Chapter Text
El jueves de la semana siguiente, uno de los dos pabellones del colegio fue prácticamente tomado. Chicos y chicas iban de aquí a allá con sus vestuarios, libretos, accesorios, maquillaje y un sinfín de cosas que habían sido preparadas desde hacía muchos días para la presentación; pero que, no obstante, no terminaban de quedar perfectas por alguno que otro detalle. Dado que los equipos necesitaban la mayoría de espacios a su disposición, los profesores decidieron acomodar a los novenos y onceavos en el pabellón de la secundaria media, mientras que los demás grados se quedaron juntos en el de la preparatoria.
En nuestro caso y por fortuna, el único que consideró que sus creaciones necesitaban auxilio en el último momento fue Takanori, pues los diálogos del enano habían sido corregidos y aprobadas sus últimas versiones, por unanimidad, un par de días atrás. No obstante, mi hermano no se sentía seguro con ciertos detalles de los trajes, así que llamó a papá para pedirle que dejara ir a Toshiya a nuestro colegio, a lo que éste acudió con cinta métrica, alfileres y tijera en mano.
Como Ruki tenía el papel principal al ser Amaterasu, Toshiya-san optó por ajustarle primero el traje a él; y mi hermano, después de que terminó de maquillarse, le ayudó con el resto. Entre ambos, revisaron más rápido mi indumentaria, después la de Tetsu, el traje de Uruha y finalmente el vestuario de Reita, que de todas formas solo consistía en un yukata largo de color negro con un obi beige.
Kouyou esperaba su turno junto a mí, luego de que yo ya me había preparado, mientras el bajista de Dir en Grey y mi hermano terminaban con Tetsuya. Un poco más a lo lejos, pero en el mismo salón que su mejor amigo y yo, se hallaba Akira.
—Es una suerte que Tetsu se haya podido recuperar para hoy, ¿no crees?— Comentó Kouyou, mientras sonreía con su usual mirada felina. Esa que insistía en hacer contacto visual aun y cuando su interlocutor mostrara evidente incomodidad al sostenerla.
Hasta ese momento, no había cruzado palabras relevantes con el senpai más allá de lo necesario para decorar el espacio de nuestra pequeña obra, la cual tendría lugar en uno de los salones con tarima. Esto debido a que varios equipos eligieron para su propuesta una representación teatral, por lo que al final se optó por hacer horarios escalonados para que cada uno acomodara lo suyo. En los espacios restantes, intervendrían los equipos que planearon estrategias expositivas, museos, restaurantes u otro tipo de muestras. Así, el grupo siguiente tendría tiempo suficiente para armar su escenario.
—En realidad, sé que sigue un poco adolorido. Es solo que no deseaba echarle a perder todo el trabajo a los cinco.—
Ciertamente, me esperaba la pregunta de parte de Kouyou desde hacía rato, o algún otro comentario alusivo a lo sucedido con el bobo que diera pie para conversar acerca de él. De su parte, el senpai no había cambiado su manera de dirigirse a mí y a mi amigo en público. A mí, además (y a pesar de que había notado su pasmo el día que detuve su mano), siguió coqueteándome como antes. A lo mejor, para ese entonces lo hacía con el explícito afán de fastidiar, más que de ver qué podría sacar con su insistencia. Pero esas, por supuesto, eran solo interpretaciones mías.
—Es una suerte que el asunto no haya pasado a más, porque sin duda me habría sentido muy mal. A pesar de que no lo demuestro abiertamente, he empezado a darme cuenta de todo lo que el enano significa para mí, y de que las cosas suceden por algo.—
Kouyou me miraba con los ojos un tanto abiertos y las cejas levantadas, señal inequívoca de la sorpresa que le generaban semejantes palabras, por más que intentara actuar con naturalidad. Pero era obvio que, viniendo de mí, eso sorprendería a cualquiera. A decir verdad, hasta yo me hallaba asombrado hasta cierto punto, pero satisfecho a la vez, pues por fin estaba diciendo las cosas como las sentía.
—Ya sabes, me refiero a este trabajo que tuvimos que hacer todos juntos, y hasta a la historia que elegimos. Sé que represento a Susanoo y que Ruki tiene el papel de Amaterasu-omikami, pero Tecchan es sin duda la Ame-no-Uzume que ha hecho salir el sol de nuevo para mí.—
Para ese instante, Kouyou estaba realmente estupefacto. Si bien se mostró serio al principio, segundos después sonrió de nueva cuenta con su gesto de seguridad.
—Es… en verdad sorprendente escucharte decir algo así.—
Yo me contagié de su gesto, posiblemente porque estaba tan admirado como él.
—Me he dado cuenta de que también soy capaz de hacerlo. Por ese motivo quiero que dejes de intentar tener algo conmigo.— En ese punto, se acabó mi sonrisa. —No solo porque él esté primero, sino porque gracias a mis contactos, me he podido dar cuenta por fin de la razón por la cual tú y Suzuki fueron transferidos aquí.—
Su mohín autosuficiente no se extinguió como ingenuamente pensé que sucedería, ni el del trapo en la cara se removió siquiera, a pesar de que yo sabía que había escuchado la conversación completa.
—Ya se me hacía extraño que solo a ustedes les vetaran el uso de los computadores fuera de la hora de clases…—
Aiko, Reiko y Yuriko lograron dar con la información muy poco tiempo después de que se empeñaran en ello, recurriendo a todas sus conexiones tanto con los profesores, como con el personal administrativo. Las chicas, con el mayor de los sigilos, entrevistaban desde a las conserjes, hasta a las cocineras y secretarias. Takashima Kouyou y Akira Suzuki habían sido expulsados de su colegio en Kanagawa por mirar pornografía en los ordenadores del instituto, durante varios días en los que pidieron permiso para quedarse en el salón tecnológico por las tardes, con el pretexto de buscar información para sus asignaciones. Posteriormente al castigo, sus padres decidieron enviarlos a Osaka como escarmiento, a casa de los abuelos de Suzuki: juntos, como los grandes amigos que eran (en las buenas y en las malas), pero completamente solos.
—Bueno, ahora que conoces nuestro gran secreto, ya no tenemos nada que esconderte.— Dijo Kouyou con sarcasmo. —Y vaya que tus informantes hicieron un buen trabajo. Se ve que aprovechan bien el tiempo que otras chicas usarían en arreglarse, vestirse y maquillarse.—
—En fin, quiero retirar el acuerdo al que habíamos llegado aquella vez. No solo necesito que dejes de seguirme, sino que tampoco deseo que Reita prosiga con Takanori. Ahora que conozco el motivo de la presencia de ambos en Osaka, te imaginarás que no quiero a alguien como él cerca de mi hermano. En ese caso, prefiero que siga perdiendo el tiempo con el bueno para nada de Makoto…— Agregué, rodando los ojos tras un suspiro. —Oh, y para asegurarme de que eso se haga, les propongo otro negocio: obedecer, a riesgo de que le cuente todo a Ruki y ustedes no puedan ni siquiera audicionar para su banda.—
La última táctica fue fulminante, pues ambos dirigieron sus indignadas miradas hacia mí. Sin miedo a exagerar, creo que fue esa la primera vez que vi algo parecido a una emoción en ojos del rubio mal teñido y, personalmente, me dio mucho gusto que fuera una de ese tipo.
Uruha suspiró incómodo, aunque tratando de conservar aquella molesta ecuanimidad suya. Acto seguido, apoyó el codo en el respaldo de la silla sobre la que estaba sentado, allegándose a mí por el flanco.
—Y si no es en ti, pimpollito, ¿en quién me voy a fijar? Tú eres el más guapo de todo el colegio…—
—Shiroyama está loco por ti, ¿no te has dado cuenta?— Me volteé, hablándole con el mismo tono idiota y mirándolo directo a los ojos con una sonrisa dibujada en los labios. De seguro, al estar ataviado como el prepotente dios, me contagié de su vanagloria. —Pero es normal: le gustan todos. Aun así, creo que harías buena pareja con él. Anda.— Agregué, guiñándole un ojo. —Dale una oportunidad.—
“Tres sagradas doncellas produjo la magia de Amaterasu en la espada de Susanoo
Mientras que el hermano a cinco violentos guerreros engendró
¿Quién sería el ganador tras semejantes vástagos?
¿Qué deidad el laurel entregó?
Consensuados por un tiempo, en paz siguieron los dioses
Hasta que la furia del amo del mar y las tormentas se desatara
y a su brillante hermana afrentó
—¡Ese bárbaro no volverá a saber de mí; ni él, ni ningún otro viviente!— Gritó ella
Y se encerró en una cueva, privando al mundo de su luz
Los campos morían, los animales agonizaban
Y los mortales fenecían de tristeza más que de hambre
Abandonados por aquella que tanto y con tanta dulzura los amó
Así fue que los eternos no lo soportaron
Y a asamblea convocaron
Organizaron una enorme fiesta que a la dama atrajera
Ella, la resplandeciente, llena de curiosidad se asomó a la puerta
Y se vio por vez primera
La que huye constantemente de Tsukuyomi estaba embelesada
Por las danzas de la Gran Persuasora
Uzume, semidesnuda, agitaba los pechos y el cuerpo todo
Mientras los demás reían, aplaudiendo
Hechizados por la Divina Hembra
Amaterasu, deidad poderosa, no volvió a encerrarse en la cueva
Y su hermano del cielo fue expulsado
Hasta que Orochi proveyó el presente
De su sangre, de su muerte
De la cuarta de sus colas.”
En la noche de ese día llamé a mi prima, con la cual conversé como de costumbre acerca de todo lo sucedido tanto en su semana como en la mía. Le conté con mucha emoción sobre nuestro proyecto, pues ella también estuvo al pendiente de todo el trabajo que nos significó tanto a Ruki como a mí, pero también a Tatsu-ojisan. Además, estaba sumamente orgulloso de la buena calificación que finalmente obtuvimos.
Después de un rato de charla, la mocosa se quedó en silencio durante unos momentos, pero rio a continuación.
—Y dime… ¿Ya tienes novio?—
Había olvidado lo que le dije la última vez sobre mi “disyuntiva”, así que la pregunta me tomó muy por sorpresa. Especialmente, luego de que me la planteara de la nada, pero supuse que la chica se había dado cuenta desde hacía tiempo de que todo tenía que ver con el famoso proyecto.
—¡Ja, ja, ja! Hmm… ¿Y para qué quieres que lo tenga?—
—¡Para que me lo presentes, y poder conocer a alguien diferente con el cual divertirnos! Porque cuando Nori-oniichan empezó su relación y creí que iba a tener cuñado nuevo, fue muy aburrido darse cuenta de que ya sabía quién era…—
El comentario me hizo muchísima gracia, al tiempo en que me puso a recordar todo lo acontecido, pues debía ordenar mis ideas para proporcionarle su respuesta a la más pequeña.
—Ya veo. Pues siento desilusionarte, pero creo que es bastante probable que acabe haciéndote lo mismo que mi hermano. Aunque confía en mí: me lo vas a agradecer. Definitivamente, no te habría gustado que me hubiera decidido por el otro…—
Notas finales de Takayuki en el manuscrito
Escribo estas memorias a cuatro años de ocurridos los hechos. Por esa razón espero tu amable comprensión, querido y degenerado lector, y te aconsejo que, si mis desórdenes mentales no te son suficientes, lo enmiendes tú reconstruyéndolos a tu manera. Total, asumo que ya has pagado demasiado en la vida por la inexcusable forma de ser que te trajo hasta aquí.
Después de lo narrado en estas hojas lo demás es historia, pues resulta bien conocido por todos que tanto Uruha como Akira entraron junto con Aoi y Kai a la banda de mi hermano. Tal vez, lo que desconozcan sean los motivos por los cuales Takanori se cambió el apellido artístico: no aparecer ligado al viejo en la industria, hacer su propio mérito, y rendir tributo a uno muy grande que continuará inspirando al resto de generaciones.
Mamá, por su parte, no pudo mantener su promesa de no volver a robarme a nadie, y en cuanto Shizuki audicionó para the Piass, se fijó en él. La hallé haciendo proselitismo no bien me di media vuelta tras la prueba, pero por lo menos me lo confesó de inmediato. Una vez explicadas las cosas, el chico rápidamente se adaptó a las condiciones tanto de la filial como de la casa matriz, que como ya hemos dicho incluyen la absoluta infidelidad para con todos, y se metió en cuanto proyecto fue de su gusto.
El malnacido de Kagawa y su compinche recibieron su merecido no mucho tiempo después de la afrenta, en una operación dirigida por Chihiro y resguardada por los By-Sexual desde las altas y diplomáticas esferas del soborno. Ambos miserables se vieron obligados a dejar no solo la ciudad o la prefectura, sino la región entera. Fueron enviados al norte con pésimas referencias y uno que otro hueso quebrado, como premio a su enorme cobardía.
Ha pasado el tiempo; de eso no hay duda. Tantos años tras los cuales uno pensaría que cualquier ser humano medianamente digno y perspicaz habría tenido oportunidad de procesar sus experiencias y aprender de ellas, así como lo hice yo. Pero mientras escribo esto suena el teléfono, y como tengo tanta pereza de levantarme y atender, entra la contestadora. Es Takanori.
“—¿Yuki? Hola, solo llamaba para saludar. Acabamos de llegar a Tokio, y hace bastante frío, la verdad. Aun así, la ciudad luce muy bien, y estamos muy emocionados por el concierto de esta noche, por más que sea la cuarta fecha de la gira. ¿Sabes? La próxima vez me gustaría que vinieran con nosotros, o que al menos lo hicieras tú.— ”
“—¿Estás hablando con tu hermano?—”
Se oye una voz a lo lejos, que después se hace molestamente cercana.
“—¡Uy, dame! ¿Yuki-chan? ¡Sí, la próxima vez vienes tú también, eh! No me importa si tienes que traer al enano; total, yo no soy celoso, y podemos pasar tiempo de calidad los tres juntitos. ¡Ja, ja, ja! ¡Te mando muchos besos, pimpollo!—”
…nunca debí confiar en la inteligencia de alguien a quien apodaban como a mi pato…
Notas de la autora
Takayuki puso estas crónicas en manos de quien fuera su senpai, Mai Akamatsu, años después de que los eventos a los que se refiere en ellas sucedieran, a cambio de un jugoso pago y la promesa de no venderlas ni publicarlas a riesgo de su propia vida. Al parecer, necesitaba proveerse de algunas “municiones”, las cuales no eran de fácil ni barata consecución en aquellos tiempos. Empero, lo que nuestro querido forajido ignoró fue la posibilidad de que la compradora dejara su país años después, y legara el tesoro a otro interesado del que vamos a convenir en desconocer el paradero. Este, tal como lo pidió amablemente el autor, se tomó la libertad de componer un poco sus desordenados manuscritos, agregándole lo necesario para poder presentárselos al mundo.
Ahora que su banda atraviesa por una pausa que no mina su culto afianzado por el tiempo, a lo mejor el líder se arrepienta de su decisión de esconder historias como estas, las cuales tanto bien gratuito le podrían hacer a su presupuesto publicitario.
Mari Kishibe