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El Secreto de los Guardianes : El Encantador de Dragones / SEGUNDA PARTE

Summary:

Los años han pasado desde la última vez en que se enfrentaron a los planes de sombra, Arendelle ya se había recuperado y prosperaba nuevamente, aunque esto estaba cerca de llegar a su fin.

Un nuevo mal amenazaba al mundo, una vez más el asombro, esperanza y sueños corrían peligros de desaparecer, por lo que el hombre de la luna reunirá a sus guardianes una vez más. ¿Serán estos suficientes para detener las inclemencias del mal?

El regreso de alguien romperá los lazos que se han formado entre nuestros héroes, haciendo algo más imposible salvar al mundo una vez más de las garras de Pitch Black.

*** Primera parte: El secreto de los guardianes; el quinto espíritu.

Chapter Text

Hola, antes de que continúes leyendo debes de saber que este fic contiene una primera parte, puedes encontrarla en mi perfil, o buscar por su nombre: El secreto de los guardianes; el quinto espíritu 💖 

Si ya leíste la primera parte entonces puedes ignorar mi mensaje, que disfruten 😶...

 

Chapter 2: Capítulo I - El nuevo Berk

Chapter Text

Capítulo I
El nuevo Berk

(...) Esto es Berk. Está a 12 días al norte de calvario y a algunos grados al sur de muere de frío, está ubicado justo sobre el meridiano de la tristeza. Mi pueblo en una palabra; tenaz. Ha estado aquí por pocos años, pero todas las casas siguen en construcción y su gente ha existido en armonía durante ocho generaciones. Tenemos pesca, caza y una encantadora vista del atardecer, y no tenemos problemas de peste s, eso es importante.

Verán, la mayoría de los sitios tienen gatos o perros como mascotas, algunos caballos o reptilez, los más valientes tienen tigres o elefantes; pero nosotros poseemos dragones. La mayoría ni se acercarían, pero nosotros no, somos vikingos, tenemos problemas de necedad. Yo soy Hiccup, lindo nombre, pero no es el peor; los padres creen que un nombre feo alejara los nogmos y trolls, como si la refinada conducta vikinga no lo hiciera...

- ¿Siempre tienes que ser tan dramático? - exclamó Mérida interrumpiendo

- Tío Hiccup yo ya conozco la historia de Berk - dijo la pequeña Elsa

- Vamos, escuchen mi introducción, es parte importante para que puedan montar un dragón - le dijo a la pequeña princesa y a los otros tres adolescentes que estaban atentos

- No veo la necesidad - susurró la colorina

- Tu no te metas - le apuntó - tuviste tu momento - le acusó

- Bien, sigue con tu monólogo - aceptó rodando los ojos, Hiccup la fulminó con la mirada

- ¿En qué quedé? - se murmuró para si mismo - ¡Ah, si! - exclamó recordando - Mi nombre es Hiccup, soy el líder de Berk, hijo de Estoico el Vasto, antiguo líder de la tribu. Dicen que cuando era un bebé le arrancó la cabeza de los hombros a un dragón - gesticulaba con sus manos ante el asombro de los trillizos hermanos de Mérida, quienes la habían acompañado hasta la nueva isla - ¿Qué si lo creo? ¡Ja! Claro que sí. - Hiccup se encaminó hasta Bocón que se había acercado al pequeño grupo - En Berk encontrarán muchos grandes vikingos, jinetes de dragones y viejos herreros, este de aquí con manos intercambiables es Bocón, antes de ser líder fui su aprendiz... Sus métodos de enseñanza son algo cuestionables

- ¿Qué le pasó en la mano? - preguntó Hamish

- ¿Qué le pasó a su pierna? - preguntó Hubert

- Yo quiero una de esas - apuntó Harry

- Gracias muchacho, - le dijo a Hiccup, para luego dirigirse a los nuevos prospectos de jinetes - Esto sucede cuando no tratas bien a los dragones - les respondió mostrando su prótesis de mazo

- Genial - susurró Harry, Mérida rodó los ojos

- No los llevaré a casa con una extremidad menos - alzó la voz - mamá me mataría

- Y eso es lo que buscamos - dijo Bocón - nadie va a perder nada, si quieren algún día salir con dragones tendrán que cambiar... Esto - les apuntó

- Pero acabas de señalarlos por completo - dijo Hiccup, Bocón rió

- Si, me trae recuerdos - continuó riendo

Los vientos cálidos de Julio se hacían presente por el pueblo de Berk, era una tarde despejada y varios dragones volaban por los cielos de su nuevo hogar. Hace un par de años el pueblo de Berk se vio en la obligación de mudarse una vez más, la vuelta de las míticas criaturas aladas había saturado su antiguo lugar, haciendo la convivencia difícil e incluso peligrosa. Hiccup, junto a sus amigos, como se veían en un viaje constante hasta Arendelle decidieron buscar un sitio cerca de esas tierras, alguna isla vacía donde no molestará en alguna jurisdicción, así encontrando al nuevo Berk, una vez más.

Los viajes hacia Arendelle se habían reducido sustancialmente a un día de vuelo, al igual que se habían reducido hacia otro reino cercano, pero eso no fue parte del argumento hacia los demás, sino para el líder, un dato que se había reservado para si mismo.

Bocón se había quedado junto a los cuatro aprendices enseñándoles sobre las teorías del vuelo, mientras tanto Mérida se había alejando junto a Hiccup para charlar.

En esos últimos años se había forjado una fuerte complicidad entre ambos, los constantes viajes y escapes de la princesa de Dunbroch habían coincidido en muchas ocasiones con los viajes de los vikingos por el reino vecino, afianzando la atracción previa en ambos.

Aún así no sabían cómo avanzar.

- ¿Cómo van las cosas por allá? - le preguntó Hiccup, Mérida gruñó como respuesta

- Terrible, no creo que pueda seguir posponiendolo más - respondió desviando la mirada, negándose en mirarlo a los ojos al decir aquellas palabras

- Por favor, seguramente tienes a alguien en mente que valga la pena - trató de animarla, la colorina solo suspiró pesadamente

- No, realmente no - mintió - ¿Cómo van las cosas aquí? ¿Pudieron terminar la arena de entrenamiento o de nuevo fue "asaltada"? - preguntó ahogando una risa

- Gajes del oficio - dijo restándole importancia - la verdad es que nuestro equipo de satisfacción no estaban conforme con la arena, nos hecharon una mano - Mérida rió

- Claro, algo está haciendo mal tu equipo de construcción entonces - bromeó mientras veía a sus hermanos caer mientras trataban de llegar a un dragón

- Ah, yo no lo creo, el proyecto fue aprobado

- ¿En serio? - volteo a mirarlo - ¿Ya está lista? - preguntó entusiasmada, Hiccup le sonrió

- En cualquier momento llega Brutacio por nosotros - comentó como si nada

- Mírate, tan despreocupado, cómo todo un lider - rió golpeando su hombro, Hiccup se sobó divertido - no presumas

Al poco rato Brutacio había ido por el grupo para llevarlos al lugar mencionado, tal cual como Hiccup lo había dicho. La pequeña Elsa corrió al frente tomando a Mérida de la mano, preguntándole cómo se sentía volar en un dragón por si sola, tras ellas iban los trillizos discutiendo por el camino, al frente del grupo iban los tres miembros de la tribu de Berk.

- ¿Y cuándo le dirás? - preguntó el joven rubio una vez verificó que no escucharán los visitantes

- ¿A qué te refieres? - preguntó el líder, Bocón rió por lo bajo mientras negaba con la cabeza

- No te hagas el desentendido, Hiccup, ¿Cuando te le declararas? - dijo el herrero más directamente, el líder de la tribu tosió atorado por su propia saliva

- No me voy a declarar con nadie - dijo una vez se repuso - estoy bien así

- He notado como se miran, tienes que perpetuar tu especie, no puedes dejar que esos genes de jefe se extingan - comentó preocupado Brutacio

- ¿De qué estás hablando, Idiota? - le preguntó susurrando entre gritos

- De que hagas tu trabajo y nos des un heredero - concretó nuevamente el herrero, más asertivo que el otro

- En primer lugar yo estoy casado, no puedo hacerle eso a Astrid - se escusó, Hiccup buscaba zanjar el tema con rapidez, pocos metros más adelante estaba su destino y la distancia con el grupo restante desaparecería - y en segundo lugar no me interesa nadie más - afirmó - de todas maneras no fuiste tan insistente con mi padre cuando pasó lo de mi madre, Bocón - le reprochó al anciano

- Bueno, te teníamos a ti, no nos queríamos arriesgar a algo más - dijo encogiéndose de hombros - hijo, la tribu necesita ver a un líder con su familia constituida y Astrid...

- Se esfumó - completó Brutacio

- No se esfumó, se la llevó Pitch - corrigió molesto

- Y ya lo enfrentaste años atrás - le recordó Bocón - solo piénsalo - agregó una vez se detuvieron, el trío volteo a ver cómo se acercaban los demás - ella luce como una buena jefa

- Si, sino Eret se te va a adelantar

- ¿Sigue insistiendo? Ay, eso no importa - dijo luego

- ¿Qué es lo que no importa, tío Hiccup? - preguntó Elsa

- ¿Si, qué es lo que no importa tío Hiccup? - repitió el rubio

La arena de entrenamiento consistía en un desplayo con obstáculos y piedras enormes rodeados de un cerco de madera tan tosco y rústico como todo lo demás. Se habían tardado casi dos años en completar el circuito, las constantes jugar retas entre dragones o entre ellos provocó varios destrozos por el alrededor, teniendo que abandonar momentáneamente el lanzaovejas y sus torneos.

Mérida se sentó a la distancia a observar al jinete enseñarle a la pequeña princesa como se montaba en un dragón, mientras Elsa lo obedecía tratándo de subirse a un pequeño Gronckle, era su regalo, lo había pedido durante más de un año; montar sola un dragón. Anna y Kristoff se habían oponido rotundamente a la idea, enfatizando en lo peligroso que era, pero ese año consideradon que lo podría intentar, la menor ya había montado sola un reno por primera vez ese invierno resultando en todo un éxito y Elsa era bastante madura para su edad, prudente y obediente, el hecho de que fuese su cumpleaños solo los empujaba a aceptar la idea, tomando la oportunidad para preparar la fiesta sorpresa que le iban a celebrar.

Elsa volaba montada sobre el Gronckle con lentitud, aún algo inestable sobre la criatura, más allá los trillizos ya volaban sobre otros compitiendo quien llegaba primero hasta el final de la pista. Mérida los seguía con la mirada.

- ¿Cómo has estado, princesa? - saludó Brutilda sentándose junto a ella

- Brutilda, un placer volver a verte - murmuró sin tomarle atención, a veces sentía que su cerebro se fundía tanto escucharla hablar

- ¿Te conté lo que me hizo Patán? - dijo ahora - años y años y aún no hace algo por mi

- Supe que lo rechazaste dos veces - contradijo Mérida

- Rechace su propuesta, no a él - le corrigió

- ¿No es lo mismo? - Brutilda suspiró

- Suenas igual que los muchachos - se quejó

- ¡Hey! - les llamó Hiccup a la distancia, el grupo ya estaba reunido en el centro de la pista - ¿Van a venir? - les apuró

- ¡Allá vamos! - respondió Mérida poniéndose en pie

La tarde estaba en su culminó, tiempo exacto en que debían volver, junto a Hiccup estaban Brutacio, Patán y Eret, Elsa estaba sobre los brazos del líder mientras los otros vikingos agarraban a los trillizos evitando que se escurrieran, solian enfrascarse en constantes batallas entre ellos mismos terminando perdiendo el foco de lo que hacian en general.

- Bien, esta es una señal - comentó con las esperanzas renovada la vikinga - seguramente irá Jack, se alegrará de verme - dijo mientras se reajustaba su ropa, Mérida negó divertida mientras se encaminaban hacia los demás

- No creo que a él le interese estás cosas, está más interesado en el invierno y en jugar- le recordó

- ¡Por favor! - se quejó

- Tranquila, ya va a llegar tu momento - la tranquilizó

- Es facil para ti decirlo, te llueven los pretendientes - se quejó gesticulando con sus brazos su exasperación, Mérida compuso una mueca

Una vez se agruparon, Hiccup sacó una esfera traslúcida de entre sus ropas, la agitó entre sus manos para luego lanzarla unos metros más allá, un portal enorme se abrió delante de ellos, tan grande y colorido como un arcoiris, lentamente comenzaron a cruzar los presentes, primero se vio a algunos dragones cruzar por este, después los trillizos correr empecinados por atraparlos, seguidos por Elsa quien llevaba a Hiccup de la mano, y asi sucesivamente hasta que este se cerró.

Una vez en Arendelle la sorpresa estaba lista.

La pequeña Elsa soltó al castaño para luego correr hasta los brazos de sus padres, tras ellos una gran fiesta de cumpleaños la esperaba. Todos los colores de la primavera invadía el jardín, grandes figuras de girasoles adornaban el lugar y pequeñas serpentinas doradas y verdes caían de los muros, las mesas se distribuían por alrededor dejando el centro despejado, a un costado una mesa redonda contenía los obsequios.

- ¡Mamá, Papá, hoy monté un dragón! - exclamó una vez en sus brazos

- ¿Si? Haz crecido tanto, princesa - le respondió Kristoff tocando la nariz de su hija con la de él

- Feliz cumpleaños solecito - le susurró Anna

Los reyes poco y nada se pudieron detenerse a saludar, intercambiaron unas pocas palabras  con los recién llegados y debieron retirarse para atender a los demás, por los jardines un montón de niños jugaban junto a la pequeña rubia de cabellos dorados como el sol que disfrutaba de su día.

- Punzie - la saludó Mérida, la rubia la miró desde su asiento sonriendole ampliamente - ¿Cómo puedes respirar así? - le preguntó apuntado a la barriga de la rubia

Rapunzel tocó su vientre, estaba a días de la fecha de termino y en cualquier minutos rompería aguas, aún así no quería perderse ver a todos una vez más, su embarazo la había confinado a su reino sin poder ver a la mayoría desde el anuncio que había hecho en Febrero.

- Es bastante fácil - bromeó - a medida que crece te vas dando cuenta de lo inescesario que es el oxígeno - ambas rieron

- ¿Cuánto te queda? - preguntó tomando asiento a un lado de la rubia, Rapunzel acomodaba su larga y pesada trenza

- Creo que como tres días, quizás cuatro, me puedo equivocar

- ¿No estás nerviosa?

- No la verdad, Anna hace ver qué es más fácil de lo que parece - dijo entre risas, Mérida asintió

- ¿Y como está Eugene con todo esto?

- Oh, bastante abrumado, temo que voy a tener que ponerle un pañal en el día del parto - rieron - ¿Viniste con tus hermanos? - preguntó ahora

- Oh si, - masculló agotada - por fin Runa aceptó una cita y no podía cuidarlos, mi madre se rehúsa a dejarlos solos y la verdad son una buena excusa para no escucharla por ahora

- ¿Tan mal van las cosas? - inquirió apenada

- Mi madre insiste en que me comprometa antes de fin de año - murmuró - ¿Cómo espera que me agrade alguien que acabo de conocer? Así no funciona

- Suenas igual a Elsa - se carcajeo

- ¿Quien suena igual a Elsa? - preguntó Eugene sentándose a un lado de su esposa, depositando un tierno beso a un lado de su cabello

- Mérida no quiere enamorarse de alguien que acaba de conocer - le contó, Flynn desvío sus ojos hasta la colorina alzando una ceja

- Dije que no puede agradarme alguien que no conozco - la corrigió

- ¿Te vas a casar? - preguntó confundido, Rapunzel le pegó un codazo en las costillas

- ¿Dónde estuviste estos últimos años? - preguntó con retórica la princesa de Dunbroch - Necesito algo para tomar - dijo luego para ponerse de pie - ¿Necesitan algo? - preguntó a los dos presentes, estos negaron

- ¿Por qué lo dices así, de esa forma? - le reprochó Rapunzel una vez se quedaron a solas

- ¿Entonces como le preguntó sobre el tema? - preguntó ofendido

- No lo hagas, ella hablara cuando esté lista - respondió - le ha costado mucho abrirse con nosotros, no podemos expantarla, es como un venado

- ¿Un venado? - preguntó el castaño

- Si, como un venado, asustada y escurridiza - agregó, Eugene negó aguantando una carcajada

- Amo las cosas que salen de tu cabecita - le dijo besando su frente

- Hey, hola - les saludó Hiccup tomando el lugar que era de Mérida - ¿Has visto a los demás?

- No, ahora que lo mencionas vienen algo tarde - concordó la rubia

- Tranquilos, están paranoicos, van años que las sombras no han vuelto a atacar. Seguramente se entretuvieron en algo - comentó Flynn despreocupado mientras comía un pastelillo de la mesa

- Me encantaría ser así de positivo como tú, en especial ahora que serás padre - comentó Hiccup con ironía, provocando que el otro se atragantara

- Bueno... - comenzó mientras golpeaba su pecho buscando reponerse - te limitas solo

- Ay, por favor, no empiecen - susurró Rapunzel a su lado mientras masajeaba su sien - es el cumpleaños de Elsa - les recordó

Posterior a la derrota del rey de las pesadillas, Sandman, que había vuelto a través de la creencia de la reina de Arendelle, volvió para despertar el mundo de las pesadillas y miedos a los cuales habían sido enfrentados, devolviendo la paz, esperanzas y sueños en los niños del mundo, volviendo nuevamente la magia a todos los demas guardianes. Esto y el sacrificio que había realizado la quinto espíritu los mantenía constantemente por aquellas tierras heladas, acompañando a su gente durante aquellos años, creando lazos. Su retraso no provocaba nada más que ansiedad en la rubia de cabellos largos, quien se agarraba su vientre de vez en cuando cavilando en los peores pensamientos y posibilidades, temiendo por la vida que venía en camino.

De pronto, como si los miedos y angustias de la rubia fuesen escuchados, una tenue luz se manifestó por los cielos, dejando al descubierto un umbral de tornasoles colores que contrastaba con la oscuridad del anochecer, de su interior un trineo rojo alado por renos apareció, provocando la alegria de los niños presentes, Rapunzel levantó su mirada hasta el manto oscuro sintiéndose tan aliviada de verlos llegar que un suspiro se le escapó de los labios.

- ¿Estás bien, cariño? - le preguntó Flynn en voz baja, esta asintió

- Si, solo algo agotada - mintió, abrumada por sus miedos irracionales - cosas del embarazo - agregó queriendo bajarle el perfil

La noche ya se sernia sobre el reino, más la fiesta no terminaba, como un carnaval veraniego los aldeanos continuaban bailando y comiendo por los jardines, los niños rodeaban a los guardianes recién llegados, regocijandose con las sorpresas de Norte y los huevos coloridos del conejo de pascuas, en pocos minutos el trineo se vio rodeado de los pueblerinos que les daban una cálida bienvenida.

Porqué así eran ahora los días en el reino y sus aledaños, cada uno con una alegría nueva que agregar, la armonia y paz se mezclava en el ambiente y convivia con todo aquel que pertenecía a aquel lugar, las pesadillas y oscuridad se habian marchado y los guardianes constantemente visitaban aquellas tierras lejanas, desvordados por la aceptación de todos los que vivían ahí, tanto adultos como niños.

Rapunzel se levantó junto a Eugene e Hiccup para ir a saludar, a lo lejos podían ver a Mérida agarrar a uno de sus hermanos por los hombros mientras este intentaba escapar de ella, por otro lado Sandman y Santa Claus hablaban con los reyes que ya los habían recibido, la pequeña Elsa estaba junto a sus padres sonriendo a mas no poder, luego pudieron notar a Jack y Aster un poco más allá jugar y entretener algunos niños, el pequeño grupo se acomodaba alrededor mientras esperaban los huevos que Conejo escondía entre pequeños monticulos de nieve que el otro guardian creaba, Thoothiana los observaba un poco más lejos, el trio decidió ir donde esta ultima.

Las risas no se hicieron esperar una vez se reunieron, pasada las horas y terminada la celebración, los reyes acostaron a su pequeña princesa para juntarse una vez más con todos los demás después de largos meses. Anna estaba tranquila, arropaba a su hija junto a Kristoff, la acomodó en su cama junto a Olaf, una regalo que Santa le había dado meses atrás, luego la observó con ternura una vez más dormir, pequeña, pecosa y brillante, de colores tan vivos como los de su padre y rasgos tan finos como los de la reina, lo más bello que podía imaginar.

- Cuatro años - le susurró a su esposo - ya cumplió cuatro años - lo observó conmovida

- Lo sé, ¿No es una locura? - respondió también entre susurrós, procurando no despertar a su hija - siento que fue ayer cuando me lanzaste unas zanahorias - comentó abrazándola por los hombros y depositando un cálido beso en su cabello

- ¿Verdad? Siento que mañana llegará con su primer pretendiente - susurró conmovida, en cambio el rubio sintió un escalofríos recorrer su espina

- No nos apresuremos, falta bastante para eso - debatió negando con la cabeza - deberíamos volver con los demás - repuso luego, Anna rió por lo bajo

- Como digas, papá reno - se burló mientras salían de la habitación

Los últimos años habían estado llenos de prosperidad, tanto en Arendelle, como en Corona, el nuevo Berk y las tierras del clan Dunbroch, sus habitantes eran felices, sus recursos estables, eran años pacíficos, sin pesadillas, sin oscuridad, sin temores, así lo sentían Anna y Kristoff, no estaban todos a los que amaban, pero amaban todo lo que tenían y a quienes llegaron con todo aquello, aún sin su hermana, Anna ya no se sentía sola.

Los reyes entraron al salón donde se encontraban los demás, esperaban ver caras felices y una buena charla, pero en su lugar el silencio cruzó la estancia.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué el silencio? - preguntó Kristoff, algo en su interior no le daba buena espina, tomó de la mano a su esposa que con su mirada escaneaba el lugar

Anna no necesitaba palabras para entender que algo sucedía, lo notaba en la mirada de todos los que no eran capaz de sostener la de ella, sintió la mano de su esposo entrelazarse con la de ella, apretó con suavidad correspondiendo el agarre, luego levantó su mirada hacia alguien que no la podía engañar; Jack. El guardian le devolvió la mirada con cautela, con la culpa asomándose por sus irises, la misma mirada que le había dado hace años atrás.

De todas formas la paz ya había durado bastante.

Chapter 3: Capítulo II - Robo

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Capítulo II
Robo

- No pienso echarme la culpa por ustedes si llegamos tarde, si preguntan diré que fue Norte - Aster alzaba la voz mientras les daba la espalda a los demás, absorto en la imagen a través de la ventana, los vientos fuera eran ráfagas violentas que azotaban la nieve espesa

- ¿Por qué tan esquivo, Conejo? - le preguntó Jack con sorna mientras ayudaba a Norte a buscar entre las cajas del despacho ñ, hada hacia lo mismo que él a su lado

- Déjalo, Jacky. Los conejos son muy nerviosos - dijo Norte mientras corría unas cajas para buscar en otras tras estas - para ser el guardian de la esperanza te falta bastante - agregó luego

- Puedo marcharme fácilmente por mis túneles - advirtió - Elsa se molestará - murmuró luego

- ¿Le temes a una pequeña niña de cuatro años? - inquirió hada que estaba más cerca de él

- No le temo - se escusó con rapidez - solo la respeto - agregó luego

- Le tiene miedo - comentó Jack mientras sacaba un paquete rojo de una caja - ¿Es este? - le preguntó a Norte quién negó al hecharle un vistazo

- Más brillante, un rojo mucho más brillante - le explicó

- ¡Suficiente! - exclamó Bunny molesto - ¿No puedes agarrar un obsequio cualquiera? ¡Hay miles aquí!

- No te entiendo, Conejo - dijo Jack - Primero te preocupaba llegar tarde porque te da miedo una pequeñita, y ahora no quieres buscar su regalo, ¿Qué es lo que te pasa? - le preguntó dejando de lado la búsqueda, observándolo con una pizca de burla

- Por tercera vez, no me da... - pero sus instintos no lo permitieron terminar con sus palabras, en su lugar sus orejas se contrajeron y levantaron tan rápido como un espasmo, su nariz se arrugó hasta que su rostro compuso una mueca extraña - ¿Sienten eso? - agregó con apremio

- ¿Sentir qué? - preguntó Jack tomando atención a su alrededor

- ¿A qué te refieres? - preguntó Norte con cautela, posicionando una de sus manos sobre el mango de uno de sus sables

- Es lo mismo que sentí en Arendelle - murmuró - como si fuera Pitch...

- ...Pero no es él - comentó Jack completando lo que el otro guardian quería decir, Aster asintió en aprobación

- Exacto, lo siento muy cerca - completó

- Yo no siento nada - dijo Norte

- Oh, ¿De verdad no sientes nada? - susurró con tranquilidad, casi ofendida, aunque en su voz solo había impregnada una leve burla - no sé cómo sentirme con aquello

Los guardianes se voltearon en dirección de la dulce voz con brusquedad, cada uno posicionándose a la defensiva, listos para actuar.

- ¿Por qué me reciben así? Yo no muerdo - sonrió

- ¿Emily? - preguntó Jack confundido

- ¡Jack! - exclamó risueña acercándose a él - Ha pasado tanto tiempo... Desde el '57 ¿No? - Jack asintió aún confundido

- Si, creo - titubeó

- Mírate, ahora eres todo un guardian - rió cantarina - como han cambiado las cosas - sonrió agradablemente al terminar, luego su atención se centró en Sandman - ¡Sandy! - exclamó ahora emocionada acercándose a este, el guardian la recibió con los brazos abiertos en un amistoso abrazo - te extrañé mucho estos años sin verte - susurró conmovida por el encuentro

- Madre naturaleza - susurró Norte - ¿Qué haces aquí? - interrogó sin querer ofenderla

- Me apetecía saludar - respondió manteniendo su amable sonrisa en el rostro, pero sus palabras no reflejaban el mismo sentimiento

Norte sabía de sobra la naturaleza que rondaba a Emily Jane, un espíritu iracundo y rencoroso, con poderes inimaginables, tan grandes y poderosos como los de él mismísimo Mani, pero pertenecientes a un dueño peligroso e impedecible como lo era la madre naturaleza. Su presencia no era a costas de buenos deseos y nostalgia como ella quería hacer ver, sino más bien por un capricho personal, alguna conveniencia que la beneficiaba a ella y que ellos podría proveer.

Emily Jane no solía tomar un partido por buenos deseos.

A diferencia de los demás guardianes, Sandman estaba en buenos términos con la madre naturaleza, su larga y antigua amistad les confería una confidencia un tanto distinta entre ambos, que animadamente hablaban entre sí. Mientras los restantes convencían al guardian de la diversión en interrumpir aquella charla.

- Emily Jane, no es que no disfrutemos tu agradable presencia - dijo Jack una vez fue lanzado hacia la boca del lobo - pero ¿A qué se debe?

- Oh, es muy simple, querido Jacky - respondió dándole toda su atención - me han robado

- ¿Te han robado? - preguntó confundido - ¿A ti? - sonrió aguantando una risa traviesa - ¡Eres la madre naturaleza! - exclamó divertido, Aster lo golpeó con su búmeran por la espalda - ¡Auch! - susurró molesto

- ¡Lo sé! - Exclamó con un tono agotado - ¿No es inaudito? - les pregunto en general mirando a todos los demás

- ¿Qué te han robado? - preguntó Thoothiana, quien se había mantenido en silencio todo el momento, recelosa del espíritu frente de ella

- Una hermosa flor mágica - respondió sin preambulos - es bastante especial - agregó - no suelo hacer muchas de ellas, es algo difícil encontrar gotas de luz de sol - susurró cómo si fuera algo obvio y de conocimiento general, Meme comenzó a mecanografiar imágenes pequeñas con su arena, expresando sus dudas hacia la madre naturaleza, quien lo observaba atenta - oh, Sandy, no necesitan saber que es lo que hace, lo unico que puedo mencionar es que no les hará daño - le respondió volviendo a su tono amable y plano

- Espera - la detuvo Jack - ¿Qué no nos hará daño? ¿Qué quieres decir con eso? - le preguntó con una mala sensación, materializando las dudas de los demás

- Necesito que la recuperen ¿No era obvio? - preguntó ella ahora mientras ladeaba su cabeza, sus cabellos oscuros y largos calleron por sus hombros dandole una apariencia más inofensiva

- ¿Qué la busquemos? ¿Nosotros? - preguntó Aster, aún descompuesto por la presencia de Emily Jane

- Claro, ustedes son los guardianes, tienen que buscarla ¿Es su labor o no? - preguntó con retórica, sus palabras suaves no amortiguaban la condescendencia sobre ellas

- ¿De qué hablas? - rió Jack, acercándose a ella hasta detenerse a medio metro - no somos empleados a los que puedas mandar, somos guardianes

- Entonces hagan su trabajo - repuso nuevamente con tranquilidad, su sonrisa amable molestaba aún más al guardian de la diversión quien frunció el entrecejo ante las palabras

- Ese no es nuestro trabajo - respondió irritado, Meme en cambio trataba de interponer distancia entre ambos

- Pongamoslo de esta manera para que puedas comprender, Jacky; ustedes son los guardianes de las infancias... - gesticulaba con sus manos, tomando metafóricamente los temas con sus dedos como pinzas presentandoselos como si no entendiera - ... Y créeme, no habrán infancias que cuidar si yo, madre naturaleza, sigue molesta. - su tono suave iba cambiando gradualmente a uno más serio, al igual que su expresión, dejando de lado su amable sonrisa para solo componer una mueca neutra - Así que por lo que veo si es su trabajo

La brisa iracunda afuera golpeaba las paredes del taller generando sonidos fuertes, los únicos que evitaban el silencio en el lugar. Los elfos y yetis se habían escondido inmediatamente ante la presencia de Emily Jane y la estela de furia que la secundaba, dejando a los guardianes en absoluta soledad con tal entidad. Thoot retrocedió ante la intimidante e imponente presencia, madre naturaleza había dejado de lado toda la amabilidad con la cual los había tratado previamente para revelar su habitual temperamento.

- Bien, está en lo correcto - interrumpió Norte ante la evidente tensión - nos haremos cargo de esto, es nuestro trabajo - agregó mientras de tres zancadas llegaba hasta Jack para tomarlo por los hombros - pero en este momento estamos algo atareados, podríamos hablarlo luego... - dijo en un intento de apasiguar los animos, buscando una pausa entre el intercambio de palabras

Emily Jane desvió la mirada sin cuidado paseando sus ojos por el lugar, las cajas desordenadas se esparcian entre los guardianes dejando menos espacio para moverse. La madre naturaleza se acercó a un montón de ellas metiendo sus manos en el interior, de este sacó un vibrante paquete rojo, su envoltorio parecía contener pequeños brillitos que lo hacía destellar con suavidad.

- Lo sé - respondió volviendo hasta donde Nicholas para entregarle el paquete en sus manos - deseenle un feliz cumpleaños a la pequeña Elsa de mi parte - sonrió nuevamente con la misma amabilidad que en un principio

Jack sintió un pequeño escalofríos recorrer su cuerpo, habían pasados décadas desde la última vez que había visto a la madre naturaleza y él sabía demás que Sandman no había hablado con ella, la sola mención de la princesa de Arendelle le hizo temer lo peor. Si bien Emily Jane no poseía los mismos deseos y rencores de su padre, si poseía un temperamento impredecible.

- ¿Cómo lo sabes? - musitó en una pregunta

- Por favor, Jacky, yo lo sé todo - respondió dándole una última sonrisa, luego se volteo para salir por la puerta - denle mis saludos a Rapunzel, me alegra que por fin tenga a su primogénita - agregó antes de desaparecer entre unas nubes errantes que dejaron húmedo el lugar

El silencio posterior fue roto tan rápido como se había marchado Emily Jane, los presentes se observaron por un instante preocupados, abrumados por los hechos recientes, angustiados por la mención de las demás.

- ¿Qué fue eso? - le reprochó Jack al viejo guardian, molesto de aceptar las ordenes de madre naturaleza - ¿Ahora nos dedicamos a buscar tontas plantas?

- ¿Y quién te crees tu? - le contrarrestó igual de molesto - ¡Miren, es Jack Frost, quien siempre dice lo que piensa! - parloteaba al aire, buscando paciencia dentro de si antes de seguir - seguramente tú escarcha podrá con las fuerzas de madre naturaleza - agregó aún molesto por la impulsividad del guardian

- ¿Y qué sugieres tu que hiciera? - le respondió sarcástico - ¿Debería también haberme quedado en silencio?

- Lo que sea menos molestarla - se entrometió Aster - tu sabes muy bien de lo que es capaz cuando se molesta, y lo hace muy seguido - le apuntó

- Exacto, - apoyó Norte - pero tú intromisión no nos dió más alternativa que aceptar

Jack guardó silencio mientras cerraba los ojos con fuerza, agarró el puente de su nariz entre sus dedos pulgar e índice mientras murmuraba en voz baja.

- Justamente ahora decidieron ponerse de acuerdo - se quejó

- Ahora hay cosas más importantes de qué discutir, muchachos - se entrometió la hada de los dientes mientras revoloteaba entre los tres - Madre naturaleza ha nombrado a nuestros amigos de Arendelle - les recordó preocupada - ¿Saben lo que puede significar esto? - les interrogó retóricamente ahora

- ¿A qué te refieres, hada? - preguntó Jack, a lo que Meme respondió con su arena - no te entiendo, Meme, son seres mortales, no les hara nada

- Ella no es siempre un alma benevolente y es muy impredecible, Jack - dijo ahora Aster, Jack lo observó con intensidad -, no siempre se hará amiga de los demás

- ¿A qué te refieres, Bunny? Emily Jane no sería capaz de hacerle daño a los mortales, la conozco - contrarrestó confundido

- Jacky, sé que es una vieja amiga tuya, pero madre naturaleza no hace cosas sin beneficios propios - dijo Norte con cuidado - ella no toma bandos, es neutral y jamás pide favores - agregó con seriedad - esto no es un favor para ella, es para nosotros

- No comprendo... Dijiste que no tomaba bandos - reprochó molesto - entiendo que no es agradable, a mí tampoco me agrada del todo, pero no es mala

- No, no lo es, - dijo hada - ella es implacable

- Pero...

- Ah, por favor, entiende, no es lo mismo como el siglo anterior - le espetó Aster molesto - ¡Ella puede estar desatando ahora mismo una tormenta en Arendelle solo por diversión y haría mucho daño a todos con eso!- exclamó tratando de hacerle entender - esto no es un dia nevado inofensivo como sus juegos infantiles. Madre naturaleza es un ser vengativo e inestable, no es una vieja amiga del bosque. Ahora muevanse - les ordenó moviendo sus manos - hay a un cumpleaños que llegar y malas noticias las cuales dar - comentaba apurando el paso fuera del taller

- ¿Y quién se murió y lo nombró líder? - murmuró molesto mirando a los demás, Meme se encogió de hombros mientras Norte analizaba lo que Jack había comentado

- Tenemos que decirles a los demás - comentó hada tomando a Jack por los hombros, este la observó de reojo - Conejo tiene razón 

El viaje a Arendelle fue en un inmodo silencio, posterior al acuerdo de no decir palabras mientras la fiesta se desarrollaba, ya era bastante malo tener una tacita amenaza de la madre naturaleza como para desarmar además la celebración. Cada uno de los guardianes estaba en sus propias cavilaciones, ahondandose entre los pensamientos más lúgubres que podían imaginar.

Jack sopesaba las palabras de sus compañeros, en especial las de Sandy, quien le había confirmado los dichos de Conejo, Emily Jane era capaz de crear desastres naturales solo para alborotar. Durante siglos Jack pensó que la madre naturaleza era un ser pacífico con los mortales, entendía las inclemencias del clima y los desastres naturales, comprendió lo escenciales que eran para el ecosistema y él mismo a veces se beneficiaba de ellos con su magia, pero jamás se le había cruzado por la mente que quizás, algunas ventiscas, algunas erupciones o quizás algunos tsunamis habían sido creados a base de las emociones de turno de la amigable espíritu. Levantó su mirada para toparse a Conejo, demasiado concentrado en las náuseas como para preguntarle algo más, a diferencia de Meme, Aster parecía no tener una de las mejores historias con la madre naturaleza, y esa conjetura llevaba a Jack hacia otra pregunta:

¿Quien se había atrevido a robar a la madre naturaleza y cómo es que no se había percatado esta en el momento?

Norte guío al trineo sobre las nubes y la furia del viento, el polo era azotado por una ventisca salvaje, señal inequívoca del paso de Emily Jane momentos atrás. Una vez sobre las nubes arrojó una de sus esferas sobre ellos, abriendo un portal metros más adelante, sin perder tiempos se lanzaron hacia este.

Bajo sus pies se podía apreciar el palacio de Arendelle, la tarde acariciaba sus mares tranquilos mientras en los jardines del palacio se veía a la gente danzar y disfrutar, un nudo culposo se atoró en la garganta de Jack, si bien nada malo ocurría en el reino, ahora sabía que siempre existiría esa posibilidad.

El trineo descendió hasta los jardines rodeandose de los aldeanos y niños que los esperaban, una pequeña Elsa junto a sus padres se hicieron presente entre ellos, una vez saludaron Jack y Aster se escabulleron del grupo dispuestos a evitar a la reina y sus miradas perceptivas.

Pero a medida que pasaban los minutos y la noche se sernia sobre el reino, más evidente era el fin de la festividad, poco a poco los aldeanos iban dejando los jardines y volviendo a sus hogares, y aun que estaban todos quienes querían lejos de aliviarlos y alegrarlos, les generaba aún más angustia. Una vez en el salón las noticias no se hicieron esperar.

Norte no pudo esperar que los reyes de Arendelle volvieran al salón de arropar a su hija, cuando los invitados se marcharon y la servidumbre se fue a sus cuartos, el guardian del asombro habló. Primeramente, Norte, intentó ser cauteloso y discreto, acercándose a Rapunzel en silencio para hacerle saber de los "saludos" de la madre naturaleza, pero lejos de que la rubia imitara sus intensiones, ahogó una exclamación que de todas formas logró escapar de su garganta, luego Eugene necesitó saber lo demás, siendo interrumpidos por anna y Kristoff que habían vuelto al salón.

Ahora solo quedaba explicar lo demás.

Mientras tanto en las profundidades de la oscuridad un grupo de personas se juntaban, llevaban tiempo haciéndolo, buscando la manera de traer de vuelta los años oscuros que tanto le habían prometido. Los dos hombres se miraban una vez más, la repulsión mutua se sentía pero trabajaban juntos sin quejarse a pesar de ello, esperando paciente a los que estaban por llegar.

- ¿Qué tanto estamos esperando? - increpó molesto a los mayores, el joven estaba agitado, tenía un sin fin de tareas que realizar aún y la compañía de aquellas personas no eran un agradable reemplazo

- ¿Tienes que volver a hacer tus quehaceres, Cenicienta? - lo molestó el cazador mientras ordenaba las cosas sobre la mesa, sin siquiera dedicarle una mirada

- Cuida tu tono conmigo, sigo siendo un heredero al trono - le escupió molesto, pero el cazador hizo oídos sordos a la torpe amenaza

- Antes de las doce - murmuró aún sin prestar atención a las palabras del otro - igual que las doncellas

- ¡No estamos aquí para que juegues con nosotros, anciano! - bramó furioso

- Eres bastante impaciente, con razón tus planes fracasaron - comentó sin tomarle importancia, para luego agregar sin darle oportunidad de replicar - Ella es la única que puede ayudarnos con esto, lo mínimo que podemos darle a cambio es nuestro tiempo, no será más de lo que hemos esperado. De todas formas está obrando de buena fé

- ¿Ella? - preguntó ahora intrigado él más joven

- La primera portadora de la flor del sol - reveló sin ánimos, como si fuera una respuesta obvia

- ¿Qué estupideces estás diciendo? - se quejó su compañero mientras golpeaba la mesa con uno de sus puños, está crujió - ¿Estamos esperando a una simple jardinera? - interrogó furioso, pero el cazador solo rió secamente ante las preguntas

- No es una jardinera y está no es una flor ordinaria. Es mucho más que eso - explicó mientras con un gesto apuntaba hacia el otro lado de la mesa - es por eso que recurrí a ella

- E hiciste bien - interrumpió la voz femenina

Poco a poco la mujer se acercaba al grupo, divididos y distanciados por el mueble entre ellos, ella se detuvo frente este para dejar ver sobre sus manos una pequeña maceta con una dorada flor, la cual resplandecía con tanta fuerza que iluminaba todo a su alrededor. Los tres escépticos levantaron la mirada hacia la portadora de la planta, la cual cubría su rostro con la capucha de su saco, sus cabellos rizados y negros caían por este dejando solo ver esta característica de su aspecto.

- Y haremos mucho más con esta pequeña "planta", con su calor y magia seguramente volverá a reinar una vez más las pesadillas







Chapter 4: Capítulo III - Vida

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Capítulo III
Vida

Faltaban poco menos de un par de horas para la media noche, pero en los pasillos del palacio de Arendelle ya reinaba un silencio sepulcral, las velas estaban casi todas completamente apagadas, siendo el salón el único lugar despierto del castillo. Anna se paseaba angustiada en la habitación a vista y paciencia de los presentes, mientras su esposo, Kristoff, intentaba calmar las ansias de esta en vano, ¿Cómo podría siquiera intentarlo si se sentía tan devastado y asustado como su esposa? Los reyes se imaginaban que la paz y prosperidad no duraría impoluta en el reino para siempre, pero jamás habían imaginado que podría amenazar el futuro de este tan personalmente.

Por otro lado Rapunzel y Eugene se miraban en el absoluto silencio, la primera se mantenía con una expresión neutra y profunda, siendo su respiración agitada la única pista a su preocupación, en cambio Eugene estaba con una expresión seria, sostenía las manos de la rubia con fuerza, sin llegarla a dañar, pero con el anhelo de tenerla aferrada a él en ese momento. Durante todo el embarazo el rey consorte de Corona no la había pasado del todo bien, su actitud relajada había mutado para dar paso a una más ansiosa y sensible, preocupado por todo lo que pudiese dañar su hermosa familia, una que jamas pensó llegar a tener, o que la mereciera en primer lugar.

Ahora Flynn sentía que todo por lo que luchaba y cuidaba podía ser arrebatado en un instante.

- ¿Dijo primogénita? - preguntó Rapunzel como único acto, su voz salió impregnada de urgencia y miedo, Meme asintió rápidamente para luego mecanografiar algo más

- Eso fue lo que dijo - repitió hada en voz alta para hacerlo entender

- ¿Pero acaso no es la madre naturaleza? - se entrometió Anna desvordandose - ¿No debería ser bondadosa y piadosa? - interrogó pasando su mirada entre todos

- No, su magestad, ella solo es implacable - respondió la hada de los dientes tratando de tomar las manos de esta para calmarla

- ¿Implacable? - repitió - ¿Y qué tenemos que ver nosotros con esta flor mágica?

- La flor del sol - le interrumpió Rapunzel quien seguía en su lugar demasiado disociada como para interactuar con los demás, hasta ese momento - es la flor del sol - repitió levantando la mirada

- ¿La flor del sol? - repitió Hiccup - ¿Acaso no es...

- Si - se apresuró a responder - es la flor que me dió mis poderes, la misma flor que madre naturaleza me dió de beber

- ¿Madre naturaleza? - preguntó Mérida tratando de hacer memoria - Nunca dijiste que fue madre naturaleza - dijo segura de sus recuerdos

- No lo pensé, en ese momento no lo pensé - murmuró volviendo a centrar su vista en la nada, sin parar de hablar - creí que solo era una bruja más o quizás una ninfa del bosque, sabía que tenía que ver con la naturaleza pero jamás...

- La conocimos por el nombre de Seraphine, la creadora de la flor - completó Eugene que había vuelto a abrazar a su esposa - ella preparó un brebaje para Rapunzel, además de la poción que utilizamos en Anna años atrás... Estaba con unas brujas en el bosque oscuro, pensamos que era una más... - se excusó entendiendo las conjeturas que supuso su esposa ya había sacado por si misma

- Es como los mortales la conocen - dijo Norte llamando la atención de todos - así como conocen a Thoothiana como el hada de los dientes o a Aster como el conejo de pascuas, madre naturaleza es conocida como Seraphine... - despejó, tomó una leve pausa y agregó luego con un tono culposo - No sabía que ella te había obsequiado la flor hace años

- Yo no sabía quién era ella realmente - murmuró - dijiste que ella no hace favores... - dijo luego levantando la mirada hacia el guardian del asombro - ¿No existe la posibilidad de que todo esto sea solo un favor? - preguntó como un ruego

- No los hace - negó  Norte desviando la mirada

Rapunzel sintió un puñal en su pecho ante la respuesta del guardian, trató de ponerse en pie para acercarse a su prima, quería disculparse, decirle que jamás quiso poner a Elsa ni a su futura propia hija en peligro, pero una vez se levantó de su puesto un líquido tibio empapó sus piernas, oscureciendo poco a poco sus faldas, bajó la vista hasta sus pies mojados sobre un charco de líquido, levantó la mirada hacia los demás buscando los marrones ojos de su esposo, Eugene la miraba con calma, tratando de mantener el control dentro de todo el pánico. Rapunzel empezó a sentirse aún más ansiosa, un punzante dolor empezó a crecer en sus caderas y a subir por su vientre, los ruidos de los demás se amortiguaron como si ella se hubiese hundido bajo el agua, luego todo fue aún más rápido que instantes previos, la discusión y el temor cedió para dejar espacio a lo que se requeria hacer en ese momento.

Eugene tomó a Rapunzel en brazos tratando de mantener toda la poca e inexistente calma que aún poseía en su cuerpo, miró hacia Kristoff por impulso, en un intento desesperado de absorber conocimiento de alguien que ya tuviera la experiencia de aquello, de pronto pudo notar como el rubio y la reina se encargaban de todo, sacando a los demás presentes mientras pedían agua tibia y toallas secas a quienes intentaban echar.

Mérida tomó a Flynn por los hombros tratando de guiarlo hacia la alfombra cerca de la chimenea que ya estaba encendida, buscando mantener el calor cerca de la reina de Corona, antes de que su esposo pudiese recostarla en el suelo la colorina ya habia desplegado y estirado una colcha que Anna le habia alcanzado instantes atras.

- No lo entiendo, no sentí nada - dijo por fin Rapunzel una vez recostada en el piso - no he tenido contracciones - dijo un poco más angustiada buscando a Anna con la mirada

- Tranquila Punzie - le dijo está acercándose a ella y tomando una de sus manos - acabo de mandar a buscar a Gerda, te revisara y sabrá que hacer - trató de calmarla

- Déjamelo a mi - dijo Mérida mientras traía el agua que habían pedido - he traído muchos potrillos al mundo sin ayuda - acotó segura de si misma

- Mi esposa no es un caballo - le dijo Eugene perdiendo poco a poco la calma que le quedaba

- Estoy segura que esto no es lo mismo - agregó Rapunzel ya agitada por las punzadas agudas que comenzaba a sentir por la espalda baja - ay, cielos santos - susurró asustada

- Tranquila cielo, todo saldrá bien. Quizás solo sea... No lo sé, ¿Orina? - quiso consolarla a ella y su propia angustia

- No, Eugene, no era orina - le respondió con brusquedad

- Si, definitivamente no era orina - comentó Mérida una vez la reviso con la vista - estoy segura que esta coronando - musitó mientras se arremangaba las mangas de su vestido

- ¿Coronando? ¿Qué diablos significa coronando? - interrogó Eugene ya evidentemente alterado

- Tranquilo, amigo, es normal - trató de calmarlo Kristoff, la rubia y su esposo lo miraron con temor - quiere decir que la cabeza ya está asomándose

- Anna - la llamó Rapunzel asustada por las palabras del rubio

- No lo escuches - la consoló con suavidad - Kristoff, sal de aquí - le dijo luego con apuro, el rubio pegó un respingón para luego salir apurado de la habitación - tranquila Punzie, todo va a salir bien, tu solo respira

Otra puntada aguda se apoderó de la rubia, está vez manifestándose como un sordo dolor que se acomodaba en su vientre, la sensación duró unos par de minutos pero Rapunzel sintió que fue la eternidad, su respiración se volvió rápida y forzosa, se sentía acalorada, ahogada y muy asustada, desvío su mirada hasta su esposo que le tomaba su otra mano, sus ojos marrones ya no mostraban calma, estaban llenos de miedos y angustias como se sentía ella misma, así no planeaban ese momento, así no querían exponer al mundo a su bebé.

Fuera de la habitación Jack venía llegando con las toallas encargadas, los demás presentes advirtieron su presencia golpeando la puerta antes de que este llegará, una vez se acercó Anna se asomó para tomarlas.

- ¿Y Gerda? - preguntó mientras tomaba las toallas - gracias - musitó luego

- Hada fue a buscarla - respondió - ¿Echaste a tu esposo? - le preguntó en un susurró

- No era de mucha ayuda - susurró de vuelta - busca a Gerda, Jack, por favor - le pidió antes de volver a dentro

Jack se volteó hacia los demás, todos permanecían en un absoluto silencio esperando alguna palabra nueva de parte de este.

- Solo le entregué las toallas, no dijo nada más - resolvió con rapidez, suponiendo las dudas de los otros

- ¿De verdad está pasando esto justo ahora? - murmuró Aster contrariado

- Iba a pasar de todas formas, solo fue un poco antes - dijo Norte sin entender la retórica en la pregunta del otro

- ¿Por dónde se fue hada? - preguntó Jack antes que el otro respondiera algo más

- Se fue por allá - le dijo Hiccup apuntando con su cabeza hacia uno de los corredores - anda, te acompaño - respondió poniéndose en pie

Ambos se encaminaron dejando atrás las voces de los demás, sumergidos en su propia charla sin bajar la velocidad de su paso.

- Es todo una locura - comentó el castaño, Jack suspiró

- Ni que lo digas - concordó - justo hoy con todo lo de Emily Jane y eso - se quejó mientras llegaban a las escaleras - están todos demasiado tensos

- Por eso prefiero venir contigo, todos estamos nerviosos, nadie quiere que se repita todo una vez más, no necesito que me lo recuerden con sus discusiones - bromeó

- Si, hada suele controlar a esos dos, Meme no es de mucha ayuda - negó divertido

- Hablando de ella... - murmuró Hiccup - ¿No crees que ya es momento? - preguntó

- ¿Momento de qué? Estamos bien, somos amigos - respondió bajando el tono de su voz, paseándose ya por la segunda planta mientras buscaban a la aludida y a la ama de llaves de confianza de la reina

- Pero podrían ser más que eso, tu lo sabes - murmuró al mismo tono que el otro había usado - le gustas mucho

- Si, si, si, has dicho lo mismo lo últimos años, es por eso que no voy muy seguido a verte

- No cambies el tema - se burló rodeándolo por los hombros con su brazo - serían una linda pareja - le apuntó

- Ella no me agrada de ese modo - respondió

- Oh, vamos amigo, seguramente han pasado muchas cosas juntos siendo guardianes

- Si, pero no me agrada de esa manera - respondió desaciendose del agarre para luego parar la marcha en medio del corredor - sé que le gusto, me lo ha dicho - le dijo con seriedad - pero no siento lo mismo. No sería justo

- No lo sabía. Pensé que solo era tu forma infantil de negar todo como lo hiciste con Elsa - se excusó - lo lamento

- Si, está bien - dijo Jack volviendo a avanzar - supongo que es tu manera de sobrellevar lo tuyo con Mérida - le devolvió, Hiccup le dió un leve golpe en el hombro - ¡Ahora no te agrada el tema! - se burló

- No pasa nada entre nosotros...

- No puedo creer que ustedes dos estén por aquí hablando de sus sentimientos cuando la pobre de Rapunzel trae a un nuevo ser al mundo - los interrumpió Thoothiana con voz severa, tras ella Gerda venía cubierta por una gruesa chalina, bajo esta un vestido simple, como si hubiese tomado el que tenía más a la mano para cambiarse

- ¡Hada! - exclamaron ambos aún agitados por el susto, la oscuridad apenas los dejaba ver

- ¿Desde cuándo están por aquí? - preguntó Jack disimulando su apremio por saberlo

- Eso no importa en este momento, ¿Cómo está Rapunzel? - preguntó mientras continuaban su camino hacia la escalera de vuelta para el salón

- Estaban acomodándola, Kristoff dijo que estaba cononando - respondió Hiccup siguiendo el paso apresurado de la pequeña hada de los dientes que volaba con mayor agilidad

- ¡Cielos Santo! - exclamó Gerda - Hay que darnos prisa - urgió mientras tomaba sus faldas para apurar el paso

Los cuatros corrieron escaleras arriba camino al salón, Gerda rápidamente se había posicionado a la cabeza del grupo a pesar de su edad, sus pasos acelerados se sincronizaba con sus latidos, y su respiración se enraizaba con estos. A pocos metros de las puertas un chillido los frenó, el llanto seco y agudo resonaba por los muros del palacio, rebotando en sus pasillos, dando aviso a la nueva vida que había llegado al mundo.

- Fueron unas horas muy intensas - comentó Jack una vez se calmó todo, Anna suspiró aliviada

- Pero todo salió bien - sonrió tranquila - y muy rápido - agregó sorprendida - eso es injusto, yo sufrí bastante con mi parto - se quejó haciendo un leve puchero, Jack solo rió

- Deberías alegrarte por ella - comentó aun entre risas

- Lo hago, pero no es justo - rió junto a él

Rapunzel había tenido una sana y hermosa niña, tal cual lo había dicho Emily Jane, a tan solo unos minutos que dieran la medianoche, en un parto tan espontáneo como había iniciado, ahora se encontraban madre, padre e hija acomodados en una habitación junto con la mejor atención que la reina Anna pudo proveer, mientras ella y Jack juntaban las toallas del salón esperando a los sirvientes que vendrían a acomodar el lugar.

- Al menos la pequeña Elsa tendrá con quien divertirse después de todo

- Si, eso es maravilloso, es la única niña entre tanto adulto, bueno, tu no cuentas presisamente como un adulto - murmuró en son de burla

- Ah, es solo porque soy el más divertido de todos, a tu hermana le desagradaba eso de mi - recordaba Jack, luego rió mientras negaba con su cabeza

- Ni que me lo digas - sonrió sentándose en el sofá, en sus manos traía unas toallas limpias que no se habían alcanzado a utilizar - Elsa siempre fue muy recatada y correcta, para ella había un momento y lugar para cada cosa - explicaba mientras acomodaba las toallas dobladas en sus piernas - ella también detestaba cuando me tomaba todo a la ligera, ¡Es que hay que hacerlo divertido!

- ¡Exacto! - sonrió Jack - pienso exactamente lo mismo - concordó sentándose a su lado

A Jack le gustaba hablar con Anna, siempre escuchaba, nunca juzgaba y le entendía. En los años posteriores a la caída de Pitch, Jack y Anna, se habían hecho buenos amigos, incluso hasta llegar a considerarse familia, así lo sentían ambos.

- Por supuesto, no porque algo sea serio debemos hundirnos en un pozo de desesperanza... Elsa siempre se molestaba cuando no me tomaba las cosas en serio, y la verdad no era que no me las tomara en serio, solo era que no todo siempre era catastrófico - comentaba con un tono suave, recordando algunos momentos con su hermana -  recuerdo cuando se quejaba de ti - murmuró

- ¿Se quejaba de mi? - preguntó elevando una ceja curiosa

- Unas pocas veces mencionó algo sobre lo infantil que eras - rió - dentro de todo te tenía estima

- ¿Si?

- Bastante - suspiró - quizás hubiese funcionado - Jack guardó silencio, sabía a lo que Anna se refería, más no quería dejar en evidencia que aún mantenía sus sentimientos tal cual como hace cuatro años atrás, como si se hubiesen congelado junto con ella - a ustedes me refiero, si es que no quedó claro - agregó con una leve sonrisa

- No lo creo, se quejaba por todo - rió nervioso - siempre se robaba la diversión - se excusó

- ¡Lo sé! - Anna soltó una carcajada nuevamente - extraño tanto eso - murmuró con nostalgia - la extraño tanto a ella

- Si, yo también - concordó empapado de la misma nostalgia

- Ella sabría que hacer ahora, sabría las respuestas y no estaría sentada en un sofá tan perdida como yo - confesó - quizás por eso parece que no me tomo las cosas con seriedad, dentro de mi no sé cómo se debe actuar

- ¿Bromeas, Anna? - le dijo Jack con retórica - eres una reina maravillosa, mira a Arendelle, está como nueva después de todo y no han pasado ni siquiera cinco años, tu eres fabulosa, no dudes de ti - la ánimo Jack, Anna solo lo contempló conmovida

- Gracias Jack - respondió, Jack asintió en respuesta

- Bien, debo ir con los demás, esa flor mágica no se buscará sola - comentó poniéndose en pie - y tú debes descansar - le recomendó

- ¿La flor mágica? ¿Irán sin nosotros? - le recriminó ofendida

- Claro que sí - le respondió - es nuestro trabajo - agregó algo contrariado por sus propias palabras

- Pero pensé que habían venido por nosotros - continuó algo molesta

- Nuestra intensión nunca fue pedir la ayuda de ustedes, sino avisarles que madre naturaleza mencionó a las hijas de ambas - le explicó - descansa, despídeme de Kristoff y Elsa de mi parte - sonrió con tranquilidad, Anna aceptó no muy convencida después de protestar un poco más

Jack salió de la habitación en busca de los demás guardianes, se paseo por los pasillos despiertos del palacio, desentonando completamente con la oscuridad y pacividad de la noche afuera, debían ponerse en marcha, la búsqueda de la flor no era un problema, la actitud de Emily Jane lo era. Antes, cuando Jack solía frecuentar a madre naturaleza, simpatizaba con la posición que está solía tomar ante las dificultades y desacuerdos con otros seres, encontraba algo de gracia y coherencia con sus puntos de vistas, ahora entendía que ellos eran ahora los que estaban al otro lado, en el lado que antes solia perder.

Una vez Jack salió del palacio se encontró en los jardines vacíos, sin siquiera un rastro del cumpleaños que se había celebrado horas atrás, se asomó por la pileta y el trineo que seguía en su lugar junto a los renos, más no había rastro de otro guardian, Jack casi ni se creía poder ser el primero en llegar, su impuntualidad era legendaria entre ellos a pesar del poco tiempo, decidió dar una vuelta por los jardines, quizás estaban algo más allá, aunque no lo creía en realidad.

- ¿Jack? - le llamó hada quien estaba a unos metros más adelante, a una vuelta del palacio

- ¿Y los demás? - preguntó al llegar a su lado - tengo que presumir que llegue antes que todos - sonrió apoyándose en su cayado

- Están despidiéndose de Rapunzel y Eugene - respondió mientras terminaba de mandar a sus haditas a diferentes direcciones - querían conocer a la nueva bebé

- ¿Los tres? - preguntó curioso, Thoot asintió - no me sorprende de Norte y Meme, pero ¿Aster? - comentó

- Es el guardian de la esperanza, Jack, le agradan los niños - negó divertida

- Si, es bastante difícil recordarlo siendo así de molesto

Ambos rieron con suavidad, hasta que Thoothiana paró lentamente hasta que la risa dejó de ser risa y terminó siendo más un suspiro, luego miró al otro reuniendo algo de valor, le molestaba sentirse nuevamente igual que años atrás.

- ¿Es cierto lo que me dijo Aster? - le preguntó más seria

- ¿Qué te dijo ese canguro mal hablado? - le preguntó curioso, dándole toda su atención

- Sobre lo del 57... - musitó en voz baja, avergonzada de sus palabras, desviando la mirada con rapidez, pequeñas haditas que volvían a aparecer se acercaban a ella preocupadas

Jack levantó su mirada para notarla con mayor claridad, las sombras de la noche le ocultaban el rostro a la hada de los dientes, difuminando su expresión, la ausencia de la luna en el cielo estrellado dificultaba aún más la visión de este.

- ¿Lo de Emily y los túneles? - rió recordando - solo fué una jugarreta, lo que pasa es que Bunny es muy rencoroso - negó - ¿Qué te dijo él?

- Nada en específico - desvío la respuesta - es tan solo que... No lo sé - susurró aún sin poder sostenerle la mirada - me gustas Jack...

- Thoot...- quiso detenerla, pero esta no lo dejó

- Si, lo sé, solo escúchame - le pidió en un ruego - tu me gustas, me gustas desde antes de conocerte, de antes de que fueras guardian... - su voz estaba quebrada, bañada en emoción y tristeza, avergonzada de seguir queriendo a quien no le quería a ella. Pestañeaba rápidamente queriendo despejar las traicioneras lágrimas que buscaban asomarse - quizás no seas consciente de esto, pero no he podido dejar de quererte, no de esta manera... Pero de todas formas eres mi amigo, mi mejor amigo y no quiero que se repita lo de Elsa, no quiero volver a sentir que te alejan de mi lado - murmuró en un hilillo de voz, Jack suspiró lleno de culpa

El guardian era consciente de los sentimientos de su amiga, quizás no completamente, pero tenía la noción de ellos. También habían pasado años desde que habían tocado el tema directamente, en algún momento llegó a pensar que quizás esos sentimientos que la hada de los dientes tenía por él se habían apagado, pero sus actuales palabras le indicaban lo contrario. Jack no quería dañarla, dentro de todo la consideraba una muy buena amiga, una de las primeras en confiar en él, pero por otro lado le dolía a él mismo dañarla de alguna forma, no quería crear falsas esperanzas en ella.

- Thoot, yo... - titubeó

Pero antes que pudiese agregar nada más, Norte apareció tras ellos tomando a ambos por los hombros.

- ¿Qué hacen por aquí? - les preguntó distraído - el trineo está por allá - apuntó con un gesto de cabeza

A la distancia se podía ver a Meme ya sobre el vehículo volador mientras Aster dramatizaba para subir a este.

- Tenemos que volver al polo, hay a una malhumorada madre naturaleza que buscar - les recordó

- Claro, ustedes se demoran y nosotros somos el problema - se quejó con falsedad Jack - no hay como mantenerte complacido - continuo mientras se deshacía del agarre de Norte

- ¿Y tú dónde vas? - le preguntó el viejo guardian, Jack le devolvió la mirada

- ¿Al trineo? - respondió

- ¿No irás a ver a Elsa? - preguntó, hada aprovechó la conversación para hacerse a un lado hasta volver al trineo a la distancia, Jack la observó de reojo antes de volver al otro guardian

- ¿Debería? - preguntó incómodo - fui hace unos días y todo estaba bien - comentó luego

- Algo está mal - le confesó Norte, ahora Jack tomaba completa atención a este - lo presiento... En mi panza - susurró como un secreto mientras tocaba su barriga

- ¿De qué estás hablando? - le preguntó Jack entre la incredulidad y la gracia - ¿No será por todo esto de lo de Emily Jane y Rapunzel? ¿Bunny te está contagiando? - se burló

- Es en serio, Jacky - le cortó con seriedad - lo presiento aquí, igual que cuando hombre de la luna te eligió guardian - le informó apuntando a su pecho - asegúrate de que todo siga igual

- Está bien - aceptó a regañadientes girando sobre sus talones - aunque sigo pensando que es una perdida de tiempo - agregó algo molesto preparándose para volar

- ¿Desde cuándo te molesta tener que ir para allá? - le preguntó, pero Jack ya se había elevado. Norte negó con la cabeza confundido por la actitud del otro, disponiéndose a volver hacia el trineo

- ¿A dónde fue Jack? - preguntó hada una vez Norte llegó al trineo

- Fue al Ahtohallan - respondió Aster - Norte cree que Pitch volverá, lo dice su panza... - agregó tratando de ser escéptico, aunque dentro de él esperaba que no fuera real esta vez puesto que la barriga de Santa Claus no fallaba si rugía

- ¿Pitch Black? - preguntó a conejo, pero este ya estaba batallando con las náuseas una vez Norte había puesto en marcha el trineo

Thoothiana desvío su mirada hacia Sandman a su lado, esperando algo más de información respecto a los temores de Norte, pero lejos de tomar atencion a la arena dorada que le explicaba lo que habían hablado los tres guardianes camino al trineo, la hada de los dientes se perdía entre sus propios pensamientos, entre las memorias de las palabras que ella le habia dicho a Jack momentos atrás, entre las palabras que esperaba escuchar y jamas llegaron como respuestas, incluso no habia recibido ninguna. Se sentía avergonzada, lastimada y patética, no podía evitar sentir lo que sentía, pero si lo que decía, y lo que había dicho estaba mal, no era momento ni lugar, aún así no lo había podido evitar.

Thoothiana volvió a tomar atención a Meme entendiendo algo de lo que quería explicar este, luego desvío su mirada hacia el cielo que se expandía ante ellos, Norte arrojó una esfera de nieve abriendo un portal, hada suspiró, solo habían pasado unos minutos y ya lo comenzaba a extrañar.




Chapter 5: Capítulo IV - Olvido

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Capítulo IV
Olvido

Norte estaba equivocado, no era que a Jack le molestara ir hasta el Ahtohallan, todo lo contrario, le agradaba, llegaba a considerarlo su hogar, su verdadero hogar. Le gustaba el frío del glaciar, el sonido de las olas a su alrededor, el silencio y la tranquilidad, le recordaba a Elsa, y además ella estaba ahí, no era eso lo que le molestaba, no.

Tan solo quería olvidarla.

Habían pasado ya más de cuatro años desde la última vez que la había escuchado hablar, ya ni siquiera estaba seguro de si el sonido que se mantenía en su memoria era real, tampoco existían ya los recuerdos de cristal frío que lo hubiesen ayudado a recordar, desde que la quinta espiritu se había congelado las memorias del Ahtohallan no habían vuelto a aparecer.

Se paseo lentamente por los pasillos congelados del glaciar, dilatando el momento de llegar hasta la camara principal, dónde estaba la grieta que Elsa le había advertido años atrás, se paseaba por los corredores de hielo azulino mientras observaba los detalles de sus hileras, como si ya no se las supiera de memoria.

Cuando el guardian de la diversión conoció a la reina de las nieves pensó que solo sería una misión más, una tonta e inútil misión de guardian, tan solo serían quizás unos par de días hasta solucionar el problema, al final resultó ser mucho más que eso, conocerla le había cambiado la existencia, al igual que a los demás.

Solo que los demás no se habían congelado en el tiempo junto a Elsa.

Jack no podía olvidarla.

Y todos tenían algo que opinar sobre ello, claramente los demás no sabían, pero Hiccup con sus bromas y Anna con su indiscreción hicieron que poco a poco los demás comenzarán a sospechar, con el tiempo se convirtió en un secreto a voces que Jack prefería ignorar, ya bastante tenía con que fuese real; aún le gustaba Elsa.

Una vez que inevitablemente llegó hasta el final del recorrido, Jack se asomó con rapidez a la grieta, pasando de la camara vacía que dejaba tras de si, se deslizó con rapidez por el corto pasillo hasta asomarse al borde del lugar, el frío absoluto se sentía bajo sus pies que ya colgaban por la grieta, dispuesto a congelar a todo aquel que se atreviera a tocar su superficie.

Jack iba regularmente hasta el Ahtohallan para vigilar el estado de Pitch Black, otras veces iba cuando se sentía solo y otras más cuando extrañaba algo de Elsa, últimamente habían sido bastantes veces. El guardian se mantenía generalmente en la orilla de la grieta, observando hacia la oscuridad del fondo, dónde se podía divisar las siluetas de quienes permanecían en su final, congelados y suspendidos en el tiempo, otras veces solía bajar, se quedaba suspendido, gracias a viento, a unos pocos metros del suelo el tiempo suficiente hasta que sentía sus brazos entumecidos y que el frío le atravesaba la piel como si volviera ser mortal.

En esta ocasión necesitaba bajar un poco más.

Jack se sentía culpable, responsable de herir a alguien más, responsable de aún sentir lo que sentía, aferrado a un recuerdo que jamás iba a volver a mirar, no como lo hacia hace tiempo atras. Con un ligero impulso se lanzó hasta el pozo de la verdad, sintió la brisa ligera de viento envolverlo con debilidad, amortiguando el descenso al igual que siempre ocurría, quizás afectado por la naturaleza inhóspita del glaciar. Jack bajo la mirada notando como poco a poco su visión cedía a la imagen oscura del lugar, adaptándose al brillo opaco de sus paredes, permitiéndole observar las estatuas de hielo con mejor detalle.

Jack se acercó a la imagen congelada de Elsa, estaba despeinada, sus ropas elegantes y pulcras estaban desordenadas con pequeñas arrugas e imperfecciones que se congelaron junto a ella, sus manos pequeñas se aferraban a las ropas cristalizadas y oscuras del rey de las pesadillas, sus dedos finos se enredaban entre el género perdiéndose en este, Jack levantó la vista hacia el rostro pálido y helado de Elsa, al guardian siempre le habia perturbado la expresión de esta.

Elsa estaba tranquila, tenía una expresión plácida, serena, como si estuviese en completa paz a pesar de sus circunstancias, completamente reconciliada con el destino que había elegido. Jack suspiró sonoramente antes de desviar su mirada.

El guardian maldijo en voz baja para luego continuar haciéndolo en su cabeza, ni él mismo entendía su tozudez de seguir queriendo a Elsa con la misma intensidad, incluso llegaba a empatizar con el dolor que hada le decía sentir aún por quererlo a él, la culpa una vez más volvió, ya no se sentía seguro de nada.

Lo único seguro era que tenía que olvidar.

El mismo se lo había dicho a hada años atrás.

Pero bastante difícil se le hacía tener que hacerlo, siendo él el único guardian al cual Nokk toleraba, se convertía en el único que podía entrar a aquel lugar, que de por si en circunstancias normales ya era difícil de llegar. Vigilar el estado de Pitch Black lo orillaban a tener que ver a Elsa siempre en aquel lugar, su imagen hacia cada vez más imposible olvidarla.

El frío ya comenzaba a entumecer el rostro de Jack, una pequeña y casi traslúcida nube de vapor se escapó de sus labios, desapareciendo en la atmósfera como si fuera parte de esta, Jack pudo sentir una corriente elevarlo suavemente, viento indicándole que debían salir pronto de ahí, lo sabía, no podía estar más que unos minutos en ese lugar sin sufrir el mismo destino que la ex reina de Arendelle. Devolvió nuevamente la mirada hasta donde esta, siempre que la observaba se le apretaba el estómago, se le hacía más difícil intentar de olvidar, sin querer recordaba sus gustos y rarezas, recuerdos que después se enriquecieron con las historias de los demás que la conocieron más tiempo que Jack, aún así este sentía que la conocía un poco mejor que estos.

Jack podía recordar algunas costumbres y preferencias de Elsa que estaba seguro nadie más había notado en ella, recordaba con nostalgia cuando la reina de las nieves arrugaba su nariz cuando algo le desagradaba o cuando mentía; en un principió Jack lo encontraba molesto e infantil, después entendió que Elsa solo lo hacía por qué también le desagradaba mentir. También recordaba como Elsa solía fruncir los labios cada vez que se guardaba algo, cuando evitaba decir algo de más y se tragaba sus propias palabras; Jack recordó también cuando esta jugaba con sus dedos cuando buscaba controlar lo que estaba fuera de sus manos, y así recuerdo tras recuerdo se le cruzaba por la mente haciéndole un poco más difícil sacarla de su cabeza.

El guardian negó mentalmente con ahínco buscando disipar las memorias que lo asaltaban. Elsa ya no estaba, hacía tiempo que no lo hacía, y como último argumento, ella jamás habría correspondido hacia él, en eso Anna se equivocaba.

Volvió a elevarse con ayuda de viento, volviendo a la superficie segura del glaciar, alejándose de la imagen congelada de quién le quitaba aún el sueño. Incluso Jack se sentía más ridículo que Hiccup, al menos el vikingo había perdido a su esposa, había perdido su futuro, le habían arrebatado una certeza, no un amor platónico de un par de meses como al guardian.

No por un quizás.

Volvió a negar molesto disipando sus pensamientos, buscando salir de las paredes del glaciar que lo aprisionaba, sin mirar hacia atrás.

Ya había tomado una decisión.

El cielo seguía en su punto más oscuro, esa oscuridad absoluta que sale un poco antes del amanecer, esa oscuridad abrumadora de la cual todos huyen y evitan, mas para Hiccup era relajante, lo envolvía en una sensación plácida, sin ruidos, sin amenazas, tan solo silencio y la nada. El vikingo estaba en los jardines de atrás del palacio, una vez batalló con la almohada en vano, decidió salir a dar una vuelta, quizás el aire fresco o la compañía de su fiel amigo lo ayudarían. Pero, contrario a lo que pensaba, ni la compañía de Chimuelo le brindó el consuelo esperado, ni el aire fresco surtió efecto, aún seguía perturbado, aprisionado por sus emociones.

No quería olvidar.

Astrid fue la primera persona en confiar en el, ahora, líder de Berk, incluso cuando ni él mismo confiaba en sus capacidades, también fue la primera persona que lo amó aun cuando él no lo hacía, le ayudó a crecer, a ser quien era, lo impulsó y engrandeció sus habilidades, lo salvó de si mismo y todos sus fantasmas y aunque él le falló y faltó en muchas ocasiones, la rubia jamas lo habia hecho. Astrid lo había convertido en el hombre y líder que ahora era.

Pero ya no estaba ahí.

Hiccup se negaba a aceptar que aquella mujer fuerte, valiente, inteligente y guerrera se había desvanecido de la faz de la tierra sin más, era imposible que su existencia se redujese aún parpadeo, inaudito, incomprensible, inmesurable. Él no podía dejar de buscarla.

Ella jamás lo haría.

Durante más de cinco años, Hiccup, no había parado de rastrear a la mujer de su vida, ya había recorrido gran parte de los principales puntos cardinales sin éxito, aún así las esperanzas no las perdía, aún quedaba mucho territorio en el que buscarla, eso se decía así mismo. Hiccup no se había detenido ni escatimado en la búsqueda de su esposa, tratando de equilibrar sus labores como líder y sus viajes a Arendelle con esto, pero en algún punto de esos años su ritmo se ralentizó y su atención poco a poco se había centrado en alguien más.

Había conocido a alguien.

Y ahora la culpa era todo lo que podía sentir, eso y sus nuevos sentimientos. Lo que había comenzado como una buena amistad, ahora era un constante desfiles de nervios y cosquillas en el estómago que no lo dejaban pensar con claridad, pasaba horas enteras ensimismado en sus pensamientos, noches completas soñando, incluso se encontró varias veces viajando hacia las tierras del clan Dunbroch cuando se dirigía a otras, hace mucho tiempo que la princesa le causaba más que solo una "buena amistad".

Se estaba enamorando.

Hiccup no sentía solo una atracción inocente, no era un gusto pasajero o algo para olvidar, no, en contra de todo lo que él creía y pensaba, su buen juicio y lealtad, él se estaba enamorando, casi igual de perdido como lo estaba por su esposa, pero la culpa lo frenaba, lo hundía en un pozo de negación y de culpa, se sentía un villano.

- ¿No podías dormír?

Hiccup pegó un respingón mientras ponía una de sus manos en su pecho, asustado ante la pregunta de Mérida, su voz había cortado el silencio abruptamente, Chimuelo a su lado solo se reacomodó divertido, él ya habia advertido las pisadas de la otra.

- ¿Te asusté? - se burló divertida

- Muy graciosa ¿Qué haces despierta? - le preguntó ya respuesto

- ¿Tu qué haces despierto? - contrarrestó aún muy divertida

- Ah, solo quería hacerle compañía a Chimuelo - se escusó pasando un brazo por el furia nocturna - le da miedo dormir solo - comentó quitándole importancia, Chimuelo lo empujó

- Yo creo qué es al revés - negó escéptica

- ¿Y tú? ¿Qué haces por aquí? - le interrogó

- Estaba con Rapunzel, Anna y yo nos turnamos para acompañarla - respondió sentándose a su lado - te ví por una de las ventanas cuando baja por la torre - agregó

- ¿Y decidiste salir en la noche porqué... - le interrogó ahora entre la burla y la duda genuina, Mérida boqueó antes de responder

- Vine a hacerte compañía, agradecemelo - se defendió con brusquedad, Hiccup solo se carcajeo en respuesta

- Sabía que tenías corazón - continuo burlándose, Mérida lo golpeó en el hombro - ya, no te enojes - dijo entre risas

- Inmaduro - le dijo con un deje de gracia

- Gruñona - respondió negando divertido - ¿Ya convenciste a Rapunzel?

- No, no lo logré - negó - es injusto, yo traje a esa bebé al mundo, merezco que lleve mi nombre - se quejó, Hiccup rió divertido

- Ya es suficiente con una - acotó divertido, Mérida volteo a verlo para golpearlo con suavidad una vez más en el hombro - solo me das la razón - se defendió sobándose

- ¿Cómo es que Chimuelo te soporta? - murmuró

- Por qué soy encantador - respondió socarrón, Mérida rodó los ojos

- Si, encantador, ajá - negó aguantando una risa, siempre eran risas entre los dos - ¿Y tú y tus encantos podrían llevarnos a mis hermanos y a mí de vuelta a mi reino? - preguntó desviando la mirada

- Siempre te voy a dejar - respondió echándole un vistazo - es porque soy encantador

- Claro, sé encantador y llévanos - rió - tengo que estar temprano en el castillo - agregó

- ¿Sucede algo? - preguntó notando la expresión tensa de la otra, Mérida alisó sus cabellos que volvieron a desordenarse una vez los soltó

- Nada importante en realidad, mis hermanos tienen clases de arquería con mi padre y mi madre me necesita... Le prometí estar a primera hora, fue la única forma de venir a lo de la pequeña Elsa sin una discusión - suspiró

- Han estado tensas las cosas entre ustedes

- Ni que me lo digas - suspiró abrazando sus rodillas contra su pecho - ya ni siquiera he podido salir a cabalgar en Angus

- ¿Qué piensas hacer? - preguntó, pero la colorina solo guardó silencio

Durante los últimos años, la reina Elinor se había empecinado en que su hija, la heredera del clan, se uniera en matrimonio. En un principio, la matriarca, había manifestado sus intenciones y deseos de conocer prontamente sus futuros nietos, esperando que la princesa hiciera su búsqueda por si misma, aguardando el resultado de su libertad de elección, cuidando cumplir el acuerdo que habían hecho ambas cuando remendaron el vínculo, pero con el tiempo Elinor se dió cuenta que no sería así, su hija lejos de entender sus palabras y avanzar con sus deberes como futura reina, se dedicó a viajar de un reino a otro, si bien afianzando lazos diplomáticos, también ignorando aceptar algún pretendiente. Ahora ya no habían sutilezas, la reina ya había comenzado a planear reuniones y torneos entre reinos para que su hija eligiera a alguien con quien estar, un equilibrio en lo que ambas necesitaban. Mejor que imponerselo.

Aún así Mérida sentía que la orillaban a elegir, el matrimonio no era prioridad en su vida, no con quienes su madre traía, aún le quedaba mucho por enfrentar y entender, aún le faltaba comprender lo que ella sentía.

Aunque ya lo sabía.

- ¿Nos llevarás? - preguntó cambiando el tema

- Si, tu dime cuándo salíamos - respondió resignado, entendiendo la renuencia de la otra en hablar

- Ahora, iré por mis hermanos - dijo poniéndose en pie

- Bien, le diré a Brutacio que nos acompañe - aceptó imitando su acción - nos vemos en 15 minutos - agregó a lo que Mérida asintió

Y tal cual habían dicho, pasados los minutos habían vuelto ambos al lugar, Hiccup traía consigo a Brutacio junto a tres dragones más, y Mérida traia consigo a sus hermanos que aún venían algo adormilados. El despegue no se hizo esperar.

Los tres dragones se elevaron por los cielos, cálidos y suaves rayos de sol se filtraban por el cielo dando aviso del inminente amanecer, Brutacio iba junto a uno de los trillizos sobre su dragón, Eructo y Guácala, al fondo de la formación, en medio iban Hubert y Harris sobre Tormenta; y encabezando iban Mérida e Hiccup, buscaban elevarse un poco más antes de utilizar la esfera que Norte le habia dado al jinete tiempo atras.

- Ya está amaneciendo - dijo levantando la voz sobre el ruido del viento - ya debería estar en casa - se quejó

- Tu te demoraste - se defendó - llegaremos en un instante - agregó lanzando la esfera de nieve al aire

El grupo atravesó el portal rápidamente antes de que se desvaneciera, volviendo en un destello el cristal a las manos del jinete, Hiccup volvió a guardarla en sus ropas.

- ¿Ves? Ahí está - le dijo apuntando a lo lejos las tierras del clan - en un instante

Mérida rodó los ojos mientras ahogaba una sonrisa, desvío la mirada risueña evitando ver hacia Hiccup, aunque él no pudiese verla a ella, iba aferrada a la espalda del otro, ocultándose de la brisa salvaje del viento, sintiendo el aroma profundo del vikingo, cerró los ojos con tranquilidad buscando alargar más ese momento, alargar más la sensación de libertad que le brindaba la ligereza del viento, alargar mas la seguridad que le daba Hiccup.

- ¡Hermana, mira! - le gritó Hubert, Mérida volteo a echarle un vistazo, notando como el menor apuntaba hacia el castillo - ¡Son los barcos de Hans! - exclamó

Mérida miró sobre el hombro de Hiccup notando la caravana de barcos que atracaban en el puerto del reino a lo lejos, dejando su estela y ondas en los mares de la costa, un vacío abrumador le bajó por la garganta hasta el estómago, acunandose ahí, a su lado Hiccup le dedicaba una mirada de reojo.

- ¡Guarda silencio, enano! - le gritó molesta de vuelta a su hermano, risas traviesas se escuchaban a la distancia

- ¿Hans? - preguntó con una media sonrisa, Mérida puso los ojos en blanco volviéndose a acomodar en el dragón - ¿Fue el elegido? - agregó levantando una ceja

- ¿De qué hablas? - negó secamente - solo es diplomacia, es un príncipe de otras tierras - se excusó

- Claro - alargó la palabra buscando sonar relajado - Le agrada a tus hermanos

- Si, no sé, es algo pomposo, les gusta molestarlo - respondió - no sé cómo los soporta

- Son encantadores

- Son odiosos - se quejó, Hiccup negó divertido

Los tres dragones descendieron sobre una de las torres del castillo, bajo de ellos se escuchaban los gritos y bullicio de la gente ya levantada en sus labores, los rayos del sol ya cubrían por completo la tierra, calentando y dando inicio a un nuevo día.

- Gracias Hiccup - le agradeció Harris bajando del nadder, luego se acercó a Brutacio chocando los puños con él - nos vemos luego rey dragón - se despidió con burla entrando por la puerta

Mérida rodó los ojos pidiendo paciencia.

- ¿Rey dragón? - le preguntó Hiccup una vez que se despidieron los otros dos trillizos

- ¿Qué puedo decir? - se encogió de hombros - respetan un fuerte liderazgo - se pavoneo, los otros dos negaron

- Se estaban burlando - le corrigió Mérida, pero Brutacio la ignoró

- Les daré su espacio para que se despidan, ya saben, privacidad - dijo el rubio alejándose y subiendo a su dragón, Hiccup negó avergonzado. Mérida guardó silencio

- Bien, creo que debes entrar con el tal Heinz - dijo rompiendo el silencio, Mérida negó divertida

- Es una reunión diplomática - le recordó

- No dije lo contrario - se defendió - ¿Nos vemos en unas semanas? - preguntó

- Puede ser - respondió desviando la mirada - pensaba ir con Runa hasta Corona, Rapunzel volverá a su reino en estos días y queria pasar tiempo con la pequeña Mérida - Hiccup soltó una carcajada

- No se va a llamar Mérida - negó divertido

- Eso tú no lo sabes - sonrió

- ¡Ya besala! - gritó Brutacio sobre Eructo

- ¡No molestes! - se defendió el otro - me tengo que ir - se volteo a decirle a Mérida quien evitaba mirarlo de vuelta

- Si está bien - respondió - nos vemos

Mérida se despidió rápidamente de los demás con un gesto de mano antes de entrar, Hiccup en cambio volteo hacia Brutacio.

- ¿Ya besala? - le recriminó, Brutacio se encogió de hombros

- Te alentaba, jefe - sonrió, el castaño negó tocándose el puente de la nariz

- Estoy con Astrid - le recordó

- Oye, a mi solo me preocupa el futuro de la tribu - argumentó haciendo el tonto, apoyado su cabeza sobre la de su cremallerus, con una sonrisa tan amplia como su burla - además me levantaste antes de que saliera el sol y no me das ni un pequeño espectáculo

Pero antes de que Hiccup pudiese protestar o decir algo más, Tormenta empezó a olfatear el aire, a su lado Eructo, Guácala y Chimuelo tomaron atención a lo que está hacia, Brutacio, intrigado, hizo lo mismo que los demás.

- ¿Qué le sucede? - preguntó en voz baja hacia Hiccup

- Es por los arboles - respondió - es normal - comentó mientras se acomodaba en Chimuelo, preparado para despegar

- ¿Qué tienen los árboles? - le preguntó una vez en los cielos, la dragón seguía olfateando recelosa los vientos

- Creo que no le gusta su olor - respondió, - siempre lo hace - se encogió de hombros - volvamos por los demás - cambió el tema antes de lanzar la esfera y abrir un portal - debemos volver a casa

Chapter 6: Capítulo V - Cuatro puntos

Chapter Text

Capítulo V
Cuatro puntos

- Llegas tarde - le dijo Elinor una vez estuvieron a solas en el cuarto de la colorina

- Mamá - se quejó alargando la palabra

- No busco pelear, solo es una observación - agregó rápidamente mientras traía consigo el vestido que su hija usaría - estos Lords no son igual que los demás - le explicaba - valoran la puntualidad

- Lo sé, buscan a una mujer virtuosa - murmuró aburrida - yo no soy lo que buscan

- Mérida, tu eres una princesa, eres una mujer virtuosa - le corrigió - eres más que perfecta - le dijo dejando el vestido al lado de esta, para luego agarrar su rostro entre sus manos - nunca digas lo contrario - le susurro con amabilidad y cariño

- No quiero esto madre - susurró desviando la mirada

Elinor guardó silencio, sopesaba sus palabras, buscaba tranquilizar a su hija y guiarla hacia el deber, pero ahora ni siquiera la reina estaba tan segura de sus propias tradiciones, años atrás era más fácil seguir las reglas prescritas, ahora entendía la injusticia en todo aquello, no podía obligar a su hija a una vida de dolor y sufrimiento, no podía contar con que Mérida tuviese la misma suerte que ella con Fergus, no queria obligarla, pero tenia un deber con su pueblo.

- Lo sé, pero es el deber - respondió despejando su rostro - es mejor que te cambies, no debemos hacerlos esperar más, tu padre no tiene ni idea de qué hablar con ellos, son algo... Cómo decirlo... - murmuró buscando la palabra en su cabeza

- Estirados - completó su hija

- Refinados - corrigió, Mérida rodó los ojos

- No estoy lista para esto, madre, creo que jamás estaré lista para esto - soltó como un quejido, alisaba sus cabellos buscando calmar su exasperación

La reina miró una vez más a su hija, sabía a lo que se refería, sabía que Mérida ya no era la misma adolescente que años atrás, ahora era una mujer, pero seguía siendo su pequeña valiente que jugaba aún con sus flechas en el bosque. Tomó una gran bocanada de aire recordando las palabras que había ensayado con su esposo años atrás, sonrió levemente antes de responderle con calma y empatía.

- Entiendo que esto te parezca muy injusto, también yo tuve mis dudas cuando me comprometieron, pero no podemos huir de lo que somos hija

- No quiero que termine así mi vida - dijo afligida - solo quiero mi libertad

- ¿Pero deseas pagar el precio por esa libertad?

Mérida guardó silencio, su madre tenía razón, no podía pagar su libertad. Los años transcurridos habían mellado en el fornido rey, la vejez le estaba empezando a cobrar factura y sus fuerzas ya no eran las de antaño, su espalda le dolía, se cansaba con rapidez, su corazón comenzaba a fallar, la mortalidad era una amenaza constante al trono, eso lo sabia la princesa. También sabía que los primogénitos de los otros clanes ya estaban casados, algunos ya habían tomado mando del liderazgo de sus clanes, mientras el restante lo haría al finalizar el año, era cuestión de tiempo para que alguno se quisiera imponer sobre el rey del clan.

La reina ayudaba a la colorina con su corset mientras esta tomaba su cabellos en un elaborado y gran chongo, sus rizos caían dándole una apariencia más desordenada de lo que pretendía, pero con más sobriedad si no lo hubiese hecho.

- Tienes que tratar de ser agradable - le recordó mientras acomodaba sus cabellos sueltos

- Lo intento - replicó

- Es una suerte que los Lords de los clanes aceptarán un pretendiente extranjero, último en su linea de sucesión - le recordó - eso es una ventaja, no tendras que irte a su reino, podras permanecer aquí

- Lo sé - respondió

- Podrás heredar tu trono

- Lo sé, madre - suspiró - lo haré bien, seré agradable

Mérida se miró al espejo acongojada, el vestido era de un verde irlandez intenso, resaltando sus rasgos y sus ojos azules, sus cabellos rojos contrastaban luciendo más vibrantes, se veía perfecta, pero no se sentía así. Desvío la mirada hacia la ventana, el cielo azul y despejado la hundían más en su pesadez, de todas formas no había podido escapar a su destino.

Hans llevaba frecuentando las tierras del clan Dunbroch desde hacia más de medio año, el tiempo le había relegado de su castigo y ya habia comenzado a hacer vida de palacio, los reyes de las islas del sur le había conferido mayor responsabilidad y prontamente el principe comenzó a realizar sus viajes diplomáticos, formando en uno de estos tantos viajes sus lazos con los clanes. Ahora se dedicaba a frecuentar sus tierras procurando a la princesa de Dunbroch.

Madre e hija se encaminaron hacia el salón, en esta ocasión el principe de las islas del sur había viajado junto a sus padres, lo cual no le daba una buena sensación a la colorina. Durante varios meses Mérida estuvo evitando estar a solas junto a Hans, ignoraba sus insinuaciones y procuraba ser tan desagradable como podía, Runa había sido de gran ayuda durante ese tiempo, tratando de coincidir en los lugares que ellos frecuentaban por solicitud de la princesa, pero ahora, con la llegada de los reyes de las islas del sur, se veia imposibilitada de usar alguna de sus tetras.

Serían unas largas semanas.

Los reyes de ambos reinos habían generado un convenio con una meta en común; la unión de sus reinos, por lo que el matrimonio de sus hijos era su principal prioridad, y la princesa trataba de evitar tal acontecimiento a toda costa.

Y no era que Hans no fuese agradable, el principe de las islas del sur poseía una personalidad carismática y respetuosa, un romántico empedernido y muy insistente, en un principio no fue del total agrado de Mérida, pero con el pasar del tiempo su insistencia y desplante la llevaron a seder poco a poco. Aún así no quería aceptar los planes de los demás.

No quería perder su libertad.

Hans llevaba meses frecuentando las tierras del clan, buscando oportunidades para conocerla, para conquistar a la colorina, le agradaba, el carácter indomable de esta y su belleza natural lo habian encantado, sentia el desafío como un impulso para sus metas, un pequeño obstáculo para el trono. Quizás fuera su única oportunidad.

Por otra parte los días iban pasando, abriendo paso a la incertidumbre, los guardianes buscaban la tan valiosa flor que les había descrito madre naturaleza, con su tan conocida ambigüedad y recelo, por lo que la información no era de fiar por completo. Los cinco se habían aventurado entre los límites del bosque oscuro, donde Emily Jane les había confiado la última ubicación de la flor, donde una mujer fue capaz de arrancarla, pero ellos poco habían podido encontrar ahí.

- Cinco días... - se quejó Jack en un bufido

- Si, lo sabemos - le respondió molesto Aster

- Podrías hacer algo por eso, entonces. Usa tu olfato - le apuntó

- Tu usa tu olfato ¿Me crees un perro? - preguntó ofendido

- Te creo un canguro, uno bastante molesto - le respondió dándole la espalda

- Conejo, soy el conejo de pascuas - le corrigió molesto

- Muchachos, tranquilos, no podemos perder tiempo en estás cosas - los detuvo Norte

- ¿Y no estamos perdiendo el tiempo con este paseo? - ironizó Jack rodando los ojos

- No tenemos nada más - le recordó hada

- Estamos perdidos - susurró

- No estamos perdido - dijo Norte con convicción - solo algo desviados

- Ah, ya no te aguanto - se quejó Aster separándose de ambos - Meme, hada, vamos, busquemos esa planta - murmuraba alejándose de ambos

- No lo escuches, Jack, tan solo es que no le gusta todo esto - dijo hada antes de seguir al conejo

Meme observó a Jack negando con la cabeza, no buscaba ponerse de algún lado pero los días iban pasando y ambos guardianes, Aster y Jack, estaban poniendo tensa la situación. Sin buscar juzgar a su amigo se volteo para seguir el camino, él mejor que nadie sabía lo volátil que era madre naturaleza y ya bastante se habían demorado en encontrar la flor del sol, los segundos pasaban convirtiéndose en horas, dando paso a los días y las noches, pronto Seraphine aparecería en busca de lo que le pertenecía.

- ¿Qué le pasa a conejo? - apuntó Jack a la dirección de este quien ya había avanzado bastante entre la espesura del bosque

- Es como dijo hada - respondió encongiendose de hombros - le molesta todo esto

- Que egoísta - murmuró - solo piensa en como se siente - Norte respondió con una enorme carcajada - ¿Qué te sucede a ti?

- ¿No te das cuenta, Jacky? - preguntó aún entre carcajadas - ustedes dos se parecen más de lo que crees

Jack detuvo sus pasos ante las palabras de norte, volteando a darle frente con la expresión mas confusa que podia componer.

- El aire fresco te está afectando, no nos parecemos en nada - negó

- ¿Oh, estás seguro? - inquirió levando una ceja, luego negó para pasar un brazo sobre los hombros del otro y atraerlo hacia si - Continuemos

- ¿A qué te refieres Norte? - continuo preguntando, sus compañeros ya se habían perdido del alcance de su vista

- Ambos son tercos y orgullosos - comentó aun muy divertido - no me mires así Jack, no es mi culpa que no lo hayas notado

- Ya - dijo secamente - son dos cosas nada más, no nos hace iguales - se escusó molesto

- Jo, piensas qué no hay más - sonrió acariciando su barba - ambos son competitivos e infantiles, y ambos se enamoraron de alguien que no los puede amar - culminó con suavidad

- No sé de qué estás hablando - respondió después de una larga pausa

- Oh Jacky, yo creo que lo sabes - sonrió aún sin dedicarle una mirada, frente de ellos habían aparecido nuevamente sus amigos a la distancia

- Mh, no, no sé de qué estás hablando - repitió

- No digo que la olvides, tan solo que debes continuar - mencionó parando abruptamente, sus ojos no se despegaban de la arena dorada que dejaba Meme como rastro - no creo que ninguno la vaya a olvidar, es una de nosotros, pero creo que es momento de aceptar que Elsa no volverá - terminó con suavidad, buscando no dañar más al guardian melancólico que había conocido esos últimos cuatro años

- No sé de qué estás hablando - dijo una vez más, está vez con pausas entre las palabras y con la mayor claridad que pudo emplear - Creo que estamos muy ocupados para hablar de estás cosas, nos quedan un par de días antes de que Emily Jane haga sus berrinches, deberíamos buscar esa torpe flor - agregó con tranquilidad, buscando escapar del tema

Norte no dijo nada, lo observó una vez más, Jack era un libro abierto, fácil de leer e interpretar, hace tiempo ya Norte había entendido sus miradas y risas, también sus travesuras y juegos, sabía que el guardian hablaba mucho, pero decía poco, aún así se las había arreglado para entender el lenguaje que este tenía, notando su ingenuidad en la mayoría de las cosas. Nicholas había aprendido a interpretar las palabras de Jack.

- Ya veo - respondió al fin - Continuemos, no quiero tener que decirle a madre naturaleza que no encontramos su amada flor - murmuró antes de continuar, Jack lo observó desde atrás antes de seguir

- Dile a Aster que use su nariz, todo sería más rápido - dijo antes de alcanzarlo, Norte rió

- No creo que se lo tome de buena forma - respondió

- Eso no interesa - se quejó - es nuestro trabajo - dijo poniendo su cayado sobre sus hombros - eso dijiste

- Estábamos divirtiéndonos - dijo confundido - estoy seguro que estaba riendo

- No cambies el tema Norte - se carcajeo Jack

Las carcajadas de los dos llamaron la atención de los que estaban más adelante, aún bajo la tensión del momento podían encontrar un instante de tregua, una inocente risa que los unía un poco más, quizás un reproche luego o una reprimenda, las opciones estaban ahí, junto a la incertidumbre de lo que podía pasar, junto a la posibilidad y el caos, a la distancia, oculta en las sombras y el silencio, entre lo real y tangible junto a lo etéreo e inexistente, dónde nadie la podia sentir, Emily Jane lo veía todo y lo sabía todo.

Eso decía la creencia popular, la verdad no era tan simple.

Madre naturaleza era un ser de temer, controlaba todas las fuerzas del mundo, era despiadada e implacable, una furiosa tormenta o una marejada salvaje, furiosa como el viento, pero llena de vida, de primaveras y flores, colorida como el otoño, fresca como el verano, tan sola como el propio invierno.

Ella estaba sola.

Se paseaba entre las paredes luminosas e infinitas de la nada, aventurandose entre las realidades de cada ser que ella conocía, absorbiendo las experiencias de los todos, aventurandose entre las emociones de los demás, sus existencias, ni una le pertenecían.

Giró sobre sus talones alejándose de la imagen de los guardianes, aburrida de sus palabras y sus quejas, molesta por su demora. Siguió paseándose entre su pequeño universo, en su pequeño espacio, una parada en la realidad, un punto donde corvergian las existencias todos aquellos que a ella le podrían interesar.

Un puente entre su mundo y la realidad.

No había manipulación, no habían retrocesos, ni segundas veces, solo era una ventana hacia un mundo que estaba fuera de su alcance. Se acercó lentamente hacia el borde del espacio entre el mundo y su hogar, dispuesta a observar algo más de la vida.

Rapunzel se acomodaba en su cama, distribuía las almohadas alrededor de la orilla creando un pequeño muro para proteger a la pequeña bebé de caer, esta dormia plácidamente a un lado de ella.

- Cariño, no tiene ni un mes, no creo que salte de la cama - le dijo Eugene acercándose a ambas - ¿Cómo han estado mis dos bellas mujeres este día? - le preguntó besando su frente

- Oh, nuestra pequeña florecilla ha sonreído hoy - le comentó con suavidad, haciendo un gesto de silencio con sus dedos sobre sus labios

- ¿Me perdí su primera sonrisa? - se lamentó entre susurrós

- Lo lamento, Eugene - le sonrió apenada

- No me gusta ser rey - murmuró mientras peinaba sus cabellos hacia atrás agotado

- Luces cansado amor, mis padres te están ayudando ¿Verdad? - preguntó apesadumbrada

- Si, Punzie, me ayudan, claro que lo hacen - aceptó sentándose a un lado de esta mientras la atraía hacia él - pero es muy difícil hacer todo esto sin ti, me haces falta - aceptó

- Eugene... - musitó enternecida

- No me tomes atención, tu debes estar abrumada, esto es nuevo para ti - dijo mientras depositaba besos en el cabello de su esposa - eres maravillosa, yo estaría aún más perdido en tu lugar

- Eugene, eres el padre...

- Y no tengo ni idea de lo que estoy haciendo - negó

- Vas bien - le sonrió - lo harás bien - dijo besando su mejilla

Eugene posó sus ojos sobre la pequeña criatura que dormía junto a ellos, pequeña y delicada, tan frágil como el cristal, sus cabellos dorados y cortos se asomaban por el gorro que cubría su cabeza, sus ojos permanecían cerrados, imperturbables, bajo sus pestañas tupidas pequeñas pecas adornaban sus pómulos, la imagen vívida de su su madre, un pequeño ser al cual amar. Su vida era perfecta, temía que algo se la fuera a arrebatar.

- Su majestad - interrumpió uno de los soldados que custodiaban la puerta, desde lo de Seraphine la guardia había incrementado su alcance - han venido a verlos, el líder de Berk

- Oh - susurró Rapunzel echándole una mirada a Eugene, este se la devolvió igual de confundido que está - déjalo entra - dió como respuesta

Al poco tiempo Hiccup entró a la habitación donde los otros tres lo esperaban. Estaba solo, algo avergonzado y muy callado, más allá de un saludo y las habituales preguntas, no pudo decir ni una palabra más, por otro lado Eugene y Rapunzel intercambiaban miradas cargadas de preguntas, un lenguaje que el vikingo estaba lejos de entender o incluso de notar.

- ¿Y qué te trae por aquí, amigo? - dijo Eugene directamente, Rapunzel rodó los ojos exasperada de no haberse hecho entender

- Bueno... Yo, quería saber cómo estaba la pequeña Holly - sonrió incómodo

- No puedo creer que uses a mi bebé en tu mentira - le reprochó Rapunzel apuntando lo acusatoriamente - debería darte vergüenza

- Está bien, lo lamento - dijo arrepentido

- Desonrra - le apuntó Eugene

- Ay, por favor, ¿Es en serio ?

- ¿Qué te trae por aquí, musaraña? - le preguntó acusatoriamente el rey de Corona

- Yo... Yo... - titubeó

- ¿Acaso esperabas ver a alguien más? - apresuró Rapunzel divertida

- ¿Por qué crees que querría ver a alguien más en tu reino? - se defendió

- Vamos, Hiccup, nos ofendes ¿Qué tan ingenuos nos crees?

- Sabemos que estas aquí por Mérida - dijo Eugene divertido de la expresión del otro

- Si ya lo sabían para qué me hacen hablar - se quejó elevando las manos, los otros dos estallaron en carcajadas

- Aún no ha llegado, al parecer tenía algo en su reino - dijo Rapunzel aún entre risas

- Ha estado muy ocupada estos meses, cosas diplomáticas - la escusó Eugene demasiado nervioso para pasar despaeraivido - ya sabes, cosas de princesas

- Eugene... - siseó Punzie entre dientes mientras le daba un codazo

- Ah, se refieren a Heinz - respondió Hiccup por primera vez más confiado

- ¿Lo sabes? - le preguntó Rapunzel - Así que ese es su nombre - murmuró para sí misma

- ¿Y no piensas hacer nada? - le interrogó ahora Eugene

- ¿Y qué puedo hacer yo con eso? - dijo encogiéndose de hombros

- ¿Decirle que la amas? - le apuntó Flynn

- Qué no puedes vivir sin ella - acotó la rubia

- ¿También ustedes? - les reprochó el vikingo mientras pasaba sus manos por su rostro con poca paciencia - ¿Saben qué? Vuelvo en unos días - suspiró moviendo la mano

- ¿Estás seguro? - inquirió Rapunzel divertida - podrías ir a buscarla

- Si, como digas - negó este otro - Nos vemos - les sonrió - cuidense

Rápidamente Hiccup abandonó la habitación de los reyes, quienes quedaron entre risas por la actitud del visitante, aunque les exasperaba la lentitud de ambos, les agradaba las expresiones o actitudes que tomaban estos cuando se les mencionaba al otro, para todos era más que claro que entre la princesa del clan Dunbroch y el líder de Berk había algo más de química, coincidían en varias actitudes y costumbres, en gustos y disgustos, pero la tozudez de uno y la incertidumbre de la otra los mantenía a cada uno en su lugar desde hacia años atras.

Pero estaban más conectados de lo que esperaban.

A las pocas horas de que Hiccup se hubiese marchado, a la distancia se podía ver la pequeña caravana de barcos rústicos cruzar por el horizonte en dirección al puerto de Corona, las velas con el escudo de la tribu pintado en ellas daba a entender que eran pertenecientes al  clan Dunbroch.

- Su majestad, buenas tardes - saludó Runa a Rapunzel, esta continuaba en su habitación, está vez sola junto a su hija

- Buenas tardes Runa, te he dicho incontables veces que me llames Rapunzel - le reprochó con una sonrisa mientras se ponía en pie para abrazar a ambas recién llegadas - Ha pasado tiempo desde la última vez que te vi, luces preciosa

- Muchas gracias su magestad... Rapunzel. Pero usted luce radiante, nadie notaría que estuvo en cinta hace tan solo unas semanas atrás - le sonrió

- Y además eres un encanto - le dijo antes de abrazarla - ¿Qué le sucede a Mérida?

Preguntó Rapunzel una vez soltó a Runa, notando al pequeño bulto que permanecía en pie al lado de ambas, los ojos de Mérida estaban fijos en el piso, tan estáticos como se sentía ella en aquel momento. Runa tomó una gran bocanada de aire antes de mediar palabras.

- Creo que sigue en shock - respondió tomando a la colorina por los hombros y guiandola hasta la cama de la rubia - Todo ha sido muy rápido para ella y no ha sabido sobrellevar las cosas

- ¿Cosas? - le preguntó preocupada, sentándose a un lado de su amiga que lentamente le dedicaba una mirada cargada en pena hacia ella - ¿Qué cosas?

- La vida - respondió Runa encogiéndose de hombros - ¿Dónde está Holly? Muero por conocerla

- Está en su cuna durmiendo, ahí - apuntó - ¿La vida? ¿A qué te refieres, Runa?

- El principe azul hizo la pregunta y la torpe princesa no supo que decir ¿Verdad que no? No, no lo supo - respondió mientras tomaba a la pequeña bebé entre sus brazos con cuidado - la torpe princesa se equivocó, claro que se equivocó

- ¿Qué? - preguntó confundida - espera ¿Qué? - preguntó una vez más, Runa tan solo la miró con el ceño fruncido, rogando que entendiera sus palabras - Santo cielos... - susurró mirando fijamente hacia los ojos de la colorina, tan vibrantes como arrepentidos

Mérida se mantuvo en un silencio tajante, no hizo nada más que respirar y pestañar, dejando sin respuesta a Rapunzel, quien miraba de vez en cuando a Runa que había preferido guardar silencio ocupándose únicamente de la pequeña criatura. Rapunzel volvió a mirar a Mérida sin ninguna respuesta de su parte, luego bajó la mirada hasta las manos de esta que permanecían aferradas a las faldas del vestido celeste satinado que utilizaba, en los dedos delgados y marcados por el uso del arco había una joya que jamás pensó ver Rapunzel en ellos, un delgado anillo de oro, incrustado de pequeñas gemas brillantes y rojas, para coronar con un rubí tan vibrante como el cabello de su dueña.

- ¿Te vas a casar? - le preguntó preocupada

- Me voy a casar - respondió al fin













Chapter 7: Capítulo VI - Falsas esperanzas

Chapter Text

Capítulo VI
Falsas esperanzas

- ¿Es tuyo? - le preguntó levantando el pequeño animal de felpa de sobre la mesa

Jack no tenía muchas posesiones que lucir a su alrededor, algunas reliquias y antiguos recuerdos de lugares a los cuales había visitado, por lo general se la pasaba entre viajes llevando el invierno y la diversión de ahí para allá, sin preocuparse de volver a casa a descansar o algo más, tenía mejores vistas en otros sitios y en un principio, cuando no tenía a nadie con quién hablar, eso parecia mejor que estar solo en una casucha junto al lago.

- Déjalo ahí, tienes la mala costumbre de tocar todo lo que no es tuyo - se quejó arrebatándole el pequeño peluche de las manos

- Déjame verlo, nunca me habías negado ver algún souvenir - se quejó divertida

- Esto no es un souvenir - le apuntó con el pequeño animal de felpa

- Lo qué sea, quiero verlo

- ¿No te habían robado hace unas semanas? - preguntó intentando cambiar el tema, Emily Jane rodó los ojos cansada

- No te voy a robar a Sir Jorgenbjorgen, si es lo que quieres insinuar - respondió entre una leve carcajada

- Si ya te sabías el nombre para qué lo preguntas - le reprochó - Y de todas formas ¿Qué haces aquí?

- Escuché que querías disculparte - canturreo

- Deja de espiarme, es molesto - se quejó

- Es divertido - negó

- Pensé que usabas tus habilidades para el bien - le recriminó dejando nuevamente el peluche en el escritorio

- El bien es un concepto muy ambiguo para mí - se encogió de hombros - pero tus palabras no fueron nada ambiguas

-  ¿Seguirás con eso? Ya pasó una semana

- Yo nunca olvido, Jack - respondió con una sonrisa - y en tu posición te conviene tenerme de buenas - agregó apuntandolo juguetona

- Bien, lo lamento - admitió pasando su mano por sus cabellos

- ¿De corazón? - insistió, Jack rodó los ojos

- De corazón - murmuró siguiéndole el juego

Emily Jane le dedico una mirada escrutadora, guardó silencio pesadamente mientras lo escaneaba con sus ojos, luego tan solo sonrió.

- Está bien, te creo - asintió contenta - debes recordar que el respeto es importante, Jacky, sé que ya no habrá una siguiente vez después de esto ¿No? - Jack le sostuvo la mirada en silencio, asintiendo ante la pregunta de esta provocándole una amplia sonrisa - Bien, nos vemos luego, supongo

Y tan rápido como había llegado se había ido, dejando tras ella un rastro lúgubre de frío y humedad.

Jack continuaba en silencio, se paseo por la habitación pasando sus manos por sus cabellos con exasperación, agotado, el piso de madera bajo sus pies rechinaba con cada paso provocándole una leve jaqueca, luego suspiró molesto, impotente. Después tan solo salió de la pequeña cabaña oculta entre la espesura de los árboles junto al lago.

Tenía que ir al polo.

Momentos antes Jack había notado las luces de Norte por el cielo oscuro, se disponía en elevarse para volar hasta el taller, cuando madre naturaleza se hizo presente en su hogar. Jack sabía que no era una visita social.

Debía disculparse.

Días atrás, cuando la fecha límite se había cumplido, madre naturaleza había ido hasta ellos en busca de su flor singular, mas se había encontrado con la decepcionante noticia de que está no estaba, un resultado mediocre a su parecer; un comentario estúpido al parecer de Jack, quien no tuvo problemas en hacerlo notar, y que por razones incomprendidas para todos los presentes, madre naturaleza lo había dejado pasar, no sin volver por sus disculpas días después del acontecimiento.

El viaje al polo fue más rápido de lo que Jack podía esperar, aún así no pudo evitar imaginarse durante el trayecto las quejas que escucharía por parte del mayor de los guardianes, quien siempre que tenía la oportunidad le recordaba a Jack su impuntualidad, también podía escuchar a Aster uniéndose a los reclamos para recordar algunas viejas jugarreta que Jack seguramente le había gastado hace un siglo atrás, definitivamente no quería soportar una vez más sus alentadoras palabras, al fin y al cabo no había sido por su culpa el retraso.

- ¡Jack! - exclamó Thoothiana una vez que lo vio entrar

- ¿Podrías haberte demorado más, mocoso? - le saludó Bunny

- Déjalo, conejo, él es el guardian de la impuntualidad - agregó Norte

Jack rodó los ojos, había fallado, Norte no había reclamado en primer lugar.

- Muchachos, tranquilos, ya estoy aquí - dijo despreocupado, acomodándose entre ambos - sé que me extrañan, pero no es para tanto

- Muy gracioso... ¡Esto no es un juego! - exclamó conejo

- Lo sé, lo sé ¿Qué paso ahora? Ya me disculpé con Emily Jane, no debería molestarnos - informó con soltura

- No todo se trata de ti y tú nueva novia, mocoso - le apuntó Aster, Jack lo observó en silencio antes de alejarse de ambos sin decir nada - ¡Estupendo! - exclamó Aster tomándose la frente con una de sus manos

- Conejo ¿En qué quedamos? - le recriminó Norte entre susurrós - dijimos que no lo mencionarias frente de él - le recordó

- Recuerdo que dijiste algo sobre no molestarlo con Elsa, ni siquiera la nombre - se escusó ante la mirada reprobatoria del otro

- Entonces ¿Para qué nos has reunido Norte? - preguntó Jack alzando la voz hacia los otros dos que se habían quedado apartados del grupo

- Oh, si, no te lo he dicho - aceptó acercándose hasta ellos - hombre de la luna nos ha llamado - le informó con apuro

- ¿El hombre de la luna? - preguntó - ¿Qué quiere ahora? ¿Acaso espera que corramos dónde él cada vez que nos busca? Nisiquiera es capaz de responder a una simple pregunta - se quejó molesto

Sandman intentó calmarlo tratando de explicarle con su arena como es que él se comunicaba, el guardian de los sueños sabía que el tsar lunar XII no era muy elocuente con los demás, solía expresarse de una manera singular, muy poco comprendida, además de solo manifestarse cuando las condiciones lo ameritaban, aun así no era de dejar a los demás de lado, menos a quienes necesitaban de él.

- Ya lo sé, Meme, eso no me hace sentir mejor - respondió más tranquilo - ya no interesa, ¿Qué es lo que quiere ahora?

- Ahora lo sabremos - sonrió Norte viendo la luz filtrar el traga luz artificial - ¿Para que nos necesitas, Manny? - susurró hacia la luna que brillaba en el manto negro de la noche

La luz se filtró por el tragaluz apagando la discusión que se veía avecinar, los presentes miraron hacia el suelo esperando alguna sombra aparecer, pero en su lugar la luz solo se extendió por la superficie hasta llegar a la abertura del cristal.

- ¿Qué? - exclamó Norte - ¿Otra vez?

- ¿Por qué está eligiendo un nuevo guardian? ¿Justo ahora? - preguntó Bunny extrañado - ¿Por una planta? - exclamó exasperado mientras movía sus brazos en el aire

- No conejo, no creo que sea por la flor... - musitó Thoot como respuesta

- Entonces, ¿Por qué? - preguntó Jack

- Es por quienes tienen la flor - despejó tan nerviosa como los demás

Pero el pilar que sostenía el cristal nunca se levantó, y la piedra preciosa jamás brilló, en su lugar la brillante estela se posó en el suelo, volviendo a compactarse en un pequeño lugar, la luz caía dando la forma de un cuadrado perfecto en el piso gracias a los bordes del traga luz, de pronto una sombra manchó el blanco y luminoso lienzo, creciendo y cubriendo gran parte de este, formando figuras sin sentido para los demás, hasta que la oscuridad pintó la silueta de un ser al cual no esperaban divisar.

Un silencio sordo inundó el salón, cinco pares de ojos observaban la imagen que destacaba sobre la luz, las miradas de todos se levantaron, moviéndose unánimemente hasta donde el guardian de la diversión, quien seguía estático en su lugar, quien no podía parar de mirar la imagen de Pitch Black.

- Es... Es Pitch - susurró hada rompiendo el silencio, aún más horrorizada de lo que podía haber imaginado

- ¡Sabía que lo hacía sentido! - exclamó Norte sujetándose la barriga - mi panza nunca se equivoca

- No es el momento para presumir - le espetó Aster - no interesan tus...

Pero poco podía escuchar, el corazón de Jack latía con fuerza, tan rápido como un avión y con tanta fuerza que sentía que su cuerpo latía junto con este, sus dedos cosquilleaban y sus piernas se entumesian, su boca estaba pastosa y su respiración era inexistente, las voces de sus amigos llegaban a él amortiguadas, como si los separaran una infinita distancia, incapaz de entender alguna palabra de las que le daban, pero en su mente, a diferencia de todo lo demás, las ideas y posibilidades cruzaban igual que las estrellas fugaces por el cielo, la vieja y olvidada esperanza volvía a surgir en él, desvordandolo de sensaciones que había olvidado tiempo atrás.

- Elsa... - susurró únicamente como respuesta a lo que comentaban los demás, luego salió del lugar sin perder un segundo más

- ¡Jack! - le llamó hada, pero este ya había abandonado el taller - Iré por él - dijo por último antes de salir tras el otro

- Esto no sirve de nada - comentó Conejo colapsado, pasando ambas manos por su rostro - no podemos andar separandonos solo porque se emocionan demás - continuaba

- Estás muy amargado, Conejo - le dijo Norte poniendo una de sus manos sobre el hombro del antropomorfo animal - no dirías lo mismo si lo hubiese acompaño alguien más, de todas formas está bien que lo acompañe en caso de que la amenaza sea real

- ¿Qué quieres decir? - le preguntó dedicándole una mirada molesta

- Que si hubiese ido Meme o yo no estarías así de molesto - le aclaró encogiéndose de hombros

- Creo que te estás confundiendo - contraatacó, Norte levantó las manos dejando al descubierto sus palmas, para luego negar con la cabeza

- Jo, amigo, sé más cosas de lo que crees - sonrió echándole un vistazo a Meme tras Aster, este último volteo a verlo

Sandman observó a ambos guardianes discutir, para luego fingir silbar apenas escuchar su nombre, no permitiría dejarse en evidencia.

- ¿Le dijiste algo? - le preguntó Aster a lo que Meme negó con vehemencia

Hada volaba tras lo que supuso era el rastro de Jack, seguía a las pequeñas haditas que le indicaban el camino que el otro había tomado, a pesar de sus fuerzas y magia la hada volaba más lento que el guardian, quien viajaba junto al viento con agilidad y destreza, aún así ella se había propuesto no dejarlo solo una vez más, no si se trataba de Pitch Black, menos si habia una posibilidad de que la guardiana faltante volviera.

Se sentía en desventaja.

Y lo había estado durante cuatro años, pero aún en la ausencia de la reina de las nieves, Thoothiana sentía que una vez más todo perdía sentido.

A la distancia el Ahtohallan se hacía notar.

El glaciar estaba en medio de un océano furioso, salvaje y descontrolado, preparado para despedazar lo que fuera que cruzará sus aguas, imposibilitado a cualquiera en descender hacia el mar. Thoothiana estaba cansada, nerviosa y angustiada, había ido una sola vez hasta el lugar, cuando Elsa y Pitch se habían congelado en el fondo de la verdad, en ese tiempo Jack se habia negado en volver hasta allá junto a uno de sus compañeros, luego fue Nokk quien no permitía que se acercaran hasta el lugar. En esta ocasión solo era el océano quien estaba furioso.

La hada bajó hasta el frío pedazo de hielo, las olas sonaban tras sus espaldas y el viento levantaba sus plumas dejando entrar el aire frio hasta su piel, Thoothiana se abrazo a sí misma antes de comenzar a entrar hasta el fondo del glaciar, no bastó más que un par de minutos antes que la guardiana se encontrara una vez más con Jack.

La oscuridad del Ahtohallan y sus pasillos helados le impedían a la hada de los dientes ver más allá de la silueta del guardian, sentía el miedo florecer dentro de su pecho al igual que los latidos de este aumentaban tanto en velocidad como en fuerza, una vez este se acercó lo suficiente como para dejar ver los rasgos melancólicos de su rostro es que la hada pudo volver a respirar.

- Jack... - susurró buscando llamar la atención del otro quien levantó su vista del suelo congelado hasta esta

- Thoothiana ¿Qué haces aquí? - le preguntó componiendo una expresión confusa

- Te seguí, te fuiste sin decir nada - respondió angustiada - ¿Volvió? - preguntó temiendo la respuesta

Thoothiana lo observó con intensidad, sus irises violetas vibraban al posar sobre los azules de Jack, buscaban una respuesta y quizás algo más. Por otro lado Jack solo guardó silencio, impotente por la respuesta.

- Vámonos - respondió volviendo a tomar el camino hacia el exterior - todo sigue igual... - agregó luego

- Oh, eso es bueno, Jack, significa que Pitch no volverá - sonrió hada buscando alegrarle

- Si, supongo - respondió encogiéndose de hombros

- ¿Qué sucede Jack? - preguntó - ¿Acaso no te alegra?

- Si, claro que me alegra, hada, tan solo es que... - Jack se detuvo a considerar sus palabras, estaba herido y ese dolor estaba más lejos de lo que su amiga podría entender - no importa, realmente no importa - negó buscando olvidar el tema

- ¿Es por Elsa? - susurró acongojada - ¿Pensaste que ella también podría volver? - preguntó provocando que Jack se estuviera unos pasos delante de ella

- No - respondió con voz queda, luego carraspeó y repitió - No, no pensé que volvería

- Quizás jamás lo haga

- Si, lo sé... - respondió apretando sus párpados con sus dedos pulgar e índice - Hada, déjalo, no es de tu incumbencia

- ¡Si lo es Jack, si lo es! - respondió posando de frente de él, flotando hasta quedar a la altura de sus ojos

- ¡No entiendo cómo es que esto te afecta!

- ¡Por qué eres mi amigo y porque te amo! - exclamó entre lágrimas - te amo Jack, te amo y no quiero seguir viéndote así de mal - confesó con la voz entrecortada

- Thoot... - musitó acongojado - yo...

- Elsa se fue Jack, ella ya se fue y ni siquiera te quiso y yo estoy aquí, jamás me he ido y siempre te he amado y ya no puedo más con esto - confesó entre hipeos, sus palabras salían con tanta rapidez como latía su corazón - puedo ser más que tu amiga... Podemos ser mucho más

Thoothiana abrazó a Jack con fuerza por el cuello, este le correspondió. Se sentía perdido, frustrado y adolorido, vulnerable. Las palabras de Thoot solo lo lastimaban más, por un momento se había sentido completo, esperanzado, esperaba verla ahí, esperándolo, pero todo fue su imaginación, sus deseos jugandole una mala pasada, ahora la realidad lo abofeteaba de frente; Elsa nunca volvería.

- No quiero perder tu amistad, ya no quiero perder a nadie más - admitió

- Pero podrías ganar - susurró contra su cuello - podríamos ser algo más...

Jack guardaba silencio, tratando de ahogar sus lamento junto a los recuerdos de Elsa, desesperanzado, ya había pasado bastante tiempo y no podía sentirse más que un idiota por estar como estaba, aún a pesar del tiempo había reaccionado emocionado al ver la silueta de Pitch Black, pensando únicamente en que quizás Elsa volvería una vez más, en el trayecto no pensaba en la posible amenaza que eso significaba, ni siquiera se había molestado en quedarse hasta el final, nada en el mundo era más importante que ese momento, el momento en que sintió que la volvería escuchar, ni siquiera lo que hombre de la luna tenía que contar.

Ahora no era más que un recipiente vacío de lo que había sentido momentos atrás, la realidad le había dado de sopeton en el rostro, dañandolo más allá de lo que él podía comprender.

Tan solo quería olvidar.

Jack se alejó lentamente de su compañera, desaciendose del agarre con suavidad para poder observarla mejor, sus ojos violetas siempre le habían parecido encantadores, mas no podía ver más allá de ellos.

- ¿Jack? - lo llamó apenada, temiendo ser rechazada una vez más

El guardian tomo el pequeño rostro de la hada acunandolo en sus manos, luego acortó la distancia depositando un casto beso sobre los labios de esta.

Su primer beso.

El momento duro tan solo un instante, Jack sintió el aliento entrecortado de Thoothiana chocar contra sus labios, después sintió un tacto áspero y húmedo, un movimiento torpe y sin gracia se manifestó, luego se alejaron avergonzados.

No era como le habían contado.

- Jack... - lo llamó Thoothiana siendo la primera en hablar, temblaba de los nervios y por el frío del lugar - ¿Qué significa esto? - musitó

Pero una vez más las respuestas no llegaron.

Jack miró a su alrededor, evitando los ojos profundos de la otra, evitando decir algo que pudiera romperlos más.

La compañía de la hada en aquel lugar solo le recordaba lo solo que estaba.

- Tenemos que volver con los demás - respondió al fin - debemos decirles que el Coco sigue aquí

Jack se volteo sin decir nada más, continuando el camino hacia la superficie del glaciar, la hada se quedó tras él un momento, tocando con suavidad sus labios y con su otra mano sobre su pecho, abrumada y acelerada, enamorada y angustiada.

Una vez más Thoothiana no sabía en dónde estaban.

Poco a poco las cosas iban cambiando, los años habían pasando, las estaciones renovaron a las personas y sus paisajes, los días y horas fueron testigos del avance del tiempo y sus inclemencias, de la vida y el olvido, de decisiones y consecuencias.

Rapunzel estaba en trance, seguía procesando las palabras de su amiga, quién había mantenido todo el cortejo previo bajo perfil, quien se mantenía mayormente recelosa de compartir sus secretos, ahora esa misma persona estaba a su lado tan callada como la rubia que trataba de procesar aquellas palabras.

Se iba a casar.

- ¿Cómo? - articuló aún muy aturdida

- No lo sé - susurró como respuesta la colorina

- Oh, por supuesto que si lo sabes - interrumpió Runa que seguía meciendo a la bebé - le dijo que si - la delató ante Rapunzel

- ¿Le dijiste que si? - le pregunto Punzie a Mérida

- No lo sé - repitió

- Oh, no me hagas responder a eso - le advirtió Runa - se lo propuso - le aclaró a la rubia que intercambiaba miradas entre ambas

- ¿Te lo propuso? - le preguntó ahora

- ¡No lo sé! - exclamó aún aturdida, Runa rodó los ojos

- Concordemos que en este momento Mérida no sabe nada - comentó divertida

- Está en shock - entendió Rapunzel

- Estoy en shock - repitió Mérida - estoy en shock - dijo una vez más - voy a casarme, voy a casarme y voy a ser la esposa de alguien - analizaba - y después voy a ser madre... Voy a ser madre y voy a ser reina... Voy a ser reina... - dijo agarrando su cabeza entre sus manos - diablos, voy a ser reina

- Si, lo está entendiendo - comentó mientras volvía a mecer a la pequeña Holly

- No estoy lista para esto, ni siquiera sé cómo cuidarme a mi misma, no sé que es lo que siento o como me llamo - Mérida hablaba con rapidez, soltando todas las palabras que llevaba atrapada en su interior desde hacia más de un día - ¡Ni siquiera sé porque acepté!

- Linda, tranquila - le consoló Rapunzel

- ¿Cómo puedo estar tranquila? - le refutó ansiosa - ¡Me voy a casar! Y no soy capaz de amar al hombre que me eligió para su vida - comentó dejando salir unas pequeñas lágrimas rebeldes, soltando y mostrando sus sentimientos, desesperada por un consuelo - Rapunzel, yo no amo a ese hombre

- Mérida, lo lamento tanto - susurró abrazándola - no mereces casarte sin quererlo de verdad, ¿Porqué lo hiciste?

- Es que él jamás me iba a amar - se lamentó con la voz entrecortada

- ¿Qué? ¿Quien? ¿Tu prometido? - le preguntó alejándola levemente despejando su rostro de sus cabellos - quién, Mérida - insistió, pero esta negó desviando la mirada

- Eso no importa en realidad - suspiró aguantando sus emociones

- Claro que interesa, Mer, lo que sientes nos interesa - dijo Runa poniendo una de sus manos sobre el hombro de la aludida - yo sé que no querías aceptar

- ¿Qué sucede? - preguntó Rapunzel, perdida de la conversación de las otras dos

- Sucede que alguien no quiere aceptar lo que siente

- Runa ¿Podrías dejar de contar mis cosas? - la detuvo la colorina

- Entonces podrías comenzar a responder tu tus preguntas - se defendió

- Mer, mírame - la llamó Rapunzel tomando las manos de esta otra - soy Punzie, tu amiga, háblame - le dijo en un ruego - ¿Qué te sucede?

Mérida miró a ambas mujeres, Runa la observaba compaciba, le dolía ver a su única amiga en aquella situación, la  otra la miraba preocupada, ansiosa de saber que era lo que lastimaba a la princesa, la colorina suspiró, tenía que empezar a confiar en los demás.

- El principe pomposo me quiere, me trata bien y puedo conservar las tierras y el trono de mi clan, está unión va mucho más allá de lo que deseo - se defendió - no estaré mal

- ¿Y qué es lo que deseas? - le alentó Runa

- ¿A quien quieres en verdad? - preguntó Rapunzel con suavidad

- Eso no importa - murmuró - él tiene a alguien más

- Pero ella no está - le apuntó Runa - se fue, y él está solo

- Por favor, Runa, no seas ingenua ¡Está casado! - exclamó

- ¡Está viudo!

- Oh, santo cielos - exclamó Rapunzel - es Hiccup - acertó, aunque ya lo sabía, era la primera vez que la colorina insinuaba aceptar - ¡Hablan de Hiccup! - repitió eufórica

- No, no estamos hablando de él - le paro Mérida

- Si, estamos hablando de él - le corrigió Runa

- ¿Qué clase de amiga eres? - la apuntó Mérida a la defensiva - ¿Qué clases de amigas son? ¿No pueden notar que él ama a su esposa y nunca cambiará? No quiero seguir en eso, no puedo y esta es la solución más sensata para mí reino y para mí - dijo tratando de convencer a las demás, tratando de convencerse a si misma - ya no puedo seguir esperando que la encuentre o que la olvide, yo debo continuar

Pero realmente no deseaba hacerlo.

El mundo estaba tomando su rumbo, las piezas tomaban su lugar, su gente tomaba sus caminos dirigiéndose a sus destinos a pesar de los obstáculos que se les presentaban, o que este no sería lo que esperaban vivir. Los acontecimientos que hacían sucedido hace cuatro años los habían marcado, los cruzaron en el camino del otro y comenzaron a avanzar, entrelazando sus existencias. Todos habían cambiado, las cosas no volverían a ser igual.

Jack había vuelto al polo, había decidido volver por si solo, despidiendose de hada en alguna parte del camino, necesitaba pensar, ambos necesitaban pensar.

- ¿Entonces todo seguía igual? - le preguntó Norte, Jack asintió

- Como dos cubos de hielo en el fondo de un vaso - repitió, estaban solos los dos en la oscuridad del taller

- Ya veo, esto es muy extraño - murmuró acariciando su barba - hombre de la luna no suele equivocarse

- Pero lo hizo, se equivocó - exclamó molesto, Norte lo observó con curiosidad

- ¿Hay algo que te moleste Jack? - le preguntó con cautela 

Jack guardó silencio, la imagen del beso que había tenido con Thoot se repetía en su cabeza molestandole cada vez más, negó mentalmente antes de responder.

- No pasa nada, ¿Qué paso luego aquí? ¿Y los demás?

Norte inhaló profundamente, sabía que algo aquejaba al guardian, más también sabía que si presionaba este se alejaría sin decir nada más. Decidió desentenderse mientras tanto, con la esperanza de que Jack volviese a tratar lo que fuese que lo perturbara en ese momento. Suspiró largamente, evacuando el aire de sus pulmones por completo.

- Se fueron, tan rápido como tú y hada se marcharon, la luna dejó de alumbrar, no había nada más que hacer - respondió

- Entiendo, ni para esto es capaz de responder algo más - negó molesto - tengo que irme, hay cosas que debo de hacer, no deberíamos tener problemas, me disculpé con Emily Jane, lo que sea que nos quiera advertir hombre de la luna no tiene que ver conmigo - se escusó

- ¿Por qué piensas que tendría que ver contigo, Jacky?

- No pienso eso, no fue lo que quise decir

- ¿Estás seguro? ¿Qué quisiste decir? - inquirió elevando una ceja, Jack lo observó incómodo, removiendose en su lugar

- ¿Sabes qué? Tengo que irme - dijo al fin asomándose al ventanal - tengo muchas cosas que hacer - murmuró antes de salir

Norte lo observó alejarse por el cielo oscuro mientras una brisa brusca se empezaba a manifestar, cerró las ventanas rápidamente buscando protegerse del viento helado del polo.

- Volviste - murmuró al aire aún mirando atravez del ventanal

- ¿Ahora puedes sentirme? Curioso - respondió con calma - Sabes Norte, los humanos suelen decir que quien parece tonto no lo es tanto - le confío

- Si, prefiero decir que soy algo desconfiado - respondió con calma, volteando con la misma energía hacia su interlocutor - escuché que se disculpó contigo

- Si a eso llamas una disculpa, si, lo hizo - aceptó encogiéndose de hombros - pero no vine para eso en realidad - admitió

- ¿Y a qué se debe su presencia, madre naturaleza? Si es que se puede saber - le preguntó con tranquilidad - Fallamos en la búsqueda de su flor mágica, supongo que está no es una visita social

- En eso te equivocas - respondió divertida - vengo en son de paz - celebró, Norte levantó una ceja receloso - oh, por favor, no me mires así, es la verdad

- ¿En son de paz?

- Es una advertencia, por nuestra amistad - le sonrió - los amigos de Sandy también son mis amigos

- Entiendo - respondió cruzándose de brazos

- Veo que no confías en mí, está bien - suspiró - y tienes razón, estaba muy molesta porque fallaron en su trabajo, pero eso me hizo pensar, ¿Quién podría recuperar mi preciada flor? Y lo supe, supe quién puede ayudarme - canturreo mientras tomaba un tren de madera y lo inspeccionaba con la mirada

- ¿A quien conseguiste? - preguntó cauteloso

- Oh, es un buen espíritu, muy obediente y responsable, hace muy bien su trabajo - comentó quitándole importancia - eso no es el problema, el problema es mi papá - admitió y la sola mención de aquellas palabras provocaron en Norte un respingón. Madre naturaleza tenía toda su atención

- ¿Pitch Black?

- Él es mi papá - asintió mientras lo apuntaba

- ¿Qué piensas hacer? ¡Desataras el caos! - exclamó

- No es culpa mía que no les guste el caos, a mí no me molesta - respondió volviendo a dejar la locomotora en su lugar, comenzando a pasearse por la habitación - Norte, toma esto como un presente, los estoy previniendo del futuro

- ¿Estás tomando un bando? - le preguntó con seriedad - ¿Qué es todo esto? - Norte elevó sus brazos abarcando todo el lugar

- Es solo una advertencia - respondió confundida - no es nada más, ustedes hicieron mal su trabajo y ella me lo tendrá que pagar - dijo encogiéndose de hombros - solo no se lo digas a Jack

- ¿Qué no se lo diga? ¿Sabes cuánto ha esperado por esto?

- Lo sé, por eso mismo. Tiene que aprender a respetarme

- Se lo diré

- No lo harás, sabes que no puedes - dijo amenazante

- ¡No puedes hacerle esto! - le apuntó

- ¡Me insulto! - le recordó - y eso no lo voy a olvidar, me divertiré todo lo que quiera hasta sentirme satisfecha, de todas formas igual se van a reencontrar, ¿Por qué tanto problema con eso?- agregó elevando la voz - eso fue todo, me aburres - escupió molesta - deberías agradecer que me he tomado todo esto con calma y bondad

Pero la bondad no era una palabra que Seraphine usaba con frecuencia y su significado solía mutar a un concepto que solo Emily Jane sabía interpretar.

Al final el hombre de la luna no se podía equivocar. 












Chapter 8: Capítulo VII - Noticias

Chapter Text

Capítulo VII
Noticias

- ¿Por qué la miras tanto? - le preguntó - si mal no recuerdo dijiste que estabas loco por las morenas - le recordó

- Y lo estoy - se defendió - eres la única rubia a la cual amo - le dijo besando su frente

Rapunzel estaba junto a su esposo e hija en una de las terrazas de su palacio, ambos estaban sentados en una de las bancas de piedra del lugar, Rapunzel observaba a Mérida y Runa a la distancia, mientras Eugene cargaba a su hija entre sus brazos.

- ¿No te agrada? - le preguntó

- Si me agrada, es muy divertida y más civilizada que Mérida - comentó haciéndola reír

- ¿Entonces?

- No lo sé, me resulta familiar

- ¿Sigues con eso? Llevas años diciendolo, si se conocieran Runa ya lo hubiese dicho, ella no te ha visto antes - negó - quizás solo se parezca a una vieja conquista tuya - le picó

- ¿Vieja conquista? Yo no sé lo que es eso - se desentendió

- Mh, yo creo que lo sabes muy bien - comentó divertida, fingiendo estar molesta

- Podrías no hablar de tus celos frente a nuestra hija - le preguntó mientras tapaba con una de sus manos la cabecita de esta - no quiero que mortifique a mi futuro yerno con estas preguntas

- ¿De qué celos me estás hablando? - se carcajeo - nadie está celoso aquí

Un cómodo silencio se coló entre ambos, disfrutaban de las tardes junto al otro, desde el nacimiento de su hija y los nervios por la inminente amenaza no habían podido pasar el suficiente tiempo en familia.

- Así que, una boda ¿Verdad?

- Eugene - le gritó entre susurros - no digas nada sobre esto con ella cerca de nosotros - le reprendió

- Han pasado cinco días, ya debería empezar a asumir lo que pasará

- No está lista

- ¿Y cuándo lo estará? ¿El día de la boda?

- Ya hablamos de esto, es un venado, no podemos espantar a la dulce venado

- Esa mujer es un oso salvaje, no un indefenso venado

- ¡Eugene! - le reprendió nuevamente - no es un oso, tan solo es algo brusca

- Salvaje - le corrigió

- Oso o venado, no podemos llegar y apuntarla

- No somos cazadores - negó divertido

- Pero pensara que lo somos si empezamos a bombardearla con preguntas

- ¡Disparemos algunas balas! - exclamó en voz baja - no va a morir por unas cuantas preguntas

- Ahora tu hablas sobre la muerte frente a nuestra hija - le reclamó tapando los oidos de la bebé

- No entiende nada - negó esbozando una amplia sonrisa - solo lo dije para que admitieras tus celos - agregó soltando una risa por lo bajo, luego dijo en un tono más serio - ¿No sabes nada más?

- Solo lo que te he contado, no ha querido decirnos nada más. Runa dice que es un buen hombre, muy respetuoso. También dice que irán a visitar su reino, al parecer a Mérida no le desagrada del todo pasar tiempo con él

- Pero ella ama a Hiccup ¿Le dijiste que él también la ama y que ella lo ama también? ¡No pueden negar eso! - preguntó entre cerrando los ojos, escrutando cualquier reacción que su esposa pudiera manifestar

- No puedo decírlo yo, no me corresponde - se defendió - es algo que ellos deben resolver

- No me agrada todo esto - murmuró molesto

- A mí tampoco me agrada - admitió

- Quisiera hacer algo más

- Yo también

Los días habían pasado desde la llegada de Mérida y Runa en el reino de Corona, habían ido a ayudar a Rapunzel e Eugene con la nueva bebé, ambas con experiencias en el tema, la primera con sus hermanos en su infancia, y la segunda cuidando a los niños del pueblo, eso les habia alivianado bastante la carga a los reyes que llevaban poco menos de un mes en esa nueva etapa de sus vidas. Pero con el pasar de los días y la renuencia de la princesa en decir algo más sobre su compromiso, los reyes de Corona habían comenzado a intuir que esta buscaba evitar a toda costa cualquier cosa que le recordara sus decisiones y responsabilidades, para Mérida era más fácil resolver la vida de los demás.

Un pequeño escape de su realidad.

Aúnque su viaje hasta tierras lejanas estaba a pocos días de iniciar, ignorarlo era lo que necesitaba hacer en ese momento. Pero contrario a lo que Mérida deseaba, su mente no era más que un lío de problemas y en su corazón dolía cada decisión que había tomado hasta ese momento, incluso las que no había tomado. Mérida no deseaba casarse, no quería perder su libertad, tampoco le urgía ser reina, pero si debía hacerlo anhelaba que fuera junto a Hiccup.

Pero ella no era la dueña de su libertad.

Y la vida había comenzado a avanzar más rápido de lo que ella esperaba, el tiempo había comenzado a afectar a los demás, tenía deberes y responsabilidades y nadie más podía hacer las cosas por ella, su madre comenzó a presionar, su padre ya no era el mismo, los clanes estaban cambiando, el mundo se estaba expandiendo y ya nada era como años atrás, cuando podía salir a cabalgar junto al viento hasta lo alto de las montañas. Hans le daba estabilidad, la rescataba de todos esos problemas que estaban en su camino y le ayudaba a olvidar. De todas formas, a quien ella realmente amaba, amaba a alguien más.

- ¿Se divierten ahí sentados? - les gritó Mérida, estaba cansada de tanto pensar

- ¿Y tú te diviertes ahí parada? - le devolvió Eugene

- Estoy admirando la vista, es recreativo - le instruyó, pero el silencio fue la primera respuesta

- ¿Quién te hizo esto? - le preguntó escéptico, desconociendo a la colorina. Mérida rodó los ojos

- Las costumbres se pegan - rió Runa

- Espero que lo digas porque estás mirando el reino conmigo - le apuntó Mérida

- No pensé en nada más ¿Tu si?

- Oh, guarden silencio - se quejó antes de darles la espalda nuevamente

- ¡Vamos, Mer, no fue en serio! - exclamó Rapunzel sonriente - No te enojes

- ¿Quieren ir a cabalgar? - preguntó volteando nuevamente a verlo - hace mucho no lo hago

- La verdad me gustaría descansar - respondió Rapunzel, Mérida tan solo se volteo nuevamente - Mer - le llamo sin obtener respuesta - no seas terca

- ¿Por qué no van solas? - les alentó Flynn llamando nuevamente la atención de Mérida - Supongo que no esperan que yo vaya con ustedes - les sonrió

- ¿Es en serio? - preguntó emocionada

- ¿No les molesta? - preguntó la rubia

- Claro que no, Runa, pueden salir a recorrer el bosque alrededor del reino, hay un pequeño río cerca de aquí - le alentó Rapunzel - Así nosotros podemos descansar junto a la bebé, la verdad es que no nos deja dormir por las noches - confesó dejando escapar una leve risa

- Vengan, las llevo a los establos - les ofreció Eugene entregándo a Holly a su madre - tengo en mente el caballo ideal para esto - negó con una enorme sonrisa en el rostro poniéndose en pie

Los tres entraron al palacio para descender hasta los establos, Eugene les iba explicando mientras tanto los caballos que les iba a prestar, Mérida trataba de tomarle atención, pero su mente estaba repartida en otros asuntos más importantes, evitando que escuchará algo más que un zumbido. En cambio Runa tomaba total atención sobre quienes eran Maximus y Alfa, los caballos que iban a montar.

- Bien, como ven este de aquí es Maximus, un galán ¿Eh? - dijo apuntando hacia el caballo blanco mientras se apoyaba en la puerta del establo - y ese otro es Alfa - apuntó a uno azabache - todo un campeón - sonrió mientras los observaba - son unas amigas muchachos, ya las conocen

- ¿Permitiras que montemos sus caballos? - le preguntó Mérida incrédula

- Bueno, hace un momento pensaba que era una buena idea, ahora me haces dudar - comentó en plan de broma - Estarán bien, quienes me preocupan son ustedes - negó sonriendo

- No sabes con quién hablas, aprendí a cabalgar antes de gatear - le espetó haciéndolo a un lado para entrar, Flynn rodó los ojos

- Eres desagradable, pero seguramente le agradaras - masculló entre dientes

Mérida se acercó cautelosamente hasta Maximus al mismo tiempo que Runa la imitaba con Alfa, en pocos minutos ya se habían afianzando y preparaban a los equinos para montar.

- ¿No te robaras a mi caballo? - le interrogó una vez estuvieron lista para salir

- ¿Por quién me tomas? Tu eres el de los antecedentes - replicó, Eugene negó

- Reconozco a los de mi clase, colega - Mérida rodó los ojos ante tal afirmación

- No en esta vida - murmuró antes de ponerse a marchar

- Nos vemos luego - se despidió Runa antes de seguirla

- ¡No se vayan a perder! - exclamó Eugene mientras se alejaban

Los cascos contra los adoquines resonaban en los oidos de la colorina devolviéndole algo de paz, la sangre volvía a correr por sus venas haciéndola sentir viva, en unos instantes había dejado a la gente y el pueblo atrás, había cruzado las puertas y el puente hasta llegar más allá de los árboles del lugar, el viento chocaba en su rostro y alborotaba sus cabellos, aún así no podía parar de sonreír y carcajear. Se sentía libre.

- ¡Hey, espérame! - le gritaba Runa metros más atrás, sus cabellos levemente ondulados golpeaban su rostro mientras trataba he llamar la atención de la otra - ¡Mérida!

- ¡Alto, bonito! - detuvo a Maximus jalando su correa con suavidad - ¿Qué sucede, no puedes seguirme el paso? - gritó hacia Runa mientras sonreía agitada, como si ella misma hubiese corrido esa distancia - ¡Quiero llegar al río!

- Y lo haremos - respondió una vez se detuvo a su lado - solo no a la velocidad de la luz - bromeó soltando una risa

- Extrañaba cabalgar así - admitió - es casi perfecto

- ¿Casi perfecto? - preguntó analizando las palabras de la otra - tienes razón - concordó - faltan las flechas

- Por eso mismo eres mi amiga - celebró

- Somos amigas porque soy la única persona que te soporta y seguramente es porque soy la única que lleva menos años conviviendo contigo - se mofó

- Hans también me soporta - se defendió

- Eso argumenta mi punto - negó con la cabeza soltando una carcajada

- Vamos al río - dijo aguantando reír junto a su Runa, pero poco a poco se fue contagiando hasta romper en risas

- Te agrada este Hans - dijo una vez las risas se calmaron, la colorina dejó de reír para observarla con prudencia

- Me hace sentir bien - admitió - no tengo que esperar a saber qué es lo que siente, él me lo hace saber - le confío 

- Y ¿Tu le has hecho saber lo que sientes? - preguntó con suavidad a lo que Mérida calló

- Podríamos volver a buscar los arcos y algunas flechas, aún no se pone el sol, tenemos tiempo - dijo una vez pensó las palabras de su amiga, preparándose junto con Maximus para volver

- Yo iré por ellos - la detuvo Runa

- ¿Qué? - le preguntó haciéndose la que no había entendido

- Que te quedes aquí y yo los iré a buscar - le aclaró - te hace falta algo de esto, aún es de día, no pasa nada

- ¿Puedo ir hasta el río? - le sonrió

- No te alejes tanto

- No lo haré, eres increíble - le agradeció antes de volver a cabalgar

Runa la observó marcharse mientras negaba con la cabeza sonriente, le encantaba el espíritu libre de Mérida, la había visto apagarse y opacarse durante esos meses y sentía que por primera vez ella volvía a encontrarse una vez más. Miró hacia el cielo poniendo sus manos frente a su rostro, calculando con sus dedos el tiempo que le quedaba antes del atardecer, una vez se aseguró de que fuese suficiente comenzó a marchar devuelta al castillo.

Mérida, en cambio, continuó su camino hacia el rio, disfrutando cada segundo en que se sentía flotar por el viento, cerró sus ojos un instante para sentir la brisa helada chocar contra sus mejillas y entrar hasta sus pulmones, luego se detuvo al escuchar el sonido del agua llevar las piedras junto a la corriente.

- ¿Qué haces aquí? - le sonrió una vez lo vio al otro lado del río, Maximus se removía incómodo en su lugar mientras esta trataba de calmarlo

- Pensé que habíamos quedado en vernos aquí hace unas semanas atrás - le dijo extrañado, sin perder su característica sonrisa

-¿Cuando llegaste? - preguntó ahora sin parar de sonreír mientras se bajaba del caballo sin dejar de acariciarlo

- Recién. Te vi cabalgar desde ahí arriba - admitió apuntando hacia el cielo - Chimuelo te extrañaba

- ¿Si? Yo también lo extrañe - respondió alzando la voz - crucen el río ¿Qué esperan?

Una vez Mérida pudo calmar a Maximus es que pudo acercarse al par que la esperaba un poco más allá, dándole la distancia necesaria a ella con el nervioso animal.

- Tranquilo, bonito, son amigos - lo acariciaba - solo es Hiccup - le recordó en un susurró - y él es Chimuelo

Maximus relinchó con suavidad, soltando más aire que sonido, luego se alejó con paso calmo hasta la orilla del río para bebér algo de agua.

- ¿Impactado? - preguntó Hiccup una vez que Mérida se acercó

- Si, no es fácil para él ver una lagartija gigante volar sobre un dragon, sin ofender - bromeó - Oh, hola Chimuelo

- Si, no extrañe eso - negó sonriendo

- Ah, eso quiere decir que extrañaste algo

- Eh... Yo... - titubeó - en realidad vine a otra cosa - admitió, Mérida lo observó con curiosidad

Hiccup había pensado bastante en ello, lo había hecho durante días, durante semanas, meses y más, y se había frenado, durante bastante tiempo lo había hecho, preso de la culpa y la lealtad, una lealtad que jamás había quebrantado y jamás lo haría.

Astrid ya se había ido.

El vikingo inhaló con profundidad, estaba nervioso, esperanzado, todo era más difícil de lo que podía recordar, volvía a sentirse como un prepuber hormonal una vez más.

- ¿Si? ¿Y a qué vinieron por aquí? ¿Sigues buscando a tu esposa?  - preguntó tratando de mantener la misma expresión

- Si, no, digo si... - respondió confundido mientras negaba rapidamente - ¿Qué me está pasando? - susurró para si mismo

- ¿Entonces que te trae por acá? - preguntó una vez más

- Llévame a las cataratas de fuego - le pidió repentinamente, sucumbiendo ante las ansias

- ¿Qué? - preguntó atónita - ¿Quieres que te lleve hasta allá?

- Si, llévame a escalar a Crone's Tooth, llegaremos en un instante si usamos la esfera - le ofreció, Mérida rió incrédula

- ¿Quieres ir ahora? ¿Estás bromeando? - negó entre risas

- Si, vamos ahora ¿Qué te detiene? - le sonrió invitando a aceptar

- ¿Qué me detiene? Tengo a Maximus a mi cargo y Runa debe estar por volver - le informó, Hiccup miró tras ella al mencionado animal, luego volvió a centrarse en los celestes irises de la princesa - no puedo desaparecer sin más

- Dejales una nota, él se ve inteligente, seguro sabra volver con ella - propuso como solución apuntando con un gesto de cabeza hacia Maximus

Mérida negó divertida, aún no sabía porqué pero Hiccup la hacia sentirse en los aires cada vez que le hablaba, a su lado no necesitaba volar, ya se sentía en los cielos.

La colorina reía a sus espaldas mientras surcaban por los cielos, le gustaba cuando viajaba junto al castaño hasta sus tierras, no deseaba hacerlo con nadie más. Aspiro con profundidad el aroma que desprendía el cabello de este, podía sentir la mezcla de sudor y humo llenando sus narices, un aroma que nunca pensó amar.

- ¿Qué es eso? - le preguntó Hiccup haciéndola reaccionar

Mérida miró sobre el hombro del jinete notando la flota de barcos refinados arribando en el muelle de su reino. Ahogó una mueca antes de responder.

- Son familiares - mintió sin pensar

- ¿Esperas que me lo crea? - contrarrestó entre risas - esos barcos parecen de papel, ni remotamente son de tu familia. Anda, ya dime ¿Es Heinz?  Va en serio ese príncipe

- Solo déjame en la torre y vete - murmuró contra su espalda, demasiado despacio para ser escuchada

- ¿Qué dijiste? - le preguntó - no te escucho, habla más fuerte

- Que me dejen en la torre y se vayan - repitió alzando la voz sobre el viento

- ¿Me estás echando? - dramatizó mientras Chimuelo comenzaba a descender sobre la torre - Justo cuando quería conocer tu mágica cascada - Mérida rodó los ojos

- Por favor, no dramatices, no es mi culpa que no la conozcas - se defendió mientras este se bajaba del dragón

- ¿Qué quieres decir? - preguntó frunciendo levemente el entrecejo

- Que siempre te vas, nunca pasas más de cinco minutos en este lugar - le reprochó mientras este le ayudaba a descender - siempre tienes una excusa para irte - agregó mientras se acomodaba su vestido

- ¿Ahora quien dramatiza? Si mal no recuerdo tu me estabas echando hace un momento - se defendió

- Yo no estoy dramatizando, apenas conoces a mis padres - le señaló - Yo conozco a tu madre, conozco a los de Rapunzel y tú también, vas a Arendelle y te paseas por Corona, pero no eres capaz de quedarte aqui ni un minuto más de lo necesario

- ¿Y me puedo quedar ahora? - le preguntó con seriedad, Mérida guardó silencio, luego negó antes de responder

- Ahora no - negó mirando hacia el suelo

- Está bien... - respondió siendo interrumpidos por Mérida antes de decir algo más

- Me voy a casar - admitió en un hilillo de voz

Hiccup se quedó en silencio, no hizo nada más que observarla con detalle, buscando alguna mueca en su rostro que delatara alguna broma, pero está nunca llegó. Inhaló con profundidad una vez sus pulmones le recordaron que debía respirar.

- ¿Qué? - preguntó incrédulo

- Me voy a casar - repitió nuevamente levantando su mirada, encontrandose con los verdes del otro - me lo propuso y acepté

- ¿Te vas a casar? - repitió aún escéptico

- Seguramente por eso está aquí, debe estar viendo los detalles de la boda - le explicó

- ¿Cuando? ¿Cuando va a hacer?

- En un mes más - admitió, luego desvío la mirada adolorida

- ¿Te hace feliz?

Mérida volvió la mirada hacia él abruptamente ante la pregunta, luego la bajó hasta observar sus pies. El silencio duró unos segundos, más Hiccup sintió que fue la eternidad.

- Tienes que irte Hiccup, y yo debo de entrar - respondió únicamente - nos vemos luego - murmuró alejándose hasta la puerta de la torre, antes de entrar le dedicó una ultima mirada - espero que lleguen bien a casa - les deseó desapareciendo por el portal

Hiccup se quedó quieto en su sitio por unos minutos, hasta sentir a Chimuelo empujarlo suavemente con su cabeza buscando llamar su atención, el jinete suspiró sonoramente para luego acariciar su frente.

- No salió como esperábamos, amigo - respondió en un susurró para luego montar sobre él - volvamos a casa

Mientras tanto, en Arendelle, el anochecer se cernía sobre el pueblo cubriendo cada rincón de este, sus habitantes permanecían en sus casas, disfrutando la frescura de las noches de verano, las calles estaban levemente pobladas y en el castillo las almas aún estaban despiertas, en el salon de juegos estaba Anna, Kristoff, la pequeña Elsa, Jack y Sven, jugando uno de los tradicionales juegos familiares. El reno sostenía la canasta con varios papelitos doblados en los cuales habían diferentes acciones y palabras para realizar, el marcador estaba reñido, los reyes iban perdiendo con 7 puntos contra los 8 puntos de la princesa y el guardian, un último juego lo decidiría todo.

- Bien, ahora es mi turno de adivinar - sonrió Anna eufórica mientras empujaba a su esposo para ponerlo en pie - date prisa Kristoff

- ¿Estás segura, Anna? Es el último juego, podrías hacerlo tu - le sugirió

- ¿Bromeas? Los he hecho todos yo, ahora es tu turno - le dijo mientras se levantaba de su lugar para ponerse frente de él y lo alaba de las manos

- ¿Qué pasa Kristoff? ¿Por qué no quieres dejar que Anna adivine? - preguntó Jack divertido

- Si, papá, ¿Porqué mamá no puede adivinar? - le preguntó Elsa

- ¡No se pongan en contra mia! - les reprochó - Bien, yo lo haré - suspiró para luego ponerse en pie

- Yo veré el tiempo - dijo Elsa tomando el reloj de arena de la mesa, preparada para iniciarlo - tu dime, papi

Kristoff se acercó hasta a Sven para sacar un papel de la canasta, lo abrió rápidamente y luego suspiró.

- Bien, ahora princesa - le avisó a su hija

Elsa giró el reloj poniéndolo sobre la mesa, la arena empezó a caer lentamente dando inicio al tiempo, Anna puso toda su atención en su esposo, preparada para responder cualquier pequeña idea que cruzara por su mente, mientras el rubio comenzó a levantar sus manos sobre su cabeza y a bajarlas una a cada lado de su cuerpo creando un arco, haciendo pequeños gestos con su rostro ante las respuestas incorrectas de su esposa.

- ¡Sol, circulo, arco, puente! - decía con rapidez mientras el otro negaba, a su lado Jack y Elsa reían descaradamente - ¡Estadio, pelota, gol! - Kristoff comenzó a imitar una falsa lluvia falsa - ¡Fuego, nieve, lluvia de pelotas! - exclamó poniéndose en pie

- ¡Tiempo! - exclamó Jack entre carcajadas

- ¿Lluvia de pelotas? - inquirió Kristoff hacia Anna, está se encogió de hombros

- ¡No se me ocurrió nada más! - se defendió - ¿Que se supone que era?

- Un arcoiris, mamá - respondió Elsa saltando hasta donde ella, Anna la tomó en sus brazos

- ¿Un arcoiris? ¿Cómo se supone que supiera eso?

- Bien, nuevamente Elsa y yo somos los ganadores - sonrió Jack poniendo sus brazos tras su cabeza - somos el equipo de ensueño - presumió chocando el puño con la pequeña

- Juguemos una más - pidió con un leve puchero

- No princesa, ya es muy tarde y debes de dormir - le dijo su padre tomándola de los brazos de Anna

- Vamos, papi, un juego más, por favor - rogó pestañando con rapidez

- Si, papi, un juego más - repitió Jack acercándo su cabeza junto a la de Elsa , Kristoff negó conteniendo una sonrisa

- Por más que me guste ser derrotado por ustedes, ya es muy tarde y está pequeñita tiene que ir a soñar

- Oh, vamos, Kristoff. Hagamos una ronda de chicos contra chicas, seguramente ganaremos

Kristoff pareció sopesar la propuesta de Jack, para después negar una vez más.

- Por más que me gustaría ser el ganador contra mi esposa, ya es muy tarde y lo más sano para mí matrimonio es que está doncella se vaya a dormir - respondió mientras se alejaba junto a su hija en sus brazos, haciendo como si ella pudiera volar - Despídete Elsa

- Buenas noches mami, buenas noches tío Jack - canturreo entre risas agitando su mano - hasta mañana - dijo antes de que salieran por la puerta seguidos por Sven

- Buenas noches - dijeron Anna y Jack al unisono

- Tu hija es maravillosa - le dijo Jack una vez a solas

- Lo sé, es gracias a mis genes - dijo con una enorme sonrisa orgullosa

- Si - alargó la palabra - como digas

- Pensé que no vendrías hoy - comentó Anna mientras recogía los papeles del suelo

- No me perdería una noche de viernes con ustedes por nada - respondió agachándose junto a ella para ayudarla

- Pero faltaste los dos últimos viernes - murmuró sin querer presionarlo, Jack suspiró

- Lo lamento, estuve algo ocupado con los guardianes, ya sabes, buscando la tonta planta - se escusó

- ¿Si? ¿Cómo van con eso? ¿La encontraron, ya no hay amenaza? - preguntó ansiosa mientras recogía el último pedazo de papel

- No - negó sentándose en el suelo, posando uno de sus brazos sobre su rodilla levantada - pero quédate tranquila, está todo bajo control - trató de calmarla

- ¿Estás seguro Jack? - inquirió acomodándose en el suelo

- Si, Emily Jane ya no necesita que la busquemos - le aseguró - te dije que era volátil - le sonrió cálidamente

- Gracias - le dijo con sinceridad - temía por Elsa - admitió - no soportaría perderla como a su tía, no a mí Elsa - confesó afligida

- Tranquila Anna, nunca dejaríamos que nada les pasara, no lo permitiría - le aseguró

- Eso me recuerda - interrumpió mientras se ponía en pie - tengo unas cartas que entregarte, son tres, una por cada viernes que no estuviste, incluído hoy - comentó acercándose hasta un escritorio

- Hoy si vine - le recordó

- Pero los últimos dos no - sonrió entregandoselas, Jack las miró duditativo para luego cogerlas y guardarlas en el bolsillo de su sudadera - ¿Sucede algo? - le preguntó preocupada

- Nada, solo no tenía planeado ir hoy para allá - admitió poniéndose en pie

- ¿No? Pero si vas todos los viernes... ¿No le has llevado mis cartas? - preguntó ahora un poco molesta

- Si le llevo tus cartas, Anna - se defendió divertido - solo pensaba no ir está semana - dijo encogiéndose de hombros

- ¿Qué dices? ¿Desde cuándo que no vas? - inquirió

Jack guardó silencio, en su cabeza solo podía recordar la última vez que había estado en el Ahtohallan, casi una semana atrás, el mismo día que hombre de la luna le había mostrado la imagen de Pitch Black, el mismo dia en que había besado a hada. Volver hasta el glaciar solo le recordaba lo que había hecho, lo mal que estaba y que no había podido hablar con su amiga hacia casi una semana.

- Fui hace cinco/seis dias - admitió - tranquila, sigue todo igual, ya te lo había dicho, no permitiré que nada les pase - le aseguró nuevamente posando sus manos en los hombros de Anna

- ¿Todo está bien?

- Si Anna, todo está bien. Voy a ir al Ahtohallan a dejar las cartas y asegurarme que todo está bien, volveré en un par de horas, quédate tranquila

- Está bien - suspiró con tranquilidad - gracias Jack

Después de despedirse Jack salió a paso lento del castillo, casi siempre prefería usar las ventanas, pero está vez utilizó la puerta, decidido en alargar el tiempo, evitando tener que llegar al lugar que consideraba su hogar.

Jack salió del palacio emprendiendo camino hacia los jardines en la parte de atrás del palacio, no había nadie a fuera, pero deseaba estar tranquilo antes de partir hasta el glaciar. Apenas dió vuelta por la esquina del castillo pudo ver ao hada de los dientes esperándolo en la parte de atrás.

- ¿Thoothiana? - preguntó confundido

- Jack - le respondió con suavidad y nerviosismo

- ¿Qué haces aquí?

- Me has evitado durante cinco días, sabía que hoy estarías aquí - admitió avergonzada - necesitó hablar contigo

Jack guardó silencio, imposibilitado de decir algo más. Su estómago se sentía pesado y su garganta apretada, una sensación de nauseas se apoderó de él orillandolo a callar.

- Yo... Es que... - titubeó nervioso - he estado ocupado estos días - se excusó

- ¿Es que ya no quieres hablar conmigo? - le preguntó angustiada, Jack negó rápidamente

- No, hada, no es eso - la consoló mientras se acercaba a ella rápidamente - no pienses eso - le susurró mientras tomaba una de sus mejillas con su mano - solo es que ya no sé cómo hablar contigo ahora

- No quiero perder tu amistad, Jack, no quiero perderte - confesó dejando escapar algunas lágrimas, Jack las limpiaba con sus pulgares cada vez que rodaban por los pomulos de esta

- Nunca dejaría de ser tu amigo, eres mi mejor amiga - le calmó

Thoothiana levantó la mirada hacia los irises azules del guardian, los observó por un instante para luego deshacerse del agarre de este con suavidad, alejándose hasta la orilla del jardín mientras se abrazaba a si misma, estaba adolorida, avergonzada y quebrada, se sentía humillada, buscando a quien no le correspondía, quien ni siquiera había sido capaz de decirle una palabra desde hacia días atrás. Frente de ella el océano oscuro estaba en calma, los barcos se veían en reposo ilumados en medio de la espesura de la noche.

- Tu también eres mi mejor amigo, eso jamás cambiará, pero también te amo y nuestro beso no fue solo un beso para mi, Jack, y necesito saber que fue para ti - dijo con la voz quebrada, Jack se acercó a ella lentamente hasta quedar a su lado

- Aún no sé que sentí con ese beso - admitió, Thoothiana no desvío su mirada del mar

- Lo arruiné todo, ¿No? - musitó

- No, Thoot, no arruinaste nada - le aseguró

- ¿Ya no hablaremos? - inquirió con temor

- Jamás podría dejarte de hablar - le dijo con calidez, Thoot levantó la mirada - Me agradas Thoothiana - le confesó con cariño

- Te amo Jack - susurró con ternura, luego tomó la mano de Jack con temor, pero lejos de lo que pensaba este le correspondió apretándola con suavidad, para luego sonreírle con confianza

Chapter 9: Capítulo VIII - Infantil

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Capítulo VIII
Infantil 

Mérida observaba por la ventana, veía parte del muro que rodeaba al palacio, a los vigilantes rondar sobre sus pasillos, el cielo estaba despejado y las aves surcaban el manto celeste con rapidez, en conjunto. La colorina paseaba sus ojos entre el trajín del pueblo y la vastedad del cielo, perdiéndose entre nube y nube, recordando la sensación que le daba cruzarlas cada vez que surcaban por los aires, recordando el olor que tenian al mezclarse con el aroma particular de Hiccup cuando ella volaba a su lado, le traían calidez, lo extrañaba, le anhelaba.

- ¿Cariño?

La princesa desvío su vista de la ventana para tomar atención a su prometido, llevaba un buen rato hablándole sobre detalles de la boda que Mérida no deseaba planear, aún así fingía una buena cara y trataba de dar su opinión con propiedad, quería mantener tranquila a su madre y al mismo tiempo no quería molestar a su prometido, porque por más que no lo amara, si lo quería de verdad.

- ¿Si? - inquirió con suavidad

- Te preguntaba que qué flores prefieres para la boda - le repitió con dulzura - estás distraída

- Si... Yo... - tartamudeó nerviosa - Es que... ¿Qué haces aquí? - Hans negó con una pequeña sonrisa en el rostro, para luego suspirar

- ¿No te agrada que quiera verte? - preguntó con cuidado

- Hans, no, no es eso - negó con rapidez - solo es que te había mencionado que no estaría por aquí

- Pensaba ponerme de acuerdo con tus padres con algunos preparativos para la boda, es una suerte que hayas llegado junto conmigo, creo que estamos conectados - susurró una vez cerca de ella, depositando un suave beso en su frente. Mérida trató de retener las inminentes náuseas y mueca que pondría ante tal cursilería

- Si, podría ser - respondió tomando algo de distancia

- Pensaba, ya que estás aquí, que podríamos salir a tener un picnic, ya sabes, un paseo por el bosque, con una linda charla tu y yo a solas - propuso mientras tomaba las manos de esta entre las suyas

- ¿Iríamos a caballo? - preguntó algo entusiasmada

- Si lo deseas, así será - le sonrió ayudándola a levantarse - pero por ahora debemos decidir qué flores son las ideales para los centros de mesa - le recordó

Mérida le sonrió a media gana, volviendo a sentarse y a apoyar su mentón sobre su mano, pero está vez sin mirar por la ventana, tratando de terminar rápidamente con la planificación, preguntandose dónde estarían Chimuelo y su jinete luego de que los hechara de su reino, preguntandose que pensaba él de que se iba a casar.

Era la única opinión que le interesaba.

Jack surcaban por los cielos despejados de las cercanías de Arendelle, el sol iluminaba el bosque y el océano con fuerza, la brisa transportaba el aroma dulce de la estación, tras él quedaba el palacio y el pueblo. La noche anterior había sido una experiencia agitada, después de la noche de juegos y hablar con Thoothiana, tuvo que volar hasta el Ahtohallan dispuesto a inspeccionar una vez más el estado de las estatuas congeladas, además de llevar las cartas de Anna. La reina lo había esperado despierta, ansiosa por escuchar que todo seguía su curso normal, como había sido hasta entonces.

Jack viajaba con tranquilidad, el viento lo elevaba con suavidad llevándolo sobre una brisa ligera, nada lo apuraba, ya había llevado semanas atras el invierno y la diversión a las zonas que estaban en la estación, no le tocaba reforzar hasta en unos cuantos días más, viajaba por una zona en que el verano estaba cruzando y no le interesaba crear ninguna nevada en medio de esta para enojar aún más a madre naturaleza, bastante suerte habia tenido con el fallo de la flor y las palabras que le habia dicho, no deseaba agregar algo más a la lista.

Bajó su mirada hasta el suelo, disfrutando la vista de las copas de los árboles, pequeños reinos y pueblos se veían por el camino, y algunas personas caminando por los senderos entre aldeas se podía divisar a la distancia. Jack bajo la velocidad descendiendo levemente, divertido por congelar alguna rueda de carretilla a pesar del calor, pero a la distancia un manchón oscuro llamó su atención, volando hacia la criatura oculta entre los árboles, apartada del sendero.

- ¿Chimuelo? - preguntó una vez llegó al lado de este, el dragón abrió levemente los ojos para verlo - ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Hiccup? - le preguntó sentándose frente de él, Chimuelo solo apuntó con su cabeza en dirección al pueblo que estaba metros más allá

Jack se recostó sobre el tronco del árbol que estaba a un costado del furia nocturna mientras este se acomodaba nuevamente para descansar, ambos dispuesto a esperar junto a la otro, no pasó mucho tiempo para ver al vikingo llegar hasta ellos.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó una vez se acercó a ellos

- Si, también te extrañé, cariño - le saludó Jack divertido

- Chimuelo, te dije que no adoptaras a cualquier cosa, está deforme - le apuntó, Chimuelo se removía a un lado de Jack riéndose de él

- Te falta una pierna, no me digas deforme - se defendió - ¿Y sabes qué más? Desde arriba este no es un buen sitio para dejar a tu dragón, se puede ver a simple vista - le reprochó

- Si, no pensé mucho en el trafico aéreo que digamos - respondió, Jack rió entre dientes ante este

- ¿Qué haces por aquí, Pinocho? Estás lejos de casa - le preguntó mientras el otro lo ayudaba a ponerse en pie

- Estaba por Corona, venía de vuelta pasando por los pueblos en el camino, probaba suerte - le explicó encogiéndose de hombros

- ¿Visitando a Eugene? ¿Me estás engañando? - le preguntó con tono burlón

- Si, algo así - aceptó mientras negaba riendo - Si, espera ¿De dónde se supone que vienes tu? - interrogó aprensivamente siguiéndole el juego

- Ya sabes, extrañaba la dulce mirada de Kristoff - respondió

- Ah, noche de viernes - recordó - ¿Cómo están ellos? ¿Elsa ya perdió su primer diente?

Pero lejos de pensar en una respuesta o reír por lo que hablaban, Jack solamente pudo pensar en lo que había pasado con el hada, alejándose poco a poco de la conversación que llevaban. Hiccup pudo notar la distracción en los ojos de su amigo, por lo que pasó su mano por el frente de su rostro buscando hacerlo reaccionar, chasqueando los dedos varias veces hasta sacarlo de su trance.

- Hey, te perdimos por un momento - se burló

- Besé a Thoot - confesó, Hiccup lo miró por un instante para luego intercambiar miradas con Chimuelo

- Bueno, no fue lo que pregunté, pero es algo - dijo en primer lugar, para luego agregar - creo que eso cuenta como una infidelidad - le acusó

- Hablo en serio, no bromeo - se quejó empujándolo ligeramente por el hombro, Hiccup negó mientras reía

- Bien, Bien, perdón - se disculpo - Pero ya era hora - rió mientras Jack lo fulminaba con la mirada -  ¿Y como fue? - preguntó socarrón

- Ya, no se puede hablar en serio contigo - negó dándose la vuelta, Hiccup se acercó a él para abrazarlo por el cuello con un brazo

- Amigo, tranquilo, estás muy sensible - le molestó - trato de alegrarte, sabíamos que era algo que tarde o temprano pasaría - le celebró golpeando suavemente el hombro del guardian - ¿Cómo fue? - preguntó ahora más en serio apoyándose en un árbol

Jack guardó silencio sin decir nada, imitando a Hiccup y apoyándose a su lado, luego negó con la cabeza antes de responder.

- No se sintió bien - admitió, Hiccup lo observó con atención

- ¿Se sintió mal? - Jack negó con la cabeza y la mirada perdida en el suelo, meditabundo

- No, no estuvo mal, solo que no había nada, no me gusta, solo me agrada. Es mi amiga - reafirmó como muchas veces se le había dicho antes

- ¿Y ella lo sabe? - le interrogó, a lo que Jack levantó la mirada frunciendo ligeramente el ceño fingiendo estar ofendido

- Si lo sabe ¿Crees que no lo hablaría con hada? - se defendió

- Creo que ella te buscó para hablar - se burló Hiccup, quien sin saberlo había dado en el blanco, Jack pareció titubear antes de responder

- No fue así para nada - mintió al verse descubierto, incapaz de darle la razón al otro. Comenzó a pasearse molesto mientras con sus dedos movía su cayado sin gracia alguna, desconcentrado - le dije que solo me agradaba, sé que fui claro

Hiccup lo observó a la distancia, sabía reconocer cuando el otro se molestaba, supuso por su reacción que le había achuntado a lo sucedido, pero no sacaba nada presumiendo su acierto si Jack se marcharía molesto, una costumbre infantil que tenía arraigada. El castaño suspiró sonoramente antes de hablar, dispuesto a cambiar el tema por el ánimo del otro.

- Fui a declararme - confesó

- ¿En serio? - preguntó Jack volteando a mirarle, olvidando la molestia previa. Hiccup asintió en respuesta - vaya, ya era hora - se mofó él ahora - ¿Y cómo te fue?

- Se va a casar - apenas escuchó las palabras, Jack tosió ahogado con su propia saliva

- ¿Se va a casar? - preguntó sin creerle del todo, escéptico del otro que asentía en afirmación

- Con un tal Heinz - admitió

- ¿Aún sabiendo lo que sientes por ella? - interrogó aún sorprendido, pero Hiccup no respondió - ¿Hiccup? Se lo dijiste ¿Cierto? - pero nada más que silencio salía de su boca - ¿Se lo dijiste o no? - preguntó una vez más exasperado acercándose nuevamente al árbol en el que estaba apoyado

- No, no pude hacerlo - admitió al fin mientras despeinaba sus cabellos y ahora él se paseaba por el lugar - ¡No tuve oportunidad después de eso! - exclamó mientras movía las manos por el aire

- ¿Cuando es la boda? - preguntó mientras lo paraba agarrándolo por los hombros

- En un mes - Jack guardó silencio con una mirada pensativa

- Te vas a declarar - le afirmó con voz seca

- ¿Estás loco? ¿No escuchaste nada de lo que dije? ¡Se va a casar! - le recordó resaltando cada palabra

- Si, si, oí todo eso, son detalles - respondió quitándole importancia - mira, a los muchachos y a mí nos tomó más de cuatro años hacerte entender lo que sentías, una boda no nos va a detener, te vas declarar - afirmó nuevamente

- No va a funcionar

- Va a funcionar. Le gustas, ambos se gustan, solo un idiota no se daría cuenta, claro, y ustedes

- ¿Tu crees que le gusto? - preguntó atento, Jack puso los ojos en blanco

- Estoy seguro que si - asintió divertido de la incredulidad de su amigo, mientras Chimuelo gruñía ya molesto de la charla sin prestarle atención realmente - Hasta él esta deacuerdo - se agarró jack mientras lo apuntaba con ambas manos- por eso mismo te vas a ir a declarar mientras yo busco información del principe ese - comentó completamente confiado de su idea

- No es tan simple - murmuró - ¿Y si te equivocas? - Jack rodó los ojos

- No, no me equivoco - respondió inmediatamente - creeme, tengo razón ¿Cómo no te has dado cuenta?

- ¿Cómo es que tú te has dado cuenta?

- Hiccup, amigo, todos se han dado cuenta - le repitió - anda, tenemos que irnos - lo apuró con un débil golpe en la espalda - volveré a Arendelle por información y tú volverás hasta Dunbroch para buscar a Mérida

- Ya te dije que no es tan simple, vamos Jack, no seas testarudo - se quejaba mientras se resistía a ser empujado hasta el dragón

- Cuánto pesas - se quejó - anda, hasta Chimuelo piensa que es un buen plan - comentó alzando la voz y parando de empujar, apuntando con una de sus manos libres hasta el reptil, el aludido levantó la cabeza rápidamente, tomando atención apenas oír su nombre, ajeno a todo lo que había sucedido en la conversación - olvídalo, aunque sea  ven conmigo a Arendelle, pon un poco de interés de tu parte. Estoy pensando seriamente que Astrid fue la que dió el primer paso - murmuró

- Estoy interesado, solo me parece que todo esto no es más que un plan infantil... - admitió temiendo algún arranque temperamental de su amigo

- ¿Infantil? - preguntó falsamente ofendido, Hiccup rodó los ojos -Te aseguro que más de alguno estará de acuerdo conmigo

Una vez Jack logro convencer a Hiccup de volver juntos a Arendelle, el castaño usó a regañadientes su esfera para hacer más corto el viaje, llegando inmediatamente a los jardines del palacio, frente de ellos la pileta botaba agua en una danza armonica, tras ella cuatro pares de ojos los observaban consternados.

- ¡Tío Jack, estás de vuelta! - exclamó Elsa corriendo hasta él, lanzándose a sus brazos - Hola tío Hiccup - saludo al otro moviendo su mano

- ¿Qué hacen aquí? ¿Sucede algo? - preguntó Anna rodeando la pileta hasta llegar a los recién llegados - ¿Es Pitch?

Una punsada de culpa cruzó por el pecho de Jack, deseaba con todas sus fuerzas decirle a Anna que quizas no todo estaba en calma, que el hombre de la luna les habia advertido el peligro, pero aun nada habia pasado, Pitch seguia congelado, nadie lo buscaba y, según Norte, habían quedado en no decir nada más hasta tener una señal más clara de lo que pasaba. Jack tampoco deseaba poner más ansiosa Anna de lo que ya estaba.

- Solo pasamos a saludar - dijo Hiccup como respuesta, trayendo nuevamente a Jack a la realidad

- Anna, tienes que saludar en primer lugar - le dijo Kristoff acercándose al grupo, tras él se podía ver a Gerda esperar - ¿Cómo están, muchachos? - los saludó

Una vez la pequeña Elsa y Gerda entraron al palacio para las lecciones de la pequeña, los cuatro restantes se sentaron en algunas bancas de los jardines de atras, una pequeña charla introducctiva los reveló a los reyes la razón de la presencia de sus visitantes.

- ¿Que se va a casar? - exclamó Anna poniéndose en pie - ¡Eso es maravilloso! No tenía idea de que Mérida estaba comprometida - comentaba con rapidez mientras se paseaba de un lado a otro eufórica por la noticia - ¿Quién es el afortunado? ¿Cuando dijiste que era la boda? ¡Kristoff, será la primera boda de Elsa! - le sonreía mientras lo tomaba por sus ropas para llamar su atención, pero lejos de la alegría de Anna, su esposo lucía preocupado - ¿Hay algo más? - preguntó algo más calmada

- Aún no lo sé - le dijo su esposo mientras le dedicaba una mirada Hiccup, quien aún no confesaba nada sobre sus sentimientos - Hiccup nos podría responder a eso - le recordó a Anna quién de la emoción había olvidado al vikingo

- Oh, santo cielos, es cierto - musitó cubriendo su boca con sus dedos - lo lamento Hiccup, no fue mi intención

El aludido miró a Jack de reojo para luego devolver su vista a los reyes.

- ¿Acaso todos los saben? - expreso avergonzado

Una vez que Hiccup entendió la obviedad, se sintió ridículo al pensar en el tiempo que había perdido, los demás parecían divertidos de la situación, hablaban de posibilidades, comentaban el ingenuo e infantil plan de Jack, aparentemente de acuerdo, ninguno notaba lo importante de la situacion, ninguno le tomaba el peso como él lo hacia. Se había equivocado, se había cegado en su búsqueda, había ignorado a quien estaba frente suyo, ¿Cómo es que había podido prescindir de su presencia tanto tiempo? Hiccup no había reconocido a tiempo lo que le decía su corazón.

- ¿Hiccup? - lo llamó Kristoff, devolviéndolo a la realidad

- ¿Dime? - respondió rápidamente tratando de ocultar sus malestar

- ¿Qué opinas del plan?

- No lo sé... - respondió sin saber que decir, sin querer confesar que no había prestado atención. Rascó su nariz mientras pensaba que decir - ¿De verdad piensan que es un buen plan?

- No es uno malo - respondió Kristoff encogiéndose de hombros

- A mí me gusta - dijo Anna

- Te lo dije - presumió Jack

- ¿Y no les parece infantil todo este asunto? - preguntó algo más pausado

- Si, completamente- respondieron ambos al unisono

- Te lo dije - le dijo ahora viendo hacia Jack

- No seas pesimista - contrarrestó el guardian poniéndose en pie - nunca lo sabrás sino lo intentas - le alentó

- Ya siéntate, no te emociones - lo haló de su sudadera

- Hiccup - lo llamó Anna, deteniendo el tironeo que habían empezado - realmente no importa lo tonto e infantil que suene el plan, Jack tiene razón, te tienes que declarar - le alentó igualmente - el amor siempre sabrá surgir entre la adversidad, lo hará si es amor verdadero

Hiccup observó detenidamente a la reina para luego intercalarla entre ella y su esposo.

- Tiene toda la razón - le aseguró el rubio mientras abrazaba a su esposa - yo le haría caso, y lo hice

- ¿Lo ves? - le palmeo Jack - solo tienes que intentarlo

Hiccup los observó en silencio una vez más, seguía pensando que todo era una locura absurda, mas ya no había nada más que perder.

Los cuatro continuaron charlando, compartiendo la poca información que Hiccup les pudo proporcionar, aunque a veces sonaba algo preocupados y apremiados, en su interior sabían que las cosas no estaban mal, se tenían unos a otros y se apoyaban sin importar nada, sus pueblos y reinos habían crecido, al igual que sus lazos. Habían pasado altos y bajos a través de los años, pero los días oscuros ya los habían atravesado, ninguno era capaz de preveer lo que estaba apunto de pasar.

Oscuridad, fue lo primero que Elsa podía recordar. Todo estaba oscuro, hacía mucho frío y tenía miedo. Pero entonces, entonces una luz cruzó las penumbras, iluminando las tinieblas, y entonces  pudo ver la Luna, era enorme y brillaba un montón, parecía que ahuyentaba a la oscuridad y cuando la oscuridad se fue, Elsa dejó de tener miedo. La luz inundó la vastedad del lugar, todo estaba tranquilo, había un silencio pacífico y ya no había dolor.

Se movió por el cuarto vacío, su blancura y pureza le pertubaba, pero no podía afectarle, estaba bastante lejos de volver a sentirse así. El tiempo no pasaba, a veces sentía que no había pasado ni un segundo y otras que la eternidad transcurría a costa suya, aún así no deseaba abandonar aquel extraño lugar, nada le apuraba, nada le urgía, Elsa no podía recordar las razones por las cuales estaba en aquel lugar, pero conocia las necesarias para no irse; se sentía segura.

A veces escuchaba como le hablaban, un eco agradable retumbaba en su interior y a veces podía entender algunas palabras, aún así no comprendía lo que decían, no se familiarizaba, percibía el amor y la tristeza, pero no le pertenecían más allá de eso, no entendía porqué las tenía que escuchar. No le importaba, estaba tranquila, su existencia no estaba acondicionada a nada. Estaba sola, pero no sé sentía sola.

No tenía a quien extrañar.

Aún así no estaba alarmada, se sentía casi completa, aunque no tenía con quienes hablar, no le molestaba, estaba tranquila, como si estuviese acostumbrada a la total soledad y silencio. Pero la realidad estaba lejos de su control y de un instante a otro todo cambió.

Una pequeña niña se paseaba en la infinidad, sus pisadas dejaban ecos a cada paso a pesar de no existir superficie alguna donde apoyarse, Elsa, quien estaba sentada en el espacio, levantó la mirada extrañada, concentrandose en cada detalle de la pequeña infante; sus cabellos largos y oscuros, su piel aceitunada, sus ojos redondos y enormes, tan oscuros y profundos que contrastaban con la blancura del lugar, poseía una sonrisa escalofriante, llena de falsa bondad.

- ¿Has pasado mucho tiempo sola? - preguntó acercándose hasta donde la rubia estaba - es bastante silencioso este lugar - agregó luego de echarle un vistazo, agachándose hasta la altura de la otra

- ¿Quién eres? - le preguntó en un susurró, su voz salió entre cortada debido al poco uso

- Oh, si, mis modales - recordó dejando salir una pequeña risa - mi nombre es Emily Jane - se presentó - pero quizás me conozcas como madre naturaleza. Tu eres Elsa, ¿Verdad? - le preguntó con una enorme sonrisa en el rostro, Elsa asintió aturdida

- Si... - tartamudeó - ¿Cómo lo sabes?

- Oh, Elsa, yo lo sé todo - le aclaró con dulzura

- ¿Estás perdida? - le preguntó ahora

- No, no precisamente - le respondió pensativa 

La pequeña madre naturaleza acercó sus manos hasta la cabeza de Elsa, poniendo una en cada lado tapando sus oidos, apenas sus dedos rozaron los cabellos sueltos de la reina de las nieves, fue que todo tomó sentido y lugar. Una serie de sensaciones abrumadoras empaparon a Elsa, envolviendola entre el dolor, el miedo, la felicidad, la ira, el amor y muchas otras emociones más, las imágenes de su vieja vida comenzaron a volver con brusquedad, cruzando por su mente, haciendola recordar.

Haciéndola extrañar.

Elsa levantó la vista hacia Emily Jane, quien se alejaba sin cuidado de esta, se paseaba nuevamente por la blancura del lugar, que por primera vez abrumaba a Elsa junto a la tranquilidad, ahora el espacio, la infinites y la soledad no le parecía tan acogedora.

- Me congelé - susurró desolada, mientras con sus manos cubría sus labios

- Lo hiciste

- ¿Mori? - preguntó temerosa de la respuesta

- La mortalidad de los espíritus siempre será un misterio, Elsa - canturreo como respuesta

Elsa reconoció inmediatamente las palabras que Emily Jane le había dicho como una vieja memoria suya, más no pudo recordar quien se las habia dicho con anterioridad, demasiado aturdida y abrumada por recordar quien era en realidad.

- ¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? - preguntó afligida - ¿Dónde está Anna?

- Es el Ahtohallan, el otro lado del puente - le reveló, a diferencia de Elsa, Emily Jane habla con un tono suave e infantil, casi divertida por la situación

- El otro lado del puente... - murmuró para sí misma, su cabeza era un lío de pensamientos sin terminar - Tengo que volver... Tengo que salir de aquí - dijo levantándose de dónde estaba - Ayúdame a volver, por favor - le rogó 

Madre naturaleza la observó en silencio, jugaba con un mechón de su cabello oscuro, soplando lo hasta separar sus hebras, luego levantó la mirada prepara para hablar.

- Es que yo no vine a ayudar

Chapter 10: Capítulo IX - Regreso

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Capítulo IX
Regreso

La brisa fresca del verano golpeaba su rostro acariciándolo con suavidad, sus cabellos alborotado por los vientos dejaban una estela roja tras su paso, como si un atardecer floreciera de ellos, Hans la observaba algo más a la distancia, fascinado por la vista.

En un principio, el principe de las islas del sur había ido hasta Dunbroch por un encargo de sus padres, había cedido sin protesta ante la orden, dispuesto a recuperar su lugar en la familia real, del cual lo habían despojado tiempo atras. Pero una vez llegó a las tierras del clan, supo que la fortuna le había sonreído una vez más.

El reino era próspero, algo anticuado y rustico, pero con bastante potencial por explorar y explotar. Sus hombres era mano de obra fuerte y resistente para trabajar, sus reyes ya estaban envejecidos y débiles, la heredera estaba soltera y en edad para casar, y para mayor remate el reino estaba en búsqueda de un príncipe o líder con el cual emparejar. Podía funcionar.

Pero con los meses las cosas habían cambiado, en su empeño por parecer el ideal se había involucrado algo de más, y ahora estaba unos metros más atrás de la princesa, a la cual la observaba de diferente manera de la que lo hacía antes.

- ¿A dónde me llevas? - preguntó alzando la voz para ser escuchado

Mérida se detuvo algo más adelante esperándolo con una enorme sonrisa en el rostro, agitada y acalorada.

- ¿Qué dijiste? - le preguntó una vez que estuvo más cerca

- ¿Dónde nos dirigimos? - le preguntó dejando escapar una leve risa

- Vamos cerca de una cascada - respondió

- No piensas hacer que escale por ella ¿Verdad? - preguntó algo pálido

- No, tranquilo, sé que no serías capaz - se carcajeo

- ¿Y no me vas a secuestrar? - bromeó, Mérida negó

- Vamos, alcanzarme - le dijo antes de ponerse a cabalgar una vez más

Hans volvió a ponerse en marcha buscando alcanzarla, gracias a esto en pocos minutos ya habían llegado hasta un prado despejado, frente este una cascada bañaba una corriente de agua. Mérida se bajó de Angus sin despegar ojos de la vista, Hans se unió a su lado buscando su mano.

- Iré a poner la manta para el picnic - dijo Mérida alejándose lentamente - muero de hambre - agregó luego mientras se alejaba

- ¿Necesitas ayuda? - preguntó este otro acortando la distancia

- Podrías ayudarme a poner las cosas - le sugirió a lo que él obedeció

- ¿Dónde estuviste estos días? - preguntó sin presión una vez ya estaban sentados

- Fui a Corona, a visitar a Rapunzel - respondió mientras comía - tuvo a su hija hace poco

- Es bueno que mi futura esposa se lleve tan bien con los reyes de otros reinos - le alabó, Mérida lo observó incomoda, aún sin acostumbrarse a la idea - es una buena cualidad

- Bueno, soy encantadora - respondió, recordando quién solía responderle a ella con esas mismas palabras

- ¿Cómo volviste?

- ¿Qué? - preguntó descolocada, sin entender el significado de sus palabras

- ¿Cómo volviste? - repitió nuevamente conservando la calma - te fuiste con Runa, pero ella no está aquí

- Oh, quizo quedarse allá - mintió

- Me agrada, es bastante atenta con los demás - acotó - me gustaría que fuera tu dama de confianza después que nos casemos

- Si, confío mucho en ella - admitió

- Estás algo distraída el día de hoy ¿Estás nerviosa por el viaje qué haremos a mis tierras?

Mérida lo observó con culpa, no tenía mente en ese momento para pensar en el viaje, ni siquiera podía prestarle completamente su atención a las preguntas que le hacía Hans, solo podía pensar en Hiccup y su expresión horas atrás, cuando la habia dejado en la torre y ella le dijo que se casaría, queria creer que estaba herido, que ella le importaba, pero no era asi, Hiccup seguiría buscando a su esposa mientras ella se iba a casar.

- Si, estoy algo nerviosa - mintió una vez más - ustedes tienen costumbres diferentes a las mías

- Tranquila, por lo que sé, a ti te gusta viajar, seguramente has visitado muchos sitios con diferentes culturas. Corona tiene costumbres muy parecidas a las de mis tierras - le animó

- Si, creo que sí - murmuró, era verdad, mas en aquellas tierras sus amigos la iban a aceptar tal cual era - supongo que llevas razón

- Quédate tranquila, le agradas a mis padres, seguramente a mis hermanos les encantaras, les agrada todo lo que no sea yo mismo  - Mérida asintió no muy convencida de las palabras del principe, Hans buscó sus manos tratando de calmarla con su contacto - todo estará bien, tu eres mi chica ideal

Mérida lo miró una vez más, no estaba segura, nada le hacía sentir segura. Cerró sus ojos y suspiro con calma, buscando serenarse, buscando alguna imagen que le trajera la tranquilidad que buscaba, pero en su cabeza solo hacían ecos los recuerdos que había tenido con el vikingo, que irónicamente le devolvieron algo de paz.

Un estallido sordo la hizo reaccionar de golpe, abrió sus ojos aturdida tratando de adaptarse a la claridad del lugar, la luz natural, aunque poca, le cegaba impidiendole ver lo que pasaba, sentía su cuerpo ligero, como si flotara en el aire, sintiendo sus cabellos suspendidos, cayendo en cuenta que en realidad caía. Elsa levantó sus manos sobre su cabeza buscando aferrarse de lo que fuera que sus manos alcanzaran, pero el aire era lo único que podia tocar, de pronto un golpe seco volvió a aturdirla y el aire comenzó a faltarle.

Elsa se removió incómoda, aprisionada, desorientada, abrió su boca en busca de oxígeno tragando una gran bocanada de agua salada, entendiendo al fin que estaba sumergida bajo el mar. Abrió sus ojos con dificultad, le ardían y todo era borroso, pero aún así podia reconocer la luz sobre su cabeza, nadando hacia ella. Emergió agitada, tratando de tomar aire mientras tocia, manteniendo sus extremidades en movimiento intentando mantenerce a flote a pesar de la furia de las olas. Bajo de ella una fuerza desconocida jaló de su pierna devolviéndola a las profundidades del océano una vez más.

La guardiana intentó zafarse repetidas veces mientras pateaba al bulto oscuro que la hundía, el bulto elevó su brazo libre hacia ella, dejando ver como de estas pequeñas estelas negras aparecía, haciéndola reaccionar y reconocer lo que sus ojos veían. La reina de las nieves dejó de nadar para protegerse con sus manos, poco a poco el agua a su alrededor se fue cristalizando haciendo retroceder al rey de las pesadillas, quien nuevamente intentó nadar hasta la superficie, Elsa intentó evitarlo lanzando varios rayos helados que cruzaban con mayor lentitud bajo el agua, lo que facilitó que Pitch los pudiera esquivar, luego este lanzó una estela oscura de lo que parecían ser escarcha congelada, que el espíritu del agua detuvo con facilidad, pero lejos de atacar al Coco de vuelta, volteo en ayuda de Elsa que busca salir una vez más a la superficie.

La quinta espiritu tomó varias bocanadas de aire, estaba agitada, le ardían los ojos y le dolían los pulmones, estaba aferrada en Nokk quien permanecía en su forma acuática ayudándola a mantenerse a flote, metros más allá emergía Pitch Black. Elsa se preparó con su mano libre para atacarlo, mas un chillido agudo le hizo voltear, sobre ella un extraño dragón delgado aparecía para agarrar al Coco por los hombros con sus garras, sobre este su jinete gritaba de manera salvaje, el dragón volvió a elevarse por los aires hasta desaparecer de la vista de la rubia, quien se mantuvo por un momento suspendida en el océano, tan agitada como las aguas.

- ¡Anna! - exclamó despavorida, recordando las últimas memorias que poseía en su cabeza; el ataque del bosque encantado, el reino destruido, su hermana en un profundo sueño y Jack lejos en una batalla perdida - llévame hasta donde ella - le rogó a Nokk quien permanecía aún a su lado

El espíritu elemental no lo pensó ni por un segundo, antes de asentir, Elsa se aferró a él con ambas manos para comenzarlo a congelar con lentitud, aún entumecida, sin entender el porqué, aún así decidió despejar su cabeza de aquellos pensamientos, en ese momento nada le interesaba más que proteger a quienes quería.

En Arendelle los reyes y sus visitantes seguían enfrascados en su conversación,  continuaban sentados en las bancas de los jardines de atrás, puliendo los detalles de lo que decidieron seria el plan, aunque el protagonista de este no estuviese cien por ciento de acuerdo.

- ¿De dónde dijiste que era este príncipe? - le preguntó Kristoff

- La verdad no lo sé - respondió encongiendose de hombros mientras comía un emparedado que les habían llevado - pero ví en los navíos unas velas con el escudo de las islas del sur - explicó

- ¿Las islas del sur? - preguntó Anna intrigada - ¿Cómo dijiste que se llamaba?

- Heinz - Hiccup ya había dejado de comer prestando toda su atención a la reina, quien lo observaba con un semblante extraño - ¿Sucede algo?

- ¿Anna? - le llamó Jack inclinándose hacia el frente, apoyándose sobre sus piernas - ¿Lo conoces?

Anna permaneció en silencio observandolos con expresión severa, luego le dedicó una mirada a su esposo quién permanecía con una expresión similar a la de ella.

- ¿Sabes cuál es? - le preguntó Kristoff

- No, solo conozco cuatro nombres de sus hermanos... Pero recuerdo que la mayoría estaban casados o comprometidos, y eso fue hace años atrás - murmuró sujetando su mentón con su mano

- Hola, estamos aquí - los llamó Jack moviendo sus manos - ¿De qué hermanos estamos hablando?

Anna y Kristoff volvieron a compartir una mirada de complicidad para después asentir suavemente el uno al otro, no hablaban mucho sobre Hans, no era por celos ni nada, simplemente no era tema desde hacia años, aún así Anna esperaba la aprobación de su esposo antes de hablar.

- Mi ex prometido es el menor de los príncipes de las islas del sur - les confesó

- ¿Tu ex prometido? - se carcajeo Hiccup

- ¿Quieres decir que el hombre que te traicionó y dejó que te congelaras hace años atras será el cuñado de Mérida? - se burló Jack

- ¿Te traicionó? - preguntó ahora Hiccup algo más serio, irguiendose en su lugar - ¿Qué clase de personas son sus hermanos? - preguntó con apremio

- No tranquilo, sus hermanos son buena gente - lo calmó Anna, pero Hiccup aún intranquilo y sin creerle desvió su mirada hasta Kristoff

- ¿Lo son?

- Se hicieron cargo del infame comportamiento de su hermano y lo tienen bajo un severo castigo - le confirmó

- ¿Por qué no me creen? - se quejó Anna

- Porque te comprometiste con alguien que acababas de conocer - replicó Kristoff con suavidad, aunque la burla impregnaban sus palabras

- ¿Te comprometiste con alguien que acababas de conocer? ¿Quien hace eso? - le preguntó incrédulo Hiccup, olvidando el apremio y comenzando a reír junto a Kristoff

- ¿Tus padres nunca te hablaron de no confiar en los extraños? - preguntó como burla Jack que se unía a las risas de los otros dos

- ¡Por favor! - se quejó molesta - pensé que era amor verdadero - se excusó - era una joven ilusa y crédula

- Aún lo eres - le recordó el guardian

- ¡Eso no es cierto! - le apuntó a Jack - no es cierto, ¿Verdad? - preguntó hacia su esposo quién negó con una gran sonrisa

- Te amo como eres - respondió atrayendola hacia él y depositando un beso en su coronilla

- No respondiste a mi pregunta - murmuró

- Seguimos aquí - les recordó Jack

- Volviendo al tema... ¿Quiénes son sus hermanos?

- Oh, solo me habló sobre Lars, era el único que lo trataba mejor que los demás... Recuerdo a Caleb que era el mayor y habían unos gemelos, no recuerdo sus nombres pero estoy segura que no eran Heinz. No sé nada sobre él

- No me gusta todo esto, no me da buena espina este tal Heinz - murmuró Hiccup lo suficientemente alto para ser escuchado por todos

- No te agrada porque es el prometido de Mérida, ni siquiera lo conoces - se burló Jack palmeandolo - ve a declararte, será más rápido para tu dolor

- No estoy adolorido - contrarrestó esquivando sus palmadas - guarda silencio, no me hagas hablar - le amenazó

Jack se detuvo para dedicarle una mirada severa, Hiccup sonrió burlón.

- No te atreverías - le apuntó con los ojos entrecerrados

- Oh, ponme a prueba, bebé - le guiñó el ojo

- Eso no es divertido - farfullo mal humorado

Hiccup se largó a reír mientras Anna lo empezaba a interrogar, curiosa de lo que fuera que trataban ambos en clave, lo suficientemente importante para que así fuera. Kristoff trató de disuadir a su esposa en vano, mientras Jack se lamentaba de la elección de su amistad al castaño.

Mientras tanto, muy cerca de ellos, Elsa cabalgaba sobre el espíritu del agua, ansiosa por llegar hasta su hermana. Frente a ella podía divisar los barcos que se movían por el océano, el reino se levantaba tras ellos bastante diferente de lo que ella podía recordar. No había humo ni destrucción, no se veían dragones por los cielos que estaban despejados, poco a poco la reina de las nieves fue pausando la velocidad, tratando de analizar la imagen de frente a sus ojos.

Nokk cabalgó hasta fuera del océano, subiendo por los caminos empinos del fiordo, aventurandose entre la tierra y el bosque que rodeaba el reino de Arendelle, Elsa miraba a través de las ramas el océano extenderse y rodear el pueblo y el castillo, más pequeño, más moderno, no era el mismo en el que creció.

- ¿Qué sucedió aquí? - murmuró atónita - ¿Cuánto tiempo ha pasado?

Estaba asustada, la actual realidad que sus ojos observaban eran bastantes diferentes de los recuerdos que ella poseía, a medida que se acercaba hasta su tierra natal podía distinguir con mejor precisión las casitas coloridas, las carretillas y personas transitar, todo estaba levantado, no habían rastros de batalla, ni un pequeño muro sin pintar, como si nunca hubiese ocurrido nada. Elsa sintió un escalofríos recorrer su cuerpo, horrorizada de la posibilidad de no ver a su hermana.

Se había congelado.

Entonces Elsa entendió que el tiempo había transcurrido mientras permanecía congelada, el pueblo había cambiado, las casas se habían reconstruido y su gente continuó con su vida, seguramente su hermana también lo había hecho hace tiempo, Elsa esperaba haberla salvado, esperaba que Anna hubiese tenido a su hijo junto a Kristoff, quizas incluso este ya habia crecido y formado su propia familia. Un sentimiento desolador la inundó entonces, consciente de su posible realidad, quizás se había quedado sola una vez más.

Pero estaba Jack.

Y su sola mención le trajo algo de paz. Se detuvo junto a Nokk unos metros antes de entrar a la aldea bañándose de este, dispuesta a calmar sus ansias y miedos que volvían a aflorar, tratando de olvidar el horrible escenario que su cabeza había formado.

Porqué aúnque era el final que había planeado para su hermana, le dolía saber que existía la posibilidad de que ya no estuviera.

- Tengo miedo... - murmuró hacia Nokk mientras acariciaba su frente, este la empujó levemente instando a que continuara

Elsa tomó aire profundamente hasta sentir que sus pulmones no podían más, preparándose mentalmente para la realidad. Montó nuevamente en Nokk algo más dispuesta para continuar, agarrando con fuerzas las correas heladas que había creado hasta que sus nudillos quedaron blancos.

El ajetreo de la gente le recordaba su infancia, el ruido de las carreras y los gritos de los feriantes, sentía su corazón acelerado y sus manos sudorosas, en su estómago un gran nudo lo hundía hasta el fondo de la tierra, los voces de la gente a su alrededor iba aumentando, transformándose de murmullos a zumbidos, abriéndole un camino para pasar hasta el palacio, poco a poco Elsa empezaba a reconocer sus rostros, algo más maduros y marcados, todos con una expresión tan sorprendida como ausente, pero eran las mismas personas que habia conocido durante lo largo de su vida. La guardiana contuvo el aliento mientras ahogaba una enorme sonrisa de felicidad, sus peores temores iban sediendo mientras Elsa agarraba velocidad.

Cruzó los portones hacia el palacio abriéndolos con una suave ventisca helada, los dos guardias reales que custodiaban la entrada la observaron con la misma expresión que los demás, igual de sorprendidos, como si hubiese visto un fantasma. Elsa les sonrió con amabilidad y cariño, feliz de estar de vuelta, avanzó hasta la pileta que estaba en la entrada, descendiendo de Nokk dispuesta a entrar, se volteó a acariciarlo tratando de calmar sus propias ansias de volver a ver a su hermana y su cuñado, luego este desapareció en el agua sin más, Elsa volvió a inhalar con fuerza dirigiéndose hasta dentro del castillo.

Entró con cautela, nerviosa de encontrar a alguien más en el lugar de Anna, pero la estancia estaba vacía y en silencio, sin nadie a quien acudir o preguntar, supuso que por el clima estaban en verano y que gran parte de la servidumbre estaría en su periodo de descanso. Se aventuró al interior del palacio recorriendo sus tan familiares pasillos, hasta llegar a la biblioteca, donde un suave murmullo le llamó la atención. Se plantó frente a las grandes puertas mientras posaba sus manos en el picaporte, le temblaban los dedos, pero aún así las giró hasta abrir el portal.

La luz de la estancia la cegó levemente, Elsa entrecerró los ojos buscando adecuarse al lugar, buscó a su alrededor al dueño del murmullo pero sus ojos repararon en algo más. Sobre el muro de la chimenea un enorme cuadro de la familia real reposaba, Elsa se acercó lentamente concentrada en el rostro de su hermana tal cual la recordaba, a su lado estaba Kristoff y entre ambos un pequeño bulto del cual se aferraban con anhelo y amor, un pequeño bebé.

La platinada levantó ambas manos hasta su rostro, cubriendo sus labios mientras trataba de aguantar algunas rebeldes lágrimas de felicidad, sentía su estómago caliente y le ardía la garganta, pero no le molestaba, por primera vez se sentía realmente en paz. Se acercó un poco más dispuesta a ver mejor la pintura, se afirmó sobre el marco de la chimenea mientras se ponía en puntillas, hasta escuchar las puertas a sus espaldas sonar una vez más, se volteo agitada sin ver nada hasta bajar la mira.

Era pequeña y menuda, utilizaba un lindo pero simple vestido verde claro que resaltaba sus rasgos infantiles, sus cabellos dorados caían en un lindo moño tras sus orejas y sus enormes ojos ambar la observaban con ilusión. Elsa la observó con la misma fascinación que la otra hacia ella, se acercó lentamente hasta llegar donde estaba.

- ¿Tu eres la tía Elsa?

Chapter 11: Capítulo X - Líneas Paralelas

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Capítulo X
Líneas palalelas

- Bueno, se va haciendo tarde y debo partir - informó Jack mientras se ponía en pie, tomando su cayado que descansaba apoyado a un lado

- ¿Ya te vas? ¿Por qué? - se quejó Anna haciendo un pequeño mojín con sus labios

- Tengo que ir al polo a hacer algunas cosas antes de partir a las islas del sur y a diferencia de otros - alzó la voz en dirección de Hiccup a su lado - a mi no me obsequian esferas de nieve para navidad, sino carbón - exclamó dramáticamente

- No fue para navidad - presumió Hiccup a lo que Jack procedió a congelar sus pies al piso - ¡Hey!

- Despidanse de Elsa de mi parte, díganle que su tío Jack le traerá un gran obsequio cuando vuelva - sonrió mientras se elevaba con el viento

- ¡Solo tienes carbón! - le recordó Hiccup con sus manos alrededor de su boca, buscando ampliar el sonido

Jack negó con la cabeza divertido para luego volar en dirección al polo, tal como había dicho.

- Ayúdenme con esto - se quejaba Hiccup mientras trataba de zafarse del hielo que lo unía con los adoquines del piso

- ¿A quien se le ocurre molestar al espíritu del invierno? - se burló Kristoff mientras tomaba una pequeña pala de jardín y se paraba a ayudarle

El rubio se agachó recargado sobre una de sus piernas con una mano, mientras con la otra empuñaba la pequeña pala para comenzar a "picar" el hielo con brusquedad.

- Ten cuidado, no quiero tener que quedarme sin otra pierna

- Si, si sigues hablando realmente te faltarán las dos - farfullo agitado mientras Anna solo reía

Pero las risas sesaron de un momento a otro, siendo interrumpidas por el llamado de uno de los soldados de la guardia real, este se acercaba rápidamente hasta donde ellos, agitado y más pálido de lo usual.

- Teniente John ¿Qué sucede? - preguntó Anna poniéndose en pie, Kristoff la imitó en su lugar

El soldado llegó hasta su lado agitado, respiraba superficialmente tratando de serenarse y recuperar el aliento, se sostenía sobre sus dos piernas sin dejar de jadear, hasta que con bastante dificultad intento pronunciar la noticia que debía dar.

- Su majestad... - dijo entre jadeos - es... Es su alteza... Su alteza Elsa.... - soltó a duras penas

- ¿Elsa? - exclamó asustada tocándose el pecho - ¿Qué sucedió con mi hija? - pero el soldado solo negaba con la cabeza mientras aún jadeaba

- ¿Teniente, que sucede? - preguntó Kristoff acercándose lentamente hasta donde él, pero el agudo llamado de la pequeña Elsa los distrajo

- ¡Mamá! - escuchaban repetidas veces mientras la voz se acercaba, Anna se apresuró para llegar donde su hija, pero quedó a medio camino sin que sus piernas le respondieran más

Por un momento la reina olvidó quien era y dónde estaba, el tiempo se detuvo y los años retrocedieron, su corazón se estrujó con tanta fuerza que llegó a pensar que habia dejado de latir, los demás desaparecieron y sus voces se volvieron un zumbido insignificante, Anna solo podia sentir como volvía a ser nuevamente una niña, tan conmovida y vulnerable una vez más.

- ¿En serio eres tu? - preguntó, lágrimas silenciosas comentabas a caer por sus mejillas

- Anna - respondió extendiendo sus brazos

Anna corrió conmocionada por el tramo faltante hasta saltar sobre su hermana, Elsa la recibió con los brazos abiertos, igual de conmovida que está, ambas se fundieron en un cálido abrazo, mientras lágrimas caian por sus rostros, Anna gimoteaba como si volviera a tener seis años, se aferraba de Elsa mientras la tanteaba por todos lados con sus manos, verificando si lo que veia era real. La platinada tan solo reía por la felicidad mientras trataba de secarse sus lágrimas, llenándose del amor de su hermana.

- Creí que te había perdido - sollozaba hundiéndose en su cuello mientras ambas caían al piso - estás aquí, en serio estás aquí

- Si, tranquila, Anna, estoy aquí - le susurró mientras acariciaba sus cabellos con calma

Kristoff e Hiccup observaban la escena desde un poco más atrás. El primero se había quedado a medio camino, aún aturdido en su lugar, mientras el segundo seguía plantado al suelo, con un pie libre y la prótesis congelada, aunque ya había olvidado todo aquello, en su lugar ambos estaban impactados, procesando lo que acababa de ocurrir. Poco a poco el rubio tomo consciencia de lo que sucedía, volviendo a retomar sus pasos hasta llegar donde su esposa y cuñada, uniéndose en el abrazo fraternal.

- Elsa... Estás bien - murmuró junto a ella

- Me alegra tanto verlos - musitó Elsa aún muy conmovida, su voz sonaba aguda y algo quebrada, desprendiendo los sentimientos que le causaba su reencuentro - Anna, Kristoff, son padres - carcajeo aún entre lágrimas, rompiendo levemente el abrazo

- Somos padres - sonrió Anna mientras se secaba las lágrimas de su rostro con sus manos, sorbiendo con fuerza su nariz

- Elsa, eres tía - le recordó Kristoff quien también lloraba en silencio, poniéndose en pie y tomando a su hija entre sus brazos

Elsa ayudó a Anna a ponerse en pie, quien no soltó su mano en ni un momento, luego se acercaron en conjunto hasta Kristoff para presentar a la pequeña Elsa a su tía.

- ¿Cuál es el nombre de mi bella sobrina? - preguntó a su hermana

- Pensé que ya se habían presentado - comentó aun limpiándose lágrimas que no dejaban de salir

- La verdad apenas le dije quien era corrió a buscarte - confesó

- Bueno, es algo tarde para hacer esto, pero Elsa, hermana, quiero presentarte a nuestra amada hija, la princesa Elsa de Arendelle

La reina de las nieves ahogó una exclamación, volviendo a enmudecer mientras aguantaba las lágrimas que amenazaban con salir una vez más, completamente conmovida y honrada.

- ¿Le pusieron mi nombre? - musitó atónita, intercalando su mirada entre los reyes, luego posó su mirada en su sobrina, mirándola una vez más, los rasgos de Anna predominaban en ella, pero mantenía una expresión más seria que su madre - Te llamas Elsa - le dijo con una enorme sonrisa

La pequeña princesa asintió con su cabeza, se aferraba de las ropas de Kristoff incómoda, buscando esconderse en estas.

- Es algo tímida - dijo Kristoff acomodándola en sus brazos

- Yo también lo soy - le dijo a su sobrina - puedes estar tranquila, no te voy a congelar - intentó bromear, pero su rostro solo mostraba su nerviosismo por no saber como actuar

- Tranquila, solecito, es tu tía Elsa - le calmó Anna tomando la mano de su hija - Solo es tía Elsa, te he contado mucho sobre ella - su hija asintió con suavidad

- Quiero a Olaf - murmuró con suavidad, aún sin entender completamente lo que sucedía

- ¿Olaf? - preguntó Elsa

- Es su mejor amigo, un peluche que Norte le obsequió hace un tiempo - explicó Kristoff - ¿Quieres ir por él, princesita?

- Yo podría traerlo - susurró Elsa - si mal no recuerdo, el agua posee memoria - agregó mirando a su hermana quien le sonrió emocionada

- Oh, déjame ir por ello - dijo Anna eufórica. Sin dar oportunidad de responder salió rápidamente en dirección del palacio

Elsa observó como su hermana se marchaba velozmente en busca de lo que ellas consideraban un tesoro, devolvió su vista hasta su cuñado y sobrina, notando tras de estos la presensia de alguien más.

- Oh, Hiccup - exclamó

- Hola Elsa - la saludó a la distancia agitando su mano - Ha pasado un tiempo

- Si, me gustaría saber cuánto - comentó acercándose a este - ¿Qué haces ahí parado? ¿Quien te hizo eso? - preguntó una vez vio el hielo que lo atrapaba

- Bueno, hoy aprendí que no hay que molestar a los seres con poderes, todos los días se aprende algo nuevo - bromeó

- Solo un idiota molesta al espíritu del invierno - le recordó Kristoff apuntandolo con una de sus manos abierta

- Papá, idiota es una mala palabra - le recordó la pequeña Elsa con una mueca acusadora

- Mi sobrina tiene razón, Kristoff - concordó Elsa

- Lo siento, princesa, pero el tío Hiccup es un idiota - le respondió provocando una encantadora risa en la pequeña

- Hey, algo de ayuda no me vendría mal - interrumpió Hiccup

- Oh, si, lo siento - se disculpó mientras con su magia desvanecía el hielo

- Gracias, me da mucho gusto volver a verte - le dijo mientras la abrazaba

- Espero que no sea por descongelarte - bromeó, Hiccup rió

- No, claro que no, pero ayuda - contestó entre risas

- También me alegra verte, Hiccup - afirmó terminando el abrazo

- ¡Ya, estoy aquí! - exclamó Anna llegando junto a ellos agitada, en sus manos traía una pequeña bolsa de tela

- Mamá, ese no es Olaf - replicó la pequeña cruzándose de brazos, Kristoff la dejo en el suelo intuyendo lo que iba a pasar

- Cariño, aquí está Olaf - refutó Anna con una sonrisa

- ¿Ahí está Olaf? - preguntó ahora curiosa, pero sin entender

Las hermanas se miraron con complicidad, sabían que no habían otras palabras para poder explicar lo que iba a pasar. La reina de las nieves volvió a mirar a su sobrina, quien permanecía confundida esperando alguna respuesta, se acercó hasta ella agachándose hasta su altura.

- Elsa, ¿Y si hacemos un muñeco? - le preguntó a su sobrina alzando su mano hacia un costado

La pequeña Elsa observó a su tía manipular su magia, asombrada la vió crear nieve con sus manos de la nada, una pequeña y ligera corriente empezó a arremolinar la escarcha que la guardiana había creado, compactandose con elegancia hasta formar la figura de un muñeco de nieve en el que Anna rápidamente ponía las piedras por botones y las ramas por brazos y cabellos que habia guardado como un tesoro hacia años atrás.

- ¡Igual que el tío Jack! - exclamó eufórica, agarrando la mano de su padre - mira, papá, ¡Es Olaf!

Pero la pequeña Elsa no tuvo tiempo de decir nada más, tan pronto se había exclamado, el muñeco abrió sus ojos y comenzó a hablar.

- ¿Anna, Elsa... - musitó aún adormilado - ... Kristoff, Hiccup? - mencionaba apenas veía sus caras hasta llegar a la de la princesa guardando una pausa antes de hablar - no, no sé quién eres - negó confundido

- ¡Olaf! - gimoteo nuevamente Anna para luego abrazarlo con fuerza, siendo correspondida - Volviste, Olaf

- Bienvenido, amigo - lo saludó Kristoff - ella es Elsa, nuestra hija - la presento mientras la pequeña lo miraba desde tras de las piernas de su padre, asomándose con ilusión y algo de temor - Elsa, él es Olaf

- ¡Kristoff, Anna, ya son padres! - exclamó emocionado, lo que provocó una carcajada en los demás

- Si, ya lo somos - le confirmó Anna

Poco a poco la pequeña Elsa se fue dando, dejando de lado la timidez y sus temores, ilusionada por conocer a Olaf, a un costado los observaban los otros cuatros, quienes a diferencia de los otros dos ya comenzaban a comentar las desventajas del regreso de la guardiana.

Había vuelto Pitch Black.

Jack ya había llegado al polo, no había mentido, aunque realmente no lo hacía, debía ir hasta allá. Entró al taller sin preambulos, paseándose por los pasillos atareados de yetis que llevaban juguetes a medio terminar, a los cuales esquivaba con gracia y agilidad, sin perder ni un vistazo de como se desarrollaba la magia, le gustaba ver cómo se preparaban para la navidad, la paciencia y concentración que ponían en cada pieza, le divertía.

Llegó hasta el final del taller observando una vez más hacia atrás, sin resistirlo, seguramente Norte lo iba a reprender, pero contaba con salir de ahi antes de que se dieran cuenta. Disimuladamente lanzó un rayo helado hasta una de las líneas de distribución, congelando los engranajes, la línea comenzó a emitir ruidos molestos y una pequeña nube de humo empezó a salir de ella hasta detenerse, los yetis se agarraron la cabeza exclamando insultos y palabrotas inentendibles para los demás, mientras Jack escapaba rápidamente por la puerta antes de ser descubierto.

Entró a la oficina de Norte cerrando con rapidez el portal, apoyándose sobre este como si alguien buscará abrir la puerta, pero no había nadie tras él.

- ¿Qué te sucede Jack? - preguntó Norte levantando la mirada de lo que estaba tallando

- Nada - afirmó rápidamente, a lo que Norte volvió a lo que hacía - están algo ajetreados alla, afuera - comentó acercándose al escritorio y apuntando hacia la puerta

- ¿Paso algo? - preguntó ahora con seriedad, levantando la mirada y sacándose sus lentes

- No, no pasa nada - lo tranquilizó - solo hacen juguetes

- Espero no los estés molestando - comenzó a reprenderlo

- Vamos, Norte, no he hecho nada y aún así me reclamas - se victimizó

- Harás algo, yo lo sé - se excusó - Bien ¿A qué vienes? - preguntó

- Es sábado - le informó como si fuera obvio, bajó su mirada hasta el artículo que el guardian del asombro tenia en sus manis, distrayendose de lo que tenia que informar - ¿Qué estás haciendo? - preguntó estirando su mano para tocarlo

- No te entretengas con otras cosas - refutó alejando su mano con un palmetazo - ¿Está todo igual?

- ¡Auch! - se quejó sobándose - sigue todo igual, lleva años igual - murmuró

- ¿Te sucede algo Jack? - suspiró Norte

- No, nada, solo estoy algo agotado

- Bien, entonces si eso es todo, puedes quedarte a descansar - comentó volviendo a concentrarse en lo que estaba haciendo - y usa la puerta, debes quitar esa mala manía tuya de usar las ventanas

Jack, que ya estaba listo para salir por la puerta, se volvió hacia Norte preparado para reclamar, pero antes de poder decir nada, tras él varios murmullos y golpeteos lo hicieron temblar. Norte levantó la mirada nuevamente, acercándose hasta la puerta para abrirla, iba farfullando insultos en voz baja preguntando que era lo que pasaba ahora, Jack aprovechó el momento para escabullirce hasta la ventana.

- Si, tienes mucha razón Norte, las malas costumbres nunca se olvidan - Comentó mientras se encaramaba en el marco de la ventana - tengo muchas cosas que hacer o me quedaría, pero muchas gracias - dijo antes de salir volando por la ventana

Norte negó molesto, pero no le prestó atención, no entendía que le pasaba al guardian, y en ese momento no tenia tiempo para averiguarlo. Abrió la puerta con mala cara solo para encontrarse a tres yetis exclamando al mismo tiempo y moviendo sus manos alarmados, sin dejarlo entender nada.

- ¡Basta, basta! - exclamó Nicholas - ¡Hablen de a uno! ¿Qué les sucede?

El Yeti que estaba más cerca se tomó la labor de informa, explicando con sus gestos y sus extraño idioma lo que el guardian había hecho antes de entrar a hablar con él. Norte sintió como una vena de su frente saltaba, intentó mantener la calma, ahora entendía el apuro de Jack.

- Ese crío... - murmuró entre otras palabras, saliendo de la oficina para solucionar el problema

Preparar cada año la Navidad era una tarea ardua, el taller funcionaba prácticamente durante todo el año, preparando los cientos de miles de juguetes que debía entregar en una noche, generalmente Norte tenía prohibida la entrada a Jack Frost, conejo tenia razon, era irresponsable, infantil y bromista, un pequeño sangano, solía congelar las cosas relentizando el trabajo, pero desde que se convirtió en un guardian su entrada estaba abierta, permiso que el guardian de la diversión tomaba en serio, o lo hacía hasta que Norte empezó a reprenderlo. Al parecer no había sido sufriente según Nicholas.

Estaba a media reparación cuando escuchó las campanas de un elfo llegar hasta él, su tintineo agudo molestaba al guardian que ya tenía problemas con encargar los engranajes.

- Ya basta, ¿Qué es lo que sucede ahora? - preguntó molesto

El pequeño elfo a su lado brincó del susto, comenzando con sus dedos a apuntar hacia el salón del mundo, Norte negó molesto antes de ponerse en pie, farfullando improperios una vez más, cesando apenas cruzar el umbral. La luz de la luna se filtraba por las ventanas en el ovalado techo.

- Luna... - murmuró Norte - ¿Otra vez?

Sin perder tiempo, de tres zancadas llegó hasta el centro de la habitación justo cuando la luz de la luna desapareció, cubierta por el paso de una nube, inmediatamente entendio que para esto necesitaba a los demás.

- ¡Jingle! - llamó alzando la voz, el elfo que seguía en la puerta volvió a brincar asustado - ¡Haz los preparativos, algo grande se avecina! - exclamó sosteniendo su panza

Norte volvió a mirar por la ventana hacia el cielo, estaba impaciente, sabía que algo grande se avecinaba, lo sentía, hace semanas, y las jugarretas de madre naturaleza no le ayudaban a su malestar. Se acercó hasta el botón rojo que usaba para activar las luces, necesitaba convocar a los demás, ya eran dos veces en menos de un mes lo que significaba que las cosas no iban bien.

El primero en llegar fue Aster, apareciendo por uno de sus túneles dentro del taller, generalmente no lo hacía, Norte tenia muchas reglas, pero de vez en cuando se daba ese capricho de no aparecer en la fría nieve.

- ¿Qué haces ahí? - le preguntó Norte quién lo había pillado en su atajo

- Oh, Norte, estás por aquí - lo saludó nervioso

- Sabes que no me gusta que llegues por tus túneles aquí adentro, llenas todo de tierra - le recordó fastidiado

- Vamos, amigo, sabes que no me gusta el frío - se lamentó, siguiendolo hasta el salón

- Excusas, excusas... - murmuraba enfadado

- Vamos, si fuera el mocoso no le dirías nada - argumentó cruzándose de brazos frente la ventana

- Tienes que hacer algo con tus celos - le recomendó, Aster se enderezó descubierto para luego negar con vehemencia

- Lo estás mal interpretando... - se defendió, pero una brisa helada tras su espalda lo obligó a voltear viendo a Jack afirmado sobre la corniza

- ¿Qué pasó ahora? No es cerca donde tengo que ir como para devolverme - reclamó entrando por ella

- Tenías que ser tu - masculló Conejo

- ¿Oh, no te alegras de verme? - preguntó con falso pesar

Una vez más Norte volvía a sentir su vena palpitar, inhaló por tres segundos antes de alzar la voz.

- ¡Por qué es que ninguno sabe usar las puertas! - exclamó exasperado - ¡Y tú... - dijo ahora apuntando Jack - tendremos una conversación muy seria después!

Pero la discusión no alcanzo a escalar más, gracias a la luna habían llegado los demás.

- ¡Muchachos, cómo están! - exclamó hada mientras revoloteaba - ¡Jack, como estás! - lo saludó con dulzura abrazándolo por el cuello desde atrás

- Hada, hola - respondió incómodo tratando de soltarse del agarre - Meme , me alegra verlos

- ¡Qué bueno tenerlos reunidos a todos nuevamente! - los saludó Norte tratando de abarcarlos a todos por los hombros con sus brazos

- Si, no es que no me alegre a mi también ¿Pero qué hacemos aquí? - preguntó Aster zafandose - ¿Por qué no has llamado?

- ¡Oh, claro! Hombre de la luna nos ha llamado - declaró - algo muy malo está pasando

- ¿Otra vez? - preguntó Aster escéptico

- Por lo mismo digo que algo muy malo está pasando

- ¿De qué hablas Norte? - preguntó Jack

- Aún no lo tengo claro, él podrá contarnos más - dijo apuntando hacia el cielo, esperando que la luna hablara con ellos

Los guardianes levantaron su mirada junto con su líder, esperando que Manni les explicara que pasaba, pero la luna tan solo permanecía vibrantes en el cielo, sin manifestar ni un deseo o advertencia.

- ¿Qué pasa Norte? No dice nada - comentó Thoothiana

- ¿Estás seguro que la viste? - preguntó desconfiado Conejo

- Por supuesto que la vi, con mis dos ojos - respondió Norte abriendo sus ojos para enfatizar

- Yo no veo nada - dijo Jack metiendo sus manos en el bolsillo de su sudadera mientras caminaba por la sala - te está afectando la edad, ya estás senil

- Yo lo ví - reafirmó seguro - iluminó el lugar y después las nubes la cobrió - explicó haciendo gestos con sus manos

- Se dice cubrió, Norte - le corrió aste, luego suspiró - como sea, ahora no está diciendo nada - apuntó molesto hacia la Luna

Meme miró con cautela hacia el cielo, no entendía que pasaba, la luna estaba ahí, rebosante de vida, resplandeciendo en el cielo parcialmente nublado, pero no decía nada, permanecía en un absoluto silencio, en espera de algo. El pequeño hombresillo comenzó a mecanografiar con su arena dorada buscando hacerse escuchar, los demás guardianes tomaron atención a lo que el decía.

- ¿Qué dices, Meme? - preguntó Norte

- Creo que quiere decir que está aguardando algo - explicó hada

- ¿Y qué está esperando? Estamos todos aquí - Aster estaba ensimismado pensando que podría ser - no falta nadie más

- No lo sé - respondió igual de confundido que el resto - al menos que...

- Al menos que qué, Norte, no te quedes sin hablar - le espetó Bunny

- Al menos que falte un guardian - completó

- ¿De qué estás hablando? No creo que sugieras que uno de nosotros no es real - se burló Jack incrédulo - no creo que nadie tenga esa habilidad

- ¿A quien te refieres, Norte? - preguntó hada quien, junto a Sandy, era la que estaba más atenta de lo que Santa decía

- Digo que creo que Jack debería volver al Ahtohallan para ver qué pasa - aclaró echándole un vistazo al guardian

-¿Yo? ¿Otra vez? Pero si vengo de allá - se quejó molesto - seguía todo tal cual - le recordó

- Bueno ¿Y se te ocurre una mejor idea? - comentó sarcástico

- Se me ocurre que nunca viste la luna brilla - murmuró - ¿No estás algo cansado?

- ¿Podrías ir a hacer tu trabajo, mocoso? Esto no es uno de tus juegos infantiles - le espetó Aster molesto, perdiendo los estribos

- ¿Qué pasa, Conejo? ¿Comiste un huevo podrido? - lo molestó Jack como respuesta - si mal no recuerdo estabas de acuerdo conmigo hace unos momentos - preguntó componiendo una expresión de duda, pero seguía en su plan de fastidiar

- Esto es algo serio, no interesa si estoy o no de acuerdo - se excusó cruzándose de brazos

- Conejo, calma - le susurró Tooth mientras acariciaba su brazo, en un intento de relajar a su amigo

- Bien, iré, pero no porque tú lo dices - respondió dándole la espalda, igual de molesto que Aster - iré solo para no seguir viendo tu tonta cara de canguro - agregó acercándose a la ventana

Conejo rodó los ojos moletos, cayendo en la trampa, comenzando a hablar lo suficientemente alto para atraer toda la atención de los demás. Los otros guardianes comenzaron a hacerlo callar, oportunidad que el espíritu del invierno aprovechó para escapar por la ventana, dispuesto de mala gana a verificar rápidamente lo que ya le había dicho a los demás, eso le irritaba, le molestaba que aún no confiaran de su palabra, seguían tratandolo como a un crio más, aunque así se había comportado hace unos instantes.

Sandman mientras tanto veía a los tres guardianes restantes continuar con la discusión, Norte intentaba hacer callar a conejo, quien seguía muy molesto, mientras hada los intentaba calmar, Jack se habia ido hace un momento y el guardian de los sueños intentaba hacerlos parar. Sandy miró para ambos buscando algo para hacer sonar, encontrando a su lado varias galletas en un plato, tomo algunas en sus manos para luego encogerse de hombros, algo de acuerdo con lo que se le había ocurrido hacer.

Lanzó tres galletas hasta sus amigos, de las cuales tan solo una falló. Aster y Norte se voltearon a fulminarlo con la mirada, mientras hada le agradecía por su intromisión, Meme les hizo notar que Jack ya se había marchado, para luego, con una mueca molesta, recordarles que no era momento de jugar. Conejo abrió la boca para refutar, Norte negaba en desacuerdo y hada lo apoyaba completamente.

- Sigo pensando que Norte no vio nada - murmuró molesto

- ¿Entonces porqué no estuviste de acuerdo con Jack? - replicó Norte al escucharlo, iniciando una vez más la discusión

Sandman suspiró rendido, no podía más, estaba ahogado, había trabajado toda la noche de un lado de la tierra y ahora había terminado con la otra mitad, no tenía tiempo para escucharlos discutir. Observó a hada intercambiando miradas, dispuesto a dejarlos solos en su acalorada charla, pero apenas de voltearon para salir del salón las puertas se abrieron dejándolos a todos en silencio y estáticos.

Chapter 12: Capítulo XI - Primera vista

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Capítulo XI
Primera vista

Elsa se acercó a su hermana, permanecían afuera junto a Hiccup en los jardines, mientras Kristoff había entrado junto a la pequeña Elsa para que esta pudiera cenar, Olaf los acompañó encantado por pasar un poco de más tiempo con la princesa, ambos habían compatibilizado completamente con el otro en el rato que habia pasado. La noche ya estaba cernida sobre ellos y la brisa cálida del verano los acompañaba, la reina y el vikingo ya habían puesto en conocimiento algunos acontecimientos que habían ocurrido durante los años, no habían podido ondado en detalles, pero poco a poco iban sacando a Elsa de su burbuja de ignorancia.

Aunque Elsa no toma atención precisamente.

Apenas habían mencionado a Jack su mente había comenzado a vagar. En un principio, Elsa, intentó prestar atención, Anna había comenzado mencionando como es que todos se habían unido para reconstruir el reino, todo iba bien, a veces Anna se interrumpía para contar algo más que era importante en la trama, pero aún así la guardiana tomaba completa atención, hasta que la reina mencionó al guardian, ahí fue cuando su mente comenzó a desvariar. No habían mencionado mayores cosas, Anna comentaba como es que el guardian los había acompañado durante aquellos años y lo maravilloso que era con la pequeña Elsa, e Hiccup había mencionado que solían hacer competencia entre ellos, pero tan solo eso bastó para que la platinada sintiera las cosquillas en las entrañas.

Lo extrañaba, anhelaba verlo otra vez, poder decirle todo lo que había resuelto momentos antes de caer congelada, pero el temor de ser rechazada empezaba a brotar, empezó a jugar con sus dedos, ansiosa de pensar en Jack como algo más, era ridículo, él era un guardian, y aunque ella tambien lo fuera, tambien siempre sería la espiritu del bosque. Elsa ni siquiera estaba segura de si él sentía algo más, si bien se habían empezado a llevar bien poco antes de separarse, eso no significaba que el guardian sintiera algo por ella, podía ser mera amabilidad, y los años habían pasado, eso dejaba una gran distancia entre ambos.

- ¿Elsa? - la llamó Anna, pasando su mano delante de los ojos de la otra una y otra vez

- Oh, disculpa, me perdí en mis pensamientos - se excusó - ¿Qué me decían?

- Parece que tienen mucho de que hablar - comentó Hiccup - iré junto a Kristoff y los demás, tomen su tiempo - les ofreció retirándose lentamente

- No vas a escapar de lo que debes hacer - le gritó Anna poniendo sus manos alrededor de sus labios

- Ah, ya debe estar de viaje, tendré que esperar - comentó encogiéndose de hombros con una sonrisa pícara en el rostro, alejándose cada vez más

- ¿Qué es lo que tiene que hacer? - rió por lo bajo Elsa, observando como ambos discutían

- Te has perdido de muchas cosas estos años, hermana - dijo como respuesta - ya habrá tiempo para hablar sobre ellas, ahora quiero saber cómo te sientes - le preguntó tomando una de sus manos entre las suyas

- ¿Cómo me siento? Yo debería preguntarte eso, eres mi hermanita menor, Anna - dijo mientras reacomodaba un mechón de cabello de su hermana

- He crecido Elsa, ahora soy mamá, ya no puedo seguir siendo tu hermana pequeña - dijo entre risas

- Tu siempre serás mi hermana pequeña - le susurró

- ¿Cómo fueron estos años, Elsa? Haz escuchado mucho de aquí, pero no has dicho nada sobre ti

- Yo... La verdad no lo sé - musitó - lo último que recuerdo era que caía junto a Pitch Black hasta el fondo de la grieta de la verdad, - confesó confundida - reaccionar cuando caía hacia el océano, no entiendo cómo sucedió

- Me hiciste falta, hermana

- Lo lamento tanto Anna - Elsa abrazó a Anna, buscando consolar su desolación, sanando en el camino la propia

- Eso ya no importa, estás aquí conmigo, solo quería que lo supieras - trató de aliviarla, ninguna era capaz de romper el abrazo- ¿Cómo te sientes, hermana?

- Estoy confundida, me alegra mucho volver, no creo que exista algo que pueda darme una felicidad mayor que verte, Anna, pero también estoy angustiada, Pitch Black volvió, y aún debo ir al bosque encantado y al polo a reunirme con los guardianes... - empezó recordando sus deberes, abrumada de las cosas que debía realizar y que no podían esperar

- Estás agobiada - resumió, Elsa asintió junto a ella

- Ni siquiera sé cómo reaccionarán al verme, ¿Se alegrarán? No, por supuesto que no, si yo estoy devuelta también lo estará Pitch Black, soy completamente inoportuna

- Cálmate, Elsa, no eres para nada inoportuna, es más, tardaste bastante - trató de calmarla su hermana afianzando el agarre - seguro estarán bastante contentos de volver a verte, yo sé de alguien que especialmente lo estará - intentó animarla

Elsa rompió levemente el abrazo para lanzarle una mirada evaluadora a su hermana, deseaba con todas sus fuerzas preguntar quién, más bien deseaba con todas sus fuerzas saber si era Jack, mas no dijo nada, avergonzada de pensar en ello en vez de preocuparse de sus responsabilidades. Se preparó para responder algo que usualmente diría, siendo detenida por el llamado de Kristoff, quien las invitaba a entrar al salón, las hermanas se prepararon para entrar, pero las luces brillantes del Norte frenaron su avance.

- Son hermosas... - musitó Anna asombrada - ¡Kristoff, trae a Elsa! - pidió en un grito sin despegar ojos del cielo

- Es Norte - murmuró la platinada

- Lo sé - respondió con una sonrisa la reina - está llamando a los guardianes...

Apenas termino de hablar, Anna, se dió cuenta de lo que pasaba, su hermana también era una guardiana y se debía marchar, su sonrisa desapareció instantáneamente al comprenderlo.

- ¡Las luces de Santa! - exclamaba la princesa quien llegaba eufórica hasta el jardín de atrás, seguida de Olaf, Kristoff e Hiccup - ¡Son las luces de Santa!

La pequeña Elsa corrió hasta donde su madre y su tía, le encantaba ver las luces en el cielo, era su nueva definición de una noche despierta, los colores vibrantes se mezclaban por el cielo como si la magia cayera del espacio, brillaban con fuerzas y se reflejaban en sus grandes ojos.

- Son bonitas - dijo mientras Anna le daba la mano 

- Lo son - le sonrió, luego miró hacia su hermana algo más melancólica - ¿Te tienes que ir? - más que una pregunta fue un ruego para que se quedara

- También soy una guardiana - le confirmó

- Lo sé, yo lo sé - asintió angustiada - es solo que acabas de llegar, no esperan que aparezcas

- Pero quizás me necesiten... Volveré Anna, pero ahora tengo que cumplir con mi deber - trató de calmarla - aún no he ido al bosque encantado, por ejemplo - susurró abrumada

- Oh, si, bueno... La niebla lo protege - murmuró esperando no presionarla más de lo que ya estaba

- ¿La niebla? - repitió desencajada - claro que hay niebla, estaba desprotegido - resolvió rápidamente - hermana, tengo que irme - se disculpó con la mirada

- ¿Te vas, tía Elsa? - preguntó la pequeña, Elsa la miró con tristeza, no deseaba dejar a su familia, le daba miedo, mas debía dirigirse al polo

- Debo de hacerlo, tengo muchas responsabilidades, pero volveré, nada me alejara de ustedes - le aseguró agachándose a su lado - nos vemos mañana hermana - se despidió levantándose y abrazándola

- ¿Ya te vas? - preguntó Kristoff, Elsa asintió

- Soy una guardiana, debo de ir - afirmó

- ¿Cómo piensas llegar allá? - le preguntó Hiccup interesado

- En Nokk... No tengo otra forma de llegar - murmuró tensa

- Esto puede ayudarte - llamó su atención el vikingo sacando de entre sus ropas una esfera de cristal - no la pierdas

- Hiccup, graciass... Pero ¿Y tú? - le agradeció recibiendo la esfera, levantó su mirada esperando una respuesta

- Chimuelo está conmigo, no pasa nada - la calmó - solo no vayas a congelarte en el camino - bromeó sacándole una risa

Hiccup vio a Elsa alejarse unos metros de ellos mientras lanzaba la esfera y abría el portal, aún le parecía todo una fantasía, una bastante distorsionada, apenas Jack se había marchado aparecía Elsa, incluso para él mismo era exasperante, razonó que si para él el regreso de la reina de las nieves era impactante, no se podía  imaginar como se lo tomaría el guardian.

Elsa volvió a despedirse de su hermana y sobrina, ansiosa una vez más, no quería marcharse, tenía miedo, ella había visto a Pitch Black, estaba de vuelta y su familia volvía a peligrar, y no era la única, todos los estaban, la misma razón por la cual debía juntarse con los guardianes. Elsa cruzó el portal que había invocado con inquietud, sentía los nervios cosquillar en sus dedos durmiendo sus extremidades, las piernas casi no las sentia y sus viseras se habian vuelto un vacío llenos de ansias, en su cabeza solo danzaban las dudas que la asaltaban.

Entró a un salón oscuro, habían máquinas grandes y extrañas a su alrededor y un silencio seco, interrumpido únicamente por el murmullo del viento afuera, frente de la platinada, metros más allá, las puertas del salon del mundo estaban cerradas, debajo de ellas una estela de luz escapaba. Elsa aguantó la respiración, como si solo hacerlo hiciera que la encontraran, las cosquillas se extendieron por su cuerpo, sintiendo las piernas flaquear, su corazón latió con fuerza, apuntó de desaforar su pecho, sabía que ahí estaban los guardianes, que ahí estaba Jack, inhaló apresuradamente debido a la falta de aire y avanzó hasta pararse frente a las puertas.

Fuertes murmuros se filtraban tras las puertas de madera, se percibían al acercarse, eran estridentes y molesto, Elsa inconscientemente sonrió, su intuición le decía que Jack lo provocó. Tras abrir las puertas se encontró automáticamente buscando con la mirada al guardian, sus ojos se paseo por las cuatro cabecitas que la miraban con sorpresa, la amplia sonrisa que se habia formado habia sedido hasta ser tan solo una leve curva gentil.

- Hola - dijo sin saber que más agregar, no había pensado en ello gracias a las ansias

- Shostakóvich... - musitó Norte pasmado, su voz salió tan baja que pareció ser más un soplido que un murmullo - Elsa... Estás aquí

Norte fue el primero en reaccionar, los demás se mantenían en un silencio sepulcral, provocándole escalofríos a Elsa, después Sandy fue quien se acercó, Norte lo imitó, recibiendola con los brazos abiertos y Conejo sonrió, poco a poco la murallas de miedo que sentía se derrumbaron. La única guardiana que espera aún a la distancia, plantada en su lugar, era la hada de los dientes, quien sentía una vez más la desagradable angustia aflorar en su alma.

Jack llegó hasta el Ahtohallan aún refunfuñando entre dientes, hacia un tiempo ya que le dolía ir al glaciar, por lo que intentaba evitarlo, sus paredes de hielo ya no le traían tanta calma como antes, y el frio del lugar solo le remarcaba más la soledad, que pensó ya había dejado atras cuando se convirtió en guardian. Se aventuró dentro entre sus corredores congelados hasta llegar a la camara principal, todo seguía impoluto, mas una corriente helada llamó su atención, giró sobre sus talones detallando el lugar, buscando alguna causa, apuró su paso hasta llegar a la grieta, notando que la corriente venía de ella.

Por un momento Jack no sintió su cuerpo, el poco ruido se apagó y el mundo desapareció, no tenia mente, recuerdos ni nombre, el guardian solo podía pensar que durante los cuatro años en los que había ido hasta el Ahtohallan jamás había sentido una brisa helada, si sentía la baja de temperatura en algunas zonas, pero corrientes jamás. Lentamente bajó por el corto tramo de pasillo hasta asomarse por la grieta, el viento movía suavemente sus cabellos, y sus ojos solo podían ver el vacío infinito y oscuro.

Al fondo de la grieta ya no se podía divisar la superficie congelada ni las estatuas, en su lugar había un vacío y una fina capa de hielo comenzaba recién a formarce por las orillas. Inhaló con fuerza, notando que había contenido el aire todo el trayecto, después un zumbido empezó a sonar en sus oidos, sus propios latidos, devolviéndolo a la realidad.

Salió tan rápido como pudo del glaciar, lo llevaba la brisa del viento, no podía pensar, no podía respirar, tan solo podía sentir una mezcla de esperanza e incertidumbre, voló en dirección a Arendelle, porque si algo sabía Jack Frost era que no importaba dónde Elsa estuviera, si era de día o de noche, o si debía cruzar el océano o un rio de lava, al primer lugar al que ella iría sería Arendelle, específicamente donde Anna. No tenía que pensar mucho en ello, sabía de antemano que la primera persona en que Elsa pensaría al despertar sería su hermana, porque la amaba, la amaba profundamente, así como él amó a la suya en vida. Era una de las cosas que Jack amaba de la guardiana.

Llegó al reino en la mitad del tiempo que le tomaba por lo general, el pueblo estaba apagado y el castillo oscuro, su gente dormía plácidamente al igual que todo lo demás. Jack dió una vuelta rápida al rededor del palacio observando atravez de las ventanas algún rastro de la platinada, pero no vio ni un rastro de ella, maldijo en su mente para emprender viaje de vuelta al polo, no sin antes sobrevolar el bosque encantado que seguía con su niebla en alto, negó frustrado para luego apurar el vuelo.

Camino al polo intentó pensar algún lugar donde Elsa podría estar, la posibilidad que Pitch Black se la haya llevado junto con él crecían cada vez más, Jack estaba angustiado, su estómago se habia vuelto un nudo pesado y las nauseas se hacían presente, producto de sus nervios, jamás había imaginado que no ver a Elsa congelada en el fondo del vacío le causaria tanto terror. Abrió la misma ventana por la que había salido horas atrás, ignorando las inminente quejas de Norte, lo que sucedía ahora escapaban a unas cuantas tontas reglas, pero contrario a lo que Jack pensaba, el que estaba impactado al entrar al taller era él y no el otro guardian, y eso que ni siquiera había dicho una palabra.

Jack se quedó en su lugar, había quedado sentado en el marco de la ventana, estaba agitado, respiraba superficialmente rápido y no parecía que su frecuencia iba a disminuir, en medio de todos estaba Elsa, le devolvía la mirada con una amplia sonrisa en los labios, como si fuera un malévolo juego de su imaginación.

- ¡No te quedes ahí parado, mocoso, estás dejando al frío entrar! - le espetó Aster molesto, llegando en tres zancadas hasta Jack y correrlo de un manotazo, cerrando las ventanas

Pero Jack no respondió, no habían chistes o bromas, tampoco ironía o sarcasmo, tan solo silencio, incapaz de decir una palabra, seguía procesando lo que estaba pasando, escuchó que Norte le decía algo, pero no entendía las palabras, se encontró a si mismo responder algo sin importancia, hasta que llegó a él el choque de realidad.

- Hola, Jack - lo saludó Elsa, intentó sonar normal, pero estaba segura que su voz había salido demasiado aguda y que su rostro se prendía como un árbol de navidad

- Elsa... - musitó, aún sin creer lo que veía

- ¡Bien, estamos todos... - aplaudió conejo con sus palmas, robándose toda la atención y rompiendo la tensión, que no sabía, había entre los otros dos - y no veo que hable! - exclamó apuntando hacia el cielo, estaba irritado y cansado, ya llevaban horas esperando y a pesar de que Elsa había vuelto, la luna no decía nada

- No lo entiendo, debería decir algo, yo la vi brillar - respondió desorientado

- Entonces ¿Por qué no nos habla? - preguntó confundida Thoothiana observándola por el traga luz - ¿Por qué no dice nada?

- No lo sé, nunca había pasado antes... - reveló perplejo, acariciaba su barba con el semblante serio, buscando alguna respuesta

Entonces Sandman comenzó a mover su arena para poder explicar, no era que él lo supiera, tampoco estaba seguro que la luna hubiese brillando de verdad, él no lo vio, pero no siempre lo hacía. Lo que si tenía claro era que no interesaba si el hombre de la luna los había juntado o no, sino que Elsa había vuelto y según lo que esta les había explicado, Pitch Black igual.

- Meme tiene razón -  se detuvo Thoothiana - no podemos esperar que nos digan lo obvio, no necesitamos a la luna para entender que Pitch volvió - puso en palabras lo que el otro guardian había dicho con su arena

Norte guardó silencio, parecía pensar, estaba igual de confundido que todos y que su experiencia no lo hubiera preparado para esto no lo ayudaba, estaba seguro que la luna brilló, no lo habia visto solo, jingles lo habia visto en primer lugar, pero en ese momento las explicaciones faltaban y solo una cosa tenia sentido; tenían que encontrar al rey de las pesadillas.

- Elsa - la llamó volviendo en si - dijiste que a Pitch se lo llevó un dragón ¿Pudiste ver quien lo montaba? - preguntó mientras parecía seguir atando cabos

- No, lo siento - negó con la cabeza - fue todo muy confuso, aún no me acomodaba a la luz del lugar - murmuró - pero si recuerdo que gritaba, y bastante

Los guardianes guardaron silencio, lo recordaban de años atrás, ese hombre había aparecido cuando atacaron Arendelle, y según les habían dicho era un desquiciado conquistador de dragones. Intercambiaron miradas cómplices entre ellos, provocando en Elsa un sentimiento de desazón, sintiéndose relegada del grupo, sintiéndose una vez más como la causa del problema, después de todo ella fue quien le dió de vuelta sus poderes a Pitch Black, y ahora estaba de vuelta, trayendo a él con ella.

- Esto quiere decir que lo están escondiendo - acotó Aster - tiene a los mismos aliados, o incluso nuevos

- Tenemos que detenerlos antes que intenten algo más - dijo hada - antes de que el Coco pueda recuperarse

- Hada tiene razón, hay que aprovechar que sus poderes deben ser inexistentes, el mundo ha cambiado mucho en estos años y...

Norte continuaba hablando, Jack podía notar como su boca se movía y deformaba, a veces notaba como Bunny interrumpía o agregaba algo, lo notaba por las expresiones de su rostro, mas no podía oírlos, no podía prestarle atención, sus ojos solo eran para alguien al igual que sus pensamientos, Elsa estaba ahí, a unos pasos, pero esto no duró mucho, ya que en un abrir y cerrar de ojos la vio desaparecer en uno de los tuneles de Conejo junto con él, Sandman y Thoothiana.

- ¡Hey! ¿Dónde fueron? - preguntó a Norte con apremio, este le sonrió con ironía mientras se cruzaba de brazos

- ¿Estás apurado? - preguntó con sarcasmo - nosotros dos tenemos algo de que hablar - le recordó antes de apuntar hacia su oficina



Chapter 13: Capítulo XXII - Sueños y pesadillas

Chapter Text

Capítulo XII
Sueños y pesadillas

Era tarde en la noche, el viento soplaba con fuerza haciendo crujir la cabaña, en medio de esta, una fogata en un hoyo le daba calor, el pequeño Hiccup observaba con curiosidad como las diminutas pavezas chispiaban en el aire, se sentía seguro descansando sobre las piernas de su padre.

- Papá ¿Me vas a conseguir una nueva mamá? - preguntó realmente interesado

Estoico rodeo a su hijo con sus brazos para luego depositarle un calido beso en la coronilla.

- No quiero a otra, tu mamá fue la única mujer para mí, ella fue el amor de mi vida. - le confesó acariciando con su dedo el dorso de la mano de su hijo - Pero con el amor viene la perdida hijo, es parte del trató. - suspiró - A veces duele, pero al final lo vale todo. No hay mayor regalo que el amor

No hay mayor regalo que el amor

Hiccup despertó aún cansado, pasó sus manos por su rostro tratando de desperezarse, se talló los ojos con el talón de sus manos y luego pestañó con brusquedad, atravez de las espesas cortinas no se veía luz alguna, supuso que faltaba aún para el amanecer, giró sobre la cama acomodandose para tratar de volver a dormir, pero una serie de pequeños golpeteos por la ventana lo obligó a levantarse, había tratado de taparse la cabeza con la almohada pero habia sido en vano.

Se acercó a las cortinas para correrlas, el ruido ya no estaba y tras el pesado y grueso género tampoco se hallaba ni un alma, de todas formas era una locura, Hiccup estaba en el segundo piso del castillo, negó en su cabeza tratando de volver a la cama, pero el recurrente sueño le volvía a molestar en el inconsciente.

Hiccup había soñado con ellos años atrás, cuando dejó a los dragones en el mundo oculto, cuando tuvo que despedirse de su buen amigo Chimuelo, pensaba bastante en aquello por ese tiempo, en como su padre tuvo la fuerza para vivir sin su madre tanto años, y la respuesta le había dado el valor para tomar una decisión.

Ahora sentía que el recuerdo volvía para atormentarlo por Astrid.

Salió de la habitación de huéspedes en dirección de los jardines de Arendelle, le gustaba la vista que tenía en ellos, le ayudaba a pensar. Apenas salió del palacio Chimuelo llegó a su lado, ambos se sentaron juntos en la parte trasera, el vikingo no paraba de pensar, quería ir por Mérida, incluso el infantil plan de Jack estaba tomando sentido en su cabeza, pero no podia evitar sertirse ridiculo, al fin y al cabo la realidad era que la princesa de Dunbroch estaba comprometida y pronto se uniría en matrimonio, eso solo podia significar que amaba a alguien más.

¿O no?

El vikingo suspiró agotado, adolorido, molesto consigo mismo, no había sido más que un cobarde durante todo esos años, escudándose bajo el pretexto de buscar a su esposa, cuando lo cierto era que se estaba enamorando de alguien más. Sintió a su lado como Chimuelo lo empujaba suavemente con su cabeza, queriendo decirle algo más, Hiccup se giró a verlo, a lo que Chimuelo se sentó sobre sus patas traseras apuntando con su cabeza hacia el cielo.

- ¿Qué sucede amigo? ¿Quieres volar? - le preguntó mientras lo acariciaba - ¿No crees que es muy tarde para eso?

Pero Chimuelo insistía en salir al cielo estrellado.

- ¿Qué pasa amigo? - preguntó más serio, poniéndose en pie, hasta entendiendo lo que quería decirle el dragón - ¿Tu también? - negó molesto - se va a casar - murmuró dándole la espalda

Chimuelo negó apuntó de perder la paciencia, lo había visto durante años al vikingo abrir y cerrar portales hacia Dunbroch sin cruzarlos, con la culpa tatuada en el rostro, ahora solía verlo suspirar hacia el cielo de forma patética, el dragón no lo podía entender, quizas Astrid no estaba, pero la chica de cabellos rojos seguía ahí, ni siquiera él se habia demorado tanto con la furia luminosa, ahora entendia que los consejos de Hiccup jamas le iban a funcionar.

Volvió a empujarlo con la misma urgencia que momentos atrás.

- Ya ¡Y qué voy a decirle cuando llegue! - exclamó, el furia nocturna ladeó su cabeza, luego lo empujó con una de sus patas - Bien, Bien, ya entendí, iremos - respondió mientras trataba de quitarselo de ensima - no puedes obligarme siempre - le apuntó mientras se subía en él - Te digo que esto es una locura, está a más de un día de distancia y quizás ya no esté ahí cuando lleguemos - le recordo una vez por los cielo, pero el dragon solo negaba

Hiccup levantó la mirada hacia el horizonte, los rayos del sol salían recién por este, miró hacia Arendelle sabiendo que una pequeña muchachita estaría molesta porque se había ido sin despedirse, volvió a mirar al frente, ahora nervioso de lo que Chimuelo le había "obligado" a hacer.

Los cuatro guardianes salieron por el hoyo de la madriguera de Conejo, estaban a un par de kilómetros de dónde empezaba la niebla pero Elsa ya podía sentirla. Se levantó de la hierba sacudiéndose sus ropas, miró a su alrededor a sus compañeros, listos para continuar.

- Gracias por acompañarme - les dijo antes que nada - después de todo lo que he provocado

- No has hecho nada malo, y después de lo que hiciste y como te traté, es lo menos que puedo hacer - respondió Aster empezando a andar, Elsa sonrió levemente, ya había notado que el conejo de pascuas no era muy comunicativo con los demás

Elsa volvió su vista hacia los otros dos guardianes, Sandy le sonrió con calidez, acercándose a ella y posando su mano en el antebrazo de Elsa antes de seguir su camino, su tacto era cálido y confiable, la Reina de las nieves le sonrió de vuelta, algo más tranquila, para luego posar su mirada en Thoothiana.

La hada de los dientes no sabía que pensar, tampoco que sentir, cada palabra que Elsa decía le molestaba, aun cuando solo trataba de ser agradable, a pesar del sacrificio que había hecho, y eso la llenaba de culpa, Thoothiana sabía que no tenía motivos para que le desagradara, Elsa no le había hecho nada, pero no lo podia evitar. Inhaló profundamente tratando de disipar las malas energías,  buscando darle una oportunidad.

- No tienes nada que agradecer ni lamentar, eres una de nosotros, será bueno tener otra chica para variar - le sonrió lo mejor que pudo

Elsa suspiró aliviada, temía no ser perdonada o seguir siendo un motivo de desconfianza, aún no tenía claro como funcionaba todo aquello de los guardianes de las infancias, pero ya era parte de eso, elegida por una fuerza superior, y no pensaba escapar de todo ello, aunque no le gustara.

El trayecto hasta la niebla se sintió más largo de lo que realmente era, el grupo se movió en un profundo silencio, cada uno ensimismado en su mente, tratando de averiguar el siguiente movimiento que debian realizar, tratando de resolver que era lo que pasaría antes de que sucediera.

Una vez llegaron, Elsa se detuvo delante la niebla, con sus manos acarició la humeda pared buscando despejarla, cerró los ojos buscando consentrase, pero sus manos vacilaron y luego retrocedió.

- ¿Qué pasa? ¿Aún no puedes? - le preguntó Aster a sus espaldas, Elsa negó con la cabeza

- Temo que ataquen el bosque - admitió - la última vez que estuve aquí, Grimmel y sus dragones habían destruido la tribu y parte del bosque, los espíritus lucharon y yo no pude volver... Los dejé solos...

Sandman se acercó a Elsa regalandole una suave sonrisa y con su arena dorada trató de animarla, después de todo había tratado de enmendar su equivocacion. Y apesar de que la reina de las nieves no podía entenderle, dentro de ella sabía que el guardian buscaba consolarla.

- Gracias - le susurró sonriéndole con la mirada, algo más tranquila, recordando que ahora no estaba sola

Volvió a pasar sus manos sobre la niebla, está vez iluminando el muro con su magia, la luz se elevó hasta comprimirse en una esfera que luego estalló, callendo como pequeños copos de nieve cristalizados, y en el espacio donde hubo la explosión cuatro cristales aparecieron en el cielo rodeando a un quinto cristal, luego desaparecieron en el aire como si nunca hubiesen aparecido, poco a poco la niebla comenzó a disiparse, evaporandose en el ambiente.

Conejo silvó mientras giraba sobre sus patas, admirado del bosque nocturno, las hojas de los árboles parecian resplandecer y sus ruidos los envolvían en una atmósfera subreal.

- No recuerdo que fuera así - musitó asombrado

- Es muy hermoso - comentó Thoothiana igual de maravillada

Los cuatros se aventuraron entre la espesura del lugar, la oscuridad no era un problema, el bosque parecía tener luz propia y vida propia, Elsa y Conejo los guiaban a la delantera, mientras los otros dos le seguían los pasos un poco más atrás, los rayos del sol se filtraban por los árboles, iluminando y volviendo aun más fantastico el lugar, la brisa del viendo los envolvian de vez en cuando, levantando las hojas secas del suelo y dejándolas caer con gracia, el silencio entre ellos solo demostraba lo absorto que estaban con la belleza magica del bosque encantado.

Jack se paseaba impaciente por la oficina de Norte, apenas el guardian del asombro apuntó a la habitación entró hecho una furia, mientras el otro se tomaba su tiempo para ingresar.

- ¿Dónde fueron? - preguntó con premura, sin dejar de pasearse por el cuarto

- Tranquilo, Romeo, ella estará bien, está acompañada - lo calmó, Jack sintió un abrazador calor inundar su rostro. Norte se carcajeo

- ¿Podrías darte prisa? - le apuró

- Oh, realmente tienes apuro - comentó cerrando la puerta - hubieses pensado en eso antes... - murmuró encaminandose a su escritorio

- Norte, en primer lugar yo no... - se excusó rápidamente

- No me des excusas ridículas - lo paró con un gesto de mano - y no me lo recuerdes, no te pedí que te quedaras por eso

- ¿Ah, no? - inquirió no menos inquieto

- No. Te pedí que te quedarás porque necesito saber qué encontraste allá - preguntó tomando asiento en la silla tras su escritorio - qué fue lo que viste

- ¿No puede esperar? - preguntó aún inquieto, paseándose como un animal enjaulado

- No Jack, no puede esperar - lo apuró

Norte estaba serio, rebuscaba algo entre sus cajones mientras el otro le echaba un vistazo, parecía no prestar atención, pero contrariamente, Norte estaba muy interesado en lo que Jack diría. El guardian de la diversión se detuvo un momento, tenía prisa, bastante, era claro que Norte parecía saber más que él, o eso le pareció por lo menos a Jack durante la charla anterior con todos en el cuarto contiguo. Nicholas dejó de buscar en su cajón para levantar su mirada, observó a Jack guardar silencio con el ceño fruncido, sin ningún ápice de responder, Norte negó molesto, repitiendo su pregunta.

- Jack, qué encontraste en el Ahtohallan - le repitió con más brusquedad, Jack suspiró fastidiado

- ¿Porqué tanto interés? - inquirió - no había nada, la grieta ya no tenía fondo - respondió de mala gana

- Elsa estaba muy aturdida, dice que no recuerda qué pasó - comentó

- Claro, por qué ustedes pudieron hablar con ella - interrumpió molesto

- Ya tendrán su momento después, no hay tiempo para romances ahora - le corrigió serio, Jack negó sonrojado, nunca había hablado del tema con Norte y no pensaba empezar en ese momento

- ¿Quién habló de romance? Solo es mi amiga, me preocupé al no verla en el glaciar - se excusó, Norte lo observó levantando una ceja incrédulo, luego negó con una tenue sonrisa en el rostro

- Cómo quieras llamarle - dijo encogiéndose de hombros - quién sabe porque todos ustedes están tan hormonales - susurró luego negando con su cabeza

- ¿Eso es todo, ya me puedo ir? - inquirió fastidiado, Norte rodó los ojos

- Necesito que me hagas un favor - le reveló, Jack levantó una ceja curioso

- ¿Un favor Norte? - inquirió con cautela - ¿Qué te hace pensar que soy el indicado para hacer un favor? - negó algo divertido relajando su postura

- No es un juego Jacky, y por ahora no te puedo decir mucho sobre esto, así que toma atención - le pidió con seriedad a lo que este obedeció de mala gana

- Solo dilo, de todas formas lo haré - aceptó a regañadientes, no era suficiente con estar retenido, además no podía bromear

- Tienes que cuidar de Elsa - y apenas las palabras dejaron la boca del guardian del asombro, Jack se sentó recto en su lugar, dándole toda la atención que el otro le había pedido - quiero que te mantengas cerca de ella

- ¿Qué sucede? ¿Aún no confías en Elsa? - le censuró con el entrecejo fruncido - ¿No te párese suficiente todo lo que hizo?

- No Jack, no lo mal pienses, no es eso, ella no es el problema aquí - negó rapidamente

- ¿Y quién es el problema? - Norte se sentía atado de manos, y aunque en ese momento no podía sentir la presencia de madre naturaleza, no pensaba arriesgar más

- Digamos que quién está detrás del regreso de Elsa no tiene motivos para traer a Pitch Black

- ¿Tu sabes algo de esto? ¿Elsa está en peligro? - preguntó inquieto

- No lo sé, y no puedo decir más sobre el tema - cortó esperando que el otro entendiera por si mismo, de todas formas lograría tener un ojo sobre la guardiana - es solo una precaución

- ¿Cómo que no puedes hablar del tema y por qué me dices esto a mi? - inquirió poniéndose en pie de un brinco

- Meme y Hada suelen estar demasiado ocupados con su trabajo, y Conejo es muy nervioso, no quiero tener que estar respondiendo sus preguntas - negó mientras miraba por la ventana con sus manos tras su espalda - están pasando demasiadas cosas juntas y necesito estar enfocado para solucionarlas - agregó luego

- Ah, soy el más desocupado ¿Sabes que soy el más curioso?  Vas a tener miles de preguntas conmigo - le apuntó - comenzando con ¿Quien está detras de esto? ¿Qué haremos con Pitch?

- Yo tampoco estoy muy seguro de las respuestas, pero las siento - susurró tocando su barriga - no me preocuparía tanto del Coco por ahora, está muy débil para hacernos algo, tardará décadas antes de hacerse ver, hay que encontrarlo antes que eso pase, claramente, pero ahora me preocupan otros seres... - comentaba mientras acariciaba su barba, ensimismado en otros pensamientos - además, eres el que mayor atención le prestará a Elsa, tienes motivos para eso - agregó dándole un vistazo

Jack guardó silencio, volvía nuevamente a sentir ese calor en su rostro, desvío la mirada evitando dejarse en evidencia.

- ¿Dónde fueron? - preguntó de nuevo

- Elsa necesitaba compañía para liberar el bosque ¿No tomaste atención? - inquirió divertido - ¿Por qué será? - canturreo burlón

Jack frunció el ceño molesto, le lanzó una mirada agria a Norte, pero el leve rubor de sus mejillas lo delataron sin que se diera cuenta. Nicholas rió a carcajadas mientras el guardian le daba la espalda, dispuesto a escapar por una ventana.

- Ya deja eso - lo detuvo aún con algo de risa en sus palabras - solo esperala, volverá en un momento

- No creo que vuelva pronto - respondió saliendo por la ventana

Norte negó, sabía que se iría, Jack era un espíritu libre, difícil de dirigir, y ahora con el regreso de Elsa, Norte sabía que Jack menos obedecería, por lo que mínimo le daria un encargo, era el ideal, como se lo había dicho antes al guardian de la diversión, este tenía motivos de sobra para proteger a la reina de las nieves.

Los guardianes seguía por el bosque encantado, ya había amanecido y los rayos del sol habían revelado un sitio lleno de magia y vida. Sandman ya se había marchado, con ese punto del mundo de día debía viajar hasta el otro lado del planeta para cumplir con su trabajo, mientras los tres restantes seguían buscando a la tribu del sol, la cual con los años habia cambiado su vieja posición, dejando atrás rastros casi imperceptibles de su existencia, aún así fueron capaces de hayarla.

El reencuentro de Elsa con la tribu había sido todo un espectáculo, Aster y Thoothiana observaron pasmados, estaban acostumbrados a una actitud más reservada y serena por parte de la quinta espiritu, ahora, en cambio, la vieron en una postura más emocional y extrovertida, siendo recibida por la tribu como si los años no hubiesen pasado entre ellos, de todas formas la gente del pueblo era parte del bosque al igual que Elsa.

Y la reina de las nieves no fue la única en ser recibida, la tribu y su gente reconocían lo escencial que los guardianes eran en el equilibrio espiritual del mundo, la presencia de Conejo, nuevamente, y al Hada de los dientes, aunque los indígenas no comprendían su trabajo y deberes, era un honor.

- ¿Qué piensas tanto? - preguntó Conejo sentándose junto a hada, quien estaba algo más apartada

- En nada - murmuró sin dejar de ver a la gente de la tribu a lo lejos- ¿Qué haces aquí? ¿Porque no estás con los demás ahí? Te veía agusto con los niños - le preguntó echándole un vistazo

- Son agradables, les agrada mi búmeran - Thoothiana rió, luego negó aún con la risa en los labios

- Debes parecerles interesante - lo animó - luces como un guerrero con esas pintas

- Tu tambien les parecerias interesante si estuvieras con nosotros ahí y no aquí con esa mueca en tu rostro

Aster sabía que algo le pasaba a hada, lo notaba en su mirada, estaba distante y absorta, quería preguntar que le pasaba, ayudarla si estaba en sus manos, pero conocía a su amiga y sabía lo testaruda que a veces podia ser, lo que sea que estuviese molestando a la hada de los dientes lo seguiria haciendo a pesar de lo que Conejo le pudiese decir. Decidió pasar del tema y animarla.

- ¿Tu dices? - inquirió con leve esperanza

- ¿Qué dices? Eres perfecta... Quiero decir, pareces un pequeño colibrí de lindos colores, los niños te amaran

- ¿Desde cuándo eres tan cursi, Conejo? - lo molestó con una sonrisa

- No soy cursi, solo trato de animarte - se escusó mal humorado

- Si, ese eres tu - sonrió soltando una risa por lo bajo, Aster negó divertido poniéndose en pie

- Vamos, unetenos - la instó extendiendo su mano

- Te llevas muy bien con Elsa - comentó tomando su mano y levantándose junto a este, Bunny se encogió de hombros

- Es una buena persona - respondió aún sin moverse de su lugar - todo lo que pasó solo fue una extención de eso - aclaró mientras observaba a la platinada a la distancia, conviviendo con los aldeanos de la tribu como uno de ellos - pasé mucho tiempo en Arendelle, supongo, se pega el optimismo de su magestad Anna - se escusó luego

- ¿Te agrada? - inquirió, Conejo se encogió de hombros despreocupado

- Es la unica que puede hacer callar al mocoso, no recuerdo una reunión mas silenciosa que esta ultima - bromeó - si, me agrada

Thoothiana ahogó una mueca, sin que Conejo supiera nuevamente había abierto la herida de esta, sus palabras solo le recordaban a la guardiana de las memorias que lo que sentía por Jack no sería correspondido, no con el regreso de Elsa.

- Si, tienes razón - sonrió con falsedad

- Solo espero que no se le suban las hormonas a la cabeza a ese otro, se pone insoportable - murmuró quejándose de Jack una vez más

Aster y Hada se encaminaron a reunirse con los demás, aún que el momento no duró mucho, pasada una media hora Elsa les había comentado que debía partir en busca de los espíritus elementales faltantes, durante su camino habian sentido a Gale y habian visto algunas pocas travesuras provocadas por la pequeña salamandra, mas aun quedaba por encontrar a los gigantes de piedras y luego ir hasta el Ahtohallan una vez más.

El trío se despidió de la tribu antes de partir, Elsa ya había hablado con Yelena, prometiendole volver lo antes posible después de verificar que todo estuviera en su lugar, era su trabajo después de todo, el deber que tenía como la guardiana del bosque encantado y como quinto espíritu de los espíritus elementales. Yelena se despidió con calma en su interior, con Elsa de vuelta la armonia del bosque y su gente se volvia a sentir una vez más.

La oscuridad y el silencio, era todo lo que había. Se sentía débil, cansado, casi inexistente, estaba postrado en una especie de colchón, lo suficientemente suave como para no querer levantarse, no tenía motivos aún.

Se sentía derrotado, una escoria más en la existencia, al igual que en un pasado, pero no tan cerca como cuando los guardianes lo habían hecho, no, mucho más atrás de eso, siglos y milenios antes de la miseria existencia de esos seres, Pitch se sentía igual que cuando había sucumbió a la oscuridad.

Estaba furioso.

Pero su cuerpo etéreo no estaba recuperado, no era más que una vasija rota sin la capacidad de contener tanto rencor. Había estado tan cerca de lograrlo.

- Ya despertó, su magestad - la voz femenina retumbó por las paredes, haciendo eco en la estancia

- ¿Puedes verme? - murmuró hacia el techo, sin dedicarle ni una mirada

- Se me concedió el honor - respondió, Pitch apretó los labios en una línea, le molestaba los falsos alagos

- ¿Qué es lo que quieres? - preguntó secamente

- Solo quiero servirle, como los otros - respondió bajando levemente la cabeza, en una leve inclinación

- ¿Otros?

Pitch se incorporó con dificultad, intentando ocultar su debilidad ante la desconocida mujer, quie parecia no temerle, pero podía reconocerlo de todas formas, una ironía que al Coco le interesaba descifrar. Pero una de sus dudas fue rápidamente resulta, una vez el Coco se pudo adecuar a las penumbras, sus ojos los pudieron notar, un pequeño grupo de personas que esperaban su regreso, un pequeño grupo esperanzado y movido por las influencias del poder de las tinieblas, un diminuto ejército para jugar.

Chapter 14: Capítulo XIII - Anochecer

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Capítulo XIII
Anochecer

Se sentía rebosante de alegría, colmada de buenas energías y paz, en un principio, cuando se descongeló, Elsa había temido lo peor, todo era tan diferente a lo que recordaba que su imaginación la habia llevado por caminos oscuros y lúgubres, pero al final había salido mejor de lo previsto, su hermana seguia viva y poseedora de un prospero reino, con una hermosa familia y buenos amigos; el bosque encantando, a pesar de la niebla, no habia sucumbido ante el pánico, al igual que la última vez, la tribu del sol habia sabido emerger entre la incertidumbre; los espíritus elementales seguía existiendo, ninguno había desaparecido en la ausencia de la guardiana; y Elsa se había vuelto a reencontrar con los guardianes de las infancias, dispuesta a tomar el peso de sus responsabilidades y deberes, todo seguia su flujo, aún así la platinada sentía que algo más le faltaba, sentia el sabor amargo en su boca y las ansias de que Jack estuviese ahí, aunque fuera junto a los demás.

Elsa lo extrañaba inmensamente, a un más de lo que ya lo había hecho antes, como si también sintiera los años de distancia entre ambos, la presencia de Thoothiana y Conejo solo le recordaban a la platinada que Jack no estaba, y que esta no había podido decirle más que un hola, la reina de las nieves realmente esperaba que él los acompañara, aunque no fue asi al final, una completa decepción que Elsa no quiso dejar notar.

- Aquí nos separamos - les dijo la guardiana una vez llegaron a la costa - gracias otra vez por acompañarme

- No te preocupes, eres parte de nosotros, estamos para eso - la tranquilizó hada con una suave sonrisa

- Iré con Norte, le diré que todo salió bien - le aseguró Conejo, Elsa asintió de acuerdo

- Te lo agradezco

- ¿No temes ir sola hasta allá? - preguntó con un gesto de cabeza hacia el horizonte, Elsa volteo a mirar hasta más allá de donde el sol se escondía, luego le devolvió la mirada a conejo

- No hay otro sitio en el que esté más segura - confesó con calma

Elsa se despidió con un gesto de mano de ambos, alejándose de los guardianes y acercándose al mar, sus pies descalzos sintieron el frío del océano oscuro, sus dedos se escondieron entre la arena, sobre sintiendo cada sensación que su cuerpo le daba, inspiró con tranquilidad mientras sentía como Nokk se materializaba en frente de sus narices, tocó la superficie líquida del espíritu transformandola en cristal helado, luego se montó en él lista para volver a su hogar.

Hada veía alejarse a la quinta espiritu sobre el iracundo mar, lo cruzaba como si fuera invisible ante las fuerzas de su poder, distanciándose hacia el horizonte, un sentimiento de desazón volvió a asaltar a Thoot, apretó sus puños con fuerza, intentando olvidar las ansias que se apoderaban de ella, tratando de comprimir su ira. Elsa no tenía la culpa.

- ¿Qué harás? - la voz de Conejo trajo de vuelta a la hada, quien volteo para mirarlo confundida

- ¿Qué? - preguntó, Aster rodó los ojos

- ¿Que qué haras? - preguntó de nuevo - No piensas quedarte ahí todo el día ¿0 si?

Hada no respondió, guardó silencio en su lugar, era ridículo, pero pensaba hacer justamente lo el guardian de la esperanza sugirió, Thoothiana no quería moverse de aquel lugar, angustiada por ver alguna señal del guardian de la diversión en busca de la reina de las nieves, porque desde que esta había llegado significó para hada una serie de problemas y dolores, cada segundo era una agonía más.

- Vamos, Thoot, no tenemos todo el día - le apuró 

- Ve tu, yo iré luego

- Si, claro - negó Conejo acercándose a esta y agarrando una de sus muñecas - no seas terca - murmuró zapateando en la arena con su pata

Bajo sus pies un tunel se abrió tragándose a ambos en un instante, hada soltó un jadeó que desapareció tan rápido como su dueña, tras ellos una pequeña flor violeta salió de entre los granos de arena.

Elsa disfrutaba el galopeo de Nokk por el mar, si bien la quinta espiritu sentía que tan solo había pasado un instante entre su congelamiento y la actualidad, al ser conciente del tiempo transcurrido Elsa trataba de valorar lo que tenía al alcance de sus manos, que Nokk continuara en su forma original y existiendo ya era una bendición, según la guardiana. La brisa del océano golpeaba su rostro, humedeciendo las hebras de sus dorados cabellos, el frío se colaba entre sus ropas, mas a Elsa no le molestaba, no podia lastimarle, por el contrario, era un recordatorio de que era real, una señal de que había vuelto.

Elsa llegó hasta el Ahtohallan en lo que le pareció tan solo un instante, descendió de Nokk acariciando su lomo con suavidad, despidiéndose momentáneamente del espíritu en un silencio confidencial, luego giró sobre sus talones dispuesta a aventurarse en el hogar que no había recorrido por años, a pesar de haber pasado en su interior todo ese tiempo.

Aventurarse en el Ahtohallan era una sensación indescriptible, para Elsa no existía otro sitio seguro, iba mucho más allá de su comprensión, la calidez del glaciar y su protección significaban para Elsa más de lo que podía imaginar. La guardiana llegó hasta la camara principal, todo parecía seguir tal cual recordaba, mas al fondo de la estancia, llegando a la grieta, una pequeña montaña de papeles llamaron la atención de la platinada, estaban ordenados en el suelo frío, amontonados en pequeños montones unos al lado del otro. Elsa se acercó con parsimonia hasta el irregular portal, se agachó con suavidad permaneciendo incada al lado de las cartas, eran cientos de ellas, se remontaban hasta años atrás, cuando la reina de las nieves había sacrificado su libertad y existencia por la de los demás.

Eran cartas de su hermana

Los gruesos y amarillentos papeles contenían miles de palabras de anhelo y amor, Anna plasmó sus más sinceros sentimientos en aquellas páginas, Elsa leyó rápidamente una tras otra, desde la primera semana en que se congeló, donde su hermana lloraba su perdida, pasando por el nacimiento de su sobrina, los sentimientos de Hiccup, las celebraciones de febrero en el nombre de la guardiana, navidades, cumpleaños, el embarazo de Rapunzel, la compañía de los guardianes, el temor por madre naturaleza, hasta llegar a la última, donde Anna recordaba como eran las noches de viernes de juegos familiares con su hermana. Una recolección de los momentos que Elsa había permitido con su sacrificio, así les decía su hermana.

La reina de las nieves tomó asiento sobre sus piernas, reposando en la superficie fría del glaciar, empapandose con las palabras de su hermana, entendiendo que a pesar de los años y la distancia, Anna seguiría recordandola, como si Elsa estuviese ahí con ella durante todo ese tiempo.

Manteniendo la esperanza

- Le gusta escribir - susurró Jack a sus espaldas - me las pasaba todas las semanas

Elsa volteó sorprendida, secó rápidamente con su antebrazo algunas lágrimas que había derramado mientras leía. Jack lucía agitado, aún respiraba rápidamente tratando de recuperar el aliento.

- Jack... ¿Qué haces aquí? - preguntó aturdida

- ¿Quién crees que trajo todas esas cartas hasta acá? - bromeó, aunque dentro de él un cosquilleo nervioso lo agobiaba

Después de abandonar el polo, Jack, había volado directamente hasta Arendelle en busca de la platinada, una vez comprobó la ausencia de esta en las tierras del reino no se detuvo hasta encontrarla, aunque él no pensaba decir algo sobre eso, y la realidad es que no podía pensar en nada más, apenas la vió sentada sobre el hielo fue que supo que ya no podia hablar, no como lo había pensado, Elsa lucía aún más hermosa de lo que el guardian podía recordar, Jack solo atinó a responder como lo haría en cualquier circunstancia, usando las bromas y chistes como una barrera de protección, intimidado por la reina de las nieves. Por otro lado Elsa solo guardó silencio, había repasado en su cabeza desde el taller de Norte como sería volver a hablar con Jack, en un principio las cosas no se dieron como Elsa esperaba, fue un encuentro fugaz, apenas había podido saludarlo y no había recibido una respuesta muy elocuente por ello, y ahora nuevamente se encontraba en la misma posición, abrumada ante la presencia del guardian, enmudecida, olvidando las palabras que pensó había ensayado.

- ¿Tu las traías? - dijo al fin, recuperando la voz

- Bueno, tu poni no deja pasar a muchas personas hasta aquí - comentó encogiéndose de hombros, sentándose a lo indio al lado de Elsa - y alguien debía verificar que tú escultura no se derritiera

- Oh... - susurró volviendo sus ojos a las páginas en sus manos, un sentimiento desolador comenzó a nacer en su estómago, aún congelada había sido una carga durante ese tiempo - gracias Jack

- Es mi trabajo - respondió quitándole importancia, lo que solo causó incomodidad en la otra, confirmando uno de los mayores temores que tenía desde hacia tiempo

Jack solo hacia su trabajo

Elsa dejó a un lado las cartas mientras abrazaba sus rodillas, no quería demostrar lo que las palabras de el otro había provocado en su interior. Decidió callar sus emociones, sintiendo la distancia de los años atravez de ella.

- Me refiero a mi hermana, por cuidarla estos años - musitó aclarando a lo que se refería - por cuidar a mi familia

- No los iba a dejar solos - respondió rápidamente - es lo menos que podía hacer

Y aún que Jack tenía razones y motivos personales para proteger a Anna, todos relacionados con Elsa, está no pudo verlos, en ella solo retumbaban las ultimas palabras de Jack, tan similares a las que Conejo le habia dicho horas atrás.

- Tu apariencia es diferente, Jack, estás algo cambiado - comentó tratando de evitar el silencio - pareces más maduro, no lo sé - agregó lanzandole una mirada evaluadora

- ¿Tu dices? - inquirió examinandose así mismo, para él seguía de la misma forma - me siento igual - resolvió encogiéndose de hombros - quizás sea por ser guardian - agregó - gracias a eso conejo no parece un peluche

- ¿Un peluche? - preguntó intrigada, Jack soltó una suave carcajada

- No creerás que Conejo siempre lució así de feo y enorme, antes era aún peor, era pequeño y esponjoso

- ¿Quieres decir que ser guardian te cambia? - interrogó intrigada y curiosa

- La magia de los niños lo hace - respondió - su creencia nos hace más fuerte, seguramente también te pasará

- ¿Uno puede elegir? - Jack la observó confundido, sin entender bien su pregunta - quiero decir si uno puede elegir como verse...

- Oh, no lo sé - se encogió de hombros - soy nuevo en esto

Elsa le sonrió, las cosas no se estaban dando como ella había pensado, ni remotamente cerca de eso, pero aún así la compañía de Jack le traía calma.

- Anna me extrañó bastante estos años - comentó Elsa soltando sus piernas y estirandolas por la helada superficie - me alegra saber que estuviste para ella durante este tiempo - levantó una de las cientos de cartas de su hermana echándole un pequeño vistazo

- También te extrañé estos años... - murmuró dejando congelada a la otra en su lugar, incapaz de levantar la mirada

- ¿Qué? - pudo pronunciar a duras penas, sintiendo su corazón latir con fuerza, asomándose un pequeño rayo de esperanzas

- Quiero decir que todos te extrañamos, no solamente Anna - se corrigió arrepentido

- Oh, ya veo - sonrió con suavidad - ¿Me dirías qué ha pasado estos años?

- Estamos en el Ahtohallan, puedes ver las memorias aquí - negó con una sonrisa, recordando como es que a veces no podía entenderla, como Elsa podia sorprenderlo con simples ocurrencias

- Me gustaría oírlo con tus palabras - respondió apoyando su rostro en sus rodillas apoyadas contra su pecho nuevamente, prestándole toda su atención

Jack la observó perdido en sus celestes ojos, de un color único que pensó jamás volvería a ver, ambos estaban a solas en el glaciar, incapaces de ser interrumpidos, aún así Jack también se sentía incapaz de expresar algo más, aún con la sensación de que nada era real, había ido y abandonado el Ahtohallan un centenar de veces con la esperanza de encontrar a Elsa esperándolo, aunque a veces prevalecía la cruda realidad en su interior, pero ahora que sus deseos estaban materializados se sentia incapaz de proceder como quería, ni siquiera podía decirle cuánto la había extrañado o que tanto le alegraba verla, Jack sentia que ahora todo era demasiado real como para hacerlo.

El guardian se acomodó en el hielo pensando como comenzar, pero acobardado buscó las palabras que Elsa le había pedido escuchar, en vez de decir lo que realmente él quería.

 
Mérida alistaba sus pertenencias en un pequeño baúl, ya había terminado de empacar sus vestidos y zapatos, ahora preparaba un neceser con las cosas necesarias para su estadia en las islas del sur, tierras a las cuales zarparia a la mañana siguiente. Terminó de guardar las pocas cosas que le quedaban sobre la cama para luego suspirar pesadamente mirando por la ventana, estaba agotada.

Durante esos días Hans no se había despegado de su lado, era una de las cosas que a Mérida le desagradaba, pero este lo equilibraba fácilmente con su personalidad, el principe era maravilloso con la princesa, aunque eso no cambiaba lo que la colorina sentía por alguien más.

El compromiso era un error

Pero los días habían avanzado y los preparativos para la boda estaban hechos, las invitaciones ya habían salido del reino y no existía una mayor razón para dejarlo, como si la había para casarse; su reino estaría seguro.

Aunque ella no lo amara de verdad

Los días previos Mérida no había podido evitar mucho la presencia de su prometido, Hans siempre buscaba pasar tiempo con Mérida, y cuando esta lograba zafarse de alguna situación comprometedora, su madre aparecía para llevarla devuelta con quién sería su Marido en unas semanas, desprovista de la interrupción de su amiga en su salvación debido a su ausencia. Y no era que el principe fuera una mala persona, siempre había procurado mantener respeto y admiración hacía la princesa, se interesaba por lo que tenía que decir o incluso cuando ella quería callar, y aunque en un principio era algo caprichoso y pomposo, con el tiempo había cedido ante las costumbres de la princesa de Dunbroch. No era Hans lo que le desagradaba, era la idea de utilizarlo para olvidar a Hiccup, eso era lo que no le gustaba a Mérida del principe.

- ¿En qué piensas? - le preguntó Runa, había llegado hace unas horas de Corona

Mérida pegó un respingón asustada, luego giró sobre sus talones para dedicarle un vistazo.

- Me asustaste - musitó - solo pensaba en el viaje

- ¿Estás segura sobre esto? - Mérida pareció meditarlo, pero inmediatamente asintió ante las palabras de la rubia

- Si, completamente - aceptó - es lo mejor

- Bien, si es lo que quieres - murmuró encogiéndose de hombros - quién soy yo para decirte lo contrario

- ¿Eso es todo? - inquirió escéptica - ¿No me dirás nada por no amarlo o que debería escoger a alguien más? - preguntó sarcástica

- No - negó con la cabeza sentándose en la cama - no lo haré

- ¿Y qué harás entonces? - preguntó poniendo los brazos en jarras

- Apoyarte - respondió con calma

- ¿Apoyarme? - repitió no muy convencida, Runa suspiró

- Mérida, a diferencia de tus otros amigos, yo no soy amiga de Hiccup, ni siquiera lo conozco, te conozco a ti y solo me preocupa tu felicidad - le confesó mientras hacia un gesto con su mano sobre la cama, invitando a la otra a sentarse a lo que obedeció  - te apoyaré en todo lo que elijas y si te equivocas, bueno, también estaré a tu lado

Runa tomó las manos de Mérida entre las suyas, tratando de darle algo de calma al espíritu inquieto de la otra, la colorina la observó conmovida.

- Gracias - susurró abrazándola, Runa era una de las tres personas con la cual podía hablar libremente

- Pero quiero saber una cosa - comentó aún sin romper el abrazo, Mérida se quejó dando a entender que continuara - le dijiste a Hiccup que te casarías

Mérida rodó los ojos rompiendo suavemente el abrazo, le dedicó una mirada algo renuente a la rubia para luego suspirar la respuesta.

- Pensé que ya habíamos acabo con eso - se quejó falsamente, luego desvío la mirada - si se lo dije

- ¿No cambió nada?

- Me voy a casar, Runa - susurró - él no siente lo mismo, ama a su esposa

La rubia chasqueo la lengua negando con la cabeza, se puso en pie cruzándose de brazos caminando hasta la ventana.

- Lo lamento

- Yo también - musitó

El día había transcurrido lentamente para Mérida, previo a la cena había salido junto a Hans en busca de algunos recuerdos para llevar a las tierras del principe, él había expresado sus ansias en que la princesa conociera sus tierras y al resto de su familia, también comentaba sobre algunos lugares que deseaba enseñarle a Mérida, quien ponia atención a medias de las palabras que su prometido decia, muy absorta en sus propias decisiones y consecuencias como para escuchar.

La cena había transcurrido con más eventos que el almuerzo, la colorina era incapaz de llevar la charla, muchas veces siendo auxiliada por Runa, quien hace tiempo era un miembro honorario de la familia real. La princesa tan solo comía con la esperanza de que el tiempo pasara deprisa o que el suelo se abriera y la tragara hasta las profundidades de la tierra, cualquier opción ella la aceptaría con anhelo, solo quería escapar, pero la noche estaba recién comenzando y aún quedaba el resto de la velada, la cual fue igual a las noches previas a esa, la familia había migrado hasta el cuarto continuo terminada la cena, para que Fergus fingiera que soportaba las aburridas charlas de su futuro yerno, y para que esté otro simulara entender las historias del rey, claramente no se llevaban y Mérida lo notaba, todos en realidad, un escenario del cual nadie la podía salvar.

- ... Yo creo que sí elevaran la producción de la materia prima en un 23% podrían incrementar la ganancia en un 34%, ya sabe, aumentamos la productividad y... - Hans insistía en mantener una charla unilateral sobre economía con el rey, quien solo suspiraba cansado y aburrido a su lado, lanzando miradas burlonas a su primogénita

- Si... Hijo, no entiendo nada - respondió al escuchar que el colorín preguntaba algo

- Puedo volver a comenzar - sugirió con paciencia

- Iré a tomar aire - anunció Mérida poniéndose en pie, aburrida de la charla sin sentido que llevaban 

Hans le sonrió con ternura a su prometida, dedicándole una suave mirada, en cambio Fergus la observó espantado, rogando a su hija que se quedara a su lado, Mérida negó divertida, de todas formas ella tendría que soportar el resto de su vida.

- Ponte algo - dijo Elinor que estaba al otro lado de la habitación junto a Runa bordando - no quiero que pesques un resfriado - Mérida rodó los ojos

- Lo haré, madre - respondió abandonando la habitación

Mérida se alejó unos metros por el corredor de piedra antes de comenzar a trotar, poco a poco sus pasos se fueron acelerando, dejando atrás los toscos muros que parecían cerrarse, para en unos pocos minutos salir por una de las torres, abrumada por su propia realidad. Cerró la puerta tras de sí apoyándose en esta, inhaló profundamente para luego deslizarse por la superficie de madera hasta caer sentada en el suelo, agotada.

Era lo más lejos que podía escapar

Mérida estaba abrumada, no quería que así fuera el resto de su vida, fingir el cariño, fingir estar bien, fingir que no quería a alguien más, a veces deseaba cortar con todo aquello, pero otras más veía a sus padres, tan vulnerables, afectados por los años y las incremencias, Mérida conocía bien sus costumbres y tradiciones, conocía las leyes y sabía que debía hacer para proteger a quienes amaba. La princesa levantó su mirada hacia el cielo, quería perderse junto a las estrellas, tan distantes y brillantes, despreocupadas de que le arrebatan su libertad, extrañaba sentirse de esa manera, extrañaba ser quien era.





Chapter 15: Capítulo XIV - Amanecer

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Capítulo XIV
Amanecer

El sol estaba en su punto máximo, iluminando y calentando toda la región, la brisa tibia acariciaba las hojas de los árboles y se colaba entre las calles del reino, refrescando a su gente que paseaba por sus rutas, más allá el palacio de Arendelle se levantaba, despierto, con sus habitantes realizando sus deberes, emocionados por la íntima cena a celebrar. La reina se paseaba por los corredores, supervisando la preparación, en su rostro una enorme sonrisa la acompañaba desde la tarde anterior, Anna siempre estaba de buen humor, pero desde que su hermana había vuelto, la cobriza se había vuelto un ser de pura luz y buenos deseos, incluso sus nervios y correcciones sonaban como una suave recomendación.

Anna estaba ansiosa, eufórica, Elsa había vuelto y por primera vez, en mucho tiempo, volvía a sentir que su familia estaba completa. Quería celebrar, gritarlo a los cuatro vientos, incluso la noche previa le había costado reconciliar el sueño, había pasado apenas unos minutos junto a Elsa, pero le bastaban para recuperar la vida.

- ¿Cuando crees que vuelva? - le preguntó a su esposo durante el almuerzo. Su voz salió tan deprisa como sus ansias por volver a verla

- Han pasado cuatro años, seguramente los deberes se le han acumulado - comentó limpiando su boca con la tela de la servilleta - ya lo conoces, no se detendrá hasta resolverlos

- Pero han pasado cuatro años... - se quejó con un puchero - también tiene pendientes conmigo

- Dijo que volvería - le aseguró acariciando el dorso de la mano de su esposa - lo hará

- ¿Tia Elsa tiene mucho trabajo? - preguntó la princesa

- Oh, si bastante - respondió Olaf que estaba a un lado de esta - Elsa ama su trabajo - comentó inocente, Kristoff rió

- ¿Ya terminaste, Elsa? - le preguntó apuntado su plato con su tenedor

- No me gustan los guisantes - respondió con un mohin

- A tu madre tampoco, pero igual se los come - acotó echándole un vistazo al plato de su esposa, notando los guisantes apartados a un lado - Anna... - dijo lanzandole una mirada reprobatoria

- Me los comeré al final - mintió inocentemente, el rubio negó

- No creo que así sea - le reprochó con una sonrisa

Anna abrió la boca para replicar, siendo interrumpida por las puertas del salon abiertas, dando paso a la guardiana del bosque encantado y al guardian de la diversión. La reina se levantó de su lugar olvidando todo lo que estaba haciendo y acercándose a su hermana.

- Elsa - le sonrió abrazándola - tardaste mucho - le reprochó infantilmente

- Anna, hola - le saludó con la risa en la boca, luego levantó la mirada para saludar a los demás - Kristoff, Elsa, Olaf, ¿Cómo están?

- ¿Olaf? - preguntó Jack dejando de ver a las hermanas para repasar en los demás, reparando en el muñeco de nieve que estaba sentado junto a la princesa - Volviste, amigo - le sonrió acercándose a saludar

En menos de un segundo la mesa se desarmó, sus integrantes se levantaron olvidando el almuerzo y dejando al rey en completa soledad, la reina estaba junto a su hermana y la princesa con el guardian, Kristoff negó con una tenue sonrisa en la boca, ni siquiera él deseaba continuar con el tema de los guisantes.

- Tío Jack - le llamó la princesa - ¿Dónde está mi obsequio?

- ¿Tu obsequio? - preguntó sin entender

- Ayer dijiste que le traerías uno - le recordó Anna divertida

- ¿Yo dije eso? - preguntó fingiendo estar confundido, recordando sus palabras antes de marcharce, lo había olvidado completamente con todo lo que había ocurrido - ¿Mi presencia no es suficiente?

- No - negó con la cabeza la princesa entre risas - no es suficiente

La reina de las nieves, que seguía a un lado de su hermana, observaba la escena, la relación de Jack con su familia le conmovía, Elsa aún no sabía todas las cosas que habían sucedido durante todo ese tiempo, habia hojeado alguna de las cartas que Anna le escribía, Jack le habia contado algo más en el Ahtohallan y camino hacia el reino, mas verlo en directo era algo más, le causaba algo más. Desvío la mirada cohibida, había estado mirando a Jack durante varios minutos, tenía suerte de que su hermana no lo notara, para Elsa aún era muy fresca la charla que habían tenido en la cabaña de la tribu, paseó sus ojos por alrededor tratando de concentrarse en algo más, reparando en la mesa tendida.

- ¿Estaban almorzando? ¿Los interrumpimos? - preguntó acercándose a la mesa, luego frunció el ceño - ¿Anna, sigues sin comer los guisantes? - le reprochó con severidad

- Me los comeré al final - se defendió, Kristoff negaba carcajeando a sus espaldas

- Anna, no nací ayer - replicó cruzándose de brazos

- Volviste ayer - le sonrió con falsa inocencia

- Bien, yo creo que nosotros nos iremos de aquí - comentó Jack tomando a la pequeña Elsa en brazos y poniéndola sobre sus hombros - hay un día muy caluroso afuera y la pequeña guardiana y yo debemos traer algo de nieve para refrescar - canturreo escapando con la pequeña y Olaf, una infantil risa se alejaba junto a ellos por el pasillo

- Vigilaré que no se pasen está vez - negó Kristoff dejando a ambas solas en el salón

- ¿Está vez? - preguntó Elsa a su hermana - Jack viene mucho por aquí, parece - comentó

- Todas las semanas - sonrió Anna - Elsa lo quiere mucho

- Así veo

- ¿Así que estás con él? - preguntó Anna curiosa, ahogando una sonrisa emocionada, esperando que al verse nuevamente con Jack, este le dijera todo lo que le había confiado a ella esos años

- Si, me estaba acompañando - respondió sin entender completamente la pregunta, sentándose en una de las sillas del comedor

- Ah, acompañando - murmuró decepciona Anna para si misma

- Si, le pedí ayer a los guardianes apoyo para liberar el bosque encantado - explicó

- Elsa, pediste ayuda - le sonrió con orgullo mientras tomaba sus manos y se sentaba a un lado de ella

- Si, digamos que entendí muchas cosas antes de caer al vacío - bromeó con suavidad

- ¿Y Jack te acompaño? - preguntó inquisitivamente

- Si, apareció cuando estaba en el Ahtohallan, después de separarme del Conejo de pascuas y la Hada de los dientes, supongo que se están turnando - resolvió

- Ah, ya veo, curioso - asintió con una sonrisa burlona, Elsa rodó los ojos, ahí estaba la charla

- ¿Qué estás insinuando, Anna?

- Nada, hermana. Solo es curioso

- Solo está haciendo su trabajo, hermana, estoy recién regresando

- Si, lo sé, solo digo que está haciendo un buen trabajo - canturreo, Elsa desvío la mirada, sentía sus mejillas calientes, se puso en pie encaminandose hasta la ventana intentando ocultar su expresión

- Si, yo creo - respondió con la voz extraña

- ¿Hermana? - la llamó - ¿Te pasa algo?

- Nada - respondió - solo veo como se divierten - comentó tratando de cambiar el tema, apuntando atravez del cristal hasta el jardín principal del palacio

Anna se acercó a su hermana, asomandose a un lado de ella, acompañandola en su contemplación, abajo Jack creaba pequeñas montañas de nieves con ayuda de su cayado mientras la pequeña Elsa saltaba sobre los montículos hasta hundirse en ellos, siendo rescata pot Olaf quien repetía la acción, un poco más apartado estaba Kristoff que les hacia señas con los brazos, y seguramente gritando algo, mientras cargaba guantes y botas para la princesa.

La reina sonreía en calma viendo hacia su familia, su maravilloso y protector esposo, su dulce y sana hija, su mejor amigo de la infancia, el símbolo del amor entre ella y su hermana, y a su lado estaba ella, quien habia vuelto, y también tenía a sus amigos y aliados, quienes siempre estaban ahí para ella, ya no estaba sola, Anna ya no se sentia sola.

Por otra parte Elsa solo tenía ojos para Jack, estaba feliz por su familia, estaba feliz por el resultado, le encantaba volver a verlos y conocer a su sobrina, pero en su interior cosquillaba la duda de lo que sentía el guardian, realmente le gustaba a Elsa y eso también la abrumaba, era un sentimiento nuevo, jamás se había sentido así por alguien más y eso también le causaba dudas, no sabía cómo proceder.

- ¿Elsa? - la llamó su hermana, haciéndola reaccionar, la platinada despegó su mirada del guardian para dedicarsela a su hermana - ¿Te gusta Jack? - preguntó con sorna

Elsa sintió su rostro tan acalorado que fácilmente podía competir con la temperatura del exterior, luego negó efusivamente con su cabeza, pero Anna ya la había descubierto, ya había notado la mirada que la otra le dedicaba al guardian.

- No, Anna, no. ¿Qué te hace pensar eso? - trató de reír incómoda

- ¡Ajá! - exclamó en un agudo grito mientras la pintaba con su dedo - ¡Te gusta, te gusta! - sonrió emocionada

- No, Anna, no es así. Ya basta - trató de contenerla Elsa con sus manos en vano - no puedes enamo.... No puedes gustar de alguien que acabas de conocer - se corrigió

- Oh, vamos, Elsa, tu no lo acabas de conocer. Lo conoces, hermana

- No Anna, no lo hago, han pasado muchos años y seguramente ha cambiado - replicó con calma

- ¿De qué estás hablando? - negó divertida de la tosudez de la otra - es Jack, siempre ha sido Jack

- Si Anna, tu lo conoces, yo no estuve aquí ¿Recuerdas? - comentó

- ¿Significa que antes te gustaba? - Elsa negó nuevamente desviando la mirada

- Quiere decir que tú sigues siendo la misma Anna que recuerdo - le sonrió tratando de cambiar el tema - ¿Vamos con los demás? - ofreció haciendo un ademan de ir hacia la puerta

- ¿Quieres estar con él? - preguntó con burla

- Anna - la llamó esperando que no siguiera lo que provocó las risas en la otra

Ambas salieron al jardín, Elsa esperaba que un tiempo de diversión en familia disuadiera a su hermana de las incómodas preguntas que le hacía, y aún que a veces se mostraba molesta con Anna por su indiscreción, la verdad es que la adoraba como fuera

Algunos dicen que nuestro destino está conectado a la tierra, que es parte de nosotros como nosotros de ella, otros dicen que el destino está entretejido como tela, entrelazando el destino de uno con el de muchos otros. Es aquello que más buscamos o luchanos por cambiar, algunos nunca lo encuentran, pero hay otros que son guiados a él.

Chimuelo había volado durante todo el día casi sin descanso, eso no significaba mayor esfuerzo para un dragón en general, pero de parte de un furia nocturna era una gran asaña, estos dragones no suelen volar distancias largas, teniendo que descansar varias veces entre vuelos, eso era algo que preocupaba de sobre manera al jinete, quien notaba que su amigo estaba agotado, trató de disuadirlo en varias ocasiones para que este tomara una pausa, siendo en todas ellas ignorado por el dragón.

Hiccup y Chimuelo surcaban los cielos nocturnos y frescos de la región, la brisa veraniega era un impulso suave a continuar, el vikingo podía sentir las ansias en el estómago arremolinarse cada vez más, reconocía el paisaje, las copas de los árboles y el ruido del océano, estaban a unos kilómetros del castillo del clan Dunbroch, a unos pasos de volver a ver a Mérida. El castaño lo había pensado durante todo el camino, había tenido un día entero para hacerlo, no pensaba sucumbir ante el pánico ni la vergüenza, no volvería a retroceder ni una vez más, tenía que averiguar por propia boca de la princesa que sentía en realidad, no deseaba quedarse con los rumores de los demás, no deseaba un quizás.

Los diminutos barcos a lo lejos se fueron haciendo cada vez más grande, el castillo y sus muros estaban cada vez más cerca, sus guardias eran divisibles a simple vista y las ventanas de las torres podían distinguirse con facilidad, Hiccup voló sobre ellos pasando desapercibido gracias a la sigilesa del furia nocturna, sobrevolando el castillo hasta notar una maraña roja a la distancia.

Mérida descansaba a solas sobre una de las torres.

Chimuelo, intuyendo lo que su jinete quería, voló hasta la torre de piedras aterrizando en la punta de ella, Mérida, quien ya los había notado a la distancia, los miraba en su lugar esperando alguna palabra.

- ¿Qué haces afuera? - preguntó Hiccup bajandose del dragón, en su rostro había una enorme sonrisa que no podía borrar ni disimular

- ¿Qué haces tu aquí? - inquirió ella confundida

- Vine a verte - respondió sin cavilaciones, Mérida quedó pasmada en silencio por un instante antes de responder

- ¿Vienes a verme? - repitió

- Necesito hablar contigo - le preguntó en un suave ruego

- Necesitas hablar ¿Conmigo? - interrogó no muy convencida

- Por favor, podrías dejar de repetir todo lo que digo - le pidió divertido, Hiccup no sabía si por los nervios o por la situación

- No estoy repitiendo todo lo que dices - respondió a la defensiva, Hiccup le dedicó una mira condescendiente - no dije lo mismo - se defendió nuevamente - y no puedes estar aquí ahora ¿Estás loco?

- Entonces vamos a otro sitio - sugirió tomando su muñeca con suavidad, Mérida se quedó en su lugar negando

- No puedo irme como si nada de aquí, tengo invitados - se excusó

- ¿Tu prometido? - preguntó elevando una ceja, Mérida asintió en silencio provocando un vacío en el estómago del castaño - Vamos, Mer, solo será un momento

Mérida quería seder, quería decir que sí y salir junto a Hiccup hasta donde sea que él la llevará, no le interesaba mucho el lugar, sino estar a su lado, pero ya no era una adolescente rebelde que hacía lo que deseaba cuando quisiera, ahora tenía responsabilidades por cumplir, un reino que llevar y una familia a la cual proteger. Abrió la boca dispuesta a negarse, a despedirse y entrar una vez más de vuelta a su realidad, pero el llamado de su madre tras la puerta de la torre solo la repelió, la sensación de lo que le había tocado no era tan atractiva como para defenderla tanto.

- ¡Mérida! - exclamaba Elinor mientras sus pasos se acercaban al portal

- Mierda - masculló en un hilillo de voz antes de tomar a Hiccup por la muñeca y correr hasta Chimuelo - Bien, sácame de aquí - aceptó a regañadientes montándose en el dragón, Hiccup la imitó casi de inmediato, elevándose junto a su dragón por los cielos

- ¿Qué te hizo cambiar de opinión? - preguntó elevando la voz sobre el viento

- Un oso - respondió Mérida aferrada a la ropa del jinete

- ¿Dónde quieres ir? - preguntó luego - ¿Me llevarás a conocer algún lugar?

Y aunque a Mérida ahora le dolía la presencia del vikingo, estar con el era lo único que calmaba ese dolor.

- Quizás - aceptó - ¿Se te ocurre algún lugar?

- Sorprendeme

Hiccup se movió levemente hacia un lado, dándole el espacio a la colorina para pasar al frente para guiarlos en el camino, quien cambió de lugar con el castaño quedando en el lugar de este, siendo rodeada por los brazos del otro, Mérida podía sentir el aliento de Hiccup chocar contra sus rizos rojizos, el roce del tibio aire con la superficie de la piel de su cuello le erizaba la piel, desconcentrandola levemente de lo que debía hacer.

- Tienes que guiarlo - le susurró

- Lo sé, lo sé... - murmuró como respuesta, fingiendo estar molesta - solo me tomo mi tiempo - se excusó

En pocos minutos los tres descendieron del cielo hasta esconderse entre los árboles del bosque que rodeaba al reino, descendieron de Chimuelo comenzando a aventurarse por la espesura de los árboles.

- ¿No temes al bosque de noche?

- No - respondió entre risas, le parecía absurda esa pregunta - conozco al bosque como la palma de mi mano

El cielo estrellado se hacía ver entre los espacios de las copas de los árboles, la luz de la luna se filtraba entre las ramas iluminando tenuemente el camino, el trío se abría paso en silencio, siendo el crepitar de las ramas bajo sus pies el único sonido presente a escuchar, de pronto la espesura del bosque empezó a seder dando espacio a un claro donde pilares de piedras hacían una especie de círculo.

Chimuelo saltó tras ellos emocionado, luego corrió hasta el espacio libre, disfrutando de una brisa que sus espectadores no podían sentir ni entender, pero lo seguían igual de emocionados que este, Hiccup corría igual de absorto que el dragón por el mágico lugar.

- Así que este es el famoso círculo de piedras - comentó Hiccup elevando la voz mientras giraba sobre sus talones admirando el cielo desnudo sobre ellos - tardaste en traerme

- Tu has tardado bastante en quedarte lo suficiente como para conocerlo - se defendió una vez llegó a su lado, Hiccup la miró con culpa, arrepentido de sus palabras

Hiccup estaba consciente de sus acciones, sabía que evitaba deliberadamente quedarse mucho tiempo en las tierras del clan, impulsando por el temor y la culpa de averiguar si de verdad consideraba ese lugar y sus personas como a su hogar. Levantó la mirada para observar a la colorina, solo eso bastaba como respuesta.

- Si me lo pides me quedaría para siempre - respondió acortando la distancia entre ambos sin despegar su mirada de Mérida, el rojo de sus cabellos contrastaban con la palidez del rostro de esta en la oscuridad, una imagen que jamás se cansaría de mirar

- Qué... - murmuró desconcertada

- Si estás tu a mi lado me quedaría para siempre - repitió con otras palabras, Mérida ahogó un jadeó desviando su rostro, tratando de esconder su vergüenza, pero Hiccup la atajó entre sus manos, acariciando el mentón de la colorina con sus pulgares, obligándola a sostenerle la mirada - quiero estar todo mi tiempo a tu lado

- Hiccup... - musitó mordiendo sus labios, soportando la emoción presa del miedo por mal interpretar sus palabras - ¿Qué quieres decir con eso? - indagó aún incrédula por sus palabras, incapaz de creerle

Hiccup se acercó aún más a la princesa, acomodando uno de sus mechones rizados tras su oreja, acariciando sus cabellos, detallando cada peca en el lechoso rostro, podía sentir el fresco y entrecortado aliento de Mérida chocar contra su rostro, quería apreciar todo eso antes de hablar.

- Mérida te amo - respondió sin más, sin pensarlo, sin imaginar una respuesta, sin esperar un si de parte de ella - te amo hace tanto y ya no puedo seguir negandolo... - confesaba sin dejar de mirarla a los ojos, sin dejar de acariciar su cabello y sin dejar de tocar su mejilla, anhelando con todas sus fuerzas ser correspondido con el mismo deseo, o aunque sea una parte de este - me tienes completamente enamorado

- ¿Qué estás diciendo? - articuló casi sílaba por sílaba, aturdida, siendo parte del momento y no de la realidad - estás mintiendo...

- No Mérida, no miento, no estoy mintiendo - negó sin despegar su mirada, Hiccup quería asegurarse de que Mérida entendiera sus palabras, quería que viera la verdad en ellas - me tienes, tu me tienes - le aseguró con calma, buscando no espantarla - paso día y noche pensando en ti, en tu risa, en tus bromas, en tus quejas y los  sobrenombres que me pones, no puedo dormir porque pienso en ti y si lo hago sueño contigo, estás en cada paso que doy, en cada palabra que digo, en cada aliento que exhaló, no puedo seguir existiendo sabiendo que no sabes lo que me haces sentir... Mérida, yo te amo - le repitió

El temor y la decepción habían quedado de lado, Hiccup al fin lo había entendido, al fin lo había reconocido y ya no podía perder a alguien más. En cambio Mérida no podía procesar las palabras, se sentía fuera de su cuerpo, incapaz de hablar o moverse, perdida en el verde de los ojos del otro, perdida en la confesión que había llegado tarde, bastante tarde.

Estaba comprometida

Entonces la realidad le llegó de golpe y Hans se hacía presente en su interior, transformando las mariposas y revoloteos, el calor y el anhelo en miedo y culpa, en tristeza y desesperanza. Mérida retrocedió dos pasos con lentitud, deshaciéndose del agarre del vikingo, sintiendo el frío abrazador que la azotaba en la mejilla, dónde instante antes estaba la mano del castaño.

- Pero qué estás diciendo... - susurró descolocada - ¿Por qué me dices todo esto ahora? - agregó comenzando a recuperar la sensatez - Hiccup estoy comprometida, me casaré en menos de un mes - le recordó, ahora sus palabras salían con mayor rapidez de su boca, atorandoce en sus labios amenazando con ahogarse con ellas - mi prometido está en el castillo ahora, ¡No puedes y llevarme lejos para hacer esto!

- Lo sé, pero no voy evitarlo - se excusó - tan solo te amo - repitió acercándose a ella una vez más - ¿Y tú? - le susurró como una pregunta mientras la tomaba de sus caderas - ¿Qué sientes tu? - pidió con anhelo

Chapter 16: Capítulo XV - Invitación

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Capítulo XV
Invitación

Anna estaba agotada, se estiró sobre su cama rendida, abatida, no recordaba que fuera tan difícil hacer hablar a su hermana y no sabía lo difícil que sería hacer hablar a Jack, definitivamente no se lo veía venir. Volteo su cabeza sin levantarla del colchón, Kristoff se alistaba para dormir a un lado de la cama, comentaba algo sobre la cena que habían tenido para la reina de las nieves, pero la reina de Arendelle no le tomaba atencion, mas bien no podia ponerle atencion aunque lo intentara, en su mente solo paseaban las ideas que tenia para continuar con sus planes el día de mañana.

- ¿Anna? - la interrumpió su esposo, sacándola de su ensimismamiento - ¿Qué dices tu?

La cobriza le dedicó una mirada aún en su lugar, Kristoff la observaba con parsimonia, como esperando alguna respuesta u opinión de su parte, Anna supuso que algo le había preguntado, por lo que respondió sin querer levantar sospechas.

- Si, es maravilloso - murmuró como respuesta, el rubio negó con una sonrisa ladina

- ¿Estás segura? - preguntó

- Si, claro, lo que digas - afirmó convencida de sus palabras

- Fabuloso, entonces habrá una tarta de guisantes para el almuerzo de mañana - comentó burlesco metiéndose bajo las frazadas

- Oye, no dijiste nada sobre eso - reprochó infantil

- Ah, estabas tomando atención - le sonrió - ¿En qué piensas, cariño?

- En Jack y Elsa - respondió sentándose en el colchón - No le dijo nada ¿Puedes creerlo?

-  Bueno, si - respondió provocando una mirada agria de la otra - estaba nervioso, supongo, tampoco es como si tuviera un si asegurado, es Elsa después de todo

- ¿Qué quieres decir de mi hermana? - le reprochó cruzando los brazos sobre su pecho

- Lo que quiero decir es que no porque a Jack le guste Elsa significa que a Elsa le gustará Jack, así son las cosas - argumentó apoyando su cabeza en su mano

- Pero a ella le gusta - se quejó, Kristoff ahogó una carcajada incrédula

- ¿Elsa te lo dijo? - inquirió escéptico, Anna guardó una pausa pensativa

- No, pero ella nunca admite nada - se defendió

- Anna, Elsa está recién volviendo, para ella los años no han pasado como los tuyos y los míos, está recién viviendo el día siguiente a la batalla - le recordó, luego frunció el ceño y una expresión divertida se apoderó de su rostro - espera ¿Es por eso que estuviste tan extraña está noche? ¿No tienes suficiente con el proyecto de Hiccup y Mérida?

- Oh, no te burles, tu ya sabías con quién te casabas - se defendió lanzandole la almohada

- Acuéstate, Anna, mañana será un nuevo día y podrás seguir molestando a Elsa - le recomendó mientras reía, Anna infló sus mejillas levemente molesta

Anna había preparado una pequeña celebración para esa noche, se supone que era algo íntimo, más que nada la familia real, pero no sin antes una pequeña ceremonia con las puertas del castillo abiertas para el pueblo. No era algo que precisamente le agradó a Elsa, aunque entendía que su hermana se emocionara, ella prefería algo más personal, aún así cedió sin replicar, con suerte sería una buena distracción para su hermana, ya que desde que Elsa había llegado de vuelta al reino esa tarde, Anna no había parado de lanzar insinuaciones e indirectas sobre cierto guardian, y la presencia de este no ayudaba para disuadir a la cobriza.

La gente del reino recibió a Elsa con alegría y calidez, su antigua monarca, la guardiana del bosque y Arendelle, habia vuelto en gloria y magestad, eso era motivo para celebrar. El jardín del palacio estuvo atestado toda la tarde por aldeanos que bailaban y reían, la familia real compartía con ellos y Olaf nuevamente disfrutaba que todos estuviesen reunidos.

Pero ni la celebración, ni la cena pudieron disuadir a la reina, quién curiosa no dejó de interrogar a cierta persona durante la velada, quien varias veces intentó escapar de las preguntas de Anna, que por fortuna para Elsa, se dedicó a hostigar a Jack.

Anna no entendía que había pasado, hacía muchos años Jack le había confesado a la reina lo que sentía por su hermana, muy a regañadientes y más que nada acorralado por esta. La cobriza esperaba que con Elsa devuelta el guardian se abriría con ella, en especial después de su discurso a Hiccup contra su cobardía, mas el guardian había sucumbido ante esta al igual que el vikingo.

Jack en cambio trató de evitar a Anna jugando con alguno de los niños del reino mientras las puertas estuvieron abiertas, en una oportunidad creaba con su cayado capas de nieve en el suelo para que estos pudieron jugar, la reina lo esperaba algo más apartada zapateando molesta con los brazos en jarra.

- ¿Por qué esa cara? - le preguntó fingiendo demencia una vez se acercó a ella - estamos celebrando ¿No?

- Oh, tu sabes muy bien porque estoy así, Jack Frost - le miró acusatoriamente

- Déjeme decirle, su magestad, que soy ignorante - tarareo divertido

- No me vengas con esas cosas - contrarrestó, mientras Jack recogía algo de nieve del suelo creando una bola con ambas manos - ¿Estás escuchandome?

- Claro, su magestad, ¿Cómo podría no hacerlo? - negó riendo sin despegar sus ojos de sus manos

- ¡Pensé que le dirías algo! - se quejó siguiéndolo, Jack ya había comenzado a caminar en dirección de la batalla

- Lo hice - se excusó mientras se agachaba a recoger más nieve y comprimirla hasta darle forma - dije muchas cosas, hablamos sobre el reino, ustedes y los guardianes - argumentó entregándole unas cuantas bolas de nieve a Anna quien las recibio con sus brazos

- Oh, por favor, Jack, sabes que no me refiero a eso - reprochó con un mohin en los labios

- Lo sé - dijo dándole la espalda, deteniendo su andar

- ¿Y...? - inquirió dejándolo completar

- Agáchate - le advirtió antes de hacerlo él, escondiéndose tras un pequeño montículo de nieve

- ¿Qué? - preguntó sin entender, pero Jack no tuvo tiempo de explicar, Anna ya estaba siendo atacada por varias esferas de nieve

- Te lo dije - se carcajeo una vez Anna se arrastró dónde este

- No fuiste lo bastante claro - rió junto con él - pensé que te referías a lo que hablábamos - Jack negó mientras echaba un vistazo hacia el frente

- No hay tiempo para eso, tu hija es la cabecilla del grupo - le advirtió - y no tiene piedad

Y tan rápido como había sido toda la charla, Jack había desaparecido para continuar con su batalla, Anna negó mientras sonreía, habían cosas que nunca cambiarían, aunque se propuso esa noche que algunas no siguieran así. Y durante la cena siguió algo igual, los aldeanos ya se habían marchado y la familia real junto a su invitado habían ingresado al palacio para el banquete, donde Anna realizó todos los malabares posibles para que ambos guardianes se sentaran uno al lado del otro en la mesa, pero no resultó en nada, Elsa era demasiado correcta y reservada como para dar algún paso, y Jack era demasiado infantil e inmaduro, lo único que pudo conseguir la reina como respuesta fue una gran torpeza de parte de ambos.

Frustración, fue el sentimiento que invadió a la reina durante la noche.

- Bien, mañana será un nuevo día - aceptó a regañadientes mientras se metía a la cama - y tú me ayudarás con esto - agregó dándole un beso en la mejilla a su esposo

- Espera ¿Qué, ayudar? - interrogó no muy convencido - tu obstinación no es sana

- En la salud y en la enfermedad, cielo, hasta que la muerte nos separe - le recordó Anna mientras apagaba la vela del la mesita de noche con un soplido

- No te estás muriendo - negó abrazándola por la espalda, acurrucándose a su lado

- Estoy enferma, lo sabías cuando te casaste conmigo - se defendió acomodándose para dormir

Unas habitaciones más allá estaba la reina de las nieves paseándose en lo que alguna vez fue su habitación, Anna la había mantenido durante los años tal cual Elsa podía recordar, su cama pulcramente estirada, sus libretas y bolígrafos sobre el escritorio, los recuerdos de su infancia en algunas repisas, algunas cosas habian cambiado, Elsa supuso que por la reconstrucción, mas la mayoría era tal cual cuando ella era reina, eso le provocaba un sentimiento melancólico en su interior.

Elsa estaba agotada, la tarde había sido ajetreada, pero satisfactoria a pesar de sus reservas y obligaciones, había vuelto a convivir con el reino y sus habitantes, con su familia y algunos amigos, y también estuvo Jack, eso le alegraba a la platinada más de lo que quisiera, lo que también le aterraba, ni siquiera antes, con Pitch, se habia sentido asi, y pensó quererlo bastante.

Y esa constante incertidumbre no le permitía descansar.

También estaba lo de su hermana, si bien, gracias al cielo, Elsa se había salvado durante la velada de los constantes interrogatorios o insinuaciones de Anna, tambien sabia que esto se debía a la situación en la que estaban, tarde o temprano la reina de Arendelle comenzaría a mover sus fichas y ciertamente lo había intentado de todas formas durante la cena, eso no era de mucha ayuda para la guardiana en despejar las dudas y temores que tenia en su corazón.

Pero no tuvo mucho tiempo para pensar, igual que como ella recordaba, un golpeteo en la ventana la sacó de sus cavilaciones, Elsa pegó un respingón nerviosa, no necesitaba preguntar para saber quién estaba tras el cristal. Abrió las cortinas con lentitud, dilatando el momento de volver a ver los ojos azules que le robaban el aliento, y fue en lo primero que se perdió al abrir la ventana, después fue en la sonrisa boba que el guardian le dedicaba, mas no demostró nada, acostumbrada a levantar sus defensas cuando se sentía abrumada por sus emociones.

- Diría que con los años aprenderías a utilizar las puertas - comentó divertida cerrando la ventana una vez entró - ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas con Anna

-  Evitaba estar con ella - le corrigió

- Si lo noté - negó sonriendo - es bastante cabezota cuando quiere algo ¿Porqué tanta insistencia? - inquirió

- No lo sé, me oculté bien - sonrió paseándose por la habitación - tengo que ir al polo - comentó luego de la nada - Norte está algo preocupado, me encargó algo - dijo sin cuidado

- ¿Preocupado? ¿Hay algo que debo saber? - inquirió preocupada, Jack volteo a mirarla

- No, nada, solo es él y su manía por el control - se excusó intentando tranquilizarla - él cree que nadie lo sabe, pero todos los notamos, ya lo verás por ti misma. Por eso le sigo el juego, si no voy se pondrá de los nervios, como Conejo - bromeó

Elsa estaba hermosa, llevaba sus claros cabellos sueltos que caían libres por sus hombros, cubriendo la desnudes de estos por el corte del vestido escarchado que llevaba desde la ceremonia, Jack había quedado pasmado como un idiota al verla abrir la ventana, apenas había podido esbozar una tímida sonrisa involuntaria, guiado más que nada por la impresión que aún le daba verla en libertad de su carcel helada y por la apariencia que esta llevaba, por lo mismo una vez que entró a la habitación de la guardiana decidió pasearse sin mirarla, o no tendría cabeza para pensar si lo hacía. Su valor de invitarla a ir al polo junto a él se desvanecía mientras sus ansias aumentaban.

- Hay muchas cosas que debo aprender, al parecer - comentó más tranquila

- Si, ahora que has vuelto será más fácil enseñartelas

- Si, puede ser - bromeó tomando asiento en tu cama - ¿Vienes a despedirte?

- Algo así - respondió sin dejar de jugar con su cayado, en un intento de auto infundir confianza - ¿Quieres venir? - inquirió torpemente

- ¿Yo? - preguntó con un leve asombro - ¿Ir al polo?

- Ya has ido antes ¿No? - rió por lo bajo

- Si, pero ¿Está bien ir así, sin más?

- Claro, no te preocupes - respondió quitándole importancia mientras se apoyaba sobre su cayado con ambas manos y le dedicaba una mirada alegre - ahora eres un guardian, solo estaras visitando a otro, como yo fui a verte al Ahtohallan

Elsa pareció pensar el argumento de Jack, ciertamente no deseaba que este se fuera, pero habían ciertas cosas que aún la retenían en el reino, como proteger a su familia o los deberes que habían quedado acumulados a través de los años, suspiró pesadamente arrepentida de su respuesta.

- Debo quedarme en el reino, aún tengo cosas que hacer - murmuró desviando la mirada mientras jugaba con sus dedos

- Tranquila, su alteza, regresaremos antes del amanecer - le aseguró con su singular tono tranquilo - estarás a tiempo para tus labores - pero Elsa solo guardó silencio

- Quiero proteger a Anna - murmuró

- ¿Qué? ¿Anna? - repitió con sosiego - ¿Estás asustada? - tanteó con cautela. Elsa guardó silencio desviando la mirada

¿Si estaba asustada? Si, lo estaba.

En su interior, Elsa, era un océano salvaje de emociones, cada una tan intensa como las otras, chocaban entre si, desencadenando sensaciones nuevas que abrumaban a la guardiana, un menjunje de lo que se supone debía sentir con su regreso y otras cosas más que no sabia identificar, entre todo esto prevalecía el miedo, siempre estaba ahí, escondido, esperando un momento de fragilidad. Elsa se había propuesto no crear razones para que este la controlara, no quería dejar sola a Anna.

- Tranquila, Norte dice que faltan decadas para que Pitch vuelva a molestar, no se atrevería mostrar sus narices ahora - la consoló, sentándose a un lado de ella - no hay nada que los pueda dañar

- Pero y la luna... - Jack rodó los ojos, Elsa era muy nueva y correcta para entender que el hombre de la luna no respondía con mucha frecuencia y cuando lo hacía no solía ser muy claro con sus palabras

- ¿Qué pasa con la luna? - preguntó tratando de no sonar fastidiado por tener que excusarlo

- ¿Acaso cuando brilla no significa que hay problemas? - inquirió dudosamente, Jack pensó un poco la respuesta mientras se agarraba el mentón con sus manos en un gesto exagerado

- Significa muchas cosas, quizás avisaba que estabas de vuelta - resolvió al fin encogiéndose de hombros - digamos que hablar no se le da como a ti y a mí - concluyó poniéndose en pie - quédate tranquila, nada le pasará a tu hermana, todos nosotros estuvimos cuidando de ella

- ¿Volveríamos antes del amanecer? - inquirió levantando la mirada hacia Jack

- Eso sí no nos desviamos a otro lado - le sonrió

- ¿Podríamos ir al lago? - sugirió ahora sin mirarlo, con las ansias en los labios y el arrepentimiento floreciendo

- ¿Al lago? - preguntó confundido, luego un pequeño recuerdo le vino a la mente - oh, el lago - sonrió - hay muchos sitios que me gustaría mostrarte además del lago

- ¿Si? ¿Hay más?

- Si, te encantará; son maravillosos. - comenzó explicando volviendo a pasearse por la habitación, emocionado por los lugares - Hay un enorme árbol por Central Park que es...

- ¿Central Park? - interrumpió en un titubeó, no muy segura de repetirlo bien - ¿Qué es eso?

- Oh, es una enorme área llena de árboles y arbustos en medio de la ciudad - le explicaba

- ¿Como un bosque?

- No, no como un bosque - negó buscando la palabra correcta en su cabeza

- No comprendo - Jack negó con una sonrisa amplia en el rostro

- Tienes que verlo por ti misma - la ánimo - ¿Me acompañas? - pidió una vez más

- ¿Y como llegaremos?

- Oh, seguramente recuerdas como volar - preguntó abriendo la ventana por la que había entrado, Elsa negó efusivamente, un escalofríos había recorrido su espalda con tan solo la mención de volver a los cielos

- Aún tengo la esfera de Hiccup - recordó esperanzada

- No la necesitamos, lo divertido está en el camino - replicó tomándola de las manos y ayudándola a ponerse en pie

Al igual que hace años, Elsa ni siquiera alcanzó a inhalar aire para poder replicar algo más, Jack ya la había sujetado con firmeza entre sus brazos para salir por el ventanal, la brisa del viento los elevó con ligereza, como dos hojas secas que flotaban por los aires. La platinada se aferró de la sudadera de Jack al igual que la primera vez que habían viajado por los cielos, aunque en aquel entonces ella estaba más furiosa que emocionada, a diferencia de la actualidad, que disfrutaba estar en los aires junto al guardian a pesar del miedo que le daba caer, aunque con Jack sabia que no pasaría.

Los rayos del sol se filtraron por las ventanas iluminando su rostro, arrugó su nariz con pereza, tratando de aliviar la molestia, giró sobre su cuerpo por la cama y luego se estiró. Rapunzel estaba sola en sus aposentos, su esposo se había levantado seguramente junto al sol y su hija permanecía dormida en la cuna Moisés a un costado de la cama, así habían sido las últimas semanas desde el nacimiento de Holly, Eugene se dedicaba a las labores del reino mientras ella se dedicaba de lleno a su hija y su recuperación post parto, sus padres los habian apoyado en todo lo que se presentaba, tanto en los asuntos diplomaticos como en la maternidad, aun así habian sido dias dificiles para ambos.

Se levantó y alistó a su hija, ambas usaban vestidos a juegos, de un suave lila con pequeños detalles blancos, luego se encaminaron al salón comedor, aún era temprano y había tiempo para desayunar. Se instaló en la mesa acomodando a su hija en una cuna portátil, luego preparó algunos papeles y cartas que debía revisar mientras esperaba el té, si bien Flynn se encarga generalmente de todas esas labores, la rubia aún se permitía participar en algunas actividades pasivas, revisó los sobres y tarjetas uno por uno hasta parar en el último con una triste sonrisa.

Era un sobre color crema, más grande que el promedio, grueso y con relieves, con un pequeño sello en su frente con el escudo del clan Dunbroch, Rapunzel sabía lo que había en su interior.

Era una invitación

Abrió el sobre con cuidado, sacando de su interior una tarjeta doblada en dos partes iguales, sus bordes eran dorados con detalles delicados, la reina de Corona supuso inmediatamente que su amiga no había tenido que ver mucho en eso. Dentro de la tarjeta letras doradas en cursivas los invitaban a su boda.

De parte del reino de las Islas del Sur
y de las tierras del clan Dunbroch
se extiende la presente invitación a
los reyes y Lords del reino de Corona
para el matrimonio de
su alteza real el principe Hans de las Islas del Sur
con su
alteza real y heredera al trono
la princesa Mérida Dunbroch
a celebrar en el...

 

Rapunzel no pudo continuar leyendo, no le interesaba la demás información, ni dónde sería o cuando se celebraría, sus ojos solo repasaban una linea sin cesar, como si cometiera un error al entender sus letras, las releía con ahínco mientras esperaba que en una de esas las palabras cambiarán, pero para su infortuneo continuaba tal cual.

El principe Hans de las Islas del Sur

La reina de Corona conocía muy bien ese nombre, aunque muy dentro de ella esperaba equivocarse.

 

Chapter 17: Capítulo XVI - Desconfianza

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Capítulo XVI
Desconfianza

No pudo descansar, se habían separado hace un poco más de dos horas y seguía igual de entusiasmada, como si siguiera volando por los cielos nocturnos abrazada de Jack, oculta del mundo y segura entre sus brazos, Elsa recordaba su aroma fresco como si aun estuviese a unos centímetros del guardian, al igual que la sensación y cosquillas que le causaba su cercanía, pero la realidad era que llevaba tiempo sola en su habitación. Giró sobre si misma sobre su cama buscando acomodarse para conciliar el sueño, pero la luz del exterior se filtraba por las gruesas cortinas sin dejarla descansar, y un golpeteo singular en la puerta le decía que ya no podría intentarlo.

- ¿Hermana? - dijo Anna asomando la cabeza por el portal - ¿Sigues dormida?

- No, Anna - respondió desde la cama acomodandose para recibirla

- ¿Sigues acostada? ¿Te sientes bien? - preguntó Anna apremiada, llegando al lado de la platinada en dos segundos

- Si, tranquila, hermana. - la calmó mientras se levantaba, se encaminó hasta el armario de la habitación buscando algun vestido cómodo para cambiarse - Anoche fui al polo norte, supongo que seguía agotada por el viaje - comentó alistando las prendas sobre un taburete acolchado

- ¿Al polo norte? - preguntó confundida - ¿Al taller de Santa?

- Ujum... - asintió con su cabeza con serenidad mientras se colaba tras él biombo de madera

- ¿Fuiste tu sola? - inquirió curiosa con una enorme sonrisa mientras se acomodaba en la cama

- La verdad es que acompañé a Jack, tenía algo de que hablar con Norte - aclaraba mientras depositaba con cuidado su ropa de dormir sobre él biombo y agarraba la de día del pequeño asiento - y de alguna manera termine hablando con él sobre muchas cosas

- ¿Con Jack?

- No, con Norte - corrigió - me dió un pequeño obsequio, aún no entiendo bien que quiso decir pero supongo que... - comentaba aunque Anna no le tomaba mucha atención, después de escuchar sobre la pequeña vuelta por el polo de su hermana con el guardian, la reina esperaba habría pasado algo más

- ¿En qué momento se fueron ustedes dos? - inquirió Anna, Elsa se asomó por la cortina de madera regalandole una mirada confusa, con el entrecejo levemente fruncido

- ¿Escuchaste algo de lo que dije? - le reprochó con su usual aplomo

- Si - afirmó risueña

- ¿Tomaste atención? - rectificó algo más seria

- Algo así - asintió con la misma expresión. Elsa rodó los ojos y volvió tras él biombo después de un sonoro suspiro

- Te decía que Santa comentó sobre una ceremonia de guardian, donde se me confiere en un acto solemne la responsabilidad de ser guardiana de las infancias - le explicaba nuevamente mientras salía de detrás de la cortina con un vestido fresco de tono turquesa - es algo pequeño la verdad, bastante modesto y breve, pero pensé que querrias estar ahí - dijo tomando las manos de Anna

- ¿Quieres que esté ahí? - inquirió conmovida

- Por supuesto, Anna, me encantaría que estuviese ahí junto a tu familia - le sonrió

- También es tu familia

- Lo sé, - la calmó - pero es tuya - repitió sin buscar ofenderla, demostrando que a pesar de los hechos no se sentía desplazada - le comenté a Norte que me gustaría que fuese en el bosque encantado - agregó - me aseguró que haría lo que esté a su alcance - dijo alejándose de su hermana hasta el tocador

- Yo quería ir al polo... - murmuró Anna no muy de acuerdo

- Por el bien de la Navidad no puede ser así - bromeó - Y bien, qué te trajo aquí - comenzó a peinar sus cabellos 

- Oh, si, ¿Has visto a Jack? Elsa lo ha estado buscando desde el desayuno para jugar

¿Jack? ¿Porqué debería saber dónde está? - inquirió con cautela

- Por qué tú lo viste por última vez - respondió cantarina y burlesca

- Pero eso fue hace unas horas, Anna - respondió ignorando el tono que había empleado la reina

Pero a pesar de las palabras y el tono distante y despreocupado que intentaba emplear Elsa, la verdad era que un desagradable vacío había comenzado a crecer en su pecho al escuchar que Jack no estaba, rápidamente intento buscar alguna excusa en su cabeza, pero ni una de las posibilidades que imaginaba la podía consolar.

- Quizás está haciendo sus deberes, es un guardian al fin y al cabo - murmuró como respuesta, volviendo a iniciar con la trenza que intentaba hacer en sus cabellos - yo también debo hacer los míos - agregó dándole un vistazo a su hermana a través del espejo

- ¿También te irás? - preguntó en un reproche - pero si acabas de llegar del taller de Santa - le reclamó

- Me refiero al bosque encantado - le corrigió - volveré al atardecer, Anna - le prometió girando en el taburete para mirarla directamente - aún tenemos mucho de qué ponernos al día - la tranquilizó

- Podrías esperar a que Jack vuelva - comentó volviendo a su tono juguetón, la guardiana volvió a girarse hacia el tocador algo turbada - para que te acompañe - le sonrió con falsa inocencia, Elsa cerró los ojos mientras agarraba el puente de su nariz - puedo verte por el espejo, hermana - le recordó

- Lo sé. - mintió mientras recomponía su expresión - No puedo esperar a Jack, no sabemos si volverá o no - respondió luego

- Oh, claro que volverá - aseguró Anna sin borrar la sonrisa traviesa de su rostro

- ¿Cómo estás tan segura? - inquirió escéptica, tratando de continuar con su rutina con naturalidad, pero la torpeza en sus manos era evidente

- Solo lo estoy - respondió con un trasfondo mayor de lo que expresaba - tiene razones para hacerlo - agregó en una especie de pista, como si leyera las dudas de la platinada

- Aún si volviese, y no estoy diciendo que lo haría, no sabemos a qué hora llegará, - comentó mientras volvía darle frente - y seguramente me esperan mucho deberes acumulados por estos años, no deseo retrasarme

- Es que no quiero que vayas sola - comentó con exagerada preocupación - ¿Y si algo sucede y no hay nadie ahí para ayudarte?

- Anna, soy perfectamente capaz de defenderme por mi misma - respondió algo divertida, tratando de aliviar a su hermana

Elsa se levantó del taburete volviendo al lado de la reina, sentándose a un lado de ella en la cama deshecha.

- La última vez te congelaste - argumento en un reproche

- No me trates de manipular, Anna, puedo ver tus intenciones tras tus palabras - le sonrió negando con la cabeza - pero si te hace sentir más tranquila, puedes pedir a Jack que me alcance una vez que llegue

- Oh, es una muy estupenda idea - sonrió Anna - pediré que te hagan algo para comer para el viaje - asintió poniéndose en pie

- No es necesario, Anna

- Déjame consentirte, no lo he hecho en años - le reprochó con dulzura

Elsa asintió mientras la otra abandonaba la habitación, estaba consiente de los años y meses transcurridos, aunque ella no los sentía así, eso a veces le hacia olvidar que los demás la extrañaron, en especial su hermana.

Por otro lado la reina se fue satisfecha, quizás las cosas no se habían dado como ella había planeado en un principio, pero definitivamente el resultado le alegraba de todas formas, y aunque en un momento se vio obligada a utilizar la carta de la preocupación, esa sensación no era del todo falsa, realmente le angustiaba la idea de su hermana sola por algún lugar.

Después de comer algo y pasar un tiempo junto a su sobrina y Olaf, Elsa se despidió para partir hacia la tribu de los Northuldra, Anna le había entregado un pequeño paquete envuelto en tela con algunas frutas y emparedados, luego la guardiana bajó por las piedras que rodeaban el muro del palacio como rompeolas, hasta llegar al oceano bajo sus pies, Nokk se materializó frente ella esperando ser tocado por la magia de la platinada.

Mérida navegaba sobre el elegante navío de las islas del sur, la cubierta era de madera pulida y barnizada, tan limpia y reluciente que el sol brillaba con fuerza sobre ella, reflejándose como si fuera un espejo opaco, la brisa fresca traía consigo la humedad salada del océano, escondiéndose en sus cabellos rojizos y alborotandolos aún más de lo que ya eran naturalmente, a su lado Runa admiraba la vista de la vastedad frente de ellas. Llevaban unas horas de viaje, habían zarpado temprano en la mañana, con el sol apenas asomándose por el horizonte, aunque no significó mayor esfuerzo para la princesa, la cual no había podido dormir nada la noche previa.

Mérida no sabía que hacer, Hiccup se le había declarado, le había dicho que la amaba y lo repitió cuando ella pensó delirar, aún así la princesa lo había rechazado, lo había echado y espantado con su carácter explosivo y rudo, incapaz de procesar las palabras del castaño, furiosa y destrozada por los giros de la vida, desolada por sus decisiones y consecuencias, sentía que desde la noche anterior su corazón no habia parado de retumbar en su pecho y su estómago se habia llenado de plomo impidiendole tragar con tranquilidad.

- ¿Piensas decirme dónde fuiste anoche? - preguntó Runa en voz baja, buscando solo ser escuchada por su amiga y no por los marinos que se paseaban el exterior de la cubierta

- ¿Sigues con eso? - inquirió rodando los ojos - Ya te lo dije, solo salí a tomar aire - se excusó

- Tu madre y yo te buscamos por horas - le reprochó

- Y no entiendo el porqué, todo estaba bien

- Dejaste solo a tu prometido - le recordó

- Tendré la vida para compartir con él - murmuró desviando la mirada

- Suenas como una novia muy feliz - ironizó

- No me llames así, aún faltan semanas para que sea la novia - le corrigió

- Deberías ser más sincera con él, la honestidad es la mejor política, a Burns y a mí nos funciona bien - comentó encogiéndose de hombros

- Estoy segura que ese no es su nombre - dijo entre dientes - ¿De qué política me estás hablando con eso?

- No te burles, el no escogió llevar ese nombre - lo defendió

- Como sea, tus gustos son terribles tanto en nombres, como en hombres - rió la colorina negando con la cabeza

- Tu prometido también tiene patillas - se defendió

- Si, pero no las lleva por nombre - rió a carcajadas

- ¿Y si mejor me dices dónde estuviste anoche? - inquirió cambiando el tema

- Oh vamos, Runa, nos estábamos divirtiendo - se quejó con falsedad

La princesa se había negado en mencionar palabras sobre lo sucedido, por lo menos hasta que ella misma supiera que hacer con ello, prefería guardar cuánto la lastimaba la declaración, más de lo que podía pensar, más de lo que la había conmovido, no se sentía digna de que la quisieran debido a las razones por las que se iba a casar, con otro hombre, uno al que no quería, uno al que solo toleraba, uno que decia amarla.

- ¿Alguna vez te hablé del Ahtohallan? - preguntó sin despegar los ojos del océano, Runa la observó sin entender lo que la princesa decía

- ¿Sobre qué? - quiso saber

- Es un glaciar oculto en el mar oscuro, el Ahtohallan - decía en voz baja, sin buscar ocultar nada, absorta en sus recuerdos

- ¿También estás buscando cambiar el tema? - inquirió con una risa entre dientes

- Elsa decía que ahí está toda la verdad de la humanidad, que las memorias se ocultan y esconden entre las aguas congeladas de sus muros - continuó Mérida sin tomar atención a la pregunta previa - cuando era más joven pensaba que era grandioso, un lugar en que las mentiras no existen, en que no interesa si duele o si es fea, la verdad siempre estaba por delante, pero Elsa siempre decía que no por eso estaba bien, a veces las mentiras nos protegen del dolor...

Runa observó a su amiga, sabía que algo le pasaba, también sabía que no solo había salido a tomar aire, por muy furia nocturna que fuera el dragón del jinete, por muy sigiloso y afin con la noche que fuese, nada podía escapar a la mirada de la rubia, quién había visto alejarse a ambos del castillo por los cielos estrellados a altas horas de la madrugada. Runa sabía que Mérida se había visto con el vikingo hacia unas horas.

- El mar te pone algo melancólica... - bromeó, para luego comentar con algo más de tacto - Hace mucho que no hablas de Elsa

- Si, supongo - respondió apresuradamente - la extraño, era estirada y más pomposa que Hans, pero siempre sabía que decir

- O qué no decir. - agregó Runa - Si, yo también la extraño, aunque no traté mucho con ella en su tiempo, es que era algo...

- ... ¿Reservada? - dijeron ambas al unisono soltando una leve carcajada

- Si, pero era buena amiga - suspiró Mérida - si aun estuviese las cosas serían algo diferentes

- ¿Qué tan diferentes?

- No lo sé, no serías la única que tendría que soportarme - bromeó empujándola con suavidad en un gesto bromista

- ¿Entonces estaría en mi lugar en este viaje? - bromeó junto con ella, Mérida rió

- No, no creo que hubiera venido - respondió después de reir - por alguna razón Arendelle no tiene lazos con las Islas del Sur

- ¿Por qué? - inquirió

- No lo sé - respondió encogiéndose de hombros - no me interesaba mucho la razón por ese entonces, no era de mi incumbencia - agregó bajandole el tono con un ademan de mano

- ¿Y ahora? Hans es principe de esas tierras, tu reino tiene buenas relaciones con Arendelle ¿No será eso causa de discordia?

- Creo que Hans me lo hubiese dicho cuando hicimos las invitaciones, Arendelle es el primero en la lista - comentó acomodándose en el barandal de madera - quizás solo es un asunto con sus padres, ellos son los reyes de esas tierras actualmente - argumentó con tranquilidad - y no viviremos en ese reino

- Bueno, si, puede ser que tengas razón - aceptó no muy convencida - de todas formas creo que es un tema que deberían tratar directamente

Mérida suspiró volviendo su vista al frente, su amiga tenía razón, aunque debía hablar de otras cosas más con su prometido, aún así no se altero ni apresuró, aun quedaba más de un dia de viaje y otros cuantos más antes de zarpar de vuelta a las tierras de Dunbroch, por lo que esperaba encontrar algun momento, una pequeña carta que pensaba guardar como un salvavidas para alguna incomoda futura ocasión.

El dia se había hecho corto y el atardecer ya se hacía presente en el cielo, las nubes tomaban un tono rojizo/anaranjado, al igual que el celeste del cielo se oscurecia y transformaba en colores cálidos que lo inundaban, Elsa lo admiraba tranquila entre la espesura del bosque, a través de las ramas de las copas de los árboles, sus labores ya habían terminado, descubriendo que todo había tomado su curso en su ausencia, el bosque continuaba igual de protegido por el pueblo del sol como siempre lo habían estado y los espíritus habían sabido sobrevivir en una pacífica armonía con el mundo sin la necesidad de la presencia del quinto espíritu, aún así la guardiana habia decidido recorrer sus alrededores. Elsa se había reunido con la tribu apenas volvió al bosque encantado, necesitaba hablar con Yelena, dentro de todos era la que mayor afinidad espiritual tenía, además de ser la líder,  y había hecho bien en hacerlo en primer lugar, porque apenas intercambiaron palabras fue que la guardiana supo todo lo que había acontecido tras la neblina, la cual había cumplido con su propósito; proteger el bosque.

La reina de las nieves tomó asiento en un claro entre los árboles, a su lado bruni ya se había bajado de sus ropas, esperando que Elsa abriera el paquete que Anna había mandado a preparar en la mañana, expectante por algo de comer.

- Anna nos envió esto para merendar - le informó mientras estiraba la pequeña tela sobre el césped - veo que te gustan las uvas - sonrió al ver a la salamandra agarrar una de un racimo

Bruni agarró la fruta con su ocico metiendola completamente en él, luego sonrió con sus brillantes ojos.

- ¿Holgazaneando su magestad? - interrumpió Jack tras ella con su habitual tono burlón - pensé que tenías trabajo pendiente - bromeó

- ¿Jack, volviste? - preguntó extrañada regalandole una suave mirada, pero con una pizca de alegría asomándose en su rostro

- Si, Anna dijo que esperabas que te alcanzará - mencionó

- Bueno, no fue tan así como Anna dijo, pero es reconfortante tu compañía - corrigió con serenidad - ¿Algo interesante?

Jack estaba agotado, había pasado gran parte de la mañana ocupado, aún así apenas había terminado con sus labores, voló nuevamente hasta el reino, porque la realidad era que aunque Norte no le hubiese encargado cuidar a Elsa, iría de todas maneras, Jack la había extrañado más de lo que pensaba.

- No, nada - respondió acercándose y sentándose a un lado de la platinada - solo había que mantener el invierno en algunas zonas, no lo hace por si mismo - agregó sin importancia - ya sabes, mi trabajo

- Ah, así que si trabajas - comentó aun con el mismo aplomo, pero con la burla en la punta de sus labios

- Recuerdo claramente como una antipática reina de las nieves me supervisaba cuando lo traje a Arendelle - mencionó

- ¿Si? Me pareció más bien una burda excusa para divertirte - comentó divertida mientras le ofrecía fruta - ¿Gustas? - Jack declinó con un gesto

- Tu eres la que está aquí sentada comiendo - contrarrestó apuntando con sus manos estiradas el pequeño bulto sobre el césped

- Es que ya terminé con mis deberes - se excusó

- ¿Los de cuatro años? - inquirió algo escéptico - ¿Tan rápido? Qué eficiente

- Bastante ¿Verdad? - respondió con una amplia sonrisa, Jack negó

- ¿Estabas esperándome? - inquirió luego de un cómodo silencio mientras paseaba la vista por los árboles - no tenías que hacerlo

- Había olvidado lo presuntuoso que eras - dijo entre risas

- ¿Cómo es posible que olvides algo tan esencial de mi? - se burló - ¿Debo sentirme ofendido?

- Quizás - continuo riendo

Porqué con Jack, Elsa siempre reía.







Chapter 18: Capítulo XVII - Westergård

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Capítulo XVII
Westergård

Anna y Elsa paseaban por los jardines del palacio, iban tomadas de los brazos mientras charlaban, más bien la cobriza lo hacía, la guardiana, a falta de tiempo la tarde anterior, tan solo escuchaba atentamente algunas de las historias que se había perdido durante esos años. Las hermanas se habían pasado gran parte de la mañana en el jardín hablando, una vez terminaron de desayunar la reina raptó a la platinada ignorando cualquier replica de esta u otras personas más, ignorando en especial a uno, Anna habia esperado bastante, habia sido bastante paciente y les habia dado bastante espacio y tiempo a ambos, ahora era su turno, aunque eso significara robarasela toda la mañana.

Había hablado de muchas cosas, Anna le había contado como había sido la reconstrucción del pueblo y el palacio, el nacimiento de su sobrina, sus primeras palabras y sus primeros pasos; el lazo que habían hecho con los demás reinos y sus lideres; el apoyo de los guardianes durante esos años; las visitas del abuelo Pabbie y los demás trolls; la nueva novia de Sven; el nacimiento de Holly, entre otras cosas más, Elsa escuchaba emocionada como es que su familia se habia levantado desde los escombros y la desolación.

Pero uno de los acontecimientos la asombró sobre todo lo demás.

- ¿Qué está comprometida? - exclamó completamente anonadada - ¿Mérida? - quiso verificar. Anna asintió - ¿Con quién? - inquirió luego

- Con Hiccup no, no por ahora - respondió

- ¿Hiccup? ¿Qué tiene que ver Hiccup aquí? - inquirió aún más confundida

- Oh, si, ellos se aman - dijo directamente, Elsa seguía sin poder procesar tal información

- ¿Mérida? - quiso confirmar una vez más, aún sin creer en las palabras de la cobriza

- Ya te dije que si, hermana. - respondió Anna riendo

- ¿Y no se casará con él? - preguntó verificando entender lo que su hermana le explicaba

- Exacto, se casará con un tal Heinz - le aclaró Anna, Elsa la miró sin pestañear para luego tomar asiento en una banca cercana

- No comprendo

Anna tomó asiento junto a Elsa sin parar de reír, le divertía la expresión de su hermana, luego le explicó con mayor detalle a lo que se refería y las cosas que ella sabía habían pasado entre ambos, como se fueron acercando con el tiempo y como luego renegaban lo que les provocaba la presencia del otro.

- ¿Pero ella no ha dicho nada? - Anna negó - ¿Y cómo están tan seguros de lo que sienten por el otro?

- Ay, Elsa, - se quejó Anna - es tal cual como verte a ti con Jack - rió, Elsa abrió sus ojos sintiendo el calor subir por sus mejillas, Anna se carcajeo con más fuerzas por ello

- Qué estás diciendo, Anna - negó con ahínco - No sucede nada entre nosotros - afirmó rehuyendo con disimulo la mirada

- ¿Segura? Desde que volviste casi no se han separado - comentó sugerente

- No exageres, han pasado tan solo un par de días, además él es un guardian, al igual que yo, solo está...

- Por favor, Elsa, hermana, no me dirás que está haciendo su trabajo - la detuvo adivinando el siguiente argumento de la platinada

- ...Solo está haciendo su trabajo. - continuo de todas formas - ¿Por qué insistes tanto con ello? Si mal no recuerdo te parecía encantadora la idea de Jack con la Hada de los dientes - Anna rodó los ojos, luego negó sin aguantar otra risa

- Eso fue hace tanto que ya ni lo recuerdo - respondió - solo son amigos Elsa, siempre lo han sido - afirmaba quitándole importancia, recordando como es que antes también ella misma lo pensaba - Espera... - se detuvo luego, evaluando lo que diría en su cabeza, su expresión cambio a una algo más seria para luego mutar en una mueca sugerente y traviesa - ¿Eso son celos?

Elsa abrió la boca buscando refutar, buscando responder algo, pero ni un sonido abandonó sus labios, muda ante la pregunta.

- ¡Lo sabía! - exclamó con una enorme sonrisa en el rostro, poniéndose en pie de un brinco - ¡Son celos, son celos! - continuó celebrando

- No, Anna, basta - trató de calmarla - no es para nada lo que crees - la detuvo tomando sus manos, con un impulso la atrajo nuevamente hasta donde ella, haciéndola tomar asiento - solo pensé que con los años eventualmente ocurriría

Anna volvió a reír, por más palabras que su hermana utilizará el sentido era el mismos.

- Estás celosa - repitió nuevamente sin borrar la enorme sonrisa de sus labios

- Anna, es ridículo - negó

- Oh, vamos, solo admitelo, te agrada - la instó, Elsa pareció pensarlo por un momento para luego responder

- Si, me agrada, pero no como tú piensas Anna, no todo es romance, yo no siento lo que tú crees y seguramente Jack tampoco lo siente

- Pero hermana...

- Cuéntame más sobre este Heinz - la interrumpió tratando de volver a su compostura habitual, disimulando la ansiedad que le causaba hablar de lo que sentía por Jack - ¿Es alguna clase de noble?

Anna suspiró agotada, Elsa no iba a admitir nada, su hermana era demasiado reservada con sus cosas y aunque en los últimos años antes de que se congelara su relación había mejorado bastante, eso no cambiaba lo esencial en la platinada; siempre sería cautelosa.

- No te lo imaginas - respondió aceptando el cambio de tema - es uno de los hermanos de Hans

- ¿Qué? - exclamó aún más atónita que con todo lo demás - ¿Un hermano de Hans? - repitió, Anna asintió - ¿Hans Westergård de las Islas del Sur? - específico

- ¿Westergård? - murmuró

- Es su apellido, Anna

- ¿A si? - preguntó aún procesando

- ¿Te ibas a casar con él y no sabes su apellido?

- Eso ya no interesa - negó haciendo un gesto de manos - Pero si, él mismo

Elsa guardó silencio, su expresión de asombro había abandonado su rostro siendo reemplazada por una mueca sería, su entrecejo estaba fruncido y sus labios apretados en una línea.

- ¿Sucede algo? - inquirió Anna preocupada

- Quizás me equivoque... - murmuró Elsa no muy convencida de sus primeras palabras - pero estoy segura que ni uno de los príncipes de las Islas del Sur lleva ese nombre

- ¿Qué dices?

- Cuando fue mi coronación supervisé todas las invitaciones que se extendieron a los reinos vecinos - recordó - conocía cada nombre y cargo que ostentaban, como de qué tierras procedían, incluso de quienes no asistieron... Sus majestad el rey Anker y la reina Amelia; el principe Caleb y su esposa la princesa Agnes; el principe Lars y su esposa la princesa Helga... - enumeraba mientras los nombraba, Elsa recordaba todos los nombres, lo habia hecho debido a los nervios por la coronacion, luego de los acontecimientos ocurridos con el menor de los príncipes procuró nunca olvidarlos - y los once príncipes restantes; Rudi, Runo, Franz, Jurgan, Erik, Klaus, Sten, Herald, Maggnus, Elnar y Hans... - terminó dándole una mirada preocupada a Anna - No hay un tal Heinz... ¿Estás segura de su nombre?

- No lo sé en realidad, Hiccup nos contó - murmuró considerando la información - aún no nos llega la invitación

Mientras, no tan lejos del reino, a otros reyes ya les había llegado tal invitación la mañana del día anterior. Rapunzel y Eugene habían decidido emprender una fugaz visita a sus amigos, los reyes de Arendelle, movidos por la absoluta preocupación por cierta princesa de cabellos rojizos, que al parecer llevaba un compromiso del todo inadecuado con la persona incorrecta, y vaya que era incorrecta, por lo mismo, ambos reyes de Corona, habían resuelto confirmar sus sospechas de primera fuente, dejando el reino a cargo de los antiguos monarcas y zarpando como familia la misma mañana en que llegó la invitación.

Apenas el barco atracó en el puerto de Arendelle esa tarde, los reyes descendieron camino al palacio, el trayecto desde el navío hasta el castillo se componía de un par de minutos, pero por primera vez la sensacion se tradujo en una eternidad, Rapunzel sentía que el camino se alargaba y que incluso ellos mismo aportaban con un lento andar, aunque no fuese así, de todas formas la familia real del reino de Corona llegó al castillo solicitando una audiencia con su magestad Anna, poco sospechaban de la sorpresa que iban a encontrar.

Anna se asomó por las grandes puertas de madera del salón, su expresión solo expedia absoluta y genuina felicidad, les sonrió a los recién llegados con euforia, ansiosa, apenas capaz de saludar antes de hacer entrar a Elsa con un suave jalón de las manos, la impresión y el reencuentro no se hizo esperar.

La primera fue Rapunzel, quien tan solo inhaló profundamente conmovida antes de abrazar a su prima, nunca habían sido de mucho contacto, Elsa solía ser bastante reservada y distante, pero el anhelo y la emoción las hizo fundirse en un profundo abrazo cálido. Eugene se acercó a ambas, aún con la pequeña princesa de Corona en sus brazos, el reencuentro entre la guardiana y el rey de Corona fue más protocolar, Elsa se había visto atrapada por la imagen tierna y diminuta de la hija de su prima, un pequeño rayito de sol y alegría que permanecía dormida y envuelta en los brazos de su padre.

Después del reencuentro, las preguntas no se hicieron esperar, y no fueron presisamente por las que habian ido en primer lugar hasta Arendelle, la impresion les habia hecho olvidar momentaneamente el motivo por el cual habian ido hasta el reino, en se instante les abrumaba más la amenaza del señor de las tinieblas, y aunque Anna ya les habia hecho llegar una carta informando de la volatilidad de madre naturaleza, seraphine seguia siendo una amenaza latente para los reyes de Corona, el regreso de la quinta espiritu les generaba tanta emocion como temor.

- ¿Y qué los trae por aquí? - preguntó Anna una vez pasado más de dos tercios de hora, la conversación se había extendido más de lo que pudieron sentir - ¿Van a algún sitio?

Tan solo esa pregunta bastó para traer a colación el motivo de la visita. Rapunzel buscó entre las cosas que traía un pequeño sobre claro, era bastante elegante y sobrio a la vez, el cual extendió hasta Anna sin mediar palabras, la cobriza tomó el sobre entre sus manos examinandolo superficialmente, el sello del clan Dunbroch seguía pegado en un extremo de la tapa del sobre, compartió una cómplice mirada con su hermana.

- ¿Qué es esto? - preguntó hacia su prima

- Llegó ayer, es la invitación a la boda - respondió Rapunzel

Anna volvió a concentrarse en el sobre, la charla previa con Elsa por la mañana le trajo un sabor amargo a la boca, que se extendía y baja por su esófago hasta volverse un peso en su estómago, abrumada de que la memoria de la guardiana no fallara y que la visita de su prima no significara algo más. Anna sacó con rapidez la tarjeta del interior, estaba doblada en dos perfectas partes y era tan gruesa como el género, sus bordes dorados pertubaban a Elsa, no era propio de su amiga, los años entre ellas no la podía haber hecho cambiar hasta el punto de preocuparse por esos detalles pomposos y refinados, como solía denigrarlos la colorina, por otro lado Anna intuía que la princesa del clan no tuvo mucho que ver en aquella pintoresca carta. Sin preambulos abrió la tarjeta, en su interior letras doradas con un tenue relieve les informaba el porqué de la visita de los reyes de Corona.

(...)
el matrimonio de
su alteza real el principe Hans de las Islas del Sur
con su
alteza real y heredera al trono
la princesa Mérida Dunbroch ...


Un escalofríos recorrió la espina dorsal de Anna, la pesadez que la invadía se volvió insoportable, su estómago se apretaba y el aire le faltaba, era Hans.

Siempre había sido Hans

- Ese lunático infeliz - siseó furiosa - ¡Qué se cree! - exclamó ahora mientras inspeccionaba con mayor detalle el papel - ¡Qué se cree! - repitió de nuevo poniéndose en pie

- Bien, creo que si era su ex - murmuró Eugene hacia su esposa

- Anna, cálmate - le pidió Elsa levantándose hasta donde su hermana

- ¡Elsa, tenemos que hacer algo! - exclamó aún fuera de si, la platinada tomo sus manos que estaban agitadas para luego apretar contra las suyas en un gesto de presencia

- Y por supuesto que lo haremos - le aseguró - solo no te alteres así

- ¿Cómo no estar alterada? - dijo en un quejido - ¡Se va a casar con él ser más repudiable que conozco!

- Nadie dejará que se case con él - interrumpió Rapunzel - es por eso que estamos aquí

- Hablaré con Kristoff - resolvió rápidamente - esto no se va a quedar así - declaró muy segura de sus palabras

- Te acompaño - inquirió Elsa siguiéndola junto a los demás que se ponían en pie

El rey de Arendelle solía pasar las tardes en el granero del palacio, a pesar de su refinado estilo de vida actual, el rubio no podía deshacerse de sus costumbres sencillas y de orígenes humildes, las cuales siempre disfrutaba y enseñaba a su hija, de todas formas lo que solía decir una muy peculiar y excéntrica princesa de cabellos rojos era muy cierto; princesa o no, es cruciar aprender de los renos, o algo así recordaba él.

- Papi, ¿Cuánto falta para que nazca el bebé? - preguntó la pequeña princesa mientras se paraba de puntillas sobre el heno para ver sobre la barandilla de madera, sujetándose apenas con sus manos, teniendo una ocupada con su nuevo peluche

- Oh, mucho solecito, quizás unos seis meses - respondió - son animales grandes, necesitan crecer bien para enfrentar el mundo

- Ahhh, eso es mucho tiempo - se quejó con ternura

- Tiempo suficiente para que pienses en un nombre - le animó Jack a su lado - y no me digas Rodolfo, no lo soportaría

- Solo hay un Rodolfo el reno, tío Jack - le recordó Elsa - y es de Santa

- También estan Dasher, Dancer, Vixen, Prancer, Cupid, Comet, Blitzen y Donner - enumero Olaf con sus ramitas, repitiendo algunas a falta de más

- Si, - Jack alargó la palabra - esos también están vetados

- Me gusta Einar - dijo la princesa decidida - ¡Sven, te gusta Einar! - preguntó en una exclamación, soltando la valla y poniendo sus manos alrededor de su pequeña boca, el pequeño muñeco rosa cubría parte de su rostro

- ¡Me encanta! - respondió Kristoff por él, agravando su tono, fingiendo la voz como de costumbre - Es un bello nombre

- ¿Y si es hembra? - inquirió Jack

- Aún falta mucho para saberlo, ten paciencia tío Jack - respondió Elsa con tono infantil provocando una carcajada en los demás

- Bueno, tiene mucha razón - la apoyo el rubio siendo interrumpidos por la llegada del grupo hasta los establos

- ¡Tia Punzie, tío Eugene! - exclamó la pequeña dirigiéndose donde ellos

- Pequeña Elsa, hola ¿Cómo estás? - la saludó Rapunzel agachándose hasta la altura de la menor

- Hola, miniatura - la saludó Eugene

- Elegíamos nombres para Einar el reno - respondió apuntando hacia el corral

- Oh, ya veo que eligieron uno - le sonrió echándole un vistazo amistoso - ¿Qué traes ahí contigo, linda? - preguntó Rapunzel curiosa por la pequeña criatura de felpa en las manos de la princesa - ¿Es un pingüino?

- Oh, si, es la Dame Jorgenbjorgen - respondió elevandola sobre su rostro, mostrando su nuevo peluche favorito - me lo trajo tío Jack

La quinto espíritu observaba conmovida y fascinada al pequeño muñeco de felpa, era algo más chiquitito y de tono rosa, llevaba una capa violeta y sus ojos eran un botón rosa pálido y un guiño bordado, una diminuta versión de lo que alguna vez fue su íntimo compañero en su infancia, era diferente pero la escencia se mantenía.

- Sir Jorgenbjorgen... - musitó absorta

- Se parecen ¿Verdad? - le sonrió Anna a su lado - Jack se lo trajo antes de ir por ti al bosque - agregó con tono sugerente

- ¿Qué están murmurando ustedes dos? - las interrumpió Kristoff, quién había notado la expresión de apuro en su cuñada, quien articuló un mudo gracias hacia él

- Oh, Elsa comentaba lo tierno que es la pequeña dame Jorgenbjorgen - comentó en voz alta, dejando obsoleta la ayuda que le había prestado su esposo a su hermana

Rapunzel y Eugene intercambiaron miradas, no necesitaban explicaciones para atender las tretas de Anna, lo había hecho varias veces con Hiccup y Mérida, siempre era igual de extrañas e infantiles, pero por alguna extraña y ridícula razón, de alguna forma u otra, siempre terminaban funcionando. Una sonrisa cómplice apareció en los labios de ambos reyes, divertidos del nuevo objetivo de la cobriza, definitivamente uno más personal y emocionante para esta.

- Ah, así que el tío Jack está dando regalos - dijo Eugene - yo también quiero uno, tío Jack - se burló

- Yo no estoy dando regalos - refutó el guardian frunciendo en ceño divertido

- Si, yo también quiero uno, tío Jack - lo secundó su Rapunzel - Holly también

- Seguramente Elsa también quiere uno, tío Jack - acotó nuevamente Flynn apuntando hacia la guardiana - podrías llevarla a qué escoja uno - insinuó con sorna

- No, no está dando regalos, - los detuvo la pequeña princesa de Arendelle para alivio de su tía, interponiendose entre el grupo - solo me los da a mi - afirmó con el semblante serio - es mi tío Jack, no el de ustedes - se quejó cruzándose de brazos en una infantil pose lo que desató una ola de carcajadas

- Bien princesita - la tomó su padre en los brazos - se puede decir que llevas razón - le sonrió para luego dirigirse a los demás - Eugene, Rapunzel, me alegra verlos, ¿Qué los trae por aquí?

Los cuatro recién llegados compartieron miradas, dejando atrás las risas y el buen momento, habían cosas más importantes que tratar. Rapunzel miró a Anna en silencio, notando nuevamente la preocupación en su rostro, expresión que no pasó desapercibida por los demás.

- ¿Sucede algo, Anna? - preguntó Jack dejando su tono travieso de lado

- ¿Anna? - inquirió Kristoff

- El prometido de Mérida es Hans - reveló para sorpresa de su esposo y el guardian - tenemos que impedir esta boda - afirmó con seguridad

Hiccup surcaba junto a Chimuelo sobre los cielos despejados y estrellados de las tierras frías del norte, estaba unas cuantas millas de Berk, y aunque se sentía destrozado y deseaba estar solo, también necesitaba la compañía de otras personas, apoyo de quienes consideraba su familia, y aun que quería aplastar contra el rostro de cierta persona el resultado del insulso plan, no deseaba ver a sus amigos de otros reinos en ese momento.

Su viaje hacia Dunbroch había sido un total y terrible error, las cosas no salieron como esperaba y ahora sentía que un enorme muro de distancia se había edificado entre el lider de berk y la princesa del clan. Hiccup se había declarado y contrario a lo que Jack y Anna habían imaginado, la realidad le había dado de golpe en la cara del vikingo, al cual la colorina solo le había dado un certero rechazo, y no había otro culpable que él mismo, nadie lo habia mandado a obedecer el absurdo plan del infantil guardian de la diversión, ni lo habian obligado a creer en las palabras de la optimista y ensoñadora reina. Si, definitivamente Hiccup se lo había buscado.

Una vez Hiccup se declaró, esperaba una respuesta de la princesa, no tenía claro qué sería, pero anhelaba que le correspondiera, aunque contrario a sus deseos, Mérida solo rompió el contacto físico, deseosa de volver al castillo, al castaño no le quedó más remedio que volver junto a ella hasta la torre donde habia iniciado todo aquello, la despedida ni siquiera tuvo lugar, el silencio fue todo lo que le siguió a la charla.

Berk seguía despierto en medio del océano, las luces de las fogatas y velas iluminaban al pequeño pedazo de tierra en medio de la oscuridad del mar, siluetas gruesa cruzaban y se deformaban por el movimiento incandescentes de las llamas, un suspiro suave abandonó su pecho ante la imagen, una pequeña sensación de calma lo invadió, tan familiar como su gente.

Una vez en la isla, Hiccup no perdió tiempo, lo primero que hizo fue hablar con su madre, para luego buscar a su mentor, Bocón, el vikingo había pasado varios días fuera de la tribu y debía ponerse al día con sus deberes como jefe, no podía fallar, y no lo hacía, a pesar de sus constantes viajes y escapadas, el jinete poseía gente de confianza con quién contar, poseía un pueblo fiel y un liderazgo fuertemente reconocido, Hiccup nunca le fallaría a su familia.

Pasadas las horas y habiendo recorrido sus tierras pudo terminar con los pendientes que quedaban, todo funcionaba perfectamente, al igual que los engranajes de un reloj.

- Así que están cubriendo la zona sur - quiso confirmar mientras tomaba un trago grande de su vaso, echándole una mirada de reojo al viejo amigo a su lado

- Si, Brutacio encabeza las filas - afirmó Bocón sentado a su lado - supusieron que si fuiste al norte ellos podrían cubrir el sur - agregó terminando con su bebida de un trago

- Podrían haberme esperado - musitó

- Podrían, pero salieron hace días - comentó levantando su mano buena, llamando al cantinero por algo más de beber - tienes deberes, Hiccup, no puedes llegar y salir inmediatamente - le recordó

- Lo sé - aceptó tomando un sorbo más - pero todo está bien, tu y mamá hacen un estupendo trabajo - se defendió

- Pero no somos los líderes - negó mientras miraba como el cantinero tomaba la jarra y la volvía a llenar - tu gente necesita verte, hay una nueva generación que necesita de ti

Hiccup guardó silencio perdido en el líquido ámbar de su jarra, Bocón tenía razón, pero ¿Qué imagen le daría a su gente si no hiciera lo posible por encontrar a su esposa? ¿Cómo confiarían en que los protegerá si no fue capaz de hacerlo con su propia familia? ¿Cómo podría verse al espejo sin odiarse por fallar? Pero Bocón no podía entender eso, no podía entender la carga que Hiccup llevaba.

- Es Astrid - dijo únicamente antes de terminar su trago

- Lo sé - aceptó mientras negaba, luego chasqueo la lengua, como si hubiese descubierto una triste verdad - eres un buen esposo, hijo - le alabó - Astrid no se equivocó al elegirte

Pero lejos de consolar o animar, las palabras del viejo vikingo no hicieron más que mellar en la herida alma del castaño, no era un buen esposo, ya no lo era, no podía serlo si amaba a alguien más.

Chapter 19: Capítulo XVIII - Chocolate caliente

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Capítulo XVIII
Chocolate caliente

- ¡No puedes llegar y desbaratar todo! - alzó la voz Elsa, su tono mantenía la misma neutralidad que la solía caracterizar, aunque se podía distinguir algunas notas de desesperación en ella - ¡Es como una declaración de guerra! - le recordó

El grupo llevaba una buena cantidad de tiempo debatiendo el tema, habían dejado atrás el granero y los renos para pasar a un elegante salón para discutir el siguiente paso a seguir, mientras la pequeña Elsa y la bebé Holly eran escoltadas por Gerda y su aprendiz para ama de llaves hasta otra habitación, seguidas de cerca por Olaf, la noche se hacía presente sobre el reino y poco a poco todos los demás abandonaban sus puestos de trabajo para ir a soñar, menos en el salon donde una hiperactiva charla se desarrollaba.

- ¡De todas formas se desatará una guerra! - exclamó Anna aún molesta - No pensarás que Hans se quedará de brazos cruzados una vez sea Rey - le recriminó con sarcasmo

- Mérida no le dejaría - acotó Rapunzel

- Oh, creeme que él sabrá cómo resolver eso - respondió Anna - ¡No perdamos el tiempo, hay que romper este compromiso!

- ¡Está en las islas del sur! - le recordó Elsa remarcando cada palabra, información que Punzie les había confiado momentos atrás - ¡Si lo desafias en sus tierras será todo lo que necesita!

- ¿Y piensas quedarte de brazos cruzados? ¡Es tu amiga, Elsa! - continuo Anna

- Por supuesto que haré algo, solo hay que ser prudentes - se defendió

- Solo tenemos un par de semanas - dijo en un quejido

- Lo sé - asintió Elsa - Punzie ¿Sabes cuando vuelve Mérida? - preguntó ahora hacia la rubia

- Dijo que estaría unos días, creo que vuelve este fin de semana

- Bien, ahí estaremos para recibirla - resolvió - es lo más sensato que podemos hacer

- No me convence - murmuró amurrada, Kristoff tomó su mano en un gesto de consuelo - está en peligro...

- No conozco mucho a este Hans - empezó Eugene - pero no creo que le haga algo hasta cumplir su objetivo - acotó

- Ha pasado tiempo ya de eso, sus tácticas pueden haber cambiado - acotó Jack con una expresión ausente, ensimismado con el entrecejo fruncido

Elsa observó al guardian, las palabras de este se paseaban en su cabeza, danzando en una especie de burla contra ella misma, era verdad, la gente cambiaba y los años habían pasado, ella misma lo había dicho horas atrás, descubrir que el otro pensaba lo mismo no era una locura, era algo sensato, o eso queria pensar.

- Anna, Hans necesita un trono, no dejará que Mérida se le escape - trató de calmar a su hermana - debe estar actuando muy bien para haberla convencido - murmuró luego paso si misma mientras jugaba con sus dedos nerviosa, a pesar de la calma que la caracterizaba se sentia desbordada y preocupada - claramente no dejaremos que se salga con la suya - afirmó

Los densos árboles cubrían el cielo estrellado sin dejar pasar ni un rastro de luz, sus senderos oscurecidos eran pasillos irregulares donde cualquier alma podria desaparecer, tenía una apariencia aterradora y obsoleta de vida, aunque no era asi. El bosque oscuro era conocido por su inhospitalidad, un sitio siniestro del cual los seres huían, el hogar de la madre naturaleza, aún así Norte se paseaba por sus frondosos troncos y hojas, atento a los detalles del alrededor. El guardian no había visitado el bosque desde hace semanas atrás, cuando lo había hecho con sus compañeros guardianes, y a pesar de haber fallado en aquel entonces, la verdad era que Santa Claus no había parado de buscar, ahora necesitaba volver sobre sus pasos.

Los motivos de su insistencia eran completamente nobles, estaba preocupado, Norte sabía que la madre naturaleza no se andaba con falsas advertencias, no perdería tiempo y energías en expresar algo que no pasaría, la amenaza expresada era un hecho que aún no había ocurrido, tarde o temprano la iracunda e impredecible Seraphine vendrían por lo que creía le pertenecia, el guardian del asombro no lo iba a permitir, Norte le tenía un gran cariño al guardian de la diversión, y ciertamente tenía en alta estima a la quinta espiritu, haría lo que estuviese en sus manos para ayudarlos, para alejarlos de las implacables manos de Emily Jane.

Llegó hasta el extremo norte del bosque y por primera vez una especie de pista descansaba frente de él. Entre los arbusto un pequeño agujero en la tierra destacaba, tenía algo de brotes nuevos, pero una pala pequeña y vieja descansaba a su lado, la señal inequívoca de que alguien había estado ahí, Norte se puso en cuclillas rozando con sus dedos sobre la tierra tierna, pequeños pétalos secos y opacos se escondía entre la suciedad, de un color ámbar opaco, con pequeños destellos sin vida en su superficie, de hebras peculiares, no era algo que había visto antes, Nicholas levantó la mirada para ver un rastro de ramas quebradas y arbustos aplastados, casi no se notaba, al guardian no le sorprendía no haberlo visto en sus búsquedas anteriores.

Norte siguió el rastro hasta salir de la profundidad del bosque, encontrandose con un prado vacío y verde, con la única irregularidad del rastro de las pisadas sobre el césped aplastado, quién sea o lo que fuera que se había robado la flor no era cuidadoso. Siguió el rastro por horas, la luz de la luna era lo único que guiaba su camino, mientras las estrellas titilaban acompañando al viejo guardian en su travesía, acompañándolo en el camino hasta cumplir con su propósito.

La superficie despejada y limpia fue mutando hasta convertirse en un enorme bosque, sus árboles estaban separados unos de otros dando espacio y luz al interior del sendero, los árboles eran de madera clara con sus hojas verdes sobre sus ramas, el terreno estaba cubierto por un fresco césped verde que compartía espacio con la irregularidad de su superficie, sus vecinos eran enormes rocas que sobresalían de la tierra para levantarse majestuosas e imponentes, varias de estas cubiertas con enredados, como si fuera sacado de un cuento de hadas.

Norte seguía el sutil rastro de huellas y maleza pisoteada que había descubierto kilómetros atrás, que incluso entre la abundancia del bosque se había vuelto a presentar con mayor detalle que antes en el prado, el guardian podia sentir un cosquilleo extraño en el interior de sus entrañas, una presión desesperante se instaló en su pecho, la sensación de que algo grande iba a pasar, pero contrario a las señales que le daba sus instintos, frente de él el rastro ya habia acabado, las pisadas y marcas habian sido reemplazado por un muro enorme de piedra que lo cubria una frondosa capa de hojas que caían de la enredadera que cubria a la piedra. Un suspiró agotado se le escapó de los labios.

- No puede ser - murmuró fastidiado, lanzando un golpe directo hacia las ramas - Shostakóvich... - musitó atónito

Contrario a lo que esperaba, el puño del guardian no se detuvo ante la rudeza de la roca, sino que la cruzó como si fuese un fantasma, dejando al viejo hombre con el aliento retenido. Norte introdujo ambas manos por la maleza separándola desde su centro, abriendo paso para investigar, tras él verde manto se encontraba una especie de túnel, tan corto que se podía distinguir lo que estaba más allá de la entrada a pesar de la oscuridad, sin perder tiempo el guardian ingreso dejando caer las ramas tras de él, aventurandose a lo desconocido, apenas se asomó una torre lo saludó a la distancia.
  
  
Elsa permanecía en el balcón del salón principal de la segunda planta, estaba sola, hace un buen rato lo estaba, la mayoría se habían retirado hasta sus habitaciones para descansar, incluso los recién llegados, mientras la reina de las nieves permanecía afuera sintiendo la cálida brisa que le brindaba la noche fresca de verano, buscando serenar su molestia al igual que la corriente del viento, pero aún estaba demasiado turbada por la discusión previa con su hermana, la primera desde que habia vuelto.

Una vez que les informaron a las hermanas Arendelle sobre los reales hechos de la pronta boda a celebrar, es que se habían empezado a mover y organizar con premura los pasos a seguir, pero Anna, a diferencia de todos los demás, no queria esperar, guiada por el temor y el desagrado que le daba el principe en cuestión, persistía con ahínco en interferir en el acto si estuviera al alcance de sus manos, contrario a Elsa que, al igual que Anna, a pesar de ser presa del pánico insistía en esperar. Sus posturas habían desatado un terrible desacuerdo entre ambas, en especial cuando la idea de la platinada había prosperado entre los demás. La reina de Arendelle abandonó el salón apenas vio la oportunidad, secundada por cierto guardian, lo que, por alguna incomprensible razón, había desazonado a la platinada.

La guardiana negó con vehemencia en su cabeza, decidida en disipar los recuerdos de la reciente escena, Elsa sabía que sus propios nervios le impedirán pensar con claridad.

- ¿No puedes dormir? - le preguntó Jack en voz baja, casi como un susurró, aún así Elsa pegó un respingón asustada - oh, perdón - murmuró luego ahogando una carcajada

- Casi me matas del susto - le reprochó volteando a darle una mirada severa - ¿Qué haces aquí? - Jack permanecía aún en el portal, en sus manos llevaba dos jarrones humeantes que llamaron su atención - ¿Qué es eso? - preguntó curiosa

- Oh, pensé que necesitarías algo dulce después de lo de Anna - mencionó encogiéndose de hombros mientras le alcanzaba uno de los tazones - toma

- Gracias - murmuró recibiendola, un suave aroma inundó sus fosas nasales, y sin ninguna explicación la hizo sentir mejor - ¿Chocolate caliente? - dijo levantando la mirada hacia el otro

- ¿Aún te gusta? - preguntó acomodándose a su lado, apoyado en el barandal de piedra

- Si - asintió dándole un pequeño sorbo - me sorprende que lo recuerdes - agregó luego

- Claro que sí, era lo nuestro ¿No? - comentó con tranquilidad, en cambio Elsa sentía su corazón latir más deprisa

- Si, supongo - musitó avergonzada, tratando de esconder su rostro tras su cabello, aunque Jack no la mirara en ese momento - ¿Cómo está Anna? - inquirió con genuino interés

- Está mejor, solo necesitaba espacio - respondió despreocupado, tratando de calmar la inquietud de la guardiana - ya sabes cómo es, no puede molestarse por mucho tiempo - bromeó

- Ustedes dos se llevan bastante bien, son muy íntimos por lo que pudo ver - comentó con timidez, arrepentida inmediatamente de sus palabras

- Puede ser - aceptó - nos hemos visto mucho durante estos años - agregó - me contó que ella hacia esto contigo - comentó mientras bebía un sorbo - insistió en continuar haciendolo - levantó levemente su tazo, luego bebió otro sorbo antes de agregar junto a una expresión contrariada - aunque los suyos tienen mejor sabor que los mios, pero no se lo digas

- ¿Ah, si? - inquirió, curiosa y conmovida, algo culpable por discutir antes con su hermana

- Te lo aseguro, sé que algo le hecha, pero ella insiste que solo es amor - murmuró tan divertido como molesto por la actitud de la reina

- Solo es canela y cáscara de naranja - reveló entre risas - así lo hacía mamá - agregó algo melancólica, una sensación agobiante la envolvió, no podia imaginar lo destrozada que estaba su hermana, la había dejado sola

Jack pudo notar como la atenta y curiosa mirada de Elsa se desvanecía para ser reemplazada por la tristeza, supuso que sus palabras habían traído a la guardiana un vistazo de como la había pasado su hermana, y lejos de animarla tan solo la dañaba, un vistazo de los momentos con Anna que Elsa no podia recuperar.

- Bueno, al parecer si era amor - murmuró mientras pensaba en un nuevo tema - Hey ¿Sabías que la primera palabra de Elsa fue tío? - preguntó completamente orgulloso de tal evento, dándole un vistazo a la guardiana

- ¿A si? Eso no fue lo que Anna me contó - negó con una suave sonrisa, Jack sonrió de vuelta

- Anna puede decir lo que quiera, eso no lo hace real - se defendió, la platinada rió

- Eso es algo que tendré que confirmar con alguien más - respondió después de una pausa

- Que sea con Kristoff, es más sensato - recomendó

Elsa volvió a darle un sorbo a su chocolate, el sabor dulce le causó un cosquilleo en la boca, la platinada no estaba segura si era por su sabor o por la compañía de Jack. Se sentía descubierta, fragil, en desventaja, desde que el guardian había llegado a acompañarla es que Elsa había sentido como es que ya no se podia las piernas, la molestia que la habia agobiado hasta hace un momento habia desaparecido, dando paso a un enorme vacío que amenazaba con consumir su interior, los nervios comenzaban a cosquillarle y el corazón a latirle, y asi podia seguir, pasandose toda la noche describiendo lo que Jack le hacía sentir, era en lo unico que podia pensar, en eso y en como seria volar junto a él una vez más, no por recreacion o la vista, sino porque entre los brazos de Jack, la guardiana sentía que era su lugar. Eso la abrumaba.

- ¿Qué haces aquí, Jack? - preguntó con distancia, volviendo a levantar sus muros

- Creí que algo de compañía te vendría bien - respondió confundido

- Me refiero a Arendelle - se corrigió - porqué sigues en Arendelle - especificó sin despegar sus ojos de su tazón, sus finas manos temblaban tenuemente mientras la sostenían

Jack guardó silencio, no sabía qué responder ¿Podía decir la verdad? De todas formas no recordaba si Norte le había dicho que guardara el secreto, y de ser así no tenía por qué obedecer, él no era así, pero tampoco sabía mucho sobre que era lo que preocupaba al otro guardian, ¿Era correcto preocupar a Elsa por una corazonada? La duda prevalecía con fuerza en su interior y ni una respuesta parecía despejar la niebla.

- ¿Me estás echando? Ya no eres la reina - respondió en plan de broma, buscando desviar la pregunta - no puedes hacerlo

- No lo estoy haciendo - negó con una leve sonrisa - tan solo me intriga que sigas por aquí, seguramente tienes deberes que hacer

- ¿Deberes? - repitió con expresión de asco - No todo es trabajo

- ¿No tienes trabajo?

- Aunque usted no lo crea, su alteza, mi trabajo ya está hecho - respondió con exagerada protocolaridad, Elsa solo negaba mientras una tenue sonrisa se le escapaba de los labios - quise quedarme aquí para vacacionar

- Me alegra escuchar que Arendelle está dentro de tus opciones turísticas - respondió rendida, asumiendo que no tendría una respuesta seria de parte del otro

- Es un lindo lugar

Elsa estaba confundida, estimaba a Jack, eso era seguro, tan solo pensar en él le provocaba una calidez en su interior, también lo extrañaba cuando no estaba, le agradaba su caracter y también su infantil naturalidad, a pesar que la mayoría de veces le molestaba, era un rasgo que solo podia encontrar encantador en el guardian ¿Eso era posible? La reina de las nieves estaba abrumada, un sentimiento que no podía comparar ni identificar, ¿Le gustaba? Seguramente, pero aceptarlo era darle la razón a su hermana, quien se destacaba por su impulsividad ¿Acaso ella también estaba siendo impulsiva? No lo sabía, y tal como ella misma había insinuado esa mañana, habían otras cosas de las cuales ocuparse.

La guardiana guardó silencio atenta a las palabras de Jack, de vez en cuando asentía o afirmaba indicado al otro para que continuara, incapaz de elaborar alguna palabra menos abstracta, preguntandose el porqué era que no podia pensar con claridad junto al guardian.

Los destellos del sol de la mañana iluminaban la isla de Berk, Hiccup observaba a los pequeños vikingos participar en la academia de vuelo, rondaban los 8 a 11 años, los nuevos novatos de la generación y algunos antiguos, la mayoría poseía talento natural para montar dragones, lo que hacía su labor más fácil, aunque a esa altura de la lección Hiccup no debía hacer nada más que observar.

- Aprenden rápido - comentó Valka, quien había llegado al lado de su hijo

- Hay verdaderos talentos entre nuestra gente - explicó emocionado - ese niño de ahí, el rubio, Aran... - apuntó a la distancia

- Aren - corrigió su madre

- Aren - volvió a repetir - es un diamante en bruto, tiene talento con las bestias - decía sin despegar los ojos del pequeño vikingo

- Es bueno verte así de emocionado por la tribu - le sonrió

- Bueno, soy el jefe al final de cuentas - dijo más relajado - es mi deber

- Eres un buen jefe, hijo, te preocupas por tu gente y te preocupas por tus dragones, tu padre no se equivocó contigo - comentaba con una mirada conmovida mientras acomodaba algunos mechones desordenados del otro tras sus orejas - solo falta una cosa para que tú vida esté completa, tal como siempre quiso tu padre

- ¿Si y qué es? - preguntó con curiosidad

- Una compañera - respondió con simpleza, Hiccup desvío la mirada hacia los niños nuevamente

- Tengo a Astrid - murmuró como respuesta

- Hijo, Astrid ya no está - dijo con cautela - hiciste todo por encontrarla, pero a veces solo nos queda aceptar que quienes amamos ya no pueden estar a nuestro lado

- Ella jamás dejaría de buscarme

- Ella hubiese querido que fueras feliz - contradijo con sabiduría

Hiccup suspiró, su madre tenía razón, Astrid hubiese querido lo mejor para él, y por un momento pensó que podía ser posible, pero la realidad era más despiadada de lo que el vikingo recordaba y sus resultados fueron tan desastrosos que no había previsto como sobrellevar el rechazo. Ser feliz era más difícil que lo que podían expresar unas simples palabras y buenos deseos.

- Soy feliz así como estoy - respondió al final, Valka asintió con un quejido

- ¿Ya te declaraste con la chica de cabellos de fuego? - preguntó su madre tomándolo de imprevisto

- ¡Mamá! - exclamó avergonzado

- ¿Qué? - preguntó con inocencia - sé cosas, soy tu madre - Hiccup abrió la boca para responder, mas su madre no le dió oportunidad - y no te atrevas a mentir, lo sabré - le advirtió

- No pensaba hacerlo - mintió ofendido

- Claro - respondió con desconfianza

- No resultó como pensaba - le confío al fin

- Esa mujer en otra vida fue un dragón, y no se puede domar a un dragón - comentó mirando hacia el grupo de infantes a lo lejos - necesita su espacio, necesita su libertad

- En otra vida solo fue testaruda - corrigió - ella ya eligió que camino seguir

- O a quien proteger - musitó tan bajo que el castaño casi no la escucha - un dragón siempre protege a quienes ama - le recordó

El jinete guardó silencio confundido, a veces no podía entender lo que su madre le decía, por muy clara que ella pensaste que era, las palabras de Valka llegaban a su hijo, mas este no las sabia escuchar.


Chapter 20: Capítulo XIX - Trampas

Chapter Text

Capítulo XIX
Trampas

Mérida no podía adaptarse al trato que se le daba en aquel palacio, sus costumbres y personas eran diferente a la vida que acostumbraba a llevar, la delicadez y feminidad, el uso adecuado de las palabras e incluso su postura era un tema para aquel desconocido reino y su gente, y aunque la familia real la trataba como una más, o los hermanos de Hans la trataran como una dama, de todas formas merida se sentia desbordada, atrapada, la colorina no creía soportarlo más, y para endulzar aun más su situacion, su prometido habia empezado a manifestar un extraño comportamiento apenas habian atracado en puerto, desaparecía cada mañana y noche sin falta, tampoco era que Mérida anhelara su compañía, pero la presencia de este le infundaba algo mas de confianza, ni siquiera la compañia de Runa podia suprimir o aliviar la sensación que inundaba a la princesa, ella no pertenecia a ese lugar.

Mérida contaba las horas que pasaban como si fueran días, los días se habían transformado en largas semanas y el total en una eternidad, su consuelo era que cada segundo estaba más cerca de volver a su hogar, hogar que seguramente se veria afectado una vez la boda de concretara, un lío del cual no podía escapar, ya no podía, aunque lo deseara con todas sus fuerzas, y después de la declaración de Hiccup lo deseaba más que nunca.

Estaba arrepentida

Y la verdad era más profunda que un simple rechazo, Mérida en verdad lo amaba, estaba muy enamorada, tanto que le dolía esperar y escuchar como el otro hablaba de su esposa amada, el fantasma de una mujer perfecta e inalcanzable, una guerrera y una buena líder, el amor de toda una vida, mientras ella tan solo era la princesa de un clan, no se podía comparar, no esperaba que Hiccup en realidad si la miraba.

¿Qué era lo que veía?

Pero en ese momento no lo pensaba, no pensaba en nada, solo tenía ojos para Hiccup, y en sus pensamientos no existía otra cosa que él, hasta que recordó algo más.

No podía echarse para atrás

Porqué ahora Mérida ya no era una criatura, hace tiempo que ya no lo era, ella era una princesa y no podía evadir sus responsabilidades como años atrás, ahora sus tierras peligraban, sus padres no estaban en condiciones para protegerlas, la solucion era el matrimonio y aunque ella lo deseaba, ya no podia esperar más, ya no podia seguir comparandose con una persona que habia muerto, quizas, hace mucho tiempo atrás, por fin estaba comprometida, y aunque no amara a su prometido, si lo apreciaba, le agradaba y la hacia sentir segura.

Con Hans no tenía que esperar ser apreciada

- ¿No piensas comprar nada? - inquirió la rubia mientras terminaba de pagar, Mérida negó con un gesto de cabeza

- No me interesa realmente - murmuró mirando a los puestos de su alrededor, Runa se encogió de hombros

- Tus hermanos querían recuerdos - comentó cantarina

- Hace tiempo no eres su niñera, deja de consentirlos - se quejó, la rubia rió

- Son tan encantadores, ¿Cómo no lo ves? - le sonrió continuando con el camino

- Son asquerosos, pensé que la pubertad los haría madurar, pero solo pareció empeorar su estupidez - se quejó adelantándose a la otra

- Suenas como toda una hermana mayor - comentó burlesca

Mérida y Runa habían salido a recorrer el reino, cursaban el penúltimo día en aquellas tierras desconocidas y era la primera vez que salían sin compañía por ellas, lo que les permitía a ambas llevar el ritmo que les acomodaba. Habían iniciado temprano por la mañana, luego del desayuno, decididas a conocer el lugar por mano propia, de todas formas Hans había salido temprano y no contarían con su presencia por un buen tiempo según la reina.

- ¿Dónde quieres ir ahora? - inquirió la rubia mientras probaba un tentempié de la comida local

- A casa - murmuró agotada por la multitud mientras se abría paso por esta, Runa suspiró

- El muelle no queda lejos de este lugar - comentó

- Si, suena bien - aceptó tratando de salir del mercado, Runa la empujaba desde la espalda apurando el paso, haciendo chocar a Mérida con alguien más - ¡Runa! - se quejó en una exclamación para luego darle frente al hombre de espaldas anchas - Discúlpeme, no fue mi intención... - dijo apresuradamente antes de callar

- ¿Su alteza? - dijo con el semblante pálido, contrastando fuertemente con el tono rojizo de sus cortos cabellos

- ¿Burns? - preguntó la rubia asomándose tras la colorina - ¿Qué haces aquí? - le sonrió involuntariamente

Burns, como le decía Runa, era un hombre fornido, alto y marcado por la implacable vida, a Mérida le parecía aterrador, poco agraciado, pero su amiga decía que tras todo eso había un dulce hombre, de todas formas la princesa trataba de no hablar mucho con él, su presencia no le era de todo confiable.

- Trabajo - respondió, luego saludó rápidamente buscando escabullirce de las dos mujeres

- ¿Por qué tanta prisa? - lo detuvo la rubia - ¿No te alegras de verme? - el colorín la miró con suavidad antes de responder

- Es una gran coincidencia - respondió con una sonrisa - pero estoy en medio de mi trabajo - se excusó - podríamos vernos más rato - le sonrió nuevamente

- Vamos, Runa, déjalo trabajar - la tironeo Mérida llamando su atención

- ¿A qué hora terminas? - inquirió la rubia antes de seder ante la colorina

- Yo, en... - pero Burns nisiquiera pudo iniciar, a lo lejos lo llamaban por su nombre de pila, con tanta urgencia como la expresión que compuso el rostro de este

Y no era el único con una expresión extraña, tanto Mérida como Runa estaban confundidas, reconocer un tono de voz podía ser coincidencia, pero ambas miraban al decimotercer principe llamar al fornido hombre que estaba con ellas, una pregunta en común las invadió...

¿De dónde se conocía?

Conejo era una criatura de costumbres, los cambios, por muy positivo que fuesen, no eran de su agrado, los consideraba confusos, tediosos e invasivos, aún así los aceptaba con el tiempo, trataba de que no afectaran su trabajo o su rutina, y cuando esto era inevitable trataba de amoldarse a ella, de todas formas el destino era algo que escapaba de sus manos. Quizás, debido a esto, no había querido dar el primer paso, o ninguno en realidad.

Le gustaba hada

Todo inició hace muchas décadas atrás, cuando tan solo era un pequeño conejo pooka. Bunny nunca había sido de carácter dosil, en aquel entonces solía ser algo más impulsivo y desconfiado, de lengua bífida y poca paciencia, algo que claramente contrastaba con su apariencia agradable y tierna, una maldición según este, aún así Aster albergaba un alma pura, una lealtad inquebrantable y muchas esperanzas, por lo que había sido elegido por hombre de la luna para proteger las infancias de la oscuridad del Coco, labor que Conejo aceptó con responsabilidad, volviendola parte de su identidad. Fue cuando conoció a sus compañeros.

Claro estaba que el conejo de pascuas conocía a otros guardianes, todo espíritu inmortal sabía de ellos, y aunque solo era un conejo pooka no estaba privado de aquella información, Aster sabía más de aquel mundo de lo que pensaban y conocía más seres de lo que él mismo necesitaba, o deseaba, fuera de eso era extraño que alguien no conociera al legendario Santa Claus, o que no se haya topado con Sandman alguna noche estrellada, incluso de la pequeña hada se hablaba, mas el conejo jamas la habia visto, solo pequeñas haditas que revoloteaban por las casas en las noches, buscando pequeños dientes para cuidar y regalando una brillante moneda por cada pieza, nunca fallaban y eran bastantes sigilosas, pero ni una de las pequeñas y lindas criaturas era la mitica hada. El día que la conoció, lo primero que Aster pensó fue que las historias no le hacian justicia, Toothianna era bellísima, de colores vibrantes, llena de vida, tan fresca como la primavera, y Conejo sabía de eso, vivía donde la estación nacía.

Fue amor a primera vista

Y al conocerla había encontrado más, mucho más. Hada era encantadora, inocente, tierna y noble, una muy buena amiga y excelente guardiana, de miradas agradables y sonrisa traviesa, a Aster le gustaba hablar con ella, definitivamente lo hacía, no había comparación, entre el ego de Norte y la elocuencia de Sandman, claramente la hada ganaba, siempre lo hacía, pero había alguien más.

Conejo se levantó cansado, pasó su antebrazo por su frente limpiando su pelaje húmedo por el sudor, estaba agotado, se la había pasado limpiándo lo que él consideraba su palacio, su hogar, la primavera había afectado el lugar más de lo que en otras ocasiones lo había hecho, y aunque al guardian le agradaba la excentricidad y desenfreno de la naturaleza, no olvidaba de donde venía está.

- ¿Limpieza de verano? - lo molestó Thoothiana, quien revoloteaba sobre Aster mientras este le echaba una mirada - Luces agotado

- Había mucho trabajo - se quejó sacudiendo sus manos contra la otra - ¿Qué te trae por aquí? - inquirió - No sueles salir mucho del palacio de los dientes

- Pensé que podíamos ir a pasear - respondió

- Suenas igual al mocoso - masculló en voz baja mientras se agachaba otra vez a acomodar la maleza que había podado, hada descendió un poco rodando los ojos en un gesto repetitivo

- Quise ir por Norte pero no estaba - agregó despreocupada, ignorando la habitual queja del otro - luego pensé en ti

- Como segunda opción, no está mal - murmuró aún dándole la espalda, absorto en su trabajo

- Oh, vamos Conejo, será divertido - lo animó descendiendo hasta su lado

- ¿Y dónde piensas ir? - inquirió dejando de hacer lo que estaba haciendo y prestándole toda su atención

Hada guardó silencio, no tenía ni idea de como abordar el tema, había practicado durante todo el trayecto el diálogo que había preparado, pero una vez llegó a la madriguera consideró que su plan no era más que una excusa barata y mal preparada, aún así decidió continuar, pensaba improvisar, pero en el momento se dió cuenta que no era tan buena en ello como lo había pensado, y la mirada intensa de su amigo no ayudaba a calmar sus ansías.

- ¿No te encantaría visitar a nuestros amigos en Arendelle? - inquirió directamente, Aster solo soltó un gran suspiro para luego continuar con lo que hacia

- La verdad es que no - respondió ocultando la decepción

- ¿Por qué no? - preguntó en un quejido - te hará bien descansar

- Hada, ¿Realmente quieres ir a Arendelle o solo quieres ver a alguien más? - la encaró, Toothianna guardó silencio y se sentó a su lado con expresión queda

- ¿A qué te refieres? - preguntó con una falsa risa, la cual estaba lejos de disimular sus nervios

Había alguien más

Lo descubrió con el tiempo, cuando Conejo visitaba a la dulce hada en sus primeros años como guardian, habían afianzado una buena amistad, dónde hada hablaba mucho y Aster solo la escuchaba, le gustaba hacerlo, Toothianna era un ser hiperactivo que cambiaba rapidamente de tema o los olvidaba a la mitad, siempre se distraía con su trabajo y estaba atenta a todas las pequeñas haditas que la seguian, en una de esas tantas charlas fue que conejo escuchó hablar sobre el infantil espiritu invernal y su bella sonrisa, cambiando la perspectiva del guardian de la esperanza.

Conejo dejó de lado lo que estaba haciendo, volviendo a ponerse en pie y limpiar sus palmas con la otra, luego miró al hada quién permanecía con los nervios a flor de piel.

- Está bien - murmuró alejándose de ella

- ¿Si? - inquirió sonriente mientras lo seguía - ¿Me acompañaras? - insistió impaciente pero con amabilidad

- Aja - respondió sin darle importancia, aunque por dentro lo hacía - iremos a saludar - aceptó

Contrario a lo que Hiccup alguna vez pensó en su juventud, los deberes de un jefe no eran glamuroso, todo iniciaba temprano por la mañana, el castaño se levantaba junto al sol para cumplir sus primeros deberes, generalmente constaba en supervisar las labores de la tribu, apoyar en caso necesario, era una gran distracción, pero no suficiente para quitarle a Mérida de la cabeza.

Le gustaba, le robaba el aliento, un sentimiento que jamás creyó tener por alguien más, y aunque él quisiera no podía olvidar, la amaba. Hiccup había pasado todos esos días rondando la idea en su cabeza, y las charlas con su mentor y su madre no le ayudaban a despejarse, aún asi trataba de atender a sus palabras, algo de verdad había en ellas, y no pensaba rendirse, claro que no, ya habia dado el primer paso y habia sido todo un asco, pero jamas hubo un rechazo, jamás existió un no y esa ausencia de respuesta le permitió al jinete sentir un poco de esperanzas.

Una ridícula esperanza.

Hiccup sabía que quizás Mérida no sentía nada, al fin de cuentas ni siquiera había insinuado si lo estimaba, solo el pánico en su mirada, la confusión y el temor fueron los unicos indicios de una respuesta y ciertamente no era suficiente, era lo unico real que tenía, ya que fiarse de las palabras del inmaduro guardian y la siempre optimista reina era una locura, al igual que lo era toda esa situación, hace un par de semanas ni siquiera existia ese tal principe de tierras lejanas, no podia ser amor de verdad, como lo diría la recientemente juzgada reina de Arendelle.

- Si sigues así dejaras la barra muy alta cuando te vayas - se quejó el herrero que llegaba a su lado - yo ya no me levanto tan temprano

- Esa es la idea - respondió parando de cortar la leña, Bocón rió

- Eres un desgraciado - continuó quejándose con gracia - ¿Cuando partiras?

- Mañana - confirmó decidido - espero que los demás vuelvan antes de eso - agregó mientras acomodaba unos troncos recién cortados - no los puedo esperar

- ¿Por qué tanto apuro, hijo? Acabas de llegar

Hiccup detuvo lo que hacía, estaba agitado, tomó algo de aire antes de poder hablar.

- Lo haré - afirmó, el viejo herrero lo observó confundido, sin entender que era lo que su antiguo pupilo haría

- ¿Qué es lo que harás? - indagó apoyándose en los troncos gruesos que faltaban por cortar

- Le pediré que sea mi esposa

- Espera ¡Qué! - exclamó enderezandose de un brinco - ¿Estás loco? Cuando te dije que hicieras algo no me refería a eso - dijo apresuradamente - ¿Tu madre lo sabe?

- Claro que lo sabe - se defendió - y lo haré, tu mismo me inspiraste con lo que dijiste anoche - le acusó

- Estoy seguro que no dije nada sobre esto - negó aún pasmado

- Si lo hiciste - canturreo confiado, por más que su mentor no reaccionara como él esperó - y tenías razón

- ¿Tenía razón? - repitió contrariado - y ¿En qué tenía razón?

- No es un capricho pasajero, no estoy buscando llenar un vacío y tampoco es un reemplazo de Astrid - murmuró apoyándose al lado del herrero - la amo de verdad, para la vida, no por el momento - confesó con más seguridad que nunca

- Si recuerdo que dije algo como eso - aceptó agarrando su mentón con seriedad, luego negó con un gesto de cabeza para corregir sus palabras - pero no lo decía por ella, pensé que te había rechazado, que todo había acabado, ¡Te estaba animando!

- Y lo hiciste, me abriste los ojos - le sonrió tomándolo por los hombros - le pediré matrimonio

- ¿Y no estaba comprometida? - inquirió aún con duda

- No me creo por ni un momento que ese compromiso sea por las razones correctas - respondió dándole una palmada en uno de sus hombros

- Ahora suenas como Valka - le reprochó aún sin convencerse, temeroso de ver nuevamente a quien consideraba como a un hijo sufrir una vez más

- Bueno, por algo mi padre llegó a ser jefe junto a ella - le sonrió para luego soltar una mirada nerviosa - solo dime que no es una locura - le rogó buscando aprobación

- No puedo Hiccup, es una locura - respondió con una mueca, luego suspiró y agregó - pero si no arriesgas, no ganas

- ¡Eso quería escuchar! - exclamó más aliviado, despeinandonsus cabellos e inhalando aire volviendo a respirar - no sé que vaya a pasar, pero es...

Pero no pudo continuar, la charla había sido interrumpida por el portal, ambos vikingos observaban la puerta que se formaba en el espacio a unos metros de ellos, sus colores vibrantes iluminaban sobre el brillo del sol, y por el la imagen de sus amigos apareció.

Anna seguía algo extraña con su hermana, habían pasado un par de días, y contrario a lo que Jack le había asegurado a la guardiana, la reina seguía irritada, Anna trataba de ser respetuosa y agradable, pero la realidad era que apenas habia podido dirigirle la palabra a su hermana más allá de la cortesía. En un principio era por qué estaba molesta, no podía entender porqué es que Elsa no corría para prevenir a Mérida, después de todo la salvaje princesa había sido la primera amiga de la platinada; después Anna entendió que era lo que frenaba a su hermana, Arendelle no podia darse el lujo de una guerra; ahora estaba avergonzada, no sabia como disculparse con la guardiana, quien habia intentado acercarse a Anna varias veces durante los dias previos, siendo sutilmente sorteada, y es que la reina no lo podia evitar, ver a su hermana le recordaba que seguían en el palacio sentadas sin hacer nada.

Por otra parte Elsa estaba abrumada, se sentía culpable y estaba preocupada, sentía mucho miedo por su amiga, quien estaba expuesta a las triquiñuelas y trampas de Hans, pero también tenía un fuerte deber para su hermana, para su familia, para su gente y su reino, aunque Elsa ya no era la reina, eso no quitaba los años en que se formó con aquel objetivo, no podía borrar el sentimiento y aprecio que le tenía a esas tierras, interrumpir en tierras extranjeras en las cuales no existían lazos diplomáticos era una asegurada sentencia de guerra, Elsa no dejaría que aquello sucediera, no otra vez.

Aún así Elsa entendía el ímpetu de Anna en frustrar la boda, Hans había sido una terrible persona, se había aprovechado de la inocencia e ingenuidad de la cobriza, la habia lastimado como nadie lo había hecho y por poco casi la mata, sin mencionar que casi se apodera del reino y su gente, el golpe de estado y su intento homicida contra la familia real, definitivamente no era un buen hombre, ni un buen partido, pero no era tan fácil como Anna lo hacia sonar. Aún así Elsa entendía que su hermana estuviese enojada, aunque Jack le insistía que así no era.

Solo habían pasado un par de días, pero la guardiana no podía evitar sentirse mal, Anna era una de las pocas personas de las cuales Elsa no necesitaba estar cubierta, podía ser ella misma con su hermana y si no lo era está siempre lo descubría, ahora sentía que Anna era la que levantaba los muros, sin entender que en verdad era la vergüenza lo que no la permitía hablar, en eso intervino Kristoff y Jack, porque el ambiente no podía incomodarlos más, decir que la temperatura descendía cuando ambas hermanas se juntaban había dejado de ser tan solo un eufemismo de mal gusto para transformarse en la cruda realidad.

La idea era simple y, adelantando los hechos, había resultado tal cual se había supuesto, claramente de invención del rey, quien analizó con más detalle la situación buscando un punto medio entre las dos, porque claramente ni una de las hermanas, aferradas a su punto de vista, era capaz de encontrar un camino más, y confiar en algun plan improvisado del guardian era muy arriesgado para ponerlo a prueba.

La idea era simple, había que avanzar hacia los demás, si bien no podían hacer nada con Mérida mientras no volviera de su viaje, si podían comenzar a explicar la situación a la familia real, seguramente los actuales reyes de Dunbroch no aceptarían a una escoria de tal magnitud como yerno o futuro rey consorte, Kristoff podía recordar como es que Fergus parecía poseer la fuerza para botar un pino adulto de solo un golpe, deseaba ver que haría con Hans una vez supiera la verdad.

Y así cada uno hizo lo suyo, Kristoff convenció a Anna del plan, mientras a Jack le costó algo más que Elsa cediera ante la idea, al final ambas lo habían hecho, resolviendo su problema decidieron ir en busca de Hiccup, quien tampoco tenía idea de la verdadera identidad de su competencia, luego seguiría los padres de la novia, algo más difícil de afrontar.

O eso creían

Decirle a Hiccup quien era en realidad el supuesto Heinz no había salido para nada deacorde al plan, contrario al carácter tranquilo y analítico del castaño, este había explotado en una iracunda preocupación, primeramente sin creerlo y luego desesperado por marchar hasta las islas del sur en busca de Mérida, alejarla de aquel sujeto era su principal prioridad, pero Bocón y Jack supieron que hacer con aquella furia creciente en el líder de Berk, quien en unos minutos ya estaba llamando a Chimuelo para unirse a los demás, el viejo herrero no dijo nada, sabía que ahora al joven vikingo nada lo iba a parar, le aseguró que cuidaría sus tierras y su gente, tal cual lo venia haciendo desde hacia tiempo atrás, luego el portal se cerró dejando a Bocón solo con la luz natural del día, suspiró apesadumbrado, si las cosas eran tal cual él habia escuchado, esa unión, hiciesen lo que hiciesen, solo traería desgracia a los aliados.

Pero, como si todo el drama ya no bastase, el destino les tenia preparado otras sorpresas, no era suficiente las perdidas que habian tenido y los cambios que habia sufrido la tribu durante esos años, apenas la gente habian terminado de asimilarlo, aunque eso no era algo que tomaba en cuenta la vida, ella solo lanzaba olas y sin esperar que la primera reventara, lanzaba otra.

Esa misma tarde de jueves había vuelto el pequeño grupo que había volado hacia el sur, los primeros en tocar tierra firme fueron los gemelos Brutacio y Brutilda, quienes consternados miraban hacia todos lados buscando la cara de su líder entre la gente, tras ellos patán y Eret aterrizaban con la misma expresión que sus compañeros. Bocón se abrió paso entre los integrantes de la tribu, quienes rodeaban al grupo, hasta llegar al frente de quién lideraba la misión, el rubio le dió una mirada consternada, tan confundido como el herrero que esperaba alguna respuesta a una pregunta jamás realizada, pero el grupo no era de siquiera saludar.

- ¿Que pasa? ¡Digan algo! - exclamó intrigado

- No lo vas a poder creer - dijo al fin Brutacio - tenemos que hablar - sugirió mirando hacia la tribu, Bocón asintió siguiendo al grupo a un sitio más apartado

El rubio vikingo aún trataba de entender lo que estaba a punto de contar, a pesar de que los cuatro lo habían hablado durante todo el camino de regreso a la isla, incluso llegando a desconfiar de lo que sus ojos miraban o lo que su cordura creía, la verdad era más aterradora de lo que esperaban.

Bocón volvió a lanzar un vistazo a los demás recién llegados, tan callados y ausentes como Brutacio, una expresión sin nombre, cosas que aterraba al viejo herrero, sus ex alumnos no eran guerreros que sucumbieran ante las inclemencias, aunque está seguramente lo haría caer incluso a él.

- ¿Qué es lo que pasa? - repitió una vez más a solas con el grupo - ¿Alguno va a hablar? - inquirió ansioso

Nuevamente intercambiaron miradas los jóvenes vikingos, ninguno sabía cómo empezar, mas la fémina del cuarteto no lo soportaba más, era a la que más le afectaba.

Brutilda inhaló profundamente ahogando un sollozo en el proceso, luego comenzó a hablar, había que soltar la bomba en algún momento.

- Encontramos a Astrid - confesó con la voz amortiguada, la sola mención la conmocionaba - está en unas islas del sur





Chapter 21: Capítulo XX - Malas noticias

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Capítulo XX
Malas noticias

- ¿Astrid? - murmuró sílaba por sílaba el viejo herrero con voz ausente, sus ojos estaban tan abiertos como su respiración era irregular - ¿Están seguros?

- Completamente - afirmó Brutacio sin poder mirarlo a los ojos, aún viviendo el momento de horas atrás - era ella

- ¿Y dónde está? ¿Cómo está ella? - preguntó mirando hacia atrás del cuarteto, pero solo los dragones estaban

- Solo la vimos por un momento - murmuró Patán igual de contrariado que los demás - desapareció entre la gente

Bocón guardó silencio considerando la información, durante más de cinco años la habían buscado por todos lados sin resultado, él mismo recordaba haber volado sobre las islas al sur de la región en varias ocasiones, más nunca vio rastros de la desaparecida vikinga, pero ahora sus antiguos alumnos, los amigos de la difunta líder, la habían visto en un simple viaje de reconocimiento, aún existía la posibilidad que no fuera real.

- ¿Están seguros? - repitió una vez más, Brutilda y Eret asintieron ante la unanime afirmación de los otros dos, que inmediatamente habían afirmados sus dichos previos. Bocón se recargó en un árbol mientras agarraba su frente, impactado por la posibilidad - Por los Dioses - susurró a duras penas

- Era Astrid - le aseguró Brutilda - estaba con alguien más... - comentaba recordando el fugaz vistazo, como si estuviera su antigua amiga frente de ella

- ¿Hiccup volvió? - inquirió el otro gemelo con apremio, Bocón negó lentamente

- Se fue esta mañana - reveló - fue por Mérida - recordó aumentando más su turbación - por Odin... - susurró

¿Cómo le dirían esto a su líder?

Mérida y Runa eran escoltadas por Hans hasta la nave que los llevaría de vuelta a las tierras de Dunbroch, el sol ya estaba en su punto maximo y el calor se hacía notar, su luz brillante cubría el reino y gente, iluminando la sonrisa que la colorina llevaba en su rostro desde aquella mañana, por fin volvería a casa.

Una vez que llegaron al puerto, Runa fue la primera en despedirse del principe, luego subió al barco regalandole una mirada a su amiga, quien la miraba con el pánico en los ojos, rogándole que se quedara.

- Enviame una carta apenas llegues a tu palacio, cielo - le susurró Hans al oído antes que esta subiera al barco

- Lo haré - le aseguró tomando distancia con disimulo

- Te extrañaré - le sonrió con calidez esperando una respuesta, pero la princesa solo le sonrió de vuelta antes de voltear

- Nos veremos en unos días - le recordó - hasta entonces - se despidió

- Hasta entonces - le correspondió

Hans se había excusado del viaje alegando deberes pendientes, Mérida, viendo su oportunidad de libertad, no quiso ahondar más sobre ello, la verdad era que aguantar unos últimos días con los soldados y marineros de esas tierras sonaba más atractivo que hacerlo junto a Hans, Mérida no creía aguantar siquiera unas horas más de cursilerías e incomodidad.

- Estás muy risueña - comentó Runa pasada unas horas de viajes, ambas estaban en una de las recamaras del navío

- No lo puedo evitar - canturreo mirando por la ventana - vamos a casa

- Ah, es solo por eso - musitó sugerente, Mérida volteo andarle un vistazo

- ¿Por qué más seria? - preguntó confundida

- ¿Por tu boda? - inquirió de manera obvia, pero la sola mención borró la sonrisa de Mérida - Oh, definitivamente no me esperaba eso - comentó acercándose al taburete empotrado de la ventana, donde la otra estaba sentada - ¿No te alegra?

Mérida suspiró, volvió su mirada hacia la ventana, tratando de prestar atención a la imagen a través del cristal, pero en su cabeza solo danzaban las palabras de Hiccup, su declaración y como desde entonces ya ni siquiera el futuro de su clan le interesaba, pero eso no podía ser así.

(...) no puedo seguir existiendo sabiendo que no sabes lo que me haces sentir... Mérida, yo te amo

- Él me ama - musitó como respuesta

- ¿Hans?

- Hiccup - corrigió

Runa ahogó una exclamación, lo sabía, sabía que algo había pasado entre ellos dos desde aquella noche antes del viaje, lo había supuesto apenas vio al furia nocturna alejarse del castillo, mas nunca esperó que fuera aquello.

- ¿Te ama? - preguntó

- Me lo dijo - le confío en voz baja, abrazando sus piernas contra su pecho - la noche antes de zarpar

- Cancela la boda - le dijo con seguridad, Mérida abrió los ojos contrariada, luego negó

- No puedo, ya está hecho

- Estará hecho cuando digas acepto, aún hay tiempo

- Runa, soy una princesa, tengo responsabilidades - soltó en un quejido, soportando el quiebre que quería asomarse en su voz - no puedo fallarles a mis padres

- Tus padres están bien, estaran bien, Mer, tu lo amas a él y él te ama a ti, ¿Que más necesitas? - le dijo agarrando sus manos, tratando de romper la postura rígida y vulnerable de su amiga - podrías ser feliz y podrías cumplir con tu deber

- Runa, no seas ingenua, no puedo desarmar un compromiso sólido y beneficioso solo porque siento algo por alguien más, tengo responsabilidades y todo un pueblo que depende de mi ¡Es egoísta!

- Pero el te ama y tú lo amas - repitió anhelante de que su única amiga consiguiera su felicidad

- No es suficiente... Con Hans tengo un futuro asegurado para mí gente

- Suenas igual a tu madre - murmuró agotada

- Si, puede ser que en esta ocasión ella tenga razón - masculló zanjando el tema

El portal se abrió una vez más, tan grande y brillante como de costumbre, sus colores vibrantes se camuflaban con el cielo y el mar, uniendo sus tonos en un remolino tornasol del cual salió el elegante barco del reino de Arendelle, el grupo había llegado antes decididos a hacer lo posible para advertir a la ingenua princesa, dispuestos a desarmar aquel mal habido compromiso, pero una vez atracaron en puerto es que notaron el caos, los guerreros del clan custodiaban las entradas y limites a las tierras y la gente del pueblo permanecía oculta en sus casas, y a pesar de que los recién llegados eran aliados y reyes de tierras vecinas, entrar hasta el castillo habia sido tan dificil como llegar a un reino desconocido.

La reina Elinor los recibió, estaba casi irreconocible, si no fuera por sus rasgos y su temperamento, los presentes pensarían que no era ella, la reina no estaba en sus mejores momentos, su rostro estaba marcados por grandes ojeras oscuras y sus cabellos estaban despeinados y sueltos tras ella, con sus puntas recogidas en un flojo moño, sus ropas parecían ser las mismas hace días, arrugadas y desarreglada, y su mirada estaba inundada en tristeza.

La primera en hablar fue Elsa, quien era la que mejores lazos tenía con la reina de los clanes, incluso un cariñoso reencuentro se había fundido entre ambas, pero ese momento no duró más que un instante, ya que las razones del estado actual de la reina Elinor aterró a más de a uno en aquel salón.

El primero en caer había sido su hijo varón mayor, Harris, que hace dos días y tres noches  permanecía sumergido en un largo sueño, al día siguiente los dos trillizos faltantes, Hubert y Hamish, tampoco despertaron más, tan solo dormían sin siquiera un gesto más que respirar, la única señal de que seguían con vida. Y esa misma mañana el rey Fergus ya no despertó, contagiado de la maldición que aquejaba a sus hijos, dejando completamente sola a su esposa, quien estaba a punto de perder la cordura que la caracterizaba.

Para los demás esto era clara obra de Pitch Black.

¿Pero como era posible? Jack y Elsa habían compartido miradas confidenciales entre ellos durante todo el relato, ambos preguntandose las mismas cosas, ¿Sería posible que Norte se equivocara? Lo veían poco probable, el guardian del asombro conocía más de la magia y su historia que todos los demás, él había derrotado al Coco varias veces, conocía la naturaleza de Pitch Black, entonces ¿Quien era si no era el señor de las pesadillas? Quizas solo había una manera de confirmar.

Elsa, Anna y Jack acompañaron a Elinor hasta sus aposentos, mientras Rapunzel y la pequeña Holly, Eugene e Hiccup permanecieron en el salón principal del trono, Kristoff en cambio se había quedado en Arendelle junto a su hija y Olaf. En la habitación de los reyes se encontraba Fergus profundamente dormido, su respiración era regular y sus ronquidos suaves, pero no había señales de oscuridad ni pesadillas.

- ¿Podrías despertarlo? - inquirió Elsa a su hermana, Anna la observó insegura

- No lo sé, hace años no lo hago - murmuró echándole un vistazo a los presentes, Elinor se acercó a la reina - ¿Y si no son pesadillas?

- ¿Podrías intentarlo, su magestad? - le pidió en un ruego

- Podría - susurró afligida

Anna se acercó hasta el dormido rey, puso cada una de sus manos a un lado de la cabeza del hombre, mas nada ocurrió. La cobriza volvió su mirada a los presentes cargada de culpa.

- Necesitamos a Sandman - resolvió rápidamente Elsa - ¿Jack? - llamó ahora al guardian - ¿Podrías ir por él? Por favor - le pidió con preocupación - tenemos que poner en sobre aviso a los demás - agregó luego - esto no es normal

Y no lo era, antes de que el guardian saliera en busca de Sandman, el trío había intentado despertar a los demás con los mismos negativos resultados, lo que preocupaba de sobre manera a los presentes, prontamente Jack e Hiccup habían salido en busca del guardian de los sueños.

Por otra parte, el grupo restante, se quedó en las tierras de Dunbroch para acompañar y también hacerle saber a la reina el motivo de su visita, lamentablemente debían agregar una mala noticia más, por qué lo era, si se trataba de Hans siempre lo era. Elinor había reaccionado como cualquier madre en su situación lo haría, con la culpa cubriéndole por la espalda y el dolor de frente, le había fallado a su única hija, y si sus aliados decían la verdad, esa boda no podía tener lugar.

Tan solo quedaba esperar

Pero las horas pasaban y no habían indicios del guardian de los sueños, ambos, Jack e Hiccup, habían vuelto sin noticias de Meme, lo que a varios les había traído de vuelta el recuerdo de cuando el pequeño y dorado ser habia sido engullido por las sombras, en especial en Elsa, para quien solo habia pasado unas semanas desde aquello, la guardiana apenas se habia enterado del regreso Sandman hace poco más de una semana, casi el mismo tiempo que llevaba descongelada.

Poco a poco las opciones se iban cerrando, la noche iba cayendo cubriendo cada rincón del reino, mientras la familia real no despertaba, como si siguieran sumergidos aún en la primera noche de sus pesadillas y está no avanzara con el tiempo de los demás, agregando que pasada la primera impresión por el estado de la familia real, la reina pudo dar mayores detalles, al parecer el rey y los principes no fueron los unicos en caer por el reino. Al menos el apoyo de la reina Elinor respecto a anular el compromiso de su hija estaba asegurado, eso era una victoria, una bastante pequeña, pero la esperanza era lo último que perderían.

- No veo oscuridad en ellos - murmuró Anna observando con detalle el rostro de uno de los trillizos - tampoco lucen asustados...

- ¿Estarán soñando? - inquirió Rapunzel angustiada, sin dejar de mecer a su hija en sus brazos, aunque está no lo necesitara

- Parecen... - musitó la cobriza sin querer terminar la oración

- No lo digas, sería algo horrible - la detuvo la rubia, de tan solo imaginar la posibilidad una horrible desolación la agobiaba

- Pobre reina Elinor - negó comprendiendo la desolación de su prima - ¿Que hará Mérida cuando vea todo esto? ¿Con lo de Hans? Se volverá loca - suspiró apoyándo su rostro entre sus manos

- ¿Cómo se lo diremos? ¿Que le diremos primero? - preguntó Rapunzel apoyándose en el respaldo del sofá en el que estaban sentadas

- ¿Importa realmente? Después de esto no creo que nos escuche... - murmuró afligida - Elsa ¿Qué opinas? - la llamó, la platinada volteo despegando su vista de la ventana para ver a las otras dos sentadas en el sofá

- ¿Sobre qué? - respondió confundida mientras retorcía con sus dedos

La noche ya había avanzado en el reino y el grupo ya había comenzado a moverse nuevamente, Jack había vuelto a salir, está vez, camino al polo, atento a algún rastro de arena dorada por el trayecto, mientras Eugene, Hiccup y Chimuelo esperaban sobre las las torres alguna señal del manto dorado de Meme sobre la aldea, preparados para llamar la atención del guardian de los sueños. Las tres restantes habían decidido acompañar a la madura reina, o dejarla dormir, después de todo hace días no había podido descansar, no por voluntad propia por lo menos.

- ¿Qué estás haciendo? - inquirió Anna parándose de su lugar y acercándose a su hermana - ¿Qué tanto ves? - preguntó asomándose por el cristal a su lado

Elsa estaba asustada, no era un miedo absoluto, tampoco llegaba a ser temor, no era algo permanente, más bien se sentía como una brisa helada, una desagradable sensación incómoda que no la dejaba en paz, lo había hablado con Jack en privado antes que este partiera al polo, ambos estaban extrañados por aquella situación, y aunque no habían señales de pesadillas, justamente eso era lo que más les molestaba a los dos guardianes, y la ausencia de Sandman aumentaba la desagradable sensación.

- Espero a Jack - murmuró como respuesta sin pensar en la reacción de Anna

- ¿Ya lo extrañas? - la molestó con una mirada traviesa, Elsa se sonrojó conciente de lo se podía interpretar, luego negó efusivamente como lo había hecho las veces anteriores ante los comentarios sugerentes de su hermana

- No Anna, no me refiero a eso - la corrigió - salió al polo por Santa, espero que un portal aparezca por los cielos, o algo así - explicó mientras su voz desaparecía en un suave susurró

- No está mal extrañar a los que quieres, Elsa - dijo ahora Rapunzel, ignorando olímpicamente lo que la platinada había dicho

- ¿Porqué será que siempre piensan en romance cuando estamos en estas situaciones? - murmuró en un quejido la guardiana - no es el momento - negó

- ¿Romance? - preguntó Anna con fingida inocencia - nadie habló de romance, Elsa

La platinada se quedó muda, miró hacia las dos mujeres que la observaban sonrientes, luego apretó los labios como una linea.

- No se puede hablar con seriedad con ustedes dos - se quejó alejándose del par - y si me disculpan, iré a ver si todo está bien con su magestad, vuelvo en un nomento - se excusó antes de salir de la habitación, escuchando a las otras dos reír tras ella

Hiccup y Eugene estaban junto sobre la torre más alta del castillo, Chimuelo permanecía cerca de ellos, oculto entre las sombras de los muros rocosos, atento a cualquier llamado de su jinete, atento a cualquier detalle del cielo, como los otros dos. No estaban seguros de que horas eran, el anocher se había dando hace rato, pero el pueblo estaba oculto dentro de sus casas desde temprano, dando una apariencia siniestra y desoladora al llegar la oscuridad de la noche, y por los cielos despejados no habían rastros del guardian de los sueños, ni un grano de arena dorada que admirar.

- ¿Qué crees que sea? - preguntó Flynn, ambos ya llevaban un rato hablando del tema

- Si no es Pitch, quizás sea un embrujo - respondió tomando su mentón entre sus dedos - ¿Pero quién lo haría? - murmuró para si mismo

- Quizás este Hans - apuntó pensativo - intentó quedarse con Arendelle desaciendose de la familia real años atrás, no me extrañaría que lo intentara aquí - argumentó, Hiccup guardó silencio apretando sus dientes

Estaba furioso

Hiccup, más que temor, estaba furioso y frustrado, una ira incomesurable, que crecía en su interior y lo inundaba hasta desvordarlo, eso le frustraba. El vikingo nunca había sido una persona violenta, se destacaba por siempre buscar la solución en base a palabras, pero en esta ocasión no habían palabras que decir, si todo eso resultaba obra y gracia del aludido principe, no habían fuerzas en el mundo que detuvieran la ofuscacion del jinete.

Y la culpa

Por qué claro que sentía culpa, porque su silencio e indecisión había llevado a la colorina a los brazos de alguien más, a los brazos de un mal hombre que probablemente era el causante del caos y conmoción que aquejaban la tierra de ese clan, Hiccup estaba seguro que Hans era el responsable de todo eso, aunque no tuviera pruebas y no tuviera idea de como podia ser asi, no le cabía duda.

- ¿Nada por aquí? - los interrumpió Jack apareciendo por atrás, ambos castaños exclamaron por la impresión

- ¡No es gracioso! - se quejó Eugene agarrándose el pecho con una mano - ¡Casi me matas! - continuo al notar como el guardian no paraba de reír

- No suenas como un muerto - continuo carcajeandose

- ¿Y Norte? - inquirió Hiccup, deteniendo las carcajadas del guardian, Jack algo más serio negó

- No estaba en el taller - respondió - ¿Y Meme?

- Aún no aparece - respondió Eugene dándole la espalda, volviendo a recargarse en las piedras del borde de la torre

- ¿Qué haremos ahora? - preguntó Hiccup con seriedad - ¿En qué piensas? - preguntó ahora directamente a Jack quien había tomado una postura más seria, ajeno a su actitud habitual

Pero no hubo respuesta, tras ellos Elsa llegaba sosteniendo un par de mantas en sus brazos, atrayendo la atención hacia ella.

Una vez la platinada verificó el bienestar de Elinor, quien permanecía junto a Fergus, volvió a la habitación de los trillizos, dónde pensaban pasar la noche junto a su hermana y su prima, atentas a los dormidos príncipes, procurando custodiar y protegerlos de las sombras de Pitch Black, de las posibles pesadillas que los podrían aquejar. Cuando entró a la habitación ambas reinas permanecían junto al gran ventanal con sus gruesas cortinas abiertas, la luna menguante en el cielo se filtraba por el cristal iluminando tenuemente ese espacio del cuarto, mezclandose con la luz amarillenta y suave de las velas. Los príncipes permanecían en sus camas y la pequeña Holly dormía plácidamente en una pequeña cuna de trasporte aún costado, cubierta por blancos velos traslucidos.

- ¿Cómo está su magestad? - preguntó Anna cuando la vio entrar

- Sigue despierta y ansiosa - comentó con pesar, Anna suspiró

- No me quiero ni imaginar lo que debe estar sintiendo - comentó Rapunzel dando un vistazo hacia la cuna

- Espero que Norte pueda hacer algo - deseo Elsa acercándose hasta las dos - ¿Aún no han llegado? - inquirió mirando por la ventana hacia afuera

- Ví a Jack llegar hace un momento - respondió Anna, Elsa volteo a mirarla - estaba solo - respondió a la pregunta muda de su hermana

- ¿Solo? - inquirió procurando ocultar su preocupación por la ausencia del guardian del asombro

- ¿Por qué no le preguntas? - indagó Rapunzel

- Es una estupenda idea - sonrió Anna con una chispa en los ojos - ve a averiguar

- Seguramente está hablando con Hiccup y Eugene, bajará en cualquier momento para decirnos porque Norte no está, lo esperaré aquí - respondió Elsa buscando la paciencia que necesitaba para sobrellevar las ideas de su hermana y su prima

- Yo creo que deberías ir, podrías llevarle algunas frazadas a los demás, seguramente Hiccup y Eugene están congelados ahí afuera - sugirió rápidamente Anna mientras tomaba a Elsa por los hombros y la guiaba de vuelta fuera de la habitación

- ¡Estamos en verano! - exclamó en voz baja tratando de resistirse

- Eso es lo de menos - contradijo divertida

- Anna, basta - le pidió Elsa, tratando de deshacerse del agarre de su hermana, pero Rapunzel la detuvo poniendo algunas mantas dobladas sobre sus manos - Punzie ¿Tu también? - le reprochó

- Las necesitarás - le respondió divertida abriendo la puerta

- Nos cuentas como te va - se despidió Anna antes de cerrar la puerta tras su hermana

Elsa suspiró nerviosa, sabía que Anna no estaba tan interesada en conocer las razones por las cuales Norte no estaba, no tanto como le interesaba la idea de la guardiana hablando con Jack, la platinada la conocia lo suficiente como para ver las segundas intensiones de la cobriza.

Aún así Elsa subió hasta la azotea de la torre.

- Anna y Rapunzel pensaron que tendrían frío - murmuró abochornada

- Estamos en verano - respondió Hiccup sin entender las intenciones de las aludidas mientras Eugene negaba divertido, suponiendo el objetivo de ambas reinas

- Dilo por ti - interrumpió el castaño - yo estoy bien con estas, ya tenia frío y estoy cansado - vociferaba tomando las mantas y envolviendose en ellas

- Déjalo, ya es un padre - le dijo Jack a Hiccup con un gesto despreocupado - debe ser la edad

- ¿Qué estás insinuando? - se defendió

- Estás algo viejo, acéptalo - se encogió de hombros, el vikingo rió

- Yo no soy quien tiene el cabello como un anciano - se defendió

- ¿Mi cabello? ¿Que tiene mi cabello? - inquirió divertido

- Ya basta, abuelo - detuvo Hiccup a Eugene abrazandolo por los hombros con uno de sus brazos  - vamos adentro, necesitas descansar - negó mientras reía

Ambos entraron por la puerta de la torre al castillo, dejando solos a los dos guardianes, sus voces se iban apagando a medida que se alejaban por la escalera al interior.

- ¿Qué fue todo eso? - preguntó Jack apuntando hacia la puerta, aún divertido por la situación, Elsa se encogió de hombros

- Eugene siempre ha sido algo peculiar - comentó - ¿Qué pasó con Norte, él vendrá? - preguntó directamente

- No estaba en el taller - respondió con una mueca, Elsa se acomodó en el borde de la torre tomándole atención - al parecer tuvo que salir a hacer algo

- ¿Dónde fue?

- No lo sé, no le entiendo mucho a los yetis - respondió - ¿No han despertado? - Elsa negó

- ¿Tu crees que sea Pitch? - preguntó abrumada

- Es algo que él haría, pero no hay pesadillas - respondió en un murmuró, pensando en la pregunta, Elsa tan solo se abrazo a sí misma - además, es muy pronto para que pueda usar su poder...

- No comprendo eso del todo - comentó Elsa - yo puedo usar mis poderes sin problemas ¿Por qué el no podría? Nos descongelamos al mismo tiempo...

- El mundo ha pasado mucho tiempo sin miedo, Pitch no tiene de donde sacar fuerzas - explicó - tu no necesitas del miedo para existir

- Si, no estoy tan segura de eso - murmuró, Jack se acomodaba a su lado, afirmando, al igual que Elsa, del borde del muro de piedras

- ¿A qué te refieres? - preguntó extrañado, frunciendo el ceño algo molesto de la insinuación de la guardiana

"Me convertiste en la reina de las nieves y ahora muchos creen en mi, creen en mi magia y me temen al igual que a ti"

Elsa aún podía recordar la sensación que le causó sus propias palabras como si las dijera por primera vez, negó en su cabeza, tratando de despejar la niebla mental.

- Se supone que nuestro poder viene de la creencia de los niños - Jack asintió en un gesto de aprobación, Elsa continuo - bueno, mis historias no son sobre días nevados o huevos coloridos, ni de regalos bajos los árboles o pequeñas bonitas hadas, solo soy la reina de las nieves, que congela a los niños en su castillo helado - murmuró apenada incapaz de mirarlo a los ojos

- No pienses así de ti, tu magia no viene del miedo, ese no es tu centro - le corrigió con ímpetu, tomándola por los hombros, buscando su mirada - ¿Aún no puedes verlo? Tu no eres lo que crees que todos piensan de ti

- Eso no cambia nada, solo soy una historia para meter miedo a los niños - dijo en un susurro agachando la cabeza, rehuyendo su mirada

- Hay muchos niños que no piensan así - le contradijo tomando su rostro entre sus manos y levantandolo, obligándola a mirarlo a los ojos - Elsa no cree que des miedo - le recordó - ningún niño de Arendelle lo piensa

Elsa sonrió con timidez, quería creer en las palabras de Jack, sabía que eran ciertas, pero había una pequeña vocecita en su interior que no le permitía sentir aquella seguridad.

- Dejé a Eugene con Rapunzel, ella tendrá que lidiar con él... - los interrumpió Hiccup mientras cruzaba la puerta, guardando silencio al notar a la atmósfera que envolvía a los otros dos - ¿Interrumpo algo? - inquirió con burla, aprovechando su oportunidad para devolver alguna de las tetras que el guardian le había jugado todos esos años cuando el castaño estaba junto a Mérida - no se preocupen, vuelvo luego - agregó con picardia antes de cerrar la puerta de vuelta tras él

Pero la atmósfera ya no volvería a ser la misma.





Chapter 22: Capítulo XXI - Elección

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Capítulo XXI
Elección

Norte había caminado por el vasto bosque durante gran parte del día, agotado ya de no encontrar nada más que la fauna silvestre realizar sus actividades diarias durante su camino, aún sin respuesta ni tan solo una pista de lo que el guardian buscaba.

Después de encontrarse con la desconocida y solitaria torre, recorrerla de arriba a abajo, y viceversa, hurguetear en sus rincones, Nicholas volvió al taller por un pequeño momento, convalidar sus deberes con su excursión era una tarea más difícil de lo que el guardian había supuesto, aún así salió rápidamente de su hogar para continuar con su búsqueda, ahora ya tenía una pista más a la cual aferrarse.

Poco a poco el paraje frondoso y verde fue mutando, su espesor fue cediendo y la ruta ensanchandose, el bello bosque se abrió para dar paso a un claro más despejado, las raices de los árboles a su alrededor sobresalían, Norte las esquivaba con naturalidad y simpleza, hasta encontrar a la distancia un pequeño lugar.

A medida que se acercaba, el guardian,  pudo notar el ambiente rústico y amenazante de la taberna, de aspecto áspero y con acabados anticuados, parecía llevar décadas levantada entre el bosque húmedo, el letrero pintoresco poseía un patito amarillo de colores vibrantes, sobre este gruesas letras talladas revelaban su nombre: El patito modosito. Norte no perdió tiempo en entrar, en sus manos llevaba las hojas encontradas en aquella torre abandonada, papeles de diferentes datas, tan amarillentos como el ocre, con las imágenes de quienes podían ser los responsables de poseer la flor estaban entre sus dedos.

Jack e Hiccup habían pasado toda la noche sobre la azotea de la torre de piedras, atentos a alguna señal del guardian de los sueños, pero de este no hubo ni un rastro. Por otra parte Eugene había pasado la noche junto a su hija, mientras su esposa y las primas de esta, se encargaban de los príncipes de Dunbroch, turnandose entre ellas para descansar y vigilar, aunque una en especial no podía hacerlo, Elsa estaba tan despierta como la noche ahí afuera.

Cuando el inminente amanecer se hizo presente y la mañana se abrió paso como de costumbre, los forasteros se reunieron en el salón del trono junto a la reina, la noche no habia cambiado en nada la situación, pero, para sorpresa de todos, el día había llegado con nuevos acontecimientos que aún no se hacían notar, aunque uno de ellos estaba pronto de estallar.

Sobre la misma torre en la cual habían pasado la noche vigilando varios del grupo de forasteros, los dragones de Berk aterrizaban con sus respectivos jinetes a cuestas sobre ellos, el estridente ruido y la exclamación de pánico en quienes aún permanecían libres de la maldición del sueño eterno, se hicieron notar en el interior del castillo, luego uno de los hombres que custodiaban los muros llegó hasta la reina Elinor para anunciar la llegada de los jinetes de Berk, lo que provocó la reaccion de Hiccup, preocupado por su gente salió del salon hecho un rayo en direccion a la torre, por inercia sus amigos lo siguieron a unos pasos por detras del castaño, intranquilos al igual que el líder de Berk.

Hiccup fue el primero en cruzar la gruesa puerta de madera que separaba el interior de las escaleras con la azotea, su deber y preocupación lo invadía en ese momento, angustiado por algún ataque a sus tierras y su gente, al igual que ocurría en Dunbroch, pero al ver el rostro de sus amigos no vio en ellos el apremio o la preocupación como su líder pensaba, al contrario, estaban melancólicos y aterrados a la vez, lo que desencajo aún más a Hiccup.

Brutacio, Brutilda, Patán y Eret estaban frente de él y junto a ellos la tensión se hacía notar, ni siquiera la interrupción de Eugene y Jack que llegaban a la azotea podia aliviarla o distraerla, pronto la bomba estallaría.

- ¿Sucede algo? - inquirió Hiccup con apremio, los recién llegados se miraron entre sí sin poder decir nada - ¿Berk está bien? - apuró con más urgencia

- Si, todo está bien en la isla - lo calmó Brutacio - no es por eso que hemos venido

Una vez que los vikingos habían vuelto a su pueblo desde las Islas del Sur, esperaban encontrar a Hiccup ahí, en sus tierras, aunque este último poco permanecía en la isla cuando volvía de sus viajes en busca de Astrid o visitando a cierta princesa de cabellos color atardecer en otros reinos, y esta ocasión no fue diferente, el viejo herrero les informo de la partida del lider vikingo hacia las tierras lejanas, o ya no tanto como años atrás, de Dunbroch. No necesitaron nada más para volver a emprender vuelo, esto era algo que no podía esperar.

Ellos no podían hacerlo

Pero una vez llegados al castillo de la colorina, el valor que los cuatro habían reunido durante el trayecto se había evaporado como el agua con el calor, y la responsabilidad junto a la obligación no era suficiente ¿Cómo le dirían tal noticia? ¿Era siquiera necesario? Hiccup por fin estaba superando la partida de su esposa, había avanzado poco a poco con mucha lentitud ¿Porqué romper eso? Su líder por fin estaba decidido y confesar que Astrid estaba viva era hacerlo retroceder deprisa todo lo que tanto había alcanzado a lograr.

Pero ¿Era justo?

La vikinga era parte de Berk, era una de ellos y aunque Astrid también se veía bien, y aunque tan solo fue vista por un instante por sus antiguos amigos, ellos pudieron notar la felicidad en su mirada, la gratitud en su sonrisa, y al hombre alto y grande que la acompañaba. Seguramente había rehecho su vida.

¿Porqué arruinar lo que habían construido aquellas personas que tanto amaban?

Porque lo hacían, los amaban. Astrid e Hiccup habían sido parte de la vida de aquellos cuatro recién llegados, especialmente de tres de ellos. Habían crecido todos juntos en sus viejas tierras, habian aprendido a ser guerreros, algunos mejores que otros, habian ganado una familia, habían descubierto nuevos mundos y habían dejado algunos viejos, pero siempre juntos. Ahora estaban todos distanciados, Patapez había muerto y Astrid ya no estaba, y el recuerdo de lo que alguna vez fueron en un pasado se desvanecía como las nubes en el cielo, ninguno queria perder a nadie más y la ilusion de recuperar a alguno, de volver a ver a un rostro familiar después de tanto tiempo los llenaba, sin querer, de una nueva esperanza.

- ¿Entonces qué sucede? - repitió Hiccup tratando de adivinar en sus pensamientos que había traído hasta esas tierras a sus amigos con tal apuró

- Yo... Este... - titubeó Brutacio palideciendo

Brutilda dió dos pasos frente los demás, tomó a su gemelo por los hombros para luego hacerlo hacia atrás, la rubia tenía la mirada temblorosa y el corazón vacío, extrañaba demasiado a su amiga, aunque no lo fueran tanto en realidad.

- Astrid está viva - dijo secamente, soltando la bomba que nadie quería ni era capaz de detonar

Hiccup guardó silencio por un largo momento, incapaz de procesar las palabras de Brutilda, olvidando completamente todo lo demás, dónde estaba y que hacía en aquel sitio, en lugar de pensar en su cabeza no existía nada más que la posibilidad.

Astrid está viva

Repetía una y otra vez en su cabeza, como un mantra o una oración milagrosa, en su pecho sintió el fuego arder y la necesidad de correr o volar hacia dónde fuera que su esposa estuviera, pero entonces la ilusión se quebró, la voz de Jack y Eugene atajó a Hiccup en sus divagaciones mentales y lo trajo de vuelta a la realidad.

- Un barco de las Islas del Sur - dijo Eugene lo suficientemente alto para llamar la atención del vikingo, mientras apuntaba cerca del horizonte, dónde se veía el navío navegar

- Está por llegar - comentó Jack

Mérida

Estaba Mérida.

Y una vez más, el corazón de Hiccup, volvió a latir con fuerza y rapidez, sus dedos se durmieron y comenzó a dudar, sentía la presión por todos lados, el murmullo mudo de ser juzgado por los demás, sus miradas protestantes, pero eso estaba lejos de la realidad, tanto Jack y Eugene como los recién llegados vikingos no sabían que pensar, ellos tampoco sabrían que eleccion tomar, pero Hiccup si lo sabía, él lo sabia.

Ella jamás lo dejaría de buscar.

- ¿Dónde está? - preguntó hacia sus amigos vikingos volviendo en sí, con una expresión más seria que con la que los había recibido - ¿Está bien?

- Solo la vimos por unos segundos... - comenzó a excusarse la rubia, siendo interrumpida por otro

- Está en una isla al sur - respondió Eret, Hiccup asintió

- Hiccup - lo llamó el guardian a sus espaldas, el aludido giró sobre sus talones dedicándole una mirada anhelante, tan tensa y angustiada que el otro se quedó mudo por un momento - ¿Qué harás? - le pregunto al recuperar el habla

- No lo sé - murmuró como respuesta - quizás algo estúpido - agregó luego antes de silbar con sus dedos - volveré, pero por ahora me debo marchar - dijo luego

- ¿Te vas? - inquirió el rey de Corona recriminandole

- Debo hacerlo - afirmó para luego ir hasta Chimuelo que había llegado a la orilla de la torre - la debo encontrar

- ¿Y Mérida? - le recordó Jack viendo cómo el vikingo se subía a su dragón - ¿Qué hay con ella?

Hiccup no dijo nada, guardó silencio mirando hacia el lomo del furia nocturna, ni él mismo sabía que haría, ni que sentía en este momento, tan solo necesitaba ir él mismo a verificar las afirmaciones de los demás, él debía encontrar a su esposa, él mismo debía protegerla, y está vez lo haría, se lo había prometido antes de la boda y lo repitió en sus votos, era un juramento, su palabra y amor por quién le había dado todo lo que no conocía y ahora eran parte de él.

La debía encontrar

- Volveré - repitió - díganle lo de Hans, no permitan que ese idiota se case con ella. Yo... - se detuvo saboreando las palabras que diría, tenían un sabor más amargo de lo que el jinete se había imaginado - la debo de encontrar

Una vez dicho sus últimas palabras, con un gesto, el líder dió la orden de despegar, siendo el primero en hacerlo, seguido de Eret y Patán, y por último Brutacio y Brutilda en su dragón de dos cabezas, para luego desaparecer por un portar que el castaño habia abierto en el cielo despejado. Jack y Eugene compartieron una mirada, algo no les gustaba de todo lo que habían dicho.

O lo que no habían dicho

Por otro lado Mérida se paseaba ansiosa por la cubierta de la nave, que estaba cada vez más cerca de las tierras de su clan, su hogar. Desde la noche anterior la sonrisa de la colorina se había intensificado por la emoción, ahora no existía motivos para desaparecer aquella alegría, no por ahora.

Hasta que a la distancia vio al grupo de dragones alejarse del castillo. Y la alegría que sentía se esfumó para transformarse en temor.

¿Qué hacía Hiccup por el reino?

- ¿Los viste? - preguntó Runa, Mérida asintió afirmativamente - ¿Por qué habrán venido? - dijo luego poniendo en palabras la duda de la colorina

Mérida tan solo guardó silencio, el incomparable miedo irracional que sentía le calcomía la mente, imagino cientos de escenarios posibles para explicar la presencia del líder de Berk y sus amigos por sus tierras, pero cada una le llevaba inevitablemente a recordar la confesión que este le había hecho, su corazón pegó un brinco al imaginar la posibilidad de que este permaneciera esperando su llegada junto a sus padres, compartiendo historias, compartiendo momentos y quizás compartiendo sus sentimientos por ella, ante el más pequeño asomo de tal idea Mérida negaba y la desechaba, era tan solo ridículo e irracional.

Pero entonces el portal se abrió y supo así que Hiccup se iba, y un agrio sentimiento la invadió, contrario al alivio que esperaba la princesa.

- ¿Diplomacia? - inquirió encogiéndose se hombros

- Oh, no te hagas la desinteresada conmigo - la molesto mientras la empujaba con suavidad

- Shuuu - le chucheó - te escucharán los marinos

- ¿Qué importa? Cancela ya el compromiso

- Alguien deme paciencia - murmuró la colorina

Y aunque Mérida se mostraba fuerte y decidida, la realidad era diferente, aún así siguió manifestando la desagradable idea de formar un lazo permanente con un reino lejano como si fuera el acontecimiento más acertado de su vida, pero mucho no pudo decir, ya llegando a puerto ambas pudieron notar la irregularidad de la gente, a diferencia de los extranjeros que desconocían el panorama habitual de aquellas tierras.

Una vez que ambas llegaron a tierra firme y la escolta real las había recibido, el barco de las islas del sur volvió a zarpar de vuelta a su reino, fue cuando Mérida comenzó a preguntar.

Y por un momento la princesa deseo no haberlo hecho, un temor sin nombre se apoderó de su interior, desplazando el recuerdo de sus ideas sobre Hiccup y su presencia, ahora no tenia más pensamientos que el de su familia.

Mérida le dió un vistazo a Runa, sabía que ella no la acompañaría a palacio, también estaba aterrada, lo veía en su mirada, la rubia no había parado de preguntar por las familias en las que cuidaba a los niños de estas, los soldados tan solo respondía con pesar, varios tenían a sus seres queridos afectados por tal maldición. Ambas amigas se separaron, sabían que pronto se verían, pero tenían responsabilidades que debían cumplir por el momento, se despidieron con apuro a lo lejos agitando sus manos, desapareciendo entre las casas y calles del clan.

Pero las sorpresas iban sumando y una vez Mérida cruzó las enormes puertas de madera del salón su respiración se detuvo, al igual que su cerebro y sus piernas.

- ¡Mama, papá... - exclamó con fuerza al entrar interrumpiendo su oración en un hilillo de voz

Claro que la princesa de Dunbroch había notado el barco de Arendelle al llegar, un navío blanco y elegante desencajada completamente con los demás que estaban atracados al lado de este, que poseía una apariencia más tosca y usada, fuera de eso la presencia de los reyes de Arendelle le traían tanta paz como temor, a pesar de la asegurada ayuda que significaban, también se traducía a que la situación era peor de lo que la princesa colorina había imaginado, aunque esta nunca esperó que la presencia de sus otros amigos la dejaran pasmada.

En especial la presencia de una

- ¡Mérida! - exclamó Elinor entre una mezcla de alivio e intranquilidad acercándose a su hija - estás bien, mi vida - dijo tomando a la colorina entre sus brazos, acariciando su cabello - estas bien, mi pequeña valiente - murmuró mientras volvía a respirar con calma

- Mamá - susurró como el aire, sílaba por sílaba, muy aturdida

Elinor se alejó levemente de su hija sin soltarla, la admiró por un momento entendiendo lo confundida que debía estar, sabía que si había alguien que su hija quería sin reparos era a su vieja amiga, la cual llevaba años sin ver y no esperaba hacerlo de nuevo. La reina soltó a la princesa haciéndose a un lado, regalandole ese espacio de alegría, de todas formas al siguiente momento se la tendría que arrebatar.

- ¿Elsa? - preguntó al fin tratando de sonar firme, pero el tono que uso estába lejos de eso

La platinada solo le sonrió para luego acercarse hasta ella, pero Mérida acortó la distancia con rapidez para abrazarla, algo completamente atípico en ambas.

- Volviste - afirmó aún incrédula entre sus brazos, Elsa rió con suavidad

- Volví - le aseguró

Y fue tal cual como Elinor predijo, Mérida se sumergió en el sentimiento que Elsa le traía de vuelta; el anhelo, la felicidad, el amor y las esperanzas, todos aquellos sentimientos que se habían congelado junto con Elsa, incluso dejó escapar alguna que otra lágrima rebelde, siendo molestada por Eugene y Jack, lo que alivianó el íntimo momento, después la verdad se tuvo que hacer notar.

Lo primero que Mérida supo fue que su familia, su padre y tres hermanos, estaban sumergidos en un extraño sueño desde hace días, que habían intentado buscar a Sandman sin suerte y que incluso Anna había intentado despertarlos, pero todo intento era inútil. Aún no terminaba de procesar los hechos cuando la reina de Arendelle no pudo más, debía decirle la verdad a la recién llegada.

Y era un golpe más, uno tras otro, Mérida solo los recibía en silencio, estoica, sin ni una expresión palpable, y es que no sabía qué sentir, se sentía traicionada, le dolía la verdad, apreciaba bastante a Hans, pero no era nada comparado con él sueño eterno de sus seres amados, no eran nada en comparación a Hiccup. Mérida no terminaba de entender qué le causaba más angustia, si es que Hans fuera un mentiroso traidor o el porqué Hiccup se había ido volando del reino.

Asique no había nada que expresar.

- ¿Mérida? - la llamó Rapunzel preocupada por el silencio de su amiga - ¿Sigues con nosotros?

- ¿Hija? - lo intentó Elinor, pero ante toda pregunta la colorina tan solo suspiró

- Creo que la quebramos - susurró Anna

- ¡Anna! - la reprendió con suavidad Elsa, frunciendo el entrecejo

- Ví a los dragones irse - dijo Mérida al fin atrapando la atención de todos - ¿Sucedió algo más? - quiso averiguar, si las cosas iban mal, no podría ser peor

¿O si?

Los presentes se miraron, Eugene y Jack no les habían podido explicar gran cosa, tan solo que Hiccup se había marchado por un asunto urgente en sus tierras, pero ellos dos sabían lo que había ocurrido en realidad, entre todas las miradas las de el guardian y el rey de Corona eran las más cargadas.

- Habian asuntos urgentes en Berk de los cuales encargarse, vinieron por Hiccup - reveló Elsa tomando la voz como de costumbre

- Oh, ya veo - respondió con tono automático, sin querer demostrar demasiada importancia

- Mer - la llamó Anna ahora - ¿Que harás?

- ¿Qué haré? - repitió algo contrariada, como si la pregunta no tuviese necesidad - ¿Cómo que qué haré? - rió con normalidad, desencajando a los demás con su reacción - me voy a casar, que más voy a hacer

Chapter 23: Capítulo XXII - Antiguo reino

Chapter Text

Capítulo XXII
Antiguo reino

Posterior a las afirmaciones de la colorina princesa, el salón se transformó en un marullo de réplicas y gritos, cada una de las presentes reinas alzaban la voz sobre la otra buscando ser escuchadas, cada una con algo que decir sobre la boda, Mérida tan solo las observaba sin escuchar ni una de sus palabras realmente, muy aturdida y devastada como para tomar atención, en su cabeza solo existía el temor, el miedo de perder todo lo que tenía, la responsabilidad que tenía con su familia y su pueblo, el desastre que se avecinaba y el unico capaz de darle algo de seguridad era el infame Hans.

- ¡Acaso estás delirando! - exclamaba Rapunzel mientras tomaba las hebras de sus cabellos y las alisaba con fuerzas hacia abajo en una señal de desesperación - ¡Hans es un traidor!

- ¡Jamás voy a bendecir esa boda y seguramente tú padre tampoco lo haría! - comentaba elevando la voz Elinor, igual de enérgica

- ¡¿No escuchaste nada de lo que dije?! - vociferaba Anna - ¡Intentó matarnos! - remarcaba utilizando sus manos para enfatizar

- ¡Es una locura! - secundaba Rapunzel nuevamente

Y así continuaron como en un circulo vicioso, los restantes solo observaban pensando cosas similares pero sin ponerlas en palabras, mientras Mérida tan solo escuchaba, decidida en lo que debía hacer, y ahora más que nunca, necesitaba realizarlo, a pesar de sus reservas, al fin de cuentas  un matrimonio arreglado y un matrimonio por beneficios eran algo similar.

Solo le intentaba proteger sus tierras.

- ¿Es todo? - dijo al final cuando notó una pausa entre los reproches de las reinas - ¿Puedo hablar ahora?

Las réplicas cesaron en un instante, momento que la colorina aprovechó para continuar.

"¡No sabes lo que has hecho, habrá fuegos y espadas si no puedo corregir esto!"

Mérida ya sabía que hacer y qué decir.

- Nuestras tierras, - comenzó paseando la mirada, elevando la voz sin que sonara como un grito, enunciando, como su madre le había enseñado durante tantos años - mis tierras, se componen de la unión de cuatro clanes, que unieron sus fuerzas frente a las inclemencias y barbaridades de los invasores de otras tierras, nombrando a mi padre como su rey... Pero la historia de estas tierras es más antigua que eso - dijo cambiando su tono a uno más lúgubre - y sus tradiciones también. Cuando fuí joven no me parecieron justas y pelié contra mis propias raices y costumbres, sin pensar en el daño que estaba causando, sin preocuparme de lo que significaría para mí futuro y el de mi gente... Madre, Anna, Rapunzel; no puedo seguir eludiendo por más tiempo mi destino

- Mérida... - musitó la matriarca entre una mezcla de orgullo y dolor, ahora su hija era todo lo que ella siempre quiso, entendiendo en el proceso que no fue lo mejor

"(...) Tratas de volverme como , es que no pienso ser igual que ..."

Elinor ahora veía como su hija era todo lo que ella misma fué en su momento, una joven fuerte, valiente y preocupada por su gente y su deber, dispuesta a sacrificarse por los demás, obligada por sus leyes.

(...) jamás voy a ser como , moriría antes de ser como

No era justo

No era lo que Elinor esperó, lejos del orgullo, la reina de Dunbroch se sentia aterrada por su hija.

- ¡Oh, eso es ridículo! - se quejó Anna - ¡Usted es la reina, cambie las leyes! - dijo ahora hacia Elinor quién la observó perpleja por la acción de la otra

- Anna, basta - la detuvo Elsa tratando de calmar el temperamento de su hermana - no seas impertinente - le susurró para ellas dos

- ¿No dirás nada Elsa? - le preguntó ignorando sus palabras - ¡Dile algo! - le pidió con apremio

Elsa desvío su mirada hacía la colorina, evaluandola antes de hacer nada, luego paseó sus ojos entre las demás, expectantes, poseedoras de las mismas miradas que todo mundo le dedicaban a la guardiana, pero está vez para Mérida, como esperando una respuesta a la altura de su cargo, Elsa sabía lo agobiante que eran las expectativas.

Y, contrario a la reservada y correcta actitud de Elsa, ante toda predecible respuesta la reina de las nieves tomó a su amiga por las manos antes de salir huyendo con esta del salón, dejando todas las expectativas junto a las reinas.

El portal se cerró tras él grupo una vez lo cruzaron, a poca distancia se podía ver las motas de islas verdosas y grandes flotar sobre el mar, los barcos se movían por el océano con sus marineros pescando en sus aguas y el reino que se levantaba entre las islas se movía en su ajetreo diario, poco a poco los dragones descendieron de los cielos escondiendoce entre el follaje del bosque que rodeaba el pueblo.

- ¿Aquí es? - inquirió Hiccup una vez bajó de Chimuelo

- Aquí es - afirmó Brutacio

El trayecto había sido de tan solo unos minutos gracias a la esfera de Norte, aún así les había dado el suficiente tiempo a los vikingos para poner en tanto a su líder de la situación. Explicar que Astrid, quién llevaba más de media década desaparecida, fué vista por aquellas tierras había significado más complejo de lo esperado, ni uno de los presentes queria decir nada sobre el hombre de espaldas anchas que tomaba a la rubia por la cintura, trataban de justificar aquella situación con múltiples escenarios, pero el resultado siempre era el mismo; Astrid ya había rehecho su vida e Hiccup recibía otro metaforico puñal en el pecho. Definitivamente no querían hablar de eso.

Pero no les correspondía mantenerlo en secreto.

- ¿Estás seguro de ir por ella? - tanteó Patán, Hiccup asintió con decisión

- No estaré tranquilo hasta confirmarlo con mis propios ojos - respondió - espérame aquí - le susurró luego a Chimuelo mientras acariciaba su costado

Y apenas el grupo habían dicho palabra sobre el tema es que la luz en los ojos del castaño se extinguió tan rápido como había aparecido, pero merecía saber la verdad, o lo que creían lo era. Aún así Hiccup no se sentía tranquilo, no podía dar crédito a lo que escuchaba porque la Astrid que él conocía no habría parado de buscarlo.

Entrar había supuesto algo más de esfuerzo de lo esperado, las entradas del reino estaban custodiadas por una escolta completa, y sus muros eran rondados por otros militares más, algo exagerado para su gusto, pero no podían quejarse, ellos tenían dragones enormes para intimidar en su isla, seguramente los desconocidos pensaban igual. Los cinco vikingo rodearon los muros buscando algún punto ciego por el cual escabullirse, una tarea sencilla considerando sus antiguas proesas. Tras los muros, las tierras desconocidas del reino de las islas del sur se encontraba, lo que a Hiccup le parecía una ironía de lo más sádica, resultaba que aquel lugar significaba más de lo que él imaginaba, además de ser un recordatorio latente del compromiso de Mérida con el menor de los príncipe de aquellas tierras, ahora resultaba que Astrid se encontraba viviendo en ellas.

Y quizás no estaba del todo sola

Habían visitado aquellas tierras varias veces en el pasado, tanto juntos como separados, nunca habían visto rastro de Astrid, y aunque sus habitantes eran algo ariscos y altivos, se mostraban colaboradores y hospitalarios, pero en esta ocasión la situación no se asemejaba al recuerdo colectivo de los vikingos, en esta ocasión los locatarios estaban sumidos en el silencio interrumpidos por los cuchicheos que soltaban algunos de estos, ninguno estaba dispuesto a hablar con los extranjeros que evaluaban con miradas recelosas, empapadas en temor.

- Algo está pasando aquí - murmuró Brutacio para el grupo, varios asintieron decuardo

- Es muy escalofriante - comentó Brutilda

- Guarden silencio - chucheó Hiccup, tomando atención a los murmullos de alrededor

Los cinco guardaron silencio, permanecían sentándos en una banca de madera en una pequeña área verde, niños jugaban a la distancia entre ellos mientras sus madres se reunían a hacer vida social, pero poco podían entender ellos de la charla, aún así Hiccup parecía ser el mas concentrado, mantenía un semblante serio, con el entrecejo levemente fruncido, tratando de descifrar las apagadas palabras por la distancia, pero todo intento fue truncado por la exclamación de Brutilda, que más que ruido fue un jadeo, mientras con su dedo indice apuntaba a oa distancia con poco discimulo.

- ¡Es él! - dijo en una especie de susurro, alzando su voz lo suficientemente fuerte para ser escuchada solo por los otros cuatro - pero miren qué brazos... - dijo después de detallar con mayor precisión al pelirrojo de espaldas anchas - ¡Pero qué bombón!

- ¡Oh, ya cállate, Brutilda! - le dijo su mellizo bajando la mano de esta - no seas ridícula - la reprendió - además ni siquiera es él, el nuestro no tenía un parche de pirata en el ojo - le recordó

- Pero él es un macho fuerte - contradijo en defensa del desconocido - pudo lastimarse en alguna matanza, muy varonil, le sienta - aceptó asintiendo con la cabeza

- ¡Pensé que teníamos algo! - exclamó Patán interponiendose en la mirada de la rubia - ¡Tu eres mi princesa guerrera!

- ¡Oye, Brutilda es mía! - le espetó Eret con seriedad

- ¿A los dos les gusta mi hermana? - se preguntó Brutacio contrariado y asqueado - ¿Acaso no encontraron a nadie más? 

- ¡Tiene razón Brutacio, tu estás tras Mérida! - le recordó Patán a Eret

- ¡Eso es falso! - se defendió - es falso, jefe, no es verdad - le dijo luego a Hiccup

Pero este solo tenía ojos para el hombre que estaba metros delante de ellos.

¿Sería él?

- Aquí está bien - jadeó Elsa deteniendo su escape - ¿Dónde estamos? - preguntó luego echando un vistazo a su alrededor, sintiendo que aún le faltaba aire en sus pulmones

- Al otro lado del castillo - sonrió Mérida aún aireada por la carrera - cerca de la biblioteca

- ¿Tienen biblioteca? - preguntó con sarcasmo a lo que Mérida respondió rodando los ojos fastidiada

- Anda, sabes que si - respondió tomándola de una de sus manos heladas para guiarla hasta dentro de la habitación - aquí no nos buscarán - murmuró mientras abría las puertas - no suelo venir por aquí con frecuencia, supongo que está bien... ¿Y de qué nos escondemos a todo esto? - preguntó divertida, Elsa siempre había apreciado la privacidad, la colorina lo recordaba

- De las expectativas - respondió con simpleza apoyando todo su peso sobre las puertas de madera ya cerradas, respirando la paz que sentía al estar oculta de las miradas imaginarias de los demás

- ¿Expectativas? ¿Aún te agobian? - preguntó incrédula - Han pasado años desde la última vez que te escuché hablar de eso - comentó con una sonrisa en el rostro, pero esta desapareció al notar la expresión agobiada de la otra

- Esa es la cosa - musitó apesadumbrada - para mí no ha pasado ni un segundo - reveló mientras se abrazaba a si misma, como si la temperatura derepente bajara abruptamente y tan solo ella podía sentirlo

- Oh - respondió Mérida secamente, sin saber que más agregar, luego trago saliva soltando lo primero que se le vino a la mente - bueno, debe ser extraño para ti - aceptó mientras tomaba asiento en una silla acomodada frente a un escritorio de pino - si mal no recuerdo, cuando te fuiste era todo un caos - Elsa asintió en aprobación - y ahora reina una paz absoluta, todo está bien, no veo el problema en ello - le apunto figurativamente, lo que Elsa pareció considerar

- Bueno, si - aceptó Elsa desviando la mirada hacia el suelo, concentrada en lo que iba a agregar - quizás sea el contraste entre lo último que estaba pasando y lo que ahora está pasando, solo son tonterías - dijo al fin - eso y tú boda con Hans - le recordó

La colorina volvió a rodar los ojos aburrida del tema que recién habían comenzado, apoyaba su mentón sobre su mano, la cual consecutivamente descansaba en el mesón del escritorio, dándole una apariencia juvenil, igual de rebelde como la platinada recordaba.

- No me mires así - le reprochó - es completamente una locura ¿Cómo te comprometes con alguien que acabas de conocer?

Mérida rió a viva voz, le divertía las palabras de la guardiana, en cambio Elsa la observaba con severidad, con la mirada cargada en reprobación, lo que causaba aún mas gracias en la princesa.

- ¿Se puede saber qué es lo que te da tanta risa? - preguntó retóricamente, pero Mérida tan solo continuo riendo hasta terminar lentamente en un suspiro gracioso, secándose una lágrima que caía por la risa

- Extrañaba escucharte decir eso - admitió aún con la risa a flor de los labios - y no lo acabo de conocer - agregó luego - lleva meses viajando hasta aquí a pasar tiempo - le explicó desviando la mirada, algo avergonzada - me agrada un poco - admitió en un murmullo

- Pero si esto es una locura, inaudito, insólito... - decía palabra tras palabra, tratando de buscar la adecuada para definir aquella imbecilidad, a falta de mejor termino

Elsa andaba de un sitio a otro mientras retorcía sus dedos, tan perpleja como molesta con la situación, en especial con aquel cretino príncipe que había vuelto a quién sabe qué ahora. Mérida tan solo la observaba pacíficamente desde su lugar.

- ¿Acaso nunca prestas atención a mis palabras? - se lamentaba Elsa en voz alta sin esperar una real respuesta

- A veces no - respondió la colorina, Elsa se detuvo a lanzarle una mirada ácida - pero a veces si - repuso luego levantando sus manos dejando al descubierto sus palmas, como si el simple gesto la eximiera de toda culpa

- ¡Intentó matar a Anna, Mer! - exclamó con seriedad - ¡También lo intentó conmigo para quedarse con el reino!

Y al igual que un furioso incendio, Mérida reaccionó.

- ¡Si lo sé, lo escuché hace un momento! - exclamó por primera vez - ¿Qué sugieres que haga? ¡Tengo un deber que cumplir, deberías entenderlo! - se defendió, Elsa guardó silencio - No tengo otra opción, son mis tierras, es mi reino y mis tradiciones, mis padres y mis hermanos... Es Papá, Elsa, es papá... - repitió ensimismandose en un oscuro miedo

- Pero Hans no es la solución si es lo que piensas - le dijo acercándose hasta la colorina - no te debes casar solo por qué es el deber, mereces ser feliz, mereces sentir el amor de verdad

- Pero ya está, es mi deber como princesa... - titubeó - como futura reina debo estar casada, así podré reinar con prosperidad - sentenció - tu lo sabes mejor que nadie, la importancia del deber

Elsa tan solo la observó en silencio por un largo rato antes de hablar.

- Te contaré una pequeña historia - comenzó volviendo a erguir su cuerpo y tomando distancia de su amiga, quien la observaba con mucha atención  - hace mucho tiempo atrás, en un reino muy antiguo - dijo solemnemente, Mérida tan solo rodaba los ojos y suspiraba, habia olvidado lo parecida que eran Elsa y Elinor en algunas cosas

- Un viejo reino - interrumpió Mérida, derrumbándose en el escritorio dramáticamente

- Un antiguo reino - corrigió sin darle mayor importancia, paseando una vez por el lugar, está vez con tranquilidad - era próspero, aunque pequeño y algo aislado, es que se encontraba oculto entre las piedras y el océano. En fin, - suspiró - sus reyes velaban por su gente y el pueblo vivía en una profunda calma y felicidad...

- ¿A qué quieres llegar? - la apuró Mérida, muy inquieta como para escuchar el final, o el desarrollo

- Tan solo escucha, Mer, presta atención - Elsa la reprendió con suavidad mientras se apoyaba en el afeizar de la ventana - en este reino todo era perfecto, menos el amor, los reyes habían rechazado tal emoción, muy ocupados por sus asuntos y matrimonios arreglados - comentaba echando un visto por la ventana, ansiosa por ver al pequeño guardian de los sueños aparecer en plena luz, aunque era en vano, no habia forma que Sandman supiera que lo buscaban - se convirtieron en personas frías y distantes unos con otros, algunos incluso algo crueles, no lo sé realmente, digamos que la falta de amor no es algo que quisieras experimentar

- ¿La falta de amor? - rió sin ganas - ¿Te sientes bien? - preguntó sarcásticamente sin parar de reír con falsedad. Elsa tan solo la miró por un momento en silencio antes de continuar

- Entonces uno de los viejos reyes faltó a su palabra deliberadamente, su falta de valentía y su desprecio por lo desconocido lo llevaron por un oscuro camino, ni siquiera la tan conocida máscara benevolente que solía usar lo podía ocultar de su fechorías...

Se desató la guerra

Y ambos líderes de ambos pueblos murieron ese día, y el bosque en donde se desarrolló la batalla quedó oculto bajo una espesa niebla, nadie salía y nadie entraba, y los lazos que tanto los unían y habían formado con tanta insistencia volvieron a ser tan solo un deseo ficticio, la cosa no parecía mejorar. pero entonces el principe se enamoró de una simple campesina y la esperanza volvió a su gente, el principe había roto el circulo del odio...

- Tan, tan, y todos vivieron felices por siempre ¿Verdad? - inquirió con falso entusiasmo

- ... Por un tiempo. - continuo Elsa alzando la voz, poniendo énfasis en su charla educativa - El principe se volvió rey y se casó con su amada, tuvieron hijas y su reino prosperaba con buen augurio

- ¿Entonces qué? - preguntó Mérida derritiéndose en su sitio

- Seguían con miedo, por qué los actos sin amor tan solo atraen el miedo, y de un simple grano de arena puede salir una montaña. El nuevo rey no conocía del amor, no se lo habían enseñado y el que tenía de su esposa no era suficiente... ¿Sabes cuál es el mayor enemigo del amor?

- ¿El odio? - inquirió aburrida

- El miedo - corrigió Elsa, por primera vez Mérida empezó a prestar real atención - el nuevo rey seguía con miedo, era todo lo que conocía, y cuando tuvo el deber de actuar hizo lo mismo que su difunto padre

- ¿Y eso qué fue? - preguntó ahora recargada sobre sus ambas manos, dando toda su atención

- Lo reprimió, abandonó el problema en algún sitio donde nadie pudiera encontrarlo, el miedo lo hizo actuar, y en el proceso rompió a alguien más

- No entiendo nada, - negó Mérida desordenado su cabello en el proceso - qué es lo que quieres decir con todo esto

- Un simple acto puede dañar a más personas de lo que puedes imaginar, es como un dominó, las personas rotas solo rompen a otras, así como las piezas caen botando una por una

- ¿Entonces? - está vez la platinada rodó los ojos, exasperada por su amiga

- ¿Tu lo amas? - preguntó directamente, Mérida negó con un gesto de cabeza - esa es la respuesta

Mérida guardó silencio, analizaba las palabras de su amiga, que dentro de todo tenía razón, no amaba a Hans.

- Suenas igual a Anna - respondió al fin

- Bueno, está vez tiene razón - aceptó, la princesa tan solo suspiró

- ¿Desde cuándo Anna es una experta en el amor? - preguntó Mérida divertida, Elsa negó

- Han cambiado muchas cosas estos años - rió Elsa con suavidad - tendrás que ponerme al día

- Ni que lo digas - concordó - tu solo pregunta - aceptó sin cuidado

- ¿Estás segura?

- Si, Elsa, seguramente Anna ha exagerado en algunos detalles - comentó acomodándose en la silla

- Puede ser - aceptó - aunque sonaba bastante real algunas cosas

- ¿Como qué?

Elsa guardó silencio por un instante, no tan segura de lo que iba a preguntar, Mérida era bastante impredecible cuando se trataba de sus sentimientos, aún así decidió hablar.

- ¿Qué hay con Hiccup? - tanteó con cuidado, pero no hizo falta nada más para saber la verdad

Mérida abrió los ojos sorprendida, no esperaba para nada aquellas palabras, y no eran directas, Elsa siempre procuraba ser discreta, aunque la colorina sabía a lo que se refería.

- ¿Qué pasa con él? - preguntó haciéndose la desentendida

Pero Elsa ya no necesitaba preguntar más, la expresión de Mérida lo decía todo, con las mejillas tan rojas como sus cabellos y los ojos vibrantes como el océano.

- Oh, ya veo - respondió la platinada - así que es verdad

Porqué con Elsa, Mérida no necesitaba hablar.

- Es ridiculo, él está enamorado de su esposa - argumentó

- Claro que lo está - respondió Elsa acaparando la atención de Mérida - no se separaron, ella desapareció - le apuntó - hay personas que no se pueden reemplazar

- Y no quiero serlo - dijo la otra

- No lo eres, eres Mérida, única en tu especie - respondió con una pizca de travesuras, aún así sus palabras no dejaban de ser ciertas - y tú le gustas así, como eres

- ¿Cómo lo sabes? - preguntó con rapidez, Elsa rió negando con la cabeza antes de responder

- ¿Qué cómo lo sé? - preguntó aún divertida, hasta entender algo más - ¿Cómo es que tú lo sabes con tanta seguridad? - preguntó ahora - ¿Él te lo dijo?

Y nuevamente el calor subió por el cuerpo de Mérida haciendo sus mejillas mas rojas de lo usual, desnudando las respuestas con tan solo su mirada.

- ¡Santo cielos! - exclamó Elsa entendiendo inmediatamente - ¿Se te declaro? - inquirió, la princesa tan solo desvío la mirada apenada - ¿Qué le respondiste? - pero nada salía de la boca de la otra - ¿Le respondiste, Mer? ¿Lo hiciste verdad? - está vez la otra asintió - ¿Qué le dijiste? - y entonces Mérida desvío sus azules ojos hasta el suelo, Elsa pareció entender las mudas palabras para exclamar después con una leve molestia por su amiga - ¡Lo rechazaste! No puedo creerlo - negó agarrando su frente entre sus manos, agotada por la insensatez de Mérida

- Oh, vamos Elsa ¿Qué quieres que hiciera? - se quejó Mérida aún muy abochornada - Estaba comprometida

- Es una locura... - seguía murmurando

- Oh, yo no te he dicho nada por Jack - le apuntó tratando de defenderse, lo que surtió efecto casi inmediatamente - Ah, le atiné - se burló

- ¿Jack? ¿Qué tiene que ver Jack aquí? - preguntó Elsa con su tono de voz habitual

- No te hagas la desentendida - se burló Mérida - había mucha química entre ustedes antes de que te congelaras, sin mencionar que está aquí

- Todos estamos aquí, y no existe esa tal química de la que dices - se defendió dándole la espalda, hundiéndose en la imagen a través del cristal al igual que los recuerdos de la noche anterior

- Ah, no es tan divertido cuando se dan vueltas los papeles - se burló Mérida

Pero nada más pudo decir Elsa, ya que su escondite seguro entre esas cuatro paredes ya había sido descubierto.

- ¡Aquí están! - exclamó Anna abriendo ambas puertas con fuerza - ¡Las encontré! - grito ahora llamando a los demás

Elsa no dejaba de descifrar si la intención había sido inoportuna o si la había salvado de las conjeturas de su amiga.



Chapter 24: Capítulo XXIII - Precipitado

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Capítulo XXIII
Precipitado

El silencio abrumador y el frío fulminante no la aquejaban, le gustaba aquel lugar, le gustaba la soledad del glaciar, el aire escarchado y los pasillos de hielo, a pesar de haber estado congelada entre sus muros tanto tiempo, sabía que era un sacrificio que debía hacer.

Era el deber.

Elsa entendía a Mérida mejor que nadie, sus vidas no eran iguales, pero si similares, ambas debían rendir cuenta a los demás, responsables de vidas e historias que jamás conocerían, y aún así influían en ellas, por eso Elsa había decidido escapar con Mérida, buscando un sitio seguro para que pudieran hablar, hablar de verdad. Y estaba hecho, había funcionado.

El compromiso estaba roto.

Así lo decidió Mérida, así lo apoyó la reina de Dunbroch, su madre, y tras ella todas las demás. Y realmente la apoyaban, ambas reinas, Rapunzel y Anna, habían dispuesto sus ejercitos de ser necesario, en caso de algun tipo de represalia colérica, de todas formas Hans significa una mayor amenaza tras un trono.

El primer paso fue romper el compromiso. Y claramente nadie estaba de acuerdo en dejar que Mérida volviese a esas tierras lejanas, temerosos de que fuese recluida contra su voluntad en ese lugar, por lo que sencillamente optaron por una carta.

Una impersonal carta

Pero Mérida no era capaz de escribir nada, le rompía el alma hacer tal cosa, porque aunque todos odiasen o temieran de Hans, aunque no existían más que historias horribles de su exprometido, la verdad era que él no había sido más que agradable con ella, la respetaba y le hacía saber lo que él sentía; Mérida no era capaz de ver el monstruo del cual hablaban, por lo que tan solo decidió enviar una copia de la carta que le enviaria a los otros reinos, una insulsa excusa y disculpas por la cancelada boda a último minuto, no tenía nada más que decir.

De todas formas las palabras sobran

Elsa caminaba por la camara principal, dónde nacían las memorias, las cuales no se habían visto desde que ella se congeló años atrás. Las cartas de Anna seguían perfectamente ordenadas a un costado de la grieta y todo lo demás parecía estático, invisible al tiempo. Elsa tenía algunas cosas que aún no quería mostrar a los demás, ni a ella misma, seguía avergonzada por lo que habían hablado, y aún no se sentía lista, pero tarde o temprano Jack volvería a buscarla, y por primera vez, Elsa, queria que eso no pasara.

Elinor y Mérida se habían disculpado con los presentes, no eran capaces de permanecer lejos de sus seres queridos y era entendible, nadie conocía el mal que aquejaban al rey y los principes, además el grupo de extranjeros tenían otras cosas de las cuales ocuparse, aunque también tenía que ver con Fergus y los trillizos.

Necesitaban a los guardianes, en especial a Sandy, por lo que Jack y Elsa decidieron ir al polo, pero durante el camino la platinada cambio de opinión, necesitaba ir al Ahtohallan, necesitaba alejarse un poco del guardian. Elsa estaba abrumada, avergonzada, los recuerdos de la noche previa la asaltaban en momentos que no eran oportunos, sentía aún las manos de Jack en su rostro y junto a esto sentía un calor abrazador, temiendo ser notada por alguien más fue cuando le pidió al guardian que la dejara en el glacial, con la excusa de que buscaría entre las memorias algún indicio del Coco por Dunbroch, una mentira no del todo cierta, ya que realmente lo haría, aunque la idea no había nacido por las razones correctas.

Ahí entendió que no había sido del todo una buena idea.

- Puedes ir al polo, te alcanzaré luego - le dijo la platina, pero Jack no parecía estar de acuerdo

- Iré contigo, podemos ir juntos al polo después, con algo más de información - repuso este

Y Elsa no encontraba palabras para refutar tan sólido argumento, aunque si la respuesta hubiese sido otra tampoco sabría que decir.

- No perdamos tiempo, puedes ir al polo mientras yo reviso las memorias, puedes volver junto a los demás después si te parece bien - sugirió con una tenue sonrisa

Jack enarcó una ceja no muy convencido.

- ¿Para qué hacer tantos viajes si puedo esperar? - preguntó divertido de las vueltas de Elsa - Vamos adentro, quizás pueda ayudar - ofreció pasando de largo, Elsa mordió su mejilla ansiosa por la compañía del otro

- Es absurdo, insisto en que vayas al polo, puedo hacer esto por mi misma - dijo ahora adelantándose a él y cerrando el paso, Jack rió a carcajadas

- ¿Por qué tan hostil, su alteza? - dijo en tono de burla, pero rápidamente se dió cuenta que no era el momento para bromear - ¿Sucede algo? - preguntó ahora dejando la risa de lado, la expresión de Elsa no era de estar disfrutando una pequeña broma 

- No es momento de bromas - respondió

- Estás muy molesta solo por algo de compañía - dijo buscando calmar la molestia de la otra, pero solo surtió el efecto contrario

- Puedo hacer esto sola - dijo Elsa, ya incluso había olvidado el porqué se quería alejar de Jack, ahora solo le molestaba que la contra dijeran - ¿Por qué tanto interés por acompañarme? - preguntó sin cuidado, motivada por la charla previa con Mérida

- ¿Te molesta? - tanteó, en su rostro se veía la mueca que había nacido después de esas palabras, Elsa suspiró culpable

- No me molesta, solo me intriga - respondió - la verdad es que me agrada tu compañía - agregó al notar que la expresión del otro no cambiaba

- Y a mi me agradas tu - dijo Jack sin pensarlo, sin cambiar de expresión, no como una burla o un comentario cualquiera, lo decía enserio

Elsa había quedado pasmada, sus ojos se desviaron de los azules intensos de Jack, buscando algo más que tomar atención, pero solo estaba el basto océano, volvió su mirada a este sintiendo como sus mejillas se sonrojaban, el calor le abrumaba, había quedado descubierta.

- ¿Qué? - preguntó con voz queda, rogando haber escuchado mal las palabras - ¿Te agrado? - preguntó ahora, aún incredula

- Me agradas, lo hiciste durante todos estos años - respondió Jack, estaba tan serio que Elsa no podía pensar en nada más que una confesión

Pero ¿Lo era?

Elsa podía sentir su corazón latir deprisa, con tanta fuerza que temía lo podían escuchar, su mente estaba a la par de su pecho, incapaz de pensar en nada más que él vaiben de los latidos de su corazón.

- ¿Por qué? - preguntó, genuinamente interesada en la respuesta e incapaz de darle ella misma un significado antes de preguntar

¿Alguien siquiera podía interesarse realmente en ella?

Los únicos precedentes eran Pitch y Hans, por qué aunque el principe infame no le había dicho ni intentado nada, Elsa había visto en las memorias congeladas lo que este le decía a Anna antes de traicionarla; tan solo la querían por beneficios.

Si no eran el reino, eran sus poderes.

De todas formas ¿A quién le agradaría la reina de las nieves?

Pero ahí estaba Jack

- ¿Por qué? - repitió tan incrédulo como divertido, pasó las manos por sus cabellos en un gesto nervioso, desordenado algunos mechones con el acto antes de decir algo más - ¿No está claro? - le sonrió nervioso y avergonzado de sus propias palabras - me gustas, Elsa

Y eso fue todo, Elsa no pudo pensar más.

- ¿Te gusto? ¿Yo? No, debes estar equivocado - respondió con protocolaridad, como si estuviese rechazando a alguien en algún baile - no puede ser

Jack rió, tan solo rió, no estaba seguro si por los nervios que le calcomían o por la respuesta de Elsa, que ya había imaginado que así sería, aunque eso no le quitaba el gusto amargo de la decepción, quizás también reía por eso.

- ¿Por qué no puede ser? - le preguntó apoyándose en su cayado, decidido a seguir el juego de Elsa hasta convencerla de sus palabras - me gustas - repitió ante el gesto contrariado de la platinada

- ¿Te gusto? - negó nuevamente Elsa, su voz salía con la misma monotonía que siempre, pero sus gestos y su rostros la delataban con facilidad, estaba demasiado avergonzada - no puedes gustar de alguien que acab... - se interrumpió corrigiendose rápidamente - que apenas conoces

- ¿Qué apenas conozco? - negó con una sonrisa - te conozco hace bastante tiempo - le recordó

- Solo fueron unos meses, no es suficiente - refutó

- El tiempo seguía pasando mientras tú estabas como una paleta helada - bromeó - la gente habla, y después de lo de Pitch no pudieron parar de hacerlo... - respondió ahora dejando algo de las bromas de lado, acortando un poco más la distancia entre ellos - Te quieren mucho en Arendelle, tu familia te ama, Elsa, eres incre...

- No, no lo digas - lo detuvo la platinada, tomando nuevamente algo de distancia - tu, solo... Lo que dicen de mi no es quien soy, tu mismo me lo has dicho - argumentó, pero Jack solo negó sin despegar su mirada de ella

- Solo reafirmó lo que ya había visto en ti - pero la seguridad de Jack solo ponía más nerviosa a Elsa, quien a falta de algún escondite no hizo mas que girar sobre sus talones

- Podrías ir al polo tu solo, por favor - le pidió en un ruego

Jack tan solo guardó silencio antes de decir nada, porque aunque se viera muy decidido y seguro de su mismo, la verdad es que estaba tan aterrado como la platinada, incluso más que ella.

- ¿Estás molesta? - Elsa negó rápidamente con la cabeza antes de decir lo mismo en palabras

- No

- ¿Estarás bien aquí sola? - preguntó preocupado

- Si - respondió en el mismo tono

- ¿Segura?

- No existe sitio más seguro que este - respondió automáticamente, aún muy abrumada por sus propias emociones

- Es curioso que lo digas considerando como acabaron las cosas aquí hace unos años - respondió burlón, buscando algo de refugio en su humor, aunque parecía no ser suficiente

- Y a pesar de todo aquí estoy - respondió rápidamente - estaré bien Jack, ve sin cuidado - pidió por última vez, aún incapaz de darle frente

- ¿Segura?

- Jack...

- Bien, me voy - anunció ante la súplica de la platinada, pero no era capaz de irse, no en realidad

Jack anhelaba alguna respuesta, algo más que el quiebre de conversación que llevaban ahora, asique solo guardó silencio, observando los cabellos de Elsa ondear con la brisa del viento. Entonces fue que la rubia volteo para verlo marchar, no imaginó que realmente le hiciera caso, Jack no solía hacerlo, pero también deseaba que realmente está vez no lo hiciera.

- ¿Sigues aquí? - dijo al verlo aún de pie con una media sonrisa

- No te hagas la sorprendida, estás feliz de verme - se burló, a lo que Elsa boqueó buscando alguna palabra coherente para responder, pero en su cabeza solo danzaban las anteriores palabras del guardian

"me gustas, Elsa"

Asique Elsa nuevamente había sentido un fuerte calor en el rostro y un revoloteo inquieto en el estómago, de su boca un murmullo inteligible salió antes de lanzar hacia Jack algo de sus poderes para que este por fin se fuera, pudo escuchar al guardian quejarse algo antes de por fin emprender vuelo, dandole por fin a la reina de las nieves algo de privacidad y calma para ordenar lo que ella misma sentía.

Pero ya había pasado un buen rato desde que Jack se había ido y Elsa no había podido parar de pensar en él, ni siquiera por un momento. Ya había intentado cientos de cosas para distraerse, ya había buscado por las memorias del Ahtohallan y fuera de una habitual rutina de sueño o excesos de vinos antes de dormir, no habían indicios para que el rey, los príncipes o cualquiera fuese atacado por las pesadillas, no habían rastros de ellas, no a simple vista por lo menos. Pero cada vez que Elsa quería tomar atención de las memorias era que escuchaba una vez más las palabras de Jack, manifestado en otro recuerdo helado, persiguiendola por el glaciar, por lo que deshizo todas las memorias con un chasquido, dejando la escarcha disiparse por el ambiente, admirando lo clara que era la magia del Ahtohallan.

No como la suya

Porque además de Jack, eso era lo otro que tenía para pensar, el miedo, porque ahora Elsa entendía que era aquello.

La platinada se acercó a la abertura de la grieta, adentrándose por el escuálido pasillo hasta el borde del abismo, su aliento salía como pequeñas partículas condensadas por el frío exterior, no pensaba lanzarse, solo quería admirar, admirar donde estuvo tanto tiempo congelada, Elsa sabía que entre más fuerte la verdad, más profunda estaba, más pura era.

Levantó su mano concentrando su magia en esta, un tenue brillo celeste la cubrió, luego sus poderes se materializaron en una simple esfera de cristal, no estaba pulida y sus bordes eran irregulares, pero a Elsa solo le interesaba su interior.

La oscuridad en su centro.

Jack voló hacía el polo tan rápido como un cometa, en parte porque deseaba volver de inmediato con Elsa y por otra parte para no pensar en la locura que había hecho.

¿Pero en qué diablos estaba pensando?

No, no lo había hecho.

Eso era seguro.

Jack se había pasado la noche entera hablando con Hiccup, por un lado el vikingo lo molestaba por encontrarlo en una posición tan comprometedora con la guardiana, por otra parte Jack lo molestaba por estar ahí esperando a Mérida, pero entre broma y broma la charla se habia tornado algo seria.

Hiccup ya sabía lo que debía hacer y se lo hizo saber al guardian, era su amigo después de todo, y Jack viéndose atrapado en no saber que decir decidió hablar de Elsa.

Pero que mala idea había sido.

Por qué desde la tan sola mención de la guardiana es que Hiccup no puro parar de hablar, que la espera era necesaria, que no podía seguir tan infantilmente jugando a su alrededor si esperaba que algo más sucediera, pero Jack no podía tomar todo aquello en serio, no al saber como es que Hiccup estaba con su propia vida amorosa, por lo que solo escucho sin decir nada, de todas formas él era el que menos sabia del tema y juzgando como había llevado las cosas hace unas horas no le sentaba mal escuchar a alguien más.

Pero fue en la mañana en que todo había tomado forma.

Después de que Hiccup se fuera junto a los demás jinetes en busca de su esposa, fue que Eugene empezó a hablar, aprovechando la ausencia del vikingo y el interés de las otras por la princesa de Dunbroch, tomó a Jack por sorpresa borbandeandolo con preguntas sobre la noche anterior, al parecer Hiccup no habia sido del todo discreto.

Y Eugene tenía otra visión, una bastante más atrevida para el gusto de Jack, pero qué iba a saber él, no tenía experiencia en nada, quizás solo con hada.

Pero eso no contaba.

Asique eso había sido todo, Jack salió junto a Elsa mientras Eugene lo animaba a las espaldas de estas, lo que solo ponía más nervioso al guardian.

Y después todo había sido una locura

Jack aún no podía creer lo que le había dicho a Elsa en el glaciar, ¿Cómo es que podía mirarla ahora a los ojos? Quizás no era tan mala idea pausar el paso, aunque ya estaba en el taller de Santa esquivando a varias criaturas que ya habían empezado temprano con su trabajo.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó Norte a sus espaldas, Jack volteo para verlo asomado en el umbral de su oficina

- ¡Norte, apareciste! - exclamó Jack con una sonrisa al verlo - ¿Dónde estabas?

- ¿Cómo que dónde estaba? - preguntó el mayor frunciendo el ceño - He estado aquí muchacho, todo el tiempo - agregó mientras bebía un sorbo de su tazón

- No  hace unas horas, pillín - dijo ahora Jack con una sonrisa socarrona - ¿Andabas de parranda?

- No sé de qué hablas, Jacky, he estado aquí toda la noche - dijo abarcando hacia dentro de su oficina

Norte llevaba en sus manos una taza de café humeante, sus ropas eran las mismas que solía usar cuando andaba por el taller y su cabello parecían descansar en el chongo que siempre utilizaba cuando quería trabajar, si no fuera por la taza de café, Jack hubiese creído en sus palabras.

- Vamos, dime, ¿Es una pequeña conquista? No le diré a nadie - indagó curioso

- ¿Qué te trae por aquí, Jack? - preguntó Norte cambiando el tema, volviendo al interior de su taller

- Creemos que Pitch ha vuelto a sus andanzas - recordó Jack en voz alta, siguiendo a Norte hasta dentro

- ¿Creemos? - inquirió norte con curiosidad mientras tomaba asiento tras su escritorio

- Elsa también lo piensa

- Ya veo, - dijo acariciando su barba - ¿Y dónde está ella? - preguntó con tranquilidad, en cambio Jack estaba todo menos tranquilo

¿Qué podía decir? ¿Que la había expantado con sus sentimientos o que se había negado a volar junto a él hacia el polo después de eso? Ni una opción sonaba mejor que la otra, menos si tenía que decirlo en voz alta, era patético.

- Está en el Ahtohallan, quería ver si podía encontrar algo en las memorias - dijo al fin

- Entonces no están seguro ¿Porqué creen que volvió? - preguntó ahora

- Parte de la familia real y parte del pueblo de Dunbroch está sumida en una especie de sueño, igual al que usaba Pitch años atrás - reveló, lo que provocó la reaccion de Norte

- ¡Pero por qué no comenzaste por ahí! - exclamó con seriedad poniéndose en pie - ¿En qué estabas pensando? - preguntó ahora con retórica antes de salir al salón para llamar a los demás

De todas formas Jack no pensaba responder.



Chapter 25: Capítulo XXIV

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Capítulo XXVI
Talladora de madera

- ¿Algo nuevo por aquí? - preguntó Runa asomándose por el portal de la habitación de los trillizos

- No, nada - respondió Mérida negando con la cabeza, se sentía agotada a pesar de haber pasado tan solo unas horas de haber llegado - ¿Cómo están la gente en el pueblo?

- Asustados - respondió entrando a la habitación - no es para menos

Mérida tan solo suspiró con fuerza, deseando en su interior que no se corriera la voz entre los clanes.

- Si, aquí está algo similar - respondió en medio de otro suspiro

Los colores del atardecer ya estaban cubriendo las tierras de Dunbroch, Mérida se había pasado gran parte del día junto a sus hermanos, evitando a propósito la alcoba real y a su padre, Fergus, el solo recuerdo le rompía el alma, una que ya estaba bastante deshecha, mientras los demás trataban de buscar una solución al enorme problema que era esta 'maldicion', a falta de mejor termino.

- ¿Y Sideburns? - inquirió Mérida por cortesía, nunca le había interesado aquel hombre, pero su amiga lo amaba

- Aún no vuelve de las islas del sur, tampoco estaba Patchy - respondió acercándose a Hubert y tomando su mano entre las suyas

- Ya veo - murmuró volviendo a centrar la vista en sus hermanos

- ¿Qué haremos? - inquirió afligida, esperando una respuesta de su amiga aún sin despegar ojos del colorín adolescente frente a ella 

- ¿Qué haremos? - repitió soltando una risa agria, que más que risa parecía un bufido - esto es responsabilidad mía, tan solo mía - respondió

- Mer, todos te están apoyando - dijo la rubia - Su majestad Rapunzel y su magestad Anna están completamente a tu disposición - le recordó

- Aún así, sigue siendo tan solo mi responsabilidad - repitió mirándola a los ojos, deseando que su amiga entendiera sus palabras, ya que explicarlo le aterraba - es mi gente, mi reino

Runa observó a Mérida, la colorina siempre había sido jovial, de sonrisa traviesa y ojos brillantes, ahora estaba tan apagada que incluso sus cabellos parecían de otros tonos, como si todas las responsabilidades que había evitado volvieran para explotar al mismo tiempo, tan diminuta y menuda que parecía que en cualquier momento desaparecería por una suave brisa, definitivamente no era la princesa que recordaba. Runa paseó los ojos por la habitación, los trillizos permanecían sumidos en su profundo sueño en cada una de sus camas, junto a la respectiva mesita de noche, en la cual descansaban cuencos con aguas y paños húmedos, menos en la más cercana a la puerta, donde descansaba una bandeja con un plato de comida, Runa no tuvo que detallarlo mucho para entender que la colorina no habia probado bocado.

- Debes comer, Mer, no puedes darte el lujo de no hacerlo - le recordó, Mérida solo suspiró nuevamente

- ¿Sabes que Elsa volvió? - respondió ignorando lo que la otra dijo

- ¿La pequeña Elsa? - preguntó confundida por las palabras de su amiga, pero esta negó con su cabeza - ¿Elsa, Elsa? - quizo verificar muy aturdida por la noticia

- Se descongeló - dijo Mérida con simpleza

- ¿Cómo? - preguntó mientras buscaba ella misma una respuesta, pero la rubia conocía muy poco sobre los poderes de la platinada como para que algo tuviera sentido

- Ni ella lo sabe. - murmuró antes de tomar una larga pausa

- ¿Dónde está? - inquirió ahora extrañada por la ausencia de esta, mirando a su alrededor como si el solo hecho la materializara

- Fue por los guardianes, cree que Sandman puede ayudar - respondió antes de inhalar con fuerza y soltar con más aún - Necesitamos todas las luces brillantes que podamos - murmuró

- ¿Luces brillantes? - inquirió la rubia

- Ya sabes, luces mágicas, como las arenas de Sandman o los espíritus del bosque... - respondió Mérida en voz baja, casi como un susurró

- ¿Los espíritus del bosque?

- Si, hay quienes piensan que te llevan hacia tu destino - despejó

Por un instante, ambas amigas, se observaron intensamente, sus miradas compartían palabras silenciosas, una idea había comenzado a nacer.

Elsa se paseaba por un vacío Ahtohallan, nerviosa, ansiosa, avergonzada, acelerada y otras sensaciones más que la inundaban y rebalsaban, la empapaban, la aprisionaba, se burlaban de ella y luego volvían a intensificarse como si fueran un huracán o un tsunami, imposibilitandola de poder quitárse tan desagradable sensación de encima, o quizás no tan desagradable, sino más bien desconocida.

¿Qué es lo que había pasado? 

Las palabras retumbaban en sus oídos como si Jack estuviese ahí junto con ella, repitiéndolas con el mismo júbilo, vivaz, eran las mismas tres palabras las cuales le había dicho antes, impregnadas de su característico tono travieso, desestabilizando el mundo de Elsa.

Me gustas, Elsa

Me gustas

Elsa

A ella nunca le había gustado su nombre, pero ahora lo podría considerar, Jack le había hecho considerar muchas cosas con el tiempo, en pocos meses Elsa había cambiado muchas de sus actitudes que nunca había pensado cambiar en si misma, era más sincera, era más abierta, confiaba un poco más en los demás, incluso se habia permitido tiempo junto al guardian, anhelante de su compañia y la seguridad que le causaba, el calor que crecía en ella con la compañía del otro, los cosquilleos asomándose en la boca de su estómago cada vez que volaban, el momento en el que se escondía entre el cuello y el hombro del guardian, el lugar que había considerado seguro tiempo atrás, y aunque entre ellos habían pasado años, para Elsa solo había sido un instante, y eso no bastaba para dejar de querer a alguien.

Porque lo quería.

Pero incluso esa idea le parecía ridícula, casi como de una niña con un deseo infantil al cual aferrarse; el que alguien la viera. Seguramente todo lo que sentía era eso.

Aun así ahí estaba esperando, demasiado ansiosa y demasiado anhelante como para aceptar que también le gustaba él a ella.

Y al mismo tiempo deseaba que no volviera.

- ¿Elsa? - la voz de Jack cortó el silencio volviendo a elevar los nervios en la otra - Sigues aquí - le sonrió aún con la respiración agitada, como si hubiese corrido hasta ella desde el polo - pensé te habías ido - agregó un poco más repuesto

Elsa se perdió por un momento en la agradable sonrisa, siempre le había parecido una sonrisa agradable y blanca, ahora era su favorita y ni siquiera entendía porqué era.

- Dije que te esperaría en este lugar - respondió manteniendo su compostura, poniendo en práctica todas las tácticas que había desarrollado para mantener su emociones a raya - ¿Y los demás? - inquirió pasando su vista tras Jack, por dónde el había llegado, mas nadie venía tras él

- Están camino a Dunbroch - le sonrió - Norte va por Meme, y al parecer conejo y hada estaban juntos en Arendelle - comentó encongiendose de hombros

- ¿En Arendelle? ¿Pasa algo en el reino? - preguntó preocupada, pero Jack negó rápidamente con un gesto de cabeza antes de hablar

- Solo estaban de visita - respondió - tu sobrina es cosa seria, los tiene a todos comiendo de la palma de su mano, es una tirana - comentó divertido para luego agregar con la misma gracia - se parece en algo a su madre

- ¿También eres uno de ellos, los oprimidos? - dijo más que nada para llenar el inminente silencio, temiendo que si la charla acababa, Jack volvería a decirle lo mismo que hace unas horas

- Si, podría decirse que si... - respondió con un dejé de travesura en su tono, pero no ahondó más en ello, por el contrario, Jack giró sobre sus talones antes de preguntar - ¿Vienes?

Elsa asintió poniéndose en marcha junto a este, agradeciendo en su interior que la antigua charla no se volviera a tocar.

- ¿Por qué podría decirse? - preguntó ahora a unos pasos del guardian, Jack le dedicó una rápida mirada, luego sus ojos pasearon por el techo congelado para volver dónde Elsa, provocando un cosquilleo en esta

- ¿Realmente quieres escuchar la respuesta?

Porque desde ahora siempre estaría ese 'tema'

Cómo un enorme elefante en medio de la habitación

Solo que Elsa no quería mirarlo.

- No - respondió rápidamente, su voz salió más brusca que lo que Elsa hubiese querido, Jack solo volvió a andar

- Tranquila, no pasa nada, yo ya sabía la respuesta - dijo por último el guardian, tratando de sonar lo más tranquilo posible, pero el silencio solo lo hizo sentirse peor. Un agotado suspiro dejo sus labios antes de volver a hablar - Nos están esperando - comentó haciendo un gesto con su mano hacia el exterior, Elsa asintió volviendo a caminar junto a este

Volviendo al exterior en completo silencio

Mérida y Runa habían salido del castillo tan rápido como sus ideas avanzaban, apenas pudiendo dar aviso a la reina Elinor y a sus visitantes, muy confiadas y eufóricas como para escuchar alguna réplica, más preocupadas por romper el mal que los aquejaban en esas tierras. Ahora estaban a tan solo unos metros de lo que Mérida pensaba era la cabaña de la bruja.

- ¿Aquí está? - preguntó Runa escéptica, Mérida negó mientras descendía de su caballo

- No, pero a Angus no le asusta estos seres - murmuró como respuesta. Pronto Runa la imitó bajando de Archie, su caballo

- ¿Por dónde es? - preguntó ahora mientras miraba sobre las copas de los árboles la oscuridad del cielo

Mérida guardó silencio, paseando su vista por alrededor, detallando troncos y piedras, pedazos de musgos en algún ahuecado árbol o algún sendero oculto por la hierba, pero no reconocía nada, ni siquiera una piedra. La colorina apretó sus puños y mordió el interior de sus labios con tanta fuerza que un suave sabor metálico empezó a sentir por su lengua, y fue cuando ya estaba casi rendida que las escuchó cantar.

Ahí estaban

Años atrás, cuando Mérida era aún una adolescente, esta pensaba que aquellas almas lloraban o se lamentaban, escuchaba una especie de suspiros agónicos, como un lamento infantil cada vez que aparecían, pero con el tiempo supo interpretar aquel melodioso y triste sonido que algunas soltaban; estaban cantando.

Siempre lo habían hecho

Ambas miradas de las dos mujeres chocaron con fuerza al mismo tiempo en que Angus y Archie escapaban junto a los relinches que desaparecían como los equinos por la espesura del bosque, todo en un momento sincronizado, todo en el mismo instante en que la música empezó a brotar de los espíritus, los cuales danzaban y frotaban alrededor de ambas con ritmo, iluminando tenuemente el césped a los pies de la princesa y su amiga, manifestando un lineal sendero.

- Es por ahí - respondió al fin Mérida, apuntando con su dedo indice dónde las luces marcaban

- Si, también pienso lo mismo - respondió Runa en un susurró, aún estupefacta por las criaturas mágicas

Mérida entró hacia la espesura del bosque con decisión, siguiendo el camino de luces azules que se desplegaba frente a ellas, tras ella Runa venía algo más recelosa, atenta a lo que pueda pasar o donde iban, mas nada pasó durante el trayecto, después de varios minutos un claro despejó los árboles, dejando al descubierto una pequeña casona que parecía nacer de la tierra, cubierta entre el follaje y los altos arboles.

- Aquí está - dijo ahora Mérida, Runa giró con brusquedad para mirarla

- ¿Aquí? - inquirió con cautela - ¿En la casita del terror?

- Yo no elegí su apariencia - dijo como respuesta

- ¿Ahí está la bruja? - y Mérida asintió

Ambas volvieron a compartir una mirada inquisitiva, con el mismo temor y ansias en una que la otra, pusieron sus manos al mismo tiempo sobre la corteza húmeda de la puerta, hasta que con suavidad la empujaron hasta abrirla, un chillido y el tintineo de una campana rompió el silencio y una tenue luz salió desde dentro. Ambas se aventuraron al interior de la cabaña, cientos de figuras talladas en madera colgaban, reposaban, se apilaban o acumulaban por doquier, Mérida buscaba con la mirada por alrededor en busca de la anciana, mientras Runa se perdia en los detalles de cada pieza.

- ¡Oh, echen un vistazo, griten si ven algo... - dijo la bruja llamando la atención de las mujeres - su alteza, volvió... La mercancía está en oferta, elija lo que quiera - le sonrió para luego enfocar nuevamente su vista hacia sus manos ásperas

- ¿Quién es ella? ¿Es la bruja? - preguntó Runa

La anciana negó con vehemencia para luego responder.

- ¡No soy una bruja! Soy una humilde talladora

- No entiendo nada... ¿Qué hacemos aquí, Mer? - preguntó la rubia a la colorina, tan confundida como en un principio

- Ella es una talladora de madera - dijo unicamente la princesa con una sonrisa amplia

- ¿Hay algo que les guste? - dijo ahora la anciana mientras limpiaba sus manos llenas de polvillo en su delantal - podria ser un toque divertido para alegrar alguna habitación triste - sugirió mientras con su dedo balanceo a un oso montado en un columpio

- Pero la luz mágica... Ella nos trajo... - decía Runa entre titubeos, Mérida solo la observaba con la misma mirada risueña, como si tuviera un As bajo la manga

- ¡Oh, y este es muy original! - exclamó cambiando el tema y tomando un porta pluma de diferentes osos tallados - Les ofrezco un descuento por este tesoro

- ¡La escoba! - apuntó ahora a una escoba que barría por si misma a un rincón, la bruja solo chasqueo sus dedos haciéndola caer inerte - ¡La Vi barriendo sola! - dijo ahora mirando hacia Mérida

- ¡Eso es ridículo, la madera no absorbe propiedades mágicas! - respondió Mérida en un carcajeo - ¿No? - dijo ahora hacia la bruja quien asintió en aprobación

- Exacto, yo le enseñe eso, y soy una gran b... - se interrumpió - brillante talladora de madera... ¡Uh! mira, esto te dará de qué hablar en las fiestas - dijo agarrando una especie de busto - es de madera de tejo, duro como roca... No toques eso, está disecado - le advirtió a la rubia que había empezado a curiosear por el lugar nuevamente

- ¡Hola! - exclamó el cuervo que Runa toco, provocando que está brincara para atrás del susto chocando con una mesa y botando algunos adornos

- ¡El cuervo habla! - chilló

- ¡Shu! - chucheó la bruja levantando con magia su escoba y arrojando al ave unos metros más allá, muy parecido a lo hecho años atrás

- ¡Si es una bruja! - exclamó ahora completamente segura

- ¡Talladora de madera! - corregía un cuervo mientras Mérida reía

- ¡Y es por eso que hemos venido hasta aquí! - completaba entendiendo a lo que iba la princesa

- Talladora de madera - le corregía la anciana

- ¡Así cambiaremos el destino del reino! ¿No? - le preguntaba a la colorina

- Pero es una talladora de madera - rió la Mérida

- ¡Es una bruja! - exclamó sin entender por qué la otra le seguía el juego a la anciana - Ya lo verás - dijo ahora haciendo un ademan de mano y girando hacia la anciana - necesito un conjuro, te cuento; el...

Pero no bastó mucho tiempo para que Runa entendiera y callara, al igual que años atrás la bruja no hacía más que negar.

- ¡No soy una bruja, son mis clientes insatisfechos... Y si no piensan comprar nada, adiós! - dijo empujándolas de vuelta por el portal mientras armas de diferentes tipos y antigüedad se elevaba amenazantes tras ellas

- ¿Mer, qué está pasando? - preguntó alzando la voz, aún muy confundida y aterrada

- Ya lo verás - respondió Mérida con gracia y algo de burla, antes de elevar la voz hacia la bruja - ¡Lo compraré todo!

Y todo se detuvo

- Podrías haber comenzado por ahí - le sonrió la anciana a regañadientes, siendo amenazada por sus propias lanzas - ¿Y cómo piensa pagar, su alteza?

- Con esto - respondió revelando un bello anillo con una enorme piedra en su centro

- Oh, Pero si es una joya muy hermosa - susurró con sus ojos enormes sobre la pieza

- Viviríamos bien por más de un año - comentó el cuervo, mientras la vieja acercó sus dedos callosos hasta el anillo, provocando que Mérida lo escondiera entre sus dedos

- Compraré todas las piezas y un conjuro - le dijo con claridad, la anciana entrecerró los ojos

- No debería...

Pero apenas las palabras dejaron los labios arrugados de la anciana, las cientos de armas de toda clase apuntaron a la longeva mujer más de cerca, Runa pegó un respingón de la impresión y Mérida solo sonrió.

Nunca hay que hacer enojar a la magia

El grupo salió rápidamente de la casa cerrando la puerta tras de si, luego la bruja chasqueo sus dedos antes de volver a dentro.

- ¿Que fue eso? - preguntó Runa

- Jamás conjures dónde talles madera - respondió únicamente la colorina con seriedad antes de entrar - vamos ¿Qué esperas? - la alentó desde el portal

- Okey - respondió la rubia en un susurro entrando tras ellas

Y las puertas se cerraron a sus espaldas.

Los osos y souvenir habían desaparecido y junto a ellos la poca luz que había en la habitación, las claras paredes seguían siendo las mismas Pero un tono oscuro asechaba cada rincón, los mesones que habían estado atibirados de figuritas y recuerdos, ahora rebosaban de frascos con contenidos de dudosa procedencia y forma, en medio de la habitación un oscuro caldero brillaba en un tono azulino, más oscuro que el de las almas que las guiaban a ese lugar.

- Cuéntame, princesa, qué es lo que necesitan? - preguntó la anciana, quien apareció de la nada en el campo visual de las amigas

- Mi pueblo ha sido hechizado - reveló sin más

- ¿Hechizado? - preguntó extrañada - yo no he hecho nada - se excusó con rapidez

- No hemos sido nosotros - repitió el cuervo

- Lo sé - dijo Mérida paseando su mirada - no luce a tu magia, es de alguien más

- Déjame ver qué tenemos aquí - murmuró no muy convencida, mezclando especias en su caldero, provocando vapores de colores brillantes emerger - ¿Qué será esto? - se preguntó entre cerrando los ojos hacia el líquido espeso

- ¡Kozmotis! - exclamó el cuervo a lo que la bruja lo hizo callar

- ¿Kozmoqué? - repitió Mérida

- No es nada, no sabe de qué habla - dijo la anciana sin cuidado, agitando su mano sobre su rostro - concentremosno en esto - agregó apuntando al caldero con ambas manos

Pero nada pasaba

- ¿Que sucede?

- Está fuera de mis manos - respondió únicamente

- ¿Fuera de tus manos? ¿Cómo es que está fuera de tus manos? - se quejó en un grito, perdiendo la última gota de cordura que creía tener

- Es magia muy antigua, está fuera de mi alcance - le explicó - Pero tu pedido llegará en dos semanas como máximo - le sonrió

- ¿Mi pedido? ¡Yo quería el conjuro! - exclamó

- Ya te lo he dicho, es un conjuro muy viejo, no puedo hacer nada con eso

- ¡Pero cómo! - continuó

- ¡Bueno, si quieres un conjuro te puedo ayudar con la joven sin memoria! - exclamó exasperada ya la anciana

Y solo el silencio fue la respuesta para ello.

- ¿Qué? - dijo Runa tan confundida como Mérida - ¿Tu sabes de mis memorias? - preguntó

- Es bastante obvio - respondió, como si fuera capaz de ver algo más que todos los demás

- ¿Cómo podrías ayudarla? - preguntó Mérida con escéptisismo

- Esto ya lo hice por un hombre - reveló con tranquilidad buscando algunos frascos sobre la mesa - era muy guapo, pero estaba triste - comentaba

- Si, el que tenía miedo - comentó el cuervo - era raro

- Si, bastante ¿Verdad? - comentaba la bruja mientras vertía nuevas especias en su caldero mágico, el fuego crecía con fuerza y los gases brillaban en la oscuridad - estaba muy asustado, pensó que hacía lo correcto y no puedes confiar en el miedo - negó haciendo un ruido con su lengua

- ¿Miedo? - preguntó Mérida con el entrecejo fruncido - ¿Que tiene que ver el miedo?

- Esto es miedo - respondió la anciana mientras se acercaba a Runa y le quitaba una hebra de cabello

- ¡Auch! - se quejó

- No suelo trabajar con el miedo - continuo como si nada la bruja - pero esto te puede servir - terminó mostrando un pequeño bombón

- ¿Un bombón? - preguntó Runa

- No juzgues un libro por su portada, te podría sorprender - comentó misteriosa

- ¿Y hay algo más? No sé cómo ¡Osos! - le recordó Mérida, la bruja solo negó

- No se juega con el miedo - fue su única respuesta

Chapter 26: Capítulo XXV - Amistad

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Capítulo XXV
Amistad

El viejo castillo de Dunbroch se había convertido en el "centro de operaciones", tal cual lo había sido Arendelle años atrás, seguían en ellos sus visitantes de otros reinos y ahora se sumaba la presencia de algunos más de los guardianes, pero a pesar de que los rayos del sol de la mañana ya estaban iluminando los rincones de las tierras y sus visitantes estaban igual de despiertos que el astro rey, aún faltaba quién podría despertar a la familia real y a la gente del pueblo que estaba aquejaba por la maldición del profundo sueño.

- Buenos días - saludó Elsa al entrar a la habitación de los príncipes, dónde Mérida se la había pasado después de volver de su paseo por el bosque la noche anterior

- Buenos días - saludó de vuelta una vez reconoció a la guardiana

- ¿Pudiste descansar algo? - le preguntó mientras se acercaba a las ventanas y abría las gruesas cortinas, dejando que la luz entrara al cuarto hasta cada rincón. Mérida tan solo suspiró mientras entrecerraba los ojos

- No, no realmente - contestó mientras desperezaba su cuerpo entumecido - ¿Apareció Sandman? - pero Elsa tan solo negó con un gesto de cabeza, Mérida suspiró nuevamente

- ¿Cómo te fue con la bruja? - preguntó ahora la platinada, llamando completamente la atención de la princesa

El día anterior había sido toda una locura en diversas formas, en especial para Mérida, que sentía que había pasado mucho más tiempo que esas 24 horas, el día lo había comenzado rebosante en alegría para solo terminarlo tan desolada y asustada como nunca imaginó, ni siquiera el regreso de su mejor amiga podia darle algo de consuelo.

- ¿Cómo lo supiste? - interrogó curiosa

- Por favor, Mérida, te conozco - respondió Elsa como si nada - no está en tu naturaleza quedarte de brazos cruzados - comentó sin dejar de moverse con seguridad por la habitación, ordenando lo que fuera que estuviese fuera de lugar a su paso 

- Mi madre te lo dijo - resolvió después de considerarlo, y aunque fuesen verdad sus palabras, la expresión de la rubia no cambió ni un milímetro

- Claro que tú madre me lo dijo - negó con la cabeza agotada - estaba histérica, insistía en que fuera en tu busqueda

- Ella nació histérica - comentó desviando la mirada, Elsa se acercó a esta con uno de los trapos húmedos que descansaban en las mesas de noche y comenzó a limpiar el rostro de la otra - ¡Pero qué haces! - exclamó luego tratando de zafarse del agarre

- Limpio la baba seca de tu rostro - se quejó la rubia con el entrecejo fruncido - eres un desastre - murmuró continuando en lo suyo

- ¡Claro que soy un desastre, todo es un desastre! - se defendió Mérida exasperada tratando de zafarse

- No tiene por qué ser así - respondió dejándola tranquila, sin dejar de acomodar los cabellos desordenados de su amiga antes de eso

- ¿Te sucede algo? - le preguntó volviendo a desordenar sus rizos, regalandole una mirada inquisitiva - estás muy nerviosa, demasiado extraña

- ¿Yo? - negó con un gesto rapidamente - estoy bien, todo está bien - murmuró como respuesta ensimismandose en su mente, luego negó con un gesto y agregó - ¿Por qué dices eso? Yo te debería preguntar cómo estas- le corrigió

- Como digas - resolvió encogiéndose de hombros y desviando su mirada donde uno de sus hermanos - solo digo que estás muy extraña

Mérida estaba agotada, adolorida, asustada y agobiada, los términos faltaban, tan solo estaba destrozada, aquella era la palabra.

¿En qué momento paso todo?

La princesa podía recordar como era que hace tan solo unos días el mayor de sus problemas era su inminente boda por conveniencia, el hecho de que Hiccup no sería con quién estaría el resto de sus días; ahora ni siquiera había tenido el tiempo de pensar en alguien más, sumida en la lúgubre realidad de estar sola, por qué así se sentia a pesar de toda la compañia y apoyo que tenía, incluso la misma presencia de sus amigos le recordaban lo sola que se sentía, y aun asi era el menor de sus problemas, sus sentimientos era lo que menos le podia preocupar.

No en ese momento.

- ¿Podemos hablar? - le preguntó Mérida, Elsa la miró extrañada

- ¿No lo hemos estado haciendo? - preguntó confundida

- Si, pero... Me refiero a... - titubeaba Mérida, incapaz de encontrar las palabras

- Sigo siendo la misma Elsa - le aseguró acercando su mano al dorso de la de la princesa en un gesto de calma - para mí el tiempo no ha pasado

Mérida solo la miró en silencio, sin decir nada, ya no hacía falta, Elsa siempre sería la misma con ella.

Incluso lucía igual.

- ¿Cómo fue que volviste? - preguntó únicamente, anhelante de la respuesta tanto como había extrañado a Elsa, dejando de lado lo que quería decir en verdad por un momento

La guardiana la observó con una suave sonrisa en su rostro, sus cejas se fruncieron levemente, tratando de ocultar su propio desconcierto.

Es que no lo sabía.

- Caí al mar - respondió con suavidad,  luego mordió su labio inferior con disimulo - el congelado suelo se quebró y caí junto a Pitch Black - agregó, aún no terminaba de resolverlo

Recuerdos confusos, le dicen.

- Si, me imagino que fue similar a la última vez - comentó Mérida tratando de recordar lo que la platinada le había contado años atrás  - Pero ¿Cómo?

- No lo sé - admitió al fin

- ¿No lo sabes? - preguntó con curiosidad - No puedo creer que algo se te escape - bromeó

- No se me escapa nada, es tan solo que no lo puedo recordar - se defendió, Mérida solo rió - ¿Qué es lo que te parece tan gracioso? - bufó Elsa cruzándose de brazos, aguantando la contagiada risa que buscaba escapar por sus labios

Pero mucho no pudo aguantar.

- Basta, solo dime de qué quieres hablar - dijo al final Elsa, aún entre las risas de ambas, Mérida pareció dudar, sopesando sus palabras, para luego decir algo menos risueña y más melancolía - Vamos, Mérida, ¿Desde cuándo no quieres hablar? - bromeó Elsa, recordando como era que nunca se callaba la princesa, no cuando estaban a solas

- Extraño a Hans - suspiró cortando el carcajeo suave que aún prevalecía en el aire

- ¿Qué? - preguntó con el entrecejo fruncido - ¿Lo extrañas? ¡Lo extrañas!

Mérida desvío la mirada mientras con sus dedos jugaba con un mechón de su cabello, Elsa puso los brazos en jarra mientras esperaba una respuesta, pero su expresión lejos de ser severa, era compasiva.

- Algo... - murmuró como respuesta, aún sin devolverle la mirada

- ... Pero ... ¿Qué?

- Era agradable - la interrumpió la princesa

- Los narcisistas son bastante carismáticos - bufó Elsa

- También le gustaba salir a cabalgar, podíamos hacerlo durante horas...

- Claro, practicaba para huir - comentó entre dientes

- También me hacia sentir segura, con él nunca tuve que preguntar, siempre lo resolvía todo...

- Por favor, Mer ¡Es un psicópata! - exclamó ahora la platinada, incapaz de resistir alguna palabra mas de la colorina - ¡Enamoró a Anna a base de engaños para quedarse con el reino, casi me mata y por poco lo logra con Anna! - le recordó nuevamente dejando de lado la poca compasión que podía mostrar por cualquier situación que implicara aquel hombre

Elsa odiaba a Hans.

Mérida lo sabía de hacia años, Elsa nunca había ocultado el desprecio y profundo odio que sentía por el ex prometido de su hermana, incapaz de pronunciar si quiera ese nombre de tanto rencor. Era algo de lo que no se hablaba, al menos que Elsa lo recordara, aunque de eso no salía nada bueno. Pero, aún así, Mérida extrañaba la calma que le traía la presencia del infame principe, necesitaba poder hablarlo con alguien más que si misma.

- Es como si fuera otro Hans - suspiró - sé que lo odias y que lo que dices es verdad, nunca podria poner tus palabras en duda, pero él jamás fue cruel o desalmado, solo era aburrido - dijo ahora con aire extraño, desconocido, entre la pena y la nada, Elsa solo la observó sin entender por primera vez a su amiga, disminuyendo su propia hostilidad

- ¿Qué quieres decir?

- Todo era aburrido, y tranquilo, y seguro, y... Y... Y cuando mi padre dormía o mis hermanos fingían solo era porque él hablaba ¡Y no porque ya no podrían despertar jamás!  - exclamó afligida, dejando salir toda la pena e histeria que le generaba todo aquello - ¿Qué es lo que haré ahora? ¿Qué esperan de mi?

La verdad

El rompimiento

Sus hermanos

Su padre

Su pueblo

La ausencia de Hiccup

Las espectativas

Todo estaba pasando factura.

Un gimoteo suave se escapó de los labios de Mérida, y junto a eso una lágrima rebelde se filtró, Elsa ahogó una exclamación y se acercó a la colorina, envolviendola en sus brazos, acariciando sus desordenados cabellos, en silencio.

Por qué a veces las palabras sobraban.

Pero otras veces más eran necesarias.

- Extrañas a Hans - indagó no muy tranquila la platinada, pero manteniendo la neutralidad en el tono de su voz, sin soltar a su amiga de entre sus brazos

- ¡No era perfecto, pero todo era tan tranquilo! - continuaba gimoteando - Quizás no lo amaba, pero lo quería y además nadie corría peligro...

- Pero tú no lo amas, solo extrañas como era el reino cuando estaba él, no por él - le susurró con tranquilidad - tu no extrañas a Hans

Pero las palabras de Elsa solo rompieron un poco más a Mérida.

Habían buscado durante todo el día y parte de la noche, de extremo a extremo los pedazos de islas, tanto por aire como por tierra, pero en aquellas islas ya no había rastros de la líder vikinga, ni del hombre que la acompañaba, como si la tierra se los hubiese tragado o como si hubiese sido una mala jugarreta de la mente de aquellos amigos, un infundido y falso rayo de esperanzas.

Aun así el viaje no había sido del todo en vano

Tras los muros del reino de las islas del sur un oscuro secreto circulaba entre su gente, a los cuales ya se veían cubiertos por el velo de la oscuridad, las sombras los acechaba con disimulo y sus rasgos, antes hospitalarios y hogareños, ahora se demacraban al pasar los minutos, como si una pestilencia rondara el pueblo, era toda una pesadilla de la cual nadie se atrevía a nombrar con propiedad, aunque todos hablaran de ella.

Un secreto a voces.

Los aldeanos, asustados, hablaban de una inminente guerra, se rumoreaba de ella, los niños lloraban inconsolables, y sus animales desaparecían de entre los rebaños para ser sacrificados y preparados para un largo periodo incierto. Todo era incierto, para todos y todo, no solo para los visitantes, y las cosas empeoraron al poco tiempo, las horas habían avanzado entre la posible histeria colectiva, siendo tiempo del actuar de la guardia real, quienes comenzaron a desplegarse por los dominios del reino, el silencio se hizo presente y con ello, el amanecer.

Debían volver.

Los reyes y algunos de los príncipes de aquellas tierras habían caído en un profundo sueño, similar al que aquejaba al reino de la colorina, poco a poco el pánico se hacía notar entre su gente, quienes ya se veían mermados bajo la misma maldición, y las discusiones por la sucesión interina era un tema que se trataba con poco disimulo, en tan solo dos días el caos se había desatado.

¿Y Astrid?

Hiccup tuvo que prescindir de aquella esperanza, la cual siempre lo había herido pero jamás lo destruía, procurando dejar algo más que dañar al volver. El vikingo ya no podía seguir en busca de un fantasma.

Porque lo era

¿No?

- Estaba segura que era ella - se excusó Brutilda de regreso, elevando la voz sobre el viento que chocaba de frente - lo lamento, Hiccup

- Está bien - respondió después de negar con un gesto de cabeza, estaba algo más adelantado al grupo preparándose para lanzar la esfera de santa - todos queríamos que lo fuera

El líder lanzó la esfera abriendo paso a las tierras de Dunbroch, sin perder tiempo cruzó el portal, sus compañeros vikingos se miraron antes de imitarlo, ninguno era capaz de ver más allá de la careta de líder que solía emplear, hacia tiempo que su infantil y viejo amigo habia dejado de ser el enclenque Hiccup, ahora era un hombre, un hombre que habia perdido todo lo que alguna vez le dió lo que tenía, un hombre que seguía perdido por la Astrid que alguna vez él llegó a conocer.

- Oye, líder, ¿Qué haras ahora? - se le acercó Brutacio sobre su cremallerus hasta el furia nocturna

- Tenemos que informar sobre lo que está pasando en el sur - respondió monótonamente

- Si, claro, eso lo sabemos... Me refiero a Mérida - susurró entre gritos procurando no ser escuchado por los demás - Bocón se fue de lenguas en la isla - informó haciendo reaccionar a Hiccup

Le pediré que sea mi esposa

- Yo... Creo... Yo... - titubeó - No lo sé...

- No me digas que no lo sabes ¿Qué clase de respuesta es esa? - le reprochó con el entrecejo fruncido 

- Yo... Este... - tartamudeaba contrariado

- No ha cambiado nada ¿Verdad? - inquirió con seriedad

- Si... No... No - respondió, los demás vikingos ya habían descendido hasta la torre más grande del castillo, mientras Hiccup y Brutacio seguían volando a poca distancia - Nada ha cambiado - reafirmó el castaño con más seguridad

- ¿Entonces? ¡Ve por ella! - le animó, pero Hiccup solo frunció el ceño contrariado - ¿Qué te sucede? ¡Aterriza! - lo instó con apuro

- ¿Qué? ¿Qué dices, Brutacio? ¿Y Astrid?

- ¿Astrid? - negó con melancolía - Astrid siempre será Astrid para ti, pero ahora tiene a la rojita, ella está aquí - le sonrió - ya han pasado cinco años, jefe. Tienes que continuar, lo siento si te dimos falsas esperanzas, todos queríamos que estuviese de vuelta

Hiccup solo pudo guardar silencio, el sol de la mañana lo encandilaba y el viento que nacía de los aleteos de los dragones le molestaba, no sabía qué responder.

- ¡Hey, ustedes dos, dejen de coquetear y bajen! - les gritó Brutilda desde la torre, tenía sus manos alrededor de su boca buscando amplificar el sonido - ¡Quiero ver qué clase de bombones hay aquí! - agregó luego

- ¡Estoy aquí, Brutilda! - exclamó Patán a su lado

Elsa acomodó nuevamente algunos mechones sueltos tras las orejas de Mérida, para luego pasar el paño húmedo bajo los ojos rojizos de su amiga, buscando atenuar y aliviar las ojeras bajo los ojos azules de la princesa, terminado la platinada la observó plácidamente buscando algo más fuera de lugar.

- Está bien Elsa, no me mires así - se quejó Mérida desviando la mirada

- No te veo de ninguna manera en especial, no te creas - negó Elsa, luego volteo sobre sus talones continuando con la limpieza del lugar, como si nada hubiese ocurrido minutos antes - deberías aprovechar e ir a acicalarte, yo puedo quedarme aquí mientras tanto - ofreció - ... Tu madre desea verte - agregó con delicadeza

- ¿Le sucede algo? - preguntó mientras volvía a desordenar sus cabellos color fuego

- Su esposo e hijos están bajo un sueño eterno, creo que necesita ver a su hija - le recordó en una pequeña reprimenda, luego suspiro para agregar - te necesita, Mer, ve a verla

- Tengo miedo - admitió

- Ella también - le recordó con severidad, luego le sonrió con suavidad mientras se acercaba a abrirle la puerta - y está bien, está sana y salva, así que no temas, ve a verla

- Bien, iré - aceptó con el entrecejo fruncido pero con una tenue sonrisa en el rostro, luego negó en un gesto para agregar - pero deja de ordenar, estás muy rara está mañana - dijo nuevamente - ¿No quieres que le diga a Anna que venga a acompañarte?

- ¡No! - rechazó rápidamente, Mérida rió

- ¿Y a Jack? - preguntó en broma, pero sus palabras ya habían enrojecido el rostro de Elsa - Oh, ya veo - agregó sujerentemente - ¿Sucedió algo entre ustedes dos? - dijo ahora directamente, Elsa negaba mientras boqueba a faltas de palabras

- No es nada de lo que estás insinuando, ¡Ahora ve a ver a tus padres! - exclamó antes de cerrar la puerta

- ¡Eso es injusto! - se quejó la colorina contra la puerta, riendo a carcajadas - ¡Me debes unas buenas explicaciones! - le gritó por la ventanilla cerrada de la puerta, mientras Elsa se cubría el rostro tras de esta


La blancura de la infinidad resonaba con cada paso que daba, la vastedad retumbaba y devolvía el sonido en forma de eco, la pequeña morena se paseaba pensante, enredando sus cabellos oscuros en sus dedos y luego estirandolos hasta desenredar las hebras azabaches, impaciente, con expresión molesta, aún que siempre lo estaba.

Tenía planes, Emily Jane tenía muchos planes, siempre era cuidadosa y meticulosa, le gustaba planificar las décadas venideras, le emocionaba, la simpleza de los ciclos, la barbaridad de las tormentas, la lava de los volcanes, el caos de los terremotos, le traían paz, le recordaban su infancia, tan caotica y exenta de estabilidad.

Pero se sentia sola

Hace tiempo que lo estaba.

En un principio había hecho buenos amigos, solía pasar el tiempo con el guardian de los sueños, antes, cuando las responsabilidades de este no eran tan abrumadoras como en la actualidad. Luego había conocido a Jack, pero este era muy inmaduro para sus cosas, y a la primera que se vio involucrado en una infantil burla junto a la madre naturaleza, se alejó sin siquiera decir adiós.

Eso le molestaba.

Y luego, se habían llevado más cosas, cosas que ella había creado para su diversión.

- ¿En qué piensas tanto? - le preguntó la infantil voz - Estás muy concentrada

Seraphine observó a la pequeña niña de cabellos castaños que caminaba hacia ella, sus ojos eran tan vibrantes como azules.

- En mis planes - respondió con el mismo tono juguetón, pero sin el dejé de inocencia en sus palabras

- ¿Que planes? - preguntó ahora llegando junto a la morena

- En nuestro jardín de flores - dijo ahora

- ¿Un jardín de flores? - sonrió con emoción, Emily Jane asintió

- Ellas nos darán su amistad

Chapter 27: Capítulo XXVI - Decisiones (in)correctas

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Capítulo XXVI
Decisiones ( in )correctas

A medida que las horas transcurrían y el día se desarrollaba, las malas noticias llegaban con más fuerza, cada una peor que la anterior y tan llenas de misterios y preguntas como el grupo ya las tenían antes de recibirlas.

El regreso de Hiccup y los demás vikingos había significado más premuras que alegría, la novedad sobre que la "maldición" había llegado hasta las islas del sur sumían a Elinor y Mérida en una realidad más difícil de lo que imaginaban; no eran los únicos afectados y nadie tenía las respuestas. Mientras tanto en los demás nobles presentes comenzó a nacer el inclemente temor por su gente, por su familia y sus tierras, la tragedia se movía más deprisa que las advertencias, las conclusiones que habían sacado ya no servían de nada, y a su pesar, contrario a lo que algunas pensaban, el ex prometido de la princesa de Dunbroch no habia sido el causante de todo aquello, aunque al parecer coincidentemente si un buen beneficiario respecto a su posición en la sucesión del trono, o eso habían dado a entender el grupo de recién llegados.

Habían puesto todas las cartas sobre la mesa, los guardianes no tenian ni una sola pista de lo que estaba pasando, Sandman no aparecía por ningún lugar aunque lo llamaran con las auroras boreales, Elsa no había encontrado respuestas entre las memorias del Ahtohallan y la bruja en la que tanto confiaba Mérida solamente les había dado más preguntas que respuestas, ahora se sumaba la inminente visita de los lords de los otros clanes, los cuales ya habían avanzado bastante desde que Hiccup y Brutacio vieron los barcos en el horizonte.

- ¿Qué no se juega con el miedo? - preguntó Aster con desconfianza

Mérida solo repitió las palabras.

- Claro que no se juega con el miedo, eso lo sabemos - dijo Norte

- ¿Pero qué quiso decir ella con eso? - se preguntó Thoothiana lo suficientemente alto para ser escuchada

- Eso no interesa en este momento, si tuviese que ver con esto seguramente la anciana lo diría - apuntó Jack - se ve que le gusta hablar - agregó luego más despreocupado

- ¿Pero no te parece todo esto muy extraño, Jack? - insistió hada - ¿Qué tiene que ver el miedo en todo esto y cómo lo sabe la anciana? Si no se ven pesadillas - inquirió - tu también los viste ¿No? A su magestad, el rey, y a los príncipes - insistió, Jack tomó una pausa y luego asintió

- Ni un grano de arena oscura - murmuró en respuesta

- ¡Eso no me dice nada! - los interrumpió Mérida - ¿Acaso no puede ser Pitch? ¿Acaso él no es el maldito amo de las tinieblas o lo que sea? - los interrogó ya al límite de su paciencia

- ¡Mérida, esas no son maneras! - la reprendió Elinor

- Madre, ahora no, no es momento de comportarme como una princesa ¡Papa no despierta y los clanes están a minutos de golpear nuestras puertas! - le recordó - ¡Necesitamos respuestas!

- Se supone que Pitch no tiene fuerzas para hacer esto, no todavia, es muy pronto - interrumpió Nicholas, pero la respuesta solo molestó más a la colorina

- ¿Se supone? - repitió con expresión severa - ¿Entonces se supone que nadie están durmiendo? - dijo con sarcasmo haciendo un ademan con sus manos hacia los cuartos de los aludidos

- ¡Nosotros no podemos prever eso! - respondió Jack, y como si solo eso bastara, estalló una discusión de palabras

- ¿Pero qué pasa con los demás entonces? - preguntaba Brutilda - ¿A Berk también le puede pasar?

- ¿Es cierto eso Norte? - interrogó Hiccup - ¿Podría pasar en todos lados?

- Eso no lo sé - respondió con sinceridad, dándole de probar a más de uno un trago amargo con aquella respuesta

- Pero si pasa en Berk, podria pasar en Corona...

- O en Arendelle... - agregó Anna - ¡Cielos santos! Tengo que volver a casa - exclamó la cobriza sumida en el terror

- Tenemos que volver al reino, ahora - le dijo Eugene a Rapunzel mientras cargaba a su hija entre los brazos, aferrándose a ella como un tesoro

- ¡Mis padres! - reaccionó la rubia

- No entren en pánico, no alimenten el miedo - les advirtió Norte buscando apaciguar los ánimos

- Necesito regresar a Arendelle - repitió Anna, aún muy asustada para pensar en algo más o escuchar a alguien más

- Anna, hermana, tranquila - la detuvo Elsa poniendo sus manos sobre los hombros de esta, pero la cobriza solo la miró con una expresión que Elsa no supo reconocer

- Elsa, tengo que volver a Arendelle - le repitió pausando cada palabra, con una desicion que la platinada jamás pensó ver en su hermana

Y aunque el ruido seguía tras las espaldas de Elsa, y todos los demás decían lo que pensaban, la guardiana solo guardó silencio, apretó sus labios en una mueca mientras trataba de buscar una solución a la ola devastadora que se había desatado entre todos, buscaba alguna respuesta a la petición de su hermana.

- ¡Ya basta! - exclamó Elinor elevando la voz - ¡Esto no sirve de nada, solo los desgasta! - agregó paseándose entre los presentes, verificando tener la atención de todos los que estaban ahí - hay que pensar en una solución, no sucumbir ante las inclemencias - agregó en un tono más sereno

- Su majestad tiene razón - apoyo Elsa tomando la palabra - creo que en este momento lo más sensato es que cada uno vuelva a sus tierras a verificar que nada esté perturbando a la gente y el reino, no tiene sentido que todos esperemos aquí a que algo suceda. Si realmente esta maldición se está expandiendo no podemos dejar los pueblos a su suerte, Rapunzel y Anna deben volver a sus respectivos reinos

- Elsa tiene razón, lo mejor en este momento es proteger a quienes aún siguen despiertos, - apoyó Norte - no tenemos respuestas, esperarlas sin hacer nada no tiene sentido - aceptó

- Deben volver con su gente - dijo Elinor apenas el guardian terminó de hablar, llamando la atencion de todos los presentes - agradezco la diligencia y consideración que han tenido por nosotros, por mi reino. Ahora deben proteger el de ustedes...

Pero los minutos ya habían pasado y lo inevitable ya estaba ocurriendo.

- ¡Su magestad! - interrumpió un hombre fornido, perteneciente a los pocos hombres de confianza del rey que quedaban en pie - los Lords ya están aquí - informó, Elinor asintió guardando silencio

- Bien, - soltó con tono tranquilo, pasando saliva por sus labios - si me disculpan, debo enfrentar esta situación - comentó abriéndose paso con elegancia, lejos del miedo que sentía en su interior

- Madre, espérame, voy contigo - alcanzó a decir Mérida antes que la otra desapareciera, luego giró hacia los demás para anunciar - vuelvo en un momento, ustedes solo... - titubeó sin saber que decir, paseando la miradas entre los presentes - solo hagan lo suyo - dijo por último antes de salir tras la reina

Los presentes se miraron por un segundo, para luego continuar con los planes tal cual se lo había dicho la ausente princesa, y no había mucho que plantear, cada uno volvería a sus tierras, mientras los guardianes buscarían algún rastro del guardian de los sueños, ahora solo quedaba esperar lo mejor, preparándose para lo peor.

- No pensé que necesitaría tantas - comentó Norte mientras le entregaba a Elsa una esfera de nieve - desde que las puedo reutilizar que no cargo muchas - agregó regalandole una mirada tranquilizadora - pero sé que la cuidaras - le susurró regalandole una sonrisa a la guardiana, Elsa solo inhaló con fuerzas, nerviosa, ella aún recordaba lo que habia pasado con la última que le habian confiado, como si hubiera pasado hace tan solo unas semanas. Luego Norte giró sobre su eje para darle cara al conejo de pascuas, Aster lo miraba con expresión queda, a lo que Norte solo pudo preguntar - ¿Tu irás a Corona?

- Claro que sí, ustedes deben buscar a Meme - le respondió con obviedad, tomando entre sus patas la esfera que Norte le extendía

- Espero que no la uses

- De todas formas no la voy a usar - respondió

- Es más rápida que tus túneles - defendió su invento

- Es una estúpida forma de viajar - se quejó Bunny

- ¿Cómo? ¿Iremos acompañados? - inquirió Anna, sintiendo como la situación era más seria de lo que esperaba - ¿Quién irá con nosotras? ¿Jack, nos acompañaras? - le preguntó

- No Anna, no. Jack no vendrá con nosotras - interrumpió Elsa, respondiendo antes que el guardian

La platinada trataba de mantener las apariencias, se mostraba tranquila y hablaba entre pausas, había podido sortear durante bastante tiempo a Jack después que este se le hubiese confesado, el solo pensar mirarlo a los ojos le causaba a Elsa un cosquilleo extraño.

- Pero porqué, Elsa ¿Por qué no nos puede acompañar? - inquirió la cobriza con los brazos en jarra y el entrecejo arrugado

- Si ¿Por qué no las puedo acompañar? - preguntó Jack, con lo que le pareció a Elsa un tono burlón

La guardiana solo guardó silencio apretando los labios, de por sí ya se le era difícil ir contra las ideas de su hermana, y últimamente cedía con bastante rapidez a las ocurrencias de Jack, que ambos estuvieran de acuerdo era como una sentencia para la platinada, Elsa sabía que si no decía nada terminarían nuevamente en alguna situación incoda con él guardian.

- Anna, yo voy contigo - dijo al fin después de un largo suspiro - tengo poderes y también soy un guardian - le recordó

- No pueden volver solas, uno de nosotros las tiene que acompañar - acotó Jack con aire tranquilo, pero preocupado en su interior. Elsa tan solo lo observó con el entrecejo fruncido

- ¿Uno de ustedes? - preguntó con retórica - ¿Por qué lo dices como si yo no lo fuera? También soy uno - le recordó molesta, acomodándose un silencio incómodo en los demás

- No quise decir eso - se excusó

- Pero lo dijiste - replicó con tranquilidad

- Técnicamente tu lo dijiste - apuntó defendiendose

- ¡Ya basta, par de tortolos! - exclamó Aster molesto - no es momento para sus discusiones ridículas. Yo iré a ambos reinos, ya está, usaré los túneles

- Pero, conejo... - dijo Jack

- No te quejes, mocoso. - siseo agarrándose el rostro con poca paciencia - aún no son nada y ya tienen problemas

- No es para nada como dices - comentó Elsa defendiendose entre ofendida y avergonzada

- No digas estupideces - agregó Jack molesto

- Y ahora se ponen de acuerdo, no me hagan hablar - murmuraba molesto, dándole la espalda y alejándose hasta las puertas del salon - ¿Nos vamos? - dijo con apremió hacia los demás

- Bien, nosotros buscaremos a Meme, esperemos que se encuentre en el palacio de los sueños - dijo ahora Norte buscando alivianar el ambiente

- Seguramente está durmiendo - comentó conejo esperando que así fuera

- ¿Y Mer? ¿Quién se quedará aquí? - interrumpió Punzie, volviendo a poner sobre la mesa el tema sin terminar

Los guardianes compartieron una mirada ausente sin saber que responder, intuitivamente sus ojos rodaron hasta Aster, quién ya se había ofrecido para ir a los otros dos reinos con anterioridad, pero la idea era ridícula, el guardian de las esperanzas por mucho que quisiera no podía dividirse en dos, menos en tres. Ya de por sí conejo estaba saturado.

- Yo me quedaré - interrumpió Hiccup

- ¿Tu te quedarás? - preguntó Brutilda con incredulidad, sin entender más allá de las palabras de su líder

- Si, él se quedará - le respondió Brutacio en una especie de regaño - No te metas, tonta

- Tu eres el tonto - le devolvió con un golpe en el brazo

Pronto una discusión entre los hermanos comenzó a desarrollarse, siendo ignorados por la mayoría.

- Iré a Berk a ver cómo andan las cosas y volveré a Dunbroch - aseguró el castaño - tengo que ir a dejar a este par y a los demás - agregó apuntando a los mellizos que continuaban discutiendo

Y con todos los puntos cubiertos, los presentes se despidieron y separaron, Aster fue el primero en marcharse junto a los reyes de Corona, utilizando a regañadientes la esfera que Norte le habia pasado, todo por el bien de la pequeña Holly, a quien su padre se negó llevar a travez de un oscuro tunel. Los segundos fueron Norte, Thoothiana y Jack, quienes se irían en busca del guardian de los sueños, dejando atras a los dos grupos faltantes, con una reina muy ansiosa, una guardiana taciturna y un jinete indeciso.

Runa se paseaba indecisa por su cabaña, no había pegado pestañas en toda la noche, hundiéndose en sus pensamientos, en sus recuerdos y en los faltantes, el vacío inmenso en su mellada memoria, mancillada y desprovista, empapada de una tácita tristeza, de una soledad dolorosa y una falta de algo, un vacío en su alma, una sensación que había olvidado hacía mucho tiempo.

Había vuelto nuevamente

Y en la mesa de madera del comedor estaba la solución a sus problemas.

O la perdición

Aún no tenía la respuesta, pero estaban al alcance de una mordida.

- Y si como esto ¿Recuperaré mis memorias?

- No lo sé, depende de ti

¿Qué es lo que había querido decir la bruja con todo ello?

Hacia tiempo que la rubia se había resignado a una nueva vida, tenía claro que había perdido mucho más de lo que podía imaginar o sentir ahora, su cuerpo estaba marcado por cicatrices que la espantaban por las respuestas, pero el sufrimiento era opcional, Runa había decidido continuar con su nuevo destino.

Pero ahora ...

El bombón reposaba sobre la mesa en un sepulcral silencio, siempre había sido así en la cabaña de Runa, pero era la primera vez que le molestaba, las horas habían transcurrido tan rápido como lentas a la vez y los recuerdos sin respuestas danzaban en su cabeza, y la voz de la bruja resonaba con más fuerza mientras le regala las respuestas, ahora las tenía sobre la palma de su mano, sobre la cubierta de su mesa.

- ¿Cómo que no lo sabes? ¿Estás jugando con nosotras? - exclamó Mérida molesta, últimamente Runa siempre la veía molesta

Distante

- Ya se los dije, no se juega con el miedo - replicó cansada y fastidiada de decir lo mismo - no hay lecciones en esto - agregó mientras tomaba y depositaba en las manos de la rubia la pieza de cubierta de chocolate - esto es solo una pequeña ayudita - aludió hacia el postre que le entregó - lo demás depende de ti

- ¿De mi? - repitió confundida

- Un hechizo de protección - respondió alejándose hasta el mesón, ordenando sus especias - una magia más antigua que la que yo puedo usar, que cualquier bruja deberia usar o perturbar - comentaba acomodando los frascos, hasta detenerse y observar a Runa con complicidad - pero tú no eres una de las nuestras

- Se más clara, anciana ¿Qué es lo que quieres decir? - interrumpió Mérida

- Eres una muchachita bastante impetuosa - se quejó echándole un vistazo curioso, luego suspiró - es todo lo que puedo decir, lo demás es tema de ustedes, yo ya les dí un conjuro - se excusó apurando a ambas a salir del lugar barriendolas con su escoba mágica

- Si, pero... - replicó la colorina, la bruja chasqueó los dedos abriendo la puerta en el acto

- y ya es hora de irse, es muy tarde y ya está cerrado - finalizo cerrando la puerta en las narices de ambas

- ¡Ya cerramos! - se escuchaba la voz amortiguada del cuervo a través de la gruesa madera

Y así como habían llegado se habían ido, con más preguntas que respuestas, pero con la muestras de algunas de estas.

O de todas

Todas las que eran de incumbencia de la rubia por lo menos. Era su verdad, sus recuerdos, todo lo que había sido alguna vez en su pasado, las cicatrices, el anillo que llevaba en el dedo el día en que la encontraron y quizás más que eso.

Deb ía de averiguarlo

Runa se levantó de la silla en la que se había sentado hace casi una hora, decidida a darle un pequeño mordisco a su pasado, o así pensaba que funcionaba, quizás en cada bocado habia un vistazo al ayer.

Qué equivocada estaba

No bastó más que un pequeño mordisco para caer en la ola de los abrumadores recuerdos de su pasado, que llegaban a su cabeza con fuerza, imágenes desordenadas y momentos perdidos, la alegría, la furia, el anhelo, la tristeza, todo se fundía en una acalorada sensación de ahogo, Runa estaba sumergida en el océano de lo que alguna vez fue, de los lugares en que caminó y conoció, la abismal diferencia de la brisa que la acariciaba, los océanos, las voces y los cantos, la personas que amaba, los momentos vividos, la gente.

Su gente

Runa agarró su vientre con su mano sintiendo el vacío inmenso en él, con la otra ahogó un sollozo inminente, sus ojos se aguaron y el llanto salió de todas formas de sus labios, lentamente fue perdiendo las fuerzas hasta caer rendida en el frío suelo rocoso de la habitación, ahora más helado que momentos atrás.

Estaba perdida

Llevaba años perdida

La rubia siempre había recordado como es que había llegado a aquellas tierras, era una memoria vivida que nunca había tomado su lugar, la sensación la repetía día a día como si lo viviera nuevamente, el miedo desolador y la soledad inmensa que la abrumaba en aquel entonces, la incertidumbre de quién era y el vacío inmenso de la nada en su cabeza, el bosque oscuro y desconocido que la protegía o la tenía al descubierto, ciertamente no lo sabía en ese momento, aunque ahora sospechaba que estaba destina a qué sucediera.

Los espíritus la habían guiado

Nunca lo había dicho, jamás lo había mencionado, entre todo lo que había vivido y lo que no recordaba, hablar de pequeñas luces en medio de la nada no sonaba tan importante como descubrir como se llamaba o de quien escapaba, las pesadillas y la incertidumbre habían sido las protagonistas, y entre todo ello la importancia o no de aquel suceso había desaparecido junto con este, hasta la noche anterior, en que Mérida y ella habían visto a las luces danzar en el bosque nuevamente.

Ahora sabía que era el destino

O eso había entendido Runa de las palabras de la princesa, y la rubia quiso creer, creer en una pequeña respuesta o razón por la cual había perdido todo y solo habia ganado un nombre.

Un nombre que ya no era su nombre

Una identidad que no era de ella

Una vida que no le pertenecia

Anna estaba impaciente, se paseaba por el muelle con intranquilidad haciendo, sin querer, presión en su hermana, quién había tomado mando en la situación debido a los nervios de la reina. Elsa procuraba acelerar el regreso de sus pertenencias a la nave al mismo tiempo que esperaba hacer tiempo para explicarle a Mérida en lo que habían quedado y conocer algo más de la situación actual de la princesa, la guardiana sabía que la venida de los lords no era una señal de buenos augurios.

- Que tengan un buen viaje - le deseo Hiccup, quien se alejaba de Anna mientras se acercaba a Elsa - Nosotros ya nos vamos - agregó apuntando hacia el grupo de jinetes y dragones que esperaba más apartado del muelle - estamos listos

- Gracias - respondió Elsa sin despegar los ojos de los marineros que subían al barco - espero que también lleguen bien a su destino - agregó con brusquedad, más de lo que esta hubiese deseado

- ¿Sucede algo? - preguntó el castaño preocupado, la rubia le dió un vistazo rápido para luego responder

- No sucede nada - mintió con aplomo, aún así sus palabras no sonaron tan reales como la guardiana se lo proponía

- Vamos, te sucede algo, te conozco - indagó inquieto - ¿Está todo bien?

- ¿Lo haces?

- ¿Qué?

- Conocerme ¿Realmente lo haces? - preguntó con sosiego, en un tono bajo, procurando ser escuchada solo por el vikingo - Porque yo no lo hago, no te conozco para nada

Y aunque él timbre y la compostura de Elsa expedian una tranquilidad sorda, sus palabras no reflejaban su postura, estaban cargadas de cautela y una tenue indignación, una leve desconfianza que había comenzado a nacer en ella.

- ¿Qué quieres decir? - preguntó Hiccup descolocado

- Mérida está pasando por un delicado momento, no necesita que la confundas más - le advirtió

- ¿Qué la confunda más? ¿Está confundida? - preguntó ahora con curiosidad

- Basta, a esto me refiero - le indicó con un ademan de manos - ya está bastante acongojada con esta situación, no seas una carga más - le advirtió

Hiccup guardó silencio analizando las palabras de la guardiana, sabía que Elsa no intentaba intimidar o amenazar, solo buscaba proteger a quienes quería y la necesitaban, y él justamente no era uno de aquellos, no podía culparla, al fin y al cabo lo que le habia dicho la guardiana era verdad; no se conocían en realidad, Hiccup solo conocía la versión de Elsa que le habían contado los demás a traves de los años, el tiempo que habían compartido no era el suficiente.

Aún así habían cosas que el castaño notaba.

- ¿Esto es porque estás molesta con Jack? - preguntó con una media sonrisa en el rostro

- Esto es porque no conozco para nada tus intenciones, no tiene nada que ver Jack aquí - replicó con rapidez, luego suspiró con fuerza serenando su expresión - solo no la dañes más de lo que ya está - le rogó - no tengo idea de lo que pasa entre ustedes dos, solo... No la perjudiques más

- Bien, no haré nada para perjudicarla - aceptó con seriedad levantando sus palmas en son de paz - lo prometo - le aseguró

- ¡Hey, ustedes dos! - los llamó Anna quien ya estaba embarcada gritando desde la cubierta de la nave - ¿De qué hablan tanto? ¡Ya es hora de irnos! - dijo con urgencia

- ¡Enseguida voy! - respondió Elsa para luego regalarle una última mirada al vikingo - Nos vemos pronto - se despidió tomando distancia

- Si, nos vemos pronto - murmuró Hiccup como respuesta

Chapter 28: Capítulo XXVII - Paciencia

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Capítulo XXVII
Paciencia

Anna bajó tan rápido como un rayo hasta el palacio una vez el navío atracó en el puerto del reino, habían usado la esfera de nieve que Norte le había confiado a Elsa, por lo que el viaje solo había tardado un par de minutos, los suficientes como para que Anna sintiera la angustia apretujar su pecho y acomodar un vacío en su estomago, convirtiendo cada segundo en una infinita eternidad tras otra, anhelante de ver con sus propios ojos el bienestar de su pequeña familia, las palabras y seguridad de los guardianes que habían estado en Arendelle no le eran suficiente, necesitaba tocar con sus propias manos las pequeñas manitas de su hijas y escuchar por si misma la voz de su marido, lo necesitaba todo, está vez, ajena a su habitual ingenuidad, no se fiaba de los buenos deseos y esperanzas.

Y hasta no verlos es que no se sintió tranquila.

- ¡Mamá volvió, mamá volvió! - exclamó la pequeña Elsa desde el jardín del palacio una vez vio a la reina aparecer - ¡También tía Elsa! - sonreía risueña al notar a la platinada asomar a la distancia - ¡Mira, papá, mira! - apuntaba con su diminuto dedo indice

- Si Elsa, si las veo - le sonrió Kristoff acercándose a su hija y tomándola entre sus brazos, con una sonrisa tan enorme como la preocupación que ocultaba con ella

- Bájame, papá, debo ir por ellas - le reprochó frunciendo los labios, asomando un puchero en ellos

El rubio soltó una carcajada algo aliviada gracias a las ocurrencias de la pequeña antes de dejar a su hija en el suelo adoquinado, pero los deseos de la infante no alcanzaron a concretarse, a penas se volteó con intenciones de correr hasta la reina y la guardiana, su madre ya estaba lo bastante cerca para fundirla entre sus brazos con vigor, con la suficiente fuerza como para sentir que su hija estaba segura entre sus brazos, pero con la suave delicadeza como de quien toma una pieza de cristal entre sus manos, como fuera, lo seguro era que Anna por fin podia respirar en paz.

Su familia estaba a salvo.

- Mamá, basta, me ahogas - se quejó la pequeña rubia mientras trataba de zafarse del agarre de su madre

- Perdón, perdón, solo... Te extrañé tanto - murmuró con la voz tenuemente quebrada, tratando de ahogar con todas sus fuerzas el sollozo que buscaba escapar

- Yo igual - respondió la infante algo más cómoda aún entre los brazos de su madre - papá también, y mucho - agregó, Anna levantó su mirada hacia Kristoff que la observó con consuelo, intuyendo que la situación no era del todo buena, mas la sonrisa del rey no se vió perturbada, una pequeña mascara para la princesa, quien estaba ajena a todo lo que pasaba en realidad - Tía Elsa, hola - le sonrió la pequeña aún entre los brazos de la reina, moviendo sus manitos a duras penas - ¿Dónde está tío Jack? - inquirió con inocencia

Elsa no estaba acostumbrada aun al sustantivo previo a su nombre, le causaba escalofríos, no era un desagrado, era más un temor, un temor nacido de su inexperiencia con los niños y en especial con los de su familia.

Aunque ella también era una niña en aquel entonces.

- Buenas tardes, su alteza - le sonrió con suavidad, apaciguando sus dudas como siempre lo había hecho. - Jack tiene una pequeña misión como guardian, no pudo venir en esta oportunidad - se excusó ante la mirada dulce de su sobrina, luego levantó la propia hasta Kristoff, quien esperaba algo más que las palabras de Anna - buenas tardes, su magestad - le saludó

- Elsa - negó con un gesto el rubio mientras agarraba con su dedo indice y pulgar el tabique de su nariz - no tienes que saludar de esa forma cada vez que nos veamos, somos familia - le reprochó

- Está bien, no te sulfures - se encogió de hombros mientras se acercaba a su hermana, posando su mano en su espalda, en un gesto de sosiego, esta aún permanecía hincada aprisionando a su hija entre sus brazos - tu piel se pone roja - se burló apacible, consiguiendo lo antes dicho por parte del otro y las carcajadas en las demás

Y a pesar de la felicidad y el alivio que ahora respiraban la reina y su hermana, la verdad tenía que hacerse saber y pasado el reencuentro fue que por fin pudieron explicarle a Kristoff lo que ahora acontecía, y ponerse al día con los acontecimientos ocurridos en el reino en la ausencia de ambas.

Y aunque aún había paz en el fiordo

Esta era finita.

La pequeña princesa fue encargada a Olaf, quien supo mantener a la curiosa mentecilla de la infante ocupada, aunque el ocurrente muñeco de nieve también deseaba saber las nuevas que estaban pasando, tuvo que mantenerse al margen por un largo momento, así lo sintío Olaf, al igual que Kristoff, quién escuchaba atento sobre la nueva maldición que los podría aquejar, demasiado confundido al igual que todos los demás.

Todo seguía siendo muy incierto por más que lo repitieran.

- Esperen - las detuvo Kristoff desplomandose en uno de los sillones aterciopelados de la habitación - denme un momento - pidió posando una mano en su frente, apoyado del posabrazo de madera labrada

Kristoff siempre había tenido problemas con su posición como rey, en especial con los viajes a otros reinos, constantemente se había sentido juzgado bajo las miradas escrutadoras y altivas de otros reyes, eran pocos los monarcas con los cuales tenía afinidad y el viejo rey era uno de ellos, uno de los pocos con los cuales podía llegar a sentir que quizás no hacía las cosas tan mal.

Un buen rey

Un buen padre

Un buen hombre

Una imagen de referencia para el inesperto rey de Arendelle.

- ¿Fergus? - quizo corroborar

- Y los príncipes igual - repitió Elsa 

- También parte del pueblo - agregó Anna

- ¿Y también en las islas del sur? - preguntó ahora el rubio

- Y, según escuchó Hiccup, al parecer Hans podría tomar el mando - acotó la guardiana

- Sin mencionar a los Lords de los clanes que estaban llegando... - comentó Anna pasando sus manos por su rostro, tratando de despejar algo de la frustración - las cosas no van tan bien en los reinos vecinos - comentó al aire

- ¿Que dice Norte sobre todo esto? - interrogó ahora, aún con la expresión ausente por las noticias dadas, al igual que la respuesta a su pregunta

- No lo sabe, pero está seguro que no es Pitch Black... - respondió Elsa después de una larga pausa, tomando asiento en el sofá del frente de la mesa de centro - resolvimos volver a nuestros respectivos reinos, no podemos dejar desprotegidos a los pueblos - agregó ante el inminente silencio

- ¿Y como piensan protegernos? - preguntó en un reproche, acomodándose en el sillón

Elsa desvío su mirada hasta sus manos, retorciendo sus dedos con nerviosismo.

- Yo... No lo sé - respondió con sinceridad

Kristoff desvío su rostro hacia un lado en un gesto rendido, chasqueo su lengua mientras paso sus toscas manos por su rostro, al igual que lo había hecho Anna momentos atrás, superado por las circunstancias, atemorizado por volver a sus peores pesadillas, aterrado de que su hija tuviera que vivir aquello.

- ¿Están seguras que no es Pitch Black?

Ambas hermanas compartieron una mirada de reojo, colmada de dudas, afligidas pero sutilmente disfrazada, aunque él rubio ya sabía leerlas.

- Santa dice que es muy pronto para que pueda utilizar sus pesadillas... - respondió Anna

- ¿Y tú qué piensas? ¿Qué es lo que creen?

Y nuevamente el silencio se hizo presente, bastante recurrente para el gusto de Kristoff.

- Yo... Yo... - titubeó la cobriza - no lo sé - respondió desviando la mirada, culpable de no poder confiar en esta ocasión en la sabiduría del viejo guardian

- ¿Y tú, Elsa, qué piensas?

Elsa pareció considerar su respuesta, seleccionando bien sus palabras para hacerse entender.

- Tampoco lo sé. Sin duda es inusual, ciertamente, pero no deberíamos descartarlo - comentó Elsa cómo respuesta

Una nueva pausa se interpuso entre el trío, luego Kristoff suspiró para ponerse en pie con ayuda de ambas manos apoyadas sobre sus rodillas.

- Se supone que solo iban a evitar una boda... - murmuró rendido, luego negó con su cabeza buscando sacarse la mala sensación de sobre él - Bien - expulsó cómo un nuevo suspiró, luego carraspeó regulando su voz - tenemos que hacer algo, no nos queda de otra

- Estoy de acuerdo - aceptó Elsa poniéndose en pie - iré al bosque encantado, seguramente Yelena o los espíritus nos pueden guiar en esto

- Y yo podría ir con Pabbie, quizás su magia nos diga algo más - se animó el rubio haciendo un gesto con su puño sobre su palma

- Y tú te quedarás - dijeron ambos, cuñado y cuñada, mientras apuntaban a Anna, previendo lo que esta planeaba sugerir

- ¿Nos separaremos? - se quejó en un puchero - pero si nos acabamos de juntar - les recriminó - no pueden dejarme sola, pensé que habías dicho que serías la que nos cuidaría, por eso no vino nadie más - apuntó hacia su hermana sin querer sonar hiriente, aunque siéndolo de todas formas

- Solo será un momento - trató de calmarla Elsa, soportando el agudo vacío que había aparecido con las palabras de Anna - usaré la esfera de nieve, no tardaré

- Y Pabbie no está a más de una hora, con Sven llegaremos en menos tiempo que Elsa con su esfera, estoy seguro de eso - se unió Kristoff rodeando los hombros de Anna con su brazo

- Pero... - trató de refutar, siendo interrumpida antes de siquiera intentarlo

- Anna, debes estar para el reino, si te ven marchar apenas estando de regreso se alarmaran - le recordó Elsa con suavidad - también debes estar para Elsa

- ¿No tardarán? - preguntó con temor

- Yo misma iré por Kristoff - le sonrió la platinada con tranquilidad - todo estará bien Anna, no dejaré que nada te pase - la consoló tomando su mano

Anna desvío su mirada frunciendo el entrecejo, luego murmuró en un reproche, hundiéndose en su lugar, deshaciéndose del agarre de ambos.

- No es mi seguridad la que me preocupa

Elsa no hizo mas que mirar a su cuñado de reojo con la respuesta, viendo en los mieles del otro el mismo temor que manifestaba su esposa.

- Anna... - musitó afligida volviendo sus ojos a la reina

- Lo lamento hermana, es solo que... - pero la platinada la interrumpió antes que pudiera continuar

- No tienes que disculparte por querer cuidar a tu familia

- Es solo que me sentiría más tranquila en compañía - suspiró alisando sus cabellos, buscando calmar sus ansiedades y temores con el gesto - Dios, si tan solo hubieses dejado que Jack nos acompañará, pero tenías que espantarlo solo como tú sabes hacerlo - soltó en una réplica infantil mientras le daba las espaldas a su hermana y a su esposo

Una suspicaz mirada miel se clavo en Elsa, quien solo desvío sus ojos hacia otra parte, apretando sus labios en una mueca y devolviendo su mirada hacia Anna, quien continuaba afligida mirando por una de las ventanas sin darse por enterada de nada. Kristoff tan solo carraspeó llamando la atención de Elsa una vez más.

- ¿Lo espantaste? - preguntó con una sonrisa traviesa, Elsa boqueó algo de aire antes de responder

¿Por qué es que era que todos se lo nombraban?

- ¡Tienen que buscar a Sandman, yo no lo espante! - se defendió, en un tono más agudo de lo pensado

Anna giró sobre sus talones regalandole una mirada escrutadora a su hermana, no era propio por parte de Elsa reaccionar de tal forma, mientras la platinada trataba de ignorar los cosquilleos que le causaba recordar las palabras de Jack. Kristoff tan solo guardó silencio analizando la expresión de su cuñada, aún con una sonrisa burlona en el rostro.

- ¿Sucedió algo? - indagó la cobriza

- No, no ha pasado nada - respondió con rapidez

Demasiada para el gusto de Anna

- ¿Estás segura? - indagó una vez más

- Claro que estoy segura ¿Por qué no lo estaría?

- No suenas muy segura - hizo notar el rubio

- Gracias Kristoff - respondió Elsa con una mueca

- Entonces si sucedió algo - sonrió Anna juntando sus manos

- No ¿Por qué piensan que sucedió algo? - negó Elsa con un gesto - ¿Por qué es que todos me preguntan por eso? - replicó intentando defenderse pero surtiendo el efecto contrario

Anna y Kristoff solo rieron en respuesta.

- ¿Es en serio, hermana? - preguntó con retórica - o sea, sé que han pasado unos días desde que volviste, pero lo deberías notar - comentó ahora en el tono habitual de la verborrea de Anna

- ¿Qué es lo que debería notar? - replicó Elsa

Pero Anna guardó silencio, ahora ella siendo la inusual, en lugar de largar una respuesta sin más como lo había hecho durante toda la conversación, está vez quedó con la palabra en la boca, intercalando miradas entre su hermana y su esposo.

- Le agradas - dijo al final Kristoff como si no fuera nada, dando respuesta sin dejar completamente al descubierto al susodicho

Pero ahora era Elsa la que quedaba sin palabras.

¿Lo sabían?

¿Quién más lo sabía?

Y lo cierto era que los años habían pasado y mientras Elsa había estado recluida en su carcel helada, los demás continuaron existiendo, creando lazos y construyendo relaciones entre ellos. Arendelle había continuado con su historia y con ello el pueblo, su familia y sus amigos, aunque aún para Elsa todo seguía siendo un pestañeo entre la guerra y la calma.

Pero esa sensación no evitó que de igual forma se ruborizara.

No solo le agradaba.

O eso le había dado a entender en el Ahtohallan.

- No te sulfures, tu piel se pone roja - picó Kristoff con una sonrisa mas amplia que la que tenía antes

- Oh, no me he sonrojado - replicó volteandose con rapidez, caminando con sutileza hasta el borde de la chimenea, observando con atención su reflejo en alguna decoración de metal pulido

- ¡Si lo estás, si lo estás! - sonrió Anna avanzando hasta donde Elsa en pequeños saltitos, Kristoff se desplomó en el sillón riendo a carcajadas - ¡También te agrada! - continuó la cobriza tomando a la platinada por los hombros

- Ya basta, Anna, se supone que eres madre - se quejó Elsa tomando distancia, pero solo logro ensanchar aún más la sonrisa de su hermana - y es mejor que nos vayamos moviendo antes de que la maldición llegue al reino - agregó buscando desviar el tema, pero las risas solo se acrecentaron

Sin importar que dijera.

Elinor y Mérida permanecían en silencio una sentada al lado de la otra, estaban en uno de los salones del castillo, una mesa rectangular se levantaba en el medio de esta, en la cual momentos previos se habían reunido con los Lords a discutir los acontecimientos que los habían orillado a acudir a las tierras de Dunbroch.

La reunión había sido un concierto de gritos y sorpresas, las voces de los tres lideres se confundían y se elevaban sobre los otros, no muy distintos de la generación que los presedian, igual de competitivos que sus padres, buscando sobre ponerse sobre sus rivales, aunque nunca lo habían sido realmente, siendo solamente detenidos por las miradas y expresiones severas de la reina, Elinor, quien poseía la misma habilidad para hacerlos callar con un gesto, al igual que los anteriores líderes años atrás.

Ahora el silencio era tan sordo como cuando recién habían entrado a la habitación.

- Estás muy callada - dijo la reina cortando el silencio

- Uhm, igualmente - respondió después de una mueca sarcástica, luego soltó un bufido agregando la pregunta que le rondaba la cabeza desde hacía rato - ¿Qué haremos?

Elinor tan solo suspiró poniéndose en pie, caminando con elegancia por la habitación a pesar del cansancio que llevaba encima.

- Ninguna de las dos puede reinar - comentó - no tengo ningún conocimiento de batalla y lo que sé de leyendas magicas no me alcanza para descifrar todo lo que está sucediendo - reveló con calma, manteniendo la compostura a pesar de lo cargadas que estas estaban - ¡Esos hombres no tienen idea de a lo que se enfrentan y quieren salir a la guerra! ¿A qué guerra? ¡Son igual a sus padres! - renegó molesta - y ni hablar de los problemas que nos acarreó cancelar tu compromiso

- Lo lamento - murmuró la colorina desviando la mirada. Elinor se detuvo frunciendo con culpa el entrecejo

- No, cariño, no lo lamentes, no es lo que quise decir - dijo acercándose a su hija - no es culpa tuya que nuestras costumbres sean tan... Arcaicas - se disculpó

- Si, pero lo es todo lo demás - se quejó, su madre solo negó con un gesto

- Espero que tus amigos encuentren al guardian de los sueños

- Si, igualmente - murmuró apoyando su frente en el hombro de Elinor

Porque las cosas ahora eran más tensas que antes de la visita de los Lords, si es que se podía tensar más. Ya no era solo en las tierras de Dunbroch, poco a poco se notaba la extensión de la maldición por los terrenos, pasando por los territorios de los otros clanes, llegando hasta las islas del sur y quién sabe en cuantos lugares más, aún no lo sabía Mérida, y los demás habían salido a buscar las respuestas a aquella pregunta.

La maldición ya los habían alcanzado

Y la colorina realmente esperaba que no hubiera una.

Pero desde que la reunión había comenzado y los Lords habían saludado es que todo había quedado implícito, el preludio de lo que acontecería.

Y una vez el primero habló, nada volvió a ser igual nuevamente.

Ahora solo podía pensar en como afrontar las consecuencias de sus acciones y sus futuras responsabilidades que ya habían comenzado a manifestarse.

No las veían como a una líder

Ni a Mérida

Ni a Elinor

Aunque respetaban a la segunda como la reina.

- Iré a ver a tu padre - se excusó la mayor - necesito pensar en todo esto con él... - murmuró mientras acomodaba sus ropas

- ¿Y escuchar su opinión? - bromeó amargamente, Elinor solo frunció el entrecejo y suspiró ante la burla de su hija

- ¿Irás a ver a tus hermanos? - Mérida asintió

- Vere si Elsa sigue por aquí en primer lugar, aunque Anna estaba demasiado histérica como para esperar - comentó encogiéndose de hombros

Y así fue, apenas salieron del salon una fue donde había dicho mientras la otra volvió al salón principal esperando encontrar a alguien quien la pudiera orientar en las decisiones tomadas durante su ausencia, pero no quedaba nadie en el lugar y al asomarse por una de las ventanas solo pudo notar las naves de los Lords y las del reino, ni un barco blanco e inmaculado se notaba en el puerto, tal cual lo había imaginado, aún así no pudo evitar sentir que se había quedado completamente sola en aquella situación.

Y los pasillos vacíos no ayudaban a aplacarla.

Mérida se encaminó de vuelta a la habitación de sus hermanos, abrumada por el silencio y la tranquilidad, completamente ajena a todo ello, arrepentida de alguna vez haber deseado ese silencio, poco se imaginó que en un instante el pánico anhelaría del vuelta aquel silencio solitario; al abrir la puerta de la habitación de los trillizos fue que vio a Hiccup sentado en la silla que ella usaba, estaba dormitando con los brazos cruzados y su mentón apoyado en su pecho, la colorina tan solo atinó al lanzarle un pan duro de sobre una bandeja que permanecía en la mesita de noche más cercana a la puerta.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó al notar el pequeño brinco que dió el cuerpo del castaño, ella permaneció en el umbral

- ¿Ya termino tu reunión? - preguntó mientras se desperezaba - Pensé que jamás saldrían de ahí - agregó desde su lugar - ya está anocheciendo - notó al mirar por la ventana

- ¿No había nadie para detenerte? - indagó frunciendo el ceño mientras entraba a la habitación sin cerrar la puerta

- Si, están algo corto de personal - respondió siguiéndola con la mirada - Tengo algunos dragones, no sé si lo sabías, te puedo echar una mano con la seguridad - ofreció, Mérida rodó los ojos

- La seguridad está bien - respondió tomando asiento en la orilla de la cama - ¿Qué haces aquí? - repitió

- Estabamos preocupados - respondió - no queríamos dejarte sola

- Ah ¿Y tú te ofreciste? - murmuró como un chiste, tratando de no sonar conmovida, porque no lo estaba

No tanto

- La verdad es que si - soltó encogiéndose de hombros - me ofrecí

- Oh - susurró enmudeciendo

- ¿Terminaste de atacarme? - preguntó poniéndose en pie y caminando hasta donde estaba Mérida - todo tiene que ser tan hostil contigo - farfulló en voz baja

- No soy hostil - replicó sin siquiera levantar la mirada, desviando su atención hacia su hermano quien seguía dormido

- ¿Cómo estás? - preguntó tomando asiento a su lado

- De maravilla, si no lo has notado, todo va cuesta arriba - respondió volteando los ojos

- Mer, hablo en serio - dijo tratando de despejar los rizos del rostro de la aludida

Mérida quedó estática por un instante

- ¿Escuchaste lo de Hans? - indagó aún mirando los cabellos rojos de su hermano, aunque ya sabía la respuesta de antemano

- Si, lamento eso - dijo sinceramente

- No te tienes por qué lamentar, tu no lo hiciste y yo no necesito de tu lastima

- No es lastima, es algo que se dice, tan solo intentaba... - trataba de explicarse - se le llama empatía ¿Sabes? - Mérida sonrió sin ganas y luego suspiró

- Aún no termino de entender si tomé las decisiones correctas o si me equivoqué - admitió

- Es muy pronto para saber eso, trata de no volverte loca pensándolo - trató de animarla - sea lo que sea que pase, tienes mi apoyo ¿Lo sabes? - Mérida asintió

- Quizas en este momento esté leyendo la cancelación del compromiso, pero...- comenzó a comentar con acidez, deteniéndose por un momento reconsiderando sus palabras - pero gracias

- ¿Qué tan malo puede ser? - preguntó tratando de quitarle amargura a la situación, Mérida lo observó no muy segura - yo digo, en contraste a lo que podría ser...

- Anna dice que es una mala persona y Elsa cree que es un psicópata - Hiccup asintió de acuerdo - y mi madre, quien pasó toda mi vida preparándome para este momento, espera cosas completamente diferentes a las cuales me enseñó a elegir - negó abrumada - todos creen saber que camino debo tomar, pero soy yo la que voy a cruzar esos caminos - agregó haciendo un ademán con sus manos

Hiccup guardó silencio, no muy seguro de que decir acontinuacion.

- Me dicen que hacer y esperan a que falle en ello - musitó en un suspiro

- No creo que quieran que falles

- Oh, yo sé que no, pero se siente así - admitió, luego pestañó con rapidez ahogando las lágrimas que buscaban salir - olvídalo, es solo que todo esto es muy agobiante

- Oh, y aguarda a qué seas la reina - bromeó tratando de animarla

- ¿Buscas deprimirme aún más? - luego negó con media sonrisa - de todas formas ya no hay manera de que sea reina. Tampoco es que me gustara la idea de casarme, nunca me ha interesado - comentó algo más reconciliada con la idea

- Si, eso suena como algo más propio de ti - aceptó Hiccup mientras apretaba, inconscientemente, el ededron bajo sus puños - ¿Cómo es que aceptaste todo esto? Llegaste a estar comprometida... Lo estabas ¿Verdad? - quizo verificar. Mérida asintió guardando silencio

¿Porqué había sido?

Hiccup no era el primero en preguntarle a Mérida, pero si al que ella más le interesaba responder.

Aunque ni ella misma entendía como es que todo había llegado tan lejos

- Él me agradaba - dijo en voz baja

¿De verdad lo hacía?

¿O era algo más?

- Oh, bueno, es un gran fundamento para comprometerse - aceptó falsamente

- También era bastante sincero - se defendió

¿Era cariño?

¿El deber?

- Si, eso es evidente - el castaño fingió concordar

- Me refiero a que decía lo que sentía - explicó con una mueca

- Lo que decía sentir - corrigió Hiccup

¿Lo que le hacía sentir o lo que no?

- Como sea, él no tiene a una esposa desaparecida - soltó como si nada cruzándose de brazos

- ¿Me estás atacando otra vez? - preguntó con una expresión confusa

- ¿Te sientes atacado? ¿Quien estaba atacando a quien en primer lugar? - se defendió conteniendo algunas cosas más de las que quería soltar - Yo solo quise resaltar lo obvio - apuntó

- ¿Resaltar lo obvio? - inquirió confundido

¿O era simplemente despecho?

Mérida suspiró rendida, ya no quería seguir indagando más allá, solo habían hablado sobre la punta del iceberg y ya era todo una discusión sin sentido, era suficiente para ella el día de hoy.

- Escuché que tuviste que volar de emergencia antes de que yo volviera - comentó tratando de cambiar el tema, pero Hiccup estaba lejos de entenderlo de la misma manera

- ¿Jack te dijo algo? - preguntó con expresión culpable, como si estuviese acorralado en alguna mala travesura - pensé que estaba viva - se excusó - debía corroborarlo yo mismo

- ¿De qué estás hablando? - preguntó confundida - ¿Quien está viva? Elsa dijo algo sobre problemas en Berk... Pensé que esta maldición los había alcanzado...

- ¿Berk? - negó Hiccup también confundido - nada pasa en Berk... - respondió hasta que su voz se apagó

Entendiendo a lo que se refería Mérida

Nadie le había dicho nada

Por lo menos nada sobre el avistamiento de Astrid

Excepto él.

- Hiccup - lo llamó - ¿Tu esposa está viva?

Había sido una mañana y tarde ajetreada, más de lo que él joven antiguo principe había imaginado, aún así había tomado todas las reuniones y tareas con satisfacción, disfrutando la libertad de su nuevo cargo, había comenzado tan temprano en la mañana que ni siquiera le había dado tiempo de desayunar o leer el correo de aquel día, lo que no había sido una decisión tan prudente por su parte.

El reino estaba en crisis, en unos pares de día el caos ya se había desatado y varios de los habitantes se habían visto atrapados por la trampa del sueño eterno, incluyendo a sus padres y algunos de sus hermanos mayores, a pesar de aquellas circunstancias, Hans, había sabido sobreponerse ante las inclemencias con carisma y tranquilidad, contagiando su calma y seguridad a los que se atravesaran en su camino, el esfuerzo valía la pena, por lo menos para él .

Aún así existían los detractores, como en todos los nuevos reinados, siempre habrían nobles con otros principios, aunque Hans no los esperaba tan pronto.

- Su majestad, su hermano, su majestad el rey Caleb de las islas del Norte, solicita una audiencia con usted - enunció la escolta de su oficina

El colorín observó al pequeño hombre, uno de los pocos súbditos de los cuales se podía fiar, de ojos saltones y barriga abundante. Hans le dió la espalda para observar por el ventanal tras el escritorio, la imagen de todo lo que le pertenecia y lo poco que debía temer, luego apretó sus puños arrugando la "invitación" que seguía en sus manos.

- Gracias, John, hazlo pasar - aceptó

El chaparro hombre hizo una leve reverencia antes de retirarse, Hans sonrió tenuemente preparándose para lo que venía.

- ¡Hans! - exclamó un hombre alto y de cabellos cobrizos con canas asomando en él, llevaba el entrecejo fruncido y la mirada furiosa - ¡Qué está sucediendo aquí! - le exigió saber con poca paciencia

- ¡Hermano! - exclamó el menor con falsa amabilidad, dándole frente con una amarga sonrisa - ¿Cómo estás? ¿Nuestros padres olvidaron educarte? - inquirió con burla - ¿Por qué tanta hostilidad?

- No quieras pasarte de listo conmigo - le acusó plantando su puño sobre la mesa

- Caleb, te guste o no, ahora yo soy el Rey, por cortesía te agradecería un trato a la altura del cargo - anunció - ya no soy tan solo tu hermano pequeño - le recordó

Un silencio furioso se acomodo entre ambos hombres, que se sostenían la mirada como si la vida dependiera de aquello tan intensamente que incluso se habían llegado a incomodar con la del otro, aún así ni uno cedió su posición buscando imponerse.

- Su majestad - siseó el mayor con desprecio tratando de mantener su compostura, como si el mísero acto requiriera más templanza de la que poseía - como uno de sus principales aliados necesito... No. - se corrigió - Exijo saber qué está pasando

Hans observó a su hermano con una mirada altiva, disfrutando el espacio de poder que por primera vez poseía sobre aquel hombre, luego esbozó una media sonrisa para responder con sarcasmo.

- No me has saludado - le recordó con satisfacción

Caleb inhaló profundamente con poca paciencia, buscandola con cada centímetro de oxigeno que entraba a sus pulmones, aún así estaba cerca de morder el ansuelo.

- Lars debería estar en tu lugar - le recriminó, Hans tensó su mandíbula, produciendo en una mueca

- No lo veo aquí haciéndose cargo - se defendió en una réplica mordaz

- ¡No tengo tiempo para esto! - exclamó furioso - vine a ver a nuestro padre, y si el no está posibilitado quiero ver al siguiente en sucesión y ese no eres tu

Hans estalló en una cruda carcajada que no quiso disimular ni parecía querer detener, luego negó con un gesto de cabeza condescendiente, rodeando el escritorio para darle frente al mayor.

- Supongo que no entiendes - comentó sosteniendo la mirada - entonces me veo obligado de instruirte en el tema - comentó altivo

Hans comenzó a pasearse por la oficina con confianza, su postura era recta y su caminar pausado, no quería darle ni un motivo a su hermano en su propia contra, ya no era el niño que había sido en su pasado. Caleb lo seguía con una mirada cautelosa, aún plantado en su lugar.

- Las cosas han cambiado, Caleb, Lars no está en condiciones para reinar, nadie lo está - sonrió pesadamente extendiendo sus brazos en un gesto por abarcar todo el lugar - hay que agradecer que aún quede yo para tomar las cosas bajo control

- ¿Y lo están? - le recriminó abruptamente - ¿Tienes todo bajo control?

Hans guardó un silencio dramático, saboreando el momento.

Sabía que decir.

- Escuché que tu esposa y tu hija están bajo la misma condición que nuestros padres y hermanos - comentó como si se tratara del tentempié de media tarde, Caleb apretó sus labios - ¿Tu tienes todo bajo control?

El portazo resonó en los pasillos del palacio de las islas del sur y los pasos firmes y pesados del que alguna vez fue el primero en la línea de sucesión se hacían eco por los muros, alejándose con menor rapidez de lo que el nuevo rey esperaba, aún así la sonrisa arrogante que tenía plasmada en el rostro no disminuyó ni un apice, aunque sus dientes rechinaban debido a la tensión de la visita. Hans tomó una gran bocanada de aire mientras peinó sus cabellos hacia atrás hasta ordenarlos en su sitio.

La invitación permanecía en sus manos.

¿Por qué ahora?

¿Importaba?

Ya era rey

Lo era

¿No?

Incluso él lo dudaba.

Era lo que se conoce bulgarmente como un rey interino, un sucesor tan bueno para reemplazar, pero no lo suficiente como para llevar el titulo real, y para colmo el consejo estaba en contra; que no era lo tradicional, que no era el indicado, que no era conservador.

Debía casarse

Pero las cosas se habían complicado

Todo por una caprichosa princesa

Y por una invitación genérica, o más bien, era una cancelación

Una traición.

Ni siquiera le agradaba en un comienzo

Y seguramente todos se habían dado por enterados

Hans volvió a arrugar la cancelación hasta poseer una esfera irregular de papel grueso y amarillento en sus manos, la letra cursiva de una genérica frase se hacía notaba en la bola, tan inpersonal y ajena como lo que profesaba, ni siquiera lo había escrito ella, eso enfurecía aún más al nuevo rey quien arrojó la esfera a la papelera más cercana.

No le quedaba tiempo

El colorín salió de la habitación con elegancia y premura, cruzando los pasillos en los cuales se escondía en su infancia, pero que ahora sorteaba en una suerte inconcebible, algunos óleos habían sido reemplazados de sus paredes por paisajes, mientras otros estaban cubiertos por un velo negro en un luto prematuro, pero eso poco importaba en ese momento, Hans no se detuvo ni por un segundo a admirar los nuevos cuadros que el personal estaba colgando y tan solo se dedicó a descender por el palacio hasta el subsuelo.

- Tardaste bastante, principito - se burló Sideburns - ¿o ahora es su majestad? - preguntó divertido

- Cállate, pobre idiota - le espetó molesto

- Esas no son las palabras de un digno mandatario

- Son las palabras de tu rey - le apuntó molesto

- ¿Tu? - rió divertido - ni siquiera puedes mantener una reina, das pena - se burló provocando la risa de los tres hombres restantes

- ¡No sabes de qué hablas! - se defendió enfadado

- ¿Ah no? - preguntó falsamente confundido - y qué es esto - apuntó lanzando un papel rectangular, Hans no debía verlo para saber que era

Y otra vez volvían a reir

- Ya déjalo, solo es otro niñato mal criado - comentó el hombre de rastas largas

- No puede ser un niño cuando nos prometió un ejército - les recordó Sideburns con demanda

- Cállense todos - los interrumpió una mujer apareciendo por alguna habitación oculta entre los muros de piedras - hacen demasiado ruido, no es momento para que los niños jueguen

- No están jugando, solo son ruidosos - apuntó el más serio del grupo que se reunía

- Solo dejamos en claro quienes son los que realmente valen en este lugar sin importar su origen - apuntó el colorín de espaldas anchas

- Ustedes no son nada - siseo Hans molesto

Pero la expresión de suficiencia y confianza de su rostro cambio en un instante, deformándose en el terror y el pánico, desde las sombras emergía con fuerza una silueta oscura y enorme, rodeada de cristales tan oscuros que parecían absorber la luz.

- Tenías una sola tarea - comentó en un tono bajo, aún así su presencia retumbaba por la estancia - y no supiste cómo hacerla

- Si... Pero... Yo...

Y está vez las risas ya no resonaban, todos permanecían en un silencio abrumador.

- ¿Dónde está mi ejército? - exigió, Hans calló con miedo, la silueta del señor de las pesadillas negó - la siguiente vez no seré tan indulgente, más te vale no fallar en lo que sigue

Chapter 29: Capítulo XXVIII - Lo que es obvio

Chapter Text

Capítulo XXVIII
Lo que es obvio

El silencio era lo único tangible en el ambiente, tan sólido y real que se podía sentir al tacto, agobiante y acusador.

- No es así - respondió él apresuradamente, negando con un gesto de cabeza exagerado - no lo estaba... Está - se corrigió en un carraspeó para luego repetir las mismas palabras con más firmeza y más convencido - no lo está

Pero la princesa conocía lo suficientemente bien las expresiones del otro como para ver más allá de las ambiguas palabras de Hiccup.

- No tienes que decir nada, tampoco es que deba ser de mi incumbencia - dijo ahora arrepentida de haber preguntado

- Y volvemos a tu hostilidad - farfulló

- Que no soy hostil - se defendió

- Y entonces qué se supone que es todo esto - apuntó Hiccup lo que solo provocó la reacción de Mérida, quien se levantó de un brinco molesta, alejándose de la cama y sus hermanos - ¿A dónde vas? - inquirió ahora

- ¿No es obvio? - se quejó - me alejo de ti - agregó luego en un susurro fuerte

- ¿Te estás alejando otra vez? - repitió negando con un gesto nuevamente, poniéndose en pie dispuesto a seguirla - Estás huyendo - le apuntó

- No estoy huyendo, solo me alejo - refutó

- Eso es huir - le corrigió tomándola por su muñeca con un suave agarre, Mérida volteo a darle frente - siempre huyes

- Yo no huyo - afirmó - es solo que aquí están mis hermanos - le recordó echando un leve vistazo sobre el hombro del otro

- Estoy más que seguro que no son capaces de escucharnos, aunque lo intenten - dijo para luego soltar un suspiro - ¿Qué es lo que te sucede? - preguntó en tono calmo, con genuino interés

- ¿No es obvio? - exclamó

- ¿Y qué es lo obvio? - indagó nuevamente, exasperado por las mismas respuestas - ¡Deja de hablar de lo obvio y solo dilo! - Mérida exhaló una queja ininteligible para luego soltar un suspiro furioso - ¿Qué es lo obvio? - presionó una vez más el vikingo

- No debería decírtelo si no eres capaz de verlo por ti mismo - respondió secamente

- Juro que a veces no te entiendo - murmuró rendido, desviando su mirada y pasando una de sus manos por su rostro mientras se tambaleaba a un costado dándole la espalda

- ¿Tu no me entiendes? ¿Tu? - negó con una sonrisa sarcástica - ¡Pero si tú eres el que se está declarando en un momento para al siguiente salir corriendo hacia los brazos de otra mujer!

- Si mal no recuerdo no tuve ni una respuesta por eso - se defendió - entonces porqué te molesta todo esto

- Porque no soy la segunda opción de nadie

- ¿Segunda opción? - negó con una suave sonrisa irónica asomándose - soy yo el que se siente como una segunda opción - musitó dándole un vistazo, Mérida se apoyó en el umbral cruzándose de brazos, entornó la mirada apretando los labios en un gesto roto

- No puedo creer que sientas eso cuando tú eres el que abre portales y vuela a otros lados buscando a su esposa desaparecida - negó incrédula

- ¡Y tú te ibas a casar! - exclamó elevando la voz por primera vez, agarró el puente de su nariz entre sus manos para luego buscar la calma en su interior - pensé que lo entenderías, tu mejor que nadie - dijo luego

- ¿Entender qué? - preguntó en un susurro, aún impactada por la reacción de Hiccup

- El deber

- ¿El deber? - repitió

- Soy un líder - le recordó - y Astrid siempre será parte de mi pueblo, no puedo seguir fallando a mi gente

- ¡Por favor! - exclamó poniendo los ojos en blanco - Eso es solo una excusa ridícula

- Oh, y qué excusa tienes tu respecto a Hans - inquirió con un gesto de incredulidad y dolor, Mérida solo guardó silencio - y por lo que entiendo ni siquiera soy una opción ¿Como puedes reclamarme siquiera?

- ¿Cómo puedo? ¿No lo ves? ¡Pero si es obvio! - exclamó ahora ella elevando la voz y tomando distancia, pero Hiccup no le dió oportunidad de apartarse, tomándola rápidamente por sus brazos

- ¿Y qué es lo obvio? - preguntó con voz queda - dime, qué es lo que no puedo ver

La mirada verde del líder vikingo vibraba anhelante de una respuesta, Mérida, perdida en ella, no tenía fuerzas para pensar, su corazón latía de prisa y en sus brazos quemaba el tacto de Hiccup, lo que la exponía más a lo que venía sintiendo por el todos esos años.

Pero ni una palabra de aquello salió por sus labios.

- Ya deberías saberlo - murmuró como única respuesta - no soy el reemplazo de nada - agregó

- ¿Puedes dejar de decir eso y responder? - pidió mientras suavizaba su agarre y recorría la zona del antebrazo con un suave gesto - porque para mí jamás podrías ser un reemplazo, cuando dije que te amo lo hice enserio, y seguro lo seguiré haciendo, te casarás o no - le aseguró

- Pero fuiste tras ella... - musitó adolorida, Hiccup suspiró exageradamente antes de responder

- ¿Sabes qué es lo único que podía pensar mientras iba en camino? - la princesa negó con un gesto - en cómo le diría a Astrid que ya no podría seguir cumpliendo la promesa que le hice en nuestra boda... En como funcionaría todo ahora después de tanto tiempo - le confesaba sin despegar sus ojos de los de ella - sobre todo no dejaba de pensar en ti y en lo mucho que deseo estar contigo todo el tiempo. Yo... - titubeó apagando su voz a la vez que el eco de las palabras de Elsa retumbaban en su cabeza

"Está confundida"

¿Lo estaba?

Entonces

¿Era lo correcto?

Pero Elsa se equivocaba, por una parte, Hiccup si la conocía, la conocía bastante bien desde un principio, años atrás le había interesado y había aprendido a reconocer varias expresiones de la platinada en el poco tiempo que habían compartido antes de que esta se congelará. Hiccup sabía que la hostilidad en las palabras de Elsa ocultaba una profunda preocupación por la estabilidad emocional de su amiga, y el siempre presente temor a lo desconocido que manifestaba. En el fondo el castaño sabía que la guardiana solo era una buena persona  que no sabía expresar sus intenciones.

Y también tenía razon

Hiccup había tenido media década para procesar la ausencia de Astrid, en cambio Mérida solo había tenido un poco más de un día desde la anulación de su compromiso, para adaptarse a su nueva realidad, para procesar la verdad de quién iba a ser su futuro esposo.

De todas formas la princesa había manifestado que el infame principe le agradaba y aquello seguramente seguía fresco y latente. En eso Elsa sí tenía razón, Hiccup no debía perturbar así aún más el mundo de Mérida, no cuando parecía que la propia indecisión del vikingo había orillado a la colorina a llegar hasta esas instancias.

Él había provocado que la princesa corriera a los brazos de alguien más.

- Tu qué - le instó a continuar la colorina

Hiccup sopesó sus siguientes palabras ahogando sus impulsos, las ganas que tenía de abrazarla y hacerle entender que ella era a quien deseaba.

Pero solo negó una vez más con un gesto de cabeza, soltando su agarre y tomando distancia.

- ¿A dónde vas? - inquirió Mérida al ver cómo el otro la rodeaba y cruzaba el umbral - ¿Ahora tu huyes? - le reprochó

- Tenías razón, están tus hermanos - se excusó antes de perderse por los pasillos del castillo

Elsa había vuelto junto a Kristoff antes de que la noche callera, habían tardado un par de horas tal cual lo habían prometido a la reina de Arendelle, aunque lamentablemente no habían llegado con las respuestas que esperaban traer, eso no los desanimaban, buscando lo claro en lo oscuro habían destacado que nadie se había visto perturbado por la maldición que aquejaba a los demás reinos, los trolls no se habían visto alertados por ninguna magia extraña y en el bosque encantado volvía a perdurar la paz que se había visto interrumpida en la ausencia de su guardiana, incluso los sueños habían continuado durante las noches en la gente de la tribu del sol, lo que indicaba que Sandman debía haber pasado por las tierras del fiordo, todo aquello eran indicios que debían celebrar.

- Es perfecta - comentó Elsa desde el umbral de la habitación de su sobrina en un susurro hacia su hermana, Anna volteo suavemente lanzandole una mirada

- Lo es - aceptó agradecida, volviendo su mirada hasta su hija - no sabes cuánto me alegra que la conocieras - agregó con tono suave, genuinamente feliz por lo que significaba sus palabras

- A mi me alegra la oportunidad - aceptó entrando en la habitación

- ¿Conejo ya se fue? - preguntó la cobriza, Elsa asintió - ¿Cómo están las cosas por Corona?

- Todo bien, han escuchado sobre este mal del sueño, pero no se han visto afectados - informó tomando asiento en uno de los sillones del cuarto - han prohibido el ingreso de cualquier extraño, para evitar al responsable o los responsables de esto, Rapunzel piensa que es lo más seguro

- Dentro de todo no son malas noticias - comentó en un susurro desperezandose con cuidado - ¿Y Jack y los demás? - inquirió sentandose en la cama mientras le daba la espalda a su hija que dormía - ¿Conejo dijo algo sobre ellos? - Elsa negó

- Aún no sabe nada sobre ellos o Sandman - respondió sin rodeos - estaremos en contacto, Anna, apenas algo cambie nos lo haremos saber - le aseguró, la aludida tan solo se abrazo así misma

Conejo se había aparecido por Arendelle ya caída la noche, luego de acomodar y asegurar el bienestar de los reyes de corona en sus tierras, es que había decidido pisar con firmeza unas cuantas veces en el suelo hasta que un agujero se abrió en este, para luego desaparecer por aquel vórtice hasta llegar a los dominios de las tierras del fiordo, tal cual lo había dicho en Dunbroch.

Aunque la presencia del guardian no trajo consigo alguna respuesta de lo que estaba sucediendo.

E igual de rápido como había aparecido se había marchado.

- Bueno, por lo menos todo está bien por allá - comentó mientras le lanzaba una mirada cargada de preocupación hasta su hija - de todas formas, pienso quedarme la noche junto a Elsa - agregó refiriéndose a la pequeña - no deseo encontrarme con una sorpresa a la mañana

- Tranquila Anna, solucionaremos esto - trató de consolarla la mayor acercándose hasta la cobriza e incandose hasta su altura, agarrando sus manos entre las propias paralelamente - jamás dejaría que algo te pasará a ti y a los demás, lo prometo - le aseguró a lo que Anna solo suspiró con parsimonia

- Yo... Lo sé, lo sé hermana. Tu has dado todo por nosotros, incluso hasta tu propia existencia. - respondió Anna soltando una de las manos de su hermana para acariciar con suavidad la mejilla de esta - Lamento tanto las cosas que te reproché esta tarde - se disculpo con voz trémula

- No tienes que disculparte por querer cuidar a tu familia, Anna - le repitió con la misma amabilidad con la cual lo había dicho en primer lugar

- Gracias por darme esta oportunidad - le sonrió con nostalgia abrazándola - te extrañé tanto todos estos años - murmuró junto al cabello de la otra

- No tienes nada que agradecer, siempre cuidaré de ti - respondió correspondiendo el abrazo

Porque, para la reina de Arendelle, aún todo era increíble, si bien desde el regreso de su hermana mayor es que todo se había puesto de cabezas, no disminuía ni un apice la indescriptible alegría que le daba volver a verla, solo era un mal trago que debían pasar, un precio justo a su parecer.

Anna podía aguantar el miedo, sabía cómo hacerlo.

- Bueno, suficiente - susurró rompiendo el contacto con suavidad y secándose con sus palmas algunas de las lágrimas que se le habían escapado - no quiero que Elsa despierte y me vea llorar - comentó entre una suave risa, la platinada asintió de acuerdo - hablemos de algo más - propuso volviéndose a acomodar en la cama e invitando a Elsa, la mayor, a sentarse junto a ella

- Cuéntame qué más ha pasado en estos años - le pidió la mayor acomodando su cabeza en el hombro de su hermana - seguramente hay un millón de cosas que me he perdido y aún no me he enterado - argumentó la guardiana - por ejemplo, ahora eres madre Anna, siento que hace tan solo unas semanas le grité a Kristoff por mancillarte - rememoró divertida

- ¿Mancillarme? Oh, vamos, Elsa - rió a carcajadas - estamos casados ¿Qué crees que sucede después de una boda? - se burló con ironía, la mayor solo sonreía disimulando su incomodidad ante la insinuante pregunta - ¿Y le recriminaste? - continuó aún sin parar de reir - ¿Por qué es que me perdí eso? - le reprochó ahora

- No, no no, ahora estamos hablando de lo que yo me he perdido, después será tu turno - negó junto a una tenue sonrisa tratando de mantener el tema - en serio quiero saber cómo fueron estos años, hermana - agregó luego

Anna sonrió ampliamente dándole una ligera mirada a la platinada, para luego soltar con genuina alegría todas las anécdotas y momentos que venían a su cabeza, desde el nacimiento de la princesa hasta la última noche de juego hace varios días atrás, la reina de Arendelle intentaba no escatimar en detalles, ni en historias, ni en momentos, ni en personajes, todos sus amigos eran bienvenidos a su relato y más de algún nombre se repetía por los recuerdos, la mayor solo trataba de no perder su atención de las palabras.

Pero un nombre la obligaba a vagar por sus propios pensamientos

Y sentimientos.

¿Por qué siempre era él quien se repetía?

- Veo que Jack ha pasado mucho tiempo con ustedes - comentó derrepente la platinada, interrumpiendo sin querer otras de las historias que Anna contaba - ¿Siempre es así? - preguntó genuinamente curiosa, ensanchando más aún la sonrisa de la menor

- Oh, ni te imaginas, desde que nació Elsa ha venido cada semana, ella lo quiere mucho - comentó risueña

- ¿Cada semana? - inquirió incrédula, procurando ocultar su impresión - ¿Estás segura, Anna, no estarás exagerando?

- Bueno, quizás faltó unas cuantas veces, no mucho la verdad, a Jack le encanta participar en las noches de juego - se defendió con inocencia, aún muy lejos de entender o ver el interés de Elsa por aquello - tienes que verlo, hacen un equipo genial con Elsa, aunque no sé cómo quedarán las parejas ahora que has vuelto - murmuraba para si misma

- Espera - la detuvo mientras se erguía en su lugar - ¿Qué es lo que estás planeando?

- ¿Planeando? - rió nuevamente - ¿Ahora quien exagera? - negó con un gesto dedicándole una mirada condescendiente - Solo hablo de las noches de juego

- Si, eso lo sé - asintió para luego negar rápidamente contrariada - Pero por qué Jack tendría que seguir viniendo

- ¿Y por qué no podría? - contrarrestó Anna escrutandola con la mirada

- Porque... Es que... - titubeó insegura, desviando sus celestes ojos rehuyendo los azules intensos de la reina

- ¿Lo estás evitando, hermana? - preguntó ahora con tono sugerente, alzando una de sus cejas, Elsa solo negó con la cabeza con ímpetu

- No, claro que no - reafirmó

- ¿Por qué lo estás evitando? - indagó ahora rebosante de curiosidad

- Que no lo estoy evitando - repitió manteniendo la compostura, estirando sus manos sobre las faldas de su vestido buscando alizar los pliegues y arrugas que se formaban

- Claro que lo estás evitando - afirmó Anna aguantando una leve risa - hoy ni siquiera querías hablar sobre él

- Eso fue porque las cosas que tú y Kristoff mencionaban no iban al tema - se defendió

- Y sigues evitando - resolvió encogiéndose de hombros en un gesto burlón - igual que está tarde

- ¿Estás tomándome atención?

- Ahora que lo pienso, tampoco querías que nos acompañara de vuelta al reino - continuó hilando por si misma - y estabas muy a la defensiva, más de lo habitual - murmuraba - ¿Por qué?

- No estaba a la defensiva

- Si, justo así - la apuntó Anna - ¿Pasó algo entre ustedes? - preguntó detallando cada milímetro de su rostro con la mirada - pasó algo entre ustedes - repitió ahora con seguridad, poco a poco Elsa sentía su rostro prender sin disimulo alguno

- No, no ha pasado nada entre nosotros - negó una vez más - ya te lo dije, deben buscar a Sandman, no es nada personal

- Y de nuevo te sonrojas - acotó con travesura, Elsa se levantó de su lugar y caminó con rapidez hasta una de las ventanas de la habitación mientras acariciaba sus mejillas con sus manos heladas - y te vuelves a ocultar - sonrió burlesca Anna

- Es porque estás diciendo cosas impropias - se defendió en un quejido

- ¿Cosas impropias? - se carcajeo con suavidad - no somos unas niñas Elsa, estoy bromeando, actúas como si Jack se te hubiese declarado

Y la sola mención hundió a la platinada nuevamente en el momento en que aquello había pasado. Por un instante Elsa había dejado la calida habitación de su sobrina para estar en la frialdad del glaciar frente a Jack y su sonrisa traviesa, y junto a ellos las mariposas volvían a revolotear.

- ¿Elsa? - la llamo la cobriza aún sentada sobre la orilla de la cama - ¿Elsa? - la llamó una vez más - ¿Por qué tan callada, hermana?

Y aunque no hubo respuesta no faltó nada más, habían muchas razones, aunque ninguna lo suficientemente buena como para explicar, quizás la complicidad entre las hermanas o el mismo silencio inquieto de la mayor, quizás tan solo una unión de las señales previas o la seguridad que solía mostrar el aludido guardian, fuera lo que fuese, la realidad era que Anna ya tenía una noción de lo que pasaba.

O eso esperaba

- ¡Se te declaró! - exclamó asombrada

- ¡Oh, no, no, no! - exclamó volteandose y enfatizando con sus manos, sin contar lo que realmente revelaba su expresión

- ¡Es por eso que lo estás evitando! - continuó sin prestarle atención

- ¡Anna, escúchame, por favor! - le pidió susurrando lo más fuerte posible

- ¡Por fin te lo dijo! - celebró uniendo sus manos

- Anna, en serio ¿Podrías escucharme? - le pidió en una suave súplica

- ¿Cómo te lo dijo? - preguntó ahora con una enorme sonrisa en los labios - ¿Que le dijiste? ¿Se besaron?

- Ya basta, Anna, no grites, podrías despertarla, alguien podría escuchar - la reprendió aún avergonzada, sin saber cómo seguir negando

De todas formas Anna no le creería

- Oh, cálmate, nadie despertará y nadie nos escuchará - dijo quitándole importancia con un gesto de mano - y dime ¿Le correspondiste?

- ¡Por supuesto que no! - respondió en un respingón

- ¿Qué? - inquirió decepcionada - ¿Cómo no?

- Porque no siento lo mismo - negó rápidamente

- ¿Qué no sientes lo mismo? Puff, Elsa - dijo con burla, ahogando una enorme carcajada - ya dime, qué le dijiste - la instó con una sonrisa tomando una de las muchas almohadas de la cama, abrazándola emocionada

Elsa pareció pensar la pregunta, sus mejillas se enrojecieron con mayor fuerza mientras recordaba las expresiones del guardian, su seguridad y la leve burla que se asomaba en sus palabras, su escencia, luego negó con un gesto de cabeza, tratando de disipar el recuerdo y con ello las sensaciones y cosquillas que la agobiaban.

- Nada - dijo al fin - no dije nada

- ¿Cómo que nada? - preguntó desencajada, luego frunció el entrecejo y repitió algo más molesta - ¿Cómo que nada?

- ¿Y qué se supone que dijera? - preguntó retóricamente, pero Anna no lo supo identificar

- No lo sé, hermana, decirle lo que sientes, corresponderle, algo más que "nada" - repuso molesta, a toda velocidad con la misma ímpetu con la cual Elsa le había reclamado a Mérida en su momento

Elsa guardó silencio avergonzada, aún con el rostro caliente, mientras tanto Anna se acomodaba nuevamente junto a su hija. No quería continuar, el tan solo mencionar al guardian la dejaba muda e intentar hilar una idea se le hacía difícil, responder a tantas preguntas era una tortura.

- Pero es que yo no siento lo mismo - repitió buscando zanjar el tema

- Puff - escupió una vez más - ¿Qué no siento lo mismo? Por favor, Elsa, se te nota a millas de distancia - enfatizó con un gesto exagerado de manos, exasperada por la negación de su hermana - hace años también se te notaba, no sé cómo fue que no me dí cuenta, era tan obvio - comentaba poniéndose en pie sin dejar de mover sus manos como si fueran parte de sus palabras - ¡Si pasaban juntos todo el tiempo!

- ¡Eso es absurdo! - se defendió

- ¡Pero mírate, tu eres absurda! - le apuntó - te gusta - negó entre risas - realmente te gusta

- Sigue siendo absurdo - dijo por último antes de buscar salir de la habitación

Aunque ya estaban afuera esperándolas...

- ¿Por qué tanto grito? Despertarán a Elsa - les reprochó Kristoff desde el umbral - ¿Sucedió algo? - repuso luego de notar las expresiones de las demás

- ¡Jack al fin se le declaró a Elsa! - apuntó Anna sin tapujos, la aludida solo pudo voltear a fulminarla con la mirada antes de responder

- ¡Anna!

Los tres guardianes habían sobrevolado por varias horas buscando por el lado dormido del mundo algún rastro del pequeño hombrecillo dorado, pero, contrario a sus esfuerzos, solo pudieron encontrar los rastros de su paso brillante y ensoñador por aquellas tierras, los niños del mundo permanecían plácidamente durmiendo en sus camas sin rastros de pesadillas que ahuyentar y con muchos sueños a los cuales aferrarse, en definitiva Sandy había pasado por aquellos lados.

- No lo entiendo, no veo a Meme por ni una parte - murmuró hada lo suficientemente alto para ser escuchada

- Pero por aquí debe de estar - acotó Norte sin dejar de mirar hacia los tejados de las casas bajo ellos - el rastro de sus arenas y sueños pasan por aquí - agregó apuntando hacia los techos

- Ahí, Norte - indico Jack con su dedo hacia la distancia

- ¿Dónde, Jacky, dónde? - inquirió siguiendo la dirección de su dedo sin encontrar lo que esperaba - no veo nada - musitó entornando la mirada

- Tus luces, Norte, ¿Esas no son tus luces? - dijo ahora sin despegar la vista de ellas, Thoot se asomó a su lado para verlas de igual manera

- Oh, si lo son - dijo ahora hada

- Quizás se me quedaron prendidas cuando fuimos para el polo... No es relevante - farfulló volviendo su vista sobre los tejados

- ¿Estás seguro? - insistió el guardian de los sueños - Quizás sea algo importante - Nicholas solo negó con un gesto brusco de cabeza

- Jack, solo son unas luces ¿Importa ahora?

- No, supongo que no... - respondió encogiéndose de hombros - ¿Dónde vamos ahora?

- Al palacio de los sueños - respondió el viejo guardian mientras tomaba las riendas del trineo en sus toscas manos

- Ya era hora - soltó en un tenue reproche, acomodándose en los asientos del trineo - ¿Por qué es que no habíamos ido antes? - preguntó fingiendo demencia

- No te hagas el tonto, tu y tus travesuras están vetadas en casi todos los sitios que conozco - comentó santa sin despegar sus ojos del camino

- No saben valorar la diversión - farfulló en voz baja, Norte negó con otro gesto de cabeza mientras se preparaba para lanzar una esfera al aire, dispuesto a utilizar la última carta bajo su manga para encontrar al guardian de los sueños

El palacio de los sueños no era un palacio tal cual como lo describían, tampoco era un sitio tan facil de llegar, rodeado de un basto océano e ilusiones que protegían la abstracta fortaleza, ajeno a la realidad del mundo, existiendo en su propio limbo, imposible de llegar si no era a través de la magia, la esperanza o la ilusión, creciendo y manteniéndose de estás, de los sueños de los niños y los deseos sin cumplir de las estrellas fugaces.

Un recuerdo de la vida anterior del hombrecillo.

- Me gusta este lugar - susurró Jack sin despegar los ojos de las olas que chocaban contra los navíos dorados naufragados por las cosas de la isla

- Es un sitio tranquilo - comentó la hada de los dientes que se había asomado sobre el hombro del otro con un ligero vuelo

- ¿Estás bromeando? - inquirió el guardian de la diversión sin despegar sus ojos del oleaje - es un hermoso lugar, seguramente a Elsa le gustará - agregó mientras imaginaba la expresión de la aludida, recordando como solía ensanchar sus ojos ante lo que le emocionaba

- No faltará mucho para que venga, bueno, si es que ahora quiere ser una de nosotros... - murmuró algo molesta hada, Jack desvío su mirada del paisaje para echarle un vistazo a su amiga

- Elsa si es una de nosotros - le corrigió el guardian frunciendo levemente el entrecejo

- Pero sabes a lo que me refiero, no quiere serlo - murmuró desviando la mirada

- Ella lo será - interrumpió Norte - ya hablamos sobre eso - agregó buscando calmar los ánimos

- ¿Ves? Solo fue un momento de duda, todos los tenemos - comentó Jack volviendo su vista al paisaje - debemos tener más cuidado de lo que decimos frente a ella - musitó luego apoyándose sobre sus brazos que descansaban en el borde del trineo, Thoot solo apretó los labios en una fina línea

- ¿A qué te refieres? - preguntó sin ganas, disimulando el rencor que volvía a crecer dentro de su estómago

- Ya sabes, Elsa aún siente que no la vemos como una de nosotros, y bueno, escuchando como hablamos no puedo dejar de pensar que tiene algo de razón... - respondió ensimismado, hada rodó los ojos con disimulo

- Eso es porque no piensan antes de hablar - agregó Norte, quien escuchaba toda la conversación desde su lugar, descendiendo el trineo hacia la isla de arenas doradas - se olvidan que Elsa es nueva en todo esto, la mayoría de nosotros lleva siglos paseando por el mundo, pero ella es un espíritu nuevo, de seguro aún no entiende como funciona todo esto - y nuevamente Thootianna rodaba una vez más sus ojos

- Seguramente su alteza no esta acostumbrada al trato del mundo con ella - farfulló malhumorada hundiéndose en su lugar, pasando su actitud desapercibida para todos los demás

- Jo, eso es muy relevante, no podemos olvidar su origen noble, eso debe haber limitado bastante su interacción con los demás - aceptó Norte mientras aterrizaba el trineo en la arena, luego acaricio su barba pensativo para agregar antes de bajar del trineo - y aún no sabemos que le sucedió los años en que estuvo congelada en el Ahtohallan, debe sentirse bastante aislada

El silencio se hizo presente una vez más, las últimas palabras de Norte solo habían acomodado aún más la culpa que había comenzado a nacer en Jack una vez se dió cuenta de lo hiriente que fueron sus palabras en Dunbroch, al igual que acrecentaron los sentimientos hostiles de hada hacia la nueva guardiana, quien no entendía porque tanta consideración hacia la espíritu del bosque.

No era justo

Aunque ellos no estaba en su control

- ¿Desde cuándo hay tantas palmeras aquí? - dijo Jack una vez que todos bajaron del trineo - Meme hizo muchos cambios desde la última vez que vine - agregó mientras pasaba su vista por el lugar

- Tienes razón... - concordó Norte echando un vistazo - han cambiado muchas cosas - murmuró extrañado

Porque aunque Sandman era el guardian de los sueños, la antigua estrella fugaz se mantenía casi impoluta desde su destrucción, siendo la arena dorada de su magia lo único etéreo de aquel lugar, limpio, plano, un lienzo en blanco, uno que ya no lo estaba.

Una mirada cómplice los invadió a los tres, quienes compartían sus dudas y temores a través de estás.

Los tres guardianes se adentraron a la espesura del trópico que se levantaba frente sus ojos, erguido por arena dorada llenas de sueños y deseos, sus hojas se movían con suavidad cada vez que las hacían a un lado, botando pequeñas hileras de arena clara como si fuera polvo de hada en suspención, como si la gravedad le afectará de otra forma desconocida. El tramo no fue muy largo para llegar a su interior, dónde una pequeña laguna cristalina marcaba el centro del lugar, tras las aguas quietas de la isla un campo enorme de flores doradas eran acariciadas por la brisa cálida del océano, moviendo sus pétalos brillantes como si de una danza se tratase. No basto más que ese vistazo para que Norte perdiera la fuerza de sus piernas, cayendo secamente de rodillas en la arena suave de la isla.

- ¡Norte! - exclamó hada volando hasta su lado - ¿Estás bien?

Pero de sus labios no salieron ni una palabra y en su boca se quedaban las palabras sin articular.

- Oye ¿Todo bien? - inquirió ahora Jack llegando a su lado de igual manera, Norte desvío sus ojos azules hasta donde esté, quien pudo notar el pavor en ellos - ¿Norte? - dijo con más seriedad buscando la respuesta de aquella mirada, pero hada supo darla antes que él guardian

- Esas son... Son flores del sol... - musitó abrumada, Jack desvío su mirada hasta más allá de las aguas notando por fin porqué tanto desconcierto

Entendiendo quien era la culpable de todo aquello

Norte, Jack y Thootianna volvieron al trineo tan rápido como un rayo, debían ir al polo, debían pasar a Arendelle, viajar a Corona, volver a Dunbroch. Les faltaba el tiempo, le faltaban guardianes y les faltaban esferas, y con la poca información que poseían no podían darse más que una insípida idea de que era lo que aquejaba y amenazaba el equilibrio del mundo, algo incluso más tenebroso que Pitch Black.

- Es madre naturaleza - dijo Norte una vez cruzaron el portal hacia el polo 

- Pensé que eran amigos... - murmuró hada - ¿Por qué Meme?

- No sabemos si lo tiene - dijo Jack - ¿Tu sabías algo? - le pregunto a Norte, quien solo se encogió de hombros

- Quizás volvió una vez o dos al taller después de lo de las flores - reveló aún pensativo, maniobrando con rapidez la nave - no imaginé que realmente haría algo

- ¿Que no lo imaginaste? - le reprochó Jack molesto - ¿No fueron ustedes los que me advirtieron de ella?

- No me refiero a eso - se quejó mientras giraba con brusquedad en el aire - ¡Agarrense! - exclamó a la par que entraban por una estrecha abertura en la nieve - Madre naturaleza nunca mencionó a Meme - agregó nuevamente alzando la voz sobre el ruido del trineo contra el hielo y el eco de los muros

- ¡Pero estaban sus estúpidas flores en su guarida! - respondió el guardian de la diversión - no creo que sea una simple coincidencia ¿Porque no nos dijiste antes?

- Basta Jack, tenemos que descubrir que está sucediendo, no discutir por ello - le cortó hada

- Hada tiene razón, Jacky, no sacamos nada ahora discutir por eso - concordó Norte mientras bajaba del trineo - necesitan esferas - agregó luego, los demás lo invitaron siguiendo sus pasos con la misma rapidez

- ¿Nos darás esferas? - preguntó Jack - ¿Me darás una a mi?

- Claro que sí, necesitamos todas las esferas posibles - dijo ahora - no podemos perder tiempo

- Entonces ¿Qué es lo que está pasando? - continuo preguntando mientras cruzaban los pasillos del taller, ignorando y sorteando a los yetis que aparecían por el camino

Norte sopesó en su cabeza alguna buena respuesta, pero no encontraba más que la fría verdad, no podía decirle a Jack en esos momentos que la implacable madre naturaleza buscaba reprender al travieso guardian, menos que su objetivo era la inocente reina de las nieves, eso desviaría el foco del guardian, quien ya era poseía una atención bastante volátil, además no tenía ni una idea de que tenía que ver el guardian de los sueños en el asunto, y necesitaban encontrar a Meme, sin él nuevamente los sueños e ilusiones de los niños se verían perturbada por las pesadillas, pesadillas débiles que se alimentarían de la ausencia del guardian de los sueños, que crecerían con rapidez trayendo con sigo otro problema más, apagando las luces amarillas y rojas que debían cuidar, trayendo consigo al mundo el temor, la oscuridad y la desesperanza. Y aunque Emily Jane no era una aliada del señor de las pesadillas, tampoco era una aliada de los guardianes.

- No tengo idea - mintió antes de entrar al salón del mundo, sin darle una oportunidad a Jack de continuar con sus preguntas

Y aunque el guardian de la diversión hubiese querido, tampoco pudo continuar con las preguntas que planeaba lanzar, en su boca quedó la palabra y frente a los tres pares de ojos un pequeño y dorado hombrecito los miraba confundido y risueño.

- ¿Meme? - preguntaron los tres al unisono, el aludido agitó su cabeza asintiendo

Sandman observó a sus compañeros con expresiones de asombro sin entender que sucedía, habían tardado bastante y aún no entendían porque no estaban en el taller en primer lugar, asique cruzó los brazos sobre su pecho algo molesto, gesticuló una mueca y dejó salir su arena junto a su enojo.

- ¡Nosotros somos los de las preguntas! - lo interrumpió Jack - ¡Te buscamos por todos lados!

Meme solo ladeó su cabeza confundido.

- Pensamos que te había pasado algo malo - dijo ahora hada acercándose hasta el guardian para abrazarlo - ¿Dónde estabas?

Sandy volvió a analizar a sus compañeros, no entendía que sucedía, apenas él vio las luces en el cielo es que había volado hasta el taller de santa, pero nadie estaba para recibirlo.

- ¿De qué estás hablando, Meme? - dijo ahora Norte - llevamos días buscándote

¿Cuanto tiempo había pasado?

La mañana había llegado a Dunbroch una vez más sin novedad, los aldeanos dormidos por la maldición continuaban en su sueño eterno, al igual que el rey y los príncipes, quienes permanecían recluidos en sus alcobas al pendiente de la poca servidumbre que quedaba en pie y la restante familia real, aún sin una señal de cuando todo iba a acabar.

Mérida había pasado la noche junto a sus hermanos, había improvisado una cama en el piso con algunas mantas, un pequeño refugio en el lugar que había pasado los últimos días casi sin descanso, temerosa de despertar y que ellos no lo hicieran jamás, o que en su defecto ella tampoco lo hiciera. Nada la alejaba de ese incandescente temor.

- ¿Mérida? - escuchó que la llamaban tras la puerta que había permanecido cerrada desde la noche previa, cuando Hiccup se había marchado hasta otra parte del castillo

Pero no era su voz la que resonó a través de la ventanilla del portal.

- ¿Runa? - respondió Mérida acercándose al umbral y abriendo la puerta - ¿Dónde estabas? Ni te imaginas lo que hicieron los Lords está vez...

Pero una vez abierta la puerta Mérida ya no esperaba una respuesta, la rubia la observaba consternada, bajo sus ojos hinchados por el llanto descansaban dos marcas enormes y oscuras que delataban su falta de sueño, sus cabellos eran una maraña de nudos sin sus características trenzas, sus labios estaban resecos y mordidos, como si ella misma se hubiese hecho aquellas fisuras que los atravesaban.

- ¡Santo cielos! ¿Qué sucedió? - dijo ahora tomándola entre sus brazos en un suave abrazo - ¿Estás bien? - preguntó preocupada

- ¿Por qué estabas encerrada? - respondió desviando la pregunta

- Oh, no es nada - negó con un gesto haciéndola pasar con un suave tirón y sentarla en la silla que ella misma solía usar - no tiene importancia, dime qué te sucede - la instó aún con preocupación en sus ojos mientras volvía a cerrar la puerta

Runa guardó silencio, no sabía cómo comenzar, aún todo era un lío en su cabeza y no todos sus recuerdos estaban en su sitio, algunas cosas parecían fantásticas y otras simplemente no tenían sentido, habían sentimientos confusos y relaciones aún latentes ¿Como podía comenzar siquiera?

- ¿Fue Sideburns? - intento adivinar la colorina, pero la rubia negó, sin querer ni sentir sus ojos se llenaron de lágrimas que buscaban salir, ni siquiera había podido pensar en él - ¡Oh, Runa!  - exclamó afligida mientras iba por un pañuelo sobre la mesa de noche

- Ese no es mi nombre - respondió la rubia sin levantar la mirada del suelo, Mérida volteo con calma para entender que estaba sucediendo

- Tus memorias - susurró volviendo dónde su amiga - recuperaste tus memorias - sintetizó incandose frente la rubia quien solo asintió - ¿Cómo te llamas? - preguntó ahora en un susurro - Dímelo, quiero saber cómo llamarte ahora - le sonrió con confianza

A Mérida no le importaba quien era realmente la rubia, fuese Runa o cualquiera otra, para la princesa siempre sería su amiga, la chica que encontró en el bosque asustada, la misma que cuido a sus hermanos y a sus padres, con quién compartió todos esos años, la misma que la apoyó cuando Elsa se fue, cuando no funcionó con Hiccup y con Hans, ahora era ella quien debía estar ahí para la otra.

- Yo... - titubeó - estoy casada

- ¿Estás casada? - repitió incrédula

- Y creo que tengo una hija... - agregó mientras pestañaba con rapidez, tratando de aguantar las lágrimas que buscaban salir

- ¿Una hija? - repitió ahora - ¿Dónde está ella?

- ¡No lo sé! - respondió - todo es tan confuso aún - murmuró con la voz quebrada - estaba oscuro y el tiempo pasaba con mucha rapidez - comentaba herraticamente - a veces estaba despierta y otras veces dormida, los sueños eran pesadillas y mi vida se deformaba, de pronto ella nació y tratamos de huir... Por los dioses... - escupió abrazándose así misma

- ¿Sigue ahí atrapada? - musitó abrumada, Runa negaba con un gesto repetitivo, mas no podía decir nada más

- Ella... No lo sé... - titubeó nuevamente tratando de recordar, más todo era un revoltijo de ideas desordenadas 

Pero ni una palabra más dió lugar en boca de ambas, nuevamente la puerta era golpeada avisando la llegada de alguien más, Mérida apretó los labios, sabía quién era, y aunque deseaba poder verlo o contarle a su amiga lo que sucedía, no era momento para hablar sobre ella.

- Diablos - masculló en voz baja echando un vistazo hacia la puerta - deja, se irá en cualquier momento - le susurró a la otra

- Mérida - la llamó Hiccup - sé que estás ahí - dijo luego al no tener respuesta - no me iré hasta que respondas - agregó

- No hay nadie - alzó la voz la aludida

- Muy graciosa - respondió - ¿Por qué estás encerrada? - preguntó luego

Mérida rodó los ojos, miró hacia Runa, pero contrario a lo que esperaba está permanecía con una expresión de pánico en el rostro, como si un fantasma hubiese atravesado la estancia, un mal presentimiento se acomodo en la princesa, quien no imaginaba lo que iba a pasar por muy claro que fuese.

La rubia se levantó de su lugar ignorando todo a su alrededor, el lugar, las personas y las cosas, en tres zancadas llegó hasta el umbral, sus manos temblaban y en su pecho crecía un calor tan agobiante como la angustia que sentía desde el día anterior, abrió la puerta sin preámbulo quedando en completo silencio, al igual que el resto, el mundo y el sentido.

- Astrid... - murmuró Hiccup con los ojos abiertos hasta más no poder, incapaz de pensar o articular algo más

Y las cosas tomaban lugar, la fantasía, los lugares, los dragones y sus viajes, los portales que se abrían y cerraban, los espacios vacíos y sus respuestas, mientras lo demás desaparecía de su espacio y lugar.

- Ese es mi nombre






Chapter 30: Capítulo XXIX - Después del amanecer

Chapter Text

Capítulo XXIX
Después del amanecer

Podía recordar todo aquello, el clima húmedo, la brisa cálida, el aroma a azufre y los colores vibrantes, sentía que ya lo había vivido, como una antigua memoria que no podía situar en su línea temporal, y aún así actuaba pautadamente, siguiendo el librero a pesar de su conciencia. Hiccup podía sentir como la angustia pesaba en su interior.

Chimuelo jugaba con otros dragones más jóvenes, se revolcaba sobre la maleza, aplastando la vegetación aledaña, el vikingo solo los miraba, preocupado por alguna razón que no podía recordar ni entender en ese momento, y poco importaba, en especial una vez sintió el tosco y firme agarre de la mano de su padre sobre su boca.

- Tranquilo - le susurró con calma a Chimuelo quien ya había reaccionado, calmado el instinto del dragón

- ¡Es una broma! - exclamó el menor en un quejido, deshaciéndose del agarre - ¿Cómo llegaste aquí? - le reclamó con asombro

- De la misma forma en que te sacaremos - aseguro con confianza

- ¿Quiénes? - le reprochó el menor con incredulidad, mirando a su alrededor en busca de alguien más

- ¡Despejado! - interrumpió Bocón apareciendo de entre la vegetación

- Chimuelo, ven - lo llamó Estoico jalando a Hiccup por un brazo y entrando por una grieta en la montaña, siendo seguido por el furia nocturna

- Uh... - se quejó - espera, papá, hay algo que debes saber - trató de detenerlo sin éxito

- Si, cuentame en el camino - respondió quitándole importancia

- Estas no es de esas cosas que se puedan contar en el camino

- Escuché suficiente - suspiró sonoramente agotado, adelantando el paso con mayor agilidad que el menor

- Más bien es de esas noticias que te dejan sin habla - alzó la voz agitado, más adelante Bocón iba revisando el camino

- Si, como todas las demás - murmuró pasando con algo de dificultad por un pasadizo estrecho de piedra, lo que aprovechó Hiccup para llegar a su lado

- Si, eh, y papá, a diferencia de la mayoría de las sorpresas que te doy, está te va a gustar - continuó dejando a Chimuelo atrás, que por su tamaño ya no los podía seguir - lo prometo, solo tienes que tomarlo con delicadeza, porque...

Pero Bocón ya había llegado hasta el final del camino, parado junto al umbral por donde se calaba una tenue luz que se filtraba por los muros de hielo de la caverna.

- Ah, - suspiró - seguramente querrás tomar esta, Estoico - agregó luego el viejo herrero palmeando el hombro de su amigo, para luego alejarse hasta caer sentado en una piedra - Ay, dioses - suspiró con más fuerza

Estoico observó a bocón con expresión contrariada, luego desenvaino su espada a la defensiva preparado para cualquier sorpresa por delante

- ¡Whou! - exclamó el menor - ah, crees que podrías guardar esa espada, por favor - le pidió tratando de mantener la calma

El viejo vikingo hizo caso omiso a las palabras de su hijo y se aventuró hasta el portal hasta cruzarlo, quedando perplejo de pie frente a quien pensó jamás volver a ver, sin habla, tal cual como Hiccup le había advertido. Estoico soltó su espada que cayó secamente al suelo, luego se quitó el casco en un gesto de respeto, anonadado, en medio de la caverna estaba ella, la madre de su hijo, el amor de su vida, después de todos esos años, tantas búsquedas y noches en vela, ella por fin estaba de vuelta, ahí frente sus ojos y él no podía hacer nada más que respirar.

Y aún así no estaba seguro de lo último

- Sé lo que vas a decir, Estoico, ¿Qué cómo pude hacer esto? Tks - negó con un gesto, la luz filtrada a través del cristal congelado iluminaba el rostro y las facciones de la mujer - quedarme lejos todos estos años ¿Por qué no regresé contigo, con nuestro hijo? Bueno ¿Qué indicio me diste de que cambiarias, Estoico, de que alguien en Berk lo haría? - dijo alzando la voz

Poco a poco los dragones a su alrededor se agrupaban y acercaban en gesto protector, mas Estoico no se inmutó, continuando con su caminar impávido y sereno, abrazando su selectiva mudez.

- Les supliqué incansablemente que dejarán de pelear, que buscarán otra respuesta, pero ¿Me escuchó alguno de ustedes? - continuo Valka comenzando a retroceder con lentitud

- Es por eso que jamás me casé - comentó Bocón en un susurro hacia Hiccup que permanecían más apartados del reencuentro de la pareja - gracias a eso y por otra cosa - agregó luego más nostálgico

- Sé que te dejé para que criaras a Hiccup solo, pero creí que estaría mejor sin mi - continuo titubeante, incómoda por el silencio del otro - y me equivoqué ¡Ahora lo veo! Pero... - se interrumpió tropezando con el muro helado, el final de su camino - Ay... - se quejó, luego se preparó para enfrentar lo inevitable - ¡Deja de ser tan estoico, Estoico! ¡Hazlo, grita, ódiame, solo dime algo! - exclamó exasperada por la mutes, al borde de las lágrimas

Pero contra toda creencia y prejuicio, el líder vikingo no grito, no la odió, no dijo algo, levantó una de sus manos y acarició con ternura y anhelo la mejilla de la mujer, secando algunas de las lágrimas que habían caído en el proceso.

- Estás tan hermosa como el día en que te fuiste

Y eso fue todo, las defensas bajaron y los temores huyeron, el perdón y la aceptación se hicieron presentes, la comprensión de lo incomprensible se manifestó, los años jamás habían pasado entre Estoico y Valka.

Hiccup se desperezó abrumado, el recuerdo de aquello siempre le había traído una nostálgica alegría, más está vez no sentía igual, reconocía la imagen fuerte y decidida de su padre, el hombre que había perdido y jamás podría llenar su lugar.

Él no era como su padre

Y la vida del joven no había sido para nada parecida a lo que fue la del mayor, Hiccup tenía su propio destino, sus propios problemas, sus propias batallas.

No podían estar más lejos que ahora

Y no era lo mismo

Ella j amás iba a regresar

Se levantó del sitio en que había pasado la noche junto a Chimuelo, dispuesto en un principio a vigilar algún avistamiento del guardian de los sueños, después de la discusión que había tenido con Mérida necesitaba algo de aire fresco, necesitaba pensar. Hiccup no había ido tan lejos, tan solo unos cuantos metros, a unos cientos de pasos de dónde él sabía dónde estaría la princesa, y aún así sentía el mundo de distancia entre ellos, estaba inquieto, el corazón le latía con fuerza, estaba molesto consigo mismo.

Aún era muy pronto para actuar, y al mismo tiempo era muy tarde como para seguir esperando, ya bastante había tardado en dar algún paso como para continuar haciéndolo, de todas formas debía esperar.

¿No?

- ¿Qué dices amigo? - preguntó hacia el furia nocturna, quien permanecía inquieto al borde de la torre - si, eso creí - se respondió así mismo en un suspiro agotado - he tardado mucho - agregó luego volviendo su mirada al frente

La noche no había sido amigable con Hiccup, y el amanecer no parecía traer consigo buenos cambios, aún era muy temprano para volver a dónde estaba Mérida, y aunque fuese donde ella, la realidad era que no sabía que decir, no existía otro motivo más que estar a su lado. Se levantó de su lugar y bajó por la torre hasta el interior del castillo buscando dilatar el momento, era la primera vez en todos esos años en que pasaba tanto tiempo por aquellas tierras, aún era todo desconocido y llegar hasta algún punto del lugar implicaba demasiado tiempo, mas Hiccup conocía y recordaba las quejas de la princesa y las historias de los príncipes, el ruido incesante y el ajetreo de los que trabajan en el castillo, era un cuento fantástico en contraste con la actualidad, pasillos vacíos y silenciosos que dejaban al descubierto el panorama.

Hiccup bajó, con algo de mucha dificultad, hasta lo que supuso era la cocina del castillo, un cuarto enorme que estaba al bajar por unas escaleras, había llegado gracias a las indicaciones de los pocos sirvientes que iba encontrando por el palacio, todos avocados a la atención de los Lords, aún no tenía una idea de porque estaban ahí en Dunbroch, no había podido tocar el tema la noche anterior con Mérida y no se había encontrado con la reina aún, de todas formas buenas noticias no eran, habían tardado bastante en la reunion del día anterior, sin contar la expresión agotada que llevaba Mérida después de ello.

El jinete de dragones se paseó por la cocina juntando algunas cosas que estaban sobre el meson para ponerlas sobre una bandeja de madera, algunas rebanadas de pan, algo de fruta y miel, para luego subir nuevamente por las escaleras tan rápido como había entrado, tratando de recordar que camino debía tomar para volver a la habitación donde se supone seguía la Mérida junto a sus hermanos.

Pero siempre había algo que lo frenaba un poco cada vez

Desde que Hiccup había dejado a la princesa en aquel cuarto es que su corazón no había parado de palpitar con fuerza, sentía la mente hecha un revoltijo y el estómago tan pesado como si hubiese comido un montón de piedras, y aunque ahora ya estuviese decidió de que debía de hacer, eso no cambiaba la culpa o la melancolía que sentía, se había confiado, por años pensó que era suficiente lo que sucedía entre ambos, los viajes a Arendelle y los paseos hasta Berk, las visitas fugaces a Dunbroch y las tardes volando junto a Chimuelo, pero no era así, la ambigüedad había acabado con todo aquello, su temor por fallar, el espacio que debía llenar, la perdida de Astrid y los cambios.

Ella ya no estaba con él

Hace tiempo que no lo hacía

Hace tiempo que ya no estaba

Entonces ¿Qué lo estaba frenando?

Pero frente todo pronóstico y expectativas, una vez más su mente le comenzó a fallar, la culpa pudo un poco más, y un brillo rubio inconfundible lo aturdió, desapareciendo de su linea de visión al girar por uno de los corredores, ahora el bombeo de su pecho era aún más fuerte de lo que ya había sido desde la noche anterior.

Era imposible

Mas no hubo tiempo para averiguar si una vez más su culpa lo rondaba o si el temor se hacía presente, está vez la reina Elinor detuvo a Hiccup a pocos pasillos de su meta, cruzándose coincidentemente con el mismo destino.

- Hiccup - lo llamó al notar la presencia del otro por los corredores - ¿Sigues por aquí? - inquirió con genuino interés mientras el castaño trataba de pasar su vista sobre el hombro de la reina

- Buenos días su majestad - la saludó con algo de rigidez - vera... Yo me ofrecí - respondió apresuradamente - no queríamos dejarlas solas - agregó luego

- Mérida no mencionó nada sobre esto - negó quitándole importancia - bueno, de todas formas era tarde cuando terminó nuestra reunión - admitió luego - es muy noble de tu parte, gracias - agradeció con un gesto de aprobación

- Es lo menos que puedo hacer

- ¿Si? ¿Y eso por qué? - preguntó con un gesto cómplice - Si se puede saber - agregó con tono sugerente

- ¿Por qué? - repitió para si mismo nervioso - yo, eh... Este... - titubeó inquieto, Elinor rió con suavidad

- ¿Eso es para mí hija? - preguntó ahora echando un ligero vistazo a la bandeja que el otro llevaba entre sus manos

- Si, yo... - comenzó nuevamente - no creo que baje por si misma a comer - se excusó apenado por su actuar

- Muy considerado - repitió manteniendo la afable expresión de su rostro, luego suspiró rompiendo levemente el encanto - bueno Hiccup, no te entretengo más, dile a mi hija que necesito hablar con ella después de que coma algo - le pidió antes de despedirse con un leve gesto

Y una vez más la pesadez volvía a invadir su interior

Hiccup se quedó por un momento observando a la reina alejarse por el pasillo de vuelta a sus aposentos, luego volvió sobre sus talones acortando el camino entre donde estaba y donde fue su visión, a donde parecía converger todos los puntos, pero al final del corredor solo estaba la puerta. El vikingo se recargó sobre el muro de piedra, suspiró entre una mezcla de alivio y decepción, solo era su mente una vez más, solo fueron sus miedos, cerro sus ojos con fuerzas y comenzó a respirar con calma, tenía un cúmulo de cosas sobre sus hombros y sus responsabilidades ya le estaban pasando factura, aun así no podía seguir echándole la culpa de su cobardía a sus deberes, Hiccup disipó los pensamientos lúgubres para volver a emprender camino hacia la habitación de los príncipes.

Golpeo la puerta un par de veces sin esperar realmente una respuesta, sabía que Mérida estaba ahí, podía escuchar los cuchicheos a través de la ventanilla de la puerta.

- Mérida - llamó elevando la voz - sé que estás ahí - agregó mirando hacia la bandeja entre sus manos, luego suspiró una vez más para alzar la voz de nuevo - no me iré hasta que respondas

- No hay nadie - se escuchó la voz amortiguada de la princesa, Hiccup negó con una tenue sonrisa, lo que más le irritaba también era lo que más le agradaba de ella

- Muy graciosa - aceptó poniendo su mano sobre la cerradura tratando de abrir - ¿Por qué estás encerrada?

Y nuevamente no hubo respuesta, Hiccup pudo escuchar un pequeño cuchicheo más, luego unos pasos se iban acercando y la puerta se abrió. Hiccup espera todo, cualquier cosa, un grito, quizás ni una palabra, incluso algún empujón, pero nada lo había preparado para lo que seguía.

Eran los ojos celestes mas celestes que había visto en su vida, unos enormes ojos vibrantes, brillantes e inundados de lágrimas, sus mejillas pecosas estaban sonrojadas por el llanto y sus cabellos rubios desordenados, aun así mantenía el brillo que siempre la había caracterizado, la esencia de quien siempre había sido. Lucía algo mayor, los años habían pasado por sus facciones, alargando sus rasgos y madurando sus expresiones, pero seguía siendo ella.

Era ella

- Astrid... - musitó anonadado, tenía la mirada perdida y el pulso acelerado, con el corazón en la garganta, incapaz de tragar o respirar

- Ese es mi nombre - respondió a una pregunta no hecha con una sonrisa tan triste como real

- E-eres tu, realmente eres tu - tartamudeo levemente, dejó la bandeja en la mesa de noche junto a la puerta aún incrédulo, esperando que al repetirlo le ayudaría a procesar los hechos con mayor rapidez

Astrid asintió, sus pómulos se elevaron y en sus ojos un brillo surgió, un gesto propio de ella.

Porque lo era

Era ella

Unos años mayor

En otro tiempo

En otro reino

Pero seguía siendo ella

- Astrid - repitió antes de estrecharla en sus brazos, volviendo a sentir su aroma natural y su cabello en su rostro

En ese instante todo lo demás se había ido, Hiccup estaba en shock, alejado de la realidad, de las personas y el tiempo, incluso al tacto no podía creer que Astrid había vuelto, que jamás se había ido, siempre había estado en Dunbroch, tal cual como las esferas le decían, aún así...

¿Por qué no estaba aliviado?

¿Así se había sentido su padre con su madre?

El recuerdo de Estoico acariciando la mejilla de Valka se hizo presente, en su mirada no existía la duda

"Estás tan hermosa como el día en que te fuiste"

En su mirada solo había aceptación, amor y añoranza, e Hiccup, Hiccup solo no podía mediar más palabras.

Pero, por fin había vuelto

- Tu nombre es Astrid... - interrumpió Mérida sin querer, quien aún seguía procesando la situación - tu eres Astrid...

Y todo se había desarmado, la impresión de un comienzo se había disipado lo suficiente como para notar las grietas en aquel techo de cristal que los cubría, Runa había dejado de ser quien era y en su lugar había vuelto la mujer de la cual Mérida siempre había escuchado hablar, con la cual siempre se había comparado, ahora la veía, siempre deslumbrante, hermosa, valiente, compasiva, fiel y perfecta, tal cual la había conocido esos años, tal cual se lo habían comentado.

¿Cómo no lo vio?

- Mérida - musitó la rubia con la voz estrangulada por un sentimiento desconocido - yo... Yo no sabía cómo decirlo - confesó mientras rompía con delicadeza el abrazo con Hiccup - cuando llegue aquí era demasiado, eran muchas cosas, no supe que hacer...

- ¿No sabías que hacer? - interrumpió la colorina fingiendo una enorme sonrisa - ¿Por qué? Esto es maravilloso

- Mer... - susurró angustiada, consciente de todas las charlas previas que habían ocurrido entre ambas

- No, está bien - la detuvo aún sonriente - al fin recuperaste tus memorias y a tu familia, es algo grandioso - continuo mientras trataba de no sostener la mirada, tratando de distraerse mientras levantaba las frazadas que había dispuesto por el suelo - podrás volver a tu hogar, reencontrarte con los tuyos, era algo que deseabas tanto - continuó

- Mérida - la llamó Astrid una vez más, acercándose a esta y tomando sus manos - mírame, por favor - le pidió con suavidad

- Runa... - murmuró dejando lo que estaba haciendo - Astrid... - se corrigió inmediatamente - Todo está bien, ahora podrán buscar a su hija juntos, los apoyaré en lo que pueda - le aseguró

Y fue cuando el alma de Hiccup volvió a abandonar su cuerpo sin aviso, y en su lugar un revoltijo de nervios y dudas se expandieron sin control, las palabras de Mérida habían mellado en el jinete con más fuerza e impresión que el regreso de su esposa.

Estaba congelado en su lugar.

- ¿Qué acabas de decir? - Mérida soltó el agarre de la otra y se las llevó hasta los labios en un gesto de arrepentimiento - hija... Dijiste hija - tartamudeo Hiccup aún sin una expresión en el rostro

- Por los dioses... - musitó pausadamente la colorina intercalando la mirada

Pero antes que se dijera nada más, la reina Elinor se había asomado por la puerta, estaba agitada, con una expresión de pánico en el rostro, sus ojos estaban enrojecidos y su respiración enraizada, sin darles un segundo de tregua exclamó inmediatamente.

- ¡Mérida! - la llamo con alivio al reconocer su rostro entre los presentes - es Fergus - soltó después amagando la necesidad de llorar

Un desagradable escalofrío recorrió la espina de la princesa, quien no espero ni un segundo antes de salir rápidamente de la habitación dejando todo atrás, incluso a su madre.

Mérida corrió por los pasillos con rapidez, había tomado las faldas de su vestido entre su brazos dejando más libertad a sus piernas, sentía que entre más se alejaba más rápido podía olvidar todo lo pasado, aunque por delante quizás no le esperaba algo mejor. Entró a los aposentos del rey sin preambulo, su corazón era un zumbido en sus oidos y un nudo en la garganta, preparada para encontrarse con lo peor no pudo más que sentir un alivio abismal al ver a su padre sobre la cama.

Fergus permanecía bajo los efectos de la maldición igual como lo había hecho durante días, mas está vez, por primera vez, a través de sus párpados cerrados caían dos pequeñas hileras oscuras, más fina que la arena y de un tono más profundo de la noche, Mérida se acercó a él sin temor, podía notar su abultada barriga bajar y subir acordé a su respiración, el pequeño ruido de sus ronquidos, y el entrecejo fruncido de su padre, acercó sus dedos a sus mejillas marcadas por el tiempo sintiendo el polvillo oscuro rodar por sus dedos y caer hasta la almohada, ya lo había visto antes.

- ¿Qué le sucede? - pregunto Hiccup con urgencia desde el portal, igual de agitado como la princesa

Mérida por un momento quiso mantenerse como estaba instantes atrás, en el limbo del alivio por el cambio y la amnesia selectiva de lo que había pasado, pero tenía que apegarse a la realidad.

Habían cosas más importantes que un corazón roto

- Ve por Anna - le pidió sin despegar la mirada de su padre - estás son pesadillas... Quizás lo pueda despertar - informó dándole por fin una mirada

Estaba haciendo su trabajo, durante esos días no tenía nada más que hacer, irónico tomando en cuenta la situación, en primer lugar los guardianes habían tenido un no tan amigable encuentro con madre naturaleza; después el hombre de la luna se había manifestado; Elsa había vuelto y por defecto también Pitch Black, al igual que los dragones que habían atacado a Arendelle años atrás, aunque aún no los habían visto, y a pesar de todo aquello, no había nada más que hacer que trabajar, seguir manteniendo el equilibrio necesario en el mundo y las infancias, tanto las antiguas como las nuevas, un compromiso que Sandman cumplía con solemnidad.

- Necesito que me ayudes con algo -  canturreo la joven niña a su lado, su apariencia era tan inocente y frágil que contrastaba con la naturaleza inhóspita de la criatura - juro que es por una buena causa, no miento - le aseguro con una cálida sonrisa

Sandman la observó detenidamente antes de levantar una ceja con incredulidad.

- Bueno, por lo menos contigo no lo hago - admitió a regañadientes manteniendo su expresión afable - ¡Vamos, Sandy! Tu y tus amigos me lo deben - le reprochó con tono travieso, casi como un juego, aunque Sandman la conocía bastante bien para saber que no estaba jugando - solo quiero mantenerlas a salvo - pidió en un infantil ruego

El guardian de los sueños pareció sopesar la situación y la propuesta, Emily Jane no era un ser paciente, acostumbrada a tomar todo aquello que le pertenecia como lo que no, Sandman sabía que quizás algo más tramaba la pequeña madre naturaleza, pero como decir que no si la antigua estrella había sido de ella antes que de él.

- Será maravilloso, ya lo verás, el dorado de mis flores combina perfectamente con la arena de este lugar - comentó paseándose de un sitio a otro - podrías crear algunos árboles o plantas para que no se vea tan vacío, un poco de sombra vendría bien - acotó mientras posaba su dedo indice sobre su propia mejilla, ensimismada en su mente, pensando en cada detalle - a Zephyr le encantará

Meme suspiró, no importaban los siglos y milenios, la pequeña Seraphine no cambiaría.

- Es una amiga, digamos que es como una niña perdida, soy algo así como Peter Pan

Pero a veces es mejor perder la batalla que librar una guerra.

- ¿Entonces, hay algún problema? - preguntó una vez más

Sandy negó con un gesto, era mucho el tiempo que habían compartido ambos, él sabía que no se debía negar.

Ella no es siempre un alma benévola y es muy impredecible

- ¿Eso fue todo? - preguntó hada, Meme asintió afirmativamente - pero eso no explica el tiempo que no estuviste - apuntó a lo que me pareció pensarlo con profundidad, luego solo se encogió de hombros - no tiene sentido - agregó inconforme provocando una serie de sonidos de apoyo de sus pequeñas haditas a su alrededor

- Oh, por favor, - interrumpió Norte rodando los ojos - sigan ustedes buscando sentidos, iré por las esferas - se excusó antes de salir del salón del mundo

- ¿Qué le sucede? - murmuró hada confundida mientras seguía al viejo guardian con la mirada desaparecer tras las puertas

- Debe estar cansado, a su edad debe ser agotador saltarse las noches - respondió Jack sin importancia, Thootianna solo rodó los ojos

- Si, claro - respondió en un susurro molesto - tu sabes mucho sobre ello

Jack y Sandman compartieron miradas para luego mirar extrañados a la menuda hada, quien permanecía con una expresión ausente ante ellos mientras los chillidos de las haditas a su alrededor crecían en volumen y bulla.

- ¿Te sientes bien? - inquirió Jack con tacto mientras Meme se acercaba a la hada para tocar su mano con serenidad 

- Si, lo estoy - mintió soltando un bufido, Sandy apretó su mano con sosiego sobre la de ella - de verdad lo estoy - reafirmó tratando de calmar a sus haditas - hay que ocuparnos de otras cosas, como el tiempo que te perdiste de todos

- Si tú lo dices - acepto el guardian encogiéndose de hombros y luego palmeando a Meme - Necesitamos a los demás - agregó Jack cambiando el tema - podrían ir por Conejo y yo iré por Elsa, alguno debe tener alguna idea

- Puff, claro que tu irás - murmuró nuevamente hada rodando los ojos

- ¿Te sucede algo? - preguntó directamente hacia la otra - ¿Estás molesta con Elsa?

- ¿Molesta con Elsa? - repitió ofendida - No estoy molesta con ella - se defendió en lo que las haditas volvían a chillar

Meme volvió a acercarse a hada pero está no dejó que esté la consolara está vez.

- ¿Y con quién lo estás? Porque estás molesta con alguien - insistió mientras Thootianna intentaba calmar a sus pequeñas hadas molestas

- No Jack, no lo estoy, es solo que... Es solo que no puedes seguir buscándola todo el tiempo - apuntó tomando algo de distancia - están pasando cosas muy serias, no podemos recurrir a alguien que ni siquiera entiende como funciona todo esto

- ¿Y sigues con eso, hada? Elsa es una de nosotros, quizás no tenga idea de lo que está pasando, pero puede ser de ayuda

- Si, como tú digas - resopló buscando zanjar el tema y volviendo a concentrarse en las haditas

Meme se balanceo de un lado a otro manteniendo su eje en su lugar, estaba incómodo, no entendía que pasaba o qué había pasado entre sus dos amigos, hada estaba molesta, Jack confundido y el mundo era un caos, al parecer un caos menor que lo que estaba sucediendo entre aquellos dos.

Por otro lado Jack, al igual que Sandman, no entendía que sucedía, hada no estaba siendo la misma desde hacía días; distante, huraña, extraña, como si hubiesen pasado los siglos entre ambos. Jack trataba de buscar alguna respuesta, justificar la molestia de la pequeña y dulce hada, mas nada llegaba como respuesta, hasta que, dentro de su infinita sabiduría, una pequeña razón se hizo notar, era poco probable y bastante difícil de abordar, más no perdía nada intentándolo.

Si es que estaba en lo correcto

- ¿Estás celosa? - preguntó con un tono, según Thootianna, casi burlesco

- ¿Qué? - preguntó atónita dejando de hacer lo que estaba haciendo

- Qué si estás celosa - repitió a lo que la pequeña hada no reaccionó de la mejor manera

- ¡No puedo creer que precisamente tu me estés preguntando eso! - exclamó molesta, provocando una vez más la molestia en las haditas quienes volaban a picar a Jack - ¿Por qué, dime, por qué tendría que estarlo?

- Oye, relájate, solo lo decía porque ya no serás la única guardiana, debería ser algo bueno - se defendió mientras trataba de esquivar a las pequeñas haditas con sus manos

- ¿Acaso estás diciendo que estoy celosa de Elsa? - preguntó ahora más molesta, Meme tan solo retrocedió lentamente unos pasos

- No de ella, de la situación - se defendía levantando sus manos sobre su rostro

- ¿Y cuál es la situación según tu? - continuó flotando hacia él lentamente - ¿Sabes qué? Haz lo que te parezca mejor, iré con Norte - dijo por último saliendo del salón

Un silencio incómodo se coló entre el guardian de los sueños y el de la diversión, siendo solo interrumpida por el portazo que había dado el hada de los dientes al salir.

- Mujeres... - murmuró Jack molesto, Meme lo observó en silencio para luego llamar su atención con su arena - ¡Qué va, todo va bien! - respondió a regañadientes - ¡Estupendo, diría yo! - exclamó con falso entusiasmo, luego tomo el puente de su nariz entre sus dedos índice y pulgar

Pero Sandman, no conforme con la respuesta, insistió una vez más.

- No es nada, no te preocupes - suspiró apesadumbrado, entendiendo que quizás su pregunta no había surtido el efecto esperado

Aún así Sandman no se rindió, la mirada suspicaz que tenía no dejaba tranquilo a Jack, quien solo suspiró una vez más de forma dramática antes de agregar.

- ¡Las mujeres son complicadas! Es todo lo que diré - cedió de mala gana

Sandman rodó los ojos y con un gesto de cabeza instó a Jack a hablar, el guardian guardó silencio por un momento, luego tragó con dificultad antes de confesar lo que pensaba había pasado con la amiga de ambos, Meme solo rió divertido antes de responder suspicazmente con su arena dorada.

Jack estaba tan equivocado

Aunque no por completo

El silencio de Sandman le había conferido un don especial que se potenciaba con su habilidad para leer los sueños, un vistazo del mundo desde un punto imparcial, casi como si fuera omnipresente, sabía cosas, Meme sabía que Thootianna no estaba celosa de una nueva guardiana, no tanto como lo estaba de quien era esa guardiana.

- ¿No me crees? - preguntó ofendido

Pero Meme si lo hacía, solo que también sabía que había algo más.

- Como sea, lo habíamos hablado - se excusó apoyándose en la pared - ella dijo que estábamos bien - admitió en voz baja

Y ahí estaba, lo que no le querían contar

Sandman intento por última vez con su arena dorada, Jack negó avergonzado para luego desviar su rostro molesto.

- No soy impulsivo, no hice nada impulsivo... - se quejó Jack, pero Meme solo asentía con efusividad - ¿Y cuando lo he sido? - preguntó sin pensar, obligando a Sandman a responder con su arena dorada, enumerando todos los momentos, escenarios y ocurrencias - Ya, ya, entendí, es suficiente - refunfuño tratando de detener las imágenes disipando con un manotazo - quizás lo sea - admitió pensativo, luego se detuvo pareciendo pensar en sus previas palabras - ¿Crees que no lo dije bien?

Sandman miró a Jack confundido sin entender completamente a lo que se refería el guardian, por lo que solo meneó la cabeza en un gesto de aprobación, después de todo sonaba como algo que el impulsivo Jack haría, aunque desconocía todo lo demás.

- Estaba confundido, pensé que jamás volvería - seguía excusándose, Meme solo ladeó la cabeza confundido, atento a las palabras del guardian de la diversión - y hada estaba ahí, siempre lo está... Siempre lo está... - repitió para si mismo, como si fuese entendido algo más - nunca lo había notado

Sandman meneó la cabeza mientras giraba los ojos abrumado por la ineptitud de su amigo, y poco podía ayudar ignorando qué había pasado, o cuando había sido, aunque no faltaba mucho para que la famosa impulsividad del guardian se lo hiciera saber.

- Lo habíamos hablado, pensé que todo estaba bien - suspiró pasando su mano por su rostro molesto - ahora hada está molesta y no dice porqué - Meme abrió la boca dispuesto a hablar, levantó su dedo indice dispuesto a completar las ideas de Jack, pero las arenas ni siquiera se alcanzaron a manifestar, el otro continuaba con su monólogo - ella dijo que estábamos bien... Que seguiríamos siendo amigos -  comentaba mientras comenzaba a caminar por la habitación - estoy seguro que lo dijo

Meme intentó una vez más interrumpir, levantó su dedo indice otra vez siendo ignorado por completo.

- No tengo tiempo para esto - se quejó revolviendo sus cabellos

Meme lo observó por un momento con los brazos cruzados sobre su pecho, esperando el momento preciso para hablar sin ser interrumpido, pero las cosas no pasaron como el hombrecito quería.

- ¡Hey, ustedes dos, no pierdan el tiempo, debemos ir por los demás! - exclamó Norte asomándose por la puerta

- No estamos perdiendo el tiempo - se defendió Jack echándole una mirada severa, deteniéndose en las esferas que el otro llevaba sobre sus brazos - son muchas esferas - apuntó confundido

- Si, necesitarás unas cuantas - respondió sin cuidado

- ¿Unas cuantas? - preguntó confundido

- No pienso darte una reutilizable - le dijo entregándole unas cuantas

- ¿Qué? ¿No lo son? - preguntó ahora ofendido

- Usalas con sabiduría - le aconsejo con sorna ignorando olímpicamente las quejas del otro

- ¡No es justo! - exclamó molesto

- Lo hubiese pensado mejor a la hora de hacer tus travesuras - respondió volviendo a salir de la habitación, Jack rodó los ojos

- Exageras - murmuró siguiéndolo

- ¿Qué exagero? - inquirió frunciendo el ceño - las máquinas descompuestas por el taller no dicen lo mismo - luego solo negó tratando de olvidar la furia creciente - ¿Dónde está hada?

- No lo sé - respondió secamente parando todos los reclamos que venían detrás - salió molesta diciendo que iba contigo - Norte masajeo sus sienes con poca paciencia

- ¿Qué sucede con todos ustedes que están tan sensibles? - comentó hacia el aire exasperado

- Mira quién habla - masculló molesto - tu eres el que desaparece por las noches - soltó en una especie de burla - ¿Dónde dijiste que estabas?

- Nadie ha desaparecido, Jacky 

- Oh, no vengas con eso, volví varias veces aquí buscándote, ni tus yetis sabían dónde estabas - le sacó en cara

- ¿Viniste al polo? - soltó molesto después de lanzarle una mirada agria

- No pierdas el foco, Norte ¿Dónde estabas? - repitió Jack cruzándose de brazos

- ¡Buscando a las benditas flores! - confesó elevando la voz

- ¿Qué? ¿Buscando las flores? ¿Seguiste con eso?

- Claro que segui en eso ¿Qué querías que hiciera? Madre naturaleza aparecía y desaparecía con sus amenazas, no iba a permitir que una inocente pagará por ello - se explicó mientras pasaba su mano por su rostro, demasiado agotado para continuar

- ¿Una inocente? - preguntó intercambiando una mirada de alerta con Meme que los había seguido en silencio - ¿De qué estás hablando?

- Madre naturaleza dijo que ella lo pagaría - confesó con culpa, sintiendo la mirada de sus amigos sobre él

- ¿Quién? ¿Lo sabías? ¿Por qué no lo dijiste antes? - comenzó a recriminarle

- ¡Es por tu causa que comenzó todo esto! - le reprochó de vuelta

- ¿Por mi causa? - inquirió evidentemente confundido

- ¿Y quien más le gritó a  madre naturaleza? - le recordó

- ¡Me disculpé!

- No funcionó - Norte puso en palabras lo evidente - tu mejor que nadie sabe que nadie se mete con ella

- ¿Estás diciendo que todo esto es mi culpa? - preguntó molesto y ofendido, haciendo énfasis con sus manos, Norte negó saturado del temperamento infantil del guardian

- No lo digo, es así

- ¡Claro, porqué Jack siempre tiene la culpa de todo! - se defendió de vuelta

- ¡Chicos, chicos! - exclamó hada interrumpiendo la discusión - ¿Por qué tantos gritos?

- No pasa nada, hada, es solo este mocoso malcriado - murmuró Norte despejando su rostro de la expresión severa que tenía

- Oh, y ahora suenas igual a Conejo - continuo el guardian, Norte negó esbozando una leve sonrisa irónica

- Tu y tus... - pero ni siquiera pudo iniciar su réplica antes de perder fuerza y tambalearse, sujetándose del muro del pasillo

- ¡Norte! - exclamó hada volando hacia él - ¿Estás bien?

- Estoy algo agotado - respondió con un pequeño jadeo - creo que hemos usado muchas esferas el día de hoy - agregó con algo de dificultad mientras se reponía

- ¿Estará pasando algo? - inquirió hada preocupada - ¿será Conejo?

- Ese canguro mutante no usaría una esfera ni aunque la pascua dependiera de ello - bufó Jack

- Quizás pasó algo en Arendelle - comentó Norte preocupado, olvidando la discusión y levantando su mirada hacia Jack - fue ella quien trajo a Elsa de vuelta - admitió

- ¿Qué? - preguntó Jack antes de entender las palabras del viejo guardian - iré con ella - informó mientras buscaba una de las esferas que Norte le había entregado momentos atrás

- Seguramente Elsa sabrá defenderse - comentó hada buscando calmar la ansiedad del guardia quien ya había lanzado la bola de nieve hacia el final del pasillo

- No es tan fácil detener a madre naturaleza - negó Norte

- No me interesa, iré con ella - dijo una vez más antes de desaparecer por el portal

- Jack...

- De todas formas se habría ido - suspiró Norte mientras volvía a ponerse en pie - es lo mejor, mientras Jack busca a Elsa, nosotros iremos por Conejo

- Pero... - murmuró hada

- Y aún tenemos que volver a Dunbroch... - continuo Norte alejándose agotado en dirección al trineo

El sol iluminaba todo el territorio de Arendelle, la calidez de sus rayos llegaban a cada rincón, la gente hacia su vida diaria y los niños jugaban por el pueblo, en los jardines del palacio se podía ver a la pequeña Elsa correr con alegría, tras ella Olaf la seguía igual de contento que la princesa, Elsa, la mayor los miraba desde el balcón del palacio, perdida en pensamientos que no podía alcanzar.
Los dias previos había sido una montaña rusa de emociones, desde su regreso había sido así e incluso antes de ello y ella era la única que no se daba cuenta.

O más bien no quería darse cuenta

Sus amigos se lo decían, su familia se regocijaban y sus sentimientos estaban a flor de piel, le gusta Jack, aunque no era el momento, había mucho más de lo que ocuparse que tenían prioridad sobre lo que Elsa sentía, así lo creía ella, a pesar de que todos le decían lo contrario, incluso Yelena.

- Estás muy ausente - la había interrumpido la anciana una vez Elsa había llegado al bosque encantado el día anterior, había reaccionado con un respingón ante el llamado - oh, no era mi intención asustarte - se disculpó

- No te preocupes, yo no estaba atenta - la calmó Elsa, quien estaba más apartada del grupo de aldeanos

- Has estado ensimismada desde que llegaste, joven guardiana, al parecer tienes muchas cosas en qué pensar

- Si, han ocurrido muchas cosas desde que volví - respondió

- No creas que todo es por tu culpa - dijo la líder de la tribu ahora ella buscando consolar a la quinta espíritu

- Gracias, aún así no puedo evitar hacerlo

- Bueno, espero que utilices algo de ese tiempo para pensar en aquel guardian - comentó como si nada, contrario a Elsa que lo sentía todo

- ¿Tu también, Yelena? - le reprochó avergonzada - no pienso en él - se excusó luego

- Puedes decirle eso a todos los demás, pero yo no me lo creeré ni por ni un momento - respondió para luego suspirar - no hay nada de malo en ello

- ¿Qué no hay nada de malo en ello? - repitió - ¿Cómo es que algo que yo siento está fuera de mi control?

- Uno no puede manejar los sentimientos, estos solo llegan y tienes que vivir con ellos - le recordó - hay muchas cosas que escapan de nuestro control, Elsa

- La última vez que dejé que algo escapara de mi control, todo terminó muy mal para todos aquí - murmuró abrazándose así misma

- Son situaciones diferentes y personas diferentes, nada sucede dos veces de la misma manera

- Si, eso solo refuerza más mi teoría - musitó sin dejar de abrazarse, Yelena solo negó con un gesto de cabeza - las cosas están bien ahora, yo estoy bien y todo lo demás estará bien - zanjó

- Debes dejar de pensar que ese muchacho te hará daño, no es para nada igual que ese otro hombre, no hay nada que temer

- No es como crees y no es a lo que le temo

Las palabras que habían compartido la guardiana y la anciana habían estado molestando a Elsa durante toda la tarde del día anterior, había esperado dejarla en el olvido, mas su hermana y su cuñado no había podido evitar reforzar el tema con sus conjeturas y burlas inocentes, ni uno entendía lo asustada que se encontraba.

Lo sola que se sentía

Un ruido suave sacó a la platinada de sus pensamientos volviendo la vista hasta las puertas de vidrios que daban al balcón.

- Oh, eres tu... - dijo Elsa en voz baja, volviendo su mirada al jardín del palacio

- Si ¿O acaso esperabas a alguien más? - preguntó con tono sugerente

- No, no realmente - mintió incapaz de devolverle la mirada - ¿A qué has venido?

- Escuché que Anna y tu se pelearon - reveló

- ¿Estás preocupado? - Kristoff suspiró con fuerza antes de responder

- No, no realmente - respondió con las mismas palabras de la otra - no es eso lo que me preocupa - Elsa levantó la mirada

- ¿Qué es?

- Ni te lo imaginas - admitió - quizás aún no lo sepas, pero hace años, cuando todo esto estalló, Pitch nos atacó a todos nosotros, Anna, Hiccup, Rapunzel, yo, todos la verdad, caímos en un oscuro sueño, pesadillas, más bien eran pesadillas - confesó sin enfocar su mirada en Elsa, mas está no dejaba de mirarlo acomodarse a su lado en el balcón

- Lamento tanto escuchar eso - respondió profundamente preocupada por ellos

- No quiero que Elsa pase por eso, esto es más difícil de sobrellevar que todas las aventuras mortales a las cuales no has llevado - bromeó alivianando el ambiente, Elsa rió tenuemente

- De verdad lamento que siempre sea así - se disculpó apenada

- Tranquila Elsa, tu nos has dado todo - la consoló posando su brazo alrededor de sus hombros

- No es cierto, Kristoff, ya basta - respondió deshaciéndose del agarre - hablo en serio, realmente lo lamento

- Yo también - le sonrió con complicidad, calmando la culpa de Elsa - quédate tranquila, yo sabía en lo que me metía cuando me uní a la familia, no era un secreto precisamente

- Y por lo que veo todo te ha salido de maravillas - resopló divertida

- ¿Tu crees? - le sonrió - ahora podría ser tu turno

- Kristoff...

Pero como era de costumbre, como en cada conversación que había tenido Elsa esos días, está se vio interrumpida ante la presencia del portal que se abría por los cielos despejados del fiordo, tras este el furia nocturna salió con rapidez para luego aterrizar sobre el suelo adoquinado de los pasillos del palacio, Elsa y Kristoff se asomaron sobre la barandilla entornando la mirada para identificar quienes habían llegado.

- Es Hiccup - dijo Kristoff

- Claro que es Hiccup, es su dragón después de todo - acotó Elsa

- ¿Quién es ella? - preguntó tratando de divisar a su compañera

- Es Runa... - respondió Elsa - algo le pasó a Mérida

Chapter 31: Capítulo XXX - Al punto de inicio

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Capítulo XXX
Al punto de inicio

Hiccup tardó más de lo necesario en salir de los aposentos del rey, dejando a Mérida junto a su padre en el interior, se había quedado unos minutos ahí parado esperando alguna palabra más, alguna señal o guiño, algo más allá que el tan solo necesitar a Anna, pero Mérida, como si nunca hubiese pasado nada, guardó silencio y volvió su mirada a las hileras finas de polvo oscuro que caían de los ojos del rey, el seño fruncido en este y los quejidos que escapaban de vez en cuando de sus labios resecos, como si estuviese hipnotizada con eso, ella no diría nada más e Hiccup no tenía el valor suficiente para sacar el tema a relucir o preguntar cómo estaba la princesa con ello, ni siquiera él sabía cómo se sentia él mismo al respecto, aún necesitaba respuestas de otra persona, respuestas tan importantes que desplazaban la emoción y la alegría de haber encontrado a Astrid, o ella a él, más bien.

Y a ún la amaba

O lo que parecía ser una especie de amor incondicional, un sentimiento exclusivo para la rubia, una mezcla de nostalgia y recuerdos cargados de momentos. Aun habían muchas cosas de las que tratar, años perdidos, charlas cortadas, noches en velas y preguntas sin respuestas. Las palabras quedaban cortas.

Y una hija

¿Cómo?

¿Era de eso lo que quería hablar aquel día antes de desaparecer?

La sensación de perdida que había sentido en aquel momento, el día en que perdió el rastro de su esposa, volvió a manifestarse, está vez más agobiante, haciéndolo sentir más culpable por estar ahí frente a sus ojos durante todos esos años.

¿A cuántos más le había fallado?

- ¿A dónde vas? - preguntó la rubia junto a la reina una vez lo vieron volver por el pasillo con expresión sería

- A Arendelle - respondió a secas - Necesitamos a Anna - agregó esperando despejar las dudas que pudieran surgir con eso, pensando en la manera de poder hablar a solas con quien era su esposa

- ¿Y Mérida? ¿Cómo está Fergus? - preguntó la reina muy angustiada para averiguarlo por si misma - Ese polvo... ¿Qué es? - titubeó asustada

- Está bien, su magestad está bien - la calmó Hiccup - son pesadillas, ya las habiamos visto antes, años atrás - le explicó - Anna podrá con ellas, eso pensamos - Elinor asentía después de cada palabra, indicando que el castaño poseía toda su atención - Mérida está con él

- Iré con ellos - informó la reina rápidamente siguiendo con el camino hasta sus aposentos, perdiéndose entre los pasillos y el silencio

- También iré con ellas - dijo Astrid preparada para seguir a la reina, siendo frenada por Hiccup

- Astrid - la llamó con la voz cortada tomando su mano, la aludida volteo a darle frente

- Hiccup - dijo ella con la voz estrangulada, demasiado abrumada por todo lo que estaba pasando, con demasiado miedo como para hablar en primer lugar

El castaño no sabía cómo comenzar, las palabras se le atoraban en la garganta y los conceptos eran un enredo en su cabeza, en su pecho sentía el ardor de un sin fin de emociones que convergían en un solo lugar, cada una más abrumadora que la anterior. Incapaz de pensar en nada más, Hiccup no pudo más que soltar lo que más resonaba en su interior.

- ¿Una hija? - por primera vez desde que la rubia había abierto la puerta pudo ver que en la mirada del otro solo había dolor, un indescriptible dolor - ¿Puedes explicar eso?

- Yo... - titubeó no muy segura de nada, aún ignorante de cuánto de lo que recordaba era cierto o una pesadilla - aún es confuso...

- ¿Confuso? Entonces ¿No es cierto? - preguntó pasando su mano por sus cabellos en un gesto de exasperación - ¿O es en serio, Astrid? ¿Dónde está ella ahora? - preguntó entre una mezcla de temor y furia, aún sin ser capaz de procesar como se sentía o lo que estaba sucediendo, aún así, a pesar de lo alterado que estaba, no elevó la voz

- ¡No lo sé! - exclamó ella en un susurro - ¡Todo es un caos! - enfatizó con sus manos abarcando todo el espacio, incluyendo a ella misma

- ¿Todo es un caos? - repitió - ¡Y seguirá siendo un caos! - exclamó él - ¡Cómo es que no sabes dónde está!

Y nada era igual que como fue con Estoico y Valka

- ¡Y donde estabas tu! - se defendió evidentemente ofendida - ¡Dónde estuviste todos estos años en que no estuve a tu lado! - agregó algo más alterada que instantes atrás

- ¡Buscándote, estuve todo este tiempo buscándote! ¿Tu, dónde estuviste todos estos años? ¿Estuviste aquí todo este tiempo? - le recriminó - ¿No volviste a Berk?

No había reconciliación, no estaba la confianza, se perdían la aceptación entre el miedo y la furia.

- ¡No lo entiendes, no es como crees! - se defendió

- Yo... No tengo tiempo para esto - suspiró agotado, pasando su palma por su rostro - tengo... Tengo que ir por Anna - se excusó antes de emprender marcha nuevamente

- ¿Eso es más importante que tú hija? - le reprochó a sus espaldas 

- ¿Es en serio? - Hiccup giró sobre sus talones dándole frente nuevamente, acercándose con rapidez, la furia que antes estaba en su rostro se había disipado dejando el temor estar en él - Astrid ¿Es real? - preguntó en un sincero ruego

- No lo sé - murmuró - pero aunque no lo sea, si existe la posibilidad... ¿No deberíamos hacer lo que sea por ella?

Y aunque para Astrid el mundo ya había perdido su sentido y forma, dentro de ella solo había una persona que le daba seguridad.

Aunque ella sintiera que él pensara que era la culpable de todo

- Ven conmigo - le pidió Hiccup

- ¿Qué? - preguntó levantando la mirada

- No quiero dejar que desaparezcas una vez más - le respondió mientras tomaba su mano para guiarla por el camino hasta la torre entre un silencio abrumador

Camino que seguramente ella conocía mejor que él

En la cima de la torre Chimuelo los esperaba. El furia nocturna había estado inquieto, quien a penas al ver a Astrid e Hiccup cruzar la gruesa puerta de madera, se abalanzó sobre ella votandola al suelo y olfateandola con detención, sus ojos pasaron de ser dos rendijas a ser dos esferas profundas, su expresión severa y amenazante cambio a una de ternura, luego comenzó a lamerla en el rostro, Astrid respondía entre risas e intentos de zafarse del agarre del dragon.

- Hey, amigo, tranquilo - rió Hiccup aliviado

- ¡Chimuelo! - exclamó Astrid cuando por fin pudo escapar de sus garras dándole un cálido abrazo, cesando la hiperactividad del dragón - soy yo, Astrid - le susurró acariciandolo - también te extrañé

- No fue el único que te extrañó - susurró Hiccup preparándose para montar en Chimuelo - todos los hicimos

- Hiccup... - musitó siguiéndolo con la mirada, él le estiró su mano ofreciéndole ayuda

Astrid seguía atrapada en un limbo de ideas y recuerdos, eran como piezas de diferentes rompecabezas y ella no podía diferenciar donde iba cada una o a cual pertenecían, en un momento su mente era un lienzo en blanco, desprovisto de colores y formas, ahora habían tantos que se perdían como manchas en un cuadro desordenado, eso no afectaba la nueva imagen que había creado, aún era capaz de recordar a la perfección todo lo que había sucedido después de ser encontrada en el bosque, la acogida, el apoyo, la protección, la amistad, los días con Hubert, Harris y Hamish, las tardes con la reina Elinor, las historias del rey Fergus y la relación fraternal que había construido con Mérida, las cosas que esta sentía y le había confiado, ahora todo aquello le dolía más de lo que la podía acoger, estaba dejando de ser su hogar y al mismo tiempo Berk tampoco lo era, ya no se sentía igual.

Y por otra parte, Astrid también tenía que lidiar con otras realidades más, ahora ya no era aquella joven perdida en el bosque, lo había estado, lo había sido, pero también fué alguien incluso antes de ello, y ahora al fin ya era ese alguien nuevamente, alguien que jamás esperó ser; una amiga, una hija, una líde, una esposa, aunque su esposo amara a alguien más.

¿Debían de hablar sobre ello?

Pero habían otras cosas más de las cuales tratar, otras personas que buscar, lugares donde volver, noticias las cuales dar.

Astrid se subió tras Hiccup aferrándose con fuerza a Chimuelo, aún cohibida sin saber cómo actuar, el furia nocturna tomó un ligero impulso antes de elevarse sobre los cielos, alejándose levemente del castillo, el castaño lanzó sin demora la esfera que Norte le había confiado años atrás abriendo un portal entre algunas nubes escualidas, Astrid jadeó sorprendida, rodeando a Hiccup por la cintura y ocultándose tras su espalda, a lo que el jinete respondió posando su mano sobre el agarre de la rubia buscando transmitirle tranquilidad.

- ¿Eso son los portales? - preguntó asombrada una vez lo cruzaron, en sus ojos aún permanecía el reflejo tornasol del brillo del vértice. Hiccup asintió en respuesta

- Son asombrosos - respondió alzando la voz sobre el aire que los envolvía - como todo lo que está pasando - agregó, luego suspiró tan fuerte que incluso estando en los cielos Astrid lo pudo escuchar - Astrid, perdón por la manera en la que reaccioné hace rato - se disculpó arrepentido de su actuar - he estado por años buscándote, cuando todo este tiempo estuviste aquí, a una esfera de nieve de distancia... - se detuvo tomando una ligera pausa, luego solo dijo - Me tomó desprevenido

- Yo entiendo - respondió aún contra su espalda, elevando la voz lo suficiente como para ser escuchada - quiero contarte todo, pero...

- ... No hay tiempo - completó Hiccup descendiendo hasta los jardines del palacio de Arendelle

Los primeros en recibir a los recién llegados fueron Kristoff y Elsa, quienes habían bajado inmediatamente luego de verlos llegar desde el balcón, aún así la pequeña Elsa junto a Olaf les habían ganado por poco, quienes ya rodeaban a Chimuelo, el cual los entretenía mientras estos intentaban subir en él.

- Hiccup, Runa - los llamó Elsa al acercarse lo suficiente para ser escuchada - ¿Pasó algo en Dunbroch? ¿Dónde está Mérida? - interrogó inmediatamente mientras buscaba a la aludida con la mirada

- Ella está bien, no quiso separarse de su padre - respondió el vikingo buscando creer en tal motivo de igual forma - necesitamos a Anna, es Fergus, tiene pesadillas

- Anna está en su oficina - dijo Kristoff - iré por ella - informó antes de partir de vuelta al palacio sin oportunidad de hacerlos pasar a este

Apenas el rubio se alejó por el jardin fue que Elsa empezó a sentir el pánico volver, similar al que sentía antes de caer congelada años atrás, la guardiana podía recordaba a Anna disipar las tinieblas con tanta facilidad como con la que creía en la bondad del mundo, expuesta a las represalias de Pitch y sus sombras. Los ojos de la platinada se desviaron instintivamente hasta la zona del piso adoquinado en dónde años atrás había quedado la marca de aquella batalla en dónde casi pierde a su hermana, pero se encontraba muy lejos para poder divisar si continuaba en su lugar aquella mancha, y aunque el tiempo la hubiese borrado, la imagen siempre permanecería en las memorias de la guardiana, como una cicatriz imborrable en su psiquis.

- ¿Tu crees que ahora funcione? - preguntó hacia Hiccup disimulando su temor, este asintió en respuesta

- Eran pesadillas, caían de los ojos del rey como un polvo oscuro, igual que años atrás en nosotros... En ti

- ¿Polvo oscuro? ¿Desde cuando? ¿Dónde está Mérida? - repitió Elsa nuevamente a falta de una mejor respuesta

- Hace menos de una hora, Mérida no quiso separarse de su padre, ella está bien Elsa - repitió buscando calmar la angustia de la otra

- Entiendo, gracias Hiccup, por cuidar de ella, a ambos - suspiró más segura, luego desvío su atención a la compañera del jinete - Runa, tanto tiempo sin verte, lamento que sea en estás circunstancias

Y solo bastaron algunas palabras para tensar el ambiente, Hiccup deseaba con todas sus fuerzas corregir a la guardiana, hacerle saber quién era la rubia en realidad, que todos lo supieran que su búsqueda había terminado, pero ¿Cómo repercutiría en los demás? ¿Si quiera era correcto?

No existía una respuesta clara para ello

Fuera cual fuese la respuesta la realidad era que por más que Hiccup deseara en ese momento revelar la verdad, Astrid no lo permitiría, adelantándose a este y respondiendo sin dejar en evidencia lo que realmente ocurría entre ellos, lo quebrada que estaba la relación que ambos tenían con la colorina.

- A mi me alegra que este de vuelta, su alteza - correspondió con rapidez sin darle la oportunidad al castaño de corregir su nombre

- Gracias por ser el apoyo de Mérida durante todo este tiempo en que no estuve, ella me ha hablado mucho sobre ti - le agradeció Elsa con sinceridad ahondando en la culpa que había nacido en Astrid momentos atrás en el castillo de Dunbroch

Y otra vez el silencio se hizo presente, por poco tiempo, fue el suficiente como para incomodar a los vikingos, Elsa los escaneó con recelo, aunque nada más salió de sus labios, Anna y Kristoff ya habían llegado hasta donde ellos y el viaje de vuelta a las tierras del clan Dunbroch no se hizo esperar.

Conejo llevaba tan solo un par de días en Corona y ya sentía que la locura sucumbía en él como si al cruzar el portal hacia el reino en realidad hubiese caído en la madriguera del conejo, ni siquiera su pequeño escape a Arendelle le había conferido el suficiente consuelo, con cada segundo que pasaba en Corona no dejaba de escuchar sobre los nervios y temores de Rapunzel al igual que la histeria y preocupación de Eugene que lo sumergían en un suplicio insoportable, incluso peor que soportar a cierto guardián, a pesar de la tranquilidad y normalidad en las tierras por la rápida prevención de los antiguos reyes, los nuevos monarcas no soportaban la presión de las circunstancias, mantener un reino aislado del mundo era más difícil de lo que suponía, en especial con una recién nacida. 

Y luego se agregó una preocupación más, la llegada de los demás guardianes, o la mayoría de ellos.

Santa Claus, la hada de los dientes y Sandman habían llegado hasta el reino a través de un portal en búsqueda del conejo de pascuas, y aunque el grupo de recien llegados traía consigo la ventaja de Meme ante las pesadillas, tambien acarriaban junto a ello una serie de dudas respecto a lo que en realidad pasaba, aun no tenian claro si todo aquello de la maldicion del sueño era obra y gracia de el regreso de Pitch Black o si era alguna nueva amenaza.

Y eso no ayudaba con los nervios de la reina de Corona,  ni la histeria del rey.

- ¡Encontraron a Meme! - exclamó la rubia una vez ingresó el grupo al salón principal del palacio, en su rostro prevalecia una expresion de alivio - ¿Donde estaba? - preguntó aun con su sonrisa de alivio en el rostro

- Eso es una muy larga historia, su Majestad - respondió Norte afable, aún ignorante de la real respuesta, como los demás guardianes

- ¿Y Jack? - preguntó ahora Eugene - ¿Dónde está Jack? - agregó luego de pasear su mirada por todos 

- Esa es una historia aun más larga que contar - dijo ahora el viejo guardián sin borar la tenue sonrisa de su rostro, buscando trasmitir la calma que parecia hacer falta en los reyes

- Tks - chasqueó la lengua Conejo - no es de relevancia donde esté ese mocoso, seguramente está en Arendelle - comentó acertando 

- Precisamente, Aster - aceptó Norte con un gesto de cabeza a lo que Conejo rodó los ojos

- ¿Sucede algo en Arendelle?- inquirió ahora la reina, volviendo en ella la ansiedad que habia sentido durante todos esos dias, mas Norte intentó calmarla aún sin borrar la suave sonrisa que llevaba consigo desde que habían llegado al reino

- Nada sucede en Arendelle, solo es Jack siendo Jack - interrumpió la hada en un pequeño berrinche pasando desapercibida para los demas. Rapunzel en cambio solto un suave suspiro más recompuesta 

- Han pasado tantas cosas malas que no puedo pensar en otra cosa que el desastre - comentó despues de soltar un sonoro suspiro - me alegro que por lo menos ahora contemos con Sandman... ¿Ya fueron por Dunbroch? - inquirió ahora con curiosidad, Norte negó con un gesto

Aun asi la respuesta no menguaron las esperanzas de la reina de Corona, quien ya podía sentir como la angustia y los temores se disipaban con la presencia del guardian de los sueños.

- Aún no vamos a Dunbroch - respondió la Hada de los dientes para completar el gesto de Santa - pensamos en venir por Conejo antes y ver cómo andaban las cosas por aquí - agregó en un tono consolador, buscando mantener a la reina de Corona en calma

- Oh, muchas gracias - sonrió Rapunzel mientras mecía a Holly que estaba entre sus brazos - aunque debo decir que Conejo es un gran guardian, nos ha procurado bien estos días, aunque ya debe estar harto de nuestras charlas - comentó risueña con una suave risa

- No lo defiendas, preciosa, es un cascarrabias - se quejó Eugene

- ¡Conejo! - le reprendió hada

- Ay, por favor, ni un santo los aguanta - se defendió el aludido

- ¡Lo ven! - continuó Eugene extendiendo sus palmas - cascarrabias

- Eso es lo de menos, lo importante es que estuvo aquí - lo defendió Rapunzel

Y así comenzó el drama, entre las quejas del rey y el guardian de las esperanzas, aunque mucho no duró la animada charla, Norte, quien permanecía con una expresión contrariada en el rostro interrumpió antes de que las cosas escalarán más, incapaz de guardar más tiempo las apariencias

- Hay algo más... - dijo este acaparando la atención de todos los presentes, un silencio sordo se interpuso entre el grupo

- ¿Qué es lo que pasa Norte? - preguntó Conejo - ¿Por qué tanto misterio? - apuntó con expresión sería

Pero Nicholas no dijo nada ante la mirada inquisitiva de los demás guardianes, quienes no podían anticipar a qué se refería Santa Claus.

- Desde que madre naturaleza se presentó ante nosotros en el polo por su flor magica es que no he dejado de buscar... - comenzó como introducción

- ¿Madre naturaleza? - repitió la reina de Corona mientras su ansiedad volvía a acrecentarse - ... Pensé que ya no había más problemas con ella

- Oh, y no los hay - mintió deliberadamente procurando calmar a la rubia, dispuesto a continuar con su relato - ella no quiso que continuaremos con la búsqueda, es solo que yo no me pude detener - agregó

- No entiendo - interrumpió Eugene - ¿Entonces qué tiene que ver ella aquí? - formuló junto a un gesto protector hacia su hija y esposa, Norte tan solo negó con un movimiento de cabeza

- Ella no tiene nada que ver en esto, eso espero - murmuró por último antes de continuar con lo que realmente quería decir - aún así quise continuar con la búsqueda por mi mismo, lo que me llevo a varios sitios peculiares por la región, y uno en especial llamó mi atención

- ¿Llamó tu atención? - interrumpió ahora Aster aún con el entrecejo fruncido - ¿De qué clase de sitio estamos hablando? - continuó poniendo en palabras los pensamientos de los demás

- Es un pequeño lugar, creo que tiene que ver con ambos - resolvió con rapidez mirando con sus grandes ojos a los dos reyes

- ¿Un lugar? - preguntó Eugene

- Si, un lugar... hace unos días encontré un... ¿Cómo es que se dice? - murmuró para si mismo chasqueando la lengua - ¡Ah, si! Una torre

- ¿Hace unos días? - inquirió ahora Conejo - no mencionaste nada sobre eso - le recriminó frunciendo el entrecejo

- ¿También tengo que darte explicaciones? - le pregunto Norte a Bunny en un tono molesto - ustedes dos se parecen más de lo que creen - murmuró luego negando con la cabeza, Conejo solo cruzó los brazos con una mueca aún más severa en el rostro

- No, ni lo pienses, Conejo - le advirtió hada interponiendose entre ambos, Aster, quien ya estaba preparado para responder, tan solo cerró su boca aún más molesto - no es momento para sus pláticas animadas, ¿Qué está pasando? ¿De qué torre estás hablando? - preguntó ahora hacia Nicholas

- Oh, por supuesto, la torre - recordó el viejo guardian dejando caer su puño en su mano - era una pequeña torre oculta entre la malesa de un bosque algo no muy lejos de aquí - recordó como una introducción

- Una torre... - repitió Eugene - no muy lejos de aquí... - continuó mirando disimuladamente hasta donde Rapunzel

- ¿Que clase de torre? - inquirio ahora la rubia disimulando su expresion 

- Ya saben, una torre - continuo Norte como si nada - era algo alta y con una puerta bastante particular... mas bien es como si no tuviera... - musito por ultimo algo confundido - en fin, no es tan importante la torre en si, si no mas bien lo que encontre en ella 

- ¿Que encontraste en ella, Norte? - interrogo ahora conejo con poca paciencia, sin dejar de zapatiar su pie en el suelo con el entrecejo fruncido y los brazos cruzazdos sobre su pecho - ¿Que estas ocultando? - agrego con tono severo

Norte tan solo guardo silencio, fue por un momento, no más que unos segundos, los cuales para todos eran compatible con la eternidad, luego empezo a registrar sus ropas en busca de alguna respuesta, como si todo lo que tenia que explicar fuera entendible con la presentacion de tan solo un objeto, y a pesar del escepticismo de los demas guardianes e incluso los reyes, Norte termino desplegando unos cuantos papeles amarillentos, en ellos se podia vislumbrar dos rostros muy similares entre si, casi identicos a pesar de sus evidente diferencias, ambos tenian rasgos marcados y narices prominentes, uno llevaba un parche oscuro en el ojo ademas de unas cuantas cicatrices, sus apellidos se leían bajo la imagen "hermanos Stabbington", luego, tras estos dos panfletos, apareció uno más, en él se podia ver a un joven Flynn Ryder mal dibujado, con una enorme nariz como al igual que su sonrisa, Eugene fruncio el ceño molesto para luego exclamar.

- ¡Esa no es mi nariz! - se quejó - ¿Por qué es que siempre la hacen así de grande? - continuó

- ¿Los conoces? - preguntó hada asomada sobre los hombros de los demás para poder ver las imágenes

- ¿Si los conozco? - repitió ahora - claro que los conozco, son Sideburns y Patchy, viejos colegas... Bueno, cuando la vida no me sonreía como ahora, ahí lo eran... - se corrigió luego

- Pero esos carteles son bastante viejos... ¿Qué sucede con ellos, Norte? ¿Qué hicieron? - preguntó Rapunzel extrañada

- Esperaba que ustedes supieran... - respondió sin despegar su mirada de los amarillentos panfletos

Desde que su madre había ido por ella, Mérida no se había alejado de su padre, había sorteado durante todos esos días ir a verle, entre excusas baratas y el refugio que significaba sus hermanos, aún dormidos y sin un pronto despertar, le causaba menos terror aquella imagen que la del viejo rey tan expuesto y débil, lejos de lo que solía ser su padre, ahora era en el único lugar en donde quería estar, aún Fergus la hacia sentir segura y protegida bajo su presencia, a pesar de todo lo demás.

La colorina bajó su mirada hacia sus manos, aún permanecían agarrotadas en unos puños sobre su regazo, bajo de ellas el papel blanco e inmaculado se arrugaba con el peso y la presión. Sin perder tiempo la dobló en dos perfectas partes antes de guardarla entre sus ropas, su expresión era neutra lejos de todas emoción que invadía su interior.

¿Qué es lo que debía hacer ahora?

Mérida negó con un gesto brusco esperando que con ello los pensamientos volasen, anhelante de la ignorancia de hace minutos atrás, ahora era un conflicto real, uno tan ineludible como transitable.

- Esto es un caos - interrumpió la reina, su madre, entrando en la habitación y cerrando la puerta tras de si, Mérida solo reaccionó pegando un respingón - los Lords... Esos niños no entienden palabras - se corrigió en un tono ofuscado - hablan de venganza y de guerra, pero no tienen idea de dónde ir - continuo mientras se paseaba molesta por el lugar

- Ya habían dicho eso en la reunión - comentó la menor desanimada, volviendo a acomodarse en la silla a un lado de la cama - lo continuarán repitiendo, no los tomes en serio - suspiró resignada, desviando nuevamente su atención a Fergus

- ¡Mérida! - la llamó Elinor con tono severo - están juntando a nuestros hombres en este momento, ¡Los pocos que quedan en pie! - exclamó

- Eso es ridículo ¿Y contra quién o qué piensan pelear? - inquirió con una risa escéptica

- Ellos creen que son los invasores del norte, están decididos en ir contra ellos, no podemos entrar en guerra de nuevo, ni siquiera están seguros de todo lo que está pasando ¡Es una locura! - negó acercándose a la cama sin dejar de mirar los párpados de su esposo - solo los dioses saben qué es lo que sucede realmente - suspiró por último

Mérida guardó silencio, sin despegar la mirada de su madre entendió lo que sin palabras esta decía con su mirada; el temor, la inseguridad, Elinor necesitaba respuestas que su hija no le podía dar.

- Hiccup debe estar por volver con Anna, estoy segura que ella podrá resolver esto está vez - dijo en tono suave, buscando dar algo de consuelo y sosiego a su madre - con papá de vuelta podremos frenar todo esto

- ¿De verdad lo crees? - musitó

- Sé que será así - mintió

Y como si de una invocación se tratara, no bastaron más que un par de minutos para que la puerta de la habitación se abriera con brusquedad, revelando tras de ella la imagen de Anna tan agitada como preocupada, Mérida y Elinor se tensaron inmediatamente ante la presencia de la otra, luego la menor se levantó de su lugar dándole todo el espacio que la recién llegada necesitaba.

- Hiccup me contó todo - dijo Anna olvidando hasta saludar, en su interior sentía como todo su ser palpitaba con fuerza, presa de la presión - ¿Están seguras? - preguntó ingresando a la habitación - la última vez no funcionó - les recordó con temor

- ¿Qué no funcionó, mamá? - preguntó la pequeña princesa desde el portal, llamando inmediatamente la atención de las presentes

- ¿Elsa? - preguntó Elinor algo incrédula de ver a la pequeña

- ¡Oh, hola Elsa! - exclamó Mérida acercándose hasta la princesa y tomándola entre sus brazos - ¿Qué haces aquí? - preguntó en tono agudo e infantil, para luego mirar hacia Anna y repetir - ¿Qué hace aquí? - le recriminó en un susurro

- Tia Mer, puedo escucharte - reprochó la princesa cruzando sus brazos

- Lo lamento princesa - se disculpó apenada, luego volvió su mirada a la recién llegada - Anna... - siseó inquieta

- No pensaba alejarme de ella - se excusó sin dar mayor explicación, para después dirigirse a su hija - mamá hará magia, florecilla - le sonrió no muy convencida - eso espero... - murmuró luego

Pero un grito por el pasillo las interrumpió antes de empezar nada.

- ¡Elsa! - se escuchaba por el pasillo, la pequeña solo soltó una risa traviesa y se refugió entre los cabellos de la colorina

Tras el portal se asomaron Hiccup, Astrid y Elsa, quien se veía más agitada que los otros dos.

- Lo lamento, Anna, es más veloz de lo que imaginé - jadeó Elsa - aunque es igual de impetuosa que tú - agregó frunciendo el entrecejo - irrumpir hasta aquí sin aviso... - murmuró mal humorada

- ¡Tia Elsa, mamá dice que hará magia! - canturreo la princesa de Arendelle - Lo harás, ¿Verdad? - preguntó ahora hacia su madre

- Claro que sí, algún truco intentaremos - sonrió Anna

La reina de Arendelle tomó a su hija entre sus brazos para luego depositarla en el suelo y tomar su manos, ambas se acercaron hasta el rey dormido, quien ya no poseía el semblante neutro y relajado de hace horas atrás, ahora su entrecejo se fruncía y sus labios componían una mueca, por sus sienes caía el polvillo oscuro hasta rebotar en la cama y luego disiparse en el ambiente hasta desaparecer. Sin preámbulo Anna acercó sus dedos hasta donde estás rozando sus yemas con la oscuridad, poco a poco está fue cediendo, esfumandoce y retrocediendo ante el brillo del tacto, los colores opacos sucumbieron ante la luz que cubrió al rey iluminando tenuemente su alrededor, Mérida sonrió inquieta y ansiosa, Elinor ahogó un jadeó, en ellas las esperanzas se comenzaban a acrecentar; mientras en Elsa solo crecía nuevamente el temor, a pesar de lo que le había dicho Yelena, las cosas no se estaban dando como esperaba y una vez más sentía que el ciclo se repetía, Anna volvía a exponerse.

Y no estaba tan lejos de la realidad

La oscuridad desapareció entre un destello brillante y claro, y lo que había sido un polvillo tetrico y lúgubre, ahora eran arenas doradas dispersas en la atmósfera como si la gravedad no les afectará, dejando una sensación de alivios en los presentes que desaparecía tan rápido como había llegado, el silencio sordo se quebró y en su lugar un grito gutural llenó el ambiente, el tiempo avanzó de golpe y la realidad los golpeó sin aviso.

Las pesadillas se volvían realidad.

Chapter 32: Capítulo XXXI - Congelado

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Capítulo XXXI
Congelado

El alarido fue tan fuerte que retumbó por los pasillos del castillo dejando un eco crudo a su paso, un escalofrío agobiante cruzó por la espina dorsal de los presentes, poniéndolos alerta ante cualquier peligro potencial, frente de ellos Fergus se erguía ofuscado, envuelto en una ira desconocida e imparable, sus movimientos eran erráticos y violentos, rompiendo todo a su alcance, buscando protegerse de lo que fuera que amenazara su existir, aunque en ese momento él era la real amenaza para los demás. Anna en un gesto rápido tomó a su hija entre sus brazos y retrocedió con torpeza mientras se alejaba de los golpes impredecibles del rey, mientras Mérida y Elinor trataban de detenerlo entre gritos y jaleos.

La pequeña Elsa fue pasada de brazos en brazos hasta llegar al umbral dónde permanecían Astrid e Hiccup, ahora retenidos por la responsabilidad de mantener a la princesa lejos y protegida del caos, quien permanecía sumida en un profundo silencio conmocionada, en contraste con el caos a su alrededor, observando sin pestañar cada instante del espectáculo; su madre exclamando algo inteligible mientras trataba de evitar los golpes del aturdido rey, tras este Mérida trataba de detenerlo aferrada a sus ropas y vociferando algo más, junto a ella la reina Elinor la ayudaba tratando de retener a su esposo agarrando su brazo, resultando zamarreda por la fuerza del otro y retrocediendo con brusquedad unos metros hasta caer, luego, como si el mundo hubiese enmudecido, un crujido grave cruzó la habitación como un relampago, trayendo consigo el silencio, luego un grito de impotencia lo rompió inmediatamente, después solo el frío era lo único real y tangible.

¿Así se suponía era la magia?

Era muy diferente a la magia que le había enseñado su tío Jack y los demás guardianes durante todo ese tiempo.

- ¡Elsa, Elsa! ¿Estás bien? - preguntó Anna llegando hasta su hija tropezando unas cuantas veces y volviendo a ponerse de pie para continuar, ignorando los gritos y quejidos del fondo, revisando y palmeando con sus manos el pequeño cuerpo - ¿Estás ilesa?

Elsa solo asintió con un gesto de cabeza mientras aún con los ojos tan abiertos como sorprendida, con sus pequeñas manos cubría sus oidos tratando de amortiguar el ruido infernal, Anna solo la abrazó con anhelo, tan ensimismada en su hija que era incapaz aún de procesar qué había ocurrido, mientras tras ella el caos estaba a punto de estallar una vez más.

- Elsa... - musitó Mérida con una expresión de horror, está vez llamando a la mayor de las aludidas, la guardiana desvío su mirada aterrada de su nueva creación, para luego ponerlos avergonzada sobre su amiga - pero qué hiciste - completó palabra por palabra, tan lento como doloroso

Anna giró su cabeza lo suficiente para enfocar su mirada en el rey, atrapado en lo que parecía ser una especie de cárcel helada que cubría su cuerpo apresandolo, dejando solamente en libertad su cabeza, la cual no dejaba de moverse con brusquedad en un vano intento por liberar todo lo demás. La reina de Arendelle dejó a su hija entre los brazos de Runa en un gesto mudo, aturdida ante la expectante respuesta de su hermana que se mantenía en un silencio incómodo.

- Sácala de aquí, por favor- musitó con lentitud, la rubia aceptó saliendo por el pasillo con rapidez junto a la princesa en sus brazos

- Oh, Fergus - susurró Elinor acongojada, con la mirada perdida sobre su esposo, Mérida se acercó a ella ayudándola a ponerse en pie

- Solo quería detenerlo - se excusó Elsa en un hilillo de voz con la mirada arrepentida

- ¡Es mi padre! - le recriminó Mérida

- Estaban en peligro - respondió tratando de mantener la calma en su temblorosa voz - él aún está aturdido... - argumentó

- ¡Eso ya lo sé! - exclamó exasperada, meneando los brazos y paseándose de un extremo a otro sin despegar los ojos de su padre y el hielo sobre él - es solo que... yo... es que... solo déjenos en paz - pidió aturdida por el peso de los hechos

- Mer... Yo en serio... - comenzó Elsa en un tono casi inexistente para ser detenida por la expresión de Mérida

- Oh, por favor, Elsa, solo sal de aquí - le pidió nuevamente con brusquedad

Lo primero que hizo Jack fue abrir un portal con rumbo a Arendelle sin escuchar a nadie más, sin importar la cantidad de esferas que le habían dado ni las personas dormidas en tierras lejanas, solo lo cruzó en el instante en que apareció, ignorando las voces apagadas de los otros guardianes; ahora se encontraba haciendo lo mismo hacia Dunbroch, dejando atrás las palabras incompletas de Kristoff y preguntándose así mismo si realmente era tan impulsivo como decían, aún así no se detuvo, la necesidad de hacer algo era mayor y más rápida que el pensamiento lógico, también la culpa, porque aunque consideraba todo lo dicho por Norte una exageración desproporcionada y quizás sin algún fundamento, también conocía el temperamento de Emily Jane, también la había visto sobre actuar en muchas otras situaciones menores, lo que había dicho Aster tiempo atrás tomaba sentido y forma, madre naturaleza era bastante impredecible.

Dunbroch no era un sitio que el guardian solía visitar con regularidad, se limitaba a llevar el invierno y en hacer algunas travesuras de vez en cuando, aún así sus estadías se limitaban a un par de horas, habían muchas cosas que desconocía del reino, y por lo general no compartía mucho con Mérida, aún cuando está pasaba en Arendelle la mayoría de su tiempo.

El pueblo permanecía envuelto en un silencio atronador, sus calles estaban vacías aun cuando el sol había salido horas atrás, en el puerto se vislumbraba un tumulto de gente, pero eran tan pocos que apenas eran una mancha a la distancia, de todas formas el guardian ignoró al grupo y pasó de largo hasta el castillo, ahondando en este sin demora y recorriendo los silenciosos pasillos.

- ¿Jack? - escuchó que lo llamaban pasado un rato del paseo por los muros del castillo, el aludido volteo topandose con la expresión de alivio de Anna - ¿Qué haces aquí? - agregó acercándose a este, con una sonrisa tan amplia como amable - ¿Dónde están Santa y los demás guardianes? ¿Encontraron a Sandman? - dijo, llenandolo de preguntas como solía hacer

- Si, todo está bien, ellos están en el polo, yo solo me adelanté - respondió con soltura, sonriéndole con alivio

- ¿Es en serio? - inquirió presa de una incredulidad positiva - ¿Dónde estaba?

- Entre tantas vueltas que nos dimos no nos topamos - resumió pasado una pausa, encogiéndose de hombros con despreocupación - estaba en el polo esperandonos... - completó soltando un suspiro agotado - No sabes cuánto me alegra verte, estaba volviendome loco con todos ellos, me agrada su compañía, pero son un desastre - comentó desahogandose

- ¿Ellos son un desastre? - inquirió elevando una ceja curiosa, luego su expresión traviesa se desvaneció dejando solo su sonrisa amable - aquí también es un desastre - suspiró igual de agotada

- ¿Sucedió algo? - inquirió Jack con tono consolador

- Muchas cosas - suspiró abrazándose así misma, como si la temperatura de repente descendiera drásticamente - pero estamos bien, está todo bien - dijo luego no muy convencida, Jack solo la miró instandola hablar

- ¿Qué están todos bien? ¿Quieres explicarte?

- Despertamos al rey - dijo secamente como si solo eso bastara para explicar

- Pero eso es genial - celebró Jack - ¿Verdad? - Pero Anna solo borro la expresión amable de un principio siendo reemplazada por una mueca inquieta - ¿Cómo lo hicieron?

- Las pesadillas comenzaron a caer por sus ojos - dijo con un gesto exagerado - Hiccup fue por nosotras

- ¿Pesadillas? ¿Estás segura? - preguntó aun sin poder creer en todo

- Brillaron cuando las toqué - respondió con seguridad - después el rey despertó demasiado alterado como para preguntarle algo, a duras penas pude sacar a Elsa de ahí - comentó en su habitual vómito verbal

- ¿Elsa? ¿Ella está bien? - preguntó con inquietud, Anna rodó los ojos algo tentada, para luego desistir y finalmente explicar a lo que se refería

- Hablo de mi hija, estábamos juntas cuando despertamos al rey - despejó, pero solo provocó ahondar más el desconcierto del otro

- ¿Tu hija? ¿Por qué la trajiste contigo? No es seguro - le reprochó

- ¿Nadie entiende que no me quiero separar de ella? - preguntó molesta desviando la verdadera pregunta, Jack chasqueó la lengua para luego negar con la cabeza - ella está bien, Jack, la acabo de ir a ver - agregó para calmarlo

- ¿Y dónde está Elsa? - preguntó preocupado, pero Anna solo lo miro con picardía, está vez no dispuesta a dejar la oportunidad pasar

- ¿Cuál Elsa? ¿Mi hermana o mi hija? - preguntó haciéndose la desentendida, Jack pegó un respingón desprevenido, desvío la mirada y tragó grueso

- ... Tu hija - carraspeó tratando de disimular el tono, pero ansioso por la verdadera respuesta que buscaba

- ¡Jack Frost! - exclamó Anna dramáticamente molesta - no te atrevas a usar a mi hija para tu vil mentira - le apuntó - sé muy bien que a quien buscas es a mi hermana

- ¿Lo sabes? - preguntó avergonzado, con la mirada muy abierta

- Claro que lo sé, eres muy obvio y al fin y al cabo es mi hermana de quien hablamos, me lo dice todo - presumió con exageración

- ¿Y qué fue lo que te dijo? - trató de indagar, pero Anna negó con una sonrisa muy amplia plasmada en el rostro

- No te lo diré, no me corresponde -risa negó nuevamente con el gesto de burla marcado - Pero eres un desastre - comentó con el tono acentuado

- Oh, vamos - se quejó Jack rascándose la nuca con exageración - ¿Tan mal fue? - inquirió desesperanzado

- No lo sé - respondió con neutralidad - ¿Por qué no le preguntas? Ahí viene - apuntó en conjunto que soltaba una risilla traviesa, aún así su expresión no era de completa alegría

A la distancia se veía a la reina de las nieves caminar hasta donde el par, su paso a pesar de ser veloz no perdía la elegancia que la caracterizaba, su semblante seguía siendo de una absoluta culpa y preocupación, tal cual Anna recordaba haberla dejado hace un rato atrás fuera de la habitación de los reyes de Dunbroch.

- Jack... ¿Qué haces aquí? ¿Y los demás? - preguntó con apuro paseando su vista por detrás de su hermana y el guardian

- Aún no vienen, me adelanté... - dijo Jack como respuesta automática, incapaz de conectar sus neuronas para algo más

- ¿Encontraron a Sandman? - preguntó Elsa con la misma premura aún incapaz de mirar a ni uno de los dos a los ojos

- Si, si, está con los demás, no tardan en venir - trastabilló disimuladamente, siendo solo perceptible para la cobriza que los miraba como una espectadora más, y aunque deseaba intervenir como siempre, habían otras cosas más que tratar antes que todo

- Oh, por favor - bufó Anna en un susurro fastidiada de lo consciente que era ahora de la lentitud - ¿Cómo está Mérida? - interrumpió

- No ha querido abrir la puerta, no nos dice nada - negó Elsa llevando aliviada su atención a Anna - le dije que puedo solucionarlo, pero ni así responde

- ¿Y puedes hacerlo? - pregunto la cobriza - ¿Puedes solucionarlo?

- Por supuesto que puedo hacerlo - respondió ofendida - no lo habría hecho si no supiera cómo deshacerlo

- ¿Y por qué lo hiciste en primer lugar? - preguntó ignorando la respuesta anterior de Elsa, la platinada solo guardó silencio apretando sus labios en una fina línea - no era necesario congelarlo, Elsa - remató con tono acusador

- ¿Congelaste al rey? - interrogó el guardián con leve sorpresa

- No lo congelé - se defendió ofendida - solo lo detuve cubriéndolo con algo de hielo - corrigió

- cubrirlo con algo de hielo... - repitió Anna con algo de burla en voz baja, negando con un gesto junto a una sonrisa irónica en el rostro - Era una estatua si mal no recuerdo - contrarrestó cruzándose de brazos

- ¿Entonces si lo congelaste? - intentó nuevamente Jack, Elsa desvío la mirada

- Están exagerando, me aseguré de no cubrirlo por completo... - continuó excusándose sin levantar la mirada, como si ni ella misma se reconfortara con sus propias palabras - solo trataba de detenerlo, Anna, estabas en peligro, Elsa estaba ahí contigo y todo fue muy rápido ¿Qué más podría hacer?

- ¿Entonces es mi culpa o debo estar agradecida por ello? Estoy confundida - respondió con sarcasmo aún molesta con la mayor, Elsa la miró sin decir palabras, luego solo exclamó

- ¡No se puede hablar contigo! - dijo por último antes de girar sobre sus talones y volver por donde mismo había aparecido - volveré con Hiccup, algo se nos ocurrirá - anuncio molesta

- Voy contigo, podría ser de ayuda - ofreció Jack poniéndose en marcha, pero Elsa tenía otros planes

- No es necesario - declinó sin dejar de andar - está todo bajo control

- Claro - susurró Anna rodando los ojos

- ¿Qué le sucede? - apuntó el guardián - ¿Es por qué estoy aquí? - tanteó, Anna meneó la cabeza negando

- No todo es sobre ti, Jack - rió fingiendo quitarle importancia

- ¿Entonces están peleadas? - adivino Jack desviando la mirada, Anna solo suspiró con fuerza

- Si, algo así - aceptó asintiendo sin despegar la vista de su hermana hasta que está dobló por uno de los pasillos, luego suspiró una vez más - tuvimos una charla bastante activa anoche... Ya sabes cómo son

- ¿Y por qué fue? O sea, si se puede saber - indagó con curiosidad

- Oh, eso sí fue por tu culpa - se carcajeó Anna mientras el otro se sonrojaba - pero está molesta conmigo, tu aún tienes oportunidad - lo molestó sin dejar de reír, Jack solo carraspeó

- ¿Y entonces... Qué fue lo que sucedió ahora? - preguntó desviando la mirada y la charla - ¿Realmente congelo al rey?

Anna dejó de reír lentamente, luego frunció el ceño lo suficiente como para hacer dudar a Jack de querer una respuesta, soltó un gesto entre la intriga y molestia, ni ella misma entendía cual de ambos sentía, lo único tangible era el vacío infernal que se calaba en su vientre como si nada existiese ahí, el cual volvía con fuerza cada ver que recordaba lo que había quedado tras la gruesa puerta de madera.

¿Cómo lo podía explicar si ni ella misma lo entendía?

Solo existía ese vago pensamiento que la había invadido últimamente, la sensación de que aunque los años no hubiesen pasado por su hermana, está no era la misma que hace años atrás.

- Liberamos al rey - repitió sin la misma alegría con la que lo había dicho antes - y Elsa volvió a apresarlo

Desde aquella mañana su vida ya no era la misma, en un instante, al igual que la última vez, su mundo había sufrido un remezón como si fuesen terremotos, réplica tras réplica, resquebrajando lo que había formado después del primer brusco cambio de hace años atrás, ahora, Hiccup, se encontraba nuevamente recogiendo los pedazos de lo que alguna vez pareció tener sentido y ya no lo tenía más, a espera de un nuevo tsunami de emociones, dispuesto a juntarlos otra vez, aunque ya estaba cansado de buscar alguna forma a toda la situación.

Ya no tenía cabeza para seguir pensándolo.

- Bueno, podríamos tomar el concejo de Bocón y casarnos ya. Eso solucionará todo - acotó con fingida despreocupación - pero Astrid, si tienes dudas sobre tu servido, me parece que patán está disponible

Pero los recuerdos iban y venían sin importar lo agotado que estaba.

- Él solo tiene ojos para tu mamá

- ¡Oh! - exclamó dramáticamente mirando a su alrededor - ese fue un golpe bajo - le acusó falsamente ofendido

- Tu empezaste - se defendió - creo que sí va a haber una boda después de todo - canturreo con tono agudo mientras observaba sus uñas con fingido desdén, Hiccup se abalanzó hacia ella abrazándola entre carcajadas

Los momentos, las risas, las peleas, los recuerdos.

- Oh, ¿Cómo te atreves? Eso sí fue un golpe bajo - le recriminó mientras se hacían cosquillas - no, no, de esta no te escapas - trató de detener el escape inminente de la rubia, pero Astrid siempre había sido mejor que Hiccup en combate y en pocos movimientos lo había reducido tomando su hermano en un ángulo doloroso - ¡Ok, ok, tu ganas! - exclamó tratando de liberarse - tu siempre ganas

No le molestaba que lo hiciera

Astrid siempre ganaba

Ganaba en muchas formas y jamás se había sentido como un perdedor por eso, hasta ahora, aunque Astrid tampoco había ganado está vez.

El eco de los pasos armoniosos de Elsa por el corredor sacaron a Hiccup de la burbuja en la que estaba, lucía molesta, con una expresión más severa que con la que se había ido.

- ¿Ha dicho algo? - preguntó mientras intentaba abrir la puerta con suavidad, Hiccup negó poniéndose en pie - al menos ya no se escuchan gritos - suspiró Elsa cruzando sus brazos sobre su pecho

- Tranquila, en cualquier momento vuelve a abrir - trató de calmarla

- Yo lo sé, es solo que... - murmuró como respuesta dudando de como terminar

- La culpa no te deja - le ayudo Hiccup, Elsa levantó su mirada sosteniéndosela levemente, luego la desvío asintiendo - está bien, ella entenderá porqué lo hiciste, solo querías detenerlo

- Si, exactamente - aceptó Elsa rápidamente, aliviada por encontrar a alguien que la entendiera

- Aunque sobre reaccionaste - agregó encogiéndose de hombros - no era necesario congelarlo

- Oh, por favor, Hiccup, sabes que no lo congelé, solo lo detuve cubriéndolo con mis poderes - se defendió eliminando toda la esperanza previa

- Congelar, cubrir - comentó equiparándolos con un gesto de manos - no hay mucha diferencia

- Si la hay, créeme que la hay - murmuró volviendo a golpear la puerta - ¡Mérida, ábrenos! - exclamó nuevamente, Hiccup negó con un gesto de cabeza y volvió a apoyarse en la pared

Tenía otras cosas en su cabeza.

Los recuerdos y las risas volvían a arremolinarse en su mente, amortiguando el tono agudo de la reina de las nieves que comenzaba una vez más a tratar de llamar la atención Mérida, Hiccup ya había desistido de ser escuchado, de todas formas se había quedado sin palabras y de todas las personas en el mundo seguramente él era el último del cual la princesa de Dunbroch quería escuchar.

Además apenas recordaba como respirar

Hiccup tenía otras cosas que afrontar, nada era como él había idealizado, al parecer nada era como él había imaginado, conocía muy poco de todo y su inseguridad había retrasado todo el reencuentro, quizás si la duda no le hubiese asaltado en un pasado hubiese cruzado algún portal y la hubiese buscado hasta encontrarla, antes de que todo fluyera y se desgastara, antes de que otras cosas tomarán forma, aunque no las tenían.

Ni siquiera sabía en quién pensar

Aunque ahora era Astrid quien predominaba en sus pensamientos, repitiendo una y otra vez los recuerdos que pensó había olvidado tiempo atrás, los gestos, las sonrisas, el brillo y deseo ¿Cuándo fue que dejó de pensar en todo aquello? En sus ojos vibrantes, las risas traviesas, los atardeceres trenzando sus cabellos, Astrid había sido todo su mundo, ¿En qué momento dejó de ser así? Los recuerdos ya no eran tan recurrentes, las búsquedas eran inexistentes, y las risas e historias desaparecían como lo había hecho ella en la vida real.

Aunque nunca fue así

Pero Hiccup no tenía mucho tiempo para pensar, Elsa, quién seguía a su lado, llamó su atención pasando su mano extendida delante de los ojos del vikingo con el ceño fruncido y los labios apretados en una mueca.

- ¿Escuchaste algo de lo que dije? - le reprochó

- ¿Me hablabas a mi? - inquirió elevando una ceja

- Ya no sé que más decir para que nos abra - se quejó agobiada - está furiosa conmigo y en verdad me siento en total desventaja, no la conozco tanto como tu en este momento...

- ¿Qué quieres decir?

- Todo ha cambiado tanto aquí, siento que todo avanzó muy rápido y no puedo seguirles el paso, primero Jack, luego Anna y ahora Mérida ¡Todos ustedes son muy diferentes a lo que recuerdo! - explotó en un susurro afligido, el momento duro un instante, luego Elsa volvió a componer su expresión distante buscando esconder lo que realmente sentía

- Tu tampoco eres la misma - respondió llamando la completa atención de Elsa - no recuerdo que tuvieras la costumbre de congelar a los demás

- Ya hablamos de esto, Hiccup, no lo congelé, solo lo cubrí

- Casi por completo...

- Si realmente hubiese querido congelar al rey lo hubiese hecho, conozco la diferencia, ya lo había hecho antes - aseguro defendiéndose

- Entonces si eres la misma

- Quizás ustedes también lo sean - murmuró como respuesta disponiéndose a terminar la charla y golpear la puerta una vez más, pero está fue abierta antes que la rubia comenzara

Mérida observaba a la platinada con expresión neutra, sus ojos lejos de mostrar ira o pena solo brillaban ausentes, sin despegarse de la mirada angustiada y culpable de Elsa.

- ¿Podrías descongelar a papá? - preguntó más como una orden que como petición, Elsa asintió

- Por supuesto - murmuró como respuesta antes de entrar

Elsa ingresó a la habitación de los reyes en silencio, en su interior Elinor permanecía a un costado de lo que era Fergus, quien solo temblaba ante el contacto helado de su alrededor, tras ella Hiccup guardaba distancia, esperando conectar su mirada con la de Mérida antes de entrar a la habitación, pero la colorina ignoraba la presencia del otro como si este no existiera.

La reina de las nieves levantó sus manos frente a ella concentrando su magia en la punta de sus dedos, al sentir el leve cosquilleo en su estómago fue que sus yemas se iluminaron haciendo retroceder el hielo que cubría al rey, un suspiro castañante se escaparon de los labios resecos de este junto a una nube vaporosa de aliento, luego su robusto cuerpo cayó secamente sobre sus rodillas quedando momentáneamente hincado.

- ¡Fergus! - exclamó Elinor acercándose a él - Fergus ¿Estás bien?

El hombre asintió aún en silencio, soltó un sonoro gruñido antes de ponerse en pie con ayuda de su propio cuerpo.

- ¿Papá? - lo llamó Mérida con un leve temor - ¡Papá! - repitió con más brusquedad esperando alguna respuesta del hombre que la crio y formó

- No grites, Mérida - le pidió este con voz ronca

- ¡Papá! - exclamó nuevamente en un susurro corriendo hacia él y abrazándolo, soltando por fin las lagrimas que había contenido en su interior

No importaba realmente cuantos días habían sido, si es que estos habían llegado a ser semanas o meses, la realidad era que se sentían como años, largos años sin escuchar la voz que le daba tanta seguridad, sin los consuelos o mimos, sin las palabras sabias que parecían solucionar los problemas, aunque a veces en realidad los creaba, en ese momento nada importaba, por fin había vuelto su padre y ahora se podía permitir un quiebre, un pequeño quiebre antes de continuar. 

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hola a todo <3

Sé que este capitulo es mega hiper corto, pero la verdad es que había escrito su mayoría después de publicar el anterior y recién ahora he tenido tiempo de agregar unos cientos de caracteres más, bastante insulto, me disculpo.

No tengo mayor excusa para mi retraso, he estado con mi vida de adulto responsable; trabajo, hijos, ahora el preuniversitario para continuar estudiando lo que hago, uff, por eso no he estado muy atenta ni llena de ideas como siempre, pero les puedo adelantar que ya se viene algo bonito en la narrativa, tengo la idea ya casi completa, solo me falta llegar a ella desde donde estamos jajaja

espero disfruten este pequeño capitulo, no dice mucho pero dice algo :3





Chapter 33: Capítulo XXXII - Noticias de guerra

Chapter Text

Capítulo XXXII 
Noticias de guerra

- ¿Recuerdas qué fue lo que pasó? ¿Cómo fue que caíste dormido? - insistió Mérida una vez el caos había transcurrido, sentados en lo que parecía ser los restos de una cama bastante desarmada y maltrecha por el temperamento ofuscado del rey momentos atrás

La claridad del día había transcurrido entre los muros del castillo sin dejar ver el brillo del sol, el ajetreo que habían vivido los había recluido entre las paredes del castillo sin posibilidad de sentirlo y el anochecer en cambio se cernía sobre el reino con confianza, abriéndose paso como de costumbre. La tarde se les había escapado sin aviso. 

- No - respondió Fergus secamente mientras tocaba su barba con el ceño fruncido - era un día normal de lo que recuerdo, habíamos ido a practicar tiro al arco con tus hermanos y... ¡Hamish, Harris y Hubert! - exclamó tomando conciencia de sus responsabilidades en ese momento - ¿Dónde están ellos? ¿Cómo están? - comenzó a preguntar poniéndose en pie, Mérida lo detuvo de un jalón suave en su ropa que continuaba húmeda por el hielo

- Tranquilo, ellos están bien, Sandman y los guardianes los están viendo en este momento - lo calmó mientras Fergus volvía a sentarse a su lado - Mamá esta con ellos - le aseguró

Despertar al rey de Dunbroch había sido una hazaña por si sola, luego de eso, entre el desorden y la calma, fue que el grupo, en un tácito silencio, habían acordado en desistir traer de vuelta a los demás que aun permanecían sucumbidos por la "maldición" del sueño, a espera de Sandman y los demás guardianes que debían estar pronto por llegar, la magia de Anna no era la suficiente para despejar las pesadillas por completo, por lo que despertar a los príncipes o los demás aldeanos significaba más una amenaza tanto como para ellos, como para los demás, y no hizo falta esperar demasiado para poder despertarlos, al poco rato de que el rey Fergus fuera descongelado por la reina de las nieves fue que llegaron los guardianes faltantes, con la presencia del único ser capaz de darle frente a la oscuridad.

- ¿Cómo están ellos? - quiso saber el mayor

- No mejor que tu, aun duermen - murmuro como respuesta - pero lo estarán cuando despierten, son niños fuertes - trató de reconfortarlo

- No, no lo estarán - respondió a secas - ya nadie lo estará - agregó con la mirada oscurecida y tono lúgubre - estas cosas no pararan hasta tenernos a todos bajo su poder

- ¿Qué quieres decir con eso? - inquirió la colorina prestándole toda su atención 

- ¡Es como una epidemia, nos atrapara a todos con sus seres oscuros hasta que no quede nadie en pie! - exclamó con la mirada perdida - yo... vi cosas... - murmuró, aun presente en las pesadillas que lo invadieron - lo vi a él

- ¿A él? - repitió no convencida, el mayor asintió con un gesto de cabeza y la mirada muy seria

- El señor de la oscuridad... - respondió - muchas cosas van a pasar, Mérida - advirtió

- Solo son pesadillas, papá, nada es real 

- No solo eran pesadillas, hija, esto es bastante real, lo fue para mi, lo será para todos - afirmó - ¡Tenemos  que estar preparados para esto! - exclamaba aleteando sus manos

- ¿Y prepararnos para qué, papá? - elevó su voz sarcástica

Para la guerra ¿Para qué más? - respondió como si fuera lo más obvio del mundo

- ¿Para la guerra? - repitió con escepticismo - ¡Pero si la mitad de nuestros hombres están recién despertando de su pesadilla y la otra parte está demasiado agotada por los trabajos de estos días! - exclamó

- Te aseguro, Mérida, que todos estarán de acuerdo - le aseguró poniéndose en pie

- ¿Y contra quién vas a pelear? - preguntó aún envuelta en la incredulidad, soltando una risa sarcástica en el proceso

- Contra los responsables de esto - afirmó con seguridad encaminándose hasta la puerta

- ¿Responsables? ¿Cuántas personas crees que están involucradas? - inquirió

- Te aseguro que más de una - respondió echándole un vistazo rápido

- ¡Ni siquiera sabes quién es este tal "señor de la oscuridad" y esperas liderar una guerra contra otras personas! - le recriminó - ¡Suenas igual a los idiotas de los Lords!

- ¡Ya basta! - la paró Fergus - ¡Yo soy el rey, es mi decisión! - gritó por último con voz ronca, Mérida guardó silencio para solo observarlo con los ojos abiertos de par en par

- Papá... - lo llamo con la voz estrangulada cuando el mayor ya tenía su mano sobre el picaporte

- ¿Qué quieres, Mérida? - preguntó girándose a verla, deteniendo su inminente salida

- No nos podemos permitir otra guerra más... - murmuró sin dejar de ver sus ojos con intensidad

- ¿Otra guerra más? - inquirió con extrañeza, la colorina asintió con la cabeza - ¿Ya estamos en guerra acaso? - agregó con recelo

- Lo estamos - susurró como respuesta mientras sacaba un papel mal doblado de entre sus faldas, extendiéndolo para su padre - desde hoy lo estamos

Después de descongelar al rey Fergus, Elsa se mantuvo al margen de los hechos, habían dejado a Mérida a solas junto a su padre mientras los demás se dividían entre acompañar a la reina Elinor con los príncipes y en despertar al pueblo restante con cautela, al tanto del percance que habían tenido con el rey de Dunbroch y tratando de evitar algo similar con los demás, aunque con Sandman las posibilidades que esto ocurriera eran escasas, aun así la culpa no menguaba en el interior de la reina de las nieves, quien permanecía presa de sus anteriores actos, un impulso que no supo manejar. 

- ¿Piensas pasear sola por los pasillos toda la noche? - preguntó Anna, quien salia de la habitacion de los principes con una tenue sonrisa en el rostro 

- ¿Cómo están ellos? - preguntó la platinada sin prestarle atención a la pregunta anterior

- Todo estupendo - respondió aun con su sonrisa amable en el rostro - estan despiertos, algo asustados, pero mantienen su calor corporal - insinuó con sana malicia, Elsa solo rodó los ojos

- ¿Seguiras con eso? - murmuró apenada, Anna asintió con un gesto de cabeza - ya es suficiente con la molestia de Mérida

- ¿Y qué esperabas? es su padre - respondió frunciendo levemente el entrecejo, avanzando por el pasillo sin decir nada mas

- Hey ¿Donde vas? - se apresuró a preguntar siguiendole el paso - no me dejes hablando sola

- No lo hacia, pensé que ya habías terminado - respondió sin detener el paso - voy a ver a Elsa, sigue junto a Runa y Chimuelo, ya es tarde

- Aun sigues molesta ¿Verdad? - inquirió una vez que le alcanzó el paso

- No tengo motivos para estarlo, no fui yo la congelada en esta ocasión 

- Anna - la llamó deteniendo su paso

- Elsa - respondió volteando a verla 

- ¿Aun estas molesta por nuestra charla de anoche? - se atrevió a preguntar directamente, su tono agudo de un comienzo se fue debilitando hasta solo ser un pequeño silbido, avergonzada por todo lo que estaba sucediendo, en especial por tocar el tema en ese momento

- ¿Por lo de anoche? - preguntó haciéndose la desentendida - ¿A qué te refieres, Elsa? - continuó con fingida ignorancia

- Vamos Anna, lo sabes - insistió sin querer referirse directamente al hecho

- Oh, la verdad es que no lo sé - respondió con falso desconocimiento - ¿De qué hablamos anoche? - inquirió ahora con su voz impregnada en una leve burla, Elsa soltó un sonoro bufido buscando las palabras para hacerse entender sin ser tan evidente, miró hacia ambos lados asegurándose que nadie pudiera escuchar por los corredores

- Ya sabes, sobre Jack... - respondió rendida desviando la mirada

- ¡Oh, te refieres a eso! - exclamó con exageración - no lo imaginé

- Anna - murmuró afligida - no finjas pérdida de memoria 

- Está bien Elsa, ayer entendí todo. Si no quieres hablar sobre ello no lo hagas y ya - respondió encogiéndose de hombros despreocupada 

- No deseo estar distancia contigo por esto - murmuró 

- Tranquila, no lo estamos - respondió con seguridad, sin rastro del tono sarcastico que habia empleado durante ese momento, Elsa tan solo sonrió con timidez - tu eres así, siempre lo has sido y no creo que vayas a cambiar - agregó con desdén antes de voltear y continuar con su camino, borrando inmediatamente la sonrisa que su hermana habia compuesto

- Anna, espera - la detuvo - ¿Ves que estas molesta? habla conmigo, hermana 

- ¿Y qué es lo que quieres hablar? - preguntó ahora dejando los juegos de lado - si mal no recuerdo ayer dejaste en claro que no me entrometiera en tus asuntos - le apuntó - eso es lo tuyo 

- ¿Lo mio? - repitió 

- Si, lo tuyo, ocultar cosas. Te encanta ocultar las cosas, hermana - le reprochó - lo mismo hiciste con tus poderes, tambien con los espiritus del bosque encantado, lo hiciste con Pitch Black y ahora lo haces con Jack. Y no me hagas hablar de tu cumpleaños o el castillo del norte, porque esas cosas no las puedo olvidar - culminó con tono irritado

- ¿Y esto no te dice nada? Anna, no es que me guste esconderte lo que sucede, es solo que...

- ¿Solo qué? - insistió sin paciencia

- Es solo que tú eres muy intensa con todo - se defendió entre susurros

- ¿Intensa? - negó con un gesto apretando sus labios, aguantando soltar lo que realmente quería decir en ese momento - por favor, hermana, dices eso de cualquiera que no actúe igual a ti - le apuntó con sus manos extendida, mientras Elsa se cruzó de brazos mordiendo su mejilla interna y haciendo una mueca con el rostro

- Anna, eso no es cierto. No quiero ofenderte y no estoy mintiendo, solo es que a veces no sé cómo sobrellevar tus reacciones, me espanto, no es que quiera ocultar todo, es solo que a veces no sé que hacer y prefiero no agobiarte con lo mío - confesó, la cobriza guardó un inusual silencio, inclinó levemente su cabeza analizando a su hermana y luego suspiró

Anna había estado tanto tiempo sin Elsa que casi había olvidado lo distante que solía ser, lo equivocada que a veces estaba, lo recelosa que era. Había tratado de recordarla siempre en sus mejores momentos, y verla ahora nuevamente desempeñar su papel de hermana mayor imperfecta le traía una alegría nostálgica mayor que el enojo que le podía causar. De todas formas su hermana por fin se abría con ella, ¿Cómo podía espantarla así sin más?

- Hermana, es porque te amo, solo deseo lo mejor para ti - le sonrió nuevamente desechando el enojo, tomando sus manos y rompiendo la postura tensa de la platinada

- Insistes mucho con eso - musitó avergonzada

- Es porque estás en negación - sonrió - y mereces ser feliz

- Ya lo soy

- Oh, vamos, sabes a lo que me refiero - se quejó - te gusta, aunque no quieras aceptarlo, y tú le gustas a él, hace mucho, es frustrante ver todo desde fuera

Elsa desvío la mirada avergonzada, deseaba soltar las manos de su hermana y cubrir su rostro al descubierto, pensando que tan solo esa acción la escondería ante los demás, pero, contrario a sus anhelos, Anna la miraba intensamente con una enorme sonrisa en el rostro, como si ya no estuviese molesta con ella, y Elsa no quería distanciarla una vez más, aunque tampoco le agradaba la idea de responder, le asustaba darle un nombre a lo que sentía.

- Anna... - comenzó a divagar paseando la mirada

- Solo dilo una vez, responde con la verdad, no mientas, no te mientas - le interrumpió en un ruego hiperactivo, luego guardó silencio buscando calmar sus propias ansias antes de continuar - ¿Te gusta Jack? - preguntó con suavidad - prometo no estallar en un escandalo - agregó

- Anna, es que yo no lo sé... - murmuró

- Oh, no me vengas con eso ¿No lo sabes o no quieres saberlo? - inquirió - porque eso no suena a un no - le sonrió burlona

Elsa guardó silencio un momento, ensimismada y avergonzada, le molestaba la sensación de ser leída con tanta facilidad, la mirada intensa de su hermana le carcomía por dentro y lejos de darle seguridad solo le causaba escalofríos ante la imagen de ella saltando y gritando por el lugar, o volviendo a insistir al igual que la noche anterior.

Pero a pesar de todo lo que significaba ser hermana de Anna y su drama, o las posibles excusas que ella misma se podía poner, la pregunta resonó de todas formas en el interior de Elsa, evidenciando lo que sentía realmente.

¿Le gustaba Jack?

Si lo hacia

Le gustaba Jack

Y seguir negandolo solo le había traído discusiones con quienes quería, en especial con su hermana, quien alegaba querer lo mejor para ella, pero ¿Que era lo mejor para ella después de todo lo que había causado? Elsa no confiaba en sus decisiones, era indecisa y esquiva, y eso posiblemente había alejado a Jack en el proceso.

El miedo había vuelto

- La última vez que le abrí mi corazón a alguien más las cosas no resultaron del todo bien - murmuró aún renuente a responder

- ¿La última vez? - preguntó confundida, Elsa solo la observo esperando que con tan solo su mirada Anna entendiera sin necesidad de mediar palabras - ¿Te refieres a... - comenzó sin querer terminar la pregunta, Elsa desvío la mirada asintiendo con la cabeza - oh, por favor - masculló agarrando el puente de su nariz - en serio estoy haciendo un esfuerzo por no gritar en este momento - agregó en un murmullo

- Anna - la reprendió frunciendo el entrecejo

- No me estoy entrometiendo y tampoco montando un espectáculo, solo digo que hay una gran diferencia entre ese sujeto y Jack. Elsa, lo conoces - lo defendió - quien diría que en tu primera vez tendrías un gusto peor que el mío, nunca lo imaginé - agregó con un leve tono burlón, tratando de pasar el trago amargo de la comparación

- ¡Anna! - repitió nuevamente con mayor ímpetu en un reproche

- Está bien, no habrá escándalos, no me entrometeré ni habrán reproches, pero ya dilo - le insistió, irónicamente, sin darle oportunidad para hablar - olvídate de todo lo demás, eso no cuenta, no era amor de verdad

- Pero ¿Y la maldición? - inquirió con culpa

- Olvídate de todo lo demás - insistió

- ¿Y no crees que es muy pronto para saberlo? - continuó dudando, Anna rodó los ojos fastidiada

- Así es como funciona - dijo con simpleza - Elsa, tu centro es el amor ¿Cómo no eres capaz de entender estás cosas? - comentó entre risas nerviosas

Elsa guardó silencio, sentía su corazón acelerado y las puntas de los dedos dormidas, era la primera vez que lo diría en voz alta, un sentimiento que era real, que en algún minuto había reconocido, pero con el pasar de los días y el temor junto a las sombras acechando, lo habían oscurecido hasta transformarlo en duda.

Y la duda aún prevalecía

- No le des tantas vueltas, Elsa, no lo piense, solo sientelo - la alentó una vez más la cobriza - ¿Te gusta Jack?

Y una vez más el silencio se hacía notar, fue por tan solo un momento, un instante quizás, pero para Anna se sintió como si la eternidad hubiese transcurrido por ellos, lista para decir algo más se vió acallada por la respuesta de su hermana, quien había hablado con tanta velocidad que hizo dudar a la menor de lo que había escuchado.

- ¿Qué? - preguntó pidiéndole repetir lo antes dicho

- ¿Es en serio, Anna? - inquirió con recelo

- Si, dilo una vez más, te juro que no te pude escuchar - respondió con rapidez, Elsa volvió a desviar la mirada y con el rostro tan rojo como el fuego repitió una vez más

- Me gusta Jack...

- Oh, santo cielo - murmuró Anna componiendo una enorme sonrisa sincera en su rostro

- No hagas una escena - le pidió en un ruego la platinada antes de que la reina de Arendelle pudiese decir algo más

- No, no, no, claro que no... - negó Anna sin borrar la sonrisa de su rostro, luego carraspeó mientras buscaba las palabras correctas en el tono correcto - solo que ya era hora - suspiró aliviada - eres más difícil de roer que una piedra - bromeó

Elsa abrió la boca para replicar, se sentía descubierta a pesar de que ella misma había admitido sus sentimientos, pero antes de que pudiera decir alguna palabra se vio interrumpida por alguien más.

- ¿Qué tanto hablan por los pasillos? - preguntó Jack apareciendo por la vuelta de uno de los corredores del castillo

Elsa apretó sus labios con fuerza, sentía su rostro caliente y en su estómago un vuelco molesto le recordaba la ansiedad que comenzaba a florecer, sus ojos solo buscaban ayuda en su hermana, incapaz de voltear a ver al recién llegado. Anna, en cambio, casi no aguantaba estallar en risas producto de sus nervios, expectante de lo que fuera a decir cualquiera.

- ¡Jack! - exclamó risueña - llegas justo a tiempo - parafraseo espontáneamente

Y aunque Anna había prometido no entrometerce, también había hecho su mayor esfuerzo momentos atrás con la confesión de Elsa, tratar de no hacer saber cómo no se sentía o lo que esperaba había sido un suplicio, seguramente su hermana lo entendería.

- ¿Justo a tiempo? - murmuró en una pregunta el guardian

- Si, justo a tiempo. Tengo que ir por mi Elsa, ya es muy tarde - se quejó con exagerado sufrimiento - te encargo a tu Elsa, volveré en un momento - sonrió comenzando andar

- Anna - susurró Elsa molesta y nerviosa, pero la cobriza solo rió por lo bajo

- Ya me lo agradeceras - fanfarroneo en voz baja

- N...no, Anna... - tartamudeo siguiéndola con la mirada hasta girar sobre sus talones y quedar unos metros frente al guardian

- ¡No tardaré! - exclamó Anna mientras se alejaba a toda marcha

- Veo que se arreglaron - comentó Jack viendo a la otra alejarse por los pasillos

- Si, eso creo - respondió en un murmullo rehuyendo la mirada - aún así no me escucha

- Así es ella, no es nada personal - la excusó

- Si, eso debe ser... Mejor voy por yo por Elsa, seguramente esperabas hablar con Anna - agregó disponiéndose a seguir el mismo camino que su hermana

- No, la verdad es que te estaba buscando - admitió sin problema

Elsa sentía como con cada segundo que transcurría su rostro enrrojecia más, ahora estaba segura que no quedaba rastro de su clara piel, su corazón era un zumbido en sus orejas y en su garganta se formaba un nudo, Jack estaba ahí y ella no tenía idea de cuánto había escuchado, y menos el porqué estaba ahí buscándola.

Pero algunas dudas no duraron tanto tiempo

- Meme ya despertó a todo el pueblo, ahora debemos ir a otros sitios más, tenemos mucho trabajo como guardianes... - comenzó buscando las palabras exactas para no molestar a la platinada - tenemos que irnos, nos están esperando - completó

- ¿Nos? ¿Yo también? - preguntó con incredulidad

- Si, Elsa, tu también - le sonrió extrañado de la pregunta de la reina de las nieves - eres una de nosostros ¿No? - Elsa asintió

- Si... - musitó junto a un sentimiento extraño, aunque agradable

- Bien, es hora de irnos - le sonrió tomando su mano y guiandola hasta el exterior

Tal cual como Jack habia dicho, los guardianes estaban afuera del castillo a espera de los dos faltantes, junto a ellos estaban los Lords de los otros clanes y la reina Elinor, envueltos en una acalorada charla, quienes exigían respuestas sobre los responsables de tales pesadillas mientras la mayor intentaba mantener la calma entre los jóvenes, lo mas seguro en ese momento para el grupo de guardianes era partir.

Y les esperaba una larga noche

Por lo que una vez vieron a los dos faltantes a la distancia, el grupo se disculpó huyendo hasta el trineo, aprovechando la oportunidad y apurando con su acto el paso de Jack y Elsa.

- Tardaron bastante - se quejó Aster

- ¿Me extrañaste? - se burló Jack

- Necesitaba una excusa para volver al trineo - continuó quejándose en tono molesto

- ¿Desde cuándo te emociona salir en el trineo? - siguió Jack en plan burla

- Tu no estabas ahí escuchando las quejas de los demás - le recriminó - apenas tuviste oportunidad te fuiste a... - se detuvo ante la mirada molesta de Norte, luego giró su cabeza murmurando improperios

- ¿Qué decías Conejo? - continuó Jack sin darse por enterado de las miradas de los otros dos

Conejo se volteo molesto lanzandole una mirada fulminante, abrió la boca para empezar a reclamar, como solía hacerlo cada vez que el otro lo tentaba, pero el movimiento brusco del trineo frenó sus palabras ahogandolas en un grito, mientras Jack solo reía y Elsa lo observaba con otra mirada, demasiado consiente de lo que sentía y lo poco que le molestaba lo escandaloso que era, lo mucho que le agradaba en ese momento ¿Cómo podía ser todo un juego para él? Elsa vivía aterrada, en ese momento en especial habían muchas cosas que la preocupaban; Arendelle, Anna, la pequeña Elsa, claramente el asunto con Jack, y ahora sus nuevas responsabilidades que se hacían presente obligándola a asumirlas de sopetón. Elsa a veces envidiaba la soltura de Jack, y también era una cosa que le gustaba de él.

- ¿Estás bien? - preguntó Jack borrando la sonrisa de su rostro, frunciendo el entrecejo en un leve gesto de preocupación - estás algo colorada - agregó acercándose a ella

Elsa desvío su mirada apenada, sentía los ojos de los demás sobre ella, una sensación con la que había crecido y lidiado, sabía reconocerla, sus ojos celestes se toparon con los enormes de Norte quien había volteado a hechar un vistazo mientras guiaba el trineo por los cielos oscuros, Meme hacia una especie de pregunta con su arena dorada, algo que Elsa no supo descifrar, hada mantenía una expresión neutra, pero su mirada penetraban en el interior de la platinada con ahínco, el único que no le prestaba atención en aquel momento era Aster, demasiado abrumado por su propio estómago como para tomar atención de alguien más. Elsa solo suspiró con nerviosismo.

- Estoy bien, es solo el viento en mis mejillas - respondió elevando la voz volviendo todo a la normalidad, menos la atención de Jack, quien se había acercado lo suficiente - estoy bien Jack, enserio - dijo ahora en un tono más bajo para el otro

- ¿Estás segura? Estás así desde que fui por ti al castillo - comentó sentándose a su lado, Elsa solo trago con dificultad impactada por lo evidente que era

- Ella está bien, Jack, ya te lo dijo - interrumpió hada con tono amable - no la atosigues con tu insistencia - sonrió, Elsa la imitó con alivio agradecida del apoyo

- ¡Todos agarrense! - interrumpió Norte cortando toda posible réplica - vamos a saltar - murmuró fallandole a la frase

- No es así... - murmuró conejo mareado aguantando el vomito y sus palabras

- Sostente con fuerza - le recomendó Toothianna tomando el brazo de Elsa con suavidad y sentándose a su lado - si no estás acostumbrada sentirás el mundo vomtearse - le advirtió divertida

- Yo iba ahí - se quejó Jack

- No ví que estuvieras ayudando - se defendió hada mostrándole la lengua en un gesto infantil

- Gracias, que amable - dijo Elsa entre la discusión de los otros dos algo aliviada de no ser el centro de atención nuevamente

Quizás sus nuevas responsabilidades como guardiana de las infancias no serían tan terribles como pensaba, no por completo.

Chapter 34: Capítulo XXXIII - Luces rojas, luces amarillas

Chapter Text

Capítulo XXXIII
Luces rojas, luces amarillas

- ¿Cuánto llevan ahí dentro? - pregunto Anna por enésima vez ya sin paciencia y sin dejar de moverse de un lado a otro

- ¿Dos horas? - respondió Eugene ya agotado mentalmente a pesar de ser temprano en la mañana

- Apenas llevan un poco más de una - comentó Hamish igual de "entusiasmado" que los demás 

- ¡Ahg! - exclamó Anna exasperada - No creo que pueda aguantar un minuto más - se quejó - ¿De qué estarán hablando?

- ¿Sobre la guerra? - murmuró Hubert - escuché a mamá hablar sobre eso

- ¿Guerra? - inquirió Anna deteniendo su andar y prestándole atención al menor - ¿Dijiste guerra?

- ¿Mami, hay guerra? - preguntó la pequeña Elsa

- No, no solecito, seguramente están hablando sobre algo más - quiso tranquilizarla

- ¡Es un juego! - exclamó Eugene echándole un vistazo a los adolescentes - él solo está hablando de un juego - especificó

- ¿Un juego? - inquirió la pequeña

- Si, si, un juego - afirmó Harris entendiendo las mudas palabras del rey de Corona - ya sabes, con arcos y flechas, así como mi hermana te enseño - agregó - ¿Quieres ver cómo es? - le ofreció estirando su mano, Elsa asintió en silencio - ¿Podemos, su majestad? - pidió ahora el más sensato de los trillizos mirando a la reina Anna, está aceptó inmediatamente agradecida

- ¡Si, claro, es una estupenda idea! - dijo sin demora - suena muy divertido - agregó con tono agudo, esbozando una entusiasta sonrisa - yo me quedaré aquí esperando a la tía Mer

- Bien, vamos Elsa, Hamish y Hubert nos alcanzarán luego

Harris asintió como si fuera un acuerdo mudo, guiando a la pequeña princesa fuera de la habitación, Anna en cambio giró sobre sus talones mirando a los dos trillizos restantes con el ceño levemente fruncido.

- ¿Una guerra? - repitió cuando estuvo segura que su hija estaba lo suficientemente lejos como para no escuchar las dudas que su madre tenía - ¿Quién está en guerra? ¿De qué guerra hablamos?

Hamish y Hubert compartieron una mirada cómplice, aunque ninguno sabía que decir y tan solo habían escuchado alguna que otra cosa de lo que habían hablado su hermana y su madre en un momento en que estaban demasiados aturdidos como para entender, sus crecientes temores se mezclaban con los vestigios de las pesadillas que los habían aquejado durante días y noches enteras, así lo sentían, confundiendo aún más algunas ideas.

Pero aun así la guerra era algo inevitable, así lo habían visto en sus sueños, ahí lo habían sufrido vívidamente aún sin haberla cursado realmente.

Pero...

¿Les correspondía a ellos hablar sobre ello?

Ni Hamish, ni Hubert, ni uno de los dos era el futuro heredero al trono, ni muchos menos ostentaban el título de rey, habían sido criados de cierta forma; tenían sus costumbres, sus reglas, libretos a los que apegarse, seguían siendo los príncipes de Dunbroch.

Así que el silencio volvió a reinar

- ¿Hamish? - insistió Anna, pero el menor guardó silencio - ¿Hubert? - intentó ahora clavando su mirada en el otro, pero este, al igual que su hermano, tan solo permaneció en su mutes - ¿No dirán nada? - preguntó poniendo sus brazos en jarras

- No nos corresponde - contestó Hamish al fin

- ¿Qué no les corresponde? - repitió Anna con retórica - ¿Qué se supone que haga con eso? - dijo ahora molesta

- ¡Ni siquiera debimos mencionarlo! - se defendió Hamish

- Pero lo hicieron, ya lo mencionaron y es bastante tarde como para arrepentirse - se entrometió Eugene con el mismo apremio que Anna - ahora esto, esta posible guerra ficticia, es problema de todos los presentes - les aseguró enfatizando con sus manos

Los dos de los trillizos que estaban ahí guardaron silencio, no sabían que hacer o decir, sabían muy bien el papel y rol que debían tomar, pero también estaban aterrados, repitiendo una y otra vez las pesadillas que los agobiaron los últimos momentos de su sueño eterno, guardar silencio solo era sentenciar a todos a lo desconocido, ellos sabían muy bien lo que podría ocurrir desde ahora en adelante.

O eso creían

Por suerte, o desventura, la reunión que mantenía a los reyes de Dunbroch y Lords de los clanes ocupados tras las dos gruesas placas de madera había llegado a su fin, las puertas se abrieron de par en par dejando ver a quienes estaban en su interior, sus expresiones no revelaban mucho sobre lo tratado, pero dejaban ver lo suficiente para entender la seriedad de lo que está ocurriendo.

- Nos veremos en un par de días - comentó el Lord del clan Macintosh adelantándose frente al grupo - hay cosas que deben ponerse en orden antes de iniciar todo 

- En unos días nos veremos aquí, estaremos listos para zarpar entonces - le aseguró Fergus 

- Papá... - musitó Mérida en un ruego tras estos, pero fue ignorada por el aludido

- ¿Sus hombres estarán listos para entonces? - quiso verificar Lord Dingwall a lo que el rey de Dunbroch asintió con un gesto al igual que los demás

- Más que listos - aseguró confiado 

Y como si ningún otro noble estuviese presente, los líderes de los clanes continuaron intercambiando un par de palabras para luego despedirse y marcharse como si nada hubiese ocurrido, como si toda la rabia con la cual llegaron se hubiese esfumado tras esas puertas, y ahora no hacían más que hablar sobre un viaje y sus hombres, con cada desordenada palabras que soltaban más sentido tomaba para Anna el hecho de la guerra, aunque no les quisiesen contar nada.

Había sido una larga noche llena de emociones y nuevas experiencias para Elsa, había tenido su primera misión oficialmente como guardiana, aunque aún no había hecho ni un juramento ni entendía cómo es que todo funcionaba; también había admitido lo que sentía por cierto guardián a su hermana y a si misma, además de pasar toda la noche junto a este y los demás guardianes, definitivamente estaba mental y emocionalmente agotada, aún así esperaba pacientemente en el salón del mundo en el polo norte, sus ojos no se despegaban del gran globo terráqueo mientras ella se envolvía a si misma con sus delgados brazos, admirando los detalles y la tecnología que desconocía de su alrededor y que en idas anteriores ya habían llamado su atención, hasta detenerse una vez más en la enorme esfera del mundo que se levantaba en medio del salón, abarrotada de brillos y titileos por las luces rojas y amarillas que la inundaba, reflejándose sobre los irises celestes de la platinada.

- ¿Qué tanto miras? - le pregunto Jack intrigado, Elsa estaba tan ensimismada que había obviado su presencia, reaccionando algo desprevenida a la pregunta

- Yo... Tan solo... - titubeó - tan solo estaba admirando el brillo - confesó al fin volviendo su mirada avergonzada al globo terráqueo - son miles - agregó en un susurro

- Son las infancias del mundo, - le recordó con tono amable - los niños que debemos proteger

- Si, recuerdo eso - respondió Elsa disimulando su tono defensivo, sintiéndose juzgada ignorante sin que pasara realmente - ... solo que no sé porqué hay dos colores ahí - comentó - ¿Acaso los dividen por niños malos y buenos? ¿No basta con el carbón? - preguntó genuinamente interesada, Jack solo rió con fuerza

- No los dividimos en niños buenos y malos, de eso se encarga Norte - despejó divertido - las luces amarillas son los niños que debemos cuidar y las rojas la esencia de estos que queda en los adultos - trató de explicar

- ¿Adultos? - inquirió Elsa confundida, volteando hacia Jack dispuesta a darle toda su atención

- ¿No lo sabías...? - preguntó ahora el guardián extrañado - debe ser una de las cosas que descubrimos después de que... Bueno, ya sabes - murmuró desviando la mirada y encogiéndose de hombros con un gesto suave, luego tragó grueso incapaz de volver a mirar hacia donde la platinada

- ¿De qué me congelara? - completó la guardiana - si, bueno, al parecer me perdí muchas cosas estos años - comentó tratando de sonar tranquila, presa de la sensación de aislamiento que le causaba su ignorancia - como esto, así que ahora ven adultos, pensé que eran los guardianes de las infancias - concluyó

- Somos - le corrigió Jack con una sonrisa - ahora ya eres una de nosotros, no intentes zafarte de esto - le advirtió, Elsa rió suavemente

- Bien, tienen razón. - aceptó aún con una tenue sonrisa - Entonces ¿Ahora también debemos procurar la seguridad de los adultos? - formuló buscando entender, Jack en cambio negó antes de responder

- Más bien la esencia de su infancia... Pensé que Norte te había hablado sobre esto - agregó algo descolocado

- No, no lo ha hecho - respondió taciturna, con la protocolaridad que solía manifestar habitualmente

- Oh, bueno, quizás se le olvidó - lo excusó tratando de aliviar la expresión neutra que Elsa usaba cuando algo le dolía - aunque no lo parezca Norte se distrae con bastante facilidad

- Está bien, hay muchas cosas que me he perdido en este tiempo y seguramente aún no me han dicho - lo tranquilizó - no pasa nada - musitó volviendo su mirada hasta el globo terráqueo, Jack siguió su mirada y luego sonrió efusivamente ante la idea que nacía en su cabeza

- Sé de algo que te alegrará - el guardián tomó una de las manos de Elsa rompiendo su postura rígida, luego con un suave tirón la guió por alrededor del planeta tamaño escala hasta llegar al otro lado de este - por ahí - apuntó con su mano libre sin soltarla hacia una pequeña erosión en la zona central de un continente, entre varios océanos que convergían en un punto, la guardiana reconoció inmediatamente la silueta del reino en el mapa, repleto de puntos parpadeante de ambos colores

- Es Arendelle - susurró la reina de las nieves, el guardián asintió

- Si, lo es - le sonrió - y esas luces amarillas en él son los niños de Arendelle y esa roja que se ve ahí seguramente es la esencia de Kristoff - comentaba mientras trataba de apuntar con su dedo índice en el mapa a la distancia - y cuando Anna está en casa te juro que su luz brilla más que cualquier otra - continuó atrapado por el titilar de las luces

- ¿Estás diciendo que una de las luces en esta especie de mundo pertenece a mi hermana? - preguntó impresionada

- Anna mantiene a su niña interior bastante presente todo el tiempo - bromeó Jack, aunque no era mentira, Elsa lo miró sin decir palabras para luego mirar nuevamente hacia las luces sin cambiar de expresión, en cambio Jack paso el peso de su cuerpo hacia su otro pie, nervioso por la mutes de la guardiana, luego solo carraspeó buscando sacar su voz - quizás Norte no te haya dicho mucho, y los demás no nos hemos portado del todo bien contigo, no están acostumbrados a las caras nuevas... Pero quería que supieras que ahora es nuestro deber proteger a los que quieres, no estarás sola en esto - le animó con un gesto de confianza

Elsa sonrió pero no dijo nada, sus miradas se entrelazaron en un silencio cómodo hasta que para la guardiana la realidad comenzó a molestarle, siendo ahora consciente de la intensidad con la que se miraban, la distancia ya no se sentía suficiente y el tiempo había dejado de ser preciso, el nerviosismo comenzó a aflojar en el interior de la platinada impulsándola a ser la primera en romper el contacto visual y físico junto al abrumador silencio.

- ¿Y los demás dónde están? - preguntó buscando llenar el ensordecedor silencio, jugaba con sus dedos aún sintiendo el calor del contacto de Jack

- Oh, claro, los demás... - murmuraba Jack para si mismo - Norte fue por más esferas de un uso y Conejo le está acelerando el paso, seguramente los otros dos deben estar evitando que estallen - resolvió

- ¿Y tú no haces nada? - preguntó buscando conocer la dinámica de su nuevo grupo

- No - se carcajeó levemente - no, yo no sirvo en el fuego cruzado - negó divertido - no se me da bien tratar de detener a ese canguro presumido

- Déjame adivinar, todo es un juego para ti - bromeó Elsa, Jack paro de reír frunciendo el ceño con dramática exageración

- Era de suponer que no reconocerías el potencial de diversión en hacer enojar a Conejo - se quejó falsamente dolido

Habían pasado toda la noche de clan en clan disipando las pesadillas que mantenían a todos bajo la inexplicable maldición, Sandman había podido lidiar con ello con bastante facilidad, contrastando con la incapacidad que había tenido para detectarlo en sus rondas matutinas en un principio, despertando a las víctimas con tanta velocidad que desconcertaba a los que esperaron a que ocurriera por tanto tiempo, aún así no hubo algún aldeano o noble que reaccionara como lo había hecho el rey de Dunbroch cuando habían tratado de despertarlo en primer lugar, o como Elsa cuando había sido atacada por las sombras años atrás, o en realidad como ninguno de los que habían sido atrapados previamente por las pesadillas, aún así había algo que prevalecía en todos y cada uno de los que habían despertado y eso era lo mismo que había abrumado a todos los demás; el miedo.

El miedo había vuelto

- No tardan en venir - agregó Jack para  tranquilidad de Elsa - aún debemos ir a las islas del sur antes de volver a Dunbroch, aún nos queda mucho por hacer...

- Si, lo sé - suspiró Elsa

- ¿Estás bien con eso?

Sin siquiera quererlo, ni pensarlo, inconscientemente Elsa se había encontrado así misma buscando en el gran mapa el reino al sur de Arendelle, presa de sentimientos no tan agradables por el viaje a realizar, dejó de mirar al mundo para concentrarse en Jack, buscando las palabras precisas para hacerse entender.

- Si, todo bien... - afirmó con seguridad para luego vacilar y reconsiderar su palabras - se siente extraño - confesó - lo último que supe de esas tierras era que Hans podría tomar el trono, y no es una persona a la cual deseo ayudar,  o que desearía volver a tratar - suspiró abrumada

Jack guardó silencio atento a las palabras de Elsa, no sabía que decir, era la primera vez que volvían a hablar como solían hacerlo desde su confesión en el Ahtohallan y también la primera vez en que reconocía en ella el sentimiento de rencor, una emoción que la guardiana solía guardar tras su mascara pragmática por lo general; y la reina de las nieves lejos de entender el silencio del otro, se abrumó ante la posibilidad de ser juzgada, no acostumbrada a ser tan abierta respecto a su opiniones con el mundo, temía no ser capaz de darse a entender con tanta simpleza como veía en los demás cuando lo hacían.

- Eso no significa que no desee ayudar - agregó con inquietud - no es culpa de su pueblo las barbaridades pasadas de su Rey, y de todas formas Hans no es el responsable de esta maldición... lo que quiero decir es que... 

- Lo sé - la detuvo Jack con un gesto de manos - son sentimientos encontrados. No tienes que explicármelo, yo sé que no eres una mala persona 

- Gracias - musito algo más aliviada, volviendo su mirada hasta el globo terráqueo y paseándose por los continentes y luces parpadeantes, frunciendo el entrecejo notoriamente - ¿Dónde se esconde? 

- ¿Uhm? ¿Quién se esconde? 

- Pitch Black ¿Quién más? - respondió Elsa sin cambiar de expresión - No me creo que aun esté tan débil como para no hacer nada, yo volví al mismo tiempo que él y mis poderes están intactos. Además todo esto de la maldición del sueño es completamente su estilo, han caído varios reinos sin explicación alguna... - comento con efusividad hasta terminar en un hilo de voz tan apagado y lejano como las respuestas que buscaba - No sé que es lo que piense tu, pero realmente pienso que es él

Jack apretó sus labios en una fina línea sin dejar de mirar sus pies, analizando las palabras de la platinada que estaban colmadas de verdad, y al igual que ella, él también se había encontrado pensando en lo mismo, tampoco creía que alguien más era responsable de el sueño eterno, este llevaba el nombre del señor de las tinieblas por donde se le mirara, aun así prefirió sopesar sus palabras antes de decir nada, tratando de mantener la misma línea que los demás guardianes, buscando las palabras precisas para hacerle saber a la nueva guardiana que había otro ser más peligroso que el infame Coco, que ahora otra amenaza estaba a la vuelta de la esquina, un potencial peligro que superaba con creces las andanzas de Pitch Black, después de todo este mismo ser al parecer había traído de vuelta al aludido, o más bien a la guardiana del bosque encantado y a este con ella. 

- Pienso lo mismo - concordó al fin - hay que detener a Pitch antes de que recupere la totalidad de sus poderes, ya está siendo un dolor de cabeza sin ellos, pero ahora tenemos algo más de qué ocuparnos

- ¿Algo más? ¿Acaso no vamos a detener todo esto? - preguntó confundida

Una vez más Jack guardó un silencio reflexivo, buscando la manera de hacerse entender sin exaltar a la guardiana, pero ¿Cómo explicarlo? Apenas habían mencionado algo sobre el problema y aún así ni siquiera estaba seguro si realmente se había tratado el tema con Elsa, Jack había estado tan emocionado con su regreso que había olvidado que tan poco la otra sabía, ahora temía que su descuido alejara más a la guardiana o la hiciese sentir aún más rezagada de los demás. Aún así a Jack no le apetecía hablar sobre aquello, un sentimiento incómodo y culposo aparecía cada vez que pensaba en aquello, la responsabilidad que sentía ante las acciones de la infame madre naturaleza.

- ¿Has escuchado sobre madre naturaleza? - tanteó Jack con simpleza, Elsa asintió

- Si, Anna me la ha mencionado en nuestras charlas - admitió sin resistencia, luego paseo la mirada mordiendo su mejilla interior antes de hablar - es una cosa más que no me han querido contar

- Lo lamento... - murmuró apenado

- No, está bien. Quizás es porque no es una amenaza realmente... Supongo

Jack negó con un gesto lento, inhaló profundamente tragando con esto sus emociones culposas antes de responder lo que Elsa no deseaba escuchar, maldiciendo la lentitud de los demás en interrumpir como solían hacerlo.

¿Por qué tardaban tanto?

- Ella siempre es una amenaza - admitió en voz baja

Elsa volvió su mirada hasta Jack, sin rehuirla, sin desviarla ni avergonzarse, apagando en un instante el nerviosismo que le causaba su presencia, aunque la charla no fuera agradable, pero ahora la angustia e incertidumbre la habían colmado, se encontró a si misma buscando una pizca de travesura en la mirada del guardián, mas nunca había visto a Jack tan serio y culpable como en ese momento, solo que no quería entender el porqué.

- ¿Es una broma? - preguntó aún sabiendo la respuesta, Jack negó - ¿Por qué no me lo habían dicho? ¿Cómo puedo ser una guardiana si no sé de estas cosas? - le recriminó - ¡Ella amenazó a mi sobrina! - exclamó en voz baja

- Solo la nombró - corrigió sin querer, Elsa detuvo sus palabras para mirarlo sin entender el porqué de su respuesta - Emily Jane es incapaz de dañar a un niño - continuó defendiéndola sin siquiera darse cuenta

Elsa frunció el ceño lo suficiente como para arrugar levemente su entrecejo, incapaz de creer en aquellas palabras.

- ¿Cómo estás tan seguro? - inquirió a la defensiva, genuinamente preocupada por el bienestar de lo que sea que implicará a su hermana y sobrina

- Porque la conozco, ella no es así - la excusó buscando calmar la angustia de Elsa y al mismo tiempo creer él mismo en aquello, pero no surtió efecto, contrario a lo que Jack buscaba, Elsa solamente se abrumó más ahogada por las posibilidades

- ¿Y mi hermana? ¿Qué hay de Anna? - continuó igual de abrumada

Jack desvío la mirada sin saber que responder, tragó grueso y luego paso saliva por sus labios sintiendo la boca seca, como si hubiese tragado un puñado de arena.

- No lo sé - admitió nuevamente, ahora incapaz de defender a la madre naturaleza, Elsa tan solo suspiró con fuerza, buscando bajar algo la angustia que sentía

- Y ahora... Acaso... ¿Anna o Elsa están en peligro? - preguntó sin querer la respuesta, pero necesitandola de todas formas

- No, no es por eso que la buscamos - negó rápidamente

- ¿Entonces porqué lo hacemos?

- Porque ella fue la que trajo de vuelta a Pitch Black

Una vez los Lords se habían marchado y Fergus abandonara el salón, Mérida y Elinor lo siguieron tratando de razonar con este, ya no solo se trataba de una guerra ficticia producto de la ira y la incertidumbre, ya no solo eran declaraciones de guerras ni rumores, ahora todo estaba tomando forma, cada vez era más real y dentro de poco la guerra se erigiría como un camino ineludible.

Mérida había pensado que su padre se detendría, que ella al mostrar la carta que había recibido de las islas del sur este recapacitaría, que su padre entendería lo innecesario que era una guerra hacia seres que desconocía, que entendería el tiempo que perderían en buscar y encontrar a los responsables ¿Pero en qué estaba pensando? Su padre era el ser más tozudo que había conocido, su mayor protector, jamás daba un paso atrás frente al peligro ni las amenazas, menos si se trataba de su princesa, Fergus haría todo por Mérida. Pero está vez no se sintió de la misma manera.

Fergus estaba furioso, su cabeza bombeaba con cada latido de su corazón, al igual que su visión, que parecía palpitar distorsionando las imágenes, un vacío inexplicable se acrecentaba en su estómago y la ira inmensurable comenzaba a presionar para estallar; tenía miedo, muy en su interior estaba aterrado, repitiendo incesantemente las consecuencias de su descuido, rebobinando las pesadillas que lo habían atacado durante su despertar y seguramente mientras dormía.

Pero el viejo rey era muy obstinado, demasiado terco como para confesar lo asustado que se sentía.

Y cuando su hija confesó el primer rumor de guerra se le heló la sangre, su alma cayó hasta el subsuelo y luego volvió de un golpe, así fue como había comenzado en su sueño, una simple discusión y un simple papel, papel que llegó tan pronto como él recordaba; sus pesadillas iban tomando forma: La guerra era definitiva, nada podía detener lo que vendría a continuación, ni siquiera la princesa o la reina de dunbroch.

Fergus estaba convencido en iniciar una batalla, no importa contra quien fuese.

- ¿Qué haces? - preguntó Hiccup al ver Mérida desmantelar parte de lo que quedaba de la alcoba del rey 

- Nada - musitó agitada como respuesta sin dejar de aventar las cosas de un lado a otro 

- Luces molesta... - agregó con soltura

- ¿Que luzco molesta? - repitió con retorica - No tienes idea... - continuó arrojando una figura trizada con fuerza hasta el otro lado de la habitacion, terminando asi de romperla

- Más bien furiosa... - continuo sin tacto, la colorina detuvo lo que estaba haciendo para regalarle una mirada poco amistosa 

- ¿Qué quieres, Hiccup? - preguntó enérgica

- Yo... quería ver como estabas despues de todo esto... - respondió atravezando el portal, pero merida tan solo retrocedio en un gesto

- ¡De maravilla, Hiccup, todo esta de maravilla, yo estoy de maravilla! - confezó sarcastica a viva voz para luego ir bajando el tono y agregar - ¿Qué clase de preguta es esa? - dijo en tono burlon antes de continuar desarmando lo que ya estaba destruido, apretando sus labios en una mueca mientras mordia su mejilla interior

¿Qué sucedió? - continuó el otro, Mérida negó con un gesto de cabeza para luego decir

- Mi padre está convencido que una guerra detendrá todo lo que piensa que pasará

- ¿Una guerra? ¿Contra quién quiere pelear? - inquirió confundido

Mérida detuvo lo que estaba haciendo para pensar en lo que Hiccup había preguntado, la verdad es que ni ella lo sabía, solo tenía claro que su oponente era contra el último que alguna vez planeo pelear, solo era ira acumulada del viejo rey, pero ¿Qué podía hacer ella con eso? Ni siquiera podía hacerse escuchar entre sus padres, lo única que había logrado era escabullirse para desquitarse con algo más y aún así no lo había hecho del todo bien, al final el castaño la había encontrado.

- Contra Hans - respondió - fue el primero que se le cruzó en su camino

- ¿Tu ex prometido? ¿Qué fue lo que hizo?

- Nada, el no hizo nada - respondió cortante - solo reaccionó a la decisión que yo tomé - despejó extendiendole la carta que antes le había mostrado a su padre

Hiccup tomó la hoja gruesa de papel entre sus manos leyendola rápidamente a pesar de que siempre le había costado entender la letra cursiva, aún así ni los adornos sobre las mayúsculas o las vueltas en las últimas palabras lo distrajeron del contenido de la carta, un nudo de culpa desconocida se atoró en su garganta, Hiccup levantó la mirada topandose con los verdes ojos de Mérida.

- ¿Te declaró la guerra? - quiso verificar estupefacto, Mérida desvío la mirada

- Solo está haciendo valer sus derechos respecto al trato - respondió

- Te declaró la guerra, no lo defiendas - rectifico apuntando hacia la carta

- ¿Si? Será porque me lo busqué - contrarrestó pasando sus manos por sus cabellos, despejando su rostro - Sea como sea es algo que pasará

- ¿No hay otra manera de solucionarlo?

- Mi padre no ve otra - murmuró

- Pero era tu ex prometido, no de él, ¿Hay algo que puedas hacer? - trató de hacerla entender, Mérida mordió su mejilla interna guardándose lo que realmente quería responder

- No soy la indicada para decidir eso,  siquiera tuve que haber cancelado el compromiso sin consultarlo con mi padre antes, ¡Nos hubiésemos ahorrado todo este problema!

- ¿Y el toma las decisiones sobre tu vida? - continuó exasperado por la poca información que soltaba la princesa

- ¿Sabes qué? Si, él toma las decisiones de mi vida - se defendió - tu mejor que nadie debería entenderlo - le recriminó - es el deber

- Pensé que habías dicho que era una excusa ridícula - le recordó a la defensiva a lo que Mérida quedó callada

- Hiccup, vete - respondió después de un ensordecedor silencio

- ¿Qué? - preguntó descolocado

- Que te vayas, podrías irte del reino - repitió con serenidad, contrastando con su creciente furia previa - no es necesaria tu presencia aquí - agregó con la voz firme, sosteniendole la mirada

- ¿De qué hablas ahora? - insistió - ¿Qué clase de loco cambio de conversación es este? - intentó confundido, pero Mérida se mantuvo en su seriedad - ¿Es en serio?

- Si, muy en serio - respondió - no te necesito aquí - remarcó

- Estás al borde de una guerra, necesitas aliados

- Nuestros hombres ya han despertado, es fuerza suficiente para darle frente a un reino que permanece bajo la maldición del sueño

- Sabes que Sandman y los demás fueron a despertar a todos, pronto todos estarán despiertos listos para combatir - le recordó exasperado por la tozudez de la colorina, superada tan solo por su antecesor - necesitarás apoyo - le apuntó, Mérida apretó sus labios molesta

- Y tú necesitas ir a buscar a tu hija, Hiccup

Y el silencio se hizo presente una vez más.

Le dolía, aunque ella misma era la que dejaba salir las hirientes palabras, también le dolía decirlas. Mérida no buscaba hacer más daño del que seguramente Hiccup ya tenía, pero no podía dejarse estar por acompañar al otro, lo habia hecho por años, posponiendose a si misma, tomando decisiones erróneas mientras esperaba alguna respuesta, alguna señal, señales que llegaron cuando ya todo había pasado, cuando nada podía deshacerse.

- Claro que buscaré a mi hija, no necesito que tú me lo digas

- ¿Estás seguro? Porque sigues aquí parado ocupado con alguien más en vez de velar por tu sangre - refutó molesta - yo creo que solo me estás usando como excusa para no afrontar a tu esposa, lo mismo hiciste cuando no querías afrontar que había desaparecido - le reprochó

- ¡Y acaso no puede ser, no se, el hecho de que te amo! - se defendió - ¿Acaso tú no te estás excusando ahora?

- ¡Hiccup ¿Puedes escucharte?! Es de tu hija de quién estamos hablando, tu esposa, tu familia, no hay comparación con un romance barato - rebatió exasperada

Mérida ya había confirmado, una vez más, lo que ya había verificado muchas veces en el pasado; ella tan solo era una distracción.

La segunda opción.

Hiccup no dijo más palabras, apretó su mandíbula con fuerza, tragando las  hirientes palabras que querían salir, cegado por la rabia y el shock, la realidad era muy difícil aún para digerirla. Arrugó la carta que aún permanecía entre sus manos dejándola caer en la entrada de la alcoba real, luego salió dando un portazo con fuerza, alejándose de la persona que más le preocupaba y que más lo había herido, buscando no hacer lo mismo que ella había hecho con lo que él sentía.

Sabía que no lo buscaría.

El vikingo apresuró el paso deseando no encontrarse con nadie por el camino, aún con la mente caliente y los sentimientos volubles por todo lo que estaba cambiando, por la nueva realidad que tenía que afrontar, a veces le costaba el cambio.

Pero esto no era solo problemas de adaptación

Astrid había vuelto y junto a ella una línea alternativa que jamás había imaginado, un nuevo ser al cual no conocía pero se supone debería querer, una responsabilidad nueva de la que no estaba preparado, aún seguía tratando de procesarlo.

Hiccup se alejó rápidamente por los pasillos del castillo, tratando de doblar por todos las esquinas que conocía en busca del camino hacia la torre, los muros le parecían más gruesos de lo que ya eran y su aire más viciado de lo que recordaba, se sentía ahogado, aprisionado con las consecuencias de su indecisión. 

Hasta que hayo el camino entre los corredores.

Ni el cielo, ni el aire fresco le parecía suficiente, tras de cada puerta podía hayar la forma de toparse con su destino.

- Estás muy apartada - dijo únicamente al verla sola en la cima, Astrid tan solo pegó un respingón

- ¿Qué haces aquí? - le preguntó sin siquiera centrar su mirada en él, tenía el entrecejo fruncido y los ojos hinchados, luego reparó en la apariencia del otro notando la agitación en este - ¿Qué pasó? - inquirió preocupada

Hiccup tomó aire profundamente para después despejar con un gesto de manos, acercándose a la rubia mientras inhalaba.

- No pasa nada, este es el único sitio que conozco en este lugar - reveló ensimismado, tanteando el terreno por explorar - es lo más que me he quedado en este lugar - agregó en un murmullo lo suficientemente audible para la otra

- Lo sé - concordó volviendo su mirada hasta el cielo despejado

- ¿Estás bien? - Astrid asintió

- Solo intento hacer memoria, aún todo es muy confuso - respondió con sinceridad - y doloroso... Me asusta

- Son las pesadillas... - musitó tocando el dorso de la mano de la otra con la yema de sus dedos - distorsionan la verdad

- ... A pesar de los años siguen atemorizandome - comentó en un suspiro acongojada - ¿Sabes? En un principio, poco después de ser encontrada por Mérida en el bosque, pensaba que mi antigua vida no era más que una pesadilla... No era que pudiese recordar todo, más bien eran como estelas mal formadas, así como el plasma que Chimuelo dispara... - suspiró profundamente - habían criaturas enormes que volaban y no parecía tener sentido para mí, ni para nadie de los que me escuchaban, no parecía real - comentó melancólica, Hiccup tan solo escuchaba atento, sin saber que decir ante las palabras de la otra - era algo ingenuo de mi parte no pensar que era real, yo había Sido atrapada por una criatura inimaginable...

- ¿Qué fue lo que te hizo? - le preguntó entrelazando su mano sobre la de ella, buscando darle el consuelo que había necesitado

- Me hizo dormir - admitió dándole un vistazo, temerosa de la reacción que Hiccup fuera a tener - desde el primer momento y por mucho tiempo - continuó - habían veces en que me despertaba y él trataba de preguntar cosas... Solo que no sé aun que cosas - se detuvo entrenando la mirada, buscando con sus ojos lo que en su mente no encajaba

- ¿Y como escapaste?

Astrid guardó silencio sin despegar su mirada de las nubes sin saber siquiera cómo abordar el tema ¿Qué podía decirle? Ni ella misma estaba segura de lo que había sucedido, no sabía si era el shock o la confusión, si era la distorsión de las pesadillas o el miedo de reconocer su historia, llena de momentos oscuros y rotos que jamás podría reparar.

Aún seguía atrapada ahí

- Mérida me habló sobre ti poco después de encontrarme en el bosque - dijo cambiando el tema abruptamente - solía esperarla aquí cuando ella no estaba, quería ver los dragones de los que ella hablaba, se parecían demasiado a mis pesadillas y yo necesitaba saber si era real...

- ¿Por qué nunca te vi? - preguntó confundido por todo

- No te conocía, tu no estabas en mis pesadillas, no sabía quién eras

- Si no me conocías ¿Entonces por qué me evitabas?

- ¿Y tú por qué evitabas este reino? - le recriminó - no has parado de decir que me buscaste de reino en reino, pues jamás ví que me buscarás en este...

- Astrid - la llamó sin soltar su mano, tirandola hasta donde él buscando llamar su atención - Astrid, mírame

- ... Dijiste que cruzaste océanos y jamás llegaste aquí, dime la verdad - continuó elevando la voz, dejando poco a poco de sonar sería para pasar a romperse lentamente - solo son excusas que inventas para no admitir que estabas en busca de otra mujer... - le recriminó con rabia mientras trataba de zafarse, pero Hiccup la envolvió entre sus brazos - como si yo no lo supiera - soltó por último con la voz completamente rota, comenzando a sollozar en silencio

- Lo lamento - le susurró mientras acariciaba sus cabellos incapaz de decir nada más

- Y se la llevaron Hiccup, se la llevaron y no pude hacer nada para protegerla - gimoteó mientras el castaño no ha la más que abrazarla y sostenerla con todas sus fuerzas

- La encontraré - le aseguró - te prometo que está vez lo haré



Chapter 35: Capítulo XXXIV - Lejos de casa

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Capítulo XXXIV
Lejos de casa

Estaba asustado, completamente aterrado, hace un tiempo ya que hacía las cosas por inercia, disociado de la realidad, en contra de su voluntad, temeroso de las repercusiones si no lo hacía, como si se tratara de un animal indefenso huyendo en vano de su depredador, paseando en su jaula siguiendo sus mimos pasos, pisada tras pisada. Jamás imagino que así sería.

En un principio le habían prometido todo; el poder, la venganza, el respeto, la prosperidad... Todo sonaba bastante atractivo, pero nadie le había advertido el precio a pagar, y eso que aún no comenzaba a hacerlo, aún así sentía como poco a poco iba perdiendo partes de quien era. Hans estaba agotado, colapsado, no había dormido por noches enteras y sentía que las pocas semanas que habían pasado con él a cargo del reino de las Islas del Sur lo habían hecho envejecer muchísimos años hasta superar los de su padre, aunque la experiencia no venía con ellos. Suspiró acongojado sin dejar de mirar su reflejo en el espejo, las ojeras y bolsas que descansaban bajo sus ojos se marcaban con exageración, oscureciendo su mirada, luego solo humedeció su rostro con una toalla mojada.

El respeto no era suficiente

Sus manos estaban temblorosas y sus músculos tensos, su mandíbula se veía más prominente gracias a la baja de peso que había experimentado y sus pómulos resaltaban bajo sus ojeras, en su cuello se marcaban los músculos tensos que nacían desde las clavículas hasta tras de las orejas, la verdad era que ya había visto bastante como para perder el apetito.

El poder no era lo que esperaba

Los primeros días antes del regreso del oscuro ser no habían sido difíciles, incluso, a pesar de los meses transcurridos, Hans aún podía recordar la sensación de superioridad, la confianza que sentía con la esperanza de lo prometido, habían pasado años desde que no las sentía, olvidado a causa de la exageración e injurias de una reina inexperta y su torpe hermana menor, de todas formas nunca lo habían considerado en su familia, cualquier palabra tendría más peso que la suya.

Quería vengarse

Hans había conocido a los gemelos Stabbington durante uno de los castigos que tuvo que atravesar, alejado en la periferia sin conocer a nada ni a nadie, el principe desterrado encontró apoyo en los hermanos y en poco tiempo se entero de los contactos que tenían estos dos, la ventaja que esto significaba para él. El colorín cayó rápidamente bajo las palabras del hombre que le habían presentado, se expresaba con elocuencia y serenidad, con la seguridad que era digna de algun líder o noble, mas resultó ser solo un cazador, aún así en su momento el colorín había caído bajo sus engaños, bajo la falsa seguridad de las promesas del otro, deseando la fuerza necesaria que le brindaban para vengar su reputación, para recuperar el respeto de sus padres, de sus hermanos y de todos los súbditos que lo observaban con desprecio y desden, solo necesitaban buscar algo de estabilidad, un ejército que utilizar y un ser que poseía la fuerza para darle su estatus frente a todos.

Y fue cuando lo conoció

Hans se había adentrado en la boca del lobo sin saberlo, e informarse a esa altura era un lujo que no se podía dar, renuente en dejar en evidencia su ignorancia y falta de juicio, tan solo permaneció sentado esperando ver los resultados, aunque estos nunca llegaban, ahora maldecía el día en que se había involucrado en aquello.

Estaba perdiendo

- Su majestad - escuchó que lo llamaban a la puerta, Hans solo suspiró con fuerza y desvío su mirada de su reflejo

- ¿Qué sucede, John? - preguntó alzando la voz sin moverse de su lugar

Pero tras la puerta el silencio se mantuvo latente

- ¿Pasa algo? - insistió nuevamente frunciendo el ceño - ¿Hay algo que requiera mi atención? - Hans podia escuchar los tambaleos nerviosos del hombrecillo tras el portal, luego un carraspeó que le indicaba que por fin sabría lo que pasaba

- Lo buscan, su magestad... - lo escuchó responder con la voz apagada

- ¿Quienes? - intento una vez más agarrando el puente de su nariz al notar que el otro no iba a hablar por si mismo

- Yo... Este... - titubeó nervioso el robusto hombre, volvió a carraspear para luego agregar - es la antigua reina Elsa, su magestad... - dijo al fin sin suficiente fuerza

Hans detuvo su respiración por un instante mientras volvía a analizar las palabras del hombre tras la puerta, luego solo giró rápidamente para abrir el portal.

- ¿Quien dijiste? - preguntó ahora, John en cambio solo tragó con dificultad

- Es la antigua reina Elsa... - volvió a repetir con más nerviosismo

- ¿Elsa de Arendelle? - quiso verificar

- Si, su magestad - asintió el hombre junto a un gesto

- Bien, que me dé un momento - respondió con simpleza volviendo hasta el interior del baño como si la duda no lo hubiese asaltado hace un instante

John aguardó un momento en su lugar, como si aún tuviera los pies clavados en el suelo, Hans le dedicó una mirada furtiva a lo que el hombre reaccionó saliendo con rapidez de la habitación, una vez desapareció por las puertas fue que se formó una ancha sonrisa en el rostro del rey, quizás su segundo mandado se llevaría a cabo aún más rápido de lo planeado.

Elsa esperaba junto a los demás guardianes en uno de los salones del palacio de las islas del sur, su mirada se paseaba por los cuadros de los reyes y los príncipes del reino, su mayoría cubiertos por un delgado y traslúcido velo negro como si ya no existieran en ese plano, y más allá estaba el óleo de Hans, simbolizando su ascenso en el reino, este tenía una expresión suficiente, de confianza, aceptando todas las responsabilidades que le conferían con la corona, todo lo contrario al cuadro que le pertenecía a Elsa en Arendelle, donde se podía evidenciar el miedo que siempre la acompañaba, acrecentando el cosquilleo que llevaba desde que habían llegado.

No deseaba estar en aquel lugar

Pero su sentido de la responsabilidad y el deber era mayor que su disgusto por el infame rey, Elsa era lo suficientemente madura para separar las cosas, aunque no le agradaba nada tener que hacerlo. La platinada volvió su mirada hacia la puerta expectante de que se abriera, jugaba con sus dedos, retorciéndolos por el nerviosismo, descubierta ante la ansiedad, desvío su mirada hasta Jack, al otro lado del salón anhelando que estuviera a su lado, pero este estaba hablando con Norte y Sandman dándole las espaldas, se había tardado más de lo que le había asegurado.

- Tranquila, tienes una expresión muy severa - intento animarla hada acercándose a ella y tocando el dorso de su mano - y estás muy helada... - agregó luego en un susurro retirando su mano

- Lo siento - musitó Elsa tratando de relajarse y concentrándose en la hada ahora

- No lo sientas - le sonrió - Jack dice que tú y el rey de aquí no tienen la mejor de las relaciones - comentó apuntandolo con un gesto de manos, Elsa asintió volviendo la mirada donde este

- ¿Eso dijo? - inquirió en un murmullo

- No conocemos mucho de estás tierras  - interrumpió Conejo - lo bueno es que ahora sabemos que tu si las conoces

- No exactamente... - intento excusarse Elsa

- Como te dije antes de llegar, será más fácil si reconocen a uno de nosotros - continuó Conejo haciéndose entender

- ¿No crees que sea capaz de verlos? - preguntó Elsa, Aster y Hada compartieron una mirada haciendo una mueca

- Bueno, Jack dejó bastante claro que no era una buena persona... No creo que alguien así mantenga su esencia - susurró Toothianna, Elsa asintió lentamente - además, no muchos nos han reconocido al llegar y no he visto niños hasta ahora... - agregó en un murmullo

- No tengo motivos para pensar que pueda hacerlo - concordó Aster

- Puede que lleven razón - aceptó - tan solo es que no pensé que volvería a verlo, menos en estas circunstancias, no deseo que nuestras diferencias afecten nuestro deber - admitió encogiéndose en su lugar

- Lo harás bien, - la animó Conejo tocando su hombro - por algo fuiste elegida

- Gracias - respondió mientras apretaba sus labios en una mueca, aún no muy convencida de las palabras del guardian de las esperanzas

Pero no quedaba tiempo para asimilar las palabras, ni para calmar las viejas rencillas u ocultar el rencor, en un instante las gruesas puertas del salón en que estaban se abrieron dando paso a un hombrecillo de mediana estatura, cabellos escasos y expresión ausente, quien anunciaba el ingreso del monarca, los presentes guardaron silencio expectantes, curiosos de la imagen del rey del que tanto habían escuchado hablar, todos menos Elsa, quien apretaba sus manos en dos puños a su costado, ansiosa, poniendo todo su esfuerzos y paciencia en no congelar a Hans apenas cruzará el umbral.

- La antigua reina Elsa de Arendelle - saludo a viva voz con tono pretencioso, Elsa apretó sus dientes hasta casi hacerlos rechinar sin decir palabra alguna - ¿A qué se debe el placer de esta visita sin previo aviso? Es algo inusual, en especial en ti - remarcó, luego apretó sus labios en una mueca paseando la mirada a su alrededor

Elsa permaneció muda, incapaz de responder con cortesía o coherencia, se limitó a evaluar con su mirada al aborrecido rey, aún incapaz de reconocer con palabras el cargo que este ostentaba, sus ojos se veían más grandes de lo que ella recordaba, hundidos en sus cuencas oscuras, su cabello estaba apagado y a pesar de las ropas que utilizaba ya no se veía su cuerpo atlético bajo estás, su piel era opaca y grisacea, lejos del principe que ella había conocido años atrás.

- Su magestad... - siseo lo más suavemente posible inclinando su cabeza, tratando de ocultar su desprecio en aquellas palabras

- Pensé que habías desaparecido hace años, que habías dejado el reino a su suerte. Eso es lo que dicen los rumores - continuó con voz alzada, sin bajar el tono que empleaba ni la petulancia, paseándose por el lugar hasta llegar frente de ella

- Lamento que creyera en aquellos rumores - respondió  a regañadientes sin dejar de apretar sus puños - no eran ciertos

- Y entonces ¿Qué es lo que te trae hasta aquí? - dijo ahora sosteniendole la mirada - ¿No es Anna la nueva reina? - picó con malicia

- No estoy aquí por motivos del reino de Arendelle - despejó con tono pausado, sin desviar la mirada y manteniendo su mentón en alto

- Eso lo pude notar - respondió casi en un susurro, luego desvío la mirada sobre Elsa posando sus ojos sobre los demás - bienvenidos a las Islas del Sur, soy Hans Westergaard, su rey, y ¿Ustedes son?

Y sin siquiera la necesidad de que una brisa helada se paseara por los presentes, Elsa sintió su cuerpo congelado, incapaz de mover ni una parte de este, concentrada tan solo en respirar, incapaz de creer lo que sus oídos le decían.

Hans podía verlos

- Su magestad - empezó Norte tomando la palabra, mientras Elsa continuaba en su lugar - somos los guardianes de las infancias... - comenzó al igual que como lo había hecho con la nueva guardiana años atrás

Las palabras llegaban a los oídos de la reina de las nieves amortiguadas, aplastadas por su desconcierto, bajo su mirada hasta sus manos ensimismada, dentro de todas las posibilidades y lo que entendía jamás se había preparado para lo que aquello significaba para ella, ya no solo bastaba con el respeto que le debía por su cargo, ahora estaba obligada a protegerlo.

- ¿Están diciendo que todo esto es obra del Coco? - inquirió Hans elevando la voz con algo de incredulidad, frunciendo el ceño agobiado por la responsabilidad de su gente

Elsa levantó la mirada perdida en la conversación, para ella todo había sido tan solo un instante mientras para los demás había pasado toda la charla, la platinada intento ocultar su desconcierto tras su expresión neutra sintiendo nuevamente la mirada de Hans sobre ella sin saber que decir ante la pregunta.

- Eso pensamos - respondió Norte como lo había hecho durante todo ese tiempo

- ¿Y quién les asegura que no volverá a maldecirnos si los despiertan?

- Nada nos asegura que no volverá - respondió el mayor de los guardianes con tono calmo, buscando no asustar al rey

- Entonces volverá... - resolvió apesadumbrado, cubriendo su boca con el costado de su puño y mirando hacia el horizonte de la habitación, analizando la situación

- Lo detendremos, es nuestro trabajo - aseguró Norte a lo que Hans asintió dándole a entender que lo escuchaba

- ¿Así será? - preguntó ahora hacia Elsa, la guardiana sostuvo su mirada antes de asentir con su cabeza

- Así será - concordó con el guardian del asombro

- ¿Te aseguraras de ello? - inquirió pero está vez Elsa guardó silencio

- Todos nos aseguraremos de eso - interrumpió Jack molesto

- Haremos rondas en todos los lugares afectados, no dejaremos que suceda nuevamente - le aseguró Norte ahora, cortando lo que sea que fuera a decir Jack - vamos a detenerlo

El viejo herrero se preparaba para un nuevo día de trabajo, aún seguía agotado de su día anterior, ya no tan solo tenía que realizar sus labores en el taller, también había tenido que suplir a Hiccup por un largo tiempo, esto último era lo que más lo agotaba al final del día, en especial últimamente, después de que la noticia del falso avistamiento de Astrid se hubiese propagado por la tribu, situación que había dejado a todos con un trago amargo y desanimado a más de uno, como Brutilda, quién continuaba soltando suspiros melancólicos de un lado a otro de la isla; o Patán, quien había dejado sus cortejos de lado desde entonces. El ambiente había vuelto a ser igual que cuando Patapez había muerto en batalla años atrás y a él le había tocado lidiar con aquello.

Y el aislamiento no ayudaba

Bocón se paseó por la orilla del acantilado observando hacia abajo, pensando la forma más rápida de realizar sus labores del día, al mismo tiempo que lo perseguían otras preguntas que tenía aún sin respuestas, las mismas que lo aquejaban desde el alba hasta que sus ojos se cerraban por el sueño después del ocaso, no tenía mucha información de otras tierras, Hiccup había dejado en claro que no podían salir de la isla, aunque no había quedado bastante en claro el porqué, aún así él como su reemplazo no pondría objeción a las palabras del líder, no lo había hecho jamás en público en su tiempo con Estoico, menos lo haría con el hijo de este. Aunque realmente a veces lo deseaba.

- Brutacio, ayúdame con estos pescados, hay que alimentar a los dragones antes de que nos coman a nosotros - lo apuró mientras terminaba de preparar los platos de las crias recién nacidas - sino no nos ayudarán en los pendientes - le recordó

- Es lo que hago, solo que pesan demasiado - se quejó mientras arrastraba el canasto, el herrero negó con un gesto de cabeza bañado en decepción

- No seas llorón - le reprochó empujando el canasto con su protesis apurando el paso - así nunca conseguirás una mujer

- Tengo bastantes mujeres en otros lugares - se defendió entre jadeos - solo que justo ahora no puedo ir por ninguna de ellas

Bocón continuó negando con su cabeza con expresión agotada, suspiró pesadamente mientras ponía los platos dentro del corral donde tenían a las crías, tras él los dragones se agrupaban, esperando el desayuno que Brutacio no podía servir, paseaban sus miradas intercaladas entre el herrero y el vikingo joven, hasta que un crujido estático en el cielo llamó la atención de todos, sus miradas se agruparon sobre sus cabezas hasta encontrar el portal tornasol que se abría paso por las nubes.

- Mira quién ha vuelto - sonrió Bocón cubriendo sus ojos del sol con su mano buena

- Ya era hora - suspiró agotado Brutacio - él debería estar haciendo esto

- No te quejes - le reprendió el viejo - aún eres muy joven para... ¿Qué le sucede a Tormenta? - murmuró desviando la mirada hasta donde esta

Brutacio siguió la mirada del herrero tras él, hasta toparse con la terror nadder quien se sobaba el rostro con sus alas erráticamente como si algo le molestará, se acercó a ella tratando de tranquilizarla pero solo logró alterarla más, logrando que ahora agitara su cabeza mientras buscaba algo con su olfato.

- No lo sé - murmuró extrañado - lo mismo hizo en Dunbroch

Ni uno podía imaginar la respuesta.

El sonido de las alas de Chimuelo cortando el aire llamó la atención de los dos presentes de vuelta, podían, a pesar de la distancia, notar sobre el furia nocturna la presencia de su jinete con alguien más tras él, luego el silencio los envolvió junto con la incredulidad.

El oscuro dragón descendió hasta el grupo de alados y sus amigos, los habían visto al cruzar el portal y sin perder tiempo Hiccup guió a Chimuelo hasta ese lugar, mientras Astrid, a sus espaldas, se aferraba a él inquieta, nerviosa por volver a dónde era su hogar, aunque no era el mismo sitio que ella recordaba.

- Bienvenida a nuestro nuevo Berk - susurró Hiccup una vez tocaron tierra - es algo diferente al que recuerdas - Astrid asintió tomando la mano que el castaño le ofrecía para descender

- ¡Hiccup! - lo llamó Bocón acercándose a toda velocidad a los recién llegados, luego se detuvo abruptamente incapaz de decir nada más para soltar a duras penas un - por los dioses...

- Si, pensé que así sería - sonrió Hiccup ante la expresión tan similar del viejo herrero y la mutes de su compañero

- Hola Bocón, Brutacio - les sonrió Astrid agitando su mano con suavidad, estaba estática en su lugar sin saber si su regreso era bueno o malo para todos

- Has vuelto... - musitó soltando poco a poco lo que entendía, a su lado Brutacio se desplomaba sobre sus rodillas, aún más sorprendido que el herrero - Astrid - la nombró antes de tomarla en un abrazo - eres tu muchacha, realmente lo eres

- Bocón - sonrió la rubia correspondiendo el abrazo, sintiendo el peso de Brutacio que se unía aún de rodillas, sorprendido y sin palabras que pudieran salir - los extrañé

- Esto es una locura - parafraseaba el herrero aún impactado - ¿Cómo es posible? - preguntó ahora mirando hacia su lider

- Es una larga historia - respondió Hiccup con una triste sonrisa en el rostro

Después de la conversacion que habían tenido en el salón, Hans había guiado a los guardianes por el castillo hasta la alcoba de los reyes, quienes permanecían profundamente dormidos en sus camas, imperturbables, casi como si no respiraran, en cambio Hans se mostraba colaborador y emocionado por la vuelta de sus padres, sin rastro de la soberbia y la crueldad que la guardiana conocía, dispuesto a dejar el trono con tanta rapidez que jamás nadie hubiese sospechado que lo anhelaba en un comienzo, aún así Elsa no podía confiar en él.

Los guardianes despertaron a los reyes en un principio, Sandman había despejado las pesadillas con su arena dorada y los monarcas se despertaron con simpleza, y al igual que en las otras tierras, no podían recordar nada de lo que les había sucedido, no existía oscuridad, no encontraban las memorias, solo existía el incesante rastro del miedo que los había aquejado, al igual que los aldeanos y servidumbre que se había visto afectada, no habían nuevas pistas por esas tierras, no habían señales de dónde podía estar Pitch Black y casi nadie podía verlos, a excepción de los niños que habían vuelto a despertar.

Ya no existían razones para seguir en aquellas tierras

- Nos debemos marchar - anunció Norte una vez notó que todo estaba bajo control, Hans volteo a verlo mientras daba las últimas indicaciones a la servidumbre que no había sido afectada por el mal del sueño

- Entiendo, si me dan un momento puedo escortarlos hasta fuera del palacio - les aseguro antes de continuar con lo que hacía

- Aguardaremos, su magestad - le aseguró Norte, a lo que Jack no reaccionó de buena manera

- ¿Lo vamos a esperar? - le recriminó molesto en un susurro - no tenemos que hacerlo

- Está asustado, tenemos que ayudarle - le recordó Norte

- Ya lo hemos ayudado demasiado - refunfuño en voz baja

- Está bien Jack, es nuestro deber - trató de calmarlo Elsa - tampoco me emociona, pero entiendo lo horrible que es no saber lo que sucede - dijo más para ella que para el otro

- No me agrada ese sujeto - dijo por último antes de alejarse algo del grupo, Elsa suspiró

- Déjalo, aún es un niño - murmuró Conejo molesto - es otra de sus escenas - explicó, Elsa asintió entendiendo

- Muchas gracias por su espera - interrumpió Hans volviendo hasta donde los guardianes - en verdad me complace escoltarlos hasta su partida - agregó agradecido

Hans guió al grupo por los pasillos de vuelta al exterior del palacio, no habían dado unos cuantos pasos cuando decidió continuar con su diálogo.

- ... La verdad es que aún tengo muchas dudas respecto a lo que está sucediendo, no termino de entender qué es está criatura y porque nos está atacando - comentó ralentizando su andar, los guardianes compartieron una mirada entre ellos antes de escucharlo continuar - solo deseo que me digan algo más sobre esto, algo más para proteger a mi familia y mi pueblo

- Como le mencioné, su magestad, el Coco es un ser de pura oscuridad, se alimenta del miedo de las infancias y asusta a los niños solo por diversión - repitió Norte mientras lo seguían por los pasillos

- Si, lo entiendo, pero... Me disculparan, pero me cuesta creer en algo que no suena real - respondió siguiendo el camino, sin voltear a mirar a sus invitados

- No tiene que sonar real para serlo - siseo Jack en el fondo del grupo

- Ciertamente - concordó Hans - pero es un condicionante - discrepó luego - me cuesta creer en ello

- No interesa si lo cree o no lo hace, es algo que seguirá ocurriendo si no lo detenemos - interrumpió Elsa - por lo mismo toda información es importante

- Como dije, no se nada y realmente espero que lo detengan - asintió parando su andar y posando su mano en la puerta que impedía su camino - entiendo que volveré a verlos en estás tierras - dijo ahora cambiando el tono y timbre de su voz, volteando a darles una mirada

- Así lo será - le aseguró Norte

- Fantástico, espero no falte mucho para eso - comentó mientras abría las puertas hacia el exterior - ¿Te vere otra vez, Elsa? - preguntó ahora hacia la reina de las nieves

- No - dijo Jack

- Si - dijo Elsa

Despues un silencio y un suspiro por parte de la guardiana, se animó a agregar.

- Todos volveremos en algún momento - respondió luego, Hans solo le sonrió

Una sonrisa que Elsa reconoció

- Muchas gracias por toda su ayuda - les dijo Hans inclinándose levemente en señal de agradecimiento - espero que tengan un viaje sin novedades y puedan detener todo esto - les deseo a sus espaldas

Los guardianes se retiraron después de despedirse, el pueblo aún estaba casi vacío a pesar de la hora y el sol en su cúspide, su gente permanecía aún en sus casas, preocupados de sus familiares recién despertados, agobiados por atenderlos con diligencia, se podía notar como es que ese reino se había visto más afectado que cualquiera de las otras tierras que habían visitado, aún desde el trineo el silencio de sus calles era inquietante.

- Eran demasiado - comentó Norte mientras guiaba el trineo

- Mucho más que en todos los otros lugares juntos - concordó Conejo - algo no anda bien en este sitio

- En ningun lado las cosas andan bien, no seas exagerado - comentó Jack

- Pero conejo tiene razón - cortó el guardian del asombro - eran demasiados - repitió igual de contrariado - eso no se siente bien

- ¿Qué dices Norte? ¿Sientes algo? - preguntó Toothianna, Norte solo sostuvo su panza

- No estoy seguro - murmuró inquieto - pero debemos hacer algo, al parecer madre naturaleza no es nuestro único problema - comentó mientras abría un portal

- ¿Dónde vamos ahora? - preguntó Elsa preocupada por las palabras del guardian, sintiendo aún más real la amenaza en las palabras de Norte que en la explicación que le había dado Jack

- Al polo - respondió alzando la voz - hay algunas cosas que tú y yo debemos tratar - le confesó dándole un vistazo

En Berk la fiesta había comenzado, el regreso de Astrid había significado un milagro entre tantas penurias, y la noticia había escalado tan rápidamente entre la tribu que en pocas horas todo el pueblo ya se había reencontrado con ella y las celebraciones no se hacían esperar.

El líder había vuelto y junto a este su esposa, no hacia falta nada más.

Pero entre las celebraciones y reencuentros es que la noticia se fue desmenuzando, la historia se fue conociendo y, para los más cercanos, la alegría que los invadió en un comienzo había sucumbido ante la revelación de la perdida de una heredera.

La verdad se iba conociendo

Ni una fiesta podía hacerles olvidar a quien no estaba, no una celebración se las traería de vuelta, simplemente no estaba con ellos y ni el regreso de Astrid les podía quitar esa perdida, lo sentían por ella, lo sentían por su líder, por lo que para todos representaban. El pequeño grupo no podía disfrutar del todo el reencuentro con su amiga, no siendo tan conscientes de lo que pasaban.

- Sabía que estarías aquí - dijo Brutacio llegando al lado de Hiccup - siempre vienes aquí cuando no sabes que hacer

- No sé de qué hablas - se desentendió

- Oh, lo sabes, pero no te preocupes, vamos a encontrarla - le aseguró - no nos rendiremos, no después de esto...

Brutacio hablaba y hablaba sin parar mientras Hiccup aun intentaba sobrellevar lo que este le recordaba, recién estaba superando el shock inicial del cambio, apenas comenzaba a entender todo lo que estaba sucediendo, no necesitaba que Brutacio lo desmenbrara parte por parte, dejando al descubierto la culpa que lo agobiaba desde hacía tiempo, la sensación de haber fallado que le recordaba de lo que no era capaz.

- Puedes callarte - lo detuvo secamente, el rubio lo observó preocupado

- Hey ¿Estás bien, hermano? - le pregunto rodeándolo por los hombros

- Estoy bien, solo quiero que te calles - respondió zafandose del brazo del otro - solo recuerdo como fue cuando Astrid se fue... - negó con un gesto - no lo entenderías

- ¿Por qué no lo haría? Inténtalo, te sorprendería - le alentó, Hiccup negó con escepticismo para después hacerlo de todas formas

- Es solo qué... Ya nada es lo mismo - confesó volviendo su mirada al punto exacto donde había desaparecido Astrid años atrás - ella no es la misma y yo no soy el mismo - intentó explicarse mientras el vikingo asentía con un gesto de cabeza - no lo sé, no es lo que siempre imaginé

- ¿Esto es por la rojita? - le preguntó sin rodeos, Hiccup le hecho un vistazo sintiéndose descubierto, luego desvío la mirada rápidamente - te ahogas en un vaso con agua - negó el rubio cruzando sus brazos tras su cabeza - por lo que entiendo ahora tienes a dos mujeres - resolvió con simpleza, Hiccup negó arrepentido de la atención que le había prestado

- Es por eso que aún estás solo - le recordó volviendo hacia la tribu

- Tengo muchas mujeres por todos lados - se defendió siguiéndolo - no tengo por qué recordarte eso

- Si, lo que digas - negó

Chapter 36: Capítulo XXXV - Un viaje a los recuerdos

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Capítulo XXXV
Un viaje a los recuerdos

A diferencia de su hermana Anna, Elsa no era de la clase de personas que solía distraerse con facilidad, siempre se había enorgullecido de su atención al detalle, de su intuición con otras personas a pesar de haber tratado poco con ellas, aunque resultaba que todo era su natural desconfianza más que nada, aún así ahora se encontraba perdida entre los objetos de la oficina de Santa, como si no tuviera un montón de preguntas o deberes que realizar, Elsa se perdía entre los brillos de los cristales congelados y los colores de los modelos, llevaba unos minutos sentada frente al escritorio y aún no había notado que era lo que Norte hacia frente sus narices, la magia del asombro siempre la cautivaban.

- ¿Aún no recuerdas nada? - interrumpió Norte llamando nuevamente la atención de la guardiana, quien volvió su mirada hasta el guardian para luego arrugar su nariz y negar con su cabeza

- La verdad es que todo sigue igual, en un momento caía al vacío junto a Pitch y luego reaccioné entre el oleaje del océano - repitió como todas las veces que le habían preguntado - fue como un parpadeo, Norte, aún me cuesta creer que hayan pasado cuatro años - le explicó

Norte se apoyó sobre su silla inclinándose hasta atrás, acariciaba su barba ensimismado, en un gesto repetitivo e incesante, Elsa ya había notado que el guardian solía hacerlo cada vez que algo le molestaba, su mirada pensativa lo delataba. La guardiana lo observó con curiosidad, compuso una suave mueca antes de acercar su mano hasta el antebrazo del otro buscando llamar nuevamente su atención.

- ¿Qué es lo que sucede, Norte? ¿Es por madre naturaleza? - se animó a preguntar, Norte clavó su mirada en ella para luego asentir con la cabeza

- Es hora de que sepas quién es ella... - aceptó aún no muy convencido, luego suspiró agotado antes de continuar - Y qué fue lo que hizo

Elsa asintió con un gesto de cabeza lento y ansioso, atenta a las palabras que fueran a salir de la boca del otro, olvidando los detalles y prototipos que se desparramaban y apilaban por la oficina, incapaz de responder con su propia voz, temerosa de que al decir algo Norte ya no dijera nada. Pero contrario a ambos temores de la guardiana, Nicholas habló sin parar, dándole por fin algo de sentido a lo que sucedió, aunque este desaparecio tan rápido como había aparecido.

- Madre naturaleza es un ser muy antiguo, bastante la verdad... Una fuerza tan antigua como lo es Pitch - comenzó como introducción, luego paso saliva por sus labios, dilatando levemente el momento de continuar  - es una criatura inestable, bastante iracunda, no es alguien a quien quieras molestar... - parafraseaba entre titubeos, luego desvío la mirada antes de continuar - Los seres mágicos y espíritus que conocen su existencia intentamos evitarla, siempre manteniendonos al margen, no es alguien con quién te desees encontrar, aunque no siempre funciona el evitarla...

Y así continuó el guardian del asombro, explicando con rapidez y superficialidad los hitos que lo llevaron a sospechar principalmente en ella como la culpable, un ser que solía invocar el caos cada vez que estaba aburrida.

- Hace un tiempo atrás madre naturaleza se apareció aquí en el polo Norte, fue un poco antes de que te descongelarlas, quería que buscaramos algo, una sencilla flor, no dijo mucho más y no esperaba precisamente un no como respuesta, no esperaba una más bien. - explicó entrelazando sus dedos sobre la mesa, Elsa estaba tan atenta que permanecía al borde del asiento aferrando sus manos a este - Pero por más que buscamos nunca la encontramos, ni un pequeño rastro de su existencia, y el tiempo se estaba acabando, y creeme, ella no es alguien a quien quieras hacer enojar

- ¿Y la hicieron enojar? - interrumpió Elsa, Norte mantuvo su mirada sobre la guardiana y luego solo asintió con un gesto

- Digamos que si - aceptó omitiendo disimuladamente algunas partes de la historia - estaba bastante molesta, aunque no hizo nada

- ¿Cómo no hizo nada? - inquirió confundida - no estoy entendiendo, Jack y Anna me han dicho otras cosas sobre ella - comentó

- Me imagino que si, Elsa, pasaron muchas cosas que pudimos solucionar, espero, por ahora no es tan relevante como lo que hizo después, eso aún no lo termino de entender

- ¿Descongelar a Pitch Black? - preguntó directamente, Norte tan solo la observo con intensidad levemente confundido - lo sé, Jack me lo dijo - le aclaró, Nicholas tan solo asintió en un gesto - Norte, pueden confiar en mi, sé que antes dije que no deseaba ser guardiana, pero ahora realmente quiero ser parte de esto

- No, Elsa, no es como crees - la corrigió - pensaba decirte todo esto después de la ceremonia, pero ni siquiera hemos tenido tiempo para eso, y los demás seguramente no han dicho nada porque apenas se están enterando... Es solo que no hay una manera facil de decirlo - suspiró largamente agotado

- ¿Decir qué? - inquirió con curiosidad

- Fue a ti a quien quiso descongelar en primer lugar - le reveló

Norte continuo hablando y explicando unas cosas más, pero Elsa no podía entender que decía, aún ensimismada en las anteriores palabras de este, haciendo su mayor esfuerzo por entender algo más de lo que el guardian del asombro le decía, aún así no entendía nada, ajena aún a la naturaleza de los seres que la rodeaban, no podía asimilar la importancia de lo que el otro le decía. La rubia peinó sus cabellos hacia atrás despejando su rostro, sentía como si la realidad le hubiese llegado de golpe y junto a ella un montón de preguntas. Levantó su mirada celeste hacia Norte que la observaba expectante de una respuesta o reacción, aunque sabía de antemano que la guardiana no demostraría nada, aún así pudo notar el brillo de angustia cruzar por su mirada y la mueca que nacía de sus labios tan apretados que solo se podía visualizar una línea recta.

- ¿Por qué yo? - preguntó únicamente ante la explicación del guardian

- No lo sé - negó este - seguramente tendrá sus razones, solo que yo desconosco cuáles son - agregó

- No tiene sentido, no tiene nada de sentido - dijo Elsa aún contrariada, sin poder aún darle una imagen a las palabras de Nicholas - ¿Por qué no me dijeron nada? Tengo derecho a saber, esto no podía esperar más allá de la ceremonia

- Quería pensar que me había equivocado, no recordabas nada, pensé que había sido una coincidencia. Quería que lo fuera - se excusó arrepentido - me equivoqué

- ¿Y que es lo que desea? ¿Porqué me trajo de vuelta? - comenzó a preguntar preocupada - ¿Qué espera que haga?

Norte volvió a acariciar su barba pensativo sin despegar la mirada del escritorio, Elsa siguió su mirada hasta la mesa notando por fin los libros de distintos colores apilados sobre esta sin letras en los lomos o portadas, uno estaba abierto en una página al azar donde se podía visualizar una especie de bitácora, numeros y años pasados estaban impresos en las páginas amarillentas como si una maquina los hubiera escrito, aunque no era asi. Luego Elsa levantó la vista hasta el guardian que continuaba con expresión distante.

- Norte - lo llamo nuevamente tocando el antebrazo del otro, levantándose levemente de su lugar -¿Qué es lo que busca?

- No tengo idea - respondió al final - pensé que tú lo sabrías, pero...

- No recuerdo nada - completó Elsa

- O no pasó nada - Sugirió poniéndose en pie - quizás solo este paranoico - agregó volteandose hacia el ventanal y viendo la noche transcurrir sobre el polo, sobando su barriga en el proceso

- No creo que estés paranoico - negó Elsa con propiedad - me han pasado las suficientes cosas en mi vida para creer en tu intuición - comentó lanzando un vistazo a las manos del otro - si dices que ella fue quien me descongeló te creo, tu eres el que la conoce mejor de los dos - aceptó poniéndose en pie igual que él otro, Norte la observaba atento a las palabras de esta - ese recuerdo debe estar en alguna parte, estos años no pudieron quedar en la nada y conozco la forma más fidedigna de encontrar esa memoria. Iré hasta el Ahtohallan - anunció

- ¿Ahora? - inquirió Norte descolocado, Elsa asintió

- Será rápido, usaré la esfera - dijo decidida

- ¿Cómo sabrás que buscar?

- El Ahtohallan me mostrará lo que necesito saber - respondió confiada - ya lo ha hecho antes - argumentó con seguridad - estoy segura que funcionará

Norte esbozó una leve sonrisa, la determinación de Elsa le recordaba la de otro guardian, asintió aceptando sin perder tiempo mientras la guardiana rodeaba la mesa hasta el ventanal junto al viejo guardian mientras sacaba una esfera de una bolsa que le había entregado su hermana.

- No debes tardar - le recordó - aún debemos encontrarla

- Lo sé - respondió preparándose para lanzar el orbe - no tardaré

- ¿Irás sola?

- Si. No quiero que las memorias de alguien más me distraigan

- ¿Y estarás bien ahí sola? - preguntó ahora preocupado, Elsa lo observó con tranquilidad

- No hay sitio más seguro que ese - le aseguró lista para abrir el portal, pero dudó por un momento para formar una mueca en su rostro y preguntar - Jack dice que madre naturaleza no le haría daño a Elsa ¿Tu crees que así sea?

Norte mantuvo un silencio sepulcral, luego sonrió con tranquilidad y dijo.

- Si Jack lo dice, yo le creería, él la conoce mejor que yo - le aseguró, Elsa sonrió inquieta asintiendo, luego el portal la llevó lejos del polo

La noche había caído en Berk hace ya unas horas y sus habitantes, junto a sus dragones, ya se entregaban a los brazos de morfeo agotados de los altos y bajos de ese día tan lleno de emociones, algunos consientes de que quizás sería su última noche durmiendo en aquellas tierras por un largo tiempo, los más cercanos al líder ya sabían que les esperaba un largo viaje por la mañana. Aunque para Astrid ni una celebración previa, ni un futuro viaje eran excusas suficientes para conciliar el sueño, quien permanecía tan despierta como aquella mañana, aunque había pasado ya bastantes horas desde la última vez en que había descansado.

Los vibrantes ojos de la rubia se paseaban por la sala de estar de una casa que se suponía estaba hecha para ella, aunque la vikinga dudaba si realmente había sido ella quien la hubiese inspirado. Las yemas de sus dedos rozaban cada superficie porosa de la cabaña buscando impregnarse de la familiaridad, mientras se perdía en los detalles y el desorden, Hiccup recogía alguna de las cosas que estaban fuera de lugar, excusando la apariencia de la choza con sus constantes ausencias.

- ¿Estás seguro de esto? - inquirió avergonzada, incapaz de mirarlo a los ojos. Hiccup detuvo lo que estaba haciendo para darle su atención

- ¿Seguro de qué? - preguntó sin entender a qué se refería

- De que me quedé aquí está noche

- ¿Qué clase de pregunta es esa? - preguntó levemente ofendido, dejó lo que había recogido a un lado para luego acercarse a ella - Te quedarás aquí, - afirmó - esta es tu casa, la hice para ti - le recordó

- ¿Y estás seguro de eso? - insistió - Hiccup, sé lo que sientes por Mérida, soy su amiga, lo fui por todos estos años, no tienes que ocultarlo como si yo no supiera nada - confesó sin rodeos

Hiccup no dijo nada, ensimismado en su propia traiciónbe indecisión, arrepentido del daño que estaba causando, más que el dolor que le pudiera causar a él.

- Esta es tu casa - repitió tomando su mano - siempre será tu casa

El castaño guió a Astrid hasta la alcoba principal sin darle la oportunidad de decir nada más. Entraron a una pequeña recamara junto a la sala, en ella había una cama matrimonial, al lado de esta había una pequeña mesa que usaba de escritorio repleto de mapas y pergaminos desordenados y en la silla frente a este reposaban unos cuantos prototipos de alguna especie de arma que el vikingo estaba creando. Astrid ingreso a la habitación con lentitud levantando los pies sobre las armaduras y montones de ropas del suelo, mientras Hiccup las recogía y apilaba a sus espaldas en un rincón.

- Yo dormiré con Chimuelo, no quiero que te sientas incómoda - comentó casualmente sin dejar de ordenar ni mirarla a los ojos - estaré aquí al lado, no pienso alejarme de ti, tienes la reputación de desaparecer por periodos largos - Astrid soltó una risa suave dedicándole una mirada fugaz, luego se sentó en la cama - Mañana partiremos - informó por último

- ¿A dónde iremos?

- Iremos a buscarla - dijo sin más

- ¿A buscarla? ¿Dónde la buscaremos? No tenemos ni idea de dónde está - dijo angustiada, Hiccup detuvo lo que estaba haciendo para observarla, luego suspiró con más fuerza que la última vez

- No lo sé - aceptó sin intentar ocultar su ignorancia - pero no puedo quedarme aquí de brazos cruzados - respondió sin miramientos - no pienso dejar que los años sigan pasando como sucedió contigo

- ¿Tu crees que la encontremos? - preguntó ahora la rubia sin dejar de apretar sus manos contra sus muslos - antes no lo hiciste

- Antes no la estaba buscando - respondió sentándose frente de ella - yo... No puedo esperar sin hacer nada, aún sin tener una idea de como es o incluso su nombre, ella... - titubeó nervioso, sin saber cómo continuar o expresarse - Sé que la encontraremos - dijo por último Hiccup con tono firme

Astrid guardó silencio e inhaló con profundidad, cerró sus ojos nerviosa, buscando hacer memoria del laberinto de dolor y sufrimiento que eran sus recuerdos, luego soltó el aire con lentitud antes de hablar.

- No era castaño y tampoco era rojo, pero tenía ambos, un color tan profundo y cálido como las hojas de otoño - murmuró  mirándolo con nostalgia - y sus ojos eran como el cielo a media tarde, cuando el azul es más fuerte... Era tan bella e inocente que me recordaba como era estar afuera, - le confío con una tenue sonrisa - ella era mi viento del oeste... Su nombre es Zephyr

Hiccup acarició el dorso de la mano de Astrid con su dedo pulgar, haciendo pequeños círculos en la zona. Astrid lucía agotada, el brillo de sus ojos se había perdido y su mirada desbordaba pena y dolor, Hiccup solo deseaba poder reconfortarla, recuperar todo lo que había perdido, lo que le habían arrebatado, pero aún se encontraba a kilómetros de distancia de lograrlo, y aún tenía muchas cosas que solucionar, y tan solo estaba seguro de una sola cosa; debía encontrar a su hija, ya no importaba nada más.

- Suena perfecta, Zephyr suena más que perfecta - le sonrió con tristeza

Por fin estaba procesando la noticia y la perdida

- Te lo iba a decir ese día - le confesó Astrid sin levantar la mirada de sus manos - el día en que desaparecí... Lo tenía todo planeado - murmuró melancólica y adolorida - quería que fueras el primero en saberlo

- Las cosas nunca nos resultan como queremos - sonrió con la misma tristeza

- Me alegra escuchar que sigues siendo el mismo pesimista de siempre - le sonrió de vuelta

- Solo soy realista - se defendió divertido, luego la nostalgia le llegó de golpe - realmente te extrañé este tiempo, pensé que jamás volverías

- También pensé lo mismo - concordó desviando la mirada abrumada por la intensidad de los verdes del otro - no veía mucho futuro en esa cueva húmeda y oscura - reveló con tono suave

- Has sobrevivido a cosas peores

- Lo sé - negó con una tenue sonrisa - sobrevivi a estar contigo - bromeó - tu y tus aventuras eran una locura - argumentó sin dejar de ver sus manos aún entrelazadas, Hiccup rió junto a ella, luego dejó de hacerlo para apretar su mano con suavidad

- ¿Qué fue lo que te hizo? - preguntó sin aviso, Astrid levantó su mirada inquieta topandose con los ojos del otro que le entregaban seguridad

Pero aún habían recuerdos que no estaba preparada para afrontar.

 
Elsa cruzó el portal con torpeza, se tambaleó levemente antes de recuperar el equilibrio, volteando a tiempo para ver el brillante vórtice desaparecer dejando una estela tornasol en su lugar y el océano oscuro tras este, el cielo estaba despejado y la luna brillaba en medio de este, la platinada alisó sus faldas arreglando sus ropas y se abrió camino al interior del glaciar a paso rápido hasta llegar a la recámara principal.

La guardiana movió sus manos con rapidez sin perder su habitual elegancia manifestando las memorias que guardaba el Ahtohallan, figuras humanas fueron tomando forma en el cristal helado, recreando imágenes y recuerdos de vivencias pasadas y de todo aquel que se relacionaba con ella; momentos de su hermana y su sobrina; navidades las cuales se había perdido; noches de juegos en las que no estuvo y momentos en que Anna parecía necesitarla. Elsa atravesaba las memorias lamentando no poder detenerse entre los momentos que desconocía, entre las historias que había escuchado y que podía reconocer por la recámara, sabía que no era el momento para la nostalgia.

Pero no mucho más allá la verdad se revelaría

Un claro estéril entre las memorias se hizo notar, Elsa se abrió paso entre las figuras hasta llegar al borde del plado, en medio de este estaba la figura de ella, tan fría como el hielo, al igual como lo estaba ella en ese momento. El recuerdo de Elsa estaba vestida de blanco y llevaba el cabello suelto, se mantuvo quieta por un momento hasta que de pronto comenzó a caminar por la superficie helada del glaciar abriéndose paso entre las memorias desapareciendolas instantáneamente cada vez que se acercaba a estás, como si un campo de energía o una atmósfera diferente la envolviera.

Elsa paso un rato siguiendo su propio recuerdo que se movía por el lugar sin una meta clara, hasta alcanzar a la figura congelada y tocar su hombro, de pronto todo lo que no tenía sentido hasta ese momento había tomado lugar, para luego perder nuevamente su forma, el glacial desaparecio de su vista y la nada se hizo presente, un silencio sordo se manifestó enmudeciendo el choque de las olas contra el hielo, y un fondo blanco e inmaculado la envolvió, transportandola hasta el momento que antes estaba rememorando.

Elsa podía sentir como su cuerpo se desplazaba por el plano con lentitud, como si la soledad y el tiempo no fueran un apremio en ese momento y el silencio no fuera más que un refugio acogedor, pero Elsa ya no sentía esa paz agobiante que palpaba en aquel recuerdo, lejos de eso sentía la eternidad transcurrir sin apuro, tan lenta y torturadora como siempre había sido. De pronto su recuerdo estaba hecho un ovillo en el suelo inexistente de la infinita vastedad, inerte de voluntad y propósito, aturdido y aletargado, reactivo ante la presencia abrumadora de ella, como un peso que la disminuía hasta hacerla nada.

Era madre naturaleza

Una criatura tan menuda como pequeña, de aspecto inocente y amable, sus ojos eran dos esferas grandes y oscuras, su piel aceitunada y pálida, de cabellos tan largos como azabaches, no aparentaba tener más de diez años.

Una imagen que la guardiana ahora supo reconocer. Aunque no podía hacer nada.

- ¿Has pasado mucho tiempo sola? - preguntó la pequeña criatura acercándose hasta ella - es bastante silencioso este lugar - dijo luego mirando a su alrededor hasta agacharce junto a Elsa

- ¿Quién eres? - preguntó sin voluntad, con la voz rasposa como si la hubiese usado por un buen tiempo, Elsa tan solo seguia  el librero de lo que ya habia sucedido

- Oh, si, mis modales - se reprendió con tono infantil - mi nombre es Emily Jane, pero quizás me conozcas como madre naturaleza. - le sonrió risueña - Tu eres Elsa, ¿Verdad?

- Si... - Se escuchó responder en un susurro - ¿Cómo lo sabes?

- Oh, Elsa, yo lo sé todo - le aclaró jugando con sus manos

- ¿Estás perdida? - preguntó sintiendo la ignorancia de su memoria como si lo estuviese viviendo en ese momento

- No, no precisamente - le respondió pensativa 

Madre naturaleza acercó sus pequeñas manos hasta la cabeza de Elsa, poniendo una en cada lado hasta tapar los oidos de la rubia, apenas sus dedos rozaron los cabellos sueltos de la reina de las nieves, fue que todo tomó sentido y luego el caos se presentó sin previo aviso. Un espiral de emociones e imágenes la envolvieron hasta devolverla al glacial, su cuerpo se equilibraba inconscientemente en el borde de la grieta, Elsa jadeó abrumada, respiró profundamente hechandose hacia atrás, luego continuó respirando entre jadeos, tratando de recobrar el sentido de la realidad, delante de ella el recuerdo de lo que estuvo viviendo, y había olvidado, se perdía entre murmullos y la profundidad. La platinada se levantó aún presa de la impresión asomándose, tratando de divisar y entender que era lo que seguia, cual era la verdad que se ocultaba, lanzó un rayo congelado llenó de un esplendor incandescente, pero este salió con un centro tan oscuro como el fondo de la grieta, perdiéndose junto al recuerdo.

Norte tenía razón, casi siempre la tenía, Elsa no dudaba de aquello a pesar de lo poco que le decía, en momentos así eso no le interesaba, ahora sabía que era lo que debía buscar. La guardiana se puso en pie dispuesta en volver al polo en busca de ayuda, necesitaba bajar por la grieta de la verdad sin congelarse en en el intento, ascendió por el pasillo de vuelta a la camara principal para encontrarse nuevamente con las figuras de hielo por todo el lugar, paseó su mirada por ellas hasta detenerse en un recuerdo de Jack, quien avanzaba hasta atravesar a Elsa como si el hielo que lo componía no pudiese tocarla, la platinada lo siguió con la mirada girando de vuelta por el pasillo hasta ver al recuerdo del guardian sentarse en el borde de la grieta.

El Jack del recuerdo lucía agotado, llevaba una sonrisa triste que no alcanza a reflejarse en sus ojos, sacó las manos del bolsillo de su sudadera desdoblando una ave de origami que parecía esconder una carta.

- Anna... - susurró Elsa al ver el papel

Jack comenzó a leer la carta hacia el vacio, Elsa reconocía las palabras, las había leído hace unos días atrás, recordaba como Anna le había mencionado que las mandaba semanalmente, sintiendo la puntada de la culpa por el dolor que había causado. Elsa giró sobre sus talones dejando el recuerdo atras, sintiendo las puntadas de culpas sobre su pecho y un vacío en el estómago, deseando que al avanzar esas sensaciones quedarán atrás junto al recuerdo, pero al salir del pasillo de la grieta fue que las demás memorias seguían pasando. Ya no estaban tan solo los recuerdos de Anna, ni los momentos de la pequeña Elsa, junto a las navidades que se había perdido estaban los demás, junto a las fiestas y celebraciones, los cumpleaños, o simples juegos, siempre estaban las visitas fugaces y encuentros planeados, Elsa por fin era espectadora de lo que le contaban las cartas e historias de su hermana.

Que injusta había sido

Elsa se tomó el tiempo de caminar entre los recuerdos cambiados, tomando atención en los momentos vividos en su ausencia, los lazos creados, podía ver las tardes en que Mérida pasaba por Arendelle jugando con la pequeña princesa, las veces en que Norte le llevaba obsequio o que Aster se ofrecía para entretener a los niños del reino, en otras más estaba Hiccup y Jack con la pequeña Elsa volando, para luego desaparecer y mostrar a Kristoff junto a su hija y a Anna disfrutar la tarde, se detuvo un instante para apreciar la magia que se había perdido.

- ¿Cómo es ella? - preguntó la pequeña Elsa mientras se acomodaba en su cama, la voz llamó inmediatamente la voz de la guardiana quien volteo a observar a ambas interactuar, su hermana Anna estaba en silencio arropando a su hija - ¿Era tan bonita como en las pinturas, mami?

- Mucho más - respondió sin titubeos - tu tía tenía los ojos más bondadosos que puedas imaginar - respondió - y su sonrisa era la más sincera que he visto, aunque no lo hacía muy seguido - rió con suavidad sentándose en la cama

- ¿La extrañas mucho, mami?

- Todos los días - respondió Anna sin dejar de sonreír - eso es lo lindo de amar - agregó acariciando los cabellos de su hija. La pequeña Elsa pareció pensar en las palabras de su madre, para luego preguntar

- ¿Puedo tener una hermana?

- ¿Que? - preguntó pegando un respingón - ya es muy tarde para esa clase de preguntas, ya es hora de dormir - negó Anna nerviosa

Elsa sonrió con nostalgia siguiendo su camino y dejando el recuerdo atrás, avanzó unos cuantos pasos antes de detenerse en otro dónde ahora Anna y Kristoff hacian equipo en las noches de juego mientras Jack y la pequeña Elsa los observaba, el resultado no fue sorpresa, Anna era muy mala en los juegos familiares, mas lo que siguió a la escena, cuando ya la mayoría se había ido, había dejado en la guardiana con sentimientos encontrados. Jack y Anna siempre habían tenido una íntima relación, como si fuera familia en otro tiempo, se reconocían con fraternidad confiando en el otro, Elsa ya lo sabía, solo que verlo era otra cosa y escucharlo era diferente.

- Pensé que no vendrías hoy - dijo la Anna del recuerdo mientras se agachaba a recoger unos papeles

- No me perdería una noche de viernes con ustedes por nada - respondía Jack ayudandola

- Pero faltaste los dos últimos viernes - le reprochó con suavidad, Jack solo parecía cansado

- Lo lamento, estuve algo ocupado con los guardianes, ya sabes, buscando la tonta planta - se escusó el recuerdo, Elsa se paseaba entre ambos tomando atención

- ¿Si? ¿Cómo van con eso? ¿La encontraron, ya no hay amenaza? - preguntaba Anna en su habitual verborrea mientras recogía el último trozo de papel y se sentaba en el suelo

- No - respondió Jack sentándose al lado del recuerdo de Anna - pero quédate tranquila, está todo bajo control

- ¿Estás seguro Jack?

- Si, Emily Jane ya no necesita que la busquemos - le aseguró - te dije que era volátil - le sonrió cálidamente

- Gracias - sonrió con sincero alivio - temía por Elsa, no soportaría perderla como a su tía, no a mí Elsa - confesó afligida

- Tranquila Anna, nunca dejaríamos que nada les pasara, no lo permitiría - volvía a asegurarle el guardian

- Eso me recuerda - lo interrumpió poniéndose en pie, el recuerdo se difuminó por un momento hasta que Anna volvió a acercarse a Jack entregándole unas figuras de papel- tengo unas cartas que entregarte, son tres, una por cada viernes que no estuviste, incluído hoy 

- Hoy si vine - se defendió

- Pero los últimos dos no... ¿Sucede algo? - le preguntó preocupada

- Nada, solo no tenía planeado ir hoy para allá

- ¿No? Pero si vas todos los viernes... ¿No le has llevado mis cartas? - le recriminó

- Si le llevo tus cartas, Anna - respondió entre risas, divertido de la reacción de la otra - solo pensaba no ir está semana - dijo encogiéndose de hombros

- ¿Qué dices? ¿Desde cuándo que no vas?...

La reina de las nieves desapareció el recuerdo de un manotazo, las memorias decían mucho aunque no eran explícitas, abrumada por encontrar algo que no debía mirar, Elsa se encamino con rapidez hasta el exterior, tratando de ignorar, en vano, las voces de los demás recuerdos, pero poco antes de llegar hasta el pasillo que llevaba hasta la superficie fue que su propia voz la detuvo, Elsa giró con lentitud hasta darle frente a las figuras que recreaban un momento que no deseaba recordar.

- ¿Te agrado? - escuchó con su voz incredula

Elsa ya sabía que era lo que seguía

- Me agradas, lo hiciste durante todos estos años - dijo el recuerdo de Jack sin rastro de bromas en sus palabras

- ¿Por qué? - preguntó sin creerle, sin entender el transfondo de lo que el otro decía, aunque ahora ya lo sabía

- ¿Por qué? - dijo Jack junto a una risa nerviosa, pasaba las manos por sus cabellos en un gesto nervioso, desordenado algunos mechones con el acto antes de decir algo más - ¿No está claro? - le sonrió avergonzado de sus propias palabras - me gustas, Elsa

Las palabras volvieron a calar en Elsa con la misma intensidad que en ese momento, solo que está vez no sintió el miedo y rechazo de aquella vez, sino más bien la emoción y anhelo que tuvo que haber sentido, tapó sus labios con sus manos ahogando un jadeó mientras observaba la respuesta de su recuerdo.

- ¿Te gusto? ¿Yo? No, debes estar equivocado - negó nerviosa, ocultando sus emociones en su actitud protocolar - no puede ser

Entonces Jack rió, rió con suavidad en un comienzo para luego soltar una risa más genuina, Elsa desvío la mirada del recuerdo, avergonzada y arrepentida de su actitud y todo lo que seguía, arrepentida de su rechazo y cobardía.

- Tu también me gustas - murmuró arrepentida de no haberle correspondido

Pero como si de una mala broma se tratase las siguientes palabras que escuchó de algún recuerdo de Jack fue lo que su propia actitud había causado, lo que sus propios miedos habían logrado.

- Tranquila, no pasa nada, yo ya sabía la respuesta

Lo había alejado

- Suficiente - musitó adolorida

Elsa levantó sus manos al igual que un principio, solo que está vez las memorias desaparecieron, dejando una neblina de escarcha suspendida por el interior del glaciar. Ya no podía perder el tiempo, debía volver con los demás.

Salió del glaciar con la luz del alba reflejando el océano, iluminando las aguas que antes habían estado oscureciadas por la noche, el hielo opaco del exterior empezó a brillar gracias a los rayos del amanecer, Elsa paseó su mirada acostumbrando sus ojos a la luz hasta topar a Jack esperándola.

Los recuerdos ya no estaban

- ¿Qué haces aquí? - preguntó nerviosa

- Norte me mandó, estabas tardando - explicó acercándose a ella - estaba preocupado

- ¿Norte? - preguntó Elsa, Jack desvío la mirada

- Si, también él - sonrió - ¿Nos vamos? Ya está amaneciendo

Elsa se quedó en su lugar sin decir nada, se sentía extraña, abrumada en un mar de emociones, sabía muy bien que tenía que hacer, pero la voz de la razón no estaba presente en ese momento precisamente.

- ¿Todo bien? ¿Encontraste algo? - preguntó Jack acercándose a ella, Elsa negó con un gesto para luego asentir con rapidez

- La verdad si encontré algo - respondió - pero necesito ayuda para llegar a él sin volver a congelarme

Las palabras de Elsa habían sido más convincentes de lo que ella había imaginado, sin siquiera replicar Jack había aceptado, solo un suspiro largo había hecho dudar a Elsa de la comodidad del otro, aún así no perdieron tiempo en ello y entraron de vuelta al Ahtohallan.

- ¿Y qué es lo que estabas buscando?

- Norte y yo pensamos que madre naturaleza fue la que me descongeló, y creo que encontré el recuerdo que lo respalda - respondió mientras lo guiaba por los pasillos del interior, aunque Jack los conocía bastante bien

- ¿Entonces es cierto? - preguntó preocupado lo que detuvo el andar de Elsa volteando a verlo

- ¿Lo sabías? - preguntó asustada por la respuesta, Jack desvío la mirada

- Norte me dijo algo hace poco... - murmuró como respuesta - estaba preocupado, quería que te hechar un ojo - admitió atrapado

- ¿Y lo hiciste?

- Claro que lo hice, no quería que algo te pasara - confesó precipitadamente, luego carraspeó buscando cambiar el tema - lo lamento, no te quería incomodar - se disculpó pasando al lado de ella dispuesto a continuar el camino

Elsa observó a Jack alejarse por el corredor hacia la recámara principal, sintió un fuerte impulso inquieto atravesar su cuerpo, apretó sus puños con fuerza sintiendo su pecho acelerado, y sin siquiera pensarlo lo llamó.

Quizás su hermana tenía razón en como funcionaba todo eso

- Jack

El aludido detuvo sus pasos ya en el umbral del gran salón volteando a verla, Elsa tragó con dificultad, sentía un zumbido por sus oidos que le impedían escuchar su propia voz, apretó sus labios con fuerza y luego negó con su cabeza.

- ¿Sucede algo? - preguntó, a lo que Elsa seguía negando mientras lo alcanzaba

- Solo me preguntaba como lo haríamos, el recuerdo estaba por la grieta, no es un sitio facil al cual llegar - dijo aún nerviosa por la locura que estuvo a punto de realizar - y no es un recuerdo convencional - agregó en un titubeo

- ¿A qué te refieres?

- Cuando lo encontré tuve que tocarlo para poder ver lo que pasaba - admitió  mientras se acercaba a la abertura de la grieta - lo que ví cuando lo toqué no era lo mismo que pasaba antes de hacerlo

- ¿Y quieres intentarlo de nuevo? - Elsa negó

- Pero hay que hacerlo

Elsa volvió a manifestar las memorias por el desplayo haciéndolas aparecer con su magia, rogando en su interior que estás fueran momentos agradables y no tan íntimos como las últimas que había visto, aunque no tuvieron mucho tiempo para fijarse en ello, en el medio del salón había vuelto a aparecer aquel recuerdo. Un círculo estéril de memorias se encontraba entre los recuerdos desapareciendo uno a uno a medida que avanzaba y volviendo a aparecer estos al alejarse de dónde estaban, Jack tomó a Elsa por una de sus manos guiandola hasta el extraño fenómeno, deteniéndose lo suficientemente cerca para notar la figura de un recuerdo de Elsa, la imagen de ella misma pero tan diferente a la que estaba a su lado.

- Ese es - afirmó la platinada apuntando a la imagen de si misma que se paseaba por el lugar - cuando la toqué perdí el sentido y reaccione a punto de caer - dijo hechandole un vistazo fugaz, luego desvío la mirada avergonzada

- Bien, yo veré que está vez no suceda - le sonrió con seguridad, Elsa asintió contagiandose de su sonrisa

La reina de las nieves tomó aire con profundidad acercándose una vez más al recuerdo de ella en lo que parecía ser otro plano, tomó su mano de hielo con la suya sintiendo la corriente eléctrica brotar de sus yemas, cerró los ojos con fuerza para luego abrirlos ya en otro lugar, bastante lejos de donde estaba, aunque seguía siendo el Ahtohallan.

- Me congelé - se escuchó susurrar

- Lo hiciste

- ¿Mori?

- La mortalidad de los espíritus siempre será un misterio, Elsa - canturreo como respuesta

Elsa frunció el entrecejo extrañada, las palabras le supieron amargas, sintiéndose atrapada sin poder decir lo que pensaba.

- ¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? ¿Dónde está Anna?

- Es el Ahtohallan, el otro lado del puente - dijo madre naturaleza como si fuera un juego, divertida por la situación

- El otro lado del puente... - murmuró - Tengo que volver... Tengo que salir de aquí - dijo levantándose de dónde estaba - Ayúdame a volver, por favor - le rogó 

Madre naturaleza la observó en silencio, jugaba con un mechón de su cabello oscuro, soplando lo hasta separar sus hebras, luego levantó la mirada prepara para hablar.

- Es que yo no vine a ayudar

Chapter 37: Capítulo XXXVI - Desde el principio

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Capítulo XXXVI
Desde un principio

Jack ya había notado que algo pasaba tras la puerta de la oficina de Norte, llevaban bastante tiempo los dos a solas ahí y no daban luces de salir prontamente, el guardian de la diversión se paseaba nervioso por el taller, como si el tema a tratar entre los otros dos guardianes fuera de vida o muerte, aunque Jack ya sospechaba que tratarían sobre madre naturaleza.

- ¿Por qué tanto paseo Jack? - le pregunto hada volando a su alrededor, pequeñas haditas revoloteaban con esta - luces nervioso

Culpable, pensó él

Le había ocultado bastantes cosas a Elsa y había mentido levemente en otras más, temía quedar al descubierto en la charla con Norte antes que él pudiera decir algo, alejándo a la guardiana cuando apenas había conseguido hablar como antes nuevamente con ella.

- No pasa nada, hada, solo quiero terminar todo esto rápido - se excusó hábilmente, Conejo negó a sus espaldas

- Ahora te interesa ir de prisa, tu eres el que siempre retrasa todo con sus rondas y travesuras - Jack rodó los ojos

- Ya comenzaste, habías tardado - se quejó dándole la espalda - solo ignorenlo - dijo luego restándole importancia a lo que fuera que dijese Bunny con un gesto de manos

- ¡A esto me refiero! - refunfuñó el otro

- ¿Tienes algún problema conmigo? - lo encaro Jack pero Conejo solo se cruzó de brazos altaneramente

Más nada más salió de los labios de ambos, una brisa helada inundó el taller y un tenue brillo salió por debajo de la puerta, Jack dejó de prestar atención al guardian de la esperanza para ahora abrir el portal sin golpear, Norte estaba al otro lado con los brazos cruzados tras la espalda mirando por el ventanal, en la oficina ya no habían rastros de la reina de las nieves.

- ¿Dónde está? - preguntó Jack inmediatamente, Norte sonrió divertido

- Fue al Ahtohallan, ya volverá - respondió con tranquilidad

- Voy con ella - dijo decidido girando sobre sus talones, más Norte lo detuvo  alzando la voz

- Necesita hacer esto sola - le explicó llamando su atención

Jack lo observó en silencio sin convencerse por completo, aunque le hizo caso, quedándose en su lugar mascullando entre dientes, hada lo observó afligida, acercándose a este para confortarlo, aunque no sonaba muy confortante lo que decía.

- Te lo dije, no puedes estar siempre siguiéndola - comentó en voz baja acercándose a este

- No estoy siempre siguiéndola - se defendió - no sabes de lo que hablas

- Jack, hay otras cosas de las que ocuparse ahora - le recordó, pero Jack volvió a negar

- Solo me preocupa

- Ella sabe como cuidarse sola - le recordó una vez más Toothianna

Pero a pesar de lo que Norte había dicho, o lo que hada creía, las horas fueron pasando sin demora y el amanecer se veía pronto a llegar a diferencia de Elsa que aún no volvía, la confianza de un principio se desvanecía y poco antes del alba Norte le había pedido al guardian de la diversión que fuera a buscarla.

Sin perder tiempo Jack había lanzado una de las viejas esferas no reutilizables que Nicholas le había dado, para al instante siguiente ya estar en el Ahtohallan, en el mismo lugar donde días atrás lo había rechazado, el portal se cerró tras él inmediatamente dejándolo a solas en el glacial con sus recuerdos, aunque esto no duró mucho, como si el tiempo estuviese pautado, por la entrada del Ahtohallan estaba la guardiana, quien lo miraba confundida y contrariada por la presencia del otro.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó sin moverse de su lugar

- Norte me mandó, estabas tardando - explicó acercándose a ella - estaba preocupado

- ¿Norte? - preguntó Elsa ingenua, Jack desvío la mirada nervioso, aún así no retrocedió en su respuesta

- Si, también él - sonrió - ¿Nos vamos? Ya está amaneciendo - dijo rápidamente cambiando el tema, tratando de no incomodarla

Elsa se mantuvo quieta en su sitio enmudecida, tenía una expresión extraña y nerviosa, sus mejillas estaban tan rojas al igual que su nariz mientras su pecho se agitaba por su respiración enraizada, Jack la observo preocupado, buscando entender que le había pasado.

- ¿Todo bien? ¿Encontraste algo? - preguntó acercándose a ella, Elsa negó con un gesto para luego asentir con rapidez contrariada

- La verdad si encontré algo, pero necesito ayuda para llegar a él sin volver a congelarme

Jack asintió rápidamente sintiendo las viejas emociones de cuando la guardiana no estaba, abrazando mil veces con mayor recepción la realidad que ahora tenía, prefería ser rechazado que no verla nuevamente.

- ¿Y qué es lo que estabas buscando? - preguntó volviendo junto a ella al interior

- Norte y yo pensamos que madre naturaleza fue la que me descongeló, y creo que encontré el recuerdo que lo respalda

Y fue cuando Jack volvía a sentir la misma ansiedad que había sentido en el taller de Norte, cuando esté hablaba a solas con la guardiana en la oficina, la culpa volvía una vez para abrumar al guardian producto de las acciones que había tomado Emily Jane en un pasado y que ahora Elsa podía mirar.

- ¿Entonces es cierto? - preguntó sin pensarlo, Elsa se detuvo y volteo a encararlo con el entrecejo fruncido 

- ¿Lo sabías? - preguntó decepcionada, Jack retrocedió levemente arrepentido

- Norte me dijo algo hace poco... - musitó avergonzado por ocultarlo - estaba preocupado, quería que te echara un ojo - agregó resignado

- ¿Y lo hiciste?

- Claro que lo hice, no quería que algo te pasara - confesó precipitadamente, luego carraspeó arrepentido de su arrebato  - lo lamento, no te quería incomodar - se disculpó queriendo continuar el camino

¿Que estaba haciendo?

Jack temía que el hecho de no haberle contado a Elsa todo lo que sabía cuando lo supo la alejara más de lo que sentía que ya estaba, pero al tratar de ser sincero con ella también incomodaba a la guardiana, suspiró resignado nuevamente, pasó su mano por su rostro y apuró el paso hasta llegar a la recámara, pero el llamado de Elsa lo detuvo antes de cruzar hasta ese lugar.

- Jack

El guardian de la diversión volteó a verla en silencio, pudo notar el titubeó de Elsa a la distancia, para luego verla apretar sus labios en una mueca y negar con un gesto de cabeza.

- ¿Sucede algo? - preguntó a viva voz, a lo que Elsa seguía negando mientras lo alcanzaba

- Solo me preguntaba como lo haríamos, el recuerdo estaba por la grieta, no es un sitio facil al cual llegar y no es un recuerdo convencional - Jack la observó confundido

- ¿A qué te refieres?

- Cuando lo encontré tuve que tocarlo para poder ver lo que pasaba, lo que ví cuando lo toqué no era lo mismo que pasaba antes de hacerlo - intentó explicarse

- ¿Y quieres intentarlo de nuevo? - Elsa negó con un gesto de cabeza

- Pero hay que hacerlo

Jack vio a Elsa manifestar su magia por el Ahtohallan con su habitual elegancia, algo muy propio de ella, esculturas de hielo nacieron desde el suelo tomando forma en recuerdos pasados, llenando todo el espacio de momentos vividos, entre todos ellos había algo que llamó la atención del guardian, un claro inerte de memorias se desplazaba por la cámara, desapareciendo recuerdos a su paso como si de un eclipse se tratara. Jack tomó a Elsa por una de sus manos guiando hasta llegar al borde de la atmósfera invisible, cautivado por la memoria de la guardiana que descansaba en medio del vacío, pacífica y ajena a todo.

- Ese es - afirmó Elsa llamado su atencion - cuando la toqué perdí el sentido y reaccione a punto de caer - agregó lanzandole una mirada fugaz, luego desvío su mirada algo sonrojada

- Bien, yo veré que está vez no suceda - le aseguró sonriéndole, la platinada le respondió correspondiendo con una sonrisa más tímida

Elsa tomó aire con exageración antes de cruzar la barrera invisible y tomar la mano de su recuerdo, luego un sonido agudo y fuerte irrumpió en la estancia haciendo que Jack se tapara los oidos adolorido, con una mueca en el rostro. La memoria de Elsa se evaporó en el espacio y en su lugar Elsa comenzó a caminar con lentitud hacia la grieta, Jack se apresuró a alcanzarla a paso acelerado, se plantó delante de ella buscando detenerla pero esta continuó con su camino evitando el obstáculo, Jack volvió a darle frente una vez más notando está vez la ausencia del brillo en sus ojos, la mirada perdida en el horizonte, entendiendo al fin que Elsa no lo iba a escuchar.

Y en cualquier momento volvería a saltar
 
  
Hiccup reaccionó cuando los rayos del solo dieron en su rostro a través de la ventana, su cara se contrajo en una mueca para luego comenzar a desperezarse, sentía el cuerpo entumecido y helado, su brazo hormigueba aún sin despertar, y su cabeza retumbaba producto de las pocas horas de sueño que había tenido, se sentó en la orilla de la cama pasando sus manos por su rostro, luego giró hacia sus espaldas notando a Astrid a su lado, la rubia aún dormía en su lugar cubierta por las frazadas. 

Habían pasado la noche juntos

Hiccup y Astrid habían pasado casi toda la noche hablando, ajenos al tiempo y el cansancio, la rubia le había confesado al otro superficialmente el cómo había sido su tiempo bajo tierra junto al señor de las pesadillas mientras el castaño le contaba como habían sido esos años buscándola con sus amigos, la noche había avanzado sin aviso y sin siquiera notarlo habían caído rendidos y dormidos junto al otro.

Pero al amanecer no era igual que antes

El vikingo se levantó sin meter ruido, saliendo de la habitación y comenzando a alistar las cosas para el viaje, poco tiempo después aparecía Astrid por el umbral ya lista para partir, un silencio incómodo los invadió el tiempo suficiente como para ya no ser capaz ninguno de romperlo, hasta que Chimuelo empezó a moverse con brusquedad dentro de la cabaña, metiendo ruido y rompiendo todo a su paso, igual de incómodo por la mutes como los demás.

- Ya cálmate, lagartija gigante - se quejó Hiccup entre bromas después de tratar un buen rato en detenerlo

- Así menos te hará caso - rió Astrid mientras acomodaba la última carga a un costado de la puerta - debe estar emocionado por viajar - le sonrió - deberías sacarlo a pasear más seguido

- No es un niño - se quejó el castaño mientras trataba de quitarse al furia nocturna de sobre él - ya sabe cuidarse solo

- ¿A qué hora partiremos?

- Cuando todos esten listos - respondió por fin alejando al dragon - No deben tardar en llegar

- ¿Todos? ¿Quiénes son todos?

- Oh, ya sabes, todos - respondió como si nada Hiccup, aún pendiente de Chimuelo que no dejaba de mover su cola y botar todo a su paso - Brutacio, Patán, Eret, Brutilda... Creo que son todos... - enumeró no muy seguro - Ah, si, y Bocón vendrá a despedirnos, ya sabes lo sentimental que se pone - Astrid sonrió animada, volvió a repasar los nombres por su cabeza notando que uno faltaba

- Te falta Pata... Oh...

Astrid se detuvo tan rápido como había iniciado, con un deje de tristeza desviando su mirada a la nada. Hiccup dejó lo que estaba haciendo para observarla al igual que el furia nocturna, ambos ya sabían lo que la otra debía estar sintiendo.

- ¿Estás bien? - le preguntó acercándose, Astrid asintió

- Solo es... No sé, este será mi primer viaje sin él, es extraño - admitió melancólica

- Él dijo algo similar la primera vez que salimos sin ti - recordó abrazándola por los hombros, buscando confortarla

- Todo es diferente ahora - murmuró, Hiccup asintió

- Bueno, no todo - comentó con gracia - Brutilda sigue sin conseguir novio - Astrid rió con suavidad

- Voy a tener que seguir soportando sus pláticas - bromeó - y ¿Por dónde partiremos? - inquirió deshaciéndose del agarre con delicadeza y acercándose a acariciar a Chimuelo

- Hay muchos sitios por los que buscar, pero tomando en cuenta lo que me dijiste anoche, lo mejor sería partir por el principio

- ¿Y cuál sitio sería este?

- Por el bosque sin magia

Astrid levantó su mirada inquieta hacia el castaño, frunciendo el entrecejo angustiada, sentía el nudo en su estómago que lo hundía hasta el suelo, recordar aquel lugar ya erizaba su piel, no era un sitio al cual deseaba volver.

- ¿Estás bien con eso? - preguntó Hiccup preocupado por la expresión de la otra

- Si, lo estoy, ¿Por qué no lo estaría? - negó rápidamente moviéndose por la sala, Hiccup entrecerró los ojos aún sin convencerse

- No tienes que fingir conmigo, Astrid, te conozco

- Nadie está fingiendo nada, estoy bien - le aseguró una vez más - la verdad es un buen sitio para iniciar - musitó con sinceridad ocultando su malestar

Pero aunque Hiccup tenía muchas cosas más para decir, no tuvo oportunidad de hacerlo, el tiempo seguía pasando y los demás ya habían llegado, interrumpiendo ese momento. Los saludos no se hicieron esperar, algunos aún tan emocionados como la tarde anterior al ver a Astrid aparecer, el reencuentro apenas estaba iniciando.

- A ustedes dos siempre les ha gustado salir apenas regresan a la tribu - comentó Bocón mientras les ayudaba a amarrar la carga en los dragones

- ¿Qué estás reclamando ya? - le preguntó Hiccup con burla, el herrero negó con un gesto poniendo los ojos en blanco - con la edad te has puesto quisquilloso

- Estoy cansado, solo estoy cansado - se defendió - y no estoy tan viejo - lo corrigió con una mueca en el rostro

- Como digas - respondió sin decirlo en serio, luego cambió su expresión a una más seria - volveré todas las veces que la esfera me permita viajar - le aseguró confiado - espero que mantengas la isla a flote hasta entonces

- Yo solo espero morir en la primera semana - bromeó junto a una carcajada, luego suspiró más tranquilo - como Ayer te dije; Berk está en buenas manos

- Lo sé - le respondió palmeando su hombro

- Y podrías conseguirle una novia a Brutacio - comentó elevando la voz y apuntando al aludido que cargaba algunas cosas a rastras - el muchacho necesita algo de acción, le hace falta - agregó divertido - quien sabe si en una de esa hasta se casa

- Ya te dije que tengo a mis mujeres - se defendió molesto

- Si claro, hasta mamá dice que eres horrible - lo molesto Brutilda soltando una burlesca risa

- Duh, ella dice que somos iguales - se defendió Brutacio

- ¡Eso no es cierto! - gritó ella

- ¡Qué si lo es! - dijo él

- ¡Oh, ya cállense los dos! - les gritó Bocón

- Eso me hará falta en el viaje - le susurró Hiccup a Bocón en voz baja

- ¡Oye, líder! - lo interrumpió Eret terminando de ajustar su carga - ¿Dónde se supone que iremos? - inquirió llamando la atención de todos los presentes

Los vikingos dejaron de reir y molestarse, dejaron lo que estaban haciendo para acercarse entre ellos a espera de una respuesta, Hiccup miró de reojo hacia donde Astrid, esperando algún gesto de parte de ella, esperando la aprobación a sus palabras, la rubia no dijo nada, solo lo miro de vuelta con confianza y asintió con un gesto leve de cabeza, eso había sido suficiente para el castaño, luego regresó la mirada a sus amigos para responder.

- Al bosque sin magia

- ¿Al bosque sin magia? - preguntó Patán ignorante de lo que hablaban

- ¡Pero si ahí no hay nadie! - exclamó Brutilda aburrida y decepcionada - me prometiste que conocería a muchos hombres - se quejó hacia Hiccup molesta

- Estoy seguro que no prometí nada de eso - se defendió con tranquilidad

- Estaba explícito en tu propuesta - respondió ofendida

- Tu solo avergüenzas a la familia - musitó Brutacio abochornado

- Vamos muchachos, hemos ido a sitios peores - presumió Patán pavoneandose entre sus compañeros - yo te protegeré del peligro, mi dama - se ofreció hacia Brutilda, está compuso una mueca al igual que su mellizo

- Que asco - susurró Brutacio - ya comenzó otra vez

- No gracias - lo rechazó Brutilda directamente subiéndose a su dragón rápidamente para huir - ¡Ya vámonos! Aquí los buenos hombres escasean - se quejó cruzándose de brazos con el ceño fruncido

No pasó mucho para que el grupo se elevara por los cielos, cada uno en su respectivo dragones preparados para un viaje sin retorno cercano, incluso Astrid iba acomodada junto a Tormenta, quien no se alejaba de su jinete desde que está había vuelto. Hiccup, quien iba al frente de la formación, lanzó la esfera de nieve por los cielos abriendo un portal, los ojos de la rubia se iluminaron con asombro, aún atrapada en la magia de los portales mientras los demás cruzaban sin problemas, acostumbrados a esa clase de viajes.

- ¿Vas bien? - le gritó Brutilda acercándose a Astrid por los cielos - Esas cosas son una locura - comentó con un gesto de manos - tampoco me gusta la sensación que deja, es como si un dragón escupiera baba encima de uno - continuó sin descanso

- Estoy bien, no es tan malo - respondió alzando la voz sobre el viento

- ¿Estás segura? Igual debe ser extraño volver después de tanto tiempo y ver tantas cosas cambiadas, yo no podría aprenderme todo tan rápido, debe ser un fastidio todo esto...

- ¡Brutilda, ya cállate! - le gritó Brutacio desde la otra cabeza del cremallerus espantosus, ya colapsado por el cacareo de su hermana

- ¡No te metas, es una conversación de chicas! - le gritó de vuelta mientras Astrid intentaba alejarse junto a Tormenta

- ¿Estás huyendo? - la molestó Hiccup desde Chimuelo a viva voz

- ¡Shuuu! - chucheó Astrid con un gesto a la distancia - ¡No lo grites! - exclamó de vuelta con una sonrisa

- ¡Te extrañó bastante! - le reveló poniendo sus manos alrededor de su boca, tratando de hacerse escuchar sobre el viento y el aleteo de los dragones - ¡Tienen que ponerse al día! - le recordó divertido, Astrid compuso una mueca

- ¿Ahora? - preguntó en un grito haciendo el mismo gesto que el otro, Hiccup sonrió ampliamente para apuntar a las espaldas de la rubia

- ¿Qué? - murmuró para si misma volteando, notando a Brutilda tratando de alcanzarla a toda velocidad

- ¡Astrid! - la llamaba agitando la mano - no vayas tan rápido, tenemos mucho de lo que hablar - comenzó nuevamente al estar más cerca - ¿Dónde habíamos quedado? ¡Ya lo sé, hay que comenzar desde el principio!

- Al parecer todos quieren eso - murmuró rendida 

Brutilda no se contuvo, después de tanto tiempo que había transcurrido habían muchas cosas que contar, comenzó por una vieja historia que le había sucedido hace años, entrometiendo en el relato otras cuantas más que no iban al caso, Astrid suspiró resignada, volteó su mirada hasta Hiccup algo más adelante quien había girarlo a verla con una enorme sonrisa, Astrid sonrió contagiada para luego desviar la mirada y articular un te odio como respuesta, el otro solo rió mientras negaba con un gesto.
    
   
Jack, aún jadeante por el esfuerzo, dejó a Elsa con cuidado sobre la superficie helada del Ahtohallan, la había sacado desde el fondo del abismo tan rápido como ella se había lanzado, aunque ya había comenzado a cubrirla algo de escarcha. La guardiana permanecía inconsciente, cubierta de una fina capa de escarchas al igual que la última vez, de su boca azulina escapaba su aliento en forma de nube, sus mejillas permanecían coloradas en contraste con lo demás que estaba tan blanco como la nieve, al igual que su piel que permanecía helada como el hielo, en las puntas de sus pestañas la escarcha se agrupaban y en sus cabellos habían copos de nieve. La misma imagen que años atrás.

Pero un jadeo débil rompió el silencio seco, Elsa comenzó a pestañas con lentitud mientras el hielo cedía por su cuerpo como si jamás lo hubiese cubierto al igual que la primera vez, su piel dejó de ser pálida y azulina para recuperar su color, Jack la miro junto a una enorme sonrisa mientras Elsa le respondía con una más discreta.

- Te urge encontrar otra manera de ver tus memorias - bromeó despejando los cabellos del rostro de la guardiana

- S-si... - respondió en un hilillo de voz con la garganta tan seca como entumecida - lo consideraré - agregó luego intentando rencorporarse

- ¿Y valió la pena? - Indagó inquieto, preocupado de que el sacrificio no fuese suficiente

- Por supuesto que si - asintió - hay que volver al polo - dijo luego intentando ponerse en pie

- Cuidado - la ayudo Jack - ¿Estás segura que puedes?

- Segura - respondió aceptando la ayuda

Jack y Elsa se encaminaron entre los recuerdos de la gran sala del Ahtohallan que aún permanecían vivos entre ellos, aunque ninguno le tomaba atención, la guardiana iba contando lo que había visto en el fondo de la grieta, mientras Jack la escuchaba atento, pero una vez más el recuerdo incómodo de ambos fuera en el glaciar los volvía a atormentar.

Me gustas, Elsa

¿Te gusto? ¿Yo? No, debes estar equivocado

Estás equivocado

La platinada volteo deteniendo su paso, mirando hacia las copias de hielo que recreaban el momento tal cual como ella lo había visto hace un rato atras, luego volvió su mirada hasta Jack que la observaba impaciente y con el entrecejo fruncido, emprendiendo marcha nuevamente.

- Lo lamento - se disculpó alcanzandolo, Jack ya había comenzado a ascender por el túnel principal hasta el exterior

- Está bien, no tenemos que hablar de eso - respondió incómodo sin voltear a mirarla

- Jack, en serio lo lamento - repitió

- Lo sé - respondió - ¿Nos vamos? - siguió aún sin mirarla

- Jack - lo llamó, pero este no respondió - ¡Jack! - intentó una vez mas

- Tranquila, no pasa nada, como te había dicho; yo ya sabía la respuesta - repitió como antes había dicho, como el recuerdo que había visto Elsa

- Es que tu también me gustas - dijo en un impulso, volviendo el ruido en un silencio sordo

- ¿Qué? - preguntó Jack volteando lentamente a darle frente

Elsa retrocedió un paso dudando, desvío la mirada avergonzada, luego la devolvió hasta donde este siendo capaz solo de sostenerla unos segundos. Apenas había tenido el valor para aceptarlo ¿Cómo podía repetirlo siquiera?

- Elsa - la llamó ahora él inquieto, tenía el pulso acelerado y un cosquilleo en el pecho - ¿Qué fue lo que dijiste?

- ¿En serio me harás repetirlo? - le reprochó avergonzada, sin rastro de su piel blanca a la vista, arrepentida de su arranque emocional

Elsa desvío su mirada sintiéndose atrapada, lentamente comenzó a retroceder de vuelta al interior del glaciar, pero por cada paso que daba Jack daba dos hacia ella, alcanzandola más rápido de lo que Elsa pensaba, un jadeó escapó de sus labios antes de devolver la mirada al guardian, atrapada en el momento.

- También me gustas - repitió una vez más en un tono más bajo

Y está vez nadie dijo nada más

Un silencio estrepitante se fundió entre ambos, siendo interrumpido tan solo por la respiración de los dos, Jack miraba a Elsa aún procesando sus palabras mientras la otra tan solo lo observaba sin decir nada.

Luego el calor fue abrasador

Sin perder ni un instante más, Jack acortó la distancia restante entre ellos, tomando a Elsa entre sus brazos y acercándose a ella tanto como para fundir sus alientos, un jadeó escapó de los labios de la otra por la impresión, luego la cordura volvió a actuar, para al instante estar separados.

- Yo... Yo... Realmente lo siento, Elsa... Yo no... No quería...

Jack trastabillaba con sus propias palabras incapaz de completar sus ideas, en cambio Elsa tan solo volvió a acercarse a él en silencio, tomando sus manos con parsimonia y mirarlo a los ojos. Jack guardó silencio ante la mirada penetrante de Elsa, sus ojos recorrieron su rostro con detalle, pasando por sus pestañas y las pecas sobre su nariz, hasta acabar en sus labios, luego levantó una vez más la mirada hasta los celestes iris, para luego volver hasta sus labios.

No hubieron más palabras, tampoco es que necesitarán más, sus alientos volvieron a chocar está vez fundiéndose en un torpe e inexperto beso, sus labios se unieron con impericia, pero cargado en deseo y cariño, de movimientos lentos y cuidadosos, el beso continuó hasta que el aire les faltó. Y apenas se separaron fue que la cordura volvió a ellos, esta vez con mayor fuerza que antes

La primera en alejarse fue Elsa, aún aturdida y acelerada, estaba jadeante y avergonzada, sentía un revoltijo en su interior al mismo tiempo que un cosquilleo extraño la invadía, rodeo a Jack dándole la espalda asombrada por su propio atrevimiento. Jack en cambio se había quedado pasmado en su lugar, sentía el calor por su estómago y sus labios le ardían, giró a observar a Elsa que permanecía dándole la espalda, solo siendo visibles sus orejas rojas entre sus cabellos.

- Deberíamos volver - propuso Elsa en un tono agudo, con la voz tan temblorosa que parecía tener frío - deben estar esperándonos

- Tienes razón, mejor nos apresuramos - concordó sin protestar

Jack volvió a andar hacia el esterior con prisa, siendo seguido por Elsa en un nuevo silencio, a esas alturas él ya no sabía si lo que había pasado era un avance o retroceso, y la reserva de la platinada no le daba al guardian una buena señal. ¿Se había precipitado? Jack tenía bastantes precedentes sobre su impulsividad ¿Y si había escuchado mal? Era mas probable que así fuera ¿Y si a Elsa no le había gustado? Seguramente aquello era el problema, ¿Qué tan creíble era que con trescientos años no tuviera casi experiencia? La decepción volvió una vez más a agobiarlo mientras el silencio entre ellos los distanciaba más uno del otro.

Una vez en el exterior Elsa cubrió sus ojos del brillo del sol, miró hacia todos lados para luego sacar de entre su bolsa la esfera que Norte le había confiado, luego miró fugazmente hacia Jack para volver a concentrarse en la esfera de nieve, dilatando el poco tiempo a solas que les quedaba, pero incapaz de poderlo disfrutar.

- ¿No piensas lanzarla? - inquirió con curiosidad - puedo usar de las mías, aunque no son tan geniales como la tuya - le sonrió

Elsa volvió a mirarlo fugazmente antes de enrrojecer por completo, luego apretó sus manos contra el objeto nerviosa, pasando saliva por sus labios antes de hablar.

- Ese fue mi primer beso - confesó en un hilillo de voz, aún más nerviosa que antes por sus palabras - yo... No tengo experiencia en esto... - titubeó paseando la mirada mientras apretaba la esfera con sus dedos inquieta - lo que quiero decir...- comenzó nuevamente - no quiero que esto nos distancie aún más, yo no quería...

Entonces Jack la observó con una sonrisa aliviado, esa era una buena señal, el que Elsa le preocupara la distancia. El guardian suspiró con tranquilidad, ignorando las dudas que lo aquejaban y concentrándose en la platinada, en lo nerviosa que estaba hablando y lo linda que se veía haciéndolo.

- También es mi primer beso - mintió sin pensarlo, buscando calmar las ansias de la otra como ella sin querer lo había hecho con él, pero la imagen de un pequeño hombrecillo dorado y molesto invadió sus pensamientos un momento, recordándole al guardian lo impulsivo que a veces era - y tampoco tengo idea de lo que estaba haciendo - continuó igual de apenado mientras se rascaba la nuca nervioso - por un momento pensé que lo había arruinado todo. Otra vez

Elsa negó con un gesto aún incapaz de levantar la mirada, seguía mirando la esfera con ansias tratando de enfocarse en algún detalle o algo más que su propia vergüenza. Sus dedos estaban temblorosos y su corazón latía con fuerza, tanto que Elsa lo podía oír aún más fuerte que el sonido de su propia voz.

- Lamento que te sintieras así, que sientas eso - se disculpó levantando la mirada un instante - es mi culpa, yo arruiné todo desde un comienzo - admitió - no supe cómo actuar

- Eso lo pude notar

- Es en serio Jack, no quiero distanciarme de ti

- Espera, ¿Te declaraste solo por qué piensas que estamos distanciados? - Indagó inquieto, Elsa tomó una larga pausa antes de responder aún en un tono de voz más bajo

- No

- No estamos distanciados - le sonrió - y ahora menos que nunca - le aseguró poniendo sus manos sobre las de ella, Elsa levantó la mirada perdiéndose nuevamente en los ojos de este - tu me gustas, eso no ha cambiado ni un poco

Elsa abrió los ojos levemente avergonzada, desvío de nuevo la mira antes de responder.

- Te- tenemos q-que volver al polo - titubeó nerviosa tomando espacio para lanzar la esfera, buscando serenarse

- ¿Te dió vergüenza? - picó divertido mientras Elsa lanzaba el orbe pegando un respingón y enrrojeciendo una vez más

- Si, ¿Cómo es que a ti no? - confesó antes de cruzar el portal sonrojada, Jack sonrió siguiéndola

Chapter 38: Capítulo XXXVII - Bombones y pesadillas

Chapter Text

Capítulo XXXVII
Bombones y pesadillas

Jack y Elsa llegaron al polo Norte en un instante gracias al portal de la esfera de nieve, recibidos por el ruido ensordecedor de las máquinas y el ajetreo de las criaturas mágicas, que les daba aviso de que la jornada de trabajo ya había iniciado. Los dos guardianes se abrieron paso hasta la oficina de Norte que estaba vacía, luego se encaminaron hasta el salón del mundo que estaba igual de vacío que la habitación anterior.

- ¿Dónde estarán todos? - inquirió Jack en voz alta retumbando como un eco en el salón

- ¿Se habrán ido sin nosotros? - musitó Elsa mirando nuevamente a su alrededor en busca de alguna señal, Jack negó con un gesto

- Sin mi; es probable. Pero no creo que Norte te vaya a dejar atrás - Respondió con simpleza

- ¡Ahí están! - interrumpió el aludido entrando al salón, llevaba su abrigo rojo puesto arremangado sobre los codos, dejando sus tatuajes a la vista, en su mano traía un saco a medio llenar del mismo color bermellón - tardaron bastante - comentó llegando hasta el otro lado de la habitación de unas cuantas zancadas - los otros ya deben estar por volver

- ¿Volver de dónde? - preguntó Jack

- Hay que hacer rondas en las tierras afectadas y cercanas ¿No lo recuerdas? - respondió con el ceño fruncido - Conejo está por las tierras de los clanes, Sandman por las islas del sur y Berk; y hada pasaría por Arendelle y Corona, estamos muy atentos con eso, no queremos que vuelva o se expanda - le comentó molesto por la poca atención del guardian de la diversión, soltó un suspiro agitado para luego dirigirse a Elsa con un tono más amable - ¿Pudiste encontrar algo por allá?

- Si - respondió la platinada junto a un gesto - es tal cual imaginamos, ella fue la que me trajo de vuelta

- ¿Y qué es lo que quiere? - Indagó curioso

- Yo... - titubeo lanzando una mirada discreta hacia Jack, para después concentrarse en sus manos que se movian nerviosa - No lo sé, ella no dijo mucho

Norte levantó su ceja curioso, con su mano libre comenzó a acariciar su barba pensativo mirando hacia el horizonte, para él las cosas tenían cada vez menos sentido que antes. Pero antes de que pudiera decir nada los demás guardianes comenzaron a llegar.

El primero fue Sandman quien aparecía como si nada por las puertas del salón del mundo con expresión satisfecha, esbozó una sonrisa al verlos a los tres reunidos para luego contarles como le había ido. Por Berk no había mucho que contar, prácticamente no habían movimientos sospechosos, ni nuevos, Sandman no pudo ver a Hiccup por la isla, pero eso no era algo nuevo; en cambio por el reino de las islas del sur la gente se veía bastante agitada, Hans continuaba al mando mientras sus padres se recuperaban junto a sus hermanos mayores, mas ya no había señales de las magia oscura que los había hecho dormir por días. De todas formas apenas había pasado la primera noche, aún era muy pronto para cantar por una victoria.

La siguiente en llegar fue Toothianna desde las tierras de Corona y Arendelle, lucía ajetreada mientras hablaba con sus haditas que la acompañaban por montón, como si de repente el trabajo hubiese aumentado sin razón alguna y tuvieran muchos pendientes que realizar, por fortuna no había mucho que contar, los reinos a los cuales había ido la guardiana de las memorias no se habían visto afectados por la maldición y continuaban completamente limpios del rastro de lo que fuera que hubiese causado todo aquello.

Por último apareció Conejo a traves de uno de sus tuneles por el piso, estaba molesto y con una enorme y evidente mueca en el rostro, había entrado quejándose en la habitación, pasando a llevar sin querer a uno de los elfos que repartía galletas, Sandman levantó la mirada molesto mientras se quejaba con su arena, pero Aster no estaba de humor para responder a nada.

- ¿Y esa cara tan larga Conejo? ¿Comiste un huevo podrido? - lo molesto Jack apoyado en su cayado con una enorme sonrisa - tardaste bastante - le remarcó con sorna haciendo un gesto con su muñeca, como si hubiese un reloj en ella

- No molestes, mocoso, eres el principal causante de mi mal humor - refunfuñó apuntandolo con su peluda pata

- ¿Yo? - preguntó realmente confundido, aunque viniendo de Jack siempre parecía estar bromeando - pero si no he hecho nada

- Y bastante haces con eso - se quejó

- Conejo ¿Qué pasó? ¿Qué te hizo ahora? - preguntó Norte agotado de las discusiones de los dos guardianes

- Pero si no hice nada - se defendió Jack

- ¿Pasó algo por las tierras de los clanes? - preguntó Toothianna tratando de entender la actitud de su amigo

- No, todo está bien por allá - despejó rápidamente el guardian de la esperanza causando el alivio en los demás

- ¿Entonces que sucedió? - Indagó Elsa curiosa, sin una pequeña idea de porque siempre los otros dos discutían

Conejo miró a Elsa con una mueca discreta, luego suspiró agotado, sobrepasado por lo que sea que le hubiese sucedido, se cruzó de brazos aún molesto preparado para hablar.

- Para variar esto también en parte es por culpa tuya - respondió Conejo en su habitual antipatía

Jack y Elsa compartieron una mirada contrariada, tratando de entender lo que Conejo les adjudicaba, pero en su cabeza solo había espacio en ese momento para el beso que se habían dado hace un rato. Elsa volteó su rostro sonrojado para retorcer sus dedos ansiosa y Jack tan solo carraspeó sintiendo por segunda vez en el día un calor agobiante.

- ¿Jack y Elsa? - inquirió Norte elevando su ceja curiosa - ¿No la estarás mal influenciado, Jacky? - advirtió con tono severo hacia el guardian de la diversión

- ¿Por qué yo soy el problema aquí? - preguntó Jack exageradamente dolido

- ¿Qué fue lo que hicimos? - preguntó Elsa con más seriedad que el otro

- Hay una reina muy molesta por Dunbroch porque se fueron sin decir nada - les recordó Aster - y no tiene problemas en hacerlo saber - les remarcó - a quien sea

- ¿Anna? - musitó Elsa

- ¡Pero si ninguno se despidió de nadie! - se defendió Jack

- Claramente yo si me despedí - refutó Conejo con tono prominente

- Yo tambien lo hice - interrumpió hada

- Igual que yo - se sumó Norte

Las miradas recayeron en Meme quien observaba todo en silencio, pegó un respingón al notar la atención en él para luego asentir con efusividad con un gesto de cabeza.

- Soy una terrible hermana - se lamento la guardiana

- Realmente lo eres - concordó Jack sintiendo la mirada desaprobatoría de la otra

- Bueno, ahora que hemos establecido el problema, les digo desde ya que yo no pienso volver donde esté ella en la siguiente ronda - avisó aún molesto

- Por favor no pudo ser tan malo - se quejó Jack divertido - ¿No crees que estás exagerando?

- No tengo por qué perder el tiempo escuchando reclamos ajenos y ¿Por qué es que hace tanto frío en este lugar? - siguió quejándose

- Estamos en el polo Norte, Conejo, no encontrarás arena blanca y un clima tropical aquí - respondió con sarcasmo

- ¿Puedes tomarte algo en serio?

- Estás muy tenso, si que eres muy nervioso, Conejo - comentó como si nada

- No puedo con él, Norte solucionalo - masculló al borde de perder su paciencia

- Jacky - lo reprendió con voz monótona, como si fuera un ritual que repetía a cada cierto tiempo

- ¡No he hecho nada, el se toma todo muy a pecho! - se defendió rápidamente

- Por favor, muchacho, tenemos muchas cosas que hacer para ocuparnos en esto - se entrometió hada parando la discusión - Por mi hilo dental, qué pensará Elsa de nosotros - los reprendió poniendo los brazos en jarras
  
   
A diferencia de su prematuro arribo al bosque sin magia, el grupo de vikingo con sus dragones ya llevaban varias horas por este sin resultados, habían recorrido a pie gran parte del bosque y ya habían sobrevolado por este, pero ni por cielo, ni por tierra encontraban rastro de la guarida del Coco. La noche se iba cerniendo sobre el bosque con confianza, oscureciendo sus rincones y acentuando su aspecto siniestro, deteniendo la búsqueda con sus tinieblas y obligando al grupo de vikingos a improvisar un sitio donde dormir y alimentarse, un discreto campamento.

- ¿Cómo vas? - lo interrumpió Astrid una vez que ya se habían instalado, Hiccup dejó a un lado los pergaminos que tenía en sus manos para tomarle atención

- Todo bien, solo reviso los mapas - respondió dándole un espacio en el tronco en el cual estaba sentado algo más apartado que sus amigos que rodeaban la pequeña fogata que los calentaba y alumbraba

- Ya aparecerá la entrada, hemos recorrido casi todo este lugar, ya no tiene donde esconderse - lo animó entregándole un pescado asado - lo rescaté de Patán, es mejor que lo comas antes de que se dé cuenta

- Si - respondió ensimismado tomándolo sin probar bocado

- No me estás escuchando - dijo la rubia cruzándose de brazos divertida, soltó un suspiro para luego tomar a Hiccup por los hombros - ¿Qué es lo que te tiene tan pensativo?

- No es nada - negó buscando no preocuparla - es solo que la vez que vine no fue tan difícil llegar - musitó pensativo

- Bueno, la vez que huí si fue así de difícil - comentó soltandolo y estirándose a su lado

- ¿Cómo vas tu con eso? - Indagó inquieto, Astrid tomó aire tranquilamente buscando serenarse

- Bien, supongo, no es lo mismo que la primera vez - respondió mientras hacía círculos con su dedo en la tierra - estoy tratando de no tener miedo - admitió

- Eres la mujer más valiente que conozco - la animó él ahora - no me sorprende que te esté funcionando

Astrid sonrió desviando su rostro, ocultándose entre las sombras, Hiccup la atajó con su mano delicadamente de su mentón para mirarla nuevamente.

- Si algo te afecta no temas en decirlo, siempre estaré aquí para escucharte - le aseguró

- ¡Hiccup, Astrid ¿Por qué están tan solos? Únanse a nosotros! - les gritó Patán desde la fogata haciendo señas con sus brazos

- No los molestes, idiota, están bien ahí solos - lo reprendió Brutilda dándole un manotazo

- Es mejor que vayamos antes que se terminen sacando los ojos - ofreció Astrid poniéndose en pie y estirando su mano en son de ayuda, Hiccup asintió soltando una risa

- Tienes razón, en cualquier momento esos dos pelearán, son tal para cual

- Pensé que Patán solo tenía ojos para tu madre ¿Cuántas cosas más han cambiado? - preguntó en tono de burla

- No me gustan estas bromas que lanzas - murmuró el castaño mientras la otra reía

El grupo se reunión alrededor de la fogata mientras contaban historias entre ellos, viajes que habían hecho y peleas que habían tenido, ahondando en detalles innecesarios y momentos sin relevancias, lo suficiente para mostrar a Astrid una parte de lo que no había visto, intentando incluirla entre los recuerdos que habían formado sin ellas, dejando en claro que aunque los días, meses y años hubieran pasado para ellos siempre estuvo ahí, que Astrid siempre había sido parte escencial de la tribu y de ellos.
 
La noche seguía avanzando y el grupo se había dividido en rondas, aunque con dragones a su lado y el flujo inexistente de gente por aquel bosque no corrían peligro ante ladrones o foragidos, pero ahora no solo estaban contra simple mortales, estaban en búsqueda de la cueva del Coco, una criatura tan antigua como siniestra, no podían confiarce con ello. Los primeros en tomar ronda fueron los mellizos Brutacio y Brutilda, se habían quedado alrededor de la fogata que brillaba con menor fulgor, discutiendo como solían hacerlo, mientras los demás se acomodaban un poco más allá para descansar.

Aunque no todos los hacían

Hiccup no podía consiliar el sueño, permanecía despierto y estirando a un costado de Chimuelo, sus ojos se perdían en las estrellas por el cielo, contandolas una a una y comenzando de nuevo cada vez que se perdía, haciendo cualquier cosa para no pensar en como se sentía.

Tener un propósito lo ayudaba

Pero por mucho que lo intentara, la verdad era que de todas formas su mente viajaba a aquel pensamiento, la duda existente entre lo que sentía y lo que debería sentir. Hiccup se dio vuelta en su mismo sitio dejando de hacer lo que estaba haciendo, incapaz de contar una vez más las estrellas en el cielo, necesitaba dormir, los siguientes en turno serían él y Astrid, lo que acentuaba más su insomnio.
  
  
Norte suspiró una vez más agotado, hada tenía razón, no había tiempo para una nueva discusión entre ellos dos, que aunque siempre las habían ahora habían aumentado, la tarde ya iba cediendo ante la noche y habían perdido todo el día entre viajes, cruzó sus brazos sobre su pecho arrugando su entrecejo tomando aire antes de hablar.

- ¡Es suficiente! - dijo alzando la voz - no podemos seguir perdiendo tiempo en estás cosas, tenemos que buscar a madre naturaleza y al mismo tiempo seguir cuidando a los que se vieron afectados - les recordó molesto - aún tenemos luces que recuperar - agregó

- ¿Luces que recuperar? - preguntó Elsa confundida, confusión que no vió en los demás

- Esa maldición no solo los puso a dormir, a muchos los dejó con miedo, desconfiados... - le explicó Toothianna - los niños que creen en nosotros no se doblegan con facilidad, pero los adultos... Es un poco más difícil ayudarlos, tampoco sabemos cómo hacerlo

Elsa volteó instintivamente hacia el gran globo terráqueo tras ella, buscando la luz que le pertenecía a Anna sin resultado, imposible entre tantas, luego se concentró nuevamente en los demás.

- Entonces no deberíamos perder el tiempo en madre naturaleza - murmuró inquieta - deberíamos estar buscando a quien hizo esto, y todos sabemos quién es realmente el responsable

- Pitch Black aún debe estar muy...

- ¿Débil? - interrumpió Elsa - No creo que lo esté...

- Elsa, así no es como funciona - la corrigió el guardian del asombro

- Déjala que hable - lo interrumpió Aster interesado - parece que tiene algo que decir

Los presentes posaron su atención en la platinada, Elsa titubeó un momento para luego asentir agradecida.

- Yo... Yo sé que soy completamente ignorante de todo esto, pero he aprendido algunas cosas y estuve pensando, creo que quizás hayan algunas cosas que puedo notar que ustedes no... - comenzó no muy segura - Sé que para que nuestra magia funcione alguien debe creer en nosotros, y que con el miedo también es así, pero yo volví al mismo tiempo que Pitch y mi magia está intacta ¿Por qué en él no podría ser así?

- Es más difícil para él, no es tan simple como con nosotros - le aclaro Norte - la creencia de los niños es muy fuerte y doblegarlos no es tan fácil como suena, el Coco debe recurrir a alguna magia nueva para lograrlo con ellos

- Pero es posible - completó Elsa

- ¿A qué quieres llegar con todo esto? - interrumpió Conejo, Elsa apretó los labios

- ¿Y si ya no necesita solo de niños? - inquirió - Solo piensenlo, quizás por eso ahora debemos ver la esencia de los niños en los adultos o como sea, además la última vez no necesitó asustar a un niño ni a un pueblo entero - les explicó - tan solo necesitó que yo creyera en él, una simple adulta

- Pero no eres una simple adulta - dijo Jack - lo sabes

- Si, pero no soy una niña. El punto es que quizás el pudo encontrar alguien más para jugar con sus miedos - dijo Elsa directamente haciendo ademanes con sus manos

- De todas formas necesita de mucha energía y mucho miedo para lograr lo que está sucediendo - comentó el guardian del asombro sin convencerse

- Pero puede ser posible - murmuró Aster pensativo - ¿No habías dicho que lo rescataron cuando los dos se descongelaron? - preguntó hacia Elsa, está asintió

- Si, un hombre extraño en un dragón - respondió haciendo memoria

- Lo estaban esperando - concluyó Bunny - y como él, deben haber más - continuó hilando - quizás todo un ejército esperándolo, con eso tendría poder suficiente - apuntó

- No seria la primera vez que intenta algo parecido - comentó hada considerando la idea - hace siglos lo hacía ¿Recuerdan las historias? Se inmiscuía entre los ejércitos creando discordia entre la gente

- En la edad oscura - musitó Conejo - si está haciendo lo mismo hay que detenerlo desde ya - dijo ahora con apremio

- Calma, Conejo, no te exaltes - lo detuvo Norte - no será lo mismo, lo detendremos

- ¿Cómo lo haremos? Ni siquiera lo hicimos entonces, no existíamos. - le recordó - Nos tienes aquí perdiendo el tiempo queriendo buscar a madre naturaleza y ¿Sabes qué? Yo creo que es mejor dejarla ahí como está, no hay que molestar a los que no quieres que te molesten

- Madre naturaleza es una amenaza peor que Pitch Black - le recordó

- Pero no es una amenaza precisamente ahora - argumentó confiado

- Si si ella fue quien lo trajo de vuelta - dijo por último - algo está planeando y no podemos dejarlo pasar

- Ya sabes lo impredecible que es, un día hace algo para al siguiente dejarlo olvidado por décadas, en cambio el Coco tiene solo un objetivo y ya lo está llevando a cabo - explicó nuevamente ya molesto por tener que hacer entender lo que ya era obvio para él - Elsa tiene razón, no podemos perder tiempo con madre naturaleza, después tendremos que lidiar con ella, ahora tenemos que lidiar con las cosas que deja cuando algo se le antoja

- Conejo tiene razón - interrumpió hada alejándose de sus haditas y acercándose al grupo - Pitch ha vuelto a sus andanzas, ya ha hecho dormir a varios pueblos, es mejor que lo detengamos directamente en vez de estar despertandolos uno por uno

- Si estamos votando lo hago por Conejo, no puedo creer que este de acuerdo con eso, pero tiene razón - comentó Jack, Aster lo miró fastidiado por el tono que había empleado

- Tu voto no cuenta, solo estás de acuerdo porque fue idea de Elsa - lo rechazó

- ¿No necesitabas que te apoyarán? - le recordó molesto

- No tu apoyo - respondió pasando de este y mirando hacia Meme
   
Sandman asintió de acuerdo, tenía mucho más sentido para él lo que Conejo y Elsa decían, Pitch ya estaba dando señales de su regreso mientras Emily Jane solo jugaba con los nervios del guardian del asombro, quizás tan solo se divertía con lo que provocaba y ni siquiera tenía intenciones de hacerlo finalmente, no lo sabía, con madre naturaleza ni siquiera Sandy estaba seguro, pero algo si era cierto; era mejor no buscarla si ella no quería ser encontrada.

- ¿Y qué es lo que piensan hacer entonces? ¿Dónde quieren buscarlo? - inquirió Norte - al igual que con madre naturaleza no tenemos idea de donde se encuentra

Aster guardó silencio pensando en la pregunta, dándole una mirada dubitativa hasta la guardiana, Elsa pasó saliva por sus labios asintiendo, ella ya tenía una respuesta para eso.

- Podríamos dejar que él aparezca - dijo la platinada como idea

- ¿Qué aparezca por si solo? - preguntó sorprendido, luego negó con un gesto completamente en contra de la idea - ¡Eso no tiene sentido!

- No me refiero a esperarlo a qué aparezca listo para atacar, - se corrigió Elsa - aún debe estar algo débil, si lo que ustedes dicen es cierto, quizás por eso las pesadillas solo aparecieron en los últimos días de la maldición - resolvió tomando su mentón con su mano, concentrada en lo que decía - necesita que la gente le tema, necesita algo así como un cuento de miedo - recordó - como lo que hizo conmigo - resolvió al fin

- Los cuentos de la reina de las nieves - recordó Aster - uso los cuentos en todos los reinos cercanos a Arendelle

- Y esa fue la señal en ese entonces que no vimos - completó hada - pero no tiene sentido, si fuera así ¿Cual sería su escondite ahora? Las islas del sur y las tierras de los clanes están en dos regiones diferentes - comentó flotando hasta la réplica del mundo - al menos que esté en algunos de estos reinos en el centro, pero tampoco tiene sentido ya que no les ha pasado nada, y si Pitch está ahí se verían afectados...

- ¿Afectados? ¿De qué forma? - Indagó curiosa la guardiana

- No lo sé, de muchas formas; pueden haber sequías, hambruna, guerras, enfermedades, leyendas recientes... Todo lo malo que puedas pensar - le explicó Toothianna - su presencia siempre deja huella

Elsa guardó silencio considerando las palabras de la guardiana de las memorias buscandole el sentido, quería encontrar una respuesta, lo necesitaba. Era la primera vez que sentía que era parte de algo y dentro de todo se sentía aún responsable del regreso de ambos.

- Pero cuando se ocultaba por el bosque encantado no pasaron cosas malas - murmuró Elsa

- Es porque tú estabas ahí para evitar que eso sucediera - dijo Norte - cuidando el bosque como su guardiana

- Y entonces ¿Cuál fue el reino más afectado? - preguntó Elsa 

- Las Islas del Sur - respondió Conejo

- Y si solo está ahí... - murmuró mientras pensaba, tratando de recordar todo lo que le habían enseñado sobre estrategias, pero los nervios y la presión no la dejaban pensar con total tranquilidad - y si está escondido entre esas tierras... - continuó hilando - ¿Cuál es la conexión? - musitó irritada

- El compromiso - respondió Jack - quizás entre los viajes las pesadillas pasaron de un reino a otro

- Por supuesto - asintió Elsa - entonces debe estar por las Islas del Sur

- O por las tierras de los clanes - agregó Aster - la región afectada ahí era mucho más que en las islas del sur

- Bien - intervino Norte algo más convencido - entonces por lo que entiendo nos tendremos que dividir una vez más
  
  
Hiccup sintió por su rostro un toque húmedo y helado, se removió incómodo en su lugar, girandose en su sitio, pero la sensación volvió con mayor ímpetu, de pronto una agradable risa empezó a emerger del fondo, cada vez más fuerte. Hiccup apretó una vez más sus ojos para luego abrirlos limpiándose el rostro.

- Chimuelo, basta - susurraba Astrid entre risas mientras el furia nocturna lamía por última vez al castaño

- ¡Chimuelo! - exclamó Hiccup limpiándose una vez más la baba

- Shuu - lo chucheó Astrid en un susurro - nos toca nuestra ronda - agregó en el mismo tono bajo

Se había quedado dormido.

Después de una larga batalla contra el insomnio, Hiccup había caído rendido ante el cansancio, tan agotado que ni siquiera había tenido fuerzas para soñar. Hiccup se estiró espabilando para luego ponerse en pie y seguir a la rubia hasta la fogata, los mellizos permanecían ahí con la mirada cansada, pegando pequeños cabeceos de vez en cuando.

- ¿Todo bien? - les pregunto Hiccup

- ¡Al fin! - suspiró Brutacio poniéndose en pie y haciendo tronar su espalda - por aquí no ha pasado nada, fue bastante aburrido

- Yo solo quiero dormir - se quejó Brutilda

- Ya vayan a descansar - les sonrió Astrid

Brutilda se levantó rápidamente tomando sus cosas de la tierra, luego se acercó a la rubia para sonreírle con picardía.

- Te urge quedarte a solas con él, eh - le susurró socarrona, Astrid negó rapidamente

- Solo vete a descansar - le repitió con mayor apremio

Una risa traviesa salió de los labios de Brutilda mientras su hermano la hacía callar, alejándose hasta donde los demás estaban durmiendo, dejando a los otros dos y sus dragones a solas.

- ¿Qué fue lo que te dijo? - preguntó Hiccup divertido por la risa de la vikinga

- Estupideces, ya sabes las cosas que dice - respondió negando con un gesto, sentándose al frente del fuego - está delirando

- Hace mucho que no hacía guardia con ellos - comentó sentándose a su lado mientras Chimuelo se acomodaba atrás de estos - estos últimos años hice casi todos mis viajes solo - agregó mientras removía los troncos prendidos de la fogata - y tenía que dormir con un ojo abierto, no descansaba mucho la verdad

- Lo sé, Mérida me hablaba mucho sobre tus viajes - comentó mientras hacía un gesto sobre la tierra invitando a Tormenta a recostarse a su lado - no te soportaba - agregó algo divertida

- ¿Qué? - preguntó incredulo - ¿No me soportabas?

- Si - respondió soltando una corta risa melancólica - siempre escuchaba del "líder vikingo" que viajaba buscando a su esposa desaparecida. Claro que no te soportaba

- ¿Por eso no me soportabas? - inquirió confundido - Si escuchaste sobre mi ¿Por qué no me buscaste cuando iba? ¿Y por qué tanto énfasis en lo de "líder vikingo"? - la imitó agudizando su voz

- Hiccup, entiéndeme, no recordaba nada, ni siquiera sabia que estaba casada - respondió abrazando sus piernas - para mí solo eras un extraño

- ¿Y cómo recuperaste tus memorias? - preguntó interesado, Astrid pareció pensarlo respondiendo de todos modos

- Una bruja me dió un bombón mágico - sonrió apenada ante lo ridículo que sonaba

- ¿Un bombón? ¿Ya no son pociones?

- Supongo que se están adecuando a los tiempos - Sugirió divertida

- ¿Entonces comiste un bombón mágico y ya?

- Fue como una pesadilla, desperté la misma mañana en que nos encontramos. No sé cuantas horas habré dormido - admitió con una mueca en los labios

- ¿Lo recordabas todo?

- No lo sé, era todo muy confuso, mi existencia se limitaba a unos pares de años y luego estos se quintuplicaron, - se explicó agobiada, moviendo sus manos para enfatizar en sus palabras -  mi cabeza sigue siendo un desorden

Hiccup la tomó por los hombros acercándose a ella y besando su coronilla, frotando su mano sobre el brazo de esta buscando confortarla, Astrid se acomodó en el hombro de Hiccup sin dejar de mirar las chispas de la fogata saltar, refugiándose entre las llamas, porque aunque ahora ya estaba lejos de las pesadillas, estar en aquel bosque solo le recordaba como fue haberlo vivido.
  
  
El portal se abrió en medio de un bosque espeso, de árboles grandes con cortezas quebradizas, distintos caminos cruzaban por este, labrados en el césped y la maleza por los pasos de la gente y el tiempo, los cuatros guardianes cruzaron el portal cerrándose este a sus espaldas, luego solo el brillo de la luna filtrando entre las ramas los iluminaba.

- ¿Dónde estamos? - preguntó Jack mirando hacia todos lados

- Es el bosque alrededor de Dunbroch - dijo Elsa encaminandose hasta notar el castillo - ahí está - apuntó a la distancia

- Bien, ¿Tu te quedas aquí? - le pregunto conejo afirmandose de un árbol

- Si - respondió Elsa - aún tengo que enfrentar a Anna

- Si, yo no pienso hacerlo de nuevo - asintió Aster

- ¿Nos vamos entonces? - preguntó hada sosteniendo una esfera entre sus manos

- Si, yo puedo llegar sola al castillo - respondió Elsa

- ¿Estás segura? - le pregunto Jack, Elsa asintió

- Estaré bien, Jack - le aseguró con una tímida sonrisa

- Vamos mocoso, no nos atrases - lo apresuró Conejo junto a hada

- Ya voy - respondió el guardian alzando la voz, luego miró a Elsa detenidamente sin saber que más decir o hacer

- Tienes que irte - le dijo Elsa mirando tras de este el portal abrirse nuevamente - ve con cuidado

- Tu también - le pidió - si necesitas ayuda dile a viento que me busque

- Estaré bien, eres tu y tu imprudencia la que me preocupa - le aclaró

- ¡Jack! - gritó Conejo impaciente

- Ya ve, nos veremos en unos días - le aseguró la platinada

- Son muchos días sin verte - se quejó Jack haciendo sonrojar a Elsa

- Son solo dos. - respondió contrariada - Solo has bien tu trabajo y no hagas imprudencias - le remarcó desviando su mirada

- Yo hago bien mi trabajo - se defendió

- No, no lo haces, aún sigues aquí retrasandonos - rectificó Conejo tomándolo por la capucha - y ya tenemos que irnos - continuó arrastrándolo hasta el portal

Elsa pudo escuchar como nuevamente Jack y Conejo comenzaban a pelear para después escuchar a Toothianna volver a reprenderlos, luego el portal se cerró dejándola una vez más sumida en el silencio y la oscuridad de la noche. La reina de las nieves giró sobre sus talones quedando frente al castillo de Dunbroch, no estaba muy lejos, aunque Elsa deseaba que así lo fuera, nerviosa y ansiosa por lo último que había hecho en aquel lugar.

Chapter 39: Capítulo XXXVIII - En la cueva del Coco

Chapter Text

Capítulo XXXVIII
En la cueva del Coco

Elsa entró al castillo de Dunbroch con algo más de dificultad que los días anteriores, las entradas ahora estaban custodiadas por hombres armados constantemente, a pesar de que ya era bastante entrada la noche, aún así el pueblo permanecía despierto, ajetreado, sin señales de querer entregarse al sueño. La guardiana fue escoltada por uno de los guardias hasta el interior del castillo, llegando hasta una sala común donde Anna permanecía despierta escribiendo sobre la mesa principal.

La reina de Arendelle levantó la mirada de lo que estaba haciendo apenas escuchó la puerta abrirse, topandose directamente con su hermana, una enorme sonrisa se escapó de los labios de la reina para después fruncirlos rápidamente en una mueca.

- ¿Recordaste que tienes una hermana? - le recriminó molesta, Elsa entró cerrando la puerta con cuidado tras de si sin responder nada - Te fuiste sin dar aviso y yo volví a buscarte como habíamos quedado - continuó igual de molesta cruzando sus brazos sobre su pecho

- Lo lamento Anna, - partió disculpándose - Jack dijo que estaban esperándonos y no me dió tiempo para ir por ti - se excusó apenada

- ¿Mérida te vio? - continuó interrogandola con el mismo tono acusador

- No, me trajeron directamente aquí - respondió extrañada - ¿No debe verme? - Anna relajó su pose apenada y suspiró con pesar

- Es algo complicado - respondió haciendo una mueca - está furiosa contigo, es mejor que no te vea por ahora...

Elsa frunció el entrecejo con culpa mientras un dolor punzante la agobiaba, estaba distanciada de la valiente princesa, todo por la falta de responsabilidad de la platinada y su falta de control, no habían excusas suficientes para el arrebato que había tenido, ni siquiera existían disculpas que pudiera dar. La quinto espíritu tomó aire con profundidad, para luego soltarlo con lentitud, esperando que algo de la pena se fuera con eso.

- Pero bueno, llegaste en el momento perfecto - respondió Anna después de acompañar a su hermana con otro largo suspiro - además de lo de Mérida, las cosas aquí están de locos y la verdad es que me hacías falta... Te necesito Elsa - admitió con su mirada vacía plantada en la carta que escribía

- ¿Qué es lo que sucede? - inquirió preocupada, rodeando la mesa y acercándose hasta su hermana - ¿Le sucedió algo a mi sobrina?

- No, Elsa está bien hermana. - le sonrió con tranquilidad - Me refiero a lo que está pasando aquí en el reino - se corrigió - el rey Fergus quiere iniciar una guerra, están entrenando a los hombres y preparando los barcos - empezó a contar rápidamente, hiperventilando mientras hablaba - y ya acordó con los demás clanes cuando zarpar y atacar y...

- Basta Anna, calma - la detuvo Elsa con gentileza, Anna inhaló profundamente para luego respirar con tranquilidad - explícame otra vez, ¿Dijiste que quieren ir a la guerra? - le preguntó cuando la vio más serena, Anna asintió con un gesto de cabeza - ¿Y contra quién piensa llevarla acabo?

- Las Islas del Sur - musitó Anna - está convencido que el problema viene de ahí, Mérida dice que el rey lo vio en sus pesadillas. - comentó acomodándose en la silla mientras Elsa se apoyaba en el borde de la mesa - Además, no es de mucha ayuda que Hans, como el actual rey, envie una carta amenazadora sobre un "ataque bélico" y que esta, además, - enfatizó con ahínco - llegara el mismo día que el rey despertó. Mérida dice que eso refuerza la idea de su padre, dice que jamás lo había visto así, que él rey no cree en estás cosas... - continuó explicando a toda velocidad

- Espera, espera - la detuvo Elsa sin entender nada de lo que su hermana decía - ¿ataque bélico? - preguntó igual de impresionada como conmocionada - ¿Hans le declaró la guerra?

- No le declaró la guerra así como tal, amenazó con hacerlo - le corrigió

Elsa apretó sus manos contra la mesa, estaba inquieta, había visto a Hans hace un poco más de un día y no había mencionado nada sobre una guerra, tampoco esperaba que lo hiciera, no habían motivos, pero esperaba por lo menos hayar una señal. La guardiana volvió a repasar las palabras de su hermana por su cabeza tratando de encontrarle sentido, pero aún no podía entender como se desarrollaba el asunto, una alarma incesante sonaba en su mente advirtiéndole que quizás esa era la señal que estaba buscando.

- Anna no estoy entendiendo nada - le dijo apretando los labios en una línea - ¿Hans le declaró una "seudo guerra" a Dunbroch y el rey Fergus se la declaró directamente?

- Yo tampoco lo entiendo mucho, así que no perdamos tiempo en eso - dijo pasando del tema sin importancia - lo importante aquí es que habrá una guerra, sea con Hans o no, eso no es difícil de entender

- ¿Y dices que el rey lo vió en un sueño? - Anna asintió con un gesto de cabeza - entonces ¿Por qué no dijo nada cuando le preguntamos? - murmuró extrañada

- No lo sé, eso es lo que me ha dicho Mérida - comentó Anna haciendo una mueca

- ¿Cómo está Mer con todo esto? - preguntó Elsa preocupada

- Se mantiene firme. Está concentrada en su padre y en hacerlo entender, aunque su madre desistió en eso - respondió rascando su cabeza con ambas manos, ya saturada de pensar en el tema

- Tengo que hablar con ellas - dijo enderezandose, Anna la detuvo tomando su mano

- ¿No pensarás ir donde Mérida? - le reprochó - te dije que sigue furiosa

- Anna, eso no interesa en este momento

- Congelaste a su padre, el rey. Si interesa - le recordó - hablo de diplomacia, Elsa, sabes de esto mejor que yo

- Y yo te hablo como guardiana, necesito hablar con ellas

- ¿Como guardiana? ¿Pondrás en peligro Arendelle por hacer tu trabajo de guardiana? - le recriminó - ¿De qué servirá que salves a todos si de todas formas Arendelle se verá afectado?

- ¿Te estás escuchando, hermana?

Elsa estaba asombrada de la actitud de su hermana, siempre había admirado la amabilidad y caridad de Anna, tan genuina y espontánea, ahora notaba lo limitado que estaba producto de sus responsabilidades y deberes, un mundo del cual ella había escapado.

Dejando el reino a su suerte

Las palabras rondaban por su cabeza en forma burlesca, como un fantasma que la aquejaba cuando más vulnerable se sentía, Elsa trató de despejar su mente para tomar nuevamente atención a Anna, quien parecía tan culpable como desesperada, aferrada a la mano de Elsa más porque la necesitaba que para detenerla.

- Anna - la nombró con amabilidad - estás afligida, hermana - dijo luego con tono consolador, atrayendo a la cobriza hasta su pecho mientras acariciaba su cabello - tranquila, todo estará bien. Jamás dejaré que algo te pase, ni a ti, ni a Elsa, ni a nadie de los que amo, eso incluye Arendelle - le aseguró mientras Anna comenzaba a sollozar

- No sé que hacer - murmuró asustada - yo no fui instruida para esto, no sé nada - continuó quejándose limpiándose las pocas lágrimas que salían - quiero ayudar, de verdad que quiero hacerlo, pero temo por Elsa, temo por Kristoff, por Kai, Gerda, el pueblo... Todo Arendelle depende de mi... - gimoteó sorbiendo su nariz

- Lo sé - le susurró Elsa recordando lo que era estar en aquella posición, aunque a ella jamás le había tocado tal extremo como a su hermana - te ayudaré con esto, te enseñaré todo lo que pueda el poco tiempo que estaré aquí...

- ¿El poco tiempo? - la interrumpió Anna alejándose de ella de golpe - ¿Cómo que el poco tiempo? - inquirió nuevamente

Elsa desvío la mirada inquieta, deseaba quedarse todo el tiempo necesario para apoyar a su hermana, incluso a veces, en contra de sus propios ideales, deseaba volver a ser reina de Arendelle solo para quitarle la carga, pero Anna era una mejor reina de lo que fue o podría llegar a ser la guardiana, y Elsa ahora tenía nuevos deberes y responsabilidades más urgentes que tratar.

¿Pero qué le podría decir a Anna?

La reina de Arendelle lucía abatida, la máscara de infantil rencor e inocencia había desaparecido para dejar a una Anna descubierta, completamente vulnerable y perdida frente a la única persona que quedaba de su vieja familia, con la única que podía volver a ser niña. Elsa no deseaba abrumarla más, ¿Qué podía decirle? Ni entre los mismos guardianes se ponían de acuerdo en lo que estaba sucediendo o qué era más importante, los problemas internos y dudas no eran lo que Anna necesitaba precisamente en ese momento, pero merecía saber parte de la verdad.

La ironía golpeó a Elsa con fuerza, ahora entendía porque no le habían dicho nada, ni ellos sabían que debían decir.

- Estamos haciendo ronda en los reinos afectados - le confesó con calma, seleccionando la información que podía revelar en ese momento - buscando algún rastro de actividad de lo que sea que esté haciendo esto. En dos días más debo volver al polo

- ¿Dos días? - inquirió decepcionada - es muy poco tiempo - sollozó en silencio

- Haré todo lo posible para volver lo más pronto que pueda - le aseguró - mientras te prepararé para lo que sea que venga

- ¿No podrías decirme que hacer? - le pidió en un ruego, angustiada por la responsabilidad que tenía - realmente no sé que es lo que tengo que hacer

- No puedo decirte que hacer, Anna, mi respuesta no sería parcial y quizás no estés de acuerdo con ella, - declinó con tacto - pero si de todas formas quieres mi consejo, sugiero evitar a toda costa involucrarte en una guerra, por lo menos hasta que nosotros encontremos una respuesta - confesó con sinceridad

- ¿Una respuesta? ¿Qué tienen que ver ustedes, los guardianes, con todo esto? - preguntó inquieta, Elsa apretó sus labios en una mueca

- No lo sé - mintió al fin - pero todo está pasando simultáneamente, no sabemos que tanto se puede ver influenciado - ideó rápidamente - tu solo confía

- No sé en qué estaba pensando, Elsa, me involucré y ofrecí ayuda sin analizarlo si quiera... - se lamento decepcionada - aunque sea en una charla con una amiga, yo soy la reina, lo que diga siempre se prestará como un mandato real - continuó con aire maltrecho

- Lo sé, con el título se pierden muchos derechos - trató de consolarla mientras despejaba el rostro de su hermana de algunos cabellos desordenados

- No quiero fallar - murmuró - nunca creí realmente que Hans amenazaría con una guerra solo por terminar el compromiso de él con Mérida, conmigo no fue así - murmuró

- Intentó destruirnos, claramente no podía reclamar nada en ese momento - le recordó - tampoco tuvo la oportunidad

- Si, supongo que fue muy ingenuo de mi parte - murmuró frustrada - ¿Podrías llevarle esto a Kristoff? - le pregunto doblando la carta sobre la mesa - y déjame hablar con Mérida, seguramente aún está despierta y puedo convencerla de que hablen cuando vuelvas - le ofreció, Elsa la observó sin una expresión clara y sin decir nada - no tardarás mucho... es qué Kristoff no ha sabido nada de nosotras por días y yo no he sabido nada de él, realmente me ayudaría esto - se excusó rápidamente

- ¿No prefieres volver a casa? - Preguntó - ¿O que me lleve a Elsa conmigo?

- Está dormida, no quiero despertarla, no quiero que comience a sospechar de nada, ella es muy inteligente, podría darse cuenta - negó rápidamente - además, necesito quedarme aquí, necesito saber que pasará con todo esto, hay alianzas que debo respetar y tratos en los que debo contribuir...

- Esta bien, lo entiendo, entonces creo que lo mejor es que me vaya mañana a primera hora junto a Elsa... - comenzó a planificar la platinada para terminar interrumpiendose ante la mirada anhelante de Anna - ...o mejor voy ahora y mañana voy de nuevo - suspiró convencida - pero tienes que hablar con Mérida. Y no tardaré - le advirtió

- ¡Muchas gracias, Elsa! - exclamó con alivio - No me demoraré nada, - respondió con una enorme sonrisa poniéndose en pie - ordenaré e iré a buscarla enseguida - enunció abarcando la mesa con sus manos

Elsa siempre caería en los encantos de su hermana

Elsa tomó la carta para luego besar a la cobriza en la frente, tenían muchas cosas de que hablar, la guardiana también necesitaba su hermana en cierta forma, aunque ahora no era el momento, Anna estaba demasiado abrumada y Elsa no deseaba molestarla con sus propias preocupaciones y responsabilidades, menos con inverosímiles inseguridades, más adelante podrían hablar de lo que fuese. Sin perder más tiempo Elsa salió del salón ensimismada, repasando las palabras de Anna mientras sopesaba si era prudente partir en busca de Norte y los demás o indagar más en esas tierras antes de eso, por el momento solo quedaba ir a Arendelle, quizás podría aprovechar incluso a pasar por el bosque encantado, la guardiana tenía  algunas cosas que deseaba tratar con Yelena desde que había vuelto del Ahtohallan. Pero una vez que la platinada cerró las puertas del salón tras de si fue que notó por el rabillo del ojo los desordenados rizos rojizos de la princesa, quien la esperaba con los brazos cruzados recargada a un costado del portal.

La expresión de Mérida, lejos de ser de rencor o furia, era de un absoluto agotamiento, permanecía con el entrecejo levemente fruncido, más por cansancio que por otra emoción, se mantenía en silencio, con los labios tan apretados que solo se podía ver una línea blanca en ellos.

- ¡Mérida! - exclamó Elsa en un jadeó, ahogada por el susto con su voz casi inexistente. Puso su mano en su pecho inquieta tratando de recuperar la compostura y el aliento - me asustaste - le reprochó con suavidad - ¿Qué haces aquí?

- Yo debería preguntar lo mismo ¿Pensabas que no me iban a avisar de tu regreso? - le preguntó endureciendo la mirada, luego enfocó sus ojos en sus pies ablandando el gesto, después solo suspiró

- Yo... - comenzaron ambas al unísono sosteniéndose la mirada, guardaron silencio para que la otra continuara, pero nuevamente volvieron a hacerlo juntas - perdón- sorprendiendo a la otra con la sincronía

- ¿Y tu por qué pides perdón si yo soy la que debe hacerlo? - preguntó Elsa sin entender 

- ¿Y tú por qué lo repites si ya lo habías dicho otras diez veces antes? - le recriminó Mérida sin rencores

- Porque eres mi amiga y porque lo que hice estuvo realmente mal - respondió Elsa - no pensé en lo que hacía y actúe por impulso, pude haber dañado a tu padre, incluso hasta a alguna de ustedes, por eso voy a seguir pidiéndote perdón

- Bien, - aceptó Mérida asintiendo - y yo lo hago porque también eres mi amiga - la imitó burlesca - y porque recordé que Anna es la única familia que te queda... - continuó con un tono más serio y melancólico - sé que harías lo que fuera por ella y en ese momento estaba en peligro, todas lo estábamos - admitió con suavidad - y ella te necesita aquí...- agregó en un susurro

- No tienes que pedir perdón por querer cuidar a tu familia, Mer - le dijo Elsa

- Tu tampoco deberías - le rebatió - y también te necesito - soltó al fin abrazándola inesperadamente, Elsa pegó un respingón impresionada envolviendola en sus brazos

La guardiana guardó silencio aún sacudida por el comportamiento inusual de la colorina, acariciando sus cabellos mientras esta tan solo respiraba con calma, tratando de mantener a raya sus frustraciones.

- ¿Estás bien? - preguntó preocupada, Mérida asintió con un gesto de cabeza - ¿Quieres hablar? - pero está vez negó - Anna saldrá en cualquier momento - le advirtió haciendo suspirar a Mérida

- Si, lo sé, escuché lo que hablaban - confesó aún escondida entre los brazos de Elsa - también creo que la guerra es un desastre de idea - admitió

- Puede ser una señal de Pitch Black - le reveló Elsa llamando su atención, Mérida se alejó de esta mirándola confundida

- ¿No estaba claro ya que esto lo estaba haciendo él? - inquirió molesta

- Aún habían algunas dudas sobre ello - Admitió - y tengo muchas cosas que averiguar - soltó en un murmuró

Las puertas se abrieron sin cuidado interrumpiendo y dejando ver a una Anna confundida, quien posó sus ojos azules en Elsa con el entrecejo leve ente fruncido.

- ¿Sigues aquí? - le reprochó con molestia infantil poniendo los brazos en jarras, luego sus ojos se posaron en Mérida para exclamar su pregunta - ¿Y ya se arreglaron ustedes dos?
   
   
El portal se cerró tras las espaldas de los últimos dos guardianes dejando su estela brillante a su paso, habían dejado al guardian de las esperanzas por las tierras del clan Macintosh, quién se había negado a cruzar otro portal más atrapado en la sensación vertiginosa que estos viajes le dejaban. Jack y Toothianna habían llegado a las tierras del clan Dingwall, un lugar de aspecto más tosco que el sitio anterior e incluso más apartado, parecía un buen lugar para esconderse, aunque nada era seguro en ese momento.

- Yo iré al siguiente pueblo, tu puedes quedarte aquí - ofreció Jack mirando al clan a la distancia

- ¿No me vas a acompañar hasta allá?- le reprochó con un gesto infantil

- No pensé que quisieras compañía - se defendió levantando las palmas - se ve que tienes suficientes con tus haditas - apuntó al montoncito de criaturas que seguían a la guardiana de las memorias, quienes fruncieron los labios en un mohín cruzandose de brazos, imitando la molestia de la hada de los dientes

- Si, no sé que les sucede, es como si de repente el trabajo hubiese aumentado... - se interrumpió para darle a una de las pequeñas haditas una dirección, luego volteó a mirar a Jack algo sonrojada - como te decía, hay mucho trabajo por hacer - sonrió apenada mientras comenzaban a caminar

- Y en lugar de hacer nuestro trabajo, estamos aquí atrapados buscando al Coco - comentó poniendo sus brazos tras su cabeza

- Si tan solo madre naturaleza no los hubiese descongelado - negó con un gesto, Jack le dedicó una mirada de reojo - ¿Tu sabes porqué lo hizo? Norte no ha dicho mucho sobre ello - preguntó dándole una mirada inquisidora al guardian, Jack solo tragó con dificultad disimulando su expresión

- ¿Por qué lo sabría? - preguntó inquieto

- No sé, pensé que tendrías una idea, antes eras muy amigo de ella - comentó como si nada

- Solo hacíamos travesuras juntos, nos gustaba molestar a los demás - se excusó

- Pero antes se juntaban bastante - insistió

- Antes yo era un espíritu nuevo y no conocia a nadie, ella fue una de las primeras que me pudo ver - se explicó - solo nos llevábamos bien, no creo que fuéramos amigos en realidad

- Pero antes también la defendías bastante - comentó inconforme, Jack suspiró agotado

- Es que pensé que si lo éramos - admitió, hada asintió guardando una pausa

- Nuestro mundo no fue muy amigable contigo en un comienzo - comentó al fin

- No, no lo fue - aceptó - pero eso ya no importa, es parte del pasado - le aseguró con tono divertido, formando una linea entre el antes y el después - Bueno, ya estamos - dijo luego cambiando abruptamente el tema - hemos llegado - anuncio a unos metros del pueblo

- Gracias por acompañarme, Jack - le sonrió hada acercándose a este, Jack le sonrió de vuelta

- No hay problema - respondió quitándole importancia con un movimiento de manos - Nos vemos en unos días - dijo en modo de despedida empezando a tomar distancia

Hada se despidió con un gesto sin decir nada, sin encontrar palabras para detener al guardian, mientras tanto Jack se alejaba con tranquilidad mientras de sus ropas sacaba una esfera para lanzarla, Toothianna no pudo evitar sentir que aún al cruzar el portal no iban a estar más distanciados de lo que ya lo estaban en ese momento.
  
  
El grupo de vikingos habían retomado la búsqueda desde temprano por la mañana, apenas los rayos del sol se filtraron por las ramas y aclararon el bosque sin magia, y el esfuerzo había rendido frutos, no mucho tiempo después fue que la entrada a la guarida de Pitch se dejó encontrar.

Un armazón de hierro oxidado y maltrecho, tan débil que parecía que en cualquier momento se desplomaria con la primera brisa que lo golpeara, bajo de este estaba la entrada, como un agujero hacia una madriguera, oscuro y húmedo. Hiccup fue el primero en acercarse, receloso de la imagen que sus ojos escaneaban, consciente de lo inmaculado que lucía a pesar del recuerdo de Anna tomando la cama y lanzandola lejos años atrás.

- ¿Todo bien, jefe? - preguntó Brutacio acercándose a este, Hiccup asintió con un gesto

- Si, todo bien - respondió sin despegar sus ojos del somier oxidado - este es el sitio - dijo luego

- Pensé que sería algo más aterrador, no me da miedo una cama - comentó Brutilda asomándose tras de estos

- ¿Acaso te estás ofreciendo? - inquirió su hermano divertido dándole espacio para pasar, Brutilda solo negó

- Ni de chiste - respondió cruzándose de brazos - ¿Por qué no vas tu? Eres el mellizo de reemplazo

- Tu eres la melliza de reemplazo ¿Para qué más te quedarían mamá y papá? - se defendió

Hiccup rodó los ojos ignorando la inminente pelea de hermanos mientras corría el armazón de la cama sin problemas, Astrid se acercó a este con una sonrisa en el rostro mientras se encogió de hombros divertida de la discusión que continuaba a su alrededor, Hiccup negó con la cabeza sonriendo al igual que está, contagiado de la diversión que la rubia tenía, luego volvieron a intercambiar miradas adivinando lo que el otro pensaba.

El primero en saltar fue el líder vikingo, deslizándose por el túnel terroso y polvoriento mientras aguantaba la respiración y entrecerraba los ojos, para después sentir el vacío y al instante siguiente caer nuevamente en el suelo dando unos cuantos giros para amortiguar, tras él Astrid le seguía el paso callendo con mayor gracia y agilidad.

- Estás aventajada - se defendió poniéndose en pie - yo solo tengo una pierna

- Una y media - respondió con una sonrisa mientras echaba un vistazo alrededor

- Sigue siendo menos - destacó

No pasó mucho tiempo para que los siguientes bajarán. El primero en llegar fue Eret seguido de cerca por Patán, quien cayó dando giros exagerados por el suelo antes de levantarse con un salto dramático.

- ¿Y Brutacio y Brutilda? - preguntó Hiccup frunciendo levemente el ceño

- Siguen decidiendo quien lo hará primero - respondió Eret

- Esto va a tardar - murmuró Astrid

- Para qué veas que algunas cosas no cambian. - la molestó el castaño en voz baja - Será mejor que sigamos sin ellos, que los dragones lidien con ese par - propuso luego elevando la voz hacia los demás

- Me parece bien - dijo Eret mientras examinaba su alrededor - es una buena idea

- Estoy de acuerdo - aceptó Patán asintiendo, luego compuso una expresión de terror para decir - No le digan a mi princesa Brutilda que no quise esperarla

- No diremos nada - dijo Hiccup empezando a caminar

- Creemos, nadie hablara de eso - lo siguió Astrid

- No te quedes atrás - le recomendó Eret siguiendo a los otros dos dentro de la guarida

- ¿Se irán sin decirles nada? - inquirió Patán mirando hacia atrás - ¿Muchachos? - los llamo al no tener respuesta - ¡No me dejen atrás!

La guarida del Pitch Black se componía de una red de pasillos de forma tubular, de caminos irregulares sin fin, que se unian y corvengian en cámaras subterráneas tan húmedas como oscuras, un ambiente inhóspito en que apenas se filtraba la luz entre parpadeos, tal cual como el líder vikingo recordaba que era.

- Tengan cuidado - les advirtió a sus amigos - hace años peleamos aquí contra Grimmel, debe estar lleno de escombros más adelante - les explicó

- Divirtiendote sin nosotros ¿Eh? - inquirió Patán con aires de suficiencia - eso explica el desastre - Hiccup tan solo rodó los ojos

Pero por más que avanzaban el camino no cambiaba, los muros seguían luciendo intactos, iguales unos a otros, hasta que dejaron de aparecer para dar paso a una enorme cámara subterránea tan lúgubre como abandonada en el tiempo, de techo alto y lleno de picos rocosos, como si cientos de carambanos colgarán de este, también habían pequeñas jaulas colgaban y otras tantas estaban exparsidas y chuecas por el lugar, y en el centro de la gran camara un enorme planeta hueco se levantaba siendo el centro de atención, como si nunca hubiese pasado nada.

- ¿Qué es esto? - preguntó Patán acercándose a la réplica de la tierra

- El mundo - respondió Hiccup a sus espaldas, Patán volteo a mirarlo para luego devolver su mirada hacia el escuálido planeta

- Es un mapa muy grande - susurró atónito

- El mundo se hace cada vez más grande - concordó Hiccup

- ¿Por qué lo tiene? - inquirió Eret - ¿Para qué lo usa?

- No lo sé - respondió Hiccup sin dejar de mirar la seudo esfera - esto es muy extraño... - agregó en un murmullo

- ¿Qué es lo extraño? - inquirió Eret

- Es como si nunca hubiese pasado nada... - explicó ensimismado sin dejar de pasear su mirada por alrededor - está todo tal cual

Los presentes empezaron a imitar a su líder mirando y escaneando su alrededor, detallando el desorden del lugar lejos de la imagen catastrófica que Hiccup les había dado antes de llegar. El caos no era ni una parte de la descripción dada.

- ¿Estás diciendo que este lugar luce mejor de como lo dejaste? - preguntó Eret, Hiccup asintió - ¿Estás seguro?

- Para mi luce exactamente igual que cuando lo dejé hace años atras - comentó Astrid mientras se alejaba hasta la siguiente apertura hacia los tuneles - ya no perdamos el tiempo en esto, tenemos que seguir - agregó elevando la voz desde el otro lado del salón - aún estamos lejos de donde yo estaba

El grupo continuó su camino hasta el interior del centro de la tierra, descendiendo a través de los tuneles oscuros y de caminos irregulares, sus voces apagadas y el retumbar de sus pizadas le daban un aire más sombrío a la situación.

- ¿Cómo fue que escapaste de este agujero, Astrid? - preguntó Patán, su voz hizo eco entre las paredes - este sitio es un laberinto - agregó apurando el paso

- Aproveché un descuido - respondió sin detener su andar ni dedicarle una mirada - después solo fue correr hacia arriba - despejó con simpleza - tardé horas en encontrar una salida

- ¿Y qué fue lo que hizo durante todo ese tiempo? - continuo preguntando

- No le hagas esas preguntas - le reclamo Hiccup dándole un zape en la cabeza

- ¡Hey! - exclamó sobándose la nuca - tengo dudas, no tengo ni la menor idea de lo que buscamos o lo que quiere este Coco - se defendió

Hiccup guardó silencio, Patán tenía razón, lo que era completamente inesperado. Dentro de todas las cosas que había hablado con Astrid durante esos días, entre todos los pocos detalles que le había dado, jamás había explicado el porqué la habían atrapado, que era lo que buscaban con ella. Hiccup se negaba en vivir en un mundo en que Patán tuviese la razón, levantó la mirada enfocandola en la vikinga, Astrid mordió su mejilla interior nerviosa.

- No me buscaban a mi precisamente, querían hallar el mundo oculto - reveló provocando que las miradas recalleran en Hiccup quien detuvo su paso y con este el de los demás

- ¿Me buscaban a mi? - preguntó con seriedad

- Tiene sentido, tu fuiste el que hundió a Grimmel - recordó Eret tomando su barbilla con su puño

- ¿Entonces se llevaron a Astrid por error? - continuó Patán

- A Pitch Black no le importaba si era yo, si era Hiccup o si era cualquiera, el solo buscaban a los dragones - los detuvo Astrid retomando el paso - solo buscaba sembrar el pánico con ellos - agregó

Los tres vikingos compartieron una mirada cómplice sin decir nada, luego Hiccup asintió ante el acuerdo tácito que habían formado, encaminandose hasta llegar donde Astrid mientras los demás tomaban su distancia.

- ¿En verdad me buscaban a mi? - intento una vez más en voz baja, Astrid le dió una mirada fugaz antes de continuar

- Ya te lo dije, Hiccup, no le interesaba a quien tenía - repitió nuevamente

- Si, te escuché, a Pitch no le interesaba quien fuera, pero ¿Y Grimmel? - insistió, la rubia guardó silencio

- También quería a los dragones. - dijo al fin deteniendo su paso - Ahí abajo - apuntó ahora hacia el vacio - ahí me tenían

El túnel había llegado a su fin y en su lugar una grieta enorme rasgaba la tierra húmeda hasta las profundidades, un abismo oscuro y sin vida que se aventuraba sin fin, Hiccup reconocía esa aventura en la tierra, la misma por la que años atrás habían ascendido los dragones, la entrada al mismo lugar donde habían llevado a Elsa cuando la habían atrapado. No había duda que iban al sitio correcto.

- ¿Esperan que descendamos aún más? - inquirió Patán no muy de acuerdo una vez alcanzaron a los demás

- ¿Qué pasa, Patán? ¿Tienes miedo? - inquirió divertido Eret

- Claro que no tengo miedo - se defendió rápidamente - solo estaba preguntando

- Tenemos que llegar hasta allá abajo - dijo Astrid - recuerdo muy bien como fue que subí por aquí - rememoraba mientras se paseaba por la orilla buscando por donde bajar - fue por aquí - continuó mientras se aferraba a la orilla y comenzaba a bajar sus pies buscando por donde afirmarse

- ¿Es en serio entonces? - inquirió una vez más Patán - muy bien, me hubiese quedado con Brutacio y Brutilda mejor - masculló mientras buscaba otra ruta para descender - son irritantes, pero estaría seguro con ellos... - continuó en voz baja

Los cuatro vikingos comenzaron a descender aferrados de las rocas y aperturas que encontraban entre los muros terrosos, de aspecto compacto y endurecido, hasta caer en el interior de otra red de tuneles, está vez completamente cegados por la oscuridad.

- No veo nada - se quejó Patán mientras Hiccup sacaba su espada de entre sus ropas y la prendía para iluminarse - ahora sí lo veo todo - celebró una vez el líder iluminó el lugar

- ¿Más tuneles? - inquirió Eret mirando a su alrededor

- ¿Por cual de todos empezamos?

- Astrid ¿Recuerdas cuál era el camino? - le pregunto Hiccup, la rubia guardó silencio observando las opciones con seriedad - ¿Sabes cuál tomar?

- Creo que por ahí - apuntó a uno de ellos - no estoy muy segura

- Bueno, solo hay una forma de saberlo - murmuró como respuesta tomando la cabeza del grupo, siguiendo el camino que su esposa le había apuntado - ¿Qué esperan? - los apuró agitando la flama de la espada

- ¿Aún estoy a tiempo de volver con Brutacio y Brutilda? - Indagó Patán, Eret negó con un gesto de cabeza

- Ya es algo tarde para eso

El cuarteto continuo descendiendo entre las profundidades de la cueva del Coco, atentos a cualquier señal de peligro a su alrededor, los muros a sus costados ya no eran superficies lisas y continúas, ahora a cada tanto el tramo se interrumpía con aberturas hacia pequeñas recamaras errocionadas en el subsuelo, la mayoría vacías y humedas, otras con algún mueble viejo y roto, pero los vikingos seguía buscando y urgeteando por el lugar hasta encontrar alguna pista del paradero de la heredera de Berk.

Pero al llegar a la última habitación fue que todo cambio. No era distinta a las demás, su aspecto seguía siendo hostil y lúgubre, había una especie de colchón y algunas frazadas que parecían tiesas por el tiempo, en el suelo había una bandeja con un pedazo de pan mohoso y un vaso sucio, no hizo falta preguntar.

Astrid se acercó al colchón incandose hasta llegar a su altura, las sombras titilaban en los muros de la habitación debido al movimiento del fuego, la rubia movió la frazadas buscando el rastro de quién no estaba ahí, deseando que los mechones de cabellos cobrizos se asomarán por la colcha, aunque sabía que eso era imposible. Suspiró apesadumbrada echando un vistazo a los demás.

- Aquí es

Chapter 40: Capítulo XXXIX - Rastros

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Capítulo XXXIX
Rastros

Cinco años antes

Todo estaba oscuro, tanto así que ni siquiera era capaz de admirar la punta de sus dedos cuando levantaba su mano frente a su rostro, hundida en la absoluta soledad, ya hacía mucho tiempo que había perdido la noción de este, ignorante si ya era de día o de noche, si es que ya habían pasado días, semanas o si estás se habían transformado en meses. Astrid apenas había probado bocado desde que la habían recluido en aquel lugar, incapaz de confiar en el agua que le daban se había limitado a tomar lo justo para sobrevivir, hundida en la absoluta soledad, se sentía débil, estaba más delgada y su vientre no sobresalía por la falta de nutrientes, estaba aletargada y desorientada, aunque las paredes húmedas y oscuras no le daban mayor pista de donde se encontraba.

Tan apartada del mundo e imposible de escuchar.

Astrid había sido engullida por una sombra, así lo recordaba ella por lo menos, en un instante estaba junto a Hiccup entre verdes pastos y brisas frescas del antiguo Berk para al siguiente aparecer en una cueva lejana, tan oscura como húmeda. Todo fue tan rápido que ni siquiera le había dado tiempo de pestañas, apenas un jadeó había escapado de sus labios cuando las pesadillas la atraparon.

En un principio todo fue un sueño tras otro, apenas con consciencia para sobrevivir, se alimentaba con recelo entre la absoluta oscuridad y silencio, en una habitación tan pequeña como solitaria, con sus paredes completas sin una abertura o luz a su vista, incapaz de cavar en ellas por la falta de fuerzas, cayendo una y otra vez en sueños largos hasta que estos dejaron de serlo para volverse pesadillas, cada vez más retorcidas y paralizantes, se sentía incapaz de reaccionar, y cuando por fin pudo adecuarse a estás fue que identifico al cazador.

No era el mismo rostro que recordaba, Grimmel lucía demacrado, su piel estaba de un tono pálido y grisáceo, con una enorme marca de quemadura que le cruzaba la cara, pequeñas cicatrices de cortes adornaban alrededor de la quemadura, tan oscuras como las dos grandes bolsas bajo sus ojos, hundidos en sus cuencas y de aspecto cansado. El cazador permanecía sentado sobre una silla vieja de madera, tan usada como gastada, completamente acordé al aspecto del lugar, estaba con los brazos cruzados sobre su pecho y una expresión satisfactoria.

- No era a quien esperaba, pero estoy conforme con esto - sonrió hostilmente mientras parecía hablar con el aire - de todas formas, tu sabes dónde se esconden - agregó posando los ojos en ella

Astrid reaccionó inquieta, intentó incorporarse con todas sus fuerzas, pero su cuerpo era incapaz de reaccionar, retenida por una especie de fuerza invisible, tan débil que apenas se podía levantar sosteniéndose sobre sus codos, pero con la suficiente vitalidad como para responder.

- Grimmel - siseo tan despacio y ronco que temió no ser escuchada

- No pierdas el tiempo - la detuvo - es algo bastante simple lo que necesito

El cazador se puso en pie mientras se paseaba por la habitación, sus pasos eran lentos y armónicos, pausados y calculadores, se plantó delante del colchón en qué estaba acostada la rubia y sonrió con suficiencia mirándola desde arriba con desdén.

- ¿Dónde están los dragones? - preguntó con tono calmo

Astrid sonrió divertida para luego comenzar a soltar una tenue risa hasta transformarse en carcajadas, negando con un gesto de cabeza al mismo tiempo.

- No sé de qué estás hablando - respondió igual de divertida fingiendo demencia - ¿Dragones? - rió una vez más - los dragones no existen

Grimmel frunció la mirada molesto, apretando los labios en una mueca sin despegar los ojos de la rubia.

- Guarda tus fuerzas, las necesitarás - respondió antes de desaparecer entre la penumbra

Y fue cuando el ciclo comenzó

Esa noche las pesadillas que venían molestando a la vikinga desde hace días atrás empezaron a manifestarse, solo que está vez se sentía diferente. Eran diferente.

Y desde ahí no hubo vuelta atras

Los días y noches pasaban en conjunto como una sola eternidad, lejos del tiempo convencional y las reglas de este, Astrid vivía la infinites como era, fría y desierta, ya no paseaba entre las fantasías tétricas irreales de un comienzo, ahora sus pesadillas se sentían de verdad, muy lejos de lo que envolvía la palabra, ahora los terrores componían una nueva definición.

Las penumbras dejaron de ser tan solo sombras en las esquinas para dejar paso al miedo inflexible que traían consigo, tormentos y ecos de momentos deformados, inmiscuyendose en sus memorias para reemplazarlas con realidades alteradas y miedos acrecentados, buscando entre estás las respuestas que Astrid se negaba en dar en sus momentos de lucidez, y aún dormida se negaba a ser corrompida, Astrid se negaba a soltar la ubicación que le exigían, para esta el cazador no era una amenaza realmente, a pesar de ser el único que aparecía para torturarla, y aunque su existencia ahora era un calvario sin futuro no cedió ante este, tenía sus razones para seguir luchando.

Los días continuaron igual uno tras otro, acumulándose hasta transformarse en semanas y estás en meses, Astrid sentía el tiempo transcurrir con demora mientras en su vientre crecía los motivos y razones por las cuales continuaba aguantando, protegiendose y escapando del poder de las sombras y las pesadillas, ocultando de ellas las cosas que realmente le importaba, aprovechando las ventajas que le daban su encierro para crear el tiempo necesario para seguir esperando, aunque dentro de poco la esperanza ya no sería suficiente.

Realmente cr eía que irían por ella

Pero el martirio continuaba, las pesadillas crecían y el dolor que le causaban ya no era tan solo mental; su cuerpo estaba frágil, su piel le ardía y en su pecho un agudo flechazo le impedía respirar con normalidad. Con cada sueño su cuerpo se deterioraba, con cada terror perdía una parte más de ella misma, ahora ignorante de que tanto de lo que recordaba era real. Aún así Astrid confiaba profundamente en que Hiccup aparecería, que dentro de poco esas pesadillas desaparecerían con su llegada, contaba los minutos con ansias mientras estos se agotaban rápidamente, pero antes de lo que ella había pensado fue que la ilusión se rompió.

Y el día llegó

Fuertes puntadas fueron las que la despertaron, dolorosas y opresivas, las sentía por su vientre bajo y en su espalda, iban y venian como olas en la costa, marejadas intensas que la envolvían en un calor agobiante, incluso peor que las pesadillas. Astrid sintió un miedo avasallador, su piel se erizaba por el frío aunque ella sentía calor, su respiración era errática y su pecho latía con tanta fuerza que era capaz de escuchar su corazón bombear en sus oidos, aterrada por lo desconocido, ignorante de lo que estaba sucediendo, rogando por ayuda.

Pero nadie la escuchaba

La caverna subterránea estaba en un completo silencio, solo interrumpido por los jadeos y gritos de la vikinga, quien buscaba las fuerzas para incorporarse y acomodarse en otra posición, aún presa del pánico pero poco a poco entendiendo lo que estaba sucediendo, sintiendo como la siguiente marejada golpeaba contra ella, trayendo consigo además la triste realidad.

Estaban solas

La bolsa se rompió dejando escurrir todo el líquido amniótico y la sangre sobre sus piernas hasta llegar al colchón, Astrid se agarró de la colcha con fuerza mientras tomaba aire profundamente y gemía por el dolor, pujando cada vez que este volvía, tratando de recordar como era que las parteras de Berk guiaban a las nuevas madres en el proceso, aferrándose a esos escasos conocimientos mientras trataba de no caer en el pánico de la soledad y el temor.

Ya no quedaba tiempo

La ola de calor y dolor volvió una vez más, cada vez más intensa que la anterior, Astrid respiró con calma y pujó una vez más esperando que fuera la última, ya cansada del esfuerzo sobrehumano que significaba un parto en su condición. Apretó sus dientes con fuerza mientras hacía la última fuerza, ya cansada por las horas de esfuerzos, luego sintió una corriente eléctrica recorrer sus piernas hasta brillar en su cerebro, como un impulso instantáneo, pitando en sus oidos al mismo tiempo en que un sonido hueco llamó su atención, después un agudo llanto rompió el silencio mientras una sensación ligera la envolvía y los sollozos se escapaban de sus labios.

Y aún seguían solas

Astrid envolvió a la pequeña criatura entre el cobertor, limpiando y secando a la bebé de sus fluidos, tratando de calmar el llanto de esta mientras le chucheaba con ternura, buscando no influenciarla del temor y angustia que cargaba consigo, las lágrimas se agolparon violentamente en sus ojos mientras buscaba calmar a su hija con empeño.

- Tranquila, bonita, tranquila - susurró con la voz quebrada - todo está bien, aquí está mamá - continuó acercándola a su pecho mientras miraba atenta a su alrededor, temerosa de ser descubierta por el cazador

Astrid estaba profundamente agotada, sus párpados se cerraban por si solos, pesados por el cansancio, aunque su mente seguía alerta, incapaz de descansar, presa de la angustia que le causaba ser descubierta, los minutos siguieron pasando deprisa, cada vez con mayor velocidad, presionando a la rubia para encontrar la manera de escapar, ahora ya no podía depender de nadie más, no cuando alguien dependía de ella para existir.

Y n adie la iría buscar

- ¡Eso no era parte del trato! - bramó Grimmel, su voz se escuchaba a través de las paredes

Pero quien le respondía al cazador seguía siendo tan solo un murmullo desconocido, un ser misterioso, y luego el tono de Grimmel descendió hasta hacer sonar sus palabras como un sonido extraño e inteligible. Astrid se acurrucó sobre el colchón cubriéndose con el edredón viejo que le habían dejado, envolviendo entre sus brazos el tesoro que ahora debía proteger, oliendo sus pocos cabellos tratando de guardar en sus memorias el poco tiempo que llevaba con ella.

Ya no le importaba nada más

La oscuridad ya no le parecía tan oscura y el silencio ya no era tan ensordecedor como en un principio, los murmullos del cazador tras la pared ya no le parecían tan amenazantes y el frío con el dolor habían dejado de ser un problema, ya no los sentía, ya no le interesaba ser rescatada, y ya no necesitaba esperar. Tenía que huir.

- ¿La descartaras? - Astrid escuchó nuevamente elevar la voz del cazador

Y luego la puerta se abrió

La rubia siempre se había preguntado como es que Grimmel aparecía y desaparecida entre las sombras, el cómo llegaba la comida a su bandeja, de dónde es que venían los murmullos que a veces escuchaba a través de los muros de tierra compacta. Ahora entendía el cómo.

La pared en frente suyo se abrió en un instante, disolviendo la oscuridad como la nieve y dejando ver una vez más al cazador, pero está vez no estaba solo, tras él una figura alargada y siniestra lo acompañaba, sus ojos brillaban sobre el fondo negro, tan amarillos como el sol, pero de aspecto amenazante y hostil. Astrid cerró los ojos con fuerza hundiendo su cabeza entre sus brazos, cubierta por la colcha completamente inmóvil, aferrada al poco valor que poseía, el cual desaparecía con tanta rapidez como era reemplazado por el miedo.

- No necesito una molesta criatura para existir, tengo suficiente con el miedo del espíritu del bosque - murmuró con su tono lúgubre - Ya podemos prescindir de ella

- ¿Y los dragones? - inquirió irritado, perdiendo el tono calmo que lo caracterizaba

- Tuviste tiempo más que suficiente para conseguir algo y de todas formas no lo hiciste - respondió sin importancia alejándose de la habitación

- Necesitas a los dragones para triunfar - le reprochó

- Necesitas cuidar lo que dices - le recordó

- Yo... Yo - titubeó apretando los dientes - lo lamento - siseó

- Así está mejor, Grimmel, no tientes tu suerte. - le recomendó continuando con su camino y agregar - En la mañana ya no deben ser un problema

Y aquel era el momento

Astrid ya no podía seguir esperando más, las esperanzas y deseos no le alcanzaban para sobrevivir, ni las fuerzas para correr o el tiempo para respirar, se sentía débil, estaba delgada e irreconocible, su piel se ceñía hundiéndose en sus huesos, apenas recuperándose del parto sin energías para huir, pero con toda la voluntad de hacerlo. La vikinga se despojó se algunas de sus ropas cubriendo a la pequeña criatura con ellas, envolviendola entre su camiseta roida y amarrandola contra su pecho, atenta al más mínimo ruido de fondo, luego se asomó lentamente y con cuidado por el umbral que se había formado, asegurando el camino despejado, después solo fue correr cuesta arriba.

No pensaba perderla como había sucedido en sus pesadillas.
  
  
Decir que estaba feliz era poco; alegre sonaba igual de entusiasta que el termino anterior; eufórico sonaba como una buena palabra, aunque algunos dirían que era exagerado, quizás así lo era, aunque los demás no entenderían lo emocionado que Jack se sentía. Y tenía razones de sobra.

Le gustaba a Elsa.

Le gustaba a Elsa

Y es más, se habían besado

Por más veces que se lo repitiera aún seguía sin creerlo, a pesar de haber sido uno de los protagonistas en aquel momento no podía dejar de sentir que todo era un sueño, Jack sentía que apenas hace unos días luchaba contra la realidad de que no volvería a ver a la guardiana, para luego procesar su rechazo y después vibrar de alegría con su declaración.

Apenas podía concentrarse.

Jack había llegado a las tierras del clan MacGuffin sobrevolando por ellas apenas el portal se había cerrado, tratando de concentrarse en buscar alguna cosa fuera de lugar, pero por mucho que lo intentara en su cabeza no había cabida para lo que estaba pasando o lo que debía hacer, en lo único que podía pensar era en cuanto tiempo faltaba para volver a ver a Elsa, casi convencido de que los dos días que habían acordado todos previamente era una perdida de tiempo, seguramente él podía cubrir todo el territorio en menos tiempo. Pero no todos sus pensamientos eran de felicidad y entusiasmo, más allá del anhelo inicial también existía la inquietud del bienestar de la platinada, la culpa de lo que él mismo había provocado y la vergüenza para poder confesarlo. Le preocupaba Elsa y lo que Emily Jane podria hacer con ella, después de todo madre naturaleza la había traído de vuelta, según lo que Norte contaba.

Jack negó con un gesto de cabeza esperando disipar sus pensamientos y concentrarse en lo que debía hacer, aunque en ese momento, a pesar de haber apoyado a Conejo y Elsa, no estaba del todo de acuerdo. Sabía que Pitch Black era una amenaza creciente aunque la espina que significaba Seraphine era más molesta y peligrosa, pero apenas fue que Jack se acercó al pueblo del clan MacGuffin olvidó a Emily Jane y su amenaza.

Los hombres de la aldea se agrupaban en pequeñas formaciones mientras entrenaban, desde el más joven hasta el más longevo, mientras tanto los que no podían incorporarse por algun impedimento físico o psiquico se dedicaban a fabricar armas, incluso las mujeres participaban mientras faenaban a los rebaños y preparaban los cultivos para envasar, Jack comenzó a tomar atención a la dinámica, buscando información de lo que estaba sucediendo sin interrumpir la rutina del pueblo ni de su gente, pero con cada nueva frase, con cada nueva historia que escuchaba más difícil se le era entender para qué se preparaban.

Tal vez si tardaría un poco más en averiguar que estaba sucediendo
   
   
Elsa se había quedado toda la noche por Dunbroch reuniendo la información necesaria, atenta a alguna pista y oscuridad tétrica que indicará la presencia de Pitch Black, incapaz de pensar en nada más que encontrar a la oscura criatura, concentrada en su propósito cual caballo de carrera.

En un principio su llegada a Dunbroch había sido discreta, retenida por la emocionalidad de su hermana; para después ser emocionalmente manipula para cumplir los deseos de esta, pero en un momento todo aquello quedó en el olvido, Mérida había aparecido y los deberes de la guardiana se interpusieron, las respuestas que Elsa necesitaba empezaban a llegar.

Habían acordado que Elsa se iría por la mañana con destino a Arendelle para dejar a su sobrina junto a su padre, en un sitio mucho más seguro de lo que eran las tierras del clan en ese momento, Anna había cedido ante la promesa de que su hermana esperaría alguna respuesta por parte de su cuñado para esta, lo que seguramente calmaría la angustia de la reina, Anna satisfecha se había marchado por los pasillos para pasar las últimas horas junto a su hija, dejando a las otras dos en soledad, gracias a eso Elsa pudo hablar con Mérida con mayor tranquilidad y soltura.

Pero no todo se dijo en la primera noche

Tanto como la guardiana, al igual que Mérida, estaban completamente entregadas a resolver lo que sucedía, a detener lo que sea que estuviese alterando el equilibrio, dispuestas a enfrentar una vez más a Pitch Black si era necesario, por lo que la conversación que tuvieron solo giraba entre las pesadillas premonitoras del rey y la impulsividad de los que se habían visto afectados por la maldición, aún más impertinente de la que ya poseían antes de despertar; al igual que los demás pueblos afectados y su sed inquietante de conflictos y guerras, tan similar a las historias que los guardianes le habían contado a Elsa sobre el Coco momentos atras.

Las cosas no marchaban como esperaban

Elsa estaba casi segura de que la nueva guarida del señor de las tinieblas debía estar por aquellas tierras, pero aún debía encontrar las pruebas de aquello, aunque su inminente fugaz viaje hacia Arendelle la retrasaba en aquello.

No tenía mucho tiempo

- Dale todos los abrazos que no puedo a tu padre - le pidió Anna a su hija mientras la estrechaba con fuerza entre sus brazos - dile que lo extraño mucho

- Mamá no me dejas respirar - se quejó Elsa correspondiendole de vuelta

- Te amo, princesita - dijo besando su frente

- También te amo mamá - respondió de vuelta

Mérida y Elsa observaban como madre y hija se despedían en silencio, sin interrumpir o acelerar el momento. Estaban sobre la torre más alta del castillo esperando pacientemente para partir hacia Arendelle.

- ¿Volverás pronto? - le pregunto Mérida a la platinada en un susurro

- Hoy - respondió con seguridad - no puedo tardar demasiado - agregó en voz baja para que la otra la escuchara

- ¿Crees que se oculte por aquí? - inquirió en un susurro más bajo, Elsa apretó los labios deseando no tener que responder

- No lo sé - mintió al final, sin estar convencida de sus palabras - espero que no - agregó sonando más sincera

Anna se acercó a su hermana junto a su hija dándole la mano de esta junto a su seguridad y confianza, Elsa asintió tomando la mano de su sobrina con la suya, Anna abrazó a su hermana en forma de despedida para luego alejarse y abrazar a su hija una vez más.

- ¿Segura no quieres volver con nosotras? - insistió Elsa una vez más, Anna observó a su hermana con sosiego para negar con un gesto

- Aun hay cosas que debo resolver aquí - respondió

- ¿Será mucho tiempo, mami? - preguntó ahora su hija, Anna se agachó a su altura

- Será poco tiempo, lo prometo, volveré pronto con ustedes - le aseguró a la pequeña princesa - lo prometo por mi alma

La guardiana saco la esfera de nieve para lanzarla por los pisos rocosos, un portal se abrió de todas las formas y colores, tan vibrantes como siempre, la pequeña Elsa abrió sus ojos asombrada mientras era guiada por el firme agarre de su tía a través de este, para luego aparecer en los jardines de Arendelle en un parpadeo.

- Wou - musitó agudamente viendo cómo se desvanecía el portal en el aire

- Llegamos a casa - le sonrió Elsa soltando la pequeña mano

A lo lejos Kristoff corría hacia ellas, alertado por la aparición del umbral mágico, la pequeña Elsa sonrió ampliamente antes de lanzarse a correr hacia los brazos de su padre, saltando hacia ellos confiada en que su progenitor la atraparía.

- ¡Papi! - exclamó risueña en los brazos del rubio, Kristoff sonrió en respuesta

- ¡Mi princesa! - celebró elevándola - te extrañé tanto - confesó estrechandola nuevamente en sus brazos, luego levantó la mirada algo inquieto, procurando ser visible solo para su cuñada - Hola Elsa, gracias por traerla de vuelta - saludó, pero en sus palabras iban dudas escondidas que la reina de las nieves supo reconocer

- Kristoff, hola. Hay mucho de qué hablar - le sonrió con falsa tranquilidad, algo que el rubio también supo reconocer

- Eso espero - le respondió dejando con suavidad a la pequeña Elsa en el suelo - Pero ahora mismo estoy a punto de tener una audiencia con el duque de Weselton... - le explicó con calma, Elsa frunció el ceño con ahínco - solo vine a recibirlas...

- ¿Weselton? - inquirió inquieta, Kristoff asintió - no tenemos tratados con el reino de Weselton... No los hay ¿Verdad? - insistió intranquila

- No, no los tenemos - le aseguró el rubio, Elsa tensó aún más su mueca - ¿Podrías estar con Elsa mientras tanto? - le pidió - tengo a Gerda algo ocupada en este momento como para verla

- S...si - asintió aún inquieta por lo que Kristoff le había dicho

- No tardaré demasiado - les aseguró acariciando los cabellos dorados de su hija - esperenme en el salón familiar

Incapaz de decir algo más, Elsa vio a Kristoff alejarse rápidamente de vuelta al interior del palacio, luego paseó su mirada al rededor tratando de dislumbrar la vibra del reino, más el exterior del palacio permanecía vacío sin nada más que la guardia real custodiando las entradas a la distancia, siendo interrumpido por un pequeño jalón en sus ropas. La guardiana bajó la mirada hasta su sobrina quien la observaba con sus ojos dorados tan grandes como expresivos.

- ¿Qué sucede Elsa? - le preguntó con gentileza

- ¿Quién es el duque de Weseltonio? - preguntó con genuina inocencia, la guardiana sonrió con ternura recordando como es que Anna se equivocaba de la misma forma en decirlo

- Weselton - le corrigió con amabilidad - El duque de Weselton. - completó

- Weselton - repitió con lentitud la princesa

- Así es correcto - le celebró la guardiana

- ¿Y quién es él? - insistió aún curiosa

- ¿Él? Oh, bueno, es parte de la nobleza del reino de Weselton - respondió - se dedica a los acuerdos externos, un representante

- Nunca lo había escuchado - murmuró bajando la mirada con tanta concentración que parecía mayor a la edad que tenía - Tia Elsa y ¿Dónde queda Weseltonio?

- Weselton - sonrió la guardiana volviendo a corregir a la menor mientras comenzaban a andar hacia dentro del palacio

- ¿Dónde queda Weselton? - repitió mientras la siguia

- No queda muy lejos de los dominios de Arendelle, a unos tres días de viaje en barco...

Elsa no tenía ni una pequeña idea de que hablar con su sobrina, se sentía incapaz de conectar, deseaba con todas sus fuerzas que la conversación sobre El duque jamás finalizara o que el camino hacia el salón jamás terminara, pero la historia sobre las tierras de Weselton era bastante simple y sosa, y la pequeña princesa tampoco hacía más preguntas sobre aquel lugar, haciendo que el trayecto restante fuese un eterno silencio hasta llegar a su destino.

No era que Elsa no se llevara con los niños, durante sus años de princesa y de reina se había tenido que desenvolver y actuar de muchas formas, su trato con los niños siempre se había limitado a la cortesía real, incluso en el tiempo en que ella misma lo fue, una de las razones por las cuales a veces dudaba si tenía lo necesario para ser una guardiana de las infancias. Aún así, con todos sus miedos y temores, Elsa realmente quería formar un vínculo con su sobrina, una extención más de lo que era su hermana, la persona a quien más ama en el mundo.

- ¿Papá tardará mucho? - preguntó la pequeña subiéndose sobre el sofá y sentándose con propiedad

- Espero que no - respondió con tono amable aunque por dentro rogaba que así fuera

- Mamá suele aburrirse mucho en esas audiencia - comentó balanceando sus pies que colgaban ensimismada

- Me imagino que si - asintió de acuerdo

- ¿A ti te gustaban cuando eras reina tía Elsa? - Indagó curiosa, la platinada pareció pensarlo para luego sentarse a su lado

- No me desagradaban - respondió después de parecer considerarlo

La pequeña la miro esperando algo más, pero Elsa no supo que más decir, volvió a sonreír algo más apenada, un silencio volvió a interponerse sobre ellas, como si derrepente las preguntas de las pequeñas hubiesen terminado, satisfecha de la poca información que había conseguido, mientras tanto la platinada buscaba con desesperación algo más que agregar o iniciar, pero los minutos pasaban y nada se le ocurria.

- ¿Sabes usar el arco? - preguntó la mayor una vez notó el arma a un costado de la chimenea, dispuesta a romper el hielo con aquello

La pequeña Elsa siguió la mirada de su tia hasta el aparato, luego volvió su mirada algo más iluminada pero recelosa al mismo tiempo.

- Si. Tia Mérida me enseñó - respondió bañándose del sofá y alcanzando el arco junto a las flechas - ella me lo dió

- Es muy bonito

- Lo hizo para mí - le explicó presumiendo con orgullo el objeto

- Oh... - musitó observándola, sin saber que más preguntar

La pequeña volvió hasta el sofá junto a su tía mostrándole su tesoro, el arco era de una madera oscura con pequeños adornos curvados por su estructura, la cuerda era de una hebra fina y elástica, tan resistente como la piedra.  La princesa se sentó una vez más junto a la guardiana concentrándose en las flechas, separando y enderezando la pluma de las cola que tenía consigo, frunciendo su frentecita abtraida en su trabajo. El silencio volvió a reinar nuevamente entre ellas, la menor entretenida en su trabajo mientras la mayor buscaba desesperadamente alguna palabra para entretener a su sobrina.

- ¿Practican mucho juntas? - intento la platinada nuevamente esperando ansiosamente una respuesta. La pequeña Elsa levantó la mirada de las flechas dándole su atención - ¿Tu y tía Mérida? - insistió con mayor claridad

- Si, ella viene siempre a verme, tanto como tío Jack - respondió poniendo su atención ahora en el arco tomándolo entre sus manos y dejando de lado las flechas - aunque no se llevan muy bien - agregó en un gesto cómplice mientras miraba el tranzado del arco, un gesto propio de Anna

- ¿A no? - preguntó ahora la guardia realmente curiosa - ¿Por qué no? - la pequeña Elsa guardó silencio pensativa, luego volvió a su trabajo

- Discuten mucho - murmuró delatando a los otros dos torciendo el gesto

- Oh, bueno, los dos son bastante necios - comentó la platinada pensativa - ¿Y por qué discuten?

La princesa dejó lo que estaba haciendo a un lado desviando su mirada hacia la nada, luego con el ceño fruncido y bastante pensativa suspiró.

- Tia Mer dice que es mi favorita y tío Jack dice que es él - comenzó a explicar con tranquilidad, luego el tono de su voz se fue apagando hasta ser solo un murmullo culpable

- ¿Tu favorito? - sonrió la guardiana divertida riendo por lo bajo, luego negó con tranquilidad para al fin aclarle a la princesa lo que sucedía - no creo que ellos discutan en serio, solo se molestan entre si - le aseguró - ¿Y cuál es tu favorito?

La pequeña Elsa negó con un gesto de cabeza y desvío su mirada hasta sus diminutas manos, la guardiana volvió a soltar una suave risa, enternecida por lo acomplejada que parecía estar la princesa con algo tan sencillo.

- Prometo no decir nada a nadie - le aseguró Elsa

- ¿A nadie? - le pregunto levantando la mirada hacia su tía

- Será nuestro secreto - prometió

La princesa pareció considerarlo una vez más, sus cejas seguían fruncidas y en sus labios se asomaba un mohín curioso, luego se levanto sobre el sofá acercándose a su tía hasta quedar a la altura de ella, envolvió su boca entre sus manos susurrandole en el oído como el secreto que decía que era.

- Tu eres mi favorita

Elsa jadeó emocionada y conmovida girando a ver a su sobrina, un nudo en la garganta la mantenía en silencio, mientras la princesa solo se alejaba volviendo a su lugar para continuar con su trabajo. La guardiana la observo aún en silencio, enternecida, paso saliva por sus labios aún emocionada por la revelación.

- ¿Es en serio? - preguntó honrada, la pequeña asintió

Quizás no era tan difícil ser tía como Elsa imaginaba, pero pasada la emoción del momento se dió cuenta que nuevamente habían caído en el silencio.

- ¿Por qué soy tu tía favorita? - quiso saber

- Mamá me cuenta muchas historias de cuando eran pequeñas - respondió sin despegar la vista de sus manos - y eres mágica - agregó en un murmullo infantil, la mayor ladeo la cabeza confundida

- Pero no es por esobque lo soy ¿Verdad? - inquirió la reina de las nieves

- No - negó la pequeña Elsa con un gesto como si fuera obvio - Tío Jack también es mágico - respondió - pero tú eres una niña

- Tia Mérida también es una niña - le recordó

- Pero ella no es mágica - respondió con simpleza

- No, no lo es - sonrió sin entender aún lo que la pequeña quería explicar - ¿Pero por qué yo soy tu favorita?

La pequeña pareció pensarlo una vez más, luego volvió a dejar un lado su arco y flechas, acercándose a Elsa y dándole su atención.

- Es porque mamá te ama y habla mucho sobre ti, y de la magia y la nieve, y olaf y los juegos... - murmuraba enumerando con sus deditos - papá también habla mucho sobre ti, tía Elsa... - luego guardó silencio con una expresión aún más ensimismada - Tía Elsa ¿Puedo hacer una pregunta yo ahora?

- Si, por supuesto - aceptó Elsa, la pequeña pareció pensarlo un poco más, entornando la mirada de vez en cuando

- ¿Por qué no está con el tío Jack?

Elsa guardó silencio mirando a su sobrina con expresión ausente, analizando las palabras que está le había dicho, buscando el sentido de estás.

- ¿Qué?

- ¿Por qué tú y tío Jack no están juntos así como mamá y papá? - preguntó nuevamente con mayor claridad e inocencia - será nuestro secreto - repitió al igual que la guardiana lo había dicho antes

- ¿Anna... - empezó precipitadamente para luego corregirse - Tu madre te pidió que preguntarás? - preguntó la guardiana completamente convencida de que así había sido

- Mamá dice que es amor verdadero

- Si, eso suena igual que a tu madre - murmuró avergonzada paseando la mirada por alrededor, luego suspiró abrumada alizando sus cabellos - ¿Cuanto tarda tu padre en estas reuniones? - preguntó ahora cambiando el tema
   
    
Los cuatro vikingos corrían a toda velocidad de vuelta por los pasillos buscando volver al exterior, Astrid iba al frente con una evidente ventaja a comparación de los demás, moviéndose con agilidad por los tuneles sin necesidad de luz ni dirección, recorriendo los pasillos con seguridad como si los conociera desde siempre, llevaba consigo entre sus brazos el cobertor viejo que la había había cobijado y protegido durante meses, el mismo en que había envuelto por primera vez a su bebé.

- ¡Astrid, espera! - gritó Patán jadeante

- ¡No hay tiempo que perder! - respondió la rubia con la voz entrecortada por la agitación - tenemos que llegar con los dragones y hacer que huela esto para así la puedan rastrear - explicó entre jadeos

- ¿Cómo sabes si funcionará? Han pasado años - inquirió Eret tratando de alcanzarla, Astrid bajo el paso poco a poco hasta detenerse siendo imitada por los demás

- No lo sé, solo espero que funcione - respondió entre jadeos, respirando con profundidad para recomponerse

- ¡Gracias por esperar! - ironizó Hiccup llegando con los otros tres mientras recuperaba el aliento, sosteniendose en sus rodillas con sus manos - verán, no es fácil seguirles el paso con esta pierna - se quejó aún agitado

- Astrid dice que los dragones encontrarán a la pequeña Astrid - dijo Patán

- ¿Pequeña Astrid? - preguntó Eret en un reproche - La pequeña tiene nombre, Patán

- ¿Ah sí? ¿Y cómo se llama? - le pregunto desafiante, Eret levantó su mirada hacia Hiccup sin saber que responder

- Se llama Zephyr - les cortó Astrid - tiene cinco años, de cabellos color otoño y ojos color cielo - les respondió molesta - ahora dejen de perder el tiempo y volvamos al exterior - demandó volviendo a seguir el camino, está vez solo a paso rápido

- ¿Ojos color cielo? ... - murmuró para si mismo Patán - ¿Desde cuándo que decimos esas cursilerías?

- Solo sigue caminando - le dijo Eret empujándolo para continuar

- ¡Hey, Astrid, oye! ¿Y si está aquí? - continuó Patán siguiéndola

- No está en este lugar - respondió Hiccup - Astrid huyó con ella ¿No tomaste atención? - preguntó molesto

- El final fue confuso - se excusó encogiéndose de hombros

Chapter 41: Capítulo XXXX - Al borde de los sueños

Chapter Text

Capítulo XXXX
En el borde de los sueños

Elsa iba de vuelta hacia Arendelle desde el bosque encantado, iba montada sobre Nokk ya a más de medio camino, la tarde seguía en su pleno apojeo aunque la guardiana sentía que en cualquier momento caería el atardecer, presa de sus responsabilidades y propias expectativas, aún le quedaban algunas cosas por hacer antes de volver a Dunbroch.

Después de que Kristoff las dejara solas para su audiencia con el duque de Weselton y que la guardiana pasara un incómodo momento con su sobrina, Elsa había podido dejar a la pequeña a cargo de Gerda, quien había acabado antes de lo esperado con su encargo, luego salió a toda velocidad hacia el bosque encantado. Pero su visita no había sido como ella esperaba, o más bien, como ella hubiese querido.

Apenas Elsa llegó junto a los northuldras fue recibida con calidez y alegría, los miembros de la tribu la trataban como una más de ellos, como parte del bosque y sus virtudes, pero la guardiana no pudo permitirse por completo disfrutar de aquel momento, las dudas que la invadían eran tan abrumadoras como sus respuestas, como la sensación de traición que le dejaba un regusto amargo en la boca.

- ¿Cómo ha estado el bosque estos días? - Indagó la guardiana una vez estuvo a solas con la anciana de la tribu - ¿No han habido señales de la maldición o Pitch Black?

- Nada a perturbado la paz del bosque - respondió Yelena con parsimonia - los espíritus nos han mantenido protegidos

Elsa asintió con calma sin despegar su mirada del césped bajo sus pies, buscando la manera de tocar el tema que quería tratar con Yelena.

- ¿Has escuchado sobre madre naturaleza? - preguntó sin rodeos, Yelena pareció sorprenderse con levedad, más su rostro permaneció impertubable

- Claro que sí, es un espíritu bastante impredecible - respondió - no es alguien con quién te quieras enfrentar - agregó con tono de advertencia

Elsa sacudió su cabeza con suavidad buscando despejar su mente del no tan agradable recuerdo, centró su mirada al frente apurando el galopeo del espíritu elemental, buscando acortar su distancia con el reino que se erigía a lo lejos, los barcos extranjeros navegaban por el fiordo mezclándose los del reino, las velas y escudos de las tierras de Weselton destacaban entre los de Arendelle, dándole a entender a la guardiana que las indeseables visitas aún se alejaban de aquellas tierras.

Cruzó la aldea con lentitud una vez llegó a ella, respondiendo con cortesía los saludos de los aldeanos a su paso, la gente de Arendelle parecía tranquila, ajena a los sucesos que alertaban a los otros reinos, ignorantes de los miedos que tenían sus reyes, Elsa no terminaba de convencerse si aquello era una buena señal o quizás una desventaja. Continuó su camino hasta llegar al palacio, por fortuna su cuñado ya estaba libre para atenderla.

- ¿Elsa? - la llamó algo extrañado Kristoff al ver a la platinada cruzar las puertas de la oficina - ¿Sigues en el reino? Pensé que ya te habías marchado de vuelta a Dunbroch - agregó poniéndose en pie

- Olvidé entregarte la carta de Anna - explicó extendiéndola hacia el rubio - le prometí que le llevaría tu respuesta

Kristoff levantó una ceja divertido, esbozó una tenue sonrisa para luego negar con un gesto.

- Tienes un montón de nuevas responsabilidades pero sigues cumpliendo los caprichos de tu hermana - se burló, Elsa infló sus mejillas molesta cruzandose de brazos

- ¿Quieres que le diga a mi hermana que su esposo no quiso responder su carta? - le amenazó, Kristoff volvió a carcajearse

- Jamás dije que yo no los cumpliera - se defendió divertido

Kristoff volvió a sentarse tras el escritorio de Anna mientras desdoblaba el papel y se preparaba para leer, mientras Elsa se sentó al otro lado, paseando la mirada en lo que alguna vez había sido su despacho, ahora tan diferente y brillante, bastante más acogedor que en aquel entonces. El escritorio estaba atestado de pequeñas fotos en blanco y negro de la familia; las paredes estaban tapizadas en cuadros de sus padres, Elsa, Anna, Kristoff y la hija de ambos; las cortinas permanecían abiertas junto a las ventanas iluminando la estancia, los jarrones llevaban flores frescas y el papel tapiz había sido cambiado por uno más cálido, dándole la imagen acogedora que seguramente la reina Anna buscaba.

Elsa paseó su mirada por los cuadros, el crecimiento de su sobrina y la boda de sus padres; la réplica del cuadro de su padre cuando fue su coronación, junto a la de Elsa y luego la de Anna; después otro que simbolizaba la unión de los reyes Aggnar e Iduna en su infancia, un óleo brillante donde el espíritu del viento parecía cobrar vida entre los pintelazos mientras levantaba a los niños entre hojas doradas y cobrizas en el bosque encantado, tan real como Elsa recordaba que era.

- Entonces la conoces - dijo Elsa más como afirmación que como pregunta

- Es madre naturaleza - respondió Yelena aún con tono calmo - es quien creo a los espíritus del bosque y cuidaba el Ahtohallan antes de que llegaras, claro que sé de ella

- ¿Cuidaba el Ahtohallan? - preguntó confundida y sorprendida, Yelena suspiró

- Desconozco cómo fueron los hechos y soy ignorante de su veracidad,- comenzó agotada - las leyendas dicen que ella tomó una rayo de luz de luna y lo transformó en la verdad, la protegió con buenos deseos, rodeándola de un furioso océano, de vientos salvajes, terremotos mortales y llamas infernales... - contaba mientras creaba pequeñas ilustraciones en la tierra con una bara que había recogido - Las historias a veces son más exageradas de lo que fueron en realidad

- Entonces ¿Ella lo creó? - preguntó Elsa, Yelena levantó la mirada hacia la platinada alzando una ceja

- Por lo que entiendo madre naturaleza creo todo - sintetizó con simpleza - El mundo que conocemos, los ríos, océanos y mares; la tierra, las montañas y los volcanes; creo los bosques y sus animales, los desiertos y sus tormentas; todo le pertenece a ella

- ¿Por qué es que no he escuchado sobre ella antes? - le preguntó

- No es un ser al cual se le venere - le explicó - así como creó todo lo que conocemos y necesitamos para existir, es capaz de arrebatarlo y reemplazarlo por el caos. - continuó ilustrando en la tierra - Los terremotos, las marejadas, las erupciones y las tormentas, los aluviones y avalanchas... Madre naturaleza es un espíritu muy impredecible el cual no hace favores, no es como los otros espíritus que conoces o conocerás, es por eso que la gente no la nombra

no es alguien a quien quieras invocar

Y un chasquido la devolvió al presente.

Kristoff chasqueó una vez más los dedos hasta que la platinada sacudió su cabeza y movió sus manos con las suyas despejando el frente.

- ¿En qué pensabas? - le pregunto divertido de el ensimismamiento de su cuñada

- En nada importante - respondió rápidamente - solo me distraje por un momento

- Fue un momento bastante largo, alcance a leer todo mientras soñabas - dijo mientras le mostraba las páginas que su hermana había escrito

- ¿Te escribió sobre la guerra? - quiso saber, el rubio asintió

- Anna dió su palabra... - confesó sin levantar la mirada del papel amarillento

- Lo sé - suspiró Elsa exhausta, Kristoff suspiró tan agotado como esta

- Está asustada, no sabe que hacer - agregó tomando su cabeza entre sus manos, descargando algo de frustración con el acto

- También lo sé - respondió con suavidad

- y la verdad es que yo también lo estoy. - admitió pasando una de sus manos por su rostro y apoyándose en el respaldo hundiéndose en este - No sé nada sobre esto, no sé sobre modales, ni etiqueta, menos sé sobre política y estrategias, ¡Ni siquiera sé cómo es que llegué a dónde estoy! - exclamó con moderación haciendo gesto con las manos, luego suspiró con mayor fuerza buscando soltar la ansiedad que comenzaba a crecer en él mientras no dejaba de mover su pierna bajo el escritorio - No le digas a Anna, lo último que necesita es saber que no estoy a la altura - le pidió mientras tomaba su frente agotado

- No le diré nada a Anna. - le aseguró - Y Kristoff, si estás a la altura. - le corrigió, el aludido levantó la mirada para observarla con atención mientras la duda se asomaba por sus ojos mieles - Lo último que recuerdo de Arendelle antes de caer congelada era la destrucción y la guerra, - recordó en voz alta mientras se ponía en pie y caminaba por la oficina, enunciando con claridad procurando ser entendia - todo lo que conocía y amaba se había caído a pedazos; las casas, el puerto, la estatua de mis padres, el palacio, mi hogar... - continuó acercándose a la ventana observando el pueblo a través de esta - Cuando me descongelé, Arendelle lucía tan diferente a todo ese caos que realmente temí no verlos de nuevo, - le explicaba con confianza a una de las pocas personas que se había ganado su cariño y respeto, buscando hacerle entender el maravilloso trabajo que habían hecho en su ausencia - pensé que el tiempo había avanzado más de lo que realmente deseaba, el reino había cambiado tanto que jamás pude imaginar que lo habían logrado en tan poco tiempo. - le elogió girando a verlo - Todo eso fue gracias a Anna y a ti, sus reyes

- Gracias Elsa, realmente lo aprecio - le agradeció aún sin convencerse de las palabras de la platinada - pero lo cierto es que no tengo ni idea de como lo hicimos... - murmuró apenado - Eso es algo más que de lo que no sé - negó frustrado

Elsa lo observó con inquietud, sabía que Kristoff estaba perdido y seguiría así por más que tratara de animarle, el miedo seguía exparciendose por los reinos y su gente, volviendo a presentarse después de años de ausencia, y Kristoff tenía razones para sentirlo, la situación no era del todo favorable y no existía una respuesta correcta, fuese lo que fuese lo que eligieran repercutiría de igual forma en Arendelle y su gente.

- Yo también fui reina... - comenzó Elsa siendo interrumpida

- Si, lo sé, eras una reina fantástica - la alabó Kristoff, Elsa negó con un gesto

- No, no lo era - le corrigió

- Si lo eras, siempre sabías que hacer y qué decir - señaló, Elsa asintió dándole la razón está vez

- Sabía qué hacer y qué decir porque me educaron para eso, Kristoff, y yo les enseñaré a ustedes. - afirmó en un ofrecimiento - Les enseñaré todo lo que necesitan saber para que esto resulte

- ¿Lo harás? - inquirió levemente admirado

- Por supuesto que lo haré ¿Qué clase de pregunta es esa? - preguntó retóricamente y con algo más de soltura - Ahora ¿Podrías responder a la carta de mi hermana con algo más de esperanza de la que me has mostrado en este momento? - le pidió con algo de apremio - aún debo volver a Dunbroch - le recordó

- Solo dame un momento - le pidió junto a una tenue sonrisa, algo más aliviado que en un comienzo - solo falta algo más... - agregó en un murmullo, buscando la manera de decir lo que estaba obligado a decir. Elsa lo observó elevando una ceja, esperando que su cuñado continuara

- ¿Algo más? - lo instó al notar que por si solo el rubio no hablaría, Kristoff la observo de reojo para luego volver su mirada a las palabras que le había escrito su esposa - ¿Qué más te escribió Anna? - insistió

- Primero que nada, quiero dejar en claro que no estoy para nada de acuerdo en lo que voy a decir, pero le hice un juramento a tu hermana ante dios y nuestros amigos de que la honraria hasta la muerte...

- Kristoff, no empieces con tus explicaciones - lo corto Elsa angustiada - ¿Qué más dijo? - insistió una vez más con algo más de apremio

- Verás... Anna escribió algo sobre un trato... - comenzó a explicar aproblemado, buscando las palabras para decir lo que no quería decir y que seguramente Elsa no quería escuchar - Por lo que entendí ella no puede hacer nada pero...

- ¿Un trato? - interrumpió angustiada - ¿Qué clase de trató? ¿Con quién lo hizo?

- Al parecer fue contigo - respondió con simpleza, ojeando una vez más las palabras de su esposa

- ¿Conmigo? - preguntó ahora confundida

- Y también dice que por fin admitiste que te gusta Jack - dijo al fin, Elsa guardó silencio pegando un respingón, luego rodó los ojos alisando sus cabellos mientras se sonrojaba

- Kristoff... - siseo molesta, este rió

- Ya te lo dije, hice una promesa ante Dios - se excusó divertido

- ¿Sabes que también involucró a tu hija en esto? - le reveló agarrando el puente de su nariz

- No le diste muchas opciones - la defendió encogiéndose de hombros

- ¿Es todo lo que dirás por eso? - le recriminó

- Juré que estaría ahí en la salud y en la enfermedad... - continuó explicando

- Si, si, si, ya entendí eso, estuve ahí - lo interrumpió mientras hacía un ademan con las manos poniéndose de pie - y Anna no está enferma

- Pero a veces lo parece - suspiró igual de agotado que su cuñada pero divertido de la situación, del alivio que le daba esa pequeña pausa - como sea, estoy haciendo mi parte como esposo y cuñado - le recordó

- No me gusta ese interés particular que tienen en mi vida personal - murmuró dando vueltas por el lugar tratando de alejarse lo más posible de la conversación, aunque solo fuera en sentido figurado

- Entonces si es cierto - preguntó más como una afirmación, completamente divertido por la reacción de su cuñada - Jamás imaginé que tendría la oportunidad de presenciar este suceso - la molestó entre risas, Elsa se cruzó de brazos aún demasiado avergonzada como para imponer presencia

- Y dime ¿Qué es lo que buscaba el duque de Weselton en Arendelle? - Preguntó desviando el tema, y aunque la pregunta iba en serio y era delicada, Kristoff no pudo evitar carcajearse una vez más

Elsa mordió su mejilla avergonzada y sin saber que decir, tenía tantas preocupaciones en su cabeza, personas que cuidar y deberes que cumplir, que apenas había podido pensar en lo que había sucedido en el Ahtohallan, que Kristoff tocara el tema, y aunque él no supiera, solo la devolvía al momento en que se había confesado, al momento en que Jack la había besado. Inevitablemente Elsa sintió el calor crecer en su interior, sus mejillas se prendieron y su mirada se desvió desmesuradamente, aún consiente del tacto del guardian en su cintura y la sensación de sus labios torpes en los del otro.

Y fue entonces que la inseguridad volvió

 

Jack cruzó el penúltimo portal que le quedaba hacia Dunbroch llegando sobre una de las torres del castillo, ya había sobrevolado los bosques aledaños a las tierras del clan MacGuffin unas cuatro veces sin resultados y a pesar de la velocidad que había empleado en ello también se había tomado su tiempo para examinarlos. También había cubierto el pueblo, se había paseado entre la gente escuchando e indagando en las conversaciones sin entrometerse como se lo había prometido a Norte, pero aún así con esa limitación no había nada que encontrar, los rumores de guerra eran lo único que destacaba entre la gente, aunque era algo de esperar en un pueblo guerrero.

Jack no perdió más tiempo e ingresó al castillo desde la azotea de la torre, debía encontrar a Elsa y no tan solo porque la extrañaba y quería verla, también para comparar informacion, ya que si lo que habían contado sus compañeros era correcto, los rumores de guerra que Jack había escuchado eran una clara señar de la presencia de Pitch Black en aquellas tierras, y al parecer existía más de un lugar donde el Coco se podría ocultar.

- ¡Jack! - exclamó Anna junto a una sonrisa a los pies de las escaleras de la torre - eres tu, pensé que era Elsa - comentó con tranquilidad, Jack en cambio frunció el entrecejo preocupado - ví el portal cerrarse desde la ventana de la otra torre y vine enseguida, pensé que Elsa había vuelto

- ¿Cómo que Elsa no está? - inquirió alarmado - la dejamos aquí la noche anterior

- Si, se fué hace un rato con Elsa, le pedí que la llevara de vuelta a Arendelle, Dunbroch ya no es un sitio seguro para ella - le explicó apenada - no tienes de qué preocuparte, mi hermana está bien

- ¿Dunbroch ya no es seguro? - Indagó, Anna asintió

- El rey Fergus le declaró la guerra a las Islas del Sur - confesó en un murmullo

- ¿Una guerra? - Anna volvió a asentir

- Hemos intentado convencerlo de lo contrario, pero ni siquiera quiere escuchar a la reina Elinor - le explicó

- ¿Hemos? - preguntó ahora esperando ver a alguien más asomarse tras la reina, pero Anna y él seguían solos por el pasillo

- Eugene y yo, debe estar en el salón aún - explicó apuntando hacia atrás

- ¿Dónde está Hiccup? - preguntó ahora al notar que no había sido nombrado, Anna solo se encogió de hombros ignorante

- No lo he visto desde que el rey despertó - respondió - creo que tuvo que volver a Berk, quizás algo este sucediendo ahí - agregó preocupada

- Tranquila Anna, nada malo está sucediendo en Berk - la calmo Jack tomándola de los hombros y con una sonrisa en los labios - Meme estuvo por ahí ayer y dijo que todo estaba bien, estamos ocupandonos de eso

- ¿Ocupándose de qué? - Indagó preocupada - Elsa dijo que no sabían lo que estaba pasando

- Y no lo sabemos, pero nos estamos ocupando de eso - le aseguró

Jack fue guiado por Anna de vuelta al salón en donde se encontraba Eugene, mientras le explicaba por el camino los sucesos que habían ocurrido durante esos días, al igual como lo había hecho con Elsa antes, Jack asentía atento, sin decir nada, procurando averiguar que tanto sabía la cobriza antes de hablar sobre el asunto.

Dunbroch se preparaba para los tiempos difíciles, al igual que por las tierras del clan MacGuffin, el pueblo de Dunbroch ya había comenzado a preparar a sus animales para conservar sus alimentos; habían comenzado a preparar las armas y a cuadrar los grupos para zarpar, seguramente en los demás clanes el clima sería similar, no faltaría mucho tiempo para que todos los guardianes volvieran a reunirse, quizás cada uno creyendo que venían del lugar correcto con las pistas correctas, pero Pitch no podía esconderse en cada sitio que habían visitado.

¿O si?

- ¿Y qué piensan hacer? - preguntó Jack una vez le explicaron lo que estaba sucediendo

- Rapunzel dejó bastante en claro que ayudaría en todo lo necesario para conservar las alianzas - suspiró Eugene para nada de acuerdo - solo espero que no tengamos que llegar a esos extremos

- ¿Y tú, Anna? - la alentó Jack, la cobriza desvío la mirada indecisa antes de responder

- Ya le pedí a Kristoff que preparara a nuestros hombres... - admitió en un murmullo - le envié una carta está mañana

- Entonces ya lo decidieron - resumió decepcionado - la guerra no es la solución - les recordó - nadie gana en ellas

- Eso lo sabemos - se defendió Eugene - es por eso que no quiero que lleguemos a esos extremos, pero tenemos tratados que cumplir y alianzas que conservar - le explicó con tono molesto

- No los cumplan ¿Qué tan malo puede ser? - les recomendó

- No lo entiendes Jack - lo detuvo Anna - la política es complicada

Jack frunció el ceño molesto cruzándose de brazos, ¿Qué tan complicado podía ser? Jamás había visto a Eugene inmiscuirse en las cosas del reino, siempre aparentaba llevar el título de rey interino como lo que era; y Anna siempre parecía llevar sus deberes con calma y superficialidad, como si ser reina fuera una tarea sencilla. Jack no entendía porque ahora las cosas parecían tan difíciles.

- Bien, si no hay nada nuevo que agregar, debo ir a escribir una carta - se excusó Eugene poniéndose en pie - según nos dijo Mérida zarparemos en unos días

- ¿En unos días?

- Si Jack, las cosas para nosotros avanzan de prisa - comentó con algo de desdén antes de retirarse

- No es nada personal, no hemos descansado bien - lo excusó Anna - está agotado

- Si, entiendo - murmuró mal humorado tomando asiento

- No te pongas así, sabes que Eugene se estresa con facilidad

- Está bien Anna, lo sé - respondió - es solo que todo esto es muy presipitado

- Si, también lo siento así - aceptó - ni siquiera hemos terminado de salir de la maldición del sueño para ahora enfrentar la guerra... - suspiró apesadumbrada - ya no quiero hablar sobre esto

- Todo saldrá bien Anna, nos estamos ocupando de eso - repitió Jack una vez más

Lejos de sentir la seguridad que el guardian quería confiarle con sus palabras, Anna no pudo sentir nada más que la duda, una pregunta que nacía desde su interior, tan inquieta como había quedado el día anterior cuando hablo con su hermana.

- Elsa insinuó algo similar anoche - musitó ensimismada - dijo algo sobre esperar a que lo solucionaran... ¿Qué está pasando en realidad? - preguntó confundida - ¿Nos están ocultando algo, Jack? - el guardian negó sacudiendo su cabeza con ahínco, moviendo sus manos con la misma insistencia

- No, no lo mal pienses, es solo qué históricamente las guerras están ligadas con Pitch Black, quizás si lo detenemos todo esto termine siendo solo un mal sueño - le aclaró

- ¿Estás diciendo que esto también puede ser obra del Coco? - Indagó casi esperanzada - tiene sentido la verdad, el rey dice que lo vio en sus pesadillas - agregó en un murmullo

- ¿Eso dice? - preguntó ahora interesado, Anna asintió

- Es lo que Mérida me ha contado... Elsa dijo que no les dijo lo mismo cuando le preguntaron

- No, no lo hizo - le confirmó poniéndose en pie

- ¿Dónde vas? - le pregunto Anna levantándose junto a este

- Por los demás, creo que está es la pista que estábamos buscando - admitió - suena igual a las historias

- ¿Historias? ¿Qué historias? - Indagó con ansiosa curiosidad

Jack fruncio el gesto, no quería ser él quien alarmara a Anna, pero tampoco se le apetecía seguir mintiendo.

- Hace siglos hubo un tiempo en que la gente vivía sumida en la oscuridad y el terror, se conoce como la edad oscura. En ese tiempo Pitch tenía la fuerza para enfrentar ejércitos completos, perpetuando el miedo a través de ellos, tal cual como está sucediendo ahora

- ¿Entonces realmente puede ser culpa de él? - inquirió con alivio - ¿Eso quiere decir que si lo detienen no habrá guerra?

- Aún no lo sé, eso espero - respondió Jack no muy convencido

- Entonces no pierdas el tiempo, ve al polo - le instó tomando su mano y guiandolo hasta la puerta del salón para salir de este - o no, mejor espera a mi hermana, debe estar por volver - dijo ahora alejándose junto al guardian de la puerta - quizás deberías hablar con Mérida antes, podría conseguir más tiempo - murmuró luego buscando ideas

- ¿Y si tú hablas con ella mejor? - le recomendó soltándose del agarre de la reina, Anna sonrió

- Si, tienes razón, eso suena a una mejor idea - aceptó - de todas formas espera por Elsa, si te vas antes ella jamás volverá con mi carta - le reveló

- ¿Carta? - preguntó ahora confundido, Anna sonrió nuevamente con algo de culpa

- Es la respuesta de Kristoff a la mía - aclaró recordando lo que había escrito en ella - de verdad necesito su respuesta Jack - el guardian suspiró

- La esperaré - le aseguró - pero no le digas a Conejo porqué tardé - le pidió contagiado de la sonrisa de la reina, Anna rió

- Bueno, también te conviene esperarla - insinuó burlona, Jack pegó un respingón

- ¿Me conviene? - Indagó curioso - ¿Por qué me conviene? ¿Ella te dijo algo? - preguntó ansioso, Anna sonrió con mayor amplitud juntando sus manos emocionada

- ¿Elsa? - preguntó con falsa ignorancia, luego soltó una risa traviesa tan emocionada como siempre - Ella me dijo muchas cosas

- ¿Qué cosas? - comenzó a indagar una vez más sin despegar sus ojos de la cobriza, Anna sacudió su cabeza negándose a responder mientras tomaba asiento en un sofá, disfrutando del poder que le brindaba la información - ¿Dijo algo sobre mi?

- Quizás - continuó jugando Anna con las mejillas entumecidas de tanto sonreir - Pero le prometí que no diría nada sobre ello - se excusó

- ¡Vamos Anna! - se quejó Jack - ¡No puedes hacerme esto! - continuó - ni siquiera sé cómo actuar después del beso - reveló avergonzado, esperando que su amiga entendiera lo desventajado que se sentía y lo mucho que necesitaba saber que habían hablado las hermanas

Pero contrario a lo que Jack esperaba, Anna no continuó riéndose ni burlándose de la situación, su expresión divertida había desaparecido para dejar ver la perplejidad en sus rasgos y luego ponerse de pie en un brinco.

- ¿Beso? - repitió con una expresión completamente neutra - ¿Qué beso? - completó ahora sonriendo con lentitud - Jack ¿Qué beso? - Indagó una vez más sin darle oportunidad de responder

Y la oportunidad jamás llegó, apenas Anna terminó de interrogar perpleja de las palabras del que ahora parecía su "cuñado", tras el cristal del salon una brillante luz llamó la atención de los dos, una tenue y claro portal mágico se cerraba en la torre vecina al igual que había pasado con la llegada de Jack hace una hora atrás. Anna volvió su rostro hacia el guardian más risueña que de costumbre, siendo observada ahora por un Jack perplejo y avergonzado, invirtiendo lo papeles.

- Le voy a preguntar - advirtió con una enorme sonrisa

- No, no lo harás - intentó detenerla Jack, pero Anna fue más rápida

Casi siempre lo era.

 

El grupo de vikingos se había vuelto a reunir nuevamente una vez salieron de la cueva del Coco, emprendiendo el viaje hacia un destino incierto, guiados por el olfato de los dragones, quienes seguían la imagen invisible y casi inexistente del aroma que les habían mostrado.

- Estamos cerca del límite - dijo Hiccup revisando una vez el mapa - después de este océano no sabemos que más hay - informó a los demás mirando el atardecer en el horizonte desconocido - no los obligaré a continuar si no lo desean

- ¿De qué hablas? - preguntó Patán con retórica - somos vikingos, nacimos para esto

Hiccup lo observó contrariado, luego posó su mirada en Eret quien se la devolvía con expresión tranquila mientras se encogía de hombros.

- Ya llegamos hasta aquí, no pienso devolverme - respondió con calma

Hiccup asintió posando ahora su mirada en los mellizos, dándose cuenta lo demás que estuvo preguntar.

- He arriesgado mucho más sin motivos - le sonrió Brutacio

- Y yo no pienso perderme nada de esto - respondió con ánimo Brutilda

- Bien, entonces partiremos al amanecer - respondió con una tenue sonrisa, con un sentimiento de orgullo silencio en él

Los vikingos se alejaron de vuelta hacia la fogata del campamento dejando solos al castaño con la rubia en un silencio incomodo.

- Te dije que irían - comentó Astrid, Hiccup asintió en silencio

- Lo sé - aceptó sentándose en el borde del acantilado - pero tenía que preguntarles

- Lo sé, siempre has sido un buen líder - respondió sentándose tras de este mientras comenzaba a trenzar los cabellos del otro - ¿A dónde iremos ahora? - Indagó curiosa del destino que les esperaba

- Lo llamamos el borde de los sueños - respondió Hiccup volviendo a examinar los mapas - lo descubrimos tiempo después de que desaparecieras, en nuestras primeras búsquedas

- ¿El borde de los sueños? Qué curioso nombre - admitió deteniendo el trenzado para admirar el horizonte

- Se lo dimos cuando supimos que la isla de Sandman estaba por allá - le explicó sin dejar de hojear los mapas - Jack nos los dijo hace un tiempo

- Entonces jamás han ido para allá - Hiccup negó

- Nos mata la curiosidad, pero no es un sitio facil para navegar o volar - continuó explicando mientras marcaba una nueva ruta en su libreta, Astrid volvió a continuar con el trenzado - ya sabes que Chimuelo no puede recorrer distancias largas

- Si lo sé, por eso hemos ido parando entre islas. - respondió terminando su trabajo y volviendo a sentarse al costado de este - solo no entiendo qué es lo que hace ahí - murmuró tomando sus piernas entre sus brazos - no tiene sentido

Hiccup detuvo lo que estaba haciendo dándole toda su atención a la rubia.

- Por una parte es una buena señal, si no podemos llegar a ella siempre tendremos la opción de preguntar a Sandman, algo debe de saber sobre esto - pensó en voz alta

El grupo había viajado gran parte del día siguiendo el rastro que habían encontrado en las profundidades de la tierra, habían tomado pequeñas pausas entremedio del viaje en distintas islas que iban encontrando, hasta que el atardecer los alcanzó llegando al límite de lo que conocían.

- ¿Tu crees?

- No lo sé - respondió - quiero creer

- Gracias Hiccup - susurró de la nada, el aludido volteó a verla sin entender nada

- ¿Gracias por qué? - preguntó desconcertado - ¿Por buscar a nuestra hija? - inquirió sin esperar una respuesta - También es mi hija, Astrid - se defendió

- Si, lo sé, lo siento - se disculpó rápidamente - pero no tienes ni una obligación sobre esto...

- ¿Qué no la tengo? - la detuvo molesto - Astrid es mi hija y tú mi esposa, tengo todas las obligaciones sobre esto - le aclaró con tacto, tomando las manos de la otra y rompiendo la postura rígida que está tenía - quiero tener todas las obligaciones sobre esto

- ¿Y Mérida? ¿Qué hay de ella? - le reprochó con preocupación

- No se compara con ustedes - respondió recordando lo que la colorina le había dicho

- ¿Qué no se compara? - preguntó frunciendo el ceño - ¡Es de Mérida de quien te hablo! - exclamó descolocando al vikingo - es una princesa, encantadora y hermosa, es una persona maravillosa, no hables como si no la quisieras

Hiccup suspiró desganado, él sabía todo eso, lo sabía de sobra, que Astrid se lo dijese solo profundizaba más la herida que sentía.

- Y tú eres mi esposa y Zephyr es mi hija - repitió completamente convencido de sus palabras, seguro de lo decía - y con eso no hay comparación

Astrid lo observó en silencio, mordiendo su mejilla interior con expresión culpable, más intenso que el dolor que le causaba todo aquello.

- Estuve con alguien más - admitió, Hiccup volvió a verla sorprendido

- ¿Estuviste con alguien más? - preguntó aún descolocado, la rubia asintió agradeciendo que los rayos del sol ya se hubiesen ocultado junto al ocaso

- Fue hace poco, antes de recuperar mis memorias. - admitió sin levantar la mirada de sus manos - Se llama Sideburns

- ¿Sideburns? - repitió algo divertido, Astrid rodó los ojos

- Como sea - murmuró incómoda - es por eso que ya no quiero que te sientas mal sintiendo lo que sientes por Mérida, yo también lo hice por alguien más

Hiccup asintió en silencio dándole vuelta a las palabras de Astrid por su cabeza, tomándose tiempo antes de responder lo que ya sabía que iba a decir.

- Eres mi esposa, no hay comparación

Chapter 42: Capítulo XXXXI - Las pesadillas y Los sueños

Chapter Text

Capítulo XXXXI
Las pesadillas y los sueños

Un silencio atronador se acomodo entre ambos guardianes una vez cruzaron el portal dejando a la reina de Arendelle atras, recibidos por el clima frío, pero reconfortante, del polo Norte. Jack y Elsa se encaminaron entre la nieve espesa y la brisa helada, habían quedado a unos metros de la fortaleza de santa, aunque ni siquiera ese acontecimiento los orillaba a compartir palabras, cada uno ensimismado en su propia verguenza. Desde que Elsa había llegado a Dunbroch fue que las cosas se estropearon un poco. De

- ¿Besaste a Jack? - le había preguntado Anna directamente a toda voz a los pies de la escalera de la torre aún jadeante por la carrera

- ¿Qué? - preguntó Elsa descolocada y avergonzada mirando hacia todos lados nerviosa mientras bajaba la escalera - ¿Qué dices? - preguntó con una falsa sonrisa haciéndose la desentendida

- Oh, no finjas, sé que escuchaste perfectamente - respondió Anna sin dejar de sonreír - Ya sabes, tu y... - pero la reina se vio interrumpida antes de terminar

- ¡Anna! - la llamó Jack deteniendola, luego su mirada se desvió hasta las escaleras donde Elsa lo miraba con expresión severa - Elsa...

Ahí había partido el problema .

La platinada había entendido inmediatamente lo que sucedía, no necesitaba que Anna repitiera lo que ya había escuchado o que ninguno de los dos le explicara lo que habían hablado en la ausencia de la platinada, la guardiana supo que su hermana, de alguna u otra forma, ya lo sabía todo.

- Tengo tu respuesta - respondió únicamente en tono neutro mientras extendía el sobre que le había entregado su cuñado hasta su hermana, luego giró a ver a Jack frunciendo el entrecejo con preocupación - ¿Qué haces aquí, Jack?¿Encontraste algo por el clan MacGuffin? - preguntó con monotonía

- No mucho. Quería ver cómo iba la cosa por aquí - se excusó rápidamente, Anna rió en voz baja, Elsa tan solo suspiró

Ya sabía que desde ahora escucharía esa risa muchas veces más

El recuerdo del momento molestaba a Elsa repitiéndose una y otra vez, erosionando su mente hasta alojarse en ella para no salir más, reforzando el nerviosismo y las ansias que mellaban en su interior, observó a Jack de reojo examinando su perfil, luego desvío la mirada una vez más aún más avergonzada, si es que era posible.
 
El taller de Norte parecía nunca apagarse, los elfos preparaban los juguetes que en unos meses más el viejo guardian debían entregar a los niños del mundo, mientras los yetis iban tras de estos corrigiendo los errores que iban dejando las diminutas criaturas, Jack y Elsa se paseaban entre ellos aventurandose hasta el salón del mundo bajo las miradas recelosas y de advertencia de las enormes seres, los cuales pasaban de su trabajo tan solo para escanear a los recién llegados.

- ¿Por qué nos miran así? - inquirió Elsa nerviosa por las miradas y gestos

- No te están mirando a ti - le aclaró Jack con una penosa sonrisa en el rostro - es a mi al que están siguiendo

- ¿A ti? ¿Qué les hiciste? - inquirió con curiosidad aunque ya sabía la respuesta de antemano

- Tks - chasqueó con la lengua - no les hice nada - se defendió quitándole importancia con un gesto de mano - no entienden la diversión, Norte los ha corrompido

- Claro - ironizó mientras ingresaba al salón - Norte es el problema

Jack sonrió una vez más encogiéndose de hombros, pero la mirada intensa y la sonrisa encantadora del guardian solo causo una incomodidad mayor en la otra.

- No me mires de esa forma - musitó desviando la mirada, ocultándose tras su cabello que caía como una cortina. Jack ladeó la cabeza confundido

- ¿De qué forma? - preguntó algo divertido mientras abría las puertas del salón del mundo sin dejar de mirarla - no lo hago de ni una forma en particular - respondió entornando la mirada con un deje de travesura, Elsa desvío la mirada avergonzada

- ¿Cómo es que llamaremos a los demás? - preguntó Elsa cambiando el tema, Jack sonrió con más amplitud mientras negaba con un gesto de cabeza

- Con esto - le respondió tomándola por los hombros y guiandola hasta un pintoresco tablero al otro lado del salón sin darle la oportunidad de quejarse

- ¿Qué es esto? - inquirió la platinada mirando la pieza electrónica

Elsa se acercó hasta el aparato rozando con sus yemas los botones luminosos de la pieza que tantas veces había visto antes y que nunca había podido admirar con tranquilidad, atrapada por su mecanismo desconocido para ella. Jack la observó casi igual de fascinado que Elsa lo hacía con el mando, perdiéndose entre los rasgos finos y naturales de la platinada, luego reaccionó sacudiendo su cabeza con disimulo y tomando una silla con ruedas que estaba cerca, ofreciéndosela a la guardiana.

- Es el tablero de Norte. - respondió con simpleza, Elsa ladeó la cabeza confundida mientras tomaba asiento - Es como un control... - trató de explicar el guardian pero Elsa volvió a negar sin entender - no interesa, - resolvió quitándole importancia con un gesto - Norte lo utiliza para manejar el taller - le explicó finalmente - con ese botón activa las luces

Elsa levantó la mirada hasta la parte más alta del tablero, admirando el botón enorme y tintineante de color bermellón, tan brillante como una estrella, se acercó junto a la silla impulsandose con sus pies mientras Jack presionaba el punto rojo con fuerza hasta que este dejó de brillar, subiendo lentamente hasta su posición original para volver a brillar nuevamente, luego el guardian se apoyó sobre el respaldo de la silla tras Elsa mirando a través del ventanal el cielo nocturno esperando el espectáculo.

- Ahí aparecieron - indicó el guardian con suavidad

Jack apuntó a través del cristal de las ventanas hacia el cielo estrellado, las auroras boreales, de colores fríos pero profundos, danzaban entre la oscuridad iluminando la noche, Elsa admiró el brillo asombrada de la intensidad.

- En cualquier momento los demás volverán aquí - comentó Jack llamando la atención de Elsa, la platinada levantó la mirada topandose una vez más con los azules profundos del otro

Y el silencio volvió a reinar.

Jack no despegaba la mirada de Elsa al igual que está no lo hacía de este, el silencio que antes había sido incómodo dejó de serlo para ahora ser cómplice y sereno, lentamente el guardian se acomodó rodeando a la platinada hasta quedar frente a esta, Elsa suspiró nerviosa sintiendo como su cuerpo se tensaba y hundía en la silla.

- Ya basta, Jack, me pones nerviosa - dijo en un murmullo tan bajo que parecía un suspiro

Elsa giró su rostro ocultándose tras su cabello una vez más, como si fuera una cortina sedosa que caía a su costado, se acomodó en la silla tomando distancia con suavidad empujandose con la punta de su pie en el suelo, aún así Jack no le perdía rastro con la mirada como si en cualquier momento la otra se fuera a evaporar en la atmósfera.

- ¿Nerviosa? ¿Tu nerviosa? - sonrió mientras negaba con un suave gesto de cabeza - ¿No soy yo el que debería estarlo? - inquirió desviando la mirada sonrojado

- No, yo también lo estoy - negó aún sin valor para mirarle directamente

Jack se sentó frente a Elsa apoyando su cuerpo en la mesa de controles de luces tintineantes con la cual habían llamado a los demás, trataba de no mirarla tan seguido como lo había hecho hasta ese momento, o por lo menos no quedarse haciéndolo como un idiota, porque dentro de todas las cosas que Elsa elegía ocultar, su incomodidad no era una de ellas, e ironicamente eso ponía incómodo al guardian.

- Tu también me pones nervioso - admitió en un murmullo, Elsa lo observó consternada una vez más, solo que está vez completamente sonrojada

- ¡A esto me refiero! - exclamó avergonzada - Es como si fuera un juego para ti - se quejó cruzándose de brazos y desviando la mirada nuevamente - incluso Anna ya lo sabe - le reprochó

- Anna se hubiese enterado de todas formas - se quejó Jack - además hizo trampa - se excusó haciendo una mueca - dijo que tú le habías dicho

Elsa guardó silencio sin saber que decir y sin despegar su mirada del tablero, buscando reconfortarse de los nervios que el guardian le causaba con el titilar de los botones. En cambio para Jack el silencio le confirmaba sus sospechas.

- Eso significa que lo hiciste ¿Verdad? - confirmó mientras negaba con una tenue sonrisa asomándose en los labios - eso quiere decir que los dos hablamos con tu hermana - resolvió con tranquilidad

- Supongo que tienes razón - aceptó a regañadientes, Jack rió con suavidad

- No pensé en que no querías que Anna lo supiera, tan solo hablé con ella como siempre lo hago... Lamento si eso te incomodó - se disculpó acercando con suavidad la silla en la que la otra descansaba, Elsa levantó la mirada aún demasiado avergonzada como para sostenerla por más que un momento

- Está bien, no puedo molestarme contigo por algo que yo también hice - respondió aún renuente a mirarlo

- ¿Y qué le dijiste? - quiso indagar, pero Elsa tan solo pegó un respingón descubierta ante la pregunta - si es que se puede saber - agregó risueño

- Jack, no es correcto inmiscuirse en conversaciones ajenas - lo reprendió Elsa buscando zafarse de la respuesta

- Tampoco es correcto hablar de los demás a sus espaldas, su alteza - se defendió divertido, Elsa apretó sus labios en una mueca regalandole una mirada reticente - dijiste que hablaron sobre mi, tengo derecho a saberlo - picó aún más divertido de la situación

- Yo... - titubeó Elsa quedando sin palabras, Jack volvió a sonreír mientras sostenía los posa brazos de la silla impidiendo que Elsa huyera 

Una vez más el silencio volvió a colarse entre ambos, mas está vez la incomodidad no los alcanzaba. Jack miró a Elsa con intensidad y cariño atento a una respuesta, mientras la platinada le correspondió con algo más de inquietud y nerviosismo, lentamente la distancia se desvaneció hasta que sus alientos chocaron uno con el otro, después el estruendo de las puertas al abrirse los volvió a separar.

- Sabía que estabas perdiendo el tiempo - se quejó Conejo poniendo los brazos en jarra, Jack negó con un gesto de cabeza tragando su vergüenza

- Ya comenzó otra vez... - se quejó en un murmullo apenas audible para Elsa a su lado, quien permanecía estática en su lugar mirando hacia el piso - ¿Por qué es que siempre te estás quejando? - le pregunto Jack a Aster alzando la voz

- ¿Por qué es que siempre pierdes el tiempo? - le devolvió en tono burlesco

- ¿Qué pasa, Conejo? ¿Por qué tanto ruido? - Indagó hada asomándose tras el aludido. Aster negó con un gesto chasqueando la lengua

- Es igual que en 57 - murmuró Conejo malhumorado ahora cruzándose de brazos

Toothianna observó a Conejo con una mueca inquieta para luego desviar su mirada hasta el aludido y su acompañante. Elsa aún permanecía sentada en la silla, guardaba silencio y mantenía su mirada fija en el suelo, en cambio Jack se mantuvo de pie apoyado en el tablero con una expresión tan molesta como culpable, igual que la de un niño atrapado por sus padres mientras esperaba ver a santa en la noche de navidad, hada suspiró largamente, buscando calmar su propia angustia por lo que había sucedido realmente entre ambos guardianes antes de hablar.

- Solo es Jack siendo Jack, Conejo - respondió Tooth con una falsa sonrisa, la cual no alcanzo a llegar a sus ojos - solo nos estaban esperando

- Como tú digas - respondió Aster desviando la mirada - Y ¿Dónde están Norte y Meme? - preguntó luego desechando su expresión molesta y su rigidez corporal

- Deben venir en camino, son los primeros que llegaron - espetó molesto Jack como respuesta, evidenciando lo obvio con su tono de voz, Conejo rodó los ojos - mejor no hubieses llegado - agregó en un murmullo molesto e infantil

Y Aster muerde el anzuelo una vez más, rodó los ojos molesto hasta ponerlos en blanco antes de hablar lo suficientemente alto para ser escuchado hasta por el último elfo del taller, pero sus palabras nunca salieron, atoradas en su garganta ante la exclamación de Norte que llegaba tras de ellos junto a Sandman.

- ¡Ya están aquí! - dijo exaltado, tan agitado como preocupado - ¡Qué ha pasado! - les pregunto aún con la misma agitación

Los guardianes miraron a los recién llegados con extrañeza, ambos lucian agitados y angustiados, en sus miradas ya no habían más colores, solo existía espacio para la preocupación.

- ¿Norte, qué sucede? ¿Están bien? - les preguntó hada inquieta

- Si amigo, luces demacrado - comentó Aster preocupado al igual que hada

Norte los miro una vez más con el mismo apuro que en un comienzo, luego miró a Meme buscando algo de apoyo moral, el gesto no pasó desapercibido entre los presentes, quienes esperaban inquietos alguna palabra o respuesta.

- ¿Encontraron a Pitch? - preguntó Elsa con una sensación de vacío en el pecho - ¿Estaba por las islas del sur? - insistió, pero Norte solo negó con la cabeza

- Encontramos algo peor - admitió al fin sin sostenerle la mirada

- ¿Peor que Pitch Black? - preguntó preocupada - ¿Acaso madre naturaleza estaba ahí? - Indagó poniéndose en pie con lentitud, pero Norte volvió a negar

- No encontramos al Coco por las islas del sur, pero si sus huellas - respondió

- ¿Y qué fue lo que hizo, Norte? Queremos saber que pasó - lo apuró Jack

Norte apretó los labios en una mueca, miró una vez más a Meme y luego miró a los demás.

- Los reyes han muerto - les reveló en simples palabras, pero sonaba peor que la guerra

Un silencio sepulcral se extendió por el salón, tan agobiante como las palabras del guardian del asombro, un suceso  que muchos habían escuchado pero que jamás pensaron vivir. La mayoría de los guardianes sabían que ante la absoluta oscuridad y el miedo un alma humana podía sucumbir, apagarse y enfriarse hasta desaparecer en las tinieblas, consumirse hasta desfallecer, solo los miedos más profundos y fuertes podían lograr aquello, lo que parecía ser solo una especie de juego para el Coco.

- ¿Muertos? - musitó Elsa incrédula - ¿Dijiste muerto? - preguntó una vez más, Norte asintió - ¿Cómo?

- Sucumbieron ante el miedo - respondió

- ¿Sucumbieron ante el miedo? - repitió - quieres decir que... Acaso los reyes se... - preguntó despavorida, incapaz de terminar la pregunta

- No, no fue así, Elsa - negó Norte, aun así la inquietud en la platinada no se desvanecía - las pesadillas los atacaron - le aclaró

- ¿Entonces él los... - y está vez Norte asintió - ¡Cielos santos! - exclamó en un murmullo horrorizada

- Necesito que vuelvas con nosotros ahí, Elsa - le dijo ahora, Elsa levantó la mirada nuevamente hacia Norte inquieta - Hans te quiere allá

- ¿Qué? - preguntó Jack - ¿Por qué la quiere ahí?

- No confía en nosotros, nos cree igual al Coco, pero dijo que en Elsa podía confiar - respondió

- No suena lógico, suena más a una trampa - dijo Jack de desconfiado

- Está asustado, Jack - le corrigió Elsa

- ¿Y le crees?

- Si - respondió con seguridad - sus padres ya no están, eso es aterrador

Y no hubieron más réplicas.

- Pitch se está volviendo muy poderoso - dijo Conejo - si no lo detenemos todo será igual que en la edad oscura. Y con esto ya sabemos que definitivamente está en las Islas del Sur - les recordó - No perdamos tiempo, de todas formas todos debemos ir para allá

- No. - lo detuvo Norte - Sandman, Elsa y yo volveremos a las Islas del Sur - le aclaró - ustedes deben volver a Dunbroch, también tenemos que detener la guerra que se avecina entre ambos reinos - les recordó - eso es igual de importante

- ¡Eso no es justo! - se quejó Jack, Norte solo negó dándole la espalda

- No tengo tiempo para tus quejas, Jacky, partiremos al amanecer de todas formas - lo cortó saliendo del salón

- ¡Hey, Norte! - lo llamó Jack siendo ignorado - ¡Te estoy hablando! - continuó quejándose mientras lo seguía

- ¡Jack! - lo llamó Elsa inquieta y culpable

- Ya déjalo, de todas formas no te escuchará, ni Norte a él - le dijo Aster

Elsa volvió a mirarlo haciendo una mueca, quizás Conejo tenía razón, al fin y al cabo lo conocía mejor a Jack que ella, aún así decidió seguirlo a pesar de que no la escucharía.

- Iré con ellos - dijo hada girando hacia la puerta para salir, pero Conejo la detuvo

- Déjalos, hada, es más probable que la escuché a ella que a ti - le dijo en tono suave, hada lo miró molesta zafandose del agarra, pero quedado al lado de este

Elsa alcanzó a Jack en el pasillo deteniendolo de un tirón, Jack volteo molesto a mirarla para luego cruzarse de brazos.

- ¿Por qué vas a ir? - le reprochó - es peligroso

- Sé cuidarme de mi misma - le recordó - no me pasará nada

- No lo sabes, irás a un sitio donde posiblemente Pitch esté y además está ese otro sujeto que ya intentó eliminarte una vez, mejor arrojate al Ahtohallan, estabas más segura ahí congelada...

- ¡Jack! - lo detuvo Elsa - ¿Estás escuchando lo que dices? - le pregunto molesta

- ¿Y tú estás consciente de lo que haces? - le recriminó de vuelta - ¡Es una trampa! - exclamó irritado de que no vieran lo que él veía

- ¡Sus padres murieron, Jack, está asustado! - le recordó - es aterrador perder a tus padres, es aterrador tener que hacerse cargo de un reino, escuchaste a Norte, Hans no confía en nadie, quizás tampoco en mi, pero soy a la única que conoce de nosotros - le explicó

- No confío en él - dijo únicamente - no confío en lo que dice

- Yo tampoco, pero necesitamos más información y también es nuestro trabajo protegerlo... - respondió bajando el tono - su esencia, digo, ya que es capaz de vernos...

Jack guardó silencio molesto, no confiaba en Hans, no le agradaba ese sujeto y tampoco le gustaba la idea de que Elsa fuera sin él a las tierras de ese sujeto, pero Elsa se veía decidida y dispuesta a ayudar, Jack bien sabía de lo mucho que le importaban sus obligaciones, también lo mucho que odiaba a Hans, querer ir a ayudarlo quizás era más difícil para Elsa que para él que ni siquiera iría.

- Tienes que tener cuidado - le pidió después de soltar un suspiro rendido - si están en problemas me avisas con viento - le recordó - iré con ustedes apenas hablemos con Mérida o Fergus - le aseguró luego

- Jack... Gracias - le sonrió bajando la mirada - no es necesario, estaremos bien

- Me preocupas - admitió despejando el rostro de Elsa de algunos cabellos desordenados que caían por él - eres muy importante para mí - admitió en voz alta sin pensarlo, luego los nervios lo invadieron junto con la expresión de la platinada haciéndolo consciente de sus palabras

- ¿Lo soy? - preguntó tan avergonzada como interesada, aflojando todas las dudas que habían tenía hasta ese momento

- Si, no, - titubeó - quiero decir que me preocupas mucho, ya sabes, como los buenos deseos que se dan los buenos amigos... - se excusaba inseguro y avergonzado

- ¿Los buenos amigos? - repitió decepcionada, luego desvío la mirada tomando sus dedos y jugando con ellos como siempre hacia - está bien, supongo - aceptó luego - entonces entiendes, como un buen amigo y guardián que debo ir con Norte y Sandman, tu ve a Dunbroch y cuida de Anna, por favor, está muy abrumada con todo esto- le pidió tomando distancia  preparándose para volver al salón

- Elsa - la detuvo Jack - no es lo que quise decir - le aclaró, Elsa torció el gesto en una mueca - tu me gustas - le recordó, la platinada volvió a sonrojarse, pero mantuvo la compostura

- Está bien, lo sé. Pero somos amigos - le sonrió con tranquilidad

- No es lo que quise decir - se corrigió de nuevo, Elsa lo miró expectante a qué continuara

- ¿Y qué somos? - preguntó, Jack guardó silencio sin saber cómo responder
   
   
El grupo había partido temprano por la mañana, una vez que el sol se asomó por el horizonte fue que partieron, dispuestos a zambullirse en lo desconocido para encontrar a la niña perdida. Habían pasado todo el día tratando de cruzar el límite invisible entre la realidad y los sueños, invadidos entre ilusiones y cálidos vientos que los elevaban entre los cielos y las nubes vaporosas del rededor impidiendo que descendieran, bajo sus pies un extenso océano de aguas aparentemente tranquilas se extendía en la vastedad, siendo oculto casi por completo por las esponjosas motas blancas que los separaban.

- ¿Cómo va Chimuelo? - preguntó Astrid sobre Tormenta, elevando la voz sobre el ruido del viento

Hiccup se apegó al furia nocturna acariciando su costado, esperando alguna respuesta o señal al gesto invisible, Chimuelo tan solo gruñó concentrado en el vuelo.

- Está bien, aunque debemos buscar dónde detenernos, no creo que le quede mucho tiempo - respondió en voz alta, Astrid asintió - sino nos tendremos que devolver

- Me adelantaré con Patán, descenderemos bajo las nubes a ver qué hayamos - se ofreció, está vez fue Hiccup quien asintió sabiendo que aunque se negara la rubia lo haría de todas formas

- Me parece bien, pero ve con Eret - le recomendó - él conoce más este lugar

Astrid aceptó con un gesto deteniendo suavemente la velocidad de su vuelo hasta quedar a la par con el aludido, Eret la observó en silencio.

- ¡Sígueme! - exclamó junto a un gesto de manos, descendiendo entre las nubes

Necesitaba moverse

Desde el día en que mordió el pequeño dulce y recuperó sus memorias es que la ansiedad y miedo que había bloqueado habían vuelto, constantemente Astrid sentía su cuerpo entumecerse y en su estómago nacer un vacío, como si un agujero negro estuviese ahí absorbiendo toda la vida y emociones que poseía, dejando en su lugar tan solo la culpa y el temor.

Necesitaba una distracción

Astrid se había abocado en la búsqueda de Zephyr en su totalidad, empezó ayudando con los mapas y el trazado de la ruta, luego se involucró en los recursos y su distribución, después comenzó a revisar constantemente el bienestar de los dragones y además en su tiempo libre, en vez de descansar, se dedicaba a hacer memoria, escribiendo cada recuerdo o pesadilla en una pequeña libreta mientras unía los puntos.

Necesitaba encontrarla

Pero ya llevaban varias horas volando hacia un sitio desconocido con tan solo la esperanza de que la pequeña estuviese en ese lugar, no habían certezas ni garantias, solo existía la fe.

Y a veces no era suficiente

- ¿Qué haremos? - le preguntó el vikingo siguiéndola

- Tenemos que buscar un sitio donde descansar - le explicó a los gritos entre el vapor blanco de las nubes - Chimuelo necesita una pausa

- No creo que sea una buena idea - respondió - no es muy seguro cerca del océano

- Lucía bastante tranquilo desde ahí arriba - rebatió la rubia aún enceguecida por la bruma

Pero Eret tenía razón.

Las nubes desaparecieron mientras el par descendían sobre vientos salvajes, corrientes intensas que desestabilizaban a los dragones amenazando con derribarlos, las aguas que antes aparentaban tranquilidad ahora parecían demonios furiosos en busca de alguna pobre alma que se le acercara, cubriendo los espacios que antes la rubia desconocía con centenares de remolinos.

- ¿Qué está sucediendo? - preguntó Astrid horrorizada - ¡Qué es todo esto! - exclamó mirando hacia Eret una vez se pudieron estabilizar

- Así es el límite de los sueños - respondió tratando de mantener la estabilidad que apenas había conseguido - casi no hay sitio donde detenerse - le aclaró

- ¿Cómo lo sabes? - inquirió mientras buscaba con la mirada alguna salida de tierra a la vista

- Yo descubrí este lugar - respondió - he venido muchas veces desde entonces

Astrid levantó la mirada hacia Eret en silencio, el vikingo poseía una expresión sería y cautelosa, recelosa de la naturaleza insípida del terreno.

- ¿Hasta donde has llegado? - preguntó

- Nunca tan lejos - respondió inquieto, tratando de hacer entender su angustia por la inhóspita situación, luego sus ojos se abrieron sin tapujos dejando a la vista el desconcierto - ahí, más adelante - indicó con un gesto de cabeza aún sin creerlo por completo

Astrid volteo escaneando el lugar hasta que sus ojos llegaron al borde del horizonte, a la distancia un montículo dorado brillaba en el océano, tan solitario como seguro, un páramo alejado de la trivialidad y el tiempo.

- Una isla... - musitó Eret aún absorto en la impresión

- Es una isla. - repitió Astrid sin saberlo con mayor seguridad - ¡Es una isla dorada! - exclamó ahora con mayor impetu - ¡Eret, tenemos que volver, hay que decirles a los demás! - grito Astrid mientras gesticulaba con sus brazos, el aludido asintió ascendiendo de vuelta junto con la rubia

Cómo aleteos furiosos de dragones en sus entrañas, Astrid sentía la ansiedad crecer en ella hasta llegar a cada punto de su cuerpo, sus brazos se dormían y sus labios cosquilleaban, dentro de ella sabía que llegarían a dónde su hija estaba, no sabía cómo explicarlo y ni siquiera como entenderlo, tan solo lo sabía y eso era suficiente para confiar en la esperanza y los sueños.

El dúo cruzó las corrientes salvajes con mayor facilidad que en un principio, atravesando las nubes vaporosas hasta aparecer sobre ellas en el vacío tranquilo del cielo, unas decenas de metros más allá el grupo se encontraba atento a los dos faltantes. En poco tiempo el encuentro se desarrollo con rapidez mientras Astrid y Eret les informaban a los demás sobre las tierras desconocidas que se mostraban a la distancia.

Ya tenían donde llegar.

Pero el trayecto que les quedaba, por muy pequeño y corto que fuese, se había tornado más salvaje que en un comienzo, antes, ajeno a la naturaleza inhóspita del lugar, se habían limitado a volar sobre las nubes, protegidos de los vientos fuertes y huracanados, se habían alejado del oleaje estridente y sus amenazas, pero ahora debían cruzarlos para llegar al punto dorado que veían a la distancia, la única esperanza que tenía.

Las corrientes de aire se volvían cada vez más furiosas a medida que se acercaban y las olas crecían con mayor fuerza, los dragones intentaban esquivarlas pero las brisas salvajes eran tan fuertes como agotadoras.

- ¡VAMOS A ESTRELLARNOS! - gritó Brutilda aterrada agarrada del cuello de su cremallerus con fuerza

- ¡NO HAGAS ESO! - la reprendió Brutacio tratando de darle una patada - ¡Si tú caes, nosotros también! - le recordó intentando estabilizar el vuelo

- ¡Dejen de pelear y concentrense! - les grito Astrid - ya queda poco

Pero una última corriente salvaje los levantó con fuerza a pocos metros de la costa, y como si la gravedad no los afectase los jinetes se elevaron sobre los dragones, despegandose de ellos y frotando en el aire, tratando de alcanzarlos con movimientos erráticos.

- ¡Se los dije! - volvió a gritar Brutilda

- ¡Qué te calles! - le gritó Brutacio aún intentando pegarle

- ¡No pierdan tiempo, agarren a su dragón! - les recordó Hiccup alcanzando a Chimuelo y acomodándose en él - ¡Tenemos que llegar a tierra!

Otro giro violento volvió a desviar el vuelo de los dragones, dejando a los jinetes aturdidos y aún más alejados de alcanzar a su respectivo dragón, los gritos de angustia se perdían entre el rugido furioso del océano y sus respiraciones se apelmazaban ante la presión, pero un segundo antes de caer ante las garras furiosas del oleaje fue que la presión disminuyó y una pequeña abertura de calma se abrió entre el cielo y la corriente, los dragones lograron estabilizarse y en un instante habían vuelto a surcar el pequeño espacio de cielo con mayor calma y presición hasta llegar a su destino.

Una vez alcanzaron las tierras desconocidas descendieron en ellas con cautela, tan agotados y enraizados como si hubiesen cruzado un tornado, aunque no estaban lejos de ello. Los dragones quedaron en la orilla, entre el borde del océano azul fuerte en contraste con las arenas doradas bajo sus patas, una sensación sedosa entre sus escamas los relajó impresionantemente hasta echarlos en ellas como si fuera espuma suave y esponjosa, cayendo rendidos ante el sueño y el cansancio.

- ¿Qué fue eso? - inquirió Brutilda zamarreando a su dragón - ¡Guácara, despierta! - la llamó

Los vikingos comenzaron a mover con suavidad a los dragones intentando hacerlos reaccionar, llamandolos por sus nombres sin obtener respuesta.

- Están dormidos... - musitó Hiccup mirandolos a todos

- Eso ya lo notamos, genio - se quejó Brutacio - ¿Por qué lo están?

- Eso no lo sé... - respondió mientras descendía de Chimuelo deslizándose por su costado tomando atención a su alrededor

Habían llegado a la única especie de isla que había en todo ese océano salvaje y corrupto, tan desconocido como las tierras que ahora pisaban. Enormes palmeras doradas se levantaban frente el grupo, eran de un dorado tan fuerte como el sol, de sus hojas grandes caían pequeñas hileras de arena amarillenta y brillante, como pequeños copos de aire suspendidos en la nada, naciendo de la misma tierra dorada la cual pisaban.

- ¿Qué es este lugar? - preguntó Eret mirando a su alrededor al igual que su líder, los demás guardaron silencio imitando

- Es como un sueño... - musitó Brutilda

- Como una isla de los sueños - agregó Patán igual de asombrado que los demás

- La isla de Sandman... - completó Hiccup entendiendo dónde estaban, luego miró hasta sus pies moviendo la arena con su protesis - y está hecha de su arena - resolvió en murmullo para si mismo - ¡No toquen la arena! - les advirtió volteando a verlos, pero Patán ya estaba intentando agarrar un montón con intención de arrojarle a Brutacio, aunque antes de hacerlo ya había caído dormido - Diablos... - masculló Hiccup

- ¿Qué le pasó? - preguntó Brutilda preocupada acercándose hasta el caído

- ¡No lo toquen! - exclamó Hiccup como advertencia - es la arena

- ¿La arena? - preguntó Eret

- Es la arena de Sandman, está es su isla - repitió en voz alta - la guarida de los sueños

El grupo guardó silencio mirando una vez más a su alrededor, la isla parecía imperturbable con sus arenas doradas y palmeras largas, los arbustos cubrían la imagen sin dejarlos saber que había más allá en su interior además del silencio y misterio que expedía.

- ¿Lo dejaremos aquí? - inquirió Brutilda no muy convencida

- ¿Tu lo cargaras? - preguntó Brutacio, su melliza negó rápidamente con un gesto

- Seguramente podrá esperarnos - respondió comenzando a caminar - ¿A dónde iremos? - preguntó ahora hacia el grupo

Hiccup y Astrid se miraron instintivamente buscando una respuesta en el otro, aunque ninguno la tenía, sin los dragones no tenían como seguir un rastro, no les quedaba más que comenzar nuevamente desde cero en la desconocida isla.

- Hacia delante - respondió Hiccup después de suspirar

- ¿Hacia delante? - inquirió Brutacio

- Si. Por ahora no hay manera de volver - respondió adelantándose junto a Astrid por la vegetación

- Bien, siempre quise llegar a esta parte - asintió Eret uniéndose a ellos

- Bueno, otra aventura más para contar - aceptó Brutacio siguiéndolos

Brutilda miró hacia Patán y los dragones con el entrecejo fruncido, lucian tranquilos y serenos descansando, luego miró hacia los demás que continuaban su camino hacia lo desconocido, soltó un suspiro para continuar junto a ellos.

- ¡No me dejen atrás! - exclamó con dramatismo








Chapter 43: Capítulo XXXXII - Encuentros y desencuentros

Chapter Text

Capítulo XXXXII
Encuentro y desencuentros

Apenas el sol apareció en el horizonte fue que el portal se abrió a las afueras del reino de las Islas del Sur, un umbral brillante y perfectamente redondo, de todos los colores, a ras de suelo. El clima mañanero era fresco y húmedo envuelto en un ambiente silencioso e imperturbable, apenas interrumpidos por el cantico de las aves y el ruido a la distancia del ajetreo de la gente.

- ¿Están despiertos? - musitó Elsa sorprendida viendo hacia la aldea, Sandman a su lado asintió con efusividad - ¿Tan temprano?

- Sospecho que ninguno ha dormido - comentó Norte, Elsa volvió su mirada hacia el guardian

- ¿Por los reyes? - inquirió la platinada, Norte negó

- Desde antes... - respondió mientras Elsa ahogaba una exclamación

- ¿Han estado despiertos todos estos días? - inquirió sorprendida

- Temen volver a dormir. Meme los ha obligado a descansar a los más cansados con algo de su magia, pero por si solos no lo van a hacer - le explicó

- Están aterrados... - musitó la guardiana entendiendo el comportamiento de la gente del pueblo

- Será mejor que continuemos, el rey debe estar esperándote

El camino hacia el palacio fue más corto de lo que Elsa deseaba, ni siquiera la mirada hostil y recelosa de los aldeanos al pasar por el pueblo pudieron dilatar el momento del reencuentro con Hans, pero si aumentar la presión que la guardina sentía.

Hans los esperaba en el salón principal, lucía agotado, incluso más escuálido que hace unos días atrás, sus ojos estaban hundidos en sus cuencas, ojerosos y rojizos debido a la falta de sueño, con una expresión tan ausente como cansada.

- Pensé que no vendrías - dijo después de un breve saludo formal, Elsa torció el gesto desviando su mirada

- Es nuestro deber - respondió ocultando su desagrado y desconfianza

- Supongo que aún quieren ver los cuerpos de mis padres - soltó directamente, Elsa pegó un pequeño respingón echándole una mirada preocupada a Norte

- Necesitamos saber que sucedió - respondió improvisadamente sin despegar su mirada del viejo guardian. Hans suspiró agotado tomando asiento

- Los cubrió por completo - relató acongojado agarrando su frente con una de sus manos en un gesto intranquilo mientras con la otra hacia ademanes tratando de ilustrar - no tenían formas de escapar, estaban atrapados... - trató de explicar con la voz entre cortada

Elsa guardó silencio junto a los demás guardianes, solo que a diferencia de estos no solo lo hacía por respeto, también lo hacía producto de la afinidad que sentía por la situación, la empatía que le causaba. A la guardiana no le agradaba Hans, nunca lo había hecho por completo y después de todo el daño que le había hecho a Anna, Elsa menos lo aceptaba, pero no podía evitar sentir consideración por el infame rey, por lo mucho que le recordaba sus propios antiguos miedos.

- Mi más sentido pesame, su magestad - dijo con sinceridad una vez más al igual que un principio, solo que está vez con un deje más personal - realmente lo lamento - agregó

Hans observó a Elsa con el ceño fruncido, con la esclerotica tan enrojecida a punto de romper a llorar, pero el nudo en su garganta y el miedo que le estrujaba el alma no se lo permitía.

- Gracias. - dijo al fin después de un leve carraspeó, con la garganta demasiado entumecida - Los llevaré con ellos - aceptó poniéndose en pie con dificultad, evidentemente agotado

Los tres guardianes compartieron una mirada antes de seguir al colorín por los pasillos del palacio, atrás vez de las ventanas podían ver a los hombres y soldados cuadrarse preparados para cargar los barcos en los cuales zarparían, aventurandose a una guerra que no tenía sentido ni lugar, pero dispuestos a sacrificar sus vidas por su gente y la seguridad de los que amaban.

- ¿Ver los cuerpos? - le recriminó la platinada al guardian del asombro en un susurro mientras seguían al rey por los pasillos

- Jamás he visto un alma sucumbir ante la oscuridad. - admitió - Las pesadillas, durante mi existencia, nunca han sido tan fuertes como en este momento si es que realmente son ellas - le respondió con la voz tan baja como Elsa

- Norte, eso es morboso - le reprochó en un susurro desconcertada

- No es que desee verlos, solo quiero comprobarlo - le explicó con tranquilidad

- Me lo hubieses dicho antes, realmente no deseo ver esto... - musitó incómoda de lo que les esperaba
   
   
Jack, hada y Conejo habían llegado a Dunbroch a través de un portal al igual que lo habían hecho el otro grupo, apareciendo en la misma torre en la que Jack y Elsa habían dejado horas atrás, solo que está vez el sol de la mañana iluminaba todo a su alrededor dándole al guardian de la diversión la vista que la noche previa le había privado, los muelles despejados eran algo que no había podido notar.

- ¿Dónde están los barcos? - musitó esperando una explicación lógica que a él se le escapaba

- ¿Qué? - preguntó Conejo sin entender a qué se refería

- Todos estos días el muelle ha sido un caos entre soldados y cargueros, ha estado lleno de barcos... - dijo mientras se encaramaba en la orilla de la torre mirando hacia el puerto - ¡Está vacío! - exclamó apuntando hacia el muelle esperando que los otros dos entendieran

- ¿A dónde se fueron? - preguntó hada asomándose a la orilla mientras volaba

- No lo sé, -respondió Jack - a eso me refiero

El trío compartió una mirada inquieta, cada uno más preocupado que el siguiente, luego ingresaron a la torre a toda velocidad en busca de alguna respuesta, hasta que entre los pasillos la servidumbre los guío hasta los aposentos de los reyes, donde la reina Elinor estaba, la única que quedaba entre tantos nobles que se habían reunido en aquel lugar. Ella les hizo saber lo que sucedía.

Los demás ya se habían ido

Las naves de Dunbroch ya se dirigía a la guerra, los soldados, los príncipes, los reyes y los nobles extranjeros, todos juntos habían zarpado en los barcos que llevaban preparando durante días, directo a las islas del sur, y según habían entendido las flotas de los otros reinos aliados se unirían durante el trayecto.

Habían llegado tarde

- ¡Se marcharon! - exclamó Jack molesto mientras volvían a la cima de la torre - ¿Qué haremos ahora?

- Podemos usar las esferas para alcanzarlos - sugirió hada

- ¿Alcanzarlos? - repitió Jack - ¿Cómo? No sabemos dónde están

- Pero no es una mala idea... - comentó Conejo considerando las palabras de la menuda hada - tu podrías alcanzarlos volando sin problema, mientras hada y yo iremos con Norte y los demás - ideó rápidamente sobre la marcha - así consigues algo más de tiempo, si es que logras convencer al rey, y nosotros informamos a Norte

- ¿Por qué tengo que ir yo? - se quejó Jack no tan de acuerdo

- Porque no existe forma en que yo pueda llegar a ellos y tampoco pienso viajar a solas contigo - argumentó apuntandolo con su dedo

- Tampoco me agrada la idea de estar contigo, pero me puedo sacrifircar - contrarrestó desafiantemente

- Jack, Conejo, no es momento. - los detuvo Tooth interponiendose en el medio - Y es una buena idea, Jack, tu vuelas más rápido que yo y conoces mejor a los reyes y a los príncipes

- Bien, - aceptó a regañadientes cruzándose de brazos infantilmente - pero apenas lo haga iré con ustedes y los demás - les advirtió

- Haz lo que se te antoje, mientras lleves el mensaje - le espetó Conejo haciendo un gesto de manos mientras Jack lo imitaba cabreado de la actitud mandona del guardian - y no andes provocando a los demás - le advirtió pero Jack continuó en lo suyo

Conejo negó molesto con un gesto de cabeza, hace ya un rato que no soportaba la actitud del guardian de la diversión, en especial después de que Toothianna le hubiese confesado del beso entre ambos, algo que definitivamente le había caído como plomo en el estómago a Conejo. Aster sabía que a Jack no le gustaba hada y rápidamente pudo deducir las intenciones reales tras él impulsivo momento, no soportaba la idea de que la pequeña y dulce hada fuera utilizada, no lo merecía, aunque mucho no podía hacer por el momento por ello.

- Es lo que haré - respondió Jack, Aster volvió a negar dándose la vuelta y lanzando una esfera

- Ten cuidado, Jack, no tardes - le pido hada, el guardian le sonrió regalandole un poco de tranquilidad

- La tendré, seré rápido como conejo - bromeó antes de tomar impulso y volar junto a viento

Hada se quedó estática en su lugar observando a Jack alejarse hacia mar abierto, concentrada en la figura del guardian achicarse con la distancia, Conejo carraspeó tras de ella llamando su atención.

- Tenemos que irnos - le recordó apuntando hacia el portal abierto con un gesto de cabeza

- Si, ahí voy - respondió acercándose a este
 
  
Elsa estaba horrorizada, completamente aterrada y estática en su lugar, sentía el cuerpo rígido y en donde se suponía estaba su estómago ahora era un vacío inmenso que pujaba por salir, un sabor amargo llenó su boca de saliva y apretó su garganta haciendo que llevara sus manos hasta sus labios frenando sus impulsos. Frente a sus ojos la oscuridad llenaba los vacíos.

La cama de los reyes de las Islas del Sur, donde días atrás los habían despertado, era un remolino de colchas y sábanas manchadas de un negro absoluto, sobre ellas dos cuerpos irreconocibles descansaban, permanecían rígidos y secos, completamente oscurecidos por las pesadillas, como dos cuerpos momificados bajo el miedo.

- Dios mío... - susurró completamente impactada

- ¿Qué fue lo que les hizo? - le preguntó Hans asustado, Elsa lo miró sin saber que responder

- Las pesadillas les arrebataron todas sus esperanzas e ilusiones - interrumpió Norte tratando de explicar lo que había sucedido - quebró sus almas - sintetizó

Hans observó los cuerpos de sus padres aún horrorizado por como habían perecido, sus manos temblaban y su corazón latía con fuerza desde entonces, más el valor para hablar con sinceridad no llegó hasta él.

- ¿Es así? - preguntó hacia Elsa, está asintió

- Si - respondió aunque recién se estaba enterando como es que sucedía, al igual que él

- ¿No existe forma de que reviertan esto como lo hicieron con el sueño eterno? - preguntó en un ruego, Elsa miró hacia Norte quien en secuencia miró hasta donde Sandman, este negó

- No funciona así - respondió Elsa con tono consolador, Hans suspiró una vez más despejando su rostro de algunos mechones desordenados

Un silencio inquieto, pero necesario, los inundó por un momento, los tres guardianes se observaron entre si con complicidad pero duda al mismo tiempo, mientras Hans se enfocaba en mirar a sus padres sin enterarse de la muda comunicación en los presentes.

- Hans - lo llamó Elsa, el aludido la observó sin decir nada, espera a que la otra continuara - tienes que detener la guerra

- ¿Ya lo sabes? - Elsa asintió

- Mérida es mi amiga, ella me contó - le explicó con tono suave, buscando no alarmarlo

- ¿Amigas? ¿Están de su parte? - les recriminó a la defensiva

- No, no lo estamos, nosotros somos imparciales, no nos involucramos - le corrigió rápidamente - solo tratamos de prevenirlo

- ¿La guerra? ¿Tratan de evitar la guerra? - preguntó con escepticismo y un deje de gracia - no pueden detenerlo - soltó por último completamente desesperanzado

- ¿Por qué? - Hans miró a Elsa sin decir nada, luego miró hacia los demás sintiéndose atrapado

- ¿Podemos hablar... - preguntó afligido - ... a solas? - pidió
   
    
El grupo de vikingo se había aventurado entre la vegetación exótica de la isla en busca de alguna huella o pista del paradero de la heredera de la tribu, evitando tocar la arena que las hojas doradas botaban, iban envuelto en un silencio abrumador, procurando estar atentos a la naturaleza desconocida del lugar. Hiccup iba a la delantera junto a Astrid atentos de la condiciones del terreno, mientras los demás los seguían con cautela, hasta que un pequeño cantico llamó la atención de todos los presentes.

El canto era de un tono infantil e inocente, y sonaba tan despacio como el viento, acariciando los oídos de todos como si fuera una cálida brisa de verano, los vikingos compartieron una mirada cómplice, diciendo todo lo que había que decir y entendiendo todo en la mirada de los demás; debían encontrar la fuente del sonido.

- ¿De dónde viene? - susurró Brutacio tratando de despejar el camino con sus manos, olvidando lo peligroso que era tocar las arenas doradas y todo lo que componía

- ¡No toques eso! - exclamó Hiccup en voz baja, pero ya era demasiado tarde

Brutacio volteo lentamente a ver hacia el jefe de la tribu sin decir nada, su mandíbula cayó con brusquedad y sus ojos se desorbitaron hasta cerrarse casi por completo, luego su cuerpo cayó hacia el frente como un saco de papa, despejando todo el camino de la vegetación somnifera que los rodeaba, frente del él un campo de flores doradas se extendía hasta llegar a un azulino lago, creando una imagen idílica, en medio del prado una pequeña criatura jugaba con ellas, las tocaba con cuidado sin arrancar ni siquiera un pétalo de sus tallos.

Y el silencio los continuó envolviendo solo siendo interrumpido por el tarareo infantil, solo que está vez eran conscientes de ello.

No hubo tiempo para preocuparse de Brutacio, Hiccup y Astrid se miraron con el corazón en las manos, ambos con el estómago tan apretado que la fatiga les amenazaba con desfallecerlos en cualquier momento, sus respiraciones se detuvieron inconscientemente concentrados únicamente en la imagen frente de ellos. Los cabellos largos y desordenados brillaban ante el sol de un color cobre tan profundo como intenso, resaltando entre el dorado de las flores, de piel cálida y cuerpo menudo, moviéndose con suavidad entre un bailarin balanceo dándoles las espaldas.

- ¿Ze... Zephyr? - la llamó Astrid entre un leve tartamudeo alzando la voz, deseando con todas sus fuerzas que fuera ella y conservara su nombre

La pequeña niña giró sobre su eje quedando quieta en su posición, impresionada por la presencia de otras personas en la solitaria y aislada isla, extraños de aspecto curioso y ropa extravagante, como seres de otros mundos a los cuales podía entender.

- ¿Tu eres Zephyr? - preguntó una vez más la rubia aún con el corazón en sus manos

La pequeña guardó silencio estática en su lugar, apegó sus brazos a su cuerpo poniéndose rígida y luego asintió con fuerzas.

- Por los dioses - soltó la vikinga con la voz quebrada antes de correr en su dirección ignorando el llamado de los demás

Astrid llegó junto a la pequeña en unos segundos abrazándola con fuerza, oliendo el cabello cobrizo que caía sobre el rostro de la mayor, grabando en su memoria como se sentía al tenerla entre sus brazos, apegada a su cuerpo como la primera vez, aunque de nuevo solo fuera un instante.

- Zephyr eres tu - musitó emocionada, alejando con suavidad a la pequeña tomándola por los hombros con ternura, está solo la observaba consternada

- ¿Quién eres? - preguntó en un hilillo de voz - ¿Eres una de las flores? - agregó observándola con atención

- No, no soy una flor - respondió negando con un suave gesto de cabeza sin entender la pregunta, demasiado emocional como para tomar atención de ello - yo, yo soy... - titubeó no tan segura de como decirlo

Pero por fortuna Hiccup dió la respuesta por ella.

- ¡Astrid! - la llamó alcanzandolas en medio del prado - La vas a asustar - le advirtió, luego guardó silencio mirando a la pequeña criatura

- Hiccup... - respondió Astrid únicamente

- ¿Astrid... Hiccup? - repitió lentamente la pequeña, observándolos detenidamente, desde la punta de los pies hasta la coronilla, detallando cada centímetro de ambos - ¿Mamá y Papá...? - preguntó en un susurro

Y eso fue suficiente para Astrid, apenas la niña preguntó fue que la rubia sintió como su voz se quebraba y junto a ella la angustia, un sollozó se ahogó en sus labios mientras abrazaba nuevamente a su hija, está vez con un anhelo mayor. Astrid se alejó levemente de la pequeña sin soltarla, despejando su rostro de los cabellos que lo cubría, besando la diminuta frente varias veces.

- Eres tu - sonrió con los ojos llorosos agarrando su rostro - realmente eres tu - celebró una vez más volviendo a abrazarla

Hiccup se hincó al lado de ambas uniéndose al abrazo, sintiendo por primera vez el peso de lo que todo significaba, la aplastante realidad, pero contrario a toda la angustia y miedo que antes le causaba, ahora solo sentía aceptación, anhelo, cariño y sueños, ya nada más importaba.

Todo había cambiado
   
 
No mucho tiempo después de que Jack se separara de Conejo y hada fue que encontró la flota de Dunbroch en la deriva, habían avanzado bastante en el trayecto aunque aún le quedaban un par de días de viajes. El guardian de la diversión se paseó entre los barcos buscando alguna señal del rey de Dunbroch por la cubierta, al menos una decena de barcos examinó antes de vislumbrar una intensa cabecita cobriza tan solitaria como pensativa, un tono que destacaba entre los rojizos y naranjas de los escoceses a su alrededor.

- Anna - la llamó Jack descendiendo sobre la cubierta

La aludida volteó a verlo sin moverse de su lugar, tenía una expresión de tristeza y angustia en el rostro, pero una vez vio al guardian no pudo evitar sonreír con familiaridad.

- ¡Jack! - exclamó con tono agradable - ¿Cómo nos encontraste? - inquirió con curiosidad

- No fue nada fácil - respondió rápidamente, luego cambió la expresión algo más sería - ¿Qué haces tu aquí? - le reprochó frunciendo el entrecejo con preocupación - ¿Sabes que van a las Islas del Sur? Y no precisamente para jugar con ellos - le advirtió, Anna torció una mueca desganada volviendo a mirar hacia el océano desparramándose sobre el barandal

- Lo sé - murmuró de mala gana - quiero dar el ejemplo

- Eso es estúpido - crítico - tus hombres estarán más preocupados por ti que por la batalla

- Jack, no lo entiendes - respondió dándole una mirada consoladora - no puedo quedarme sin hacer nada, yo decidí meterlos en esto - confesó culpable

- Eso no significa que tengas que exponerte - intento una vez más, pero Anna no parecía cambiar de opinión - Elsa no lo permitiría - le advirtió como último recurso

- Ella ya no es la reina - respondió - y ya hablamos sobre esto, Elsa ya me dijo lo que ella haría - se excusó, luego torció el gesto mirándolo con duda - ¿Qué haces aquí? Pensé que estarían tratando de detener todo esto - preguntó abrumada

- Si, en eso estamos - recordó - estoy buscando a Fergus, ¿Sabes dónde está? - Anna asintió

- Están con Mérida y Eugene trazando el camino... No sé cuánto tardarán - respondió encogiéndose de hombros

- ¿Por qué no estás con ellos?

- No se me dan los mapas - respondió en un murmullo con simpleza

- No tengo tiempo para esto - siseo apurado mientras zapateba con su pie en el suelo de madera, Anna levantó una ceja con curiosidad

- ¿Por qué tanto apuro? - inquirió - ¿Qué sucede realmente, Jack? - interrogó con seriedad - ¿Qué es lo que tienes que hablar con Fergus?

- No sucede nada...

- Si, ya dijiste eso - lo interrumpió Anna - , pero no es cierto ¿Verdad? Dime la verdad Jack - le pidió afligida - algo te molesta, puedo verlo, te conozco

Jack guardó silencio descubierto, siempre había tenido una buena relación con Anna, la reina sabía leerlo y entenderlo sin preguntar de más, aunque a veces igual lo hacía, lo que no significaba mayor problema. Pero ahora que todo transcurría de prisa y los eventos definían el futuro, no podía darse el lujo de soltar información a destajo, lo que para él solo era una grieta en la existencia, para una persona como Anna podía significar toda una vida. Las palabras de Jack podían lastimar a Anna tanto como prevenirla.

Aunque de todas formas al final la reina de Arendelle debía enterarse

- Los reyes de las Islas del Sur murieron - soltó sin filtros, Anna jadeó de la impresión llevando sus manos hasta cubrir su boca horrorizada

- ¿Murieron? - preguntó completamente incrédula, Jack asintió con lentitud - ¿Cómo?

- Fue Pitch. Norte nos lo dijo anoche

- Cielos santos... - musitó anonadada - ¿Es en serio, Jack? - preguntó una vez más, nuevamente el otro asintió en respuesta

- Si - afirmó aunque aún él no los había visto. Anna guardó silencio un instante para al siguiente estallar

- Tienes razón, no tienes tiempo para perder - concordó tomándolo por la muñeca para llevarlo hasta donde el rey de Dunbroch estaba

Anna bajó por las escaleras hasta un cuarto bajo el casco de la nave, en él estaba Eugene, Mérida y el rey Fergus apoyados sobre una mesa acomodada en medio del diminuto cuartucho, levantaron la mirada a la par hacia los recién llegados, como si hubiesen olvidado que existían más personas en la misma línea temporal.

- ¿Jack? - inquirió Mérida al verlo junto a Anna, extrañada de la presencia del guardian - ¿Qué haces aquí?

- ¿Pasó algo? - preguntó Eugene preocupado irguiendose en su lugar

Fergus tan solo guardó silencio sin cambiar su expresión, manteniendo su postura despreocupada apoyada sobre la mesa, con la misma tranquilidad con la cual trazaba las rutas momentos atrás.

- Los reyes de las Islas del Sur han muerto - informó el guardian esperando que el decirlo fuera suficiente

Un silencio incómodo y expectante se acomodó por unos minutos, Eugene y Mérida intercambiaban miradas con incredulidad, completamente mudos por la noticia, voltearon a ver a el mayor esperando alguna respuesta o reacción, o algún un deje de arrepentimiento, pero su expresión se mantuvo con estoicososmo mientras volvía a tomar atención al mapa sobre la mesa.

- Bien, - comenzó nuevamente pasando saliva por sus labios - si tomamos esta ruta podemos acercarnos bastante a Corona y le damos chance a los clanes para alcanzarnos - continuó mientras marcaba la ruta en el papel

- ¡Papá! - le reprochó Mérida

- ¿Qué? - inquirió desentendido

- ¡Los reyes han muerto! - repitió haciendo un gesto con los brazos - ¡Tienes que detener todo esto! - le pidió en un ruego

- Por lo que entiendo solo hay ventajas - apuntó sin dejar de ver el mapa - es un buen momento para atacar - indicó

- ¿Qué? - musitó la princesa sin creerlo - ¿Qué dices?

- Mérida, las guerras no son como en los juegos - la reprendió - esto es la vida real, hija

- ¡Eso lo sé, por eso quiero que esto pare! - se defendió inquieta, rodeando la mesa hasta llegar al frente de su padre - ¡Están en desventaja! ¿Dónde está el honor en ello?

- No sé trata de honor, sino de supervivencia - la corrigió con seriedad - eres muy ingenua para entenderlo

Mérida guardó silencio mordiendo su mejilla interna, tragando las palabras que querían gritar, sus ojos se pasearon entre los presenten aumentando la ira interna, luego soltó todo el aire que tenía en sus pulmones esperando soltar la furia con eso.

- Está bien - respondió al fin - no sé nada sobre esto - admitió poniendo sus manos sobre la mesa - pero insisto en que no sacaremos nada con esto

- ¡Mérida! - exclamó enojado

- ¡Está bien! - respondió saliendo de la habitación

Fergus golpeó la mesa con su puño mientras ahogaba una exclamación furiosa, luego paso su mano por su rostro agotado para volver a lo que hacía como si nada hubiese pasado.

- ¿En qué estábamos? - se preguntó en voz alta para luego recordarlo - Oh, si, habíamos dicho que está ruta era la más rápida y conveniente. - continuó igual de concentrado que hace un momento atrás - ¿Tu que opinas, muchacho? - preguntó a Eugene que tan solo pegó un respingón incómodo antes de responder

- S... Si, me parece bien - tartamudeo nervioso, Fergus negó antes de remarcar la ruta en el papel

Jack los observó sin decir nada, luego intercambio una mira discreta con Anna, tan inquieta como la de Mérida segundos antes de salir de la habitación.

¿Cómo detendría esto?
   
  
Norte y Sandman salieron de la habitación dejando a solas al príncipe de las islas del sur y a la reina de las nieves en su interior, como el primero pidió, le habían advertido con la mirada a Elsa que la esperarían afuera, atentos a cualquier cosa que pudiera pasar, mientras Hans descansaba a los pies de la cama de sus padres sin despegar los ojos de ellos. Elsa tomó aire con profundidad mientras retorcía sus dedos con nerviosismo y angustia, luego tan solo rompió el silencio.

- ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué necesitas hablar a solas conmigo? - inquirió con tacto, Hans suspiró con fuerza

- Lo lamento - comenzó acongojado, Elsa quedó petrificada atenta a lo que tenía que decir el principe - realmente lamento que tengas que pasar por esto. -  Elsa se acercó lentamente con cautela esperando que el otro dijera algo más - No se lo deseo ni a mi peor enemigo...

- ¿Qué es lo que lamentas? - preguntó confundida

- ... Lo hice todo mal - confesó con culpa en un tono casi inexistente - pensé que así acabarían mis problemas, que al fin me respetarían - espetó culpable - no pensé que las cosas se torcerían de esta forma...

- ¿Torcer? - inquirió con cuidado

- ... Me lo prometieron todo pero hasta ahora solo he perdido lo que me quedaba - musitó ignorando la pregunta, en un monólogo propio - no he ganado nada y lo he perdido todo...

- ¿Quiénes te lo prometieron? - insistió una vez más

Hans guardó silencio sin dejar de observar los cuerpos disecados sobre la cama, negó lentamente con su cabeza cubriendo su boca con su mano, ahogando un sollozó con eso.

- ... Nunca podrán detenerlo - continuó desesperanzado y con la voz cortada - ya es demasiado tarde para eso...

- ¿Demasiado tarde? ¿Por qué? - Elsa tenía un millón de preguntas, pero el colorín no parecía estar dispuesto a responder ninguna - ¿Para detener a quién? - intentó de todas formas

- Y ahora ya tiene todo lo que necesita

- ¿Quién? - insistió con mayor ímpetu

- A el Coco - respondió aterrado volteando a verla

Y como si un alma o demonio hubiese sido invocado, la habitación se cubrió por completo de una capa oscura, pesadillas cubrían cada espacio libre del lugar, sellando cada ventana y puerta sin dejar salida a la vista, Elsa giró sobre si misma escaneando su alrededor ahogando un jadeó y poniendose a la defensiva preparada para lo peor.

- ¡Realmente lamento esto! - exclamó Hans poniéndose en pie mientras la brisa de las pesadillas continuaban moviéndose erráticamente por la habitación desordenado sus cabellos - ¡Pero no puedo evitarlo! - se excusó

Poco a poco las paredes oscuras se empezaron a cerrar cubiertas de pesadillas y sombras, Elsa cubrió sus manos de una estela azulada concentrada en defenderse, el rugido tétrico y metálico de su alrededor le impedía escuchar los gritos del exterior, deduciendo que fuera de esas cuatro paredes quizás nadie sabía lo que estaba ocurriendo.

- ¡Hans! - grito Elsa hacia el colorín que permanecía quieto en su lugar, estático a los pies de la cama - ¡HANS! - lo llamó nuevamente

Las pesadillas continuaron avanzando achicando cada vez más el espacio, desprendiendo de ellas pequeñas figuras que crecían amenazantes, dirigiéndose hacia la reina de las nieves con intención de retenerla, pero antes de que Elsa pudiera frenarlas con su magia una carcajada amarga inundó el lugar con omnipresencia, Elsa levantó la mirada hacia el techo consternada, buscando la fuente del sonido.

- ¡Dónde estás! - exclamó con un leve tartamudeo, Pitch rió una vez más

- En tu interior - resonó en su cabeza - junto a tu miedo

Sin perder más tiempo, Elsa manifestó su magia hacia la oscuridad amenazante, congelandola junto a un rugido crepitante, las sombras compactadas bajo el hielo se trisaron cayendo en bloques pesados en el suelo, pero tras la perdida el muro negruzco seguía creciendo.

- Te lo dije - dijo Hans resonando su voz como un eco insistente - ya no pueden detenerlo

Elsa volvió a congelar a su alrededor con mayor fuerza esperando que está vez fuese suficiente, pero las pesadillas volvían a crecer con mayor velocidad quebrando las capas de hielo hasta desprenderse de este y cubrirlo por completo. Una vez más la platinada volvió a defenderse, está vez desatando sus poderes con fuerza, las sombras se detuvieron mientras las ráfagas heladas congelaban todo a su paso hasta hacerlo retroceder, la presión se elevó pareciendo absorber de vuelta a las pesadillas para luego lanzar las nuevamente a la atmósfera rompiendo la carcel que habían creado.

Las puertas y ventanas se abrieron de par en par con un fuerte golpe llevándose consigo partes de las sombras que cubrían las paredes hasta el exterior, como si fuera polvo saliendo por las ventanas, las paredes de piedra maciza crujieron gravemente en una advertencia, luego la velocidad se detuvo abruptamente y el frío dejó de congelar, las pesadillas cayeron fuera del palacio y por la habitación colindantes crepitando en el suelo mientras Elsa recuperaba el aliento aún jadeante por la azaña.

- ¡Elsa! - la llamó Norte desde fuera de la habitación haciendo una seña con la mano - ¡Está aquí, ha vuelto! - le advirtió

Elsa asintió con un gesto de cabeza aún incapaz de responder, jadeante por el esfuerzo previo. Se acercó a Norte y Sandman con dificultad,  quienes también lucian agitados y desacomodados.

- ¿También te atacaron? - preguntó Norte quién llevaba sus espadas desenvainadas y atento a su alrededor

- Si ¿A ustedes también? - ambos asintieron

- Tenemos que salir del palacio, no estamos seguros aquí adentro - advirtió Norte mientras los guiaba por el corredor

Pero no pudieron dar más de tres pasos, las pesadillas de las cuales se habían defendido volvieron a agruparse con velocidad atacando nuevamente al trío de guardianes.
   
    
El reencuentro entre padres e hija lo había sido todo, emoción, esperanzas, conciliación, sueños, amor; los sentimientos permanecían impresos en el ambiente como si fueran ecos en la existencia de los involucrados. La magia e ilusión se habían apoderado de ellos. Pero tras toda esa magia aparecían las dudas, preguntas que se habían acumulado y crecido durante los años, en especial los últimos días, y las respuestas no llegarían por si solas,  aunque obtenerlas de una niña era un tanto más complicado de lo que esperaban.

- ¿Cómo dices que se llama este lugar? - preguntó Hiccup tomado de una de las manos de la pequeña y siendo guiado por ella

- La Isla de las Arenas Soñolientas - respondió con lentitud por la dificultad de las palabras

- Eso tiene mucho sentido ahora - dijo para si mismo

- Si lo creo - sonrió con inocencia la cobriza mientras caminaba entre brincos - es el hogar del tío Sandy, está hecho de sueños - les confió

- ¿El tío Sandy? - preguntó Astrid quién tomaba la otra mano de la pequeña, levantó su mirada hacia Hiccup quien también la miraba igual de curioso

- Si, dijo que aquí estaríamos seguras. - respondió con simpleza llegando a la orilla de un lago tan azul como lo era el cielo - Aquí, - apuntó soltándose de las manos de los mayores, hincandose junto al agua - la agua de este lago los despertará - les reveló

Astrid se hincó a su lado mientras recogía agua con una especie de botella, buscando la manera de continuar con la charla anterior.

- ¿Y conoces al tío Sandy? - Zephyr negó con un gesto de cabeza

- Él es amigo de Emily Jane - respondió sonriente - ella me cuida

- ¿Emily Jane? - preguntó Astrid sin percatarse de la expresión que Hiccup compuso apenas escuchar el nombre - ¿Quién es ella?

- Es madre naturaleza... - respondió Hiccup angustiado

Después de aquello el grupo había vuelto por el mismo camino por el que habían llegado, Hiccup había tomado a la pequeña entre sus brazos y prácticamente corrido de vuelta, mientras Astrid y los demás iban despertando a los caídos a su paso con las recomendaciones que les había dado la pequeña vikinga, quien parecía conocer mucho mejor que ellos el como funcionaba la magia de aquel lugar.

Una vez llegaron a la costa, Astrid fue quien tomó a Zephyr en sus brazos mientras Hiccup se encargaba de despertar a los demás, se acercó primero a Chimuelo quien permanecía plácidamente dormido sobre la arena, mientras las aguas azulinas del mar cubría sus patas y su cola con un oleaje suave.

- Chimuelo, amigo - lo llamó mientras lo sarandeaba con suavidad - despierta, campeón - insistió vertiendo sobre su frente un poco del agua que habían traído del lago, surtiendo efecto inmediatamente - tenemos que irnos - insistió con apremio

El mismo gesto se repitió con los dragones restantes y Patán, quienes despertaban igual de rápido como lo habían hechos los demás que habían caído dormidos.

- Bien, tenemos que irnos - indicó nuevamente Hiccup

- ¿Qué está pasando? - preguntó Patán confundido, quien recién estaba despertando - ¿Qué hicieron?

- No hicimos nada - se defendió Brutilda subiéndose a su dragón

- ¿Y por qué huimos? - insistió apoyándose de su dragón aún muy somnoliento y confundido - ¿Por qué tan rápido?

- Es cierto - lo apoyo una cantarina voz - ¿Se van, tan rápido? - resonó entre los presentes - ¿Por qué huyen?

Y como si al hablar se hubiese congelado el tiempo, los vikingos dejaron de hacer lo que estaban haciendo, permaneciendo casi estáticos en su lugar. Solo Zephyr sonrió con alegría al ver a la no tan pequeña madre naturaleza.

Chapter 44: Capitulo XXXXIII - Sacudida

Chapter Text

Capítulo XXXXIII
Sacudida

Cinco años atrás

Astrid recorrió los pasillos interminables de la cueva por horas interminables, se movía entre la oscuridad y las sombras ocultándose del miedo, pero es difícil hacerlo cuando todo lo que sientes es miedo. Aún así la vikinga no detuvo su paso, sobre poniéndose al terror abrasador, el cansancio y el sueño, a pesar de eso no desistió, no estaban seguras en aquella húmeda madriguera.

- Shuuu - susurraba al oido de Zephyr mientras la mecía en sus brazos, aún sujeta de la tela rota con la cual la había rodeado horas atrás - ya falta poco - le aseguró acariciando sus cabellos

Pero las hebras cobrizas y tiesas dejaron de ser lo que eran dejando ver oscuros mechones que escurrían de los dedos de Astrid como agua turbia, la imagen de Zephyr desapareció dejando en su sitio un homúnculo torcido y mal formado, que al igual que los mechones de cabellos, empezó a escurrir por las telas como si el aire fuera parte de este.

Astrid movió sus manos con desesperación tratando de tomar algo de la vieja esencia de la bebé, pero esta escapaba del agarre de sus manos como nubes en el cielo, Astrid lloró y gritó, pero nada cambio, todo era una pesadilla.

Todo era una pesadilla

La vikinga reaccionó en un brinco sobre su lugar, estaba oculta entre las cuevas aledañas al agujero bajo la cama del cual escapó, la noche las había pillado haciéndolas un blanco facil para las sombras y pesadillas, por lo cual había decidido salvaguardarse en una cueva, atenta a los ruidos y voces que empezó a escuchar hace un momento atrás, en algún punto el sueño la había vencido.

- Diablos... - masculló inquieta, ya sabía lo que las pesadillas significaban

La habían encontrado

Astrid se levantó del lugar en que descansaba para asomarse con cautela por el borde de un muro maltrecho por la parte trasera de dónde había entrado, el camino lucía vacío y algo inclinado, al final de este una tenue luz se filtraba por la tierra, como si fuera una taza de café después de todas las horas de esfuerzos, una pequeña señal de esperanza.

Aún mantenía fe

A paso cauto se aventuró en la ruta tubular, en un principio avanzo lentamente, para luego acelerar sin darse cuenta, tras ella volvía a sentir la presencia pesada y abrumadora que la había encarcelado bajo tierra, pero el valor para comprobarlo lo había perdido apenas está apareció, luego una risa amarga aprisionó su mente, no quedaba tiempo para dudar.

Astrid se detuvo en el borde de una abertura, los rayos del sol la encandilaron después de meses privada de este, pestañó con fuerza varias veces buscando adecuarse, luego miró hacia sus espaldas incapaz de reconocer la oscuridad, volvió su mirada al frente notando destellos en las copas de los árboles y un vacío sin fin, a su alrededor solo rocas endebles salían de los muros dejándola sin lugar donde huir. Un escalofríos recorrió su espina y la desesperación comenzó a ahogarla, el miedo ya la estaba alcanzando y no tenía donde escapar.

- Oh, dioses - murmuró con la voz quebrada abrazando a su hija

La rubia retrocedió un par de pasos envolviendo con cuidado a su hija entre sus brazos antes de lanzarse a correr, tomo un debil impulso con los pies saltando al vacío, luego todo fue dolor y confusión.

Astrid rodó colina abajo aferrada a su hija, se había agarrado de tal forma a la bebé que la cubría casi por completo con sus brazos y piernas, procurando amortiguar el impacto al caer, luego su cuerpo dejó de balancearse para llegar a un terreno plano lleno de arbustos y árboles estériles.

No sé movió inmediatamente, incluso creyó que las horas habían pasado hasta el anochecer, pero el cielo seguía igual de brillante que antes y la brisa no parecía enfriar. Astrid abrió sus brazos entumecidos dejando en libertad a la bebé que permaneció sobre su pecho retumbante, su piel ardía y palpitaba con cada movimiento, aunque no pudo evitar sonreír a pesar de ello.

- Somos libres - susurró con la voz rota por el dolor - somos libres...

Pero no era cierto, aún no lo eran

Astrid intento reincorporarse en vano, su cuerpo estaba tan agotado y magullado, en su pierna sentía un tirón agudo mientras que sus costillas al hundirse se clababan en su interior, solo le dió las fuerzas para arrastrarse entre las ramas y ocultarse hasta sentirse mejor, pero el cansancio y el sueño podían más que sus instintos y poco a poco empezó a caer en el sueño, primero fue como a poco, un pestañeo y ya, pero luego los párpados le pesaron y su respiración se hizo profunda, las puntadas que antes le dolían o el ardor de su piel ya no se sentía como un problema, incluso los quejidos de Zephyr no la hacían reaccionar.

Necesitaba descansar

Pero las olas seguían llegando, y poco después de que descansara un poco fue que se dió cuenta en lo perdida que estaban.

Astrid no se podía levantar, su pierna continuaba doliendo, estaba hinchada y de un color violáceo, al igual que su pecho y costillas, lo demás permanecía amoratado, pero en un tono más suave y menos uniforme. Aguardó algunos días tratando de moverse de vez en tanto, pero el dolor y la inestabilidad de su respiración la retenían después de unos cuantos metros, hasta entender que ya no podría más, ya era demasiado tarde para seguir arrastrandose en busca de ayuda y ya no tenía fuerzas ni para gritar, había perdido sus energías rápidamente alimentando a Zephyr de su leche y sus heridas no parecían mejorar. Ni siquiera el llanto insesante de su hija le daban las fuerzas para consolarla.

No le quedaba mucho tiempo

Pero en el limbo, entre la cordura y la realidad fue que la descubrió a ella, la única persona en todo ese horrible lugar. Lucía gentil y curiosa, su mirada era de un brillo oscuro y sus cabellos caían como cascadas ondulantes a su alrededor, su piel aceitunada y viva contrastaba con el pálido lúgubre de la vikinga, la recién llegada era todo lo que Astrid estaba perdiendo. Era una niña, tan pequeña como alguna vez lo había sido la misma vikinga, bordeaba los diez años y permanecía con una expresión tan ingenua como lo dictaba su edad.

- ¿Quien eres? - preguntó con la voz seca y estrangulada por el agotamiento

- Soy madre naturaleza - respondió con tranquilidad

Astrid la observó escéptica, creía que eran delirios por su inminente final, sonrió con ironía, la mente y sus cosas. Jamás lo entendería.

- ¿Estás perdida? - preguntó de todas formas, la pequeña negó con un gesto

- ¿Estás herida? - preguntó está, Astrid asintió - ¿Necesitas ayuda? - pero está vez negó

- Estaré bien - musitó muy cansada

- ¿Qué te sucedió? - preguntó, Astrid miró hacia la abertura de la pequeña colina de la cual había saltado

- Huia de las pesadillas - respondió

- Eso es muy serio - comentó la pequeña madre naturaleza mientras fruncia el entrecejo - nadie logra escapar del miedo

Astrid asintió desesperanzada, también lo creía así.

- Eso ya no importa, ya no puedo hacerme daño- tosió por el poco uso de su voz - ya me queda poco

- Morirás - dijo ella

- Lo sé, - asintió - pero ella estará a salvo - musitó mirando hacia la pequeña que continuaba quejándose

Emily Jane volvió a mirar la escena para luego acercarse a las dos vikingas, Astrid levantó la mirada sin temor de la pequeña, solo con una tenue sonrisa rendida en los labios.

- ¿Quién la cuidara? - preguntó

- Su padre lo hará, la encontrará, él debe seguir buscándome - respondió aferrada a eso, madre naturaleza negó

- No aguantará aquí sin ti - respondió - estará sola y aterrada - musitó ahora la pequeña, Astrid asintió

- No tengo otra alternativa, dentro de poco nadie más habrá - respondió con el tono quebrado, sintiendo nuevamente el miedo sucumbir en su interior - tiene que aguantar...

Emily Jane acercó sus manos a ambos lados del rostro de Astrid, rozando con sus yemas las hebras de los cabellos de la rubia, quien casi inmediatamente después del tacto cerró sus ojos con expresión calma, eso fue suficiente para dejarla entrar.

Emily Jane lo había visto todo, lo sabía todo, los recuerdos de la vikinga no eran más que una expresión de la humanidad, parte de la historia del mundo, sucesos que solo ella conocía y alteraban a veces la naturaleza, de ahí venían las leyendas, pero solo era que Emily Jane trataba de ser parcial, justa, aunque la palabra era deformada a su comodidad y conveniencia. Aunque está vez lo que sentía era real, así siempre era cuando se trataba de su furia, era injusto, se sentía igual que lo que le habían hecho a ella milenios atrás.

Una bebé no lo merecía

Los días, las semanas y los meses; todos los minutos Sucumbieron en un tornado emocional, el dolor, el miedo, la tristeza; cada emoción se extendía y deformaban hasta volver a tener sentido, luego un pitido intenso la invadió hasta que al abrir los ojos ya no había nadie ni nada, solo una desconocida y castaña mujer que la miraba con preocupación, después de eso, Astrid se había convertido en Runa.
 
    
   
El ambiente calmo que envolvía las islas del sur hace tan solo unas horas se había desvanecido disolviéndose en el aire, lo que antes había sido un reino preparado para la guerra ahora eran ruinas y fuego en toda su extención, de fondo los gritos de las mujeres y niños resonaba sobre el crepitar del fuego, el caos se estaba desatando y junto a esto el miedo, lo único que Pitch Black necesitaba para incrementar su poder.

Elsa había creado una especie de esfera de hielo para cubrirse del ataque, las pesadillas chocaron con esta rodeándola como si fueran olas furiosas en un tsunami.

- ¡Bien hecho! - celebró Norte - hay que darles su merecido - comentó preparándose para el impacto

La esfera se desvaneció como la nieve dándole el espacio a Norte para saltar sobre las figuras deformes que se manifestaban desde la oscuridad, mientras Meme exparsió sus arenas por el suelo transformando las sombras en sueños brillantes, en cambio Elsa aprovechó el terreno despejado para salir corriendo hacia el pueblo buscando proteger a la gente, pero al salir del palacio fue que se topó con todo un ejército esperándola, cada hombre estaba armado y en posición ofensiva, listos a la primera orden.

- No des ni un paso más, Elsa - alzó Hans la voz a sus espaldas - eres la invitada principal

Elsa volteó a ver a Hans de pie a unos metros de ella, lucía igual de asustado que antes, aunque más decidido.

- ¿Hans, qué haces? - le increpó, este sonrió con ironía

- ¿No esta claro? - preguntó retóricamente - estoy sobreviviendo - susurró para si mismo - ¡Atrapenla! - exclamó a viva voz

La orden de Hans surtió efecto y en menos de un segundo las bayonetas se dispararon en dirección a Elsa, quien rápidamente levantó un muro de hielo grueso deteniendo el ataque, pero al desvanecerlo otra flotilla más de flechas la amenazaban con detenerla, una vez más Elsa lanzó sus poderes en un brisa helada desviando las flechas devuelta hasta el ejército que la rodaba, un pequeño jadeó se escapó de sus labios, preocupada de la mortalidad de los soldados, pero estos no duraron en volver a atacar.

- ¡Detenlos! - le gritó a Hans, pero este la ignoró

Elsa no quería defenderse.

La reina de las nieves levantó una vez más una brisa helada, mas no todas las flechas alcanzaron a cambiar de dirección, algunas cuantas habían dado en el blanco.

Un quejido amargo dejo sus labios.

Un dolor punzante se apoderó de su brazo y sus piernas, la platinada miró hacia ellas notando las decenas de heridas que las flechas habían causado, luego la cola de una flecha sobre su hombro acaparó su atención. Elsa levantó su mirada en busca de Norte o Sandman pero ninguno estaba a la vista, luego miró hacia al frente notando la ola de flechas nuevamente venir.

Elsa levantó una vez más un muro congelado moviendo su brazo bueno, ahogando un quejido de dolor, a su vez el suelo se cubrió de escarcha unos metros volviéndose resbaloso votando así la primera corrida de soldados, pero en lugar de debilitarlos solo provocó que las pesadillas volvieran a atacarla. Elsa levantó nuevamente su único brazo congelando, su alrededor picudas y grandes estalagmitas crecieron desde el suelo protegiendo su alrededor, pero una nube oscura nubló todo para luego sacudir el piso y ensordecer todo con un estridente sonido.

- ¡Cielos santos! - exclamó Elsa aprovechando el pequeño receso para sacar la flecha de su hombro y congelar la herida - Cielos santos - jadeó nuevamente desde el suelo de rodillas

Y el enfrentamiento continuaba

Apenas la nube oscura y vaporosa de tierra y escombros volvió a disiparse, un nuevo golpe zarandeo el suelo volviendo a votar a Elsa, luego otro estalló haciendo volar el hielo que cubría a su alrededor junto con ella.

- ¡Norte, Sandman! - grito Elsa esperando escucharlos, pero en su lugar los quejidos dolorosos de los hombres resonaban a su alrededor - ¡Gael! - llamó desesperada mientras se ponía en pie y despejaba su rostro de sus cabellos - ¡Gael! - intento una vez hasta sentir una brisa acariciarla - busca a Jack, por favor - le pidió entre el pánico y el shock

La brisa volvió a acariciarla está vez con mayor impetu para luego alejarse dejando un camino despejado, Elsa se levantó de su lugar encaminandose por este esquivando las flechas que continuaban lanzando a pesar de la poca visibilidad y los temblores que sentían. A su alrededor los hombres gemian asustados y adoloridos, a pesar de no verlos Elsa se podía imaginar como lucian, lo acabado que estaban.

- Dios mío... - musitó retrocediendo

La aventura que viento había dejado cuando se fue acababa en las puertas del pueblo, frente a estas Pitch Black la esperaba pacientemente.

- ¿Tuviste lindos sueños, Elsa?

Elsa detuvo su paso volviendo sobre ellos con lentitud, un vistazo rápido le decía que no era una buena idea, pequeñas pesadillas crecían a unos metros tras ellas aguardando para atacar.

- ¿Dónde vas? ¿No te alegras de verme? - pregunto divertido - tantos años compartiendo el mismo aire congelado, pensé que ya habíamos hecho las paces

- ¿Tu eres responsable de todo esto? - le increpó, Pitch rió con fuerza

- Me ofende tu pregunta - dijo falsamente resentido - ¡Por supuesto que soy el responsable! - aceptó con orgullo - ¿No es maravilloso lo que un poco de miedo puede hacer?

- ¡Es horrible! - gritó espantada

- Muchas gracias - sonrió con satisfacción mientras levantaba sus manos

En un instante las pequeñas pesadillas tras Elsa se levantaron hasta formar una ola de tres metros de altura, cada vez más cerca de cubrir a la guardiana Elsa levantó sus manos frente de ella apenas formando un escudo de hielo tan diminuto que apenas la cubría, pero antes de que las pesadillas y sombras la atraparán el búmeran de Conejo cruzó por ellas rompiendo la formación y haciéndola caer como lluvia sobre el hielo.

- ¡Conejo! - exclamó Elsa aliviada luego sintió la ligereza en su cuerpo al despegar del suelo, levantó la vista topandose con Toothianna - ¡Hada! - exclamó agradecida

Hada la levantó agarrándola por sus hombros y elevándose sobre la cortina de humo denso que antes había cegado a Elsa, ahí fue cuando pudo vislumbrar que ocurría.

Las catapultas que aún no habían embarcado estaban siendo usadas y cargadas con los rompeolas que habían en el muelle, las piedras mal formadas y picudas eran lanzadas hacia el propio pueblo sin razón aparente, Elsa mirada horrorizada la destrucción.

- ¡Pero qué están haciendo! - exclamó despavorida - ¡Es su propia gente, su propia familia!

- Es el miedo, Elsa, los está haciendo hacer locuras - respondió hada igual de horrorizada

- Santo cielos... - murmuró conmocionada - ¡Hay que detenerlo!

Pero ni una respuesta pudo escuchar Elsa, el impacto de otro rompeolas cerca de ellas logró desestabilizarlas hasta hacerlas caer, perdiéndose entre los escombros y el polvillo denso. Elsa tosió varias veces sin ser capaz aún de respirar con tranquilidad, sentía los pulmones densos y la garganta apretada, sus ojos ardían y sus manos estaban cubiertas de una capa grisacesa de polvo, miró a su alrededor buscando a la menuda y colorida hada pero todo lucía de un tono apagado.

- ¡Hada! - exclamó poniéndose en pie - ¡Hada! - intentó una vez más

- ¿A quién estás buscando?

Le susurró la oscuridad a su oído, Elsa volteó asustada lanzando una rafaga de hielo, pero nada había tras ella.

- ¡Dónde estás! - preguntó Elsa en una exclamación, sentía que su pecho latía con fuerza y un cosquilleo en los dedos

- Estoy aquí, Elsa - respondió materializadose frente de ella - siempre estoy al frente de ti

La bruma densa dejó de serlo para tomar forma, poco a poco su consistencia cambio, el polvo ya no era tan pequeño y su peso ya era notable, oscurecido, sin vida ni fondo. Las pesadillas comenzaron a cubrir a la guardiana lentamente, aferrándose a cada superficie hasta hacerla caer, Elsa jadeó sorprendida tratando de moverse pero su cuerpo sucumbía ante la presión. Elsa miró nuevamente hacia Pitch que reía satisfecho y seguro de su victoria, luego un calor la inundó, una sensación furiosa, tan fuerte como una tormenta, luego manifestó sus poderes hasta alejar las pesadillas con su hielo afilado.

- ¡Lo ves! - exclamó divertido - ¡También te gusta divertirte! - sonrió más que satisfecho - Aún te queda mucho miedo para dar

Elsa se puso en pie apoyada de su rodilla, aún muy jadeante para responder, sentía aún el dolor punzante en su hombro y el que no viera a otro guardian le preocupaba más que su propia seguridad, pero Pitch Black no le daba mucho tiempo para pensar en ello, en menos tiempo de lo que a Elsa le tomaba reponerse mando una ola más de sombras y pesadillas hacia ella, solo que está vez un rayo helado las derribó desde la nada.

- ¿Estás bien? - preguntó Jack ayudandola a ponerse en pie

- Llegaste - sonrió levemente algo más aliviada, aunque igual de agotada

- Te dije que lo haría - se jactó

- ¡Jack Frost! - exclamó Pitch entre carcajadas - ¡Tu también estás aquí! - sonrió con gracia - esto se pone cada vez más divertido

- Pitch - siseo molesto sin despegarla mirada - algo me decía que esto tenía tu hedor - respondió

- ¿Oh, no estás feliz de verme? - preguntó falsamente ofendido

- Estaba mejor sin hacerlo - respondió como si nada - ¿Qué es lo que quieres ahora? - preguntó amenazándolo con su cayado, Pitch levantó las manos

- Ya se los dije - respondió mientras negaba con un gesto de cabeza decepcionado - solo busco algo de caos y diversión - agregó abriendo sus manos dejando ver sus palmas

Tras el gesto del Coco las pesadillas volvieron a atacar a los dos guardianes, pasando a traves de Pitch sin siquiera tocarlo, Jack movió su cayado y junto con el su magia se manifestó en un rayo de escarchas que detuvieron momentáneamente las pesadillas, para luego subir por ellas como un rayo fulminante destruyendo la formación con facilidad, exparciendose como un polvillo hasta disiparse con el que ya había por los escombros.

- ¿Dónde se fue? - preguntó en voz baja mirando a su alrededor, pero ni las pesadillas ni Pitch Black estaban

- No lo sé - respondió Elsa mirando junto con este - desapareció

El polvillo empezó a desaparecer lentamente dejando a la vista de los otros dos guardianes, a unos metros Sandman y Norte se les acercaban igual de percutidos que como Elsa lo estaba. 

- ¡Elsa, Jack! - los llamo el viejo guardian - ¡Gracias al cielo que están bien! - exclamó agradecido - ¿Han visto a Conejo y a Hada? - preguntó con apuro, estos negaron - llegaron a ayudarnos - informó inquieto, ambos guardianes negaron con un gesto

- ¿Cómo están ustedes? ¿Alguno herido? - preguntó Elsa

- Nts - chasqueó Norte con la lengua - nada importante - respondió mirando hacia todos lados - las pesadillas desaparecieron - comentó mientras buscaba con la mirada pero solo estaban los cuerpos heridos de los mortales a la vista

- Al igual que Pitch - agregó Jack

- ¿Estuvo aquí? - preguntó - ¿Lo vieron?

- Nos atacó - respondió Jack - no fue nada amistoso

- ¡Muchachos! - exclamó hada a la distancia agitando su mano junto a Conejo - me alegra verlos a todos bien y reunidos - agregó una vez se acercó a ellos

- ¿Dónde estaban?

- Al otro lado del palacio, hay una masacre ahí atrás - comentó Conejo

- Se atacaron a si mismos - dijo Elsa horrorizada de la imagen a su alrededor

- ¿Por qué lo hicieron? - preguntó Norte desconcertado

- No tiene sentido - concordó Aster igual de contrariado

El pueblo estaba reducido a escombros y cenizas, el palacio destrozado hasta sus simientos y los guerreros que debían defenderlos con honor y fuerza estaban enterrados bajo estos. El fuego era casi lo único vivo que quedaba en aquel lugar, la única ventaja para evitar la guerra.

Pero no todo había acabado, al fondo, caminando entre las penumbras, una joven mujer de cabellos oscuros y ojos vibrantes paseaba entre los escombros cargando una dorada flor en sus brazos, su voz era suave y melodiosa, algo profunda y encantadora, facil de escuchar, difícil de ignorar, llenaba los rincones con gracia y soltura, haciendo a todos participes de la armonía.

Flor que da fulgor
Con su brillo fiel
Mueve el tiempo atrás
Volviendo a lo que fue

Cura enfermedad
Y el destino cruel
Trae lo que perdí
Volviendo a lo que fue
A lo que fue

Elsa levantó la mirada inquieta, fue la primera en reconocer la canción, la melodía que su prima tarareaba, la canción que había salvado a su hermana, pero la voz no le pertenecía a Rapunzel. La mujer continuó su camino mientras cantaba, de la planta en sus brazos un tenue brillo escapó, luego este se multiplicó hasta caer por la meseta como si fueran las arenas doradas de Sandman, pero con un comportamiento más parecido al agua, se extendió llegando hasta cada centímetro del reino, pasando por debajo de los pies de los guardianes como si de una ola suave se tratase, luego, poco a poco los guerreros heridos y moribundos fueron sanando, las sangre dejó de salir y las heridas fueron cerrando.

- ¿Qué fue eso? - preguntó Elsa hacia los guardianes - ¿Qué es esa flor?

Norte observó una vez más a la mujer a la distancia, estaba igual de consternado que Elsa, casi sin una respuesta segura más que el hecho de que aquella era la flor que buscaban hace semanas atras, la flor que quería madre naturaleza.

- Esa es la flor - respondió - la flor de madre naturaleza, la flor del sol

Los guardianes volvieron la mirada hacia la mujer solo para ver cómo está desaparecia entre las sombras, tragada por la oscuridad bajo sus pies, luego el carcajeó de Hans rompió el silencio.

- ¡Te lo dije! - bramó entre la exitacion y la desesperanza - ¡Ya no lo pueden detener!

Apenas el futuro rey de las Islas del Sur termino de alardear fue que el sonido de un cuerno agudo se interpuso en el aire, los guardianes voltearon hacia el otro extremo, directo al oceano notando a poca distancia los barcos de Dunbroch llegar a la costa.

- No puede ser... - susurró hada - ¿Cómo llegaron?

Conejo miró a Jack inmediatamente, su expresión molesta lo delataba antes de hablar
 
- ¿Qué te pasa Conejo? - le preguntó el guardian de la diversión incómodo por la intensidad

- ¿Usaste los portales con ellos? - preguntó exasperado por la irresponsabilidad del otro

- Necesitaba llegar rápido - se excusó rápidamente

- ¿Y qué era tan importante que te requería urgente aquí? - le increpó, pero Jack ante toda respuesta solo desvío inconscientemente la mirada hacia Elsa

- ...

- ¡Ahhh! - exclamó Conejo agarrándose el rostro con exasperación - eso ya no importa - dejó pasar con molestia - Hay que detenerlos

El grupo corrió hacia la costa dispuesto a interferir en esta ocasión, yendo en contra de las mismas reglas que se habían impuesto: no interferir en las decisiones del mundo. Pero dejar que la guerra ocurriera era una sentencia para ellos, le daría a Pitch Black la suficiente fuerza para avanzar.

- ¿Qué les diremos? - preguntó Elsa entre jadeos

- La verdad - respondió Norte

- ¿La verdad? - inquirió Aster - ¿Estás loco? - le recriminó sin dejar de correr a su lado

- La verdad funciono la última vez con su magestad Anna ¿Por qué habría de ser diferente? - preguntó seguro de la respuesta

- ¡Anna es diferente! - exclamaron los cuatro guardianes restantes, incluso Sandman creo un símbolo de exclamación

- No perdemos nada con el intento - respondió luego deteniendose frente a los barcos y los hombres que desembarcaban dispuestos a pelear, los demás lo imitaron - sino siempre podemos usar las arenas de Meme

- ¡Norte! - exclamaron ahora Conejo y hada, Jack y Elsa solo se miraron

Fergus se abrió paso entre los escoseces que bajaban armas y cañones, tenía una expresión sería, distinta a la despreocupada que solía utilizar, sus rasgos se habían afilado, dándole una imagen amenazante, tras él Mérida lo seguía de cerca.

- Guardianes - saludó dándoles un vistazo, luego su mirada se concentró en el mayor del grupo - están en el camino - anuncio con seriedad

- Queremos evitar esto - dijo Norte como respuesta

- No deben interferir en los asuntos humanos, es anti natural - les recordó, Norte asintió

- Si la guerra ocurre le darán a Pitch Black lo que necesita - interrumpió Elsa, Fergus la observó por un momento aterrado, luego cambió su expresión a una severa

- Eso esperamos detener - espetó con seguridad - esos traidores de la raza lo están ayudando, lo ví en mis sueños - reveló enfurecido - y no dejaré que...

Pero no hubo oportunidad de terminar, las Islas del Sur ya habían comenzado con el ataque. Por los cielos un rompeolas voló hasta hundir a uno de los barcos con sus hombres en ellos, Mérida exclamó sorprendida mientras Elsa cubría sus labios espantada, Fergus levantó su brazo blandiendo su espada pegando un grito gutural dando luz verde para el ataque.

La flotilla de escoceses que se había formado comenzó a avanzar a paso rápido y seguro mientras desenvainaban sus espadas, tras ellos una hilera de hombres levantó sus arcos lanzando flechas hacia el enemigo mientras los faltantes preparaban los cañones para el ataque. Por el otro lado los soldados de las Islas del Sur blandian sus espadas dispuesto a dar su vida nuevamente, mientras los demás cargaban, con una especie de grúa hecha de sogas y poleas, nuevamente las catapultas que estaban armadas.

- ¡Tenemos que detenerlos! - exclamó Norte sin saber cómo proceder sin lastimar

- ¿Cómo lo haremos? - dijo Aster con la misma duda

- No lo sé - respondió Norte

Aunque la guerra ya había comenzado.

Y el primer ataque no se pudo evitar, las flechas volaban de un lado a otro, traspasando las defensas que ambos guardianes con poderes del invierno intentaban evitar con su magia, de pronto el suelo volvió a temblar botando a más de uno, junto con el estallido de los cañones el crujido del puerto inundó los oídos de los presentes, Elsa volvió a levantar sus manos está vez para hacer un escudo cubriendo a los guardianes, al rey y Mérida.

- ¡Magestad! - gritó agitada - ¡Esto tiene que parar! - exclamó - ¡El miedo alimenta a Pitch Black! - le recordó mientras Fergus trataba de salir de la fortaleza helada golpeando el cristal congelado

- ¡Nosotros no tenemos miedo! - se defendió colérico

- ¡Pero ellos si! - exclamó Mérida - ¡Ellos si, y están aterrados, no caigamos en su trampa!

Fergus volteo a verlos aún enfurecido, aunque dentro de él lo habían alcanzado las palabras, la nube densa que invadía su mirada se estaba disipando y sus pesadillas desapareciendo, pero todo retrocedió una vez el rompeolas chocó contra el cristal, requesbrajando el hielo y aturdiendo a Elsa que caía sobre sus piernas.

- Elsa - la llamó Jack ayudandola nuevamente, Elsa se puso en pie sin dejar de mantener el campo de hielo sobre ellos - ¿Estás bien?

- Si, todo bien - musitó con expresión de dolor, aún negando lo sacudida que había quedado

Y una vez más otro rompeolas llegó hasta donde ellos, solo que está vez el campo se rompió cayendo los escombros sobre ellos.

- ¡AHG! - grito Fergus enfurecido saliendo desde los escombros

- ¡Papá! - trató de detenerlo Mérida con su llamado mientras salía de debajo de unas piedras, pero este solo la ignoró - ¡Por los dioses! - exclamó molesta - ¡No me quiere escuchar! - grito exasperada

Elsa reaccionó entre los gritos y los jaleos, aún se sentía aturdida sin entender que había sucedido, su entorno era un caos y los colores eran extridentes, los escombros y el polvo seguían volando entre ellos mientras el suelo se mecía sin clemencia, la guardiana salió de debajo del agarre de Jack que parecía cubrirla, seguía sin responder pero parecía estar ileso, Elsa lo sarandeo sin respuesta, luego tapó sus oídos volviendo a sentir la tierra temblar y crujir bajo de ella.

Y el terror la invadió.

Ella s olo quería protegerlo

Elsa concentro sus poderes en sus manos, sentía la fuerza crecer rápidamente para luego llegar hasta las llemas de sus dedos, luego tocó la superficie terroza en la que estaba dejando el hielo salir a toda velocidad, extendiéndose en segundos con tanta fuerza que cubría todo a su paso, el crepitante sonido reemplazo los gritos furiosos de los guerreros, apagando el ambiente y sumergiendolo en el absoluto silencio, Elsa levantó la mirada sorprendida entre el vapor frio que se exparsia, hasta que este se disipó mostrando su obra de arte.

- ¡Dios mío! - exclamó aterrada, horrorizada de su poder al igual que años atrás

Frente de ella las estatuas congeladas de los guardianes se mantenían suspendidas en el tiempo, junto a ellos Fergus y Mérida estaban estáticos, igual de pausados que los demás, y los guerreros, los recién llegados y hasta las mujeres y ancianos que se veían aún escondidos entre los escombros del pueblo, todos permanecían en un silencio congelado, al igual que ellos mismos, al igual que Elsa con lo que había hecho, hasta que los quejidos de Jack la trajeron de vuelta a la realidad, realidad de la cual no podía escapar.

Elsa volteó con lentitud arrepentida y preocupada, Jack se movía inquieto entre los pocos escombros que lo cubría, se apoyó en sus codos tratando de incorporarse, la platinada se acercó para ayudarlo.

- ¿Qué sucedió? - preguntó pasmado de la gélida imagen luego entendí quien era la responsable de todo eso- ¿Pero qué hiciste?

- Solo quería detenerlos - se defendió rápidamente

- ¡Los congelaste! - exclamó poniéndose en pie - ¡A todos!

- ¡Puedo revertirlo! - volvió a defenderse, luego desvío la mirada y bajo el tono de su voz - solo quería protegerte - murmuró avergonzada de su falta de juicio, Jack suspiró con algo de decepción

- ¿Puedes descongelarlos? - preguntó, Elsa asintió

La reina de las nieves se acercó a cada uno de los guardianes tocando la superficie helada que los componía, luego el hielo desapareció tan rápido como había avanzado.

- ¡Por las pascuas! - exclamó Aster abrazándose así mismo mientras castañaba sus dientes - No vuelvas a hacer eso - dijo tajante y serio

- ¿Qué pasó aquí? - preguntó Norte mirando a su alrededor mientras Sandman lo secundaba con un signo de pregunta formado por su arena dorada

- ¿Nos congelaste? - preguntó hada indignada

- No fue solo a ustedes - respondió rápidamente la guardiana sin saber que más agregar

- También lo hizo con todos los demás - continuó Jack intentando ayudarle

- Eso no lo mejora - respondió Aster cruzándose de brazos aún temblando por el frío

- Tenemos que despertar a los demás - dijo Norte

- ¡No! - lo detuvo Conejo, luego carraspeó algo incómodo por la atención que había recibido - ¿Qué haremos si lo hacemos? ¡Seguirán peleando! - acotó - aunque no esté de acuerdo con esto parece lo menos dañino que podemos hacer

- Podemos dormirlos - dijo hada

- ¿Y arriesgarnos a las represalias? - inquirió con ironía el conejo de pascuas - no lo creo

- Puedo despertar al rey - sugirió Elsa - o a Mérida

- Quizás también Anna - dijo Jack mientras miraba hacia los barcos

- ¿Anna? - preguntó Elsa abrumada

- Si, venía con ellos - respondió Jack - dijo que sabías

- ¡Por supuesto que no lo sabía! - exclamó abrumada - Cielos santos, no me perdonará - dijo angustiada corriendo hacia las naves

Elsa se paseó con apuro entre los soldados buscando la imagen de su hermana, pero entre los hombres sy mujeres solo habían rostros desconocidos o que había visto una que otra vez, hasta que la guardiana llegó a los barcos, donde la reina de Arendelle había quedado congelada mientras trataba de ayudar.

- Oh, Anna - murmuró Elsa acercándose a ella - Lo siento tanto - sollozó acariciando el rostro congelado hasta que dejó de estarlo

Anna cayó sobre sus piernas aferrándose a su misma mientras temblaba, Elsa se hincó a su altura demasiado culpable para hablar, pero lo suficientemente conmovida para tomara por los brazos con suavidad.

- Elsa... - castaño Anna en un sollozó - dijiste que no lo harías más  - le reprochó con la voz quebrada, al igual que su alma
 
  
  
Emily Jane los observó a todos con tranquilidad, escaneando cada detalle y sutileza, luego comenzó a pasearce por la arena a paso calmo.

- Es de mala educación marcharse así, sin más - comentó en una suave reprimenda

- ¡Emily Jane! - exclamó Zephyr contenta - ¡Son mamá y papá! - señaló con confianza

Madre naturaleza sonrió con ternura en respuesta mientras Zephyr avanzó hacia ella, siendo detenida por Astrid quién se interpuso entre ambas.

- Así veo, Zephyr, era lo que querías - respondió con tranquilidad - era tiempo de que llegaran

- ¿Ya era tiempo? ¿Qué quieres decir con eso? - le recriminó Hiccup bajando de Chimuelo

- Para el jardín de flores - respondió Zephyr - ella nos cuidara - la apuntó luego - nos tenemos que quedar

Pero no sería como la pequeña creía.

- ¿Qué? - inquirió Astrid

- Se tienen que quedar - repitió Emily Jane ya no tan agradable

Hiccup tomó a Zephyr entre sus brazos llamando a Astrid, subiéndose sobre Chimuelo mientras los demás los imitaba en sus propios dragones. Astrid subió junto a Hiccup y su hija, luego, en un instante, ya estaban en los cielos sobrevolando la Isla.

- ¿Dónde iremos? - gritó Patán tratando de mantenerse en el aire, empujados por las brisas furiosas - ¡No podemos volver por donde vinimos, nos matará!

- Tenemos la esfera - respondió Hiccup a los gritos - podemos escapar

Pero Emily Jane no permitiría eso.

Los vientos comenzaron a rugir con fuerza mientras desestabilizaba el vuelo de los dragones, Hiccup elevó a Chimuelo sobre la corriente esperando que nuevamente los demás lo imitaran, pero está vez Patán y Eret no pudieron zafar, el oleaje bajo de ellos era un tornado salvaje que poco a poco subía sus aguas con la fuerza del viento que levantaba, los dos vikingos fueron absorbidos junto a sus dragones por la fuerza descomunal de tornado.

- ¡Patán, Eret! - grito Hiccup horrorizado, culpable de lo que sus ojos mostraban

- ¿Hiccup dónde iremos? - grito Astrid sobre el ruido del viento aferrándose a Zephyr - no podemos ir a Berk, nos seguirá - apuntó asustada

- No tenemos muchas opciones - murmuró Hiccup lanzando la esfera

El portal se abrió dejando ver su forma redonda y los colores vibrantes, los vikingos cruzaron el umbral montados en las criaturas apareciendo en el único sitio en que Hiccup pudo pensar.
   
  

Chapter 45: Capítulo XXXXIV - El favor

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Capítulo XXXXIV
El favor

A la primera que despertaron despues de Anna fue a Mérida, la princesa cayó inmediatamente sobre sus piernas, agitada y helada, su cuerpo temblaba incesantemente mientras un quejido seco escapaba de sus labios, luego un grito agónico salió mientras ella golpeaba el cristal en el suelo.

- ¡Dijiste que ya no lo harías! - exclamó lo suficientemente consiente como para entender lo que había sucedido

Elsa mordió su lengua ahogando una exclamación, estaba demasiado arrepentida como para decir nada, se acercó a Mérida hasta ponerse a su altura para envolverla en sus brazos.

- Lo lamento - murmuró contra la colorina, Mérida pareció sollozar pero su rostro lo ocultaba su frondoso cabello

- No sirve de nada que lo lamente si de todas formas lo harás - masculló molesta quitándosela de encima

- Mer... - musitó en su lugar, viendo cómo la otra se levantaba sin ayuda

- ¿Y los congelaste a todos? - inquirió horrorizada mirando a su alrededor - ¿Qué clase de monstruo eres? - le recriminó en voz baja

Elsa no dijo nada, guardó silencio estática en su lugar, las palabras de la princesa lejos de herirla solo le abrieron los ojos, hundiendola en pensamientos que no deseaba afrontar.

- ¡Mérida! - exclamó Anna a la defensiva

- ¡No la defiendas, mira a tu alrededor! - defendió la colorina sus palabras abarcando a los soldados con sus brazos

- Había que detenerlos de alguna forma - interrumpió hada - esto era lo más sano para todos - intento defenderla - sino Pitch Black será el que ganará

Mérida guardó silencio mirandolos una vez más, se sentía sola y el propio miedo que tanto trataba de evitar la había cegado, no era capaz de reconocer la ayuda que le brindaban, aunque no era para nada convencional. Aún sentía furia y desconfianza, aún sentía temor y desconsuelo, pero por primera vez también podía ver una pequeña tregua.

- Hay que descongelarlos - dijo Norte al fin después de un largo suspiro - ya nos hemos involucrado bastante como  para seguir con esto - abarcó con sus manos su alrededor - estos hombres tienen derecho de escribir su propia historia

Un silencio cómplice y de acuerdo se extendió entre los descongelados, ninguno quería que la guerra ocurriese y menos que Pitch Black ganará fuerzas con el miedo de la gente, pero en el fondo Norte tenía razón, ellos no estaban para detenerlos, sino para equilibrarlo.

- ¿Sabes que esto será fuego y sangre de nuevo? - inquirió Conejo con retórica, más la intención jamás llegó hasta el guardian del asombro

- Trataremos de contenerlo - respondió infundiéndose ánimos - vamos Elsa, haz lo tuyo - le dijo ahora a la guardiana

Elsa miró a los presentes algo cohibida, luego se concentró en el rey, su expresión furiosa y amenazante le inspiraban temor y angustia, Elsa sabía que tras ese ceño fruncido y ojos coléricos se escondía el más profundo miedo. Sin perder más tiempo la quinta espíritu posó su palma sobre el pecho del rey inspirando con profundidad a medida que el tiempo transcurría con lentitud, luego el hielo empezó a desprenderse, retrocediendo con un leve brillo hasta volver a Elsa, al mismo tiempo que con todos los demás guerreros de Dunbroch.

Fergus cayó de rodillas jadeando, levantó la mirada perdida sacudiendo su cabeza con fuerza hasta espabilar, luego volvió a mirar a su alrededor confundido por el brillo del cielo y las sombras que lo rodeaban.

- ¡AHHH! - gritó agitando sus brazos erráticamente

- ¡Papá, calma, soy yo, Mérida! - trató de detenerlo la colorina levantando sus manos frente ella - ¡Todo está bien, calma! - repitió

- ¿Mérida? - inquirió abrumado, furioso ante el desconcierto - ¡Mérida!

- ¡Aquí estoy! - exclamó tomando sus puños con sus finas manos - aquí estoy - repitió buscando darle tranquilidad con sus palabras

- ¿Mérida? - repitió agitado - Mérida ¿Qué sucedió? - preguntó aún desorientado

Mérida miró hacia los guardianes en busca de alguna respuesta, pero estos ya se la habían dado, luego paseó su mirada buscando confianza, pero Anna no supo cómo corresponderle y Elsa aún se sentía demasiado culpable como para sostenerle la mirada. La princesa suspiró.

- El Coco escapó - respondió

- ¿El Coco? - repitió paseando su mirada entre sus hombres confundidos y luego por las estatuas congeladas - ¿Dónde está? ¿El hizo esto? - preguntó apuntando a sus enemigos, luego miró a Mérida con preocupación tomándola por sus cabellos con ternura - ¿Tu estás bien?

- Si, papá, todo está bien - respondió alejando las manos de su padre con delicadeza - tenemos que volver - le pidió

- ¿Qué? - preguntó frunciendo el entrecejo - ¿Volver ahora? Podemos ganar - le recordó con seguridad - no es momento para volver

- ¿No me escuchaste? - lo detuvo - ¡Si pelean Pitch Black ganará!

- ¡Si no lo hacemos él gana! - respondió apuntando hacia el palacio destrozado, luego empujó a Mérida haciéndola a un lado para recoger su espada y escudo

Mérida miró a Fergus con desazón, no había forma de detenerlo, apretó sus labios con fuerza mientras su corazón latía con fuerza, no le quedaba opción.

- ¡No des un paso más o volveré a congelarte! - le advirtió con todo el valor que había reunido

- ¿Qué? - preguntó Fergus divertido - ¿Me congelarías, hija? - inquirió con incredulidad, Mérida asintió con seriedad

- Lo haré si no me das alternativa - respondió con seguridad

- No seas ridícula - negó sin hacerle caso

- ¡Elsa! - exclamó Mérida mirando hacia la guardiana, la aludida pegó un respingón lanzando una rafaga helada hacia el escudo de Fergus - ¡Estoy hablando en serio! - le advirtió una vez más

Fergus negó soltando una risa inquieta, no podía creer lo que estaba pasando, la traición que todo significaba. Los demás solo permanecían estáticos en su lugar, guardando silencio ante la discusión familiar.

- ¿Y qué vas a hacer, hija? - preguntó mientras recogía su espada y se ponía en pie - ¿Tu los guiaras?

- Si - respondió con firmeza - yo lo haré - agregó

- Mérida, solo lo diré una vez - dijo seriamente - sal de mi camino

- Y yo te lo digo por última vez - lo imitó sin burla - volvamos a casa, hablo en serio, padre - repitió por última vez

- Yo también, hija

Fergus tomó impulso con su brazo dominante lanzando la espada hasta donde Elsa, la guardiana reaccionó repeliendola con su magia retrocediendo instintivamente hacia atrás.

- ¡Congelalo, Elsa! - le gritó Mérida corriendo dispuesta a detener a su padre, Elsa la observó intranquila sin saber que hacer - ¡Solo hazlo, Elsa, congelalo! - grito nuevamente Mérida

Elsa levantó sus manos ansiosa soltando su magia con precisión, en un instante un crepitar familiar rompió el ruido trayendo con sigo el silencio, frente de todos la estatua de Fergus respiraba vapor helado.

Mérida observó los rasgos coléricos de su padre, la decepción en sus ojos, el temor en sus iris, la imagen se había congelado en el tiempo y en su mente, tan arraigada como la traición que su progenitor sintió, luego tragó grueso mirando a sus espaldas, los guerreros se mantenían enmudecidos, soltando pequeños sonidos de exclamación y conmoción, no sabían que estaba sucediendo.

La princesa se acercó unos metros a la flotilla de hombres que esperaban sus palabras, quienes guardaban un silencio incierto y ansioso, tras ella los guardianes esperaban igual de expectantes.

- ¡Yo soy Mérida, soy la primogénita descendiente del Clan DunBroch, y ahora soy la líder de este ejército! - enunció con firmeza y confianza, aunque en su interior el miedo y la duda nacían - ¡Está guerra acabó! - declaró ante los murmullos creciente - ¡Volveremos a Dunbroch!
    
   
   
El portal se abrió abruptamente en los cielos de Dunbroch dejando pasar a los dragones con sus jinetes a toda velocidad, escapando del futuro mortal que les aguardaba junto a madre naturaleza, tras ellos el portal se cerró de prisa, sin dejar nadie más salir de este.

- ¿Dónde estamos? - preguntó Brutilda demasiado desorientada y dolida como para hacer memoria

- ¡En Dunbroch! - gritó Astrid mirando bajo sus pies - ¡Estamos por Dunbroch! - confirmo una vez más, luego miró a su hija entre sus brazos tras de su padre, después miró hacia Hiccup que las miraba de reojo girando hacia atrás - ¿Por qué vinimos a Dunbroch? - le recriminó - ¿Estás loco?

- Es en el único sitio que pude pensar - murmuró como respuesta volviendo su vista al frente - Agarrense - les dijo luego a las dos descendiendo con Chimuelo entre una corriente de aire

Las tierras del clan Dunbroch lucia tranquila a la distancia, su puerto estaba despejado y las aguas de los mares cercanos permanecían quietas, estaban a unos minutos de vuelo del castillo, dónde había decidido descender en busca de protección temporalmente.

Apenas tocaron la torre en la que siempre solían descender fue que el grupo se desarmó. Brutilda fue la primera en hacerlo, bajando de Guácara desanimada para acariciarla con anhelo y luego romper a llorar desbordada de tristeza, Brutacio quiso molestarla, pero ni siquiera la posibilidad podía animarlo, en su interior se sentía igual de hundido y abatido que su hermana.

En un principio habían sido seis, en algún momento fueron siete, ahora apenas quedaban cuatro, no podían con todo esos cambios.

- Dioses - suspiró Hiccup bajando de Chimuelo y peinando sus cabellos hacia atrás - Patán y Eret... - musitó apenas procesandolo

Astrid descendió tras el castaño junto a Zephyr en sus brazos, lo miró acongojada, con un dolor diferente al de este.

- ¿Los hemos dejado? - preguntó aún sin conciliar lo sucedido, Hiccup asintió

- ¿Qué le diré a Bocón? - inquirió aun sin creerlo - ¿Qué le diré a mi madre?

Astrid abrazó a Zephyr con anhelo, no quería que ella entendiera todo aquello, aunque de todas formas lo había visto.

- ¡Hiccup! - lo llamó Brutacio mirando por el borde de la torre - ¡Mira! - apuntó hacia el horizonte

Varios portales de abrieron en medio del océano, eran grandes y coloridos, reflejaban el brillo del sol, de ellos toda una flota de navíos rústicas salían en dirección al puerto, barcos que pertenencias a aquellas tierras.

- ¿Qué fue lo que pasó? - murmuró Hiccup preocupado
    
   
Mérida había conseguido convencer a cada soldado de volver, reforzando su mando y liderazgo, aunque en gran medida se debía al improvisado golpe de estado que la princesa había hecho. Fuera cual fuera la razón, el resultado había sido el repliegue de las cuadrillas hasta las naves, devueltas hacia sus tierras natales.

Los barcos habían zarpado de vuelta apenas el último hombre embarcó en una nave, incluyendo a la estatua de Fergus que había sido toda una hazaña de transportar. Se habían alejado unos cientos de metros de la costas antes de que Elsa levantará sus manos reuniendo toda la magia helada que había empleado, un gran fragmento de hielo apareció junto a esto, como si de alguna gema se tratase, luego está estalló en pequeños cristales tan diminutos que parecían escarchas, cayendo sobre los barcos con suavidad como si fuera un día nevado. Después de eso los portales se abrieron.

Pero a pesar de la victoria que significaba para los guardianes evitar la guerra, Elsa no podía saborear su dulzura, concentrada en sus erradas acciones no era capaz de disfrutar la tregua que todo significaba. Elsa se sentía como un monstruo, tal cual Mérida se lo había hecho ver, e incluso Anna antes de ella, aunque no había sido tan directa como la princesa. Sus poderes solo habían traído consigo el miedo y el pánico, contrario a lo que significaban, sus acciones solo la volvía una mala historia de miedo, un feo cuento de terror.

- ¿Estás bien? - le pregunto Jack interrumpiendola de sus cavilaciones 

El guardian había puesto una mano sobre el hombro de la rubia desconcentrandola del océano y el puerto a la vista.

- Si, estoy bien - respondió como si nada, Jack torció el gesto sentándose a su lado en la cubierta

- Lo has dicho muchas veces en estos dias y en ninguna parece ser cierto - le dijo sin creerle - ¿Realmente lo estás?

Elsa desvío la mirada mordiendo su mejilla interior mientras jugaba con sus dedos, luego escondió sus manos tras de ella buscando no parecer evidente.

- No se te escapa nada - bromeó con voz apagada

- Es porque te conozco, ya te lo he dicho - se jactó abrazándola con uno de sus brazos por los hombros - ¿Es por lo de Anna y Mérida? - preguntó luego con algo más de tacto, Elsa levantó su mirada hasta la del guardian para luego asentir

- Uno de los mayores miedo de Anna es que volviera a congelarla - admitió arrepentida - ¿Cómo pude hacerle esto?

- No sabías que estaba ahí, - le recordó con calma - Anna entiende eso, solo está conmocionada - trató de consolarla, Elsa pestaño tratando de aguantar sus lágrimas

- Y Mérida piensa que soy un monstruo, y la verdad no está lejos de ello... - murmuró afectada, Jack negó molesto - siempre seré una historia de miedo

- No eres un monstruo ni tampoco un cuento de miedo - le dijo seriamente alejándose de ella y tomándola por los hombros, procurando que Elsa lo mirara los ojos - solo eres una historia mal contada, eres un buen espíritu, no dejes que los demás te hagan creer lo contrario

- Son mis acciones, Jack, mis acciones no son las correctas

- Pero si tus razones

- Eso no importa - negó en voz baja - el fin no justifica los medios

Jack guardó silencio, no sabía que más decir, lo que Elsa decía parecía ser lo correcto, pero cuando pensaba en que ella lo había hecho no encajaba con sus motivos. Jack no podía ver el monstruo que Elsa decía que era.

- Tu no eres una mala persona - repitió muy seguro de sus palabras - no vuelvas a decir eso

Elsa suspiró, sabía que contradecir a Jack solo sería perdida de energía y tiempo.

- Solo dales tiempo, - le aconsejó el guardian volviendo a la posición en la que estaban - no es algo simple de procesar

- Si, tienes razón - concordó apoyando su cabeza en el hombro del otro

- Y trataste de defenderme - le recordó - eso no lo haría cualquiera, Conejo no lo haría - bromeó intentando animarla

- Si - rió Elsa avergonzada

El silencio se coló junto a ambos sin perturbarlos, era cómodo y apasible, Elsa podía sentir como sus preocupaciones desaparecían en compañía del espíritu del invierno mientras es disfrutaba de la paz que la otra le causaba. Pero un pequeño pensamiento le comenzó a molestar, la diminuta certeza de que aún todo era incierto entre ellos. De repente el silencio dejó de ser el refugio pacífico que significaba para ser ahora un incomodidad constante para Jack.

- Elsa - la llamó tragando con dificultad, la aludida levantó la mirada atenta a qué continuara - sobre la otra noche... - comenzó sin saber cómo continuar

Y las mariposas volvieron a revolotear

Elsa sintió como desde su vientre los nervios crecían, las ansias volvían con ímpetu haciendo latir su pecho con fuerza y colorear sus mejillas más de lo que ya lo estaban.

- ¿Si? - musitó recordando como fue que Norte los había interrumpido por los pasillos del taller

- Sobre lo que hablamos... - continuó titubeando, inseguro en las palabras a utilizar. Elsa solo asentía incapaz de pronunciar palabra de lo cohibida que se sentía - ... Yo no creo que debamos ser solo amigos - dijo al fin con mayor seguridad

- ¿No? - inquirió haciéndose la desentendida - ¿Y qué es lo que crees? - preguntó con genuina curiosidad, dándole toda su atención

- Creo... Quiero... - se corrigió nervioso, alejándose suavemente de Elsa para poder mirarla bien una vez más antes de comenzar nuevamente - Lo que siento...

- ¿Qué hacen aquí tan apartados? - preguntó Norte con los brazos en jarras y mirada picarona

Elsa se puso en pie rápidamente agachando la mirada, sentía las mejillas caliente y se sentía igual de culpable que cuando Anna la pillaba en alguna mentira. En cambio Jack permaneció en su lugar con el entrecejo fruncido, molesto de todas las interrupciones que les habían hecho.

- Ya están coqueteando - espetó Aster tras el guardian del asombro, no tenía que mirar para saber que así era - es igual que en el 57

- ¿De qué estás hablando, Conejo? - preguntó hada asomándose sobre ellos con su vuelo

Elsa levantó la mirada tomando atención, se sentía ansiosa y angustiada, la sensación de vacío agradable en la boca de su estómago había desaparecido dejando en su lugar la duda y la inseguridad, desvío fugazmente su mirada hasta Jack que se ponía en pie, lucía fastidiado y molesto, luego volvió a mirar a los demás.

- ¿De qué hablas, Conejo? - preguntó el guardian de la diversión - ¿Ya te afectó la marea o tu cerebro sigue congelado? Emily Jane era mi amiga, ya supéralo - le espetó molesto

- Lo que tú digas - dijo Aster antes de encogerse de hombros - esa niña siempre es una niña excepto cuando está contigo - dijo con malicia, luego giró sobre sus talones poniendo sus brazos tras su cabeza - ya vamos a atracar, no tarden

Sandman les lanzó una mirada curiosa antes de seguir a Aster, luego fue hada quien lo hizo con algo más de preocupación, Norte solo negó con una tenue sonrisa, luego los miro socarron mientras le guiñaba un ojo.

- No se demoren - les recordó alejándose hacia la proa del barco

Jack los observó en silencio alejarse mientras peinaba sus cabellos hacia atrás en un gesto molesto, interrumpido por el carraspeó de Elsa a sus espaldas.

- ¿Así que tú y Emily Jane era buenos amigos? - preguntó inocentemente, Jack rodó los ojos

- No como Conejo lo dice - respondió fastidiado

- ¿Por eso la defiendes tanto? - preguntó luego, Jack negó

- No la defiendo - respondió a la defensiva - ya no... Creo... - se corrigió luego - no es la clase de espíritu que pensaba que era

- ¿No? - preguntó Elsa, jack negó con incomodidad - ¿Cómo es ella realmente? ¿Es tan mala como dicen?

Jack guardó un silencio incómodo, no quería responder a la pregunta, no quería hablar de Emily Jane ni nadie más, miró hacia el puerto cada vez más cerca, el pueblo, la gente, el castillo y los dragones sobre este.

- Hiccup volvió - apuntó - es mejor que vayamos con los demás, no quiero que Conejo me culpe de algo más - respondió evadiendo la respuesta que Elsa esperaba

Una vez que los barcos atracaron en puerto y sus hombres descendieron, fue que los rumores corrieron; la caída del rey en manos de su primogénita era un hito sin presidentes entre las escrituras de la historia del clan, el pueblo, divididos, no podían aceptar por completo la legitimidad del cargo que ahora Mérida ostentaba. Eso fue así hasta que la imagen del antiguo rey fue ventilada al descender de la nave.

La idea se había materializado

La figura de hielo solo remarcaban lo que las voces decían; si te enfrentabas, te congelarían.

La estatua de Fergus fue llevada en una especie de rampla improvisada con algunos troncos hasta dentro del salón principal, Elinor lo vio entrar horrorizada desde las escaleras, tras ella Hiccup, Astrid y los trillizos aparecían, frente de ellos al rey lo secundaban Mérida y sus hermanos, seguidos por Anna, Eugene y los guardianes.

- ¡Fergus! - exclamó aterrada llegando hasta los pies de las escaleras - ¿Qué fue lo que pasó? - preguntó mirando hacia su hija, los hombres que traían al rey salieron del salón cerrando las puertas tras de ellos - ¡Mérida, qué sucedió! - preguntó una vez más con apremio

- Lo congelé - respondió Mérida con voz neutra, Elinor la miró con desconcierto

- ¿Qué?

- Era la única forma de detener la guerra - explicó sin las fuerzas para repetir lo que su madre necesitaba 

- Mérida... - musitó angustiada

- No te preocupes, madre, ahora yo estoy a cargo - le aseguró dándole un abrazo

La reina sollozó acongojada, estaba conmocionada, hace ya un tiempo que las cosas venían decayendo, primero fue su esposo y sus malestares, luego la presión de los ancianos para la boda de Mérida, continuó la maldición del sueño y luego se desencadenó una guerra, todo para terminar perdiendo a Fergus de todas formas. El dolor era más de lo que deseaba aguantar.

Hiccup, que permanecía aún sobre las escaleras, hizo un gesto con sus manos, llamando la atención de Jack, en pocos segundos los demás ya estaban siendo despachados escaleras arriba, dándole algo de privacidad a la familia.

- Cielos, eso fue horrible - comentó Anna entrando a la primera habitación que encontraron - es demasiado triste

- Ni qué lo digas - concordó Jack

- Si, supuse que necesitaban privacidad - comentó - ¿Qué fue lo que pasó? - preguntó mientras esperaban que los demás entraran

- ¿Qué fue lo que pasó contigo? - le preguntó Anna empujándolo con suavidad por el hombro - ¿Dónde estuviste? - preguntó mirando tras de este, pero Brutacio y Brutilda permanecían demasiado alejados como para responder

- Te perdiste un buen tramo ¿Encontraron algo? - preguntó Jack

- Algo asi... - murmuró inseguro, Anna le lanzó una mirada inquisitiva para luego distraerse con algo más

- Runa... - murmuró al ver a la rubia cambiada

A Anna siempre le había agradado la desconocida rubia, le gustaba su cabello levemente rizado y las trenzas que se hacía con ellos, los vestidos oscuros y de colores profundos, su aura tranquila; a Anna le gustaba como Runa era con los niños, como jugaba con la pequeña Elsa cuando iban a Dunbroch, también lo apegada que era a Mérida, era una sensación diferente a la que ahora le daba, algo más distante, algo más brusca, ya no habían vestidos ni llevaba el cabello suelto, ahora lucía igual a los jinetes, igual a Hiccup, como una vikinga.

- ¿Astrid? - preguntó Jack asombrado, luego miró a Hiccup con sorpresa - ¿La encontraste? - preguntó sin creerlo

- ¿Entonces... Runa es Astrid? - musitó Anna anonadada, luego una risa escapó de sus labios sin creerlo - ¿La amiga de Mérida es tu esposa? - remarcó

Y el salón cayó en un incómodo y sepulcral silencio.
   
   
   
Los guardianes habían vuelto al polo poco después de hablar con Hiccup y los demás vikingos, quienes habían llegado con una historia casi increíble de contar como de escuchar, ya no solo tenían que solucionar la crisis con Pitch Black, ahora tenían entre manos algo más amenazante que el señor de las tinieblas, Emily Jane no era un espíritu del cual se podían fiar, su indiscretas jugadas se los habían dejado claro.

- ¡Les dije que tramaba algo! - fue lo primero que dijo Norte al llegar, se lo había aguantado durante toda la charla anterior y ahora no hacia más que repetirlo - ¡Lo sentía en mi panza!

- Ya no sigas repitiendolo, lo sabemos - le espetó Aster molesto quien aún no dejaba de castañar - ahora puedes buscar las esferas - le pidió de mala gana

- Ya les dije, esto no pasaría si... - comenzó a defenderse Jack siendo interrumpido

- Si, si, si, ya entendimos - dijo Norte quitándole importancia con un gesto de manos - te quedaba una y solo eres una pobre víctima - masculló malhumorado mientras entraba al taller

- No deberíamos perder tiempo en esto - murmuró Conejo cruzándose de brazos abrumado por el frío artico, Meme rodó los ojos ante el comentario, luego miró a Jack esperando la respuesta arisca que seguramente daría

- No tienes derecho, tu tienes una esfera reutilizable - comenzó tal cual Sandman había previsto

- Si no estuvieras jugando cada vez que se te pasa una Norte no tendría que recurrir a esto - comentó irritado apretando sus mandíbulas por el frio

- Les encanta vivir en el pasado - irónico Jack dándole la espalda

- Ay, ya empezaron otra vez - murmuró hada molesta, Elsa la observó con incomodidad - ¿Pueden dejar de discutir? - les gritó exasperada

Pero antes de que Jack o Conejo tuvieran tiempo de responder las ventanas del salón comenzaron a sonar producto de la ventisca que comenzaba afuera, el frío que antes solo molestaba a Aster ahora también comenzaba a incomodar a los demás, la temperatura descendió con brusquedad mientras todos intercambiaban miradas precavidas, a excepción de Elsa quien estaba demasiado confundida con la brisa helada que se filtraba por todo el taller, cosa que a los demás no parecía preocuparles tanto como el que estuviera pasando.

Norte volvió sobre sus paso apenas escuchó las persianas resonar, miró por un ventanal del pasillo hacia fuera, notando la inminente e imprevista tormenta, luego volvió hacia el salón esperando solo encontrar a los mismos guardianes que antes había dejado ahí.

Pero no fue tan como esperaba.

- ¡Norte! - exclamó una dulce voz infantil, desde la nada madre naturaleza había aparecido frente al aludido - ¿Dónde estabas? No pude encontrarte la otra noche - se quejó con inocencia

Apenas Norte había abierto las puertas fue que Emily Jane apareció delante de sus narices, tenía una sonrisa traviesa en el rostro, el cual ya no era tan infantil como las veces anteriores, la impredecible madre naturaleza había dejado de ser tan dulce y pequeña. Norte levantó la mirada angustiado, cinco pares de ojos lo observaban igual de abrumados, luego volvió su mirada hacia Seraphine tragando con dificultad.

- Madre naturaleza - musitó el guardian del asombro como respuesta con una leve sorpresa, volviendo su mirada hacia los demás siendo seguido por la recién llegada

- ¡Oh, y están todos! - exclamó con una sonrisa - eso es genial ¿Y a qué se debe?

Los guardianes nuevamente intercambiaron miradas, la mayoria recelosos, renuentes a hablar de lo que fuera con aquella presencia, de aura densa y furiosa, aún así Sandman, como si en algún momento todos se hubiesen puesto de acuerdo, salió al frente tomando la palabra, haciendo las preguntas que todos deseaban hacer, pero que nadie se atrevía a mencionar a madre naturaleza. El guardian de los sueños con su habitual mudes elocuente levantando su arena dorada, creando formas y figuras para hacerse entender.

- ¿Una maldición del sueño? - preguntó únicamente, divertida del concepto que le habían dado - ¿Y qué tiene que ver eso conmigo? - inquirió irritada, Meme solo se encogió de hombros inquieto por la reacción de la otra - eso suena a Pitch Black y él hace muchos siglos que no es mi problema. - dijo mordaz, luego agitó su largo cabello tomando un mechón entre sus manos y jugando con este - No tengo nada que ver en eso

- Pero si tú lo trajiste de vuelta - le recriminó Jack, Emily Jane compuso una mueca molesta

- Jack, basta... - le susurró hada preocupada dándole un toque con su mano

- ¿Y qué hay sobre Zephyr? - interrumpió Conejo preocupado por la pequeña, hada volteó asustada para hacerlo callar con sutileza - ¿Qué buscan con ella?

- ¡Conejo! - le susurró con cautela - ¿Tu también? - le recriminó

Seraphine guardó un silencio sepulcral, paseó sus miradas por los presentes para acabar en Norte, luego tomó aire con mala gana antes de hablar.

- No vine hasta aquí para hablar sobre eso - respondió ante la provocativa

- ¿A qué has venido? ¿Estabas buscándome? - interrumpió Norte tomando la palabra antes de que algo más la hiciera enojar

- No a ti precisamente, solo pensé que me podías ayudar - respondió comenzando a moverse por el salón, acercándose al gran globo terráqueo en su centro, lo observó con intensidad antes de suspirar largamente

- ¿Y a quién buscas? - interrumpió el viejo guardian las divagaciones de la criatura

- ¿No es obvio? - preguntó indignada - estoy buscando a Elsa, tenemos cosas de que hablar - respondió con una dulce sonrisa mirando hacia la aludida

Elsa estaba congelada en su lugar, incapaz de pensar o decir algo, sentía las ansias comenzar a inundar su interior, el apremio de las cosas que no había dicho ni contado, presionada por la presencia agobiante de la milenaria criatura que tenía en frente. Los demás guardianes permanecían expectantes intercalando sus miradas, la platinada jamás se había imaginado estar entre ellos con tal magnitud de silencio, lo que acentuaba más su nerviosismo ante madre naturaleza y las partes de los recuerdos del Ahtohallan que aún no había contado.

- ¿Yo? - preguntó con la voz entumecida

- Si Elsa, tu - se carcajeó suavemente - ¿Cómo has estado? ¿Cómo estuvo tu regreso? - le pregunto con cordialidad sin borrar su sonrisa - ¿Fue todo como querías?

Elsa asintió con un gesto de cabeza en total silencio, abrumada ante la atmósfera turbia que se había generado en el ambiente, no conocía a madre naturaleza de nada, apenas había comenzado a escuchar sobre ella y su impredecible e iracundo comportamiento, para en un par de dias encontrar un recuerdo perdido, una deuda pendiente y a la mismísima creadora de todo lo que la guardiana debía proteger.

- ¿Por qué la estás buscando? - interrumpió Jack quien permanecía a un lado de la platinada

- ¡Jack! - exclamó Emily Jane molesta - No te metas en conversaciones ajenas, ya habíamos hablado sobre esto - se quejó cruzándose de brazos y haciendo un mohín - deja que ella hable, seguro sabe hacerlo, ¿No, Elsa?

Jack entornó la mirada molesto preparado para replicar, pero Elsa lo detuvo poniendo su mano con delicadeza sobre su pecho, pidiéndole con la mirada que la dejara a ella seguir con eso.

- ¿Por qué me estás buscando? - preguntó en tono calmo, tratando de mantener lo mejor posible su postura, pero tras ella no podía dejar de retorcer sus dedos incesantemente

- Escuché que la guardiana del Ahtohallan había llegado al fondo de la verdad - comentó con tono cantarin - ¿Encontraste lo que buscabas? - preguntó con inocencia, Elsa tragó con dificultad

- Si - respondió Elsa dándole una mirada a Norte, esperando que el guardian supiera que decir y el como hacerle llegar esa sabiduría hasta ella, pero era inútil, note no sabía nada y ella había callado todo

- ¿Sabes lo que eso significa? - preguntó esperando genuinamente una respuesta

- Si - respondió nuevamente sin decir nada más

- ¿Qué significa? - interrumpió Jack - ¿Qué es lo que significa?

Elsa miró a Jack profundamente apenada, luego puso sus ojos en los demás que estaban igual de confundidos, no quería iniciar nuevamente de esa manera, ocultando cosas, aunque no lo había hecho precisamente, pero las circunstancias habían avanzado demasiado rápido y no había tenido la oportunidad para decirlo todo por completo. La reina de las nieves apretó sus dedos con fuerza mientras tomaba una gran bocanada de aire para luego responder.

- Le debo un favor - murmuró lo suficientemente alto para ser escuchada

- ¿Le debes un favor? - repitió Jack contrariado

- ¿Cómo? - preguntó Norte igual de sorprendido - Elsa ¿Qué fue lo que le pediste?

- Le pedí regresar 

Chapter 46: Capítulo XXXXV - Ruinas y fuego

Chapter Text

Capítulo XXXXV
Ruinas y fuego

Un recuerdo

Habían pasado años en que Elsa convivio junto al vacío infinito del Ahtohallan, años al otro lado del puente sin saber cómo volver o si quiera si estaba ahí. Ni siquiera era consciente de quien era ella misma realmente.

No hasta que madre naturaleza se lo reveló.

Ahora la paz y vastedad no le eran suficiente, el silencio era ensordecedor y la eternidad se hacía presente junto a la responsabilidad, el miedo y la soledad.

- ¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? ¿Dónde está Anna? - preguntó Elsa inquieta

- Es el Ahtohallan, el otro lado del puente - dijo Emily Jane muy divertida por la situación en la que Elsa estaba

- El otro lado del puente... - musitó para si misma - Tengo que volver... Tengo que salir de aquí - dijo a punto de caer en la desesperación, levantándose de su lugar abrumada - Ayúdame a volver, por favor - le rogó 

Emily Jane la miró sin cuidado, su expresión era neutra, dando la impresión de un muro impenetrable. Alisó sus cabellos con ahínco para luego soplar las puntas hasta separarlas.

- Es que yo no vine a ayudar

Elsa la observó enmudecida, luego miró a su alrededor desesperada buscando una manera para salir, pero en la vastedad no había fondo, no existía la profundidad, solo era un espacio vacío en dónde Elsa habitaba. No había salida que encontrar.

- Necesito volver a Arendelle - dijo una vez más - por favor, ayúdame

- Es un favor muy grande el que me estas pidiendo - respondió con calma

- Pero ¿Sabes cómo hacerlo? ¿Como salir de aquí?

- Claro que lo sé, yo cree todo esto - respondió ofendida abarcando la vastedad - Yo creé el Ahtohallan

- ¿Tu? - inquirió con incredulidad mirando la infinites

- Ya te lo dije, soy madre naturaleza

- Entonces... ¿Tu me otorgaste mi magia? - la criatura la observo pensativa

- Algo así - respondió con una mueca - más bien fue hombre de la luna... Digamos que él te eligió. - resolvió tomando distancia y volviendo al tema anterior - No me gusta hacer favores, yo no los hago

Elsa tragó con dificultad, conocía esas palabras, tan pasivas como directas, todo tenía su precio.

- Necesito volver a mi hogar, tu lo viste ¿Verdad? ¿Viste todo lo que recordé? Es un desastre allá afuera, no puedo quedarme aquí congelada - le explicó apremiada, tratando de hacer entender la urgencia en lo que estaba sucediendo

- Las cosas ya no son como crees, nada lo es - respondió con simpleza y sociego comenzando a andar

- ¿Qué? ¿Qué quieres decir? - pregunto siguiéndola

- Ha pasado algo de tiempo, ya nada es como solía ser - continuó con voz cantarina, Elsa se detuvo comenzando a analizar

- Oh, santo cielos... - soltó cubriendo sus labios con sus manos

- No es tu culpa, este sitio es ajeno al tiempo, no había manera de que lo supieras - trató de consolarla, pero el tono de su voz estaba lejos de ello

- ¿Cuánto? - preguntó - ¿Cuánto tiempo ha pasado?

- Tan solo unos años, no mucho

- ¿Tan solo unos años? ¿Estás jugando conmigo? - preguntó furiosa

- Oh, no, ¿Cómo crees? - respondió Emily Jane con fingida inocencia - solo te pongo al tanto

- Necesito volver - insistió nuevamente

- Está bien, lo harás

- ¿Si? - inquirió Elsa con incredulidad

- Claro, solo tienes que hacer algo por mi

- ¿Qué cosa? - preguntó

- Estoy haciendo un jardín de flores, - explicó con parsimonia - y necesito que me traigas una flor hasta aquí, al Ahtohallan - respondió

- ¿Una flor? No tiene sentido

- Nada tiene sentido en este mundo, - ironizó con tono calmo - aún tienes tanto que aprender - agregó en tono condescendiente meneando lentamente su cabeza

Elsa apretó los labios intranquila, necesitaba volver con su hermana, necesitaba saber que todo había salido bien, deseaba conocer a su sobrino, sentir la vida nuevamente, deseaba volver a ver a Jack. Habían muchas cosas pendientes en su mundo como para dejarlo ir sin algún esfuerzo, suspiró con fuerza, aún sin estar completamente convencida de lo que haría.

- Está bien - aceptó con un leve titubeó - y ¿Cuál tipo de flor es la que necesitas? - inquirió desconfiada

- La sabrás reconocer cuando la veas - le sonrió acercándose hasta ella - mientras tanto, saluda a Jack de mi parte - se despidió sonriendo con tétrica diversión estrechando su mano con la guardiana


Elsa sabía que tarde o temprano madre naturaleza volvería a saldar su deuda.

Y el momento había llegado.


Elsa paseó su mirada entre los guardianes quienes seguían preguntando por el mal habido "favor", la platinada no podía decir nada, lo único que entendía es que nuevamente todo era culpa suya.

- ¿Se lo estás cobrando? - la increpó Norte a la defensiva - ¡Habías dicho que lo harías de todos modos! - le recordó, Emily Jane frunció el entrecejo

- ¿Cuál es el problema con ustedes? - preguntó malhumorada cruzándose de brazos - Por lo que entiendo los reuní a todos nuevamente ¿Qué hay de malo que quiera algo con eso?

- Te estás aprovechando - repitió Norte

- Como sea - resolvió Emily Jane sin cuidado - Solo he venido a recordarle a Elsa su deuda - dijo con tranquilidad, luego miró hacia Elsa con la misma parsimonia que había mostrado con Norte - En unos días más espero que mis florecillas lleguen al Ahtohallan, Zephyr necesitará compañía cuando vuelva

Y como si los problemas no fuesen suficientes, apenas Emily Jane terminó de hablar fue que la luna llegó, de entre las oscuras y densas nubes de tormenta que habían llegado junto a madre naturaleza, la fuerte luz de la luna se filtro cayendo frente de los presentes, Emily Jane sonrió divertida para luego evaporarse en el aire en un parpadeo.

- La luna - murmuró Norte

Frente de ellos sombras brillantes se empezaron a reflejar en el suelo, la silueta de Pitch Black se marcó nuevamente al igual que la última vez, luego, como si se tratara de una luz artificial, está se desplazó con rapidez iluminando al mundo. Las tintineantes luces rojas y amarillas comenzaban a seder, apagándose una por una con lentitud.

- ¡Shostakovich! - exclamó - ¡Las luces! - dijo alterado

Los guardianes restantes se acercaron con cautela hasta la enorme esfera azul, pequeños parpadeos desaparecían en su vastedad, los continentes grandes se apagaban lentamente, de grupos de tres o cuatros parpadeos, mientras en los lugares más aislados ya no existían luces que admirar, una de estas tierras desérticas eran las Islas del Sur, donde al parecer había iniciado el apagón. El caos que les había dejado madre naturaleza ya casi no les importaba en ese momento.

La luz de la luna brilló nuevamente con intensidad, luego desapareció con brusquedad como si nunca hubiese aparecido, al igual que lo había hecho madre naturaleza momentos atras.

- Nos comienzan a olvidar... - musitó hada con angustia - ni siquiera nos hemos recuperado por completo de la última vez... - comentó afligida

- Es el miedo... - murmuró Conejo acercándose - se está extendiendo...

-Tenemos que hacer algo - sentenció Norte con apremio

Entonces las cosas se complicaron aún más, si es que era posible, las pequeñas haditas que rodeaban al hada de los dientes comenzaron a revolotear inquietas, apareciendo nuevamente después de haber huido durante la visita de madre naturaleza, soltaban una suave vibración aguda, casi como un chillido, Toothianna intentó tranquilizarlas con suaves gestos de mano, pero las pequeñas criaturas parecían no escucharla.

- ¡Basta, tranquilas, tengan calma! - intentó con voz suave, pero las haditas continuaban agitadas - ¡Chicas! - trató de detenerlas una vez más - Hablen de a una, no las entiendo si lo hacen todas juntas

Las pequeñas haditas comenzaron a guardar silencio, un suave murmullo permaneció entre las presentes mientras una de ellas sobresalía del montón para informar lo que tanto les aquejaba.

- ¡Por mis dientes! - exclamó aterrada, luego miró hacia sus compañeros completamente desolada

- ¿Hada, que sucedió? - preguntó Conejo preocupado, hada volvió a mirar hacia el mundo demasiado pasmada como para responder - ¡Hada! - la llamó una vez más haciéndola reaccionar - ¿Qué es lo que está pasando?

- Las pesadillas... - respondió volviendo a mirar el globo terráqueo - están atacando a los niños... - musitó pasmada - ¡Los estan atacando a todos! - remarcó con apremio

- ¿Dónde estan? - preguntó Elsa casi de inmediato - ¿Dónde están atacando?

- Dunbroch - respondió apuntando al enorme mapa frente a ellos

La pequeña porción de tierra poco a poco iba perdiendo sus amarillentas luces, más rápido que los sitios aledaños.

- Oh, santo cielos... Anna está ahí... - murmuró Elsa abrumada, Jack tomó su mano regalandole una mirada tranquilizadora, Elsa inhaló aún angustiada

- Lo siento, Elsa, lo tuyo con madre naturaleza va a tener que esperar, - se disculpó Norte con la guardiana, aunque a Elsa ya se le había olvidado todo lo demás - tenemos que volver a Dunbroch - dijo mientras revisaba dentro de su abrigo sacando una esfera y mirando luego a Jack - espero que está vez sepas utilizarla - reparó entregándole la bola de cristal

- Oh, claro que lo haré - respondió tomándola con afán

- Hablo en serio, Jacky. - advirtió una vez más, luego miró al resto antes de emprender marcha - ¡Al trineo!
   
    
    
En un principio, Mérida, pensó que era una pesadilla, se había permitido descansar después de días sin hacerlo aún temerosa de lo que pudiese pasar si caía dormida, tenía muchas cosas a cuesta en qué pensar en especial ese día que la mayoría había estallado al mismo tiempo. Pero pasado unos minutos notó que no era normal, los gritos de fondo no habían distorsionado sus sueños como las pesadillas lo habían hecho en su oportunidad y unos golpeteos incesantes comenzaban a inquietarla aún entre los sueños.

Mérida

¡Mérida!

No eran las pesadillas

Despertó agitada sobre la cama aún tendida, permanecía vestida con las mismas ropas que hace unas horas y su cabello lucía igual de despeinados, la noche seguía cubriendo los cielos mientras al otro lado de la puerta la voz de Eugene la obligaba a reaccionar.

- ¡Mérida! - escuchó nuevamente el grito amortiguado por la puerta de madera - ¡MÉRIDA!

- Aquí estoy ¿Qué sucede? - inquirió en un grito levantándose estrepitosamente, tropezando con sus pies y poniéndose en pie nuevamente - ¿Qué sucede? - repitió abriendo la puerta  apresuradamente

Eugene estaba agitado, limpió su frente perlada por el sudor con el dorso de su mano sin dejar de jadear agotado, subiendo y bajando su pecho con fuerza en cada inhalación y exhalación, en sus manos llevaba una especie de bara improvisada que seguramente había usado para defenderse de algo.

- ¡Son las pesadillas! - jadeó cansado - ¡Nos están atacando! - exclamó con seriedad

-¿Qué? - murmuró Mérida abriendo los ojos de par en par

Ambos recorrieron los pasillos del castillo despertando a la poca servidumbre que descansaban, mientras Eugene trataba de explicar a Mérida lo que estaba pasando, pero al bajar las escaleras principales del castillo fue que no necesitó explicar más. Las grandes puertas principales estaban abiertas de par en par, casi desencajadas de su lugar, fuera de este la oscuridad de la noche los cubría y el fuego descontrolado los iluminaba.

- ¡Qué fue lo que pasó! - exclamó horrorizada - ¡Rápido, hay que apagar el fuego! - dijo luego volviendo en si para continuar hasta el umbral

La princesa se caló su arco tras su espalda para luego correr al pueblo, pero al asomarse al exterior la imagen completa fue suficiente para que Mérida entendiera que el fuego era el menor de sus problemas. Igual que como si fueran una estrella fugaz, o un cometa, las pesadillas y sombras cruzaban por los cielos cayendo en la aldea, exparciendose entre la gente y sus hogares, los aldeanos trataban de impedirlo con sus armas, algunos incluso con palas y rastrillos, pero el miedo los atrapaba dejándolos rápidamente fuera de combate.

- ¡Por los dioses! - exclamó Mérida tomando nuevamente su arco para apuntar a las bestias oscuras retrocediendo al interior del castillo - ¡Cómo es posible! - preguntó confundida

- No lo sé - respondió Eugene a los gritos mientras con la bara que llevaba trataba de sacarse una pesadilla de encima - Hiccup me despertó, me pidió que fuera por ti - le explicó agitado, Mérida volteo a verlo expantando a la pesadilla con una flecha de paso - Gracias - jadeó

- ¿Dijiste Hiccup? - preguntó mientras se acercaba a una de las armaduras de la entrada del castillo - ¿Sigue aquí?

- Si - asintió - estaban a punto de irse cuando vieron las pesadillas desde la torre

Merida desvío la mirada del castaño concentrándose en lo que hacía, con algo de fuerza tomó la espada que la armadura ordamental llevaba para luego entregársela a Eugene.

- ¿Dónde está ahora? - inquirió volviendo a acercarse al portal para comenzar a lanzar flechas hacia las pesadillas nuevamente, tratando de despejar algún camino

- Con su hija y Run... Astrid - se corrigió con incomodidad, Mérida asintió sin cambiar su expresión - dijo que se encargarían del cielo, que les diéramos tiempo - agregó luego llenando el silencio

Mérida levantó su mirada al cielo entre la oscuridad y el humo, pero solo era capaz de ver las estrellas.

- ¿Dónde está Anna? - inquirió cambiando el tema y saliendo al exterior nuevamente, solo que está vez estaba preparada

- Está con tus hermanos - respondió colándose tras ella mientras despejaba la ruta - apenas Hiccup los despertó salieron a cubrir al otro lado del castillo con los demás soldados, - agregó blandiendo su espada hacia algunas pequeñas pesadillas - Anna los siguió, estaba preocupada por ellos - culminó mientras continuaba alejando a las pesadillas

- Ni siquiera sabe defenderse... - siseo sin parar de lanzar flechas a su alrededor - tenemos que encontrarla, no deseo que ninguno de ustedes muera en mis tierras cuando estoy a cargo - agregó tratando de sacar otra flecha

Pero ya no le quedaban

- Mierda... - masculló - Se me acabaron las flechas - dijo luego alzando la voz

- ¿No tienes otra espada? - preguntó Eugene pero ya se habían alejado bastante del castillo, Mérida negó

- Tengo una tabla - respondió algo apremiada por el esfuerzo de desprender un pedazo de madera de un carretón a medio quemar - puedo defenderme con esto - sonrió segura de si misma una vez la arrancó - ¡Cuidado! - le advirtió levantando la tabla con ambas manos

Eugene se agachó rápidamente mientras Mérida espantaba a una fugaz pesadilla que había saltado hasta el castaño, la criatura voló directo al fuego desapareciendo entre las flamas radiantes.

- ¡Casi me das en la cabeza! - le reprochó en un grito

Mérida se encogió de hombros sin cuidado, sin dejar de mirar a su alrededor alejando con su tabla a las criaturas mal formadas por las pesadillas, mientras Eugene hacia lo mismo algo más agotado por el peso de la vieja espada.

- Te avisé - se excusó sin dejar de alejar a las criaturas

- ¡No me diste el tiempo suficiente! - exclamó entre jadeos aún molesto

- Por aquí - lo interrumpió Mérida tomándolo por el brazo para guiarlo, más allá una salida se abría entre tanto caos - sígueme

- Pudiste haberme herido en el rostro - continuó quejándose, Mérida rodó los ojos

- ¿Sigues con eso? - inquirió con pereza sin dejar de correr - No sé si lo notaste, pero no había suficiente tiempo para esperar...

Mérida soltó su agarre y detuvo el paso para agacharse y recoger algunas flechas entre los caídos, sus manos le temblaban y su pecho se estrujaba ante tanta destrucción, su mirada se elevó instintivamente al rostro del soldado, lo conocía.

A todos los conocía

- Por los dioses... - musitó horrorizada, sin saber que hacer

- ¿Qué dijiste? - preguntó Eugene cubriéndole las espaldas

Mérida sacudió su cabeza disipando sus emociones, no era momento de lamentos, ni de llantos o quejas, el sacrificio de su gente no podía ser en vano. La princesa tragó con dificultad buscando con eso ocultar su miedo y la culpa.

- Dije que tengo que admitir que tienes buenos reflejos - dijo en voz alta - no me hagas repetirlo

- Mira, es Hiccup - apuntó Eugene con alivio hacia el cielo

Un portal tornasol se abrió por los cielos, de este decenas de dragones cruzaron, acercándose inmediatamente hasta donde el pueblo agitando con fuerzas sus alas para sofocar el fuego. Mérida y Eugene se agacharon cubriéndose tras un pedazo de muro mal parado, empujados por la fuerza descomunal de la brisa.

- Llegó la ayuda - sonrió el castaño, Mérida asintió dejando ver una tenue sonrisa asomar sus labios

- Tenemos que buscar a Anna - dijo la colorina poniéndose en pie una vez recuperó su aliento - ella podrá espantar a las pesadillas

Eugene asintió no muy convencido, pero reanudando el tramo de todas formas hacia atrás del castillo, las pesadillas continuaban acechando entre los pocos focos de fuego que quedaban y entre los mismos escombros, una tras otra mientras estos se defendían buscando encontrar a los demás soldados, el grupo en el que estaban los hermanos de Mérida y por defecto la reina de Arendelle, quizás la única en ese momento con la habilidad de frenar todo aquello.

Pero la ventaja no duraría para siempre. Tan rápido como los dragones de Berk llegaron a traves vez del portal fue que los dragones de Grimmel aparecieron en la batalla, fuego y espadas se estaba desatando y no había ni un hombre al cual enfrentar, solo los más profundos miedos que se guardaban.

- El aire está denso - comentó entre tos, cubriéndose del calor parte del rostro con su antebrazo

- Cuesta respirar - concordó Eugene agitado, sobre ellos otra batalla se estaba desatando - ¿Dónde están todos?

- Aquí deberían estar - respondió alzando la voz y mirando a su alrededor, esquivando con dificultad los escombros que volaban por la batalla

Solo existía la destrucción

- ¡Hamish! - grito la colorina soltando la tabla y cubriendo su boca con sus manos para ampliar el sonido - ¡Hubert! ¡Harris!

- ¡Anna! - gritó Eugene - ¡ANNA! - intentó una vez más

Pero solo el crepitar del fuego y los estallidos en el aire se escuchaban

- ¡No están! - exclamó sobre el sonido del fuego - ¡Ya se fueron!

- Eso espero... - musitó aterrada

Era lo último que necesitaba

El pueblo que conocía, su casa, su hogar, ahora solo eran furiosas columnas fogosas que consumían todo a su paso, dejando su rastro de oscuridad y muerte, llevándose a los inocentes consigo hasta el más allá, aunque a esas alturas todos lo eran.

Mérida miró inquieta la destrucción, escuchó el silencio y con ello tocó el miedo, tenía miedo.

Demasiado

Pesadillas hambrientas y erráticas corrieron en su dirección, la princesa se defendía con sus flechas y con ayuda de Eugene, pero tarde o temprano se quedaría sin flechas, al igual que la primera vez.

- ¡Necesitamos ayuda! - exclamó Eugene en pánico

Entonces el cielo se abrió una vez más y un grande y largo trineo cruzó los cielos, de pronto el apremio y temor que Mérida sentía se desvaneció hasta casi desaparecer.

Aún no todo estaba perdido

Apenas el trineo cruzó el portal los guardianes pudieron darse la idea de la magnitud de los hechos, el fuego y la destrucción se extendía por Dunbroch al igual que había pasado en Arendelle años atrás, las pesadillas fluctuaban entre sus calles como si de un oleaje se tratase, levantando olas enormes de absoluta oscuridad, mientras en sus cielos centenares de dragones combatían oscureciendo el manto de la noche con nubes de humos.

- ¡Por mis muelas! - exclamó hada cubriendo su boca con ambas manos - es peor de lo que imaginé

- ¡Norte ¿Qué esperas?! - preguntó Jack a los gritos - aterriza ya está cosa - lo apuró mientras se asomaba al borde contemplando la destrucción entre la espesa cortina de humo oscuro

- ¡Cuando encuentres un sitio donde hacerlo me avisas! - respondió el guardian del asombro mientras maniobraba con dificultad el enorme trineo - ¡No hay donde detenerse aquí!

- No tengo tiempo para estás cosas - masculló Conejo asomándose junto a Jack, una sensación vertiginosa lo invadió aferrándose a él como este a al borde de madera, luego tragó con dificultad mientras sacudía su cabeza - ¡Solo acércate al suelo, yo haré el resto! - le gritó aún inseguro de lo que haría

- No suenas para nada convencido - lo molesto Jack con una sonrisa, pero Conejo estaba tan abrumado que no pudo responder 

- ¡Agarrense entonces! - exclamó Norte mientras giraba el volante completamente hacia la izquierda, el trineo dió un vuelco violento descendiendo estrepitosamente - ¡Esto será agitado!

Otro vuelco brusco lanzó al grupo hasta el otro lado del trineo, mientras Norte buscaba la forma más rápida para acercarse a tierra y esquivar los escombros a la misma vez, improvisando gran parte de sus maniobras en el momento.

Los primeros en salir fueron Meme y Hada, el primero levantando sus arenas doradas sobre gran parte del pueblo transformando las temibles pesadillas en lluvias de sueños, mientras hada cubría el camino para que los niños y aldeanos escaparan, usando sus haditas para encontrarlos.

- ¿Estás lista? - le pregunto con suavidad, Elsa asintió en respuesta

Jack tomó a Elsa por la cintura acercándola a él sin poder evitar el suave cosquilleo que le causaba, ambos se sonrojaron tratando de no darle importancia, luego saltaron del trineo para ser llevados por viento.

- ¡Solo quedas tu, Conejo! - le exclamó Norte tomando una nueva curva

- ¡Ya lo sé! - respondió disimulando el absoluto terror que sentía - ¡Tienes que acercarte más! - agregó luego

- ¡No puedo acercarme más, si lo hago terminaremos estrellandonos en el suelo! - respondió mientras aguantaba la fuerza del giro aferrado al mando

Conejo miró nuevamente hacia abajo, no estaban ni tan cerca ni tan lejos del suelo, pero el vaivén de la nave distorsionaba el fuego a su alrededor, creando remolinos que no existían, un vertigo avasallador. Aster volvió a tragar grueso, sus manos continuaban clavadas en su lugar al igual que sus patas.

- Vamos, tu puedes, sabes que puedes... - se murmuraba así mismo concentrado infundiéndose confianza

Pero el valor que Aster intentaba manifestar nunca llegaba, todo era en vano, aún incapaz de saltar sintió como es que sus patas se despegaban del volátil, pero seguro, piso del trineo, luego miró sobre su cabeza jadeando de la impresión.

- ¡Vamos Conejo, está fue tu idea! - lo alentó Jack tomándolo por debajo de los hombros

- ¡O... Oye qué haces! - se quejó entre tartamudeos

Una vez Jack dejó al Conejo de pascuas en tierra firme lo dejo en absoluta soledad, preocupado de otras cosas, o persona, mientras Norte se alejó con su trineo hasta fuera de los muros, los demás guardianes ayudaban a controlar la destrucción y el fuego, que por fortuna ya se veían medianamente controlados gracias a las doradas arenas de Sandman y los congelados poderes de Jack y Elsa.

Dunbroch ya no era lo de antes

Viento elevó a Jack por sobre el pueblo mientras este adelantaba el invierno en aquella zona, convencido que la nieve ayudaría a todos con lo que sucedía, y si no era así esperaba que a sus enemigos les dificultará tanto la existencia como a sus aliados. Un viento helado y seco se coló por las calles y los dragones en el cielo, aunque estos no se detenían, mientras nubes oscuras cubrían la aldea. De pronto la nieve empezó a caer con rapidez, aunque mantenía su ligereza y gentileza al caer, y aunque las llamas infernales las evaporaban antes de tocar el suelo, pasados unos minutos lo pudieron lograr. Jack sonrió satisfecho para volver a tierra junto a Elsa.

- Eso los mantendrá entretenidos un rato - comentó con una media sonrisa sacudiendo sus manos 

- Aunque no es suficiente - respondió mientras eliminaba la última pesadilla a la distancia - ¿Viste a Anna ahí arriba? - Jack negó con la cabeza

- Subiré una vez más, - ofreció, Elsa torció un gesto, Jack la miró con consuelo - ella está bien Elsa, es Anna, siempre hace esto - le recordó convencido

- Es peligroso allá arriba - respondió al fin echando un leve vistazo - me preocupas

- ¿Te preocupas por mi? - inquirió Jack con un gesto burlesco, Elsa bufo sin dejar de estar atenta a su entorno - Eso es muy lindo de tu parte - continuó

- Jack... - refunfuñó avergonzada, Jack rió

- Está bien, tendré cuidado - le aseguró - seré rápido

Y una vez más el guardian de la diversión voló junto a viento lo suficientemente alto como para tener una mejor visión del reino, pero no exponerse a los dragones, quienes habían hecho del cielo su campo de batalla. Sin una pizca de esfuerzo Jack pudo reconocer una vez la cabecita cobriza de la reina, reafirmando lo que pensaba, no había tomado suficiente atención la primera vez. Anna  lucía agotada, se notaba lo agitada que estaba y lo asustada que se sentía, el guardian de la diversión entornó la mirada tratando de detallarla, notando como la reina estaba rodeada de una diminuta circunferencia dorada, el rastro de su preciada habilidad: espantar a las pesadillas.

- La encontré - fue lo primero que dijo al volver con Elsa - sígueme - agregó luego tomando una de sus manos para guiarla entre la nieve, los escombros y el humo

Anna estaba junto a los trillizos y unos hombres más, estaba al frente protegiendo al grupo de las pesadillas y temores, como si a ella no le afectara, aunque en realidad si lo hacían. El grupo había comenzado por la parte trasera del castillo para desplazarse mientras huían hasta toparse con los muros que rodeaban y protegían al pueblo, aunque no funcionaron en esta ocasión.

Y no había sitio donde huir

Aún cuando la nieve y los dragones les habían dado una pequeña ventaja, prontamente la oscuridad agarraba fuerza una vez, alimentada de los miedos de la gente, algo más de fuerza para las pesadillas. Anna sentía que aún era muy pronto para sucumbir ante ella.

Y las pesadillas seguían apareciendo

Desde el suelo agrietado y los surcos de los muros rocosos aparecían las sombras formando figuras extrañas con sus partículas, como si fuera escarcha, una bastante oscura. Anna inhaló con fuerza, los gritos de los hombres se escuchaban tras ella, alertando a los temas mientras se alejaban de los muros.

Pero está vez eran demasiado

Anna retrocedió lentamente, incapaz de acercarse a las figuras para tocarlas y espantar la oscuridad, pero la fortuna estaba de su parte; una brisa helada acarició su rostro mientras escarchas y hielo cubrían las figuras tétricas hasta resquebrajarse, a la distancia Jack y Elsa se acercaban.

- ¡Anna! - exclamó Elsa corriendo hacia ella, sacando cada obstáculo de su camino con ráfagas heladas hasta llegar donde su hermana - Estás bien... - susurró junto al cabello de la otra mientras la estrechaba en los brazos - estás bien... - repitió aún sin creerlo, con el corazón en la garganta

- Elsa... - musitó Anna en sus brazos - lo siento tanto... - sollozó entre sus brazos - siento tanto lo que te dije... - hipo por fin sintiéndose a salvo - no es lo que pienso realmente - le aseguró

- Lo sé Anna, yo lo sé - acarició sus cabellos con calma, tratando de infundir confianza  - todo está bien hermana, no dejaré que te pase nada

- Tuve miedo y te herí con él ¿Cómo puedes disculparme? - preguntó con tristeza

- Tu nunca podrías hacerme daño - dijo con seguridad - apenas pueda te llevaré a casa, no quiero quejas - le advirtió

- No las habrá, solo quiero estar junto a mi familia

Elsa rompió el abrazo mientras miraba alrededor, alerta de las pesadillas y sombras que venían con menor frecuencia que antes, Anna la observó entendiendo que la otra debía seguir en lo suyo, asintió con un gesto de cabeza dándole el impulso que la platinada deseaba.

- ¿Anna está bien? - preguntó Jack una vez que Elsa volvió a su lado

- Si, - asintió con un gesto - gracias por darme...

- Ni lo digas, lo necesitabas - la interrumpió Jack - además, yo también estaba preocupado por ella

- ¿Has visto a Norte y a los demás? - Jack negó

- Hay que buscarlos

- Tenemos que llevarlos con nosotros - dijo Elsa apuntando al grupo tras ella

- No pensaba dejarlos atrás, eso es tarea de Conejo - se defendió Jack ofendido

El grupo empezó a moverse con lentitud entre lo que antes eran calles terrosas y rústicas, ahora solo eran escombros y destrucción, el polvillo suspendido en el aire los hacia toser, mas nadie detenida su paso. Jack y Elsa iban al frente del grupo atentos a las condiciones del terreno, alertas de las pesadillas o del fuego que los dragones sobre ellos soltaban, pero las pesadillas parecían haber menguado de aquellas tierras, solo los quejidos de los heridos y los gruñidos de los dragones sobre ellos inundaban el ambiente.

El fuego estaba menguando, las pesadillas casi desapareciendo con lo que supusieron eran las arenas de Sandman, solo quedaban los dragones, algo más difícil de detener. El grupo comenzó a moverse más de prisa, aprovechando la tranquilidad del momento, a la distancia las arenas de Sandman los guío hasta la entrada principal de la aldea, dónde estaban los guardianes faltantes junto a Mérida y Eugene.

- ¡Santa! - llamó Anna levantando sus manos, luego tan solo corrió hasta el grupo. Ya estaban todos juntos - ¡Mérida! - intento nuevamente adelantándose a los demás

- Anna, no corras - le advirtió Elsa siguiéndola

Norte buscó con la mirada el origen de la aguda voz, se paseó por el espacio despejado hasta que sus ojos recalleron sobre la reina de Arendelle, una sonrisa aliviada surcó sus labios

- ¡Por aquí! - respondió, luego miró a los demás tras él - Jack y Elsa aparecieron - informó a los demás guardianes - realmente hacen un buen equipo - los elogió en voz lata

- Solo tienen suerte - se quejó Conejo

- No es momento para tus berrinches, Conejo - respondió Norte 

El grupo por fin se había reunido.

- Me alegra ver que están todos bien - sonrió Anna aliviada a pesar de sus pintas y de todo lo que había sucedido tras ello

- Aún seguimos en desventaja - remarcó Mérida quien revisaba a sus hermanos con el alma ya en el cuerpo - Nosotros no tenemos una flor mágica para sanar a los demás - comentó en voz alta pasando al siguiente de los trillizos

- Pero si la tenemos... - murmuró Eugene con la voz estrangulada, llamando la atención de todos los demás

- Punzie... - murmuró la colorina - Rapunzel - repitió elevando la voz - pero ella...

- No quiere exponerse - completó Eugene - está preocupada por Holly, no desea que crezca sin una madre como lo hizo ella - les confió

- La protegeremos - le aseguró Norte - no dejaremos que nada le pase, lo prometo

- No lo sé... - titubeó inseguro

- ¡Oh, por favor, Eugene! - exclamó Mérida fastidiada - esto es más grande que nosotros, seguro lo entenderá - le espetó molesta - la nombraste por algo, dentro tuyo sabes que es lo correcto

Eugene pareció dudar, él tan solo quería proteger a su pequeña y primera familia.

La única que había tenido

- La necesitamos - insistió una vez más

Pero la tregua había terminado, la calma empezó a desaparecer y las pesadillas volvieron a aparecer de entre las sombras. Los guerreros volvieron a gritar, aunque el humo alrededor no les permitía ver más allá de unos metros de distancia, el ruido y el jaleo calló el silencio llenando la atmósfera de sus gritos de batalla, ignorando a toda costa la desventaja que tenían, lo herido que estaban y a los dragones sobre su cabeza.

- ¡Eugene! - lo apuró con apremio la princesa guerrera

Aunque la oscuridad ya comenzaba a alcanzarlos, permaneciendo a salvo gracias a las arenas de Sandman y a los demás guardianes que inteceptaban a las pesadillas que lograban pasar la primera barrera, todo parecía estar bajo control, hasta que no lo estuvo.

Él hizo su aparición

Entre las sombras

Entre las pocas llamas que quedaban

Su presencia inundó la atmósfera de forma aplastante, la noche se sintió más oscura y los miedos se exacerbaron entre la gente al igual que los gritos de terror.

E l Coco había llegado

La noche estaba en su punto más oscuro, aunque con las llamas que incendiaban parte de las casas la oscuridad de la noche no se percibía, aunque eso no era consuelo para los guardianes.

- ¡Pitch! - exclamó Norte saliendo al frente con sus espadas en las manos - ¡Por fin das la cara, cobarde!

Pero no hubo respuesta, tan rápido como había llegado desapareció en el aire y junto a el las pesadillas y los dragones, dejando en el aire un polvo oscuro que se filtraba con el aire, impidiendoles a todos ver el alba por el cielo, incluso a los que estaban en este. Luego los quejidos y lamentos rompieron el silencio.

- ¿Eso fue todo? - preguntó con incredulidad Eugene

- No - respondió Norte

- Pero se fueron - quiso aferrarse a la posibilidad

- Solo se está reagrupando, él volverá - respondió el guardian

- ¿A dónde? - preguntó Anna preocupada

- No lo sé - respondió Norte

Chapter 47: Capítulo XXXXVI - Flor que da fulgor

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Capítulo XXXXVI
Flor que da fulgor

El clima post pesadillas era completamente desolador, los aldeanos que quedaron ilesos volvían a lo que alguna vez fueron sus casas, despejando el interior en busca de algún familiar que no hubiese aparecido, los dragones de Berk ayudaban en esto, tomando los pedazos más grandes de escombros con sus garras y llevandolos fuera de los muros. También había un grupo que se había dedicado a atender a los heridos mientras iban por Rapunzel a Corona, una llamarada de esperanza que aún quedaba.

Mérida se había dedicado por completo en la dirección, había despejado junto a otros hombres, parte del castillo y habilitado unas de las pocas habitaciones que quedaban en pie, procurando resguardar a su gente. Mérida también había participado en la elaboración y distribución de la comida, en la entrega de insumos y abrigos, también se había paseado por el punto que habían improvisado como unidad de primeros auxilios, quería demostrar que era capaz de darle frente a lo que sea.

Aunque por dentro se estaba muriendo.

- Hija, querida - la llamó Elinor quien estaba junto a Elsa - ¿No crees que ya has hecho demasiado? - preguntó con tono gentil - deberías ir a descansar, o por lo menos cambiarte - comentó mirándola de pie a cabeza

Mérida imitó a su madre mirando su vestimenta, no se había cambiado en dos días y estaba cubierta de polvillo gris y hollín, sus cabellos estaban desordenados en un tomate que Anna había improvisado y en el rostro tenia la marca de sus manos cuando trataba de limpiarse el sudor.

- Vamos, Mer, tienes que descansar, tienes que estar bien para tu gente - la insto Elsa acercándose a ella y tomándola por los hombros desde atrás

- Pero... ¿Y los aldeanos? Hay que remover escombros - titubeó inquieta mientras Elsa y su madre la guiaban a las ruinas del castillo

- Hiccup se está encargando de eso - la tranquilizó su madre

- ... Y hay que alimentar a la gente - continuó sin tranquilizarse

- Maudie se está haciendo cargo - respondió Elsa

- ¿Los heridos? - preguntó aún saturada de las obligaciones que quedaban en su cabeza

- Anna y Eugene se está encargando de aquello - respondió Elsa - todo está bajo control, creenos, necesitas descansar un poco

- La última vez que intenté descansar y nadie quedó a cargo Dunbroch se convirtió en... ¡Esto! - titubeó safandose del agarre de ambas

- Yo me haré cargo por ahora, hija - la calmo Elinor - ahora ve a descansar - dijo con un tono más autoritario - nuestra gente necesita una reina atenta a todo, no una cansada - Mérida suspiró

- No soy la reina, tu lo eres - la corrigió

- Tu ya eres una - respondió mientras despejaba el rostro de su hija de algunos rizos desordenados que caían en él y lo acariciaba con ternura

- Está bien, - murmuró avergonzada retrocediendo unos pasos - iré a descansar - agregó de mala gana

- Te acompaño - dijo la reina Elinor no tan confiada de las palabras de su hija

- ¡Mamá! - se quejó Mérida

- Yo la llevaré - intervino Elsa - así usted puede ocuparse del reino y la gente

Elinor paseo su mirada entre ambas, luego guardó silencio aceptando el ofrecimiento.

- Gracias Elsa- Dijo antes de volver al centro de lo que alguna vez fue un pueblo

Elsa guió a Mérida bajando por las escaleras del castillo hasta el subterráneo, en este continuaba el mismo ajetreo que en la superficie, los recursos pasaban de un lado a otro rápidamente, apilando cada saco alineado en la pared, el olor se mezclaba siendo más pesado que el ahumado de los escombros, pero los hombres y mujeres que se movían por el diminuto cuarto parecían no notarlo.

Ambas llegaron al fondo del subterráneo, dónde una enorme puerta corredera las esperaba, tras la puerta Fergus permanecía congelado en medio de la habitación.

- Papá... - musitó Mérida acercándose a este - ¿Cómo? - preguntó volviendo a mirarla

- Los soldados lo bajaron está mañana, cuando ayudabas en la enfermería - le explicó, Mérida volvió su mirada donde su padre nuevamente

Elsa observó en silencio a la princesa mientras está a su vez observaba a su padre detalladamente una vez más, al igual que la primera vez, con la misma culpa desbordando su alma y la pena bordeando su corazón.

- ¿Quieres que lo descongele? - preguntó Elsa en voz baja, Mérida negó en silencio sin devolverle la mirada

- ¿Le pasará algo si continúa congelado? - inquirió sin despegar la mirada del hielo

- No, está completamente a salvo ahí adentro - respondió inmediatamente

- Entonces no, aún no - confirmo después tocando el hielo con una de sus manos

Entonces fue cuando ambas quedaron en completo silencio, cayendo en cuenta de la soledad que las envolvía, tan solo con la compañía de la otra y el silencio de Fergus.

Mérida miró a Elsa en completo silencio, aún sin saber de qué hablar, luego miró a su alrededor detallando las camas improvisadas y la pequeña mesa que quedaba en la pared principal, la cual estaba dividida por cortinas improvisando un segundo ambiente, después sus ojos volvieron a la platinada, quien estaba tan tensa como nerviosa, rehuía la mirada culpable mientras jugaba con sus dedos, completamente diferente a la colorina, que movía su pierna inquieta mientras zapateaba nerviosa, buscando en su cabeza las palabras para comenzar, aunque Elsa se le adelantó.

- Supe lo de Hiccup - dijo Elsa arrepintiendose inmediatamente de sus palabras, pero obligada a continuar por cortesía - lo lamento, sé cuánto te importaba

- Está bien - respondió con tranquilidad, tratando de quitarle la importancia que realmente le daba - siempre quiso encontrarla, me alegra que lo haya conseguido - agregó como si nada - no tienes nada que lamentar

Y el silencio volvió nuevamente.

Elsa se mantuvo callada mientras se adentraba al pequeño cuarto y comenzaba a preparar una de las camas, que en realidad eran fundas enormes rellenas de paja, luego se dirigió hasta el fondo, tras las cortinas, saliendo después con unas toallas.

- Maudie y Hada calentaron agua para ti, ahora debe estar tibia, - comenzó dejando las toallas sobre el colchón y acercándose hasta la colorina - si no te das prisa estará helada - luego la rodeó y comenzó a desabrochar su vestido - preparé una muda de ropa, no está muy limpia, era lo mejor que encontré entre los escombros, pero seguramente...

- Lo lamento - la interrumpió Mérida con voz sería, Elsa detuvo lo que estaba haciendo para luego reanudar como si nada, hasta terminar - yo no pienso que seas un monstruo...

- Mer... - musitó

- Solo escúchame - le pidió dándose vuelta mientras sujetaba con sus brazos sobre su pecho el vestido suelto que traía puesto - Cuando me descongelé estaba muy confundida y me desquité contigo, no lo merecías y realmente no pienso las cosas que te dije, tú solo tratabas de detener la absurda guerra y yo fui mala y egoísta contigo. - se explicó arrepentida de sus pasadas acciones - Sabes que he tratado de evadir mis responsabilidades por bastante tiempo, lo que hiciste solo adelantó lo que ya estaba retrasado, y sé que no lo justifica, pero estaba aterrada de todo lo que estaba pasando, aún lo estoy... - culminó en un tono tan bajo que parecía un susurro - Solo quiero decir que; lo lamento - repitió elevando la voz nuevamente

Elsa la observó sin decir nada, tan muda como siempre solía ser, su expresión era tranquila, ocultando como realmente se sentía, tal cual como solía hacerlo. En cambio Mérida estaba inquieta, el anhelo surcaba sus rasgos y la culpa se reflejaba en sus ojos, Elsa no pudo hacer nada más que suspirar.

- ¿Ya acabaste? - preguntó, Mérida asintió - Bien, es mejor que te des prisa, el agua se enfría - repitió volviendo a las espaldas de estas para deslizar el vestido suelto por los hombros de la otra

- Elsa... - la llamó con anhelo, la guardiana tomó una pausa retrocediendo sus manos - ¿Está todo bien?

- Estamos bien, tonta, ahora date prisa - la apuró nuevamente

Elsa tomó nuevamente las toallas mientras Mérida terminaba de despojarse de su vestido, quedando tan solo en camisón, la cotilla y enaguas, luego la platinada la guió al otro lado de la cortina donde había otro colchón, una cubeta con una pequeña toalla dentro de esta y un lavatorio hondo de madera repleto de agua, el vapor aún se podía ver emanar de este. Después Elsa la ayudó a terminar de desvestirse y entrar al agua.

- Puedo seguir sola - dijo sentándose en la bañera esperando que el agua la cubriera por completa - gracias

Elsa negó con un gesto mientras tomaba la pequeña toalla y la estrujaba en la cubeta, comenzando a tallar la espalda de Mérida.

- No has dormido bien en días, a mí el sueño ya no me afecta como a ustedes, pero recuerdo lo cansado que era todo un día despierta, no quiero pensar como te sientes, - comentaba como si nada hubiese pasado entre las dos, llenando los vacíos con charla superficial y monotona - la idea es que te limpies bien, no solo que te remojes

- Pero Elsa - se quejó nuevamente, la aludida rodó los ojos

- Eres mi amiga, Mer, dejame ayudarte

Mérida abrazó sus piernas desnudas contra su pecho avergonzada mientras la platinada continuaba frotando el frío trapo contra su espalda para luego pasar por sus hombros hasta sus brazos, remojando el trapo de vez en cuando.

- Anna dice que tú y Jack tienen algo - dijo Mérida tratando de llenar el embarazoso silencio, Elsa pegó un respingón avergonzada

- ¿Ya todos lo saben? - preguntó inquieta, Mérida negó ocultando una sonrisa

- No. Solo me lo dijo a mi. - la tranquilizó - Lo hizo durante el viaje - agregó moviendo sus pies bajo el agua

- Cielos santos... - musitó Elsa avergonzada y molesta por la indiscreción de su hermana - Mer, esas no son cosas que te deban interesas en este momento y además Jack y yo no somos nada más que amigos - se defendía exageradamente - ¿Qué es lo que Anna está diciendo exactamente? - inquirió abrumada y sonrojada

- Estoy pasando por un vergonzoso momento, ayúdame a no sentirme así de expuesta - se justificó con habilidad

Elsa negó a espaldas de Mérida aguantando una sonrisa, dejó la toalla a un lado para llenar la cubeta con agua.

- La manipulación solo le funciona a Anna - respondió vaciando la cubeta sobre la colorina

- Y ahora a Jack por lo que veo - bromeó divertida mientras despejaba su rostro de los cabellos mojados que caían y la miraba sobre su cabeza

- Jack y yo no somos nada más que amigos - repitió aún manteniendo la expresión neutra

Elsa tomó la cabeza de Mérida con ambas manos y la volvió al frente con suavidad, luego comenzó a frotar sus dedos en los cabellos rojos con infusiones de flores y plantas aromáticas, mientras Mérida se mantenía en la misma posición, solo que ahora no se sentía tan expuesta como en un comienzo.

- Ya. Digamos que creo que son amigos, eso no cambia el que si pasó algo - insistió nuevamente, Elsa volvió a negar a sus espaldas aguantando otra sonrisa - estabas bastante preocupada de las indiscreciones de Anna para que no fuera así ¿Qué es lo que Anna no debe decir? - continuó divagando

- Estaba preocupada de que no dijera alguna locura, ya sabes cómo es ella - se defendió volviendo a sacar agua con la cubeta - y que no estuviera diciéndoselos a todos como si nada - agregó mientras vertía agua una vez más sobre Mérida

- Ah - dijo alargando la palabra mientras Elsa volvía a frotar sus cabellos con las esencias - entonces ahora no está diciendo locuras - Elsa rodó los ojos una vez más

- Jack y yo somos amigos - repitió por última vez sacando agua con la cubeta

- Por favor, Elsa, solo admite que se besaron - dijo sin soportarlo más

Elsa guardó silencio a sus espaldas tomando aire lentamente y con profundidad, mientras Mérida volteaba a verla con una sonrisa tan amplia como pícara, no hizo falta nada más, la guardiana vertió con un gesto el agua en la cara de la princesa.

- ¡Está helada! - exclamó tiritando

- Lo sé, así la dejé - respondió dejando la cubeta a un lado y tomando las toallas - ahora secate, iré por tu ropa - dijo antes de dejar las toallas al lado de ella y salir por las cortinas

Mérida se puso en pie cubriéndose con una de las toallas, el agua de su cuerpo escurrió hasta sus pies que estaban cubiertos por el agua usada que estaba oscura y turbia, salió del enorme lavatorio haciéndole caso a su amiga.

- ¿Y como fue? - preguntó mientras se secaba

- ¿Cómo fue qué? - preguntó Elsa mientras recogía las piezas de ropa sucia y juntandola en un solo sitio

- El beso - dijo sin filtros - ¿Fue como siempre imaginaste? - continuó tras la cortina

- ¡Mer! - exclamó avergonzada y ofendida sentándose en un colchón

- ¡Oh, vamos Elsa! Yo soy quien sigue sin ropa

- ¿Y porqué soy yo la que se siente desnuda? - inquirió en un murmullo

Mérida asomó su cabeza por entre las cortinas cubriéndose la desnudez con estas, Elsa en cambio la esperaba sentada muy recta sobre el colchón de paja.

- ¿Qué dijiste? - inquirió

- Nada - negó con un gesto de cabeza, Mérida entornó la mirada sin creerle

- Bien. - aceptó volviendo atrás de la cortina - Entonces ¿Cómo fue el beso? - preguntó una vez más

- ¿En serio quieres hablar sobre eso ahora? - suspiró rendida mientras alisaba sus cabellos

- No me apetece hablar sobre la guerra y mi padre ¿A ti si? - respondió mientras se ponía la camiseta limpia que le había dejado Elsa

- No, la verdad es que no - respondió de acuerdo con la princesa - pero ¿No quieres hablar de Hiccup?

Mérida se detuvo con las enaguas en las manos, las miraba con intensidad, aunque no estaba observando nada realmente, luego torció el gesto continuando con lo que hacía.

- No, la verdad es que no - respondió como si nada

- ¿Estás segura? - inquirió preocupada - es mucho que procesar

- No hay nada que procesar - respondió muy decidida - Así que, en lo que estábamos... ¡Ah si! ¿Y te gustó el beso? - preguntó volviendo al tema

- ¡Mérida! - exclamó mientras se abrazaba a si misma sintiendo su rostro arder nuevamente

- Dame algo... - le reprochó con esfuerzo mientras se acomodaba la ropa hasta donde podía - Necesito ayuda - dijo luego alzando la voz

- Ahí voy - respondió poniéndose en pie

Elsa se acercó hasta Mérida ayudándola a acomodarse el corset de género, acomodando los cordeles y apretándolo lo suficiente para mantenerlo en su lugar.

- ¿Y? - insistió nuevamente, Elsa torció el gesto aceptando su destino

Por lo menos estaba a sus espaldas

- Fue algo torpe, pero tierno... - musitó como respuesta, Mérida rió por lo bajo volteando a verla

- ¿Te gustó? - preguntó ansiosa y emocionada por su amiga, Elsa desvío la mirada volviendo a girar a la colorina para continuar cerrando su vestido

- Si - respondió secamente aún nerviosa, sintiendo una vez más el calor en su interior junto a los revoloteos

- Pero que sería - se quejó la colorina - ¿Cómo fue? ¿Dónde fue? ¿Qué más sucedió? - quiso saber

- Preguntas tanto como Anna - comentó terminando de cerrar el vestido y hacer un nudo

- Es que nunca imaginamos que te fuera a gustar alguien - se defendió con burla, Elsa bufó falsamente ofendida - Fue tu primer beso, no pensamos que pasaría - agregó haciéndola bufar una vez más

- ¿Qué es lo que quieres decir con eso? - inquirió a la defensiva, Mérida negó sonriendo

- Tienes que aceptar que eres algo esquiva - respondió haciendo un gesto con sus dedos, Elsa la observó ahora ofendida para luego darle la espalda y volver fuera de las cortinas. Mérida rodó los ojos agotada siguiéndola de todas formas - vamos, Elsa, no me digas que estás ofendida

- No lo estoy, - respondió rápidamente - y no soy esquiva, solo soy reservada

- Creo que es lo mismo

- Tienen connotaciones diferentes - remarcó

- Está bien, eres reservada. - aceptó divertida - Pero yo soy tu amiga, tienes que decirme algo más - le pidió nuevamente

Elsa miró a Mérida considerando sus palabras, luego mordió su mejilla interna mientras negaba para si misma con un gesto, inhaló profundamente para despues suspirar mientras tomaba asiento en el colchón de paja más cercano.

- Fue en el Ahtohallan. - respondió incapaz de mirar a la colorina a los ojos, Mérida sonrió ampliamente sentándose a su lado - Estábamos buscando un recuerdo cuando otro nos interrumpió... - explicó deteniéndose abruptamente, comenzando a reconsiderar sus palabras

- ¿Qué recuerdo los interrumpió? - insistió Mérida tratando de devolverla al relato

- Cuando él se me declaro... - respondió en voz baja mientras jugaba con sus dedos

No era que Elsa no confiara, si lo hacía, pero no sabía cómo expresarlo. A lo largo de su vida había pasado más tiempo aislada de la gente que conviviendo con esta, incluso una amistad se le era difícil de llevar, prefería demostrar su afecto de otra manera. Pero a veces debía ofrecer algo más.

- Siento que no hemos tenido un momento para nosotras hace mucho - comentó acomodándose en él colchón, dejando caer su cabello húmedo por la cabecera de este - ¿Entonces qué más sucedió? - la alentó a continuar

- El momento se volvió incómodo, Jack quería irse de inmediato y yo no quería que se fuera con una falsa idea... Y ya sabes - terminó con un gesto de manos incapaz de decirlo en palabras

- ¿Quieres decirlo para mí? - le pidió con voz suave en un intento de manipulación

- No quiero decirlo para nadie más - respondió avergonzada

- Solo para Jack - comenzó a molestarla con tono infantil

- Cielos santos, a veces te pareces tanto a Anna - se quejó alisando sus cabellos con ahínco, buscando concentrarse en algo más que la vergüenza - Me declaré, está bien, le dije lo que siento por él - murmuró mientras Mérida reía

- ¡Al fin sucedió! - exclamó divertida mientras reía y Elsa le reprochaba - no me puedo imaginar la cara de Anna cuando lo supo, tuvo que ser un poema - continuó aún más divertida, acomodándose en la cama - ¿Y ahí te beso? - preguntó esperando que está continuara

- Creo que es suficiente... - murmuró lo suficientemente avergonzada por un día completo

- Vamos, no me reiré más - le prometió tocando su espalda, Elsa suspiró

- ¿Qué más quieres...

Pero el ruido incesante del fondo comenzó a aumentar interrumpiendo la conversación de ambas, Elsa volteó a mirar a Mérida con el entrecejo fruncido, inquieta, inmediatamente las paredes comenzaron a temblar y el piso bajo de estas, los murmullos se transformaron en gritos mientras ambas se ponían en pie.

- ¿Qué es esto? - Preguntó Mérida, Elsa la miró con desociego

- No lo sé - respondió con los ojos muy abiertos
   
 
Jack había ayudado casi toda la mañana en la enfermería a Anna y Eugene, era un jaleo movido ya que habían bastantes heridos, casi todos hombres, pero en su contraparte los desaparecidos o muertos eran pocos, en especial si se consideraba el como habían sido los hechos. Habían organizado a la gente en grupos, primero dividiendo adultos y niños, para después sub dividirlos según su gravedad, por fortuna todo era tratable, lo que les daba una mayor esperanza en la espera de la reina de Corona, a quien Conejo había ido a buscar.

Pero entre la espera y entre que atendían a la gente fue que la reina de Arendelle y el rey de Corona comenzaron a indagar, curiosos e indiscretos hacian preguntas siguiendo a Jack entre cada herido mientras este rehuía de ambos. A veces se dividían las tareas esperando así cubrir más territorio, pero los reyes se las arreglaban para que alguno pudiera continuar presionando al guardian a la espera de algo más que lo que le había dicho a Anna días atrás.

Luego, cuando había llegado el medio dia, Jack migró del ajetreo de los enfermos y de la charla con los reyes hasta la remoción de escombros, apagando con su escarcha los pequeños focos de calor que quedaban entre las cenizas luego que los dragones levantaban las piezas grandes de muros rocosos.

Ahí se encontró a Hiccup.

Habían pasado días de que no se veían, pero tiempo de que no hablaban, habían pasado bastante cosas desde entonces, más de las que les gustaría admitir a uno más que al otro. El primer encuentro había sido ruidoso, lleno de exclamaciones y bromas sin sentido, después fue superficial, para terminar siendo algo más discreto.

- Así que... - divagó Jack llegando al lado del castaño - Astrid, eh ¿Dónde está ella ahora? - comentó mirando así alrededor, Hiccup suspiró

- En Berk, a salvo con Zephyr - respondió sin despegar la vista de los dragones en el cielo

- Esa fue una gran sorpresa - comentó Jack metiendo las manos en el bolsillo de su sudadera, tomando su cayado entre sus brazos

- Ni que lo digas - aceptó para después chiflar con los dedos y hacer gestos con sus manos hacia el cielo

- ¿Te lo esperabas? - Hiccup negó está vez

- Ni siquiera podía creerlo, por días rogué que no fuera cierto - le reveló

- ¿Por qué? - preguntó Jack frunciendo el entrecejo sin entenderlo - ¿No quieres a tu hija? - preguntó más como un reproche

- No, no es eso - respondió rápidamente - apenas la vi entre las flores supe que caería rendido ante ella toda la vida - admitió con sinceridad - es un sentimiento inexplicable - Jack rodó los ojos divertido por el sentimiento paternal en el vikingo

- Bien, entonces ¿Por qué? - insistió con curiosidad

Hiccup miró a Jack analizando su respuesta ¿Por qué deseaba tanto que no fuera real? ¿Si quiera sabía la respuesta? Quizás tan solo no quería escucharla, luego negó volviendo su mirada hacia el cielo y los dragones, pero su atención se desvió hacia algo más, entre tantas cabezas colorinas había una que destacaba sobre las demás, Mérida se movía entre la gente mientras era empujada por su madre y Elsa, quienes parecían obligarla ir a la princesa hacia otro lugar.

- No lo entenderías - respondió sin despegar la mirada de ella

No habían hablado casi nada, ni el día anterior después del ataque cuando todos se reunieron, ni el día de hoy cuando Mérida lo fue a ayudar con la remoción de escombros, apenas habían intercambiado un par de palabras, todas ligadas al despeje del reino. La princesa parecía haberlo olvidado, aunque el sabía que solo era su carácter fuerte saliendo a relucir.

- Pruebame - lo desafío Jack divertido, pero Hiccup solo negó sacándoselo de encima

- ¿Qué hay de ti? - le preguntó haciendo un gesto de cabeza en dirección a la guardiana - ¿Cómo vas con eso? - Jack lo siguió con la mirada hasta notar la cabecita rubia a la distancia

No hizo falta decir mucho, Jack era un libro abierto dijera o no las cosas, pero está vez era más que evidente; había quedado pasmado, ni siquiera tomando atención a lo que Hiccup le decía, el castaño negó una vez más solo que en esta estaba divirtiéndose bastante.

- Tierra llamando a Jack - le dijo Hiccup chasqueando los dedos delante de sus ojos - no necesitas decir nada, que te quedes parado como un idiota es suficiente - lo molestó

Jack lo empujó por el hombro haciéndose el desentendido, volviendo la mirada de vez en cuando hacia la platinada, quien continuaba hablando con la reina y la princesa de Dunbroch.

- Nos besamos - sonrió ampliamente encantado

Hiccup sonrió contagiado para luego preguntar con completa incredulidad.

- ¿Qué?

Jack solo sonrió con suficiencia, para luego saltar a la genuina felicidad.

- Dijo que yo le gustaba ¿Puedes creerlo? - preguntó igual de incrédulo que en un principio

- No, la verdad es que no - respondió recibiendo otro empujón - ya, deja eso. - dijo empujándolo de vuelta entre risas - ¿Y están juntos?

Entonces Jack dejó de sonreír luciendo más preocupado.

- ¿Qué hiciste ahora? - le pregunto Hiccup

- Yo no hice nada - se defendió Jack - solo que... No sé cómo formalizar con ella... - murmuró cohibido, Hiccup soltó una risa burlesca

- ¿Es en serio? - inquirió con divertida incredulidad - ¿Y cuántos años dices que tienes? - se burló nuevamente

- No tengo experiencia. - trató de defenderse surtiendo el efecto contrario - No sigas, no seas infantil - señaló Jack molesto, Hiccup rió con más fuerza - ya, deja eso, hablo en serio - dijo nuevamente el guardian

- Está bien, pero dame un momento - le pidió volviendo a poner atención en su trabajo

Hiccup se adelantó unos metros chistando con sus dedos nuevamente a Brutacio, quien lanzaba sin cuidado los escombros en vez de volar hasta fuera de los muros, el aludido lo miró de vuelta encogiéndose de hombros despreocupado.

- ¡Brutacio! - le reprochó

- ¿No es una belleza? - presumió - puede lanzar hasta 3 toneladas sin problema

- No porque puedas hacerlo, deberías hacerlo, el mundo sería un caos si fuera así - lo reprendió cruzándose de brazos

- En mi mundo sería perfecto - rebatió seguro de su postura

Hiccup agitó los brazos exasperados para luego agarrar el puente de su nariz entre sus dedos.

- Como sea, en este tienes que volar hasta fuera de los muros - repitió esperando que quedara claro, Brutacio rodó los ojos aburrido

- Bien, como quieras - chistó desanimado 

Hiccup lo observó un momento más hacer el trabajo encargado mientras Jack volvía a acercarse a él.

- Yo también creo que es una buena idea, ahorra tiempo - concordó Jack con Brutacio

- Justamente por eso es que sé que no está bien - defendió Hiccup su postura

Pero no tuvieron tiempo de averiguar quién tenía razón, tan pronto como Brutacio levantó un muro destruido fue que bajo de este pesadillas salieron de entre las sombras, los hombres que limpiaban las cenizas por tierra se alejaron aterrados de las sombras que comenzaban a tener forma, creando y trayendo consigo a los dragones de Grimmel, los cuales no venían a ayudar.

Un enorme dragón delgado y largo apareció por el océano, de escamas oscuras y ojos enormes, sus alas se extendieron dando la apariencia de un abanico. La criatura abrió su boca lo más grande que daba, dejando un profundo y agudo rugido escapar como una ola súper sónica chocando contra el continente.
   
 
Rapunzel se había negado a abandonar el palacio de Corona, recluida en sus muros al igual que hace años atrás en la torre en el bosque, solo que está vez por su propia voluntad. Se había pasado los días realizando sus deberes de reina, buscando reabrir el comercio con una serie de medidas que venía planeando junto con el comandante del ejército, mientras también trataba de estar ahí para su hija y cubrir sus necesidades, Rapunzel no quería ausentarse de su labor de madre.

Rapunzel había crecido sin una madre, o por lo menos no una real, creció junto a una persona desapegada que la mantenía recluida en un sitio pequeño aislada de todo lo demás, negándose el mundo y la vida que le pertenecía. Ahora que conocía el amor de una madre verdadera quería lo mismo para su hija, deseaba mostrárselo.

La reina de Corona se había negado a partir con su esposo, sabía que era importante su presencia pero no se quería marchar, por lo que solo dejo expresada su posición esperando que Eugene cumpliera sus deseos, asegurando que no deseaba saber que era lo que pasaría después de eso, aunque en verdad estaba aterrada, y cuando llegó la carta sobre la guerra fue que su corazón pegó un respingón, quizás Holly crecería solo con uno de sus padres. Que injusto sería.

Ahora estaba arrepentida

Estaba aterrada, tenía miedo y quería conocer cada segundo que Eugene estaba viviendo, esperanzada que fueran los suficientes hasta volver con ella, aún así la posibilidad no dejaba de molestarla, las ideas, los fantasmas, la soledad, el aislamiento, el anhelo de alguna noticia, el que su esposo volviera y que todo estuviera bien, pero en cambio Rapunzel solo estaba atenta a todo, al detalle, a los soldados, a los segundos, de los barcos, de los sonidos, del reino y el crujido de fondo en la habitación.

La rubia giró sobre sus talones inquieta con su hija en los brazos, era bastante pasada de la hora del almuerzo y sabía que estaba sola en esa sección del palacio con el movimiento que quedaba después de este, buscó con la mirada el origen del sonido topandose con una enorme silueta oscura.

- ¿Q-quien anda ahí? - tartamudeo fingiendo rudeza

- Soy yo, su magestad - susurró Aster

- ¿Conejo? - preguntó aliviada

- No quise asustarla - se mantuvo susurrando al notar a la bebé dormir

- Me alegra que seas tu - respondió aún aliviada a pesar de la actitud huraña que solía tener el guardian de las esperanzas

- Quería asegurarme que estuviese bien - admitió sin despegar los ojos de Holly - y decirle que la guerra se ha detenido, no son necesarias las flotillas y los hombres

- Eso es maravilloso - sonrió con un peso menos en el pecho - ¿Cómo está Eugene? - preguntó esperanzada por las buenas noticias

- Igual de presumido que siempre - murmuró Conejo haciendola sonreír con amplitud a la rubia

Conejo compuso una mueca inquieta presagiando como es que Rapunzel cambiaría su expresión con lo que él tenía para decir.

- Ahora necesitan usted que vaya a Dunbroch

- ¿Por qué? - preguntó sin entender

- Pitch atacó a la gente con sus pesadillas, hay muchos heridos... - explicó - necesitamos de su don

- ¡Dios mío! - exclamó abrumada - ¿Y Eugene?

- Sigue estando bien - le aseguró nuevamente

Rapunzel suspiró más tranquila pero sin sentir el alivio de hace un momento, levantó la mirada sin la sonrisa que tanto tiempo Conejo admiro en silencio cuando pasó rato en Corona, ahora solo había preocupación en su mirada.

- Tengo que ir a ayudarlos - decidió insegura, Conejo chasqueó con la lengua

- Tienes una hija - rechistó olvidando las formalidades

Rapunzel lo pensó nuevamente, lo sabía, pero también era la única que podía ayudar.

- Mi cabello es un don para sanar, - inquirió tomándolo entre sus dedos mientras con el otro brazo sostenía a la criatura - ¿Cómo no ayudar?

- Pueden encontrar algo más que el flor que da fulgor - comentó extendiendo la mano para enfatizar en lo obvio

Y aunque él canto fue corto y casi burlesco surtió el mismo efecto y desde la raíz del cabello de Rapunzel la luz comenzó a brotar tenuemente, al igual que de la pequeña cabecita de la bebe entre sus brazos. Una mirada perpleja cruzó por el rostro de ambos, tan pasmados como desconcertados, incapaces de hablar.

Y aunque Conejo hubiese querido decir algo o Rapunzel exclamar despavorida, la aplastante realidad era que no podían, desde las más tenues sombras comenzaron a avanzar las pesadillas como sabuesos en busca del miedo, moviéndose por el piso y expandiéndose en los muros. Aster saco su búmeran de su espalda tomándolo entre sus manos cubriendo a Rapunzel junto a su hija.

- Por lo que veo aquí ya no es seguro - sentenció lanzando su arma rompiendo las formaciones por la habitación - ¡Tenemos que salir de aquí! - exclamó

Bunny tomó a ambas entre sus brazos con cuidado mientras llevaba el búmeran agarrado con una de sus manos, abriéndose paso por la habitación hasta llegar a la puerta y abrirla de una patada, pero en el corredor había más de lo mismo. Aster dejo a Rapunzel en el suelo nuevamente lanzando su búmeran una vez más repitiendo casi el mismo resultado, Aster aprovechó la suerte tomando una vez más Rapunzel y Holly para correr junto a estas, pero era inútil, las pesadillas se volvían a agrupar entre las sombras.

- No quería hacer esto con ustedes, pero no hay salida - masculló entre dientes mientras zapateaba en el suelo

Bajo sus patas un enorme agujero se abría dejando el vacío infinito, luego cayeron absorbidos por este mientras se cerraba sobre sus cabezas, en su lugar una bella flor crecía como si nada hubiese pasado mientras las pesadillas se expandían a su alrededor.

Chapter 48: Capítulo XXXXVII - Un sitio seguro

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Capítulo XXXXVII
Un sitio seguro

El humo era denso y oscuro, filtrandose por cada rincón del reino, ahora no solo en el cielo como solía ser naturalmente, también se expandía a ras de suelo más pesado que el aire respirable, cubriendo los caminos y las casas con los escombros, la gente ya no era visible para nadie, siendo los gritos y el pavor la única señal de su existencia. Dunbroch había vuelto a ser un campo de batalla, solo que está vez estaban en completa desventaja.

Los dragones de Grimmel, tan oscuros como la noche misma, sobre volaban los cielos, antes celestes y despejados, lanzando bolas de llamas infernales desde su boca, apenas siendo detenidas por los pocos dragones Berk que habían por la zona y sus jinetes, quienes eran incapaces de detenerlas a todas por completo. Mientras en tierra firme las pesadillas y sombras atacaban a los aldeanos quienes no lograban defenderse de ellas, aún cuando Sandman intentaba alejarlas con sus arenas doradas estás se multiplicaban y volvían con mayor velocidad que la magia del hombrecito dorado, las luces apagadas ya los estaba afectando.

Estaba perdiendo su fuerza

Cada guardian ponía de su parte mientras buscaban proteger a todos los que podían mientras evacuaban has los bosque alrededor de Dunbroch, tratando de mantener la esencia de la infancia, la esperanza, los sueños y cuánta cosa más tenían que cuidar, pero las pesadillas eran demasiadas y las sombras crecían con fuerza, el humo los cegaba y los estruendos los ensordecía, el fuego dañaba a la gente mientras el terror les corroía el alma.

El miedo se estaba expandiendo

Jack volaba sobre los aldeanos que huían hacia el bosque mientras esquivaba las bolas fogosas que caían en tierra, tratando de frenarlas y congelarlas con su escarcha, aprovechando la brisa que este soltaba para espantar el humo que los cegaba, pero este volvía insistente, el guardian miró a su alrededor en busca de algún otro guardian, pero la densidad de la nube oscura le impedía ver más allá de su nariz, apenas consiente de las personas que corrían bajo sus pies, siendo el fuego lo único capaz de cruzar aquella cortina vaporosa. El guardian volvió a lanzar su escarcha en otra dirección esperando que está vez fuera el camino correcto, pero al igual que antes no encontró nada. Jack chasqueó la lengua angustiado, necesitaba encontrar a otro guardian, necesitaba encontrar a Elsa.

No tenía tiempo para perder

Jack volvió a lanzar su escarcha ya ahogado por el pesado aire, tosiendo de vez en cuando a causa del humo, pero una vez más solo era capaz de darse algo de aire fresco entre el infierno. Pero no todo había sido en vano; entre el humo y el ruido una silueta alta y robusta llamó su atención, de pronto la figura dejó de ser confusa y extraña para pasar a ser tan familiar como reconfortante.

Norte aparecía entre el humo y el caos, no llevaba un buen aspecto, lucía cansado y apremiado, por su rostro, sucio por el ollin, surcaban líneas de piel clara debido al sudor, en sus manos llevaba sus sables, preparado para atacar, aunque las pesadillas estaban casi todas sobre ellos, materializadas en dragones y otras figuras deformes.

- ¡Norte! - lo llamó descendiendo hasta donde este - ¿Has visto a Elsa? - pero este negó

- Eres al primero que encuentro - respondió culminando con una ronca tos - ¿Has visto a alguien más? - inquirió elevando la voz sobre el ruido

- No, también eres al primero que veo - admitió ya no tan aliviado

El caos había estallado en un mal herido Dunbroch desde la nada, inexplicable, expontaneo y estrenduoso; un acto de vil cobardía. El ataque había pillado a todos mal parados, entre la vulnerabilidad y la exposición, y quienes estaban en posición para defenderlos no eran suficientes.

- Meme está ahí arriba - apuntó Norte hacia el cielo mientras tosia - nos faltan hada y Elsa

Pero ni bien Norte termino de hablar la voz de hada se hizo escuchar en un lejano y débil grito, la pequeña y menuda hada aparecía corriendo entre el humo cubriéndose de los escombros que volaban por los impactos.

- ¡Jack! - exclamó aliviada al verlo - ¡Norte! - lo llamo al notarlo - ¿Están bien? - preguntó

Hada se acercó junto a sus haditas a ambos llegando primero hasta el guardian de la diversión, la guardiana puso ambas manos en el rostro del otro para luego examinarlo minuciosamente sin darle oportunidad de responder, al igual que las pequeñas haditas que volaban a su alrededor.

- Estoy bien, hada, tranquila - la calmó Jack retirando las manos de está y alejando a las pequeñas haditas- ¿Has visto a Elsa? - le preguntó pero está negó con un gesto lento

Aunque no hizo falta buscar, un leve temblor zamarreo el piso una vez más, solo que está vez era armonioso y rítmico, el humo fue empujado por una corriente helada y desde su origen picos de hielo salían desde el suelo, tan enormes como los árboles, rompiendo el piso y dejando salir a quienes habían quedado atrapados a
bajo de este, tras los aldeanos Mérida y Elsa salían desde bajo de la tierra.

- ¿Qué es lo que está pasando ahora?

Preguntó Mérida a viva voz una vez llegaron hasta el trío sin dejar de mirar sobre su cabeza, pero el humo hacia que le ardieran los ojos y cubría casi todo lo que había que mirar.

- Las pesadillas volvieron - dijo Norte

- ¿Tan pronto? - preguntó inquieta y desesperada, sin una idea de lo que debía hacer

Elsa tomó la mano de Mérida tratando de darle calma, pero la colorina era ajena en ese momento a aquel estado, preocupada de lo poco que le quedaba.

- Mis hermanos ¿Lo han visto?

Una mirada inquieta cruzó entre los presentes, desde Norte a hada y de hada a Jack, luego este miró a Elsa tratando de encontrar la manera para responder a Mérida sin alterarla, pero en la platinada encontró la misma pregunta, solo que está no lo materializaba en palabras.

- No los hemos visto - respondió al fin hacia ambas

Mérida tiró de sus cabellos nerviosa, dando vueltas sobre si misma mirando hacia alrededor, la angustia se acomodó en su estómago mientras en su pecho ardía el humo en sus pulmones.

- Todos evacuaron - dijo Norte - corrieron hacia el bosque, quizás ellos también lo hicieron

- No es suficiente con eso - murmuró Mérida nerviosa

Y fue cuando las haditas comenzaron a zumbar, vibraban tan rápidamente que se asemejaban al sonido de una abeja, tan intenso como incesante, moviéndose de un lado a otro nerviosas, buscando llamar la atención del hada de los dientes como había sucedido en el polo Norte. Mérida miró a los demás sin entender que pasaba, pero todos estaban pendientes en la guardiana de las memorias y sus pequeñas haditas, atentos a lo que tenían para decir e informar, Mérida miró a Elsa quien solo le devolvió la mirada con desazón, consciente de lo que, quizás, significaba la ansiedad en las haditas.

Hada le dió atención a la inquietas criaturitas que volaban insistentes, luego su expresión fue cambiando lentamente pasando de la curiosidad al horror, su mirada se elevó hacia los demás expectantes a sus palabras y Toothianna era incapaz de llenar sus expectativas.

- Están en todas partes... - dijo con la voz trémula, tan fina que parecía un susurro 

- ¿Qué quieres decir con eso? - preguntó Norte impaciente e inquieto

- Que están en todas partes - repitió igual de conmocionada - en Corona, por Arendelle, en Berk, en todas partes... - respondió enumerando con sus manos mientras miraba una vez más a las haditas asentir

- ¡Santo cielos, Arendelle. Kristoff y Elsa están ahí! - dijo Elsa abrumada - tengo que ir con ellos, Anna se moriría si algo le pasara a su hija - dijo mientras trataba de sacar la esfera que Norte le había entregado con desesperación

- No es momento para separarnos - dijo Jack deteniendola posando su mano sobre la de esta

- Pero es lo que hay que hacer - los interrumpió Norte - Tenemos que protegerlos a todos y encontrar a Pitch Black para detenerlo, en algún sitio debe estar. - ideó rápidamente - No tenemos tiempo para ir todos juntos de un lado a otro, así que iré junto a hada por el occidente, ustedes vayan por el oriente - les encargó

- ¿Se irán? - exclamó Mérida inquieta - ¡Aquí también es un caos!

- Todo el mundo es un caos. Meme se está encargando de este - apuntó Norte hacia el cielo preparado para marcharse hacia el trineo

- ¡Apenas puede con esto! - insistió mientras tosia pero Norte no se detuvo está vez

Mérida volteó hacia Elsa rogándole con la mirada que se quedará, pero está solo apretó sus labios en una fina línea mientras fruncía el entrecejo apenada.

- No te vayas... - murmuró en un ruego

- Tengo que ir a Arendelle - respondió afligida por sus obligaciones y decisiones

- Por favor, Elsa... - insistió pero la platinada volvió a negar

- Jack te llevará junto a tus hermanos y Anna, los dejará en un sitio seguro, pero tenemos deberes que cumplir - respondió aún con culpa

- ¿Que yo haré qué? ¿Estás loca? - preguntó Jack para nada de acuerdo - no pensarás ir sola a Arendelle, ya escuchaste a hada

- Por favor, Jack. - dijo en un ruego - Oíste a Norte, no podemos perder el tiempo todos juntos de un sitio a otro - agregó buscando dar a entender su punto

- Es peligroso - le rebatió

- Lo sé, por eso necesito que dejes a Mérida y Anna en un sitio seguro, yo puedo cuidar de mi misma, ellas no - insistió angustiada

Jack torció el gesto aún en desacuerdo, pero está vez no dijo nada

Jack tomó a Mérida en sus brazos elevándose junto a viento mientras Elsa despejaba con su magia a su alrededor del humo mientras lanzaba la esfera que por fin había podido sacar. El portal se abrió algo más pequeño y menos brillante que antes, Elsa lo cruzó con rapidez sin darle importancia, al otro lado más caos le esperaba.
   
   
Hiccup volaba sobre Chimuelo atacando con su plasma a las pesadillas y dragones que surcaban los cielos, guiando atras de si a cuatro gronckle que disparaban bolas de fuego a su señal, tratando de usar las pocas que tenía en los momentos precisos, mientras Brutacio y Brutilda guiaban a tres cortaleña y dos garratrueno que no eran suficientes contra toda la flotilla de dragones que les aguardaba.

- ¿Qué haremos? - preguntó Brutacio elevando la voz

- ¡Son demasiados! - Exclamó Brutilda, Hiccup apretó los dientes con impotencia

Pero Sandman había llegado hasta donde ellos, elevando su arena sobre las criaturas hasta transformar sus arenas en figuras definidas y amigables, aunque esto no las detenía, ya que cada vez que una criatura desaparecía otra llegaba a ocupar su lugar, más formada, más fuerte y con nuevos trucos que mostrar.

- ¡De dónde salen tantos! - exclamó Brutacio retrocediendo ante una pesadilla mal formada que luego su cremallerus despedazó con sus garras - ¡Es como si se volvieran a juntar!

- ¡Y lo hacen! - respondió Hiccup elevando la voz - ¡Son las pesadillas las que le dan formas a los dragones, no son de verdad!

Explicaba Hiccup esperando que los demás lo escucharán, Sandman asintió dandole la razón, aunque había alguien más que no lo hacía.

- ¡Soy bastante real, domador de dragones! - respondió Grimmel a la distancia, apareciendo entre los oscuros dragones

- ¿Qué haces aquí? - le increpó Hiccup

- Tu eres el que está lejos de casa - le respondió satisfecho de la reacción del otro

Hiccup lo atrajo a ese lugar

- Y dejaste a tu pueblo sin su líder - sonrió suficiente, completamente seguro de su posición - ¿Cómo les estará yendo sin su guía, sin su alfa? - preguntaba con malísia

Hiccup se paralizó, las palabras del cazador tomaron sentido en su cabeza formando escenarios macabros, un revoltijo invadió su estómago mientras un impulso desenfrenado por volver a Berk lo envolvía, desvío su mirada instintivamente hacia Brutacio notando que incluso él había entendido las palabras de Grimmel, confirmando que no eran ideas suyas.

- ¡Lo que aquí está pasando sucede en todos lados! - exclamó implícito, casi divertido de lo que provocaba y hacía - y verás que yo tenía razón, no se puede confiar en un dragón

Hiccup miró hacia sus amigos, no hacía falta palabras, su líder debía volver a casa, solo que ellos no lo harían. Luego el castaño miró hacia el guardian de los sueños quien asintió también inquieto, entendiendo la mutes del líder vikingo.

El vikingo sacó su esfera de su armadura lanzandola tras de si, luego Chimuelo dió un giro invertido entrando por el umbral tornasol. Grimmel al notar la huida del jinete se aventuró a toda velocidad a alcanzarlo, pero Brutacio y Brutilda se interpusieron haciendo que una de las cabezas de su cremallerus lanzará gas inflamable y la otra chispeara hasta hacer todo estallar, expulsando al cazador y a su dragón de vuelta a su lugar, luego el portal se cerró tras de Hiccup dejando atrás todo eso y a los demás.

Aunque no el caos

Berk estaba en ruinas, lo que arduamente habían construido esos pocos años se veía reducido entre el fuego y las cenizas, eso no era lo que impresionaba a Hiccup, era algo que veía muy seguido gracias a los dragones, pero está vez no eran solo la cantidad de casas quemadas o de vikingos heridos, sino los árboles que habían crecido, los arbustos que habían poblado las casas y las ruinas como si hubiesen pasado años, sus ramas crecidas y extendidas como enredaredas se aderian a los muros como si fueran parte de estos.

¿Que es lo que había pasado?

El pueblo estaba sumido en un ambiguo silencio, murmullos inquietos se escuchaban entre el pueblo, pero en este ya no existían las pesadillas, ni los dragones que habían provocado todo aquello, o lo que fuera que realmente lo hizo, en su lugar su gente se levantaba y ayudaba a los otros, revisaban a su dragón que parecían ilesos y después seguían con el siguiente. Hiccup descendió junto a Chimuelo hasta el centro de la tribu.

- ¡Hijo! - exclamó Valka al verlo acercándose al furia nocturna a toda velocidad

- Mamá - respondió Hiccup descendiendo del dragón - ¿Qué pasó aquí? - preguntó aún sabiendo la respuesta - ¿Dónde está Zephyr y Astrid? - preguntó tomándola por los hombros con cuidado examinandola en el proceso

Valka tenía el rostro sucio, en él pequeñas salpicaduras rojizas se escondían entre el hollin y la tierra, pero en sus manos estás ya no solo eran pequeñas motas, la sangre las cubrían por completo, incluso al punto de humedecer sus mangas. Hiccup frunció el ceño con preocupación, levantó su mirada inquieta atrapando la mirada de su madre con la de él.

- ¿Estás bien? - le pregunto levantando sus manos con preocupación examinandolas

- Si lo estoy - respondió soltándose del agarre - es de Astrid

- ¿Qué le pasó? ¿Está bien? - preguntó inquieto - ¿Dónde está ella? - preguntó buscándola con la mirada

Valka lo tomó por la muñeca guiandola hasta su propia casa, lo que se suponía era su hogar, su refugio. El tiempo empezó a aletargarse dilatando los pasos mientras Hiccup detallaba el interior como si no lo conociera, disociado de la situación a por venir, concentrándose en los detalles mundanos como las sillas mal puestas delante la mesa por el desayuno que había compartido con Astrid antes de salir días atras, o el vestido que Astrid llevaba puesto al llegar y que ahora descansaba sobre el respaldo de la silla, luego su atención se centro en la sangre por el suelo que llegaba hasta la alcoba principal.

- ¡Astrid! - Exclamó al verla sobre la cama

Hiccup llegó hasta su lado en dos zancadas, completamente aterrado de la idea de perderla una vez más. Astrid estaba tendida sobre la cama mientras presionaba su propio vientre, a su lado Bocón parecía ajustar un torniquete en una de sus piernas en completo silencio, la rubia estaba pálida y ojerosa, sus labios estaban secos y sus ojos apagados, su respiración era errática soltando un pequeño silbido desde su pecho entre los jadeos. Hiccup entro deprisa a la habitación tomando cualquier prenda de ropa que encontró por el suelo, luego corrió dónde su esposa poniendo mayor presión en su herida.

- ¿Qué fue lo que pasó? - preguntó con apremio

- Aparecieron unos dragones extraños - comenzó Bocón aprovechando la ayuda de Hiccup para salir hasta el recibidor, elevando la voz para poder seguir siendo escuchado - estaban hechos de pesadillas, atacaron la aldea tan rápido que apenas tuvimos tiempo de darnos cuenta, - luego volvió a la habitación con fierro caliente en su protesis, la punta de este brillaba al rojo vivo - no alcanzamos a subir a nuestros dragones cuando apareció ella

- ¿Quién? - inquirió levantando su mirada hacia Bocón esperando que continuara, pero este solo guardó silencio

- Madre naturaleza - respondió Astrid sin aliento

- ¿Estuvo aquí? - preguntó ahora preocupado

- Ella se la llevó - admitió con impotencia

- No la nombres - le advirtió el herrero llegando a su lado - ¿Estás lista? - le preguntó

- Solo hazlo - respondió jadeante

El herrero puso el fierro sobre la herida sangrante en la pierna de Astrid, el sonido crepitante del metal caliente contra la carne cruda inundó la habitación siendo opacado por el grito de la vikinga, luego Bocón sacó el fierro arrugando su nariz ante el olor a carne quemada, soltó el torniquete satisfecho, el sangrado se había detenido.

- ¡Por los dioses! - exclamó la rubia en un jadeó - Dijiste que no dolería tanto

- Mentí - aceptó tomando ahora una aguja e hilo - aunque esto de verdad no duele tanto, no después de eso - comentó apuntando a su pierna con un gesto - Hiccup alejate - le advirtió el herrero

Hiccup soltó las compresas sentándose a un lado de Astrid, luego Bocón las sacó mientras Valka vertía algo de licor sobre una larga herida sangrante, Astrid aguantó un grito e Hiccup tomó su mano sintiendo el tacto frio de su esposa, luego levantó su mirada hasta Bocón quien había comenzado a coser antes de que la sangre volviera a brotar.

- ¿Madre naturaleza hizo esto? - preguntó Hiccup sin despegar los ojos de la aguja que entraba y salía de la piel

- Si y no - respondió Astrid aguantando el dolor - primero detuvo a las pesadillas, después quiso llevarse a Zephyr...

- Astrid trató de detenerlas pero...- trató de completar Valka, pero al igual que su nuera no pudo hacerlo

- Ella se la llevó de todas formas - culminó el herrero terminando con un nudo

- No pude protegerla - dijo Astrid apretando los dientes y desviando su rostro avergonzada e impotente

- La encontraré, no dejaré que nos aleje de nuestra hija otra vez- le prometió
   
   
Elsa apareció en medio de la destrucción, tras de si el portal se cerró abruptamente sin darle oportunidad para escapar, aunque no era una opción en su mente. Arendelle volvía a sumergirse en la desesperación y caos una vez más, el humo cubría el cielo aunque no era tan espeso y asfixiante como en Dunbroch, aún así Arendelle permanencia tal cual como Elsa recordaba que estaba antes de congelarse: hundida entre los escombros. Aunque está vez no estaba Pitch Black para enfrentarlo.

La guardiana se encamino con rapidez hasta el palacio a medio levantar, corriendo entre la gente que la ignoraba presa del pánico, sobre ella rugidos intensos se escuchaban aunque apenas eran visibles las criaturas que los emitían. Las puertas principales estaban abiertas, dentro del castillo los aldeanos se refugiaban mientras otros ayudaban a preparar las municiones y los cañones.

- ¡Elsa! - exclamó Kristoff al verla acercándose a ella

Kristoff llevaba una armadura plateada, su cabeza estaba descubierta y en su brazo llevaba un escudo con el distintivo de Arendelle, Elsa lo observó angustiada, acercándose a el mientras el pueblo los miraba.

- ¿Vas a ir con los soldados? - preguntó en un suave reproche

- Hay que proteger al pueblo, cada hombre cuenta - respondió echando un vistazo al pequeño grupo que se estaba preparando

- Está no es la forma - contrarrestó afligida - eres el rey

- Solo soy un vendedor de hielo - le corrigió

Gerda apareció junto a la pequeña Elsa sobre sus brazos, estaban aterradas, aunque la mayor permanecía aguantando con una mueca neutra, en la menor se apreciaba el miedo descomunal.

- Papi - lo llamó con voz temblorosa, Kristoff se acercó a ella besando su frente

- Todo estará bien, princesa - le dijo su padre - tía Elsa está aquí

Kristoff le sonrió a su hija acariciando sus cabellos, luego miró a Gerda con sociego, la anciana asintió retrocediendo junto a la pequeña.

- Kristoff las cosas no deben ser así - pero el rubio no iba a cambiar de opinión

- ¿Dónde está Anna? - preguntó con apremio, Elsa decidió no aumentar su angustia

- En un lugar seguro - mintió esperando que así fuera realmente - Es Pitch, él está haciendo todo esto

- Lo sabemos, aunque no ha hecho presencia - respondió mientras se ponía un casco extraño en su cabeza - Lleva a Elsa a un sitio más seguro que este, un lugar donde la oscuridad no la pueda alcanzar - le pidió - cuidala con tu alma - le rogó - y después vuelve aquí a detener todo esto

- Por supuesto que lo haré - le aseguró - no pensaba hacerlo de otro modo

Kristoff salió junto a los demás después de despedirse una vez más de su hija, luego desapareció de la vista de todos mientras más aldeanos entraban al palacio, otro grupo de hombres agrupaban a la gente preparándose para salir por los tuneles como años atrás.

- Mi niña Elsa - la llamó Gerda con cariño, igual que como lo hacia en su niñez - tenemos que ir con ellos - le recordó instandola a continuar con el grupo

La guardiana negó con impotencia sin desviar su mirada de las grandes puertas, quería ir a ayudar, detener todo el desastre tal cual como su cuñado esperaba, pero no estaba segura si podría hacerlo y no deseaba arriesgar lo que su hermana más amaba en el proceso. Volvió su mirada hasta Gerda y su sobrina, la pequeña tenía miedo en la mirada junto a las lágrimas que caían por sus mejillas, la guardiana tomó a la princesa entre sus brazos igual de angustiada que ella.

- Iremos a otro lugar - respondió Elsa acomodando a su sobrina - Gerda, tienes que venir con nosotras - le pidió decidida

La guardiana y la ama de llaves subieron por las escaleras a lo que quedaba de la segunda planta del palacio, alejandose de los demás mientras buscaban un espacio más abierto.

- ¿A dónde nos llevará? - preguntó Gerda siguiendola mientras Elsa abría puerta por puerta buscando una habitación despejada

- Al Ahtohallan - respondió entrando a un salón con su sobrina en brazos

- Su alteza... - murmuró sorprendida

- Es el sitio más seguro que conozco - explicó tratando de sacar la esfera con una mano - Las dejaré ahí a las dos, después volveré a tratar de detener está locura

- Pero es un sitio sagrado - dijo con temor de irrumpir en el lugar incorrecto

- Gerda necesito que Elsa esté a Salvo y despues volver aquí ¿Puedes ayudarme con eso? - le pidió la guardiana tratando de centrar a la mayor

La ama de llaves asintió cerrando la puerta tras de si, la platinada sacó la esfera preparada para lanzarla, tomando una pequeña pausa antes de tirarla.

La esfera rodó por el suelo para luego abrir un portal tornasol pequeño, apenas brillante, Elsa miró a Gerda intranquila para luego cruzarlo junto a la pequeña y a la mujer mayor.
  
  
Anna corrió hasta Jack apenas lo vio aparecer junto a Mérida por los cielos, había escapado junto a los aldeanos hacia los bosques como lo habían planeado después del primer ataque, ocultos por la densidad de sus ramas y por las historias que los aldeanos contaban, al parecer los espíritus pasados guiaban los caminos por aquellos lugares, la gente se sentía protegida de la oscuridad entre sus árboles.

- ¡Jack! - lo llamó llegando a su lado - ¿Dónde está Elsa? - preguntó mirando hacia todas partes

Mérida bajó de los brazos del guardian buscando a sus hermanos tal como lo hacia la cobriza con su hermana, pero está a diferencia de Anna si pudo encontrarlos. Mérida corrió hasta los trillizos y su madre sintiendo el alivio en su alma, ignorando por un instante todo lo demás.

- Está en Arendelle - respondió Jack mirando tras de si hasta Dunbroch - las pesadillas llegaron hasta allá

- ¡Dios mío! - exclamó despavorida - tengo que volver, mi hija está ahí - dijo angustiada

- Y lo haremos, te llevaré a Arendelle - le aseguró Jack 

Sin esperar ni un segundo más y sin siquiera alejarse del grupo, Jack lanzó la esfera reutilizable que Norte le había dado abriendo un portal tan pequeño que apenas lo podían cruzar, de colores eran tan opacos que apenas alcanzaba a iluminar los pies de los más cercanos.

- Son las luces - murmuró Jack contrariado - Norte está perdiendo su magia...

Anna frunció el entrecejo angustiada, sabía que en cualquier momento la falta de creencia en el mundo afectaría a Jack, tal cual como había pasado años atrás, e incluso podría llegar a afectar a Elsa, solo que Anna no sabía como. La reina apretó sus puños con impotencia para luego avanzar.

- Entonces no perdamos el tiempo - respondió acercándose al portal, Jack asintió de acuerdo

Entonces sin perder más tiempo ambos cruzaron el escuálido umbral, la magia de este los envolvió como siempre lo hacia, solo que con menos intensidad, para luego transportarlos hasta Arendelle.

- ¡Cielos santos! - fue lo primero que dijo Anna al salir del portal, llevando ambas manos hasta su rostro horrorizada

Arendelle era, una vez más, un campo de batalla, el portal que había cruzado Jack y Anna los había transportado hasta el centro del pueblo, el cual ya no existían, por lo menos no como la reina recordaba,

- Hay que buscar a Elsa - dijo Jack preocupado tomándo a Anna por una de sus manos

Jack y Anna corrieron bajo los gruñidos y explosiones, sobre sus cabezas el humo cubría el cielo y bajo sus pies pequeñas partículas oscuras parecían flotar, a su alrededor no habían personas a quienes ayudar, tampoco quedaban casas en pie, solo existía el polvo y la destrucción, sin ninguna señal de la guardiana que se supone ya había llegado hasta el reino, Jack miró unas tres veces a su alrededor, pero el pueblo estaba tan vacío como destruido.

- ¿Dónde están todos? - preguntó Jack mirando a su alrededor sin detenerse

- En el palacio - respondió Anna en un jadeó - evacuando - agregó igual de atareada

- Te dejaré ahí y después me encargaré de esto - resolvió rápidamente

- ¡Cuidado! - exclamó la cobriza apuntando a una estructura a punto de colapsar

Jack lanzó un rayo de escarchas desviando la caída del muro y cayendo metros más allá, mientras Anna se ocultaba tras él con el corazón tan acelerado que zumbaba en sus oidos.

- ¡Elsa! - Jack y Anna escucharon un grito a la distancia - ¡Elsa! - escucharon una vez más compartiendo una mirada inquieta

- Ese es Kristoff... - musitó Anna aterrada de la posibilidad - ¡Es Kristoff! - exclamó exasperada, con la mirada tan abierta como asustada

Anna se adelantó a Jack mirando hacia todos lados, luego acomodó sus manos alrededor de su boca para ampliar el volumen.

- ¡Kristoff! - gritó la reina a viva voz - ¡KRISTOFF! - insistió desgarrando su voz

Entonces un grupo de soldados apareció por lo que antes era una esquina, sus armaduras estaban cubiertas de hollín y sus rostros cubiertos por los cascos.

- ¿Anna? - susurró Kristoff al verla, sacándose el casco esperando que no fuera una ilusión - ¡Anna! - exclamó soltando su escudo y su casco

Kristoff corrió hasta su esposa tomándola en sus brazos, oliendo su cabello y sintiendo su calor, soltando algo de su angustia en el proceso.

- ¿Qué haces aquí? - le pregunto alejándola con suavidad para mirarla

- ¿Cómo que qué hago aquí? - inquirió ofendida - Arendelle está en peligro, tengo que estar aquí

- Es peligroso - respondió volviendo a abrazarla y besar su frente

- No sé ustedes pero yo creo que este no es el momento para abrazos - les dijo Jack llegando hasta donde ellos

- Fuiste tu - sonrió Kristoff con una tenue sonrisa - pensé que Elsa había vuelto

- ¿La viste? - preguntó Jack, el rubio asintió

- Le pedí que llevará a Elsa a un sitio seguro - explicó - volverá después de eso
  
  
Gerda y Elsa y la princesa cruzaron el portal dejando atrás el ruido y el caos, el calor y el ajetreo, para llegar a un sitio tan pacífico como apartado, de una belleza helada y cautivadora. Elsa bajó a su sobrina de sus brazos dejándola sobre la superficie fría del glacial, la pequeña se aferró a sus faldas aún asustada aunque ahora en sus ojos solo existía la curiosidad, prendada del enorme océano que las rodeaba al igual como lo hacia la ama de llaves.

- Síganme - les dijo la guardiana llamando la atención de ambas

La guardiana tomó la mano de su sobrina mientras está le correspondía con fuerza, luego miró a Gerda regalandole una sonrisa tranquilizadora.

- Aquí estarán a salvo, la oscuridad no puede llegar hasta acá - reveló con seguridad

Elsa guió a la princesa y a Gerda entre los pasillos congelados del glaciar hacia su interior, mientras las otras admiraban la belleza desconocida del lugar, los muros de hielo con tenues tonalidades celestes, los pilares con relieve que la guardiana había levantado tantos años atrás, hasta llegar a una recamara tan grande como vacia.

- ¿Qué es este lugar? - preguntó la pequeña Elsa fascinada por el eco de su voz

- Es un rio lleno de recuerdos, en el están todas las respuestas del pasado - respondió la guardiana mientras su magia comenzaba a materializar memorias por su vastedad vacía - este es el Ahtohallan

La pequeña Elsa giró sobre sus pies cautivada mientras observaba su alrededor la magia crear momentos que había vivido; paseos con sus padres, noches de juegos, lecciones con Gerda, fiestas en el palacio y momentos con sus pequeños amigos. La magia siempre había existido en su vida, aunque la princesa jamás la había visto de aquella forma.

- Esto es lo que cuido, mi hogar - les confió la guardiana

- ¡Tía Elsa tu magia es muy bonita! - exclamó la pequeña Elsa fascinada paseando entre las figuras de hielo - Es porque tú también lo eres - afirmó convencida

- ¿Qué? - preguntó la guardiana extrañada - ¿También lo soy? - la pequeña asintió

- Emily Jane dice que la magia es un reflejo del alma - respondió absorta en las memorias

Pero las palabras jamás llegaron a Elsa

- ¿Emily Jane? - preguntó la guardiana disimulando lo preocupada que estaba

- Es una amiga - respondió Elsa continuando con la siguiente memoria

- ¿Una amiga?

Entonces la pequeña Elsa volteó a ver a su tia confundida, sin entender a qué se debía su interés.

- A veces viene a jugar conmigo al palacio

la guardiana levantó la mirada hacia Gerda esperando que está dijera algo más, cualquier cosa que dejara en claro que de quién su sobrina hablaba no era quien Elsa pensaba, pero la mayor solo las miraba sin entender nada, sin siquiera una idea de lo que la menor hablaba.

- ¿De quién habla, su alteza? - preguntó Gerda interesada

Y fue cuando la realidad se distorsionó

La recámara fría en la que estaban se desvaneció al igual que las memorias que la guardiana había manifestado, el ruido del océano contra el hielo había menguado y en su lugar un silencio ensordecedor los había reemplazado. Gerda jadeó desconcertada ante lo desconocido mientras la pequeña volvia a esconderse tras las faldas de su tía, en cambio Elsa guardó silencio horrorizada ante la figura que aparecía entre la nada, la respuesta de su silenciosa pregunta.

- Esta hablando de mi

Chapter 49: Capítulo XXXXVIII - Desesperación

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Capítulo XXXXVIII
Desesperación

La pequeña princesa llevaba casi una hora completa con Gerda en la biblioteca, habían iniciado con algo de historia y en algún punto de la lección la princesa empezó a divagar, ya no estaba tomando atención, al menos no por completo. Los grandes ojos mieles recorrían la habitación con detalle mientras balanceaba sus pies bajo la mesa, descansaba su cabeza sobre una de sus manos que a su vez se apoyaba sobre la mesa, mientras Gerda pasaba las ilustraciones explicando el contexto de cada una de ellas; el palacio de Arendelle, el bosque encantado, la tribu de los Northuldras. La princesa volvió a mirar las ilustraciones para luego soltar un pequeño suspiro agotado.

Elsa ya conocía las historias y leyendas de Arendelle y los Northuldras, había crecido con ellos, su madre le contaba cuentos todas las noches sobre sus pueblos honrando la memoria de su abuela y su tía, por quienes llevaba sus nombres, la pequeña volvió su mirada hacia los cuadros en las paredes, observando nuevamente a su abuela y después a su tía. Elsa se parecía mucho a ella, con rasgos finos y tenues pecas, mirada ausente y labios delgados, le parecía tan bonita como una muñeca.

- ¿Su alteza Elsa? - la llamó Gerda - ¿Está tomando atención?

- Si - respondió en un respingón, asintiendo rápidamente con su cabeza

- ¿De qué se trata la lección?

- Sobre Arendelle y el bosque encantado - respondió con facilidad

- Sea un poco más específica, su alteza - le pidió la mayor, Elsa pareció pensar en su respuesta - Princesa Elsa, no se puede estar distrayendo con tanta facilidad, no es una buena cualidad - la reprendió con dulzura

- Pero Gerda... - se quejó con un mohín en los labios - mamá ya me ha contado estás historias - se quejó desplomandose cansada en la mesa

- Tomaremos un receso ¿Le parece? - Elsa levantó su cabeza para observar a la madura mujer quien la observaba con cariño, luego sonrió

- Está bien - aceptó

- Iré a la cocina a ver cómo va la cena, espere aquí mientras tanto, su alteza

Elsa observó encaramada en su silla a Gerda hasta que está salió de la biblioteca dejándola en absoluta soledad, luego volvió a sentarse con propiedad paseando su mirada nuevamente entre los óleos colgados en la pared hasta detenerse una vez más en su tía.

- Qué tanto está mirando su alteza? - interrumpió a la princesa asomándose por el respaldo de la silla

- ¡Emily Jane! - canturreo risueña - ¿Cómo llegaste aquí? - preguntó en tono infantil - ¿Vienes a jugar? - inquirió esperanzada, pero la recién llegada tan solo negó

- Hoy no puedo jugar - declinó con gentileza - ¿Qué es lo que estabas mirando? - insistió una vez más con la misma amabilidad que en un comienzo

Elsa volvió su mirada hasta el cuadro de su tía, luego volvió a mirar a madre naturaleza.

- Estaba viendo a tía Elsa - respondió con simpleza - Gerda me enseñaba la historia del bosque encantado, se pone algo triste cuando habla sobre ella

- ¿Quieres conocerla? - preguntó con tono plano

- Me encantaría - respondió sinceramente en voz baja mientras jugaba con sus diminutos dedos, Emily Jane la observaba con atención - pero no sé puede, mamá dice que tía Elsa ya no puede estar con nosotros porque está protegiendo al mundo de la oscuridad - explicó

- Oh, pero nadie puede detener por siempre a la oscuridad, ni la luz mas brillante - explicó madre naturaleza mientras revisaba las ilustraciones sobre la mesa - Ni siquiera tu tía Elsa puede

- Mamá dice que ella puede, que tía Elsa... - la pequeña Elsa se detuvo abruptamente para luego mirar a su alrededor, su expresión infantil se desvaneció de su rostro para componer una mueca de preocupación, luego se acercó hasta Emily Jane susurrando en su oído mientras cubría su boca con sus manos como si fuera un secreto - mamá dice que tía Elsa tiene magia

- ¿En serio? - preguntó asombrada - ¡Es fabuloso! - exclamó con alegría, Elsa volvió a su lugar

- Me hubiese gustado conocerla - repitió sin dejar de mirar el cuadro en la pared

- Puedo hacer que suceda- ofreció madre naturaleza, Elsa volteó a verla con anhelo

- ¿Cómo? - preguntó ansiosa, con la alegría en sus labios

- Verás, mi linda flor, yo también hago magia - respondió con una amplia sonrisa en los labios

Elsa jadeó sorprendida, luego sus grandes ojos se abrieron impresionados por la revelación.

- ¿Es en serio? - preguntó con incredulidad

- Muy en serio - sonrió satisfecha

Pero el tiempo seguía moviéndose y el ruido de la puerta de la biblioteca rompió la atención de la pequeña, cuando ya hubo de vuelto su atención a madre naturaleza está ya se había ido, Elsa miró a su alrededor buscándola con la mirada, pero los ruidos de pasos tras ella volvieron a robar su atención. La princesa se asomó entre las mesas solo para encontrarse la imagen vivida de su tía Elsa frente de ella, a quien jamás pensó conocer.

Emily Jane no estaba mintiendo, ella la había traído de vuelta, así lo entendió la pequeña Elsa.

La vastedad del Ahtohallan envolvía a tía, sobrina y ama de llaves en un silencio sepulcral roto solamente por el eco de los pasos de la milenaria criatura por el vacío, Seraphine se paseaba entre la blancura del infinito sin temor como ama y señora de todo el desconocido espacio, aunque realmente así lo era, con una expresión tan afable como falsa.

- Me alegra que lo entendieras, Elsa - dijo madre naturaleza mirando a la guardiana - sabía que contigo las cosas iban a funcionar, hice la elección correcta

- ¿De qué elección hablas? - preguntó la guardiana ocultando a su sobrina tras ella con recelo mientras Gerda tomaba a la pequeña por los hombros buscando protegerla de la intimidante entidad

- Para buscar a mi linda flor - respondió como si nada desviando levemente su mirada hacia la princesa  - tus amigos guardianes no pudieron con una flor de verdad, ni siquiera Sandy. No creí que pudieran con esto - le aclaró con tranquilidad

- Elsa no es una flor - le señaló la guardiana frunciendo el entrecejo

- Pero lo es. - sonrió Emily Jane - Mi flor del sol fue la que la salvó ¿No lo recuerdas? - inquirió con fingido interés - Elsa era tan pequeña, diminuta, tan solo una semilla indefensa, y Anna no pudo protegerla  - recordó en voz alta - la magia que le di a Rapunzel no era suficiente para salvar a las dos

- El brebaje... - susurró Elsa recordando como fue que ambas se salvaron

- Y tú muy bien sabes que yo no hago favores

- ¡Por qué! - exclamó horrorizada - ¡Es tan solo una niña! - le recriminó haciendo un gesto protector hacia su sobrina

Emily Jane guardó silencio manteniendo su distancia, desvío la mirada por el blanco manto que las envolvía como si fuera capaz de mirar algo más allá de su infinites, luego mordió su mejilla interna componiendo una mueca.

- Por la luna - respondió con simpleza

- ¿La luna? - preguntó confundida

- Si, la luna - afirmó como si nada - ¿No te han hablado de ella? - Elsa negó con un gesto, le habían dicho muy poco sobre eso - ay, estos guardianes - negó ahora madre naturaleza - siempre cometiendo los mismos errores

Elsa volvió su mirada hasta Gerda con preocupación mientras está reaccionó tan confundida como aterrada, luego miró a su sobrina quien solo estaba tan confundida como su tía, o quizás más que está. La guardiana volvió a mirar hacia el frente hacia Seraphine, quien mantenía su expresión amable, aunque Elsa ya había entendido que solo eso era, una mueca, madre naturaleza no era un espíritu benévolo.

- Los guardianes le dicen "el hombre de la luna" pero la verdad es que es tan solo un niño, la escencia de la inocencia con la cual todos nacemos y vamos perdiendo a medida que nos rompe la vida - le explicó - él crea a los espíritus que cuidan todo lo que él cree que es correcto y controla todo esto. - dijo extendiendo sus brazos y girando sobre si misma - Yo le ayudo con los espíritus

- ¿Por qué? - la interrumpió la guardiana

- Tengo mis razones para hacerlo. - respondió tajante, aunque su tono era amable - Los seres que la luna elige para que sean espíritus suelen tener una triste infancia, irónico si piensas que deben protegerla. - continuó - Y no creo que eso sea justo

- Piensas llevártela... - entendió Elsa sintiendo la adrenalina y el temor inundarla - ¡Elsa no es un espíritu, ni una flor, es tan solo una niña! - exclamó

Elsa retrocedió instintivamente un par de pasos junto a su sobrina, quien permanecía junto a Gerda tras la guardiana en un silencio atronador.

- Es mi creación - respondió madre naturaleza con seriedad - y no merece estar sola

Elsa puso sus manos al frente concentrando su magia en ellas, pero nada brotó, ni hielo, ni nieve, ni siquiera un poco de frío. La guardiana llevó sus manos a su rostro con la mirada tan abierta como desconcertada, Emily Jane negó con un gesto sin cambiar su expresión.

- Aún tienes tanto que aprender - respondió antes de chasquear los dedos

Entonces el vacío y la blancura desaparecieron devolviendo a Elsa y a Gerda a su lugar en el Ahtohallan entre las memorias de la pequeña Elsa y los muros de hielo del glaciar, la guardiana corrió unos metros recorriendo con la mirada apremiada por el rededor, pero solo pudo encontrar la mirada vacía y asustada de la ama de llaves, tan desolada como lo estaba Elsa.

- No, no, no - musitó aterrada subiendo la voz - ¡No, santo cielos, no! - exclamó entrando en la desesperación - ¡Elsa! - la llamó en un grito - ¡ELSA! - volvió a gritar

- Mi niña Elsa... - susurró Gerda acercándose a la platinada con prudencia

- ¡Gerda dónde está Elsa! - preguntó en una exclamación

- Se la ha llevado... - respondió con voz aguda, quebrada por el llanto - Ella se la llevó

Y el silencio fue lo único que abandonó los labios de la guardiana, desolador y devastador, tan helado como lo era el hielo, por primera vez incómoda del frío que sentía con esto.

- No... No puede ser... - respondió Elsa con la voz quebrada - no es posible - negó volviendo a buscarla - tiene que estar por aquí, tiene que haber vuelto con nosotras

- Mi niña...

- ¡Elsa! - volvió a gritar girando sobre su eje mientras la buscaba con la mirada

Pero no hubo respuesta.

- Tiene que estar al otro lado - dijo después con la resignación hecha un nudo en su garganta

- ¿Al otro lado? - inquirió Gerda aún en su lugar, aún conmocionada por lo que estaba pasando

- Al otro lado del puente... - musitó con desazón, cayendo una vez más en el silencio

El corazón le latía tan fuerte que se abombaba en la cabeza de Elsa, presionando sus ideas y temores, acentuando la inutilidad que sentía. Elsa estaba estática, congelada en su sitio, igual como lo había estado por años al fondo de la grieta, solo que esta vez el hielo no la cubría. Entonces la posibilidad apareció y con ella una pequeña luz de esperanza.

- Tengo que llegar con ella - se dijo para si misma nuevamente mirando a su alrededor solo que está vez buscaba la forma de cruzar hasta donde se suponía estaba su sobrina

Elsa camino con paso errático hasta la grieta mientras Gerda la seguía de cerca, el frío descendió a medida que estás lo hacían por el estrecho pasillo dejando al descubierto el vacío oscuro del la grieta de la verdad, Gerda exclamó sorprendida mientras Elsa solo apretaba sus labios.

- Si lejos vas será el final... - murmuró con el alma en un hilo, cayendo sobre sus piernas sin saber que hacer - ¿Cómo llegaré hasta donde ella? - se preguntó en un lamento - Yo no sé nada - titubeó con la voz quebrada en un lamento, ya sin poder aguantar las lágrimas culpables - aún tengo mucho que aprender
   
   
Arendelle había sido evacuado en su totalidad, o casi por completo, su gente había huido por los tuneles subterráneos, los cuales llegaban hasta las afuera del reino, en el inicio del bosque que los rodeaba por tierra. En el palacio no quedaba nadie más que el rey y la reina, quienes aguardaban la llegada de la quinto espíritu, quien en cualquier momento volvería a detener las pesadillas como había dicho antes, las cuales estaban siendo retenidas por Jack en las alturas.

Las sombras volaban sobre el Reino materializadas en figuras tétricas y deformas, las más fuertes parecían terroríficos dragones oscuros que lanzaban llamas negras a destajo, Jack intentaba detenerlas con su escarcha, guiandolas con su cayado como si fuera una corriente eléctrica, congelando las formas hasta hacerlas crepitar, pero estás eran reemplazadas por otras, con menos cuerpo pero más erráticas, creciendo gracias al mismo miedo que creaban.

- ¡Maldición! - exclamó retrocediendo y mirando a su alrededor, buscando de dónde provenían las sombras, pero estás estaban en todas partes

Jack volvió a lanzar un rayo de escarcha hacia el frente buscando expantar las nuevas formas que iban naciendo pero apenas lo hacía el ciclo volvía a repetirse, apareciendo otras cada vez más impredecibles, Jack retrocedió nuevamente siendo atrapado por estás, quienes lo envolvieron como si se tratara de un tornado, desestabilizando el vuelo del guardian. Jack lanzó su escarcha sin dirección alguna tratando de desarmar la corriente, pero la perdida de creencia ya lo estaba afectando como a los demás, volvía a sentir la debilidad de hace unos años y la fatiga llegaba a él con mayor rapidez que antes, fue cuando sintió una pequeña ligereza, luego una corriente helada lo envolvió sintiendo la familiaridad en la brisa.

- ¡Elsa! - la llamó aún sin poder verla

El crepitar del hielo inundó el ambiente, luego una brisa helada despejó el humo por completo, Jack descendió hasta el suelo llegando hasta donde la guardian, quien aún permanecía con las manos alzadas a la defensiva y agitada mientras las pesadillas congeladas caían como nieve a su alrededor.

- Elsa - la llamó nuevamente

- ¡Jack! - exclamó devastada llegando hasta donde él, fundiéndose en un anhelante abrazado

Elsa escondió su cabeza entre el hombro de Jack y su cuello ocultándose entre el aroma del guardian y su cabello, sintiendo la seguridad que solo él le podía brindar, Jack la correspondió estupefacto, estrechandola en sus brazos.

- ¿Estás bien? - le preguntó, Elsa asintió sin decir nada - Me tenías preocupado, ni pienses que irás a algún otro sitio tu sola así como están las cosas, no me importa lo que haya dicho Norte, - le advirtió cerrando los ojos y respirando al fin con alivio - no voy a estar tranquilo de otra manera...

- Jack - lo interrumpió Elsa aún sin dejar su lugar

- ¿Que?

- Guarda silencio - le pidió en un suave ruego, Jack rodó los ojos

- Hablo en serio Elsa - comenzó una vez más

Elsa se alejó levemente de Jack para mirarlo con el entrecejo fruncido, luego suavizó su mirada volviendo a acercarse, besándolo sin preciso aviso, un beso corto y fugaz pero dejando a Jack en completo silencio sin poder pensar en nada más.

- Te quiero Jack - musitó con la voz quebrada, Jack la observó con desconcierto

- ¿Estás bien? - preguntó con más preocupación que antes - ¿Sucedió algo? - pero Elsa solo negó desviado la mirada

- Hay que detener a Pitch - comentó cambiando el tema, Jack frunció el entrecejo incapaz de contradecirla por el momento

- No está aquí - respondió - Pero el miedo sigue creciendo, quizás esté cerca - dedujo volviendo su vista sobre su cabeza, justo a tiempo para ver a un cúmulo de pesadillas estallar - ¡Cuidado! - exclamó cubriéndola con sus brazos

- ¡Dios mío! - jadeó Elsa

Jack tomó a Elsa por su muñeca guiandola entre las casas destruidas y los caminos obstruidos, lanzando ráfagas congeladas tan violentas como lo eran las sombras, pero por más que lo intentaban estás volvían a aparecer igual que antes. Jack y Elsa continuaron escapando entre las ruinas, refugiándose entre los escombros y las cenizas.

- No importa cuantas veces congelemos las pesadillas, estás volverán a aparecer - dijo Elsa tratando de recuperar el aliento

- Así seguirá siendo mientras exista el miedo - explicó Jack, Elsa mordió su mejilla afligida

- Definitivamente tenemos que encontrar a Pitch Black - resolvió Elsa mientras saca la esfera de su bolso

- ¿Que haces? - le preguntó Jack

- ¿Que más? Voy a buscarlo - respondió tomando la esfera entre sus manos

- No funciona así - la detuvo Jack poniendo sus manos sobre las de Elsa - tienes que saber dónde está

- No perdemos nada intentándolo - se defendió aferrada a la posibilidad

Jack retrocedió aún sin estar del todo convencido, pero dejando de todas formas que la guardiana lo intentara, Elsa agitó la esfera con suavidad removiendo los copos de nieve en su interior, luego está cambio de imagen justo en el momento en que la guardiana la lanzó. Un pequeño y casi inexistente portal se abrió, era opaco y de colores apagados y fríos, Jack y Elsa intercambiaron una mira inquieta para luego cruzarlo sin perder tiempo, llegando hasta las islas del sur.

El pueblo y el castillo no habían cambiado en nada, la destrucción seguía tal cual Elsa recordaba que estaba cuando se habían ido hace un par de días, solo que ahora la oscuridad parecía rondar en él como si fuera parte de su aire, los aldeanos que se veían se movían entre las sombras con temor, obligados a caminar entre ellas como si una fuerza desconocida los dominara, entre ellos Hans se paseaba débil y escuálido.

- ¿Por qué aquí? - preguntó Jack extrañado

- No lo sé - respondió Elsa guardando la esfera en su bolsa

Entonces un grito de terror rompió el abrumador silencio, llamando la atención de todos los demás, los guardianes levantaron la mirada inquietos notando a la muchedumbre que los observaba aterrada.

- ¡Es la reina de las nieves! - gritó una mujer despavorida - ¡Ha vuelto!

Y la muchedumbre se desarmó volviéndose pequeños puntos a la distancia que se alejaban con rapidez, mientras los gritos aumentaban y con estos las pesadillas crecían.

- Están aterrados - murmuró el guardian

Jack estaba contrariado, los gritos y exclamaciones de la gente lo aturdieron por un instante, analizando el filo de las palabras luego desvió su mirada hasta Elsa quien permanecía petrificada en su lugar.

- Es a mi a quien temen... - musitó Elsa horrorizada

Y a medida que el miedo crecía entre la gente, también lo hacían las pesadillas.

Las sombras que antes parecían ser parte de la atmósfera ahora impregnaban el aire congestionandolo de terrores y pesadillas, ya para nada inofensivas. Elsa levantó sus manos y junto con eso su magia salió despedida en una rafaga furiosa congelando a las oscuras criaturas antes de que pudieran formarse, un alarido de terror cruzó la atmósfera, la gente seguía temerosa ante la fuerza de la guardiana, lo que fortalecía las pesadillas.

Pero aunque los aldeanos se alejaban despavoridos, más por la magia de Elsa que por el miedo que podía causar las pesadillas, había uno que iba contra la corriente, Hans se acercaba a toda velocidad, en su mirada ya no existía la codicia o la insesante sed de poder, en su lugar un vacío infinito y el miedo lo consumían.

- ¡Elsa! - exclamó buscando llamar su atención - ¡Elsa, has vuelto!

Por un momento Elsa creyó ver un atisbo de alivio en la mirada cansada del infame príncipe, pero se desvaneció tan rápido como había llegado, dejando tan solo la desolación en ellos.

- No te acerques - le advirtió Jack adelantándose

Hans se detuvo a unos pasos aún demasiado atormentado para obedecer del todo, luego cayó de rodillas consumido por sus propias decisiones.

- Es Pitch Black - admitió arrepentido - está aquí

Elsa miró a Jack con inquietud, al fin le habían confirmado la presencia del Coco, pero el alivio por encontrarlo jamás llegó hasta ellos.

- Tiene a Lars... - dijo con la voz quebrada - aún lo tiene...

- ¿Dónde están? - preguntó Elsa con apremio

- En el castillo... Ellos siguen ahí - respondió en un hilo de voz, demasiado asustado

- Hay que detenerlo - afirmó Elsa con desocion comenzando a andar en dirección al palacio, pero Jack la detuvo

- Espera Elsa ¿Cómo estás tan segura de lo que dice? - le recriminó

- Está aterrado - destacó echándole un vistazo - ¿En serio crees que está mintiendo? - inquirió con retórica

- Si, - afirmó con seguridad - no sé cómo tú no

Elsa guardó silencio sin dejar de mirar a Hans, luego observó a las pesadillas de su alrededor que crecían imponentemente.

- No perdemos nada intentándolo... - musitó aún aferrada a la posibilidad

Lo único que le quedaba 

- Esto no me da buena espina - comentó el guardian de la diversión siguiendo a la guardiana - no es normal, no es para nada como suele actuar

- Nada es normal - comentó Elsa frunciendo el entrecejo despejando el paso de las pesadillas que ya estaban volviendo a ser un problema - ¿Qué fue lo que hizo aquí?

- Lo está volviendo su reino - respondió Hans que los seguía de cerca - lo está llenado de oscuridad y miedo...

- Y está usando el miedo de ustedes para hacer crecer su poder - agregó Jack, Hans asintió - si, a él le gusta hacer eso

- ¿Desde cuándo? - preguntó Elsa, Hans relantizo su paso pero no se detuvo

- Desde que se descongeló - admitió sin darles frente, refugiando su mirada entre los escombros alrededor del palacio - se refugio aquí después de eso...

- Le diste tu ayuda - le recriminó Jack acercándose a él y tomándolo por su ropa, Hans respondió alterado

- ¡Jack! - jadeó Elsa separandolos

- ¡Yo no sabía que es lo que era! - se defendió - yo solo quería ser alguien... - musitó incapaz de levantar la mirada

Elsa se interpuso entre los dos, quienes  no dejaban de mirarse desafiantemente, Hans acomodaba su ropa mientras Jack paseaba su cayado de una mano a otra, luego el principe volvió a andar metiéndose al palacio seguido de ambos guardianes. Los muros estaban aún en pie solo que completamente agrietados, el silencio hacia eco en sus paredes y la oscuridad se acentuaba, Jack tomó la mano de Elsa con preocupación, buscando sentirla cerca en todo momento.

- ¿Dónde está ahora? - le preguntó Jack, Hans desvío su mirada por los pasillos

- Ahí, en el subsuelo - respondió apuntando con su dedo por el pasillo

Jack se adelantó por el corredor hasta llegar a una robusta puerta al fondo de este, luego volteó a ver a Elsa no tan seguro de abrir el portal, no como ella lo estaba.

- Ábrelo Jack - le pidió Elsa, pero este dejó su mano sobre el picaporte sin hacer nada

- ¿Y si es otra trampa? - inquirió preocupado - No confío en él - agregó mirando a Hans con recelo

- ¡No es una trampa! - exclamó - ¡Lo juro!

- Que bueno que lo hagas, porque tú palabra vale tanto - ironizó el guardian molesto

Elsa volteó a ver a Hans con el ceño fruncido, tampoco confiaba en él, aunque en ese minuto lo único que deseaba era acabar con el origen de sus problemas. 

- ¡Mató a mis padres, destruyó al reino, se llevó a Lars, yo ya lo perdí todo! - exclamó exasperado

- Espero que esto sea cierto - le advirtió la guardiana en una amenaza

- Lo juro

Pero las verdades siempre salían a la luz y tan pronto como el principe había repetido su falso juramento fue que la robusta puerta estalló y las pesadillas salieron de esta como una furiosa tormenta de hielo, afiladas y mortiferas. Elsa levantó sus manos frente a su rostro defendiendose con su magia, contrarestando las pesadillas con su hielo, pero tan rápido como estás caían otras volvían a ocupar su lugar y la magia de Elsa no era lo suficientemente veloz como para detenerlas, después de unas cuantas ráfagas seguidas la oscuridad la lanzó unos metros.

- ¡Jack! - exclamó buscándolo con la mirada, pero la oscuridad había cubierto todo - ¡Jack! - intentó una vez más

Pero solo el miedo se podía oír.

Las paredes comenzaron a ceder repletas de oscuridad, Elsa lanzó su magia con todas sus fuerzas buscando repelerlas pero solo lograba el efecto contrario.

- ¡Elsa, estás aquí! - exclamó un eco, Elsa levantó la mirada a su alrededor buscando al dueño de la voz

- ¡Pitch! - exclamó furiosa, este solo rió con fuerza, retumbando el sonido entre las pesadilas - ¡Muestrate, cobarde! - gritó buscándolo con la mirada

- ¿Así es como me recibes? - preguntó con fingido resentimiento - ¿Con insultos? - agregó materializadose desde las sombras a unos metros de ella

- ¡Qué es lo que busca ahora! - exclamó ignorando las quejas previas

- Ya lo sabes - sonrió con ironía - solo quiero llegar hasta el otro lado

Pero Elsa no dijo nada más, en su lugar respondió lanzando su magia aunque está atravesó al Coco como si no fuera real.

- Eres tan predecible, Elsa - negó con un gesto decepcionado - tu magia no puede hacerme daño, no ahora - respondió con una tétrica sonrisa

Las pesadillas alrededor del Coco se levantaron en pilares oscuros, tan endebles como tentáculos, llegando hasta la guardiana como cuchillas, Elsa levantó un muro de hielo deteniendolas y arrastrándolas de vuelta, pero Pitch rompió el hielo como si de mantequilla se tratara, luego apretó su mano en un puño envolviendo a la guardiana entre las sombras, sofocandola entre la oscuridad y los temores, Elsa se cubrió con su hielo expandiendo la escarcha entre las pesadillas hasta romperlas, expulsandolas con violencia hasta terminar de quebrar las paredes.

Pitch se elevó junto a las pesadillas sobre el castillo mientras se carcajeaba, divertido del caos causado mientras Elsa lo observaba desde el suelo, alejándose de él entre los escombros y ruinas en busca de un mejor ángulo.

- ¡Este es el poder del miedo, Elsa! - exclamó Pitch extasiado

Elsa miró a su alrededor la gente correr y huir, las pesadillas que antes parecían estáticas en el aire ahora crecían y rodeaban al amo de las tinieblas, el miedo había vuelto a reinar.

- El miedo siempre va a existir - sonrió satisfecho

Pitch volvió a levantar su mano y junto con está las pesadillas tras él, luego las lanzó hacia Elsa sin piedad siendo detenidas por el brillo de la escarcha de Jack, la cual congelaba las pesadillas con velocidad.

- Aquí estabas - comentó llegando al lado de la platinada - te encanta jugar a las escondidas - le reprochó

- Me retuvo - respondió

- Si, también le gusta hacer eso - negó molesto - ¡Qué es lo que quieres ahora Pitch! - le gritó apuntandolo con su cayado

- ¡Y estan los dos! - exclamó eufórico - ¡Esto será muy divertido! - sonrió lanzando sus pesadillas una vez más

Jack volvió a lanzar, guiando con su cayado, un rafaga de escarchas como si fuera una corriente eléctrica, agrietando las sombras hasta hacerlas estallar, luego estás retomaron su forma siendo detenidas por la magia de Elsa la cual era más solida y oscura que la del guardian.

- ¿Qué fue eso? - inquirió confundido, Elsa observó sus manos sin decir palabras

Pero Pitch Black no les dió el tiempo de averiguar, nuevamente las pesadillas caían hacia ellos, Jack volvió a defenderse, aunque está vez Elsa no hizo nada, aún impactada del color que nacía de su magia.

- ¿Estás bien? - le pregunto Jack acercandose a ella, Elsa lo miró contrariada

- No sé que es esto - respondió asustada sin dejar de mirar sus manos

Pitch se carcajeó una vez más, Jack y Elsa lo observaron con precaución, preparados para lo peor.

- ¿No lo ves, Elsa? - preguntó completamente fascinado por la ignorancia de la otra, Elsa guardó silencio mirandolo con recelo - ¡Es el miedo! - sonrió con malísia estirando sus brazos - tengo que agradecerte por eso, ahora todos te temen, al igual que a mi - sentenció con satisfacción

Elsa desvío su mirada hasta Jack horrorizada, luego sus ojos pasearon por su alrededor, entre los muros destruidos y las pesadillas que los rodeaban, los aldeanos corrían a lo lejos, se alejaban asustados del caos y la destrucción, se alejaban de las pesadillas y la oscuridad, de ella y Pitch Black.

Solo era una historia más de miedo

- Te lo dije, Elsa, eres la reina perfecta

- ¡No digas estupideces! - le gritó Jack lanzando su rayo de escarcha hasta este el cual pudo desviar sin problema - ¡Solo son tus cuentos mal contados! - le recriminó apuntandolo con su cayado

- ¿Mis cuentos? - preguntó falsamente ofendido - No son mis cuentos, es lo que ellos creen - le recordó apuntando a la gente

Las sombras bajo sus pies comenzaron a crecer sobre ellos atrapandolos desde el suelo, Jack intento safarce con fuerza pero las pesadillas subían por sus piernas hasta comenzar a cubrirlos, sobre poniéndose al hielo y la escarcha que intentaba destruirlas.

- ¡Eligieron el bando incorrecto! - exclamó Pitch con euforia apretando el agarre de sus sombras - ¡Y ahora pagarán las consecuencias!

Las pesadillas cubrieron a ambos guardianes aprisionandolos entre las tinieblas y los miedos, luego Elsa repelió a las pesadillas con su magia helada, liberando a Jack junto con ello.

- ¡Tenemos que detenerlo! - jadeó de rodillas cansada

- Necesitamos a Meme - acotó Jack ayudandola a ponerse en pie

- Tienes que ir por él, yo lo detendré mientras tanto - ofreció sacudiéndose la ropa por inercia

- ¿Estás demente? No te dejare aquí sola - afirmó - ve tu por Meme

- Es ridículo, yo no sé volar - rebatió con apremio - no pierdas el tiempo y ve

- No te dejaré aquí sola - repitió de nuevo

Y las pesadillas seguían creciendo.

Elsa volvió a expantar las masas oscuras que el Coco lanzaba, fundiendo el hielo oscuro con las pesadillas, irreconocible, como si fuera una sola cosa.

- ¡No podemos seguir haciendo esto! - exclamó agotada - no tengo fuerzas y tú estás muy débil - jadeó aún protegiendose de la oscuridad

Jack la observó afligido, se sentía acorralado, sabía que debían frenar a Pitch y su oscuridad, y que Meme era el único capaz de derrotarlo, pero la distancia lo hacía imposible y dejar a Elsa sola frente a la maldad no era una opción que siquiera fuera a considerar. Jack observó una vez más a Elsa mientras buscaba una respuesta, pero el tiempo apremiaba y el peligro estaba latente, tarde o temprano debían llegar con Meme.

Y ahí estaba la respuesta

- No debemos traer a Meme- murmuró mientras caía en cuenta - solo debemos llevar a Pitch con él - sonrió emocionado

- ¿Llevarlo con él? - preguntó desconcertada

Jack busco entre su ropa sacando la esfera que Norte le había dado, luego la agitó con fuerza cambiando la imagen de su interior.

- Quizás funcione - dijo mientras levantaba el orbe de cristal frente a ellos - No perdemos nada intentándolo

Elsa sonrió aferrada al diminuto rayo de esperanza que se asomaba entre las sombras, asintió de acuerdo mientras seguía expantando a las pesadillas que Pitch mandaba con tanta devoción.

- ¿Cómo lo haremos? - preguntó

- Volaré hasta donde él y lo empujare al portal - explicó rápidamente - y tú volverás a Arendelle - le advirtió antes de despegar junto a viento

- ¡Jack! - grito Elsa siguiéndolo, incapaz de alcanzarlo - ¡JACK! - exclamó una vez más

Jack se elevó hacia el cielo pasando entre las pesadillas y temores, su magia estaba débil y su vuelo era inestable, sabía que Norte quizás estaba igual o peor, quizás el portal no se abriría, no lo sabía, lo que si tenía claro era que no lo averiguaría junto a Elsa. Pitch dejó de atacar a Elsa concentrándose en el guardia, una risa gutural escapó de su garganta consumido por el poder que había adquirido después de tanto tiempo.

- Jack Frost - sonrió con maldad - tenemos deudas que saldar

- Siempre tienes algo que cobrar - contrarestó el guardian

- Esos años bajo el hielo no fueron en vano, el Ahtohallan me enseñó cosas - lo apuntó con su dedo - y yo sé quien eres

Jack lo observó confundido, sin entender de lo que el otro hablaba, luego torció el gesto en una sonrisa burlesca.

- Yo creo que sigues con el cerebro congelado - respondió sin darle importancia - déjame ayudarte - se ofreció antes de atacar con un rayo de escarchas

Estaba débil, sus brazos le dolían y su pecho ardía, el viento ya no se sentía tan ligero como siempre y su magia no era tan precisa, la escarcha que creaba apenas era un vapor crispante que alcanzaba para confundir, eso esperaba. Jack se lanzo con todas sus fuerzas contra Pitch Black aferrándose a este, la fuerza lanzó a ambos por los aires mientras el guardian lanzaba la esfera, rogando con todas sus fuerzas que los llevarán hasta donde estuviese Sandman.

La esfera abrió un escuálido portal inestable, lo suficientemente grande para los dos, luego se cerró de prisa, sin darle la oportunidad de cruzarlo, Jack abrió los ojos intentando pensar en un siguiente plan, pero apenas tenía cabeza para respirar, inhaló profundamente resignado, preparado para el golpe, pero bajo de ellos un nuevo portal se abrió llevándolos más allá de donde estaban.

Elsa se detuvo apenas el portal se cerró quedando varada entre las pesadillas que caían sin forma, permaneciendo en el suelo como si fuera un océano inmenso de temores, miró a su alrededor a los aldeanos asomarse entre las casas, niños, adultos y ancianos, cada uno más aterrado que el anterior, los cuales retrocedían con precaución son sacarle la mirada de encima a la reina de las nieves.

Había fallado.