresivos, proceso conocido como "fuga". Era lo único que todos los Titer temían y consideraban pecaminoso.
*Pecaminoso, derivado de pecado, alguna acción o comportamiento que se considera moralmente incorrecto o inaceptable, es más a un contexto religioso pero también puede ser cultural, de creencias o valores.
La madre que participó en el servicio primaveral anual de acción de gracias de la Reina de Solías, con su repentino estallido de furia, asesinó a quienes estaban presentes. Veinte caballeros de la influyente Casa Sildras, gobernantes de los territorios del sur, los segundos Titers más fuertes después del Norte, fueron asesinados y, la propia Reina presente en ese momento, también temió por su vida. Los actos de la madre, que intentó ejecutar a la Reina, fueron considerados como traición y la condenaron a muerte. La Casa Sildras, cuya sangre fluía en la Reina solo de manera tenue, intervino en su nombre y tomó el control del norte.
Desde entonces, la Casa Prosius se convirtió en una familia de traidores. Lograron sobrevivir a una crisis que casi los lleva al borde de la desaparición, en parte porque no se atrevieron a matar imprudentemente a los Titers, que protegían el norte, y también gracias a las súplicas del príncipe heredero, quien era el hijo de la antigua Reina.
Después de este incidente, Sayed se ha pasado durante toda su vida esforzándose en restaurar el honor de su familia. Siguió las órdenes del actual príncipe heredero, realizando todo tipo de tareas. Llevó a cabo numerosos planes para impedir que los hijos de la Reina actual obtuvieran el poder y, sin importar los sacrificios que ello implicara, siempre que pudiera destruir a los Nieras, las monstruosas criaturas que han sido el eterno enemigo de la humanidad. Creía que si podía atribuirse el mérito de haber matado a más Nieras que nadie, su familia recuperaría el antiguo honor. Sin embargo, el método brutal generado bajo sus propias manos hizo que incluso su propio pueblo le temiera.
Pero Sayed tenía una razón para hacerlo. El espíritu de su madre, que vomitaba sangre mientras suplicaba antes de su ejecución, siempre susurraba a su lado.
{ ─ Nunca intenté dañar a su Alteza, Ed. No me volví loca. Lo vi con mis propios ojos. A pesar de que el sol estaba sobre nosotros, el inmenso Niera estaba a punto de atacarnos... }
Las únicas personas que podrían respaldar el testimonio de su madre eran los miembros de la Casa Sildras y la reina madre que estaban presentes en el lugar de los hechos. Y todos coincidieron en que ella había visto un espectro en su repentino arrebato. Tenía sentido, ya que la Niera era una criatura que sólo aparece en las noches invernales. No había pruebas sólidas que pudieran demostrar la inocencia de su madre.
Así que Sayed siguió al príncipe heredero, quien prometió restaurar todo cuando se convirtiera en rey. Sólo el príncipe heredero podía atreverse a investigar a fondo el incidente de su madre y declararla una buena Titer, aunque todos los demás la llamaran traidora.
Incluso los miembros de su propia familia se habían vuelto contra su madre, pero solo el príncipe heredero, con quien no compartía ni una gota de sangre, se mantuvo a su lado. Que Sayed lo siguiera fue casi un curso natural de los acontecimientos.
Sin embargo, a pesar de la lealtad de toda una vida, el príncipe heredero no estuvo presente en sus últimos momentos. La infamia de su madre nunca se borró, y su hijo, Sayed, también terminó por enloquecer y cometer una terrible masacre.
El intenso remordimiento que sintió antes de su muerte sacudió a Sayed. Su corazón, que siempre había sido tan duro e insensible, se quebró. Sintió como si todo lo que había creído correcto durante toda su vida le fuera arrancado de raíz.
─ ¿Se siente bien, mi Señor?
Se quedó en silencio, todo su ser parecía envuelto en una sensación de ahuecado vacío, hasta que recibió un saludo. Cuando giró la cabeza, fue Calluan, el mayordomo principal, quien se acercó y lo saludó. Calluan, el padre de Quilly y su leal servidor durante mucho tiempo, había cambiado su actitud hacia Sayed desde la muerte de Quilly. Aunque seguía siendo cortés, evitaba estar en la misma habitación que Sayed y le había dicho que planeaba marcharse de allí poco antes de que él muriera.
─ El mensajero llegó primero. Se dice que la procesión de Su Alteza acaba de pasar por el lago Axid, por lo que, a juzgar por la ubicación, debería usted llegar alrededor del mediodía. Está previsto que la cena esté lista a tiempo y el banquete de celebración haya sido inspeccionado. Solo falta la última confirmación sobre el alojamiento de los invitados.
Calluan continuó con su informe como si la conmoción anterior nunca hubiera ocurrido. Esto también era como el pasado que permanecía en la memoria de Sayed. Después de aceptar los papeles presentados por el mayordomo, Sayed, que lo había estado mirando fijamente, preguntó.
─ Dime, ¿qué año es?
─ Es el año 357 del Imperio, mi Señor. También es el comienzo del quinto año del reinado que el Señor está celebrando.
Ya sea que escuchara el suspiro o no, Calluan respondió con calma. Agregando casualmente unas palabras a Sayed, que parecía perdido en sus pensamientos.
─ Pareces haber tenido una pesadilla bastante desagradable. Es comprensible ya que llevas meses trabajando sin parar.
«Una pesadilla.»
Parecía algo más que un simple sueño, demasiado vívido y prolongado para descartarlo como tal. Pero no había otra manera de explicarlo. Todo aquel que lo enfrentó tuvo lo mismo que decir.
Como no tenía forma inmediata de saber por qué estaba ocurriendo esto, lo mejor era lidiar con lo que tenía frente a él.
«Si esto es un sueño, algún día despertaré, y si realmente he viajado en el tiempo... yo...»
Sayed miró los documentos. En ellos se enumeraba la lista de invitados distinguidos que se quedarían según el espacio del castillo, divididos entre el edificio principal y el anexo, y había muchos nombres conocidos. Los únicos que se podían alojar en el edificio principal eran las casas de los Titers, incluyendo la realeza, mientras que los otros nobles se quedaban en el anexo. Originalmente, el número de nobles que podía participar en el festival estaba limitado a los miembros más cercanos de la familia de cada Titer, por lo que el número no era grande.
Los ojos grises que examinaban los nombres, se detuvieron en una viñeta donde estaban enlistados aquellos que se quedarían en el anexo. Entre ellos se encontraba el hijo mayor y segundo príncipe de la actual reina, Lessas Rahman Solias. Mientras Sayed se preguntaba por qué él estaba aquí, pronto se dio cuenta de que esta había sido su decisión.
╔═ ⋆⋅✦⋅⋆ ══════════════
<La realeza, excluyendo al Guía, es prácticamente igual a la nobleza, así que trátalos adecuadamente.>
══════════════ ⋆⋅✦⋅⋆ ══╝
El príncipe heredero, Aster, se lo había ordenado primero por carta. A pesar del trato inadecuado según las etiquetas y regulaciones, Sayed obedeció la orden, en parte a la firme autoridad del príncipe heredero, pero también a la precaria posición del príncipe Lessas.
Al mismo tiempo que surgían los Titers, también existieron guías en esta tierra. Un gran poder siempre ha provocado fisuras en la mente, y solo el guía podía aplacar tales rupturas. La familia real de Solias ha poseído de manera única el poder de los guías, asistiendo a los Titers durante generaciones.
Se dice que el gobernante más poderoso, el Rey Rahman I, purificó muchas longitudes de ondas de Titers, independientemente de su sexo, pero por lo general, un miembro de la realeza tiene la capacidad de supervisar a uno o dos Titers. Aunque los miembros actuales de la realeza no puedan purificar tan indiscriminadamente como sus antepasados, el número de Titers existentes siempre ha sido constante, por lo que poseer ese nivel de poder ha sido suficiente para demostrar su valía como realeza.
Pero el príncipe Lessas no tenía nada que representara a la familia real. Mientras que los reales de Solias eran conocidos por sus generaciones de cabello rubio y ojos azules, él nació con cabello negro, y carecía de las marcas translúcidas en la espalda que caracterizaban a un guía. Tampoco tenía la distintiva habilidad de autocuración propia de los guías, que generalmente se manifestaba aproximadamente al momento de que aprendían a leer y escribir, por lo que ya era un hecho inevitable que no poseía ningún poder.
«Aunque todo cambiará después de esta ceremonia»
Si esta realidad y el futuro de Sayed siguen siendo los mismos, es probable que el príncipe Lessas despierte su poder pronto después de esta ceremonia.
Desafortunadamente para aquellos que despreciaron y se burlaron de él, el poder del príncipe era, lamentablemente, una habilidad increíblemente fuerte tanto que se asemejaba estrechamente a los del legendario Rahman I. Era una guía como ningún otro, poseía una afinidad perfecta con cualquier Titer. Sus habilidades de purificación eran tan fuertes que era natural que el príncipe Lessas, capaz de estabilizar a Titers con el más leve toque, se convirtiera rápidamente en un candidato al trono.
En su vida pasada, Sayed se enfrentó a él innumerables veces. Fue en parte porque era lo que quería el príncipe heredero al que servía, pero también porque Sayed lo despreciaba. Odiaba la sangre de la actual reina que corría por las venas del príncipe Lessas, y odiaba a todos los que le rodeaban.
Su mente se enredó en pensamientos. El papel se arrugó bajo la presión de su agarre. Hasta ahora, siempre había seguido las órdenes del príncipe heredero como algo natural.
«Pero...»
Tenía una corazonada de que si continuaba por el mismo camino que en el pasado, llegaría al mismo destino. El príncipe heredero lo había traicionado, a pesar de ser su benefactor. Todo lo que había hecho para recuperar el honor de su familia, lo había convertido en el Demonio de Solias.
Por mucho que odiara admitirlo, Sayed había tomado el camino equivocado. Si tomaba las mismas decisiones que el pasado, el futuro que enfrentaría era claro. Mantenerse al lado del príncipe heredero, repetir las acciones que había tomado antes y, finalmente, enfrentar un resultado catastrófico.
No sabemos la causa de la fuga, pero si repetía el pasado, el resultado probablemente sería el mismo.
Solo había una forma de evitarlo y cambiar el futuro. Restaurar la relación con el príncipe Lessas, a quien había convertido en enemigo.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
No era necesario estar en el mismo bando, pero necesitaba reparar su relación hasta el punto en que pudiera sentirse sanada. Claramente, su guía era el príncipe heredero, pero su poder no era suficiente para controlar su fuga. Por lo tanto, tenía que confiar en el poder de Lessas, de quien se decía era más fuerte que cualquier otro.
Por supuesto, la aversión hacia el príncipe Lessas no había desaparecido por completo debido a la reciente conclusión a la que había llegado. Los sentimientos de rencor que había mantenido durante mucho tiempo permanecían manchados en toda la vida de Sayed.
Pero ya no ardía con la misma intensidad que antes. Tal vez la fría hoja había entibiado su ira, pero extrañamente el ser que le había traído la muerte ahora le resultaba menos aborrecible que antes. No sabía si era debido a los recuerdos del pasado antes de morir, o quizás a los remordimientos que había sentido antes de partir, pero sus acciones ya no le inspiraban el mismo odio.
Porque el príncipe simplemente hizo lo que tenía que hacer.
Sayed, en su furia descontrolada, era un villano que estaba acabando con vidas inocentes, y el príncipe lo detuvo. Incluso en el campo de batalla, donde la vida y la muerte pendían de un hilo, no retrocedió, sino que permaneció junto con sus Titer y los protegió como guía. Por mucho que Sayed lo odiara, el príncipe siempre había sido una presencia recta y amable. Habiendo observado y chocado con él durante tanto tiempo, reconocía ese hecho.
Y por mucho que Sayed no estuviera de acuerdo con él, no podía condenar el comportamiento del príncipe, pues sabía que había hecho lo correcto.
A pesar de saberlo, siguió las órdenes del príncipe heredero, ignorando las bajas de los indefensos que fueron sacrificados en el proceso de matar a las Nieras. Creía que el príncipe heredero no se equivocaba, porque aunque los métodos fueran diferentes, el mal mayor seguiría siendo derrotado. Porque, para Sayed, el príncipe heredero también era una buena persona.
Pero ahora tenía demasiada sangre en las manos.
Sayed miró sus manos, que sangraban sin parar. Pálidas, cubiertas de cicatrices y callos, se habían empapado en sangre ajena. Las súplicas de misericordia, los gritos de terror y las maldiciones llenas de odio parecían estar acumulándose en ellas.
Sus manos temblaron ligeramente mientras apretaba los puños. El infierno no estaba en otro lugar, él ya se encontraba ahí. Sayed era el infierno, y él era el demonio. Algo así nunca jamás... deberá volver a suceder.
Limpiar el nombre de su madre seguía siendo su objetivo, pero más importante que eso era controlarse para evitar quitar vidas inocentes.
─Hay una cosa que necesito corregir.
Tras muchas deliberaciones, Sayed devolvió los documentos a Calluan. El mayordomo, que había estado a la espera de confirmación, escuchó atentamente.
─Parece que ha habido un error en cuanto a la residencia de su Alteza Lessas. Proporciona el dormitorio del ala este de la casa principal. Asegúrate de contar con suficiente personal para servirle sin falta.
Inesperadamente, un destello de sorpresa cruzó brevemente en los ojos de Calluan, que había estado sonriendo todo el tiempo. Sin embargo, el veterano mayordomo controló sus emociones.
─Así lo haré.
Mientras Calluan se disponía a retirarse, Sayed le dió una última indicación.
─Y Quilly permanecerá en la mansión durante esta ceremonia. No es necesario que haya otros sirvientes presentes.
Una sombra pasó por el rostro del mayordomo al escuchar la mención de dejar a su hijo en la mansión. Participar en la ceremonia era considerado un honor para los descendientes del territorio de Axid, por lo que prohibirlo de repente parecía haberlo sorprendido. Sin embargo, como había hecho antes, Calluan se compuso hábilmente.
─...¿Está seguro de querer hacerlo? Tal vez quisiera llevar algunos sirvientes contigo.
─Así está bien.
Dado que habría muchas víctimas en la próxima ceremonia, necesitaba reducir al máximo el número de bajas. Calluan, que había estado observando a Sayed en silencio, como si le estuviera pidiendo que se marchara, pronto se inclinó cortésmente y abandonó la habitación. Había considerado decirle algo, pero se abstuvo de hacerlo. Aconsejar a alguien que no participe porque muchas personas podrían morir era, en su sano juicio, difícil de creer.
Sólo después de que los pasos de Calluan se hubieran desvanecido en la distancia, Sayed se dirigió al estudio que conducía al dormitorio. Antes de abrir la puerta, sus ojos se posaron en el retrato colgado en la pared de su madre. Lo contempló en silencio, luego abrió la puerta y entró al estudio. Tomó el papel y la pluma del pequeño escritorio y se sentó junto a la ventana.
Desde fuera, se veía abajo patrullar a caballeros. No todos eran leales a Sayed, a pesar de ser excelentes en sus respectivos dominios. Y de entre ellos, alguien moriría en los eventos de hoy.
Con pluma en mano, Sayed intentó poner en escrito los complicados acontecimientos del pasado. Los recuerdos a menudo se dispersaban y se volvían menos claros, por lo que parecía mejor anotar lo que podía recordar con certeza. El evento más significativo que venía a su mente era sin duda el que sucedía hoy.
El festival de la oración, una celebración que deseaba que el duro invierno pasara sin incidentes, se celebraba en la finca de Axid, donde llegaba primero el invierno. El ritual del primer día era la parte más importante de la ceremonia de oración, y los guías reales y Titers de cada territorio se reunieron aquí para matar a Nieras en los límites del Bosque Nocturno.
Los Nieras eran ancestrales criaturas que emergían del bosque que rodean los confines del reino de Solías. Era una entidad que aísla el reino y también ha representado una amenaza durante generaciones. Cuando llega el invierno, los Nieras salen desde el corazón del bosque y atacan a cualquier humano a la vista. Su tamaño y fuerza variaba según el lugar en el que habitaban.
Los Nieras que vivían en los lindes del bosque, solían ser criaturas del tamaño de un lobo o zorro, seres que los caballeros bien entrenados podían matar con facilidad. Los Nieras surgían de las sombras de la noche, por lo que los hacía vulnerables a aquellos que estaban preparados.
Aunque los Nieras de las fronteras no tenían una forma fija, la mayoría de las veces se asemejaban a animales voladores. Lo que los diferenciaba de las bestias normales era que sólo se movían en la oscuridad y consumían de la mente humana.
Durante generaciones, el Festival de la Oración se había llevado a cabo de manera segura sin incidentes. Originalmente, comenzó como una reunión de Titers de distintas familias que venían a ayudar al territorio del norte, donde el invierno llegaba tres meses antes que en otras regiones, pero con el tiempo, se convirtió en una ceremonia que simboliza la unidad.
Sin embargo, esta vez, durante la celebración de oración, ocurrió un desastre cuando un Niera escapó de en medio del bosque prohibido en la mitad de los límites. Caballeros inexpertos que nunca habían enfrentado un Niera de categoría intermedia murieron debido a su falta de experiencia, e incluso hubo bajas de entre aquellos que huyeron en pánico. Muchos más se sacrificaron para evacuar a los miembros de la realeza.
Como consecuencia de ello, el festival fue cancelado a partir de este año, y el príncipe Lessas perdió a uno de sus confidentes más cercanos. El fallecido era un antiguo guardaespaldas que había protegido al príncipe desde una edad temprana. En cierto modo, podría parecer simplemente la muerte de un caballero guardián, pero para el príncipe, ese caballero era una presencia muy preciada.
{ ─Por favor, su Alteza. Por favor, sálvanos. ¡No, yo estoy bien, pero por favor salva al Lord Anka...! }
Atrapado en el caos de la batalla, el príncipe Lessas fue arrastrado hacia el bosque, suplicando a Sayed que salvara al anciano caballero que había caído mientras lo protegía. Con lágrimas que corrían por su desordenado rostro y sin ningún orgullo, se arrastró y aferró a Sayed.
{ ─Por favor, Sayed. Haré lo que sea si lo salvas... solo, por favor, salva a Lord Anka... }
El príncipe se aferró a él, como solía hacer cuando lo llamaba de niño. Sujetó al caballero con sus manos heladas, como si fuera lo último que le quedaba. Quizás ese día no sería la última vez que el príncipe perdiera a un ser querido. Desde entonces, Sayed continuó observando como muchas de las preciadas personas del príncipe perecían.
Así fue como el príncipe Lessas alcanzó la mayoría de edad. Fue sólo después de que perdió a todos aquellos que le habían protegido cuando carecía de habilidades, que hubo alguien a su lado. El Príncipe Heredero Aster solía decir que tenía demasiada suerte.
Sayed no abandonó por completo al príncipe, pero tampoco lo ayudó. Ordenó a sus caballeros que lo protegieran, pero él sabía que no era suficiente. Con solo ellos no serían capaces de salvar ni siquiera al anciano caballero. Y también sabía que solo haría sufrir aún más el alma de alguien como el Príncipe Lessas.
Es posible que Sayed supiera que era lo que atormentaba al Príncipe Lessas, incluso mejor que el propio príncipe. Porque había visto de primera mano lo que era crecer solo en un palacio donde nadie venía a visitarlo, las personas que lo cuidaron y se preocupaban por él eran lo más importante que cualquier otra persona.
Sayed había sido una vez la persona más preciada del príncipe. Hubo un tiempo que fue así.
Surgió una sensación incómoda. Sayed detuvo su recuerdo y comenzó a escribir de nuevo los eventos en un papel. Dejando de lado los asuntos del Príncipe Lessas por un momento, continuó documentando los incidentes posteriores relacionados con el Niera. Cuando miró lo que había escrito, las cosas que le habían parecido extrañas en aquel momento, parecían tener una cosa en común.
El radio de acción del Niera se estaba ampliando.
El Niera, que solo podía moverse en la oscuridad, se revelaba por todo el reino cuando los días se volvían más cortos durante el invierno. Este atributo del Niera tenía sus raíces en tiempos antiguos y se pueden encontrar en los relatos fundacionales del reino.
╔═ ⋆⋅✦⋅⋆ ══════════════
< En el principio hubo una era en la que la oscuridad y el hombre coexistieron.
Durante el día, el demonio dormía, y por la noche, cuando salía la luna, despertaba para robar las almas de los hombres. Sólo capaz de moverse cuando caía la oscuridad, el demonio devoró el sol para alimentarse de más humanos.
Durante las horas oscuras en que no salía el sol, los humanos se convirtieron en sus presas. Noches interminables siguieron, y la gente se escondía aterrorizada. La luna, que veía correr la sangre como un río, no pudo quedarse quieta por más tiempo y envió a sus estrellas a la Tierra.
Las cuatro estrellas unieron sus fuerzas para salvar al sol abriendo el vientre del demonio. Una vez más, el sol ascendió a los cielos para brillar sobre la tierra, sellando el alma del demonio que lo había devorado y reuniendo a los humanos desterrados se fundó el Reino del Sol. >
══════════════ ⋆⋅✦⋅⋆ ══╝
Aquí, el sol simboliza al Rey de Solias, y los Titers referidos a las estrellas que descendieron a la Tierra. Según la leyenda, los Titers se dividieron en cuatro familias, que representan el oriente, el occidente, el sur y el norte, y se convirtieron en los guardianes del sol.
Durante mucho tiempo, el comportamiento de los Nieras había permanecido inmutable a lo largo de la historia. Sin embargo, desde antes de la muerte de Sayed, los Nieras comenzaron a aparecer en la parte central del reino, donde jamás habían aparecido, rompiendo las reglas establecidas.
«Parece que cada vez son más frecuentes y rápidas las anomalías que nunca antes habían ocurrido»
Algo parecía estar ocurriendo, pero no había nada inmediatamente decisivo, así que Sayed continuó registrando los acontecimientos principales que iba recordando por el momento. Después de anotar todo lo que venía a su mente, dobló el papel y lo guardó. No podía aferrarse solo a eso, pues necesitaba averiguar qué es lo que estaba sucediendo en ese momento.
De entre las numerosas estanterías de su estudio, tomó un pequeño libro y escondió el papel en su interior, aún sabiendo que él era el único que entraba en su estudio, lo hizo por precaución.
Estaba a punto de guardar el libro cuando miró la portada y se detuvo. El libro titulado "La historia de una estrellita", era un cuento para niños sobre una pequeña estrella que cayó del cielo nocturno y volvió a los brazos de la luna, que nunca le abandonó.
Tras un momento de pausa, su mano devolvió lentamente el libro para colocarlo en su sitio. Sayed, que había estado observando el delgado y pequeño libro de entre los gruesos volúmenes, pronto se dió la vuelta. Casi era hora de que llegaran los invitados, y él también tenía mucho que preparar.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
A medida que la bandera azul marino con la imagen de un lobo blanco ondeaba vigorosamente con el fuerte viento, la procesión del Príncipe Heredero comenzó a aparecer a lo lejos. Los caballeros reales que sostenían las banderas rojas que representaban al sol encabezaban la marcha, seguidos por los caballeros de la familia Procyus que habían sido enviados de antemano para proteger la procesión. Al confirmar incluso las banderas que seguían, quedó claro que los recuerdos de Sayed coincidían exactamente con la situación actual. Para la ceremonia de este año, la familia guardián del sur, los Sildras, estarían ausentes.
La casa Sildras era pariente de la reina y eran la única facción que brindaba algún tipo de apoyo al aislado príncipe Lessas. Aunque esa ayuda ni siquiera era perfecta, más bien era protegido de mala gana, especialmente porque la reina actual priorizaba a su segundo hijo sobre él, por lo que Lessas no tenía más remedio que aceptarlo. Sin embargo, el próximo cabeza de la familia, Zion Sildras, siempre se mantuvo junto a Lessas. La razón por la que no pudo participar esta vez fue debido a los preparativos para su sucesión.
Por varios años, el líder de la familia Sildras, quien había estado gravemente enfermo, finalmente falleció antes de la llegada del invierno. Dado que el asunto de la sucesión entre los Titers era de gran importancia para el reino, a la familia Sildras se les concedió una excepción, permitiéndoles no participar en la ceremonia.
Si ese es el caso, entonces es posible que sus recuerdos puedan suceder después de todo.
Hasta cierto punto, había considerado, no muy seguro, que el día de hoy era el pasado, pero ahora, todo se volvió claro. Con renovada confianza en cómo proceder, Sayed se dirigió a recibir al Príncipe Heredero, quien acababa de llegar a las puertas del castillo.
Cuando el carruaje real adornado con oro se detuvo, Sayed también se bajó de su caballo. Los vasallos detrás de él también desmontaron para dar la bienvenida al Príncipe Heredero. Cuando el mozo de cuerda abrió la puerta del carruaje, se reveló un rostro familiar.
─ En presencia de su Majestad Aster, la luz del reino, os saludo. Gloria a Solias.
Comenzando con Sayed, que inclinó la cabeza, los vasallos lo siguieron. La etiqueta de Solias era muy indulgente, al menos con el Titer, y era costumbre que éste, al ser la cabeza de familia en ese momento, mostrará a la familia real la cortesía necesaria. Aunque nominalmente estaban sujetos al rey, era una regla habitual nacida del hecho de que en realidad eran indispensables el uno para el otro.
─ ¿Has estado bien, mi estrella?
El príncipe heredero, Aster, que descendió sosteniendo la mano del caballero, se acercó con una sonrisa. Su cabello rubio que ondeaba con el fuerte viento, era tan brillante y resplandeciente como la luz del sol. Sus ojos azules como el reflejo de un cielo despejado, brillaban mientras miraba fijamente a Sayed.
─ Ven aquí y muéstrame tu rostro. Te he extrañado mucho.
Siguiendo su orden, Sayed levantó la cabeza y se acercó a él. Una vez que se detuvo frente a él, Aster inmediatamente se quitó un guante de cuero blanco. Agarró suavemente el mentón de Sayed con su mano desnuda, y su afilada mandíbula fue acunada por un suave toque.
─ Tu rostro parece haber pasado por mucho.
La presión firme de su dedo rozó suavemente su mejilla. Con delicada fuerza, giró su mentón para examinar su rostro y Aster susurró.
─ Tus mejillas están muy frías. ¿Has esperado mucho?
Antes de que pudiera terminar la frase, el calor se extendió desde la mano de Aster, de manera casi inquietante. El toque que derretía sus mejillas heladas era tan suave y tierno como siempre. Como la vez que llegó al funeral de su madre, cuando nadie más lo había hecho, y lo consoló.
─...No.
Aster se rió a pesar de la respuesta breve y seca. Acarició toda la mejilla fría con la palma de su mano, luego se quitó el otro guante y acunó ambas mejillas de Sayed. Una oleada de energía limpia recorrió las zonas que Aster había tocado. Era como una fuerza que desenredaba el lío de su interior, calmando rápidamente el cuerpo del Titer, que se había estado preparando para el invierno sin un guía.
Sayed permaneció en silencio mientras cada célula recordaba el ritual de purificación. A pesar de que había sido un maestro tan atento y cariñoso, Aster no apareció en ningún lado durante el momento en que Sayed se descontroló. Aster, quien siempre estaba a su lado para calmarlo, solo estuvo ausente el día en que fue sentenciado a muerte. Incluso durante el día completo que duró el alboroto, no apareció, para finalmente, terminar por renunciar a él.
... Al parecer, había esperado a Aster más de lo que pensaba.
Con la mente ya tranquila, la repentina oleada humana lo hizo sentir incómodo. Como príncipe heredero, la decisión de Aster fue razonable y racional. Si Sayed estuviera en su posición, no habría actuado de manera diferente. El único que podía calmar al desenfrenado Titer era el guía, pero seguramente en el proceso habría salido herido. Era un riesgo demasiado grande para el aspirante a Sol.
Así que no hubo resentimiento. Mentiría si dijera que no se había sentido traicionado, pero Aster hizo lo que tenía que hacer como su guía. Esperar más que eso sería codicia y delirio. Así que no había necesidad de odiar a Aster.
Tratar de restaurar su relación con el príncipe Lessas era para evitar el peor resultado para todos, no para enemistarse con el Príncipe Heredero.
─ Hace frío afuera, así que te acompañaré adentro.
A pesar de la brusquedad de sus palabras, Aster sonrió como un rayo de sol. Dejó de acariciar la mejilla de Sayed y, esta vez, tomó su mano. Aster, sin llevar guantes, derritió la fría mano de Sayed.
─ Sí, hagámoslo. Quiero entrar y escuchar tu historia.
Aster aceptó encantado y guió a Sayed como si le pidiera que fuera con él. Como por inercia, el cuerpo que estaba a punto de seguirle se detuvo. Como señor del territorio de Axid era su deber recibir a los invitados importantes, pero como seguidor del Príncipe Heredero, Sayed se había acostumbrado a concederle todo lo que deseaba. Esto significaba que a menudo dejaba a sus invitados al cuidado de sus asistentes, como estaba ocurriendo ahora.
Dándose cuenta de la vacilación de Sayed, Aster se volvió para mirarlo. Se encontró sonriendo con esos ojos azules que parecían que no sabían nada. Cuando miró esos ojos, tuvo el repentino impulso de cumplir su voluntad.
... Sin embargo, el Sayed de ahora tenía trabajo que hacer. Para evitar un desastre, necesitaba la cooperación de los Titers presentes. Si aquellos que ya despreciaban a Sayed desarrollaban aún más resentimiento aquí, no estarían dispuestos a cooperar.
─ Me pondré al día en un momento, ¿por qué no entra primero su Alteza, y se calienta?
Aster miró a Sayed con una sonrisa en el rostro. Inclinó levemente la cabeza, pareció estar pensando en algo y luego se rió.
─ No es propio de ti.
Parecía un comentario casual, pero lo que contenía no lo era en absoluto. Sayed dijo lo que había estado pensando.
─ La gente ha estado diciendo eso. Que no he aprendido nada y por eso soy maleducado.
Aster enarcó una ceja ante el inesperado comentario.
─ ¿Quién se atreve a decir tal cosa?
Los cálidos ojos azules se habían convertido de un cielo despejado a un lago gélido. Sayed habló lentamente.
─ No sé de dónde ha salido ese rumor que circula por ahí, pero siento que mis acciones son una amenaza para Su Majestad... En un día como hoy, al menos quiero intentar ser educado.
No se lo estaba inventando, en realidad era algo que escuchaba todo el tiempo. Aster observó intensamente a Sayed y lentamente volvió a su sonrisa habitual.
─ Mi estrella siempre me ha complacido.
La mano de Aster comenzó a aflojar gradualmente su agarre, y los dedos que se cernían sobre su muñeca, como si no quisieran soltarse, se apartaron por completo.
─ Entonces, no te detendré. Pero será mejor que no me hagas esperar mucho. Como sabes, no soy una persona muy paciente.
Después de terminar de hablar, Aster le sonrió con un brillo en los ojos antes de darse la vuelta. La capa hecha de piel de lobo, un regalo de Sayed, ondeó salvajemente y luego se acomodó en su espalda. Mientras observaba la figura que desaparecía detrás de él, cerró y abrió el puño con la mano que había sido atrapada.
Sayed se dió la vuelta con la boca seca. La procesión que se había detenido hasta que el príncipe heredero fue completamente recibido finalmente comenzó a moverse. El siguiente en entrar era el duque de Bredhite, el Titer de Occidente. Su hija Nova, aún no había alcanzado la mayoría de edad y no calificaba para participar en la ceremonia.
El duque, que descendió del carruaje escoltado por sus caballeros, miró a Sayed y frunció el ceño confundido ante la inesperada aparición fuera de lugar. Sayed le ofreció un breve saludo.
─ Han viajado mucho, aprecio su esfuerzo.
El estatus de todos los Titers era el mismo. Como las tierras del norte eran tan extensas e inhóspitas, la casa de Prosius recibió el título de Gran Duque, pero no había diferencia de estatus entre Titers. Sin embargo, dependiendo de la edad de cada uno, a menudo ajustaban la forma de dirigirse entre ellos, y para el mayor de entre ellos, el Duque Bredhite, todos usaban títulos formales como muestra de respeto.
─ Gracias por tu hospitalidad.
El Duque, que había estado observando a Sayed como si se preguntara por qué había venido a su encuentro, rápidamente añadió.
─ Nova habría estado encantada de verte. Esperemos que se repita el año que viene.
Aunque a partir del próximo año no habrá más ceremonias, Sayed dió por terminada la conversación asintiendo con la cabeza. Ante la falta de una respuesta significativa, el duque encogió los hombros como si estuviera desinteresado. Con el séquito del duque escoltado, Sayed saludó a continuación al Titer de Oriente. La duquesa Vetria bajó del carruaje y se burló al ver a Sayed esperándola.
─ Menuda sorpresa.
Con esas palabras, la duquesa pasó junto a Sayed. A juzgar por la ausencia de la hija de la duquesa, Stella, sugería que había asistido al funeral de la Casa Sildras. No se trataba de una violación a las reglas el no asistir, como Titer que no había recibido ningún título, no siempre se movilizan a menos de que se trate de una emergencia. Además, dado que Stella evitaba a Sayed, era mejor que no viniera. Incluso esto coincidía con su memoria.
Tras saludar a los dos Titers, Sayed recibió a otras cinco familias más. Todos eran descendientes de duques, con solo la mitad de la sangre de Titer en ellos. No poseían habilidades tan perfectas como los Titers, pero tenían talentos distintivos que los diferenciaban de las personas comunes.
No fue hasta que llegamos al final de la procesión cuando pudo ver al último invitado. En comparación con los que habían pasado antes, había un número considerablemente menor de caballeros, apenas lo suficiente para proteger la carroza, que estaba bastante desgastada por el tiempo y el abandono. Era como si simplemente existiera, olvidada por todos.
El caballero de pelo castaño, que claramente acababa de convertirse en adulto, miraba a Sayed con una expresión nerviosa, como si no supiera cómo comportarse. Estaba claro que llevaba poco tiempo de ser nombrado y era obvio que no sabía cómo dirigirse. Era una reacción común entre quienes se encontraban con un Titer por primera vez.
─ Saludos, Archiduque Axid. Somos los caballeros de la guardia de Su Alteza Lessas.
En ese momento, un viejo caballero de pelo gris se adelantó saludando cortésmente, y los demás caballeros apresuradamente lo siguieron, mostrando gran respeto. Entre los jóvenes caballeros que parecían carecer de experiencia, él era el único que emanaba un sentido de sabiduría experimentada. Observando al anciano caballero de rostro amable, Sayed lentamente separó los labios.
─ Lord Anka.
Al pronunciar su nombre, los ojos del viejo caballero se abrieron de par en par, como si no lo hubiera esperado. Sayed miró inexpresivamente el rostro del anciano, que estaba claramente sorprendido. El Anka que recordaba era un amasijo de su propia sangre y la de los caballeros caídos. El estado inmaculado del anciano ante él era un contraste sorprendente con ese recuerdo. Estaba claro que el Anka de ese tiempo estaba muriendo lentamente de una manera miserable.
─ Debes haber esperado mucho tiempo. Acompañaré a su señor.
A la orden de Sayed, el viejo caballero rápidamente recuperó la compostura, apresurandose hacía el carruaje, abrió la desgastada puerta. Era difícil creer que se trataba de un carruaje real, contemplando el desordenado escenario sin un solo taburete.
Pero el príncipe salió del carruaje como si estuviera acostumbrado. Doblando la cintura, dió un paso fuera del carruaje y se equilibró fácilmente en el suelo. Lentamente, la parte superior de su cuerpo se enderezó y las miradas del príncipe y Sayed se encontraron.
La brisa invernal alborotó el cabello negro del príncipe. Su suave y rizado pelo cayó sobre su frente antes de ondear repentinamente. Sus ojos, violetas como el cielo del amanecer miraron fijamente a Sayed. Al mismo tiempo, la suave sonrisa en sus ojos comenzó a desvanecerse gradualmente, volviéndose gélida y fría.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ No esperaba que el Archiduque viniera personalmente.
La voz de Lessas contenía una mezcla de precaución y enojo. Hacía mucho tiempo que Lessas no mostraba tales emociones, y Sayed inclinó la cabeza para mirarle. Había muchas cosas que les resultaban desconocidas del hombre que había conocido antes de su muerte. Algunas eran diferentes a lo que recordaba. Cosas como su apariencia aún más jóven, con una altura más baja que él, o la actitud con la que lo trataba, impasible, como si no le quedará ninguna emoción alguna para odiarlo. Estos aspectos eran más pronunciados de lo que Sayed recordaba.
─ Es mucho más joven de lo que recuerdo.
El joven príncipe desprendía una fuerte aura juvenil que era bastante extraña. Tenía un mentón delgado y definido, sin rastro de barba, y su piel blanca no era suave, sino más bien tersa. Su delgado cuello aún tenía rastros de juventud en comparación con la del Lessas, de veinticinco años, y sus anchos hombros parecían menos abiertos. Aunque era evidente que su cuerpo estaba bien desarrollado gracias a que había nacido con una constitución fuerte y al entrenamiento con la espada, aún conservaba la suavidad propia de un joven.
El príncipe Lessas era conocido por ser un hombre fuerte y recto, pero había olvidado lo joven que era en comparación, quien tenía cuatro años menos que Sayed. Pero cuando se trataba de enfrentarse a Lessas, un hombre que había lidiado con todo, desde cuestiones políticas hasta la eliminación de Nieras, la diferencia de edad no importaba. Sin embargo, ver al príncipe de veinte años sin ningún poder... lo hacía sentir incómodo.
Estaba dejando huella en un niño tan pequeño.
A los veintinueve años, el actual Sayed veía al príncipe Lessas actual como alguien mucho más joven. A los ojos de Sayed, que había vivido hasta una época del futuro que aún no había ocurrido, Lessas era mentalmente nueve años más joven que él.
La idea de dejarlo en el campo nevado e ir con el príncipe heredero le hizo sentir incómodo. Dado que la regla era que al menos un Titer debía acompañar al príncipe heredero, era claro que en aquel momento estuvo a salvo. Tenía siempre presente a suficientes miembros de la orden de caballería real.
Fue demasiado cruel con alguien tan joven y frágil.
Cuando Sayed perdió a su madre en ese entonces, también era muy joven, por lo que no es sorprendente que se dejara llevar por sus emociones. Su corazón endurecido, por inercia, convirtió naturalmente en enemigos a todos los relacionados con la actual reina. Si creía en la inocencia de su madre, era lógico que considerara a esos individuos como sus enemigos y actuara en consecuencia.
Pero a pesar de la actitud de Sayed, Lessas nunca le devolvió el mismo trato. Aunque expresó enojo, desconfianza y desaprobación, eso fue todo. Nunca buscó humillarlo o ponerlo en peligro deliberadamente.
De manera paradójica, de todos los involucrados con la Reina, irónicamente, sólo su hijo mayor, Lessas, no le causó ningún daño. Incluso cuando la Casa Sildras y la reina unieron sus fuerzas para socavar la autoridad de la Casa Prosius.
La expresión de Lessas se endureció de inmediato cuando Sayed se quedó perdido en sus pensamientos y no decía nada. Mordisqueando sus labios rosados, Lessas esperó unos minutos antes de lanzar afiladas palabras.
─Es bastante grosero, Archiduque.
«Ah, lo he hecho enojar.»
La extraña revelación dejó a Sayed momentáneamente perdido en sus pensamientos, inseguro de cómo tratarlo y tras una breve pausa, Sayed decide actuar lo más habitual.
─ Tuve un pensamiento repentino. Por favor, perdona mi descortesía.
Sayed habló con un tono bajo y tan contundente que pudo sentir como los caballeros que escoltaban a Lessas se ponían rígidos. Pero en lugar de intimidarse por su voz, Lessas se mordió nuevamente los labios. Parecía que pensaba que estaba pensando algo más.
─ Déjame acompañarte adentro.
Decidió llevar al príncipe a su alojamiento por el momento, quien continuaba con una conversación innecesaria. Sayed, de espaldas a él, abrió camino hacia el interior del castillo. Mientras subían las largas escaleras y entraban al pasillo, el ambiente se llenó de un sentimiento de calidez. Con una mirada rápida por encima del hombro, vió que el semblante de Lessas se relajaba. Dejó escapar un leve suspiro y comenzó a mirar a su alrededor.
«¿Qué debo hacer?»
Mientras caminaba hacia la residencia recién designada para el príncipe, se sintió preocupado. Era imposible ser inmediatamente amigable con el príncipe. El propio Sayed nunca había expresado una variedad de emociones durante mucho tiempo, y estaba claro que si borraba su hostilidad de la noche a la mañana y lo trataba amablemente, Lessas seguramente sospecharía.
Hacía nueve años que no dirigía palabras amables a nadie. La risa, amabilidad y preocupación eran cosas del pasado lejano. Había olvidado cómo sonreír y cómo llorar, por lo que era irreal que Sayed se acercara emocionalmente a Lessas.
Además, lo único que Sayed quería era simplemente aprovechar las habilidades del príncipe, no convertirse en su confidente. Por lo tanto, no había necesidad de buscar ganarse el favor de Lessas. Su naturaleza es la de un hombre justo, así que incluso si solo corrigiera errores pasados, estaría dispuesto a prestarle el poder de la purificación a Sayed.
Por ahora, lo primero era pensar en evitar lo que iba a suceder hoy.
Justo a tiempo, apareció la residencia de Lessas. Su habitación, ubicada al final del ala este, tenía dos habitaciones más pequeñas anexas justo al lado, donde los caballeros también podían quedarse. Aunque estaba a una distancia considerable del salón de banquetes o de los jardines, era mejor que alojarse en una villa como Aster había esperado.
Lessas examinó la habitación proporcionada y parecía no tener ninguna queja. En todo caso, Lord Anka le dirigió a Lessas una mirada melancólica y la persona en cuestión mantuvo la calma. En realidad, Lessas parecía estar algo sorprendido. Después de inspeccionar la habitación varias veces, observó a Sayed con ojos cautelosos.
─ Hoy no estás como siempre, Archiduque.
El hecho de que no hubiera hecho nada fuera de lo común fue suficiente para levantar sospechas por sí solo. Hacía mucho tiempo que no trataba con él sin ignorarlo.
─ ¿Hay algo que quieras de mí?
El príncipe no se equivocaba, aunque no iba a decirle lo que estaba a punto de decir. La razón por la que esperó para reunirse con él no fue sólo para comprobar su rostro.
─ Como es la primera vez que asistes a la Ceremonia de Oración, es natural que no sepas mucho al respecto, pero es más un ritual peligroso que un festival.
En el momento en que se mencionó el ritual de oración, el rostro de Lessas, que había estado ligeramente relajado, se endureció.
─ Especialmente para aquellos sin experiencia, es aún más peligroso.
Sayed había esperado que Lessas no participara en la ceremonia en sí. Si estar allí significaba que el príncipe perdería su séquito, hubiera sido mejor no haber puesto una excusa en primer lugar. Era ineficiente esperar a que Lord Anka resultara herido para ganarse el favor de Lessas.
─ No se trata de experiencia, sino de habilidad.
Fue entonces cuando Lessas intervino de manera dura.
─ Eso no es propio de ti. No es tu estilo responder como un noble común y corriente. Deberías haber hablado como sueles hacerlo. Como no vas a ser útil, es mejor que te quedes atrás.
Su rostro pálido enrojeció de ira. Lessas lo fulminó con la mirada, como si hubiera esperado algo y luego lo hubiera dejado pasar, como si alguien que había mantenido brevemente una esperanza y luego la había abandonado.
El ambiente se volvió más tenso. Los caballeros de la guardia de Lessas miraban a Sayed con expresiones severas, como si cuestionaran su lealtad, y lo mismo ocurría con Lord Anka.
Sayed se dió cuenta de que no había una manera agradable de explicar lo que quería transmitirle al príncipe. Si hubiera sido más elocuente, podría haber sido diferente, pero llevaba mucho tiempo alejado de ese tipo de interacciones. Más aún, cuando había convivido con palabras como las que acababan de salir de la boca del príncipe.
─ No digo que no debas asistir en absoluto. Lo que quiero decir es que después de participar en la ceremonia de iniciación, deberías marcharte antes de que comience la caza.
Entonces Anka dió un paso adelante en nombre del príncipe. Como un simple caballero de la familia real, no tenía poder para contener a Sayed el Titer, pero habló incluso arriesgándose a ser grosero.
─ Por favor, no insulte más a su Alteza, Archiduque. Usted es indudablemente la luz de Solias.
─ Pero él no es un guía.
La observación de Sayed oscureció el rostro de Anka. Aunque era un hecho público, había pocos que pudieran decirlo en voz alta. En lugar de calmar al príncipe, Sayed decidió explicarle la realidad.
─ Niera es un monstruo que sólo se puede matar destruyendo con precisión su punto débil, su núcleo. Es el tipo de criatura que no morirá incluso si le cortas la cabeza o las extremidades, así que no importa lo pequeño que sea, se asustarán si no tienes experiencia, y a ningún Titer le gusta tener más gente a la que proteger.
─ Tanto mis caballeros como yo tenemos la fuerza suficiente para protegernos. Tus palabras no son diferentes de insultar al escudo real.
Lessas comenzó gradualmente a tragar la ira que había mostrado antes. En el fondo de su mente, Sayed recordó que faltaba mucho para que dejara de estar enfadado con él. No queriendo enfadarse más, Lessas dio por terminada la conversación.
─ El príncipe de Solias debe asistir a la ceremonia, y no tengo intención de romper con esa tradición. Ya sea que mi presencia le moleste o no, esa no es excusa. Por favor, retírese.
Lessas, con la determinación de no decir más, mantuvo la boca cerrada. Sayed, al verlo evitando el contacto visual, optó por retirarse por el momento.
─ Bien entonces, que descanse en paz.
Quizás porque pensaron que era una burla, los ojos de los caballeros se intensificaron. Sayed, observando a los caballeros que honraban al príncipe pero no disfrutaban del poder que ello conllevaba, vió una vez más al príncipe. Miró de reojo el perfil de Lessas, quien giró la cabeza hacia otro lado, para también luego, Sayed darle la espalda.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La noche era profunda. Los primeros copos de nieve comenzaron a caer, anunciando el comienzo del intenso invierno. La brillante luna llena iluminó la tierra, remplazando al sol que había desaparecido, y la luna del norte estaba más cerca de la Tierra que en otras estaciones. Tras mostrar su luz más brillante, la luna llena se desvanecerá en la oscuridad a partir de hoy, ocultándose durante el duro invierno como si estuviera enterrada en el suelo.
El norte, situado en el extremo del continente, experimentaba invierno durante la mitad del año, y las noches eran largas. Esto hacía que el territorio de Axid tuviera que luchar contra Nieras durante períodos excepcionalmente prolongados en comparación con otros territorios. Al ser la región con mayor presencia de Nieras, la seguridad del Norte estaba directamente relacionada con el destino del reino. Esa era la razón por la cual los Titers del Norte debían ser siempre fuertes.
A cambio de las responsabilidades asumidas, el centro ha dado un trato preferencial al norte. El Norte era el único lugar dentro de Solias a la que se concede el título de Gran Duque, y cuando se trataba de tomar decisiones que afectan a todos los Titers, la aprobación final del norte era necesaria. Lo mismo ocurre en el campo de batalla, donde los Titers del norte tienen prioridad cuando necesitan la ayuda de un guía.
Pero esto también es cosa del pasado.
Con la ejecución de la madre de Sayed, el Norte quedó despojado del poder real. Solo se mantuvo el título de Gran Duque que permaneció en la familia durante generaciones, pero la posición de la Casa Prosius cayó en picado. Fue la familia Sildras, en el sur, la más cercana al centro, la que asumió la autoridad del antiguo norte.
La familia real equilibró su relación con los Titers asegurado de no prestar a los guía todo el poder posible. De este modo, la familia real podía controlar a estos seres, que estaban más allá del común de los mortales, y debido a la pesadilla de los Titers, de perder su mente y ser ejecutados por no ser purificados, hacían más fácil manejarlos.
Sin embargo, la seguridad de los Titers está ligada a la supervivencia del reino, por lo que la realeza siempre ha mantenido un equilibrio adecuado. Esto ha sido posible porque todos los que han servido han hecho de la destrucción de los Nieras una prioridad.
Pero este rey era diferente. Desde el momento en que asumió el poder implementó políticas para restringir a los Titers, aumentando el poder de la Orden Real al máximo para asegurarse de no necesitar la ayuda de los Titers en la medida de lo posible. Cuando llegó el momento en que los Titer eran absolutamente necesarios, impidió que el norte se llevara el crédito, limitando la participación de Sayed. El rey no deseaba que la reputación de los Titers aumentara más dentro del reino.
Así que ahora, lo único en lo que Sayed tenía voz era en el ritual, que era celebrado sólo en el norte. La razón por la que el rey permitió que esto sucediera fue porque este ritual traía más daño que bien. Lo que ocurriera aquí recae completamente en la responsabilidad del norte, y no importaba cuán bien se llevará a cabo el ritual, no cambiaría nada.
─La ceremonia de este año parece ser la más sencilla que he visto, Gran Duque.
El duque Bredhite se acercó a Sayed, quienes se encontraban al frente de la procesión, mientras se dirigían al Bosque de la Noche, donde se llevaría a cabo el ritual nocturno. Aparentemente el duque había descansado bien desde el almuerzo, y parecía estar de mejor humor que cuando llegó. El duque de Bredhite que tenía más de cincuenta años pero tenía el aspecto de un joven treintañero, era una persona con la que Sayed se había resistido a tratar incluso en vida.
─No estoy seguro de si se debe al luto de Sildras, pero parece que hay mucha menos gente. ¿Dónde dejaste a tu sirviente habitual que siempre llevas contigo? Y no veo a los lugareños curiosos que solían formar multitudes al mirar.
A pesar de que Sayed no respondió, el Duque Bredhite continuó hablando. Era una figura intrigante y difícil de controlar de entre los cuatro Titers, destacado por su desfachatez. También era el más descarado de todos, y no se inmutaba ante la frialdad de Sayed.
─¿Es por la razón que mencionaste antes?
El duque de Bredhite, que había estado intercambiando preguntas consigo mismo en silencio hasta que dio con la respuesta correcta. Entonces la duquesa de Vetria, que había estado en silencio todo el tiempo, le interrumpió bruscamente.
─¿De verdad crees las tonterías del Archiduque, duque Bredhite? ¿Esa absurda charla sobre la aparición de un Niera de nivel medio?
Horas antes, Sayed había convocado a los duques Bredhite y Vetria para solicitar su colaboración. Desconcertados por su petición, ya que nunca antes había iniciado una conversación, ambos aceptan reunirse con él.
{ ─Mis sueños eran feroces esta mañana, así que he revisado el bosque. Mientras patrullaba el perímetro, descubrí algo semejante a un Niera de tamaño mediano. Sé que es poco probable, pero sugiero que dejen a sus sirvientes y caballeros de menor rango en el castillo, por si acaso. Además, asegúrense de contar con todas las personas más experimentadas en la ceremonia de oración. }
Era la mejor advertencia que Sayed podía dar. Era más convincente que las extravagantes afirmaciones de haber resucitado o de haber viajado en el tiempo. Bredhite parecía interesado en las palabras de Sayed, pero Vetria rechazó inmediatamente la sugerencia.
{ ─Nunca en la historia ha aparecido un Niera intermedio durante esta época. Cambiar la formación de tropas basándonos en la suposición sobre un sueño feroz es absurdo, y el propio Archiduque lo sabe. }
Vetria, como si ya no quisiera escuchar más, interrumpió a Sayed y lo miró con desconfianza mientras lo interrogaba.
{ ─Más difícil aún es creer que esas palabras salieran de boca del Archiduque y no de otra persona. Ni siquiera una rata creería que te preocupas por el bienestar de los demás. No se que tipo de truco tengas en mano, pero Vetria, al este de nosotros, no volverá a dejarse engañar por tus manipulaciones. }
El duque de Bredhite acabó cediendo a la insistencia de Vetria. Aunque seguía intrigado, Bredhite también parecía desconfiar de las palabras de Sayed.
{ ─Proteger la luz de Solias es nuestra máxima prioridad. Es natural que las personas más fuertes estén junto a Su Alteza, pero el propósito de la ceremonia es inculcar experiencia y vigilancia en los jóvenes caballeros, por lo que será difícil acceder a tu petición. }
Fue una respuesta que lógicamente carecía de argumentos a refutar. No fue una reacción inesperada. Era exactamente lo que Sayed habría hecho. En lugar de retenerlos y tratar de persuadirlos de nuevo, decidió seguir su plan original. Intentar manejar la situación con sus propias manos de la mejor manera posible.
Después de todo, al nunca crecer recibiendo ayuda de nadie, este método de actuar resultaba más cómodo y conveniente para él. Los demás siempre creaban variables y situaciones incontrolables que llevaban a errores.
─Somos Titers, después de todo. Si el sueño del Archiduque fue violento, tal vez sea una especie de profecía, ¿quién sabe?
─Entonces no sé por qué no escuchaste al Archiduque antes.
─Jajaja, es sólo una suposición, una suposición.
Mientras el duque de Bredhite seguía conversando, se acercaron a los límites del Bosque Nocturno. Una enorme extensión de coníferas que supera en altura a la mayoría de los pequeños castillos, se extendía por toda la región norte. Con la escasa cantidad de nieve que se derretía a lo largo del año y la oscuridad perpetua, se decía que en este lugar nació y se asentó el diablo desde tiempos inmemoriales.
Justo en el límite del bosque se alzaba un antiguo templo. Construido con mármol, era un lugar de ceremonias y, en el pasado, un lugar donde se sellaba a los demonios.
Sayed bajó de su caballo y se dirigió al centro de la procesión. Tan pronto como el príncipe heredero, que actuaba como pieza central de la ceremonia, vió venir a Sayed, lo saludó con una sonrisa mientras le tendia la mano. Bajo la luz de las antorchas, que brillaban como la luz del día, se teñía en el pelo de Aster un precioso dorado.
─Te estaba esperando.
El príncipe heredero, que rechazó las invitaciones de otros caballeros, insistió obstinadamente en tomar la de Sayed. Mirándolo vacilante, Sayed se retira lentamente los guantes de cuero negro. Aster siempre deseaba tener contacto directo con él.
Mientras extendía su pálida mano llena de cicatrices, Aster le regaló una sonrisa de satisfacción. Se quitó los guantes de cuero blanco y, naturalmente, tomó la mano de Sayed entre las suyas. Sin inmutarse por el suave tirón, Aster no tardó en bajarse del caballo y comenzó a caminar hacia el templo con pasos seguros.
─Hoy es un día precioso. Sin viento y muy poca nieve, parece que la ceremonia será tranquila.
Los elogios del príncipe heredero hicieron que uno de sus escribas inclinara la cabeza en señal de simpatía por sus palabras.
─Todo es gracias a Su Majestad. En los últimos años, no ha habido un solo día dirigido por Su Alteza en el que el clima haya sido malo.
─Habrá que esperar a ver. Hoy parece que hay una nube de lluvia mezclada, ¿no crees?
Aster se detuvo en seco y miró hacia atrás. Todos los que lo acompañaban, siguieron la acción del príncipe heredero, se detuvieron y observaron hacia donde él miraba. Al final de todas las miradas curiosas, el príncipe Lessas se erguía con dignidad. Con ojos brillantes y una sonrisa radiante, Aster le habló.
─No me había dado cuenta de que seguías aquí. ¿Hasta cuándo vas a seguir avergonzando a Su Majestad? Tu presencia aquí es una gran deshonra para Solias.
Las palabras de Aster fueron seguidas por las risas de sus caballeros. Los escribas y sirvientes que lo habían seguido para registrar la ceremonia también se rieron de manera sutil.
Incluso los pocos caballeros del príncipe Lessas tampoco mostraron ninguna reacción ante sus palabras. Ninguno se atrevió a contradecir al príncipe heredero, pues todos reconocían que las palabras de Aster eran ciertas.
Los duques observaron al príncipe heredero sin cambiar de expresión. Para los Titers, la realeza era valiosa debido al poder de sus guías, y la sangre real sin el poder de la purificación no era digna de lealtad y protección.
Lessas aceptó las miradas despectivas dirigidas hacia él sin inmutarse. En lugar de sentirse avergonzado o perturbado, respondió a Aster con rostro inexpresivo.
─Haré lo que pueda para no ser una carga.
─¿Tú?
Aster preguntó amablemente y luego rió a carcajadas.
─Sí, hazlo. Será mejor que te escondas como una rata. No queremos que sacrifiquen a personas debido a tu ignorancia y habladurías sin sentido.
Tessa:
Aster levantó la comisura de sus labios y se dió la vuelta como si su asunto hubiera terminado. El grupo que se había detenido tras él también comenzó a moverse juntos, dejando atrás solo a Lessas y sus caballeros. Observó fijamente la espalda de Aster mientras éste encabezaba la marcha. En ese momento, su mirada se encontró con la de Sayed.
Lessas apretó los labios y giró primero la cabeza. Sayed, que también había mordido ligeramente sus labios ante él, también se dió la vuelta, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. Cuando Sayed avanzaba hacia el interior del templo, escuchó la voz del príncipe Lessas disculpándose ante sus caballeros.
─ No soy lo suficientemente bueno y los avergoncé a todos. Lo siento.
En respuesta, Lord Anka se acercó a consolarlo, pero ninguno de ellos tuvo el coraje de refutar las palabras del príncipe heredero.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Caminar con el silencio que se hundía a sus espaldas resultaba extraño. Era incómodo, como si pisara espinas, y de algún modo, sentía una opresión en el pecho. Sayed apretó los labios porque no podía entender el por qué experimentaba esta desagradable sensación sin razón aparente. La escena que había presenciado dejó una inexplicable percepción de deuda sin motivo.
Honestamente, hoy Aster estaba de buen humor. Si su estado de ánimo hubiera sido peor de lo normal, Lessas podría haber escuchado palabras mucho más insultantes y humillantes. Incluso con su actual ánimo, Aster ha estado relativamente bien, pero en el futuro, solía hacer cosas que lo ponían en peligro.
Sin embargo, nadie condenó las acciones de Aster. La razón por la que la realeza puede ser realeza es porque tienen el poder del Guía, lo que les da el derecho de portar el apellido de Solias. A los ojos del mundo, Lessas no era un Solias ni debía ser llamado así. Ni siquiera el rey y la reina, de su misma sangre, lo reconocieron, por lo que nadie se atrevió a defender a Lessas.
Los pensamientos de Sayed no eran muy distintos de los suyos. Era una escena que había visto tantas veces que ya no había razón para encontrarla extraña, pero de alguna manera le resultaba incómoda. No era necesario despreciarlo abiertamente, ya todo el mundo sabía que el príncipe se culpaba a sí mismo más que nadie.
─Ed.
Sayed parpadeó ante el inesperado apodo. Los intensos ojos azules de Aster lo observaban fijamente. Los pilares del templo alineados con antorchas los rodeaban. El ritual estaba a punto de comenzar.
─Hoy estás raro, no te estás concentrando en mí.
Sus ojos entrecerrados parecían atravesar a Sayed. Por mucho que el Guía y el Titer se leyeran por longitud de onda, Aster siempre captaba con agudeza los cambios de Sayed.
─Cuéntame.
La voz de Aster era tranquilizadora, como si lo reconfortarse con solo oírla. Era el tipo de voz que le hacía sentir que podía confesar cualquier cosa.
─... Parece que estás prestando demasiada atención a alguien que no merece la pena mirar.
Fueron palabras que no se necesitaban expresar, pero el impulso pudo más que la razón. Sayed ni siquiera se dio cuenta de su propia acción.
─Así que, ¿desobedeciste mis órdenes y colocaste a ese bastardo en el castillo?
Aster se rió suavemente y giró la cabeza hacia el altar. En lugar del cadáver de un demonio, como se decía en las leyendas, había una cabra, previamente aturdida que yacía tumbada con las cuatro patas atadas.
─Es molesto que desagradables rumores circulen el día de la ceremonia.
No tenía sentido la suposición de que iba a ignorarlo porque no se había mencionado antes. Era absurdo que alguien tan obvio como Aster no se diera cuenta.
─Estás más hablador que de costumbre. Eso tampoco es propio de ti.
Mientras hablaba, Aster desenvainó su espada. La 'Santa Muerte', una espada que sólo podía blandir en ocasiones ceremoniales, un tesoro transmitido de generación en generación a los reyes de Solias. A lo largo de cientos de años, el cuerpo de la blanca espada que no se había oxidado era un símbolo de su rareza.
─Pero como fue obra de mi estrella, no haré más preguntas.
Aster se dió la vuelta. Sayed dió un paso detrás de él y se colocó frente a los Titers que ya estaban esperando. El resplandor carmesí de las llamas parpadeantes de las antorchas proyectaban largas sombras sobre la cabeza de Aster.
─Ruego fervientemente a las estrellas que protegen esta tierra que iluminen a estos afligidos de la oscuridad que los cubre a su alrededor. Como muestra de mi promesa y devoción, hoy cortaré la oscuridad de este lugar.
La hoja blanca translúcida se elevó y se clavó en el suelo. La afilada hoja atravesó el pecho de la cabra con un rápido movimiento, cortando su corazón. La sangre que se había esparcido en el altar de piedra comenzó a correr por los bordes y caer al suelo. El hedor de sangre no era de humano, pero al ver el rastro de color brillante le recordó a Sayed los cientos de cadáveres que cubrían los campos nevados. Las yemas de sus dedos temblaban levemente.
─Comenzaré la ceremonia de oración ahora. Por la seguridad y gloria de Solias, mis caballeros avanzarán para erradicar el antiguo mal.
Aster, investido con la autoridad del rey, declaró en su nombre.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Un espeso silencio se cernía en la oscuridad, sólo interrumpida por alguna tensa respiración. Después de pasar el templo, que marcaba el límite entre el bosque y la finca, entraron en el borde del Bosque Nocturno. Esta cubría la totalidad del vasto norte, y se creía que en su extremo y centro se encontraba el núcleo de la Niera. Sin embargo, nadie había llegado jamás al final del bosque, por lo que su verdadera naturaleza seguía siendo desconocida para todos. Por muy poderoso que fuera, un Titer no podía ejercer su poder infinitamente a menos que contara con un guía que lo respaldara.
Frente al grupo, los caballeros menos experimentados en realizar rituales estaban tensos y adoptaban una postura defensiva. Detrás de ellos estaban los arqueros de Prosius y, en la retaguardia, los caballeros que protegían a la realeza. Sayed y los otros dos duques se situaban en el centro, vigilando en todas direcciones.
Originalmente, se había dejado un espacio considerable en el fondo para que los residentes del territorio pudieran observar la ceremonia, pero hoy Sayed había decidido mantener a todos en la mansión. La sorprendente decisión del señor había causado un revuelo entre los habitantes. Tal vez se estén preparando para una desalentadora festividad de bienvenida, culpando a su notoriedad.
«¿Realmente aparecerá?»
Estaba preparado para ello, basándose en lo que creía era su pasado, pero el aura que percibió en la distancia era inusualmente débil. Como si no fuera el único en sentirlo, el duque de Bredhite dijo en voz baja.
─Parece que fue un capricho del Archiduque.
Como respuesta, Vetria resopló por lo bajo. Siguiendo su estado de ánimo, los árboles a su alrededor temblaron siniestramente. Los Titers del Oriente habían estado asociados durante mucho tiempo con la tierra, pero el Titer de esta generación, Vetria, tenía una conexión particularmente fuerte con el bosque.
Así, avanzaron en silencio hasta que estuvieron completamente dentro de los límites del bosque. Justo cuando los nerviosos jóvenes caballeros estaban por relajarse, se escuchó un grito sobresaltado.
─¡Es, es la sombra!
Todas las miradas se dirigieron hacia la dirección de la voz. Allí estaba, parecía ser una entidad oscura y unificada, pero al observar más de cerca, era una criatura del tamaño de un lobo que había tomado forma. Sus estrechos ojos brillaban en un intenso rojo en medio de la oscuridad.
─Debes ser uno de los más bajos entre los bajos, para ver tan fácilmente.
Comentó el duque de Bredhite sin rodeos. Su observación tenía sentido, ya que los Nieras de menor jerarquía tenían sus corazones en lugares más visibles. Cerca de los orbes rojizos que normalmente funcionaban como un par de ojos, se encuentran los núcleos de los Nieras, y a medida que su rango aumentaba, ocultaban sus núcleos en ubicaciones impredecibles.
─¡Todos mantengan la calma! ¡Acerquen las antorchas y apunten a sus ojos rojos!
Gritó la duquesa de Vetria. A pesar de que fueron sorprendidos por la desconocida criatura que nunca antes habían visto, los caballeros pronto formaron sus filas tal como habían sido entrenados. A medida que las antorchas se acercaban, la figura del Niera se volvía más evidente. El oscuro corpúsculo en forma de lobo se agachó y asumió una postura amenazante.
─Esto es lo que también encontrarán en sus tierras. Es mejor que se preparen pensando en proteger a sus familias.
Mientras Aster, que observaba tranquilamente la escena desde la retaguardia, los caballeros se lanzaron al ataque. El arquero de la retaguardia disparó primero, y el Niera, que había estado agachado, se levantó de un salto y se abalanzó. Detrás de lo que parecía ser una sola criatura, varios más saltaron uno tras otro.
─¡Apunten a la cabeza, rompan sus cabezas!
Saltando mucho más alto que un lobo normal, los Nieras consiguieron burlarlos, Pero a pesar de quedar momentáneamente desconcertados por la diferencia, se dividieron con habilidad en grupos y rodearon a las Nieras. Con un ruido sordo se escuchó el grito de la bestia, y su primera victoria estaba conseguida.
─Se adaptaron más rápido de lo que pensé. No creo que tengamos que intervenir.
Como mencionó la Duquesa de Vetria, en ocasiones, cuando se unían reclutas demasiado jóvenes, podían caer víctimas de los Nieras. Debido a que atacan a las personas para destrozar sus mentes y espíritu, las secuelas eran más graves que simplemente recibir heridas.
─¡Todo despejado!
─El reconocimiento por el momento parece no mostrarse más a la vista.
No pasó mucho tiempo antes de que seis Nieras desaparecieran en el aire. Una vez roto el núcleo del corazón, las Nieras se oxidaron en el aire como sombras dispersándose en la luz. Hubo un suspiro colectivo de alivio y risas al ver que la oscuridad parecía mucho más clara. Aster, quien había estado contemplando la escena con tranquilidad, elogió a las decenas de caballeros que se habían reunido frente a él.
─Gracias a sus esfuerzos, pasaremos otro año sin incidentes. Buen trabajo.
─¡Gracias, Su Majestad!
─Regresemos ahora. Este año terminó más rápido que el anterior.
El ritual, que a menudo duraba más de dos horas dependiendo del número y tamaño de las Nieras, como mencionó Aster, esta vez se completó rápidamente. Dado que el propósito no era la purga sino la ceremonia, el tiempo en el límite del bosque siempre fue bastante corto. Siguiendo la tradición, ahora podrían regresar, celebrar el festival y repartir los alimentos por toda el territorio durante tres días para prepararse para el invierno, e invitar a la gente a reunirse en la plaza del castillo.
«...¿Y si todo lo que vi fue una ilusión?¿Y si mis recuerdos en realidad son resultado de la locura?»
Sayed se sintió desconcertado por la atmósfera pacífica que parecía estar llegando a su fin. Aunque habían pasado cinco años, todavía lo recordaba vívidamente. En el momento en que parecía que el ritual estaba llegando a su fin con la derrota de los Nieras más pequeños, una gigantesca Niera se abalanzó sin hacer ruido.
Más grande que tres grandes carruajes juntos, la criatura con aspecto de araña atacó a los hombres con una velocidad aterradora a pesar de su aparente corpulencia. Como una sentencia de muerte silenciosa, un caballero murió instantáneamente debido al ataque del Niera. Gritos y caos se apoderaron de las filas, un pandemonium reinó cuando los que huían se mezclaron con los caballeros que intentaban proteger a sus príncipes. ¿Fue todo ese infierno que ocurrió tan vívido en su mente una mentira, una ilusión?
─Demasiado para la llamada Nieras. A este paso, tal vez los Titers no sean necesarios después de todo.
De repente, una voz que le resultaba familiar llegó a oídos de Sayed. Giró la cabeza rápidamente para ver a un joven caballero alardeando de su valentía, riendo en voz lo suficientemente baja para que sus compañeros lo escucharan. Justo cuando sentía una fuerte sensación de déjà vu, Sayed gritó.
─¡Mira detrás de ti!
Sus palabras resonaron en el aire al mismo tiempo que las largas y gruesas patas de araña golpearon al joven caballero directamente de la cabeza hasta el suelo.
¡CRACK!
─¡Aaaah!
El joven caballero ni siquiera tuvo tiempo de gritar antes de ser aplastado por completo. En su lugar, su compañero, que gritó en su lugar, cayó al suelo y rodó hacia atrás. Junto con él, una enorme masa que parecía capaz de devorar por completo la luz de las antorchas se hizo visible detrás de los caballeros.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Las docenas de patas del arácnido crujían mientras avanzaban, pero no había ningún resplandor rojo. Todos quedaron instantáneamente aterrorizados al ver la masa creada por la oscuridad.
─¡Un monstruo!
─¡Huyan!
─¡Su Alteza, protejan a su Alteza!
La escena se convirtió en un caos incontrolable en cuestión de segundos. Solo los caballeros más experimentados que habían enfrentado antes a un Niera nivel intermedio pudieron reprimir sus temores y correr en defensa del príncipe heredero. Sin embargo, la bestia era más rápida. Sus largas y altas piernas avanzaron sin piedad. En un instante, todos se dispersaron. Sayed se lanzó hacia atrás y gritó.
─¡Tomen a su Alteza y todos retírense!
Antes de que Sayed pudiera terminar de hablar, el Niera comenzó a moverse de manera aterradora. Tenía la intención de dirigirse al lugar más concurrido, es decir, al grupo donde estaba el príncipe. Sayed ajustó su respiración, golpeó el suelo y, a una velocidad sorprendentemente rápida, incomparable a la de una persona común, se acercó al Niera mientras lentamente acumulaba energía con las yemas de sus dedos. Las Nieras de este tamaño se vuelven especialmente locas cuando son atacadas, así que era más seguro matarla en un lugar donde no hubiera tanta gente en la medida de lo posible.
Pero no tenía otra opción.
Su cuerpo le indicó que estaba listo para usar su poder. Los ojos grises de Sayed brillaban con un resplandor rojo. La oscuridad a su llamado comenzó a agitarse. Debido a las antorchas que rodeaban la zona, la alargada sombra del Niera adquirió una forma extraña. Moviéndose al unísono con su amo, saltó del suelo justo cuando Sayed apretó el puño.
Cientos de afiladas cuchillas surgieron de la oscuridad sobre la tierra. Lo que parecía una lanza negra se levantó simultáneamente desde la zona ocupada por las sombras, clavándose directamente en el cuerpo del Niera.
¡KI-EEK!
Las lanzas atravesaron el torso de la araña desde abajo, deteniendo al Niera y retorciendo su cuerpo. Sus largas patas se agitaron y barrieron a su alrededor. Fue Vetria quien impidió el ataque repentino del Niera, que era demasiado grande y rápido para que un humano pudiera esquivar.
Las enredaderas de Vetria envolvieron las patas del Niera que se abalanzaron sobre los caballeros, atrapándola en el aire. Las raíces que se extendían desde la tierra se enroscaron alrededor del torso del Niera. Al ver que habían detenido temporalmente al Niera, Sayed escaneó su entorno. Hizo contacto visual con uno de los caballeros que había caído mientras esquivaba.
─¿Viste la dirección que tomó Su Alteza?
El joven de rostro pálido y atemorizado, que apenas parecía haber alcanzado la mayoría de edad, era uno de los que habían derrotado antes a las Nieras pequeñas y, al ver las pupilas rojas de Sayed, retrocedió temblando.
─Ah, un demonio... ¡Un demonio!
El caballero se levantó apoyando la palma de la mano en el suelo y desenvainó su espada. Como su cambio de pupila era una respuesta común después de usar su habilidad, Sayed se dió la vuelta en lugar de lidiar con él. En ese momento, el caballero se abalanzó hacia su espalda con un grito.
─¡Sé cómo enviar a un bastardo como tú a Su Alteza!
La sombra de Sayed atacó al caballero en su lugar. Sayed rápidamente comprendió la situación mientras reprimía al hombre que gruñía. El caos reinaba por todas partes. Los muertos yacían esparcidos, y solo los caballeros experimentados recogían a los caídos o heridos, llevándolos hacia el templo.
El alcance del terror era amplio.
Los Nieras que están por encima del nivel intermedio y superior propagan el miedo según su habilidad. Como si su mera presencia no fuera lo bastante espeluznante, también afectaban las mentes y los corazones débiles de las personas, induciendo un miedo antinatural. El joven caballero de hace un momento no tenía la experiencia necesaria para superarlo.
El poder de Sayed para atraer la oscuridad a sus pies le permitía aprovechar todas las sombras que existían en la tierra. La oscuridad que se propagaba junto con sus ojos rojos hacía que pareciera un demonio con solo estar de pie allí.
─Archiduque, la situación no es favorable. No sé lo que significa, pero tenías razón.
Fue entonces cuando apareció el duque Bredhite con una expresión seria.
─Están acercándose más Nieras a la frontera. Son pequeñas pero numerosas. Estoy en camino después de haber matado a cinco de ellas.
El Duque señaló la frontera. Era como lo recordaba. Había tantos pequeños que seguían a los grandes fue considerable, y el poder se dispersó. Era algo sin precedentes que aquellos que estaban en una profunda hibernación se despertaran tan temprano. Todo el caos causado por la invasión de los Niera fue la misma que antes.
─¿Han encontrado a Su Alteza?
─La duquesa Vetria ya lo ha escoltado hasta el templo. Planeo detenerlos desde allí.
─¿El príncipe Lessas también está allí?
Una expresión de confusión apareció en el rostro del duque ante la mención de Lessas. Sacudió la cabeza con aire de disculpa.
─No tuve tiempo de verificar la seguridad del príncipe. Teníamos que buscar a Su Alteza primero.
Era cierto que el deber del Titer era proteger a Aster, el primero en la línea de sucesión al trono y su guía. Pero le molestaba que nadie le hubiera prestado atención hasta que él preguntó. Sayed miró hacia el bosque y le dijo a Bredhite.
─Buscaré al príncipe.
─¿Tú?
Como si hubiera escuchado sonidos extraños, Bredhite preguntó. Terminada su tarea, sin contestar, Sayed se dió a vuelta y se dirigió hacia el bosque. Detrás de él, Bredhit gritó.
─¡Al menos responde!
Las palabras del Duque subyugaron momentáneamente al Niera, que respondió con un grito. Un Niera de nivel medio podía ser fácilmente manejado por un solo Titer, así que el Duque se podía encargar del resto por su cuenta.
Sayed concentró su mente y exploró la oscuridad. Mientras enviaba su conciencia más allá de la susurrante oscuridad, pudo percibir el aura del Príncipe Lessas. No se había alejado mucho de los límites. Simplemente parecía perdido. Una vez que tuvo una buena idea de su ubicación, Sayed llamó a dos caballeros que estaban a punto de irse.
─Oigan, síganme.
─Yo, ¿nos está hablando a nosotros?
─Ahora mismo.
Aunque los caballeros parecían asustados cuando vieron a Sayed, no dudaron como lo hizo el joven anterior. Vacilantes, pero sin querer quebrantar las órdenes del Titer, se obligaron a seguirlo. Aunque naturalmente a Sayed le resultaba más fácil moverse solo, la razón por la que no tuvo más remedio que llevar a los caballeros fue porque estaba seguro de que habría muchos heridos en el grupo del príncipe.
Cuando entraron en el bosque, el aire cambió. Cada inhalación parecía perforar con cristales de hielo sus pulmones. A medida que avanzaban hacia el interior, ya cubierto de nieve, uno de los caballeros preguntó.
─Yo, um, ¿A dónde nos lleva?
Sayed permaneció en silencio. Siempre había sido una persona callada por naturaleza, y no le gustaba las explicaciones elaboradas o ánimos innecesarios. Y aunque también tenía una personalidad tranquila, en algún momento se dió cuenta de que sus palabras iban a carecer de cualquier significado.
─Estos no son suficientes hombres para entrar al bosque. Hay caballeros mucho más fuertes detrás de nosotros...
─Shh.
Después de interrumpir al caballero que parecía genuinamente preocupado, Sayed levantó las manos. Podía sentir su respiración temblorosa por el miedo mientras miraba fijamente a la oscuridad. De repente, el silencio repentino se rompió por un grito distante.
─¡Señor Anka!
Los caballeros también giraron sus cabezas al escuchar el sonido. Sayed empezó a correr hacia adelante.
─No lo pierdan de vista y síganme. Habrá heridos, y deberán atenderlos.
Cada vez que tocaba el suelo, los árboles pasaban rápidamente, y Sayed rompía las ramas con su cuerpo mientras abría paso por la oscuridad como si fuera un laberinto. Dejó rastros visibles para que los caballeros que lo seguían no lo perdieran de vista, hasta que llegó al origen del sonido. Al entrar al pequeño claro, vieron a caballeros enfrentándose a cuatro Nieras con aspecto de osos.
─¡Bain, mira a un lado!
Al mismo tiempo que Lessas gritaba, el Niera arrojó su pesado cuerpo hacia el caballero. Al oír la advertencia de Lessas, el caballero esquivó rápidamente al Niera. Recogiendo a los heridos y caídos detrás de él, Lessas se enfrentó a otro oso con su espada en mano. Sólo quedaban dos hombres con vida, incluido el príncipe. Sayed examinó el terreno. El bosque en sí estaba tan oscuro que era difícil crear sombras detalladas, por lo que era mejor pedir prestada energía y usar su cuerpo.
─Su Alteza, por favor, aléjese y huya. No tenemos ninguna posibilidad.
Anka se apoyó contra una piedra agarrando su hombro por donde fluía sangre, pues había sido gravemente herido por las garras de un Niera. Sus palabras perturbaron a Lessas por un momento. Cuando se detuvo perturbado, las otras dos Nieras que habían estado merodeando a su alrededor, se abalanzaron sobre los heridos.
─¡No, Anka!
La voz del príncipe se volvió desesperada. Lessas le dio la espalda al Niera que había estado enfrentando, y corrió hacia Anka. Sayed, que había estado tratando de matarlos con su espada tanto como pudo, cambió su estrategia. Aunque sabía que tendría efectos secundarios graves, la única forma de salvar a Anka era invocando a las sombras.
Sus ojos brillaron con un rojo oscuro. La oscuridad que cubría el bosque se movió a voluntad de Sayed. Largas lanzas surgieron del suelo, y como un rayo atravesó al monstruo que estaba a punto de atacar al grupo del príncipe.
¡GUAAAHH! ¡GUAAAAHHH!
Sayed se abalanzó sobre la inmovilizada criatura de un solo salto. Golpeó el suelo y blandió su espada, apuntando con precisión al centro de su frente. La afilada punta de la espada se hundió haciendo un sonido sordo al clavarse en el núcleo de su frente. Al mismo tiempo, un Niera, que tenía un brillo de ojos rojos similar al de Sayed, se convirtió al instante en cenizas negras, dispersándose en el aire.
Después de eso, todo fue más sencillo. Sayed blandió su espada como un soplo y rompió los núcleos restantes de las criaturas. Mientras bajaba la hoja sin sangre, la luz de la luna cayó tenuemente sobre el claro.
—Hmm...
Sayed respiró hondo y giró la cabeza para seguir la descarada mirada que se dirigía hacia él, sólo para encontrarse con Lessas de pie, observándolo.
La situación de urgencia quedó claramente reflejada en su desastrosa apariencia. Su ropa estaba empapada por la sangre de los heridos, no de las criaturas, y su sedoso cabello estaba pegado a su frente por el sudor. Había rastros de lágrimas en su rostro pálido. Pero a pesar de todo, sostenía su espada con firmeza, bloqueando el camino de Anka y los caballeros, como si quisiera proteger a sus seres queridos. La desesperación estaba marcada como una cicatriz en su rostro.
Sayed observó a los hombres que estaban detrás de Lessas. Aunque sus armaduras estaban destrozadas y sus cuerpos con heridas desgarradas, parecía que nadie había sucumbido completamente a la influencia de los Nieras. Mientras miraba a los sobrevivientes en silencio, sus ojos se encontraron con uno de los caballeros de Lessas. El joven de pelo escarlata y pecas en su rostro se estremeció y susurró.
─El demonio de Solias...
Aunque fue un suave susurro, en el silencio que los rodeaba resonó claramente. Al escuchar esas palabras, los caballeros que habían estado en silencio se asustaron y desviaron la mirada. El aire denso que se había extendido rápidamente creó una atmósfera incómoda. Una mezcla de alivio y terror apareció en los rostros de los sobrevivientes.
«Demonio de Solias»
La infame reputación que había adquirido desde que se convirtió en el jefe de la Casa se debía en parte a la naturaleza de Sayed, pero también a la similitud de su poder con el de los Nieras. Sabía muy bien que un ángel que brillaba con ojos rojos en la oscuridad no podía parecer un salvador.
Lo había escuchado y vivido muchas veces. Sayed apartó su mirada de ellos, poco impresionado. Luego miró directamente a Lessas y dijo.
─Exponer tu espalda durante una batalla equivale a un acto suicida.
Unos duros ojos rojos miraron fijamente a Lessas. Sayed continuó.
─Y también lo es luchar en nombre de los caballeros que se supone deben proteger a Su Alteza. No sé si las vidas salvadas así realmente valen la pena. Pero es preferible servir como escudo de carne y mantener a mi Señor intacto.
Sayed dió un consejo sincero. Los caballeros de Lessas estaban ahí para protegerlo. No había nada más ridículo que ponerse en peligro para proteger a quienes estaban destinados a cuidarlo. Sayed no quería que Lessas hiciera ninguna tontería. El era una pieza esencial en la lucha contra los Nieras y la muerte de un purificador tan poderoso sería una pérdida irreparable.
Las palabras de Sayed parecían clavarse en los huesos de los caballeros, y el remordimiento bañó los rostros de los caballeros caídos. Luego, se obligaron a ponerse de pie y se arrodillaron ante Lessas. Entre ellos estaba Lord Anka.
─Lo siento, Su Alteza. El Gran Duque tiene razón.
─Por favor, castíguenos por no cumplir con nuestro deber.
Mientras hablaban al unísono, las manos de Lessas temblaron violentamente. La frente de Lessas se endureció al ver cómo se desarrollaba la escena. Un escalofrío se apoderó de su suave rostro como una tormenta de nieve primaveral.
─En la vida, no hay un destino preescrito. — La voz de Lessas era tranquila pero fría. ─Así que aceptaré el consejo del Archiduque y me aseguraré de recompensarte por salvarme la vida.
Su voz, ardiente como una llama azul, expresaba firmemente la ira de Lessas.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed reemplazó sus dudas con silencio. No había error en lo que dijo. Más bien, lo extraño era el propio Lessas.
Decir que no hay destinos predeterminados en la vida no era correcto. Así como los malvados merecen morir y los buenos deben vivir, así como la vida de un niño es más preciosa que la de aquellos que han vivido por más tiempo, así también era justo perdonar a aquellos que serían de mayor ayuda para los demás si vivieran. Eso es lo que aprendió Sayed. Las vidas del Titer y el Guía estaban directamente relacionadas con la seguridad de la nación, por lo que era más importante salvar al Príncipe que es el guía, que a los caballeros que se convertirían en presa del Niera incluso si vivían.
Sayed realmente no podía entender al príncipe. Mientras trataba de persuadir a Lessas de no ponerse en peligro nuevamente, notó que su respiración era irregular. Intentó disimularlo lo mejor que pudo, pero su pecho subía y bajaba con inquietud. Al examinar a Lessas con cuidado, se dió cuenta de que la sangre fluía por el dorso de su puño cerrado.
«Estás herido.»
Actuó tan indiferente que no se había dado cuenta de inmediato. No era su pasatiempo discutir con los heridos, así que sería mejor llevarlos al castillo por ahora. Los caballeros del príncipe también podrían correr más peligro si se demoraban.
─No le salvé la vida, su Alteza, solo maté al Niera.
Sayed respondió. Ya no había nada que Lessas pudiera hacer por él. Había venido aquí con la esperanza de calmar un poco la hostilidad de Lessas, pero al final no había tenido éxito, pues seguía enfadado más allá de toda medida. Era mejor no acumular más deudas y empeorar la situación con Lessas.
Sin embargo, la expresión de Lessas se volvió aún más sombría cuando Seiya terminó de hablar. Sus ojos violetas se sacudieron violentamente y apartó la mirada de Sayed. Luego, habló a sus caballeros con amabilidad como si la voz fría de hace un momento fuera una mentira.
─Dejen que los más capaces como puedan ayuden a los demás. Yo ayudaré a Lord Anka.
Era una amabilidad inmerecida para aquellos que no habían cumplido con su deber. Sin embargo, en sus recuerdos Lessas siempre fue así. Incluso después de ganar el poder, siempre se preocupó demasiado por su gente y se afligió por la muerte de alguien. Lessas era alguien que Sayed no podía entender.
Sayed se dio la vuelta y se adentró en el bosque. Mientras volvía por el camino en el que había venido, despejando las ramas para que Lessas y los demás pudieran salir con facilidad, se encontró con los dos caballeros que lo habían estado siguiendo. Estaban jadeando y corriendo, pero tan pronto como vieron a Sayed, se detuvieron de golpe.
─¡Lo siento, Archiduque! Le hemos seguido tan de cerca como pudimos, pero no fuimos lo suficientemente buenos...
Sayed interrumpió sus palabras y señaló detrás de él.
─Hay heridos, vayan y ayuden. El príncipe Lessas también está allí, así que asegúrense de priorizar la seguridad de Su Alteza.
─Ah, entendido.
Los caballeros siguieron apresuradamente las órdenes de Sayed y corrieron hacia la retaguardia. Una vez que confirmó desde la oscuridad que se habían unido al grupo de Lessas, Sayed se dió la vuelta y comenzó a abrir camino nuevamente.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
El salón de banquetes que se había preparado para la ceremonia de consagración se convirtió rápidamente en un campamento para los heridos. La atmósfera en el castillo se endureció de inmediato por la gravedad de la situación que nadie se había atrevido a anticipar. Hubo muchas muertes y un gran número de heridos. Los que habían ido a participar en la ceremonia regresaron como portadores de malas noticias, provocando escalofríos entre los espectadores.
También había mucho trabajo para Sayed. Tenía que enviar mensajes a cada una de las Casas de Titer, incluido el castillo real, para evaluar el alcance de los daños y planear cómo remediar la situación. Sólo después de reorganizar al personal para cuidar a los heridos, distribuir las medicinas y provisiones del castillo, Sayed pudo tomar un respiro.
El mundo a través de la ventana estaba completamente oscuro. Era tan oscuro como si alguien hubiera pintado la ventana con tinta negra, así que la abrió. El viento frío de la noche sopló sobre su piel, enfriándose instantáneamente. En el momento en que respiró el viento que soplaba hacía el, Sayed sintió un dolor punzante que parecía apuñalarlo la cabeza. Al mismo tiempo, sus sentidos se agudizaron de repente.
El viento rugía en sus oídos y le escocían los ojos. Su corazón latía frenéticamente, golpeando dolorosamente su pecho. En medio de una sensación incontrolable de ansiedad, comenzó a escuchar susurros en sus oídos.
{ ─Ed, véngame. Mata a todos los que me hicieron esto. Mata, mátalos. ¡Mátalos a todos! }
El dolor recorrió el cuerpo de Sayed como si una afilada cuchilla lo estuviera apuñalando desde el interior. Se levantó de un tirón ante la constante alucinación auditiva.
«¿Estos son los efectos secundarios por solo usar un poco del poder»
Los sonidos que escuchaba en el aire y el dolor que se propagaba por todo su cuerpo eran los efectos secundarios de su habilidad. Estos síntomas varían según la cantidad de poder que utilizaba. Matar un par de Nieras de nivel intermedio no desencadenaría estas alucinaciones. Como máximo, sufrirá de insomnio interminable y neuralgia crónica, pero las alucinaciones auditivas eran algo que solo sucedía cuando abusaba mucho de él.
«¿Por qué? ¿Por qué razón?»
La ansiedad invadió a Sayed. Los flashes del frenesí se superpusieron en su mente. Los delirios lo consumieron y las voces en su cabeza barrieron sus recuerdos tan vividos en su memoria. Todas las criaturas que había matado pensando que eran Nieras, eran personas indefensas. Podía sentir tan viva la sangre fresca que fluía abundantemente de su espada. Si hubiera matado a Nieras, sus manos deberían haber estado limpias, pero estaban empapadas en la sangre de personas.
Un abrumador sentimiento de culpa lo llenó de terror. Se apartó de la ventana, corrió hacia la puerta de su habitación y salió tambaleándose por el pasillo, de espaldas a la puerta, que se cerró de golpe con el viento. Las llamas de las antorchas parpadeaban en el pasillo arrojando sombras inquietantes mientras avanzaba.
Sin rumbo fijo, Sayed recorrió frenéticamente pasillos y escaleras hasta llegar a la habitación de Aster. Tal como su cuerpo recordaba y su mente exigía, Sayed llegó al único que podría ayudarlo en su estado actual. Sin embargo, los guardias reales que custodiaban la puerta le impidieron la entrada de manera repentina.
─Archiduque, por favor, regrese después del amanecer. Su Majestad ya está en reposo.
Tan pronto como abrió la boca, un dolor de cabeza lo golpeó. Las voces en su cabeza se intensificaron y susurraron en sus oídos.
{ ─Mátalos a todos, cariño. Todos nos odian. }
La sombra de Sayed se agitó con inquietud. Apretó los puños y clavó sus uñas hundiéndose en su propia carne, causándole un agudo dolor en la palma de su mano.
─Necesito ver a Su Alteza. ─ Apenas logró abrir la boca. Los caballeros intercambiaron miradas incómodas al escuchar su voz ronca y rota. Sacudieron la cabeza con una expresión apenada.
─Lo siento. Vuelva cuando amanezca.
─Yo... ─ Los ojos rojos de Sayed brillaron con furia. Su voz sonó grave y amenazante. ─No me hagas hablar más.
Los caballeros reaccionaron con inquietud ante la horrible tensión en el aire. Con los nervios a flor de piel, intentaron ocultar su miedo y agarraron las empuñaduras de sus espadas. La intensidad en el aire era palpable mientras las energías chocaban entre sí. Sayed apretó su puño con más fuerza y trató de recuperar el aliento. Se estaba sintiendo asfixiado, como si alguien estuviera vertiendo arena en su garganta. Temía hacer daño a personas inocentes y estaba a punto de darse la vuelta cuando la puerta se abrió de golpe.
─Entra, Ed.
Era una voz dulce que derretía los oídos. Como nieve derritiéndose a la luz del sol, Sayed corrió y se derrumbó hacia él, abrazando con tanta fuerza al único ser que podía aliviar su sufrimiento. Poniendo en pie al corpulento hombre sin esfuerzo, Aster sonrió a los caballeros que lo miraban con ojos perplejos.
─Pueden retirarse. Parece que el Archiduque no se encuentra bien, así que por favor no lo molesten.
─Entendido.
Comprendiendo que era una referencia a los efectos secundarios, los dos caballeros hicieron una reverencia y cerraron la puerta. El sonido de su conversación se alejó y pareció distante. Sayed inhaló profundamente el relajante aroma de Aster que sintió tan pronto como lo abrazó. Con el corazón latiendo con fuerza su agitado pecho, se aferró a la espalda de Aster con urgencia.
─Aster, vamos, dame... descanso...
El miedo a que pudiera matar a alguien si se quedaba en ese estado un poco más le desesperaba. Aster abrazó tranquilamente a Sayed, quien le arañaba la espalda con fuerza brusca.
─Shh, Ed. No te preocupes.
No hubo tiempo de responder. Mientras se retorcía, Aster empezó a acariciarlo con calma. Cada vez que su palma barría su espalda, una suave corriente fluía a través de su cuerpo. La purificación de Aster siempre fue extasiantemente cálida. Tan brillante como la luz del sol descongelando el suelo helado tras un largo invierno, aterradoramente atrayente para alguien tan solo y frío como Sayed.
─¿No pusiste suficiente leña en la chimenea? Tienes las mejillas frías.
La mano que acariciaba su espalda se movió a su rostro. El cuerpo tenso de Sayed, que había estado en alerta máxima, se relajó de repente. Aster, que había domado a bestias salvajes más feroces que nadie con un solo toque, condujo a Sayed hasta la cama. Siguiéndole lentamente, se arrodilló en el suelo como siempre hacía, Un escalofrío entumecedor surgió del frío suelo de piedra. Cuando estaba afectado por los efectos secundarios, su cuerpo se volvía más sensible al frío que cualquier otra persona. Aster lo miró con dulzura mientras temblaba.
─Parece que has usado bastante energía para algo importante.
El cabello grisáceo que había sido peinado hacia atrás cayó sobre la frente de Sayed. Las ondas de energía de Aster se filtraron a través de su pelo revuelto junto con la mano que apartaba el cabello despeinado a un lado. Las alucinaciones y voces en su cabeza habían cesado por completo, pero las sensaciones confusas que recorrían su cuerpo seguían presentes. El sonido era ensordecedor, su cuerpo adolorido temblaba como si estuviera a punto de morir, y sentía que su cabeza iba a estallar. Necesitaba más purificación. Mientras levantó la vista con los ojos muy abiertos y aturdidos, Aster sonrió como si encontrara adorable su aspecto.
Aster, que silenciosamente estaba acariciando el cabello de Sayed, se inclinó hacia adelante. La profundidad de la purificación variaba dependiendo de la gravedad de la condición del Titer, y aunque generalmente la purificación implicaba un contacto ligero, cuando Sayed estaba sufriendo intensamente, Aster solía besar su frente para calmarlo. A veces, en situaciones más graves, sus acciones iban más allá, pero esta vez no fue así.
Los labios de Aster se acercaron tanto que casi tocan su frente. Levantó la vista y, mirando con sus ojos dorados, Aster sonrió con satisfacción. Parecía como si quisiera ofrecerle un momento de alivio pero nunca lo tocó. En lugar de eso, se detuvo justo al lado, abriendo ligeramente sus labios.
─¿Por qué fuiste a rescatar a Lessas?
Tessa:
Chapter Text
Un suave susurro le tocó fríamente la frente. Sayed, que simplemente se aferraba a la estabilidad de su guía como una polilla a la llama, parpadeó lentamente.
─No entiendo las acciones que hizo hoy mi estrella. ¿Olvidaste que ese bastardo tiene la sangre sucia de los Sildras? ¿No fueron ellos quienes llevaron a la Gran Duquesa de Axid y provocó la deshonra del Norte? ─ Aster inclinó la cabeza como si realmente no lo supiera. Bajó la mano que había estado tocando su cabello.
─Ese es Lessas, un desgraciado que no necesita ser asesinado, pero tampoco necesita ser salvado. Tú sabes mejor que nadie que él es el hijo de la repugnante Reina Leana, quien no merece el apellido de Solias.
Sus ojos cambiaron mientras acariciaba la mejilla de Sayed con el dorso de su mano. La sonrisa en su rostro que miraba hacia abajo cariñosamente se borró.
─Así que cuéntame. ─ La blanca mano se extendió y agarró su barbilla. Sayed bajó los ojos y miró fijamente las venas azules que sobresalían del dorso de la blanca mano. Aunque tenía la fuerza para sacudir la cabeza ligeramente y liberarse, decidió no hacerlo. Era una especie de propuesta. Sayed no podía desobedecer a Aster, y esta proposición, forjada a lo largo de muchos años, le permitía hacer esto.
─La razón por la que hoy estuviste al lado de ese bastardo y no del mío.
Su mente, que había estado nublada por el dolor, finalmente se aclaró con aquellas palabras. Había olvidado por un momento cuán posesivo podía ser Aster. Sería difícil permitir que alguien que había sido su perro leal durante tantos años salvara la sangre de nada menos que la reina Leana.
A pesar de saberlo, la fuerte reacción que le llegó inesperadamente lo dejó atónito. La experiencia de su frenesí anterior le había hecho perder la calma por un momento.
No podía darle la espalda a Aster ahora mismo. Necesitaba a Aster hasta que Lessas despertara completamente. Además, aunque Lessas era un guía excepcionalmente poderoso, aún no estaba claro cuán compatible sería su energía con la de Sayed. Hasta que lo averigüe, era más prudente actuar de manera que no ofendiera demasiado a Aster.
Sayed se reprendió a sí mismo mentalmente y abrió la boca para escapar de la situación.
─...Ya que se trata de una ceremonia dirigida por Su Majestad, no quería que hiciera ruido innecesario.
Obligándose a ignorar la sensación de prisa, de alguna manera trató de recordar palabras que podría haber dicho en el pasado
─Hasta el príncipe más incompetente tiene la capacidad de hablar.
─Tal vez. Pero es un sonido que eventualmente desaparecerá. Era mejor que esta vez hubiera muerto. Es más beneficioso para el reino que desaparezca hasta la última gota de la sangre de Leana.
Los dedos que sostenían su barbilla fueron apretando con más fuerza. Mantuvo la boca cerrada, fingiendo que no sabía nada. Un pesado silencio los agobió. Aster sonrió suavemente antes de soltar su agarre.
─Sea cual sea la razón, esto es demasiado para ti. Vete. La purificación ha terminado.
«Maldita sea.»
Sabía que no lo dejaría ir fácilmente, pero no pensó que sería así, ahora que el frío había comenzado. Sayed respiró hondo y frunció las cejas oscuras. Una línea de dolor arrugó su tersa frente.
─...Majestad. ─ Se filtró una voz gruñona. Las olas que se habían calmado por un momento debido a Aster, se agitaron y llenaron toda la habitación. Aster no se inmutó al ver a Sayed, que al instante se había vuelto más feroz que una bestia de presa. Simplemente sonrió dulcemente.
La energía del Titer no funciona tan bien como lo hace para un Guía. Pueden utilizar sus poderes para presionar a sus guías, pero la misma reacción se aplica a un Titer que daña a un guía. Esta era la razón por la cual la realeza puede controlarlos. Los Titers necesitan a sus Guías, pero los Guías no los necesitan a ellos. Solo los querían como una herramienta para proteger al reino.
─No ahora... No es un buen momento. El castigo puede esperar.
Aster solía castigar a Sayed de esta manera. Cuando hacía algo que no le gustaba, lo amenazaba con el calor de su espada. Dado que la longitud de onda de Sayed no coincidían en absoluto con las de la realeza aparte de Aster, él fue el único que podía liberarlo de este dolor.
Había pasado tanto tiempo sin actuar de esta manera que lo había olvidado. Fue algo que experimentó a menudo cuando era más joven, recién llegado bajo el cuidado de Aster, pero desde que se había vuelto completamente dependiente de él, Aster nunca lo había tratado como ahora.
─Sé que esto no es demasiado para ti como para no poder soportarlo. Ya has tomado el tratamiento necesario, así que retírate. Piensa en mí toda la noche, en tus acciones y arrepiéntete de tus pecados.
Sayed contuvo su respiración agitada. Si Aster tomaba esta decisión, no había forma de convencerlo. Sabía lo que le esperaba a través de sus experiencias, incluso aquellas que abarcaban un futuro inexistente.
─Cuando sientas que has reflexionado lo suficiente sobre tus acciones, entonces te traeré la paz.
Aster apoyó la barbilla con una sonrisa perezosa mientras Sayed lo observaba en silencio. Luego se levantó y se inclinó, salió de la habitación de Aster reprimiendo la sensación de desgarro y arañazos que sentía en su interior. La sangre goteaba lentamente de su puño cerrado, dibujando un rastro en el pasillo mientras caminaba.
Como Aster había deseado, a Sayed no se le permitió recibir el descanso que necesitaba. Los sonidos del castillo se mezclaban con los suyos, taladrando una y otra vez, perturbándolo constantemente, y el dolor agudo que sentía en sus venas era como si le rasparan las venas con agujas afiladas. Incluso el dolor de cabeza, que había sido un alivio en comparación, era solo un añadido a su tormento.
Pero era soportable.
Se sentó frente al retrato de su madre. Su rostro pálido y frío no mostraba rastro alguno de dolor. Solo sus oscuras cejas, de vez en cuando levemente fruncidas, indicaban que se sentía un poco incómodo.
El 'precio' que pagaba el Titer dependía de cuánto poder tuviera. Todos los que usaban su habilidad sufrían de dolores de cabeza crónicos como un efecto secundario básico, pero aun así éstos se presentaban en grados y frecuencias variables. Y el Señor del Norte siempre había sufrido en silencio, ya que nadie más podía siquiera imaginar el dolor que soportaba.
Tal era el caso de la madre de Sayed, la antigua Gran Duquesa de Axid. Si bien solía ser una mujer jovial y tranquila, los inviernos severos siempre la atormentaban con pesadillas. Como señora de la poderosa Casa Prosius, se suponía que Serena era dura como el acero, y nunca mostró ese lado a nadie más que Sayed. Siempre se lo ocultó a su padre, que carecía de poderes, y a su joven hermana, que estaba distante de ser la cabeza de familia.
«¡Aaah!»
Con un solo gesto de su madre, innumerables muebles quedaron destrozados. Acurrucado en la cama de su madre, el joven Sayed observaba cómo su mundo se colapsaba y regeneraba miles de veces. Cuando finalmente su madre comenzó a lastimarse a sí misma para soportar el dolor, Sayed tuvo que intervenir.
Una vez preguntó el por qué simplemente no se unía a Su Majestad. El Guía de su madre era el emperador, y la familia real central permaneció junto a su Titer mientras comenzaba la caza. El emperador siempre pasaba los inviernos allí cada vez que llegaba el frío extremo.
─Ed, no quiero ser tocada por nadie más que no sea tu padre. Ten cuidado con el éxtasis que te dan. Recuerda quién es la persona a la que amas y no te dejes engañar.
La antigua Gran Duquesa amaba profundamente a su único aliado. Con su larga melena plateada y su apariencia fría, la Archiduquesa tenía una cálida sonrisa que nadie podía imaginar cuando miraba a su amado esposo.
Su padre, que nació en el sur y ejercía de consejero en la capital, era una persona amable y cariñosa por naturaleza. Su madre se enamoró primero de él, a quien veía a menudo en sus visitas al palacio, y tras un largo noviazgo, lo trajo al norte.
El castillo siempre estaba cálido para su padre, que no podía soportar el frío debido a su frágil salud, y cuando tenía que salir, su madre bloqueaba el viento frío que soplaba hacia él. La pareja tuvo un buen matrimonio. Por eso, cuanto más felices eran, más sufrían.
Para su madre, el acto de entrar en contacto con el Guía para la purificación se convirtió en una especie de infierno en algún momento. Dado que la Duquesa no deseaba a nadie más que a su amado, la relación entre el Guía y el Titer, que debían ser de confianza mutua, comenzó a enfriarse hasta el punto de la incomodidad para el rey.
¿Podría ser esta la razón por la que los episodios de furia extrema, que rara vez ocurrían en otros lugares, parecían concentrarse solo en su casa?
Cambiando una vaga sospecha en certeza, Sayed contempló el retrato una vez más. La mujer de cabello plateado que sonreía con confianza se parecía más a la hermana de Sayed que a él mismo. Siempre se sentía culpable cuando miraba aquel rostro, sentía lástima de sí mismo por no haber sido capaz de limpiar el nombre de su madre y su relación con la familia Sildras.
Pero ahora, después de enfrentar la muerte una vez y experimentar un extraño renacimiento, su mente estaba llena de confusiones. ¿Era verdad lo que su madre le había dicho?
Dado que nadie creía en su madre, Sayed deseaba creer en ella. A pesar de que podría haber escapado, Serena, que había renunciado a huir, lo miró con ojos llenos de rencor.
{ ─ Los Sildras me tendieron una trampa, Ed. Debes proteger a tu familia a toda costa. A tu padre, a tu hermana. Protégelos de ellos. }
Sujetó con una mano ensangrentada los barrotes, aferrándose como si estuviera a punto de romperlos. La mano moribunda y la venenosa voz de su madre se convirtieron en una señal para guiar a Sayed. Y al final de todo, había matado y ejecutado a más hombres de los que su madre jamás podría aspirar a igualar.
Detuvo sus pensamientos. Un dolor de cabeza lo atacó mientras estaba débil. Aunque actuó siguiendo las palabras de su madre, en realidad ya lo había arruinado todo. No pudo proteger a su padre ni a su hermana. Su padre se había quitado la vida tras la muerte de su madre antes de que pudiera hacer nada al respecto... y su hermana había abandonado este lugar.
Quizás por eso quería limpiar el nombre de su madre.
Pero ahora todo no estaba claro. No quería descartar las palabras de su madre en vano, pero ya no podía creer en ellas sin cuestionarlas. Después de experimentar el frenesí una vez, no podía evitar pensar que los síntomas de su madre eran similares al frenesí.
Sin embargo, fueron las palabras de su madre las que hicieron difícil concluir que todo era una tontería.
{ ─ Nunca intente dañar a su Alteza, Ed. No me volví loca. Lo vi con mis propios ojos. A pesar de que el sol estaba sobre nosotros, el inmenso Niera estaba a punto de atacarnos... }
No podía simplemente ignorar esas palabras. Justo cuando estaba a punto de pasarlas como alucinaciones derivadas de la 'fuga' solo le hacía recordar otro incidente del pasado.
{ ─ Había alguien que afirmaba haber visto a un Niera en pleno luz del día en Takhan. La persona que dejó esa declaración desapareció poco después. Debes investigar eso. }
Fue un año antes de morir. Lessas, que estaba en plena rivalidad con Aster por el trono, convocó a Sayed y le dijo esas palabras. Han pasado tantas cosas desde entonces que lo había borrado de su memoria, y ahora, por extraño que parezca, han vuelto a él.
Se preguntó cuál habría sido su respuesta en ese momento...
Podría haber sido algo así.
{ ─ Dígale al hijo de puta de Su Majestad. Si todas sus palabras son ley, ¿no hay acaso a su alrededor lamebotas listos para complacerlo? No tengo tiempo para desperdiciarlo en chismes vacíos. }
Cuando Sayed respondía de esa manera, al lado de Lessas estaba Zion. El fiel Titer de Lessas y el amado señor del sur. Zion, quien también desempeñó un papel crucial en someter a Sayed, había sido conocido por su título desde hace mucho tiempo. Sin embargo, en ese momento, Zion se hizo un nombre en el reino por otras razones.
El amante de Lessas.
Tessa:
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Los dos, a quienes se les llamaba el Sol y la Luna, también fueron amados por su hermoso aspecto exterior. A pesar de que el amor entre el Titer y Guía nunca se llevó a cabo oficialmente debido a las reglas implícitas de la realeza, Lessas no estaba atado a las tradiciones que limitaban a la familia real.
A diferencia de su naturaleza justa y virtuosa, su obstinación para lograr lo que se proponía era destacable. A menudo realizaba acciones inusuales que no se podían prever por su aspecto aparentemente convencional, lo que hacía que Lessas destacara aún más. Sus acciones siempre traían resultados positivos.
El príncipe heredero, que heredó el poder del fundador de la nación, Rhaman, y el sabio del sur que controlaba la luz, recibieron el amor de todos, incluyendo a los cortesanos. Aunque ninguno de los dos reconoció públicamente su relación, Lessas no mostró distancia hacia Zion, a diferencia de cuando trataba con otros Titers.
Fue Lessas, y no Zion, quien se enfadó por el insulto de Sayed. Recordaba vívidamente cómo su rostro amable y gentil se endureció de manera afilada. En lugar de ignorar a Sayed como solía hacerlo en situaciones similares, Lessas respondió con comentarios mordaces.
{ —Siempre eres egoísta. ¿Hasta cuándo seguirás diciendo palabras que te lastiman a ti mismo? La picadura de una serpiente no debería doler más que tus palabras. }
Sayed no desestimó esas palabras como una mera crítica, pero viniendo de Lessas, eran palabras muy fuertes. Mientras reflexionaba sobre su incierto y no tan agradable pasado y futuro, su lengua parecía áspera. Algo le preocupaba, pero no podía ponerle el dedo.
—¿Tosiste, su Alteza? — Al escuchar la voz que lo buscaba, Sayed miró por la ventana. La oscura cortina de la noche, que parecía interminable, se levantó, revelando un cielo lejano de color rojo. El azul sombrío anunciaba la llegada de la mañana.
Se lavó la cara y se pasó la mano por el cabello. Sus manos estaban frías y secas. El fuego se había apagado sin que se diera cuenta. Mientras miraba distraídamente las brasas negras retorcidas en la chimenea, se despertó.
—Puedes entrar. — Cuando la puerta se abrió, Calluan apareció. Traía el agua para lavarse, como siempre hacía Quilly. Sayed se dio cuenta de que desde su regreso, no había visto a Quilly. Preocupado por lo que podría haber sucedido, Sayed endureció su expresión y preguntó.
—¿Dónde está Quilly?
El Quilly que conocía originalmente no había sobrevivido al día anterior y había desaparecido del mundo. Aunque pensaba que lo habían retenido aquí contra su voluntad y que debía estar vivo, todavía tenía ansias de incertidumbre. El rostro de Calluan se oscureció ante la pregunta de Sayed.
«No puede ser.»
—Seguramente le habrán ordenado quedarse en la mansión, ¿verdad?
Su energía estalló como una respuesta a sus emociones inestables. La tranquila sombra de la mañana, que se alargaba en el suelo, se retorció como espinas. Calluan, sorprendido por la escena, se apresuró a responder.
—Estaba en la mansión tal como su alteza ordenó. Sin embargo, debido a una pelea con algunos sirvientes... Estuvo en un estado de reflexión durante un día. Fue una medida necesaria para calmar la agitación. Mis disculpas, su alteza.
Las palabras inesperadas hicieron fruncir el ceño de Sayed.
—¿Una pelea?
—Sí, no estoy seguro de la razón exacta, pero parece que se han enzarzado en una pelea. Además, tenía la intención de reunir a todos y averiguar la situación esta mañana.
Quilly era naturalmente de buen carácter y lejos de peleas. Calluan también respondió de manera perpleja.
—Me sentí un poco avergonzado de mencionarlo, ya que es un asunto desagradable. Fue un error en la educación de mi hijo, su alteza.
—No importa. ¿Está gravemente herido? — A la pregunta, se pudo ver una leve expresión de orgullo en el rostro de Calluan.
—Afortunadamente, no está gravemente herido. De hecho, otros sirvientes resultaron más heridos que él.
Mientras no estuviera muerto o gravemente herido, Sayed se dio por satisfecho y cambió de tema.
—Después del desayuno, celebraremos una reunión. Preparad la sala de reuniones del este y no escatiméis recursos para cuidar de los heridos.
—Entendido. — Calluan colocó el agua y se acercó para recoger la bandeja. Sayed extendió la mano.
—No es necesario. Lo haré yo solo. — La mirada de Calluan cayó en la palma de su mano.
— A pesar de estar herido, no llama a un médico. — Cuando miró su mano siguiendo su mirada, la herida se veía bastante desagradable. La sangre se había secado y la abrasión tenía un alcance más amplio de lo que pensaba. Al parecer, Sayed se había herido a sí mismo, por lo que no tenía intención de buscar atención médica.
—Es solo una herida menor, no hay necesidad de preocuparse. Sal ahora.
Normalmente, Calluan se habría retirado. Era un sirviente competente que no incomodaba a su señor ni se oponía a las órdenes del médico. Sin embargo, por alguna razón inexplicable, después de un momento de vacilación, habló cuidadosamente.
—El Duque debería cuidarse mejor. — Sayed, que se encontraba lavando la sangre de su mano en un recipiente, se detuvo. Levantó una ceja y miró a Calluan, quien bajó la cabeza. —Sé que es un comentario impertinente, pero desearía que se tratara a sí mismo con más amabilidad.
Hacía mucho tiempo que Calluan no pronunciaba palabras de preocupación. Tal vez desde que su hermana menor, cansada de su obsesión por criar a Aster y cazar al Niera, se había ido. Calluan mismo se había vuelto más reticente.
Extrañamente, a pesar de sentir que la conversación se había desviado y estar incómodo, Sayed no se enfadó. La incómoda sensación que había estado sintiendo desde ayer parecía haberse instalado en su estómago.
—Voy a traer más agua para lavar. También se ha preparado agua de baño según su solicitud, y los asistentes llegarán pronto.
Calluan se retiró como si hubiera cumplido con su deber. Sayed permaneció en silencio y miró su mano, que ahora estaba manchada de sangre, durante mucho tiempo.
Sus sentimientos eran extraños
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
En la reunión estratégica estaban presentes miembros de la Orden de los Fundadores, así como Lord Landry, quien se había unido esta misma mañana. Lord Landry, un lejano pariente de la Duquesa de Vetria, era un medio Titer que heredó de manera limitada el poder de los Titers del este, pero su influencia resultaba muy útil. Lord Landry tenía la habilidad de infundir dependencia a los objetos y podía permitir que aquellos que los portaran vieran lo que él veía. Su capacidad se usaba como una especie de mensajero, y asumía el papel de observador en las reuniones en caso de que el Rey no pudiera asistir.
En la realeza, había muchos individuos con habilidades similares a las de Lord Landry, y, por ejemplo, había mensajeros que podían cruzar distancias increíbles para llegar a las tierras de los Titers en caso de emergencia, gracias a las habilidades del Guía.
Cuando entraron en la sala de reuniones, todos, excepto Sayed, ya habían ocupado sus asientos. En el momento en que entró, Aster lo llamó con una sonrisa.
—Ven aquí, Ed.
El gesto de su mano señalando a su lado no mostraba señales de preocupación por lo que había sucedido la noche anterior. Y al verlo de esa manera, Sayed a menudo se preguntaba si lo que había experimentado no era más que una ilusión.
Mientras se disponía a sentarse lentamente a su lado, se encontró con la mirada de Lessas, que estaba sentado en el lado opuesto. En un solo día, su rostro había sufrido mucho. Tenía un tono pálido y mostraba signos de fatiga en su piel pálida. Tenía un vendaje alrededor de la muñeca izquierda.
—Oh, perdona. Pareces haber quedado bastante impresionado por la apariencia de mi hermano. Comprenderás. Lessas no tiene poder de curación, así que tomará tiempo para sanar.
Aster pareció notar que la mirada de Sayed se dirigía hacia él y habló con su tono apacible. El Duque de Bredhite respondió al comentario de Aster con simpatía.
—Sería bueno si el poder sagrado de Solias pudiera fluir hacia aquellos que no son Titers, ¿verdad?
Aunque era una preocupación sincera, Lessas no lucía bien. La situación misma de preocupación por él sólo servía para recordar que no tenía el poder de Solias.
El poder de curación era una de las habilidades más fuertes de un Guía, capaz de restaurar a los Titers heridos hasta cierto punto. Como mencionó el Duque de Bredhite, esta habilidad solo se aplicaba a los Titers y no tenía aplicaciones universales, pero para los Titers era una habilidad muy especial. Y esta habilidad se aplicaba también a los Guías.
Por lo tanto, la herida no curada de Lessas solo servía como prueba de su falta de cualificación.
La mano que había estado sobre la mesa bajó silenciosamente bajo la mesa. Lessas ocultó su vergüenza y sonrió suavemente, agradeciendo a los Duques y a Aster. Su expresión no mostraba ningún signo de sentirse ofendido. Parecía algo muy familiar.
—Aprecio sinceramente su preocupación.
Sayed sintió una sensación incómoda en el pecho, como si alguien estuviera tirando de su corazón con un gancho. Forzó su mirada lejos de Lessas, a quien estaba observando fijamente. Cada vez que se encontraba con Lessas de esta manera, antes de que obtuviera su poder, su corazón se sentía inquieto. Aunque sabía que había vivido como un príncipe inútil durante mucho más tiempo que como un príncipe poderoso, parecía que había olvidado completamente esta imagen.
─No es cuestión de destino. — Aster asintió sinceramente, como si estuviera verdaderamente apenado. La Duquesa de Vetria, quien había estado escuchando, habló brevemente.
—Siempre se puede admirar la profunda preocupación de Su Alteza.
Ante el tono frío de sus palabras, Aster miró a Bredhite con sorpresa, pero luego sonrió aún más intensamente.
—Me gustan los modales constantes de Lord Bredhite.
Después de estas palabras desconcertantes, Aster le ordenó a Lord Landry.
—Conéctate, Landry. Su Majestad te está esperando.
—Entendido.
Lord Landry sacó un espejo de su bolsillo. El vidrio dentro del marco redondo de bronce iluminó la sala de reuniones por un momento y luego cambió gradualmente a otra imagen. Finalmente, reflejó el rostro de Saifried Rhaman Solias, el Rey de Solias.
—Saludo al Sol del Reino.
Cada uno hizo una reverencia en respuesta al saludo, y el Rey escudriñó la sala. Las líneas rectas en su frente y la firmeza de su mandíbula reflejaban su naturaleza obstinada. El Rey Siefried era un hombre decidido que no cambió de opinión fácilmente una vez que tomaba una decisión, y siempre avanzaba sin rodeos. Solías había experimentado muchos cambios desde que lo aceptó como rey, desde tener la orden de caballeros más poderosa hasta esforzarse por hacer un reino que no dependiera de los Titer.
Después de observar uno por uno los rostros detrás del mismo muro que Aster, finalmente se detuvo en Lessas. Su rostro tranquilo y sereno se distorsionó cuando la imagen de Lessas apareció en el espejo. Las arrugas en su frente se profundizaron y él hizo un ruido de desaprobación con la lengua.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
—Estrellas del Reino, he oído hablar de vuestros esfuerzos. Lamento la tragedia que ocurrió la noche pasada. — El rostro del Rey volvió a su expresión imperturbable, sin mostrar signos de preocupación. Miró a Lessas, como si estuviera molesto, y comenzó la reunión.
—Así que, ¿han aparecido ya los Nieras de nivel medio?
—Sí, padre. Había alrededor de treinta Nieras pequeños y un Niera de nivel medio. — Aster respondió con calma. En una conversación típica de los ricos, donde cualquiera lo vería como una muestra de sangre noble, Lessas era el único que parecía fuera de lugar. Sin que nadie lo notara, Sayed captó la acción de Lessas al poner la mano en su frente y cubrir sus ojos ligeramente.
—...Esa costumbre sigue siendo la misma.
El joven Lessas odiaba profundamente sus ojos y cabello. Como su sangre era de Solias, sus cabellos siempre serían oscuros sin rastro de colores claros, por lo que cuando era niño, trató de encontrar una manera de teñirse el cabello por sí mismo. Fue una tontería. El cabello negro de Lessas era tan intenso que, en el mejor de los casos, se veía marrón. Incluso los intentos de teñir su cabello eran problemáticos, ya que la tintura era tóxica y dañaba su piel.
Tessa: Tan pequeño y lo trataban así... bebé (╥_╥)
Desde su nacimiento, el niño demostró que no tenía el derecho de sangre, por lo que el Rey nunca lo amó, y ni siquiera la Reina pudo evitar sentirse decepcionada y lo dejó de lado. A partir del nacimiento de su tercer hijo, Laili, el príncipe ni siquiera pudo recibir atención. Cuando el niño con el color que no podía cambiar estaba frente al Rey y la Reina, trató de ocultarse lo mejor que pudo, con la esperanza de que si se comportaba de esa manera, su padre y su madre lo odiarían un poco menos.
Sayed odiaba ver a Lessas suplicando de esa manera. El Sayed de su infancia sostenía la muñeca del niño que se sentía cada vez más abrumado y le decía que no era necesario hacerlo. ¿Qué expresión tenía Lessas cuando escuchaba esas palabras?
El susurro de un pequeño cráneo resonó suavemente, y los hermosos ojos morados ocultos bajo el cabello negro miraron a Sayed como si estuvieran a punto de llorar. Como una cría de animal que no sabe qué hacer, tembló el brazo atrapado por Sayed, pero finalmente rió con alivio. Su sonrisa era como una flor de hielo que brotaba de debajo del hielo. Sí, exactamente como las violetas de hielo que solo se encuentran en el río del norte.
Tessa:
Se parecía exactamente a eso.
—¿Archiduque Axid? — Sayed, llamado por el rey, se alejó de la sombra de su pasado. Alzó la cabeza, y al hacerlo, se encontró con la mirada de Lessas. En el momento en que se encontraron, Sayed, que solía tener que ser extremadamente cuidadoso con cada contacto, se dio cuenta de que el niño pequeño que debía estar a punto de romperse se había convertido en un hombre adulto. Pronto superaría la altura de Sayed, y a pesar de saber que se convertiría en un adulto maduro, seguía pensando en el joven Lessas que solía ser. Y también recordó el pasado donde despreció y abandonó a ese niño de manera tan cruel.
Sayed endureció su rostro, sintiendo una extraña mezcla de emociones y culpa desde el momento en que murió. Ignoró la mirada que le devolvieron y respondió al rey.
—Sí, Majestad.
—Tu respuesta fue un poco lenta, Archiduque. ¿Ocurre algo?
Cuando recuperó su compostura, se dio cuenta de que todos lo estaban mirando, incluso la Duquesa de Vetria, que tenía una expresión perpleja. Pasando por alto la mirada de Aster que se sentía incómoda, Sayed respondió torpemente.
—Lo siento.
El rey tenía una expresión insatisfecha, pero no lo reprendió más.
—Está bien. Supongo que el Archiduque tiene mucho de qué preocuparse. Entonces, ¿cómo está la situación de las pérdidas?
—Cuatro miembros de la guardia real y diez civiles murieron. La mayoría de las víctimas civiles fueron asesinadas por el repentino ataque de los Nieras de pequeño tamaño, y los caballeros murieron protegiendo a todos los demás de los Niera de nivel medio. Además, hay alrededor de quince heridos.
—Las pérdidas son menores de lo que esperaba. Gracias a la presencia de ustedes.
No estaba equivocado. Los Niera de nivel medio eran gigantescas criaturas monstruosas capaces de matar a toda la orden de caballeros y de masacrar a numerosos civiles, como se había visto en el incidente anterior en esta zona.
Sin embargo, lo único que Sayed podía hacer era reducir el número de víctimas, incluso si se presentara un evento inesperado. A pesar de lo que había ocurrido, no pudo salvar a todos. En su mente, pasaron muchas otras soluciones posibles, llenas de arrepentimiento. Si hubiera actuado primero y hubiera entrado en el bosque para matar a los Nieras, ¿habrían sobrevivido todos? Se dio cuenta de la respuesta demasiado tarde.
—Sin embargo, no podemos pasar por alto que las pérdidas son leves. Existe una gran probabilidad de que el problema esté relacionado con el bosque, dado que ocurrió un incidente sin precedentes. Por lo tanto, después de considerarlo detenidamente, he llegado a una conclusión. Estoy considerando reducir el tamaño del bosque una vez más.
La respuesta del rey hizo que el Duque Bredhite reaccionara. Frunciendo el ceño, respondió con una expresión seria que no era típica de él.
—¿Está sugiriendo que deberíamos volver a organizar el equipo de investigación?
—Así que lo recuerdas. Bien. Ha llegado el momento de cumplir el anhelo del antiguo rey. Como el invierno del norte tendrá tiempo de llegar a otra tierra, organiza un equipo de investigación para explorar el bosque del norte durante un mes y encontrar el núcleo de la frontera.
El duque Bredhite mostró una fuerte resistencia.
—Su Majestad, el tiempo es escaso. Para reclutar el personal necesario, llevará al menos un año. No podemos entrar sin preparación.
—No hay necesidad de apresurarse. Sin embargo, ¿no crees que es necesario investigar y prepararse para descubrir el fenómeno actual? Esta podría ser la señal del comienzo. Viendo a las bestias enloquecidas, parece que ha llegado el momento.
El rey ya había tomado su decisión con firmeza en sus ojos.
—Deseo que en esta vida, antes de que termine, erradiquemos todos los bosques que nos mantienen atrapados. — Con esas palabras, se evocaron recuerdos del pasado en la mente de Sayed. A partir de las acciones de los Guardianes, el rey había comenzado un plan para eliminar a los Nieras de una vez por todas. La reducción de los bosques fue una labor que continuó desde el reinado anterior, ya que implicaba investigar y eliminar "núcleos" en áreas designadas de los bosques de cada provincia.
Para matar a los Niera, debían destruir su núcleo, y en los bosques de los Niera, existían seres que creaban estos núcleos. A medida que el bosque se hacía más profundo, las criaturas que albergaban núcleos rojos gigantes, custodiados por cientos de Niera, se volvían más numerosas.
El cambio en el curso del reino fue una gran tarea, pero en ese momento, para Sayed, no era una tarea importante. Su objetivo principal era matar la mayor cantidad de Niera posible, y eso no cambiaría, excepto que tendría más para matar.
Sin embargo, para otros, la situación era diferente. Sus destinos mismos estaban siendo alterados.
Sayed miró alternativamente a los duques Bredhite y Vetria. Aquellos a quienes originalmente había descartado en su mente, murieron debido a este incidente. Ese fue el punto de inflexión en el que la hija de Bredhit, que todavía no era mayor de edad, se convirtió repentinamente en el próximo gran Titer, todo a raíz de este evento.
«... Incluso con los muertos frente a ellos, no se habían dado cuenta.»
Sintió un escalofrío momentáneo. Darse cuenta de que había pasado por alto la muerte de los demás de esta manera lo perturbó profundamente. Aunque no los consideraba compañeros, le resultó inquietante darse cuenta de cuán indiferente había sido a la seguridad de los demás en su entorno.
—¿Vamos a seguir viviendo atrapados por los Niera, aislados de otros continentes para siempre? He tomado una decisión.
En ese momento, incluso Vetria, quien había permanecido en silencio, se alineó con la postura de Bredhit.
—Demasiado arriesgado. Reforzar nuestras defensas es sin duda necesario, pero no estábamos preparados para llevarlo a cabo este invierno.
Ante la fuerte oposición de los dos Condes, el Rey frunció el ceño y luego se dirigió a Bredhit.
—Áster, como seguramente te lo ha mencionado a menudo, no desea que su nieta cargue con la responsabilidad de los Títers. Ahora que no eres tan joven, ¿no sería beneficioso para tu hijo eliminar el bosque, al menos durante un año?
Hizo una pausa al mencionar a su única hija, a la que quería muchísimo. Cuando Vetria abrió la boca para detenerle, Aster le interrumpió.
—A Vetria también le conviene esa perspectiva, ¿no crees? Dado que en la realeza no contamos con un guía adecuado para ella, podríamos considerar que, en el futuro, podría desempeñar un papel como Titer y proteger el bosque.
Stella, la hija mayor de Vetria, estaba en una situación en la que, tal como el Príncipe Heredero había dicho, no había encontrado a un Guía adecuado que coincidiera con sus habilidades. Esto la mantuvo en gran parte sin utilizar sus dones hasta después de la manifestación completa de Lessas.
—Las palabras de Aster son correctas. Dado que nadie en la realeza tiene un Guía adecuado para Stella y no podemos encontrar uno, consideren el día en que ella pueda emplear su poder, no solo para ella, sino también para la corona.
Ante las menciones de sus hijos, los dos Lores quedaron sin palabras. Sin embargo, el rey no dejó que ese breve silencio se prolongara y enfatizó.
—No escatimaré en el apoyo que desean los dos Lores. Este próximo examen es solo el comienzo, así que, incluso si nos demoramos, ¿qué les parece si lo completamos dentro de un mes para que todos los territorios estén preparados para el invierno?
Al ofrecer un plan de persuasión efectivo, los dos Duques finalmente cedieron y asintieron. Una sonrisa satisfactoria se formó en el rostro del rey al confirmar el silencio positivo de ambos. Luego, se dirigió a todos y les dijo con alegría.
—Mis orgullosos hijos liderarán esta investigación en mi nombre. Como siempre, lo harán bien. — El rey, que había manejado la situación en su propio beneficio, barrió la sala de conferencias con la mirada antes de dirigirse a Lessas. Con la mandíbula apretada, como si estuviera dejando claro su descontento, le habló en tono despectivo.
—Lessas, a partir de hoy, regresarás a la capital. No pareces tener ningún valor real aquí. — El rey expresó su desdén sin importarle las miradas ajenas. —Tu ausencia es el camino para el bienestar del reino. Prepara tus arreglos de inmediato.
Lessas se quedó en silencio, inclinando la cabeza como si estuviera escuchando atentamente las palabras del rey. Sin embargo, cuando el rey estaba a punto de dar por concluida la reunión y abrir la boca, todos fueron sorprendidos por su respuesta inesperada. Mirando fijamente en el espejo, Lessas respondió al rey.
—Aun así, estar aquí es mejor que no estar en absoluto.
Tessa: ¡Eso mamonnaa!
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La respuesta repentina hizo fruncir el ceño del rey, y Sayed también quedó sorprendido por la objeción inesperada. En el pasado, Lessas había regresado a la capital debido a la muerte de Anka y a sus propias heridas graves, lo que lo había excluido de participar en esta reunión. No tenía margen para oponerse a las órdenes del rey.
—Como han señalado los dos duques, no estamos bien preparados y nos faltan efectivos. Sería mejor si tuviéramos a alguien que supiera luchar. ¿Acaso el castillo de Solias no está destinado a aquellos que protegen el reino?
—¿Y qué harás tú si ni siquiera puedes ayudar a los Titers? — La voz del rey se volvió más alta. Al escuchar su voz llena de emociones negativas, algo surgió dentro de Sayed también en ese momento. Se sintió incómodo y molesto.
—Puede que incluso en momentos de crisis, pueda servir como un escudo humano.
Tessa: Lessas intenseado... ¡No te dejes, tu contéstale alv!
Ante la firme declaración de Lessas, el rostro del Duque Bredhite se endureció. Lord Landry, no acostumbrado a discusiones afiladas, miró con un rostro pálido.
—¡De dónde sacas tal insolencia...! — La expresión franca y algo desafiante pareció sorprender al rey, y sus últimas palabras temblaron. Lessas cerró la boca tercamente y se mantuvo en silencio. La resistencia de Lessas, más que la de cualquier otra persona, enfureció al rey. Se escuchó un fuerte golpe cuando la mesa fue golpeada con fuerza, y Aster, simplemente levantó la comisura de los labios mientras observaba la ira del rey. Dejarlo solo solo conduciría a palabras desagradables, eso estaba claro.
—Su Alteza Lessas tiene razón — Queriendo poner fin a esta molesta reunión, Sayed se adelantó. Su voz, tranquila pero firme, hizo que la sala se callara de inmediato.
—¿Qué fue lo que dijiste, Archiduque?
—Es un hecho ampliamente conocido que la destreza en la esgrima de su Alteza Lessas es excepcional. Estoy seguro de que él contribuirá de manera valiosa en este asunto. Protegeremos a Su Majestad en nombre del Norte, asegurándonos de que su vida no corra peligro.
La opinión del rey no estaba equivocada. Sin embargo, Sayed entendía que era importante ganarse el favor de Lessas hasta cierto punto, y ya que previamente había buscado la ayuda de su caballero, era apropiado respaldarlo en el momento necesario, incluso si eso significaba tocar las fibras sensibles de Aster.
Además, se estaba cansando de escuchar preguntas persistentes sobre Lessas. Tenía mucho que hacer.
Pero entonces, la sonrisa de Aster se desvaneció bruscamente. Parecía sorprendido de que Sayed se hubiera posicionado del lado de Lessas, y otros presentes también mostraron signos de sorpresa. El rey, con los ojos bien abiertos, miraba intensamente a Sayed.
—¿Estás insinuando que mis palabras están equivocadas, Archiduque?
—Simplemente estoy expresando la perspectiva del norte, en la situación en la que incluso el reino más largo y duro debe enfrentar el invierno. Para organizar una expedición en tales circunstancias, necesitaríamos al menos una persona más.
Consciente de que estaba tocando la situación en el norte a propósito, Sayed miró la mirada desencajada del rey. El rey, con ganas de estallar en cólera en cualquier momento, parpadeó mientras hablaba.
—Lamentarás esa decisión.
—Estoy agradecido por tu gracia.
A pesar de la falta de emoción en sus palabras, los ojos azules del rey se encendieron de ira. Sin embargo, parecía recordar que el tema que había sacado hoy mismo era lo suficientemente provocativo como para avivar la antipatía de los Títers, y pronto suprimió sus emociones y dejó escapar una risa.
—...Hablemos de nuevo cuando llegues a la capital. Me retiro por ahora.— La conexión se cortó. Lord Landry suspiró suavemente mientras retiraba el espejo. A pesar de que la reunión había terminado, la sala de conferencias seguía en silencio como un cementerio. Esto era especialmente cierto para Aster, quien seguía mirando fijamente a Sayed sin decir una palabra. Cuando Sayed mantuvo su silencio sin apartar la mirada, Aster finalmente torció los labios.
—Interesante. — Dijo una palabra difícil de interpretar y luego se levantó de su asiento.
—Por ahora, dado que hay muchos heridos, sería bueno tomarse unos días para recuperarnos antes de entrar en el bosque. Mientras tanto, debemos comunicarnos con nuestros respectivos territorios para organizar la situación. Y en cuanto al Archiduque...
La sonrisa de Aster se hizo más profunda. Mirando a Seiad como si realmente lo estuviera disfrutando, se volvió hacia él.
—La reunión termina aquí. Conde, sígame. — Sin dudarlo, el príncipe se levantó de su asiento, y el Conde Landry lo siguió apresuradamente. En silencio, a diferencia de lo esperado, no se podía entender lo que pasaba por su mente. Se sintió complicado. Ya fuera debido a un cambio en su comportamiento en comparación con el pasado que recordaba, o si se debió a las acciones de Lessas y Aster, ambos parecían ser diferentes de lo que él conocía.
—Archiduque, ¿se ha vuelto loco?
Y eso no se aplicaba solo a ellos. Ante las palabras inesperadas, el Conde Bredhite, con una expresión divertida, le dijo a Sayed cuando giró la cabeza sorprendido,
—Me pregunto por qué alguien que ni siquiera mostraba interés en lo que hacía cambió tan de repente hacia el rey, realmente es curioso, ¿no es así, Selfini? — Vetria encogió los hombros. Sayed se levantó de su asiento mientras evitaba la mirada azul de Vetria, quien observaba con los brazos cruzados.
—Si tienes asuntos que tratar, busca a mi mayordomo, Calluan. No estaré en el castillo.
—Parece que vas a inspeccionar el bosque. Podemos ayudarte.
—No es necesario. — Sayed rechazó de inmediato la propuesta del Duque Bredhite. Dejó escapar una risa de burla, como si hubiera anticipado la propuesta. Como su asunto estaba prácticamente resuelto, Sayed también planeaba dejar el lugar. Mientras se levantaba de su asiento y se dirigía hacia la puerta de la sala de reuniones, se encontró con la mirada de Lessas. Desde el momento en que se puso de su lado, conscientemente evitó mirar en la dirección de Lessas, lo que se convirtió en una fuente de frustración.
Lessas apretaba los labios como alguien que está reprimiendo algo. A pesar de haber conseguido lo que quería, su rostro estaba extrañamente enfadado. Sus sospechas se confirmaron. A pesar de haberse puesto del lado de Lessas, de alguna manera parecía que no iba a aceptarlo.
«Es incómodo. Difícil de soportar.»
Manteniendo su expresión imperturbable y ocultando sus emociones, Sayed se alejó de él. Salió de la sala de reuniones y cruzó rápidamente los pasillos llenos de aire fresco. Sus pasos lo llevaron hacia adelante, sin saber realmente a dónde dirigirse. En ese momento, alguien le agarró del brazo.
—Alto, Archiduque. — Su cuerpo, que se movía rápidamente, se detuvo bruscamente cuando alguien lo agarró, y perdió momentáneamente el equilibrio. No había notado que alguien podía acercarse tanto sin ser detectado, lo cual no tenía sentido. A medida que aumentaba su aguda energía, giró para mirar hacia atrás con una postura defensiva, y se encontró con su propio rostro pálido reflejado en esos ojos.
Los suaves cabellos de Lessas estaban revueltos debido a la carrera que había dado. En sus ojos violetas se podía ver una mezcla de emociones. La mayoría eran cosas difíciles de leer para Sayed, pero podía percibir la intensa frustración y furia que se escondían en su interior. Era una emoción familiar para él.
—No entiendo lo que estás diciendo. — Sayed no podía comprender a Lessas. No entendía por qué estaba tan enojado y reaccionando de manera tan intensa. En los momentos en que lo menospreciaba y pasaba por alto, Lessas era excepcionalmente tranquilo, y ahora, era difícil de entender por qué estaba tan sensible ante la ayuda opuesta.
—¿Por qué me ayudaste? — Como si todo esto fuera muy extraño, Lessas frunciendo el ceño, continuó preguntando. —¿No te diviertes odiándome y menospreciándome? Burlándote de mí y maldecirme junto a mi hermano mayor, eso es lo que debes estar haciendo, ¿verdad?
En ese aspecto, Sayed también se quedó sin palabras por un momento, ya que la observación de Lessas era correcta. Como el hijo de su enemigo jurado, Lessas era la sangre que ponía en peligro a su familia, como había mencionado Aster. Odiar y evitar a aquellos relacionados de alguna manera con los Sildras era lo que Sayed debía hacer.
Parecía que el cambio había sido bastante repentino.
Aunque Lessas no mostrara hostilidad abierta, simplemente el hecho de no ser ignorado por él representaba un gran cambio. Parecía sospechoso. Siempre se debía observar y estar alerta ante las acciones del enemigo, por lo que, en cierto sentido, Lessas estaba reaccionando de manera inteligente. Era mejor que simplemente aceptar pasivamente la situación.
Sin embargo, de todas formas, Sayed necesitaba suavizar un poco las emociones de Lessas de ese día. Actuar de esta manera solo podría hacer que lo odiara más. El problema era que no sabía cómo.
Cuando Sayed simplemente lo miró en silencio, Lessas, aparentemente incapaz de contenerse, pasó una mano por su cabello. Sus labios rosados temblaron ligeramente antes de abrirse.
—¿Crees que me aferraría a ti como solía hacerlo solo porque ahora, después de negarme tu atención durante tanto tiempo, decides mostrármela? — Sayed parpadeó. Palabras inesperadas salieron de Lessas.
—No sé con qué intención te estás acercando de repente, pero no se convertirá en lo que deseas. No soy un perro con el que puedas jugar.
Las palabras de Lessas sonaron como una promesa. Lentamente, calmó su respiración agitada y volvió a su serenidad habitual, como siempre hacía. Escondiendo la apariencia que parecía como un cristal roto que había mostrado por un momento a Sayed, dio un paso atrás.
—Así que, por favor, ódiame como solías hacerlo. — Lessas le dio una advertencia antes de alejarse. Sayed miró su espalda mientras se alejaba por el pasillo sin volver la vista atrás, y suspiró con un murmullo apenas audible.
El pasado que Sayed había olvidado por completo hasta que tenía veintinueve años resurgió completamente a la superficie gracias a Lessas.
«Sí.»
Como si para distorsionarse, debiera haber tenido una forma original, también hubo momentos en que su relación con Lessas fue suave y redondeada.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed tuvo su despertad a la edad de catorce años. Según la antigua ley que otorga el poder más fuerte a todos los Títeres del reino del Prosius en el norte, su despertar fue esperado con gran anticipación. Su madre le explicaba cada noche el momento en que la estrella lo encontraría, y la realeza solicitaba regularmente noticias suyas. Aunque era molesto y tenso, fue un período de paz.
El motivo de su despertar fue su joven hermana. Cecilia, cuatro años más joven, parecía seguir a Sayed como un patito. Era una adorable niña que, en caso de que la dejara, no dejaría de llorar hasta que su hermano regresara.
Era verano, con el sol en lo alto, estaban de regreso después de haber nadado en un pequeño lago cerca del castillo, sin que sus padres lo supieran. Se encontraron con un lobo extraviado. El lobo que bajó del bosque por la noche había perdido el sentido y no tenía miedo. Si estuviera solo, probablemente habría sido más fácil de manejar, pero proteger a Cecilia mientras blandía la espada resultó ser más difícil de lo que pensaba.
Aunque no recuerda exactamente el momento en que la estrella llegó, Sayed sintió una energía fluir dentro de él de acuerdo con su anhelo ardiente. Pronto, esa corriente se convirtió en ondas que manipulaban el poder de Sayed, otorgándole habilidades.
Tras su peligroso encuentro, Sayed fue reprendido antes de ser felicitado. Era su responsabilidad como hermano mayor, ya que su joven hermana estuvo a punto de estar en peligro. Aunque fue un evento alegre, finalmente Sayed recibió el título de Titer, y ahora, por fin, se encontraría con el Guía de la realeza del que solo le habían hablado.
La fecha de su ingreso al palacio se estableció rápidamente. Sayed, que había despertado su poder, llevó a cabo una ceremonia de purificación al encontrarse con un miembro de la realeza que actuaría como su Guía. Hasta que se encontrara con su Guía, nunca podría conocer quién sería, aquel que absorbería y estabilizaría las ondas de Sayed.
Por lo tanto, cualquier niño criado en una familia con sangre Titer crecería escuchando historias sobre el Guía desde una edad temprana. A pesar de que, debido al equilibrio de poder entre la realeza y los Titers, nunca podrían unirse a través del matrimonio, las estrechas emociones entre los Guías y los Titers siempre fueron un tema principal en los cuentos de hadas.
Sayed conoció a Lessas en la noche en que se llevó a cabo la ceremonia. Esa tarde, Sayed se encontró con todos en la realeza. Desde el hijo mayor del rey y el primero en la línea de sucesión, Aster, hasta los sobrinos y primos del rey, todos estaban presentes.
La celebración continuó con una fiesta. Mientras los adultos se reunían en el espléndido salón real, los niños paseaban por el palacio con sus sirvientes a cargo. Aster, mayor que Sayed, se había unido a la fiesta como príncipe heredero.
A Sayed le resultaba aburrido pasar tiempo con los niños pequeños, que a menudo eran demasiado ruidosos. Aunque solía cuidar de los niños con frecuencia, después de su despertar, le resultaba difícil tolerar los sonidos fuertes. Su sensibilidad aumentada convertía el ruido en dolor de cabeza. Finalmente, con la excusa de ir a ver a su Guía, Sayed dejó atrás a los sirvientes y caminó solo hasta la sala de banquetes.
Entonces, escondido cerca del jardín, encontró a un niño mirando sin rumbo fijo el salón de banquetes. Al principio, pensó que podía ser uno de los sobrinos del rey que se había escapado de la reunión. Inicialmente, intentó pasar de largo. Sin embargo, la figura particularmente solitaria y melancólica le llamó la atención de manera extraña. Eventualmente, Sayed se acercó sigilosamente por detrás, sin hacer ruido.
El niño miraba tan fijamente el salón de banquetes que no notó a Sayed hasta que estuvo justo detrás de él. La delgada nuca y las manos que agarraban con fuerza el poste de madera eran tan blancas como una muñeca. A diferencia de Sayed, que estaba cerca de la palidez, este niño era tan blanco como el algodón.
—¿Qué haces?
Los hombros del niño se sacudieron con sorpresa ante la pregunta de Sayed, lanzada desde su nuca. Se incorporó bruscamente y sus ojos se abrieron de par en par, como los de un conejo asustado. Sus largas pestañas negras se alzaron, revelando unos ojos violetas extraordinarios.
—Lo siento, lo siento mucho.
En lugar de preguntar por la identidad de Sayed, el niño comenzó ofreciendo disculpas. Parecía como si hubiera cometido un gran pecado, como si estuviera en un lugar donde no debería estar.
—¿Por qué?
Al ver las manos sin cicatrices y la piel blanca, era evidente que pertenecía a la nobleza. Era natural pensar que un niño en la realeza estaría así. Sin embargo, lo extraño era que la ropa del niño estaba notablemente desgastada y desordenada, aunque el material parecía lujoso, daba la impresión de ser antigua. Además, la longitud no era adecuada, mostrando de manera cómica los tobillos y las muñecas.
—Viniste a un lugar donde te dijeron que no vinieras...
El chico encontraba incómodo hablar con alguien, por lo que evitaba constantemente el contacto visual. Sus ojos se dirigían al suelo y luego subían repetidamente, y su voz se quebró.
—Lo sé.
Sayed asintió ante las palabras del chico cuya identidad desconocía. Claramente, este lugar no era para los hijos de la nobleza. El evento de hoy era una ocasión exclusiva para los Titers invitados y los miembros de la realeza.
Ante la respuesta afirmativa de Sayed, el niño bajó la cabeza. Observando la desanimada postura del niño que jugueteaba con sus manos en un gesto nervioso, Sayed decidió llevar al niño de vuelta con sus padres.
—Entonces, ¿por qué no regresamos ahora? ¿Dónde están tus padres?
Ante estas palabras, el niño mordió sus labios. Después de que sus largas pestañas temblaran nerviosamente, desvió la mirada hacia la dirección de la sala de banquetes.
—Están allí.
—¿En la sala de banquetes?
—Sí.
El niño no parecía estar mintiendo. Lo que resultaba incomprensible era que nadie en la sala de banquetes hoy parecía estar cuidando de él.
—¿Cuál es tu nombre?
Al preguntar por su apellido, esperando revelar de algún modo su identidad, el niño permaneció en silencio. Sus grandes ojos violetas reflejaban diversas emociones melancólicas. Aunque su rostro parecía a punto de llorar, el niño, conteniendo las lágrimas, habló con una voz suave.
—...Lessas.
Lessas. Sayed murmuró suavemente el nombre. Era un nombre agradable, significando la luna más brillante del año.
—Es un nombre hermoso. Sin embargo, necesitaré conocer el apellido de tu familia para poder ayudarte a encontrar a tus padres.
Lessas guardó silencio durante un rato ante esas palabras. Sayed esperó pacientemente mientras el niño inclinaba la cabeza, solo mirando los zapatos de Sayed. El suave murmullo del arroyo llenaba el jardín, y la brisa suave de la noche llevaba el aroma a hierba mientras acariciaba las mejillas.
Después de esperar un largo tiempo, Sayed finalmente escuchó el apellido del niño. Levantando apenas la cabeza, el niño parecía tener una expresión de temor mientras, con precaución, susurraba a Sayed, observando su reacción.
—Lessas... Rhaman, Solias.
«Rhaman, Solias.»
Sólo entonces Sayed se dio cuenta de quién era el niño. Era el segundo hijo no anunciado del rey, Lessas. El primogénito de la nueva reina del lejano reino de Sildras, que era de la distante línea de los poderosos Titers, el niño había generado grandes expectativas incluso antes de nacer. Había una gran esperanza de que, aunque la sangre del Títer se mezclara débilmente, la descendencia real sería extraordinaria. Las expectativas del rey y la reina eran enormes.
El niño nacido era un ser ordinario sin rastro de realeza. Desde el momento de su nacimiento, su única virtud reconocida era su hermoso aspecto.
Sayed también había escuchado la historia del segundo príncipe de sus padres. Aunque había habido príncipes en la historia del reino cuyos Guías habían sido débiles, parecía que un príncipe completamente desprovisto de todo era algo sin precedentes.
Cuando Sayed se quedó en silencio, Lessas juntó las manos temblorosas en señal de anticipación a lo que iba a decir. Sin embargo, no pudo apartar la mirada de Sayed. Sus ojos violetas, llenos de anhelo, eran tan parecidos al cielo nocturno que se extendía sobre ellos.
Lessas era un niño extraño.
Los niños que Sayed había conocido hasta ahora, como la pequeña Cecilia, solían hacer berrinches o llorar, eran honestos con sus emociones, y, sobre todo, no eran tan desafortunados. Sí, desafortunado era la palabra adecuada. A pesar de ser hijo del rey, no podía relacionarse con nadie y, de alguna manera, observaba el mundo desde la distancia, como si estuviera en un reino separado. Una figura poco atractiva y prendas que no reciben atención alguna.
Al principio fue compasión.
Sayed percibía a Lessas de manera similar a cómo trataría a un perro herido en el costado del camino. A pesar de ser claramente un príncipe, Lessas parecía tan solitario y desolado como alguien que no tenía nada.
—Entonces, vayamos a donde te alojas.
Sayed extendió la mano, tratando a Lessas con la misma compasión con la que ayudaría a un animal herido o a alguien en problemas.
Lessas parpadeó y miró fijamente la mano de Sayed. Con un rostro que mostraba su desconcierto por lo que estaba sucediendo, el niño alternaba entre mirar la mano de Sayed y la suya propia. Después de un momento, reunió el valor para extender la mano. Sin embargo, no logró agarrar la mano de Sayed de inmediato, titubeó varias veces antes de rozar sus dedos con los de Sayed.
Sayed esperó pacientemente, tal como lo hizo antes. Soportó silenciosamente el tiempo que podría haber parecido monótono hasta que Lessas finalmente agarró su mano por voluntad propia.
Finalmente, Lessas agarró los dedos de Sayed después de confirmar que Sayed no desaparecería. El rubor estaba presente en las blancas mejillas del niño que sostenía la grande y firme mano del joven. Lessas lo miró hacia arriba con un rostro iluminado como si hubiera recibido un regalo.
—¿Puedo preguntar tu nombre?
Brilló luz en los ojos de color púrpura. Esa noche, un grupo de estrellas titilaban de color blanco en el cielo. La imagen parecía como si la Vía Láctea estuviera atrapada en los ojos de Le.
—Soy Sayed. Puedes llamarme Ed.
En respuesta, Le mostró una sonrisa deslumbrante, como si hubiera derretido toda la tristeza que lo envolvía anteriormente. Sólo decirle su nombre hizo a Lessas extremadamente feliz. A través de Lessas, Sayed aprendió que las personas pueden encontrar una gran alegría en cosas tan pequeñas.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La solitaria residencia en la que Lessas vivía era un pequeño castillo al sur del palacio, el más humilde de todos. El castillo del sur había sido asignado a los huéspedes de baja posición en la corte real desde hace tiempo, y nunca se había utilizado como residencia real. Era un lugar abandonado, compuesto apenas por una habitación para tres sirvientes, otra para la enfermera y el príncipe, la cocina y el establo, prácticamente desiertas y rara vez utilizadas.
El pequeño castillo, del cual ni siquiera se tenía un nombre, estaba oculto tras la imponente y llamativa torre del majestuoso palacio, y sólo podía ser visitado por las personas que sabían su ubicación. Tal era la actitud de la familia real hacia Lessas.
La existencia de Lessas en la familia real, donde no se permitía el nacimiento de alguien que no fuera guía, era considerada una mancha que debía ser borrada. El poder de la purificación era la propia legitimidad para ser de la realeza, desde que el sol existía. Era un poder que debía ser natural para la realeza.
En ese contexto, la existencia de Lessas se convirtió en una amenaza para los privilegios. La posibilidad de que los miembros de la realeza pudieran perder el control sobre el poder de los guías implicaba la ruina de la familia real.
Sobre todo, para la reina Leana, el niño era una vergüenza en sí mismo. Lessas era un fracaso para la reina. Después de asegurarse de que el poder del guía nunca se manifestaría en el niño, la reina trató a Lessas como si no existiera. Y no había nadie dispuesto a cuidar al niño que el rey y la reina querían deshacerce.
Lessas era simplemente un niño al que no podían matar, así que decidieron dejarlo con vida.
Desde su regreso al palacio, Sayed no podía olvidar la imagen de Lessas observando la fiesta desde la distancia. La extraña e incómoda sensación de esa noche no se desvanecía fácilmente. Las palabras de su madre sobre cuidar de los débiles resonaban en su mente.
—¿Quieres conocer al príncipe Lessas?— Se rió a carcajadas de sus palabras. Tras una risita divertida, accedió inesperadamente a la petición de Seiad.
—La cara del rey debe ser un espectáculo para la vista. Muy bien, Ed. Haz lo que te plazca. Pero no olvides que necesitas una excusa para entrar al palacio, así que no olvides echarle un vistazo a Aster.
Con el permiso de su madre, no hubo más problemas, ya que un Titer cualificado siempre era bienvenido en palacio.
Lessas no sabía cómo manejar la atención que estaba recibiendo por primera vez en su vida. Cuando Sayed lo visitó por segunda vez, Lessas se sorprendió y, escondiéndose detrás de la puerta, miró furtivamente a Sayed varias veces, demostrando su incapacidad para controlar la alegría abrumadora, una escena que también pareció extraña para Sayed.
—... ¿Realmente viniste a verme?
—Entonces, ¿por qué estaría aquí?
Aunque dudara de por qué Sayed había venido a su humilde palacio, la expresión extasiada que difícilmente podía soportar esta situación se reflejó claramente en su pequeño rostro. Sayed tuvo que vigilarlo durante media hora antes de poder entrar en la habitación de Lessas.
—Cuando el sol se pone, el techo del palacio parece el cielo nocturno. Las tejas azules con destellos dorados se ven como estrellas en un fondo azul marino.
Disfrutar la compañía de Lessas resultó más agradable de lo que pensaba. A pesar de ser de la misma edad que Cecilia, él era sorprendentemente inteligente y maduro. Era intocable y se sentía feliz simplemente teniéndolo a su lado.
A pesar de no tener nada, siempre quería darle algo a Sayed. En el bosque real, que llevaba tiempo caminando para llegar, acumuló cerezas recogidas, hierbas cuyo nombre ni siquiera conocía y tallas de madera hechas a mano, todo amontonado en la habitación de Sayed.
Aunque eran cosas triviales que no se podían considerar regalos de un príncipe, Sayed disfrutaba colocándolas junto a la ventana y admirándolas. Cada vez que veía eso, recordaba naturalmente la cara sonriente de Lessas corriendo hacia él mientras lo llamaba Ed.
Dirigirse al palacio para cuidar del pobre niño se había convertido en una emoción de alegría. Mientras se dirigía al palacio, las manos de Seyad se llenaron de regalos para Lessas. Cada brizna de hierba significaba algo para ella, pero su favorito era un libro.
—¿Algún día podré ser útil? ¿Podre volverme fuerte y valiente como Ed?— Lessas solía imaginar diversas versiones de sí mismo mientras leía libros. Leer era la única forma en que el príncipe abandonado en el pequeño castillo se comunicaba con el mundo.
—Las personas tienen significado sólo porque existen.
—Pero yo no soy así.
Desde joven, Lessas siempre había conocido muy bien su posición, y era experto en ocultar su tristeza. Sin embargo, el día en que la reina dio a luz a su segundo hijo, el tercer príncipe del reino, no pudo superar la melancolía desolada. Ni siquiera los regalos podían aliviar su dolor en ese momento.
En ese entonces, ya habían pasado seis primaveras juntos.
A los dieciséis años, Lessas se había convertido en una presencia notable por otro motivo. A pesar de que nadie lo cuidaba, como un árbol que crece alto por sí mismo, el niño pequeño y aparentemente insignificante se había transformado en un hermoso joven que atraía la atención.
Su altura considerable, superior a la de sus compañeros, claramente indicaba que era un hombre, pero su rostro blanco y delicado era tan hermoso que resultaba difícil distinguir su género. Rumores sutiles comenzaron a circular dentro del palacio sobre la belleza del segundo príncipe del sur. Pronto, estos rumores se extendieron incluso entre los Títers.
En ese año, varias cosas coincidieron. Durante ese tiempo, cuando la Reina estaba embarazada, Lessas se encontró con Zion Sildras. El precioso primogénito de Sildras, recién empoderado, había pedido a sus padres ver a Lessas, que tenía su misma edad. Aunque los débiles rastros de sangre Sildras en sus venas le molestaban, Zion se convirtió en un miembro tan fijo de la corte de Lessas como Sayed.
La residencia de Lessas, que estaba llena de las huellas de Sayed, ocasionalmente mostraba rastros de Zion. Sin embargo, a Sayed no le preocupaba mucho. Él deseaba que Lessas tuviera amigos de su edad, y pensó que Zion, a quien había visto a menudo cuando era pequeño, era un niño reflexivo y amable, y que se llevarían bien.
Sin embargo, había algo que no podía superar incluso con la llegada de un nuevo amigo. Después de que se corrió la noticia de que la Reina Leana había dado a luz a un príncipe con marcas en la espalda, Lessas no pudo sonreír durante un tiempo.
—Si hubiera sido un guía, todos estaríamos felices, ¿no es así?
Las palabras solitarias de Lessas, que casi parecían un murmullo, resonaron profundamente en el corazón de Sayed y no se desvanecieron. En lugar de hacer promesas inexplicables de que la reina cambiaría milagrosamente de opinión, encontró su propio camino.
"La historia de la Pequeña Estrella" tomó su tiempo para ser creada. El libro, delgado y pequeño, nació de la colaboración entre los dibujos de Cécilia y las palabras de Sayed. Cécilia, que solía dibujar hermosas estrellas que se asemejaban a Lessas, bromeó sobre el título del libro siendo demasiado infantil. Sin embargo, cuando Sayed le acarició suavemente la mejilla, ella rió y dejó pasar el comentario.
El pequeño libro, que llevó casi un mes crear, estaba marcando los días hasta encontrar a su dueño. Sayed, que observaba cada día con atención, finalmente encontró el momento adecuado. El cumpleaños de Lessas estaba a la vuelta de la esquina.
El mes en que nació Lessas se asemejaba a él, abril, cuando las hojas verdes brotaban amorosamente. Para conmemorar el día en que los capullos de las flores se formaron de manera encantadora, Sayad quería regalarle a Lessas el libro que había creado.
Sin embargo, fijar una fecha fue un desafío. Entre la creación del libro y su ausencia temporal, la cita fue postergada debido a un compromiso que Zion había asumido. Aunque no tenía intención de interferir en el juego entre compañeros de su edad, Sayed esperó pacientemente.
—Te he extrañado, Ed.
El día en que finalmente se encontraron fue tres días antes del cumpleaños de Lessas. Lessas, que había estado parado frente al manzano fuera del palacio mucho antes de que Sayed llegara, corrió hacia él en cuanto vio su sombra y lo abrazó. Un dulce aroma a flores de manzano envolvía su cabello negro y esponjoso.
—Quiero ver a Ed todos los días, pero parece incómodo para Zion vernos a los dos juntos. Lo siento, hice esperar a Ed.— Debido al compromiso con Zion, no pudo responder a la visita de Sayed, lo cual le molestó bastante. Aunque no dijo nada, parecía haberse asustado por alguna razón, y se acurrucó en los brazos de Sayed, susurrándole. Solo después de repetir interminablemente que todo estaba bien, Lessas finalmente levantó la cara.
Aún recordaba. Sus dedos largos y delicados sosteniendo cuidadosamente la parte posterior de la mano de Sayed, y sus ojos suplicantes, como si pidieran desesperadamente que creyera en él de alguna manera.
Tessa:
Con solo cruzar miradas, los sentimientos fueron transmitidos, y por un instante, lo confundieron. Esta mente tan devota, ciegamente, estaría incondicionalmente del lado de Sayed. No importa lo que suceda, no importa la situación, nunca haría algo que a él le disgustara.
Y el mundo rompió la ingenua creencia de Sayed de una manera muy clara.
Sayed no pudo felicitar a Lessas en su cumpleaños. Durante la sexta primavera que pasaron juntos, hubo un incidente en la fiesta de los Fundadores organizada por la reina cada año. Y fue un incidente importante.
La Archiduquesa de Axid y Duquesa de Prosius, Serena Prosius, que había venido a participar en la fiesta de acción de gracias, se descontroló.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Antes de que comenzara el festival, la Archiduquesa Axid, encargada de la protección de la reina, en lugar de cumplir con su deber, amenazó la vida de la reina.
Debido a la fuga, un escuadrón de la familia Sildras que defendía el lugar fue aniquilado. Después de matar a veinte caballeros, la archiduquesa Axid, sometida por el Duque de Sildras, fue llevada a las mazmorras.
Los hermanos Prosius, que se alojaban en la mansión de la capital con su padre para participar en el festival, fueron puestos bajo custodia del mismo modo. A partir de entonces, el tiempo se detuvo.
Los recuerdos se mezclaron como una paleta de colores, volviéndose tan borrosos que no se podía discernir cuál era su color original. Sayed recordaba cosas de manera dispersa. La fría figura del Duque Sildras que apareció en la mansión de la capital, o el rostro del Duque Breadhit que vigilaba a la familia Prosius.
Y a su madre que estaba en la prisión subterránea.
La ejecución de la madre fue un resultado inevitable. Sayed se encontró con su madre bajo vigilancia. Afortunadamente, siguiendo la treta de la reina de que podría confesar su traición a su hijo, le dieron tiempo para despedirse.
La madre, encerrada en lo más profundo de la prisión, no se parecía en nada a la persona que él conocía. Con los tendones de las piernas cortados para que no pudiera usar su fuerza, ella se arrastró hacia Sayed.
Todo su cuerpo estaba desaliñado. Las rodillas arrastradas mostraban carne desgarrada, y en su espalda las heridas punzantes permanecían sin vendajes.
Aunque había escuchado claramente la afirmación de que después de la fuga ella se había rendido por cuenta propia, los Titers hicieron que su madre se viera así. Su plateado cabello, que solía ser suave como la seda, estaba enredado, y su rostro estaba lleno de morados. Era una imagen inimaginable para una mujer que solía ser más fuerte que cualquier otra.
A veces, hay escenas que simplemente al verlas pueden volver a una persona loca. La apariencia de su madre era así. Las manos empapadas en sangre, la celda impregnada de un olor a hierro oxidado y moho, todo ello llenó a Sayed de temor y enojo.
Sin embargo, lo que Sayed no podía soportar era la actitud de las personas.
Nadie intentaba entender la causa de la revuelta. Todos cortaron de raíz al duque que había defendido lealmente el norte durante toda su vida. Nadie creía en las palabras de la madre de que no tenía intenciones de conspirar en la rebelión, y Sayed se vio obligado a ser el único en creer en su madre.
{ ─ Tu fuerza está destinada a proteger el mundo }
La naturaleza del Duque Prosius, que solía decir el de cuidar de los débiles, no importaba. El incidente que ocurrió debido a un poder que ni siquiera él mismo podía controlar borró por completo la buena imagen de la madre que existía previamente.
Sayed no presenció la ejecución de su madre. El funeral, por supuesto, no pudo llevarse a cabo. Aunque se registraron la mansión y el castillo de Prosius en busca de pruebas de conspiración, no se encontraron evidencias, lo que permitió que Sayed y su joven hermana sobrevivieron. Sin embargo, estaba en pleno debate la idea de borrar por completo el nombre de Prosius, el guardián del norte, y de incorporar a los hermanos a una casa diferente.
Todo cambió de la noche a la mañana. La distinguida familia Prosius del norte se convirtió en un objeto de vergüenza para los terratenientes, y aquellos que solían tratarlos con respeto, tanto los Títers como los cortesanos del palacio, los señalaron con dedos fríos. Sayed pasó un largo tiempo encerrado en el castillo de Axid, esperando a que le impusieran su castigo. Mientras tanto, no vio a Lessas. Era inevitable. Dada la situación en la que Lessas ni siquiera podía abandonar su propio palacio, naturalmente, no podría haber venido a visitarlo.
Finalmente, lo vio después de tres meses desde que se dictó la sentencia para la familia Prosius. La primavera ya había terminado. Era un verano ardiente, con un sol abrasador que asfixiaba a Sayed y un aire particularmente agitado.
Sayed, ahora con un nuevo nombre, antes de dirigirse al centro, tomó un libro. Después de dudar mucho sobre si llevar o no un regalo que había perdido la oportunidad de entregar, finalmente lo agarró. Como no sabía lo que le depararía el futuro, quería ver por última vez la sonrisa de Lessas.
Infringiendo la prohibición de usar los poderes de Títers en el palacio, Sayed se escondió furtivamente en la residencia de Lessas antes de dirigirse a la sala del oráculo. Escondiéndose en las sombras que se extendían por todo el enorme castillo, logró llegar al palacio del sur.
A pesar de todos los cambios, la residencia de Lessas permanecía igual. Un hermoso manzano estaba cargado con tentadoras frutas. Cuando maduraran, decorarían la entrada del palacio de Lessas como flores rojas. La opresión que había sentido durante su llegada se disipó finalmente. El aire agitado se calmó y se transformó en una brisa suave.
Sayed se acercó lentamente a la habitación de Lessas. La fuerza se apretó ligeramente en la mano que sostenía el libro. Lessas siempre dejaba la ventana abierta, independientemente de la estación, esperando a Sayed. Silenciosamente, Sayed, que se había escondido por la parte de atrás, miró dentro de la habitación.
Lessas no estaba allí.
De pie en la sombra, Sayed miró a su alrededor. Todo estaba igual, pero Lessas no estaba allí. Aun así, pensando que nada cambiaría, Sayed empezó a explorar el palacio lentamente. Consideró diversas escenas en su mente, como la imagen de Lessas esperándolo pacientemente en la entrada del castillo, buscando un árbol adecuado para tallar, anhelando elogios mientras blandía una espada, y otras escenas similares.
En todas esas imaginaciones, la presencia del hijo del Duque Sildras no existía tanto como en la realidad.
Lessas estaba en el jardín, como si estuviera esperando a alguien mientras columpiaba en el columpio de madera que Sayed le había dado. Sayed, que se dirigía al jardín oculto bajo la larga sombra del bosque, se detuvo cerca de Lessas. Los labios que iban a llamar su nombre se quedaron quietos, se volvieron rígidos.
─ Aquí no es un juego de escondite, Lessas. ─ Había un joven que caminaba hacia el columpio. Como si lo hubiera estado esperando, Lessas levantó la cabeza y sonrió. Sayed vio a Lessas sonreír a alguien que no era él por primera vez ese día.
─ Lo encontraste bien.
─ Lessas me dejó ser capturado a propósito, ¿verdad? Ahora, entremos. Hace demasiado calor.
El chico con cabello castaño claro, cercano al rubio, era un poco más bajo que Lessas. Aunque no mirara directamente su rostro, Sayed sabía quién era. Era Zion, el hijo mayor del Duque Sildras.
El chico, que siempre se cruzaba en distancias cercanas sin mirarse directamente, resultó parecerse más al Duque de lo que Sayed había imaginado. Debía de parecerse a él en sus tiempos mozos, cuando había venido a exigir un registro en toda regla de la mansión del ruin traidor.
─ Quedémonos un poco más. El cielo está precioso.
─ Siempre dices lo mismo. ¿Hay algo que te preocupa?─ Lessas vaciló ante las palabras de Zion. Sosteniendo la cuerda del columpio mientras permanecía en silencio por un momento, finalmente preguntó:
─Lo que hizo la Archiduquesa de Prosius y lo que hizo Ed son cosas distintas, ¿por qué Ed también es peligroso?
─Lessas.─ La voz de Zion Sildras se suavizó con pesar.
─No te preocupes por esas personas. No hay nada que podamos hacer. Si llegaras a mostrar interés y eso llegara a oídos de la Reina, ¿qué haríamos? ¿Cuánto sufriría?
La mención de la Reina hizo que Lessas se estremeciera, sacudiendo sus hombros. Zion, aprovechando esa reacción, habló con fuerza una vez más.
─Me tienes a mí. Ya no necesitas depender de esa persona.
Sayed observó la escena en silencio desde la oscuridad. La conversación de los chicos era común. No había nada incorrecto en lo que decía Zion, y Sayed también estaba de acuerdo.
Lessas no debía meterse en los asuntos de Sayed. ¿Qué podía hacer él, un príncipe sin poder? Tenía razón al seguir el consejo de Zion Sildras, pues hablar de traición sólo empeoraría las cosas.
Aun así, Sayed deseaba que Lessas dijera algo diferente. Solo, cualquier cosa, deseaba que Lessas dijera algo positivo. Aunque sabía que era egoísta, su corazón susurraba con urgencia.
Sayed quería confirmar que el Lessas que recordaba no había cambiado.
─ Gracias.─ Después de un breve silencio, Lessas respondió positivamente a las palabras de Zion. Las comisuras de los labios de Lessas se elevaron ligeramente. El hijo del Duque le tendió la mano. Lessas, mirando la mano extendida, soltó lentamente la cuerda del columpio.
Lo único que no había cambiado era el propio Sayed.
Lessas, que siempre había parecido necesitarlo, se había ido. De manera sabia, Lessas encontró su propio lugar sin que Sayed lo guiara. Para empezar, era un niño brillante, por lo que se portó bien.
«Sí, hizo bien.»
Estar al lado de Zion no lo haría sentir solo ni lo pondría en peligro. Para Sayed, acercarse a Lessas ahora sería perjudicial. Era lo correcto para ambos.
La sangre se le heló por todo el cuerpo. Sus labios ligeramente entreabiertos se cerraron. Las yemas de sus dedos se volvieron heladas, luego gélidas.
Sayed apretó el libro con fuerza, retrocediendo. El sonido tenue de una ramita rompiéndose resonó. La mirada de Lessas, que parecía estar a punto de tomar la mano de Zion, se volvió hacia Sayed por un instante. Sin embargo, sus miradas no se cruzaron.
Ese día, en lugar de mantener el control sobre el castillo de Prosius, la realeza transfirió todas las responsabilidades del duque del norte al duque Sildras del sur. El acceso al sur estaba prohibido a menos que la realeza lo solicitara, y Serena Prosius, que se convirtió en la exduquesa, fue condenada como traidora, borrando todos sus logros como Titer de los registros históricos.
Sayed, que regresó al castillo, cumplió fielmente las órdenes reales. Nunca buscó a Lessas primero. A menudo recibía cartas de Lessas, pero nunca las leyó. Calluan, en algún momento, dejó de entregarle las cartas que su señor no leía.
En el siguiente cumpleaños del tercer príncipe, Sayed se encontró nuevamente con Lessas. Ante todos, Sayed se arrodilló solo frente al príncipe, recibiendo un sombrero ceremonial como muestra de sumisión, demostrando así su lealtad a la familia real.
Lessas buscó a Sayed después de que terminó la celebración y se aferró a él. Lloró de manera humilde y desesperada, pidiendo perdón por algo que ni siquiera sabía qué había hecho mal.
─ Ed. No me abandones...─ Así lloraba Lessas, hasta que Zion Sildras, buscando al príncipe desaparecido, lo apartó de Sayad. Por un momento, Sayed casi se estremeció al ver su miseria compartida.
Sin embargo, las acciones de Lessas son simplemente una lamentación por lo perdido.
Sayed pensó en Zion, que estaba al lado de Lessas, recordó a su padre, el duque Sildras, pensó en sus lejanos parientes y en la madre de Lessas, la reina.
Todos los que rodeaban a Lessas eran el infierno de Sayed. Lessas no intentaba salir de ese infierno, sino sólo arrastrar a Sayed hacia él.
Sayed, que había regresado al castillo, tomó un pequeño libro que había estado reposando en el escritorio de la biblioteca durante todo un año. Bromeando sobre el tiempo perdido, lo colocó en un lugar invisible para que nadie pudiera verlo. Desde entonces, hasta su muerte, nunca lo volvió a abrir.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Como una espada abandonada que se oxida, las emociones descuidadas también se desgastan y embotan. Sayed, que solo reaccionaba ocasionalmente por objetivos predefinidos, no experimentaba otras emociones. Solo al final de una vida terrible, Sayed se encontró con el sentimiento de arrepentimiento, pero no se presentaron fácilmente otras emociones desgastadas.
Por lo tanto, los actos para ganarse el favor de los demás eran algo vago para Sayed. Ser objeto de temor o desprecio era tan natural como respirar para él, pero experimentar otras emociones era algo raro. Solo Aster apreciaba su comportamiento de esta manera.
Al recordar a Aster, su estómago se retorció. La mano que blandía la espada se detuvo. En el centro del claro solitario de la sala de práctica, clavó la espada en el suelo de tierra y tomó aliento. El calor que había subido intensamente durante un momento comenzó a disiparse. El viento frío que soplaba desde el bosque despeinaba sus cabellos grisáceos.
Antes de la muerte de Sayed, Aster había sido la única buena voluntad que quedaba en el mundo.
Había escuchado a su madre, que no confiaba en nadie más que en su guía, y a Sayed, que comprendía su ira, que era un benefactor de su causa y que era el único maestro de purificación que podía traerle la paz.
Cuando llegaba el día después de matar innumerables Nieras y limpiar los cadáveres de aquellos que murieron a manos de monstruos, Aster se convertía de buena gana en su refugio. Lo abrazaba plenamente, pasando la mano por su espalda, y las olas que fluían con él se llevaban el dolor de Sayed.
Pero había una faceta de Aster que había vuelto a conocer y que le hacía cuestionarse. Su "castigo", que en el pasado había considerado simplemente merecido, era preocupante. Si Aster realmente lo valoraba como una fuerza importante, no le habría dejado la posibilidad de entorpecer la batalla al no purificarlo.
«¿Realmente Aster me necesitaba?»
Al lado del príncipe heredero, Sayed se vio inevitablemente arrastrado a la batalla por la sucesión. La facción de Aster quería reducir el poder de Titer en los asuntos de Estado, mientras que la facción de Sildras, liderada por Lessas, quería mejorar la posición de Titer.
Sin importar la lucha sucesoria, para Sayed, lo único importante era limpiar la deshonra de su familia. Haría cualquier cosa que Aster deseara. Aparte de eso, no había nada significativo en el mundo para Sayed. Por el bien de Aster, Sayed tropezó con acciones que socavaban la autoridad de Titer como Titer.
Se unió a la sombra en la campaña de la orden real de caballeros para cazar Nieras sin la presencia de Titer, facilitando la muerte de Nieras. Desde entonces, comenzaron a surgir opiniones de que era posible superar las adversidades solo con 'humanos', sin el poder del Titer.
Y, por otro lado, Sayed mostró su presencia al reprimir a bandidos y ladrones. Aquellos que habían presenciado sus habilidades de combate al menos una vez le dieron el apodo de 'El Demonio de Solias', extendiendo su infamia por todo el reino.
Al mostrar a la gente lo peligroso que podía llegar a ser el poder de Titer, había infundido su miedo, y en el momento de su muerte, había más odio hacia Titer en el reino que nunca.
Pero no importaba. Sayed había cumplido con su deber y, al hacerlo, había complacido a Aster.
Así, al final de una vida vivida creyendo en eso, Sayed se encontró a sí mismo más manchado por su familia que cualquier otra persona. El poder de la familia no fue restaurado y la investigación de la verdad sobre su madre nunca se llevó a cabo. Aunque el desenlace fue tan inesperado como un estallido, Aster sin duda sabía qué resultados estaban llevando las acciones de Sayed. Solo que Sayed no lo sabía.
Antes no podía verlo, pero ahora lo entiende. Aster no tenía la intención de cumplir con lo que él quería.
La imagen de Aster que lo abandonó en el momento de la muerte y la noche anterior, cuando detuvo la purificación y emitió el cántico fúnebre, se superpusieron. Una densa sensación de desconfianza se alzó y ahuecó un lugar dentro de su corazón.
Es esta sensación de nuevo. La sensación de vacío que experimentó cuando estaba muriendo, una sensación de desolación abrumadora.
Sin darse cuenta, las puntas de sus dedos se enfriaron intensamente. Sayed, que miraba fijamente la mano que sostenía la espada, inhaló un suspiro bajo.
Cualquiera que sea el pasado, lo importante ahora es detener la fuga. Por supuesto, no se sabe cuánta ayuda puede brindar Lessas. Incluso si su poder es tan fuerte como el ancestro Raman, no había garantía de detener el estallido. Solo eran suposiciones de Sayed.
Además, la situación ahora es extrañamente diferente del pasado. Si los efectos secundarios son tan graves como para escuchar alucinaciones incluso con solo esta cantidad de combate, no sabía si el momento del estallido se adelantaría.
«No.»
La sangre se enfrió solo con la idea. No se puede cometer ese acto nuevamente. No debe haber tantas personas muriendo. Eso es algo que no debe repetirse.
«Si llega el momento en el que sienta que no puedo detenerlo...»
Dentro de la dolorosa realidad, Sayed recuperó la compostura y controló su respiración. Dado que es consciente de que podría estallar, la situación es diferente a la de antes. Seguramente hay una manera de detenerlo. Cuando sienta cualquier signo de peligro, en ese momento, simplemente tiene que matarse a sí mismo. Es simple.
Tessa:
Si su existencia llevara a la muerte de muchas personas, entonces estaba en lo correcto al detenerse antes de que eso ocurriera. Era la manera más eficiente y con menos daño.
Sayed reflexionó detenidamente sobre su vida en este momento. Su única familia lo abandonó hace mucho y no había nadie en ninguna parte que lo apreciara. Dado que no tenía a nadie a quien proteger, no había razón para que existiera en el mundo. Lo único que le preocupaba es que no habrá nadie que proteja los Bosques del Norte....
«Necesito un mecanismo de seguridad. Una forma de proteger este lugar incluso sin el señor del norte.»
Sayed consideró algunas opciones para prepararse para el caso en que no pudiera detener la fuga. En primer lugar, era prioritario buscar la ayuda de los dos duques. A diferencia del pasado, si lograban sobrevivir, podría resolver en cierta medida la ausencia de Sayed.
Luego, el bosque. Tenía que eliminar el Bosque Nocturno.
Dado que el plan está respaldado por el rey, la única manera segura de abordar su ausencia era aprovechar este momento para eliminar completamente el bosque que representaba una amenaza en el norte.
Era una tarea imposible, pero también era un plan que nadie se había atrevido a ejecutar antes. No lo sabría hasta que lo intentara.
Reuniendo sus pensamientos, se dirigió a los establos. Si quería asegurarse de que los dos duques, que se hospedaban como invitados, salieran con vida del bosque, necesitaba comprender su trazado. Ayer había aprendido que es muy difícil cambiar el futuro conociéndolo de antemano.
No era solo esto lo que tenía que resolver de inmediato. Para detener la fuga, para eliminar el bosque, de cualquier manera que fuera, cualquier plan requeriría a Lessas. Debía suavizar un poco su fuerte resistencia hacia él.
El problema es que no hay mucho tiempo para cambiar el corazón de Lessas. Si no puede reparar su relación con él en los próximos dos meses más o menos, será más difícil acercarse a él.
La razón es Zion Sildras.
Cuando Lessas se sumergió de repente en la lucha por la sucesión con su despertar, Zion estaba a su lado. Aunque Sayed pudiera contener su propia ira hacia la familia Sildras, estaba claro que la familia Sildras no dejaría que Sayed se acercara a Lessas.
En primer lugar, el despertar del príncipe fue el resultado de la influencia de la familia Sildras.
Después de participar en el rito de la Ascensión, Lessas regresó a la capital real y pasó el invierno en el sur, invitado por la familia Sildras, o más específicamente, por Zion Sildras. Tan pronto como Zion terminó sus responsabilidades como nuevo señor, llamó al príncipe.
Para consolar al leal caballero Lessas que había perdido a Anka, Zion sugirió un cuidado cálido en el sur. El invierno en el sur era considerablemente más corto en comparación con el norte, y debido a la prolongada exposición al sol, el poder de los Nieras también era más débil. Parecía que ninguno de ellos consideraba que pudiera ocurrir algo peligroso en un lugar donde no se experimentaban las rigurosas condiciones invernales.
Pero lo que ocurrió en el norte también sucedió en el sur. Ese invierno, en todos los bosques, ocurrieron eventos inesperados uno tras otro. Era el año de la convocatoria del rey para una nueva partida de reconocimiento.
En el sur, debido a la aparición inusual de un Niera de alto nivel al final del invierno, Zion Sildras resultó gravemente herido. Había tenido que enfrentarse solo a la Niera Superior, necesitando el apoyo de otros Titers. La lesión en sí misma era tratable, pero debido al uso excesivo de poder, las ondas crearon una fisura en su interior. En medio de esta amenaza para la vida de Zion, Lessas despertó, perfectamente sincronizado con la situación.
Debido a este poder desde el principio, la relación entre Lessas y Sión fue una de las más románticas del reino. Una canción creada ese invierno se convirtió en la favorita de los poetas, y fue entonces cuando Aster, que había mantenido a raya a Lessas sólo con insultos, cambió su forma de actuar.
El tiempo es limitado. Debía bajar la guardia de Lessas en dos meses, pero simplemente no podía pensar en una solución. Tratar con personas no era el punto fuerte de Sayed. Las complejas relaciones eran casi como algo que Sayed despreciaba.
Llevando consigo una sensación de frustración, entró en el establo. Cuando el olor característico de los animales y el hedor del estiércol lo envolvieron, la sensación de frustración disminuyó un poco. Siempre disfrutó del tiempo cuidando de los animales desde su juventud. Además, el hecho de que Luna, el caballo que recibió como regalo cuando alcanzó la mayoría de edad, aún estuviera viva mejoró un poco el estado de ánimo de Sayed.
—Jaja, comes bien. Tal vez hasta la forma en que comes es tan parecida a tu dueño que alguien podría decir que no te pareces en nada a él.
Pero en el establo que debería estar tranquilo, había un intruso. La voz familiar hizo que los ojos de Sayed se entrecerraran. Cuando entró en silencio, allí estaba Quilly, que estaba recuperando la conciencia.
—Tú también lo sabes, Luna, ¿verdad? Cuánto le gusta a Su Alteza las cosas dulces, a pesar de las apariencias. Cuando eras más pequeño, solía comer las manzanas que Quilly le daba...
Quilly estaba alimentando a Luna con manzanas. Siendo alguien que normalmente ni siquiera consideraba a la mayoría de las personas, estaba dando manzanas a alguien cuya cara le resultaba familiar. Los trozos de manzana roja desaparecieron rápidamente detrás de la boca blanca de Luna.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Sayed, que estaba observando la escena, reveló la intención de Quilly de darle otro trozo de manzana. De repente, una voz desde atrás hizo que Quilly diera un respingo, asustado, y girara rápidamente. Luna también miró fijamente a Sayed mientras masticaba la manzana.
—¡Su Alteza!
Quilly, aparentemente olvidando que estaba recuperándose, no solo no se sorprendió, sino que iluminó su rostro.
—¿Cómo sabías sobre los sentimientos de Quilly y apareciste aquí como por obra del destino?
Ante la excesiva adulación, Sayed mantuvo su expresión inmutable.
«¿Quilly solía ser tan desorganizado?»
Seguramente causaba problemas antes de alcanzar la mayoría de edad, pero desde que se convirtió en el señor, no lo había visto comportarse de esta manera.
—¿No estabas en libertad condicional?
—¡Mi padre ha vuelto a delatarme! Pero yo no he hecho nada malo, no se puede recibir castigo por hacer lo correcto. Estoy en medio de una rebelión justa.
Sayed, con el puño apretado, observó la expresión segura de Quilly. La extraña sensación de orgullo que vio en Calluan, y las facetas que no había visto antes, lo desconcertaron.
—¿Qué has hecho bien para estar tan seguro?
—Un ejemplo más que demuestra mi lealtad hacia el Archiduque.
Sayed lo miró en silencio y Quilly rodó los ojos con una expresión arrogante. Después de desordenar sus largos mechones plateados, comenzó a explicar.
—No se dan cuenta de que el Archiduque les salvó la vida, y dicen tonterías sobre lo que pasó ayer. Decían cosas como que estaban malditos, así que les aclaré la situación.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Aunque no se detalló, se podía adivinar. Después de la ceremonia de la oración, también había escuchado rumores en el pasado. Se decía que la causa de una tragedia sin precedentes era una maldición infligida por la crueldad del Lord Axid durante la celebración, o que era un plan secreto tramado por el Duque Demonio, un ser demoníaco. Había muchas especulaciones.
— ¿Era necesario causar problemas por ese asunto?
— ¿Qué?
Al preguntar sobre su comportamiento incomprensible, los ojos de Quilly se abrieron como platos.
— De todos modos, son solo rumores infundados. No vale la pena abordarlos, y aunque lo hicieras, no cambiaría las mentes de aquellos que no están dispuestos a cambiar. La gente cree lo que quiere creer. Inmiscuirte en tales asuntos solo te perjudicará.
— Pero me duele escucharlo.
Quilly expresó su frustración, sin entender por qué estaba tan molesto.
— Por supuesto, es frustrante lidiar con aquellos que se dejan llevar por rumores. Pero ¿no es así la gente en general? Cuanto más equivocados están, más alguien como yo, que se rebela, debería hacerles reflexionar y reconsiderar sus creencias. De lo contrario, todos pensarán que están siempre en lo correcto.
Las palabras de Quilly sonaban como historias de otro mundo lejano. Si bien los rumores pueden tener aspectos exagerados, Sayed en sí no era exactamente una buena persona por la que Quilly debería tomar partido. Había perdido cientos de vidas con solo pasar de largo. Eso no era todo. En Sayed, el asesinato ni siquiera se consideraba algo excepcional. Más adelante, como guardaespaldas de Aster, Quilly mataría a muchas personas.
— Quizá no estaban tan equivocados después de todo.
En tono cínico, concluyó.
— Así que no te involucres en tonterías. Será perjudicial para ti.
Sayed se contentaba con que Quilly estuviera presente en ese momento. No quería arriesgar su vida, que había sido salvada con dificultad, en asuntos triviales.
— Pero incluso ahora, ¿no estás diciendo estas palabras porque te preocupas por mí?
Frunció el ceño, revelando su disgusto, pero Quilly no retrocedió.
— Debido al peligro, hiciste que todos se quedaran en la mansión. No estoy seguro de qué cambio de actitud experimentó el Archiduque, pero gracias a eso, nadie resultó herido. Además, el Archiduque es el protector del norte. La gente de esta tierra está segura gracias al Archiduque.
Luna, con su pelaje blanco, ronroneó y emitió un suave gruñido.
— ¡Luna también está de acuerdo!
Las palabras de Quilly, que hablaban de deberes obvios como si fueran elogios, dejaron a Sayed sin palabras. El Titer estaba aquí para proteger esta tierra, y su forma de hablar sobre hechos tan evidentes como el amanecer y el anochecer, como si fueran eventos extraordinarios, era peculiar. Decidió dejar de perder el tiempo señalando las peculiaridades de Quilly.
— Está bien. Detente. Hoy parece que te has vuelto más hablador, Quilly. Has hablado demasiado.
Al dar la orden de salir con un gesto, Quilly sonrió de manera satisfecha, como si disfrutara de la conversación interminable.
— De acuerdo, parece que Su Alteza me ha hablado después de muchos años. Parece que me he emocionado por eso.
«¿Tanto tiempo ha sido?»
En algún momento, dejó de mirar hacia atrás en el pasado. Reflexionar sobre el tiempo irreversible parecía una pérdida de tiempo. Por eso, olvidó muchas cosas.
Sayed miró a Quilly en silencio. Siempre fue un chico animado desde pequeño, y Sayed disfrutaba de tener a Quilly cerca. Habían pasado mucho tiempo juntos. Durante muchos años, Quilly había sido consejero y bromista, siempre al lado de Sayed.
Quilly siempre sabía cómo calmar a Cecilia cuando se enfadaba, y en lugar de enviar a un sirviente a traer comida, le daba caramelo a escondidas en su habitación. Si por casualidad los descubrían y recibían un regaño, Quilly siempre decía que estaba bien siempre y cuando Sayed estuviera contento, y se reía alegremente pase lo que pase.
Fue después de que sucedió algo con su madre que Sayed se distanció. Quilly, Calluan y otros antiguos consejeros no creían en la inocencia de la madre de Sayed, según lo que él contaba. La situación en ese momento era tal que para proteger la reputación de la familia, debían rechazar al miembro culpable y silenciarlo.
En medio de una situación en la que no podían entenderse mutuamente, Sayed renunció a persuadirlos. En cambio, eligió emprender tareas por sí mismo. Y así, llegó al final de su vida.
— Ve allá.
Cada emoción que emergía era extraña y torpe. Después de pronunciar las palabras de felicitación, Quilly sonrió y le ofreció a Sayed un último trozo de pastel.
— Que tengas un buen tiempo con Luna.
A diferencia de sus respuestas sarcásticas anteriores, el saludo de despedida de Quilly fue cortés al retirarse. Luna agitó la cola como si lo estuviera acompañando, y justo cuando Quilly se iba, intentó comer la manzana que sostenía en la mano de Sayed, provocando que, según su costumbre, Sayed retirara la mano hacia atrás. Luna observó fijamente a Sayed con sus grandes ojos.
Sayed siempre fue un amo estricto. Preocupado por la posibilidad de caries, no le dio a Luna golosinas como manzanas, peras o trozos de azúcar que tanto le gustaban. Luna, al parecer, entendió la situación y dejó de insistir.
En un instante, vio a Luna, que unos años después paseaba por el campo de batalla para él. La leal montura superó incluso situaciones que harían que los humanos temieran, permaneciendo al lado de Sayed. Recordó a Luna muerta, con las piernas rotas y el cuerpo atravesado por lanzas, y se preguntó cuán feliz habría sido en ese momento.
Sayed extendió lentamente la manzana. Luna, que miraba fijamente la manzana que se acercaba, finalmente se dio cuenta de que Sayed lo permitía y tomó la manzana con tranquilidad. La cola de Luna, que disfrutaba silenciosamente de las caricias, se agitó largamente.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
El bosque de la noche era un lugar al que nadie, excepto Sayed, se atrevería a entrar solo. Incluso durante el día, cuando Niera descansaba, seguía siendo un lugar extremadamente amenazador. Desde el momento en que entras en el bosque, la dirección se volvía difícil de mantener, y a tu alrededor todo estaba lleno de sombras de árboles, creando un lugar profundo y oscuro.
La oscuridad original hacía que ocasionalmente emergieran las Nieras, y los animales que vivían allí también eran diferentes de los animales comunes. Las Nieras, que solo arrebataban almas humanas, dejaban a los animales en paz, pero aquellos animales que coexistían con las Nieras disfrutaban de cazar humanos, incluso cuando no tenían hambre. La peligrosidad del norte se debía en parte a estos seres. Aunque el invierno pasara, siempre se necesitaba alguien para vigilar el bosque debido a los animales contaminados que salían constantemente de él.
Aunque explorar solo el bosque donde llega el invierno, incluso siendo un Titer, era una tarea peligrosa, Sayed tenía la capacidad de hacerlo gracias a sus habilidades. Al infiltrarse en la oscuridad y borrar rastros y presencias, podía moverse por el bosque sin problemas. Algunos decían que era un poder ominoso en muchos sentidos.
De todos modos, utilizando ese poder maldito, recorrió fácilmente la entrada del bosque.
En realidad, Sayed no presenció directamente la muerte de Bredhite y Vetria. Él lideró el camino a través del bosque, y sólo escuchó la historia de cómo murieron al enfrentarse a las Nieras que atacaron al grupo que los seguía. El único sobreviviente era un caballero de la casa real, pero incluso él estaba medio fuera de sí.
Cuando inspeccionó el lugar, encontró rastros de una Niera de gran tamaño. Sin embargo, al pensar en ello ahora, había muchas cosas extrañas. Incluso si se tratara de una Niera de gran tamaño, era una entidad que podría haber sido enfrentada si los dos duques unían sus fuerzas. Con la vasta experiencia de Bredhite, habría sido especialmente fácil.
Entonces, parece que había alguna variable desconocida.
Sayed examinó minuciosamente la entrada del bosque, pero no pudo encontrar de inmediato rastros de la Niera de gran tamaño. Las Nieras dormidas se acomodaban en el bosque como masas oscuras con el núcleo en el centro, pero no se veían Nieras de nivel intermedio o superior en ninguna parte.
Hasta ese momento, las Nieras actuaban de manera similar a los animales que guardan sus propios territorios. Seguramente debía de haber alguna razón que las estaba llevando fuera de sus áreas habituales...
Al organizar los eventos pasados, Sayed confirmó que el alcance de acción de las Nieras se estaba expandiendo. Esto no solo se limitaba a extenderse más allá del bosque, sino que también involucraba eventos dentro del bosque. Después de este período, el bosque cambió de manera inusualmente amenazante. A diferencia del pasado, cuando los señores locales podían gestionar el bosque por sí mismos, en el año en que Sayed murió, todos los Titer restantes tuvieron que unir sus fuerzas para planear una estrategia contra el inminente invierno.
Algo estaba fortaleciendo a las Nieras. La sospecha que Sayed a menudo tenía antes de morir se convirtió en certeza.
Con dudas en su mente, Sayed manejó a las Nieras dormidas en la entrada del bosque lo mejor que pudo y salió del bosque. Cuando salió, el sol ya se había puesto. Era común en el norte que al pasar el mediodía, los alrededores se volvieran oscuros de manera inquietante, así que los habitantes de la región ya estaban cerrando puertas y preparándose para la cena.
Para regresar al castillo, Sayed se dirigió al pueblo donde tenía atado a Luna. A veces, debido a la presencia ocasional de animales más allá de los límites del bosque, solía dejar a Luna en el establo más cercano. Pero algo parecía extraño.
A lo largo del camino que conducía al pueblo, las huellas de animales estaban marcadas en una dirección. Las huellas en la nieve no pertenecían a un solo animal.
Esto es caza humana. No era un ataque de animales hambrientos, sino más bien un ataque de animales contaminados por las Nieras.
Aunque era algo común cuando llegaba el invierno, Sayed no se había involucrado directamente en tales situaciones durante mucho tiempo. Siempre priorizaba la caza de las Nieras cuando llegaba el momento y enviaba caballeros a pueblos atacados por bestias como esta. Sin embargo, incluso eso no era suficiente. En algunas ocasiones, los caballeros lograban la victoria, pero dependiendo del tipo y la cantidad de bestias, también perdían la vida.
Por lo tanto, el invierno se convirtió en una época aún más temible para la gente del territorio de Axid. Incluso había residentes que optaban por abandonar el territorio. Aquellos que habían acumulado suficientes recursos solían abandonar Axid en la medida de lo posible.
{ — Tu fuerza existe para proteger el mundo.}
Después de la muerte de su madre, Sayed creía que matar a las Nieras era la única forma de proteger el mundo. Sin embargo, las palabras de su madre sobre la necesidad de cuidar de los débiles lo persiguieron. No sabía si era debido a la influencia de Lessas que recordaba eventos pasados, pero... no era el momento para estar pensando en eso.
Sayed corrió rápidamente hacia el pueblo. Esquivando la nieve que le llegaba hasta las pantorrillas, se apresuró hacia el pueblo que se había convertido en un caos debido al ataque. Gritos y alaridos se mezclaban por todas partes.
— ¡Mamá!— En el camino, lo primero que Sayed presenció fue a un niño que tropezó y cayó. Un lobo que revolvía una casa vacía asomó la cabeza al oír el llanto. La madre del niño, que había visto al animal de gran tamaño salir por la puerta, gritó.
— ¡Judy! ¡Rápido, ven aquí!— La madre corrió hacia el niño, pero no pudo ser más rápida que el lobo. Con ojos amarillos brillantes y ágiles movimientos, se abalanzó hacia el niño.
— ¡No!— Con el grito de la mujer, Sayed invocó su habilidad. La sombra que estaba pegada a las patas del lobo cambió de forma en un instante y se elevó desde el suelo. Luego, se lanzó hacia el lobo, dueño de la sombra.
¡KWAK!
El enjambre de espinas negras que emergió del suelo perforó al lobo que se abalanzaba directamente desde el aire. Una larga espina del grosor de un brazo humano atravesó de un solo golpe la resistente caja torácica del animal. Con un breve gemido, el lobo murió al instante.
— Oh, mamá...— El niño temblaba mientras estallaba en llanto. Aunque se asustó mucho debido a la situación repentina, la mujer corrió directamente hacia el niño. Con un gesto aterrador, la madre abrazó al niño que estaba extendiendo los brazos. Mientras tanto, Sayed vio otro lobo corriendo hacia ellos desde atrás, mucho más grande que el que había atrapado antes, como si estuviera a punto de lanzarse sobre madre e hijo de un salto.
Sayed, reaccionando al peligro, agitó la mano de inmediato. Mientras las espinas emergían del suelo para atravesar nuevamente al lobo, una espada que se movía más rápido que eso perforó el costado del lobo.
¡CLANG!
Con el grito final del lobo que intentaba abalanzarse sobre la mujer, el animal se desplomó en el suelo. Sayed giró la mirada en dirección de donde la espada había venido.
El ataque anterior era obra de alguien con habilidad en el manejo de la espada o una destreza notable. Al preguntarse quién podría estar aquí antes, Sayed examinó la dirección de donde provenía el ataque, encontrándose con Lessas que parecía haber llegado apresuradamente.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
— ¿Por qué está el príncipe aquí...?— El pensamiento parecía ser mutuo, ya que Lesas, que también tenía esa misma idea, descubrió a Sayed mientras verificaba la seguridad de la madre e hijo, y su expresión se volvió rígida.
— Gr-g-gracias...— La mujer expresó agradecimiento, alternando entre mirar a Sayed y Lesas. Mientras sostenía fuertemente al niño, Lesas, al observar a la mujer que no podía ponerse de pie, apartó la mirada de Sayed. Se acercó lentamente a la mujer y le ofreció una mano.
— ¿Estás herida?— La mujer, al encontrarse cara a cara con el rostro de Lesas reflejado bajo la brillante luz de la luna, pareció sorprendida por un momento y bajó la cabeza rápidamente. Aunque el niño, que había estado llorando todo el tiempo, podría haber sentido que estaban a salvo, se quedó en silencio mientras miraba fijamente a Lesas.
— Sí, estamos bien. Sin embargo, mi esposo fue al pueblo para ayudar a la gente..., no estoy segura de si estará bien.— La mujer, apenas recuperándose, explicó la situación. Al ver la cara preocupada de la mujer, Lesas habló con compasión.
— Pronto se calmará, ya que mis caballeros están ayudando a los demás. Cuando verifiqué en el camino, no vi a nadie gravemente herido.
— Oh, realmente gracias. Gracias a ustedes, nosotros...
Sayed, que había estado escuchando en silencio la conversación, entendió la situación. Aunque no sabía por qué Lesas y sus caballeros estaban aquí, parecía que no había sufrido grandes daños de inmediato.
Terminadas sus tareas, se dio la vuelta. Sabía que retirarse sería de ayuda para la estabilidad de los demás. Aunque la mirada de Lesas brevemente se cruzó con Sayed, él no lo notó.
Así, en silencio, se dirigía hacia el pueblo cuando el niño lo llamó.
— Gracias, caballero.— Sayed, que no pensó que las palabras estaban dirigidas a él, no se dio la vuelta. Mientras intentaba pasar sin mirar hacia atrás, escuchó el sonido de pasos acercándose, y la punta de la capa de piel quedó atrapada por una pequeña mano.
Tessa: Sin miedo al éxito
— ¿Caballero, no estás herido?— Solo entonces Sayed se dio la vuelta. Una pequeña niña, tan pequeña que tenía que bajar la cabeza por completo para verla, lo miraba mientras balbuceaba. Aunque las huellas de lágrimas aún permanecían densas en sus mejillas, la niña rió mientras le preguntaba aun cuándo había llorado.
Tessa: Yo siendo una fan
— ¡Judy! No deberías agarrar las ropas del señor así...— La mujer gritó suavemente. Parecía haber reconocido quién era Sayed después de ver su habilidad. La mujer, que corrió hacia ellos con una voz asustada, tomó a la niña y se disculpó en lugar de ella.
— Lo siento mucho, mi señor. Mi humilde hija es aún joven y no sabe muchas cosas. ¡Por favor, perdónenos!
Sayed le habló fríamente a la mujer que estaba arrodillada hasta las rodillas.
— Ahórrese las molestias, y retírese.— Con el rostro empalidecido, la mujer asintió apresuradamente. Retrocedió instintivamente hacia Lessas, a quien consideraba instintivamente seguro, y abrazó fuertemente a la niña. Aunque la niña, incluso en medio de eso, hizo pucheros y lanzó una rabieta.
— El caballero me salvó la vida. ¿No podríamos invitarlo a nuestra casa?
Tessa: Si soy 🤣
— Judy, el señor está ocupado. No tiene tiempo para eso.
Sayed miró la capa que la niña había agarrado. Sus ojos se encontraron con los de Lessas, que lo estaba estudiando. Sus hermosos ojos morados se fruncieron con curiosidad. Dudó sobre qué decirle, pero Sayed recordó los eventos de la mañana. Recordó cómo se estremeció cuando Lessas se acercó, y se quedó callado.
— ¡Su Majestad! La verificación ha terminado. Todos los lobos han sido manejados...!— Inesperadamente, dos caballeros salieron corriendo desde el interior del pueblo. Avanzaron valientemente hacia Lesas, gritándole con determinación, pero al final se sorprendieron al descubrir a Sayed en el centro del camino.
— ¿Eh...? — Uno de los caballeros que estaba emocionado gritando soltó una tontería con una expresión perpleja.
«¿Se llamaba Baine?»
Probablemente fuera el que había estado luchando contra el oso junto a Lessas.
— ¿P-por qué el Duque... está aquí...?
— ¡Ey, idiota! ¡Deberías saludar primero!— El caballero de cabello castaño que seguía a Baine rápidamente le presionó la cabeza mientras bajaba la suya.
— Saludos a Su Excelencia el Archiduque. Somos los caballeros de escolta de Su Excelencia Lessas...
— ¿No deberían los caballeros de escolta estar en sus puestos? ¿Esa no es su tarea?
Ante la reprimenda de Sayed, Baine hizo una expresión injusta. El caballero de cabello castaño, tal vez más perspicaz, trató de apresurarse y suavizar la situación al jalarlo. En ese momento, Lessas intervino.
— Es mi orden. La prioridad era manejar a los lobos, y yo mismo estaba en peligro por ellos. Por favor, no reprenda a mis caballeros.— Al ver la respuesta afilada de Lessas, los caballeros lo miraron con ojos que no podían adaptarse, lanzándole una mirada fugaz. Se instauró un silencio tenso. La súbita mención de títulos como "señor" y "archiduque" sorprendió a la mujer también, quien, con un rostro pálido y sorprendido, sólo inclinó la cabeza. Quien rompió el silencio fue el representante del pueblo después de completar la organización de la situación.
— Caballeros, ¿están aquí? Gracias a ustedes, hemos logrado vencer a todos los lobos. Aunque hay edificios dañados...— El hombre de mediana edad que corría apresuradamente se detuvo de repente al ver a Sayed. Inclinando rápidamente la parte superior de su cuerpo con ojos asustados, lo saludó con una voz temerosa. — ¡Le saludo, mi señor...!
Era un rostro tenue pero presente en sus recuerdos. Uno de aquellos que venían cada año para informar sobre la situación del territorio. Aunque era uno de tantos y no tenía un significado especial, Sayed se preguntó por qué lo recordaba entre tantos otros. Pronto, un recuerdo vívido surgió en su mente. Fue un momento tan desgarrador que se grabó en su alma, pero también fue un instante que había borrado deliberadamente.
{ — ¿Cómo puede un demonio como tú ser un señor? ¡Un gobernante que no protege la tierra no merece llamarse señor! Si no fueras tú el señor, la gente de este pueblo seguiría viva! }
El hombre de mediana edad solicitaba enviar al menos un caballero porque los lobos aparecían constantemente en el castillo día tras día. Tal vez no era el mejor momento o quizás lo era. La temporada de frío estaba en pleno apogeo, y Sayed estaba utilizando todos los recursos disponibles para vigilar el bosque, que estaba experimentando cambios inusuales, durante el invierno.
El camino desde el pueblo hasta el castillo normalmente requería medio día de caminata para una persona común. A pesar de las súplicas del hombre que pedía la ayuda de los aldeanos para enfrentar a los lobos, Calluan siempre lo rechazaba con las manos vacías. Esto aparentemente afectaba al hombre de alguna manera, ya que Calluan, a pesar de la incomodidad, se ofrecía a escuchar sus quejas y peticiones varias veces.
El incidente ocurrió poco después. Al atardecer, cuando el cielo se oscureció, una manada de lobos asaltó el pueblo. La mayoría de los líderes del pueblo murieron al tratar de detener a las bestias, especialmente a un lobo de gran tamaño y agresivo. Los lobos, pisoteando los cuerpos sin vida de aquellos que intentaron resistirse, mataron a todos los que no pudieron oponer resistencia.
El hombre tuvo la desgracia de sobrevivir. Ese día, al regresar después de no haber llegado a comunicar su solicitud al castillo, se encontró con que los lobos habían atacado y vaciado el pueblo mientras él estaba ausente.
La aldea fue destruida y el hombre, enloquecido, se interpuso en el camino de Sayed que se dirigía hacia el bosque. Lanzándole piedras y maldecido al señor, finalmente se lanzó hacia él para matarlo.
{ — ¡Devuélveme a mi familia! }
Ésas fueron las últimas palabras del hombre. Sayed mató con su espada al hombre que atacó con todo su corazón. No hubo oportunidad para los caballeros de intervenir. Con el pecho atravesado, el hombre muerto parecía haber sido asesinado por el propio poder de Sayed. La muerte desgarradora dejó perplejos a los caballeros. Dejando atrás a aquellos que lamentaban la muerte, Sayed giró las riendas de su caballo para matar a Nieras.
El hombre fue enterrado por los caballeros en el pueblo. Poco después, ese lugar se convirtió en un sitio deshabitado, y solo las tumbas restantes preservaron ese espacio.
El mismo lugar donde Sayed está parado ahora.
Se sentía como si sus dedos fueran pinchados por espinas. El pecho se volvía opresivo y en un instante le faltó el aliento. Sayed observó con una expresión inquieta al hombre que estaba inclinando la cabeza hacia él, y también echó un vistazo a la mujer y al niño a su lado.
Todos los muertos estaban completamente a su lado.
La vida que él podría haber salvado, la existencia que Sayed despreció, estaba presente en todas partes, dentro y fuera del castillo. La realidad era tan desgarradora que resultaba casi insoportable. Aunque lo había sabido desde hacía mucho tiempo, enfrentarse directamente a esas huellas despertó un arrepentimiento tan abrumador que deseaba morir.
— ... ¿Gilliam, verdad? Recuerdo que cada año ofrecía vino de uva helado al castillo.— Ante las palabras de Sayed, el hombre levantó la cabeza sorprendido. Sus grandes ojos marrones eran demasiado inocentes para ser el mismo hombre que había estado maldiciendo a Sayed.
— Uh, l-lo siento mucho. ¿Es que realmente me recuerda...?
— ¿Hay víctimas?
— Afortunadamente no. Gracias a los caballeros que aparecieron a tiempo. ¿Acaso fueron enviados por el señor?
— No. Ustedes han sido salvados gracias a la gracia de Su Señoría Lessas.— Quizás intencionadamente no quería revelar su identidad, pero Lessas intentó hablar. Sin embargo, Sayed fue más rápido. Él sabía que no tenía mérito alguno en los eventos de hoy. Incluso sin Sayed, todos habrían sobrevivido.
— Yo, Su Alteza...
— Saludos a la luz de Solias.— Ante las palabras de Sayed, Gilliam se inclinó apresuradamente. La mujer que había estado observándolo atentamente todo el tiempo se tendió de bruces junto con la niña. Lessas los detuvo con una expresión incómoda.
— Basta ya de saludos innecesarios. Prefiero hacerme una idea de la situación en la aldea.
— Realmente, gracias, Majestad. Si no hubiera venido, muchas personas habrían muerto.— Gilliam expresó su agradecimiento a Lessas con una voz emocionada. Aunque la cara de Lessas mostraba una expresión de vergüenza, su rostro irradiaba una cálida luz. Acarició el hombro de Gilliam tranquilizándolo y sonrió.
— Realmente, es algo natural, no hay necesidad de agradecer. Cualquiera lo habría hecho.— Las palabras de Lessas, una vez más, estaban equivocadas. Nadie salva a la gente porque sí. La evidencia clara de esto era el propio Sayed.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El número de lobos muertos fue de diez. Antes de que Sayed llegara, Lessas había matado a cuatro, y Baine y Mona se encargaron del resto. Cuando los lobos se acercaron, gracias a que se adelantaron, los daños fueron mínimos. La única consecuencia fue que la puerta rota del almacén donde guardan la comida del pueblo y algunas ventanas quebradas.
Estaban allí en el momento justo, gracias a una visita para conseguir un poco del vino de uva helado que sólo se vendía aquí. Al parecer, el enfermo de Anka era un gran amante, y Lessas había decidido tomar cartas en el asunto para consolarlo.
Habría sido incomprensible si lo hubiera hecho cualquier otro miembro de la familia real, pero a Lessas le bastaba. Era amable con todos, pero terriblemente devoto con los que estaban a su lado.
— También hay vino en el castillo. Si se lo hubieras pedido al mayordomo, te lo habría traído.
Sayed interrogó a Baine, quien se mantuvo rígido mientras le decía la verdad. Mona, otro caballero de Lessas, estaba ayudando a asar carne de lobo en el salón de banquetes del pueblo cuando Baine fue llamado a la mesa. Parecía que se estaba volviendo loco porque se sentía incómodo y respondió con voz entrecortada.
— ¿Cómo podría hacer semejante petición cuando la sola estancia en el castillo es como sentarse en una almohadilla de espinas...? Todo el mundo es tan malo con el Señor.
Luego miró a Sayed y rápidamente bajó los ojos, como diciendo que Sayed también era uno de los malos. Pero a Sayed no le importaban mucho este tipo de groserías.
— ¿Cómo podría pedir vino de uva congelado cuando podrían ahogarlo hasta mientras come? Entonces salí. Y Gracias a eso se salvaron vidas... así que espero que me perdones.
El estilo de hablar de Baine era algo descuidado para un caballero real. Sayed escuchó atentamente lo que decía y preguntó.
— ¿A qué orden perteneces?
— ¿Yo? Pertenezco a Su Majestad Lessas.
— Me refiero a la orden de caballeros.
La Guardia Real está compuesta por tres órdenes de caballeros. La Luz del Sol protege al rey, la Armadura de la Luna Azul se mueve bajo la autoridad del príncipe heredero, y la Gracia de la Última Estrella era responsable de todo el palacio real y de ella salían los Caballeros de Lessas.
— Ah, soy un plebeyo. Desde que Su Majestad me acogió, he estado siguiéndolo todo el tiempo.
«No es de extrañar.»
Quizás fue por lo que Lessas experimentó, pero después de su despertar, mantuvo cerca a personas que no eran nobles. Aunque este movimiento inusual causó mucho resentimiento dentro del palacio, Lessas ni siquiera pretendió escuchar.
— Aunque sea un plebeyo, tengo confianza en mi espada. Estoy haciendo todo lo posible para no ser una carga para Su Majestad, y, por supuesto, daría mi vida por Su Majestad si fuera necesario. ¡Mi lealtad no se queda atrás de la de nadie!
Baine protestó con voz firme, tal vez recordando lo que dijo la última vez. Sayed guardó silencio por un momento y miró a los aldeanos que estaban ocupados preparando la cena. Aquí y allá se colocaban alimentos elaborados con cultivos de invierno, incluidos grandes trozos de carne asada. La alegría de haber superado la crisis y seguir con vida se reflejaba en los rostros de las personas. Lessas estaba rodeado por aquellos que habían logrado sobrevivir.
El apoyo de Lessas se extendió de esta manera por todo el país. Al tomar medidas para enfrentarse a los Niera, probablemente habría rescatado a más de cientos de plebeyos. Mientras Aster ganaba el apoyo de la nobleza, Lessas contaba con el respaldo del pueblo.
No creía que estuviera en el lado equivocado. Aster era un señor apropiado para Sayed. Una persona tan excesivamente buena y recta como Lessas no podía ser soportada por Sayed. Incluso ahora, cuando necesitaba pedir prestado su poder, era un asunto complicado. El camino de Sayed era diferente.
— Es mejor para tu amo estar vivo que morir.
— ¿Ah? ¿Sí? — Baine preguntó mirándolo con sorpresa. Sin dar más explicaciones, Sayed se preparó para regresar al castillo. Su presencia por sí sola incomodaría a todos, y Sayed tampoco disfrutaba de tales situaciones. Después de usar sus habilidades continuamente, su cuerpo también estaba inestable. No se sentía cómodo en lugares bulliciosos. De hecho, no recordaba la última vez que se había sentido así. Solo podía reír antes de despertar sus habilidades. Sólo en su juventud, antes de despertar sus poderes, podía reír.
— Vuelvan después de atender bien a tu señor.
— ¿Te vas ya? ¿Ahora que la cena está lista?
Baine siguió a Sayed de mala gana. Sin decir una palabra, cuando se dirigieron al establo donde Luna estaba, Baine se rascó la cabeza. Tenía una apariencia fresca y un rostro atractivo que fácilmente agradaba, quizás por eso, incluso al realizar acciones algo tontas, no parecía carecer de encanto.
— Bueno, entonces, antes de irte, quiero darte las gracias. No tuve la oportunidad de hacerlo el día que me salvaste.
Sayed miró hacia atrás, y vió que Baine le dedicó una expresión despreocupada.
— En realidad, antes de venir aquí, no tuve la oportunidad de ver un Titer en mucho tiempo... así que me sorprendí de manera grosera. Lo siento. Todos estamos muy en deuda con Su Majestad.
Fue una declaración inesperada.
— ¿Qué quieres decir con eso?
— Oh, ¿no debería haber dicho eso...?
Baine murmuró nerviosamente consigo mismo, y al ver la mirada fría de Sayed, rápidamente continuó con astucia.
— Tan pronto como nuestro estado de salud mejoró, nos llamó a todos hoy. Nos dijo que se agradeciera adecuadamente al Archiduque la próxima vez que lo viéramos, y que nunca debíamos olvidar el favor que nos hizo, pero esta es la primera vez que su Majestad nos reprende... todos nos sorprendimos un poco.
Fue un día extraño de muchas maneras. Las palabras de Quilly, las palabras de Bain. Era difícil de creer que nadie más que Lessas, se pusiera de su lado por lo que Sayed decidió no pensar demasiado en eso.
— ¿Eso es todo lo que tenías que decirme?
— Sí. Uh, no. ¿Realmente te vas? Todos se sentirán decepcionados.
Estaba a punto de decir que no era así. Desde lejos, Judy, que había estado buscando a Sayed, se acercó corriendo hacia él agitando la mano.
— ¡Mi señor, mi señor, come!
Tessa: ¡¡Nuestra líder del club de fans!!
Con una cara radiante, la niña corrió hacia Sayed, pero tropezó con una piedra justo antes de llegar a él. Antes de que Baine pudiera correr para ayudar, Judy se levantó de inmediato, mirando a Sayed con ojos brillantes.
— ¡Venga rápido!
La escena era completamente diferente de cuando estaba llorando al ver a los lobos. Baine se rió alegremente a un lado.
Claro que debía rechazar la invitación de la niña. Tenía mucho trabajo por hacer. Debía ocuparse de asuntos en su territorio, prepararse para la misión de la fuerza de investigación y, para un combate eficiente, sería más adecuado regresar en lugar de pasar tiempo aquí. Sin embargo, sus pasos mostraron vacilación. La mirada de la niña le recordaba a cuando veía a su hermana menor cuando era pequeña.
«Ella debe estar bien.»
Pensó en Cecilia, que había abandonado la finca de Axid hacía tiempo para irse con su tío. Hasta poco antes de su muerte, Sayed nunca la buscó, y Cecilia tampoco lo hizo. La imagen de su hermana que quedaba en su memoria estaba congelada en su infancia, como la niña frente a él. Cecilia, al borde de la edad adulta, sólo la había visto unas pocas veces.
— ...Bueno.
Aunque no sabía si era para compensar a su hermana menor, a quien había decidido no buscar, Sayed, en contra de sus pensamientos, finalmente aceptó la invitación de la niña. Baine sonrió satisfecho.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
En el pequeño salón de la aldea, lleno de comida y bebida como en una pequeña fiesta, Sayed se encontró incómodamente sentado justo al lado de Lessas. Debido a las diferencias de estatus, se prepararon mesas separadas. Lessas sonrió amablemente cuando se le mostró su asiento, pero su expresión se volvió fría cuando se quedaron solos, lejos de la multitud bulliciosa. Sayed comenzó a comer en silencio mientras escuchaba las fuertes risas de fondo.
En realidad, no tenía apetito. Las ondas distorsionadas, causadas como consecuencia natural de usar sus habilidades, afectaban su interior. Las jaquecas eran horribles, y todo su cuerpo picaba como si fuera punzado. La sensación de que sus órganos estaban retorcidos le quitaba por completo el apetito, pero a regañadientes buscó algo para comer. La buena noticia era que, a diferencia de ayer, las alucinaciones no aparecieron. La purificación a medias de Aster parecía estar funcionando.
La comida continuó en silencio. Sayed tomó algunos bocados de la carne frente a él, pero tuvo dificultades para contener la sensación de náuseas, por lo que dejó el tenedor. Mientras buscaba agua en la mesa para beber, encontró el vaso de agua de madera frente a Lessas.
Sayed lo miró fijamente e inmediatamente estiró el brazo. Un brazo salió de debajo de su capa de piel negra, mostrando una muñeca vendada que estaba oculta bajo una manga blanca. Tanto las vendas como las mangas estaban manchadas de sangre, ya que la herida se había abierto de algún modo.
Lessas, que estaba sirviendo sopa con la mirada baja, se detuvo abruptamente. Después de que sus largas pestañas se levantaron ligeramente, su mirada se posó en la muñeca de Sayed. Hubo un leve fruncimiento entre las hermosas cejas y fina piel blanca. Sus ojos violetas escanearon desde la muñeca de Sayed hasta su mano, para finalmente detenerse en su palma desgarrada.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
«¿Te sientes mal del estómago?»
Sayed ignoró la mirada y tomó la botella de agua. Puede que sea en el futuro, pero hasta ahora nunca ha vivido ni ha estado en algún sitio donde muriera gente, por lo que para Lessas, una herida de esta magnitud podía ser repugnante en una comida. Mostrar sus propias heridas a los demás también era incómodo para Sayed, así que simplemente frotó su brazo como si no hubiera pasado nada. El corte de la daga estaba en su muñeca derecha, así que no fue demasiado incómodo para él ya que era zurdo.
— ...¿Por qué tienes una herida? — Fue una pregunta inesperada. Al dirigir la mirada hacia adelante, se encontró con un par de ojos violetas fijos en él.
— Es una herida que tu guía debería atender. — Sonó como una reprimenda y también parecía algo más mezclado con otras emociones. Mientras escuchaba la voz baja y tranquilizadora, hizo que disminuyera su dolor de cabeza experimentando una extraña sensación de alivio. Aunque era un simple comentario fue difícil pasarlo por alto debido a la mirada constante de Lessas hacia su brazo.
— No es necesario tratar heridas que no lo requieran. — Sayed respondió brevemente. Aunque pasó por su mente la idea de si debería responder de otra manera, especialmente no tenía nada que decir. La situación con Aster era algo que no podía revelar a los demás, y también porque no había necesidad de tratar una herida que sangra hasta ese punto.
— Una herida que sangra hasta este punto no necesita ser tratada. — Las densas cejas negras se fruncieron y los labios de Lessas se apretaron. Aunque no se puede saber qué estaba pensando, era claro que no estaba de buen humor.
«Esto también es igual que cuando era niño»
Ver las huellas de la infancia conservadas incluso después de llegar a la adultez generaba una sensación extraña. Si había algo que no le gustaba, lo soportaba, y sus cejas se fruncían de la misma forma. Como fue un niño acostumbrado a soportar, era probable que desarrollara esa costumbre.
— Siempre has sido así. Nunca me dices lo que necesito saber. — Sayed entrecerró los ojos. Mirando como si no pudiera estar de acuerdo, Lessas pasó los dedos por su cabello. Sobre la pálida piel de la mano se destacaban venas azules.
— Cuidar de tu cuerpo también es la misión del Títer. No hables así.
Seyad, que estaba escuchando las palabras de Lessas en silencio, preguntó.
— Haces que parezca que te preocupas por mí, Alteza.
Aunque sabía que era una insinuación falsa, Lessas no se molestó en negarlas.
— Al recibir la bendición de Solias, es natural preocuparse por el Titer. No, incluso si no fuera Titer, las heridas deben ser tratadas.
Es exactamente por esto que pensó que Lessas le prestaría su poder como guía a pesar de que lo despreciaba profundamente. Lessas no podía ignorar a una persona en problemas y no dudaba en ayudar a alguien herido. Su benevolencia era una gran fortaleza, pero al mismo tiempo, una debilidad fácil de explotar.
«Retrocede demasiado.»
A pesar de pensar así, Sayed decidió aprovechar eso. Mirando fijamente a Lessas, soltó de repente.
— Si le resulta molesto, su Alteza podría otorgarme la purificación. — Cuando pronunció la palabra 'purificación', el rostro de Lessas se endureció. Su expresión, que parecía haberse suavizado un poco, volvió a volverse fría como la de alguien gravemente herido. Lessas apretó ligeramente los labios y suspiró.
— ¿Para esto has cambiado de actitud de repente, para burlarte de mí de una forma nueva? — En lugar de enfadarse aún más, Lessas frunció el ceño con una expresión de desánimo. Como si volviera a desilusionarse de alguien de quien ya no esperaba más decepciones.
Pero el mero hecho de que mostrara alguna emoción también indicaba que todavía había espacio para decir algo. Cinco años después, Lessas no se inmuto ante lo que hiciera Sayed, simplemente lo ignoró con un rostro inexpresivo.
— No tienes que tomarte tantas molestias para insultarme.
Era fácil que se malinterpretara. En lugar de hacer una vaga súplica o actuar fuera de lugar, Sayed optó por ir al grano.
— Su Majestad será nuestro guía. Por eso hice esta sugerencia. — Tan pronto como terminó de hablar, Lessas se echó a reír. Su expresión amable se volvió fría en un instante.
— Ya basta, Archiduque, no estoy de humor para escuchar tus insultos. — Lessas parecía agotado. Bajó la mirada con resignación y permaneció en silencio. Tras unos momentos de reflexión en el pesado silencio, Sayed decidió decir algo que nunca antes había dicho a nadie.
— Cecilia vio el futuro.
Al mencionar el nombre de Cecilia, Lessas hizo una pausa. Sayed decía ahora la verdad. Era algo que había estado enterrado en el fondo de su mente y de lo que nunca había hablado, haciendo que pareciera que no había sucedido, pero que en realidad estaba en un pasado lejano.
— La hermana del Archiduque no está aquí, ¿verdad? ¡Si dices cosas así...!
— Sucedió alrededor de la época en que el anterior Archiduque fue ejecutado.
Se sentía terriblemente extraño traer a mención la existencia de su madre. A Lessas debió de pasarle lo mismo, pues se quedó con la boca cerrada. Al ver sus ojos llenos de sorpresa, Sayed sintió un palpitar en alguna parte de su pecho, haciéndolo sentir molesto. Nunca había hablado de los asuntos de su madre delante de Lessas. Desde que lo había visto con Zión Sildras, Sayed estaba convencido de que no podía coexistir con él.
Desde el principio, hubo muchos problemas. Lessas provenía de la línea de sangre de la Reina Liana, independientemente de lo que dijera Aster, y también llevaba la tenue sangre de los Sildras. En medio de todo esto, con Zion tan cerca como guía de su destino, era imposible que Sayed estuviera junto a Lessas.
— Como su Alteza dice, estoy en el lado de odiarte, por eso no puede tenerme a su lado. Después de todo, ¿no soy yo el hijo de un traidor que intentó asesinar a Su Majestad la Reina?
Un resplandor frío se reflejó en los grises ojos de Sayed. El mero hecho de que dijera estas palabras significaba que había diluido gran parte de su odio, pero seguía sin sentirse cómodo diciéndolo. La muerte de su madre había sido su peor pesadilla.
— Pero hay algo más importante que eso. — Eso fue lo que Sayed comprendió justo antes de morir. Había algo más importante que su odio y rencor. Proteger vidas inocentes y cumplir con su verdadero deber tenía que prevalecer sobre sus emociones.
— Es tu elección escuchar.
La aguda refutación de Lessas desapareció lentamente y se quedó tan quieto que ni siquiera se oía su respiración. Los ojos que miraban a Sayed parecían extrañamente rojos, quizá debido a la luz de la habitación. Una mirada como la de un niño que ha hecho algo terriblemente malo cruzó brevemente su rostro y luego desapareció.
En sus ojos creció un brillo lastimero. Sus largas pestañas parpadearon lentamente y un pequeño suspiro escapó de sus labios rosados.
— ...Escucharé. — Su voz parecía temblar un poco, o al menos eso pensó. Ver a Lessas así le hizo sentir incómodo. Encogiéndose de hombros por las náuseas que habían vuelto brevemente, Sayed habló de nuevo.
— En ese año, Cecilia vio el futuro.
Cecilia, la hermana de Sayed, a pesar de compartir la sangre real del duque, poseía habilidades especiales distintas de otros Títers. Cecilia podía ver el futuro. Sin embargo, sus visiones milagrosas no ayudaron en absoluto a matar a Nieras, por lo que, a pesar de su misterioso don, no se consideraba particularmente útil. Además, las visiones de Cecilia no estaban relacionadas con su voluntad; simplemente veía un futuro distante y extraño.
Cómo tomó mucho tiempo verificar la autenticidad de las visiones que Cecilia había visto, la veracidad de sus habilidades terminaron siendo dudosas. Sin embargo, ahora que Sayed miraba hacia atrás, estaba convencido de que Cecilia en el pasado realmente había visto el futuro.
— Cecilia soñó que liderabas a varios Títers para matar a los Nieras. No sabemos la fecha exacta, pero la imagen que describió no parece estar muy lejos de la actualidad. — Este período es algo que Sayed conoce de primera mano, pero ciertamente Cecilia había mencionado algo así en el pasado. Fue una de las frases que usó al intentar persuadir a Sayed cuando empezó alejarse de Lessas y se pusiera al lado de Aster.
— No sé qué principio o lógica ha retrasado tu despertar, pero no falta mucho.
Durante todo el tiempo que escuchaba las palabras de Sayed, Lessas se quedó en silencio y, tras un largo momento de profunda reflexión, preguntó.
— ¿Te comportas así porque se acerca ese momento?
— Puedes verlo de esa manera.
— Pero tienes a tu hermano. No entiendo por qué un Titer que tiene un guía con el que lleva su misma longitud de onda necesitaría otro guía.
Es cierto que retrocedió, pero tampoco se dejó engañar ingenuamente.
Sayed pensó en cómo podría corregir la vulnerabilidad que Lessas había señalado. No creería que abandonaría a Aster de la noche a la mañana sin ninguna razón aparente.
Ahora que había sacado el tema de Cecilia, decidió sacar a colación algo que prefería no recordar.
— Hay una cosa más que vio Cecilia.
Cecilia, había dicho que no debía convertir a Lessas en su enemigo, al rechazar Sayed su petición, reveló una cosa más sobre el futuro.
— Yo, en algún momento, perderé el control.
Chapter Text
Cecilia vio a Sayed de pie en medio de una montaña de cadáveres. La sangre corría por todas partes como un río, empapando el suelo, mientras teñía de carmesí sus ojos blancos. Ninguno de los dos sabía que se trataba de una fuga, pero Cecilia se estremeció de horror al describir la escena.
{ — No me siento bien. Simplemente salgamos de aquí, hermano. La familia no importa. Lo importante para mí eres tú.}
Las palabras de Cecilia llegaron en un momento en el que Sayed estaba decidido a permanecer al lado de Aster. Los rumores sobre su transformación circulaban por el castillo.
En esta época del año, solía ausentarse del castillo durante meses. Para Sayed, los dominios de Axid era un lugar donde su madre había sido repudiada. Las hazañas de su madre como gran señora sólo se veían ensombrecidas por su último acto, y los vasallos también se acobardaron, tratándolos como criminales.
La sola visión de aquello enloquecía a Sayed, así que prefería ocuparse en actividades que le permitiera despejar su mente. Buscaba una distracción para poder dejar de odiar a su familia y sus tierras. Permanecer en el centro, junto a Aster, le traía paz.
Cecilia le suplicó aquel día cuando regresó para pasar el invierno, pero él se negó a creerle. Aunque su futuro fuera tan funesto, no parecía que fuera a cambiar mucho respecto al presente. Finalmente, tras un año de persuasión, Cecilia abandonó el castillo después de un incidente.
Una de sus criadas favoritas había cometido un error. Se corrió el rumor de que el anterior duque mostraba signos de locura desde hacía tiempo. Ignorando las súplicas de Cecilia de una segunda oportunidad, la envió a la gélida noche sin nada.
{ — Hermano, has cambiado.}
Eso fue todo lo que Cecilia dijo. Luego, después de dejar una nota, abandonó su castillo. Fiel a su palabra de ir a ver a su tío, se quedó en su castillo, en la frontera entre el norte y el oeste.
Lo último que supo de Cecilia fue que tenía una criada parecida a la que él había expulsado, Sayed nunca volvió a buscarla. Hasta el año de su muerte.
«...Entonces, ¿Cecilia había visto otro futuro? ¿Sabe algo de la resurrección?»
Sayed se frotó la frente ante la repentina pregunta. Aunque sabía que involucrarse Sayed también sería perjudicial para Cecilia, comenzó a pensar que tarde o temprano tendría que hacerle una visita.
Pero primero tenía que convencer a Lessas. Sayed estudió el estado de ánimo de Lessas con mirada impasible. Parecía tan rígido que era difícil de creer.
— Los sueños de Cecilia me dicen que tienes un poder sin precedentes, y como dices, tengo al Príncipe Heredero, pero incluso con él a mi lado, si me desbocara.....
Su palabra era una suposición, pero en realidad, ya había sucedido. Solo en ese momento, Sayed realmente comprendió sus palabras.
— ¿No sería más eficiente intentar otros métodos?
Revelarle a Lessas, hijo nada menos que de la reina Leanna, y miembro de la Casa Sildras, sobre un futuro desenfreno de Sayed, era también exponer su debilidad. Así que esto era una apuesta. Existía la posibilidad de que Lessas ignorara sus palabras.
Pero Lessas preguntó algo inesperado.
— ¿Estás diciendo que no importa quién sea tu guía, mientras te sea de ayuda?
No pudo leer el significado de Lessas tras la pregunta. Sayed reflexionó sobre qué esperaba escuchar de él. La respuesta vino rápidamente de Lessas.
— ¿Puedes cambiar a tu guía, quien te ha estado cuidando todo este tiempo, tan fácilmente?
Sayed pensó en Aster. Recordó el tiempo cercano a los diez años que había pasado a su lado, compartiendo momentos y supliendo lo que él deseaba.
Aster había sido sin duda un hombre dulce y encantador. Lo consideraba incontables veces como su guía, sanándolo y purificándolo, compartiendo muchas emociones. Había hecho tanto por él.
Pero no hizo nada para detener la explosión de Sayed. Si Aster hubiera sido quien le hubiera dado su último suspiro, Sayed habría pensado que Aster se habría hecho responsable de él hasta el final como su Titer.
{ — No hay nadie para salvarte. El príncipe heredero ha dejado tu destino en mis manos. }
Aquellas palabras, pronunciadas por Lessas en vísperas de su ejecución, fueron el último rastro de Aster que Sayed escuchó. Ese hecho hizo que Sayed tuviera lástima de sí mismo. No podía imaginar el poco valor que significaba para Aster cuando podía ser abandonado tan fácilmente.
— Un Titer usa su poder para matar monstruos, y un Guía es aquel que los lleva de nuevo al campo de batalla. No sé si tiene algún otro significado. Cambiar de guía es simplemente una cuestión de eficiencia. — respondió Sayed con sarcasmo. Aunque el contenido era sumamente razonable, Lessas mostró una extraña repulsión a ello.
— Las personas no son herramientas. — Una declaración simple. Solo Lessas podría hacer ese comentario. — Al menos, esa es la relación entre un Titer y un Guía.
— Sé que la sinergia es importante, pero sin confianza y aprecio mutuo, incluso la sinergia carece de significado. La presencia de un Guía no solo es para la purificación, sino también para ser un compañero que proporciona fuerza para que el Titer avance.
— Majestad.
A Sayed le resultaba incómodo este tipo de conversación. Sus palabras podían ser refutadas en cualquier momento, pero al mismo tiempo, tenían el poder de hacer que su corazón se sintiera incómodo. A diferencia del Sayed del pasado, el Sayed actual no deseaba esta faceta de Lessas.
— Entiendo que para Su Alteza soy un pecador abominable, así que estoy seguro de que este momento en sí mismo le resulta desagradable. Sin embargo, sólo estoy tratando de prevenir una catástrofe futura.
Como dijo Lessas, la relación con el guía no podía ser forzada. La purificación no era posible sin un compromiso voluntario, por lo que se debía tener la disposición de hacerlo.
— Como Su Alteza sabe, incluso en el arrebato del anterior Archiduque, valientes caballeros perdieron sus vidas. Y, ¿no es Su Alteza alguien que valora a las personas más que nadie?
Sayed intentó persuadirlo hablando del asunto de su madre como si fuera un asunto ajeno. De todas formas, no pensaba quedarse al lado de Lessas.
— Lo que deseo no es convertirme en el Titer de Su Alteza. Es algo tan imposible como mezclar agua y aceite. Estoy satisfecho con solo un poco de ayuda.
Aunque Lessas colocó una trampa para obligarlo a moverse, Sayed pensó que, incluso así, estas condiciones eran soportables.
— ...Es gracioso que te preocupes por la muerte de alguien. Yo... no lo sé. No creo que la gente cambie de la noche a la mañana.
Tenía razón. La gente no cambia a menos que llegue el momento en el que realmente lo necesite. El detonante para Sayed fue la muerte. Sin embargo, al ser el único que creía en esto en todo el mundo, Sayed tuvo que añadir de sus propias palabras para persuadir a Lessas.
— Parece que estás equivocado. La única muerte que me preocupa es la mía. — Sayed torció los labios. Preferiría que Lessas confiara en él.
— ¿Quién quiere morir?
Como Lessas había visto en los últimos años, era más cómodo incluso para el mismo buscar maneras de ser despiadado y egoísta.
—... Como siempre.
Lessas, que había estado confuso todo el tiempo, volvió a encontrar su calma. Murmuró como si estuviera aliviado, pero aún dudó por un momento. Sayed esperó a Lessas pacientemente, como una presa frente a su depredador. Sólo cuando la comida se enfrió, Lessas finalmente tomó una decisión. Su mirada decidida se encontró con la de Sayed.
— Si tus palabras son verdaderas y me convierto en un ser legítimo de Solias, ayudarte se convierte en mi deber. Pero...
«¿Está negociando?»
Sayed miró a Lessas con sorpresa. Y como sospechó, Lessas le presentó una condición.
— Dado que nuestra relación no se basa en la paz ni presupone un intercambio de favores, impondré una restricción.
Como si le estuviera retando a hablar, Lessas pareció pensar durante un tiempo antes de abrir lentamente la boca.
— Tu única guía debo ser solo yo.
«...¿Qué?»
Tessa: ...¿Whuut? ⊙﹏⊙
La tranquilidad de Sayed se vio perturbado por primera vez ante las palabras que no esperaba que salieran de su boca. Una duda se reflejó en sus ojos grises y fríos.
— Si soy una presencia tan necesaria para ti, entonces no necesitarás ningún otro guía. Así que sé mi Titer.
— Eso es...
Un Guía y un Titer que resulta ser compatible con tu misma sinergia no necesita buscar a otros. Sin embargo, Lessas tenía afinidad con cualquier Titer. Aunque aún no fuera consciente de eso, no tenía sentido para él tener a alguien como Zion Sildras a su lado, y mucho menos a alguien que encontrara incómodo tener cerca.
— No creo que sea lo más favorable para Su Alteza.
— ¿El Archiduque se estaba preocupando por mí?
Tessa: ...
No hubo argumentos que refutar. Mientras Sayed fruncía el ceño desconcertado, Lessas, como si no hubiera más espacio para negociar, habló firmemente.
— Ésta es la única condición.
Lessas, que había terminado de hablar, cerró la boca. La tenacidad sutil se percibía en su actitud, y la confusión de Sayed se intensificó. Incapaz de entender lo que estaba pasando, Sayed también decidió tomarse su tiempo para asimilarlo.
— Lo pensaré...
Era irónico que la propuesta que le hizo diera lugar a algo en lo que pensar. A raíz de la confusa conversación, el dolor de cabeza que se había desvanecido por un momento volvió con fuerza. Sayed apretó la mandíbula para contenerlo. Siguiendo a Sayed que se había quedado en silencio, Lessas también calló. Pasaron el resto de la noche inmersos en sus propios pensamientos.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter 24: FLORECER TARDÍO
Chapter Text
En el transcurso de un día, la nieve se acumuló más allá de las rodillas. El envolvente paisaje quedó teñido de blanco, creando una atmósfera de quietud que solo se rompía ocasionalmente con el suave canto de los pájaros. Este instante de calma precedió a la llegada del implacable invierno, con sus tormentas de nieve inminentes. El aire, impregnado de esa tranquilidad característica de la tierra cubierta de nieve, envolvía el castillo en un silencio solemne.
Hoy, un día donde el viento no soplaba y la visibilidad estaba clara, llegó la orden del príncipe heredero de que sería conveniente que el grupo de reconocimiento partiera. Los caballeros del príncipe heredero transmitieron la orden a los nobles que estaban atendiendo a los heridos y realizando preparativos. Según el recuerdo de Sayed, exactamente había pasado el cuarto día desde que la ceremonia de oración había quedado en ruinas.
Durante los últimos dos días, todo el castillo estuvo en silencio. Aster, junto con el Conde Landry, parecía continuar las reuniones con el palacio real, mientras que los dos condes organizaban a sus respectivos caballeros. Según los informes de Quilly, conocido por su amplio conocimiento, la Condesa Vetria a menudo se mostraba seriamente involucrada en intercambios con sus territorios y mensajeros.
Este hecho era algo desconocido en su pasado. Quilly ya había fallecido, y en el castillo no había ningún miembro que le transmitiera noticias a Sayed. En aquel entonces y hasta estas alturas, Sayed se había aislado por completo.
— Por cierto, me encontré con el caballero de Su Alteza Lessas hace un rato. ¿Fue el Sir Anka? A pesar de ser un veterano, parece tener una recuperación sorprendente. Ya está fuera de la cama.
Mientras ayudaba a prepararse para salir, Quilly, que había estado contando diversas historias, mencionó a Anka por última vez. Sayed frunció ligeramente el ceño al notar que la mención repentina de Anka parecía tener un propósito.
— ¿Por qué me dices eso?
— Nuestro Archiduque ha salvado la vida de Lord Anka, así que pensé que tendría curiosidad por saber cómo está.
— Después de salvar su vida, no es asunto mío.
Con médicos hábiles en el castillo, era más sensato quedarse que arriesgarse a las afueras. El territorio gobernado por Titers era especialmente dependiente de los médicos, y cuando comenzaba el invierno, llamaban a varios de ellos para prepararse para las batallas que ocurrirían durante toda la gélida temporada de frío. Con tres médicos especializados en traumatismos, se esperaba que se recuperaran lo suficiente como para resistir un próximo viaje a la capital.
— No necesitas decir cosas que ni siquiera sientes.
Quilly terminó de sacudir y atar la capa de piel de Sayed y agregó un comentario innecesario. No debería haberse molestado en rogarle que le dejara comprarle ropa para celebrar que había salido de su libertad condicional.
— ¿No te asusto en absoluto, verdad?
Aunque la expresión sugirió algo grande, Quilly respondió seriamente.
— Su Majestad Sayed siempre ha sido una persona amable desde joven, así que no hay razón para temerle.
— Pero estás hablando de una época de la que ni siquiera tengo recuerdos. Quilly, he matado a muchas personas.
La vida que volvía a enfrentar claramente tenía un significado importante. No tenía intenciones de seguir el mismo camino que antes y quería preservar lo que había destruido. Sin embargo, esto no significaba que viviría una vida tranquila o pacífica como si nada hubiera pasado. Aunque tratara de ignorarlo, Sayed tenía demasiados pecados en su conciencia.
El momento en que despertó del frenesí sigue siendo vívido. Perdurará eternamente, sin importar cuánto tiempo pase. El hedor a sangre que lo envolvía estaba grabado en su alma.
— Hey, ten cuidado con esas palabras.
Aunque solo fuera una broma, él no podía considerarse una buena persona. Aunque el Sayed de 24 años no había empapado su manos de sangre tanto como el de 29, eso no significaba que su pasado vivido hubiera desaparecido.
— En realidad, no hay mal que por bien no venga, ¿verdad?
A pesar de la respuesta fría, Quilly seguía siendo atento.
— Además, en los últimos días parece que algo ha cambiado. No sé qué sucedió, pero hablar nuevamente con usted, señor Sayed, parece un sueño.
— Estás exagerando. Retírate. La preparación ha terminado.
Quilly tenía el talento de mejorar el estado de ánimo. Dado que Títer estaba a punto de enfrentarse a una batalla, decidió interrumpir conscientemente la conversación.
— Nunca se te dio bien ser tímido de cuando era joven.
Saliendo de la habitación, Quilly lo siguió paso a paso. Antes de salir del castillo, Sayed le hizo una petición.
— No escatimes la leña, suminístrala a todos. Este invierno será excepcionalmente frío.
En estas épocas, había muchos enfermos en el castillo. Al escuchar esas palabras, Quilly sonrió con sus ojos verdes, como si dijera gustosamente que sí, e inclinó la cabeza despidiéndolo.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
El número de miembros en la expedición no era muy grande. De hecho, solo un pequeño grupo de élites, excluyendo a Titers, tenía acceso al interior del bosque. El resto de los miembros eran fuerzas de seguridad encargadas de proteger al príncipe heredero, quien también actuaba como Guía. Lessas fue uno de aquellos que protegían a Aster. Baine, el único entre sus caballeros que no resultó herido, también se unió a la expedición.
— Una vez más, gracias por sus esfuerzos. Como discutimos antes, esta investigación será un gran éxito si logramos destruir el núcleo interno en las etapas iniciales. En nuestra corte, hay muchos como Titer que ni siquiera han visto el núcleo interno del bosque. Esto será una experiencia valiosa para ellos. Afortunadamente, el Duque Bredhite tiene experiencia en este sentido, así que será un buen guía.
Antes de entrar, Aster animó a los duques, incluido Sayed, que esperaban la purificación. El Duque Bredhite, sin embargo, oscureció su expresión al escuchar sus palabras.
Titer, el más antiguo de los que aún están en servicio, tenía la experiencia de destruir el núcleo interno del bosque occidental cuando tenía veinte años, bajo el mando del Rey Antiguo. La razón por la cual el territorio actual de Bredhite es el más pequeño entre los demás también se debe a este logro.
— No será fácil, Alteza.
— Lo sé. Hagan de su seguridad la prioridad. Después de hablar con Su Majestad, decidimos que el inicio en sí mismo es lo que cuenta.
Aster acarició el hombro del Duque Bredhite con esas palabras. Aster realizó una breve purificación en nombre de los dos duques que se quedaron en el territorio a regañadientes lejos de su guía, ofreciendo una sustitución.
La compatibilidad entre Aster y Bredhite no era tan mala, y su compatibilidad con Vetria se mantenía en un nivel promedio. Teniendo en cuenta su buena compatibilidad con Sayed, las habilidades del príncipe heredero eran extremadamente sobresalientes, y fue por esta razón que su posición no se perdió incluso después del despertar de Lessas. Sin embargo, había una razón más importante para ello.
Observando el proceso de purificación de Bredhite, Sayed, que había apartado la vista, se encontró casualmente con la mirada de Lessas. A pesar de estar armado como cualquier otro caballero y estar bastante lejos de Aster, su rostro revelado llamaba la atención, lo que facilitaba su reconocimiento.
Lessas no evitó la mirada. Silenciosamente, observó a Sayed, como si le dijera que tomara una decisión.
{ — Tu única guía debo ser solo yo }
La voz resonando en su mente era sorprendentemente seria y firme para alguien tan joven. Mientras su cabeza volvía a doler al tratar de entender por qué le decía eso, una mano tocó la mejilla de Sayed de manera que calmó ese dolor.
— Mi estrella.
Sin darse cuenta, Aster, después de purificar a otros, estaba de pie frente a él. Al mirarlo sorprendido, vio unos ojos azules que sonreían suavemente, como si nada hubiera pasado.
— Perdona mi negligencia hasta ahora.
La mano de Aster acarició la mejilla de Sayed. Al mismo tiempo, el persistente dolor de cabeza que había estado presente durante días se desvaneció. Sayed se estremeció y sus labios temblaron. Al ver esa reacción, la sonrisa de Aster se volvió más pronunciada. Con un gesto cariñoso, acarició los mechones de cabello de Sayed y luego bajó para tomar su mano.
La palma de la mano, marcada con recientes cicatrices, comenzó a curarse lentamente. La energía de Aster fluía penetrando bajo la piel, ascendiendo por las manos y sanando incluso las profundas heridas en la muñeca. Bajo el poder calmante y purificador de las ondas suaves, hebra por hebra, las dolencias que se extendieron y hervían por todo el cuerpo desaparecieron.
Aster, quien percibió claramente el cambio más que nadie, extendió los brazos para envolver la espalda de Sayed. Unos brazos fuertes presionaron contra la parte superior del cuerpo de Sayed, y los labios de Aster rozaron su oído. La temperatura cálida que llegó al lóbulo de la oreja helada de Sayed hizo que sus pestañas temblaran ligeramente.
— Salvo las heridas que dejé, nada más puede permanecer contigo.
Al escuchar las palabras pequeñas pero claras, Sayed volvió a encontrarse con la mirada de Lessas. A diferencia de su expresión impasible de antes, el rostro cuidadoso de Lessas estaba notablemente endurecido. Sus ojos violetas parecían molestos, como si algo no le gustara.
«Actúa como si fuera la primera vez que ve una purificación.»
Para calmar las ondas del Titer, es inevitable que el Guía entre en contacto, y el Titer, a su vez, se sentirá instintivamente atraído por el Guía, quien es el que lo tranquiliza. Cuanto más se tocan, cuanto más profundo se sientan el uno al otro, más fuerte se vuelve el poder de purificación. Si eres parte de la realeza, esto debería ser un conocimiento común.
«...No. Puede que sea la primera vez.»
Saber y ver son cosas distintas. Al reflexionar, era posible que esta fuera su primera participación en un evento como este, y nadie realmente tendría la necesidad de explicarle detalladamente el trabajo del Guía a Lessas.
— Gracias.
Sintiéndose incómodo como si hubiera mostrado algo inapropiado a un niño pequeño, Sayed apartó la mirada primero. Expresó su gratitud a Aster, quien le devolvió la sonrisa.
— ¿Es esto suficiente?
Los dedos de Aster, que habían completado la curación, se elevaron como si fuera a tocarle los labios. Después de dejar que su índice lo acariciara, trazando brevemente el límite entre la mejilla y los labios, Sayed levantó la mano y agarró la muñeca de Aster.
— Pensaré en ello después de regresar.
Después de empujarlo suavemente, Aster torció los labios y sonrió.
— ¿Todavía estás enfadado?
— Es porque soy ignorante para entender las profundas intenciones de Su Alteza.
— Entonces, vuelve y te lo explicaré más detalladamente.
Aster se retiró hoy sin ninguna objeción especial. Después de soltar su muñeca y retroceder, Sayed se dio cuenta de la atmósfera que los rodeaba. Como si hubieran presenciado una escena incómoda, todos evitaban las miradas, pareciendo un malentendido. Era común en el campo de batalla que el Titer, con la mirada perdida, se aferrara al Guía como si estuviera a punto de devorarlo.
— Cuidado en su viaje, mis estrellas. Los estaremos esperando aquí.
Aster saludó a Sayed mientras lo despedía y, mientras intentaba apartarse de él, Sayed inconscientemente volvió a mirar hacia donde estaba Lessas. Su rostro rígido de antes parecía falso, como si nada hubiera sucedido, pero de alguna manera, la expresión que acababa de ponerle resultaba extrañamente molesta. No sabía por qué, pero de todos modos, la expresión que acababa de verle hacer le resultó incómoda.
— Entonces, vámonos.
Bredhite, que estaba mirando el bosque negro extendiéndose ante él, dio la señal de partida con un gesto. Los caballeros de élite que esperaban, junto con ellos, partieron hacia el bosque.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Aunque era el comienzo del invierno extremo, el bosque estaba más tranquilo que hace unos días. Esto fue en parte, a que era de día y los Nieras no salían, y también a que Sayed ya había eliminado de antemano a Nieras en la frontera. Fue en preparación para el día de hoy, tratando de eliminar la mayor cantidad de factores de riesgo.
Avanzaron atando cuerdas rojas a las ramas de los árboles para preparar el camino a medida que avanzaban. El canto de los pájaros resonaba entre los altos árboles. El águila cenicienta, endémica del norte de Axid, había estado ocupada desde el amanecer. La brisa tranquila que soplaba de vez en cuando y el vívido aroma del bosque que subía desde la nieve congelada creaban una extraña serenidad. Sayed, al observar el extenso suelo cubierto por las largas sombras de los árboles, se preguntó si este lugar podría convertirse en un bosque común en algún momento.
— ¿Has visto el núcleo de la frontera, Archiduque?
Bredhite, que había estado caminando en silencio durante más de una hora sin una respuesta, de repente habló. Sayed, que estaba caminando detrás de él y Vetria de manera intencional, estaba a punto de asentir con la cabeza, pero se detuvo en seco.
En ese momento, Sayed aún no había entrado en el centro del bosque. Fue solo cuatro años después, cuando el hijo de Bredhite y Vetria, resentidos por las muertes de sus padres, se ofrecieron como voluntarios y activamente organizaron una expedición después de investigar los bosques de cada territorio. En ese proceso, mucha gente murió, incluyendo a los caballeros que hicieron la vista gorda ante el sacrificio de Sayed.
— No.
— Por supuesto que no. El antiguo Archiduque...
Dada la sensibilidad del tema, Bredhite no pudo articular las palabras. En su lugar, Vetria, que había estado en silencio todo el tiempo, continuó.
— El antiguo Archiduque nunca vió el núcleo del bosque, así que es poco probable que ese bastardo lo haya visto. Nuestra generación nunca participó en la expedición del Rey anterior.
Sorprendentemente, la Duquesa Vetria fue la amiga cercana de la madre de Sayed. Aunque no hizo nada por la madre ejecutada y no creía en su inocencia, de todos modos era una presencia así. Después de que esos actos le causaran culpa, Vetria solía visitar el norte con Stella, que había sido amiga de Sayed, pero cortó el contacto un año después de un incidente.
En el pasado, Sayed simplemente odiaba a todos los Títeres.
La deserción era algo que podía sucederles a todos, sin embargo, era hipócrita cortar tan tajantemente los lazos con la madre. Aunque siempre anhelaba ser considerado un adversario formidable, odiaba las acciones del sur que no asumían tanta responsabilidad como el norte. También sentía aversión por la actitud hipócrita de ayudar a los Sildras del sur por parte de Bredhite y veía a Vetria, que ni siquiera mantenía el más mínimo sentido de lealtad, como una persona hipócrita.
Había innumerables razones para odiarlos. Sin embargo, odiar y tener resentimiento hacia la gente es algo que se devora a sí mismo, así que Sayed optó por no darles ningún significado, logrando así mantener su paz interior.
Pero al pensar en ello ahora, Sayed nunca se había enfrentado ni peleado realmente con ellos. No había insistido en convencerlos. Simplemente juzgó todo por sus acciones y no intentó ver más allá de sus verdaderos sentimientos.
A primera vista, parecía ser la forma más segura para él, pero al mismo tiempo dejó un rastro de desasosiego en algún rincón del corazón de Sayed. Con cada minuto y cada segundo de su vida, la inquietud que se aferraba a su pecho lo oprimía. Para tratar de ignorar lo que crecía constantemente, Sayed intentó una vez más no sentir nada.
— No sabía que de sus bocas saldría la historia de mi madre.
Sin embargo, su boca tenía su propia voluntad. Era como si la inquietud que intentaba contener se desbordara en su interior.
— Esperaba que una existencia que se vuelve pecaminosa solo con enredarse en ella fuera olvidada pronto.
El Sayed del pasado no mostró ningún rastro de resentimiento o ira ante ellos. Esos sentimientos incluso parecían un lujo, algo que no valía la pena.
Aunque las palabras de Sayed sonaron inicialmente con frialdad, Vetria fue la primera en reaccionar, a lo que también parecía una llamada de atención.
— No dejes que la ira innecesaria recaiga sobre aquellos que han cumplido con su deber, Archiduque. ¿Aún no comprendes que, como Titer, debes saber distinguir claramente entre lo público y lo privado?
Vetria, siempre sarcástica y tajante, elevó su tono de voz de manera inusual. Breadhite, con una sutil sensación de culpa en su rostro, también estuvo de acuerdo con su opinión.
— Archiduque, debería saber que no hay otra forma de contener a un Titer descontrolada más que con la muerte. Lo que hizo la Archiduquesa anterior fue inevitable.
Sayed se burló. Su madre, encerrada en la prisión, había demostrado un juicio claro y no había atacado a la gente. En cuanto a su propia muerte, podría aceptar las palabras del Duque Bredhit, pero no era el caso de su madre.
— Seguro que ambos escucharon las palabras del anterior Duque, encerrado en la prisión.
Con un tono sarcástico, Vetria respondió mordazmente.
— Las palabras de Serena eran meras mentiras sin evidencia para respaldarlas. ¿Puedes confiar en las palabras de una persona que va en contra del testimonio de todos, incluso si es el Archiduque?
Sayed miró los ojos intensamente turquesa de Vetria. Su reacción ferviente, que claramente contrastaba con la actitud de Bredhite, fue algo que Sayed no esperaba.
La verdad tocó su corazón de una manera que lo hizo sentir molesto e irritado. La conducta de Vetria parecía ser una expresión fuerte de una profunda culpabilidad.
— ¡No es el momento de discutir ahora! — Bredhite exclamó urgentemente. Siguiendo la dirección a la que señalaba con la espada que sostenía en la mano, todos giraron sus miradas y vieron un gigantesco árbol en la distancia. En el centro de su tronco, clavado como una piedra roja y redonda, se encontraba el Árbol del Mundo.
— Parece que el núcleo del Umbral está más cerca de lo que pensábamos. A partir de ahora, todos deben tener precaución. No se puede simplemente destruir el núcleo del árbol. En el momento en que lo toques, los guardianes de Niera que lo protegen se despertarán simultáneamente.
— Pero, ¿no es hora de que salga el sol? — cuestionó un caballero.
— ¿No se supone que este es el Bosque Nocturno? Los árboles bloquean el cielo, y parece que aquellos cerca del núcleo despiertan con solo utilizar su poder.
«Entonces...»
— Si el núcleo está presente, ¿los Niera pueden rondar incluso durante el día?
La posibilidad de que las palabras de su madre fueran ciertas aumentaba ligeramente. Ante su observación, las cejas de Vetria se fruncieron. Bredhit reflexionó por un momento y luego asintió con la cabeza.
— El núcleo existe solo en el bosque. Si te refieres a la voluntad del anterior Archiduque...
Las palabras de Bredhit no pudieron continuar hasta el final. Como si sintiera de repente una presencia espeluznante, Bredhit giró rápidamente. Como todos pudieron percibir, dentro del tranquilo bosque, se formaban masas oscuras y redondas. La escena parecía como si una niebla negra emergiera del suelo.
— Parece que han notado la presencia de intrusos. No pensé que sería fácil.
Los Niera que custodiaban el núcleo de la frontera, como mencionó Breadhite, eran numerosos. En comparación con aquellos que se arrastraban desde fuera del bosque para atacar a los humanos, los caballeros también se pusieron firmes, enfrentándose a una cantidad abrumadora.
Vetria, observando atentamente a las masas que se acercaban rápidamente, no dudó y fue la primera en tomar acción. Con determinación, las enredaderas brotaron del suelo siguiendo su voluntad, extendiéndose como flechas.
— Todos quédense aquí y enfrenten a los que se acercan. Nosotros nos encargaremos del frente.
Al finalizar sus palabras, Bredhite, con una calma que contrastaba con la situación, hizo que el viento apacible se volviera afilado. La hoja invisible, creada por su habilidad para controlar el aire, atravesó a los Niera que se acercaban con rapidez.
Siguiendo el ataque inicial de los Titera, mientras los caballeros terminaban de acabar con los Niera de bajo rango cuya cantidad disminuía rápidamente, Sayed observaba atentamente su entorno. Hasta ahora, no había mucha diferencia entre lo que Sayed recordaba de hace cinco años. Aunque el núcleo había aparecido un poco más rápido que en sus recuerdos, aparte de los Niera de bajo rango que protegían los alrededores, todo parecía bastante similar a lo que él había visto antes.
Entonces, ¿cuándo y dónde aparecieron los Niera de alto rango?
Mientras Sayed estaba en alerta máxima, observando su entorno con todos sus sentidos, la batalla avanzaba de manera relativamente fluida. Los caballeros, después de haber matado a muchos Niera de bajo rango, no desperdiciaron mucha energía y destruyeron sus núcleos. Los duques también eliminaron a los Niera sin mayores problemas. Parecía que pronto podrían matar a todos los seres pequeños y acercarse al núcleo interno.
En ese momento, la luz del sol que se filtraba débilmente a través de los árboles del bosque desapareció.
El sol que flotaba sobre sus cabezas desapareció en un instante, proyectando una enorme sombra sobre el bosque. Repentinamente, los caballeros alzaron la cabeza ante la súbita oscuridad. El cielo se volvió oscuro, pero no era porque la noche hubiera llegado, sino debido a algo gigantesco que bloqueaba el sol.
— ¡Bredhite! — Gritó Sayed.
Cerca del núcleo, envuelto por la lejana sombra, una oscuridad de proporciones colosales, elevándose como los árboles del bosque, comenzó a emerger. Tenía la forma de un gigante, con brazos largos y gruesos que se extendían hasta el suelo, y una cabeza con la apariencia de un oso. Con cada paso que daba, la tierra temblaba con un sonido contundente.
— ¡Hagan retroceder a los caballeros, Duque!
Bredhit gritó con voz grave. Tan pronto como sus palabras terminaron, Sayed ordenó con determinación.
— Todos retroceden hasta la entrada. Desde aquí en adelante es territorio de los Titer, ¡retírense de inmediato!"
Aunque el rostro de los caballeros palideció al ver la apariencia del monstruo gigante, no pudieron evitar dudar antes de dejarlos atrás.
— Pero...
La criatura leyó la indecisión de los caballeros. Como seres que reaccionan de manera sensible a las emociones humanas, no pasó por alto la breve vacilación y se lanzó al ataque hacia el lugar más débil entre la multitud humana.
A pesar de su corpulencia, se movió con una velocidad sorprendente mientras blandía la maza que tenía en la mano. Fue un movimiento preciso, apuntando directamente a los caballeros que estaban junto a Sayed.
En el instante en que la sombra de la maza se cernía, Sayed liberó su poder. Controló la maza, que parecía estar a punto de caer en cualquier momento, utilizando las sombras. La fuerza que Sayed tenía que aplicar aumentaba exponencialmente según el peso y el tamaño de lo que estaba controlando, y debido a la repentina carga excesiva, su interior se revolvió.
— ¡Váyanse ahora mismo!
Al pronunciar estas palabras con rabia, los experimentados caballeros superaron el miedo y se retiraron apresuradamente. Después de unos segundos, la restricción de la sombra se desvaneció y la maza se estrelló contra el suelo.
Con un estruendoso ¡Crack! resonando en los oídos, el árbol se hizo añicos. Mientras Sayed bloqueaba el ataque para los caballeros que se retiraban apresuradamente, Bredhite y Vetria estaban ocupados derribando la imponente figura del monstruo en busca del núcleo.
El viento de Bredhite cortó el brazo del monstruo que sostenía el garrote. Con un agudo sonido y una ráfaga de viento, el brazo del monstruo se desplomó. Mientras Vetria restringía al monstruo con enredaderas que crecían sin cesar, Sayed, después de evacuar a los caballeros, se unió a la batalla.
— No podemos ver el núcleo en la parte frontal. ¡Revisa su retaguardia, Archiduque!
El brazo del monstruo que corto Bredhite comenzó a regenerarse rápidamente. A menos que destruya el núcleo, los Niera constantemente regenerarían su forma, y cuanto mayor fuera su rango, más rápida sería esta regeneración.
Sayed ayudó a Bredhite y con una lanza hecha a partir de las sombras, desmembró las extremidades del monstruo. Aunque las extremidades amputadas tambalearon y resistieron por un momento, no pudieron vencer la velocidad combinada de los dos y finalmente cayeron con un estruendoso golpe. Aprovechando la oportunidad, Sayed canalizó su poder y convocó cientos de lanzas desde las sombras donde el monstruo yacía.
Entre las lanzas clavadas en la dispersa masa oscura de los Niera, Sayed notó vagamente el núcleo. Estaba oculto en la planta del gigante. Ahora era la oportunidad de perforar el núcleo.
— ¡Vetria, el pie! ¡El pie del monstruo!
Sayed gritó a Vetria, quien estaba cerca de la parte inferior del Niera. En el momento en que Vetria levantó la cabeza en respuesta, Sayed sintió de repente algo extraño. Los ojos de Vetria que lo miraban eran espeluznantes. Sus pupilas, blancas como si sus ojos estuvieran invertidos, se habían vuelto siniestros.
Tessa: ...
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Junto a él, Sayed sintió las ondas expansivas de ella. La energía acumulada en su interior explotó hacia el exterior, creando ondas expansivas que se derramaron salvajemente en todas direcciones. Una energía invisible cortó afiladamente a través de Sayed. Era una familiar sensación de peligro. Era lo mismo que Sayed había sentido durante su arrebato en el pasado.
«¡No puede ser...!»
Algunas de las enredaderas que envolvían el cuerpo completo del monstruo se soltaron repentinamente. Mientras las enredaderas temblaban en el aire, se dirigieron hacia Bredhite con una velocidad sorprendente.
— Bredhite, ¡cuidado!
Sintiendo el impulso dirigido hacia su espalda, Bredhite afortunadamente reaccionó con rapidez. Con una expresión aterrada, inclinó su cuerpo hacia adelante. A pesar de haber evitado lo que parecía ser una amenaza repugnante, las enredaderas se volvieron a lanzar hacia él, agarrándolo nuevamente.
— Maldición.
Junto con maldiciones, Bredhite mientras cortaba frenéticamente las enredaderas, le gritó a Vetria con una cara desconcertada.
— ¿Qué estás haciendo ahora, Vetria? ¡No es momento para errores!
Quizás apuntando a Bredhite, quien esquivó el ataque, Vetria desató todas las enredaderas que rodeaban a la bestia y las lanzó hacia él. Incluso desde debajo de los pies de Bredhite, las raíces de los árboles surgieron, agarrando su tobillo.
— ¡Maldita sea!
Mientras cortaba frenéticamente las enredaderas con maldiciones, Vetria corrió hacia Bredhite.
¿Podría ser que la muerte de los dos duques que estaban enfrentando al Niera de alto rango realmente fue causada debido al arrebato de Vetria?
Se consideraba imposible que dos Titers murieran a manos de un solo Niera de alto rango, pero si Bredhite tuviera que enfrentarlos solo, entonces tendría sentido. Como se esperaba, el monstruo liberado de la restricción de Vetria se estaba levantando lentamente.
Como si hubiera sentido la tensión, un sonido gutural retumbante se oyó desde el monstruo. El gemido sibilante, cuyo origen ni siquiera se podía ubicar, sonaba diferente de una invocación de terror, más bien, se escuchaba como un signo de alegría.
— Duque. — Sayed tomó una decisión.
— ¡Por favor, mantén la atención de Vetria un poco más!
Este era el terreno que Sayed podía manejar solo. Era la única manera de minimizar los daños y salvar a ambos duques. Si podía someter rápidamente a Vetria y llevarla fuera del bosque, había alguna posibilidad de salvarla. Dado que su poder emanaba del bosque, de alguna manera debía dejarla inconsciente.
Por supuesto, esto conlleva grandes riesgos. Salvar a un Titer en pleno arrebato era más peligroso que dejarlo morir. Por lo tanto, también es una opción dejar que muriera en ese estado. Podría someterla y matarla...
Una explosión repentina resultaba sospechosa. Para entender la causa, era prudente dejar a Vetria con vida. Si su descontrol no era tan inmanejable como el de Sayed, entonces...
«Sería mejor recibir uno o dos agujeros en el cuerpo que morir.»
Bredhite, al escuchar el grito de Sayed, frunció el ceño con arrogancia pero siguió sus palabras.
— ¡Mira, Selfini! Sabía que tenías un mal genio, ¡pero ahora veo que eres peor que el Archiduque!
Bredhite, atrayendo a Vetria que se acercaba, retrocedió. Aunque no estaba claro si entendió su grito, ella perdió la razón y siguió a Bredhit. Mientras tanto, el Niera, liberado por completo desde su confinamiento, se levantó erguido y estaba recuperando su forma casi por completo.
El precio de usar poder de manera intensiva durante un periodo corto empezaba a manifestarse lentamente. Sayed, respirando profundamente con ojos enrojecidos, persiguió la trayectoria de Vetria. En el momento en que ella se detuvo brevemente para volver a utilizar su habilidad, Sayed se acercó silenciosamente desde atrás.
Escondido entre las sombras, siguió a Vetria hasta que la vio apuntando a Bredhite, momento en el que desenvainó su espada. La afilada hoja se clavó profundamente en el hombro izquierdo de Vetria. Ella, que reaccionó ágilmente al ser atacada, volvió la cabeza con ojos destellantes. Al mismo tiempo, espinosas enredaderas atravesaron el antebrazo de Sayed. Sin vacilar, extrajo rápidamente la espada y la clavó nuevamente en el hombro opuesto.
— ¡Aaaah!
Vetria, perdida en el dolor, gritó mientras las enredaderas se extendían en todas direcciones. Las enredaderas, ahora dolorosamente avanzando hacia Sayed, se clavaron en su muslo con un sonido crujiente. Aunque la ardiente agonía se propagó por sus piernas, Sayed, nuevamente ignorando el dolor, descendió fuertemente su espada ensangrentada sobre la nuca de Vetria.
¡CRACK!
Después de un estruendoso crujido, los ojos de Vetria rodaron hacia atrás. Aunque era una fuerza que podría haber destrozado el cráneo de una persona común, no era tan efectiva contra los Títers. A pesar de sus intentos de mantenerse en pie y balancear los brazos, no pudo equilibrarse debido a los agujeros atravesados en ambos hombros. Vetria, tambaleándose, finalmente cayó al suelo con un sonido sordo. Bredhite, quien se unió apresuradamente, cortó las enredaderas que envolvían a Sayed con su espada.
— ¡Archiduque! ¿Está bien?
Sin prestar atención a los agujeros en su propio cuerpo, Sayed miró fijamente a Bredhite con ojos decididos.
— Llévate a la duquesa y sal del bosque, haz que reciba purificación. Si salen del bosque, Vetria no podrá usar su poder, así que debería ser posible. Yo me encargaré del Niera solo.
— Pero tu estado físico...
— Si todos permanecemos aquí, al menos uno de nosotros morirá. — Bredhite no retrocedió fácilmente.
— Es correcto que yo, que no he resultado herido, me enfrente a eso. Llévate a Vetria contigo.
— Duque. — Sayed, con intención, miró fríamente al duque de mediana edad mientras hablaba.
—¿Has olvidado que tu poder y el mío son fundamentalmente diferentes? Después de derrotar al Niera, soy el único Titer que puede salir solo del bosque.
Ante las palabras frías, Bredhite apretó los labios. Miró a Sayed con la cara distorsionada durante unos segundos y finalmente asintió cuando el Niera comenzó a mover su pesado cuerpo. La rápida evaluación de la situación era la virtud más esencial para los Títers, y el experimentado duque entendía bien ese hecho.
— Tan pronto como nos ocupemos de Vetria, vendré contigo para buscar al Archiduque.
Sayed no respondió. Guiar a alguien hasta esta profundidad implicaba una amenaza incluso para la vida del Guía, y hasta ahora, ninguno que no fuera Lessas había entrado tan profundamente en el bosque. Aster no era una excepción.
Mientras Bredhite levantaba a Vetria, la sombra del Niera se cernió sobre ellos una vez más. Las afiladas garras del Niera, que tenían el largo de una espada de gran tamaño, se balancearon en el aire. Bredhite retrocedió mientras tomaba la última mirada a Sayed y, gruñendo, giró la espalda para correr.
Sayed, utilizando las sombras, atrapó el tobillo del Niera cuando intentaba avanzar hacia ellos. Mientras su corpulento cuerpo temblaba, miró el rostro negro inexpresivo. Era una escena grotesca, pero para Sayed, era una vista que había presenciado innumerables veces. En lugar de sorprenderse, Sayed miró al cielo, donde el monstruo le daba la espalda. El sol se estaba poniendo.
Debía asegurarse de que el sol no se pusiera antes de que el duque saliera del bosque.
Pensando en ello, Sayed se acercó al monstruo. Clavando la espada manchada de sangre de Vetria en el suelo, observó al Niera con ojos enrojecidos.
Era más cómodo luchar sin una espada cuando estaba solo.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Cuando la batalla concluyó, la noche era tan profunda que ni siquiera la luna era visible. Sayed, con su cuerpo manchado de su propia sangre, caminó por el bosque. En algún momento, empezó a nevar.
Dada el bajo número de individuos, eliminar a un Niera de rango superior llevó considerable tiempo. Por lo general, era más fácil tratar con ellos en parejas para minimizar las secuelas, y aún así, eso no ocurría con frecuencia. Al haber manejado todo eso solo, su estado físico no era el mejor.
Suspiró lentamente, y el aliento blanco se congeló en el aire. Había bastante nieve acumulada en sus hombros. Sayed, con la espada apretada en su mano helada, confiando en su instinto, buscó el camino que lo llevaría fuera del bosque. Sin embargo, pronto alcanzó sus límites.
Quizás debido al caos durante el día, la cantidad de Nieras que aparecieron tan pronto como se hizo de noche era considerable. En el camino hasta aquí, ya había matado a decenas de ellos. Aunque las heridas no eran tan graves, parecía que usar más energía podría desencadenar las pulsaciones que apenas estaba controlando.
Con el objetivo de reducir al máximo la posibilidad de un arrebato descontrolado, Sayed decidió minimizar el uso de su fuerza. Para lograrlo, tuvo que dejar de usar las sombras temporalmente. Era más sensato darle tiempo a su cuerpo para calmarse aunque fuera un poco.
Con cautela, Sayed se movió hacia donde la presencia de Niera era mínima. Trató de eliminar su presencia al máximo mientras caminaba para evitar a los monstruos, y en el proceso, descubrió una cabaña que nunca antes había visto. La pequeña cabaña, con su fuerte aroma a madera, parecía tener al menos varias décadas de antigüedad.
La cabaña estaba construida principalmente con rocas redondas y solo la puerta y el marco eran de madera, parecía haber resistido el paso del tiempo. Era extraño descubrir algo así en el bosque de su propio dominio y aunque se sentía inquieto y desconfiado, Sayed reconoció que no tenía más opción que entrar. Curiosamente, no se veían Nieras cerca.
Una vez dentro de la cabaña, Sayed notó una pequeña cama hecha de madera y una manta polvorienta. Después de concluir que no había ninguna amenaza en el interior, Sayed apoyó su cuerpo fatigado cerca de la chimenea. Al relajarse un poco, cerró los ojos. Un escalofrío recorrió su cuerpo y experimentó calambres musculares.
«...Hace frío.»
Tessa: ¡AYUDA!
Después de cada larga batalla, Sayed siempre experimentaba un frío que parecía congelar hasta su alma. Era irónico que alguien criado en el norte, donde el frío era un tema tan familiar que calaba hasta los huesos, sintiera el dolor de usar su poder como un gélido castigo. Sayed, consciente de la debilidad que nunca debía mostrar, nunca permitió que nadie lo viera ceder ante ello.
Los dolores de cabeza que Aster apenas había aliviado ahora atormentaban a Sayed desde hacía un tiempo. Una sensación de frío insoportable se filtraba desde lo más profundo de su ser, como si su cuerpo estuviera siendo desgarrado. Sin embargo, lo que lo atormentaba más que cualquier síntoma físico era el silencio que lo rodeaba. Recordó el día en que, en su momento de vulnerabilidad, la muerte lo sentenció.
Nadie estaba a su lado. Sayed murió solo, sin recibir el lamento de nadie, maldecido y olvidado. Ni su amada hermana, ni los antiguos camaradas que alguna vez lo respetaron, ni siquiera los seres sagrados... Todos estaban ausentes. Porque Sayed se había abandonado a sí mismo.
La sensación de un agujero sin fin perforando su pecho y la percepción de un vacío abrumaron a Sayed, sumiéndose en un temor terrible. Atrapado en la profunda soledad, acompañada del frío interminable, cayó constantemente y, en medio de esa sensación de eterna caída, Sayed instintivamente extendió la mano. Sin siquiera saber qué estaba tratando de agarrar, su mano se extendió hacia el vacío.
Cuando se dio cuenta de que su mano no encontraba nada, se resignó y la dejó caer.
— Sayed.
Alguien llamó su nombre.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed extendió su mano hacia el lugar de donde provenía el sonido sin mirar. Al final de su mano, algo cálido lo había atrapado. Sentía un calor notablemente diferente al de su propia temperatura. Sin saber qué era lo que estaba agarrando, Sayed atrajo el calor hacia él. Alguien, atraído por una fuerza brutal que superaba la de un ser humano, no lo rechazó.
— Voy a echar un vistazo a tus heridas, así que quédate quieto.
Aunque el tono de la otra persona no era especialmente suave, la voz en sí era cálida. No era Aster. Era sutilmente diferente de la voz brillante y clara de Aster, siendo un poco más tranquila y serena.
«¿Quién eres?»
No importaba quién fuera el dueño, Sayed necesitaba ese calor de inmediato. Dejando que la voz que repetidamente aumentaba y disminuía fluyera por un oído, Sayed apretó su mano con fuerza para retener la temperatura. Con dedos tensos, intentó atrapar a la persona que había sido aprisionada por él. Se oyó un sonido sordo, como un gemido, que provenía de la otra persona. Pero eso fue todo.
Mientras se tragaba un pequeño gemido, la otra persona permitió que Sayed lo abrazara. Cuando el calor envolvió su cuerpo por completo, Sayed gradualmente recobró la conciencia. La mano que acariciaba su espalda descendió, explorando la zona de su muslo perforado por las enredaderas de Vetria. A diferencia de los cuidadosos movimientos que evitaban tocar directamente, se escuchó un murmullo parecido a una maldición pronunciada por la otra persona. No coincidía con la suave voz.
Sayed obligó a sus rígidos párpados a levantarse. Su visión se volvió borrosa mientras las pestañas resecas se abrían dolorosamente. Un tenue resplandor carmesí se extendía alrededor de su cabeza. Dada la leve sensación de calor que sentía, parecía que alguien había encendido fuego.
Lentamente, bajó los ojos y esta vez vió algo que estaba en sus brazos. El calor que parecía una ilusión resultó ser un objeto real. Al descender la mirada desde la frente redonda, se reveló suaves mechones de cabello. El rizado cabello negro se curvaba ligeramente, cubriendo la blanca frente y debajo de la cual se destacaban las cejas pronunciadas. Las pestañas que se levantaban elegantemente estaban perfectamente diseñadas para ser difíciles de ver desde cualquier ángulo.
«Se parece a Lessas.»
A pesar de ser consciente de que era el menos probable de encontrarse aquí, seguía pensando que el autor se parecía a Lessas. El semblante de Lessas estaba tenso, como si estuviera preocupado por cómo manejar sus heridas. Sayed, que observó durante unos minutos cómo los dedos tocaban los músculos rígidos del muslo, dejó pasar unos minutos antes de abrir los labios.
— Déjame solo.
Su voz rota sonaba miserable incluso para él mismo. Sorprendido por el tono bajo y grueso que parecía monstruoso, o tal vez, por la sorpresa, el otro levantó la cabeza, cruzando con un par de ojos redondos violeta. La comisura de sus ojos estaban teñidas de color carmesí, marcadas por el resplandor rojo, como si hubiera llorado.
— Su Majestad Lessas.
Ya sea una artimaña del diablo o no, lo que tenía frente a él era a Lessas. Sin poder creer lo que veía, Lessas se separó de la mano de Sayed, al mismo tiempo que Sayed soltó el abrazo que lo envolvía. Rápidamente evitando la mirada, Lessas retrocedió.
— ... ¿Por qué estás aquí?
Sayed preguntó sin poder comprenderlo sinceramente. No había razón alguna para que Lessas estuviera aquí, a menos que fuera el Duque Bredhit o Aster acompañado de sus caballeros.
Lessas mordió sus labios ante la pregunta de Sayed. Cuando sus labios, pálidos como para que la sangre se escapara, comenzaron a parecer que podrían lastimarse, habló.
— ¿Sabes cuántos días ha estado desaparecido el Archiduque?
Sayad, abriendo lentamente los ojos como si estuviera tratando de recuperarse de una resaca, contó los días. Todo lo que recordaba era esa noche.
— Alrededor de un día, creo.
— No, fueron tres días.
La voz de Lessas sonó extremadamente complicada. A veces temblaba como si estuviera enojado y otras veces parecía sorprendido.
— El Duque Bredhite ha organizado un equipo de búsqueda para encontrar al Archiduque. Varios caballeros formaron grupos y lo buscaron durante el día.
Era una historia extraña. Era difícil creer que había alguien dispuesto a buscarlo. Se preguntó si el Duque, que debería haber muerto, estaba intentando pagar el precio de su supervivencia.
Sin embargo, pensar profundamente resultaba doloroso, su cabeza palpitaba intensamente tan pronto como recobró la conciencia. Las punzadas persistentes del dolor de cabeza volvieron a interrumpir a Sayed. Lessas, frunciendo el ceño mientras apretaba los dientes, sacudió violentamente la cabeza mientras se quejaba. Sayed, que no vio esa apariencia, inhaló bruscamente. A medida que la sensación regresaba, el dolor generalizado en su cuerpo se volvía demasiado agudo, y la onda que había oscilado sutilmente mientras estaba inconsciente comenzó a descontrolarse.
— ... Si formaron grupos, no entiendo por qué te quedaste solo, su Alteza.
Que Lessas lo hubiera encontrado fue una buena noticia pero, en su situación actual, era peligroso estar con él. Existía la posibilidad de lastimar accidentalmente a cualquiera a su alrededor. Las ondas que gradualmente retumbaron en su interior, se transformaron rápidamente en un deseo de destrucción.
— Hubo simplemente un desacuerdo de opiniones. — respondió Lessas al señalamiento de Sayed con un tono deliberadamente apagado. Aunque no estaba seguro de cuál era la discrepancia, parecía que el príncipe había vuelto a ser terco.
— Agradezco que hayas venido... pero sería mejor que te fueras ahora. Regresaré solo, así que retírate, por favor.
Conteniendo con fuerza los dedos que temblaban ligeramente fuera de su control, Lessas palideció ante la orden de Sayed. Mirando fijamente con ojos distorsionados, Lessas negó con la cabeza.
— ¿Cómo te atreves a hablar así después de haber perdido la conciencia hace un momento? ¿Cómo te atreves a salir solo después de haber estado atrapado aquí sin encender ni siquiera un fuego?
Era un argumento lógico, pero Sayed no tenía tiempo para lidiar con eso. Aunque estaba consciente y afortunadamente no estaba en frenesí, el difícil control de su Titer podría amenazar su vida solo por estar cerca.
— Majestad.
Las sombras que se retorcían en el suelo junto al pequeño fuego comenzaron a saltar bruscamente. Parecían querer desgarrar al joven que estaba frente a Sayed de inmediato.
— Debes irte ahora.
— Quedarte aquí solo te congelará hasta la muerte.
— Te dije que te fueras, es seguro que...
Una sombra que desafiaba la voluntad de Sayed, se elevó abruptamente desde el suelo. Sayed, para proteger a Lessas de la sombra que amenazaba con abalanzarse hacia él, levantó con fuerza su cuerpo inmóvil para empujar a Lessas.
— ¡Te lo dije!
Mientras retrocedía, la sombra que se disparó como un ataque repentino se clavó afiladamente en la pared y desapareció. Jadeando con respiración áspera, Sayed gritó hacia él con un rostro salvaje.
— ¿No entiendes que eres inútil aquí si no eres un Guía? ¡Si no quieres morir como un perro, lárgate! ¡Ahora mismo!
Expresando su ira con palabras bruscas, Sayed explotó enfurecido. En lugar de sorprenderse por la amenaza anterior, Lessas quedó rígido al escuchar las palabras de Sayed. Sus ojos morados temblaban caóticamente. Era similar a cuando Sayed lo golpeó en el pasado.
De pie como un perro despreciado, su rostro mirando fijamente el suelo era infinitamente desolador. Los ojos enrojecidos parecían estar a punto de llorar, y su figura inmóvil, sin siquiera mostrar ira, evocaban a Sayed remordimientos olvidados.
Sabía que sus palabras eran tan directas que podrían resultar hirientes, pero nunca imaginó que un cansado Lessas, ya hastiado de él, mostraría esa mirada. En respuesta a la agitación de Sayed, las sombras se agitaron salvajemente.
— ...Dije que sería tu Guía.
Lessas no apartó la mirada de Sayed y habló mientras permanecía en su lugar. Lo exigió con una expresión amarga.
— Puede que incluso suceda ahora.
— No.
No ahora. Hasta que se encontrara con Zion Sildras, Lessas no tendría la oportunidad de convertirse en Guía.
— ¿Por qué?
Ni siquiera pudo explicar la razón.
— Si fuera tan fácil decidirlo de esa manera, ya lo habrías hecho.
— Decías que sucedería pronto. ¿Me mentiste? ¿O estás tratando de burlarte de mí de nuevo?
— Lessas.
Sayed se esforzó por contener el caos que parecía a punto de estallar. Al pronunciar el nombre como lo hacía en su infancia, Lessas parpadeó sorprendido. Sayed no se dio cuenta de que sus mejillas se sonrojaron por la vergüenza.
— Sal.
Ya no quedaba claridad en su mente para ser cortés. De la misma manera que cuando estaban solos en el pasado, le habló como si fuera una versión joven de él mismo.
— O te mataré...
No pudo terminar la frase. Sintió como si su mente se desconectara bruscamente mientras tosía. Aprovechando la brecha en el descontrol de la onda, la sombra se movió como si estuviera esperando. Surgiendo de su forma humana cubrió a Lessas, tomando una forma casi idéntica a un Niera.
Fue literalmente un segundo. La mente de Sayed volvió enseguida, y aunque la sombra cubría a Lessas, este permaneció de pie sin esquivarla. Y fue entonces cuando Lessas le susurró.
Todo sucedió en un instante.
— Lo que siempre he temido no es la muerte.
Con una voz infantil, el sonido resonó en el aire mientras la sombra arañaba la espalda de Lessas. La sangre escarlata se esparció en el aire. Lessas, que estaba de pie como una estatua, tambaleó y Sayed corrió hacia él, maldiciendo.
— ¡Lessas!
Con dificultad, Sayed recuperó el control y la sombra volvió silenciosamente al suelo. Como si los eventos previos fueran falsos, parpadeó siguiendo la luz de las brasas. Sayed, aterrorizado, agarró a Lessas con mano firme. Este lo miraba fijamente sin emitir ni un gemido. Con el rostro pálido por el dolor, Lessas formuló una pregunta incomprensible.
— ¿Vas a ser mi Titer, Sayed?
No era la pregunta apropiada para esta situación. Era una pregunta innecesaria. Sayed observó las heridas en la espalda de Lessas. Los tres profundos cortes eran tan brutales que la carne estaba expuesta. En este estado...
— Ya he esperado suficiente, responde ahora.
Pero Lessas preguntó como si las heridas y la vida no tuvieran importancia. Era un comportamiento inexplicable. Aunque tenía el deseo de insultarlo con rabia, Sayed sofocó todas sus intensas emociones y se mordió el labio. Después, habló.
— Sí.
Dijo que sí, aunque no lo sentía en absoluto.
Lo dijo, sin tener ninguna intención real. Los Titers no podían ser propiedad de nadie. Simplemente colaboraban con Guías que estaban en sintonía con sus ondas, eran entidades afiliadas al reino. Así que, si esta promesa sin sentido podía doblegar esa obstinación, entonces podía decir mentiras todo lo que quisiera.
Sin embargo, lo que volvió a Sayed loco fue la expresión que se iluminó en el rostro de Lessas en el momento en que escuchó esas palabras. Era una apariencia infantil que no había mostrado en muchos años. Aunque no tenía la brillante sonrisa que solía mostrar a quienes lo rodeaban, su rostro, pálido como si estuviera aliviado de alguna manera, recuperó el color.
Y eso no fue lo único extraño.
Las ondas frenéticas de Sayed, al escuchar esas palabras, fueron atraídas en alguna dirección, como si hubiera descubierto a un Guía.
Tessa: ahhhh, hasta acá llego XD
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El aire pesado que parecía asfixiante cambió en un instante. Sayed inhaló con brusquedad, mientras miraba a Lessas. Las profundas heridas en su espalda se estaban curando de manera antinatural y a una velocidad sorprendentemente rápida. No fue una ilusión. La curación natural era la habilidad única de un Guía.
Esto era evidencia clara de un despertar.
Tessa: ¡Esta pasando!
Haciendo un esfuerzo por ocultar su confusión, levantó lentamente la cabeza, y sus miradas se encontraron. Aunque parecía no entender lo que le estaba sucediendo, Lessas, de manera instintiva, parecía sentir las ondas de Sayed acercándose hacia él. Como si hubieran estado esperando, las ondas se lanzaron hacia Lessas, sofocándolo y, con una respiración entrecortada, abrió la boca.
— Así que esto es...
Las ondas de Sayed no le dieron tiempo a Lessas para comprender lo que le estaba sucediendo. En ese mismo instante, arremetieron hacia la fuente de vida frente a él. Sin dar espacio ni para escapar ni para respirar a este desprevenido Guía que tenía delante, quedando solo el instinto de querer devorarlo, sin dejar escapar ni un solo aliento.
Lessas parecía desconcertado, sin poder prever lo que le sucedería. Intentaba aceptar las ondas que lo envolvían mientras su pecho se agitaba violentamente.
Ver la escena de este joven ser indefenso también dejó sorprendido a Sayed, pues a pesar de que sus acciones estaban cambiando gradualmente el pasado, no esperaba en absoluto que el despertar de Lessas se adelantara debido a su presencia.
Y otra locura era que, independientemente de su complejo razonamiento, el instinto de Sayed estaba ansioso por lanzarse hacia Lessas. Las ondas que había reprimido estaban a punto de estallar.
— ¿Qué debo hacer?
Lessas no le dio tiempo para pensar. A pesar de haber experimentado un cambio en su alma, actuó como alguien que solo había estado esperando este momento.
— Haré lo que sea, solo dímelo.
La expresión sorprendida fue disimulada. Inclinándose hacia Sayed, Lessas susurró claramente, sus ojos violeta, llenos de una pasión nunca antes vista, parecían que lo devorarían en un instante.
— Incluso lo que no se pueda hacer, lo haré.
Tessa: ¿Lessas? Dios...
Frunció sus labios. Aunque era lo que él deseaba, una pequeña vacilación surgió cuando la situación se presentó. La mera existencia de Lessas resultaba incómoda. Una persona que durante mucho tiempo intentó odiar y, paradójicamente, alguien con quien anhelaba entrelazar palabras, ahora se veía obligado a tener que purificarlo...
— No, primero voy a curar tus heridas. Has perdido demasiada sangre.
Así, la precaución que restringía a Sayed se desvaneció cuando Lessas tocó suavemente su brazo. La oscuridad que lo consumía desapareció. El dolor que lo atormentaba se esfumó de un golpe, y en su lugar, un deseo ardiente lo llenó con locura.
En un instante, la cordura desapareció. Sin dudar, Sayed empujó a Lessas de manera impulsiva. Un gemido escapó de Lessas cuando fue empujado contra la pared. Sin darle oportunidad a su Guía de escapar, Sayed lo atrapó, lo contuvo y luego presionó sus labios contra el largo y blanco cuello.
— Jaah, ja...
Bajo la fina piel, el palpitar vibrante del pulso era vívido. Un aliento frío se escapó de debajo de los labios abiertos antes de mezclarse con la temperatura corporal. Sayed desató una violenta onda que llenó todo su cuerpo. Aunque fue un impacto brusco y sin consideración hacia el otro, resultó efectivo.
Lessas tomó y soltó el brazo de Sayed repetidamente, y aunque carecía de la habilidad para controlar con destreza las ondas de éste y ni siquiera podía tocarlo correctamente, el simple contacto era vertiginosamente placentero.
Pero eso no era suficiente.
Sayed alzó la cabeza y acarició con los dientes el blanco cuello de Lessas. La sensación que emanaba esa acción era tan suave que resultaba difícil contenerse. A pesar de repetir el proceso de morder y succionar, Sayed no se sentía saciado y optó por sujetar su espalda. Las heridas que antes surcaban su espalda se habían curado, y a través de las aberturas rasgadas de la ropa, emergía una piel suave y tersa.
Tessa: ¿Sayed? ¿Ahora tu?😳
— Primero, las heridas... debemos tratarlas...
Lessas pronunció palabras sin sentido. Poseía el poder de calmarlo de un solo golpe, a pesar de su ineficaz habilidad en la purificación y que era una equidad contra demasiado poder, pero no estaba dotado con la fuerza para curar a un Titer.
No había tiempo para explicaciones. Sayed eligió la manera más eficiente para cerrarle la boca. También era lo que necesitaba.
Después de morderle el cuello durante mucho tiempo, agarró la mandíbula de Lessas con ojos desenfocados. Aún cuando las pupilas estaban enrojecidas por la fuerza salvaje, Lessas no apartó la mirada. Nuevamente y sin vacilar, presionó sus labios que parecían haberse sorprendido ligeramente.
Las largas pestañas temblaron y se estremecieron violentamente. En el momento en que sus labios se tocaron, abrazó su cuerpo rígido con fuerza. Sin saber qué hacer, después de frotar bruscamente los labios cerrados, metió la lengua y los lamió. Sus labios eran tan dulces como la sutil fragancia que lo envolvía desde antes, los embriagadores labios también se humedecieron. Todo lo que emanaba de él era más adictivo que cualquier otra cosa en el mundo.
De forma natural, Sayed giró la cabeza para profundizar el beso. En su intento de acercarse aún más, abriendo los labios, su mejilla fue agarrada con firmeza. Una fuerza inesperadamente fuerte logró alejar a Sayed. Fue molesto para él sentir como la constante y suave energía se alejaba. Con una mirada penetrante, Lessas lo agarró por los hombros.
— Es nuestro primer beso.
Después de inhalar y exhalar profundamente, él empujó a Sayed hacia la modesta cama. Con un sonido sordo, los dos hombres se enredaron y colapsaron sobre ella.
— Dame, al menos, tiempo para recuperar el aliento.
Tessa: ... 😳😳😳
Esta vez, Lessas se abalanzó sobre Sayed. Él aplicó su peso con fuerza, presionando a Sayed con ambos brazos. Aunque su complexión parecía ágil, su cuerpo, contra las expectativas, era firme y pesado. Con los brazos extendidos, Lessas lo mantenía bajo su control, mientras su rostro miraba hacia abajo. Su frente y mejillas estaban cubiertas de un sudor suave y tenue. A pesar de que la tormenta de nieve azotaba desde las afueras, dentro de la cabaña, calentado por solo unos pocos troncos encendidos, el calor llenaba la habitación.
— Yo me encargo.
Bajo los mechones de cabello negro que caían sobre su frente, sus ojos violetas brillaban intensamente. Tenía una ambición desmesurada para un tema del cual no sabía nada. Pero al final, era algo que Lessas tendría que aprender.
Sayed respondió tomando a Lessas del cuello. Era mejor tocarlo aunque fuera por un momento que enredarse en palabras. Deseaba raspar la calidez que parecía no haber sentido durante mucho tiempo, llenar su alma vacía con ella.
Tessa: ...💖
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
A lo lejos, un petirrojo cantó suavemente. Un fino rayo de sol se filtró sutilmente tocando sus párpados. El aire fresco de la acogedora cabaña lo despertó. Al abrir los ojos, lo que sintió fue una asombrosa sensación de frescura.
El cuerpo se sentía ligero. Después de despertarse, no experimentó la sensación de extrañeza ni el dolor de cabeza que siempre sentía. Aunque se asemejaba a cuando recibió la purificación de Aster, algo esencial era distinto. A pesar de que el dolor que lo afligía desaparecía, aún rondaba una leve sensación de cansancio, pero incluso ahora eso se sentía como si hubiera desaparecido.
Al levantar lentamente la parte superior de su cuerpo, se oyó un suave jadeo a su lado. Envuelto en la afelpada capa de pieles de Sayed, Lessas estaba dormido. Después de pasar toda la noche persiguiendo sus labios, finalmente lo dejó ir, así que era comprensible que estuviera cansado. Los primeros días del despertar son especialmente difíciles a medida que su cuerpo se adapte.
Cuando volvió en sí, finalmente se dio cuenta de la situación. Sentir que estaba pasando por esto con Lessas, de todos, le provocó una extraña autodepreciación. Era una mezcla de emociones difícil de definir.
Lo necesitaba, y también era cierto que buscaba aprovechar su fuerza, pero los sentimientos que Sayed tenía hacia Lessas eran inherentemente complicados. Lo que alguna vez fue afecto se transformó en un profundo odio, despreciando todo lo que lo rodeaba. Después de acumularse durante mucho tiempo, las emociones que llevaba consigo se transformaron de manera indescriptible después de haber sido consumidas por la muerte, eliminando así las emociones negativas e interminables. Tras este proceso, su forma se volvió irreconocible.
Además de eso... había muchas cosas que lo molestaban en varios aspectos. Como el hecho de que este fuera el primer beso de Lessas, o que era un joven que apenas acababa de alcanzar la mayoría de edad. Para Sayed, Lessas le parecía nueve años más joven de lo que realmente era, y sentía que estaba codiciando a un Guía muy joven que aún no había perdido su inocencia. En ese sentido, la purificación de la noche anterior, independientemente de su efectividad, generó un sentimiento innecesario de culpabilidad.
Sayed lo observó en silencio. Aunque parecía que lo había besado hasta hacer que la sangre brotara de sus labios, no había ni una sola marca de lesión. Mirando los labios rosados que cambiaban de color, Sayed se puso de pie para evaluar la situación.
—...Sayed.
De repente, Lessas se despertó, murmurando suavemente su nombre mientras sus pies tocaban el suelo. Fue tan silenciosa la ausencia de señales, pero notable para Sayed que algo así ocurriera con el más mínimo de los movimientos.
— Sí, Alteza.
Entonces se dio cuenta de que Lessas lo había estado llamando por su nombre todo ese tiempo. Incómodo por la sensación de que la distancia entre ellos se volvía demasiado estrecha, Sayed decidió recuperar su título original mientras se reponía mentalmente. Al oír esas palabras, Lessas permaneció en silencio, contemplando a Sayed mientras estaba recostado.
Tessa: Lessas... en modo seductor...
Sus mechones de cabello negro no parecían estar desordenados. Más bien, enfatizaban su atractiva apariencia, destacando un rostro sorprendentemente hermoso. Debido a su capacidad para mantener su hermosa apariencia en cualquier situación, ese aspecto en particular ya era famoso incluso en la corte real desde hace mucho tiempo.
Desde su despertar, su destacada belleza, que superaba incluso su respaldo de habilidades, había atraído la admiración de muchas mujeres nobles. Incluso podrían haber hombres, si se buscara. Dado que los Guías estaban obligados a aprender a tratar con los Titers sin distinción de género, seguramente habría nobles dispuestos a aceptar incluso a un compañero del mismo sexo.
Por alguna razón, sintiendo que estaba invadiendo un momento privado de Lessas, Sayed apartó la mirada ligeramente. Fue entonces cuando Lessas abrió la boca.
— ¿Estás bien?
Fue una pregunta característica de Lessas. Aunque no había pasado mucho tiempo desde que tomó conciencia, verificar de inmediato su bienestar ya era algo propio de un Guía.
— Sí.
Más que bien, estaba en una condición bastante excelente. Fue una respuesta breve, pero Sayed estaba bastante sorprendido. Sin embargo, la expresión de Lessas era ambigua. Mientras lo escudriñaba con la mirada, su rostro palideció al ver las heridas que aún persistían en las muñecas de Seiad.
— ¿No hice bien la purificación?
Sayed se frotó ligeramente el brazo. Los agujeros perforados por las enredaderas de Vetria estaban parcialmente cerrados.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El Titer gozaba de una resistencia física y recuperación excepcionales en comparación con la gente común, y al recibir la purificación de un Guía competente, mejoraba aún más su capacidad innata de recuperación. La mejora en el cuerpo de Sayed se debía al efecto purificador de Lessas. Sin embargo, la razón de no haberse curado completamente hasta ahora radicaba en los límites de la autocuración.
Lessas no puede curar a un Titer como lo haría cualquier otro Guía.
Era un hecho conocido y esta parte era similar a algo recordado del pasado. Aunque Sayed pensó que tal vez el despertar de Lessas había cambiado las cosas, sus expectativas no resultaron equivocadas. Lessas era un Guía excepcionalmente poderoso pero, de manera inusual, no podía curar al Titer, lo que resultó en críticas por su falta de habilidad. Aunque se despertó tarde y su capacidad no era perfecta, era un Guía de calidad media.
— Has hecho lo correcto.
No había manera de explicarlo. A pesar de la afirmación positiva de Sayed, Lessas mostró una expresión llena de culpa. Era comprensible que esperara una habilidad que estuviera dentro de sus expectativas, pero su reacción parecía excesivamente perturbada.
— Entonces, ¿por qué las heridas siguen ahí?
— No todos los Guías tienen habilidades de curación.
— Pero mis heridas sanaron. ¿No significa eso que también tengo ese poder?
— Así como las personalidades varían de uno a otro, las habilidades también son diferentes.
Fue un evento peculiar, pero eso era todo. Incluso entre los otros miembros de la familia real en el palacio, muchos no tenían habilidades de curación tan fuertes. La capacidad de curación de Aster era excepcionalmente destacada.
— Sabrá más sobre su propio poder cuando regrese al palacio. Por ahora, sería mejor volver.
Parecía ser temprano en la mañana, así que tenían que salir del bosque antes de que el sol se pusiera. Podrían conseguir un caballo en el pueblo más cercano al bosque y regresar al castillo antes de la noche. Había mucho que hacer una vez que regresaran. Verificar el estado de Vetría era la tarea más urgente. La repentina fuga de furia que le sucedió seguía preocupándolo.
— Mi Titer es el archiduque, así que no tengo intención de preguntarle a otras personas.
Sayed, quien estaba haciendo planes, se quedó atónito. Frunció el ceño con irritación y miró a Lessas, quien estaba sentado erguido al borde de la cama improvisada, mirándolo como si estuviera perforando su alma.
— La purificación, después de todo, ¿no es una interacción con el Titer? En lugar de buscar consejo de la realeza, parece que sería más apropiado aprender durante la purificación del Archiduque.
«... ¿Realmente está sugiriendo que me convierta en su Titer ?»
Sayed finalmente decidió preguntar lo que le había desconcertado desde el momento en que recibió esa propuesta.
— ¿Realmente su alteza necesita a alguien como yo para ser su Guía? Con solo pedir prestado un poco de su poder, es más que suficiente para mí. Aunque temo que incluso al evitar a aquellos que no le agradan, no será suficiente, no entiendo por qué insiste.
Incluso si el propio Sayed tenía un propósito claro, Lessas no tenía nada de qué arrepentirse. Desde el principio, tenía a Zion Sildras como aliado. El líder del sur, que lideraba a los Titers, estaba de su lado. Dada esta situación, si Lessas tenía la intención de buscar el trono, habría sido más lógico que se uniera a Zion, lo que podría haber llevado a rechazar a Sayed. No tiene sentido tener a Sildras y Prosius en el mismo lugar.
Ante la observación sarcástica de Sayed, Lessas bajó la mirada con frialdad. Manteniendo sus labios cerrados, su rostro parecía sumido en pensamientos, mostrando cierta melancolía. Aunque la expresión imperturbable y gélida en su rostro blanco provocaba una leve sensación de desconcierto, Lessas habló sin emoción.
— Como el Archiduque podría hacer algo detrás de mi espalda, decidí mantenerlo a la vista. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras te metes en problemas.
Su argumento tiene sentido. Sayed repasó las acciones que el Archiduque Axid había llevado a cabo hasta ese momento. Ignorando el sombrío cambio en la atmósfera de todo el territorio, recordó desde el rechazo de solicitudes de ayuda hasta el sacrificio de pequeñas aldeas con el objetivo eficiente de atrapar a los Nieras.
El incidente más perjudicial ocurrió hace cuatro años, cuando Sayed rechazó la solicitud de ayuda de Vetria en el este, resultando en la desaparición completa de una gran aldea fronteriza a manos de los Niera. Dado que era el Titer geográficamente más cercano, la solicitud del este llegó primero al norte, pero Sayed la rechazó. Vetria maldijo a Sayed y lo consideró un enemigo.
— No permitiré que la tragedia ocurrida en el Ducado de Vetria se repita.
Tessa: Por favor... protégelo Lessas
En ese momento, Lessas también mencionó el incidente. Aunque resultaba extraño que él, que normalmente permanecía en el palacio real, estuviera al tanto de sus acciones,
Oportuno, Lessas también tocó ese incidente. Aunque resultaba extraño que él, que normalmente permanecía en el palacio real, estuviera al tanto de sus acciones. Seguramente habría habido muchos rumores circulando en ese momento.
Debió ser alrededor de un año desde que se convirtió en el señor feudal. En ese momento, Sayed estaba pasando su primer invierno solo, sin su hermana, y en ese tiempo, era el único Titér que quedaba en el norte. En el momento en que recibió la solicitud del este, estaba en una situación en la que había perdido a muchos caballeros debido a su falta de experiencia. Sayed no tenía personal adicional para ayudar.
Sin embargo, en lugar de explicar estas circunstancias, Sayed se mantuvo en silencio. Revelar sus propias debilidades era equivalente a exponer su espalda al enemigo. En lugar de depender de un Titer de otra familia, Sayed tuvo la oportunidad de defender su tierra. Por lo tanto, no debía ser un hombre débil.
Incluso si otros se enteran, no hará ninguna diferencia. Ahora era lo mismo.
— Puede que sea posible. He pasado un año y medio en tierras congeladas, y Su Alteza, ¿no es usted sensible al frío?
El joven Lessas siempre sufría cuando las estaciones cambiaban. Incluso con el viento frío, siempre se ponía pálido. Por las mañanas, era imprescindible abrigarlo con una capa más cálida que la de los demás para protegerlo del frío.
A pesar de todo, a Lessas le gustaba cuando nevaba. La capital, donde estaba el palacio real, estaba cerca del sur y rara vez nevaba, pero cuando lo hacía, Lessas le pedía a Sayed que disfrutara del espectáculo con él. Mientras miraban la caída de la nieve blanca, Lessas solía preguntar
{ —¿Así es como Ed ve la nieve en el norte?}
—...Eso es algo de mi infancia.
La voz de Lessas se apagó en un susurro. Debido a que continuaba con la cabeza baja, no se podía ver su expresión.
— Ahora ya no siento el frío.
En ese entonces y ahora, Lessas parecía bastante joven, pero Sayed no se molestó en negarlo. En su lugar, después de un breve silencio, asintió con resignación y se puso manos a la obra. Después de recoger la espada apoyada en la pared de la cabaña, abrió cuidadosamente la puerta. Al abrir la puerta, un penetrante olor a frío le golpeó en la nariz.
Observó los alrededores de la cabaña con la mirada perdida. El sol, que comenzaba a elevarse lentamente, brillaba intensamente. La densidad de los árboles a su alrededor no era tan grande como cerca de la cabaña, permitiendo que el cielo se mantuviera despejado y el sol iluminara completamente el área. Probablemente, gracias a esta ubicación, Lessas pudo llegar hasta aquí sin mayores problemas. Parecía que había una razón para construir la cabaña en este lugar.
El área alrededor de la cabaña, tocada por el sol, mostraba signos de deshielo solo hasta el punto de abrir la puerta, pero al mirar al bosque, la altura acumulada de la nieve era considerable. Aproximadamente hasta las rodillas. Parecía bastante difícil bajar hasta allí con la nieve tan alta. Dado que la velocidad se vería afectada, era necesario partir de inmediato.
— ¿Nos vamos ahora?
Mientras observaba a su alrededor, de repente se dio cuenta de que Lessas estaba detrás de él. Sorprendido por la voz cercana, se giró y, al hacerlo, su brazo rozó ligeramente el de Lessas.
Un escalofrío recorrió su nuca. La sensación cosquilleante recorrió su espina dorsal. La sensación refrescante al tocarla se extendía de manera tan intensa que resultaba aterradoramente placentera. No se comparaba ni siquiera con Aster.
— Sí, parece que sí.
La razón por la que todos los Títers elogiaban la purificación que ofrecía parecía ser esta. Inclinando la cabeza para aliviar su repentinamente tensa garganta, se apartó ligeramente de Lessas. Parecía que si seguía tocándolo, no podría liberarse de esta sensación.
Además, su oponente no era alguien que limitara su poder como Aster. Parecía dispuesto a ofrecerlo todo el tiempo que quisiera, así que tenía que tener cuidado con esa comodidad.
— Debemos llegar al pueblo antes de que se ponga el sol.
En lugares donde la nieve se acumula tan profundamente, incluso con botas de piel gruesa, después de caminar solo treinta minutos, la sensación en los pies desaparece. Como la nieve se congela por la noche, tenían que concluir su viaje antes de que se pusiera el sol para evitar a Nieras. Lessas no dijo nada en particular. Simplemente siguió los pasos de Sayed tanto como se alejó. De alguna manera, se sentía como si se hubiera quedado sin palabras.
Lessas puso su mano en la nuca de Sayed, quien estaba a punto de salir. Al girar la cabeza sorprendido, Lessas volvió a envolver la capa de piel que cubrió a ambos alrededor de la espalda de Sayed.
— Ayer noté que el Duque parece sentir mucho más frío que yo.
La cálida palma rozó ligeramente su cuello. Como si hubiera sufrido una quemadura debido al patrón de las marcas excesivas, la zona tocada estaba caliente.
— Abríguese bien.
Las tranquilas palabras susurradas sin emociones por Lessas hizo que su interior se sintiera débil, creando una inquietante mezcla de rechazo hacia las preocupaciones infundadas y cautela ante lo desconocido.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Caminaban en silencio a través del bosque cubierto de nieve. En este momento, cuando el sol brillaba intensamente, era difícil imaginar que fuera un lugar donde habitaran monstruos. Solo el sonido de los pájaros y el crujir de la nieve bajo sus pies rompían ocasionalmente la serena paz.
Aunque el silencio era una constante en la vida de Sayed, estar a solas con Lessas generaba una extraña tensión. Era incómodo y extraño. A pesar de ser una relación con una brecha profunda, compartir el momento en que entregaban completamente sus almas dificultaba para Sayed entender cómo tratar a Lessas.
— Parece que Niera no lastima a los animales.
Sayed, que estaba buscando dirección guiándose por los árboles y el sol, giró la cabeza. Lessas estaba examinando los árboles. Siguiendo su mirada, vio pájaros posados en las ramas. La imagen de pájaros pequeños asomando las cabezas por los agujeros era común en el norte.
— No necesariamente tienen que ser monstruos que devoren las emociones humanas. Solo contaminan las mentes de los que viven aquí, así que eventualmente todo lo que está aquí debe ser eliminado.
Después de dar una respuesta fría, Sayed miró a su alrededor. Concentrando su atención, vio una rama con una cuerda roja atada en la distancia.
«Perfecto. E s la marca que dejé cuando entramos al bosque hace cuatro días.»
— ¿No te gustaría parar?
Lessas hizo una pregunta que Sayed no entendía. Mirándolo de nuevo, Lessas aún estaba observando el árbol donde los pájaros se posaban.
— Estoy en constante lucha.
Mientras Lessas miraba a los pájaros, desvió la mirada hacia Sayed. Aunque no mostraba ninguna expresión en particular, su calma tenía un tono amable. Era como si fuera su naturaleza.
— Nunca lo he considerado.
No había nadie más que pudiera hacerlo, así que nunca pensó en otra alternativa.
— ¿Hay algo que te gustaría hacer una vez que todo haya terminado?
En toda su vida, Sayed nunca había escuchado tal pregunta. Niera era un infierno perpetuo y los Titers no podían escapar de allí. Tal vez porque consideraba que la familia misma era insignificante, ni él ni nadie más se había hecho esa pregunta.
— No. Porque nunca sucederá.
— El solo hecho de imaginarlo tiene significado.
La expresión de Lessas al hablar no parecía la de un joven ingenuo en absoluto.
—Soñar con cosas imposibles solo hace la vida más miserable.
— Una vida sin esperanza ya es lo bastante horrible.
Lessas tenía el don de hacer que Sayed enfrentara las cosas que había estado evitando. Aunque Sayed consideraba que la conversación que estaban teniendo ahora mismo era la más insignificante que había tenido en su vida, seguía encontrándose respondiendo constantemente a las palabras de Lessas.
— Entonces, ¿qué es lo que desea su Alteza?
Lessas, que solía responder con prontitud, mantuvo la boca cerrada ante esta pregunta. Sin esperar realmente una respuesta, Sayed continuó caminando en silencio. Cuando llegaron al árbol con la cuerda roja, Lessas se detuvo. Luego, se inclinó y apartó superficialmente la nieve con la mirada baja.
Aunque Sayed no podía percibir ninguna presencia de bestias de Niera o cualquier criatura inmediata, se acercó a Lessas para proteger al Guía. Sacó su espada y se paró a su lado. Lessas, luego, sacó un pequeño bulto de plumas de entre la nieve. Al inspeccionarlo, resultó ser un polluelo muerto.
— Está muerto.
— Parece que está vivo.
Cuando Lessas lo envolvió con las manos, las alas del ave se movieron ligeramente. Sin embargo, carecía de fuerza para volar. Sayed, mirándolo con ojos inexpresivos, notó que las piernas del polluelo estaban rotas.
— Es un rezagado, pronto morirá.
— Sería mejor tratarlo y dejarlo ir.
— Las bestias de este bosque atacan a los humanos.
— Pero los pájaros solo han estado cantando todo el tiempo sin hacernos daño.
Sayed miró fijamente al polluelo envuelto en la mano blanca de Lessas. Era difícil apartar la mirada de la figura que, con ganas de vivir, agitaba sus alas. Extrañamente incómodo pero familiar a la vez.
— No podemos salvar a todo el mundo.
Así habló Sayed al ingenuo príncipe, y Lessas respondió con una mirada tierna hacia el ave.
— Aun así, es correcto hacer todo lo posible.
A pesar de hablar de esta manera, Lessas finalmente abandonó al polluelo. Sayed de repente imaginó qué tan horrorizado se sentiría Lessas en el futuro cuando él mismo muriera. Aunque la profundidad de ese sentimiento no podía ser calculada, probablemente sería la existencia más detestable en la vida de Lessas.
Así como algo sucio parece particularmente impuro al lado de algo limpio, Sayed vio su propio ser repulsivo. En ese momento, estar junto a Lessas le resultaba asfixiante.
— Será mejor que nos vayamos.
Al escuchar las palabras de Sayed, Lessas cuidadosamente envolvió al pájaro en sus brazos. Las manos de Lessas, que ajustaban su abrigo, estaban enrojecidas por el frío. A pesar de saber que no había razón para preocuparse por él, su instinto de proteger al Guía molestaba a Sayed.
— Alteza.
Lessas lo miró con extrañeza. Sayed, en lugar de explicar, se quitó el abrigo que llevaba puesto.
— Ahora parece que necesitas esto más que yo.
— No, el Archiduque...
— Si el resplandor sagrado de Solias se lastima cuando regresemos, eso será un problema para mí.
Desde el momento en que regresara, Lessas disfrutaría de una vida completamente diferente a la que tenía antes. Dado que su seguridad estaba vinculada a la seguridad del reino, sus palabras tenían sentido.
— Entonces, por favor, dame los guantes del Archiduque.
Las cejas de Sayed se fruncieron ligeramente. Sus guantes de cuero estaban desgarrados y desgastados debido a las batallas. Estaban forrados con piel, pero su capacidad de retención de calor era mediocre en comparación con la capa.
—Esto será suficiente para mí.
Lessas insistió tercamente como buscando algo que se le había confiado. Aunque era una elección irracional, no había otra opción. Mientras Sayed reflexionaba sobre ello, se quitó lentamente los guantes que llevaba puestos. Lessas extendió la mano para recibirlos, y Sayed la tomó. De manera inesperada, la mano que Lessas había extendido se quedó rígida, temblando, como si no lo esperara.
— Deséchelos cuando llegue al castillo.
Como era difícil ponerse los guantes con las manos congeladas, esto resultó más rápido. Cuando la mano helada tocó la cálida punta de los dedos de Sayed, una sensación de calor se extendió. Apenas al tocarlo, su cuerpo se volvía sorprendentemente ligero, como si pudiera volverse adictivo rápidamente.
Lessas, que estaba inmóvil con la mano todavía sosteniendo la suya, preguntó tímidamente cuando iba a poner el otro guante.
— ... ¿También hacía esto con mi hermano mayor?
No estaba claro por qué de repente tenía curiosidad por eso. Sayed asintió con indiferencia.
— Sí.
Lessas cerró la boca y retiró la mano sin guante hacia atrás de repente. Su expresión parecía haberse vuelto repentinamente incómoda, lo que hizo que sus emociones fueran indescifrables.
— Lo de ayer... ¿lo que tú y yo hicimos?
Fue una pregunta que no tenía sentido. Seyad inclinó la cabeza ligeramente hacia un lado mientras lo miraba a los ojos. Fue una pregunta que no tenía sentido. Seyad inclinó la cabeza ligeramente hacia un lado mientras lo miraba a los ojos.
— Sí.
Sin embargo, la purificación con Aster fue solo hasta ahí. Había Guías y Titers que iban más allá de eso, pero Seyad trazó una línea. Aunque sabía que no desarrollaría amor por nadie, siempre tuvo presente las palabras de su madre, que siempre rondaban como un fantasma.
{ — Ten cuidado con el éxtasis que te ofrecen. Recuerda quién es la persona que amas, no te dejes engañar.}
Aunque no quedaba nadie a su lado, Sayed de alguna manera encontraba difícil ignorar las palabras de su madre.
— Entonces, esto tampoco debe tener un gran significado para ti.
Lessas murmuró como si estuviera hablando consigo mismo mientras miraba los guantes. Hubo un momento en que sus palabras estaban mezcladas con alguna emoción, pero antes de que Sayed pudiera reflexionar sobre ello, Lessas habló de nuevo.
— Bueno, entonces no hay necesidad de resistirse.
Antes de que las palabras terminaran, Lessas tomó la mano de Sayad con la mano sin guante. Esta vez, Sayed fue quien quedó sorprendido. Una agradable sensación de calor se transmitió a través de la mano que sostenía, temblando al contacto con sus dedos entrelazados.
— Anoche parecías necesitar mucha purificación.
Lessas clavó la excusa de tal manera que Sayed no tuviera razones para negarse. La purificación era un acto beneficioso siempre que no fuera excesivo. Sin embargo, nunca antes Sayed había sido tomado de la mano de esta manera en una situación que no requería purificación. La mano que sostuvo quedó inmóvil.
— También es más fácil seguir por este lado. No soy bueno caminando sobre la nieve.
Nunca había escuchado semejante tontería en toda su vida.
A lo largo de todo el camino, Lessas lo siguió hábilmente. A pesar de la alta acumulación de nieve, no tuvo problemas para superarlo gracias a sus largas piernas.
«Y ahora... ¿te resulta difícil caminar sobre la nieve?»
Cuando era joven, no parecía hacer cosas tan difíciles de manejar como ahora, pero Lessas, ya adulto, resultaba incomprensible saber en sus pensamientos. Como si expresara su incomodidad, las cejas de Sayed se levantaron ligeramente.
Aunque no podía adoptar una postura de combate y no podía avanzar rápidamente mientras sostenía la mano de un miembro de la realeza, Sayed se recordó a sí mismo que necesitaba a Lessas. Incluso si Sayed tiene motivos ocultos, Lessas tenía el poder de cambiar de opinión según su actitud.
No sabía cuál era su verdadera intención, pero tenía que adaptarse al ritmo de Lessas.
Quizás no sabía que esta podría resultar ser la mejor opción. También, aunque fuera solo para evitar que Lessas siguiera recogiendo todos los pájaros heridos en el bosque, distrayéndose constantemente.
Sayed, resignado, extendió una de sus manos hacia Lessas y comenzó a avanzar. Tomando el calor que emanaba de su firme agarre como un signo, Sayed caminó deliberadamente sin volver la vista atrás. De alguna manera, parecía difícil mirar hacia atrás, y esa también podría ser la razón.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Lessas siguió a Sayed con respeto, como si le entregara dulces a un niño. Desde que salieron de la cabaña, no se encontraron con ninguna bestia salvaje. Parecía que habían limpiado los alrededores del bosque desde la ceremonia de la ofrenda y los caballeros habían ordenado la entrada, por lo que Sayed no tuvo oportunidad de soltar la mano de Lessas debido al camino excesivamente seguro que habían tomado.
A pesar de explorar constantemente los alrededores, su atención a menudo se centraba en las manos entrelazadas. A diferencia de la apariencia delicada de Lessas, su mano era más o menos del mismo tamaño que Sayed y tenía arrugas firmemente marcadas, difíciles de prever con la suave piel blanca. Sin embargo, era más suave y cálida que la mano fría y áspera de Sayed.
Entre los dedos, la mano enguantada comenzó a calentarse gradualmente, incluso bajo el frío viento. De vez en cuando, Sayed apretaba la mano con fuerza, y el roce de los dedos de Lessas en la parte posterior de su mano lo ponía nervioso.
La sensibilidad cada vez más aguda alcanzó su punto máximo cuando Lessas tocó una cicatriz en la parte posterior de la mano de Sayed. A pesar de parecer antigua, la fina y larga cicatriz era el resultado de algo trivial, a diferencia de lo que aparentaba.
Sayed se estremeció al sentir la sensación de cosquilleo en la muñeca. La pequeña incomodidad provocada por el roce ocasional de la mano o la punta de los dedos de Lessas en su dorso hizo que apartara el brazo.
— Alteza....
El dolor agudo era soportable, pero esta sensación insignificante y molesta le estaba afectando mentalmente. Comparó la mano que tenía en la capa con la mano que acababa de soltar. Sayed quería eliminar la leve picazón que se arrastraba desde la palma.
— ...Ya es suficiente con la limpieza. Ha dado demasiado.
Estaba irritado. Sayed giró medio cuerpo para mirar a Lessas con firmeza. A pesar de que su estado físico mejoraba drásticamente con cada segundo de este íntimo contacto, aún seguía sintiendo que era extremadamente incómodo, dada la falta de una situación grave.
— Todavía está aquí, esta cicatriz.
Lessas dijo mirando la mano de Sayed que se alejaba. Aunque pensó que una cicatriz tan antigua y sin importancia ya debería haber desaparecido de la memoria de Lessas, resultó sorprendente que lo recordará tan claramente.
La herida se formó como resultado de una acción vergonzosa que no valía la pena mencionar. En la antigua residencia olvidada donde se quedaba Lessas, había un gran y hermoso manzano. Un niño que no sabía trepar árboles solía admirar las manzanas rojas y brillantes que crecían en otoño, pero de vez en cuando, recogía las manzanas caídas, estropeadas y malformadas.
Debió de haber sido la última vez que Sayed lo visitó antes de que llegara el invierno. Para consolar a Lessas, que estaba triste por no poder ver a Sayed durante medio año, Sayed subió al árbol. Después de recoger una manzana de un rojo perfecto, miró hacia abajo de repente.
Con sus grandes y hermosos ojos morados brillando, el pequeño que alzaba la mirada hacia arriba, demasiado concentrado en Sayed, ni siquiera notó cómo una manzana caía sobre su cabeza al final de una rama.
Tessa: Todo distraído por la belleza de nuestro bendito Sayed🛐🛐🛐
Para cambiar la dirección del fruto que caía, Sayed extendió rápidamente la mano y torció la gruesa rama a medias. Después de un movimiento repentino, perdió el equilibrio y cayó desde una posición bastante alta. Para un niño acostumbrado a escalar árboles y caer, no fue gran cosa, pero en su caída, su dorso se raspó fuertemente contra una rama. Lessas, al ver a Sayed tirado mientras aún sostenía firmemente la manzana, lloró durante todo el día.
Preocupado que pudiera desmayarse en cualquier momento, Lessas dejó de llorar brevemente, pero al mirar el dorso de la mano de Sayed, las lágrimas comenzaron a correr de nuevo. Como a cualquier otro niño de su edad tenía claro que normalmente tras hacer un ruidoso escándalo se le reprendería, así que Lessas simplemente lloró en silencio, tragándose incluso el sonido de sus sollozos.
Desde entonces, Lessas no volvió a comer manzanas. Ya fueran pasteles endulzados con azúcar, caramelos con forma de manzana envueltos en una cáscara transparente o cualquier otra forma.
Pensó que era algo de hace tanto tiempo que lo había olvidado. Sin embargo, el simple hecho de que Lessas hubiera tocado la cicatriz había traído a la superficie recuerdos enterrados bajo hojas caídas en el tiempo. El viento sopló y esas hojas se elevaron con el aire.
Se sentía mareado, como si estuviera mirando profundamente en el agua. El temor de caer hacia un abismo sin fin si daba un solo paso le invadió. El corazón del joven Lessas siempre hacía sentir a Sayed de esta manera.
Fue igualmente vertiginoso recordar cuando arrancaba delicadamente los pétalos de manzano sin algún sentido y perfectamente secaba al sol para guardarlos en su libro, o el día que vio cómo una pequeña pieza de madera que talló con esmero entraba en su joyero, cada uno de estos momentos, y cuando miraba el brillo de sus ojos de los que no podía apartar su vista de Sayed, lo hacía sentirse tan abrumado.
La pureza y profundidad del amor era tan desconcertante que no sabía cómo manejarla, así fue como Lessas lo siguió.
Pero creyó que todo eso había desaparecido. No creía que Lessas recordara ese momento y menos que volviera a mencionar el pasado. Prefería sentir desprecio y odio hacia él. Porque recordar aquellos momentos inocentes solo avivaba el temor inmenso de ser perseguido por el resentimiento.
«Si me amabas tanto, no deberías haber estado con aquellos que destruyeron mi vida.»
Un sentimiento despiadado y egoísta emergió repentinamente. Resentimientos egoístas que había considerado desvanecidos de repente surgieron con la muerte. Aunque sabía que sus propios sentimientos no importaban en absoluto, en ese instante, su corazón hervía.
— Dijiste que su Alteza se dirigía hacía aquí, ¿verdad?"
— Sí, así es. Dijo que enviaría equipos de búsqueda en direcciones no tomadas, y que iría solo...
Se escuchaban voces a lo lejos. Sayed giró la mirada hacia donde la multitud se congregaba. A lo lejos, se podía ver una forma indistinta. Eran murmullos apenas audibles, pero Sayed los percibió con su agudo sentido. Los que se consideraban equipos de búsqueda estaban cabalgando cerca del borde del bosque.
Sayed apagó el fuego que ardía en su corazón. Con frialdad, tragó el nudo en su garganta y le dijo a Lessas sin emociones aparentes.
— Es un grupo de búsqueda. Nos uniremos a ellos.
Hasta ahora, no había considerado que continuarían con la búsqueda. Incluso cuando hicieron planes para ir al pueblo en busca de una forma de escapar, todo esto estaba en mente, por lo que resultaba extraño que después de cuatro días aún pensaran que él no había muerto.
«Bueno, con la situación de Vetria, la desaparición de otro Títer no sería más que un problema.»
No era un ser que pudiera aumentarse de la nada, y en situaciones como esta, incluso con alguien como Sayed se necesitaba al Titer.
— ¿Todavía te gustan las manzanas?
Lessas preguntó mientras Sayed se giraba rápidamente para unirse al grupo de personas.
— Ya no tengo frío, me preguntaba cómo estabas tú.
Sayed imaginó el árbol en el Palacio de las Estrellas donde las manzanas rojas y brillantes se abrían. Las manzanas caídas al suelo estaban un poco magulladas y no tenían muy buen aspecto, pero eran las más dulces que Sayed había probado.
Lessas recogió todo lo que pudo en una cesta y esperó a que Sayed viniera antes de comer. Su expresión mientras Sayed cortaba y comía las manzanas era divertida, con la cabeza inclinada hacia un lado, observándolo con asombro.
La pregunta estaba mal planteada. A quien le gustaban las manzanas era él.
— Bueno...
Recordar el pasado no cambiaría nada. No tenían manera de volver a lo que solían ser. Solo podían formar una nueva relación basada en la necesidad.
— No recuerdo.
Sayed actuó como si no quedara nada en su memoria. La expresión de Lessas, que había parecido extrañamente brillante ante la respuesta indiferente, se volvió borrosa.
De repente, se sintió cansado. Aunque su cuerpo estaba en mejor estado que nunca, se debía a Lessas, que seguía evocando todo tipo de recuerdos. La vida que antes era monótona y carente de color ahora se sentía simplemente desordenada, ya que se le añadía un matiz indefinido. El orden se rompía, y las reglas desaparecían.
— La gente no olvida lo que amaba. Solo lo suelta o lo retiene.
Lessas dijo brevemente. Aunque era una verdad, Sayed actuó como si no hubiera escuchado. Afortunadamente, la incómoda conversación no continuó. Desde lejos, llegaron los gritos de los caballeros.
— ¡Oye, hay alguien allí!
— ¡Todos por aquí! ¡Los encontramos a los dos!
— ¡Parece que están ilesos!
De alguna manera, el equipo de búsqueda que había encontrado los rastros de Lessas ahora estaba cerca. Ambos voltearon simultáneamente hacia la dirección de donde venía la gente. Los ojos de Sayed, que estaba examinando la multitud que se acercaba a caballo, se enfriaron repentinamente. Había alguien en esa multitud que no debería estar aquí.
— Esto... todo esto es algo que nunca ocurrió en el pasado.
Un joven de cabello dorado, liderando en un caballo negro, apareció. Lessas también lo notó antes que nadie, y murmuró sorprendido.
— ¿No puede ser...?
El caballo negro galopaba hacia ellos. El joven que llegó antes que nadie saltó hábilmente del caballo, aterrizando con fuerza.
— ¡Lessas!
Al escuchar pronunciar su nombre con tanto afecto, sobre el rostro de Lessas apareció una sonrisa que no había presenciado en todo el tiempo que estuvo con Sayed.
— ¿Zion?
Con el nombre recibido con alegría, el dueño de Sildras envolvió a Lessas en un abrazo efusivo.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La risa de Lessas abrazando al joven más pequeño se intensificó.
— No sabía que vendrías aquí, Zion.
— ¿Estás bien? ¿Te lastimaste...? Uh...?
Zion, que intentaba verificar la condición de Lessas desde su abrazo, se detuvo al hablar. Luego, con una expresión de incredulidad, soltó el abrazo. Zion, siendo quien era, seguramente habría notado la fuerza guía que emanaba de Lessas en el momento en que lo vio.
— ¿Estoy... alucinando? ¿Qué está pasando...?
Sayed, confundido, se encontró con la mirada de Zion, quien también era Titer. La frialdad en los ojos grises de Sayed, que habían estado endurecidos desde el momento en que descubrió a Zion Sildras, se disipó. Aunque esperaba encontrarse con Sildras después de haber decidido enfrentarse a Lessas nuevamente, no esperaba que fuera tan rápido. La razón era que acababa de terminar el funeral de su padre.
Era incómodo en cualquier momento. La sangre de Sildras lo era.
Ahora que tenía otra oportunidad, decidió enfrentar su hostilidad hacia Sildras, pero aparentemente, los sentimientos acumulados durante mucho tiempo no se habían desvanecido. Se podía ver que sentía una repulsión automática al ver su rostro.
La reacción de Zion tampoco fue muy diferente de la de Sayed. La expresión de alegría que estaba llena de felicidad por Lessas desapareció repentinamente, reemplazada por una mirada hostil dirigida hacia él. Era un espectáculo que, distorsionado por la enemistad entre ellos como una costumbre, se reflejaba naturalmente ante los demás sin intentar ocultar el desagrado mutuo.
— Parece que también está el Archiduque. Dijeron que desapareció durante la batalla... pensé que estaría más herido.
A diferencia de Lessas, que toleraba la humillación de Sayed, en su lugar Zion tuvo muchas disputas con él en el pasado. No podía ni siquiera adivinar por qué estaban juntos, y le dijo a Lessas con precaución.
— ¿Qué está pasando, su Alteza? ¿No estoy viendo cosas sin sentido? De lo contrario, no puedo entender por qué están juntos y por qué siento el poder del guía en usted.
Fue solo ahora que Zion notó a Sayed y adoptó una actitud más formal en su habla. Lessas agarró a Zion, que estaba excesivamente en guardia, y lo colocó a su lado.
— Estoy bien, así que cálmate, Zion. Cómo sientes, finalmente he sido bendecido con el poder de Solias, así que deberíamos alegrarnos por eso.
Lessas, que coincidió con las palabras de Zion, sonrió sinceramente y se regocijó. Aunque aún mantenían su cautela el uno al otro, Zion se ablandó ante las palabras de Lessas.
— Parece que el poder legítimo finalmente ha vuelto a su dueño después de un largo camino. Deberíamos informarle a todos sobre este hecho lo antes posible. ¡Incluso a aquellos que siempre han despreciado y humillado a mi señor!
Zion lanzó una mirada intimidante a Sayed después de que sus palabras terminaron. Su actitud vigilante hacia el enemigo de su señor era realmente la de un leal siervo y tal vez un futuro amante.
No, quizás no el futuro, sino el presente. Sayed no sabía nada sobre la relación entre ellos.
— Si no viniste hasta el norte solo para charlar sin preocupaciones, sería mejor que llevaras a tu señor de vuelta al castillo ahora que lo has informado. A diferencia del sur, el norte está en una época en la que debemos estar alerta contra Niera cada día.
Mirarse mutuamente era mucho más difícil para él. Sayed se apartó completamente de la risueña figura de Lessas y advirtió a Zion. Cuando Zion estaba a punto de enojarse por las burlas al sur, Lessas lo detuvo.
— Volvamos por ahora, Zion. Hay mucho por hacer.
Aunque sintió la mirada de Lessas en su espalda, Sayed lo ignoró. La voz que alguna vez maldecía a Sayed en su muerte resonó detrás de él.
{ ─ Eras conocido como el demonio de Solias, y al final, seguiste ese nombre.}
La mayoría de las heridas que llevaron a Sayed a la muerte provinieron de Zion en ese momento. Siendo un Titer con una afinidad opuesta a Sayed, conocía bien cómo prevenir y atacar a Sayed. La incomodidad se apoderó de él al recordar el momento en que fue atacado.
Al verlos enfrentados uno al lado del otro, las emociones que había sentido antes de morir surgieron en un instante. Era demasiado complejo para definirlo en una sola palabra. Fue desgarrador enfrentarse más que a su propia muerte al hecho de que, a pesar de todo, Sildras tuviera la razón y Prosius estuviera equivocado.
Los dos héroes que habían eliminado el mal estaban tan cariñosos entre ellos que Sayed se sintió como una masa desagradable que simplemente no desaparecería. Como si fuera Niera.
Esto sería un autoregaño y una vergüenza. La autocrítica y la vergüenza que ya había sentido al enfrentarse a Lessas se intensificaron cuando Zion se unió a él.
Sildras, quien camina por el camino de la justicia, rectitud, y lo correcto. Prosius, maldito y fuera de control, matando a personas inocentes. El ángel de Dios que derrota al demonio.
Frente a esa lógica, Sayed, incluso con la propia obsesión por la muerte de su madre, se había convertido de repente en una existencia tan espantosa. Por un momento, olvidó la vida que debería haberse desvanecido de incluso la más mínima ira y pesar. Aunque parecía haber desaparecido con la muerte, aún seguía latiendo en el corazón de Sayed.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Naturalmente, e incluso quizás más de lo esperado, con el regreso de Lessas, el castillo fue sacudido. La noticia de que el aparentemente incompetente segundo príncipe despertó el poder de Solias se difundieron no solo por el norte, sino también por el palacio en cuestión de medio día. No pasaría mucho tiempo antes de que la noticia se extendiera por todo el reino.
La desaparición del Archiduque de Axid y el incidente en el bosque se olvidaron instantáneamente. De todos modos, el Archiduque había vuelto con vida.
Aunque las celebraciones eran inoportunas debido a las circunstancias, el castillo ya estaba impregnado de un ambiente festivo. Los invitados que habían venido por la ceremonia de la fundación del templo decidieron quedarse un poco más solo para ver al príncipe Lessas. Para controlar a la nobleza que constantemente solicitaba audiencias para verlo, el propio Zion Sildras se ofreció como voluntario para hacer guardia en el castillo en lugar de los demás.
Por supuesto, todas las criadas del castillo estaban en un frenesí hablando de Lessas. Incluso las doncellas que ya estaban cautivadas por su hermoso aspecto eran numerosas, y se podía escuchar a los sirvientes susurrando chismes donde quiera que fueras.
Aunque todo esto ocurría en el castillo de Sayed, curiosamente, Sayed no formaba parte de ese bullicioso ambiente. Estaba en una pequeña torre alejada del castillo, acompañado por el Duque Bredhite y Aster.
— Me alegro de que hayas regresado ileso, Archiduque. — Bredhite dijo, no se sabía cuántas veces. Después de llevar a Vetria de regreso al castillo y aislarlo, el duque inmediatamente regresó para encontrar a Sayed. Aunque había ido tan lejos como para buscarlo solo, no pudo encontrar a Sayed y organizó un equipo de búsqueda, y justo en el momento en que encontraron a Sayed hoy, todavía estaban buscando en otra parte del bosque.
No sabía que Bredhit era ese tipo de persona. Lo había visto solo en ceremonias formales cuando era joven, y lo ignoró consistentemente después de ayudar al Duque anterior, Sildras, a presionar a Prosius. No lo había considerado un tipo firme en absoluto en su relación de igualdad.
— Es imposible que el Archiduque Axid se haya dejado influenciar tanto por un evento así, Duque.
Aster, que caminaba al lado de Sayed, sonrió y lo saludó. Después de no verse durante unos días, Aster tenía algunos rasguños en la cara. Mientras Bredhite estaba ocupado buscando a Sayed junto con el Duque, Aster, que participó en la búsqueda cerca del bosque, no reaccionó mucho al despertar de Lessas. En cambio, escudriñó el cuerpo de Sayed de pies a cabeza mientras lo sostenía. Sayed notó, por primera vez en su vida, la expresión distorsionada de Aster al ver las áreas heridas.
— Estoy consciente de la urgencia en las acciones del Duque Vetria. Una vez que hayas tomado una decisión, ven a mi residencia.
Aster, que caminaba junto a Sayed, sonrió y lo consoló. No había dormido durante los días en que el Duque había estado desaparecido, según sus informes. Había informado constantemente a los equipos de búsqueda y había participado activamente en la búsqueda durante medio día. Se decía que apenas comía, y todos expresaron su preocupación de que todos estaban más allá de la preocupación.
Con su permiso, los tres estaban en esta situación, encerrados en la torre con Vetria. Según el Duque, Aster no había dormido durante toda la ausencia de Sayed. Informó constantemente a los equipos de búsqueda y participó activamente durante medio día. Casi no comía, y todos expresaron su preocupación.
Así que la situación hacía sentir a Sayed extraño.
Finalmente se dio cuenta de que Aster lo había estado utilizado como una pieza en un juego largo. Ahora, mostraba una faceta que Sayed nunca había experimentado en el pasado, ya que nunca había estado desaparecido antes.
Dejando atrás sus pensamientos tumultuosos, Sayed se detuvo en la torre. Varios caballeros custodiaban la entrada. La torre, donde solo había una habitación que se revelaba después de subir hasta la parte superior, había sido creada desde tiempos antiguos como un lugar para encerrar a los condenados y a los invitados que estaban en el límite entre el pecado y la gracia.
— ¿Cómo está la Duquesa Vetria?
— No está tan mal como la última vez. Simplemente entra en convulsiones si alguien trata de tocarla. No llega al punto de enloquecer por completo, pero...
Aster, que observaba fijamente la torre, le habló cariñosamente a Sayed.
— El vizconde Miriam partió hacia la capital durante el día. Llegará hoy con el Conde Parma, así que si se somete a la purificación, debería mejorar.
El Vizconde Miriam, siendo un Titer con afiliación al palacio, era un mensajero capaz de viajar a través del espacio. Cada mensajero tenía diferentes métodos para viajar y quién podía acompañarlos, y en el caso de Miriam, solo se movía para guías o nobles. Si el vizconde estaba en camino, entonces Parma, la guía de Vetria, llegaría rápidamente.
— Si el mensajero ya partió, llegarán pronto. Eso es afortunado. Entonces, Archiduque, ¿qué tal revisamos el estado de la duquesa después de que se purifique?
— Me gustaría ver su estado físico primero. Es la primera vez que veo a un Titer real después de una fuga, después de todo.
Bredhit parecía estar de acuerdo en cierta medida. Sorprendentemente, Aster era quien estaba más alerta.
— Entiendo que como dueño del castillo, tienes responsabilidades, pero no te acerques demasiado. Espero no hayas olvidado que ella es la razón de tus heridas.
A diferencia de sus ojos azules sonrientes, la voz de Aster era fría.
— Es cierto que debemos cuidar cada existencia de un Titer, pero también es alguien que podría volver a descontrolarse en cualquier momento...
Aunque Vetria estaba siendo encerrada para mantenerla con vida, era incierto qué podría suceder, como decía Aster. Sayed tampoco tenía idea de cómo manejar la situación. El Titer descontrolado que Sayed había enfrentado era único, y no se le dio tiempo para considerar su recuperación después del frenesí.
Tomando el silencio sumido en pensamientos como una señal, Sayed avanzó hacia la torre. Al final de la escalera en espiral que subía continuamente, se vislumbró una puerta de hierro apilada en varias capas. Al abrir la primera puerta con la llave, más allá de un estrecho pasillo con densas rejas de hierro, se encontraba Vetria, iluminada por una tenue antorcha en lo profundo.
Quizás percibió su presencia antes de tiempo, ya que Vetria estaba sentada en una pequeña cama, mirándolos. Aunque la luz de la luna se derramaba desde una pequeña ventana ubicada muy alta en el techo, el interior estaba lleno de una oscuridad melancólica. Sayed recordó repentinamente la imagen de su madre arrastrándose por el suelo en ese estrecho espacio.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sin embargo, muchas cosas eran diferentes. No era una celda en las mazmorras del palacio, y Vetria no tenía el brazo completamente destrozado cuando fue sometida, así que sus extremidades estaban intactas. Aunque su melena azul, que solía estar siempre bien cuidada, estaba hecha un desastre, aún era difícil verla en un estado tan lamentable.
— ...Todos han venido.
Se sintió el dolor a través de las grietas de su voz. Desde que recobró el conocimiento, incluso rechazó el contacto de los médicos, incluyendo la purificación, así que su estado físico debía ser terrible. Su cuerpo debió sufrir las secuelas del descontrol.
— ¿Cómo está su estado, duquesa?
Ante la pregunta de Breadhite, Vetria levantó débilmente la cabeza que había bajado.
— Como pueden ver.
Aster intervino, escuchando un murmullo apenas audible.
— ¿Tienes alguna idea de por qué te descontrolaste, duquesa? Tanto tú como la Duquesa de Parma han llevado a cabo la purificación sin problemas. Sería mejor que hablaras con franqueza aquí si hay algo que estás ocultando. Seguramente sabes que la razón por la que sigues con vida después de descontrolarte es solo por el Archiduque de Axid.
La decisión sobre la situación de Vetria estaba en manos tanto de los Titers como de las Guías, pero la familia real tenía un gran poder de decisión. Ante las palabras de Aster, Vetria, golpeada por la frustración, gritó.
— La vizcondesa Parma ha cumplido su deber diligentemente. No ha descuidado la purificación ni una vez, mi señor. Esta es la primera vez... realmente, la primera vez.
Breadhite preguntó compasivamente.
— ¿Por qué justo en ese momento perdiste el control, duquesa Vetria? — Fue un descontrol que ocurrió en las peores circunstancias. Sin embargo, los descontroles no eran algo que los Titers desearan intencionalmente. Eran eventos impredecibles y arriesgados, asociados siempre con el precio del poder.
Había pocos que lo entendieran tan bien como Sayed. Una respuesta sarcástica no vino de Vetria, sino de Sayed.
— ¿Cómo podría ella saberlo? La fuga no es algo que suceda porque quiera.
Bredhite se quedó en silencio, lanzando a Sayed una mirada de ojos que expresaban pensamientos que ni él había considerado.
Ahora, en lugar de reprender la fuga, debían descubrir la causa detrás de este. Su descontrol también ocurrió durante una batalla. Aunque la peligrosidad aumenta en situaciones de gran esfuerzo físico, suceder en medio de una situación donde recibió continuamente purificación significa que...
Puede que haya habido problemas con la purificación en sí misma.
Los Guías existían originalmente para prevenir tales descontroles. La interpretación de que Vetria experimentó un descontrol significaría que los Guías no cumplieron su función.
El pensamiento de Sayed, que consideraba que el problema era exclusivamente suyo, se hizo más evidente. Sin embargo, era un punto delicado simplemente señalar que el problema era la purificación. Además, era ambiguo porque había muchos Titers a lo largo de la historia que no habían encontrado Guías adecuados. Aunque podrían no haber experimentado una purificación perfecta durante toda su vida, el número de aquellos registrados como habiendo experimentado un descontrol era significativamente bajo en comparación.
Sayed se dio cuenta de que sabía menos de lo que pensaba sobre los Guías y los Títeres. Aunque lo había considerado su problema personal, ahora se daba cuenta de que era necesario examinar toda la historia.
— Cualquier cosa está bien. ¿Hay alguna otra razón por la que quieras mencionarlo?
Ante la pregunta de Aster, Vetria cerró la boca. Como si quisiera decir algo, sus labios temblaban, pero finalmente bajó la cabeza en silencio.
— No lo sé. Lo único seguro es que ya no soy alguien que pueda moverse libremente por ahí...
— Un Títer que ha experimentado un descontrol es como una llama que puede estallar en cualquier momento. A través de la reunión de mañana, decidiremos tu destino.
— ...Lo entiendo.
Vetria parecía afligida, sin encontrar una actitud sarcástica o desafiante. La voz inestable perturbó a Sayed. Aunque lo que estaba experimentando Vetria parecía mucho más humanitario en comparación con la situación de su madre, se sentía paradójicamente perturbado por su angustia. Pero lo más molesto era que solo Sayed podía comprender los sentimientos de Vetria.
— Me retiraré por ahora.
Aster hizo su declaración y se dio la vuelta primero. Breadhite miró a Vetria con una expresión preocupada antes de seguir a Aster, aparentemente consciente de que no había nada que pudiera hacer. Sin embargo, Sayed no se unió a ellos.
— Me uniré más tarde.
— La conversación ya ha terminado. ¿Qué asunto queda, Sayed?
Aster preguntó con sospecha. No era como si Sayed tuviera una relación particularmente amistosa con Vetria como para quedarse solo aquí.
— Es una vieja torre, y ha pasado mucho tiempo sin ser atendida. Solo estoy planeando echar un vistazo alrededor. ¿No sería un problema si la duquesa perdiera la cordura nuevamente y escapara? Es mi deber como dueño del castillo.
Aunque Vetria parecía no tener intenciones de hacerlo, eso fue lo que dijo.
— La torre está fría, así que ve directamente al castillo.
Aster advirtió con suspicacia. Breadhite miraba alternativamente hacia él y el príncipe, luego con una expresión preocupada bajó de la torre. Sayed, esperando pacientemente a que los sonidos de los dos pares de pasos desaparecieran, se acercó a Vetria cuando todo quedó bastante silencioso.
Ella, que tenía la cabeza inclinada como un cadáver viviente, giró lentamente la mirada hacia Sayed cuando las cosas se calmaron un poco. Hubo un momento de silencio entre ellos. Sayed, estaba a punto de preguntar sobre la situación en la que se descontroló.
— ... Debe ser gracioso y patético a los ojos del Archiduque. Juzgué las acciones de Serena, pero ahora estoy experimentando lo mismo. Lo sembrado seguramente se cosechará.
La voz de Vetria se quebró y se dispersó.
— Todos los Titers temen el caos, pero creen que no les sucederá a ellos. Yo también lo hice. Vi lo que le sucedió a Serena y pensé que era su culpa.
Las lágrimas brotaron de los ojos verdeazulados de Vetria mientras alzaba su cabeza.
— No pensé que algo así podría suceder por deseo propio, como acabas de decir.
Sayed no tenía intenciones de tener esta conversación con Vetria. No quería mezclarla con el abandono que había mostrado hacia su madre. Pero extrañamente, no podía ignorar esas palabras. Aunque aún creía que su madre nunca se descontrolaría, había algo que quería decirle a Vetria y a los demás.
— ¿Mi madre era una persona preciada para ti?
Los labios de Vetria se abrieron y luego se cerraron.
— Aunque haya dicho palabras difíciles de creer, ¿has tratado de ponerse del lado de alguien en quien confías y amas? ¿Has intentado proteger a alguien valioso incluso si sufrías pérdidas, Duquesa?
— Había demasiados testigos. Incluso la reina estaba en peligro, así que salvar la vida de Serena era imposible...
— No esperaba eso de ti.
Lo que Sayed quería era simplemente dar la impresión de que confiaba en las palabras de su madre. No era simplemente tomar el lado de la mayoría y repetir lo que decían.
— Esa actitud a medias fue asquerosa.
Vetria había intentado desempeñar su papel como amiga de su madre. Trató de cuidar de los hermanos Prosius, a quienes nadie cuidaba, e incluso había hecho discretamente un monumento conmemorativo para ellos, aunque no podían tener un funeral. Después del suicidio de su padre, ella había ayudado con su funeral.
Sin embargo, toda esta conducta cariñosa no estaba respaldada por la confianza hacia su madre. Vetria siempre le decía a Sayed.
{ — Ten cuidado de no vengar los pecados de tu madre.}
Era como decir que evitara un desastre natural incontrolable.
— Entonces, ¿por qué me trajiste hasta aquí si era más fácil matarme con tus habilidades?
— Si enfrentara a Niera y a ti al mismo tiempo, el Duque Breadhite también habría salido lastimado.
— ¿Desde cuándo el duque se preocupa por la seguridad de las personas? ¿No fue hace cuatro años cuando decidió convertirse en una entidad que no se preocupaba por nada?
Vetria sacó a colación la historia de los refuerzos. Era un asunto del pasado y, a menos que tuviera el poder de volver atrás en el tiempo, no se podía cambiar el curso irreparable de los eventos. Así como con Lessas, parecía más fácil pasarlo por alto, pero de repente, su corazón se volvió obstinado.
Ya sea debido a la actitud inesperadamente mostrada por la fuerte duquesa del este o no, Sayed sintió un impulso extraño.
— No sé si el duque lo recuerda, pero ese invierno fue la primera vez que enfrenté el frío extremo. Muchos valientes caballeros que habían sido leales desde la generación anterior murieron por mi juicio.
Vetria se detuvo. La duquesa lo miró fijamente con ojos inyectados en sangre.
— No teníamos fuerzas para enviar en tu ayuda. Si el norte se abría, eventualmente el este, que enfrentaba el mismo destino, también colapsaría.
A pesar de que ella era una extraña para él y no particularmente cercana, tal vez por eso mismo, resultó más fácil decir palabras que podrían ser difíciles de expresar.
— No quiero ver a más personas morir.
Había visto suficiente para ser horriblemente insensible. Sayed se estaba descomponiendo desde hacía mucho tiempo.
— Nunca he deseado que la duquesa muera. Solo me quedan algunas preguntas por hacer.
Vetria, pálida como la muerte, se quedó en silencio por un momento. Un suspiro tembloroso y angustiado se escapó. Después de un largo tiempo, ella levantó la cabeza y habló con firmeza.
— ¿Qué es lo que te intriga?
— ¿Has sentido alguna vez algún tipo de sensación o síntoma precursor que no hayas experimentado antes? Alucinaciones, ilusiones, cosas así.
Los ojos verdeazulados de Vetria miraron a Sayed con un toque de extrañeza. Como si se preguntara cómo podría saber algo así.
— No, hasta ahora nunca había experimentado algo así. Estaba concentrada en manejar mi poder al enfrentarme a Nieras, pero en un momento perdí el conocimiento. Cuando desperté, estaba aquí.
No había experimentado alucinaciones ni delirios como Sayed. Mientras reflexionaba sobre dónde empezar a investigar las causas de su frenesí, Vetria se levantó repentinamente. Luego, como una persona poseída, se acercó a los barrotes y presionó su rostro entre los barrotes.
— Nunca antes había sentido nada extraño, y las purificaciones con Parma siempre fueron estables. No había señales de ningún frenesí en mí hasta ahora, solo hay un factor diferente, Archiduque.
Vetria susurró como un espectro, con nerviosismo y una expresión temerosa.
— La purificación que recibí del príncipe heredero antes de entrar al bosque. Fue la primera vez que recibí purificación de alguien que no fuera la vizcondesa de Parma. Aunque no sentí nada particularmente extraño... algo era diferente de Parma.
Tessa: ... o.o
En ese momento, una afilada sensación de escalofríos recorrió la nuca de Sayed. Su cuerpo se enfrió y se volvió frío.
— Entiendo que lo que digo no tiene sentido. Sé que es una declaración impía y que debería morir por ello. Pero soy un pecador que no sabe cuándo morirá. Así que pensé que, al menos, deberías saberlo. Sé que esto no significa nada, pero...
Los labios de Vetria temblaron al otro lado de las rejas. Parecía difícil para ella expresar esas palabras, y luego se retiró tambaleándose.
Si tanto mi fuga como la de la Duquesa están relacionadas con Aster...
No importa la explicación, la realidad frente a él era clara. Sayed apretó la mandíbula, apresurándose a organizar lo que había descubierto antes de irse. Antes de partir, dirigió unas breves palabras a Vetria, quien permanecía de manera desolada.
— Tú no has matado a nadie.
Se dio la vuelta sin mirar atrás y abandonó el pasillo. Antes de que Vetria perdiera de vista a Sayed, susurró claramente al otro lado de las rejas.
— ... Lo siento, Archiduque.
Solo Vetria sabría a que Archiduque iba dirigida esa disculpa.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
«¿La purificación de la Guía podría ser perjudicial para los Titers?»
Desde que escuchó las palabras de Vetria, un pensamiento ha rondado la mente de Sayed. Es algo inaudito y sin sentido, incluso como suposición. El Guía es el aliado absoluto de los Titers.
Incluso si su relación no es buena, los Titers necesitan sus habilidades para sobrevivir. Ser purificado y luego entrar en un frenesí era algo extraño, en lugar de morir o enloquecer por no recibir purificación.
Sin embargo, Sayed era alguien que había experimentado lo imposible, haber sobrevivido retrocediendo en el tiempo. Si asumimos que todo está sucediendo fuera del marco que conocía, había dos cosas que necesitaba saber.
Primero. Si la purificación de Aster realmente está empujando a los Titers hacia la fuga.
Segundo. Si es así, ¿por qué lo querría?
Quizás todo esto sea solo un malentendido de extrañas coincidencias. Vetria solo había tenido contacto con Aster una vez, e incluso esa purificación fue leve. Mientras tanto, Sayed, que estuvo con Aster durante mucho tiempo, no experimentó un estallido hasta mucho después. Esto todavía era solo una especulación.
Entonces, si Aster lo quiere, o si alguna otra entidad está causando la fuga de los Titers, ¿cuál podría ser la razón? ¿Una vendetta personal? Si no es así, matar a los Titers sería un acto final de suicidio para aquellos que viven en Solias, ya que sin los Titers, no habría defensa contra los Nieras.
«...¿Eh?»
«No habría defensa contra Nieras... Nieras, Niera...»
Sayed pensó cuidadosamente en lo que sucedió después de la muerte de Vetria y Breadhite. Nova, que aún no había alcanzado la mayoría de edad, se convirtió en la gobernante a una edad temprana, y Stella también le siguió. Curiosamente, durante ese tiempo, los padres que lideraban a esos jóvenes Titers ya estaban muertos.
En ese momento, los Titers que podían luchar contra Niera eran solo cinco.
Excluyendo a Titer que sucedió al duque, aparte de él, el único Titer de sus respectivas familias que podría ayudarlos era el hermano menor de Zion Sildras. La hermana de Sayed no tenía habilidades de combate y se había escondido, por lo que no podía ser incluida.
Los Titers del reino, excluyendo a estos, residían en la capital y no eran de combate, por lo que la seguridad de Solias dependía solo de cinco personas hasta que los Titers tuvieran nuevos descendientes. Así que el actual rey de Solias, obsesionado con no depender más de los Titers, pero incluso un rey que aumenta su poder nunca ignoraría la importancia de los Titers.
Cinco eran un número demasiado pequeño. Originalmente, los antiguos duques habrían tenido hijos para proteger el territorio, y su número siempre se habría mantenido alto. Nunca antes se había dado el caso de que solo los jóvenes quedaran y los Titers con experiencia murieran. En ese momento, la persona con más experiencia en combate era Sayed.
En esa situación, Sayed murió.
Un único pensamiento se clavó en su mente. Volviendo a esos recuerdos horribles, Sayed recordó que entre los cuerpos que él mismo había matado en ese momento, también estaba el hermano de Zion. La imagen del rostro de Zion, que inmediatamente después gritaba que lo mataran, se superpuso en su mente, haciendo que su estómago se revolviera. Así fue, después de que tantas personas murieran, solo quedaron tres.
Después de la muerte de Sayed, en Solias solo quedaron tres Titers. Al instante de la muerte de Sayed, el vasto territorio del norte ya no tenía un guardián. En ese caso, entonces Solias...
En ese momento, a la mente de Sayed vino una escena. Era una escena que él nunca había experimentado ni presenciado en ninguna parte.
El palacio real se desmoronaba. No había luna en el cielo, y bajo la oscura noche, solo el palacio en llamas iluminaba el entorno. Un oscuro gigante, nunca antes visto, se deslizaba entre los cadáveres que llenaban el palacio. Similar a una serpiente, encontró a aquellos que permanecían solos en la oscuridad debido al caos del reino.
Sosteniendo una espada blanca, manchada de sangre pero aún impecablemente blanca, Lessas enfrentaba la oscuridad. Era la espada que había matado a Sayed. Su rostro estaba lleno de tristeza y dolor. La simple visión de ello era suficiente para que Sayed sintiera que su corazón se desgarraba, y tomó una respiración profunda y pesada.
El príncipe extendió la espada, rodeandolos como si estuviera protegiendo a aquellos que habían muerto. Pero la oscuridad se burló de esos insignificantes esfuerzos, retorciendo su larga forma antes de abrir su enorme mandíbula y lanzarse hacia Lessas.
A pesar de estar al borde de la muerte, la expresión de Lessas no estaba llena de miedo. Simplemente miraba con ojos llenos de tristeza y desesperación, como si estuviera mirando hacia algún lugar más allá.
— ¿Archiduque?
Sayed, que había estado atrapado en recuerdos desconocidos, fue sacudido por la voz que lo llamaba, recuperando de repente su conciencia. La extraña ilusión que lo había asaltado sin previo aviso desapareció de su mente a una velocidad que daba miedo. Se sentía como si alguien estuviera retirando rápidamente algo que no debería haber visto.
«¿Qué acaba de pasar?»
Con un rostro confuso, Sayed intentó aferrarse a sus recuerdos lo mejor que pudo. Aunque juraba que nunca había experimentado algo así, había una sensación de déjà vu. Se sentía como si hubiera tenido un sueño similar no mucho tiempo atrás.
— Archiduque.
La voz se acercó y su muñeca fue agarrada. Una sensación cálida se filtró instantáneamente en su cuerpo. Su cuerpo tembló ligeramente. Fue entonces cuando Sayad se dio cuenta de lo frío que estaba su brazo. Apenas recuperando la compostura, parpadeó y se encontró en un jardín apartado del castillo mientras regresaba de la torre.
— ¿Qué estás haciendo aquí?
En el centro del jardín cubierto de nieve estaba Lessas. Con la cabeza inclinada, se miraron entre sí bajo los árboles cubiertos de nieve. Sayed, que finalmente volvió a la realidad, se dio cuenta de que Lessas estaba sosteniendo su muñeca. La inquietante escena hizo que la turbulencia interna de Sayed, que se debatía ante la extraña visión, se calmara al encontrarse con Lessas.
— Estaba de camino de regreso al castillo. No debería quedarse aquí solo sin escolta, Alteza.
La cara de Lessas se hundió vagamente ante las frías palabras dichas por el Titer y señor del castillo. Con las largas pestañas caídas, Lessas, mirando la mano de Sayed, dijo con calma.
— Estaba buscando un lugar tranquilo porque no estoy acostumbrado a tanta gente.
Ahora que lo pensaba, el castillo estaba en caos. Apenas había escuchado algo sobre el desastre por Calluan tan pronto como llegó.
«Debe sentirse desagradable.»
Al menos, para Sayed, lo sería. Aunque esta situación podría considerarse natural ya que los humanos siempre se mueven por necesidad, era repugnante por su hipocresía y contradicción ver cómo aquellos que lo insultaban y menospreciaban hasta la semana pasada cambiaban completamente de actitud.
— Entonces, has encontrado el lugar adecuado. Aquí no viene nadie.
Este jardín, donde Cecilia y Sayed solían esconderse de sus padres, no era un lugar al que la gente soliera ir. Además, siendo un lugar apartado y con un paisaje no muy bien cuidado, no era un lugar que la gente buscaría. Aunque a veces algunos sirvientes venían aquí para disfrutar de citas secretas, en invierno, nadie venía. El invierno en el norte era extremadamente frío incluso para los lugareños, y no había necesidad de salir.
— ... ¿Es un lugar al que vienes con frecuencia?
Cuando Sayed intentó responder, se dio cuenta de que Lessas había estado sosteniendo su brazo todo el tiempo. Aunque generalmente le gustaba esa sensación, al comenzar a ser consciente de ello, se sintió incómodo. Mientras intentaba liberarse con fuerza, sintió cómo Lessas liberaba naturalmente las tensas ondas entrelazadas que había estado manteniendo.
Era una forma de purificación más avanzada de lo que podía lograr en esta hora temprana.
— ... Te has vuelto hábil.
El hecho de que él hubiera comenzado a manejar sus habilidades tan rápidamente era tanto sorprendente como desconcertante. La cara de Lessas se iluminó ligeramente ante lo dicho.
— ¿En serio? Parece que lo que aprendí hoy fue efectivo.
Tan pronto como Seyad escuchó esas palabras, pensó en Zion Sildras. Obviamente, él debió haber intervenido.
Hubo un momento en el que inevitablemente su estado de ánimo lo hizo deprimirse. Aunque Zion fuera una presencia justa y bondadosa, al pensar en él, automáticamente venía a la mente el Duque anterior de Sildras. Incluso si Sayed había decidido no dejarse guiar por la ira, no podía mantener la calma cuando recordaba al hombre que había llevado a sus padres a la muerte.
Sirkan Sildras, quien cortó los tendones de las piernas de su madre y orquestó su ejecución.
Zion se parecía tanto a su padre, el antiguo Duque Sildras. Sirkan, que era mayor que Bredhite, era una figura ambiciosa en muchos aspectos. A pesar de su apariencia justa y elegante, él deseaba ampliar el alcance de la influencia de Titers y conocía bien cómo ganar la simpatía del pueblo para ello.
El sur siempre se había esforzado por ganarse el favor de la gente. Desde cultivar tierras prósperas hasta participar personalmente en la seguridad, los Titers enfatizaban su grandeza, creando la impresión de que eran héroes.
Pero la madre de Sayed no siguió el plan de Sirkan. Ella guardaba celosamente el poder de los Titers para oponerse a los Nieras y evitaba usarlo para fines personales, como la autopromoción o la ostentación. Sus intereses siempre chocaron y por naturaleza, se llevaban mal. Las acciones que implicaban a Titers requerían la aprobación de Prosius, y muchas veces los planes de Sirkan eran frustrados por su madre.
La fuga de la madre fue una oportunidad para Sirkan. Para ocultar los defectos de los Títeres, que solo parecían héroes, incluso tenía que matar a su madre y socavar la autoridad de Prosius, que estaba en una dirección opuesta, y así, obtuvo el control.
Zion se parecía mucho a su padre. En comportamiento, apariencia, en todo... La diferencia era que, al contrario de Sirkan, que quería deshacerse de Lessas, Zion lo protegió.
Entonces, para Lessas, Zion Sildras era tan bueno como él. Probablemente lo sería para todos, excepto para Sayed.
Sayed no quería ni siquiera hablar de Lessas y Zion. Pero para Lessas, Zion era un amigo valioso y una posible pareja en el futuro. Era imposible separar a alguien valioso para el príncipe de sus propios sentimientos y resentimientos.
Así que ignorarlo y evitarlo era lo mejor.
— No es necesario purificarse tan a menudo. Incluso es una carga para Su Majestad, el Guía.
— Pero he escuchado que mientras más se exponga, proporciona tranquilidad al Titer.
— Entonces, sería mejor para usted que se lo otorgue a Zion Sildras en lugar de a mí.
Al mencionar el nombre de Zion, Sayed apartó su brazo. La mano que lo envolvía con ternura se soltó. La ceja oscura y definida de Lessas se frunció.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
— Lo que le pedí a su Excelencia era, en última instancia, un poco de discreción. No hay necesidad de abusar de su valioso poder.
Lessas exhaló profundamente, y su aliento blanco se condensó en el aire. Y con una voz nocturna y tensa, habló.
— La expresión de que usted, mi Titer, está abusando de mi no es adecuada.
— Su Alteza.
Sayed se dio cuenta de que era el momento de corregir lo sucedido en la cabaña.
— Ni los Guías ni los Titers pueden ser existencias dedicadas a una sola persona. Su Majestad tiene muchos Titers a su cuidado. Si ha probado la compatibilidad entre Zion Sildras y la purificación, seguramente significa que ambos están en armonía. En este momento, Zion Sildras no tiene un Guía con una afinidad tan alta, al igual que Stella Vetria. Esa es la situación con ambos Titers.
Desde el principio, no era posible que Lessas fuera el Guía exclusivo de Sayed.
— Entonces, ¿no sería natural que Su Excelencia, con una afinidad más alta, se encargara de la purificación de Zion Sildras?
Aunque Lessas tenía afinidad con todos los Titers, colocar dos guías junto a Sayed, que ya tenía a Aster como Guía, era imposible. Al darse cuenta de esto, Sayed tampoco planeó desde el principio que Lessas se convirtiera en su aliado o estuviera a su lado.
Por supuesto, la guía de Lessas resultó ser mejor de lo que pensaba.
Fue tan impactante que no pudo olvidar esa sensación, que sacudió su alma hasta lo más profundo. Nunca había sentido tanta ligereza en su cuerpo ni había experimentado una sensación de desaparición incluso del frío constante que siempre lo envolvía. Pero eso era un lujo excesivo para un pecador como Sayed. Todo lo que necesitaba Sayed era poder suficiente para detener la fuga. Además, si la suposición de que aquellos que recibieron la purificación de Aster estaban expuestos a un descontrol era cierta, la purificación de Lessas podría no tener sentido.
— Es el deber del Guía ayudar a los Titers. No tengo la intención de abandonar eso. Sin embargo, dije claramente que te pondría frente a mí. Debes convertirte en mi Titer.
Lessas volvió a mostrar su extraña terquedad. Mantuvo su mirada fija en Sayed con ojos de un color púrpura intenso, sin mostrar señales de ceder ante la objeción.
— Entonces, Su Excelencia, ¿puede estar seguro de que estará a mi lado cuando todos los territorios enfrenten el frío extremo al mismo tiempo? ¿Incluso si otros resultan heridos, me buscará primero?
Incluso Lessas no podría responder con certeza a esa pregunta. Ante la demanda de Sayed, que estaba llena de convicción, Lessas también se quedó sin palabras. Con una ceja arqueada, miró fijamente a Sayed. Pero la duda no duró mucho.
— Por supuesto, sin duda.
Esta vez, Sayed fue el desconcertado. Dada la naturaleza de Lessas, debería haber priorizado a aquellos en apuros y haber tomado una decisión razonable, al menos eso hubiera sido lo sensato. Aprovechando el momento sorpresivo, Lessas tocó la fibra sensible de Sayed.
— Claramente, me prometiste algo. Te convertirías en mi Titer a cambio de prestarle mi poder. ¿Ahora, por qué me estás apartando?
La voz de Lessas cambió a una agonía palpable.
— Esta vez, exijo escuchar una explicación. No tengo la intención de ignorarlo y dejar que me pase por encima sin entenderlo, así que definitivamente debes responder a mis palabras.
Sayed dio un paso hacia atrás inconscientemente. Ante su silencio persistente, Lessas se acercó.
— Si pensabas tratarme con tanta crueldad, no deberías haber pretendido conocerme desde el principio. Deberías haber ignorado las piedras en el camino, como todos los demás. No deberías haber dado nombre a lo insignificante.
Lessas estaba preguntando por el presente, pero en realidad, estaba indagando en el pasado. Un tiempo en el que Sayed fue empujado unilateralmente sin tener la oportunidad de hablar.
— Si realmente deseabas deshacerte de mí con tanto desprecio, entonces nunca deberías haberme permitido estar cerca de ti. No deberías haberme susurrado palabras tan hermosas, diciendo que incluso alguien como yo merecía vivir...
Lessas agarró la mano de Sayed, quien intentaba retroceder nuevamente. Su mano caliente tenía una fuerza que podría derretir a Sayed. Era una tenacidad que no concordaba con su apariencia suave y delicada. Y eso sorprendió a Sayed.
Después de menospreciar tanto a Lessas, Sayed había creído que ya no quedaba ni un rastro de nostalgia por el pasado en él. Naturalmente, había asumido que esos sentimientos se habían convertido en odio hace mucho tiempo.
— Eso es cosa del pasado. ¿Por qué no puedes soltar lo que ya no sirve de nada? Mi Señor, el juego de niños ha terminado. Su relación conmigo no tiene ningún beneficio.
Pero, ¿realmente importaba todo esto? Un vidrio agrietado conservará su huella para siempre. Muchas cosas habían cambiado. Aunque Sayed ya no viviera la misma vida que antes, eso no significaba que pudiera cambiar todo lo que rodeaba a Lessas.
Sayed no tenía derecho a la calma ni al privilegio de tener a alguien bueno a su lado. Debía concentrarse en redimir sus pecados, detener su frenesí y, sobre todo, en salvar vidas más allá de las que él mismo había tomado.
— No.
Pero Lessas no lo dejaría ir.
— Como las cicatrices que quedan en tu mano, es evidente que algo permanece entre nosotros. Obviamente, tú solo estás tratando de ignorarlo. Pero incluso eso, ni siquiera lo has hecho adecuadamente, ¿verdad? Si querías ignorar nuestra situación, no deberías haber vuelto a hablarme. No deberías haberme pedido ayuda.
Con una fuerza inexplicable, Lessas agarró a Sayed como si nunca lo fuera a soltar.
— Si decidiste enredarte conmigo nuevamente por tu propia voluntad, esta vez no te dejaré escapar. Ya no haré eso. No soy alguien que recoges y tiras cuando quieras.
Tessa: Ahhh... tiene razón
Sus cuerpos chocaron. Lessas, se acercó y susurró a Sayed. A pesar de que su voz sonaba apasionada, la expresión de Lessas era melancólica y triste como la luz de la luna.
— ¿Por qué diablos me dejaste? Después de enseñarme tan afectuosamente que el amor existe en este mundo.
La tormenta de emociones que había estado azotando se calmó, y en su lugar quedó un mar que se retiraba silenciosamente. La voz ansiosa de Lessas que preguntaba afectuosamente tragó a Sayed en silencio. Las confusas palabras que resonaban en sus oídos lo dejaron aturdido.
El niño que tenía frente a él, el joven, en ese momento, parecía un adulto.
A pesar de los momentos de purificación compartidos a través de besos, nunca había sentido eso. Pero esas palabras. La imagen de Lessas pronunciando esas extrañas y desconocidas palabras sobre el amor pareció superponerse con el Sayed de veinticinco años.
Todo su cuerpo se estremeció. Le dolían las costillas. Los seis años de estaciones que había pasado en el pequeño palacio del sur revivieron dentro de Sayed. Seguramente había echado mucho de menos al hermoso joven que solía ver cuando salía con alegría por la ventana.
Lo valoraba como a su familia. Aunque no compartían sangre, lo amaba tanto como a Cecilia. Quería proteger al niño amable y ciego que lo seguía con ojos brillantes.
Y cuando consideró que esos brillantes sentimientos podrían seguir existiendo, un impulso extraño sacudió a Sayed.
«¿Podría repararse una relación rota?»
Sayed pensó que incluso si sus propios pensamientos cambiaban, una relación torcida no podía ser revertida. Especialmente porque el propio Sayed había arruinado la relación.
Pero entonces, Sayed recordó algo fundamental. Que él y Lessas eran incompatibles como el amanecer y el atardecer. La única razón por la que Sayed pudo salvar a Lessas fue antes de que él fuera el hijo de un enemigo.
El dolor pasado no desapareció naturalmente y se convirtió en una cicatriz que siempre estuvo allí. Sayed recordaría a su madre, que se arrastraba hacia él en el sucio suelo, y recordaría el cuerpo de su padre saltando desde lo alto del castillo junto con la ejecución de su madre.
Los terrores nocturnos de Sayed provenían de los seres queridos de Lessas.
— Su Excelencia está preguntando cosas que incluso un niño podría entender.
Sayed no era un santo como Lessas ni tampoco un hombre de gran prudencia. Cada vez que veía la presencia de Sildras cerca de Lessas, recordaba los veinte años de infierno.
— ¿No son todas esas personas tan apreciadas por su Majestad, quienes detestan profundamente al anterior Archiduque de Axid? ¿Es ingenuo pensar que permaneceré junto a su Alteza a pesar de tener sangre de un traidor, o es simplemente todo una tontería?
Fue una declaración descarada y peligrosa, pero la hizo sin vacilar. Después de todo, no era la primera vez que se quejaba de esta manera a Lessas.
— No seré el Titer de su Alteza mientras ellos estén cerca.
Honestamente, Sayed pensó que Lessas habría adivinado la razón rápidamente. La situación era clara. Habría resultado herido por ser rechazado tan fríamente, pero Lessas era un joven perceptivo y astuto por naturaleza. Sabía que era imposible mantener una relación buena política y éticamente, y no había razón para explicarlo.
— Bueno, el honor de ser el Titer de su Majestad debería ser dado a Zion Sildras. Eso parece ser lo correcto.
Aunque no quería decirlo en voz alta ya que era una realidad clara, al decirlo, sintió que su mente se enfriaba. Simplemente es así. No es culpa de Lessas que se encuentren en una posición en la que no pueden coexistir, y para aquellos que están cerca de él, Sayed es solo una pesadilla. En lugar de enfrentarse a sí mismo como lo hizo antes, Sayed ahora solo quería hacer lo que debía hacer. Esa era la forma de expiar sus pecados.
— Eso debería ser suficiente...
— ¿Quiénes son estas personas que aprecio tanto?
Mientras Sayed se preparaba para dar por terminado el encuentro no deseado y regresar, de repente, Lessas lo cuestinó.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Deteniéndose un momento para mirarlo, Lessas inclinó la cabeza como una persona sinceramente perpleja. Le apareció una débil arruga en la frente.
— ¿Acaso la persona preciada a la que el Archiduque se refiere no será, por casualidad, mi madre?
La propia suposición parecía no tener sentido para Lessas, ya que sus largas pestañas parpadearon. En ese momento, el desconcertado fue Sayed.
«¿Está inventando estas palabras?»
De lo contrario, no tendría sentido que se pronunciara de esa manera. Después de todo, ¿no lo sabe después de tanto tiempo? Cómo Lessas siempre estuvo triste y decepcionado debido a la reina, su madre.
Pero incluso la acción de inventar palabras no era típica de Lessas. Mientras Sayed, atónito y tratando de interpretar su extraña pregunta, Lessas continuó hablando sin cambiar su expresión.
— No sé por qué pensaste que valoraría a alguien que he visto menos de cinco veces desde que nací. No tengo ningún sentimiento especial hacia la reina madre. Si bien fue particularmente fría conmigo, tenía sus razones, así que tampoco siento ningún pesar al respecto.
«Eso no tiene sentido.»
— La Reina es tu madre. Es una ley natural que los hijos amen a sus padres.
— No todos los padres aman incondicionalmente a sus hijos, al igual que no hay razón para que los hijos amen incondicionalmente a sus padres. Mi madre simplemente me dio a luz.
Como eso, la apreciación de Lessas sobre la Reina Leana llegó a su fin sin más comentarios.
— La muerte del anterior Archiduque de Axid es claramente una injusticia. Pero no pensé que sería una tragedia lo suficientemente grande como para ser rechazado solo por compartir la misma sangre de la Reina Madre.
Sayed frunció el ceño. Emociones contradictorias chocaban dentro de él. Expresar que la muerte de su madre era injusta de alguna manera lo reconfortaba, pero, al mismo tiempo, sentía que las palabras de Lessas eran una mezcla confusa.
— Si lo miras desde una perspectiva opuesta lo entenderías fácilmente. No quiero ni siquiera intentar explicarlo.
Inclinando la cabeza ligeramente, Lessas cerró la boca y miró fijamente a Sayed. Cuando Sayed, se preparaba para hablar nuevamente, una extraña respuesta salió de él.
— No me importaría lo que hayas hecho. El Archiduque fue lo único que tuvo significado para mí.
La confesión de Lessas fue desconcertante. Nunca habría imaginado que aquel que daba amor y ayudaba tan libremente diría, expresando con una voz desprovista de cualquier emoción, que no había sentido ningún afecto especial por nadie.
Sin embargo, es extraño.
Aunque era una afirmación absurda, parecía posible solo para Lessas. Solo que escuchar esta confesión ahora era demasiado confuso.
— Creía que era despreciable y patético, que estabas cansado de mí. Nunca imaginé que los eventos en la vida del duque de Prosius tuviera algún impacto en nosotros. Después de todo, eso no tenía nada que ver con lo que pasó entre tú y yo.
Mientras Sayed trataba de interpretar la confesión desconcertante de manera lógica, Lessas continuó con su confesión. Ante un hecho difícil de aceptar de una vez, Sayed le contradijo.
— ¿Crees que eso tiene sentido? Incluso si Su Alteza estimara a la reina, habría sido un conflicto político inevitable.
— Hasta ayer, no era más que una existencia sin influencia política, un ser que no debería haber nacido. ¿Tiene sentido para alguien como yo, que no es ni considerado ni parece un miembro real, tener una posición?
Nuevamente, una voz que sonaba sinceramente desconcertada.
Mientras escuchaba la confesión indiferente de Lessas, recordó los días en que dijo que incluso sería un escudo humano útil. Sus palabras tenían una extraña veracidad.
La firme resistencia que había mantenido dentro de él se agitó. Incluso después de haber decidido cooperar con él, seguía siendo una promesa firme de mantener a Lessas alejado de él.
— ...Eso tampoco tiene sentido. ¿No estás bajo la protección del duque Sildras? ¿Cómo puedes hablar así teniendo a Zion Sildras, quien es tu antiguo amigo y un lejano pariente de la difunta Reina Madre, tan abiertamente a tu lado?
Cuando mencionó a Zion, la expresión de Lessas cambió. Mientras observaba sus ojos caídos como si estuvieran en problemas, Sayed se reprendió de haber vacilado por un momento.
Casi llegó a creer esas palabras que parecían tan inocentes. Aunque no sabía por qué intentaría persuadirlo de esta manera, las palabras de Lessas no tenían la sensación de realidad como para ser verdaderas.
— Zion es claramente... un buen amigo. En aquel entonces, necesitaba a alguien como él.
Esta vez, Lessas habló con sinceridad. Su corazón, que estaba lleno de confusión, se sintió aliviado al escuchar esas palabras. Después de todo, la confrontación emocional con alguien había sido solo un oscuro recuerdo de un pasado lejano, y Sayed ya no quería luchar verbalmente con Lessas. No quería esperar nada más.
— Ya he escuchado suficiente.
Sayed lo dijo firmemente. De repente, la noche se había vuelto más profunda. Viendo la expresión de Lessas, llena de precaución, finalmente se quedó en silencio.
— Creo que he respondido a tu curiosidad lo suficiente, así que me retiraré. No sé con qué intención Su Alteza se ofrece como mi guía, pero de todas formas es algo imposible.
En esta vida, simplemente quería corregir directamente a Lessas sin más engaños. De todos modos, las decisiones sobre la Guía y el Titer las toma el país.
— Ahora que finalmente me necesitas, no voy a perder esta oportunidad.
Lessas fue persistente. Sayed finalmente cerró la boca. Mientras se daba la vuelta claramente con la intención de que no lo siguieran, Sayed señaló un hecho que Lessas estaba aparentemente olvidando.
— Su Alteza me desprecia. Odias mi comportamiento y desprecias mis malas acciones. Espero que lo recuerdes.
Dado que no había intentado obtener una respuesta, simplemente giró como para dar fin a la conversación. Mientras regresaba al castillo sin dudarlo, escuchó un pequeño susurro a sus espaldas.
— Intenté no tener esperanzas.
Al final de la oración, parecía que se mencionaba un nombre al azar. A pesar de intentar ignorar conscientemente el susurro que escuchó sin querer, Sayed entró en el castillo, donde la oscuridad se cernía más profundamente.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
La purificación fluía de manera tan intensa que llegaba a desbordarse, recibida no solo de un guía sino de dos.
Así como hay límites para toda fuerza, la purificación de los guías también agotaba la resistencia de los involucrados, por lo que recibir suficiente purificación en momentos como este no era algo común. Sin embargo, incluso con eso, la recibió de manera abrumadora.
— Vetria se atrevió a infligirte estas heridas. Mi pobre estrella.
Aster actuaba esta noche como si realmente valorara a Sayed, al igual que como lo hacía en el pasado. Después de sanar las heridas ya cicatrizadas, gastó considerablemente su propia energía, acariciando los cabellos de Sayed, besando su frente y estabilizando las ondas.
— Perdóname por mi error de hace unos días. Actué de manera egoísta al ponerte en peligro sin pensar que podrías enfrentarte a tal riesgo. Te he causado problemas innecesarios por culpa de mi insignificante hermano. Lo siento.
Las palabras de Aster hicieron que sus labios tocaran su frente y descendieran a su mejilla. Si Sayed no hubiera evitado el movimiento cerca de sus labios, el gesto habría terminado en un beso.
En el pasado, habría tomado sus labios sin pensarlo.
Sin embargo, surgió una extraña aversión. No podía entender el motivo. La purificación era solo purificación, no tenía ningún significado en sí misma.
Aster, sabiendo que Sayed sentía aversión hacia el profundo rito de purificación, no lo presionó más. Simplemente, pasaron la noche juntos en la habitación de Aster como castigo por los daños causados. Cuidar de él mientras dormía no era más que una tarea de escolta, y no era algo que otros supieran.
Sayed se sentó en el borde de su cama y lo observó toda la noche. El hermoso cabello rubio y su rostro perfecto parecían sagrados como el sol cuando se miraban de cerca. Con sentimientos complicados, Sayed vigiló a Aster toda la noche, cuestionando si su purificación era realmente un problema.
Era evidente que la purificación de Aster y la de Lessas eran diferentes. Aunque ambos calmaban las ondas de angustia y aliviaban el dolor físico, había algo sutil e inexpresable que era diferente. Cuando estaba con Lessas, las emociones turbulentas se calmaban por completo después de la purificación de Aster, lo que sugería que la purificación de Aster podría ser aún mejor.
La situación se había vuelto mucho más complicada que cuando Sayed se dio cuenta de que había regresado al pasado.
Hasta hace unos días, Sayed pensaba que simplemente deteniendo su propia explosión sería suficiente para hacer que el mundo fuera seguro. Pero si alguien realmente intentara desencadenar el poder del Titer para reducir su número, y si finalmente no hubiera ninguna entidad para contener al Niera, entonces la muerte de todos en esta tierra sería inevitable.
De repente, recordó que los sueños desaparecidos podrían convertirse en realidad.
La extraña ilusión se sintió como la profecía de Cecilia. Aunque la visión se desvaneció tan rápidamente como una pesadilla, recordó claramente la imagen ardiente del reino.
Aunque podría ser una alucinación creada por la locura que se escondía dentro de Sayed, no pudo sacudirse la sensación de que esto estaba relacionado con la disminución de los números de Titers y el eventual colapso del reino. El problema radicaba en el desencadenante. Tanto Vetria como él mismo estaban vinculados con Aster, pero era poco probable que el heredero del reino deseara la destrucción de la tierra. Ningún ser vivo que llamara hogar a este lugar lo haría.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Con una duda sin resolver, Sayed entró en la sala de conferencias. Nunca antes, en el transcurso de un año, y mucho menos en una semana, habían acontecido tantas reuniones desde que él gobernaba su territorio.
Durante muchos años, el gran salón de conferencias del Castillo de Axid, que había visto pasar a muchas personas, casi no se había utilizado en los últimos años. En el pasado, las expediciones se llevaban a cabo principalmente durante el invierno del norte, lo que hacía que otros Titers se reunieran aquí, pero desde hace unos años, todos los eventos se habían trasladado a Sildras.
Esta vez, había más personas que hace unos días. Aunque Vetria no estaba presente, sí lo estaba su guía, Parma, que había llegado recientemente de la capital, y por supuesto, también Zion Sildras, como era de esperar.
La atmósfera en la sala de conferencias era peculiar. Aunque la revuelta de Vetria había causado revuelo, no hubo víctimas, y el despertar de Lessas fue un gran tema de conversación. Por eso, el ambiente estaba ruidoso.
Con Aster a su lado, Sayed entró en la sala de conferencias, y la puerta se cerró tras él. Mientras barría distraídamente con la mirada las miradas que se dirigían silenciosamente hacia ellos, Sayed se encontró con unos ojos violetas. Desde el momento en que entró, una mirada tranquila que solo lo observaba a él le recordó lo sucedido la noche anterior.
La mano que había sido atrapada se sentía incómoda. Deliberadamente escondió su mano izquierda cicatrizada bajo el manto y siguió a Aster. Ignoró la mirada persistente de Lessas, pero como Lessas tenía que sentarse junto a Aster, Sayed terminó sentándose frente a él, como la última vez.
─ Vamos a omitir los saludos innecesarios. Hoy estamos aquí para discutir el destino de la duquesa Vetria. Dado que todos los duques están presentes, excepto ella, la decisión será más fácil. Conde Landry, adelante.
Aunque todos en la sala de conferencias parecían estar pendientes de Aster, él estaba sorprendentemente tranquilo.
«¿Acaso no era Aster quien despreciaba a Lessas cuando él no tenía ningún poder?»
La memoria de Sayed también recordaba claramente cómo él, que estaba en la capital, se enfurecía.
─ Sí, entendido.
Cuando el conde Landry tocó el espejo que había preparado, el rostro del rey apareció reflejado. Como era de esperar, el rey no pudo ocultar su alegría.
─ Saludamos al sol del reino.
Todos se inclinaron al unísono y el rey soltó una carcajada. Sus cejas doradas y curvas se dirigieron directamente hacia Lessas.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
— He escuchado las noticias bendecidas de hace dos días. No solo yo, sino todos en el palacio, y de hecho, todos los ciudadanos de Solias, estamos contentos. Bien hecho, Lessas.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
Siguiendo al rey, que estaba sinceramente feliz, la gente también sonrió y elogió. Especialmente Zion, quien, más contento que nadie, habló.
─ Debe ser el destino dispuesto por el dios. Creo que la razón por la que el momento se ha retrasado es porque el poder de su majestad es especial.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
— También he oído que la afinidad de Lessas con los tres duques aquí presentes es excelente. Es una gran bendición.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
Al parecer, después de Zion, también Bredhit había probado la afinidad con Lessas. Si pronto se descubría que también tenía buena afinidad con Stella Vetria, el rey estaría visiblemente feliz.
Lessas escuchaba las palabras del rey con expresión neutra. Sayed fijó su mirada en el rey para evitar mirar la cara de Lessas. En ese momento, el rostro del rey regañándolo unos días antes se superpuso en su mente. Un sentimiento amargo surgió, y Sayed pensó que era mejor cambiar de tema.
— Majestad, sobre la duquesa Vetria...
Justo cuando Sayed empezaba a hablar, Lessas también intervino.
— En lugar de felicitaciones, ¿qué tal si discutimos el trato a la duquesa Vetria?
El ceño del rey, que había estado riendo a carcajadas, empezó a fruncirse ligeramente, pero Lessas borró su expresión neutra y sonrió. Su hermoso rostro pálido se iluminó, como si estuviera genuinamente contento.
— Para mí, el simple "bien hecho" de Su Majestad ya es más que suficiente. Finalmente, he aliviado la preocupación de Su Majestad.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
— Claro, eres muy considerado. Las felicitaciones pueden esperar hasta tu regreso.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
El tono suave del rey disipó cualquier indicio de molestia. Se acarició la barbilla y asintió.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
— He oído sobre la situación. Mientras investigabas el bosque, la duquesa Vetria se descontroló. Parma, ¿sabes algo al respecto?
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
Parma, la hermana menor del rey y guía de Vetria, negó con la cabeza. Aunque era un poco más joven que Vetria, todos los Titers sabían que ambos tenían una relación especial.
— Lo revisé antes de participar en el festival de la devoción. Selfini no estaba sufriendo debido al poder.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
— ¿No descuidaste el proceso de purificación?
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
— Nos reuníamos sin falta en cada ciclo determinado. Su Majestad sabe bien cuánto aprecio a Selfini.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
— Es algo que todos en la familia real saben. Es cierto. No es algo común. Hace solo unos años, el anterior gran duque se descontroló, y ahora aparece otro Titer descontrolado... Es un poder realmente inestable.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
La expresión de Zion se endureció. Bredhit se rió suavemente, pero era una afirmación que resultaba naturalmente desagradable para los Titers presentes.
─ Esta fuerza inestable es esencial para proteger el reino, por lo que no puedo ni imaginar cuán grande debe ser su angustia, Majestad.
Zión respondió agudamente. De repente, el ambiente de la sala de reuniones se tensó. Los ojos azules del rey se llenaron rápidamente de ira. Tras un breve silencio, el rey pareció tomar una decisión y recuperó su compostura antes de hablar.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ Ya que comprendes tan bien mis dificultades, la decisión será más fácil. Un Titer que puede volver a desbocarse en cualquier momento es como una gran chispa, y mantenerlo es en sí mismo un peligro. Piénsalo. Si la duquesa de Vetria se desboca una vez de vuelta en su territorio, no solo su hija, sino todo el Este estaría en peligro. Aunque tenga un guía compatible y haya recibido la purificación sin problemas, el que se haya desbocado indica un problema con la duquesa.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
─ Pero la duquesa de Vetria no hirió a nadie, Majestad...!
Bredhit intervino con un rostro sorprendido. Zion parecía ambivalente sobre ese punto y cerró la boca. No tomar el lado del rey en esta situación sería preocupante dado que el problema estaba justo frente a sus ojos. La ejecución de la anterior Gran Duquesa Axid por un descontrol fue dirigida por Sildras, así que sería difícil discrepar con el rey sobre este incidente.
─ Hermano, el duque Bredhit tiene razón. Vetria no ha hecho nada malo.
Parma también apeló personalmente al rey. Su frente ligeramente arrugada se endureció con desconcierto.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ ¿Entonces hay alguna solución adecuada? Un Titer que ha desbocado una vez tiene una gran probabilidad de hacerlo nuevamente. ¿Dónde está la garantía de que la próxima vez también habrá alguien afortunado para detenerlo? No podemos simplemente mantener un Titer escaso al lado de Vetria todo el tiempo, ¿verdad?
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
Sayed se burló. Nadie aquí ha visto a un Titer que se ha descontrolado hacerlo de nuevo. Muere en cuanto muestra sus límites, así que ¿cómo saber qué sigue?
─ Sería mejor decidirlo por mayoría.
Entonces, Aster, que había estado en silencio durante toda la reunión, habló suavemente.
─ Todos aquí somos responsables del bienestar de Solias, así que seguir la voluntad de la mayoría sería lo razonable, ¿no crees, padre?
Aunque parecía que Aster seguiría la voluntad del rey, presentó una solución inesperada. El rey escaneó la sala de reuniones con ojos fríamente helados. Después de un largo silencio que hizo que el aire se volviera opresivo, finalmente accedió.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ Está bien. La cuestión de otorgar descanso a la duquesa de Vetria se decidirá por la voluntad de la mayoría. Pero junto con la opinión, deben presentarse soluciones definitivas. Pedir simplemente salvarla sin ningún plan es un acto de incompetencia y vergüenza.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
El rey subrayó la necesidad de no dejar a Vetria sin supervisión, aumentando la presión.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ Mi intención es concederle descanso a la duquesa. En Vetria, Stella Vetria, su hija mayor, está en condiciones de sucederla, y el trágico evento de la duquesa será compensado adecuadamente.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
El descanso era prematuro para Selpini Betria. Apenas tenía cuarenta y seis años. Sin embargo, la madre de Seiad había encontrado el descanso a una edad aún más temprana.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ Quien esté en desacuerdo con mi opinión, que levante la mano y exponga sus razones y alternativas.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
Sayed observó la sala con expresión neutra. El Duque Bredhit parecía incómodo y cerró la boca. Movió los labios intentando pensar en alternativas, pero parecía que no se le ocurría nada al instante. Zion se mantuvo en silencio aunque visiblemente incómodo, y Aster solo observaba. Sin embargo, era claro que tampoco tenía intención de oponerse.
La declaración del rey no era incorrecta. Desde el punto de vista del Titer, era una situación injusta e irracional, pero aún así era una realidad innegable. Un Titer que había entrado en furia era una amenaza en sí mismo, y no podía detenerse, lo que en sí mismo era como una maldición.
Nada era seguro. No sabían si el problema había sido causado por Aster, si era un problema de Parma, o simplemente un destino inevitable, y tampoco conocían una manera de prevenir una recurrencia.
Pero Sayed ya había tomado una decisión por sí mismo.
─ Mejor castíguenme a mí, hermano.
En medio de esto, Parma intervino. Su declaración inesperada atrajo todas las miradas hacia ella.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ ¿Qué has dicho ahora?
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
─ Es responsabilidad de un guía aliviar el sufrimiento de ellos sin que el Titer tenga que entrar en furia. Si Selpini entró en furia, ¿no significa eso que hubo un problema con mi purificación? Debería asumir la responsabilidad.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ ¡Eso es imprudente!
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
El rey elevó su voz enfurecido. Su tono iracundo interceptó ferozmente una declaración que podría socavar su autoridad.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ ¡Durante más de veinte años has cumplido tu rol de guía! El poder de un guía es, hasta donde llega, una fuerza benevolente que ayuda al Titer, ¡no puede ser algo negativo!
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
Todos estaban sorprendidos por este tema delicado, que nunca había sido discutido antes. Solo Sayed miraba a Parma con una expresión inusual. Le sorprendía que un guía pudiera tener esos pensamientos por sí mismo.
─ Si mi tía piensa así, entonces está insultando a los Titer que han sobrevivido sin un guía compatible. Hay muchos que han cumplido con su deber sin una purificación completa y sin entrar en furia. Además, que ocurra una furia es algo que no sucedía desde hace cientos de años.
Entonces Aster intervino. Las palabras de Aster, que ofrecían ejemplos para refutar, dejaron a Parma sin palabras. El rey pareció complacido y aprovechó el momento para inclinar la opinión pública a su favor.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ Las palabras de Aster son ciertas. Si el problema fuera la purificación en sí, ¡los Titeres que entraron en furia habrían sido incontables a lo largo de la historia! Incluso el Duque de Sildras anterior nunca encontró un guía con una compatibilidad adecuada, y aun así, entró en el descanso sin sufrir ninguna furia. Parma, ¿entiendes el significado de lo que has dicho?
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
─ Esto también es algo con lo que me resulta difícil estar de acuerdo, Marqués.
Bredhit se dirigió con cautela a Parma. La suposición de que un Titer podría errar debido a la purificación realmente podría inculcar una sensación de inseguridad en los Titers. Parma tragó un sollozo agudo y cubrió su rostro con las manos. Sus cabellos rizados de color castaño dorado se agitaron tristemente, haciendo que el rey también se sintiera incómodo y guardara silencio por un momento.
Sayed sabía que era el momento de intervenir. Había observado durante un tiempo después de que Parma trajera a colación el tema de la purificación, pero ya no era necesario prolongar la situación.
─ Entonces, será suficiente con que yo supervise a la Duquesa como hasta ahora.
La voz serena de Sayed resonó suavemente en la sala de reuniones.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Parma, quien sollozaba, levantó la cabeza de golpe. Sus ojos azules, empapados de lágrimas, observaron a Sayed con sorpresa.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ ¿Dijiste vigilancia, gran duque? ¿De qué vigilancia hablas?
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
El tono del rey estaba lleno de incomodidad, como si la cuestión de la vez pasada no le hubiera agradado. No era sorprendente, ya que incluso cuando Sayed era reconocido como el perro de Aster, el rey siempre había sentido incomodidad hacia él.
─ ¿No es la preocupación de Su Majestad que no haya nadie que pueda detener al Titer si se descontrola? Sin embargo, la duquesa actualmente está confinada bajo mi vigilancia. Si la vigilamos en un entorno donde le sea difícil usar su poder, no será difícil someterla si se descontrola.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ Hmm... Es sorprendente, gran duque. No sabía que tenías una relación tan cercana con la duquesa de Vetria. ¿O acaso has cambiado? Últimamente te has inmiscuido más de lo habitual.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
El rey, aunque sorprendido, lo ridiculizó. Sayed, recostado en su silla, asintió sin expresión alguna.
─ Si Su Majestad lo dice así.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ Pero por mucho que vigiles a la duquesa, no puedes estar a su lado todo el tiempo. ¿Qué harás si se descontrola en ese momento?
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
─ Si llega ese día, yo mismo le cortaré la cabeza.
Zion frunció el ceño ante la tranquila declaración de que mataría a Vetria. El duque de Bredhit miraba a Sayed con expectación, sin comprender del todo.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ ¿Y si hay daños innecesarios? ¿Cómo te harás responsable?
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
─ Majestad, los accidentes pueden ocurrir en cualquier momento y lugar. Es más beneficioso mantener al Titer vivo, aunque sea uno solo. Si matamos a Titer cada vez que se muestren signos de descontrol, pronto se extinguirán.
Zion, que había estado escuchando, lo criticó con voz fría.
─ Estás asumiendo premisas nefastas incluso al mencionarlo.
Sayed le lanzó una mirada fugaz. En ese momento, sus ojos se cruzaron con los de Lessas, a quien había estado evitando a propósito. Era difícil decir si Lessas había estado mirando a Sayed todo el tiempo, pero en cuanto desvió la mirada, sus ojos se encontraron. Francamente, era sorprendente que Lessas hubiera guardado silencio todo este tiempo. Pensaba que, de todos, Lessas sería el primero en intervenir en este asunto.
«...No, lo que creía entender bien se desmoronó ayer.»
De hecho, lo que Sayed sabía de Lessas se basaba en su infancia. Si había cosas que no sabía ni siquiera del Lessas de su infancia, entonces quizás era inútil afirmar que conocía a alguien.
─ Es cierto que necesitamos a Titer, aunque sea uno más.
Lessas, que había estado en silencio, habló en ese momento. Zion giró la cabeza ligeramente, sin poder creer que Lessas estaba del lado de Sayed. Lo que susurró a Lessas se escuchó débilmente.
─ Lessas, ¿sabes que la persona a la que estás defendiendo es el Archiduque?
Lessas asintió lentamente, confirmando las palabras de Zion. La expresión de Zion se endureció como si hubiera presenciado algo incorrecto.
─ Es mejor que la duquesa esté bajo la supervisión de otra persona en lugar de que su hija Stella Vetria, lo vigile y acabe matándola. Si se gestiona de manera que no pueda usar su poder al máximo, la situación se estabilizará. Si consideras que la purificación del marqués de Parma no es suficiente, me quedaré aquí para ayudar al Archiduque Axid.
─ ¿Qué estás diciendo, Lessas?
Zion exclamó en voz baja, conmocionado ante la idea de quedarse en el norte. Todos parecían no entender la situación. El rey, que había estado escuchando la conversación, se frotó la frente y puso orden en la sala.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ Basta ya. Si ese es el deseo del gran duque de Axid y hay quienes se oponen al descanso, dejemos que el duque de Vetria se quede en el territorio de Axid. A partir de ahora, transfiera su título a su hija, Stella Vetria, y tú, Parma, cuídala aquí como consecuencia de tus responsabilidades. Recuerda que fuiste tú quien eligió enfrentar el frío extremo del norte.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
Parma asintió rápidamente.
─ Gracias, hermano.
El rey suspiró profundamente y luego reprendió a Lessas.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ Lessas, no necesitas ayudar a un Titer ya que ya tiene una guía designada. Es posible que no lo sepas bien porque acabas de convertirte en guía, pero con tus habilidades confirmadas, sería mejor que permanecieras al lado del duque de Sildras o de la duquesa de Vetria.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
─ Si resulta que soy más compatible con el Archiduque que mi hermano, ¿qué harás entonces?
Tessa: ¡Lessas! (●///●)
Al escuchar esas palabras de Lessas, los ojos azules de Aster se volvieron fríos. Mirando a Lessas como si fuera ridículo, Aster mostró una sonrisa torcida mientras mostraba ligeramente los colmillos.
─ ¿Qué te hace estar tan seguro, Lessas?
Por primera vez desde el despertar de Lessas, Aster habló con él.
Sayed, viendo la escena frente a él, realmente pensó que Lessas estaba loco. De lo contrario, no había necesidad de complicar las cosas de esta manera. Aunque Sayed necesitaba a Lessas, esta no era la dirección que tenía en mente.
─ Aunque tu compatibilidad sea tan fácil de usar como un trapo, ¿crees que Sayed, que solo ha recibido mi purificación desde joven, te encontraría cómodo?
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ Aster.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
El rey lo reprendió amablemente por su expresión vulgar. Aster sonrió suavemente, aceptando la corrección del rey.
─ En lugar de elegir la mejor manera de beneficiar a Solias como guía, me preocupaba que ya esté cegado por el poder.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ Lo que dices es correcto, pero cuida tu expresión. ¿Acaso no es tu preciado hermano?
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
─ ¿En serio?
Todos sabían que hasta hace poco, habrían ignorado el comportamiento de Aster. El rey tosió ante la ligera pregunta de Aster.
─ Estás en tu derecho de codiciar lo que es mío todo lo que quieras, pero Ed es mi Titer, así que ni siquiera pienses en mirarlo.
Diciendo eso, Aster agarró suavemente el hombro de Sayed. Los ojos violetas de Lessas, que había estado escuchando sin cambiar su expresión, se oscurecieron momentáneamente. Capturando esa reacción, Aster se acercó a Sayed y, deliberadamente, para que todos escucharan, susurró.
─ De todos modos, Ed no puede estar satisfecho con nadie más que conmigo. Anoche durmió abrazando el calor de mi cuerpo, ¿no es así?
Ante la historia algo vergonzosa, la marqués de Parma se ruborizó y desvió la mirada. Sayed también estaba desconcertado. Era la primera vez que Aster intentaba monopolizarlo de manera tan directa frente a los demás. A pesar de tener veintinueve años, nunca había visto un deseo de posesión tan intenso, invadiendo una sensación de desolación.
«Si ibas a actuar así, ¿no podrías haberte quedado a mi lado hasta el final?»
Tessa: Sayed... no te merecen ~(>_<。)\
Ya fuera porque no le gustaba Lessas o porque no quería perder una posesión útil, Sayed no tenía intención de dejarse manipular por Aster. Con el rostro endurecido, Sayed estaba a punto de interrumpir a Aster cuando Lessas, sonriendo suavemente, habló.
─ No sé, pero el Archiduque no parecía así cuando lo vi.
Con esas palabras, la mirada de Lessas se enredó. Aunque parecía tranquilo, sus ojos violetas, hirviendo sin descanso, eran exactamente como aquella noche en la cabaña.
{ ─ Era mi primer beso.}
La réplica de Lessas era completamente falsa. No importaba cuán hábil fuera un novato, esa noche, Lessas simplemente había imitado el beso salvaje que Sayed le había dado. De manera insistente e intensa. Aprendiendo a regular su respiración, Lessas lamió y saboreó los labios de Sayed como un cachorro toda la noche, incluso cuando mezclaron sus lenguas...
─ Basta, Lessas. Ya es suficiente. De todos modos, tienes que ir al Este conmigo ahora.
Al tiempo que Sayed forzaba el final de sus recuerdos, Zion intervino con disgusto. Sin ocultar su expresión de haber oído cosas desagradables, informó al rey.
─ De hecho, iba a informarle, Su Majestad. En el bosque del amanecer en el territorio de la duquesa de Vetria, ya ha comenzado el invierno. Después del funeral de mi padre, había partido del sur para ayudarla, y al escuchar las noticias de Su Majestad, vine al Norte para verificar esto. Según lo que he confirmado, parece que el poder del príncipe Lessas no se ve afectado por la compatibilidad, por lo que ayudar a Stella Vetria parece lo más adecuado.
El rey, coincidiendo con Zion por primera vez en mucho tiempo, le dio su aprobación sin demora.
╔═ ⋆⋅♛⋅⋆ ══════════════
─ El duque de Sildras tiene toda la razón. Decidamos más adelante sobre el Titer que Lessas ayudará y por ahora empecemos el invierno ayudando al Este. Ya siento dolor de cabeza, así que terminemos la reunión aquí. El duque de Bredhit también debe regresar a su territorio y prepararse para el invierno. Tenías razón, investigar el bosque puede esperar hasta la primavera.
══════════════ ⋆⋅♛⋅⋆ ══╝
─ Me siento más aliviado al escuchar eso.
A pesar de la respuesta cortante de Bredhit, el rey terminó la comunicación sin más comentarios. Obviamente, estaba cansado de escuchar la conversación. Sayed también estaba agotado. Solo Aster y Lessas mantenían sus sonrisas, cada uno a su manera. Era la primera vez que parecían verdaderos hermanos, a pesar de no parecerse en nada y tener una atmósfera completamente diferente.
Tessa: Cada quien en modo "Atrás gata rompehogares"
─ Será un largo invierno.
Parma, levantándose, habló con una voz agotada. Bredhit estuvo de acuerdo.
─ Nunca había visto un invierno tan lleno de eventos. Los pocos días que pasé en el territorio de Axid se sintieron como un año.
Parma asintió mientras respondía a Bredhit, sin olvidar cuidar de Selfini, quien ahora era la 'ex' duquesa de Vetria.
─ Así es. Aster, llévame con Selfini. Después de verla, necesito descansar.
─ Sí, tía.
Aster parecía bastante contento. Parecía más interesado en la disputa con Lessas sobre Sayed que en la decisión sobre la duquesa de Vetria. Colocando la mano de Parma en su brazo, Aster se levantó primero y, deliberadamente, se inclinó hacia Sayed y susurró.
─ Entonces me iré primero. A partir de ahora, pasaremos el invierno solo tú y yo sin que nadie nos moleste, así que te daré tiempo para despedir a los invitados.
Sayed giró la cabeza ligeramente. En una distancia tan cercana que casi rozaban sus labios, Aster habló en un tono bajo y advirtiendo.
─ ¿Por qué inventaste eso antes? ¿Realmente creíste que me dormiría abrazando tu calor?
─ No, sería yo quien dormiría abrazando tu calor. Prefiero abrazar que ser abrazado.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Ante la respuesta inesperada, Sayed endureció su expresión, mientras Aster reía alegremente. Con una risa ligera, Aster se giró por última vez para despedirse de Lessas como un hermano mayor afectuoso.
— Espero que pases el invierno sin problemas, Lessas.
Lessas, que había estado respondiendo a Aster sin ceder terreno, se quedó en silencio desde el momento en que Aster y Sayed se acercaron demasiado. Al observarlo, tratando de entender sus intenciones, se encontró nuevamente con su mirada. Parecía que desde que había entrado en la sala, no había apartado los ojos de Sayed ni un momento.
Los ojos de Lessas estaban enrojecidos. Con los labios apretados, observaba algún punto en el rostro de Sayed. A juzgar por la dirección de su mirada, parecía estar viendo la mejilla donde habían tocado los labios de Aster. La intensidad de su mirada era tal que casi parecía que la estaba atravesando. Incapaz de soportarlo más, Zion lo sacó de su trance.
— Lessas, vámonos.
Sólo entonces Lessas apartó la mirada. Como si hubiera olvidado respirar, inhaló superficialmente y, con una lenta sonrisa, respondió a Zion.
— De acuerdo.
Zion pareció finalmente aliviado al ver la sonrisa de Lessas. Cuando Zion extendió su mano, Lessas la tomó instintivamente, de manera natural. Al ver esto, la mente de Sayed, que había estado confusa desde el día anterior, se aclaró. Era una escena que él conocía y en la que confiaba.
Honestamente, hasta hace un momento, Sayed sentía como si el pasado que conocía se estuviera evaporando en el aire.
Mientras seguía descubriendo nuevas cosas, le sorprendían las acciones de las personas que recordaba de manera diferente. Aunque deseaba que la realidad cambiara según sus acciones, si los eventos que experimentó se alteraban por completo, la situación sería diferente.
Cuando tenía un punto de comparación, podía elegir lo contrario, pero si caminaba por un camino nuevo, no se daría cuenta si volvía a cometer un error....
Eso le aterrorizaba.
No era una emoción que quisiera enfrentar. El miedo es la primera emoción que un Titer debe erradicar. Si un Titer, que se encuentra con Niera más que nadie, siente miedo, el combate se vuelve imposible, así que superar el miedo fue la prioridad para el joven Titer antes de heredar su título formalmente.
Por lo tanto, la muerte no era algo que temiera. Lo que le aterrorizaba era el fracaso. Era irónico que solo después de morir comprendiera qué tipo de fracaso temía.
Con una mente más tranquila, Sayed también se levantó. Zion, que estaba a punto de salir, lo miró con desagrado. Sayed observó a los dos jóvenes que apenas tenían veinte años.
Al verlos así, Zion Sildras también parecía muy joven. Aunque era alguien que prefería no cruzarse, no quería involucrarse con él como en su vida anterior.
— Puedes irte primero, duque Sildras.
Dado que la ceremonia de inauguración se aboliría en la reunión de la familia real la próxima primavera, a menos que ocurriera algo importante, no vería a Zion Sildras. Era mejor despedirse así.
— ¿Qué trama de repente, Archiduque? ¿Qué le dijo a Lessas?
Zion estaba muy alerta, ya que nunca habían pasado junto al otro de manera tan tranquila. Siendo ligeramente más pequeño que Lessas, levantó la barbilla para mirar a Sayed, lo cual era un comportamiento típico de un joven, y Sayed se sintió cansado. Era un sentimiento similar al que había experimentado hace unos días al darse cuenta de que Lessas aún era un niño inexperto.
— Si alguien viera que el Archiduque, que se burlaba incluso de nuestra respiración, nos cede el paso, cualquiera pensaría que está loco.
El duque Bredhite también dijo algo similar. Sayed respondió con silencio. Para él, no confrontar a estos dos también era extraño e incómodo. Sin embargo, consciente de la inutilidad de esa acción, decidió no actuar de manera ineficaz.
— El Archiduque no hizo nada. Soy yo quien quiere ser su Guía.
Lessas, que había estado escuchando en silencio, inesperadamente defendió a Sayed, lo cual no fue bien recibido por Zion.
— Lessas, ¿te ha amenazado el Archiduque? No, no. No quiero creer que haya hecho algo tan grosero y peligroso con un miembro de Solias, ¿verdad, Archiduque?
Sayed también se preguntaba cuál de sus acciones había hecho cambiar de opinión a Lessas. Cuando salvó a Anka, Lessas estaba molesto por su comportamiento y no le gustaba que se pusiera de su lado, pero su actitud cambió mucho después de hablar sobre la ascensión.
Las emociones son realmente un factor peligroso e incierto. Solo crean variables impredecibles que nos frenan.
— No es asunto mío. Mejor lleva a Su Alteza contigo.
Zion miró a Sayed una vez más y tiró de Lessas.
— Lessas, vámonos.
— ...De acuerdo.
Aunque no escuchaba a Sayed, Lessas obedecía las palabras de Zion. La mirada fija en Sayed se desvaneció lentamente. Le molestaba la sensación de la mirada que parecía polvo en su rostro. Lessas miró una vez más a Sayed antes de salir de la sala de reuniones de la mano de Zion.
El hábito de Lessas de tomar la mano de alguien para "purificarse" parecía provenir simplemente de su relación con Zion, no solo de Sayed.
«Caminando así, y preguntas quién es realmente importante para mi.»
Tal vez Lessas era un actor talentoso. La expresión inocente con la que le preguntó a Sayed por qué pensaba de esa manera, seguía siendo confusa al recordarla.
Pero no tenía sentido seguir pensando en eso. Al menos había logrado su objetivo. Con esta relación, podría pedir la purificación de Lessas en caso de emergencia. Aunque no era lo que había planeado originalmente, al menos tenía una opción.
Originalmente, había pensado en pedir la ayuda de Lessas solo hasta que se fuera a otro territorio. Sin embargo, el repentino deseo de exclusividad de Aster y la solicitud inesperada de Lessas habían arruinado sus planes, y ahora prefería mantener la distancia con Lessas.
Con las vidas de Vetria y Bredhite extendidas por el momento, debía concentrarse en encontrar pistas sobre los estallidos y observar los movimientos de Niera.
Sayed, siendo un Titer, se dio cuenta de que no sabía tanto sobre la purificación o la guía como pensaba. La información sobre estos temas se guardaba en la biblioteca de la familia real.
Era hora de hacer cosas que no había hecho en el pasado. Recopilar información y crear sombras en lugares que sus ojos no alcanzaban. Siempre había sido una sombra, pero ahora necesitaba saber más sobre Niera que nadie.
No podía deshacerse de la sensación de que todo lo relacionado con las fugas estaba relacionado con los Niera.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Los invitados que habían quedado atrapados debido a los heridos estaban listos para abandonar el castillo. Con Parma y Vetria como nuevos huéspedes, Bredhit y los demás terminaron sus preparativos. Los carruajes y caballos que habían estado estacionados se reunieron en un solo lugar, creando bullicio.
— Ahora que lo pienso, no te he agradecido adecuadamente. Sentía que olvidaba algo, y era eso.
Parecía que Bredhite planeaba detenerse en el ducado de Vetria con Zion en su camino. Habiendo estado cerca de Selfini Vetria, parecía que consideraba mejor dar la noticia personalmente a su hija, Stella. Antes de subir al carruaje, se acercó a Sayed, que había salido a despedirlos por obligación, y le agradeció.
— Te debo una. Lo que pasó en Vetria podría haber terminado con todos muertos o gravemente heridos. Gracias a tu juicio, todo terminó con daños mínimos. Honestamente, no parece una acción propia de un Archiduque. Cada uno tiene sus propias razones y motivos, pero...
Bredhite sonrió ampliamente y abrió los brazos.
— Personalmente, me gusta mucho tu conducta actual. Así que, ¿qué tal un abrazo de agradecimiento?
Sayed no dijo nada. Bredhite cambió el abrazo por un apretón de manos.
— ¿Entonces un apretón de manos?
— Si observas lo que ha sucedido, notarás que las características de Niera son inusuales. Después de atender tus asuntos en el Este, te recomendaría regresar a tu territorio y prepararte para el invierno.
Sayed ignoró la propuesta de Bredhite y le dio una advertencia genuina. Bredhite chasqueó la lengua y aceptó la opinión Sayed.
— Después de lo que he visto, creo que es necesario. No ha habido un período tan caótico en mucho tiempo.
Sonriendo ampliamente, Bredhite se despidió mientras se dirigía a su carruaje.
— Nos vemos el próximo año.
Sayed consideró que era suficiente y respondió con un breve gesto de cabeza. Zion Sildras ya había dejado el castillo hacía tiempo, y los visitantes de la capital también. Y dado que Zion Sildras se había ido, Lessas también ya debía haberse marchado.
Pensando en eso y volviendo hacia el castillo, se encontró con Baine, que acababa de salir de la entrada del castillo. Baine sostenía un paquete envuelto con firmeza en sus manos y frunció el ceño al ver a Sayed.
— ¡Aquí estaba! Lo estuve buscando por todas partes. Cuando llegamos, no me di cuenta, pero al ver la procesión al irnos, me di cuenta de cuánta gente había.
— ¿Qué necesitas?
— Ah. Su Alteza me pidió que le entregara esto al Archiduque. Vaya, me pregunté a dónde había ido tan temprano en la mañana, y vi que trajo algo extraño.
Baine, con una expresión de total desconcierto, le entregó a Sayed una rama con pequeñas bolitas colgando. A primera vista, parecían frutos de granada, conocidos desde la antigüedad como talismanes para ahuyentar demonios. Eran flores del árbol de Scosha, que solo crece en el Norte. Aunque era una flor sin pétalos, poseían un significado poco conocido en el lenguaje de las flores.
— Me pidió que lo guardara hasta que lo vuelva a ver. Como en los viejos tiempos.
Baine no se movió hasta que Sayed aceptó la rama. Aunque no tenía intención de hacerlo, Sayed extendió la mano para recibirla, pensando que sería mejor tomarla y deshacerse de ella después. Baine le entregó rápidamente la rama y se inclinó profundamente.
— Dicen que el Archiduque da miedo, pero de todas maneras estoy en deuda contigo. Cuídate hasta que nos volvamos a ver.
Baine, queriendo evitar quedarse atrás, subió rápidamente a su caballo. Con un breve grito de espuelas*, Baine se alejó del castillo, dejando a Sayed solo en la plaza vacía. Sayed observó fijamente la rama roja en su mano.
* (Espuelas, son dispositivos metálicos que se usan en los talones de las botas de los jinetes para ayudar a dirigir y controlar sus caballos).
El lenguaje de las flores del fruto de Scosha tenía un significado poco común. El mensaje contenido en las bayas rojas era: "Solo yo estaré a tu lado".
Después de sostener la rama por un rato, Sayed estuvo a punto de tirarla, pero se dio cuenta de que era una buena hierba medicinal. Si las bayas se empapaban en miel y se endurecían, se podían usar como remedio para un resfriado severo, así que decidió entregarla al médico del castillo. De todos modos, no tenía ningún significado especial para él. Solo requería la molestia de adentrarse en el profundo bosque en pleno invierno para obtenerla.
Con esa decisión, Sayed volvió al castillo, dejando la rama en su estudio temporalmente debido a los asuntos que requerían su atención. La rama, destinada a ser entregada al médico, fue olvidada hasta la primavera siguiente, cuando Sayed la recordó nuevamente.
Después de un largo invierno de medio año, la primavera llegó a todo el reino.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter 40: PECADOS
Chapter Text
La primavera en Solias era una temporada de gran significado para todos. El cálido sol que seguía al crudo invierno no solo marcaba un nuevo comienzo, sino que también representaba un suspiro de alivio, una señal de haber sobrevivido a Niera y de poder afrontar otro año.
Cuando la señal de no temer más los caminos nocturnos se mostraba en cada territorio mediante banderas, entonces realmente comenzaba la primavera. A partir de ese momento, se celebraban todo tipo de eventos en todo el reino. Empezando por el festival de agradecimiento organizado por la realeza en honor al fundador, el rey Rhaman I, seguido por una semana de festividades pidiendo una buena cosecha al sol.
Cada territorio tenía sus propias tradiciones y costumbres, y explorar estas diferencias era divertido. Sin embargo, Baine, que llevaba años atado a la capital, estaba destinado una vez más a disfrutar de las festividades de la ciudad. La capital estaba llena de bellezas bien cuidadas, lo cual era un placer para la vista, pero la comida del sur de la región de Sildras era mucho mejor. Y en cuanto a bebidas, decían que las del norte eran las mejores.
Después de probar finalmente el famoso licor del norte el pasado octubre, Baine decidió que estaba de acuerdo con esa afirmación. Aunque había recorrido todo el país como mercenario, nunca había tenido la oportunidad de visitar el norte, por lo que había pospuesto su juicio hasta entonces. Incluso el comandante Anka, quien había acogido a Baine y le había permitido unirse a los caballeros reales, estaba de acuerdo.
—Hah... preferiría estar luchando. Las patrullas del palacio son terriblemente aburridas.
Parecía que había murmurado para sí mismo, pero Ligda, su compañera, lo escuchó.
—¿Quieres que te arresten por blasfemia? Deja de quejarte. Ahora que finalmente estás viviendo como un ser humano, deberías estar agradecido.
Baine, que estaba jugando con la vaina de su espada, se encogió de hombros. Ligda y él habían pasado veintisiete años juntos, desde que ambos nacieron como plebeyos. Ya fuera por destino o por casualidad, habían nacido en el mismo pueblo y habían llegado juntos hasta aquí.
Tarkan, un pequeño pueblo situado entre las regiones sureñas de Sildras y los territorios occidentales de Bredhit, no solía ser un lugar problemático por Nieras. Estaban bloqueados entre las vastas cortinas de bosques que protegían sus fronteras, lo que los mantenía aislados del resto del mundo. Sin embargo, el año en que Baine nació, el sur fue penetrado por Niera, y Tarkan también sufrió las consecuencias.
En un abrir y cerrar de ojos, ambos quedaron huérfanos. La situación de Ligda no fue diferente. Se habían apoyado mutuamente como familia y, por casualidad o destino, habían aprendido a manejar la espada de los mercenarios de paso por el pueblo. Luego, afortunadamente, se unieron a una compañía de mercenarios y viajaron por todo el reino, haciendo todo tipo de trabajos.
El dinero no estaba mal, pero el trabajo era terrible. Siempre al borde de la muerte. Durante su último encargo como escoltas de una carga, Baine y Ligda estuvieron a punto de morir. Fue Lessas, un noble miembro de la realeza, quien les salvó la vida.
La carga tenía como destino Tarkan, así que decidieron detenerse y descansar un tiempo, casi convirtiendo aquella misión en la última. Lessas, de camino de regreso a la capital tras visitar el territorio de Sildras, los rescató. Y con la promesa de Ligda de pagarle su deuda, Lessas les consiguió un lugar bajo el mando de Anka.
{ ─ Pueden irse cuando quieran. }
Aunque habían pasado varios años, Baine aún recordaba aquel invierno en que conoció por primera vez al joven Lessas. Al principio pensó que no era humano, sino una especie de deidad que aparece antes de morir. Era tan hermoso que Baine se sintió incómodo mirándole a la cara durante meses.
Sólo más tarde descubrió que Lessas era conocido como "príncipe inútil" de Solias. De todas formas, eso no importaba a Baine. Lo que importaba era sobrevivir, y el príncipe le daba esa oportunidad.
Lessas tenía todo, excepto la falta de poder. Una estatura imponente, un rostro hermoso y una personalidad tranquila y afectuosa que podría hacerte preguntarte si era capaz de enojarse o entristecerse. Seguramente, siendo un príncipe, también sería rico.
Aunque al principio sintió que, incluso estando al lado del príncipe, éste vivía peor que algunos nobles, eso ya era cosa del pasado. Desde que despertó como Guía, Lessas dejó su humilde palacio y fue asignado a uno majestuoso, comparable al del príncipe heredero.
A pesar de las penurias y humillaciones sufridas, Baine pocas veces vio al príncipe realmente feliz. De hecho, podía contar con los dedos las veces que lo había visto genuinamente alegre.
Lo curioso era que el príncipe siempre sonreía. Su sonrisa podía emocionar a cualquiera, pero el problema era que siempre tenía esa misma expresión.
Nunca se enfadaba ni se entristecía. Simplemente lo soporta en silencio o sonríe.
El invierno pasado fue la primera vez en los últimos seis años que Baine vio a su señor mostrar una gama de emociones, cuando se encontraron con el temible Archiduque del norte. Baine presenció cómo Lessas se enojaba y se desanimaba profundamente.
{ ─ Fue el Archiduque quien les salvó la vida. No dejes que tus emociones te hagan ignorar los hechos. }
Lessas reprendió a Jasper, que temía a Sayed y lo llamaba "el demonio de Solias". Fue una advertencia para todos los caballeros presentes. Para ser honesto, cuando Baine vio por primera vez al Archiduque, también pensó que era un demonio.
La situación no ayudaba. El enorme Niera era una amenaza por su tamaño, pero también por el miedo que generaba al enfrentarlo. El simple contacto con ellos hacía temblar las manos y dejaba una sensación gélida de soledad en el corazón.
Entonces, cuando aquel hombre alto apareció silenciosamente desde la oscuridad, con sus ojos rojos brillando y demostrando una fuerza inhumana, todos temblaron. «Por orgullo, nadie mostró miedo, pero estoy seguro de que Jasper también estaba asustado.»
La sensación de poder que emanaba del Archiduque era el tipo que solo los fuertes poseen. Permanecía imperturbable en la oscuridad, sin mostrar miedo, y su fuerza era escalofriante.
Aunque Jasper murmuraba que la habilidad del Archiduque con la espada no debía ser gran cosa, Baine vio claramente cómo blandía la espada en la oscuridad. El imponente espadón, con un tenue resplandor rojo, se movía rápidamente y con precisión, atacando solo los puntos débiles. La habilidad con la espada revelaba mucho sobre una persona, y la del Archiduque era eficiente y extremadamente pulcra. Casi inhumana.
Esa espada quedó grabada en su memoria. La misma fuerza con la que había eliminado a los Niera que masacraron a los padres de los aldeanos, lo había hecho sin esfuerzo. Desde ese día, Baine se sintió impulsado por un deseo de hacer algo más significativo que temer al Archiduque, como cazar Nieras.
Por eso, este momento le resultaba frustrante.
— Quiero decir que no quiero perder el tiempo inútilmente.
Por supuesto, ahora era primavera y no había Niersa que enfrentar. Además, Lessas había estado muy enfermo tras regresar del territorio de Sildras hace un mes, por lo que probablemente se quedarían en la capital un tiempo.
— No es inútil. El Archiduque de Axid vendrá pronto al palacio, y debemos estar en guardia porque es una persona peligrosa.
Baine se rió irónicamente. Ligda, ofendida, se detuvo abruptamente.
— ¿Te ríes?
Parecía lista para golpearlo, así que Baine se apresuró a explicar. Un golpe de Ligda dolía mucho, aunque tenía un cuerpo delgado, su fuerza superaba la de muchos hombres.
— No es que venga un enemigo, solo el Titer está visitando el palacio. No hay peligro en eso. Si fuera peligroso, no le dejarían ni acercarse.
Ligda no había podido unirse al viaje al norte el invierno pasado por otra misión que Lessas le asignó. Curiosa, le preguntó a Baine sobre el Archiduque.
— Pero dicen que es muy cruel y aterrador, ¿no? Si le llaman demonio, quién sabe qué podría hacer en el palacio. El anterior Archiduque causó muchas muertes en esta época del año.
Ligda repetía lo que la gente solía decir sobre el Archiduque. Antes de ir al norte, Baine también lo creía. Pero después de su experiencia allí, las cosas parecían diferentes. Tanto, que las palabras de Ligda le parecían frustrantes.
Sin embargo, Baine no podía decir mucho. Apenas conocía al Archiduque, y todo lo relacionado con él parecía demasiado importante como para hablarlo a la ligera. Los débiles debían mantener la boca cerrada. Así que Baine solo afirmó una verdad indiscutible.
— De todas formas, si el Archiduque decide matar, no habrá quien lo detenga. ¿Quién podría vencer a alguien tan fuerte?
— Oh...
Ligda, más obsesionada con la espada que Baine, se mostró interesada. La hostilidad basada en rumores se desvaneció, y empezaron las preguntas.
— ¿Tan fuerte es? ¿Más que el príncipe Lessas?
— Si bien Su Majestad también es un genio raro, no sé, el Archiduque parecía fundamentalmente diferente. Era difícil anticipar cómo actuaría. Fue abrumador verlo.
Cada uno de sus movimientos irradiaba experiencia. Baine había causado mucho daño a la gente en el pasado, pero la habilidad que tenía para lidiar con un campo de batalla ensangrentado era incomparable con la que presenció. Lygda, al escuchar sus palabras, asintió con la cabeza, agregando un comentario que indicaba su interés.
─ Debe ser así para proteger el norte. Nunca han sufrido grandes pérdidas a manos de los Niera, a pesar de poseer el mayor bosque y los inviernos más largos en la historia del reino.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Antes siempre hablaba negativamente, pero de repente cambió a un tono respetuoso.
«También es realmente un tipo gracioso.»
Cuando Baine se rió entre dientes, Lygda, como si estuviera curioso de nuevo, golpeó su palma.
─ Entonces, ¿es tan guapo como dicen? He oído que parece una estatua de hielo. Y que tiene una voz increíble.
«Qué molesto. También es una mujer, a fin de cuentas.»
Baine frunció el ceño repentinamente incómodo. Lygda vio eso y lo golpeó en el costado, diciendo.
─ ¿Feo? ¿Todo es solo rumor? Cuando se menciona al Archiduque de Axid, siempre se habla de su apariencia. ¿Son trucos inventados por el norte?
Aunque Baine quería estar de acuerdo con Lygda por orgullo, su conciencia lo detuvo. El Archiduque tenía un rostro que no podía considerarse feo ni siquiera mintiendo. Durante la batalla, su presencia imponente eclipsaba su apariencia, pero una vez fuera del campo de batalla, el Archiduque de Axid...
─ Bueno, supongo que es aceptable.
Tessa: A mi no me engañan, esta tallado por los mismísimos ángeles!
Como los rumores que escuchó Lygda, el Archiduque era como una escultura meticulosamente esculpida. Cuando aparecía, atraía las miradas como una fuerza inevitable. Su imponente estatura y anchos hombros capturaban la atención primero, y aunque su expresión fría y su atmósfera intimidante asustaban, al verlo más de cerca, uno quedaba embelesado.
Incluso para otro hombre, su apariencia era impresionante. Sus rasgos bajo las cejas gruesas eran refinados y delicados. Tan perfectos eran sus rasgos que casi carecían de humanidad. Su cabello gris oscuro, recogido de manera elegante, era un color raro, y su rostro era uno que cualquiera recordaría de por vida con solo verlo pasar.
Sin embargo, admitirlo así afectaba su orgullo, así que Baine ajustó sus palabras. Lygda sonrió y giró la cabeza.
─ Debe ser realmente guapo.
─ No, no es para tanto.
─ Siempre dices que todos son feos. Nunca he oído que digas que alguien es aceptable, aparte del príncipe Lessas. Entonces, ¿quién es más guapo, él o el Archiduque?
─ Deja de preguntar. ¿Por qué me importaría cómo se ven los hombres?
Al cortar de raíz la innecesaria curiosidad de Lygda, Baine vio a los caballeros del Sol moviéndose por el pasillo de enfrente. Adoptando rápidamente una postura formal y un rostro solemne, Lygda también asumió una posición de trabajo. El subcomandante de la guardia, que estaba ocupado, los vio y gritó.
─ ¡Eh, son los caballeros del príncipe Lessas, ¿verdad?! Los de los Titer han llegado al palacio. La fiesta comenzará en dos horas, así que regresen a sus áreas asignadas y esperen.
─ ¡Sí, entendido!
Siguiendo el ejemplo de la enérgica Lygda, Baine también saludó. Al ver al subcomandante desaparecer, sintió que su trato había mejorado. Antes, ningún miembro de la guardia real los habría reconocido.
─ El príncipe estará contento.
Baine murmuró sus pensamientos otra vez, y Lygda, con su oído agudo, preguntó.
─ ¿Por qué el príncipe estaría contento?
─ No, por nada.
Baine recordó la imagen de Lessas, que había cambiado notablemente en los últimos seis meses, apareció en la mente de Bain. Después de su despertar, parecía que habían llegado a estar más al mismo nivel, pero después de que se levantara de su larga enfermedad, su aura había cambiado. Quizás debido a su notable aumento de estatura, el joven de veintiún años ahora parecía un apuesto hombre maduro, en lugar del joven andrógino y hermoso que solía ser.
Bueno, no es fácil decir esto, pero... parecía tener un aire decadente y seductor. Tal vez por eso, desde que el Príncipe regresó al palacio, todas las sirvientas que lo rodeaban parecían a punto de desmayarse.
{ ─ Baine, cuando el Archiduque llegue al palacio, asegúrate de informarme de inmediato. }
Esa mañana, al mencionar al Archiduque, Lessas estaba jugando con un petirrojo que había encontrado en algún lugar el invierno pasado. El pequeño y gordo petirrojo gris volaba alrededor del príncipe, y la gente decía que era una curiosidad. Cuando Baine le preguntó si le gustaban los pájaros, Lessas respondió extrañamente, diciendo que le gustaba el color gris.
El petirrojo tenía un gusto particular por una botella de vidrio con bordes dorados que contenía caramelos amarillos semitransparentes con un aroma dulce. Estos caramelos de manzana, reservados solo para la realeza, eran algo que el príncipe Lessas había comenzado a coleccionar recientemente. Era curioso cómo un pájaro, que ni siquiera podía comer caramelos, mostraba interés por ellos, lo cual hacía que el pájaro se pareciera al príncipe.
Aunque el príncipe Lessas daba órdenes con una voz tranquila, Baine notó que las comisuras de sus ojos se curvaban ligeramente antes de cerrar la puerta. Era una señal de alegría, visible sólo si se miraba de cerca.
«Qué relación tan extraña...»
Había oído que se detestaban mutuamente, pero lo que había visto el año pasado no le daba la certeza de que eso fuera cierto. El príncipe parecía estar "esforzándose" por odiar al Archiduque, mientras que el Archiduque, a pesar de su frialdad y rudeza, parecía aceptar al príncipe de una manera peculiar.
Desde que el Archiduque desapareció y el principe lo encontró personalmente, comenzó a buscar al Archiduque constantemente como si alguna restricción se hubiera levantado sobre él. Era un poco aterrador que siempre fuera encontrado cerca del Archiduque cada vez que se despejaba el lugar. Parecía que tenía grandes planes de venganza en mente.
─En fin, quién sabe. Dicen que todos los nobles están un poco locos.
Concluyendo así, Baine corrió hacia el palacio central para informarle esta noticia a su Señor lo más rápido posible.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Para llegar desde Axid, en el norte, hasta Cheatt, la capital de Solias, montando a caballo, tomó más de diez días. Incluso asumiendo que venían sin descanso, si viajaban en carruaje, les habría llevado exactamente una semana. Dado que todos los mensajeros estaban vinculados al palacio real, a menos que fuera una situación de movimiento urgente, se requería mucho tiempo para desplazarse.
Seyad, que valoraba la movilidad y detestaba lo complicado, rara vez viajaba en carruaje. Recientemente había llegado a la capital con un pequeño grupo de caballeros que había entrenado especialmente durante el invierno, acompañado de Quilly. Originalmente, no tenía la intención de traer a Quilly, pero debido a su súplica de que no podía dejar a su alteza solo en la capital, lo incluyó en el grupo.
En el pasado, es decir, antes de su resurrección, tal acto habría sido impensable. Habría sido una pérdida de tiempo llevar a alguien como Quilly, un civil común. Sin embargo, Seyad finalmente lo permitió y, como era de esperar, el viaje se prolongó durante dos días.
Durante el largo invierno desde octubre hasta marzo, la situación de Sayed cambió poco a poco. La llegada de Parma Solias y Selfini Vetria al castillo había marcado el comienzo de un ambiente diferente en el lugar, que antes solo tenía un amo solitario y deprimente.
Parma, a pesar de su edad, era alegre y juvenil, mientras que Vetria, aunque áspera y sensible, tendía a sonreír a su lado. Dado que se les había ordenado no interferir en sus asuntos siempre y cuando no fueran urgentes, hacia la llegada de la primavera, los empleados del castillo parecían estar más relajados.
Independientemente de que se haya dado cuenta de que necesitaba cambiar sinceramente, llevar sus acciones a la práctica tomó tiempo. Durante medio año, Sayed no se volvió particularmente amable, ni más sociable, ni expresó más sus emociones. Lo único que había cambiado era que ahora se detenía a escuchar a quienes le hablaban. Era claramente diferente a como solía ser en el pasado, cuando ni siquiera les dedicaba tiempo.
Desde el principio, Sayed no había gastado energía emocional en nadie que no fuera digno de su odio, excepto aquellos que habían causado la muerte de sus padres. No mostraba interés alguno en los empleados del castillo. Sin embargo, todos lo temían por el incidente en el que había expulsado a la sirvienta de Cecilia.
Aunque no había cambiado personalmente, algo había cambiado desde que las personas empezaron a verlo escuchar a Parma y Quilly. Especialmente después de pasar por alto los molestos comportamientos de Quilly, ocasionalmente, los sirvientes ganaban valor para hablarle.
La mayoría de las veces, eran saludos, a los cuales Sayed respondía asintiendo con la cabeza. Aunque parecía un asunto trivial, inexplicablemente, los miembros del castillo le daban gran importancia. Últimamente, corría el rumor de que el demonio en el Señor estaba desapareciendo. No importaba qué se dijera, en realidad, Sayed tenía trabajo que hacer.
Durante el crudo invierno, Sayed había estado despejando los límites del bosque sin descanso. Era el primer paso en su plan para eliminar el bosque del norte. Como resultado de la ayuda del grupo de expedición, a principios del invierno, logró eliminar el núcleo del que había sido testigo.
Fue por esta razón que recibió el "permiso" para venir a la capital para la ceremonia de fundación de la nación. Desde que su madre fue ejecutada, ellos, los únicos que quedaban del castillo de Prosius, no podían entrar en la capital sin el permiso real.
Sayed mismo no quería estar allí. Después de todo, los eventos que habían ocurrido aquí era un infierno del que ni siquiera quería recordar.
Sin embargo, en el palacio real, Sayed tenía mucho que descubrir. Aparte de su objetivo de despejar el bosque, necesitaba investigar más sobre los brotes de descontrol. Finalmente, con Aster a su lado, y habiéndolo purificado, había una cosa que había quedado clara.
Aunque Aster parecía perfecto para calmarlo superficialmente, había algo extraño y claramente paralizante en su purificación. Aunque superficialmente parecía tranquilidad, al profundizar, era más como una parálisis.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Combinado con lo que escuchó de Vetria sobre la purificación, esto era seguro.
{ ─ ¿Cómo es recibir una purificación? Es la primera vez que me hacen esa pregunta. Bueno, como sabes, Archiduque, es como salir del agua. El dolor desaparece, puedes respirar y te sientes vivo. Tal vez lo entiendas si te digo que el mundo parece más soportable. ¿No es gracias al guía que podemos continuar esta maldita lucha? }
No se sabe cómo la purificación de Aster afecta los brotes. Se considera que los brotes surgen de la inseguridad de los Titers, por lo que, al desaparecer las emociones, se podría suponer que la inestabilidad se reduce.
Sin embargo, la explicación de Vetria le recordó lo que pasó con Lessas. Cada vez que estaba en contacto con él, la calidez que se infiltraba en él agitaba su corazón. Era una sensación ciertamente incómoda e inquietante, pero, como describió Vetria, te hacía sentir "vivo".
Por lo tanto, Sayed había reducido intencionalmente las purificaciones con Aster durante el invierno.
Afortunadamente, aún no había escuchado las alucinaciones que experimentó al regresar. Pero no podía estar tranquilo. El pasado de Sayed había comenzado a cambiar significativamente, y no podía asumir que las fugas volverían como antes en cinco años.
Aunque no escuchaba las alucinaciones, la falta de purificaciones lo había dejado bastante agotado. Las migrañas se habían vuelto algo común, y el dolor de las punzadas agudas en todo su cuerpo también se sentía natural. Mientras se dirigía a la capital, Sayed no pudo evitar pensar en Lessas, a quien había evitado durante el invierno.
«Tengo que enfrentarlo cara a cara...»
Era incómodo. Si él simplemente cumpliera con su deber, podrían interactuar sin intercambiar emociones y terminarlo limpiamente. De esa manera, no tendría que preocuparse por la amistad de Lessas con el Duque de Sildras.
Aunque no había buscado noticias de Lessas, Parma a veces traía información del castillo. Lessas había llegado al ducado de Vetria y había comprobado que su afinidad con Stella era buena, además de demostrar que podía purificarse sin contacto directo. Se decía que, durante su regreso del territorio de Sildras al palacio, su purificación a gran escala había alcanzado un nivel considerable.
Claramente, era un poder que Sayed necesitaba, pero ahora no podía predecir cómo reaccionaría Lessas cuando se encontraran. Recordó la expresión terca y sin emociones de la última reunión, cuando insistió en quedarse a su lado. Su mente, que había estado tranquila por un tiempo, se agitó un poco.
Hasta alcanzar su objetivo... era correcto alejarse de Aster y mantener a Lessas cerca.
Sayed llegó a una conclusión inevitable. Tenía que dejar de lado su resentimiento hacia Zion Sildras y la reina, y por su objetivo, debía tomar prestado a Lessas como su guía durante un período de tiempo. El problema era encontrar un plan adecuado para ello.
Zion Sildras también necesita un guía. En el pasado, Lessas siempre estaba a su lado, pero si Sayed cambiaba ese pasado, no se sabía qué podría pasarle a Zion. Aunque Sayed deseaba la caída de Sildras, en esta situación, Titer debía ser protegido.
La cabeza de Sayed estaba llena de tareas por hacer, al punto de sentir que iba a estallar. El dolor de cabeza constante se intensificó de repente, y Sayed detuvo su paso con un breve gemido. Presionó sus párpados y permaneció en silencio durante unos segundos antes de abrir los ojos nuevamente.
El paisaje que se desplegó ante él era extraño. Este no era el camino hacia el Palacio Central. Aunque no había estado aquí en mucho tiempo, sus recuerdos no estaban tan borrosos. Sayed se encontraba en un lugar al que nunca habría venido voluntariamente.
«¿Por qué tuve que venir aquí?
Justo cuando Sayed se giraba para marcharse, sintió la presencia de alguien acercándose. Para él, era inaudito no darse cuenta de la proximidad de otro. Con una alerta asesina, giró rápidamente para desenfundar su espada, pero una voz grave y agradable le interrumpió primero.
─ Si me atacas, tú también te lastimarás.
La voz era familiar y un poco más masculina de lo que recordaba. Sayed levantó la cabeza y miró a los ojos de la persona. Sí, tuvo que levantar la cabeza.
─ Así que guarda tu espada.
Cuando levantó un poco la barbilla, finalmente se encontró con los ojos violetas del otro. La altura de los ojos, que solía ser apenas más baja que la de Sayed, ahora estaba mucho más alta de lo que recordaba. Para el Sayed de veintinueve años, esta figura era familiar, pero al Sayed actual le parecía extrañamente desconocido.
─ ...Su Alteza.
Sentía algo extraño. Su corazón se apretó dolorosamente, como si el suelo bajo sus pies se hundiera. Sayed recordó inconscientemente a Lessas mirándolo fríamente, pronunciando palabras con desdén en su rostro pálido y sin emoción.
Después de medio año, Lessas tenía esa misma apariencia. Aunque algunas líneas suaves aún permanecían, casi habían desaparecido. Un hombre adulto, más alto que Sayed, lo observaba con una expresión similar a la de antes.
─ Hace mucho que no nos vemos, Archiduque.
Lessas respondió al saludo informal de Sayed. A diferencia de la última vez, cuando suplicaba convertirse en su Titer, el Lessas que veía ahora parecía muy sereno. Esta versión de Lessas, que le resultaba mucho más familiar a Sayed, debería haberlo tranquilizado, pero su corazón latía inquieto.
Aunque pensaba que no temía a la muerte, al enfrentar al Lessas que lo había matado, su interior se revolvía. El recuerdo del filo de la espada tocando su corazón invadió su mente vívidamente.
En ese momento, lo que perturbaba a Sayed al mirar a Lessas eran precisamente sus ojos. Una mirada que lo veía como una existencia espantosa, sin emoción alguna. Los ojos indiferentes de alguien que una vez lo había seguido y a quien él mismo había cuidado, eran lo que sacudía a Sayed.
Había planeado hablar de inmediato de la purificación si alguna vez se encontraban, pero al ver a Lessas así, sus dedos comenzaron a temblar. Parecía que había regresado a los horribles días en los que había matado a tantos durante su frenesí. Solo el hecho de existir le provocaba asco, y un arrepentimiento infinito brotara repentinamente.
No podía respirar. Su garganta se sentía como si estuviera llena de arena, impidiéndole respirar. Deseaba desaparecer y volver a la oscuridad donde nadie pudiera encontrarlo. Un sentimiento de culpa más aterradora que la muerte envolvía a Sayed. Los colores a su alrededor se desvanecieron, dejando solo el blanco y negro.
«Respira, necesitas respirar...»
─ Sayed.
Un calor reconfortante tocó sus mejillas. Sintió que sus vías respiratorias, que se habían estrechado, se abrían de golpe y tomó una bocanada de aire que había estado conteniendo. El mundo, que había quedado en pausa, volvió a moverse de repente. La escena iluminada del Palacio del Sur comenzó a fluir con el tiempo. El canto de los pájaros, mucho más alegre y ruidoso que en el norte, resonaba.
─ Está bien.
Aunque no podía siquiera imaginar qué era lo que estaba mal, Lessas dijo que estaba bien. Cuando Sayed recobró el sentido, Lessas estaba sosteniendo su rostro con suavidad. Una cálida sensación provenía de las firmes manos de Lessas, proporcionando un consuelo embriagador. Su mente agitada, comenzó a calmarse lentamente. Su cuerpo, que se había enfriado, se sintió revitalizado y cálido.
Nunca antes había estado tan paralizado frente a otra persona. Lo que acababa de experimentar le resultaba lamentable y humillante. Había mostrado una debilidad evidente. Y para colmo, había sido Lessas quien lo había visto así.
─ No sé de qué está hablando, pero por favor, suéltame.
Sayed giró la mandíbula para alejarse de él. En el proceso, sus labios rozaron ligeramente la palma de Lessas. El calor en sus labios era tan intenso que Sayed se estremeció y contrajo el torso. La mano de Lessas, que sostenía su mejilla, pareció temblar ligeramente. La tensión era tan abrumadora que Sayed decidió retroceder. Fue una manera de evitar tener que agarrar la muñeca de Lessas.
Con una distancia de un paso entre ellos, cayó un silencio pesado. Su resolución de pedir purificación se desvaneció. Solo tenía que abrir la boca, pero la idea de tener que tocarlo de nuevo para la purificación lo volvía loco. Por alguna razón, simplemente era algo que no podía soportar.
─ ...El banquete está a punto de comenzar, ¿por qué está aquí el protagonista?
Así que, simplemente, cambió de tema. Pero fue una mala elección.
─ Entonces, ¿por qué está aquí usted, Archiduque?
No pudo responder. Aunque esta era la residencia de Lessas, Sayed no tenía razón alguna para estar allí. Antes de que pudiera excusarse, Lessas habló primero.
─ Tú, viniste a verme.
Intentó negarlo, pero cuando sus miradas se encontraron, Sayed se quedó inmóvil. Los ojos violetas que lo miraban se iluminaron con una sonrisa radiante.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La sonrisa de Lessas no era rara, pero había desaparecido por muchos años para Sayed. Aunque había visto a Lessas sonreír a otros en el pasado, esta era la única vez que sonreía para él en mucho tiempo.
En sus recuerdos, Lessas sonreía cuando era un niño. Durante su vida anterior y la actual, nunca había visto a un Lessas adulto sonreírle, así que Sayed asumió vagamente que la sonrisa de Lessas adulto no sería muy diferente a la del niño que recordaba, si acaso se lo imaginaba.
Sin embargo, el hombre adulto que era Lessas ahora sonreía de una manera que Sayed nunca había visto antes.
Sus cejas oscuras se relajaron suavemente, y sus ojos encantadores se entrecerraron levemente. De entre sus largas pestañas, la luz del sol se desmoronaba creando finas sombras alrededor de sus ojos. Una sonrisa silenciosa se extendió lentamente por sus labios rosados.
Era extraño. Tan extraño que hizo que su pecho se sintiera frío.
El calor primaveral era inusualmente intenso para la temporada. Tal vez por la calidez que se asentaba en su cuello, su respiración se volvió irregular. Sayed se sintió incómodo con las extrañas sensaciones que le invadían. Tragó su respiración temblorosa y endureció su expresión a propósito. Se sentía como si lo hubieran tomado por sorpresa.
«¿Qué estás tramando?»
Incluso el invierno pasado, cuando pensaba que había reducido un poco la distancia entre ellos, Sayed no había visto ni el rastro de una sonrisa en Lessas. Y ahora, después de no verlo por un tiempo, cualquier afecto que Lessas pudiera haber tenido por él debería haberse derretido y desaparecido. No había forma de que hubiera mejorado.
─ No es así.
En respuesta a la sonrisa de Lessas, Sayed lo negó con una seriedad excesiva. Aunque esperaba que su reacción lo irritara, Lessas solo sonrió aún más. La curva de sus labios se hizo más pronunciada, como si algo le divirtiera.
─ ¿Archiduque, no soy yo al único que podrías encontrar aquí?
Finalmente, la risa se filtró en la voz de Lessas. Era inexplicable de dónde sacaba tanto motivo de risa. ¿No era Sayed, el Archiduque de Axid, alguien a quien todos temían y evitaban?
Se dejó llevar por palabras sin sentido que no merecían importancia. Sayed se reprendió a sí mismo y respondió bruscamente.
─ Me equivoqué de camino.
Lessas, sin embargo, no se detuvo.
─ Si alguien con tu buen sentido de la orientación se pierde, debe ser porque estaba pensando en mí y terminó aquí por casualidad. ¿No es una coincidencia maravillosa?
Sayed se quedó en silencio. Estaba a punto de darse la vuelta e irse, pero la incomprensión lo hizo formular una pregunta irreverente.
─ ¿Has estado enfermo desde la última vez que te vi?
Prefería pensar que Lessas estaba loco. Porque entonces, lo que decía no tendría ningún significado. Imaginar que Lessas seguiría comportándose así cada vez que se vieran le producía escalofríos.
Sayed hablaba en serio, pero Lessas, al escuchar su irreverente pregunta, soltó una risa. La risa baja y profunda transmitía verdadero placer. No se detuvo ahí, levantó su mano blanca y cubrió ligeramente su boca. Sayed frunció el ceño, mirándolo con una expresión amenazante, y solo entonces Lessas detuvo su risa.
─ Siempre pensé que eras hábil para ocultar tus sentimientos, pero ahora veo que eres muy malo mintiendo, Archiduque.
─ ¿Por qué te comportas así de repente? ¿Acaso has desarrollado un gusto por ser despreciado por aquellos a quien odias?
En plena temporada de flores de primavera, la voz de Sayed era fría como el hielo. Lessas, sin embargo, atravesó ese campo helado y lo miró directamente mientras respondía.
─ Nunca dije que te odiara.
Su rostro, ahora sin la sonrisa, era serio. Sayed, que estaba a punto de negarlo inmediatamente, se detuvo por un momento. Lessas había expresado decepción, pedido que no lo humillara y hecho comentarios sobre su carácter, pero nunca había dicho que lo odiara.
Aunque no parecía posible.
─ Simplemente imité la imagen que querías ver para que pudieras odiarme cómodamente.
La confesión tranquila y serena de Lessas reavivó la culpa que Sayed había reprimido. Tal como Lessas había dicho en el pasado, él no había hecho nada malo, pero fue Sayed quien cortó su relación.
Sayed todavía creía que eso era lo correcto para todos. Sin embargo, Lessas había dicho que eso no importaba. Sabía que era mentira, pero de repente, esas palabras volvieron a su mente.
─ ¿Por qué ha cambiado de opinión ahora?
─ Bueno, porque ahora me necesitas, Archiduque.
La voz de Lessas era más tranquila y segura que hacía medio año. Parecía consciente del poder que poseía. Sayed no podía contradecir esa afirmación, ya que sabía que sería una mentira, así que se quedó callado. Aunque la actitud de Lessas le resultaba extremadamente desconcertante e incómoda, no podía evitarlo solo por esa razón.
─Entonces, dime la verdad. Viniste aquí para buscarme, ¿verdad?
Mientras hablaban, Lessas, que había mantenido la distancia que Sayed había puesto entre ellos, comenzó a acercarse lentamente. La distancia se acortó rápidamente hasta casi tocarse. Un fresco aroma flotaba alrededor de Lessas.
─ Según me contó la tía Parma, no has recibido suficiente ritual de purificación de Su Alteza el Príncipe Heredero. Aunque no necesitaba escuchar eso de ella para darme cuenta.
Una sensación de cosquilleo se extendió sobre el dorso de su mano izquierda. La suave y cuidadosa caricia de los dedos de Lessas rozaba la cicatriz de Sayed. La energía de Lessas se mezcló con la sensación cosquilleante y se propagó por sus venas.
Las ondas que antes chocaban ásperamente en su interior se calmaron al sentir a Lessas. Todo el calor se concentró en el lugar donde la energía fluía. El cosquilleo se extendió por todo su cuerpo y la sed de deseo surgió. Quería agarrar esa mano blanca que lo tocaba y apretarla hasta romperla, abrazar con fuerza al hombre frente a él. Era el instinto de un Titer, no los sentimientos o la voluntad de Sayed.
{ ─ Ten cuidado con el éxtasis que te ofrecen. }
Las palabras de su madre resonaron en su mente como solían hacerlo cuando estaba a punto de entrar en una profunda purificación. Sayed odiaba este deseo que surgía entre un Titer y su Guía. Se sentía como si se dejara llevar por algo inexistente, como si fuera obligado a sentir afecto por alguien que en realidad no le importaba.
─ Ya basta por ahora.
Sayed rechazó a Lessas, apartando deliberadamente su mano con fuerza. El sonido del golpe resonó fuerte. Lessas ni se inmutó ni retrocedió, sólo miró su mano rechazada. No hubo ceño fruncido ni labios apretados como antes. Su expresión era tranquila, como si lo hubiera anticipado.
─ Entonces, ¿cuándo sería un momento adecuado para ti? Es extraño que te aguantes cuando solo con estar cerca de ti las ondas se descontrolan de esta manera.
Aunque lo había apartado a la fuerza, como dijo Lessas, necesitaba urgentemente la purificación. Solo con respirar cerca de él, su cuerpo se calmaba, y no podía imaginar cuánto se saciaría su vacío interior si pudiera frotar y morder esa piel blanca hasta hartarse.
Pero al pensar en seguir sus instintos, las palabras de Lessas sobre si había venido a buscarlo le venían a la mente. No quería dejarse llevar demasiado por él.
─ ¿Acaso Archiduque no me pediste que te ayudara a controlar tus fugas?
Era como si Lessas hubiera aprendido a manejar sus emociones, tomando las riendas con habilidad.
─ Solo estoy dispuesto a dejar que me utilices, Archiduque. Puedes hacer conmigo lo que quieras. Si necesitas mi calor, te lo daré; si quieres que te bese, lo haré cuando lo desees. Te lo dije, soy tu Guía.
Las palabras que susurraba al oído eran todas provocativas. Cuando Sayed desvió ligeramente la mirada, los ojos violetas de Lessas lo siguieron, fijos en él. La expresión de Lessas era inocente, como la de un ciervo escondido en una colina.
─ ¿El beso de la última vez no te gustó? Al menos en eso, perdóname. Fue la primera vez que probaba los labios de alguien, así que sé que no fue suficiente. Los labios del Archiduque son más dulces que las manzanas y me perdí en el momento sin saber cómo saborearlos.
Tessa: Pero Lessas... ¡aléjate de mi satanxs!
«Con esa cara, qué descaro...»
El sol primaveral, que había disminuido un poco, volvió a calentar intensamente la nuca de Sayed. Ni siquiera Aster había dicho algo así. Pensó que la astucia de Lessas no se comparaba con la de Aster, pero parecía que durante el invierno había cambiado completamente.
─ Parece que lo sabes bien. Tan torpe e inexperto que es difícil compararte con Su Alteza el Príncipe Heredero, no me resulta atractivo en absoluto.
Lleno de resentimiento, Sayed mencionó deliberadamente a Aster. Por primera vez, la expresión de calma de Lessas se desmoronó desde que se habían encontrado. El rostro blanco de Lessas se tensó por un instante. Sus cejas negras se fruncieron ligeramente y sus ojos violetas brillaron con una mirada herida.
Sayed también se sorprendió por la reacción. No esperaba que Lessas reaccionara tan fuertemente, considerando que ya no tenía motivos para sentirse inferior a Aster y que incluso antes no había mostrado signos de sentirse intimidado por él.
Tessa: ... 5mentarios
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La visión de una faceta de Lessas que Sayed creía completamente desaparecida en su infancia lo dejó momentáneamente desconcertado. Aunque intentaba burlarse de él con la seguridad de un hombre adulto, Lessas tenía apenas veintiún años. Sumando los años transcurridos, Sayed ya tenía treinta, por lo que era demasiado sincero con alguien nueve años menor que él.
Dejando de lado por un momento a Zion Sildras y la Reina Leana, Sayed decidió enmendar su error. Mencionar a otro Guía al compararlo con su propio Guía era equivalente a sopesar las habilidades de un Titer. Cada uno tenía su propio rol y poder.
─ No quise decir que no me gustara.
Acostumbrado a ignorar o menospreciar las opiniones de los demás y de sí mismo, Sayed hacía tiempo que no decía palabras reconfortantes. Sin embargo, era necesario, por lo que reprimió su vergüenza y habló con firmeza.
─ Nunca he hablado abiertamente sobre el proceso de purificación, así que fui caprichoso. Puedes ignorar lo que dije antes.
Lessas, con una expresión aún lastimada, no desvió la mirada. Su rostro pálido recuperó algo de color, aunque todavía mostraba signos de dolor. Sayed esperó pacientemente a que Lessas rompiera el silencio, incapaz de dejarlo así.
─ Como bien sabe el Archiduque... yo también soy hombre.
Entonces, Lessas susurró.
─ Es difícil contenerme cuando mencionas a otro hombre.
Tomó de nuevo la mano que Sayed había rechazado y lo atrajo hacia él con sorprendente fuerza. Su brazo rodeó la cintura de Sayed, haciéndole palpitar el corazón con la repentina cercanía. Mientras Sayed intentaba apartarse, Lessas continuó.
─ No niego que tengo menos experiencia que mi hermano. Sin embargo, fuiste tú quien vino a pedirme purificación. En lugar de herirme con palabras afiladas, enséñame.
Los dedos de Lessas entrelazaron firmemente los de Sayed.
─ Sumérgeme completamente en la forma del Archiduque. Enséñame a satisfacerte de la manera que prefieres.
Tessa: ...😳
Sus pestañas largas parpadearon con una expresión casi reverente. No entendía por qué Lessas parecía más interesado en lo que Sayed deseaba que en lo que él mismo quería. Siendo ahora alguien que no necesitaba nada, se comportaba como en el pasado, mirándolo con la misma devoción. Aunque hace unos momentos parecía una persona completamente diferente, ahora Lessas se parecía mucho a quien había sido antes.
─ No hay otra manera. Ahora que el Archiduque ha vuelto a mí, nunca más me dejará atrás. Así que domestícame a tu manera.
No tuvo tiempo para rechazarlo. La paz que era difícil de rechazar llegó a través de la mano que lo sostenía. Lessas absorbió las ondas que querían liberarse violentamente y, a su vez, inyectó su energía para deshacer las ondas enredadas de Sayed. Una sensación refrescante se extendió por todo su cuerpo y el dolor también se desvaneció.
Todo su cuerpo, que había estado en tensión, se relajó. Los nervios afilados finalmente pudieron descansar, aliviándose. Al parecer, los efectos secundarios que había estado soportando a la fuerza eran considerables, y cuando la abrumadora energía de Lessas lo invadió, Sayed sintió que su cuerpo se aflojaba ligeramente.
En ese momento, surgió el deseo de apoyarse en él por un momento. Como si lo hubiera notado, el brazo de Lessas apretó su cintura. Aunque el cuerpo de Sayed parecía esbelto, tenía una constitución que el ahora adulto Lessas podía abrazar. El brazo que sostenía firmemente la cintura de Sayed temblaba y se estremecía levemente.
Sayed observó a Lessas atentamente. A pesar de haber pronunciado esas palabras con tanta habilidad, el hecho de que temblara en cada punto de contacto hacía que se sintiera inquieto.
Sin embargo, sus miradas no se desviaban. Ambos se miraron en silencio mientras Sayed reflexionaba sobre las palabras de Lessas. Aunque hablaban de la purificación, para un extraño, podría sonar como una confesión.
No era algo difícil de entender. Desde su nacimiento, Lessas había sido comparado y despreciado por Aster, y crecer así debía ser molesto de muchas maneras. Es natural que quisiera demostrar que podía hacer mejor el papel de Guía que Aster. Tener ese tipo de competitividad era mejor que no tenerla.
─ Aunque digas eso...
Pero Sayed no tenía intención de dominar a Lessas según sus deseos.
─ No tengo la inclinación de domesticar lo que pertenece a otros. Al final, tu manera sería la manera de Zion Sildras.
Aunque necesitaba la purificación y tendría que estar en contacto con Lessas hasta cierto punto, como había dicho, no tenía la inclinación de tocar lo que pertenecía a otros. Durante el invierno, Lessas seguramente había intercambiado purificaciones con Zion Sildras incontables veces, y no quería interferir con el método de aquellos que pronto serían amantes.
Aunque no le gustaba Zion Sildras, sabía bien, por su madre, lo doloroso que era recibir purificación de alguien que tenía un amante. A pesar de su naturaleza tortuosa, no disfrutaba de eso.
─ No necesitas preocuparte por Zion.
Sin embargo, Lessas habló suavemente sin mostrar signos de preocupación.
─ Nunca me he preocupado por él.
─ Por nuestra última conversación, estoy seguro de que no quieres ver a Zion. Si el sentimiento es similar al que yo tengo hacia mi madre, tampoco deseo traer a Zion ante ti. No quiero hacer nada que el Archiduque no desee.
Era extraño escuchar esto cuando ya estaba decidido que Lessas sería el Guía de Sildras. Viendo lo que sucedió durante el invierno, era obvio lo que se anunciaría en el banquete de hoy.
─ Su Alteza, Sildras necesita un Guía. Yo tampoco le he pedido que sea mi Guía. Esto es suficiente para mí.
Lessas había repetido innumerables veces que no podía ser el Guía exclusivo de Sayed. No podía entender por qué insistía en esto.
─ No me gusta.
─ ¿Sildras no es su antiguo amigo?
─ Solo tengo una deuda con Zion.
«¿Una deuda?»
Frunció el ceño, preguntándose qué tipo de transacción podría haber entre ellos, y Lessas habló con firmeza.
─ Como dijiste, mientras el bosque exista, tengo que cumplir mi deber de Guía con otros.
La distancia entre sus rostros, que había mantenido cuidadosamente, comenzó a acortarse. Cuando Sayed intentó retroceder ligeramente, Lessas lo jaló hacia adelante, inclinando su cabeza.
─ El Archiduque es una persona más atada a su deber que nadie. Así que decidí eliminar las razones por las que no puedo estar a tu lado.
Sus narices rozaron ligeramente. La nariz alta y recta de Lessas era sorprendentemente suave y cálida. Con los labios casi rozando, Lessas susurró.
─ Voy a destruir el bosque.
Fue una decisión firme, sin una pizca de duda. Aunque era lo que deseaba el rey, la intención de Lessas era infinitamente diferente. Sayed parpadeó, sorprendido por lo inesperado de sus palabras.
Los labios de Lessas tocaron los suyos suavemente y se apartaron.
─ Nos vemos en el banquete, Archiduque Sayed.
Tal vez anticipando una reprimenda, Lessas soltó los brazos que lo habían mantenido atrapado todo el tiempo. Se retiró en silencio, tal como había aparecido, sin dar oportunidad a Sayed de perseguirlo y recriminarle lo que hacía. Sayed frotó sus labios con el dorso de la mano. El lugar donde los labios de Lessas habían rozado seguía cosquilleando, como si una brizna de hierba lo hubiera acariciado.
Por más que intentara borrarlo, la sensación permaneció en sus labios como una sombra, molestándolo mientras se preparaba para el banquete.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
El festival de agradecimiento comienza al mediodía, cuando el sol está en su punto más alto. Al atravesar en línea recta el denso bosque que rodea las murallas del palacio, se llega a la plaza de la festividad, donde el rey y la reina anuncian el inicio desde la torre del reloj de sol.
La planificación del festival de agradecimiento, incluyendo las decoraciones de flores frescas y las esculturas, tradicionalmente correspondía a la reina. La plaza de la festividad, situada cerca del palacio, solo se abría en periodos especiales. Allí, la reina solía realizar ensayos constantes acompañada de sus caballeros.
Además, ese era el lugar donde se decía que la madre de Sayed había perdido el control.
Sayed no participó en el festival de agradecimiento durante el día. Más bien, no podía. La reina, aún sin olvidar las pesadillas de años anteriores, le había enviado una carta "solicitando su comprensión" y restringiendo sus salidas. Como no era algo que deseaba de todos modos, Sayed pasó el día en la biblioteca del palacio.
En realidad, la biblioteca del palacio estaba estrictamente prohibida para aquellos que no pertenecieran a la realeza. Los Titers tenían derecho a solicitar acceso, pero generalmente no se les concedía sin una razón especial. Dado que la biblioteca contenía muchos libros sobre la historia y el poder de la familia real, se tomaban precauciones.
Sin embargo, esas restricciones no eran un obstáculo para Sayed. Se escabulló en la biblioteca oculto en las sombras. Aunque no pudo investigar a fondo debido a los bibliotecarios que merodeaban, logró hojear cientos de libros y llevarse algunos con títulos que le parecían interesantes.
Sin ser visto por nadie, Sayed regresó a sus aposentos en el ala norte. Tenía que asistir al banquete de la noche, así que debía fingir que se estaba preparando. Al entrar en la habitación oscura y silenciosa, notó la presencia de un invitado. Una leve presencia, difícil de detectar para la mayoría, se escondía junto a la ventana.
─ ¿Has encontrado al testigo, Tiaki?
La sombra negra en la ventana se reveló lentamente ante las palabras de Sayed. Un hombre con el pelo corto y una mirada afilada echó un vistazo alrededor y levantó ambas manos en señal de rendición.
─ No importa cuántas veces lo vea, el poder de mi empleador siempre me pone la piel de gallina. Hablar con un fantasma es bastante inquietante, así que, por favor, salga de una vez.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed utilizó su habilidad para formar una figura a partir de la oscuridad. Tiaki rió al ver cómo desaparecía y reaparecía como si se hubiera fundido con las sombras.
─ Pensé que nadie podría igualarme en Solias, pero veo que un verdadero Titer es diferente. Con esa habilidad, si hubieras sido un asesino, no quedaría nadie vivo en el reino.
─ Deja de hablar tonterías y ve al grano.
─ Tengo noticias, por eso he mostrado mi cara.
Al recibir una respuesta a su pregunta sin expectativas, los ojos de Sayed brillaron. Se acercó a Tiaki con paso firme, y este intentó calmarlo.
─ No es algo concreto todavía. Pero hemos encontrado rastros de personas que estuvieron en la plaza del festival "ese día". Han estado escondidos aquí y allá, así que llevará tiempo. Uno de ellos parece ser similar a alguien de la guardia real, por eso vine a informarte.
Tiaki era el líder de una organización formada por individuos considerados indeseables en Solias. Sayed descubrió su existencia poco antes de morir, mientras buscaba a Niera durante el día en que Lessas apareció en Tarkan. En el proceso de encontrar testigos, Sayed se encontró con la organización de Tiaki, "Desertus", y recibió su ayuda.
Los miembros de Desertus eran personas nacidas de manera ilegítima. Los Titers controlaban rigurosamente su linaje y registraban todo en el reino, pero no todos los Titers nacían siendo nobles y honestos. Algunos bastardos nacían con poderes inestables y usaban sus habilidades en secreto. Estos individuos, incapaces de ser registrados en los libros genealógicos como parientes lejanos de los Titers, vivían escondidos y ganaban dinero de manera clandestina.
Tiaki tenía un subordinado que podía leer los recuerdos grabados en los objetos. Esta habilidad, heredada de manera inestable, no siempre era utilizable y, a veces, causaba graves efectos secundarios, lo que retrasaba la investigación. Afortunadamente, estas personas no generaban ondas inestables lo suficientemente fuertes como para perder el control.
Sayed, basándose en recuerdos del pasado, localizó su base y se acercó primero. Operaban principalmente en la capital, y Sayed logró obtener la cooperación de Tiaki a cambio de cumplir con sus condiciones. Tiaki deseaba que su existencia fuera reconocida abiertamente. No quería vivir escondido bajo tierra como parte de Desertus, sino revelar al mundo que existían seres como ellos.
Era algo que no podían lograr por sí solos. Revelar su existencia sería visto como una mancha en la reputación de los Titers y su perfección inhumana, lo que provocaría la represalia de la familia real y los Titers. Sin embargo, si Sayed, siendo un Titer, se involucraba, la historia sería diferente.
En el pasado, Sayed le dio gran importancia al hecho de que Aster confiara en él y hablara en su nombre. Creyó en sus palabras de que esclarecería la inocencia de su madre y restauraría su honor, y por eso Sayed se dedicó a las tareas que le asignaron bajo el mandato de Aster. Sin embargo, al final, todas esas tareas eran cosas que Sayed mismo tenía que haber hecho. En ese entonces, estaba perdido y no sabía cómo proceder. Mirando hacia atrás, se dio cuenta de lo increíblemente ingenuo que había sido. Incluso después de experimentar en carne propia que no debía confiar en las personas, aún trató de depender de otros.
─¿Sabes a qué unidad de la guardia pertenece?
─ Tenía un nombre muy gracioso, algo como la Bendición de las Estrellas. Busca a alguien con cabello rojo allí.
─ La Bendición de las Estrellas es la unidad más numerosa de la guardia. Necesito información más detallada.
─ ¿Nada de elogios por un hallazgo tan importante, solo críticas?
─ ¿Qué quieres?
Si se trataba de dinero, Sayed tenía de sobra y podía dárselas, pero cualquier otra cosa era prematura. Los deseos de Tiaki tendrían más peso cuando la inocencia de la madre de Sayed fuera probada. Si se lograba exponer las fallas de Sildras y la reina, eso fortalecería la posición de Prosius y, por ende, la influencia de Sayed.
Aunque fuera cierto que su madre había perdido el control, Sayed estaba preparado para aceptarlo. Sin embargo, solo quería conocer la verdad desde la perspectiva de un testigo presencial. Una vez que descubriera la verdad, encontraría la manera de cumplir el deseo de Tiaki. Por ahora, debía empezar por darle algo que él deseara.
─ Nosotros también queremos experimentar eso de la purificación.
Pero la demanda de Tiaki era inesperada. Cuando Sayed levantó una ceja, Tiaki lo repitió seriamente.
─ Aunque tengamos estos poderes, son derivados de los Titer, y todos sufrimos de insomnio o algo similar. No sabemos lo que es sentirse completamente renovado. Tú también lo sabes.
─ La purificación solo es efectiva si hay compatibilidad con el guía. No sabemos si alguno de los miembros de la realeza será compatible con ustedes, y ¿quieres que los traiga para purificarlos?
─ Hay alguien que puede hacerlo sin necesidad de compatibilidad, ¿no? El príncipe del que hablan los rumores.
Sayed cerró los ojos lentamente. Parecía que el dolor de cabeza, que había desaparecido al encontrarse con Lessas, volvía de repente.
─ He oído que es extraordinario. Dicen que simplemente estando cerca de él, uno se siente mejor. Para nosotros, que ni siquiera somos verdaderos Titer, eso sería más que suficiente.
Tiene sentido, pero para ello, las actividades de Sayed quedarían expuestas a Lessas. Revelar la existencia de Desertus a alguien más ya era arriesgado; involucrar a Lessas podría atraer inevitablemente la atención de Sildras. Desde el principio, Sayed sabía que su misión no podía compartirse con nadie. En el pasado, había cometido el error de depender de Aster y arruinarlo todo; ahora, debía soportarlo solo.
─No es tan fácil como parece. Pensaré en una manera, pero por ahora, se pospone.
─ ¿Lo prometes?
─ No he prometido nada. Solo dije que lo consideraría.
─ Piensa en nuestra posición, hemos dado sin recibir nada a cambio. Si recibimos la purificación, nuestra eficiencia en el trabajo aumentaría, podría ser beneficioso para ambos, ¿quién sabe?
Sayed sabía que recompensas y castigos adecuados eran necesarios para manejar a las personas, pero tendía a ser bastante severo. Sin embargo, al final, ese método solo generaba miedo, y no quedaba nadie a su lado.
Las palabras de Tiaki tenían lógica. Al menos, merecía considerarlo.
─ Lo consideraré.
─ Es una promesa.
En ese momento, se escucharon varios pasos en el pasillo. Por la dirección, parecían dirigirse a sus aposentos. Tiaki también lo notó y, murmurando, se giró hacia la ventana abierta.
─La próxima vez, será un intercambio.
Tomando el silencio de Sayed como una señal, Tiaki saltó por la ventana. Apenas se hubo escondido, los pasos se acercaron más, y se oyó un golpe en la puerta.
─ Archiduque, ¿puedo entrar? Traemos un regalo enviado desde el Palacio Central.
─ Adelante.
Al recibir el permiso, la puerta se abrió. Dos sirvientes, cada uno con una gran caja rectangular en brazos, retrocedieron al ver la oscura habitación. Sayed, acostumbrado a la oscuridad, lo había olvidado.
─ El viento apagó la lámpara. Parece que el aceite se ha acabado, revísenlo y traigan más. Dejen los regalos.
─ Sí, entendido.
Sayed decidió deshacerse rápidamente de las molestias. Al recibir su respuesta, los sirvientes dejaron la puerta bien abierta, utilizaron la luz del pasillo como guía y colocaron los regalos en la gran mesa del aposento. Mientras los sirvientes iban a buscar más aceite para la lámpara, Sayed abrió los regalos con desinterés. La caja, decorada con oro y atada con un lazo, era ligera a pesar de su tamaño. No contenía tesoros ni monedas de oro.
Al abrir la caja, encontró ropa envuelta en seda. Frunciendo el ceño, la ignoró y abrió la otra caja, que también contenía ropa. Al revisar las tarjetas incluidas, notó que los remitentes eran distintos. Curiosamente, dos príncipes adultos habían enviado ropa por separado.
─Ah...
Era una tradición que los miembros de la familia real regalaran ropa a sus Títers para los eventos, pero Sayed no había recibido tales regalos en años. La última vez que Aster le había dado ropa fue hace seis años, en la fiesta de su mayoría de edad. Había olvidado esta molesta tradición, pero lo que más le preocupaba era que Lessas también había enviado ropa.
Sayed examinó la ropa. El atuendo enviado por Lessas era un uniforme blanco adornado con hilos dorados, que no se adecuaba en absoluto a su estilo. Por otro lado, el de Aster era negro con detalles dorados, similar a lo que Sayed solía usar.
Sin pensarlo mucho, Sayed eligió la ropa enviada por Aster. Aunque rechazara la purificación de Aster, no podía mostrar una enemistad abierta hacia él. Necesitaba observar de cerca los movimientos sospechosos de Aster y, para eso, tenía que seguirle el juego.
Además, el traje de Lessas, siendo blanco, le quedaría mejor a él mismo que a Sayed. Mientras cerraba la caja, Sayed leyó de reojo la tarjeta que Lessas había incluido.
╔═ ⋆⋅✦⋅⋆ ═══════════════════
< Deberías ser más visible y amado. >
══════════════════ ⋆⋅✦⋅⋆ ══╝
El término "amado" le resultaba extraño. Después de mirarla un rato, Sayed suspiró y cerró la caja. Aunque la frase era agradable, para alguien como Sayed, un pecador, no era apropiada.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El banquete se celebró en el gran salón de baile del Palacio Central. Todo el palacio estaba iluminado con faroles esculpidos en forma de estrellas, brillando intensamente, y desde la entrada al salón de baile, la luz se difundía como en pleno día gracias a los espléndidos candelabros. Los enormes candelabros dorados, dispuestos radialmente, colgaban como flores. Las paredes de mármol blanco tenían lámparas de estrellas colocadas en lo alto, y el suelo de mármol azul oscuro mezclado con oro y blanco formaba una representación del cielo nocturno en círculos.
Los nobles, acompañados por sus sirvientes, entraban en fila. Después de que todos hubieran ingresado, los Titer entraban, seguidos por la familia real, según la tradición. Sayed, quien había llegado intencionalmente tarde al salón de espera del Palacio Central, se encontró, para su desgracia, con los Titer que no deseaba ver. Todos los Titer estaban allí, excepto él.
Justo cuando Zion Sildras se disponía a marcharse, Stella Vetria y Nova Bredhit estaban detrás de él. Al verlo, interrumpieron su conversación y se quedaron en silencio. Zion frunció el ceño inmediatamente.
─ Finalmente haces acto de presencia, Archiduque. Ya que no te veías por ningún lado, pensé que estabas planeando algo solo otra vez.
─ Evitaba tu compañía porque no quería escuchar tu voz, parece que tuve mala suerte. ─ Sayed respondió con cortesía. En el pasado, habría contestado a Zion diciendo que ladraba como un perro. De hecho, ya lo había hecho en varias ocasiones.
─ Dado que te desagrada tanto oírme, tendré que esforzarme más en hablar.
Esa era la mejor respuesta que Zion podía dar. Desde el principio, Zion no era hábil en las disputas verbales, y en el pasado, Lessas solía intervenir por él. Tal vez debido a que el anterior Duque Sildras, que había tenido a sus hijos a una edad avanzada, los había criado con mucho mimo, Zion tenía un lado ingenuo para ser un Titer.
Esa era precisamente una de las cosas que Sayed despreciaba. Como la noche que envidia al día, Sayed siempre estaba en contraste con Zion.
─ ¡Hoy estás más amable que de costumbre, Sayed! ¡Incluso respondiste a Zion!
En ese momento, Nova, quien estaba detrás de Zion, salió de repente. Nova, pequeña y con un aire de hada, era la única hija del Duque Bredhit, quien la protegía celosamente. Junto a Zion, formaba parte del grupo de personas excesivamente brillantes que Sayed encontraba molestas.
─ ¡Incluso te has vuelto más guapo desde la última vez que te vi!
Nova era una chica un año menor que Lessas, lo que la hacía casi una niña según los estándares de Sayed. Aunque este año había alcanzado la mayoría de edad, la sola idea de llevarla a la batalla resultaba inquietante.
─ ¿Dónde está tu padre, Nova?
─ Papá está discutiendo algo con Su Majestad el Rey, así que me dejó encargada de cuidarte bien, Sayed ─ Nova dijo esto mientras agitaba sus trenzas plateadas mientras juntaba las manos. Como no había tenido muchas interacciones con Sayed, en lugar de temerle, lo seguía diciendo cosas extrañas. Sin embargo, la razón por la que Nova terminó odiando a Sayed fue la muerte de Bredhit después del festival del año pasado. Todo lo que ocurrió en el bosque en ese momento fue responsabilidad de Sayed.
La chica, que había perdido a su amado padre, buscaba un culpable para su tragedia. La única persona a quien Nova podía culpar era Sayed, y en lugar de consolarla, él había hablado de la incompetencia de Bredhit. Desde entonces, cada vez que Nova se encontraba con Sayed, era una chica herida que había decidido despreciarlo. Acostumbrado a esas miradas, Sayed se sintió desorientado por la actitud animada de Nova, algo que no veía desde hacía mucho tiempo.
«No, esto es más de lo que recordaba.»
Parece que Bredhit, quien sobrevivió, le había hablado bien de Sayed a Nova. La simpatía que sentía sobre su piel era sumamente incómoda.
─ Aunque llevas tu habitual atuendo negro como la noche, el hermoso pañuelo blanco le da un toque especial... ¡Esta Nova casi se queda ciega con tu belleza, Sayed! ─ Nova se cubrió las mejillas con las manos.
Tessa: Bienvenida al team querida... Sayed "nuestro" hombre 🛐
Stella Vetria, que había estado escuchando en silencio, frunció el ceño, y Zion suspiró.
─ Por favor, Nova.
Zion, que tenía casi la misma edad que Nova, finalmente intentó detenerla.
─ Deja de decir esas cosas horribles...
─ ¿Por qué? ¿No lo ves también, Zion? Es como una hermosa rosa negra.
El mayordomo real, que se acercaba desde el salón de baile, interrumpió las extrañas palabras de Nova. Había estado gestionando los eventos con los Titers durante mucho tiempo y se mostró ligeramente sorprendido al ver reunidos a los cuatro Téteres. Sin embargo, pronto esbozó una sonrisa y les hizo un gesto para que lo siguieran.
─ Su Majestad el Rey y la Reina llegarán pronto. Por favor, entren ahora.
─ Gracias por la indicación, Luque.
Zion saludó cortésmente. Aunque era un Téter con una autoridad comparable a la del príncipe heredero, siempre mostraba amabilidad con todos excepto con Sayed, lo que le había ganado un constante afecto en la familia real. Ante el saludo de Zion, una amplia sonrisa se dibujó en el rostro del mayordomo de mediana edad.
Siguiendo su estatus, Zion encabezó el grupo junto a Luque, con Nova siguiéndole de cerca. Ignorando las repetidas miradas de Nova hacia él, Sayed se mantuvo al final de la fila, detrás de Stella.
─ ...Gracias por lo de mi madre.
Stella, que había estado caminando en silencio, habló justo antes de bajar las escaleras hacia el salón de baile. Era la primera vez que hablaban en casi tres años. Desde la última vez que se vieron, solo su madre, Selfina, había visitado el norte, y eso era todo. En el pasado, habían sido amigos íntimos que compartían sus preocupaciones, pero después de distanciarse, apenas se miraban. La última vez que se miraron fue el día que él murió.
─ Solo hice lo que era necesario. No necesitas agradecerme.
Sayed respondió fríamente, sin intención de recibir elogios. Stella, aún mirando al frente, replicó.
─ De cualquier forma, gracias a ti, mi madre está viva. También me contaron sobre lo que pasó hace unos años...
La conversación continuó mientras descendían las escaleras. Sayed sentía una extraña incomodidad al notar las miradas del público que se concentraban en ellos. Cada vez que enfrentaba una multitud, sentía que había hecho algo mal. Alguien siempre había muerto porque él no los había salvado, o porque había renunciado a ellos. Más allá de las miradas y susurros, parecía que todos incluían la palabra "demonio".
Ocultó el temblor de sus dedos cerrando el puño discretamente. La opresión en su pecho le recordaba que no merecía estar allí, luchando por reprimir el impulso de irse.
─ Entonces, si te importa, mañana o pasado, antes de regresar a tu territorio, me gustaría tomar un té contigo. Tengo muchas cosas por las que disculparme.
La voz de Stella lo sacó de sus pensamientos, desviando su atención del público. Mirando el cabello azul de Stella, vaciló un momento antes de asentir.
─ Está bien.
Finalmente, Stella se volvió hacia él. Justo al llegar al final de las escaleras, ya en el salón de baile, una fina sonrisa se dibujó en su rostro antes inexpresivo. En ese momento, Sayed sintió que las cosas eran un poco diferentes del pasado.
«Todo está bien.»
«Todavía no es demasiado tarde.»
Sayed se susurró a sí mismo. La sangre derramada en el pasado no desaparecerá, pero en el presente, aquellos que habrían muerto en sus manos aún están vivos. Reprimiendo el impulso de marcharse, Sayed se colocó en el lugar tradicional para recibir a la familia real. En el salón de baile, había tres escaleras, y desde la escalera central, reservada solo para la realeza, apareció la imagen del rey y la reina.
Junto al rey, con su brillante cabello rubio y ojos azules heredados de generaciones de Solias, estaba la reina Leana, con su llamativo cabello negro recogido en un elegante peinado. La reina, cuya piel blanca resaltaba junto a su cabello negro que hab[ia heredado a Lessas, mostraba una sonrisa más estable y feliz que antes. La razón de su alegría se encontraba justo detrás de ella.
El príncipe heredero, Aster, que siempre captaba la atención de todos, esta vez debía ceder el protagonismo. Las miradas de los nobles se dirigían hacia Lessas, quien caminaba detrás de Aster. La mayoría de los nobles no habían visto antes a Lessas, ya que rara vez aparecía en público. Apenas el príncipe de cabello negro hizo su aparición, suspiros de admiración se escucharon detrás de Sayed.
─ Así que era cierto lo que decían sobre su belleza.
─ No es exageración decir que es un hombre tan apuesto que no puedes olvidarlo ni en tus sueños.
Los elogios hacia la apariencia de Lessas no solo provenían de las mujeres. Con su agudo oído, Sayed captó de inmediato las conversaciones sobre Lessas que se esparcían por todas partes.
─ Cuando era niño, solo era hermoso, pero en estos años se ha vuelto mucho más varonil.
─ ¿Cuándo viste tú al príncipe para decir eso?
─ Lo vi en la finca del Archiduque de Sildras.
Las conversaciones de las decenas de personas llenaban el salón. Aquellos que deseaban estar cerca de él, quienes alababan su belleza y los rumores sobre el nuevo pretendiente al trono eran imposibles de ignorar.
Dondequiera que fuera, siempre se hablaba de Lessas. Era como si el destino evitara que Sayed dejara de pensar en él.
Lessas, junto a su hermano menor y segundo hijo de la reina, el príncipe Riley, se colocaron frente a los Titer. El rey, con una sonrisa benévola, miró a todos los presentes y comenzó a hablar para inaugurar el evento. La sala se quedó en silencio.
─ Como todos los que están aquí ya saben, recientemente ha surgido una gran luz en el cielo de Solias. Mi segundo hijo, Lessas, finalmente ha revelado el poder que se le otorgó el invierno pasado. Esta reunión no solo es para celebrar este acontecimiento, sino también para anunciar un asunto de gran importancia que ocurrirá en el futuro.
Siguiendo la señal del rey, Aster y Lessas avanzaron. La mirada de Sayed, que estaba fijada en el rey, se cruzó momentáneamente con la de Lessas. Los ojos de Lessas, que sonreía suavemente ante la audiencia, se oscurecieron ligeramente al encontrarse con los de Sayed, como si lo hubiera estado esperando. Las miradas se entrelazaron.
─ Después de esta celebración de agradecimiento, he decidido eliminar el bosque que rodea el país por la mayor gloria y seguridad de Solias. Mis dos hijos serán la luz que disipe la oscuridad en mi lugar. El futuro de Solias ahora depende de ellos, así que por favor, recen con bendiciones.
El salón de baile se llenó de murmullos tras la declaración del rey. Parecía que ni siquiera los Titers esperaban sus palabras, y Zion también miraba sorprendido al rey. Sayed, incapaz de parpadear, se vio atrapado por los intensos ojos violetas que lo observaban fijamente.
{ ─ El Archiduque es una persona más atada a su deber que nadie. Así que decidí eliminar las razones por las que no puedo estar a tu lado. }
Cuando escuchó estas palabras por casualidad durante el día, no les dio mayor importancia. Al final, era algo que alguien tenía que hacer y era un deseo del rey, así que pensó que eventualmente sucedería.
{ ─ Voy a eliminar el bosque. }
Sin embargo, el momento era demasiado temprano. No había previsto que la investigación del bosque, que en su memoria sucedía cuatro años más adelante y se llevaba a cabo antes de su muerte, se adelantaría tanto. Desde su regreso, estaba claro que el pasado había cambiado, y hoy, en este lugar, la trayectoria había sido completamente alterada.
«¿Y si mis decisiones han sido erróneas?»
Sentía como si hubiera dejado un camino claro para adentrarse en un bosque nevado sin saber a dónde ir. En esta situación, donde no podía ver más allá y no sabía cuál era el "camino correcto", Sayed se sintió repentinamente abrumado. No podía prever qué tipo de futuro crearía esta situación, provocada por los brillantes y misteriosos ojos violetas que lo observaban.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El comienzo del baile marcaba oficialmente el inicio del banquete. Tras la primera danza del rey y la reina, el príncipe heredero tomaba el relevo, y luego todos se mezclaban para bailar. El príncipe heredero bailaba con la hija del marqués de Saclani, con quien estaba comprometido desde la infancia.
Uno de los motivos importantes por los cuales Aster había mantenido su posición incluso después del despertar de Lessas era el marqués de Saclani. La familia del marqués de Saclani era una casa noble que había mantenido su título desde la fundación del reino, exceptuando el título de Archiduque que pertenecía a los Títers. Habían heredado la posición de ministro de finanzas durante generaciones, y su red de suministro era tan amplia que, excepto en el norte, era imposible distribuir aceite sin su intervención.
Aunque Niera apareciera durante las noches de invierno como un demonio, incluso los Niera de menor rango podían ser ahuyentados con grandes fuegos. Para mantener grandes y sostenidos fuegos, era necesario usar aceite, y la tierra de Saclani, que originalmente poseía enormes granjas, se hizo rica suministrando grasa animal.
Con el tiempo, la familia Saclani inventó métodos para extraer aceite de plantas, aumentando su suministro y expandiéndose a otros campos. Como los Títers no podían proteger todos los rincones del bosque, el fuego se convirtió en un símbolo esencial para todos. El apoyo del marqués de Saclani a Aster también le aseguraba el respaldo de los nobles de alto rango, alineándose con el deseo del rey de que el país pudiera ser defendido sin la ayuda exclusiva de los Títers.
Naturalmente, Sayed no era bien recibido por el marqués de Saclani. Que un Títer tuviera cualquier tipo de contacto ambiguo con el prometido de su hija no era algo que un padre disfrutara. Charlotte Saclani siempre reaccionaba mal ante la presencia de Sayed, y en esas ocasiones, Sayed solía retirarse.
Aster, observando a Sayed de reojo, sonreía mientras conducía a Charlotte en la danza. Describiendo un círculo perfecto, pasaron junto a Sayed. La mirada de Charlotte se endureció aterradoramente al cruzarse con la de Sayed, y en su expresión se reflejaban los gritos desgarradores que una vez pronunció:
{ ─ ¡¿Por qué su alteza muestra misericordia a ese demonio?! ¿¡Pretende tocarme con las manos que lo han tocado a él!? }
Aunque Aster no dijo nada, Sayed retrocedió por costumbre. Desde un momento que ya no recordaba, Sayed había sido una figura temida y maldita por todos, excepto por Aster, y estar entre tanta gente le resultaba incómodo.
Como en el pasado, Sayed decidió retirarse. Navegando a contracorriente entre las personas que buscaban pareja para el baile, se dirigió hacia la salida del salón. Habiendo cumplido con su deber de mostrar su rostro, ahora planeaba buscar al caballero de cabello rojo que Tiaki había mencionado.
─ ¡Señor Sa-yed!
Sin embargo, un oponente inesperado lo detuvo. Ante el llamado claro que no podía ignorar, Sayed se dio la vuelta y vio a Nova corriendo hacia él con el rostro sonrojado. No podía negar que, como la hija de Bredhite, con su pequeña figura, era más rápida que muchos animales.
─ ¡Bailemos!
Pero llegó tan apresuradamente que uno de sus zapatos rosados se salió. Aunque logró mantener el equilibrio y no caer, los nobles cercanos observaron toda la escena. Sayed bajó la mirada hacia el zapato de cinta que había aterrizado frente a él.
─ ¿Cómo es que la señorita de Bredhite se comporta de manera tan diferente?
─ Si no fuera una Títer, no habría podido ni poner un pie aquí.
─ ¿Será por eso que aún no ha tenido su presentación en sociedad?
Estos murmullos eran lo suficientemente claros para que tanto Sayed como Nova los escucharan. La expresión de tristeza apareció en el pequeño rostro de Nova. Aunque para muchos hombres resultaba adorable, Sayed sabía lo que significaba esa expresión.
─ ...En pocos minutos, va a causar un alboroto.
A pesar de su apariencia de hada, Nova nunca se contenía, y solía causar problemas, lo que había llevado al duque de Bredhite a no presentarla aún en la sociedad. Así que, en cierto modo, lo que decían los nobles no era del todo incorrecto.
Si se metía en una trifulca, solo atraerían más atención. Era mejor calmarla y retirarse. Sayed decidió intervenir antes de que Nova, en su enojo, rasgara los vestidos de las mujeres con el viento. Como había previsto, los ojos verdes de Nova comenzaban a brillar de manera extraña, y las puntas de su cabello trenzado se movían suavemente con una brisa repentina, señal de que estaba a punto de usar su habilidad.
─ Nova, dame la mano.
Sayed, inclinándose para recoger el zapato, se acercó y le extendió la mano. Los ojos brillantes de Nova recuperaron su color natural de inmediato. Con el rostro aún sonrojado, Nova extendió la mano.
─ ¿Finalmente te has decidido a bailar con la pequeña y encantadora Nova?
─ No.
Sayed la tomó de la mano con una firmeza moderada, inclinando su torso y doblando las rodillas parcialmente. Colocando el zapato frente a ella, la miró y dijo con firmeza.
─ Póntelo rápido.
Fue una frase tan baja que solo Nova pudo oírla, pero extrañamente, en ese instante, todo alrededor se quedó en silencio. Parecía que todos habían cerrado la boca, ya que no llegaba ningún sonido a sus oídos. En cambio, sentía miradas desconocidas dirigidas hacia él. Evidentemente, su presencia resultaba intimidante. Dado que estaba a punto de irse, Sayed quería calmar a Nova lo antes posible.
Sayed, Nova se siente como si fuera a desmayarse... ¡Nunca pensé que vería al señor Seyad mirando hacia arriba en mi vida!
Sayed ejerció una presión silenciosa. Aunque Nova tenía la costumbre de soltar cualquier cosa que se le ocurriera, solía obedecer bien a Sayed. Ella frunció los labios mientras se ponía el zapato, pero lo hacía demasiado despacio.
─ Sabes que siempre he sido un poco lenta, ¿verdad, señor Sayed?
Sayed esbozó una sonrisa irónica, reconociendo la intención obvia de Nova. Considerando que ya era suficiente, se enderezó. Alzó la cabeza para retirar la mano que Nova sujetaba con fuerza, pero sus ojos se encontraron con los ojos violetas que estaban detrás de ella. Lessas, sin que nadie se diera cuenta de cuándo había llegado, miraba fijamente las manos entrelazadas de Sayed y Nova. Su rostro pálido no mostraba ninguna expresión.
─ ¿...Su Alteza?
Por un momento, Sayed pensó que era una ilusión. Hasta hace poco, Lessas había estado rodeado por tantos nobles que apenas se le distinguía. Apenas se había visto su cabeza asomando, así que pensó que sería así toda la noche.
─ Sí, Archiduque.
Lessas respondió tranquilamente, como si siempre hubiera estado allí.
─ ¡Ah, Su Alteza Lessas!
Sorprendida por las palabras de Sayed, Nova se giró rápidamente y le hizo una reverencia. Sus grandes ojos verdes estaban llenos de curiosidad.
─ ¿Qué hace aquí?
─ ¿Y tú, Nova, por qué estás aquí? ¿No ibas a bailar con Zion?
Lessas solo le hablaba de manera informal a Zion. Animada por la voz amable de Lessas, Nova respondió con confianza.
─ Cuando le dije a Zion que iba a bailar con el señor Sayed, se enfadó y se fue con Stella. Estaba a punto de pedirle un baile al Archiduque.
Lessas sonrió en silencio al escuchar la respuesta de Nova. Era una sonrisa ligeramente diferente a la que Sayed había visto hoy. Estaba acostumbrado a mostrar esa sonrisa a los demás, pero ahora tenía un matiz diferente.
Tessa: Celos de tus ojos porque miras a otra chica, tengo celos... ☜(゚ヮ゚☜)
─ Disculpa a la joven duquesa, pero tengo un compromiso previo con el Archiduque, así que tendremos que posponerlo.
─ ¿En serio? ¿Cuándo?
─ Es un secreto.
Sayed estaba realmente confundido. En algunos momentos, Lessas parecía el mismo que conocía, pero en otros, mostraba una faceta nueva, mintiendo con tal facilidad. No sabía si había cambiado en los últimos seis meses o si el Lessas que no lo odiaba siempre había sido así. Lo único seguro era que no tenía idea de cómo reaccionar.
─ Yo nunca...
Lessas se acercó y le susurró al oído.
─ ¿No querías salir de aquí?
Era cierto. Cuando sus labios se cerraron, Lessas apartó suavemente la mano de Nova que agarraba a Sayed.
─ Zion ha estado deseando bailar contigo, así que por favor ve a mostrarle tu cara.
─ Como lo pide Su Alteza, lo haré. ¡Pero cuando regrese, definitivamente bailará conmigo, Sayed!
Nova, alegre pero decidida, se despidió de Sayed con una mirada anhelante. Aunque había cuidado de Nova cuando era pequeña, no la había visto desde que rompió todo contacto con los demás, y nunca había imaginado que se convertiría en una chica tan audaz. Pensó que había cometido errores tan graves que incluso esta chica, que una vez le había mostrado afecto, lo despreciaba ahora.
─ ¿Vamos, Archiduque? Si seguimos aquí, temo que tu rostro se desgaste.
Al observar el entorno, Sayed notó que la multitud se había duplicado desde la aparición llamativa de Nova. La mayoría parecía haber seguido a Lessas.
─ Si salimos juntos, no será beneficioso para Su Alteza. Además, ¿no está la reina también aquí?
─ ¿El Archiduque se preocupa por mí?
«Esto es desesperante.»
Para evitar que Lessas interpretara sus acciones como quisiera, Sayed se giró y salió del salón de baile. Al llegar al pasillo, una suave brisa nocturna soplaba a través de las ventanas arqueadas. El frescor era un alivio para Sayed, acostumbrado al frío.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Desde el pasillo silencioso, se escuchaban los pasos de alguien que seguía a Sayed. A un ritmo calmado y constante, mantenía la distancia sin alejarse demasiado.
Sayed caminaba sin rumbo fijo, buscando el lugar donde menos se percibieran rastros de personas, y acabó llegando al jardín. Usualmente, los jardines cerca del salón de baile eran lugares de encuentro secreto, pero este estaba inusualmente tranquilo, lo que indicaba que probablemente era un lugar restringido. Aparte del palacio de Aster y el palacio sur de Lessas, Sayed no conocía bien la estructura de la realeza. Al ser lugares obvios, conocía pocas áreas del enorme palacio.
─ Parece que el Archiduque tiene una habilidad especial para seguir mis huellas.
Cuando Sayed se detuvo al ver los árboles alineados del jardín, Lessas habló en el momento justo. Al volverse, vio a Lessas, que estaba a contraluz de la luna nocturna, observándolo en silencio. En el corto tiempo que llevaban juntos, Sayed se había acostumbrado a que Lessas siempre lo mirara así cada vez que se encontraban.
─ ¿De qué hablas?
─ Me preguntaba cómo supo que este es mi nueva residencia y por qué vino por este camino.
Sayed recordó entonces que el regalo de Lessas había llegado desde el palacio central. La confusión del día se sobrepuso momentáneamente.
─ Entonces, ¿por qué estabas allí?
─ Bueno...
Lessas se acercó lentamente. Sayed, por instinto, intentó retroceder, pero su espalda chocó contra un alto seto del jardín. El seto, más alto que Sayed, rodeaba el jardín como una pared verde.
─ Te estaba esperando, Archiduque. No te he visto en medio año. Tan pronto como supe que finalmente me necesitabas, pasamos demasiado tiempo separados.
Quizás por la tensión acumulada durante su conversación anterior, en lugar de refutar una a una las palabras inquietantes de Lessas, Sayed decidió preguntar por la razón de su comportamiento.
─ ¿Qué quiere de mí, su Alteza?
Aunque no confiaba en él, parecía que Lessas quería regresar a la relación que tenían antes. A pesar de sus afirmaciones de que detestaba a la reina, había rechazado a su madre y se aferraba a Sayed. Cuando mencionó su relación con Zion Sildras, proclamó su intención de destruir el bosque.
Lo que Sayed no podía entender era qué ganaría Lessas al restaurar su relación con él en este momento. Aunque reconocía que había sido una relación valiosa y que esos tiempos habían dejado una profunda huella en su corazón, eran cosas del pasado, de hace varios años.
En el tiempo que se trataban como familia, Sayed había sido muy cruel con Lessas. Lo ignoraba frecuentemente y lo insultaba según los deseos de Aster. Incluso ahora, tras haber despertado nuevamente en este momento gracias a algún poder increíble, Sayed ya le había causado mucho dolor a Lessas.
Después de haber sido tan despreciado y humillado, su relación debería haber sido peor que la de personas como Nova o Stella. Zion Shieldras tenía toda la razón en sospechar y desconfiar.
─ Recuerdo haber sido su compañero de juegos en su infancia, Alteza. Sin embargo, como usted dijo, corté nuestros lazos y he actuado irrespetuosamente durante mucho tiempo al servir al príncipe heredero. Hasta hace apenas medio año, usted me miraba con recelo y despreciaba todas mis acciones, ¿no es así?
Últimamente, Sayed había confesado sus verdaderos sentimientos en varias ocasiones, pero nunca había hablado tan extensamente. Lessas, que escuchaba en silencio, respondió sin dudar, como si la pregunta fuera obvia.
─ Porque me gusta, Archiduque.
Su voz tranquila y su expresión serena hacían que pareciera una broma ligera.
─ Cada vez que lo veía, esperaba y me decepcionaba porque no me gustaba ver un comportamiento que no coincidía con el archiduque que conocía. Todas mis acciones se basaron en las palabras amables del archiduque, pero usted dejó de seguir esos principios.
─ El comportamiento que usted ha visto es quien soy. Las personas cambian, Alteza.
─ Y el Archiduque ha vuelto a ser la persona que yo conocía.
─ No, yo solo...
Las palabras "no quiero seguir siendo una fuente de dolor" quedaron atrapadas en la punta de su lengua. Lessas, como si leyera esos sentimientos, habló con ternura. Aunque no sonreía, se sentía así.
─ Pensándolo bien, el Archiduque siempre ha sido la persona que conozco. Solo que yo no lo sabía. No sabía que el archiduque estaba sufriendo tanto por las personas que estaban a mi lado.
Y fue lo que dijo Lessas a continuación lo que finalmente rompió la muralla que Sayed había construido con tanto esfuerzo.
─ Perdón.
Aunque solo Sayed se había encargado de causar dolor, las palabras de disculpa salieron de la boca de Lessas. Sayed frunció sus cejas profundamente y cerró la boca. Con los labios firmemente apretados, luchaba por contener su respiración temblorosa.
Una sola palabra.
Apenas esa única palabra rompió silenciosamente el nudo que había estado creciendo dentro de Sayed. Lo que parecía más duro que una roca y que no mostraba signos de romperse, ahora tenía una pequeña grieta. La luna, tan brillante que dolía mirarla, brillaba sobre la cabeza de Lessas. La luna marfil, tan cercana como para tocar el jardín, parecía como aquella noche en que se conocieron por primera vez.
─ No me importa cuál sea la razón por la que te acercaste a mí de nuevo. Me necesitas, y nuestras vidas están destinadas a entrelazarse más y más en el futuro...
Lessas, acercándose suavemente, extendió la mano hacia Sayed.
─ ¿Hacemos las paces ahora?
La mirada amable de Lessas parecía acariciar a Sayed, implorándole que aceptara su mano. Sayed observó la mano que solo esperaba, sin prisa.
Sayed sabía mejor que nadie lo difícil que era volver a tender una mano que había sido rechazada. Había perdido muchas relaciones por no hacerlo. La razón por la cual había muerto solo al final era porque su corazón nunca había aprendido a perdonar como el de Lessas ahora.
Sin duda, se sentía agraviado y no lo olvidaba, pero no podía seguir odiando a todos. El final de ese camino era demasiado egoísta y miserable.
«¿Será correcto tomar esa mano?»
No sabía cómo avanzar en este pasado y presente que ya habían comenzado a cambiar irreversiblemente. Sin embargo, así como había sentido en su corazón que Aster nunca se había preocupado por él, también sabía en su corazón que Lessas lo apreciaba.
Siempre lo supo. Aunque ya no podía estar seguro de nada respecto a Lessas, sabía que hasta el último momento, antes de rendirse, Lessas no había olvidado su vínculo con Sayed.
Sayed simplemente no quería mirar atrás y enfrentarse a sí mismo por haber elegido odiar al joven a pesar de saberlo. Enfrentar sus propios sentimientos vergonzosos era dolorosamente humillante.
─ No es correcto hablar de hacer las paces cuando nunca peleamos.
Sayed respondió, esforzándose por tragar la fría y abrumadora emoción que lo invadía.
─ Fui yo quien levantó las espinas, así que soy yo quien debe retirarlas. No necesita disculparse, Alteza.
Como había dicho Lessas, estaban destinados a verse antes de la destrucción o de que el bosque desapareciera. Por mucho que Sayed intentara alejarlo, si Lessas había decidido seguir actuando de esta manera, tendría que encontrar un compromiso necesario en lugar de obstinarse con su rigidez.
No hay necesidad de hacer de Lessas un enemigo. Ahora Sayed no tenía razón para odiarlo.
─ Seré menos grosero que antes. Por ahora, por favor, confórmate con eso.
No era fácil que los sentimientos entumecidos durante tanto tiempo regresaran de golpe. Expresar esas ligeras emociones que apenas surgían a través de las grietas del nudo endurecido era lo mejor que Sayed podía hacer en ese momento. Sin embargo, parecía que eso era suficiente para Lessas, quien mostró una sonrisa juvenil en su rostro previamente inexpresivo.
─ Entonces, toma mi mano.
Los dedos temblorosos de Lessas instaban a Sayed. Lo que antes se hacía sin pensar por la reconciliación, ahora se sentía como un acto incómodo. Pero al pensar en Lessas nuevamente como un hermano menor al que debía cuidar, la sensación de incomodidad en su pecho se desvaneció, y se sintió mucho más tranquilo.
Sayed tomó la mano en silencio. La mano blanca y suave ciertamente se sentía más grande y fuerte en comparación con el invierno pasado. Ahora, por fin, se dio cuenta de que algo estaba cambiando.
No sabía si era lo correcto, pero no se sentía mal ver que una relación que pensaba irreparable estaba siendo restaurada.
Con la sensación de que una parte enredada de su vida se había desenredado, la tensión que había mantenido desde el comienzo del baile comenzó a aflojarse lentamente. Y, curiosamente, parecía que Lessas, quien había pedido que le tomara la mano, ahora se tensaba como si sintiera lo mismo que Sayed.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Algunas emociones son fáciles de contagiar simplemente al compartir el mismo espacio, así que Sayed también se dio cuenta de la mano que sostenía. De todos modos, había cumplido con lo que Lessas quería, algo parecido a un apretón de manos, así que pensó que ya podía soltarlo. Sin embargo, Lessas no lo soltó.
─¿No es suficiente con esto?
Lessas, que estaba mirando la mano que sostenía, levantó la cabeza. Con el rostro inexpresivo, negó con la cabeza.
─ ¿Olvidaste que prometiste bailar conmigo?
─ Pensé que eso era una broma.
─No, lo decía en serio. Prometiste que cuando me convirtiera en adulto, bailarías conmigo en un baile.
Lessas recordó un evento de su infancia. Sayed, consciente de lo importante que era ese tiempo para Lessas, no podía ignorarlo. En realidad, también recordaba esa promesa. Pero no le veía el sentido.
─ Bailar entre hombres no es muy divertido. Es más placentero marcar el ritmo con una dama.
Ante sus palabras, Lessas abrió los ojos de par en par, como si estuviera profundamente sorprendido. Sus hermosos ojos violetas parpadearon confundidos.
─ ¿...Te gustan las mujeres, Archiduque?
Tessa: Mi oportunidad (ノ◕ヮ◕)ノ*:・゚✧
No era un tema que esperara en este momento y en esta situación. Pero como Lessas parecía genuinamente sorprendido, Sayed se detuvo a pensar. En realidad, le gustaban las mujeres. Aunque no tenía un gran deseo sexual y muchas le temían, en el pasado, había saciado sus deseos naturales, a veces impulsados por su purificación con Aster, con mujeres que se cruzaban en su camino. Era natural en la relación entre un titer y un guía tener en cuenta el contacto entre personas del mismo sexo, pero eso no significaba que prefiriera a los hombres.
─ Así es.
─ Pero, entonces, la purificación, ¿cómo...?
Sayed comprendió las palabras que Lessas no podía articular correctamente.
─ El contacto entre un Títer y un Guía es un asunto aparte. Estoy seguro de que te han enseñado sobre eso.
Lessas parpadeó en silencio con sus largas pestañas. Sayed decidió esperar, sin saber qué lo había sorprendido tanto. Afortunadamente, Lessas no tardó mucho en salir de su reflexión. Ordenó su expresión y apartó el cabello de su frente. Una de sus manos seguía sosteniendo la de Sayed.
─ Aun así, podemos bailar.
─ ...De acuerdo.
Sayed exhaló un ligero suspiro y tiró de la mano de Lessas. Al parecer, no sabía cómo empezar a bailar a pesar de haberlo propuesto, así que era su papel guiarlo.
─ ¿Has bailado mucho?
─ No. Esta es la primera vez que asisto a un evento tan grande.
Lessas habló con naturalidad.
─ Mi madre nunca permitió que me mostrara en público.
Su voz era indiferente mientras repetía las palabras, y luego, en un instante, frunció suavemente las cejas.
─ No mencioné a la reina intencionalmente. ¿Te molestó?
─ Mientras no la vea, no importa.
Aunque aún le costaba creerlo por completo, escuchar que la reina no tenía tanto significado para Lessas hizo que sus palabras no resultaran tan desagradables. Desde su resurrección, la intensa aversión que sentía había disminuido, dejando solo un vívido sentimiento de autodesprecio.
─ Entonces, sígueme.
Lessas asintió como si cada palabra de Sayed fuera una orden sagrada. Sus ojos violeta lo observaron con una devoción casi reverente, absorbiendo cada uno de sus movimientos.
Sayed tiró del brazo de Lessas y lo rodeó por la cintura. Aunque a simple vista parecía ser más delgada que la de Sayed, resultó ser sorprendentemente robusta al sostenerla. Los músculos de su espalda, firmes y voluminosos al tacto, revelaban un cuerpo bien entrenado. Sayed ya había notado su habilidad en esgrima el invierno pasado, pero el grado de su preparación física era mayor de lo esperado.
─ Sostén la cintura para que tu pareja no se tambalee...
Cuando la palma de Sayed se ajustó firmemente a la cintura de Lessas, sintió que su espalda se tensaba. De repente recordó lo que había sucedido durante el día. Pensar en el temblor de los brazos de Lessas al sostener su propia cintura, en un papel invertido al actual, le resultó un poco gracioso.
En tan solo medio año, tanto el cuerpo como el carácter de Lessas habían madurado considerablemente. Sin embargo, ahora se preguntaba cómo podrían manejar la purificación en estas circunstancias. Aunque Lessas hablaba con desvergonzada naturalidad, parecía que no estaba tan preparado como aparentaba.
─ Mueve los pies en la dirección en la que quieras ir, al mismo ritmo.
Como venganza por lo sucedido durante el día, Sayed se acercó intencionalmente. Apretó firmemente la cintura de Lessas y estrechó aún más la mano que sostenía. A medida que Lessas, tambaleante, trataba de seguirlo, Sayed ajustaba su ritmo a los movimientos descoordinados de Lessas. Cuanto más se acercaba el cuerpo de Sayed, más sentía el calor atravesar el uniforme blanco de Lessas. La rapidez con la que se calentaba lo sorprendió.
─ Sayed.
La voz de Lessas se volvió grave, convirtiéndose en un profundo tono rasgado La mano de Lessas, que lo sostenía, temblaba y lo soltaba repetidamente antes de aferrarse de nuevo.
─ Sí.
Tan cerca que casi se tocaban las narices, el aliento superficial de Sayed se deslizó sobre el rostro de Lessas. En ese instante, el amplio pecho de Lessas se hinchó y se contrajo visiblemente. Su pálido rostro se veía extremadamente blanco. Justo cuando Sayed estaba a punto de preguntar qué pasaba, Lessas susurró suavemente.
─¿Bailar... también es así de sofocante, como besarse?
En ese momento, Sayed también se dio cuenta de lo cerca que estaban. Hasta hace poco, no había dado importancia a su proximidad debido a la idea de vengarse de Lessas por lo sucedido durante el día, pero ahora notaba que la distancia era innecesariamente corta.
El silencio cayó entre ellos, tan próximos que podían ver sus reflejos en los ojos del otro. La respiración irregular de Lessas resonaba, reciendo y menguando en intensidad. Tal vez por la brisa primaveral, las largas pestañas de Lessas temblaban visiblemente. La ceja negra, ligeramente arqueada, parecía indicar una carga difícil de soportar, lo que hizo que el corazón de Sayed se agitara.
Con un profundo suspiro, Lessas exhaló el aire que había estado conteniendo. Sayed tomó eso como una señal y soltó la cintura de Lessas. Se apartó rápidamente, dejando ir la mano que había estado estrechando. La respiración entrecortada de Lessas resonaba en sus oídos como un eco. Sintiendo una repentina oleada de calor, Sayed frunció el ceño. Parecía que la primavera en la capital era tan calurosa como el verano en el norte.
─ Así es como debes bailar.
Sayed no pudo responder a la pregunta de Lessas. Aunque bailar con movimientos tan sencillos no debería causar esa sensación de ahogo, ambos la habían experimentado, por lo que no pudo ni negar ni confirmar la observación de Lessas.
─ ...Ya veo.
La voz de Lessas, que se deslizó tras un breve silencio, estaba profundamente quebrada. A diferencia de su tono inquisitivo, ese bajo quebrado era claramente el de un hombre adulto. Era extraño.
─ ...Sí, así es.
Repetían palabras similares, sin nada más que decir. De alguna manera, sus mentes estaban en blanco. Una tensión insoportable les oprimía la garganta, y Sayed tragó saliva seca. Finalmente, Sayed recordó que era hora de regresar a sus aposentos.
─ Si has terminado, me iré ahora.
─ ...Espera un momento.
Antes de que pudiera girarse, Lessas agarró la mano de Sayed. Aunque ya habían estado sosteniéndose y soltándose, en ese momento la mano de Lessas se sintió ardiente, como si quemara.
─ Dentro de dos semanas, cuando termine el festival, entraremos al bosque...
La voz de Lessas se fue apagando, hasta volverse casi inaudible al hacer su última pregunta.
─ A partir de mañana, quiero prepararme.
Sayed comprendió perfectamente lo que eso significaba. La purificación que habían hecho durante el día fue solo una solución temporal, y para liberar los efectos secundarios acumulados durante el invierno y prepararse para la batalla, tendría que seguir las palabras de Lessas. Abrió la boca para responder, pero su garganta se cerró nuevamente, como si los síntomas de Lessas se le hubieran contagiado.
«Mmm.»
Emitió un sonido bajo desde el fondo de su garganta y luego asintió con la cabeza. Lessas, observando sin cesar el movimiento lento de su mandíbula, finalmente soltó la mano de Sayed. Sayed, sintiendo que por fin podía respirar, se dio la vuelta rápidamente. De repente, recordó las palabras de Vetria sobre la purificación, que te hacía sentir vivo y aliviado.
Aunque era cierto que te hacía sentir vivo, no sabía cómo interpretar que, en lugar de aliviarlo, le hacía sentir sofocado.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
En mitad de la noche, posiblemente por el hecho de haber llegado a un tipo de pacto con Lessas, por primera vez en mucho tiempo, Sayed tuvo un sueño muy peculiar sobre Cecilia. La ausencia de su hermana, a la que amaba y apreciaba, le pesaba más que a nadie. Desde su regreso de la muerte, Sayed había estado pensando constantemente si esto tenía alguna relación con Cecilia.
Por supuesto, era una posibilidad que rozaba lo imposible. Ningún poder podía manipular el tiempo, y el don de Cecilia era la precognición. Aun así, incluso si ella no estaba involucrada directamente, Sayed no descartaba que ella supiera algo sobre lo que estaba sucediendo ahora.
Sayed llegó a la conclusión de que debería visitar a Cecilia durante esta temporada en la capital. Cecilia residía en la finca de su tío, que estaba situada aproximadamente a medio camino entre la capital y la baronía de Bredhite, lo que permitía un viaje cómodo después de que terminara el festival y antes de que comenzara la investigación. Durante el invierno, no pudo buscarla precipitadamente en el dominio de Axid, por lo que este era el momento oportuno.
Desde que había examinado a fondo las relaciones que creía que estaban irremediablemente dañadas, Sayed había reunido el coraje para reconsiderar lo que había perdido. Aunque su asunto con Cecilia había sido complicado para Sayed mismo, ahora entendía que había algo más importante que esos sentimientos.
─ ¡Su Alteza, por favor, vea esto!
Mientras hojeaba distraído un libro que había tomado prestado furtivamente de la biblioteca del palacio la noche anterior, Quilly irrumpió ruidosamente. Sayed apenas giró la cabeza cuando Quilly sostenía tres invitaciones en la mano.
─ ¡Su Alteza, las invitaciones han llegado, y no son para nadie más que para usted! ¡Y son tres! Veamos. Permítame leerlas por usted. Una es la invitación de la señorita Nova de Bredhit, otra de la señorita Stella Vetria, y la última es...
En el pasado, nadie lo habría abordado así, lo que claramente mostraba su progreso. Sayed volvió su atención nuevamente al libro que estaba leyendo. Lo había hojeado varias veces, pero no encontró nada sobre cómo la purificación de la guía podría ser perjudicial para el Titer.
«Tendré que revisar toda la biblioteca.»
Finalmente, para obtener la autorización oficial necesaria, Sayed necesitaba el consentimiento del Rey, y dada la naturaleza de Titer, el interés de Sayed en la guía no sería tolerado. Para facilitar esto, necesitaba utilizar a alguien conveniente para acompañarlo. Uno de ellos era Aster, el objetivo actual de la investigación de Sayed, y el otro era...
─ La invitación de Su Alteza Lessas. Me preguntaba si Su Alteza había encontrado una nueva conexión.
Ya que ya había decidido ver a Lessas, Sayed decidió aprovechar la oportunidad. Dado que él y Lessas tenían una relación de cierta aceptación mutua, había mucho que podrían discutir.
─ Aún así, me alegra que haya vuelto a contactar a la señorita Stella después de tanto tiempo. ¡Todo el reino sabía que hacían una gran pareja! Con todo lo ocurrido con Selfini, parece que volveremos a interactuar con Vetria. Esto me llena de alegría.
Justo cuando Quilly estaba en el clímax de su fantasía, se escuchó un golpe en la puerta de la habitación.
─ Su Excelencia, ¿se encuentra aquí? El Archiduque Lessas ha solicitado una reunión.
Quilly miró las invitaciones que tenía en sus manos.
─ Qué extraño. Las invitaciones llegaron esta mañana...
─ Está bien. Dile a Stella que mañana vea qué hora le conviene y dile a la señorita de Bredhit que nos veremos durante la cacería.
─ ¡Vaya! ¿Estás decidido a no ceder tu tiempo a nadie más que a la señorita Stella?
─ Quilly.
Quilly siempre había sido tan hablador, pero Sayed quería evitar volverse demasiado cómodo con todos los que lo rodeaban. Era necesario rectificar sus errores, pero eso no significaba que Sayed mereciera vivir una vida tranquila y feliz, riendo y charlando.
─ Ocúpate de tus asuntos. No dudes en usar lo que necesites.
Quilly levantó las cejas como si tuviera algo más que decir, pero Sayed no le dio la oportunidad. Ya estaba preparado para salir, así que dejó la habitación y se dirigió a la sala de recepción. Allí, Lessas esperaba acompañado por sus caballeros.
Justo cuando iba a saludar a Lessas, los ojos de Sayed se fijaron en un caballero de cabello rojo. Su rostro pecoso le resultaba familiar. Recordó de repente a uno de los jóvenes caballeros que Lessas había traído el invierno pasado.
{ ─El demonio de Solias... }
Era el joven caballero que había murmurado con miedo al ver a Sayed en la oscuridad. Si su memoria era correcta, el caballero sintió la mirada de Sayed y rápidamente bajó la cabeza. La fugaz mezcla de miedo y hostilidad era evidente.
«Tiaki dijo que tenía el cabello rojo. Y pertenecía a la Bendición de la Estrella.»
Era inquietante encontrar al caballero de cabello rojo en un lugar tan inesperado. Parecía una coincidencia afortunada, pero la presencia del caballero de cabello rojo al lado de Lessas era extraña. Sayed decidió mantenerlo en su radar mientras se acercaba a Lessas.
─ Has venido.
─ Buenos días, Sayed.
Al oír que Lessas no usaba el título de Archiduque, el caballero pelirrojo detrás de él frunció el ceño incómodo. No era algo inusual, ya que muchos en la guardia real se sentían incómodos con Sayed. Sin embargo, la presencia de este individuo en particular le incomodaba.
─ ¿Has comido? Envié la invitación para que comiéramos juntos.
Antes de ver la invitación, Sayed ya había almorzado temprano. Estaba a punto de decirlo, pero se detuvo al ver los ojos violetas de Lessas que, sin contemplar la posibilidad de un rechazo, esperaban pacientemente su respuesta.
Parecía realmente como en el pasado. Cada vez que Lessas pedía permiso a Sayed, lo miraba con esa misma intensidad sin parpadear.
Además, verlo con esa misma expresión en su rostro adulto hacía sentir el peso del tiempo. La confesión implícita de que, a pesar de todo, nunca había llegado a odiarlo completamente hasta esa edad, era palpable. Había pasado tanto tiempo rechazándolo y haciéndole daño que resultaba difícil decir que no.
No había remedio.
Sayed, sintiendo que era su culpa por haber dejado las invitaciones sin atender, optó por una pequeña mentira.
─ Aún no he comido.
─ Entonces, comamos juntos.
─ No tengo mucha hambre como para una comida completa.
─ Entonces, comamos algo ligero en mi palacio. Además, hoy comenzaremos a practicar la purificación.
El caballero pelirrojo frunció el ceño nuevamente. Sayed, notando la hostilidad más que el miedo en su expresión, asintió lentamente. Esa emoción le preocupaba.
─ Está bien.
Ahora que había localizado a este caballero, no había prisa. Sayed decidió primero saldar su deuda con Lessas antes de la cacería.
El palacio de Lessas, visto a la luz del día, era mucho más espléndido que en el pasado. El jardín, con setos verdes que formaban un laberinto, tenía una fuente en forma de flor que arrojaba agua. Flores de todos los colores florecían a su alrededor y había varias estatuas. Aunque la vivacidad del lugar combinaba con Lessas, curiosamente no parecía reflejar su esencia.
─ No sabía qué te gustaría, así que traje lo que se me ocurrió.
Lessas había dicho claramente que sería una comida ligera, pero lo que tenía ante Sayed era una variedad de platos que llenaban una larga mesa rectangular. Aunque Sayed, como un miembro de los Titer del norte, que acumulaban calorías para largos combates, tenía un gran apetito, esto era excesivo.
─ ¿No va a comer, Alteza?
─ Estoy comiendo.
Sin embargo, Lessas no parecía dispuesto a comer hasta que Sayed lo hiciera. Observando que Lessas no movía ni el tenedor ni el cuchillo, Sayed decidió levantar el tenedor primero. Aunque ya había almorzado, sintió la necesidad de probar algo ligero. Sin pensar mucho, su tenedor se dirigió hacia una manzana rebozada en harina y frita hasta quedar crujiente.
Inconscientemente, tomó una rodaja frita y se la llevó a la boca. Al morderla y tragarla, el jugo caliente y dulce se extendió por su boca. Su rostro, habitualmente serio, se suavizó ligeramente al mismo tiempo que sus ojos se encontraban con los de Lessas. No entendía qué había de interesante en verlo comer, pero Lessas lo observaba con la barbilla apoyada en su mano.
─ ¿Tengo algo en la cara?
Lessas negó suavemente con la cabeza y, en un tono tranquilo, respondió.
─ No, es que eres adorable.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed tosió brevemente. La dulzura de la manzana frita se desvaneció ante el comentario tan absurdo. Nunca en sus treinta años de vida había escuchado que lo describieran como "adorable". De niño, Sayed había sido un joven serio, destinado a convertirse en Archiduque, y su hermana Cecilia era la que se comportaba de manera adorable.
Sayed dejó de comer la manzana frita que tenía en la boca, sorprendido por el comentario. Lessas, con una expresión curiosa, le ofreció un vaso de agua.
─ ¿Qué pasa? ¿No te gustó? Parecía que lo disfrutabas.
─ No me gusta sentirme como un espectáculo.
Sayed no quiso preguntar por qué Lessas había hecho ese comentario. No quería saber si fue un error o a propósito.
─ Ah, lo siento. Siempre he pensado que era adorable que te gustara la comida dulce. Verte así después de tanto tiempo fue agradable y no pude evitar mirarte.
Sayed dejó el tenedor.
─ No es que me guste particularmente.
Al no tener apetito, había dejado que su mano eligiera sin pensar. Desde el momento en que otros podrían subestimarlo, había eliminado todo lo que pudiera parecer insignificante, incluida su preferencia por lo dulce. Las personas suelen juzgar a los demás por su apariencia y comportamientos que no coinciden con sus expectativas, lo que lleva a evaluaciones innecesarias.
Lessas, viendo que Sayed había dejado el tenedor, parpadeó. Con una expresión confusa, tomó otro plato y lo puso frente a Sayed. Esta vez era una ciruela encurtida que parecía claramente dulce.
─ Entonces, ¿qué tal algo picante?
Cuando Sayed frunció el ceño, Lessas mordió la ciruela encurtida. La pulpa ácida desapareció a medias bajo sus labios rosados. Actuando como si estuviera picante, Lessas respiró pesadamente. Este truco infantil dejó a Sayed momentáneamente perplejo. Cuando Sayed soltó una risa sarcástica, Lessas quedó petrificado.
─ ¿Acaso me ves como si tuviera diez años?
El comportamiento de Lessas con la comida le pareció tan insolente que Sayed dejó escapar una risa fría. Lessas preguntó con una expresión de desesperación.
─¿Te parece ridículo lo que hice?
Sayed observó a Lessas, preguntándose por qué hacía esa pregunta. No tenía intención de burlarse de él como antes, pero sus acciones previas simplemente le habían parecido absurdas.
─ No tenía intención de burlarme, solo me pareció ridículo.
─ Si vuelvo a actuar así, ¿podrías reírte de nuevo como lo hiciste hace un momento?
Era una pregunta extraña.
─ No entiendo a qué se refiere.
─ Quiero verte sonreír.
Con la mano izquierda aún sobre la mesa, Lessas se acercó suavemente a la de Sayed. Con dedos cautelosos, rozó el dorso de su mano, acariciando la cicatriz con delicadeza.
─ ¿Qué debo hacer para que vuelvas a sonreír como antes?
Parecía una pregunta que había guardado en su corazón durante mucho tiempo. La voz genuinamente angustiada de Lessas dejó a Sayed sin palabras. El hecho de que Lessas buscara una faceta suya que él mismo había olvidado hacía mucho tiempo tocó una fibra sensible.
─ No es algo que te beneficie verlo.
─ Pero la sonrisa de Ed es realmente hermosa.
Los dedos de Lessas se entrelazaron con los de Sayed, acariciando sus manos con una ternura inesperada. Decir que era adorable y hermoso, usar palabras seductoras tan despreocupadamente, mostraba que había aprendido bien cómo atraer a las personas a pesar de su juventud.
Sin embargo, el destinatario era incorrecto.
─ Esas palabras deberían dirigirse a Zion Sildras, no a mí.
─ ¿Zion?
Las cejas de Lessas se fruncieron ligeramente.
─¿Por qué debería decirle eso a Zion?
Sayed recordó cómo se tomaban de la mano sin ningún problema. La familiaridad en sus gestos evidenciaba claramente una relación, y era obvio que en un futuro cercano se convertirían en algo más profundo. Aunque algunos recuerdos habían cambiado, su relación con Zion no parecía haber sufrido alteraciones.
Parecía ser demasiado pronto. Siempre habían sido tan cercanos que no había un momento claro en que los rumores de que eran amantes comenzaron a circular. Al fin y al cabo, Lessas tenía apenas veintiún años. Quizás necesitarían más tiempo para profundizar su relación como antes.
Lessas, sin entender, preguntó.
─¿Por qué hablas tanto de Zion si no quieres verlo? Ahora es tiempo solo para nosotros dos.
Sayed, sorprendido por la pregunta, movió los labios sin encontrar respuesta. Era cierto que no quería ver a Zion junto a Lessas, pero inconscientemente seguía imaginándolos juntos. Había visto esa imagen durante tanto tiempo que le parecía natural.
Si era honesto consigo mismo, no quería ver a Zion Sildras junto a Lessas. Pero también estaba confuso. Con tantas cosas del pasado ya alteradas, ¿debía también cambiar la relación entre Zion y Lessas? Después de todo, ya había logrado su objetivo.
Además, en ese momento, el objetivo de Sayed era asegurar la existencia de Titer como un lugar seguro. Para eliminar el bosque, necesitaba que Lessas mantuviera su relación con Zion, y el poder de Lessas no debía ser monopolizada solo para Sayed; era una herramienta que debía compartir con todo Titer.
─ En cualquier caso, Zion es su Titer, así que, si va a elogiar a alguien, debería ser a él.
En lugar de hablar de la improbable idea de que ellos fueran amantes, Sayed optó por una respuesta razonable. Sin embargo, la expresión de Lessas se endureció aún más. Su rostro blanco mostró signos de tensión, y sus elegantes cejas se fruncieron con dolor mientras bajaba la mirada.
─ ¿No te molesta que purifique a otros Titer?
Los dedos entrelazados de Lessas apretaron un poco más. Sayed respondió con firmeza, como si fuera una pregunta obvia.
─ ¿Por qué debería molestarme?
Lessas levantó la mirada. La expresión de dolor en su rostro se intensificó.
─ En realidad, hay dos Titer que se verían en apuros sin su poder. Si quieres eliminar el bosque, es absolutamente necesario que estén en buen estado. De hecho, sería mejor que pasaras tiempo con Vetria y Sildras en lugar perder el tiempo solo conmigo.
─ ¿Eso es lo que deseas, Archiduque?
─ Sí.
Sayed asintió. Esto siempre había estado claro. Nunca había querido que Lessas fuera su único Guía. Todo lo que esperaba de Lessas era que reemplazara la purificación de Aster y controlara sus arrebatos.
─ ¿Incluso cuando dije que me gustabas?
Los sentimientos de Lessas eran difíciles de entender. Sayed frunció el ceño, perplejo por la pregunta. Recordó que Lessas le había confesado su amor el día anterior.
─ Agradezco que, a pesar de mis acciones irrespetuosas, Su Alteza haya conservado nuestra antigua amistad. Pero no entiendo por qué menciona esto.
─ Lo que quiero decir es que, porque te quiero, no deseo ser el Guía de nadie más.
El tono de Lessas era extraño. Sayed recordó a su madre, que decía no querer estar cerca de nadie que no fuera su padre.
«No puede ser.»
─ La forma en que Su Alteza dice que le gusto...
Se conocieron hace mucho tiempo. Sayed lo cuidó como a un hermano menor, y Lessas lo siguió como a un hermano en lugar de Aster. Después de haberse conocido y luego haberse distanciado por tanto tiempo, no podía ser que el "sentimiento" que Lessas mencionaba fuera ese.
Aún así, sintiendo cierta incomodidad, Sayed finalmente preguntó.
─ ¿Es en el sentido que se le diría a un amante?
Era ridículo, pero Lessas seguía superando las expectativas de Sayed.
─ Sí, es correcto.
Lessas soltó los dedos entrelazados y agarró la mano de Sayed con firmeza. La palma que cubría el dorso de su mano estaba ardiendo.
─ Estoy conteniéndome de besarte ahora mismo. ¿No ves al hombre desesperado frente a ti que desea verte sonreír, Archiduque? Te dije ayer que me resultaba difícil soportar, como hombre, el escucharte mencionar a otros.
Sayed tragó saliva con dificultad. Había olvidado por un momento que había sido él quien le robó a Lessas su primer beso. Fue su primera experiencia compartiendo un beso apasionado, y esa lujuria que surgió de la purificación debía haber confundido sus sentimientos, haciéndole pensar que era amor. Así era la purificación, el deseo provocado por la fuerza mutua nublaba la vista y confundía el corazón.
─Lo ha malinterpretado. Es natural que surjan deseos carnales al haber realizado la purificación por primera vez. Es un acto de contacto físico, y es comprensible que se mezclen varios deseos que Su Alteza no ha podido distinguir.
Al cortar sus palabras de manera tajante, los labios de Lessas se cerraron firmemente. Una sombra de tristeza se reflejó en su hermoso rostro. Sus ojos violetas temblaron levemente con angustia antes de recuperar lentamente la calma.
─ Yo conozco mis propios sentimientos mejor que nadie, Archiduque.
Lessas tiró de su mano, y antes de que Sayed pudiera retirarla, depositó un beso en los nudillos de su mano. La suave sensación, como de plumas, hizo cosquillas en el dorso de su mano.
─ Solo los he ocultado durante mucho tiempo. Un muy largo tiempo.
Por un momento, la voz de Lessas sonó agotada, impropia de un joven, y Sayed no pudo rechazar sus palabras con firmeza. Lessas bajó sus largas pestañas, soltó un profundo suspiro y lentamente dejó ir la mano de Sayed. Luego, como si no hubiera habido una tormenta, volvió a su expresión imperturbable.
Se sintió incómodo. Independientemente de si las palabras de Lessas eran ciertas o no, Sayed sintió la necesidad de retirarse momentáneamente de la corriente que los envolvía. Lessas siempre había sido una persona que no conocía la moderación, entregaba todo su corazón sin medida, y Sayed sabía que debía ponerle freno. No era el momento para que Sayed Prosius se dejara arrastrar por este tipo de juegos emocionales.
─ Me retiraré por hoy.
El problema fue haber pasado demasiado tiempo juntos en tan poco tiempo. También era culpa suya por dejarse llevar. Era difícil mantener un equilibrio adecuado. Lessas no intentó detener a Sayed mientras se retiraba de manera decisiva. Simplemente sonrió ligeramente, como si lo hubiera anticipado.
─ Hoy te dejaré escapar. Nos vemos mañana.
La voz de Lessas era tranquila pero firme mientras decía eso.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Esquivando la incómoda confesión de Lessas, Sayed salió rápidamente de su estancia. Ignorando a Lessas que lo seguía para despedirse, aceleró el paso y salió del palacio. Solo cuando llegó al corredor exterior que conectaba con el jardín exterior, comenzó a disminuir la velocidad. Lessas no lo había seguido.
«No sé en qué momento se enredó todo esto»
Aunque Lessas afirmaba estar seguro de sus sentimientos, Sayed no le creía en absoluto. Se conocieron a una edad en la que Lessas no entendía el amor y habían estado separados mucho tiempo. Incluso hace medio año, cuando se reencontraron, Lessas no dejaba de mostrar su desilusión hacia él. No había tenido tiempo de desarrollar esos sentimientos hacia Sayed.
Confundir la atracción física con el amor es un error común. Sayed recordaba claramente la primera vez que se purificó con Aster. El primer beso siempre era intenso. A menos que existiera una relación íntima, besar unos labios que normalmente no deberías tocar podría haber hecho sentir a Lessas de esa manera.
Mezclar sentimientos con la purificación es problemático. De hecho, el vínculo emocional entre un Títer y su Guía es peligroso. Las batallas con Niera siempre implicaban poner en riesgo la vida, y tratar estos asuntos de manera emocional aumentaba la probabilidad de errores o malas decisiones. Como cuando Lessas, sin pensar, entró solo en el bosque para buscarlo. Ese día, su comportamiento fue completamente irracional y peligroso. Fue un acto temerario propio de un joven impulsivo.
Sayed se detuvo de repente. Recordar el comportamiento de Lessas le hizo cuestionarse la autenticidad de sus sentimientos. Sin embargo, rápidamente negó con la cabeza. Ese día fue debido al carácter de Lessas. Antes de eso, también había mostrado comportamientos imprudentes tratando de salvar a los caballeros. Lessas siempre había sido incapaz de dejar a alguien en peligro sin intentar ayudar.
«Basta.»
Fastidiado, Sayed decidió dejar de pensar en ello. No valía la pena preocuparse por algo así. Eventualmente, cuando Lessas se acostumbrara a purificarse con otros Titers, esos sentimientos hacia él se dispersarían.
─¡Hola, buen día!
Justo en ese momento, una voz interrumpió los pensamientos de Sayed. Miró hacia el exterior del corredor y vio a dos caballeros patrullando el jardín. Uno era una cara conocida, pero el otro era nuevo para él.
«Era Baine, ¿verdad?»
Recordaba que tenía habilidades bastante útiles.
«Qué oportuno. Debería preguntarles sobre el caballero de cabello rojo que había visto antes.»
Sayed permaneció en su lugar y respondió al saludo con un leve gesto de cabeza. El rostro de Baine se iluminó visiblemente y se acercó a él con pasos rápidos. El otro caballero, con el cabello corto y rojo, lo siguió con interés. Aunque tenía una complexión robusta y una altura comparable a la de un hombre, era claramente una mujer. Esto era bastante inusual, por lo que Sayed la observó con cierto interés.
─¿Cómo ha estado? ¡Gracias por lo de la última vez!
Al momento, Sayed respondió abruptamente a Baine, quien expresaba su gratitud de repente.
─ ¿Qué?
─ Me refiero a que me salvaste la vida.
─ Ya lo dije antes. No es necesario repetir palabras innecesarias.
Quizás estaba hablando de algo pasado. Cuando Sayed se puso serio, Baine se frotó la punta de la nariz. Un caballero a su lado saludó.
─ Saludos, Excelencia. Soy Lygda. Es un honor conocerlo.
Baine miró sorprendido a Lygda, quien hacía gestos de cortesía colocando la mano sobre su corazón.
─ ¿Por qué hablas así, no te queda?
─ Soy educada con personas guapas y fuertes.
Lygda dijo esto y sonrió con picardía. Viendo que Baine estaba a punto de enojarse y entrar en un ciclo de conversaciones innecesarias, Sayed fue directo al grano.
─ Sé que tienen un caballero de cabello rojo entre ustedes. ¿Qué saben de él?
─ Ella también tiene el cabello rojo.
Baine hizo un comentario tonto mientras Lygda respondía adecuadamente.
─ Creo que se refiere a Jasper. ¿Habla del joven caballero con pecas?
─ Sí.
Lygda sonrió con los ojos entrecerrados y procedió con cautela.
─ Creo que lo mejor sería que su Excelencia le preguntara directamente a su Alteza Lessas sobre Jasper. Es el señor quien lo trajo.
Sayed frunció ligeramente el ceño. Siempre había escasez de caballeros rápidos de mente y hábiles. Aunque había encontrado a algunos durante el invierno en el norte, Lygda mostraba ser un talento bastante prometedor.
─ Elogio tu cautela. Sin embargo, tienen el deber de responder a mis preguntas. No tengo intenciones de causar daño, así que solo díganme lo que saben. Si quisiera matarlo, no estaría preguntando, simplemente lo haría.
Baine asintió.
─ Jasper fue muy descortés contigo la última vez, pero al ver que aún no lo has matado, parece que tienes razón.
Lygda parecía incómoda al hablar sobre su colega, pero después de reflexionar un poco, mencionó su historial que no debería ser problema.
─ Fue un joven caballero que estuvo bajo las órdenes de su alteza antes que nosotros. No fue seleccionado para la guardia real, como nosotros, sino directamente por su alteza, de origen plebeyo. Se dice que estaba en la orden de caballeros de la Casa Ducal de Sildras antes de venir aquí.
─ Siempre presume de cómo el Duque Sildras lo reconoció personalmente y lo trajo aquí por sus habilidades. A pesar de todo, es bastante competente.
«¿Sirkan Sildras lo trajo personalmente?»
Los ojos de Sayed se iluminaron momentáneamente. La hostilidad que Jasper había mostrado coincidía con la de Sirkan Sildras, lo que confirmaba que había algo más con ese caballero.
─ ¿Cuántos años tiene?
─ Diecinueve este año. Aún no ha sido nombrado caballero formalmente.
─ ¿Dónde está ahora?
Cuando Baine estaba a punto de responder, Lygda intervino.
─ Si Jasper ha sido grosero con usted de nuevo, tal vez sería mejor que Su Alteza lo castigara.
─ Es digno de elogio ser cauto, pero también es deber del caballero intervenir cuando sea necesario. No haré nada que perjudique a su señor, así que deja de actuar imprudentemente.
La voz de Sayed se volvió fría. Su rostro, antes impasible, se tornó gélido, presionando a Lygda. El ambiente a su alrededor se enfrió. Aunque Lygda parecía presionada por la intensidad, curiosamente también mostraba una expresión de admiración.
─ Tiene razón, Archiduque. Si fue usted quien lo salvó, ¿por qué se molestaría? Además, usted es el Títer de nuestro señor.
La expresión de "su" Títer, que Lessas usaba a menudo en un tono un tanto molesto, surgió. El aire gélido se rompió.
─ ¿Quién dijo eso? El Titer de Su Alteza fue designado como Zion Sildras en el último banquete.
Sayed se puso serio y Baine también se sorprendió.
─ ¿Qué? Pero nuestro señor siempre se refería a usted de esa manera cuando hablaba. ¿Verdad, Lygda?
─ Solo lo escuché una vez. Fue el día en que Sai mordió el dedo de su señor y escapó.
─ Ah, sí. Dijo algo aterrador como "Es lindo cómo se parece a mi Títer".
Claramente, los caballeros bajo el servicio de Lessas también parecían no estar en sus cabales. La abrupta transición del tema a algo sobre "Sai" o lo que fuera, era desconcertante.
─ No entiendo de qué están hablando. Basta, díganme dónde está.
─ ¡Sí, señor! Jasper acaba de salir del relevo en la entrada del palacio. Sucedió hace cinco minutos, así que deberías poder encontrarlo pronto.
─ Gracias.
Al elogiar brevemente a Baine por proporcionar la información tan fácilmente, su expresión se iluminó. Tenía habilidades, pero parecía difícil convertirse en un caballero impecable sin aprender a controlar sus expresiones. Si alguna vez dejaba escapar información sensible sobre Lessas...
Sayed se dio cuenta de que estaba preocupándose innecesariamente. Lo único que realmente podría afectar a Lessas era su falta de capacidad de sanación, algo que estos caballeros aún no podían saber.
─ Si cree que hice un buen trabajo, ¿podría considerar entrenar conmigo alguna vez, aunque sea por un solo duelo?
Mientras Sayed se movía para buscar a Jasper, Lygda le preguntó de repente. En sus ojos marrones, había una intensidad ardiente. Normalmente, sería impensable para alguien de su posición en la orden real de caballeros aceptar un desafío, pero ellos eran plebeyos. Además, Sayed siempre había sido generoso en este tipo de situaciones.
─ Lo consideraré en un futuro.
─ ¡Gracias!
Después de inclinarse con alegría, Sayed miró a Lygda que se alegraba, luego giró y regresó por el pasillo. Se preguntaba qué significaba exactamente "Say" de lo que hablaban, pero decidió borrar ese pensamiento deliberadamente para evitar pensar en Lessas.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Encontrar a Jasper no fue difícil. Dado que el cabello rojo no era común y llamaba fácilmente la atención, no pasó mucho tiempo antes de que lo descubriera patrullando cerca de la entrada del palacio de Lessas. Jasper estaba con otros caballeros que Sayed reconocía, como Mona, quien había estado con Baine el día que lidiaron con el lobo.
Aproximándose deliberadamente para que pudieran notar su presencia, Mona fue la primera en reaccionar. Volviendo la cabeza, mostró sorpresa y luego saludó cortésmente a Sayed.
─ Archiduque Axid, ¡buenos días!
El caballero de cabello rojo giró la mirada ante las palabras de Mona. Su rostro salpicado de pecas confirmó que era la persona que Sayed buscaba. Tan pronto como Sayed lo descubrió, sus ojos reflejaron tanto temor como hostilidad.
«Extraño, sin duda.»
Esos tipos de miradas eran algo con lo que Sayed estaba más que familiarizado. El temor hacia sus habilidades desconocidas y la hostilidad hacia su notoria reputación siempre lo acompañaban. Sin embargo, si lo sentían especialmente así en comparación con los caballeros de Lessas, había razones personales detrás de ello.
─ ... Buenos días.
Jasper saludó siguiendo a Mona tardíamente. Era difícil decir si estaba siendo valiente al mostrarse respetuoso o si simplemente estaba tan nervioso que preferiría morir.
─ Me llevaré a este joven por un momento. Me haré responsable de su breve ausencia.
Sayed informó a Mona de su decisión. La declaración repentina hizo que los ojos de Mona se abrieran ampliamente, mientras que los de Jasper cambiaron tarde pero seguramente a temor.
─ Sí, entiendo. Voy a patrullar en otro lugar.
Pero Mona era perspicaz. Respondiendo rápidamente a la orden de su superior, se retiró. Sayed miró a su alrededor. No había nadie observándolo ni vigilándolo. Sin embargo, lo que iba a suceder a continuación era extremadamente delicado, por lo que Sayed instruyó a Jasper.
─ Sígueme.
─ ¿Tiene el permiso de mi señor para hacer eso?
Jasper respondió con renuencia, como si no quisiera seguirlo tan obedientemente.
─ ¿Parezco alguien que necesita eso?
Sayed dejó entrever su intención mortal. Desplegó la afilada energía que siempre guardaba dentro de sí, presionando a Jasper hasta que su rostro se tornó pálido. Mientras el joven, dubitativo, inclinaba la cabeza y finalmente se movía con desgana, Sayed buscaba un lugar tranquilo. Aunque aún no conocía completamente la estructura del Palacio Central, la había estado estudiando desde el banquete. Se dirigió hacia el antiguo Palacio del Sur, que Lessas solía usar y que nadie visitaba, excepto él.
Bueno, Zion Sildras sí solía estar allí.
─He oído que vienes de Sildras. ¿Sirkan Sildras te acogió personalmente?
Cuando estuvieron en el camino hacia el Palacio del Sur, completamente alejados de la gente, Sayed habló. Jasper, que caminaba mirando al suelo, se detuvo de golpe y respondió con ojos llenos de furia.
─ Muestre algo de respeto por su Alteza el Duque Sildras.
─ Responde a lo que te pregunto.
─ Sí, fui acogido por el grandioso y justo Sirkan Sildras. Él me reconoció cuando vagaba y me acogió personalmente.
Jasper enfatizó las palabras de alabanza hacia Sildras, que siempre acompañaban su reputación. Ignorando la hostilidad directa, Sayed continuó con sus preguntas.
─ ¿Cuándo fue eso?
─ Cuando tenía catorce años.
Hace cinco años. La época coincidía de manera inquietante.
─ Entonces, sería en primavera.
Jasper reaccionó muy sinceramente a esta afirmación, a medio camino entre una declaración y una pregunta. Sus ojos, abiertos de par en par, temblaron.
─ Talento como el tuyo abunda en esta tierra. Sirkan Sildras no tendría razón para buscar y acoger a alguien como tú. A mis ojos, parece que hay otra razón.
Jasper desvió la mirada visiblemente y sacudió la cabeza con fuerza.
─ No es así. El Duque me lo dijo personalmente.
─ ¿Dónde te encontró?
Los hombros de Jasper comenzaron a temblar en ese instante. El joven, que no parecía comportarse como un caballero, mostró un miedo exagerado mientras retrocedía ante Sayed.
─ Eso... eso...
Encogido, Jasper levantó la cabeza y miró a Sayed. Con un rostro aterrorizado, susurró como aquel día en el bosque.
─ No puedo decirle nada al demonio de Solias. Al demonio... al poder de invocar demonios...
El joven, que hasta hace poco estaba en su sano juicio, murmuraba como un loco. A pesar de haber perdido la cabeza, antes estaba lúcido, pero ahora sus ojos estaban desenfocados.
─ Tú...
Cuando Sayed se acercó, Jasper se echó hacia atrás, olvidando su dignidad y deber como caballero, y cayó al suelo. Con las manos extendidas hacia atrás, trató de arrastrarse lejos, mirando tembloroso a Sayed y al vacío.
─ ¡El demonio de Solias...! ¡El demonio... mata a la gente... mata a la gente...!
Así había actuado en el bosque. En aquel momento, Sayed pensó que era una reacción al miedo inducido por Niera, pero ahora parecía que algo más estaba afectando su mente. Cuanto más se acercaba Sayed, más intensos eran los espasmos de Jasper, hasta que el joven se acurrucó, agarrándose la cabeza. Se notaba un líquido entre sus piernas; se había orinado de miedo.
Sayed se acercó, se inclinó y abofeteó a Jasper. A pesar del fuerte golpe, Jasper no recobró el sentido. Seguía repitiendo las mismas palabras, con los ojos parcialmente en blanco. Sayed observó atentamente su rostro. Aunque nunca había visto algo así en vida, recordó un fenómeno descrito en los libros de historia de Titer.
'Cuando un civil sometido a lavado de cerebro es activado, puede enloquecer. Los síntomas incluyen pérdida repentina de la razón, repeticiones constantes de recuerdos reprimidos, reacciones de rechazo extremas y miedo desmedido.'
El poder de Titer es impredecible hasta su manifestación, por lo que cada Titer recibe educación basada en registros históricos de poderes pasados. Estas descripciones y métodos de uso son obligatorios para la enseñanza.
Los síntomas de Jasper coincidían con lo que Sayed recordaba de los libros. Aunque podría haber muchas otras razones para su ataque repentino, las palabras de Jasper parecían estar conectadas con la investigación de Sayed.
Si continuaba presionándolo, podría perder la pista que había encontrado.
Sayed decidió calmar a Jasper, ya que la tortura o la presión no sacarían nada útil de él. Buscaría otro método.
─Necesitarás quedarte conmigo por un tiempo.
Aunque era probable que no lo recordara, Sayed lo dijo antes de extender la mano. Su gran mano apretó firmemente el cuello del joven. Aplicando la presión justa, interrumpió el flujo sanguíneo y Jasper se desmayó, temblando brevemente antes de caer al suelo. Sayed lo miró con una expresión severa.
La habilidad de lavado de cerebro no existe en la actualidad. El poder del anterior duque de Shieldras tampoco estaba relacionado con eso. Su poder radicaba en dar forma a una energía invisible.
La situación estaba desarrollándose de manera más extraña de lo esperado. Sin embargo, al mismo tiempo, comenzó a sentir que los asuntos pasados que siempre habían estado entrelazados con su madre, pero que nunca habían sido claros, estaban comenzando a revelarse lentamente. La opresión que pesaba sobre su pecho hizo que Sayed se sintiera incómodo.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Sayed llevó a Jasper a su residencia fuera del palacio. Nunca imaginó que volvería a visitar de esta manera la mansión de Prosius en la capital, abandonada durante años. Aunque la propiedad estaba medio embargada por la familia real, no se la habían devuelto oficialmente, y las cadenas cerraban firmemente la puerta principal.
El jardín descuidado, con plantas muertas, hacía que la mansión se viera desolada y sombría. Dentro, telarañas y polvo cubrían todo. Al entrar, los recuerdos de su infancia regresaron. Hubo un tiempo en que la familia se hospedaba allí y reía junta durante sus visitas a la capital. Esos recuerdos desaparecieron con la muerte de sus padres, pero al parecer, aún permanecían.
Nunca había un día sin que Sayed tuviera que enfrentarse a Lessas.
Puesto que había estado preguntando por Jasper, esta información llegaría a Lessas antes de que terminara el día, y traerlo abiertamente significaba que recibiría noticias pronto. Aunque había considerado devolver a Jasper a la orden de caballería, no quería crear la posibilidad de que Jasper escapara. Alguien podría intentar sacarlo ahora que había mostrado interés en él.
Había un enemigo invisible, eso era seguro.
El principal sospechoso era Zion Sildras. Dado que todo comenzó con Sildras, tenía sentido. Había que averiguar si la reina estaba involucrada o si había otros implicados. Jasper sería la clave para desentrañar esto.
─ Lo encontraste más rápido de lo que esperaba, Archiduque.
La voz de Tiaki sonó a sus espaldas. Había enviado una señal para reunirse aquí y, afortunadamente, Tiaki la había recibido rápidamente. Al volverse, vio que junto a él estaba un miembro de Desertus, a quien Sayed había pedido traer. Era alguien capaz de leer recuerdos y había contribuido a encontrar a Jasper.
─ Esta es Kurto. El Archiduque le debe un favor a este tipo.
Kurto era una mujer de complexión pequeña. Su cabello negro y desaliñado la hacía parecer una vagabunda, pero el brillo inusual en sus ojos oscuros demostraba que no era una persona común. Kurto miró a Sayed sin mostrar ningún signo de temor.
─ Se dice que puedes leer los recuerdos de las cosas. ¿Puedes revisar también los recuerdos de las personas?
─...si lo hago, me duele.
Kurto susurró suavemente.
─ Ya... he usado mucha energía... no puedo concentrarme bien...
Tiaki intervino para explicar.
─ Como dije, somos seres incompletos y no podemos usar nuestras habilidades a nuestro antojo.
«Así que puede leer recuerdos.»
Sayed frunció el ceño y se sumió en sus pensamientos. Recordó la condición que Tiaki había propuesto y comenzó a considerarla. Nadie entendía mejor que él el dolor que podía causar el uso de ciertas habilidades, y forzar a Kurto en su estado ineficaz sería un desperdicio.
─ Entonces, ¿sería posible si recibieras una purificación?
Aunque no le gustaba la idea, Sayed finalmente hizo la pregunta.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ ¡Purificación...!
Tiaki exclamó sorprendido. Aunque había propuesto esa condición, no parecía haber tenido muchas esperanzas en ella, así que preguntó con una expresión de alegría.
─ ¿Convenciste al príncipe de los rumores?
Ni siquiera había mencionado el tema al interesado. Sayed mantuvo la boca cerrada y esperó la respuesta de Kurto. Ella inclinó la cabeza y rodó los ojos. Después de pensar profundamente, asintió.
─ ...Si no duele, lo intentaré.
─ Si recibe una purificación, la situación cambia. Vivimos con efectos secundarios toda nuestra vida, así que, si eso se resuelve, definitivamente hay una posibilidad.
Sayed contuvo un suspiro. Era una condición que Tiaki había puesto desde el principio, por lo que era algo que eventualmente tendría que considerar, pero la situación había llegado más rápido de lo que deseaba. Ahora tenía que ir a ver a la persona cuya presencia más incomodaba.
¿Podría confiar en ellos?
Revelar su relación con estos individuos ya era arriesgado. Aunque sabía que Lessas no era alguien que haría daño a los de Desertus, también era alguien que estaba cerca de Sildras. Aunque repetidamente había asegurado que Zion no era una "persona importante" para él, Sayed confiaba más en lo que había observado a lo largo de los años que en unas pocas palabras. Confiar en Lessas por unas simples palabras sería una tontería.
Además, era sospechoso cómo Jasper había llegado a ser subordinado de Lessas en la Orden de Sildras. Podría ser que Zion lo estuviera usando para vigilar a Lessas, y también era posible que Lessas lo supiera. La mente de Sayed estaba llena de confusión y no podía tomar una decisión fácilmente.
¿Podría confiar en alguien de nuevo?
En el pasado, creyó que compartía un objetivo común con Aster. Se había dejado llevar por la calidez que Aster mostró al encontrarlo cuando nadie más lo hizo. Pero al final, Sayed no descubrió nada, y Aster lo abandonó en un momento crucial.
Él entendía que esto había sucedido por sus propias deficiencias. No tenía el valor suficiente, así que era natural ser abandonado. Pero el momento en que la persona en la que confiaba lo traicionó fue solo medio año atrás para Sayed.
Con Lessas... no estaba esperando lo mismo que quería de Aster.
Si los mencionaba, estaría admitiendo ante Lessas que estaba investigando el asunto de su madre. Si estaba del lado de Zion, sin duda este asunto llegaría a sus oídos y sería un estorbo para él, pero si no lo estaba, tal vez lo que Lessas había enfatizado una y otra vez podría tener algo de verdad.
─ Vuelve aquí mañana al mediodía. Traeré al príncipe y vigilaré a este caballero ─ indicó.
─ ¿Realmente es posible? Aunque lo he solicitado, todos saben que el Archiduque y el segundo príncipe no tienen una buena relación.
Sayed también estaba seguro de eso. Incluso cuando se acercó a él por necesidad, no había esperado que esa relación cambiara...
─ No es asunto tuyo. Asegúrate de cumplir con lo que se te pide.
─ Si recibo la purificación, ¿no está garantizado que seguiré sirviendo fielmente a Su Alteza? Siempre he sido así.
Ante la ambigüedad de Tiaki, Sayed calló. Tragó un suspiro que intentaba escaparse de su corazón complicado y dejó un pedido como una advertencia.
─Vigílalo bien.
─No te preocupes tanto.
Cuando Tiaki agitó la mano, Kurdo también lo hizo a su lado. Después de que sus manos salieran de su capa, Sayed miró por última vez la mansión y se fue.
Había esperado en secreto que alguien estuviera esperándolo en el palacio real después de lo de Jasper, pero al regresar no había pasado nada extraordinario. En su lugar, Quilly había traído una gran cantidad de lujos para Sayed, presumiendo de todo tipo de dulces que vendían en la capital.
Lessas no podía dejar de darse cuenta de la ausencia de Jasper. Con tres o más caballeros que pasaron de largo, seguramente todos le habrían informado, pero no podía discernir su verdadera intención ni siquiera cuando cerraba los ojos a la fuerza para descansar, incapaz de dormirse por no comprender el verdadero sentir de Lessas.
Cuando el sol de la madrugada comenzó a asomarse por el este, Sayed se despertó repentinamente. Después de prepararse, pasó la mañana considerando cómo enfrentar a Lessas. Mientras hojeaba otros libros en la biblioteca sin encontrar respuestas adecuadas, leyó una historia que nunca antes había visto.
Un demonio amaba la belleza de la luna y quería traerla a su lado, pero al ver que la luna amaba al sol, sintió celos y al final intentó vencer al sol. La luna siempre giraba alrededor del sol, permaneciendo en el mismo lugar incluso cuando no estaba en el cielo. El demonio consideraba una corrupción gloriosa del corazón puro de la luna y quería teñir el amor puro de la luna.
El mito de la fundación había llevado muchas interpretaciones e historias. Desde por qué el demonio, la fuente de la existencia del Niera, no podía vencer al sol hasta cómo el demonio había logrado engullirlo, se ofrecieron varias conjeturas. Incluso en el palacio, seguían investigando constantemente estos rastros. Sin embargo, nada de lo que se había decidido era seguro.
Sayed cerró el libro y finalmente admitió que no podía postergarlo más, dirigiéndose hacia la residencia de Lessas. A regañadientes, sus pasos se volvieron más lentos. Cuando llegó a la entrada de su jardín, detuvo por completo sus pasos. El simple pensamiento de encontrarse con Lessas y escuchar sus incómodas emociones y expresiones ya lo había frustrado desde antes. Todo se sentía tan extraño y fuera de lugar. Recuperar la relación con ese ser puro e incondicional, a quien había querido como a un hermano pequeño, debería haber sido una alegría, pero ahora que se había convertido en un hombre adulto, era casi como establecer una relación completamente nueva.
Así, mientras permanecía parado allí, Sayed percibió movimiento más allá del jardín. Parecían ser dos personas. Al ver quiénes se acercaban hacia él, la mandíbula de Sayed se tensó instantáneamente. La persona que debía encontrarse con él casualmente se dirigía exactamente hacia su dirección.
Lessas llevaba un atuendo relativamente relajado debajo de su abrigo azul claro, con una camisa blanca. Con botas de cuero que llegaban hasta la pantorrilla, parecía estar paseando por el jardín durante su caminata matutina. Su rostro blanco y sin expresión escudriñó distraídamente las flores del jardín antes de girar lentamente hacia Sayed. Luego, sus miradas se encontraron directamente.
─ ¡Ah!
Baine, que estaba junto a Lessas, fue quien primero vio a Sayed y abrió los ojos sorprendido. Luego, susurró al oído de Lessas.
─ ¡Aquí está el secuestrador de Jasper...!
A esa distancia, el susurro no sería diferente de hablar en frente de Sayed. Es evidente que todos sabían de la desaparición de Jasper...
Lessas se acercó lentamente a Sayed, quien estaba parado en su lugar. Aunque se acercaba cada vez más, su apuesto rostro no mostraba ningún cambio de expresión, lo que hacía que el exaltado tono de voz del almuerzo de ayer pareciera falso.
{ ─¿No ves al hombre desesperado frente a ti que desea verte sonreír, Archiduque? }
Mientras recordaba el susurro que parecía haber sido un pensamiento mientras masticaba encurtidos, Lessas se detuvo frente a Sayed. Desde una distancia de tres o cuatro pasos, Lessas fue el primero en saludarlo.
─ ¡Buenos días, Archiduque!
Era una voz tranquila y sin preocupaciones. Aunque se sentía inquieto, Sayed aceptó su saludo.
─ ... ¿Estás paseando tan temprano?
─ El clima es tan hermoso que me resulta difícil quedarme quieto.
Un diálogo formal se desarrolló entre ellos. Mientras tanto, Baine a su lado parecía indeciso sobre cómo tratar a Sayed. Debido a que debía ser limitada la gente que conocía sus asuntos, vaciló en pedirle a Baine que se retirara.
Sin embargo, le resultaba incómodo sugerir a Baine que se retirara, ya que parecía que deseaba estar a solas con Lessas por voluntad propia. No quería dar ninguna excusa a Lessas para sospechar. Aunque estaba seguro de que los sentimientos de Lessas eran malentendidos, quería evitar que esos malentendidos se profundizaran.
─ Baine, puedes retirarte por ahora. Parece que el Duque tiene asuntos que discutir conmigo.
─ Pero mi deber es proteger a Su Alteza. Siempre debe haber al menos un caballero de escolta...
─ Con el caballero más fuerte de Solias a mi lado, ¿qué peligro podría haber?
Lessas habló tranquilamente. Baine sonrió como si estuviera a punto de decir algo en desacuerdo, pero luego asintió vacilante, mostrando que entendía al menos en parte, antes de finalmente retirarse después de varios intentos de moverse.
Una vez solo, Sayed finalmente habló.
─ ...He venido a pedirte un favor.
─ Sí, por favor, dime.
Para hablar sobre Desertus, necesitaba una explicación previa. Pero en lugar de explicarlo verbalmente, parecía mejor llevarlo y mostrarlo personalmente después. Sayed vaciló durante un momento antes de hablar.
─ Ahora mismo es el apogeo del Festival en la capital. Dado que no he estado en la capital durante mucho tiempo, me gustaría que me guiara.
─ ...¿Quieres ver el Festival?
En ese momento, los ojos de Lessas se abrieron ampliamente. Aunque sus labios seguían pareciendo indiferentes, la mirada de su sonrisa parecía decir "es lindo" mientras lo observaba, lo cual lo hacía sentir incómodo. Sayed hizo una excusa con seriedad.
─ He oído que el Festival en la capital es excelente para comprar regalos, así que quería pedírtelo.
La mirada de Lessas, que estaba sonriendo, se volvió seria. Lo miró como si pudiera ver a través de él con sus ojos violetas durante mucho tiempo antes de bajar su tono.
─ Parece que alguien desea dar un regalo.
Aunque su expresión era similar a antes, de alguna manera sintió que el humor de Lessas había caído repentinamente.
Tessa: Esos celos me hacen daño, me enloquecenヾ(≧へ≦)〃
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ No es algo de lo que Su Alteza deba preocuparse ─ respondió Sayed, evadiendo la pregunta, ya que la excusa de ir al festival era una invención. Sin embargo, Lessas no cedió como Sayed esperaba. Lessas, con el semblante completamente serio, dijo en voz baja:
─ Necesito saber el propósito del Archiduque para guiarlo al lugar adecuado.
Hace un momento parecía dispuesto a salir de inmediato, pero ahora se plantaba como un árbol enraizado, decidido a no moverse hasta obtener una respuesta. Era un cambio tan repentino como una nube oscura apareciendo en un cielo claro. Las emociones humanas, similares a una especie de energía, eran fáciles de percibir en su cambio, aunque no siempre se comprendieran sus motivos. Algo en las palabras de Sayed había irritado a Lessas.
En su niñez, parecía no ser tan difícil tratar con él.
Sayed encontraba desconcertante la nueva faceta de Lessas. Era como si al crecer, el joven hubiera soltado todo lo que alguna vez lo definió. Cada vez que se encontraban, Lessas actuaba de manera impredecible. El incidente inesperado de ayer era un claro ejemplo. No quería llamar confesión a aquellas palabras que Lessas había pronunciado en un malentendido emocional.
«...Ah.»
Sayed frunció ligeramente el ceño, eligiendo cuidadosamente sus palabras. Era un esfuerzo recordar la última vez que había preparado algo para alguien. No había nadie a quien quisiera dar algo. Sin embargo, pensó que mostrar gratitud hacia Kurto, a quien debía un favor, sería conveniente, aunque sólo fuera por cortesía. Aunque su relación con Desertus era por conveniencia mutua, debía algo a Kurto personalmente. Sería mejor mostrar algún tipo de agradecimiento, aunque solo fuera por cortesía, sin importar si Kurto lo apreciaba o no.
─ Es un regalo para una mujer.
Los labios de Lessas se cerraron firmemente al escuchar la respuesta. Los labios, que antes eran rosados, palidecieron notablemente.
─ ¿No sería mejor buscar un regalo para una dama en el palacio? ─ dijo, tras una larga pausa, con una voz profunda y apagada.
Sayed notó el cambio en el semblante de Lessas y se quedó sin palabras por un momento. Era difícil entender qué lo afectaba tanto.
─ Creo que algo sencillo sería más adecuado, para que no se sienta abrumada.
Un tesoro parecía demasiado personal para Kurto. Prefería recompensarla con oro.
Darle una compensación en oro parece una mejor opción que darle algo innecesario.
Sayed decidió retractarse de sus propias palabras. Desde el principio, hubiera sido más sencillo mencionar a Lessas sobre Jasper en lugar de inventar excusas para sacarlo del palacio.
─ No se preocupe por lo que dije antes, puedo ir solo al festival...
─ No, iré contigo. Parece que deseas ir ahora, así que me prepararé.
Sayed intentó decir que olvidara el tema del regalo, pero Lessas lo interrumpió. Con el rostro pálido, Lessas parecía afligido mientras miraba a Sayed, antes de bajar sus largas pestañas. El príncipe suspiró suavemente y se dio la vuelta.
─ Espérame un momento, me cambiaré a una vestimenta adecuada para salir del palacio.
─ ...De acuerdo.
Aunque inicialmente parecía que iba a rechazarlo, Lessas, de repente, se mostró dócil. La figura de Lessas, mientras se alejaba hacia el palacio, parecía más grande y fuerte de lo que Sayed recordaba, pero también más solitaria, a pesar de estar rodeado de muchas personas.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Parecía que el clima seguía el ánimo cambiante de Lessas, ya que el cielo, que había estado despejado toda la mañana, se nubló cuando salieron del palacio al mediodía. Sin embargo, el centro de la ciudad, situado a lo largo de la plaza del festival, estaba lleno de gente a pesar del clima nublado.
La avenida principal, flanqueada por mansiones de nobles y tiendas diversas, estaba adornada con puestos de mercado en celebración del festival. Desde lugares que vendían carne de alce y otros animales salvajes raramente vistos en la ciudad, hasta puestos de flores, sombreros y capas, la variedad era enorme. También había muchos que ofrecían sus especialidades culinarias.
Sayed y Lessas se mezclaron con la multitud que observaba a los payasos actuando en medio de la calle. Aunque debían dirigirse a la mansión de Prosius, primero tenían que cumplir con la excusa de asistir al festival.
Lessas no había dicho nada desde que salieron del palacio. En contraste con el bullicio del mercado, un silencio pesado se cernía entre ellos. Lessas llevaba una capa discreta que ocultaba su rostro, por lo que era difícil discernir su expresión, pero su mal humor era evidente.
«En este estado, no cumplirá con la petición que quiero hacerle.»
Sayed miró a su alrededor, buscando una forma de mejorar el estado de ánimo de Lessas. No sabía qué había molestado a Lessas, así que la solución no era clara. Tratando de recordar, Sayed reflexionó sobre lo que le gustaba a Lessas.
Pronto se dio cuenta de que sus recuerdos estaban demasiado anclados en la infancia. El niño que solía reírse con solo trepar árboles o jugar al escondite ahora era un joven adulto, y aunque Sayed no conocía bien al Lessas adulto, sabía que no disfrutaría de los juegos de la infancia.
─ ¿Hay algo que le gustaría hacer, Alteza?
Finalmente, Sayed hizo una pequeña concesión. Mientras miraba distraídamente a las personas que reían, preguntó, y por fin Lessas lo miró. Sayed se sorprendió al ver la tristeza extrema en sus ojos violetas.
─ No tiene que preocuparse por mí, estamos aquí para encontrar el regalo del Archiduque.
A pesar de los ojos tristes, la voz de Lessas era calmada. Sin embargo, esa serenidad exagerada irritaba a Sayed.
─ Parece que este lugar le desagrada.
Entonces, en contraste con sus ojos melancólicos, las comisuras de sus labios rosados se levantaron ligeramente. Era una sonrisa extraña.
─ ¿De verdad?
─ Sí.
─ Lo siento. No era mi intención preocupar al Archiduque...
Lessas desvió la mirada. Miró hacia un puesto al final del callejón y habló en voz baja.
─ Ver a la persona que me robó el corazón comprar un regalo para otra mujer no es precisamente agradable.
Sayed se quedó sin palabras por un momento. La confesión inesperada del día anterior volvió a su mente. Había pensado que Lessas no mencionaría nada más al respecto después del breve encuentro de la mañana, pero había sido un error.
─ Pero la felicidad del Archiduque es más importante para mí. Si mi humilde consejo puede ayudar, será mi alegría.
Tessa: Hay.... Lessas... 🤦♀️más celoso no puede ser...
Después de dejar a Sayed desconcertado, Lessas continuó hablando tranquilamente.
─ Hay un puesto de artesanías por allí.
Dicho esto, Lessas se dirigió hacia el puesto. Después de mostrar tan claramente sus sentimientos y luego actuar como si nada hubiera pasado, Sayed decidió seguirlo en silencio.
«No debería responder.»
Responder a los sentimientos erróneos de Lessas solo lo confundirá más. Si simplemente ignoraba y dejaba que las cosas siguieran su curso, eventualmente Lessas también descubriría la verdad.
Ignorando la incómoda tensión, Sayed llegó al puesto junto a Lessas. En la mesa de madera había cajas de joyas finamente talladas, adornos para el cabello, collares y broches. Aunque no tenían gemas caras, el trabajo artesanal era excelente y los materiales de buena calidad. Dado que se trataba del festival de la capital, todo lo que se vendía era más hermoso que lo que se solía ver en los festivales del norte.
─ No sé mucho sobre mujeres, pero cualquier cosa hermosa les agradará. En realidad, si es un regalo del Archiduque, seguro que les gustará.
Lessas susurró suavemente mientras observaba los artículos. Cada palabra suya provocaba una incomodidad en el corazón de Sayed, por lo que decidió no mirarlo y respondió con una cortesía forzada.
─ Gracias por el consejo.
Fingiendo estar interesado en los regalos, Sayed mantuvo la mirada fija en el puesto. Tal como dijo Lessas, los productos del artesano eran hermosos. Aunque nada le llamaba especialmente la atención, algunos adornos simples parecían adecuados. Mientras intentaba imaginar a Kurto con su cabello negro, encontró algo que le llamó la atención. Un broche de cuero teñido de un suave color púrpura.
El broche tenía la forma de una flor de hielo, con las hojas enrolladas hacia el centro donde el color se intensificaba. En el centro, donde estarían los estambres, había una amatista profundamente tallada. Aunque parecía caro, era muy hermoso.
─ ¿Cuánto cuesta esto?
El vendedor, que los había estado observando todo el tiempo, sonrió y respondió.
─ Una moneda de oro.
Una moneda de oro era suficiente para que un plebeyo del norte viviera varios meses. Aunque era caro, no significaba mucho para el Titer. Sayed no era amante de los lujos y solo gastaba su presupuesto en la defensa de Niera y en los asuntos del territorio. Tenía dinero de sobra.
─ Me lo llevo.
Al sacar la moneda de su bolso, el vendedor tomó el broche con un paño de seda cuidadosamente teñido. El vendedor, evidentemente contento de haber cerrado la venta sin regateos, expresó repetidas veces su agradecimiento. Lessas había permanecido en silencio mientras Sayed elegía el regalo, pero habló tan pronto como la transacción terminó.
─ Has elegido un regalo tan hermoso como tú. ¿Puedo ayudarte en algo más, Archiduque?
Sayed guardó el broche en su interior, evitando la mirada de Lessas que parecía fijarse en su mano. Aunque había utilizado el pretexto de comprar un regalo, ahora era momento de regresar a la mansión. Sin decir una palabra, salió del puesto y Lessas lo siguió en silencio. Solo tenía que hablar, pero la excesiva calma de Lessas lo inquietaba.
Parecía haber dejado atrás completamente su apariencia infantil y haberse convertido en una mariposa completamente desarrollada, pero en momentos como estos, Lessas era exactamente como lo recordaba. Aunque se mostraba triste y abatido, tragándose esos sentimientos y diciendo que estaba bien, no podía evitar recordarle al niño vulnerable que solía ser.
No es que Sayed se sintiera apenado por Lessas o quisiera corresponder a sus sentimientos. Había decidido que era necesario mantener una relación medianamente buena con él, simplemente como un precio a pagar.
─ No hay nadie en particular a quien quiera darle un regalo.
Sayed se dio la vuelta. Lessas, que lo había estado siguiendo en silencio, se detuvo abruptamente. En su rostro pálido y sin expresión apareció una mirada de sorpresa. Sus largas pestañas se alzaron, sorprendidas, mientras Sayed revelaba su patético plan.
─ Te he traído afuera para hablar contigo sobre el asunto de Jasper. Si realmente lamentas lo que le sucedió a mi madre y deseas ayudarme, te pido que me sigas ahora.
Decir esto era extremadamente incómodo para Sayed. Estaba acostumbrado a actuar solo y no quería depender de nadie. Además, el asunto involucraba a Lessas. Involucrar a alguien que había sido un aliado cercano de Zion Sildras en asuntos relacionados con la familia Sildras implicaba la posibilidad de que se filtrara información.
Para Sayed, la confianza era la cosa más incierta de todas. Se preguntaba si tal cosa existía realmente en el mundo.
Sin embargo, había decidido hacer este intento debido a la actitud de Lessas, quien se había mantenido en silencio sobre el asunto de Jasper. Decidió confiar en Lessas solo esta vez. Mientras confundiera su lujuria con amor, tal vez, en ese momento, Lessas podría ser un aliado confiable.
─ ¿Así que no era un regalo para alguien en particular?
Mientras Sayed permanecía en silencio, tratando de controlarse a sí mismo, Lessas preguntó eso. Era desconcertante que, a pesar de mencionar el asunto de Jasper, Lessas siguiera preguntando por un regalo.
─ ¿En serio preguntas sobre el regalo en esta situación?
─ Planeaba dejar el asunto de Jasper en tus manos. Aunque es mi leal caballero, no es más importante que tú, Archiduque. Ya te lo dije, puedes hacer conmigo lo que desees. Mis caballeros son también tuyos, y yo te daré lo que necesites.
Con un tono calmado, explicó su extraña devoción. Sayed parpadeó, perdiendo nuevamente las palabras ante la inexplicable ceguera de Lessas.
─ Mi querido Titer, solo tiene que decirme lo que desea.
Mientras decía esto, los ojos violetas de Lessas, que se curvaban suavemente, pinchando el corazón de Sayed como una aguja. Aunque consideraba que el peso de esas palabras era solo una ilusión, no podía burlarse de ellas en voz alta.
No existe la bondad sin precio. Así como Aster lo utilizó, Lessas también debe querer algo.
Al ordenar sus pensamientos de esa manera, Sayed se sintió más tranquilo. Pero no podía deshacerse del sentimiento de deuda. Ya estaba en deuda con Lessas de nuevo.
Para aliviar el incómodo peso que sentía, sacó el broche que acababa de guardar en su pecho. Luego, sin darle ningún significado especial, se lo ofreció a Lessas.
─ Parece que te ha gustado, así que puedes quedártelo. Por supuesto, esto no sustituye la recompensa por el trato. Una vez terminemos con el asunto de hoy, te daré la recompensa que mereces.
Los ojos de Lessas, que se habían curvado suavemente, se abrieron de par en par y se fijaron en la mano de Sayed, sorprendidos. Sin decir nada, miraba fijamente el broche, así que Sayed añadió.
─ Si no lo quieres, puedes dárselo a alguien más o desecharlo.
Se lo había ofrecido porque Lessas no dejaba de mirarlo y decir que era hermoso, pero ahora le parecía algo que solo una mujer querría. Entonces, Lessas extendió su mano con urgencia. Sus dedos rozaron el dorso de la mano de Sayed. Con la misma delicadeza y cuidado con que se recibiría una flor real, Lessas sostuvo la mano de Sayed.
─ No, por favor, dámelo.
Con una voz calmada pero ansiosa, Lessas pidió. Su otra mano se extendió y envolvió la mano de Sayed. Bajando la mirada apresuradamente, volvió a encontrarse con los ojos de Sayed. En los ojos de Lessas se veía un profundo anhelo.
─ Por favor, dame la oportunidad de conservar una parte de ti.
El príncipe suplicaba a su súbdito por algo tan trivial. Sayed frunció sus gruesas cejas y retiró su mano de la de Lessas, entregándole el broche. Se alejó de él con un gesto frío.
─ Haz lo que quieras.
Lessas recibió el regalo con ambas manos, observándolo fijamente durante unos segundos. Luego, levantó la cabeza y una sonrisa muy blanca apareció en su rostro. La expresión que había estado rígida y pálida se suavizó, y sus ojos violetas brillaron intensamente. Sus mejillas blancas se tiñeron de un suave rubor. Al mismo tiempo, las nubes grises que habían oscurecido su hermoso rostro se desvanecieron y un rayo de sol brillante lo iluminó.
─ Estoy feliz, Sayed.
El sol brillaba intensamente en el cielo despejado, disipando las sombras y bañando a Sayed en una luz amarilla deslumbrante, obligándolo a entrecerrar los ojos por el resplandor.
Tessa: El Sayed y yo... ¡Es demasiado!
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Kurto deambulaba sin rumbo por la enorme mansión vacía. Hasta hace pocos años, la casa del Archiduque de Axid estaba llena de vida, pero ahora solo quedaban las dimensiones y los adornos que evidenciaban su grandeza pasada. Las telarañas y el polvo que cubrían los espacios vacíos hacían que el lugar se sintiera más como una morada de fantasmas.
«Fantasma. Qué miedo.»
Nana, una de las ancianas que había criado a Kurto en Desertus, le contaba muchas historias de fantasmas desde que era pequeña. Decía que cuando el Niera, el devorador de almas, moría, los espíritus que había consumido escapaban y vagaban por el mundo real. Estos fantasmas, llenos de rencor, buscaban apoderarse de los cuerpos de los vivos. Afirmaba que imitaban las acciones de los demonios.
─ ¿...El Archiduque de Axid realmente controla fantasmas?
Ante la pregunta repentina de Kurto, Tiaki ladeó la cabeza. Estaba sentado en una silla que había encontrado en algún lugar, inclinándola peligrosamente hacia atrás, y miró a Kurto al revés.
─ ¿De dónde sacas eso de repente?
─ Nana y... la gente lo decían. Los Titer del norte han manejado la oscuridad durante generaciones, así que decían que debíamos tener cuidado con los fantasmas que se ocultan en ella.
Al recordar la orden del Archiduque de vigilar a Jasper, Kurto sintió que esas palabras podrían ser ciertas.El hombre de expresión fría, capaz de matar sin cambiar su semblante, era increíblemente guapo y emanaba una autoridad abrumadora. Siendo tan alto y de complexión fuerte, uno podría esperar sentir su presencia al moverse, pero al recordar la silenciosa desaparición del Archiduque lo hacía parecer un fantasma.
─ Tiaki, lo he visto algunas veces... Me preguntaba si tú también lo habías visto así.
─ El Archiduque es ciertamente tan amenazador como un espíritu maligno. Pero sabes que el poder de los Titer no son para eso. Sus habilidades están destinadas a oponerse a Nieras, así que más bien nos protegerían de los fantasmas.
─ Entonces, ¿nuestro poder también está destinado a luchar contra el Niera?
Tiaki guardó silencio ante la pregunta de Kurto. Ella preguntaba con genuina curiosidad.
─ ¿Podría el propósito de mis extraños poderes estar relacionado con la voluntad de la luna?
Las habilidades de Kurto eran útiles en el mundo real para descubrir secretos oscuros, pero no tenían nada que ver con matar al Niera. Leer recuerdos no ayudaba en la lucha contra Niera.
─ No hagas preguntas inútiles.
Tiaki finalmente la reprendió. Había una expresión de complejidad en sus ojos afilados. Los miembros de Desertus, al crecer, en algún momento de sus vidas, se habían hecho esta pregunta: ¿Por qué llevan dentro un fragmento de los Titer?
Era un poder que no podían usar abiertamente y tampoco era tan completo como el de los Titer. Aunque gracias a eso no sufren fenómenos aterradores como el descontrol, tampoco pueden liberarse del dolor constante que habita en su cuerpo.
En el caso de Tiaki, sufría de altas fiebres y pesadillas periódicamente, mientras que Kurto a menudo no podía distinguir sus propias sensaciones. A veces, el dolor desaparecía tanto que podía quemarse la mano sin darse cuenta. Por ello, la mano derecha de Kurto estaba marcada con cicatrices de quemaduras horribles.
─ Somos solo un accidente. Somos algo así como marcas dejadas por un error de los nobles Titer.
─ Pero el poder de los Titer es para derrotar al Niera, ¿no? Si examinamos bien nuestros poderes, ¿no podríamos encontrarles algún significado?
─ Deja de hacer suposiciones sin sentido.
Tiaki se levantó de la silla. Kurto siguió con la mirada la espalda de Tiaki mientras intentaba salir de la habitación vacía.
Tiaki abrió la puerta y se detuvo en seco, retrocediendo hacia la habitación. Kurto, extrañada por su comportamiento, inclinó la cabeza, y entonces alguien entró por la puerta.
─ Apareces sin hacer ruido, Archiduque.
Tiaki saludó al Archiduque de Axid con una voz ligeramente asustada. El hombre de rostro frío que había entrado se quitó la capa. Todo en él era negro, desde la capa que colgaba sobre sus anchos hombros hasta su ropa, excepto su rostro pálido.
En la oscuridad no se podía notar, pero a la luz del día, el cabello del Archiduque era de un gris oscuro que a veces parecía plateado bajo el sol, y sus ojos eran de un hermoso gris. Su piel tenía un tono pálido raro en el sur.
─ ¿Has vigilado bien a Jasper?
Kurto, que había estado observando su rostro como hechizada, se sobresaltó ante el profundo tono bajo del Archiduque y se enderezó. La voz profunda y resonante del Archiduque era imponente y la hacía sentir que debía tener cuidado.
Tessa: ...💖
─ Claro. Cuando se despertó, le di un poco de sopa y luego lo volví a dejar inconsciente. ¿No es un buen trato?
Tiaki respondió con descaro. Kurto se rió para sus adentros, ya que Nana siempre reprendía la actitud descarada de Tiaki. El Archiduque se detuvo y miró hacia atrás. Kurto siguió su mirada y vio a otra persona. Había un hombre extraordinariamente hermoso, incluso más alto que el propio Archiduque, que ya era muy alto.
«Wow. Realmente hermoso.»
Como si estuviera viendo una joya brillante, su mirada se quedó atrapada de inmediato. Con su cabello negro como el ébano y piel blanca, parecía una princesa de cuento de hadas, pero sus rasgos faciales, como la nariz y los labios, tenían una apariencia masculina y esculpida. Kurto abrió los labios ante la apariencia irreal, casi fantástica, del hombre. Extrañamente, al verlo, su corazón comenzó a latir más rápido.
─ ¿Eh, eh...? ─ Tiaki, sintiéndose igual que Kurto, hizo un sonido tonto al ver al hombre. El Archiduque frunció el ceño al ver su reacción y le habló duramente a Tiaki.
─ Cálmate.
Entonces Tiaki sacudió la cabeza rápidamente. Con una expresión avergonzada, hizo una reverencia apresurada para mostrar respeto.
─ Vaya, ¿ese es realmente el príncipe del que tanto hemos oído hablar? Buenos días, soy Tiaki. Kurto, ven y saluda también. Es un honor que una persona tan noble haya venido personalmente.
Kurto corrió hasta ponerse frente a él. El príncipe detrás del Archiduque les sonrió suavemente. Era una sonrisa delicada y fragante, como un pétalo recién florecido.
─ He oído que necesitan mi ayuda. Aunque mis habilidades sean modestas, espero poder ser útil.
─ ¡¿Habilidades modestas?! ─ exclamó Tiaki con entusiasmo. El Archiduque lo miró sin expresión alguna. Kurto intentó decir algo de agradecimiento, pero estaba tan nerviosa que no pudo emitir ningún sonido y simplemente inclinó profundamente la cabeza. El príncipe, al ver esto, avanzó lentamente hacia el Archiduque. A primera vista, el Archiduque parecía mucho más grande, pero al verlo de cerca, el príncipe era lo suficientemente alto como para eclipsar al Archiduque. Aunque tenía una complexión delgada, era sorprendente.
─ ¿C-cómo recibimos la purificación? He oído que algo tiene que tocarse... No estoy seguro si alguien tan humilde como nosotros puede tocar a la realeza.
La voz de Tiaki parecía calmada, pero Kurto sabía que estaba muy nervioso. Después de todos los años que habían pasado juntos, conocía bien a Tiaki. Había estado hablando de purificación, pero ahora que tenía que interactuar con la realeza, parecía preocupado. Mientras Kurto lo veía con una sonrisa irónica, el príncipe sonrió amablemente.
─ No es necesario hacerlo de esa manera. Afortunadamente, puedo usar mi poder de diversas formas.
El príncipe dijo esto mientras miraba a Kurtu y Tiaqui alternativamente con una expresión calmada. Aunque sonreía, sus ojos violetas eran tan serenos como su voz. Luego levantó el brazo y extendió su mano blanca, esculpida como una obra de arte, frente a ellos, como si acariciara el aire. Kurto miró la mano embelesada, al igual que Tiaki.
Mientras sus ojos estaban fijos en la mano, ocurrió algo extraño. Desde la punta de sus dedos, una cálida y suave energía se extendió en el aire. La energía, buscando la frecuencia de Kurto que siempre se sentía como espinas bajo la piel, rápidamente se asentó en su cuerpo. Luego, como si dijera que todo estaba bien, acarició gentilmente la frecuencia espinosa. La energía, que siempre había sido como un nudo bloqueando sus venas, se disolvió y fue absorbida por su cuerpo.
─ ¡Wow!
Kurto exclamó sin darse cuenta. Tiaki, que también parecía sentirlo, respiró hondo y miró al príncipe con incredulidad.
─ ¡No puede ser! ¡Nunca me había sentido tan ligero en mi vida!
Tiaki gritó con una expresión de felicidad. El Archiduque, que los observaba con indiferencia, miró y preguntó a Kurto.
─ ¿Cómo te sientes?
─ ¡Creo que puedo hacerlo! ¿Puedo intentarlo ahora?
Aunque nunca había leído la memoria de alguien desde que lo hizo accidentalmente cuando era niña, ahora sentía que podía hacer cualquier cosa. Cuando el Archiduque asintió, Tiaki hizo un gesto con la mano. Kurto se apresuró a colocarse frente a Jasper, que seguía dormido. Estaba recostado contra la pared con la cabeza caída, y al ver su pecho subir y bajar pacíficamente, parecía estar tomando una siesta.
─ ¿Lo despierto?
Ante las palabras de Tiaki, el príncipe se adelantó. Mirando al caballero con calma, el príncipe se arrodilló suavemente en el suelo y, haciendo contacto visual con Jasper, lo despertó.
─ Jasper, despierta.
Aunque parecía profundamente dormido, Jasper abrió los ojos de golpe al escuchar la voz del príncipe. Viendo al príncipe con una mirada turbia, hizo un sonido gracioso.
─ ¿Mi señor?
─ Sí. Debes estar muy asustado por lo repentino de todo esto, ¿estás herido?
─ ...¿Dónde estoy? Quiero decir... ayer, fui llamado por el Archiduque...
Mientras Jasper hablaba, vio al Archiduque detrás del príncipe y, sobresaltado, se pegó a la pared.
─ ¡Hik, hiik!
Con el rostro pálido, Jasper señaló al Archiduque con el dedo. Con voz desesperada, le dijo al príncipe.
─ ¡Es un demonio! ¡Ese demonio intentó matarme ayer, mi señor! ¡Igual que a la mujer en la plaza...!
El Archiduque, al ver que Jasper temblaba de miedo, hizo un gesto a Kurto. Nerviosa, Kurto se acercó a Jasper. El caballero, sin percatarse de Kurto, seguía gritando solo al Archiduque.
─ ¡El Niera aparecerá...! ¡Su Alteza, escápese!
El príncipe sujetó a Jasper, impidiendo que se moviera. Con una mano blanca, tomó firmemente la mano de Jasper y le susurró con calma:
─ El Archiduque no te hará daño, Jasper.
La voz tranquila del príncipe hizo que Jasper se detuviera momentáneamente. Kurto, que se había acercado al lloroso Jasper, rápidamente le agarró el brazo. Al hacerlo, sintió el profundo terror que llenaba su alma. El miedo de un niño pequeño que temía por su vida también fluyó hacia Kurto, haciéndola temblar.
─ Veo la plaza... veo la plaza.
Kurto se sumergió en los recuerdos de Jasper.
En un soleado día de primavera, en la plaza festiva rodeada de árboles verdes, los caballeros estaban formados en fila. En el centro de la plaza, sobre una plataforma de piedra, estaba una mujer de cabello negro, igual que el príncipe. Ella sonreía mientras hablaba con un hombre de mediana edad de cabello dorado. El hombre, que parecía ser el líder de los caballeros, emanaba una presencia especial. Se sentía como un Titer, como los Titer.
La mirada de Jasper los espiaba desde la distancia. Junto a él, escondidos en el bosque, había varios chicos conteniendo la respiración. Se oían susurros.
{ ─ Oye, ¿no es esa la reina? ¿Qué vamos a hacer? Si nos descubren, nos ejecutarán. }
En la plaza festiva, los árboles alineados solían llenarse de deliciosas manzanas en primavera. Los plebeyos de la capital, que a menudo carecían de alimentos, se escondían aquí para recoger la fruta. Aunque eran árboles de la familia real, no se gestionaban estrictamente y se convertían en la principal fuente de alimento para los plebeyos en primavera. Probablemente, los niños escondidos con ese propósito se habían encontrado en una situación difícil.
La mirada de Jasper se detuvo en una mujer con largo cabello plateado. Ella miraba algo alejado de la reina y el hombre, como si estuviera en guardia. De repente, su postura se tensó, y una gran sombra emergió del bosque. Parecía una acumulación de sombras de árboles, pero aterradoramente comenzó a crecer y a elevarse del suelo.
{ ─ ¡Sildras, mira atrás! ¡Detrás...! }
La mujer gritó con voz de alarma mientras desenvainaba su espada. Siguiendo su advertencia, el hombre de mediana edad con cabello dorado se giró. Detrás de la plataforma donde estaba la reina, una masa de sombras surgía del suelo. La escena era verdaderamente extraña. Aunque el sol brillaba intensamente, una oscuridad aislada se movía rápidamente por la plaza blanca. Aquello, con la forma de una serpiente, tenía el doble de la altura de una persona y se dirigía hacia la reina.
{ ─ ¡El Niera está apuntando a la reina! }
Los caballeros reaccionaron al grito de la mujer. El hombre de mediana edad agarró a la reina, que miraba con sorpresa, y la apartó. La sombra del Niera se extendió hacia donde ella había estado. Algunos caballeros que custodiaban la zona fueron devorados por las fauces de la serpiente negra.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
{ ─ ¡Archiduquesa, qué está haciendo! }
En el instante en que las vidas de los caballeros desaparecieron, una reacción extraña ocurrió. A pesar de tener a la enorme criatura sombría detrás, la reina actuaba como si no pudiera verla, mirando alrededor y, al ver al caballero muerto, exclamó horrorizada hacia la mujer de cabello plateado.
{ ─ ¿Dónde se supone que está el Niera? ¡¿Por qué has atacado a los caballeros de repente...?! }
Ante el grito de la reina, la expresión de la mujer se torció. La reacción de la reina no era diferente de la de los otros caballeros, quienes también observaban a la mujer plateada en lugar de la criatura. La serpiente hecha de sombras, disfrutando del caos, movió su cola acercándose a la reina.
{ ─ Sildras, tú puedes verlo, ¿verdad? ¡Lleva a la reina a un lugar seguro ahora! }
Al grito de la mujer, la serpiente se movió. Se abalanzó rápidamente sobre la reina, abriendo sus fauces detrás de ella y del hombre. Aunque la sombra claramente se proyectaba, la reina, ajena, reprendía a la mujer con temor.
{ ─ ¡No te acerques, Archiduquesa! Ya te lo advertí. Tu comportamiento no es normal. Pediré a Su Majestad que te purifique...! }
La serpiente siseó y se lanzó hacia la reina. Uno de los niños, incapaz de apartar la mirada de la aterradora y fantástica escena, exclamó y se cubrió los ojos. Jasper, paralizado por el miedo desde que los caballeros murieron, no podía moverse y observaba atónito.
La mujer ignoró las palabras de la reina y, con su espada desenvainada, se lanzó hacia la serpiente. En un abrir y cerrar de ojos, acortó la distancia a una velocidad imperceptible para los ojos del niño y cortó la garganta de la serpiente sobre la cabeza de la reina.
{ ─ ¡Kyaaa! }
La cabeza decapitada de la serpiente se balanceó sobre la reina, que se había desplomado aterrorizada. No hay criatura que pueda vivir sin cabeza, y un leve sentimiento de alivio comenzó a surgir en la mente del joven Jasper.
«¿Habrá muerto?»
Sin embargo, burlándose de ese pensamiento ingenuo, la serpiente giró su cabeza colgante y la reacomodó en su lugar. Mientras tanto, el caos se desató a su alrededor. Los caballeros, en lugar de atacar a la criatura sombría, gritaban horrorizados, tratando de detener a la mujer.
{ ─ ¡Detengan a la Archiduquesa! ¡El Títer se está descontrolando! }
Los caballeros, con las espadas desenvainadas, corrieron hacia la mujer. Sin embargo, antes de llegar a ella, fueron barridos por la cola de la serpiente acechando detrás de la reina.
{ ─ ¡Aaaah! }
{ ─ ¡Archiduque, ¿por qué está haciendo esto! }
Gritos de angustia se extendieron por todas partes como un incendio forestal. Los caballeros, dejando sus gritos de reproche como sus últimas palabras, fueron asesinados por la criatura. La mujer agitó su brazo con gran perturbación. Siguiendo su movimiento, una sombra emergió del suelo y atrapó a la serpiente de alguna manera.
{ ─ ¡Por favor, aléjense, aléjense todos! ¡Sildras, maldito, ¿por qué no haces nada! }
La imagen de una sombra atrapando a otra sombra daba la impresión de que incluso la serpiente había sido convocada por el poder de la mujer. El hombre de mediana edad, de cabello dorado, que permanecía inmóvil junto a la reina, finalmente desenvainó su espada tras escuchar a la mujer. La fina espada brilló intensamente, reflejando la luz por toda la plaza.
{ ─ Rechazaste la purificación tantas veces que al final te volviste loca. ¿Dónde dices que está el Niera? Aquí no hay nada. Solo una loca del norte. }
El hombre extendió los brazos como si realmente no viera nada. En ese momento, la extraña fuerza que sujetaba a la serpiente se desvaneció. Liberada, la serpiente comenzó a azotar la plaza.
La gente estaba perpleja. Aunque era evidente que algo los perseguía, en lugar de huir, corrían hacia la criatura para ser devorados o aplastados. La plaza, blanca y luminosa, se convirtió en un infierno ensangrentado en un instante. El olor a sangre se volvió tan denso que era difícil respirar. Los niños, paralizados hasta entonces, finalmente encontraron el valor para huir al darse cuenta de que la situación estaba fuera de control.
{ ─ Vámonos, Jasper. }
{ ─ ¡Tenemos que irnos, nos van a matar! }
Jasper finalmente se movió gracias a uno de sus amigos que lo agarró del brazo y lo tiró. Apenas logró mantener el equilibrio y, con piernas temblorosas, comenzó a correr. Su respiración se aceleró de manera frenética. Kurto, inmersa en los recuerdos de Jasper, comenzó a sentirse abrumada por su miedo. El terror que el joven Jasper había sentido era tan intenso que casi la asfixiaba.
{ ─ ¡Sildras―! }
El grito de la mujer, lleno de ira y traición, resonó en el bosque. Jasper, mientras huía, se sobresaltó al oírla y miró hacia atrás. Al hacerlo, tropezó con una raíz y cayó.
La mujer se enfrentaba al hombre que avanzaba hacia ella. A pesar de que parecían estar del mismo lado, luchaban como si quisieran matarse mutuamente. La espada de la mujer parecía destinada a contener algo, mientras que el hombre mostraba una clara intención de matar a su oponente. No era una pelea entre humanos. Apenas podían discernir sus formas.
{ ─ ¡Maldito bastardo! ¡Me has tendido una trampa! }
{ ─ Te has vuelto completamente loca. Serena, mira alrededor. ¿Dónde está el Niera? No hay nada más que tu sombra repugnante. }
Durante un momento de pausa en la lucha, el hombre gritó con certeza. La mujer echó un vistazo a su alrededor. Extrañamente, no había nada. Solo los cadáveres de los caballeros muertos indicaban que algo había sucedido, pero la gran sombra había desaparecido sin dejar rastro.
{ ─ ¿Cómo puede ser? }
Su voz temblorosa resonó en la plaza. El hombre, decidido a matarla, levantó su espada. La mujer, ya fuera por darse cuenta y no hacer nada al respecto, o por estar demasiado sorprendida para reaccionar, se quedó allí quieta, mirando frenéticamente a su alrededor como una loca. Los pocos caballeros sobrevivientes, con terror, comenzaron a acercarse lentamente.
{ ─ ¡No, no lo hagas! ¡Sirkan, la ejecución de un Titer no es tu derecho! }
La espada, a punto de caer, se detuvo ante el grito. El hombre se volvió hacia la reina, que estaba sentada detrás de él. Aunque no se veía su rostro, parecía estar escuchando.
{ ─ Parece que la furia ha cesado. debemos someter al Archiduque y llevarlo al palacio. No es tu lugar intervenir, hermano. }
La reina, jadeando, se calmó gradualmente y expresó su opinión con claridad. Jasper vio, en ese momento, que la espada del hombre se movía ligeramente. Aunque la distancia era grande, de alguna manera, sus ojos captaron el movimiento de la punta de la espada.
Los amigos de Jasper volvieron para rescatarlo, levantándolo apresuradamente.
{ ─ ¡Si te quedas aquí, morirás! }
Siguiendo sus urgentes susurros, Jasper comenzó a correr de nuevo. Sin embargo, su mente estaba en un caos total.
«¿Estoy loco también? Estoy seguro de que la criatura sombra mató a esas personas, ¿por qué actúan como si no lo hubieran visto?»
{ ─ ¿Ustedes también lo vieron? }
Jasper, acelerando el paso para alcanzar a sus amigos, les preguntó. Uno de los chicos, con el rostro lleno de miedo, permaneció en silencio, mientras que el otro respondió con enojo.
{ ─ Aunque hayamos visto eso, debemos fingir que no lo vimos. La reina estaba allí. No debemos dejar ningún rastro de que estuvimos presentes. Mi padre siempre decía que nunca nos involucremos en los asuntos de la gente importante. }
{ ─ ¡Pero...! }
{ ─ ¡No vimos nada! }
La conversación de los chicos terminó ahí. Un acuerdo tácito se estableció y todos corrieron en silencio, haciendo su mejor esfuerzo por salir del bosque. Poco a poco, podían ver el borde del bosque a lo lejos; una vez fuera, llegarían al camino principal que los llevaría a la ciudad. Apenas comenzaban a sentir alivio en sus rostros juveniles cuando una voz se escuchó detrás de ellos.
{ ─ ¿Tantas ratas escondidas aquí? }
Era una voz suave de un joven. Jasper, sintiendo un miedo instintivo, se detuvo y miró hacia atrás. Su cuerpo se desplomó en el suelo, incapaz de resistirse a la inercia. A pesar de ser pleno día, el bosque se sentía oscuro, y unos ojos rojos aparecieron. Cuando Jasper creyó haber hecho contacto visual con esos ojos sin forma, algo pasó junto a él y alcanzó a los chicos que aún corrían. La oscuridad que se deslizó hacia atrás engulló a los chicos sin dejar rastro.
Sin siquiera un grito de agonía, los cuerpos que corrían cayeron. Los pequeños cuerpos sin fuerza rodaron por el suelo como muñecos, golpeando contra los troncos de los árboles o desplomándose en la tierra.
El miedo paralizó a Jasper. Incapaz de respirar, sintió que la oscuridad se acercaba. Una voz infantil y risueña resonó, como si hablara directamente en su cabeza.
{ ─ ¿Te lo dejo a ti, Sirkan? }
Justo antes de desmayarse, Jasper escuchó pasos acercándose. Con los ojos en blanco, a punto de perder el conocimiento, vio el cabello dorado de un hombre de mediana edad. Con una expresión complicada, el hombre miró a los niños muertos y a Jasper alternativamente, soltando un suspiro lento.
{ ─ Ya han muerto muchos. Con tu poder, podrías borrar sus recuerdos, así que hazlo. }
{ ─ ¿Tu débil conciencia te hizo pensar en el hijo que tienes en casa? }
{ ─ Cállate. }
{ ─ Si consigues lo que deseas, todos en esta tierra morirán de todos modos. ¿Te das cuenta de lo repugnante que es que intentes actuar como un ser humano ahora? }
Sin embargo, a pesar de sus palabras, el joven se rió y se acercó a Jasper. Lo último que Jasper vio antes de desmayarse fue una figura borrosa hecha de sombras.
{ ─ No sería divertido dejarlo así. Sí, vamos a crear un rumor interesante. Estas pequeñas cosas los aislarán y verás qué entretenido será todo. }
Con esas palabras, los recuerdos de Jasper terminaron. El sueño se apoderó de él como si estuviera a punto de encontrar la muerte. Kurto quería escapar del miedo que estaba devorando su alma y deseaba dormirse. Mientras murmuraba en un trance, Kurto cerró la boca y sus ojos se volvieron blancos. Sus piernas cedieron y su cuerpo cayó hacia atrás. Justo cuando estaba a punto de colapsar, una mano fuerte la sostuvo firmemente.
El poder que la tiraba de vuelta a la realidad hizo que Kurto gritara, despertando abruptamente. El sudor frío le corría por todo el cuerpo, empapándola. Mientras luchaba por controlar su temblor involuntario, se levantó y se encontró cara a cara con el Archiduque Axid, que la sujetaba del brazo.
─ A-Ar-Archiduque...
Kurto llamó al Archiduque con una voz entrecortada y jadeante. Lágrimas rodaban por sus ojos enrojecidos. Sin decir una palabra, el hombre la miraba fijamente, y el inmenso dolor que sentía se trasladó a ella momentáneamente. Era un dolor tan agudo y punzante que parecía desgarrarle el interior. Se sentía como si su piel se desgarrara y todas sus venas estallaban; era un sufrimiento indescriptible. Era aterrador darse cuenta de que el corazón de una persona podía ser tan desesperado y miserable. El Archiduque gritaba en silencio de dolor.
Con sus ojos grises y desolados, Kurto quería transmitir sinceramente su tristeza al Archiduque que la miraba intensamente. Aunque los recuerdos que acababa de experimentar eran vastos y confusos, había una cosa clara.
─ Lo siento... de verdad.
La rabia descontrolada del anterior Archiduque, que todos creían conocer, en realidad nunca había sucedido.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ Nunca habríamos imaginado que algo así podría suceder, ah, nadie lo sabía.
Sentía remordimiento por no haber sabido de un asunto tan terrible. Sentía culpa por haber sido una de las personas que, sin ninguna duda, creyó que todo era culpa del anterior Archiduque. Y, por supuesto, Kurto no era la única sorprendida por este trágico pasado. Tiaki, quien había estado escuchando a Kurto en estado de shock, no encontraba palabras, y el príncipe Lessas miraba hacia abajo con una expresión pálida.
Temblando, Kurto miró inconscientemente el rostro de Lessas. Él estaba triste de una manera diferente al Archiduque. Sus pestañas largas temblaban y sus ojos violetas estaban profundamente hundidos, haciéndole difícil discernir exactamente qué estaba sintiendo.
¿Era culpa por el hecho de que su madre, la Reina Leana, estaba implicada en esto? En los recuerdos de Jasper que Kurto había visto, la Reina había sido manipulada, tal vez con algún tipo de lavado de cerebro, así que no se le podía culpar del todo.
─ ¿Tu habilidad no tiene ni un ápice de falsedad?
El Archiduque, que había estado callado con una expresión severa, hizo esta pregunta. Kurto, alejando la vista de Lessas, miró rápidamente al Archiduque. Él había borrado cualquier señal de perturbación que había mostrado antes, volviendo a parecer frío y desinteresado. Su exterior era tan helado que Kurto se preguntó si realmente había sentido lo que ella había percibido.
Sin embargo, la emoción que se filtraba a través de la mano fuerte que la sostenía era la misma. Un dolor tan intenso que no sería sorprendente si le derritiera por dentro, transmitido desde el Archiduque. Aunque los Titer no podían influir entre ellos con sus poderes, por lo que no podía leer sus recuerdos u otras cosas, estaba segura de que la emoción que sentía era del Archiduque.
«¿Por qué no deja ver su tristeza?»
Si Kurto hubiera estado en su lugar, se habría vuelto loca. Aunque había crecido sin padres, si Nana, quien la había criado, hubiera muerto de manera tan injusta, sin duda habría reaccionado de esa manera. Incluso para alguien como ella, que no sabía nada, esto era horrible. Sin embargo, el Archiduque había recuperado la compostura de manera aterradora.
─ Yo solo leo los recuerdos grabados. No tengo la capacidad mental para inventar mentiras mientras los veo...
Mientras respondía con una mirada de perplejidad y compasión hacia el Archiduque, la nariz de Kurto comenzó a sangrar. Las gotas de sangre cayeron como gotas de lluvia y pronto comenzaron a fluir con fuerza. Había utilizado su poder más allá de sus límites con la purificación del guía, y ahora su cuerpo no podía soportarlo. Aunque intentó limpiar la sangre como si nada, esta no dejaba de fluir.
─ Inclina la cabeza.
En ese momento, el Archiduque ordenó con voz fría. Kurto, con los ojos muy abiertos, siguió sus palabras y, tras soltarle el brazo, el Archiduque le apretó la nariz. A diferencia de la fuerza con la que le había sujetado el brazo, la presión ejercida era suave, y la sangre de la nariz comenzó a detenerse gradualmente.
El aroma a nieve derretida bajo el sol provenía del pulgar y el índice que presionaban su pequeño puente nasal. Era una sensación extraña. Hacía mucho tiempo que alguien no se preocupaba por los efectos secundarios de su habilidad. Entre los Desertus, tales cosas eran tan comunes que no se les daba importancia. No podía imaginarse que una herida insignificante como la suya preocupara a alguien como el Archiduque...
─ No mencionen nada de esto. Parece que todos los que sabían lo que ocurrió en aquel entonces están muertos o en ese estado. Regresen y esperen mis órdenes.
El Archiduque, tras confirmar que la hemorragia se había detenido, soltó su mano y dio instrucciones a Tiaki. Este, que parecía no saber qué decir, finalmente habló.
─ ...Archiduque, ¿estás bien? Realmente, lo siento mucho...
─ Es un asunto del pasado.
El Archiduque respondió fríamente y, sin mirar al príncipe Lessas, dirigió su atención brevemente a Jasper, que seguía parado allí atónito. Aunque no podía recordar con claridad por su propia cuenta, la situación había cambiado drásticamente, dejándolo extremadamente sorprendido. El Archiduque observó un momento al tembloroso Jasper, cuyo rostro estaba completamente pálido, y luego se dirigió al príncipe con la espalda vuelta.
─ Es su caballero, su Alteza. Puede disponer de él como desee. Aunque no está involucrado en ningún crimen, en este estado no parece que pueda ser de ayuda por un tiempo.
─ Haré lo que el Archiduque desee.
El príncipe Lessas finalmente habló, como si hubiera estado esperando el permiso del Archiduque. Este, al escuchar sus palabras, endureció sus labios y miró al príncipe. Bajo su expresión impasible, parecía haber un destello de ira y resentimiento, y luego habló con voz cargada de sarcasmo.
─ Su Alteza no puede concederme nada de lo que deseo.
Tessa: .·'¯'(>▂<)'¯'·.
Dicho esto, el Archiduque borró toda emoción de su rostro y asintió brevemente.
─ Será mejor que se retire por hoy.
Sin más deseos de intercambiar palabras, el Archiduque se alejó del príncipe y salió de la habitación. Tiaki, con el ceño fruncido, parecía preguntarse si era apropiado comportarse así con la realeza, mientras que Jasper estaba lleno de temor. Kurto, que observaba la escena en silencio, vio al príncipe Lessas volverse hacia ellos.
Su rostro, antes lleno de dolor, ahora mostraba una calma resignada mientras les hablaba con voz baja, vacilante como una llama de vela a punto de apagarse.
─ Si no te importa, ¿podrías llevar a Jasper cerca del palacio más tarde? No parece estar en buen estado, y creo que sería mejor que se recupere un poco. Te lo agradecería mucho si pudieras escoltarlo.
─ No es un problema, lo haré.
─ Gracias.
Lessas dijo esto y luego miró a Kurto con una suave sonrisa melancólica.
─ Pobrecilla, tu cuerpo está muy dañado. Has sufrido mucho por este asunto, así que si nos encontramos de nuevo, permíteme purificarte. Mientras yo esté vivo, te ayudaré.
Luego extendió su mano. Al igual que antes, no la tocó, sino que la detuvo cerca de la frente de Kurtu, de donde emanaba una energía fresca y tranquila. La caótica vibración interna comenzó a calmarse y a fluir como un río sereno.
─ Y Jasper, regresar es tu decisión. Este evento te ha mostrado que la casa del norte no es lo que pensabas, así que espero que en el futuro no actúes de manera imprudente como antes.
Lessas retiró su mano y finalmente se dirigió a Jasper. Este, escuchando sus palabras en estado de desconcierto, levantó la cabeza con una expresión confusa y preguntó.
─ Pero, mi señor... No lo entiendo. ¿Por qué hicieron eso, siendo los mismos Titer? No recuerdo nada de esto. ¿No podría haber sido que él usara un poder para leer falsedades? De otra manera, esto no tiene sentido...
Aunque él era el implicado, parecía difícil creer en recuerdos que no podía recordar. Al escuchar las palabras de Jasper, Lessas se giró hacia donde había salido el Archiduque. Con una sonrisa tranquila en su rostro, similar a la que había mostrado a Kurto, habló brevemente después de un momento de silencio.
─ Las personas no siempre actúan de manera lógica.
Y sin dar tiempo a preguntas, siguió el rastro del Archiduque y se marchó.
«...¿Uh?»
La actitud del príncipe era extraña. Aunque su rostro parecía más pálido y afligido que el del propio Archiduque, no parecía sorprendido por la pregunta de Jasper. Kurto, confundida, intercambió una mirada con Tiaki. Al parecer, él también encontraba la situación complicada, pues dejó escapar un suspiro y se cubrió la cabeza con las manos. Luego, se acercó a Jasper, que seguía de pie en estado de confusión.
─ El hecho de que no quieras aceptarlo no cambia la verdad. Así que deja de estar parado como un tonto y piensa en cómo vas a sobrevivir. Parece que la familia Sildras te mantuvo por una razón, y si muestras que sabes algo, podrían matarte, ¿no crees?
─ Sí, ─ Kurtu admiraba el análisis de Tiaki, mientras Jasper, pálido como una hoja, le preguntaba.
─ ¿Tú crees... que el Duque Sildras sabe algo de esto?
─ No lo sé.
Tiaki puso una expresión seria.
─ No se puede juzgar la verdad solo por lo que se ve.
Kurto, al escuchar esto, recordó el rostro del Archiduque y también las innumerables habladurías que lo rodeaban. Se sintió avergonzada de haber creído firmemente que era un demonio que invocaba fantasmas y, sin saber por qué, se frotó el puente de la nariz donde él la había tocado.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Sayed cruzó el vacío pasillo de la mansión. Sin saber realmente a dónde se dirigía, caminó sobre las alfombras empolvadas que cubrían el mármol desgastado. Sus pasos resonaban en el vacío, produciendo un sonido hueco y desolado, como el polvo de huesos volando sin rumbo.
Los recuerdos de cuando protegía la casa vacía en soledad se superpusieron. En aquellos días llenos de oscuridad, donde solo las sombras lo envolvían, a veces soñaba con los tiempos en que su madre aún vivía.
Entonces, a menudo surgía un tonto anhelo. Se imaginaba cómo sería si su madre estuviera viva, si su padre no se hubiera suicidado, si Cecilia no lo hubiera dejado.
Aunque sabía que no tenía sentido imaginar situaciones que nunca ocurrirían, su corazón se movía a su antojo. Sayed odiaba el dolor que sentía al pensar en esas cosas. Sabía que, por mucho que imaginara y sufriera, nada cambiaría.
Lo mismo sucede ahora.
Su madre ya había muerto. Su padre se había arrojado al mar de la tristeza hace mucho tiempo. Los muertos no regresan, así que no había razón para lamentarse por eso. Lo que debía enfocarse era en el testimonio de su madre, que había resultado ser cierto, y en el hecho de que el anterior duque de Sildras había conspirado con alguien. Necesitaba descubrir con qué propósito se había hecho eso.
─ Archiduque.
En la memoria de Jasper, contada por Kurto, había alguien más además del anterior duque Sildras. Si esa persona era la que había manipulado los recuerdos de Jasper, significaba que existía alguien más escondido, además de los Títer conocidos.
Los pensamientos de Sayed pronto se centraron en su madre, en Jasper y en el Niera que los otros chicos habían visto. También estaba confuso. La existencia de un Niera que aparecía durante el día ya era algo impactante, y además, se comportaba de manera astuta, como si tuviera una mente propia. Como si siguiera las intenciones de Sildras y esa entidad desconocida.
Además, había muchas otras cosas preocupantes. El hombre dijo que si Sildras lograba su objetivo, todo en esta tierra moriría. Eso significaba que Sildras no estaba haciendo esto solo por motivos políticos.
─ Archiduque, un momento, por favor.
«¿Por qué? ¿Con qué propósito el duque Sildras mató así a mi madre?»
─ Solo un momento, será muy breve.
«¿Por qué? ¿Después de tanto tiempo confiando el uno en el otro y luchando juntos?»
Más que cualquier otra cosa, ellos tenían el deber de matar al "monstruo". No importaba cuánto se odiaran, los de su misma raza con ese deber no debían traicionarse entre sí.
No importa cuánto buscara, no encontraba ninguna razón. Ningún motivo parecía explicar sus acciones.
─ Ed.
Su cuerpo, que no miraba atrás y solo caminaba hacia adelante, fue detenido por una mano que lo agarró. Al mismo tiempo que sus obstinados pasos se detenían, Sayed apartó esa mano con un movimiento afilado y feroz. El sonido del golpe resonó en el aire vacío. Junto al sonido de la carne rozando, vio que Lessas estaba detrás de él. Con las cejas densas y profundamente arqueadas en señal de dolor, Lessas lo miraba con una expresión de desolación. Al ver ese rostro, Sayed sintió que algo hervía dentro de él. Las emociones que había estado reprimiendo desde que escuchó la horrible verdad finalmente estallaron.
─ No me toque con esa mano.
Al pensar que la mano que había tocado y consolado a Sildras ahora lo tocaba a él, le provocó una repulsión abrumadora.
Tessa: ... vamos a sufrir pa rato...
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La sangre y la carne que formaban a la reina Leana crearon a Lessas, así que eso era aún más cierto. El hijo de la reina que testificó que su madre estaba "loca" con una cara tan segura de sí misma, y del rey que aprovechó la oportunidad para aprobar la ejecución de su madre, era Lessas, quien estaba frente a él.
Lo que había creído que estaba mejorando poco a poco se derrumbó de repente. El dolor resignado que había experimentado al enfrentar la muerte se reavivó como una brasa ardiente.
En realidad, Sayed había estado dejando ir gradualmente su fe en su madre mientras presenciaba su propio descontrol. Tal vez este pecado no había descendido de su madre, pero como su hijo, había creado una muerte tan cruel.
Vergonzosamente, incluso él, que solo podía confiar en su madre, había pensado en abandonarla.
Aunque era estricta, siempre fue una buena persona. Aunque odiaba profundamente su posición como hijo de Titer, fue más fiel al deber que nadie. Aunque temía que su falta de purificación fuera venenosa, su madre respondió diligentemente al llamado, incluso soportando un precio como el infierno en su interior sin mostrarlo a nadie. Vivía tan diligentemente.
Al menos, hasta el punto de no sospechar que estaba loca y no morir, vivía intensamente. No vivió miserablemente para que los que creían firmemente en la verdad construida no recibieran ningún trato.
El odio que había menguado se instaló en el corazón de Sayed como un gran fuego de reconciliación. Ese odio, que había vivido sin sentir nada, ahora hizo que este príncipe inocente rascara su piel insensible. Se agitó innecesariamente ante la visión de acercarse y susurrar "me gusta".
{ ─Me gusta. }
«¿A mí? ¿Con el hijo del enemigo que mató a tanta gente sin preocupación alguna? En su vida pasada, agarrando su luz, abrazándola, creyendo firmemente que era correcto, hasta el final.»
«Con ese rostro hermoso que alguna vez dijo que nada más que yo era valioso, me odiaste mientras mantenías a aquellos que cambiaron mi vida cerca de mí.»
El día en que el Lessas atravesó su pecho y apuñaló su corazón se superpuso al presente. Recordando esos ojos fríos y sin emociones tan aterradoramente vacías. Esos ojos. El dorso de la mano con venas blancas que apuñaló. Todo eso se juntó para matar a Sayed.
El gran revuelo que sintió al encontrarse con el maduro Lessas en un momento fugaz ahora se había convertido en resentimiento. Aunque nunca había pensado que tendría tales sentimientos hacia sí mismo, sentimientos tan dolorosamente desafortunados existían dentro de Sayed.
─ ¿Por qué me llamas? Si tienes algo que decir, dilo aquí mismo ─ dijo Sayed con frialdad. Contuvo la pregunta que quería hacer mientras sostenía el cuello de Lessas con firmeza.
Lessas frunció el ceño y lo miró fijamente con ojos violetas que parecían hundirse infinitamente. Su rostro, una vez blanco como la piel de Sayed, ahora estaba pálido como el alabastro. Sayed apretó los labios con determinación mientras lo observaba. Lessas extendió la mano, pero al ver el desdén en los ojos de Sayed, la retiró lentamente. Se podían ver venas azules en el dorso de su mano blanca.
─ ...Supongo que nunca podré entender cómo te sientes. Sinceramente lo siento, Archiduque. Haré cualquier cosa que esté a mi alcance...
Lessas murmuró con voz baja. Sayed soltó una risa burlona. Su risa salió mientras su cabeza estaba hirviendo de rabia, pero en lugar de eso, sonrió. Sus colmillos blancos quedaron al descubierto mientras sus labios se torcían.
─ ¿Has venido aquí para consolarme?
En ese momento, Lessas abrió los ojos ampliamente al ver a Sayed sonreír. Por un instante, recordó lo que había dicho en el almuerzo.
{ ─ ¿Qué debo hacer para que vuelvas a sonreír como antes? }
Sayed sintió desesperación.Los días en los que podía reír ya habían desaparecido con el rocío del amanecer. No quería sentir nada, e incluso sus emociones eran escasas.
─ Dijiste que querías verme sonreír. Ahora que lo pienso, hay una forma. Sí, eso sería bueno. ¿Puedes darme la cabeza de Zion Sildras? Oh, la ejecución del Titer está bajo la autoridad real, así que estaría bien si lo decapitaras tú mismo.
Sayed rió en voz alta. Durante mucho tiempo, la palabra "demonio" que había venido de Zion resonó en su mente. Tal vez él realmente era un demonio. La forma en que hablaba de cosas tan viles, sí, no era diferente de un demonio.
Lo sabía en su mente. Zion probablemente no tenía nada que ver con esto, y Lessas no era más que un extraño en todo esto. Ellos simplemente eran hijos de enemigos, por lo que en realidad no habían hecho nada malo a Sayed.
Pero simplemente el hecho de que podían reírse era demasiado horrible para Sayed. Gobernaron el reino como los guardianes más justos y equitativos, a pesar de ser hijos de aquellos que pisotearon vidas y robaron vidas.
─ Lo que quiero es el cuerpo del antiguo Duque de Sildras, pero bueno, parece que ya su carne ha regresado a la tierra. ¿O tal vez, Su Majestad, me permitiría incendiar el sur?"
Lamentablemente, Lessas no tenía el poder para hacer eso. Él era solo el príncipe recién instalado en el trono, y no tenía la capacidad de conceder cualquier cosa que Sayed quisiera.
─ Si no es así, ruego que no me ofrezca ninguna consolación. Eso es lo único que puedo hacer por usted ─ concluyó Sayed con sincera amargura. Sintió una oleada de desesperación al finalizar su confesión. Se sentía desilusionado consigo mismo. No había necesidad de dirigir tales palabras a Lessas. Habría sido más fácil simplemente ignorarlo como lo había hecho antes, pero se había exaltado innecesariamente.
Sayed borró cualquier rastro de risa de su rostro y suspiró profundamente para sí mismo. Se sintió como si su cuerpo estuviera lleno de espinas. Ocultando su cansado semblante bajo su mano, evitó mezclarse en la conversación y decidió retirarse.
─ Si usted lo desea... si la muerte de Zion le brindara consuelo... si eso es realmente lo que desea... sí, lo haré ─ dijo inesperadamente. Por un momento, Sayed se detuvo abruptamente, pensando que era una broma.
─ Si el alma del Archiduque puede encontrar consuelo con la destrucción de Sildras, haré todo lo posible para que eso suceda ─ agregó Lessas. La voz de Lessas, que temblaba como una vela ante el viento, se volvió gradualmente más firme. Sayed finalmente tuvo que darse la vuelta para ver con sus propios ojos a Lessas Solias diciendo tales palabras.
Y allí, cuando se giró, vio a Lessas con lágrimas corriendo por sus mejillas blancas. Miró a Sayed con una expresión de profundo pesar, igual que antes. No había cambiado en nada, excepto por las lágrimas que ahora fluían claramente sobre su rostro inmutable. Sayed se sintió momentáneamente desconcertado.
─ Así que por favor, no se aísle como antes. Si me encuentra repugnante, olvide cualquier consuelo que yo pueda ofrecerle, y vaya a buscar a alguien valioso para usted, Archiduque. Luego, enfrente a esa persona, convénzala, y como ahora, dígale lo que realmente desea. ─ dijo Lessas.
Sayed frunció el ceño extrañamente, mirando a Lessas con expresión severa. Ninguna de sus palabras le agradaba.
─ Si es una broma, ha ido demasiado lejos, Alteza ─ dijo Sayed con amargura. Le parecía ridículo que un Lessas de veinte años, que nunca había matado a nadie con sus propias manos, estuviera diciendo esas cosas. Intentar salvar a las personas era lo que Lessas hacía, y decir que solo mataría a su amigo más cercano por su causa no tenía sentido. Eso entraba en conflicto con las creencias y la fe de Lessas como persona.
─ Todo lo que le digo proviene del fondo de mi alma, Archiduque ─ respondió Lessas con solemnidad.
─ Tanto así te dejas llevar por un hecho no confirmado, dicho por un desconocido con un poder cuya naturaleza es un misterio. ¿Pero a Su Majestad no le importa este tipo de asuntos? ¿O que no actuaste, incluso cuando te enteraste de los asuntos de mi madre, como si tales cosas no tuvieran importancia....? ─ Sayed se detuvo al hablar. Las palabras salieron sin necesidad debido a que el viento de la memoria lo llevaba demasiado atrás. Hubiera preferido simplemente ignorarlo como una tontería, pero Lessas había captado ágilmente esa oración.
─ ¿...Viniste a verme ese día? ─ preguntó Lessas con unos ojos violeta tan oscuros como la muerte. Con una expresión de incredulidad, Lessas dio un paso más cerca. Sayed advirtió en voz baja para detenerlo.
─ No te acerques.
─ ¿Oíste lo que le dije a Zion? ¿Por eso me has odiado tanto? ─ Lessas ignoró la advertencia y se acercó. Sayed se quedó momentáneamente sin palabras ante el repentino acercamiento sincero de Lessas. Con semblante de dolor, Lessas frunció el ceño y apretó los ojos. Lágrimas rodaron por su rostro.
─ Tontamente he entristecido a mi única luna. Ya me veía con horror, y le di otra excusa para hacerlo. ─ dijo Lessas.
─ Es cosa del pasado. Lo que quiero decir es que todas las palabras que pronuncia Su Alteza son solo palabras vacías... ─ Sayed no pudo continuar. Menos aún cuando Lessas lo envolvió en sus brazos para contener las emociones que hervían en él. Cuando su rostro tocó el cálido aroma que emanaba de los amplios brazos de Lessas, Sayed se tensó. Desde los brazos de Lessas que lo abrazaron hasta la yugular de su rostro, sintió un latido frenético como si estuviera enloqueciendo.
─ Lo siento mucho... lo siento, Ed ─ murmuró Lessas.
Aturdido por ser abrazado por otro, Sayed olvidó inmediatamente la idea de apartar a Lessas. Durante un momento, recordó cómo su madre solía abrazarlo así. A medida que la emoción hirviente disminuía gradualmente, las emociones falsas que antes lo habían confundido desaparecieron, dejando solo una verdad. Mientras el dolor fluía, la calidez del cuerpo de otra persona no era purificación, sino un momento de calor humano que lo detuvo brevemente.
─ Dije esas palabras para persuadir a Zion. De lo contrario, no había forma de salvar al Archiduque. Le debí ese día a Zion. Convencí al Duque, su padre, para salvar al menos a los dos hijos de la Archiduquesa Axid...
La mentira de Lessas trajo a Sayed de vuelta a la realidad.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Mientras estaba abrazado, la fugaz nostalgia se desvaneció rápidamente, dando paso a un rechazo agudo. La única razón por la que su familia aún tenía un nombre era gracias al príncipe heredero. Desde su regreso, Sayed había estado tan concentrado en vigilar al príncipe heredero que no le había dado importancia a ese hecho, pero era la única verdad en la que podía confiar.
{ ─ Padre, Ed es mi Titer. Independientemente de los crímenes del anterior Archiduque, necesito a mi Titer para proteger el norte, así que no es justo heredarle esos crímenes. }
El día que fue convocado al palacio, en la reunión para decidir el destino de la familia Prosius, el único que habló en favor de Sayed fue el príncipe heredero. Todavía tenía una imagen vívida de él sonriendo alegremente y cubriéndolo frente a las miradas silenciosas de los Titer y los ministros. En ese momento miserable, cuando nadie se acercaba a su lado, Aster fue su único sol. Aunque solo lo había utilizado, ese día no desaparecía de su memoria.
─ Estás mintiendo. ─ Sayed agarró con fuerza los brazos de Lessas que lo abrazaban. Aunque era consciente de que era un príncipe y no podía empujarlo abiertamente, si hubiera sido otra persona, lo habría agarrado por el cuello.
─ ¿Qué poder puede tener el hijo de un duque, de apenas doce años, para salvar a los involucrados en una traición?
Intentó liberarse de los brazos de Lessas, pero resultó más difícil de lo esperado. Los brazos de Lessas, que lo sostenían, se tensaron de repente, volviéndose firmes. No había anticipado esto, ya que nunca había estado enredado de esta manera con Lessas. A pesar de su apariencia delgada, era sorprendentemente fuerte.
─ Por favor, escúchame, Ed. ─ Lessas suplicó desesperadamente, consciente de que Sayed estaba a punto de marcharse. ─ Sé que mis palabras siempre te enfurecen, pero esta vez solo estoy diciendo la verdad. Todos sabían lo mucho que el anterior duque de Sildras amaba a su hijo Zion.
Tal como dijo Lessas, el anterior duque de Sildras adoraba a sus hijos. Concedía cualquier deseo de su hijo, nacido mucho después que los demás. Aunque Bredhite había criado a Nova de manera similar, Zion era aún más mimado.
─ Eso tampoco tiene sentido.
Sin embargo, las acciones del anterior duque siempre habían sido inexplicables.
─ Preparar una trampa tan elaborada y dejar con vida a los descendientes del norte es un desperdicio. Si él quería la caída del norte, lo correcto habría sido eliminar a sus hijos también.
Además, era extraño que alguien que tanto amaba a su hijo deseara la muerte de todo en el mundo. Por lo tanto, la idea de que el antiguo duque arruinaría su propio plan por su hijo tenía poca credibilidad.
─ Originalmente, esa era la intención del duque. Pero Zion convenció a su padre de que la carga que los otros Titer tendrían que asumir si el Titer del norte desaparecía sería demasiado grande. Lo presencié personalmente, así que no es mentira, Archiduque.
Lo que Zion supuestamente dijo era similar a lo que el príncipe heredero había dicho en su favor. Sayed soltó una risa amarga. No quería ni siquiera considerar la idea de que Zion Sildras lo había salvado por insistencia de Lessas.
─ ¿Dices que Zion Sildras, influenciado por tus palabras, intervino por mí?
Preguntó secamente. Mientras Sayed comenzaba a controlar sus emociones, Lessas lo miraba con ojos inquietos. Aunque pensaba que ya había crecido, en momentos como este, aún parecía un niño inseguro.
─ En ese entonces, Zion no te odiaba, Archiduque. No podía soportar la injusticia y desde el principio mostró interés en ti. Tenía ese tipo de personalidad, por lo que pudo hacer tal afirmación. Zion es ciertamente ingenuo y ve el mundo de manera demasiado positiva. Pero no tiene nada que ver con los asuntos de la antigua Archiduques...
─ Alteza.
Sayed, que había estado controlando sus fuerzas todo el tiempo, finalmente liberó el agarre de los brazos de Lessas que lo abrazaban. A pesar de la sensación de repulsión, sintió que su cuerpo no quería separarse de Lessas, porque su instinto reconocía al guía, y eso lo enfermaba. Era nauseabundo. Aplastando ese instinto involuntario, Sayed se distanció fríamente de él.
─ Defiendes a tu amigo con tanta pasión, pero afirmas que me entregarías su cabeza. Qué declaración tan confiable.
Lo que Sayed quería oír no era sobre la pureza de Zion ni sobre que no era una mala persona. Sin embargo, no sabía qué era lo que realmente quería escuchar. Una profunda y oscura fatiga se apoderó de él, haciéndolo sentir cansado incluso de enojarse.
─ Disculpa por haberte hecho presenciar una escena tan irreverente. Nos veremos en la ceremonia de purificación del bosque.
La resignación se apoderó de él como una enfermedad. No quería volver a ser atrapado, así que se atrevió a despedir al príncipe.
─ Ve tu primero, te seguiré después.
Lessas, con las cejas fruncidas, permaneció en silencio. Sus ojos violetas, que habían estado mirando fijamente a Sayed, cayeron con impotencia.
─ Siempre termino decepcionándote, Archiduque. Yo...
Lessas abrió la boca con esfuerzo, repitiendo el gesto de hablar y callar. Finalmente, levantó la cabeza y esbozó lentamente la sonrisa habitual en sus labios. Sus mejillas, marcadas por lágrimas, temblaban ligeramente.
─ Sin embargo, ninguna de las cosas que dije antes es una mentira. No quiero que el Archiduque siga alejando a las personas y permanezca solo. Puede que, como tú dices, matar a Zion no sea una tarea fácil para mí, pero puedo utilizar mi poder para asegurar la caída de su familia.
─ ¿Crees que tienes esa capacidad, Alteza? ─ replicó Sayed con la misma mordacidad de antes. La relación entre ambos, que parecía avanzar y cambiar de color por un momento, volvió a ser como antes bajo la realidad de la verdad.
A pesar de la insultante réplica, Lessas solo sonrió y retrocedió lentamente, observando a Sayed. Parecía indeciso, con la mirada llena de añoranza, pero al ver que Sayed no se movía, finalmente volvió a sonreír antes de girarse.
─ Por ti, no hay nada que no pueda hacer.
Sayed guardó silencio. Parecía que Lessas había entendido claramente que ya no quería enfrentarse a él. Finalmente, Lessas le dio la espalda. Sayed, que no quería captar su figura alejándose lentamente, también se giró.
«Debí haber mantenido nuestra relación solo para limpiarme, como lo preví desde el principio. Perdí tiempo valioso dejándome llevar por tonterías.»
Sayed se maldijo a sí mismo. Seguir el obstinado empeño de Lessas y bajar la guardia por un momento le había traído rápidamente arrepentimiento. Al fin y al cabo, era una relación que había terminado hace tiempo...
Cuando el corazón se enredan, las cosas se vuelven irracionales. Sayed se sintió profundamente patético consigo mismo por dejarse llevar por el odio hacia Sildras. Aunque había pagado un alto precio con la muerte, le disgustaba actuar de esta manera.
De repente, recordó la purificación de Aster. Cada vez que recibía la purificación de Aster, su mente se calmaba completamente, y buscaba esa tranquilidad siempre que sus emociones se desbordaban, especialmente en momentos como este.
Quizás por eso Aster había sido su Guía.
Aunque sabía que no debía tenerlo a su lado, de repente, ese pensamiento le cruzó por la mente.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Dicen que cuando mencionas al diablo, aparece. Sayed recibió una visita inesperada al día siguiente. Aster, que no había aparecido en todo el tiempo desde que Sayed subió al palacio, apareció en su residencia.
Acababa de terminar su entrenamiento matutino y acababa de escuchar noticias de su hermana Cecilia a través de Quilly. Cecilia, que se suponía que estaba en el castillo de su tío, había desaparecido la semana pasada y su tío había transmitido a los hombres de confianza de Sayed que no quería revelar su paradero. Desde que Cecilia llegó al castillo, el tío de Sayed había enviado cartas diciéndole que no viniera allí, por lo que esa actitud era comprensible.
Sayed no esperaba recuperar a Cecilia de inmediato, así que no hubo decepción. Solo se sentía un poco cansado.
Debido a los acontecimientos del día anterior, su mente estaba demasiado confusa como para manejar racionalmente los asuntos relacionados con Sildras, por lo que decidió distraerse temporalmente con otra cosa. Mientras investigaba los efectos secundarios de la purificación, Aster hizo acto de presencia en el momento justo.
─ Hola.
Cuando Sayed abrió la puerta tras escuchar que Aster había llegado, este estaba acomodado como si el lugar fuera suyo, y saludó con un gesto de la mano. Aster estaba recostado en la silla donde Sayed solía sentarse, con las piernas cruzadas y moviendo los dedos.
─ Hace tiempo que no nos vemos, Ed. No hay rostro más apuesto entre las estrellas del reino que el tuyo.
Sayed lo observó sin expresión mientras estaba cómodamente sentado. Aunque no había rastros de Desertus ni de las cosas que Aster investigaba, era incómodo pensar que podría haber inspeccionado la habitación en su ausencia.
─ ¿Qué haces aquí?
─ Desde que subí a la capital, no he tenido la oportunidad de verte.
Aster se levantó con movimientos despreocupados, y se acercó a la cama de Sayed. Caminando sin prisa, tomó un hermoso ramo de flores que estaba allí. Eran rosas negras.
Aunque las rosas florecen a finales de la primavera, el invernadero del palacio era famoso por tener rosas todo el año. A veces se abría ese espacio a los nobles, pero generalmente era propiedad de la familia real. Las rosas negras eran una mutación especial, y florecían en cantidades muy pequeñas. A juzgar por la cantidad de rosas en el ramo, probablemente habían cortado todas las que florecieron ese año.
─ Han pasado apenas diez días.
Subieron a la capital con la llegada de la primavera, y aunque se habían visto, fuera por obligación o no, habían pasado tiempo juntos. Aster puso una expresión exageradamente triste al mencionar los diez días, y caminó hacia Sayed. Sus miradas se cruzaron y Aster le entregó las flores a Sayed.
─ Ver flores que se parecen a ti hizo difícil soportar la añoranza.
─ Sería bueno que dijeras cuál es tu propósito aquí.
─ Qué rígido eres.
Aster sonrió sin inmutarse ante la actitud espinosa de Sayed. Anteriormente, para doblegarlo, Aster lo había castigado negándole la purificación. Sin embargo, desde que Sayed había regresado tras desaparecer, Aster había dejado que adoptara cualquier actitud.
─ Sabía que mi comportamiento te había afectado, así que no te busqué a propósito durante algunos días. Viéndote evitar a Charlotte en el baile de anteayer, me di cuenta de lo indiferente que había sido mi actitud.
─ No me importa en absoluto.
─ No es así.
Aster extendió su mano y tomó la barbilla de Sayed. Una suave energía emanó de los dedos que acariciaban su mejilla. La mente de Sayed, que estaba en plena confusión, se enfrió, y las emociones que hervían en su interior se calmaron.
Aunque Sayed había intentado evitar la purificación de Aster tanto como le era posible, en situaciones como esta no tenía excusa para rechazarlo. No podía mostrar sus sospechas sobre los efectos secundarios de la habilidad de Aster, y no había una razón válida para rechazar la purificación. Su plan de encontrar una justificación para distanciarse de Aster se había desviado con los eventos del día anterior.
─ Eso no significa que no te haya herido.
Aster siempre sabía qué decir. Se acercó más a Sayed, como aquella vez, y le sonrió como un rayo de sol.
─ Así que traje un regalo para consolarte.
─ Si son flores, sería mejor que te las llevaras de vuelta.
Sayed, con expresión seria, intentó devolver las flores, sintiendo que eran lo más inapropiado para él. Justo en ese momento, Aster miró detrás de Sayed y habló.
─ Cecilia, puedes entrar ahora.
De los labios rojos de Aster, tan rojos como las rosas, salió un nombre familiar pero a la vez extraño.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La expresión de Sayed se endureció de inmediato. Por un instante, pensó que lo que había escuchado era una broma de mal gusto, y abrió los labios para detener a Aster. Estaba a punto de dejar claro que no toleraría su falta de respeto, cuando una voz delicada se oyó desde atrás.
─ Ed.
En ese momento, Sayed pensó que era su madre quien lo llamaba. Miró a Aster con ojos temblorosos, y este le devolvió una sonrisa tranquilizadora.
─ Tu hermana está esperándote, Ed. Hace mucho que no la ves.
Su corazón latía con fuerza. Cerró los dedos, ahora fríos, en un puño y lentamente se giró. Aunque sabía que no tenía sentido ver a Cecilia aquí, su cuerpo reaccionó antes que su mente.
Ante él, en la puerta, se encontraba una mujer alta. Con una altura similar a Stella, su largo cabello plateado brillaba como la Vía Láctea, cayendo suavemente hasta su cintura. Sus ojos, negros como la noche, lo observaban fijamente con una mirada característica de la familia.
A pesar de no recordar ese aspecto, Sayed supo al instante que era Cecilia. Su hermana adulta era una réplica exacta de la joven madre en los retratos de su juventud.
La Cecilia que Sayed conocía nunca había crecido más allá de su niñez. Desde el último momento en que la vio hasta su muerte, ella siempre fue una niña en sus recuerdos. Siempre la evocaba y la extrañaba como una niña.
─ Ha pasado mucho tiempo, hermano.
Con una voz tímida y vacilante, Cecilia habló, y Sayed sintió un ligero temblor en sus hombros. Ella estaba realmente frente a él.
Había pasado mucho tiempo. Para él, casi una década. El abismo temporal creó una incomodidad y extrañeza difíciles de describir. Mientras Sayed permanecía en silencio, Cecilia avanzó primero. La escena de su acercamiento se sintió irreal, como una ilusión, y entonces, Cecilia hizo algo inesperado.
─ Perdona por no haber venido antes.
Al llegar frente a él, Cecilia lo miró fijamente por un momento. Luego, su expresión helada se quebró, y sus cejas se fruncieron. A pesar del silencio de Sayed, ella no se detuvo y extendió los brazos, abrazándolo con fuerza.
─ Me equivoqué. Debería haber confiado en mamá como tú, haber hecho cualquier cosa para mantener nuestro nombre, pero en lugar de eso, renuncié y solo busqué mi comodidad escapando. Lo siento, lo siento de verdad.
Mirando hacia abajo a su hermana, que se levantaba de puntillas para abrazarlo, Sayed se sintió desconcertado. Esta situación, en la que Cecilia aparecía de repente arrepentida de sus acciones, era algo que ni siquiera había soñado. Con una mirada distorsionada, Sayed contempló la coronilla de Cecilia.
Su mente estaba en un torbellino.
¿Habría sido más fácil si no sintiera nada? Si hubiera actuado solo con un propósito, como lo hacía antes, ¿cómo habría sentido entonces a Cecilia? Quería rechazarla, pero al mismo tiempo, deseaba abrazarla. En medio de esa lucha de emociones encontradas, sintió a Cecilia temblar levemente en sus brazos. Tan pronto como notó el movimiento de su pecho sollozante, Sayed levantó lentamente los brazos.
Aunque había muchas cosas que debía averiguar de inmediato, la primera necesidad en su mente era consolar a su hermana pequeña, a la que no había podido abrazar durante tantos años.
Con un movimiento suave, levantó un brazo y acarició su espalda. Aplicó solo la fuerza suficiente para no lastimarla, envolviendo su cuerpo delgado. La temperatura fría de ambos cuerpos comenzó a fundirse lentamente. Sayed, acariciando suavemente a Cecilia, que había comenzado a llorar, se inclinó hacia su oído para susurrarle.
─ No tienes nada de qué disculparte.
No tenía idea de por qué Cecilia había aparecido siguiendo a Aster, ni por qué su hermana, que no había venido en su vida anterior, estaba ahora llena de arrepentimiento. Sin embargo, como siempre había hecho desde su infancia, dejó todo a un lado para consolar a su amada hermana.
Cecilia había sido siempre alguien a quien Sayed amaba más que a nadie, y por quien habría hecho cualquier cosa para verla sonreír. Ese sentimiento no había cambiado, ni siquiera cuando Cecilia lo había abandonado. Más que un vacío rencor, sentía un cariño profundo. Y no quería que sentimientos innecesarios arruinaran ese cariño preciado.
─ Ver tu felicidad es como si el mundo se llenara de luz, Ed.
Aster, que había estado observando el abrazo entre hermanos, murmuró con una sonrisa en su voz. Mientras acariciaba la espalda de su hermana, Sayed volvió la cabeza hacia Aster, y su rostro, que había suavizado momentáneamente, se endureció de nuevo mientras lo cuestionaba.
─ ¿Cuál es la razón para traer a Cecilia aquí? Ella no tiene la capacidad de cumplir con los deberes de Titer. Si querías mostrármela, habrías tenido muchas oportunidades en el norte.
No podía adivinar los motivos de Aster, y eso lo ponía nervioso. Durante todo ese tiempo, Aster nunca había intentado reunirlos, ni había mostrado ninguna consideración por Sayed, ni había hecho nada en especial por él. Aunque siempre había estado a su lado, Sayed sabía muy bien que todas las acciones de Aster estaban dirigidas a su propia posición política y a sus políticas.
─ Hermano, el Príncipe Heredero me está ayudando. También fue él quien me contó la verdad sobre lo que pasó con mamá. No necesitas enfadarte.
En ese momento, Cecilia intervino. Con los ojos enrojecidos por contener las lágrimas, habló con determinación.
─ Fui yo quien buscó la ayuda del Príncipe Heredero esta vez porque tenía algo en lo que necesitaba su ayuda. Fue entonces cuando él me contó lo que ese bastardo de Sildras hizo.
La mirada de Cecilia se llenó de furia y veneno, borrando instantáneamente cualquier rastro de tristeza. Al ver sus ojos ardiendo de odio, Sayed sintió que Cecilia había comprendido al menos una parte de lo que él había descubierto sobre su madre el día anterior.
«Pero, ¿cómo?»
Aster nunca había presentado pruebas claras ni detalles sobre lo ocurrido con su madre, ni siquiera antes de que Sayed muriera. Nunca había revelado nada, ni siquiera compartido información con Sayed. Sayed solo había podido descubrirlo gracias a las habilidades de Desertus. Resultaba extraño que Aster, de repente, hubiera averiguado algo que parecía imposible de descubrir.
─ Me enteré demasiado tarde de que esos demonios asquerosos y falsos del sur tendieron una trampa a nuestro norte. ¡El duque escondió la aparición de Niera, tal como mamá había dicho aquel día!
─ Espera un momento, Cecilia.
Sayed intentó calmarla mientras miraba fijamente a Aster, quien observaba la escena con los brazos cruzados y una sonrisa en su rostro.
─ Te lo prometí, ¿verdad? Que revelaría la inocencia de tu madre y restauraría el honor de tu familia.
Sí. Aster había hecho esa promesa. Pero en el pasado, nunca la cumplió. No hasta el día en que Sayed se convirtió en un terrible demonio y mató a todos.
─ Cecilia, quédate aquí. Necesito hablar con Su Alteza un momento.
El Sayed del pasado habría agradecido estúpidamente este momento. Habría jurado lealtad nuevamente, creyendo que Aster realmente había cumplido su promesa y había encontrado pruebas en su beneficio.
Pero el Sayed de ahora no podía sentirse feliz por esto. Si Aster traía la verdad sobre la inocencia de su madre en este momento y había convencido a Cecilia, significaba que también en el pasado, él ya tenía esas pruebas desde hacía mucho tiempo.
«Lo sabía.»
«Lo había tenido en sus manos todo este tiempo, pero ¿por qué?»
«¿Por qué no lo había dicho antes?»
Una furia blanca y difícil de definir bullía en su corazón. Sayed soltó a su hermana y se dirigió directamente hacia Aster, agarrándolo del brazo. A pesar de la insolencia de su acción, Aster soltó una carcajada como si estuviera disfrutándolo.
─ No recuerdo la última vez que me tocaste primero.
─ Alteza, por favor, acompáñeme afuera.
No era una petición, era una orden. Al ver un leve resplandor rojo en los ojos grises de Sayed, Aster lo siguió tranquilamente. Aunque le preocupaba la expresión inquieta de Cecilia, debía averiguar las intenciones de Aster cuanto antes.
Salió al pasillo y caminó rápidamente hasta el jardín asignado a su residencia. A pesar de su mente inquieta, el jardín, iluminado por el sol después de la lluvia, brillaba con colores vivos y hermosos. En cuanto llegaron, Sayed soltó la mano de Aster y le preguntó directamente:
─ ¿Ha averiguado algo sobre lo que le sucedió a mi madre?
Con una voz helada como el hielo, Aster respondió encogiéndose de hombros, fingiendo tristeza.
─ Te lo prometí, ¿verdad? Que aclararía el nombre del antiguo Archiduque por ti. Entre los caballeros presentes aquel día, dos que se creían muertos sobrevivieron. Uno de ellos ha estado en estado crítico durante mucho tiempo, pero recientemente recuperó la conciencia. Quizás fue gracias al esmero de mis médicos, o tal vez fue el destino devolviéndome el favor por mi devoción hacia ti.
─ ¿Entonces los ha tenido bajo su cuidado todo este tiempo?
Entendiendo la intención de Sayed, Aster esbozó una sonrisa aún más amplia.
─ No podía darte falsas esperanzas hasta que estuviera seguro.
«Mentiras.»
Aunque tenía esas pruebas, Aster nunca se las había mencionado a Sayed.
─ ¡Usted lo hizo a propósito...!
Ni siquiera en el momento de su muerte, cuando su leal señor lo había traicionado, había sentido tanta desesperación. Quizás se sintió decepcionado y vacío, pero nunca había imaginado que Aster jugara con él.
Sin embargo, ahora, en este preciso instante, al darse cuenta de que Aster podría haber ocultado esta información durante toda su vida pasada, una traición insoportable lo invadió. Mientras una abrumadora sensación de vacío lo envolvía, Aster inclinó la cabeza y murmuró con una voz inocente.
─ Qué extraño. Pensé que esta noticia te alegraría ─ dijo Aster, cerrando rápidamente la distancia entre ellos y agarrando el brazo de Sayed con fuerza. Acercándose tanto que sus rostros casi se tocaban, Aster lo miró con una intensidad desconocida. Sus ojos, que solían ser como un cielo despejado o un lago helado, ahora se agitaban como un mar tormentoso.
─ ¿No era este tu mayor deseo y ambición de toda la vida? Con mi declaración, testigos claros, y la evidencia que podemos obtener de ellos, derribar a Sildras ya no es una tarea difícil. Sin embargo, mi estrella parece no encontrar alegría en nada de esto.
─ Si Su Alteza realmente se preocupara por mí, podría haberme hablado de ellos mucho antes. Pero Alteza, ¿no es usted quien me niega la purificación solo porque desobedecí sus órdenes? ─ replicó Sayed con un tono mordaz. Aster apretó más fuerte el brazo de Sayed, mostrando los dientes en una sonrisa feroz.
─ Si te libero de tus cadenas, en cualquier momento me dejarás.
«... ¿Qué?»
Era una declaración que nunca hubiera imaginado. La furia que había sentido se desvaneció momentáneamente, sustituida por una confusión palpable.
─ ¿Qué está diciendo...?
─ Lessas, ese miserable.
Los ojos de Aster se llenaron de un odio palpable. La sonrisa desapareció de su rostro y lo miró con una intensidad que Sayed nunca había visto antes, como si estuviera a punto de devorarlo. Sus ojos, que contenían un lago, parecían arder con una emoción tan intensa que amenazaba con evaporarlo todo.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ Desde que despertaste, siempre has sido mío, pero siempre te escapabas para cuidar de ese miserable. En lugar de venir al palacio y mostrarme tu hermosa sonrisa, desperdiciaste tus risas en un desecho insignificante. Y ahora, ¿piensas que no me doy cuenta de que planeas traicionar a tu dueño y regresar a ese idiota una vez más?
El tono de Aster comenzaba a llenarse de una rabia sutil.
─ Pensé que rechazabas mi purificación por algún capricho, pero recientemente has estado visitando a ese infeliz con frecuencia. Incluso en el baile de hace unos días, manchaste el regalo que te di con su inmunda presencia. Vi que llevabas ese pañuelo blanco que él te dio en tu pecho y aún así lo soporté. Pero sigues poniéndome a prueba hasta este mismo momento.
«Esto es...»
Nunca había visto a Aster comportarse así. Siempre había sido una persona serena y despreocupada, riéndose sin reservas y sin mostrar ninguna faceta desenfrenada. Incluso cuando insultaba a Lessas o mataba a sus enemigos, nunca perdía la sonrisa.
«¿Realmente llegué a conocer a alguien?»
Con una sensación abrumadora, Sayed se sintió como si se estrellara contra un muro infranqueable. Al regresar al pasado, pensó que todo sería más fácil. Sin embargo, cada día que pasaba y con cada cambio en sus acciones, la gente mostraba facetas inesperadas y respuestas impredecibles que Sayed nunca había anticipado. Incluso aquellos que creía conocer mejor que nadie.
«Y ahora esto.»
Nunca habría imaginado que Aster prestaba tanta atención a él y a Lessas desde que eran pequeños. Sus palabras insinuaban que Sayed tenía algún tipo de sentimiento hacia Lessas, y la actitud de Aster parecía reflejar celos.
A pesar de todo, los sentimientos ocultos de Aster eran más comprensibles que la confesión de Lessas. Después de todo, habían compartido muchos años de purificación y Aster siempre había sido un hombre con un claro sentido de posesión. Esta actitud era, en cierto modo, lo que se esperaba de él. Al menos, había un aspecto de Aster que Sayed aún podía entender.
─ Eres mío, Sayed. No puedo permitir que entregues ni una pizca de tu ser a nadie más que a mí.
La voz de Aster, cargada de obsesión, pronunció el veredicto de manera contundente. Sayed sintió una extraña sensación de alivio. Si Aster lo veía como su posesión, entonces este comportamiento tenía más sentido. Era como si un perro hubiera roto su correa, irritando a su dueño.
─ Alteza, no puede obligarme a hacer nada.
Sayed sabía que Aster no se quedaría quieto. Si crear un enemigo innecesario como el príncipe heredero podría interferir con su propósito de destruir el bosque, intentaría permanecer en silencio tanto como fuera posible, pero dadas las circunstancias, tendría que aceptar el conflicto al final.
─ Así que te moverás por Lessas, ¿es eso? ─preguntó Aster suavemente, con una sonrisa torcida. La mención de Lessas pesaba en el corazón de Sayed por un momento. Sin embargo, en la situación actual, con el asunto de su madre aún atormentándolo, no deseaba estar al lado de Lessas.
─ No es eso lo que quiero decir. Me moveré por mí mismo.
La venganza, sin duda, llegaría. Para aquellos directamente involucrados en el asunto de su madre, habría muerte, y para los que se relacionaron con ellos, recibirían un castigo acorde... Sin embargo, antes de dejarse llevar por su ira personal, tenía la obligación de detener la destrucción y proteger esta tierra de Nirva.
Así que no podía convertir a Lessas en un enemigo.
─ En el pasado, no eras así. Te movías por mí.
─ Mi deber es proteger a Su Alteza y a este país, pero eso no significa ser el perro de Su Alteza. Si realmente me valorara, no me trataría de esa manera.
Aster soltó una carcajada.
─ ¿Desde cuándo te he tratado así, Ed? Aunque pareciera que te movías por mí, nunca te entregaste por completo. Incluso cuando ofrecía purificarte y darte consuelo, siempre mantenías tu distancia y lo rechazabas. Siempre obtenías el mínimo consuelo y luego me apartabas como si ya no fuera útil.
El deseo latente en cada palabra de Aster se volvió evidente por un momento. Eso era extraño. A lo largo de sus vidas pasadas, Aster nunca le había forzado o confesado algo así. Siempre comprendía claramente el propósito de la purificación y sabía que era solo un medio.
─ La purificación es solo eso, purificación.
─ Entonces, no entiendo por qué te negabas a hacer lo que era necesario para una purificación más eficiente. Solo mezclar nuestros cuerpos, nada más. Tus acciones se parecen mucho a las que la antigua Archiduquesa le hacía a mi padre.
Tal como decía, la purificación era únicamente un medio para estabilizar al Titer y fortalecer su poder. Tocarse, acariciarse, morderse los labios, y llegar incluso a los momentos más íntimos, todo era asunto oficial. Muchos lo habían hecho así. Por lo tanto, mezclarse con Aster era ciertamente una tarea fácil, pero para Sayed, eso era lo más difícil. No era lo mismo que liberar su deseo con alguien pasajero. No solo por el consejo de su madre, sino también por una razón extraña, simplemente, enredarse con Aster era...
Sayed tenía un sentimiento ambiguo que ni él mismo podía comprender. Esforzándose por eliminar cualquier expresión de su rostro, respondió a Aster con calma.
─ Solo nunca hubo necesidad de una purificación tan intensa.
Ambos sabían que eso no era cierto. Aster rió bajo y luego volvió a poner en su rostro la sonrisa habitual y relajada.
─ Cecilia, quien acaba de convertirse en Titer, tiene un juicio más claro que el Archiduque que ha servido como Titer durante mucho tiempo.
La mención repentina del nombre de su hermana hizo que los ojos grises de Sayed se enfriaran. Tiró de Aster, que aún sujetaba su brazo, acercándose a él.
─ ¿Qué acabas de decir?
La voz de Sayed, ahora amenazadora, era feroz como la de una bestia. En lugar de mostrar temor, Aster sonrió aún más ampliamente, mostrando su alegría.
─ Bueno, como la purificación es un asunto entre el Guía y el Titer, es difícil para mí decírtelo directamente. ¿Por qué no le preguntas a Cecilia tú mismo, Ed?
─ ¡¿Qué le has hecho a Cecilia?!
─ Shhh.
Aster silenció a Sayed poniendo suavemente un dedo sobre sus labios. La suave sensación de la mano sobre sus labios, a diferencia del pasado, le produjo escalofríos. Cuando estaba a punto de apartar la mano, Aster lo detuvo con palabras.
─ Siempre es adorable ver a mi estrella comportarse de manera tan intensa, pero la insolencia de hoy debería parar aquí. Recuerda que soy el sol del reino y que ustedes son meras estrellas. Sin nuestra gracia, terminarán con un estallido más miserable que el de una bestia descontrolada.
Añadió una advertencia amable.
─ Si no quieres que ese final miserable le llegue a tu hermana, debes escucharme bien. Como mi leal Titer, debes apoyarme hasta que suba al trono.
Con esas palabras, Aster soltó el brazo de Sayed. Alzó su mano y la agitó en el aire, sonriendo, observando con afecto el rostro enfurecido de Sayed.
─ Entonces, disfruta de una charla agradable con tu hermana hoy, mi estrella. Me alegra imaginar que pensarás en mí con cada palabra que digas.
Apenas Aster terminó de hablar, Sayed se giró apresuradamente. Necesitaba verificar lo antes posible que la "ayuda" que Cecilia había pedido a Aster no era lo que él temía. Detrás de él, la risa de Aster se esparció suavemente, como si incluso la audacia de Sayed proviniera de él y eso lo complaciera.
De regreso a su habitación, abrió la puerta apresuradamente y encontró a Cecilia esperando, apoyada contra la ventana. La inquietud y la repulsión hacia Aster se calmaron momentáneamente al verla. Su largo cabello plateado se mecía ligeramente con el viento suave, y sus ojos negros que lo observaban con tranquilidad evocaban un profundo anhelo.
Una familia que pensó que había perdido para siempre estaba realmente ante él. Su preciosa hermana, a la que creía no volvería a ver, estaba allí.
─ ¿Terminaste de hablar? El Príncipe heredero debe haberse sorprendido, ya que eres muy aterrador cuando te enfadas, hermano.
Cecilia, quien siempre había sido una niña caprichosa, le habló como una adulta. Aunque a sus ojos todavía tenía rasgos de una joven inmadura, la niña pequeña que Sayed recordaba ya no existía.
Mientras caminaba lentamente hacia Cecilia, notó una leve tristeza en sus ojos. A pesar de que parecía incómoda y extraña debido a la separación, no apartó la mirada. Esperó pacientemente a que Sayed se acercara y habló en voz baja.
─ Lamento haberte dejado solo tanto tiempo, hermano.
─ ...Está bien, es cosa del pasado.
─ No, es algo que debemos abordar porque nos define en el presente. Hermano, yo...
Cecilia respiró hondo y tomó cuidadosamente las manos de Sayed. Sus delicados y blancos dedos acariciaron las manos ásperas y firmes de él.
─ Tenía mucho miedo. Estaba aterrada. Ver a nuestra madre, tan fuerte, morir así y a nuestro padre abandonar este mundo dejándonos solos en un castillo vacío fue insoportable. No me importaban los deberes del Titer que mamá mencionaba, solo quería que estuvieras a mi lado. Odiaba el mundo tanto que solo quería huir de él.
Sayed sintió cómo los dedos de Cecilia se enfriaban. Al envolver sus manos con cuidado, lamentó no poder transmitir calor como otras personas. Si su calor fuera tan cálido y reconfortante como el de Lessas, podría haber calentado las manos de Cecilia de inmediato.
─ Pensé que solo necesitabas un lugar donde desahogar tu ira. También odiaba ser leal a una familia real que despreciaba a los Titer. Pero ahora me doy cuenta de que estaba equivocada. El Príncipe heredero ha protegido a nuestra familia de la extinción y está preparando la caída de los Sildras, quienes llevaron a mamá a su muerte.
Siguiendo la creciente ira de Cecilia, sus ojos se tiñeron de un leve tono rojo. La oleada de poder, que Sayed solo veía cuando usaba sus habilidades o se enfurecía, brotó de repente. Era algo que nunca había visto en vida.
─ Cecilia.
Frunciendo el ceño, Sayed la miró fijamente a los ojos. Esa energía punzante que sentía en su piel era, sin duda, la misma que irradiaba un Titer al usar su poder.
─ ¿Qué te ha pasado?
La habilidad de Cecilia siempre había sido la clarividencia, incontrolable y muy irregular, con intervalos largos. No necesitaba un guía porque no requería pagar un gran precio por su habilidad. Por eso había podido quedarse en el castillo de su tío sin ser llamada por la familia real... ¿Entonces?
─¿Te diste cuenta? Los Titer pueden sentir esto cuando usan su poder, ¿verdad? Así es...
Murmuró confusa, pero luego de ordenar sus pensamientos, miró a Sayed directamente.
─ Al comenzar la última temporada de frío, mientras rezaba por el norte, ocurrió algo extraño. Tuve sueños raros durante toda la noche y al despertar, me sentí terriblemente enferma. Una migraña insoportable me llevó a consultar a un médico y fue entonces cuando me di cuenta de que tenía un nuevo poder.
─ Cecilia, el poder de un Titer no cambia después de la manifestación. Debe haber sido por otra razón que te sentías mal.
─ Eso es lo que me enseñaron. Pero, hermano, mira esto.
Así dijo Cecilia mientras se levantaba de su asiento. Observando a su alrededor, se acercó a un ramo de rosas negras sobre la cama y tomó una de ellas. En silencio, Cecilia, que estaba mirando la escena junto a Sayed, intercambió miradas con él y retorció la rosa en sus manos. Sus ojos se pusieron rojos al ver cómo las hojas negras se rompían gradualmente y caían al suelo.
Al mismo tiempo, lentamente, las hojas de la rosa suspendida en el aire se detuvieron.
Como si estuviera flotando, la rosa detenida cayó lentamente, muy lentamente, a un ritmo misterioso antes de asentarse en el suelo a su velocidad original justo antes de tocarlo.
─ Puedo mantener un momento lo que sucederá en el futuro en la realidad. Esto también es igual cuando cazo. El poder de contener al Niera se ha manifestado en mí, hermano. Ahora puedo ayudarte a proteger esta tierra según la voluntad de nuestra madre y a matar a nuestros enemigos.
La determinación en su rostro era tan firme como la expresión de sí mismo que Sayed había visto a través del espejo en el pasado. Estaba preparada para sacrificar cualquier cosa por un objetivo, mostrando una resolución intensa.
─ El príncipe heredero, mi Guía, me ayudará. Al igual que ayudó a mi hermano
Con la misma cara del pasado, Cecilia declaró que Aster era su Guía.
El que podría haber llevado a Sayed a una explosión desenfrenada.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Al enfrentarse con la imagen ciega pero firme de su hermana menor, Sayed sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La situación, donde parecía que Cecilia estaba siendo aprisionada por las ataduras que apenas había evitado hasta la muerte de Aster, se sentía como un destino inevitable. Así, era como si alguna fuerza invisible mantuviera a su familia junto a Aster.
─ Cecilia, sería bueno que revisaras tu compatibilidad con otros miembros de la corte real. El guía no es solo el príncipe heredero. Puede haber otras entidades que se ajusten mejor a ti.
Aunque aún no tenía pruebas, la purificación de Aster ciertamente era sospechosa. Hace solo unos días, él mismo había sospechado de sí mismo como heredero de la furia de su madre, pero ahora estaba seguro de que fue Aster quien lo provocó.
─ Desde que entré al palacio ayer, he pasado por varias pruebas. Excepto por Su Alteza el príncipe, no he tenido ningún efecto especial con los demás. Solo con el príncipe heredero he experimentado alivio del dolor de cabeza y calma.
Sayed frunció el ceño. Dado que los tipos de poderes hereditarios de cada familia eran bastante similares, era común que un solo guía se hiciera cargo de los titiriteros de una familia. Desafortunadamente, Cecilia parecía ser un caso similar.
Saber que la purificación era solo una formalidad hizo que su sangre se enfriara cuando pensó en Aster tocando a Cecilia. Era posible que incluso tuviera un ritual más intenso que el que tuvo con él.
─ ¿Por qué esa expresión?
Aunque para los demás su rostro no parecía diferente de lo habitual, Cecilia lo entendió de inmediato.
─ ¿Te molesta que haya venido? ¿Aún no quieres verme?
Y Sayed también leyó la incertidumbre de Cecilia. Bajo su apariencia imperturbable, pudo ver ansiedad y temor. Sayed levantó la cabeza suavemente y tomó la mano de Cecilia. Entonces, los ojos oscuros de Cecilia finalmente revelaron emociones mientras temblaban.
─ No, solo es que la situación es incómoda. Cecilia, la purificación puede detenerse en el punto que desees. Si el príncipe heredero intenta imponer algo que no deseas, entonces
─ Hermano, solo estábamos tomados de las manos. No he usado mucho poder, así que los efectos secundarios no son significativos.
Cecilia respondió con una voz más calmada, como si las preocupaciones de Sayed fueran reconfortantes. Observando este cambio silenciosamente, Sayed sintió el deseo de decirle algo que no había podido decirle a su hermana en su vida pasada. Aunque la situación no era ideal, significaba que Cecilia estaría a su lado. Era una oportunidad para remediar los arrepentimientos del pasado.
─ Cecilia, nunca tuve en cuenta tus miedos. Deberíamos haber dependido el uno del otro, como dijiste, pero fui yo quien no reconoció lo importante y abandonó a la familia. Por eso también debo disculparme contigo. Lo siento, Cecilia.
Escuchando sus palabras con tranquilidad, Cecilia se mordió los labios y respondió en voz baja.
─ No, hermano... Tú intentaste protegerme. Ahora, seré yo quien te proteja a ti.
Al escuchar las palabras recuperadas de su hermana menor, Sayed sintió un aumento en su urgencia por no perderla en una furia. Esperando que Cecilia se calmara por un momento, Sayed finalmente habló.
─ Has pasado la prueba con todos en el palacio, ¿verdad?
─Sí, hermano.
─ ¿Incluso con el príncipe Lessas?
En ese momento, la cara de Cecilia se enfrió notablemente. Respondió con ojos llenos de odio.
─ No. No puedo tratar con él. Todos los que lo pusieron en esa posición están relacionados con la muerte de nuestra madre. Aunque estuviera lejos de la corte, lo sabía. No quiero tener nada que ver con el hijo de la reina Leana.
Cecilia pronunció exactamente lo que Sayed había supuesto. Lo que una vez fue una conjetura en la mente de Sayed ahora era un hecho confirmado, y él entendía perfectamente los sentimientos que ella experimentaba. Era lo mismo que había sentido el día anterior.
«Tienes razón. Tus palabras son correctas.»
Sin embargo, la ira de Sayed hacia sí mismo era mucho más suave que en el pasado. Aunque todavía le resultaba incómodo mirar a Lessas, confiar en Aster, que los estaba manipulando, sería una tontería.
Al menos Lessas no intentó dominarlo. Simplemente le había pedido que lo usara.
Tessa: Si Sayed... aprovecha ese ofertón...
Pensar en esos ojos violetas observándolo, incapaces de acercarse, hizo sentir a Sayed incómodo. Enfadarse con él era una reacción razonable.
─ Dime exactamente lo que el príncipe heredero te dijo, Cecilia.
─ ...En la plaza del festival, efectivamente había un Niera, y Sirkan Sildras impidió que la gente hablara y la acusó de haber vuelto loca a mamá. También dijo que lo había escuchado de los caballeros que testificaron.
Era una historia bastante similar, pero había una diferencia con lo que Sayed había escuchado de Kurto. Según los recuerdos de Jasper, la gente fingió no ver al Niera. La reina Leana también fue una de ellas. Aunque su testimonio y actitud desde la escena eran tan repulsivos que quería matarla, también era la que había salvado a su madre en el acto.
Alrededor de Lessas solo hay cosas que han herido a Sayed. La actitud de Zion, quien defendía a Lessas y mentía diciendo que intentaba salvarlo, también le repugnaba a Sayed. Sin embargo, eso no era más que un sentimiento de Sayed. Lo importante era detener una mayor maldad y prevenir futuros sacrificios inocentes. Y en toda esta serie de eventos, Lessas no había cometido ningún pecado. Si había cometido un error, era solo por ser ingenuo y querer ser justo en exceso.
─ Sí, es cierto que Sildras planeó esto y que la Reina Leana estuvo involucrada en la ejecución de mi madre, pero el Príncipe Lessas no comparte sus intenciones. Cecil, no se puede confiar en el Príncipe Heredero. Él es alguien que puede manipularte según su humor y solo nos ve como herramientas.
─ En mi sueño no era así.
Cuando Sayed estaba a punto de advertir sobre la purificación del Príncipe Heredero, Cecilia intervino decididamente. Al mencionar el sueño, Sayed recordó la realidad y el pasado que Cecilia había predicho. Necesitaba escucharla.
─ Fue un sueño terrible. ¿Recuerdas que hace unos años te dije que vería a mucha gente morir? Vi en mi sueño los eventos que seguirían desde ese momento. El Príncipe Lessas mató a mi hermano y desde entonces sucedieron cosas extrañas. Como si lo hubieran estado esperando, los Niera salieron del bosque como locos y empezaron a matar gente incluso a plena luz del día. Al final, el palacio fue derrocado y todos, incluido los Titers, perdieron la vida. ¡Incluso el Príncipe Heredero...!
Cecilia apretó la mano de Sayed con su pálido rostro.
─ En ese caos, el único que sobrevivió fue el Príncipe Lessas. Hermano, ¿no es extraño? ¿Cómo es posible que solo el Príncipe Lessas haya salido ileso de esa situación donde todos murieron? Hace unos años, era un ser tan insignificante que ni siquiera tenía fuerza.
En el momento en que escuchó a Cecilia, Sayed recordó la visión que había tenido. Una gran serpiente destruyendo el palacio y devorando a Lessas. Parecía que Cecilia también había presenciado esa escena. Al darse cuenta de que lo que consideraba una visión personal también lo había visto Cecilia, Sayed estuvo más seguro de que su regreso en el tiempo tenía algo que ver con ella. Si las habilidades de Cecilia estaban relacionadas con el tiempo, ciertamente era posible. Aunque nunca había confesado esto a nadie, sentía que podía contarle la verdad a Cecilia. Después de dudar un momento, decidió y preguntó.
─ Dijiste que después de ese sueño obtuviste un nuevo poder, ¿verdad, Cecil? Entonces, ¿has retrocedido en el tiempo?
Cecilia parpadeó. Mirándolo con ojos que mostraban una falta de comprensión momentánea, Cecilia preguntó cautelosamente.
─ ¿...Retroceder en el tiempo?
Era difícil discernir si su respuesta era cautelosa o si realmente no comprendía. Sayed, con un tono serio y calmado, le confesó lo que le había sucedido.
─ Lo que viste no fue un sueño, Cecilia. Dentro de cuatro años, al igual que dijiste, fui ejecutado después de una horrible crisis en la que maté a muchas personas. Por eso puedo decirte esto. Mi crisis fue causada por el príncipe heredero. Debes alejarte de él.
─ No, hermano.
Cecilia negó vehementemente. Con una expresión de profunda preocupación, sostuvo la mano de Sayed.
─ No existe tal poder en este mundo. Al igual que gané una nueva habilidad, ¿no es posible que tú hayas heredado mi sueño? Resucitar a los muertos es un dominio divino. Nosotros solo somos seres que han tomado prestada fuerza de la luna, no poseemos tal poder. Hermano, solo tuviste una pesadilla del futuro. Yo también me sentí desesperada al soñar con eso.
Cecilia no parecía estar ocultando nada. Mientras escuchaba en silencio, Sayed la observó unos segundos más antes de asentir resignado.
Era más razonable pensar que la percepción de Cecilia era correcta. Aun así, una leve sensación de fatiga lo invadió. No era fácil creer una historia así, y siendo una situación difícil de aceptar incluso para él mismo, esperar que otros empatizaran con ello resultaba absurdo.
Lessas, quien había creído en sus palabras de inmediato, era el verdadero extraño. En retrospectiva, Lessas siempre había sido inusualmente cooperativo y sumiso cuando se trataba de asuntos relacionados con él. Eso no era normal. No, no exactamente. Aunque actuaba así, seguía defendiendo a Zion, por lo que no siempre era consistente.
Despejando su mente de pensamientos innecesarios, Sayed decidió no confundir más a su hermana y, por ahora, observar la situación. Podría ser que Cecilia tuviera una habilidad que desconocía y, hasta que encontrara pruebas de que el poder de Aster era la causa de la crisis, carecía de argumentos para convencerla. Por el momento.
─ De acuerdo.
Sayed asintió con calma. Para tranquilizar a Cecilia, que parecía asustada, le habló con voz serena.
─ Parece que estoy equivocado. Entonces, lo mejor será resolver los asuntos inminentes primero. Descansa por ahora. ¿El tío sabe que estás aquí?
─ Sí, le dije que vendría al palacio.
─ Entonces, será mejor que descanses. Ha sido un viaje largo.
─ No fue tan largo.
Cecilia, aparentemente más tranquila, fue recuperando el color en su rostro. Luego, volviendo a tomar la mano de Sayed con determinación, susurró:
─ Haré todo lo que pueda para ayudarte a recuperar el nombre de Prosius.
Viendo a Cecilia decir eso, Sayed no pudo estar completamente contento. La imagen de su hermana se superponía con la del pasado, y sabía bien cómo terminaría ese camino. Pero ahora, Sayed entendía que ese camino era el equivocado. No dejaría que Aster decidiera su destino. Si lo que Aster quería era quedarse a su lado, Sayed estaba dispuesto a quedarse y observar su caída.
La manera de hacerlo era hacer a Lessas el Príncipe Heredero. La venganza de sus padres podría esperar; Sayed mismo se encargaría de eso. Aunque fuera repugnante soportar a los que rodeaban a Lessas, no era algo imposible. Sayed había soportado cosas peores, y aguantar hasta lograr su objetivo no sería diferente. Aunque tuviera que revolcarse en el fango, si lograba lo que quería, se engañaría a sí mismo con gusto.
Después de todo, el objetivo de Sayed era detener su propio desenfreno. Si era su destino, antes de que sucediera, destruiría el bosque y eliminaría su necesidad. Si en el proceso fortalecía la posición de Lessas y derrocaba a Aster, lograría su propósito.
«Debemos usar a Lessas.»
Como él mismo lo había permitido, Sayed decidió hacerlo. Dejando de lado sus sentimientos personales y sin esperar nada, sería una relación de mutuo beneficio por su objetivo.
El propósito de Lessas, aunque incomprensible para Sayed, podría ser aprovechado si fingía jugar a ser su amigo. Si quería jugar a las casitas, entonces Sayed se prestaría a ello y lo usaría a su favor.
«Bien, hagámoslo así.»
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter 64: IRA
Chapter Text
La estación radiante siempre pasaba rápidamente. El día de primavera, lleno de vida, se desvanecía rápidamente, como si supiera de su belleza, y pronto llegó el final del período festivo. Los eventos oficiales concluyeron ayer, y mañana comenzará la expedición que el rey tanto deseaba. A pesar del caos interno, Sayed pasó su tiempo exteriormente tranquilo. Pasó la mayor parte del tiempo con su hermana. Llevó a Cecilia, que casi nunca había visitado la capital, a recorrer el palacio y ver el festival. Cecilia, que él pensaba que habría cambiado mucho con el tiempo, en realidad no había cambiado mucho desde su infancia. Cecilia todavía mostraba sus emociones. Quizás porque la purificación de Aster aún no había tenido un impacto significativo en ella, afortunadamente, Cecilia disfrutaba de su tiempo con su hermano.
─ Su Excelencia, este Quilly últimamente siente su corazón latir frenéticamente.
Sayed, que estaba peinando cuidadosamente el largo cabello plateado de Cecilia, giró la cabeza. Cecilia, que estaba sentada en el suelo con la mejilla apoyada en las rodillas de Sayed, también miró a Quilly y respondió en lugar de Sayed.
─ ¿Tienes alguna enfermedad cardíaca, Quilly?
─ No, es más probable que sea una enfermedad de amor por ver a una hermosa dama, pero todavía no tengo edad para una enfermedad cardíaca.
─ Llamaré a un médico.
Cecilia dijo esto y volvió a apoyar su rostro en las rodillas de Sayed. Sayed, acariciando el lóbulo blanco de la oreja de su hermana, continuó peinándola. Era casi la hora de que se reuniera con Stella, así que estaba terminando de arreglarla. Hace dos días, Sayed se reunió brevemente con Stella, que había pedido tomar una taza de té. A la propuesta de Stella de saldar la deuda de la vida de su madre en nombre de Vetria, Sayed le pidió que le enseñara a Cecilia sobre la purificación. Como el asunto entre el Guía y Titer podría volverse muy íntimo si se volvía discreto, Sayed pensó que sería mejor que Stella, del mismo género, se lo explicara.
{ ─ Dile que no necesita besar ni nada. Que se mantenga lo más lejos posible del Príncipe Heredero. }
A pesar de su extraña petición, Stella no dijo nada y solo hizo una pregunta.
{ ─ ¿Quieres que reciba la menor purificación posible del Príncipe Heredero? }
La pregunta tenía un significado oculto y sutil. Si Stella había intercambiado cartas con su madre, Selfini, podría haber escuchado de ella que la purificación de Aster era extraña. Sayed lo confirmó en silencio, y Stella aceptó de buen grado.
{ ─ Hablaré con ella. Cecilia siempre me ha escuchado desde que era pequeña. }
Cecilia no conocía los conflictos entre el territorio de Vetria y el Archiducado de Axid. Al ser disputas entre señores feudales que no se conocían públicamente, simplemente asumía que la mala reputación de Sayed había influido en ellos. Al escuchar que se reuniría con Stella, Cecilia se sintió muy feliz, diciendo que se sentía como en su infancia.
─ Quería decir que verlos juntos me hace tan feliz que mi corazón late con fuerza. ¿Cómo podría pensar en convertirte en un cadáver ambulante, Cecilia?
─ A mí también me gusta tenerte aquí, Quilly.
Cuando Cecilia dijo esto con una suave sonrisa, Quilly también sonrió. Al escuchar las risas resonar en la habitación, algo en el corazón de Sayed se derritió. Aunque la situación no era favorable y tenía muchas tareas pendientes, a veces parecía un milagro tener a personas que no estaban a su lado antes de morir, todas juntas en un solo lugar. Hasta el momento de su muerte, había estado terriblemente solo.
─ Cecil, es la hora. Stella vendrá aquí, así que me retiraré.
─ ¿Ya?
Cecilia levantó la cabeza de sus rodillas con un aire de decepción. Al mirar sus ojos negros, Sayed esbozó una leve sonrisa.
─ Sé que te divertirás cuando la veas.
─ Stella siempre ha sido ingeniosa y genial. Sí, estoy emocionada.
Cuando Sayed se levantó, su hermana extendió la mano como pidiendo ayuda. Naturalmente, tomó su mano y la ayudó a levantarse, y Cecilia le devolvió una sonrisa suave.
─ Nos vemos luego.
Entonces, las doncellas que estaban esperando para ayudarla con sus preparativos se acercaron cuidadosamente a Cecilia. Desde que llegó, Aster había seleccionado personalmente a esas doncellas, las segundas hijas de familias de condes que habían vivido en la capital. Debido a la mala reputación de Sayed, al principio estaban visiblemente asustadas, pero hoy parecían haber superado al menos un poco su miedo, al punto de cruzar miradas.
Aunque todavía se asustaban y desviaban la mirada cuando sus ojos se encontraban con los de Sayed.
Sayed apartó su mirada indiferente de las doncellas, que rápidamente inclinaban la cabeza y se refugiaban junto a Cecilia. Una sombra larga se proyectó en la habitación detrás de su alta figura, y las doncellas, conscientes de sus habilidades, se mantuvieron lo más lejos posible de su sombra.
En lugar de perder tiempo innecesariamente, Sayed salió de la habitación. Quilly, que lo había seguido hasta la puerta para despedirse, añadió un comentario innecesario.
─ ¿Viste eso? Su Excelencia cuida tanto de Cecilia que hasta las doncellas, que lo observan, dicen que es amable y guapo. Apenas pueden mirarlo a los ojos.
Quizás por haber pasado tanto tiempo en el norte, Quilly aún no comprendía bien la situación. Sayed, en lugar de corregirlo, le dejó una instrucción.
─ Cuida bien de Cecilia.
─ Sí, tenga cuidado y no se lastime.
Quilly había escuchado sobre la antigua Gran Duquesa a través de Cecilia. Cuando Cecilia habló en nombre de Aster, Quilly se arrodilló ante Sayed ese día y pidió perdón. No confiar en él le causó un gran remordimiento, y desde entonces, cuando estaban solos, la actitud de Quilly se volvió excesivamente emocional. Esto resultaba incómodo y extraño para Sayed, así que simplemente asintió y se desvaneció en el pasillo sombrío.
Se dirigía a la residencia de Lessas.
Con los ojos de Aster en todas partes, ya no podía visitar abiertamente la residencia de Lessas. Era más seguro usar sus habilidades para esconderse en las sombras, lo que hacía imposible llevar a caballeros o sirvientes. Además, esta era la forma más rápida.
Deslizándose por las sombras, pronto llegó a la residencia de Lessas, ubicada en el ala izquierda del Palacio Central. Los rostros de los caballeros de guardia le eran familiares. Mientras inspeccionaba, notó la ausencia de Jasper. Según Tiaki, Lessas lo había vuelto a reclutar recientemente.
En los últimos días, Sayed había encargado a Tiaki dos tareas. La primera era usar sus habilidades similares a las de Sayed para vigilar a Aster, y la segunda era enviar a un hábil infiltrado a la mansión Sildras para investigar todo lo relacionado con el antiguo Duque.
Dado que estaba utilizando a Desertus de varias maneras, era hora de contactar nuevamente a Lessas. Después de todo, él era el único que podía ofrecerles la purificación.
Evitando la vista de los caballeros, Sayed buscó rastros de Lessas. Al pasar por el campo de entrenamiento y dirigirse a la torre donde estaba la habitación de Lessas, que había visitado antes, vio una ventana abierta. Sayed se detuvo por un momento. Lessas estaba mirando por la ventana, como solía hacer cuando era niño. Su rostro pálido y hermoso no mostraba ninguna expresión.
Había algo extraño en ver su cara, sin vida como un cadáver viviente, sumida en pensamientos profundos. Parecía demasiado cansado para ser el rostro de un joven, aunque aparentemente no había nada que lo estuviera perturbando.
Mientras Sayed se distraía mirando a Lessas, de repente escuchó el canto de un pájaro. Era el sonido de un petirrojo que solo se escuchaba en el norte. Al mirar hacia arriba con el ceño fruncido, vio un pequeño y regordete petirrojo gris revoloteando cerca de su sombra. Estaba tan bien alimentado que parecía que su vientre podría explotar.
Entonces, al mismo tiempo, la mirada de Lessas se dirigió hacia la sombra donde Sayed se ocultaba. El rostro sin vida, como esculpido en mármol blanco, comenzó a llenarse de color. Los ojos violetas de Lessas florecieron de repente como violetas en primavera, y de inmediato se levantó.
«¿Acaso, lo notó?»
Sentado despreocupadamente en el borde de la ventana a una altura de más de tres pisos, Lessas saltó sin vacilar. Aunque Sayed sabía que había pasado mucho tiempo entrenando, a primera vista el joven príncipe de apariencia refinada parecía estar intentando lastimarse deliberadamente. Tal vez por eso, el cuerpo de Sayed reaccionó antes que su mente para recibirlo.
─ ¡¿Ahora, qué...?!
Al mismo tiempo que Sayed emergía de las sombras, Lessas aterrizó sin dificultad en el césped. Aterrizó con facilidad y equilibrio, y en cuanto vio a Sayed aparecer, corrió hacia él con un rostro pálido pero radiante de alegría.
─ Ed.
La expresión sin vida que había visto antes parecía una ilusión; Lessas se mostró tan feliz como nadie frente a él. Pero al ver la expresión de Sayed, borró su sonrisa y, sin saber qué emoción mostrar, le habló con suavidad.
─ ¿Será que ha disminuido un poco el dolor en tu corazón como para verme?
Lessas, como en su infancia, estaba pendiente de cada reacción de Sayed. Durante todo ese tiempo, Lessas había enviado peticiones diarias para reunirse, pero Sayed había rechazado todas hasta hoy. A pesar de la indiferencia absoluta y sin excusas, Lessas seguía respondiendo con nuevas invitaciones.
─ No realmente. Probablemente seguiré sintiendo dolor al ver su rostro, Alteza.
Con voz firme, Sayed respondió, y la sonrisa de Lessas se desvaneció levemente. Observando a Sayed con ojos suaves, bajó la mirada y dijo.
─ ¿Sería así incluso si hiciera lo que deseas, Archiduque?
«¿Qué podrías hacer?»
Para Sayed, la idea de que Lessas cumpliera una tarea así era inconcebible. El joven y puro príncipe no encajaba con eso, y la venganza de Sayed debía realizarla él mismo. No quería obtener satisfacción a través de la ayuda de otros.
─ Lo que deseo de usted es algo distinto, Alteza.
La mirada baja de Lessas se cruzó con la de Sayed. Esperando tranquilamente sus palabras, Sayed expuso su objetivo sin rodeos.
─Alteza, debe convertirse en el príncipe heredero y asegurarse firmemente el trono. No deseo que el príncipe Aster herede el trono. Así que, Alteza, aproveche esta expedición para consolidar su posición y asegúrese de que Cecilia no se convierta en su Titer.
En el momento en que dijo eso, los ojos de Lessas brillaron de manera extraña. No, más bien se oscurecieron tanto que parecían negros. Con una profundidad incalculable, miraron fijamente a Sayed.
─ ¿...No deseaba quedarse como el Titer de mi hermano?
─ No había razón para oponerme al príncipe heredero, Alteza.
─ Entonces, ahora tiene una razón para hacerlo.
Sayed reflexionó profundamente. Sin embargo, considerando la posibilidad de que tenga que pedirle que purifique a Cecilia en el futuro, era mejor informarle a Lessas sobre las debilidades de Aster. Dado que Lessas tendría un acceso mucho más fácil a los asuntos de la realeza y la purificación, reconocer la posibilidad de problemas en la purificación podría permitir que él los descubra incluso antes.
Pero no era el momento. Debería esperar hasta que Lessas aceptara su propuesta y estuviera dispuesto a seguirla voluntariamente.
─ Si desea conocer las razones, deberá atender a mi solicitud. Conviértase en el príncipe heredero. Lo elevaré al puesto más alto en este reino, y después, sin importar cómo luche contra Sildras, Su Majestad no debe tomar partido ni apoyar a nadie; simplemente observe. No espero mucho de usted, Alteza. ─explicó.
Esa era la verdad. Lessas no se ensuciaría las manos con ningún tipo de actividad deshonrosa, y la grieta en los Títers también coincidía con la voluntad del rey de fortalecer su autoridad, por lo que Lessas no perdería nada.
Sin embargo, Lessas no parecía contento con esa propuesta, solo mostró una sonrisa amarga. Después de unos minutos de silencio, sorprendentemente, desvió la mirada hacia el pájaro que volaba cerca.
El pájaro, sin temor, se posó de repente en el hombro de Sayed. La manera en que se acomodó tan naturalmente, sin miedo a los humanos, parecía extrañamente familiar. Y lo curioso fue que Sayed también se sintió incómodo con la presencia del ave en su hombro. Lessas, observando esta escena con una sonrisa tenue, rompió el silencio.
─ Si eso es todo lo que puedo hacer por usted... Sí, seré el príncipe heredero. Lo mismo se aplica a Zion. Si lo que desea es su muerte, será la muerte; si la extinción de su linaje, la extinción; cualquier cosa, siempre que me dé un poco de tiempo, estaré encantado de cumplirlo ─murmuró Lessas con indiferencia.
Sayed se dio cuenta de que no había ningún deseo en las palabras de Lessas. Pensó que esa actitud y ese contenido no le sentaban bien. Y ese hecho lo incomodaba. Se sentía como si le debiera algo.
─ No estoy simplemente haciendo una solicitud. También cumpliré con lo que mencionó, Alteza.
Entonces, la mirada de Lessas se fijó en Sayed. Sin pestañear, miró fijamente a Sayed con una extraña sensación de expectativa flotando sobre su rostro.
─ Usted pidió que me convirtiera en su Títer. Cumpliré esa promesa. Pero eso será a cambio de otra ayuda, y si lo desea, seré su compañero de juegos. Dijo que le gusto. Si es necesario, le daré mi cuerpo.
A diferencia de las palabras despreocupadas de Sayed, la reacción de Lessas fue diferente a lo esperado.
Los ojos violetas de Lessas se abrieron ampliamente, y sus largas pestañas comenzaron a temblar ligeramente. Sus delicadas esquinas de los ojos se encendieron en enojo repentino y sus labios rosados se tornaron pálidos como si hubiera sido apuñalado por una espada, con una expresión de dolor en su rostro y un evidente disgusto
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ Mi corazón... no es así, Archiduque.
Lessas abrió los labios temblorosos y susurró suavemente. Respirando con dificultad, miró a Sayed con una expresión infinitamente triste. Sin entender qué era lo que afligía tanto a Lessas, Sayed inclinó la cabeza mientras lo miraba fijamente.
Lessas, al ver la duda reflejada en el rostro inexpresivo de Sayed, se pasó la mano por el cabello. La mano blanca, con venas azules marcadas, contrastaba con su movimiento brusco, a pesar de su delicada apariencia. Entonces, Sayed se encontró involuntariamente cautivado por esa mano. Pensó en cómo sus manos siempre llamaban su atención en momentos de agitación.
Lessas pareció pensar durante mucho tiempo en qué decir, hasta que el petirrojo, cansado de esperar, gorjeó antes de que él hablara finalmente.
─ Desde que me devolviste el nombre que nadie más llamaba, he querido hacerte feliz. Quería protegerte de alguna manera, incluso con habilidades insignificantes. Mi corazón, mi deseo, no es lo que el Archiduque piensa...
La incomodidad que Sayed sentía hacia Lessas debido al asunto de Sildras se agitó por un momento. Ver a Lessas tan angustiado al pronunciar palabra por palabra le pareció excesivo, no era propio de un príncipe criado desde un palacio percibirlo así. Al mismo tiempo, Sayed no quería verlo sufrir tanto.
Su mente estaba tan enredada que ni él mismo podía discernir sus sentimientos. Aunque la ingenuidad de Lessas al intentar defender a Zion le resultaba insoportable, no quería verlo tan incómodo.
Quizás era porque su relación se estaba recuperando, a diferencia del pasado.
Antes de que se revelara la dolorosa verdad, su relación con Lessas estaba mejorando. Si la verdad no los hubiera separado en ese momento en que Sayed empezaba a creer que podía depender un poco de Lessas, tal vez podrían estar teniendo una conversación más amable ahora.
Sayed recordó que estaba en proceso de cambiar.
El antiguo Sayed no habría soportado ni siquiera este momento, y si lo hubiera vivido, probablemente habría tratado a Lessas igual que a Cecilia.
Aunque no cometería el error de confiar ciegamente en Lessas como lo hizo con Aster, no debía forzar la destrucción de su relación. Incluso a Sayed le parecía extraño sentirse así.
─ Entonces, ¿cómo puedo satisfacer a su alteza?
Sayed reprimió el comentario de que Lessas no tenía la capacidad de protegerlo ni de hacerle feliz.
En lugar de responder, Sayed volvió a preguntar qué era lo que deseaba. Lessas, al oír su pregunta, movió los labios ligeramente, luego, viendo la fría expresión en su rostro, cerró los ojos con fuerza. Tras unos momentos de aparente decisión, habló con una voz más firme que antes.
─ Dijiste que entregarías tu cuerpo, entonces hazlo. Quédate a mi lado y haz lo que te diga.
Al final, se preguntó qué era lo que había estado considerando antes de dar la respuesta de que quería este cuerpo sin valor.
─ Entendido. Sin embargo, no puedo mostrarme abiertamente como antes. Oficialmente, todavía debo ser el Títer del Príncipe heredero.
Y... para engañar a Aster, tendría que recibir su purificación de nuevo. De lo contrario, Aster no creería que Sayed estaba completamente bajo su control.
El problema era si la distorsión causada por una purificación incorrecta podía ser calmada por Lessas. Desde su regreso, todos los eventos que recordaba parecían ocurrir un poco antes o mucho antes de lo previsto, e incluso había experimentado alucinaciones. Aunque el descontrol estaba previsto para dentro de cuatro años, ahora no podía estar seguro de que seguiría el curso esperado.
─ Después de recibir la purificación de mi hermano, debes venir a verme, Archiduque.
Como si hubiera leído sus pensamientos, Lessas habló primero. Fue sorprendente, ya que Lessas había mostrado aversión constante hacia la purificación de Aster desde el invierno pasado. Aunque Sayed había pensado que era una cuestión de orgullo infantil, parecía que realmente le molestaba, pero ahora la expresión de Lessas era más serena de lo esperado.
─ Sin embargo, tu cuerpo me pertenece desde este momento, así que no te entregues más allá de lo que yo permita.
«...¿Así es como va a ser?»
Sayed, frunciendo el ceño, estaba a punto de señalarlo cuando Lessas continuó sin darle oportunidad.
─ Cuando viniste a ofrecerme la purificación por primera vez, te preocupaba el descontrol. Y después, recuerdas cómo el inexplicable descontrol afectó al anterior duque de Vetria. He estado pensando en ello durante el invierno, y quizás haya un problema con el poder de mi hermano.
Sayed, sorprendido por el razonamiento de Lessas, abrió los ojos con asombro.
─ Por supuesto, esto es solo una suposición mía, y no tengo pruebas para demostrarlo a otros. Pero cuando mencionaste tener razones para ello, esto fue lo que se me ocurrió, Archiduque.
─ ...¿Su Alteza ha escuchado alguna vez sobre una purificación mal efectuada?
Todo seguía siendo simplemente una especulación vaga, así que Sayed, en lugar de afirmarlo, preguntó indirectamente a Lessas.
─ El poder de Solias proviene directamente del sol, por lo que si se ha transmitido correctamente, no debería haber nada que perjudique al Títer.
Lessas dio una respuesta obvia.
─ Eso es algo que todos, tanto los guías como los Títer, saben, ¿no es así?
Lessas miró a Sayed con calma antes de añadir.
─ Sin embargo, si no se ha transmitido correctamente, entonces, podría usarse de alguna manera para perjudicar a Títer, aunque eso es solo una suposición.
Era algo borroso, como si algo estuviera a punto de ser comprendido pero se mantuviera envuelto en niebla. Hablar de un poder no transmitido correctamente era algo que no cuadraba con Aster. Él era el primogénito del rey y la reina anterior de la antigua casa de Merope, con profundas raíces nobles. Dado que era descendiente de una familia de sangre tan ilustre, era natural que se esperara que él pudiera purificar a más de un Téter.
─ ¿Por qué tiene Su Alteza esos pensamientos?
Sayed miró a Lessas con suspicacia. Aunque él mismo estaba seguro de los problemas con el poder de Aster, de repente recordó las seguras afirmaciones de Cecilia.
El final donde Lessas fue el único que sobrevivió incluso después de que todos los Títer, incluyendo al príncipe heredero, murieran parecía extraño en retrospectiva. Lessas ciertamente no tenía el poder de destruir a Guías o Nieras y sobrevivir el solo.
«...Es de alguna manera desconcertante.»
Esta conversación parecía particularmente inquietante en este momento. Sin embargo, no parecía que Lessas tuviera malas intenciones, al menos no según lo que Sayed podía sentir. Después de todo, en el último sueño que recordaba, Lessas estaba enfrentando a una enorme Niera con forma de serpiente que intentaba devorarlo. En las ruinas del palacio destruido, Lessas sostenía una espada enfrentando al Niera. La boca de la serpiente que se precipitaba hacia él no transmitía una sensación de familiaridad amigable.
«Ahora que lo pienso, una serpiente...»
Kurto había dicho que la forma del Niera que apareció en la plaza era la de una serpiente. Aunque había enfrentado a muchas Nieras, Sayed nunca antes había visto una con forma de serpiente. Y esto tenía sentido, ya que las serpientes no eran criaturas grandes. Las Nieras imitaban generalmente animales amenazantes.
Sus pensamientos vagaban sin rumbo hasta que la respuesta de Lessas los interrumpió.
─ Desde joven he pensado mucho sobre estas cosas. ¿Sabes que hubo un tiempo en que he cuestionado si mi linaje está mal, si soy defectuoso?
Eso fue cierto hasta hace poco.
Sayed había observado a Lessas convertirse en alguien amado desde hace ya tiempo, pero el Lessas actual apenas había despertado el invierno pasado. Los años que vivió como un príncipe ignorado por todos seguían siendo mucho más largos para él.
Solo quedaba la irritante sensación en su corazón, así que Sayed no insistió más. Entonces, Lessas extendió hacia Sayed una mano blanca que pasó suavemente por su oscuro cabello.
─ A partir de mañana, tendrás que ser limpiado por mi hermano. Pero hoy, por favor, déjame purificarte yo primero.
Ahora que lo pensaba, no había sido purificado por mucho tiempo. También podría ser porque casi no había usado su fuerza como en una batalla, y desde la última purificación consecutiva con Lessas, no había tenido tantos dolores de cabeza como esperaba. Su capacidad para manifestar su poder hacia el exterior y purificar también era notablemente efectiva.Pero el último encuentro había sido una situación memorable para él, y dudaba.
Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, Lessas agarró su muñeca. Aunque su estructura ósea era gruesa, sus muñecas eran delgadas y se sentían más grandes en las manos de Lessas de lo que pensaba, tan grande que pensó que había crecido tanto sin darse cuenta. Miró su mano sorprendido. En ese momento, notó que la mano de Lessas temblaba cada vez que lo agarraba nerviosamente.
─ Entiendo que todavía no quieras verme. Así que por favor, espera un poco más.
Lessas habló mientras acariciaba suavemente la muñeca de Sayed. La sensación de su pulgar suave y cálido acariciando la piel sensible de su muñeca comenzó a sentirse un poco incómoda. El pulgar que suavemente tocaba por dentro hacía cosquillas.
A medida que la agradable sensación se extendía a través del área tocada, su estado de ánimo se volvía cada vez más extraño. Nunca antes había sido tocado así, así que era difícil distinguir si la sensación era debido a su poder o al movimiento de sus roces.
El sonido húmedo y profundo de la respiración de Sayed hizo que Lessas detuviera su toque. En ese momento, sus miradas se encontraron. Los ojos violeta parpadearon por un momento antes de que la mano que sostenía la muñeca de Sayed se tensara repentinamente. Lo que había sido una sensación como una pluma suave se convirtió en el poderoso agarre de un hombre. No concordaba con su hermoso aspecto exterior.
─ Por favor, no dejes que mi hermano toque tu muñeca.
Lessas susurró con una voz tan profunda como el cielo nocturno. Sayed, aliviado de que la irritante comezón que lo había estado molestando hubiera desaparecido, asintió con la cabeza.
─ Está bien.
─ Por favor, tampoco permitas que tus labios lo hagan.
─ Eso es...
Generalmente, la purificación con Aster solía terminar de esta manera, y el rostro blanco de Lessas lo asustó. No parecía el mismo hombre desgarradoramente encantador que había sido anteriormente.
─ Prometiste entregarte a mí, Ed.
Como no recibió una respuesta clara, Sayed finalmente asintió con la cabeza. Al hacerlo, Lessas levantó una sonrisa brillante en su rostro, como lo había hecho cuando lo encontró en la ventana. Sus ojos se abrieron como pétalos de hielo púrpura mientras se extendían en la nieve derretida.
Tessa: Sayeeed... ('▽'ʃ♡ƪ)
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El bosque de Solias era la frontera que encerraba el reino. La gente siempre imaginaba qué podría haber más allá del bosque que rodeaba todos los límites del reino, y en las historias de la antigüedad transmitidas junto con los mitos fundacionales, se mencionaban mares interminables y montañas de diversas formas. Sin embargo, ninguno de los habitantes del reino de Solias había visto jamás un mar, aunque utilizaban la palabra "mar", simplemente lo imaginaban como un lago infinito lleno de agua. La curiosidad creció hasta convertirse en una sed de explorar el exterior.
Por eso, siempre había habido reyes que intentaron eliminar el bosque. Sin embargo, esto siempre había causado fricciones con los Titer, quienes arriesgaban sus vidas, y nunca antes se había tomado la decisión de eliminar el bosque con el consentimiento de todos los Titer. Era una medida alentadora pero extremadamente peligrosa. En ese momento, había menos Titer que nunca en la historia, por lo que si alguno de ellos perdía la vida, no habría suficientes personas para contener a los Niera.
Cuanto más pensaba en ello, más sospechoso le parecía a Sayed el motivo por el cual había perdido el control en su vida anterior. Al principio, cuando regresó de la muerte, solo pensaba en sus propios pecados, pero después de descubrir la verdad relacionada con su madre y de considerar las visiones del futuro que tanto Cecilia como él habían visto, se dio cuenta de que la situación no era simple.
Los desbordamientos de los Titer habían ocurrido a lo largo de la historia, y el reino siempre había sobrevivido. El hecho de que el reino de Solias hubiera perecido junto con la ausencia de Sayed sugería que había algo más enredado con él.
«Por supuesto, la destrucción del reino que Cecilia y yo vimos podría ser solo una ilusión... »
Su expresión se volvió más fría debido a los pensamientos complejos que lo abrumaban. Los caballeros que lo escoltaban podían notar su tensión.
En ese momento, Sayed formaba parte de la procesión del príncipe heredero que se dirigía al sur, y estaba rodeado por la guardia personal del príncipe heredero, los Caballeros de la Luna Azul. Detrás de la procesión del príncipe heredero, que también incluía a los soldados de la casa del Marqués de Saklani, Lessas avanzaba acompañado por sus caballeros asignados y el resto de los Titer.
El primer bosque seleccionado para ser exterminado fue el territorio de Sildras. El bosque del sur, conocido como la pesadilla del mediodía, era el más pequeño, por lo que era un objetivo razonablemente viable. De hecho, el rey había preferido dirigirse al norte, pero en ese proceso, Lessas intervino.
{ ─ Asegurar primero la seguridad del sur, que está cerca de la capital, sería mejor, padre. Además de ser el de menor tamaño, completar la primera exterminación antes de que comience el invierno en el norte también ayudará a aumentar la moral de los caballeros. }
{ ─ Eliminar la mayor amenaza para el reino abordando primero el norte sería lo más sensato, padre. }
En medio de esta discusión, Aster y Lessas tuvieron un acalorado debate. Normalmente, el rey habría apoyado a Aster sin dudarlo, pero esta vez, tal vez influenciado por las palabras de Lessas, después de una larga deliberación, decidió que el objetivo sería el sur. Luego hizo una declaración que puso los nervios de todos a flor de piel.
{ ─ El príncipe que más se destaque recibirá el puesto correspondiente. }
Eso también significaba que podría nombrar a Lessas como príncipe heredero. En Solias, la corona normalmente se otorgaba a la persona más capaz, por lo que no era una ruptura con la tradición. Sin embargo, nunca antes se había cambiado al heredero tan tarde en la sucesión.
Los partidarios de Aster, incluidos el Marqués de Saklani y otros, protestaron colectivamente, lo que resultó en la suspensión de la reunión. Aunque Sayed debía estar con ellos, fue soportable ya que por primera vez en mucho tiempo había presenciado una escena divertida.
─ Ed, ¿le has mostrado alguna vez a Cecil el hermoso paisaje del sur?
Aster, que caminaba junto a Cecilia, preguntó de repente. Sayed, que vigilaba desde atrás por si se acercaba innecesariamente a Cecilia, respondió a regañadientes, consciente de su entorno.
─ No, no lo he hecho.
La última vez que los Titer del norte viajaron a las tierras del sur fue hace muchísimo tiempo. Con medio año de invierno, no había razón para que alguien atado al norte hiciera un viaje tan largo.
─ Entonces, como faltan dos días para llegar a las tierras de Sildras, hoy descansaremos en la villa de mi madre en Tarkan. Está a punto de oscurecer, así que nos desviaremos hacia allí. Hay un hermoso lago. Cecilia, quiero mostrártelo. Parece que estás muy tensa por el próximo combate, así que relájate.
Cecilia, que estaba nerviosa por la perspectiva de enfrentarse a Niera, mostró una expresión de alivio ante las palabras del príncipe heredero.
─ Gracias por su consideración, alteza.
─ Con tu hermano aquí, la exterminación en el sur no será peligrosa.
Aster miró a Sayed con una sonrisa resplandeciente mientras parecía estar a punto de poner una mano sobre el hombro de Cecilia. La expresión de Sayed se endureció al instante. Aster, que parecía disfrutar de la visible incomodidad de Sayed, susurró con los labios.
─ Entonces, hazlo tú.
Sayed avanzó sin decir una palabra. Cecilia lo miró con curiosidad cuando llegó repentinamente entre ellos a caballo. Él inventó una excusa.
─ Debo encontrar el camino, así que quédate atrás.
─ ¿No es solo seguir el camino hasta Tarkán?
Aster señaló deliberadamente el error en sus palabras. Afortunadamente, Cecilia, aunque agradecida con Aster, parecía incómoda, por lo que se retiró obedientemente al medio de la procesión. Una vez que quedaron solos, Aster sonrió.
─ Qué adorable, parece que estás celoso. No te preocupes. Mi Titer eres solo tú, Ed.
Celos era una palabra que Sayed nunca había escuchado en su vida anterior. Conteniendo su desagrado, miró fijamente el rostro de Aster. Los ojos azules que encontró eran tan hermosos y amables como siempre.
«En algún momento, pensé que eran los únicos ojos que podían ver a través de mí.»
Pero era un recuerdo vano. Entonces y ahora, Aster solo lo veía como una herramienta. La actitud que mostraba ahora era la de un niño al que le han quitado su juguete. La razón por la que no vino a buscarlo cuando perdió el control era la misma, desechar un juguete roto.
─ Parece que estás muy dolido.
Aster dijo mientras extendía una mano hacia Sayed. Sin otra opción, Sayed ajustó su paso al lento ritmo de Aster, tragándose su incomodidad y respondiendo a su gesto. Una mano cálida, diferente a la de Lessas, sostuvo la suya y le apretó la muñeca.
Algo que antes no le molestaba hoy lo incomodaba. Cuando Lessas le sostenía la muñeca, no se sentía tan irritado.
«Ahora que lo pienso, ¿no me dijo Lessas que no dejara que me tocaran la muñeca?»
Esa extraña promesa seguía rondando en su mente. Pero era solo una muñeca. No importaba lo irritado que estuviera Aster, no quería provocarlo por temor a lo que pudiera hacerle a Cecilia, así que lo dejó pasar.
─ Por cierto, no te he visto sonreír desde el invierno pasado. No sé qué cambio repentino ha ocurrido en tu mente.
Sayed se preguntaba cómo reaccionaría Aster si llegara a saber las consecuencias de su purificación. Aster, criado desde su nacimiento para ser rey y con su poder asegurado, probablemente no podría aceptarlo, a menos que se le forzara a enfrentarlo. Aunque le intrigaba imaginar la expresión de Aster en ese momento, le resultaba difícil visualizarlo. No obstante, la expectativa de ese momento lo sostenía durante su tensa relación con Aster, a pesar de sentirse cruel por albergar tales sentimientos hacia alguien a quien había servido durante tanto tiempo.
Después de una hora más de cabalgata, llegaron a un pequeño pueblo junto a un gran lago. El nombre Tarkan le resultaba familiar a Sayed. Reflexionó, tratando de recordar por qué, pero la reciente avalancha de información le dificultaba recordar detalles específicos. Los habitantes, al haber sido avisados de antemano de la llegada de la familia real para la expedición de caza, los recibieron con entusiasmo. El grupo de Lessas se separó aquí, ya que Aster cambió el destino hacia la mansión de la familia de la anterior reina, mientras que el grupo de Lessas se dirigió a los alojamientos preparados por el pueblo. Seyad siguió a Aster, oyendo a sus caballeros reírse del grupo de Lesas con sus comentarios sobre la mezcolanza de malvivientes.
La noche cayó pronto, después del largo viaje. La bien cuidada mansión, ubicada cerca del lago, ofrecía una vista espectacular. Aster, con la intención de apaciguar a Sayed, permitió que pasara la velada con Cecilia. Después de un largo paseo, Sayed envió a Cecilia de regreso y se quedó solo junto al lago.
Todo estaba en silencio. Los caballeros evitaban deliberadamente el lugar donde se encontraba Sayed, dándole tiempo para pensar sin interrupciones. Con el inicio de la primavera, el clima era notablemente cálido para los estándares de Sayed, así que decidió refrescarse dándose un baño en el lago. El lago Axid del norte siempre estaba congelado, por lo que rara vez tenía la oportunidad de bañarse en un lago cálido.
Sayed se quitó la ropa ligera que llevaba puesta y se sumergió en el lago. Cuando no estaba luchando contra Nieras, siempre pensaba en cómo proteger su tierra o seguía las órdenes de Aster. No había tenido un momento tranquilo desde su infancia.
Tessa: Sa... 😳👀
Mirando el cielo nocturno, Sayed trató de imaginar la vida de aquellos que no eran Titer. Pero no le sirvió de mucho. Desde su nacimiento, su vida siempre había estado ligada a proteger a alguien, por lo que no podía imaginar un momento sin deberes.
En lugar de pensamientos inútiles, trató de recordar por qué Tarkan le sonaba familiar. Salió del lago y caminó hacia donde había dejado su ropa, aplastando la hierba bajo sus pies. Alguien le había mencionado claramente este lugar.
— ¿Archiduque?
Era Lessas.
«Claro, Lessas había mencionado Tarkan.»
{ ─ Alguien dijo haber visto a Nieras en Tarkan a plena luz del día. También ha habido personas desaparecidas en el pueblo. Necesitas investigar eso. }
Sintiendo que su mente se aclaraba, Sayed observó la oscuridad. Acostumbrado a la oscuridad, no le resultaba difícil ver más allá. Lessas, caminando lentamente hacia él con la luz de las estrellas reflejándose en el lago, estaba envuelto en una capa negra.
— ¿Cómo me encontraste?
Parecía que Lessas había llegado hasta aquí para evitar ser visto, por lo que probablemente no le había preguntado a nadie. No entendía cómo había logrado encontrarlo, igual que la vez que lo descubrió escondido en las sombras.
— Examiné los alrededores sin que nadie me viera. Y entonces...
Lessas, caminando hacia una zona más iluminada, se detuvo a mitad de frase. Su rostro pálido se volvió visible bajo la capucha mientras sus ojos violetas se abrían de par en par. Sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso. Moviendo los labios sin emitir sonido, se cubrió rápidamente los ojos con una mano grande, hablando con voz llena de vergüenza.
— Ed, tú... tú no estás... no estás vestido.
«Ah.»
Sayed miró su cuerpo con calma. Acababa de salir del baño, así que, naturalmente, estaba completamente desnudo.
Tessa: ヾ(≧▽≦*)o
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ Acabo de salir del lago.
Mostrar su desnudez, aparte de hacerlo vulnerable a ataques, no era algo que le preocupara mucho a Sayed. En realidad, no le gustaba llevar ropa, e incluso prefería dormir desnudo.
Tessa: ...
Además, Lessas era otro hombre. Que reaccionara así al ver el cuerpo de alguien del mismo sexo le parecía algo peculiar, hasta que recordó que Lessas había confesado sentirse atraído por él. Exceptuando la atracción inevitable que sentía hacia Aster debido a la purificación, Sayed nunca había sentido deseo por otro hombre, así que tardó un poco en darse cuenta de esta realidad.
«Hmm.»
Incluso si era así, la reacción de Lessas era exagerada. Ni siquiera él había reaccionado así la primera vez que estuvo con una mujer. Dudando, Sayed decidió acercarse a Lessas en lugar de cubrirse, queriendo confirmar sus sospechas. Al escuchar el sonido de sus pies descalzos sobre la hierba, Lessas se estremeció.
─ Baje las manos. Solo es el cuerpo de otro hombre. A menos que sean mis cicatrices no completamente curadas lo que le repugna.
El poder curativo de Aster era excepcional, sanaba casi cualquier herida, pero algunas infligidas por Nieras dejaron cicatrices. La mayoría de las cicatrices de Sayed provenían de cuando tuvo que aprender a luchar solo, enfrentándose a múltiples Nieras a la vez y siendo atravesado en la espalda y el abdomen. Aunque no eran agradables a la vista, al menos no tenía cicatrices en el pecho.
Sayed miró su cuerpo brevemente con indiferencia. La cicatriz del golpe que atravesó su corazón aún no existía, lo que le causaba una sensación de desconexión. Mientras permanecía en silencio, Lessas bajó las manos, endureció su expresión y se acercó con determinación. Con manos apresuradas, se quitó la capa y la colocó sobre el cuerpo de Sayed. Aunque sus movimientos eran urgentes, la manera en que envolvía a Sayed con la tela era suave y cuidadosa, casi como si estuviera protegiendo algo frágil. La incongruencia de la situación lo incomodaba, dado que Sayed no necesitaba ese tipo de tratamiento.
─ No soy un niño como piensa el Archiduque, soy un hombre que lo ama.
La voz baja y profunda de Lessas sonaba como un metal resonante. La suavidad en su tono medio-grave en ese momento era sorprendente. La voz que susurraba cerca del oído de Sayed llevaba un deseo tan claro que Sayed detuvo el movimiento de quitarse la capa.
─ Cuando la persona que amas está así, es natural que yo...
El pecho de Lessas, que estaba frente a él cubriéndolo, subía y bajaba visiblemente. El amplio tórax se expandía y contraía repetidamente. Sayed empezó a ser consciente de la respiración contenida y luego exhalada de Lessas.
«Entonces, ¿este joven príncipe frente a mí me desea...?»
─ Recuerdo que dijo que lo que sentía por mí no era deseo.
Su mente se enredaba rápidamente, dejándole una sensación extraña. Un escalofrío le recorrió la espalda, y Sayed, incómodo con esa sensación, se apresuró a contraargumentar. Lessas, con un tono algo nervioso, suspiró profundamente y respondió
─ Solo dije que no era la única razón por la que me gusta el Archiduque. ¿No sería más extraño que un hombre normal no reaccionara al ver así a la persona que ama?
De hecho, parecía que Lessas estaba conteniéndose mucho. Sayed, involuntariamente, vio el movimiento pronunciado de la nuez de Lessas. La cercanía entre ellos era tal que hasta podía sentir el calor del cuerpo de Lessas.
─ Lamentablemente, Archiduque, soy un hombre demasiado robusto...
La voz de Lessas se iba tornando cada vez más baja con cada palabra que pronunciaba, como si se sumergiera en el lago.
─ Estoy usando toda mi fuerza de voluntad para reprimir el deseo de saborear todo de usted en este mismo instante.
El calor invadió su cuerpo como si hubiera caído en un lago ardiente. Sayed, inseguro de ser arrastrado por un joven de apenas veintiún años, levantó la mirada que había estado evitando. El manto de Lessas, resbalando por su cuerpo, traía consigo el aroma reconfortante característico de él, lo cual erizó la piel de Sayed. Para evitar ser dominado por sus emociones, Sayed se quitó el manto, dejándolo colgando precariamente de su brazo.
Mirando a Lessas directamente a los ojos, Sayed dijo, habló.
─ De todos modos, es un cuerpo que ya te he entregado. No hay necesidad de contenerse. Estoy aquí para ser usado cuando lo necesite.
Tessa: Sa... Sayeed 😳😳😳
Ya había decidido entregarse a Lessas. Considerándolo como parte del proceso de purificación, no había nada de incómodo o abrumador en ello. Si usar su cuerpo y obtener lo que deseaba era un trato justo, Sayed estaba dispuesto a ofrecerse en cualquier momento. La purificación se lograría con cada contacto, así que Sayed tampoco saldría perdiendo.
«Satisfacer a una persona, ya sea hombre o mujer, es esencialmente lo mismo. Me han enseñado a tener relaciones sexuales desde mi despertar, así que las conozco bien. No debería ser difíci...»
─ Puedo soportar cualquier impertinencia de usted, Archiduque, pero no puedo dejar pasar palabras dolorosas como esas.
Los ojos de Lessas, de un color violeta intenso, parecían brillar intensamente por un momento antes de que todo sucediera en un instante. Lessas, sosteniendo firmemente el manto que colgaba de Sayed, le sujetó la mejilla. Justo cuando Sayed pensaba que los ojos de Lessas, usualmente oscuros como la noche, parecían iluminarse como la luz del amanecer, un calor intenso se propagó sobre sus labios.
Se quedó sin aliento.
Los labios de Lessas se unieron a los suyos de manera urgente y ardiente, como si ya no pudiera contenerse. Sentía como si la carne suave se fundiera y se pegara a la suya. La sensación tierna presionaba sus labios, seguida por un placer extraño y penetrante que se colaba en su boca. El cosquilleo se extendió por su cuerpo como un veneno. Su corazón comenzó a latir con fuerza, resonando en su pecho.
El segundo beso era incomparablemente más intenso que el primero. La energía abrumadora de Lessas, que se expandía en cuanto lo tocaba, o quizás su repentino y hábil beso, hacía que Sayed no pudiera distinguir la causa. Había besado a muchos, pero esta vez, en lugar de dominar como solía hacerlo, apenas podía seguir el ritmo del arrollador Lessas. A pesar de que solo sus lenguas y labios se entrelazaban, un escalofrío le recorría la espalda. Sayed intentó separarse para recuperar el control, pero Lessas lo impidió.
La mano de Lessas, que estaba en el límite entre el manto y la piel desnuda de Sayed, se movió. La fuerza con la que lo atraía hacia sí era sorprendentemente intensa. El cuerpo de Sayed fue sacudido bruscamente y la mano de Lessas que tocó su cintura desnuda lo hizo con fuerza, presionando los músculos firmes y esculpidos. Los dedos que envolvían su piel húmeda y resbaladiza acariciaron la hendidura de su columna, lo que hizo que Sayed emitiera un sonido extraño por primera vez en su vida.
─ ¡Ha, hmf..., ah...!
Ese gemido, que sonaba muy diferente a su voz habitual, no era como los bajos gemidos que emitía durante el sexo. Era un sonido débil de rango medio que se elevó por encima de los graves y resonó en el aire, y al mismo tiempo, Lessas levantó las manos y le apretó la cintura con firmeza. Al pegarse a él, Sayed sintió claramente una señal de excitación presionando contra su abdomen.
Esa prueba innegable de masculinidad hizo que Sayed sintiera una extraña sensación de hundimiento bajo sus pies. Un escalofrío recorrió su cuerpo desde la nuca hasta la espalda baja. Ya no podía considerarse simplemente una excitación juvenil. La ardiente intensidad era innegable. Cuando Sayed intentó empujarlo, Lessas se apartó primero bruscamente, justo en el momento en que Sayed sintió que su cabeza iba a estallar.
El silencio asfixiante llenó el espacio entre ellos. Sayed vio a Lessas enderezarse, jadeando. Su cabello negro y ligeramente ondulado, que ya caía sobre su frente, parecía inusualmente sugestivo a la luz de la noche. Sus labios enrojecidos se veían más rojos que los de cualquier mujer. Solo con mirarlo, Sayed sintió como si hubieran cometido un acto prohibido.
Sayed no podía creer que un simple beso lo hubiera dejado sin aliento, así que deliberadamente contuvo su respiración. Cerró los labios con fuerza y se pasó la mano por ellos, limpiando la saliva transparente que Lessas había dejado. Sin embargo, la sensación de los labios de Lessas sobre los suyos no desapareció; de hecho, solo se intensificó. Estaba volviéndose loco.
— Si lo desea, podemos continuar. No importa el lugar.
Sayed habló impulsivamente. Pensaba que, si tomaba la iniciativa y se mezclaba con él, podría aliviar esa sensación irritante que lo volvía loco.Sin embargo, Lessas, con los ojos inyectados en sangre, bajó la mirada, y mordió sus labios antes de rechazar la propuesta.
— No tengo intención de hacer eso antes de ganar tu corazón.
— Para no querer hacerlo...
La excitación de Lessas era demasiado evidente, pero Sayed decidió callar. Decir algo más solo complicaría las cosas.
— Haz lo que quieras. Ya te he entregado mi cuerpo.
— Entonces, por favor, no llames repulsivo a mi hermoso Titer. Es mi cuerpo, y para mí, es más sublime y encantador que cualquier otra cosa en el mundo.
El pecho de Sayed se apretó, cerrando sus labios de golpe. Las palabras de Lessas lo incomodaban profundamente, haciéndole sentir náuseas y aumentando el calor en su cuerpo.
— Podrías resfriarte, así que ponte algo de ropa. Esta es una orden como miembro de la realeza.
Diciendo esto, Lessas se pasó la mano por la cara, más pálida que de costumbre con venas azules destacándose bajo su piel. Haciendo una especie de lavado en seco, Lessas se dio la vuelta. Sayed, observando su espalda inmóvil, también deseó salir de allí. Gracias al calor que secaba la humedad, ponerse la ropa fue fácil.
— No necesitas reaccionar de forma exagerada. Ya estoy vestido, así que dime para qué has venido.
Aunque había besado tantas veces durante la purificación, no sabía por qué ahora se sentía tan mareado. Quería alejarse de él rápidamente, así que adoptó un tono formal y preguntó por el motivo de su visita.
— Solo quería asegurarme de que estuvieras bien después de un largo viaje. Ahora que lo he comprobado, me voy.
Le irritaba haber tenido que hacer un esfuerzo incómodo por una razón tan trivial. Él era un Titer. Más fuerte que cualquier ser, inmune a las heridas que matarían a cualquier otra persona. Era ridículo que un simple Guía se preocupara por él.
— Entonces, me retiraré primero. He estado fuera demasiado tiempo y debo volver antes de que alguien sospeche.
— Está bien.
Lessas seguía dándole la espalda. Sayed observó su ancha espalda por un momento, apretando los labios antes de empezar a caminar. Justo cuando estaba a punto de pasar sin mirar atrás, Lessas susurró:
— Si vuelves a decir cosas hirientes como hoy, te besaré cada vez. Si no quieres eso, por favor, valórate más.
Su voz era suave pero firme. Sayed levantó una ceja grisácea y respondió con un tono sarcástico.
— Tendré mucho cuidado con lo que digo de ahora en adelante.
Tessa: No se le acerquee...
El desdén en su voz hizo que las pestañas de Lessas temblaran ligeramente. Pero solo por un momento. Lessas borró la expresión llena de calor y, con una leve sonrisa, arqueó las cejas como de costumbre.
— Duerme bien, mi luna.
La despedida cariñosa tras sus palabras llenas de espinas desordenó aún más los pensamientos de Sayed. Sin responder, se dirigió hacia su propio camino. Tal vez era más correcto decir que no podía responder.
Estaba profundamente confundido por el hecho de que el pequeño niño que conocía se había convertido en un hombre.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
A pesar de sentirse mejor que nunca, Sayed no podía conciliar el sueño. Las marcas por donde la mano de Lessas rozó en su espalda le molestaba como una quemadura, y sus labios no dejaban de cosquillear. Nunca había sido tan consciente del hecho de que alguien a quien había visto desde que era un niño lo veía ahora como un objeto de deseo sexual.
Aunque había recibido una confesión, había pasado por tantas cosas que no había tenido tiempo de pensar en ello. En su mente, lo había aceptado y se había dejado llevar, pero ahora que estaba de vuelta y reflexionando, Sayed sentía que la purificación que tendría con él se sentía distante. Y eso se debía a que la estimulación era demasiado intensa. Ese era el problema.
«¿Por qué?»
Que un joven creciera y se convirtiera en un adulto era la ley de la naturaleza, pero eso no significaba que fuera normal sentir atracción por alguien que siempre había considerado un hermano menor. No era el Lessas de veinticinco años, sino el de veintiuno. El hecho de que un joven casi diez años menor que él lo hubiera sacudido tan profundamente el día anterior era desconcertante.
Todo era por culpa de la habilidad de Lessas. Su poder había causado esta confusión.
Sayed finalmente encontró una razón plausible. La capacidad de purificación de Lessas era superior incluso a la de Aster, así que no era de extrañar que su beso se sintiera tan intenso.
Sayed finalmente entendió las advertencias de su madre. Le había advertido que se cuidara de los placeres que los Guías podían ofrecer y que no se dejara seducir. Ahora entendía a qué se refería. Aunque siempre había mantenido una distancia con Aster, la noche anterior, Sayed no había dejado de pensar en el beso con Lessas y sintió la necesidad de mantenerse en guardia.
«No tiene ningún significado.»
Aun pensando así, Sayed recordaba cuán desesperada, urgente y ansiosa había sido la mano de Lessas cuando lo sostuvo. Ningún beso que hubiera experimentado antes se comparaba con el contacto de Lessas, que lo había consumido y quemado con un deseo tan fuerte que era como el sol. El hecho de que alguien que siempre había parecido tranquilo y sereno como la luna tuviera ese lado, lo confundía aún más.
La mente de Sayed, atrapada en el remolino de recuerdos del día anterior, regresó a la realidad al unirse a otros en el límite del bosque. Sobresaltado, apretó las riendas y enderezó su postura, lo que hizo que Luna emitiera un leve sonido. Su montura también parecía darse cuenta de que algo extraño pasaba con su dueño.
─ ¿Será porque estamos en casa que he dormido tan bien? Ahora que lo pienso, este es el lugar donde conocí al Archiduque, ¿verdad, Ligda?
La voz era tan fuerte y alegre que las miradas se volvieron hacia atrás. Mirando de reojo, vio que los caballeros de Lessas venían adelante. Al oír la voz del ruidoso caballero Baine, que había desafiado a Sayed a un duelo la última vez, Ligda, otro caballero, le dio un golpe en la cintura.
─ Cállate un poco.
El volumen de su conversación era tal que los caballeros de Aster, que estaban esperando, se dieron la vuelta. Adena, la líder de los caballeros de la Luna Azul, miró con desdén a los caballeros de Lessas y luego dio órdenes a sus subordinados.
─ Cuiden de no dejarse influenciar por esas chusmas. En esta caza, debemos asegurarnos de ganar méritos para nuestro señor y hacer que ellos sepan cuál es su lugar
Como caballeros de linaje noble, todos estuvieron de acuerdo con las palabras de Adena. Hasta el último invierno, muchos habían ignorado a Lessas, pero tras las declaraciones del rey, todos estaban más tensos. Era comprensible que se enfurecieran al ver a quienes estaban relacionados con Lessas. Si Aster estuviera aquí, quién sabe cómo se comportaría.
Afortunadamente, Aster estaba en la tienda que los caballeros de la región de Sildras habían preparado de antemano. La seguridad de los Guías era lo más importante en una caza, así que primero se debía establecer un sistema de protección para ellos antes de que comenzara la caza. Cuanto más se prolongara la batalla, más se adentrarían en el bosque, por lo que la mitad de los caballeros no estaban para enfrentarse a los Nieras, sino para proteger a los Guías.
En el pasado, los caballeros de Lessas habrían preparado su tienda, pero ahora él era claramente la nueva esperanza del reino. Además, estando en la región de Sildras, que siempre había sido aliada de Lessas, su tienda no era menos impresionante y robusta que la de Aster.
Ver eso enfrió la mente agitada de Sayed. Lessas le había prometido que, si lo deseaba, le entregaría la vida de Zion y no había contradecido su advertencia, pero aún así, quería salvarlo. Debía recordar que, como un fuego que arde intensamente y luego se apaga, podría elegir a Zion en cualquier momento una vez que se satisficiera su deseo con él.
Confiar en esa actuación de fingido amor era un acto de estupidez. Sayed no quería ser manipulado por un Guía como había sido por Aster, terminando como una herramienta.
─ Cecilia, a menos que la situación sea peligrosa, no uses tu habilidad. Primero debemos observar a Niera y aprender a superarlos
Sayed decidió enfocarse en lo que era importante. Las emociones individuales no le ayudarían en su tarea. Solo eran distracciones insignificantes. Cecilia, que miraba la tienda de Lessas con incomodidad, asintió ante sus palabras. Su encantadora hermana siempre había sido receptiva a lo que debía escuchar desde que era niña.
─ Entendido. No tengo experiencia en combate, así que mi objetivo será aprender lo más rápido posible esta vez
─ Nova tampoco ha enfrentado a los Niera, así que estarás con ella en la retaguardia
─¿Nova Bredhit?
Cecilia frunció el ceño, mostrando claramente su desagrado.
─ No quiero tener nada que ver con la hija del duque Bredhit, hermano. El duque del oeste abandonó a nuestra madre, su compañera, y ayudó a Sildras sin siquiera cuestionar la verdad.
A través de los ojos enfurecidos de Cecilia, Sayed se reflejaba a sí mismo. Había rechazado a todos con el mismo sentimiento que ella.
En un mundo donde los pecados de los padres se convierten en los pecados de los hijos, quizás era natural odiarlos tanto como a aquellos que llevaban el nombre de Prosius. Sayed a menudo sentía la tentación de dejarse llevar por ese oscuro deseo. Si hubiera seguido ese impulso, ya habría ido a cortar la cabeza de Zion Sildras.
«Pero...»
─ Cecilia, lo que madre deseaba era proteger este país. Aunque entiendo tus sentimientos mejor que nadie, no olvides que nuestra tarea ahora es eliminar al enemigo común.
De lo contrario, no seríamos diferentes a Sildras. Para señalar el pecado de traicionar a sus compañeros por su propio beneficio, debíamos actuar de manera diferente. Sayed lo comprendió tarde, después de que su sed de venganza causara la muerte de inocentes.
─ ¿Crees que vale la pena preocuparse por personas tan insignificantes? Mi deber se puede cumplir sin esa amistad trivial. Haré lo que tengo que hacer sin falta.
Cecilia estaba apenas comenzando a ser consumida por la misma venganza y rabia que lo había atrapado a él. Pero la diferencia afortunada era que ella no había pasado tanto tiempo con Aster como Sayed. Todavía tenía tiempo para evitar que Cecilia cayera en la misma trampa.
─ No hablo de considerarlos. Digo que debes enfrentarlos para que reconozcan sus errores.
─ No entiendo a qué te refieres.
─ Las personas no creen en lo que se dice en voz alta. Mucho menos creerán en lo que no se dice. Si la hija de Bredhit actúa como su padre, debes asegurarte de que sepa que está equivocada.
Como dijo Quilly, si alguien se deja llevar por rumores y elige el camino más fácil en lugar de la verdad, debes enfrentarlos. Sayed había aprendido esto el invierno pasado. Su ira hacia Selfini Vetria se calmó solo cuando ella admitió sinceramente su culpa y aceptó su muerte. La rabia alimentada en solitario solo crece y nunca se disipa.
Al final, lo que Sayed deseaba era extinguir el fuego del infierno azul que lo consumía, y para eso, debía expresar su ira. Si el oponente no lo aceptaba, debía luchar ferozmente; si lo aceptaba, debía encontrar una manera de vivir nuevamente a partir de esa verdad.
─ Lo consideraré al observar su comportamiento.
Dicho esto, Cecilia, aparentemente perturbada por la conversación, guardó silencio y giró las riendas.
Bajo el mando de Saifried Rhaman Solias, se izó la bandera que anunciaba oficialmente el inicio de la "caza" en el bosque. La bandera roja con un sol ondeaba sobre el campamento, y a lo lejos, en el borde, la multitud se veía como puntos.
─Hoy, lo que hagan determinará el futuro de Solias. Agradezcan el esfuerzo de las estrellas y espero que esta caza sea exitosa y sin contratiempos.
Aster era bastante conciso en ceremonias y asuntos administrativos. Su enfoque era severo pero eficiente, y no dejaba lugar a problemas futuros, lo cual atraía a muchos caballeros. El escuadrón del Azul Luna respondió marchando al unísono ante sus palabras.
Aster, mirando a su alrededor con familiaridad y aburrimiento, fijó su mirada en los caballeros Titer frente a él. Luego, borrando su aburrimiento, esbozó una sonrisa deslumbrante y dirigió sus ojos azules hacia Sayed.
─ Mi estrella se encargará de que esta caza sea un éxito. Eres más devoto a tu deber que nadie aquí.
Se escuchó una risa sarcástica de Zion Sildras al lado. Los ojos de Cecilia, que había estado ligeramente inclinada, se llenaron de furia. Aster, dándose cuenta de esto, tomó la mano de Cecilia con una sonrisa astuta.
─ Es una oportunidad para honrar el nombre de Prosius, Cecilia.
Aster tomó la mano de Cecilia para impartirle purificación. Ante esta situación, Sayed apretó los dientes, consciente de que no podía impedir un ritual de purificación antes de una caza. En ese momento, Lessas, que había estado callado al lado de Aster, habló con una sonrisa.
─ Mi hermano no es el único responsable de la caza, así que dejémoslo ahí.
Aster respondió manteniendo su sonrisa indiferente.
─ Debido a tu poca experiencia, no entiendes que no debes intervenir en un ritual de purificación para la caza.
─ ¿De verdad? No sabía que la purificación necesariamente requería contacto físico, es algo curioso.
Lessas respondió con una sonrisa igualmente hermosa y serena. Al mismo tiempo, la sonrisa de Aster se quebró ligeramente.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
No sabía si lo había dicho intencionalmente, pero la suave provocación de Lessas surtió efecto. Aster soltó la mano de Cecilia y se giró. Mirándolo de reojo, Aster recorrió a Lessas con una mirada llena de desprecio.
─ Te jactas de haber obtenido una habilidad insignificante. Un inútil que ni siquiera tiene el poder de curar a su propio Titer, un ciego e ignorante ante la realidad.
El poder de Lessas carecía de la habilidad curativa, considerada esencial en los guías, lo cual era la mayor crítica de los seguidores de Aster hacia él.
─ Escuchándote, parece que siempre asumes que habrá situaciones en las que nos lastimemos. Confío en que, si nuestras habilidades se complementan bien, podremos completar esta cacería sin heridas, así que no creo que debas preocuparte tanto por eso.
─ No sé si llamarte ingenuo o estúpido por creer que el mundo se rige según tus deseos.
El tenso intercambio de palabras se mantuvo. Incluso los Titer y los caballeros que escuchaban permanecieron en silencio. Nadie osaba interrumpir el conflicto entre los miembros de la realeza.
─ Cuando no tienes nada que decir, siempre terminas con comentarios mordaces. Después de tanto tiempo observándote, ya me resulta fastidioso.
«...¿Le estaba permitido hablar así?»
Tessa: No lo se Sayed pero se esta poniendo intenso...
Sabía que Lessas tenía determinación, pero su actitud desafiante era inesperada. Antes de su muerte, Lessas, incluso después de obtener poder, no se enfrentaba tan abiertamente a los insultos de Sayed o Aster.
Aunque había despertado sus poderes un poco antes, el tiempo no era significativamente diferente. Aunque podía haber ganado confianza, la actitud actual de Lessas mostraba una habilidad inusual para manejar tales situaciones, algo inusual para su edad.
Aunque no estaba del todo cómodo con la situación, no era una escena desagradable de observar. Sayed esperaba el momento en que la calma de Aster se rompiera. Sin embargo, Aster, tras escuchar las palabras de Lessas, sonrió suavemente.
─ Entonces, veremos. Yo también espero que esta cacería 'sin heridas' que mencionas se cumpla.
Aster, lanzando palabras llenas de intención, recuperó su postura relajada. Desenvainó la espada ceremonial llamada 'Muerte Sagrada', un tesoro real que solo quien se convertiría en rey podía portar. Tal vez por ser consciente de esto, los ojos de Lessas se oscurecieron al ver la espada.
La punta de la espada, que nunca se oxidaba, se dirigió hacia Sayed.
─ ¿Puede el Archiduque encargarse de guiar a los Titer?
Tan pronto como Aster terminó de hablar, Zion Sildras expresó su opinión.
─ Disculpe, Alteza, pero parece que ha olvidado que la autoridad sobre los Titer ha sido transferida a Sildras. Además, esta tierra está bajo mi jurisdicción, por lo que es mi responsabilidad.
Aster, con una sonrisa en sus ojos azules, miró a Sayed. Sin duda, estaba evaluando sus sentimientos hacia Sildras.
Las razones de Zion eran claras. No quería fortalecer la posición y el poder de Aster ni el de Sayed. A sus ojos, Sayed todavía era un peón de Aster.
Sin mirar a Sildras, Sayed permaneció en silencio. Era difícil aceptar que Zion considerara los derechos de su madre y el deber de su familia como un mero privilegio.
Para evitar un conflicto, Sayed respondió con calma, ocultando sus sentimientos.
─...Zion tiene razón.
Tan pronto como Sayed cedió, la punta de la espada de Aster se dirigió hacia Zion. Cuando Zion dio un paso adelante y bajó ligeramente la cabeza, la espada tocó y se alejó de su cabeza.
─ No olvides que, desde este momento, las vidas de los Titer están bajo tu responsabilidad.
Cuando Aster retiró su espada, Zion levantó la cabeza. El joven, recién adulto, mostraba confianza en su rostro. Incapaz de seguir viendo esa escena, Sayed apartó la mirada.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Las tropas que se adentraron en el bosque no eran numerosas. Era primavera, cuando los Nira estaban dormidos, y el tamaño del bosque del sur era tal que se podía recorrer a caballo en dos días, a diferencia del norte. Por lo tanto, los caballeros que los acompañaban eran todos voluntarios. Y, curiosamente, la mayoría de los voluntarios eran caballeros de Lessas y de la familia ducal de Sildras.
─ El bosque está más tranquilo de lo que pensaba. Nova pensaba que la guarida de Niera sería más aterradora.
Deliberadamente colocados en la retaguardia, Sayed y Cecilia iban justo detrás de Nova. Zion, al frente, guiaba al grupo con movimientos bastante familiares en el interior del bosque. Parece que había aprendido la geografía tras proteger el bosque el invierno pasado.
No había otra opción que mirar la espalda de alguien que odiaba, y eso le repugnaba. Soportar era algo que Sayed había tenido que hacer como respirar, pero el hecho de que el mundo que apoyaba esa orgullosa espalda se había alimentado de la muerte de su madre era un dolor aún difícil de soportar.
─ Silencio, señorita Bredhit.
Cecilia, que estaba tensa y rígida, reprendió a Nova. Nova, que observaba el bosque con alegría, no se inmutó ante el tono cortante y siguió parloteando.
─ Cecilia, llámame Nova. Seremos aliados hasta la muerte, después de todo.
─ No quiero estar con Titeres necios y viles.
─¿Titers?
Las trenzas de Nova se inclinaron ligeramente. Cuando finalmente su rostro inocente mostró señales de perturbación, Cecilia respondió con una voz cargada de desprecio.
─ No tengo nada que ver con una familia que es un peón de Sildras.
─ ¿Qué pasa con Sildras?
─ Solo son personas cegadas por el poder, que llevaron a sus compañeros a la muerte.
Aunque la voz de Cecilia era baja, era clara, y para los Titers, con sus sentidos agudos, no era difícil de escuchar. Zion, que caminaba al frente con calma, se detuvo y los miró. Con una expresión de incredulidad, que recordaba a su padre Sirkan, los observó.
─ ¿Qué es este alboroto en medio de una cacería?
El lento avance se detuvo cuando Zion se volvió hacia ellos. Stella, que estaba en el medio, trató de detenerlo agarrando su brazo.
─ Zion, como dijiste, estamos en medio de una cacería. Dejemos la charla para después.
─ Todavía no hemos pasado la entrada del bosque, no estamos en peligro. No veo ningún Niera dormido cerca. Lo que es más problemático es Prosius, que crea conflictos antes de la batalla.
Zion apartó cortésmente el brazo de Stella y se dirigió hacia ellos. Nova, siempre alegre, miraba fijamente a Cecilia con una expresión molesta. Aunque su cabello plateado, diferente al de Cecilia, ondeaba peligrosamente con el viento, parecía estar conteniéndose por ser ambos Titers.
─ Sildras, vuelve a tu puesto. Como dijo Stella, este no es el momento.
Si no le importara el puesto, Sayed ya habría golpeado a Zion en la cara y comenzado la cacería. No había iniciado una pelea que solo terminaría con la muerte de alguien porque entendía la gravedad del asunto.
─ La hermana del Archiduque, que no tiene derecho a asumir responsabilidades, comenzó esto. Ha descuidado los asuntos del dominio de Axid, sin siquiera mostrarse, y ahora causa alboroto. No entiendo sus intenciones.
Sus palabras tocaron a Cecilia. Cuando la tensión aumentó repentinamente, los ojos de Cecilia brillaron con furia. Lo que parecía haber estado conteniendo salió de su boca.
─ ¿Con qué derecho actúas tan arrogante, siendo hijo de un asesino? ¿Sabes lo que hizo tu padre muerto?
Sayed agarró a Cecilia, que estaba a punto de lanzarse. Su muñeca pálida temblaba, mostrando venas prominentes.
«Cecilia, aún no.»
Sayed susurró. Todavía no tenían pruebas en sus manos. Hasta que Aster decidiera actuar personalmente, no tenían la espada para iniciar esta lucha, y el momento era prematuro.
Viendo que la furia de Cecilia se expresaba más que la de Sayed, su corazón se enfrió por un momento. Si los atacaban en este momento, estarían en peligro. Aunque era primavera, cuando los Niera dormían, y por eso se había formado el grupo de caza, Sayed inspeccionó los alrededores. Había recorrido el bosque dormido muchas veces, pero por muy primavera que fuera, siempre debía haber algún indicio de Niera dormidos en algún lugar. Sin embargo, todo estaba demasiado limpio. En el campo de batalla, una situación tan silenciosa era más propensa a un ataque sorpresa, una regla básica para cualquier caballero.
─ ¡Qué palabras tan hirientes!
Mientras Sayed aumentaba su percepción para vigilar los alrededores, los jóvenes Titers finalmente se enfrentaron. Nova, con la cara roja de ira, habló en defensa de Zion. Zion, que había caminado hasta ellos, escuchó las palabras de Cecilia con incredulidad y soltó una risa sarcástica.
─ Ja, vaya.
Zion, con una expresión de verdadero desprecio, recorrió con la mirada a Cecilia y luego a Sayed. Mirando a los hermanos con lástima, abrió la boca para hablar.
─ Es realmente lamentable que aquellos que habrían muerto si no fuera por la misericordia de mi padre hayan crecido como bestias que no conocen la gratitud.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed conocía esos ojos. Desde el lado que consideraba correcto y luminoso, Zion miraba a Sayed, el "demonio", con esa misma expresión. Al principio, Zion había mirado al despiadado y cruel Sayed con lástima, como alguien infinitamente bueno que compadece a un malvado.
Por eso, Sayed siempre había considerado a Zion tan ingenuo e ignorante de la realidad como Lessas. Esto lo llevó a marcar una línea aún más clara entre ellos y él, y a veces incluso a dudar si la inocencia de su madre, en la que siempre había creído, no era más que una fantasía absurda.
Pero ahora se daba cuenta de que no era así.
Zion los miraba desde arriba. Esa era la razón por la que Zion se enfurecía con las acciones de Sayed y, a veces, lo compadecía. Porque consideraba que los de su familia eran seres débiles que habían sobrevivido gracias a la misericordia que ellos les habían otorgado generosamente.
─¡Qué ganas de destrozarte hasta que no quede nada...!
Cuando Cecilia desenvainó su espada, los caballeros de Sildras, que estaban detrás, también sacaron sus armas. Al sonido metálico de las espadas desenvainadas, Cecilia se giró bruscamente. Decenas de caballeros la miraban con hostilidad y tensión en sus rostros. En medio del temor de enfrentarse a un Titer, también se reflejaba desprecio y odio hacia ellos.
Las emociones negativas intensas impactaron a Cecilia. Nunca había experimentado tal concentración de desprecio en toda su vida, por lo que parecía momentáneamente abrumada. Su hermana, buscando a Sayed, temblaba.
Sayed temía justamente este momento. Situaciones como esta eran algo que solo él debería soportar. No era algo que Cecilia pudiera soportar, ser odiada y despreciada por la mayoría, no, por todo el país.
Enfrentarse al odio de una sola persona ya dejaba cicatrices en el corazón, pero enfrentarse solo al odio de muchos arruinaba la mente.
─ Si no quieren morir, bajen la espada.
Sayed ordenó con una voz fría. En lugar de intervenir, como debería haber hecho Zion, él lo criticó.
─ ¿Está amenazando a mis caballeros, Archiduque? La primera en amenazar fue su hermana.
─ ¿Desde cuándo los simples caballeros tienen derecho a involucrarse en los asuntos de los Titer? ¿O acaso mi hermana, recién despertada, es tan temible que necesita protección?
─ Es seguro que no eres un oponente digno de mis manos.
─ Amenazar a través de numerosos caballeros, igual que tu padre. No es de extrañar que el cobarde Sirkan Sildras, que no murió como un verdadero Titer, te haya engendrado.
Los ojos de Zion brillaron con furia. Sus ojos dorados centellearon con enojo, iluminando momentáneamente el aire a su alrededor.
─ No insultes a mi padre, que fue misericordioso incluso con un demonio despreciable como tú.
─ Veremos si puedes seguir respetándolo después de que se revele la verdad. Entonces, dejemos las tonterías y continuemos nuestro camino.
Sayed recorrió con una mirada asesina a los caballeros que estaban en posición de ataque. Con un simple gesto de su mano, podría matarlos sin que pudieran gritar. En ese momento, intervino Baine, quien había estado observando la situación.
─ Oigan, ¿qué tal si todos nos calmamos? No sé con qué mentalidad están desafiando, pero el Archiduque puede matarnos sin necesidad de blandir su espada. No vine aquí para ver una pelea, sino para cazar a Nieras...
Los caballeros de Lessas, la mayoría conocidos de Sayed, intentaron detener a Baine, quien, lejos de retroceder, puso una expresión indiferente.
─ El único que parece no saberlo eres tú, Sayed ─respondió Zion con una furia contenida.
Sayed atrapó las palabras de Baine sin perder un instante, lo que hizo que Zion se enfureciera.
─¡Baine, ¿por qué intervienes de repente?! ¿No sabes que el Archiduque es el enemigo de Lessas?
Zion reprendió a Baine como si hubiera sido traicionado. Ligda, que observaba, apoyó a Bain respetuosamente.
─ Su Excelencia, si considera al príncipe, parece mejor resolver esta situación y concentrarse en la caza. Eso elevará aún más su reputación.
Pero a Zion no le agradó en absoluto la objeción de Ligda. Para alguien que había crecido sin recibir reproches o críticas de sus subordinados, esto era una ofensa intolerable.
─ Están hablando sin saber su lugar, los dos. Están despreciando a su señor, que los recogió como huérfanos y plebeyos y los convirtió en caballeros.
El rostro de Ligda se endureció por un momento. La expresión indiferente de Baine también cambió.
─ ¿Sabes por qué tuvimos que crecer como huérfanos cuando dices eso?
Baine, que normalmente trataba de evitar confrontaciones, esta vez no dejó pasar la oportunidad. Sayed se dio cuenta de que sería difícil derrotar a Zion con palabras y decidió actuar. Se acercó con pasos firmes y agarró a Zion por el cuello con una mano brusca.
─ Cállate y haz tu trabajo, Sildras.
Los ojos de Zion se llenaron de sorpresa e ira. Mientras intentaba hablar nuevamente, Sayed sintió un escalofrío en la espalda. Siempre podía detectar a Nieras antes de que apareciera, así que giró la cabeza hacia el interior del bosque.
─ ¿Te has vuelto loco? ¿Has perdido la razón? ¡Suéltame ahora mismo!
Aunque había una diferencia de complexión, Zion era un Titer. No carecía de fuerza natural, así que agarró la mano de Sayed con la intención de romperla. Sin embargo, la mirada de Sayed se dirigía más allá del bosque. El sol brillaba intensamente sobre el bosque, pero se sentía una oscura presencia emanando de Nieras.
─ Sildras, entra en posición de combate de inmediato.
En otro momento, habría sido interesante enfrentarse a Zion con la excusa dada, pero ahora no era el momento. Zion, por supuesto, se opuso a la orden de Sayed.
─ No cambies de tema. Esta acción tendrá consecuencias cuando regresemos...
─ ¡Parece que un Niera ha aparecido, ahora mismo!
La mención de Nieras hizo que los caballeros murmuraran. Stella, que se había acercado para calmar la situación, miró en la dirección que señalaba Sayed y, pálida, hizo un gesto.
─ Zion, mira allí.
Al final del dedo de Stella se veía una forma oscura. Una sombra de forma indefinida se dirigía hacia ellos. Zion, que instintivamente giró la cabeza, también vio al Niera y empujó a Sayed para ponerse en posición.
─ Mantengan la calma. Niera se alimenta del miedo, así que aunque sientan temor, conténganlo.
Dicho esto, desenfundó su espada y pasó junto a Sayed, ignorándolo. Aunque sus dedos temblaban, Zion se recompuso y le habló a Stella.
─ Stella, cuando se acerquen, inmovilízalos. Por su tamaño, parece un Niera de nivel medio.
─ Entendido. Pero...
Stella, con una mirada inquieta, se volvió hacia Sayed y preguntó.
─ ¿Cómo es que Niera ha salido durante el día? Y además, en primavera...
─ Stella, soy el líder aquí. Concéntrate en la situación frente a ti.
Zion, evitando que Stella hablara con Sayed, avanzó rápidamente. Sin embargo, las insignificantes disputas no eran lo que preocupaba a Sayed en ese momento.
Las palabras de Lessas sobre Nieras apareciendo durante el día en Tarkan ocurrieron tres años antes de lo que recordaba. Estaba claro que los acontecimientos estaban sucediendo más rápido de lo que Sayed sabía. Mientras su mente se llenaba de confusión, Nieras apareció ante ellos.
El Niera en forma de escarabajo, que parecía moverse lentamente, en realidad se acercaba a una velocidad considerable y, extrañamente, en lugar de atacar, parecía querer pasar de largo. En lugar de la sensación de terror que normalmente emanaba al ver a las personas, este Niera no lo hizo.
─ Es bastante grande, pero parece que solo es de nivel bajo. No se asusten y ataquen el núcleo rojo. Comparado con el invierno pasado, esto no es nada.
Los caballeros, sorprendidos por la anomalía del mediodía, formaron rápidamente sus líneas de batalla ante el aliento de Zion. Él también, un poco aliviado, levantó la mano para liberar su poder. La habilidad de los Sildras para manejar la luz hacía más fácil matar a los Nieras. La luz intensa llenó el aire, y solo el objetivo fue quemado por el calor radiante que contenía.
¡KIIIK, KIIIIIK!
Un rayo de luz gigantesco descendió del cielo, cubriendo al Niera. Aunque la escena parecía hermosa, como una revelación solar, el poder de Zion era destructivo. Mientras la ceniza negra se levantaba y el Niera desaparecía en un instante, los caballeros exclamaron asombrados. Zion, con una expresión mucho más confiada, miró a Sayed.
─ No hay necesidad de que el Archiduque intervenga. Las sombras del mediodía son insignificantes y débiles, así que supongo que su poder también es más débil de lo habitual. Yo me encargaré de todo.
Era una suposición errónea, pero Sayed, en lugar de corregirlo, observó el bosque. Las sombras se acercaban como cucarachas.
─ Zion, nosotros cubrimos la retaguardia, tú mira al frente.
Apenas cayó la advertencia de Stella, Nieras comenzaron a abalanzarse sobre ellos. Sin embargo, al igual que el Niera anterior, estos también parecían pasar de largo en lugar de infundir miedo.
«Esto es extraño.»
Parecía como si estuvieran huyendo de algo. Stella, notando la preocupación en la expresión de Sayed, le preguntó cautelosamente:
─ ¿Estás bien?
─ Stella, si comienza la batalla, ayuda a Nova y Cecilia. Ninguna de las dos tiene experiencia, así que contrólalas junto con los caballeros
─ Pero la situación no parece tan mala. Todos esos son Nieras de bajo nivel.
Al terminar sus palabras, un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Esta reacción física a un miedo no natural solo ocurría al enfrentar a un Niera de alto nivel. La atmósfera que había sido animada se volvió completamente silenciosa. Zion, con la espada desenvainada, miraba hacia adelante.
Sombras negras comenzaron a cubrir el bosque. Los Nieras, que deberían estar dormidos, avanzaban, ya fueran pequeños o grandes. Y detrás de ellos, una figura enorme los seguía.
«Nunca antes Nieras había actuado de manera tan coordinada...»
Apenas terminó de pensar eso, la cosa que los perseguía apareció. Tenía el cuerpo de un búfalo y las patas de un cerdo, con un cuello largo y retorcido que terminaba en una cabeza de jabalí. Y lo más importante, su cuerpo estaba cubierto de núcleos rojos, el punto débil del Niera.
En ese instante, Sayed perdió las palabras ante la visión de la monstruosidad. El monstruo abrió su enorme boca y se tragó a los Nieras que iban adelante de un bocado.
─¿Qué demonios es eso...?
Zion murmuró, retrocediendo ligeramente. Los chillidos de los Nieras llenaron el aire en un instante. Los Nieras que veían a sus congéneres ser devorados avanzaban sin cesar, llegando hasta donde estaban ellos.
La cabeza del monstruo, que cazaba Nieras lentamente, pronto se fijó en los humanos. Los cientos de núcleos rojos en su cuerpo brillaron.
─ ¡Deja de estar ahí parado y da órdenes, Sildras!
Con el grito de Sayed, el monstruo claramente comenzó a correr hacia los humanos.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Como una bestia frente a su presa, los núcleos incrustados en el cuerpo del monstruo brillaban con codicia. La voracidad que mostraba ahora era incomparable a la tranquilidad con la que antes cazaba a sus propios congéneres. Sus gruesas y cortas piernas, que antes se movían lentamente, ahora avanzaban hacia ellos con una velocidad asombrosa.
─ ¡Maldita sea, nunca nos enseñaron sobre algo así!
Al ser reprendido por Sayed, Zion finalmente recobró la compostura y agarró su espada con fuerza. Su rostro, habitualmente calmado y atractivo, estaba ahora pálido bajo la presión. Al ver al Niera abalanzarse, respiró profundamente y, moviendo su brazo, invocó la luz que seguía su voluntad.
─ ¡Todos, retrocedan! ¡Mantengan la mayor distancia posible de esa cosa!
Zion logró dar las órdenes mínimas antes de liberar su poder. Una luz blanca, incomparable a la anterior, se alzó como una barrera entre la criatura que corría hacia ellos y el grupo.
¡KUGUNG!
La luz que golpeaba el suelo hacía vibrar la tierra. La fuerza única de Sildras, que poseía un calor más intenso que una bola de fuego, iluminaba brillantemente los alrededores.
─ ¡Waaah!
Los caballeros vitorearon al ver la explosión de poder abrumador. Fue bueno que aquellos congelados por el miedo recuperaran sus sentidos, pero Sayed sabía que esto no terminaría tan fácilmente.
«Es al menos un Niera de nivel superior. Nunca he visto algo así antes.»
Un Niera de nivel superior no muere con un solo ataque de Titer. Si eso fuera posible, habrían despejado el bosque hace mucho tiempo. De hecho, usar el poder del Titer de manera tan excesiva en este tipo de situación era peligroso.
─ Sildras, retira tu poder y volvamos a planear una estrategia. Mientras tú y yo lidiamos con eso, Stella debe controlar a Nova y Cecilia.
Sayed advirtió mientras agarraba el brazo de Zion, quien luchaba por mantener la luz. Sintió que las ondas empezaban a volverse inestables en el momento en que lo tocó.
─ ¿No ves que ningún Niera puede atravesar la luz? Si mantenemos esto, podré matarlo.
─ Eso es al menos un Niera de nivel superior. A diferencia de los de bajo nivel, sabe usar su cabeza. No se puede manejar con un ataque tan simple.
─ Niera es más vulnerable a la luz. Con mi poder, en este momento, puedo matarlo.
«Ah, maldita sea.»
El orgullo juvenil es comprensible. Sayed también había tenido un tiempo en el que creía que todo era posible con su propio poder. Y pagó el precio con las vidas de los caballeros y heridas interminables.
Aunque Sayed había enfrentado numerosas batallas, nunca había visto una criatura así. Los Nieras generalmente mantenían una sola forma y no devoraban a sus propios compañeros. Después de todo, esas cosas se alimentaban de las almas y emociones humanas, no necesitaban comida tangible.
Además, algo en los núcleos de esa criatura le inquietaba.
Cuanto más alto era el nivel del Niera, más astutos eran para ocultar y proteger sus puntos débiles. Pero esa monstruosidad, cargada de esos terribles ojos rojos por todo el cuerpo, corriendo hacia ellos, hacía que Sayed se sintiera intranquilo.
«¿Habrá realmente un punto débil entre ellos?»
─ Yo seré el vencedor.
Como si desafiara la inquietud de Sayed, Zion aumentó su poder. Gotas de sudor aparecieron en su pálido rostro y se acumularon en su barbilla. La luz comenzó a crecer, como si fuera a devorar el bosque.
─¡Todos retrocedan!
Sayed gritó para mover a los caballeros que, hipnotizados por la luz, se habían detenido. Sin embargo, los caballeros miraban alternativamente a Zion y a Sayed, confusos y titubeantes. Parecía que confiaban en la poderosa barrera luminosa de Zion que prometía aniquilar a todos los Nieras.
La situación, que había sido desesperada, empezó a calmarse gradualmente. Zion continuó lanzando una luz incesante durante varios minutos. Finalmente, cuando la inestabilidad de su energía parecía demasiado evidente, se agotó. Jadeando, bajó los brazos.
La barrera de luz se desvaneció lentamente. A medida que la cegadora luz desaparecía, el bosque comenzó a revelarse. Al ver que los Nieras que habían pululado antes ya no estaban, Zion miró a Sayed con una expresión de alivio.
─ Parece que todos han sido eliminados...
─ ¡Zion, no!
Antes de que pudiera terminar su frase, Stella gritó. Los Niera que habían huido antes habían sido destruidos. Sin embargo, el monstruo aún estaba allí. Había detenido su carrera y ahora, erguido, devoraba a los Nieras con dientes angulosos y humanos. Sus fosas nasales, palpitantes, observaban a Zion.
El monstruo, al percatarse de la desaparición de la luz, hizo brillar sus núcleos rojos esparcidos por todo su cuerpo. Su boca, que parecía gotear un líquido negro como la tinta, se abrió de forma extraña.
¡KWEEEEK! ¡KREEEK!
El monstruo emitió un grito de cerdo y cargó hacia ellos a una velocidad que hacía que la anterior pareciera insignificante. Sayed no tuvo tiempo para convencer a Zion. Al ver al monstruo abalanzarse como una flecha, Zion respiró con sobresalto y lanzó la barrera de luz.
─¡Maldita sea, qué clase de Niera es este...!
Pero el monstruo no se detuvo. Su cuerpo, capaz de regenerarse como un Niera de nivel superior, resistió el ataque de Zion. De hecho, parecía enfurecerse aún más con el ataque y cargó hacia los Titer, rugiendo ferozmente antes de que la luz de Zion pudiera alcanzarlo.
─ ¡Stella, usa toda tu fuerza para inmovilizarlo!
Sayed gritó y se lanzó hacia adelante. Conectó su sombra con la del monstruo y se trasladó instantáneamente a su posición.
En un abrir y cerrar de ojos, se encontró frente a la enorme boca del monstruo, que estaba a punto de devorarlo. En el interior, similar a una cavidad humana, vio un núcleo en la garganta.
No tuvo tiempo para pensar más. Deslizándose bajo la bestia, Sayed cortó una de sus patas con su espada larga. El monstruo, que corría a gran velocidad, perdió el equilibrio momentáneamente. Sayed no desaprovechó la oportunidad y convocó lanzas hechas de sombras bajo el monstruo.
La oscuridad del día, al estar rodeada de luz, era más densa y por ende, más fuerte que la de la noche. Las lanzas que Sayed invocó eran más poderosas que las que podía crear de noche. Las afiladas lanzas atravesaron el abdomen del monstruo.
─ ¡Stella!
A la llamada urgente de Sayed, Stella reaccionó. Los árboles a su alrededor se movieron con un estruendo y rodearon al monstruo, mientras enredaderas brotaban del suelo y lo envolvían. Sin embargo, el monstruo rápidamente recuperó el equilibrio, regeneró sus patas y destrozó los árboles con un violento sacudón.
Entre los fragmentos de madera que caían, Sayed volvió a cortar una de las patas del monstruo. Pero, como si hubiera aprendido rápidamente, el monstruo levantó sus patas en lugar de dejarlas cortarse y golpeó a Sayed con fuerza. Sayed rodó para evitar el golpe y, en lugar de atacarlo nuevamente, el monstruo se dirigió hacia los Titer. Su objetivo era Zion.
El monstruo arrasó con las enredaderas de Stella y se abalanzó sobre Zion. Mientras los gritos de Nova resonaban, Zion parecía estar a punto de ser tragado por el cuerpo del monstruo. Sin embargo, en ese instante, el movimiento del monstruo se detuvo de manera abrupta, como si el tiempo se hubiera detenido.
Al mismo tiempo que el monstruo se detenía en su intento de devorar a Zion con la boca abierta como si fuera a engullirlo, se escuchó el grito de Cecilia.
─ ¡No seas estúpido! ¡Ataca!
Al finalizar sus palabras, Zion retrocedió rápidamente y reanudó el ataque. A diferencia de antes, una luz delgada como una flecha se dispersó sobre los núcleos en el cuerpo del monstruo. Fue un ataque preciso apuntando a cada uno de esos núcleos incrustados en su cuerpo.
Por un momento, hubo una leve esperanza. Si uno de esos era su punto débil, podrían eliminarlo de esta manera.
Pero era una esperanza vana. El monstruo levantó la cabeza y empezó a vomitar Nieras desde su boca. Con un sonido sordo, de su enorme garganta surgieron lobos, osos y toda clase de bestias negras.
─ Hay que matar a los pequeños primero ─, gritó Zion, intentando controlar la situación como pudo. Sin embargo, el monstruo no les dio tregua. Se abalanzó sobre Zion y Stella con el fin de aplastarlos con su cuerpo, mientras los Niera que había vomitado se lanzaban contra los caballeros.
El problema eran los caballeros. El terror que infundía el Niera de alto rango era una emoción que el humano común encontraba difícil de superar. Los caballeros normales, petrificados y sin poder moverse, eran el objetivo del Niera.
─¡Aaaaah!
Los caballeros que estaban al frente gritaron mientras caían. Garras largas y afiladas rasgaron sus pechos. Sayed se movió instantáneamente hacia el caos sin pensarlo. Su cuerpo reaccionó antes que su mente. Las lanzas hechas de sombras dispersas en el suelo atravesaron a los Nieras.
El olor a sangre vibraba en el aire. A pesar de que sus compañeros habían caído heridos, los caballeros permanecían congelados en el suelo, con rostros donde el cuerpo y la voluntad parecían estar en conflicto. Observando los rostros llenos de terror, Sayed ordenó a Nova y Cecilia.
─ Protejan a los caballeros. ¡Su tarea también incluye detener a cualquier Niera que descienda!
─ Entendido, hermano.
Cecilia, quien había estado usando toda su fuerza para proteger a Zion, asintió con la cabeza a pesar de su pálida complexión. Sacudió vigorosamente los hombros rígidos de Nova y gritó.
─ ¡Protejamos este reino juntos! ¡Ponte en marcha y haz lo que debes hacer de inmediato! ─ gritó Cecilia, haciendo que Nova levantara la cabeza de golpe. Con sus ojos verdes, escudriñó a los caballeros heridos, apretando los dientes mientras convocaba su poder.
─ Lo siento mucho de verdad, ¡es demasiado aterrador! ─ dijo Nova, reconociendo su error y clavando su espada en el núcleo del Niera que intentaba atacar a los caballeros heridos. Cecilia, al ver esto, se interpuso frente a los caballeros heridos y le dijo a Sayed.
─ Hermano, tú encárgate de eso. ¡Eres el único que puede resolver esta situación! Aquí Nova y yo nos ocuparemos como podamos.
─ ¡Yo, yo también ayudaré...! ─finalmente habló alguien entre los caballeros petrificados. Baine, con el rostro pálido como si estuviera a punto de desmayarse, luchaba por contener el miedo que lo invadía mientras se movía.
─ Voy a bloquear la retaguardia para que los Nieras no escapen del bosque. ¡Así que por favor, acaben con esa cosa espantosa, Archiduque!
─ ¡No se preocupen por la retaguardia! ¡Nosotros nos encargaremos de eso! ─ declaró Ligda, apoyando a Baine. Al escuchar las palabras de quienes se ofrecían a vigilar la retaguardia, Sayed vaciló por un momento. Aunque estaban siguiendo órdenes, para él era la primera vez que alguien estaba "luchando juntos" con él.
Siempre había sido Sayed quien había protegido el bosque solo. Los caballeros, al final, no eran más que aquellos a quienes Sayed tenía que proteger. Siempre había creído que debía soportar el largo invierno solo y cargar con toda la responsabilidad. De hecho, así había sido siempre.
Nunca había considerado la posibilidad de que alguien pudiera ayudarle a aliviar su carga incluso un poco.
Tessa: Mi criatura hermosa... 😭
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sin embargo, mostrar debilidades al final resultaba ser revelar una vulnerabilidad. Y Sayed no podía permitirse parecer débil. La razón por la cual su linaje, de alguna manera, había sobrevivido en Solias era porque él era el Titer requerido. Así que actuar de manera que menospreciara su propio poder no era algo que pudiera permitirse, ni siquiera si muriera en el intento.
Un instante de esa ansiedad se apoderó de Sayed. Un tipo de compulsión que lo hacía sentir responsable de cada aspecto del campo de batalla. Antes de poder relajarse, Stella lo llamó desde adelante.
─ Sayed, ¡cómo, cómo podemos matarlo...!
La vacilación se desvaneció ante el desconcierto en la voz de Stella. Sí. Ellos necesitaban a Sayed en este momento. No era como el invierno pasado cuando luchó contra los Niera de rango superior. A diferencia de Selfini Vetria y Astor Breidheit, quienes tenían experiencia, ellos apenas habían conocido a los Niera por primera vez el invierno pasado.
Stella tenía la misma edad que él, pero apenas tenía veinticinco años. Además, sin una guía establecida, no podía usar su poder libremente y moverse como en una cacería. Por lo tanto, era comprensible que se paralizara en una situación como esta.
Además, ese monstruo era ajeno incluso para Sayed. Aunque estaba inquieto, no podía dejar este lugar en manos de otros y enfrentar al monstruo.
─ No permitan que nadie salga herido.
Las palabras de Sayed hicieron que Baine y Ligda se detuvieran y lo miraran. Era inusual escuchar esas palabras salir de alguien más que no fuera Sayed. Sin embargo, Sayed lo decía sinceramente. Al menos en este campo de batalla contra los Niera, ya no podía permitir que nadie más muriera.
Dejando esas palabras atrás, Sayed se unió rápidamente a Zion y Stella. Stella estaba usando los árboles como una barrera contra el monstruo, tal como lo había hecho antes. Tan pronto como Sayed se le acercó, Stella, con una expresión temerosa que apenas pudo ocultar, le preguntó.
─ Hay demasiados núcleos. Zion ha intentado romperlos uno por uno con su fuerza, pero no desaparecen ni parecen estar heridos. ¿Cómo diablos podemos matar a... este monstruo?
Junto a ellos, se escuchó la respiración entrecortada de Zion. Debido a su esfuerzo anterior, su rostro estaba pálido. El precio de su poder estaba convirtiendo su cuerpo en un desastre interno, y solo soportarlo era una agonía.
La lucha con los Niera no era solo más difícil que la existencia de ese ser, sino que soportar el precio del poder era lo más difícil. Sayed, que también era Titer, conocía mejor que nadie el dolor que Zion debía estar sintiendo en ese momento.
Con un corazón que no se podía describir en palabras, Sayed miró a Zion. Al sentir la mirada, Zion lo miró con enojo.
─ Parece que el Archiduque tampoco sabe cómo lidiar con esto. Todo ese alarde de conocimiento... al final...
Tessa: ... me estas hartando... de verdad
A duras penas logró decir Zion antes de que el monstruo intensificara su embestida, inclinándose bruscamente hacia atrás. Miró hacia adelante con el rostro pálido y medio cerró los ojos. Como si debajo de sus párpados dorados hubiera un brillo plateado, un rayo cayó del cielo. El sonido penetrante de la punzada del cuerpo del monstruo resonó en sus oídos. Sin embargo, a pesar de los múltiples golpes consecutivos, el monstruo solo gritaba, sin desaparecer.
Sayed contempló la escena. Con un monstruo así, no había una estrategia clara para atacarlo. Dado que podía regenerarse, a menos que se destruyeran los núcleos, continuaría esto indefinidamente. De repente, recordó el agujero en forma de pico del monstruo. Además, lo que vio más allá de la boca como si fuera a tragarlo claramente era un núcleo.
La razón por la que su caparazón era tan fuerte y duro era para ocultar lo que estaba dentro.
Con ese pensamiento, tuvo la corazonada de que el agujero en la parte superior de su garganta era su punto débil. Estaba seguro de que dentro de él había solo un núcleo, no varios cientos.
─ Voy a atraerlo.
Sayed llegó a esa conclusión sin vacilar. Se dirigió directamente a Stella y Zion. Entonces, Stella preguntó con cautela.
─ ¿Y luego qué?
─ Todos esos núcleos que muestran abiertamente son falsificaciones. Probablemente sean núcleos de otros Nieras que ha consumido. El núcleo real está en su boca.
Zion frunció el ceño y preguntó.
─ ¿Cómo planeas destruir eso? Los ataques externos no están funcionando.
─ Quiero destruirlo desde adentro.
Zion, que al principio no entendía las palabras de Sayed, pronto comprendió su intención y endureció su expresión.
─ Archiduque, los Titer también son humanos. Exponerse tanto a un Niera podría llevarse el alma. Es decir, la muerte.
Aunque la observación de Zion era válida, fue sorprendente.
─ ¿Te preocupas por mi muerte?
Zion, con una mirada llena de desconfianza, se pasó la mano por el cabello dorado y rió irónicamente.
─ Sí, porque la muerte de un Titer cae bajo mi responsabilidad. No haré nada que ponga en peligro el nombre de Lessas.
En el momento en que el nombre de Lessas salió de la boca de Zion, Sayed se sintió incómodamente perturbado. Sayed mantuvo su rostro serio y frío.
─ No tengo intención de morir hasta que vea a Sildras caer. Si no tienes una mejor solución, seguiré mi plan.
─ Sayed, en esto Zion tiene razón. Acercarse tanto a un Niria es demasiado peligroso.
─ Nuestra fuerza puede estar volviéndose inestable, pero los del Niera no. Así que Stella, cuando lo atraiga, evita que me devore. Será más fácil si llevas a Cecilia contigo.
─ "Yo...!"
Los ojos turquesa de Cecilia, tan parecidos a los de su madre, temblaron. Con una expresión de incertidumbre, Stella susurró.
─ ¿Y si cometo un error? No estoy segura de si podré manejarlo.
─ Stella.
Sayed la miró fijamente y habló con calma.
─ Nunca sabrás hasta que lo intentes.
Ya no había tiempo para dudar. No había otra forma más segura que enfrentarse directamente. Con su decisión tomada, Sayed se giró y comenzó a caminar hacia el monstruo. Zion lo llamó desde atrás.
─ ¡Vuelve, Archiduque!
Antes de que Zion pudiera detenerlo, Sayed se deslizó entre las sombras que se alargaban cada vez más en el bosque. Se sumergió en la oscuridad por un momento antes de emerger frente al monstruo. Al destrozar árboles en todas direcciones, la criatura parecía estar muy enojada.
El Niera, que notó rápidamente la presencia de Sayed, giró rápidamente la cabeza para mirarlo desde lo alto. Desde la oscurifad, la cara grotesca de un jabalí gigante con ojos rojos parecía observar a Sayed con decenas de ojos. Del Niera emanaba tanto furia como algo más.
Era como un deseo.
Sin embargo, era demasiado profundo y oscuro para comprender qué tipo de deseo era. Se sentía mareado y repulsivo, mientras que el miedo latente en su interior se elevaba lentamente. Para apartar esa sensación, Sayed apretó con fuerza la espada que tenía en la mano.
Sayed permaneció inmóvil. El Niera, al ver esto, abrió su enorme boca, dejando caer gruesas gotas de saliva negra. La boca, cavernosa y abierta, parecía sumirlo en una oscuridad interminable. Dentro se vislumbró una débil luz roja. Era eso sin duda.
Tenía que ser tragado más profundamente de lo esperado. Casi ser devorado por completo.
Él comenzó a retroceder lentamente, con los dedos crispados. El Niera, con un sonido respiratorio extraño, lo siguió al ritmo de Sayed. Cuando Sayed retrocedió más rápidamente, el Niera comenzó su cazar.
¡GUE-EOK, KWE-EOK!
El sonido de los colmillos del jabalí resonó espeluznantemente. Deslizándose entre las sombras, Sayed atrajo al monstruo hasta donde Stella pudiera verlo. Al mirar hacia atrás brevemente, vio a Stella mirándolo con el rostro pálido. Al lado de ella estaba Cecilia. Sayed tomó su decisión.
«Es el momento.»
Sayed se detuvo en seco. Como si estuviera esperando ese momento, el monstruo abrió su enorme boca y se abalanzó sobre él.
─ ¡No, hermano!
El grito de Cecilia resonó antes de que todo sonido desapareciera. Sayed se encontró rodeado de un silencio escalofriante. La oscuridad lo envolvía. En el momento en que pensó que iba a morir, vio la oscuridad devorándolo.
Un frío repentino lo invadió. En un abrir y cerrar de ojos, mientras su cuerpo se congelaba como fragmentos de hielo, vio claramente el núcleo rojo brillante. Un resonar similar al latido de un corazón resonaba en su mente. Intentó mover la mano que sostenía la espada, pero su cuerpo estaba paralizado.
{ ─ ¡Este demonio horrible tiene que morir lo más rápido posible! }
Escuchó la voz de Zion desde algún lugar. Luego vinieron innumerables otras voces.
{ ─ No se puede llamar humano a una criatura tan cruel. }
{ ─ ¡Devuélveme a mi familia! }
Los pecados de Sayed lo atormentaron. Su garganta seca tembló violentamente. Finalmente, las voces de las personas que lo odiaban cambiaron a la de su madre.
{ ─ Mátalos a todos, hijo mío... }
La voz de su madre sonaba infinitamente amorosa y triste. Como si le susurrara una canción de cuna, la voz añorada le murmuró.
{ ─ Odia a todos, y mata a aquellos que te han abandonado. Incluso tu hermano te abandonó. }
El cálido soplo fue tan amable como la voz que Sayed había escuchado antes de morir. El susurro que lo consideraba un enemigo envolvió sus manos y pies. La oscuridad lo abrazó con un reposo dulce que parecía deseable.
En ese momento, otra voz se coló.
{ ─ Porque me gusta, Archiduque. }
Era una voz suave como la luz de la luna en el cielo nocturno, iluminando el mundo. Las mentiras dulces que Sayed nunca había oído en su vida se extendieron como un zumbido. La voz que perturbó la paz de Sayed, que quería dormir en paz, finalmente se transformó en la voz de Lessas y lo despertó.
{ ─ Duerme bien, mi luna. }
En el momento en que recordó al joven persistente que lo perseguía, la conciencia que estaba desapareciendo volvió a su lugar. Jadeando, Sayed movió la mano y atrajo instantáneamente el poder oculto en su interior. Luego, atrajo incluso la pura oscuridad que no dejaba entrar la luz.
«La oscuridad es mi único poder conferido. Con la misma fuerza que los creó, los destruiré.»
Siguiendo su voluntad, la oscuridad que impregnaba el interior del Niera comenzó a distorsionarse. Aunque nunca lo había hecho antes, controlar su poder resultó sorprendentemente fácil. Agarró la oscuridad ondulante y la dirigió hacia el núcleo más allá. Espinas afiladas comenzaron a brotar dentro del Niera. Finalmente, perforaron y alcanzaron el núcleo.
Se escucharon gritos penetrantes y alaridos desesperados. La oscuridad se desvaneció en un instante y la vista se aclaró. Sin embargo, las alucinaciones permanecieron. El sonido que retumbaba en su cabeza amenazaba con hacerla explotar, y Sayed cayó hacia atrás con los ojos medio cerrados.
Los susurros persistentes se mezclaban, comenzando a desgarrar su mente. Un frío que podría congelarlo en el acto lo invadió, y un dolor de cabeza tan intenso lo hacía desear arrancarse los ojos.
Siguiendo ese deseo, Sayed llevó una mano a su rostro, frotando con sus largos dedos pálidos sobre sus párpados, presionando con fuerza. Justo cuando iba a ceder a la tentación de estallar sus ojos, alguien le sujetó la muñeca.
─ Ed. No lo hagas.
Sayed forzó sus párpados abiertos para apartar al intruso. Sintió un calor envolviendo su cuerpo tembloroso y rígido. El firme agarre que lo abrazaba con fuerza parecía no querer soltarlo. Mientras trataba de liberarse, escuchó otras voces.
─ Lessas, te dije que era peligroso. ¿Por qué viniste hasta aquí?
─ Hermano, ¿estás bien?
─ Ahora lo más urgente es controlar la situación. así que, Su Alteza, por favor, debemos...
Las voces amplificaban su dolor de cabeza. Mientras Sayed rechinaba los dientes y reprimía un gemido, el brazo que lo sostenía apretó con más fuerza. Mirando borrosamente hacia arriba, vio el rostro de Lessas. No estaba del todo seguro.
«Lessas, o quien sea...»
La mandíbula fría y rígida parecía de otra persona. Sus ojos púrpura que miraban hacia abajo irradiaban una luz como el sol del amanecer, similar a lo que había visto junto al lago, el iris mezclado con destellos rojizos ardían intensamente, su nariz prominente y labios estaban tensos y rígidos.
Lessas, que miraba a Sayed con ese rostro, finalmente ordenó al público con una voz que nunca antes había escuchado.
─ Todos, cierren la boca.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La voz fría y escalofriante del príncipe Lessas era inimaginable para quien normalmente era tan amable y apacible. Aunque su habitual calma parecía la misma, había una imponente autoridad en sus órdenes que era difícil de rechazar. Parecía que los demás, sorprendidos por lo inusual de la situación, vacilaron.
─ En una situación como esta, en la que se está sufriendo, incluso el sonido puede ser doloroso. Y la condición del Archiduque es incomparablemente más dolorosa que la de ustedes, así que cierren la boca y esperen mis órdenes.
Gracias a eso, el entorno se silenció. Al cesar el ruido que perforaba sus oídos, el dolor que amenazaba con romper sus tímpanos desapareció. Sin embargo, todo seguía siendo doloroso. La leve brisa en su piel ardía como si lo desgarrara, sus entrañas se retorcían, y lo peor de todo, quería borrar las voces en su cabeza. Deseaba desesperadamente romperse la cabeza para acabar con el dolor.
─ No, Ed.
Sin saber cómo, Lessas, quien había estado dirigiendo su atención a los demás, volvió a mirarlo. Sus hermosas cejas se fruncieron con dolor, y a través de su visión borrosa, Sayed también pudo sentir el profundo dolor en el rostro de Lessas.
Lessas puso su mano sobre la de Sayed, que intentaba moverse. Sus manos frías como el hielo fueron envueltas por una sensación cálida y suave como los rayos del sol, penetrando entre los espacios de sus dedos, sujetándolos con firmeza. Con un acto desesperado de protegerlo, una suave energía fluyó dentro del cuerpo destrozado de Sayed.
─ Todo está bien, mi luna. Estoy aquí. Absorberé tu dolor.
Era como encontrar el elixir de la vida. Sentía que si seguía esta energía, si la absorbía, todo lo que le causaba dolor desaparecería. Toda la razón de Sayed se desvaneció, quedando solo el deseo de consumir a este ser que lo sostenía.
Siguiendo ese deseo, Sayed extendió los brazos y abrazó el cuello de Lessas. No quería que se alejara ni un poco. Solo quedaba el impulso de atraer a esta persona cálida y hacerla suya.
La expresión de Lessas, que reprimía su ira, cambió por un momento. Mirando a Sayed con una mezcla de tristeza y ternura, Lessas se inclinó voluntariamente, entregándose a él, y lo sostuvo con ambos brazos. Luego, sin mostrar signos de dificultad, se levantó. El sentimiento de ser levantado asustó a Sayed, haciéndolo aferrarse más al cuello de Lessas. Sin darse cuenta de la presencia de los demás, siguió su instinto y clavó los dientes en el cuello de Lessas.
Lessas, que sostenía a Sayed, el hombre más intimidante de la sala, lo abrazó aún más cerca para ocultarlo a la vista de los demás. Sin demora, Lessas se dio la vuelta, alejándose de la multitud.
Sayed, que deseaba abalanzarse sobre Lessas y robar cada uno de sus alientos, se irritó con su movimiento. Cuando arañó la espalda de Lessas con las uñas como si quisiera desgarrarla, Lessas inclinó la cabeza y susurró amablemente.
─ Shh, solo espera un poco. Te daré lo que desees.
Zion, que había estado callado por un momento, no pudo contenerse más al verlos tan cerca, casi besándose. Caminó apresuradamente hacia Lessas, agarrándolo del brazo y protestó indignado.
─ ¿Qué crees que estás haciendo? Eres mi Guía, Lessas. Su purificación debe hacerla el príncipe heredero. ¿No me ves? ¡No solo el Archiduque necesita purificación ahora mismo!
El dolor de cabeza de Sayed, que parecía haberse calmado, empeoró con los gritos de Zion. Cuando Sayed gimió y trató de liberarse del abrazo de Lessas, este lo sostuvo más fuerte.
─ Creo que te dije que te callaras, Zion. Hay caballeros y otros Titers presentes, así que deja de causar alboroto.
Tessa: Ah como chng"#$%
La disputa hizo que otros que habían permanecido en silencio comenzaran a intervenir con cautela.
─ Zion, escuchemos las palabras de Su Alteza. Todos podemos sentir que el estado del Archiduque es grave.
Se oyó la voz de Stella, seguida por la intervención de Cecilia.
─ El guía de mi hermano es Su Alteza el Príncipe Heredero. No es tarea del príncipe Lessas, así que llevaré a mi hermano abajo.
Zion no tardó en contradecir a Cecilia.
─ ¿Tienes idea de cómo te ves comportándote así? Estás protegiendo al Titer de tu rival. ¡El que necesita purificación soy yo...!
La ira de Zion por algo que no entendía crecía, elevando su voz. Sayed sentía como si su cabeza fuera a estallar. No podía soportar más esos gritos. Para escapar del ruido que lo volvía loco, Sayed aflojó el abrazo alrededor de Lessas. Intentó empujar el pecho de Lessas para bajar, pero él lo sostuvo con todas sus fuerzas, impidiéndolo. Luego levantó la cabeza y miró a Zion.
─ Zion Sildras.
Con una voz baja y aterradoramente calmada, llamó a Zion. La fuerza en cada palabra era escalofriante.
─ Si tanto deseas la purificación, te la daré aquí mismo.
Tan pronto como terminó de hablar, el aire comenzó a cambiar. Sayed fue el primero en notarlo. Una poderosa onda que solo un Titer podía sentir comenzó a agitarse intensamente desde el cuerpo de Lessas.
Así como el sol no puede ocultar su calor abrasador, una ola de energía emanó de Lessas, tan intensa que cortaba la respiración. El aire empezó a moverse con un sonido similar al viento. Una energía purificadora tan pura y densa que resultaba aterradora se desató de Lessas.
─ Esto es, ¿qué...?
Oyó murmurar a Zion. A su alrededor, una ola transparente de energía se propagó. Aparentemente, la fuerza irradiada afectó de inmediato a todos los Titer presentes, ya que Stella exclamó con una voz mucho más animada que antes.
─ ¿Esto es posible? ¿De verdad...?
La sensación era como inhalar aire fresco de un tirón, lo que ayudó a que Sayed también recuperara algo de su mente. Al menos el impulso de destrozarse la cabeza había disminuido. Aunque esta energía debería haber mejorado su estado, el estar demasiado cerca del Niera había causado un daño difícil de mitigar.
Aun así, tenía fuerzas para ponerse de pie. Al darse cuenta de que estaba en los brazos de Lessas, se sintió avergonzado. Intentó moverse para liberarse, pero Lessas, como antes, lo sostuvo firmemente. Luego, miró a Zion y ordenó.
─ Esto debería ser más que suficiente, así que haz tu trabajo. El hecho de que no haya expuesto tu fracaso frente a los demás, ya he recompensado tu lealtad.
Lessas parecía completamente indiferente a las exclamaciones y reacciones sorprendidas a su alrededor. Con una expresión que incluso mostraba aburrimiento, le habló a Zion con una advertencia. Zion, que estaba de pie procesando el fenómeno reciente, frunció el ceño ante la crítica de Lessas.
─ ¿Yo... fracasé?
La sorpresa ante una idea que nunca había considerado se reflejaba en la pregunta de Zion.
─ Que solo el Archiduque esté en esta situación de entre los cinco Titer, significa que se vio obligado a esforzarse en exceso él solo. Si tú, como líder, hubieras manejado la situación correctamente, esto no habría ocurrido.
Lessas, después de decir esto, miró uno por uno a Stella, Nova y Cecilia.
─ A pesar de la situación crítica en la que el Titer más fuerte llegó a este punto, todos ustedes están intactos. Esto significa que ninguno de ustedes luchó adecuadamente.
La crítica era fría. Zion se pasó la mano por el pelo con brusquedad, tratando de contener su frustración y se excusó.
─ Sabes bien que todos tenemos menos experiencia que el Archiduque Axid.
─ Entonces, también debes saber que el Archiduque adquirió su experiencia por sí solo. Zion, a diferencia de ti y los demás Titer, el Archiduque ha soportado todo sin un Titer que lo guiara. Y hasta donde sé, el Archiduque nunca usó la falta de experiencia como excusa.
Los ojos, que siempre tenían una ligera sonrisa, miraban fríamente a los Titer, sin ninguna emoción.
─ Dado que hay muchos testigos, discutiremos los detalles más tarde. Atiendan a los heridos y prepárense para informar sobre lo que vieron del Niera hoy. Si alguno de ustedes vuelve a hablar innecesariamente, mi paciencia se agotará.
La energía de Lessas, que había estado inundando el ambiente, se disipó de repente. Era evidente que comprendía muy bien su poder, manejándolo con habilidad y precisión. Mostrando que no respondería a ninguna réplica, Lessas se dio la vuelta. En ese momento, Cecilia habló a su espalda.
─ Cualquiera diría que conoce muy bien a mi hermano, Alteza Lessas. A pesar de que no ha tenido contacto con el Archiduque en los últimos años.
Lessas no respondió. En cambio, ajustó con cuidado su agarre sobre Sayed y atravesó el grupo de personas en silencio. Sentía todas las miradas, tanto de los caballeros que lo habían acompañado como de los que estaban en la retaguardia, fijas en ellos.
─ Todo está bien, Ed.
Una suave voz susurró desde arriba. Extrañamente, al escuchar a Lessas, la tensión de Sayed se relajó de golpe. Entonces una abrumadora sensación de mareo lo invadió. La cabeza que había estado sosteniendo con tanto esfuerzo cayó hacia atrás, y por primera vez en su vida, Sayed perdió el conocimiento en presencia de otros.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Había soñado con el pasado por primera vez en mucho tiempo. Desde que volvió de la muerte, había evitado recordar eventos de su vida anterior, como si su conciencia lo reprimiera deliberadamente. El pasado que su mente capturó era un día cualquiera sin importancia, enterrado en su subconsciente. Durante un invierno prolongado, todos se reunieron en el palacio real para discutir la expansión del radio del Niera. Fue entonces, un día al azar antes de su arrebato, que se encontró con Lessas en el pasillo.
Como siempre, ver el rostro de Lessas le llenó de odio. Hacía mucho tiempo que no sentía ni compasión ni resentimiento por nada en el mundo, pero ver a Lessas le provocaba una repulsión extrema. No veía el valor en intercambiar palabras con él, así que ni siquiera lo saludó, mirando a Lessas con desprecio mientras pasaba de largo.
La expresión de Lessas era igual. La sonrisa elegante que mostraba a los demás se había borrado de su rostro pálido, mirándolo brevemente con indiferencia. Mientras Sayed pasaba por el incómodo silencio, Lessas de repente susurró.
─ Los Titer no son solo tú, así que no uses demasiada fuerza en la batalla.
Era una intervención molesta. La intención de la advertencia era clara, y Sayed respondió con voz cargada de desprecio.
─ Mejor aconseje a sus inútiles Titer.
El mero hecho de haber intercambiado palabras con él le dio escalofríos. Sayed no le dio tiempo a Lessas para replicar y siguió adelante, sin mirar atrás. No quería ver la expresión de Lessas, ni comprobar si lo estaba mirando.
Sin embargo, al final del sueño, con su conciencia presente, Sayed sintió la tentación de mirar atrás. Aunque sabía que Lessas lo despreciaba en su vida anterior y que la expresión que vería sería predecible, el impulso estaba ahí.
Deteniéndose, Sayed se giró lentamente. Lessas, que pensó que desaparecería, seguía allí, mirándolo. Pero no podía ver su expresión. La oscuridad comenzó a descender y su sueño se desvaneció en pedazos. Los sonidos susurrantes a su alrededor lo trajeron de vuelta a la realidad.
Sus ojos secos y pegajosos dolían. Tragando su dolor, Sayed levantó los párpados lentamente. La luz rojiza de una lámpara se esparcía parpadeando. Mirando el techo, supo que estaba en una tienda.
─ ¿Podremos destruir el bosque si esos Nieras siguen apareciendo?
Era la voz de Baine, un susurro que venía desde la entrada de la tienda.
─ Viendo lo que el Archiduque logró hoy, debe ser posible, ¿no? Además, el poder de Su Alteza es impresionante. Incluso para nosotros, simples mortales, se sentía... algo realmente asombroso.
Ligda respondió, y parecía que no eran los únicos, ya que otro caballero se unió a la conversación.
─ Nunca había oído hablar de algo así. ¿No se supone que la purificación es algo más... bueno, así?
Contentos de que su señor fuera increíble, los caballeros hablaban cada vez más rápido.
─ Todos escucharon lo que dijeron. Su Alteza es la reencarnación de Rhaman Solias I. Con un poder tan fuerte, parece que finalmente ha despertado.
─ Definitivamente, Su Alteza ha cambiado mucho desde su despertar.
─ Nunca pensé que pudiera dar tanto miedo.
─ Ah, sí. Durante el informe de la situación fue realmente escalofriante. En lugar de enojarse o alzar la voz, decía las cosas correctas sin expresión, lo que daba más miedo...
─ De ahora en adelante, nunca contradeciré las palabras de Su Alteza.
Escuchando la firme resolución de Vine, Sayed finalmente pudo moverse un poco. Trató de contener el gemido que intentaba escapar mientras levantaba la parte superior de su cuerpo. Apartó la manta que se había deslizado y se revisó por completo, confirmando que no había sufrido heridas graves. Aunque sentía un ardor en la espalda, probablemente causado por fragmentos de madera clavados en la carne al rodar por el suelo, esas lesiones no eran significativas.
Miró más allá de la tienda y vio que estaba oscureciendo. Aunque la batalla había sido larga, había perdido el conocimiento durante el día, lo que significaba que había estado inconsciente hasta la noche.
Era patético haber perdido el conocimiento por algo así. Para destruir el bosque, tendría que soportar mucho más que eso. Cerró los ojos y se pasó una mano por el cabello desordenado, que siempre mantenía recogido para no interferir en la batalla.
Sayed se levantó de la cama improvisada y, una vez de pie, confirmó nuevamente que, aparte de la herida en la espalda, no tenía otras lesiones significativas. No era momento de estar descansando tan tranquilamente. Tenía que discutir sobre la próxima cacería y, sobre todo, investigar la verdadera naturaleza del Niera que había visto hoy.
Durante nueve años en su vida pasada había enfrentado a muchos Niera de alto rango, pero nunca había visto uno como ese. Parecía un ser de nivel superior, capaz de inutilizar los ataques de los Titer. Los eventos pasados y presentes se mezclaban en su mente, creando una sensación de incomodidad. Sentía una urgencia por explorar el bosque en busca de pistas.
Miró a su alrededor. Su manto delgado estaba ordenadamente colocado sobre una mesa redonda en el centro. Mientras caminaba para recogerla, vio un broche sobre un pañuelo de seda. El broche, hecho de cuero morado en forma de flor, le resultaba familiar.
«¿Por qué esto...?»
Con una sensación difícil de describir, frunció el ceño mientras miraba el broche. En ese momento, el dueño de la tienda regresó a través de la entrada cubierta.
─ ¡Ed!
Al oír su nombre, Sayed se volvió sobresaltado. La cara aterradora que había visto antes de perder el conocimiento había desaparecido, y Lessas mostraba una expresión amable y habitual. Al cruzar sus miradas, Lessas caminó rápidamente hacia él, agarrando su brazo con notable suavidad.
─ Aún no deberías levantarte. La herida en tu espalda es profunda y he vendado la zona, así que necesitas descansar.
─ Haces un escándalo por nada.
No le gustaba el cuidado meticuloso con que lo trataba, como si fuera un paciente. Al actuar con normalidad, vio cómo la expresión de Lessas se endurecía y subió la manga de su camisa. La holgada manga negra permitió ver su antebrazo lleno de costras.
─ ¿Cómo puedes decir que esto... no es nada?
La voz de Lessas temblaba ligeramente. Con los labios apretados hasta volverse blancos, bajó la mirada para observar el brazo de Sayed. Su rostro, que parecía bien hasta hace un momento, comenzó a palidecer. Parecía que él, y no Sayed, estaba a punto de desmayarse, con su pecho subiendo y bajando con fuerza.
─ Dije que tu cuerpo es mío. Así que no debes hacerte ni un rasguño. Ni siquiera una pequeña marca.
El temblor en la mano de Lessas era intenso. Frunciendo el ceño, Sayed observó su reacción inusual. Aunque en invierno pasado también se preocupó por sus heridas y no sabía cómo tratarlas, nunca había estado tan alterado.
─ Considerando el Niera que enfrentamos hoy, estas heridas son leves. La última vez tuviste que ver heridas peores y aún así hiciste un escándalo.
La vez que enfrentó a Selfini Vetria y sufrió una herida perforante fue mucho más peligrosa. Al escuchar sus palabras, Lessas apretó los labios y siguió mirando fijamente el brazo herido de Sayed. Parecía que se mordería los labios hasta sangrar, lo cual molestaba un poco a Sayed, así que frunció el ceño. Pensando en ello, levantó el brazo libre y colocó su mano en la comisura de los labios de Lessas.
─ Deja de morderte.
Aunque no sabía exactamente por qué le molestaba tanto, le irritaba ver a Lessas actuar como si fuera a rasgarse los labios. En cuanto los dedos de Sayed tocaron los labios de Lessas, éste levantó la cabeza. Sayed frunció el ceño al ver que los ojos violetas de Lessas estaban llenos de lágrimas.
─¿Por qué actúas así de repente?
─ No, yo...
Los labios de Lessas temblaron mientras intentaba hablar. Una tristeza profunda se reflejaba en su rostro, al punto de conmover a cualquiera que lo viera. Sus cejas oscuras se fruncieron antes de volver a su lugar, mientras limpiaba sus lágrimas y esbozaba una sonrisa.
─ Me alegra tanto que el Archiduque me haya tocado.
Lessas inclinó la cabeza y frotó su mejilla contra el dorso de la mano de Sayed, que seguía tocando sus labios. Cerró los ojos lentamente mientras la suave piel de su mejilla rozaba la mano de Sayed, y sus ojos morados, velados por las lágrimas, miraban a Sayed con ternura.
─ Es que ha pasado tanto tiempo desde que el Archiduque me tocó primero...
El aliento cálido y húmedo de Lessas cubrió la mano de Sayed, y al escuchar la profunda voz de Lessas, Sayed sintió un dolor extraño en el corazón.
─ Estoy tan feliz que podría llorar.
Lessas parecía un tonto por actuar así solo por una simple caricia. Sayed pensó que esta actitud de Lessas era bastante infantil, pero al mismo tiempo, deseó tocarlo un poco más. Era la misma sensación que tenía cuando Lessas, en su juventud, se alegraba como si hubiera recibido el mundo entero por los pequeños gestos de Sayed.
Sayed siguió su impulso. Observó cómo Lessas frotaba su mejilla contra su mano y luego retiró ligeramente el dorso de la mano. Lessas siguió el movimiento de la mano con la mirada, como un niño que ha perdido algo preciado. Lessas, con una expresión desesperada y ansiosa, siguió la mano con la mirada como si hubiera perdido algo preciado. Atrapado en esa mirada intensa, Sayed levantó su mano y agarró la barbilla de Lessas.
Con firmeza, Sayed sostuvo la barbilla de Lessas y acarició sus labios con el dedo índice. La punta firme de su dedo presionó los labios de Lessas y suavemente lo introdujo en su boca.
Lessas, aturdido, lo miró fijamente, como si el tiempo se hubiera detenido. Al ver esos ojos temblorosos, Sayed empujó más su dedo. La punta del índice rozó un diente afilado de Lessas contra su piel. Siguiendo a Sayed, Lessas abrió la boca lentamente, mostrando sus dientes blancos y su lengua roja.
Un escalofrío recorrió a Sayed. Una ola de calor lo envolvió, llenándolo de un deseo abrumador. El mismo deseo oscuro que había sentido antes de perder el conocimiento volvió a rodearlo. Siguiendo la orden de tomar y devorar al inocente Guía frente a él, Sayed tiró de su barbilla. Lessas, complaciente, inclinó ligeramente la cabeza hacia él, susurrando al oído.
─ Has dicho cosas malas, así que debes ser castigado besándote, Archiduque.
Sayed iba a preguntar qué había dicho exactamente que mereciera un castigo, pero el deseo de poseer a Lessas lo invadió primero. Abrazó firmemente la cintura de Lessas y lo atrajo hacia sí, mordiendo sus labios.
Los labios carnosos de Lessas eran excesivamente dulces. El sabor dulce que se extendía en la punta de su lengua era exactamente el tipo de dulzura que Sayed prefería. Sí, al igual que Lessas había dicho, Sayed, aunque no pareciera, tenía una predilección por las cosas dulces. Entre ellas, su favorita era la manzana roja que crecía frente al palacio abandonado de Lessas.
La dulzura que se desbordaba al morder la superficie rojiza de la manzana era exactamente igual a la que sentía en ese momento.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed sintió que la dulzura llenaba su interior hambriento, como si hubiera estado ayunando durante días. Perdió la paciencia, devorando y lamiendo con urgencia los labios de Lessas. Cuanto más audaces eran los movimientos de Sayed, más temblaba el cuerpo de Lessas en sus brazos, como si el simple contacto fuera insoportable, alimentando el deseo oscuro de Sayed. Quería ver una reacción aún más intensa de esa apariencia inocente de Lessas.
Siguiendo ese impulso travieso, Sayed decidió saborear el interior de la boca de Lessas. Introdujo su lengua más allá de los dientes, y las manos de Lessas, que habían sido cuidadosas, lo abrazaron fuertemente. El tiempo que Lessas había estado quieto y complaciente parecía haber sido una trampa, pues ahora se apretaba contra Sayed, tocándolo con fervor.
Con un suspiro áspero y agitado, Lessas se inclinó más hacia adelante, sosteniendo la cintura de Sayed y levantándolo con un movimiento rápido. El cuerpo de Sayed, que de repente fue levantado, quedó medio apoyado en la mesa detrás de él. Para mantener el equilibrio, arrugó el cuello de la camisa de Lessas y volvió a juntar sus labios. No quería detener esa maldita y placentera acción.
Soltó la cintura de Lessas y agarró su cuello y hombros, explorándolo con intensidad. Cada roces de sus pieles creaba una sensación estremecedoramente excitante. Sentía que su interior oscuro y vacío se llenaba y rebosaba de plenitud.
Pero no era suficiente. Quería más, algo diferente. La razón que lo contenía desapareció, dejando que el instinto lo guiara. Después de saborear por un rato sus labios, Sayed cambió de dirección. Sus labios calientes se dirigieron al largo y blanco cuello de Lessas. Había estado curioso por el sabor de esa piel blanca como la nieve, que parecía que se derretiría con solo tocarla.
─ ¡Espera, por favor, solo un momento...! ─ exclamó Lessas.
Sayed mordió y lamió la vena del cuello de Lessas, provocando un temblor en sus anchos hombros. Su pecho subía y bajaba con fuerza mientras intentaba apartar a Sayed, pero este, irritado, lo mordió en el cuello, dejando una marca roja. Eso lo satisfizo.
─ Solo un momento, si sigues así..., Ed, yo...
Sayed ignoró la creciente fuerza en las manos de Lessas y continuó descendiendo por su cuello. Quería devorar a Lessas, que solo sabía aferrarse a él sin saber qué hacer. Besando la clavícula, deslizó su mano por debajo de la ropa de Lessas, sintiendo los músculos lisos de su espalda bajo su palma. En ese momento, Lessas agarró el brazo de Sayed, deteniéndolo.
─ ¡Ed...!
Molesto por la interrupción, Sayed miró a Lessas con ojos desenfocados. El rostro de Lessas, se veía más varonil de la que recordaba tener junto al lago. Sus ojos morados, llenos de deseo, absorbían a Sayed, y sus labios, apretados en una línea recta, parecían contener algo.
─ Si sigues así..., me será difícil..., contenerme.
La voz entrecortada y ronca de Lessas revelaba que estaba al límite. Mientras sujetaba a Sayed, la otra mano de Lessas temblaba. Apretó con fuerza los músculos firmes de la espalda de Sayed, luego vaciló, se contrajo y soltó repetidamente, incapaz de decidir si continuar bajando. Finalmente, retiró la mano y la apretó en un puño.
─ Pero estás herido..., y no quiero forzarte. Desafortunadamente, mi poder no puede curar tus heridas. Si pudiera, lo habría hecho hace tiempo...
«Que extraño.»
Con Aster, esto siempre había sido suficiente, pero Sayed aún sentía una sed insaciable de deseo. Quería más que solo saborear y lamer la piel; quería una experiencia más intensa. No podía imaginar lo extasiante que sería sentir de su Guía el mismo placer que solo obtenía al estar con una mujer.
─ ¿Estás diciendo que solo porque tengo una lesión en la espalda no deberías forzarme? Recibir purificación me ayudará a recuperarme, así que solo quédate quieto.
Si hubiera estado en su sano juicio, Sayed se habría retirado hace tiempo, pero en su estado actual, necesitaba de alguna manera una conexión más profunda con su Guía. Sin darle a Lessas la oportunidad de replicar, Sayed aplicó fuerza en el brazo atrapado y extendió su mano hacia el abdomen de Lessas. La ropa se había desordenado por el forcejeo anterior, permitiéndole meter la mano y sentir los músculos duros que no correspondían con su apariencia delicada. Justo cuando su mano trató de ir más abajo, Lessas lo envolvió en un abrazo tan fuerte que apenas podía respirar.
─ Basta.
Lessas enterró su rostro en el hombro de Sayed, su aliento áspero y caliente descendía sobre la clavícula. Era un aliento tan caliente que casi quemaba.
─ Si me tocas más, podrías salir herido. No sé cómo reaccionaré, así que... déjame calmarte de otra manera.
Sayed no entendía. Estaba tan frustrado por ser constantemente detenido que parte de su razón volvió. Pero su cuerpo todavía estaba envuelto en deseo, y frunció el ceño mientras le hablaba.
─ Hablas como si no supieras que es común que un Guía y un Titer hagan cosas más íntimas que un simple beso para purificarse.
─ No, lo sé mejor que nadie. ¿No ves que por eso estoy conteniéndome? ─ susurró Lessas, casi al borde de la locura.
Sayed lo miró, aún más confundido.
«¿Qué hay que contener?»
Lessas solo tenía que quedarse quieto. Aunque nunca había estado con un hombre, sabía cómo funcionaba. Solo tenía que aliviarlo sin causarle dolor y hacer que lo sintiera bien. No había diferencia entre estar con una mujer o un hombre.
─ ¿Contener qué...?"
─ Estoy conteniendo el deseo de enterrarme en tu interior en este mismo momento. De marcar cada rincón de tu hermoso cuerpo desnudo con mis huellas y de llenarte por completo, hasta el punto de que no sería sorprendente que me volviera loco ahora mismo.
«¿Qué esta diciendo...?»
Fue como si le echaran un balde de agua fría. Sayed tembló y Lessas levantó la cabeza para mirarlo. Sus miradas se cruzaron. Empezó a entender la verdadera intensidad del deseo que brillaba en los ojos de Lessas.
─ Nunca lo he hecho antes, así que seguramente te lastimaré. Solo tenerte en mis brazos ya hace que mi corazón quiera estallar, ¿cómo podría contenerme si probara algo más intenso que esto? En el momento en que te separe las piernas, seguramente me convertiré en una bestia sin control.
El significado detrás de sus palabras no era sutil. Aunque su cuerpo ya estaba caliente, Sayed sintió su cuerpo calentarse aún más con cada palabra. Al intentar empujar el duro abdomen de Lessas para apartarse, se dio cuenta de lo consciente que estaba de cada toque.
Sabía que lo veía como un objeto de deseo. Pero nunca imaginó que sería en este sentido. Aunque debería haber entendido lo que Lessas decía sobre el deseo de un hombre, no podía imaginarse a sí mismo siendo tomado por él.
─ Pero no te preocupes. Como dije ayer, no te tomaré hasta que tus sentimientos por mí sean iguales a los míos. El deseo no cegará mi amor por ti. Mientras estés vivo y respirando a mi lado, soy el hombre más feliz del mundo.
Con una mirada tierna, Lessas soltó el cuerpo de Sayed, claramente excitado, pero aparentando calma. Luego, mirándolo de arriba abajo, se arrodilló lentamente entre las piernas de Sayed, que todavía estaba sentado en la mesa.
La visión de la luz de Solias, la más sagrada del mundo, arrodillado y mirándolo desde abajo, era extraña. En un momento, Sayed sintió un mareo y se sobresaltó, momento en el cual Lessas le sonrió brillantemente y le agarró la rodilla. Con su mano grande, apretó firmemente la dura rótula y abrió sus piernas.
─ Pero como el Archiduque me mira tan hermosamente, lo consolaré de otra manera.
Lo que iba a hacer era evidente. Aunque había pensado en poseer a Lessas, nunca había tenido la intención de hacerle hacer algo así, por lo que Sayed se inclinó rápidamente hacia adelante. Esta vez era su turno de detener a Lessas.
─ No hay necesidad, Alteza, solo...!
Antes de que pudiera decir que no necesitaba hacerlo, Sintió el tacto de una mano cálida desde abajo, y una oleada de placer abrumadora se apoderó de él. La mano que iba a detener a Lessas se aferró a su hombro con fuerza.
─ ¡Ah...!
Sus labios se abrieron y un gemido ardiente salió de su boca. Su mandíbula se tensó y el calor subió como si fuera a explotar. El acto obsceno que el noble linaje realizaba por él era demasiado estimulante, y Sayed no pudo bajar la mirada, sino que simplemente endureció su cuerpo.
Aunque sus movimientos eran torpes, evidenciando su inexperiencia, esa misma torpeza resultaba en una estimulación que lo volvía loco. Dentro de la tienda, los sonidos lascivos resonaban, y Sayed apretó los dientes para no agregar sus propios gemidos a esos sonidos explícitos.
El final no tardó en llegar. Un cuerpo que no había sido estimulado por mucho tiempo no pudo soportar el placer por mucho tiempo. La mano que vagaba por el aire se aferró desesperadamente al suave cabello negro de Lessas. Dejando que ese acto irrespetuoso ocurriera, Lessas siguió hasta asegurarse de ofrecer un dulce final.
─ ¡Ah, ah...!
Con una sensación de vértigo golpeando todo su cuerpo, Sayed echó la cabeza hacia atrás. Su columna temblaba y su abdomen se tensaba. Sus dedos de los pies, descalzos y en contacto con el suelo, se curvaron fuertemente, y su pálido rostro se sonrojó con una calidez intensa. La fría y distante fachada del Archiduque desapareció, dejando solo una imagen extasiada.
Lessas, que había tragado bien sus rastros, se apartó y lo miró. El abrumador sentimiento de vergüenza al sentir su mirada lo invadió. Sayed, jadeando, enderezó su torso. Con el cabello gris oscuro pegado a su sudada frente, miró hacia abajo a Lessas, cuyos labios rojizos captaron su atención.
─ Como al Archiduque le gustan las cosas dulces, hasta sus rastros son tan dulces como la miel.
En ese momento, su corazón empezó a latir descontroladamente. Sentía como si su cuerpo fuera a estallar. Intentó responder, pero no pudo, y en lugar de eso, bajó la mano que sujetaba el cabello de Lessas para cubrir su rostro. El sonido de la risa baja y complacida hizo que Sayed se tambaleara y se levantara. Cuando intentó retirarse, Lessas lo siguió y lo agarró.
─ Ed, un momento. Tu ropa.
─ Esta bien. Puedo hacerlo.
Debido al reciente evento, no tenía suficiente fuerza para empujar a Lessas con firmeza. Sin inmutarse, Lessas se acercó y arregló la ropa de Sayed, susurrándole.
─ Si sale con una apariencia tan hermosa, temo que muchos querrán mirarlo.
Cada vez que Lessas lo tocaba ligeramente, se ponía más consciente de él. A diferencia de cuando se tocaron antes, Sayed quería salir de allí lo más rápido posible. Se sentía tan desconcertado por haber perdido el control de sí mismo. Había hecho algo innecesario. La purificación que había recibido antes ya era suficiente, y ahora parecía que había sido él quien había estado cegado por el deseo.
«Bien hecho por tal sugerencia, Sayed Prosius.»
Reprendiéndose a sí mismo, Sayed evitó mirar a Lessas tanto como pudo. Las palabras de su madre finalmente llegaron a su mente, como un recordatorio tardío de que había actuado impulsivamente y tal vez de manera imprudente. En medio de su confusión, abrió la boca para hablar, pero afortunadamente se escuchó un sonido desde afuera.
─ Alteza, eh este, uh, disculpe en un momento tan importante... ¡pero quería informar que el Duque de Bredhite acaba de llegar!
Las palabras angustiadas de Baine hicieron que Sayed finalmente sintiera alivio
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La mirada de Lessas finalmente se desvió de él y se dirigió hacia afuera. Aprovechando la oportunidad, Sayed se arregló y fue el primero en abrir la puerta de la tienda. Todavía no había tenido tiempo de arreglar su cabello despeinado ni su camisa.
Tan pronto como apartó la tela de la tienda, Baine estaba allí, en una postura inusualmente respetuosa. Al lado de él, también estaba Ligda en una postura similar, junto con otros caballeros conocidos, incluyendo a Mona, a quien solían ver a menudo.
Al ver a Sayed salir al frente, todos se sorprendieron y rápidamente bajaron la mirada, como si hubieran sido sorprendidos espiando. La incomodidad era evidente, y Sayed también se quedó momentáneamente sin palabras. A pesar de haber experimentado situaciones similares antes, se sorprendió de sentirse tan desconcertado hoy.
─ Eh, um, ¡lo siento sinceramente!... No era nuestra intención interrumpir un momento importante para ustedes. ¡No estábamos espiando! Solo escuchamos algún sonido al final...
En ese momento, Baine exclamó con voz angustiada, inclinándose profundamente como si hubiera cometido un pecado grave. Ver a alguien que normalmente no actuaba tan formalmente fue desconcertante. Sayed pasó la mano por su cabello despeinado y corrigió las palabras de Baine.
─ Solo fue una purificación. No hay necesidad de hacer un escándalo por esto. Más importante, ¿a dónde han llevado al duque?
Baine puso una expresión de desconcierto ante la mención de "purificación" de Sayed. Mientras Baine permanecía allí confundido bajo la luz de las antorchas, Ligda intervino rápidamente.
─ Ha ido a la casa del Duque Sildras. Su Alteza el Príncipe Heredero y los Titer también pasarán la noche allí para atender a los heridos y organizar la situación.
Mientras Ligda explicaba rápidamente la situación, Lessas salió de la tienda. Pasando junto a los caballeros que saludaban, se acercó a Sayed y le colocó una capa negra sobre los hombros. Luego, se paró frente a Sayed y, con cuidado, apartó el cabello que había caído sobre su frente.
─ Archiduque, saliste antes de que pudiera arreglarte adecuadamente. Podrías resfriarte.
Lessas bloqueaba la vista de los caballeros, por lo que no se podían ver sus expresiones. Sin embargo, las palabras de Lessas parecían excesivamente íntimas, lo cual preocupaba a Sayed.
─ No quiero desperdiciar innecesariamente el tiempo de Su Alteza.
Sayed quería restaurar la distancia que se había acortado en un abrir y cerrar de ojos. Desde antes de perder el conocimiento, la situación había sido tan urgente que no había tenido tiempo de pensar racionalmente. Volverse más cercano a Lessas era problemático.
Aparentemente, Sayed todavía debía parecer estar al lado de Aster. Para que Aster mismo lo sintiera así, debía actuar con mayor precaución. No esperaba que Lessas interviniera tan directamente al entrar al bosque.
Pensándolo bien, Lessas siempre había estado en el bosque.
Incluso el día en que él murió, Lessas había estado luchando en el bosque al lado de los otros Titer. Sayed siempre pensaba en Aster, quien estaría esperando en los límites del bosque, cuando veía a Lessas así. Aunque la seguridad del Guía era la seguridad de los Titer, por lo que era lógico que siguiera el deber real y permaneciera fuera, Lessas siempre entraba al bosque sin vacilar.
Sayed siempre había considerado eso extremadamente tonto e imprudente. Aunque siempre había visto con desprecio al Guía que entraba en el bosque para proteger a su Titer, ahora que veía que Lessas había venido al bosque por él, su corazón...
─ Iré primero a la casa del duque. Su Alteza, por favor, venga con los caballeros de manera segura.
Sayed dejó de pensar. Sentía que no debía pensar más profundamente en ello. Giró la cabeza deliberadamente para apartar la mano de Lessas que intentaba arreglarle el cabello.
Con un tono frío, como si negara lo que había pasado antes cuando estaban tan unidos, el semblante de Lessas también cambió. Su sonrisa, que florecía con calidez, se fue desvaneciendo como pétalos secos desmoronándose en polvo. Los ojos, que antes reían, se serenaron y Lessas bajó la mano lentamente.
─ Es mejor que vayamos juntos ya que está oscuro, Archiduque. Además, no te encuentras bien.
─ Es por el Príncipe Heredero que debo declinar. Me preocupa hacerlo esperar.
Sayed mencionó sutilmente a Aster mientras rechazaba la propuesta. Si consideraban el contrato que tenían, no era una buena opción que fueran juntos al castillo.
De hecho, Aster dejándolo allí había sido sorprendente. Pensando en la distorsionada intención que había mostrado la última vez, Sayed había asumido que Aster no permitiría que Lessas realizara la purificación.
«¿Quizás quería abandonarlo de nuevo?»
Un toque de autocrítica se escurrió bajo los labios de Sayed. A diferencia de los otros Titer que estaban ilesos, él estaba herido y había perdido el conocimiento en la batalla, lo cual podía hacerlo parecer inútil a ojos de Aster. La última vez, cuando él había perdido el control, Aster no había intentado calmarlo, sino que había entregado a Lessas la autoridad para ejecutarlo.
«Un Titer que solo tiene valor por su poder, eso es lo que el Gran Duque Axid debe ser. Eso es lo que todos creen...»
─ Entonces.
Mientras la noche oscura empezaba a llenar el corazón de Sayed, Lessas hizo una propuesta.
─ Seguiré detrás de ti para asegurarme de que tu camino no esté oscuro. Por favor, acepta esto como mi mínimo gesto de consideración por un Titer herido que ha luchado por nuestro país, Archiduque.
Sayed se quedó sin palabras. No se le ocurría una excusa para rechazar esto, así que permaneció en silencio. Lessas rápidamente dio órdenes.
─ El resto de ustedes se quedará aquí y vigilará el bosque junto con los otros caballeros. Cuatro de ustedes, síganme. Partimos ahora.
─ Sí, su alteza.
Baine respondió rápidamente y Ligda también se movió para seguir las órdenes. Mientras observaba a los caballeros ocupándose de las tareas, Sayed pasó junto a ellos sin decir nada más a Lessas. Aunque sentía los ojos de Lessas siguiéndolo, deliberadamente los ignoró.
Sayed se dio cuenta de que se estaba acostumbrando peligrosamente a la presencia de Lessas. Cada vez que recuperaba la compostura, encontraba a Lessas a su lado, y aunque lo apartara, siempre surgía una nueva razón para que volviera. Finalmente, hoy había hecho algo con Lessas que nunca había hecho con Aster.
La relación con Lessas estaba completamente fuera de control. No debía soltar más las riendas.
Aunque había mencionado la purificación, Sayed sabía que lo que había sucedido en la tienda no era propio de él. Reflexionando sobre por qué había llegado a este punto, concluyó que era por las acciones de Lessas.
Nadie deseaba a Sayed con tanta pasión ni se angustiaba por sus heridas. Era alguien a quien todos temían, no alguien a quien se dirigieran con palabras extrañas como "hermoso" o "lindo".
No sabía cómo manejar algo que nunca había experimentado antes. Eso era todo. Solo necesitaba volver a encaminarse.
Sayed nunca había considerado que esta segunda oportunidad que se le había dado fuera para ser feliz. Seguía siendo un criminal que había matado a innumerables personas. No tenía derecho a disfrutar de estos sentimientos triviales, tenía cosas que hacer. Debía vengar a su madre y controlar sus arrebatos.
Tessa: Te mereces toda la felicidad del mundo Sayed... 😭
Y siempre, la premisa de todas estas acciones era su propia muerte. Para matar algo, aceptar la propia muerte era un principio fundamental de los Titer. Solo así podían superar el miedo. Solo aquellos que tienen algo que perder temen algo.
Con una vida así, que Lessas se acercara más a él no era algo bueno para ninguno de los dos. Cuanto más cercana era la relación entre un Guía y un Titer, más difícil era enfrentarse a los Niera. Esa era la razón por la cual el reino prohibía estrictamente el matrimonio entre Guías y Titer.
Las emociones arruinan las cosas. Lo que sucedió en el bosque durante el día lo demostraba. La excesiva preocupación de Lessas dentro de la tienda también era un ejemplo. El cuerpo de un Titer está hecho para ser herido y usado, no para ser protegido y cuidado. Así, no podrían matar a los Niera.
Nadie debería cuidarlo, y él no debería cuidar a nadie.
Montando a caballo a través del bosque, Sayed vio las antorchas oscilando detrás de él. Sin mirar atrás a la luz que iluminaba débilmente su camino, Sayed apretó las riendas con fuerza.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
La casa del Duque Sildras era lujosa y elegante, siguiendo el estilo clásico del sur. A diferencia del oscuro y robusto castillo de Axid en el norte, las murallas del castillo del sur estaban hechas del característico blanco de la región, adornadas con decoraciones coloridas. Esta era la segunda vez que Sayed ponía un pie en la casa del Duque Sildras desde su infancia. ¿Cuándo fue la primera vez que la visitó?
«Ah, fue en la celebración del cumpleaños de Zion Sildras.»
Aunque no lo recordaba con precisión debido al tiempo transcurrido, fue para celebrar el octavo cumpleaños de Zion. El anterior duque era famoso por mimar a su hijo de manera excesiva, y ese año, la celebración de su cumpleaños fue extravagante. Aunque su madre rara vez asistía a tales eventos, esa vez lo llevó con el pretexto de hacer una aparición.
Recordó vagamente el rostro del anterior duque, miraba a Zion Sildras con una expresión infinitamente amable. Sayed aún recordaba las palabras del duque en la celebración: que le daría a Zion todo lo que deseara. Fue una impresión profunda, en contraste con las palabras de su madre, quien decía que no se puede tener todo. Su madre lo había criado con dureza...
«Si el anterior duque tenía un hijo al que quería y amaba tanto, ¿por qué deseaba la destrucción del mundo?»
Mientras reflexionaba sobre esta vieja pregunta, Sayed entró en la mansión. Debido a lo sucedido durante el día, los caballeros de la casa del Duque Sildras lo reconocieron y lo llevaron directamente al interior. A diferencia de la actitud hostil de antes, cuando le habían apuntado con sus espadas, ahora eran extremadamente corteses con él, sin mostrar ninguna animosidad.
─ ¡Oh, Archiduque de Axid!
Sayed se dirigía a la sala de reuniones de la mansión Sildras, donde se reunían los Titer, cuando oyó que alguien lo llamaba desde atrás. Era una voz y una presencia familiares. Se trataba del duque de Bredhit.
Se detuvo y se volvió para encontrar al duque acercándose con una expresión de gran alegría. Antes de que Sayed pudiera detenerlo, Bredhit extendió los brazos y lo abrazó.
─ Escuché lo que sucedió hoy. Me dijeron que salvaste a mi inútil hija y a otros. Te lo agradezco sinceramente.
El duque dio unas palmaditas en la espalda de Sayed. Aunque fue un gesto ligero, la fuerza inherente de un Titer no podía ignorarse, y la zona herida de Sayed se resintió. Solo pudo fruncir el ceño y tragar su incomodidad mientras Bredhit, malinterpretando su reacción, se echaba a reír y se apartaba.
─ Me dijeron que te habías herido, pero parece que estás mejor de lo que pensaba. ¿Recibiste bien la purificación?
─ Estoy bien. Pero, ¿por qué llegaste tan tarde?
Al ser cuestionado directamente, el duque de Bredhit esbozó una sonrisa incómoda.
─ Apenas terminó el invierno, tuve que investigar algo y me retrasé. Me preocupaba lo sucedido en el último festival de la fundación. Luego, al enterarme de lo ocurrido hoy con los Nirha, pensé que lo que estaba investigando podría ser cierto.
Sayed entrecerró los ojos.
─ ¿De qué se trata?
─ Como sabes, todas las cosas que han sucedido desde el último invierno extremo no tienen precedentes históricos. Sin embargo, no puedo evitar sentir una extraña sensación de déjà vu. Entonces recordé algo. Cuando era joven, escuché sobre una anomalía similar.
Sayed sintió un escalofrío. No esperaba obtener pistas sobre estos eventos extraños, ni de otra persona que no fuera el duque de Bredhit. Después de todo, el duque ya habría muerto para esta época en el pasado.
─ Dime más detalles.
Siguiendo el cambio de expresión de Sayed, la sonrisa de Bredhit también desapareció. Miró cautelosamente a su alrededor antes de acercarse al oído de Sayed y susurrar.
─ Todo está relacionado con la época en que surgió Solias. En ese entonces, cuando el demonio intentó devorar el sol, sucedieron cosas similares a las de ahora.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
En la leyenda fundacional, se decía que el demonio sólo podía moverse cuando caía la oscuridad. Se decía que un día se tragó el sol para alimentarse de más humanos, y que masacró a la humanidad durante lo que hoy es el invierno. Sin embargo, no se conocían muchas más historias al respecto. Incluso la reciente revelación sobre la luna y el demonio que Sayed había descubierto a través de los archivos del palacio real, nunca la había oído en sus vidas pasadas.
─ Cuando el demonio comienza a reunir poder y proyectar sombras por doquier, aparecen señales. Los Niera, que son sus sirvientes, comienzan a permanecer despiertos por más tiempo y empiezan a surgir Nieras cada vez más fuertes. Hoy, ese extraño Niera que apareció en pleno mediodía de primavera concuerda con estos registros, ¿no te parece?
Las palabras del duque sonaban como una antigua leyenda difícil de creer, pero también era complicado refutarlas. Era imposible explicar racionalmente las extrañas situaciones que se estaban desarrollando en diferentes lugares. Después de todo, la existencia de los Titer y los Guías en sí misma era una prueba de leyendas irreales, así que no había razones para no creer.
─ Las palabras del duque tienen sentido. Pero si eso es cierto, ¿por qué ahora? El demonio ha estado ausente durante más de cientos de años desde la fundación del reino. Debería haberse extinguido desde el principio.
─ El demonio nunca desapareció, Archiduque. Si lo hubiera hecho, este bosque, y los Niera, tampoco existirían. Simplemente, fue sellado. Los Titer y los Guías existen para vigilar al demonio.
Aunque esto parecía una verdad evidente, era una interpretación que Sayed nunca había considerado antes de que Aster Bredhite lo mencionara. Sayed siempre había pensado que la leyenda fundacional era simplemente una historia creada para dar una explicación convincente sobre los Niera. Lo veía como un medio que la familia real había creado para respaldar su poder y linaje.
─ Pero... la leyenda dice que las cuatro estrellas desgarraron el vientre del demonio para salvar al sol. Con eso ya estaría...
Se quedó sin palabras. En ninguna parte se mencionaba que el demonio hubiera muerto. Bredhite asintió como si lo animara a seguir pensando y continuó su explicación.
─ Como habrás visto, el núcleo en el bosque es la prueba de ello. Si consideras la multitud de Niera que lo protegen y el hecho de que el bosque disminuye cada vez que lo destruyen, se vuelve evidente que es un rastro del demonio, ¿verdad?
─ ¿Cómo sabe todo esto? Lo que dice no aparece ni en la leyenda ni en las enseñanzas que reciben los Titer.
Bredhite sonrió sin decir nada ante la mirada inquisitiva de Sayed. Luego, pareció perderse en los recuerdos mientras observaba la mansión de Lessas, antes de mirar por la ventana y compartir un fragmento de su pasado.
─ Sirkan y yo solíamos investigar la existencia de los Titer. Ambos detestábamos terriblemente esta vida tan limitada. Pasar toda una vida atados a los Niera, dedicándonos solo a lidiar con ellos, era un verdadero infierno. Yo quería recorrer todo el país, y Sirkan odiaba vivir una vida sin libertad.
La mención repentina del antiguo Duque de Sildras hizo que la expresión de Sayed se endureciera. Solo escuchar el nombre de ese hombre, alguien a quien quería destrozar, hacía que la conversación fuera sumamente desagradable.
Sin embargo, al mismo tiempo, todo comenzó a tener más sentido. La aparición de Niera en forma de serpiente y la misteriosa persona que los controlaba. Si Sirkan Sildras realmente deseaba la destrucción, quizás fue él quien despertó al demonio.
Las pistas se entrelazaban caóticamente, a punto de formar una imagen clara. Si Sirkan había despertado al demonio con el propósito de traer el apocalipsis, y si el demonio realmente deseaba tragarse el sol...
El primer paso sería acabar con los Titer. Pensando en la vida pasada, en cómo Selphinie Vetria y Aster Bredhite murieron, y en su propia pérdida de control, se dio cuenta de que nada de eso había sido una coincidencia. Al recordar el final del reino, con el sol desaparecido y el reino ardiendo, estaba seguro de que eso sucedería si los Titer desaparecieran. Y con los jóvenes Titer restantes en este momento, sería imposible detener el avance de los Nira. Incluso en la reciente caza, si Sayed no hubiera intervenido, alguien habría resultado gravemente herido o muerto.
─ Sin embargo, eso fue hace mucho tiempo. Yo encontré a alguien a quien amar, comprendí la importancia de mis deberes, y Sirkan también formó una familia y se conformó con la realidad. Era algo tan distante que pensé que lo había olvidado, pero, de repente, volvió a mi mente después del invierno pasado.
Bredhite concluyó su relato mirando por la ventana con añoranza, una tristeza por su amigo que a Sayed le resultaba insoportable.
─ ¿No llevaba el antiguo duque de Sildras una vida bastante libre? Como el querido duque del sur, debió haber promocionado bien la grandeza de los Titer.
Leyendo la hostilidad en las palabras de Sayed, Bredhite giró lentamente la cabeza y, con una mirada compleja, comenzó a hablar.
─ Todas las personas tienen penas y secretos que solo ellos conocen. Al igual que tú tienes tu propia historia, todos llevan en su corazón una verdad no revelada. Sirkan nunca logró obtener aquello que más deseaba en la vida.
─ Si te refieres a la libertad, no es algo exclusivo del antiguo Duque. Todos vivimos con esas restricciones. No siento ninguna simpatía.
─ Estoy hablando de amor. De la persona que Sirkan amaba más que a su propia vida....
Era una revelación inesperada. Sirkan Sildras era conocido como un gran esposo, y se decía que había criado a sus hijos, Zion y su hermana, con mucho amor. Pero Sayed no quería saber más. No importaba cómo hubiera sido su vida; para él, Sirkan era nada más que un demonio despreciable.
─ No quiero escuchar más. Es mejor que el Duque no añore tanto a su amigo fallecido. ─ Si Sirkán fue quien liberó al demonio, entonces la muerte de Bredehite en su vida pasada también fue una consecuencia de la decisión de Sirkán. Esa paradoja era espantosa.
─ Si sabe algo más sobre el demonio, por favor, dígamelo. ─ Bredhite, con una expresión complicada, asintió.
─ El demonio... ─ Justo cuando el Duque iba a hablar, se escucharon pasos en el pasillo. Al mirar más allá de Bredhite, Sayed vio a Aster acercándose acompañado por sus caballeros. El rubio, cuya presencia resplandecía bajo la luz de las lámparas de vidrio, caminaba con una elegancia acorde a los lujosos pasillos.
Bredhite, al notar la mirada de Sayed, retrocedió inmediatamente. Ambos se retiraron a un lado del pasillo e inclinaron la cabeza hacia Aster, quien, al llegar a ellos, sonrió con los ojos entrecerrados.
─ Las estrellas de Solias estaban aquí. Duque Bredhite, hace tiempo que no te veía, ¿ahora decides aparecer?
─ Mis disculpas, Su Alteza. Me retrasé un poco investigando algo.
─ ¿Qué te detuvo?
─ Me intrigaban las anomalías que han ocurrido recientemente, así que hice algunas averiguaciones. ─ Aster se acarició el mentón, pensativo, y luego hizo un gesto con la mano.
─ Lo discutiré contigo mañana. Esta noche, tu hija te necesita; será mejor que vayas a verla.
─ ¿La reunión ha terminado? ─ A la pregunta de Bredhite, Sayed también miró fijamente a Aster. Este último, como si esperara un elogio, sonrió mientras respondía.
─ No había razón para prolongarla. El comandante Zion Sildras fue relevado de su cargo en el campo de batalla por no cumplir con su deber. Tres caballeros reales y diez caballeros de la casa Sildras resultaron heridos, y el Archiduque de Axid estuvo en grave peligro, sufriendo lesiones. He escuchado comentarios de todos lados sobre la pésima capacidad de mando que mostró el Duque Sildras en esa ocasión.
Parecía que Bredhite no había oído esa parte, porque miró sorprendido a Sayed.
─ ¿También resultaste herido? ¿Por qué no dijiste nada?
Aster tomó la mano de Sayed, alejándolo de Bredhite, y respondió en su lugar, con una voz suave.
─ Dado que aún no has recibido mi curación, es probable que las heridas sigan ahí. Duque, creo que es hora de que nos dejes a solas.
─ Ah, entendido.
Bredhite, con una expresión de disculpa, observó a Sayed antes de retirarse. Una vez que el Duque se fue, Aster hizo un gesto a los caballeros.
─ Acompañen al Duque a sus aposentos. Quiero quedarme a solas con el Archiduque.
─ Sí, Su Alteza.
Los caballeros, más respetuosos de lo habitual, inclinaron la cabeza ante Sayed antes de retirarse. Con la salida de los caballeros de la casa Sildras, el ambiente cambió, dejando a Sayed incómodo y en silencio. Tan pronto como quedaron solos en el pasillo, Aster lo tomó de la mano y comenzaron a caminar.
─ Entonces, ¿cómo te fue con la purificación en Lessas?
En cuanto escuchó la pregunta, Sayed sintió un vuelco en el estómago. La calidez incómoda que había tratado de olvidar en la tienda de campaña resurgió, haciendo que el calor y el placer excesivo que había experimentado volvieran a su cuerpo. Sayed mantuvo una expresión imperturbable mientras respondía.
─ No esperaba que me dejaras allí.
Como había decidido seguir actuando por el bien de Aster, Sayed se comportó de la misma manera que antes. A pesar del tono de reproche, Aster no se ofendió y, en cambio, pareció muy complacido.
─ ¿Estabas molesto, mi estrella?
─ Recuerdo bien que me ordenaste separarme del segundo príncipe con enojo.
─ Solo quería asegurarte de que no albergaras ningún apego.
Aster, sonriendo alegremente, tomó la mano de Sayed y lo guió hacia adelante. Mientras cruzaban un pasillo iluminado por la luz de la luna, se detuvieron frente a una puerta.
─ Por mucho que ese insecto se esfuerce, ya ves que no puede curar tus heridas. Solo a mi lado estarás completo, Ed.
Apoyado contra la puerta, Aster atrajo a Sayed hacia él. A la misma altura, sus miradas se entrelazaron. Por un momento, el fervor en los ojos de Aster se superpuso con el de Lessas en la mente de Sayed, y antes de darse cuenta, la mano de Aster se deslizó hasta su cintura. Las manos se hundieron en la holgada camisa y tocaron suavemente la espalda llena de cicatrices.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ Mi única estrella.
Aster susurró mientras se acercaba lo suficiente como para que sus labios casi se tocaran. Con un suave llamado, una cálida energía se expandió desde sus manos. A diferencia del poder fresco y claro de Lessas, la energía de Aster siempre era acogedora y cálida.
Sentía una extraña sensación de alivio, como si su corazón agitado se calmara y me sumergiera en el cielo nocturno. Todo parecía volverse insignificante y las emociones que lo habían consumido se entumecieron. En algún momento, había creído firmemente que esto era el descanso perfecto para él. Porque cuanto más nítidamente sentía sus emociones, más dolor se acumulaba.
Aún ahora, de repente, sentía esa sensación. Olvidando la confusión que Sayed le causaba, quería seguir solo lo que sabía, sin pensar en nada más. Quería matar al asesino de su madre y, al eliminar al Niera, solo quería sentirse libre y sin preocupaciones. Eso era lo que se le daba bien. Matar algo escondido en la oscuridad.
Intentó seguir el flujo de su conciencia por ese familiar camino. Como lo había hecho en la vida anterior, parecía que Aster aún tenía la respuesta. Lo que había considerado como un trato inferior en el pasado, ¿no era la fuerza que tenía para sacar al asesino de su madre? Entonces, simplemente, así...
«¿Vas a volver a matar a toda esa gente?»
De repente, su propia voz resonó en su mente, despertándolo. Cuando parpadeó, se dio cuenta de que había hundido su rostro en el cuello de Aster. Como en tiempos pasados, cuando se aferraba a la paz que él proporcionaba.
Escondiendo la confusión, Sayed exhaló suavemente. Con la energía curativa, las heridas en su espalda se estaban cerrando, sintiendo una agradable sensación de carne nueva brotando y llenando el vacío. Al tratar de no dejarse llevar por el poder de Aster, inhaló profundamente y el sonido de su trago llegó a la clavícula de Aster.
Entonces, la mano que estaba en la espalda de Sayed se quedó rígida. Sintió el fuerte latido del pecho de Aster y pronto una mano cálida rodeó su cintura. Sus cuerpos estaban pegados. Cuando Sayed levantó la cabeza por el repentino contacto, unos ojos azules lo observaban con inquietud.
─ Ed.
La inquietud era cómica. Todo lo que no había visto en el tiempo en que servía y era leal a Aster, incluso todos sus cambios. A medida que su mente, que había estado un poco aturdida, comenzaba a recuperar su alerta, recordó algo que había entendido justo antes de encontrarse con él.
La purificación de Aster claramente tenía otro poder.
Y esta explosión de poder había llevado a Sayed a la muerte.
Por dos proposiciones, Sayed intentaba escapar de Aster. Sin embargo, nunca había dudado de si Aster realmente entendía su propio poder. Era el legítimo príncipe heredero de Solias y, debido a la explosión de Sayed, no tenía nada que ganar.
«Pero, ¿y si Aster sabía también lo que estaba haciendo?»
Con esa inquietante suposición, Sayed eliminó su expresión y se inclinó hacia atrás. Como si Aster no quisiera dejarlo ir, apretó con más fuerza la cintura de Sayed.
─ Esto es suficiente.
Como un bestia tranquila abrazada a su presa, Aster parecía descontento con que Sayed intentara huir, sus ojos se volvieron intensos. Lo atrajo de nuevo y besó su nuca.
─ De repente te pones en guardia. Creo que solo hice cosas dignas de elogio hoy.
Era una voz que parecía genuinamente decepcionada. La sensación de los labios en su nuca era como si hormigas estuvieran arrastrándose. Un escalofrío recorrió su espalda. Sayed se contuvo un momento para no mostrar que lo estaba rechazando demasiado.
─ Era una herida que también podría sanar en ese lugar. ¿No cree que es ineficiente dejarla hasta ahora?
─ Eres obstinado, así que si no lo hicieras, no habrías reconocido que te necesito. Te necesito y tú también me necesitas.
Los labios de Aster, que buscaban el largo y robusto cuello, le dieron una punzada de dolor. Fue un dolor momentáneo, como si lo hubieran picado con la cola de un escorpión.
Lo que estaba tolerando aquí ha llegado a su límite. Si había aguantado tanto, era suficiente.
Sayed levantó la mano y sostuvo el brazo de Aster. Sin necesidad de ejercer mucha fuerza, lo apartó, y Aster no opuso más resistencia.
─ ¿Dirías eso incluso si me convierto en un ser inútil?
La aguda pregunta de Sayed hizo que Aster inclinara la cabeza. Luego, con una evidente alegría, comenzó a sonreír lentamente. Sus delgados labios se curvaron, formando una sonrisa que mostraba auténtica dicha.
─ Por supuesto.
Antes de que Sayed pudiera objetar, Aster susurró.
─ Tú, que has caído en la ruina, nunca podrás dejarme. ¿Qué podría ser más alegre que eso? No habrá nadie más para ti, solo yo.
Al decir eso, Aster parecía más feliz que nunca en la vida de Sayed. Sus alargados ojos azules parecían casi inocentes. Cada vez que la suave voz de Aster penetraba en su oído, un escalofrío recorría su alma.
La emoción que enfrentaba en ese momento era más profunda y oscura que una simple posesión. Simplemente podía sentirlo. Aster acarició lentamente la mejilla de Sayed, que se había quedado inmóvil.
─ A partir de mañana, te esperan cosas aún más agradables. Te entregaré a la familia del asesino de tu madre como un regalo de cortejo, Ed. Entonces conocerás mi verdadero corazón.
Aster, hablando palabras que eran incomprensibles según el sentido común, bajó la mano que acariciaba la mejilla y abrió lentamente la puerta. Se retiró con elegancia y susurró.
─ Tomará tiempo volver a acostarte a mi lado como antes. Pero será pronto. Hoy te dejaré ir, así que dormirás pensando en mí.
La voz de Aster se posó en sus oídos. Mirando a Sayed, cuya expresión había desaparecido, Aster sonrió y se giró. Un suave murmullo de una canción llenó el pasillo. Era "Estrellita", una canción que se canta a los niños para dormir.
Al oír ese murmullo natural, le faltó el aire. Sayed, evitando a Aster, entró en su habitación y se detuvo en la ventana cubierta por las cortinas, atravesando una oscuridad en la que no entraba ni un rayo de luz.
Con manos apresuradas, abrió la ventana y por fin pudo respirar. Al asomarse lentamente, la brillante luna lo miraba desde arriba. Era una luna que atraía la mirada.
Cuando conoció a Lessas por primera vez, la luna también brillaba así. Al observar la enorme luna tan cerca de la tierra, se sintió extrañamente reconfortado.
Después de tomar un momento para calmar su respiración, Sayed rápidamente miró hacia afuera de la ventana. No había razón para perder más tiempo. Ahora era el momento de profundizar en lo que había aprendido recientemente. Recordó la existencia del "demonio" que salió de la boca de Bredhite.
Era una palabra familiar, demonio. Era un título que había seguido a Sayed durante toda su vida.
Sin embargo, nunca había pensado que eso estaba relacionado con todo lo que estaba ocurriendo. Mientras se frotaba los labios con los dedos, recordó las palabras de Aster de antes.
«Cuanto más arruinado estuviera, más feliz sería...»
A medida que seguía repitiendo esas palabras, Sayed comenzó a considerar la posibilidad de que Aster hubiera contribuido intencionadamente a su explosión de ira. Solo pensarlo le daba escalofríos, pero, extrañamente, su pensamiento se dirigía en esa dirección.
Si Aster realmente había contribuido deliberadamente a su explosión, si deseaba su muerte, su voluntad era la misma que la que deseaba el demonio.
Pero no podía entender la razón. No importaba cuánto pensara, no había motivo para que él deseara la destrucción del reino. Aster era posesivo y tenía una firme conciencia del poder. No había una explicación razonable para que quisiera soltar lo que tenía.
Demonio. Sirkan Shildras. Aster Rhaman Solias.
─ Sayed, mientras reflexionaba sobre tres cosas, finalmente llegó a la conclusión de que para descubrir algo más, no podía evitar profundizar en la figura más segura de Sirkan Shildras.
Para conocer las intenciones del enemigo, era fundamental entender al enemigo mismo; esa era la base de cualquier combate.
Afortunadamente, en esta vida, Sayed no estaba moviéndose solo. Las instrucciones que había dado a Desertus con anterioridad eran la información que necesitaba ahora, así que era el momento de encontrarse con Tiaki.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Cuanto más apurado estaba, más rápido pasaba el tiempo. Durante la noche, Sayed se escondió y se detuvo en el sector sur de Desertus, donde dejó un mensaje para Tiaki. Hacía unos diez días que le había dicho que se pondría en contacto si obtenía algo, y como no había tenido noticias desde entonces, parecía que aún no había avances. Sin embargo, grabó un código que indicaba que debía ir al castillo de Sildras y regresó.
Desde la mañana, la casa del duque de Sildras estaba en desorden. Aunque hubo heridos, era algo esperado, y dado que los combatientes, los Titer, estaban bien, era natural que la caza en el bosque se reanudara. Después del desayuno, el príncipe había dado la orden de reunirse en la frontera del bosque, y esa información también llegó a Sayed.
Antes de partir, Sayed inspeccionó la mansión para preguntar a Bredhite sobre la conversación que no habían podido concluir el día anterior. En un lugar donde había tantas personas reunidas, ese tipo de charla parecía inapropiada, y al entrar en el bosque, seguramente no habría tiempo para ello.
Mientras caminaba por el pasillo, recordando la noche anterior, Sayed se encontró casualmente con Lessas que venía en su dirección. Antes de cruzar miradas, ya lo sabía. La energía característica de Lessas despertó sus sentidos, y al alzar la vista, lo vio a lo lejos.
Sus ojos morados se encontraron con los suyos. Lessas, que también lo había visto, no apartó la mirada y ambos se acercaron el uno al otro.
Una fresca brisa soplaba a través de las ventanas, donde la luz del sol brillaba. Las cortinas blancas se inflaban y desinflaban al compás del viento. Al ver las cortinas extendiéndose como nubes que envolvían a Lessas, Sayed desvió la mirada de inmediato.
No había necesidad de hacer una fachada de amistad con Lessas en una mansión donde Aster podría estar escuchando, así que Sayed decidió mostrarse frío y caminó de manera distante. Cuando se acercaron lo suficiente como para no poder ignorarse más, Sayed detuvo sus pasos primero.
─ Su Alteza.
Con una voz carente de emoción, se apartó hacia el lado del pasillo. Lessas se detuvo al instante. Mientras mantenía la cabeza inclinada, en un gesto que indicaba que no quería intercambiar palabras, notó que las botas de Lessas se movían nuevamente.
Cuando pensó que pasaría de largo, se encontró con su mirada. En realidad, fue su mirada dirigida a la nuca de Sayed la que lo atrapó.
─ Parece que has dormido con la ventana abierta toda la noche, Archiduque.
El rostro pálido de Lessas tenía una expresión sorprendentemente inexpresiva. Se inclinó hacia adelante, acercándose, y comenzó a acariciar la nuca de Sayed con una mirada ardiente.
─ Un insecto te ha picado en el cuello.
Mientras se preguntaba qué tontería era esa, Sayed levantó la mano y tocó su propio cuello. Al acariciar donde la intensa mirada de Lessas se centraba, un recuerdo emergió de su mente. Era el mismo lugar donde Aster había estado jugando con sus labios la noche anterior.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
«¿Qué habrá hecho ahora? Parece que está tramando algo.»
No era nada nuevo, ya había sucedido en ocasiones anteriores. Aster disfrutaba de los malentendidos de las personas. Dejaba, casi por costumbre, rastros evidentes para aquellos que creían que su relación era secreta y profunda. Sin embargo, nunca había mostrado ningún tipo de emoción hacia Sayed.
─ No es nada importante ─ respondió Sayed sin darle mayor importancia. No le agradaba exagerar y destacar lo que Aster hacía. Más allá de intentar averiguar qué estaba planeando exactamente Aster, no deseaba darle más significado del necesario.
Pero para Lessas, parecía ser un asunto de importancia. A pesar de la respuesta de Sayed, Lessas no apartaba la mirada de su nuca. Al cruzar miradas, Sayed se dio cuenta de que el ánimo de Lessas estaba notablemente decaído.
«Aquellos labios... »
Si los observaba de cerca, parecían estar mordidos por dentro, de una forma similar a la vez anterior.
Le intrigaba qué lo tenía tan disgustado, a pesar de que ambos habían acordado que Aster continuaría purificándolo.
─ Si no tienes ningún otro asunto, ¿puedo retirarme?
El silencio de Lessas le generaba una extraña inquietud. Tan pronto como expresó su intención de marcharse, incapaz de soportar la incomodidad, los labios de Lessas se abrieron.
─ No hay ninguna necesidad de que hagas algo en contra de tu voluntad, Archiduque. Sabes eso, ¿verdad?
Su voz era bastante seria. Uno de los caballeros que siempre acompañaba a Lessas, Baine, al notar la seriedad en la conversación, dio un paso atrás discretamente. Los demás caballeros siguieron su ejemplo y se alejaron un poco.
A Sayed le incomodaban las palabras de Lessas, como si lo estuviera tratando como a alguien débil. Desde que se reencontraron, siempre había sido así. Incluso la noche anterior, en la tienda de campaña, lo trataba como si una simple herida fuera un gran esfuerzo, y se preocupaba por cosas tan insignificantes como un resfriado.
─ Te preocupas demasiado. No soy tan débil como para que me obliguen a hacer algo, así que no te preocupes por mí.
Nunca había actuado de manera tan débil como para que los demás pudieran aprovecharse de él, pero al escuchar a Lessas, sentía como si se convirtiera en alguien frágil. Al decirlo claramente, el rostro de Lessas adoptó una expresión extraña.
─ ...¿Es algo que tú permitiste?
El ligero temblor en su voz le recordó a Sayed días pasados. Lessas había advertido en su momento que, como parte del contrato, no debería permitirle a Aster demasiado acceso a su cuerpo. Evidentemente, eso lo molestaba.
Sayed miró a Lessas con cierta incomodidad. Mientras que a Aster podía complacerlo con una obediencia estricta, no sabía bien cómo tranquilizar a Lessas. Según sus experiencias recientes, cuando eran niños, darle cosas pequeñas lo solía contentar, pero ahora no había nada en particular que pudiera ofrecerle.
Con la mente ocupada, Sayed miró a su alrededor. Por suerte, no parecía haber nadie cerca. Tras dudar un momento, desvió la mirada y dijo en voz baja.
─ Si realmente te molesta, puedes cubrirlo de nuevo, Su Alteza.
Debería haber añadido que no era el momento adecuado y que lo visitaría por la noche, pero Lessas fue más rápido en actuar. Apenas escuchó las palabras de Sayed, Lessas tomó su mano.
─ Espérenme afuera de la mansión ─ ordenó Lessas antes de que Sayed pudiera detenerlo.
─ ¡Sí!
─ ¡Entonces, que tengan un buen momento!
Los caballeros, que soltaron palabras enigmáticas, abandonaron el pasillo en fila. Sayed frunció el ceño mientras hablaba.
─ Hay muchas miradas sobre nosotros. Además, has malacostumbrado a los caballeros. La realeza siempre necesita tener a alguien que los proteja cerca.
─ Estoy más seguro contigo a mi lado que con cualquier otro, ¿no crees? Además, aún tenemos tiempo suficiente y ahora nadie nos está viendo. Sólo un momento, un momento nada más ─ susurró Lessas con fervor, entrelazando sus dedos con los de Sayed.
─ Por favor, concédeme solo un poco de tu tiempo.
Podría haberlo hecho por su cuenta, pero en su lugar, Lessas insistía en pedir permiso, lo que hacía que Sayed se sintiera incómodo y le resultara difícil rechazarlo.
─ ...Cinco minutos.
Eso era algo que podía permitirle. Tan pronto como concedió su permiso, Lessas lo tomó de la mano y lo llevó a una de las habitaciones del pasillo. Aunque Sayed podía percibir esas cosas, no tenía idea de cómo Lessas sabía que esa habitación estaba vacía. Pero cuando recordó que estaban en la mansión de Zion Sildras, su humor empeoró. Lo había visitado tantas veces que era natural que conociera bien el lugar.
─ Pareces muy familiarizado con esta mansión. Conoces bien las habitaciones vacías ─ comentó Sayed con un tono cortante, pero Lessas lo esquivó con suavidad.
─ Sí, aquí era donde vivía.
Ante esa respuesta, Sayed se quedó sin palabras por un momento, mientras examinaba los alrededores. Apenas perceptible, el aroma de Lessas llenaba el aire. El olor de sábanas bien secadas al sol y la esencia del día impregnaban la habitación, mostrando rastros de su estadía en todos lados. Cuando Sayed se detuvo un momento frente a la cama desordenada, Lessas comenzó a acariciar cuidadosamente la mano que sostenía.
─ Dijiste que te preocupaba la purificación de tu hermano, ¿no es así? Así que, por favor, ten cuidado.
El roce de su piel le causaba una leve sensación de cosquilleo. Sayed respondió apretando su mano por instinto.
─ Sólo estaba bromeando mientras curaba la herida. No acepto ninguna purificación más allá de la necesaria, así que no necesitas preocuparte.
Una suave energía fluyó a través del contacto. Parecía que Lessas ya estaba muy acostumbrado a infundir poder sin que se lo pidiera. La sensación sucia que lo había atormentado toda la noche comenzó a disiparse, y Sayed decidió no detenerlo.
─ ...¿Es realmente necesario que permanezcas junto a mi hermano, Archiduque? ─ susurró Lessas con voz baja.
Sayed frunció el ceño al escuchar a Lessas repitiendo un tema que ya habían discutido antes.
─ Hasta que Su Alteza no sea nombrado príncipe heredero, debo proteger a Cecilia. No hay una razón válida para que Cecilia permanezca a su lado hasta que el príncipe heredero sea depuesto. Por ahora, él es la mejor opción, y además, Cecilia tiene un gran resentimiento hacia él.
─ A diferencia de tus preocupaciones, mi hermano no pondría a tu hermana en peligro. Lo que él siempre ha querido es a ti, Archiduque, y esto es sólo un pretexto para retenerte a su lado. Cuanto más tiempo pases junto a él, más... tu alma...
Lessas hablaba como si conociera muy bien a Aster. Tal vez era natural, ya que siempre lo había visto en el palacio, pero la confianza en su tono de voz era algo peculiar. La extraña sensación de déjà vu hizo que Sayed lo observara atentamente. Lessas, quien había estado susurrando con seriedad, cerró la boca al ver la expresión de Sayed.
─ ¿Por qué te detienes? ─ preguntó Sayed.
─ No, he sido demasiado entrometido. Me cegó los celos por un momento, y parece que he perdido la cabeza.
Lessas no continuó hablando. Preocupado por lo que Lessas había dejado sin decir, Sayed lo interrogó.
─ ¿Qué significa que mi alma se verá afectada? Por favor, continúa.
Desde hacía tiempo, Sayed sentía una extraña incomodidad en torno a Lessas. Aunque había pasado medio año desde que Lessas había despertado su poder, lo suficiente para que se convirtiera en un hombre hecho y derecho, la actitud de Lessas desde que se reencontraron era notablemente más madura.
Había habido fricciones entre ellos en el pasado, y durante el invierno, mostraba la arrogancia característica de los jóvenes. Pero ahora, algo había cambiado. Y cada vez que esa madurez excesiva se manifestaba, Sayed no podía evitar sentirse inquieto, especialmente después de la última conversación que tuvieron sobre la purificación de Aster.
─ ¿Qué es lo que te preocupa tanto? Aunque pienso que el poder de Su Alteza, el príncipe heredero, está algo desviado, en realidad aún no sabemos de qué manera eso puede afectarnos negativamente, ¿verdad?
Los ojos de Lessas se fruncieron con una expresión de dolor por un instante, pero rápidamente recuperó su compostura y, esbozando una sonrisa, se disculpó.
─ Tienes razón, Archiduque.
El cambio fue fluido y natural, pero Sayed sabía que esa sonrisa era forzada. Había sido testigo de cuán radiante y genuina era su sonrisa cuando reía de verdad.
─ ¿Qué es lo que me estás ocultando?
─ No, fue solo una preocupación innecesaria de mi parte. Creo que simplemente me dejé llevar por la avaricia. Me cegó el hecho de que me permitieras una pequeña parte de ti. Solo quería hacerte feliz sin ningún tipo de interferencia.
Lessas susurró con desesperación, tanto que Sayed se olvidó por un momento de continuar con su interrogatorio.
─ La marca impura que se ha grabado en mi gran duque me llenó de ansiedad. Aunque no es la primera vez que la veo... he sido insuficiente. He soportado esto durante mucho tiempo, así que no debería ser nada...
Las palabras de Lessas hicieron que Sayed se sintiera incómodo. Sintiendo que había hecho algo mal, abrió y cerró los labios antes de responder.
─ ...Si realmente te molesta, entonces podrías volver a marcarme con la marca de Su Alteza.
Los labios de Lessas, que antes susurraban con tristeza, se detuvieron. Al igual que un muñeco de cuerda que se queda sin movimiento, Lessas se quedó inmóvil, mirando a Sayed con la mirada perdida. En ese instante, antes de que pudiera entender qué lo había alterado, Lessas rodeó su cintura con los brazos, empujándolo hacia atrás.
Lo siguiente que supo Sayed es que cayó sobre la cama. Tan pronto como su cuerpo se hundió en el colchón suave, el aroma de Lessas invadió el espacio, impregnando el aire alrededor de ellos. Su corazón comenzó a latir descontroladamente al sentir el aroma mientras Lessas, como un elegante depredador, se inclinaba sobre él. Extendiendo sus largos brazos, Lessas presionó suavemente los brazos de Sayed contra el colchón y susurró:
─ Archiduque, a veces parece que no te das cuenta de lo que dices.
No le dio tiempo de responder. Lessas se inclinó rápidamente, como si estuviera sediento, y enterró sus labios en la nuca de Sayed. El calor se extendió sobre su piel como si le hubieran marcado con fuego. Sintió vívidamente cómo los suaves labios de Lessas chupaban la firme piel de su cuello.
─ Ugh...
El cosquilleo hizo que Sayed encogiera los hombros. Al mismo tiempo, sintió un fuerte estremecimiento en la garganta de Lessas, que reaccionó al sonido.
Su cuerpo, ahora más sensible, respondía ante cada movimiento de los labios de Lessas. Era diferente de cuando Aster dejaba marcas; no era la sensación escalofriante como si hormigas caminaran por su piel, sino una sensación que le helaba la espalda y le revolvía el estómago.
Cuando los dientes blancos de Lessas mordieron su cuello, Sayed retorció las muñecas que estaban siendo sujetadas, levantando la barbilla.
─ Ah..., ¡ugh...!
Por un momento, sintió como si su cuerpo se hundiera en la cama, lo que lo asustó, y apretó sus manos. Parecía que Lessas iba a sujetarlo con más fuerza, pero finalmente lo liberó. Tan pronto como retiró las manos, Sayed se levantó. Su corazón latía de manera desbocada, como si acabara de atravesar un bosque caótico.
─ Ya es suficiente.
Lessas, con el cabello oscuro cayéndole sobre la frente, lo miró durante unos instantes con el rostro aún encendido, luego asintió. Sayed también se incorporó mientras Lessas se retiraba con respeto. Al ver que Lessas observaba el nuevo rastro marcado en su cuello, Sayed notó que, finalmente, su semblante se relajaba, esbozando una ligera sonrisa de alivio.
─ Mucho mejor.
Al ver que entregar su cuello había mejorado visiblemente el estado de ánimo de Lessas, Sayed pensó que quizás sus dudas anteriores habían sido exageradas. Aun así, algo no le cuadraba, así que cerró los labios, sumido en sus pensamientos. Fue entonces cuando Lessas se adelantó y se retiró primero.
─ Ya que no deseas que nos movamos juntos, me iré yo primero. Termina lo que tienes que hacer y regresa con cuidado.
─ ...Entendido.
Lessas sonrió y se dirigió hacia la puerta. Mientras lo observaba, Sayed notó cómo se comportaba como si lo ocurrido minutos antes no hubiera pasado. Justo cuando estaba por abrir la puerta, Lessas se detuvo y lo miró por encima del hombro. Después de observarlo en silencio por unos segundos, añadió unas palabras cargadas de significado:
─ La purificación es el único medio que puede alcanzar el alma de Titer. No dejes que mi hermano haga que tu alma quede en soledad. Él es capaz de muchas cosas, así que siempre debes estar alerta.
Después de dar una respuesta a la pregunta que Sayed había formulado antes, Lessas cerró la puerta rápidamente, sin darle la oportunidad de detenerlo. Sayed también abrió la puerta, siguiendo la desaparición de Lessas como si hubiera dicho algo que no debía. Estaba decidido a alcanzarlo y preguntarle qué quería decir con eso, pero, de manera extraña, Lessas ya no estaba a la vista. Era imposible que alguien pudiera ocultarse tan rápido justo delante de él, así que Sayed caminó lentamente hacia la ventana, siguiendo el rastro de Lessas.
Al mirar hacia abajo, vio la figura de Lessas alejándose hacia los caballeros. Una vez más, parecía haber usado la ventana como si fuera una puerta, como lo había hecho en ocasiones anteriores. Sayed lo observó, perplejo por cómo alguien que solía seguirlo a todas partes ahora desaparecía en los momentos cruciales.
No parecía que la extraña sensación de incomodidad que había sentido antes fuera solo una ilusión. Estaba claro que Lessas sabía algo. La verdadera duda ahora era si el Lessas de su vida pasada también sabía lo mismo.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Cuando Sayed fue a la residencia de Bredhite para encontrarse con él, el anfitrión ya había salido. El asunto con Lessas había tomado más tiempo de lo esperado, así que Sayed también abandonó la mansión. Justo al salir por la puerta principal, se encontró con Cecilia, que lo estaba esperando.
─ ¡Hermano!
Tan pronto como lo vio, Cecilia bajó del caballo y corrió hacia él. Sayed, que estaba a punto de montar a Luna, se detuvo y abrió los brazos para recibirla. Cecilia, con su cabello plateado ondeando, se lanzó a sus brazos. Mientras la abrazaba, Sayed acarició suavemente su cabello.
─ Cecil.
Al escuchar su nombre, Cecilia lo miró con una expresión llena de culpa. Sus ojos oscuros estaban cargados de inquietud.
─ ¿Estás bien? Escuché que te lastimaste. ¿Recibiste la purificación del príncipe Aster? No sabes lo preocupada que estuve cuando el príncipe Lessas, que ni siquiera tiene poder curativo, te llevó. Quería ir a verte, pero me dijeron que no podía interrumpir mientras recibías la purificación... No he podido dormir esperando.
Sayed recordó cómo Cecilia había mostrado desconfianza hacia Lessas antes de perder el conocimiento. Sabía que su destino les impedía llevarse bien con Lessas, pero la desconfianza hacia Aster había crecido casi hasta volverse certeza después de la noche anterior, por lo que Sayed sintió la necesidad de persuadirla.
─ Pero, Cecil, como pudiste sentir, la purificación del príncipe Lessas es diferente. Tú también estabas allí, ¿verdad?
Cecilia no pudo refutar esas palabras, pero la profunda ira que sentía parecía haber nublado su juicio, lo que la llevó a desviar el tema.
─ Eso no importa. De todos modos, tenemos al príncipe Aster. No entiendo por qué te pones de su lado, hermano. Tú mismo lo dijiste antes. El príncipe Lessas ya no tiene nada que ver con nosotros; es una persona de Sildras.
Tenía razón. Sayed, en el pasado, había decidido odiarlo con una furia mucho mayor que la de su hermana. Sin embargo, mientras las oscuras emociones cegaban su alma, Sayed había pasado por alto muchas verdades.
─ El príncipe Lessas...
Sayed eligió sus palabras con cuidado. Aquel día, a través de Kurto, había descubierto lo que le había sucedido a su madre. Lessas había confesado que le había pedido a Zion que, al menos, les perdonara la vida a él y a su hermana. Las palabras de aquel día, que Sayed había considerado una completa mentira, ahora parecían más reales al observar el comportamiento de Zion, quien realmente creía que él y su padre les habían "salvado" la vida.
─ Fue quien le pidió a Zion que nos dejara en paz. Al principio, también pensé que estaba del lado de Zion, pero la realidad es un poco más compleja. Tú misma lo viste anoche, cuando el duque de Sildras nos salvó.
─ Eso es una tontería.
Cecilia replicó de inmediato.
─ Aunque yo no lo entienda, tú eres un Titer, hermano. La familia real no es tan estúpida como para matar a los Titer del norte. Incluso si alguien hubiera hecho esa petición, no habrían intentado matarnos. Además, no sería posible someter a un Titer tan fuerte como tú.
─ En ese entonces yo era joven, Cecil. Nunca había utilizado mis poderes de forma adecuada, y si el antiguo duque de Sildras o cualquier otro hubiera intervenido, eliminarme no habría sido difícil. Dime, ¿qué fue exactamente lo que te contó Su Alteza el príncipe heredero?
La firmeza en la voz de Sayed hizo que Cecilia vacilara por un momento. Dudando, ella susurró en voz baja:
─ Dijo que el antiguo duque de Sildras había tendido una trampa para quitarle el lugar a nuestra madre. Que todo lo que ella dijo era verdad y que el duque conspiró junto con la reina Leana. Hermano, el príncipe Lessas es el heredero de esa reina. Es el hijo de nuestro enemigo.
Lo que Cecilia pensaba era exactamente lo mismo que Sayed había pensado en su vida pasada. Mientras la escuchaba, Sayed no podía evitar sentir que Aster había reforzado esa idea en su mente una y otra vez, con el único propósito de mantenerlo alejado de Lessas, de modo que jamás pudiera enfrentarlo. Que incluso la idea de verlo le provocara odio.
─ El príncipe Aster se olvidó de un detalle. La reina Leana no estaba de acuerdo con el antiguo duque. Ella creía sinceramente en lo que veía.
Si Aster hubiera revelado toda la verdad, habría mencionado que ni la reina Leana ni otros como ella pudieron ver al Niera, como si hubieran sido manipulados. Sin embargo, según lo que dijo Cecilia, Aster había ocultado información crucial, tal como lo había hecho con él.
─ ¿Cómo lo sabes, hermano?
─ También he encontrado a un testigo que recuerda ese día de manera diferente. Ya hablaremos de ello cuando lo conozcas, pero confía en mí. Cecilia, aunque el príncipe Aster sea nuestro Guía... es peligroso.
Sayed miró fijamente a su hermana. Aunque Cecilia era alguien a quien deseaba proteger por encima de todo, su sangre, su única familia, no estaba completamente seguro de cuánto podía confiar en ella. Había estado lejos de él durante mucho tiempo, y había sido Aster quien la convenció de venir hasta aquí.
─ Cecil, siempre quise protegerte. Ahora entiendo lo que me dijiste antes. Me arrepiento profundamente de haberte dejado de lado mientras estaba cegado por otras cosas. Por eso, quiero que comprendas, como dijiste en ese entonces, que lo más importante es que confiemos y nos apoyemos mutuamente.
Cecilia escuchó en silencio las palabras de Sayed, cerró los labios con firmeza, reflexionó por un momento, y luego asintió.
─ No, yo también estaba equivocada antes. Aunque no te creí en ese entonces, la verdad es que tú también confiabas en las palabras de mamá. Ver cómo luchabas ayer me hizo pensar en muchas cosas. Nunca había tenido tanto miedo. Pero tú has lidiado con ese miedo solo... durante todo este tiempo. Lo que realmente me enfurece es que fui yo quien te dejó enfrentar esa situación en soledad.
Aunque aún parecía incómoda al mencionar a Lessas, Cecilia tragó esas emociones y sostuvo la mirada de Sayed.
─ Escucharé lo que tienes que decir, hermano. Pero necesito que me expliques. ¿Por qué dices que el príncipe Aster es peligroso?
Hasta ahora, Sayed no había estado completamente seguro como para compartir sus sospechas con Cecilia, pero sintió que el momento había llegado.
─ Ayer recibí la purificación del príncipe Lessas. Cuando recibas nuevamente la purificación del príncipe Aster, compáralas. Verás que hay una diferencia. Cecil, creo que la purificación de Su Alteza está llevando a los Titer al descontrol.
Cecilia abrió los ojos de par en par al escuchar sus palabras. Miró a su alrededor con cautela y, inclinándose hacia él, susurró:
─ Hermano, eso es muy peligroso de decir.
─ Recuerda el futuro que viste. Dijiste que mataría a muchos. La única forma en que eso podría suceder es a través de un descontrol. Si recuerdas que siempre he sido guiado por el príncipe heredero, ¿cómo explicas que incluso después de recibir su purificación, podría perder el control?
─ Eso...
Cecilia no pudo encontrar una respuesta inmediata y quedó pensativa. Sayed decidió darle el tiempo que necesitaba para reflexionar.
─ Tú mejor que nadie conoces tus habilidades. Ve al bosque, evalúa la situación y toma una buena decisión. Cecil, el príncipe Lessas no es nuestro enemigo, como tú crees.
Diciendo esto, Sayed montó a su caballo. Cecilia lo observó desde abajo, frunciendo el ceño con intensidad mientras lo miraba detenidamente, y luego, con una expresión preocupada, le dijo.
─ ¿Confías completamente en el príncipe Lessas?
Sayed no pudo responder. Desde que había escuchado las palabras que Lessas le había dicho en secreto, sus dudas solo habían crecido. Aunque tenía una corazonada de que Lessas era clave para resolver todo, también había empezado a notar que Lessas sabía más de lo que él mismo dejaba ver, lo que lo inquietaba profundamente.
Todo lo que Lessas hacía parecía estar motivado por el hecho de que le "gustaba" Sayed. Aunque Sayed seguía creyendo que ese sentimiento era meramente deseo, si lo que Lessas decía era verdad, entonces surgían demasiadas preguntas.
Si el Lessas de su vida pasada lo había amado de la misma manera que en esta, y aun así había intentado no esperarlo, ¿qué sentimientos lo habían llevado a despreciarlo tanto en aquel entonces? Además, si ahora, en este momento, Lessas ya sabía sobre el poder de Aster, sin duda habría estado convencido de que su descontrol fue causado por Aster. Entonces, ¿por qué en aquella ocasión lo mató sin decirle una sola palabra?
Las preguntas eran innumerables. ¿Cómo sabía Lessas estos hechos? ¿Qué secretos ocultaba ahora que había cambiado respecto al invierno pasado, cuando fingía ignorancia? Sin embargo, lo que más perturbaba a Sayed era el hecho de que, aunque Lessas decía haberlo "amado", también lo había despreciado y asesinado en el pasado.
Aunque sabía que era algo que había sucedido en otra vida y que en esta no se había repetido, no podía evitar pensar constantemente en el día en que encontró su fin, cada vez que recordaba a Lessas. Esto era lo que le impedía confiar en los sentimientos de Lessas.
─ No confío en nadie, Cecil. Solo busco la mejor manera de protegerte a ti y a los demás ─ terminó diciendo Sayed, como si intentara convencerse a sí mismo.
Cuando llegaron al bosque, todos los demás ya estaban allí. A pesar de su retraso, ninguno de los caballeros lo miró con extrañeza. De hecho, cuando Sayed apareció, incluso los caballeros de Sildras lo observaron con respeto y le hicieron una reverencia. La actitud de los caballeros de Aster era aún más pronunciada.
─ Ha llegado, Archiduque ─ lo saludaron con cortesía, y Sayed frunció el ceño mientras desmontaba de su caballo. Adena, el comandante de los caballeros, salió personalmente a recibir las riendas de su caballo.
─ Lo estábamos esperando. ¿Se encuentra bien?
─ ...Sí. ¿Dónde está Su Alteza?
Apenas Sayed terminó de preguntar, Aster apareció. Salió de la tienda acompañado de Bredhite y, al ver a Sayed, le sonrió ampliamente.
─ ¿Has llegado, mi estrella? Justo te estaba esperando; tengo algo preparado para ti.
Los ojos de Sayed se encontraron con los de Bredhite, que, a diferencia de Aster, no parecía nada contento. Con una expresión seria, Bredhite miró a Sayed y luego apartó la mirada con un gesto de culpa. Algo estaba mal.
─ Ya que todos están aquí, les diré qué es lo que debemos encontrar en el bosque a partir de ahora ─ dijo Aster, dirigiendo su mirada hacia los caballeros de Sildras. Entre ellos estaba Zion, que se veía notablemente peor que el día anterior, con una expresión pálida mientras sostenía la mirada de Aster. Stella y Nova, normalmente más cercanas a Zion, ahora se mantenían a cierta distancia, con expresiones tensas, esperando las palabras de Aster.
─ El duque Bredhite aquí presente conoce muy bien este bosque. Como todos saben, Niera es un remanente de los demonios que una vez amenazaron a la humanidad en el pasado lejano. Durante cientos de años, los Niera han sido criaturas que los Titer podían manejar fácilmente, pero, como pudieron ver ayer, este Niera era diferente. Era mucho más fuerte y casi puso a todos en peligro, como un sirviente de los demonios.
El miedo se reflejó en los rostros de los caballeros al escuchar a Aster. Muchos de ellos habían sido testigos de algo que parecía imposible de enfrentar con la mera fuerza humana. Mientras Sayed evaluaba la situación, trataba de adivinar cuáles eran las verdaderas intenciones de Aster.
─ Me parece extraño que algo así haya ocurrido precisamente en el sur. Entonces recordé algo muy importante que descubrí recientemente: el asunto del antiguo duque de Sildras.
Al decir esto, Aster miró directamente a Sayed, quien recordó las palabras que le había dicho el día anterior.
{ ─ Desde mañana, te espera algo aún más emocionante. Te regalaré la casa de los enemigos que mataron a tu madre como presente de cortejo, Ed. }
«¿Será posible...?»
─ Descubrí hace apenas unos días que el antiguo duque de Sildras despertó a un demonio que había estado sellado. Esto está relacionado con la tragedia que ocurrió en el antiguo Archiduque Axid hace unos años.
Apenas terminó de hablar, un murmullo recorrió a todos los presentes. Sayed, sin darse cuenta, dirigió su mirada hacia Zion. Zion, con los ojos muy abiertos, miraba a Aster con una mezcla de incredulidad y furia, y después de un momento, gritó con el rostro lleno de ira:
─ ¡Eso es una calumnia!
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Zion estaba tan enfurecido que su voz temblaba ligeramente. Las palabras de Aster, arrastrando al antiguo duque, provocaron un gran desasosiego entre los caballeros de Sildras. Aunque no podían expresar abiertamente su hostilidad debido a que se trataba del príncipe heredero, el enojo se reflejaba claramente en sus ojos.
─ Reconozco que mi liderazgo ayer no fue perfecto, Su Alteza. Sin embargo, solo exigí los derechos que corresponden a la casa Sildras, además de que era la primera vez que dirigía a los Titer. A pesar de que hubo heridos, logramos salir sin bajas. ¿No le parece injusto usar esto como pretexto para insultar a mi familia y a mi padre?
Tessa: ... es... ¿neta?... todo lo hizo mi Sayed!!
Aster respondió con una risa despreocupada, manteniendo una sonrisa inquebrantable mientras replicaba.
─ ¿Acaso crees que soy alguien que no sabe separar los sentimientos personales de los asuntos oficiales, como tú? A diferencia de ti, que no estuviste a la altura ayer, yo soy el príncipe heredero y tengo muy claras mis obligaciones y mi posición. Todo lo que digo es para proteger la seguridad de Solias y su gente. Tu padre, el antiguo duque, codiciaba el poder de la familia Prosius y cometió un grave error.
─ Esas son palabras que se pueden inventar fácilmente. Mi padre jamás habría hecho algo así. ¿Acaso no fue Su Majestad la reina quien presenció todo con sus propios ojos? Me pregunto si te das cuenta de que tus palabras también insultan a la reina.
Zion señaló hábilmente un punto delicado, pero Aster no se inmutó.
─ Ese es un asunto de la familia real y no es algo en lo que un Titer como tú deba entrometerse. Lo que importa aquí es lo que hizo el antiguo duque de Sildras. Despertó a un demonio por ambición personal, y lo que busco encontrar en este bosque es precisamente la prueba de ello.
─ Si es así, entonces Su Alteza deberá mostrar esa prueba primero. ¿Acaso se atreve a difamar a mi padre solo con palabras vacías?
─ Tengo testigos, duque de Sildras. Tanto tu propia casa como tus caballeros conocen bien a uno de ellos: el antiguo capitán de la guardia de la casa Sildras, el caballero Cherthan, y su lugarteniente Naos.
Los caballeros de Sildras, que rodeaban a Zion, comenzaron a murmurar ante esas palabras. Muchos de ellos recordaban bien al antiguo capitán, ya que aquello había sucedido apenas unos años atrás. De entre los caballeros, alguien exclamó.
─ Su Alteza, el capitán Cherthan falleció en aquella ocasión, debido al descontrol del antiguo Archiduque Axid.
─ No, sobrevivió. Fue un error de su señor, el duque Sirkan Sildras, que no se aseguró de eliminar al testigo. Subestimó la voluntad y la resistencia de Cherthan.
Con esas palabras, Aster giró hacia la tienda y llamó al difunto por su nombre.
─ Sir Chertan, ya puedes aparecer.
Los caballeros de Sildras, junto con Zion, dirigieron inmediatamente la vista hacia la tienda. Zion, que había estado sin palabras por un momento, observó la tienda con los ojos bien abiertos. Su rostro, habitualmente lleno de vida, ahora estaba pálido como un cadáver.
Sayed también miró hacia la tienda con una sensación indescriptible. Todo parecía irreal. Incluso cuando Aster mencionó que había encontrado un testigo, Sayed no lo creyó por completo. Pensó que, como en su vida pasada, se trataba de pruebas vacías.
Pero cuando un hombre de mediana edad, lleno de cicatrices, comenzó a salir de la tienda, y vio la incredulidad en los rostros de los caballeros al verlo, la realidad lo golpeó.
«¿Acaso la inocencia de su madre se revelaría tan fácilmente?»
Aquello que en el pasado parecía una verdad inalcanzable, algo que durante años le había parecido imposible de demostrar, ¿realmente podía resolverse tan fácilmente?
El momento que Sayed había soñado durante toda su vida no le resultaba tan placentero como habría imaginado. Había vivido con la única esperanza de llegar a este instante, pero en lugar de satisfacción, solo quedaba una sensación incómoda y extraña.
─¡Comandante...! ¿De verdad está vivo?
Hedja, el actual comandante de la Orden de Caballería de Sildras, fue el primero en reaccionar y corrió hacia él. Siguiendo su ejemplo, el resto de los caballeros se apresuraron hacia Chertan. Sayed también lo recordaba de cuando era pequeño. Recordaba que, en aquella visita a Sildras, su madre le había dicho que el entonces comandante era un hombre honorable y competente, respetado por todos los caballeros.
Muchos de los caballeros parecían recordarlo, y corrieron hacia Chertan, mientras que solo Zion y unos pocos se quedaron atrás, observando. Chertan miró lentamente a los caballeros que se habían acercado antes de hablarles.
─Veo que todos han sobrevivido. Lo que acaba de decir el príncipe heredero es cierto. Aquel día, fui testigo de un inmenso Niera que atacó la plaza a plena luz del día. La anterior Archiduqueza de Axid intentó evacuar a todos mientras luchaba contra la criatura...
La apariencia de Chertan era un desastre, como alguien que había escapado de la muerte. Su voz era débil, como si tuviera que exprimir cada palabra, y uno de sus brazos había sido arrancado. Con una mirada llena de rencor, continuó mientras miraba a Zion.
─Sin embargo, mi señor los abandonó. Permitió que los caballeros a los que había jurado lealtad murieran. El Niera los asesinó uno por uno, como si siguiera las órdenes de mi señor, y luego desapareció sin dejar rastro. Pero eso no fue lo más increíble. Mi señor, después de revisar los cuerpos de los caballeros caídos, se acercó a los que aún respiraban... y les quitó la vida con sus propias manos.
No bien terminó de hablar, un murmullo de horror recorrió el lugar. Los caballeros de Aster miraban a Zion con desprecio, y hasta los caballeros de Sildras parecían confundidos, lanzando miradas furtivas hacia él.
Stella y Nova también dejaron escapar pequeños jadeos de asombro al escuchar la historia de Chertan. Nova, en particular, se tapó la boca mientras miraba a Zion con horror.
─ La anterior Archiduquesa Axid murió bajo falsas acusaciones. Intentó proteger a la reina y a todos nosotros del Nirha, pero al final...
Chertan dijo eso y luego tragó su llanto con pesar. En ese momento, Aster aprovechó la oportunidad para adelantarse.
─Duque de Sildras, ¿ahora ves que el derecho de mando que reclamabas en nombre de tu padre fue obtenido de manera vil y despreciable? Desde el principio, no tenías derecho a disfrutar de ese poder. Ese mando pertenecía a mi familia, Titer, desde el principio. Fue del Archiduque Axid, quien perdió a sus padres bajo falsas acusaciones y cargó con la infamia en soledad.
Apenas Aster terminó de hablar, Chertan se arrodilló en dirección a Sayed.
─¡Mis disculpas, Archiduque! El anterior Archiduque hizo todo lo posible por protegernos, pero los trucos del demonio lo impidieron. Por favor, perdóname por haber tardado tanto en aparecer...!
El clamor lleno de dolor de Chertan hizo que los caballeros de la Orden de Sildras mostraran expresiones sombrías. Aunque era difícil aceptar la verdad que acababan de escuchar, parecía que las acciones de su comandante los estaban afectando profundamente. Siguiendo su ejemplo, Adena, el comandante de la Orden de Caballería de Aster, habló.
─Ahora veo que el demonio del que hablaban era en realidad el anterior duque de Sildras.
Las palabras de Aster agitaban a la multitud con facilidad. Así era el poder del príncipe heredero. En cuestión de segundos, las facciones se dividieron y Zion quedó aislado. La atmósfera rápidamente se volvió hostil, y la tensión lo envolvía. Observando el caos, Sayed sintió de repente una asfixiante opresión en el pecho. Aquella escena no le era desconocida.
Esto ya lo había vivido antes. La forma era distinta, pero la sensación de aislamiento, de ser apartado por los demás, le resultaba demasiado familiar. Y eso era lo que lo incomodaba.
Zion, que había estado inmóvil desde la aparición de Chertan, de repente despertó de su aturdimiento ante las acusaciones dirigidas a él y gritó.
─ ¡Basta! ¡Deténganse ya! ¿Acaso han olvidado que la persona a la que deben servir no es el anterior comandante, sino a mí? No hay pruebas concluyentes en ninguna parte. Nada puede demostrarse solo con palabras vacías.
A medida que Zion se alteraba, su energía empezaba a agitarse de forma inestable. Sus ojos comenzaban a brillar con un resplandor dorado, y el aire a su alrededor se volvía cada vez más pálido. Mientras observaba la escena, Bredhite intervino para detenerlo.
─ Zion, detente.
─ Duque Bredhite, no me diga que cree en esas palabras. Usted estuvo allí, resolviendo ese asunto conmigo. ¿Cómo puede, como amigo cercano de mi padre, quedarse callado ante esta calumnia?
Zion, con desesperación, apelaba a Bredhite, buscando apoyo. La expresión de Bredhite, al observar al joven, mezclaba lástima y culpa. Sayed finalmente comprendió por qué tenía esa expresión. Era porque acababa de conocer la verdad sobre el asunto de su madre.
Bredhite negó lentamente con la cabeza ante las palabras de Zion. Con un rostro sombrío, miró a Zion por un momento antes de dirigir su mirada hacia Sayed. Cuando sus ojos se encontraron, Bredhite pasó la mano bruscamente por su rostro antes de hablar.
─ Yo tampoco quiero creer en esta situación. Sin embargo, mi conciencia... me impide permanecer en silencio. Al escuchar lo que Su Alteza ha revelado, me vino a la mente un recuerdo del pasado, Zion. Tu padre siempre tuvo un gran interés en el bosque y en los demonios. Fue él quien descubrió que los núcleos rojos del bosque eran en realidad fragmentos sellados del poder de un demonio.
─ ¡Eso no puede ser cierto!
Zion gritó mientras avanzaba amenazadoramente hacia Bredhite. Nova lo detuvo antes de que perdiera completamente el control.
─ ¡Detente, Zion! ¿Qué crees que estás haciendo?
Siguiendo el grito inquietante de Nova, un viento se levantó. Las puntas de su cabello trenzado se agitaron con la brisa, y Zion la miró con ojos heridos.
─ Nova, yo... no iba a hacer nada. No me digas que tú también crees en esas palabras, ¿verdad?
Ante la súplica de Zion, Nova, aunque confundida, ya parecía tener dudas y le respondió con una pregunta.
─ Ahora que lo pienso, todo parecía extraño. Tú, y el anterior duque, siempre hablaban mal de la familia del Archiduque Axid, ¿verdad? ¿Acaso todo eso fue intencional?
─ ¡No es cierto! Mi padre nunca haría algo así. Si nadie más me cree, tú y el Duque Bredhite deberían hacerlo. ¿Por qué haría mi padre algo como eso?
Aunque intentaba defender la inocencia de su padre, Zion cada vez perdía más la compostura. Las palabras de Nova, alguien que siempre había estado a su lado desde la infancia, lo golpearon con gran fuerza. Miraba a su alrededor, buscando desesperadamente a alguien que lo apoyara en un lugar donde nadie le escuchaba.
Finalmente, sus ojos se detuvieron en Lessas. Al ver a Lessas paralizado desde que Aster había comenzado a hablar, Zion corrió hacia él, aferrándose con desesperación.
─ Lessas, di algo. ¿Vas a quedarte quieto mientras el príncipe heredero calumnia a tu madre?
Fue entonces cuando Aster, que siempre había señalado el comportamiento de Zion hacia Lessas, intervino.
─ ¿Es que el Duque de Sildras cree que puede tratar de manera tan descuidada a un príncipe frente a los demás? Mi hermano no es alguien a quien puedas dirigirte tan libremente.
A pesar de que Aster no solía ponerse del lado de Lessas, en ese momento lo defendió. Lessas, que hasta entonces había mirado a Zion con una expresión desolada, desvió la mirada y se encontró con los ojos de Sayed. Sayed observaba a Lessas sin saber realmente lo que deseaba.
Dos sentimientos contradictorios coexistían en su interior. Por un lado, quería que Lessas traicionara a Zion por él, tal como siempre le había dicho. Pero, al mismo tiempo, no quería ver a Lessas empujar a Zion al borde del abismo. Algo en eso simplemente no encajaba con Lessas.
Todos, incluidos Sayed, miraban a Lessas. Cecilia lo observaba con los labios apretados, como si esperara su respuesta, y los demás miembros de Titer también aguardaban su palabra.
Finalmente, Lessas habló. Después de exhalar un pequeño suspiro de silencio, levantó lentamente la mano y apartó las manos de Zion que lo sostenían. Zion lo miró parpadeando, incrédulo.
─ No puedo mentir por ti, Zion. La verdad no cambia solo porque no la deseas. Dijiste que se necesitan pruebas, pero recuerda que el asunto del anterior Archiduque se resolvió solo con el testimonio de mi madre y tu padre.
Lessas parecía afligido, pero no detuvo sus palabras.
─ La afirmación de que tu padre despertó al demonio es, sin duda, un testimonio creíble.
La mirada de Lessas se dirigió entonces a Aster. Aunque su rostro parecía inexpresivo, Sayed pudo percibir destellos de desprecio y furia en sus ojos violetas. Esos sentimientos fríos y profundos estaban ocultos bajo su pálida piel, solo perceptibles para Sayed.
Sayed nunca había visto a Lessas mostrar tales emociones hacia Aster. La persona que siempre había sido dulce y cariñosa con él, ahora albergaba un odio profundo que le resultaba desconocido. Sin embargo, para los demás, Lessas parecía tranquilo mientras continuaba observando fríamente a Aster.
─ Pero, hermano, el momento es curioso. Hubo muchos momentos en los últimos años en los que se podría haber probado la culpabilidad del anterior Duque de Sildras. ¿Por qué, entonces, coincide perfectamente con la aparición de una criatura sin precedentes? Es casi como si controlaras toda la situación.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Como la niebla en el pantano, la atmósfera tensa que envolvía a las personas se calmó momentáneamente con las palabras de Lessas. Y eso ayudó a Sayed a ordenar sus confusos pensamientos.
Había un crimen imperdonable cometido por la familia de Sildras, pero el momento en que se abordaba dicho crimen era demasiado oportuno. Sayed sintió que su ya frío corazón se enfriaba aún más mientras organizaba sus ideas.
Aster había dicho que revelaría los pecados de Sildras por el bien de Sayed, pero era evidente que eso era una mentira. Si Aster hubiera deseado verdaderamente la felicidad de Sayed, ya habría probado la inocencia de su madre en su vida anterior.
Esto no era por el bien de Sayed en absoluto. En realidad, enfrentarse a una criatura desconocida como el Niera mientras las familias de Titer se dividían en una guerra interna solo aumentaba el peligro para Sayed. Si Zion no era capaz de utilizar su poder adecuadamente, solo le quedarían más problemas por enfrentar, como ya había ocurrido.
Sayed tomó una decisión: no podía permitir que Aster siguiera manipulando la situación a su antojo. Tenía que actuar antes de que las cosas se pusieran más graves.
─ ¿Así que has llegado a pensar eso, hermano mío?
Aster rió en voz alta mientras caminaba lentamente hacia Lessas, quien se encontraba de pie con la entrada del bosque a sus espaldas. A medida que se acercaba, Aster adoptó una expresión que fingía ser afectuosa.
─ En este mundo, siempre hay un momento adecuado para todo. El hecho de que ahora tengas poder, cuando antes eras inútil, puede ser la sabiduría del sol en tiempos de peligro. El Sir Chertan no podía aparecer antes del invierno pasado. El antiguo duque de Sildras aún vivía en ese entonces.
─ El invierno ya ha pasado hace mucho. Si estabas tan seguro de los crímenes de Sildras, debiste haberlo mencionado en la capital.
─ Eso fue antes de encontrarme con Chertan.
Aster respondió con su habitual despreocupación. Pero Sayed sabía que aquello era una mentira. En lugar de confrontarlo directamente, Sayed miró discretamente hacia Cecilia, esperando que ella notara la habilidad de Aster para mentir.
Y para su alivio, se encontró con la mirada de su hermana. Su expresión no era del todo clara, pero parecía que también había notado algo extraño. Aunque no intercambiaron palabras, Sayed pudo sentir la confusión en el corazón de su hermana.
─ Aun así, hay demasiadas cosas extrañas, hermano. No entiendo por qué Sir Chertan no fue directamente a ver a Su Majestad el Rey. O podría haber ido a hablar con el Archiduque Prosius, que es la persona más involucrada en este asunto.
Después de decir eso, Lessas se dirigió a Chertan directamente.
─ Hable, sir. Sinceramente respeto su coraje y su lucha por la vida, así que no considere esto como una acusación.
Cuando Lessas le preguntó, Chertan miró a Aster buscando su aprobación. Se podía notar lo incómodo que estaba. Mientras Sayed observaba atentamente su rostro, recordó a otro testigo, Jasper.
Jasper, quien había sobrevivido, había sido sometido a un lavado de cerebro. Y si Chertan también había sobrevivido milagrosamente, existía la posibilidad de que él también hubiera sido manipulado mentalmente.
«Pero si ese fuera el caso, algo no tiene sentido. Jasper fue adoctrinado para ver a Prosius como un enemigo, mientras que a Chertan se le permitió revelar la verdad...»
Había una incongruencia en todo aquello. Sirkan Sildras había limpiado meticulosamente la escena del crimen. Incluso los niños pequeños que estaban escondidos habían sido brutalmente asesinados o sometidos a lavado de cerebro, y no tenía sentido que hubiera dejado con vida a un comandante de la orden. Además, Sirkan era un Titer que poseía un poder comparable al de la madre de Sayed. El hecho de que hubiera dejado vivir a Chertan por accidente era demasiado descuidado para alguien que había orquestado todo tan cuidadosamente.
Todo estaba a favor de Aster. Como si él, efectivamente, lo supiera todo desde el principio...
─ ¿Por qué fuiste a ver a mi hermano, Chertan? ¿O acaso fue él quien te encontró?
Cuando Lessas lanzó la pregunta, Chertan estaba a punto de responder, pero Aster lo interrumpió.
─ ¿Cómo podría el caballero ir directamente al castillo, cuando la reina Leana, madre de mi hermano, está allí?
La flecha de Aster apuntaba hábilmente hacia Lessas.
─ No habrás olvidado que Su Majestad la Reina también estuvo presente en ese momento, ¿verdad?
Aster sonrió, sin proporcionar más detalles. Pero el silencio que dejó abierto hizo que la situación se volviera aún más compleja, como si cualquier paso en falso pudiera empujar a alguien al borde del abismo. Sayed decidió que era hora de intervenir y poner fin a ese juego político tan agotador.
─ Príncipe Aster.
Sayed lo llamó imitando una inusual voz amable, sin dirigirse a él como "príncipe heredero", sino usando su nombre. Aster se giró, curioso, y al ver que Sayed lo miraba con una sonrisa, levantó una ceja, intrigado.
Sayed intentó recordar cómo era reír, aunque sabía que se sentiría torpe, ya que no lo había hecho en más de diez años. Intentó rememorar momentos felices: cuando cuidaba de la joven Cecilia sin preocupaciones, cuando recogía manzanas en el palacio de Lessas, cuando regresaba a casa esperando ver a sus padres. Poco a poco, comenzó a esbozar una sonrisa.
─ Agradezco profundamente tu consideración, Alteza. No esperaba algo así. Desde la muerte de mi madre, he sufrido durante mucho tiempo buscando limpiar su nombre, y ahora alivias el tormento de mi alma.
Sayed mantuvo esa sonrisa, como si se tratara de alguien que había logrado lo que más deseaba en la vida. Y para su sorpresa, Aster parpadeó. Parecía que, aunque lo esperaba todo, aquello no era algo que hubiera previsto. Sus largas pestañas doradas temblaron ligeramente. Era casi cómico.
Al mismo tiempo, Sayed vio el rostro pálido y petrificado de Lessas por encima del hombro de Aster. Él tampoco esperaba ver esa expresión en Sayed, y su postura desafiante contra Aster se desmoronó por un breve instante. En un segundo fugaz, Sayed recordó las palabras que Lessas había pronunciado con desesperación tiempo atrás.
{ ─ Si vuelvo a actuar así, ¿podrás sonreírme como acabas de hacerlo? }
¿Qué sentido tenía toda esa desesperación por una simple sonrisa?
Tessa: No... 😭
Sayed ignoró la incomodidad que sentía y amplió su sonrisa. Luego, caminó hacia Aster y tomó su mano. Después de quitarse los guantes, como lo había hecho en el pasado, levantó la mano de Aster y se inclinó. Sus labios quedaron muy cerca de tocar el dorso de su mano.
─ Gracias, Alteza.
El suave susurro hizo cosquillas en el dorso de la mano de Aster, y Sayed notó cómo la mano de Aster temblaba ligeramente. Al levantar la cabeza de nuevo, los ojos azules de Aster brillaban como un lago resplandeciente, llenos de alegría.
─ Mi estrella.
Aster agarró su mano con urgencia. Sayed le entregó su mano sin dudarlo y echó un vistazo lento a su alrededor. Todos estaban desconcertados. Nadie sabía cómo moverse ni cómo reaccionar.
Sayed también había estado en esa posición. Tal vez, si no hubiera vivido su vida anterior, habría sido manipulado por la lengua hábil de Aster y habría olvidado lo que realmente importaba.
─ Tanto como confío en la inocencia de mi madre, los terribles actos cometidos por la familia de Sildras deben ser castigados con certeza. Pero en este momento, la prioridad es la caza en el bosque, ¿no crees? Su Majestad el Rey ha dicho que aprovechará esta oportunidad para consolidar al próximo propietario de la 'Muerte Sagrada', y no será tarde para tratar con Sildras después de eso.
La Muerte Sagrada era un tesoro nacional de Solias que se pasaba al rey, por lo que hablar de convertirse en su portador también implicaba asegurar el puesto de príncipe heredero. Cuando Sayed mencionó el nombre de la espada, Lessas lo miró fijamente. Sus ojos violetas se oscurecieron, haciéndole imposible discernir sus verdaderos pensamientos.
─ Entonces, díganme, ¿qué es lo que debemos encontrar en el bosque?
Aster, siempre perceptivo hasta el punto de resultar irritante, miraba a Sayed, quien hacía todo lo posible para no parecer que estaba interviniendo deliberadamente en la situación. Aunque no era hábil en lidiar con las personas o fingir, Sayed estaba más que acostumbrado a soportar el dolor. Tratar la repulsión como si fuera una simple incomodidad física le permitió sobrellevarlo mejor de lo que había esperado.
Los ojos azules de Aster lo observaban fijamente, como si intentaran atravesar su alma. Sayed podía sentir la energía de Aster fluir a través de la mano que él sostenía, y esa sensación familiar de entumecimiento comenzaba a invadir su interior.
─ Según la valiosa información proporcionada por el duque Bredhite, los núcleos del bosque son entidades que sellan el poder del demonio. Niera vaga por los alrededores para protegerlos. Así que, si el antiguo duque del sur realmente despertó al demonio, es posible que haya signos distintivos en los núcleos del bosque.
Aster, afortunadamente, había seguido el hilo de la conversación. Bredhite, visiblemente incómodo con la situación, se apresuró a responder al príncipe heredero.
─ Gran duque Axid, tú eliminaste un núcleo el invierno pasado, por lo que sabes cómo lucen. Los núcleos tienen la forma de esferas rojas que contienen el alma del demonio. Si el núcleo en el bosque del sur es diferente a los otros, podría ser una prueba de que el demonio fue despertado.
─ Entonces, además del testimonio de Sir Chertan, podremos ver con nuestros propios ojos la evidencia de que la familia de Sildras colaboró con el demonio.
Aster continuó, retomando las palabras de Bredhite. Sayed los escuchaba en silencio, observando cómo intercambiaban palabras, y luego preguntó, mirando a ambos.
─ Dijiste que los núcleos contienen el poder del demonio.
─ Así es ─ respondió Aster sin dudar.
─ Si eliminamos todos los núcleos del bosque, el demonio eventualmente morirá, ¿verdad? Entonces, necesitamos a Zion Sildras hasta ese momento, Alteza. Para redimir a su padre, lo correcto sería que él mismo erradicara los rastros del demonio con sus propias manos.
Dicho esto, Sayed se giró. Zion Sildras, quien claramente no esperaba que fuera Sayed quien mediara en esta situación, tenía una expresión de vergüenza y dolor en su rostro. Cuando sus ojos se encontraron, Zion desvió la mirada rápidamente, en un intento de ignorar la incomodidad que sentía.
Sayed pensó que ese comportamiento era preferible. Era más fácil odiar y despreciar a alguien que actuaba de esa manera.
Apartando su mirada de Zion, Sayed observó a Aster. Aunque sonreía, había una pequeña grieta en su expresión, algo que solo Sayed, tras años de observarlo de cerca, podía notar.
En ese momento, Sayed tuvo la certeza. Aster no deseaba en absoluto matar al demonio.
Aster tenía el poder de empujar a un Titer a la destrucción, y aunque era consciente de ese poder, el hecho de que no lo utilizara ahora, combinado con su actitud, solo podía significar una cosa: Aster estaba vinculado al demonio. Sin duda.
─ Como Titer bajo su mando, debo matar al demonio, Alteza. Eso fortalecerá aún más su posición.
Sayed sonrió de manera deliberadamente aduladora, como si estuviera profundamente conmovido. Su tono incluso podría haber sonado ciego y fervoroso. Los ojos azules de Aster, que lo miraban intensamente, se suavizaron y siguieron el ritmo de Sayed.
─ Si esa es tu voluntad, no será tarde para decidir qué hacer con Sildras después.
Aster, con calma, giró su cuerpo para mirar a Lessas y luego al bosque. Señalando el vasto bosque frente a ellos, dio la orden.
─ Hagan lo que sea necesario y maten a Niera.
Aster, hablando con firmeza, se giró y regresó al campamento con Chertan. Allí, convocó a Bredhite y le dio órdenes específicas, tras lo cual asignó a un grupo de sus caballeros, junto con su comandante Adena, para acompañarlo. Parecía que Aster quería controlar la situación a su manera, pues prohibió a los caballeros de Sildras entrar en el bosque. En su lugar, designó a Adena y Bredhite como sus testigos.
Los preparativos ya estaban listos, por lo que una vez determinado el grupo, solo quedaba adentrarse en el bosque. Bredhite fue el encargado de reunir a los dispersos miembros de Titer, mientras Zion, como un cadáver andante, mantenía la boca cerrada en un profundo silencio. Nova, incómoda, se mantenía cerca de su padre, mientras que Stella se encargaba de llevar a Cecilia con el grupo. Sayed, observando a todos, dirigió su mirada inconscientemente hacia donde había estado Lessas antes de la partida, pero él ya no estaba allí.
Frunciendo el ceño, Sayed sintió una inquietud al notar la desaparición de Lessas. Pronto se dio cuenta de que tampoco estaban a la vista Baine ni Rigda. Era una imagen diferente a la de la vez anterior, cuando ellos habían permanecido observando hasta el último momento antes de que él entrara en el bosque.
«¿Habrán regresado al campamento?»
El comportamiento de Lessas, desapareciendo repetidamente después de haberlo molestado desde la mañana, irritaba a Sayed. Trató de tragar ese descontento y otras emociones incómodas mientras se preparaba para entrar al bosque. A pesar de ser de día, el aire que acariciaba su rostro era inquietantemente frío, como si la noche hubiera llegado de repente.
Tenía un mal presentimiento.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La vida de los Titer comienza y termina en el bosque. Desde el momento de su nacimiento, crecen escuchando que deben vigilar el bosque y pasan su infancia oyendo historias sobre las sombrías criaturas que habitan en él, historias que las personas comunes nunca llegarían a conocer. Aunque hereden títulos y sus hijos se conviertan en la siguiente generación de Titer, siempre cargan con el mismo deber. Este deber los acompaña incluso hasta la muerte.
Sin embargo, a pesar de haber vivido esa vida, nunca habían pensado en el bosque con exactitud. Al observar los brillantes árboles frente a él, junto con la hierba y las flores que crecían debajo, le resultaba difícil creer que ese lugar pacífico y tranquilo pudiera ser una barrera gigantesca que encerraba al reino.
Había escuchado alguna vez una historia. Entre los muchos cuentos y canciones dedicados a los Titer, se decía que el bosque no era solo un lugar aterrador. Se hablaba de él como el manto de la noche que la luna extiende para proteger a los humanos, un lugar que los defendía de los demonios. Como ningún Titer nace sin temor, esa historia era una de las muchas que los padres contaban a sus hijos para que no temieran al bosque. Al final, Sayed había creído que solo eran cuentos inventados.
Pero, ahora que la existencia de los demonios había vuelto a surgir en el mundo real, Sayed decidió dar un nuevo significado a las leyendas que conocía. Si el bosque realmente era un lugar que protegía a los humanos de los demonios, como se decía en aquellas historias... entonces eso concordaba con la explicación de Bredhite de que el demonio no había sido destruido.
«Entonces, ¿es posible matar a un demonio?
Si conceptos como el sol y la luna representan a los dioses...
«¿Por qué no han matado al demonio? ¿No podían hacerlo? ¿O simplemente decidieron no hacerlo? ¿Cuál es la verdadera naturaleza del demonio? Y, ¿cómo está exactamente Aster relacionado con él?»
Mientras Sayed reflexionaba en silencio, los Titer que marchaban delante de él tampoco decían nada. Solo los caballeros de Aster, que lo seguían de cerca, susurraban de vez en cuando, insultando a la familia de Sildras. Los murmullos eran lo suficientemente fuertes como para que los Titer los escucharan claramente, y Sayed notaba cómo Zion apretaba los puños cada vez que escuchaba sus conversaciones, esforzándose por contenerse.
Sin embargo, Sayed no intentó mediar en la incómoda situación. No había sacado a Zion de la caza del conejo porque lo compadeciera o tuviera la intención de perdonarlo. Lo necesitaba por razones más prácticas. De cualquier manera, Sayed estaba acostumbrado a la atmósfera áspera y cruel, por lo que soportar esta situación no le resultaba difícil.
─ Hermano, ¿el bosque siempre es tan silencioso cuando no es invierno?
Cecilia, que había estado nerviosa observando su entorno, se acercó y le preguntó. Después de haber enfrentado a esa monstruosa criatura el día anterior, parecía que temía que algo similar volviera a suceder. Sayed también compartía esa preocupación, pero el bosque había permanecido en calma durante varias horas. Tal vez habían eliminado a suficientes Niera el día anterior, ya que no había señales de su presencia.
─ Así es normalmente.
Al romperse el largo silencio, Nova, que caminaba al frente, echó una rápida mirada hacia atrás. Stella, sintiéndose aliviada por la conversación, intervino con cautela.
─ Aún no entiendo muy bien lo del núcleo del bosque. Si los núcleos son los rastros que sellan al demonio, ¿no se supone que destruirlos liberaría al demonio?
Bredhite también miró en esa dirección. Solo Zion, que caminaba incómodamente en medio del grupo, evitaba dirigir su mirada a ninguna parte en particular. Era extraño ver a alguien tan confiado volverse tan retraído en un solo día.
La caída de una persona siempre es así. Ocurre en un instante. Un Titer que había sido venerado podía caer a un nivel más bajo que el de un demonio más rápido de lo que uno imagina.
─ No conozco el concepto exacto. Pero la fuerza de un Titer está diseñada para enfrentarse al demonio, por lo que solo al destruir un núcleo con el poder de un Titer, los rastros del demonio desaparecen. Lo notarás cuando lo veas por ti misma.
Eso era exactamente lo que Sayed había sentido cuando destruyó un núcleo el invierno pasado. Una sensación de que algo malévolo, que se había agazapado en el interior de la esfera roja, se desvanecía. Instintivamente, supo que algo impuro había desaparecido.
Sayed, tras la conversación, echó un vistazo al frente. Los árboles que rodeaban los núcleos eran mucho más grandes que los demás en los alrededores, por lo que no resultaba difícil localizarlos. El problema, como siempre, eran las numerosas criaturas Niera que los protegían.
Después de caminar un buen trecho, finalmente llegaron a su destino. Sayed no tuvo problemas para identificar un árbol enorme.
─ Entonces, ¿si destruimos el núcleo, el bosque desaparecerá por sí solo?
Nova, quien había estado en silencio desde su conflicto con Zion, hizo la pregunta a Sayed. Era evidente que, aunque intentaba no hablar de ello, la culpa y el remordimiento lo carcomían. Sayed podía percibirlo claramente; la situación con su madre seguía pesándole, aunque no lo mencionara. Reconocía con facilidad esos sentimientos negativos.
─ No. Destruir el núcleo marca los límites, pero el bosque no desaparecerá por sí solo. Las personas deben talarlo manualmente. La madera es un recurso valioso, y la caravana de Saclani la compra para distribuirla por todo el reino.
Sayed no quería que la tensión entre los Titer empeorara, así que decidió ignorar los detalles molestos y respondió con calma. Nova pareció aliviado, contento de haber recibido una respuesta. Sin embargo, Cecilia no parecía compartir el mismo alivio.
─ No es agradable ver cómo todos evitan hablar de lo que realmente importa y aprovechan esta oportunidad para acercarse a ti. Incluso Stella lo hace.
Ante la observación de Cecilia, Nova abrió la boca como si quisiera responder, pero no lo hizo. El aire, ya tenso, se volvió aún más pesado, y Sayed sintió que debía intervenir para calmar a su hermana.
─ Cecil, este no es el momento para eso.
─ Al contrario, si vamos a luchar juntos, es mejor dejar atrás los rencores viejos. Todos los que estamos aquí, incluyéndome, no creímos en tus palabras, hermano. Pero, incluso después de que se revelara que tenías razón, nadie ha pedido disculpas ni reconocido su error o la desconfianza hacia ti. ¿Es tan difícil admitir los errores y disculparse sinceramente?
Cecilia recorrió con la mirada a los caballeros y Titer que los acompañaban, y finalmente dirigió sus palabras hacia Zion, quien caminaba delante de ellos.
─ Todos aquí somos lo suficientemente mayores para saber que no tener la razón no significa que no cometiste un error. No estoy diciendo esto porque quiera que me pidan disculpas. El único que merece una disculpa y consuelo es el Archiduque Axid. Incluso yo, como su hermana, me siento avergonzada cada día por no haber creído en él, y aquí estamos, caminando como si nada hubiera pasado, sin que nadie sea capaz de decir una sola palabra.
En ese momento, Sayed cruzó miradas con Stella. Al ver en su rostro una expresión de vergüenza similar a la que solía mostrar su madre, Sayed sintió que algo profundamente enterrado en su interior comenzaba a moverse. Sin embargo, antes de que ese sentimiento se intensificara, el árbol que estaban buscando apareció ante ellos.
─ Dejemos la conversación para después. Primero debemos examinar el núcleo. Todos, manténganse en alerta y prepárense para un ataque de los Niera. Siempre hay Niera protegiendo los núcleos.
Sayed dio sus órdenes rápidamente. Mientras él mismo revisaba los alrededores buscando señales de Nieraa, notó algo extraño: no había rastro alguno de ellos cerca del árbol.
─ Archiduque, mire, mire el árbol.
La voz sorprendida de Bredhite llamó su atención. Siguiendo el gesto de su mano, Sayed levantó la vista hacia el tronco del árbol, donde una enorme esfera estaba incrustada en el centro. Parecía un huevo envuelto en una capa delgada, cubierto por el tejido del árbol, pero no tenía el característico color rojo que Sayed recordaba.
─ ¡El núcleo... está vacío!
Bredhite exclamó con horror. Tal como él lo describió, la esfera parecía vacía. Su superficie, semitransparente, era de un tono pálido y hueco.
─ No hay Niera protegiendo el área porque no hay nada que proteger. Gran Duque, esto es... esto es una prueba irrefutable. No sé cómo lograron extraer el poder del demonio, pero...
Bredhite cerró los ojos con una expresión de profundo dolor y, con un suspiro pesado, dejó escapar palabras de autoculpa.
─ También es mi culpa. Debí darme cuenta antes de que Sirkan, mi amigo, estaba yendo por el camino equivocado.
─ ¡¿Cómo puede decir eso?!
Zion gritó con una voz desgarradora, rompiendo el silencio. Señaló desesperadamente el núcleo del árbol, buscando de alguna manera justificar lo que veía frente a él.
─ ¿Acaso no podría ser que los núcleos varían de un bosque a otro? ¡El duque no ha visto todos los bosques, verdad! Así como los bosques tienen características distintas, los núcleos también podrían tenerlas. Y, además, ¡mi padre! ¿Qué motivo tendría para hacer algo así?
Zion, con desesperación en el rostro, bajó la mano que señalaba el núcleo y se dirigió rápidamente a su espada. Desenvainando su arma, la apuntó directamente hacia el núcleo.
─ ¿No es cuestión de destruirlo? Si entramos más profundo en el bosque y destruimos todos los núcleos, el demonio desaparecerá y no habrá más problemas.
─ Recapacita, duque de Sildras. No, Zion, por favor, escucha a este viejo que te ha cuidado como un tío durante tanto tiempo. Lo que hizo tu padre fue empujar a sus compañeros a una muerte cruel y poner en riesgo a todo el reino. Con esa actitud, no vas a resolver nada.
La voz de Bredhite, que había comenzado con fuerza, poco a poco se fue apagando, exhausta y triste. Se llevó la mano a la cara con un gesto de frustración, luego giró hacia Sayed, ofreciéndole una disculpa cargada de genuino dolor y arrepentimiento.
─ Lo lamento profundamente, Archiduque. Fui un necio ciego que no pudo ver la verdad. Como dijiste antes, debí confiar en Serena y escuchar sus palabras. Pero tuve miedo... miedo de que un mayor conflicto nos dividiera aún más. Fui un cobarde. Lo siento, sinceramente.
Las lágrimas comenzaron a acumularse en los ojos arrugados de Bredhite. Nova, al ver a su padre en ese estado, quiso decir algo, pero antes de que pudiera abrir la boca, la orden de caballería de Aster interrumpió. Adena, la comandante, caminó lentamente hacia ellos, interviniendo en la conversación.
─ Entonces, ¿el duque Bredhite admite que esto es una prueba concluyente? Parece que el Archiduque también está de acuerdo.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Cuando los caballeros, que habían estado observando en silencio, intervinieron, el rostro de Zion se puso pálido. Con manos temblorosas, reajustó el agarre sobre su espada, mientras Sayed, apartando la mirada del joven asustado y frustrado, escogía cuidadosamente sus palabras. Este era un indicio que no podía ignorarse, pero tampoco podía permitir que entregaran a Sildras tan fácilmente.
Adena, leal a Aster, no le dio tiempo a Sayed para reflexionar. El breve silencio fue suficiente para que considerara que ya tenía la respuesta, por lo que hizo una señal a sus subordinados.
─ Si determinamos que el núcleo no supone un peligro, podemos extraerlo y llevarlo como prueba. Adelante, háganlo.
─ Sí, comandante.
Cuatro caballeros desenvainaron sus espadas y comenzaron a moverse. Sayed, buscando una excusa para detenerlos, de repente sintió un escalofrío en la nuca. La energía familiar de los Niera se acercaba desde lo profundo del bosque, pero era diferente a la del día anterior. Ayer, la carga de los Niera parecía una huida, pero ahora claramente se dirigían hacia los humanos con intenciones hostiles.
Aunque no parecía haber una criatura tan poderosa como la del día anterior, el número de Niera era abrumador. Era como si todas las criaturas del bosque estuvieran saliendo de su escondite.
Los demás Titer también lo notaron, todos fijando su mirada hacia el interior del bosque al mismo tiempo, lo que asustó a algunos de los caballeros que retrocedieron un poco.
─ ¿Qué está pasando?
Zion, tal vez recordando lo ocurrido el día anterior, fue el primero en hablarles a los caballeros más cercanos.
─ Este no es el momento para llevarse el núcleo. ¡Salgan del bosque de inmediato, protejan a los Guías y desplieguen a todos los caballeros para proteger la aldea!
Los caballeros, sin embargo, se rieron con desprecio y no le hicieron caso, prefiriendo seguir las órdenes de Aster en lugar de respetar la autoridad de los Titer. Justo en ese momento, una marea negra se precipitó hacia ellos.
Cientos de Niera, avanzando con la velocidad y la fuerza de una estampida de búfalos, los atacaron de golpe. Su velocidad, su coordinación perfecta, parecía provenir de una orden precisa, y nunca antes se habían movido tan rápido en un ataque.
─ ¡Oh, Padre...!
Los Titer, afortunadamente, reaccionaron instintivamente, pero el problema era la velocidad con la que los Niera se aproximaban. En cuestión de segundos, el grupo se dispersó, sus voces de alarma resonando por todas partes. El verdadero problema no eran los Titer, sino lo que ocurriría si no lograban detener a las criaturas.
─ ¡Hagan lo que sea necesario para que los Niera no salgan del bosque!
Con ese último grito, Sayed fue empujado por la oleada de Nieras que lo rodeaba. Todo a su alrededor se volvió un caos de sombras negras. Los gritos de los caballeros se oían a lo lejos, pero pronto se apagaron, ahogados por el silencio y el miedo que acompañaba a las criaturas. Estaban tan amontonadas que era difícil avanzar para destruir el núcleo de una vez.
Sayed comenzó a cortar a los Niera que lo atacaban sin cesar. Cada vez que lograba abrirse espacio, llamaba a las sombras del suelo para acabar con los que tenía a la vista, pero no había tiempo para descansar; las criaturas seguían viniendo sin tregua. Poco a poco, se dio cuenta de que había sido empujado hacia las profundidades del bosque, lejos de su grupo.
Sabía instintivamente que se encontraba en el centro del bosque del sur.
Esta era la razón por la que los Titer no habían podido conquistar el bosque hasta ahora. Con tan pocos guerreros, enfrentarse repetidamente a hordas de Niera en esas cantidades era imposible. Sin el poder de los Guías, no pasarían mucho tiempo antes de que alcanzaran su límite.
«Demasiados. Son demasiados.»
El color negro parecía interminable, como si estuviera sumergido en la noche más oscura. Sayed, tras balancear su espada una y otra vez, finalmente la bajó un momento, respirando pesadamente. Apenas había logrado crear un pequeño espacio alrededor de él, pero vio cómo los Niera comenzaban a llenarlo rápidamente, como si no le fueran a dar ni un segundo para recuperar el aliento.
Justo en ese momento, Sayed escuchó unas voces familiares cerca de él.
─ ¡Mi señor! ¿Dónde está el Archiduque?
─ ¡Baine, detrás! ¡No, a tu lado! ¡Ten cuidado!
─ Rigda, ¡de nada sirve decir direcciones, nos están rodeando por todos lados!
Al reconocer las voces de quienes no había visto al partir, Sayed frunció el ceño y se puso en alerta. La situación se volvía cada vez más incomprensible, y su expresión se endureció. Siguiendo el sonido con sus ojos que comenzaban a teñirse de rojo por el esfuerzo, los vio: Baine y Rigda estaban cortando a los Niera mientras se dirigían hacia él.
Y justo detrás de ellos, como si fuera una visión irreal, estaba Lessas, vestido de blanco como el brillante resplandor de la luna llena, observándolo fijamente.
«¿Cómo era esto posible si no era una artimaña del demonio?»
Sayed se quedó inmóvil, clavando la mirada en Lessas. Un Guía, sin ser un Titer, había llegado hasta el corazón del bosque solo acompañado por dos caballeros, y lo había hecho sin ningún rasguño. Incluso los Titer tendrían dificultades para soportar esta situación, así que la presencia de Lessas y los caballeros solo tenía sentido si los Niera no intentaban matarlos.
Sayed había creído durante mucho tiempo que Lessas sería la clave para resolverlo todo, pero ahora, frente a esta escena, no podía evitar recordar lo que Cecilia le había dicho: que en su sueño, Lessas era el único que sobrevivía al final. Y sumado a las advertencias crípticas* que le había dado esa misma mañana...
* (Críptico, se refiere a algo que es difícil de entender, enigmático o que tiene un significado oculto).
─ ¡Alteza, ahí está el Archiduque!
─ ¡Archiduque, tenga cuidado!
Una mezcla de traición, sospecha y rabia por lo desconocido comenzó a crecer dentro de Sayed mientras miraba a Lessas. A pesar de haber susurrado que lo amaba, aquí estaba, envuelto en un misterio que Sayed no comprendía, y sin haberle dicho una palabra al respecto. La desconfianza se enraizó en su corazón.
Para ser sincero, Sayed no sabía exactamente por qué estaba tan molesto. Después de todo, nunca había confiado ni dependido de Lessas, así que ¿por qué debería importarle si escondía algo?
─ ¡Ed!
Los Niera se acercaban, pero Sayed, en lugar de reaccionar, se quedó inmóvil, mirando fijamente a Lessas. Entonces, la expresión fría de Lessas cambió de repente a una de terror absoluto. Sayed lo vio correr hacia él, con el miedo vívido en su rostro, y eso lo hizo reaccionar.
Sin siquiera ser consciente de ello, Sayed desató una nueva fuerza. Al igual que el día anterior, cuando había invocado la oscuridad desde dentro de los Niera, el poder surgió de su interior, explotando desde las profundidades de las criaturas que lo rodeaban. Justo cuando pensó en destruir a los Niera, la energía estalló.
Las oscuras masas que intentaban abalanzarse sobre Sayed comenzaron a explotar, una tras otra. Los Niera se desintegraban en polvo en el aire, sus núcleos invisibles destruidos en un instante. Baine y Rigda, que corrían hacia él, se detuvieron de golpe, con los ojos muy abiertos, sin poder creer lo que veían. Solo Lessas no parecía sorprendido por el espectáculo, y continuó corriendo hacia él.
Antes de que Sayed pudiera decir algo, Lessas lo abrazó con fuerza.
─ ¡Ed, por favor, por favor...! No permitas que el peligro te alcance.
Lessas lo abrazaba como si se estuviera aferrando a la vida misma, temblando intensamente mientras lo arrastraba hacia él, como si quisiera ocultarlo en su pecho. Aunque ya estaban lo suficientemente cerca, Lessas seguía apretándolo, tratando de acercarse aún más, como si no pudiera soportar la idea de estar separado de él.
El calor abrasador de Lessas se sintió como una corriente que se desbordaba al entrar en contacto con Sayed. A pesar de la confusión y el torbellino emocional que había experimentado al ver a Lessas, su cuerpo lo recibió como si lo hubiera estado esperando, como si lo hubiera extrañado. Sin pensar demasiado, Sayed correspondió al abrazo, rodeando la espalda de Lessas y estrechándolo con fuerza contra su pecho. Una oleada de alivio lo invadió, como si finalmente pudiera respirar tras todo el día de tensión y agotamiento.
─ Estuviste a punto de lastimarte, Ed...
Lessas susurró con la voz temblorosa mientras hundía su rostro en el cuello de Sayed como un niño asustado. Su voz parecía cargada de lágrimas. Sayed, atrapado en ese momento y envuelto en la calidez del abrazo, recuperó la compostura cuando el susurro de Lessas rozó su piel. Lentamente, soltó los brazos y lo apartó con suavidad. Al sentir la distancia que Sayed imponía, Lessas lo miró con sus ojos violetas, húmedos, llenos de tristeza.
─ ¿Cómo llegaste aquí? No pienses que aceptaré excusas sin sentido. Ningún Guía, ni siquiera con dos caballeros, podría haber entrado tan profundo en el bosque en un momento en que los Niera están desatados.
La voz de Sayed era fría como el hielo, en claro contraste con el caos emocional que sentía por dentro. Lessas parpadeó lentamente, con lágrimas en las pestañas, y miró hacia atrás, donde Baine y Rigda se acercaban rápidamente tras haber estado paralizados por la sorpresa.
─ Es difícil ocultar cualquier cosa al Archiduque. Debería haber evitado una situación como esta... pero fallé. No soy tan bueno en las cosas como tú, no puedo hacerlas tan bien...
Las palabras de Lessas, susurradas como si hablara consigo mismo, confundieron a Sayed, quien frunció el ceño. Lessas continuó, como si intentara cubrirlo todo con una sonrisa fingida, algo que ya le era habitual.
─ Te lo explicaré cuando salgamos del bosque. Baine y Rigda no deben escuchar lo que tengo que decir. Pero ahora lo más importante es detener a los Niera. Será una batalla que durará todo el día, por eso vine antes, para ayudarte.
─ Lo que quiero saber es cómo sabes todo esto, Alteza. No puedo pelear junto a alguien en quien no confío. Solo puedo dar la espalda a quienes son dignos de confianza.
Las palabras de Sayed eran directas y llenas de desconfianza, lo que provocó que los labios de Lessas temblaran levemente. Con una expresión profundamente conflictiva, Lessas levantó la cabeza por un momento, como si mirara el sol en lo alto del cielo, antes de volver a bajar la mirada, encontrándose de nuevo con los ojos de Sayed.
─ Algunos milagros desaparecen en el mismo momento en que se pronuncian en voz alta, Archiduque. No puedo decirte todo. Pero hay algo de lo que estoy seguro: no soy el demonio que te dejará solo y en la oscuridad. Soy simplemente un hombre que te ama con todo mi ser.
Tessa: ... 😭
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed miró fijamente los labios de Lessas, aquellos que siempre pronunciaban palabras hermosas. Reflexionaba sobre el momento presente, en lo profundo del bosque, conversando con él.
«¿Cómo habían llegado hasta aquí?»
Mucho había cambiado desde sus intenciones iniciales. Sayed nunca había planeado permitir que Lessas se acercara tanto a su vida.
Porque, cuanto más importante se volvía Lessas... Más significado empezaba a darle a los conflictos de su vida pasada.
Durante la época en que se veía a sí mismo como alguien despreciable y merecedor de la muerte, todo parecía más sencillo. Pensaba que Lessas simplemente había matado a quien debía ser eliminado, y no sentía ningún resentimiento.
Pero cuanto más susurraba Lessas palabras de amor y cuanto más Sayed sentía la intensidad de esos sentimientos, más comenzaba a preguntarse por qué ahora todo se había vuelto así.
El toque de Lessas era tan desesperado y ardiente que a veces Sayed sentía que le faltaba el aire. Su subconsciente siempre lo buscaba. Sin embargo, cuanto más se acostumbraba a su presencia, más se encontraba Sayed atrapado entre el deseo de abrazarlo y de alejarlo.
En ese momento en particular, esa contradicción era más evidente.
Al ver a Lessas, que sabía cosas que él ni siquiera podía imaginar, Sayed no podía evitar darse cuenta de que el Lessas de su vida anterior no era diferente del actual.
«Si ya sabías que Aster tenía ese poder desde entonces, si sabías que su purificación sería un problema, si sabías que estaba tramando algo...
Incluso si tenías que matarme, no necesitabas llamarme la persona más horrible del mundo.»
Tessa: Mi criatura hermosa... 😭
─ No sé qué tipo de amor es el que mencionas, Alteza.
Por eso, era más fácil pensar que los sentimientos de Lessas eran solo producto de un simple deseo. Cuanto más se convencía Sayed de que eran sinceros, más le parecía que el amor de Lessas cambiaba según la situación, volviéndose algo superficial.
Y Sayed no tenía tiempo para dejarse llevar por emociones tan superficiales. Ya era suficiente con lidiar con las verdades que surgían cada día.
─ ¿De verdad me dirías eso, Alteza, si yo volviera a comportarme como antes, empujándote y actuando como alguien despreciable? Eso ocurrió hace apenas seis meses. Aunque dijeras que te alejabas de mí para no tener expectativas, esa incomodidad que sentías hacia mí nunca desapareció. ¿Es a ese hombre al que dices amar?
Sayed podría haber dejado la conversación ahí, pero no pudo evitar que sus palabras reflejaran las heridas en su corazón.
─ Si todo hubiera seguido igual, me habrías llamado la persona más horrible del mundo.
La dolorosa emoción que subió desde lo más profundo de su ser le desagradaba. Lo habitual en él habría sido tragar esos sentimientos y fingir que no existían, pero el hecho de que fuera Lessas quien le había dicho esas cosas...
«No. Este no es el momento. Ha sido un error dejarme llevar por las emociones.»
El arrepentimiento lo invadió de inmediato, y Sayed apartó la mirada. Aunque hacía solo unos minutos había eliminado a los Niera cercanos, ahora volvía a ver más criaturas llenando los espacios vacíos. Se recordó que no era momento de charlas, y decidió cooperar con Lessas por el momento. No sabía cómo lo había anticipado, pero si era una batalla que duraría todo el día, no había tiempo que perder.
─ No, Archiduque.
En ese momento, Lessas habló en voz baja. Sonaba como alguien gravemente herido, su voz entrecortada por el dolor. Sayed frunció el ceño, preocupado, y lo miró. A pesar del dolor evidente en su voz, no había ninguna herida visible en el impecable uniforme blanco de Lessas.
─ Si llega el día en que te diga esas palabras... eso sería...
Sayed notó cómo la mirada de Lessas se desvió brevemente hacia su pecho antes de apartarse. Luego, Lessas pasó los dedos por sus labios, y Sayed observó las venas azules que sobresalían en el dorso de su mano, igual que aquella vez cuando lo vio con la espada en mano. Al parecer, cada vez que Lessas se veía emocionalmente afectado, sus manos reflejaban su agitación de manera similar.
─ Si algún día te digo esas palabras, será porque existe una razón por la que necesariamente deban ser dichas. Tú eres mi luna. A la luna, que siempre está conmigo, puedo mostrarle mis quejas y frustraciones, pero jamás podría odiarla. Cada momento de mi vida existe solo por ti.
Lessas dijo esto mientras sonreía con los ojos aún húmedos. Aunque intentó levantar los labios en varias ocasiones, su rostro pronto volvió a una expresión tranquila, salvo por las venas prominentes en el dorso de sus manos, que seguían mostrando su agitación interna.
Una sensación extraña invadió a Sayed. Su mente quería resentir a Lessas, pero su corazón susurraba que las palabras de él eran verdaderas. Con la garganta seca, Sayed forzó su mirada a desviarse hacia Baine y Rigda, quienes acababan de llegar. Ignorando a Lessas, Sayed les dio órdenes.
─ A partir de ahora, me ayudarán a detener a los Niera. Son muchos, pero solo enfrentamos Niera de nivel medio, así que deberían ser capaces de cubrirme. No se esfuercen demasiado, solo cuiden de Su Alteza.
─ Entendido, Archiduque.
Luego, sin mirar a Lessas, agregó.
─ Si necesitamos purificación, te avisaré.
Con esas palabras, Sayed se dio la vuelta, aunque sentía la mirada de Lessas en su espalda. Sabía que si se volteaba y veía tristeza en el rostro de Lessas, su corazón se ablandaría, así que, en lugar de ceder, levantó su espada en silencio.
Tal como había predicho Lessas, la batalla fue larga. Los Niera no dejaban de aparecer, y por momentos Sayed tuvo la impresión de que todas las criaturas del bosque del sur estaban emergiendo. Los árboles no ofrecían ninguna pista sobre su ubicación, por lo que guiaron su avance según la posición del sol.
─ ...Tomemos un descanso.
Sayed notó que la respiración de Baine y Rigda, quienes lo seguían, estaba considerablemente más pesada. Era natural; incluso los mejores caballeros se agotarían después de luchar durante medio día sin descanso, y más aún si enfrentaban criaturas como los Niera, que desafiaban no solo su resistencia física, sino también su fortaleza mental.
─ No, aún hay demasiados enemigos. No hay tiempo para descansar. Cuantos más Niera matemos, más gente estará a salvo.
Baine, habitualmente bromista, se había mostrado serio y centrado durante toda la batalla. Al escuchar sus palabras, Sayed reflexionó sobre el estado de los demás Titer, especialmente sobre Cecilia. Aunque eran criaturas de bajo nivel, sabía que ella tenía poca experiencia enfrentando el miedo que provocaban los Niera. Los Titer se habían dispersado para enfrentarlos con más eficacia, pero la distancia entre ellos debía de ser considerable, ya que no podía sentir la presencia de ninguno.
─ Es mejor tomar un descanso y luchar de manera más eficiente después. Debes haberte dado cuenta de que tus ataques se están volviendo menos precisos.
Baine suspiró ante la observación de Sayed y, empapado de sudor, se dejó caer pesadamente al suelo mientras desordenaba su cabello con las manos. A su lado, Rigda clavó su espada en el suelo y se apoyó en ella para descansar un momento.
─ No sé cómo es que ustedes dos no se cansan. Con el Archiduque lo entiendo, pero Su Alteza... usted también es casi un monstruo. Desde que se convirtió en Guía, nunca lo he visto agotado.
Aunque Baine lo dijo con la intención de halagar, la palabra "monstruo" hizo que Sayed mirara brevemente a Lessas. Cuando era niño, Lessas solía ser llamado "el monstruo de cabellos negros" por su madre, la reina Leana. Aunque Sayed había oído que ese tipo de trato disminuyó después de que comenzó a prestarle más atención a Lessas, sabía que la reina veía a su propio hijo como una abominación.
Pensando en eso, era comprensible por qué Lessas no consideraba a la reina como su madre.
Sayed recordó algo que Lessas le había dicho en el pasado. Con el tiempo, había empezado a entender ciertas cosas, y las palabras de Lessas eran una de ellas. Mientras pensaba en esto, sus miradas se cruzaron. Lessas, tal como había mencionado Baine, no mostraba signos de agotamiento. Antes de despertar sus poderes, parecía tener dificultades en el bosque, pero ahora se mantenía firme.
Lessas esbozó una suave sonrisa, una expresión que indicaba que no había guardado ningún resentimiento por la conversación anterior. Sin embargo, esa sonrisa ligera hizo que Sayed sintiera el peso en su pecho y deseara evitar más interacciones. Aunque descansar era imposible, al menos podría aprovechar el momento para reponer agua.
─ Quédense aquí un momento.
─ ¿Qué? Ya hemos descansado lo suficiente. Volvamos a la pelea. No tenemos tiempo que perder. Si los Niera llegan al pueblo, sería un desastre.
Baine estaba siendo excesivamente insistente. Había estado participando activamente en la caza durante todo el tiempo, lo cual era inusual, ya que pocos actuaban así a menos que tuvieran razones personales. Esto despertó la curiosidad de Sayed, quien recordó algo que Baine había mencionado antes de la caza.
─ ¿Dijiste que esta es tu tierra natal?
─ ¿Cómo lo supiste?
─ Lo dijiste en voz alta antes de comenzar.
─ Sí, el sur es mi hogar. Rigda y yo somos ambos de Tarkan, así que no quiero ver que el pueblo esté en peligro.
─ Tarkan está bastante lejos. Aunque los Niera logren salir del bosque, no llegarán tan lejos.
Por lo que Sayed había experimentado, incluso en sus visiones del futuro no realizado, los Niera rara vez se aventuraban a más de medio día de distancia desde el bosque. Eso era algo que había visto solo en sus sueños después de la muerte.
─ No, eso ya ha sucedido antes. Ah, claro, supongo que el Archiduque aún no había nacido en ese entonces.
─ ¿Cuándo fue eso?
─ El año en que nacimos. Hace veintiocho años. Escuché que este año cumples veinticinco, Archiduque...
Al escuchar su edad, Sayed frunció el ceño. A pesar de que mentalmente ya se sentía en la treintena, su cuerpo aún conservaba la juventud. Pensaba que Baine y Rigda serían más jóvenes que él, pero en realidad le llevaban tres años, la misma edad que Aster.
En ese momento, algo significativo cruzó la mente de Sayed. Durante ese tiempo, nunca había sospechado que Aster estuviera relacionado con el demonio, pero ahora, a la luz de todo lo que había descubierto, aquello adquiría un significado importante.
─ En ese entonces, ¿no estaba la antigua reina en Tarkan? La Guardia Real debía estar en su mansión. ¿El pueblo sufrió grandes daños? ¿Y los caballeros?
─ Oh, sí. Yo era solo un bebé, así que no lo recuerdo, pero dicen que los caballeros no tuvieron tiempo de intervenir. Algo terrible ocurrió en la mansión.
─ ¿Qué ocurrió exactamente?
─ No sé, solo escuché que fue algo grave... Rigda, ¿recuerdas algo?
─ No, los adultos siempre lo ocultaban. Nadie se atrevía a hablar sobre la fallecida reina.
La historia de la reina, que había muerto al dar a luz a Aster, era un asunto delicado para el rey y el príncipe heredero, y nadie se atrevía a mencionarla. Al combinar la historia con el desbordamiento de los Niera en esa época y el nacimiento de Aster, las piezas comenzaron a encajar para Sayed. Y quien terminó de confirmarlo fue Lessas.
─ Esa noche, la antigua reina falleció dando a luz a mi hermano. Por eso ocurrió todo. Escuché que la mansión se volvió un caos.
Todos los presentes dirigieron su atención a Lessas. Él aceptó las miradas con calma, levantando la vista hacia la luna, que ahora brillaba en lo alto del cielo. La luz plateada iluminaba su rostro.
─ Fue una tragedia, pero quizás, en su muerte, la reina encontró alivio. Al fin y al cabo, hizo lo que más deseaba: traer al heredero del reino al mundo, aunque tuviera que pedirle un milagro al demonio. Durante años, fue reprendida por Su Majestad por no poder concebir un hijo, así que su pesar debía de ser profundo.
Una expresión amarga se extendió por el rostro de Lessas.
─ El poder del Guía no debería ser un medio para la ambición, sino una promesa de amor entre el sol y la luna. El cambio en la realeza ha sido tan drástico que algunos podrían estar buscando el fin del mundo.
A medida que hablaba, se hizo evidente lo que Lessas estaba insinuando. Aunque no podía decirlo directamente debido a ciertas restricciones, estaba dando a Sayed suficientes pistas para que comprendiera. Como si hubiera estado esperando este momento en que Sayed finalmente entendiera la verdad.
Tessa: ... Sabe cosas...
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Las palabras que Lessas dejó escapar, que a primera vista podrían parecer solo rumores, resonaron de manera diferente para Sayed en ese momento. Al escuchar la inesperada historia de la antigua reina, los recuerdos de cuando Lessas mencionó la purificación en el palacio volvieron a su mente.
{ ─ Si no ha sido bien heredado, ese poder podría, de alguna manera, dañar a los Titer bajo la forma del sol. Pero es solo una suposición. }
Eso había sido apenas unos días atrás. El tiempo coincidía con el momento en que Sayed comenzó a percibir una inquietante familiaridad en las palabras de Lessas, como si él mismo supiera perfectamente lo que estaba insinuando.
─ El heredero que ha tomado la forma del sol y la reina que pidió un deseo al demonio para concebir a su hijo...
Al unir estas dos frases, todo cobraba sentido. La reina dio a luz a un hijo conectado con el poder demoníaco en las tierras de Sildras, y desde entonces, el demonio había comenzado a jugar con el reino. Esto también hacía pensar que lo que le ocurrió a su madre estaba relacionado con el demonio.
Tessa: ... ¿qué?...
Todo encajaba. El antiguo duque de Sildras sabía mucho sobre el demonio, y la reina había dado a luz en sus tierras, lo que sugiere una conexión entre ellos. Si lo que Lessas había dicho era cierto, la reina estaba claramente vinculada con el antiguo duque de Sildras.
Para confirmar estos detalles, Sayed necesitaba hablar con Bredhite. Se dio cuenta de la gran pérdida que significó la desaparición de Bredhite en su vida anterior, especialmente considerando cómo Aster estaba involucrado en los eventos que llevaron a la muerte de Bredhite y a la locura de Vetria.
Ahora, las sospechas eran más claras. Aster, al menos, estaba actuando junto al demonio o quizás incluso era un demonio que había tomado la forma de un Guía. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Sayed mientras el pánico, la sed y la ira amargaban su boca. Aunque quería interrogar a Lessas en ese mismo instante, se contuvo y en su lugar lo observó fijamente, entremezclando desconfianza y preguntas en su mirada. Lessas, al notar esto, sonrió con una ligera incomodidad, arrugando las cejas con expresión apenada.
Sayed, sintiendo que su corazón podría debilitarse al ver esa expresión de vulnerabilidad, endureció su rostro. Baine, tal vez consciente de la tensa atmósfera, intervino con un comentario ligero.
─ ¡Hic! ¿Por qué hablar de cosas tan aterradoras como la destrucción? Mi señor es demasiado joven para decir cosas así.
─ A veces, mi señor parece demasiado maduro para su edad. Cuando nos acogió, aún parecía un joven muchacho.
Rigda añadió cuidadosamente, coincidiendo con Baine. Al verlos preocupados, Sayed se dio cuenta de que Lessas había sabido rodearse de personas de buena disposición. Intentó recordar si estas personas habían estado con Lessas en el pasado, pero en realidad Sayed sabía poco sobre con quién se rodeaba Lessas en ese entonces.
Lo que recordaba de Ankar era el profundo dolor de Lessas cuando lo perdió. Las otras personas que recordaba estaban relacionadas con los intentos de Aster por controlar a Lessas, como Desertus. Habían estado atrapados en una feroz lucha, donde Aster intentaba constantemente aplastar a Lessas. Aunque Aster nunca ordenó a Sayed que lo hiciera, sabía que había enviado numerosos asesinos tras Lessas.
Al recordar el pasado con más claridad, Sayed comenzó a notar detalles que no había percibido seis meses atrás: los continuos intentos de Aster por eliminar a Lessas y evitar que se quedara junto a Sayed.
En su ignorancia pasada, Sayed había pensado que las acciones de Aster se debían a una rivalidad torcida, pero ahora, al profundizar más, entendía que Aster quería eliminar a Lessas porque él tenía alguna debilidad en sus manos.
Mirando a Lessas ahora, esa sospecha solo se hizo más firme.
─ Por supuesto, no sucederá nada malo. Mientras los Titer del norte estén presentes, incluso si el demonio aparece, ellos los protegerán.
Lessas, al escuchar las palabras de Rigda, respondió de manera tranquilizadora, como si quisiera consolarlos. Su voz era calmada pero firme, lo que hizo que Rigda se sintiera más animado y sonriera en respuesta.
─ Así es. He oído que el norte siempre ha contado con Titer tan poderosos que nunca han sido superados por los Niera. De hecho, el Archiduque está demostrando una fuerza que nunca habíamos visto.
─ Ahora que lo mencionas, Gran Duque, parece que se ha vuelto mucho más fuerte que antes. ¿Ha estado entrenando durante el invierno? Nunca había oído hablar de alguien que pudiera matar a los Niera con tanta facilidad. Si usted está aquí, podemos estar seguros de que cualquier cosa que ocurra será resuelta. Qué alivio, en verdad.
Baine lo elogió con entusiasmo, y cuando Rigda asintió a su lado, Sayed sintió una creciente incomodidad, como si estuviera usando una ropa que no le quedaba bien. A pesar de haberse acostumbrado un poco a la actitud efusiva de Quilly en los últimos seis meses, Sayed rara vez había experimentado preocupación genuina, cariño o palabras de afecto de parte de los demás.
Tessa: ESOO! Somos sus fans!!
No estaba acostumbrado a que alguien se preocupara por él, le dijera que era importante o le susurrara que lo amaba. Incluso la sincera disculpa de Bredhite había sido inesperada. Hasta ahora, cada vez que había mostrado su poder, lo que solía recibir era miedo y desprecio.
Fue entonces cuando Lessas, que había estado observando en silencio con una sonrisa, comenzó a susurrar de manera cálida, como si estuviera contando una historia.
─ Los Titer que llevan la sangre del norte son muy especiales. Como la luna que ilumina el oscuro y peligroso cielo nocturno, siempre encuentran un camino, sin importar cuán difícil sea la situación.
La luna.
{ ─ Mi luna. }
Las palabras de Lessas, que antes Sayed había escuchado sin darle mucha importancia, de repente cobraron peso al oírlas en ese contexto. Comenzó a preguntarse si había una razón por la que Lessas siempre lo llamaba "luna" en lugar de "estrella."
Sayed sintió una extraña sensación de dolor en el pecho, y su corazón se agitó. Era como si quisiera escarbar con los dedos en su propia caja torácica para encontrar alivio al malestar que sentía en su interior.
─ Creo que este descanso ha sido suficiente. Sigamos, y busquemos un valle o estanque por el camino.
─ Entendido, Archiduque. ¿Seguimos avanzando hacia el interior del bosque?
─ Sí. No queda mucho.
El plan original era asegurar los límites del bosque para evitar que los Niera escaparan, pero Lessas sugirió que era más importante verificar el origen de los Niera dentro del bosque para poder resolver la situación de una vez por todas. Como había expresado esta opinión frente a Baine y Rigda, Sayed no tuvo más remedio que seguir su sugerencia, aunque no podía ignorar que él solo no podría proteger todos los límites.
Aunque tenía muchas preguntas que quería hacer y dudas que le llenaban la cabeza, lo más urgente era contener a los Niera. Así que Sayed comenzó a caminar nuevamente. El sol comenzaba a ponerse lentamente, y por un breve momento la luna compartió el cielo con el sol, antes de que éste desapareciera, siendo tragado por el bosque.
Cuando finalmente sintió que habían avanzado lo suficiente hacia las profundidades del bosque, había caído la noche. Aunque habían matado a muchos Niera en el camino, no había señales de criaturas de alto nivel. A pesar de haber esperado encontrar Niera más poderosos en el corazón del bosque, no fue así. El bosque del sur no estaba siguiendo los patrones habituales que Sayed había anticipado.
De hecho, en algún punto, los Niera dejaron de aparecer por completo. Rigda, que había traído aceite y tela, encendió antorchas y las compartió con Baine, y ambos observaron el entorno, pero el bosque permanecía inquietantemente tranquilo desde hacía casi una hora.
─ ¿Por qué no están apareciendo los Niera? Hemos llegado muy adentro... ─ murmuró Baine en voz baja, asustado por el silencio. Después de una larga batalla, estaba al límite de sus fuerzas. Rigda no estaba mucho mejor. Ambos seguían caminando, pero era evidente que no podrían continuar mucho más tiempo.
Sayed también comenzaba a sentir que necesitaba purificación. El cansancio había llegado más tarde de lo esperado. Quizás fuera porque Lessas estaba con él, pero, desde que había comenzado a luchar contra los Niera, nunca se había sentido tan bien físicamente como ahora. A pesar de haber encontrado maneras efectivas de derrotar a los Niera, su cuerpo no mostraba los signos de agotamiento que normalmente experimentarían tras una batalla como esta.
Cuando se enfrentó a la interminable horda de Niera, sintió una abrumadora desesperación. Pensó que enfrentaría las consecuencias de su poder antes de poder acabar con todos. Sin embargo, si podía mantener este estado en las batallas futuras, sentía que podría soportar incluso situaciones peores.
─ ¿Qué es lo que quiere?
Sayed observó de reojo a Lessas, quien había permanecido en silencio durante todo el camino, absorto en sus propios pensamientos.
─ Archiduque, debe tener cuidado a partir de ahora. No sabemos qué puede ocurrir.
Conteniendo las preguntas que surgían en su interior, Sayed decidió concentrarse en lo inmediato. A medida que avanzaban, su sangre comenzaba a hervir, y una sensación escalofriante recorría su nuca, como si estuviera ante un peligro inminente, diferente a cuando sentía la presencia de los Niera.
De repente, la oscuridad se apoderó del lugar. Ni la luz de las estrellas ni la de la luna se filtraban a través de esa negrura, lo que hizo que todos se detuvieran en seco. Aunque las antorchas brillaban, no lograban iluminar nada; todo seguía siendo negro como la tinta. Solo Sayed, con su visión mejorada, pudo ver a través de esa oscuridad.
─ Archiduque, usted puede ver en la oscuridad, ¿no? ¿Qué ve?
Lessas susurró. Sayed enfocó su mirada y rasgó la negrura con su vista aguda. Más allá, vio un árbol inmenso, tan grande que podría devorar una mansión entera. En el centro de ese árbol había un enorme agujero, similar al que habían visto esa misma mañana.
Era el núcleo. El núcleo del árbol.
─ Hay un núcleo.
─ ¿Está vacío?
A Sayed le sorprendió que Lessas supiera eso sin haberlo visto, pero decidió no cuestionarlo y respondió de inmediato. El núcleo, que parecía oculto en la oscuridad, brillaba débilmente con un resplandor rojizo.
─ No está completamente vacío.
En cuanto Sayed terminó de hablar, algo surgió de la oscuridad sin previo aviso. Sintió un ataque y, con un rápido movimiento, se echó hacia atrás, dirigiendo su atención hacia la dirección de la agresión.
No era un Niera. Para su sorpresa, era la presencia de un ser humano. Antes de poder averiguar quiénes eran, la violencia y las intenciones asesinas llovieron sobre ellos desde todas las direcciones.
─ ¡Protejan a Su Alteza!
Afortunadamente, nadie en su grupo fue sorprendido. Siguiendo las órdenes de Sayed, Baine y Rigda rodearon a Lessas y adoptaron una postura defensiva, mientras Sayed blandía su espada contra los enemigos invisibles.
Sintió la resistencia de haber cortado algo sólido, y pronto el aire se llenó con el hedor metálico de la sangre, un olor que los Niera no desprendían. Las manos de Sayed temblaron brevemente ante ese aroma. Era el mismo olor que recordaba de los tiempos en que mataba a humanos, un olor que lo llevaba de vuelta a los horrores de aquellos días.
─ ¡Archiduque! ¡Estos parecen ser humanos!
─ ¡Los que están atacando son el príncipe y el Archiduque de Solias! ¡Revelen su identidad!
Con las antorchas en mano, Baine y Rigda no podían pasar a la ofensiva, limitándose a defenderse. El sonido de espadas chocando resonaba en el aire, pero sus oponentes no emitían ningún sonido. A pesar de ser humanos, no dejaban escapar ni un gemido de dolor, solo el ruido de las armas en combate.
Sayed pronto comprendió con certeza que sus oponentes eran personas, no monstruos. A diferencia de los seres sombríos que no sangraban, el peso del combate le revolvía el estómago. Sus manos empezaban a dudar al blandir la espada. Las imágenes de su pasado, cuando mataba sin piedad, inundaban su mente, llevándolo a un estado de confusión.
Había golpeado una zona vital. Alguien debía haber muerto. No sabía quién, pero el caos de la situación le recordaba a las masacres que había perpetrado en el pasado.
─ No quiero... no quiero seguir matando a seres vivos...
El remordimiento y el dolor invadieron a Sayed, y su espada vaciló por un instante. El fuego de la antorcha de Baine parpadeó, iluminando brevemente a un caballero que se lanzaba hacia Sayed con una espada en alto. En un destello, Sayed vislumbró el emblema de la Guardia Real en la armadura del caballero.
No alcanzó a ver el rostro del caballero.
Justo cuando la espada del enemigo estaba a punto de atravesar a Sayed, Lessas se lanzó hacia él, envolviéndolo en un abrazo protector.
Tessa: qué.... QUUEEE!
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El sonido de una respiración entrecortada, que contenía un dolor agudo, alcanzó los oídos de Sayed. A pesar de la oscuridad, los ojos violetas de Lessas brillaban brevemente, torcidos por el dolor. Sin embargo, pronto ocultó su sufrimiento, como si nada hubiera sucedido.
─ ¿Qué… acaba de pasar?
El miedo lo invadió repentinamente, mientras un abismo se abría bajo sus pies. Antes de preguntarse por qué la persona que debía proteger había recibido el ataque en su lugar, Sayed actuó por instinto y tiró de Lessas, intentando ocultarlo detrás de él. Después de todo, proteger era su responsabilidad como Titer.
Pero Lessas no le permitió hacerlo. En lugar de dejarse guiar, empujó a Sayed lejos, creando distancia entre ellos para que la espada que le atravesaba el abdomen no alcanzara también a Sayed. Sayed vio cómo Lessas retrocedía tambaleándose.
─ Lessas.
El nombre salió de sus labios de manera instintiva, extendiendo una mano hacia él. Al escuchar su débil llamada, Lessas levantó el rostro y esbozó una pequeña sonrisa, respirando profundamente. A pesar del dolor evidente en cada uno de sus movimientos, se negó a retirarse. Con la mano izquierda, sujetó firmemente la espada que le atravesaba el abdomen, impidiendo que el arma se deslizara más. La sangre comenzaba a correr visiblemente.
─ ¡Lessas!
Esta vez, Sayed gritó su nombre con fuerza. Sabía que una persona común no podría sobrevivir a una herida en el abdomen. Al presenciar una herida mortal como esa, su mente se quedó en blanco.
─ Estoy bien, Ed. No duele en absoluto.
Aquellas palabras suaves llegaron a Sayed mientras corría hacia él. Lessas, haciendo caso omiso de su herida, continuó actuando. Sujetando la espada que lo atravesaba, evitó que el caballero retrocediera, y al mismo tiempo, apuñaló al siguiente caballero en la garganta con su propia espada.
La sangre salpicó las mejillas pálidas de Lessas. El caballero que había atacado a Sayed soltó su espada y cayó sin hacer un solo ruido. Sin una sola palabra, Lessas retiró la espada de su abdomen, dejando escapar un suspiro sofocado de entre sus labios.
La mente de Sayed tardó en asimilar lo que acababa de suceder. Sabía que en un campo de batalla, actuar así era una insensatez, pero al fin recuperó la compostura. Apretando la empuñadura de su espada, Sayed corrió hacia Lessas y lo agarró.
─ ¿Por qué hiciste esto?
No podía creer que el propio príncipe se hubiera arriesgado de esa manera para protegerlo. Aunque lo reprendía con la voz, Sayed, incapaz de controlar su preocupación, comenzó a rasgar su capa para detener la hemorragia. Al oír su grito, Baine y Rigda se giraron, gritando alarmados.
─ ¡Su Alteza! ¿Está bien?
La luz temblorosa de la antorcha reveló la ropa de Lessas, manchada de rojo. La prístina tela blanca, que antes parecía una luna, estaba ahora arruinada por la sangre que brotaba de su abdomen. Viendo cómo su formación se rompía, Lessas alzó la voz, su tono más frío y autoritario que nunca, como si fuera alguien acostumbrado a cientos de batallas.
─ Un Guía no muere con algo así, no hay necesidad de preocuparse. No se salgan de la formación. Yo me encargaré de aquí.
Solo entonces Sayed recordó que los Guías podían curarse a sí mismos. Tal como había presenciado en la cabaña, Lessas poseía ese poder. Quizás esa era la razón de su temeraria acción, y aunque ahora lo comprendía, su corazón no podía aceptar esa realidad. Sus manos temblaban por una razón completamente diferente ahora.
─ ¿En qué estabas pensando? ¿Qué haría si mueres?
Sayed contuvo las ganas de reprenderlo severamente, consciente de que el ataque no se había detenido. Mientras su mente se agitaba con mil emociones, no tuvo más remedio que levantar su espada y continuar defendiéndose.
─ ¡Pero nuestra misión es proteger a Su Alteza! ─ gritó Baine, mientras desviaba a duras penas otro ataque. A pesar de la tensión, Lessas permanecía imperturbable.
─ No moriré por una herida de esta magnitud. Afortunadamente, puedo sanar mi propio cuerpo, así que preocupen por su seguridad antes que la mía.
No bien terminó de hablar, los ataques en la oscuridad se intensificaron. Las espadas, como si estuvieran desesperadas, arremetían con furia, y Sayed intentó de nuevo situar a Lessas detrás de él.
─ ¡Póngase detrás de mí de inmediato!
Pero Lessas no retrocedió. En lugar de eso, bloqueó los ataques dirigidos a Sayed, golpeando las espadas con precisión, antes de lanzarse a la ofensiva. Mientras mantenía su posición frente a Sayed, dijo sin volverse.
─ Como ya dije, no moriré tan fácilmente. Es mejor que yo luche. No soy menos hábil que usted enfrentando humanos.
─ ¡Es un sinsentido! ¡Ningún miembro de la realeza debe ponerse en peligro por sus subordinados!
─ Si el Archiduque resulta herido, no podré curarlo. Así que déjame ser quien se hiera. Usa mi cuerpo como escudo, Ed.
Con una calma inquietante, Lessas continuaba enfrentándose a los ataques, protegiendo a Sayed sin dudar. Su actitud era casi fría, como si estuviera sugiriendo algo tan normal como ir a dar un paseo.
«¿Cómo puede pedir que lo use como un escudo humano...?»
En ese momento, Sayed recordó la vez que Lessas le había dicho algo similar al rey, ofreciéndose como un escudo de carne. La desesperación y el enojo comenzaron a arder en su interior. No podía permitir que Lessas sufriera más heridas. Necesitaba utilizar su poder para acabar rápidamente con sus atacantes, pues matarlos sería cuestión de un instante si se decidía a usarlo.
Pero maldita sea, cuando estaba a punto de liberar su poder, una ola de repulsión lo invadió. Estos no eran Niera. No eran monstruos insensibles que no sangraban. Eran humanos. Y Sayed jamás había utilizado su poder contra seres humanos, sabiendo bien que su habilidad solo debía ser usada contra los Niera.
«Pero si no los mato, ellos nos matarán. No es momento para mostrar compasión.»
Sayed se convencía a sí mismo de esta verdad ineludible cuando, de repente, la espada de Lessas atravesó el cuello de un caballero. El cuerpo del oponente cayó al suelo sin emitir un solo grito.
─ No necesitas manchar tus manos con sangre. Yo me encargaré de esto. Tus manos deben permanecer limpias.
El susurro de Lessas llegó suavemente al oído de Sayed. Sin darle tiempo para intervenir, Lessas continuó matando, eliminando a los caballeros uno por uno, su ropa volviéndose cada vez más roja con la sangre que derramaba.
Finalmente, la batalla, tan oscura como la misma noche, llegó a su fin. El asalto cesó y todo quedó sumido en un extraño y pesado silencio. No había cuerpos visibles en la penumbra, y solo la luz tenue de las antorchas iluminaba a los exhaustos supervivientes. El aire estaba impregnado con el olor metálico de la sangre, tan denso que costaba respirar.
─ ¿Está bien, Su Alteza? ─ preguntó Baine, corriendo hacia ellos al comprobar que ya no había enemigos. Lessas, erguido como si no hubiera sido herido, respondió con serenidad.
─ Estoy bien. Ya me he curado de la herida anterior.
Luego, Lessas miró a Sayed y le ofreció una sonrisa suave, como para asegurarle que todo estaba bajo control. Aquel gesto, tan cálido y tranquilo, dejó a Sayed sin palabras. Baine y Rigda, que hasta entonces habían mirado a su señor con sospecha, finalmente parecían convencidos de que estaba bien, aunque seguían algo intranquilos.
─ Por mucho que pueda sanar, los Guías son personas valiosas que debemos proteger... Por eso normalmente esperan fuera del bosque con los caballeros. Por favor, Su Alteza... sea más cuidadoso con su vida.
Lessas no dio una respuesta clara. En cambio, extendió la mano hacia Sayed y acarició su mejilla.
─ Tienes una herida en la mejilla. Debió doler. ¿No te has lastimado en algún otro lugar?
Los ojos de Lessas, que lo miraban con preocupación genuina, eran tan cálidos que Sayed sintió que perdería la cordura. Era él quien debería estar diciendo esas palabras, no Lessas.
─ Nunca más se ponga en mi lugar, Su Alteza. Las heridas son algo común para un Titer. Tampoco moriré por una puñalada en el abdomen, así que cuide su cuerpo, que es valioso.
Aunque sabía que Lessas no moriría, el impacto de lo ocurrido seguía recorriendo el cuerpo de Sayed. Sin embargo, Lessas lo escuchó en silencio antes de sacudir la cabeza con suavidad.
─ Nadie debería herirse, Ed. Y menos tú, ya que el dolor no desaparecería hasta que te curen. Yo puedo sanarme rápidamente, así que es lógico que sea yo quien se hiera.
Los dedos de Sayed se enfriaron. No sabía cómo expresar lo que sentía. Ver a Lessas herido lo llenaba de una rabia tan visceral que no podía entender cómo ponerlo en palabras. Solo tenía claro que no quería volver a sentir esa emoción jamás.
Al parecer, Lessas decidió no escuchar más objeciones. Cambió deliberadamente de tema y se dirigió a Baine.
─ Baine, dame la antorcha.
Baine le entregó la antorcha, y Lessas comenzó a examinar los cuerpos en el suelo. Todos vestían la armadura tradicional de los caballeros de la luna azul.
─ ¿Por qué están aquí los caballeros del príncipe heredero? No parecen ser los mismos que acompañaban a la comitiva… ¿Qué está pasando? ─ murmuró Rigda en un tono de desconcierto, aunque era evidente que su voz temblaba ligeramente. Matar a caballeros aliados había sido un golpe duro para ella. La misma confusión se reflejaba tanto en Baine como en Rigda, y Sayed no se sentía muy diferente.
La bilis le subía por la garganta, luchando por contener las náuseas. Con las manos temblando, apretó los puños mientras inspeccionaba los rostros de los cadáveres. Al igual que Rigda, se dio cuenta de que estos caballeros no eran los mismos que habían acompañado la expedición. Sin embargo, sus caras le resultaban familiares de alguna manera, lo que lo llevó a profundizar en sus recuerdos. Y entonces, lo comprendió.
─ Rigda, dame tu antorcha.
Con la antorcha en la mano, Sayed caminó lentamente entre los cuerpos, examinando sus rostros con detenimiento. Cuanto más miraba, más se afianzaba su sospecha.
Eran los caballeros que habían servido a Aster en el pasado, aquellos que habían sido reportados como desaparecidos en misión, pero que en realidad habían muerto. Probablemente, su misión había sido matar a Lessas.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Un escalofrío recorrió la espalda de Sayed mientras una sensación de inquietud lo envolvía.
─ ¿El príncipe heredero está tratando de hacerle daño a Su Alteza? ¿Por qué está aquí la Guardia Real en medio del bosque? O tal vez estamos todos viendo una ilusión. ¿Cómo habrían llegado los caballeros hasta aquí sin un Titer que los guiara?
Baine intentaba negar la situación, como si el enfrentarse a una verdad incomprensible fuera demasiado. Quizás realmente se trataba de una ilusión, un poder demoníaco o algo que estuviera nublando su juicio. Sin embargo, los Titer no son susceptibles a tales manipulaciones. Era una disposición divina, quizás, diseñada para evitar que los Titer se enfrentaran entre ellos, pues poseían el poder de resistir cualquier estímulo externo. Incluso si surgiera un Titer con la capacidad de controlar las mentes, no podría usar su poder contra sus propios compañeros.
Así que, mientras no estuviera en un estado de furia descontrolada, Sayed no podía estar viendo una ilusión. Su madre tampoco había sucumbido a ninguna visión engañosa cuando luchaba sola contra los verdaderos Niera.
─ Mi señor, ¿de verdad hemos matado a los caballeros? ─ preguntó Rigda con una voz cargada de culpa, rompiendo el silencio. Sabía que solo una persona allí tenía las respuestas, y esa persona era Lessas.
Lessas se limpió la sangre de su blanca mejilla con el dorso de la mano, y luego miró en la dirección en la que Sayed había visto antes el árbol. Tras un breve silencio, habló.
─ Así es. Hemos matado a los caballeros de mi hermano. Son almas inocentes y desafortunadas. Quizás no eran completamente puros, pero eran pobres almas que, contra su voluntad, fueron sometidas al control mental para defender este lugar.
Sayed sabía que ya no había vuelta atrás. Ahora que Baine y Rigda habían sido testigos de la situación, al menos una cosa debía quedar clara.
─ ¿Quién los ha sometido al control mental? ─ preguntó, aunque en el fondo ya sospechaba la respuesta.
El control mental era algo que ya había visto en Jasper. La habilidad que había cegado a tantos caballeros estaba claramente vinculada a la misteriosa figura que acompañaba a Sildras. Hasta ahora, Sayed había evitado llegar a conclusiones precipitadas, pero tras presenciar a estos caballeros siendo utilizados como meras piezas de ajedrez, ya no podía ignorar la verdad.
Un ser capaz de controlar a los caballeros de la Guardia Real, alguien relacionado con el demonio, alguien que buscaba activamente dividir a los Titer, alguien que estaba involucrado en los sucesos que rodeaban a su madre y que parecía haber estado presente en ese momento crucial.
Alguien que siempre había intentado dejar a Sayed en la soledad.
Su antiguo maestro.
─ Parece que mi hermano está dispuesto a hacer algo que nunca debería haber hecho ─ confirmó Lessas, dándole a Sayed la respuesta que ya temía. Rigda y Baine guardaron silencio, conscientes de que no podían opinar sobre lo que estaban presenciando.
En medio de aquel oscuro silencio, Sayed poco a poco fue comprendiendo.
Una rabia indescriptible comenzó a arder en su corazón. Un profundo sentimiento de traición lo consumió. Había sido ridículamente engañado, manipulado como un simple peón. El Sayed de su vida pasada había sido increíblemente ingenuo, y la furia lo quemaba por dentro al darse cuenta de su estupidez.
El alma de Sayed se consumía en un oscuro fuego de ira, deseando despedazar al príncipe heredero, desgarrar sus miembros una y otra vez. La furia lo dominaba. Había servido con lealtad a aquel que había estado detrás de todo el sufrimiento de su madre y de él, manteniendo a su enemigo más cerca de lo que jamás habría imaginado.
Si existía un demonio, ese demonio no podía ser otro que Aster.
Había sido el único en quien Sayed creía en un mundo que le había dado la espalda. Todas las palabras y acciones de Aster, que alguna vez parecieron apoyo, ahora se clavaban en su corazón como cuchillas, destrozándolo por dentro.
Una ira indescriptible invadía a Sayed, sus ojos brillaban en un tono carmesí mientras su energía oscilaba, a punto de estallar. Su mente estaba tan agitada que sentía que estaba al borde de romperse. Algunas verdades, tan terribles, solo por ser aceptadas, podían volver loca a una persona, y eso era exactamente lo que sentía en ese instante.
─ Ed.
Justo cuando su alma parecía estar a punto de fundirse con la oscuridad, Lessas lo sostuvo. Su figura, vestida de blanco, con una piel tan clara que parecía brillar en la penumbra, rodeó a Sayed con una calidez reconfortante. Al tocarlo, la energía que fluctuaba dentro de Sayed titubeó, calmándose poco a poco. Su poder, que estaba a punto de desbordarse, se alzaba con fuerza, pero al sentir la presencia de Lessas, inevitablemente se retiraba, cediendo una y otra vez.
─ Encontraremos una manera. Ahora, hagamos lo que podemos hacer. Destruyamos el núcleo que aún tiene poder y volvamos para descansar tu agotado corazón. Verás que, al hacerlo, el amanecer llegará, el sol está esperando por ti.
Sayed quería replicar, gritar que no había tiempo para descansar, que hasta las palabras eran una pérdida de tiempo, pero simplemente no podía. Ver a Lessas, cubierto de sangre, con su ropa empapada en rojo y su rostro herido, le impedía pronunciar palabras hirientes. Al ver las heridas y el rastro escarlata que se extendía desde su abdomen, Sayed no pudo evitar pensar en cuánto debió dolerle.
Le dolía solo imaginarlo.
Una herida así no era algo común, incluso para Sayed, y sabía bien cuán intenso era el dolor. Recordaba el dolor de ser atravesado, cómo los órganos se retorcían y la agonía indescriptible que lo acompañaba. Una herida tan grave habría matado a cualquier persona.
Con el rostro endurecido, Sayed miró a Lessas de arriba abajo. Su bello rostro estaba cubierto de cicatrices que empezaban a formar costras, y sus manos estaban empapadas de sangre. La sangre que había tomado en lugar de la suya cubría su ropa, ya tan roja que apenas se notaban las heridas de espada que llevaba en varias partes de su cuerpo. Había enfrentado a aquellos enemigos, que se lanzaban sin medida como muñecos, y había soportado no solo su parte, sino también la de Baine y Rigda.
A pesar de su estado, Lessas seguía allí, sonriendo, como si todo estuviera bien, y miraba a Sayed.
─ Es mejor que regresemos cuanto antes.
El corazón de Sayed, abrumado por el dolor y el peso de la situación, no le permitía mantenerse sumido en su ira. Ver a Lessas sonreír tontamente le hacía sentir más tristeza que enojo. Lo que mejor le quedaba a Lessas no era esa escena sangrienta y cruel, sino la blancura pura y serena que parecía haber perdido.
No quería que Lessas permaneciera más tiempo en ese bosque, con esas heridas. Decidido, Sayed empezó a caminar. A través de la oscuridad que solo él podía ver, avanzó, empuñando su espada, cargando su energía en la hoja hasta que el acero vibraba bajo su poder. Con un golpe certero, clavó su espada en el enorme núcleo incrustado en el árbol.
¡Crack!
El sonido de la dura cáscara rompiéndose resonó en el aire. Incluso el sonido, como el ambiente, parecía denso y pesado, descendiendo en lugar de expandirse. A medida que Sayed canalizaba más poder en la espada, el tenue brillo rojizo del núcleo luchaba contra él, arremolinándose en su contra, mientras una voz susurraba en su mente.
{ ─ Tú eres mi estrella. }
El aura carmesí trató de resistir, pero no pudo competir con la fuerza de Sayed y se desvaneció. Una risa extraña y perturbadora se oyó a la distancia antes de desaparecer por completo. Sayed sintió que no era el único que había escuchado esa risa, ya que pudo notar cómo Baine y Rigda, visiblemente alterados, inspeccionaban el área.
Cuando finalmente terminó de inyectar su poder, la cáscara del núcleo comenzó a desmoronarse, desmenuzándose en fragmentos. Al mismo tiempo, la oscuridad que los rodeaba empezó a disiparse, y el alcance de las llamas de las antorchas se expandió, revelando las formas que antes habían estado ocultas. El cielo, que antes parecía vacío, volvió a mostrar la luna y las estrellas, que los observaban desde lo alto.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Después de un día entero de combates agotadores, el grupo no tenía la fuerza suficiente para llegar hasta los límites del bosque. Lessas aseguró que ya no había peligro en el bosque del sur, y aunque Sayed seguía desconfiando, finalmente accedió. Rigda y Baine estaban completamente exhaustos, por lo que descansar era la mejor opción.
El bosque, ahora tranquilo, parecía aterradoramente pacífico. El canto de los pájaros, que no se había escuchado en todo el día, resonaba por todas partes, y el cielo estaba adornado con estrellas brillantes. Aunque era de noche, el resplandor de las estrellas y la luna iluminaba suavemente el entorno.
Encontraron un arroyo cercano y decidieron acampar allí. Baine y Rigda, tras reunir ramas y encender una hoguera con las antorchas, insistieron en hacer guardia, pero pronto se quedaron dormidos, cayendo profundamente como si no fueran conscientes de que sus ojos se habían cerrado. Apoyados uno en el otro, dormían profundamente.
─ Deberías descansar, yo vigilaré los alrededores ─, le sugirió Lessas con dulzura a Sayed, que observaba a los otros.
Era una propuesta absurda.
─ Necesito revisar tus heridas ─, replicó Sayed, decidido a impedir que el Guía, quien debería estar bajo su protección, siguiera cuidando a un Titer.
La proximidad del arroyo facilitaba el lavado de las heridas y detener el sangrado, por lo que esa excusa era perfecta.
─ Ya han sanado. No te preocupes por mí ─, respondió Lessas con una sonrisa infantil y brillante, hablando como si todo estuviera bien.
Al ver esa sonrisa despreocupada, Sayed sintió cómo la rabia empezaba a invadirlo. Consciente de que estaba a punto de sobrepasar los límites, decidió tomar medidas drásticas.
─ Con tu permiso.
Se acercó a Lessas y tiró de su ropa. La túnica, que estaba desgarrada por los ataques, se rompió fácilmente sin que Sayed tuviera que usar mucha fuerza. Lessas, con los ojos bien abiertos, lo miró sorprendido, como un ciervo asustado. Estaba tan desconcertado que se quedó paralizado, sin moverse. Al abrir la ropa, Sayed pudo ver las heridas apenas cicatrizando.
Tessa: Yo también Sayed... 🙄😳
─ ¿Me vas a mentir?
Al ver las heridas, su interior se incendió. Las profundas laceraciones en el abdomen estaban apenas sanando, con carne roja que apenas comenzaba a regenerarse. El cuerpo de Lessas, cubierto de costras, evidenciaba que toda su energía curativa se había concentrado en la herida abdominal. Sayed también había pasado por esto antes.
El dolor emocional era insoportable, como si una fuerza invisible le estrujara el pecho. Mordió sus labios para no reprocharle de inmediato, pero sentía como si estuviera atrapado en una angustia que lo sofocaba. El calor en sus ojos se intensificó, y una punzante migraña empezó a apoderarse de él.
─ Lo siento, Ed. ¿Te he hecho enfadar de nuevo? Perdóname. No llores, por favor.
Lessas, visiblemente desconcertado, extendió una mano temblorosa hacia él.
Sayed frunció el ceño ante esas palabras completamente absurdas.
─ ¿Qué debo hacer?
La cálida mano de Lessas rozó suavemente el contorno de sus ojos. Los dedos temblorosos acariciaron con cuidado su rostro, y, para su sorpresa, Sayed notó que esos dedos estaban húmedos. Con una expresión desesperada, como si estuviera al borde del colapso, Lessas le cubrió la mejilla, intentando consolarlo, mientras la tensión entre ambos crecía de forma casi insoportable.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed, que antes miraba desde arriba a aquel pequeño y hermoso niño que solía estar cerca de su cintura, ahora se encontraba desconcertado al ver a un joven que lo observaba desde lo alto. No solo era extraño verlo convertido en un hombre adulto, sino que descubrir las huellas claras de un ser completamente formado le provocaba una sensación de confusión que no sabía cómo manejar. Su rostro ardía, sintiéndose una mezcla de vergüenza y un tacto íntimo que parecía tocar algo profundo dentro de él.
Incapaz de soportar la visión de Lessas, Sayed giró la cabeza ligeramente, haciendo que su mandíbula afilada se marcara. Sin embargo, Lessas se acercó aún más, hasta que el delicado aroma a pino, mezclado con el calor de su cuerpo excitado, envolvió a Sayed.
─ Shhh, tranquilo. Baine está dormido ─ murmuró Lessas, con una voz suave y seductora. Pero para Sayed, el entorno no era lo que le preocupaba; era Lessas. Enfrentarlo directamente le resultaba casi imposible. Solo pensar en mirarlo a los ojos hacía que una sensación de cosquilleo recorriera su cuerpo, erizando su piel y provocando un escalofrío en su nuca.
─ Quiero ver tus ojos, Ed. Mírame, ¿sí? ─ La voz de Lessas era como un susurro íntimo, cargado de seducción. La profunda resonancia de su tono parecía derretir el cerebro de Sayed, quien, de manera involuntaria, levantó la mano, cubriendo parcialmente sus ojos mientras giraba el rostro. Sin embargo, al volver la mirada, se encontró completamente cubierto por la presencia de Lessas.
─ Ed.
Insistió Lessas, y a través de los dedos entreabiertos, sus ojos finalmente se encontraron. Las pupilas de Lessas, cálidas al principio, mostraron una breve sorpresa antes de que una sonrisa traviesa curvara sus labios.
─ ¿Estás avergonzado?
Preguntó tocando el nervio expuesto de Sayed. Este, en un intento por recuperar el control, apartó la mano de su rostro y adoptó una expresión seria.
─ No lo estoy.
─ Entonces, ¿por qué ocultaste tu cara de repente?
─ Sabes que no deberías mirar el cuerpo de un miembro de la realeza de esa manera
─ Pero cuando éramos niños, no tenías problemas en mirar mi cuerpo, ¿verdad?
La insinuación en la voz de Lessas hizo que sonara como si hubiera sucedido con frecuencia, aunque solo ocurrió unas pocas veces, cuando Sayed lo ayudaba a cambiarse después de regresar del bosque. Nunca había visto su cuerpo completo, solo su torso delicado y suave.
─ En aquel entonces no era como… ─ intentó explicarse Sayed, pero las palabras se le quedaron atrapadas en la garganta. Lessas no perdió la oportunidad y lo presionó.
─ ¿No era como ahora?
─ …
Sayed intentó responder, pero su boca no producía sonido alguno. Miró a Lessas con frustración, incapaz de articular lo que sentía, y en ese momento el rostro de Lessas cambió. La sonrisa juguetona desapareció, dando paso a una expresión de deseo intenso.
─ ¿Era porque en aquel entonces no era un hombre que te deseaba tanto como ahora? ─ susurró Lessas, inclinándose lentamente hasta que sus labios rozaron la oreja de Sayed. La suave caricia de su voz resonó en sus oídos, erizando su piel y provocando que Sayed tensara cada músculo de su cuerpo.
─ ¿Ahora me ves como un hombre? ¿Qué significo para el Archiduque, Sayed? ─ La voz de Lessas estaba impregnada de una mezcla de deseo y profunda necesidad. Sayed sentía que su pecho estaba a punto de estallar con cada palabra que le decía. A medida que su cuerpo respondía involuntariamente, Lessas mordió suavemente el lóbulo de su oreja.
Esa sensación era completamente nueva. Nadie lo había tocado de esa manera antes, y el impacto fue tal que su razón se desvaneció por completo. Un torrente de emociones lo arrastró, y Sayed, sin poder resistirse, empezó a moverse. Levantó la cabeza, buscando el cuello de Lessas, mordiéndolo con suavidad mientras sus manos rodeaban su torso. Sus cuerpos se rozaban, intentando fusionarse, enredados en una danza de necesidades desenfrenada.
Los dos hombres, altos y enredados sobre el manto negro que crujía bajo sus movimientos, compartían una intimidad que el suave sonido de los insectos nocturnos ocultaba en el tranquilo bosque. Nadie los observaba, nadie los juzgaba, y en ese espacio donde solo la existencia del otro importaba, ambos compartían su calor corporal en lo más profundo.
Con las piernas largas de ambos entrelazadas, el simple roce les provocaba un mareo abrumador. Aunque esta acción parecía insignificante comparada con lo que Sayed había experimentado en sus encuentros con mujeres, estar conectado con Lessas le resultaba infinitamente más intenso y desquiciante.
Mientras exhalaba entrecortadamente, Sayed lo abrazó con fuerza, dejando una marca de dientes en el cuello suave de Lessas. Al mismo tiempo, ambos alcanzaron el mismo final. Sayed pudo sentir el temblor en los antebrazos de Lessas, quien apoyaba su rostro cerca del suyo, con su hermoso rostro descompuesto por la emoción. Lessas exhaló un aliento cálido a través de sus labios enrojecidos mientras gotas de sudor recorrían su barbilla pálida, cayendo sobre el manto bajo ellos.
Sayed no soltó a Lessas, manteniéndose con su rostro enterrado en su piel, frotándose deliberadamente contra lo que no sabía si eran lágrimas o sudor, tratando de controlar su respiración. El momento era tan bueno que le dolía, tan íntimo que lo embargaba una tristeza dulce. Se sentía feliz solo de poder escuchar los latidos de Lessas.
Por suerte, Lessas tampoco dijo nada. Simplemente correspondió el abrazo, frotando su rostro contra el hombro de Sayed en un gesto idéntico. Juntos, se mantuvieron así, dejando que sus respiraciones, ahora más calmadas, llenaran el silencio compartido.
A medida que pasaba el tiempo y el amanecer comenzaba a vislumbrarse, no podían seguir ignorando lo inevitable. El sonido de Baine y Rigda moviéndose en sus sueños se hacía cada vez más audible, lo que indicaba que pronto despertarían. Sayed sabía que era el momento de comenzar a prepararse. Lentamente soltó el abrazo, pero Lessas, quien parecía renuente a dejarlo ir, lo estrechó con más fuerza por un instante.
─ Tenemos que prepararnos antes de que amanezca ─ dijo Sayed, tratando de recuperar la compostura. Ahora que sus sentidos volvían, la reciente intimidad le parecía embarazosa. Las señales de lo que habían hecho estaban claramente presentes en sus ropas y cuerpos desarreglados, y el deseo de limpiar todo aquello lo invadió. Quería borrar lo sucedido, como si nunca hubiera ocurrido.
Lo que acababa de suceder no era propio de él, pensaba Sayed. Había muchas otras formas de realizar la purificación sin tener que llegar a eso. Pero cuando estaba cerca de Lessas, su corazón se movía a su antojo, descontrolando sus pensamientos.
Sayed se sentía extraño consigo mismo. No era que lo odiara, pero esta sensación de estar fuera de control, de desviarse del camino que siempre había seguido, lo inquietaba profundamente. Sabía que no podía seguir usando la purificación como excusa. Algo había cambiado dentro de él. La forma en que sentía por Lessas ya no era la misma que cuando lo veía como un hermano menor. Ahora, nuevas emociones habían echado raíces, empujándolo hacia impulsos que no entendía.
La confusión lo sofocaba. Quería arrancarse el alma para examinar cada rincón de su ser, ponerle nombre a esos sentimientos. Pero hacerlo significaba enfrentarse a ellos, y no podía permitirse el lujo de dedicar tiempo a sus propios sentimientos.
«... Sí, hay demasiadas cosas que hacer. No es momento de dejarse llevar por impulsos.»
Sayed estaba comenzando a ver la verdad que había estado ignorando. Una vez que salieran del bosque, tendría que centrarse en asuntos importantes: buscar a Zion, encontrar la forma de derrocar a Aster, y hacerle a Lessas las preguntas que tanto necesitaba responder. No tenía tiempo para sumergirse en una reflexión personal. Forzándose a recuperar el control, Sayed intentó reprimir los sentimientos que burbujeaban dentro de él. Pero, como las plantas flotantes que suben a la superficie, su corazón seguía sin calmarse fácilmente. Intentando convencerse a sí mismo, Sayed se apartó suavemente de Lessas.
─ Es increíble cómo algo tan simple como tocarte puede ser tan terriblemente placentero.
Sayed intentó apartarlo, pero Lessas no lo soltó. En su lugar, susurró suavemente, haciendo que Sayed se detuviera.
─ Estar en contacto con alguien a quien amas es más feliz de lo que imaginaba.
Sayed movió los labios, pero ahora le resultaba difícil desestimar los sentimientos de Lessas como mero deseo, sabiendo que había algo más profundo detrás.
─ Alteza… ¿Qué es lo que deseas hacer conmigo? ─ preguntó finalmente, intentando comprender cómo debía reaccionar.
─ Cuando dices cosas como esa, no sé qué hacer. ¿Me estás pidiendo que acepte sus sentimientos? Entiendo que, al menos, que su corazón es sincero hacia mí, pero eso…
Confesar el amor siempre implicaba la esperanza de una respuesta, y las posibilidades eran solo dos: rechazar o aceptar.
─ No obstante, una relación entre un Titer y un Guía es imposible. Ha sido prohibido durante generaciones, y yo debo engendrar un heredero para el norte, por lo que mi cónyuge debe ser una mujer.
Tessa : Ahhh!! Sayed.... no... 😣🔫
La prohibición existía para mantener el equilibrio de poder entre los Guías y los Titer. Se evitaba que los Guías favorecieran injustamente a ciertos Titer durante la purificación, y había muchas otras razones para la norma. Hubo Titer que, incapaces de soportar ver a su ser amado purificando a otros, causaron problemas. Y también, Guías como Lessas, que, por proteger a un Titer, terminaban entrando al bosque de manera imprudente.
Incluso sin esa razón, Sayed solo tenía una opción: rechazarlo. Había intentado evitar esta situación, negando los sentimientos de Lessas desde el principio, pero ahora, la única salida era dejar clara su postura.
Sayed no creía tener derecho a amar a nadie. La sangre de aquellos que había matado mancharía su alma para siempre. Que alguien como él encontrara la felicidad parecía un sinsentido.
Lessas guardó silencio por un momento. Mientras su respiración se calmaba, acarició suavemente la espalda de Sayed antes de bajar los brazos y apartarse. Sentados frente a frente, el silencio se prolongó entre ellos. Una leve brisa revolvió los cabellos claros sobre la frente de Lessas, y sus ojos brillaron bajo la luz.
─ La razón por la que revelé mis sentimientos fue porque sé que no me aceptarás. Así que no te disculpes. No soy tan arrogante como para querer atar a mi lado a alguien tan noble y hermoso como tú.
La suave confesión flotó en el aire.
─ Solo quería hacerle saber al Archiduque que merece ser amado. Que te acostumbres a escuchar palabras bondadosas, a ser tratado con cariño, a ser protegido. No quería que cargaras con todo solo. Quería que supieras que tú nunca…
Lessas sonrió, un gesto brillante y pacífico.
─ Quería decirte que no eres una persona terrible.
A pesar de la seriedad de la situación, sonrió.
─ Incluso si todos te malinterpretan, yo siempre te amaré. Así que nunca estarás solo, Sayed.
En lugar de esperar reciprocidad, Lessas solo sonrió.
─ Pero como eres alguien que todos aman, estoy seguro de que, con el tiempo, te acostumbraras tanto a esto que te resultará normal. Cuando el bosque esté purificado y todos hayan retomado su lugar, tú también serás feliz. Me aseguraré de ello.
Tessa: Sayed... déjese querer 😭
Al escuchar el tono tranquilo de Lessas, Sayed tuvo la sensación de que Lessas ya había imaginado este futuro. Se rió con alegría al pensar en ello y, entonces, se puso de pie, ofreciéndole una mano a Sayed.
─ Para lograrlo, debo permanecer a tu lado durante un tiempo. Por eso tenía que decirte por qué me comporto así. No pretendo causarte dolor o incomodidad con mis sentimientos. Así que no te preocupes por ellos.
La confesión más absurda que había escuchado dejó a Sayed frunciendo el ceño. Sentía un nudo en la garganta y una opresión en el pecho que le hacía enfurecerse. Hasta hacía unos momentos, había intentado convencerse de volver a su camino, pero ahora que Lessas aceptaba su rechazo, Sayed se sintió profundamente molesto.
Al parecer, Lessas interpretó mal su expresión, mostrándose confuso. Ver a Lessas actuar como si no tuviera importancia, como si sus propios sentimientos no importaran, le resultaba dolorosamente familiar. La actitud de Lessas se parecía a la suya propia en el pasado, cuando se borraba a sí mismo por un propósito mayor.
Pero la diferencia era que Lessas no actuaba por sí mismo. No movía un dedo por su propio beneficio. Y ese comportamiento tan ingenuo y ridículo le resultaba imposible de ignorar. Sayed recordó lo mucho que había buscado a ese joven, esa vez en el pasado, todos los días.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ Dijiste que te habías convertido en adulto, pero todavía te comportas como un niño.
Lessas, por más que intentara mostrarse como alguien distinto ante Sayed, siempre revelaba un lado infantil cuando llegaba el momento de conectar sus corazones. Dentro de ese joven, siempre estaba el niño flaco y descuidado que había estado aislado en el palacio del sur, sin que nadie lo buscara.
Ese niño, acostumbrado a no desear nada, anhelaba amor de forma desesperada, pero nunca creía que pudiera tenerlo. Tal como ahora.
─ ¿Qué carencia podría tener alguien como tu Alteza para decir algo así?
Lessas, tanto antes como ahora, siempre había sido una persona hermosa. No solo en apariencia, sino en su mera existencia. No había nada que le faltara.
─ Su alteza es la persona más dedicada que conozco. Cuando tiene que hacer algo, lo enfrenta con valentía, sin dudar. No hay nadie más fuerte que quien puede avanzar sin pisotear a los demás.
Por eso, en el pasado, Sayed pensaba que no encajaba con él en absoluto. Como la oscuridad parece más profunda junto al sol, la naturaleza de Lessas era completamente opuesta a la de Sayed. Había abandonado todo lo demás por venganza, mientras que Lessas, incluso frente a los ataques y críticas que le dirigían, nunca actuaba de la misma manera. En su lugar, intentaba ver la esencia de las cosas.
─ La posición o la apariencia no son lo importante. Lo que importa es el alma de la persona.
Por supuesto, Lessas era alguien cuya apariencia era más hermosa que la de cualquiera en el reino. No tenía defectos, era hábil con la espada, aprendía rápido, y probablemente, si se lo propusiera, no habría nada que no pudiera hacer. Además, estaba destinado a ocupar el trono como príncipe heredero, lo que lo convertía en el más grande del reino.
Por lo tanto, si Lessas lo quisiera, cualquiera lo amaría.
Era una conclusión inevitable. Sin embargo, cuando Sayed imaginó a Lessas junto a otra persona que no fuera él, se dio cuenta de que esa idea no le resultaba agradable. A pesar de que había sido él mismo quien había determinado que no podrían estar juntos como amantes.
─ ¿Lo recuerdas?
Mientras Sayed estaba inmerso en sus pensamientos, levantó la vista. Lessas mostraba una expresión extraña. Sus ojos reflejaban una tristeza como si no supiera cómo contener las emociones que lo desbordaban.
─ ¿Recuerdas lo que dijiste cuando todos despreciaban mi cabello y mis ojos? Yo lo recuerdo bien. Dijiste que eran como el cielo nocturno donde las estrellas se escondían para descansar, un negro profundo. Y que mis ojos eran como flores de hielo que derretían la nieve, de un violeta tierno. Dijiste que, al ser un color único en el mundo, no debía avergonzarme de él.
Sayed recordaba esas palabras. Quizás no con ese tono tan poético, pero era cierto que le había dicho algo así a Lessas cuando lo encontró llorando a escondidas después de un fallido intento de teñir su cabello.
─ Fuiste el único que me aceptó tal como era, cuando todos me odiaban. Dijiste que un día iría a encontrar la luna que me estaba esperando.
Fragmentos de esa conversación oculta en su memoria comenzaron a resurgir en la mente de Sayed. Mientras escuchaba en silencio, de repente se dio cuenta de que las últimas palabras de Lessas, aunque familiares, tenían algo fuera de lugar.
Eran palabras que Sayed había pensado compartir, pero que nunca le había dicho a Lessas. Provenían de un libro que él mismo había escrito, pero que nunca había leído directamente a Lessas. Incluso después de regresar, Sayed había revisado en la biblioteca para asegurarse.
«¿Habría dejado escapar esas palabras antes de escribirlas?»
Aunque no era imposible, Sayed sintió nuevamente esa incomodidad, esa sensación de que algo no encajaba, que a veces percibía de Lessas.
Era como si una verdad estuviera casi al alcance de su mano, pero se desvanecía antes de poder atraparla. En ese momento, supo que había llegado la hora de enfrentar las preguntas que había postergado durante tanto tiempo debido a las tormentosas circunstancias recientes.
Lessas actuaba como si supiera de algo que aún no había ocurrido, cargando en solitario conocimientos que nadie más poseía. Y esta sensación de incomodidad era algo que no había sentido el invierno pasado. Todo parecía extraño, desde cómo un inexperto recién despertado, que ni siquiera sabía cómo manejar su poder, se había vuelto extremadamente fuerte en tan solo medio año.
─ Yo nunca le he hablado a Su Alteza sobre la luna ─ dijo Sayed, señalando tranquilamente las debilidades de Lessas, en lugar de acorralarlo como había hecho el día anterior en el bosque. Lessas, que tenía el semblante de alguien que observa algo lejano con nostalgia, cerró la boca. Su expresión no cambió mucho, pero sus largas pestañas temblaron ligeramente, lo cual era una clara señal de desconcierto.
─ Incluso en la batalla de ayer, Su Alteza había dicho que nos tomaría todo el día. Al observar su comportamiento, Alteza… ─ Sayed, que en realidad no sabía con exactitud qué debía cuestionar a Lessas, tuvo dificultades para formular su pregunta. Tras vacilar, finalmente reunió una pregunta.
─ Actúa como alguien que sabe el futuro. No, más bien, como alguien que conoce más que eso. Como si fuera alguien que ha vivido un tiempo anterior al que estamos ahora.
Era difícil señalar con precisión el comportamiento de Lessas. Comparado con su vida pasada, su forma de actuar era notablemente distinta, tanto que hacía que Sayed lo sintiera como alguien que, como él, había regresado al pasado. Sin embargo, no lo había preguntado, porque cuando recién regresó, Lessas parecía genuinamente ignorar todo.
Si realmente el tiempo hubiera retrocedido y traído a Sayed al pasado, ¿no debería al menos haber una consistencia en el momento en que el tiempo cambió?
Además, lo que definitivamente no quería creer era que aquel que estaba frente a él fuera la misma persona que lo había matado. No lo consideraba el mismo. En su vida pasada, Lessas claramente lo había despreciado y lo había asesinado sin dudar. Era difícil creer que alguien así pudiera murmurar palabras de amor tan intensamente. Si comenzaba a pensar en eso, todo se volvía demasiado complicado.
Si realmente el Lessas que tenía delante había regresado en el tiempo, entonces eso significaba que, a pesar de haberlo amado, también lo había matado, o que nunca lo amó y solo fingía hacerlo. Ante esta escalofriante posibilidad, Sayed sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda. Cualquiera de estas premisas era lo suficientemente devastadora como para sumir su corazón en la oscuridad, y por ello, Sayed se negaba a creer que algo así pudiera ser verdad. Si alguna de esas dos opciones fuera cierta, en realidad sería la prueba de que Lessas no lo amaba. Porque si alguien podía amar lo suficiente como para matar, entonces no era amor, y si fingía amor sin sentirlo, tampoco lo sería.
Invadido por una oleada de rechazo, Sayed cerró la boca. Incluso él mismo no entendía del todo el origen de su aversión.
«¿Por qué me preocupa esto, si ni siquiera voy a convertirme en su amante? ¿Qué importa si él no me ama? Solo necesitamos mantener esta relación superficial y alcanzar nuestros objetivos»
Sin embargo, su mente y su corazón no estaban alineados. Aunque su mente fría intentaba controlar la situación, su corazón, que esperaba una respuesta, se volvía cada vez más ansioso. Lessas permanecía impasible, su rostro blanco no mostraba ninguna emoción, hasta que levantó la mano y se pasó los dedos por el cabello. En ese momento, los ojos de Sayed se posaron en las venas azuladas que resaltaban en el dorso pálido de su mano. Era un color notablemente pálido.
─ Sí, es cierto. A mi lado siempre está el sol ─ dijo Lessas, después de una larga reflexión. Era una descripción tan poética que no fue fácil de entender de inmediato.
─ ¿El sol? ¿Te refieres a un dios?
─ No puedo explicarle nada más allá de lo que Su Alteza haya descubierto por sí mismo. Lo que sé lo aprendí a través de cosas que aún no han ocurrido, y hablar de eso está prohibido. Las palabras tienen poder y crean causas y efectos. Una sola palabra mía puede cambiar muchas cosas, así que lo único que puedo decir ahora es...
Sayed se quedó sin palabras por un momento. No era que las palabras de Lessas fueran absurdas, sino que le resultaba desconcertante que hubiera estado ocultando algo así. Siempre había sospechado que sabía más de lo que decía, pero enterarse de que algo parecido a un dios estaba a su lado era algo inesperado.
─ ¿Qué sucede si rompes el tabú? ¿Está relacionado con la seguridad de Su Alteza?
Si esa fuera la razón, al menos podría forzarse a aceptar la situación. Pero incluso eso, Lessas no se lo reveló.
─ Tampoco puedo decir eso.
─ Entonces, ¿qué es lo que puedes decirme? ¿Cómo puedo confiar en Su Alteza si todo lo que me dice es tan vago? No intente salir del paso con palabras bonitas, como lo ha hecho antes. Lo único que quiero ahora es al menos un hecho concreto.
Sayed sentía cómo la frustración se acumulaba dentro de él. Era una sensación que se asemejaba a una extraña decepción. Pero esta vez era diferente de cuando, en el pasado, simplemente se dio cuenta de que no conocía todos los aspectos de Lessas. En aquella ocasión, solo fue una sensación de incomodidad ante lo desconocido. Ahora, lo que lo enfurecía era que, a pesar de que Lessas afirmaba amarlo, seguía ocultándole tantas cosas.
«¿Cómo se supone que puedo confiar en alguien que esconde tanto?»
─ ¿Desde cuándo tienes ese tipo de poder? ¿Me has estado engañando desde el momento en que nos conocimos? Si sabías tantas cosas, ¿por qué no me advertiste sobre lo que el príncipe heredero estaba haciendo conmigo?
─ ¡No, Ed!
Finalmente, el resentimiento que solo había estado en los pensamientos de Sayed comenzó a salir a la luz. Sentía como si las almas que antes parecían conectarse infinitamente se estuvieran distanciando, y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Fue entonces cuando Lessas lo tomó desesperadamente. Los ojos violeta, llenos de miedo, hicieron que el corazón enojado de Sayed se detuviera por un momento.
─ Precisamente por esto intenté ocultarlo hasta que pudiera contarte la verdad completa. Pero no es lo que piensas, Ed. No lo sabía y lo ignoré. Mi poder siempre llega a mí demasiado tarde... ¡demasiado tarde!
La voz de Lessas, que parecía a punto de desbordarse, se contuvo con gran esfuerzo. Con los dientes apretados, cerró los ojos con angustia.
─ Así como el demonio de la leyenda fundacional está cerca de nosotros, el sol y la luna también lo están. El demonio busca corromper a la noble luna y encerrarla en una noche eterna. Para lograrlo, debía matar al sol y dejar sola a la luna. Esto es lo único que puedo decirte. Ya he dicho demasiado.
Lessas habló con una firmeza que Sayed nunca antes había visto en él. Era difícil de creer que se tratara de la misma persona que siempre le había mostrado tanta ternura.
─ Hablas como si te fuera a costar la vida decir algo más ─ replicó Sayed, al borde de la exasperación. La frialdad en la actitud de Lessas le recordó al Lessas del pasado, lo que hizo que la calma de Sayed se desvaneciera. Con palabras afiladas como cuchillas, se enfrentó a él.
─ No, perderé algo aún más valioso.
─ Ya que lo dices, no te preguntaré más.
¿Qué podría ser más valioso que la vida? Para la mayoría de las personas, la vida es lo más preciado. Si la prohibición que pesaba sobre Lessas afectaba su vida, Sayed lo habría comprendido más fácilmente. Pero decir que había algo más valioso... era una excusa que no tenía sentido.
Sayed, con un toque de sarcasmo, se permitió comportarse brevemente como su antiguo yo. Lessas, con expresión preocupada, se acercó y tomó su mano. Siempre había sido cálida, pero ahora se sentía fría, como la de un cadáver.
─ Te lo diré antes de que llegue el invierno. Así que, por favor, Ed, no te enojes más. No me abandones. Al menos no hasta que estés a salvo...
Sayed, a punto de apartar la mano, no pudo hacerlo. En el fondo, reconocía que Lessas tenía razón en algo: conocer verdades insoportables provoca rupturas. Tal como sucedió cuando supo la verdad sobre su madre y quiso alejar a Lessas.
El instinto de Sayed le decía que no debía caer nuevamente en las fisuras del pasado. Decidió contener todos esos sentimientos negativos, al menos por el momento. Desde el principio, no debió haber permitido que sus emociones se involucraran. Sabía que no había nada más tonto que actuar de manera impulsiva, y sin embargo, momentos antes, una extraña sensación de decepción lo había invadido. Sayed se dio cuenta de que estaba dejando que sus emociones hacia Lessas lo controlaran demasiado.
«¿Qué es lo que realmente quiero de él? »
Después de tomarse un momento para calmarse, Sayed recuperó la claridad mental. Su objetivo siempre había sido vengar la muerte de sus padres y evitar que cometiera un pecado. Incluso si Lessas estaba ocultando algo, mientras eso no interfiriera con su meta, no había necesidad de presionarlo.
Además, Lessas había dejado claro que no deseaba ser su amante, y Sayed tampoco tenía esa intención. Debían enfocarse en su objetivo común, como siempre lo habían hecho.
─ De acuerdo ─ respondió finalmente Sayed, con una calma que contrastaba con el reciente malestar. Al verlo así, Lessas mostró una expresión que podría haber sido tanto de alivio como de tristeza, antes de continuar hablando.
─ No tenemos mucho tiempo. Mi hermano siempre observa la situación y encuentra las debilidades de las personas. Sabe que estoy aquí, y muchos morirán por eso.
Con esas palabras, Lessas prácticamente admitía que Aster era el demonio. Al escucharlo, una sensación de tensión recorrió a Sayed.
─ Entonces, dime qué debemos hacer.
─ Debemos purificar los tres bosques que quedan y encontrar algo en el proceso. Al final, el Archiduque ya sabía cuál era el camino correcto, por eso me dijo que debía convertirme en el príncipe heredero.
─ … ¿De qué estás hablando?
─ Debemos encontrar esa espada ─ susurró Lessas en voz baja ─, Debemos recuperar la "Muerte Sagrada" de mi hermano.
Mientras escuchaba a Lessas, Sayed recordó la espada que había sostenido con sus manos pálidas. Aunque lo que siempre había visto en su mente era a Aster empuñando la espada antes de realizar un ritual, de alguna manera, al pensar en ella, el rostro de Lessas antes de ejecutarlo se le vino a la memoria.
A pesar de los largos años que habían pasado, la espada seguía brillando, como si estuviera hecha de los huesos de la luna, afilada y resplandeciente.
Con esa misma espada, Lessas había matado a Sayed.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed nunca había considerado algo como esto antes. Lo último que pudo percibir antes de morir fue la sensación del filo cortando su carne y huesos, atravesando su corazón. El rostro pálido y sin expresión de Lessas, así como su mano pálida con venas marcadas, mientras lo miraba desde arriba, quedaron profundamente grabados en su retina, tanto que nunca pensó que la espada que lo mató pudiera ser un tesoro del reino.
Sin embargo, ahora, tras un tiempo, la hoja de la espada, que emitía una luz blanca tan intensa como para helar los huesos, claramente correspondía a la 'Sagrada Muerte'. Lo sabía con certeza, ya que la había visto innumerables veces al lado de Aster.
La repentina realización le provocó un escalofrío por la nuca. Desde su regreso, cada vez que había estado consciente, había visto a Aster empuñando esa espada. El hecho de no haber notado antes que el arma que lo había matado estaba tan cerca resultaba simplemente extraño. Sayed no pudo continuar hablando debido a la inexplicable sensación de incomodidad que le invadió. Su mente se llenó de confusión.
«¿Por qué tenía Lessas esa espada? Aster nunca se separaba de ella.»
Aunque el príncipe heredero había dejado a Lessas a cargo del destino de Sayed, no era necesario entregarle la espada también. La 'Sagrada Muerte' era un tesoro ceremonial, no un arma usada para ejecuciones.
Durante el frenesí, Sayed no era consciente de lo que sucedía, por lo que sabía muy poco sobre lo ocurrido. Sin embargo, basándose en el carácter de Aster tal como lo conocía ahora, Sayed tenía la corazonada de que Aster no habría dejado su destino en manos de Lessas tan fácilmente. No podía entender lo que había ocurrido en ese lapso de tiempo.
Lessas, en silencio, esperaba a Sayed. Con los labios apenas moviéndose, extendió lentamente la mano, acariciando la punta de los dedos de Sayed, que estaban apoyados en el suelo. El gesto parecía buscar tranquilizarlo. Pero antes de que la suave sensación llegara a extenderse sobre sus uñas, Sayed retiró su mano de manera inconsciente, sintiendo un escalofrío que lo recorrió.
─ Si deseas obtener la espada, puedo traerla de su morada.
Era algo extraño. Nunca antes había sentido rechazo al estar en contacto con Lessas. Incluso en los momentos en que su mera presencia le resultaba incómoda, el simple hecho de tocarlo siempre había sido una experiencia embriagadora. Ahora, esa sensación era similar. Sin embargo, esta vez, el toque no había sido un acto de purificación. Después de haberse enredado tanto, hasta el punto de marearse, Sayed finalmente podía distinguirlo. Lessas simplemente había querido tocarlo tal cual, sin más.
Entonces, una sensación extraña comenzó a agitarse en su pecho. Aunque sus sentimientos hacia Lessas se habían apaciguado en comparación con el pasado, no entendía por qué ahora sentía algo tan repentino.
─ La espada no está con mi hermano en este momento. Ahora está oculta en lo profundo de los tres bosques, en algún lugar lejano ─ dijo Lessas mientras miraba el lugar vacío donde antes estuvo la mano de Sayed. Sus ojos, caídos en una tristeza pasajera, permanecieron un momento allí antes de regresar a Sayed.
─ A partir de ahora, presionaré a mi hermano para que devuelva la espada. Al mismo tiempo, debo averiguar su paradero. Si el Archiduque me ayuda, será más fácil.
─ Es lo justo, ya que fue bajo mis condiciones que accedí a ayudarte.
En este punto, Sayed quería terminar la conversación. Para alguien que había vivido sin sentir más que ira, enfrentar emociones difíciles de definir con claridad le resultaba agotador. Le hubiera sido más fácil luchar hasta la muerte. Al hacerlo, no habría más en qué pensar. Para él, rondar cerca de la muerte, borrarse a sí mismo, era una perspectiva que aceptaba con gusto.
Reflexionando sobre ello, Sayed se dio cuenta de que nunca había otorgado un gran significado a la muerte. Al mirar atrás, nunca había sentido temor a morir.
La muerte es un apego. Solo aquellos que tienen algo de lo que no quieren desprenderse encuentran la fuerza para luchar ferozmente contra ella, ya sea su propia vida, su gloria o una persona querida.
Después de que su familia lo dejó, Sayed no tenía nada que perder. Solo le quedaba la obligación de probarse a sí mismo. Aunque esa responsabilidad le había dado fuerzas para seguir viviendo, ahora se daba cuenta de que siempre había sido una carga que podía haber dejado atrás sin problema.
Por lo tanto, no había necesidad de que Sayed pensara tan profundamente sobre el hecho de que Lessas lo había matado. Necesitaba someterse a purificaciones constantes, y en este estado, su eficiencia disminuiría.
«…Solo un poco más de tiempo y lo olvidaré, muy pronto.»
─ Parece que no hay más tiempo que perder. Será mejor que te prepares para partir.
Una vez fijado el objetivo, era momento de actuar. Sentía la urgencia crecer, como si hubiera desperdiciado tiempo. Al darse cuenta de esto, Lessas se levantó primero. Con la espalda contra el cielo que empezaba a clarear, extendió su mano hacia Sayed.
─ Mientras el gran duque se lava, yo montaré guardia.
─ ¿Acaso pretendes que haga algo tan indecoroso? Estoy bien.
La mano blanca que Lessas había extendido se veía pálida. Sayed respiró profundamente y, aunque por un momento dudó en alzar su propia mano, finalmente negó lentamente con la cabeza y se levantó sin aceptar la ayuda de Lessas. El vínculo que habían compartido momentos antes, cuando sus cuerpos estaban entrelazados como uno solo, ahora parecía completamente roto.
─ No necesito una purificación por el momento, estoy bien ─ añadió Sayed, rechazando su oferta sin mirar directamente a Lessas. Sabía muy bien cuánto sufrimiento y alegría podía provocar en el delicado corazón del hermoso príncipe con sus acciones.
Precisamente por conocer esto tan bien, Sayed no podía comprender el Lessas de su vida pasada.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Baine y Rigda habían caído en un sueño profundo, pero al amanecer lograron despertarse. Ambos estaban avergonzados por haberse dormido mientras debían cuidar a su señor. Al darse cuenta de su error, afirmaron que serían castigados cuando regresaran. Sayed, sin embargo, les propuso una solución diferente. Como castigo por haberse quedado dormido primero, Baine ofreció su camisa a Lessas, ya que la rasgada prenda que llevaba había sido rasgada por él mismo Sayed, y no podía volver con ella en ese estado.
No era un cuerpo cualquiera, sino el de un miembro de la realeza. No se podía permitir que su piel blanca, con tonos rosados que se percibían por todo su cuerpo, fuera vista por otros. Para Aster, esa simple apariencia sería motivo de crítica, por lo que Sayed deseaba evitar que en el futuro surgiera una oportunidad para que Lessas fuera acusado.
Baine ofreció su ropa de inmediato, y, sintiéndose muy orgulloso, incluso lo presumió ante Rigda. Rigda, que lo observaba, se burló de él y le dio un golpe en la espalda, diciendo que, aun así, sus hombros seguían siendo más estrechos que los de Su Alteza. Baine, avergonzado, se sonrojó ante el comentario. Sayed, que presenciaba esa escena tan familiar, en lugar de reprenderlos, les dio algunas advertencias antes de salir del bosque.
─ No deben mencionar a nadie lo que vieron ayer. A partir de ahora, no se separen de Su Alteza y mantengan la vigilancia del entorno.
─ Sí, entendido ─ respondió Baine diligentemente, mientras Rigda preguntaba.
─ ¿Entonces también debemos mantener en secreto que estuvimos en el bosque?
─ No. El príncipe heredero seguramente ya se habrá dado cuenta de que nos ausentamos, así que es mejor aprovechar esta oportunidad.
Sayed miró a Lessas en busca de su aprobación. Aunque las habilidades de Lessas siempre habían generado dudas en Sayed, si se revelaban al público, su posición se fortalecería considerablemente. Aún no podía prever cómo reaccionaría Aster, pero...
─ Haz lo que desees, Archiduque ─ dijo Lessas, como siempre, siguiendo la voluntad de Sayed. Esa actitud de Lessas, que parecía no tener opinión propia en los asuntos que les concernían, de repente resultó algo frustrante para Sayed, pero no podía reprochárselo. Esa disposición nunca había obstaculizado el trabajo de Sayed.
La conversación terminó ahí, y el grupo comenzó a salir del bosque rápidamente. Los cuatro, dotados de gran resistencia, avanzaron sin detenerse entre los árboles. El bosque era tan vasto que les tomó toda la mitad del día para atravesarlo por completo. Habían salido al amanecer y llegaron al borde del bosque justo cuando el sol comenzaba a ponerse. Durante todo el trayecto, observaron los rastros de intensos combates, pero no encontraron el cadáver de Titer.
Al acercarse al límite del bosque, Sayed percibió la presencia de muchas personas. A lo lejos, vio las antorchas titilando, y entre las cientos de figuras de los caballeros, también sintió la energía de los Titer. No pasó mucho tiempo antes de que Sayed viera a Cecilia liderando a la gente.
Sintió una oleada de alivio. Aunque ella había adquirido sus poderes recientemente, Cecilia era una Titer, y la confianza en que no caería ante los Nirah inferiores no había sido en vano. A pesar de su aspecto cansado y su atuendo algo desaliñado, no parecía estar herida.
─ ¡Hermano!
Cecilia lo divisó rápidamente. Montada en su caballo Luna, cabalgó a toda velocidad hacia él, seguida por Nova, Stella y un grupo de caballeros que los acompañaban.
─ ¡Ahí está Su Alteza! ¡Su Alteza!
Los caballeros llevaban el emblema de Lessas o el distintivo de Sildras. No había rastro de los caballeros de la guardia personal de Aster, ni tampoco de Zion.
Aunque Sayed sentía alegría al reencontrarse con su hermana, no pudo evitar una sensación incómoda que lo hizo sobresaltarse brevemente. Cecilia bajó rápidamente de Luna y corrió hacia él, abrazándolo y enterrando su rostro en su pecho.
─ Sabía que no morirías, porque eres mi hermano.
Nova y Stella, que habían seguido a Cecilia de cerca, también desmontaron con calma. Al verlos, sus rostros mostraban un alivio evidente, y luego una especie de asombro se apoderó de ellos.
─ Sayed, ¿de verdad purificaste el bosque junto a Su Alteza? ─ preguntó Stella, incrédula.
Antes de que Sayed pudiera responder, Baine intervino, alzando la voz con orgullo.
─ ¡Sí! Su Alteza y el Gran Duque eliminaron el núcleo al final del bosque.
─ ¡Así que esa es la razón por la que los Nieras han desaparecido…!
Nova exclamó incrédulo, y en cuanto los caballeros escucharon su conversación, empezaron a gritar de júbilo. Los vítores y murmullos se extendieron rápidamente como fuego.
─ ¡El Gran Duque Axid ha purificado el bosque del sur!
Los gritos que Sayed había escuchado a lo largo de su vida siempre habían estado llenos de odio hacia él, nunca de este tipo de acogida. Primero sintió una profunda confusión. Mientras reprimía la sensación de querer escapar de esa extraña situación, decidió centrarse en lo que había sucedido recientemente. Lo primero que necesitaba saber era si había habido bajas entre las personas.
─ Cecil, dime qué ha pasado. ¿Estaban todos dispersos?
─ No, solo tú y el duque de Sildras estaban separados. Yo me quedé con los Titer, impidiendo que los Niera salieran del bosque. Justo cuando la lucha parecía interminable, los Niera de repente desaparecieron, como si se hubieran desvanecido. Salimos del bosque para verificar si todo estaba seguro. Incluso enviamos caballeros para confirmarlo nuevamente ─ explicó Cecilia, con una serenidad muy distinta a la del miedo que la había invadido tres días antes.
Mientras escuchaba las explicaciones claras de Cecilia, una pregunta empezó a surgir en la mente de Sayed.
─ Entonces, ¿dónde está el duque de Sildras?
El duque del sur, que poseía una fuerza similar a la de Sayed, no podría haber muerto en una situación como esta, tal vez estaría agotado, pero no muerto. Con tantos caballeros presentes, era extraño que no estuviera ahí. Ante la pregunta de Sayed, Nova y Stella, que hasta ese momento habían estado radiantes, cambiaron su expresión a una más sombría. Incluso Cecilia frunció el ceño con incomodidad antes de susurrar con cautela:
─ El duque... En cuanto regresó, fue a la Casa Ducal junto a Su Alteza Aster. Está bajo arresto, acusado de matar a los caballeros de Su Alteza en el bosque por intentar borrar las pruebas.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Los eventos de los últimos dos días parecían haber alterado de muchas maneras la mente de Cecilia, y ya no mostraba la misma alegría ciega ante la desgracia de Zion como lo había hecho unos días antes. Sayed notó la expresión de emociones conflictivas en el rostro de su hermana y sintió un alivio interno. Como el tiempo que había pasado con Aster no había sido largo, Cecilia aún parecía capaz de ver lo esencial.
─ El duque de Bredhite está presente para testificar, y justo íbamos a dividirnos en grupos para buscarte a ti y a Su Alteza. Todo el mundo estaba en caos cuando nos enteramos de la desaparición de Su Alteza... Entonces, ¿fuiste tú quien encontró a Su Alteza? ─ preguntó Cecilia después de dar su informe inicial, con una expresión de desconcierto.
Stella y Nova, quienes se habían acercado a su lado, también parecían necesitar una explicación. Sayed echó un vistazo a su alrededor; los caballeros que se habían reunido no les quitaban la vista de encima. Cuantos más testigos hubiera y más rápido se difundieran los rumores, mayor sería la influencia de Lessas, así que era importante compartir algo sobre él en ese momento.
Sin embargo, no estaba seguro de cómo abordar el tema. Sayed no estaba acostumbrado a defenderse a sí mismo ni a manipular a los demás. Además, el hecho de que ni él mismo pudiera explicar claramente las habilidades de Lessas hacía que le resultara difícil hablar de ellas.
En ese momento, mientras Sayed cavilaba, Lessas se acercó y, mirando a Cecilia, comenzó a hablar. Aunque se dirigía a los Titer, todos los presentes lo observaban.
─ Entré al bosque porque el Sol me habló y me ordenó que protegiera al Archiduque.
La atención de la gente se centró de inmediato en Lessas, atraídos por su tono sereno pero firme. Llevaba en su rostro la suave sonrisa que siempre mostraba al hablar en público, y el brillo dorado del crepúsculo iluminaba su pálido rostro, dándole un aire solemne. Incluso Cecilia, olvidando por un momento sus reservas, lo contempló.
─ Como todos saben, aunque mi poder llegó tarde, he sido bendecido por nuestro ancestro, el fundador Rhaman I. Desde mi despertar, he escuchado con frecuencia sus revelaciones. El Sol dijo que el gran duque del norte debe estar a nuestro lado para preservar la paz de Solias.
Sayed miró a Lessas con sorpresa. Las palabras de Lessas coincidían con lo que él mismo había escuchado, pero nunca había imaginado que Lessas usaría esa frase para consolidar su posición frente a otros. Observó su perfil, que reflejaba una firmeza sin una pizca de duda.
─ He visto cómo el Archiduque, sin preocuparse jamás por su propia seguridad, protegía el bosque. A diferencia de los rumores que circulan, el Archiduque siempre nos ha cuidado de los demonios, y como alguien que lleva la sangre de Solias, no podía dejarlo solo. El Guía es aquel que protege el alma de los Titer, así que era mi deber luchar a su lado. Esa es la razón por la que entré en el bosque.
La forma en que Lessas, sin malicia, lo elogiaba en público le resultaba tan extraña a Sayed que cerró los labios, sin saber cómo responder. Sentía un leve temblor en las manos. Aunque por un instante quiso refutar las palabras de Lessas, algo en su pecho le hizo guardar silencio.
«No soy… no soy una buena persona. No soy alguien digno de escuchar esas palabras.»
Aunque en los ojos de Lessas, Sayed pudiera parecer alguien diferente, en su vida anterior había dejado morir a muchos y había sido responsable de sus muertes. Todo lo que hacía ahora era en un intento de redimirse. Aun cuando las injusticias de Aster hubieran influido en su camino, había sido él quien decidió seguirlo. No quería culpar a un demonio por todas sus acciones.
Se sentía como una mentira. Esa alabanza, ese recubrimiento de sus defectos le resultaba tan falso que sus manos se enfriaron. Había comenzado todo para vengarse y evitar perder el control, pero nunca había imaginado recibir ese tipo de reconocimiento.
─ Ed, está bien.
Fue Lessas quien lo calmó en ese momento, apartando el frío que lo invadía con el suave susurro que solo él podía escuchar, mientras seguía mirando al frente.
─ Para recuperar el honor de la familia Prosius, debes ser querido por todos. Este es el amor que el Archiduque siempre debió recibir.
Los brazos rozaron levemente antes de separarse, y al sentir el pequeño calor de ese contacto, el ánimo de Sayed se calmó momentáneamente. Sus manos estuvieron tan cerca que casi se frotaron el dorso una contra la otra, y la mano de Lessas, que parecía titubear con ganas de tomar la de Sayed, finalmente volvió a su lugar con lentitud. Luego, él volvió su atención a los Titer y continuó hablando.
─ No puedo estar seguro solo. No quiero quedarme simplemente fuera del bosque mientras los caballeros y los Titer arriesgan sus vidas luchando. Así que, en adelante, también entraré en el bosque, y estaré ahí hasta que todas las huellas de los demonios hayan desaparecido.
Al escuchar al hombre de sangre más noble del reino decir que pelearía directamente junto a los caballeros, muchos de ellos lo miraron con expresiones de emoción y respeto. Sayed sintió cómo las palabras de Lessas elevaban el ánimo de los caballeros, quienes ahora giraban sus corazones hacia él.
Ahora comprendía lo que significaba no pelear solo, sino hacerlo juntos. La distancia emocional que solía sentir al ver a Lessas siempre junto a otros Titer no estaba presente esta vez. Sentía que formaba parte de ese grupo.
Parecía que los Titer tampoco se sentían distintos. Incluso Cecilia, que normalmente mostraba hostilidad hacia Lessas, ahora lo observaba con una expresión extraña, más moderada. Fue entonces cuando Stella, que había estado escuchando con atención, hizo una pregunta importante.
─ El Guía no puede luchar junto a nosotros porque, al protegerlo de los Niera, los mismos Titer podrían ponerse en mayor peligro. Aprecio su intención, Su Alteza, pero ¿realmente es lo correcto?.
Lessas sonrió suavemente. Sus ojos, entrecerrados en una sonrisa tranquila, transmitían paz a quienes lo miraban.
─ Los Niera no pueden matarme. Es el poder que el fundador me concedió. No pueden tocar mi alma.
─ ¡Oh…! ─ exclamó Stella, abriendo los ojos con sorpresa. Baine, que esperaba la oportunidad, avanzó intencionalmente para hablar.
─ Fuimos testigos con nuestros propios ojos. Mientras estábamos junto a Su Alteza, los Niera no se atrevieron a lanzarse sobre nosotros. Matar Nieras junto a Su Alteza no es nada difícil.
Rigda también alzó la voz para que todos escucharan.
─ ¡Su Alteza nos protegerá!
Aquellos que siempre habían creído que nunca escaparían de la oscuridad que envolvía el reino, ahora, con la primera purificación del bosque en la historia y los eventos que ocurrían ante sus ojos, comenzaron a ver una luz de esperanza. Los rostros emocionados pronto se transformaron en alegría, y numerosos caballeros estallaron en vítores.
Sayed sintió una oleada de emociones aún más intensa que antes, una mezcla de incredulidad y desconcierto ante lo que le parecía un engaño. Quería gritar que no era cierto, que no era alguien digno de esa confianza. Sin embargo, al recordar las palabras de Lessas, logró contenerse. Por el bien de su familia y de Cecilia… por ahora, debía aceptar esa lealtad, aunque se sintiera inmerecida.
La atmósfera en el feudo de Sildras, en el sur, era peculiar. Los habitantes y los caballeros estaban confusos sobre cómo reaccionar ante una serie de eventos que mezclaban buena y mala fortuna a partes iguales.
La buena noticia era que el bosque del sur, conocido como el “Sueño Maligno del Mediodía”, había sido purificado por primera vez en la historia, y ya no representaba un lugar peligroso. Tal noticia, en realidad un hecho extraordinario, se extendía rápidamente fuera del feudo, alcanzando todo el reino. Ningún Guía ni Titer en la historia había logrado purificar un bosque tan vasto.
Aunque fue posible gracias a los esfuerzos constantes de sus ancestros por reducir la extensión del bosque, el enfoque de la gente estaba en la aparición de héroes admirables. La noticia de que quienes llegaron hasta el final del bosque fueron el Archiduque del norte y el segundo Príncipe rápidamente se amplificó, y a su alrededor comenzaron a surgir todo tipo de exageraciones sobre el poder de ambos, con una velocidad abrumadora.
Pero en contrapartida, el feudo de la familia Sildras enfrentaba una reacción igualmente intensa. Aunque los rumores sobre cómo Sirkan Sildras, el querido señor del sur, había invocado demonios no se repetían abiertamente, lo oscuro y siniestro de las acusaciones hacía que captaran aún más el interés de la gente.
Aunque había muchas personas que defendían a la familia ducal de Sildras, los rumores sobre la implicación de Zion Sildras en el asunto se esparcieron rápidamente, alimentándose de especulaciones. Al caer la noche, el destino de Zion, transmitido discretamente entre los caballeros, ya se había convertido en tema de conversación en las tabernas.
Así, la atmósfera en el feudo se tornaba inevitablemente caótica. La seguridad del señor que gobernaba la región era una cuestión de vida para quienes allí habitaban; por tanto, en un día que debería ser de celebración, el resentimiento pronto se dirigió hacia Zion Sildras, pues no podían simplemente disfrutar sin preocupación alguna.
Sayed también percibió esa tensa atmósfera mientras regresaba a la casa ducal. Pasó junto a los habitantes que se habían reunido cerca del bosque para observar, y sus sentidos captaron cada susurro y grito de júbilo. Siempre tuvo una sensibilidad aguda y, por esta razón, solía evitar las multitudes. Entre las murmuraciones que oía, había palabras de desprecio hacia Zion; más que un deseo de conocer la verdad, lo que la gente parecía buscar era simplemente una condena. Sayed siempre había sentido aversión hacia ese aspecto de las multitudes: en lugar de buscar la verdad, solo ansiaban lo sensacional y buscaban a alguien a quien culpar. El deseo de pertenecer a un grupo los llevaba, inevitablemente, a cegarse.
«Qué agotador»
Aunque sabía que debía enfrentarlo y no podía evitarlo, Sayed sentía que esta situación era más agotadora que la misma batalla contra los Niera. Afortunadamente, gracias a la purificación de Lessas, su cuerpo estaba en buenas condiciones. Desde hace algún tiempo, incluso la persistente jaqueca que siempre le había acompañado se había reducido considerablemente, al punto de que ya se estaba acostumbrando a no sentirla.
─ Gracias a ustedes, pudimos evitar víctimas inocentes. Aunque la situación es complicada, por ahora, todos descansen esta noche ─ dijo Lessas, al regresar a la casa ducal. Dispersó a los caballeros y dio la misma indicación a los Titer. Sayed estaba esperando el momento en que se quedaría a solas con Lessas para discutir cómo resolver la situación de Zion. Fue entonces cuando Cecilia habló.
─ Nosotros… no recibimos la purificación. Para mí no es un problema, pero Stella y Nova necesitan la purificación de Su Alteza.
Durante todo el trayecto, Cecilia había parecido sumida en profundas reflexiones, y ahora parecía que la petición de purificación era parte de sus pensamientos. Sayed no había esperado que fuera ella quien se lo pidiera a Lessas, así que abrió los ojos con sorpresa. Se sintió complacido al notar que su hermana realmente tomaba en cuenta sus palabras.
─ Ah.
Lessas también abrió los ojos con asombro genuino, mirando a Cecilia con una expresión de sincera disculpa. Su rostro mostró una alegría que no había tenido antes al mirar a Nova o a Stella mientras se acercaba a ella.
─ Lo siento, Cecilia. Debí haber tenido esto en cuenta; fue un descuido de mi parte. Con gusto invocaré la paz para ustedes ─ dijo Lessas, sonriendo como si estuviera otorgando un regalo inesperado. Se acercó a Cecilia y extendió su mano hacia ella con cautela.
Mientras observaba la escena y valoraba el firme acto de decisión de su hermana, la expresión de Sayed se endureció. Sus fríos ojos grises adquirieron un brillo helado, y una irritación incontenible se apoderó de él. Sintió una profunda aversión al ver el gesto de Lessas; hasta ese momento, nunca había visto a Lessas purificar a alguien a través del contacto directo.
─ ¿Qué se supone que estás haciendo? ─ dijo Sayed, sin darse cuenta de que se había adelantado, justo cuando Cecilia, algo vacilante, estaba a punto de tomar la mano de Lessas.
Tessa: Que no toquen a tu omega 😅
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Al instante, todos en la sala miraron a Sayed. Su voz, serena como un océano nocturno, aunque no intencionada, tenía una presencia imponente que, en una situación como esta, destacaba de forma particular.
Cecilia, sorprendida por el tono bajo y firme de Sayed, lo observó con los ojos bien abiertos. Lessas también detuvo su movimiento, manteniendo la mano extendida mientras miraba a Sayed, con un atisbo de desconcierto reflejado en sus parpadeantes ojos violetas.
Al cruzar la mirada con su hermana, Sayed se dio cuenta de que él mismo estaba sorprendido. Aunque sabía que la purificación era necesaria y no tenía intención de impedirla, la incomodidad y una sensación de inquietud se habían manifestado en él, haciendo que sus pensamientos se expresaran en voz alta, algo inusual en él.
Sin embargo, al pensarlo, tenía sentido intervenir. Ya le había causado malestar el hecho de que Cecilia tomara de la mano a Aster, así que no había motivo para que Lessas fuera una excepción. Además, Sayed sabía que Lessas tenía la capacidad de purificar sin contacto físico.
─ Tengo entendido que Su Alteza puede realizar la purificación sin necesidad de contacto innecesario ─ explicó Sayed en un tono seco, sintiendo que debía justificar su comentario.
Cecilia, que había estado observando la expresión de su hermano, pareció relajarse y soltó una leve sonrisa, respondiendo con un tono más tranquilo.
─ Hermano, es solo una purificación. Esto es inevitable, y no me molesta.
Al escucharla, Sayed sintió una confusión ambigua. Era cierto que había sentido incomodidad hacia Lessas, pero el matiz era distinto al que sentía hacia Aster. Le invadió una leve culpabilidad al darse cuenta de que esa sensación parecía surgir antes que la preocupación natural que debería sentir como hermano mayor.
Era tan lejano el tiempo en que había cumplido su papel de hermano para Cecilia, y sabía que ahora, con la familia finalmente reunida, debía anteponerla a cualquier otra cosa.
─ Archiduque, así que esto es…
A diferencia de la expresión de alivio de Cecilia, Lessas no pudo ocultar su desconcierto. Sus hermosos ojos reflejaban una creciente inquietud mientras se volvía apresuradamente hacia Sayed, su voz llena de ansiedad mientras intentaba explicar la situación.
─ La purificación por un uso excesivo de poder puede realizarse sin contacto, pero cuando se ha estado tan cerca de los Niera como ahora, es necesario cuidar el espíritu. Es una tarea que implica observar el estado del alma y calmarlo; por eso solo tomé su mano. No hay ninguna intención inapropiada, Archiduque ─ dijo Lessas con una mezcla de cautela y desesperación.
Tessa: Ya lo traumaste mi Sayed...
Al notar la explicación de Lessas, Stella y Nova, que observaban desde un lado, quedaron asombradas. Nadie allí había tenido mucho contacto con él en el pasado, y la imagen que guardaban de Lessas era la de alguien siempre sereno y pulcro.
─ No necesita explicarse. Fue un error de mi parte. No interrumpiré más.
Sayed respondió, percibiendo que su presencia complicaba la situación, y decidió retirarse. Ignoró el gesto de Lessas, que intentaba detenerlo, y se volvió hacia Cecilia, dejando una última indicación.
─ Descansa bien, Cecilia. Aún tengo cosas por hacer, pero te veré mañana por la mañana.
─ Hermano, tú también necesitas descansar ─ respondió Cecilia, preocupada, mientras él le acariciaba suavemente la cabeza y saludaba con la mirada a Nova y Stella. Por último, cruzó una mirada con Lessas, que lo observaba con una expresión indescriptible. Sayed inclinó la cabeza en señal de respeto y se marchó.
Caminó un buen tramo sin mirar atrás hasta llegar a la sombra profunda de unos árboles cercanos, donde se detuvo. Su figura se fusionó naturalmente con la oscuridad, y su presencia se desvaneció por completo, volviéndose una sombra indistinguible para cualquiera que intentara rastrearlo.
No había mentido a su hermana. Su intención era recorrer la casa ducal y observar la situación de Zion. Aunque lo correcto era retirarse sin más, una inexplicable sensación de inquietud lo detenía, hasta que finalmente se volvió para mirar atrás.
Lessas, sin que nadie lo interrumpiera, sostenía la mano de Cecilia. Aunque Sayed no podía ver su expresión, notó que pasaba bastante tiempo así antes de extender su mano hacia Stella. A diferencia de Cecilia, que parecía algo incómoda, Stella no mostró mucha vacilación.
«Ahora que lo pienso...»
Habían pasado el invierno juntos.
De pronto, recordó que Lessas ya había estado todo el invierno con Zion y Stella. Aunque él mismo había supuesto que Zion habría tenido un contacto aún más cercano con Lessas, se sorprendía al darse cuenta de que la situación le causaba incomodidad. Aunque cada día se daba cuenta de que lo que veía en Lessas no era todo lo que él era, había asumido inconscientemente que el contacto físico de Lessas no se extendía a nadie más que a él.
Pensando en ello, recordó cuán hábil se había vuelto Lessas en algo tan íntimo como un beso. Tal vez esa era la razón.
Ese pensamiento le provocó un frío en el pecho. La sensación de celos, oscura y abrasadora, lo hizo apartar los ojos del proceso de purificación que observaba. Obligándose a no mirar más, Sayed desapareció en la sombra de la noche.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Mientras reflexionaba sobre el destino de Zion, las distracciones innecesarias se disiparon. Sayed, desde el exterior, observaba la casa ducal y analizaba cómo los caballeros de Aster estaban distribuidos. Curiosamente, el edificio estaba iluminado en cada pasillo, de una forma poco usual, reduciendo los lugares en sombra donde Sayed podría ocultarse. Era como si quisieran evitar que alguien se moviera libremente por el interior.
Aunque no era imposible entrar sin ser visto, la situación le resultaba extraña. A pesar de que sabía que Aster estaba vinculado a los demonios y que su ira había sido constante desde el descubrimiento, aún no había visto a Aster emplear directamente algún poder oscuro, lo que hacía que una parte de Sayed no terminara de asimilarlo por completo.
Si Aster realmente estaba intentando controlarlo ahora y sabía lo ocurrido en el extremo del bosque, entonces debía de estar consciente de que Sayed y Lessas habían estado actuando juntos.
Entonces, el problema radicaba en cuánto sabía Aster. Sin duda, lo interrogaría por haber desobedecido sus órdenes, pero no estaba claro si sospechaba que Sayed había descubierto su verdadera identidad. Era difícil prever cómo reaccionaría, especialmente cuando desconocía el alcance de sus habilidades.
«¿Debería intentar pasar más tiempo vigilándolo de cerca?»
Había dejado que Desertus se ocupara de los asuntos para no involucrarse personalmente, pero ya había pasado un tiempo y aún no había recibido noticias. Había dejado indicaciones la última vez y esperaba tener algún contacto para este momento.
Justo cuando empezaba a molestarse ante la idea de tener que mantenerse junto a Aster, Sayed percibió una leve presencia en las cercanías. Era más bien la sensación de una “sombra” moviéndose, algo que solo él podía detectar.
─ ¿Tiaki? ─ murmuró, y, como si respondiera a su llamado, la sombra negra se aproximó rápidamente a Sayed. Reconoció de inmediato la energía que desprendía. Cuando se acercó, un fuerte olor a sangre le golpeó el olfato, y Tiaki, oculto en la oscuridad, finalmente apareció.
─ Archiduque, este lugar… es peligroso. Llévame… a otro lugar… por favor ─ jadeó Tiaki, sosteniéndose el abdomen y apenas manteniéndose en pie. Su rostro, lívido y bañado en sudor frío, revelaba una condición crítica. Sus párpados temblaban levemente, y a simple vista, parecía que había usado sus habilidades hasta el límite para llegar.
─ Primero salgamos de aquí y llamaremos a un médico.
Se acercó a Tiaki, colocando el brazo de este sobre su hombro y sujetándolo firmemente por la cintura para sostenerlo. Al acercarse más, el olor a sangre se hizo más intenso.
─ No… un médico no. Necesito un Guía…, llévame… lo más lejos posible de aquí…
Tiaki, tras pronunciar esas palabras, finalmente perdió el conocimiento. Sayed apretó los labios al ver que Tiaki se había desmayado y rápidamente se retiró del lugar. Ocultando sus presencias en las sombras, se dirigió a un sitio lo más alejado posible, tal como había solicitado Tiaki.
Gracias a la habilidad ancestral de los Titer, que podían conectar rápidamente espacios usando su afinidad con la luz o la oscuridad, Sayed llegó en poco tiempo a una aldea apartada, bastante lejos de la casa ducal de Sildras, ubicada a medio camino entre Takán y la mansión de los Sildras. Era una zona de casas de campo dispersas.
Se infiltró en la vivienda más discreta y, tras descubrir un granero vacío, colocó a Tiaki en el suelo. Luego, para encontrar materiales con los que detener la hemorragia y algo de agua, se dirigió a una pequeña casa de ladrillo y llamó a la puerta. Parecía que solo había una persona dentro.
─ ¿Quién es? ¿Tío Johan? ─ respondió una voz somnolienta desde el otro lado, con tono algo molesto por la interrupción a esas horas. Se filtró una tenue luz bajo la puerta, que se abrió poco después.
─ ¡Ah…!
Retrocedió al ver la imponente figura de Sayed en la oscuridad. Al levantar la vista, sus ojos reflejaban miedo al encontrarse frente a un hombre alto y corpulento en plena noche.
─ E-Es usted… un caballero… ¿Qué lo trae por aquí? ─ preguntó, algo perdido. No siendo un habitante del norte, era poco probable que reconociera a Sayed, lo cual le venía bien, pues prefería hacerse pasar por un caballero desconocido.
─ Regresaba tras cumplir una orden de Su Excelencia el duque, y necesitaba un lugar donde descansar. ¿Podría permitirme usar su granero? ─ solicitó Sayed, con una cortesía que tenía un matiz de autoridad que el joven comprendió rápidamente. Asintiendo con agilidad, el muchacho hizo una pregunta útil.
─ Claro… úselo con confianza. ¿Puedo hacer algo más por usted?
─ Si tienes agua almacenada, me vendría bien un poco. También algo de tela que no uses.
Aunque las peticiones eran algo molestas, el joven, dominado por el miedo, se apresuró a cumplirlas y le entregó los artículos. Sayed inclinó la cabeza en señal de agradecimiento y, vigilando para asegurarse de que el joven no lo siguiera, regresó al granero. No parecía que el joven se atreviera a hacerlo, pues no se percibía movimiento alguno detrás de él.
Tiaki, recostado contra la pared, parecía estar consciente de nuevo, aunque apenas podía levantar los párpados para mirar a Sayed.
─ ¿Hemos llegado… lejos?
─ Sí. ¿Quién te hizo esto? ─ fue al grano Sayed, acercándose y arrodillándose frente a Tiaki para examinar sus heridas. Tiaki, incapaz de mantener la cabeza en alto, la dejó caer. Su cuerpo ardía al tacto, y Sayed dedujo que no sobreviviría si pasaba la noche en ese estado.
─ Cumpliendo tu orden… estaba vigilando al príncipe heredero… ─ respondió Tiaki en un susurro débil.
─ El otro enviado no volvió, así que fui… personalmente. Vi algo extraño… una serpiente, una serpiente negra que de repente… ─ Tiaki, esforzándose por decir algo crucial, se desmayó de nuevo antes de terminar la frase.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La situación de Tiaki era tan grave que, por un momento, Sayed temió que hubiera muerto. Con rapidez, colocó dos dedos en su cuello para comprobar su pulso y, afortunadamente, todavía respiraba.
«Maldita sea.»
Una profunda autocrítica se apoderó de Sayed al verlo en ese estado debido a una misión que él mismo le había encomendado. Aunque había sospechado de Aster y creía que Desertus sería capaz de manejarlo sin problemas, nunca anticipó algo así. Pensaba que, al compartir la sangre de los Titer, podrían evitar la vigilancia de los caballeros.
«Si alguien más muere por mi culpa…»
Sintió el peso de una familiar carga en su mente. Había decidido cambiar su vida para evitar ser la causa de más muertes, pero si los inocentes seguían cayendo debido a él, entonces nada habría cambiado realmente.
Recordó a los caballeros que se había visto obligado a matar en el bosque. Aunque gracias a la intervención de Lessas no tuvo que hacerlo personalmente, si situaciones similares volvían a ocurrir en su enfrentamiento contra Aster, entonces…
Una sensación abrumadora lo invadió, y Sayed apretó los dientes para recuperar la calma. Lo más urgente era salvar a Tiaki.
Con el agua que había conseguido, limpió las heridas de Tiaki y detuvo la hemorragia de la mejor forma posible. Las heridas eran, en su mayoría, cortes profundos. Viendo que los golpes habían sido dirigidos a zonas vitales, estaba claro que habían sido provocados por caballeros entrenados, lo cual le hacía dudar de cómo Tiaki, con sus habilidades, había sido descubierto.
«¿Tendrá relación con esa “serpiente” que mencionó?»
Algo en su descripción le recordaba a los Niera que se parecían a serpientes en las visiones de Jasper.
Mientras intentaba atender las heridas, Sayed se dio cuenta de que el tiempo era limitado. El estado de Tiaki era peor de lo que parecía; no solo estaba gravemente herido, sino que su energía también era inestable, atacando su propio cuerpo. Si fuera un Titer común, el riesgo de caer en un frenesí sería alto. Ahora entendía por qué había solicitado la presencia de un Guía en lugar de un médico.
Decidido a traer a Lessas, Sayed se levantó, consciente de la conclusión inevitable. Sin embargo, le preocupaba dejar a Tiaki solo en su estado actual. Aunque no había una amenaza inminente en los alrededores, ¿qué sucedería si era atacado mientras él estaba fuera?
No, si se apresuraba, era posible lograrlo. Dudar ante suposiciones inciertas solo haría perder tiempo.
Tras una última inspección de los alrededores, Sayed partió rápidamente hacia la casa ducal. A diferencia de cuando había traído a Tiaki, ahora se movía con mucha más rapidez. Aunque Tiaki también podía ocultarse en las sombras, su habilidad difería de la de Sayed, lo que hacía natural que no pudieran moverse con la misma eficacia.
Apurándose en buscar el rastro de Lessas, Sayed notó que la seguridad en la mansión era más estricta que antes. Afuera, los caballeros de Sildras estaban en movimiento, pero el interior estaba lleno de los hombres de Aster, que parecían buscar algo. Decidió infiltrarse sin hacerse visible; si Aster lo estaba buscando, sería difícil justificar su presencia frente a sus caballeros. Dada la urgencia de la situación de Tiaki, lo mejor era evitar obstáculos y encontrar a Lessas de inmediato.
Mientras exploraba los alrededores, Sayed identificó lo que probablemente era la habitación de Lessas; escuchaba vagamente las voces de Baine y Rigda, lo cual hacía aún más probable su suposición. Subió por la pared y aterrizó en la terraza junto a la ventana. Tal como esperaba, en la habitación iluminada estaban Lessas y sus dos caballeros, con Lessas dándoles indicaciones en tono serio mientras vestía una camisa holgada.
El tiempo de mantener distancia parecía inexistente.
Aunque la incomodidad de enfrentarse constantemente a Lessas no le daba respiro, no tenía otra opción; el deber era prioritario sobre sus emociones.
Al golpear la ventana, Baine y Rigda giraron la cabeza de inmediato y desenfundaron sus espadas, pero Lessas los miró en silencio y se levantó, caminando hacia la ventana. Baine y Rigda lo siguieron, intentando detenerlo, pero Lessas avanzaba rápidamente hacia Sayed.
─ Su Alteza, ir así es peligroso. No sabemos quién podría estar ahí...
Sin prestar atención a su advertencia, Lessas abrió la gran ventana, lo suficientemente amplia como para que una persona pudiera pasar a través de ella. Apenas la ventana estuvo abierta, llamó a Sayed.
─ Ed.
Lessas pronunció con alivio, extendiendo la mano hacia él. Sayed, oculto en las sombras, miró fijamente esa mano. Aún no deseaba tomar contacto con él, y al recordar que esa misma mano había tocado a otros, una sensación extraña lo invadió.
─ ¿Qué? ¿Dónde está el Archiduque? ─ preguntó Baine, mirando la oscuridad con algo de inquietud. Antes de que terminara de preguntar, Sayed emergió de las sombras del suelo, haciendo que Baine soltara un pequeño grito de sorpresa al ver a alguien aparecer repentinamente del suelo.
─ Ya pueden retirarse. Han trabajado duro, así que tómense unos días de descanso.
Aunque algo desconcertado, Baine asintió. Rigda, observando a Sayed con una expresión de curiosidad, lo siguió fuera de la habitación.
─ Quería ir a verte, Archiduque. Creo que mi comportamiento anterior pudo haberte perturbado.
─ …No me preocupa. Hiciste lo que debías hacer. Perdona la intromisión a esta hora.
─ No tienes que disculparte por nada. No hay nada que me haga más feliz que verte buscarme. Debería ser yo quien te lo agradezca.
Lo dulce es fácil de evitar cuando está lejos, pero, una vez cerca, es difícil no desear probarlo de nuevo. Las palabras de Lessas eran como un caramelo, dulces y con el poder de hechizar al oyente por un instante. Sin embargo, Sayed sabía que no debía permitirse acostumbrarse a ese tipo de cosas.
Sin tiempo para discusiones con Lessas, Sayed decidió posponer ese tema. Ignorando la mirada de Lessas, fue directo al asunto.
─ Necesito su ayuda, Su Alteza. Si está dispuesto, sígame.
─ De acuerdo ─ respondió Lessas, asintiendo con una leve sonrisa, como si fuera lo más natural. Entonces, retiró en silencio la mano que había mantenido extendida hacia Sayed, y se dio la vuelta. Ver ese gesto provocó una punzada en algún rincón de su corazón.
─ Mi hermano ha intensificado la búsqueda para encontrar a alguien, así que si salimos por los pasillos, atraeremos demasiada atención. No podemos darle motivos, así que salgamos por la ventana.
Lessas se puso un abrigo y se dirigió a la ventana. Aunque Sayed sabía que Lessas podía saltar desde esa altura sin dificultad, vaciló un momento, preguntándose si debía ofrecerle su mano. Afortunadamente, Lessas no pidió ayuda y, sin problemas, saltó ágilmente desde la terraza.
Después de seguirlo y aterrizar silenciosamente junto a él, ambos se dirigieron al establo, donde eligieron caballos utilizados por los caballeros de Sildras en lugar de los suyos propios. En silencio, se deslizaron hacia un camino oculto bajo los árboles fuera de la mansión. Justo entonces, vieron a unos caballeros de Sildras que patrullaban acercarse.
Con los caballos, no era fácil esconderse, así que Sayed vaciló un momento, dudando si pasar desapercibidos o no. Mientras evaluaba la situación, los caballeros los descubrieron.
─ Saludos, Su Alteza ─ dijeron los caballeros, inclinándose ante Lessas con una mezcla de respeto y admiración en sus ojos, evidente muestra de la impresión que habían dejado los eventos recientes. Poco después, al notar a Sayed, enderezaron su postura y lo saludaron también con firmeza.
─ ¡Ah, también está aquí, Archiduque!
─ …Sí. Han trabajado duro.
─ Es tarde, así que, si tienen algún destino en mente, podríamos escoltarlos ─ ofrecieron los caballeros, dándose cuenta de que ambos iban sin escolta. Al percibir su curiosidad, Lessas habló rápidamente.
─ Le sugerí al Archiduque que saliéramos a caminar un poco bajo la noche, para despejar la mente. Así que estamos tomando un tiempo juntos, no se preocupen por nosotros ─ respondió Lessas, provocando que Sayed girara la cabeza rápidamente hacia él, sorprendido.
Lessas, con una sonrisa despreocupada, agregó sin titubear.
─ Es algo personal, así que no digan nada de esto a nadie. Al Archiduque no le gustan los rumores innecesarios.
─ ¡Entendido! ─ respondieron los caballeros sin cuestionar la insólita explicación de Lessas; en cambio, asintieron como si confirmaran algo que ya sospechaban. Con una mirada de aprobación, Lessas los dejó atrás y continuó avanzando con su caballo. Sayed, todavía sorprendido y algo incrédulo, decidió ahorrar el tiempo de discutir al respecto y lo siguió.
Tras cabalgar sin detenerse, ambos llegaron a la aldea. Amarraron los caballos a cierta distancia de donde habían dejado a Tiaki, y Sayed guió a Lessas hasta el interior del granero. Sin mostrar incomodidad alguna, Lessas se dirigió directamente a donde Tiaki yacía, cubierto de sangre.
─ Así que es él.
Sin prestar atención a la suciedad del granero, Lessas se arrodilló en el suelo y tomó el brazo de Tiaki para examinarlo en silencio. Después de un momento, levantó la vista hacia Sayed y le habló.
─ Con la purificación, podrá recuperar su fuerza por sí mismo hasta cierto punto. Sin embargo, aún necesitará a un médico. Primero haré los cuidados urgentes, y mañana enviaré a Baine y Rigda a un lugar seguro para que él se recupere.
Al oír esto, Sayed sintió un alivio inmediato. Saber que Tiaki no moriría le permitió relajar un poco la tensión y disipar el peso que sentía. Asintió y observó cómo Lessas cerraba los ojos, manteniendo su mano sobre el brazo de Tiaki durante un largo rato.
Pasó un tiempo considerable, y finalmente Lessas, visiblemente agotado, soltó el brazo de Tiaki y se puso de pie. En contraste, el rostro de Tiaki había recuperado algo de color, y su respiración se volvía poco a poco más regular. Mientras observaba a Tiaki, Sayed se dio cuenta de lo fatigado que debía estar Lessas. Aunque lo ocultaba bien, llevaba mucho tiempo sin descansar adecuadamente.
─ ¿No tiene curiosidad sobre lo que está ocurriendo? ─ preguntó Sayed de repente. No solo eso; estaba sorprendido de que Lessas aceptara sus peticiones sin cuestionar nada. Era evidente que Lessas siempre cumplía con sus solicitudes, algo que lo impactó de nuevo.
─ Porque es algo que haces tú. No necesito saber el motivo.
Al notar el evidente cansancio en el rostro de Lessas, algo que no era habitual, Sayed guardó silencio. Aunque sus sentimientos hacia él seguían siendo complejos, en ese momento, quería que descansara.
─ Lo urgente ya está resuelto, así que deberías descansar. Desde ayer no has dormido ni un momento.
─ Estoy bien. Deberías descansar tú, aunque sea un rato. Yo haré guardia.
Lessas estaba decidido a mantenerse despierto hasta que Seyad pudiera descansar. Sabiendo cuán obstinado podía ser Lessas, Sayed propuso una alternativa.
─ El área parece segura, así que ambos podríamos descansar.
Dicho esto, Seyad se sentó primero en el suelo, apoyando la espalda en la pared y mirando a Lesas. Luego se quitó la capa y la dejó en el suelo.
─ Aunque es un lugar humilde, descanse aunque sea un poco.
A pesar de que Sayed usó un tono algo autoritario, lejos de molestarse, Lessas lo miró con sus ojos violetas muy abiertos, como si la invitación lo hubiera tomado por sorpresa.
─ ¿No se unirá a mí?
─ No.
Tan pronto como Seyad frunció el ceño y preguntó, Lessas se acercó rápidamente a su lado. Al sentarse junto a él, el sutil aroma a madera que emanaba Lessas, refrescante como un bosque verde, envolvió el aire entre ambos, haciéndolo sentir algo intranquilo.
Ambos se sentaron en silencio, lo suficientemente cerca como para que sus hombros casi se rozaran. Aunque la presencia constante de Lessas había mitigado las secuelas del uso de su poder, Sayed también acumulaba mucho cansancio. Sin embargo, a pesar del agotamiento, dormir no le resultaba fácil; nunca le había sido sencillo conciliar el sueño.
Justo al lado, el sonido leve de la respiración de Lessas lo desconcertaba. Era la respiración de alguien despierto, lo cual le hizo darse cuenta de que no era el único incapaz de dormir. Consciente de la presencia de Lessas, decidió romper el silencio.
─ Lo he notado desde hace un tiempo, pero parece que ha adquirido muchas habilidades nuevas últimamente.
Era evidente que Lessas había cambiado mucho en los últimos seis meses, pero especialmente destacaba su habilidad para improvisar explicaciones o cosas como el beso de antes.
─ Parece que ha adquirido bastante experiencia.
Tessa: 🙁😳🤣 Los celos le carcomen el alma...
Aunque sin especificar el tema, se dio cuenta de que el beso le había venido a la mente inconscientemente. Notó cómo Lessas giraba la cabeza rápidamente.
─ ¿Experiencia?
─ …No le dé importancia .
─ No, no es lo que piensa, Ed ─ replicó Lessas apresuradamente, tomando su brazo, como si hubiera entendido lo que insinuaba. Cuando Sayed bajó la mirada hacia su mano, Lessas se estremeció y la retiró de inmediato, antes de que él pudiera detenerlo.
─ Solo he tomado la mano de otras personas en contadas ocasiones. Y no ha sido frecuente. Eres el único a quien quiero entregarme realmente, Ed. Nunca he besado a nadie más… y, naturalmente, tampoco he ido más allá con nadie.
Tessa: ..... no ha dado su floresita😳😳😳
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Con la mirada baja, Sayed observó la mano de Lessas, esa que había intentado tocarlo pero que se había retirado por cuenta propia, con un cuidado excesivo. Aunque esa retirada le inquietaba, desde la conversación en el bosque, la presencia de Lessas le provocaba incomodidad, y él mismo prefería evitar contactos innecesarios, así que no le dio demasiada importancia.
Sayed, esforzándose en levantar la vista, reflexionó sobre la respuesta de Lessas. Las palabras apasionadas de Lessas no parecían mentiras, pero eso no disolvía del todo sus dudas.
─ Entonces, ¿qué razón explica que, de repente, se haya vuelto tan… hábil? ─ preguntó, en una pregunta intencionadamente amplia.
Tessa: Haber... escupe el hack....😠
La pregunta era muy amplia, pero al oír esto, Lessas parpadeó sorprendido, con sus largas pestañas temblando ligeramente. Un leve rubor coloreó sus pálidas mejillas mientras levantaba la mano y la colocaba frente a sus labios, acariciando su boca y su nariz, como si estuviera avergonzado. La intensidad de su emoción era palpable, incluso para Sayed.
─ ¿De verdad te parezco hábil? No pensé que el gran duque lo vería de ese modo. En su momento dijiste que ni siquiera llegaba al nivel de mi hermano.
Sayed se sobresaltó por dentro. Aquello era una conversación de hacía más de un mes, en una época en la que, por los cambios inusuales en Lessas, mantenía una profunda desconfianza. Solo había dicho esas palabras porque la actitud de Lessas le resultaba extraña, no porque pensara negativamente de él.
─ En aquel momento dije eso solo porque tu comportamiento me resultaba extraño, no porque pensara… que fuera malo.
Sayed dijo con lentitud, incómodo al recordar que sus palabras podían haber herido a Lessas. Lessas, quien había escuchado cada palabra sin siquiera respirar, mantuvo su mano en su rostro un poco más, pero sus ojos violetas, llenos de una alegría difícil de ocultar, delataban sus verdaderos sentimientos. Al encontrarse con esa mirada de pura satisfacción, Sayed desvió la vista, incómodo.
─ …Así que no te desagradó besarme. No pensé que pudiera gustarte.
Ante el susurro de Lessas, una ola de vergüenza hirviente se apoderó de Sayed, que rápidamente abrió la boca para refutar.
─ No he dicho nada de eso. Solo mencioné que se ha vuelto sorprendentemente hábil, Su Alteza.
Sin embargo, Lessas no se inmutó ante la seriedad de Sayed. Pareció olvidar su esfuerzo por mantener distancia y, sin vacilar, tocó el dorso de la mano de Sayed apoyada en el suelo. Los dedos de Lessas, al rozarlo, temblaban levemente.
─ Durante los días en que estamos separados, siempre solía besarte en mis sueños, incluso cuando estaba despierto y cuando no. No podía evitar que usted permaneciera en mi mente en todo momento. Así que, si algo ha cambiado en mí, es porque el Archiduque es… demasiado encantador para resistirse.
Tessa: ... bruh mucha info...
Sus labios sonrojados y exudando una dulzura que combinaba con sus palabras. Los recuerdos de esos besos compartidos en días recientes surgieron en la mente de Sayed. Sabía lo dulce que eran aquellos labios, pero, a pesar de su placer momentáneo, reconocía que había sido impulsivo.
Conteniendo sus emociones, Sayed decidió retomar el tema que tenía en mente.
─ Aprecio que diga cosas en mi favor cuando sea necesario, pero… le agradecería que evitara comentarios como esos en adelante.
«De todos modos no pasará nada entre él y yo, no tiene sentido seguir enfrentándome a los sentimientos de Lessas.»
Él también había fallado al dejarse llevar por impulsos desde que comprendió el afecto de Lessas y no había detenido las purificaciones innecesarias.
Entre un Guía y un Titer siempre debe haber límites. Su madre le había inculcado bien esa enseñanza, y era extraño que últimamente no se comportara como de costumbre.
Lessas parpadeó un instante al escuchar esto. Sus hermosos ojos se abrieron con sorpresa, como los de un niño ante una negativa inesperada. Permaneció en silencio unos segundos, con los labios temblorosos. Finalmente, sus cejas se suavizaron y, esbozando una leve sonrisa, preguntó suavemente:
─ ¿Le estoy causando dificultades al comportarme así, Archiduque?
─ Solo lo digo porque no es algo necesario para nosotros. No es propio escuchar palabras así entre personas que no son amantes. Además, si alguien más oyera estos comentarios, podrían surgir malentendidos. Incluso podría ser incómodo para otros Titer, y si en el futuro Su Alteza tuviera un prometido, sería mejor evitar estas situaciones antes de que puedan causar problemas.
Al principio, cuando Lessas había confesado sus sentimientos, Sayed pensó que su interés respondía a un deseo distinto. Pero ahora que comprendía que su afecto era puro y no guiado por la lujuria, sentía que era momento de aclarar las cosas antes de que la relación se volviera complicada.
─ El Archiduque…
Lessas que escuchaba en silencio, preguntó en voz baja.
─ ¿Aún me odias mucho?
La pregunta inesperada hizo que Sayed se detuviera. Lessas continuó hablando con calma, como si simplemente relatara una verdad que había aceptado.
─ He pensado mucho en lo que me dijiste en el bosque, sobre cómo, si no te hubieras acercado primero, yo también podría haberte odiado por mucho tiempo. Hubo un tiempo en el que no quería esperar nada de ti, en el que pensaba que acercarme solo te haría sufrir. Pero, sin importar lo que haya mostrado al exterior, creo que siempre te he amado.
Si hubiera llorado o mostrado enojo, habría sido más fácil ignorarlo, pero la serenidad con la que Lessas hablaba hacía imposible desviar la mirada. Por un momento, Sayed sintió el impulso de creerle, aunque esa misma idea despertaba en él una sensación de rechazo.
«No puedo confiar completamente en el corazón de Lessas.»
Sabía que Lessas no le haría daño y que estaba de su lado, pero sus emociones eran algo que no podía aceptar por completo. Aunque en este momento los sentimientos de Lessas parecieran genuinos e intensos, en el fondo de Sayed persistía la desconfianza de que, si alguna vez se repitiera una situación similar, Lessas podría abandonarlo sin dudar.
No podía confiar en la profundidad de esos sentimientos. Incluso si decidiera hacerlo, sin entender completamente por qué Lessas había tenido que matarlo en aquel entonces, Sayed sabía que seguiría viendo a Lessas a través del prisma de su pasado. Y eso no era saludable.
─ No es que lo odie, Su Alteza. Nuestras circunstancias han coincidido, y también recuerdo el desprecio con el que le traté en el pasado. Si hay un culpable aquí, probablemente soy yo. Sin embargo, yo…
En una vida donde había comprendido que Aster, alguien en quien confió hasta su alma, había sido quien lo llevó a la ruina, Sayed ya no podía depositar confianza en nadie.
Aunque sabía que en este mundo no existía la confianza perfecta, en el fondo deseaba un afecto absoluto, sin fallas. Solo entonces, quizá, podría enfrentarse a sus propios sentimientos. Pero sabía que Lessas no era esa persona. Había demasiadas cosas desconocidas en él. Sayed no quería volver a experimentar el vacío que había sentido el día de su muerte. Temía que, embelesado por los sentimientos de Lessas, pudiera no ver la verdad.
Hasta que supiera exactamente qué secretos ocultaba Lessas, no quería verse atrapado sin remedio en sus emociones.
─ Solo quiero definir los límites de nuestra relación. No quiero verlo actuar impulsivamente por mi causa, como ayer. No soy su amante. No niego sus sentimientos, pero si, al final, este camino no conduce a nada, preferiría que mantuviera una distancia apropiada.
El aire, que había estado cálido e intenso por un momento, comenzó a enfriarse lentamente. Lessas, mirándolo con una expresión difícil de leer, añadió una ligera sonrisa a su rostro y finalmente asintió.
─ …Entiendo ─ susurró, como si hablara consigo mismo.
─ Pensándolo bien, fue mi egoísmo. El Archiduque es una persona tan bondadosa, que arroja su propia vida al peligro por los demás sin pensarlo… Olvidé que no debería significar nada para usted. Olvidé que eso lo pone en peligro. Qué tonto soy, sigo cometiendo errores.
Lessas murmuró, como si acabara de darse cuenta de una verdad importante.
─ Quise más de lo que me correspondía porque el Archiduque es encantador. Cuando dice cosas como las que mencionó antes, termino malinterpretando por mi cuenta. Perdóneme por mi necedad.
─ No tiene por qué disculparse, Su Alteza. No lo haga.
A pesar de haber logrado lo que pretendía, esa aceptación excesiva le dejaba un extraño sabor en el ánimo. Lessas, notando el leve malestar de Sayed, sonrió como si nada.
─ A partir de ahora, no lo incomodaré. Solo buscaré su cercanía cuando usted necesite la purificación, sin desear más de lo que debo ─ susurró con una calma que cortó cualquier posible respuesta de Sayed. Lessas organizó los pensamientos en palabras, como si cerrara el tema.
─ Así que ahora descanse, gran duque. Velaré su sueño para que tenga los mejores sueños ─ dijo, recostándose de nuevo contra la pared y dedicándole una sonrisa tranquila.
Sayed frunció el ceño, sintiendo una contradicción inexplicable entre sus palabras y la tranquilidad del joven, quien lo miraba con ternura. Soltó un suspiro, recostando también su espalda en la pared y cerrando los ojos para evitar la incómoda sensación de vacío que se había asentado sobre sus hombros.
Qué forma de hablar tan naturalmente cariñosa. Se había comprometido a evitar palabras que pudieran malinterpretarse, pero parecía que aquellas suaves promesas salían de su boca con la misma dulzura de siempre. Sayed se preguntó cuán cariñoso sería Lessas algún día con la persona destinada a ser su verdadero amante.
«¿Acaso el Zion de la vida pasada lo sintió...?»
Mientras esos pensamientos lo envolvían, Sayed cayó lentamente en el sueño sin darse cuenta. Antes de dormirse por completo, percibió un calor reconfortante y una leve voz susurrando en su oído.
«...lo haré. Mi luna.»
Tal vez solo lo había soñado.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
El canto de los pájaros resonaba a través de las tablas de madera del granero, mientras la luz del sol se filtraba y rozaba los párpados de Sayed. La calidez lo incomodó y, al despertar lentamente, abrió los ojos, evaluando el entorno. Al percibir el lugar desconocido, su mano se dirigió instintivamente a su cintura, buscando su espada. Sin embargo, una voz familiar lo detuvo.
─ Estamos solo nosotros, Archiduque. No hay de qué preocuparse ─ dijo Tiaki, quien acababa de entrar al granero. Se veía mucho mejor que la noche anterior, con un rostro vivo y cargando trozos de pan duro y unas manzanas.
─ Parece que estás mejor.
─ Gracias a usted. Le debo la vida. Las heridas aún están, pero me siento mucho más fuerte que ayer. Supongo que fue el príncipe quien me trató, ¿verdad?
Sayed siguió su gesto y vio a Lessas, quien dormía plácidamente con la mejilla apoyada en su hombro. Al notar el peso de su cabeza, un ligero escalofrío recorrió a Sayed. Los cabellos negros de Lessas brillaban bajo el sol, con sus pestañas largas y perfil delicado dándole un aspecto casi irreal. Parecía profundamente cansado, pues no despertaba.
─ Visto así, parece un joven muy tranquilo. Aunque despierto, a veces se muestra más maduro que yo.
─ Deja de admirar su rostro y empieza con el informe de la situación.
No le agradaba que Tiaki observara tan fijamente el rostro de Lessas. Al fin y al cabo, Lessas era de la realeza, y un plebeyo ni siquiera debería cruzar miradas con él tan libremente. Más urgente aún era entender lo que había puesto a Tiaki en tal peligro y comprender la situación cuanto antes.
─ ¿Está bien que Su Alteza escuche esto?
─ Estamos en el mismo barco; no importa.
Además, Lessas parecía profundamente dormido, así que probablemente no interrumpiría.
Asintiendo, Tiaki echó un vistazo rápido a su alrededor y avanzó hacia Sayed, ofreciendo la mitad de un trozo de pan, que él rechazó. Luego, Tiaki le tendió una manzana, que Sayed aceptó tras dudar un momento.
─ El joven dueño de esta casa es un buen hombre. Le dije que, si hablaba de nosotros, tendría problemas, y hasta nos dio un par de cosas de regalo.
─ Te veo intimidando a los habitantes del territorio.
─ Hay que tomar precauciones, por si acaso ─ respondió Tiaki, dejando escapar una risa breve antes de ponerse serio y comenzar su informe con el rostro sombrío.
─ Como mencioné anoche, la vigilancia del príncipe había sido asignada a otro de los nuestros. Pasaron varios días sin que recibiera ninguna señal suya, y eso me pareció raro, así que decidí intervenir directamente. Hasta mi llegada, el príncipe no mostraba comportamientos fuera de lo común. Dormía por las noches y, durante el día, entrenaba con los caballeros o se ocupaba de sus labores en la corte. Pero entonces… ─ Tiaki bajó la voz y se rascó el brazo con inquietud.
─ La noche antes de venir aquí, vi algo extraño. Parecía que se iba a dormir como de costumbre, pero, de repente, se levantó y comenzó a hablar con alguien en el aire. No pude oír bien desde lejos, así que me acerqué lo más posible y escuché lo siguiente ─ explicó, dudando un instante antes de continuar.
Al notar la impaciencia de Sayed, Tiaki soltó un suspiro y continuó.
─ Le dijo al aire: “Lo que deseo es un Ed vivo, no a un alma muerta.” Al principio pensé que estaba hablando sin sentido, pero mientras me acercaba vi una sombra negra ondulante en la pared… nos cruzamos la mirada, y parecía… una serpiente negra gigantesca.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Como si de pronto se resolviera un enigma incomprensible, la oscuridad que rodeaba a Sayed comenzaba a disiparse lentamente. Cada vez encontraba más indicios de que el príncipe Aster estaba profundamente relacionado con los demonios, y con cada día que pasaba, descubría fragmentos de una verdad oculta. Al darse cuenta de ello, no pudo evitar sentir una amarga ironía.
«Qué estúpido he sido.»
Su propio descuido le parecía ridículo. La verdadera amenaza había estado a su lado todo el tiempo, pero él, atrapado en la trampa tendida por el demonio, no había sido consciente de que solo era una presa y, en su ceguera, solo había culpado a Lessas. Si Lessas no lo hubiera matado y el tiempo no hubiera retrocedido, él mismo habría seguido un camino fatal...
Sayed nunca se había permitido pensar en la vida que habría tenido. No era propio de su carácter especular sobre lo que no ocurriría, pues creía que solo despertaría emociones innecesarias. Sin embargo, al escuchar las palabras de Aster a través de Tiaki, un escalofriante pensamiento cruzó su mente. Si hubiera sobrevivido tras llevar a cabo la masacre que habría dejado su nombre en la historia, su tierra y su familia habrían sido arrastradas a la ruina. Él mismo habría enfrentado la ejecución o, en el mejor de los casos, habría vivido como un paria.
─ ¿Está bien, gran duque? ─ preguntó Tiaki, notando el silencio de Sayed, quien asintió, volviendo en sí de esos pensamientos sombríos.
─ Solo estaba pensando. Dijiste que viste una sombra en forma de serpiente, ¿verdad?
─ Así es. La sombra surgió de repente, y me pareció tan extraña que intenté observarla más de cerca. Entonces sentí como si esa sombra estuviera mirándome directamente. Fue tan aterrador que intenté esconderme... pero vi algo aún más perturbador.
Tiaki, con una expresión de confusión, parecía no entender del todo lo que había presenciado. Con el ceño fruncido, se tocó el borde de los ojos, recordando la espeluznante escena.
─ El príncipe se detuvo de repente y miró en mi dirección lentamente. En ese momento, sus ojos… estaban completamente negros. Jamás en mi vida había visto algo tan grotesco, así que me quedé helado. Luego, comenzó a llamar a los guardias. Cuando volví a mirarlo antes de huir, sus ojos habían vuelto a la normalidad. Fue entonces cuando los soldados comenzaron a perseguirme y terminé en este estado.
Sayed nunca había visto a Aster de esa manera. ¿Acaso esa transformación solo ocurría bajo ciertas condiciones? Escuchándolo, casi parecía que un demonio poseía el cuerpo del príncipe.
El relato de Tiaki era significativo. Había sido un milagro que sobreviviera después de presenciar un secreto que podía costarle la vida.
─ Tus habilidades para ocultarte son demasiado avanzadas para que cualquier soldado promedio te detecte. ¿Cómo te descubrieron?
─ Sabían bien cómo enfrentarme. Los que me seguían lanzaron flechas de fuego y encendieron antorchas, estrechando el cerco hasta que no pude mantenerme oculto. Me persiguieron durante días. Cuando escuché que el Archiduque vendría al sur, intenté reunirme contigo, pero, claro, el príncipe también estaba aquí, y no podía arriesgarme a ser visto. Así que, bueno, ese fue el final de mi “feliz” aventura.
Luego, mirando a Sayed con curiosidad, le hizo una pregunta.
─ ¿Ya sabías todo esto cuando me pediste que lo vigilara? ¿Qué estás buscando, Archiduque?
Sayed se tomó un momento para ordenar sus pensamientos. Su misión final era eliminar al demonio, pero para eso necesitaba una excusa legítima para atacar al príncipe. La posición de Aster era demasiado elevada para atacar sin pruebas sólidas, y una acusación débil sólo parecería un intento de difamación.
─ Tiaki, ¿has oído hablar del demonio en la leyenda de la fundación?
─ ¿El demonio? Claro, el que intentó devorar el sol y acabar con el día, ¿verdad? Niina es quien más sabe de esas historias. ¿Estás diciendo que ese demonio existe de verdad?
─ Parece que hace tiempo no escuchas los rumores. Circulan muchas historias por todo el sur. El anterior duque de Sildras despertó al demonio, y sospecho que ahora está con el príncipe heredero.
─ Han pasado muchas cosas en solo unos días, ¿no? Hmm, si lo ponemos así, tiene sentido. Esa sombra con forma de serpiente que vi bien podría ser la misma que vimos en el recuerdo de Kurto. Yo también pensé que el duque anterior era quien la controlaba, pero si es el príncipe heredero… ─ Tiaki asimilaba bien lo que, en principio, era difícil de aceptar. Sus palabras coincidían con las conclusiones que Sayed estaba deduciendo en silencio.
Si esa serpiente, la forma del niera que apareció cuando se difamaba a su madre, provenía de Aster, entonces la figura joven e indeterminada que Jasper recordaba podría ser Aster. Que los participantes clave estuvieran reunidos allí no era una coincidencia.
«Bien me has engañado, Aster.»
Sin darse cuenta, Sayed apretó los puños. La ira que ardía en su interior no hallaba aún un objetivo inmediato, pero sabía que no se apagaría hasta acabar con quien había ultrajado a su familia. Sus uñas se clavaron en su palma, y el dolor le sirvió de pequeño alivio, recordándole su paciencia. Conteniendo el resentimiento que le carcomía, Sayed dio órdenes a Tiaki.
─ Dirígete inmediatamente a todos los lugares posibles y despliega este rumor con sutileza. Infiltra cada rincón en el que se mencionen los rumores sobre el anterior duque. Haz que el rumor crezca: que en la familia real se oculta una semilla demoníaca, que el demonio con sombra de serpiente se presenta con forma real. Es crucial que este rumor llegue hasta el palacio.
Si alguien más había visto, o vería, lo que Tiaki presenció, las sospechas de que Aster podría ser esa figura se esparcirían en la corte. El propio rey no podría ignorarlo. Para entonces, si lograba exponer la verdadera naturaleza del príncipe, tendría la excusa perfecta para atacarlo.
─ ¿Eso significa que cambiarán al príncipe heredero?
Sayed echó un vistazo a Lessas, que dormía apoyado en su hombro, y asintió.
─ El príncipe Lessas debe heredar el trono. Solo entonces podrán lograr lo que buscan, así que cooperen.
─ ¿Cuándo he rechazado una petición tuya, Archiduque? Pero un demonio... Si realmente está suelto, mucha gente morirá. Niina decía que el demonio matará a todos en este mundo si eso significa conseguir lo que desea.
─ Esa persona de la que hablas... ¿quién es para saber algo así?
─ Ah, Nina era la líder antes de la generación anterior. Ahora cuida a los niños que llegan a Desertus y se dedica a encontrarlos. Es como una madre para todos nosotros ─ explicó Tiaki, con una expresión suavizada, esbozando una sonrisa.
─ Nina investigó mucho sobre nuestras raíces. Si vienes a visitarla, podría ser de ayuda para ti, Archiduque. Ya no puede viajar lejos por su edad.
Sayed consideró que, en estos tiempos en los que figuras como Nina y Bredhite podían ofrecer una gran ayuda al comprender el pasado, podría valer la pena conocerla.
─ ¿Dónde podría encontrarla?
─ Ven al oeste. Allí, donde el sol se oculta, quedan muchas huellas de la noche. Es un lugar donde se esconden antiguas historias.
Mientras conversaban, Lessas se movió levemente. La mejilla que apoyaba en el hombro de Sayed se deslizó un poco, y, como una pequeña criatura buscando refugio, Lessas acomodó su rostro. Aunque la hora de partir ya se acercaba, viendo lo exhausto que estaba, Sayed prefirió dejarlo descansar un poco más.
─ Hablaremos después. Por ahora, recupérate y únanse a mí en el territorio de Bredhite cuando sea el momento ─ dijo Sayed en un susurro, cuidando de no despertar a Lessas. Mientras lo observaba, se preguntaba si sería mejor acostarlo para que durmiera con mayor comodidad.
En ese instante, Tiaki habló de pronto.
─ Parece que no solo el príncipe está interesado en el Archiduque, ¿no es así? Vaya que te preocupa. ¿Te gusta tanto? ─ comentó Tiaki con un tono evidentemente burlón.
Ante sus palabras, Sayed frunció el ceño, mostrando una expresión de desconcierto como si no entendiera de qué hablaba Tiaki, quien, en cambio, parecía más sorprendido.
─ ¿Por qué esa cara? No me digas que te vas a molestar ahora porque no guardo las formas. Esperar eso de alguien como yo sería mucho, ¿no?
─ Es por esas tonterías que estás diciendo.
─ ¡Ja! Así que su Excelencia el Archiduque también se sonroja.
─ Cuidar del príncipe es solo un deber básico. No hagas comentarios extraños sobre algo tan simple.
─ ¿Deber? Pues anoche, lo que escuché sonaba más como una charla entre amantes.
Sayed se quedó en silencio un momento, mirándolo incrédulo. ¿No había estado Tiaki al borde de la inconsciencia la noche anterior?
─ ¿Acaso te hiciste el dormido de forma tan… torpe?
─ ¿Torpe? ¡Nada de eso! Solo escuché fragmentos mientras iba y venía del desmayo. No escuché todo, solo que el Archiduque sentía celos, y luego volví a perder la consciencia.
Sayed comenzó a sentir un leve dolor de cabeza por las constantes insinuaciones. Aquella palabra, “celos,” era extraña y le incomodaba. Ese era un sentimiento que uno tendría hacia alguien que le importa de verdad, no hacia él. Las preguntas que le hizo a Lessas habían sido… solo…
─ ¿Celos? ¿Yo? ¿De verdad?
─ Si no eran celos, ¿por qué entonces mencionaste lo de los besos y el por qué se volvió tan bueno en eso? Mira, el príncipe está atado a ti. Deberías relajarte un poco. La vida ya es demasiado corta como para desperdiciarla. Es una fortuna compartir un destino con alguien. Las personas como tú, Archiduque, necesitan eso.
Tessa: haha atrapado 🤣
Sayed se quedó sin palabras por un momento, sin saber por dónde comenzar a responder a las palabras de Tiaki. Aquellas insinuaciones, inesperadas y mordaces, lo descolocaron más de lo que estaba dispuesto a admitir, y sintió que le tocaban una fibra muy incómoda. Se obligó a mantener la seriedad mientras despedía a Tiaki de una manera cortante.
─ No sé de qué hablas. Hasta las bromas tienen un límite. En lugar de decir tonterías, deberías centrarte en recuperarte. Ya puedes irte.
Tiaki, que ya mostraba estar en buenas condiciones como para hablar tanto, esbozó una sonrisa burlona y se encogió de hombros.
─ ¿Y qué hay de imposible? Siempre hay una forma, si uno la desea de verdad. Deja de ponerte así y aprende a sonreír un poco, Archiduque. Me voy. No olvidaré que me salvaste la vida.
Con una actitud despreocupada, Tiaki comenzó a jugar con la manzana en su mano mientras salía del granero. Sayed observó en silencio la dirección por la que se marchaba, hasta que un suspiro escapó de sus labios. Al volver la mirada, se encontró contemplando el rostro pacífico y profundamente dormido de Lessas, y, sin darse cuenta, una leve sensación de calma lo invadió. Él también estaba agotado, y por un momento se permitió relajarse mientras lo observaba.
«¿Por qué era tan importante? Independientemente de lo que Lessas haya hecho con otros, ¿por qué...?»
Sentía una mezcla de vergüenza y miedo, como si Tiaki hubiera expuesto algo que prefería mantener oculto.
{ ─ ¿Te gusta tanto? }
Aquel eco, resonaba en su mente, removiendo pensamientos que no había permitido salir a la superficie.
«¿Realmente parecía así a los ojos de los demás?»
La pregunta quedó flotando en su mente mientras intentaba entender sus propios sentimientos.
Para Sayed, Lessas había sido alguien a quien se había obligado a odiar durante mucho tiempo, alguien con quien había jurado no encariñarse. Todo lo que había compartido con él, se había dicho a sí mismo, era únicamente con un propósito.
Yo.
«Yo, tú...»
Cuando la cabeza de Lessas comenzó a ladearse, Sayed la sostuvo suavemente, acomodándola sobre su propio regazo. Levantó la mano para proyectar una sombra sobre el rostro de Lessas y evitar que la luz lo despertara. Al ver cómo el entrecejo de Lessas se relajaba, algo inexplicablemente pesado se asentó en el pecho de Sayed, una opresiva emoción que hacía que su corazón se sintiera apretado, pero extrañamente en paz.
La pregunta de Tiaki había dejado a Sayed sumido en una profunda reflexión. Hasta ayer, sus pensamientos se habían centrado únicamente en las emociones y las acciones de Lessas; sin embargo, Tiaki había señalado algo distinto, algo que lo obligaba a mirar hacia sí mismo: ¿qué era lo que él realmente deseaba? ¿Qué era lo que Sayed Prosius buscaba?
No había una respuesta sencilla. En aquel instante, lo único que Sayed deseaba era que Lessas pudiera dormir sin interrupciones, en paz.
Ese sentimiento, aunque parecido al que había tenido alguna vez al ver a su hermana pequeña, Cecilia, quedarse dormida, era distinto; era un anhelo más profundo, más intenso. La súbita tentación de acariciar las largas pestañas de Lessas, de poseer esos labios de suave tono rosado, cruzó su mente con una intensidad abrumadora. Aquella ráfaga de deseo hizo que Sayed sintiera la necesidad de contenerse, y, casi como un reflejo, llevó la mano a cubrir delicadamente los ojos de Lessas, como si de ese modo pudiera acallar aquellos impulsos.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Lessas despertó al llegar la mañana, y Sayed, quien lo había estado vigilando, también se encontraba adormilado, hasta que el roce de las pestañas de Lessas en su palma lo trajo de vuelta a la realidad. Aunque la piel de sus manos, endurecida por los callos, debería haber perdido toda sensibilidad, pudo percibir perfectamente el cosquilleo de aquellas largas pestañas deslizándose. Sorprendido por la sensación, Sayed retiró el brazo de inmediato.
Al apartar la mano que había estado cubriendo los ojos de Lessas, lo primero que vio fueron esos grandes ojos de color violeta, abiertos de par en par, como si intentaran comprender la situación. Pronto, una ligera sombra de rubor apareció en las pálidas mejillas de Lessas, cuyos ojos, llenos de asombro, se detuvieron un instante. Sayed lo observó sin apartar la vista.
«¿Por qué parece tan sorprendido?»
Inclinó la cabeza con cierta confusión. Recordaba que, cuando era niño, solía velar su sueño de la misma manera, así que esta situación no debería resultarle tan desconocida. Mientras reflexionaba, Sayed desvió la mirada hacia los resquicios de luz que se colaban por las tablas del granero. Era cierto que la hora era avanzada. Quizás Lessas estaba simplemente asombrado por haber dormido tanto.
─ Todavía es temprano. No ha dormido mucho, así que si regresamos ahora, no habrá problema.
Al escuchar el murmullo de Sayed, las pestañas de Lessas temblaron visiblemente. El tenue color rosado de sus mejillas se tornó de inmediato en un rubor más intenso mientras se incorporaba con rapidez. Una vez sentado, preguntó en voz baja.
─ ¿He actuado de esta manera en mi sueño?
Su voz, aún con el tono grave propio del recién despierto, era sorprendentemente profunda en comparación con su delicada apariencia. Aquel tono, más bajo de lo habitual, resultaba desconocido incluso para Sayed, quien percibió la diferencia respecto al que recordaba del refugio, medio año atrás. Inesperadamente, el pensamiento de que esa voz profunda era la que podrían escuchar quienes pasaran la noche a su lado hizo que un escalofrío le recorriera.
─ No planeaba incomodar al duque mientras dormía. Podría haberme apartado, o... en fin, lamento lo ocurrido.
Lessas, normalmente tan hábil con las palabras, parecía genuinamente desorientado, lo cual Sayed encontró encantador. Sin poder evitarlo, se permitió observarlo con cierta curiosidad hasta que recordó la situación y decidió que era hora de calmarlo y preparar la partida, ya que habían pasado demasiado tiempo en el granero.
─ No tiene de qué preocuparse, Alteza. Solo actué así porque parecía que no estaba cómodo, y decidí intervenir por mi cuenta. Si lo incomodé, le pido disculpas.
Lessas se quedó inmóvil, como si esa respuesta lo tomara completamente por sorpresa. Su expresión pasó de una inesperada alegría a una melancolía que se hizo evidente cuando sus cejas, antes relajadas, comenzaron a fruncirse.
─ No, de ninguna manera. Nunca me incomodaría algo que hiciera el Archiduque. Al contrario, fue un gesto tan amable que no me atrevería ni a imaginarlo. Yo…
Dejó la frase a medias mientras pasaba una mano por su cabello, soltando un leve suspiro, y luego le dedicó esa sonrisa habitual que parecía querer decir que todo estaba bien, aunque su expresión dijera lo contrario. Era la misma sonrisa que mostraba cuando algo no estaba bien.
─ Si el Archiduque me trata con tanta amabilidad, me resulta difícil contenerme. Así que, por favor, no sea tan atento conmigo, especialmente si desea que mantengamos la distancia.
Las palabras que Lessas pronunció eran las mismas que Sayed le había dicho la noche anterior, antes de dormir. Después de su charla con Tiaki, Sayed las había olvidado por un momento. Sabía que esto era precisamente lo que había pedido, y debería sentirse satisfecho con la respuesta de Lessas, pero no era así.
─Entiendo.
─Sé que para usted puede no significar gran cosa, siempre ha sido amable conmigo, pero… simplemente… yo solo… lo quiero mucho.
Mientras pronunciaba esas palabras, Lessas apartó la mirada. Sayed sintió que algo se atascaba en su garganta al escuchar esa confesión. Hubo algo que deseó decir en ese instante, pero no podía darle forma a las palabras. Sentía el pecho cálido y extraño, como si algo en su interior quisiera encontrar una respuesta pero no supiera cómo.
─ No soy una persona amable, Alteza. Hubo más ocasiones en las que fui cruel que en las que lo traté bien. El pasado que usted recuerda de mí no es más que un recuerdo lejano. Ni siquiera ahora soy un servidor que realmente lo trate como debería.
─ Los Titer no son sirvientes, Ed. Son la razón por la que Solias pudo nacer. No tienen que servir a la familia real. Así que usted tampoco necesita observar ningún formalismo conmigo.
Lessas se llevó la mano a los labios y, luego, lentamente se puso de pie. Desde su posición más elevada, miró a Sayed y extendió la mano hacia él, aunque enseguida la retiró, consciente de sí mismo.
─ Además, usted siempre ha sido una persona amable. Aunque la situación alrededor nunca haya sido favorable, jamás abandonó sus obligaciones. Incluso cuando me odiaba, nunca hizo nada que pudiera herirme gravemente, aun cuando tenía razones de sobra para despreciarme.
Sayed escuchó aquellas palabras, ignorante del daño que le había causado en su vida pasada. Había sido un pecador, permitiendo que alguien muy preciado para Lessas muriera por su propia indiferencia. Y, por primera vez, Sayed deseó que Lessas no recordara el error de su pasado, pero no por las dudas que le había inspirado antes. Esta vez, era por miedo a decepcionarlo.
Se trataba de sentimientos completamente distintos. Ahora, Sayed deseaba no defraudar a Lessas.
─ Lamento haber demorado tanto. Volvamos antes de que mi hermano cause problemas mayores.
Ante el comentario de Lessas, Sayed asintió finalmente, percatándose de cómo, al estar junto a él, las preocupaciones parecían desvanecerse, olvidando incluso las prioridades. Con esa determinación, ambos se dispusieron a marcharse. Antes de abandonar el granero, sus miradas se cruzaron, y Lessas le dedicó una sonrisa ligera, algo que, por algún motivo, perturbó a Sayed.
Quizás, después de todo, las tonterías de Tiaki realmente lo habían afectado más de lo que pensaba.
Después de lavar su rostro con el agua que el granjero había dejado preparada y de prometer un agradecimiento, Sayed se dispuso a partir. Al parecer, el hombre seguía un tanto temeroso tras las advertencias de Tiaki y no paraba de ofrecer ayuda adicional, aunque Sayed amablemente declinó. Sin embargo, al ver a Lessas listo para partir, sintió un ligero arrepentimiento.
«Tal vez debería haber aceptado algo de comida.»
─ ¿Tiene hambre, Alteza? ─preguntó Sayed mientras se acercaba a Lessas, quien esperaba sujetando las riendas de su caballo. Recordó entonces la manzana que había recibido y decidió ofrecerla.
─ Estoy bien.
─ Lleva más de un día sin comer, ¿no es así?
─ Eso es igual para usted, Archiduque.
─ No habrá combate inmediato, así que yo puedo soportarlo ─replicó Sayed. Comer era una necesidad que él atendía sólo por energía en situaciones de guerra, pero tratándose de alguien tan joven como el príncipe, era más importante. Después de dudar un instante, extendió la manzana hacia él. Lessas que sostenía las riendas del caballo, parpadeó.
─ Cuidar de mi superior es parte de mi deber, así que no se sienta incómodo. Recuerdo que le gustaban las manzanas.
Lessas observó la manzana roja y brillante en la mano de Sayed antes de alargar la suya, dudando un poco. Finalmente, aceptó la fruta, pero propuso con cautela.
─ Entonces, compartámosla.
─ Sería mejor que la consuma en el camino. Como usted dijo, no sabemos qué está tramando el príncipe heredero ─Sayed subió a su caballo, y después de un breve silencio, Lessas preguntó.
─ ¿Realmente desea la caída de la casa Sildras?
─No quiero que todo salga según los deseos del príncipe heredero. Es hora de dejar de ver solo los árboles y observar el bosque completo.
Si Aster pretendía deshacerse de Zion, entonces Sayed debía detenerlo. En un momento en que necesitaban a todos los Titers posibles, perder a un aliado por una simple venganza no era una opción.
─Entonces haré todo lo que esté a mi alcance para cumplir con tus deseos ─respondió Lessas con una sonrisa radiante.
Ante aquella expresión serena, Sayed sintió que el peso incómodo de su decisión se aligeraba, incluso cuando había sido una elección en contra de sus propios sentimientos. La sonrisa de Lessas le desorientó la vista un momento, y cuando intentaba apartar la mirada, Lessas se le acercó, como recordando algo.
─ Por favor, llévate la manzana, Archiduque. Sé que te gusta.
Sayed miró la manzana con expresión impasible y, tras una breve pausa, se inclinó hacia la mano extendida. Acercó sus labios hasta rozar la fruta y, clavando los dientes, dio un mordisco. El crujido resonó, dejando una marca clara sobre la piel de la manzana mientras el jugo dulce llenaba su boca. El sabor logró suavizar su expresión, disipando la molestia de antes.
─ Como dijiste que la compartiríamos, para mí esto es suficiente ─murmuró, limpiándose el jugo de los labios con la lengua.
Ante aquellas palabras, Lessas pareció sorprendido y se quedó inmóvil, igual que cuando despertó esa mañana, mirándolo fijamente.
─ Si esto te resulta incómodo, puedes tirarla.
─No… no es eso, Ed, es solo que… ─respondió Lessas, apretando la manzana contra su pecho como si temiera que se la arrebataran. Con un leve temblor, dio media vuelta y sujetó las riendas de su caballo con fuerza, mientras su pecho subía y bajaba visiblemente.
─Cada vez que haces algo así, siento una dicha tan intensa que casi podría morir ─susurró Lessas, su voz mezclando alegría y dolor.
Antes de que Sayed pudiera intentar ver su rostro, Lessas ya había subido al caballo y arrancado a toda velocidad, sin mirar atrás. Sayed apretó las riendas y le siguió, sintiendo, por primera vez en su vida, el impulso de retractarse de sus palabras. Quizás fue porque, aunque no lo admitiera, había algo extrañamente doloroso en ver a Lessas huir de él.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El camino hacia la residencia del duque estaba lleno de rumores. Todos en el feudo estaban atentos, deseosos de enterarse de las noticias, ansiosos por saber cuál sería el destino de su señor. Durante la noche, se habían esparcido palabras de que, siendo el feudo la tierra donde había nacido un demonio, todo el territorio podría ser borrado. A medida que se acercaban a las murallas de la mansión, la multitud crecía.
La hostilidad hacia el señor parecía lo suficientemente intensa como para provocar una revuelta. Si seguía así, Aster ni siquiera necesitaría hacer nada contra Zion; el sur estaba al borde de la división.
─ Sería mejor que el Archiduque entrara primero. Podrían surgir rumores innecesarios, y sería preferible que ingresáramos por separado ─dijo Lessas antes de que Sayed pudiera sugerirlo. Mirando a su alrededor, Sayed notó que Lessas aún sostenía la manzana que le había dado. Se la había ofrecido para que la comiera, y allí estaba, sin tocarla, lo cual le molestaba ligeramente. No solo eso, sino que el hecho de que Lessas fuese el primero en ser consciente de su relación también le incomodaba.
Era absurdo; Lessas solo actuaba, como siempre, en función de lo que él deseaba. Con una sonrisa de autosuficiencia, Sayed respondió sin entusiasmo.
─ Es mejor que Su Alteza entre primero. El príncipe heredero ya debe estar buscando cualquier excusa para atacar.
─ Mi hermano se preocupará si no entras antes. Yo no tengo a nadie que me espere, así que es mejor que entres tú primero ─respondió Lessas con tranquilidad, pero la frase caló profundamente en algún lugar del interior de Sayed.
─ Su guardia personal lo espera, Alteza. Todos ellos le tienen verdadero aprecio.
─ Son buenos hombres, sin duda, pero no son personas reunidas para mí. Originalmente… ─dijo Lessas, cortando sus palabras a mitad de la frase. Finalmente, con determinación, continuó.
─ Solo sigue mis indicaciones. Tengo asuntos que atender, así que no necesitas preocuparte por esto.
La distancia que implicaban las palabras de Lessas, diciéndole que no se preocupara, dejó una sensación desconocida de molestia en Sayed. Aunque quería discutirlo, sabía que las acciones de Lessas eran precisamente lo que él había deseado, así que al final, Sayed giró las riendas sin mirar atrás y se dirigió hacia la mansión del duque.
Al llegar, encontró el ambiente sumido en la confusión. Los caballeros de la casa Sildras, al reconocer su llegada, se apresuraron a recibirlo, aunque todos mostraban rostros sombríos. Era comprensible; tal descontento pronto se convertiría en resentimiento hacia su señor. Nadie lo sabía mejor que Sayed, pues lo había experimentado de primera mano.
Aceptar que el Títer al que habían servido con tanto orgullo ahora era considerado un traidor al reino era una vergüenza insoportable, especialmente para aquellos caballeros que alguna vez habían jurado protegerlos con sus vidas. Un señor que traiciona la confianza de sus súbditos no puede aspirar al respeto.
─ ¿Dónde se encuentra Su Alteza el príncipe heredero? ─preguntó Sayed al descender de su caballo para obtener un informe de la situación. Uno de los caballeros se adelantó para responder.
─ Está en la capilla, y justo acaba de ordenar la presencia del Archiduque y los Títer.
─ ¿Y su señor? ─preguntó Sayed, refiriéndose a Zion, lo cual hizo que la expresión del caballero se tornara aún más sombría. Parecía de mediana edad, con una habilidad evidente; probablemente uno de los que tenía algún grado de autoridad dentro de la guardia.
─ Desde su regreso anoche, ha permanecido en su habitación bajo custodia. La guardia real está apostada frente a la puerta, aunque pronto lo convocarán.
El caballero vaciló antes de hacer una pausa, como si se preparara para una decisión difícil. Finalmente, con una voz temblorosa, se atrevió a preguntar.
─ ¿Es cierto que nuestro señor cometió ese acto? ¿Hemos estado sirviendo a una casa que venera a un demonio?
Sayed sostuvo la mirada del caballero, quien, incapaz de soportar el frío semblante que lo observaba desde arriba, terminó bajando la cabeza.
─ No sé si aquellos que se dejan manipular por rumores merecen hablar de lealtad.
Quizá esas palabras eran lo que Sayed había deseado decirle a sus propios caballeros en algún momento. Sin esperar una respuesta, entró a la mansión con decisión. Antes de que Zion fuera arrastrado ante Aster y soltara algún comentario imprudente, Sayed planeaba entender primero en qué situación exacta se encontraba. Aunque era pleno día y había guardias por doquier, eso no sería un obstáculo para él.
Observó el interior de la mansión. Incluso había guardias apostados fuera de la habitación de Zion, como si pretendieran impedir cualquier intento de intrusión. Sayed evaluó las opciones y, finalmente, optó por avanzar por el pasillo. Echó un vistazo a las sombras proyectadas por las cortinas ondeantes y las decoraciones que adornaban el corredor, decidiendo aprovecharlas. Oculto en las sombras del techo, esperó el momento preciso en que los guardias se distrajeron con su ronda y se deslizó hasta la puerta de Zion, adentrándose rápidamente en la habitación.
El lugar estaba en silencio. A pesar de ser de día, la habitación estaba envuelta en penumbra debido a las cortinas cerradas, y el aire era pesado. Había una familiaridad opresiva en la atmósfera, un tipo de desesperanza que Sayed había experimentado a lo largo de su vida.
Zion estaba en un rincón, sentado en el suelo en lugar de en la cama. Con las rodillas alzadas y el rostro hundido entre los brazos, mostraba una imagen muy alejada de la que siempre había proyectado, una figura brillante y siempre impecable. Sayed se acercó lentamente y lo observó desde arriba, sin rastro de simpatía.
«Débil.»
No sentía ninguna lástima por Zion. Tal vez alguien más vería esta escena y sentiría compasión, pero no él. Habían pasado por demasiado y, aunque Sayed había cambiado al elegir un camino diferente, Zion seguía siendo alguien que lo había tratado con hostilidad.
Mientras Sayed aceptaba que los pecados de los padres no debían ser atribuidos a los hijos, el mundo no compartía esa visión. Zion también tenía su parte de culpa. Si la arrogancia y la ignorancia eran pecados, él los llevaba consigo. Sin embargo, las imperfecciones de carácter no eran motivo suficiente para cargar con culpas que no le correspondían.
Además, el incidente que le ocurrió a Zion fue algo que sucedió en solo una semana. En su caso, Sayed había soportado durante largos años la carga de los falsos crímenes de su madre, por lo que desde su perspectiva, tener dificultades en un tiempo tan corto era algo ridículo.
─ ¿De verdad mataste a los caballeros?
Sobresaltado, Zion alzó la cabeza rápidamente. Al ver a Sayed, frunció el ceño con vergüenza, sus mejillas enrojecidas, y mordió sus labios mientras elevaba la voz en un tono hostil.
─ ¿Cómo entraste aquí?
─ Baja la voz. Podrían oírte los guardias de afuera.
Sayed se inclinó un poco hacia él, amenazante, y Zion, con los hombros tensos, se apoyó contra la pared, murmurando con la tensión reflejada en sus ojos dorado-ámbar.
─ ¿Para qué has venido? Si has venido solo para burlarte, lárgate. No hay nada que puedas decirme que me humille más.
Su actitud seguía siendo tan hostil como siempre. Sayed reprimió las ganas de golpearlo y le respondió.
─ He venido a confirmar si realmente mataste a los caballeros. Me imagino que has escuchado que pronto se nos convocará a todos. Aunque tu cabeza no sea la más aguda, seguro puedes deducir que Su Alteza, el Príncipe Heredero, no planea dejarte en paz.
─ ¿Has venido por orden de ese ser despreciable al que sirves? ¿O sólo estás aquí para forzar una confesión? Si es así, estás perdiendo tu tiempo.
─ ¿Alguna vez te has preguntado por qué sirvo al Príncipe Aster?
Zion lo miró con odio y escupió su respuesta.
─ Porque es tu Guía.
─ Porque fue el único que me prometió aclarar la inocencia de mi madre. Aquella a quien tu padre, Sirkan Sildras, asesinó tras calumniarla con falsos cargos.
Como si las palabras se le quedaran atrapadas en la garganta, Zion no respondió inmediatamente. La negación pasó por sus ojos, y luego le siguieron la vergüenza y una pesada culpa. Tras cambiar de expresión varias veces, desvió la mirada y murmuró.
─ Mi padre… mi padre no pudo haber hecho algo así.
─ Todas las pruebas apuntan a ello.
─ Es una trampa del Príncipe Heredero. Todo lo que me ha pasado, cada incidente, es una farsa orquestada por él. Si no fuera así…
Sin darle tiempo para compadecerse de sí mismo, Sayed extendió una mano y lo agarró por el cuello de la camisa. No podía permitirse que Zion se hundiera en la autocompasión.
─ ¿Ni siquiera puedes creer en los testimonios de Bredhite, quien siempre ha apoyado a los Sildras? ¿Acaso lo único correcto en este mundo es lo que tú decides? ¿Te das cuenta de cuán arrogante y estúpido es eso? Si prefieres interpretar las cosas como te conviene, entonces será mejor que vivas solo, encerrado en una celda, viendo cómo tu familia se derrumba.
La frustración lo consumía. Estaba cansado de quienes se negaban a ver la realidad y escuchaban solo lo que deseaban.
─ Si prefieres vivir con este sentimiento patético e insatisfactorio para siempre, no voy a detenerte. Pero si realmente valoras tus deberes como Titer, entonces acepta la verdad y busca una manera de sobrevivir.
Zion no pudo apartar la vista de los ojos encendidos de Sayed, llenos de furia. Mientras intentaba replicar, sus labios se movieron temblorosos, hasta que finalmente exclamó una maldición desesperada, un grito de alguien atrapado en un callejón sin salida.
─ Decide ahora mismo. Cuéntame todo lo que pasó y únete a mí, o mantén tu actitud altanera y observa cómo mueren tu madre y tu hermana menor.
─ ¿De verdad crees que matarán a los Titer? ¡¿Cómo te atreves a decir esas tonterías…?!
Sayed soltó una risa sarcástica ante su ingenuidad. Torció sus labios, sus ojos grises brillaron con una frialdad siniestra mientras susurraba, teniendo en su rostro una expresión tan viva como la de un asesino mortífero.
─ ¿No murió acaso mi madre?
Zion finalmente calló. Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus ojos dorados, y su rostro, fino y de aspecto bondadoso, se torció de miedo mientras sollozaba.
─ No quise matarlos… Yo… intenté salvarlos. No era momento para estar cavando el núcleo del árbol. Les dije que se apartaran cuando los Niera llegaron, pero… no me escucharon. Solo intenté salvarlos… Todos, excepto los que fueron arrastrados, los intenté salvar… Pero entonces, de repente…
La voz de Zion era temerosa, como si le aterrara que Sayed no le creyera.
─ De repente, los guardias me atacaron… Como si todos hubieran perdido la razón a la vez, se lanzaron hacia mí, y no tenía manera de detenerlos… No había manera… Si moría, los Niera se habrían retirado de ese lugar…
Recordar ese momento hizo que Zion comenzara a temblar, y, perdiendo el control, se aferró al brazo de Sayed.
─ No quería matar a nadie… ¿Cómo podría matar a alguien? Yo soy un Titer, alguien que debe proteger este país… Pero no se detenían, por más que les gritaba, seguían acercándose…
Su voz fue subiendo de tono hasta que el sonido desde el exterior se tornó inquieto. Entonces, la puerta se abrió de golpe, y los guardias encontraron a Sayed allí.
─ ¡Su Excelencia, ¿qué hace aquí?!
Era Adena quien hablaba, avanzando con firmeza hacia él mientras Sayed protegía a Zion, que seguía aferrado a su brazo como un niño. Con una expresión severa, el capitán de la guardia se acercó, seguido por un grupo de soldados.
─ El Duque de Sildras está aquí bajo acusación, encerrado como prisionero. ¿No se le informó de que las visitas estaban prohibidas?
Sayed respondió sin ninguna expresión en su rostro.
─ Es la primera vez que oigo de tal prohibición. Me uní tarde anoche y no tuve oportunidad de atender esos detalles.
Adena mostró una expresión de incredulidad. La armadura de la Luna Azul, compuesta en su mayoría por nobles de alta posición, estaba encabezada por Adena, el segundo hijo de la familia del marqués Dalion. Era un partidario acérrimo del príncipe heredero, y no ocultó su desagrado ante la actitud de Sayed, dejando de lado cualquier familiaridad que había mostrado antes.
─ Eso no justifica su conducta. Ha desobedecido las órdenes de Su Alteza el Príncipe Heredero. En cualquier caso, debemos ir a la capilla, así que informaré de esto allí.
Con esas palabras, Adena pasó junto a Sayed y sujetó el brazo de Zion, quien estaba sentado. Otro caballero tomó su otro brazo, tratándolo con una falta de respeto que daba por hecho que Zion era un traidor que merecía la muerte. Zion, inestable, brilló con una mirada de furia como si fuera a usar su poder, pero pronto aflojó sus manos con una expresión de agonía, y la tensión en el ambiente se disipó.
─ ¿Así es como tratan a un Titer? ¿Esa es la forma en que honran a un duque?
Ese trato recordaba al que había sufrido la madre de Sayed. Por un momento, las emociones de Sayed se agitaron al ver las dos escenas superpuestas. Adena, sin embargo, no se dejó intimidar y esbozó una sonrisa.
─ ¿Qué valor tiene el rango para alguien que pronto morirá? Este hombre es un criminal. Las leyes del reino son igual de firmes para todos, sin importar su posición.
Aunque Sayed generalmente no encontraba a Adena digno de su atención, en su vida pasada, Adena siempre lo había menospreciado, siguiendo a Aster y mencionando repetidamente los crímenes de su madre. Recordar esa arrogancia le hizo hervir la sangre. Un solo movimiento de su mano, y ese despreciable hombre podría desaparecer.
Los ojos grises de Sayed se volvieron fríos mientras lo observaba. Adena le devolvió la mirada, con una sonrisa de burla y esos ojos azules que, en ese momento, parecían asemejarse a los de Aster. La tensión era palpable hasta que un soldado irrumpió en la habitación apresuradamente.
─ ¡Comandante! ¡Su Majestad el Rey ha llegado!
La noticia de la llegada del rey hizo que la expresión de Adena se endureciera de inmediato. Sayed también estaba sorprendido; no había recibido ninguna noticia de que el rey se desplazaría hasta allí. El rey, por lo general, rara vez abandonaba la capital para no desproteger el palacio.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ ¿Cómo es posible que Su Majestad esté aquí…?
Adena murmuró para sí, claramente desconcertado. Al ver su reacción, Sayed supo que la llegada del rey no había sido idea de Aster. Y tenía sentido: si Aster estaba manipulando a todos de esta manera, evidentemente quería deshacerse de Zion lo más rápido posible. Si el rey se involucraba en este asunto, el proceso se alargaría, y sería más conveniente para Aster manejarlo todo con la autoridad que le había sido delegada.
«¿Sería entonces que quien llamó al rey fue… Lessas? ¿Era ese el asunto urgente del que había hablado?»
La distancia desde la capital a este lugar era aproximadamente de un día, así que Sayed no podía estar seguro de si realmente fue un plan de Lessas. En cualquier caso, la llegada del rey no era algo malo; como soberano de Solias, él era quien tenía la última palabra, y esto forzaría a Aster a ser más prudente en sus acciones.
Sin embargo, una preocupación persistía en la mente de Sayed: la habilidad de Aster. Lo que Zion le había contado hacía poco sonaba muy similar a lo que él mismo había experimentado en los límites del bosque, cuando vio a personas actuar como si estuvieran bajo una especie de control mental. Si el joven que manipulaba a los niños en el bosque era Aster, entonces su habilidad de controlar mentes era real.
«¿Qué pasaría si ya ha manipulado al propio rey? ¿Y si pudiera hacerlo en cualquier momento?»
Determinar los límites de los poderes de Aster no era sencillo. Con tantos eventos desarrollándose al mismo tiempo, Sayed estaba rezagado en comprender la situación en su totalidad. Observó detenidamente a Adena, preguntándose si los seguidores más cercanos de Aster también actuaban bajo el supuesto de estar controlados.
─ ¿Qué haces todavía aquí? Su Majestad ha llegado, y como miembro de la Guardia Real tu prioridad debería ser su protección.
Con una voz fría, Sayed ordenó a Adena que se retirara, apartándolo así de su camino. Adena, quien ya estaba dudando, lo miró con furia. La mirada insolente de Adena provocó que Sayed esbozara una sonrisa.
─ Hasta aquí tolero tu insolencia. Que puedas tratar al duque de Sildras de ese modo no significa que los Titer estén a tus pies. No cometas ese error. Un solo movimiento mío bastaría para terminar con tu despreciable vida. Si te he tolerado es porque los Titer conocemos el deber.
Sayed comenzaba a comprender, en parte, el desprecio de Sirkan Sildras. Aunque no tenía interés alguno en sus motivos, estaba claro que Sirkan había intentado constantemente fortalecer la posición de los Titer. Desde hacía tiempo, el reino daba por sentada su lealtad, viendo su poder como algo incompleto y aprovechándolo a su conveniencia. Durante el reinado del anterior monarca, esa actitud de utilizar a los Titer se había intensificado. Para alguien como Sirkan, aquella situación debía haber sido un agotador desdén.
Aunque, por supuesto, eso no justificaba de ninguna manera la locura de sus acciones.
Adena, visiblemente alterado por las palabras de Sayed, entrecerró los ojos en un intento por intimidarlo. La presencia de un comandante de la guardia real, que por lo general habría infundido respeto y hasta cierto temor en los demás, no era sino insignificante para Sayed.
Él observaba a Adena con una sonrisa torcida y, sin decir más, comenzó a liberar el poder que habitaba en su interior. Una energía cruda y amenazante, tan incontrolable como letal, comenzó a llenar la habitación. Las sombras en el recinto se ondularon, y el aire se volvió denso, hiriente, como pequeñas agujas. Los ojos grises de Sayed empezaron a teñirse de un tono rojizo.
¿Por qué nadie consideraba que la moderación de los Titer, el hecho de que usaran su poder solo contra monstruos, era ya una muestra de su misericordia? Si hubieran querido hacerse con el trono, los Titer habrían doblegado a los Guías y derrocado a la realeza hacía mucho tiempo, utilizando su fuerza para someter a todos. Que eligieran adherirse al sistema no era más que un pacto de seguridad y bien común, un sacrificio que los ajenos a él jamás entenderían.
A medida que la presión aumentaba, Sayed percibió la ansiedad de Zion, que lo observaba con creciente inquietud. El aire pesado dificultaba la respiración de los soldados, que lo miraban con evidente terror, y la cara de Adena, enfrentado al poder de Sayed tan de cerca, se volvía cada vez más pálida. Aquella era una respuesta instintiva de miedo, superior a cualquier orgullo o voluntad.
─ Fuera. Ahora.
Con la orden de Sayed, Adena finalmente soltó el brazo de Zion. Sin embargo, como si no quisiera aceptar su propia rendición, retrocedió murmurando con una voz cargada de rabia.
─ Usar ese poder vil, como un demonio…
─ Te las das de valiente, pero te comportas como un perro cobarde. Esta es tu última advertencia. Yo mismo llevaré al duque de Sildras a la capilla, así que desaparece de mi vista. Si desobedeces, me aseguraré personalmente de que te esfumes de aquí ─replicó Sayed, sus ojos brillando intensamente con aquel resplandor rojizo.
Finalmente, Adena murmuró una maldición antes de alejarse, seguido rápidamente por los guardias que habían estado esperando su movimiento. Sayed observó sin emoción cómo los soldados se retiraban del cuarto. Luego, su mirada se posó en Zion, quien, inmóvil, parecía sumido en un estado de desconcierto.
─ ¿Piensas quedarte ahí parado como un idiota? ¿Por qué no empiezas a moverte, duque?
Después de todo, también ellos debían presentarse ante la llegada del rey. Al ver que el tiempo se agotaba, Sayed presionó a Zion para que se apresurara. Zion apretó los labios, con una expresión que reflejaba total incomprensión.
─ ¿Por qué me ayudaste? Desde tu perspectiva, seguramente habrías preferido que me humillaran…
Parecía casi como si deseara que hubiese sido así, tan afectado estaba por el hecho de que un enemigo hubiese tomado una acción que jamás habría esperado.
─ A diferencia de tu padre, yo no tengo intención de abandonar a alguien que lleva el mismo deber.
Dicho esto, Sayed comenzó a caminar, y Zion, sin intención aparente de resistirse, lo siguió. Si hubiese querido oponerse, ya habría usado su poder hace rato. Los Titer poseían una fuerza tal que unos simples guardias no podrían detenerlos, y Zion era uno de los más poderosos. Sin embargo, tanto Sayed como su madre antes que él habían aceptado su situación, respetando las leyes del reino.
Caminaron en silencio por el pasillo. Aunque no conocía el camino exacto hacia la capilla, Sayed dirigió sus pasos hacia donde sentía la presencia de más personas. Al parecer, no estaba equivocado, pues Zion lo siguió sin objetar, en la que era quizás la actitud más dócil que había visto en él hasta entonces.
Al llegar al cuarto piso, donde se alzaban las enormes puertas que parecían conducir a la capilla, Zion rompió el silencio de forma inesperada.
─ Nunca te odié desde el principio.
Sayed se detuvo y miró hacia atrás, desconcertado por las palabras repentinas. Zion tenía el rostro endurecido, como si pronunciar aquello fuera una tortura que dañaba su orgullo. Apretando los dientes, continuó.
─ …Lessas siempre te quiso, incluso de forma exagerada. Incluso cuando lo tratabas peor que a un insecto, él se esforzaba por aparentar calma frente a ti. Cada vez que volvía después de verte, su rostro estaba pálido, como si lo hubieran apuñalado, y se pasaba el día sin comer. Nunca lloraba frente a mí, pero sabía que había veces en que lloraba por ti. Por eso, empecé a odiarte tanto.
Sayed sintió un vuelco en el estómago; no esperaba escuchar algo así. Desde que Lessas había dejado de insistir y su actitud se tornó distante, él había asumido que ya no le afectaba, que se había vuelto indiferente.
─ Me dolía también ver que Lessas, teniendo a alguien como yo a su lado, no lograra olvidarte sólo porque te había conocido antes. Yo quería ser su mejor amigo, la persona en quien más confiara, y me enfurecía que alguien como tú siguiera ocupando ese lugar. Pero ahora veo… ─ Zion hizo una pausa, y su expresión parecía la de alguien que finalmente comprendía algo importante─ creo que para él, tú eras alguien demasiado valioso, alguien con quien una simple amistad no podía compararse.
Con un suspiro resignado, Zion asintió para sí, como aceptando una realidad que no había querido admitir hasta ese momento. Y Sayed también se quedó en silencio, incapaz de pronunciar palabra.
Pensaba que, como Lessas parecía estar bien, realmente lo estaba.
Había asumido que, aunque era consciente de lo buen actor que podía ser, nunca había pensado que él fingiera tan bien frente a él, escondiendo su dolor cada vez que sufría en silencio. Aunque sabía que Lessas ocultaba sus emociones en los momentos más oscuros, se dio cuenta de que nunca imaginó cuánto había ocultado.
«El dorso de su mano.»
Pálido, con venas azules prominentes, un dorso frágil.
Cada vez que Lessas reía en sus momentos de mayor dolor, Sayed siempre alcanzaba a notar aquel leve temblor en sus manos. Aunque ocultara sus emociones en el rostro, el cuerpo de Lessas revelaba lo que sentía, como si las emociones fueran imposibles de esconder del todo. Era algo que Sayed, con el tiempo, había aprendido a reconocer.
«Entonces, si acaso tú… Si en tu vida pasada, tampoco me habías odiado… Si en cada encuentro fingiste solo por mí, como Zion dijo, ¿entonces…?»
Al imaginarlo, sintió que el aliento se le escapaba. Un miedo insoportable lo envolvió, y Sayed bloqueó rápidamente aquellos pensamientos. En todo el tiempo que había analizado el comportamiento de Lessas, nunca se le había ocurrido verlo de esa manera. No había ningún indicio que lo llevara a pensarlo.
«No… no podía ser hasta ese punto. En algún momento, sin duda, me odió.»
─ Simplemente asumí que era correcto odiarte. Mi padre siempre decía que el poder de la familia Prosius era impuro, que el antiguo líder había degradado la dignidad de los Titer, que eran unos despreciables siervos de demonios. Escuché muchas cosas… Pero si en verdad mi padre fue quien invocó al demonio…
Zion se pasó la mano por el rostro y añadió, con una voz sincera y algo apagada.
─ He estado odiando a la persona equivocada. A quien debería haber despreciado era a mi padre, y a la propia casa de Sildras.
Reconocer la vergüenza de su familia fue un golpe duro para él, pero en su rostro había una especie de alivio. Pasando junto a Sayed, Zion caminó hacia las puertas de la capilla. Justo antes de abrirlas, murmuró.
─ Pagaré mis pecados, incluso si eso significa dar mi vida. Pero, por favor, comprenda que mi madre y mi hermano son inocentes. Las ofensas que cometí contra usted, esas no desaparecerán. Ni siquiera quiero pedir perdón. Pronunciar estas palabras ahora mismo me llena de una vergüenza insoportable…
Con la cabeza ladeada, Zion levantó la mirada hacia la puerta de la capilla. Observó por un momento el alto sol tallado en la madera, flanqueado por la luna y las estrellas resplandecientes que lo rodeaban. Finalmente, murmuró.
─ Me equivoqué, Archiduque. Lo siento.
Zion aún tenía el valor de reconocer algo que no quería admitir. Ese joven, quien siempre había parecido arrogante y obstinado en su testarudez de noble, estaba reconociendo su error. Al escuchar esas palabras, Sayed sintió que algo que había estado endurecido en su interior durante mucho tiempo comenzaba a relajarse. Aunque las fricciones con Zion no desaparecerían de inmediato, algo en él parecía desatarse, como si se aligerara de un peso. Sayed pensó que tal vez él mismo había albergado prejuicios profundamente arraigados.
Ver no lo era todo.
Su yo del pasado desconocía muchas cosas, no solo los asuntos oscuros que lo rodeaban, sino también sobre las personas en sí. Había aprendido que, aunque la naturaleza humana era inmutable en muchos aspectos, ciertas experiencias podían sacudir el alma lo suficiente como para cambiar a una persona. Y algunos sentimientos, sin importar cuántas cosas sucedan, se mantienen firmes en su lugar.
A través de la rendija de la puerta de la capilla, la luz del sol se filtraba en ángulo. Sintiendo la cálida luz que cubría su rostro, Sayed se dio cuenta de que anhelaba con desesperación a alguien que compartía ese mismo calor.
Lo añoraba tanto que casi le asustaba.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Era una sensación extraña. Incluso más que al recordar a sus padres fallecidos o a Cecilia, quien se había marchado de su lado, Sayed sentía una profunda necesidad de ver a Lessas. Le aterraba que pudiera anhelar tanto a alguien con quien apenas había compartido un momento aquella mañana. Una añoranza similar al dolor lo empujaba a actuar.
Sus pies, que hasta hacía un momento habían estado inmóviles, siguieron el mismo camino que había tomado Zion. Con una mano, Sayed empujó la imponente puerta de madera que lo observaba desde las alturas y, al entrar en la capilla, lo recibió el vasto salón y el techo alto pintado como el cielo nocturno. Una cascada de estrellas en pan de oro y, en el centro, la luna, observaban a las personas desde lo alto. Al final del altar, con el sol a sus espaldas, se encontraba Aster.
Después de tres días, volvía a encontrarse con él, y esa vez, Aster lucía más que nunca como un reflejo del sol. Su cabello, como hilos dorados hechos de luz solar, y sus ojos tan azules que resultaban helados, le daban la impresión de ser el sol mismo, con una apariencia que disuadía cualquier duda sobre su naturaleza. Como si la oscuridad no tuviera cabida en él.
─Ha llegado mi estrella.
Incorporándose del altar donde se apoyaba, comenzó a avanzar hacia Sayed, sin apartar la mirada, como si nadie más que él existiera en aquella estancia. Las miradas de los Titers que aguardaban la escena se fijaron en ellos mientras Aster avanzaba sin pestañear, ignorando a todos salvo a Sayed.
Plantado junto a la puerta, Sayed borró toda expresión de su rostro y lo observó. Enfrentarse a la bienvenida del príncipe heredero en lugar de ver el rostro de quien anhelaba lo llenó de repulsión. Por fin, aquel odio hirviente, antes dirigido hacia enemigos sin rostro, encontraba un blanco justo en quien volcarse.
En su pasado ignorante y necio, hubo un tiempo en el que creyó que esa sonrisa representaba su salvación. Que el príncipe heredero Aster, y solo él, era quien lo apoyaba y velaba por su bienestar. Al no tener nadie más a quien aferrarse, Sayed se aferró a esa creencia, a pesar de que las órdenes de Aster, año tras año, lo habían aislado y dejado solo. Y aun así, había confiado desesperadamente en que el noble príncipe jamás lo abandonaría.
Había creído que al convertirlo en rey podría limpiar el nombre de su madre, y por esa esperanza, había oprimido a Lessas. Aquel que en otro tiempo había alabado por su apariencia, ahora la maldecía por parecerse a la reina Leana. Había aceptado las palabras de Aster de que Lessas era una criatura que no pertenecía al resplandor del sol. Volcó en él un odio sin fin que, en realidad, siempre debió dirigirse hacia Aster. Sin comprender esto, había acudido a él en sus últimos momentos, creyendo que el demonio que lo había engañado y dejado en soledad era, en realidad, su salvación.
─ ¿Por qué esa expresión? ¿Acaso no me echabas de menos?
La sonrisa de Aster se ensanchó al acercarse. Mirando su rostro inescrutable, Sayed sintió un deseo feroz de desgarrarlo. Una ira tan intensa como la que jamás había sentido envolvió su corazón y llenó su espíritu de un odio profundo, muy diferente a las emociones más dulces que había conocido últimamente.
─ Retuve a la sangre del culpable que hizo que tu familia pereciera, y aun así haces esa cara.
«No, desgarrarlo sería un acto demasiado indulgente.»
Sayed quería ver a Aster desesperarse y desmoronarse, sentir la misma agonía que había sentido durante tanto tiempo. Quería que sufriera como él, que cayera al abismo y se enfrentara a la miseria de los confines del infierno. La intensidad del odio que lo embargaba no se comparaba en absoluto con la ira que había sentido hacia Zion; esto lo abrumaba, lo consumía por completo.
─ Sonríe, Ed.
Aster extendió la mano hacia él. Como siempre, esa mano que sujetaba su mentón se sentía cálida, pero para Sayed era como si estuviera tocando la piel helada de una serpiente. Había soportado ese desagrado desde su regreso, intentando dominarlo para, eventualmente, ver a Aster caer en su propia humillación; sin embargo, ahora, enfrentado a la verdad, contener sus impulsos se volvía insoportable.
Una repulsión profunda y un rechazo visceral se apoderaron de él. Se había prometido soportarlo, aguantar y fingir para ver a Aster desmoronarse desde la distancia, pero ahora… ahora esa emoción desbordante era incontrolable.
─ Como la última vez, sonríe con dulzura para hacer feliz a tu amo.
El odio era tan intenso que Sayed apenas podía recordar que Aster era el príncipe heredero. Todo su cuerpo temblaba; si pudiera, lo mataría en ese instante, incluso si significaba entregar su alma para lograrlo.
Tessa: ... 🤬🤬
─ ¡Su Majestad hace su entrada!
La voz de un soldado resonó en la capilla, y Aster, que hasta entonces había estado disfrutando de la expresión perturbada en los ojos de Sayed, reprimió su sonrisa. Su mirada fría se desvió hacia la puerta, detrás de Sayed, y en ese momento, Sayed recuperó un poco de compostura, obligándose a controlar su respiración mientras retrocedía.
Con un chirrido, las puertas se abrieron y el rey entró acompañado de sus guardias personales. Primero aparecieron los caballeros de la Luz del Sol, seguidos por los de la Armadura de la Luna Azul. Entre ellos, destacaba la figura de Lessas. Aunque su altura lo hacía imposible de pasar desapercibido, incluso en medio de tantos otros, su presencia era evidente. A su lado, Adana mantenía una expresión de incomodidad.
─ Su Majestad ha venido de lejos. Debe haber sido un viaje agotador─ dijo Aster inclinando la cabeza con una sonrisa, ahora visible nuevamente en su rostro, mientras su padre se acercaba. El rey, cuyo semblante era todo menos alegre, miró a Aster y luego a los demás en la sala, recorriendo con la vista al duque de Bredhite, a Nova, Stella, Cecilia, y finalmente a Zion. Tras un breve silencio, el rey habló.
─ El reino entero está en tumulto por lo ocurrido en el sur. Dicen que la Casa Sildras está implicada en cosas innombrables. ¿Es cierto?
El rey, quien en otro momento habría recibido a su hijo con palabras de bienvenida, fue directo al grano. Aster, sin dejar de sonreír, miró a Lessas, quien permanecía estoico, y sus ojos reflejaron momentáneamente un brillo helado.
─ Es cierto, Majestad. El anterior duque, Sirkan Sildras, conspiró para amenazar al reino mediante un pacto con demonios. Hay pruebas en todas partes, y el duque de Bredhite también está de acuerdo. Incluso, él mismo ha admitido que, ahora que lo recuerda, Sirkan siempre mostró un interés peculiar en los demonios.
Aster habló con inusitada cortesía, algo que no pasó desapercibido para nadie en la capilla, ya que el disgusto del rey era evidente. Sayed lo observaba cuidadosamente, intentando discernir si Aster estaba manipulando al rey o usando alguna habilidad especial. Saber hasta dónde alcanzaban sus poderes era crucial.
─ La aparición de demonios amenaza la existencia misma del reino. ¿Cómo es que no me informaste directamente? Si Lessas no me hubiese enviado un mensajero, me habría enterado de todo esto demasiado tarde.
Aster borró la sonrisa de su rostro; el ambiente a su alrededor se volvió tan gélido como una capa de hielo, lo cual hizo que Sayed sintiera un escalofrío.
─ Simplemente he manejado el asunto siguiendo la autoridad que Su Majestad me otorgó. No quería perturbarlo con esta carga, pues sentí que no estaría a la altura de representar al sol si le causaba molestias. ¿No es, después de todo, en beneficio de Solias y de Su Majestad erradicar toda relación con el demonio?
Las palabras de Aster fluían sin trabas, difíciles de cuestionar. Sayed, al ver cómo Aster hablaba de demonios sin inmutarse, sintió cómo la ira que había logrado calmar al ver a Lessas comenzaba a resurgir con fuerza.
─ ¿Pretendes entonces ser tú quien decida el destino de los Titer?
─ Titer que han perdido el control y han acabado con vidas inocentes han sido ejecutados a lo largo de los siglos. De hecho, Su Majestad también dictó la sentencia de muerte contra el antiguo duque Prosius por razones similares.
Al mencionar el pasado, el rey cerró los labios, y su mirada, que se posó un momento en Sayed, se tornó incómoda. Aprovechando el momento, Aster extendió la mano hacia los nobles presentes y exclamó.
─ Todos los Titer están aquí presentes, y los duques pueden dar testimonio. Las pruebas de que la Casa Sildras despertó a un demonio dormido son evidentes, y ustedes mismos descubrieron un núcleo vacío en el bosque, ¿no es así? Pero, ¡qué casualidad! Justo cuando mis soldados iban a tomar las pruebas, un grupo de Nieras barrió el bosque como si quisiera ocultar algo. Y no solo eso, al final, mis caballeros fueron encontrados muertos, sin poder brindar ningún testimonio. Entonces, ¿cómo explicarán que esos soldados, que acompañaban al duque Sildras, perecieron de esa manera?
Las palabras de Aster, pronunciadas con énfasis y precisión, empezaron a agitar a los presentes. Los caballeros parecían convencidos de su verdad, mientras que el duque Bredhite bajaba la cabeza, abatido. Nova parecía confundida, y tanto Stella como Cecilia mostraban desagrado.
─ ¿Es verdad lo que dice el príncipe heredero?
Ante su pregunta, Zion, que había estado guardando silencio con un semblante pálido, dio un paso al frente para defenderse.
─ Nunca he intentado matar a los caballeros de Su Majestad. Quizás el Niera, que nos atacó, había contaminado sus mentes y por eso intentaron herirme primero. Traté de someterlos sin lastimarlos, pero ellos, como poseídos, siguieron atacándome sin control. Su Majestad, soy un Titer, uno de los herederos de la estrella, incapaz de manejar al Niera, que es una huella del demonio. Aunque los crímenes de mi padre fuesen ciertos, los Sildras que quedamos no apoyamos sus actos.
─ ¿Por qué habrían de atacarte mis caballeros, duque? Que un caballero cualquiera se lance contra un Titer es un acto suicida. Y si tu padre despertó al demonio, bien podría ser que el poder del Niera también se haya transmitido a su linaje.
El rey, indeciso, permanecía en silencio, aunque su disgusto inicial parecía opacado por la habilidad persuasiva de Aster.
Para evitar que el príncipe heredero hechizara con su lengua al rey, Sayed intervino.
─ Su Majestad, si el duque Sildras hubiese recurrido al poder de un demonio para asesinar, ya lo habría hecho sin inconvenientes. Los Titer poseen suficiente poder para lograr sus objetivos sin recurrir a esas artes.
La sorpresa fue evidente en el rostro de Stella, quien miró a Sayed con los ojos abiertos de par en par, asombrada de que él, habitualmente reservado en estas reuniones, hubiese tomado la palabra. Sin embargo, Aster no se mostró perturbado; al contrario, esbozó una sonrisa como si todo estuviera saliendo a su favor.
─ Mi Titer acaba de señalar precisamente la inquietud de Su Majestad. ¿No es cierto, Su Majestad, que ha temido siempre que su poder podría desestabilizar Solias en cualquier momento?─ dijo Aster, golpeando justo en el punto sensible. La expresión del rey se oscureció, y miró a Sayed con una mirada recelosa antes de responder.
─ ¿Acaso entiendes lo peligroso de tus palabras, Archiduque?
─ Afirmar que un demonio puede manipular a los Titer es lo que verdaderamente representa un peligro, Su Majestad. A lo largo de la historia, los Titer nunca se han opuesto a la luz de Solias. Todos los Titer presentes aquí hoy son personas que han sacrificado mucho por el deber. Sin embargo, si la semilla de un demonio se oculta en el alma de un Titer, ¿no acabaría por pisotear estas nobles intenciones, poniendo en peligro el reino?
La sonrisa de Aster, hasta entonces serena y controlada, se quebró, revelando por un instante un destello afilado en su mirada, como una fisura en un cristal. En ese preciso momento, Lessas, que había permanecido en silencio, rompió a hablar con voz firme y melancólica que captó la atención de todos los presentes.
─ Su Majestad, me temo la independencia de juicio de mi hermano.
Tessa: Se le regresó... karma
La profunda voz de Lessas, suave y cautivadora, hizo que todas las miradas se volvieran hacia él. Incluso el rey, atraído por la súplica en el semblante de su hijo, giró para observarlo. Lessas, con una expresión de sincera preocupación, se dirigió a su padre.
─ El sol de Solias siempre ha sido Su Majestad, pero ver a mi hermano tomar decisiones unilaterales sobre el destino de los Titer me llena de temor. Los Titer han sido compañeros y estrellas que han protegido a Solias. Si ahora caen, sacrificados en el cadalso debido a conjeturas inciertas, el tiempo de los Titer en este reino pronto podría terminar.
Los ojos del rey se endurecieron. A pesar de haber tenido a Aster a una edad temprana, seguía en plena forma y no estaba dispuesto a abdicar. A pesar de la edad y madurez de Aster, no había cedido el trono precisamente por estas razones, por su propia ambición y apego al poder.
Después de todo, desde tiempos inmemoriales, el mayor temor de los reyes ha sido la ambición por el poder. Y Lessas, sutilmente, tocaba esa fibra en su padre.
Sayed, que hasta ahora solo había visto el lado obediente de Lessas, se sorprendió al notar la habilidad de este para influir al rey. Comprendió entonces que el joven príncipe se había convertido en un adulto, alguien que mostraba su inocencia solo ante él.
─ Es fácil hablar con una boca que no sabe contenerse. Yo solo he puesto la seguridad de Solias por encima de todo.
Aster, dándose cuenta de que Lessas intentaba influir en el rey, intervino rápidamente para cortar sus palabras. Sin embargo, Lessas simplemente le dedicó una sonrisa tranquila.
─Entonces, ¿no sería más beneficioso conservar a los Titer? Muy pronto Solias se liberará de las restricciones del bosque y se expandirá más allá de las fronteras del reino.
Dicho esto, Lessas se acercó al lado de Sayed, y el breve contacto visual entre ambos fue tan cálido como siempre. A pesar de haber estado separados solo un momento, la presencia de Lessas devolvió estabilidad a Sayed, como si el alma desgarrada por el odio hacia Aster encontrara de nuevo su centro y claridad.
─ Como bien sabe Su Majestad, el bosque del sur ya no es un territorio dominado por los Nieras. Esto es gracias a la dirección y sacrificio del Archiduque. La purificación del bosque, que tanto ha deseado Su Majestad, parece estar destinada a completarse este año, ¿verdad? Entonces, ¿qué ocurrirá después?
El plan de Lessas, apuntando precisamente a uno de los sueños más anhelados del rey, surtió efecto. De repente, el rey, que había estado debatiéndose en sus dudas, parecía lleno de júbilo. Siempre había deseado purificar el bosque para extender Solias hacia el mar y las tierras inaccesibles más allá.
─ Solamente nos queda expandir la gloria de Solias.
Lessas asintió con una sonrisa, lleno de aparente admiración filial.
─ Es exactamente como dice Su Majestad. Aunque el mundo exterior aún es desconocido, no sabemos si existan personas con el mismo poder que los Titer más allá del bosque. Por eso, creo que mantener a cada uno de ellos fortalecerá aún más el poder de Solias.
─ ¡Tienes razón!
El rey, genuinamente exultante, recorrió con la mirada a los Titer, contándolos uno por uno y, finalmente, dejando escapar una carcajada sincera, como si hubiera alcanzado una gran revelación.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ Los Titer y los Guías siempre han coexistido. Sus logros son, después de todo, logros de Solias, ¿verdad? Ahora veo que he estado ciego, cegado incluso ante el gran mérito de purificar el bosque. Lessas, tienes razón.
El rey, que antes miraba a los Titer con recelo, ahora los observaba como si fueran un tesoro. En ese instante, Sayed sintió por primera vez un vínculo de compañerismo con los Titer que antes consideraba ajenos. La idea de ser simples herramientas al servicio de los deseos del rey ahora cobraba sentido para él.
Influenciado por la elocuencia de Lessas, el rey impidió que Aster siguiera hablando. Luego, mirando a todos los presentes, proclamó.
─ Los crímenes de la familia Sildras, que amenazan la seguridad de este reino, no pueden pasarse por alto. Retiro de los Sildras el derecho a liderar a los Titer, y también degrado el título de la casa de acuerdo con la traición cometida por el anterior duque. La decisión final sobre su nuevo estatus será tomada tras una reunión con los consejeros. Parte de las tierras de los Sildras serán reintegradas a la corona, conforme a su condición disminuida.
El rostro de Zion palideció de inmediato. Su cabeza se inclinó, los puños apretados en silencio, mientras tragaba el amargo sentimiento de derrota. La sentencia del rey era irrevocable, y los crímenes de los Sildras, demasiado graves.
En ese instante, Sayed se dio cuenta de que el hecho de que su madre, incluso después de ser acusada de traición, hubiese mantenido su posición, podría haber sido resultado de la intervención de Zion o incluso de Lessas.
«¿Por qué razón el anterior duque de los Sildras, después de arrinconar a su madre, decidió dejar a mi familia viva en respuesta a la súplica de su hijo?»
El enigma de las verdaderas intenciones del duque de Sildras, que Sayed hasta ahora había evitado investigar, lo desconcertaba. Siempre había considerado que los Sildras no merecían ni su atención ni su interés, pero, después de escuchar las palabras de Zion, empezó a pensar que, para llegar a la verdad, debía comprender mejor a la familia a la que hasta ese momento había sentido la necesidad de odiar.
─ Sin embargo, Zion Sildras deberá cumplir con los deberes de los Titer, así que no le arrebataré la vida. Deberás redimir los pecados de tu padre y servir fielmente al reino.
Tras una breve pausa de silencio, Zion, con la cabeza inclinada, agradeció al rey por su gracia. Su voz, rota, reflejaba el doloroso estado de su ánimo.
─ Agradezco la misericordia de Su Majestad.
El rey dejó escapar una leve risa y luego dirigió su mirada hacia Sayed. Aunque al principio parecía algo reticente, enseguida mostró un semblante complacido mientras se acercaba a él. Con una mano suave, que nunca había empuñado una espada, dio unas palmadas en el hombro de Sayed.
─ No hay rincón en el reino que no conozca las hazañas del Archiduque. También, finalmente he comprendido que la tragedia del anterior Archiduque de Axid fue producto de un juicio erróneo de mi parte. El solo hecho de haber estado a punto de perder a alguien tan valioso por la lengua pérfida de Sirkán Sildras me estremece. No hay disculpa que repare eso, pero…
Con voz solemne, el rey formuló la oferta que pretendía reconciliarse con Sayed.
─ Restituiré los derechos y el mando que, desde tiempos antiguos, pertenecieron al norte. Repondré en los cofres del castillo de Axid las riquezas perdidas por la infamia que recayó sobre su nombre, y, en la medida en que no amenace la seguridad del reino, concederé al Archiduque un deseo, cualquiera que sea. Lo juro en nombre de Solias.
Sayed escuchaba sin expresar emoción alguna, como si aquellas palabras se sintieran extrañas y ajenas, como si llegaran desde un lugar remoto. Las voces parecían resonar en sus oídos, y los labios del rey se movían lentamente frente a él.
«Algo no cuadra.»
Desde la muerte de su madre y la de su padre, que se arrojó al abismo de la desesperación, Sayed había vivido para limpiar el nombre de su madre y restaurar el honor de su familia. Había entregado su vida entera a esa causa, obedeciendo cada mandato de Aster, creyendo que, llegado el momento en que se reconociera la verdad, todo estaría bien.
Sin embargo, la alegría que había imaginado no estaba allí.
No hubo una gran dicha en él como para saber por qué se había aferrado y obsesionado tanto con esto. En lugar de alegrarse por ello, lo que más le conmovía eran momentos como aquel en que vio a Cecilia regresar a él, o el instante en que estaba con Quilly, quien sonreía preocupado por él, o el momento en que vio a Zion y Bredhite disculpándose. Más allá de todo eso, lo que realmente le hizo feliz fueron simplemente los momentos que pasó junto a Lessas, más que el ser reconocido por el rey o por la gente del mundo.
Si la paz estaba tan cerca, sólo habría necesitado extender la mano para alcanzarla. Esta repentina realización llenó a Sayed de remordimiento. Le entristecía haber renunciado a las personas que podían haber estado a su lado solo por recuperar el honor de su madre. Y le dolía pensar en cómo se había distanciado de Lessas, quien nunca lo había odiado de verdad.
¿Era esto lo que significaba ser manipulado por el engaño del demonio?
No había otra forma de explicarlo. Sayed, sin responder a las palabras del rey, en su lugar giró lentamente la cabeza y miró fijamente a Aster. Fue dolorosamente consciente de que, en su momento de mayor vulnerabilidad, Aster se había acercado a él actuando como un sol, solo para estar manipulando todo desde las sombras. Era una intuición instintiva.
El rey también giró la cabeza, como si estuviera extrañado. Observando alternadamente a Aster y a Sayed, el rey, curioso, escuchó la voz baja de Sayed.
─ ¿Dijo que cumpliría un deseo?
─ Así es.
─ Entonces, cúmplalo ahora.
El rey, sorprendido de que Sayed hubiera tomado su decisión tan rápidamente, asintió.
─ Habla, Archiduque. Cumpliré cualquier cosa que pidas.
Sayed fijó su mirada en Aster. Quería observar detenidamente cómo reaccionaría Aster ante el deseo que estaba a punto de pedir.
─ Deseo que el dueño de la “Muerte Sagrada” cambie, Su Majestad. Ya que ha aparecido alguien más fuerte que cualquier Guía existente.
Tessa: .... 😨
El inesperado comentario llenó la capilla de murmullos. Los caballeros de la Luna Azul, que se encontraban detrás de Lessas, contuvieron el aliento en un sobresalto, y Adena se movió inquieta, deseando refutarlo de inmediato. No solo los caballeros estaban sorprendidos; los Titers también se mostraban atónitos. Sin embargo, entre todos, la reacción de Aster fue la más notable.
Los ojos que habían estado fijos en Lessas se desplazaron lentamente hacia Sayed. Sus pupilas azules, ahora estrechadas, reflejaban una incredulidad evidente mientras miraba a Sayed. La conmoción era palpable en su rostro, que se había puesto pálido. Sayed intentó discernir si aquello era solo una actuación o si realmente Aster no esperaba que él actuara de esa manera, pero pronto comprendió que no importaba. Ver esa expresión en su rostro ya era un consuelo.
─ …Archiduque, eso es…
El rey miró a Sayed con una expresión de perplejidad. Aunque no rechazó la propuesta de inmediato, como si no fuera una opción totalmente descartada, parecía dudar, consciente de que no era un asunto que pudiera decidirse a la ligera. Sin embargo, Sayed insistió firmemente.
─ ¿Por qué duda si no es algo que ponga en peligro la seguridad del reino? Su Alteza Lessas ha demostrado habilidades asombrosas durante toda esta travesía. Además, ha venido personalmente al bosque por los Titers, y habrá oído que ni siquiera los Niera pudieron hacerle daño.
─ ¡Sayed!
Tessa: Eso hermoso, Resuelve.
En ese instante, Aster alzó la voz por primera vez. El rey, sorprendido, miró a Aster con un leve sobresalto. Tal era la frialdad de aquel grito que erizó la piel de todos los presentes. Sin embargo, Sayed ignoró a Aster y presionó con fuerza al rey.
─ Es un juramento que hizo en nombre de Solias. Este es el único deseo que tengo. Le pido que lo considere con seriedad.
Aster avanzó con decisión hacia Sayed, sin dejar espacio para negociaciones, como si se tratara de un ultimátum. Sin importarle el agarre rudo de Aster en su brazo, Sayed lo ignoró y desvió la mirada, mientras Aster apelaba al rey con urgencia.
─ Padre, no puede hacerme esto. ¿Va a cambiar la posición de príncipe heredero solo por una promesa? Bien sabe Su Majestad que habrá una gran oposición. ¿Y eso es todo? Si tiene en cuenta las últimas palabras de mi madre, incluso esta vacilación es una ofensa hacia ella.
El rey, que mostraba signos evidentes de duda, endureció su expresión de golpe. Con el rostro lleno de ira, lanzó una mirada fulminante a Aster y elevó también la voz.
─ ¡Impertinente!
El rey, como si hubieran tocado su punto más vulnerable, gritó sin darle a Aster la oportunidad de responder. Su rostro se enrojeció de furia.
─ ¿Es que no entiendes que, pensando en tu madre, he intentado mantenerte como príncipe heredero a pesar del poder superior de Lessas? ¡Hablas como si ya fueras rey, sin comprender ni un ápice el corazón de este padre! Me da miedo, miedo. Si te heredara el trono, mi seguridad sería como una vela al viento.
El rey, gritando hasta hacer visibles las venas de su cuello, cruzó una breve mirada con Sayed. Tomó una gran bocanada de aire y se dio la vuelta bruscamente.
─ El deseo del Archiduque no es algo que pueda decidir a mi antojo aquí. Pero sí, por ahora, lo mejor será dejar vacante esa posición. Aster, regresa de inmediato al palacio con la “Muerte Sagrada”. Lessas, tú me acompañarás a la capital ahora mismo.
Sin mirar a Aster, el rey dio sus órdenes y, como si su asunto estuviera concluido, hizo un gesto al grupo de caballeros. Los guardias de la Luz del Sol se apresuraron a escoltar al rey, y la armadura de la Luna Azul, aunque con duda, lo siguió para despedirlo.
Antes de salir tras el rey, Lessas miró a Sayed con preocupación en los ojos. Sayed también quiso acercarse a él, lamentando la falta de tiempo para hablar, pero en cuanto intentó moverse, Aster lo sujetó con fuerza. A diferencia de antes, una fuerza casi inhumana lo apresaba. Un escalofrío recorrió la espalda de Sayed, quien instintivamente giró el cuerpo en reacción.
─ ¿Cómo puedes hacerme esto? ¿Te atreves a actuar así conmigo, después de que cumplí la promesa que hice por ti? ¿Vas a abandonarme otra vez… por una basura que nunca hizo nada por ti?
Los ojos de Aster tenían un brillo extraño. Sus pupilas, pálidas de furia y traición, se aferraban a Sayed con una intensidad inquietante.
─ Esa respuesta la conoce mejor que nadie, Su Majestad.
La actitud de Aster era escalofriante, pero no era algo que pudiera atemorizar a Sayed. Al escuchar su voz, fría como el hielo, Aster parpadeó, mostrando una reacción inesperada. Sus labios rojos se curvaron lentamente en una sonrisa, y pronto una risa se escapó de sus labios.
─ ¡Ja, ja! ¡Ah, ja, ja!
La risa de Aster resonó en el aire. En ese momento, Lessas llegó rápidamente a su lado y tomó la muñeca de Aster, que aún sujetaba a Sayed con fuerza. Aster, quien parecía aferrarse a él con una intención implacable, no se retiró con facilidad.
─ Hermano, ¿no debería irse ya?
─ Sí, claro, debo irme.
Con una sonrisa oscura, Aster miró su propia mano que sujetaba el brazo de Sayed, y luego la mano de Lessas, que intentaba detenerlo. Sus ojos se volvieron negros al levantar la vista.
─ De acuerdo.
La fuerza obstinada desapareció de inmediato. Aster soltó a Sayed y retrocedió como si nunca hubiera estado enfadado. Lessas se interpuso entre ambos, protegiendo a Sayed. Observándolos, Aster habló con una voz extrañamente despreocupada, como si estuviera realmente satisfecho.
─ Lo intenté todo, Ed. Traté de resolver esto de la manera más tranquila posible por ti. Incluso habiendo un camino más fácil para traerte a mi lado, opté por uno más complicado solo para que no estuvieras triste. Al menos recuerda eso.
─ No sé de qué está hablando.
Sayed, sintiéndose inexplicablemente inquieto, respondió en voz baja. Aster, riendo tanto que sus hombros se sacudían, dejó escapar un profundo suspiro.
─ Te dejaré hacer lo que quieras por un tiempo. Después de todo, no hay nada más dulce que la desesperación que se enfrenta en el momento de mayor dicha.
Aster se enderezó como si ya hubiera terminado su asunto, adoptando una postura impecable, sin rastros del descontrol de hace un instante. Pasó junto a ellos con la misma compostura, como si nada hubiera ocurrido. Luego, como si recordara algo, lanzó una mirada fugaz a Lessas y dejó escapar una risa baja.
─ Te escondiste bien en la carcasa de una estrella muerta. Te comportaste como una alimaña y lograste engañar mis ojos. Bien hecho.
Con esas enigmáticas palabras, Aster salió de la capilla con elegancia, como si su tarea ya hubiera concluido. Los guardias que quedaban a su servicio lo siguieron y desaparecieron tras él, dejando solos a los demás. Lessas se quedó en silencio por un momento, observando a Sayed con un rostro que denotaba agotamiento.
Sus miradas se encontraron. Los ojos violetas de Lessas, cálidos, lo contemplaron como si estuviera cuidando de alguien preciado. A pesar de que la situación resultaba favorable para él, no parecía feliz. Más bien, con labios temblorosos, como alguien profundamente asustado, susurró en voz baja.
─ Hasta que nos volvamos a ver, no sufras. Solo mira lo que amas y mantente junto a quienes son importantes para ti. Yo me aseguraré de que nada te suceda, Archiduque. Para eso existo.
─ ¿Qué quieres decir con eso?
Con una sensación de inquietud, Sayed preguntó, pero Lessas solo sonrió. Con una sonrisa suave, parecía querer extender la mano para tocar a Sayed, pero al final retrocedió. Sayed, sintiendo que se alejaba sin apenas haberlo tocado, trató de alcanzarlo, pero Lessas fue más rápido.
─ Descansen en sus respectivas tierras hasta la próxima expedición. Pronto recibirán noticias de los mensajeros. Que la bendición de la luna esté con ustedes.
Lessas, con una despedida que difería sutilmente de los saludos tradicionales de Solias, se dio la vuelta y salió apresuradamente sin mirar atrás, como si tuviera prisa. La mano de Sayed, que se había extendido inconscientemente para detenerlo, solo encontró el vacío.
Una vez que la realeza se retiró, la capilla finalmente se llenó de murmullos. Sayed permaneció absorto, sin responder a Cecilia, quien fue la primera en acercarse a hablarle, con la mirada fija en la puerta cerrada.
Justo cuando comenzaba a comprender un poco el corazón de Lessas, un extraño presentimiento lo envolvió. Mientras miraba la puerta, un recuerdo de la visión que tuvo antes de morir cruzó su mente: personas cayendo sin vida y una serpiente devorando a Lessas. La escena era tan horrenda, tan impregnada de un olor metálico a sangre, que no podía desvanecerse de su memoria.
Como si hubiera visto un fragmento de un futuro aún por suceder.
Tessa: ... No por favor...
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter 103: ECLIPSE LUNAR
Chapter Text
Era una mañana en la que la luz del sol se filtraba por la ventana como una red esparcida. A través de la ventana entreabierta, se escuchaba el canto de los pájaros. Junto al sonido de los insectos de verano, el coro era lo suficientemente ruidoso como para que Sayed dejara el libro que estaba leyendo. En la superficie del grueso y desgastado volumen que sostenía, se veía un sol bordado en hilo de oro, mostrando las huellas del tiempo.
Sayed caminó hacia la ventana para cerrarla, pero de pronto se detuvo. Entre los grandes árboles que cubrían la alta ventana del castillo de Axid, volaban varios petirrojos. Era curioso verlos, pues en el frío norte, estos petirrojos de plumaje gris pasaban el invierno y, en primavera, adquirían un plumaje plateado similar al blanco, lo cual los hacía fácilmente visibles. Al verlos frotarse los picos y gorjear suavemente, recordó a alguien: aquel joven que había recogido un petirrojo herido en el peligroso bosque invernal.
«Me pregunto si aún estará vivo.»
Recordó el día en que vio a un petirrojo en el castillo hace unos meses. Aunque estaba seguro de que ese joven, que había salvado a la pequeña vida que casi parecía muerta y la había cuidado hasta engordarla, probablemente estaba bien, la realidad era que hacía bastante tiempo que no lo veía y no tenía certeza.
La última vez que vio a Lessas fue hace cuatro meses. La última imagen que tuvo de él fue su espalda, cuando lo vio en la capilla. Aunque cuatro meses no era mucho tiempo, considerando que en el pasado apenas se veían una vez al año, ahora, le parecía una eternidad, como si hubieran pasado varios años sin verlo.
¿Tal vez se sentía así porque hasta antes de despedirse, habían estado juntos todos los días? Después de haber ido a la capital, se había acostumbrado, de una manera irónica, a ver a Lessas casi diariamente. Así, con cierta frecuencia, quizás incluso a diario, sentía el vacío de su ausencia.
Recordaba su cálida sonrisa que siempre lo acogía, la voz grave que le susurraba que todo estaba bien, el calor que derretía su corazón… eran recuerdos que despertaban una constante añoranza. Incluso el olor fresco de los árboles y la fragancia del viento veraniego le traían su imagen a la mente, y entonces, Sayed sentía un profundo deseo de volver a ver esa expresión de felicidad que Lessas mostraba incluso por la más simple escolta.
Un tipo de añoranza que no podía llenar a veces se convertía en una presión dolorosa que oprimía el pecho de Sayed. Sentía un vacío en su interior, y muchas noches deseaba hacer algo, lo que fuera, para aliviar aquella sensación que lo consumía. Hubo momentos en los que, siguiendo el impulso, casi montaba a caballo para ir solo a la capital, pero un señor no podía abandonar el castillo sin motivo alguno.
El norte, que estaba más lejos de la capital que cualquier otro lugar, hacía que el viaje de ida y vuelta fuera largo, por lo que no podía planear un desplazamiento sin pensarlo bien. Además, tenía la responsabilidad de educar a su hermana, quien había regresado al norte después de mucho tiempo. Su deber lo mantenía atado.
Pasaron esos meses, y finalmente Sayed no pudo negar que los sentimientos que albergaba en su corazón se encontraban, sin duda, dentro de la categoría de afecto. En su vida, donde solo reinaban los fríos vientos, esta emoción cálida y luminosa era como una brisa primaveral que derretía la nieve. Por un tiempo, Sayed intentó ignorar esos sentimientos.
Sin embargo, los sentimientos no desaparecían solo por evitarlos; incluso cuando él trataba de apartar la mirada, esa emoción siempre permanecía en su interior. Al final, sin poder desprenderse de ella ni contenerla, Sayed llegó al verano.
Mientras observaba a los petirrojos por un largo rato, un toque en la puerta lo trajo de vuelta a la realidad. Al parecer, los petirrojos que jugaban en los árboles también escucharon el sonido y alzaron el vuelo. Sayed giró levemente la cabeza hacia la puerta, adivinando quién estaba allí, y habló.
─ Puedes entrar.
A su tranquila invitación, la puerta se abrió. Cecilia asomó su rostro con una sonrisa brillante. Con su largo cabello plateado trenzado de forma suelta, se veía mucho más animada y alegre que hace unos meses. Ver a su hermana, quien había recuperado su espíritu travieso de la infancia, se había convertido en el único placer de Sayed últimamente.
─ Hermano, vamos a almorzar juntos. Quilly ha preparado una cesta. Quiero salir y comer afuera, como solíamos hacer.
Como si ya estuviera segura de obtener su permiso, Cecilia llevaba un atuendo de paseo sencillo. Su vestido azul, con un escote moderado, era práctico para moverse. Las mangas que dejaban ver sus muñecas y el encaje en el borde de la falda eran los únicos adornos, los favoritos de Cecilia, quien solía preferir ropa de montar o pantalones. Hoy, sin embargo, se había arreglado un poco más de lo habitual.
─ De acuerdo.
De cualquier modo, era hora de salir a inspeccionar las tierras, así que no había razón para rechazar la invitación. Con una extraña sensación de nostalgia, miró una vez más a los petirrojos en la ventana antes de acercarse a Cecilia y extender su brazo. Ella, tomando su brazo con naturalidad, comenzó a hablar animadamente.
─ Hoy Quilly me ha felicitado. Dice que ya soy bastante buena revisando los libros de contabilidad. Creo que, poco a poco, me estoy acostumbrando. Claro, no puedo cuidar las tierras tan bien como tú, hermano.
Sayed, con una mueca de ironía hacia sí mismo, desestimó sus palabras. Cecilia no sabía que él, más que cuidar de las tierras, había sido un fanático obsesionado con destruir a los Niera. En realidad, Cecilia, quien siempre había sentido un gran afecto por las tierras desde pequeña, era mucho más adecuada para ese rol. Desde su regreso, había estado pensando en cómo desarrollar el norte con los recursos otorgados por la familia real.
Las visitas a las tierras, el contacto frecuente con campesinos y comerciantes, eran tareas que ella asumía. La fría serenidad que había mostrado Cecilia, como si hubiera estado congelada, había comenzado a desvanecerse tras su distanciamiento de Aster. Su naturaleza de alguien que amaba a las personas y se preocupaba por ellas había vuelto, y tenía un talento natural para liderar. Incluso su habilidad para coordinar a los Titers en su ausencia debía venir de esa misma cualidad.
Conversando sobre varias cosas, llegaron a la colina cerca del castillo. La colina, cubierta de césped verde, ofrecía una vista del bosque que rodeaba el norte. Era uno de los lugares favoritos de Cecilia desde pequeña. En los inviernos, cuando la nieve se amontonaba hasta sus pantorrillas, solía rogar que la empujaran para rodar sobre la nieve. Cada vez, Sayed solía pensar en lo bueno que sería si Lessas también se uniera a esos juegos.
Claro que ahora ya no era la edad para eso…
Con un dejo de amargura, Sayed contuvo un suspiro. Desde su separación de Lessas, había sentido siempre una opresión en el pecho, como si algo pesado estuviera atrapado en su interior.
─ ¿Han llegado? Hoy especialmente, los dos se ven adorables viniendo juntos. ¡Mi corazón, el de Quilly, se está derritiendo!
Quilly, quien estaba en la colina, los recibió con una sonrisa. Una sirvienta hábilmente colocó los platos y la comida que traían en la cesta. Había pan recién horneado, un pastel relleno de frutas rojas y guisado de ave con especias. Sayed, sin mucho apetito, echó un vistazo rápido a la comida sin expresión y luego desvió la mirada hacia el sur, donde se encontraba la capital.
─ ¡Por favor, no ponga esa cara, Archiduque! Si no muestra interés por la comida, su salud se resentirá.
─ Sí, hermano, debes comer algo. Además, el cambio de lugar ayuda a refrescarse, ¿no?
Parecía que ese era su propósito. Cecilia lo invitó a sentarse y rápidamente comenzó a ofrecerle comida. Al ver el cuidado con el que todo estaba preparado, Sayed decidió hacer el esfuerzo y aparentar que comía. Además, necesitaba reponer energías para las múltiples actividades que realizaba.
Sin tomar el plato frente a él, comenzó con un trozo de pan. Con sus manos pálidas, lo desgarró y lo comió sin mucho entusiasmo. Satisfechos al ver que comenzaba a comer, Cecilia y Quilly también iniciaron su almuerzo. Mientras los atendía, Quilly comenzó a informarles.
─ Hoy le pedí al chef que se esmerara especialmente. En verano, es cuando la comida en el norte tiene su mejor sabor. Ah, su Excelencia, ahora que lo pienso, justo antes de que llegaran vino un mensajero desde el este, enviado por la duquesa de Vetria.
─ ¿De Stella? ¿Es algo urgente?
No solo Sayed, sino también Cecilia, se mostró preocupada. Dado lo grave de los últimos eventos antes de regresar a sus tierras, era natural que sintieran inquietud. Al ver la expresión preocupada de Cecilia, Quilly negó con la cabeza.
─ No es una situación peligrosa, pero la duquesa ha pedido que su Excelencia vaya al este lo antes posible. Llegar a las tierras de Vetria tomaría solo tres días, así que no sería mala idea considerar la visita. Además, reanudar la comunicación con el este, que ha estado interrumpida por un tiempo, podría beneficiar a nuestras tierras.
─ Sí, hermano. Yo me quedaré aquí cuidando todo.
Quilly había tomado la iniciativa para convencerlo, probablemente consciente de la falta de comunicación con Vetria desde hacía años, especialmente después del distanciamiento con Selfini Vetria, el anterior duque. La relación, que había mejorado al permitir que Selfini se quedara en las tierras del norte, se había fortalecido aún más tras los eventos en el sur, y ahora parecía el momento adecuado para retomar el contacto.
─ Has crecido, Cecilia.
Al aceptar la propuesta y elogiar a su hermana, Cecilia sonrió con timidez. Colgada del brazo de su hermano, le habló con dulzura.
─ Cuando veas a Lord Selfini, dile que la próxima vez le haré una corona de flores.
Selfini Vetria había sido perdonado hace apenas unas semanas y regresado a las tierras de Vetria. La razón oficial que dio el rey fue que Selfini no había causado problemas mientras estaba bajo la supervisión de Sayed durante más de medio año. Sin embargo, era evidente que el verdadero motivo era el deseo del rey de restablecer relaciones con los Titers.
De cualquier modo, era algo positivo. Ahora que se sabía que la conducta temeraria de Selfini había sido provocada por Aster, ella estaría segura mientras el ex príncipe heredero se mantuviera alejado.
«Ah, cierto. Debería decir "ex" príncipe heredero.»
El rey había cumplido en parte la promesa hecha a Sayed. Apenas un mes atrás, el perdón otorgado a Selfini fue uno de los resultados de ese compromiso.
Lessas fue nombrado como el nuevo príncipe heredero. Esto fue un cambio notable en Solias, donde raramente se rompía la regla de la primogenitura. Como era de esperar, hubo mucha oposición. Los partidarios de Aster, liderados por el marqués de Saklani, se resistieron e incluso lanzaron amenazas disfrazadas. Sin embargo, justo en ese momento, un rumor iniciado por Desertus llegó hasta la corte real.
«La sangre del diablo, que imita la apariencia de Solias, corre por la línea real».
Gracias a Tiaki, quien había mezclado habilidosamente la apariencia de Aster en el rumor, los partidarios de Lessas impulsaron fuertemente el rumor. Aunque solo era un rumor que podía desmentirse fácilmente, la falta de reacción de Aster inclinó la balanza a favor de Lessas.
Ese era el problema. Las acciones de Aster estaban inquietantemente en silencio.
A simple vista, parecía un verano tranquilo. El clima era claro, y el verano en el norte era fresco, sin llegar a ser caluroso. Los habitantes de las tierras ya no temían a Sayed como antes y se sentían revitalizados por el honor restaurado de Prosius. Los que antes estaban retraídos comenzaban a salir, y Cecilia estaba a su lado. Eran días de paz, días que Sayed nunca se había atrevido a desear.
Pero nada se había resuelto.
El demonio aún estaba ahí, junto a Aster. Recordando la furia desbordante de Aster, Sayed sabía que él ya podría haber hecho cualquier cosa, y el hecho de no saber exactamente qué estaba planeando lo ponía inquieto.
Además, estaba la cuestión de la espada. La "Muerte Sagrada" que Lessas debía encontrar seguía en paradero desconocido. Esta era la razón por la cual Lessas podía, y a la vez no podía, ser el príncipe heredero. La ceremonia de nombramiento requería la espada, pero Aster, desafiando la voluntad del rey, se negaba a devolverla.
Sayed había ordenado a Desertus que buscara la espada, y él mismo había explorado los bosques del norte. Sin embargo, los bosques del norte eran inmensos y profundos, mucho más que los del sur. Solo, no podía adentrarse en las zonas más remotas. Además, no tenía idea de dónde podría estar oculta. También existía la posibilidad de que estuviera en el este o el oeste.
─ Ah, ahora que lo pienso, hay otra noticia que debo darle. Parece que Su Majestad está buscando activamente una prometida para el príncipe Lessas, lo cual ha provocado un gran revuelo entre los nobles.
Sumido en pensamientos sobre la espada, Sayed escuchó la voz despreocupada de Quilly. Durante unos instantes, la mención, en un tono tan alegre como si hablara de un asunto de estado, no le hizo sentido. Pero, poco a poco, las palabras fueron entrando en su mente.
─ ¿Una prometida?
Sin darse cuenta, su voz repitió la palabra, y resonó en el aire con un frío inquietante.
Tessa: ........ 😐
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La voz afilada de Sayed, que hizo que el aire templado a su alrededor se volviera frío, sorprendió a Quilly, quien abrió los ojos de par en par. Cecilia, que estaba comiendo un trozo de pastel de frutas, en lugar de sorprenderse como Quilly, observó a Sayed en silencio.
No solo ellos estaban asombrados; también la joven sirvienta que los asistía parecía sobresaltada y temblaba ligeramente. Como no había sido una reacción intencionada, Sayed trató de relajarse y suavizar su expresión. Sentía que su mente y su rostro iban en direcciones opuestas.
─ Todavía parece temprano para hablar de eso.
Su apetito se había esfumado. Ya sin mucha hambre desde el principio, la poca que tenía se desvaneció. Quili, aún mirándolo con ojos sorprendidos, respondió apresuradamente.
─ Apenas tiene veintiún años, así que tiene razón, Archiduque. Sin embargo, normalmente alguien en su posición habría tenido una prometida desde la infancia, así que parece que desean acelerar su compromiso. También beneficiaría la posición de Su Alteza. La sociedad está alborotada ante esta oportunidad única.
Era lógico. No solo entre la realeza, sino también entre los nobles, el matrimonio siempre era una cuestión de poder, y como futuro príncipe heredero, era natural que Lessas necesitara un compromiso de este tipo. Al igual que Aster podía utilizar la influencia de la casa del marqués de Saklani, Lessas también necesitaba ese respaldo.
Aunque no era algo por lo cual debería sorprenderse, le resultó irónico que él mismo reaccionara así. Le molestaba su propia actitud infantil.
─ …Sí. Tienes razón.
Sayed, asintiendo con un murmullo a las palabras de Quilly, de repente sintió el deseo de estar solo. En ese momento, se dio cuenta de cuánto había cambiado su entorno. Antes, la soledad era algo natural para él, pero ahora siempre había alguien a su lado, y para estar solo tenía que buscar otro lugar. Esa compañía constante, que alguna vez pensó que le resultaría molesta, en realidad no era algo desagradable, aunque en este momento le resultaba un tanto agobiante.
─ Terminaré aquí. Ustedes pueden quedarse y disfrutar del lugar.
─ ¿Qué? ¿A dónde piensa ir, su Excelencia?
─ El duque de Vetria ha enviado un mensaje, así que sería mejor ir de inmediato.
─ ¿Tan pronto? ¡Preparar el equipaje tomará al menos una hora!
Quilly intentó ponerse en pie para seguir a Sayed, pero Cecilia lo detuvo, como si hubiera captado la intención de su hermano de retirarse. Con una leve sacudida de cabeza hacia Quilly, Cecilia mostró que lo comprendía.
─ Él sabrá arreglárselas. Aunque es un viaje de tres días, ¿verdad? Vas a llevarte a un caballero, al menos, ¿no?
Era una sugerencia sutil pero con suficiente peso. Cecilia tenía razón. Si iba a visitar una región de manera oficial, debía mantener las formalidades, aunque viajar solo sería más rápido.
─ No te preocupes.
─ Claro que me preocupo. Eres mi hermano y vas a emprender un largo viaje. Pero, ya que vas, espero que hagas lo que realmente quieras. Aún falta tiempo para que empiece el invierno en nuestras tierras, así que puedes ausentarte unas semanas. Yo cuidaré de todo aquí.
Fue extraño que mencionara "unas semanas" solo para una visita a Vetria, el mismo tiempo que tomaría un viaje a la capital, como si insinuara algo más. Quizás, solo era Sayed interpretando demasiado.
─ Qué cosas dices.
Con una sonrisa intencionada, Sayed respondió y Cecilia lo despidió con un gesto de la mano. Él se inclinó y depositó un beso en la frente de su hermana, quien le susurró al oído.
─ Hermano, ya no me siento como antes hacia el príncipe Lessas. Las cosas que vi y viví en el sur me hicieron abrir los ojos. Claro, él sigue siendo reservado y esconde mucho, pero sé que al menos no es alguien que te dejaría solo o pondría en peligro.
Las palabras inesperadas hicieron que Sayed retrocediera ligeramente, y sus cejas oscuras y grisáceas se alzaron con desconcierto. Cecilia, tratando de tranquilizarlo, le tomó la mano.
─Tú me enseñaste que lo que se ve no es todo lo que hay. Últimamente siento eso con más fuerza. Juzgué mal en el pasado solo por lo que veía de ti, y ahora lo entiendo más que nunca. Tal vez sea lo mismo entre el príncipe Lessas y tú. Quizá lo que pensaste que era un alejamiento fue algo que hizo por tu bien.
─Cecil, ¿por qué dices esto de repente…?
─Solo… Últimamente he tenido sueños extraños. No sé si son visiones o qué, pero se desvanecen cuando despierto. Te los contaré cuando vuelvas.
Cecilia le dio una suave palmada en el dorso de la mano y le sonrió para despedirlo. Al ver su rostro mientras agitaba la mano para decir adiós, a Sayed le pareció ver a su madre de antaño. Al sentir que tal vez había recuperado algo perdido, un deseo de recuperar otro aspecto de su vida comenzó a surgir en él. No podía definir con claridad qué era, pero mientras ese sentimiento crecía, la imagen de Lessas pasó fugazmente por su mente.
Sin embargo, al recordarlo, la palabra “prometido” surgió, perturbando la llama que comenzaba a encenderse en el pecho de Sayed. El hermoso paisaje de la colina en su descenso le pareció perder la vitalidad que tenía al subir, ahora mostrando colores apagados y áridos.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
El camino hacia las tierras de Vetria estaba bastante deteriorado, descuidado durante algún tiempo. El sendero, que solía ser despejado regularmente por carpinteros, estaba ahora cubierto de baches, con abundantes malezas que crecían sin control. Las ramas de los árboles se extendían, golpeando a los que iban a caballo.
Para despejar el camino a medida que avanzaban, Sayed iba acompañado de varios caballeros. Cortaron las ramas lo suficiente para permitir el paso de los caballos y carruajes mientras continuaban hacia el este. Había también señales de dirección dañadas, dejando claro que había mucho por mejorar.
Sin embargo, una vez que terminaron con las tareas, su mente comenzó a llenarse de pensamientos. Al ver un pequeño pueblo donde pasar la noche, Sayed recordó a Lessas sin darse cuenta.
«¿Será que nunca apareció por aquí… por lo del compromiso?»
Sayed sabía que, al igual que él, Lessas no podía abandonar fácilmente su residencia, así que, aunque a veces sentía un extraño resentimiento, lo soportaba. Sin embargo, tras escuchar la noticia del compromiso, todas sus suposiciones se desmoronaron. Reflexionó sobre por qué sus pensamientos estaban tan desordenados.
En el fondo, esto era exactamente lo que él había deseado. Quería que Lessas adquiriera poder, y un compromiso solo fortalecería su posición. Esto beneficiaría la causa de castigar a Aster, quien lo había empujado al abismo, y también haría visible a Desertus para el mundo. Era, sin duda, lo mejor.
Lessas solo había seguido sus peticiones. Fue él quien cumplió fielmente su deseo de no acercarse demasiado, incluso evitando el contacto en el momento de despedirse, sin siquiera tomarle la mano.
Era tan obediente que dejó de buscarlo, dejó de recitar palabras de amor… hasta que finalmente llegó el día en que tenía una prometida. Todo se estaba desarrollando tal como Sayed lo había planeado.
Entonces, deberías estar feliz, Sayed. Has logrado lo que no pudiste, sin importar cuánto te esforzaras antes de morir.
Mientras Sayed se recriminaba en silencio, el capitán de la guardia, que lo seguía a una distancia prudente, se acercó. Al escuchar el ruido de los cascos, Sayed se giró y vio cómo el capitán inclinaba la cabeza respetuosamente antes de hablar.
─ Su Excelencia, hay una posada cerca. ¿Le gustaría detenerse y descansar?
Kiril, el capitán, siempre había tenido una relación tensa con Sayed. Había asumido el cargo poco después de que Sayed se convirtiera en Archiduque, tras el suicidio de su padre, el anterior capitán, quien se quitó la vida al cargar con la responsabilidad de la muerte de la madre de Sayed. Compartían una tragedia, lo que los unía, pero ambos seguían prisioneros de la muerte de sus padres.
Incluso hasta el momento de su muerte, la relación entre ellos permaneció igual. Kiril nunca le fue desleal, pero tampoco lo siguió con verdadera devoción, y por ello, cuando muchos entre los caballeros temían a Sayed o lo llamaban demonio, Kiril nunca hizo nada para detenerlos.
─ Hazlo.
Sin embargo, Sayed no guardaba ningún resentimiento hacia Kiril. Siempre había sentido una leve culpa hacia él y nunca había esperado lealtad incondicional de su parte. Para Sayed, con solo cumplir sus órdenes, Kiril ya había hecho su trabajo.
Con su voz tranquila de siempre, Sayed le dio la orden, y Kiril inclinó la cabeza en señal de aceptación.
─ Enseguida enviaré a alguien a preparar el alojamiento.
Luego de enviar a un caballero a asegurar la posada, Kiril permaneció a su lado en lugar de regresar a su posición habitual. Sorprendido por su insistencia, Sayed lo miró, y Kiril, después de un momento de vacilación, habló.
─ Aunque no he tenido la oportunidad de mencionarlo antes, hay algo que quisiera pedirle, su Excelencia.
─ Habla.
─ Sé que el poder de su Excelencia es inigualable y que nadie puede desafiarlo, pero le ruego que, en futuras ocasiones en que deba ausentarse de las tierras, nos lleve con usted. Somos su guardia personal, y creo que es nuestro deber acompañarlo siempre.
Era la primera vez que Kiril hacía una petición de este tipo. Sayed, sin encontrar palabras al instante, guardó silencio. Kiril inclinó aún más la cabeza, insistiendo en su petición.
─ Se lo ruego.
Su cabello negro, ligeramente teñido de un matiz violeta, cayó sobre su frente, cubriendo parte de su rostro. Con una constitución fuerte y un carácter acorde, Kiril tenía una personalidad que reflejaba su apariencia. Como él, Kiril era de pocas palabras, y por eso, verlo actuar de esta manera resultaba inusual.
Mientras Sayed meditaba en silencio, los caballos continuaron avanzando, guiándolos hacia la posada. El lugar, iluminado y bullicioso, estaba sorprendentemente lleno. Había numerosos caballos afuera, y a simple vista, Sayed distinguió a varios caballeros frente a la entrada, donde su propio caballero esperaba, visiblemente incómodo.
─ Yo me encargaré de esto.
Al percatarse de la situación, Kiril condujo su caballo hacia la entrada de la posada. Aunque trató de deducir la procedencia de los caballeros desconocidos al examinar sus rostros y atuendos, no encontró ninguna señal distintiva. Sin embargo, una presencia extrañamente familiar lo envolvía, una energía que Sayed sintió de inmediato.
Sayed descendió de su caballo, dejándose llevar por ese instinto, ignorando a los caballeros que intentaron seguirlo, sorprendidos por su repentina acción. Guiado por esa presencia que le cortaba la respiración, Sayed cruzó la puerta de la posada. Apenas la abrió, una ola de calor veraniego lo envolvió, haciéndole respirar hondo mientras se detenía.
Fue entonces cuando lo vio: un hombre que estaba frente a Kiril. Aunque llevaba un manto ligero que cubría parte de su rostro, en el instante en que Sayed entró, el hombre giró la cabeza hacia él. Sus miradas se encontraron, y Sayed, alzando ligeramente la cabeza para ver esos ojos violeta, sintió una punzada en el pecho.
Por un instante, pensó que era una ilusión. Lo había imaginado y anhelado tantas veces, incluso en sueños, que temió estar viendo solo un espejismo. Quizás era un efecto secundario de su propia falta de descanso.
─ Archiduque.
Pero en cuanto escuchó esa voz baja llamándolo, la visión se volvió realidad. Allí, frente a él, estaba Lessas, ahora con facciones más marcadas y una apariencia madura. A pesar del manto, su piel pálida y sus rasgos cautivadores atrapaban todas las miradas.
Lessas, indiferente a las miradas que se posaban sobre él, le dirigió un saludo con una voz calmada y sin la radiante sonrisa de antes, pero con su innata gentileza.
─ Ha pasado tiempo. ¿Cómo ha estado?
Tessa: Pues... nose, tu dime, sin prometida... por ahora 😒
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El Lessas que solía iluminarse solo con ver a Sayed no estaba allí. La emoción, que nunca lograba ocultar por completo y que siempre dejaba entrever sus sentimientos, también había desaparecido.
Simplemente, parecía indiferente, como si solo se encontrara con un conocido.
Tan extraño le resultaba a Sayed este comportamiento que, sin darse cuenta, olvidó responder. Parpadeó, dudando de si estaba viendo bien, pero el rostro de Lessas no cambió. Después de esperar un momento el silencio de Sayed, Lessas giró lentamente la cabeza hacia Kiril y habló.
─ Si el Archiduque va a quedarse aquí, me retiraré. Ya he pagado suficiente por el alojamiento, así que descansen tranquilamente.
─ Eso no sería apropiado, su Alteza.
Recordando la visita de Lessas al dominio de Axid el invierno pasado, Kiril sabía perfectamente quién era. Incómodo, miró a Sayed en busca de instrucciones, esperando su decisión. Al verlo, Sayed recobró la compostura.
─ …No recibí aviso de su llegada, su Alteza.
Pensó que al menos al hablar un poco podría obtener alguna reacción. Sin embargo, Lessas respondió con el mismo tono sereno.
─ Es probable que haya sido porque me dirigía directamente a las tierras de Vetria. Después de llegar, planeaba enviar un mensajero a su Excelencia. Me pareció adecuado revisar los bosques del este. Buscaré otro alojamiento y pasaré la noche allí; descanse usted aquí, Archiduque.
Había pasado mucho tiempo sin verlo.
De repente, le vinieron a la mente preguntas: si había estado bien, en qué había ocupado su tiempo, si había estado tan ocupado como para no considerar visitarlo, si le había sucedido algo. No recordaba la última vez que le había hecho preguntas tan amables a alguien.
Ahora solo faltaba preguntar, pero Lessas no dejaba espacio para una conversación trivial.
─ Su Alteza.
«¿Por qué me tratas así?»
Cuando quiso preguntar, su voz se quebró. La respuesta llegó a su mente de inmediato: Lessas estaba actuando así porque había decidido seguir sus peticiones. Aun así, recordaba que cuando se vieron por última vez, hacía unos meses, no era tan distante, lo cual hizo que la inquietud se apoderara de él.
Lessas se comportaba como si ya no le importara. Ya no parecía el mismo que habría hecho cualquier cosa por él.
─Sí, Archiduque.
Lessas respondió suavemente al llamado de Sayed. A ojos de los demás, su disposición a ceder su alojamiento y su atención al responder parecían actos amables, pero para Sayed era una imagen muy diferente a la que recordaba.
En el pasado, al verlo, su expresión habría cambiado de inmediato. Sus palabras no habrían sido tan simples; habría mostrado interés genuino, esforzándose por tocarlo de alguna forma. Nunca habría desviado su mirada tan fácilmente.
¿Siempre había sido tan doloroso imaginar que Lessas no lo deseaba intensamente?
Sayed se dio cuenta de cuánto deseaba realmente la cercanía de Lessas, de lo mucho que se había acostumbrado a su amabilidad, incluso si durante años su relación había estado marcada por el conflicto. La persistente calidez con la que Lessas se acercaba, a pesar de ser rechazado y herido, se había arraigado en su interior.
Su corazón se agitó intensamente. Solo el hecho de verlo así lo angustió, y por un momento, sintió el deseo de apartarse y fingir que no le importaba. Sin embargo, el anhelo de detener a Lessas y hablar con él era aún más fuerte. Deseaba pasar tiempo con él, más que proteger su orgullo. Eso era lo que realmente quería.
Sayed, tras tomar su decisión, miró a Lessas, que esperaba con calma, y habló.
─ Esta es la única posada en los alrededores. Es un pueblo pequeño, sin hogares capaces de alojar a tantos, incluidos sus caballeros. Por favor, quédese aquí conmigo.
─ Agradezco su amabilidad, Archiduque, pero la posada es pequeña, y no será fácil acomodar a todos nosotros aquí.
Lessas rechazó cortésmente la propuesta de Sayed, y su obstinación por evitar la cercanía, a pesar de los esfuerzos de Sayed, despertó una determinación en él. No entendía por qué Lessas había cambiado de actitud tan repentinamente, pero estaba seguro de que debía haber una razón válida.
En los últimos meses, Sayed había llegado a confiar en el afecto de Lessas. A diferencia de lo que siempre había creído, ahora sabía que Lessas siempre lo había tenido en cuenta. Así que, aunque Lessas aparentara frialdad, Sayed estaba convencido de que él todavía lo apreciaba.
Decidido a apoyarse en esa confianza, Sayed decidió actuar a su manera, con la intención de comprender y definir la naturaleza de los sentimientos que lo habían atormentado en los últimos meses.
─ Si desea quedarse, hay maneras de hacerlo. Si a su Alteza no le molesta, podríamos compartir una habitación, y sus caballeros pueden alojarse juntos en otra. ¿No le parece?
Ante la propuesta de compartir habitación, los labios de Lessas se movieron ligeramente, mostrando un destello de sorpresa que desapareció rápidamente cuando él rechazó la idea.
─ No quiero incomodarlo, Archiduque.
─ Su Alteza es la luz y guía más noble del reino. ¿Cómo podría sentirme incómodo? Además, hace tiempo que no recibo purificación, y mi salud ha comenzado a resentirse.
Aunque no había tenido más que sus habituales dolores de cabeza, Sayed utilizó esto como excusa para pedir la purificación. Sabía que era desconsiderado quejarse de un dolor que podía soportar, pero continuó.
─ ¿O acaso es que soy yo quien incomoda a su Alteza? Tal vez crea que soy tan temible como dicen los rumores, y que el Archiduque del norte es un monstruo aterrador.
Con la certeza de que Lessas no lo despreciaba, Sayed lanzó esas palabras a propósito. Al hacerlo, vio cómo la expresión de Lessas cambiaba por completo en un instante.
─ ¿Quién ha dicho tal cosa? ¿Acaso no saben ya que el Archiduque no es esa clase de persona?
Lessas habló con un tono tan firme que parecía dispuesto a buscar y confrontar a quienquiera que hubiese difundido semejante rumor. Al ver su expresión seria y su semblante más maduro, Sayed sintió una agitación repentina en el pecho. Sentía alivio al encontrar una prueba de que Lessas aún se preocupaba por él.
─ Su Alteza sabe que las viejas reputaciones no se desvanecen fácilmente. Pero si realmente le incomoda estar cerca de mí y compartir la misma estancia, haré los arreglos necesarios para que se retire.
─ No es eso.
Lessas negó rápidamente, y una sombra de incomodidad pasó fugazmente por su frente antes de desaparecer.
─…De acuerdo, Archiduque. Si así lo desea, aceptaré la hospitalidad por una noche.
Habiendo logrado lo que deseaba, Sayed se dirigió sin demora a Kiril y a los caballeros de Lessas.
─ Averigüen cuántas habitaciones hay disponibles y asegúrense de que todos puedan quedarse. Yo me ocuparé de su Alteza, así que no se preocupen.
─ Entendido, su Excelencia.
Kiril inclinó la cabeza en señal de obediencia, y los caballeros de Lessas, quienes no habían visto antes a Sayed, lo observaron con curiosidad antes de inclinarse siguiendo a Kiril. Había en ellos una energía refrescante, distinta de los caballeros de la corte, lo que despertó la curiosidad de Sayed.
Normalmente habría traído consigo a Baine o a Rigda.
Mientras Sayed observaba a los caballeros, intentando descifrar sus identidades, Lessas también dio sus instrucciones.
─ Hagan lo que el Archiduque ha indicado. Estamos cerca de las tierras de la duquesa de Vetria, así que está bien si nos levantamos más tarde de lo habitual.
Lessas, después de ordenar la dispersión de sus caballeros, observó cómo se alejaban y luego se dirigió a Sayed.
─ Archiduque, debería descansar primero. Tengo algo que hacer.
Sin darle tiempo a responder, Lessas salió de la posada. La intención de evitarlo era evidente, y Sayed, decidido a no dejarle escapar, lo siguió en silencio, como un cazador acechando a su presa. Al llegar a un pequeño bosque cercano, Lessas se detuvo de golpe y, girándose hacia la sombra de Sayed en el crepúsculo, habló.
─ Archiduque, no necesita seguirme.
Sayed siempre había notado que, aunque su presencia pasara inadvertida incluso para otros Titers, Lessas siempre lograba percibirlo. Con una expresión de frustración, Sayed dio un paso adelante, revelándose mientras caminaba hacia él.
─ ¿Cómo es que siempre lo sabe, su Alteza?
─…Es solo una sensación. No puedo explicarlo. Si eso responde a su pregunta, le pido que regrese ahora.
─ Dejar solo a un miembro de la familia real sería una falta de respeto. Es mi deber como Titer protegerlo, su Alteza.
─ Archiduque, yo…
Lessas, como si le resultara difícil explicar algo, mordió sus labios, un hábito que Sayed recordó de mucho tiempo atrás. Acercándose cautelosamente para no hacerlo retroceder, Sayed se detuvo frente a él, asegurándose de que no intentara alejarse.
Por un momento, ambos permanecieron en silencio. Los últimos destellos del sol poniente teñían sus rostros de un tono cálido y rojizo, mientras una brisa fresca y suave soplaba, moviendo el fino cabello de Lessas de forma delicada. Sayed, absorto en la escena, extendió la mano con cuidado.
─ Muerde sus labios otra vez, como siempre.
La mano pálida de Sayed se acercó, casi rozando los labios sonrojados de Lessas. Sus ojos siguieron el movimiento de aquella mano, y sus largas pestañas permanecieron inmóviles hasta que los dedos de Sayed tocaron suavemente sus labios. En ese instante, Lessas giró la cabeza. A simple vista, parecía un rechazo, pero, al observar con detenimiento, Sayed notó que la nuez en su garganta temblaba ligeramente bajo su mandíbula perfilada.
─ Es peligroso estar afuera de noche, duque. Entre y descanse.
─ ¿Por qué no llama mi nombre?
Lessas se sobresaltó, sin haber esperado que Sayed dijera algo así. Sus ojos volvieron brevemente a él, pero enseguida desviaron la mirada. Desde que se encontraron, esa fría calma que había mostrado empezaba a resquebrajarse, lo cual le dio a Sayed un poco más de valentía.
─ ¿Es por lo que le dije la última vez que ahora mantiene esta distancia?
Durante el tiempo que no pudieron verse, Sayed había pensado incansablemente en su tonta sugerencia. Aunque racionalmente creía que era mejor mantener la distancia, dado que su relación no podía avanzar, cada día sentía que esa decisión lo desgarraba más. Hoy, después de escuchar sobre el compromiso de Lessas, tuvo la certeza.
No soportaba la idea de que la calidez de Lessas fuera dirigida a alguien más.
Quería que esas sonrisas violetas, tan vibrantes, y aquella devoción que parecía casi dolorosa estuvieran dirigidas únicamente hacia él. No quería compartir el calor de sus abrazos, y deseaba que solo él probara la dulzura de sus labios.
Lessas había sido quien lo hizo ver como alguien digno, no como el monstruo que a veces sentía ser. Y él había sido el único que había llorado por las heridas que Sayed consideraba insignificantes. Al mirarlo, Sayed sentía, aunque solo fuera por un instante, que él también era alguien valioso.
Sayed ahora sabía que su hermana y sus sirvientes también lo consideraban alguien valioso. Había llegado a darse cuenta de que aquellos a su alrededor lo cuidaban más de lo que alguna vez había creído. Sin embargo, más que para nadie, quería ser alguien significativo para Lessas.
─ Entonces retiro aquellas palabras, su Alteza.
Sabía que cambiar su decisión no era un acto honorable, pero por una vez, deseaba dejarse llevar por su deseo. En una vida donde siempre había sentido que debía dejar ir o renunciar, esta vez decidió actuar según lo que realmente quería.
─ No me gusta que me trate de esta forma, su Alteza. Quiero oírlo llamarme por mi nombre.
Sayed comprendió, finalmente, que lo que fuera que Lessas hubiera ocultado, y sin importar la razón, ya no tenía importancia. Las palabras duras que le había dicho, el dolor que le había infligido, eran cosas del pasado. Ahora, aunque creía en la posibilidad de una razón justificada para esos actos, Sayed había dejado de superponer el pasado a esta nueva vida.
«¿No es el presente lo que realmente importa?»
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Aunque las palabras que acababa de pronunciar no parecían propias de él y sentía algo de vergüenza, una sensación de alivio inundaba su pecho, como si el peso que había estado oprimiéndolo se desvaneciera. Sayed observó a Lessas con el corazón inesperadamente ligero.
Lessas permaneció en silencio mientras Sayed hablaba, pero al terminar, sus pestañas temblaron ligeramente, y cerró los labios como si intentara contener algo. Sus elegantes cejas se fruncieron y alisaron varias veces. Después de un prolongado silencio, finalmente habló con voz queda.
─ …Sayed.
A pesar de haber intentado alejarlo, Lessas finalmente cedió a su petición. Sayed se acercó un poco más, lo suficiente para que la punta de sus zapatos casi se tocara con la de Lessas, quien, estremeciéndose, alzó la vista hacia él. Los ojos violetas de Lessas, llenos de emociones encontradas, lo conmovieron.
─ ¿Ese es el nombre con el que solía llamarme, su Alteza?
Aceptando la profunda mirada de Lessas, Sayed insistió una vez más, pidiéndole que usara su apodo. Finalmente, con una voz grave y suave, Lessas susurró.
─…Ed.
«Ah…»
Una mezcla de satisfacción y alivio floreció en su pecho. El escuchar su apodo en labios de Lessas, más que de cualquier otra persona, le llenó el corazón. Era solo un nombre, pero se sentía inexplicablemente eufórico, como si ese momento compensara los meses recientes, llenos de una paz sin verdadera alegría. Algo tan simple como escuchar su apodo lo hacía feliz.
¿Era correcto definir estas emociones como mero afecto? Incluso él encontraba extraña su reacción, y por un momento, se quedó pensando. Ese sentimiento que iba tomando forma parecía esquivo, aunque claro en un sentido: prefería, sin duda, que Lessas lo llamara por su apodo.
─ Sí, su Alteza.
El rostro de Sayed mostró una expresión más suave. A diferencia de unos meses atrás, cuando su expresión era siempre seria al mirar a Lessas, ahora sus ojos reflejaban la misma ternura que tenía al ver a Cecilia. Sentía una mezcla de gratitud y ternura hacia Lessas por haber cumplido su petición.
Al ver esto, los ojos de Lessas se abrieron con asombro. Parpadeó repetidamente, como si no pudiera creer lo que veía, y pronto el borde de sus ojos se enrojeció. Sus emociones, sin filtro alguno, reflejaban una mezcla de alegría y tristeza.
Era una imagen que Sayed había añorado profundamente, y sin pensarlo extendió el brazo para tomar la mano de Lessas. Estaba a solo un paso de alcanzarla, pero en ese preciso momento percibió una presencia cercana. Sayed giró la cabeza en dirección a la perturbación.
Mirando hacia el camino que daba a la posada, vio a un grupo de aldeanos que se habían detenido para observarlos. Parecían campesinos comunes, posiblemente regresando de trabajar, ya que llevaban herramientas de labranza al hombro. Era una escena cotidiana en el pueblo.
No le pareció extraño que un grupo de caballeros atrajera la atención en un pueblo pequeño, así que no le dio mayor importancia. Sin embargo, la reacción de Lessas fue distinta. Su semblante, que un momento antes mostraba emoción, se tornó serio, y su mano descendió hacia la empuñadura de su espada.
─ ¿Su Alteza?
Al notar su expresión grave, Sayed lo llamó en voz baja. Lessas señaló la posada y dio una orden.
─ Ed, entra ahora.
Antes de que Sayed pudiera preguntar la razón, los campesinos que habían estado observándolos comenzaron a acercarse, cambiando su dirección hacia ellos. Era raro que, en lugar de alejarse ante la presencia de un noble, los aldeanos se acercaran, más aún cuando Sayed no era el señor de esas tierras. Sintiendo algo extraño, observó sus movimientos.
Entonces, los pasos de los campesinos se aceleraron hasta que comenzaron a correr, y en sus rostros apareció una expresión agresiva. Como si estuvieran poseídos, corrieron hacia Lessas, blandiendo sus herramientas con intenciones hostiles, amenazándolo con sus improvisadas armas.
─ ¡Muere!
─ ¡Muere, maldito monstruo!
Los campesinos, profiriendo maldiciones blasfemas, atacaron con hoces y rastrillos sin dudar. Ante el repentino ataque, Sayed se apresuró a ponerse frente a Lessas, desenvainando su espada. Con un solo corte limpio, partió las herramientas en dos, cortando sus mangos de madera.
─ ¡¿Qué creen que están haciendo?!
Sayed alzó la voz, intentando intimidarlos, pero los campesinos, aunque habían perdido sus armas, no mostraron temor ni se retiraron. Retrocedieron momentáneamente debido al impacto, pero luego volvieron a arremeter contra Lessas, como si no pudieran ver a Sayed. Ni siquiera la afilada hoja de la espada parecía inspirarles miedo.
La escena le resultaba inquietantemente familiar, similar a la vez en que se había enfrentado a los soldados de Aster en el bosque. Era como si estuvieran bajo algún tipo de control, sin voluntad ni conciencia propias.
Incapaz de permitir que Lessas estuviera en peligro, Sayed levantó su espada una vez más, pero dudó. Sabía que con un solo golpe podría acabar con ellos, pero algo en su interior le hizo contenerse. Aunque habían intentado herir a un miembro de la realeza y, por lo tanto, merecían castigo, percibía que sus acciones parecían ajenas a su propia voluntad. Justo cuando esa intuición lo hizo vacilar, Lessas se adelantó.
─ No se preocupe por mí.
La voz de Lessas, suave y llena de aquella familiar calidez, parecía tranquilizarlo. Como si todo estuviera bajo control, avanzó hacia los campesinos y empezó a neutralizarlos con el extremo de su espada envainada. Como alguien familiarizado con situaciones así, golpeaba con precisión sus puntos vulnerables, dejándolos inconscientes sin herirlos de gravedad.
Lessas, un caballero excepcionalmente hábil, no tuvo dificultad en someterlos. Al ver esto, Sayed se sintió más seguro de que no había necesidad de matarlos, y comenzó a detener a los campesinos que seguían atacando sin sentido.
No fue difícil someter a campesinos inexpertos en combate. Con la certeza de que no necesitaba matarlos, Sayed los hizo caer inconscientes uno a uno. Justo cuando estaba a punto de dar por terminada la situación, dos de sus caballeros salieron de la posada, buscándolo con la mirada hasta que lo encontraron junto a Lessas.
─Su Excelencia, ¿se encuentra bien?
Al ver la inusual escena, los caballeros se apresuraron hacia él. La situación era propicia, y Sayed les hizo una seña antes de ordenarles.
─ Vengan y trasladen a estos hombres. Han atacado a su Alteza, así que despéjenlos y…
─ Ed, no.
Lessas lo interrumpió con urgencia. Sayed lo miró con desconcierto, pero antes de que pudiera preguntar, sus caballeros se detuvieron en seco al ver a Lessas. Una inquietante sensación recorrió la nuca de Sayed, un presentimiento oscuro que le hizo fruncir el ceño. En un abrir y cerrar de ojos, los caballeros desenvainaron sus espadas y, sin titubear, se abalanzaron sobre Lessas con la intención de herirlo.
─ ¡Su Alteza!
Un ataque de esa naturaleza no podía tomarse a la ligera, especialmente viniendo de sus propios caballeros. Aunque sabía que había una gran diferencia de habilidad entre ellos, Sayed jamás habría esperado una traición de sus hombres, lo que retrasó su reacción un instante. Las espadas de los caballeros se dirigieron directamente hacia el corazón y el cuello de Lessas, lanzadas con precisión letal.
Fue un acto reflejo. Antes de que su mente procesara lo que ocurría, sombras se alzaron a su alrededor, rodeando y deteniendo a los caballeros. Las oscuras proyecciones se clavaron en los brazos de sus atacantes, alterando la trayectoria de sus ataques. Todo sucedió en un instante.
Los caballeros no lograron matar a Lessas, pero no pudieron evitar herirlo. Una espada le atravesó el hombro, mientras que otra dejó un largo corte en su torso, haciendo que parte de su manto cayera al suelo, rasgado.
Aprovechando el momento de distracción, Lessas, con el rostro impasible, neutralizó a uno de los caballeros, golpeándolo en la cabeza con la empuñadura de su espada. Luego, girando rápidamente, lanzó una patada al otro, impactando en su muñeca y haciéndole soltar el arma.
Rápidamente, Lessas se posicionó detrás del caballero tambaleante y rodeó su cuello con su brazo, aplicando la presión justa para dejarlo fuera de combate. Fue una acción precisa, propia de un cazador experimentado. En cuestión de segundos, los dos caballeros que habían intentado atacarlo cayeron al suelo, desplomados.
Con un sonido sordo y pesado, la situación finalmente quedó bajo control. Lo que había sido una tranquila noche se había convertido en un caos en un abrir y cerrar de ojos. La escena fue tan repentina y extraña que Sayed se quedó paralizado, incapaz de comprender cómo los caballeros que, minutos antes en la posada parecían perfectamente normales, se habían vuelto en su contra.
«¿Y los campesinos? ¿Por qué habían atacado a Lessas?»
Pero no era el momento de analizar todo eso. La prioridad era Lessas.
Sayed apartó la mirada de los caballeros caídos y se apresuró a sostener a Lessas. Apenas se acercó, un olor metálico a sangre llenó sus sentidos.
─ ¡Su Alteza, está herido…!
Con el corazón desbocado, Sayed revisó ansiosamente las heridas de Lessas. Aunque él se movía con normalidad, el daño era evidente. Por un momento, sintió que todo se volvía blanco y negro en su mente. La alegría que había experimentado momentos antes se desvaneció, reemplazada por un profundo remordimiento y desesperación, al darse cuenta de que su propia inacción había puesto en peligro a Lessas y casi le había hecho matar a sus propios caballeros.
─ Lo siento… No reaccioné a tiempo. Fue mi culpa que su Alteza…
Las palabras se le atoraron en la garganta. La intensidad del olor a sangre le provocaba arcadas, y le parecía insoportable ver el hombro de Lessas ensangrentado, con su camisa blanca empapada de rojo. La visión era tan terrible que sentía que el mundo se desmoronaba a su alrededor.
─Estoy bien, Ed. Estas heridas sanarán pronto. Lo que realmente importa es que tus caballeros resultaron heridos. Son inocentes y, por mi causa, quedaron atrapados en esto.
En lugar de reprocharle a Sayed por no haber podido protegerlo, Lessas lo consoló. Sayed, atónito, alzó la vista hacia él, incrédulo.
«¿Qué está pasando...?»
La serenidad con la que Lessas abordaba la extraña situación y su preocupación por los caballeros de Sayed, como si lo ocurrido fuera algo cotidiano, era completamente desconcertante.
─ ¿Por qué parece tan tranquilo, su Alteza? Mis propios caballeros lo han atacado. Esta situación es tan grave que podría considerarse traición de mi parte. ¡Es un error imperdonable...!
Solo entonces, Lessas pareció percatarse de lo inapropiado de su reacción. Dejó escapar un suspiro y esbozó una sonrisa de leve incomodidad.
─ Esto es exactamente por lo que intentaba mantenerme alejado de usted, Archiduque. He cometido otro error. Sus caballeros no tienen culpa alguna; no fue su voluntad la que actuó hoy.
Para Sayed, lo que lo estaba volviendo loco no era eso, sino el hecho de que Lessas siguiera preocupándose por él.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Los ojos de Lessas, sin ningún rastro del dolor o la inquietud que cualquiera esperaría en alguien herido, observaban a Sayed con cautela. Al notar que su rostro, antes relajado, se había endurecido, Lessas inclinó la cabeza y le habló en un tono calmado.
─ No tienes por qué preocuparte. Cuando el sol vuelva a salir, las personas olvidarán lo que ha pasado y no intentarán atacarme de nuevo. Nadie ha muerto, así que no dejes que esto te atormente.
Su actitud era tan serena que parecía como si realmente no hubiera sucedido nada. De no ser por las heridas visibles de Lessas y sus ropas manchadas de sangre, tal vez Sayed podría haberse convencido de ello. Sin embargo, la visión era demasiado angustiante para ignorarla. Abrumado, Sayed abrió la boca para responder, y finalmente, en un tono elevado, replicó a las palabras de Lessas.
─ ¡¿De verdad cree que es eso lo que me preocupa ahora…?!
Normalmente, cuando Sayed se enojaba, tendía a bajar la voz o mantener una expresión neutra, pero esta vez no pudo contenerse. Al parecer, esta reacción no era algo que Lessas esperara, porque, sorprendido, parpadeó, y aquel semblante maduro y sereno dio paso al joven que Sayed conocía.
Esa transformación provocó en Sayed una mezcla de alivio y tristeza al ver cómo una persona tan frágil y preciosa había terminado herida. Era un dolor indescriptible, un sentimiento que se le antojaba como un desgarro en el alma, algo tan angustiante que le dolía más a él que al propio Lessas.
─No solo no pude protegerlo, sino que mis propios caballeros lo atacaron. No… la verdad es que yo fui incapaz de protegerlo. Yo debería haber…
Temiendo que su ira continuara brotando, Sayed cerró la boca y, tras unos segundos, rasgó su manto para presionar la herida de Lessas. Necesitaba cubrir las heridas y encontrar un médico de inmediato. El hecho de que el poder de Lessas pudiera curarlo rápidamente era irrelevante. Una vez que logró cubrir la herida, Sayed le susurró en un tono más calmado.
─ No soporto que su Alteza esté herido. Tampoco soporto que tome algo tan terrible como esto con tanta calma. ¿Por qué…?
Frunciendo el ceño, Sayed intentó comprender por qué la herida de Lessas le perturbaba tanto. ¿Era una secuela emocional de la masacre pasada o simplemente el hecho de que él estuviera herido? No necesitó mucho tiempo para encontrar la respuesta. Al ver a sus caballeros heridos, no había sentido tal angustia; era la persona de Lessas la que hacía que el dolor fuera insoportable.
─ ¿Por qué me pide que no me hiera mientras no cuida de su propia vida?
El miedo y la desesperación se arremolinaban en su interior, aún más intensos que cuando Lessas lo había protegido en el bosque. Si no hubiera desviado el trayecto de la espada, si Lessas hubiera reaccionado un instante más tarde, quizás ya no estaría aquí. Los guías no eran inmortales; si alguien les cortaba el cuello o atravesaba su corazón, podían morir.
La muerte es ausencia, significa dejar de existir.
Y Sayed jamás había vivido sin la presencia de Lessas. Incluso en los momentos en que deseaba odiarlo intensamente, Lessas había estado allí. Nunca se había imaginado una vida en la que él no existiera. Pero, si realmente desapareciera de su mundo… ¿Qué sería de él entonces?
Esos cuatro meses separados ya habían sido agonía. Solo cuatro meses y la angustia había sido insoportable, un dolor que no se podía medir.
─ Ed.
Quizás fue por el tamaño de su desesperación que, de repente, Lessas, interrumpiendo la labor de Sayed al intentar detener la sangre, acarició su mejilla con suavidad. Ese toque, de alguien a quien había anhelado tanto, encendió algo ardiente en su interior. Exhalando un aliento tembloroso, Sayed levantó la vista.
─ ¿Puedo tocarte?
Preso de un impulso, Lessas lo sujetó antes de preguntar. Sayed, frunciendo el ceño como si estuviera enojado, respondió.
─ ¿Acaso me pregunta eso mientras ya me está tocando?
Lessas intentó apartar su mano de la mejilla de Sayed al instante, pero él se la retuvo, superponiendo su mano con firmeza sobre la de Lessas para impedirle moverse. Por mucha fuerza que tuviera, Lessas no podía compararse con la de Sayed.
─ Solo quédate quieto.
─ …De acuerdo.
A pesar de la osadía en la orden, Lessas no mostró molestia alguna; al contrario, parecía por fin recuperar esa expresión que Sayed recordaba tan bien. Sus ojos destellaban con un nerviosismo alegre, y sus lóbulos se tornaron de un suave color rojizo.
─ Ed… ¿acaso estás preocupado por mí? Todo esto… me resulta tan increíble que parece un sueño de verano. No puedo creerlo.
Con esas palabras, Lessas, con una mano temblorosa, acarició suavemente la mejilla de Sayed. Su palma cálida disipó el frío del viento en su rostro, y Sayed, sin darse cuenta, inclinó su mejilla hacia ella, embargado por la suavidad y dulzura del contacto.
Relajando ligeramente la mano, Sayed giró su rostro hasta que sus labios rozaron la palma de Lessas, y sintió cómo la mirada de esos ojos violetas se volvía más intensa. Notó el leve estremecimiento en la mano que le sostenía la mejilla, reflejo de la emoción contenida.
─ Sí, estoy preocupado por usted.
La voz de Sayed era un susurro, y el calor de su aliento junto a la suavidad de sus labios rozaron la palma de Lessas, quien, incapaz de contenerse, retiró su mano con un temblor y respiró profundamente, dejando escapar una leve tos, como si su corazón estuviera apresurado.
─ Mi deber es que no te preocupes, Ed, pero… verte actuar de una forma tan adorable… Me estoy volviendo loco. No sé si alguien como yo merece esta alegría, yo…
─ Su Alteza puede hacer lo que desee. ¿Por qué se reprime de esa manera? Usted ya no es el niño abandonado en un palacio vacío.
A pesar de que nunca había cometido ninguna falta, Lessas siempre actuaba como si no fuera digno de nada, y esa humildad constante le parecía tanto tierna como triste a Sayed. Deseaba que Lessas pudiera actuar según sus propios deseos.
─ …Eso es porque tú eres una persona amable, Ed. Por eso no quería que presenciaras algo así. Sabía que te haría sufrir.
Lessas, haciendo un esfuerzo por contener sus emociones, se irguió y echó un vistazo a su alrededor. Sayed comprendió entonces que, por ahora, necesitaban centrarse en la situación.
─ Llamaré a un médico para atender la herida de Su Alteza. Pondré a mis caballeros a vigilar a estos hombres y, cuando despierten, los interrogaremos.
─ No. Mis heridas ya están sanando. Durante la noche, nadie debe verme. Si permanecemos aquí, lo que acabas de presenciar volverá a ocurrir.
─ ¿Quiere decir que estas personas no actuaron bajo órdenes?
Sayed no podía creerlo, pero la explicación de Lessas fue aún más sorprendente.
─ La noche es el origen de los demonios. Allí donde hay sombras, los ojos de él pueden llegar. Va de un lugar a otro, donde haya personas que sepan de mi existencia, implantándoles una sugestión: que deben matarme.
─ Pero yo no sentí ningún impulso de ese tipo.
─ Eso es porque eres un Titer. Los Titer y los Guías son almas que bajaron a este mundo para oponerse a los demonios; por eso, no pueden ser influenciados por su poder.
Entonces, finalmente Sayed entendió por qué Lessas iba acompañado de esos caballeros desconocidos. La energía sutil que había sentido en ellos era similar a la calma que irradiaba Lessas y otros Guías. No era tan fuerte, pero sin duda compartía esa misma esencia.
─ ¿Los caballeros que protegen a Su Alteza tienen sangre de Guía?
Lessas sonrió, como si admirara la perspicacia de Sayed.
─ Así es. Solo aquellos caballeros que llevan, aunque sea una pequeña porción de sangre real, pueden resistir la sugestión. Aunque mis caballeros son leales y de voluntad firme, el demonio tiene formas de quebrantar incluso la voluntad más fuerte. Crea situaciones que atormentan el alma de una persona.
Lessas quedó pensativo tras sus propias palabras, mientras Sayed, inquieto, también cayó en un breve silencio. La idea de que los Titer y los Guías fueran inmunes al poder de los demonios le generaba preguntas, especialmente considerando que Aster, siendo Guía, estaba aliado con los demonios, y él mismo había sido influenciado por Aster en el pasado. Si las palabras de Lessas eran ciertas, aquello no debería haber sido posible.
─ ¿Es posible que una purificación errónea haga que un Titer quede bajo la influencia de un demonio?
Una idea había pasado por su mente, y ante su pregunta, Lessas asintió, tras un breve instante de duda.
─ La purificación toca el alma. Solo los Guías pueden llegar al alma de un Titer, y si ese Guía en sí mismo está corrupto, puede influir en el Titer. Sin embargo, no pueden controlarlos completamente. Los demonios solo siembran una semilla en el alma, un fragmento que sirve como sus ojos.
Lessas, hablando en voz baja, se detuvo bruscamente, cerrando la boca con una expresión incómoda. Cambió rápidamente de tema.
─ Es tarde, así que debería regresar, Archiduque. Yo me quedaré afuera. No es por ti, sino porque hay gente inocente en la posada; en cualquier caso, pensaba dejar a mis caballeros dentro y salir. Los campesinos despertarán y podrán volver a sus casas. Encárgate solo de los caballeros.
La mención de aquella semilla había dejado una espina en el corazón de Sayed, algo que parecía importante pero que aún no lograba entender por completo. Cuando Lessas se dio la vuelta para marcharse, Sayed, temiendo que pasara la noche al raso, se apresuró a sujetarle el brazo.
─ No se aleje demasiado. Cuando la noche avance, iré a buscarlo.
─ No es necesario.
─ Lo pido porque quiero hacerlo.
Lessas, con una expresión de incertidumbre y una tristeza casi tangible en sus cejas, preguntó, como si temiera la respuesta.
─ ¿De verdad está bien que me quede a su lado?
─ Le dije que olvidara esas palabras. Eso significa que debe olvidar también la estupidez que dije hace unos meses.
Conforme Sayed hablaba, palabra tras palabra, la expresión de Lessas cambiaba. Al comprender finalmente el sentido de sus palabras, su rostro se iluminó con una alegría pura y radiante. Su sonrisa, suave y deslumbrante, iluminaba su rostro con una luz casi irreal.
─ Entonces… ¿puedo volver a ser tan insensato como antes?
─ Nunca lo consideré insensato.
Era solo… algo tan desconocido y extraño. Un sentimiento precioso y hermoso, uno que jamás había existido en la vida de Sayed.
─ Así que, haga lo que quiera.
Le había dicho algo similar en el pasado, un ofrecimiento sin miramientos para que hiciera lo que quisiera con él, aunque entonces fue una proposición fría y áspera. Esta vez, en cambio, era diferente. Sayed, sin condiciones ni términos, le ofrecía esas palabras solo para ver sonreír a Lessas.
Y, como si su deseo se hiciera realidad, Lessas mostró la sonrisa que Sayed tanto había añorado. Su rostro, que siempre había sido hermoso, se volvió en ese instante la cosa más brillante y cautivadora del mundo. Sayed permaneció inmóvil, contemplando el momento como si estuviera hechizado.
Era solo una sonrisa, pero su corazón comenzó a latir con fuerza, como si hubiera corrido una gran distancia.
Tessa: Ah... ve por el Sayed ✨
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed explicó lo sucedido a sus caballeros mezclando hechos con una dosis de discreta ficción. Cuando Kiril llegó apresuradamente al enterarse del incidente, Sayed le explicó que sus caballeros resultaron heridos mientras defendían a Lessas de un ataque sorpresa. Los campesinos, dijo, simplemente se vieron envueltos en el altercado al pasar por el lugar, lo cual fue suficiente para que Kiril aceptara la explicación. En cuanto a la identidad de los atacantes, Sayed solo mencionó que eran personas que deseaban la muerte de Lessas, aunque estaba claro que, dado el estado actual de la familia real, no era difícil imaginar quiénes podían estar detrás de tal acto. Tras ver a Kiril advertir a los caballeros con un semblante grave, Sayed se dispuso a arreglar la habitación donde se alojaría Lessas.
Aunque pequeña, la habitación estaba limpia, y aunque la cama era la más grande disponible, apenas si era suficiente para dos adultos. Aún así, podían acomodarse si dormían juntos, algo que no sería la primera vez.
«¿Por qué me siento así…?»
Sayed, observando la estrecha cama, se dio cuenta de que estaba inquieto. Tal vez por el tiempo que llevaba sin estar cerca de él o porque, a diferencia de ocasiones anteriores, esta vez estaba completamente consciente de sí mismo.
La habitación estaba algo calurosa, probablemente por el cambio de clima hacia el este, así que abrió la ventana para refrescarse. La noche había avanzado, envolviendo todo en un profundo tono violeta. El cielo, oscuro pero lleno de matices, le recordaba los colores de Lessas.
No le gustaba la idea de que Lessas tuviera que disfrutar de ese hermoso paisaje solo.
Aunque había perdido la oportunidad de interrogarlo antes, Sayed estaba convencido de que Lessas había pasado por situaciones similares en el pasado. Pensar que, durante su tiempo separados, Lessas había tenido que hacer frente a estas situaciones, dejando a personas inconscientes y escapando como si fuera algo habitual, hizo que su corazón se sintiera oprimido.
Pensó para sí mismo, sombrío, que el responsable era, una vez más, Aster, y su aparente calma había sido solo una máscara para ocultar su constante manipulación.
Pensar en Aster era como caminar deliberadamente hacia un abismo, razón por la cual Sayed había evitado, hasta entonces, reflexionar demasiado sobre él. Se había centrado en contener su ira y encontrar una forma de destronarlo, sin intentar realmente comprender sus intenciones.
Hasta ahora, Sayed había asumido que Aster era simplemente alguien obsesionado con el poder y las ventajas que le daba su posición. Cuando le pidió al rey que retirara a Aster de la sucesión, creyó que eso bastaría para desviar la atención del príncipe. Pero, a juzgar por sus actos recientes, Aster no parecía estar realmente interesado en reclamar el trono; en cambio, parecía concentrarse en atormentar a Lessas de la manera más insidiosa posible.
¿Era Aster realmente un demonio en sí mismo, o solo un aliado de ellos? No importaba. De cualquier modo, el final solo llegaría cuando alguien pereciera. Si lograba exponer públicamente la verdadera naturaleza de Aster, Sayed obtendría el derecho legítimo de eliminarlo.
Había llegado el momento en que ya no podía dudar cuando la situación lo exigiera. Esa breve vacilación había permitido que Lessas resultara gravemente herido, y Sayed estaba decidido a no volver a cometer ese error. En medio de estos pensamientos, se dio cuenta de que, en el fondo, deseaba “sobrevivir.”
Desde su regreso, había llevado una vida preparada para la muerte. Creía que su existencia no tenía valor y que, en el momento adecuado, su destino era morir junto con su enemigo. Pero ahora, inconscientemente, estaba luchando por vivir.
Este impulso de aferrarse a la vida se hacía cada vez más evidente. Reflexionando sobre ello, Sayed miró hacia el bosque a través de la ventana, buscando a Lessas en la oscuridad. Los árboles, bordeando el camino, se mecían suavemente al ritmo del viento nocturno, y un aroma cálido a hierba fresca llenaba el aire, reviviendo una mezcla de nostalgia y ansiedad en su pecho.
─ …Lessas.
El nombre de Lessas se deslizó hasta la punta de su lengua, y pronunciarlo en voz alta lo hizo sentir extraño, pero maravillosamente bien. Era un nombre que antes siempre había llamado de manera distante, pero ahora, al decirlo en voz alta, parecía tan hermoso. Recordó cómo lo solía llamar así en su infancia, cuando estaban solos en el palacio.
─ Sí, Ed.
La voz de Lessas llegó inesperadamente, disipándose en el aire como un eco. Sorprendido, Sayed miró hacia abajo, y allí estaba él, de pie justo debajo de la ventana de la pequeña posada, mirándolo desde tan cerca que casi podía extender la mano para alcanzarlo.
─ ¿...Cuándo llegaste?
Que Lessas pudiera percibir su presencia y acercarse sin que él lo notara no era algo a lo que pudiera acostumbrarse. En respuesta, Lessas esbozó una sonrisa radiante y alzó una mano, como pidiéndole que lo ayudara a subir.
─ Tan pronto como la luna iluminó el cielo nocturno, ya no pude contenerme. Pensé en ti y vine.
¿Cómo era posible que hubiera escondido esa ternura tras una expresión tan impasible? Su habilidad para ocultar ese tipo de emociones bajo una fachada amable y calmada resultaba asombrosa. Aunque era evidente que no tenía talento para fingir cuando algo realmente lo afectaba, en los momentos en que lo creía necesario, podía ocultar hasta el más mínimo rastro de sus sentimientos. Aquello solo aumentaba la convicción de Sayed de que debía confiar en él.
─ Cuando estoy contigo, siento como si no fuera un Titer. ¿Cómo haces para esconder tu presencia de ese modo?─bromeó Sayed, mientras extendía su mano hacia él. Al inclinarse por la ventana y sujetar la mano de Lessas, sintió cómo ambos se aferraban firmemente, decididos a no soltarse. Lessas se impulsó y entró fácilmente por la ventana, aterrizando junto a él.
─ Entonces, eso es bueno. Como si fuéramos personas comunes, sin las obligaciones que debemos cumplir ni el precio que pagamos por nuestras habilidades─respondió Lessas, esbozando una sonrisa tan dulce que parecía derretirse en la mirada de Sayed.
─ …Es un supuesto sin sentido.
─ Quizás no tanto. Si el demonio desaparece y el bosque se purifica, podría llegar un mundo en el que los Titer ya no sean necesarios.
A Sayed le resultaba difícil imaginar ese tipo de futuro, uno que parecía lejano y abstracto, fuera de su comprensión. Sin poder evitarlo, su expresión reflejaba que no lograba conectar con la visión de Lessas. Él, en cambio, sonrió de forma encantadora y preguntó.
─ Ed, si llega ese día, ¿qué es lo que te gustaría hacer?
Lessas desprendía un aroma fresco, como si hubiera traído consigo la esencia del bosque. Su cabello llevaba pequeños pétalos blancos de las flores de espino, como si los árboles mismos hubieran dejado su marca en él. Aquella imagen, tan delicada, provocó que Sayed extendiera la mano con suavidad, retirando uno de los pétalos de su cabello.
─No lo sé─respondió, aunque en su mente surgió una imagen fugaz. Se imaginó a Lessas recostado en sus rodillas mientras le deseaba buenas noches, o quizás compartiendo una sonrisa traviesa, como en los viejos tiempos. Tal vez, pensó, tampoco sería desagradable acercarse y besarle.
«No, de hecho, puede ser mucho más que agradable.»
─ Yo quisiera estar al lado del Archiduque, sin ninguna preocupación. Si llegara ese momento, me gustaría verte feliz, sin cargas. Y después de una tarde en la que montaras a caballo tanto como quisieras, me encantaría darte todo lo que disfrutas─dijo Lessas, formulando su deseo con sencillez, casi como un niño.
Era un anhelo inocente y esencial, pero resultaba perfecto. Aunque la imagen en sus mentes difería, ambos querían un futuro similar.
─ Tus sueños son humildes.
─ ¿Cómo puedes llamar humilde a querer a la persona más hermosa del mundo? Lo mío es pura ambición.
Y luego, lentamente, acortó la distancia entre ellos. La mano que había estado entrelazada con la de Sayed desde hacía un rato apretó aún más, y con una expresión cargada de anhelo, susurró.
─ Incluso ahora, solo por estar a tu lado, hay tantas cosas que quisiera hacer que me siento al borde de la locura.
─ ¿Qué es lo que quieres hacer?
─ No lo sé.
Lessas susurró esas palabras mientras se acercaba más, como si supiera exactamente qué hacer. Sus brazos lo rodearon con firmeza, como en aquel día de primavera cuando los pétalos de las flores caían como lluvia en el palacio del sur, el lugar que solo ellos recordaban. Con sus brazos fuertes, sujetó con firmeza la cintura esbelta de Sayed.
─ Hay tantas cosas que quiero hacer que no puedo elegir solo una.
Estaban completamente pegados, y el ritmo de sus corazones se mezclaba en un compás acelerado, latiendo al unísono. Todos los sentidos de Sayed parecían agudizarse, y la presencia cálida y el latido potente de Lessas despertaban en él un deseo profundo.
El anhelo lo embargaba, aquel joven ante él, a quien había deseado durante tanto tiempo. Ahora, sus propios deseos se desbordaban, sin esfuerzo alguno por contenerse.
Sayed finalmente aceptó que era él quien se dejaba llevar por la atracción. Durante mucho tiempo había pensado que era Lessas quien estaba cegado por el deseo, pero ahora entendía que, en realidad, el deseo lo dominaba a él.
─ Entonces, dejaré que yo elija.
Sin mencionar la palabra “purificación”, Sayed extendió la mano y sostuvo el rostro de Lessas, que parecía pequeño en comparación con su propia mano. Envolviendo aquella piel suave con cuidado, Sayed se inclinó, y sus labios rozaron suavemente los de Lessas, saboreando con un toque ligero y dulce, como si fueran el fruto más exquisito.
Como si hubiera estado esperando ese momento, Lessas lo rodeó con fuerza y lo levantó, moviéndose con naturalidad al ritmo de Sayed, profundizando el beso que compartían. Sin darse cuenta, ambos fueron hacia el lecho y se recostaron, perdiéndose en la presencia del otro, sin preocuparse más que por sentir la cercanía y el calor entre ellos. El peso de los últimos meses, los pensamientos y las preocupaciones de Sayed se desvanecían, aliviando incluso la tensión de sus dolores de cabeza, aunque no se tratara de una purificación. Solo se trataba de encontrarse mutuamente, en cuerpo y alma.
El roce de sus labios y el intercambio de caricias entre ellos lo llenaba de un placer inigualable. Cada toque, cada susurro entre respiraciones entrecortadas los hacía sentir más vivos. Sayed, atrapado en ese éxtasis, acercó aún más a Lessas, entrelazando sus brazos alrededor de su cuello y permitiéndole dejar marcas profundas en su piel. La sensación de sus labios y dientes sobre su cuello era como una chispa que encendía su interior, y, entre jadeos y suspiros, sus cuerpos se buscaban con más intensidad, presionándose contra el otro.
Con cada instante que pasaba, Sayed se sentía más dichoso, como si estuviera suspendido en un sueño del que no quería despertar. Deseaba que ese momento durara para siempre, que el presente, libre de cualquier preocupación, pudiera ser eterno.
Tessa: Gracias por seguir existiendo y leer esto 💖😭
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Pasaron años desde la última vez que Sayed compartió una noche completa con alguien. La última vez había sido antes de su muerte, cuando el único que lo trataba sin desprecio era Aster. En aquellas noches oscuras, donde las nubes cubrían incluso la luna, Sayed buscaba compañía solo cuando sentía que, de quedarse solo, caería en una oscuridad sin fin.
No era frecuente. Siempre estaba ocupado cumpliendo órdenes de Aster o eliminando a sus enemigos, por lo que rara vez tenía tiempo para encontrar a alguien con quien pasar la noche. Además, el constante uso de sus habilidades le causaba efectos secundarios que lo perseguían como una sombra, lo que hacía que la purificación de Aster fuera una necesidad constante.
Aster se comportaba como un sol resplandeciente que parecía sacarlo de las sombras, pero nunca lo hacía por completo. Cuando el dolor y el frío insoportable lo forzaban a buscar el consuelo de Aster, él respondía con un abrazo y un beso, pero nunca le brindaba más calidez que esa. Podía darle su cuerpo, pero jamás compartía la cama con él para consolarlo durante la noche. Después de cada purificación, Sayed debía regresar a su soledad en el exterior. Hubo incluso ocasiones en las que Aster ni siquiera completaba la purificación y lo dejaba solo, castigado. Para Sayed, eso parecía una muestra de misericordia; el simple hecho de permitirle estar cerca hacía que viera a Aster como una especie de salvación.
Sin embargo, cuando vagaba solo por los oscuros pasillos después de una noche así, un vacío profundo se instalaba en su pecho. Así, bajo el pretexto de que la purificación despertaba su deseo, Sayed buscaba ocasionalmente la compañía de alguna mujer para pasar la noche. Hacerse creer que era solo eso, un impulso físico, le resultaba más fácil. De lo contrario, sentía que era su soledad lo que realmente lo empujaba a buscar a alguien.
No le costaba encontrar mujeres dispuestas. Algunos desconocían su verdadera identidad, y a veces simplemente invitaba a alguien al azar a su alojamiento. El contacto de la piel, el sudor y el calor en los puntos de contacto eran sensaciones intensas, pero tan pronto como el deseo se extinguía, Sayed volvía a quedar atrapado en la misma frialdad. Aunque durmiera abrazando a alguien, al despertar siempre se encontraba vacío y solo, sintiendo que nada había cambiado.
Sin embargo, hoy, desde el instante en que despertó, Sayed sentía su pecho lleno, como si todo su ser estuviera en paz. Desde que percibió la brisa matinal entrando suavemente por la ventana, llena del tenue aroma de los pinos, se sintió vivo. Al abrir los ojos, se encontró con una vista de ensueño.
─ ¿Dormiste bien, mi luna?
Él parecía una visión creada por la luz del sol. Sus ojos, brillantes de ternura, observaban a Sayed como si fuera lo más precioso que había visto, y su mano acariciaba los cabellos oscuros que caían sobre la frente de Sayed con un toque cálido. Aunque el colchón, apenas relleno de paja, difícilmente podría describirse como cómodo, se sentía como si estuviera recostado sobre el algodón más suave y acogedor.
─ ¿Desde cuándo estás despierto? ─ preguntó Sayed, mientras un cosquilleo empezaba a recorrerle el pecho, una calma similar a la que sentía en la cuna cuando era niño. Sin embargo, su corazón comenzó a latir desbocado en cuanto fue consciente de que Lessas estaba tan cerca, a solo un suspiro de sus labios. Se sintió extrañamente nervioso, como si hubiera olvidado por completo los besos que compartieron la noche anterior.
─ Hace poco. Estabas durmiendo tan plácidamente que no quise despertarte.
Sin embargo, para haber estado dormido, Lessas lucía sorprendentemente impecable. Su cabello estaba en perfecto orden, y sus ojos brillaban con una claridad que revelaba que había estado despierto todo el tiempo. Mirando fijamente a Lessas, Sayed notó entonces que él lo abrazaba, algo que no recordaba haber sucedido. Creía haber dormido dándole la espalda, pero al parecer, en algún momento, había terminado en sus brazos.
La noche anterior había sido un torbellino de emociones. Tras el reencuentro, Sayed había explorado los labios de Lessas con una devoción desesperada. Sin embargo, cuando recordó que la herida de su hombro aún sanaba, se contuvo al fin. Había estado a punto de perderse en su deseo, pero ver las marcas de la herida lo hizo recuperar la razón. Había sido una imprudencia dejarse llevar así con alguien aún convaleciente.
Aunque a Lessas no parecía importarle en absoluto, Sayed no podía dejarlo así. Finalmente, avanzada la noche, le pidió al dueño de la posada, quien aún no se había retirado a dormir, que preparara agua para un baño y esperó a que Lessas limpiara sus heridas. En algún momento, Sayed debió haberse quedado dormido mientras lo esperaba, algo poco común en él.
─ Puedes dormir un poco más, Ed. Solo nos queda un día y medio de viaje hasta el territorio de Vetria.
A pesar de la sugerencia de Lessas, Sayed se apresuró a incorporarse tan pronto como sintió que el brazo en el que había estado apoyado se movía un poco. Resultaba extrañamente incómodo recostarse sobre el brazo de otra persona, casi vergonzoso.
─ Creo que los caballeros ya están despiertos, sería mejor prepararnos.
─ Entonces, iré a preparar el agua para el baño ─ respondió Lessas, ofreciéndose a hacer lo que normalmente le correspondía a un sirviente.
Sayed estuvo a punto de sugerir que Lessas se lavara primero, pero al fijarse bien, notó que ya estaba completamente listo para partir.
─ Puedo encargarme solo, su alteza. Puede salir antes si lo desea.
─ ¿Es incómodo que esté aquí? ─ preguntó Lessas, mirándolo con ojos ansiosos, como un ciervo desamparado.
Sayed pensó que había dejado claro la noche anterior que no lo consideraba una molestia, pero, aún así, Lessas le devolvía esa mirada insegura.
─ No es eso. Solo que… ─ contestó, notando de repente lo reducido que era el cuarto. Cuando trajeran el recipiente con el agua, no tendría más remedio que mostrarse ante él. Hasta ahora, nunca había pensado demasiado en mostrarse desnudo ante Lessas, pero esa mañana, por alguna razón que él mismo no comprendía, sentía un pudor inesperado.
─ Simplemente prefiero asearme solo.
Lessas parpadeó, asimilando la respuesta. Fuera lo que fuese lo que pasó por su mente, de inmediato el rubor se extendió por su cuello y, tras pasarse la mano por la cara como si tratara de despejarse, desvió la vista, evitando la mirada de Sayed.
─ Tienes razón, mi señor.
─ …Bajaré en un momento.
Lessas asintió con calma y se giró para salir. Observando su ancha espalda mientras salía cuidadosamente y cerraba la puerta, Sayed notó que el lóbulo de su oreja estaba enrojecido. Entonces, el corazón, que ya latía acelerado, comenzó a latir aún más fuerte, hasta el punto de doler. Sayed se aclaró la garganta y presionó suavemente el centro de su pecho con la mano, intentando calmarse, pero el ritmo de sus latidos no disminuyó. Y así continuó, durante todo el camino hacia el este y hasta que abandonaron la posada.
El dominio del duque de Vetria, ubicado cerca del norte, era el tercero en tamaño entre los ducados, pero la región este, en su conjunto, era la segunda más extensa después del norte. Con un clima mixto de ambas zonas, el este albergaba una combinación de árboles de hoja perenne y caduca y contaba con una fauna variada. Los dominios de Vetria y Axid estaban de hecho unidos, separados solo por una cordillera y un vasto bosque que ambos debían proteger.
A diferencia de los bosques del sur y el oeste, que permitían ver el exterior desde lo alto de sus castillos, las tierras protegidas por Prosius y Vetria estaban rodeadas únicamente por imponentes montañas y espesos bosques. Este aislamiento era uno de los motivos por los cuales la relación entre ambos territorios había sido siempre cercana.
Al dejar atrás los pequeños bosques del interior, que no albergaban a Nieraa, se extendió ante ellos una llanura bordeada por el río Rebe. Desde su última visita al este cuando era un niño, Sayed había olvidado lo hermoso que era aquel lugar. Después de un día cruzando las amplias praderas, cubiertas de un verde exuberante como un suave tapiz, finalmente se divisaban los frondosos bosques que rodeaban el castillo de Vetria.
Las flores silvestres florecían por todas partes. Luna, su montura, se mostró emocionada por la abundancia de pasto y comenzó a mordisquear el césped en cuanto se detuvieron a descansar. El grupo reunió a los caballos y se dirigió a la orilla del río para reabastecerse de agua. Ver el agua clara y fresca fluyendo le recordó a Sayed lo sediento que se sentía. Tal vez era por la conversación con Lessas durante el trayecto, que le había dejado la garganta seca.
{ ─ ¿Es cierto que su alteza está comprometido? }
Fue lo primero que Sayed quiso preguntar apenas comenzó el viaje. Sorprendido, Lessas negó con la cabeza de inmediato, visiblemente nervioso.
{ ─ Su Majestad lo desea, pero yo no tengo intención alguna. Me gusta el Archiduque. No tengo espacio en mi corazón para nadie más. }
El impacto momentáneo que había perturbado a Sayed desapareció en el instante en que escuchó aquellas palabras de Lessas. Sintió una calma y una alegría renovada, aunque intentó no demostrarlo abiertamente, y guardó silencio. Pero Lessas, notando su reacción, pasó las siguientes horas a su lado, hablando con la ligereza de un gorrión, soltando palabras tranquilizadoras para apaciguar cualquier duda.
Quizá por esa conversación prolongada, Sayed sintió la garganta seca. Se inclinó hacia la orilla del río, llenando su cantimplora con el agua cristalina. A simple vista, la corriente parecía refrescante. Luego de llenar el recipiente, se agachó para beber directamente del río, y el agua fresca calmó su sed, humedeciendo sus labios.
Cuando pasó el dorso de la mano sobre su boca y levantó la cabeza, notó una extensión de flores violetas al otro lado de la orilla. Aquellas hierbas, cuya fragancia casi podía percibir llevada por el viento, eran lavandas, las flores que inundaban el este en verano y uno de los productos más característicos de la región.
Atrapado por el suave color violeta que tanto le recordaba los ojos de Lessas, Sayed cruzó el río, cautivado por el espectáculo floral. Aunque era ancho, el paso era relativamente fácil, pues la profundidad y la corriente en el medio del río no representaban peligro.
Al llegar al otro lado, caminó hacia el campo de lavanda, donde el dulce aroma lo envolvió por completo. Justo cuando estaba a punto de adentrarse en el campo para recoger algunas flores, notó una mirada sobre él y giró la cabeza.
Entre las lavandas, una joven mujer se encontraba de pie, rodeada por varias damas de compañía, lo que indicaba su nobleza. Al analizar su rostro, Sayed recordó su identidad: era Charlotte Saklani, la prometida de Aster.
El marquesado de Saklani administraba la parte sur del este, mientras que el duque de Vetria se encargaba de la parte norte, próxima al territorio de Sayed. Gracias a sus vastas tierras de pastoreo y ganadería, el marquesado se había convertido en una de las familias más prósperas, y poseían todo el territorio del lado opuesto del río Rebe, el que Sayed acababa de cruzar.
La distancia entre el marquesado y ese lugar era considerable, y Sayed se preguntó qué hacía Charlotte allí. Mientras él intentaba entender la razón de su presencia, la joven lo observaba con una expresión que claramente reflejaba desprecio. Su delicado rostro se endureció en un instante, y sus labios se torcieron con disgusto. Frunciendo el ceño, Charlotte giró bruscamente y, con un gesto impaciente, hizo señas a sus damas de compañía para que la siguieran. No soportaba siquiera compartir el mismo espacio, y abandonó rápidamente el campo de lavanda.
Hacía tiempo que Sayed no experimentaba una mirada de desdén tan intensa. Aunque en años recientes había dejado de ser evitado por la mayoría de la gente, el rechazo de Charlotte se sentía casi natural, especialmente viniendo de ella. Charlotte siempre había detestado la atención que Aster le dedicaba a Sayed.
En su posición de prometida, la idea de que su futuro esposo compartiera caricias y momentos íntimos con otra persona, especialmente con alguien de su misma casta, explicaba su desprecio. Este era un peso que todos aquellos cercanos a un Guía o un Titer cargaban en silencio.
Mientras Sayed permanecía allí, sin recordar siquiera el propósito de haber cruzado, escuchó la voz de Kiril llamándolo desde la otra orilla.
─ ¡Mi señor, la duquesa de Vetria ha venido personalmente a recibirle!
Sayed se volvió y, tal como dijo Kiril, divisó a los caballeros del duque con el emblema de la familia Vetria. Volviendo en sí, soltó el tallo de lavanda que había estado tocando y se dio media vuelta, dejando las hermosas flores atrás. Una sensación de pérdida lo invadió momentáneamente, pero fue consciente de que no era momento para disfrutar de la belleza de los campos.
Cruzando el río nuevamente, esta vez con las manos vacías, el frío del agua se le clavó en la piel, traspasando sus botas y enviando un escalofrío que le recorrió el cuerpo.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sentía que había vuelto completamente a la realidad a la que pertenecía en cuanto cruzó el río, y la expresión de Stella, que lo esperaba con una mirada grave, no hacía más que confirmarlo. Tal vez fuera por las botas mojadas, pero sus pasos se sentían extrañamente pesados, algo inusual considerando que el viaje hasta allí no había sido agotador.
─ Sayed, ¿has estado bien?
Stella relajó deliberadamente el semblante en cuanto él se acercó, dándole la bienvenida con calidez. Sayed, sin pronunciar palabra, asintió levemente mientras avanzaba hacia ella. Con una mirada suave, Stella lo examinó y extendió los brazos para abrazarlo.
─ Gracias a ti, madre está bien. Podrás verla en la cena.
Habían regresado juntos desde el sur, compartiendo el mismo camino de vuelta durante varias semanas, lo que había estrechado su cercanía. Aunque no era igual de abierto con ella como en su infancia, aparte de Cecilia, Stella era quien más se había acercado a él. Por eso, Sayed aceptó el abrazo, notando la firmeza con la que ella lo rodeaba, llena de calidez, pero con una ligera tensión en sus brazos. Podía sentir un leve nerviosismo en su energía, así que no la apartó.
─ Parece que hay algún problema.
─ Quisiera decir que no, pero es cierto. Es urgente, aunque no lo suficiente como para llamar a todos los Titer. Aun así, es algo que debemos resolver cuanto antes, así que vine a recibirte, y por suerte, nuestras rutas coincidieron.
Sayed recordó el momento de hace un rato, cuando vio a Charlotte de Saklani, quien no debería estar en este lugar. Con media certeza en su intuición, le hizo una pregunta directa.
─ ¿Está relacionado con el marquesado de Saklani?
─ ¿Cómo lo supiste?
Stella lo miró sorprendida, tan desconcertada que soltó el abrazo y le tomó la mano.
─ Vi a Charlotte Saklani antes de llegar. Me sorprendió verla tan lejos de los dominios del marqués.
Stella asintió, comprendiendo de inmediato. Miró hacia el otro lado del río Lebe antes de responder.
─ La señorita Charlotte ha venido a transmitirnos los deseos del marqués.
─ ¿No debería estar aquí su primogénito, Cedric, el joven vizconde?
Lo lógico sería que el heredero acudiera para representar a su padre; enviar a la segunda hija daba la impresión de que menospreciaban a los de Vetria. Al notar su expresión, Stella asintió con severidad, coincidiendo con él.
─ El joven vizconde debe quedarse a cuidar las tierras y ayudar al marqués; la situación en su dominio no es favorable, así que es complicado exigirlo. Pero tampoco podíamos simplemente rechazar la visita de la señorita Charlotte.
─ Creo que necesito una explicación.
Stella miró alrededor antes de inclinarse hacia él y susurrarle al oído.
─ Este no es un lugar adecuado para hablar de eso. Te contaré más en un momento.
La suavidad del susurro, casi inaudible, hizo que Sayed se diera cuenta de la gravedad de la situación, y asintió en señal de comprensión. Justo en ese instante, una voz fría y desprovista de calidez llegó hasta ellos, transportada por la brisa.
─ ¿Qué estará haciendo la duquesa de Vetria en este momento?
Stella y Sayed se giraron hacia el río. Lessas, a quien pensaban buscar, venía caminando desde la orilla, con un gran ramo de lavandas en brazos. Al parecer, había ido a beber agua, aunque la visión de esas flores en sus manos les devolvió un calor inesperado al pecho de Sayed. La belleza de las flores se intensificaba al ser llevadas por Lessas, como si su brillo palideciera en comparación con él.
─ ¿Sucede algo, Alteza? ─preguntó Sayed, observando la expresión contenida de Lessas.
Desde que se había acercado, el semblante de Lessas parecía tenso, muy diferente de la calma que solía mostrar. Era una faceta que Sayed rara vez veía en él. Lessas lo miró por un momento, como dudando si debía responder, pero al final optó por una ligera sonrisa, aunque ésta no alcanzó a iluminar sus ojos.
─ No es nada importante, Sayed ─replicó, con un tono suave─. Solo que… ciertas cosas me incomodan, pero no deseo perturbar tu ánimo por ellas.
La respuesta de Lessas no disipó la inquietud de Sayed, quien notaba el leve fruncimiento en el ceño de su compañero y la rigidez de sus movimientos. Aunque el príncipe intentaba actuar con normalidad, algo en su interior parecía estar librando una batalla.
Mientras Sayed se preparaba para montar, echó una última mirada a Lessas, quien, por su parte, observaba a Stella mientras ella organizaba a sus caballeros para emprender el camino. La expresión de Lessas se tornó dura, y Sayed pudo notar que su mirada estaba fija en las manos de Stella, que momentos antes lo habían sujetado.
Ambos montaron en sus caballos y emprendieron la marcha, guiados por Stella y sus caballeros. Durante el trayecto, la tensión de Lessas se mantenía visible, como una sombra a su alrededor. La familiaridad entre él y Sayed solía estar teñida de una calidez que hoy, por razones que escapaban a la comprensión de Sayed, parecía haberse enfriado.
─ No necesita andar solo, ni de día ni de noche. Es peligroso, Alteza.
─ Solo estaba cerca. Vi unas flores hermosas y quise traértelas, Ed ─respondió Lessas, extendiéndole un ramo de lavandas.
El dulce aroma llenó el aire, rodeándolo suavemente. Al ver que Lessas le entregaba las flores, Sayed se quedó un momento desconcertado. Le parecía encantador que Lessas las hubiera recogido, pero no había esperado que fueran para él. Aunque le resultaba algo incómodo, no quería rechazar el gesto. Desde los tiempos en que su hermana Cecilia le adornaba la cabeza con flores en su infancia, apenas había tenido contacto con ellas.
Al tomar las flores, sintió que la expresión de Lessas se iluminaba de alegría.
─ Es hermoso.
Sayed asintió, observando las lavandas.
─ Es temporada de lavanda, están realmente bellas.
─ No, hablo de ti, Ed. No creo que haya nada en el mundo más hermoso que tú.
Tessa:...ahhhh😍💖💖
La declaración le dejó sin palabras; Lessas tenía la costumbre de usar palabras dulces y poéticas que no dejaban de sorprenderle. Mientras lo observaba con el ramo en sus manos, como si quisiera grabar aquella imagen en su memoria, Lessas añadió.
─ Bueno, vayamos ya. Hemos hecho esperar bastante a la duquesa de Vetria.
─…Sí.
Sentía un ligero cosquilleo en el pecho, una agradable inquietud que recorría su piel. Tenía muchas ganas de decir algo en respuesta, pero cuando intentaba hablar, no encontraba palabras hermosas como las que Lessas lograba pronunciar con naturalidad. Mientras lo veía liderar a sus caballeros siguiendo a Stella, se dio cuenta de que había olvidado algo tan simple como darle las gracias. Era una palabra que había dejado de usar por tanto tiempo que había terminado por olvidarla. Decidido, se prometió que, cuando tuvieran un momento a solas, encontraría la forma de expresar aquello que sentía.
Stella caminó siguiendo el curso del río hasta llegar a una montaña en el límite entre las tierras del duque de Vetria y el marquesado. A medida que avanzaban, los árboles se volvían más densos y el paisaje se tornaba en un bosque espeso y verde, sumido en el verdor del verano. Todo parecía pacífico en apariencia. Al llegar a un punto más arriba en el río, Stella ordenó a todos desmontar. Luego pidió a Sayed y Lessas que trajeran solo un pequeño grupo de caballeros en quienes confiaran plenamente.
Sayed seleccionó a Kiril y dos de sus caballeros de confianza, mientras que Lessas trajo solo a su líder de caballeros. Stella, por su parte, eligió una escolta similar a la de Sayed. Con el grupo reducido, cruzaron el río hacia la entrada del bosque.
La parte superior del río era más angosta y empinada, con una fuerte corriente alimentada por una cascada cercana. Era un paso que los simples aldeanos no podrían atravesar. Al llegar al otro lado, el ambiente cambió de manera notable. El claro aire veraniego se transformó en un gris neblinoso que oscurecía el paisaje.
─ Si continuamos hacia el sur, llegaremos al territorio del marqués de Saklani. Recientemente, me han informado que una peste ha comenzado a propagarse en el marquesado. Cuentan que los cazadores que entran en esta área regresan sólo para morir.
«¿Peste?»
En la memoria de Sayed, nunca hubo una plaga en el este. Era improbable que hubiera olvidado un evento así, especialmente en una región cercana a sus dominios en el norte, donde siempre había estado atento a lo que sucedía en las zonas vecinas. Aunque mucho en su pasado y futuro se había alterado, una plaga era algo que rara vez cambiaba sin una causa clara.
Al ver que Sayed no comprendía por completo, Stella lo miró directamente, como si hubiera anticipado su reacción. Luego, le explicó lo que había estado oculto.
─ Sin embargo, esto es solo la versión oficial. La verdad es que los cazadores murieron porque se encontraron con los Niera, y fue en pleno verano, a plena luz del día.
Para ellos, esto ya no era una sorpresa. Aunque era un fenómeno inquietante y hasta entonces inusual, después de los eventos en el sur, sabían que los Niera podían aparecer fuera del invierno y de la noche.
Sin embargo, esa información aún no se había difundido públicamente. Fue una orden directa del rey después de su visita al sur, debido al temor de que, si la noticia se extendía, el pánico cundiría entre el pueblo. Aunque hubo incidentes, los Niera no habían salido del bosque, y aquellos que los habían visto recibieron órdenes estrictas de guardar silencio.
Pero la razón de fondo detrás de esta orden real no era solo para proteger al pueblo. También tenía que ver con el poderoso marqués de Saklani, quien controlaba gran parte de los recursos y la distribución del reino. Contrariarlo sería problemático incluso para el rey, quien, de este modo, buscaba evitar conflictos con el marqués.
Con esto en mente, se comprendía por qué el marqués de Saklani había adoptado esa postura. Sin embargo, esto no dejaba de ser un acto de engaño.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La forma de enfrentar una epidemia y la forma de evitar a los Niera son radicalmente distintas desde su raíz. En principio, el marqués de Saklani debería haber evacuado a los pobladores cercanos o, al menos, haberlos preparado para una emergencia. Sin embargo, al ocultar la situación, los habitantes de la región quedarían completamente expuestos, sin oportunidad de huir en caso de que los Niera los atacaran.
─ ¿Dices que los Niera han aparecido en esta época del año y, además, durante el día? ─preguntó Kiril con incredulidad en la voz.
No era habitual ver alguna expresión en él, así que su reacción era sorprendente, aunque comprensible. La razón por la cual el pueblo de Solias podía convivir con la presencia de tales criaturas era que los Niera solían aparecer solo en momentos específicos. Si estos seres comenzaban a surgir en cualquier momento, su radio de actividad se ampliaría antes de lo esperado.
Sayed recordó la visión que había tenido: los Niera descendiendo por montes y bosques hasta la capital misma. Aún no sabía si aquello era una imagen de un futuro que estaba por llegar o de un pasado después de su propia muerte. Sin embargo, si las anomalías continuaban ocurriendo y el demonio seguía aumentando su poder, esa escena bien podría hacerse realidad en un futuro no tan distante.
Ya le preocupaba que las anomalías del pasado se estuvieran precipitando. Los eventos que, en su vida anterior, habían ocurrido lentamente durante cinco años, ahora estaban acelerándose debido a las acciones cambiantes de Aster. Probablemente, esto sucedía porque Sayed ya no actuaba conforme a los deseos de Aster.
En el pasado, Sayed había apartado a todos de su lado. De no haber sido porque recordaba aquella vida pasada, lo más probable es que habría caído nuevamente en los mismos errores. Sin embargo, en esta vida, había personas a su alrededor, y él mismo ya no estaba tan solitario ni dependía de Aster como en aquellos días oscuros.
Si ese cambio en el curso de los eventos estaba generando tantas alteraciones, ¿acaso su regreso a la vida no estaría precipitando la destrucción del reino?
De repente, esa duda lo asaltó. Hasta ahora, Sayed había creído que su regreso era una oportunidad para no cometer los mismos errores, pero si sus acciones alteradas llevaban a un desenlace diferente, quizás su retorno era, en realidad, una maldición para el mundo.
«Si mi existencia es lo que está destruyendo el mundo…»
Ojalá este pensamiento fuera solo una preocupación infundada. Era absurdo imaginar que una entidad tan colosal como el demonio se centrara únicamente en él y, sin embargo, los recientes eventos parecían girar en torno a su presencia. La ira desmedida de Aster y las crueles insinuaciones dirigidas a Lessas eran prueba de ello. Una inquietante sensación de culpa le rozaba el corazón, y Sayed se encontraba sin una respuesta clara a las preguntas de Kiril. Desde la primavera, cuando decidió intervenir y cambiar el destino de Lessas, esa sombra de incertidumbre lo había seguido. Pero nunca como ahora, donde cada paso parecía ser dado sobre el hielo fino de un lago congelado, como si un solo error pudiera hundirlo en las gélidas aguas.
─ Sí, la señorita Charlotte fue quien nos transmitió esa información personalmente ─dijo Stella, interviniendo tras una breve pausa, tal vez esperando la respuesta de Sayed. Al parecer, ella tampoco había corroborado esa información directamente.
─ ¿Es un informe fiable? ─preguntó Sayed, a lo cual Stella señaló el área nebulosa a su alrededor con un leve gesto.
─ Por eso mismo estamos aquí. Yo también recibí ciertos informes que pensé que debía reportar y, ante la posibilidad de que la situación empeorara, no podía gestionarlo sola. Por eso te llamé a ti, Sayed.
─ Cierto, mencionaste que habías descubierto algo ─Lessas confirmó, respaldando sus palabras. Stella, tras observar a sus caballeros con cautela una vez más, asintió, tomando una decisión.
─ Desde mi regreso a Vetria, empecé a patrullar los bosques con regularidad. Después de ver lo que pasó en el bosque del sur, me pareció necesario estar alerta. Pero había algo extraño. No había señales de los Niera dormidos en ninguna parte. Si solo se tratara de eso, quizá no habría sido tan urgente, pero lo que me llevó a reportarlo fue…
Stella dudó un momento antes de que Lessas, con voz baja y grave, completara sus pensamientos.
─ ¿Los núcleos de los árboles estaban vacíos?
─ …Sí, es como dice Su Alteza.
─ En ese caso, es probable que el demonio también haya recuperado parte de sí mismo en los bosques del este. El invierno en esta región ya no será como antes.
Al oír la palabra "demonio", las miradas de los caballeros se volvieron hacia ellos con evidente preocupación. Incluso Kiril, que normalmente mantenía la calma, intervino con una inusual inquietud ante el desconcierto de los términos como Niera y demonio.
─ ¿Entonces Su Alteza se refiere al mismo demonio del que se dice que fue liberado en el sur?
El rumor sobre el demonio había recorrido ya todo el reino, con la población señalando a Sildras como el responsable. Aunque nadie había presenciado realmente a la criatura, la reciente calma en el reino parecía indicar que la amenaza había sido olvidada, pues el temor a menudo se apacigua cuando el peligro no es visible.
─ Así es. Aunque aún no ha mostrado su forma, sin duda merodea cerca de nosotros.
─ …En ese caso, debemos eliminarlo de inmediato ─dijo Kiril, adoptando una postura decidida.
Stella, intentando calmarlo, respondió con una pregunta.
─ ¿Y acaso conoces la forma de matar a un demonio, caballero?
─ Eso es… ─Kiril miró a Sayed y, tras unos instantes de reflexión, propuso una solución─. Dado que el demonio fue sellado por los Guías y los Titer en su momento, ¿no habría alguna manera de sellarlo nuevamente, tal como cuenta la leyenda?
«Teóricamente sí, pero el problema era el método concreto.»
Stella negó con la cabeza y respondió.
En ese momento, uno de los caballeros de Lessas, quien había estado observando en silencio durante mucho tiempo, decidió hablar. Era un hombre de aspecto apacible, con el cabello largo y castaño recogido y lentes. Su voz también era suave y educada.
─ El demonio no es algo que pueda ser sellado con la fuerza humana. Es una oscuridad que ha existido desde el principio de los tiempos, y fue solo gracias al sacrificio del Sol y la Luna que pudo ser contenido.
─ ¿Y quién eres tú para saber algo así? ─preguntó Sayed, con una mirada suspicaz.
El hombre intercambió una mirada con Lessas, como buscando su permiso, y luego se inclinó elegantemente en señal de respeto.
─ Un honor saludarlo, Su Excelencia. Soy Asela, alguien que lleva en la sangre vestigios de Solias. Dado que soy pariente lejano de la familia Parma, entiendo que el Duque, quien se ha mantenido al margen de la sociedad, no me conozca.
─ ¿Asela Diadem? ¿El segundo hijo del Conde Diadem? He leído uno de tus libros sobre la historia de Solias.
Al parecer, Stella conocía a Asela, pero Sayed, quien apenas tenía relación con la nobleza o las familias de la alta sociedad, desconocía a la mayoría de ellos. Se había preparado únicamente para ser una espada eficiente y se enfocaba principalmente en los asuntos de su territorio, dejando de lado todo lo demás.
─ Pocas personas han leído mis libros; sin duda, esto es una coincidencia inesperada.
─ Es un libro interesante, aunque algo excéntrico, por eso lo recuerdo. Pensaba que eras un erudito, jamás imaginé que fueras un caballero.
─ Soy solo un caballero de nombre. He desarrollado apenas las habilidades necesarias para protegerme en mis viajes.
Sayed decidió no cuestionar las acciones de Lessas; sin embargo, a veces no podía evitar que ciertas dudas surgieran en su mente. Le resultaba curioso cómo, en su vida anterior, había dado con estudiosos eruditos sobre Desertus y, en esta vida, sobre leyendas y mitos antiguos. Quizás era porque el “Sol” que mencionaban estaba ahora a su lado.
─ Si lo que él dice es cierto, Alteza, ¿qué debemos hacer entonces? ─preguntó Kiril, con una expresión abatida.
Lessas, con una mirada serena, intentó tranquilizarlo con una respuesta amable.
─ El hecho de que se hiciera un sello implica que se previó la posibilidad de su ruptura y se establecieron precauciones para ello, caballero. Quizás el sello mismo encierra un significado profundo que estamos por descubrir. Así que sigue siendo fielmente valiente y mantente al lado del Archiduque. Aunque no te dejes engañar por lo que dicen los demás, no hagas cosas que acepten lo incorrecto.
La última frase sonó un tanto extraña, como un consejo fuera de lugar, pero Kiril pareció entender, pues guardó silencio, visiblemente afectado por las palabras de Lessas. Al notar la tensión en el ambiente, Stella retomó el tema en cuestión.
─ Lo que debemos hacer por ahora es verificar el lugar que el marqués mencionó. Podría ser que los niera que desaparecieron de las tierras de Vetria se hayan desplazado hasta aquí, y, como Titer a cargo del este, vine a asegurarme de ello.
Stella miró a su alrededor, evaluando el terreno. La niebla se extendía en todas direcciones, tan densa que apenas era posible distinguir las figuras de quienes estaban cerca. La situación se sentía opresiva, como si estuvieran atrapados en un vidrio empañado por la escarcha. Tal vez debido a la proximidad de la cascada, pensó Sayed, aunque el ambiente era inquietante; un lugar sin visibilidad era siempre un lugar peligroso.
─ Con esta niebla tan espesa, creo que sería mejor posponer la exploración de la arboleda para otro día y centrarnos en vigilar el área hoy, para evitar cualquier accidente.
─ Ojalá fuera así de sencillo, pero este bosque está siempre así. Da igual el momento, siempre lo encontrarás igual.
─ Entonces sugiero que nos atemos todos con una cuerda ligera a la cintura, para evitar separarnos.
─ Buena idea. Muy cerca de aquí está la villa del marqués donde se hospeda la señorita Charlotte; enviaré a un caballero a traer cuerdas de allí ─Stella aplaudió en aprobación.
En ese momento, Lessas, que había estado escuchando la conversación, pareció tener algo en mente y dirigió una pregunta a Stella.
─ ¿Por casualidad, en las cartas en las que el marqués solicitaba ayuda, mencionaba mi nombre?
─ No, no directamente. Solo indicó que, para enfrentarse a los Niera, sería necesario traer a un Guía. Dado que eres el único Guía que puede realizar la purificación, no parecía una solicitud extraña.
Era un requerimiento razonable, considerando la posible cantidad o el tamaño de los Niera con los que podrían enfrentarse. Sin embargo, aunque Lessas escuchó la explicación, su expresión mostraba que aún sentía cierta inquietud.
─ ¿Está bien, alteza? ─preguntó finalmente Sayed, preocupado. Había estado conteniéndose de hablarle en público para no mostrar una conducta inusual hacia él, pero su preocupación era mayor que cualquier precaución.
─ Es solo que algo no me cuadra. Si el núcleo del bosque en Vetria ha desaparecido, en teoría los nieras ya no deberían surgir en los bosques del este. Entonces, ¿por qué…?
La frase de Lessas quedó truncada. Antes de que pudiera terminar, un desgarrador grito emergió a través de la niebla, retumbando en todas direcciones.
─¡Aaaah! ¡Ayuda! ¡Alguien, ayúdeme! ¡Un monstruo…!
Los gritos, provenientes no de una sola persona sino de decenas de voces llenas de terror, resonaron en el bosque. Todos los presentes se giraron, con la mirada fija en la espesura, mientras los desesperados alaridos llenaban el aire con una intensidad aterradora.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La desesperación se oía clara en sus oídos, pero no se veía nada. La niebla densa llenaba los espacios entre los altos árboles, y con ella no había ni luz ni sombra que mostraran el camino. Mientras buscaban orientación, los gritos continuaban resonando, desgarradores y tan llenos de agonía que resultaba escalofriante oírlos.
─ Su Excelencia, déjeme ir ─Kiril se ofreció, pero Sayed negó con la cabeza. Cruzó una mirada con Stella y luego pidió la opinión de Lessas.
─ Sea cual sea la verdad, si los Niera están apareciendo, los Titers deben entrar en el bosque. Stella y yo iremos, y su Alteza debería quedarse aquí con los caballeros. Hay riesgo de perdernos y dispersarnos, así que al menos algunos deben quedarse y mantener las antorchas encendidas para indicar la salida.
─ No, yo también voy ─replicó Lessas con firmeza, sin intención de aceptar un no por respuesta─. No sabemos cuán fuertes serán los Niera a los que enfrentaremos, así que debo estar presente. Asela, tú quédate aquí con el caballero Kiril. Entraremos con los caballeros de Vetria para evaluar la situación, y si necesitamos más ayuda, saldremos a reunirnos con ustedes.
Aunque Sayed odiaba la idea de ver a Lessas en peligro, aceptó, considerando que era mejor tenerlo cerca. Tan pronto tomaron la decisión, Kiril y Asela encendieron antorchas en los bastones que siempre llevaban consigo. Observando la escena, Stella respiró profundamente y tomó la delantera, seguida por Lessas. Sayed y los caballeros cerrarían la marcha, protegiendo la retaguardia.
Antes de entrar en el bosque, Lessas tomó la mano de Sayed y le susurró suavemente.
─ Ed, pase lo que pase, recuerda que nada de esto es culpa tuya.
Sayed escuchó atentamente las palabras de Lessas, sabiendo que siempre tenían un significado profundo. Aunque no estaba seguro de qué preocupaba a Lessas, deseaba que su respuesta lo calmara, así que asintió en silencio.
─ Entendido.
─ Y una cosa más ─dijo Lessas, apretando la mano de Sayed con una intensidad desesperada.
─ No sueltes mi mano, pase lo que pase.
Lessas parecía realmente temer perderlo. Para calmarlo, Sayed entrelazó sus dedos y los sostuvo con firmeza. Con una última mirada preocupada, Lessas giró lentamente, como si dejara de lado sus miedos, y se adentró en el bosque. Ignorando las miradas de los caballeros, Sayed continuó siguiendo a Lessas, agarrando su mano con fuerza.
Mientras avanzaban, sus pasos resonaban al pisar la hierba húmeda, y poco a poco, la niebla comenzó a envolverlos. Pronto se volvió tan densa que no podían ver ni siquiera a la persona que caminaba justo delante. A pesar de ser pleno verano, el aire frío envolvía sus cuellos, y aunque podían sentir la presencia de quienes les rodeaban, la falta de visibilidad aumentaba la tensión. La niebla absorbía hasta las sombras, limitando sus habilidades.
Siguieron caminando hacia donde habían oído los gritos, guiándose únicamente por el instinto y la voz de Stella, quien, de vez en cuando, confirmaba la presencia de todos. Tras unos minutos, la niebla se volvió tan densa que casi resultaba sofocante, y la creciente sensación de perderse comenzó a preocuparlos.
De repente, Sayed se dio cuenta de que la presencia de quienes lo seguían había desaparecido. Sorprendido, se detuvo y miró hacia atrás, frunciendo el ceño mientras llamaba a los nombres de sus compañeros.
─ ¿Zeke? ¿Enif? ¿Siguen ahí?
En lugar de la respuesta que esperaba, sólo encontró el silencio denso de la niebla envolviendo su alrededor. Aquellos rastros de vida parecían haberse desvanecido en el aire, como si hubieran desaparecido en el vacío. Sayed, alarmado, miró hacia adelante y gritó con urgencia.
─ ¡Majestad!
Afortunadamente, aún sentía la mano que sostenía firmemente la suya. Tirando de esa conexión, percibió un cuerpo que era arrastrado hacia él. Una figura similar a la de Lessas se volvió hacia él, y en la penumbra de la niebla, el cabello parecía dorado, no oscuro. Un escalofrío recorrió la espalda de Sayed, y al abrir los ojos con desconcierto, la figura se giró y murmuró.
─ ¿Me llamaste?
Aunque el rostro estaba velado por la bruma, Sayed reconoció la voz: era Aster. Un rechazo instintivo lo invadió, y con rapidez soltó la mano que sostenía. La figura se desvaneció en la niebla, dejando el espacio vacío, como si nunca hubiera estado allí.
«¿Qué clase de…?»
Apretó los dientes con disgusto ante aquel engaño, y concentró todas sus fuerzas en percibir las presencias cercanas. No sentía nada en los alrededores inmediatos, pero a lo lejos pudo percibir señales dispersas de quienes lo acompañaban, como si estuvieran esparcidos sin haber quedado ninguno junto al otro.
Convencido de que esto no era un fenómeno natural, Sayed decidió avanzar hacia donde provenían los gritos, esperando así descubrir el origen de lo que estaba ocurriendo. El tiempo transcurría en una agonía sofocante, como si caminara por un abismo sin fin. De pronto, un sonido escalofriante resonó en la niebla.
...Crunch... crujido... chasquido...
El horrible ruido de huesos triturados se hacía más fuerte a cada paso. Sayed avanzó sin hacer el menor sonido, ocultando sus propios movimientos, hasta que finalmente se encontró cara a cara con una enorme presencia que se encogía entre la niebla. La criatura, con su cuerpo masivo y encorvado, tenía una forma vagamente humana, aunque su apariencia era perturbadora, como la de un gigante retorcido.
A medida que se acercaba más, la niebla comenzó a despejarse ligeramente, y de inmediato fue golpeado por un hedor tan penetrante a sangre que le revolvió el estómago. Un olor así no podía provenir de solo unas cuantas vidas. Como confirmación, al dar un paso, sintió una sustancia espesa bajo su bota, produciendo un sonido húmedo. El espantoso sonido de huesos al romperse se detuvo en ese instante, y la criatura, que hasta entonces estaba encorvada, giró lentamente su cabeza en dirección a Sayed.
La figura del monstruo apareció y desapareció entre la niebla, pero al revelarse completamente, dejó a Sayed sin palabras. La criatura era una visión grotesca y repulsiva, incluso para alguien que había enfrentado a numerosos horrores como él. Con un cuello alargado, la cabeza del monstruo estaba cubierta de cabellos desgreñados, y su torso redondeado sobresalía con una delgadez extrema. Sus piernas, tan largas como las de un hombre adulto, sostenían un cuerpo del cual brotaban no dos, sino varias extremidades. Estas cuatro largas manos, que se extendían desde su espalda como patas de araña, sostenían miembros humanos en sus garras.
El sonido de huesos aplastados provenía de la criatura devorando personas. Sus enormes ojos redondos y prominentes parpadearon mientras observaba a Sayed. Debajo de una nariz gruesa y roma, su boca ancha masticaba constantemente, y con cada bocado, gotas de sangre caían al suelo. Entre sus dientes, parecía haber cabellos enredados, y el monstruo alzó uno de sus largos dedos esqueléticos para tirar de ellos, sacándolos de su boca con un movimiento lento.
─ Heh…
Un sonido débil y vacío se escapó de su garganta, una risa hueca que retumbaba inquietante. A pesar de su forma vagamente humana, aquella criatura era todo menos humana. Cualquiera que fuera su naturaleza, Sayed supo que debía ser eliminada.
Ajustando el agarre sobre su espada, decidió que lo primero sería buscar el núcleo de la criatura. Si no necesitaba romper el núcleo, sería más fácil de matar. No importaba cuán grande o fuerte fuera; no había nada que Sayed no pudiera derrotar. Mientras observaba la criatura, que sonreía de manera siniestra incluso al ver su espada, dedujo que el método más seguro para matarla sería decapitarla. Se preparó para dar el salto y cortar de un tajo el largo cuello de la criatura. Pero justo entonces, una voz resonó desde dentro de la niebla.
─ Has encontrado el camino correcto.
Parecía claro que la niebla ejercía algún tipo de influencia, ya que Sayed no había detectado la presencia de nadie hasta que escuchó una voz familiar. Sin bajar la guardia, apuntó la punta de su espada hacia la dirección de donde provenía el sonido. Frente a él, apareció Charlotte Saclani, la misma mujer que había visto en el río Lebe anteriormente.
─ ¿Qué haces aquí?
Resultaba inexplicable que una persona común se mostrara tan calmada en un lugar como ese. Avanzó hacia ella, aún sin bajar su espada, para asegurarse de que no fuera una ilusión. Fuera lo que fuese, estaba claro que su presencia estaba relacionada con aquella criatura monstruosa. Sin embargo, algo en ella parecía irreal. Aunque Charlotte solía mostrarle desprecio, el tono que usaba en ese momento no correspondía a su manera habitual de expresarse.
─ Mi prometida ha cedido su cuerpo por voluntad propia, así que no te preocupes. ¿Cómo has estado, mi estrella?
Sayed abrió los ojos con sorpresa. Charlotte se acercó lentamente, avanzando con pasos seguros, y la punta de la espada de Sayed tembló al verla de cerca. Sus ojos estaban completamente negros, sin un rastro de blanco, igual que en la descripción de Aster que alguna vez le había dado Tiaki.
─ Aster…
Aunque no comprendía cómo había conseguido manipular el cuerpo de otra persona, Sayed decidió que no había ninguna razón para hablarle con cortesía. Aster, usando la voz de Charlotte, soltó una carcajada.
─ Vaya, cuánto tiempo ha pasado desde que pronunciaste mi nombre. Cuando eras un niño, no sabías nada y me seguías llamándome adorablemente, siguiéndome a todas partes. Me haces sentir como si hubiéramos vuelto a aquellos días, cuando en tu mundo solo existía yo.
Aster hablaba con un tono evidentemente complacido, sin preocuparse por ocultar nada. Dio una vuelta ligera en el cuerpo de Charlotte y luego avanzó hacia Sayed, hasta que la espada de este tocó el cuello de la mujer. A punto de atravesarla, Sayed se obligó a retirar la espada de inmediato.
─ Ah, claro, me resultaba extraño. Desde el invierno pasado, has estado actuando de manera inusual. Tú, que no tenías reparo en matar, has comenzado a titubear como un cobarde, incluso protegiendo a alguien que merece ser destrozado sin piedad. Aun así, nunca imaginé que usarías el poder primigenio en mi contra…
Aster, claramente complacido por su propia deducción, acercó aún más el cuerpo de Charlotte hacia Sayed. Extendió su mano y le tomó la mano a Sayed, como si estuviera provocándolo a matarlo en ese instante.
─ ¿Te escondes cobardemente en el cuerpo de otro, Aster? Si eres tan grandioso como presumes, deberías enfrentarte a mí directamente.
Independientemente de si Charlotte había aceptado esto voluntariamente o no, no podía matarla aquí y ahora. Ese lugar era jurisdicción de Stella, y su posición se vería comprometida si Charlotte moría allí.
─ Lamentablemente, la dueña de este cuerpo está bastante ocupada ahora mismo –replicó Aster, su tono cargado de sarcasmo–. ¿Es que deseas verme, Sayed? No necesitas apresurarte; pronto solo quedaremos tú y yo en este mundo, como al principio. En un vasto cielo nocturno, seremos solo tú y yo.
Aster hablaba como si su cuerpo y él fueran entidades distintas. Era inquietante, pero si consideraba las palabras que Aster le había dicho antes y el testimonio de Tiaki, era evidente que él había decidido aliarse con el demonio.
Sayed no quería sentir más curiosidad por Aster. Cuanto más pensara en él, más recordaría el vacío y la furia que le había provocado en el pasado.
─No entiendo a qué te refieres con esas tonterías de cielos nocturnos y estrellas; nada de eso tiene relación conmigo. ¿Qué es lo que realmente quieres?
─ Ya te lo dije, Ed. Quiero a mi pequeña estrella.
─ ¡No soy esa clase de ser!
Al escuchar las absurdas amenazas de Aster, Sayed sintió una ira profunda, y Aster se retiró unos pasos hacia atrás, sin dejar de observarlo con esa sonrisa perturbadora. Luego, caminó hasta el lado del monstruo, que seguía devorando algo en el suelo. Sayed lo siguió con cautela, manteniendo la distancia, sin dejar de observar cada uno de sus movimientos. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había personas tendidas junto al monstruo. Más de diez cuerpos yacían allí; parecían aldeanos comunes, con ropas sencillas, nada que indicara que fueran cazadores.
─ Aunque cambies tu nombre y tu apariencia, no puedes evitar que seas mi pequeña estrella. Tu alma sigue siendo la más hermosa en medio de la oscuridad. Será mejor que regreses a mi lado cuanto antes… aunque, de todos modos, eso ocurrirá.
Al terminar sus palabras, los cuerpos en el suelo empezaron a moverse. Con la mirada vacía y aturdida, se pusieron de pie uno a uno. Aster, controlando el cuerpo de Charlotte, extrajo una daga afilada y se la entregó a uno de ellos. Sayed, al ver lo que estaba ocurriendo, sintió un horrible presentimiento. Sin dudarlo, se lanzó hacia Charlotte para detenerla. Pero el monstruo, que hasta entonces había permanecido quieto, se movió para interponerse en su camino. Con un movimiento agresivo, lanzó un golpe seco hacia Sayed. Esquivando el ataque, Sayed aprovechó para herir al monstruo en el brazo, pero, en ese momento, una escena espeluznante ocurrió ante sus ojos.
Charlotte, con una expresión tranquila y hasta dulce, lo miraba fijamente. Como si quisiera que él no se perdiera ni un detalle, sonrió con satisfacción mientras el hombre que sostenía la daga levantaba el brazo y, sin expresión alguna, se cortaba el cuello. La cuchilla atravesó su garganta profundamente, y en un instante su cuerpo se desplomó, esparciendo sangre a su alrededor.
─¡Aster!
Sayed gritó con desesperación, incapaz de asimilar lo que estaba presenciando. En respuesta, Aster, utilizando la voz de Charlotte, soltó una carcajada aguda. Mirándolo a los ojos, gritó con una alegría perversa.
─ Si no entregas tu alma, mataré a todos hasta que solo quedemos tú y yo en este mundo. Puedes venir a mi lado y aislarte voluntariamente, o dejar que te consuma la soledad que yo mismo crearé. Recuérdalo, Ed. Todos estos morirán… por tu culpa.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
La voz clara de Charlotte resonó débilmente en medio de la niebla. Aunque no había elevado demasiado la voz, la maldición que Aster lanzaba usando los labios de Charlotte sacudió profundamente a Sayed. Su firme determinación de acabar con él tambaleó ante lo que acababa de presenciar.
─ Bien sabes cómo decir estupideces. Eres tú quien los está matando. ¿Te has vuelto completamente loco, Aster? Aunque, pensándolo bien, siempre fuiste un cobarde de esta calaña.
Para mantenerse firme, Sayed reunió su enojo, alimentándose de su odio hacia Aster. Mientras blandía su espada, concentró las sombras que yacían bajo la niebla. La acción de reunir aquella oscuridad dispersa le costaba mucho más esfuerzo del habitual, pero no podía permitir que la situación empeorara.
Para evitar que Aster siguiera haciendo más atrocidades usando el cuerpo de Charlotte, Sayed desató su poder contra el monstruo que se interponía entre ellos. Espinas surgieron del suelo donde la criatura se encontraba, desgarrando la niebla gris. En un instante, las lanzas afiladas atravesaron el cuerpo de la bestia.
¡Gah, agh, kek!
A diferencia de los otros Niera, esta criatura no estaba formada de pura oscuridad, por lo que emitió un grito similar al de un humano. Al mismo tiempo, brotaba sangre de las heridas perforadas.
Una de las razones por las que los Titer podían soportar matar Nieras era porque su apariencia mezclaba las formas de bestias y demonios, y no emitían sonidos ni derramaban sangre. Sin embargo, la criatura que enfrentaba Sayed ahora sangraba y emitía un grito humano. Estaba listo para acabar con ella sin dudarlo, pero esta reacción lo hizo vacilar por un instante, y en ese momento se escuchó la risa burlona de Charlotte.
─ ¿Podrás matarlo, Ed? Aunque yo lo haya creado, eso es indudablemente una persona.
Sayed, convencido de que lo mejor era no enfrentarse directamente a Aster, ignoró sus palabras y reanudó su ataque. La criatura, con sus delgados miembros y su abultado abdomen, intentaba esquivar ágilmente los golpes de Sayed, pero él no le daba ni un respiro, lanzando una ráfaga de oscuros filos que lo convertían en un amasijo de sangre. En medio de esa batalla implacable, Aster continuaba con sus malévolas artimañas. Justo cuando Sayed hundía su espada en el pecho de la criatura, ocurrió algo espeluznante.
La persona que había estado de pie junto al primer muerto se inclinó lentamente y tomó el cuchillo que yacía en la mano del cadáver. Como si estuviera cumpliendo un deber ineludible, levantó la hoja y la colocó en su propio cuello, listo para seguir el mismo destino.
─ ¡Detente! ¿Qué demonios estás…?
Al caer el cuerpo masivo de la criatura, Sayed pudo ver claramente la escena y lanzó un grito desesperado. Olvidándose de recuperar su espada, se lanzó hacia las personas con todas sus fuerzas. Su pecho ardía y su corazón latía frenéticamente, amenazando con estallar. En un instante, Sayed llegó hasta el hombre que estaba a punto de quitarse la vida y, con sus manos desnudas, sujetó la daga justo antes de que se hundiera en su cuello, deteniéndola a medio camino.
─ ¡Por favor, maldita sea…!
La sangre que fluía de la mano que sostenía la daga se mezcló con la que brotaba del cuello del hombre. Con fuerza feroz, Sayed le arrebató el cuchillo y rápidamente trató de detener la hemorragia con sus manos, pero la carne desgarrada no se cerraba. La sangre, incesante, teñía su visión de rojo. A diferencia de los anteriores, que murieron sin apenas resistencia, el hombre agonizante recobró momentáneamente la conciencia.
Como si de repente hubiera despertado, el hombre abrió los ojos con expresión de pánico y levantó una mano temblorosa, apenas rozando la empapada mano de Sayed que intentaba detener la hemorragia. Aquella mirada, llena de miedo y súplica, se cruzó con la de Sayed, rogándole silenciosamente ayuda.
─Ay…ú…da…
Murmuró el hombre, su voz ahogada en un burbujeo de sangre que pronto se extinguió. La luz en sus ojos se apagó lentamente, dejando sus pupilas vidriosas y vacías. La vida se había extinguido frente a él, tan rápido como una vela apagada por el viento.
Sayed sintió cómo el último aliento de aquel joven se desvanecía entre sus manos, llenando su alma de un gélido vacío. Ese muchacho, apenas un adulto, había muerto sin razón alguna, sin siquiera entender por qué. ¿Y acaso era necesario que la muerte tuviera una razón?
La culpa y la rabia se mezclaron dentro de Sayed. Sin dudarlo, guardó la daga y se encaminó rápidamente hacia Charlotte. Había perdido demasiado tiempo con la criatura. Ahora, debía detener a esa mujer, y si no podía someterla, entonces debía acabar con ella para poner fin a esta locura. Por primera vez en esta vida, Sayed sintió un deseo ardiente de matar, olvidado desde hacía mucho tiempo, y tan intenso que lo sorprendía.
Sin embargo, antes de que pudiera actuar, las personas se alinearon frente a Sayed, formando una barrera para proteger a Charlotte. Al verlos avanzar sin miedo y sin percibir el dolor, Sayed entendió que la única forma de detenerlos sin matarlos sería dejarlos inconscientes. Con determinación, apretó la empuñadura de su espada enfundada y se preparó para golpear la nuca del primero en la fila. Pero justo en ese momento, oyó voces que se aproximaban.
─ ¡Señorita Charlotte, ¿dónde está?!
─ ¡Es hora de regresar! ¡Podría aparecer un Niera en cualquier momento, por favor vuelva!
Sayed levantó la mirada, alarmado. Charlotte, notando su preocupación, sonrió de manera burlona y llevó una mano a su boca, gritando al aire con fingido entusiasmo.
─ ¡Estoy aquí! ¡Venid a buscarme!
─ ¡Señorita!
─ ¡Ya voy!
Adivinando sus intenciones, Sayed levantó la voz, intentando advertirles del peligro.
─ ¡Este lugar es peligroso! ¡No se acerquen! ¡Aquel que desobedezca será castigado por orden del Archiduque!
Su tono amenazante sembró momentáneamente la duda entre los recién llegados, pero la lealtad al marqués y su hija prevaleció, y los pasos volvieron a acercarse. Pronto, a través de la niebla, surgieron figuras portando antorchas. Al ver el espantoso espectáculo ante ellos, exclamaron aterrorizados y comenzaron a retroceder.
Sayed, viendo su miedo, intensificó la advertencia.
─ ¡Aquí hay un Niera! ¡Es peligroso, huyan todos! ¡Yo me haré responsable de la hija del marqués!
Afortunadamente, las palabras de Sayed tuvieron el efecto deseado. Tal vez el intenso olor a sangre cumplió su propósito de infundir verdadero temor, porque los sirvientes comenzaron a retroceder, vacilantes. Para animarlos a retirarse más rápidamente, Sayed blandió la funda de su espada de manera intimidante, empujándolos a alejarse.
«Sí, váyanse... simplemente márchense ya.»
La gente comenzó a moverse en respuesta a su súplica. Entre los que dudaban, alguien finalmente se dio la vuelta para escapar. Justo así, eso era lo que debían hacer; si solo escaparan ahora… pero la situación no fue como Sayed esperaba.
A punto de echarse a correr, los que habían girado hacia la salida se detuvieron y, como si estuvieran conectados entre sí, todos se volvieron al mismo tiempo. Igual que en la escena que acababa de presenciar, todos caminaron hacia Charlotte, juntándose detrás de ella. Ahora, el número de personas superaba las veinte.
─ ¿Qué opinas, Ed? ¿Crees que podrás salvarlos a todos? Mientras intentas controlar a algunos, otros morirán inevitablemente, ¿verdad?
Como si confirmara la amenaza de Aster, cada uno de ellos acercó la antorcha que sostenía al cuerpo del que estaba a su lado. Lo que antes parecía una amenaza imposible de cumplir resultó ser muy real. Aster realmente estaba dispuesto a matar a todos si era necesario para lograr su propósito.
Así, Sayed no podía actuar precipitadamente. Era horrendo darse cuenta de que su único talento parecía estar en quitar vidas. No tenía el poder para salvar a tantas personas de una sola vez. Sin una fuerza absoluta, no tenía alternativa.
Mientras luchaba con su angustia, algunos de los que antes habían intentado atacarlo ahora se acercaron y agarraron sus brazos. La fuerza de quienes lo retenían aumentaba, arrastrándolo como si lo hundieran en un profundo pantano.
Desde la punta de sus pies hasta el pecho, se sentía como si se estuviera hundiendo en la tierra. El desasosiego y la repulsión pesaban en su mente, mientras una ira incandescente crecía en su interior, quemándolo. Con los ojos inyectados en sangre, Sayed miró a Aster con una mezcla de incredulidad y resentimiento, frunciendo el ceño mientras le preguntaba:
─ ¿Por qué haces todo esto? ¿Qué te he hecho yo para que me atormentes de esta manera?
Charlotte inclinó la cabeza, como si la pregunta de Sayed le resultara obvia. Una expresión de tristeza genuina, o al menos eso parecía, apareció en su rostro.
─ Eres como un pájaro que volaría lejos en cualquier momento si no te mantuviera atrapado. Tienes demasiadas cosas importantes en tu vida. Pero, Sayed, yo no tengo intención de compartir lo que es mío.
Su voz era como la de una niña inocente, sin ningún atisbo de duda, tan segura que cualquiera que la escuchara podría sentirse afectado.
─ ¿Vas a matar a tantas personas solo por eso?
─ Por supuesto. Los humanos son criaturas pequeñas y despreciables, incluso menos que hormigas. Si matar a algunos insectos me permite obtener lo que quiero, cualquiera lo haría, ¿no?
Aster, notando el efecto que sus palabras causaban en Sayed, intensificó su amenaza, tornándola cada vez más brutal.
─ Muchos morirán de aquí en adelante. Si no estás conmigo, convertiré este mundo en un infierno. Mira cuántos ya han muerto por tu culpa, Ed.
Charlotte extendió el dedo, señalando detrás de Sayed. Instintivamente, él giró el cuerpo en la dirección indicada y, en ese momento, la visión que tenía ante sí era completamente diferente a lo que había visto antes.
No había ningún monstruo. Solo dos cuerpos atravesados por múltiples heridas, y, extrañamente, las figuras le resultaban familiares.
«…¿Qué?»
Llevaban el uniforme de los caballeros, con el emblema de espinas y rosas de Vetria, un símbolo que Sayed conocía muy bien. Como si hubieran esperado este momento, la niebla se dispersó, y la luz del sol en su punto más alto iluminó los rostros de aquellos dos. En sus ojos grises quedó grabada la imagen de Zik y Enif.
─ ¡Un Titer, cuya misión es proteger a los humanos, usando su poder para matarlos! Míralo bien, Sayed. Al final, tú tampoco eres tan diferente de mí. No necesitas fingir que eres tan noble. Recuerdo con tanta claridad el odio y la rabia que se alojaban en tu corazón, ¿y pretendes dejarme en este vacío y marcharte solo?
No podía ser cierto. Lo que había visto era un monstruo, no un humano. Aunque sangraba, estaba seguro de que…
«¿Acaso… era humano? ¿Realmente maté a inocentes otra vez?»
El recuerdo de aquella vez en que despertó de su frenesí y se encontró con los cadáveres de quienes había asesinado lo invadió de golpe. Aquella culpa, oculta en lo más profundo de su ser, resurgió y lo tomó de la garganta, obligándolo a enfrentarse a sí mismo. Un sentimiento de culpabilidad asfixiante se cernió sobre él, dejándolo paralizado. Aunque intentaba no mostrar sus emociones, el sólido muro en su interior empezaba a resquebrajarse.
─ No… esto no es mi culpa. Fuiste tú quien engañó mis ojos y manipuló a la gente.
Sabía que Aster deseaba verlo ceder, y por eso intentó mantener la calma y responder con frialdad, tratando de contener su angustia. Pero el demonio, como si entendiera cada fibra de su ser, lo atrapó con un susurro insidioso.
─ Esto sucedió porque no quisiste escucharme. Por tu rechazo, estas pobres almas, sin saber nada, han muerto de la manera más miserable. Si te duele que mueran, entonces hazme caso. Abandona a Lessas y ven a mí. La oscuridad también me ha prometido que te dejaré vivir tanto como yo quiera. Te lo juro, Ed, juntos tendremos una vida maravillosa. Te mantendré en una habitación lujosa, con todo lo que puedas desear, aunque tus tendones estén cortados. ¿Quieres algo? Solo pídelo.
A pesar de lo absurdo de las palabras de Aster, Sayed se encontró dudando por un instante. Sabía que todo era una manipulación, pero la única verdad que empezaba a asumir era que, si él no se sacrificaba, más personas morirían.
Al fin y al cabo, esta vida recuperada no era algo que hubiese querido para vivir. Tampoco tenía un deseo particular de aferrarse a ella.
Demasiadas personas habían muerto ya, y él había decidido cambiar su destino para no causar más muerte en el futuro. Pero si todo lo que había ocurrido a su alrededor, incluida su pérdida de control, era obra de un demonio que solo lo deseaba a él, quizás la mejor opción era rendirse y entregarse.
Uno solo. Si él moría, el infierno terminaría.
Era un precio bajo a cambio de salvar al mundo. Intercambiar su alma, apenas un sacrificio, por la seguridad de todos. Si realmente el precio de todos los combates y sufrimientos hasta ahora se pagaba con su propia vida, tal vez era algo que debería haber hecho desde el principio.
Dentro de su mente firme, en aquella herida aún abierta, comenzaron a aparecer grietas. La duda se expandía, y el demonio no tardó en detectarlo. Una sonrisa torcida se extendió en el rostro de Charlotte mientras extendía la mano, invitándolo a seguirla. Si lo pensaba bien, esa pequeña mano pertenecía a alguien más atrapado en el infierno a causa de él. Si él no hubiera existido, Charlotte, como prometida de Aster, nunca habría sido arrastrada a esto.
Los pensamientos tomaron un rumbo y arremetieron como un torrente. Después de haber visto tantas muertes, Sayed deseó, en lo profundo, ponerle fin a todo. Si moría junto a Aster, viéndolo solo a él hasta el final… entonces…
«No podré volver a ver a Lessas.»
En ese instante, en el que casi se había resignado, un deseo egoísta brotó repentinamente en su interior. Recordó un rostro hermoso y sonriente, mirándolo con ternura. Ese rostro que le traía flores hermosas como un ciervo que dejaba regalos preciosos a sus pies, y cuyo consuelo aliviaba su dolor con solo estar cerca. Al imaginar que ya no podría volver a verlo, un remanente de apego lo estremeció.
─ Ed, no tienes que seguir luchando tan duro. Si tanto deseas hacer de Lessas el príncipe heredero, entonces con gusto lo concederé. Mientras estés a mi lado, no necesitaré hacer nada más.
La mano de Aster se extendió aún más, como si hubiera detectado ese breve titubeo. Sayed, casi hipnotizado, también comenzó a moverse, hasta que su propia mano, pálida y marcada por cicatrices, estuvo a punto de rozar la de Charlotte.
«Claro. Esto es lo correcto.»
Si para destruir al demonio se requería el sacrificio de muchas vidas, entonces llevarlo lejos y entregarse era la mejor opción. Sabía que Lessas sentiría tristeza, pero pronto lo olvidaría. Al final, los muertos siempre son olvidados. Si se libraba de todo lo que pudiera atormentar a Lessas, él también podría…
─ ¡Ed, no!
Sus pensamientos, enredados y confusos, se desvanecieron de golpe ante la firme voz que resonó con una claridad absoluta. Sayed recobró fuerzas y enfocó su mirada, apartando la vista de Charlotte para ver quién había hablado. Entre las personas que permanecían como muñecos inmóviles, alguien avanzaba, apartándolas para abrirse paso hacia él.
En cuanto Sayed divisó el cabello negro de Lessas entre la multitud, su corazón, que parecía haber estado petrificado, comenzó a latir con fuerza. Soltando el aliento que había contenido, retrocedió un paso. Charlotte, con el rostro torcido en frustración, intentó aferrarse a su mano mientras él se alejaba. Su mano, afilada como una garra, casi alcanzaba la de Sayed cuando Lessas habló, su tono como una orden indiscutible.
─ Hasta aquí. No seguiré tu juego.
Al instante, Sayed sintió cómo la energía de Lessas lo envolvía. Era similar a la poderosa purificación que había experimentado en el bosque del sur, aunque ahora esa energía resultaba abrumadora en comparación. Como el aire puro en exceso que quema los pulmones, aquella fuerza era tan intensa y limpia que hasta el aliento se le cortaba.
No solo era eso. La energía de Lessas causó algo inusual: las personas que habían estado inmóviles como estatuas tambalearon, recuperando su propia voluntad y comenzando a mirar a su alrededor con confusión.
Sayed, desconcertado, observó a Lessas, intentando entender qué había sucedido en ese breve tiempo separados. Lessas, cubierto de sangre como si acabara de librar una gran batalla, caminaba hacia Aster. Pero algo en él era diferente.
Con la ropa ensangrentada, los ojos de Lessas miraban fijamente a Aster, y su habitual mirada violeta, cálida y gentil, ahora reflejaba un brillo dorado y poderoso. Tal y como sucedía con los ojos de Sayed cuando usaba sus habilidades al extremo.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Al encontrarse con la intensa mirada de Lessas, Sayed sintió un extraño escalofrío recorrer su cuerpo. La energía que emanaba de él no parecía maligna en absoluto, pero era tan poderosa que por un momento pensó que su sola presencia era una amenaza. Un estremecimiento recorrió su piel y sintió un mareo en el estómago; estar en ese lugar se le hacía casi insoportable.
No era el único que sentía el peso de aquella presencia. Algunos de los sirvientes, recién despertados de la influencia de Aster, cayeron de rodillas, incapaces de soportar la abrumadora energía de Lessas. Pero quien más parecía afectada era Charlotte.
En el momento en que la invisible ola de poder se extendió, la mano de Charlotte, que se había alzado para atrapar a Sayed, comenzó a temblar. Parecía un depredador furioso al que le habían arrebatado su presa en el último segundo. Su rostro, que hasta hacía poco lucía altivo y seguro, se deformó en una expresión de furia.
─ ¡Maldito seas! ¡Cómo me atreves… a hacerme esto… otra vez…!
Su voz se alzó en un grito desgarrador, su tono resonando con una rabia desbordada. Sin embargo, a medida que Lessas avanzaba hacia ella, la intensidad en sus ojos comenzó a disiparse. Los ojos verdes de Charlotte parpadearon y, finalmente, se cerraron. Sayed comprendió que Aster se había ido; Charlotte había perdido el conocimiento.
En cuanto su cuerpo cayó sobre la hierba teñida de sangre, la espesa niebla que los rodeaba comenzó a disiparse. Lessas observó el cuerpo inerte de Charlotte con una fría indiferencia antes de girarse hacia Sayed. Su rostro, casi fantasmal, lo miró fijamente, y aunque Sayed había deseado con desesperación verlo, en ese momento sintió que sus piernas no respondían. Estaba petrificado, como si el Lessas que tenía ante él fuera un completo desconocido.
─ ¿Estás herido, Ed? ─ preguntó Lessas con una voz suave y una sonrisa que relajó las tensiones de Sayed. Aunque su cuerpo parecía querer mantenerse a distancia, el corazón de Sayed sabía que Lessas no le haría daño.
─ Yo…
Quiso responder que estaba bien, pero las palabras se atascaron en su garganta. Al pensar en los cadáveres de los caballeros que yacían detrás de él, sintió una mezcla de dolor y culpa. Apretó los labios y giró la cabeza con pesar para mirar. Y entonces vio lo que realmente estaba allí: el cuerpo del monstruo, tal como lo había visto al principio.
«¿Qué es real?»
A pesar del alivio que sentía, también lo invadía el temor. La idea de que quizá estaba perdiendo el control y viendo visiones lo asustaba, especialmente porque los síntomas antes de perder la razón en su vida pasada habían sido muy parecidos. Sayed, incapaz de ocultar su preocupación, se aferró a Lessas con una expresión ansiosa.
— ¿Lo que veo es realmente un monstruo, Alteza? —preguntó, sin poder disimular el miedo que se agolpaba en su rostro. Pensaba que sus episodios anteriores habían sido causados por la purificación de Aster, pero ahora se preguntaba si aquello era su destino inevitable, si quizás él mismo era el problema.
Lessas sostuvo a Sayed, envolviéndolo con sus firmes y cálidos brazos, y lo atrajo hacia sí como para protegerlo. Su voz suave resonó en el oído de Sayed, calmando sus temores.
— Sí. Yo también veo al monstruo. Lo que viste antes fue una ilusión. La niebla puede jugar con la percepción de las personas. Tú simplemente perdiste el rumbo por un momento, Ed.
La voz reconfortante y susurrante de Lessas logró aplacar su agitación. Finalmente, Sayed recobró la calma y levantó la cabeza para mirar a Lessas, quien lo sostenía con dulzura. Aunque su comportamiento no era propio de alguien como él, Lessas le sonrió con serenidad, como si todo estuviera bien. En sus ojos aún brillaba un leve destello dorado, pero esa sonrisa era inconfundible: era el Lessas que Sayed conocía.
Se sintió seguro por fin, y el peso en sus hombros se desvaneció. Por un momento, Sayed había temido que, al mostrar su vulnerabilidad, Lessas pudiera rechazarlo como lo había hecho Aster en el pasado.
Aunque desde su despertar Lessas nunca lo había rechazado, era la primera vez que Sayed le mostraba su lado más vulnerable. Esto no era como aquellos momentos en que intentaba controlar o exigir la purificación; ahora, frente a él, se mostraba incompleto y carente de la imponente fuerza de un Titer, y…
{ ─ Un Titer no debe mostrar debilidad frente a los demás, Ed. Retrasa la purificación un poco más. Si alguien ve al Gran Duque del Norte en un estado tan deplorable, ¿quién te temerá? }
Aster solía decir cosas así poco antes de su muerte, cuando los efectos secundarios se volvían más intensos y frecuentes. En ese entonces, Sayed siempre pensaba que Aster tenía razón y lo soportaba, pero al reconsiderarlo ahora, entendía que esa era otra de las artimañas de Aster para mantenerlo aislado.
Un escalofrío recorrió su cuerpo. La serpiente que lo estrangulaba había desaparecido, pero la obsesión de Aster seguía adherida a él como una sanguijuela que no soltaba su presa. Con el pecho oprimido, Sayed tomó una gran bocanada de aire y se obligó a serenarse. Entonces, notó que los criados, aunque confusos y asustados, seguían allí, inquietos por la seguridad de Charlotte pero también aterrados por el cadáver del monstruo y la presencia imponente de Lessas.
─ Será mejor que organicemos todo aquí primero. ¿Estabas con Stella o con otros caballeros? ─preguntó Sayed, acariciando agradecido el brazo de Lessas.
Lessas, que aún lo sostenía, pareció sorprenderse y, apretando sus brazos alrededor de Sayed, lo abrazó una vez más, como si no quisiera soltarlo.
─ Sí, fuiste el único que se perdió en la niebla, Ed. La niebla se está disipando y los demás están bien. Podremos reunirnos con ellos pronto, así que no te preocupes.
Con una última caricia en la espalda de Sayed, Lessas lo soltó y, al observar a su alrededor con un semblante serio, señaló a Charlotte con un gesto y proclamó en voz firme.
─ Soy Lessas Solias, heredero de la sangre del sol. Que alguien de ustedes sostenga a la señorita Charlotte, y el resto recoja los cuerpos y nos guíe.
La confusión entre los sirvientes creció. La repentina aparición del príncipe, junto a alguien a quien antes habían llamado Gran Duque, y la visión de su señora desmayada y rodeada de un escenario aterrador, provocó que, temerosos, se apresuraran a cumplir sus órdenes.
El sirviente, temblando de miedo, rodeó el cadáver del monstruo y se agachó para cargar a Charlotte en su espalda. Las doncellas, visiblemente inquietas, se acercaron rápidamente para caminar junto a él, avanzando con pasos inseguros. Los sirvientes que se acercaron a los cadáveres comenzaron a sentir náuseas ante la horrenda escena y, al reconocer rostros familiares entre los muertos, expresaron su horror en voz alta.
Antes de abandonar el lugar, Sayed miró una vez más el cadáver del monstruo. La criatura, aunque excesivamente humana para ser un Niera, tenía una apariencia que claramente no era de este mundo. Justo entonces, Lessas se acercó y tomó el brazo de Sayed con suavidad.
─ No hay nada bueno que ver aquí.
─ ¿Sabe Su Alteza lo que es esto?
─ Creo que Asela podría tener la respuesta. Él está obsesionado con descubrir la historia antigua; probablemente sepa algo al respecto.
Lessas se detuvo, como si algo más pesara en su mente. Sus labios se movieron levemente, dudando.
─ ¿Tiene algo más que decirme?
Tras unos minutos de silencio, en los que Lessas parecía debatirse internamente, finalmente asintió y lo miró directamente.
─ Hace un momento… ─dijo, y Sayed notó que el dorado en sus ojos se había desvanecido un poco, revelando el tono violeta habitual, lleno de preocupación y tristeza─. ¿Realmente pensaste en entregarte?
La pregunta, que golpeó directo en el punto más vulnerable, hizo que Sayed apartara la mirada. Mostrar el momento en que casi se había rendido no era motivo de orgullo, pero tampoco podía mentir.
─ Pensé… que si más personas tenían que morir por mi culpa, quizá esa era la mejor opción.
─ No es tu culpa. La culpa solo recae en quien comete los crímenes.
─ Lo sé. Su Alteza ya me lo ha dicho antes… pero, Su Alteza… No quiero ver más muertes.
Las heridas en su alma, que apenas comenzaban a sanar, se abrieron de nuevo, mostrando el dolor oculto en su interior. No soportaba ser la razón que justificara la muerte de otros.
─ ¿Y yo?
Sayed se detuvo, sin comprender de inmediato la pregunta, y vio cómo las cejas oscuras de Lessas se arqueaban, revelando una tristeza profunda.
─ ¿Yo no soy razón suficiente para que te quedes? ¿Aún no he logrado hacerte feliz, Sayed? ¿Sigues sintiéndote solo y triste?
«Ah.»
Tessa:... 😭
Sayed abrió los ojos con sorpresa. Jamás había pensado que su elección podría causar tristeza en Lessas. No se le había pasado por la mente que él interpretaría su decisión de esa manera. Hasta ese momento, nadie le había dado un sentido a la vida de Sayed ni temido su muerte.
─ No sé qué hacer para que tú… quieras vivir.
─ Su Alteza, no es que quiera morir. Estuve a punto de tomar su mano, pero en ese instante también pensé en usted. No estoy solo. Usted me hizo sentir así.
Queriendo disipar la tristeza que oscurecía el rostro de Lessas, Sayed se esforzó por expresar lo importante que era su presencia, cuánto había pensado en él incluso en ese instante de duda. Lessas mostró una leve sonrisa, que duró solo un momento antes de desvanecerse. Luego, acarició suavemente la mejilla de Sayed y bajó la mano lentamente.
─ Eres una persona cálida y amable, y te agradezco que te hayas preocupado por mí. Sé que durante el tiempo que estuvimos separados, pensaste mucho en mí, considerando mis sentimientos. No tienes idea de lo feliz que me hizo saber que no rechazabas mi afecto ─murmuró Lessas.
Mientras Sayed escuchaba sus palabras, no podía evitar sentir que, aunque eran ciertas, había algo que no encajaba del todo. Sus actos no habían sido por consideración a Lessas; los había llevado a cabo porque él mismo lo deseaba.
─ Pero yo… no puedo ser tu razón para aferrarte a la vida. Quizás, si te enfrentas nuevamente a una situación como la de antes… ─ La voz de Lessas se fue apagando, susurrando una preocupación que despertó en Sayed un impulso por sujetarlo.
─ Su Alteza, no me entregué al demonio.
Lessas asintió, ocultando su tristeza tras una sonrisa tranquila, volviendo a la calma habitual.
─ Lo sé. Eres una persona fuerte. Y precisamente por eso, no puedes ignorar la muerte de otros. Pero no te preocupes.
Un leve resplandor dorado volvió a surgir en los ojos de Lessas, como un destello de llamas intensas, para luego desaparecer sin dejar rastro.
─ Daré todo de mí, hasta lo último, para destruir al demonio. Algo como lo de hoy no volverá a suceder.
Con esas palabras, profundas y llenas de intención, el sentimiento de inquietud que Sayed sentía desde hacía un rato creció aún más. La forma en que Lessas había roto la influencia de Aster y lo había expulsado ya era bastante desconcertante, y aquellas palabras no hacían más que intensificar su mal presentimiento.
La situación era extrañamente inquietante. Si Lessas realmente había tenido la capacidad de romper la influencia de Aster desde antes, habría podido manejar los ataques anteriores con más facilidad, pero no lo hizo. Sayed frunció el ceño y, sin soltar el brazo de Lessas, lo observó con desconfianza.
─ Dices cosas extrañas, Su Alteza. Eso de dar todo lo que tienes no es algo que debas decir. Sabes que tu seguridad es más importante.
─ No te preocupes. Es solo una forma de expresar cómo me siento ─contestó Lessas, con una sonrisa tan brillante como la última flor de una planta en sus momentos finales, negando cualquier preocupación con una tranquilidad inquietante.
─ Todo estará bien.
Esa sonrisa dejó una impresión tan vívida que Sayed la sintió flotando en su mente. Aunque deseaba hacerle más preguntas, era evidente que Lessas no tenía intención de continuar la conversación. Cuando Sayed intentó sujetarlo, Lessas con suavidad apartó su mano, dándole un leve golpecito en el dorso antes de girarse.
─ Vamos, Ed. Nos espera mucho trabajo de ahora en adelante.
Con la ligereza de una brisa imposible de atrapar, Lessas se liberó de su agarre y se alejó. Era extraño que alguien a quien siempre había sentido como un apoyo firme, como un árbol al cual aferrarse, ahora se sintiera tan inalcanzable. El vacío que dejó en el lugar donde había estado era como la huella del viento que pasa y se desvanece, dejando en Sayed una profunda sensación de soledad.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Afortunadamente, no hubo muertes entre los acompañantes de Sayed. Zeke y Enif, a quienes él pensó haber matado con sus propias manos, estaban con Stella sin heridas. Los que se habían quedado fuera también se unieron a ellos sin mayor riesgo. Al ver a todos a salvo, la neblina que nublaba su mente parecía despejarse poco a poco. La realización de que Aster había manipulado tan profundamente su mente le recorrió la espalda con un escalofrío.
Sayed siempre había pensado que al fortalecerse, ninguna amenaza podría alcanzarlo. Sin embargo, comprendió con crudeza que, aunque pudiera repeler ataques externos, su propia mente podía ser manipulada fácilmente si su interior se desmoronaba. No había pensado que las palabras susurradas con malevolencia o las dulces tentaciones podrían sacudirlo tan profundamente. Al no ser una amenaza directa a su vida, pensó que podría resistirlas sin problema, pero cada palabra se convirtió en veneno que poco a poco intoxicaba su alma.
«¿Si Lessas no hubiera estado allí, habría tomado la mano de Aster?»
Quería creer que no, pero, consciente de lo mucho que se tambaleó, le resultaba difícil negar la posibilidad. Sin embargo, algo sí podía afirmar con certeza ahora: si se encontraba en una situación similar, no vacilaría como antes. Escuchar las palabras de Lessas le hizo entender cuánto sufría él por sus acciones, lo cual lo llevó a pensar en otras personas cercanas, como Cecilia. Comprendió que algunas decisiones tomadas para evitar el sufrimiento ajeno podían, paradójicamente, ser una fuente de infelicidad para ellos.
Durante el trayecto hacia la mansión donde se alojaba Charlotte, Sayed reflexionó sobre sus actos. Al hacerlo, deseó darle nuevamente seguridad a Lessas. La imagen de él dándole la espalda con una sonrisa fingida de tranquilidad no se borraba de su mente. Lo que quería ver en Lessas era una sonrisa genuina y feliz, no una máscara de aparente calma.
─ Sayed, antes de que entres, quiero preguntarte algo.
Al llegar a la mansión siguiendo la guía de los sirvientes, Sayed fue detenido por una mano. Stella, quien se les había unido en medio del bosque, no había tenido una expresión favorable desde su reencuentro. Con seriedad en su voz, Sayed asintió, dispuesto a escucharla.
Antes de retirarse, Sayed observó a Lessas. Este, con habilidad, daba órdenes y organizaba a las personas a su alrededor. Aunque Sayed lo miró con la esperanza de cruzar miradas, Lessas no se volvió. Estaba claro que sus acciones habían tocado una fibra sensible en él.
Antes de entrar en la niebla, Sayed había sentido una certeza compartida en sus sentimientos. Desde el momento en que Lessas había aceptado la flor que él había querido ofrecerle, todo parecía estar en orden. Sin embargo, ahora sentía que debía descubrir rápidamente la razón del comportamiento distante de Lessas. Una creciente ansiedad lo invadió.
─ Dada la situación, no te quitaré mucho tiempo. Solo respóndeme a esto.
Stella, notando que Sayed miraba hacia la mansión con impaciencia, agregó esas palabras. Sayed, dispuesto a escucharla, asintió y se alejó unos pasos con ella. Una vez en un lugar apartado, Stella, tras una breve pausa, le habló con una determinación que se reflejaba en sus ojos verde esmeralda.
─ Sé que esta pregunta puede ser muy irrespetuosa, así que te pido disculpas de antemano. Si estoy equivocada, dímelo.
Con una mirada firme y llena de convicción, Stella continuó.
─ Antes de separarnos en Sildras, dijiste que los Titers debían mantenerse unidos, que jamás debían dividirse. También mencionaste que si alguien intentaba hacerlo, debía ser motivo de sospecha. En ese momento pensé que te referías a Sirkan Sildras. Pero viendo lo que está ocurriendo ahora, comprendo que te referías a algo más.
Stella tomó las manos de Sayed entre las suyas, mirándolo con profunda confianza.
─ Aster está haciendo algo indebido, ¿verdad? No me lo niegues. Desde el momento en que Charlotte, su prometida, se ha visto involucrada en situaciones tan horribles, hasta los incidentes con Zion... Todo ha ocurrido bajo su influencia. Pensándolo bien, incluso los eventos del pasado tienen sentido ahora.
Stella habló con una voz impregnada de disculpas y un pesar sincero.
─ Durante mucho tiempo, Aster ha sido el único a tu lado. Has estado solo, defendiendo el territorio de Axid, mientras todos, incluyéndome, te abandonábamos y justificábamos la tragedia que afectó a tu madre. Si esta vez no hubieras abierto nuestros ojos y no hubieras ayudado... ¿no habría ocurrido también algo contigo?
Sayed miró a Stella en silencio. Al ver su expresión decidida, recordó que la primera disculpa sincera que había recibido desde que resucitó fue de Selphine Vetria. Fue en ese momento cuando empezó a aliviarse un poco el rencor que llevaba dentro.
─ Lo siento, Sayed. En el territorio de Sildras no tuve la oportunidad de disculparme contigo como debía.
─ No, yo también tengo parte de culpa. Como dijiste, estaba aislado y no intenté salir de ese aislamiento. Si no hubiera sido por el príncipe Lessas, habría sido muy difícil.
Si Lessas no le hubiera hablado de amor constantemente y en lugar de eso hubiera hecho como los demás, dándole la espalda, quizás Sayed aún estaría atrapado en el mismo aislamiento. Viéndolo ahora, comprendió que cada decisión que había tomado para cambiar era por Lessas, desde aquel instante en que él clavó una espada en su pecho.
El recordar que aquel niño, quien alguna vez lo había seguido ciegamente, llegó a despreciarlo tanto lo conmovía profundamente.
A lo largo de su caótico viaje hasta este punto, Sayed no había comprendido del todo cuánto había influido Lessas en su vida. Lo sabía, pero no había reflexionado sobre el profundo cambio que esa influencia había causado en él. Sin embargo, al mirar hacia atrás, comprendió que Lessas siempre había estado a su lado, incluso en los momentos en los que él mismo había decidido albergar resentimiento hacia él.
Sayed apretó ligeramente el puño de la mano que Stella no sostenía. Pensaba que poco a poco iba entendiendo a Lessas, pero ahora se daba cuenta de lo poco que realmente sabía sobre él. Un impulso creciente por volver junto a él y hablar le llenó de determinación.
─ Como dices, el príncipe Aster posee un poder oscuro. Yo también me di cuenta hace poco. No tengo pruebas para demostrarlo todavía, por eso he mantenido el silencio, pero pronto todos lo sabrán, así que no lo negaré.
Sayed sabía que si presionaban a Charlotte, la conexión con Aster saldría a la luz tarde o temprano. Ya era algo inevitable, así que decidió no ocultarlo más. Había sido cuidadoso para evitar destruir la vida de alguien con suposiciones vanas, pero dado que Aster actuaba sin reservas, ya no tenía motivos para seguir callando.
─ Lo imaginaba. Entonces, parece que el llamado del vizconde Saclani a este lugar fue una trampa. En el bosque solo había criaturas extrañas, no Nieras, y todos hemos vivido situaciones inexplicables, ¿verdad? Además, tú estuviste en peligro, ¿no es cierto?
Sayed entrecerró los ojos, sospechando que ella tenía más información.
─ ¿Quién te lo dijo?
─ El príncipe estaba luchando junto a nosotros al principio. Iba delante de mí cuando alguien me atacó, y luego aparecieron hombres intentando matarnos en grupo. Cuando miramos bien, resultaron ser soldados del vizconde Saclani, pero parecían fuera de sí, como si hubieran perdido la razón, así que la pelea se alargó. Cuando la situación estaba por controlarse, el príncipe se fue solo, diciendo que tú estabas en peligro.
Stella lo miró con un rostro aliviado y continuó.
─ El príncipe realmente se preocupa por ti, Sayed. Siempre parece estar cuidando tu espalda cuando estás en peligro.
Sayed ya no pudo contener su urgencia de ver a Lessas. Stella lo percibió y, asintiendo, se adelantó para guiarlo.
─ Entremos. Yo también tengo mucho de qué hablar con la señorita Charlotte. No soporto a las damas que ignoran la realidad de las cosas, salvo Nova.
Stella, que hasta hacía poco se mostraba amable, adoptó de nuevo la firme actitud de una gobernante. Su porte era incluso más fuerte que en aquellos días del festival de invierno cuando perdió a Selphine y tuvo que mantenerse firme por su cuenta.
Dentro de la mansión, el ambiente era tenso y cargado de incertidumbre debido a las personas que temblaban de miedo. Los caballeros, que habían cruzado desde el otro lado del río, rodeaban la mansión y confirmaban las sospechas sobre las fechorías de su dama. Algunos de los que habían sobrevivido a la orden de suicidio bajo la influencia del hechizo de Charlotte ahora hablaban de sus atrocidades, lo que sumió en el pánico a los sirvientes.
Al entrar en la mansión, los gritos de Charlotte resonaban más allá del pasillo. Sin necesidad de preguntar por su ubicación, Stella y Sayed siguieron el sonido hasta su origen. Al subir al segundo piso, encontraron una habitación custodiada por varios guardias.
─ ¿Han llegado, mi señor? ─ dijo Kiril, inclinándose respetuosamente ante Sayed y Stella. Sayed, escuchando los alaridos de Charlotte desde la habitación cerrada.
─ ¿Quién está adentro?
─ El príncipe Lessas y el señor Asela están con ella. Ah, y también las doncellas. Dado que se trata de la prometida del príncipe Aster, hemos evitado que se propaguen rumores desagradables.
─ Vamos a entrar. Kiril, envía un mensaje al vizconde, ordenándole que venga aquí.
─ Entendido.
Confirmando que Kiril había salido, Sayed abrió la puerta de la habitación sin titubeos. La escena que se encontró fue la de unas doncellas dubitativas y a Charlotte retorciéndose descontroladamente, con el rostro empapado en lágrimas.
─ ¡Devuélvanme a mi hermano! ¡Devuélvanmelo! ¡Aaaah! ─ gritaba Charlotte, como si hubiera perdido la razón, emitiendo palabras incoherentes.
A pesar de los ataques de locura que dirigía hacia el príncipe, Lessas observaba en silencio. Asela, quien sostenía a Charlotte por los brazos, parecía contenerse de usar más fuerza, quizá influenciado por el hecho de que era la prometida de Aster y una mujer.
Cuando Charlotte oyó el sonido de la puerta abriéndose, giró bruscamente y encontró la mirada de Sayed. Sus ojos se encendieron de furia, y en un acto desesperado, mordió el brazo de Asela para liberarse. Asela, sorprendido por el ataque repentino, soltó el brazo, y Charlotte aprovechó la oportunidad para escabullirse del lecho. Arrastrándose, casi cayéndose, avanzó hasta Sayed y, aferrándose a sus ropas, gritó desesperada.
─ ¡Maldito demonio! ¡Solo con verte me das asco! ¡Tú mataste a mi hermano! ─ gritó Charlotte, mirándolo con odio. Sayed, frunciendo el ceño, la observó sin mostrar ninguna intención de soportar sus desvaríos como lo hacía Lessas. Antes de torcerle el brazo para inmovilizarla, decidió darle una última oportunidad y respondió con frialdad.
─ No sé quién es tu hermano. Así que, habla claro.
─ ¡Lo viste en el bosque! ¡Qué descaro, atreverte a mentir así…! ─ Charlotte empezó a decir más improperios, pero antes de que pudiera continuar, Stella se adelantó y la interrumpió. Con fuerza, la agarró del hombro sin ninguna duda y, sin vacilar, le dio una bofetada.
¡Paf!
El sonido resonó fuertemente en la habitación, y todos los presentes volvieron la vista hacia ellas. Charlotte, golpeada con tal intensidad que su cabeza se giró bruscamente, parpadeó aturdida mientras lentamente se llevaba la mano a la mejilla, sin entender completamente lo que acababa de sucederle. Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas.
─ Recapacita, ¡idiota! ¿Acaso no entiendes en qué situación estás? Hay decenas de testigos que vieron cómo llevaste a personas inocentes a la muerte. Si no te comportas con sensatez, acabarás muerta ─ Stella le habló con calma pero con una dureza cortante, detallando su precaria situación.
Charlotte, aún en shock por el golpe, trató de responder, pero sus labios solo temblaban. Entonces, Asela, quien estaba al lado de Lessas y masajeaba su brazo mordido, añadió con tono ligero.
─ Parece que la señorita se refiere a la criatura en el bosque. Lo único que el Archiduque mató allí fue a un monstruo.
Las doncellas retrocedieron, estremecidas por aquellas palabras. Al parecer, algunas de ellas habían visto a la criatura en el bosque y el miedo se reflejaba en sus rostros.
─ Si eso es cierto, estamos ante un problema muy grave ─ continuó Asela con una expresión de deleite en su rostro, disfrutando de su propia explicación. ─ Según leí, los monstruos como el que vimos en el bosque son criaturas creadas por el demonio al plantar una semilla directamente. En los textos antiguos, se menciona que cuando el sol fue engullido, los esbirros del demonio tenían esa misma apariencia. Monstruos que servían a sus órdenes, tomando a personas con deseos corruptos para convertirlos en sus aliados. A estos seres se les llamaba "Nirra."
Era la primera vez que Sayed escuchaba esa historia. Tal y como Lessas había mencionado, parecía que Asela realmente conocía mucho sobre estas criaturas, y, complacido, continuó con entusiasmo.
─ Originalmente, “Nirra” era un término que significaba “fragmento” y se utilizaba para designar a los servidores del demonio. Los Nirra que conocemos hoy surgieron después de que el demonio fue sellado.
─ …¿Qué estupideces estás diciendo? ─ Charlotte, con esfuerzo, abrió la boca, alzando sus ojos llenos de odio y lanzando una maldición. Asela, fingiendo sorpresa, tosió levemente y aclaró su voz antes de añadir:
─ Entonces, lo que la señorita está diciendo es que considera a ese esbirro del demonio como su hermano. Lo cual, si seguimos sus palabras, implicaría que la familia Saklani está directamente relacionada con el demonio que ha desatado el caos en el reino, ¿no es así?
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Con la explicación ligera de Asela, el semblante de Charlotte se endureció. Parecía haber intuido que era momento de actuar con cautela, pues apretó los labios y lanzó miradas nerviosas hacia Stella y Asela antes de cambiar de actitud. Con la espalda recta, habló con arrogancia, como si los ataques anteriores no hubieran sucedido.
─ No entiendo a qué se refieren. ¿Es normal estar tan absorto en rumores absurdos sobre demonios y hablar de leyendas antiguas sin pruebas? Son solo calumnias. ¿Y cómo se supone que mi hermano podría haberse convertido en un monstruo? Realmente están diciendo cosas ridículas.
Era típico de la hija del marqués de Saklani negar descaradamente sus propios actos. Un marqués que valoraba más la conveniencia y las ganancias inmediatas que la honorabilidad, así había acumulado toda su fortuna. Sayed, observándola con atención, no dejó pasar la oportunidad de señalar su error.
─ Todos aquí presentes escucharon cuando afirmaste que maté a tu hermano.
─ Tal vez Su Excelencia escuchó mal. No recuerdo haber dicho tal cosa.
La osadía de negar lo que muchos habían escuchado era considerable, aunque no suficiente. Su falta de disposición para admitir errores resultaba repugnante.
─ Parece que la señorita Charlotte ha perdido la razón ─replicó Stella con una sonrisa─. No recuerda lo que dice y cambia sus afirmaciones. Ahora entiendo por qué Su Alteza el Príncipe Lessas y Su Excelencia han sido tan pacientes con sus absurdos. Siempre es mejor no provocar a alguien que ha perdido la cordura.
Desde pequeña, Stella había tenido una actitud tan audaz como la de su madre, aunque con la edad se había vuelto más reservada. Al ver su intervención, Sayed también se sintió algo más ligero y se unió al intercambio.
─ Esto debe ser motivo de gran vergüenza para el príncipe Aster. Que la prometida de la realeza haya perdido la razón es razón suficiente para considerar un rompimiento.
Charlotte, que ya estaba temblando de rabia tras las palabras de Stella, perdió todo el control en cuanto escuchó la observación de Sayed.
─ ¡¿Cómo te atreves a mencionar a Su Alteza con esa lengua tuya?! ─gritó Charlotte, señalando a Sayed con ojos inyectados de ira─. ¡Fui yo quien le entregó todo a Su Alteza! ¡Siempre he sido yo quien lo amaba verdaderamente! ¿Por qué, entonces, Su Alteza… por qué te eligió a ti en lugar de a mí?
Una ira profunda y contenida durante mucho tiempo la consumió en ese momento. Aunque la conducta de Charlotte era inexcusable y peligrosa, sus gritos cargados de resentimiento incomodaron por un instante a Sayed. Siempre había supuesto que Charlotte actuaba así porque él era el Titer de Aster, pero ahora veía que el afecto de ella era aún más profundo de lo que pensaba.
Sin embargo, recordando que Charlotte había colaborado con Aster a sabiendas de su poder, Sayed desechó cualquier atisbo de culpa. Todo había sido elección de ella, un camino que Charlotte había decidido tomar. Aquel ser que antes parecía tan despreciable, ahora le resultaba simplemente patético.
Sintiendo más vacío que enfado, Sayed no quiso añadir más humillación a alguien que, por su propia acción, ya estaba dejando claro lo miserable que era. Justo en ese momento, Lessas rompió el silencio.
─ Cierra la boca.
Charlotte, quien hasta entonces había mostrado insolencia incluso hacia Lessas, se sobresaltó y cerró los labios. La voz de Lessas era tan afilada y firme que ella no pudo evitar agacharse brevemente, sintiendo una presión aplastante que emanaba de él, similar a aquella energía sofocante que había experimentado en la neblina.
─ Te dejé hablar para ver hasta dónde llegaba tu estupidez, pero no toleraré que trates así al Archiduque. No eres nada, Charlotte Saclani. No tienes título, no tienes poder, y hasta tu futuro como princesa heredera ha desaparecido.
Las miradas de las doncellas se posaron inquietas sobre los hombros de Charlotte. Con su orgullo herido por las palabras de Lessas, intentó lanzarse contra él, pero Stella le sujetó el brazo con facilidad y, sin apenas esfuerzo, le retorció el brazo. Con una voz cargada de autoridad, Stella le susurró.
─ Ya basta. Hasta aquí te hemos soportado. Ahora eres sospechosa de haber causado la muerte de decenas de personas, y ni siquiera el ilustre marqués podrá salvarte de esto.
Charlotte soltó una risa aguda y siniestra. Torciendo el brazo atrapado y echando la cabeza hacia atrás, lanzó una mirada llena de odio a Stella.
─ Eso no importa. Con matar a esos inútiles basta.
─ Entre esos testigos también estamos nosotros ─respondió Stella, con una peligrosa calma─. ¿Así que también piensas matar al Archiduque, al príncipe y a todos nosotros? Esas son palabras muy peligrosas, Charlotte. Tanto que no podemos dejarte así.
Los ojos de Stella destellaron con una amenaza tan feroz que la atmósfera de la habitación se tornó pesada, y las doncellas retrocedieron, presas del miedo. Charlotte, dándose cuenta del giro de los acontecimientos, empezó a balbucear.
─ ¿Tú… tú crees que eso será posible? ¿Sabes cuántos testigos hay en esta sala…?
─ Según tu lógica, ¿no basta con eliminar a cualquiera que haya visto algo?
La sala cayó en un silencio absoluto. Nadie mostraba intención alguna de detener a Stella. La mirada de Charlotte reflejaba puro terror, y, percibiendo el peligro inminente, trató desesperadamente de liberarse, moviéndose de un lado a otro. Pero una noble sin entrenamiento no tenía posibilidad de escapar del agarre de un Títer.
Sayed la observaba, sus ojos helados, como si estuviera de acuerdo con su amenaza y compartiera la frialdad de Stella. Al ver que ni siquiera sus doncellas se interponían para ayudarla, Charlotte recurrió a su último recurso.
─ ¿Crees que si me matas te saldrás con la tuya? Su Alteza acabará con todos ustedes. Limpiará el mundo de toda la basura de la tierra, ¡dejándonos solo a nosotros!
Lessas soltó una risa como si hubiera estado esperando aquellas palabras. Sus ojos púrpura se mostraban fríos como una noche helada, aunque su sonrisa era serena. Sayed lo miró, sorprendido y algo inquieto.
─ No sé si llamarte ingenua o simplemente tonta por creer en esa promesa.
Con una risa ligera, Lessas caminó lentamente hacia donde Stella retenía a Charlotte. Se inclinó frente a ella, mirándola directamente a los ojos.
─ Veamos… Cuando mi hermano alteró tanto al joven vizconde de Saklani, ¿cumplió acaso alguna de sus promesas?
Era un comentario que solo Charlotte podía entender. Mientras los demás mostraban expresiones de desconcierto, los labios de Charlotte temblaron. Sus ojos verdes, llenos de veneno hasta ese momento, comenzaron a quebrarse.
─ Charlotte, dime una sola razón por la cual mi hermano debería mantener a tu familia con vida. Si el mundo colapsa como él promete, solo quedará un ser fuerte sobre la tierra, y, ¿qué necesidad tendría de mantener a los Saklani? Si no sirven, simplemente los matará.
Sayed sintió de nuevo esa extraña sensación, una que había experimentado en ocasiones anteriores. Lessas mostraba una faceta fría y distante al tratar con otros, una que contrastaba con la imagen cálida y amable que Sayed había percibido en él. En esta vida, Sayed había llegado a darse cuenta de que, en su interior, Lessas parecía tener algo profundamente roto. Lo mismo que lo llevaba a hablar de la muerte con indiferencia, del mismo modo en que trataba su propia vida sin mayor aprecio.
─ ¿Dónde en este mundo hay un demonio que cumpla sus promesas?
Mientras Sayed observaba con inquietud a Lessas, Charlotte parecía finalmente entender la cruda verdad que le presentaban. Aunque hasta ahora había protestado y replicado, en esta ocasión no pudo negar lo que escuchaba. Sus labios se movieron, sin emitir sonido alguno.
─ Ni tu padre que te protege, ni el prestigio de tu familia que sostiene tu honor, son más que ilusiones que desaparecerán si sigues a la persona a la que ahora estás ayudando. Así que, si quieres vivir, dime dónde se encuentra mi hermano.
Lessas hizo un gesto a Stella, indicándole que soltara a Charlotte. Stella, aunque a regañadientes, obedeció y dejó libre a Charlotte. Ahora sin ataduras, Charlotte llevó una mano temblorosa a su boca, tratando de contener sus sollozos. Lessas la observó con una mirada impasible mientras ella luchaba por mantener la compostura.
─ Si deseas caer hasta el fondo por alguien que no te ama, no te detendré. Si eso es lo que tú llamas amor verdadero.
Las manos de Charlotte temblaban de manera tan notoria que era incómodo de presenciar. Como la hija menor de un marqués, sin experiencia en enfrentar situaciones difíciles, ocultó su rostro entre sus manos, incapaz de soportar la presión que experimentaba por primera vez. La habitación se llenó solo con el sonido de su respiración entrecortada. Sus labios se movían como si intentara decir algo, pero las palabras no salían, y en un arrebato, empezó a frotar con sus dedos sobre sus párpados de una forma casi desesperada. Al ver su extraño comportamiento, Sayed estuvo a punto de intervenir, pero Lessas habló con calma.
─ Si tienes algo que decir, escríbelo en papel.
La orden parecía enigmática, pero Charlotte obedeció de inmediato. Bajó las manos, corrió hacia una mesa y, tomando una pluma, comenzó a escribir a ciegas en el papel con una urgencia desesperada. Lessas fue el único que observó aquella locura con total calma. Tras terminar de escribir, Charlotte dejó la pluma y se encogió, su rostro marcado por el miedo mientras miraba a Lessas suplicante.
─ Yo no sé nada de esto… Haz lo que creas necesario.
Con una ligera sonrisa, Lessas indicó a Asela que recogiera el papel. Asela, quien había observado todo con interés, obedeció rápidamente. Con su tarea concluida, Lessas se volvió hacia las sirvientas, ordenándoles que vigilaran a Charlotte. Luego, salió al pasillo junto con Stella y, después de alejarse un buen tramo, se dirigió a ella con calma.
─ Los asuntos del este corresponden al duque de Vetria. Que él los resuelva a su manera. Parece fundamental asegurar la seguridad de los testigos y preservar el cadáver de la criatura para cualquier negociación con el vizconde de Saklani. Ocúpate de estos asuntos antes de que llegue.
─ Sí, Alteza.
Stella inclinó la cabeza en señal de aceptación, y Lessas le dio una última instrucción.
─ Cuando llegue el marqués, ven a buscarme.
Con la orden dada, Lessas volvió su mirada hacia Sayed, como si fuera un gesto natural. Pero, al encontrarse con sus ojos, su sonrisa se desvaneció y rápidamente se dio la vuelta. Desde el momento en que lo enfrentó en el bosque, había mostrado una actitud de evasión cada vez más evidente, como si evitara algún tipo de confrontación. Sayed sintió una inquietud creciente, un deseo de no dejarlo ir sin más. Las palabras que había dicho antes parecían no haberle dado a Lessas el consuelo que necesitaba, así que decidió que debía alcanzarlo y hablar con él de nuevo.
Justo cuando estaba a punto de seguirlo, Asela lo detuvo.
─ Alteza, un momento.
Asela, con prisa, puso un papel en las manos de Sayed.
─ Creo que usted es la persona adecuada para entregárselo a Su Alteza.
─…Gracias.
Agradecido, Sayed estaba a punto de irse cuando recordó algo que le había parecido extraño en la explicación anterior de Asela.
─ Mencionaste que los actuales Nirra son seres nuevos. ¿Sabes por qué han cambiado?
Asela, emocionado ante la curiosidad de Sayed, no perdió la oportunidad de extenderse.
─ ¡Ah, Alteza! ¡Es un honor que muestre interés! La sed de conocimiento es, sin duda, la fuerza que ha llevado a la humanidad a grandes alturas. Verá, todos los mitos están divididos en un antes y un después de la fundación del reino. Entre ambos periodos, ocurrió un evento trascendental.
Sayed, anticipando una larga explicación, lo interrumpió con firmeza.
─ No tenemos tiempo, ve al grano.
─ Los académicos pueden tener opiniones divididas, pero yo tengo una teoría en la que creo firmemente. En las leyendas de fundación de cada región, siempre se cuenta que la luna descendió junto a la estrella para salvar al sol, pero, desde la fundación de Solias, no ha habido una sola mención sobre la luna. Solo existen la estrella y el sol. Estoy convencido de que, durante el sello del demonio, la luna se sacrificó. También, las descripciones de los Nirya cambiaron después de que se formó el bosque.
Entonces, con una expresión realmente animada, Asela le preguntó:
─ ¿Su Excelencia ha considerado alguna vez que los Niera están protegiendo a los humanos de algo atrapado en el bosque?
«¿Qué clase de disparate era ese?»
Las palabras de Asela parecían una negación del deber de los Titer, quienes habían estado destruyendo a los Niera durante siglos. Sayed, comprendiendo que aquellas palabras no debían tomarse a la ligera, frunció el ceño en señal de advertencia, mientras su expresión endurecida emitía una fría amenaza. Ante su mirada feroz, Asela retrocedió un poco, pero no parecía dispuesto a retractarse de su teoría.
─ Piénselo bien, su Excelencia. He dedicado toda mi vida a esta investigación. Nos vemos después.
Asela, habiendo sembrado la duda en la mente de Sayed, se dio media vuelta con tranquilidad y desapareció rápidamente tras Stella. Sayed, un tanto perturbado y con el ceño fruncido, bajó la vista hacia el papel que le habían entregado. En él, con una letra apresurada, se leía.
╔═ ⋆⋅✦⋅⋆ ══════════════
< Todo lo que veo y oigo también puede ser visto y escuchado por Su Alteza.
La semilla implantada en mi alma se convierte en sus ojos y oídos.
Mi alma, incluso después de mi muerte, le pertenecerá.
Por eso, negocien con mi padre. Si le muestran esto, seguramente aceptará. >
══════════════ ⋆⋅✦⋅⋆ ══╝
«Semilla.»
Esa palabra, que últimamente parecía resonar en su entorno, captó la atención de Sayed. Mientras la observaba absorto, recordó repentinamente algo que Lessas le había dicho alguna vez.
{ ─ La purificación toca el alma, ¿sabes? Solo el Guía puede alcanzar el alma de un Titer, y si ese Guía es una existencia corrupta, puede influir en el Titer. Sin embargo, no puede controlarlo por completo. El demonio solo planta una semilla en el alma. Una semilla que le permita ver a través de sus ojos. }
Sayed meditó profundamente en esas palabras mientras levantaba lentamente la mano. Sus dedos pálidos y llenos de cicatrices se deslizaron despacio hasta el centro de su pecho, donde se unían las costillas, justo en el lugar por donde había pasado la espada de Lessas. La afilada hoja blanca había roto sus huesos y atravesado su corazón, y solo después de aquello Sayed sintió un arrepentimiento tan intenso que le había cambiado para siempre. Fue la primera vez que su alma, antes adormecida y entumecida, latió de forma distinta.
Su mente estallaba con suposiciones y pensamientos, una ola de náuseas le subió, pero la contuvo mientras alzaba la cabeza de repente. Sentía como si le faltara el aire, el dolor en su corazón era tan intenso que parecía a punto de morir. Sabía que, si no veía a Lessas en ese momento, no podría soportarlo.
Sayed se giró en la dirección en que Lessas había desaparecido. Al principio tambaleante, sus pasos pronto cobraron fuerza, y comenzó a correr como un loco, sin importar nada más.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El sonido de los pasos apresurados de Sayed resonaba en el pasillo de mármol. Su prisa evidente hizo que algunas personas al final del corredor lo miraran de reojo. Ignorando esas miradas fugaces, Sayed empezó a buscar en los lugares donde Lessas podría haber ido. Apenas habían pasado unos minutos desde que él se había marchado, pero ya no se le veía rastro en el pasillo.
─ ¿Has visto al príncipe retirarse? ─ preguntó Sayed finalmente, deteniendo a un sirviente que caminaba por el corredor. Con un semblante tan tenso que parecía hasta amenazante, el sirviente, atemorizado, negó con la cabeza rápidamente. Sayed soltó el brazo del sirviente y continuó su búsqueda, deteniendo a algunas personas más e interrogándolas, hasta que finalmente comenzó a abrir las puertas de las habitaciones al azar. A pesar de que su comportamiento parecía el de un loco, ninguno de los presentes se atrevió a detenerlo. La ansiedad en él era palpable.
Seguramente Lessas no debía haber llegado muy lejos, pero, al parecer, ocultaba demasiado bien su bello rostro, ya que no se dejaba ver por ninguna parte. Sayed abrió puerta tras puerta, hasta que, al ver otra habitación vacía, se detuvo un momento. Le resultaba insoportablemente frustrante no ser capaz de encontrar a su propio Guía de inmediato.
«Estúpido.»
La fuerza con la que apretó el pomo de la puerta casi hizo que se rompiera. La culpa ardía intensamente, dejando marcas en su corazón.
«Ya lo sabías, ¿verdad? Cuánto te ama.»
Ya fuera amor de hombre a hombre o simplemente el cariño de alguien por otro, Sayed sabía que él era el mundo entero de Lessas. Había visto esa devoción inquebrantable durante tanto tiempo. No había razón para pensar que ese amor firme se desvanecería sólo por la aparición de Zion.
Quizás, desde ese instante, el demonio había nublado su visión. Desde el momento en que estrechó la mano de Aster, Sayed había elegido apartar a Lessas. Sin embargo, si hubiera sido más sincero consigo mismo, si hubiera valorado un poco más ese amor, habría sostenido la mano de Lessas cuando él suplicaba, pidiéndole que, hiciera lo que hiciera, no lo abandonara.
Él siempre temió mi ausencia.
Mirando hacia atrás, Sayed comprendía que Lessas sólo temía cuando se trataba de él. A pesar de haber pasado por situaciones difíciles solo, incluso bordeando la muerte varias veces sin que nadie lo cuidara, Lessas siempre afrontaba cada día sin una queja. Ni siquiera cuando una fiebre alta lo debilitaba por una gripe feroz se permitía mostrar debilidad. Nunca pidió ayuda por su propio dolor.
Sin embargo, cuando Sayed se lastimaba, era distinto. La única vez que lo había visto llorar era cuando algo le ocurría a él. El día en que cayó de un árbol al intentar recoger unas manzanas, la noche en que tosía sin parar por un resfriado, o aquella ocasión en que regresó herido de una cacería, en cada una de esas situaciones, Lessas lloraba como si el dolor fuera suyo, lamentando no poder sanarlo. Se quedaba a su lado, aun cuando Sayed lo hería con palabras amargas o lo rechazaba con desprecio. En aquellos momentos en que lo miraba sin expresión alguna, no era resentimiento lo que le transmitía; era pura lealtad y ternura contenida.
Incluso en el único instante en que Sayed creyó que Lessas lo despreciaba, Lessas en realidad estaba tratando de salvarlo. Él había tomado esa “sagrada muerte” y blandido la espada contra él no por odio, sino con la intención de romper una oscuridad que Sayed no podía ver. Cada palabra dura que Lessas dijo ese día no era para él, sino para Aster, que observaba a través de él.
Lo que Aster pretendía hacer entonces, o cómo había llegado Lessas a obtener esa espada, se acumulaba en la mente de Sayed, saturando su alma de preguntas y suposiciones. Pero, en ese momento, todo eso carecía de importancia.
Lo único que realmente importaba ahora era encontrarlo y sostenerlo en sus brazos, allí donde, seguramente, se ocultaba en silencio, tragándose su tristeza.
Sayed dio media vuelta y descendió rápidamente las escaleras. Sin vacilar, salió al exterior y se dirigió al hermoso jardín que acompañaba la villa. Se encaminó hacia la zona donde los árboles altos y esculpidos ocultaban los rincones más apartados. Y entonces, finalmente, lo sintió. La esencia inconfundible de Lessas estaba allí, a la distancia, con una intensidad que le erizaba la piel, una presencia pura y hermosa, esperando en la quietud del jardín.
El cielo sin una sola nube comenzaba a insinuar la llegada del ocaso. La luz dorada, cada vez más intensa al seguir el sol que descendía hacia el oeste, caía sobre el jardín, alargando las sombras que marcaban el camino de Sayed hasta Lessas. Allí estaba él, de pie bajo la enramada de una glicina, con flores lavanda que colgaban como cascadas y lo envolvían en un manto de tranquilidad.
─ Su Alteza.
Llamó Sayed, deteniéndose tras haber corrido con urgencia.
Lessas alzó la mirada al oír la profunda voz, y en su rostro, antes vacío, comenzaron a emerger leves emociones.
─ ¿Por qué suena así tu voz, Ed? ¿Le ha afectado lo que ocurrió hace un rato? ─preguntó Lessas, asumiendo que el ánimo de Sayed estaba abatido por las palabras de Charlotte. Se acercó sin dudarlo, con evidente preocupación, examinando su expresión como si lo único que importara fuera el estado de ánimo de Sayed. Ante ese gesto, Sayed se quedó sin palabras; su garganta estaba tan oprimida que no podía articular nada.
─ Si es así, le hablaré a la hija del marqués una vez más. Ya me pesaba el no haberle hecho pedir disculpas como es debido ─continuó Lessas, frunciendo ligeramente el ceño, dejando ver en sus ojos violetas una mezcla de cariño y preocupación, sin un atisbo de tristeza por sí mismo. Aquello le aplastaba el pecho.
─ …Durante la última temporada de frío, tuve un sueño ─dijo Sayed, sacando con dificultad una voz que parecía hundirse. Cada palabra brotaba con una respiración cargada de humedad, tan ahogada que apenas lograba articular cada sílaba.
─ En mi sueño… después de mucho tiempo, aparecía usted. Tenía el mismo hermoso rostro que ahora, aunque se veía algo mayor. Y en ese sueño… su Alteza me despreciaba profundamente. Al final, me otorgaba la muerte como un regalo. Siempre creí que eso era real, que yo era tan espantoso que usted terminaría odiándome de la misma manera.
El rostro de Lessas, que había estado lleno de preocupación, comenzó a palidecer hasta que toda expresión desapareció de sus facciones, y sus largas pestañas temblaron ligeramente.
─ Por eso creo que no entendí bien su corazón, su Alteza. Me preocupé tanto por odiarme a mí mismo que no pude ver cuánto me valora y cuánto desea salvarme. No me di cuenta de cuánto dolor le causaba lo que intenté hacer en la niebla.
Justo cuando iba a disculparse, Lessas alzó una mano. Sus ojos, que reflejaban un profundo sufrimiento, pero enseguida sonrió como si todo estuviera bien.
─ No pienses en lo que dije en el bosque. No hay nada de qué preocuparse, Ed. Hasta que el marqués llegue, descansa tranquilamente. Yo estaré bien; no necesitas preocuparte por mí.
Aunque siempre había sido tan cercano, en cuanto Sayed intentaba expresar su preocupación, Lessas retrocedía, dándole la espalda como si intentara escapar. Sayed habló, con un tono lleno de determinación.
─ ¿Cómo puedo simplemente dejarlo solo, su Alteza?
─ Hay caballeros alrededor; no estoy en peligro. Además, con el sol ya poniéndose, es mejor que esté solo.
─ Ahora sé que esas cosas ya no pueden afectarle. En el bosque, vi cómo rompía el influjo que los otros sufrían.
─ Ed, yo…
No podía dejar que escapara otra vez. Sayed cerró la distancia entre ellos de un solo paso y sujetó el brazo de Lessas, con firmeza, atrayéndolo hacia sí. Al ver que Lessas intentaba desviar la mirada, Sayed le tomó el rostro con suavidad, girándolo para que lo mirara. Sus ojos, teñidos de un profundo color violeta, se nublaron al instante en que sus miradas se cruzaron. La delicada línea de sus cejas se frunció, y cuando sus labios temblaron ligeramente, lágrimas cayeron rápidamente por sus pálidas mejillas, empapándolas al instante. Ver a Lessas llorando en silencio, sin emitir un solo sonido, hizo que el suelo se sintiera como si se desmoronara bajo los pies de Sayed.
─ Su Alteza, no llore...
Murmuró Sayed, viendo a Lessas llorar de esa manera, algo que nunca había presenciado así. Aunque lo había visto llorar antes, siempre había borrado cualquier rastro de sus lágrimas con una sonrisa. Esta vez, sin embargo, parecía como si esas lágrimas hubieran estado reprimidas durante mucho tiempo, y ahora, al fin, brotaban sin contención, desbordándose sin hacer ruido mientras se acumulaban en sus largas pestañas.
─ No llore, por favor. Si Su Alteza se entristece así... ─A Sayed le parecía que el mundo entero se cubría de lluvia, como si el hermoso paisaje perdiera sus colores y se secara su vitalidad. Su interior se sentía hueco, como si necesitara sostener a Lessas para no perderse él mismo en algún abismo.
No sabía cómo consolarlo. Apretó los dientes, cerrando sus puños con fuerza, y pronto siguió su instinto. Como si estuviera consolando a un niño escondido y llorando en silencio, lo abrazó con fuerza. Acomodó suavemente la cabeza de Lessas contra su hombro, y él, temblando, exhaló profundamente mientras correspondía al abrazo. Sayed lo rodeó firmemente, y con una voz suave, le susurró como lo hacía en su infancia.
─ Lessas.
Al escuchar su nombre, Lessas tembló visiblemente, y sus manos, que lo sostenían con desesperación, se aferraron aún más a su espalda. Desesperado, Lessas acercó sus labios al cuello de Sayed, sintiendo la calidez húmeda de sus párpados.
─ Por favor, no mueras, Ed. Te lo ruego... No importa si me odias, pero no te vayas a ningún lugar. Te lo suplico, vive... No vuelvas a pensar en dejarme.
Lessas seguía murmurando en un trance, abrazando a Sayed cada vez más fuerte, como si intentara asegurarse de que estaba vivo, escuchando su latido al juntar sus pechos, sintiendo el pulso en su cuello.
─ Lo haré, nunca volveré a pensar en algo tan insensato. Cualquier cosa que Su Alteza me pida, se la concederé, pero por favor, deje de llorar. ¿Qué puedo hacer para calmarlo?
Con el corazón desbocado, Sayed acarició lentamente el suave cabello de Lessas, dejándole un delicado beso en el lóbulo de la oreja. Con cada roce, el aroma agridulce de las flores de glicina húmedas llenaba el aire. Lo sostuvo firmemente, sin dejar ningún espacio entre ellos, hasta que finalmente Lessas expresó lo que deseaba.
─ …Llámame por mi nombre .
─ Claro, Lessas.
─ Solo una vez más.
─ Lessas.
─ Dime…
Lessas levantó al fin la mirada, y aunque su rostro reflejaba temor, sus ojos mostraban un deseo profundo y anhelante. Sus largas pestañas, ahora más oscuras por las lágrimas, parpadearon levemente mientras él, con un susurro apenas audible, pidió.
─ Dime que me amas… solo una vez.
El rostro de Lessas, a pesar de la petición, se tiñó de culpa, como si estuviera pidiendo algo prohibido. Para otros, tal vez, serían palabras sencillas y triviales, pero Lessas las pronunciaba como si pidiera un milagro, con una mirada ahogada en miedo, temiendo que una negativa lo rompiera por completo.
«Te amo.»
Sayed repitió esas palabras en su mente, en un murmullo silencioso. Y, sorprendido, recordó que jamás se las había dicho a Lessas. Aunque él le había susurrado "te amo" innumerables veces, Sayed siempre pensó que no podría devolver ese sentimiento. Había supuesto que no era capaz de amar, que esa clase de palabras no eran para alguien tan frío y áspero como él. A pesar de haber pensado en Lessas y de haber sentido su ausencia durante tanto tiempo, nunca le había dicho esas palabras.
Sin embargo, Sayed comprendió que no había otra forma de expresar aquel tormento, esa sensación de que el mundo entero se derrumbaba solo por verlo llorar. Cada deseo, cada impulso que había sentido, desde el simple pensamiento de querer verlo sonreír hasta la necesidad de darle lo más hermoso que viera, todos esos deseos convergían en una sola verdad.
─ … Me gustas.
Sayed Prosius había sido un ciego incapaz de ver la verdad más evidente. Había vivido tanto tiempo con los ojos cerrados que sólo ahora empezaba a darse cuenta de lo que realmente sentía.
─ Me gustas, Lessas. A ti, yo… te quiero.
«Te quiero, Lessas.»
«Me gustas.»
Quizás incluso en esos momentos en los que te odiaba, ya sentía algo por ti. Aunque no fuera exactamente como ahora, ese sentimiento estaba ahí.
Tal vez, simplemente, te quería tanto que el dolor se volvió inevitable. Me hería la idea de que fueras tan importante para mí mientras creía que tú valorabas a otros, y me dolía pensar que, en tu corazón, mi lugar se había vuelto pequeño.
Tessa: ¡Siiuuuu!✨💖
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Era una realización tan tardía, demasiado tardía. Jamás había creído posible que podría llegar a amar a alguien, y menos aún que este sentimiento floreciera en su interior hacia alguien como Lessas. Después de casi una década diciéndose que debía odiarlo, especialmente cuando siempre lo había visto como un niño... nunca había imaginado que podría «quererlo de esta manera».
Sin embargo, no había duda alguna: Sayed deseaba a Lessas. Cuando lo miraba, sentía el impulso de correr hacia él y abrazarlo, deseando perderse en su cálida presencia. Cada beso lo sumergía en una embriagadora felicidad que hacía desaparecer cualquier otro pensamiento, dejando solo el instinto puro de quererlo a él. Había creído que estaba domando a aquel joven inocente, pero, en realidad, él mismo había sido domado sin saberlo.
La niebla que cubría sus ojos se había despejado, y no solo en el bosque; en su propio corazón, también, el velo se había levantado, brindándole por fin la oportunidad de enfrentar la verdad más clara.
¿De qué le había servido tanta obstinación? Toda su alma, sus pensamientos y sus deseos giraban en torno a Lessas. Incluso se había preocupado más por él que por su propia hermana, a quien llevaba tanto tiempo sin ver, y, aun así, había sido tan estúpidamente ciego…
─ Ahora lo sé.
Su voz, profunda y rota, repitió una y otra vez la confesión de amor en susurros, antes de terminar en un murmullo lleno de culpa. Su propia tardanza en comprenderlo le resultaba patética y dolorosa, sumergiendo su voz en una tonalidad sombría. Quería sonreír para que Lessas pudiera creer en su sinceridad, conocía la dificultad de Lessas para aceptar su amor, pero encontrar esa sonrisa resultaba complicado.
Confesar su corazón era un acto acompañado de un dolor indescriptible, semejante a arrancar cada vena de su ser para mostrar los sentimientos ocultos en su interior. Era una acción contraria al instinto de protegerse, un acto en el que entregaba su alma, su cuerpo, todo.
Y, en cambio, Lessas había soportado este tormento continuamente. Ahora, Sayed comprendía cuánto le había dolido cada palabra de amor que le susurraba. Y al mismo tiempo, sentía el anhelo de escuchar, una vez más, a Lessas susurrarle que lo amaba.
Mientras Sayed continuaba hablando, Lessas apenas respiraba, inmerso en cada palabra, sin apartar sus ojos de él. Sus pupilas de un violeta profundo, tan oscuras que parecían sumidas en sombras, lo observaban intensamente, como si temiera perder ese momento si se atrevía siquiera a parpadear. Pasaron largos segundos así.
Una brisa sopló desde lo alto, agitó las hojas y levantó una pequeña ráfaga de viento que los rodeó. Las hojas caían suavemente y la brisa revolvió el cabello de Lessas, revelando su rostro blanco y luminoso bajo los hilos oscuros que se alzaron brevemente como finos hilos de seda.
El rostro de Lessas comenzó a cambiar. Sus cejas negras y espesas cayeron un poco hacia los extremos, como si expresaran una tristeza ligera, pero sus ojos se iluminaron con un leve resplandor de dicha, y una sonrisa discreta apareció en sus labios. Era una sonrisa quieta, una expresión que reflejaba una profunda y serena alegría mezclada con melancolía. Dos emociones contradictorias coexistían en su semblante, en un balance que resultaba tan hermoso como triste.
─ Mucho más de lo que pensaba…
Las palabras salieron de los labios de Lessas en un susurro suave. Sin embargo, no logró completar su frase; en cambio, repitió en voz baja.
─Mucho más…
Sus labios temblaron levemente, pero las palabras murieron en el aire. Al final, Lessas esbozó una sonrisa similar a la que siempre había mostrado, aunque el rastro de lágrimas aún se percibía en sus ojos.
Había dejado de llorar, pero su sonrisa no era exactamente la que Sayed había esperado. No era la sonrisa jubilosa, llena de timidez y felicidad que Sayed imaginó que vería; aquella con la que Lessas siempre se llenaba de dicha, incluso por un simple gesto de amabilidad.
No es que no estuviera feliz, porque sí lo estaba. Pero, en lugar de brillar con júbilo, los ojos de Lessas expresaban una mezcla de tristeza y gratitud.
─Gracias, Sayed. Por cumplir mi deseo. Sé que fue una petición difícil…
─¿Por qué dices eso?
Sayed decidió no esconder su frustración. Retroceder nunca había sido propio de su carácter, y si quería que Lessas no malinterpretara nada, debía convencerlo en ese instante.
─ Ed dijo que seguiría mi petición... así que me lo dijo.
Lessas ni siquiera podía pronunciar las palabras "me gustas," como si asumir su propio sentimiento fuera un error en sí mismo.
─ ¿Qué clase de idiota diría que ama solo porque se lo piden?
Manteniendo el tono severo de siempre, Sayed observó cómo Lessas parpadeaba, sorprendido como un animalito indefenso, luciendo de un modo increíblemente adorable. Una emoción diferente surgió en Sayed, un deseo de provocar en su Guía una sorpresa genuina, de verlo incapaz de contener la alegría que él mismo le ofrecía. Hacía tanto que había olvidado cómo hacer feliz a alguien, pero confiaba en que cualquier cosa que él hiciera sería bien recibida por Lessas.
─ ¿No pensaste que lo decía porque realmente te quiero?
─ Sé que ya no me odias, Ed.
─ No, no es eso.
Sayed, pensativo por un instante, sostuvo la mano de Lessas para impedir que escapara, y entrelazó sus dedos lentamente. Con voz baja, añadió.
─ Quiero tocarte aunque no necesite purificarme. Me molesta si no estás a mi lado, y cuando miras a otro en lugar de a mí, me siento como un niño inmaduro lleno de celos.
Sayed mostró su deseo de una manera tan cruda y directa que el gris de sus ojos, normalmente impasible, revelaba ahora un intenso fervor. Su mirada expresaba una pasión y un ansia sin disimulo alguno. Avergonzado, Lessas abrió sus ojos y sus labios ligeramente, sus pestañas temblaban y exhalaba un suspiro suave y cálido, conmovido por la intensidad de Sayed.
─ Sé que por mucho tiempo he sido cruel con usted, Alteza, así que comprendo que le sea difícil confiar en mí. Pero le haré creer en mí. Viviré y no moriré como usted lo teme, y le daré todo lo que desee. Si desea honor, le otorgaré honor; si busca felicidad, le entregaré felicidad, y si desea...
Mientras decía esto, Sayed movió su mano entrelazada con la de Lessas, guiándola suavemente hasta hacer que su palma rozara su mejilla. Con una mirada clara y determinada, frotó ligeramente su nariz en la cálida mano de Lessas, y luego dejó que sus labios recorrieran la palma y los dedos, rozándolos con cada palabra. Los labios resecos se calentaban al contacto de la piel tibia.
─ Le daré todo de mí.
Los ojos violetas de Lessas se acercaron en un parpadeo entre pestañas temblorosas, y con una delicadeza reverente, como si intentara atrapar una pluma a punto de volar, fortaleció el agarre de su mano y se inclinó hacia los labios de Sayed, cubriéndolos con los suyos. Con intensidad, sin dejar espacio para dudas, Lessas lo envolvió completamente, apretando aún más el brazo que rodeaba su cintura como si quisiera asegurar su presencia, fundiendo a Sayed contra su pecho.
A pesar de toda la práctica y enseñanzas, Lessas lo besaba con la misma torpeza e intensidad de la primera vez, dejando al descubierto su verdadero ser: suave y delicado en apariencia, pero ardiente y colmado de deseos. Aunque ya lo tenía en sus brazos, seguía buscando acercarlo aún más, atrayendo con firmeza su cintura para unirlos más profundamente.
Sus labios encajaron como piezas perfectas. Al lamer y succionar ligeramente el labio inferior de Lessas, Sayed escuchó el jadeo profundo y ronco de su voz, un sonido que reverberó en su columna y erizó cada poro. Era un beso devorador que le hacía perder la razón, y pronto sintió la lengua de Lessas colarse en su boca. Explorando lentamente, probando la textura de sus dientes, y acariciando el cielo de su boca, cada contacto desbordaba una vibración eléctrica que lo estremecía, arrancándole un gemido bajo de pura sensibilidad.
─Ha… Ah…
La voz entrecortada de Sayed mientras se dejaba llevar por el puro deseo que le cegaba con una intensidad que le volvía incapaz de pensar en otra cosa que en fundirse aún más profundamente con Lessas. Cada roce con él lo llenaba de un ansia insaciable, y ahora, al aceptar plenamente sus propios sentimientos, su deseo se volvió una necesidad abrumadora. Al pegarse a él, entrelazando sus piernas y empujando suavemente su muslo entre los de Lessas, sintió cómo el pecho de este se agitaba intensamente. Lessas, en respuesta, aferró con fuerza la tela de su ropa, ahogando un jadeo en su pecho, antes de apartarse ligeramente, el temor reflejado en sus ojos.
La expresión de Lessas, aunque rebosante de placer, también mostraba una incertidumbre dolorosa. Con voz temblorosa, confesó.
─ Ed… palabras como esas… no deben decirse a la ligera. Yo… no soy la persona buena que usted cree. No merezco esto. No soy digno.
Recordando las palabras de Lessas en la noche que compartieron en el bosque del sur, Sayed sintió una punzada de comprensión. En aquel entonces, Lessas había dicho que solo quería darle amor, pero no se atrevía a desear algo más. Sayed había pensado que solo estaba intentando poner distancia para no cruzar límites prohibidos. Pero ahora comprendía que Lessas realmente creía que no merecía ser amado, sin siquiera una sombra de duda.
Observándolo, Sayed sintió un frío recorrer sus manos. Se dio cuenta de que, a pesar de todo lo que habían compartido, aún desconocía parte de la verdad sobre Lessas. Había supuesto que, después de descubrir sus poderes, Lessas habría dejado de autocastigarse. Sin embargo, aún lo hacía, despreciándose en silencio.
─ Entonces, ¿por qué me pidió que susurrara que lo amo? ¿Acaso, al escucharlo de mí, ha perdido el interés? No sabía que usted también compartía la inclinación común de un hombre que pierde interés al obtener aquello que parecía inalcanzable.
─ Ed…
Sayed ya no quería mantener ninguna distancia entre ellos, no con sentimientos tan claros y poderosos compartidos. No había lugar para retroceder o para titubear; estaba harto de esas evasivas. Al confrontar a Lessas de manera directa y con la intensidad de sus palabras, vio cómo el rostro de Lessas se llenaba de una inquietud casi aterradora.
─ No digas eso. Mis sentimientos están lejos de ser ese tipo de deseos banales. No tienes idea de lo que estoy dispuesto a hacer para mantenerte en este mundo. Si pudiera salvarte, entregaría a todos en el mundo sin dudarlo.
El tono, helador y carente de duda, no parecía encajar con el bondadoso Lessas que siempre se esforzaba por proteger a los demás. La contradicción era evidente y estremecedora, pero la profundidad de su devoción también despertó en Sayed una especie de temblor excitante, un estremecimiento que era tanto miedo como fascinación.
─ Te estoy dando una última oportunidad de escapar, Ed. Antes de que puedas temer mi lado más oscuro y mis errores. Solo una vez. Si tomas mi mano, no te dejaré marchar jamás.
Sayed siempre había visto la mirada púrpura de Lessas como una flor de hielo del norte, esa que prometía felicidad eterna y belleza inigualable, pero que, si alguien se acercaba demasiado, escondía un veneno mortal entre sus pétalos. Esa belleza engañosa era algo que solo podía verse de cerca, al tocarlo.
Sí, Lessas era alguien diferente, alguien con grietas y misterios que Sayed apenas comenzaba a comprender. Pero había algo que él sabía con certeza, algo inamovible y más fuerte que cualquier duda o temor: sin importar cómo fuera realmente Lessas, él era la persona que más lo amaba y cuidaba en el mundo.
─ Soy un Titer, Alteza.
Eso era lo único que Seyad necesitaba saber. Lo demás no importaba.
─ Jamás escaparía.
Sayed, con el torso erguido y su voz serena, extendió su mano hacia Lessas, en un gesto que traía el eco de aquel primer encuentro, cuando habló por primera vez al niño que espiaba el salón de fiestas desde el jardín del castillo. Una leve sonrisa, tenue pero nítida, asomaba en sus labios, iluminando su rostro con una calidez suave y firme.
─ Así que, tome mi mano, y haga conmigo lo que desee, Su Alteza. Áteme a su lado para siempre.
La luna descendió sobre ellos, y en el oscuro cielo de la noche, su luz bañó el cabello de Sayed, dándole un matiz plateado. No tenía el resplandor ardiente del sol, pero para alguien perdido en la oscuridad, su luz era la más brillante y resplandeciente de todas. Era una risa luminosa, un faro en medio de la noche.
La luna.
«Mi luna.»
«La única luz que ilumina mi vida, mi amor y mi alma.»
Desde el momento en que Sayed pronunció su nombre por primera vez, se convirtió en el centro del mundo de Lessas. Fue hace mucho tiempo, en el invierno en que Lessas cumplió diez años.
Para ellos, hubo dos primeros encuentros: el verano que recordaba Sayed y el invierno que guardaba Lessas en su memoria.
Lessas Solias había vivido una vida que nadie recordaba. Fue una época bella, una época en la que todos amaban a Sayed, y los Titer luchaban unidos, apoyándose entre sí para vencer a los Nieras.
Hubo un tiempo en que todo era así.
Tessa: ... los tiempos oscuros... se avecinan...
〘 ─── ◦ 🌑 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Si pudiera salvarte muriendo mil veces, entregaría mis huesos y mi carne con alegría.
Pero eres tan amable que nunca huirías… incluso si ese camino te lleva a la muerte.
〘 ─── ◦ 🌑 ◦ ─── 〙
El sol.
Luz, bendición radiante, esperanza que disipa las sombras, lo más glorioso y resplandeciente. Así se describía siempre el sol, símbolo de Solias. Los cabellos dorados y los ojos azules como el cielo, distintivos de la realeza, eran considerados manifestaciones sagradas.
Sin embargo, Lessas odiaba el sol.
El calor abrasador quemaba con facilidad las cosas de este mundo, ocultando el sufrimiento bajo su deslumbrante resplandor. Aquella fuerza desmedida, que acababa matando a las personas, estaba más cerca de la muerte que de la vida misma.
El sol era demasiado poderoso para descender al mundo; no podía hacerlo para matar al demonio sin destruir todo a su paso. Siempre necesitaba un receptáculo que lo albergara, alguien tan frágil y deslucido que resultara imposible imaginarlo como un recipiente divino. Para ocultarse de la mirada del demonio, el sol requería a un niño insignificante y débil, incapaz de sostener la fuerza de un dios.
Lessas Solias nació con ese destino. Un destino en el cual nadie lo amaría.
Con cada despertar de su poder y cada vez que los recuerdos sumergidos en el olvido regresaban, Lessas sufría una fiebre terrible, como si aquella intensidad amenazara con consumir su propia alma. La primera memoria que recuperaba en esos momentos era siempre la misma: un hambre voraz.
Un hambre desesperada, el estómago tan vacío que parecía retorcerse y devorarse a sí mismo, el dolor que brotaba de una entraña sin nada dentro… una agonía de vacío más aterradora que la misma muerte, una soledad devastadora que lo abrumaba.
Era una noche en pleno invierno, en el comienzo de la estación de heladas, cuando Lessas se encontraba muriendo de hambre. Abandonado en el ala vacía del palacio del sur, donde nadie lo buscaba, todo por orden de su madre, la reina Leana.
El palacio en invierno era el dominio de Leana. En las temporadas en que el rey Seyfried descendía hacia el norte por sus deberes, la reina quedaba a cargo de los asuntos en la capital. Aprovechando esta situación, Leana decidió deshacerse de lo que consideraba su error: aquel desdichado fracaso que siempre había sentido en su interior al haber dado a luz al ser más insignificante que hubiera existido en la historia de la realeza del reino. Así, impulsada por esta locura, Leana dejó de prestarle atención y decidió simplemente eliminar al “monstruo de cabellos oscuros” en el palacio, como si nunca hubiera existido. Había evitado verlo desde su nacimiento, por lo que borrar esa presencia no era una tarea difícil.
No sentía ningún amor por ese niño. Aquel ser no era más que una criatura espantosa nacida de su cuerpo. Al fin y al cabo, era un niño que poco a poco todos en la corte empezaban a olvidar, así que Leana tampoco tenía que preocuparse demasiado.
La reina, pues, optó por no hacer nada. Y también ordenó a los demás que hicieran lo mismo.
Ese invierno, una tormenta de nieve descendió desde el norte hasta la capital. El palacio, sin fuego que lo calentara, era tan frío como el exterior, y la oscuridad que llenaba los corredores hacía el ambiente aún más glacial. Al principio, el niño, buscando a su niñera, recorrió los pasillos, pero pronto comprendió que ella también lo había abandonado.
Nada ni nadie permanecía a su lado.
Todo lo que brillaba con calidez y luz necesitaba la atención de alguien, incluso los candelabros del pasillo o las arañas del techo. Sin la presencia de los sirvientes, que los mantenían encendidos, las luces desaparecían y el palacio se convertía en un lugar inmenso y vacío para Lessas. Con apenas una delgada ropa de lino, y sin haber tenido nunca la oportunidad de vestir ropa adecuada para el invierno desde que aprendió a caminar, recorrió el ala sur del palacio.
No había comida en ningún rincón. Esa ala del palacio no tenía cocineros ni despensas; la mayoría de los alimentos eran traídos de la residencia principal por su niñera, quien se apiadaba de él.
En la cocina vacía había un trozo de pan endurecido, parcialmente roído por los ratones. Solo después de ahuyentarlos, Lessas pudo obtener suficiente comida para sobrevivir tres días. Mordisqueando el pan, que necesitaba empapar con saliva durante mucho rato para que se deshiciera en su lengua, el niño custodiaba el palacio vacío, esperando en silencio que alguien viniera a buscarlo. En lo más profundo de su ser, anhelaba que esos “alguien” fueran sus padres.
Así pasaron diez días. Sin siquiera agua para beber, el niño caía desmayado y despertaba repetidamente, atormentado por el dolor. El hambre le desgarraba el estómago, y la sed le quemaba la garganta, impidiéndole siquiera dormir. Finalmente, incapaz de soportar el vacío que parecía devorarle el alma, Lessas salió de su habitación. Era la noche más fría de aquel invierno. Todo estaba sumido en tinieblas, y la luna, oculta tras nubes densas, no dejaba pasar ni un rayo de luz.
Caminando a tientas por la oscuridad, sin rumbo, el niño avanzó hasta que divisó el imponente palacio a la distancia y se detuvo. No podía dar un paso más; su cuerpo entero estaba congelado y sus miembros insensibles. Sus pies ya no le respondían, y sus piernas no podían sostenerlo.
«Así que este es el lugar donde nací…»
Con los ojos apagándose, el niño observó en silencio el palacio resplandeciente. Desde lejos, el castillo parecía irradiar calidez, con sus luces parpadeantes. Se escuchaban murmullos y conversaciones en algún lugar, ruidos de vida que llegaban hasta él. Habituado al silencio absoluto, Lessas se quedó allí, inmóvil, observando el bullicio lejano, como si simplemente presenciar la existencia de otros pudiera mitigar su soledad.
Ni siquiera podía imaginarse acercarse a aquel lugar. Exhausto, se acurrucó en el suelo, abrazándose como podía y apoyando su mejilla en las rodillas. Era extraño. Ante él se erguía aquel palacio resplandeciente, tan lleno de vida, pero a su alrededor todo seguía siendo oscuridad.
«¿Por qué un niño como yo ha sobrevivido hasta ahora?
Sus párpados se cerraron con pesadez. Su vista, borrosa y apagándose, se llenó finalmente de oscuridad total. El sonido del viento silbaba ferozmente en sus oídos. Recordó los relatos de su niñera, quien le había hablado de monstruos que habitaban en las sombras. El viento arreciaba con furia, y él sentía que una tempestad estaba a punto de arrastrarlo. Su cuerpo, reducido a puro hueso y piel, no resistió, y se desplomó en el suelo helado.
El sonido de algo cayendo en el suelo se mezcló con el viento. En ese preciso momento, unos pasos lejanos se detuvieron. Justo cuando el pensamiento de haberlo imaginado pasaba por su mente y parecía que el viento lo arrastraría, el sonido de unas botas de cuero se acercó, cada vez más.
{ —Un momento. Aquí hay alguien. }
Una voz agradable resonó sobre su cabeza. Sin fuerzas para abrir los ojos, Lessas pensó que probablemente era solo una alucinación.
{ — Vaya. ¿Qué está pasando aquí en el mismísimo palacio? }
{ — Parece que está vivo. }
Pronto, una cálida sensación se extendió sobre su mejilla, tan cálida que le quemaba.
{ — Está vivo. Llevémoslo. }
{ — ¿Pero será correcto que nos llevemos a un niño del palacio? Creo que lo mejor sería encontrar a algún sirviente y dejarlo a su cargo. Ahora no es el momento para esto. Acabas de despertar tu poder, así que debemos volver cuanto antes al palacio y realizar el ritual. Además, tienes que ver al príncipe Aster. }
{ — Quilly. }
La voz, que era un punto intermedio entre la de un joven y un adolescente, resultaba suave y reconfortante solo con escucharla. Transmitía una bondad genuina y elegante. De repente, en su pecho moribundo, surgió un impulso; quería saber quién era la persona que, por primera vez, le brindaba un toque amable en un mundo que le había dado la espalda.
Lessas usó todas sus fuerzas para abrir los párpados. En su visión borrosa apareció un perfil fino, con una línea de mandíbula definida y una nariz elegante. Aun sin ver los detalles, podía intuir que era alguien de gran belleza. Deseando ver más, parpadeó de nuevo, y en ese instante sintió cómo su cuerpo era alzado. Unos brazos fuertes, inusualmente firmes para alguien joven, sostenían sus piernas y su espalda.
{ — Este es el lugar más próspero del reino. Si hay un niño que está muriendo en un lugar como este, es evidente en qué situación se encuentra, ¿verdad? }
{ — Decirlo de esa manera me hace pensar en alguien en particular… Esto podría traerle problemas, Sayed. }
{ —No importa. }
El joven dijo eso y luego bajó la mirada hacia el pequeño en sus brazos. Lessas, que había crecido sin comer lo suficiente y era mucho más pequeño que los niños de su edad, cabía perfectamente en el regazo del muchacho de complexión robusta. Justo cuando el joven intentaba ajustarlo mejor en sus brazos, se dio cuenta de que Lessas estaba despierto. En ese momento, los ojos violetas del niño comenzaron a llenarse de lágrimas de puro temor.
{ —No te preocupes, yo te protegeré. }
Una sonrisa blanca se dibujó en el rostro del joven. Sus cejas gris oscuro se curvaron suavemente y sus ojos se entrecerraron con ternura. Con una leve sonrisa en los labios, el muchacho se iluminaba mientras, tras él, la inmensa luna comenzaba a asomarse. Las nubes oscuras que cubrían el cielo nocturno se despejaron, y una luz amable se derramó sobre el mundo, mucho más cálida que las luces que alumbraban el palacio.
El invierno del norte se parecía a Sayed. A pesar de su apariencia fría y severa, el paisaje en su interior era blanco y tranquilo. El invierno era la estación donde la vida se tomaba un respiro. Daba tiempo a los animales para descansar, lejos de los depredadores, y permitía a las plantas, que florecían sin descanso durante todo el año, una pausa para respirar. Lessas amaba el invierno por eso. O más bien, amaba cualquier cosa que le recordara a Sayed.
{ — Alteza. }
Con el sonido de la puerta al abrirse, un viento frío entró en la cabaña. Lessas dejó de colocar leña en la chimenea y rápidamente se volvió. Allí estaba Sayed, impregnado del aire otoñal.
{ — ¿Ha estado otra vez revisando el bosque? }
Cuando se acercaba el invierno, Sayed siempre llevaba una capa gruesa de piel. Esa capa, ahora un poco desgastada, estaba hecha del pelaje de un lobo blanco que Lessas había cazado en su primera cacería. Corriendo hacia él, Lessas tomó su mano de inmediato.
{ — ¿Tenías frío, Ed? Ven, siéntate junto al fuego. }
{ — Estoy bien. Debería preocuparme más por usted, Alteza; debe de tener frío. }
{ —Últimamente me llamas así muy seguido. También has comenzado a usar formalidades. No me gusta, Ed. Por favor, no lo hagas. }
Últimamente, Sayed había comenzado a poner cierta distancia entre él y Lessas. Aunque seguía tratándolo como antes, en ciertos momentos usaba formalidades o lo llamaba «Alteza». Sayed le había explicado que, cuando Lessas alcanzara la mayoría de edad, incluso estando solos, debía mantener el respeto. Pero eso no era lo que Lessas deseaba.
Para él, vivir fuera del protocolo de la familia real, como un caballero al servicio de Sayed, era lo ideal. No quería ser un príncipe sin utilidad, con un título vacío. Era evidente que prefería mil veces ser el caballero que protegiera a Sayed, incluso si eso significaba morir, antes que ser un príncipe inútil sin poder de purificación o capacidad de sanación.
{ —…Solo cuando estemos a solas, Lessas. }
Los ojos violetas de Lessas se llenaron de tristeza, y Sayed no tuvo más opción que ceder un poco. Ante una sola palabra suya, el semblante amargo de Lessas se transformó en una expresión de felicidad. Al ver su rostro iluminado, Sayed esbozó una leve sonrisa. Levantó un poco las comisuras y, tomando la mano de Lessas entre las suyas, añadió.
{ —Me gustaría pasar más tiempo aquí, pero tenemos visitas en el castillo, así que debemos regresar. Vámonos, Lessas. }
{ — ¿Visitas? }
{ — Zion ha venido, acompañado del duque de Sildras. No lo hemos visto en seis meses; si no vamos pronto, seguramente hará un berrinche. }
Sayed cubrió las brasas con ceniza para apagar el fuego y luego condujo a Lessas fuera de la cabaña. Era un lugar que habían construido para descansar en sus inspecciones por el bosque antes del invierno, y con el tiempo se había convertido en el sitio favorito de Lessas. Esa pequeña cabaña, más estrecha que su habitación en el ala sur, era su refugio perfecto, un espacio que compartía sólo con Sayed.
{ — ¿Será por lo que ocurrió en el bosque del sur, cuando el Niera desapareció? }
{ — Parece que sí. }
Mientras salían de la cabaña y caminaban por el bosque, un leve sonido captó su atención. Al voltear al unísono hacia un tronco cercano, ambos notaron un pequeño petirrojo gris, una especie que solo se podía ver en el norte. El ave estaba gravemente herida, sin fuerzas para volar, moviéndose débilmente en un intento por sobrevivir. Aunque les inspiraba compasión, dejarlo ahí era lo que la naturaleza dictaba. Los animales del bosque a menudo estaban influenciados por el Niera y, aunque fuera un pequeño pájaro, podía representar un peligro.
Lessas apartó la vista, resignado, pero Sayed dio unos pasos hacia el ave. Después de una breve pausa, se inclinó y la tomó con cuidado entre sus manos.
{ — ¿Ed, piensas llevarte a este animal del bosque? }
{ — Creo que puedo salvarlo. No parece haber perdido la cordura, no se muestra agresivo. }
{ — Tal vez esté así por la herida. Si se lo lleva y el ave llega a arañarlo, habrá quien se moleste por ello. }
Ante el tono protector de Lessas, Sayed sonrió levemente y asintió.
{ — Solo le daré los cuidados básicos y lo dejaré libre en el bosque. Creo que será mejor para él. }
Dicho esto, Sayed colocó con cuidado al petirrojo en un bolsillo interior de su manto. Para él, pasar de largo frente a una criatura indefensa no era una opción. Tenía el poder y el deseo profundo de proteger toda vida en Solias; ese era su propósito, lo que más anhelaba hacer.
Lessas observó la escena con una expresión inescrutable. A diferencia de Sayed, él no confiaba en la gente ni en el mundo. La bondad de Sayed a menudo le inquietaba; sabía que las personas amables eran las más vulnerables a ser heridas. El mundo no siempre respondía a la gentileza con gratitud y, con frecuencia, devolvía el bien con ingratitud y crueldad.
Eso era simplemente instinto. Al ver a alguien que daba generosamente aquello de lo que carecían, las personas no solían agradecer, sino que se enfurecían por su propia carencia. La ira dirigida hacia quien les brindaba ayuda era una respuesta común, casi inevitable.
Cuando Lessas estaba a punto de decir algo que tenía en mente, vio a lo lejos que los caballeros de Sayed corrían hacia ellos. Baine y Rigda eran dos de las personas a quienes Sayed había salvado cuando iba camino al sur para ver a Zion, y desde entonces se habían convertido en fieles servidores del norte, dedicados a su señor. Sabiendo cuánto los valoraba Sayed, Lessas intentaba siempre actuar de forma más amable con ellos. Apenas esbozaba una sonrisa en su rostro serio cuando Baine y Rigda se detuvieron frente a Sayed.
{ — Señor Sayed, el Gran Duque lo ha estado buscando. Hemos venido con órdenes de llevarlo de inmediato. Como imaginábamos, estaba con Su Alteza. }
{ — Parece que es un asunto grave. No solo ha llegado el duque de Sildras, sino también el príncipe Aster. Al parecer, por orden de Su Majestad el Rey. }
El tiempo de esplendor pasó rápidamente, como si fuera cruelmente efímero, mientras que el dolor parecía deslizarse siempre con lentitud. A partir de ese día, aquel tiempo brillante llegó a su fin. Desde entonces, el tiempo de Lessas quedó atrapado para siempre en aquel invierno.
〘 ─── ◦ 🌞 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Era una noche en que la temporada de tormentas de invierno estaba a punto de comenzar. A pesar de que el castillo de Axid había mantenido su paz imperturbable durante todos los inviernos duros, esta vez el ambiente estaba impregnado de una extraña tensión. Durante los últimos días, Sayed había estado extremadamente ocupado. Desde hacía años, no había dejado de estar al lado de Lessas, pero en esta ocasión había estado ausente.
Lessas lo esperó sin descanso. Desde que Sayed lo había llevado al norte, Lessas había seguido rigurosamente su entrenamiento de esgrima todos los días sin excepción. Patrullaba los límites del bosque, eliminando lobos que encontraba en el camino, y aún así le quedaba tiempo para preparar los caramelos de manzana que tanto le gustaban a Sayed.
A pesar de ello, no pudo encontrarse con él. De pie, frente al pasillo que conducía a las habitaciones, Lessas miró a través de la ventana y vio una multitud de Titer cruzando el puente de entrada. Delante iban Cecilia, Nova y Stella, seguidos por Sayed, quien, como siempre, caminaba al lado de Zion. Al parecer, todos los Titer se habían reunido en las tierras de Axid debido al asunto serio que enfrentaban.
Los Titer habían crecido juntos, ayudándose y bendiciéndose mutuamente desde el nacimiento, unidos por lazos tan profundos como los de una familia. Aunque en ocasiones sus opiniones no coincidían y había fricciones, nunca olvidaban el respeto y la consideración entre ellos. Los Titer más jóvenes seguían al mayor de todos, Sayed, con lealtad.
Lessas, observando a Zion bromear alegremente con Sayed, sintió que este alzaba la mirada, como si percibiera su presencia. La tranquila expresión de Sayed se transformó en una suave sonrisa.
En el instante en que sus miradas se cruzaron, la sangre de Lessas comenzó a fluir con fuerza. Su alma, que solía estar fría e insensible, reaccionó ante Sayed con un estremecimiento. La piel de su rostro, habitualmente pálida como la de un muerto, se tiñó de un leve rubor, y Lessas se sintió en ese momento la persona más feliz del mundo.
Para él, bastaba con que Sayed reconociera su existencia. Solo necesitaba que recordara que estaba a su lado. Si, por muy ocupado que estuviera, de vez en cuando le devolvía la mirada, Lessas podría vivir toda una vida con ese único recuerdo.
«Te quiero, Sayed. Te quiero tanto.»
Desde el momento en que lo conoció, las palabras que Lessas había repetido en su corazón comenzaron a teñir su ser. Aunque su alma ya estaba impregnada del color de Sayed, cada día, cada instante, Lessas volvía a grabar a Sayed en lo más profundo de su ser. La felicidad desbordante florecía en su corazón, llenando de pétalos su alma. Pero, en lugar de atreverse a bajar y reclamar a Sayed para sí, permaneció en su lugar, sin hacer nada más que esperar. Entonces, fue Sayed quien se acercó a él.
Tras cruzar el puente y regresar al castillo, Sayed se dirigió al pasillo con los Titer que lo acompañaban. Aunque podía haber ido directamente a comer después de pasar todo el día afuera, se tomó la molestia de acercarse personalmente para ver a Lessas. Cuando Cecilia, quien estaba con Sayed, lo vio parado frente a la habitación, fue la primera en saludarlo.
{ ─¿Príncipe, otra vez esperando aquí? }
Habiéndose criado junto a los hermanos desde su niñez, Cecilia, de entre los Titer más jóvenes, era la única que no se sentía incómoda con Lessas. A su saludo, Nova y Stella inclinaron la cabeza con un gesto algo torpe. Aunque Lessas era un príncipe solo de nombre, ellos mostraban respeto hacia él, y eso hizo que se pusiera tenso. Desde pequeño, Lessas había sentido una profunda autoconciencia que lo mantenía atrapado.
«Un guía inútil y sin ningún poder. Un príncipe solo en apariencia».
Lessas siempre había despreciado su título, como si fuese una fachada sin valor. Cada vez que escuchaba que lo llamaban príncipe, no podía evitar recordar el invierno de diez años atrás, el día en que su madre lo había abandonado. Después de eso, todos se apartaron de él, hasta la niñera que solía rondar por el palacio. El sentimiento de culpa, la creencia de que tal vez no debía estar vivo, le apretaba la garganta. Incapaz de responder al saludo y petrificado, sintió la mirada curiosa de Zion sobre él. Zion giró la cabeza ligeramente y murmuró al oído de Sayed.
{ ─Hermano, parece que Su Alteza se siente incómodo. Como no está acostumbrado a los Titer, ¿deberíamos retirarnos? }
{ ─Sí, creo que sería lo mejor, Zion. }
Sayed asintió, satisfecho de ver la consideración de Zion hacia Lessas. Zion sonrió, mostrando una expresión tranquila y despreocupada. Su rostro afilado y delicado, junto con su cabello dorado y brillante, lo hacían parecer casi un hada.
Cuando Sayed le acarició suavemente el cabello, Zion se despidió con una sonrisa amable y se retiró. Los tres jóvenes de edad similar avanzaron primero por el pasillo, y luego Stella desapareció detrás de ellos.
Lessas observaba, absorto, aquella escena pacífica. Envidiaba y le parecía inalcanzable ese mundo del que él, sin ser un Guía, nunca podría formar parte.
«Si fuera un Guía, sabría lo que Sayed estaba enfrentando y cómo podría ayudarlo.»
{ ─Lessas, los demás se sienten un poco incómodos, así que no tienes que preocuparte. Sabes que no es porque te falte algo o porque haya algo mal en ti, ¿verdad? }
Sayed se acercó y susurró, como si percibiera sus pensamientos, con una voz suave y tranquilizadora. Al escuchar aquel tono amable, una sonrisa se dibujó en el rostro de Lessas.
{ ─Sí, lo sé. }
{ ─ Son buenos chicos; pronto te harás amigo de ellos. Aunque, a diferencia de ti, son algo inmaduros, así que puede que termines cuidándolos tú. }
Lessas escuchó atentamente, sabiendo que nunca olvidaría nada de lo que Sayed decía. Incluso un murmullo pasajero se convertía en un mandato importante para él.
«Tengo que cuidarlos.»
Aunque no estaba seguro de tener el derecho o si llegaría un momento en que eso fuera necesario, asintió. Sayed apreciaba mucho a esos Titer como si fueran sus propios hermanos, y si ellos eran felices, él también lo sería. Así, Sayed encontraría felicidad también.
Sayed siempre le decía que los Titer debían estar juntos para poder utilizar su fuerza completa. Si uno de ellos caía, la muerte aprovecharía para abrirse paso. Era una enseñanza de la duquesa de Axid, quien siempre repetía que los Titer, como fragmentos de la luna, debían permanecer unidos para proteger verdaderamente Solias.
{ ─ Debes de tener hambre; no te preocupes por mí y ve a cenar. Ya estoy bien después de verte, Ed. }
Al darse cuenta de algo más que podría hacer para alegrar a Sayed, Lessas sonrió con genuina felicidad. A diferencia de la sonrisa que mostraba ante los demás, esta era una verdadera, llena de gozo, donde hasta las esquinas de sus ojos se curvaban. Al ver esta expresión, Sayed extendió la mano, como si quisiera darle una caricia de aprobación. Lessas, anticipando el gesto que solía recibir como premio, inclinó la cabeza rápidamente, pero la mano de Sayed se detuvo de pronto, congelándose en el aire.
Los dedos pálidos se quedaron flotando, apenas tocando los suaves mechones de Lessas, sin atreverse a sumergirse en ellos. Lessas, con la mirada, siguió esa mano que retrocedía, y en sus ojos apareció un destello de tristeza, como si un niño se viera privado de un dulce. Sayed lo miró fijamente y murmuró, con un tono de sorpresa que parecía revelar que apenas se daba cuenta.
{ ─…Has crecido mucho. }
El comentario tenía una extraña mezcla de sentimientos. Al darse cuenta de esto, Lessas también notó su propio cambio. Últimamente, había sentido un dolor en las rodillas cada noche; parecía que había comenzado a crecer un poco más después de haber alcanzado la altura de Sayed, lo que lo sorprendió.
{ ─Así es. }
Lessas respondió, inclinando la cabeza con curiosidad ante un cambio que ni él mismo había notado hasta entonces. Sus mejillas, habitualmente iluminadas de alegría cuando estaba con Sayed, se tiñeron de un rubor tímido. Sus ojos parecían brillar como si las estrellas destellaran cada vez que sus largas pestañas parpadeaban. Por primera vez, sintió que quizás ya no era solo alguien a quien Sayed debía proteger, sino alguien que podía protegerlo a él.
{ ─Eres más bajo que yo, Ed. }
Lessas sin poder ocultar la emoción en su voz, acercándose con entusiasmo. Ahora, al fijarse en los detalles, notaba todas las pequeñas diferencias que hasta entonces no habían sido evidentes. Aquel cuerpo que siempre había mirado desde abajo ahora se veía algo más pequeño. Aunque Sayed tenía unos hombros amplios, al comparar sus estaturas, los de Lessas parecían incluso más anchos, y su torso se mostraba más robusto, con una cintura que podía rodear fácilmente con sus brazos.
Una extraña emoción lo invadió, una mezcla de emoción y curiosidad. Era como si hubiera descubierto algo delicado y hermoso. Se preguntaba si las manos de Sayed también serían pequeñas en comparación, o si sus pies, pálidos y elegantes, serían más pequeños que los suyos. Se preguntaba, también, si ahora podría alzarlo con la misma facilidad con la que Sayed solía levantarlo a él.
Con las manos aún temblorosas y una creciente sensación de escalofrío recorriendo su cuerpo, Lessas tomó cuidadosamente la mano de Sayed. Su mano, extendida al inicio y luego detenida por la indecisión, fue tomada con una delicadeza infinita por Lessas, quien entrelazó suavemente sus dedos y colocó sus palmas una junto a la otra, comparándolas. La pálida y bien cuidada mano de Lessas cubría ahora la de Sayed, que, aunque siempre le había parecido grande y fuerte, en ese momento se veía sorprendentemente pequeña en comparación.
{ ─Eres tan adorable. }
La sincera y suave declaración de Lessas provocó que Sayed retirara bruscamente su mano, con una expresión de incomodidad que surcó brevemente su rostro. Sus cejas se fruncieron ligeramente, y sus ojos grises, sorprendidos, evitaron la mirada de Lessas. Al ver esto, Lessas retrocedió, sorprendido.
{ ─Lo siento, Ed. ¿Te molestó? }
{ ─…Lessas, “adorable” no es una palabra que deberías usar para describirme. }
Al escuchar esas palabras, el corazón de Lessas se detuvo por un instante. La posibilidad de haber disgustado a Sayed le trajo un profundo temor que se le reflejó en los ojos, que rápidamente enrojecieron. Sin poder evitarlo, sus labios temblaron y se apresuró a disculparse.
{ ─Lo siento… No lo haré de nuevo. }
Su voz, temblorosa, apenas podía ocultar su creciente ansiedad, y sus manos no lograban detener su temblor. Sayed, que observaba en silencio la agitación de Lessas, lo estudió detenidamente, desde la cabeza hasta los pies. Luego, su mirada se posó en la pequeña bolsa de tela que Lessas sostenía en su otra mano: era la bolsa en la que había guardado los caramelos de manzana para Sayed.
{ ─Los guardaste para mí, ¿verdad? }
{ ─…Sí, Ed. }
Lessas, sintiéndose débil y algo patético por no poder ofrecerle nada más valioso que esos dulces. Pero, al mismo tiempo, pensaba que esos humildes caramelos eran lo único que podía ofrecerle en ese momento.
{ ─Te doy esto para que me perdones por haberte molestado, Ed. }
{ ─ No, ha sido culpa mía. Te asusté por algo sin importancia. }
Sayed suavemente tomó la bolsa que le ofrecía. Su voz, profunda y calmada, tenía la habilidad de tranquilizar, de llevar paz a quien la escuchaba. Aun así, Lessas seguía sintiendo una leve culpa por haberlo incomodado, temblando ante la idea de haberlo molestado. Para aliviar sus inquietudes, Sayed lo miró directamente a los ojos, tratando de asegurarle que no había razón para preocuparse.
Al cruzarse sus miradas, Lessas se sintió hipnotizado por aquellos ojos grises, tan hermosos, que irradiaban una firmeza inquebrantable y una determinación propia de un guerrero. Aun así, rodeados de largas pestañas y párpados suaves, los ojos de Sayed parecían también un refugio sereno, como un bosque en calma. Por alguna razón, esa mirada lo hizo sentir avergonzado. Sin comprender por qué, y contrario a su costumbre de adorar mirarlo a los ojos, Lessas apartó su vista.
Sayed lo notó y, con una leve sonrisa, extrajo un caramelo amarillo translúcido de la bolsa y le susurró, en tono tranquilizador:
{ ─Puesto que eres tú quien me lo ha dado, lo probaré de inmediato. }
Al escuchar esas palabras, Lessas devolvió su mirada, curioso. Sayed le devolvió la sonrisa y, con un movimiento casi despreocupado, se llevó el dulce a los labios. El suave tono rosado de sus dedos contrastaba con la calidez de sus labios, mientras el caramelo amarillento se posaba sobre la húmeda y rojiza lengua. La breve imagen de su boca entreabierta fue extrañamente cautivadora, incluso, perturbadoramente sensual.
Un fuego inesperado ardió en el pecho de Lessas, consumiéndolo con una intensidad mayor que el hambre que había sentido en aquellos días de desesperación. Sayed miró fijamente a Lessas, que se había quedado paralizado sin poder respirar. No sabía qué expresión tenía en el rostro.
Por unos segundos, el silencio absoluto llenó el espacio entre ellos.
Finalmente, ambos se apartaron, retomando el aliento con disimulo. Lessas apretó los puños y Sayed giró apenas su cuerpo, ocultando ligeramente su rostro. Aunque intentó disimularlo, Lessas notó cómo sus orejas tomaban un leve tono rojizo.
Esa pequeña visión despertó en él un impulso extraño. Solo una vez, deseó besar a Sayed, un deseo que germinó en su corazón como una pequeña y frágil planta. Era un anhelo tan tímido que ni siquiera su dueño osaba permitirle florecer.
Era un deseo tan insignificante que Lessas terminó olvidándolo, sobre todo debido a las circunstancias que se desataron poco después.
Al día siguiente, la oscuridad descendió sobre el reino. Un frío polar anticipado envolvió toda la nación, y en la capital apareció una gigantesca criatura con la forma de una serpiente, flanqueada por un ejército de Nieras. Aunque muchas personas perdieron la vida, la situación no parecía del todo desesperanzadora; al menos, no en un principio.
Los Titer resistieron y lograron acorralar a la bestia hasta casi erradicarla, exterminando a las hordas de Nieras que habían invadido la ciudad. Unidos más que nunca, finalmente descubrieron el método para acabar con el demonio. La respuesta siempre había estado muy cerca, y era la misma razón por la que la serpiente se había instalado frente al castillo.
Dentro de la fortaleza, resguardado, se hallaba la "Sagrada Muerte," una reliquia nacida del sacrificio final de la luna al sellar al demonio y dotar de su último aliento a este objeto sagrado. Era el legado de su propio cuerpo y sus lágrimas, el río plateado de la Vía Láctea, entregado para contener al mal.
La luna había desgarrado en cuatro partes el cuerpo del demonio que había devorado al sol, y lo había sellado en las cuatro direcciones cardinales. Su propia fuerza no le permitía aniquilar por completo al demonio, pues era la oscuridad primigenia, la primera sombra surgida desde los albores de los tiempos.
Por eso, la luna dejó planificado un método para que, cuando el demonio debilitado por el largo sellamiento pudiera ser destruido, uno de sus propios descendientes, impregnado con su esencia, pudiera asumir el papel de portador de la reliquia. Solo alguien verdaderamente compasivo y deseoso de proteger la vida, alguien que tuviera en su corazón un amor genuino por la humanidad, podría empuñar la espada que le diera al demonio la muerte eterna.
Aquellos que llevaban el fragmento de la luna, en tiempos antiguos, eran conocidos como los Prosius.
〘 ─── ◦ ◦ ─── 〙
Chapter Text
Aquel día comenzó con la caída de la nieve. El viento del norte, que rara vez alcanzaba la capital, se desató en todas direcciones, cubriendo la ciudad entera con una nevada densa. Por primera vez en el largo invierno, marcado por el gélido y cortante viento, llegó un momento de calma, como si el propio clima ofreciera un breve respiro.
La noche anterior, la batalla había sido feroz. La lucha contra el demonio consumía el espíritu como ninguna otra. Cuando finalmente parecía que los Niera, que atacaban sin descanso, comenzaban a desaparecer, el demonio encontró otra manera de esquivar la derrota: empezó a controlar las mentes de los humanos ordinarios, manipulándolos a su voluntad.
La confianza en los demás se había vuelto precaria. Por fuerte que fuera la voluntad de los caballeros, ninguno podía resistir eternamente la influencia de una entidad tan inmensa. Compañeros que alguna vez se protegieron unos a otros acabaron por traicionarse, clavando sus espadas en las espaldas de quienes los rodeaban. Incluso aquellos caballeros que habían mantenido la lealtad en su corazón durante tanto tiempo finalmente empezaron a caer. Su lealtad desmedida era lo que, al fin y al cabo, los había sostenido hasta ese punto.
Sayed también perdió a un caballero preciado la noche anterior.
Era la noche en que se había planeado retirar la espada del castillo. Sayed esperaba a Rigda, con quien había intercambiado palabras como de costumbre, cuando, de repente, Mona lo atacó. A pesar de que había presenciado cómo otros compañeros murieron intentando salvar a sus amigos poseídos, Rigda trató de contener a Mona de alguna forma.
Sin embargo, la maldición que consumía la razón sólo podía detenerse con la muerte de alguien. Al final, fue Baine quién mató a Mona. Baine, que había querido proteger a su amiga de la infancia, logró finalmente reducirla. Pero en ese instante preciso, Rigda, cuya mente ya se había desmoronado, decapitó a Baine.
La cabeza cercenada de Baine cayó justo frente a Sayed, quien había llegado a tiempo para presenciarlo todo. Baine, quien en vida era torpe, sencillo, pero increíblemente amable, siempre lograba arrancar sonrisas a quienes lo rodeaban. Incluso en la muerte, su expresión conservaba esa amabilidad. La cabeza cercenada, que rodó por el suelo hasta detenerse cerca de Sayed, aún mostraba un rostro que parecía decirle a Rigda que todo estaba bien, que no debía preocuparse.
El demonio, tan astuto como siempre, sabía bien cómo destrozar la mente humana. En el instante en que Rigda recobró la conciencia y se dio cuenta de que había decapitado a Bain, su único amigo, quedó paralizado ante aquella escena. La sangre goteaba de la espada con la que había matado a su amiga de toda la vida. Rigda, mirando aquella imagen con incredulidad, comenzó a temblar y finalmente gritó en un desesperado alarido:
{ — ¡Baaaainee—! }
Su desgarrador grito resonó en el lugar. Antes de que Sayed pudiera alcanzarla y detenerla, Rigda, completamente enloquecida, clavó su propia espada en su abdomen. En un abrir y cerrar de ojos, varios caballeros habían caído muertos. Al final, mientras Sayed gritaba los nombres de sus queridos caballeros con el corazón roto, solo quedaba Lessas a su lado.
Después de abrirse paso entre los soldados controlados y regresar con Sayed, Lessas encontró a su señor observando en silencio los cadáveres de los caballeros. La espalda, fuerte y firme como siempre, se veía especialmente pesada y solitaria aquel día. Sayed no lloraba, pero el silencio prolongado hablaba por sí solo.
La sangre de los caballeros había teñido la tierra de rojo. Cuando la brisa dispersó el olor metálico de la sangre, Sayed, con movimientos lentos, se inclinó y recogió las pertenencias de aquellos que habían caído. Sin pronunciar palabra, Lessas excavó el terreno para enterrar los cuerpos. Juntos, en un silencio solemne, prepararon el descanso de sus camaradas y luego regresaron al campamento. Al reunirse con los Titer, Sayed, con el rostro agotado, anunció que habían fallado.
Eso fue lo ocurrido la noche anterior.
Lessas pasó la noche vigilando cerca de la tienda de Sayed, cuya luz permaneció encendida hasta el amanecer. Desde afuera, Lessas escuchaba en secreto los suaves y ahogados sollozos que se escapaban de la tienda, mientras miraba hacia el cielo oscuro. Al exhalar profundamente, su aliento blanco se disipaba en el aire helado. Aunque sus manos y pies estaban entumecidos, su corazón dolía mucho más. Sentía como si en lugar de sangre, fragmentos de vidrio recorrieran sus venas, llenando su cuerpo de un dolor punzante e insoportable.
«No llores, mi luna.»
Su hermoso señor, quien siempre le había brindado solo alegrías, estaba ahora sumido en una tristeza que él no podía aliviar. Pensando en su impotencia para alegrarlo, aquella noche se tornó cruelmente interminable. Aguardando un amanecer que no llegaba, Lessas dejó volar una fantasía que sólo había tenido de niño: imaginar que poseía la fuerza para derrotar al demonio que afligía a Sayed y que era capaz de hacer feliz al hombre que tanto amaba.
Sin embargo, al final, todo era solo una fantasía. Lo único que Lessas podía hacer era ofrecer su vida en lugar de la de otro. Pero, lamentablemente, su vida era única, insuficiente para salvar a todos aquellos a quienes Sayed amaba. Por eso no podía desperdiciarla imprudentemente; debía reservarla y cuidarla para un momento realmente importante.
Finalmente, cuando amaneció y la nieve comenzó a caer, Aster se acercó a la tienda. Al encontrarse con la mirada de Lessas, quien vigilaba la entrada, disimuló un poco su incomodidad y le dio una orden a su hermano menor.
{ ─ Vete a descansar. Si te quedas aquí, solo harás que Ed se preocupe. }
{ ─ …Si me permite, me quedaré a vigilar los alrededores. Nunca se sabe cuándo puede ocurrir un ataque. }
Cada vez que estaba frente a Aster, Lessas se sentía infinitamente insignificante. Aster, con la marca sagrada del sol, era perfecto tanto en apariencia como en habilidades y, como guía de Sayed, estaba ayudando a que su hermano soportara aquel cruel invierno.
Eran tan distantes que nunca se habían llamado "hermano" ni "hermano menor", por lo que, para Lessas, Aster era un ser infinitamente superior y sagrado.
{ ─ Entonces quédate, pero mantente lejos. No quiero compartir el momento de la purificación de mi Titer con nadie. }
Al escuchar la palabra "purificación", Lessas no tuvo palabras para responder. En aquel momento, Sayed y Aster eran los elementos más cruciales en la batalla, y su estado físico y mental determinaba el rumbo de cada enfrentamiento. El Guía de la Gran Duquesa de Axid, el padre de Lessas, estaba atrapado en el castillo; los Guías de los duques de Bredhite y de Vetria habían muerto hace unos días.
Los Titer más jóvenes no tenían Guía desde el principio y ya estaban en el límite de sus fuerzas, mientras que el duque de Sildras aún tenía un Guía, pero ambos estaban exhaustos. Al final, todo dependía de Aster y Sayed.
{ ─ …Sí, alteza. }
Evitando la mirada azul y altiva de Aster, que parecía recordarle su lugar, Lessas inclinó la cabeza. Aunque Aster era algo arrogante y autoritario, tenía un profundo aprecio por Sayed. Jamás hacía nada que pudiera entristecerlo, así que, en ese sentido, era mejor que Sayed tuviera a su Guía, Aster, a su lado.
Sin embargo, sus pasos, aún llenos de dudas, no podían alejarse con facilidad. Al tratar de girarse y alejarse a la fuerza, Lessas miró una última vez hacia atrás. La lona de la tienda donde había entrado Aster ondeaba al viento. A través de una pequeña abertura, Lessas vio a Sayed, que estaba apoyado en Aster, ocultando su rostro en el hombro de su hermano.
La mano de Aster acarició suavemente el cabello plateado de su “luna” y luego sostuvo su mejilla. Con ese gesto afectuoso, Sayed levantó la cabeza. Era una escena íntima y tierna, sin espacio para que otro se interpusiera.
«Yo también... Si tan solo pudiera hacerte feliz…»
De pie, observando ese mundo ajeno, Lessas percibió de repente un ruido cercano y se giró. Con una expresión neutra, sin mostrar emoción ni calor alguno, observó a su alrededor. Notó la presencia de soldados acercándose desde la distancia; sus ojos oscuros mostraban un vacío sin pupilas. Al percatarse, Lessas desenvainó su espada. El sonido agudo del acero rompió el aire y, poco después, la nieve se manchó de sangre.
Los atacantes pertenecían a las tropas de Sildras. Aunque Lessas intentó no matarlos, finalmente no tuvo opción. Era probable que, aun recobrando la conciencia, los soldados volvieran a perderla rápidamente, y así quizás fuera mejor. En el proceso, una profunda herida cruzó su brazo, y Lessas volvió solo a su tienda para vendarse. Dado que ya había demasiados heridos, no deseaba solicitar la ayuda de los médicos para él mismo.
Mientras limpiaba su piel, aún manchada de sangre y con la camisa retirada, escuchó la voz de Sayed llamándolo desde la entrada.
{ ─ Lessas, la reunión comenzará pronto; ven conmigo. }
{ ─ Sí, Ed. Espérame un momento, por favor. }
Lessas caminó hacia la entrada y levantó la lona, queriendo invitarlo a esperar dentro para protegerse del frío.
{ ─ Hace frío, entra, Ed. }
Cuando, sin recordar que no llevaba nada en la parte superior, Lessas abrió la lona, vio cómo Sayed parpadeaba sorprendido al verlo. Sus ojos grises reflejaron una momentánea incomodidad antes de que desviara rápidamente la mirada y se llevara una mano a la boca, murmurando en voz baja.
{ ─ Entra de inmediato, Lessas. }
Como siempre, obediente a cada palabra de Sayed, el joven entró sin protestar. Mientras Lessas se dirigía a su tienda sin comprender la situación, Sayed, dándole la espalda, comentó:
{ ─ No es adecuado que el cuerpo de un miembro de la realeza se exponga tan libremente ante otros. }
Al parecer, la escena había sido muy incómoda para él, pues no lo miraba, limitándose a mostrarle solo la espalda. Al notar esto, Lessas tomó su ropa apresuradamente y se disculpó.
{ ─ Ah, lo olvidé. Fue desagradable de ver, ¿verdad? Lo siento. }
Recordó cómo, cuando era pequeño, Sayed solía bañarlo o acompañarlo en el río, aunque desde el año pasado ya no compartían esos momentos. Al tener el cuerpo cubierto de cicatrices, entendía que no fuera una visión agradable, lo cual lo hacía sentirse apenado. Entonces, Sayed se dio vuelta abruptamente, con una ligera arruga en su entrecejo y sus cejas oscuras tensas en un gesto serio.
{ ─ No vuelvas a hablar de ti mismo de esa manera. Eres la persona más hermosa de todas; no tienes que rebajarte ni menospreciarte. }
Aunque las palabras parecían una reprimenda, en lugar de sentir sorpresa o temor, Lessas experimentó una extraña alegría. Su pecho se llenó de una sensación de cosquilleo, y un cálido rubor coloreó sus mejillas, haciendo que bajara la cabeza. Aún sujetando sus ropas ensangrentadas sin saber bien qué hacer con ellas, vio cómo Sayed, al notar la herida en su brazo, se acercaba con preocupación.
{ ─ ...Otra vez estás herido. }
Con delicadeza, Sayed tocó el brazo vendado de Lessas. La ternura de ese gesto, el cuidado con el que Sayed lo trataba, era tan conmovedora que los ojos de Lessas brillaron con un leve tinte rojizo. Aquella compasión hacia alguien tan insignificante como él despertaba en su corazón un sentimiento profundo y cercano a la tristeza.
{ ─ Por favor... aprende a valorarte. }
{ ─ No es una herida grave, no te preocupes. Pero... no pude salvar a los caballeros del Duque de Sildras. Lo siento... Sé que detestas ver morir personas. }
Al escuchar las palabras de Lessas, una tristeza gris se extendió por el rostro de Sayed. Sabía cuánto le afectaba la muerte de otros, cuánto lo angustiaba en silencio, y en ese momento, Lessas deseó poder borrarse por ser el portador de aquellas malas noticias. Sentía un deseo ardiente de hacer cualquier cosa para proteger a Sayed y poner fin a esta guerra, para que él pudiera vivir en un mundo en paz y felicidad.
«Tengo que hacer algo... cualquier cosa que sea necesaria.»
{ ─ Luchar por sobrevivir es un instinto de vida, y a veces hay muertes inevitables. Pero lo que realmente me entristece... es acostumbrarme a la muerte. Temo que la gente olvide que todas las vidas, sin importar su origen, tienen el mismo valor. }
Sayed, intentando contener sus emociones, miró a Lessas con sus serenos ojos grises que parecían penetrar hasta el alma.
{ ─ Así que, Lessas, debes cuidar siempre de que tu corazón bondadoso no caiga en las manos del mal. Nunca cruces esa línea. }
Lessas lo escuchó en silencio. Aunque no se consideraba una persona bondadosa y, a diferencia de Sayed, creía que las vidas podían tener jerarquías, asintió sin dudar. Porque Sayed era su mundo, su ley, y, aunque le pidiera que enfrentara la muerte, lo haría con alegría. Si su luna se lo pedía, Lessas estaba dispuesto a caer en el mismísimo infierno.
{ ─ Sí, lo haré, como tú deseas. }
«Por ti, mi amado, haré cualquier cosa»
Habían logrado repeler a las hordas de Nieras que invadían la capital, pero llevaban diez días enfrentados a la gran serpiente que rodeaba el castillo. Una lucha que parecía tener fin, de repente, había vuelto a estancarse.
Una vez, gracias al gran interés que el Duque de Sildras y el Duque de Bredhite mostraron en la historia de los Titer, lograron descubrir la existencia del demonio. Además, gracias a un erudito llamado Acela, traído por el Guía del Duque de Bredhite, supieron cómo matarlo. Todos se alegraron al saber que solo necesitaban recibir el sagrado artefacto, pero el demonio estaba haciendo todo lo posible para impedirlo.
La barrera de poder de Rhaman Solias, que rodeaba la fortaleza, detenía al demonio ante los muros exteriores, pero el demonio comenzaba a manipular las mentes de quienes habitaban dentro. Los caballeros que intentaron repetidamente llevar la espada fueron manipulados y se mataron entre ellos. Incluso cuando los Titer intentaron intervenir, el resultado fue similar; en cuanto uno desaparecía, el demonio atacaba sin demora. Nadie podía abandonar su puesto fácilmente, ya que detrás de la última línea de defensa protegida por los Titer, residían numerosos ciudadanos. Si esa línea se rompía, las consecuencias serían desastrosas.
Se decidió enviar Guías, inmunes a la influencia del demonio, pero el resultado fue desolador. Los Guías de los Duques de Bredhite y de Vetria, Yusef y Parma, fueron asesinados por un sirviente bajo control demoníaco, y en un abrir y cerrar de ojos perdieron una parte vital de su fuerza.
{ ─ Creo que lo mejor será que yo entre directamente. }
Sayed dijo en cuanto comenzó la reunión. Los agotados duques, cuyos rostros mostraban las huellas de la batalla, dirigieron su atención hacia él. Serena, pálida y debilitada, fue la primera en intervenir, intentando detener la idea de su hijo.
{ ─ Tú y yo debemos quedarnos aquí para el momento en que uno de los dos caiga. Acela dejó claro que solo un Prosius puede matar al demonio, ¿no lo recuerdas? }
La voz de la Duquesa de Axid, normalmente severa, se oía debilitada. Llevaba un mes luchando sin su Guía y ahora empleaba toda su fuerza para contener su propio poder.
{ ─ Pero soy el único que podría moverme sin que el demonio lo note fácilmente. Todas las vías para recibir la espada están bloqueadas, así que no hay otra opción más que ir yo mismo. }
Sayed, con una serenidad casi inquietante, dejó clara su resolución, como si ya hubiera asumido la posibilidad de morir. Al escuchar el tono determinado de su voz, Lessas sintió un súbito temor y, por primera vez, alzó la voz para oponerse firmemente, mostrando una presencia que rara vez hacía evidente.
{ ─ No, no puede ser. La Duquesa de Axid tiene razón. Actualmente, ella está agotada, y Sayed es quien tiene más probabilidades de acabar con el demonio. Envía a alguien más del castillo. }
La Duquesa de Vetria, con una expresión sombría, lo miró y le preguntó.
{ ─ ¿A quién propones que enviemos, Su Alteza Lessas? }
Aunque le otorgaba el trato formal, en su voz había un tono de reproche, como si cuestionara la sensatez de sus palabras. Todas las miradas se volvieron hacia Lessas, miradas llenas de frialdad, sin ninguna esperanza. Lo observaban como a un príncipe sin utilidad, incapaz incluso de realizar la purificación. En aquellos ojos desprovistos de emoción, se cruzó la vista cansada de su hermano, Aster. Los ojos azules de su hermano, que alguna vez rebosaban orgullo, ahora parecían vacíos de vida, agotados por el uso constante de sus poderes. Ver incluso a Aster mostrar signos de desesperanza hizo que Lessas tragara en seco antes de pronunciar las palabras que había estado meditando desde la mañana.
{ ─ Iré yo. }
Un silencio profundo llenó el pabellón. La Duquesa de Vetria, con una expresión de sorpresa, alzó las cejas, mientras Sayed fruncía el ceño y se levantaba de inmediato. Antes de que pudiera hablar, la Duquesa de Axid rechazó la propuesta de Lessas con frialdad.
{ ─ Lamento informarle, Su Alteza, pero los caballeros que enviamos antes todos cedieron sus mentes al demonio. No sería diferente si usted fuera. }
Lessas sintió un leve estremecimiento ante el trato que recibía, como si fuera considerado igual a un caballero común. Sin embargo, en su interior había algo en lo que confiaba.
{ ─ Es cierto que no tengo grandes poderes, pero, aun así, llevo la sangre de Solias. A pesar de que muchos han perdido su voluntad, yo todavía estoy aquí, resistiendo. Debe haber algún grado de inmunidad en mí. Puede que no pueda realizar purificaciones, pero sé cómo empuñar una espada. Puedo controlar a los caballeros y regresar. }
Las palabras de Lessas, cargadas de una lógica razonable, sumieron a todos en una reflexión profunda. Incluso la Duquesa de Axid guardó silencio, ponderando la propuesta, hasta que Sayed se opuso con firmeza:
{ ─ No es posible. Es demasiado arriesgado que Su Alteza vaya solo. No podrá enfrentar a tantos caballeros él solo. }
{ ─ ¡Entonces yo iré con él! }
Zion exclamó, alzando la mano con determinación. Mostrando una sonrisa vivaz, aunque su rostro delataba el cansancio de combatir sin Guía, prosiguió con entusiasmo.
{ ─ Puedo ocultarme como mi hermano, así que será fácil infiltrarnos. Además, sin un Guía, mi capacidad de lucha no es plena, y es mejor que Sayed no se arriesgue. ¿Qué les parece? }
Sus palabras tenían sentido. Zion, que había heredado el dominio de la luz de los Sildras, podía camuflarse en ella, lo cual ya había sido de gran utilidad durante sus patrullas por el bosque. Nadie en la sala podía refutar su propuesta. Sin embargo, la idea de enviar a dos jóvenes que apenas habían alcanzado la mayoría de edad este año hizo que los presentes vacilaran. Fue entonces cuando el Duque de Sildras intervino.
{ ─ Ve, Zion. Para esto estamos aquí. }
{ ─ Sí, padre. }
Zion respondió con los ojos brillantes, ansioso por recibir la aprobación de su severo progenitor. A pesar de la visible inquietud de Sayed, que parecía querer refutar la decisión, las miradas desaprobatorias de la Duquesa de Axid lo silenciaron. Así, los infiltrados en el castillo quedaron designados.
Mucho después, Lessas se arrepentiría profundamente de esta decisión. Si hubiera sido él quien entrara solo al castillo y Zion se hubiera quedado fuera, tal vez todos los Titer habrían sobrevivido y el demonio habría sido derrotado sin pérdidas tan terribles. Quizás entonces el Duque de Sildras no habría sido consumido de aquella manera que Lessas ni siquiera podía imaginar. Y tal vez entonces, Ed habría tenido una vida colmada de amor y respeto como antes…
No.
Solo…
«Ojalá yo hubiera muerto y todos hubieran sobrevivido.»
〘 ─── ◦ 🌑 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Era un día blanco. Entre las cenizas humeantes de los cuerpos cremados, el sonido de los lamentos y el silencio empapado de tristeza, Lessas caminaba sobre montones de nieve manchada de sangre, dirigiéndose al lugar más recóndito de la muralla del castillo. El enorme cuerpo de la serpiente enroscada rodeaba toda la muralla, de modo que, a dondequiera que mirara, podía ver parte de su gigantesco cuerpo.
Acela había llamado a esa criatura «Nox», pues suponía que era el vestigio de aquello que dominaba el vasto cielo antes de que surgiera el día y se elevara el sol en el mundo. Sin embargo, Lessas no deseaba darle siquiera un nombre; sabía que, al nombrarlo, el ser adquiriría un significado.
El cuerpo de la serpiente parecía una porción del mismo cielo nocturno. Una oscuridad translúcida en la que ni siquiera la luz se quedaba atrapada, que se volvía cada vez más negra y profunda conforme uno la observaba, haciendo imposible calcular la extensión de su profundidad. Aquella masa oscura era aterradora, y Zion, que lo acompañaba en silencio, murmuró con voz temblorosa.
{ ─ ¿Crees que podamos matar a algo tan aterrador? }
{ ─ Sí. Ustedes ya han luchado contra cosas extraordinarias. Podrán acabar con esto también. }
{ ─ Su Alteza es tan valiente como mi hermano. Yo también quisiera ser así. }
{ ─ No soy alguien tan extraordinario como Ed. }
{ ─ Haber venido aquí por voluntad propia ya lo hace extraordinario. ¡Ahora entiendo por qué mi hermano le tiene tanto aprecio! }
Tal como Sayed había mencionado, Zion, aunque de la misma edad que él, conservaba una faceta infantil. El joven, amable y justo, irradiaba una energía que contagiaba a quienes lo rodeaban. Lessas comprendía ahora por qué Sayed lo quería tanto.
Ambos encontraron el agujero en el muro que los caballeros habían abierto anteriormente y se adentraron en el castillo. Sin embargo, al llegar allí, ya había un grupo de caballeros bajo el control del demonio, bloqueando el paso. Con más de treinta oponentes frente a él, Lessas contuvo su tensión y aferró la empuñadura de su espada. Los ojos ennegrecidos de los caballeros se volvieron hacia él, y el sonido de sus espadas desenvainándose rasgó el aire como un susurro amenazante.
«Menos mal que fui yo quien vino aquí.»
Mientras Lessas abatía uno a uno a los caballeros que intentaban matarlo, sus pensamientos se sumergían en una certeza: si en su lugar hubiera venido Sayed, habría sufrido terriblemente al tener que quitar vidas inocentes. Afortunadamente, Lessas no sentía remordimientos al matar. Simplemente, había nacido así. No sentía apego a su propia vida, y tal vez por eso actuaba de esa manera. Su existencia tenía un propósito claro, y él estaba dispuesto a cumplirlo.
Con la ayuda de Zion, lograron eliminar a los caballeros que se lanzaban contra ellos y finalmente lograron entrar al castillo. Sabía que debían encontrar la espada antes de agotar sus fuerzas, así que siguió avanzando sin detenerse. Sin embargo, el camino era un infierno. Los sirvientes, que hasta ese momento realizaban sus tareas con miedo, perdían la razón al verlos, y cualquier persona que encontraran en su camino se convertía en un objetivo que debía ser eliminado.
Como Lessas no había crecido en el castillo, tuvo que buscar él mismo el lugar donde se encontraba el rey. Aunque era de sangre real, desconocía los aposentos de sus propios padres, lo cual le hizo perder algo de tiempo. Mientras tanto, Zion comenzaba a mostrar signos de agotamiento. Sabía que usar su poder en tales condiciones traía un inmenso dolor, pero más que el sufrimiento físico, lo abrumaba el acto de quitar vidas. Cada vez que Lessas echaba un vistazo al joven, veía tristeza y terror en su rostro juvenil; sus ojos castaños, humedecidos por las lágrimas, le generaban un profundo sentimiento de culpa. No quería ver sufrir a alguien tan querido por Sayed.
Finalmente, llegaron al gran salón central, donde el rey custodiaba la espada. En la cima de la fortaleza, el salón estaba protegido por los mejores caballeros de la guardia real. O, mejor dicho, estaban prácticamente prisioneros allí. Los leales caballeros del rey, con sus ojos teñidos de negro, bloqueaban cualquier salida para impedir que el monarca escapara. Tan pronto como vieron a Lessas, su mirada se clavó en él, alertas ante su presencia ensangrentada.
{ ─ Yo me encargaré de esto, Zion. Ve adentro y toma la espada para salir con ella. }
Lessas, sintiendo que su misión culminaba en ese punto. Cada caballero de la guardia real era formidable, y aunque podía vencer a cada uno de ellos por separado, juntos no tendría oportunidad. Zion, con el rostro pálido, le devolvió una mirada llena de dudas y exclamó con voz temblorosa.
{ ─ ¡No puede enfrentarse a todos ellos solo, Su Alteza! }
{ ─ Ambos estamos agotados. Si queremos recuperar la espada, necesitaremos tu habilidad. No te preocupes por mí; estaré bien. }
{ ─ Pero…! }
{ ─ Vete, ahora mismo. Si no lo haces, Ed y las personas que amas estarán en peligro. Hay que acabar con el demonio de afuera. }
Zion, conteniendo una expresión ahogada por la culpa, sostuvo la mirada de Lessas por un instante. Finalmente, con los labios temblorosos, se disculpó y desapareció.
{ ─ Lo siento. }
Fiel a su naturaleza como Titer, Zion no dudó ni perdió tiempo, tal como Lessas esperaba. En cuanto Zion se desvaneció entre destellos de luz, los caballeros se lanzaron hacia Lessas. Sin vacilación alguna, apuntaron únicamente a sus puntos vitales. Con espadas lloviendo desde todas direcciones, era imposible para un humano esquivar cada golpe, y Lessas, ni era Titer ni tenía un Guía. Pronto, su cuerpo empezó a acumular heridas.
Su espalda, sus hombros, sus brazos y muslos se abrieron uno a uno, revelando la carne viva bajo la piel. Lessas esquivaba apenas lo suficiente para evitar un golpe letal y seguía matando caballeros con todas sus fuerzas. La sangre y el sudor que le cubrían comenzaron a enturbiarle la vista, pero forzaba sus ojos a mantenerse abiertos, mientras sus exhalaciones pesadas y cargadas de amargura se mezclaban con sangre.
«Puedo hacerlo. Debo seguir vivo hasta que Zion logre salir con la espada. Sólo así Ed vivirá.»
En cierto punto, ya no escuchaba nada. No sabía si sus oídos estaban rotos o si sólo quedaba el zumbido ensordecedor que retumbaba en su mente. Movía su espada por puro instinto, cortando, apuñalando y aumentando el número de cadáveres a su alrededor.
Pero aquello parecía no tener fin. Los ataques, implacables y feroces, parecían destinados a eliminar a cualquier ser vivo en el castillo con tal de detenerlo. Por primera vez, un miedo lo invadió.
El miedo a fracasar y decepcionar a Ed.
Fue en ese momento.
Un estruendo estremeció el cielo y la tierra, como si ambos se derrumbaran de golpe. Un retumbar ensordecedor y el sonido de estructuras desplomándose sacudieron los pasillos, haciendo que Lessas y los caballeros perdieran el equilibrio. A su izquierda, la pared del corredor se desplomó, revelando el exterior del castillo mientras cascotes de piedra blanca se desplomaban y aplastaban a los caballeros que intentaban atacar a Lessas. Aturdido, apenas entendía la magnitud de lo que estaba ocurriendo, pero el repentino pavor lo despejó de golpe.
{ ─ ¡Aaahhh! }
{ ─ ¡Demonio! }
{ ─ ¡Corran! ¡Las murallas del castillo se están derrumbando! }
Se escuchaban gritos de pánico desde abajo, más allá del pasillo abierto.
Creyó escuchar la voz de Sayed en medio del caos. Quiso asomarse al exterior, como si un llamado lo atrajera hacia la presencia de Sayed, pero en ese instante, algo captó su atención: una gigantesca serpiente negra, cuyas dimensiones bastaban para devorar a decenas a la vez, trepaba la muralla colapsada, cubriendo de oscuridad todo lo que tocaba. La serpiente estaba avanzando, moviéndose con una ferocidad que hasta entonces no había mostrado.
Hasta ese momento sólo había rodeado el castillo; nunca antes había atacado directamente... ¿Qué había cambiado?
La inquietud lo invadió mientras, de repente, se abría la puerta de la sala del trono. Un cuerpo fue arrojado violentamente, rompiendo la puerta, y por la abertura emergió el rey, tirando de la reina para que huyera.
{ ─ ¡Leana, corre! }
Una mujer salió corriendo mientras cargaba en sus brazos a un niño que apenas aparentaba cuatro años.
Al ver a la mujer, cuyo cabello oscuro y ojos violetas eran idénticos a los suyos, Lessas supo inmediatamente que ella era su madre. Aquella madre que jamás había visto desde el día en que lo abandonó, y que ahora aparecía con el vestido verde manchado de sangre, descompuesta por el terror.
No había rastro de caballeros tras ellos, como si Zion los hubiera eliminado a todos. A través de la puerta abierta, Lessas alcanzó a ver la figura de Zion enfrentándose solo a la serpiente, la espada blanca en su espalda, listo para confrontar a aquella bestia.
La serpiente abrió sus fauces y se lanzó hacia el interior del salón, desatando una gigantesca ráfaga de luz. Un calor abrasador estalló y empujó a la pareja real hacia adelante, mientras intentaban huir. Sin embargo, los caballeros bajo control mental en el pasillo se lanzaron tras ellos, obligando a Lessas a forzar su agotado cuerpo para acercarse a sus padres. Su padre, a quien había visto ocasionalmente en el norte, lo reconoció de inmediato.
{ ─¡Lessas, protégenos! }
Ante el llamado, la reina se sobresaltó al verlo. Apenas reaccionando, Lessas se lanzó contra un caballero que intentaba atacar, permitiendo que la espada del enemigo lo alcanzara en el hombro, pero logrando degollarlo. A duras penas conseguía respirar, tragando bocanadas de aire mientras trataba de mantenerse en pie. Aunque parecía posible enfrentar a los caballeros, un grupo de demonios de Nirra también comenzó a trepar por la muralla destruida.
{ ─Váyanse. Yo los retendré aquí. }
{ ─ ¡Tienes que acompañarnos si quieres que sobrevivamos! }
La reina, aferrándose a él como si su vida dependiera de ello. Por segunda vez en su vida veía a su madre; era la primera vez que intercambiaban palabras. La miró parpadeando, desconcertado, mientras ella abrazaba con fuerza a su hermano menor, que temblaba en sus brazos, y lo jalaba desesperada.
{ ─ ¡Llévanos! ¡Debes salvar a tu hermano! Si un Guía sobrevive, el reino podrá preservar su linaje. }
En medio de esta breve confrontación, un estruendo resonó desde el interior. Un grito de dolor llenó el aire, y todos miraron hacia el interior. Allí, arrodillado y caído, estaba Zion, tosiendo y escupiendo sangre. Al ver a su compañero herido, Lessas corrió sin pensarlo, intentando llegar hasta él para ayudarlo, pero caballeros aparecieron de la nada, bloqueándole el paso.
Las escenas que siguieron se grabaron en la mente de Lessas con una claridad dolorosa. Vio a Zion, tosiendo sangre, sosteniendo la espada sagrada mientras varios caballeros se lanzaban contra él. Aunque veía venir a los atacantes, el cuerpo de Zion ya no podía responder. Con la muerte reflejada en su pálido rostro, sus ojos marrones se encontraron con los de Lessas, buscando ayuda desesperada en ese instante final. Finalmente, la muerte lo alcanzó.
Las espadas de los caballeros atravesaron el cuerpo de Zion. Con la reliquia sagrada aún apretada en sus brazos, él se encogió, haciendo todo lo posible por protegerla. Al ver aquella escena, Lessas sintió que gritaba algo, aunque su voz quedó ahogada por un grito aún más desgarrador detrás de él.
{ ─¡Zion, no―! }
La voz de Sirkan, el duque de Sildras, resonó con un lamento que estremeció el lugar, y un cegador estallido de luz se expandió por todas partes. Los caballeros que bloqueaban a Lessas cayeron al suelo, sus cabezas estallando en un caos de sangre. Lessas, cubierto de salpicaduras, apenas distinguió un pie junto a su cabeza mientras caía. Al parecer, el poder de Sirkan también lo había alcanzado.
{ ─¡No, mi hijo, mi niño…! ¡Por favor…! ¡Tu padre está aquí…! }
Más allá de su visión borrosa, pudo ver al duque Sildras llorando y suplicando mientras se arrodillaba junto al cuerpo inerte de Zion, consumido por el dolor.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El grito era tan desgarrador que parecía tatuarse en el alma de quienes lo escuchaban. Lessas, con la vista nublada, apenas distinguía los movimientos caóticos de la batalla que continuaba a su alrededor. El duque Sildras lloraba aferrándose al cuerpo sin vida de Zion, mientras la duquesa de Axid intentaba calmar su desesperación, aunque ella misma sollozaba de manera contenida.
En medio de la confusión, Lessas presenció cómo el duque Sildras protegía el cadáver de Zion y la reliquia sagrada con su vida. Mientras tanto, la duquesa de Axid y el duque Bredhite atacaban con ferocidad al colosal cuerpo del oscuro reptil, logrando acorralarlo momentáneamente. Justo cuando la situación parecía insostenible, Sayed apareció acompañado de Aster. Su llegada marcó un giro en el combate.
Sayed también estaba cubierto de sangre, evidentemente agotado tras largas horas de batalla. Al percatarse de Lessas, tendido en el suelo y apenas consciente, corrió hacia él sin dudarlo. Sus manos, aún temblorosas, se posaron sobre el cuerpo frío de Lessas, intentando transmitirle calor.
{ ─…Lessas, todo estará bien. Yo te protegeré, solo resiste un poco más, por favor. }
Lessas apenas podía distinguir el rostro de Sayed; su visión era borrosa, y el peso de sus párpados le impedía abrirlos completamente. Sin embargo, el temblor en la voz de Sayed, normalmente firme, le resultaba inconfundible. Su tono estaba quebrado por la angustia. Con cada palabra, intentaba detener la hemorragia de las heridas de Lessas, pero sus movimientos eran torpes debido al desespero. Fue entonces cuando Aster se acercó y lo jaló bruscamente.
{ ─ Primero hay que acabar con el demonio, Sayed. }
{ ─ Lo sé, pero por favor, ¡déjame detener al menos esta hemorragia…! }
Quería decirle que no se preocupara, que Aster tenía razón, que él debía concentrarse en lo importante: acabar con la amenaza. Lessas deseaba con todas sus fuerzas pedirle que se marchara, que se mantuviera a salvo, pero su boca no respondía. El cansancio y la debilidad lo arrastraban al abismo de la inconsciencia. Aunque anhelaba mirar el rostro de Sayed una última vez, su cuerpo no le obedecía.
Finalmente, sus ojos se cerraron.
{ ─ ¡Cuidado! ¡Por detrás, su alteza, debe moverse…! }
Justo cuando estaba perdiendo el conocimiento, oyó gritos desesperados que resonaban por todos lados. Antes de que sus ojos se cerraran completamente, le pareció ver la sombra gigantesca de la serpiente proyectándose sobre el lugar donde estaba. Más allá de su consciencia desvanecida, las voces de personas gritando alcanzaron sus oídos como ecos distantes.
{ ─ ¡Aster no! ¡Aster debe vivir! ¡Debemos detenerlo vivo, como sea! }
{ ─ ¡Serena, mata al príncipe heredero! Si no lo haces tú, lo haré yo. No desperdicies la oportunidad que mi hijo protegió con su vida obedeciendo esas órdenes absurdas. }
Las recriminaciones y los gritos llenaron el aire, golpeando el techo con fuerza antes de que un extraño silencio lo cubriera todo. La consciencia de Lessas, que había caído en un pozo oscuro, comenzó a despertar debido a una voz que resonaba dentro de su mente.
{ ─ Llegué tarde. He llegado demasiado tarde. }
Era un sonido extraño, sin una fuente clara, y le provocó un dolor punzante en la cabeza. Parpadeando con dificultad, Lessas abrió los ojos y, de inmediato, notó que todo a su alrededor estaba en un estado de inquietante calma. El salón, antes inundado de gritos y caos, ahora estaba completamente en silencio, un silencio tan abrumador que erizaba la piel.
Movió lentamente la cabeza, que reposaba sobre el suelo, y apoyó las manos contra las baldosas para incorporarse. Cuando sus palmas tocaron el suelo, notó algo húmedo y pegajoso: sangre seca, medio coagula, que se adhería a su piel.
{ ─ No pensé que los descendientes que heredaron mi fragmento fueran tan egoístas. Mi error fue pensar que entendía a los humanos. Poner en peligro a las estrellas solo para proteger una línea de sangre… qué gran equivocación la mía. }
La voz resonaba con amargura, teñida de un arrepentimiento profundo. Finalmente, Lessas logró erguirse un poco, y su mirada recorrió el espacio a su alrededor. Lo que vio le cortó la respiración.
Cuerpos inmóviles de los Titer se hallaban esparcidos por el lugar: Bredhite, Vetria, Nova, Stella, Cecilia… Las caras que tanto conocía estaban ahora sin vida, mezcladas con los cadáveres de los soldados. Su pecho se hundió, como si el suelo hubiera desaparecido bajo sus pies. Sus manos temblaron descontroladamente mientras un frío penetrante lo invadía.
Con el corazón encogido, Lessas se levantó de manera torpe, mirando frenéticamente a su alrededor. En el centro del desolado salón, donde el viento helado del invierno se colaba a través de los muros rotos, estaban los cuerpos inmóviles del duque Sildras y la duquesa Axid. Ambos se apuntaban mutuamente, como si hubieran muerto enfrentándose entre sí. Era una escena incomprensible, desgarradora.
Entonces, en medio de ese silencio aplastante, una voz suave lo llamó.
{ ─ Lessas. }
No muy lejos del cuerpo del duque, resonó aquella voz suave que llamó a Lessas. Desesperado, giró rápidamente su cuerpo y, como si estuviera perdiendo la razón, buscó frenéticamente en todas direcciones. Era apenas un murmullo, pero no podía confundir de quién provenía. En cuanto escuchó aquella voz tenue, parecida al crepitar de una llama apagándose, un terror helado recorrió su ser.
{ ─ ¿Ed? ¿Eres tú? ¡Dime que eres tú! ¿Dónde estás? }
Mientras su cuerpo temblaba descontroladamente, llamó a Sayed con un hilo de esperanza. Un pequeño sonido, casi como una risa débil, llegó a sus oídos, seguido por una tos violenta. Entonces lo vio. Sayed estaba cerca de un muro destruido, medio oculto entre los cuerpos caídos. Aunque casi no era visible entre los restos y las sombras, Lessas lo reconoció al instante.
Con las piernas tambaleantes, corrió hacia él tan rápido como su cuerpo lo permitió. Sayed estaba allí, sentado contra los escombros, con una pierna ligeramente doblada y una espada hundida en su abdomen.
El cabello gris plateado de Sayed se agitaba salvajemente con el viento helado, enredándose y aplanándose contra su cabeza. Su piel pálida había perdido todo rastro de vida; estaba agonizando.
El corazón de Lessas se estremeció y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Cayó de rodillas frente a Sayed, con sus manos temblorosas presionó su abdomen, intentando detener la hemorragia. El ritmo frenético de su corazón resonaba como un tambor en sus oídos, mientras su cuerpo parecía entumecido, como si lo hubieran sumergido en agua helada. Una lágrima escapó de sus ojos antes de que pudiera controlarla.
{ ─ ¿Dónde… dónde está mi hermano mayor? ¡Voy a buscarlo! Yo… yo lo traeré. Por favor, Ed, aguanta un poco más… solo un poco más. }
En su mente, trataba desesperadamente de convencerse. Si encontraba a Aster, si lograba llevarlo a Sayed, todo estaría bien. Con su Guía y poder de purificación, esta herida podría sanar. Podría salvarlo.
Sin embargo, cuando Lessas intentó levantarse, Sayed lo detuvo.
{ ─ El príncipe heredero… ha sido devorado por eso. }
La voz de Sayed era tan baja que incluso esforzándose por escuchar, apenas pudo captar las palabras. Murmuraba, sus palabras desmoronándose como cenizas al viento. Lessas, incapaz de entender completamente, miró a su alrededor como un loco, jadeando pesadamente. No había rastro de Aster en ninguna parte.
{ ─ Madre… cometió un error. Fue un error seguir la orden del rey. No debimos escucharla. Aster… debió haber muerto antes de que lo… devorara. Le fallé a Sildras. }
{ ─ ¡Ed! ¡Encontraré a mi hermano! ¡Iré por él y lo traeré! Solo espera, por favor… aguanta un poco más, ¿sí? }
Su voz temblaba, cargada de súplica y desesperación. Pero en lo profundo de su corazón, algo comenzaba a resquebrajarse.
Aunque pronunciaba aquellas palabras, Lessas no podía levantarse. Sentía que si se apartaba, aunque fuera por un instante, Sayed exhalaría su último aliento. La mano que Sayed tenía en su abdomen tembló ligeramente antes de moverse con esfuerzo hacia los dedos de Lessas. Con lo último de sus fuerzas, Sayed tocó la mano de Lessas y abrió los ojos con dificultad. Bajo aquellos párpados pesados, sus ojos grises se iluminaron con una débil sonrisa.
{ ─ Está bien. }
No estaba bien en absoluto, pero Sayed lo decía para consolarlo. Igual que la primera noche en que había calmado a Lessas, su rostro seguía siendo igual de bondadoso, incluso cuando su aliento menguaba. La calidez que se desvanecía de su tacto aún intentaba reconfortar a Lessas.
{ ─ Sobreviviste… eso es suficiente. }
La mano que lo acariciaba se detuvo. Los ojos grises que lo miraban comenzaron a perder vida, como si la luz en ellos se apagara poco a poco. Justo antes de que exhalara su último suspiro, Sayed murmuró con voz suave.
{ ─ No llores, Lessas. }
«Todo estará bien...»
Su voz, hermosa y ligera como cenizas esparciéndose al viento, desapareció en el aire. Sus largas pestañas temblaron un instante antes de quedarse inmóviles. Entonces, Sayed ya no se movió. Ya no dijo nada. Simplemente permaneció allí, con una expresión que parecía una sonrisa inconclusa en su rostro, y los ojos cerrados, inmerso en un sueño eterno. Su mano, fría como el hielo, seguía descansando sobre la de Lessas.
Lessas no podía siquiera parpadear. No podía moverse. Permaneció congelado, inmóvil, como un tonto, esperando alguna palabra más de Sayed. Como si, si permanecía en silencio el tiempo suficiente, Sayed fuera a abrir los ojos y volver a la vida. Su garganta estaba obstruida, como si se hubiera llenado de piedras, y contuvo la respiración durante largos momentos. Tenía miedo de que cualquier sonido rompiera ese instante eterno que compartía con él.
Esperó. Y esperó.
El viento comenzó a volverse más frío, tan helado que Lessas temió que Sayed sintiera frío. Con los labios temblorosos, finalmente rompió el silencio.
{ ─ Ed… hace mucho frío afuera. Vámonos adentro, ¿sí? Por favor… vamos a otro lugar. }
Con una voz apenas audible, Lessas susurró mientras tiraba suavemente del brazo de Sayed. Pero el cuerpo rígido de este no daba señales de moverse. La inquietud lo consumía.
«Si sigue aquí, se resfriará. Si no lo muevo, podría dolerle más.»
Finalmente, incapaz de soportar más la ansiedad, Lessas decidió abrazarlo.
{ ─ Lo siento, Ed. Aunque no te guste, tendrás que soportarlo un poco más. }
Susurrando para sí mismo, usó sus manos temblorosas para levantar el torso de Sayed. Pero al ver la espada aún enterrada en el abdomen, su determinación flaqueó y se detuvo en seco.
«Moverlo así podría empeorar su dolor.»
«Debo encontrar a Aster.»
«Debo… encontrarlo.»
Arrastrando con esfuerzo sus piernas que apenas respondían, Lessas comenzó a inspeccionar cada rincón. Caminó hacia el pasillo, revisando cuidadosamente entre los cadáveres. Fue entonces cuando encontró los cuerpos fríos de su madre y su hermano. La reina, aún en la muerte, tenía los brazos rígidos aferrados al niño, como si su último acto hubiera sido protegerlo. El pequeño, por otro lado, yacía con una expresión pacífica, como si estuviera dormido.
Lessas observó la escena con una expresión vacía antes de obligarse a seguir adelante, arrastrando su pierna herida.
«Aster debe estar aquí en alguna parte.»
El dolor lo devoraba; el sudor frío cubría su frente. Pero eso no importaba. No tenía tiempo para preocuparse por su propio cuerpo.
Fue entonces cuando aquella voz resonó nuevamente en su mente.
'Ya es demasiado tarde. Tu luna ha muerto.'
Lessas alzó la cabeza, mirando al vacío. Se preguntó si estaba volviéndose loco al escuchar semejantes palabras, pero ignoró la voz y continuó.
'Hay una forma de salvarlo. Existe un camino para deshacer lo que tu padre arruinó. Vuelve con él.'
La voz, ahora insistente, hizo que Lessas se detuviera. Era como si la certeza en las palabras fuera imposible de ignorar.
'Eres el recipiente de mi voluntad. Puedes hacer lo que nadie más puede. Pero no hay tiempo. Eso… esa cosa ya siente mi presencia y está regresando. ¡Apresúrate!'
Un grito ahogado y tembloroso escapó de Lessas mientras su mente se desmoronaba bajo el peso de la realidad. Su cuerpo, tambaleándose como si fuera a derrumbarse, regresó al lugar donde Sayed yacía inmóvil. Aunque no podía comprender del todo qué era aquello que se había apoderado de su mente, las palabras de que existía un camino para salvarlo lo habían impulsado a actuar.
Allí estaba, Sayed, acostado con una calma tan irreal que casi parecía estar dormido. Por un momento, Lessas recordó aquellas noches en las que, movido por la nostalgia, trepaba en secreto los árboles para observarlo desde lejos. Sayed, siempre tranquilo y apacible, dormía profundamente, y su rostro era tan sereno que Lessas podía pasar horas contemplándolo. Ahora, frente a él, Sayed parecía estar durmiendo de nuevo, pero esta vez, algo estaba irremediablemente mal.
De pie frente a su cuerpo, Lessas bajó la cabeza. Su pecho inmóvil, su rostro pálido y sin vida… todo indicaba una verdad que no quería aceptar.
«Está muerto. De verdad ha muerto.»
Confrontando una realidad que no quería aceptar ni aunque se suicidara miles de veces, Lessas sintió que su mente se quebraba. Un temblor incontrolable lo sacudió mientras llevaba una mano temblorosa a su boca, intentando sofocar el gemido desgarrador que amenazaba con escapar. Su cuerpo se inclinó hacia adelante, doblándose como si fuera a desplomarse por completo. La sensación de ser arrastrado hacia un abismo infinito de desesperación lo envolvió, hundiéndolo en la oscuridad.
«Nunca más. Nunca más. Nunca más. Nunca más. Nunca más podré verte sonreír. Ni el toque de tus manos que me acarician, ni la dulce voz que me susurra, ni tus bonitos ojos, ni tu cálido calor corporal, nada de eso existe ya. Esa risa adorable que me regalas cuando digo algo sin sentido, el nombre que solo tú pronuncias, ya no puedo escuchar nada de esto…»
Mientras lo asimilaba, su pecho se comprimió dolorosamente, como si estuviera a punto de explotar. No podía soportar la idea de no volver a sentir el aroma suave y fresco que tanto lo reconfortaba. No podía aceptar que esos brazos firmes, que lo habían sostenido con tanta fuerza, ya no estuvieran para abrazarlo, en este mundo, era como si ese hombre llamado Sayed, no existiera más.
«Te extraño tanto que aunque corra no hay forma de encontrarte. Ahora mismo siento que voy a morir de ganas de verte, pero no despiertas, no reaccionas, no te levantaas...!»
Ah…
¡Ah!
¡AAHH!
Gritando, apenas logró reprimir el impulso de herirse a sí mismo. Apretó los dientes con fuerza para contener las lágrimas que amenazaban con salir. Los sonidos ahogados de su llanto reprimido resonaban en su garganta.
«Porque Sayed me dijo que no llorara… porque me pidió que no llorara, pase lo que pase, no debo hacerlo.»
El dolor, capaz de hacerle perder el conocimiento cientos de veces, se agolpaba en su interior. Sentía la sangre subir por su garganta como si quisiera brotar. Sus labios, mordidos hasta sangrar, se habían roto en múltiples partes, dejando fluir la sangre entre las grietas. Incluso sus puños cerrados, apretados con tal fuerza para contener las lágrimas, dejaban escapar hilos rojos de su interior.
El tormento era tan insoportable que casi deseó lanzarse fuera de los muros del castillo. Sin embargo, fue la voz lo que le detuvo.
'Toma la espada. Te otorgaré mi poder. Pase lo que pase, protege a tu luna.'
Lessas, temblando por completo, respondió mentalmente, temeroso de abrir la boca y desatar un grito.
«No tengo ningún poder.»
'Sí lo tienes. Tienes el poder para revertir todo. Eres capaz de restaurar lo que ha sido destruido.'
«Estupideces.»
Lessas fijó sus ojos sin foco en el vacío. Más allá de las ruinas, el cuerpo serpenteante de la criatura que rodeaba el castillo giraba de nuevo hacia él.
«¿Por qué apareces ahora? Si hubieras hecho algo antes, si me hubieras hecho útil más rápido, todos estarían vivos.»
'El cuerpo humano es débil. No puede soportar mi esencia antes de alcanzar la madurez. Si te hubiera usado antes, ya habrías desaparecido, disuelto en nada.'
«No me importa. Si eso hubiera servido para matarlo, debería haberlo hecho.»
'No entiendes nada sobre mi poder.'
«No, no lo sé.»
Lessas, con los ojos inyectados en sangre, fijó su mirada en Sayed mientras apretaba los dientes y sujetaba la espada que estaba clavada en el abdomen de él. El arma que todos habían protegido con sus vidas era sorprendentemente ligera. Mientras sacaba la espada, vio cómo la serpiente, al percatarse de sus movimientos, inflaba su cuerpo y se lanzaba hacia él. A través de la oscuridad, solo podía ver la negrura absoluta de su garganta abierta.
«No lo sé, excepto que llegas terriblemente tarde.»
A través de su mano, el poder comenzó a fluir. Una ardiente energía, como si estuviera derritiéndolo desde sus entrañas, se extendió por su cuerpo. En ese instante, Lessas comprendió que la voz que le había hablado no estaba mintiendo. La fuerza que lo invadía era tan intensa que parecía capaz de derretir incluso su alma, un dolor tan insoportable que mantenerlo dentro era una agonía mortal.
'Tu poder es «Restauración». Sin embargo, tu fuerza solo puede usarse sobre ti mismo. Para ello, deberás matarte a ti mismo y unir las heridas del tiempo dañado.'
Lessas soltó una amarga carcajada al escuchar aquellas palabras. La voz, que se atrevía a llegar tan tarde y ahora le exigía su muerte, le resultaba irónica. Con las cejas fruncidas por el pesar, incapaz de llorar, se echó a reír con locura mientras sujetaba firmemente la espada. Su risa histérica, mezclada con sangre, resonó en el vacío.
«Era justo lo que deseaba.»
Aquel a quien le había entregado su corazón ya no estaba, y él tampoco tenía deseos de seguir viviendo. Todo en su existencia lo había conducido a este momento, a conservar su vida hasta ahora. Si su miserable aliento podía ser la clave para devolverle la vida a Sayed, Lessas estaba dispuesto a morir mil y un veces.
No titubeó al tomar la decisión. Como si hubiera esperado este instante toda su vida, Lessas clavó la espada en su propio corazón. Un dolor punzante atravesó sus huesos, justo cuando la serpiente lo devoró, sumiéndolo en una oscuridad total. Todas sus sensaciones desaparecieron, y antes de perder por completo la consciencia, la voz volvió a hablarle.
'Cambiaré un poco la situación a tu alrededor. Mi intervención alterará las percepciones, pero aquello también despertará a las almas sumidas en la desesperación…'
En un vacío perfecto, sin sonido ni luz, Lessas sintió que su alma se agitaba. En un instante, abrió los ojos.
Y al hacerlo, todo era diferente a lo que recordaba.
〘 ─── ◦ 🌑 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Estalló una ventisca. El aire áspero mezclado con cristales blancos agitó el bosque bruscamente, mientras Lessas inclinaba lentamente la cabeza. Al final de su mirada yacía un hombre sin vida. Su rostro, pálido y blanco, carecía de todo rastro de color, y sus ojos grises, entreabiertos, habían perdido toda vida, reflejando un brillo opaco. La sangre que fluía de su pecho, atravesado por una espada, teñía de rojo la nieve bajo él.
Lessas observaba cómo la nieve se manchaba de rojo, su rostro permanecía inexpresivo. Su semblante, tan seco y carente de emoción, no dejaba entrever el furor contenido que marcaba las venas azules en el dorso de sus manos, a punto de estallar. Nadie, salvo él mismo, podría notar cómo la presión ejercida en la empuñadura de la espada había desgarrado la piel de sus palmas, dejando escapar sangre. Sus dedos, rígidos en torno al arma, habían perdido todo color.
{ ─ …Su Alteza, regresemos. Si el príncipe heredero descubre que hemos sustraído la espada, estaremos en problemas. }
Cuando Zion colocó una mano sobre su hombro y habló, una lágrima que había permanecido silenciosa rodó por su mejilla, cayendo sin sonido al suelo. Esa lágrima, que ni siquiera el hombre moribundo había alcanzado a ver, desapareció como si nunca hubiera existido. Siguiendo la fuerza de Zion, que lo sujetaba, Lessas giró lentamente su cuerpo y miró al joven. Ni siquiera parpadeó.
Zion parecía afligido por la muerte de su hermano, pero no mostraba señales de lamentar la del Archiduque. Nova y Stella tampoco lo hacían. Aunque sus expresiones reflejaban amargura y desazón, no parecían comprender a quién habían perdido.
Habían olvidado completamente que era el hombre al que habían seguido y amado como un compañero.
El joven, que al igual que Lessas había admirado y entregado su lealtad a Sayed, solo mostraba una expresión que denotaba satisfacción por haber matado a un enemigo. La imagen de aquel joven persiguiendo a Sayed mientras lo llamaba “hermano” se sobrepuso en la mente de Lessas, provocándole un dolor desgarrador. Desde el instante en que la espada atravesó a Sayed, su alma destrozada no había cesado de retorcerse en agonía.
{ ─ …Los alcanzaré pronto. Vayan primero. Zion, devuelve la espada antes de que el príncipe la reclame. Nova y Stella, encárguense de reunir los cuerpos junto con los otros caballeros y asegúrense de que todos sean incinerados. Ha sido una batalla dolorosa; tras esto, descansemos hoy. No se preocupen por mí. }
Lessas murmuró con calma, consciente de que cualquier grieta en su expresión sería suficiente para que todo se desmoronara. Al escuchar su orden, los demás asintieron antes de echar una última mirada al cadáver del Archiduque de Axid y retirarse. Zion tomó la espada, y una vez que todos se dispersaron junto con los caballeros, Lessas se inclinó lentamente. Sin emitir un sonido, su cuerpo se encorvó mientras un torrente de sangre brotaba de su boca.
La sangre escarlata se esparció sobre la nieve, creando un contraste impactante. Desde el momento en que atravesó a Sayed, había contenido el impulso de toser esa sangre que ahora brotaba en un espasmo profundo y desgarrador. Con manos temblorosas, limpió los bordes de su boca, tratando de recuperar la compostura mientras su pecho subía y bajaba con violencia en cada jadeo.
Su cuerpo ardía en fiebre. Su cabeza se sentía como si hubiera sido golpeada cientos de veces, sus entrañas parecían desgarradas, y sus ojos estaban a punto de estallar por el calor. Mientras soportaba ese dolor intolerable, giró lentamente y su mirada se encontró nuevamente con el cuerpo inmóvil de Sayed. En ese instante, como si emitiera un grito silencioso, Lessas se derrumbó.
Se arrodilló sobre la nieve empapada de sangre, inclinándose sobre el cuerpo de Sayed. Incapaz de pronunciar palabra alguna, su respiración quebrada y sollozante resonaba como el gemido de una bestia herida. Con movimientos temblorosos, extendió su mano y presionó con fuerza el pecho frío de Sayed. Era un gesto desesperado, como si aún creyera que podía devolverle la vida.
{ ─ Sayed, esto es mentira… }
Sus palabras, rotas y apenas audibles, flotaron en el aire. Ni siquiera podía pronunciar correctamente. Su voz, destruida, resonó débilmente.
{ ─ No fueron para ti… esas palabras no eran para ti… no puede ser… Tú, que eres tan… tan bondadoso. }
El recuerdo de los ojos grises de Sayed, que habían vacilado con dolor por sus palabras crueles, se le clavó como una daga. Si el peso del arrepentimiento y el dolor pudieran matar, Lessas habría muerto en el instante en que atravesó el pecho de Sayed. Saber que él, de entre todas las personas, había causado daño a alguien tan bondadoso y hermoso lo hacía sentir como si estuviera perdiendo la cordura.
Sin embargo, era algo que debía hacer. Sabía que las palabras dirigidas a Sayed no eran solo para él, sino también para la entidad que los acechaba a ambos a través del alma de Sayed. En el momento en que esa cosa percibiera que Lessas tenía la intención de salvarlo, cualquier oportunidad de cambiar la situación desaparecería. Ya sospechaba de la interferencia del Sol tras el despertar de Lessas. Si daba un paso en falso, el alma de Sayed y esa entidad cruzarían juntos un río del que no habría regreso.
Como la existencia codiciosa que era, su avaricia le había dado a Lessas una última oportunidad. Esa cosa, en su deseo de hundir a Sayed en la oscuridad más profunda y sombría, había prolongado su ambición hasta ese momento. Por ello, lo que había hecho era necesario. Para destruir la semilla plantada en el alma de Sayed y liberarlo de su yugo, no había otra manera.
Lo sabía. Lo comprendía. Pero eso no hacía desaparecer lo que había hecho.
Temiendo que la nieve cubriera el cuerpo de Sayed, Lessas lo envolvió con el suyo. Sus ropas blancas, empapadas de sangre y nieve, se volvieron pesadas. Mientras sostenía el cuerpo sin calor de Sayed, con manos temblorosas y deshechas, continuó presionando su pecho. Con sus ojos nublados y opacos, miró el rostro de Sayed.
Era igual que entonces. El cabello gris mecido por el viento, la piel pálida, los ojos cerrados con serenidad, y los labios sin color. Mientras lo miraba, parecía como si estuviera dormido, tranquilo. Pero por más que esperara, Sayed no despertaba. No abrió los ojos para mirar con dureza a Lessas ni volvió a respirar.
Quería verlo vivo, incluso si era para que lo odiara o lo golpeara hasta la muerte. Desde el momento en que recuperó sus recuerdos, esto era lo único que había deseado. Aunque cada instante que compartieron después lo destrozaba por dentro, prefería el dolor de esa tortura. Sabía lo valioso que era incluso el desprecio y el odio que Sayed le mostraba.
{ ─ Lo siento… }
Lessas finalmente dejó salir la disculpa que había reprimido. Su voz era baja, temblorosa, y sus palabras estaban llenas de remordimiento.
{ ─ Te dolió, ¿verdad? Debió doler mucho. Terriblemente… tanto que es imposible describirlo. }
Quería cortarse la muñeca que lo había apuñalado, arrancarse la lengua que había pronunciado palabras crueles, y, si eso no bastaba, despedazar su propio cuerpo en mil pedazos. Si eso pudiera absolverlo, lo haría sin dudar. Pero ahora no era el momento. Todavía quedaba algo por hacer.
{ ─ Lo siento. Lo siento... Lo siento. Lo siento tanto, cometí un error terrible… }
Aún sabiendo que los muertos no podían escuchar, no podía detenerse. Lessas murmuró suplicante mientras frotaba su rostro contra el cuerpo inerte de Sayed. Parecía un loco perdido en su desesperación, hasta que escuchó un ruido a lo lejos. Su respiración se aceleró, y de inmediato se apartó.
Sabía que los ojos de "eso" podían estar observando en cualquier momento, en cualquier lugar. Lessas no podía permitirse mostrar tristeza donde otros pudieran verlo. Nadie debía saber cuánto amaba a Ed.
Temblando, se puso de pie y lentamente empezó a borrar la tristeza de su rostro. Limpió la sangre de sus labios, arrancó el peso del dolor de su cuerpo y borró cualquier expresión de sus facciones, hasta que parecía una cáscara vacía, incapaz de sentir nada. Tragó la oleada de autodesprecio que amenazaba con desbordarse y comenzó a caminar, despacio, un paso tras otro. Pero no logró avanzar más de dos pasos antes de detenerse.
«No puedo. no puedo dejarlo aquí.»
Una tristeza abrumadora, como un abismo que se abría bajo sus pies, lo envolvió. La idea de dejar a Sayed en aquel lugar frío, aunque fuera por un momento, era insoportable. Saber que su hermosa presencia se quedaría allí, sola, lo volvía loco. La desesperación lo detuvo en seco, y no pudo evitar girarse para mirarlo una última vez. Allí estaba Sayed, inmóvil, permaneciendo donde lo había dejado.
«¿Qué voy a hacer?»
«¿Cómo puedo dejarte, yo, sabiendo que estarás solo en este lugar helado? Sé, mejor que nadie, cuánto anhelan esos ojos grises, tan vacíos y llenos de melancolía, un poco de calidez. ¿Cómo puedo dejarte así...?»
Le faltaba el aire. Con el cuerpo al borde de colapsar, Lessas logró sostenerse como pudo. Reprimiendo un dolor que lo desgarraba por dentro reunió las fuerzas que le quedaban y comenzó a caminar hacia el castillo de Axid una vez más.
Así como las huellas que quedan en el camino tras el paso de alguien, las vidas vividas con intensidad dejan marcas imborrables en el alma. Retroceder en el tiempo no significa borrar lo ocurrido. Los eventos que una vez existieron ya habían dejado su marca en el tiempo, y los dioses, en su omnipotencia, sólo podía cubrirlas con una nueva capa de pintura.
Aunque la nieve que cubría las ruinas tras una larga noche lo hacía todo parecer inmaculado, la tragedia ocurrida en ese lugar permanecía indeleble. De la misma manera, las almas seguían los rastros de vidas olvidadas. A veces, una muerte deja cicatrices más profundas en quienes amaron al fallecido que en el propio difunto. La segunda vida que Lessas enfrentaba estaba torcida precisamente por esas cicatrices.
La oscuridad percibió que algo había cambiado en su mundo. Siguiendo su agudo instinto, intuyó que debía actuar de manera diferente a como lo había hecho antes. Desde tiempos inmemoriales, los demonios habían sido excepcionalmente hábiles para seducir almas heridas, y en esta vida decidió manipular a las personas para alcanzar sus objetivos.
Cuando llegó el momento de su despertar, acompañado por una fiebre abrasadora que parecía consumirlo desde dentro, el dios retiró la venda que había cegado los ojos de Lessas. Al mismo tiempo que su cuerpo se preparaba para recibir lo divino, las memorias de vidas pasadas regresaron a él. Con el dolor de unir existencias separadas en un solo hilo, despertó de su letargo y se enfrentó a una realidad que lo llenó de desesperación.
Contra sus deseos más profundos, descubrió que la tragedia más desgarradora había caído sobre la persona más bondadosa que había conocido. Sayed, quien había sido querido por todos por su gentileza, ahora era señalado y odiado como un demonio. Esa revelación lo llevó al borde de la locura.
Cuando Lessas intentó correr hacia Sayed, fue detenido por el dios. Este le explicó que el demonio, alguna vez un ser celestial, había percibido su intervención y comenzaba a actuar. Aunque había prometido que Sayed podía ser salvado, ahora le daba un veredicto sombrío:
«Ya es demasiado tarde. Aquello ha sembrado la desesperación en el corazón de la luna. Es una desesperación que solo la muerte puede purificar. Ahora debes centrarte en obtener la reliquia. No te acerques a la luna; si percibe mi poder en ti, lo arrebatará inmediatamente.»
Este ser supremo, a pesar de su grandeza, era desesperadamente impotente, siempre un paso detrás del demonio. Su poder, demasiado vasto para el mundo humano, requería un cuerpo mortal para manifestarse, y aun así, llegaba siempre tarde.
Y sin embargo, por mucho que Lessas despreciara esa ineficaz ayuda divina, no podía rechazarla. Porque, en el fondo, sabía que sin ella, no era más que un ser patético e incapaz.
A pesar de que cada instante de su vida era insoportable, Lessas seguía adelante. Aunque sentía cómo su corazón se desgarraba al ver a Sayed sin dedicarle una sola sonrisa, aunque sufría cada vez que Sayed lo ponía en peligro sin reparo, Lessas se aferraba a la esperanza de que algún día podría regalarle paz. Su existencia, después de todo, estaba destinada a un propósito, y el dolor que acompañara ese camino no tenía importancia.
Por eso creyó que estaría bien. Sabía que eventualmente este día llegaría; estaba harto del peso del remordimiento y el sufrimiento, y pensó que podría soportarlo de algún modo. Pero… ya no podía más.
Lessas permaneció frente a la tenue luz de una chimenea agonizante, mirando fijamente las llamas hasta que el sonido de una puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos. Giró su cuerpo hacia el ruido. Sus manos, destrozadas y temblorosas, sostenían un pequeño libro. "La historia de la pequeña estrella" estaba escrito en su portada, un libro tan desgastado que parecía haber sido leído incontables veces en un breve período.
{ ─…Me dijeron que me había llamado. }
Una mujer de cabello largo y plateado entró en la sala. Su voz, pequeña y carente de vida, estaba teñida de culpa.
{ ─Si me llamó para castigarme por ser de la sangre de un pecador, aceptaré gustosa el castigo. Después de todo, vengo de una familia donde mi madre y ahora también mi hermano mayor cometieron tales atrocidades. }
Lessas observó en silencio el rostro que tanto se asemejaba al de Sayed. Tras un prolongado momento, se puso de pie. Caminó lentamente hacia la entrada del estudio, y la mujer, identificada como Cecilia, palideció visiblemente y bajó la cabeza con un temblor.
{ ─Tengo algo que pedirte. }
{ ─…¿Qué podría yo, alguien sin valor ni habilidad, hacer por usted? }
{ ─No, tú no eres… }
Lessas abrió los labios, intentando explicarse, pero pronto se dio cuenta de que no había tiempo suficiente. El mundo estaba al borde del colapso. En lugar de extenderse en palabras, decidió compartir con Cecilia solo lo más importante.
{ ─ Su hermano mayor ha cumplido con su deber. Fue fiel a su responsabilidad y no abandonó su obligación. Incluso mientras usted estaba lejos de este lugar, él protegió este castillo y defendió el norte. }
{ ─ ¿Por qué dice eso de repente? Su Majestad también detestaba a mi hermano mayor todo este tiempo, ¿no es así? } ─ replicó Cecilia, con una mezcla de culpa y autodesprecio reflejándose en su rostro. Su tono, algo agudo, evidenciaba que las palabras de Lessas habían tocado una inquietud que había anidado en su corazón durante mucho tiempo.
{ ─ Por eso, no se avergüence de su hermano mayor. Esa es la razón por la que la he llamado. Esta noche, rece por su alma. Y si en algún momento siente que otra fuerza descansa en usted, detenga de alguna manera su alma en este tiempo. }
{ ─ ¿De qué está hablando? }
{ ─ Cecilia, usted también lleva la sangre de Prosius. Los Titers del norte despiertan otro poder cuando el mundo enfrenta una crisis. Algo ocurrirá esta noche sin falta. }
La incomprensión cubrió el rostro de Cecilia. Sus cejas se fruncieron y sus ojos gris plateado reflejaron confusión. Lessas, viendo su reacción, enfatizó de nuevo.
{ ─ Cuando llegue ese momento, debe detener el tiempo de Ed a toda costa. }
Los ojos de Lessas, encendidos con un brillo violeta ardiente, casi parecían rozar la locura, lo que dejó a Cecilia sin palabras, a pesar de que abrió los labios para replicar. Bajo la intensidad de su mirada, no pudo encontrar más objeciones. Lessas, fijando su atención en los ojos desconcertados de Cecilia, se dio la vuelta.
{ ─ En su próxima vida, permanezca al lado de su familia. }
Murmurando palabras que ella no podía comprender, Lessas salió de la biblioteca, dejándola atrás. Mientras la noticia de la muerte del archiduque se extendía, el castillo vacío de Axid resonaba con el eco de sus pasos. Era una noche oscura, sin siquiera la luz de la luna.
Dejando el castillo, Lessas regresó al bosque, al lugar donde descansaba su único ser querido. Caminó solo en medio de la tormenta de nieve, pasando la cabaña donde alguna vez compartieron risas y el árbol donde Sayed curó al petirrojo que solía saltar de rama en rama. Finalmente, llegó al lugar donde Sayed yacía en soledad.
El demonio lo había dejado deliberadamente abandonado, para que incluso en la muerte el alma solitaria que partía se encontrara con su propia imagen y se llenara de desconsuelo. Para que, sumido en la soledad, confundiera una mano equivocada con salvación.
Lessas se arrodilló lentamente junto a Sayed. Con cuidado, retiró con sus manos la nieve que cubría el cuerpo inerte, despejando su rostro blanco y acariciándolo suavemente. Preparado ya para morir, colocó junto a él la daga que cortaría su garganta, y, antes de hacerlo, contempló largamente su rostro, como si quisiera grabarlo por última vez. De repente, su mirada se posó en los labios pálidos, desprovistos de todo rastro de vida.
Fue en ese instante cuando un deseo, aplastado y muerto durante tanto tiempo, levantó la cabeza. Recordó el momento en que vio aquella lengua rojiza aceptar una manzana caramelizada, y el fervoroso anhelo de besar a su dueño al menos una vez más volvió a invadirlo, intacto y persistente.
Lentamente, Lessas levantó la mano y sostuvo la mejilla de Sayed. Inclinó su cabeza hacia él con calma, permitiéndose por primera vez dar forma a un sentimiento que nunca se había atrevido a albergar mientras él estaba vivo. Sus labios se encontraron.
Los labios fríos y rígidos no podían describirse como suaves, pero, extrañamente, esa sensación le pareció embriagadoramente dulce. Dulce y desgarradora a la vez. En ese instante, se dio cuenta de que sus sentimientos no eran solo de admiración, veneración o cariño, sino que también albergaban un amor profundo y desesperado.
Sus ojos, sin enfoque, se empañaron de lágrimas. Con su frente rozando el rostro frío de Sayed, Lessas levantó la espada y la dirigió hacia su propia garganta. En el instante en que el filo cortó su nuez, susurró.
{ — Lo siento, mi amor. }
«No me perdones.»
«No merezco tu amor, soy un miserable.»
Por eso, incluso después de escuchar una confesión tan hermosa de una persona tan maravillosa, Lessas no pudo sentirse feliz. Aunque deseaba el amor de Sayed más que su propia vida, cuando ese amor finalmente lo alcanzó, se llenó de miedo, como un niño que anhela algo que no debería.
Porque sabía, mejor que nadie, que no era digno del amor de Sayed. Era un pecador que había matado con sus propias manos a la persona que más amaba.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Sayed, firme y sin vacilaciones, extendía su mano hacia Lessas. Su figura, con el cielo cubierto por un manto grisáceo de penumbra a sus espaldas, era grande y sólida, como en el momento en que se encontraron por primera vez. Aquel joven que había insuflado vida en un alma marchita y carente de todo estaba ahora de pie frente a él, después de tanto tiempo, mostrando esa sonrisa que tanto había anhelado ver.
«Era hermoso, realmente hermoso.»
La curva ligera de sus labios al sonreír y la suavidad en su mirada eran tan bellas que le robaban el aliento. No había visto en mucho tiempo esa calidez en sus ojos grises, bajo esas cejas marcadas, y había olvidado lo intensas y variadas que eran las emociones que provocaba mirarlos directamente.
La dicha lo abrumó hasta el punto de hacerle olvidar su propia existencia, y pronto su pecho se llenó por completo de una alegría desbordante. Pero entonces, una oleada de miedo y tristeza se apoderó de él: ¿cómo podía alguien ser tan adorable? ¿Merecía siquiera presenciar esa sonrisa? Experimentó una mezcla de emociones tan desgarradora y dichosa al mismo tiempo que su ceño se frunció bajo la presión.
Por supuesto, quería tomar esa mano, aunque tuviera que entregar su alma para hacerlo. Amar a alguien tan profundamente, con un deseo tan intenso, y no actuar en consecuencia sería una mentira. Deseaba abrazarlo, encerrarlo, esconderlo en un lugar donde ningún peligro pudiera alcanzarlo. Quería protegerlo durante toda su vida, incluso de la más mínima espina de una rosa que pudiera herir sus dedos.
Sin embargo, su anhelo, cargado de tristeza, comenzó a emerger lentamente. Aquella oscura emoción que había sido reprimida por el deber y la culpa encontró su momento para florecer. Como una semilla que brota al contacto con una gota de lluvia, su deseo creció con fuerza, envolviendo su corazón como una vid. Sus ojos violetas se inundaron de una emoción profunda y densa, mientras sus dedos temblaban, ansiosos por alcanzar a Sayed.
Pero la conciencia y una mínima dosis de decoro lo detuvieron. No era digno. Después de todo, no había protegido a su amado; peor aún, había tenido que matarlo con sus propias manos. Un ser como él no merecía ni siquiera las migajas de la felicidad. Lo sabía, y nunca esperó que su corazón recuperara la esperanza. Lo único que deseaba era brindar una pequeña alegría a Sayed, aunque fuera con un amor tan insignificante como el suyo, sin atreverse a esperar que Sayed pudiera corresponderle.
─ ¿Por qué tiene esa expresión?
Mientras luchaba con todas sus fuerzas por reprimir el temblor de su mano, Sayed preguntó. Frunciendo levemente el ceño con evidente disgusto, avanzó con determinación, acortando de golpe la distancia que los separaba. Extendió el brazo y, sin más, tomó la mano de Lessas.
─ La persona a quien Su Majestad quiere salvar a toda costa le está pidiendo que tome su mano. ¿Acaso no lo ve?
Con ojos violetas llenos de humedad y mirando directamente a Lessas, Sayed susurró como un niño que había cometido un error. Inclinó ligeramente la cabeza y se acercó aún más, entrelazando sus dedos con los de él, con una firmeza que no dejaba espacio para la duda.
─ No me deje solo. Manténgame a su lado para que no cometa errores tontos. Como le dije, codícieme sin reservas. Así, ¿no me hará desear vivir más?
Mientras hablaba, Sayed deslizó una mano hacia la cintura de Lessas. El contacto de su calidez encendió un deseo tan intenso en Lessas que sentía que perdería la cordura. Sus párpados parecían derretirse de calor, su corazón latía como si fuera a explotar, y cada beso, sin importar cuántos hubieran compartido, se sentía tan abrumador como el primero.
─ Pero, Ed, yo… soy, realmente, alguien terrible y despreciable…
Quería decirle que era un maldito bastardo que no merecía más que ser destrozado, pero temía asustar a Sayed y se contuvo. Lessas intentó seguir los dictados de su conciencia. No podía siquiera confesar sus pecados pasados ni pedir perdón adecuadamente. Sentía que, al no hacerlo, el perdón que recibía era inmerecido.
Estaba al borde de la locura por querer confesar sus culpas, pero sabía que, al mencionar lo que había hecho en el pasado, la realidad que compartían se derrumbaría. Las palabras tenían poder, y hasta que no superaran el tiempo que Sayed no pudo vivir, no podía desenterrar un pasado que había sepultado.
─ No importa. No me preocupa, así que a Su Majestad tampoco debería preocuparle.
─ ¡Yo…!
─ Lessas.
Sayed lo llamó por su nombre, deteniendo a quien luchaba con todas sus fuerzas por negar su deseo.
─ Está bien. Ahora haz lo que desees.
Sus ojos grises, parpadeando a tan corta distancia, eran firmes. Esa mirada, cálida y decidida, igual que en los días en que lo consolaba mientras lloraba, desarmó la resistencia en las manos de Lessas, que intentaban apartarlo. La fortaleza que había construido a su alrededor estaba oxidada y desgastada, tan débil que el más leve toque de Sayed la desmoronó como arena.
La paciencia que había soportado durante tanto tiempo llegó a su límite. Los ojos que intentaban con esfuerzo mantenerse en la realidad se tornaron borrosos por el calor, y Lessas, finalmente, tomó la mano de Sayed entre las suyas. Lo atrajo hacia su pecho, abrazándolo con fuerza, y hundió el rostro en la curva de su cuello. Aspiró profundamente el aroma del bosque mezclado con la fresca temperatura de su piel, sintiendo el fuerte latir de su corazón.
«Ed está vivo. Conmigo.»
─ Incluso si se arrepiente…
En el momento en que se dio cuenta de ese hecho, un deseo tan intenso que incluso lo aterraba brotó en su interior. Con sus brazos envolviendo por completo a Sayed, Lessas decidió, por primera vez, hacer lo que realmente quería. Su mundo le había otorgado permiso, y nunca antes había desobedecido las órdenes de su luna.
─ Incluso si te arrepientes, ya es demasiado tarde.
Al escuchar esas palabras, los ojos grises de Sayed se curvaron suavemente. La mirada que le dirigió, como si todo estuviera bien, hizo que Lessas se rindiera por completo al deseo que había contenido durante tanto tiempo, dejándose llevar por completo. Soltó los brazos que lo mantenían atado, tomó el rostro de Sayed entre sus manos y, por primera vez, lo besó como realmente deseaba, sin adaptarse a los gustos de Sayed, sino siguiendo los suyos propios.
Sus manos, marcadas por venas prominentes, sujetaron el rostro de Sayed mientras lo devoraba sin ningún artificio. Succionó, lamió y mordió sus labios, encontrando en ellos un sabor más dulce que cualquier manzana que Sayed pudiera disfrutar. No importaba cuánto lo besara, sentía que nunca era suficiente, y su visión se tiñó de rojo por la intensidad del momento. Sentía que moriría.
Sayed, sorprendido por un beso que no le daba respiro, jadeaba ligeramente. Al percibir los gestos de su cuerpo deseando vivir, un sentimiento de ternura abrumadora llenó a Lessas, casi al punto de hacerlo llorar.
«Así, así es como quiero que vivas. Muévete en mis brazos, incluso si me arañas o me golpeas.»
Ansioso por sentirlo más profundamente, Lessas introdujo su lengua en su boca, explorando cada rincón. Los sonidos ahogados que Sayed emitía con cada beso eran como el aleteo de un pájaro, ligeros y dulces.
«Quiero beber tu aliento.»
Pensamientos irracionales invadieron su mente. Mientras absorbía el calor de su respiración con sus labios, empujó aún más a Sayed, explorando con su lengua hasta el fondo de su garganta, al punto de casi dejarlo sin aliento. Sayed lo sujetó por los hombros con fuerza, como si no estuviera seguro de si debía apartarlo o no, y eso hizo que Lessas temblara de manera incontrolable. Saber que ese hombre fuerte y hermoso lo soportaba y lo aceptaba era más de lo que podía soportar.
Un suspiro tembloroso escapó de los labios de Sayed, acariciando el oído de Lessas con un estremecimiento eléctrico. El deseo en Lessas creció aún más, alimentado por el calor que recorría su cuerpo. Pese a su apariencia pulcra y refinada, besaba con un fervor que superaba incluso al de una bestia.
Cambiando su enfoque, deseó probar algo más. Quería saborear la lengua de Sayed. Cuando Lessas retrocedió ligeramente, como si fuera a detenerse, Sayed, ajeno a lo que venía, exhaló con alivio. Su rostro, que había estado pálido, ahora estaba sonrojado por el calor, y sus ojos elevados hacia él, brillando de manera eufórica, hicieron que Lessas sintiera que su pecho se comprimía hasta el punto de casi romperse.
Aprovechando ese momento de vulnerabilidad, Lessas atrapó de nuevo a Sayed, devorando su lengua con avidez. La textura suave y cálida lo cautivó, y succionó con intensidad. Sayed, sorprendido por la sensación, dejó escapar un gemido que sonó diferente a los anteriores, una mezcla de placer y confusión.
─ Ha… ¡ugh…!
Un sonido nasal, difícil de creer que proviniera de una voz grave y profunda, escapó de Sayed. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Lessas, y una reacción inmediata se manifestó en lo más profundo de su ser. Como un animal en caza, Lessas se lanzó con más intensidad hacia Sayed. Cuanto más succionaba su lengua, más Sayed intentaba retroceder, pero, como ya le había advertido, era demasiado tarde.
Atrayendo su cintura, Lessas se aferró a Sayed con toda su fuerza. No importaba cuánto lo lamiera o saboreara, seguía siendo insuficiente, dejándolo hambriento. Quizás porque, desde el momento en que lo conoció, había sido un hombre que agonizaba de hambre, su sed por todo lo que era Sayed se volvió insaciable.
─ Le… Lessas, para… por favor, para.
El comportamiento desenfrenado de Lessas, actuando como un loco, pareció finalmente sorprender a Sayed, quien lo apartó brevemente. Cada parte de su cuerpo que había estado en contacto con Lessas ardía más de lo habitual, y su piel, antes pálida, se había teñido de un ligero rubor. Sus pestañas grises parpadeaban rápidamente, aún conmocionadas.
─ Es difícil… res… respirar. Dame un momento, por favor…
─ Sí, claro, lo haré.
Lessas respondió dócilmente a la petición de su luna, pero al ver el rostro de Sayed, respirando con dificultad y evitando su mirada, sus ojos se nublaron de deseo. Era como si, al recibir permiso para liberar las emociones reprimidas durante tanto tiempo, ya no pudiera controlarse. Mientras le daba tiempo para recuperar el aliento, Lessas rozó sus labios por el rostro de Sayed, acariciando sus mejillas, nariz y cejas, antes de decidirse a explorar sus orejas. Sus lóbulos, ahora rojos y carnosos, lo tentaban a morderlos.
─ Antes, no solías… besarme de esta forma.
Aunque sabía que debía responder al murmullo de Sayed, su cuerpo no le obedeció. Movió sus labios de la mejilla a la oreja, mordiéndola suavemente una y otra vez. En respuesta, Sayed lo abrazó más fuerte por la cintura.
─ ¿Acaso tus gustos han cambiado de repente?
─No, Ed. Es solo que…
«Durante todo este tiempo, siempre quise hacer lo que tú deseabas.»
Susurrando esas palabras, Lessas mordió el lóbulo de su oreja. Ah, por fin sentía que podía respirar. Un nuevo aliento de vida parecía llenar su corazón, que había estado muerto durante tanto tiempo. Solo había probado una pequeña parte, y ya esta sensación lo abrumaba, casi asustándolo.
En su mente, deseos descontrolados florecieron como flores salvajes. Quería llevárselo a algún lugar, lejos de todo. Pero justo cuando estaba al borde de la locura, resonaron las trompetas que anunciaban el regreso del marqués Saklani.
Esa señal devolvió algo de enfoque a sus ojos, que se habían oscurecido por el deseo. Sí, aún había muchas cosas por hacer. Proteger a Sayed era más importante que cualquier deseo egoísta. Como si lo ocurrido momentos atrás hubiera sido solo un espejismo, Lessas se obligó a recuperar el control. Su mente, hecha pedazos, se recompuso rápidamente, encontrando su centro.
Su respiración agitada fue calmándose poco a poco. Cuando la razón regresó, lo que había hecho momentos antes lo llenó de vergüenza, y un rubor subió a sus mejillas mientras parpadeaba, intentando procesar sus actos. Frente a él, Sayed, ahora completamente despeinado, dejó escapar una ligera risa.
─ Después de tanto lamerme sin reservas, parece que has vuelto en ti.
A pesar de los gestos rudos y extraños que había hecho, Sayed no mostraba disgusto. En su lugar, sonreía amablemente, con ese rostro hermoso que siempre lo cuidaba con ternura. Al verlo así, Lessas sintió, con más claridad que nunca, que Sayed lo aceptaba. Y esa aceptación desató un deseo aún más fuerte.
«Debo proteger a mi luna.»
Sin importar lo que pase… debo asegurarme de que vivas y seas feliz.
Ese sentimiento, que había sido constante durante tres vidas, se fortaleció aún más, algo que Lessas pensó que ya no era posible. Pero esta vez, en lugar de desesperación, sentía una alegría profunda y vibrante.
Lessas sonrió lentamente, curvando sus ojos mientras la felicidad llenaba su pecho. Había encontrado un propósito en su vida que no podía ser más perfecto.
«No te preocupes, Sayed. Te salvaré. Incluso si debo destruirme en el proceso, esta vez acabaré con eso, hasta el punto en que no quede rastro en este mundo.»
Falta muy poco.
«El día en que pueda traerte felicidad está cerca.»
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Era una noche en la que el canto de los búhos resonaba con fuerza. El cielo, teñido de un púrpura oscuro, se encontraba salpicado de estrellas brillantes. Una brisa cálida y fresca se deslizaba suavemente, envolviendo a Sayed en la calma de una tranquila noche de verano. El olor a hierba fresca y los susurros de los pequeños insectos aliviaban la tensión acumulada.
Aunque los eventos terribles del día seguían presentes en la mente de Sayed, las emociones desagradables de aquel momento se desvanecieron gracias a Lessas. Cuando el sentimiento de culpa solía invadirlo, este se aferraba como una sanguijuela a algún rincón de su corazón. Sin embargo, darse cuenta de lo que era realmente importante para él lo había cambiado.
Ahora, Sayed quería vivir por Lessas. Había comprendido que el acto de castigarse a sí mismo y lanzarse al peligro sin reparo era algo que hacía sufrir profundamente a su hermoso príncipe. Sabiendo que no quería volver a entristecer a la persona que amaba, Sayed decidió empezar a valorarse más. Esta realización era algo que nunca antes había tenido en sus dos vidas anteriores.
«La persona que amo…»
Incluso susurrar esas palabras para sí mismo llenaba su corazón de calidez. Era tan evidente y sincero ese sentimiento que se sintió tonto por no haberlo comprendido antes. Desde que recuperó a Lessas en su vida, ya fuera estando juntos o separados, no había pasado un solo día sin pensar en él. Solo ahora lo aceptaba por completo.
Aunque su madre siempre había exigido una clara distinción entre un Titer y un Guía, y aunque las reglas establecidas creaban barreras entre ellos, esas normas no podían detener los sentimientos de Sayed. Había construido tantas paredes dentro de sí mismo que le tomó mucho tiempo enfrentarse a sus propias emociones.
Habiendo ordenado sus pensamientos, Sayed se preguntó qué hacer a partir de ahora. Cuando dos personas se gustan, lo normal es que su relación evolucione hacia algo más íntimo, y Sayed no tenía intención alguna de ceder a su Guía a nadie más.
«Es mío.»
«Mi guía, mi único y pequeño ciervo.»
Aunque cuestiones más prácticas cruzaron por su mente, decidió dejarlas de lado por el momento. Lo que más le preocupaba era la inseguridad que detectaba en las palabras y acciones de Lessas. Por eso, Sayed quería definir rápidamente su relación y mostrarle sus sentimientos antes de que el rey u otros intervinieran. Lo primero era fortalecer el vínculo entre ambos.
Aunque Lessas había tomado su mano, parecía no entender del todo lo que significaba para Sayed. Recordó cómo se describía a sí mismo como un pecador, un inútil, como si fuera la peor persona del mundo.
«Y aun así, en cuanto le permití acercarse, se lanzó hacia mí como si quisiera devorarme.»
El recuerdo del beso apasionado de antes lo hizo estremecerse. Aunque ya habían compartido varios besos, esta fue la primera vez que Lessas lo abrumó hasta el punto de casi dejarlo sin aliento. Pensó que aquel primer beso que le robó en la cabaña había sido igual, pero ahora se daba cuenta de que ese era el estilo característico de Lessas.
Rememorar cómo Lessas succionaba su lengua, robándole todo el aire, hizo que una sensación cosquilleante recorriera su espalda. La imagen de los ojos violetas de Lessas, desenfocados y llenos solo de Sayed, era increíblemente intensa. Aunque se besaron en un jardín abierto, la sensación era como si estuviera atrapado en una habitación cerrada, siendo devorado por él.
Quien necesitaba purificación era el propio Sayed, pero al recordar cómo Lessas, había perdido la razón y se abalanzó sobre él, se dio cuenta de cuánto había crecido. El niño se había convertido en un joven, y el joven, en un hombre que lo amaba con todo su ser.
El cosquilleo interno se hizo más fuerte, como el aleteo de mariposas. Pensar en Lessas hizo que la sonrisa de Sayed se suavizara y una calidez brillara en sus ojos grises. Aunque acababan de estar juntos, no podía soportar el deseo de volver a verlo.
Decidido a seguir sus impulsos, Sayed pasó por el establo para recoger la lavanda que había atado a la silla de Luna y se dirigió de inmediato de regreso a la mansión.
─ Sayed, la cena está lista. El sirviente te estaba buscando, y resulta que estabas aquí.
En el camino de regreso, se encontró con Stella. Al verla vestida con ropa limpia tras haberse cambiado las prendas manchadas de sangre, Sayed sintió como si hubiera retrocedido en el tiempo. La fresca noche de verano le trajo recuerdos de sus visitas al este con sus padres y de los momentos compartidos con Stella. Ella, al parecer, sentía algo similar, ya que una suave sonrisa adornaba sus labios.
─ ¿Entramos juntos como en los viejos tiempos?
─ Claro.
Sayed asintió ante la voz ligeramente juguetona de Stella. Después de que el marqués regresara, Lessas había ido directamente a verlo, por lo que probablemente estaría en el salón donde se había preparado la cena.
─ Esto me recuerda a cuando éramos niños. En aquel entonces no teníamos ninguna preocupación, ¿verdad? ¿Recuerdas las bromas que hacía mi padre?
─ ¿Cuando solía decir que tú y yo terminaríamos casándonos?
─ Sí, aunque era una tontería. Si hubiera visto cómo te comportabas conmigo, nunca habría dicho eso.
El padre de Stella había sido un caballero honorable, pero perdió la vida a una edad temprana mientras ayudaba a su esposa, Selfini, a derrotar al Niera. Mientras escuchaba en silencio sobre el difunto, Sayed reflexionó un momento antes de responder.
─ No recuerdo haber hecho algo irrespetuoso contigo.
─ No me refiero a eso. Siempre que jugábamos juntos, solo hablabas del príncipe Lessas. ¿No recuerdas el día que Cecilia se molestó porque solo te preocupabas por él?
Stella soltó una carcajada. Al escucharla, ciertos recuerdos vagos emergieron en la mente de Sayed, quien dejó escapar una leve sonrisa.
─ ¿Te refieres al día en que desaparecí porque quería atrapar un zorro para ofrecérselo al príncipe?
─ Exacto. Cecilia lloraba tanto que te siguió al bosque entre sollozos.
Cecilia, cuando era niña, era una pequeña testaruda que siempre hacía lo que quería. El recuerdo de Stella consolando a una Cecilia llorosa, mientras esta seguía a Sayed al bosque, se hizo más vívido. Momentos tan adorables y divertidos habían quedado olvidados durante mucho tiempo.
─ Es agradable recordar estas cosas, Sayed.
Cuando entraron en la mansión, guiados por un sirviente, Stella añadió esas palabras en voz baja. Al cruzar miradas, Sayed asintió y ella le devolvió una sonrisa.
─ Pase lo que pase, siempre estaré a tu lado. Estoy segura de que todos los Titer también lo estarán.
La voz de Stella, amable pero firme, prometía con determinación, tal como siempre la había conocido Sayed.
Con cada palabra de Stella, Sayed se dio cuenta de cuánto había alejado a una amiga tan valiosa al intentar ocultar y reprimir sus propios sentimientos. Era asombroso cómo un abismo emocional podía ser superado mediante el diálogo y el perdón, llenando su corazón con una sensación de alivio, pero también de melancolía.
Por primera vez, sintió que no estaba solo en esta lucha; tenía compañeros en quienes podía confiar y apoyarse. Aunque antes se sentía abrumado por la incertidumbre de cómo superar la oscuridad que no podía ver ni tocar, ahora comenzaba a vislumbrar un camino. El demonio ya no parecía intentar ocultarse, y al revelar su forma, se había convertido en un objetivo mucho más fácil de destruir. Todo lo que Sayed tenía que hacer ahora era encontrar la espada y acabar con él. Era una tarea ardua, pero sencilla en su propósito.
─ Gracias, Stella.
Cuando respondió con sinceridad, ella sonrió. La niebla que envolvía su alma como una telaraña se disipó por completo. Con una calma renovada, Sayed entró al salón principal junto a Stella. Allí, frente a una amplia mesa redonda, ya estaban sentados Lessas y el marqués Saklani.
Lessas, con su rostro inexpresivo y ligeramente frío, conversaba con el marqués. Pero en cuanto notó la llegada de Sayed, giró la cabeza hacia él. Aunque no era necesario que se levantara, lo hizo, y al verlos entrar, se quedó en silencio. En su rostro pálido apareció una inquietud que Sayed percibió de inmediato, despertando en él el impulso de abrazarlo y consolarlo de cualquier cosa que lo perturbara.
─ Bienvenidos, gran duque Axid. Duquesa Vetria.
Fue el saludo del marqués lo que frenó aquel impulso. Cuando el marqués se levantó e hizo un gesto a los sirvientes para que los guiaran a sus lugares, Sayed volvió a enfocarse.
Aunque apenas había hablado con el marqués en sus vidas pasadas y presente, Sayed lo recordaba como alguien que siempre mostraba una expresión sonriente. En ese momento no era diferente; sus ojos verdes, idénticos a los de Charlotte, se curvaban con una ambigüedad que hacía difícil leer sus intenciones.
─ Estábamos discutiendo asuntos futuros con Su Alteza. Aunque esta es solo una residencia de campo y el lugar es modesto, hemos preparado la mejor comida con un chef talentoso.
El marqués explicó con tranquilidad, como si desconociera los desagradables incidentes relacionados con su hija. Aunque Sayed no sentía animosidad, sabía que no podía dejar pasar la situación sin confrontarlo. Adoptando una expresión neutral, siguió al sirviente hasta su asiento junto al marqués, mientras Stella tomaba lugar al lado de Lessas. Debido a la disposición circular de la mesa, todos quedaron enfrentándose entre sí.
El salón, con solo cuatro personas presentes, estaba en silencio. Ignorando los platos que los sirvientes traían, Sayed fue directo al punto.
─ Creo que sería apropiado que explicara por qué nos ha convocado hasta aquí. Considerando lo ocurrido en el bosque que investigamos por su solicitud, le sugiero que sea cuidadoso con sus palabras.
Desde el momento en que entraron al salón, Stella había estado observando al marqués con una mirada penetrante. No era de extrañar, ya que los eventos ocurrieron en su territorio, el este, y la traición del marqués era evidente.
El marqués, con su rostro impasible, recorrió con la mirada a cada uno de ellos antes de fijarse finalmente en Lessas. Mostró una notable atención hacia él antes de hablar.
─…Toda la responsabilidad recae sobre mí. Fue por orden de Su Alteza Aster que los he traído hasta aquí.
La inesperada confesión del marqués desconcertó a todos. Sayed, quien esperaba negaciones y evasivas, frunció el ceño. Stella, igualmente sorprendida, entrecerró los ojos en desconfianza.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ No esperaba que ocurriera algo tan terrible en el bosque, pero como fueron expuestos al peligro por mi solicitud, asumiré la responsabilidad. Charlotte será puesta bajo arresto domiciliario y no se le permitirá asistir a los eventos sociales. Además, se otorgará una compensación adecuada a las familias de los fallecidos.
El marqués evitó describir con precisión lo sucedido en el bosque. Parecía decidido a no revelar el uso de poderes oscuros por parte de Aster o la implicación de Charlotte en estos asuntos. Ante esto, Sayed tomó la iniciativa de abordar directamente el tema.
─ Parece que intentas encubrir lo ocurrido con demasiada facilidad. Sabes perfectamente que esto no es algo que pueda resolverse con tan poco. Lo que presencié en el bosque fue un poder desconocido y aterrador. Tu hija estaba utilizando una criatura que no podía considerarse un Niera, un monstruo al que ofrecía sacrificios humanos e incluso manipuló a personas para amenazarme. La existencia de tal poder en manos de Charlotte Saklani solo puede significar que tu familia está relacionada con demonios.
En el momento en que la palabra "demonios" fue pronunciada, la expresión sonriente del marqués desapareció. Pasó unos segundos acariciando su bien cuidado bigote antes de dar una orden a los sirvientes con tono calmado.
─ Eso será todo. Retírense y esperen afuera.
Los sirvientes, que estaban sirviendo los aperitivos, abandonaron el salón al unísono. Cuando las puertas se cerraron y la bulliciosa actividad en la habitación cesó, Stella tomó un sorbo de su copa de vino antes de continuar la conversación.
─ El reino ha estado agitado todo el verano debido a los demonios. Hay rastros que indican que un demonio sellado, del que solo se hablaba en las leyendas, logró infiltrarse en el palacio. Incluso Su Majestad está profundamente preocupado. No sé cómo reaccionará al saber que estos incidentes se han originado en las tierras del marqués.
─ Es cierto que Charlotte se vio involucrada en un asunto desafortunado, pero vincular esto con demonios parece una acusación excesiva.
Aunque su sonrisa había desaparecido, el marqués no perdió la compostura al refutar las palabras de Stella. Sin embargo, no podía evitar dirigir su mirada nuevamente hacia Lessas, como si ya hubiera llegado a algún tipo de acuerdo con él. Mientras el marqués observaba al príncipe, Sayed, desde el lado opuesto de la mesa, también fijó su atención en él, hasta que sus miradas se cruzaron.
Lessas no parecía tener intención de intervenir. Permanecía en silencio, mirándolo fijamente, con una expresión serena y encantadora que despertaba en Sayed un profundo deseo por entender lo que pasaba por su mente. Abrumado por esa sed insaciable de respuestas, Sayed tomó su copa de vino siguiendo el ejemplo de Stella, y mientras mantenía el contacto visual con Lessas, reflexionó antes de hablar.
─ Hay muchos testigos, Saklani. Por mucho que intentes negarlo, no podrás silenciar las bocas y oídos de las decenas de habitantes que presenciaron lo sucedido. Los rumores ya están circulando, y protegeremos a quienes vieron lo ocurrido hoy. Sabes bien que, sin importar cuán rica o poderosa sea una familia, cualquier vínculo con demonios inevitablemente lleva a la ruina, como lo demuestra el caso de Sildras.
El marqués guardó silencio, y su mirada verde se tornó fría y sombría. Fue entonces cuando Lessas finalmente rompió su mutismo.
─ Me aseguraré de que esta conversación no salga de aquí, así que admite los hechos y di lo que prometiste. Lo que enfrentas aquí son Titer. Esto es necesario por el bienestar del reino, así que deja de lado las excusas y la fachada inútil.
La voz de Lessas, al dar órdenes con calma, era distinta de la que solía mostrar frente a Sayed. Era elegante, pero fría, provocando un escalofrío peculiar en quienes la escuchaban. Ante aquella autoridad, el marqués dejó escapar un profundo suspiro antes de responder con un tono que mezclaba frustración y resignación.
─ Su Alteza Aster no era así desde el principio. No sé desde cuándo ese poder dormido despertó, pero últimamente su carácter se ha vuelto mucho más violento, hasta el punto de cometer atrocidades como la de hoy. Yo solo le he sido leal a mi príncipe heredero, a quien he servido desde el principio.
─ Ese título está mal empleado.
En una situación donde el título de príncipe heredero estaba destinado a ser transferido a Lessas en cuanto encontraran la espada, que el marqués utilizara ese título para referirse a Aster resultaba molesto. Al señalarlo, el marqués dirigió una mirada hacia Sayed, cargada de emociones complejas y sutiles.
─ Gran duque, usted ha cambiado mucho. En su momento, era un fiel seguidor de Su Alteza Aster.
─ Solo he encontrado a un soberano que sabe tratarme adecuadamente.
No era solo un soberano, sino también su Guía y la persona destinada a convertirse en su compañero. Al notar que la expresión fría de Sayed se suavizaba ligeramente, Stella esbozó una sonrisa disimulada.
─…De todos modos, yo también he perdido mucho. Por el bien de mis hijos, intenté mantener mi lealtad hacia él, pero al final he perdido a otro de mis hijos. Por ello, he prometido a Su Alteza Lessas mi cooperación en este asunto. A cambio, les pido que mantengan en secreto lo ocurrido hoy.
La mención de haber perdido a otro hijo confirmaba lo que Charlotte había insinuado: que su hermano, Cedric, el joven vizconde, era el monstruo que habían encontrado. Sayed no pudo evitar sentir inquietud ante la posibilidad de que el demonio tuviera la capacidad de transformar a las personas de esa manera. Decidió preguntar al respecto.
─ ¿El ser en el bosque era el joven vizconde?
El marqués endureció la expresión de sus labios. Con un rostro marcado por el sufrimiento, cerró los ojos con fuerza antes de responder.
─ ¿Le permitió morir sin dolor?
─…Sí.
─ Entonces, está bien. Sí, era mi hijo. Aquello que reside en Su Alteza Aster sabe bien cómo convertir a las personas en herramientas de los demonios.
─ ¿Por qué empujó al joven vizconde a algo así?
─…Mi hijo habría muerto hace años durante una cacería, pero Su Alteza lo curó. En ese momento creí que su habilidad de sanación era un milagro, algo que podía utilizarse incluso en personas comunes. Pero ahora entiendo que lo que realmente hizo fue implantar en su cuerpo un poder extraño.
La revelación inesperada hizo que Sayed se quedara inmóvil. Mientras él procesaba la información, notó que Lessas no mostraba ninguna señal de sorpresa, lo que sugería que ya lo sabía. Stella, en cambio, parecía claramente impactada. El marqués, tras dejar escapar otro profundo suspiro, finalmente abordó el tema principal.
─ No hay nada más vano que hablar de los muertos. Ahora le proporcionaré a Su Alteza la información que desea. Actualmente, Su Alteza Aster se encuentra entre las tierras de Bredhit al oeste y la capital. Planea destruir el palacio real en breve, así que será mejor que actúen rápido. El ataque sucederá en menos de diez días.─
Resultaba evidente que lo que Lessas había exigido era la localización de Aster. Como alguien cercano a él, el marqués debía tener este tipo de información, y parecía que Lessas había negociado para obtenerla.
Era una información valiosa. Aunque no tuvieran una ubicación exacta, sabían lo suficiente para prever los movimientos de Aster y adelantarse. Mientras Sayed reflexionaba sobre las palabras del marqués, un recuerdo del pasado cruzó por su mente: la imagen de Lessas sosteniendo una espada, solo, en las ruinas de un castillo.
Esa visión, que ya lo había inquietado en el pasado, ahora lo llenaba de un temor aún mayor. Conscientemente, se prometió que no permitiría que Lessas enfrentara algo así nuevamente, sin importar lo que sucediera.
─ ¿Y sabiendo todo esto, continuaste ayudando a Su Alteza Aster?
Mientras Sayed organizaba sus pensamientos, Stella lo interrumpió, lanzando una acusación llena de indignación hacia el marqués. Este respondió con un rostro resignado, cargado de frustración.
─ Porque no representaba un perjuicio para mí.
─ ¿Por eso intentaste cometer traición?
─ En condiciones normales, Su Alteza Aster habría heredado el trono. Recuperar un derecho legítimo no puede considerarse traición.
─ ¿Entonces por qué cambiaste de opinión?
Ante la persistente interrogación de Stella, el marqués dirigió una mirada a Lessas antes de dar una respuesta que reflejaba su naturaleza pragmática.
─ Comprender cómo se mueven las cosas en el mundo es una virtud de los comerciantes. Tengo suficiente juicio para discernir quién tiene la ventaja. Además…
El marqués dirigió la mirada hacia la ventana, hacia el bosque que había sido escenario de los hechos, y suspiró con amargura antes de continuar.
─ No quiero convertirme en un padre que ha perdido a dos hijos.
Tras esas palabras, el marqués limpió su boca con una servilleta blanca que ni siquiera había usado para comer.
─ El tiempo es escaso, así que será mejor que actúen rápidamente. Según lo acordado con Su Alteza Lessas, partiré primero hacia la capital esta noche para informar a Su Majestad sobre lo ocurrido con Su Alteza Aster.
Había una gran diferencia entre los simples rumores que apuntaban a Aster y el testimonio directo de su aliado más cercano, el marqués Saklani. Si Lessas había logrado esta situación mediante negociaciones, las cosas serían mucho más manejables de ahora en adelante.
La habilidad de Lessas para negociar en tan poco tiempo impresionaba a Sayed. Se sintió abrumado por un impulso de acariciarlo y abrazarlo de inmediato, pero en su lugar tomó otro sorbo de vino para calmarse.
Entonces, los ojos violetas de Lessas se posaron en él con una expresión preocupada, como si algo lo inquietara. Justo cuando Sayed estaba a punto de decir algo, vio cómo Lessas exhalaba un pequeño suspiro antes de apartar la mirada y dirigirse al marqués.
─ Prepárate esta noche. Al amanecer, partirás conmigo hacia la capital.
─ Entendido, Su Alteza. Con su permiso, me retiraré ahora. Estoy seguro de que les resultará más cómodo sin mi presencia. Ordenaré a los sirvientes que sirvan el resto de la comida. Hasta entonces.
Con esas palabras, el marqués se levantó, dejando la sala con una reverencia.
Aunque tanto Sayed como Stella deseaban exigir justicia por las acciones del marqués, ambos entendían que lo necesitaban en ese momento, por lo que decidieron no actuar en su contra. Sayed sabía que negociar con base en intereses era parte de la política, pero para alguien como él, que no solía manejarse de esa forma, la situación le resultaba extraña.
Sin embargo, lo que más le molestaba era la declaración de Lessas sobre partir hacia la capital al amanecer. Decidió abordar ese tema primero.
─ ¿Su Alteza partirá mañana por la mañana?
─ Así es. Es probable que el demonio también sospeche que el marqués lo ha traicionado, por lo que debemos protegerlo y asegurarnos de que cumpla su promesa.
─ Entonces, también prepararé todo para partir con usted por la mañana.
─ No, con la duquesa Vetria como acompañante es suficiente. Usted tiene otro asunto que atender. Regrese al norte y examine el bosque. Por lo que hemos deducido, el único lugar donde podría estar la "Muerte Sagrada" es en el Bosque Nocturno. Con su habilidad, podrá entrar solo al bosque y encontrar la espada.
La decisión de Lessas de enviar a Sayed lejos le tomó por sorpresa. Aunque sabía que encontrar la espada era crucial, la repentina orden lo desconcertó.
Sayed lo miró fijamente, como si buscara confirmar si hablaba en serio. Al notar la duda reflejada en las cejas fruncidas de Sayed, Lessas reafirmó su declaración.
─ La duquesa Vetria ya confirmó que no hay rastros de Nieras en su bosque. Lo mismo ocurre en el oeste. Durante el verano, inspeccioné los bosques del oeste junto al duque de Bredhite, y estaban tan vacíos como los de la duquesa. Eso significa que el norte es el lugar más seguro para ocultar la espada.
A pesar de la explicación, Sayed continuó observando a Lessas con una mirada intensa. Frente a la expresión cuestionadora, el rostro pálido de Lessas mostró una ligera incomodidad, desmoronando su compostura. Mientras tanto, Stella, con una copa de vino en la mano, observaba la interacción con interés.
Después de un rato de silencio, Sayed finalmente rompió el hielo. Su voz era baja pero firme.
─ De aquí al norte se tarda dos días sin detenerse, y si enviamos al conde Miriam desde el palacio, podríamos regresar del norte a la capital en medio día.
La repentina mención de distancias tomó por sorpresa tanto a Stella como a Lessas, quienes lo miraron con los ojos muy abiertos. Sin embargo, Sayed continuó con determinación.
─ Por lo tanto, Su Alteza puede acompañarme al norte y regresar a tiempo. Aunque la seguridad del marqués es importante, encontrar la espada es nuestra prioridad. Y para ello, lo necesito a usted, Su Alteza.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Hasta ese momento, Sayed había considerado que debía seguir las órdenes de Lessas. Aunque todavía creía que la mayoría de las decisiones eran correctas, esta vez sentía que debía rechazar lo que le había ordenado. Recordar los meses en los que Lessas había soportado tanto en soledad mientras él no estaba presente fortaleció su determinación.
Sayed decidió que nunca más dejaría a Lessas solo.
Su amado soberano ocultaba muchas más cosas de las que él podía imaginar. Incluso dejando de lado los conocimientos incomprensibles que poseía, Sayed no tenía forma de saber por lo que Lessas estaba pasando o lo que estaba pensando. Sin embargo, había algo de lo que estaba absolutamente seguro: Lessas tenía una visión alarmantemente despectiva de su propio sufrimiento y de su vida.
Esta certeza, junto con todo lo demás, impedía a Sayed ignorar las palabras de Lessas de que daría "todo lo que tenía" para destruir al demonio. Desde el momento en que las escuchó, esas palabras lo habían inquietado, y ahora habían crecido hasta convertirse en un presentimiento ominoso que lo atormentaba.
Por eso, Sayed quería hacer por Lessas lo que él había hecho por él: mostrarle su valor. Así como las constantes palabras de amor y la infinita consideración de Lessas lo habían salvado a él, Sayed deseaba que su señor pudiera sentir lo mismo.
─ El demonio podría usar su poder de formas impredecibles. No creo que la duquesa Vetria pueda manejar esto sola. El bosque del norte puede ser superado con mi poder y el de Cecilia.
Sin embargo, Lessas rechazó cuidadosamente su propuesta, con una expresión que dejaba claro que estaba considerando algo más. Apretando los labios y desviando la mirada, su respuesta hizo que Sayed frunciera el ceño.
─ Durante este verano, exploré los bosques, pero fue imposible manejarlo solo. Llegar al centro del bosque en su estado oculto era el límite, y más allá había decenas de Niera superiores protegiendo el núcleo.
Todo lo que dijo era cierto, y Sayed lo sabía. El bosque del norte era el más grande de todo el reino, y con su tamaño también albergaba la mayor cantidad de Niera dormidos. Si lograban encontrar la espada, sería necesario enfrentarse a un gran número de Niera.
Aunque Sayed sabía que podría derrotarlos, especialmente después de haber sentido un poder desconocido en su interior durante su tiempo en el sur, el desafío seguía siendo considerable.
─ No, Archiduque, usted puede hacerlo. Teniendo en cuenta lo que logró en el sur, encontrar la espada en el bosque no debería ser un problema para usted.
Parecía que Lessas también entendía esto, ya que afirmó su posición con cautela pero con determinación. Este repentino cambio de tono, junto con la distancia que creó al cambiar su forma de dirigirse a él, molestó a Sayed, endureciendo la línea de su boca. Lessas, al darse cuenta, lo miró con una expresión temerosa, quedándose en silencio.
─ Creo que proteger al marqués Saklani es algo que podría manejar yo sola, Su Alteza.
La atmósfera se tornó tensa, pero entonces Stella, quien había estado bebiendo su vino en silencio, intervino con calma para suavizar la situación.
─ Solo necesitamos ser cautelosos durante el viaje de una semana desde el este hasta la capital. No sé hasta dónde puede llegar el poder del demonio, pero si su objetivo es su vida, puedo protegerlo. Incluso si el marqués muere, si Su Alteza Aster invade el palacio con intenciones corruptas, eso nos dará la legitimidad para someterlo. Después de todo, sería un acto de traición.
Las palabras de Stella dieron en el clavo. Aunque era conveniente que el marqués testificara en persona, incluso si perecía, la manifestación abierta del poder de Aster bastaría para legitimar sus acciones. La información que el marqués ya había proporcionado era valiosa por sí sola.
─ De todas formas, quien lidera a los Titers es el gran duque presente aquí, así que seguiré las órdenes de Sayed.
─ Entonces te lo encargo, Stella.
─ De acuerdo. Hablen entre ustedes. Iré a hablar con el marqués y regresaré al castillo esta noche. Necesito reunir caballeros y avisar a mi madre de antemano.
Stella no perdió tiempo. Dejando su copa de vino sobre la mesa, hizo una reverencia a Lessas antes de salir con rapidez. Cerró la puerta con cuidado, como dando ánimo para que conversaran. Cuando la puerta se abrió, los sirvientes que esperaban afuera miraron al interior con expresiones nerviosas.
─ Un momento, duquesa Vetria…
Sayed detuvo a Lessas cuando este intentó seguir a Stella, sorprendido por su repentino movimiento. Con un agarre firme, sostuvo la muñeca del joven, impidiendo cualquier intento de escapar. Lessas se tambaleó ligeramente y se detuvo, atrapado.
─ ¿A dónde cree que va?
Con un tono bajo y grave, Sayed lo cuestionó, y Lessas reaccionó con un ligero sobresalto en la muñeca atrapada. El contraste entre cómo lo había sujetado desesperadamente antes y ahora, intentando huir, era suficiente para volverlo loco.
─ Archiduque, no tenemos mucho tiempo. Para enfrentar al demonio, necesitamos…
─ Llámeme por mi nombre.
La insistencia de Lessas en usar un título que no deseaba escuchar irritó a Sayed. Frunció el ceño y lo interrumpió, provocando que Lessas guardara silencio por un momento. Finalmente, su voz baja y suave pronunció su nombre.
─…Ed.
─ Entiendo que la situación es grave, Su Alteza. Ya han muerto muchas personas, y no sabemos cuándo ni dónde el demonio podría hechizar a alguien más y provocar muertes inocentes. Por eso propongo que vayamos juntos al norte, encontremos la espada y acabemos con el demonio juntos.
─ Es mejor que nos movamos por separado.
─ De todos modos, necesitamos la espada para derrotar al demonio. Hasta que encuentre el artefacto, ¿qué planea hacer usted solo? Dígamelo.
Sayed se levantó de su silla y acercó a Lessas hacia él. Aunque físicamente era más grande, el joven le parecía un niño imprudente, y eso lo preocupaba profundamente. Mirando a los ojos violetas llenos de ansiedad, Sayed susurró con suavidad.
─ ¿Qué asunto tan importante pretende atender que está dispuesto a enviar a su pareja a un lugar peligroso completamente solo?
Cuando Sayed terminó de hablar, Lessas abrió los ojos de par en par. Sus pestañas negras temblaron sorprendidas mientras parpadeaba rápidamente, y sus pupilas se contrajeron. Su boca, de labios rosados, quedó entreabierta en un gesto de incredulidad antes de murmurar, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.
─¿Pa… pareja?
─Sí.
─¿Yo, Nosotros, Ed?
A estas alturas, Sayed no podía evitar preguntarse qué esperaba exactamente Lessas de él. Sabía con certeza que Lessas lo amaba lo suficiente como para no valorar su propia vida, y también había presenciado cómo reaccionaba con temor, pero sin rechazo, ante sus confesiones. Aun así, parecía increíble que Lessas no asumiera que se convertirían en pareja después de todo lo que habían vivido.
─ Creo haberle dicho que me gusta, Su Alteza.
Al instante, el rostro de Lessas se tiñó de un rojo intenso, como si una pintura se hubiera derramado sobre su piel blanca como la nieve. El color carmesí resaltaba de manera inconfundible, y su expresión era tan evidente que Sayed se quedó inmóvil por un momento. Ver a Lessas mostrar de manera tan genuina y física cuánto lo amaba era abrumador y profundamente conmovedor.
─ Y como Su Alteza me ha confesado innumerables veces que me ama, es natural que dos adultos que se quieren se conviertan en pareja, ¿no le parece?
Sayed sabía que lo que estaban enfrentando era un enemigo que requeriría que arriesgaran sus vidas, y que no estaban en una situación donde pudieran desearse mutuamente con tranquilidad. Pero precisamente por eso, quería crear algo a lo que ambos pudieran aferrarse en ese momento difícil. Sabía que tener algo que proteger daba más fuerza que no tener nada, y que el amor en el corazón era una fuente poderosa para enfrentar la oscuridad.
─ ¿Puedo… puedo hacer eso? ¿Cómo podría yo, alguien como yo, ser tu pareja, Sayed? Tú deberías estar con alguien que no sea…
Al ver que Lessas parecía dispuesto a decir algo absurdo, Sayed decidió presionarlo.
─ ¿Está diciendo que desea que encuentre a alguien más, que me enamore y forme una familia con otra persona?
Lessas guardó silencio. Sus labios temblaron ligeramente, como si quisiera decir que sí, pero no logró emitir sonido alguno.
─ ¿Quiere verme besando a otra persona, haciendo con ellos lo mismo que usted ha hecho por mí?
─ ¡No!
Finalmente, Lessas interrumpió con un grito angustiado. Su rostro, completamente pálido, mostraba una pérdida de control que no había tenido antes. Tiró de Sayed con fuerza, como si el solo pensamiento lo aterrara. Su respiración era agitada, y sus ojos violetas, llenos de una intensidad ardiente, se fijaron en los de Sayed. Sus manos, que se aferraban a su cintura, temblaban con fuerza.
─ Ya he visto suficiente. Te he visto al lado de otras personas, y no quiero volver a presenciar algo así. No puedo, no quiero… ¡No lo soportaría más!
Lessas reaccionó con una intensidad que sorprendió a Sayed, como si él hubiera hecho algo que lo provocara. Hasta entonces, Sayed había pensado que solo los guías podían percibir las emociones y energías con tanta claridad, pero la agitación de Lessas era tan desbordante que incluso él podía sentir cómo su aura se agitaba. Sorprendido, parpadeó, solo para darse cuenta de que Lessas lo estaba abrazando con una fuerza casi sofocante, apretándolo contra su cuerpo como si quisiera eliminar cualquier espacio entre ambos.
─ Desde que entré con la duquesa Vetria, me he sentido al borde de la locura… Así que, por favor, no digas esas cosas… Yo… soy un loco que podría perder la cabeza solo por verte en el mismo espacio que otra persona…
«¿Por qué intenta alejarme si me quiere tanto?»
Sayed, conmovido por la desesperada confesión de Lessas, lo envolvió en sus brazos y comenzó a acariciar suavemente la parte trasera de su cuello. Bajo sus dedos, podía sentir el pulso acelerado e inestable de Lessas, que reflejaba su estado emocional. Era imposible no sentirse afectado: lo irritaba que Lessas negara la posibilidad de ser su pareja mientras reaccionaba con tanta pasión, pero también le conmovía su fragilidad.
─ Entonces, ¿se convertirá en mi pareja?
─…Si realmente puedo hacerlo… Sí, por favor, quiero hacerlo.
La voz de Lessas era una rendición total, un susurro débil mientras escondía su rostro en el hombro de Sayed. El joven, que normalmente se mostraba tan digno y sereno, ahora se veía vulnerable y enternecedor. Sayed sintió algo cálido y húmedo en su hombro, indicio de que Lessas había derramado lágrimas.
«¿Cómo pudo enfrentarse solo al demonio siendo tan emotivo?»
Su corazón dolía por él.
─ Por eso, no hable de ir solo. Es mejor estar juntos. Para nosotros, al menos, esa es la manera correcta.
Ambos estaban acostumbrados a cargar su sufrimiento en silencio, pero habían llegado al punto en que necesitaban a alguien que los reflejara, que les recordara lo que estaban haciendo y por qué. Sayed quería que Lessas comprendiera, al igual que él, que no tenían que enfrentar todo solos.
─ Prométemelo, Lessas.
Con esa tranquila insistencia, Sayed logró que Lessas levantara la cabeza. Sus ojos, aún amplios y asustados como si acabara de pasar por un gran susto, finalmente se suavizaron en una expresión de aceptación.
─ Está bien, Ed.
La forma en que los ojos de Lessas lo miraban, como si él fuera la única persona en el mundo, era deslumbrante. Mientras admiraba a ese ser tan hermoso y querido, Sayed se arrepintió profundamente de las ocasiones en las que había intentado rechazarlo o herirlo en el pasado. Al mismo tiempo, sintió un deseo feroz de sanar todas las heridas que le había causado.
«Entonces, matemos al demonio que distorsionó todo.»
A diferencia de cuando estaba atrapado en la niebla y dudaba de sus propias capacidades, ahora, con algo que proteger, Sayed sentía su determinación fortalecida como nunca antes. Su propósito ya no era un deber abstracto, sino un objetivo claro.
Sayed lucharía para proteger a quien amaba. No moriría, y aseguraría un futuro junto a él.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Al grupo que se dirigía al norte se unió una persona más. Lessas, tras enviar a todos sus caballeros a unirse a Stella, decidió no dejar a ninguno a su lado. Incluso cuando Sayed sugirió que al menos llevara a uno, Lessas rechazó la idea, diciendo que estando juntos no necesitaba más protección.
Aunque las palabras eran tiernas, y ciertamente Sayed protegería a Lessas con su vida, no pudo evitar sentir una extraña inquietud. En el pasado, había ignorado ciertas cosas al centrarse únicamente en lo que Lessas sabía, pero ahora estos detalles le pesaban en la mente.
─ ¿Dejó a sus caballeros atrás por la maldición nocturna, Su Alteza?
Sayed preguntó de repente mientras Lessas descendía del caballo tras elegir un lugar para descansar. Habían cabalgado sin parar desde la mañana, y ya habían alcanzado los límites del norte, donde habían encontrado un pequeño bosque para hacer una pausa. Al acercarse para ofrecerle su mano, Lessas levantó la mirada hacia él, parpadeando lentamente con sus largas pestañas.
─ Sí, así es. Las personas que no tienen sangre de Titer o Guía no pueden resistir ese tipo de control mental. Por supuesto, el demonio también puede infiltrarse fácilmente en aquellos que llevan grandes cargas de tristeza o ira…
Lessas dejó la frase inconclusa, pero sonrió tranquilamente, como queriendo tranquilizarlo.
─ Pero ambos estamos a salvo. Ellos cumplirán sus deberes en la capital y esperarán allí. No hay nada de qué preocuparse, estarán bien sin heridas ni problemas.
«Ah, ese comportamiento.»
En el pasado, Sayed había interpretado esa actitud de Lessas como simple amabilidad, pero ahora entendía que Lessas parecía más preocupado por evitar que Sayed se preocupara. Aunque era natural que alguien como Lessas, con un corazón tan noble, pensara en los demás, recordar una conversación que tuvieron en el sur lo inquietó aún más.
{ ─ ¿No lo esperan sus caballeros, Su Alteza? Todos ellos le tienen un aprecio sincero. }
{ ─ Son buenas personas, pero no están aquí por mí. Originalmente… }
En ese entonces, las palabras de Lessas le parecieron extrañas, pero no profundizó. Ahora, la forma en que explicaba a sus caballeros y mostraba más preocupación por Sayed que por sí mismo despertaba dudas.
─ No son sus caballeros, así que solo me preocupaba por los sentimientos de Su Alteza. Le importan mucho las personas que están a su lado, ¿no es así?
Ante sus palabras, Lessas exhaló un leve suspiro, como si acabara de darse cuenta de algo. Tras un momento de silencio, dejó escapar una sonrisa luminosa.
─ ¿Te preocupabas por mí?
Sayed solo había dicho algo obvio, pero un rubor se extendió por el rostro de Lessas, quien tomó la mano de Sayed con una expresión tan emocionada que parecía no saber qué hacer.
─ Estoy tan… feliz. Todavía no puedo creer que tenga un lugar en tu corazón.
A pesar de que habían acordado ser pareja el día anterior, parecía que Lessas aún no podía aceptar por completo el amor que Sayed le ofrecía. Pensando que tenía mucho por hacer, Sayed tomó la mano de Lessas mientras descendía de su caballo. Luna, su caballo, se sacudió las crines y se unió a los otros animales.
─Es natural, ya que soy su pareja, Su Alteza.
Tan pronto como Sayed mencionó la palabra "pareja", el cuello de Lessas se tiñó de un rojo brillante. Desde el día anterior, cada vez que escuchaba esa palabra, reaccionaba de la misma manera, algo que Sayed encontraba profundamente adorable. Una leve sonrisa se curvó en un lado de sus labios al ver su reacción.
Al notar esto, Lessas se detuvo, mirando fijamente la sonrisa de Sayed, antes de extender la mano hacia él. Sus dedos blancos y bien cuidados se movieron vacilantes cerca de la mejilla de Sayed, como si quisiera tocarlo pero no se atreviera. Viendo esto, Sayed tomó suavemente su mano y la acercó.
─ Soy su pareja, Su Alteza. Puede tocarme todo lo que quiera.
─… …Ah.
Lessas reaccionó como si hubiera escuchado algo indecoroso. Se estremeció, abrió los ojos con sorpresa y mordió su labio inferior antes de acariciar suavemente la mejilla de Sayed con sus cálidos dedos. El contacto desprendía una calidez reconfortante que parecía derretir cualquier tensión en los labios de Sayed.
─ ¿De verdad soy tan importante para ti como para hacerte sonreír?
«¿Qué clase de pregunta más tonta es esa?»
Sayed se encontró reflexionando sobre cómo abordar su relación con Lessas de aquí en adelante. Él mismo había pasado gran parte de su vida sin una conexión profunda con nadie, y ahora que tenía a alguien por quien sentía un amor genuino, no estaba del todo seguro de cómo manejarlo.
─ Sí. Cuando digo que me gustas, eso es exactamente lo que quiero decir.
Su respuesta fue simple, casi indiferente, pero parecía suficiente para Lessas, quien, como si estuviera abrumado por esas palabras, se lanzó a abrazarlo. Rodeó su cintura con los brazos y escondió su rostro en el cuello de Sayed. Mientras acariciaba la espalda de Lessas, Sayed se dio cuenta de que definir su relación no resolvería mágicamente todo.
─ ¿No sientes lo mismo cuando me ves, Su Alteza?
─ Sí, mucho. Mucho. Sólo con verte me convierto en la persona más feliz del mundo.
Las palabras de Lessas, sinceras y cargadas de emoción, llenaron a Sayed de una extraña tristeza. Era ridículo, pero parecía que la vida de Lessas giraba completamente en torno a él. Sus palabras y acciones lo demostraban claramente: vivía para Sayed.
Sayed sabía que algo debía cambiar. Aunque él mismo seguía buscando el significado de su vida, al menos tenía intereses que disfrutaba, cosas que le gustaban. Ya fueran los dulces, los animales, o incluso simplemente el manejo de su espada, esos pequeños placeres todavía existían para él.
Estaba a punto de hacerle una pregunta a Lessas cuando las nubes que habían estado presentes desde la mañana dejaron caer las primeras gotas de lluvia. Con un golpeteo constante sobre las hojas, el cielo liberó un repentino aguacero. Las gotas empaparon rápidamente sus ropas y mojaron sus rostros.
─ Parece que debemos buscar refugio bajo un árbol.
─ Espera, Sayed.
Antes de que pudiera moverse, Lessas desató rápidamente la capa que había llevado desde su reunión en el este y la colocó sobre la cabeza de Sayed. Aunque él mismo quedaba expuesto a la lluvia, tomó la mano de Sayed y lo condujo hacia un árbol cercano. Fue tan repentino que Sayed ni siquiera tuvo oportunidad de protestar.
─ Podrías resfriarte, así que evita mojarte tanto como puedas. Parece que es solo una tormenta pasajera y pronto cesará.
Mientras hablaba, Lessas retrocedió un poco, como si estuviera preocupado por mojar más a Sayed con su ropa ya empapada.
─Parece que está haciendo lo que debería hacer yo, Su Alteza. No me importa mojarme; no soy especialmente sensible al frío. Usted debería cuidarse más que yo.
Sayed intentó abrazarlo mientras hablaba, pero Lessas lo detuvo rápidamente.
─ Ya estoy mojado, no te acerques.
─ Lessas.
La expresión de Sayed se endureció, y sus ojos grises adoptaron un tono severo. Ante su mirada, Lessas parpadeó, calmándose de inmediato.
─ Al igual que usted se preocupa por mí, yo también quiero cuidar de usted. Si estamos juntos, ambos tendremos menos frío. Así que lo haré de esta manera.
Sin dar espacio para rechazos, Sayed se colocó junto a Lessas, tan cerca que sus brazos se rozaban. A través de la camisa mojada, el pálido tono de la piel de Lessas se transparentaba ligeramente, un espectáculo inesperadamente provocativo que por un momento atrapó la mirada de Sayed. Avergonzado por su propio pensamiento, desvió los ojos rápidamente.
El silencio que siguió fue tenso. Podía sentir que Lessas estaba nervioso, lo que provocó que un pensamiento juguetón surgiera brevemente en la mente de Sayed antes de disiparse.
«Lessas es extremadamente consciente de cualquier muestra de afecto en público, incluso algo tan simple como un beso o algo más íntimo…»
Contuvo el impulso de desabrochar su ropa y acariciar su piel suave, concentrándose en retomar la conversación que había iniciado. Aunque era natural que las parejas desearan intimidad, no era el momento ni el lugar. Además, considerando que Lessas aún no tenía plena confianza en sus propios sentimientos, avanzar físicamente podría solo generar más inseguridad en él.
─ ¿Qué es lo que le gusta, Su Alteza?
─ Me gusta Ed.
La respuesta salió de inmediato, como un reflejo natural, causando un dolor sutil en el pecho de Sayed. Inspiró profundamente, organizando sus pensamientos antes de hablar. En el silencio que siguió, podía sentir el calor de Lessas junto a él, escuchar el suave sonido de su respiración, y percibir el fresco aroma que se mezclaba con el aire húmedo. Todo sobre él era abrumadoramente entrañable. Sentir cuán profundamente lo amaba hacía que su corazón se llenara de ternura.
─ Aparte de eso, ¿qué más le gusta? No hemos tenido muchas oportunidades de hablar de estas cosas durante tanto tiempo. Estoy seguro de que sus gustos han cambiado desde que es adulto. Me gustaría conocerlo todo.
Lessas se detuvo, visiblemente desconcertado. Cuando Sayed inclinó ligeramente la cabeza para observarlo mejor, vio que su expresión estaba completamente en blanco, como si no supiera qué responder. Algo en eso le provocó una punzada de tristeza.
─ ¿Hay alguna comida que le guste especialmente?
─ …Manzanas.
─ ¿Le gustan porque a mí me gustan?
─ …Sí.
─ Debe haber algún sabor que realmente disfrute.
─ Hmm…
Después de un largo silencio, la respuesta de Lessas fue desconsoladora.
─ Mientras no tenga un sabor extraño, todo está bien. Lo único que no puedo comer es algo podrido, demasiado duro, con mal olor o moho…
Parecía hablar desde la experiencia, como si realmente hubiera comido algo así antes. La expresión de Sayed se endureció. Sabía que Lessas no había sido tratado con el respeto que merecía mientras crecía en el palacio, pero según sus recuerdos, nunca había sido descuidado hasta el punto de pasar hambre. Era difícil creer que un miembro de la realeza pronunciara esas palabras, lo que hizo que Sayed frunciera el ceño profundamente.
─ ¿La reina Leana lo maltrató tanto, Su Alteza?
Sayed recordó las palabras de Lessas durante el invierno pasado, cuando confesó que su madre no significaba nada para él. Ahora, esas palabras cobraban un peso brutalmente real. La idea de que pudiera haber sido cierto lo llenó de ira, y la agitación en su interior se reflejaba en las vibraciones de su propio cuerpo. Al ver a Sayed tan afectado, Lessas negó rápidamente con la cabeza.
─ No, no es eso. Mi madre no fue tan lejos. Solo tengo recuerdos de cuando, de pequeño, comí algo que no debía. Así que, por favor, no te preocupes, Ed.
Lessas intentó calmarlo apresuradamente, mostrando una sonrisa radiante.
─ De todas formas, creo que las manzanas siguen siendo mi favorita. Son lo más dulce y encantador que he probado. Al parecer, ambos compartimos el gusto por la misma fruta.
Era difícil enojarse al verlo sonreír de esa manera, con una alegría tan genuina. Sayed sabía que expresar más ira en ese momento no haría feliz a Lessas, sino que solo serviría para desahogar sus propios sentimientos. Su enojo estaba mejor dirigido hacia la reina, no hacia la situación. Tomando una profunda respiración, Sayed apretó los puños antes de relajarse, haciendo una promesa, casi como un juramento forzado.
─ Cuando todo esto termine, voy a quedarme a su lado, Su Alteza, y descubriré exactamente qué le gusta. Le daré de probar de todo, uno por uno, hasta que lo entienda completamente.
─ …Me encantaría que ese día llegue. El día en que vivas feliz y estés a mi lado, Ed.
Los ojos violetas de Lessas se tiñeron de una melancolía palpable al pronunciar esas palabras. Era como si la lluvia no solo empapara su cuerpo, sino también su corazón. Su expresión, teñida de tristeza en tan poco tiempo, llenó a Sayed de angustia. Un deseo ferviente se encendió dentro de él, una necesidad de descubrir y erradicar la raíz de la pena oculta de Lessas. Ese deseo era tan intenso que le producía un dolor punzante en el pecho.
Un nudo en el pecho dejó a Sayed sin palabras por un momento, justo cuando el cielo se oscureció rápidamente. La lluvia, más persistente de lo esperado, obligó a los caballeros a dirigirse hacia donde estaban ellos para montar un refugio.
─Archiduque, parece que tendremos que resguardarnos de la lluvia aquí por un rato.
Los caballeros, caminando con el cielo crepuscular a sus espaldas, avanzaban hacia ellos. Sayed, al notar su presencia, reaccionó de inmediato y empujó a Lessas detrás de él.
─ Su Alteza, ahora que lo pienso, ya es hora…
Por un momento, Sayed había olvidado que la maldición seguía rondando cerca de Lessas, especialmente después de la aparente normalidad mostrada el día anterior con el marqués. Apenas terminó de hablar, los ojos de Kiril y los caballeros que lo acompañaban se oscurecieron, volviéndose completamente negros, igual que la última vez. Antes de que el peligro pudiera desatarse, Sayed desenvainó su espada. Sabía que enfrentarse a Kiril, un guerrero formidable, requeriría una larga y ardua batalla.
─ Está bien, Sayed.
Pero, a diferencia de la ocasión anterior, Lessas habló con calma y colocó suavemente su mano sobre la de Sayed, deteniéndolo. Antes de que pudiera preguntar qué tenía de “bien” la situación, el aire comenzó a cambiar. La atmósfera se cargó con una energía colosal y sofocante que surgía de Lessas, una fuerza tan inmensa y fresca como un tifón.
Era la misma sensación que Sayed había percibido en la niebla: algo tan abrumador que parecía detener el tiempo por un instante. La energía invisible se expandió rápidamente, como una ráfaga de viento imparable, y en un parpadeo, los ojos de los caballeros volvieron a la normalidad.
─ Con su permiso, procederemos a montar el campamento.
Kiril habló con Sayed, inclinándose respetuosamente como si nada hubiera ocurrido. Observando a Kiril y los caballeros que reanudaron sus tareas, Sayed giró su atención hacia Lessas, alarmado. En cuanto lo miró, vio lo que temía.
Los ojos de Lessas no tenían su habitual color violeta, ese tono que tanto adoraba Sayed. En su lugar, un resplandor dorado y ardiente, como el de un sol furioso, iluminaba sus pupilas. Aquella luz, tan ajena a este mundo, le erizó la piel a Sayed. Algo profundo y extraño estaba ocurriendo, y no podía apartar la vista de esa ominosa transformación en Lessas.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Los ojos de Lessas, cuando rompió la conexión entre Charlotte y Aster, lucían exactamente igual. La intensidad de su mirada y la presión abrumadora que emanaba de su poder eran algo que Sayed nunca había experimentado antes. El hecho de que pudiera disipar con facilidad la influencia del demonio sobre las personas hacía que pareciera que manejaba el poder de un dios.
{ ─ La vez anterior… mencionó que tenía un ‘sol’ a su lado. }
Sayed recordó cómo Lessas intentó decirle todo lo posible en el sur. Al recordar las palabras que pronunció cuando él cuestionó cómo era capaz de caminar entre los Niera sin ser afectado, Sayed empezó a comprender el origen de ese poder.
El poder, sobrecogedor e inalcanzable para cualquier humano, definitivamente facilitaba su situación y resolvía algunas de las mayores preocupaciones de Sayed. Sin embargo, no podía sentirse completamente satisfecho porque sabía que, en su vida pasada, Lessas nunca había usado ese poder.
Por supuesto, las circunstancias eran diferentes entonces. Sayed no dudaba en quitar vidas, no estaba junto a Lessas, y Aster no los había presionado con tal intensidad. Era razonable que Lessas usara sus habilidades de manera distinta según las circunstancias, pero…
«¿Es este poder divino algo que un humano pueda soportar?»
Esa era la fuente de la inquietud de Sayed. Tanto los Titer como los Guías utilizaban habilidades otorgadas por los dioses, pero siempre había un precio que pagar. Las habilidades destructivas de los Titer venían con secuelas físicas y espirituales, y aunque los Guías sufrían menos, el esfuerzo constante de purificar los daños los agotaba rápidamente. Si Lessas estaba utilizando un poder capaz de enfrentarse directamente al demonio, Sayed no podía evitar preocuparse por el precio que podría estar pagando. Su intuición le decía que no sería algo insignificante.
─ Muy bien. Descansaremos aquí hasta que la lluvia disminuya. Mientras tanto, cuiden de los caballos y tomen algo para comer.
─ Entendido, Archiduque.
Después de dar permiso a Kiril, quien esperaba su respuesta, y enviarlo de vuelta junto a los demás caballeros, Sayed se giró hacia Lessas con determinación. De repente, llevó ambas manos al rostro de Lessas, sujetándolo con firmeza. Los ojos de Lessas se abrieron de par en par, claramente sorprendido.
─ ¿E-Ed?
Las mejillas de Lessas, cálidas y teñidas de rojo, mostraban la clara señal de su vergüenza y alegría. Aunque todo en él seguía siendo el mismo Lessas que Sayed conocía, esos ojos dorados y extraños lo incomodaban profundamente.
─ ¿Qué fue lo que acaba de hacer, Su Alteza? Desde ayer he estado inquieto por esto. Hasta ahora nunca había usado este tipo de poder, ¿verdad?
Los ojos dorados, brillantes como el sol, dominaban la mirada de Lessas. Al ser interrogado, desvió la vista, y el leve temblor de sus pestañas delataba su perturbación. Esto solo intensificó las sospechas de Sayed.
─ Simplemente no había sido necesario antes. Es uno de los poderes que se me han otorgado. Como no tengo capacidad de curación… el Sol me concedió este poder para reemplazarla.
El tono de Lessas era bajo y dubitativo, como si no estuviera completamente conforme con lo que decía. Para alguien explicando una bendición divina, parecía aceptarla con reticencia.
«Quiero saber qué guardas dentro de ti, Lessas. Si pudiera entender la razón detrás de la tristeza que a menudo tiñe tus hermosos ojos…»
La necesidad de respuestas ardía dentro de Sayed, un deseo tan fuerte que lo atormentaba. Quería comprender qué afligía tanto a su pareja, qué originaba esa pena que a veces lo consumía. Era una urgencia que no había anticipado sentir por alguien más, lo cual lo desconcertaba aún más.
─ Entonces, ¿por qué no usó ese poder antes? Hasta hace tres días, cuando nos reencontramos, estuvo soportando ataques al azar sin hacer nada al respecto. Incluso me confirmó que había dejado atrás a sus caballeros debido a la maldición nocturna. Si tenía esta capacidad de purificar, ¿por qué no la utilizó antes?
Al escuchar la pregunta aguda y directa de Sayed, Lessas cerró los labios con fuerza. Desde pequeño, había mostrado una terquedad sorprendente en los asuntos que realmente le importaban. Sayed, tratando de encontrar la forma de hacerlo hablar, decidió cambiar de enfoque.
─ Si Su Alteza evita mis palabras, me siento herido. Últimamente no he tenido razones para estar triste, pero al verlo desviar la mirada, siento como si mi corazón se rompiera.
Con un tono bajo y melancólico, Sayed dejó clara su tristeza. Lessas, alarmado, levantó la vista rápidamente, sujetando la cintura de Sayed con urgencia.
─ Lo siento, Ed. Es que no sé cómo explicarlo. Por favor, no te pongas triste, ¿sí? He hecho mal, realmente lo siento.
El nivel de angustia en Lessas, mucho mayor de lo que Sayed esperaba, ablandó su determinación. Presionarlo era una carga incluso para él.
─ No mostré mi poder antes para que la oscuridad no supiera hasta dónde puedo llegar. Solo así podía esperar el momento adecuado para tomarla desprevenida. Pero cuando vi que la oscuridad te acosaba y te hacía sufrir, supe que ya no podía ocultarlo. Lo que quiere es tu alma, Ed, y tenía que evitarlo por encima de todo lo demás.
Las palabras de Lessas tenían sentido. Su explicación, clara y razonable, calmó momentáneamente las sospechas de Sayed. Observó profundamente los ojos de Lessas, que se mantenían firmes y resueltos. Aunque el presentimiento incómodo no desapareció por completo, Sayed decidió creerle. No quería seguir dudando de él, ya que había pasado demasiado tiempo cuestionando sus palabras.
─ Entendido.
─ Lamento haberte hecho sentir mal, Ed. No volverá a pasar.
─ No es necesario disculparse. Como humanos, es natural tener diferencias de opinión. Solo necesitamos hablarlas cuando surjan.
─…Tienes razón.
Ante esta respuesta, que reflejaba consideración hacia su punto de vista, Lessas sonrió con calidez, como si viera algo que había echado de menos durante mucho tiempo.
─ Eres tan amable, Ed. Adorable, bondadoso… tu corazón es tan hermoso que…
Cuando Lessas comenzó a elogiarlo de manera exuberante, Sayed se sintió ligeramente abrumado. Siempre había notado que Lessas tenía una forma peculiar de expresar sus sentimientos, y parecía que no tenía reparos en llamarlo "adorable" a pesar de ser un hombre robusto. Aunque Sayed creía que el verdadero portador de esos adjetivos era Lessas, el peso de las palabras lo llevó a cambiar de tema.
─ Por cierto, imagino que debe tener hambre. Ya ha pasado tiempo desde nuestra última comida. Deberíamos dirigirnos al campamento. Si descansamos un poco y viajamos durante la noche, podremos llegar al territorio de Axid por la mañana.
─ ¿Tenías hambre? Te he retenido demasiado. Vamos ahora mismo.
Lessas reaccionó con seriedad, como si hubiera ocurrido algo grave, y tomó cuidadosamente la mano de Sayed para guiarlo hacia el campamento. Mientras caminaba tras él, Sayed sintió una mezcla de alivio y preocupación.
Después de una comida ligera con las provisiones disponibles y dos horas de espera, la lluvia finalmente cesó. Notando la impaciencia de Lessas por partir, Sayed decidió no retrasarse más y retomó el camino hacia el norte. Cabalgaron sin detenerse hasta el amanecer, momento en que los caballos comenzaron a mostrar signos de fatiga. En la distancia, la imponente silueta del castillo de Axid apareció entre las montañas que rodeaban el territorio norte.
El último encuentro de Sayed con Lessas en el norte había sido casi un año atrás. En esta región, donde el otoño ya parecía invierno, la mañana era fresca y el aire anunciaba un frío más intenso en los próximos días. Vestidos con ropa ligera y tras haber viajado bajo la lluvia, la temperatura del amanecer era aún más notoria.
Sayed, al recordar lo vulnerable que era Lessas al frío, decidió llevarlo inmediatamente al interior del castillo. Aunque recuperar la espada era urgente, su prioridad momentánea era darle un breve descanso. Con eso en mente, tomó la decisión de ofrecerle algo de calidez y refugio.
Apenas entraron al castillo, Sayed ordenó a los caballeros dispersarse y condujo a Lessas a través de los pasillos. Recordando las tensiones que habían compartido en este lugar la última vez, Sayed se esforzó por suavizar el ambiente con un tono amable y considerado, buscando que esta visita fuera una experiencia mucho más agradable para Lessas.
─ Hemos viajado sin descanso; sería bueno que descansaras en el castillo hasta la tarde. El bosque puede esperar un poco más.
─ Sí, de acuerdo. Tú también debes estar cansado, Ed, así que hagámoslo así.
La respuesta de Lessas, centrada nuevamente en Sayed, lo hizo detenerse en seco. Al notar esto, Lessas, que lo seguía tranquilamente, parpadeó con desconcierto.
─ Estoy más preocupado por tu estado, Alteza.
Diciendo esto, Sayed colocó suavemente una mano en el hombro de Lessas. Presionó ligeramente con los dedos el músculo bajo su agarre, lo que hizo que Lessas se sobresaltara y sus pestañas temblaran levemente.
─ …¿Ed?
─ Los músculos tensos me dicen que estás muy cansado. Prepararé agua para que te bañes. Después de un baño y algo de comida, deberías dormir un poco.
Cada vez que Sayed tocaba su hombro, en lugar de relajarse, Lessas parecía ponerse rígido, su cuerpo completamente tenso. Finalmente, dejó escapar un suspiro bajo y contenido.
─ Parece que realmente estás agotado.
Notando que el cuerpo de Lessas no respondía como cabría esperar, Sayed preguntó con genuina curiosidad. Pero en lugar de responder directamente, Lessas desvió la mirada con evidente incomodidad, y sus labios comenzaron a temblar, mordisqueándolos nerviosamente. Sayed, viendo esto, extendió la mano rápidamente para detenerlo.
─ Otra vez estás mordiéndote los labios…
─ Es porque me siento raro cuando Ed me toca así.
El comentario directo de Lessas, pronunciado mientras Sayed le tocaba los labios, lo dejó atónito. Esta vez, fue Sayed quien se quedó completamente quieto. Entonces, Lessas bajó la mirada, sus profundos ojos púrpura reflejando emociones intensas, tan densas que parecía que el aire se volvía pesado a su alrededor.
Sayed, que no era ningún ingenuo, comprendió inmediatamente el significado de esas palabras. El recuerdo del beso que Lessas le había dado en el jardín, devorándolo con intensidad, le vino a la mente, provocando un temblor interno y una sensación de ardor. Su corazón comenzó a latir más rápido, impulsado por un deseo que era difícil de ignorar.
─ ¿Realmente necesitas contenerte?
La pregunta de Sayed, tan genuina como desconcertante, dejó a Lessas aún más turbado. Desde siempre, Lessas encontraba excusas para retroceder en estos momentos, mencionando su deseo de cuidar y proteger a Sayed.
─ Mi corazón ya te pertenece, Alteza.
Sayed usó una de las mismas excusas que Lessas solía emplear, esta vez en su contra. El resultado fue inmediato: una vena se marcó en el cuello de Lessas, y sus ojos, ya profundos, se nublaron aún más con emociones conflictivas.
Sayed movió la mano que estaba en su hombro, acariciando ahora el cuello de Lessas, donde la piel era suave y sensible. Sus dedos rozaron el área con cuidado, provocando un leve cosquilleo que hizo que Lessas inflara el pecho con fuerza, antes de soltar un largo suspiro contenido. Finalmente, retrocedió, claramente abrumado.
─ No es el momento adecuado para esto.
─ No hay necesidad de que te reprimas deliberadamente. Es evidente que deseas lo mismo que yo, Alteza. Usar la situación como excusa no es válido. En estos momentos, desearnos el uno al otro parece lo más natural.
Mientras Lessas intentaba alejarse, Sayed lo sujetó firmemente por la cintura. Sin embargo, Lessas lo detuvo tomándole la muñeca, mostrando en su rostro cuánto estaba conteniendo sus impulsos. Su expresión reflejaba una lucha interna tan clara que su voz salió como un susurro, cargada de dolor.
─ Es porque…
─ ¿Perdón?
─ Es porque, estando contigo, siento que el mundo entero podría dejar de importar.
Las palabras de Lessas se derramaron con un fervor tan intenso que parecían estar desgarrándolo por dentro.
─ Estar contigo es tan deslumbrante, tan hermoso, que temo querer abandonarlo todo. Siento que podría volverme loco solo por absorber tu aliento. Quisiera encerrarte, impedir que vayas a cualquier lugar y que solo yo pueda verte. Cada beso tuyo me deja tan extasiado que siento llegar al borde de perderme, y si llegara a conocer algo más profundo, temo…
Los ojos de Lessas brillaron un instante, reflejando una ferocidad casi animal que rápidamente se desvaneció. Sujetó la muñeca de Sayed con fuerza, como si intentara detenerlo y, al mismo tiempo, contenerse a sí mismo. Su voz, cargada de dolor y súplica, lo atravesó.
─ Por favor, permíteme cumplir con mi deber primero, Ed. Si puedo asegurarme de que estás a salvo, si puedo tener la certeza de ello, entonces haré todo lo que desees. Porque tú eres… eres mi dueño.
La palabra "dueño" salió de los labios de Lessas con una devoción tan absoluta que provocó un escalofrío en Sayed. Era un término que no debería haber salido de la boca de alguien de sangre real, y su intensidad era tanto desconcertante como preocupante.
─ No entiendo por qué mi seguridad es tan importante para ti, Alteza. No hay nada de malo en priorizar lo que tú deseas.
─ No, Ed.
Lessas respondió con una firmeza inusual, su voz teñida de una angustia palpable.
─ No puedo soportar verte herido otra vez. Si hay algo peor que morir, sería presenciar eso.
La profundidad de su confesión fue tan desgarradora que Sayed no pudo refutarla. Los recuerdos de Lessas empuñando una espada contra su propio pecho inundaron su mente: la expresión pálida e inexpresiva, sus ojos púrpura levemente empañados por un dolor apenas visible. Incluso recordó la tensión en el dorso de su mano, donde las venas se habían marcado con fuerza al sostener la empuñadura. Todo volvió como una punzada dolorosa en su corazón, como si lo atravesaran con la misma espada.
El silencio pesado llenó el pasillo. La incapacidad de Sayed para consolar a Lessas, para entender del todo el peso de su sufrimiento, lo dejó paralizado. Finalmente, Lessas suavizó su expresión, forzando una sonrisa para calmarlo.
─ Lo siento. He dicho algo fuera de lugar. Tenemos mucho tiempo por delante, Ed, y quiero ser más cuidadoso con esto. Perdóname, por favor.
Su voz era tan suave y amable que, a pesar de todo, Sayed no pudo evitar sentir una mezcla de ternura y desesperación. No sabía cómo, pero en lo profundo de su corazón, supo que haría cualquier cosa para aliviar el dolor de Lessas.
─…No es nada. Me apresuré.
Sayed se culpaba a sí mismo por su impaciencia. Una inquietud interna lo había impulsado, una necesidad de mantener a Lessas a su lado tanto como fuera posible. Sin embargo, no era el momento adecuado, y lo sabía. Había sido un error suyo.
─ ¡Alteza! ¡Hermano! ¡Escuché que han regresado!
La voz clara de Cecilia interrumpió el ambiente ligeramente tenso, mientras ella corría hacia ellos desde la entrada del castillo. Su cabello ondeaba al viento, y su apurada llegada revelaba que había salido con prisa. Apenas llegó a su lado, les habló con entusiasmo contenido.
─ ¿Han regresado para ir al bosque, cierto? Por favor, no me dejen atrás. No importa qué, tienen que llevarme.
Ambos se volvieron hacia Cecilia, extrañados por su conocimiento. Nadie parecía haberle informado de sus intenciones.
─ ¿Cómo sabes eso, Cecilia? ¿El caballero Kiril te lo mencionó?
Fue Lessas quien preguntó en lugar de Sayed. Cecilia negó con la cabeza, observando atentamente a Lessas antes de responder.
─ No. Hace tiempo que no veía algo sobre el futuro, pero esta vez me ha vuelto a visitar. Así que… si no te molesta, ¿podría llevarme a mi hermano un momento, Alteza? Hay algo que necesito hablar con él en privado.
Con una sonrisa gentil, Lessas asintió. Como Sayed ya había notado antes, Lessas siempre mostraba una amabilidad especial hacia Cecilia.
─ Claro, les daré privacidad.
─ Gracias, Alteza. Se lo agradezco mucho.
Lessas le dirigió una última sonrisa cálida a Sayed antes de caminar hacia el interior del castillo. Mientras observaba su partida, Sayed no pudo evitar notar cuán natural parecía el andar de Lessas al subir las escaleras del castillo sin necesidad de guía. Su movimiento era tan seguro que parecía estar completamente familiarizado con el lugar.
Esa observación le resultó inquietante. Aunque Sayed estaba casi seguro de que Lessas, al igual que él, recordaba sus vidas pasadas, sabía que en su vida anterior, Lessas solo había estado en el castillo de Axid al final de su primer año como adulto. La familiaridad que ahora mostraba con el lugar no tenía una explicación lógica, a menos que hubiera algo más.
─ Hermano, sé que observar a la Alteza es tentador, pero tengo algo importante que decirte. Y es sobre él.
Las palabras de Cecilia lo devolvieron a la realidad. Frunciendo el ceño, Sayed miró a su hermana.
─ Habla, Cecilia.
Cecilia, lanzando una mirada de preocupación hacia el camino que había tomado Lessas, se inclinó hacia su hermano y le habló con cuidado.
─ Sabes que en todas las visiones del futuro que he tenido, jamás había escuchado una voz, ¿verdad? Bueno, anoche, por primera vez, la luna en mis sueños me habló. Siempre que soñaba con el futuro, la luna estaba allí, brillante como una luna llena. Esta vez, descendió al suelo y me dijo que, si quiero proteger a su Alteza, debo ir con ustedes al bosque.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Cecilia nunca había hablado con tanto detalle sobre sus visiones. Aunque solía describir las escenas que presenciaba, nunca había explicado cómo se manifestaban ni qué implicaban. La inquietud que ya rondaba a Sayed aumentó al escuchar las palabras de su hermana.
─ Dime qué le ocurre a Alteza en esa visión.
A pesar de la urgencia en su pecho, Sayed intentó mantenerse sereno para no transmitir su ansiedad a Cecilia.
─ No lo sé exactamente. Pero en el bosque… la luna dijo que debo acompañarlos para mostrarte el camino. Así que, por favor, no me dejes atrás, ¿de acuerdo?
─ De acuerdo, Cecilia. También eres una Titer que lleva el sello de Prosius. Es lo correcto.
─ Gracias, hermano.
Cecilia respondió tomando la mano de Sayed con suavidad. Mientras él correspondía el gesto, ella bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas antes de hablar nuevamente, con un tono que sugería una profunda reflexión.
─ ¿Sabes? Siempre pensé que mi habilidad no valía nada. Como no puedo matar a los Niera con la fuerza que tú tienes, creí que nunca sería digna de Prosius. Cuando me alejé de ti, usé eso como excusa. Pero últimamente he estado pensando… creo que todos en el mundo tienen un papel, sea grande o pequeño. Todo tiene su propósito.
Por el peso evidente en sus palabras, Sayed decidió escucharla sin interrumpir. Había aprendido a reconocer que cada persona cargaba sus propias preocupaciones, y las palabras de Cecilia resonaron profundamente en su corazón.
─ Así que revisé nuevamente los sueños que he tenido. Y al hacerlo, recordé algo que dijiste una vez. Podrías tener razón, hermano. Sobre si detuviste el tiempo para mí. Antes pensaba que era absurdo, pero ahora no estoy tan segura. Últimamente, he estado soñando lo mismo repetidamente, y creo… que hay partes del tiempo que no recuerdo.
─ Explícate con más detalle.
Los ojos oscuros de Cecilia, que recordaban a los de su madre, mostraban un matiz de tristeza. Tras un momento de vacilación, comenzó a hablar cuidadosamente, eligiendo sus palabras con precisión. Cada frase estaba marcada por pausas, como si pesara en su mente.
─ Es… después de tu muerte. Te conté antes sobre aquel sueño donde vi montañas de cadáveres y tú, cubierto de sangre. En esos sueños, siempre veo a Alteza, Lessas. Después de que te encuentra, llorando sobre tu cuerpo durante mucho tiempo, regresa al castillo y habla conmigo. Y entonces él…
La voz de Cecilia descendió a un susurro impregnado de culpa.
─ Él me dijo que en nuestra próxima vida, debía permanecer junto a mi familia. Me dijo que cumpliste con tu deber, que eras alguien que nunca abandonó su responsabilidad…
El agarre de Cecilia en la mano de Sayed se tensó. Cerrando los labios con fuerza, respiró profundamente para calmarse antes de continuar con valentía.
─ La verdad es que los sueños suelen disiparse en cuanto despierto, como si algo invisible me impidiera recordar con claridad. Es difícil explicarlo, pero siempre parece que algo me frena para hablar de ellos. Aun así, me esforcé por grabar en mi corazón las últimas palabras que dijo. Lo último que su Majestad pidió antes de marcharse fue que rezara por el alma de mi hermano. Que hiciera todo lo posible por detener el tiempo de mi hermano…
Escuchando las palabras de Cecilia, que con esfuerzo continuaban fluyendo, dejaron a Sayed inmóvil, incapaz de reaccionar de inmediato. Se dio cuenta, de repente, de que había olvidado respirar. El dolor en su pecho lo aplastaba, haciéndolo exhalar con dificultad mientras apretaba los dientes.
«Lessas… tú…»
Mientras escuchaba a Cecilia, Sayed se encontraba sumido en una espiral de emociones desgarradoras. No podía evitar imaginar qué sentiría Lessas en el momento en que le atravesó con la espada. ¿Con qué corazón soportó aquel instante, pronunciando palabras crueles mientras acababa con su vida? Solo pensar en ello hacía que el dolor lo desgarrara desde adentro.
Había descubierto la razón detrás del acto de Lessas, y sin embargo, este conocimiento no aliviaba el peso que aplastaba su alma. Una tristeza devastadora lo envolvió, mucho más intensa que aquella del día anterior, como si su cuerpo entero se derrumbara. Aun así, Sayed mantuvo la compostura, como un árbol que desafía la ventisca. Obligó a sus piernas a mantenerse firmes, aunque el dolor lo destrozara.
─ Cuanto más te conozco, más me doy cuenta de que nunca podré comprender la profundidad de tu dolor.
Las palabras de Cecilia confirmaron las sospechas que había albergado en silencio. Las piezas encajaron, revelando verdades que solo imaginaba con conjeturas vagas. Antes había dudado de Lessas, creyendo que sus palabras de amor eran un engaño, una máscara para ocultar la falsedad de sus sentimientos. Incluso había llegado a despreciar las confesiones de Lessas, considerándolas nada más que un deseo superficial. Ahora, esta verdad lo hacía sentir una culpa insoportable.
Pero castigarse a sí mismo no serviría de nada. Sayed lo sabía. No era lo que Lessas necesitaba. Lo que debía hacer era protegerlo, cuidarlo y asegurarse de que cada momento que pasaran juntos estuviera lleno de alegría. Este pensamiento lo ayudó a contener el impulso de caer en la autocompasión.
Cecilia, consciente del peso que recaía sobre su hermano, tomó su mano y le sonrió con ternura.
─ El pasado ya quedó enterrado en el tiempo, hermano. Lo que importa ahora es lo que debemos hacer. Creo que vi esas cosas en mis sueños para que podamos evitar que ocurran tragedias. Protejamos a Alteza juntos.
Las palabras de su hermana ofrecieron un consuelo inesperado. Sayed la abrazó con fuerza, encontrando alivio en su calidez. Mientras Cecilia lo rodeaba con sus brazos y daba suaves palmadas en su espalda, él sintió cómo su respiración se estabilizaba. Al sostenerla, recordó cuánto la amaba y valoraba. Pensó en lo preciado que era tenerla nuevamente a su lado y decidió que protegería este presente a toda costa.
Por eso, ocultó su tristeza. Sabía que mostrarla solo preocuparía a Lessas. En cambio, se concentró en atender sus necesidades. Ordenó que se preparara agua caliente para un baño, una mesa con los mejores platos que podían ofrecer y, lo más importante, que Lessas descansara. Aunque la región no era conocida por su gastronomía, Sayed planeó encontrar un cocinero excepcional después de sus batallas. Quería que Lessas probara todos los sabores posibles, aprendiera a disfrutar y redescubriera la vida junto a él.
Sayed tenía la firme convicción de que sobreviviría. No era una cuestión de fe, sino de determinación absoluta. Había hecho una promesa a Lessas, y esa promesa sería cumplida. Con este pensamiento, su marcha hacia el Bosque de la Noche no se sintió tan pesada como antes. Ahora no estaba solo; personas importantes caminaban a su lado, compartiendo su carga.
El bosque, en su preludio al invierno, estaba en calma. Las figuras de los Niera dormidos se esparcían en sombras densas. Mientras Sayed observaba esos contornos oscuros, recordó las palabras de Asela. Esa criatura había afirmado que los Niera, a pesar de ser enemigos, protegían a los humanos al impedirles acercarse al bosque.
En el pasado, esa afirmación le resultó irritante, una burla al sacrificio de los Titer. Pero tras lo que había vivido recientemente, comenzó a considerar la posibilidad de que no fuera una completa locura. Si, como decía Asela, la luna había sellado al demonio en el bosque y el sol vigilaba eternamente, el bosque podría ser un mediador entre el mal y la humanidad. Sin embargo, lo que no tenía sentido era cómo los Niera podían alimentarse de almas humanas y corromper la vida animal. La contradicción era evidente: ¿cómo podía un ser noble como la luna crear criaturas tan aterradoras?
─ ¿Está realmente la espada al otro lado de esto, Alteza?─ preguntó Cecilia, mirando el oscuro bosque que se extendía ante ellos. Aunque había insistido en acompañarlos, parecía que la inmensidad del bosque comenzaba a inquietarla.
─ Sí, el bosque es el único lugar en Solias donde la espada puede estar más segura. Incluso para los Titer resulta difícil adentrarse aquí, y es un lugar donde el poder del demonio actúa con mayor facilidad.
─ Pero no sé si podremos encontrarla con certeza. El bosque es tan extenso que podríamos tardar días en recorrerlo.
La afirmación de Cecilia era válida; el tamaño del bosque hacía que encontrar un lugar específico fuera un desafío casi abrumador.
─ Es posible ─ respondió Lessas, con la misma calma que cuando había intentado convencer a Sayed de ir solo al bosque. Después de horas avanzando en silencio, escuchar su voz fue reconfortante. Quizás percibió esto, pues se giró hacia Sayed y le dedicó una sonrisa cálida y llena de confianza.
─ Solo necesitamos dirigirnos hacia donde el poder de los Niera sea más intenso. La espada aparecerá. Estoy seguro de que tú puedes hacerlo, Ed.
─¡Es cierto! En el sur, siempre eras el primero en percibir la presencia de los Niera.
Con ambas miradas fijas en él, Sayed se sintió momentáneamente abrumado. No estaba acostumbrado a recibir este tipo de confianza incondicional y, por un instante, dudó si realmente era digno de ello. Pero reprimió rápidamente ese pensamiento y, tras exhalar un suspiro, volvió su mirada hacia el bosque.
─…Lo intentaré.
Aunque aún no había caído completamente la noche, el bosque ya estaba sumido en la penumbra. Su densa vegetación, formada por árboles tan altos como fortalezas, bloqueaba la luz. Sayed fijó su mirada en la oscura extensión, cerrando los ojos poco después. Tal como había hecho en el pasado, dejó de lado su sentido de identidad, permitiendo que su conciencia se sumergiera en las sombras.
Tal como Cecilia había mencionado, Sayed tenía una conexión única con los Niera. Desde su poder hasta el característico resplandor rojo que teñía sus ojos cuando estaba cerca de ellos, Sayed había sido señalado en vidas pasadas como una criatura demoníaca. En su momento, este señalamiento lo llevó a despreciarse profundamente.
Sin embargo, tras haber enfrentado a un verdadero demonio, Sayed ahora sabía que él no era esa clase de ser. Había encontrado la certeza para confiar en sí mismo.
Dejando que su espíritu se dispersara en las sombras del bosque, Sayed extendió su percepción hacia los alrededores. Mientras exploraba con sus sentidos, percibió una presencia familiar. Una concentración de miedo instintivo, ese sentimiento abrumador que los Niera siempre emitían, emanaba desde un punto en el interior del bosque.
Dirigiéndose hacia esa presencia, Sayed notó algo peculiar. Las emociones transmitidas por los Niera no consistían únicamente en un miedo opresivo. En lo que, en apariencia, parecía una emoción oscura y densa, se podía sentir una profunda tristeza oculta.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
«…¿Tristeza? ¿En los Niera?»
Al percibir una emoción que le resultaba extraña, Sayed se concentró aún más. Entonces, bajo la superficie cubierta por un miedo que se desbordaba, sintió claramente la existencia de tristeza. Parecía que esa emoción no provenía de Niera, sino que fluía desde lo profundo del bosque y se impregnaba en ella.
«Nieras solía ser una subordinada de los demonios. Y estas cosas en el bosque... se dice que surgieron después de que la luna sellara al demonio. ¿Qué demonios son estas criaturas?»
Con estas preguntas en mente, Sayed extendió más su conciencia. Finalmente, su poder alcanzó un lugar que parecía el corazón del bosque. Allí se erguía un árbol gigantesco que contenía un núcleo, protegido por Nieras superiores petrificados como estatuas. Hasta ese punto, el bosque que Sayed observaba no se distinguía del que había visto antes, pero el lugar donde el árbol había echado raíces era diferente.
El árbol se encontraba en un claro envuelto en una melancólica luz plateada, flotando como luciérnagas. Era un espacio extraordinariamente hermoso, casi irreal, difícil de creer que estuviera en el centro del bosque. El núcleo del árbol no era rojo, sino de un azul resplandeciente, iluminado por luces que vagaban en la penumbra, brillando como si se tratara de un cielo nocturno bajo una luna azul.
En el mismo centro, una espada estaba clavada.
─ Sí, creo que sé dónde está.
En el instante en que lo vio, Sayed abrió los ojos. La energía que había extendido regresó rápidamente, provocándole un breve mareo. Desde que se había acostumbrado a la compañía de Lessas a su lado, los efectos secundarios se le hacían extraños. Los dolores que lo habían acompañado durante toda su vida, así como la soledad, se habían desvanecido por completo en algún punto. Al sentir esto, Sayed sostuvo la mano de Lessas, quien lo estaba observando. Lessas, que había estado sonriendo dulcemente, parpadeó sorprendido.
─ ¿Estás bien?
─ Sí, estoy bien. Sin embargo, creo que necesitaré purificación, así que no sueltes mi mano.
Cada momento que pasaba con Lessas hacía que el tiempo junto a él se sintiera más acogedor. De todas las personas, Lessas era el único con quien simplemente estar juntos era suficiente para sentirse mejor.
─ …De acuerdo.
Lessas, su Guía, fue obediente como siempre. Viendo su rostro ruborizado por la timidez, Sayed quiso besarlo, pero sabía que si lo hacía, no querría marcharse. Finalmente entendió lo que Lessas había dicho sobre cómo descubrir algo tan bueno podría hacer que descuidaras tus deberes.
─ Oye, ¿sabes que todavía hay otra persona aquí, verdad? No te olvides de mí. Quizás también necesite purificación más tarde.
Cecilia intervino, quien los observaba, con un tono ligeramente malicioso. Esto hizo que Lessas se sobresaltara incómodo. Aunque avergonzado, con las orejas enrojecidas, no soltó la mano de Sayed, lo cual resultaba adorable.
─ Haré lo posible por resolverlo sin usar demasiado tu poder.
─ Estoy segura de que de pequeños te gustaba más yo… ─ murmuró Cecilia en un tono claramente bromista. Sayed soltó una leve risa antes de empezar a caminar, guiado por lo que había visto. Siguió rápidamente los rastros de la conciencia impregnados en las sombras. Cortó las ramas densas del bosque con su espada, avanzando a un ritmo inigualable para cualquier persona común.
El bosque nocturno, con árboles tan altos que bloqueaban incluso la vista del cielo, hacía imposible orientarse mediante las estrellas. La densa oscuridad también impedía usar anillos de árboles o musgo para ubicarse. Sin alguien como Zion o alguien que pudiera ocultarse en este lugar, encontrar el camino probablemente tomaría mucho tiempo.
Cuanto más lo pensaba, más sentido tenía que el bosque nocturno fuera el mejor lugar para que Aster escondiera una espada. Era lógico que Sayed, como su Guía, estuviera en el norte, y desde el inicio del invierno, Aster siempre llevaba la espada consigo como parte del ritual, por lo que esconderla habría sido fácil. Después de todo, el único que podría buscar en el bosque era Sayed, y hasta hacía poco, había actuado solo por el bien de Aster.
Mientras continuaban sumidos en pensamientos complejos, avanzaron en silencio durante mucho tiempo. Justo cuando la oscuridad del amanecer comenzaba a aclararse y sus ojos se habían adaptado a la penumbra, algo inquietante bloqueó su camino. Desde los Nieras que protegían el núcleo se desprendió una luz roja, y los Nieras que habían estado dormidos comenzaron a despertar lentamente. Su tamaño era incomparable con los que habían enfrentado hasta entonces, y el miedo que emanaba de ellos parecía asfixiante, tensando sus cuerpos al máximo.
─ Esto es… mucho más grande que lo que vimos en el sur ─ murmuró Cecilia, deteniéndose con inseguridad.
Eran solo tres personas. Enfrentar uno o dos Nieras superiores podía ser posible, pero que dos Titers se enfrentaran a más de diez Nieras al mismo tiempo era un acto suicida. A pesar de haber luchado contra poderosos Nieras en el sur, la falta de experiencia seguía siendo evidente, y Cecilia dejó entrever un leve temor. Las emociones negativas como la duda, el miedo y la incertidumbre eran elementos perfectos para estimular a los Nieras, como justo en ese momento.
Un escalofrío recorrió su nuca. Siguiendo la dirección de la intención asesina, Sayed miró hacia las copas de los árboles. Entre las hojas ennegrecidas, algo se movió sin emitir sonido y descendió rápidamente.
─ ¡Cecil!
Un pájaro de estructura ósea y un tamaño lo suficientemente grande como para cubrir el claro apareció. Tenía cuatro alas y una cola afilada, y, a pesar de su tamaño, era increíblemente rápido. Sayed había enfrentado todo tipo de Nieras, pero nunca a uno que volara por el aire. Con un movimiento rápido, borró cualquier rastro de confusión, tomó a su hermana y se apartó justo cuando el pájaro golpeó el suelo con sus alas.
Con un estruendo que partió la tierra, los Nieras comenzaron a atacar desde todas las direcciones. Aunque enormes, sus ataques eran sorprendentemente veloces, lo que obligó al grupo a separarse. Un gigante con brazos que arrastraban por el suelo rodó en dirección a uno de ellos, mientras que una criatura parecida a un ciempiés con ocho patas emergió de las grietas del terreno. Cada momento de la batalla era una emboscada constante, mucho más peligrosa que cualquier enfrentamiento anterior.
─ ¡Su Alteza, realmente…! ¿Dijo que podría enfrentar algo así solo? ─ exclamó Sayed, molesto, mientras esquivaba un ataque tras otro sin siquiera recuperar el aliento.
─ Puedes hacerlo, Ed. Después de todo, esas cosas son solo Nieras. Usa el poder que empleaste aquella vez… ─ respondió Lessas, aunque no logró terminar su frase.
Aunque los Nieras no atacaban directamente a Lessas, el simple movimiento de sus cuerpos era suficiente para aplastarlo debido a su tamaño. Apenas Sayed verificó que Lessas estaba a salvo, Cecilia gritó desesperada.
─ ¡Hermano, no puedo encontrar el núcleo!
Cecilia, atrapada en un ciclo de detener y esquivar los ataques de los Nieras, apenas lograba defenderse. Parecía que cuanto más desafiaba el tiempo, mayor era el esfuerzo que requería. Mordiendo sus labios con frustración, Sayed intentó invocar el poder del que hablaba Lessas, pero no había ni un segundo para quedarse quieto.
Era imposible encontrar y destruir todos los núcleos. Identificar el núcleo de cada Niera superior requería tiempo, y las constantes embestidas desde el cielo y la tierra no permitían ninguna pausa.
─ ¡Cecilia, aunque sea por un instante, detén todo lo que te rodea!
─ ¡Su Alteza, estas cosas son demasiadas…!
Cecilia, visiblemente perturbada, se convirtió en el principal objetivo de los Nieras, que arremetieron hacia ella sin descanso.
Al ver a los Nieras dirigirse hacia su hermana, Sayed apretó los dientes y, en un breve momento, concentró toda su fuerza en sus piernas, impulsándose desde el suelo. Saltando hacia el aire, clavó su espada en uno de los Nieras que se movía a su alrededor, aterrizando momentáneamente sobre su superficie. Desde allí, se impulsó hacia el torso de otro Niera que avanzaba rápidamente y, finalmente, hundió su espada en la cabeza del pájaro que intentaba atrapar a Cecilia.
Un desgarrador grito resonó en el claro.
No había alcanzado el núcleo, por lo que el pájaro no murió, pero sí lanzó un chillido agudo mientras se retorcía violentamente. Sayed, colgado de la espada que seguía clavada en su cabeza, se tambaleó mientras el monstruo sacudía su enorme cuerpo.
Sayed, jadeando profundamente, se aferró con fuerza a la cabeza del pájaro mientras este alzaba nuevamente el vuelo hacia el cielo. Su corazón latía con fuerza, resonando en su pecho, debido a la energía que había agotado en tan poco tiempo. Mientras el cuerpo de la criatura se sacudía violentamente, Sayed hundió aún más su espada en el cráneo del pájaro, asegurándose de no caer. La bestia giró en círculos y finalmente descendió al suelo.
Cuando el pájaro apuntó directamente hacia Cecilia con la intención de embestirla, Sayed, apretando los dientes, forzó su cabeza hacia otro lado. Los músculos de su brazo temblaban, tensos, mientras las venas sobresalían por el esfuerzo. El sudor frío cubría su rostro pálido. Sus ojos grises, afilados, brillaban con un resplandor rojo mientras desataba el poder que había invocado anteriormente, extendiéndolo en todas direcciones.
─ ¡Cecilia, ahora!
En el instante en que el pájaro, desviado de su objetivo, aterrizó pesadamente en una dirección diferente, Lessas exclamó. Siguió rodando por el suelo, arrastrando a otros Nieras con su cuerpo. Cecilia, al presenciar esto, cerró los ojos con fuerza y extendió ambos brazos.
─ ¡Aaaah!
Su grito agudo desgarró el aire, y al mismo tiempo, el flujo del ambiente cambió. Todo lo que los rodeaba, desde los Nieras hasta las hojas que se agitaban con el viento, quedó inmóvil. Incluso el tiempo mismo parecía haberse detenido. Una sensación escalofriante recorrió a Sayed mientras percibía que su conciencia estaba conectada con todos los Nieras presentes. Tal como la primera vez que usó este poder para salvar a Lessas, atrapó la esencia oscura que formaba a las criaturas y vertió más oscuridad en su interior, forzándolas a expandirse.
«Un poco más… ¡solo un poco más!»
Encerrado en una oscuridad sofocante, sin un solo rayo de luz, Sayed luchó contra la sensación de asfixia y tomó una profunda bocanada de aire. Cuando abrió los ojos, el tiempo comenzó a fluir de nuevo, y la oscuridad que los había abrumado estalló. Los Nieras se desintegraron en el aire como un polvo negro que se dispersó lentamente. Sayed cayó de la cabeza del pájaro y rodó varias veces por el suelo antes de detenerse, respirando pesadamente.
Se sentó con dificultad, sintiendo cómo su cuerpo protestaba por el esfuerzo. Todo su ser parecía desgarrado, y una punzada de dolor le recorrió la cabeza. Tragó el mareo que lo invadía y miró a su alrededor para verificar la seguridad de Lessas y Cecilia. El claro, ahora vacío de Nieras, estaba suavemente iluminado por el tenue brillo azul que emanaba del núcleo. Sin embargo, algo no estaba bien.
Aunque el tiempo parecía haber retomado su curso, el ambiente permanecía inusualmente silencioso. Sayed, con el corazón acelerado, buscó a Lessas primero. Afortunadamente, seguía de pie, ileso, pero inmóvil, como si estuviera congelado en el tiempo.
─ ¿Lessas?
Llamó Sayed con voz temblorosa, sintiendo una inquietud que le erizaba la piel, mientras, desde atrás, una voz etérea y misteriosa llegó a sus oídos, acompañada por una suave brisa que le rozó la nuca.
'Tranquilo, niño mío'
Al girarse bruscamente, Sayed se encontró con Cecilia, cuyos ojos brillaban con una intensa luz plateada. Su rostro mostraba una suave sonrisa, pero aunque parecía ser ella, también era claro que no lo era.
'El tiempo está brevemente detenido porque te he traído a mi espacio, pero todos están a salvo.'
Aunque la presencia no parecía hostil, Sayed no era alguien que se dejara llevar por las apariencias. Con el rostro serio, interrogó con frialdad.
─ ¿Qué le has hecho a mi hermana? ¿Quién eres?
'No puedo existir en este mundo por mí misma. Solo he tomado prestado un cuerpo que lleva mi rastro. Tu hermana está bien. Todos ustedes son mis hijos, pequeños lunas mías. ¿Cómo podría herirlos? Solo he creado este espacio momentáneamente para verte.'
Las palabras, que parecían un sinsentido, hicieron que un pensamiento cruzara la mente de Sayed. Observó a Cecilia con una mirada llena de sospecha antes de preguntar con un tono grave.
─ ¿Eres… la Luna?
Los ojos plateados brillaron de júbilo, curvándose suavemente como un delicado cuarto creciente.
'Así es. Soy la Luna, y tú, mi alma heredada, has protegido esta tierra durante tanto tiempo. Antes de abandonar este mundo, tengo algo que quiero darte.'
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
A una pregunta formulada con poca convicción, la respuesta fue afirmativa. Sayed, que observaba atentamente a quien se autoproclamaba como una entidad celestial, decidió mantener su cautela. Incluso si fuese un dios, no sentía ni reverencia ni devoción hacia él. Aunque aquel ser afirmara haber protegido el mundo, nunca había hecho más fácil la vida de Sayed. Todo lo que había recibido de un dios era un sinfín de obligaciones, muerte y sacrificio.
─ Qué palabras más absurdas. No me parezco en nada a ti. Si hubiera tenido el poder de un dios, habría evitado a toda costa que los humanos se involucraran en los asuntos divinos. Durante cientos de años, innumerables Titers y Nieras han muerto protegiendo este bosque, y con ellos, incontables vidas humanas se han perdido.
Ante esas palabras, la Luna simplemente sonrió en silencio. De sus ojos plateados, que brillaban suavemente, emanaba una tristeza profunda. Aunque en apariencia sonreía, Sayed percibió las emociones ocultas tras esa fachada, lo que lo hizo titubear por un momento. La textura de esa tristeza era idéntica a la que había sentido al seguir el rastro de la energía de los Nieras momentos atrás.
'Tienes razón. Si hubiese sido más fuerte, habría protegido mucho antes a mi Sol y a esta hermosa tierra. Pero no pude hacerlo porque yo también tenía mis limitaciones. Sin embargo, tengo mis razones para ello, ¿me permitirías explicártelas? Te debo una explicación, ya que has sido arrastrado a esta situación sin saber nada.'
La intensidad del dolor y la melancolía que se reflejaban en aquellas palabras impidió a Sayed continuar reprochándole. Además, que aquella figura utilizara el cuerpo de Cecilia lo hacía aún más difícil. Aceptando en silencio, Sayed observó cómo la Luna caminaba lentamente hacia el centro del claro, donde estaba la espada. Mientras lo seguía, la voz volvió a resonar en su mente.
'Hace muchísimo tiempo, cuando surgieron las tierras y el cielo, en las noches no existía la Luna. Durante la oscuridad, todo en la tierra perdía su rumbo y la vida perecía. El miedo acumulado de las criaturas moribundas tiñó el cielo nocturno. Aquello que enfrentas ahora, esas entidades demoníacas, son la Noche misma, la noche primigenia, una inmensidad del cielo tan poderosa que ni yo ni Solias podíamos derrotarla por completo.'
─ ¿Solias?
'Es el nombre de esta tierra y también el de mi Sol. Representa el tiempo en que la vida florece. ¿No es un nombre hermoso?'
La alegría impregnaba la voz de la Luna mientras hablaba, y Sayed no pudo evitar sentir que aquella felicidad, por distante que pareciera, no le era ajena. Entendía, ahora, cómo un simple pensamiento podía evocar una oleada de emociones. Y, al verlo así, no podía ignorar cuánto amaba la Luna a su Sol.
─ …Sí, lo es.
El nombre también era el apellido de Lessas, y Sayed no pudo rechazar la afirmación de la Luna sobre su belleza. Desde el principio hasta el final, el nombre de Lessas reflejaba a su portador de una manera hermosa. La Luna más bella, el tiempo en el que florece la vida.
Lessas, quien había hecho florecer el amor en el árido corazón de Sayed, era el verdadero ejemplo de ese nombre. Había regado el terreno seco y agrietado por la oscuridad desoladora, vertiendo sobre él amor hasta convertirlo en el Sayed que existía ahora.
'Qué amable eres.'
La Luna sonrió suavemente y se detuvo frente a la espada en el claro. La hoja, de un blanco puro y brillante, resonó con un leve zumbido cuando la Luna se acercó. Observándola con ternura, extendió la mano para tomar el mango de la espada.
'Yo nací de los deseos y los anhelos fervientes de las personas. Su esperanza de tener un guía que iluminara la noche creó un dios, y junto a innumerables estrellas, ocupé mi lugar en el cielo nocturno. Al principio, Nox no intentaba destruirlo todo. Fue su corazón equivocado y sus decisiones erróneas lo que alimentó su oscuridad.'
El nombre "Nox" parecía referirse al demonio. Sin embargo, Sayed no deseaba recordarlo. Cuanto más se pronunciaba un nombre, más poder se le otorgaba al portador.
─ No me interesa la historia de un demonio. No importa cuál fue su origen o las razones detrás de sus acciones. El resultado de su elección es una senda de crueldad, y eso no cambia.
'Tienes razón. Cuando la Noche devoró a mi Sol, supe que no había escapatoria. Sin embargo, como mencioné, no podíamos derrotarlo con nuestro poder. Nox es un dios antiguo, más viejo que el Sol y la Luna. Por eso, elegí un método diferente: lo dividí en fragmentos y lo até a esta tierra.'
La Luna desenvainó la espada y se la ofreció a Sayed. Dado que era lo que había estado buscando, él extendió la mano y tomó el mango sin rechazarlo. Al hacerlo, la mano de Cecilia, controlada por la Luna, y la de Sayed se superpusieron. La Luna sonrió con alegría.
'Dividí el cielo nocturno que habitábamos en mil pedazos y los esparcí. Las estrellas que una vez me acompañaron bajaron al mundo para debilitar el poder de la Noche, y los Nieras nacieron como guardianes del bosque, alejando a los humanos. Aquellos a quienes llamas Titers han destruido los núcleos del bosque durante siglos, debilitando gradualmente al demonio hasta su estado actual.'
El tono despreocupado con el que hablaba sobre su sacrificio impactó a Sayed, quien ya no pudo reprocharle nada. Como había dicho Asela, la Luna realmente había sacrificado su propia existencia para mantener al demonio atrapado. Sayed apretó con fuerza el mango de la espada, y la Luna volvió a sonreír, como si le tranquilizara.
'Los Nieras son, en realidad, estrellas moribundas que dormían en el cielo nocturno. No eran criaturas que lastimaran humanos o atormentaran animales, pero la oscuridad de Nox contaminó sus mentes y les hizo perder su identidad. Se convirtieron en masas de emociones, formadas solo de tristeza y miedo. Aun así, sabían cuál era su propósito, y mientras vagaban por el bosque, continuaron protegiéndolo. Lo que dijiste no es del todo cierto; no eran enemigos de los humanos desde el principio.'
Finalmente, Sayed comprendió la razón detrás de la tristeza que emanaba de ellos. Perderse en la oscuridad y ser controlados le recordaba a su propio pasado. Cualquier resentimiento hacia los Nieras o palabras para refutar a la Luna desaparecieron. No podía culpar a quienes habían hecho todo lo posible. La Luna realmente había dado todo de sí, sacrificándose para contener al demonio.
'Estábamos matando a Nox poco a poco, pero cuando comprendió que eventualmente sería destruido, despertó y comenzó a moverse. Me apena profundamente las vidas humanas que se sacrificaron por su causa… pero ahora, puedes acabar con esto. Toma esta espada y guíalo hacia un final en paz.'
Sayed no tenía la intención de conceder al demonio un final pacífico, pero tomó la espada sin decir palabra. La Luna, como si quisiera que recordara cada detalle, añadió más explicaciones.
'Eres el único que puede usar esta espada correctamente. Es algo que debes hacer tú.'
Recordando cómo Lessas había dividido su propio corazón para purificar el poder del demonio, Sayed preguntó con una expresión de duda.
─ ¿La espada no tiene ya el poder de purificar al demonio? Si es así, cualquiera podría usarla, ¿no?
'Esta espada es una manifestación de mi voluntad, hecha de mi cuerpo y mis lágrimas. Solo aquellos con el linaje adecuado que lleva mis fragmentos pueden usarla. Entre ellos, eres el único capaz de desatar todo el poder que me queda.'
La revelación, completamente inesperada, hizo que Sayed examinara la espada con detenimiento. Siempre había creído que era un artefacto reservado para la familia real, guardado como un tesoro en el palacio. Sin embargo, parecía que nunca había sido usada de manera adecuada, y esa idea le resultaba intrigante.
─ ¿Por qué este hecho no se transmitió dentro de mi familia?
'La espada debía permanecer en el castillo para proteger el linaje de Solias. Si el demonio acababa con todos los descendientes de Solias, ustedes también habrían perecido. Planeábamos intervenir cuando llegara el momento. Pero las cosas en el mundo son curiosas; nada sale como uno espera. Incluso para nosotros, los dioses, los humanos son criaturas imposibles de predecir. Por ello, enfrentamos varias crisis.'
Sayed, comprendiendo que esas palabras aludían a sus vidas pasadas, asintió en silencio. Sintiéndose satisfecho con la información que había recibido, Sayed fue directo al punto.
─ Entonces, ¿esto es lo que querías darme? ¿Esta espada?
'No. Quiero darte mi autoridad. La necesitarás pronto.'
─ ¿Tu autoridad? ─ preguntó Sayed, frunciendo el ceño ante lo inesperado de la declaración.
La Luna esbozó una sonrisa melancólica.
'Lo entenderás cuando llegue el momento. Toma mi mano.'
Aunque las palabras enigmáticas de la Luna le resultaban frustrantes, Sayed percibía que al menos no mentía. No sentía en ella el engaño o la hostilidad propios de quienes intentan manipular, sino una genuina preocupación y tristeza. Después de vacilar, Sayed extendió su mano con resignación. La Luna envolvió su mano con ambas, transmitiendo un toque lleno de amor y cuidado, similar al de una madre acariciando a su hijo en la infancia.
'Hijo que has recibido mi alma dividida. Te otorgo toda mi autoridad y mi legado. Sé fiel a mi voluntad y conviértete en un faro para los que han perdido su camino. Lleva tu voluntad y mis deseos, ilumina la noche y evita que haya más almas tristes.'
La voz, antes suave y calmada, se transformó en un tono imponente que resonó profundamente en su mente. Una energía fría pero serena fluyó a través de la mano de Sayed, alcanzando lo más profundo de su alma. Lentamente, la luz plateada comenzó a desvanecerse de los ojos de Cecilia. Al ver cómo la luz se dispersaba en el aire, Sayed sintió una inexplicable tristeza. La Luna, al notar su mirada, sonrió.
'Incluso las personas más sabias a veces pierden su camino durante el día. Sé una guía para tu Sol.'
Con este último susurro lleno de afecto, la luz plateada desapareció por completo. El tiempo, que había estado detenido, volvió a fluir, y el aire se agitó como un remolino. Sayed sintió una sensación de aturdimiento, como si despertara de un sueño, pero pronto recuperó la claridad mental.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Una ligera ráfaga de viento recorrió alrededor de Cecilia. Sus ojos, que habían brillado con un tono plateado, volvieron completamente a su color negro mientras ella parpadeaba.
─ ¿Hermano? ¿Qué fue eso?
Cecilia miró alrededor del claro con ojos sorprendidos, aparentemente sin recordar lo sucedido mientras la Luna había ocupado su cuerpo. Sayed intentó calmar a su hermana, que parecía confundida.
─ Parece que la entidad que encontraste en tus sueños utilizó tu cuerpo por un momento. ¿No recuerdas nada?
─ No… Solo sentí una calidez como si hubiera estado durmiendo, pero no recuerdo nada más.
Mientras acariciaba la cabeza de Cecilia para tranquilizarla, Lessas se acercó a ellos. Su aspecto mostraba pequeños rasguños debido a lo mucho que había rodado por el suelo. Al verlo, Sayed extendió la mano inmediatamente, preocupado. Su mano grande y firme acarició con suavidad la piel de Lessas mientras examinaba las heridas.
─ ¿Está herido en algún lugar, Su Alteza? ─ preguntó Sayed, mientras pasaba el pulgar por la mejilla de Lessas.
Lessas asintió con calma, indicando que no tenía heridas serias, pero su rostro mostraba una indiferencia evidente hacia su propio estado. En cambio, comenzó a observar atentamente a Sayed, ignorando sus propias heridas por completo.
─ Estoy bien. ¿Y tú, Ed? ¿Y Cecilia? ─ preguntó Lessas, con una mirada seria que recorría cada parte de Sayed como si quisiera asegurarse de que no estaba herido. Sayed sabía que ese comportamiento nacía de la culpa que sentía Lessas por no poder sanarlo si algo le sucedía, así que decidió exagerar un poco para tranquilizarlo.
─ Estoy bien. Pero me sorprende que, preocupándote tanto por mi bienestar, me hayas enviado aquí solo.
─ …Me equivoqué. Lo siento, Ed.
Lo que había sido una broma ligera por parte de Sayed fue tomado con extrema seriedad por Lessas, cuyos ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Con evidente angustia, continuó culpándose.
─ Ahora que lo pienso, podrías haberte lastimado enfrentándote a estas cosas, pero fui un tonto por no considerar eso. Me distraje con otras cosas y olvidé lo verdaderamente importante. Soy un completo idiota.
Cecilia, sorprendida por la intensidad de la autocrítica de Lessas, se apresuró a tranquilizarlo.
─ Su Alteza, ¡nadie resultó herido, así que está bien!
Aunque sus palabras buscaban erradicar la costumbre de Lessas de alejarse para enfrentarlo todo solo, su reacción tan seria también afectó a Sayed. Al ver los ojos de Lessas enrojecidos, Sayed sintió un peso en el pecho. Había querido alegrarlo, pero parecía haberlo hecho llorar, lo que lo llenó de culpa.
─ No es así, Su Alteza. Solo estaba molesto porque parecía que no quería quedarse a mi lado. No es culpa suya. Si es algo que podía manejar solo, no tiene sentido involucrar a más personas. Su decisión fue completamente razonable.
─ Es cierto ─ añadió Cecilia, apoyando las palabras de Sayed.
La expresión de Lessas, llena de incertidumbre, empezó a relajarse un poco. Al ver sus pestañas húmedas, Sayed intentó cambiar rápidamente de tema para distraerlo.
─ En cualquier caso, ya tenemos la espada, así que todo está resuelto. Ahora debemos salir del bosque y dirigirnos a la capital. Stella debería haber llegado ya, y solo podemos esperar que el conde Myriam llegue a tiempo.
Mientras hablaba, Sayed bajó la mirada hacia la espada "Sagrada Muerte" que sostenía en su mano izquierda. El artefacto, que la Luna había descrito como hecho de su cuerpo, brillaba con un radiante resplandor plateado. Aunque se sentía extraño sostener un objeto que siempre había estado reservado para la familia real, Sayed decidió ofrecérselo a Lessas.
─ Es un objeto exclusivo de la familia real. ¿Le gustaría guardarlo, Su Alteza? Solo lo necesitaré cuando llegue el momento de enfrentar al demonio.
─ No, este artefacto es tuyo, Ed. Para mí, no tiene ningún significado.
─ Pero para reclamar el título de príncipe heredero, debería ser suyo, Su Alteza.
─ Ya no necesito ser príncipe heredero. Ese título solo tenía sentido como una excusa para protegerte y recuperar a mi hermano. No es un papel que me corresponda.
Lessas respondió con un tono que parecía carente de cualquier expectativa. Sayed frunció el ceño ante la respuesta y corrigió la postura de Lessas con firmeza.
─ Si alguien tan recto y noble como usted no se convierte en príncipe heredero, ¿quién lo hará? Cuando todo esto termine, merece disfrutar lo que le corresponde.
─ Lo único que sé hacer es blandir una espada. Si ni siquiera puedo proteger a mis propios Titers, ¿cómo podría proteger a todo un pueblo?
Ese sentimiento de indignidad que Lessas repetía desde hacía tiempo parecía provenir de su experiencia limitada. Era cierto que su vida estaba muy alejada de la formación que debía recibir un príncipe heredero, y que tenía menos experiencia en comparación con Aster. Sin embargo, gobernar un reino dependía más de la capacidad de liderazgo y la compasión, y en eso, Lessas destacaba. Lo que desconocía podía aprenderse con la ayuda de los consejeros.
Sayed intentó explicárselo, pero Lessas cambió rápidamente de actitud, esbozando una sonrisa ligera para aliviar la tensión.
─ No tenemos mucho tiempo. Ya terminamos aquí, así que salgamos del bosque.
Apenas terminó de hablar, el suelo comenzó a temblar bajo sus pies. Sayed reconoció la vibración: era similar a la que había sentido antes en el bosque del sur, como si una multitud estuviera moviéndose al mismo tiempo. Sin necesidad de palabras, todos comenzaron a observar a su alrededor, y pronto vieron cómo los Nieras, que habían estado durmiendo, comenzaban a levantarse en diferentes lugares.
Todos los seres que habían estado en letargo en el bosque despertaron y comenzaron a moverse en una misma dirección. La escena de innumerables ojos rojos moviéndose en masa era escalofriante.
Era evidente que habían notado la desaparición del artefacto. Los monstruos, que habían permanecido tranquilos hasta entonces, despertaron en masa tan pronto como Sayed soltó la espada. Sin duda, Aster lo había percibido.
─ Parece que no podremos salir del bosque de inmediato, Su Alteza.
Sayed empuñó la espada con una mano mientras intentaba invocar su poder con la otra. Sin embargo, Lessas lo detuvo.
─ No, para acabar con todo esto debemos ir a la capital. Los Nieras no tienen interés en el norte. Están respondiendo al llamado de mi hermano, así que se dirigirán directamente a la capital.
Aunque las palabras de Lessas siempre eran acertadas, ignorar lo que ocurría frente a sus ojos resultaba difícil para Sayed. Fue entonces cuando Cecilia intervino.
─ De acuerdo, salgamos del bosque mientras eliminamos tantos como podamos. Hermano, si te preocupa dejar el norte desprotegido, puedo quedarme en el castillo. Con mi poder y la ayuda de los caballeros, podré lidiar con algunos Nieras. Además, podemos evacuar a los aldeanos al castillo y pedir ayuda a Lady Selfini.
La propuesta de Cecilia era bastante razonable. Si, como decía Lessas, los Nieras estaban marchando hacia la capital, lo más rápido sería derrotar al demonio cuanto antes. Si Cecilia se encargaba de proteger el norte, Sayed podría avanzar con mayor tranquilidad.
─ En ese caso, no perdamos más tiempo.
Con la decisión tomada, se adentraron en la horda de Nieras. Dejaron a los más débiles para que los caballeros pudieran enfrentarlos, mientras se encargaban de eliminar a los Nieras de nivel medio o superior a medida que avanzaban. Aunque el amanecer había llegado y el sol iluminaba el bosque, los Nieras continuaban moviéndose como una manada de búfalos, tal como lo habían hecho en el sur.
Gracias a su creciente poder, eliminar a los Nieras no era particularmente difícil, pero la verdadera complicación era la resistencia física. Sayed se veía obligado a usar sus habilidades constantemente, lo que no solo acumulaba el desgaste de los efectos secundarios, sino también un agotamiento físico significativo. Si no hubiera sido por Lessas, Sayed habría colapsado mucho antes. Tal como había dicho Lessas, realmente no había tiempo que perder.
Al salir finalmente del bosque y encontrarse con el paisaje abierto, ya era por la tarde. Cecilia, aunque visiblemente agotada, mantuvo su compostura y no mostró signos de debilidad. Se dirigieron al pueblo donde habían dejado a los caballos, con la intención de regresar al castillo. Sin embargo, Sayed se encontró inesperadamente con alguien conocido: Tiaki, a quien no había visto en meses, apareció frente a ellos acompañado de una mujer desconocida.
─ ¡Archiduque!
Sayed frunció el ceño ante la inesperada aparición. Cada vez que Tiaki se presentaba, rara vez traía buenas noticias.
─ Hah, si hubiéramos llegado un poco más tarde, habríamos perdido tiempo ─ comentó Tiaki, acercándose apresuradamente. Su aspecto era desaliñado, y su compañera, que tenía el cabello verde recogido en un alto moño, lucía igual de agotada, como si ambos hubieran pasado por múltiples batallas.
─ ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la capital?
─ ¡Sí, lo estaba! Pero la capital está hecha un desastre, así que vine a buscarlo de inmediato. No hay tiempo que perder, tenemos que irnos ya.
─ ¿Qué ocurrió en la capital?
Tiaki, sorprendido, miró a Cecilia y respondió con entusiasmo inesperado.
─ Debe de ser la hermana del Archiduque. Se parecen mucho. ¿Cómo está usted, bella dama?
─ No diga tonterías y explíquese de una vez.
─ Incluso el carácter es similar… ─ murmuró Tiaki con una sonrisa, a pesar de su aparente agotamiento.
Antes de que pudiera continuar con sus bromas, Lessas intervino inesperadamente. Su habitual expresión amable se desvaneció, y con un tono frío y autoritario, ordenó.
─ Informa qué ocurrió.
La atmósfera cambió inmediatamente. Una opresiva sensación de autoridad emanó de Lessas, dejando a todos sorprendidos. Sayed, quien nunca había visto a Lessas comportarse de esa manera, lo miró con asombro. Tiaki, aún más impactado, enderezó su postura rápidamente y respondió con seriedad, dejando de lado su actitud relajada habitual.
─ Un monstruo indescriptible apareció en la capital y causó un caos total. Más de cientos de personas han muerto, y una sombra gigantesca envolvió y tomó el castillo. Su Majestad el Rey y todos los que estaban dentro del castillo han sido tomados como rehenes. Todo esto ocurrió anoche.
El rostro de Lessas se endureció. Aunque esperaba que Aster tomara medidas drásticas, no pensó que lo haría tan rápido ni con tanta audacia. Mientras reflexionaba, concluyó que el motivo de este ataque tan apresurado probablemente era que Sayed había tomado la espada.
─ Tenemos que partir de inmediato. Su Alteza, debe regresar al castillo. Si el conde Myriam llega, lo hará allí .
─ Lamentablemente, la Titer del castillo real ha muerto. Cuando el castillo fue tomado, el Rey logró sacarla, pero cuando llegamos ya había sido asesinada. No sabemos quién lo hizo, pero parece obra de un humano.
Sayed soltó una maldición entre dientes, sintiéndose frustrado consigo mismo por no haber anticipado algo así. Tiaki, notando la tensión, continuó explicando con rapidez.
─ Te contaré los detalles en el camino. Mi compañera aquí, Luru, tiene habilidades similares a las de la Titer, aunque no tan fuertes como las del conde Myriam. Sin embargo, podemos llegar a la capital en menos de un día. Con el Guía más fuerte aquí, podemos lograrlo de alguna manera.
Luru, la mujer de cabello verde, habló con cierta inseguridad.
─ A diferencia de una Titer real, solo puedo moverme dentro de un rango pequeño a la vez. Probablemente será un viaje algo mareante…
─ En este caso, cualquier ayuda es buena. Partamos de inmediato.
Aliviado por la llegada de Tiaki y su disposición a ayudar, Sayed colocó una mano sobre el hombro de Cecilia, quien le sonrió para calmarlo.
─ Hermano, estaré bien. Deja el territorio en mis manos y regresa sano y salvo.
Cecilia también miró a Lessas, pidiéndole con la mirada que cuidara de su hermano.
─ Su Alteza, por favor, cuídelo bien.
Lessas le devolvió una sonrisa ligera y respondió con suavidad.
─ No se preocupe, Cecilia. Pase lo que pase, protegeré a Ed.
Mientras pronunciaba estas palabras, un leve brillo dorado apareció fugazmente en los ojos de Lessas antes de desvanecerse. Luego, extendió la mano hacia Luru con movimientos que denotaban experiencia.
─ Vámonos. Cada momento que perdemos, alguien más podría estar muriendo.
Luru, mirando a Lessas con algo de asombro, extendió su mano hacia Sayed.
─ No sé cómo lo supo, pero solo puedo transportar a quienes estoy tocando. Tiaki, encuéntranos en la capital lo más rápido que puedas.
─ Muchas gracias por la consideración ─ respondió Tiaki sarcásticamente, guiñándole un ojo a Luru mientras se despedía.
Sayed tomó la mano de Luru, y en el instante en que los tres estuvieron conectados, sintió cómo su cuerpo se desvanecía en el vacío, mientras su visión se invertía por completo.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El cielo estaba alto y el día increíblemente claro. Resultaba irónico, considerando la escena de la capital parcialmente en ruinas, con edificios derrumbados o en llamas. Lessas alzó la mirada hacia el brillante sol sin pestañear. Era impresionante cómo aquella luz, que parecía capaz de derretirlo todo, seguía ahí, intacta, mientras un demonio recorría la tierra a sus anchas.
«Inútil y patético, como un dios cualquiera.»
Desde que el Sol había aparecido en su vida, Lessas siempre lo había odiado. No era tanto una ira dirigida al dios, sino una furia hacia sí mismo. Para él, el hecho de que una deidad tan débil lo ayudara solo reflejaba lo insignificante que era como persona.
'Qué actitud tan insolente.'
Reprendió la luz que siempre orbitaba alrededor de él. Pero Lessas no respondió ni mostró reacción alguna. Simplemente desvió la mirada hacia el castillo que se alzaba a lo lejos.
El esplendor del castillo, construido con dorados relucientes, paredes blancas y azulejos azules, hacía mucho tiempo que había desaparecido. Ahora, todo estaba cubierto por una espiral de oscuridad que envolvía las murallas por completo, transformándolo en un espectáculo grotesco y abominable.
La repetición de este momento, como sacado directamente de su primera vida, lo mantenía en constante estado de tensión. Exceptuando el cambio de estación, la situación era casi idéntica: el demonio acorralado que tomaba la capital, los Titers que acudían para enfrentarlo, y los caballeros y ciudadanos bajo control mental, masacrándose mutuamente.
Por supuesto, esta vez no era tan malo como en aquella primera vida. Dos sacrificios horrendos habían sido necesarios para llegar a este punto, y ahora las cosas debían ser diferentes. A diferencia de entonces, ya tenían la espada sagrada en su poder y Lessas no era el mismo hombre incompetente de antes. Sin embargo, el demonio siempre había sido astuto como una serpiente, experto en engañar y seducir, lo que hacía que cualquier pequeño descuido pudiera convertirse en una catástrofe.
Después de terminar su patrullaje, Lessas se dirigió hacia el interior de la mansión. La antigua residencia Prosius, ubicada en la capital, estaba abandonada y había sido descuidada durante mucho tiempo. Sin embargo, ahora servía como refugio para los Titers y los caballeros. En su primera vida, este lugar no había existido porque la capital ya era un páramo en ruinas cuando enfrentaron al demonio. En esta ocasión, la mansión aún permanecía en pie, sólida y lista para ser utilizada.
El tiempo repetido era el mismo, pero las vidas que lo llenaban cambiaban en cada iteración. El Sol solía decir que incluso un pequeño cambio en los eventos pasados podía alterar por completo los resultados, y tanto el demonio como el Sol, al intervenir en los asuntos humanos, habían causado muchas de esas alteraciones.
El demonio había aprovechado las heridas del duque Sildras para implantar su semilla en la anterior reina consorte, mientras que el Sol había influido en el Rey, su propio descendiente, para que al menos se preocupara por el destino de Lessas. De estos pequeños cambios surgieron innumerables ramificaciones que condujeron a este momento.
Cuando contemplaba lo mucho que había cambiado la situación, Lessas a menudo se preguntaba cuál era realmente mejor. Sin embargo, al hacerlo, siempre terminaba enfrentándose a una parte desagradable de su propia naturaleza: un egoísmo repugnante. Sabía perfectamente que, racionalmente, la primera versión, en la que todos amaban y cuidaban incondicionalmente a Sayed, era la mejor. Pero su corazón le susurraba constantemente que el presente era preferible. Porque ahora, su amado lo amaba a él de una forma que parecía demasiado buena para ser verdad.
Tomarse de las manos, susurrar palabras de afecto, compartir respiraciones dulces… Estos momentos fugaces llenaban a Lessas de una felicidad que lo hacía sentir como si estuviera al borde de la locura. Pero cada vez que esa felicidad lo embriagaba, la culpa surgía como un veneno, apretando su garganta. Era como si una serpiente siseante se deslizara silenciosamente a su lado y susurrara al oído.
«Si Sayed supiera qué clase de monstruo eres, ¿seguiría queriéndote como su amante? ¿Alguien que ha causado la muerte de las personas que él amaba no una, sino dos veces? ¿Alguien que robó al Titer de su hermano? Seguro que sí, hipócrita. Bastardo despreciable. Un loco grotesco y repulsivo.»
No podía alejar a Sayed, quien lo miraba directamente a los ojos y le confesaba su amor. Había aceptado su amor, pero la culpa nunca desapareció. Sayed era un ser noble y hermoso, incomparablemente superior a él. La idea de que tenía que ser digno para estar a su lado lo atormentaba sin cesar.
Incluso cuando se dejaba llevar por sus instintos, buscando ansiosamente a su amante, en los momentos de soledad lo invadía una náusea profunda por sí mismo. ¿Cómo podía haber hecho tanto daño, haber causado tanta soledad y sufrimiento a Sayed, y aun así correr hacia él, ignorando todo lo que había hecho, solo porque Sayed había decidido aceptarlo? Esa actitud suya le resultaba tan repulsiva que deseaba desaparecer.
Y lo peor de todo era que, aun siendo plenamente consciente de ello, todavía deseaba estar al lado de Sayed.
«Mira, incluso ahora….»
Cuando Lessas recuperaba el sentido, siempre se encontraba buscando a Sayed. Al regresar a la mansión, se dio cuenta de que, como hipnotizado, había llegado frente a la puerta de la habitación donde Sayed solía estar. Al darse cuenta, retrocedió con un sobresalto, y de inmediato le vino a la mente la escena de cuando Sayed le gritó en esa misma mansión.
Había ocurrido hacía ya medio año. Sayed, después de descubrir las atrocidades que el anterior duque de Shieldras había cometido contra su madre, gritó de dolor, y Lessas fue incapaz de consolarlo. Ese día, no pudo darle a Sayed nada de lo que necesitaba. Ante el deseo de Sayed de erradicar a los Shieldras y acabar con Zion, Lessas solo pudo quedarse paralizado, consumido por sus dudas.
No fue capaz de decirle que Zion había sido alguien que él mismo había cuidado con tanto cariño en otro tiempo, ni pudo justificar las acciones del duque de Sildras atribuyéndolas a la influencia del demonio.
En última instancia, Lessas no pudo hacer nada por Sayed. Toda la verdad que había salido a la luz fue gracias al propio poder de Sayed. Lessas, que no podía hablar de esos secretos ni tenía la fuerza para destruir al demonio, se sentía tan insignificante como el Sol que tanto despreciaba. Hasta llegar a ese momento, no había sido capaz de ofrecerle a Sayed ni la más mínima ayuda. Este hecho lo desgastaba profundamente. Desde su llegada a la capital, la culpa había crecido como una enfermedad, corroía su interior y lo consumía por completo.
─ ¿Su Alteza?
Fue entonces cuando la puerta frente a él se abrió, revelando a Sayed. La figura alta y elegante de Sayed apareció, y en ese instante, el aire alrededor de Lessas pareció llenarse de vida. Un espacio que antes se sentía vacío se transformó en un lugar vibrante.
─ ¿Por qué no ha entrado? No lo he visto y estaba buscándolo.
«Ah, Ed…»
Al ver la expresión de preocupación en el rostro de Sayed, con el ceño ligeramente fruncido, Lessas sintió que las lágrimas estaban a punto de brotar. Que alguien como él compartiera el mismo espacio con Sayed ya era un milagro, pero que este hombre tan admirable se preocupara por él hacía que su corazón se sintiera al borde de romperse. La amabilidad desbordante de Sayed lo abrumaba hasta el punto de dejarle un nudo en la garganta.
─ ¿Acaso preocupé a Ed? Lo siento. Solo estuve patrullando los alrededores por un momento.
─ Puede hacer eso conmigo. Ya le dije antes que no debería esforzarse demasiado. ¿Qué haría si lo atacaran mientras está solo?
Sayed le replicó con un tono severo mientras pasaba la mano por el cabello de Lessas. Con cuidado, apartó los mechones oscuros que caían sobre su frente y luego acarició suavemente su mejilla.
«Claro, lo sé. Siempre escucho lo que Ed me dice. Haré todo lo posible por cumplir sus órdenes, porque deseo seguirlas como sea.»
Lessas murmuró esas palabras para sí mismo. Para él, Sayed era el significado de su existencia, y por ello, obedecerle era su prioridad absoluta.
Incluso cuando era joven y no recordaba su vida anterior, esas ideas parecían haber quedado grabadas en su subconsciente. Al reflexionar sobre su pasado, recordó que había seguido las voces que resonaban en su mente. Susurros que le pedían no hacer nada que entristeciera a Sayed, proteger a Zion y a los demás Tithers, y valorar la vida por encima de todo. Todas esas palabras provenían de los recuerdos dormidos de su vida pasada.
─ Sí, lo siento...
Normalmente, habría seguido las palabras de Sayed sin dudar, pero desde que llegaron a la capital, se sentía dividido entre su conciencia y sus instintos. Sus deseos de proteger a Sayed a toda costa y su necesidad de obedecerlo chocaban constantemente, sumiéndolo en la confusión.
─ No hay nada por lo que Su Alteza deba disculparse. Solo dije eso porque me preocupo por usted. No ponga esa expresión.
Cuando vio la palidez de Lessas, Sayed, temiendo que se sintiera desilusionado por él, acercó sus manos al rostro de Lessas y lo sostuvo con delicadeza. Se inclinó hacia él, apoyando su frente contra la suya, y susurró.
─ Solo significa que no quiero que se aleje de mi lado ni un momento. Me siento ansioso sin usted.
─ Lo haré así.
Sayed esbozó una sonrisa ligera y dejó un breve beso en la frente y la mejilla de Lessas. En el instante en que sus labios rozaron su piel, Lessas reprimió con todas sus fuerzas el deseo de aferrarse a él y no soltarlo. Mientras se controlaba, escuchó pasos en el pasillo. Varias personas aparecieron, entre ellas Nova, el duque de Bredhite y otros miembros del grupo de Desertus, que acababan de regresar de patrullar el castillo.
─ ¡Ah, Sayed! ¡Salude a Nova con la misma amabilidad!
En el sur, Nova había estado llena de culpa hacia Sayed, pero desde que se reencontraron en la capital, pasó mucho tiempo disculpándose con él y volvió a su actitud habitual. Ahora, saltando alegremente, Nova se posicionó junto a Sayed. Lessas, al verla, cerró los labios con fuerza.
Aunque su rostro, aún con la sombra de una sonrisa, parecía tranquilo, en su interior, Lessas luchaba contra una ansiedad y un celo abrumador cada vez que alguien se acercaba a Sayed. Sin embargo, sabía que no tenía derecho a reclamarlo como suyo, así que reprimía esos sentimientos como si nada. Esa era, después de todo, la única habilidad que Lessas dominaba a la perfección: contener sus emociones.
─ Nova, no deberías interrumpir a los demás. Veo que sigues con los mismos hábitos que en casa
Reprendió el duque de Bredhite a su hija. Nova, con un pequeño resoplido, cruzó los brazos, pero inmediatamente volvió a hablar con entusiasmo, dirigiéndose a Sayed.
─ ¡Ustedes siempre están juntos! ¡Dedíqueme un poco de tiempo a mí también, que he trabajado duro! Acabo de patrullar el castillo y descubrí un pasaje secreto. Creo que podríamos usarlo para rescatar a las personas que están atrapadas.
Al escuchar esto, la mano de Sayed se apartó de Lessas. La calidez que había tranquilizado el alma de Lessas desapareció de golpe, dejándolo con una sensación de vacío y desorientación. Sayed, sin embargo, pareció animarse con la noticia, y con un rostro más iluminado, se volvió hacia Nova y su padre para confirmar los detalles del hallazgo.
─ ¿Es eso cierto?
─ Sí, lo revisé todo el día, pero el torso del demonio no logra cubrir hasta ese lugar. Además, no es un sitio que tenga vigilancia especial. ¡Y no es de extrañar, ya que se conecta directamente con el establo!
─ Nova tiene razón. Tiaki se escondió adentro y lo verificó personalmente.
Tiaki, que estaba detrás del duque, asintió con la cabeza en señal de acuerdo.
─ Excepto por el apestoso olor a estiércol de caballo que se impregna, parece estar bien. Si distraemos al demonio desde el frente como planeamos y sacamos a la gente tanto como podamos mientras tanto, parece que podremos pelear con toda nuestra fuerza.
─ Este joven es casi tan impresionante como el Archiduque. Incluso diría que es mucho más competente que mi hija Titer, quien lleva el título en nombre.
─ Pero Nova sigue siendo mucho más adorable que Tiaki.
El duque Bredhite se rió a carcajadas mientras elogiaba a Tiaki, y Nova, ignorando la reprimenda, se pegó al lado de Sayed. La razón por la que podían reír incluso ante una gran batalla era porque tenían un método seguro para matar al demonio.
Lessas y Sayed, quienes habían regresado recientemente a la capital, se reunieron con los Titers que ya estaban allí. Compartieron toda la información que habían recopilado sobre la verdadera naturaleza del demonio y cómo derrotarlo. Luego, comenzaron a idear maneras de rescatar a las personas atrapadas dentro del castillo.
El número de rehenes en el castillo era de aproximadamente varios cientos. Incluyendo a los sirvientes, doncellas, ayudantes, caballeros, la familia real y los funcionarios, la cifra era abrumadora. Sacar a estas personas era, por supuesto, la prioridad. Habían estado buscando una manera de hacerlo, y finalmente, en el tercer día, lograron un avance.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Aunque la situación no era completamente desastrosa, al llegar, el ambiente era sombrío. Todos los guías con la obligación de permanecer cerca de la capital habían sido asesinados. Entre ellos, el guía del duque de Bredhite y Parma, el guía de Selfini Vetria, también habían perdido la vida. Solo unos pocos guías de ramas secundarias, cuyos poderes no eran tan fuertes, lograron sobrevivir. Mientras tanto, el Rey y la Reina estaban atrapados en el castillo.
Los Guías fueron asesinados por personas cuyo juicio había sido nublado por el demonio. Sin importar si eran caballeros o sirvientes, en algún momento perdieron la conciencia y atacaron al demonio. Entre las víctimas estaba también el conde Myriam. Cuando Tiaki encontró su cuerpo, ya había fallecido. Kurto leyó los recuerdos de los alrededores y descubrió que los responsables fueron los propios caballeros que escoltaban al conde, manipulados por el demonio.
Afortunadamente, el marqués Saklani todavía estaba dentro del castillo. Stella también estaba atrapada con ellos, lo que hacía que la situación inmediata no fuera demasiado peligrosa. Además, dado que el demonio los estaba utilizando como rehenes, no parecía tener intención de matarlos.
Para ser sincero, Lessas no sentía tristeza por aquellos que estaban atrapados dentro. Si Stella resultaba herida, eso sin duda entristecería a Sayed, pero ella tenía la capacidad suficiente para escapar por sí misma. No corría riesgo de perder la vida. Exceptuando a Stella, las demás personas dentro del castillo no significaban nada para Lessas. Para él, eran individuos que solo actuaban en función de sus propios intereses, personas necias que preferían proteger cosas triviales en lugar de lo realmente importante. Aunque podía sentir algo de lástima por quienes realmente se dedicaban y trabajaban con honestidad, sabía que, si el demonio lograba destruir el mundo, todos morirían de cualquier forma.
Sabía que sus pensamientos eran anormales.
¿Cómo podía alguien que no sentía ningún apego o cariño hacia sus propios padres y hermanos mostrar compasión o cuidado por los demás? Ni siquiera valoraba su propia vida, considerándola insignificante y sin propósito. ¿Cómo podía pensar que las vidas de otros eran más valiosas? Solo se comportaba de esa manera porque Sayed apreciaba este mundo.
El hecho de que alguien tan retorcido como él hubiera pasado todo este tiempo fingiendo preocuparse por las vidas y los demás frente a Sayed le resultaba irónico. Su supuesta "convicción" como Lessas Solias no era más que un intento desesperado de preservar los recuerdos de la persona que amaba, fingiendo que eran suyos.
Solo quería que Sayed recordara lo que él apreciaba. Por eso se envolvía en esos ideales fingidos, actuando como si fueran propios. En realidad, lo único que deseaba era destruir al demonio que rodeaba el castillo para asegurarse de que Sayed estuviera a salvo.
Mientras estos pensamientos oscuros y desagradables llenaban su mente, los demás continuaban conversando con esperanza. Con el mayor problema ya resuelto, Sayed comenzó de inmediato a planear la estrategia, determinando quién entraría al castillo y quién permanecería fuera. Fue entonces cuando Tiaki dio un paso al frente.
─ Yo puedo infiltrarme fácilmente, así que entraré. Por supuesto, el Archiduque debe quedarse afuera; su objetivo principal es ese demonio gigante, ¿no es así?
─ Exactamente, lo que el demonio quiere es a Sayed, así que bajo ninguna circunstancia debe acercarse.
Sayed permaneció en silencio, aparentemente perdido en sus pensamientos. Su expresión seria mientras meditaba era tan atractiva que Lessas deseó egoístamente que nadie más pudiera verlo así. Reprimiendo esos deseos, Lessas finalmente expresó lo que había estado considerando todo el tiempo.
─ El Archiduque, el duque de Bredhite y Lady Nova deberían quedarse afuera y esperar la señal. Tiaki y yo entraremos al castillo, nos uniremos al duque Vetria y rescataremos a los rehenes.
─ Su Alteza.
Sayed dijo con voz grave, girando rápidamente la cabeza hacia él para observarlo. Aunque la mirada de Sayed era severa, como si lo estuviera regañando, Lessas mantuvo su postura con firmeza. No había otra opción viable.
─ En cuanto el demonio detecte que la gente intenta escapar, es muy probable que comience a manipularlos para que se maten entre ellos o incluso se suiciden. Para evitarlo, debo ir yo.
─ Si logramos movernos en secreto, el demonio no lo notará. Si yo lo distraigo afuera, no tendrá la capacidad de prestar atención a eso.
─ Mi hermano está dentro del castillo. Hay ojos en todas partes. Su guardia personal patrulla por todas partes.
Las palabras de Lessas silenciaron a todos. La presencia de Aster era un tema incómodo para todos, especialmente porque era difícil tratarlo como si fuera idéntico al demonio. El duque de Bredhite, en particular, parecía consumido por la culpa en este asunto.
Habiendo deducido parcialmente la identidad del demonio, el duque creía que, si hubiera detenido antes a su amigo Sirkan Shieldras, nada de esto habría sucedido. Recordaba claramente cuando se encontró con Shieldras en el oeste, durante el tiempo en que estaba separado de Sayed. El encuentro lo dejó sumido en la desesperación.
Por su parte, Lessas siempre había cargado con su propia culpa hacia Aster. Recordaba al Aster que no siempre había sido cruel. Aunque ahora lo veía como un enemigo, no podía olvidar que Aster, en algún momento, también había sido víctima de las circunstancias, atrapado por un destino caprichoso. Incluso mientras trataba de convencer a Sayed de mantenerse alerta hacia su hermano, sentía una punzada de dolor en el corazón.
Lessas se consideraba un intruso, alguien que había desplazado al legítimo Aster para ocupar un lugar junto a Sayed, como un parásito. Aunque Aster había tomado decisiones que llevaron a la soledad de Sayed y actuado de manera egoísta, Lessas también recordaba al Aster que había cumplido con su deber, aunque no fuera amable ni compasivo. Este conflicto interno lo había atormentado durante mucho tiempo, haciéndolo sentir dividido entre la lealtad y el deber, y su propio desprecio hacia Aster.
Lessas a menudo se preguntaba si las tragedias que habían caído sobre su hermano, Aster, eran culpa suya. Tal vez, pensaba, todo sucedió porque secretamente lo había envidiado, porque había deseado ocupar su lugar. Sabía que el demonio necesitaba a Aster para manipular a Sayed con facilidad, pero no podía evitar creer que todo el desastre se había originado en su propia incapacidad y en sus celos.
'Estás pensando en cosas inútiles. Lo que pasó, pasó. Nox tentó sus almas, pero al final, la elección fue suya. Si hubiera querido resistir, como lo hizo tu Luna, no habría caído tan profundamente' .
Susurró de repente la voz del Sol en su mente.
«Si tan solo pudiera pensar así de manera tan sencilla…»
Pero Lessas no sabía cómo liberarse de la culpa que lo había atormentado toda su vida. Desde el momento en que nació, había sido una fuente de dolor para su madre, y sentía que todo lo que hacía siempre terminaba siendo su culpa.
─ ¿Qué vamos a hacer con el príncipe Aster, Archiduque? ─ preguntó el duque de Bredhite con un tono sombrío. Todos sabían la respuesta, pero nadie se atrevía a decirla en voz alta.
Sayed, con el rostro endurecido, abrió la boca para responder, pero una voz clara resonó desde el final del pasillo.
─ Es una pena, pero tendremos que matar a Su Alteza. El núcleo de esa cosa es el propio príncipe Aster.
Todos giraron la cabeza al unísono hacia el origen de la voz. Allí estaba Zion, de pie, con una expresión firme, aunque parecía incómodo en medio de tanta gente. Zion solía mantenerse alejado de los demás, pues siempre se sentía fuera de lugar en esos encuentros. A pesar de su apariencia retraída, ahora mostraba una resolución inquebrantable.
Nova, tras echar un vistazo cauteloso a la expresión de Sayed, se dirigió a Zion con cautela.
─ ¿Por qué?
Zion recorrió con la mirada a cada persona presente, hasta que sus ojos se encontraron con los de Lessas. Había algo en su mirada, un reflejo instintivo de buscar apoyo en la persona más cercana. Pero no había afecto ni añoranza en ese intercambio, solo un profundo sentimiento de disculpa.
Lessas entendió el peso de esa mirada. Se dio cuenta de que su relación con Zion siempre había estado mediada por Sayed. Zion no era realmente un amigo para él, y él mismo no era la persona que Zion creía. Tampoco era el hombre compasivo y protector que Sayed imaginaba.
La verdad, brutal en su simpleza, era que Lessas no era más que un cascarón vacío. Y esa realización, tan familiar, volvió a atormentarlo como siempre lo hacía.
Al ver que Lessas no le devolvía ninguna expresión de cercanía, Zion dirigió su mirada por última vez hacia Sayed. En sus ojos, llenos de vergüenza y desasosiego, se reflejaba la incomodidad típica de quien siente culpa. Sayed, observándolo fijamente, fue el primero en romper el silencio.
─ ¿Qué estás dudando? Parece que tienes algo útil que decir. Solo dilo. No es como si normalmente te costara contradecirme.
Sayed contestó con un tono neutro, sin rastro de reproche ni rechazo. Su actitud constante y directa pareció tranquilizar a Zion, quien, con los ojos brillando como si estuviera a punto de llorar, mordió sus labios mientras contenía sus emociones. Finalmente, con un tono juvenil y vacilante, murmuró.
─ ...Durante el verano, revisé todo lo relacionado con mi padre, incluida la mansión. Encontré un diario donde él escribió sobre el demonio. Según lo que decía, el núcleo del demonio es el propio príncipe Aster. Si Su Alteza Aster muere, el demonio perderá una gran parte de su poder.
─ Sirkan… Qué insensato fuiste… ─ murmuró el duque de Breadhit con un profundo suspiro.
Lessas, que no sabía mucho sobre la conexión entre Sirkan Shieldras y el demonio, quedó sorprendido al escuchar que Zion había descubierto esa información por su cuenta. Zion, que en su primera vida había crecido sin recibir una sola palabra dura de su padre, parecía ahora estar reflexionando y tratando de ser útil. Este cambio en Zion era tan inesperado como significativo.
Las personas, pensó Lessas, cambian según su entorno, pero siempre conservan fragmentos de su esencia en el corazón. Así como Sayed, a pesar de ser llevado al límite, nunca traicionó sus convicciones, Zion también guardaba vestigios de quien fue al principio.
─ ¿Trajiste el diario?
Zion asintió y avanzó con pasos tensos hacia él. Con movimientos rígidos, extendió un viejo cuaderno hacia Sayed. Este lo tomó con un breve gesto de agradecimiento, abriendo sus páginas con sus largos dedos y hojeándolo con rapidez mientras meditaba.
─ Ya veo. Tiene sentido. Pensándolo bien, nunca podemos atacar directamente a un Tither ni a su guía. Si alguno de nosotros intentara matar a Su Alteza Aster, moriría también. Además, sus caballeros personales harían casi imposible enviar a un asesino. Y una persona común perdería la cordura en cuanto se acercara a él…
Así que, al final, era inevitable que Lessas entrara al castillo. Como si lo hubiera previsto, la expresión de Sayed se endureció, pero Lessas habló con calma.
─ Me ocuparé de mi hermano. Parece que no hay otra opción.
─ ¿No sería mejor que fuera yo? Después de todo, no soy un Titer completo ─ sugirió Tiaki, levantando la mano, preocupado por la idea de exponer a un miembro de la realeza a tanto peligro.
Sin embargo, Lessas negó con la cabeza.
─ Al final, el origen de ese poder proviene de la Luna y las estrellas. No servirá de nada. Desde el principio, este era un trabajo que debía hacer yo.
─ Pero Su Alteza es ahora el único futuro de Solias. Con el Rey y la Reina en peligro, usted es el único que lleva el nombre de Solias ─ argumentó el duque de Bredhite, reflejando la preocupación que todos compartían.
Lessas sintió que el estómago se le retorcía al escuchar esas palabras. La idea de engañar a todos, cargando con un título que sentía no merecer, lo llenaba de una náusea que apenas podía contener. Mientras luchaba por mantener el silencio, Sayed, de manera inesperada, dio un paso al frente.
─ Si Su Alteza realmente lo desea, no lo impediré.
La voz serena de Sayed tuvo un efecto tranquilizador en Lessas. Aunque no había mostrado ninguna señal externa de su agitación, era como si Sayed hubiera percibido su inquietud. Con suavidad, Sayed colocó su mano grande sobre el hombro de Lessas, frotando ligeramente su clavícula con los dedos.
─ Solo prométame una cosa: no se sobreesfuerce utilizando su poder.
La dulzura del susurro en su tono de voz hizo que el tumulto interno de Lessas se calmara. Su Luna siempre había sido así, rescatándolo cada vez que parecía hundirse en el lodo y a punto de ahogarse.
─ Sí, lo prometo.
No temía morir, pero el pensamiento de no volver a ver a Sayed lo llenaba de pavor. Haría todo lo posible por cumplir con su palabra. Pareciendo percibir la sinceridad de su respuesta, Sayed dejó que una ligera sonrisa se formara en su rostro, una expresión refrescante y reconfortante como una brisa nocturna.
Al ver esa sonrisa, Lessas comprendió el verdadero propósito de su existencia. Si había soportado una vida humilde y miserable hasta ese momento, era para crear más días en los que Sayed pudiera sonreír así. Sin duda, ese era el significado de su vida.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
A lo largo del camino que conducía al castillo, los manzanos se alineaban densamente. Era una variedad que comenzaba a dar frutos desde el verano, antes de que llegara el otoño, y en esta época empezaban a mostrar sus frutos, que al llegar el otoño llenaban los árboles de manzanas rojas y amarillas.
En el descuidado palacio de Lessas, apartado del castillo, había árboles de una variedad diferente. Según se decía, provenían del norte. En otros tiempos, aquello parecía reflejar su aislamiento respecto a los demás, lo que le causaba cierta vergüenza. Sin embargo, al verlo ahora, parecía más bien que esas manzanas del norte eran las favoritas de Sayed.
De pronto recordó que nunca llegó a darle a Id las golosinas que había recolectado para él.
Lessas, con expresión impasible, contempló la residencia donde se encontraba su palacio y luego desvió la mirada. Para él, ese lugar no era un hogar al que regresar, sino simplemente un espacio donde guardaba objetos valiosos. Entre ellos estaban el broche que Sayed le había regalado, pequeños juguetes que había coleccionado desde su infancia, y las golosinas que había reunido para él. Todo aquello ahora estaba en el Palacio Central, y probablemente sería difícil recuperarlo. No podía garantizar que el castillo resistiera intacto tras la batalla.
De cualquier manera, era momento de dejarlo ir. Había pasado mucho tiempo desde que había reunido esas cosas para él, y ya no podía darle a Sayed unas golosinas que, después de tanto tiempo, seguramente no serían tan sabrosas como cuando las hizo. Al menos había algo de consuelo: Sei había ordenado a Rigda y Bain liberar en el bosque fuera del castillo a los animales. Probablemente habrían volado muy lejos, regresando al norte.
─ Su alteza, hemos llegado.
Tiaki, que podía ser desvergonzado con Sayed, habló con una actitud notablemente respetuosa hacia Lessas. El establo, lleno de cientos de caballos, resonaba con los inquietos relinchos de los animales. La enorme estructura de madera parecía separada del castillo, pero al seguir a Tiaki hacia el interior, encontraron una puerta que conducía al subsuelo detrás del área donde se almacenaba el heno.
─ Iré yo primero...
Zion, quien se adelantaba hacia ese lugar, añadió con torpeza un tono formal a sus palabras. Desde que lo había visto en el sur, no se habían vuelto a encontrar. Parecía haber intentado actuar como antes por costumbre, pero rápidamente se dio cuenta de ello y corrigió su comportamiento.
Lessas lo observó fijamente y luego, con calma, le respondió.
─ Habla como te resulte cómodo, no me importa.
Según las reglas, debería haber mantenido más distancia, pero desde el momento en que llegó al castillo junto a él, su corazón se sintió demasiado pesado para hacerlo. Mientras seguía esa sensación fría que descendía por su nuca, los recuerdos del pasado cruzaron por su mente. Zion, quien insistió en acompañarlo cuando planeaba ir solo al castillo, había perdido la vida por una decisión equivocada de Lessas. Si hubiera sido él quien entrara, si hubiera usado su propio cuerpo como escudo para proteger la espada, entonces podrían haber derrotado al demonio sin causar la división entre los Titer.
A pesar de todos los cambios, parecía que algunos eventos seguían el curso del destino. Por casualidad, Zion se unió al grupo que se infiltraría en el castillo. Zion, quien destacó su habilidad para ocultarse como Tiaki, insistió en participar, diciendo que quería expiar en parte los pecados de su padre.
─ …No, fue mi padre quien me enseñó mal. Aunque sean amigos, hay modales que se deben respetar frente a los demás. Pero debido a las palabras de mi padre, que me decía que podía hacer lo que quisiera, terminé comportándome de manera arrogante.
Quizá incómodo con el ambiente tenso, Tiaki se estremeció ligeramente antes de abrir con rapidez la puerta del suelo.
─ Entonces, iré yo primero.
Al empujar las dos hojas de la puerta de madera, apareció una escalera que conducía al subsuelo. Después de inspeccionar brevemente el interior, Tiaki asintió.
─ No hay nada. Bueno, hay ratas de alcantarilla paseando en familia, pero aparte de eso, todo parece estar bien.
Tiaki descendió rápidamente por las escaleras, seguido por Zion y Lessas. Cuando Zion, ya en el fondo, generó una pequeña luz sobre la palma de su mano, el pasaje se iluminó. Tiaki, intrigado por lo que veía, comenzó a guiar el camino.
No había múltiples ramificaciones; simplemente avanzaban recto, girando en las esquinas cuando era necesario.
─ Por suerte, el camino no es largo, pero tampoco es ancho, así que al salir será imprescindible que alguien los guíe. Duque Sildras puede hacerlo.
─ ¿Por qué hablas formalmente con su alteza, pero conmigo no?
─ Soy un tipo ignorante, así que incluso le hablo de manera informal a Su Excelencia el Gran Duque. Pero su alteza que está allí nos sana, así que con él debo comportarme bien.
Zion dejó escapar una risa incrédula, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar. Aunque el trayecto era corto, parecía que Tiaki se aburría, así que le lanzó una pregunta a Zion.
─ Pero, ¿por qué el padre del duque despertó al demonio? ¿Soy el único que no sabe la razón?
─ ¿Y para qué quieres saber eso?
─ Bueno, porque gracias a eso estoy pasando por este infierno aquí, ¿no?
Parecía una pregunta hecha sin mucha intención, pero Zion bajó la cabeza, como si el sentimiento de culpa lo golpeara de repente, y respondió con voz baja.
─ …Yo también lo supe recientemente. Creo que a mi padre no le gustaba la forma en que Su Majestad el Rey y los Guías trataban a los Titer. Estaba cansado del interminable ciclo de deberes que nos encadenaban, y parece que simplemente deseaba que este mundo se terminara.
Además, estaba lo que el duque Bredhite había mencionado: que la persona a quien originalmente amaba Sirkan Sildras era la antigua reina consorte. Sin embargo, al no poder ir contra las órdenes de su familia, la reina terminó casándose con el rey. Y, al no poder concebir un hijo durante mucho tiempo, fue sometida a una presión tan cruel que casi la llevó a la locura, lo cual atormentó profundamente a Sirkan durante años.
Lessas podía comprender una de las motivaciones de Sirkan. Si la persona a quien amaba ya estaba muerta y el mundo que quedaba era solo una herencia de dolor, y además ese mismo mundo era el tesoro más preciado de su enemigo... tal vez Lessas habría sentido lo mismo.
Pero sabía que no habría actuado igual. Porque Sayed deseaba proteger la vida más que nadie, y Lessas quería, incluso después de la muerte, proteger todo lo que Sayed quisiera. Por ello, no podría haberse comportado como Sirkan.
Tras inhalar durante un rato el aire oscuro y cargado del pasadizo, finalmente encontraron la salida. El camino terminaba en una puerta de hierro que bloqueaba el acceso. Tiaki se escondió entre las sombras y logró abrir la puerta desde el otro lado.
Cuando salieron, se dieron cuenta de que estaban en las mazmorras subterráneas del castillo.
─ A partir de ahora me dispersaré. Dejaré la puerta abierta y asegurada. Lleva a cualquier persona que veas aquí para que se refugie. Entonces, regresen sanos y salvos. Si su alteza resulta herido, el Archiduque no me dejará en paz. Todavía soy demasiado joven para morir…
Con un tono despreocupado, Tiaki se despidió y se desvaneció silenciosamente entre las sombras. Observando cómo desaparecía sin dejar rastro, Lessas se dirigió a Zion.
─ Ya puedo moverme solo, así que también debes dispersarte y ayudar a evacuar a otros.
─ ¿Cómo planeas matar a Su Alteza Aster tú solo? ¿Sabes cuántos caballeros tiene a su lado?
Tal vez porque estaban solos o porque la preocupación había reavivado viejos hábitos, Zion rechazó la idea con consternación. Como había señalado, la armadura del Caballero de la Luna Azul seguramente estaría junto a Aster, y probablemente también habría miembros de la guardia real con él. Si estaban actuando bajo control mental, podrían ser purificados, pero no era algo seguro. Además, muchos seguían a Aster por lealtad a su posición.
─ En ese caso, muévete conmigo hasta que encontremos a mi hermano. Después de encargarnos de los caballeros, debes salir del castillo de inmediato.
─ Pero…
─ Es una orden, Zion.
Con voz seca, Lessas dejó claro que no aceptaría un no por respuesta. Zion, con una mirada preocupada, cerró la boca en silencio. Lessas no podía soportar la idea de ver morir a Zion otra vez, así que no retiró su orden mientras salían de la prisión.
El interior del castillo estaba empapado en el miedo de cientos de personas. Alimentado por estas emociones, el demonio se hacía más fuerte, tiñendo su cuerpo negro con una oscuridad aún más profunda y sellando cada ventana del castillo. A pesar de ser pleno día, la fortaleza estaba cubierta por una penumbra que parecía nocturna. Vagando por ese ambiente, Lessas intentaba evacuar a tantas personas como fuera posible antes de enfrentarse a Aster.
Sin embargo, pronto surgió un problema. Al enterarse de que había una salida del castillo, las personas perdieron la calma, moviéndose con desesperación y causando un alboroto. El rumor de una vía de escape se extendió rápidamente, atrayendo a los dispersos de todos los rincones.
En un instante, la multitud comenzó a reunirse, haciendo que el primer piso y el subsuelo se llenaran de ruido. Los caballeros rápidamente detectaron la presencia de la masa de personas.
─ ¡Por favor! ¡Salgan en fila!
Fue justo cuando Tiaki intentaba calmar a gritos a la multitud cuando apareció la figura de la armadura del Caballero de la Luna Azul. El caos se desató en la prisión subterránea debido a la descontrolada muchedumbre y los gritos provenientes de todas direcciones. Los recién llegados, que incluían a sirvientes ancianos y niños, se detuvieron en seco al ver el hacinamiento. Zion mostró una expresión de agotamiento.
─ ¿Debería separarlos por la fuerza?
─ Eso solo los asustaría más. Además, si hacemos ruido…
Antes de que Lessas pudiera terminar de hablar, sintió la presencia de los soldados armados. Zion también lo notó, girando la cabeza hacia las escaleras del pasillo. El sonido metálico de las armaduras resonó, y pronto varios caballeros los descubrieron.
─ ¡Intrusos! ¡Informen de inmediato a su alteza!
Al parecer, los caballeros estaban patrullando en grupo, pues uno de ellos gritó inmediatamente. Zion se lanzó hacia las escaleras con rapidez, y Lessas, siguiéndolo, dio una orden a Tiaki.
─ Tiaki, reúne a tantas personas como puedas y sácalas de aquí. Parece que ya nos descubrieron, así que Zion y yo distraeremos a los caballeros para que no bajen al subsuelo.
─ ¿No debería ayudarlos también?
─ Piensa en el propósito por el que entramos aquí. Es más fácil concentrarse en la lucha si salvamos a más personas.
No había tiempo para dar explicaciones detalladas. Si esta situación llegaba a oídos de Aster, el demonio se movería, y entonces sería inevitable que comenzara a controlar a las personas. Para cumplir fielmente con la orden de Sayed de no usar demasiada fuerza, Lessas se apresuró a actuar para resolver la situación lo más rápido posible.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Zion alcanzó a los caballeros en un abrir y cerrar de ojos, levantando un muro de luz para bloquearles el paso. Los cuatro caballeros, desconcertados, se agruparon de espaldas entre sí mientras miraban alrededor con nerviosismo, antes de alzar la voz y gritar.
─ ¡Es un ataque! ¡Los rehenes están escapando de la prisión subterránea!
─ ¿Están todos locos? ¡Son caballeros de la corte! ¡Se supone que deben proteger a las personas!
Zion, enfurecido, lanzó un rayo de luz al suelo a los pies de los caballeros. Con un estruendo resonante, el impacto dejó el piso medio chamuscado y agrietado. La destrucción causada por aquella aparentemente inofensiva luz blanca generó un instante de miedo en los rostros de los caballeros.
«Al final, solo quedaron los que eligieron quedarse por voluntad propia».
Lessas, que había llegado detrás, llegó a una conclusión. Si estaban allí por decisión propia, entonces no importaba eliminarlos. Con esta determinación, desenvainó su espada y comenzó a acercarse a los caballeros, pero Zion, alarmado, lo detuvo sujetándolo.
─ ¡Lessas! ¡Estas personas no son monstruos!
─ Eligieron colaborar con mi hermano, así que son enemigos. Matarlos evita problemas futuros.
─ Pero no nos han atacado. Deberíamos dejarlos inconscientes y luego entregarlos para que sean juzgados.
─ Eso nos hará perder tiempo.
Reducir las amenazas era lo más prudente. Aunque ahora parecieran estar conscientes, tarde o temprano el control mental los convertiría en adversarios. Eran vidas destinadas a morir, y gastar tiempo dejándolos inconscientes era un lujo en esta situación.
─ Tú no eras así antes.
─ No. Siempre he sido así.
«Solo quería que mi luna, al mirar mi máscara, recordara lo que realmente valoraba. No soy una persona amable ni ingenua, como otros creen que soy».
Respondió con sequedad mientras se acercaba a los caballeros, quienes levantaron sus espadas con cautela para enfrentarle. Como Zion había señalado, no parecían querer atacar primero. Por un instante, la incomodidad lo invadió. Sayed detestaba que se quitara la vida a otros, y esa idea pasó fugazmente por su mente.
─ Estamos aquí para salvar personas. Eso es lo que también quería el gran duque. Con nuestras habilidades, estos caballeros no tendrían oportunidad alguna contra nosotros.
Zion, determinado a evitar que Lessas matara a alguien, hizo todo lo posible por persuadirlo. Aprovechó la breve duda que había logrado sembrar para actuar rápidamente y dirigirse a los caballeros con voz firme.
─ No importa lo poderoso que sea su señor, no pueden derrotarme. Si no quieren morir inútilmente, colaboren con nosotros. ¡Regresen al subsuelo de inmediato, organicen a las personas y ayúdenlas a escapar!
─ …De todas formas, todos moriremos si no cooperamos con el monstruo.
La resignación en las palabras de los caballeros dejó claro lo que realmente temían. Zion negó con la cabeza y, lleno de convicción, alzó la voz nuevamente.
─ No, esta es una batalla que ganaremos sí o sí. ¿No se dan cuenta de que hemos llegado hasta el castillo precisamente para salvar a las personas?
La seguridad en su voz pareció tambalear la determinación de los caballeros. Uno de los cuatro, después de un momento de duda, bajó su espada y miró a sus compañeros mientras hablaba.
─ El duque Sildras tiene razón. Tal vez deberíamos simplemente salir de…
No terminó la frase. Su intento desesperado de convencer a sus compañeros fue interrumpido cuando su cabeza fue separada de su cuerpo, rodando por el suelo hasta detenerse a los pies de Zion. Más allá del muro de luz que ardía con intensidad, se vislumbró una espada afilada siendo retirada con calma.
La cabeza decapitada, con los ojos abiertos y la boca entreabierta, parecía no haber entendido aún su destino. Zion, mirando hacia abajo, se quedó paralizado observando la expresión vacía del caballero. Temblaba de manera incontrolable, claramente afectado por una escena que nunca había presenciado en su vida. En ese momento, el muro de luz que dividía el pasillo se desvaneció.
─ Envié una patrulla, y parece que estaban planeando huir como ratas.
Con la luz desaparecida, Adena apareció, rodeado por los caballeros que lo acompañaban. Con una expresión de desprecio, empujó sin cuidado el cuerpo del caballero decapitado, que colapsó pesadamente sobre el pasillo. Adena, pisando el cadáver con indiferencia, dirigió su mirada a los compañeros del caballero caído.
─ Miren esto. ¿Así que estaban conspirando para escapar en grupo?
─ No, no es eso. ¡Capitán…!
Adena, sin mostrar piedad, clavó su espada en el pecho del caballero que intentaba excusarse desesperadamente. La hoja, ahora empapada de sangre, destelló siniestramente, y Zion, lleno de ira, corrió hacia él mientras gritaba.
─ ¡Maldito loco! ¡Detente de inmediato!
Por muy hábil que fuera un caballero, vencer a un Titer era imposible. Adena, en un intento desesperado por defenderse, utilizó el cuerpo del caballero que acababa de asesinar como escudo contra el ataque de Zion. La espada luminosa de Zion cortó al moribundo caballero en su trayectoria. Aprovechando el momento, Adena gritó una orden a los demás caballeros.
─ ¡Mátenlos ahora mismo o serán ustedes quienes mueran!
Zion, determinado a impedir que los caballeros actuaran, llenó el pasillo con una luz abrasadora que desorientó a todos y bloqueó su visión. Por un momento, nadie pudo moverse en medio de la cegadora radiancia. Sin embargo, la luz no duró mucho. Una oscura red de sombras la envolvió repentinamente, desvaneciendo ambas fuerzas en el aire mientras chocaban. La oscuridad comenzó a extenderse como una sombra a lo largo del pasillo, y desde el extremo opuesto apareció la figura que Lessas había estado buscando.
─ Sabía que esto pasaría.
Aster, quien no veía hacía tiempo, lucía más demacrado de lo que recordaba. Al verlo, Lessas apretó los dientes. Era como si estuviera mirando a su hermano mayor en los días en que agonizaba, dominado por la serpiente que había tomado el control del castillo. Un profundo sentimiento de culpa hacia su vínculo roto y corrompido por el demonio emergió en su interior.
─ Parece que vinieron con su ridículo sentido de justicia para salvar a estas insignificantes vidas. Entonces haré que sean ustedes mismos quienes las destruyan.
Con una sonrisa sardónica, Aster dejó escapar su burla antes de girar y desaparecer por el camino por el que había llegado. Zion intentó usar nuevamente su poder para seguirlo, pero en ese momento ocurrió lo que Lessas más temía.
Los ojos de los caballeros, excepto los de Adena, se volvieron completamente negros. Cualquier rastro de miedo o vacilación desapareció de sus rostros, y, con determinación inhumana, desenvainaron sus armas y se lanzaron al ataque.
─ ¡Retrocedan si no quieren morir!
Bloquear su visión con luz no servía de nada. Los caballeros, que parecían haber olvidado incluso el miedo a un enemigo invisible, rechazaron todo instinto de supervivencia y atacaron ciegamente. Era escalofriante ver cómo, apenas unos momentos atrás, personas razonables ahora corrían poseídas hacia ellos.
─ Zion, no hay otra opción más que matarlos.
Las palabras de Lessas se confirmaron cuando los caballeros, cerrando la distancia en un instante, lanzaron ataques letales. Cada golpe, desprovisto de duda o miedo, era mortal. Zion, incapaz de iniciar un contraataque, terminó con un corte en el hombro. Al final, fue Lessas quien dio el paso adelante.
Aunque por un breve momento la espada le pareció pesada, una vez que la blandió, su mente se entumeció rápidamente.
«Es algo que he hecho incontables veces. Tedioso, interminablemente tedioso…».
A lo largo de su vida repetida y esta vida actual, Lessas había matado a muchas personas. Con movimientos precisos y sin titubeos, apuntó directamente a los puntos vitales. Los primeros caballeros que los alcanzaron cayeron al suelo uno tras otro. La técnica de la espada de Lessas provenía de Sayed, el Titer más fuerte, lo que le confería una potencia abrumadora.
Zion, viendo cómo sus compañeros caían uno tras otro sin que los demás caballeros mostraran la menor vacilación, finalmente cerró los ojos con fuerza. Apretando los dientes, liberó toda su energía en el resplandor que llenaba el pasillo. Como un sol ardiente que todo lo consume, el calor comenzó a envolver a los caballeros, quemándolos vivos. El aire se llenó con el olor de carne quemada y el sonido de las armaduras calentándose, transformando el pasillo, que hasta hace poco había sido pacífico, en un verdadero infierno.
─ Dicen que los Titer son protectores, pero tienen habilidades más aterradoras que los mismos demonios.
Adena, evitando la luz que se aproximaba, empujó a sus subordinados hacia el resplandor antes de escapar por el camino que había tomado Aster. Zion, con lágrimas rodando por sus mejillas, temblando de angustia, gritó hacia Lessas.
─ Vete, Lessas. Aquí… lo manejaré yo.
Al ver la expresión de dolor y desesperación de Zion, Lessas no pudo moverse. El tormento de tener que matar lo estaba destrozando, y la escena le recordó a Sayed en momentos similares de duda y conflicto. Zion tenía el poder de acabar con todos en este lugar, y Lessas sabía que podía purificar cualquier efecto secundario de su habilidad. No ocurriría nada tan horrible como antes.
Sabía que debería irse, pero…
El rostro de Zion, llorando en silencio, se parecía tanto al de Sayed aquel día.
Aquel día en el bosque, donde había perdido el control y, en su furia desatada, acabó con la vida de innumerables caballeros. Sayed no intentó huir. Simplemente se quedó ahí, de rodillas, sin moverse, con los ojos fijos en los cadáveres esparcidos a su alrededor. Su hermoso rostro, vacío y perdido, tenía la misma expresión que ahora veía en Zion. Después de asesinar a cientos de sus propios compañeros, ningún alma podía permanecer en paz.
Si las cosas seguían así, el número de muertos sería mayor que el de los salvados. Lessas, temblando, miró sus manos mientras dudaba. Había un camino, una solución, porque había pedido ayuda al Sol para este momento.
'¿Acaso tu luna no te advirtió? Que no debías usar más tu poder. Él, tan perspicaz e inteligente, parecía saber qué estabas dispuesto a sacrificar. Sigue su consejo.'
El Sol, entrometiéndose en sus pensamientos, hablaba como si intentara detener el puño de Lessas, que estaba apretado en su esfuerzo por invocar ese poder. Era irónico escuchar tales palabras de alguien que, en su momento, había deseado que Lessas sacrificara su vida para retroceder el tiempo.
«¿De todos modos, que no era importante si yo moría? Todo lo que tú deseabas era proteger el alma de la luna y salvar el mundo, ¿o no?»
'Te di esa orden sabiendo que resucitarías, pero nunca deseé que murieras por completo. ¿Sabes por qué no he permitido que uses mi poder plenamente hasta ahora? Cuanto más uses mi fuerza, más débil será la conexión entre tu cuerpo y tu alma, hasta que se separen por completo. Eso significa que morirás.'
La mención de una muerte definitiva hizo que Lessas se detuviera por un instante. Aunque había aceptado su recurrente ciclo de muerte con indiferencia, resignándose a no buscar un propósito en su existencia, la idea de un final absoluto lo llevó a reflexionar brevemente.
No le asustaba la muerte, pero le preocupaba profundamente la tristeza que esto causaría a Sayed. Sin embargo, el temor de no volver a verlo era, al final, solo un deseo egoísta suyo, algo que no tenía derecho a considerar.
Lessas sopesó cuidadosamente el peso de ambas opciones: el dolor de Sayed al perderlo mientras otros morían, o el propio sacrificio que salvaría muchas vidas. Sayed, siendo tan bondadoso y gentil, seguramente lloraría su pérdida. Pero, por más que lo pensara, la segunda opción era la correcta.
El número de vidas en juego era abrumadoramente diferente. Pensar en las incontables cosas que esas personas podrían hacer y en sus familias hacía que la elección fuera evidente.
Quería seguir las palabras de Sayed, pero Lessas sabía que esta vez él estaba equivocado. Aunque Sayed había dicho que todas las vidas eran iguales, en realidad no lo eran.
«No hay nada más insignificante y horrendo que mi propia vida.»
Siempre había creído que algún día tendría que pagar por el pecado de haber sobrevivido cuando todos los demás habían perecido. Había deseado permanecer al lado de Sayed porque cada pequeño gesto suyo era maravilloso, porque el simple acto de tocarlo le brindaba una felicidad y alegría desbordantes que lo hacían querer vivir. Pero…
Para Lessas, era más importante que Sayed no sufriera tristeza que su propia felicidad.
«No importa. Al final, esto será mejor también para mi luna».
Con esta resolución, Lessas comenzó a aceptar lentamente el poder. El Sol, que había guardado silencio por un momento, le concedió su fuerza a regañadientes, mientras susurraba con una voz cargada de reproche.
'Todavía no entiendes lo que es el amor. Nadie en este mundo, después de perder a alguien que ama, puede encontrar felicidad. Mucho menos alguien que te ha amado tanto como él. ¿Cómo podría alegrarse con tu muerte? Pobrecillo.'
Lessas no necesitaba compasión. Lo único que deseaba era la paz y el descanso absoluto que sabía que llegarían hoy. Con una extraña sensación de alivio, sintió cómo una fuerza intensa invadía su cuerpo. Entregándose al calor abrasador que parecía derretir su alma, expandió su energía en todas direcciones.
El aire, purificado hasta un grado tan puro que casi resultaba asfixiante, barrió el pasillo, despejando la oscuridad que había invadido las almas. Los ojos de los caballeros, que antes habían estado sumidos en un abismo negro, recuperaron su luz. El viento que arrasaba el corredor hizo que Zion, que estaba a punto de acabar con un caballero, se detuviera bruscamente y mirara hacia Lessas.
Habiendo liberado su energía hasta los rincones más lejanos, Lessas se giró lentamente y dirigió su mirada dorada, ahora no humana, hacia Zion. Con una sonrisa tranquilizadora pero cargada de poder, le habló.
─ Ahora encárgate de someter a estos hombres y lleva a tantas personas como puedas fuera de aquí. Yo me ocuparé del resto.
Había algo diferente en Lessas, una presión abrumadora que no era característica de él. Zion, sintiendo instintivamente la magnitud de lo que estaba sucediendo, abrió la boca como si quisiera detenerlo, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. La decisión ya había sido tomada.
Lessas, dándole la espalda, comenzó a caminar hacia el lugar por donde Adena había escapado. Su cuerpo, desprovisto de sombra como si ya no perteneciera al reino de los humanos, avanzó lentamente, preparándose para la cacería.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
El silencio pesado del palacio real se sentía opresivo. Bajo los altos techos, la fría oscuridad cubría las alfombras del pasillo. Cada ventana estaba sellada por el cuerpo de la serpiente, visible cada vez que las escaleras ascendían hacia lo alto. Los candelabros, que en otro tiempo iluminaban esplendorosamente el castillo, ahora parecían realzar el vacío y la penumbra del lugar. El poder de Aster parecía haber barrido ya todo el palacio, dejando a cada persona que encontraban en un estado de trance total.
Aunque había decidido usar su poder, Lessas no estaba ansioso por morir de inmediato. Intentando seguir las palabras de Sayed lo más que podía, se movía sometiendo a las personas sin herirlas, en un esfuerzo por minimizar el daño. Sin embargo, la prisa comenzaba a invadirlo al darse cuenta de que esto solo retrasaba su avance. Si Aster lograba escapar, la lucha se alargaría, y Lessas no estaba dispuesto a cargar con ese riesgo por más tiempo.
La calma sepulcral que reinaba fue rota varios minutos después por un sonido desgarrador: el grito agudo de una mujer. Poco después, se escucharon pasos acelerados y caóticos. Lessas, volviéndose hacia la dirección del sonido, subió rápidamente varias escaleras. Al llegar al nivel de la sala de audiencias, un recuerdo aterrador lo invadió: la visión de un desastre del pasado, un lugar convertido en un páramo donde todos habían perecido.
Mientras luchaba contra esos pensamientos, una pequeña figura apareció corriendo desde la esquina del pasillo. Era un niño, apenas de unos cinco años, con el rostro bañado en lágrimas. El niño, claramente aterrorizado, se detuvo al ver a Lessas y lo miró fijamente.
Sus cabellos rubios brillantes, idénticos a los del linaje real, y sus ojos púrpura, iguales a los de Lessas, dejaron claro quién era: su hermano menor, Riley.
Aunque nunca habían tenido la oportunidad de hablar, Riley pareció reconocerlo. Con un sollozo, extendió los brazos hacia él mientras gritaba.
─ ¡Ayuda, por favor…!
El alivio momentáneo que sintió el niño pareció traicionarlo, ya que tropezó y cayó al suelo. Rodando por el pasillo, Riley quedó indefenso, y tras él, emergió una figura desde la esquina.
Era una mujer con el cabello negro despeinado, corriendo con una expresión de locura en el rostro. Una tiara plateada, a punto de caer, colgaba de su cabeza enredada entre sus cabellos. Lessas reconoció de inmediato a la mujer: era su madre.
─ ¡Riley, corre!
La voz desesperada de la reina resonó en un grito mientras una multitud de personas emergía tras ella. Doncellas, caballeros y demás, mezclados como una masa caótica, corrían hacia ellos con la intención de matarlos. La reina, arrojándose sobre Riley para protegerlo, fue brutalmente agarrada por una doncella que la empujó hacia atrás. Tambaleándose, la reina se volvió y vio a Lessas. En sus ojos púrpura, idénticos a los de él, brillaba una súplica desgarradora.
─ ¡Lessas! ¡Protege a tu hermano!
El grito de la reina resonó con desesperación a lo largo del pasillo. El nombre, que jamás había sido pronunciado por ella en vida, parecía reservarse solo para situaciones como esta. Ignorando el torbellino de emociones que retorcían su pecho, Lessas corrió hacia ellos.
Los caballeros, desenvainando sus espadas, se unieron a las doncellas que presionaban violentamente a la reina, como si estuvieran listas para matarla.
─ ¡Niño, corre! ¡Corre rápido!
Al escuchar el grito de la reina, Riley comenzó a gatear hacia adelante. Aunque compartían sangre, Lessas nunca había tenido una relación cercana con ellos. Hasta ese día, ni siquiera había escuchado su nombre de manera afectuosa. Dejar que murieran ahí mismo no habría sido un problema para él. Como le había dicho a Sayed, realmente no guardaba ningún resentimiento, incluso si alguien mataba a su madre. Para él, eran menos importantes que cualquier extraño.
Sin embargo, algo lo detuvo. Pensó si, dejando morir a su madre y su hermano en ese momento, realmente sería digno del afecto de Sayed. Esa obsesión por estar al lado de alguien tan justo y recto como él lo llevó a liberar su poder una vez más.
Un calor abrasador recorrió su cuerpo, mientras un temblor transparente llenaba el pasillo entero. La poderosa energía que emanaba Lessas presionó a los presentes, haciendo que todos detuvieran lo que estaban haciendo y abrieran los ojos de par en par. La doncella que sujetaba a la reina soltó sus manos con un grito aterrador, y los caballeros dejaron caer sus espadas.
La reina, liberándose de los atacantes, corrió hacia Riley y lo abrazó con fuerza, respirando agitadamente.
─ Bebé, ¿estás bien?
─ Sí… sí…
Riley, temblando de pies a cabeza, logró responder con firmeza. Luego levantó la vista hacia Lessas, moviendo los labios como si quisiera decir algo. Con los ojos llenos de lágrimas, el niño murmuró en voz baja.
─ G-Gracias… por salvarnos…
El murmullo de Riley hizo que la reina, Leana, finalmente volviera su mirada hacia Lessas. Parecía avergonzada por su postura caída frente al hijo que había descuidado durante veintiún años. Apretando aún más a Riley contra su pecho, endureció su expresión. Sus labios, tensos y rígidos, temblaron brevemente antes de desviar la cabeza y hablar.
─ Si tenías este poder, ¿por qué no actuaste antes? ¿Qué hicieron los Titer, o tú, mientras el palacio real se convertía en un caos absoluto?
La reina, tratando de borrar su vergüenza, optó por culpar. Pero aunque Lessas podía aceptar insultos hacia sí mismo, no permitiría que se mancillara el nombre de los Titer. Su rostro pálido se volvió gélido mientras miraba hacia abajo a la reina.
─ Es impresionante, madre, cómo puedes ser tan arrogante incluso después de deberle tu vida al hijo que tanto despreciaste. Este mismo ser al que siempre consideraste peor que un insecto, solo por no tener el poder de un Guía, acaba de salvarte a ti y a tu querido segundo hijo. Qué patético verte tumbada así, sin dignidad ni orgullo, y aún llamarte reina.
Las palabras de Lessas, dichas con una calma implacable, hicieron que el rostro de Leaana se sonrojara de rabia y vergüenza. Sus ojos, llenos de humillación, temblaron bajo sus pestañas que se agitaban de forma incontrolable. Riley, aún en brazos de su madre, miró a ambos con ojos tristes, alternando su mirada entre ella y su hermano mayor. Con una voz suave y vacilante, el niño susurró.
─ Madre, por favor, no le hable así a mi hermano…
El murmullo inocente del niño despertó algo desconocido en lo más profundo del corazón de Lessas. Su madre nunca le había permitido interactuar con su hermano, y esta era la primera vez que escuchaba a Riley llamarlo hermano . Era extraño, casi inquietante, ya que la última vez que lo había visto tan de cerca había sido cuando Riley yacía sin vida en los brazos de su madre.
Parecía que las palabras del niño tocaron una fibra sensible en la reina. Enterrando a Riley contra su pecho, miró a Lessas con furia. Sus ojos, teñidos de un leve rubor, reflejaban un orgullo herido que intentaba desesperadamente mantener en pie.
─ Entonces, ¿por qué no evitaste nacer? Eres mi hijo, pero solo te has dedicado a humillar a tu madre. ¿Es mucho pedir que, al menos ahora, sirvas de ayuda? Igual que tu padre, no eres más que un egoísta. Con el pretexto de ser un Guía, te comportas como si fueras la criatura más noble del mundo…
Lessas no sabía qué tipo de relación tenía su madre con su padre, ni le interesaba saberlo. Lo único que le importaba era la actitud que la reina tenía hacia los Titer.
─ Pero, a mis ojos, madre, usted no es diferente de mi padre. Su desprecio hacia los Titer me lo deja claro. Solo la he salvado, pero exigir algo más de mí refleja lo similar que es a él.
Mientras hablaban, doncellas y caballeros se acercaron para ayudar a la reina a levantarse. Ignorando a Lessas, ella extendió su mano hacia ellos, mordiéndose los labios mientras luchaba por ocultar su vergüenza. Sin embargo, cuando Lessas miró a los que se acercaban, su rostro cambió al notar una cara familiar entre ellos.
─ ¡Venga aquí, ahora mismo!
La reina, como si no quisiera escucharlo, ignoró su advertencia y tomó el brazo del caballero que le ofrecía ayuda. Mientras la levantaban, el caballero la sostuvo firmemente. Pero justo en el momento en que se puso de pie, Adena, que estaba detrás del caballero, miró directamente a Lessas con una sonrisa cruel.
Antes de que pudiera reaccionar, Adena se adelantó y hundió su espada en el abdomen de la reina. Su rostro, deformado por la vergüenza, se contrajo de inmediato con el dolor mientras se aferraba al lugar donde la habían apuñalado. La sangre comenzó a manchar el vestido verde, corriendo por el suelo mientras la reina caía al suelo. Adena, con una expresión de diversión, retiró la espada, salpicando sangre que manchó el rostro de una doncella cercana.
─ ¡Aaaaah!
El horrible espectáculo hizo que las doncellas gritaran y se desplomaran. Los caballeros del rey intentaron detener a Adena, pero no tardaron en quedarse inmóviles. Sus ojos se tornaron negros, y cualquier atisbo de voluntad desapareció de sus rostros.
Al ver esto, Lessas, alarmado, tiró rápidamente de Riley hacia sí, abrazándolo con fuerza. El niño, confundido y sin entender lo que estaba ocurriendo, parpadeó mientras se refugiaba en los brazos de su hermano.
─ Deberías agradecerme, Lessas. Incluso si es un medio hermano, me tomé la molestia de ayudarte con él.
Desde atrás resonó la voz de Aster. Lessas, sosteniendo a Riley más cerca, se giró rápidamente para enfrentarlo. Aster emergió de las sombras con una espada larga colgando en su mano, su rostro tan demacrado como antes. Sin embargo, una sonrisa serena adornaba su semblante. El cabello rubio y los ojos azules que Lessas siempre había admirado brillaban ahora con una opacidad inquietante.
─ Hermano.
Lessas habló en voz baja. Incluso en ese momento de conflicto, nunca había llegado a odiarlo sinceramente. Su corazón permanecía tranquilo, porque recordaba al Aster de antes, aquel cuya mente no había sido consumida por la oscuridad. Como el Sol había dicho, incluso si Aster había tomado sus propias decisiones, lo que Lessas realmente aborrecía era al demonio que perpetuaba ese destino repugnante.
─ Esto ya es suficiente. Muchas personas han muerto, y no queda ningún lugar al que puedas retirarte. Por favor, detente ahora.
─ ¿Y si me detengo, podré salir vivo de aquí?
Aster esbozó una ligera sonrisa mientras arrastraba la punta de su espada por el suelo, acercándose lentamente.
─ La única forma de liberarme de esto es muriendo. Tú también lo sabes. ¿Ahora me estás diciendo que me entregue a la muerte?
─ …Quizá el dios que está a mi lado pueda encontrar una forma.
─ Ah, claro, tu noble Sol. Me ha hecho recordar. Cuando ese poder repulsivo tocó mi mente, me llegaron memorias del pasado.
Aster, ahora de pie a escasos pasos de Lessas, no mostraba signos de cautela, a pesar de hablar de su propia muerte. Mientras tanto, Adena y un grupo de personas llegaban detrás de él, rodeando a Lessas por todos lados. Observándolo en su confinamiento, Aster entrecerró los ojos y habló con un tono ácido.
─ Tú… te atreviste a robarme algo preciado. Mi hermosa estrella, quien siempre permanecía a mi lado. Como un ratón, te escabulliste y observaste a Ed desde lejos, cambiando tu destino para ocupar mi lugar. Incluso después de ser abandonado por nuestra madre, te traté como a un hermano, y aún así, tuviste el descaro de quitarme a mi Titer…
Los ojos azules de Aster ardían con una mezcla de pérdida y odio. Su rostro, cargado de vacío y reproche, trajo consigo el peso del pasado que siempre había atormentado a Lessas. Mientras sostenía a Riley con más fuerza, su brazo se tensó, y las venas sobresalieron en su mano. Apretó los labios, incapaz de responder.
Viendo el temblor en los ojos de Lessas, Aster dejó escapar una risa amarga.
─ Ja, ja… Qué patético.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
─ Sayed fue mi único tesoro. Desde el momento en que puso un pie en el palacio, nuestro destino era estar juntos. Mi Titer, mi estrella amable que siempre estuvo a mi lado. Fue mi único consuelo en medio del sufrimiento causado por un padre desvergonzado que llevó a mi madre a la muerte y una madre codiciosa como la tuya. Si tú no hubieras tenido la desfachatez de buscar afecto, Ed nunca habría arriesgado su vida ni encontrado la muerte.
Aster movía los dedos sobre el mango de su espada mientras murmuraba sobre aquel día fatídico. La tragedia que ocurrió mientras Lessas estuvo inconsciente fluía directamente de los labios de Aster.
─ Mientras Ed dudaba, intentando salvarte de cualquier forma, Nox me atacó. Si hubiera recuperado mi espada a tiempo y matado al demonio, este día jamás habría llegado. Está bien, admitamos que lo ocurrido no se puede cambiar. Tal vez era lógico que Nox me apuntara a mí. Pero, Lessas, si tú no lo hubieras codiciado, nunca habría empujado a Ed a esa soledad. Todo lo que le sucedió fue por tu culpa.
Al terminar de hablar, Aster dejó de golpear el mango de la espada. En el instante de silencio que siguió, levantó su arma y la dirigió hacia Lessas. La espada se movió rápidamente hacia él, pero Lessas, viendo el ataque venir, giró su cuerpo para proteger a Riley. Mientras retrocedía, envolviendo al niño con su cuerpo, la espada de Aster cortó su abdomen.
La herida diagonal derramó sangre al instante. El olor metálico llenó el aire mientras Riley, estremeciéndose, se aferraba aún más a Lessas. Con una mano, Lessas sujetó al niño como si intentara protegerlo de todo. Aster, al ver esto, se rio.
─ ¿Aun así quieres proteger a tu hermano de sangre? ¿Es porque yo no soy tu verdadero hermano que actúas de forma tan cobarde? ¿Te sentiste tan bien robándome a mi Titer?
Aunque las palabras de Aster eran en parte absurdas, Lessas no pudo refutarlas. Se sintió como el mismo ser insignificante y miserable que alguna vez espió en secreto la tienda de campaña. En realidad, siempre había sido ese tipo de persona. Incluso con el poder de los dioses, fingía ser alguien diferente, pero su tiempo siempre estuvo detenido en el mismo lugar.
Cuando Aster blandió su espada, Adena usó ese momento como señal para atacar también. El espacio en el que Lessas podía moverse fue bloqueado por las personas que formaron un muro alrededor de él. Adena atacó sin preocuparse por dañar a otros. Cada vez que su espada cortaba en diagonal, alguien junto a Lessas caía herido.
Aster observó la escena en silencio antes de retroceder un paso.
─ ¿Por qué sigues ayudando a nuestro hermano mayor?
Sin descanso, Lessas desvió los incesantes ataques de Adena, cuyo filo descendía con fuerza para aplastarlo. Mientras bloqueaba los golpes, preguntó con frialdad. Adena, a diferencia de los demás, no estaba bajo control mental, pero seguía las órdenes de Aster con una lealtad absoluta. Su espada, pesada y amenazante, demostraba la experiencia de alguien que había sido durante mucho tiempo un cercano confidente del príncipe heredero. Cada golpe, cargado de fuerza, parecía capaz de partir en dos la cabeza de Lessas. Pero por peligroso que fuera, no era rival para la habilidad de Sayed.
─ Detesto profundamente a los Titer, esos que dominan el reino solo porque nacieron con poder. Es repugnante que seres que no son nada sin su habilidad estén por encima de mí.
La voz de Adena, impregnada de odio acumulado, resonaba mientras cambiaba el rumbo de su espada. En lugar de apuntar directamente a Lessas, su hoja se dirigió hacia Riley, atacando su punto débil. La indiferencia con la que Adena intentaba matar al niño era, en cierto modo, más nauseabunda que las acciones de Aster.
Lessas sabía que no podía prolongar el enfrentamiento. Aunque ya sentía el ardor interno de haber usado su poder previamente, lo utilizó una vez más para purificar a las personas a su alrededor. Una energía sofocante se expandió, haciendo que aquellos que habían perdido la conciencia parpadearan y volvieran en sí. Confundidos por la visión de las espadas cruzando frente a ellos, se retiraron apresuradamente.
─ Si sigues usando tu poder tan suavemente, acabarás matándolos ─ dijo Aster con sarcasmo mientras, de repente, la gente se detenía de nuevo, volviendo a rodear a Lessas y cerrando la distancia.
Al darse cuenta de que estaba acorralado otra vez, Lessas ajustó el agarre de su espada. Sabía que si seguía preocupándose por evitar herir a los demás, nunca vencería a Adena. Apretando los dientes, sostuvo a Riley con fuerza mientras dirigía toda su energía a su brazo derecho. Las venas marcaban claramente su brazo mientras avanzaba contra Adena con una determinación implacable.
─ Parece que no has considerado que es gracias a los Titer que sigues vivo, Adena.
La voz de Lessas, fría y afilada, resonó mientras su espada chocaba con la de Adena. El impacto hizo que Adena retrocediera brevemente, pero rápidamente se impulsó de nuevo hacia adelante. Lessas, observando la espada que apuntaba a Riley, decidió no esquivarla por completo. En lugar de eso, ofreció parcialmente su abdomen como blanco, permitiendo que la hoja lo alcanzara mientras se acercaba rápidamente. Con un movimiento calculado, golpeó el rostro de Adena con su codo.
Crack. El impacto resonó cuando el puente de la nariz de Adena se rompió, dejando su cara completamente cubierta de sangre.
─ Maldito…
Lessas no desperdició el momento de debilidad. Recordando las palabras de Sayed sobre cómo un instante de distracción podía significar la muerte en combate, levantó su espada con precisión y la hundió en un movimiento rápido. La hoja atravesó la mandíbula de Adena y salió por la parte superior de su cabeza.
Un grito ahogado, un último aliento, y Adena colapsó en el suelo. Lessas, asegurándose de que Riley no presenciara el horrible espectáculo, lo sostuvo con más fuerza mientras retiraba su espada. Cubierto de sangre por las múltiples heridas en su cuerpo, se dio la vuelta, encontrando a Aster. Con una mirada melancólica, Lessas habló en voz baja.
─ Yo… yo no intenté arrebatarle a Ed, hermano. Lo amé porque él era la única luz que iluminaba mi vida. Nunca quise ponerlo en peligro a propósito.
─ Entonces, entrégamelo ahora mismo.
«…No. Eso no.»
El tono bajo y persuasivo de Aster provocó una reacción instintiva de rechazo en Lessas. Era absurdo; se había repetido a sí mismo innumerables veces que no tenía derecho a desear a Ed. Sin embargo, imaginarlo junto a alguien más despertó una celosa y vil furia dentro de él. Con una sonrisa indefinida, que podría haber sido de tristeza o burla, respondió.
─ Ed no es un objeto. Solo quiero que sea feliz, que sea amado, que haga lo que desee y encuentre alegría sin preocupaciones. Pero eso no puede suceder a tu lado, hermano.
─ No, solo estás justificando tus acciones. Si no te hubieras aferrado a él de manera tan patética, Ed nunca habría puesto los ojos en ti.
Aster no estaba equivocado, y Lessas no pudo responder de inmediato.
─ Si realmente sientes remordimiento, usa tu poder para retroceder el tiempo. Purifica mi alma, retrocede los acontecimientos y sacrifica tu vida para devolverlo todo a su lugar.
La propuesta de Aster no carecía de lógica, y Lessas no pudo evitar vacilar. Aster, notando su duda, alzó la voz con un grito cargado de desesperación.
─ ¡Purifícame!
Una voz cargada de profunda ira y resentimiento resonó en el pasillo, justo cuando el castillo comenzó a temblar. Las paredes vibraron con fuerza, y el suelo se estremeció bajo sus pies. El cuerpo de la serpiente, que había envuelto el castillo, comenzó a moverse, permitiendo que la luz se filtrara a través de las ventanas. A pesar del caos, las personas en el suelo extendieron sus manos hacia Lessas, aferrándose a él como si fueran sanguijuelas, incapaces de soltarse.
BOOM, BOOM. Un estruendo sacudió el exterior, y los cristales de las ventanas estallaron en mil pedazos. Los sonidos de muros colapsando llenaron el aire, golpeando los oídos de Lessas, quien aún abrazaba a Riley. Frente a él, Aster avanzaba con pasos decididos, su mirada de locura reflejada en sus ojos azules que parecían decididos a matarlo.
─ Vano hipócrita hijo de puta.
La hoja, dirigida directamente al corazón de Lessas, era lo único que este podía ver. Un inexplicable sentimiento de tristeza lo invadió, paralizándolo. Sabía que debía matarlo antes de que fuera demasiado tarde, pero la culpa y el vacío de no poder cumplir con sus deseos lo inmovilizaron brevemente.
En ese instante, justo antes de que la espada lo alcanzara, el rostro de Sayed apareció en su mente. Esa imagen lo sacó de su parálisis, recordándole lo que realmente importaba. Más allá de su culpa insignificante, proteger a quien amaba era lo correcto. Con una nueva resolución, Lessas agarró la espada de Aster con sus propias manos justo cuando esta estaba a punto de alcanzarlo.
El filo cortó su carne de inmediato, atravesando hasta el hueso. El dolor era tan intenso que parecía congelar su alma, pero le permitió recuperar la claridad mental. Con las manos, que se curaban y se volvían a cortar repetidamente, empujó la espada hacia atrás. Aster, gritando de frustración, aplicó más fuerza para recuperar el control.
Fue entonces cuando el muro colapsó.
Con un estruendo ensordecedor, la cabeza de la serpiente atravesó la pared, impactando en el pasillo. Su tamaño descomunal llenó todo el ancho del corredor, rompiendo incluso la pared opuesta. Sus ojos rojos como el fuego se clavaron en Lessas, brillando con un apetito insaciable. La pupila alargada y negra, del tamaño de un hombre adulto, lo miró con avaricia mientras su enorme cabeza se movía hacia ellos.
La criatura abrió su mandíbula y comenzó a arrastrarse hacia ellos, deteniéndose justo detrás de Aster. Desesperación, miedo y culpa se combinaron en un torbellino de emociones que envolvió a Lessas, trayendo consigo los recuerdos más oscuros de su pasado. El simple acto de mirar a la serpiente lo llenó de una abrumadora sensación de desesperanza. Lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, mientras los recuerdos de una noche infernal lo envolvían.
La noche en que nadie lo amaba, cuando su madre intentó matarlo con sus propias manos, se apoderó de su mente. El frío implacable y el hambre insoportable lo consumieron, arrastrándolo de vuelta a ese abismo de dolor y soledad.
«No mereces ser amado. No eres más que un insecto despreciable que solo causa problemas…».
Aunque percibía algo que el Sol susurraba en su mente, las palabras no lograban llegarle con claridad. Lo único que rondaba por su cabeza era la certeza de que un ser insignificante como él, que debería haber muerto hace tiempo, había sobrevivido solo para llevar a Aster a ese estado y llenar de tristeza a la persona que amaba.
Pero, aun así…
No podía evitarlo.
«Desde el momento en que lo conocí, no pude evitar amarlo.»
Cuando las lágrimas comenzaron a correr por su mandíbula, la luz de la luna apareció. Sobre el cielo nocturno en ruinas, la luna surgió brillante, y en medio de ella, se perfiló la figura de un joven. Sus ojos grises, más hermosos que cualquier otra cosa, brillaban con una suave curvatura, y su fuerte y amplia mano se extendió hacia él.
─ ¡Lessas!
Si el instinto de supervivencia era inherente a los seres humanos, el instinto de Lessas era amar a Sayed. Incluso frente a la muerte, sus pensamientos estaban llenos de él. Y como si respondiera a ese deseo profundo, la voz de Sayed resonó con fuerza.
Una enorme espina negra surgió del suelo, perforando la cabeza de la serpiente que avanzaba hacia Lessas. La espina, de una magnitud nunca antes vista, se expandió como si fueran huesos, aplastando y destrozando al monstruo. Crujidos resonaron mientras las espinas crecían y desgarraban al cuerpo de la criatura.
Sayed, quien había escalado por el cuerpo de la serpiente, entró al corredor a través de la pared destruida y saltó al suelo. Pasó por encima de la criatura que aún se retorcía, avanzando hacia ellos. Sus ojos se fijaron en Aster, a quien miró con una firmeza implacable, mientras extendía hacia él la espada que sostenía en su mano. La hoja, limpia de sangre, emanaba un aura pura y divina: “la Muerte Sagrada”.
─ Aster, por favor, detente ahora ─ dijo Sayed, cargando en su voz el último vestigio de respeto que tenía para él.
Aster, al escucharlo, dejó escapar una sonrisa mientras giraba su rostro hacia él.
─ Has venido, mi estrella.
Su tono era amable, lleno de la misma calidez que solía tener en el pasado. Por un momento, el fuego en los ojos grises de Aster se apaciguó. Pero mientras Sayed lo miraba con una expresión de complejidad en su rostro, su mano, firmemente aferrada a la espada divina, no vacilaba.
─ Dime que has venido por mí. Dime que regresaste porque me extrañabas.
─ …No deseo seguir luchando en una batalla sin sentido, Su Alteza.
─ Yo tampoco quiero estar lejos de ti. Así que ven conmigo, Ed.
Aster arrojó su espada al suelo y extendió una mano hacia Sayed. Su mano, que parecía solitaria y temblorosa, era tan vulnerable que Lessas pensó que Sayed estaría a punto de tomarla. Su luna, tan bondadosa que no podía abandonar a alguien triste, parecía estar a punto de abrazar a Aster en cualquier momento. Lessas, deteniendo su mano ensangrentada que temblaba en el aire, dio un paso atrás, sintiendo que no pertenecía a ese lugar.
─ Si lo sigo, ¿detendrá todo esto?
─ Por supuesto, Ed.
Aster sonrió mientras extendía más su mano. Sayed, mirando fijamente esa mano, hizo otra pregunta.
─ Hay algo que siempre he querido preguntar.
─ Dímelo, lo que sea. Si mi estrella tiene algo que decir, responderé lo que desee.
─ ¿Por qué no viniste a salvarme cuando estaba muriendo?
En el instante en que Sayed hizo su pregunta, Aster se detuvo. Como si le hubieran dicho algo que no esperaba, sus ojos azules parpadearon, desconcertados. Sayed, sin apartar la mirada, continuó.
─ Siempre dices que me deseas, que harías cualquier cosa por mí. Pero cuando esperaba por usted, ¿por qué no vino a salvarme?
─ Eso…
Los labios de Aster temblaron de manera nerviosa, y una expresión de inseguridad apareció en sus hombros.
─ Fue culpa de Nox. Me dijo que, para tenerte a mi lado, no debía moverme. Ed, hay algo que no sabes. Incluso cuando no lo deseo, la oscuridad que Nox sembró en mí me obliga, me empuja. No importa cuánto grite en mi mente que no está bien, cuando recupero la conciencia, descubro que él me ha manipulado…
La voz de Aster, desesperada y al borde de la locura, llenaba el aire mientras Sayed lo observaba en silencio. Aunque temía que Sayed pudiera ceder a esas palabras, Lessas también sintió que no tenía derecho a intervenir. Creía que este momento no era suyo, que debía mantenerse al margen.
«Después de todo, Ed… siempre había sido el Titer de mi hermano.»
Había servido a su hermano mayor, lo había respetado, confiado en él y lo había protegido. Habían compartido innumerables besos y momentos íntimos, un vínculo que Lessas sabía que había interrumpido y tomado para sí. Quizá, incluso ahora, el alma de Ed aún recordaba ese tiempo con Aster.
Esa inseguridad se apoderó de su mente justo cuando Sayed lo miró. Los claros ojos grises, habitualmente serenos, se torcieron al observarlo, y Lessas sintió un golpe de ansiedad, temiendo que esa fuera la expresión de alguien a punto de renunciar a él.
─ Si realmente se preocupaba por mí, no debería haberme arrastrado al abismo con usted ─ murmuró Sayed con voz tranquila.
─ Si verdaderamente sufrió al ver a la persona que ama herida y sola, debería haber hecho algo para aliviar esa tristeza. Creo en sus palabras, que el demonio que se aferró a usted lo incitó y manipuló. Pero entonces, Su Alteza, debería haberme pedido ayuda.
Antes de que terminara de hablar, la espada sagrada comenzó a brillar suavemente, interrumpiendo a Aster, que abrió los ojos de par en par y quedó en silencio.
─ Debería haber resistido, aunque fuera una vez, y haberme dicho que quería vivir conmigo.
Aster permaneció inmóvil, como alguien que acababa de comprender una verdad desconocida. Sayed avanzó lentamente hacia Lessas, que estaba de pie sosteniendo a Riley. Frente a él, su expresión reflejaba una mezcla de dolor y compasión.
─ Estás gravemente herido. Debe doler mucho.
La voz de Sayed, cargada de sufrimiento, resonó como si él mismo sintiera el dolor de Lessas. Este, al escuchar esas palabras, sintió que las lágrimas comenzaban a caer. Quería desesperadamente lanzarse a sus brazos, pero el miedo a causarle más dolor lo hizo detenerse. En su lugar, con el rostro ensangrentado, le ofreció una pálida sonrisa.
─ Estoy bien, Ed.
─ Las personas han sido evacuadas con éxito. No todos lograron salir, pero gracias a que Su Alteza compró tiempo, la mayoría…
Sayed extendió una mano con ternura para tocar la mejilla de Lessas. Pero justo en ese momento, las personas que estaban inmóviles se volvieron hacia Sayed como si algo los controlara. Las manos que habían estado aferrándose a Lessas cayeron al mismo tiempo, mientras decenas de sirvientes y caballeros se abalanzaban sobre Sayed.
─ Entonces, muramos juntos, mi estrella.
Una voz, tan escalofriante que era imposible discernir si pertenecía a Aster o a Nox, resonó en el aire. Las personas, dispuestas a sacrificar todo, separaron a Sayed de Lessas con una fuerza implacable. Al mismo tiempo, el arma sagrada cayó al suelo.
Desde las escaleras derrumbadas, más personas comenzaron a llegar, llenando el pasillo y superando a Nox. Pronto, todo el corredor se inundó de cuerpos movidos por una voluntad oscura.
Con urgencia, Lessas recogió la espada y buscó con la mirada a Sayed entre la multitud que lo rodeaba. Aunque claramente estaba ileso, sus ojos, iluminados por un resplandor rojo, estaban llenos de sufrimiento. La sombra de Sayed temblaba de manera inquietante, y aunque Lessas no podía verlo directamente, sabía lo que pasaba por su mente.
El poder de Sayed era suficiente para acabar con todas las personas a su alrededor de un solo movimiento. Bastaría con un gesto para que la muerte los alcanzara, pero ese acto también llenaría su corazón de un peso insoportable por la cantidad de vidas arrebatadas.
Pero no importaba.
Lessas Solias había vivido para este día.
Sin prestar atención a los que lo rodeaban, comenzó a correr hacia Aster, quien se encontraba entre la multitud que se abalanzaba sobre Sayed. Como si todo su ser estuviera diseñado para este momento, la mente de Lessas se aclaró. Reunió cada fragmento de fuerza que tenía, invocando un poder que ningún humano debería poseer, infundiéndolo en su cuerpo.
'Pobre niño…'
La voz del Sol resonó en su mente, pero Lessas no se sintió para nada digno de lástima. Había sido feliz al conocer a Sayed, quien le había mostrado lo que era la verdadera alegría. Había sido el amante de la persona más hermosa del mundo, y eso ya lo hacía el hombre más afortunado.
A medida que su alma ardía bajo su piel, derritiéndose por el calor de la energía, una luz dorada, brillante como el Sol, se extendió por todas partes, cegadora y radiante. Esa pura fuerza apartó a quienes se abalanzaban sobre Sayed, y Lessas aprovechó ese breve instante para colocar a Riley en el suelo y correr hacia Aster. Los ojos azules de Aster se encontraron con los suyos, oscurecidos por la ira.
«Lo siento, hermano.»
Lessas murmuró en su mente. Sin margen de error, dirigió su espada directamente al corazón de Aster, de la misma manera que lo había hecho en aquel día fatídico con Sayed. El filo rompió las costillas, atravesando el pecho hasta llegar al corazón latiente. Allí, destrozó la semilla que albergaba y eliminó la marca de Nox que había corrompido su alma.
«Como tú dijiste, soy egoísta… y no puedo permitir que Ed se quede contigo en la oscuridad.»
Para Lessas, lo más importante era que Sayed viviera sin dolor. No podía cumplir la petición de Aster, sin importar lo que sintiera o el vínculo que compartieran. El Aster de ahora no tenía nada más que ofrecer a Sayed que soledad y frío.
«En tu próxima vida…»
«Quería decirte que pudieras estar con Ed. Quería dártelo como un consuelo. Pero mi alma egoísta no pudo siquiera concederte esa plegaria.»
«Sí, soy egoísta y codicioso. No puedo renunciar a la persona más importante en mi vida. El amor y la alegría que esa persona me dio no puedo, ni siquiera en otra vida, cederlos».
─ Lo siento.
Lessas susurró por última vez, derrumbándose frente a Aster. Los ojos azules, abiertos de par en par, parecían fulminarlo con la mirada, pero lentamente la oscuridad comenzó a desvanecerse. Cuando la claridad regresó, los ojos de Aster recuperaron su tono sereno y bondadoso. Observó a Lessas en silencio antes de esbozar una débil sonrisa, cuyo significado era un misterio.
Con esa última expresión, el cuerpo de Aster se desplomó. Nox, al perder su núcleo, emitió un grito agudo mientras sus ojos rojos ardían con rabia.
'¡Si creen que saldrán ilesos de esto!'
Una helada oscuridad, capaz de estremecer el alma, descendió. La serpiente, aún atrapada entre las espinas que la inmovilizaban, comenzó a arrastrarse, desgarrando su carne mientras se acercaba con su boca abierta, mostrando un abismo negro y sin fondo. Aunque estaba frente al inminente peligro de ser devorado, Lessas no podía levantarse. Su cuerpo ya no respondía a su voluntad.
Aun así, con un último esfuerzo, sostuvo la espada que había atravesado a Aster y la retiró, abrazándola para protegerla.
─ Todo estará bien.
Una mano cálida y reconfortante tocó su hombro, seguida de otra que se posó sobre la espada que tanto se aferraba. Aunque su toque parecía frío, transmitía una calma infinita, llenando el corazón de Lessas con un alivio inesperado. Al abrir los ojos lentamente, lo primero que vio fue la sonrisa de Sayed, igual que aquel día.
─ Yo te protegeré, Lessas.
Su voz, sólida y llena de fortaleza, resonó con tranquilidad. Al comprender, Lessas relajó su mano, soltando la espada para devolvérsela a su verdadero dueño. Sayed aceptó la reliquia y se dirigió hacia la serpiente.
Con su espalda ancha y firme, bloqueó a la criatura que intentaba abalanzarse sobre Lessas. Alrededor de Sayed, un poder tranquilo y brillante se manifestó, extendiéndose como una noche iluminada. La oscuridad se concentró alrededor de Nox, y enormes espinas, aún más imponentes que antes, surgieron de todas direcciones, sujetando a la criatura.
El crujido de los huesos resonó mientras las espinas atravesaban y rompían el gigantesco cuerpo de Nox, desgarrándolo desde dentro. En su desesperación por sobrevivir, Nox se retorcía frenéticamente, pero aún así, logró sonreír y exclamó con voz burlona.
'Oh, Muy bien. Incluso en la muerte, quedaré grabado para siempre en tu alma. ¡Al final, no será diferente a poseerte! ¡Recuerda mi presencia y sufre por mi marca durante toda tu vida!'
La voz de Nox resonó por todo el cielo, pero Sayed solo esbozó una ligera sonrisa, como si no le importara en absoluto la maldición. Caminando hacia el inmovilizado Nox, respondió con una breve y despreocupada frase.
─ Las pesadillas siempre se olvidan al despertar.
Sin ninguna vacilación, levantó la espada y la hundió en la cabeza de Nox. Desde la hoja, un resplandor plateado se extendió, haciendo que el demonio emitiera un alarido de agonía.
'¡AAAAAH!'
Sayed, con sus ojos brillando con un resplandor carmesí, atacó sin piedad. Golpeó, cortó y destruyó cada parte de Nox, quebrando todo lo que componía al demonio. Cada movimiento de Sayed estaba cargado de una furia acumulada durante años de rencor y sufrimiento, y con un grito final, declaró.
─ ¡Eres solo una pesadilla cobarde, incapaz de comprender el amor verdadero!
Con ese último grito, Sayed cortó el cuello de Nox con un golpe preciso de su espada. La enorme cabeza de la criatura cayó, separándose de su cuerpo, y comenzó a desintegrarse. Como un sueño disolviéndose al amanecer, Nox desapareció por completo, sin dejar ni rastro de un cadáver. Su esencia, convertida en un polvo negro, pareció descender al suelo antes de desvanecerse por completo.
Sayed observó brevemente la escena, pero su rostro permaneció sereno, sin rastro de pesar o emoción. Era como si simplemente hubiera concluido una tarea. Con una ligereza inusitada, se giró y corrió hacia Lessas.
─ ¿Está bien, Su Alteza?
En los ojos de Sayed no había ni una pizca de la ira que antes lo había consumido. Lo único que quedaba era una sincera preocupación por Lessas. Al sentir que todas las cosas que alguna vez habían entristecido y atormentado a Sayed ya no tenían poder sobre él, Lessas experimentó un alivio genuino.
Finalmente, lo que había deseado miles de veces mientras agonizaba se había convertido en realidad.
Sayed estaba a salvo. Nada podía volver a herirlo o entristecerlo.
─ Sí, yo… estoy bien…
El hecho de saberlo llenó a Lessas de una felicidad abrumadora. Con un rostro pálido, ahora libre de preocupaciones, miró a Sayed y sonrió con una alegría pura. Sus ojos violetas brillaban con júbilo.
─ Lo lograste, Ed. Ahora estás a salvo. Nada más podrá entristecerte, y nunca más perderás a alguien querido.
─ Sí, es verdad. Pero ahora déjame ocuparme de tus heridas, por favor.
Sayed, claramente más preocupado por el bienestar de Lessas que por cualquier otra cosa, comenzó a examinarlo. Sus manos cálidas tocaron suavemente su mejilla, recorrieron las heridas en su abdomen y torso, transmitiendo una calidez tan reconfortante que Lessas no pudo evitar sonreír con ternura.
«No estoy herido.»
Quería susurrar esas palabras para calmar a Sayed, para asegurarlo de que todo estaba bien. Pero no podía mover los labios. La misma sensación de pesadez que había sentido antes regresó con fuerza, cubriendo todo su cuerpo. Lessas intentó parpadear, pero incluso eso le resultó imposible.
«Estoy bien. Son heridas que sanarán rápido y no duelen en absoluto.»
Era lo único que necesitaba decir para tranquilizar a Sayed, pero su cuerpo simplemente no respondía. La sonrisa que había esbozado permaneció inmóvil en su rostro mientras el silencio lo envolvía. Al notar su falta de respuesta, Sayed abrió los ojos con preocupación y lo miró fijamente. El hermoso rostro de Sayed, lleno de inquietud, comenzó a desvanecerse lentamente de su visión. Una extraña sensación de separación entre su cuerpo y su ser lo invadió.
─ ¿Su Alteza?
«Ah…»
Lessas finalmente comprendió que había llegado el momento que tanto había temido. La muerte que el Sol había predicho lo alcanzó en ese instante. Aunque sabía que este día llegaría, no estaba preparado. No era el miedo a morir lo que lo aterrorizaba, sino el hecho de no poder calmar a Sayed antes de irse.
El pensamiento de dejar a Sayed con dudas y preocupación era más aterrador que cualquier otra cosa.
«Debo explicárselo. Al menos decirle por qué sucedió esto. Tengo que hablar con Id y disculparme adecuadamente.»
«Lo siento, Ed. En realidad, soy un mentiroso. Frente a ti, me atreví a decir que no te amaba y que me parecías horrible. Mentí cuando dije que todo estaría bien…»
Sólo necesitaba decir una sola palabra, una frase que pudiera evitar que Id se asustara y lo ayudara a aceptar lo inevitable. Pero el maldito cuerpo de Lessas no obedecía. Era débil, como su dueño, y en ese momento crucial se rebeló contra él. Mientras todo lo que componía su ser desaparecía, mientras su alma abandonaba su lugar, la última visión de Lessas fue Sayed, aferrándose desesperadamente a él, gritando entre lágrimas.
«Quiero decirle que todo está bien….»
Era la primera vez que veía llorar a Sayed de esa manera. Verlo inclinado sobre su cuerpo, sujetándolo con fuerza, llenó a Lessas de una tristeza profunda. No por la muerte en sí, sino porque finalmente comprendía lo desgarrador y doloroso que había sido para Sayed enfrentarse a su propia muerte en el pasado.
«Lo siento.»
«Lo siento mucho. Lo siento tanto.»
Mientras su alma descendía hacia el inframundo, envuelta en el peso de sus recuerdos y emociones, una última ola de conciencia pasó por Lessas. En su mente, intentó transmitir una disculpa que nunca llegaría a su destino. Deseaba desesperadamente que Sayed pudiera olvidarlo pronto, que dejara atrás la tristeza que él mismo le había causado.
Pero, si podía permitirse un último deseo egoísta…
«Quiero que, aunque sea por un solo día, me recuerdes.»
«Eso sería suficiente.»
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter 141: PARAÍSO TERRENAL
Chapter Text
Él nunca rompió una promesa.
Por lo que Sayed recordaba, Lessas jamás había roto una promesa que le hubiera hecho. Incluso aquellas palabras ligeras que él decía sin pensar demasiado, para Lessas siempre se convertían en juramentos que debía cumplir. Tal vez era porque había crecido sin nadie más con quien compartir calidez, pero la frase favorita de Lessas siempre fue "nos vemos mañana" .
Sayed, por lo general, también cumplía lo que decía, pero cuando estaba en la capital, las circunstancias a menudo complicaban las cosas. Durante el tiempo que pasó con su familia en la residencia de la capital, solía estar con su madre mientras ella se ocupaba de asuntos del reino. Esto hacía que a veces olvidara las palabras que decía por costumbre.
Ese día llovió.
Fue un día en que las flores de manzano, que habían florecido brillantemente por toda la capital, eran arrastradas por la lluvia, girando suavemente mientras caían. Debido a la fuerte lluvia, Sayed recibió órdenes de quedarse en la residencia con Cecilia. Mientras su madre salía para atender asuntos reales, Sayed permanecía con su padre y su hermana.
El sonido de las gotas de lluvia golpeando los cristales desde la mañana había sido perturbador. Para entretener a Cecilia, que le pedía insistentemente que jugara con ella, Sayed se dedicó a dibujar junto a ella. Aunque tenía once años y podía entretenerse sola, Cecilia prefería estar con él. Tal vez se debía a que, a diferencia de otros Titer de su edad, casi no tenía habilidades, lo que la hacía sentirse inferior.
Después de almorzar con su padre y mientras Cecilia se fue a dormir una siesta, Sayed finalmente comprendió qué lo había estado molestando toda la mañana. Al entrar en su habitación y mirar el escritorio, su mirada se encontró con una pequeña figura tallada en madera. Era un manzano que Lessas había hecho torpemente, raspando la madera con un palo afilado. Apenas mantenía una forma redondeada y, a simple vista, no parecía nada en particular. Sin embargo, desde que Lessas le había susurrado tímidamente al respecto, Sayed había decidido llamarlo "manzana".
«Han pasado dos días desde la última vez que lo vi.»
Ayer no pudo estar con Lessas porque debía acompañar a su madre, y hoy le habían ordenado permanecer en casa sin posibilidad de moverse. Aunque Sayed solía obedecer con diligencia las palabras de su madre, mirar la lluvia caer incesantemente desde la mañana lo hacía preocuparse por Lessas, quien probablemente estaría solo.
Por eso, Sayed cometió una pequeña transgresión, algo que no hacía con frecuencia. Había pedido permiso a su padre, así que, en cierto modo, era un acto medio autorizado. Saliendo de la residencia, montó a caballo y se dirigió al castillo. La fortaleza al sur del palacio principal estaba tan apartada que apenas había guardias. Los únicos presentes eran el caballero Anka, que había protegido al príncipe desde su infancia, y su escolta.
Sayed desmontó de un salto y dejó su caballo con los guardias antes de correr hacia la residencia de Lessas. Ignorando el agua que salpicaba a cada paso, se apresuró hasta que lo vio. Allí estaba Lessas, bajo un manzano, esperándolo.
A pesar de ser más pequeño y delgado que otros niños de su edad, el tiempo que había pasado junto a Sayed lo había transformado poco a poco. Su rostro, siempre hermoso, ahora tenía la delicadeza de una flor de manzano en plena floración. Con una expresión de esperanza, miraba en todas direcciones, buscando a alguien con ansiedad. La escena hizo que el corazón de Sayed se hundiera. Aunque quería creer que no era cierto, no podía evitar pensar que Lessas lo había estado esperando.
El agua estancada en el suelo chapoteaba con cada paso que daba Sayed mientras se acercaba lentamente. Al escuchar el sonido, Lessas miró hacia adelante y, al descubrir a Sayed, sus ojos se abrieron de par en par. La alegría se extendió rápidamente por su rostro pálido, antes inexpresivo. Tal vez debido a la lluvia, la sonrisa del niño apareció con más rapidez y brillo que de costumbre, iluminando su semblante.
{ ─ Lessas, ¿por qué estás fuera? }
Para no empaparlo más de lo que ya estaba, Sayed se refugió bajo el árbol. Los pétalos de las flores de manzano, mojados por la lluvia, se habían pegado a su rostro, su cabello negro y, en algunos lugares, a su camisa blanca, ahora húmeda y semitransparente. El niño, de aspecto tan frágil y hermoso como siempre, levantó la vista hacia Sayed, llenando sus ojos violetas de felicidad.
{ ─ ¿Ed, viniste a verme? }
{ ─ Sí. Pero, ¿por qué no estabas en tu habitación? Si te expones a la lluvia, podrías enfermarte. }
A pesar de que su cuerpo ya parecía frágil y delicado, Sayed no pudo evitar sentir compasión mientras extendía con cuidado la mano para acariciar la frente de Lessas. Estaba tan frío que el contacto helaba, como si hubiera estado esperando durante horas. La lluvia de primavera podía parecer cálida a primera vista, pero ocultaba un frío penetrante que era necesario evitar.
Aunque era evidente que debía estar pasando frío, Lessas no mostraba señales de incomodidad. Sus ojos brillaban intensamente mientras miraban a Sayed, incapaces de ocultar la felicidad que sentía. Sus ojos se curvaban con una sonrisa luminosa, y las comisuras de sus labios se curvaban dulcemente. Su alegría, visible en todo su cuerpo, era tanto encantadora como profundamente conmovedora.
{ ─ No estoy seguro si lo que Ed dijo sobre vernos mañana era para hoy o para ayer. Por si acaso, podría haber llegado hasta aquí y haber sido tonto al no verlo... Así que, por eso salí un momento. }
La voz infantil de Lessas resonó en un murmullo. Era evidente que había estado esperando durante mucho tiempo, pero aun así lo llamaba "un momento" . Sayed, al observarlo, comprendió que probablemente también lo había esperado ayer, tal vez desde el amanecer hasta el anochecer.
Para Lessas, incluso un saludo casual de Sayed era una promesa diaria a la que dedicaba su vida. Por eso, después de ese día, Sayed nunca volvió a decirle nada que no pudiera cumplir.
Era alguien tan incondicionalmente devoto que Sayed no podía evitar creer cada palabra que le decía. Recordaba todo lo que alguna vez se habían dicho el uno al otro. Recordaba cada promesa, cada susurro de Lessas tras sus confesiones: que no lo dejaría solo, que nunca lo haría sentir triste o abandonado.
Pero ahora…
Mientras miraba el cuerpo desplomado de Lessas en sus brazos, Sayed pensaba. Hace apenas un momento, Lessas había estado mirándolo bajo el árbol, sonriendo con una alegría brillante, con esos hermosos ojos violetas llenos de estrellas. Pero ahora, ya no se movía.
─ Lessas.
De sus labios escapó un susurro grave, áspero, como si su voz se desgarrara de tanto esfuerzo. El dolor hacía que incluso hablar fuera difícil. Sayed sostuvo el cuerpo inerte de Lessas con desesperación.
─ Debes haber sufrido mucho. Yo… espera un momento, Lessas.
«No, no. No pienses cosas absurdas.»
Sayed se reprendió a sí mismo mientras abrazaba a Lessas con fuerza. Había una promesa, la promesa de Lessas, y no había forma de que algo terrible pudiera suceder simplemente por imaginarlo. Sin embargo, el peso del cuerpo inerte en sus brazos se sentía insoportablemente pesado. Aunque sabía desde hace tiempo que Lessas había crecido más que él, no había esperado que fuera tan difícil sostenerlo.
«Ha crecido bien. Tal vez por eso pesa tanto.»
Intentó consolarse mientras ajustaba el agarre alrededor de su amado. Cuando volvió a mirarlo, el rostro de Lessas lucía igual de radiante que antes. Las heridas aún abiertas en su mejilla dejaban al descubierto unos hoyuelos profundos, y aunque sus ojos estaban cerrados y ya no brillaban como lo hacían antes, sus comisuras aún formaban una ligera curva. Sus labios, tan rojos como pétalos de cerezo, también se curvaban en una sonrisa.
Era una visión tan hermosa que Sayed sintió que podría guardarla en su alma sin que le doliera, sólo felicidad. Pero entonces, al notar la sangre que manchaba el pecho de Lessas, un desgarrador gemido escapó de su garganta.
Con un jadeo, Sayed se inclinó sobre el cuerpo de Lessas, apretándolo contra su pecho mientras se arrodillaba. Colocó el cuerpo de Lessas en sus muslos, sujetándolo como si pudiera evitar que se desvaneciera. Su respiración era irregular, acompañada de un sonido que parecía el lamento de una bestia herida. La tristeza, tan abrumadora como si su cabeza fuera a estallar, trató de controlarlo, pero Sayed sacudió la cabeza con fuerza.
«Concéntrate.»
«No está muerto.»
Sayed se aferró a ese pensamiento mientras su cuerpo temblaba. Se levantó con dificultad, con las venas de sus brazos marcándose mientras sostenía a Lessas con fuerza. Sus ojos grises, normalmente serenos y fríos, ahora estaban inyectados en sangre.
Sólo está gravemente herido. Ha pasado mucho tiempo luchando y usando sus poderes. Sufrió tantas heridas que perder la consciencia es normal. Es mi culpa, lo dejé solo en el castillo enfrentándose a todo esto.
Se reprendió a sí mismo por su estupidez mientras formulaba un plan en su mente.
«Debo llevarlo al castillo. No, a mi habitación. Allí puedo disculparme y cuidarlo como se merece.»
«No, eso no. Primero, debo llamar a un médico. Averiguar si queda algún médico del palacio con vida, hacer que Lessas se recupere lo mejor posible y, después...»
En un instante, un mareo lo invadió. Era una sensación vertiginosa que jamás había experimentado en toda su vida. Por un breve momento, un pensamiento cruzó fugazmente su mente: parecía que iba a perder la cordura. Sin embargo, Sayed firmemente plantó los pies en el suelo y se puso de pie. Si había algo que agradecer, era que el cuerpo de Lessas, acurrucado contra él, seguía estando cálido.
«Debo salir de aquí. Tengo que abandonar este maldito lugar que nunca le ha dejado un buen recuerdo a mi hermosa pareja.»
Sayed, de pie y aturdido, inspeccionó el pasillo. La cabeza de Nox, que bloqueaba las escaleras hacia abajo, había desaparecido. El cuerpo, rodeado de espinas negras semejantes a huesos, yacía muerto, desvaneciéndose lentamente. A su alrededor había muchas personas, quienes, con rostros confusos, alternaban la mirada entre Sayed y las paredes colapsadas del pasillo.
─ ¡Sayed!
En ese momento, una voz familiar resonó desde las escaleras. Girando lentamente su cuerpo, Sayed miró hacia atrás, sin siquiera ser consciente de qué expresión tenía en su rostro. Stella, que había subido acompañada por los Titers con un rostro lleno de júbilo, levantó la mano hacia él, pero pronto parpadeó y se quedó inmóvil.
Lo mismo ocurrió con las personas que seguían a Stella. Nova, que saltaba animadamente hacia él, abrió la boca para llamarlo, pero se detuvo. El duque Bredhite frunció el ceño y cubrió su boca con una mano. En la retaguardia, Zion, que parecía exhausto, al principio los seguía, pero pronto retrocedió tambaleándose.
El pasillo quedó sumido en un silencio espantoso. Sayed, sin siquiera darse cuenta de que las lágrimas fluían incesantes por sus mejillas, caminó hacia ellos con un semblante desprovisto de vida, como una tormenta de nieve. El peso de Lessas no le resultaba en absoluto una carga, pero su cuerpo seguía desplomándose, por lo que debía sostenerlo bien para evitar que cayera.
Cuanto más se acercaba Sayed, más se torcía la mirada de Stella. La expresión de su rostro, con la boca cubierta, era tan triste y torturada que Sayed no pudo evitar sentir desagrado. Que Lessas estuviera herido era ciertamente una tragedia desgarradora, pero esa reacción le parecía exagerada.
Con cada paso que daba, los rostros de sus compañeros se llenaban de desconsuelo. Ver las lágrimas en sus expresiones le provocó una extraña irritación. Una vez frente a ellos, Sayed les habló con sus ojos grises y apagados.
─ Debo llamar a un médico. Averigua si hay algún médico entre los sobrevivientes. Yo llevaré a Su Alteza de vuelta a la residencia.
El primero en responder a Sayed fue el duque Bredhite. Con una sonrisa amable, casi paternal, se acercó a él.
─ Su Alteza parece muy fatigado, gran duque. Traeré de inmediato a todos los médicos que pueda localizar. Regrese con calma.
Por un breve instante, los ojos vacíos de Sayed recobraron algo de brillo. Giró lentamente la cabeza para mirar al duque Bredhite, pero este, al ver esa mirada, se detuvo y apretó los labios. La angustia pasó rápidamente por las arrugas junto a sus ojos antes de que hablara de nuevo.
─ Si no le molesta, Archiduque, ¿podría permitir que eche un vistazo rápido a las heridas de Su Alteza? Antes de llevarlo a la residencia, sería prudente al menos detener la hemorragia.
Al decir esto, el duque extendió la mano, pero Sayed instintivamente abrazó a Lessas con más fuerza y retrocedió. La sensación de los brazos inertes y sin vida de su pareja le resultó escalofriante. Bredhite, manteniendo la calma, insistió suavemente.
─ Solo será un momento.
Aunque detestaba que alguien más tocara el cuerpo de su amado, Sayed no podía ignorar la importancia de lo que se estaba sugiriendo. Cerró los labios con fuerza y, aunque renuente, permitió que el duque se acercara. Bredhite extendió la mano con cuidado y tomó la muñeca de Lessas, luego posó los dedos en su cuello, buscando el pulso en la arteria.
Fue en ese momento cuando Sayed notó, con una claridad desgarradora, que el pecho de Lessas ya no se movía.
El rostro del duque Bredhite palideció al instante, y sus labios comenzaron a temblar. Antes de que pudiera decir algo, Sayed apartó la mirada. Como si intentara negar lo que había comprendido, dejó escapar un grito de rechazo, casi como un rugido desesperado.
─ ¡Basta!
La negación desgarradora, que resonó como un lamento, dejó el lugar en un absoluto silencio.
─ Su Alteza está vivo, y a partir de aquí, yo me encargaré de todo.
Sus ojos grises, enloquecidos y brillantes, advertían que cualquiera que osara contradecirlo sería tratado como enemigo. Stella, que lo observaba todo desde el principio, no pudo contener un sollozo, mientras que Nova comenzó a llorar en silencio.
Molesto por las reacciones exageradas ante lo que creía una simple herida, Sayed pasó de largo junto a ellos y comenzó a bajar las escaleras.
Las lágrimas continuaban cayendo, empapando sus mejillas, acumulándose en su barbilla y mojando su cuello. Sin embargo, él, como si fuera ajeno a todo, seguía adelante, indiferente a su propio dolor.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Finalmente, la tan ansiada paz llegó al reino. Las criaturas del bosque que habían bloqueado el reino durante cientos de años desaparecieron, al igual que los demonios que habían invadido la capital. La sensación de libertad, el hecho de que ya no había que temer al invierno ni preocuparse por perder la vida, llenó al reino de júbilo. Sin embargo, no todo era alegría desbordante, y la atmósfera seguía cargada de pesar.
Era comprensible. El rey y la reina habían muerto. Fue una de las tragedias ocurridas durante la ocupación del castillo por los demonios. Además, Aster Solias, quien por mucho tiempo había sido conocido como el príncipe heredero, también había fallecido.
Con la muerte de las figuras clave de la familia real, solo quedaban dos personas con derecho a la sucesión: el segundo príncipe, cuyo paradero era incierto, y el más joven, el príncipe Riley. La incertidumbre sobre el futuro del reino provocó una mezcla de curiosidad y ansiedad que se extendió por toda la nación.
Era inevitable que entre la nobleza se desatara un caos aún mayor. Algunos argumentaban que ya no se necesitaban Guías, el pilar de Solias, mientras que otros insistían en que, dado que los Titeres aún existían, era esencial contar con ellos para mantener el control. Estas dos opiniones contrapuestas generaban discusiones intensas, como un río desbordado.
Sin embargo, esto no tenía nada que ver con Sayed. Al regresar a su mansión, convocó a decenas de médicos para que examinaran a Lessas. Después, los despidió con una severa advertencia: si alguno revelaba algo sobre Lessas, exterminaría a sus familias por tres generaciones. Este comportamiento era inusual en Sayed, pero reflejaba cuánto había perdido el control.
Lessas...
Sayed aún no podía pronunciar esa palabra. Cada médico que visitó declaró lo mismo: señalaron la ausencia de pulso y el corazón detenido, afirmando que Lessas ya no estaba a su lado. No había aliento, ni el más mínimo movimiento. Durante toda una semana, Sayed repitió esta rutina, lo que preocupó profundamente a Stella y a todos los Titer. Sin embargo, respetaron su decisión de no anunciar públicamente nada sobre Lessas todavía.
La mansión Prosius, una vez llena de vida, estaba en completo silencio. Cada día, sus compañeros lo visitaban para verificar cómo estaba, pero desde hacía unos días, Sayed no salía de su habitación. Incluso los alimentos que los sirvientes preocupados le dejaban eran rechazados. Llevaba tres días sin comer, pero no sentía nada. El tiempo para beber agua carecía de sentido, por lo que solo lo hacía en raras ocasiones, cuando lo consideraba estrictamente necesario. El resto del tiempo lo pasaba sentado, mirando a Lessas, que yacía en su cama.
Por si Lessas pudiera sentirse sofocado, Sayed abría y cerraba las ventanas cada hora para ventilar la habitación. Temiendo que pudiera resfriarse por todo lo que había sufrido, lo cubría con un cálido edredón de plumas de ganso. Todos los días, con sus propias manos, limpiaba su rostro y cuerpo, intentando de cualquier forma que bebiera agua. Sin embargo, solo observaba, por enésima vez, cómo el líquido se deslizaba por las comisuras de sus labios.
Lessas, con una expresión sonriente mientras dormía, parecía estar soñando algo tan placentero que no tenía intención de despertar y dejar este lugar.
«Dijiste que estar conmigo era lo más feliz para ti, que nunca me dejarías solo, que no me harías sentir esta soledad. Eras tan obediente y atento, y ahora, en este momento crucial, te muestras tan frío.»
Por los días que siguieron, Sayed atravesó un torbellino de emociones. Al regresar a la mansión, pasó dos días llorando sin cesar, hasta el punto de marearse en repetidas ocasiones. Luego, dirigió reproches, aunque no sinceros, a Lessas por haberlo dejado solo. Después, lo regañó ligeramente por ser tan obstinado y no escuchar sus súplicas. Pero enseguida, sintiéndose culpable por todos esos pensamientos, rompía en sollozos y permanecía a su lado.
Aunque su mente parecía tambalearse como si fuera a desmayarse en cualquier momento, Sayed no durmió ni un solo instante. Durante una semana completa, no comió ni descansó, y este comportamiento del gran duque llenaba de miedo y preocupación a los sirvientes de la mansión. No pasó mucho tiempo para que estas noticias llegaran también a Cecilia, en el norte.
Exactamente al décimo día, la puerta se abrió de golpe. Con Quilly siguiéndola, Cecilia entró resuelta en la habitación de Sayed. Apenas iba a levantar la voz contra su hermano al verlo, pero se detuvo en seco al observar la escena. Sayed, sentado junto a la cama de Lessas, leía en voz baja un libro para él.
Sayed, al girar la cabeza, reconoció a su hermana, aunque parecía indiferente a que alguien hubiera irrumpido en su espacio, a pesar de haber dado órdenes estrictas de que nadie entrara. La habitación estaba adornada con las últimas flores otoñales, dispuestas alrededor de la cama donde descansaba Lessas. Esta visión peculiar, que no parecía sorprenderle en absoluto, no borró la expresión inmutable de su rostro cuando saludó a su hermana.
— Has llegado, Cecilia.
Aunque la alegría de ver a su hermana surgió brevemente, no logró reflejarse en su expresión. Su pecho se sentía tan vacío como en el pasado, cuando Aster lo había dejado hundido en un abismo de vacío y soledad.
…O quizás no era eso. Tal vez era más cierto que el dolor y la agonía eran tan insoportables que no podía sentir ninguna otra emoción. Su alma estaba completamente teñida de tristeza, al punto de que nada podía llegar verdaderamente a Sayed.
—…Hermano.
Cecilia, con el rostro pálido, miró a Sayed. Llevó una mano a cubrirse la boca mientras se acercaba lentamente a él. Sus ojos, que parecían estar llenos de palabras por decir, pronto se derrumbaron, y murmuró con incredulidad:
— …Es como si Su Alteza aún estuviera vivo.
— Está vivo, Cecilia.
Sayed corrigió en voz baja a su hermana por lo que consideró una falta de respeto. Ante esto, Cecilia frunció el ceño y se acercó rápidamente a la cama para examinar a Lessas. Aunque quería reprimirlo porque era su amada hermana, no podía evitar sentirse molesto al ver a alguien más tocar el cuerpo de Lessas. Conteniendo su incomodidad y apretando los dientes, observó en silencio mientras Cecilia inspeccionaba a Lessas y hablaba.
— Cuando escuché las noticias, jamás pensé que Su Alteza se vería de esta manera. Si realmente hubiera fallecido, su cuerpo debería haberse descompuesto. No podría estar en este estado tan… intacto.
— ¡Cecilia!
Por primera vez en su vida, Sayed interrumpió a su hermana. Cecilia, que nunca había escuchado a su hermano mayor ser tan severo, sintió que sus ojos negros se llenaban de lágrimas mientras mordía sus labios.
— Su Alteza solo está dormido. Por favor, no digas esas cosas.
— ¡Hermano!
Esta vez fue Cecilia quien gritó. Llorando como si este intercambio la estuviera volviendo loca, se acercó a Sayed y tomó su brazo con fuerza.
— Su Alteza está muerto. Es algo horrible, desgarrador, algo maldito y completamente injusto, ¡pero es la verdad! Una persona que no respira ni se mueve, ¿cómo puede estar viva?
Cecilia, sosteniéndolo, se derrumbó. Cayó al suelo mientras comenzaba a llorar con desconsuelo.
— Yo tampoco quería aceptarlo. Creía con todo mi corazón que Su Alteza, siendo un Guía tan fuerte, jamás moriría. Sé cuánto lo ama mi hermano, puedo verlo con mis propios ojos. Y sé que Su Alteza te amaba de una manera loca e inigualable. Yo también deseaba, día tras día, que todo fuera felicidad para ustedes, que solo tuvieran un futuro brillante juntos… ¡lo deseaba tanto!
Como si hubiera regresado a su infancia, Sayed observó a su hermana llorando desconsoladamente como una niña pequeña. Al ver aquella escena, sus propios ojos comenzaron a humedecerse. Pensó que, después de tantas lágrimas derramadas hasta el hartazgo, ya no le quedaba nada más por llorar, que todo se habría secado hacía tiempo. Pero aún quedaban lágrimas.
Su garganta se sentía pegajosa, reseca, mientras un vacío se formaba en su interior. La tristeza abrasadora casi lo hacía perder la razón. Sin embargo, un extraño sentido de autocontrol, un esfuerzo por mantener la poca cordura que le quedaba, lo retenía. Sayed comprendía en carne propia que la tristeza podía volver loco a alguien, pero se esforzaba enormemente por mantener al menos un mínimo de juicio para no perderse por completo.
— Pero… ¿hasta cuándo piensas seguir así? Cuando llega el momento de despedirse, hay que dejar ir. Eso es lo que se debe hacer por Su Alteza… —dijo Cecilia entre sollozos, su cuerpo sacudiéndose mientras lloraba, tumbada en el suelo.
Al verla así, más abatida que él mismo, Sayed reprimió el deseo casi insoportable de rendirse a su propio dolor y morir en ese mismo instante. En cambio, se inclinó para levantarla con cuidado. La atrajo hacia él, abrazándola con suavidad. Cecilia respondió envolviéndolo en un abrazo fuerte y apretado, llorando sin consuelo contra su pecho. Sayed, sintiendo la presión de sus manos en su espalda, miró fijamente a Lessas, perdido en sus pensamientos.
Seguía luciendo tan hermoso, tan lleno de vida, que, como había dicho Cecilia, no parecía alguien que hubiera muerto. Por eso, Sayed no podía aceptar que estuviera realmente muerto.
Era simplemente demasiado bello.
Su cabello negro contrastaba de forma deslumbrante con la piel blanca como las flores de manzano, componiendo un rostro de una hermosura cautivadora. Sus pestañas, largas y perfectamente arqueadas, eran incluso más largas que las de muchas mujeres. Su nariz recta y definida, y sus labios suaves de un delicado carmesí, parecían llenos de vida, como si en cualquier momento fueran a moverse. Incluso sus manos, finas y perfectamente colocadas, tenían una delicadeza inigualable. Sin embargo, al tocarlas, Sayed sabía que eran sorprendentemente firmes y lo suficientemente grandes como para cubrir sus propias manos, algo que siempre había encontrado fascinante en Lessas.
Pero, más que su apariencia, lo verdaderamente hermoso de Lessas era la luz que irradiaba. Como un sol eterno, siempre ardiendo y jamás apagado, Lessas cuidó a Sayed sin cesar ni una sola vez. Ese amor abrumador, incluso más grande que el que recibió de su madre, era ahora, en retrospectiva, un amor tan profundo que resultaba aterrador. Lo que en el pasado Sayed consideró la admiración y dependencia de un joven hacia él, ahora parecía insignificante frente al amor incondicional que Lessas le entregó con cada fibra de su ser.
Esa luz fue la que lo rescató de la soledad. Aunque las circunstancias y las relaciones del mundo cambian constantemente, a lo largo de toda su vida, Lessas siempre había sido constante.
Incluso cuando todos odiaban a Sayed, Lessas lo amaba. Incluso cuando todos lo abandonaron, Lessas permaneció a su lado.
No era solo la devoción ciega de Lessas lo que hacía que Sayed lo deseara. Era su corazón puro y su desinteresada dedicación a hacer todo aquello que pudiera alegrar a Sayed lo que lo transformó en una mejor persona.
Con un amante tan hermoso y adorable, Sayed soñaba con muchas cosas que quería hacer cuando todo terminara. Deseaba cuidarlo, alimentarlo y cumplir todos sus deseos. Quería amarlo de una manera que Lessas nunca más se sintiera insignificante ni despreciable.
«Todavía no he podido decirte… que te amo.»
Quería susurrarle cada día cuánto lo amaba, confesarle que el mero hecho de gustarle no era suficiente para describir la intensidad de sus sentimientos. Deseaba hacer cualquier cosa por él, alabarlo tanto que incluso se cansara de escucharlo, y alentarlo hasta que Lessas aprendiera a pedir algo para sí mismo. Pero todos esos deseos se habían desvanecido.
Por eso, no podía dejarlo ir. Porque si lo dejaba ir, si lo enterraba…
— Entonces… ya no podré volver a ver a Su Alteza.
Sayed murmuró estas palabras mientras apretaba con fuerza a su hermana en sus brazos. Cecilia, con los ojos rojos e hinchados por las lágrimas, lo miró desde abajo. Sus oscuros ojos reflejaban la misma tristeza que lo consumía.
— Nunca más podré ver a Lessas. Tú sabes, Cecilia, cuán radiante era su sonrisa cuando me miraba. Su expresión de felicidad absoluta, como si solo verme lo volviera loco de alegría, desaparecerá. Esa voz profunda y tranquila, como un lago bajo la luz de la luna, también se desvanecerá. Si lo dejo así, al menos podré conservar su sonrisa… aunque solo sea así…
Sayed sabía perfectamente lo que significaba que algo desapareciera. Después de despedir a su madre y a su padre, intentó conservarlos en su memoria a través de los recuerdos, pero, sin importar cuánto se esforzara, muchas cosas se desvanecieron. El cálido aroma maternal al abrazar a su madre, la firmeza de los brazos de su padre cuando lo levantaba, sus voces, las risas que resonaban con alegría, el eco de sus pasos al caminar…
Porque sabía eso, porque había vivido solo con ese tipo de pérdidas, Sayed no podía permitir que algo similar le sucediera con Lessas. No podía soportarlo. Una vez más, su mundo se había derrumbado.
— Hagamos un retrato, hermano.
Cecilia, que había sentido el tambaleo en su cuerpo, habló en ese momento. Con la voz firme, tomó la mano de Sayed como si quisiera transmitirle fuerza.
— No entiendo por qué Su Alteza conserva este estado tan perfecto, pero, si es así, vayamos al norte. Allí podemos hacerle un retrato y enterrarlo en un lugar soleado donde puedas visitarlo y recordarlo todos los días.
La hermana, que había venido para detener su locura, ahora se ponía de su lado. Fue entonces cuando Sayed se dio cuenta de cuánto estaba preocupando a los demás. No podía seguir causando más dolor a quienes lo querían. A regañadientes, decidió reunir fuerzas y controlarse. Miró una vez más a Lessas y asintió con la cabeza. Cecilia, al ver esto, forzó una sonrisa más brillante que nunca, aunque las lágrimas acumuladas en su barbilla cayeron al suelo con un sonido seco.
Aunque, en el fondo, deseaba caminar hasta la ventana y saltar, como su padre había hecho alguna vez, Sayed decidió no hacerlo. Sabía cuán desgarrador y doloroso era para los familiares que quedaban atrás enfrentarse a una pérdida tan abrupta. Por eso, reunió todo su dolor y decidió seguir adelante.
Con la decisión tomada de partir hacia el norte, todo se puso en marcha de inmediato. Quilly, incapaz de intervenir ante la devastación de los hermanos, hizo todo lo que estaba en su poder para ayudar y consolar a Sayed. Preparó un gran carruaje para el viaje y reclutó a los conductores y caballeros necesarios para que pudieran partir al amanecer del día siguiente.
Para Stella y Breadhit, quienes tenían muchas responsabilidades como duques en la gestión de los asuntos pendientes, Sayed dejó únicamente cartas. En ellas, les prometía regresar una vez que las cosas estuvieran un poco más organizadas. Mientras tanto, se dedicó a reunir todos los recuerdos de Lessas que quedaban en la mansión. La luz de la luna se filtraba suavemente a través de la ventana, bañando la mejilla de Lessas con un resplandor plateado. Sayed, sentado a su lado y mirándolo fijamente, se inclinó para depositar un beso en su frente.
De manera asombrosa, Lessas aún conservaba algo de calor en su cuerpo. Su piel, cálida y suave, tenía la textura de alguien vivo, lo que no era extraño que hubiera sorprendido a Cecilia. Incluso Sayed sabía que su incapacidad para renunciar a él tenía sus razones. Además, cuando lo había llevado a la mansión, sus heridas ya estaban casi completamente curadas, lo que hacía que Lessas pareciera, a simple vista, perfectamente normal.
«Si yo te besara así, estarías tan feliz que no sabrías qué hacer...»
Cuando estaba tranquilo, tenía la elegancia de un ciervo, pero en momentos como ese, era como un gran cachorro torpe. Sayed dejó escapar una pequeña sonrisa, apenas un gesto en sus labios, pero pronto borró cualquier expresión de su rostro. En el fondo, aún no podía rendirse. Aunque había aceptado las palabras de Cecilia, tenía planes de buscar formas de revivir a Lessas una vez que estuvieran en el norte.
Después de todo, Lessas había logrado un milagro al retroceder el tiempo tras sacrificarse. En un mundo donde eso era posible, ¿por qué no habría una forma de devolver la vida a los muertos? Con esta idea apoderándose de su mente, Sayed se obsesionó con buscar cualquier cosa relacionada con dioses o milagros, convencido de que encontraría una solución. Esa esperanza lo mantenía al borde de la cordura.
En ese momento, el sonido de la puerta abriéndose interrumpió sus pensamientos. El chirrido de la madera llamó su atención, y giró la cabeza. Pensó que sería Cecilia, pero en lugar de ella, vio a un niño. El pequeño tenía el cabello rubio como Aster y los ojos violetas de Lessas: el príncipe menor, Riley.
La presencia de Riley no era precisamente agradable para Sayed. Su nacimiento había sido motivo de sufrimiento para Lessas debido a la difunta reina, quien había causado heridas emocionales profundas antes de su muerte. A pesar de eso, Sayed recordó cómo, aquel día, Lessas abrazó al niño con fuerza, protegiéndolo con todo su ser.
Tal vez fue por esa imagen de Lessas protegiendo al pequeño, o tal vez porque el niño tenía los mismos ojos violetas que él, pero Sayed decidió acoger al hermano huérfano de Lessas. Dejarlo en el palacio habría sido arriesgado, exponiéndolo a intrigas y controversias, algo que Sayed no podía permitir.
El impacto de haber perdido a su madre frente a sus propios ojos había sido demasiado para el niño, quien había estado enfermo durante días. Hasta donde Sayed sabía, Riley no había recobrado la conciencia, así que no podía entender cómo había llegado hasta allí.
— Vaya, tienes un aspecto horrible. Si sigues así de triste, mi luna también sufrirá.
El niño pronunció unas palabras extrañas. Su tono condescendiente era algo que Sayed podía pasar por alto, considerando que era de la realeza. Sin embargo, la expresión "mi luna" era inusual. Sayed frunció el ceño, desconcertado.
— ¿Qué está diciendo, Su Alteza Riley?
— No soy Riley. Solias es mi nombre, pero no soy el pequeño al que te refieres. Ese niño está dormido, asustado por todo lo que ha pasado. Cuando esto termine, lo devolveré, así que cuídalo bien y mantenlo a tu lado.
Aunque las palabras parecían disparates, había algo en ellas que resonaba con las historias que Sayed conocía. Relajó su expresión lentamente, aunque seguía siendo cauteloso. Había llegado al punto de desear desesperadamente encontrar a cualquier entidad divina que pudiera salvar a Lessas, y ya no tenía nada que perder. En su estado actual, Sayed estaba dispuesto a considerar cualquier posibilidad, incluso la más absurda.
— ¿Un dios puede tomar el cuerpo de un humano cuando lo desee? Ni siquiera la luna pudo poseer el cuerpo de Cecilia a su antojo.
— Para hacerlo, tuve que renunciar a casi todo mi poder. De todos modos, estoy a punto de seguir a mi luna hacia la tumba de los dioses. Ya no necesito esas cosas.
La respuesta era complicada, difícil de procesar. Sayed frunció el ceño nuevamente, pero el niño sonrió ampliamente y extendió una mano hacia él. Había algo en su presencia que resultaba fascinante. Su apariencia lujosa recordaba a Aster o incluso al rey, pero su sonrisa luminosa era inconfundiblemente como la de Lessas. Era un rastro de Lessas que, de manera extraña, ofrecía consuelo.
Fue entonces cuando Riley, con una calma sorprendente, dijo algo completamente inesperado.
— Tú, ven conmigo allí arriba. A buscar a tu tonto amante, que estás esperando.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Al escuchar la palabra "amante", Sayed se levantó de golpe. Con un corazón desbordado por la desesperación, casi al borde de la locura, avanzó rápidamente hacia Riley. Al inclinarse para estar a su nivel, el niño sonrió levemente.
— ¿Es posible salvar a Lessas?
— Así es. Ese chico, cuando se trata de ti, es tan imprudente que actúa como si hubiera perdido la razón. Por eso, esto era predecible. Si lo piensas, es mi culpa. Lo hice ver su propia vida como un simple instrumento.
Los ojos grises de Sayed, fijos en Riley, brillaban intensamente. Sin embargo, no reprochó a aquel ser. No podía permitirse desperdiciar su tiempo con recriminaciones insignificantes.
— Entonces, ¿cómo planea salvar a Lessas?
— Iré al lugar que ustedes llaman "el más allá". El mundo donde se reúnen las almas está allá arriba. Es un lugar donde dioses y humanos se congregan, encuentran la paz que desean y finalmente descansan. Los que han cometido graves crímenes ven sus almas desvanecerse y desaparecer por completo, pero los demás tienen la oportunidad de vivir otra vida que se adapte a ellos. Tú entrarás allí y sacarás a escondidas el alma de tu amante.
El sol, que hablaba con una solemnidad impropia de un niño, dejó escapar una risita al terminar su explicación. Aunque sus palabras eran abstractas y carecían de un método claro, Sayed frunció el ceño, reflexionando. Primero debía resolver lo que más le preocupaba.
— ¿Qué pasa si algo le ocurre al cuerpo de Lessas mientras no estoy?
— Su cuerpo contiene una parte de mí, así que no morirá fácilmente. Pero no podrás tardar demasiado. Un cuerpo sin alma solo puede resistir 49 días, así que deberás regresar antes de que se cumpla ese tiempo. El tiempo en el más allá fluye más lentamente que aquí, así que, si hacemos cuentas…
El sol, con sus pequeñas manos, comenzó a contar números y luego aplaudió con entusiasmo.
— Contando la ida y la vuelta, tienes un máximo de tres días para robar su alma.
— Entendido. Entonces, ¿cómo puedo seguirlo hasta allí?
— Si viajas hacia el oeste, encontrarás un pasaje que conecta con el cielo. Cuando un dios que protege la tierra termina su destino y asciende, puede llevar consigo a un mensajero. Yo te tomaré como mi mensajero.
— ¿Y cómo regresaré una vez que esté allí?
— Cuando llegues allí, tendrás que encontrar la puerta que conecta el más allá con este mundo. Esa puerta está custodiada por el guardián del más allá. Por cierto, las almas que cruzan al más allá nunca pueden regresar. La vigilancia es estricta y estará a cargo de seres sumamente poderosos.
Sayed frunció el ceño, con evidente preocupación.
— ¿Realmente cree que podré salir de allí?
— Tienes el “derecho”, así que no tendrás problemas para regresar.
— ¿Derecho?
Cuando preguntó, el rostro del sol adquirió una expresión nostálgica. Sus ojos, profundos y llenos de tristeza, no eran los de un niño, y Sayed no pudo evitar pensar en Lessas. La punzada en su corazón fue tan aguda que, por un momento, permaneció en silencio. El sol guardó un largo mutismo antes de sonreír con dulzura.
— Me refiero al derecho que mi luna te otorgó. La luna guía las almas desde este mundo hasta el más allá; por eso, solo las almas vinculadas a la luna tienen el privilegio de regresar. Tú posees ese derecho, el derecho de la luna, que consuela a los muertos mientras caminan en la oscuridad.
Sayed sabía que la luna ya no existía en este mundo. Lo supo porque, en el momento en que clavó su espada en el demonio, escuchó las palabras de despedida de la luna. Nadie podía comprender mejor que él el peso de la pérdida que sentía el sol, y en ese entendimiento silencioso, decidió consolarlo con su mutismo. El sol, como si percibiera ese gesto, lo miró con una calidez inesperada.
— Así que oculta a Lessas en tu sombra, donde no pueda ser detectado. La sombra de la luna es un refugio para las almas, y aunque sientan su presencia, no le prestarán demasiada atención.
Con un método claro frente a él, ya no tenía razones para dudar. La sangre comenzó a fluir de nuevo por su cuerpo, que momentos antes parecía el de un cadáver ambulante. Sayed sintió un hambre y una sed abrumadoras. Aunque no tenía apetito ni su ánimo había mejorado, decidió que debía reponer energías de manera eficiente para moverse con mayor eficacia.
— Comeré algo ligero y partiré de inmediato. Tu cuerpo ha estado demasiado tiempo sin alimentarse, así que haré que alguien prepare comida para ti.
Sayed, que se había levantado de golpe, tomó la mano de Riley, pero el niño, como si recordara algo importante, habló con urgencia:
— En ese caso, también quiero probar algo llamado manzana. Siempre me intrigó porque, cada vez que tú las mencionabas, Lessas recolectaba caramelos todos los días.
La mención de los caramelos hizo que Sayed se detuviera de inmediato. El niño, al notar su reacción, sonrió con amargura mientras continuaba.
— Decía que probablemente te gustarían los caramelos de manzana. Incluso guardó un tarro lleno de ellos durante toda la primavera pasada.
«Ah…»
«Aah…»
El corazón de Sayed se contrajo y se desgarró en pedazos. Si era primavera, debió de ser el período en el que todavía desconfiaba de Lessas y mantenía su guardia en alto. Había tardado tanto en comprender los sentimientos de Lessas que ni siquiera sabía que este había actuado con tanto amor. Si pudiera encontrarse con él ahora, pasaría todo el día comiendo esos caramelos, solo para verlo feliz.
Las lágrimas, que en otros tiempos apenas brotaban, habían estado derramándose constantemente en los últimos días. Por pura costumbre, comenzaron a acumularse en sus ojos nuevamente. La presión en su garganta y el calor abrasador en sus ojos eran insoportables, pero Sayed apretó los dientes y reprimió el llanto. No podía seguir desperdiciando fuerzas de esa manera. Tenía que reunir energía para encontrarse con Lessas, y cuando lo hiciera, sonreírle.
Aunque se sentía frustrado consigo mismo por haber sido un amante tan tonto, incapaz de entender lo que realmente quería, estaba decidido a valorar los sentimientos de Lessas. Incluso si debía reprenderlo por su imprudencia, para que nunca volviera a actuar de esa manera, al menos no permitiría que el sacrificio que hizo para protegerlo fuera en vano. Para lograr eso, debía sonreír cuando lo encontrara.
Con esa firme resolución, Sayed secó sus ojos enrojecidos y respiró hondo. Riley, con su pequeña mano, le dio unas suaves palmadas en el dorso de la mano, ofreciéndole consuelo. Con esa calidez como guía, Sayed avanzó, decidido.
La mansión se sumió en un alboroto inesperado cuando el Gran Duque pidió una comida a altas horas de la noche. Aunque era muy tarde, las luces del pasillo se encendieron de inmediato, y la noticia de que "por fin había recuperado fuerzas" hizo que el chef se pusiera a trabajar frenéticamente. La presencia despierta del príncipe Riley iluminó el ambiente de la mansión, y cuando Cecilia se enteró, salió corriendo a medio dormir. Aunque Sayed no tenía intención de despertar a nadie, Quilly estaba en el lugar y, al parecer, la noticia se propagó como un incendio.
Cuando Sayed anunció que viajaría hacia el oeste, Cecilia lo miró con genuina preocupación. Al explicarle que dentro de Riley residía el espíritu del sol, las lágrimas comenzaron a correr por su rostro. Sosteniendo el pequeño cuerpo del niño, suplicó entre sollozos que por favor salvara a Lessas. El sol, calmando a Cecilia, mordió una manzana con tranquilidad.
Sayed, quien había decidido partir al amanecer, pidió que Lessas fuera llevado al norte como originalmente se había planeado. Permanecer en la capital implicaba constantes visitas de administradores que intentaban verificar su estado, y con Sayed ausente, no había forma de prever qué podría suceder. Para evitar que se propagaran rumores innecesarios cuando Lessas volviera a la vida, era mejor mantenerlo lejos de la atención pública.
Además…
Quería que, al despertar, la primera imagen que Lessas viera no fuera la sombría capital, sino el castillo Axid. Deseaba que descansara allí, en el lugar que algún día sería su hogar, en un ambiente más cálido, lejos de la soledad que había sentido incluso estando junto a su familia.
Cecilia prometió que haría todo lo posible para llevar a Lessas de manera segura, sin importar qué ocurriera. Sayed, aún preocupado, decidió incluir a todos los habitantes de la mansión en la caravana que lo acompañaría al norte. No obstante, pensando que esto no era suficiente, consideró contratar caballeros o mercenarios adicionales. Sin embargo, al amanecer, visitantes inesperados llegaron a la mansión.
— Por favor, permítanos acompañar a Su Alteza al norte. Daremos nuestras vidas para garantizar su seguridad.
Delante de él estaban Baine, Rigda, Mona, Anka y todo el cuerpo de caballeros de Lessas. Tras sufrir heridas durante el caos en la capital y la destrucción parcial del castillo, los caballeros, que habían estado recuperándose, finalmente habían escuchado las noticias y acudieron al llamado. A pesar de sus cuerpos llenos de vendas y su estado aún frágil, se arrodillaron con una formalidad inusual y pidieron unirse a la misión.
Al ver a Baine, con un aspecto deplorable pero una actitud solemne, Sayed sintió un inesperado deseo de mostrarle esta escena a Lessas.
«Mira cuántas personas te buscan.»
Por eso, no había tiempo que perder. Quería traerlo de vuelta lo antes posible y demostrarle, de frente, que no se necesita tener "derecho" alguno para ser amado. Aunque Lessas ya tenía méritos de sobra, Sayed deseaba que comprendiera que no hacía falta ninguna razón para querer y cuidar a alguien. Incluso las personas más despreciables tienen a alguien que las ama, ¿cómo no habría de ser así para alguien como Lessas? Esa era una lección que Sayed había aprendido de él, quien lo había amado sin condiciones ni requisitos.
Confiando la seguridad de la caravana a los caballeros, Sayed salió en secreto de la mansión junto con Riley. Tanto el rastro de Lessas como la ubicación del príncipe menor eran cuestiones de gran importancia para el reino en ese momento, por lo que era crucial evitar ser vistos. Una vez fuera, convocó a Tiaki. No había tiempo que perder, y necesitaba la ayuda de Lulu para viajar rápidamente.
— Vaya, así que otra vez tengo que correr hasta allí...
Ignorando las quejas de Tiaki, mientras traía consigo a Lulu, Sayed tomó la mano de Lulu. Sabía que, aunque protestara, Tiaki había pasado días rondando a su alrededor preocupado por él, y que también había sido quien avisó a Cecilia. Estas acciones le hicieron darse cuenta, una vez más, de cuántas personas estaban ahora al pendiente de él, algo que nunca habría imaginado en su vida anterior.
— Bueno, no sé cómo será ese viaje al más allá, pero alguien tendrá que cuidarte si empiezas a tambalearte. Mis amigos y yo te protegeremos, así que vuelve a salvo.
— Cuando regrese, cumpliré de inmediato con lo prometido.
— Cualquiera pensaría que solo lo hago por el trato, viendo cómo hablas. Después de todo el esfuerzo que he hecho voluntariamente, ¿todavía dices eso?
Con esas palabras llenas de quejas como despedida, Sayed se encaminó hacia el oeste, donde el sol se ponía.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Gracias a las habilidades de Lulu, lograron llegar al oeste, a la región de Bredhite, en menos de medio día, ya que no estaban demasiado lejos de la capital. Habían partido al amanecer, pero el sol ya comenzaba a dar señales de ocultarse. Era más temprano de lo habitual, un indicio de que el invierno se acercaba rápidamente a todo el reino. El final del otoño en el oeste era comparable al invierno del norte, así que, cuando Sayed regresara con Lessas, seguramente ya sería pleno invierno.
Apenas cruzaron la frontera occidental, Sayed se inclinó hacia Riley para mirar al niño a los ojos. Con urgencia, le preguntó:
— ¿Y ahora, a dónde debemos ir?
— Hmm… —murmuró Riley, mientras su expresión cambiaba a una de inseguridad, muy diferente a la confianza con la que había pedido que lo llevaran hasta allí. Observaba a su alrededor, como si buscara algo que no podía encontrar.
— Aprendí al nacer que debía buscar la tierra donde brilla más la estrella dorada, pero todavía no siento nada. Creo que debemos seguir un poco más hacia el oeste.
— ¿Me está diciendo que hemos llegado hasta aquí y no sabe cuál es el destino? — preguntó Sayed, mientras su rostro adoptaba una expresión sombría.
Riley, inflando sus mejillas con molestia, respondió enojado.
—¡Originalmente, uno solo debía seguir el llamado del cielo tras morir, así que no había necesidad de saber la ubicación! ¿Acaso vas a recriminarme cuando he decidido guiarte personalmente hasta allí?
Mientras Sayed observaba con incredulidad al niño, cuya manera de hablar parecía más la de un anciano, Lulu intervino, curiosa.
— ¿Podría estar refiriéndose al "Pasaje de los dioses"? Aunque con otro nombre, creo que hay un lugar conocido así en el oeste. Nina, que siempre ha sido fanática de las historias antiguas, me lo mencionó cuando era pequeña.
El nombre de Nina le sonaba vagamente familiar a Sayed. Recordando que Tiaki lo había mencionado en el pasado, se dirigió nuevamente a Lulu para confirmar.
— ¿Te refieres a la antigua líder de Desertus, de hace dos generaciones?
—¡Exacto! ¡Lo sabe! Qué alivio —exclamó Lulu con entusiasmo—. Por suerte, Nina no está muy lejos de aquí, así que, ¿por qué no vamos a preguntarle?
No había tiempo para dudar. Si algo podía ser de ayuda, valía la pena verificarlo. Sayed respondió con acción en lugar de palabras, levantando a Riley por el cuello y cargándolo en sus brazos. El niño soltó una risa alegre.
— ¡Qué insolencia! ¿Cómo te atreves a alzar a un dios de esta manera? ¡Hazlo otra vez!
Aunque el espíritu dentro del cuerpo del niño era un dios de siglos de antigüedad, parecía disfrutar mucho ser cargado y tratado como un pequeño. Incluso, emocionado, pidió que lo llevaran a hombros. Sayed accedió sin problemas, mientras seguía la guía de Lulu.
Cuando el cielo comenzó a oscurecerse y la penumbra caía sobre los caminos, llegaron a un pequeño pueblo ubicado en el extremo occidental de la región de Breadhit. Era un lugar que Sayed jamás había visitado antes. Aunque el pueblo se llamaba Chipher, parecía tan apartado de las ciudades principales que no debía tener mucho comercio con el resto del reino. Quizás por eso Desertus había elegido este lugar para criar a sus huérfanos lejos de la vista de los demás. Con ese pensamiento, siguió los pasos de Lulu.
— ¡Nina!
Lulu, con la emoción de alguien que regresa a casa, corrió hacia una figura que estaba al borde del pueblo, saludando con la mano. Aunque Nina era conocida como "la abuela", la persona que los esperaba era sorprendentemente alta, con un físico robusto y el cabello largo recogido en un moño alto. Cuando se acercaron, Sayed notó que su rostro estaba lleno de vitalidad y que sus ojos dorados brillaban intensamente. Era la primera vez que veía ojos de un color ámbar tan vibrante, y su mirada se quedó fija en ellos.
Nina, al notar la atención de Sayed, inclinó ligeramente la cabeza en señal de respeto.
— Es un honor recibir a su Excelencia, el Gran duque. Es un privilegio que haya venido aquí acompañado de alguien tan especial. Lo estábamos esperando.
Riley, que aún colgaba del cuello de Sayed, tocó su hombro con insistencia, pidiendo que lo bajara. Sayed lo colocó en el suelo, y el niño corrió hacia Nina con una amplia sonrisa en el rostro.
— Eres el niño que lleva consigo un fragmento de la estrella dorada. Por eso has estado aquí.
— Sí. Gracias a eso, a menudo puedo ver las historias ocultas del mundo.
— Entonces también sabrás a dónde debemos ir.
— Lo sospechaba desde anoche, cuando mis sueños estuvieron especialmente inquietos. Hace unas semanas, fui testigo de la procesión de la luna, así que sé dónde está el lugar al que debemos ir.
Una sonrisa nostálgica se dibujó en el rostro de Riley, mientras Nina le devolvía la mirada con una cálida sonrisa y ojos que mostraban la sabiduría de los años. Tras ese intercambio silencioso, Nina se volvió hacia Lulu, quien parecía algo confundida, y le habló con suavidad:
— Lulu, cuando Tiaki llegue, llévalo al Lago del Cielo. Yo cuidaré de ellos desde allí.
— Entendido, Nina. Cuídese mucho.
Lulu respondió con respeto, intuyendo que este podría ser un momento de despedida. Agitó la mano hacia Riley, deseándole lo mejor.
— Que tengan un buen viaje. Les deseo un camino tranquilo.
— Los descendientes de las estrellas son todos tan corteses. Has hecho un buen trabajo al llegar hasta aquí. En adelante, ya no será necesario que vivan escondidos. Podrán existir en un mundo que los acepte como son. Sean felices.
Ante la bendición de Riley, el rostro de Lulu se iluminó de alegría. Riley lo miró con ternura mientras sonreía ampliamente. Luego, con impaciencia, tomó la mano de Nina, instándola a avanzar. Nina, con un gesto que parecía el de una abuela caminando con su nieto, ajustó su paso al de Riley mientras ambos se dirigían al bosque fuera del pueblo.
Sayed, que observaba ese intercambio lleno de calidez, sintió un anhelo insoportable por ver a Lessas. Apresuró el paso para seguirlos.
Sobre sus cabezas, en el cielo occidental, la estrella dorada comenzó a brillar. Era la más brillante entre las estrellas y, bajo su luz roja, se podía distinguir un leve destello púrpura, como si latiera con una energía propia.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
A medida que seguían el camino guiado por Nina, el paisaje a su alrededor comenzó a cambiar. El bosque, antes lleno de árboles de hoja ancha con hojas otoñales, no era especialmente grande, pero al caminar por el sendero se encontraban con cada vez más áreas inundadas. Era como si el bosque estuviera erigido sobre el agua, creando una vista impresionante. Los charcos se multiplicaban, y de repente, el camino se abrió completamente.
Lo que apareció ante ellos era una escena extraordinaria. Un lago redondo, que parecía contener en su superficie el cielo nocturno de un azul profundo, se extendía frente a ellos. Reflejaba perfectamente las estrellas brillantes y la luna llena que flotaban en el cielo. No cabía duda de que aquel lugar merecía el nombre de “Lago del Cielo”.
— Aunque parece profundo, en realidad es un charco muy poco profundo —explicó Nina, deteniéndose al borde del lago, como si ese fuera el límite de su guía—. Pueden caminar directamente sobre él para alcanzar su destino.
Para confirmar sus palabras, Sayed dio un paso hacia el agua. Sus zapatos apenas se hundieron, revelando que la profundidad era mínima, tal como Nina había dicho. Aunque la explicación parecía un poco surrealista, Riley asintió con seguridad.
— Gracias por tu ayuda. Ahora me marcho, pero asegúrate de cuidar el camino de regreso para ellos.
— Sí. Le deseo un descanso tranquilo.
Riley no dudó. Determinado a alcanzar el lugar donde su amor lo esperaba, comenzó a caminar por el agua, que chapoteaba bajo sus pequeños pies. Sayed lo siguió, pero antes de adentrarse del todo, lanzó una última mirada a Nina. Sabía que, mientras su alma estuviera en el más allá, su cuerpo quedaría completamente indefenso. Parecía que Riley también lo había considerado y por eso había pedido a Nina que protegiera su camino de regreso.
— No tiene que preocuparse. Este mundo es seguro gracias al sacrificio del Gran Duque. Haré todo lo posible por proteger el camino de regreso.
Sayed no estaba seguro de si Nina conocía los detalles por rumores que habían llegado a su remoto hogar o si, como el sol había insinuado antes, ella era alguien que sabía más de lo que parecía. Sin embargo, había algo en ella que transmitía confianza y respeto genuino. Aunque sus palabras de gratitud parecían casi innecesarias, Sayed inclinó la cabeza ligeramente.
— …Te lo encargo.
Con esa despedida, Sayed se volvió hacia el lago y siguió a Riley, decidido a alcanzar su destino.
Con una última mirada a Nina, que agitaba la mano como si deseara un buen viaje, Sayed finalmente siguió a Riley. Cada paso que daba le permitía sentir tanto el agua como el suelo bajo sus pies. Nada parecía cambiar, lo que hizo que la duda comenzara a surgir en su corazón. Fue entonces cuando Riley sonrió con una inocencia radiante.
—Estoy aquí, luna mía. Iré a tu lado.
Las palabras de Riley, llenas de júbilo, acompañaron un cambio repentino en su figura. El sol, que había habitado el cuerpo del niño, comenzó a emerger como una presencia descomunal y luminosa, imposible de mirar directamente. Con su forma resplandeciente, descendió lentamente hacia las profundidades del lago. Al mismo tiempo, Sayed sintió como su propio cuerpo comenzaba a elevarse y luego a caer hacia las profundidades.
El mundo se volteó por completo. Era imposible distinguir si estaba sobre el suelo o bajo él. El cielo giró decenas de veces, hasta que finalmente Sayed se encontró sumido en una noche estrellada. Innumerables estrellas brillaban como diminutos granos de arena dorada, y un viento suave y agradable soplaba a su alrededor. Nubes ligeras como hilos se desvanecían bajo sus pies mientras avanzaba. Después de un rato, se encontró frente a una puerta que brillaba como la Vía Láctea. La puerta, formada por enormes lirios blancos, se abrió lentamente cuando el sol luminoso se acercó.
— A partir de aquí, debes continuar solo. Te llevaré al lugar donde está ese chico. Las almas que llegan al paraíso encuentran lo que más desean, en el lugar que más anhelan. Es un lugar que llena las carencias de sus vidas, así que tendrás que convencerlo de que te siga.
— Entendido.
El cuerpo brillante del sol comenzó a cruzar la puerta resplandeciente. Aunque Sayed nunca había dependido de los dioses ni les había agradecido nada, en ese momento comprendió que, de alguna forma, ellos habían hecho todo lo posible.
— …Gracias por su ayuda.
Ante el breve agradecimiento de Sayed, la luz del sol parpadeó suavemente. Aunque su forma apenas tenía la vaga apariencia de un ser humano, Sayed sintió que el sol sonreía.
— Fui insuficiente y lo hice sufrir, pero espero que ahora se apoyen mutuamente y sean felices. Después de tanto sufrimiento, les espera un largo tiempo de felicidad. Él todavía no ha escapado del dolor del día en que murió, a diferencia de ti, que ya lo has superado.
— Así será, así que no se preocupe.
El sol no tenía razones para preocuparse, ya que Sayed estaba decidido a hacer feliz a Lessas. Una vez que tuvo la certeza de haber llegado al lugar que buscaba, ya no dudó. Sin temor ni vacilación, caminó hacia la puerta junto al sol. Antes de que este tuviera que empujarlo, Sayed cruzó la puerta por su propia voluntad. Siempre había sido alguien que, en lugar de temer lo desconocido, daba el primer paso hacia ello.
Una carcajada resonante se escuchó a sus espaldas mientras cruzaba la puerta. Un destello blanco, cegador como el sol mismo, lo envolvió. Cuando sus ojos se adaptaron nuevamente, una escena hermosa, pero extrañamente familiar, se desplegó ante él.
La nieve caía suavemente por todas partes. El cielo brillaba con un azul radiante, y aunque la nieve se acumulaba en el suelo, aquí y allá florecían flores. Las flores de hielo brotaban en abundancia, creando un río de tonalidades violetas. Un castillo que parecía esculpido en hielo se erguía majestuoso, idéntico al castillo Axid del norte.
Sin embargo, lo que más le llamó la atención era la presencia de grandes manzanos cargados de frutos alrededor del castillo, algo imposible en un paisaje invernal. Era como si el esplendor del norte y el cálido encanto de la capital se hubieran fusionado en un solo lugar.
Era una escena hermosa, pero al verla, una punzada inexplicable atravesó su corazón. Sayed comenzó a caminar lentamente hacia el interior de ese paraíso. Aunque la nieve caía, el aire que tocaba sus mejillas era cálido, reforzando la sensación de estar en un paraíso terrenal.
Mientras avanzaba, escuchó voces a lo lejos. Una risa infantil que se parecía a la de Riley resonaba, acompañada de las suaves carcajadas de una mujer y un hombre de mediana edad. Hipnotizado por el sonido, Sayed lo siguió y pronto encontró a un grupo que parecía ser una familia reunida. Se detuvo en seco, sus ojos grises se abrieron con asombro mientras contemplaba la escena frente a él, incapaz de procesar lo que estaba viendo.
Frente a él estaban la reina Leana y el rey Seifried, sonriendo de una manera completamente distinta a como Sayed los recordaba en vida. Parecían una pareja feliz, sentados en una mesa de jardín mientras tomaban té. Riley, que corría alegremente frente a ellos, de repente levantó la cabeza como si hubiera visto algo, y con una amplia sonrisa corrió hacia ello.
— ¡Hermano!
Sayed siguió con la mirada al niño, y allí, donde se detuvieron sus ojos grises, estaba la persona a la que había anhelado con todo su ser. Su corazón, que durante tanto tiempo había permanecido inmóvil, comenzó a latir con tal fuerza que dolía. La calidez regresó a sus manos y pies mientras la euforia lo invadía. Todo en él gritaba que debía correr hacia adelante, que debía alcanzarlo y sostenerlo.
Bajo el suave movimiento de su cabello negro mecido por la brisa, los ojos violeta de Lessas brillaban con alegría. Su piel, tan pura como la nieve, mostraba una expresión radiante mientras extendía sus largos brazos para abrazar a Riley.
— Riley, si corres así, podrías lastimarte. Ven con cuidado.
Lessas, con una voz llena de ternura, abrazó con fuerza a su hermano, mostrando una felicidad que parecía genuina. La pareja real, observando la escena con una calidez inusual, se levantó de sus asientos y se acercó a ellos. Con un tono afectuoso que Sayed jamás había oído en vida, le hablaron a Lessas.
— Te hemos estado esperando, Lessas. Vamos a almorzar juntos.
Leana, con una sonrisa que desbordaba calidez, miró a Lessas con un amor palpable. Ante una expresión tan maternal, algo que el príncipe nunca había experimentado en vida, Lessas respondió con una sonrisa que floreció como una flor bajo la luz del sol.
— Sí, madre.
Lessas, que probablemente nunca había pronunciado esa palabra en vida, lo hizo con una dicha tan evidente que Sayed, a punto de correr hacia él, se detuvo. Nunca antes había visto a Lessas sonreír de una manera tan despreocupada, tan libre de preocupaciones. Entonces, recordó las palabras del sol.
{ ─ Las almas que llegan al paraíso encuentran lo que más desean, en el lugar que más anhelan. }
Sayed comprendió que, en lo más profundo de su ser, Lessas siempre había deseado el calor y la aceptación de una familia. Nunca había sentido ese tipo de amor en vida, y ahora, en este lugar, estaba experimentando todo aquello que había anhelado. Ese reconocimiento hizo que el corazón de Sayed se encogiera. Por un instante, una abrumadora culpa lo envolvió.
«¿Está bien sacarlo de aquí, cuando parece tan feliz?»
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Aunque Sayed sabía cuánto lo amaba y valoraba Lessas, comprendía que la felicidad que él podía ofrecerle como su amante era muy diferente de la que obtenía de su familia. Mientras Sayed había conocido el calor y la bondad de sus padres, Lessas nunca lo había experimentado. A pesar de haber tenido a sus padres cerca, nunca había escuchado de ellos un "te quiero" ni había sido abrazado con calidez.
Si en este lugar podía sentir aquello que le faltó toda su vida, si eso era lo que su alma más profundamente anhelaba, entonces llevarse a Lessas de esa paz parecía un acto cruel. Sayed no quería arrebatarle la única cosa que él no podía darle.
Por mucho que Sayed necesitara a Lessas, no podía llevárselo a costa de sacrificar algo tan importante para él. Para Sayed, la felicidad de Lessas era tan importante como la suya propia.
El impulso inicial de correr hacia él y llevárselo desapareció. Su cuerpo, que casi había salido corriendo, se detuvo y se escondió silenciosamente entre las sombras del castillo. Ocultándose sin hacer ruido, Sayed observó el rostro sonriente de Lessas. Era una expresión radiante, como si finalmente hubiera encontrado su lugar. Esa felicidad lo llenaba de alegría, pero también le rompía el corazón.
«Me gusta verte sonreír así.»
La felicidad de Sayed era ver a Lessas feliz. Nunca lo había visto reír sin preocupaciones, y ahora, como hipnotizado, lo observaba en secreto. Entre todas las cosas hermosas del mundo, nada podía compararse a Lessas, y Sayed no podía apartar los ojos de él.
Mientras tanto, Lessas cargó a Riley en su espalda y entró al castillo. Los reyes los siguieron tranquilamente, y Sayed se ocultó en las sombras, acompañándolos a distancia. Aunque pensaba que debía retroceder por el bien de Lessas, sus sentimientos no obedecían tan fácilmente. La duda y el apego lo mantenían en su lugar.
Sabiendo que su tiempo era limitado, Sayed decidió quedarse un poco más y observar a Lessas. Después de tanto tiempo sin verlo moverse, quería grabar cada detalle de esa imagen en su mente.
El tiempo pasó rápidamente mientras lo observaba con intensidad. Lessas se mostraba como un buen hermano y un hijo ejemplar. Durante la comida, cortó delicadamente los alimentos para Riley, mientras la reina Leana, aunque lo regañaba suavemente diciendo que estaba malcriando al menor, sonreía con orgullo. Al terminar, Lessas jugó una partida de ajedrez con Saifried mientras ambos compartían una copa de vino. Durante todo el tiempo, la sonrisa nunca desapareció del rostro de Lessas.
Un niño que creció sin el amor de sus padres, pero que aún así se volvió amable y bondadoso. Si Lessas hubiera recibido el amor que merecía, era evidente cuánto se habría dedicado a ellos con devoción. Al imaginar el futuro que Lessas podría haber tenido, el corazón de Sayed se volvía cada vez más pesado. Su profundo deseo de posesión y anhelo por Lessas chocaba con la alegría que veía en él, oprimiéndolo.
Finalmente, la noche cayó. Las velas se encendieron por todo el castillo, y Lessas, con un candelabro en mano, se dirigió a la habitación de Riley. El pequeño, que adoraba a su hermano, le rogó que le leyera un cuento. Lessas sonrió y se sentó a su lado. Desde la oscuridad de la habitación, donde Sayed permanecía oculto, no se perdió ni un detalle de la escena. Entonces, su mirada se posó en el libro que Lessas sostenía, y su respiración quedó atrapada en su pecho.
Sayed apenas pudo contener un jadeo ahogado, su rostro se torció por la mezcla de emociones que lo embargaban. El pequeño libro que Lessas tenía en sus manos le resultaba terriblemente familiar.
— Hace mucho tiempo, una pequeña estrella que jugaba libremente en el vasto cielo nocturno cometió un error y cayó a la Tierra. Separada del abrazo protector de la luna, la pequeña estrella pronto perdió su camino. La luna, que siempre había estado cerca, ahora estaba muy lejos en lo alto del cielo. Por más que la pequeña estrella trató de escuchar la voz de la luna, no pudo oírla. Aterrada, la estrella quiso regresar a la luna y comenzó a dirigirse hacia el norte. Pero las personas en la Tierra no dejaron en paz a la pequeña estrella. Pensaron que su color, tan oscuro como el cielo nocturno, era extraño y comenzaron a señalarla con el dedo.
El pecho de Sayed se llenó de dolor, su respiración temblaba. Era la misma historia que él había creado, pero nunca había tenido la oportunidad de leerle a Lessas en vida. Ahora, aquí estaba Lessas, llevando ese libro consigo incluso en el paraíso, contándoselo a su hermano menor.
— Pero, hermano, nosotros no somos una pequeña estrella, ¿verdad? Somos el sol.
Riley, con los ojos brillantes, preguntó con curiosidad mientras escuchaba el cuento. Tenía razón. Cuando Sayed escribió ese cuento, era durante la infancia de Lessas, una época en la que él se sentía impotente y triste. En ese entonces, ni siquiera Sayed entendía completamente que Lessas era un sol brillante y radiante.
— No, Riley.
Pero Lessas, con una sonrisa, negó con la cabeza.
— El sol también es una estrella, Riley. Simplemente parece más grande porque está muy cerca de Solias, pero en el universo hay incontables estrellas como el sol. Así que, en el gran esquema de las cosas, nosotros también somos solo una pequeña estrella.
— Entonces, ¿qué es la luna
— La luna es una estrella que existe únicamente para proteger al sol, permaneciendo siempre a su lado. No se puede encontrar en ningún otro lugar. Por eso debemos cuidar mucho a la luna.
Mientras decía esto, una emoción fugaz cruzó el rostro de Lessas. Fue tan breve que resultaba difícil identificar qué era, pero antes de que Sayed pudiera descifrarlo, Lessas ya había recuperado su expresión habitual.
— ¿Lo prometes? —preguntó Lessas, extendiendo su dedo meñique.
— ¡Sí, hermano!
El niño extendió su pequeño dedo y entrelazó el meñique con el de Lessas, sellando su promesa. Después de eso, Lessas continuó leyendo el cuento.
— Las personas, temerosas de lo desconocido, rechazaron a la pequeña estrella, llamándola un monstruo. A diferencia de cuando estaba en el cálido abrazo de la luna, el mundo terrenal era cruel y aterrador. Pero la pequeña estrella era valiente, y aunque se acurrucaba y encogía de miedo, nunca dejó de buscar a la luna mientras vagaba por el mundo. Sin embargo, en la Tierra no había ríos de la Vía Láctea para beber, ni frutos que pudieran llenarla. Día tras día, la pequeña estrella pasó hambre, hasta que llegó a su límite.
Sayed, quien había olvidado los detalles de esa historia que él mismo había escrito, se dio cuenta ahora de que contenía una referencia a morir de hambre. Le pareció extraño haber incluido un detalle tan sombrío, algo que realmente no era necesario. Mientras reflexionaba sobre esto, notó que Lessas se detenía. Su rostro, que había estado lleno de luz, mostró un atisbo de oscuridad antes de que él cerrara el libro.
Riley ya se había quedado dormido. Lessas lo miró en silencio, su expresión serena pero sin rastro de la alegría que había mostrado antes. Observó a su hermano por un largo rato antes de que una leve sonrisa se formara en sus labios, pero sus ojos permanecieron fríos. Esa sonrisa, que no alcanzaba su mirada, tenía algo inquietante.
En ese momento, todo el paisaje que rodeaba a Lessas cambió de repente. El cálido y acogedor castillo desapareció, y en su lugar apareció el palacio real en ruinas. El escenario, aunque similar a la escena de la batalla en la capital contra Nox, era de alguna manera distinto. Sayed contuvo el aliento ante el repentino cambio, mientras observaba a Lessas ponerse de pie y empezar a caminar por los pasillos devastados.
«Esto no es normal.»
Se suponía que estaba en un paraíso feliz, pero la figura de Lessas que caminaba delante de Sayed parecía terriblemente solitaria y frágil. Una sensación de inquietud se apoderó de él, empujándolo a seguirlo rápidamente. Sin embargo, a diferencia de antes, donde podía acercarse fácilmente, ahora parecía imposible acortar la distancia. Lessas mantenía un espacio constante entre ellos, sin importar cuánto se esforzara Sayed.
Fue entonces cuando Sayed notó algo perturbador: en el camino que Lessas recorría, yacían cuerpos ensangrentados. Al mirar hacia el suelo, vio el cadáver de la reina Leana, abrazando a Riley en un intento de protegerlo.
Un escalofrío recorrió su espalda. Esta escena, tan vívida y grotesca, no correspondía a ninguno de sus recuerdos. Se preguntó, horrorizado, qué era exactamente lo que estaba presenciando.
Cada vez que aparecía un cadáver, Lessas se detenía frente a él, inmóvil por un momento. Sayed, incapaz de parpadear, seguía sus pasos como si estuviera hipnotizado. Al pasar junto al cuerpo de Seifried, aplastado bajo una roca, Lessas finalmente llegó al salón principal. Al entrar, Sayed sintió una inquietante sensación de déjà vu. Su pecho se tensó.
Allí estaban los cuerpos de todos los Titer que Sayed conocía. La madre de Lessas y el duque Sildras yacían como si se hubieran atacado mutuamente. El padre y la hija de Bredhite, junto con las mujeres de Vetria, mostraban en sus cuerpos las marcas de una lucha feroz. Pero lo más horrendo era el cuerpo de Zion, atravesado por docenas de espadas, fijado al suelo en una escena que parecía una cruel exhibición.
Lessas se detuvo durante un largo rato frente al cuerpo de Zion. Luego, se dirigió hacia un muro derrumbado que mostraba el cielo gris y desolado. Aunque no había nadie allí, se arrodilló frente al muro roto. Su rostro, hasta entonces sereno y maduro, se transformó. La culpa y el dolor lo invadieron, y sus facciones adquirieron una vulnerabilidad infantil. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
En ese instante, Sayed no pudo contenerse más. Olvidando la cautela con la que había estado observándolo todo este tiempo, corrió hacia Lessas. No podía permitir que la persona que amaba sufriera sola, mucho menos verlo llorar en soledad.
—¡Lessas!
Aunque estaban en un paraíso que se suponía mostraba lo que más deseaba, Lessas lucía terriblemente triste. La soledad que irradiaba lo envolvía como una sombra, y Sayed, incapaz de soportarlo, acortó la distancia en un instante, agarrando sus hombros. Lessas, con lágrimas que corrían por su rostro, giró la cabeza para mirarlo. Por un momento, sus ojos violetas brillaron con sorpresa y alegría al ver a Sayed, pero esa emoción fue rápidamente reemplazada por una desesperación profunda. Frunciendo el ceño con dolor, Lessas alzó la voz, como si estuviera defendiendo su propio corazón.
— ¡Te dije que no me mostraras su imagen!
Menos parecido a sí mismo que nunca, Lessas apartó las manos de Sayed, gritando con una voz desgarrada mientras cerraba los ojos con fuerza.
— ¡Sayed no está muerto! ¿Por qué lo traen aquí? ¡Él debería estar vivo, siendo feliz! ¡¿Por qué siguen mostrándomelo frente a mí?!
Aunque Sayed no entendía completamente lo que había sucedido, era evidente que Lessas pensaba que él era solo una ilusión más en este lugar. Un temor latente se agitó en su interior: el miedo a no formar parte de la visión del paraíso de Lessas. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que, de algún modo, su figura sí estaba presente en esta visión.
Con esa realización, toda la incertidumbre que había sentido antes se desvaneció, dejando solo una certeza: Lessas lo necesitaba. Los ojos grises de Sayed brillaron con determinación, y su presencia se volvió más imponente. Sin dudarlo, volvió a sujetar los hombros de Lessas y se inclinó hacia él. Con una mano acarició la mejilla de Lessas, obligándolo a mirar hacia él, mientras su voz resonaba firme y clara.
— ¿Es a mí a quien quieres ver?
Lessas, tratando de resistirse, sacudió la cabeza y sujetó la muñeca de Sayed, pero la fuerza inquebrantable del duque no cedió. Finalmente, Lessas abrió los ojos. Sus iris violetas estaban empañados por las lágrimas, desordenados y llenos de emociones que no podía contener.
— Por favor, detente…
Susurró con una voz temblorosa que desgarraba el alma de Sayed. Pero Sayed no se detuvo. Necesitaba oírlo de los labios de Lessas, asegurarse de que él no podía negar lo que realmente sentía.
— ¿Es a mí a quien extrañas, Lessas? ¿Es este dolor porque me quieres de vuelta? ¿Porque deseas verme?
— ¡Sí, es cierto!
Lessas gritó finalmente, como si se diera por vencido. Su voz se quebró, y sus ojos violetas, enrojecidos, brillaban con una tristeza y soledad que no pertenecían a alguien que viviera en un paraíso.
Al ver esa expresión, Sayed no pudo contenerse más. Se inclinó completamente y presionó sus labios contra los de Lessas. Los sollozos de Lessas se detuvieron al instante, y sus ojos se abrieron ampliamente, sorprendidos. Sus pestañas húmedas temblaron, deteniéndose como si el tiempo mismo hubiera quedado suspendido en ese instante.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Al ver los ojos de Lessas tan abiertos por la sorpresa, Sayed retiró sus labios lentamente. Sabía que estaba besando a un alma, una entidad incorpórea, y aun así, la sensación era tan dulce y suave como en el mundo terrenal. El contacto con los labios cálidos disipó de inmediato el dolor que lo había consumido durante tanto tiempo. El sufrimiento insoportable que había sentido parecía desvanecerse como si nunca hubiera existido.
«Es evidente que no puedo renunciar a ti. Te llevaré conmigo, y saborearé cada parte de ti sin dejar nada.»
El deseo, que había disminuido por un momento, resurgió con intensidad, empujando a Sayed a actuar. Movido por el puro anhelo de Lessas, se permitió entregarse completamente. Pasó su lengua por los labios rígidos de Lessas, y este se estremeció de sorpresa. Sus ojos violetas temblaron incontrolablemente antes de que su mirada se volviera borrosa. Era como si hubiera perdido momentáneamente el control, tal como había sucedido aquella vez en el jardín.
El cuerpo de Lessas, que hasta entonces había estado inmóvil, se movió de repente, tirando de Sayed hacia sí. Lessas tomó el rostro de Sayed entre sus manos con desesperación y comenzó a mover sus labios contra los suyos. Como si no pudiera creer lo que estaba ocurriendo, mordisqueó suavemente los labios de Sayed antes de estremecerse ante la sensación y deslizar su lengua entre ellos.
El beso se volvió intenso y voraz, como si Lessas estuviera consumiéndolo. La respiración de Sayed se detuvo ante la intensidad, y cuando perdió un poco de fuerza, Lessas lo empujó hacia atrás, quedando encima de él. Había algo pesado en ese contacto, quizá el peso de todas las emociones de Lessas. Esa sensación hizo que Sayed se estremeciera.
Extendió los brazos y tiró del torso de Lessas hacia sí. Con un movimiento urgente, Lessas se inclinó completamente, devorando los labios de Sayed y succionando su lengua. Ambos se sumergieron completamente en la sensación de sus cuerpos, sin pensar en nada más. Aunque los movimientos eran toscos, la intensidad de la conexión hacía que Sayed sintiera que iba a perder la cordura.
El tiempo pareció detenerse. Pasaron lo que podría haber sido una hora o un instante, besándose sin pausa, como si Lessas estuviera bebiendo de una fuente vital. Finalmente, Lessas retiró sus labios, dejando que Sayed lo mirara con asombro. Sus labios, enrojecidos y entreabiertos, se movieron ligeramente mientras sus ojos se encontraban con los de Sayed.
Jadeando, Lessas pareció finalmente recuperar la compostura. Con un sobresalto, se retiró un poco hacia atrás, observando a Sayed, que permanecía debajo de él, con una expresión de desconcierto. Luego, murmuró en voz baja, como si hablara consigo mismo.
— Nunca había hecho algo así antes…
— ¿Qué estás diciendo? En el jardín también actuaste como si quisieras devorarme entero.
Cuando Sayed lo regañó, como si no pudiera creer lo que oía, Lessas parpadeó confundido. Su rostro pálido se llenó de desconcierto, inclinando la cabeza hacia un lado con una expresión de absoluta incredulidad.
—¿Ed?
— Sí, alteza.
— …Pero Ed no debería estar aquí. Este es un lugar solo para los muertos.
Mientras murmuraba esas palabras para sí mismo, el rostro de Lessas se tornó completamente pálido. La ansiedad y el terror inundaron su expresión, haciendo que su semblante se desmoronara. Las lágrimas, que apenas había logrado detener, comenzaron a fluir de nuevo mientras Lessas, temblando, sujetaba a Sayed con desesperación.
—¿E-ed… ha muerto? ¿No pude salvarlo? ¿Otra vez… otra vez he fallado?
Las manos de Lessas, que se aferraban al cuerpo de Sayed, temblaban incontrolablemente. Su rostro, empapado de desesperación, hacía que Sayed sintiera como si su corazón cayera en picada. Rápidamente, Sayed se incorporó y lo abrazó con fuerza.
— No, alteza. Estoy vivo. Estoy completamente vivo y he venido aquí para encontrarlo. Por favor, no llore más. Cuando llora, mi corazón se desgarra.
Presionó el rostro de Lessas contra su pecho, sintiendo los pequeños temblores de su cuerpo, como si estuviera sosteniendo a una criatura herida. Podía percibir su respiración caliente y temblorosa contra él.
«Ah, quiero llevártelo de vuelta cuanto antes y sentir esta calidez todo lo que pueda.»
— …¿De verdad? —preguntó Lessas finalmente, en voz baja, después de haber estado abrazado por un largo rato. Parecía que, al calmarse, su mente infantil volvía a aflorar. Sayed se dio cuenta de lo ingenuo que había sido al considerarlo adulto. Aunque su cuerpo había crecido, Lessas seguía siendo un joven atrapado en el año de su mayoría de edad.
— Alteza, rompió nuestra promesa y huyó, así que tuve que venir a buscarlo. El sol me permitió entrar aquí. Ahora, por favor, regrese conmigo.
— ¡Ah…!
Al escuchar que había roto su promesa, Lessas levantó la cabeza bruscamente, sorprendido. Se incorporó, mirándolo desde arriba con una mezcla de pánico y lágrimas acumuladas en sus ojos. Su voz tembló mientras intentaba disculparse.
— Lo siento, Ed.
— Sí, deberías sentirlo.
El rostro de Lessas se llenó de angustia al escuchar la respuesta. Apenas podía soportar la culpa, y las lágrimas que parecían detenerse por un instante volvieron a correr por sus mejillas. Una tras otra, las gotas se acumularon en su mentón antes de caer sobre la ropa de Sayed.
— …Lo hice mal.
— ¿Por qué lo hizo, alteza? Le dije claramente que no quería que se pusiera en peligro. No tiene que sacrificarse por los demás. Entonces, ¿por qué…?
Su voz se fue apagando, suavizada por la tristeza, y al notar el miedo reflejado en los ojos de Lessas, Sayed se arrepintió de inmediato. Su corazón, endurecido por la preocupación, se suavizó al instante. Lo abrazó con ternura, tratando de calmarlo.
— No estoy enfadado, alteza. Es solo que estoy muy triste por lo que le ocurrió. Lo lamento si soné duro.
— …No, no, la culpa es mía. Tú tienes razón, Ed. Intenté no forzarme demasiado, pero… pero pensé… si muchas personas morían, pensé que tú estarías demasiado triste…
Sayed lo escuchó en silencio, dándole tiempo para que hablara todo lo que sentía.
— No quiero que estés triste, Ed. Eso es lo que más odio. Así que quería que murieran la menor cantidad de personas posible.
— ¿Eso es realmente todo?
— …¿Qué?
— ¿No pensó, alteza, que si usted moría, sería un dolor mucho más grande para mí? Que sería tan insoportable que podría volverme loco o desear la muerte… ¿Nunca consideró eso?
Lessas parpadeó, como si la idea ni siquiera se le hubiera pasado por la cabeza. Sayed, temiendo asustarlo como se hace con un animal tímido, habló con calma y suavidad.
— Alteza, siempre me dice que me valore, pero no se trata a sí mismo de la misma manera. Sabe lo doloroso que es ver a alguien que ama lastimarse o morir, ¿pero nunca imaginó que yo sentiría lo mismo por usted?
Lessas permaneció inmóvil, con los ojos abiertos de par en par, mirándolo fijamente. Era evidente que realmente nunca había considerado esa posibilidad.
— Desde que se fue, la vida dejó de tener sentido para mí. Me dejó atrapado en un infierno viviente, peor que la muerte misma. Alteza, mi vida no necesita ser perfecta; es mucho más feliz simplemente con usted a mi lado. Mi felicidad depende de usted, y un mundo sin usted no tiene ningún significado. ¿Acaso no fue usted quien me convirtió en esto?
— ¿Yo…?
— Sí, usted me hizo amarlo de esta manera tan desesperada.
Al escuchar la palabra "amar", Lessas se estremeció visiblemente. Parpadeó varias veces, como si no pudiera creer lo que estaba oyendo. Al observar su hermoso rostro, lleno de sorpresa y confusión, Sayed comprendió que esa palabra probablemente era la primera vez que la escuchaba dirigida hacia él. Por supuesto que era así.
— Lo amo profundamente, Lessas.
Sayed susurró, con una voz clara y solemne, cuidando que cada palabra se grabara en el corazón de Lessas. Su tono era reverente pero firme, dejando claro que no había lugar para malentendidos.
El rostro de Lessas, que había estado tan frío como el viento del norte, comenzó a ablandarse. Como si el hielo en su interior se derritiera, su expresión adquirió una calidez y suavidad comparable a la luz de una mañana nevada. Sus cejas, marcadas y masculinas, se relajaron con ternura, las esquinas de sus ojos se curvaron ligeramente y sus labios se alzaron en una sonrisa tímida.
Por un momento, el tiempo pareció detenerse. Lessas, aún aturdido, observó a Sayed en silencio, con los ojos temblando ligeramente. Entonces, la oleada de emociones lo golpeó de lleno, tan intensa que parecía casi insoportable. La alegría que lo llenaba era tan intensa que resultaba casi dolorosa, y no sabía cómo manejarla. Su respiración se quebró en un sollozo mientras la incredulidad teñía sus palabras.
— ¿Me ama?
— Sí, lo amo.
— ¿A alguien tan patético e inútil como yo? Rompí mi promesa, lo hice enojar… ¿Aun así no me odias?
— Amar a alguien no significa dejar de amarlo por cometer errores. Cuando la persona que amas se equivoca, te enfadas, sí, pero también la perdonas.
— Pero y-yo… no creo merecerlo…
Era evidente que a Lessas le costaba creerlo. Sayed, que había anticipado esta reacción desde hacía mucho tiempo, decidió no apresurar las cosas. Después de todo, a él mismo le había llevado años aprender a confiar en sus propios sentimientos y a valorarse. Sabía que Lessas necesitaría tiempo para aceptarlo, y Sayed estaba dispuesto a esperar. Para él, amar a Lessas, abrazarlo y guiarlo, era un placer, no un sacrificio, y no importaba cuánto tiempo tomara.
— Alteza, no lo amo porque sea útil. Lo amo porque es Lessas Solias. Aunque usted crea que no es amable o bondadoso, el joven de catorce años que yo era vio en usted a alguien absolutamente adorable desde el principio.
Sayed sabía que alguien que había pasado tanto tiempo odiándose a sí mismo no podía ver su propio valor. Por eso, se comprometió a decírselo tantas veces como fuera necesario.
— El valor de una persona no se mide por su utilidad. Es el conjunto de todas sus facetas lo que da significado a su existencia. Todas esas aristas que lo conforman son las que lo hacen ser quien es. Amo cada parte de usted que he conocido. Por favor, deje de preocuparse por cosas tan tontas. Cuando se menosprecia, me lastima. Usted también odiaba cuando yo me menospreciaba, alteza, ¿verdad? Entonces, si tan solo cambiara un poco su perspectiva, entenderá que yo también me siento de esa misma manera.
Sayed acarició con ternura el cabello de Lessas, pasando suavemente sus dedos entre los mechones oscuros. Mientras lo sostenía en su pecho, murmuró palabras tranquilizadoras, buscando calmar los temblores que sacudían el cuerpo del otro. Finalmente, Lessas, como un niño temeroso de ser reprendido, confesó en voz baja.
— Pero hay algo que no sabes, Ed. Ahora puedo decirlo, pero... en realidad yo viví una vida que tú no recuerdas. Allí fui... fui tan insignificante... Tú tuviste que verlo.
— ¿Te refieres a lo que estoy viendo ahora?
A pesar del tono gentil, Lessas se estremeció visiblemente. Sus hombros, a pesar de ser mucho más anchos que los de Sayed, parecían increíblemente pequeños y frágiles en ese momento.
— ...Sí, Ed. Todo lo que he mostrado, todo lo que soy, es solo una imitación del primer Ed que conocí. Yo no soy nada. Incluso los que estaban a mi lado, como Baine, Rigda o Zion... todos eran tuyos. Solo los mantuve cerca por un tiempo, pero no eran realmente míos. Además...
Su voz se apagó, y su rostro se contrajo con el dolor de confesar algo que parecía imposible de decir. Tomó una respiración profunda, como si se preparara para un acto de contrición.
— Al principio, mi hermano mayor no era tan malo. El primer hermano mayor era... era tu... tu Guía. Ed, tú no eras mi... Titer. Yo… Ed…
Se estremeció, como si las palabras mismas fueran un tormento insoportable, y su cuerpo tembló bajo el peso de la confesión.
— Le quité a mi hermano a Ed...
Las lágrimas empezaron a correr de nuevo mientras Lessas hablaba, liberando una verdad que parecía haber guardado por demasiado tiempo. Era como si llevara años esperando este momento, aunque el miedo al rechazo se reflejaba claramente en sus ojos.
— Todo lo que llevo, todo lo que soy, es solo un eco de lo que Ed fue, de la gloria que era de mi hermano. Fingí que era mío, viví como un cobarde, aferrándome a algo que nunca me perteneció... y aun así, te deseé, Ed, de manera egoísta...
Mientras observaba a Lessas llorar con una tristeza desgarradora, Sayed mantuvo la calma y examinó su entorno. Aunque nunca había imaginado que existiera otra vida en sus recuerdos, siempre sospechó que Lessas ocultaba algo. Al enfrentarse finalmente a esta escena, Sayed entendió que muchas de las actitudes de Lessas que nunca había podido comprender provenían de aquí, de este lugar.
Lo que tenía frente a él era terriblemente cruel. Las ruinas, marcadas por rastros de un combate infernal, hablaban claramente de la devastación causada por Nox. A pesar de no recordar esta realidad, Sayed supo de inmediato lo que significaban esos rastros.
Mientras él examinaba silenciosamente el lugar, Lessas bajó la cabeza, como si todo estuviera perdido. Sus hombros encorvados no mostraban señales de relajarse, y su postura encogida lo hacía parecer aún más pequeño, casi como un niño. Con una voz tenue, Lessas susurró.
— Esto… este soy yo. Todo lo que tú conoces de mí es… una mentira.
Finalmente, Sayed comprendió por qué Lessas se despreciaba tanto y cargaba con tanta culpa. Este pasado oscuro, doloroso y cruel era una parte de él que había soportado en soledad. Solo verlo resultaba insoportablemente desgarrador, así que Sayed permaneció en silencio por un momento, dejando que la pesada realidad lo invadiera.
Era consciente de que, al no recordar esa vida, no podría consolar completamente a Lessas. Según lo que Lessas había dicho, en ese entonces Sayed había recorrido un camino muy diferente. Sin embargo, había algo de lo que estaba seguro.
— Debió ser muy difícil, Lessas.
La soledad de haber llevado ese dolor y esa memoria en silencio, soportando ese infierno en su interior, debía haber sido devastadora.
— Has estado muy triste y agotado, y nunca tuviste tiempo para sanar.
Sayed conocía el peso de la supervivencia. Los muertos ya habían partido de este mundo, pero los que quedaban vivos eran los que cargaban con el dolor de la pérdida y el vacío. Era un dolor que no podía borrarse, una herida que marcaba el alma para siempre, incluso más allá de la muerte. Finalmente entendía la tristeza constante de Lessas, esa melancolía que siempre lo había intrigado. Ahora comprendía el corazón de su amado.
Cuando Sayed habló con sincera compasión y tristeza, Lessas levantó lentamente la cabeza. Sus ojos, con pupilas encogidas y una mirada amplia de sorpresa, lo observaban como si nunca hubiera esperado escuchar esas palabras. Tal vez, ni siquiera él mismo se había permitido pensar de esa manera.
«Tú, eres un tonto.»
«Por eso, debo quedarme a tu lado.»
Sayed sonrió con una mezcla de ternura y determinación, entrecerrando los ojos. En ese momento comprendió, como si lo viera por primera vez, cuánto lo necesitaba aquel joven rey al que amaba tanto.
— Ven aquí.
Abrió los brazos como si estuviera consolando a un niño, y Lessas se desplomó en ellos. A pesar de ser más alto y corpulento que Sayed, se aferró a él como un niño pequeño, llorando con desesperación. Igual que Cecilia antes, Lessas lo abrazó con todas sus fuerzas, liberando los sollozos y respiraciones contenidas de un dolor que había reprimido durante mucho tiempo. Era como si un náufrago se agarrara a un trozo de madera, dejando salir finalmente años de sufrimiento tragados en silencio.
El sol había dicho que Lessas no había podido superar el día en que murió por primera vez. Mientras lo sostenía y escuchaba sus lamentos, Sayed entendió esas palabras. Sin superar aquel día, Lessas no podía vivir plenamente. Si no podía superar su muerte, ¿cómo podría desear realmente la vida?
Todo era un camino que Sayed ya había recorrido.
Ahora era su turno de tomar de la mano a Lessas y ayudarlo a cruzar ese puente que antes él mismo había cruzado con la ayuda de su amado.
— En el mundo, a veces existe una maldad sin razón. Como lo que la reina te hizo o lo que Nox hizo con nuestras vidas. Esas cosas son como accidentes. No tienen sentido, pero tampoco son tu culpa, Lessas. A pesar de todo, hiciste lo mejor que pudiste. Viviste con todo tu esfuerzo, incluso cuando estabas herido. Fuiste increíble.
Lessas, quien había luchado más ferozmente que nadie, enfrentando el dolor sin buscar atajos, necesitaba escuchar estas palabras.
— Es natural que te sintieras tan impotente y tan dolido que terminaras culpándote a ti mismo. A mí también me pasó. Cuando la situación es incomprensible y parece insuperable, odiarse a uno mismo se siente como la opción más sencilla. Si el error está en mí, entonces tiene sentido… ¿verdad?
Aunque siempre había pensado que eran personas diferentes, Sayed se dio cuenta de que ambos habían caminado por caminos sorprendentemente similares.
— Ya no necesitas hacerlo.
Sayed depositó un suave beso sobre la parte superior de la cabeza de Lessas. El aroma fresco y amaderado de su cabello, sedoso como la mejor seda, le trajo una inesperada calma al corazón.
— No recuerdo los momentos de los que hablas, y por mucho que intente deducirlos, al final no sería más que una mentira. Lo que ocurrió con el príncipe Aster es trágico, y seguramente sea cierto que lo apreciaba. Pero eso ya no tiene nada que ver con el yo que soy ahora.
Aferrarse al pasado no cambia nada. Solo quedan los remordimientos y los lamentos. Lo sucedido con Aster y esa vida olvidada son historias terminadas, capítulos cerrados.
— Así que vive conmigo en el presente, Lessas.
Todo había terminado, y Sayed deseaba profundamente ser feliz. Pero para lograrlo, necesitaba a Lessas a su lado.
— Hazme feliz.
Las palabras, cargadas de sinceridad, hicieron que Lessas levantara la mirada. Su rostro, descompuesto por las lágrimas, no perdió ni un ápice de su belleza. Para Sayed, incluso si Lessas envejecía y ese rostro cambiaba, seguiría siendo la persona más hermosa de su mundo. Deseaba que su amado también fuera feliz. Quería que fueran felices juntos.
— Vive conmigo.
Con un gesto firme, Sayed comenzó a levantarse. Planeaba llevar consigo a este hombre testarudo que, incluso en el paraíso, no había encontrado la paz. Lo llevaría de vuelta al mundo de los vivos, donde juntos buscarían la felicidad que tanto anhelaban.
Con movimientos decididos, Sayed se puso de pie y extendió la mano hacia Lessas, quien lo miraba desde el suelo con ojos húmedos y llenos de devoción. Estaba seguro de que ahora podría llenar esa mirada con risas y felicidad. Le dedicó una sonrisa llena de calidez, y Lessas, lentamente, extendió su mano hasta tomar la de Sayed, sujetándola con fuerza mientras se levantaba. Esta vez, no había duda ni vacilación; la fuerza en su agarre transmitía una renovada ansia de vivir, distinta de los temblores vacilantes del pasado.
—Sí.
Lessas respondió con una urgencia sincera en su voz. Al ponerse de pie, lo rodeó con sus brazos, aferrándose con un deseo profundo y absoluto mientras volvía a hablar, su tono lleno de desesperada necesidad.
— Quiero hacerlo, Ed. Llévame contigo. Quiero quedarme a tu lado, incluso si eso significa seguirte hasta la muerte… quiero estar contigo para siempre.
El largo viaje de Lessas, marcado por dolor y arrepentimiento, finalmente llegaba a su fin. Por primera vez, estaba preparado para comenzar una nueva vida, y con valentía tomó la mano de su amado. Sin vacilación alguna, Sayed respondió con igual determinación, apretando la mano de Lessas mientras ambos dejaban atrás las ruinas.
A medida que avanzaban, con pasos sincronizados y un nuevo propósito, el castillo cubierto de sangre y tristeza comenzó a derrumbarse tras ellos. Los fragmentos rotos se desvanecían como polvo, disipándose para formar un camino sólido frente a ellos, como si el propio mundo los instara a abandonar aquel lugar para siempre.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter Text
Al vivir en un mundo donde existían los vestigios divinos como los Titer y los Guías, Sayed nunca había sentido la necesidad de creer en los dioses. Sus dones nunca habían hecho su vida más sencilla ni la habían mejorado significativamente, por lo que no los consideraba una bendición. Además, apoyarse en algo externo no era propio de él, así que nunca buscó a los dioses.
Incluso ahora, Sayed no sentía gran emoción por conceptos como los dioses o los milagros. Sin embargo, al presenciar el mundo al que llegan los muertos, sintió una pequeña paz en su interior. Saber que las almas de los inocentes que murieron tristemente, o incluso de aquellos que, aunque buenos, habían cometido errores llevados por circunstancias desafortunadas, tenían un lugar donde descansar le reconfortaba.
Quizás era la influencia del Sol y la Luna ayudándolo, pero Sayed sostuvo firmemente la mano de Lessas mientras ambos seguían el camino que se formaba ante ellos. El sendero parecía un puente de cristal. Una tenue luz arcoíris se filtraba y se expandía hacia todas direcciones, haciendo florecer extrañas y desconocidas flores allá donde el brillo alcanzaba. Caminaron durante un largo rato hasta que, finalmente, debajo de ellos, apareció una Vía Láctea iluminando la oscura noche.
Observando embelesado la lenta corriente de estrellas que fluía como un río, Sayed escuchó susurros. Risas, voces familiares y desconocidas resonaban en calma bajo sus pies, como si despidieran a los viajeros. Guiado por estos sonidos, Sayed comenzó a descender mientras el camino transparente se inclinaba suavemente hacia el suelo.
A medida que el sendero bajaba, notó cómo su sombra se alargaba detrás de él. Recordando la advertencia del Sol, Sayed se detuvo y giró para mirar a Lessas. Sus ojos se encontraron.
— Alteza, a partir de ahora, debe entrar en mi sombra y mantenerse cerca.
— Sí, lo haré.
— No importa lo que pase, no suelte mi mano ni se aparte de mí.
— Entendido.
Lessas le sonrió con confianza, como si quisiera tranquilizarlo. Aunque habían llegado tan lejos y parecía que todo estaba bajo control, Sayed no podía relajarse del todo. Su cuerpo permanecía en alerta. Con calma, Lessas dio un paso y entró en la sombra de Sayed. Al hacerlo, su figura desapareció, como si un manto nocturno lo hubiera envuelto; solo quedaban tenues ondulaciones que apenas delataban su presencia.
Para que su amado pudiera seguirlo con facilidad, Sayed redujo el paso mientras continuaba por el camino, tal como había hecho hasta entonces. Lentamente, una imponente puerta empezó a revelarse. El cielo nocturno parecía partirse, dejando que una corriente de luz estelar fluyera entre la grieta. Instintivamente, supo que aquel era el portal de salida. Apresurando el paso hacia la entrada, Sayed se detuvo de golpe al encontrar a los guardianes que custodiaban la salida.
Tenía la intención de atravesarla sin pronunciar una palabra, pero al ver un rostro familiar, sus pies quedaron anclados al suelo.
Frente a la puerta, estaba su madre. Su cabello plateado recogido en un elegante moño alto, sus ojos oscuros y firmes, los labios tensos que transmitían resolución, y una postura imponente. Era inconfundiblemente Serena Prosius. En sus manos sostenía la larga espada que había usado en vida, la hoja clavada en el suelo mientras vigilaba la entrada.
A su lado, para desconcierto de Sayed, estaba Sirkan Sildras, el hombre que había despreciado profundamente en vida. Este, con la misma actitud seria, observaba la puerta junto a Serena.
El inesperado encuentro lo dejó paralizado. Ver a su madre junto a alguien a quien consideraba su enemigo lo confundió profundamente. ¿Estaría Serena aquí por un motivo desafortunado? Según sabía, los pecadores no tenían cabida en este lugar, lo que solo alimentó su inquietud.
Cuando Sayed se acercó, ambos lo observaron con expresión neutra, como si no lo conocieran, y procedieron a verificar su identidad.
─ Posee usted el derecho de la Luna. ¿Viene de cumplir su labor y se dispone a regresar al mundo terrenal?
Serena preguntó, con voz calma, sin un atisbo de emoción. La situación era tan incomprensible que Sayed frunció el ceño. Señalando a Sirkan, miró a su madre y preguntó con tono severo.
─ ¿Qué hace este hombre aquí?
─ Ah, veo que conoce a mi antiguo compañero. Él, ciertamente, me hizo cosas terribles. Sin embargo, yo también le infligí graves daños. Ambos pagamos nuestras culpas y, tras expiar nuestros pecados, llegamos aquí. Las almas que sinceramente se arrepienten tienen una oportunidad, aunque no todas lo consiguen.
Serena esbozó una pequeña sonrisa, intentando tranquilizar a su hijo. Pero la expresión de incredulidad de Sayed permaneció, incapaz de aceptar la situación. Serena, al notar su turbación, se inclinó hacia él y, como si compartiera un secreto, susurró junto a su oído.
─ Como ambos nos quitamos la vida en una ocasión, decidimos dejar atrás los asuntos del mundo terrenal y encontrar nuestra propia paz. Así que tú también deja de preocuparte por los problemas de los muertos y regresa al mundo de los vivos.
Las palabras de Serena, cargadas de firmeza, parecían cerrar cualquier argumento en contra. Antes de que Sayed pudiera responder, la gran puerta se abrió, como si reforzara la invitación a abandonar aquel lugar.
Sayed, no obstante, permaneció inmóvil. Su mirada se alternaba entre su madre y Sirkan, tratando de encontrar señales de que aquello fuera una trampa o, al menos, un error. Pero Serena mantenía una expresión serena, como si realmente hubiera hallado paz en su reconciliación con Sirkan. Este, por su parte, observaba a Sayed con una mirada tranquila, casi como dándole su aprobación para marcharse.
El corazón de Sayed estaba intranquilo.
Había decidido dejar atrás el rencor por las heridas de su vida pasada tras reencontrarse con Lessas, y era consciente de que gran parte de los problemas relacionados con Sirkan provenían de las maquinaciones del mal. Sin embargo, enfrentarse a la idea de que su madre había perdonado a quien tanto daño le había causado lo dejaba desconcertado. Pero, al observarla de pie junto a Sirkan, con esa compostura que tanto le era familiar, algo dentro de él se liberó.
«Si ella puede perdonar, ¿qué sentido tiene que yo siga aferrado al odio?»
Reconoció que aquellos sentimientos solo pesaban en su alma, bloqueando su propio camino hacia la paz. Así que, con una determinación recién nacida, Sayed decidió dejar ir esos rencores.
Se quedó observando a Serena un poco más, como si quisiera grabar su rostro en su memoria para siempre. Su expresión, sus gestos, todo aquello que durante tanto tiempo se había desvanecido de su mente volvía a llenarse de vida. Una vez satisfecho, finalmente dio un paso adelante.
Pasó junto a Serena, quien lo observaba partir con una calma que parecía bendecir su viaje. Atravesó la puerta, y al instante, el aire cálido del más allá fue reemplazado por el frío de la atmósfera terrenal.
Sayed sentía el impulso de girarse y asegurarse de que Lessas estuviera bien, pero antes de hacerlo, la voz de Sirkan resonó detrás de él.
─ A partir de ahora, no mires atrás. Las almas destinadas a regresar al mundo de los vivos no deben albergar remordimientos. Si lo haces, las almas atrapadas entre este mundo y el otro te aferrarán, impidiéndote avanzar durante mucho tiempo.
El tono de advertencia en las palabras de Sirkan le heló los huesos. Sayed, con los dientes apretados, reprimió el impulso de voltear y fijó la mirada al frente.
Inspiró profundamente y comenzó a caminar hacia adelante, un paso a la vez, confiando en que Lessas lo seguía de cerca, oculto en su sombra. Aunque no podía verlo, su fe en él lo empujaba a seguir avanzando, dejando atrás cualquier rastro de duda o temor.
El descenso era frío y vacío, en marcado contraste con la facilidad del ascenso. Como si la primera emoción que siente un ser al nacer en el mundo fuera la soledad, todas las emociones del mundo terrenal flotaban a su alrededor, oscilando como espectros inquietos. Sayed reprimió esa sensación de vacío mientras avanzaba, enfocándose en el futuro que deseaba construir con Lessas.
«¿Estás bien?»
Se mordió las palabras que querían salir, temiendo que su propia inseguridad solo empeorara las cosas. El tiempo parecía alargarse, interminable y extenuante, mientras un creciente temor se apoderaba de él.
«¿Estará Lessas resistiendo bien en este lugar tan frío y desolador?»
Justo cuando el peso de la incertidumbre era casi insoportable, escuchó la voz de su amado.
─ ¡Ed…!
La desesperación en su tono lo atravesó como una daga, acompañada por un horrible susurro de viento y gritos espectrales que resonaron a su alrededor. Ante la voz temerosa y angustiada de su amado, Sayed reaccionó instintivamente. Temiendo que Lessas estuviera en peligro, se dio la vuelta rápidamente y, con los ojos llenos de alarma, encontró a su amante mirándolo.
Los ojos de Lessas, que lo habían seguido con tanta dulzura y calma, lo observaban parpadeando, como si intentara preguntarle si estaba bien. Sin embargo, detrás de Lessas, la oscuridad de repente se distorsionó y se abalanzó sobre él.
─ ¡Lessas!
El corazón de Sayed cayó al suelo cuando corrió hacia él. Extendió la mano para aferrarse a su amado, que, aunque logró tomarla, comenzó a ser envuelto por las sombras. Manos espectrales, una multitud de almas resentidas, fusionadas en una sola entidad, comenzaron a atraparlo. Tan pronto como Sayed vio las huesudas y descarnadas manos sujetando a Lessas, intentó usar su poder, pero, en ese lugar, su fuerza no tenía efecto.
─ Su Alteza, por favor… No suelte mi mano… ¡no lo haga!
¡Maldito idiota! ¡Te dijeron que jamás debías mirar atrás!
El miedo invadió a Sayed, empujándolo a la desesperación. Por más que tirara con todas sus fuerzas para salvar a Lessas, el número de almas que lo aferraban era abrumador. Con los dientes apretados, Sayed lanzó una rápida mirada hacia atrás y se dio cuenta de que la luz estaba justo frente a ellos. Solo faltaban unos pocos pasos, pero la idea de no haber podido soportar ese breve momento y perder a Lessas resultaba inverosímil.
No podía aceptar perder al amor de su vida, a su único y verdadero amor, después de haberlo recuperado con tanto esfuerzo.
A pesar de lo desesperado que estaba, las manos que se aferraban mutuamente comenzaron a separarse lentamente. Sayed, inclinándose con todo su cuerpo para abrazar a Lessas, se esforzaba por no soltarlo, mientras que Lessas hacía todo lo posible por sujetarlo también. Sin embargo, ambos sintieron que ya no podrían resistir más. Las manos seguían deslizándose.
─ Estoy bien, Ed. Esto no es tu culpa.
Como si Lessas también lo hubiera intuido, esbozó una sonrisa gentil, asegurándole que todo estaba bien. Sayed, apretando los dientes con fuerza, sacudió la cabeza frenéticamente, con los ojos llenos de angustia.
─ ¡Por favor…!
Gritó sin saber siquiera qué más decir. Había luchado toda su vida para evitar errores, y ahora, frente a la única persona que realmente deseaba, había cometido una estupidez. La cruda desesperación amenazaba con arrastrarlo al abismo cuando, de repente, algo extraño sucedió.
─ Serena, te dije que tu hijo definitivamente miraría hacia atrás.
─ Es un niño tan amable, ¿qué se le puede hacer? Ahora es el momento de que pagues por tus pecados. Vamos, ayuda a mi hijo.
En medio de la situación desesperada, se escucharon voces tranquilas, como si estuvieran conversando en calma. Poco después, las almas que mantenían atrapado a Lessas comenzaron a dispersarse. En un instante, Lessas, que parecía estar a punto de ser arrebatado, fue devuelto a Sayed, cayendo hacia él. Sayed lo sostuvo con fuerza, jadeando mientras levantaba la vista hacia el vacío.
Allí estaban Serena y Sirkan, empujando y dispersando las almas que habían atrapado a Lessas. Serena, viendo a Sayed con el rostro pálido mientras los miraba, le sonrió con una expresión tierna que no había mostrado durante tanto tiempo.
─ No te preocupes y vete ahora, hijo mío. Gracias de verdad por escuchar las últimas palabras de esta madre incompleta. Pensándolo bien, no debería haberte dicho eso. En lugar de pedirte que te aferres a la venganza, debería haberte rogado que vivieras tu vida. Perdona a esta madre tan tonta.
Con las palabras de ella, un viento feroz comenzó a soplar. Como un tifón descontrolado, el viento arrastró a Sayed y Lessas hacia la luz. Desde arriba, observándolos, Sirkan habló también.
─ Lo siento, Sayed. Mi rencor los ha atormentado a ustedes, que no tenían culpa alguna. No olvidaré este pecado y lo pagaré por siempre. Ahora, encuentra la paz.
La mirada sincera y llena de arrepentimiento de los ojos dorados de Sirkan fue lo último que Sayed vio antes de ser envuelto por la luz que compartía el mismo color. Aquella cálida luminosidad que los engullía tenía el mismo tono que los ojos de todos los habitantes de Titer que Sayed había conocido.
Con la sensación de que un alma que había vagado por tanto tiempo finalmente tocaba tierra firme, la luz se desvaneció. Recuperando la conciencia de su entorno, Sayed abrió los ojos de golpe. Incorporándose apresuradamente, se dio cuenta de que estaba rodeado por personas. Allí estaba Riley, dormido en su cama, Tiaki, quien retrocedía con evidente sorpresa, y Nina, quien lo miraba con calma como si lo hubiera estado esperando. Dejando su tejido a un lado, Nina se levantó de la mecedora y se acercó a Sayed.
─ ¿Tuviste un buen viaje, Archiduque? Dormiste durante bastante tiempo. El invierno apenas está comenzando.
─ ¡Vaya, casi se me para el corazón!
─ Tiaki, no hagas tanto escándalo frente a alguien que acaba de despertar.
─ ¡Pero, Nina! Justo cuando estaba revisando al Archiduque, abrió los ojos de repente. ¡También deberías preocuparte por mi corazón sorprendido!
─ Sí, sí. Ahora ve a buscar a Lulu.
Por la relación entre Tiaki y Nina, era evidente que parecían una madre y un hijo. Tal vez por haber criado a tantos niños, Nina tenía esa manera serena y maternal de tratar a los demás. La imagen de su madre, quien se había presentado justo antes de ser tragado por la luz, cruzó la mente de Sayed, seguida por el recuerdo de aquella persona especial que seguramente lo estaría esperando.
El corazón de Sayed comenzó a acelerarse. No había tiempo que perder. Esto no podía esperar.
─ Gracias por cuidar de nosotros. Les compensaré por esto más tarde, pero ahora debo regresar al norte.
─ Por supuesto.
Nina, con naturalidad, sacó lo que parecía ser un equipaje previamente preparado.
─ Incluso con las habilidades de Lulu, tardarán al menos un día en llegar, así que he empacado algunas provisiones sencillas. Además, como el clima se ha enfriado bastante, tejí un abrigo grueso para el príncipe Riley. No es algo digno de alguien tan importante, pero servirá como una solución temporal.
Nina extendió un paquete envuelto en tela que contenía carne seca y una cantimplora, y luego, con cuidado, despertó a Riley. Este abrió los ojos de golpe, todavía desordenado por el sueño, y miró fijamente a Sayed. El niño, quien parecía estar acostumbrado a la ausencia del sol, mostraba una expresión de familiaridad mezclada con un poco de temor hacia Sayed.
─ …Hola.
Murmuró con timidez, observando con cautela. La forma en que actuaba le recordó a Lessas, y Sayed supo que no podía sentir resentimiento hacia ese niño. Los problemas eran de la reina, no del pequeño, quien no tenía culpa alguna. Riley, ahora huérfano de repente, también formaba parte del futuro ideal que Lessas había soñado, uno lleno de armonía y familia. Al darse cuenta de esto, Sayed suavizó su expresión.
─ Saludos, su alteza.
─ Sí… sí…
Sayed, inclinándose ligeramente para igualar la altura de los ojos de Riley, le preguntó con tono amable.
─ Ahora voy a regresar a casa, su alteza. ¿Le gustaría acompañarme? Allí encontrará a su hermano mayor.
─ ¿Hermano Lessas?
─ Así es.
El niño asintió con la cabeza. Con una mezcla de culpa y alivio en su rostro, miró a Sayed y, con cautela, extendió la mano para tomar la suya. Sayed lo levantó sin esfuerzo y lo sostuvo en brazos, bajándose de la cama y recogiendo el equipaje que Nina le había entregado. Aunque su cuerpo se sentía un poco rígido tras haber estado tanto tiempo sin moverse, pronto comenzó a recuperar la fuerza. Plantando firmemente los pies en el suelo, salió de la casa de Nina.
Al abrir la puerta, el aire frío los envolvió con fuerza, pero, a diferencia de antes, el viento invernal ya no le provocaba una sensación de soledad. En su lugar, una inexplicable mezcla de expectativa y añoranza crecía en su interior.
Como la vez anterior, Tiaki tendría que viajar solo al norte. Mientras tanto, Riley y Sayed sostenían cada uno una de las manos de Lulu, listos para partir. Sin embargo, Tiaki, que merodeaba a su alrededor con evidente curiosidad, no pudo evitar hacer preguntas.
─ Entonces, ¿está todo bien ahora, su alteza? No se imagina el caos que hubo con el trono mientras dormía. Los duques se esforzaron al máximo para mantener todo bajo control. Incluso la señorita Cecilia me preguntaba por usted todos los días; no podía esperar para verlo.
─ Te contaré los detalles más tarde. Cuando llegues al castillo, hablaremos.
─ ¡Vamos! Podrías al menos darme un resumen. ¡Algo para recompensar mi esfuerzo cuidando de todo mientras estabas inconsciente!
Tiaki tenía razón, y Sayed sabía que le debía mucho. Había muchas cosas por hacer: reorganizar el nuevo reino de Solias, declarar oficialmente la existencia de Desertus y reconocer los méritos de quienes habían contribuido. Pero ahora mismo, Sayed no podía concentrarse en esas responsabilidades.
─ Lo siento, Tiaki. Ahora estoy un poco… apurado.
Su rostro reflejaba una mezcla de prisa y ansiedad, un nerviosismo que no podía ocultar. Tiaki, al notarlo, soltó una risa ligera y dio unas palmadas en el hombro de Lulu.
─ Dicen que un hombre enamorado se vuelve un tonto. Parece que incluso el gran duque del norte no es la excepción. Lulu, cuida bien de él.
─ ¡Nos vemos en el norte!
Lulu sonrió con amabilidad y, al instante, el paisaje alrededor de ellos cambió. No podían apresurarse tanto como antes debido a la falta de alguien que purificara a Lessas mientras dormía. Además, con un niño acompañándolos, Sayed necesitó dos días para llegar al norte, a pesar de su urgencia.
Al llegar a las heladas tierras de Axid, una región donde el frío superaba cualquier otra sensación que Sayed hubiera experimentado antes, la nieve comenzaba a caer suavemente desde el cielo.
Riley, fascinado, miraba a su alrededor como si fuera la primera vez que veía tanta nieve. Los copos caían suavemente desde todas direcciones, cubriendo completamente el suelo con un manto blanco. Los árboles vestían un abrigo níveo, inclinando sus ramas con delicadeza. El aire del norte, que solía sentirse áspero y desolador, parecía cálido ese día, como si reflejara el paraíso que Sayed había visto en el espacio de Lessas.
En cuanto se dio cuenta de esto, Sayed no pudo contenerse más. Aunque podría esperar a que Lulu descansara un momento antes de usar nuevamente su habilidad, y aunque probablemente el tiempo sería similar al que tomaría corriendo, Sayed sentía que no podía quedarse quieto ni un segundo más.
─ Lulu, lo siento, pero lleva a su alteza Riley al castillo. Yo iré adelante. ─
─ ¡Sí, vaya rápido! ─
Lulu agitó la mano para despedirlo sin detenerlo, y Riley, siguiendo su ejemplo, también lo despidió moviendo la mano. Después de echarles un último vistazo, Sayed comenzó a correr sin mirar atrás. Sabía que estaba actuando de forma impulsiva, pero sentía que si no seguía el latido explosivo de su corazón, no podría soportarlo.
Lo que normalmente tomaría treinta minutos a pie, Sayed lo recorrió en menos de diez, corriendo sin detenerse. Su respiración era más pesada de lo habitual por el esfuerzo repentino, pero en lugar de sentirse agotado, no podía evitar que una sonrisa extraña y casi absurda apareciera en su rostro. Cuando por fin el castillo de Axid, que siempre había sentido tan enorme y lejano, se alzó ante él, una blanca sonrisa floreció en su cara. Al exhalar, el aliento blanco de Sayed se desvaneció en el aire helado, ocultando su visión por un breve momento.
Cuando el vaho se disipó lentamente, Sayed vio a un hombre salir corriendo del portón del castillo. Era un joven de una belleza radiante, que parecía haber salido precipitadamente de su dormitorio, con la ropa apenas puesta y, de forma casi ridícula, sin zapatos. Corría descalzo sobre la nieve, avanzando hacia él con urgencia. Al verlo venir con tanta desesperación, Sayed también comenzó a correr.
Diez pasos, cinco pasos, tres pasos…
Y finalmente, un paso.
Ambos se detuvieron frente al otro, tan cerca que sus respiraciones se entrelazaron. La nieve que caía cubría suavemente el cabello de Lessas, como flores de manzano. Los ojos violetas, que contenían el mundo entero de Sayed, se llenaron de un brillo de dicha. Viendo esa mirada, Sayed fue el primero en hablar.
─ He vuelto, Lessas.
Después de tres vidas buscando un lugar al que llamar hogar, Sayed saludó así al niño que finalmente lo había encontrado. El rostro de Lessas, que ya mostraba una hermosa sonrisa, se iluminó aún más, hasta el punto de que parecía imposible que pudiera volverse más radiante. Con una expresión que revelaba que era la persona más feliz del mundo, Lessas habló:
─ Te he estado esperando, Ed.
La voz de Lessas, mientras extendía los brazos, carecía por completo de la tristeza que alguna vez había estado oculta en ella. Lo mismo ocurría con Sayed. Todas las emociones sombrías que alguna vez habían pesado sobre su corazón, como cicatrices que no dejaban de molestar, habían desaparecido por completo. Sabía que no siempre sería feliz cada día de su vida, pero incluso esos momentos estaría dispuesto a compartirlos con Lessas, y eso era suficiente. Además, no había razón para no ser feliz. Después de todo:
El mundo era demasiado brillante, y su amor era demasiado hermoso.
Sayed, susurrando esta verdad simple pero esencial para sí mismo, se arrojó a los brazos de Lessas. La risa de su amado, quien estaba más que feliz simplemente por reencontrarse con él, resonó por todo el castillo. En la distancia, un petirrojo gris cantaba suavemente.
Era una mañana de invierno que, en los registros de la historia del norte, sería recordada como la más cálida y tranquila de todas, un día lleno de significado.
〘 ─── ◦ 🌙 ◦ ─── 〙
Chapter 148: EPÍLOGO
Chapter Text
Hace mucho tiempo, cuando la tierra se dividió y las aguas emergieron, formando los continentes y los océanos, había un lugar al que nadie podía acceder. Situado en el centro del continente y rodeado por un bosque infinito, esta tierra era conocida como la "tierra de la muerte", ya que cualquier aventurero que se acercara perecía a manos de criaturas desconocidas.
Sin embargo, un día, una luna blanca surgió desde la tierra de la muerte, partiendo los cielos nocturnos que habían permanecido oscuros durante siglos. La luna, redonda y brillante, iluminó los caminos de los viajeros que cruzaban el mundo y se convirtió en un faro para los marineros que navegaban los océanos.
Asombrados por este milagro, muchos viajeros del continente buscaron la tierra de la muerte. Allí, encontraron a personas que habían heredado los poderes de los dioses.
Solias, la frontera que unía el mundo de los humanos con el de los dioses, protegió durante mucho tiempo a las personas de los demonios. Finalmente, aquellos que lograron derrotar a los demonios pudieron abandonar el bosque. Los viajeros, que antes solo podían merodear temerosos en sus límites debido a las criaturas, vieron a quienes salían del bosque y comenzaron a llamarlos descendientes de los dioses. No era para menos, ya que los que emergieron del bosque poseían poderes asombrosos que ningún otro habitante del continente había presenciado.
Impactados por la apariencia y las habilidades sobrehumanas de estas personas, los viajeros regresaron rápidamente a sus tierras y difundieron rumores. Estos relatos crecieron con el tiempo, volviendo a Solias un lugar inaccesible y envuelto en misterio.
Sin embargo, no fue solo esto lo que hizo famoso a Solias. Se decía que el rey de Solias, quien apareció junto a los descendientes de los dioses, poseía una belleza tan deslumbrante que bastaba con cruzar una mirada con él para quedar cautivado. Al correr las historias sobre su figura, que parecía contener los colores del cielo nocturno, muchos comenzaron a creer que él era el representante de los dioses. Su apariencia era, simplemente, inhumana.
Así, Solias fue conocido como "La Luna del Continente", un reino protegido por los dioses, donde nadie osaba invadir o codiciar su territorio. Este fue el inicio de una nueva era en la historia.
La era de paz, que se prolongó durante siglos, fue iniciada por Lessas Rhaman Solias, el rey de Solias, junto con su leal caballero y amado, Sayed Prosius. Juntos restauraron el reino, enfrentaron varias crisis en el continente y dejaron una marca indeleble no solo en la historia de Solias, sino también en la del continente entero.
Con el paso de los años, permanecieron en Solias, sin envejecer, protegiéndolo durante generaciones, hasta que un día desaparecieron sin dejar rastro.
Los más entusiastas especulaban que nunca murieron y que, incluso ahora, continúan protegiendo este mundo. Esta creencia quedó grabada en las leyendas y se convirtió en una fe que consolaba a todos los habitantes del continente.
< Fin | Incluso si Todos te Odian >
⭒₊ ⊹🌕₊ ⊹⭒
[ HISTORIAS EXTRAS PRÓXIMAMENTE ]
Chapter 149: 👀EXTRAPEEK#01 - EN UN CÁLIDO DÍA DE INVIERNO
Chapter Text
Un aroma agradable. Fragancia floral. Una sensación sutil y dulce.
«…Un aroma que se asemeja al de Ed.»
Fue solo cuando el suave perfume floral, flotando junto a su almohada, se impregnó profundamente en su respiración, que Lessas despertó de su sueño. La luz del sol, ya alta en el cielo, había teñido intensamente los pétalos violetas, haciendo que la fragancia llegara delicadamente a la punta de su nariz.
Al abrir los ojos, lo primero que vio fueron cuatro flores de hielo. Colocadas con cuidado en un frasco de vidrio transparente, las flores inclinaban sus cabezas gentilmente, como si lo observaran, proyectando una pequeña sombra sobre su rostro. Una sombra gris y diagonal que caía suavemente sobre sus ojos.
En cuanto vio aquello, la niebla del sueño, que flotaba como un castillo en su conciencia, se desvaneció por completo. Todavía acostado, Lessas extendió el brazo y, con movimientos cautelosos, acarició la punta de un pétalo. La delicada textura que sintió en la yema de su dedo índice parecía tan frágil que podría romperse con el más mínimo esfuerzo. Ni siquiera se atrevió a tocarla con firmeza, porque sabía lo preciosa que era esta flor y, por ende, su dueño.
Sayed.
Tan pronto como el nombre, apenas murmurado en silencio, se filtró en su alma, su corazón perdió la calma. La sangre, que fluía tranquilamente, comenzó a hervir lentamente, y el latido de su corazón, antes pausado, empezó a acelerarse hasta doler. El rostro pálido de Lessas recobró el color mientras salía apresuradamente de la cama, dejando cualquier atisbo de serenidad atrás.
Sayed recogía flores cada madrugada y las colocaba junto a la almohada de Lessas mientras este dormía. A pesar de asumir también las tareas que Lessas debía atender, Sayed tenía tanto que hacer que debía levantarse antes del amanecer y no dejaba de moverse hasta la noche. Aun así, llevaba más de un mes haciendo esto por él. Todo porque pensaba que a Lessas le gustaban las flores.
El amor al que Lessas debía servir y venerar estaba haciendo tal esfuerzo por él, lo que le llenaba de culpa y vergüenza. Al principio, no sabía cómo reaccionar ante ello.
Si Lessas simplemente se levantara más temprano, podría evitar que Sayed desperdiciara su tiempo de esa manera. Pero, tal vez por haber vivido toda su vida sin dormir adecuadamente, o tal vez debido a los efectos secundarios de que su alma hubiera abandonado y regresado a su cuerpo, su cuerpo no obedecía. Aunque dormía mucho menos que cuando despertó por primera vez, en comparación con antes, todavía se levantaba tarde, en lo que para él era un horario inusualmente perezoso.
Si lo que Sayed le ofreciera fuera desprecio y odio, Lessas estaba seguro de que lo aceptaría sin quejas. Sin embargo, ante gestos de amabilidad y consideración como estos, sentía una sofocante culpa. Era demasiado, algo que excedía lo que él merecía, y la sola idea lo llenaba de una vergüenza tan intensa que parecía que no podría soportarlo.
Sayed, como si hubiera comprendido de inmediato los pensamientos de Lessas, rechazó tajantemente cualquier intento de este por disuadirlo.
{ ─ No es algo que haga solo por usted, su alteza, así que no tiene por qué sentirse culpable. Simplemente deseo que, al despertar y ver estas flores, piense en mí. }
Sayed, recitando estas palabras con calma, extendió una flor que había cortado. Luego, con una sonrisa apenas tímida y los ojos ligeramente entrecerrados, agregó una pizca de incomodidad que hacía su rostro aún más hermoso. Tan hermoso que cualquier comparación con una flor resultaba insuficiente. Ante esto, Lessas no pudo oponer resistencia, limitándose a aceptar la flor en silencio.
Aunque no necesitaba flores para pensar en Sayed desde el momento en que abría los ojos, no pudo contradecirlo ni detener sus acciones. Las palabras de Sayed habían arrebatado por completo sus pensamientos.
Al imaginar la dedicación que había detrás de cada gesto de Sayed, Lessas se encontraba incapaz de mantener la compostura. Cada vez que Sayed salía del castillo al amanecer, recogía las flores al borde del bosque y volvía con ellas, había un pedazo de amor contenido en cada paso que daba. Era como un milagro.
El cuidado con el que abría la puerta de la habitación, la delicadeza con la que colocaba el florero junto a su almohada, los ojos grises que lo observaban brevemente mientras dormía, y el silencio con el que salía para no despertarlo: todo era un milagro. Sayed era alguien que convertía cada momento de su existencia en algo así.
Incluso después de un mes, Lessas aún no podía dejar de preguntarse si no seguía muerto y soñando con alguna ilusión. Esa era la magnitud de la maravilla que sentía en su vida, algo tan deslumbrante y fuera de lo que creía merecer que aún no podía acostumbrarse.
Y aun así…
─ Su alteza.
La voz de Sayed lo trajo de vuelta a la realidad. Lessas, al abrir la puerta de la habitación, se estremeció al ver a esta hermosa persona allí frente a él.
─ Ya ha despertado.
Sayed estaba de pie en el pasillo, con la luz de las ventanas arqueadas iluminándolo desde atrás. Las ventanas eran amplias y altas, dejando entrar el brillante resplandor del día invernal. La luz del sol, radiante y cálida pese al frío del invierno, se dispersaba como cuentas de cristal por todo el lugar. El cielo, de un azul tan intenso que parecía brillar, hacía que la vista fuera casi cegadora.
Sin embargo, incluso esa espectacular escena era eclipsada por algo aún más impresionante y deslumbrante: Sayed. Con una capa hecha de piel gris cayendo sobre sus hombros y manteniendo una postura firme y recta, su presencia hizo que Lessas olvidara cómo respirar. Aunque pudiera parecer un pensamiento tonto, cada vez que Lessas veía a Sayed, volvía a enamorarse de él. Incluso después de toda una vida observando su rostro, cada encuentro le parecía nuevo, increíble y profundamente encantador.
El cabello gris de Sayed, que bajo la luz parecía plateado, brillaba como si fuera a derretirse al tacto. Sus rasgos, impecablemente proporcionados, no mostraban defecto alguno. Sus ojos, bajo cejas gruesas y largas, eran intensos y masculinos, con una mirada afilada pero delicada. Su nariz, recta y perfectamente moldeada, tenía la longitud y forma exactas. Sus labios, delgados y de un tono claro, tenían una forma elegante y refinada.
Mientras Lessas permanecía inmóvil y sin palabras, incapaz de procesar lo que veía, Sayed sonrió. Aquel hombre, cuya belleza hacía que fuera difícil sostenerle la mirada, transformó su expresión fría en una calidez inmediata. Sus ojos se curvaron ligeramente mientras una sonrisa blanca se formaba en sus labios. Levantando apenas una comisura, Sayed habló con calma.
─ Buenos días.
El tono dulce y profundo de su voz sacó a Lessas de su ensimismamiento. Aunque quedarse embelesado con Sayed era algo casi natural, no era excusa para no responder de inmediato a su amado.
─ Buenos días, Ed. ¿Dormiste bien? El clima es tan hermoso… como tú.
Dándose cuenta de lo tonto que había sido, Lessas susurró con timidez. No era la primera vez que no lograba mostrar una imagen elegante o impresionante frente a Sayed, pero siempre terminaba sintiéndose avergonzado por su torpeza. Un leve rubor se extendió sobre sus suaves y pálidas mejillas.
─ Sí, dormí bien. ¿Y usted, su alteza? ¿Descansó profundamente? ¿Cómo te sientes?
Al ver cómo el rostro de Lessas se teñía de rojo, Sayed se acercó lentamente. Con cada paso, el sutil aroma que traía del exterior se volvía más perceptible. Olor a invierno. El aire puro y frío, tan nítido que casi dolía. Al imaginar a Sayed vagando por el frío, Lessas sintió el impulso de tomarle la mano, de calentarla con su propia calidez y, quizás, de besarla.
Sin embargo, la misma fuerza que lo hacía sentir abrumado por el hecho de que Sayed fuera su pareja le impedía tocarlo libremente. No era solo porque el acto le resultaba extraño; había otra razón.
Cuando había actuado únicamente como su Guía, Lessas no dudaba en tocarlo. Pero en aquel entonces, estaba completamente consumido por la determinación de salvar a Sayed. Había permitido que su propósito justificara su contacto, convencido de que debía mostrarle que era amado y traerlo de vuelta a la luz.
Ahora, sin embargo, lo único que quedaba era su propio deseo, profundo e intenso, tanto que a veces incluso lo asustaba. Desde que se dio cuenta de que la oscuridad que una vez envolvía a Sayed había desaparecido, Lessas supo que ya no tenía excusas. No podía justificar sus actos con argumentos nobles, ni quería engañar a Sayed con mentiras. Por eso, cada vez que sentía que su deseo amenazaba con desbordarse, se contenía con todas sus fuerzas, como si necesitara romperse los tobillos para no dar un paso más allá.
Mientras Lessas luchaba contra ese deseo que lo consumía, Sayed, como si siempre supiera cómo rescatarlo, tomó la iniciativa. Extendió la mano y sostuvo la de Lessas, que seguía abierta en la puerta.
─ Entremos, su alteza. Esa ropa no es adecuada para presumir ante otros.
La suave sugerencia de Sayed fue suficiente para que Lessas reaccionara de inmediato. Como si hubiera estado esperando, Lessas tomó la mano de Sayed y lo guió hacia el interior, cerrando la puerta detrás de ellos. La mano de Sayed, expuesta al aire frío durante tanto tiempo, estaba helada como la escarcha.
Aunque sabía que no debía, Lessas no pudo evitar encontrar una excusa para prolongar el contacto.
─ Tus manos están muy frías. ¿Puedo calentarlas, Ed?
─ Sí.
Aunque era una excusa evidente, Sayed no se opuso. La forma en que aceptaba tranquilamente y ofrecía sus manos lo hacía increíblemente adorable, tanto que el corazón de Lessas se llenó de una alegría tan intensa que casi dolía. Como un animal que aprovecha la oportunidad, Lessas apresuradamente envolvió ambas manos de Sayed con las suyas. A pesar de que las manos de Sayed siempre parecían grandes, al encerrarlas en sus propias manos, Lessas notó que eran un poco más pequeñas que las suyas, y ese descubrimiento lo enloqueció.
─ Eres tan adorable, Ed.
Incapaz de contenerse, Lessas dejó escapar lo que realmente pensaba, mientras inclinaba la cabeza y soplaba suavemente aire cálido sobre sus manos entrelazadas. El calor del aliento ayudó a derretir la frialdad de ambas manos, y Sayed, algo desconcertado, arqueó las cejas.
─ ¿A qué se refiere con que soy adorable?
Sayed siempre había encontrado extraña la palabra "adorable". Desde aquella primavera, cuando Lessas lo invitó a cenar en el palacio real, hasta en momentos muy lejanos, cuando Lessas había sostenido su mano por primera vez.
«...Y justo eso te hace aún más adorable.»
─ Tus manos, Ed. Son más pequeñas que las mías, y eso me parece curioso y adorable.
Lessas, intentando no sentirse abrumado por el hecho de estar tocando las manos de Sayed, desvió su atención hacia ese detalle, como si fuera un descubrimiento fascinante. Sus ojos brillaban mientras susurraba esas palabras con sinceridad. Sayed, atrapado por las manos de Lessas, movió ligeramente los dedos, como si intentara liberarse suavemente.
Lessas, observando la forma en que los dedos de Sayed se movían dentro de sus manos, perdió momentáneamente la razón. Cuando recuperó la compostura, se dio cuenta de que había llevado los dedos de Sayed a sus labios y los había besado.
─ ...Ah.
De repente, la razón volvió a Lessas, quien parpadeó y levantó la cabeza. Sayed lo observaba con una expresión ligeramente incómoda, sus cejas oscuras fruncidas mientras desviaba la mirada. En el extremo de la mirada atónita de Lessas, pudo notar el enrojecimiento en los lóbulos de las orejas de Sayed.
─ Lo siento... Ed, eres tan adorable que actué de manera grosera sin darme cuenta…
Sayed, quien había evitado brevemente encontrarse con sus ojos, devolvió la mirada de inmediato al escuchar la disculpa de Lessas. Luego, con un tono algo cortante, preguntó.
─ ¿Dijo que actuó de manera grosera?
─ Sí…
Lessas sintió una punzada en el estómago, como si sus entrañas se retorcieran, convencido de que había ido demasiado lejos al tocarlo sin permiso. Su rostro palideció ante el miedo de haber cometido un error. Justo en ese momento, Sayed habló nuevamente.
─ ¿Exactamente qué parte considera grosera?
─ Haberlo tocado sin su permiso.
─ Le he dicho muchas veces que no me molesta algo así. Deseo que haga lo que quiera, su alteza. Además, esa es su posición y también es mi pareja. Para mí, no necesita pedir permiso para este tipo de contacto trivial.
─ Pero incluso entre parejas, cualquier contacto no deseado puede ser incómodo. Quiero respetarte, Ed.
─ Estoy diciendo que lo deseo, su alteza.
Lessas miró a su alrededor, sobresaltado. Aunque no había nadie presente que pudiera escucharlos o verlos, la idea de que alguien pudiera haber oído lo que Sayed acababa de decir lo inquietó profundamente. La imagen de Sayed, pronunciando palabras tan amorosas y, de alguna manera, casi indecentes, era tan privada y preciosa para Lessas que no soportaría que otro las presenciara.
Aunque era una mañana algo tardía, escuchar palabras tan atrevidas a plena luz del día fue abrumador para Lessas. Su cuerpo reaccionó instintivamente, reflejando el deseo oscuro que yacía en lo más profundo de su ser, despertado por aquellas palabras.
─ Espero que su alteza priorice más sus propios deseos que a los demás. Ya me había dicho que entendía lo que le decía, pero en este aspecto parece que no hay cambio alguno. Eso me entristece un poco.
─ ¡Ed…!
Finalmente, Sayed expresó su descontento, mencionando que se sentía apenado. La culpa golpeó a Lessas con tal fuerza que deseó poder destruirse a sí mismo. Trató de abrir los labios para explicar por qué actuaba de esa manera, pero en cuanto recordó lo que realmente deseaba, no tuvo el valor de decirlo.
«¿Cómo podría expresarlo?»
Si hacía lo que realmente deseaba, como Sayed le había sugerido, lo tocaría sin descanso, besaría cada centímetro de su piel, inhalaría su aliento y se perdería en él completamente.
«Quiero besar no solo sus ojos hermosos, sino incluso los párpados que cubren sus globos oculares. Deseo probar el contorno de sus orejas, sus dientes, su cuello, su espalda, el interior de sus axilas, la parte trasera de sus rodillas, sus pies… Quiero lamerlo todo, sin dejar ni un rincón de su cuerpo sin explorar.»
Solo imaginarlo era suficiente para que Lessas reconociera que sus pensamientos no eran normales, que estaban distorsionados. Por eso no podía abrir la boca para expresar lo que sentía. Si solo se tratara de esos impulsos, quizás podría considerarse afortunado. Pero al darse cuenta de que Sayed estaba vivo y en sus brazos, el impulso que lo dominaba tomaba una forma mucho más intensa. Era indecente.
El deseo que lo consumía era caótico. Lessas tenía una necesidad desesperada de abrir las piernas de Sayed y hundirse en su delicado interior. La llama de su anhelo de grabar su existencia en el alma de Sayed amenazaba con consumirlo por completo. Sabía que, si cedía a ese impulso, perdería el control en cuestión de minutos. Por eso, ni siquiera podía atreverse a hacer el contacto que podría desencadenar todo aquello.
─ Lo siento. No era mi intención hacerte sentir mal. Yo…
Finalmente, Lessas logró hablar, pero no pudo decirlo todo. Por mucho que no quisiera ocultarle nada a Sayed, revelar su naturaleza más oscura y repulsiva era algo que no podía permitirse. No podía soportar la idea de ser despreciado por él. Eso era lo único que jamás podría hacer, ni siquiera a costa de su vida.
─ Tampoco esperaba escuchar una disculpa de su parte, su alteza. No tiene por qué sentirse así. Solo quería que supiera cómo me siento.
La voz de Sayed se suavizó. Giró su mano, que estaba atrapada entre las de Lessas, y entrelazó sus dedos con los de él. Apretando suavemente su mano con una firmeza reconfortante, Sayed confesó lo que había en su corazón.
─ También tengo deseos, y como es natural, quiero tocar a mi pareja con libertad. Es agradable que me trate con cuidado, pero no tiene que ser tan delicado conmigo como si fuera de vidrio. No soy alguien tan frágil.
─ Lo sé, Ed. Eres una persona fuerte y resistente, más que nadie.
─ Entonces, si lo sabe, ¿por qué mantiene esta distancia conmigo?
─ ¿Distancia?
─ Su alteza, ¿qué pareja en el mundo duerme en habitaciones separadas?
Lessas quedó perplejo por un momento, intentando reconciliar las palabras de Sayed con lo que él consideraba normal. Hasta donde sabía, no existía ninguna regla que indicara que una pareja, excepto los matrimonios, debía compartir habitación. Sin embargo, la firmeza en el argumento de Sayed era tal que Lessas empezó a cuestionar si su conocimiento estaba equivocado. Mientras vacilaba, Sayed continuó su persuasión con una fluidez impecable.
─ Su alteza, ha pasado más de un mes desde que regresó a mis brazos, y llevamos mucho más tiempo como pareja. Después de tanto tiempo juntos, es absurdo que sigamos en habitaciones separadas. Además, considerando que su cuerpo aún no se ha recuperado completamente, ¿no sería correcto que pasara la noche con usted y lo cuidara, príncipe?
Desde el momento en que Lessas pudo permanecer despierto más de medio día, Sayed había estado proponiendo compartir la misma habitación. Pasaban tanto tiempo juntos antes de dormir que realmente no había una razón lógica para rechazarlo. Para Lessas, la oferta era incluso un lujo, una muestra de la bondad de Sayed. Sin embargo, él sabía con absoluta certeza que, en el momento en que compartieran la noche, perdería por completo el control de sí mismo.
El deseo que habitaba en Lessas era como una sombra pesada y constante, acechando en lo más profundo de su interior. Aunque normalmente permanecía contenido, sabía que con el más mínimo estímulo se desbordaría, inundando su mente y aplastando su razón. Por eso, aunque la oferta de Sayed era justa e incluso lógica, Lessas no podía aceptarla sin temor.
Lessas dudó. Sabía que Sayed tenía razón y no podía contradecirlo, y tras haber visto su decepción anterior, rechazarlo se volvía aún más difícil. Sayed, notando su vacilación, añadió más argumentos a su causa.
─ No hay motivo para que lo piense tanto. Antes de ser mi pareja, dormía sin problema a mi lado, incluso llegando a descansar con la cabeza sobre mi regazo. Ahora, de repente, que se sienta avergonzado es lo que no tiene sentido.
─ Eso fue porque, en aquel entonces…
Al recordar aquella noche, Lessas todavía sentía que estaba soñando. La imagen de la mandíbula afilada y suave que había visto al despertar, las pestañas plateadas que lo observaban desde arriba... eran escenas que aún encendían sus deseos. El recuerdo de esa noche en el granero, tan humilde pero lleno de significados, hizo que su cuello y rostro se sonrojaran intensamente.
─ No solo eso. Me besó sin dudarlo, tomó mis manos, e incluso rodeó mi cintura sin problema.
─ Eso fue porque… tenía que purificarte. Para hacerlo, necesitaba mantener el mayor contacto posible contigo.
─ ¿Así que ahora que ya no es necesario, ha perdido el interés?
La cabeza de Lessas daba vueltas. Las palabras de Sayed lo sacudían tanto que sentía como si fuera a desmayarse. Con los ojos brillando por una ligera humedad, Lessas negó con la cabeza rápidamente. No podía rechazar algo que Sayed deseaba tan sinceramente.
─ No es eso. Es solo que… me da vergüenza. Antes podía usar la purificación como excusa, pero ahora, todo lo que hago es porque lo deseo.
Queriendo demostrarle lo serio que era, Lessas tiró suavemente de Sayed, atrapándolo en sus brazos. Sayed, quien había mostrado una expresión de descontento todo el tiempo, suavizó su rostro al instante, aunque Lessas no lo notó. Cuando Sayed lo abrazó de vuelta, envolviendo su espalda con sus brazos, Lessas finalmente pudo respirar con calma.
─ Si es lo que Ed desea, por supuesto que estoy de acuerdo en compartir la misma habitación. Yo también quiero hacerlo.
Aunque sabía que sería una tortura verlo dormir junto a él, conteniendo su deseo hasta el límite, era algo que podía soportar. Lessas había pasado toda su vida resistiendo el dolor; se había acostumbrado tanto a ello que ya no era algo que lo paralizara. Soportar este nuevo tipo de autocontrol, tan impregnado de ternura, ni siquiera se acercaba a lo que había soportado en el pasado. Para él, era un sacrificio que haría con gusto.
─ Entonces, ordenaré a los sirvientes que trasladen sus pertenencias esta tarde. Mi habitación es mucho más tranquila, por lo que será más fácil para usted dormir hasta tarde.
─ Mientras esté contigo, Ed, cualquier lugar estará bien.
Lessas, al notar que la voz de Sayed era mucho más relajada que antes, sintió un gran alivio. Aferrándose aún más a él, como si no quisiera dejarlo ir, lo abrazó con fuerza, y Sayed correspondió de la misma manera. Las manos firmes y ásperas de Sayed recorrieron suavemente la espalda de Lessas.
Debido a la delgada tela del pijama que llevaba puesto, podía sentir con claridad el tacto de la palma de Sayed sobre su piel. Aunque la temperatura de Sayed solía ser algo fría, ahora estaba cálido gracias a Lessas, y ese calor, combinado con el movimiento de sus manos, provocó una reacción aguda en Lessas.
El deseo, que había permanecido en calma, resurgió de manera violenta, invadiendo a Lessas por completo. Imágenes fugaces cruzaron su mente: las manos de Sayed, antes tiernas se tiñeron de placer, volviéndose urgentes y desesperadas al aferrarse a su espalda; imaginó su cuerpo tendido debajo de él en una penumbra azulada, gimiendo suavemente. La sola idea de ver a aquel hombre hermoso sometido, tan vulnerable, encendió algo en su interior. La parte inferior de su abdomen se tensó de inmediato y sintió cómo su cuerpo comenzaba a reaccionar. Mordiendo los dientes con fuerza, Lessas desvió sus pensamientos.
«Sayed debe ser tratado con delicadeza. Es alguien que murió porque no pudiste protegerlo... no debes hacerle daño.»
Tan pronto como pensó en eso, su mente pasó rápidamente por el cadáver ensangrentado de Sayed. Esa escena, que había quedado marcada en su alma como una cicatriz imborrable, no era difícil de recordar. Con ese recordatorio, Lessas sofocó el deseo con la fuerza de quien corta la cabeza de una bestia. Recuperó la compostura de inmediato, y cualquier rastro de su reacción desapareció.
─ ¿Has comido, Ed? ¿O te has saltado el desayuno otra vez?
Para no perder el control que tanto le costaba mantener, Lessas sonrió ampliamente. Aunque lo que realmente deseaba devorar no era comida, sino a Sayed, sabía que si se dejaba llevar por ese deseo, solo acabaría hiriéndolo. Quería que, cuando finalmente estuviera listo, todo fuera tan amable y tierno como él deseaba.
No sabía cuándo llegaría ese momento, pero estaba seguro de que ahora no era el adecuado. No estaba lo suficientemente equilibrado como para manejarlo, y temía las consecuencias de perder la razón.
─ …Qué pregunta tan inesperada.
Sayed arqueó ligeramente una ceja, desconcertado pero intrigado por el cambio abrupto de tema.
Las manos de Sayed, que acariciaba discretamente la espalda de Lessas, se detuvieron de repente. Sin darse cuenta, su mano había descendido hasta la parte baja de su espalda, tocando ligeramente sus firmes glúteos. Al percatarse de esto, un instante de conciencia hizo que la mente de Lessas se nublara, pero se esforzó por mantener la calma y controlarse.
─ Tengo hambre y quiero desayunar. Seguro que tú también tienes el estómago vacío, Id. Vamos a comer juntos.
Al mencionar el hambre, el cuerpo de Sayed reaccionó con un ligero estremecimiento. Después de un breve silencio, Sayed soltó lentamente el abrazo y recorrió a Lessas con la mirada, sus ojos ahora más oscuros que antes. Con un gesto impaciente, se pasó una mano por el cabello antes de asentir.
─ Llamaré a alguien para que traiga comida a la habitación.
─ No, vayamos abajo a comer. Es un día soleado, ¿verdad? Me pregunto si Cecilia o Riley ya habrán desayunado.
─ Probablemente. Por eso pienso que sería mejor comer aquí, en la comodidad de la habitación.
─ De todas formas, podemos pasar a preguntar. Te gusta estar con todos, ¿no?
Los dedos pálidos de Sayed, que habían estado acomodando su cabello, revelaron fugazmente las venas azuladas en su mano antes de volver a relajarse. Lessas, ajeno a ese detalle, le sonrió como un joven inocente, con una pureza que parecía iluminarlo. Al ver esa sonrisa, Sayed finalmente cedió, incapaz de resistirse.
─ Está bien. Como desees.
Lessas, sintiendo que quedarse más tiempo juntos en la habitación solo aumentaría la tensión entre ellos y probablemente llevaría a algo imprudente, se apresuró a moverse hacia la puerta. Sin embargo, justo cuando estaba por salir, Sayed lo detuvo al sujetarlo del brazo.
─ Su alteza, no puede salir con esa apariencia.
─ Ah.
Ahora que lo pensaba, seguía tal como había despertado. Lessas se dio cuenta, con cierta vergüenza, de que había estado completamente distraído. Sonrió tímidamente, sintiendo la incomodidad, mientras Sayed ajustaba su camisa. La prenda, hecha de seda negra, era más holgada que su talla habitual, dejando expuestos su clavícula y cuello. Evidentemente, incluso para los estándares de Sayed, la escena no resultaba muy apropiada.
─ Supongo que es un poco inapropiado. ¿Podrías esperar afuera un momento, Ed? Me lavaré rápidamente y saldré enseguida.
─ ¿Es realmente necesario que salga?
Sayed lo preguntó con auténtica curiosidad, como si la solicitud no tuviera sentido. Esto solo hizo que Lessas se sintiera aún más incómodo. Contener los deseos que lo invadían no era, como ya había reflexionado, una tarea fácil. La imagen encantadora de su pareja, quien además parecía inconsciente de cuánto lo ponía a prueba, lo desarmaba completamente. Sin poder reprimir el impulso ni encontrar el valor para detenerlo, Lessas simplemente sonrió con timidez y le respondió con cortesía.
─ Es que me da vergüenza…
No estaba mintiendo; de verdad le avergonzaba la idea de que Sayed pudiera verlo en un estado tan vulnerable, rozando lo salvaje. Su voz baja resonó suavemente en la habitación, y aunque Sayed no parecía del todo conforme, al final accedió y salió del cuarto.
⭒₊ ⊹🌛🌞₊ ⊹⭒
< Fin ExtraPeek#01 | Incluso si Todos te Odian >
Chapter 150: Credits
Chapter Text
Beckham on Chapter 1 Sat 10 Aug 2024 03:30PM UTC
Comment Actions
DecentTales on Chapter 1 Tue 13 Aug 2024 05:34AM UTC
Comment Actions
Farsali (Guest) on Chapter 1 Sun 29 Dec 2024 01:32PM UTC
Comment Actions
DecentTales on Chapter 1 Sat 11 Jan 2025 09:47AM UTC
Comment Actions
Farsali (Guest) on Chapter 65 Sun 29 Dec 2024 05:11PM UTC
Comment Actions
DecentTales on Chapter 65 Sat 11 Jan 2025 09:49AM UTC
Comment Actions
mxtjc on Chapter 149 Mon 31 Mar 2025 05:04AM UTC
Last Edited Mon 31 Mar 2025 05:05AM UTC
Comment Actions
Vivian (Guest) on Chapter 149 Sun 27 Apr 2025 05:18AM UTC
Comment Actions
Marsh (Guest) on Chapter 149 Sun 27 Apr 2025 05:25AM UTC
Comment Actions